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JUAN Mil DE SOIÍS
JUAN DÍAZ DE SOLIS
ESTUDIO HISTÓRICO
POR
JOSÉ TORIBIO iMEDINA
SANTIAGO DE CHILE
Impreco tn rasa iiel ^utor
MDCCGXGVII
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AL LECTOR
L redactar esta obrilla nos
propusimos, en primer lugar,
reunir todos los documentos
que tuviesen alguna atingencia con
el descubridor del Rio de la Plata,
no sólo aquéllos que después de una
prolija investigación en los archivos
de España pudimos encontrar, sino
también los que estaban hasta aho-
ra publicados, aunque dispersos en
diversas obras; siendo de advertir
que todos ellos, con excepción de dos
que existían en Portugal, fueron co-
piados por nosotros directamente de
sus originales para nuestra propia
VI JUAN DÍAZ DE SOLIS
satisfacción y de los que se propu-
siesen estudiar la interesante figura
de aquel audaz cuanto desgraciado
navegante. Reunidos así en un solo
cuerpo, su consulta ha de parecer
fácil al investigador y permitirá, á la
vez, aquilatar las conclusiones á que
hemos de llegaren este estudio his-
tórico, confrontando nuestros asertos
con lo que resulte del tenor de esas
piezas originales.
Las que de éstas tenían vista la
luz pública y habían estado sirviendo
de fuente á las más autorizadas re-
laciones de los historiadores moder-
nos, desde Humboldt hasta Harrisse
— por lo que toca á los extranjeros —
y desde Navarrete á Madero por la
respectivo á los españoles y ame-
ricanos, figuraban en la nunca bien
alabada Colección de viages que
aquél laborioso erudito publicara
en los años de 1826 á 1837, ^^ su
mayoría de gran importancia histó-
rica y geográfica; pero era, á la vez.
AL LECTOR VII
fácil comprender que habiendo ser-
vido de base para ella las copias y
extractos del paciente historiógrafo
don Juan Baustista Muñoz, se había
dejado de mano una investigación
directa en los archivos de Sevilla y
de Simancas, arsenal inagotable de
preciosos hallazgos, que era preciso
realizar para, sino agotar la materia,
poder, por lo menos, decir que la
labor se había hecho y poner en se-
guida de manifiesto sus resultados»
Esto es lo que hemos intentado no-
sotros, y aunque no debemos afir-
mar que nada nuevo que sea de
alguna importancia ha de parecer
ya tocante á Diaz de Solís, porque
tal afirmación sería en extremo aven-
turada, cúmplenos sí asegurar qne
hemos practicado cuantas investiga-
ciones han estado á nuestro alcance
para que no se nos escapase, tocan-
te á él, ni siquiera un apunte de los
libros de la Casa de la Contratación
de Sevilla.
VIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
Pero, desgraciadamente, no he-
mos logrado encontrar, entre las
piezas capitales que forman este pro-
ceso histórico, la causa que se inició
á Diaz de Solis y Yáñez Pinzón des-
pués de su viaje de 1608-9, Q^^ ha-
bría proyectado luz suficiente para
apreciar la dirección cierta del de-
rrotero que siguieron en aquella oca-
sión y los motivos que mui luego
llevaron á Diaz de Solis á la cárcel;
ni la carta de los Oficiales Reales de
Sevilla en que expusieron al Rey
Católico los inconvenientes que ha-
llaban en su persona para que tu-
viese á cargo determinarla linea de
demarcación entre los dominios de
España y Portugal, en la cual se re-
solvía, probablemente, la tan deba-
tida cuestión de la nacionalidad del
piloto mayor; ni tampoco, y esto es
lo más sensible porque está intima-
mente ligado con el descubrimiento
del Río de la Plata, el derrotero de
la expedición, que tuvo Herrera á
AL LECTOR IX
la vista para redactar su Historia
de los Castellanos y que parece fué
llevado por el piloto Francisco de
Torres en su viaje de regreso; ni
tampoco la información levantada
por los Oficiales Reales después que
las dos carabelas fondearon en Se-
villa; ni, por último, la que de orden
real se inició allí mismo para esta-
blecer la culpabilidad de los tripu-
lantes de la armada de Diaz de So-
lis, acusados poí^ el Rey de Portu-
gal de haber tocado en las costas
del Brasil: como si un destino sin-
gular ligado á la vida del descubridor
del Rio que debió llevar su nombre,
se manifestase empeñado en dejar
en la penumbra los hechos más cul-
minantes de su carrera de hombre
y de marino.
El resultado obtenido, no ha co-
rrespondido, pues, á nuestro empe-
ño y diligencia, como nosotros sin
duda lo hubiéramos deseado, pero,
asi y todo, presentamos un caudal
JUAN DÍAZ DE SOLIS
de piezas hasta ahora desconocidas,
algunas de ellas bastante curiosas y
alguna de gran importancia, como
ser la capitulación real celebrada con
Diaz de Solis en i5i2, de que hasta
ahora no se conocía ni siquiera un
fragmento.
A continuación de la parte docu-
mental insertamos las notas biblio-
gráficas que hemos debido reunir
en nuestra biblioteca particular, que
sin duda no son todas las que pudie-
ran presentarse en que se vea apa-
recer el nombre de Juan Diaz de
Solis, pero sí las principales y en
todo caso las suficientes para darse
cuenta de cómo han sido tratados
por los autores la vida y hechos del
piloto mayor de España. Al ocu-
parnos de las obras fundamentales
sobre la materia, nos ha parecido
conveniente, como complemento
del cuadro documental, transcri-
bir los pasajes más interesantes
de esas obras, sin olvidarnos tam-
AL LECTOR XI
poco de apuntar en unas cuantas
frases la crítica que ellas nos merez-
can.
Apoyados así en los documentos
y en las relaciones de autores los
más fidedig*nos, hemos procedido á
redactar la primera parte de este
trabajo, aquella en que hemos estu-
diado por nuestra cuenta los mate-
riales acopiados, tratando de esta-
blecerlos hechos bien comprobados,
desechando otros que en verdad sólo
existieron en la fantasía de historia-
dores inducidos en error por causas
varias, y, por fin, aquilatando las
conclusiones á que nos es lícito lle-
gar cuando falta la documentación
pero que aparecen admisibles por la
concurrencia de circunstancias ve-
rosímiles y concordantes.
Inciertos de habernos aprovechado
como convenía de los materiales reu-
nidos, acaso por falta d^ la prepa-
ración necesaria para estudios de la
índole del presente, nos queda, en
XII JUAN DÍAZ DE SOLIS
cambio, la certidumbre de que he-
mos hecho una obra útil al presentar
aquéllos al examen de los que se
interesan por conocer tan importan-
te periodo de la historia de los des-
cubrimientos marítimos en la Amé-
rica Española.
I
De la patria de Juan Diaz de Solis
SUMARIO: — Cómo se llamó á Juan Diaz de Solís (no-
ta i). — Testimonio de Mártir de Anglería acerca
del origen y nacimiento de Diaz de Solís.— Su
vecindad en Lepe y en Lebrija.— En realidad, por
sus ascendientes era oriundo de Asturias. — Fer-
nández de Oviedo le hace natural de Lebrija. —
López de Gomara coincide en la misma opinión.
— Silencio que al respecto guarda el Padre Las
Casas. — Lo que dice Amonio de Herrera.— Opinión
de Fregeiro acerca del punto de que se trata. —Id.
de don Eduardo Madero. — Requisitoria del Rey de
Portugal para prender á Juan Diaz. — Circunstan-
cias que manifiestan que este Juan Diaz era en
realidad Diaz de Solts.— Objeción presentada en
contra de este aserto.— Las cartas del Embajador
Méndez de Vasconcelos prueban que Diaz de Solis
era portugués. — Circunstancias deducidas de do-
cumentos oficiales que concuerdan con esta opi-
nión.— El cargo de piloto mayor conferido á ex-
tranjeros.— Un documento decisivo en la materia
de que se trata.— Palabras del cronista Damián
de Goes. — Opinión de D' Avezac. — Todo concurre
por hoy á creer que Diaz de Solis era portugués.
XIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
ODO es incierto en la vida de Juan Diaz
de Solís, I desde el lugar de su naci-
miento hasta el de su muerte, y en
baldé el historiador se afana por examinar los
textos de las obras más acreditadas y en com-
pulsar los documentos hasta ahora encontra-
dos en los archivos, porque, como decíamos,
una incertidumbre no destituida de misterio
1. Debemos recordar aqui las variantes del nombre
de nuestro piloto. En el primer documento impreso en
que figura, la primera Década de Mártir de Anglería
que salió á luz, con otros tratados del mismo autor,
en i5ii, en Sevilla, aparece escrito Juan Diaz Solis, pero
más tarde le agregó el «de», y otra vez escribió Solis á
secas. López de Gomara le llama Diaz de Solis; Las
Gasas á veces con todas sus letras y otras Juan de
Solis. El Rey casi siempre Juan Díaz de Solis, alguna
vez Juan Diaz, otras Juan de Solis, y en la real cédula
de '¿1 de Febrero de i5i7 Diez de Solis.
El embajador Méndez de Vasconcelos lo apoda indis-
tintamente Juan Dias de Solis, Juan Diz, Juan Dias.
En la cita que se hace del historiador portugués Da-
niián de Goes se ha escrito Juan Dias Golis, cuyo últi-
mo término nos parece evidentemente un error de copia
ó de caja, y aún no estamos seguros si en la primera
edición de la obra (que viraos en la Biblioteca Univer-
sitaria de Sevilla) estaba escrito bien el segundo ape.
Uido: folis, con f antigua, de donde esta letra se confun-
dió después con la j que, posteriormente escrita con
mayúscula, se convirtió en G, Golis.
En todo caso, es manifiesto que el nombre que
predomina sin comparación sobre los demás con que
se le ha designado es el de Juan Diaz de Solis.
PATRIA DE DÍAZ DE SOLIS XV
se cierne por sobre todos los actos de la ca-
rrera marítima de aquel hombre singular.
^Dónde nació Juan Diaz de Solis? Hasta
hace poco tiempo casi no era posible admitir
duda de que España había sido su cuna, pero
ya en los últimos años comienza á abrirse
paso la opinión que le supone hijo de Por-
tugal, según vamos á verlo.
Entre los testimonios que deben invocarse
en primer lugar en el examen de este punto
histórico, es, sin duda alguna, el del italiano
Pedro Mártir de Anghiera, ó Anglería, al
decir de los españoles, que por haber sido
contemporáneo de Diaz de Solís, — y á quien
según parece conoció, — por el cuidado con que
iba anotando los hechos principales de la
epopeya del descubrimiento de América y por
su empeño de establecer los hechos oyéndo-
los de la misma boca de los pilotos y capita-
nes que en ellos figuraban como actores, y
por la alta posición que ocupaba en la corte,
ha sido considerado como autoridad de pri-
mera nota. A esto se agrega que su testimo-
nio escrito es el más antiguo que se conozca
sobre la materia de que tratamos. 2
2. Mártir de Anglería ha sido en estos últimos años
objeto de trabajos de verdadera investigación. Harrisse
en las páginas 122 y siguientes de su biblioteca Ame-
ricana Vetustissima dio primero su biografía exhumán-
dola con anotaciones eruditísimas; Schumacher publicó
XVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
Tres son los pasages de la obra de Mártir
de Anglería en que habla de la patria de
Diaz de Solís: en dos de ellos le califica de
«nebrissensis», de Nebrija, ó más propiamen-
te Lebrija, en momentos en que había llegado
á su noticia, por informaciones indirectas, in-
dudablemente, que Yáñez Pinzón y Diaz de
Solís tenían efectuados ciertos descubrimien-
tos en las costas occidentales del que se creía
continente. En esas circunstancias fué cuando
se le dijo que este último navegante era de
Lebrija, sin pronunciarse sobre si era vecino
ó natural de aquella ciudad, ya que ambos
conceptos caben perfectamente dentro de la
en 1879 un concienzudo trabajo [Petrus ^lartyr, de?'
Geschichtsschreiber des Weltmeeres, New York, 1879,
4."); Heidenheimer, su estudio Pe'írw.? V^Iai-tyr Anghe-
riiis und sein Opus epistolarium, 1881, y Mariejol,
'Pierre 'ü\Iartyr S Anghiera sa vie etses oeuvres. 1887,
S." Las obras de Mártir de Anglería, que desde muy an-
tiguo hablan sido vertidas á varios idiomas modernos,
(véase Harrisse, obra citada, página I25,) comienzan
también ahora á ser vulgares por nuevas traducciones.
GaíTarel y Louvot insertaron en la ^évue de géogi'a-
phie de i885 sus «Lettres relatives aux découvertes
maritimes des Portugais et des Espagnols», y el pri-
mero de estos autores lleva traducidas al francés las
dos primeros décadas, una en la misma revista citada
(1893-94) y lá otra en la Révue Bou7~guignonne, ha
biéndose hecho de ambas tirada por separado. Véase
en nuestras notas bibliográficas la traducción caste-
llana de Torres Asensio.
PATRIA DE DÍAZ DE SOLIS XVII
expresión «de Lebrija». Y á este respecto
conviene notar que en los documentos de
aquella época, tanto de particulares como ofi-
ciales, y con especialidad en estos últimos, al
hablar de un individuo determinado, lo co-
rriente y usual era estampar el lugar de su
vecindad y no el de su nacimiento, dq tal ma"
ñera que al paso que se dice con frecuencia
vecino de tal parte, poquísimas veces se lee
natural de tal otra.
Pero, andando el tiempo, hubo Mártir de
Anglería de volver á tratar en sus obras con
más detenimiento de posteriores descubri-
mientos de Diaz de Solís, cuando éste había
regresado ya á España de aquella su pri-
mera expedición; siendo evidente que eu
tal ocasión y con ese motivo le conoció,
oyendo de sus labios que, á la vez que de an-
tiguo linaje ástur ovetense, decía haber nacido
en Lebrija. La impresión que las declaracio-
nes de Diaz de Solís tocante á su nacimiento
habían dejado en su ánimo eran, á todas luces,
que, por su parte, creía que fuese ástur ove-
tense, pero en cuanto á lo de natural de Le-
brija, eso era otra cosa: repetía el dicho del
piloto, pero no lo afirmaba en manera alguna,
mejor dicho, dudaba de que así fuese, puesto
que, sin asentir á ello, se limitaba á consignar
lo que el interesado expresaba.
Que Diaz de Solís se hallase por ese en-
2
XVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
tónces avecindado en España no puede por
un momento cuestionarse, y aun nos parece
evidente que antes de adquirir domicilio en
Lebrija lo tuvo en Lepe. En un documento de
tanta trascendencia para él como la capitula-
ción celebrada en 23 de Marzo de i5o8, el mo-
narca le llama expresamente avecino de Le-
pe». «Vecino de la villa de Lepe», le vuelve
á llamar el Rey nada menos que al nombrar-
le piloto mayor de España en reemplazo de
Américo Vespucio, en Marzo de i5i2, y en la
capitulación real para que fuese á efectuar
la demarcación de límites entre las coronas
de Castilla y Portugal, únicos documentos
oficiales de que conste aquella vecindad, que
Díaz de Solis conservó hasta fines de i5i4 en
que se fué á establecer á Lebrija. Es termi-
nante á este respecto la real cédula de 24 de
aquel mes y año, dirigida á las autoridades de
Lebrija en que el soberano les manifiesta
que favorezcan á su piloto mayor, que «por
mejor me poder servir se vá á vivir é ave-
cindar en esa villa». Esta es, pues, la pri-
mera vez en que los documentos oficiales se-
ñalan á Lebrija jcomo vecindad de Diaz de
Solis, sin que al nombrar esa ciudad el Rey
diga para nada que el piloto fuese natural de
ella, como parecería natural se hubiese expre-
sado á las autoridades como especial motivo
de recomendación para el nuevo vecino. Pero
PATRIA DE DÍAZ DE SOLIS XIX
lejos de eso: en documentos fehacientes exis-
te constancia de que Diaz de Solís había
tenido hasta entonces su «casa y asiento en
la villa de Lepe», según literalmente lo de-
clara la real cédula en qlie se le concedió el
que pudiese llevar á Lebrija cierta canti-
dad de trigo; «por cuanto por parte de
vos, Juan Diaz de Solís, reza ese docu-
mento, me fué fecha relación que á cabsa
que en la villa de Lepe, donde tenéis vues-
tra casa é asiento, no se coge ningund pan,
•etc.»
Conviene notar todavía á este respecto para
explicarnos las palabras de Mártir de Angle-
ría que se.íalan á Lebrija como lugar de ve-
cindad de Diaz de Solís, v no á Lepe, donde
en verdad tuvo su casa y asiento, para va-
lemos de las expresiones reales, mucho más
tiempo, que la primera década de su obra se
publicó en Sevilla en i5ii y que, por consi-
_guiente, fué escrita por los días en que el pi-
loto mayor aun estaba avecindado en Lepe.
«Nebriósensis» le llamaba entonces, y que de-
cía haber nacido en Lebrija, repetía en i5i6,
al dar á luz en Alcalá la segunda parte de su
libro, es decir, en los días en que Diaz de
Solís hacía meses á que había partido de Es-
paña en dirección al sur del continente ame-
ricano. Hemos querido hacer notar estas
circunstancias, hasta ahora por nadie observa-
XX JUAN DÍAZ DE SOLIS
das, como homenaje á la- verdad que perse-
guimos, para que se crea que en esta investi-
gación no nos guía proposito alguno precon-
cebido, que en todo caso resultaria opuesto á
nuestros deseos, ya que quisiéramos ver á
Díaz de Solís español y no portugués...
Hasta ahora, como se habrá visto, no he-
mos hecho hincapié en las frases que Mártir
de Anglería aplica como de cosecha propia,
á Diaz de Solís, esto es, que según su opinión
era «ástur ovetense», es decir, de Asturias
de Oviedo, en el norte de España. Sobre este
punto, nuestro autor no abrigaba duda algu-
na de que el origen de Diaz de Solís, su fa-
milia, sus ascendientes, ó su linaje, como lo
expresaba con elegancia, fuese de aquella re-
gión, pero abrigaba á todas luces duda res-
pecto á que nuestro piloto fuese natural de
Lebrija, pues sin negarlo, daba á entender á
sus lectores que se limitaba á trasmitirles lo
que el interesado le tenía dicho.
De lo que queda expuesto, resulta, pues, á
nuestro juicio, que debe admitirse que los as-
cendientes de Diaz de Solís fueron españoles
y con más precisión ástures ovetenses, y que
ya en i5o8 y aun en i5ii, cuando Mártir de
Anglería publicaba su primera década, ha-
llándose Díaz de Solís avecindado todavía en
Lepe y no en Lebrija. pasaba como oriundo de
esta última ciudad. Podría también argumen*
PATRIA DE DÍAZ DE SOLIS XXI
tarse que de Lebrija hubiese marchado á Lepe
antes de i5o8 y que en i5i4 hubiese regresado
á su domicilio primitivo, pero esto no pasaría
de mera congetura sin base en los documen-
tos ni en los autores contemporáneos. En
todo caso, para los que le creen español debe
admitirse, que, siendo natural de Lebrija, ha
-debido pasar allí sus primeros años y aun su
juventud, para establecerse por lo menos
desde antes de i5o8 en Lepe, «con su casa», lo
que supone Diaz de Solís tenía también allí
5U familia.
Mucho más explícito que Mártir de Angle-
ría respecto á la patria de nuestro piloto es el
primer cronista de Indias, Gonzalo Fernández
■de Oviedo, quien dice expresamente que era
natural de Lebrija. Su testimonio, á nuestro
-entender, dista mucho de tener el peso y au-
toridad que el de aquel autor, por las razo-
nes que vamos á ver.
Es cierto que Oviedo trató á Diaz de So-
lís, y por consiguiente, pudo oirle lo que
asienta en su libro; pero también no es me-
noe cierto que el dicho de Diaz de Solís ha
<ie parecemos interesado por lo que pronto
diremos.
Desde luego, bien pudo también copiar en
esta parte el cronista, sin las limitaciones del
original, como debió hacerlo, las Décadas
de Mártir de Anglería, que al tiempo que él
XXII F JUAN DÍAZ DE SOLÍS
escribía habían alcanzado ya varias ediciones;
pero no debemos olvidar que en lo tocante
á los hechos del piloto tal como los relata se
encuentra el gravísimo error de suponer que
descubrió el Río de la Plata en i5i2. Y si
en hecho de tanto bulto hay tal inexactitud,
ya no puede inspirarnos absoluta confianza
en lo tocante á otros de mucho menos enti-
dad y por ende menos dignos de despertar una
investigación más minuciosa y autorizada.
Francisco López de Gomara es otro de los
autores cuyo testimonio se invoca en apoyo
de que Lebrija fuese la patria de Diaz de
Solís, como que en su Historia general de
las Indias publicada por primera vez en Za-
ragoza en 1 552 expresamente así lo declara;
pero su aserción es aún más débil que la de
Oviedo, puesto que escribía mucho después
que éste, y á quien sin duda sigue, aun en el
error de aceptar la expedición imaginaria de
l5l2.
Testimonio bajo todos conceptos más aten-
dible que el de este último habría sido el de
Fr. Bartolomé de las Casas, pero ¡cosa sin-
gular! este autor de ordinario tan bien infor-
mado y tan minucioso, al nombrar al piloto
mayor le llama simplen\ente, casi con desdén,
«un Juan Diaz de Solís». Y adviértase que el
dominico conoció como pocos la historia de
éste, sobre todo la de sus primeros tiempos,
PATRIA DE DÍAZ DE SOLIS XXIII
y que no incurrió como Fernández de Ovie-
do y López de Ciómara en el error de hacerlo
figurar en el supuesto descubrimiento del Río
de la Plata en i5i2.
Entre los autores antiguos que se han
ocupado de Diaz de Solís sólo nos resta citar
al celebrado Antonio de Herrera, cronista de
Indias titulado, como Fernández de Oviedo
y que por su cargo oficial tuvo ocasión de
examinar cuantos documentos estuvieron á
su alcance tocantes á la historia del Nuevo
Mundo. Y Herrera dice también que Diaz de
Solís era natural de Lebrija.
Sería tarea inútil que continuáramos con
esta revista de los autores que consideran á
Lebrija como patria de Diaz de Solís, ya que
todos han bebido sus dictados en las fuentes
que quedan enunciadas. Sólo en 1879 ^^ ^^U"*
dito don C. L. Fregeiro, tomando pie del
pasage de la obra de Mártir de Anglería que
hace á Diaz de Solís oriundo de Asturias
de Oviedo y considerando que allí existe el
lugar de Santa María de Solís se inclinó á
creer que el piloto, preocupado de ocultar la
humildad de su cuna, por aquello de que los
asturianos de Oviedo eran mal mirados por
los hidalgos castellanos, se dijese natural de
una población que contaba entre sus hijos,
especialmente en su tiempo, hombres distin-
guidos, los varones doctos de que hablaba
XXIV JUAN DÍAZ DE SOLÍS
Mártir de Anglería. 3 Ya hemos de ver que
nuestras conclusiones serán casi idénticas,
pero que á ellas hemos de llegar por consi-
deraciones diversas.
Mas, entre estos autores modernos no po-
demos pasar en silencio á don Eduardo Ma-
dero, que es el que más lejos ha llevado sus
investigaciones tocantes á Diaz de Solis, en
las que, aceptando como indubitable que Le--
brija fué la patria del piloto, nos informa que
la prueba decisiva del punto en cuestión,
cual serían los asientos respectivos de los libros
parroquiales de nacimientos no contienen á su
respecto el menor indicio! Doloroso es decir-
lo, concluye: en Lebrija, «cuna de doctos varo-
nes», no se encuentra mas que tradición oral:
la casa donde se ha dicho que nació Solís, no
existe!» 4
3. El señor Freg-eiro en su luminoso trabajo La his-
toria documental y critica, publicado catorce años
después de su Juan T>iaz de Solis, se inclina ahora á
considerar á éste como portugués.
4. «El señor Ordoñana ha dicho: — «Solis era natural
de Lebrija y habianle bautizado en la iglesia de Santa
Maria de la Oliva por el año de 1474»; pero en confir-
mación de lo que digo en el texto, expresa el señor
Madero, puedo presentar, entre otros, los testimonios
del ilustrado catedrático de Sevilla don Carlos de
Moya y del cura de Santa Maria de la Oliva don Ra-
fael S. Reyes». Historia del Puerto de Buenos Aires,
nota 9, página 35.
PATRIA DE DÍAZ DE SOLIS XXV
Examinemos ahora la opinión de los que
creen que Juan Diaz de Solís era portugués,
y para ello comencemos por insertar aquí la
real requisitoria para prender en España y
remitir al Rey de Portugal á un Juan Diaz,
piloto, por cómplice en el robo hecho á una
carabela de aquel monarca que venía de la
Mina.
«D. Fernando é Doña Isabel, etc. — A todos
los corregidores, asistente, alcaldes mayores,
alguaciles é otras justicias cualesquier de
cualesquier ciudades é villas é lugares de es-
tos nuestros reinos é señoríos é á cada uno é
cualquier de vos en vuestros lugares é juris-
dicciones, salud é gracia: sepades quel sere-
nísimo Rey de Portogal, nuestro hermano,
me envió facer saber que Juan Diaz, piloto,
llamado Bofes de Bagazo, 5 natural de su
reino de Portogal, andando en compañía de
ciertos franceses, robaron una carabela del di-
cho Rey, que venía de la Mina, en que roba-
ron más de 20,000 doblas, al cual dicho piloto
diz que copo su parte de este dinero, é que
ha sabido que está en estos nuestros reinos,
sobre lo cual me envió una pesquisa que so-
bre ello se hizo, rogándonos que conformán-
5. «Llamado Bofes de Bagazo,» palabras que proba-
blemente indicaban un apodo, pues ambas tienen su
significado en lengua portuguesa. Quizás pudieran
aludir al color encendido del rostro de aquel piloto.
XXVI JUAN DÍAZ DE SOLÍS
donos con los capítulos de las paces que con
el dicho Rey, nuestro hermano, teníamos fe-
chas, le mandásemos prender é entregárgelo
para que en su reino de Portugal se ficiese
del justicia: é porque por la dicha pesquisa
que Nos mandamos ver paresce ser así ver-
dad, tovímoslo por bien é mandamos dar esta
nuestra carta para vosotros en la dicha razón,
por la cual vos mandamos que siendo reque-
ridos por parte del dicho Rey, nuestro her-
mano, con esta nuestra carta, prendades el
cuerpo al dicho Juan Diaz, piloto, é le se-
crestéis todos sus bienes, muebles y raíces,
do quier que le falláredes, é lo entreguedes é
fagades entregar con todos sus bienes á la
persona quel dicho Rey, nuestro hermano,
enviase por él, para que lo pueda llevar é
lleve al reino de Portogal, é allí se ejecute en
él la justicia: para lo cual con sus incidencias
é dependencias, emergencias, anexidades é
conexidades vos damos poder complido por
esta nuestra carta. Dada en la villa de Alfaro
á veinte y nueve de Octubre de mil cuatro-
cientos noventa y cinco años.» 6
Rezaba esta requisitoria con nuestro Juan
Diaz de Solís?
6. Publicada por Fernández de Navarrete, Colección
de viajes, t. III, p. 5o5, y reimpresa por Torres de
Mendoza, Colección de '^Documentos, t. XXXV^III, p
347.
PATRIA DE DÍAZ DE SOLIS XXVII
Llamábaseleenella Juan Diaz, yno de Solís,
pero esto, lejos de probar que no se tratase de
nuestro piloto, viene á demostrar lo contrario
cuando sabenios que en documentos poste-
riores emanados de fuente española 7 no era
raro el que se le designase sólo así.
Que Juan Diaz de Solís y un hermano suyo
hubiesen servido en Portugal no puede admi-
tir duda alguna. Es bastante conocido el des-
pacho del embajador Méndez de Vasconcelos
en queda cuenta á su soberano déla entrevista
que con ambos hermanos había tenido en
Logroño el 3o de Agosto de i5i2, cuando se
hablaba del viaje que el piloto proyectaba em-
prender, por encargo del monarca español, en
aquel año, en que había oído de sus propios
labios que en la Casa de la India se le debían
á cuenta de sus servicios ochocientos cruza-
dos. Agrega el embajador que Diaz de Solís
le manifestó que le habían escrito de Malaca
cartas tocantes á la demarcación de límites
entre ambos Estados y á otros particulares; y
que en cuanto á él, estaba persuadido que no
se le podría arrancar de España, porque «diz»
que por dos veces no se le guardaron los rea-
les albalaes.
El hecho de que Diaz de Solís tuviese
7. Véase en Navarrete, t. III, p. 558, la declaración
de Antón García, y en los Pleitos de Colón, pág-. 219.
XXVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
cierta asignación en la Casa de la India
portuguesa, la circunstancia de hallarse en
correspondencia con personas de aquellas
partes, su profesión de marino, los dos al-
balaes reales que se le concedieron, son, á
nuestro modo de ver, indicios vehementes de
que Diaz de Solis había navegado por el
Oriente al servicio del Rey de Portugal. Si á
esto se agrega lo que consta de la requisito-
ria de 1495, podríamos aun sospechar con
fundamento que el Diaz de Solís que en
i5i2 se hallaba en Logroño era el mismo
Juan Diaz, portugués, á que aludía la real
requisitoria de 1495.
Se ha dicho tratando de desvirtuar esta
opinión sobre la nacionalidad portuguesa de
Diaz de Solís que en el citado despacho del
embajador iMéndez de Vasconcellos, este, á la
vez que expresa la persuasión de que el
piloto no tornaría á Portugal, se manifiesta
de contrario sentir por lo tocante á un Juan
Anríquez, quien creía había de irse, por ser él
y su mujer portuguesas, como dando á en-
tender que no era posible, por la razón opues-
ta, esperar otro tanto de Diaz de Solís. Pero
lejos de llegar á esta conclusión, nos parece
deducirse sin dificultad de los términos re-
cordados del embajador, precisamente lo con-
trario. Anríquez se iría porque él y su mujer
eran portugueses; pero Diaz de Solís no ha-
PATRIA DE DÍAZ DE SOLIS XXIX
ría otro tanto, porque, aunque portugués, su
mujer no tenía esa nacionalidad. Y así era
la verdad de las cosas.
Por lo~demás, nos parece claro que Mén-
dez de Vasconcelos no habría tentado de ob-
tener de Diaz de Solís que volviese al servi-
cio de Portugal, si hubiese creído que se
dirigía á un subdito español. El hecho, desde
luego, parecería por extremo raro y sin pre-
cedentes en la historia de aquellos tiempos,
en que tentativas como aquella habían de re-
petirse muy pocos años después, pero siem-
pre respecto de portugueses al servicio de
España y alejados de Portugal por quejas
más ó menos fundadas. Bástenos á este res-
pecto citar el caso de Hernando de Magalla-
nes, que se halló seis años después que Diaz
de Solís exactamente en las mismas condi-
ciones que éste.
Mucha luz sobre este punto arrojan algu-
nos párrafos de otra carta del mismo Méndez
de Vasconcelos escrita pocos días después de
la que hemos comentado, en que dando
cuenta al monarca portugués de una nueva
entrevista que había celebrado con Diaz de
Solís y su hermano, en que éste le dijo, son
sus palabras, «que se le debían en la Casa de
la India trescientos cruzados y al piloto ocho-
cientos; que V. A. le dio albalaes para que
3e los pagasen, y que nunca se los pagaron,
XXX JUAN DÍAZ DE SOLÍS
y que aquí le proponían muy grandes venta-
jas.» «Hice hincapié, añade el embajador, en
manifestarle cuan poco seguro era todo lo
que aquí se trataba, y como nunca se cum-
plía, y cómo lo de V. A. era muy verdadero
y cómo yo trabajaría todo lo que pudiese
porque V. A. le perdonase y le hiciese mer-
ced; y á este tenor, y respondióme que
ya V. A. le había enviado por conducto de
su hermano un albalá de seguro, pero que él
no osaría ir por allá, ni iría, que tenía miedo
de que se le mandase prender, excusándose
con estas razones y diciendo que, si fuese para
allá, se le tendría por sospechoso, y en con-
clusión, que no iría.»
Cuando vemos esto, cuando el Embajador
promete á Diaz de Solís que se empeñará
con su Rey para que le perdonase; cuando
aquél se excusa alegando que se hallaba te-
meroso de que le prendieran; cuando alega
las proposiciones ventajosas que se le ha-
cían en España, francamente es necesario
convenir ante documentos que concuerdande
este modo, como la requisitoria de 1495 y la
conferencia de que tratamos, que el portu-
gués Juan Diaz de aquella fecha y el Juan
Diaz de Solís al servicio de España en i5i2
son la misma persona.
^O acaso el Juan Diaz de Solís que se de-
cía natural de Lebrija habría servido en Por-
PATRIA DE DÍAZ DE SOLIS XXXI
tugal, habría allí delinquido, y en España le
ofrecían por ese entonces partidos ventajosos?
Entre esta suposición ó admitir que el por-
tugués Juan Diaz, culpable en 1495 y asilado
más tarde en los dominios españoles, fuese
el de que tratamos, nos parece que no cabe
trepidar.
Hay otras circunstancias que vienen á de-
mostrar que Diaz de Solís no pasó jamás en
España ante el concepto de las autoridades,
desde el Rey hasta los oficiales de la Casa de
la Contratación de Sevilla, como hijo de Es-
paña.
Desde luego, hemos visto ya que el monar-
ca al nombrarle le llama simplemente su pi-
loto mayor, vecino de Lepe ó de Lebrija, se-
gún los tiempos; se esmera á veces en mani-
festarse con él bondadoso y asequible, pero
en realidad jamás le trata como su subdito.
Más faun: no faltan antecedentes para creer
que le miraba con desconfianza. Es lástima
que falten algunos documentos que vendrían
á proyectar abundante luz sobre este particu-
lar, pero hay en otros suficientes indicios de
lo que aseveramos.
En carta escrita por el Rey á los Oficiales
Reales de Sevilla, desde Burgos, en 3 de
Marzo de i5o8, entre otras cosas, les decía,
contestando un despacho que le habían |din-
gipo: «Fué muy bien fecho, ansimismo, en
XXXII JUAN DÍAZ DE SOLÍS
esta compañía de los dichos pilotos recibirá!
dicho Juan Diaz, por ser, según decís, perso-
na de mucha ispiriencia, de quien yo podré
servirme para las cosas del descubrir.» Hay
sin duda alguna otra palabra en este despa-
cho que falta entre renglones y que debía
hallarse en la carta de los oficiales, la nacio-
nalidad de Juan Díaz, óbice á que servía de
contrapeso su experiencia en la navegación y
los servicios que más adelante se esperaba
que podría prestar en las cosas del descu-
brir.
^:No tendría también alguna relación con
esto la prisión que el nuevo piloto sufrió
después de su regreso del viaje en que llevó
de compañero á Yáñez Pinzón, en el cual,
apesar de la pericia reconocida de Diaz de
Solís, á quien se confiaba la dirección de la
armada, el Rey disponía que, una vez echada
el ancla, se obedeciese á aquél como capi-
tán?
Pero donde más claramente consta esta
desconfianza del Rey hacia Diaz de Solís es
al tratar de despacharle para su proyectado
viaje de i5i2. Reconocía entonces el monar-
ca que los Oficiales Reales tenían razón en
manifestarle los inconvenientes de esa ex-
pedición mandada por Diaz de Solís y que
estaba encaminada á efectuar la demarcación
entre las Coronas de Castilla y Portugal;
PATRIA DE DÍAZ DE SOLIS XXXIII
pero «la verdad es, les contestaba el Rey,
que al tiempo que con él se asentó la dicha
capitulación, fué porque teníamos y tenemos
acordado de enviar juntamente con él una
persona de mucha confianza é cuidado', el
cual ha de llevar secretamente poderes que
excedan á los quel dicho Juan de Solís lleva,
para que cada é cuando él dicho Juan de So-
lís tentase de hacer algo que no debiese con-
tra el tenor de la dicha capitulación que con
él se tomó, le pudiese contradecir, y lo que
principalmente á ello nos movió, fué tenerle,
como vosotros decís, por persona de no mu-
cha constancia.» 8
No sabemos si estaremos equivocados, pe-
ro del tenor literal de estas palabras creemos
se deduce con facilidad que si el Rey abri-
gaba desconfianza del gefe de la proyectada
espedición, expedición que iba encaminada
precisamente á efectuar la demarcación entre
España y Portugal; que si tenía resuelto
que le acompañase en el viaje una persona
de confianza con poderes secretos superiores
á los suyos, era cabalmente, aunque el Rey
no lo dijera, porque Diaz de Solís no era es-
pañol.
Se ha insinuado que debiendo el cargo de
piloto mayor recaer, conforme á las leyes del
8 Véase en los documentos de este tomo la pági-
na 75.
3
XXJCIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
reino, en subditos españoles, el hecho, del
nombramiento de Juan Diaz de Solís mani-
fiesta que éste lo era; mas, basta considerar
que Américo Vespucio, el primer piloto ma-
yor, y Sebastián Caboto, que reemplazó á
Diaz de Solís, eran sin género de duda extran-
jeros, para que esta objeción se desvanezca
por sí sola.
Pero, haciendo caso omiso de las conside-
raciones expuestas, existe un documento
emanado de la cancillería portuguesa y en
absoluto aceptado por la española, en que, á
la vez que se recuerda la nacionalidad de Diaz
de Solís, se expresa que éste y el Juan
Diaz á que alude la requisitoria de 1495 son
una misma persona. Nos referimos á la real
cédula dé 22 de Febrero de i5ij en que el
monarca español, dirigiéndose á los Ofi-
ciales de la Casa de Contratación de las In-
dias, les comunica que «Joan Diez de Solís,
portugués, vino huyendo á estos reinos de
Castilla desde Portugal, por muchos críme-
nes y excesos que allá había hecho.» La in-
formación portuguesa manifestaba, en seguida,
que ese mismo Diaz de Solís acababa de
efectuar una expedición á las costas del Bra-
sil, «donde diz que cargaron del y de otras
cosas de la dicha tierra».
De los términos de la reclamación portugue-
sa, plenamente acogida por el monarca español»
PATRIA DE DÍAZ DE SOLIS XXXV
-<:omo que ordenó levantar á su tenor una in-
vestigación judicial, resulta que en Portu-
gal á la vez que se habían seguido los pasos
á Diaz de Solís — y de ello bastante constan-
cia dan las cartas del embajador Méndez de
Vasconcelos — se tenían aún por aquél enton-
ces noticias vagas de la jornada que el piloto
mayor de España acababa de efectuar al Río
"de la Plata: y no podía ser de otro modo
cuando sabemos el sigilo con que la armada
fué preparada y la manera como volvió á
España parte de los expedicionarios. En
Portugal indudablemente se había tenido del
<iel hecho noticias, aunque vagas, como
-decimos, las cuales procedían, ya de espías
portugueses que existían en España y que
supieron la llegada de algunos de los com-
pañeros de Diaz de Solís, ya de los colonos
portugueses que por aquellos años residían
■en Pernambuco ó con más probabilidad
<ie los tripulantes de una de las naves de
Diaz de Solís que naufragó en las costas del
Brasil. El monarca español, por su parte, se
limitaba á transcribir á los oficiales, más por
un deber de cortesía internacional que por-
que en realidad tratase de averiguar lo que
^n el hecho hubiese de cierto en una denuncia-
ción cuyo origen conocía perfectamente, como
que el viaje había sido autorizado por él.
Pero si este cúmulo de antecedentes, gra»
XXXVI JUAN DÍAZ DE SOLíS
ves, precisos y concordantes no fuesen toda-
vía bastante fuertes para formar nuestro con-
vencimiento acerca de la patria de Juan Diaz
de Solís, no falta texto antiguo portugués,.
de fuente completamente autorizada en que
poderlo apoyar: nos referimos al conocido
pasaje de la obra de Damián de Goes intitu-
lada Chronica do Rey íAíanoel 9, que dice
cómo sigue:
« Per erros que hum piloto portuguez per
(( nome Joam Dias Golis cometeo, fugio des-
(( tes regnos et se foi a Castella, onde per-
« suadio a alguns mercaderes que armassem
« duas naos, et que elle as guiarla a térra
« de Santa-Cruz do Brasil, et as traria carre-
« gadas de mercadorias em que fezessen mui-
(( to proveito; com as quaes naos seguio sua
(( viagem et tornou neste anno m. d. xvj. Do
(( que sendo avisado Dom Carlos Rei de Cas-
ce tella, archeduque de Austria, ^er cartas del
€ Rei Dom Emanuel, escreveo aos regedores
« de Sevilha que castigassem todo los culpa-
« dos neste negocio como quebrantadores
« das pazes et capitulacoes feitas entre os
(( Reis de Castella et destes regnos; o que
« elles fezeram com muito rigor et diligen-
<( cia. »
9. En su Chronica do 'Key V^íauoel, Coimbra, ijzo,
t. II, p. 437.
PATRIA DE DIAZ DE SOLIS XXXVII
Gomo observa M. D'Avezac, el primero, se-
gún creemos, que ha citado la obra del cronista
portugués, «es evidente que éste acomoda y
enlaza á su modo hechos de los cuales sólo
poseía una noticia poco cierta», pero en el
fondo y en cuanto al punto que tratamos de
esclarecer no cabe duda posible de que consi-
deraba á Diaz de Solís como portugués y que
de su patria había huido á España por «erros
que cometeo». ^^ Comparando el texto ci-
tado con el de la real cédula de 22 de P'ebre-
ro de i5i7, se ve que ésta fué la base de la
noticia que Goes daba á sus lectores. F^or lo
demás, sea ó nó exacta nuestra suposición, es
■constante que Goes era hombre de vasta ilus-
tración, que después de haber viajado por
varias naciones de Europa había sido nom-
brado en Junio de 1548 archivero mayor del
reino, en cuyo cargo reunió la mayor parte
de las noticias documentales que utilizó en
su crónica, lo que, junto con haber sido coetá-
neo, puede decirse, de los descubrimientos
deprincipiosdel siglo xvi,le acreditan como el
más instruido y verídico de los historiadores
portugueses, n
10. Considerations geographiques sur l'h'istoire du
'^résil, Paris, 1857, pág. 176.
11. Véase sobre Damián de Goes la carta escrita por
el Vizconde de Santarem á Fernández de Navarrete,
•que éste inserta en la página 309 del tomo ÍII de su
Colección.
XXXVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
Fundados principalmente en su testimonio^
si no en algunas de las consideraciones que
quedan expuestas, no puede parecemos extra-
ño que Varnhagen, D. Avezac, y últimamente
el sabio americanista Harrisse i» afirmen que
Diaz de Solís era portugués, y que el escritor
uruguayo don C. L. Fregeiro se incline á
aceptar la misma opinión. i3
Tal es por hoy lo que á nuestro juicio re-
sulta acerca de este punto histórico, en cuya
resolución se hallan interesadas dos naciones^
déla discusión de los autores de más nota y de
la compulsa de los documentos hasta ahora
conocidos. Se nos figura que si se lograra
encontrar la carta de los Oficiales Reales de
Sevilla al Rey en que le representan los in-
convenientes que se les ofrecían para que
Diaz de Solís llevase á cabo la proyectada ex-
12. The discoverr of North America, pág. 737. En-
realidad, se refiere al Juan Diaz de Solis de que habla
la real cédula de i5i7, que considera diverso del que
designa Damián de Goes. Ya hemos visto que son la
misma persona.
i3. Fregeiro, La historia documental y critica, pági-
na 32.. ..«Parecíame que su nacionalidad española es-
taba fuera de duda, pero el documento emanado de la
cancillería española, en que se le califica de portugués»
y los demás antecedentes ligados con este tema de la
vida del descubridor del Río de la Plata, inclinan mu-
cho mi ánimo al convencimiento de todo lo con-
trario.»
PATRIA DE DÍAZ DE SOLIS XXXIX
»i ■i.ii» «■■ ■ -I-. .1.1 I. ■ -- ■,..-,-— — ■— — ,,.. . . —
ploración del año i5i2, estaría solucionada
ladiñcultad. Pero en el estado actual de nues-
tros conocimientos, creemos que las proba-
bilidades están porque Diaz de Solís era por
su linaje oriundo de Asturias de Oviedo; que
de allí sus ascendientes pasaron á establecer-
se en Portugal, donde él ha debido nacer;
que después de haber hecho algunos viajes
á la India en calidad de marino, disgustado
porque no se le pagaban sus salarios, abandonó
el servicio de aquella nación y se alistó, sin
duda como piloto, en naves de corsarios fran-
ceses; que robó en compañía de éstos una ca-
rabela portuguesa que volvía á Europa de la
Mina, y que después de recibir su parte de
la presa, se hallaba en España en los últimos
meses del año de 1495. ■
II
Descubrimiento del golfo de Migueleas,
que se dice ejecutado por Diaz de
Solis antes del año 1499.
SUMARIO:— Circunstancias favorables en que lleg-aba
Diaz de Solis á España: los Reyes Católicos con-
ceden autorización para efectuar descubrimientos
en Indias.— Palabras de Fernández de Oviedo to-
cantes á un viaje de Diaz de Solis realizado antes
de i5oo al golfo de Higueras. — Id. de Mártir de
Angleria. — López de Gomara concuerda en este
punto con el primer cronista de Indias.— Testi-
monio del P. Las Casas.— Lo que resulta de los
T^leüos de Co/ó«.— Según las deposiciones de
Yáñez Pinzón y Pedro de Ledesma, el golfo de
Higueras no fué descubierto por Diaz de Solis. —
Es posible que éste figurase en alguna explora-
ción maritima de que no se tiene noticia. — Opi-
niones de Gaffarel al respecto (nota).
AS circunstancias en que Diaz de Solis
llegaba á España no podían ser mas
favorables á su carrera de marino. Eran
precisamente los momentos en que los Reyes
prevenían á D. Juan de Fonseca. á cuyo cargo
XLII JUAN DÍAZ DE SOLIS
corrían las cosas de las Indias, que h.abían re-
suelto autorizar el que se pudiese ir á descu-
brir en aquellas partes, conforme á una real
provisión que ordenaban pregonar y publicar
en Andalucía «y dar el traslado de ella á quien
lo quisiere»; «y vos enviad en cada carabela^
decían, una ó dos personas de recabdo que
tengan cargo de traer la razón de donde fue-
sen las dichas carabelas que así fuesen á des-
cobrir, y de lo que rescataren y descobrieren,
de que nos han de dar parte, segund el tenor
de dicha nuestra provisión.» i
Rezaba ésta, es verdad, con los subditos y
naturales de España, entre los cuales no de-
bía contarse, al parecer, á Juan Diazde Solís,
pero no debe olvidarse que éste era de origen
español, de antiguo linaje ástur ovetense, y
que, sin duda alguna, al pisar tierra española
tuvo buen cuidado de hacer valer su primitiva
ascendencia, así como más tarde lo tuvo tam-
bién de recordar á cada momento su vecindad
andaluza. Diaz de Solís aparecía desde el pri-
mer instante de llegar á Castilla interesado
en hacer olvidar su nacimiento en Portugal^
tanto por buscar amparo de las gestiones que
en contra suya se intentaban para prenderle,
como para participar de las gracias y franqui-
I. Real cédula de 7 de Abril de 1495, publicada en
Navarretc, t. II, p. i58.
GOLFO DE HIGUERAS XLIII
cias acordadas en su nueva patria á los espa-
ñoles, entre las cuales figuraba, en primer
término, la libertad de correr el mar, que era
su profesión.
No nos imaginemos tampoco que la res-
tricción impuesta á favor de los españoles en
lo tocante á navegar á las Indias y efectuar
descubrimientos se cumpliese con todo rigor,
cuando sabemos que en los propios días que
se dictaba , los Revés celebraban contrato
con el florentino Juanoto Berardi para que
se hiciese cargo de llevar á las Indias doce
navios aparejados y provistos de todo lo ne-
cesario. 2 Además, no debía entenderse en
sentido tan extricto que no se permitiese em-
barcar en aquellas expediciones encabezadas
por españoles á los extranjeros, cuando sabe-
mos que en ellas fueron italianos y portugue-
ses y poco más tarde alemanes, flamencos,
franceses é ingleses. Baste á este respecto
con que citemos el nombre de Vespucio. 3
Hemos debido recordar estos antecedentes
ya que es llegado el caso de citar aquí las pa-
2. La real provisión sobre descubrimientos y el con-
trato con Berardi los ha publicado Navarrete, t. II,
pp. i59 y i65.
3. Sin contar, por supuesto, al mismo Colón. En los
pleitos de éste fig-ura la declaración de uno ó mas pi-
lotos portugueses que acompañaron en sus viajes á
los primeros descubridores.
XLIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
labras de Fernández de Oviedo que atribuyen
á Diaz de Solís la gloria de haber llegado en
unión de Vicente Yáñez Pinzón al continente
americano inmediatamente después que Co-
lón. Dice, pues, el cronista de Indias al tratar
de «la geografía y asiento de la Tierra-Firme
desde el golfo de las Higueras, bajando la tie-
rra de Yucatán á la costa de Nueva España»,
etc., que es el tema del capítulo vi 1 1 del libro
XXI de la segunda parte de su Historia gene-
ral de las Indias: «é proseguiré desde donde
acabé en el capítulo precedente, que fué en el
golfo de Higueras, que algunos atribuyen al
almirante primero don Cristóbal Colón, di-
ciendo que él lo descubrió. Y no es así: por-
que el golfo de Higueras lo descubrieron los
pilotos Vicente Yáñez Pinzón é Joan Diaz de
Solís é Pedro de Ledesma con tres carabelas,
antes que el Vicente Yáñez descubriese el Río
Marañón, ni que el Solís descubriese el Río
de la Plata.» 4
Vese, pues, del tenor de este pasaje del cro-
nista de Indias que el descubrimiento del gol-
fo de las Higueras, situado según él mismo,
en i6 y medio grados al norte de la línea equi-
noccial, tuvo lugar antes de Enero de i5oo,
fecha en que Yáñez Pinzón bebía en el Océa-
no las aguas del Amazonas.
4. Tomo II, página 140.
GOLFO DE HIGUERAS XLV
En apoyo de las palabras de Fernández de
Oviedo, pucdense citar todavía las de otros
historiadores contemporáneos ó que vivieron
poco después de la fecha en que se supone
verificado el hecho.
Sea el primero Mártir de Anglería, de cuya
persona y escritos dimos noticia en otro lu-
gar. Dice este autor: «el mismo Almirante
Colón, con cuatro naves y ciento setenta hom-
bres que le han dado los Reyes, recorrió en el
año i5o2 la tierra que mira el último cabo oc-
cidental de Cuba, hasta unas ciento treinta
leguas, á mitad del cual espacio hay una isla
feracísima en producciones y frutas de árbo-
les, Uamada Guanasa, y se volvió de allí al
oriente por las regiones de aquella costa, pen-
sando que volviendo los pasos encontraría la
costa de Paria; pero no salió con ello. Tam-
bién se dice quehan recorrido aquellas costas
occidentales Vicente Ynés (Yáñez Pinzón) de
quien arriba hablamos, y un Juan Diaz de
Solís, de Lebrija,^yotros muchos, cuyas cosas
no conozco aun bien.» 5
Puede que nos engañemos, pero, á nuestro
juicio, estas palabras de Mártir de Anglería
se refieren á una exploración que Yáñez Pin-
zón y Diaz de Solís supone ejecutaron antes
5. Véase el texto latino de este último pasaje en la
página 200 de esta obra.
XLVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
de i5o2, fecha á que alcanza en su relato de
las cosas de Colón hasta ese momento, como
se ha visto.
En el libro vii de la década ii de la obra
del mismo autor, se encuentra también un
pasaje relativo á Yáñez Pinzón, cuya interpre-
tación puede ofrecer alguna vacilación. «En
la primera década, repite, se hizo mención dis-
tinguida de Vicente Añez Pinzón, Éste había
acompañado en la primera navegación á Cris-
tóbal Colón, genovés, después Almirante.
Posteriormente, como se dice en la década, por
sí y á sus expensas hizo exploraciones con
una sola nave, provisto de real diploma y per-
miso.»
En las palabras precedentes, Mártir de An-
glería parece referirse evidentemente al via-
je en que Yáñez Pinzón descubrió el Mara-
ñón, «como se dice en la década», en la cual,
efectivamente, de eso se trata; pero al paso
qu? allí habla de que las carabelas eran cua-
tro, ahora limita su número á una. Es, pues
manifiesto que en este punto hay un olvido
de parte del autor, olvido que no puede servir
de base para autorizar la creencia de otro viaje
diverso del emprendido por Yáñez Pinzón en
1499.
Otro de los historiadores primitivos de las
Indias que viene á apoyar el aserto de los dos
precedentes es López de Gomara. «Descubrió
GOLFO DE HIGUERAS XLVII
Crist«^bal Colón, dice, trescientas y setenta
leguas de costa que ponen del Río Grande de
Higueras al Nombre de Dios, el año de i5o2.
Dicen algunos que tres aaos antes lo habían
andado Vicente Yáñez Pinzón y Juan Diaz de
Solís, que fueron grandísimos descubrido-
res.» 6 Este testimonio es muy importante
porque viene á darnos la fecha en que el su-
puesto descubrimiento ha debido verificarse,
dato que faltaba en la relación de Fernández
de Oviedo: tres años antes de i5o2, es decir,
en 1499.
El Padre Las Casas que ha referido el pri-
mero con ciertos detalles una exploración de-
Yáñez Pinzón en unión de Diaz de Solís, sin se-
ñalarle fecha alguna, se limita á decirnos que,
sabido en Castilla lo que el Almirante había
descubierto en su postrer viaje (i5o2) «acorda-
ron luego» de ir á proseguir el camino que en
aquel viaje había llevado.» Y es aquí de notar,
concluye, que estos descubridores principal-
mente pretendían descubrir tierra por emula-
ción del Almirante y pasar de lo que él había
descubierto adelante, para echar cargo á los
Reyes, como si no hubiera sido el Almirante
él primero que abrió las puertas del Océano,
de tantos millares de siglos atrás cerradas y
6. Historia de las Indias, página 187, edición Riva-
deneira.
L
XLVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
el que para descubrir dio á todos lum-
bre.» 7
Sin entrar en los detalles que el religioso
dominico nos da de ese viaje, porque no son
de este lugar, limitémosnos á observar que no
le señala fecha alguna, si bien expresa de ma-
nera terminante que se verificó después del
cuarto viaje de Colón, y aun podemos enten-
der más propiamente que después del regreso
de éste á Castilla.
El texto de las Casas ha pasado desaperci-
bido hasta ahora, habiéndolo tenido á manos,
sin embargo, los historiadores modernos, sin
saberlo, porque el cronista Antonio de He-
rrera en el capítulo xvi i del libro vi de la Dé-
cada I lo ha copiado casi literalmente, aun-
que, por de contado, sin decirlo 8^ pero con
la circunstancia especial de haber colocado su
relato en los sucesos del año de i5o6.
¿Qué motivos guiaron el cronista para se-
ñalarle esta fecha? El no lo expresa, pero es
fácil deducirlos del original que tuvo á la
vista, donde aparece colocado á continuación
de la muerte de Colón, ocurrida, como se sa-
be, en Marzo de i5o6, pero [sin fijarse en que
Las Casas, después de «concluida la historia
7. Historia de las Indias, t, III, p. 201-202.
8. Compárense ambos textos en la parte bibliográfi
ca de nuestra obra.
GOLrO DE HIGUERAS XLIX
del primer Almirante» vuelve á tomar el hilo
<ie su relato desde más atrás. La verdad es.
por lo tanto, que Las Casas no señala al
viaje de que se trata fecha alguna, aunque da
á entender que debió verificarse poCo después
<le i5o2.
De los textos que quedan enunciados resul-
ta así grandísima confusión en cuanto á la
fecha del viaje — y esto es lo más grave — sin
que deje de haberla en lo tocante al lugar á
que se dirigió, al número de carabelas, ni
aun á la compañía del piloto Pedro de Ledes-
ma, que es otro de los datos que consigna
Fernández de Oviedo. Pero, como si todo
•esto no fuese bastante para embrollar el asun-
to, tenemos todavía que en los últimos años
-el historiador brasilero Varnhagen asoció los
nombres de Yáñez Pinzón y de Diaz de Solís
-al primer viaje de Vespucio, que supone tuvo
lugar en 1497, haciendo caso omiso de que en
la hipótesis más favorable á la existencia del
viaje de aquéllos, no pudo verificarse antes de
1499; 9 interpreta el texto de Herrera á su
modo, y por último sostiene, por lo que toca
Á Diaz de Solís, que «es muy posible que haya*
acompañado á Vespucio á Portugal y le haya
aun seguido al Brasil en i5oi y i5o3)). 10
9. Amerigo Vespucci: son caractére, ses écrits, etc.,
Lima, i865, fol., página 98.
10. Ibid., en una de las notas. En su Historia ge-
4
JUAN DÍAZ DE SOLIS
A nuestro entender, todas estas dificultades
provienen de que se han confundido en uno
los dos viajes de Yáñez Pinzón, el de 1499 Q^^
hizo al Brasil y costas de Paria, en el cual na
hay constancia alguna de que le acompañase
Diaz de Solís, si bien éste se hallaba ya en
Andalucía, de donde salió aquella expedi-
ción n y el de 1 5o8, que ambos, asociados, efec-
tuaron «por mandato de sus Altezas», á las
costas de Yucatán, ó á las del Brasil, según
otros.
El documento que viene á proyectar luz-
abundantísima sobre este punto es el pleito
seguido por el Fiscal del Consejo de Indias
con los sucesores de Colón para establecer la
prioridad y extensión de los descubrimientos
ral do 'Brazil, t. I, p. 82, segunda edición, Varnhagen
al hablar del viaje de Vespucio de 1497-98, es menos
asertivo cuando dice: atenemos también por muy pro-
bable que para ir en esta exploración se hicieron pro-
puestas ventajosas á Juan Diaz de Solis, ó Bofes de
Bagazo, portugués que se habia pasado al servicio de
Castilla».
II Además de lo que dejamos consignado en el tex-'
to tocante á este punto, conviene que notemos aquí
que cuando el piloto Pedro de Ledesma prestó su de-
claración en el pleito de Colón, que lo hizo Sevilla en.
i5i3, expresó que «conoce é conoció al dicho Juan Diaz.
de Solis de quince años á esta parte», esto es, desde
1498. Adviértase que Ledesma era piloto español y de-
cinc de Sevilla.
GOLFO DE HIGUERAS LI
hechos en Tierra-firme. A ser cierto lo que
cuenta el primer cronista de Indias, el represen-
tante del Rey,interesadoenlimitarlaextensión
de los descubrimientos del Almiranteen una
época en que vivía la casi totalidad de los
primeros exploradores, y, por consiguiente,
hallándose en situación de conocer perfecta-
mente lo que hubiera de verdad en tales des-
cubnmientos, no habría de modo alguno de-
jado de mano una circunstancia capital para
probar el fin que perseguía. Y si esto es así,
^cómo se explica que en el interrogatorio que
formuló no se mencione para nada este su-
puesto descubrimiento de Yáñez Pinzón y
Diaz de Solís que se dice efectuado antes de
i5o2, y con más precisión en 1499?
En ese interrogatorio se cita en dos de
sus preguntas el nombre de Yáñez Pinzón,
en la sexta, en que se trata del descubrimien-
to del Río Grande ó Marañón, y en la novena
en que se habla de que en unión de Diaz
de Solís fueron á descubrir «por mandado
de Su Alteza y descubrieron adelante de la
tierra de Veragua». Pero ni una palabra acer-
ca de ese supuesto viaje al golfo de las Hi-
gueras.
Pero aún hay más: en ese interesante pro-
ceso figuran las deposiciones de dos de los
actores que se dice fueron al golfo de Hi-
gueras en 1499, el piloto Pedro de Ledesma y
I.Il JUAN DÍAZ DE SOLÍS
el mismísimo Vicente Yáaez Pinzón. Pues
bien, veamos que es lo que éstos dicen al res-
pecto, porque acaso pudiera suponerse que
hubo alguna omisión de parte del Fiscal, omi-
sión que salvarían evidentemente en sus de-
posiciones, interesados como debían hallarse
en atribuirse prioridad en tan notable descu-
brimiento.
. Óigase primero el dicho de Ledesma. Co-
mienza por informarnos que había acompa-
ñado, en calidad de piloto, á Colón en su ter-
cer viaje; que al tiempo en que las naves en
que Guerra y Niño «fueron, este testigo los
vido»; que cuando Juan de la Cosa y Ojeda
marcharon á descubrir se hallaba en la Isla
Española «é los vido pasar en sus naves á
ellos é á su gente cuando iban á descubrir;»
como afirma, que vio luego pasar en sus
navios á Rodrigo de Bastidas y al mismo Juan
de la Cosa, hallándose con Colón en el golfo
de Urabá; y en cuanto al viaje de Yáñez Pin-
zón de 1499, — nótese bien — «que no lo sabe,
expresa, mas de cuanto vido este testigo par-
tir al dicho Vicente Yáñez é su compañía en
demanda del viaje contenido en esta pregunta
(sexta) é que lo vido este testigo volver é traer
la figura de todo lo quél descubrió;» que de
nuevo había acompañado á Colón en su cuar-
to viaje, por capitán y piloto de la nao Viz-
caína; y, por último, «que taríibién fué en com-
GOLFO DE HIGUERAS Lili
pañía de Vicente Añez é Juan de Solís en el
viaje que hicieron, después de todo lo ante-
rior por mandado de Sus Altezas» 12.
Por lo tanto, Ledesma no acompañó á Ya-
ñez Pinzón en su viaje de 1499 á la costa del
Brasil, ni realizó en unión suya más expedi-
ción que aquella en que descubrieron «ade-
lante de la tierra de Veragua», efectuada, como
lo hemos de ver más adelante, en i5o8. De
aquí, sin duda, que Fernández de Oviedo afir-
mase que Ledesma había acompañado á Ya-
ñez Pinzón.
Inmediatamente después de Ledesma fué
llamado á prestar su declaración Vicente Yá-
ñez Pinzón, mediado el mes de Diciembre de
i5i3 y hallándose por ese entonces en Sevilla.
El declarante comienza por decir que no
había acompañado á Colón en su tercer viaje
(es sabido que fué con él en el primero) «sal-
vo, agrega, quel dicho don Cristóbal pasó é
fue á descubrir, este testigo fué é descubrió,
por mandado de Su Alteza desde el cabo que
dicen de Consolación é la costa de luengo
hasta la boca del Dragón... é que no pasó á
otra parte, salvo que fué derecho á la Isla Es-
pañola...»
Adviértase desde luego que Yáñez Pinzón
12. Véase la declaración c'e Ledesma en las páginas
260-66 de los Pleitos de Colón.
LIV JUAN DÍAZ DE SOLÍS
decía esto al declarar á la segunda pregunta,
que tocaba sólo al Almirante, para que se
vea cuan empeñado se manifestaba desde un
principio en hablar de sus propios descubri-
mientos.
La deposición citada encuentra su natural
complemento en lo que Yáñez Pinzón expre-
saba al tenor de la sexta, que era, como se
ha dicho, la que directamente le atañía, en la
que vuelve á insistir que «descubrió desde el
Cabo de Consolación, que es en la parte del
Portugal é agora se llama cabo de Sant Agus-
tín, é que descubrió toda la costa de luengo
corriendo al occidente la cuarta del nurueste,
que así se corre la tierra, é que descubrió é
halló la Mar Dulce, que sale cuarenta leguas
en la mar, é laguna dulce, é asimismo descu-
brió esta provincia que se llama Parisura é
corrió la costa de luengo fasta la boca del
Dragón... é que pasó adelante á la Española,
como dicho ha.»
Refiere luego que al tiempo que Colón ha-
cía su cuarto viaje, él se hallaba en la Isla
Española, y señala, de oídas, la relación de
ese viaje y de las partes en que Colón había
estado, «porque así fué público á !a sazón, é
que después, mareando este testigo, vido par-
te dello».
A la novena pregunta, que es la que toca
á su expedición con Diaz de Solís, entra en
GOLFO DE HIGUERAS LV
ciertos detalles que no nos corresponde ex-
presar en este lugar, bastando con que sepa-
mos que en cuanto el orden sucesivo de los
descubrimientos noestablece salvedad alguna,
reconociendo de hecho que aquélla había te-
nido lugar después del cuarto viaje de Colón,
que es el punto que por el momento nos in-
teresa esclarecer.
En vista, pues, de testimonios como los
•que dejamos expuestos, en que figuran los
mismos actores del viaje que Fernández de
Oviedo les atribuye, llegamos á la conclusión
de que no es admisible la existencia de ese
supuesto viaje de 1499, ó si no se quiere pre-
cisar fecha, conforme al dicho del cronista
•citado, anterior al descubrimiento del Mara-
ñón por Yáñez Pinzón en Enero de i5oo. i3
i3. Es de este lugrar preg-untarse, cómo fué que en esa
probanza del Fiscal no se invocó el testimonio del
mismo Juan Díaz de Solis, que no habla partido aun
de España en ese 'mes de Febrero de i5i3. Según es
"de creer, Diaz de Solis se hallaba por esos días en la
•corte, de modo que faltando de Sevilla, donde se se-
guía el juicio, no pudo prestar su declaración en aquel
«ntónces, y como á mediados de ese mismo año obtu-
^o el Fiscal prórroga de doce meses y luego se formase
incidente sobre el particular para continuar sus pro-
banzas, es de presumir se dejase el asunto de mano. La
partida posterior de Diaz de Solis para su viaje al Rio
de la Plata y su muerte ocurrida allí explican la falta
que notamos. Puede que se halle también en el proceso.
LVI JUAN DÍAZ DE SOLÍS
Pero si este viaje no es admisible en los
términos en que lo enuncia Fernández de
Oviedo, (¿qué había sido mientras tanto de
Diaz de Solís? ^Había permanecido inactivo
en algún puerto de Andalucía, como simple
expectador de las expediciones emprendidas-
ai Nuevo Mundo? ^Había sido acaso uno de
aquéllos de quienes dice López de Gomara
que «entendiendo cuan grandísimas tierras
eran las que Cristóbal Colón descubría, fue-
ron muchos á continuar el descubrimiento de
todas, unos á su costa, otros á las del Rey, y
todos pensando enriquecer, ganar fama y me-
drar con los reyes. Pero como los más dellos
no hicieron sino descubrir y gastarse, no que-
dó memoria de todos, que yo sepa, especial-
mente de los que navegaron hacia el norte,
costeando los Bacallaos y Tierra del Labra-
dor, que mostraban poca riqueza. Ni aun de
todos los que fueron por la otra parte de Pa-
ria, desde el año de 1495 hasta el de i5oo?))^4.
ya que sólo se ha publicado una parte, aunque esta
última hipótesis nos parece muy difícil porque Muñoz
no habría dejado de notarla en el extracto que hizo
de los autos y que después publicó Fernández de Na-
va rrete.
14. Historia de las Indias, página 177, ed. Rivade»
neira.
Herrera en la pág-ina 214 del tomo I de su obra^
<dición de 1601, ha copiado este párrafo casi al pié d«
GOLFO DE HIGUERAS LVII
p]s posible, mejor dicho, es probable que
Diaz de Solís ñgurase en alc^una de esas ex-
pediciones, pero también es necesario reco-
nocer que no hay en los documentos indicio
alguno que pueda autorizar una afirmación
semejante '5.
lo letra: «porque aunque muchos naveg-aron hacia el
norte, costeando los Bacallaos, y tierra del Labrador,
como mostraba aquella parte poca riqueza, no hubo
memoria dellos, ni aún de otros que fueron por la
parte de Paria».
Del hecho, sin embargo, no puede caber duda algu-
na cuando leemos en la epístola CLX de Mártir de
Ang-lería dirigida al cardenal Bernardino de Caravajal,
escrita en ii de Jnnio de 1495: «diversi navium duc-
tores ad diversas alterius hcemisphasri littora missi
sunt»: «varios capitanes de naves han sido despacha-
dos á diferentes partes del otro hemisferio.»
i5. En una obra recientemente publicada, y por lo de-
más muy apreciable, Histoire de la découverte de
l'Amérique, por Mr. Paul Gaffarel, Paris, 1892,2 vols.
en 8.', dice su autor: «Hay, sin embargo, una de esas
expediciones, de la que, á lo que nos parece, no es
imposible referir los principales episodios y nombrar
sus g-efes. Sólo que, como hemos de estrellarnos contra
opiniones preconcebidas, avanzaremos con la ma-
yor reserva, y, en cuanto sea posible, con nuestras
pruebas en la mano. Creemos, en eí'ecto, que esta ex-
pedición fué dirigida por Vicente Yáñez Pinzón y
por Juan Diaz de Solis, que Américo Vespucio se ha-
llaba á bordo de una de esas naves, y que los viajeros
han visitado, y, en consecuencia, descubierto las eos-?
tas de Honduras, de Yucatán, de México, de Texas y
de la Florida.» Tomo II, pp. 163-184.
LVIIl JUAN DÍAZ DE SOLIS
El autor entra en algunos detalles biográficos de los
tres navegantes, nos dice que el Rey Fernando con-
fió á un piloto experimentado la gestión de sus inte-
reses en las empresas marítimas que pensaba iniciar,
y que este fué Diaz de Solis, marino de menos renom-
bre que sabio cartógrafo; que estaba, según se supone'
empleado en la Casa de la Contratacción, y, que, ade-
más, era amigo particular de la familia Yáñez Pinzón.
Discute someramente la fecha del primer viaje de
Vespucio, inclinándose porque tuvo lugar en 1497, y
agrega que de concierto con aquél y Diaz de Solis.
exploró en el mar de las Antillas toda la costa de Pa-
ria; que recorrió las costas de Honduras y de Yucatán,
y se detuvo en un paraje que parece haber sido Vera-
cruz; visitó á Tampico y á Panuco, se cercioró de que
Cuba era isla y no península, observó la Florida y
descubrió las Bermudas en su viaje de regreso á Euro-
pa: en una palabra, toma como base para la relación
del viaje el texto de Vespucio. Pero sin entrar en el
examen de la tan discutida relación de ese viaje, ajeno
á este trabajo, ^^dónde está la prueba, preguntamos
nosotros, de que en ese viaje del navegante florentino
haya figurado Diaz de Solis, que es el personaje cuya
vida estudiamos en este momento?
Un argumento que tiene verdadera importancia, por
supuesto no para probar que Diaz de Solis acompa
ñase á Vespucio, sino para manifestar que las explora-
ciones á que se refieren López de Gomara y Mártir de
Anglería acaso se verificaron (véase además de los
textos de su obra que quedan citados el capitulo II
del libro X de la primera década) y aún Herrera (IV,
8, 3) es el mapa de Juan de la Cosas, hecho, como se
sabe, en i5oi, y en el cual Cuba aparece dibujada como
una isla. Este descubrimiento geográfico fué debido
según Mártir de Anglería, á Vicente Yáííez Pinzón,
quien, afirma, lo ejecutó en su tercer viaje, en aquel que
tuvo lugar aen el año que precedió á la partida de los
GOLFO DE HIGUERAS LIX
capitanes Nicuesa y Hojeda», al menos lo inscribe en
honor de aquel naveg-ante después que cita esta última
fecha. «Este Vicente Yáñez, dice, recorrió de Oriente á
Occidente toda la costa meridional de Cuba, y dio la
vuelta á ésta, que hasta entonces, por su largura, mu-
chos reputaban continente. Vicente Yáííez habiendo
conocido ya con prueba manifiesta que Cuba era isla,
siguió adelante, y dio con otras tierras al Occidenie
de Cuba, pero en las que ya había tocado el Almiran-
te, etc.» DJcada II, libro VIL Pero como es, nos pre-
guntamos, que el autor del descubrimiento no haya
dicho una palabra acerca de él en su declaración
prestada en el pleito de Colón? ^^Cómo es que el mis-
mísimo Colón que murió en i5o5, nunca llegó á saber
que Cuba fuese una isla? (véase Las Casas, t. III, p.
I9S).E1 cartógrafo sabía realmente lo que dibujaba, lo
sospechaba acaso? Hipótesis como ésta no han de pa-
recer aventuradas cuando se examinan los mapas
hechos aún después de aquella fecha en que se notan
los errores más crasos al lado de suposiciones que
realmente tuvieron confirmación en el hecho. Todo
esto está demostrando que el estudio de la geografía
histórica del Nuevo Continente está aún sugeta á com-
probaciones, si bien es de desesperar de que se en-
cuentren los documentos en que pudiera basarse de
una manera auténtica y definitiva en vista de que fal-
tan en los archivos las relaciones de aquellos prime-
ros descubrimientos.
III
Breve noticia de la exploración del
continente americano por los nave-
gantes españoles, antes del viaje de
Diaz de Solis en i5o8.
SUMARIO: — Colón aborda el continente americano en
1498.— Aleg-ría que esta noticia produce en Espa-
ña,— Los Reyes autorizan las expedicioues á In-
dias.— Viaje de Alonso de Ojeda. — Id. de Per
Alonso Niño y Cristóbal Guerra. — Id. de Vicente
Yáñez Pinzón. — Id. de Diego de Lepe.— Id. de Vé-
lez de Mendoza. — Id. de Rodrigo de Bastidas. —
Expediciones clandestinas. — Autorizaciones con-
cedidas para colonizar en Indias. —Cuarto viaje de
Colón.— Nueva exploración de Cristóbal Guerra.
— Varias expediciones. — Segundo viaje de Ojeda.
— Noticias cronológicas de los viajes realizados á
Indias (nota).
lARAesplicarnos las circunstancias en que
principia de modo auténtico á verse fi-
gurará Juan Diaz de Solís como nave-
gante y descubridor, se hace necesario dar no-
ticia, aunque sea lijera, del estado en que se ha-
I
LXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
liaba la exploración del Nuevo Mundo en los
primeros años del siglo xvi, omitiendo por de-
masiado conocidos los hechos del hallazgo
realizado por Colón, para tomar el hilo de
nuestro relato desde el punto en que co-
mienzan á unirse al nombre de aquél los
de otros navegantes, guiados, es cierto, más
por el deseo de hallar riquezas que gloria, i
El descubrimiento del continente ameri-
cano 2 lo verificó Colón, apenas necesitamos
decirlo, en su' tercer viaje en el primer dia
del mes de Agosto de 1498. En la carta que
escribió á los Reyes pintaba aquellas regio-
nes muy abundantes de. oro y perlas y de
por sí tan hermosas, que estaba persuadido —
dominado siempre por la idea de haber apor-
tado al Asia, — de qne por allí debía encon-
trarse el sitio del paraíso terrenal. 3 «Toda
esta navegación y la figura y la pintura de
la tierra, cuenta el P. Las Casas, envió el
1 «Hobo algunos... que presumieron de se atrever á
tomar el hilo en la mano que el Almirante les había
mostrado, y venir por este Océano á descubrir adelan-
te, más por allegar oro y perlas, como creo que no
será pecado sospechar, que por dar nuevas de las mer-
cedes, etc.» Las Casas, t. II, p. 435.
2 «Yo estoy creído que esta es tierra firme, grandísi-
ma, que hasta hoy no se ha sabido.»
3 «Tengo asentado en el ánima», expresaba en la
carta en que daba cuenta de su descubrimiento, que allí
es el paraíso terrenal». Navarrete I, p. 264.
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO LXIII
Almirante á los Reyes.» 4 Gran alegría cau-
saron estas nuevas en la corte, llevadas por
los navios que Colón despachó desde la Isla
Española en i8 de Octubre de aquel año de
1498. 5
Esto bastó para que algunos marinos se
animasen á armar por su parte expediciones
y que, siguiendo las huellas de las del Almi-
rante, se lanzaran á explorar las regiones
nuevamente descubiertas, creyendo que les
sería fácil enriquecerse en breve tiempo.
Hallábase por entonces en la corte Alonso
de Ojeda, hombre audaz y valiente por extre-
mo, que había acompañado á Colón en su
primer viaje y que gozaba de los favores de
D. Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de
Falencia, á cuyo cargo corría el despacho de
todos los negocios de Indias.
El monarca, á su vez, deseoso de que la
4. Las Casas, Historia de las Indias, t. I, p. 269.
5. Id. Historia de las Indias, t. I, p. 840. «Fué gran-
de el contentamiento que Sus Altezas tuvieron con el
aviso que les llegó con los diehos cinco navios del
descubrimiento que nuevamente habia hecho el Almi-
rante, conforme á lo que había prometido, y con las
muestras de las perlas, cosa que hasta entonces nun.
ca se habia visto en Poniente, y menos la figura que
de la tierra enviaba, que aunque la llamaba isla, daba
gran intención de que podía ser tierra firme.» Herre-
ra, Década I, lib. IV, cap. I.
LXIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
exploración de las tierras recién descubiertas
se hiciese tan brevemente como fuese posi-
ble, en bien de los naturales, según se decía,
interesado á la vez, como se hallaba, en
las ganancias que lograsen los esploradores,
ya en 1495, contra el tenor expreso de lo pac-
ted3 con Colón en que se vedaba que ningu-
na persona fuese á las Indias sin licencia y
mandato real, había derogado esa prohibi-
ción y autorizado á los subditos españoles
para que pudiesen efectuar sus viajes, bajo
ciertas condiciones, entre las cuales se con-
taban el que debían partir del puerto de Cá-
diz y apartar para la Corona el diezmo de los
provechos que obtuviesen. 6
Esta autorización duró poco, sin embargo,
y en realidad no tuvo aplicación en la prácti-
ca, pues el Almirante, que con ello veía vul-
nerados sus derechos, reclamó ante el mo-
narca, quien dos años más tarde se vio en el
caso de revocarla. 7
Con la noticia del descubrimiento de Tie-
rra Firme, «la mayor parte de los pilotos de
las naves del Almirante, como refiere Már-
tir de Anglería, que habían anotado diligen-
6. Real cédula de 10 de Abril de 1495, publicada en
Kavarrete, t. II, págf. i65.
7. Real cédula de 2 de Junio de 1497, allí mismo, p.
201.
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO LXV
teniente la marcha de los vientos, impetra-
ron de los reyes permiso de hacer investiga-
ciones ulteriores í\ sus propias expensas». 8
«El dicho Alonso de Ilojeda, refiere á este
propósito Las Casas, era muy querido del
Obispo, y como llegó la relación del Almi-
rante y la pintura dicha, inclinóse Alonso de
ilojeda ir á descubrir más tierra por aquel
mismo camino que el Almirante llevado ha-
bía ; ayudóle á ello haber él colegido de
los avisos que el Almirante procuraba saber
<ie los indios, cuando con el Almirante al
primer viaje vino, que había por estas tie-
rras, y después destas islas, tierra firme; y
como tuvo el favor y voluntad del Obispo,
buscó personas que le armasen algún navio
<í) navios, porque á él no le sobraban los dine-
ros, y halló en Sevilla (y por ventura en el
puerto de Santa María, y de allí partió para
el dicho descubrimiento, donde él era cog-
noscido, y porque por sus obras de hombre
■esforzado y valeroso era señalado) quien cua-
tro navios le armase... Y así, el primero que
«después del Almirante fué á descubrir, no
fué otro sino Alonso de Hojeda...» 9
8. Década I, libro VIII, capitulo I, en la traducción de
Torres Asensio.
g. Las Casas, Historia de las Indias, t. II, pág. 270.
Mártir de Ang-lería pone primero en su relato á Pero
Alonso Niño, fundándose para ello, según expresa,
5
LXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
El permiso concedido á Ojeda implicaba,
en verdad, una violación manifiesta de los pri-
vilegios del Almirante de las Indias, y, según
parece, ó el Rey no tuvo parte en la celebra-
ción del concierto con Ojeda, ó si lo tuvo, no
se atrevió á firmarlo, haciéndolo por él Ro-
dríguez de Fonseca lo, bajo la sola condiciónde
que no tocase en tierras del Rey de Portugal
ni en las que Colón tenía descubiertas hasta
el año de 1495, cláusula esta última abusiva y
que parecía más bien de burla, cuando se sa-
bía que las riquezas deque hablaba Colón es-
taban precisamente en tierra firme.
Ojeda, que iba como gefe de la expedición,
logró que se asociasen á él, Juan de la Cosa,
famoso piloto vizcaíno, en cuya compañía an-
más que en la verdad del hecho, «por cuanto navegó al
mediodía con mejor suerte». Tomo I, p. 3o2, traducción
citada. En el interrogatorio del Fiscal en el pleito de
Colón, se habla también primero de Pero Alonso
Niño que de Ojeda, pero de las declaraciones de los
testigos, prescindiendo de la de este último que ase-
veraba que él era «el primer hombre que había
venido á descubrir», porque su testimonio pudiera pa-
recer interesado, tenemos, entre otras, la del maestre
Nicolás Pérez que dijo que «partieron primero Hojeda
é Juan de la Cosa, del puerto de Santa Alaria, é Pero
Alonso Niño é Cristóbal Guerra partieron después,
poco tiempo, del Condado». Pág. 209.
10. El Obispo se la dio (la licencia) firmada de su
nombre y no de los Reyes». Herrera, t. I, pág. i23^
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO LXVII
duvo también años más lardeen la expedición
que le costó la vida, Pjartolomé Roldan, pilo-
to de renombre y muy conocido en la Espa-
ñola, que había acompañado igualmente á
Colón en su primer viaje y en el último en
que se había descubierto Paria; y Américo
Vespucio, como hombre docto en cosmogra-
fía, peroqueentóncespasaba más por mercader
que por piloto. En unión de éstos y de otros
marinos que tenían hecho el viaje á Indias, y
con cuatro navios partió Ojeda del Puerto de
Santa iMaría n el 20 12 de Mayo de 1499, y
edición de 1601. Cuando años más tarde Ojeda prestó
su declaración en el pleito entre el Fiscal y el descen-
diente de Colón, dijo á este respecto «que habia sido
despachado para el dicho viaje por mandado del dicho
don Juan de Fonseca, obispo de Falencia, por man-
dado de Sus Altezas». Pleitos de Colón, p. 206.
11. De Cádiz, dice Herrera; Las Casas, de Cádiz ó de
Santa María, pero de las declaraciones prestadas en
los pleitos de Colón aparece sin lugar á duda que fué
de éste último. Nicolás Pérez, maestre de uno de los
navios ag-rega, salieron por la barra de Saltes.
12. Esta fecha no reviste completa certeza, en cuanto
al día, pues Las Casas y Herrera la señalan valién-
dose del testimonio de Vespucio, quien en efecto ha-
bla de ese dia, pero refiriéndola al año de 1497, y es
sabido que, ó éste es un error de copia ó de caja en
la relación original, ó que fué asentada exprofeso
por el astuto florentino para arrebatar á Colón la glo-
ria que en absoluto le pertenecía. Es extraño que Na- j
varrete diga que Vespucio señala como fecha de la
LXVIII JUAN DÍAZ DE SOLÍS
después de una navegación en extremo feliz,
cuyos incidentes no nos toca referir, «descubrió
al mediodía la tierra íirme, son sus propias
palabras, é corrió por ella casi doscientas le-
guas hasta F^aria, é salió por la Boca del Dra-
go, é allí conoció quel Almirante había es-
tadoen la isla de la Trenidad, junto á la Boca
del Drago, é de allí corrió é descubrió la
costa de la tierra firme hasta el Golfo de las
Perlas y bojó i3 la isla Margarita y la andu-
vo por tierra á pié...; é de ahí fué descubrien-
do toda aquella costa de la tierra firme, des-
de los Frailes hasta en par de las Islas de los
Gigantes é el golfo de Venecia, que es en la
tierra firme, y la provincia de Cuquibacoa, y
en toda esta tierra firme doscientas leguas an-
tes de Paria, y desde Paria hasta las Perlas,
é desde las Perlas hasta Cuquibacoa, que este
testigo descubrió, nunca nadie lo había des-
cubierto ni tocado en ello, así el Almirante
como otra persona.» «4
El último punto á que Ojeda alcanzara fué
el Cabo de la Vela, y de allí, dando por ter-
minada su excursión, hizo rumbo á la Espa-
partida el 18, cuando en la misma carta de Vespucio
que él publica se lee el 20.
i3. Vajo, dice el texto, pero es indudablemente un
error de copia, por bojó.
14 Declaración prestada por Ojeda en Diciembre de
'i5i2, en Santo Domingo: se halla en los Pleitos de
Colón, p. 2o5.
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO LXIX
ñola i5^ á donde llegó después de tres y me-
dio meses de haber partido de España, el 5
de Septiembre, de modo que, como decía Las
Cosas, anduvo costeando por la tierra firme
400 leguas, 200 al levante de Paria y otras
tantas de ahí hacia el poniente.
Divulgadas en Sevilla las noticias de las ri-
quezas de Tierra P^irme,y la autorización con-
cedida á Ojeda, un Per Alonso Niño, que había
andado con el Almirante en el descubrimiento
de Paria, obtuvo por su parte licencia del
Rey ó del Obispo, con la limitación de que no
tocase en tierra á menos de cincuenta leguas
de donde había llegado el Almirante, y aso-
ciado con Cristóbal (juerra, que iba por capi-
tán, se embarcaron con sólo 3i hombres en
una carabela de 5o toneles, salieron de un
puerto del Condado de Niebla, en Andalucía,
muy poco después que Ojeda, y siguiendo el
camino usual en tales navegaciones, fueron á
aportar á Paria, quincedías despuésque aquél;
tocaron en puntos á que el Almirante había
llegado, tomaron allí palos de brasil, y fué-
ronse á la Isla Margarita, donde después de
entablar el rescate de perlas, llegaron á Cu-
maná, en la costa frontera de la isla, para per-
manecer allí como tres meses. «Navegan la
i5. Declaración del piloto Andrés de Morales. Ibid.
p. 202.
LXX
JUAN DÍAZ DE SOLÍS
costa abajo y llegaron hasta unas poblacio-
nes que llamaban los indios Curiana, punto
donde agora es Coro; finalmente, hasta cerca
de la provincia que agora llamamos Venezue-
la, obra de i3o leguas abajo de Paria y de la
Boca del Drago». Después de recorrer la costa
inmediata, dieron la vuelta á Paria y la F^oca
del Drago, se hicieron á la vela para Espa-
ña en 6 de Febrero de i5oo, y aportaron á
Bayona en Galicia. Al regreso, Pero Alonso
Niño, acusado de haber ocultado ciertas per-
las de gran valor, estuvo por ello preso mu-
cho tiempo. i6
i6. Las Casas es el historiador que ha dado más de-
talles de los sucesos de esta armada. Ha sido segui-
do de cerca por Herrera, Década I, libro IV, capitulo
V. En una parte discrepan, sin embarg-o, ambos au-
tores, pues al paso que el primero dice que llegaron
á Galicia el 6 de Febrero de i5oi. Herrera opina que
fué un año antes, fecha que concuerda mejor con la
duración del viaje.
El mismo Las Casas habla de una segunda y aún
de una tercera expedición de Cristóbal Guerra, (véase
lo que á este respecto expresa al fin de la p¿igina 442.)
Lo cierto es que, como dice el buen dominico, Gue-
rra se condujo pésimamente con los indios que tan
amplia hospitalidad le hablan dado, y ya que no con-
tento con matar á algunos, llévase otros á España
para venderlos por esclavos, informado el Rey de todo,
por cédula de 2 de Diciembre de i5oi, publicada en
Torres de Mendoza, t. XXXI, p. io5, mandó al corregi-
dor de Jerez que procesase á Guerra y le tuviese opre-
so y á buen recaudo».
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO LXXI
En el orden de las exploraciones del con-
tinente de América, corresponde el tercer i?
lugar á Vicente Yánez l^inzón, uno de los
hermanos de su apellido que habían acom-
pañado á Colón en su primer viaje. Hombre
de caudal, armó con CvSe objeto en Palos cua-
tro carabelas, haciéndose á la mar á princi-
pios de Diciembre i8 de 1499 con rumbo a
17. En el interrogatorio presentado por el Fiscal en
el pleito de Colón, entre los exploradores ocupa el ter-
cer lugar Rodrigo de "Bastidas y el cuarto Yáñez Pin-
zón. Cuando se sabe que aquella pieza lleva la fecha
de i5i2, y que entre los declarantes figuran tanto Bas-
tidas como Yáñez Pinzón, no puede el investigador
menos de extrañar el anacronismo. Tanto Mártir de
Anglería como Herrera y Las Casas, que conoció el
expediente del pleito recordado, dan la prioridad á
Yáñez Pinzón, y sin duda están en la verdad, como
que la capitulación con Bastidas sólo se celebró en 5
de Junio de i5oo. Es sensible que hasta ahora no se
conozcan las celebradas con Ojeda, Guerra y Yáñez
Pinzón para sus primeros viajes, pues estos documen-
tos, como se comprende, serian muy útiles para el
esclarecimiento de la duda apuntada y de otros va-
cíos.
j8. No se conoce hasta ahora, lo repetimos, el texto
de la capitulación real de Yáñez Pinzón, y por consi-
guiente, la fecha en que se celebró. En cuanto á la de
su partida de Palos, entre los documentos publicados
sólo hallamos una referencia á ella en la real cédula
de 5 de Diciembre de i5oo, publicada por Torres de
Mendoza en la página 454 del tomo XXXVIII, donde
expresa el monarca que «podia haber un año, poco
LXXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
las Canarias, de allí á la isla de Santiaga
de Cabo Verde, de la cual levaba anclas el
1 3 de Enero de i5oo, poniendo la proa al sur
y luego directamente al levante, y después de
andadas 700 leguas, según creía, perdió de
vista el norte, logrando, el primero de todos,
franquear la línea equinoccial, l^or fin, el 26
de aquel mes divisaba á lo lejos el cabo que
llamó de la Consolación, y que después fué
conocido con el nombre de San y\gustín en
la costa del Brasil. ílé aquí sus palabras res-
pecto á lo que hizo en seguida: que «descubrió
toda la costa de luengo, corriendo al ociden-
te la cuarta del nurueste, que así se corre la
tierra, é que descubrió é halló la Mar Dulce,
é asimismo descubrió esta provincia que se
llama Parisura, y corrió la costa de luengo
fasta la Boca del Dragón, é que allí halló este
testigo la nueva quel dicho don Cristóbal
ó menos, que con su licencia, Yáñez Pinzón y sus so-
brinos Arias Pérez y Dieg^o Fernández armaron cuatro
carabelas para descubrir en las partes de las Indias,
con las cuales siguieron su viaje en nuestro servicio,
en que descubrieron seiscientas leguas de tierra firme
en ultramar, allende de muchas islas.» Mártir de An-
gleria es el que señala la fecha de la partida «en pri-
mero de Diciembre de 1499», (t. 1, pág. 32o), seguido
por Las Casas (t. II, p. 448). Herrera la limita sólo á
dicho mes; y en cuanto á Yáñez Pinzón no hace men-
ción de ella.
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO LXXIII
(Colón) había llegado á la dicha Boca del Dra-
gón, y que pasó adelante á la Española 19...»
Como resultado de la expedición, aunque
á costa de la pérdida de dos de las naves que
con desatada tormenta se hundieron (mes de
de Julio) hallándose surtas en una de las is-
las que están «camino de la Española», podía
contarse, pues, el haber atravesado la línea
equinoccial, el^^ descubrimiento del Cabo de
San Agustín, el del gran río de las Amazonas y
algunas de las islas de su desembocadura, y
en todo, 600 leguas de tierra hasta Paria. «El
3o de Septiembre, refiere Mártir de Anglería^
destrozados por las olas, y habiendo perdida
no pocos amigos, arribaron á Palos, su suela
natal, á reunirse con sus mujeres é hijos». 20
Mes y medio ó dos 21 después de la partida
de Yáñez Pinzón, se hacía á lávela al man-
do de dos carabelas y llevíindo como piloto á
Bartolomé Roldan, Diego de Lepe. Desde las
islas de Cabo Verde tomó rumbo al sud-oeste,
pasó un poco adelante del cabo de San Agus-
tín y llegando luego al Marañón penetró por
sus aguas obra de sesenta leguas, «é dio la
19. Pleitos de Colón, pág. 268.
20. Tomo I, pág, 334.
21. Asi lo declara el piloto Roldan. Las Casas ase-
gura que su partida tuvo lugar en el mismo mes de
Diciembre de 1499. Tomo II, pág. 453.
LXXIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
vuelta, refiere aquel piloto, por la costa de la
mar hacia el poniente, hasta llegar á Paria». 22
22. Declaración citada, pág*. 299. Al leer este docu-
mento queda en el ánimo cierta duda sobre si el Ma-
rañen fué descubierto por Yáñez Pinzón ó por Lepe.
Dice, en efecto, Roldan: «Vicente Aííez llegfó en aquel
"viaje entre Paria y el Rio Grande, que había descu-
■bierto Tfiego de Lepe, y este testig-o pasó por la cos-
ta hasta Paria, é dixo este testig-o que hasta entonces
no sabe que ning^una persona la hobiese descubierto,
porque al tiempo que el dicho Diego de Lepe é este
testigro é las otras personas que iban con ellos en aquel
viaje desque llegaron en la tierra, la gente della se
maravillaba de les ver, porque páresela que antes no
habían visto á otros cristianos.» Esta argumentación de
Roldcín es de muy poca fuerza, si se considera que
tanto podían maravillarse la primera como la segun-
da vez que los vieron y que bien pudo ser que uno y
otro navegante tocasen en diversos puntos de las ri-
beras del rio, que es allí, como se sabe, un mar. Rol-
dan, por otra parte, se hallaba interesado en atribuir
la gloria del descubrimiento á la expedición en que
-él había ido como piloto. Creemos, pues, qne ha
biendo partido antes Yáñez Pinzón, y habiendo Lepe
avanzado aun más al sur que éste, ha tenido que lle-
gar más tarde al Marañón. En cambio, ha debido
penetrar en el rio mucho más adentro que Yáñez
Pinzón. En 14 de Septiembre de i5oi Lepe capituló
volver «á su costa y minción,» con cuatro carabe-
las, á descubrir y visitar la tierra que tenia vista,»
y como luego hubiese querido llevar más navios
de los señalados, en 27 de Septiembre de aquel año el
Hey se lo mandó prohibir, permitiéndole sin embargo,
{3o de Noviembre) que pudiese postergar su viaje has-
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO LXXV
<(E de allí, agrega otro de los expedicio-
narios, vino á la isla de Sant Juan é se fué
á Castilla. ^3
Salvo, pues, el haber doblado el cabo de
San Agustín y el reconocimiento del Marañón
sesenta leguas hacia adentro, ningún resul-
do de importancia para el conocimiento de la
jeografia del Nuevo Continente produjo la ex-
pedición de Lepe. Otro tanto puede decirse
del viaje del comendador Alonso Vélez de
Mendoza, de que hasta ahora no han hablado
con la distinción debida los historiadores de
América. En el mes de Julio de i5oo, Vélez
de Mendoza había celebrado capitulación
para ir á descubrir en las Indias, no siendo
en parte reconocida por Colón, por Cristóbal
Guerra, por Alonso de Ojeda, «ni de las que
que serán descubiertas, reza el texto de aquel
ta el 28 de Diciembre, (Véanse los documentos publi-
cados por Torres de Mendoza, tomo XXXI, págs. 5,
10 j y 102, y tomo XXXVIII, p. 453). Este proyectado
viaje no se verificó al fin, y Lepe se fué á Portug^al,
donde murió. Pleitos de Colón, declaración de An-
drés de Morales, pág. 202. Del tenor de la pregunta VII
del Fiscal, acaso pudiera deducirse que Lepe había
efectuado otro viaje: «item, si saben que Diego de Lepe
y los que con él fueron en otro viaje, descubrieron,
etc.» Creemos que hay en esto un error, debiendo co-
locarse la coma después de fueron, y siendo asi resul-
taría que algunos de sus compañeros por lo menos
acompañaron en seguida á Vélez de Mendoza.
23. Declaración de Juan de Xerez, p. 304.
LXXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
documento, ^ántes que vos partáis, por otras
personas de las que han ido con mandado é
licencia de Sus Altezas á descubrir». Vélez de
Mendoza, que era vecino de la villa de Mo-
guer, se asoció con algunos armadores y ma-
estres de Sevilla y juntos equiparon al pare-
cer dos 24 carabelas con las cuales partieron
de Sevilla por fines del mes de Agosto ó
principios de Septiembre de i5oo 25 y si-
guiendo la dirección de todos sus predece-
sores fueron á aportar al mismo cabo de San
Agustín, siguiendo la costa hacia el sur «hasta
el término que agora está descubierto», decían
los testififos en i5i2. 26
24. Cuatro fué el número de las que se le permitía
llevar. Véase el texto de la capitulación y de las dili-
gencias del aviamiento, publicado por Toi"res de Men-
doza, t. XXXVIII, pp. 441 y siguientes, copiándolos de
Navarrete, t. II. p. 346. Calvo lo ha reproducido en las
pág-inas 1 16-122 del tomo XI de su Colección de Tra-
tados.
25. Juan de Xerez, que fué por piloto de la armada
de Yáñez Pinzón, declara (pág. 304) que Vélez y Luis
Guerra partieron cuatro ó cinco meses después que él,
lo que nos daría como fecha de salida, á más tardar, el
mes de Junio de i5oo. En vista de lo que consta de las
diligencias de aviamiento que tuvieron lugar á me-
diados de Agosto, creemos, pues, que debieron salir
de Sevilla á fines de ese mes ó principios del siguien-
te. No consta la fecha de la capitulación misma.
26. Andrés de Morales: «é que después (de Lepe) fué
otro que se decía Alonso Vélez, é descubrió desde el
EXPLORACIÓN' DEL NUEVO MUNr30 LXXV. I
En 5 de Junio de aquel año de i5oo, Rodri-
go de Bastidas, escribano de Sevilla, había
por su parte capitulado 27 con el Rey que le
permitiese ir á descubrir por el Mar Océano
con dos navios, con las mismas cláusulas y
reservas establecidas en el contrato con Vé-
lez de Mendoza. Acompañado por Juan de la
Cosa, que iba como piloto, partió de Cádiz
en los primeros días del mes de Enero de
i5oi 28^ y siguiendo el rumbo que había lle-
vado Colón cuando tocó en Tierra Firme,
fuéla costeando hasta llegar al golfo y provin-
cia de Cuquibacoa, que había descubierto
Alonso de Ojeda, de donde por la costa abajo
de lo que es hoy Santa Marta y Cartajena,
pasaron por el golfo de Urabá, y caminando
hacia el poniente arribaron al lugar en que
Cabo de Cruz á la parte del mediodía todo lo que está
descubierto.»
Juan de Xerez: «descubrieron desde la punta de San-
ta Cruz, á la banda del Sur, hasta el término que ago-
ra está descubierto.»
27. Véase el texto de este documento publicado por
Torres de Mendoza, t. II, p. 363, y t. XXXVIII, p. 433,
donde está también la información de sus servicios.
28. Asi lo dice Herrera, t. I, p. 148, ed. de 1601.
Fernández de Navarrete señala como fecha de la
partida el mes de Octubre de i5oo,
Las Casas, que trató á Bastidas, refiere que se olvi-
dó de preg-untarle este dato, pero que cree debió ser á
principios de año. Tomo Til, p. 10.
LXXVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
después se fundó «la ciudad de Nombre de
Dios, cuyo puerto llamaron entonces del Re-
trete», adelantandolosdescubrimientos por esa
parte en treinta leguas, más ó menos 29. Des-
de allí dieron la vuelta, después de haber res-
catado mucho oro y perlas con los habitantes
de aquellas costas, y fueron á parar al golfo
de Xaraguá de la Española, donde los navios
se perdieron, yéndose la gente por tierra a
Santo Domingo. Por Febrero de i5o2. Basti-
das se volvió de ahí á España, y fué á des-
embarcar en Cádiz. 3o.
En vista del resultado obtenido por estos
exploradores íbase despertando cada vez más
el deseo de verificará las Indias, expediciones
que en su generalidad resultaban provecho-
sas para los que las emprendían, tanto que no
faltaban quienes sin permiso del rey se lan-
zasen de su cuenta en busca de las codiciadas
riquezas de que comenzaba á dar muestras
el Nuevo Mundo. Compréndese fácilmente
29. Declaración de Rodrigo Manzorro, pág. 224.
30. Acerca del viaje de Bastidas, poseemos, además
de los documentos citados, su declaración prestada
en el Pleito de Colón, en i5r2, en Santo Domingo, que
carece en absoluto de importancia; la relación de Las
Casas, que lo conoció y trató de cerca y que le tenía
en muy buen concepto por la humanidad con que
miró á los indios, y la de Herrera, calcada sobre la
del dominico.
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO LXXIX
que si nos han quedado pocas noticias de las
armadas hechas con autorización del monar-
ca, más escasas han de ser las que se obten-
gan de esas clandestinas. Sábese que una de
éstas fué la que dos vecinos de Sevilla llama-
dos Francisco Rivarol y Juan Sánchez de Mer-
cadería despacharon en dos caramidas desde
el puerto de Sanlücaren loscomienzos de i5oi,
y en cuyo seguimiento se proponían los reyes
enviar un navio y dos de aquellas naves, des-
pués de ordenar meter en la cárcel y secues-
trarles sus bienes á los armadores 3i^ sin que
por hoy se sepa la suerte que corriera la ar-
madilla de los sevillanos ni la que se ordena
aprestar en su seguimiento, si es que llegó á
salir. Lo cierto es que, sin duda, en vista de
este hecho, y acaso de otros de la misma na-
turaleza, los reyes se vieron en el caso de rei-
terar, en 3 de Septiembre de aquel año, la
prohibición establecida de antiguo de que
«ninguna persona ó personas fuesen osados
de ir sin licencia é mandado á descubrir por
el dicho Mar Océano nin á las islas é tierra
firme que en dicho mar son descobiertas» 32^
3i. Constan estos hechos de la real cédula de 4 de
Febrero de i5oi, publicada por Torres de Mendoza^
tomo XXXVIII, p. 464.
32. Real cédula publicada en la citada Colección^
tomo XXX, p. 523.
LXXX JUAN DÍAZ DE SOLÍS
Sucedía esto precisamente por los días en
que los reyes, que comenzaban á preocuparse
ya de colonizar las tierras recién descubiertas,
concedieron para ese objeto nada menos que
tres autorizaciones, una en 8 de Junio para
Alonso de Ojeda, 33 en que se le permitía
armar hasta diez navios (de los que sólo pudo
-al fin alistar cuatro) para que volviese á la
tierra que tenía descubierta «más de nuevo»,
con título de gobernador, en 5 de Septiembre
otra á Vicente Yáñez Pinzón, en que se le
nombraba gobernador de las tierras que se
-extendían desde la Punta de Santa María de
la Consolación, siguiendo la costa hasta Ros-
tro-Hermoso y Río de la Mar Dulce, con las
islas que estaban á su desembocadura ^4, dán-
dole permiso para ir hasta dentro de un año
■después de aquella fecha; y por fin, en 5 de
Octubre, otra 35 á Juan de Escalante, al pare-
cer el mismo que después sirvió con Hernán
Cortés y murió en México peleando con los
indios, si bien de las tres sólo llegó á reali-
zarse la de Ojeda. Refiere éste que se halla-
33. Publicada en la misma Colección, t. XXXVII,
página 468.
34. Id., t. XXX, p. 535. Había sido publicada por
Joaquín Caetano da Silva en su obra L'Qyapoc ct
MAmazonCj de donde la copió Calvo, Colección de
Tratados, t. I, pp. 38-42.
35. Id. t. XXXI, p. 90.
EXPLORACIÓN DHL NUEVO MUNDO LXXXI
ba preparado para hacerse á la vela, cuando
la partida de Juan de la Cosa y Bastidas, y
que tras ellos salió (por Enero de i5o2) é hizo
el propio viaje, «descubriendo la misma cos-
ta y tierra firme, no sabiendo que por allí iban
los sobredichos, é que en una de las naos que
este testigo llevaba, descubrió el golfo de
Urabá del Darién hasta el puerto del Retre-
te..., é que dende allí se volvió el que iba en
ella, que era Antón García, piloto, á dar
•cuenta á este testigo, etc»... ^6 Disgustada la
gente con Ojeda, le prendieron, llevándole al
puerto delYaquimo, de la Isla Española, donde
por haberse tirado al agua con grillos, pen-
-sando escapar, estuvo á punto de ahogarse 3?.
Entre los exploradores que recorrieron por
ese tiempo el continente, debemos, por de
<:ontado, mencionar á Cristóbal Colón, quien
después de tocar en su cuarto viaje en el
puerto del Yaquimo, á que acabamos de refe-
rirnos, salió de allí á 14 de Julio de i5o2 con
36. Pleitos de Colón, p. 206.
37. Este viaje de Ojeda ha sido referido con abun-
dancia de detalles por Fernández de Navarrete en la
«Noticia histórica» que va al frente del tomo III de su
Colección, basada principalmente en los autos del pro-
'Ceso que se siguió á Ojeda en Santo Domingo, que
hemos visto en Simancas, y cuya ejecutoria publicó en
la página 420 del lomo II y reprodujo Torres de Men-
<Íoza en la página 69 del tomo XXXIX.
6
LXXXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
propósito de ir á tierra firme, pero contraria-
do por las calmas y corrientes, gastó entre
las isletas vecinas á Jamaica dos meses, des-
cubriendo entonces las llamadas de Guanajas,
de donde, en lugar de seguir al poniente, lo
que le habría permitido descubrir á Yucatán
y México, torció á levante; el 12 de Septiem-
bre descubría el Cabo de Gracias á Dios, el
2 de Noviembre á Puertobelo; entró en el
puerto de Nombre de Dios, que llamó de -
Bastimentos, y el 26 del mismo en el del Re-
trete. El 5 de Diciembre volvía sobre sus pa-
sos, y un mes más tarde, (6 de Panero de
i5o3), después de contratiempos sin número,
penetraba en el río que llamó de Belén, y luego
en el de Veragua, último término de sus des-
cubrimientos.
Hasta mediados de ese año de i5o3, no en-
contramos indicios de que se pensase inten-
tar nuevas exploraciones. En 12 de Julio, en
efecto, el Rey otorgaba licencia á Cristóbal
Guerra para que «pueda ir por el Mar Océa-
no á la costa de las F^erlas, á descubrir otras
islas é tierras)), para cuyo intento podría ar-
mar siete carabelas, dos de las cuales debía
despachar desde aquella costa «á descubrir
adelante)) 38. Sobre si se realizó ó no el
38. Véase el texto de la capitulación en Torres de
Mendoza, t, XXXI, p. 187,
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO LXXXIII
viaje, y sobre si éste era el segundo 6 el ter-
cero de los que Guerra hacía á Indias, está
todavía en duda, pero, en todo caso, parece
que, á haberse efectuado, Guerra y sus com-
pañeros no salieron de la costa de Paria, ocu-
pados más de rescatar que de descubrir 39.
Deseaba el Rey, al parecer, que acompa-
ñase á Cristóbal Guerra, Juan Vizcaíno, hom-
bre que había andado con Colón en el descu-
brimiento de Paria, 40 pero habiendo expre-
sado aquél que en ninguna manera se quería
juntar con Guerra, ofreció por su parte armar
tres navios é ir con ellos, como su capitán,
al golfo de Urabá y provincia de las Perlas,
á cuyo efecto se mandó celebrar con él una
capitulación, 41 de que tampoco hay constan-
cia si se llevó á efecto.
El 14 de Febrero del año inmediato siguien-
te de i5o3, el Rey capituló con Juan de la
Cosa, el celebrado piloto vizcaíno, autor del
mapa de i5o[, para que fuese con dos ó tres
39. Véase el pasaje citado de Las Gasas, en la nota
16 y la carta de Guerra á D. Alvaro de Portugral (cu-
yo pasaje pertinente ofrece alguna contradicción) pu-
blicada por Navarrete, t. II, p. 292, y lo que este mismo
autor dice en la página 24 del tomo III.
40. Véase Herrera, t. I, p. 102, ed. de 1728.
41. Consta en sus puntos generales de la real cédu-
la de 27 de Septiembre de i5o3, publicada por Torres
de Mendoza, t. XXXIX, p. 44.
LXXXIV JUAN DÍAZ DE SOLÍS
navios, «á su costa y minción», especialmen-
te al golfo de Urabá é islas de las Perlas,
que por el aliciente de su nombre atraían á
todos los aventureros de ese tiempo, dentro
de cuatro meses de aquella fecha 42; y en 3o de
Septiembre del mismo año con Alonso de
Ojeda, que había de ir esta vez, según pen-
saba, más como colonizador que como devS-
cubridor, al propio golfo de Urabá, 43; expe-
dición que por haber sido casi en todo seme-
jante á la de Rodrigo de Bastidas, no tene-
mos para qué historiar aquí. Unidos ambos,
capitán y piloto, vinieron á realizar cuatro
años más tarde, otra expedición más impor-
tante, en la que, como es sabido, pereció el
famoso Juan de la Cosa 44.
42. Publicada en el tomo* XXXI, p. 220 de la Colec-
ción de Torres de Mendoza.
43. Publicada en la página 258 del mismo volumen^
Tal era el espíritu de descubrir y de colonizar, me-
jor dicho, de comerciar en Indias que se habla desper-
tado por este tiempo, que durante los meses que media-
ron entre las fechas de ambas capitulaciones, varias
personas se ofrecieron en Jerez á efectuar una expe-
dición á aquellos Vilsmos parajes americanos en tér-
minos más ventajosos que los ofrecidos por Juan de
la Cosa, que el Rey hubo de dirigir una carta al co-
rregidor de aquella ciudad para que viera lo que con-
venía hacer sobre el caso. Léase esta real cédula en
Torres de Mendoza, t. XXXI, p. 201.
44. Navarrete ha relatado por extenso esta segunda
expedición de Ojeda en las páginas 28-40 del tomo
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO LXXXV
La exploración del continente americano
por los españoles, desde que se iniciara
por Colón en 1498, había, pues, adelantado
bastante en el espacio de diez años, y para
condensarla de una manera gráfica, nos bas-
tará echar una mirada sobre el primer monu-
mento cartográfico del Nuevo Mundo, hecho
por Juan de la Cosa en i5oí, que por hallarse
hoy ya bastante popularizado, hemos de ex-
cusarnos de analizar. 45.
III de su citada Colección. En el Archivo de Simancas
hemos podido registrar el pleito que Ojeda siguió con
Vergara y Ocampo, que es el documento que sirvió
de base k Navarrete para'_la composición de esta parte
de su obra.
45. Véase acerca de este mapa, entre los autores es-
pañoles, La Sagra, Historia política de la isla de Cuba
Paris, 1842; el estudio del señor Fernández Duro inserto
en el VVÍuseo Español de Antigüedades, junto con el
facsímil; Leguina, Juan de la Cosa, Madrid, 1877, 8.';
Vascano, Ensayo biográfico de Juan de la Cosa y
descripción é historia de su famosa carta geográfi-
ca, Madrid, 1892, 4.'; Conde de las Navas, Cosas de
España, segunda serie, Jíiatt de la Cosa y su mapa-
mundi, Madrid, 1894, 8.°. En 1892 ha sido reproducida
en tamaño del original, trabajo que supera, por lo
tanto, á cuantas reducciones se han hecho, mas ó me-
nos parciales, en diversas partes de Europa desde la
de Jomard en sus Vifonuments de la Géographie, á
que precede la introducción de Cortambert, en 1879,
hasta la de Kretschener en su atlas Die Entdeckung
America's in ihrer bedeutung für die Geschichte des
Weltbildes . Berlín, 1892.
LXXXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
Al redactar el presente capítulo, nuestro intento ha
•sido sólo dar lig-era idea del estado de los descubri-
mientos hechos en América por los españoles hasta
■el momento en que vamos á ver aparecer á Diaz de
Solis como navegante y explorador; y aunque podría-
mos habernos excusado esta tarea remitiendo al lector
á obras como la de Humboldt ó de Navarrete, creí-
mos que debíamos emprenderla para relacionar los
hechos con los documentos dados á luz después de la
publicación de esas obras, algunos de los cuales los
•aclaran y completan.
A nuestro propósito bastaba, pues, mencionar los
principales viajes de exploración verificados hasta fi"
oes de i5o8, año en que Diaz de Solís se presenta á
nuestro estudio inmediato; pero á titulo de comple-
mento vamos á insertar en esta nota la relación cro-
nológica de todos esos viajes, por insignificantes que
sean, á partir desde el primero de Colón, incluyendo
también los que se llevaron á cabo ó intentaron por
extranjeros fuera de España, pero con dirección al
Nuevo Mundo, valiéndonos del erudito estudio que á
esta materia dedicó Harrisse en su Discovery of North
America.
1492— I. Cristóbal Colón: 3 de Agosto de 1492 — 15 de
Marzo de 1493.
Í493 — II. Viaje de una carabela portuguesa despacha-
da de la Isla de Madera, al parecer siguiendo el de-
rrotero de Colón.
III. Tres carabelas portuguesas enviadas por el Rey
de Portugal en seguimiento de la que acaba de indi-
carse.
IV. Viaje sugerido por Maximiliano, Rey de roma-
nos, c\ Juan II de Portugal, al parecer antes de sa-
ber la partida ni la llegada de Colón.
V. Segundo viaje de Colón: 25 de Septiembre de 1493.
— II de Junio de 1496.
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO LXXXVII
1494— VI. Viaje del Obispo de Armenia, Mártyr de Ar-
zendjan, que partió de Vizcaya el 14 de Abril de
1494, al parecer con intento de visitar el Nuevo Mundo.
VII. Viaje de Bartolomé Colón con tres naves á la
Espariola, después del 3o de Abril de 1494; lleg-a á
la Isabela el 24 de Junio, y el 3 de Diciembre vuel-
ven á España algunas de ellas,
VIH. Alonso de Torres conduce cuatro naves á la
Española en el otoño de 1494 y regresa á España en
Abril del año siguiente.
Í495.— IX. Cuatro naves mandadas por Jorge de Sosa
salen de Sanlúcar en Febrero de 1495, pero se ven
obligadas á regresar á Cádiz. Al parecer es la mis-
mo expedición del núm. XV.
X. Expediciones armadas por marineros sevillanos
se dirigen á diferentes partes del otro hemisferio, á
mediados de 1495, según Pedro Mártir.
XI. Vicente Yáñez Pinzón contrata con el Rey, en Di-
ciembre de 1495, conducir dos carabelas «á do sus
Altezas le mandasen,» al parecer en dirección al
Nuevo Mundo.
XII. Viaje á la Española de las cuatro naves manda-
das por Juan Aguado: 5 de Agosto de 1496— fines de
1496.
1496— XIII. En Enero de 1496 salen de Sanlúcar otras
cuatro naves y naufragan en la costa inmediata.
XIV. Primera expedición de Per Alonso Niño, salida
de Cádiz el i5 de Junio de 1496. Vuelve en 29 de Oc-
tabre con sus naves cargadas de esclavos indios.
XV.— Expedición de Garcia Alvarez, Juan de Alfan-
gui y Per Alonso Niño, como piloto de una de las na-
ves, mandada por Francisco de Palomares, que sa-
lieron de Cádiz el i3 de Junio de 1496. Según parece
es la misma del número anterior.
1497 — XVI. Viaje clandestino de Bartolomé Colin y
Alonso Medel, cuyas dos naves pidió Colón les fuesen
embargadas en 22 de Junio de 1497.
LXXXVIIl JUAN DÍAZ DE SOLIS
XVII. «Juan Caboto, en virtud de letras patenten
concedidas á él y á sus hijos por Enrique VII (de
Inglaterra) en 5 de Marzo de 1496, parte de Bristol.
en los comienzos de Mayo de 1497, con una pequeña
nave tripulada por dieziocho hombres, acompañada
de cuatro embarcaciones armadas por comerciantes
de aquella ciudad. Desembarca en la costa del La-
brador y vuelve á Bristol hacia fines de Julio de 1497.»
XVIII. Primer (?) viaje de Américo Vespucio: 10 de
Mayo de 1497 — 15 de Octubre de 1499. «Parte de Cá-
diz, al servicio de España, en i.* de Mayo (edición
de Amberes"! el 10 (Valori) ó el 20 (Hylacomilus y
Las Casas). Toca en el continente americano después
de una travesía de 27 dias (Hylacomilus) ó 37 (Valo-
ri-Bandini, Canovai). Regresa á Cádiz el i5 de Oc-
tubre de 1499 (Hylacomilus) ó el i5 de Octubre de
1498 (Valori-Canovai) trayendo cerca de doscientos
indios esclavos, que fueron vendidos al desembar-
car.»
XíX. Segundo viaje de Juan Caboto á la costa nor-
este de América entre Terranova y Florida, con cinco-
naves. Parte de un puerto inglés (Bristol?) después-
del I." de Abril de 1498.
XX.— Viaje de Lanslot Thirkill en Abril (?) de 1498.-
Consta que se hallaba de regreso en Londres en
i5oi.
1498-1500.— XXI. Tercer viaje de Colón: 3o de Mayo de
1498—20-25 de Noviembre de i5oo.
XXII. Dos naves al mando de Pedro Fernández Co-
ronel salen el 23 de Enero de 1498 y regresan á San-
lúcar el 6 de Febrero de i5oo.
1499— XXIII. El Rey Don Manuel de Portugal autoriza
á Juan Fernández, de la Isla Tercera, en 28 de Octu-
bre de 1499, «para ir en servicio de Dios y de S. M»
para buscar y descubrir ciertas islas.»
1 499- 1 5oo— XXIV. Primer viaje de Alonso de Ojeda ya.
relatado.
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO LXXXIX
XXV. Segrundo viaje de Vespucio: i6 de Mayo de
1499 — 8 de Septiembre de i5(X).
((Partió de Cádiz, en tres buques, bajo bandera es-
pañola un día de Mayo [ílylacomilus], ó el i6 [Va-
lori-Bandini], ó el i8[Canovai] 1499. Tocó tierra á los
diezinueve días [ílylacomilus] o cuarenta y cuatro
[Valori-Bandini]. o veinte y tres [Canovai] al parecer
en la costa noreste del Brasil, y se cree haber segui-
do la costa hacia el poniente hasta el Cabo de la Ve-
la. Regresó á Cádiz el 8 de Septiembre [Hylacomi-
lus, Valori-BanJini] ó el 8 de Junio [Canovai] de
i5oo. Este es el viaje que se dice ser el de la primera
expedición de Ojeda.»
XXVI. Viaje de Cristóbal Guerra y Per Alonso Niño
de que hemos tratado ya.
XXVII. Viaje de Vicente Yáñe.z Pinzón: 18 de No-
viembre de 1499— 3o de Septiembre de i5oo.
XXVIII. Primar viaje di Diego de Lepe, ya relatado.
XXIX. Primer viaje de Alonso Vélez de Mendoza:
.Diciembre de 1499 — Julio de i5o(0. Id.
i5oo— XXX. Viaje clandestino de Francisco Rivarol.
Id.
XXXI. Expedición enviada en busca del precedente.
XXXII. Primer viaje de Gaspar Corterreal, «del cual
no tenemos detalle alguno, pero está demostrado
que se llevó á cabo, sin éxito, por una referencia
de las letras patentes de 12 de Mayo de i5oo.»
XXXIII. Segundo viaje de Gaspar Corterreal, efec-
tuado en virtud de las letras patentes citadas. Salió
con una nave de Lisboa, ó de la Tercera, en princi-
pios del verano de i5oo, y después de haber explo-
rado la costa oriental de Terranova, regresó á Por-
tugal no se sabe cuando.
XXXIV. Juan Dómelos ó Dorvelos proyectaba en
Mayo de i5oo «ir á descubrir con cuatro navios por
nuestros mares», decían los Reyes Católicos, pero
no se sabe si este viaje se llevó á cabo.
XC JUAN DÍAZ DE SOLIS
XXXV. En 12 de Abril de i5oo el Obispo Rodríguez
de Fonseca autoriza á Juan Antonio Colón, parien-
te del Almiranie, para que pueda ir á las Indias
con dos naves.
XXXVI. Seg-undo viaje de Alonso Vélez de Mendo-
za. Autorizado en 20 de Julio de i5oo para ir con cua-
tro naves «á descubrir islas y tierra firme» en las
partes donde no hubiesen tocado Colón, Guerra, Ni-
ño ni Ojeda, parece que se hizo á la mar en el oto-
ño de i5oo, pues consta que en i5 de Febrero de
i.5oi Vélez de Mendoza se hallaba en Sevilla.
XXXVII. Expedición de tres naves equipadas en
Sevilla en Julio de i5oo para partir en Septiembre,
de la cual no se tiene otra noticia.
XXXVIII. Segundo viaje de Ojeda, emprendido en
virtud de un contrato con el Obispo Rodríguez de
Fonseca, en 28 de Julio de i5oo. Todo lo que acerca
de este viaje se sabe es que reportó poco provecho
y que se terminó antes del i.° de Enero de i5oi, fe-
cha en que Ojeda se hallaba en Granada.
j5oo-i — XXXIX. Viaje de Pedro Alvarez Cabral: 9 de
Marzo de i5oo— Julio de i5oi. «Partió de Lisboa con
dirección á Calcuta el 9 de Marzo de i5oo con tres
naves. Por un mero accidente, descubrió el 22 de
Abril inmediato la costa del Brasil, al parecer en las
vecindades del actual Porto Seguro, donde perma-
neció hasta el 2 de Mayo, en que continuó su viaje
á Calcuta, después de despachar á Portugal á Gas-
par de Lcmos para que llevase noticias del descu-
brimiento de la tierra que llamó de Santa Cruz. Re-
gresó á Lisboa á fines de Julio de i5oi.»
XL. Segundo viaje de Cristóbal Guerra: primavera
de i5oo — verano de i5oi. Partió en dos carabelas
desde Sanlúcar, se dirigió á Paria, pasó á la isla
Margarita y de alli á la costa de Cumaná.
i5oo-2— XLI. Primer viaje de Rodrigo de Bastidas: Oc-
tubre de 1 5oo— Septiembre de i5o2.
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO XCI
•i5oi— XLII. En 5 de Octubre de i5(X) lleg-ó á Cádiz una
nave española despachada á las Antillas algún tiem-
po antes, trayendo esclavos indios, brasil y perlas.
((No puede referirse al segundo viaje de Guerra,
puesto que vemos á él 6 á su gente en España en
2 de Agosto de i5oi.»
XLIII. Tercer viaje de Gaspar Corterreal.
aCon tres naves equipadas á costa suya y de su
hermano Miguel, parte de Lisboa el ri de Mayo de i5oi.
Dos de las naves regresan á Portugal en 9 y ii de
Octubre, respectivamente. En cuanto á la tercera, man-
dada por Gaspar, no regresó nunca. Es probable que
las costas exploradas en esta ocasión fuesen las del
noreste de Terranova y Labrador.
XLIV. Segundo (>) viaje de Vicente Yiiñez Pinzón.
Una capitulación real de 5 de Septiembre de i5oi le
autoriza para colonizar el pais qne se extiende des-
de el Amazonas hasta el Cabo de San Agustín, pero
no sabemos si el viaje llegó á realizarse.
XLV. Luis de Arriaga, que habla acompañado á
Colón en su segundo viaje, conduce á la Española,
en Septiembre de i5oi, una partida de colonos.
i5oo-i— XLVL Expedición portuguesa al Brasil.
«En carta dirigida por Cantino al Duque de Ferrara,
en 17 de Octubre de i5oi, se hace mención de ((cin-
co marineros que habían desertado de las naves del
Rey y huido á un lugar llamado Santa Cruz.» Esto
parece que se refiere á un desembarco hecho en la
costa del Brasil después de la salida de Gaspar de
Lemos de Porto Seguro para Portugal, ó de alguno
efectuado por Cabral después de partir de allí para
seguir á Calcuta, ó de alguna expedición enviada
por Juan II al Brasil cuando tuvo noticia por Lemos
del inesperado y alhagador descubrimiento de aquel
pais. Las dos primeras suposiciones no son muy pro-
bables, como que Lemos fué despachado en seguida
para Portugal, y Cabral puso proa en derechura
XCII JUAN DÍAZ DE SOLÍS
desde Porto Segfuro al Cabo de Buena Esperanza,
Es cierto que la carta de Vaz de Caminha hace men-
ción de dos criminales que fueron dejados en el Bra-
sil y de dos grumetes que desertaron de las naves
de Cabral en Porto Seguro; pero la identidad de
estos dos desertores no ha sido suficientemente com-
probada para permitir al critico que omita citar la
expedición de que se trata, por más hipotética que
parezca.»
XLVII. Viaje portugués de descubrimiento.
«Fué una expedición armada por el Rey de Portugal,
aparentemente después de saber por Gaspar de Le-
mos el descubrimiento del Brasil efectuado por Ca-
bral. Fué encontrada por el mismo Cabral en Cabo
Verde, en la costa de África, según el piloto lo refie-
re en los términos siguientes: — «Desembarcamos en
el primer lugar cerca de Cabo Verde, llamado Bese-
neghe, donde encontramos tres naves que el Rey de
Portugal había enviado para descubrir (explorar) la
nueva tierra que habíamos encontrado en nuestra
camino á Calicut.»
«Pensamos que el presente es el tercer viaje de Ves-
pucio; pero debe existir también otra expedición,
porque carecemos de dos importantes factores para
determinar cuándo Vespucio y Cabral pudieron en-
contrarse, á saber, cuánto tiempo necesitaba el pri-
mero para llegar de Lisboa á Beseneghe, y cuánto
fué el que el último gastó en arribar á Beseneghe
desde el Cabo de Buena Esperanza. Todo lo que sa-
bemos es que Cabral se hallaba en este cabo «el día
de Pascua Florida,» que, en i5oi, cayó el ii de Abril,
y esto es apenas suficiente.
«Por otra parte, los términos de aquella frase dan
lugar también á suponer que las naves portuguesas
encontradas por Cabral en Beseneghe volvieran de
las regiones nuevamente descubiertas en vez de ir
¿ ellas. La referencia al descubrimiento del Brasil
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO XCIII
hecho por Cabral conduce á esta interpretación, como
que Lemos llevó á Portug^al la noticia en Junio ó
Julio de i5oo. En este caso, debió pasar cerca de un
año antes que Juan II se aprovechase del descubri-
miento. No debemos olvidar que la carta de Cantino
de 17 de Octubre de i5oi parece referirse á una ex-
pedición al Brasil verificada entre la llegada de (Le-
mos y el tercer viaje de Vespucio.»
i5oi— XLVIII. Expedición angrlo-portug-uesf.
«En ig de Marzo de i5oi, Enrique VII otorga sus
letras patentes á Ricardo Warde, Tomás Ashehurst
y Juan Thomas, de Bristol, asociados á Juan y Fran-
cisco Fernández y Juan González, estos últimos na-
turales de las Azores, «para explorar cualesquiera
islas, paises, regiones y provincias de los mares del
Este, Oeste, Sur y Norte, hasta entonces desconoci-
dos de cristianos.»
i5oi — XLIX. Tercer viaje de Vespucio.
«Vespucio partió de Lisboa el 10 de Mayo (Valon)
ó el 14, i5oi; ancló en la costa del Brasil el 17 de
Agosto; exploró desde allí la que se extiende al Sur
hasta después del i5 de Febrero de iSoa; descubrió
la bahía de Todos los Santos; y regresó á Lisboa el
7 de Septiembre siguiente.
L. Ñuño Manuel: Mayo de i5oi — Septiembre de i5o2.
«Viaje al Rio de la Plata que se dice haber tenido
lugar bajo bandera portuguesa por Ñuño Manuel,
entre Mayo de i5oi y Septiembre de i5o2 y que xVdol-
fo de Varnhagen presume que debe identificarse con
el tercero de Vespucio. El viaje de Manuel tuvo cier-
tamente lugar, pero todo lo que acerca de su fecha
puede decirse es que se efectuó antes de i52i.»
LI. Juan de Escalante contrata con los Reyes de Es-
paña en 5 de Octubre de i5oi «para ir á descubrir
por el Mar Océano.»
LII. De carta escrita por Pier Rondinelli desde Se-
villa, en 3 de Octubre de i5o2, puede deducirse que
XCIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
cuatro carabelas portuguesas tocaron en el Brasil en
viaje de regresó desde Calcuta á Lisboa, viniendo
por el Cabo de Buena Esperanza.
i5o2 — Lili. Tercer viaje de Ojeda: Enero — Septiembre
de i5o2. .
Es el que Navarrete ha descrito por extenso y á.
que nos hemos referido ya.
LtV. Viaje de Nicolás de Ovando á la Española: i3
de Febrero — 15 de Abril de i5f)2.
LV. Mig-uel Corterreal, en virtud de autorización real
de i5 de Enero de i5o2, salió de Lisboa el lo de Ma-
yo de ese año con dos ó tres na'ves «para descubrir
tierra firme é islas» y en busca de su hermano, sin
que volviese ning-uno de los dos.
LVI. Segundo viaje de Lepe «á la parte donde la
otra vez fué.» Autorizado para partir por real cédula
de 1 5 de Noviembre de i5oo, «probablemente no se
hizo á la vela hasta el verano de i5o2.»
LVII. Juan Bermúdez fué despachado por los Re-
yes á las Indias, con cinco naves, en el año i5o2.
Debe ser el capitán de la Garza que descubrió las
Bermudas en alguno de sus viajes al Nuevo Conti-
nente, probablemente antes de i5o2, si bien Cris-
tóbal Cerezo llama al descubridor Diego Bermúdez
de Palos, que acompañó á Colón en su primer viaje.
LVin. Tercer viaje de Alonso Vélez de Mendoza.
Autorizado en i5 de Febrero de i5o2 para llevar á
la Española cuatro colonos y aun «para que pueda
ir á otras islas y descubrir islas y tierra firme,» se
duda si fué simplemente en compañía de Ovando.
En la Colección de Torres de Mendoza tomo XVI,
página 574, se registra una petición de Vélez de Men-
doza para que se le pagasen quinientos mil marave-
dís «que gastó en dos veces en armar cuatro na-
vios.»
i5o2-3 — LIX. Luis de Arriaga, autorizado en 9 de
Diciembre de i5oi para llevar á la Española cierto
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO CXV
número de colonos verifica su viaje, al parecer en
i5o2-3.
LX. Enrique VII, en 9 de Diciembre de i5o2, autoriza
á Tonicis Ashehurst, Juan González, Francisco Fer-
n¿indez y Hug-o EUiot para un viaje á regiones has-
ta entonces no descubiertas por ingleses: viaje que'
según parece, se realizó.
i5o2-4 — LXI. Cuarto viaje de Colón: Marzo de í5o2— 7
de Noviembre de 1504.
LXII. Consta quedurante varios de los años anterio-
res á i5o5 los normandos y los bretones visitaban de
ordinario las Indias Occidentales, de donde traían
palo de tinte, algodón, monos y loros, alcanzando
en sus excursiones hasta la costa noreste de Améri-
ca, según las leyen'das de los antigües mapas: «C.
do bretaos, tierra de los bretones, térra que foy des-
cubierta por bertones.»
i5o3— LXIII. Cuarto viaje de Vélez de Mendoza: du-
doso, pues no se sabe si en verdad es el mismo de
l502.
LXIV. Expedición portuguesa clandestina. En i3 de
Julio de i5o3, los Reyes Católicos recibían noticia de
que cuatro naves portuguesas habían tocado en el
país descubierto por Rodrigo de Bastidas y llevado
de allí á Lisboa indios esclavos y palo de tinte.
LXV. En 5 de Julio de i5o3, Isabel la Católica orde-
na á los Oficíalos Reales que «pongan luego diligen-
cia en armar dos navios, á su costa, que vayan al
dicho viaje.»
LXVI. Tercer viaje de Guerra, en 12 de Julio de 1604,
Cristóbal Guerra capitula con los Reyes ir a la cos-
ta de las Perlas con siete naves armadas á sus ex-
pensas.
LXVII. En 7 de Septiembre de i5o3, Juan de la Cosa,
excusándose de acompañar á Cristóbal Guerra, ca-
pitula ir con tres ó más carabelas, armadas á su
costa, á Urabá y país de las Perlas. «Debe ser di-
XCVI JUAN DÍAZ DE SOLÍS
verso del de 1604, como que éste fué emprendido en
virtud de una nueva y diferente capitulación.»
LXVIIl. Segundo viaje de Bermúdez. «En Noviem-
bre de i5o3 fueron dos navios, maestres Bermúdez y
Nortes, con varias mercaderías, por cuenta de S. A.
á la Española.» Es probable que esta expedición sea
la misma á que se refiere el núm, LXV.
LXIX. Como en 16 de Enero de 1604 el Rey D. Ma-
nuel concedió á Fernando de Noronhala isla que últi-
mamente habia descubierto, que es la misma que
ahora lleva su nombre, es evidente que existe una
expedición portug-uesa en i5o3, en la cual fué des-
cubierta dicha isla.
LXX. En i5o3 el Rey D. Manuel envía á Terranova
dos naves en busca de Gaspar y Mig-uel Corterreal,
que regresaron sin haberlos encontrado.
LXXI. Del hecho de haber Enrique VII concedido
en 17 de Noviembre de i5o3 cierta gratificación á uno
que vino de Terranova, se evidencia que hubo una
expedición ingrlesa á esos lugares, sin que pueda
decirse si es la del núm. LX ú otra atribuida á Se-
bastián Caboto.
LXXII. «Gonzalo Coelho, con seis naves, sale de
Lisboa el 10 de Junio de i5o3 con dirección al Bra-
sil; pierde cuatro de aquéllas al parecer en la costa
del continente,» por tener todavía poca noticia de la
tierra;» desembarca allí, y regresa á Lisboa, se ig-
nora cuando, con un cargamento de palo de tinte.
Esta es la expedición que varios historiadores supo-
nen ser idéntica con el Cuarto viaje de Vespucio.»
i5o3-4— LXXIII. Cuarto viaje de Vespucio: Mayo de
i5o3 — Junio de 1804.
«Vespucio se hace á la vela desde Lisboa el 10
de Mayo de i5o3 bajo bandera portuguesa, pero no
como comandante en g-eíe ni como capitán de la
nave en que iba. El 10 de Agosto naufraga en una
isla de la costa del Brasil; continúa en seguida su
EXPLORACIÓN DEL NUEVO MUNDO XCVII
ruta hacia el sud-oeste 3oo leguas y desembarca en
la bahia de Todos los Santos, que había sido des-
cubierta en su viaje anterior. Camina de nuevo en
dirección al sur 260 leguas, toca en un punto por
los 18 grados de latitud sur, donde permanece cerca
de cinco meses; y de alli regresa, finalmente, para
llegar á la boca del Tajo después de una travesía de
77 días el 28 (Hylacomilus) ó el 18 (Valori) de Junio
de i5o4.»
LXXIV. Viaje de Alfonso de Alburquerque: Abril
de i5o3 — Septiembre de i5o4.
Parte de Lisboa el 6 de Abril de i5o3 con cuatro
naves, en dirección á Cochín, pero va á desembar-
car al Brasil, hacia los 8 grados de latitud austral,
al parecer en Marzo siguiente, y permanece allí al-
gún tiempo, regresando á Lisboa el 16 de Septiem-
bre de 1 504.
i5o3-5 — LXXV.— Viajes de los franceses al Brasil: Ju-
nio de i5o3— Mayo de i5o5.
Binot Paulmier de Gonneville parte de Honfleur
para las Indias Orientales, el 24 de Junio de i5o3 en
una nave llamada L'Espoir, llevando á bordo dos
portugueses contratados en Lisboa para el caso. El
6 de Enero de i5o4, en su viaje de regreso, desem-
barca en una tierra situada al sur del Trópico de
Capricornio, que generalmente se cree haber sido
el Brasil, donde permanece hasta el 3 de Julio de 1504.
Según otra relación, Gonneville, en Agosto de i5o3,
hizo vela directamente desde Cabo Verde al Brasil,
dobló el cabo de San Agustín, pero sólo desembar-
có más tarde.
«Los franceses fueron al Brasil en 1604, la primera
vez al puerto de Bahía, entraron por el Rio Para-
gua9u regresaron á Francia, y volvieron otra
vez allí con tres naves:» lo que demuestra que los
franceses hicieron viajes al Brasil en i5o4 y poste-
riormente otros.
7
XCVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
i5o4— LXXVI. Expedición inglesa á Terranova, que
consta de cierto presente dado por Enrique VII, en 8
de Abril de i5o4 á un sacerdote que iba á «la Nueva
Isla.»
LXXVII. Cuarto viaje de Ojeda.
En 3o de Septiembre de iSo^, Ojeda, asociado con
Pedro de la Cueva, capitula para efectuar un viaje
á Coquibacoa y de allí «descubrir por el Mar Océa-
no otras tierras é islas.» El hecho es, sin embargo,
que Ojeda en principios de Octubre aun no paitia-
LXXVIII. Expedición de Cristóbal Guerra, á quien
Juan de la Cosa encontró con cuatro naves en el
puerto de Cartagena, en i5o4. Una de éstas volvió á
España cargada de esclavos y palo de tinte y las
tres restantes naufragaron después cerca del golfo
de Urabá.
LXXIX. Viaje de Juan de la Cosa. Autorizado en 14
de Febrero de 1604 para efectuar un viaje al golfo de
Urabá «é á otras islas del Mar Océano, que fasta
agora son descubiertas é se descubrieren de aqui
adelante,» con dos, tres ó las naves que pudiere
equipar á su costa. Partió, en efecto, con cuatro, fué
al Darién, exploró la costa hasta Cartagena y aun
quizás hasta mas lejos. Regresó á España en i5o6,
con mercaderías por valor de dos millones y medio
de maravedís.
Entre sus compañeros figuraron Martin de los Re-
yes, Andrés de Morales y su socio el sevillano Juan
de Ledesma.
LXXX. «Hernando Cortés llegó á Sevilla al tiempo
que pasaban cinco navios á la Española, y entre
ellos el de Alonso Quintero, en el que se embarcó.»
Herrera, p. i65, sub anno 1504.
IV
El supuesto viaje de Yáñez 'Pinzón
y Diaz de Solís á Yucatán en i5o6.
SUMARIO.— El cronista Antonio de Herrera es el pri-
mero que divulga la noticia del viaje de Yáñez
Pinzón y Diaz de Solis. — Silencio que al respecto
de esto guardan los primitivos historiadores de
Indias. — Crédito prestado hasta hace poco á la
relación de Herrera.— No existe documento alguno
en que apoyarla. — Los hechos demuestran que
Yáñez Pinzón se hallaba en España en i5o6. —
Otras circunstancias que concurren á manifestar
que el viaje de que se trata Jamás tuvo lugar. —
Opinión de Harrisse .(nota)-.'r^ i.
EjAMOs indicado más atrás que el cronista
Antonio de Herrera al llegar en su obra
al año de i5o6, afirmaba que, sabido en
Castilla lo que había descubierto Colón en
su cuarto viaje de i5o2, Juan Diaz de Solís y
Vicente Yáiíez Pinzón, por emulación del Al-
mirante y «para echar cargo á los Reyes», de-
C JUAN DÍAZ DE SOLIS
terminaron de ir á proseguir el camino que
dejaba hecho el Almirante, y que, en efecto,
«tomando el hilo desde la isla de los Guana-
jos, descubrieron entonces mucha parte del
reino de Yucatán», y que, «como después no
hubo nadie que prosiguiese aquel descubri-
miento, no se supo más hasta que se descu-
brió todo lo de Nueva España, desde la isla
de Cuba.» i Dijimos también que el cronista
de Indias, que había copiado casi al pie de la
letra lo que al respecto halló escrito en la
Historia de las Indias del P. Las Casas, en
ese tiempo aun en manuscrito, debió decidir-
se á mirar aquel suceso como ocurrido en el
año de i5o6, por cuanto el pasaje de donde
tomaba la noticia se hallaba en el original co-
locado inmediatamente después de la relación
de la muerte de Cristóbal Colón, ocurrida en
ese año de i5o6, aunque sin fijarse en que el
P. Las Casas significaba allí que iba á tomar
de nuevo el hilo de su historia, interrumpido
más atrás, para dar remate á las cosas que to-
caban á los últimos sucesos de la vida del
descubridor del Nuevo Mundo.
Los historiadores primitivos de Indias guar-
dan absoluto silencio sobre este viaje de i5o6,
atribuido á Yáñez Pinzón y Diaz de Solís, de
I. Década I, libro VI, capitulo XVII, página 2i5 de
la edición de 1601.
VIAJE DE l5o6 Cl
tal modo que Herrera ha sido la única fuente
que ha servido en absoluto á Íos que después
-que. él han tenido que ocuparse de la biogra-
fía del descubridor del Río de la Plata. Las
aserciones de Herrera tocante á este viaje pa-
garon durante mucho tiempo como incuestio-
nables; tradújose á diversos idiomas su libro, é
imprimióse aún en holandés, en folleto aparte^
la expedición á Yucatán, 2 que tal era el eré»
•dito que se prestaba á una obra que se supo-
nía basada en su totalidad en los documen-
tos originales de que el cronista había podido
disponer. ^^Es esto exacto en lo que toca al
viaje de que tratamos? Nada de eso: el exa-
men de los que hoy se hallan á nuestro alcan-
ce prueba que el cronista de Indias confun-
dió el supuesto viaje de i5o6 con el que los
mismos navegantes verificaron dos años más
tarde: conclusión á que hemos de llegar ba-
sados en la carencia absoluta de documentos
-que justifiquen la aserción del cronista, y en
inducciones que coinciden con este mismo
hecho, y que, por último resultado, vienen á
demostrar que aquélla no ha tenido otra base
que la mala interpretación que diera al ori-
ginal que le sirvió de base. Como también he-
mos de verlo pronto, no ha de ser esta la úni*
•ca confusión que Herrera haya establecido en
a. Véase al fín de este libro la sección bibliográñca.
CII JUAN DÍAZ DE SOLIS
la cronología de los viajes del piloto mayor de
España.
Decíamos que ese viaje de i5o6 había sida
aceptado como un hecho por los historiado-
res que copiaron á Herrera, confiados en la
autoridad de que ha gozado su obra. El misma-
Fernández de Navarrete, apesar de su eru-
dición y de la crítica con que aquilata los an-
tiguos documentos, sostuvo que Diaz de So-
lis, unido á Yáñez Pinzón, «fué en i5o6, dice,
á proseguir los descubrimientos del primer
Almirante, principiando en la isla de los
Guanajos.» 3 El erudito don Diego Barros-
Arana en su estudio, sobre el descubrirhiento
del Río de la Plata, afirma igualmente que
Diaz de Solís «había reconocido el golfo de
Honduras y descubierto una parte de la pro-
vincia de Yucatán en i5o6)) 4. Sin embargo,
ya en 1861, Varnhagen negaba redondamente
que el viaje hubiera podido tener lugar, fun-
dado en que «habría imposibilidad en supo-
ner á Pinzón navegando en i5o6 y i5o7, pues-
to que sabemos positivamente, por documen-
tos que nos merecen entera fé, que se hallaba
entonces retenido en España con Vespucio^
ocupado de otros armamentos.» ^
3. Colección, etc., t. TIT, pág-. 46.
4. Revista del T^acifico, t. IV, págr. 594.
5. Amerigo Vespucci, Lima, i865, págr. 98; y NOU"
velles récherches, pág-. i5.
VIAJE DE l5o6 CIII
Entre los historiadores argentinos, ^ Fre-
geiro, que había conocido la opinión de Varn-
hagen, robustece aún la conclusión á que
éste llegaba; pero sin atreverse á dar como
falso el dato de Herrera, quien supone ha de-
bido tener á la vista algún documento que le
permitiera asentarlo así, está, sin embargo,
lejos de aceptarlo como un hecho probado. 7
Por fin, Madero, que disfrutó de los mejores
elementos acopiados hasta ahora para el es-
tudio de los orígenes del descubrimiento, se
limita á negar categóricamente el viaje de
que tratamos, aunque sin darnos razón algu-
na para ello. 8
Manifestábamos hace poco que la principal
razón que había para negar la efectividad del
aserto de Herrera,— prescindiendo de lo que
sabemos acerca de la fuente en que bebió —
era en que no se conoce documento alguno
en que apoyarlo. En las colecciones que han
visto la luz pública hasta ahora no aparece el
menor rastro de aquel viaje de i5o6, ni del
6. Lamas en su Juan Diaz de Solis, pág. 426, Re-
vista del Rio de la 'Plata, se limita á mencionar por
incidencia el viaje, sin discutir su efectividad.
7. Juaft Dia:{ de Solis, pág. 21.
8. Historia del Puerto de Buenos Aires, página 3.
«Entonces, y no en i5o6,— cuyo viaje no se realizó,—
fué que», etc. " , ■
GIV
JUAN DÍAZ DE SOLIS
examen detenido que nosotros hemos hecho
de los archivos españoles que tocan á la Amé-
rica resulta acerca de él el menor vesti-
gio. En cambio, existen otros que vienen á
manifestar que es muy difícil aceptar aún la
posibilidad de que se verificase.
Veamos primero los que hablan con Yá-
ñez Pinzón, de quien son también más abun-
dantes que de Diaz de Solis, como que su fi-
gura era por aquellos años mucho más pre-
minente que la de este último, todavía ignO"
rado en España y sin cargo alguno oficial.
Gomo queda indicado, en la obra de Herrera
se señala á la expedición de que vamos ocu-
pándonos el año de i5o6, sin más indicacio-
nes, si bien pudiéramos presumir por la colo-
cación del párrafo, que el autor quiso referirse
á un hecho sucedido inmediatamente después
de la muerte de Colón, ocurrida, como se sabe,
el 20 de Marzo de aquel año.. Digamos, pues,
á mediados de i5o6.
Desde comienzos del año precedente de
i5o5 es fácil seguir los pasos á Yañez Pin-
zón. Hallábase por esos días en España, y
inás probablemente en Palos, donde estaba
avecindado. En pleno goce del favor real, 9
9. Véase la real cédula de 28 de Febrero de i5g5, por
la cual el Rey le hacia merced de cierta suma, puMi-
£ada en Navarrete, t. III, pág. ii».
VIAJE DE l5o6 CV
muy ocupado del proyecto que tenía de ir
á poblar la isla de San Juan, para lo
cual había celebrado con el Rey una capitu-
lación que lleva fecha 24 de Abril de i5o5, 10
entre cuyas cláusulas principales se contaban
la de que edificase allí una fortaleza n y la de
que pudiese verificar su partida de España
«hasta un año primero siguiente» ; y es lo cier-
to que por fines de Septiembre obtenía una real
provisión para que el alcalde del lugar de su
vecindad fallase cierto pleito que tenía con
Alvaro Alonso Rascón, tsobre una carabela
que diz que le hubo fletado para ir en mi ser-
vicio 12.» Es sabido que este proyecto de Yá-
ñez Pinzón no se realizó al fin, lo que nos da
ocasión para poner de manifiesto un nuevo
error del cronista de Indias, cuando dice que
después de otro viaje de Yáñez Pinzón y de
Díaz de Solís, que refiere al año de iSog, éste
fué encarcelado «y á Vicente Yañez hizo el
Rey merced, y en particular en algunas cosas
en la isla de San Juan, que no tuvieron efec-
to» »3^ cuando, como acabamos de ver, estas
10. Torres de Mendoza, t. XXXI, pág-. 309.
11. Véase el número I de nuQStros Documentos; N*^
varrete, t. III, pág. 112, y Torres de Mendoza, t. XXXI,
pág. 285.
la, Navarrete, t. III, pág. ii3.
i3. Década I, libro VII, capítulo IX.
CVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
mercedes hechas por el monarca en algunas
cosas de la citada isla, se verificaron en i5o5,
y nó cuatro años después, como lo supone.
De gran consideración gozaba por enton-
ces Yáñez Pinzón ante el monarca, quien
preocupado de preparar una expedición para
la Especería, — de la que no hemos de ocu-
parnos en este momento, — ecribía con fecha
1 3 de Marzo de i5o5 á los Oficiales Reales
de Sevilla diciéndoles que Vespucio y Yáñez
Pinzón habían de entender en ella M, y cinco
meses más tarde (ii de Agosto) les repetía
que diesen á ambos, para el gasto de sus
casas», en cada año que en ello se ocuparen,»
doce mil maravedís y otras gratificacio-
nes i5, Y en realidad, tan largos iban aque-
llos preparativos que más de un año después,
en 23 de Agosto de i5o6, encargaba á los
mismos funcionarios que hablasen á Ves-
pucio y á Yáñez Pinzón para que expresa-
sen si sería tiempo de que la armada par-
tiese antes del próximo invierno i6.
14. Véase la real cédula tocante á esto, publicada en
Torres de Mendoza, t. XXXI, pág. 283.
i5. Real cédula de la fecha indicada, inserta en la
página 386 del tomo XXXI de la Colección de Torres
de Mendoza.
16. Real cédula publicada por Navarrete, t. III, pá-
gina 294, en Torres de Mendoza, t. XXXIX, pag. i38,
y reproducida en el número II de nuestros 'Documen-
tos.
VIAJE DE l5o6 CVH
Los datos que resultan de estos documen-
tos oficiales manifiestan, pues, de la manera
más perentoria que aún en 23 de Agosto
de i5o6, año en que se supone realizado el
viaje de que venimos ocupándonos, Yáñez
Pinzón no se había movido de Palos. Por
demás aventurado seria, por lo tanto, creer que
se hubiese podido verificar en los pr.merosóen
los últimos meses de ese año, cuando el tex-
to claro y explícito de las piezas que recor-
damos hacen alusión á la presencia de Yáñez
Pinzón en Palos ^7.
Por fin, cuando, como lo hemos de ver más
adelante, Herrera atribuye á Diaz de Solís
otro viaje imaginario — cuya no existencia está
plenamente comprobada; — cuando sabemos
que los detalles que da respecto á éste de
i5o6 coinciden en parte con el verdadero efec-
tuado dos años después, — siempre según la
relación de Las Casas — no puede quedar en
el ánimo duda alguna de que aquél es tam-
bién puramente imaginario i8.
17. Nuestro marino ni siquiera había ido á Sevilla
á conferenciar con los oficiales, pues consta que éstos
le escribieron allí. Véase Navarrete, t, III, pág. 3o2.
18. Harrisse, después de colacionar los textos de
Mártir de Angrleria, López de Gomara. Las Casas y He-
rrera, expresa: «Asi vino á suceder que desde el año
1601 hasta el dia, todos los historiadores de los descu-
brimientos marítimos, han erróneamente creído, de-
clarado y repetido que Yucatán había sido descubierto
por Vicente Yáñez Pinzón y Juan Diaz de Solís desde
tan atrás como i5o6.» The discovery of North Ameri-
ca, pág. 464.
V
Viaje de Díaz de Solis y Yáñez 'Pinzón
en i5o8 al Nuevo Mundo
SUMARIO. — Proyectos de colonización en el Nuevo
Mundo. — Estagnación que se ,nota en los descu-
brimientos.—El Rey Católico resuelve darles nue-
vo impulso.— Al efecto van á la Corte Vespucio,
Juan de la Cosa, YáñezPinzón y Díaz de Solis. —
Este ingresa al servicio de España como piloto.
—Conferencia celebrada en Burgos.— Acuérdase
que Yáñez Pinzón y Diaz de Solis vayan á descu-
brir.—Primeras disposiciones adoptadas al inten-
to.— Preparativos de viaje. — Mercedes que el Rey
otorga á Yáñez Pinzón y Diaz de Solis. — Capitu-
lación que celebran con el monarca. — Verdadero
objetivo del viaje. — Creencia general acerca de la
existencia- de un estrecho. — Aprestos para la par-
tida.— Ruta seguida según Herrera.— Error en que
incurre.— Relato del P. Las Casas.— Id. de Don
Hernando Colón.— Itinerario que han debido se-
guir según el P. Las Casas.— Similitud del viaje
atribuido á Yáñez Pinzón y Diaz de Solis con el
que se dice ejecutado por Vespucio (nota). — Testi-
monios producidos en los pleitos de Colón.— Opi-
nión de Harrisse.— Puntos controvertibles.— Re-
ex JUAN DÍAZ DE SOLIS
lación de Mártir de Ang-leria.— Comprobación
que encuentra en los documentos.— Regreso de la
expedición.
N el capítulo III dejamos consignados
en compendio el cuadro de los descu-
brimientos verificados por los marinos
españoles hasta el año de i3o3. Desde enton-
ces, se ve cesar casi de repente ese movimien-
to de exploración del Nuevo Mundo, y pasa
un año y otro sin que una sola vela cruce el
océano con proyectos de arrancar sus secre-
tos al ignorado continente. Colón había muer-
to en i5o6, pero casi todos los audaces nau-
tas que en aquella primera época mandaron
las naves castellanas vivían aún; y según se
habrá visto, manifestábanse más empeñados
en colonizar que en descubrir, como si can-
sados de gloria y abrumados por la magnitud
inmensa de las tierras que tenían reconoci-
das, estimasen que era tiempo de sentar en
ellas la base de futuras colonias que les ha-
bían de proporcionar los tesoros de que ca-
recían. Es verdad que los monarcas españoles,
como lo insinuábamos, preocupados de los
descubrimientos que por su parte habían efec-
tuado los ingleses y los portugueses, estima-
ban que era llegado el momento de agregar
definitivamente á la corona de Castilla, por
medio de establecimientos duraderos, el Nue-
VIAJE DE l5o8 CXI
vü Mundo que el inmortal navegante genovés
les había obsequiado. Pero, estas mismas ten-
tativas de colonización no pasaron, en su ge-
neralidad, de meros proyectos, y lo cierto es
que aún los que para ello tenían celebradas
capitulaciones, probablemente por falta de
elementos, hubieron de dar de mano, llegado
el caso del cumplimiento, los contratos cele-
brados con los monarcas.
Antonio de Herrera nos informa que la cau-
sa principal de la estagnación que hacemos
notar, en los asuntos de Indias debióse á la
ausencia de la Península del rey don Fernan-
do, pero que á su regreso, que tuvo lugar á
mediados de i5o7, adquirieron nuevo impul-
so. Después de dar á conocer el cronista
castellano algunas medidas de buen gobier-
no adoptadas por el monarca en aquél enton-
ces, añade:
«Puso asimismo gran cuidado en tratar de
descubrimientos, porque durante su ausencia
de estos reinos, se había aflojado mucho en
ello: mandó llamar á la Corte á Juan Diaz
de Solís, Vicente Yánez Pinzón, Juan de la
Cosa y Américo Vespucio, hombres pláticos
en esta navegación de las Indias; y habiendo
platicado con ellos, se acordó que con-
venía que se fuese descubriendo al Sur, por
toda la costa del Brasil adelante, y que pues
estaba descubierta tanta parte de la costa
CXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
de Tierra Firme, desde Paria á Poniente, se
procurase de poblar en ella: y mandó que se
aparejasen dos carabelas, en que fuesen estos
pilotos á este descubrimiento; y porque era
necesario que uno quedase en Sevilla para
hacer las marcas, y pareció que de esto era
más platico Américo Vespucio, se mandó que
se le encomendase con título de Piloto Mayor,
con cincuenta mil maravedís de salario al año:
y el título se le dio en Burgos á veinte y dos
de Marzo», i
«Dióse también título de pilotos reales á
Juan Diaz de Solís, y Vicente Yáñez Pinzón,
con el mismo salario».
Herrera añade que se aprestaron, en efecto,
las carabelas, y que en una de ellas fué por
piloto Pedro de Ledesma; y después de dar
un extracto de las instrucciones que llevaban
Yáñez Pinzón y Díaz de Solís, entra á rela-
tar el viaje que efectuaron.
Hemos debido comenzar por recordar las
palabras del cronista de Indias, porque desde
1601, en que se publicó su obra, puede decir-
I. El titulo se le dio efectivamente en 22 de Marzo,
pero no del año iSoy sino del siguiente. Véase en Na-
varrete, tomo III, pág, 297, la real cédula en que se
señala á Vespucio el sueldo de piloto mayor. El titulo
lleva en realidad la fecha de 6 de Agosto de dicho
año de i5o8, y ha sido publicado en Navarrete, t. III.
pág. 299 y bajo el número III de nuestros DocumentoSf
VIAJE DE l5o8 GXIII
se que ha sido la única fuente seguida por los
que en España, en América y en el extran-
jero se han ocupado de relatar estos sucesos.
Hasta aquí llegaremos en nuestras citas
del cronista de Indias, pues no es posible pa-
sar adelante sin entrar en algunos detalles de
los hechos que consigna, y, sobre todo, sin
detenernos en la relación del viaje que supo-
ne efectuaron aquellas dos carabelas.
Con fecha 7 de Noviembre de iSoy, esto es,
apenas dos nieses después de haber regresado
á España, el rey Don Fernando ordenaba
que Américo Vespucio y Juan de la Cosa se
presentasen en la Corte. No hay constancia de
orden semejante para Yáñez Pinzón y Diaz
de Solís, pero sí resulta de toda evidencia que
los cuatro partieron para Burgos desde Sevi-
lla, donde se hallaban, 3 en los primeros días
-de Febrero de i5o8, casi con certeza el 8. 4 .
^•Cómo era que Diaz de Solís marchaba á la
2. Véase la minuta de este despacho en Navarrete,
tomo III, pág-. 114.
3. Asi consta expresamente, al menos por lo tocante
á Yiiñez Pinzón y Diaz de Solis, de la real cédula de
21 de Marzo de i5o8, que lleva el número V en nues-
tros '^Documentos.
4. Se abonaron al tesorero seis mil ducados de oro
■que «los 8 de Febrero de i5o8 años se enviaron á S.
A. con Juan de la Cosa é Amérigo Vespuche.» Nava_
rrete, t. III, pág. 804. Es indudable que con ellos iban
Diaz de Solis y Yáñez Pinzón por lo que resulta de
8
CXIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
Corte sin llamado especial del Rey? ^^ El he-
cho es fácil de explicar, cuando se sabe qne
los Oficiales reales de Sevilla, conocedores de
los proyectos del monarca, y, á la vez, de las
condiciones de saber y de práctica en la na-
vegación que adornaban á Diaz de Solís, re-
solvieron de su cuenta recibirlo al servicio de
la nación, señalándole salario, acogiéndole
entre los pilotos reales, y, por fin, despachán-
dole á la Corte en compañía de Vespucio, La
Cosa y Yáñez Pinzón. Estas circunstancias
constan de una real cédula despachada en
Burgos á 3 de Marzo de i5o8, en la que se
lee textualmente: «en lo. del salario que he-
cistes á Juan Diaz de Solís de diez mili ma-
ravedís y á los otros pilotos á este respecto
para en cuenta del salario que han de haber,
fué muy buen fecho, y asimismo acoger en
esta compañía de los dichos pilotos, al dicho-
Juan Diaz, por ser, segund decís, personada
mucha ispiriencia, de quien yo podré servir-
me para las cosas del descobrir». 6
la partida que precede á la anterior: «Se enviaron ^
con Juan de la Cosa, é Amerigro, é Vicente Yáñez é
Juan Diaz Solis.» Ibid.
5. En la real cédula que lleva el número V de nues-
tros 'Documentos se dice que fué por su mandador
pero esto debe entenderse en los términos de la carta
á los Oficiales de que hablamos mas abajo.
6. Archivo de Indias, estante 145, cajón 2, legajo 2^
I
VIAJE DE l5o8 CXV
Según este documento, el ingreso de Diazde
Solís al servicio de España, con título oficial,
ha debido verificarse en los primeros días del
año de i5o8.
Llegados, pues, los cuatro pilotos á Burgos,
donde aún permanecía Don Fernando, tuvo
lugar la anunciada conferencia, á mediados de
Marzo de aquel año, 7 sin que sepamosquiénes
asistieron á ella, además de los pilotos, si
bien es de creer que estuvieran presentes
también el Obispo de Falencia y el secreta-
rio Conchillos. Consta sí, que resuelto el aban-
dono del proyecto de la armada á la Espe-
cería, 8 que había sido la preocupación cons-
7. Los primeros despachos fechados, que fueron el
resultado de esa conferencia, se expidieron en 21 de
Marzo, y dado el carácter de urgencia con que se les
remitió á Sevilla, nos inclinamos á pensar que debe
haberse celebrado quizás dos ó tres días antes del 21.
8. El abandono del proyecto de viaje á la Especería
tuvo lugar definitivamente, en virtud de orden del
Rey, el 21 de Octubre de iSoy, según el tenor literal de
la real cédula dirigida á los Oficiales Reales que lleva
aquella fecha, y que en la parte que nos interesa es
como sigue: «á lo que decis, si no me he de servir de
las dos naos que agora vinieron, para lo de la Espece-
ría como estaba acordado, que seria mejor disponer
dellas: digo que como acá lo platiqué con vos el dicho
dotor, me parece que es mejor que el tiempo y gasto
y trabajo que se había de poner en lo de la Especería.
se ponga en labrar las minas nuevas y en enviar á
la tierra firme donde postreramente se falló el oro.» —
CXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
tante del monarca en el último tiempo, se dis-
puso que se aparejasen sin pérdida de tiempo
dos navios, cuyo mando debían llevar Yáñez
Pinzón y Diaz de Solís, y que con ellos, si
fuese posible, antes de Mayo se dirigiesen á
descubrir «á la parte norte, fácia el occiden-
te». 9 Despachóse sin pérdida de tiempo un
correo á los oficiales reales de Sevilla con el
memorial de los primeros elementos que de-
bían acopiar para que la partida pudiese te-
ner lugar en la época señalada, previniéndoles
que tras de ese correo iría luego el piloto con
la lista de lo demás que fuese necesario alistar
para el camino, y especialmente las tripula-
ciones. «Solamente vos avisamos, repetía el
secretario del monarca, cómo para el despa-
cho son menester ochocientos é cincuenta mili
maravedís, para que tengáis cuidado de tener
recabdo dellos para el dicho tiempo, porque
cumple mucho al servicio de su Alteza, porque
si no estáis proveídos de dineros os apercibáis
desto, porque del dinero primero que venga lo
(Archivo de Indias, 148-2-2.) Esto se comprueba con lo
Cjue se desprende claramente del 'iMemorial que pu-
blicamos bajo el número IV de nuestros Documejitos:
,..«se ha de tomar la carabela que se llama Isabeleta ,
que se hizo para el armada que había de ir á la Es-
pecería.»
9. Párrafo primero de la capitulación real de 23 de
de Marzo de i5o8, pcig. 26 de nuestros Documentos.
VIAJE DE l5o8 CXVII
completéis; y si allá pareciere, concluía, que
se deben proveer luego otras cosas que sean
menester para ese efecto, entre tanto quel
dicho piloto y el memorial que ha de llevar
llega, aparéjense prontamente con esto que
aquí va». Y pocos días más tarde, el mo-
narca en persona les escribía que Yáñez Pin-
zón y Díaz de Solís les presentarían el segun-
do memorial anunciado de lo que parecía
más necesario para el viaje, «é como quiera,
añadía, que éste es conforme á lo que ellos
pidieron, si allá les paresciere, ó vos parecie-
se que otras cosas más de las contenidas en
el dicho memorial fuesen menester, provéan-
se hasta en la cuantía que vos escrebí de los
ochocientos é cincuenta mili maravedís, por
manera que de todo lleven el recabdo que
conviene, é que de cosa no haya falta, como
para semejante camino se requiere. . lo» En-
cargábales el monarca que socorriesen á Diaz
de Solís y Yáñez Pinzón, con ocho meses
adelantados de su sueldo, «al respeto de sus
asientos que llevaban»; «é pues veis, termi-
naba por decirles, cuanto esto conviene á
nuestro servicio, poned en ello el recabdo é
diligencia que de vosotros confío, que en ello
me serviréis mucho».
Las carabelas debían ser dos, cada una de
10. Documento número VIL
CXVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
cincuenta h á setenta toneles; las tripula-
ciones de ambas constarían de cincuenta y
siete personas, 12 y al tenor del porte de aqué-
llas y del número de éstas eran los aparejos,
víveres y otros elementos, calculado todo para
un viage de tres meses. Lo que el Rey que-
ría, más que nada, era que todo estuviese á
punto para el mes de Mayo inmediato, sin
falta alguna, «porque para el dicho tiempo
partan con la bendición de Dios, é haréis sa-
ber á Su Alteza, les encargaba el Obispo de
Falencia, el recabdo que en ello hay, é á la
hora que hicieren vela, con un correo dili-
jente».
En proporción al servicio que el monarca
esperaba le hiciesen Yáñez Pinzón y Diazde
Solís, fueron también las mercedes que des-
de luego les otorgó. Comenzó por ordenar se
pagase á cada uno diez mil maravedís, como
ayuda de costas por el viaje que habían he-
cho de Sevilla y por el de regreso, y lo que
era más importante y debía satisfacer por
completo las aspiraciones del portugués, dio
11. 5o toneles valían tanto como 60 toneladas de las
actuales. Navarrete.
12. Debían ser éstas: 24 marineros, 16 grumetes, 6
pajes, 2 pilotos «de respeto», uno en cada carabela, 2
maestres, 2 carpinteros, 2 calafates, 2 lombarderos»
I tonelero. Entre los marineros se contaba un clérigo'
lo que debe entenderse por lo respectivo al sueldo.
VIAJE DE l5o8 CXIX
á ambos también el título de pilotos mayores,
con el sueldo anual de cuarenta mil mara-
vedís cuando estuviesen en tierra, y de cua-
renta y ocho cuando navegasen, aé todavía,
reza el despacho, dos cahíces de trigo para
el proveimiento de su casa, en cada año» i3
Conforme á lo establecido en semejantes
■casos, ambos marinos procedieron á celebrar
<:on el rey el respectivo contrato ó capitula-
ción, á cuyo texto debían amoldarse durante
el viaje y en que se expresaban también las
ventajas que se les concedían. Esa capitula-
ción lleva fecha 23 de Marzo de i5o8 y dice
en sus puntos principales que la escuadrilla
debía partir de Cádiz, como estaba mandado
respecto de todas las que se dirigían al Nue-
vo Mundo; la derrota debía darla Juan Diaz
<le Solís, quien llevaría también el, faraón (la
•delantera) después de comunicarla con Yá-
ñez Pinzón, con los pilotos, maestres y de-
más hombres de consejo; todos los días, ma-
ñana y tarde, debía hablar una nave con la
otra, al menos en la tarde, para acordar lo
que se debía hacer en la noche; bajo ningún
concepto, salvo caso de extrema necesidad,
beberían tocar en tierras del Rev del Portu-
i3. Véanse las dos reales cédulas á que hacemos re-
ferencia bajo los números V y VI de nuestros 'Docu-^
jnentos.
GXX JUAN DÍAZ DE SOLIS
gal, para lo cual se les manifestaba corno-
debía entenderse la línea de demarcación es-
tablecida entre ambas coronas; una vez echa-
da el ancla y llegados en tierra, habría de
obedecerse en todo á Pinzón, procurando de
no alborotar la gente que hallaren , con la
cual no podría nadie rescatar (contratar) sino
en presencia del veedor y escribano de la.
armada; dábanse sobre este punto ciertas ven-
tajas, tanto á Yañez Pinzón como á Diaz de
Solís, á condición que los rescates no fuesen
de oro, plata, piedras preciosas ni guanin ^4,
que debían pertenecer al rey. En resum.en
decía éste, «mando á los maestres é marine- ,
ros, grumetes, pajes é otras personas que en
los dichos navios fueren, que os obedezcan
como á mis capitanes ellos é fagan lo que
vosotros de mi parte les mandáredes cumpli-
dero á nuestro servicio, faciendo en lo del
navegar lo que á vos el dicho Juan Diaz de
14. Guanin valía tanto como decir aleación de oro
de baja ley. Véase la real cédula de '*> de Diciembre
de i5oi publicada en Torres de Mendo/a, tomo XXXI,
página 108, en que se trata especialmente «de ciertos
metales que se dice guanines», cuyo comercio se pro-
hibió entonces sin especial licencia del Rey, bajo pena
de perdimiento de la especie y de todos los bienes del
delincuente. Conviene tener presente el significado de
guanin porque ha sido ¿I veces mal interpretado, como
lo veremos en la sección bibliográfica de esta obra.
VIAJE DE l5o8 CXXI
Solís paresciere, é en lo de la tierra, lo que
vos el dicho Vicente Yáñez dijierdes»: cláu-
sula final que manifiesta cuanto era el crédito
que merecía Diazde Solís por su pericia náu-
tica, cuando se le sobreponía á hombre tan
experto en las cosas de la mar como Yañez
Pinzón, y á la vez, cuan poca confianza se
tenía en lo que ejecutase una vez en tierra...
Por una real cédula que lleva la misma fe-
cha de la capitulación, se nombró á Alonso
Páez veedor y escribano de la armada, y por
otra posterior en cinco días, se designó como
uno de los pilotos que debían ir de respeto
á Pedro de Ledesma, á quien se mandaba
socorrer también con ocho meses adelantados
de sueldo i5.
Pero, sin duda alguna, lo que más nos in-
teresa en esa capitulación, son las indicacio-
nes expresas que en ella se encuentran acerca
del rumbo que debía llevar la arraada, el pro-
pósito con que iba y el camino que debía traer
á su regreso, que todo consta de aquel no-
i5. Véanse los nombramientos de ambos en nues-
tros Documentos números X y XII. No consta cual fue-
se el nombre del otro piloto que habia de ir de res-
peto, pero parece muy probable que fuese ó Juan de
Santander ó un Maldonado, á quienes se refiere Barto-
lomé Roldan en la declaración que prestó en el pleito
de Colón, Véase la pág-. io6 de nutsivos Documentos.
CXXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
table documento y ha de servirnos para
aquilatar los dictados que Herrera y otros
historiadores han estampado á ese respecto,
y explicarnos, á la vez, lo ocurrido á Diaz de
Solís á su regreso á España.
Se recordará que aquel autor aseveraba, al
hablar de este viaje de Diaz de Solís del año
de i5o8, que había ido á dar en la tierra firme
al Cabo de San Agustín, «y pasando ade-
lante, llevando la vía del Sur, costeando la
tierra firme, fueron á ponerse casi en cua-
renta grados de la otra parte de la Línea Equi-
nocial». Según Herrera, pues, nuestros nave-
gantes, desde las islas de Cabo Verde, ende-
rezaron las proas al sur y se avanzaron hasta
cuarenta grados de latitud austral.
Pues bien, de la capitulación real que ve-
nimos estudiando, resulta, desde luego, que
las instrucciones que llevaban eran absoluta-
mente opuestas á lo que asevera el cronista de
Indias. Comienza ese interesante documento
por prevenirles, como ya lo dejamos indicado,
que habían de ir «á la parte norte, hacia el
occidente», y esto mismo repite el Rey en el
nombramiento que dio á Alonso Páez de
veedor y escribano de la armada, literalmen-
te que «por cuanto por mi mandado, decía,
van en dos carabelas Viceinte Yáñez Pinzón
é Juan Diaz de Solís, nuestros pilotos, por
capitanes dellas, á descubrir á la parte del
VIAJE DE l5o8 CXXIII
norte,» etc. Se ve, pues, que ambos docu-
mentos coinciden perfectamente en este pun-
to capital del rumbo que debía llevar la ex-
pedición, que era al norte y nó hacia el sur,
como afirmaba Herrera que en el hecho había
acontecido.
Ordenábales también el rey en esa capitu-
lación, que una vez que determinasen regre-
sar á España, ya fuese por habérseles acaba-
do los mantenimientos, ó por otra necesidad,
lo hiciesen en derechura á la Península, salvo
que les fuese más útil y provechoso tocar en
la Española, que en tal caso debían dar
cuenta al Gobernador del viaje que hubiesen
hecho y de los descubrimientos realizados;
y por fin, que se encaminasen á Cádiz, sin
entrar ni tocar en puerto alguno que fuese
extranjero, y si tal caso llegase por causa de
tormenta, continuasen su viaje á la mayor
brevedad, sin dar cuenta de lo que trajesen,
ni del camino andado, «así por donde fuístes
ni venistes, ni otra cosa alguna».
Pero de esa capitulación se deduce todavía
otro hecho importante que viene á darnos la
clave del objeto con que era equipada y des-
pachada la escuadrilla. En efecto, después de
recomendarles que no se detuviesen en los
puertos más tiempo del que les bastase para
tomar lo que hubiesen menester, les ordenaba
■el monarca que «siguiesen la navegación para
CXXIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
descubrir aquel canal ó mar abierto que prin-
cipalmente is á buscar é que yo quiero que
se busque, é haciendo lo contrario, seré muy
deservido é lo mandaré castigar é proveer
como á nuestro servicio cumpla.»
Hé aquí, pues, determinado de una manera
categórica el objetivo del viaje: «descubrir
aquel canal ó mar abierto» que se suponía
existir hacia la parte norte de la línea equinoc-
cial, que había de señalar el derrotero á
las verdaderas regiones del Oriente, donde se
criaba el clavo y demás especias considera-
dos entonces como fuente de riqueza comer-
cial. Habíase abierto ya camino, por ese en-
tonces la creencia de que las tierras descu-
biertas por Colón no eran el Catayo Oriental
con el cual siempre éste había soñado, sino
que estaban aún mucho más lejos y que para
llegar á ellas debía haber algún estrecho que
dividiese la tierra firme del continente nueva-
mente hallado y permitiese á las naves espa-
ñoles pasar á lo largo de las posesiones del
Rey de Portugal.
Pero antes de seguir adelante en nuestra
relato, se hace indispensable que traigamos
á colación y expliquemos cómo había germi-
nado en el ánimo del Rey esa creencia de la
existencia del estrecho tan anhelosamente
buscado.
Refiere Las Casas, que hallándose Colón
VIAJE DE l5o8 CXXV
en la Corte ocupado en gestionar su cuarto
viaje por los años de i5oi, manifestaba á la
Reina Isabel que «creía hallar estrecho de mar
en el paraje del puerto del Retrete, que ago-
ra es el Nombre de Dios; i6 y así, dominado
por esta idea, se le ve que en aquel viaje, des-
de Puerto Escondido, en Cuba, pone proa
derechamente al occidente hasta dar con el
Cabo de Higueras, sigue hacia el sur, reco-
noce, en efecto, el paraje donde se imaginaba
que debía estar el paso y sólo después de
eso vuelve á Cuba. 17 Don Fernando Colón,
que iba en aquella ocasión al lado de su pa-
dre, nos cuenta también que aunque el Al-
mirante supo por ciertos indios las grandes
riquezas que había en la parte que después
se llamó Nueva España, «no quiso ir allá, pa-
reciéndole que estando aquellos países á so-
tavento, podía navegar á ellos desde Cuba
cuando le tuviese más conveniencia, antes si-
guió su designio á descubrir el estrecho de
tierra firme para abrir la navegación del mar
16. Historia de las Indias, t. III, pág. 22. Herrera,
década I, libro V, capitulo I, copia en esta parte casi
al pié de la letra el texto de Las Casas.
17. ...«Se fué á Puerto Escondido, y de allí, querien-
do buscar estrecho para pasar de la otra parte de la
equinocccial, como lo había dado á entender á los
Reyes, fuese derecho al poniente,» etc.. López de Go-
mara, pág. 171, edic. cit.
CXXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
de Mediodía, de que tenía gran neeesidad para
descubrir las tierras de la Especería, y así de-
terminó seguir el camino de oriente hacia
Veragua y Nombre de Dios, donde imaginaba
y creía estuviese el estrecho referido, como
en efecto estaba, pero se engañó en la inteli-
gencia, porque él no pensó que fuese estre-
cho de tierra, como son otros, sino de mar.» i8
«Américo Vespucio, florentino, que tam-
bién él se hace descubridor de Indias por
Castilla, cuenta López de Gomara, dice cómo
fué al mesmo cabo, (el que nombró de San
Agustín) el año de i, con tres carabelas que
dio el Rey Manuel de Portogal, para buscar
estrecho en aquella costa por do ir á las Mo-
lucas, y que navegó desta hecha hasta se po-
ner en cuarenta grados allende la Equino-
cial.» í9
Este mismo autor, en otra parte de su li-
bro, expresaba: «Muchos han ido á costear la
tierra del Labrador por ver adonde llegaba, y
por saber si había paso de mar por allí, para
ir á las Molucas y Especiería, que caen, como
en otro lugar diremos, so la línea Equinocial,
creyendo acortar mucho el camino, habién-
dole. Castellanos lo buscaron primero, como
i8. Historia del Almirante, t. II, pág. i5i, ed. cas-
tellana de 1892.
19. Historia de las Indias, pág. 211.
VIAIE DE l5o8 CXXVII
les pertenescen aquellas islas de las Espe-
cias; y por saber y conoscer la tierra por suya.
Y portugueses también, por atajar navega-
ción, si la hubiera, y enredar el pleito que so-
bre ellas traían, pai-a nunca lo acabar; y así,
fué allá Gaspar Cortes Reales, año de i5oo,
con dos carabelas. No halló el estrecho que
buscaba.» 20
La expedición que en i5o6 se organizaba
para ir á la Especería y que hubo de dejarse
en el año inmediato, principalmente por las
reclamaciones de Portugal, parece probable
que estuviese encaminada en parte al mismo
fin.
El hecho indudable que se desprende de
estos antecedentes que enunciamos á la ligera,
es el empeño que la Corte puso, desde que se
sospechó que el Nuevo Mundo era en reali-
dad un continente distinto de la India Orien-
tal, en poseer un paso que permitiese á las
naves españolas ahorrar la vuelta del Cabo
de Buena Esperanza para llegar á las regio-
nes donde se criaban las especias; empeño
que continuó después del viaje que vamos a
historiar y aún después que ya Magallanes
había encontrado ese estrecho por el sur.
Volvamos ahora á Yáñez Pinzón y á Diaz
de Solís, á quienes dejábamos en Burgos. La
20. Historia de las Indias, pág. 177.
CXXVIII JUAN DÍAZ DE SOLÍS
capitulación celebrada por ellos para ir en
busca de ese estrecho, se firmaba allí el 23 de
Marzo de i5o8. Dos días más tarde, ambos
navegantes partían con dirección á Sevilla
para «poner en obra» lo pactado. 21
Precisamente en los momentos en que Vá-
fiez Pinzón y Diazde Solís firmaban en Bur-
gos su contrato de descubrimiento, los ofi-
ciales reales escribían al monarca, que, en
conformidad á sus instrucciones, apresuraban
cuanto podían los aprestos de las dos cara-
belas en que aquéllos habían de ir. «He ha-
bido placer, les respondía en 8 de Abril, en
saber el buen recabdo que hay de las dos
carabelas para este viaje, que en buena hora
han de hacer Viceinte Añez y Juan Diaz, y
porque decís que de todo lo que para ello es
menester, asimismo habrá buen recabdo, ya
habréis visto lo que sobre ello vos he manda-
do escrebir.» Y á continuación insiste en re-
comendarles, que como quería que el despa-
21. La fecha de la partida consta de la sigruiente ano-
tación puesta al pié de la capitulación: «Recibimos yo,
Juan Diaz de Solis é Vicente Yáñez Pinzón todo el
despacho que aqui se contiene, y partimos con ello
para ponerlo en obra, Sábado XXV de Marzo de mil
quinientos ocho años. — Vicente Añez. — Juan Dia^
de íolys.r) Esta es la única firma de Diaz de Solis
que se conoce. Véase más adelante. La de Yáñez
Pinzón es la que va al fin de este capitulo.
VIAJE DE l5o8 CXXIX
cho de aquéllos fuese breve, les mandaba de
nuevo se esforzasen para que pudiesen hacer-
se á la vela por el mes de Mayo inmediato,
proveyéndoles de lo que pidiesen, «á su con-
tentamiento», conforme al memorial que lle-
vaban.
En cuanto á los dineros de que debía sa-
carse el gasto que demandase el apresto de las
naves, disponía que se tomasen tres mil pe-
sos de una partida de nueve mil que acaba-
ba de llegar de las Indias. 22
Terminados al fin, aunque no con la pre-
mura por que urgía, el rey, los aprestos para el
proveimiento y demás cosas necesarias á las
dos carabelas, que vinieron á importar un
millón setecientos ochenta y tres maravedís y
medio, 23 nuestros navegantes se hicieron á la
vela desde el puerto de San Lücar 24 el 29 de
•11. Véase nuestro documento XIII.
23. En la hoja 55 vuelta del libro I de la Casa de la
Contratación, que existe en el Archivo de Indias, está
anotado el dato, en la forma siguiente: «Que pagó por
el costo de la armazón de las dos carabelas [en] que
van á descubrir Vicente Añez é Juan Diaz de íblis, un
cuento, é siete cientos é ochenta é tres maravedis é me-
dio.» Consta que una de estas carabelas se nombraba
La Magdalena. Véase la página i65 de nuestros Do~
cumentos.
24. Herrera dice que la partida tuvo lugar desde Se-
villa, pero como Sanlúcar está más abajo en el Gua-
dalquivir, no hay oposición entre ambos datos. Si la
9
CXXX JUAN DÍAZ DE SOLIS
Junio de i5o8. 25 Vamos á ver ahora el modo
de determinar la ruta que siguieron.
Herrera, al hablar de este viaje de i5o8,
dice que desde las islas de Cabo Verde «fue-
ron á dar en la tierra ñrme al Cabo de San
Agustín, y pasando adelante, llevando la vía
del sur, costeando la tierra firme, fueron á
ponerse casi en cuarenta grados de la otra
parte de la línea equinocial, y pareciéndoles
que era bien dar la vuelta, se tornaron á Cas-
tilla, habiendo tenido poca conformidad en
este viaje, por lo cual se mandó en Sevilla
fecha que da Navarrete es exacta, es claro que de Se-
villa han debido partir algún tiempo antes, quizás dos
ó tres dias, para detenerse luego en Sanlúcar y revis-
tar allí las tripulaciones ó adquirir víveres.
25. Asi lo trae Navan ete, t, III, pág. 47, sin que se-
pamos de donde tomó este dato, pero, como lo observa
Harrise (The discovery of Nortii América, pág-. 463),
la precisión con que lo da compele al cnitico á aceptar
esa fecha. En la página i65 de nuestros Documentos
se registra un pago hecho á los herederos de Diego
de Utrera, que acompañó á Diaz de Solis, por sus sueldos
«desde 8 de Agosto» de i5o8: lo que pudiera acaso indi-
car que ese fué el dia de la partida, pero como tam-
bién pudo suceder que se le hubiese pagado antes de
su partida hasta esa fecha, preferimos atenernos al
dato de Navarrete.
No hay constancia del número de hombres que lle-
vaban, pues los libros de esa armada (como resulta
de la partida que citamos en la nota siguiente), no
parece, si bien es probable que el de entrambas na-
ves no excediese de las 57 personas para quienes se
VIAJE DE i5o8 cxxxr
recibir información, y hallando culpado á
Juan Diaz de Solís, los oficiales déla Casada
la Contratación le prendieron y enviaron á la
cárcel real de la corte, y á Vicente Yáñez
hizo el Rey merced y en particular en algunas
cosas en la isla de San Juan, que no tuvieron
efecto» 26.
Por lo que toca á este último punto, ya
queda dicho que las mercedes de que habla el
cronista de Indias como otorgadas á Yáñez
Pinzón, databan de tres años antes, y pues
no hay constancia en los documentos de otras
nuevas mercedes tocantes al mismo punto,
claro está que su relación en esta parte está
-equivocada.
Hemos indicado también que en virtud de
las instrucciones que Yáñez Pinzón y Diaz de
Solís llevaban, debían enderezar su viaje «á la
habían consultado los sueldos; ni menos aparece tam-
poco el nombre de sus tripulantes. Fuera de Yáñez
Pinzón, Diaz de Solis, de Ledesma, de Juan de Santan-
der, de un Maldonado. del paje Diego de Utrera, del
maestre de la Mag-dalena Dieg:o Rodríguez y proba-
blemente del escribano Páez, ignoramos como se lla-
maban los demás. En los libros de la Gasa de la Con-
tratación encontramos la anotación de un pago hecho
en 26 de Agosto de i5io á los herederos de ciertos
marineros que habían ido en la armadilla, pero de
nuestros apuntes, no sabemos si por olvido, no consta
-el nombre de ninguno de ellos.
26. Década I, libro Vil, capitulo IX.
CXXXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
parte norte, fácia el occidente;» de tal modo,
que si no suponemos que ambos marinos tra-
tasen de sustraerse desde el primer momento
á los mandatos reales, tendremos que llegar
forzosamente á la conclusión de que en esta
parte Herrera incurrió en un nuevo error al
decirnos que desde el Cabo de San Agustín
habían continuado costeando la costa hacia
el sur, señalando como límite el grado 40
de latitud. Este antecedente estaría mani-
festando por sí solo el error del cronista,
pues, si como dice, fueron siguiendo la costa
hasta esa altura, debieron encontrar mucho
antes la desembocadura del Río de la Plata,
hecho geográfico importantísimo que na ha-
bría podido pasar desapercibido entonces. 27
Se ve, pues, desde luego, que lo que hay
incontestablemente de cierto en las afirma-
ciones del cronista, es — como lo veremos
pronto — la prisión de Diaz de Solís á su re-
greso á España, ya por desconformidad con
su compañero Yáñez Pinzón, ya por otras
causas que hemos de examinar.
Por último, por lo que toca al relato de los
27. Herrera que comprendía esto, hubo de afirmar
más adelante que el descubrimiento tuvo en efecto
lugar en este viaje de i5o8, «que entonces hallaron
aquel g-ran rio que dijeron de Solis y ahora llaman
de la Plata.»
VIAJE DE i5o8 cxxxiir
viajes, verdaderos ó supuestos, de Diaz de
Solís, que se hallan mencionados en Herrera,
dejábamos también insinuado que este de
i5o8 y el de i5o6, que suponía efectuado á
Yucatán, eran en realidad uno mismo. Pero
como en esta parte, es manifiesto que el cro-
nista bebió sus datos en la Historia de las In-
dias del P. Las Casas, comenzaremos por
reproducir lo que este autor nos dice al res-
pecto.
«Sabido en Castilla, cuenta el dominico, lo
.que había descubierto el Almirante, acorda-
ran luego, un Juan Diaz de Solís y Vicente
Yáñez Pinzón... de ir á descubrir é proseguir
el camino que en el cuarto viaje, y descubri-
miento postrero, dejaba hecho el Almirante,
los cuales fueron á tomar el hilo desde la isla
ó islas de los Guanajes, que dijimos haber
-descubierto el Almirante en su postrer viaje,
y dellas tornarse hacia el Oriente. Estos dos
descubridores navegaron, según se puede co-
legir de los dichos de los testigos, que el Fis-
cal presentó en el pleito que trató con el Al-
mirante segundo, de que habemos muchas
veces hecho mención, hacia el Poniente, des-
de los Guanajes, y debieron llegar en paraje
-del golfo Dulce, aunque no lo vieron, porque
€stá escondido, sino que vieron la entrada
que hace la mar entre la tierra que contiene
el golfo Dulce y la de Yucatán, que es como
CXXXIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
una gran ensenada ó bahía grande... Así que^
como vieron aquel rincón grande que hace la
mar entre las dos tierras, la una que está á
la mano izquierda, teniendo las espaldas al
Oriente, y esta es la costa que contiene el
puerto de Caballos, y adelante del el golfo
Dulce, y la otra de la mano derecha, que es
la costa del reino de Yucatán, parecióles gran-
de bahía, y por eso el Vicente Yáñez en la
deposición que con juramento hizo en el dicho
proceso, presentado por testigo por el Fiscal,
dijo: que navegando desde la isla de los Gua-
najes, yendo la costa de luengo, descubrie-
ron una gran bahía, á la cual pusieron
nombre la gran bahía de la Navidad, y que
de allí descubrieron las sierras de Caria, y
otras tierras más adelante, y según los otros
testigos dicen, volvieron al Norte. Y por to-
do esto parece que, sin duda, descubrieron
entonces mucha parte del reino de Yuca-
tán» 28.
Cuando se lee este pasaje y se recuerda en
seguida el que Herrera 29 aplica al viaje que
supone verificado en i5o6, por las causas que
quedan señaladas más atrás, se ve que ha
copiado al dominico casi al pié de la letra; de
28. Capitulo 39, libro IT.
29, Década I, libro VI, capitulo XVII. Transcrito por
nosotros en la página 212.
VIAJE DE l5o8 CXXXV
modo que, en último resultado, la obra de
éste sería la que debería servirnos de base
para contar el viaje de que tratamos, si no
fuese que disponemos también de la relación
de otro contemporáneo, — que en parte puede
parecer interesada, pero bastante importante
en su conjunto, — y de los mismos documen-
tos que sirvieron al P. Las Casas para la re-
dacción de los párrafos de la obra que que-
dan citados. Nos referimos al libro de don
Fernando Colón y al expediente de los pleitos
del Almirante.
Habla don Fernando en su libro del cuarto
viaje de su padre á las Indias y dice con este
motivo:... «Y luego nevegando hacia tierra
firme, la vuelta del iMediodía, llegaron á cier-
tas islas aunque no tomaron tierra,- sino es
en la mayor que se llamaba Guanai'a^ por lo
cual los que después hicieron cartas de ma-
rear las llamaron á todas islas de Guanaros,
que están 12 leguas distantes de la tierra
firme, cerca de la provincia que se llama aho-
ra Cabo de Honduras, aunque el Almirante
la llamó entonces Cabo de^ Casinas^ pero por-
que los que hacen estas cartas sin andar por
el mundo, incurren en grandísimos errores,
los cuales ahora que me ocurre, quiero refe-
rir, aunque rompa el hilo de mi historia.
«Estas mismas islas y la tierra, la ponen
en sus cartas de marear, como si en efecto
CXXXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
fuesen tierras distintas, y siendo el cabo de
Gracias á Dios, el mismo que llaman con
otro nombre, y una cosa misma ambos, los
hacen dos. La causa de esto es, porque des-
pués que el Almirante descubrió estas re-
giones, Juan Díaz de Solís, por cuyo ape-
llido se llamó el Río de la Plata, Rio de Solis
(por haberle muerto allí los indios) y Vicente
Yáñez, que fué capitán de un navio, en el
primer viaje del Almirante, cuando descubrió
las Indias, fueron ambos juntos á descubrir
el año de i5o8, con intención de seguir la
tierra que había descubierto el Almirante,
en el viaje de Veragua, hacia Occidente, y
siguiendo éstos casi el mismo camino, >lle-
g'aron á la costa de Caria y pasaron cerca
del cabo, de Gracias á Dios, hasta la punta
de Casinas, que ellos llamaron de Honduras,
y á las dichas islas de los Guanaros, dando,
como hemos dicho, el nombre de la princi-
pal á todas: de aquí pasason, después, más
adelante, no queriendo confesar que el Al-
mirante hubiese estado en ninguna de aque-
llas partes para atribuirse aquel descubri-
miento, y mostrar que habían hallado un
gran país, sin embargo de que un piloto suyo
llamado Pedro de Ledesma, que había ido
antes con el Almirante al viaje de Veragua,
les dijese que él conocía aquellas regiones,
y que eran de las que él había ayudado á
VIAJE DE l5o8 CXXXVII
descubrir al Almirante, y así me lo refirió
él mismo, lo cual demuestran la razón y de-
signio (diseño) de las cartas, porque se pone
dos veces una misma cosa é isla de una misma
.suerte y en una misma distancia, por haber
pintado aquellas tierras de la misma forma
que eran, pero decían que estaban más ade-
lante de lo que había descubierto el Almi-
rante, de manera que una misma tierra está
dos veces situada en la carta, y queriendo
Dios, lo mostrará más adelante el tiempo y
cuando se navegue más aquella costa, pues
no se hallarán, sino es una vez, tierras de
aquella forma» 3o.
Cuando lemos la relación que del viaje
de que tratamos hacen Las Casas y don Fer-
nando Colón, se ve que ambos coinciden en
-el fondo, y que la de éste trae precisamente
el dato que faltaba á la de aquél: la fecha
de i3o8. Se vé, igualmente, que ambos en
realidad han tomado sus noticias de la mis-
ma fuente: Las Casas en los autos del pro-
ceso y don Fernando Colón de boca del pi-
loto Pedro de Ledesma, cuyo testimonio
figura allí.
Según los que hasta ahora han aceptado
la opinión de Las Casas, el itinerario del viaje
resultaría ser el^ que vamos á detallar, en
3o. Tomo II, págrs. 145-147, ed. de Madrid. 1892, 8.*
CXXXVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
cuanto es posible fijar sus líneas generales
por la relación tan compendiosa que el domi-
nico nos da en su obra.
Desde luego, y por lo que á nosotros toca,
tenemos por muy probable que los nautas á
su salida de las costas de la Península debie-
ron dirigir su rumbo á las Canarias, con más
probabilidad que á Cabo Verde, como lo
quiere Herrera, tanto porque aquellas islas
eran recalada casi obligada de las naves
españolas que por entonces se encamina-
ban á Indias, como porque debían prefe-
rirlas á las que eran del dominio de Portu-
gal, mucho más si se considera que Diaz de
Solís, que llevaba el mando en lo del nave-
gar, no habría de pasar á ellas por razones
que están de manifiesto, como ser su nacio-
nalidad y el objeto mismo de su viaje. De lo
que no puede dudarse, es que desde allí se
dirigieron á la Española. E\ piloto Andrés de
Morales, que por'esos dias se hallaba en ella,
lo dice formalmente en su declaración en el
pleito de Colón, que «vio una carta que es-
cribieron los susodichos al Comendador Ma-
yor 3i^ que era gobernador en esta Isla, [en]
que le hacían saber como pasaban». ^2 Y en
3i. Don fray Nicolás de Lares, de la Orden de Alcán-
tara, Comendador de Lares y después Mayor.
32. Pág-ina 102 de nuestros Documentos. No sabemos
VIAJE DE i5o8 CXXXIX
efecto, navegando hacia tierra firme, «la
vuelta del mediodía», fueron «á tomar el
hilo», según la expresión de Las Casas, á
las islas Guanajos, 33 situadas, al decir de
D. Fernando Colón, que las había visitado
en unión de su padre seis años antes, á doce
leguas distantes de tierra, cerca de la «pro-
vincia de líonduras», probablemente las del
grupo á que pertenecen las llamadas hoy
Bonaca34 y Roatán, que se hallan efectivamen-
te enfrente del Cabo de aquel nombre.
cuando llegaron allí ni cuando salieron. Nuestro si-
lencio en este caso y en los semejantes significa que
no hemos podido encontrar antecedente alguno para
establecer fechas ni hechos.
33. Según el mismo D. Fernando Colón, la isla prin-
cipal, que dio su nombre á las demás del grupo, se
llamaba Guanara. En la carta de Mártir de Angleria
de i5ii aparecen dibujadas estas islas con el nombre
de Guanasas. Las Casas las llama Guanajes y Herre-
ra Guanajos. En los mapas posteriores y mucho más
adelantados de los cartógrafos españoles aparecgn sin
nombre. Véase Kohl, Die beiden altesten Ge7ieral-
Kartcn von America, Weimar, 1860, folio atlante.
Una de estas dos cartas es la de Diego Ribeiro, pero
en la de este mismo piloto que existe en la Biblioteca
de la Congregación de Propaganda Fide de Roma»
editada también en Alemania, lleva nombre «Guanaxa»
y aparece dibujada frente á Veragua, frente á lo que
hoy se llama Grey Town, como seis grados más al sur-
oeste del Cabo Gracias á Dios.
34. En latitud próximamente de 16" 20'. Véase la carta
inglesa número 763.
CXL JUAN DÍAZ DE SOLIS
Desde este Cabo, siguiendo la costa de
luengo, habrían llegado á la provincia Ca-
marona, que según el mapa de Ribeiro, co-
rresponde á lo que hoy se conoce con el nom-
bre de Yucatán; y siguiendo siempre la cos-
ta, vinieron á encontrar «una gran bahía»,
que llamaron de la Navidad, esto es, la que
está en el fondo del golfo de Honduras,
sin ver probablemente, como opinaba Las
Casas, el Golfo Dulce, situado hacia el S. O.
de la bahía, en i5" 25'. Las sierras de Caria 35
debieron ser, según parece, las montañas
de la región llamada hoy Belize. No hay an-
tecedentes bastantes para deducir si llegados
á Cabo Catoche, siguieron costeando, ó si
hicieron rumbo al norte simplemente, como
pudiera creerse de la deposición de Ledesma.
Lo cierto es que, según este testigo lo
afirma, alcanzaron hasta los 23 grados y me-
dio, es decir, hasta el mismo trópico de Cáncer,
algo al norte de donde hoy se halla Tampi-
co, y casi en línea recta de la Habana. En
la primera hipótesis, habrían costeado gran
parte del Golfo de México, y recorrido los
lindes orientales del imperio de Moctezuma,
siendo muy posible que los «lenguas», los
35. Débese notar que en algunos de los mapas pri-
mitivos se encuentra Cariay en la parte que hoy es
Mosquitos, región que queda mucho más al sur.
VIAJE DE l5o8 CXLI
guanines y otras piezas que consta recogieron
en el curso del viaje, fuesen de aquella pro-
cedencia; (cy como después, según dice He-
rrera, no hubo nadie que prosiguiese aquel
descubrimiento, no se supo más hasta que
se descubrió todo lo de Nueva España». ^¿Se-
ria acaso esta expedición de Díaz de Solís
la que según asegura el P. Sahagún recor-
daban los indios de Panuco como ocurrida
algunos años antes de la invasión de Cortés? 36
36. «Ha años cincuenta que lleg-aron los primeros
pobladores á estas partes de la Nueva España, que es
casi otro mundo, y viniendo con navios por la mar,
aportaron al puerto que está hacia el Norte, y porque
alli desembarcaron, llamóse Panutla..., lugar donde lle-
garon losque vinieron por mar.» Traducción Jourdanet,
págfina 670.
A este respecto, recordaremos que se ha alegado
como prueba en favor de la efectividad del primer
viaje de Vespucio en 1497 el encuentro de Jerónimo
Aguilar cuando Cortés llegó á Cozumel, sin tener pre-
sente que Diaz del Castillo refiere expresamente que,
tanto la permanencia de aquel clérigo como la del ma-
rinero Gonzalo Guerrero entre los indios, databa sólo
de la época de la expedición de Valdivia (i5i2). Véase
también á Herrera, década II, libro IV, capitulo VII
y á Diaz del Castillo, Historia de Nueva España, Ma-
drid, i632, folio, hoja 17 v. y siguientes. En el Ar-
chivo de Indias encontramos el expediente original de
los servicios de Aguilar en que constan todos los he
chos de su cautiverio.
Cuando se acepta este itinerario del viaje de Yáñez
CXLIl JUAN DÍAZ DE SOLÍS
Hemos venido hasta ahora discurriendo
bajo la hipótesis de que los dictados de Las
Casas y de don Fernando Colón sean exac-
tos, ó en otros términos, que la exploración
Pinzón y Diaz de Solis y se le compara con el que Amé-
rico Vespucio asegrura haber llevado en su primer
viaje, cuya fecha fué, seg-ún la generalidad de los auto-
res, el año 1497, se halla tanta similitud entre ambos,
que uno se halla tentado á creer que se trata de uno
solo. Desde lueg-o, la duración del viaje es casi idén-
tica, de Mayo de 1497 y Mayo ó Junio de i5o8 (ya que
el dato de Navarrete no está comprobado) hasta Oc-
tubre de 1498 y Octubre de 1609, respectivamente. Y
en cuanto á los incidentes del viaje, Vespucio dice, se-
gún el extracto que de su relación da Varnhagen:
«i.° Que partió de Cádiz el 10 de Mayo de 1497 y ha-
biendo navegado mil leguas hacia el oeste sud-oeste,
la flota se encontró, después de 37 dias, y, por consi-
guiente, el 17 de Junio, á la vista de tierra por la lati-
tud de 16" norte y por la longitud de 75° al oeste de
las Canarias.»
Vése, pues, que en esta parte la relación del piloto
florentino concuerda perfectamente con el punto de la
costa del continente á que primero se supone llega-
ron Yáñez Pinzón y Diaz de Solis, sin hablar del tiem-
po empleado por estos últimos, ya que sobre este hecho
faltan antecedentes.
«2.° Que al dia siguiente y durante otros dias, siguió
la costa á vista de tierra, hacia el noroeste. Es la di-
rección que tiene la costa de Yucatán.»
«3.° Que continuó navegando durante varios dias,
bajando á menudo á tierra y comunicándose con los
habitantes.
«No están indicados los rumbos en la relación; pero
VIAJE DE l5o8 CXLIIÍ
efectuada por Yáñez Pinzón y Diaz de Solís
se dirigiese hacia el Norte, á partir, más ó
menos, de la latitud del cabo de Gracias á
Dios. Dijimos también que, tanto Las Casas
nada existe que pueda hacernos dudar que no segfuia
la circunnaveg-ación del Yucatán.»
Nuevos antecedentes en todo de acuerdo con lo que
se supone ejecutaron Yáñez Pinzón y Diaz de Solis.
«4.° Que llegó á un puerto en medio del cual vio un
grupo de casas ediíicadas sobre el agua, «como Ve-
necia,» y con puentes levadizos que se levantaban
para el caso de defensa. Este puerto se encontraba á
ochenta leguas al sur de otro que visitó más adelante,
bajo la latitud septentrional de 23"; y no puede ser
otro que el de Veracruz, donde aun la Isla de los Sa-
crificios y la de la Fortaleza de Ulúa tenían casas.»
La manera tan abreviada con que los declarantes
en el pleito de Colón prestan sus deposiciones no per-
mite establecer tampoco este detalle respecto del via-
je de Yáñez Pinzón y Diaz de Solís; pero á estarnos
á la versión de que hablamos, se deduce claramente
que han debido pasar por allí. Y, pt)r último, y esto
es lo más singular:
«5.° Que prosiguiendo hacia el norte, llegó á un puer-
to situado casi sobre el trópico de Cáncer. Con toda
probabilidad, concluye de aquí Varnhagen, debía en-
contrarse hacia Tampico ó Panuco.» Amerigo Ves-
pucci, soft caractere,ses écrits, etc., Lima, i865, pági-
na 95.
A ser exacta la relación de Vespucio, ya que hasta
ahora no ha sido bien aquilatada, y puesto que, por el
contrario, desde Las Gasas á Navarrete, los historiado-
res españoles suponen que el primer viaje que aquél hizo
no puede ser otro que el de Ojeda, la extraordinaria si-
CXLIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
como el historiador del primer Almirante^
habían podido disponer, respectivamente, el
primero, de los autos del pleito de Colón, y
el segundo del testimonio del piloto Pedro
militud que, como se ha visto, en sus detalles presen^
taria con el atribuido á Yáñez Pinzón y Diaz de Solis,
podrían inducirnos en sospecha de que se trataba en
realidad de una invención, de un verdadero fraude
cometido por el piloto florentino, entre los otros que
se le atribuyen, si no mediara el hecho indiscutible
de que su relación se publicó en iSoy en una obra
latina de cosmografía de Waldsee-müller ó Hylacomi-
lus, que seria también, según lo que hasta hoy se
conoce, la edición príncipe de aquélla. (Véase Harris-
se, Dibliotheca Americana vetiistissima, t. I, pág. 62).
^Podría acaso suponerse que la fecha de la aparición
de este libro estaba equivocada intencionalmente, y
que en realidad Vespucio daba como realizada por él
esta exploración de Yáñez Pinzón y de Diaz de Solis,
de que había tenido indudablemente noticia desde sus
orígenes? Por mas aventurada que pueda parecemos
esta suposición, hay, sin embargo, una circunstancia
sumamente grave que cuando menos vendría ¿levan-
tar una acusación de falta de lealtad en el proceder
de Vespucio respecto de la corte española y de sus
compañeros los pilotos que asistieron á la junta de
Burgos de que hemos tratado mas atr¿is. Porque, una
de dos: si Vespucio había realmente explorado en
1497, estando al servicio de España, las costas que se
extienden desde el Cabo de Gracias á Dios hasta Tam-
pico, debía hallarse perfectamente informado de que
por allí no existía el estrecho que se trataba de en-
contrar, que era el fin primordial que llevaba la expe-
dición que entonces se trataba de despachar, y, por
VIAJE DE l5o8 CXLV
<ie Ledesma. Ahora, para cerciorarnos de
que ambos autores interpretaron bien lo que
leyó el uno y lo que oyó el otro, es llegado el
momento de dar á conocer la parte congruente
<iel documento á que hacemos referencia,
esto es, las declaraciones de los testigos que
figuraron en el proceso y especialmente las
de dos de los actores principales en aquel
viaje: Vicente Yáñez Pinzón y Pedro de Le-
desma.
lo tanto, carecería en absoluto de razón de ser el he-
cho de que, conforme á las instrucciones á cuya con-
fección él concurrió, dadas a Y¿\ñez Pinzón y Diaz de
Solis, fuesen éstos «á tomar el hilo«, como se expre-
saba Las Gasas, desde el punto mismo, el grado 16
de latitud norte, que Vespucio da como inicial para
su reconocimiento de 1497-98. Si hubiese silenciado
los resultados de aquel viaje — cosa que no es admi-
sible, desde que, seg-ún él lo declara, lo efectuó al ser-
vicio de España— tendríamos que reconocer que había
usado de un procedimiento indigno de la confianza
que el Rey depositaba en él: luego, el viaje que da
como propio corresponde, en verdad, al de Diaz de
Solís y Yáñez Pinzón? Pero ^es éste realmente como
se le pinta? r^y la fecha de la publicación del libro?
Se dirá acaso que aquéllos no se ajustaron á las ins-
trucciones recibidas y que en lugar de comenzar la
exploración por el grado 16, debieron hacerlo por el
23, término de la que había efectuado Vespucio; pero
resultaría este error tan craso de parte de Yáñez Pin-
zón y Diaz de Solís y tan ajeno al propio interés que
-debía guiarlos, que es en absoluto inadmisible.
10
CXLVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
Al entrar en esia disquisición, que se re-
fiere á un punto de vista enteramente nuevo,
como es el de que el viaje de que tratamos
fué hacia el sur y no hacia el norte, ó en
otros términos, que volvemos á la opinión
de Herrera, por supuesto con ciertas limita-
ciones y con detalles muy diversos, cúmple-
nos declarar que nuestro papel ha de reducirse
á seguir de cerca al autor de esta idea, el sabio
norte-americano Harrisse, que en su libro
The discovery of North America^ dado á luz
en 1892, la ha desarrollado con su acostum-
brada sana crítica y profunda erudición. Nues-
tra argumentación en esta parte ha de ser
suya, añadiéndole sólo algunas consideracio-
nes que la refuerz"fen y ciertos antecedentes
sacados de documentos que no conoció.
Harrisse toma por punto de partida el ma-
pa que levantaron nuestros navegantes, de
que haremos mención más adelante, y co-
mienza por establecer que respecto de ese
mapa, poseemos detalles técnicos sólo acerca
de dos puntos: el primero, que se trataba en
él de una línea de costas no interrumpida,
y el segundo de lo que toca á la isla Gua-
naja.
Cita en seguida el texto de don Fernando-
Colón, que queda transcrito más atrás, y
luego añade que de ese texto debe deducirse
que el mapa de Yáñez Pinzón y Diaz de So-
I
VIAJE DE l5o8 CXLVII
lis representaba la parte norte de la costa de
Honduras, «seguida, sin embargo, de una
exacta repetición de la misma hacia el po-
niente con diseños duplicados del punto de
tierra marcado en nuestras cartas por los i5"
de latitud norte y cerca de los 88" de longi-
tud occidental. El primero de estos puntos
fué llamado entonces «Cabo Gracias á Dios,
y el segundo no se sabe ahora cómo.»
Conviene nuestro autor en que ninguno
de los mapas conocidos presenta semejante
configuración, á no ser el muy tosco que trae
Mártir de Anglería en su edición de la prime-
ra década de i5ii, que, como es manifiesto,
no pudo ser dibujado antes de tenerse noticia
en Esparia del naufragio de Valdivia en Yu-
catán en í5i2, sin que pueda aseverarse tam-
poco que lo fuera por los datos suministrados
por Yáñez Pinzón y Diáz de Solís, tanto por-
que el hecho no consta de la descripción que
lleva el mapa en su reverso, como porque
aparecería en contradicción con los datos su-
ministrados por el mismo Pedro Mártir.
Harrisse transcribe en seguida la deposi-
ción de Vicente Yáñez Pinzón, valiéndose
del texto publicado por Navarrete, porque
acaso no alcanzó á conocer cuando imprimía
su obra el que había dado la Real Academia
de la Historia en ese mismo año, (que es el
que insertamos entre nuestros Documentos)
CXLVIII JUAN DÍAZ DE SOLÍS
circunstancia que es indispensable hacer no-
tar, porque hay entre ambos textos una va-
riación de importancia capital.
Harrisse ha tenido razón, conforme á lo
que veía escrito, de leer que aquél se había
referido, desde luego, á un solo viaje, y en
segundo lugar á que la dirección seguida du-
rante su curso había sido siempre la misma,
hacia el oriente, y que en esta dirección, por
lo tanto, era donde los navegantes habían
encontrado la bahía de Navidad.
Reconoce, sin embargo, que debido al ex-
tremo laconismo con que está redactada la
deposición de Yáñez Pinzón, aparece un tanto
vaga y trata por eso de aclararla valiéndose
del testimonio de los demás que fueron lla-
mados á declarar.
Cita desde luego las palabras de Rodrigo
de Bastidas, que dice que Yáñez Pinzón y
Diaz de Solís fueron á descubrir «abajo de
Veragua»... «pero que es todo una cgsta».
No encuentra bastante claro lo que el de-
clarante quiso dar á entender por la expresión
abajo, y, por consiguiente, si la dirección del
viaje fué hacia el oriente ó hacia el ponien-
te, aunque el decir que todo sea una costa
significa claramente que el descubrimiento
abrazaba la región hallada primero por Co-
lón, ó que era una costa seguida de la de
aquélla.
VIAJE DE l5o8 CXLIX
Bastidas expresa terminantemente en su
declaración completa que «los unos y los otros
y todos éstos han descubierto la dicha tierra
que dicen ñrme.»
La declaración de Nicolás Pérez que Har-
risse encuentra más expresiva que la de Bas-
tidas, en el sentido que él* la interpreta, como
aue dice que todo lo que estaba descubierto
desde el Cabo de Gracias á Dios «adelante»,
no puede referirse sino á la costa que se ex-
tendía hacia el sur de aquel cabo.
Y aquí entra el autor norte-americano á
considerar la declaración de Pedro de Ledes-
ma, el único de los deponentes, después de
Yáñez Pinzón, que hubiese figurado en el
viaje de que tratamos, y se encuentra natu-
ralmente con que resulta en completa oposi-
ción con la de aquél, como que, no sólo jura
que fueron al noroeste, sino que aun llegaron
al grado 23 y medio de latitud septentrio-
nal.
Recuerda, con este motivo, que Ledesma
fué uno de los que siguieron á Porras en su
rebelión contra el Almirante, que Navarrete
lo había considerado ya como hombre poco
verídico, y por fin, que en el proceso apare-
cía como testigo á favor del fiscal y en oposi-
ción á los derechos que reclamaba don Fer-
nando Colón, hechos que es verdad no ha-
blan en favor del carácter del piloto, pero que
CL JUAN DÍAZ DE SOLÍS
no prueban de modo alguno que en este caso
no dijera verdad.
Pero donde está el argumento capital de
Harrisse para convencernos de que en este
viaje de i5o8, Yáñez Pinzón y Diaz de Solís
no estuvieron en Yucatán, es en lo que re-
fiere Mártir de Anglería en el capítulo III
del libro VII de la segunda década de su obra
(nos referimos siempre á la traducción de
Torres Asensio), en que en efecto habla de
un viaje de Yáñez Pinzón a las costas de
Veragua, Urabá, Cuquibacoa y Paria, aun-
que sin mencionar á Diaz de Solís.
Para reforzar su razonamiento, Harrisse nos
pinta la encumbrada posición que Mártir de
Anglería ocupaba en la Corte, y por fin,
concluye con el comento de la relación del
viaje, según el texto del escritor italiano,
parte en que desplega su acostumbrada eru-
dición, y que hemos de utilizar luego; y dá
remate á su tesis, negando la existencia del
viaje en i5o6 á Yucatán, atribuido á los mis-
mos exploradores, para opinar, en último
resultado, que semejante descubrimiento no
se verificó ni en aquel año ni en el de i5o8.
Antes de aceptar la argumentación de Ha-
rrise, conviene que nos hagamos cargo de los
puntos que en ella aparecen más débiles y
aún controvertibles, comenzando por pregun-
tarnos cómo es que Mártir de Anglería, que
VIAJE DE l5o8 CLI
por su elevada posición en la Corte, estaba
en situación de conocerlo, silencie completa-
mente, al referir el viaje de Yáñez Pinzón,
el nombre de Díaz de Solís. ^Podría dedu-
cirse de esta circunstancia que en realidad
habían sido distintos el uno del otro? ^No
concurriría á esta creencia los términos con
que comienza el capítulo III del libro VII,
de su segunda década, cuando, después de
referir que Yáñez Pinzón había acompañado
en su primer viaje á Colón, y que el mismo,
posteriormente, por sí y a sus expensas, ha-
bía hecho exploraciones, añade que recorría
de nuevo, «por tercera vez», desde la Espa-
ñola, aquellos derroteros? Apesar de la re*
dacción un tanto ambigua de esta frase, para
establecer que se trataba, en verdad, del
cuarto viaje de aquel marino, sería necesa-
rio, cuando menos, suponer que había lleva-
do á efecto el de las dos carabelas á que se
aludía el contrato de 1495, «para ir y servir
do Sus Altezas le mandasen», ^7 de cuya
realización no hay constancia alguna; y como
en verdad no existe en los docu^mentos rastro
de otro viaje suyo, es claro que en esa tercera
vez se comprendían sólo los de 1492, 1499-
5oo y el de i5o8 de que tratamos.
(¿Cómo era posible, pues, dados los medios
37. Véase Navarrete, t. III, pág. 75.
CLII JUAN DÍAZ DE SOLIS
de información con que Mártir de Anglería
contaba, que no asociase el nombre de Diaz
dé Solís al de Pinzón, cuando por el texto
de la capitulación real relativa á este viaje,
consta que no sólo iba en él, sino que er^
realidad era el gefe? Pero como no se conocen
más expediciones de Yáñez Pinzón que las
que dejamos indicadas, y consta que Diaz de
Solís fué en esta última, debemos llegar for-
zosamente á la conclusión de que nuestro
autor, en realidad, ignoró circunstancia tan
principal, ó que todo el mérito que de ella
podía resultar, lo atribuyó exclusivamente á
Yáñez Pinzón, por ser entonces más cono-
cido en España y en Italia, para donde escri-
bía, que Diaz de Solís.
No debemos olvidar, sin embargo, que, ha-
blando en las líneas finales de su primera
década, del cuarto viaje de Colón, al contar
que había recorrido la tierra que mira el úl-
timo cabo occidental de Cuba, del hallazga
que hiciera de la isla Guanasa, y de cómo
se volvió de allí al oriente, pensando encon-
trar las costas de Paria, anticipa que también-
se decía que habían recorrido aquellas cos-
tas occidentales Yáñez Pinzón y un Juan Diaz
de Solís y otros muchos, cuyas cosas no co-
nocía aún bien; de modo que el hecho, aun-
que en términos vagos, había llegado á su
noticia, sin que sepamos cómo fué que al
VIAJE DE l5o8 CLIII
describirlo más tarde, conforme á lo que pro-
metía en el pasaje citado, omitió el nombre
de Diaz de Solís.
Pero, en rigor, esto demostraría una sim-
ple omisión del historiador, voluntaria ó nó,
pero que de ningún modo contradice el he-
cho cierto de que el viaje fué realizado por
ambos pilotos.
Otro punto del texto de Mártir de Angle-
ría, que ha ofrecido ya alguna duda, es como
debe traducirse el pasaje en que establece la
fecha del viaje de que se trata, que dice así:
«canno priore a dicessu ducum Nicuesai et
Fogedae», que traduce Ilarrise: «el año que
PRECEDIÓ á la partida de los capitanes Ni-
cuesa y Ojeda», y que Torres Asensio, que
por supuesto se hallaba ajeno á la presente
discusión, vierte de este otro modo: «en el
primer año después de haber marchado los
capitanes Nicuesa y Ojeda». 38
Como se vé, esto cambia completamente la
faz de las cosas en cuanto al punto capital
de la discusión, ya que Harrise traduce i5o8
y Torres Asensio i5io, puesto que la parti-
da de España de los exploradores citados
tuvo lugar en 1509. En apoyo de la traduc-
ción del historiador norte-americano, puédese
38. Tomo II, pág. i55.
CLIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
invocar la hecha últimamente al francés, por
Gaffarel: «l'année qui preceda le départ,
etc.» 39 De modo que, siendo ésta la versión
exacta de lo que quiso decir Mártir de Angle-
ría, (tal es nuestra opinión) debemos admitir
que se refería al año de i5o8, como fecha de
la salida de la armada.
Duda semejante á esta es la que puede pro-
moverse con ocasión de los términos de la
declaración de Yáñez Pinzón en los pleitos
de Colón, comparando entre sí los textos que
don Navarrete y Fernández Duro, pues donde
aquél pone «yendo la costa de luengo hacia
el oriente hasta la provincia que se llama
Chabaca, etc.», aquel académico estampa:
«yendo la costa de luengo, facia el oriente
ESTÁ otra provincia», con más un punto y coma
antes de la primera palabra. Fácil sería, en
vista del original de este documento que se
guarda en el Archivo de Indias, establecer
cual de los dos textos es el verdadero, si bien
el sentido de la frase y su natural contexto
dan á entender que lo es la primera de estas
versiones. Queda, pues, establecido, que Yá-
ñez Pinzón dijo que seguía su derrota apara
el oriente hasta otra provincia, etc.»
Hay todavía en la declaración de Yañez
39. Fierre Martyr-De Orbe Novo, Deiixiéme Deca-
de, pág. 69.
VIAJE DE l5o8 CLV
Pinzón, otro punto digno de llamar nuestra
atención, y es aquel en que dice que, yendo
la costa adelante, descubrió una gran bahía
á que pusieron el nombre de la Navidad, al
decir de Mártir de Anglería, porque Colón
había penetrado en ella en su cuarto viaje el
25 de Diciembre de i5o2 40. Cuando se estu-
dia el itinerario seguido por Colón en ese
cuarto viaje, se ve que llegó, en efecto, á una
gran bahía, que se llamó del Almirante, pero
nó el día de la Natividad, sino mucho antes,
como que arribó al puerto del Retrete (Escri-
banos), último término de su exploración, el
26 de Noviembre 41. No puede decirse tam-
poco que de regreso llegase á la bahía de que
se trata el 25 de Diciembre, puesto que sabe-
mos que en 10 de Enero de i5o3 entraban sus
navios al río de Veragua, situado al sur de la
bahía de Escribanos.
Si á esto se agrega que Yáñez Pinzón era,
en verdad, de los enemigos de Colón, se hace
aún menos creíble, que en honor y para re-
cordar un hecho suyo, designase aquella ba-
hía con el nombre y por la causa que dice
Mártir de Anglería. Nos inclinamos, por lo
40. «Sinum eum ab Almiranto Colono primo reper-
tura vocant Bahiam Nativitatis, quia natalis Christi die
fuerit eum ingressus.»
41. Véase Navarrete, t. I, pág-s. 284-85.
CLVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
tanto, á creer que Yáñez Pinzón se desenten-
dió, por el contrario, de que en ella hubiese
estado alguna vez el Almirante, como bien
claramente lo da á entender el texto de su hijo
don Fernando que conocemos, y que si la
llamó de Navidad fué porque las dos carabe-
las habían penetrado á ella el 25 de Diciembre
de i5o8.
Hay, además, otradificultad que nace de la
ubicación que á una bahía del mismo nom-
bre Navidad se asigna en los mapas anónimos
de Weimar y de Turín, 42 que son los úni-
cos en que hayamos visto ese nombre en una
posición que corresponde exactamente al
golfo de Honduras, esto es, cerca de siete gra-
dos más al norte de la bahía de Escribanos.
De modo que si este nombre pertenece á la
bahía de que hablaba Yáñez Pinzón en su de-
claración, el rumbo seguido por él no habría
sido entonces hacia la parte sur del conti-
nente, alas regiones recorridas ya por Colón,
Ojeda, Bastidas y el mismo Yáñez Pinzón, á
Tierra Firme, en una palabra.
Y, por fin, para abordar otra dificultad de
la misma índole, ^^cómo es, volvemos á pre-
guntar, que en el mapa de iMártir de Angle-
ría de i5ii se dibuja la línea de cortas hacia
4'i. Véase el diseño de este mapa en Harrisse, obra
citada, lámina XIX.
VIAJE DE l5o8 CLVII
el occidente del cabo de Gracias á Dios,
hasta una punta más notable aún, y hacia el
norte en una extensión que sobrepasa la lati-
tud de Cuba? El argumento de que el silencio
del autor acerca de las fuentes que le sirvie-
ron para construirlo, prueba que no prove-
nían de la expedición de Yáñez Pinzón y
Diaz de Solís, no tiene importancia alguna,
ya que, así como puede deducirse de él esa
consecuencia, puede también sacarse la opues-
ta. Por el contrario, cuando se omiten esas
fuentes, parece natural creer que han podido
muy bien ser las de Yáñez Pinzón y Diaz de
Solis, si no fuera que el autor al referirse al
viaje de estos últimos lo describe como veri-
ficado hacia el sur. De modo que, en último
término, si no quiere ponerse en contradic-
ción lo que Mártir de Anglería dice en el
texto con el diseño que á éste acompaña,
resulta que sus datos para construir su carta
debió tomarlos de algún mapa extranjero,
quizás el hasta hoy perdido de Waldseemüller.
Además, conviene tener presente cuando se
trata de aquellos antiguos monumentos geo-
gráficos, que en su mayoría distan muchísimo
de ser exactos, pues sus autores los daban
muchas veces fundándose en relaciones va-
gas, en inducciones probables, y, en otras,
eran el producto de simples fantasías. Baste
recordar á este respecto, que en el de Juan
CLVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
de la Cosa se pintaba á Cuba como una isla,
dato hasta entonces desconocido. El hecho
innegable es que ese mapa existe, y que su
existencia viene á constituir una dificultad se-
ria respecto de la dirección que llevó el viaje
de Yáñez Pinzón y de Diaz de Solís.
Más sena es aún, indudablemente, la que
se deduce de los términos categóricos en que
está redactada la declaración de Pedro de
Ledesma, en la cual afirma expresamente que
él y aquellos navegantes llegaron por el nor-
te hasta el grado 28 y medio. Pues bien:
^era posible que por el solo- prurito de mentir,
ya que á él no le reportaba el hecho ventaja
alguna, hubiese expresado semejante cosa
bajo juramento? Era, quizás, por perjudicar
los derechos de los descendientes del Almi-
rante, cuyo enemigo había sido? Pero enton-
ces, para el caso, lo mismo hubiera dado
decir que los expedicionarios siguieron por
el sur hasta la latitud que indica, ya que esa
región no estaba tampoco descubierta aún!
De lo que no puede dudarse tampoco es,
que si se comparan las indicaciones que Yá-
ñez Pinzón da en su declaración respecto á
las localidades que menciona, con lo que
consta de las antiguas cartas geográficas, re-
sulta que siguió en el principio del viaje la
dirección del nor-este, para volver en seguida
hacia el sur-oeste. Dice, en efecto, en su decía-
VIAJE DE l5o8 CLIX
ración, que desde la isla Guanaja descubrió
hasta la provincia de Camarona, siguiendo
la costa de luengo en aquella dirección. De-
bemos comenzar por averiguar el punto de
partida de la deposición, la isla Guanaja.
Si aceptamos como exacta la posición que
Diego Ribeiro asigna á esa isla en su mapa,
nos referimos al de la Propaganda Fide, único
de los dos ejemplares que tenemos á la vista
donde se lee ese nombre, que viene á corres-
pondQr con bastante aproximación á la lati-
tud de la Boca del Toro, resultaría que estan-
do en esos mapas marcadas las sierras de
Caria ó Gariay en la costa de Mosquitos, y la
provincia Camarona, en el actual Belize de
Yucatán, habría un contrasentido en la depo-
sición de Yañez Pinzón, ya que primero ha-
bla de Camarona y después de Caria. Y si
convenimos en que la isla de que se trata es
la actual Bonaca ó la de Roatán, situadas en el
golfo de Honduras, el itinerario de la expedi-
ción aparece igualmente inexplicable confor-
me á esos mapas. Habrían aportado, en efecto,
los expedicionarios al continente, frente á
aquella isla ó islas, en latitud de 16" norte y
hacia el paralelo 86 al oeste de Greenwich-
habrían seguido la costa de luengo hacia el
oriente, confo rme. á lo que dice Yáñez Pinzón
hasta la provincia Camarona; pero como ésta
se halla en esos mapas directamente al norte
CLX JUAN DÍAZ DE SOLIS
en la costa de Yucatán, es claro que, ó hay
un error en esos mapas, ó lo que dice Yáñez
Pinzón no tiene sentido. Esto está probando,
pues, que no es posible admitir las indicacio-
nes de esas cartas sin previa comprobación.
No sería por esto aventurado decir, que así
como estos mapas parecen equivocados acer-
ca de dos puntos tan importantes como la
situación de dichas provincias, lo estuviesen
también en lo tocante á la bahía de Navi-
dad...
Y aquí llega ya el caso de recordar lo que
acerca de ese itinerario expresa Mártir de
Anglería. «Este Vicente Yañez, dice, recorrió
de Oriente á Occidente toda la costa meri-
dional de Cuba, y dio la vuelta á ésta, que
hasta entonces, por su largura, muchos re-
putaban continente. Vicente Yáñez, habiendo
conocido ya con prueba manifiesta que Cuba
era isla, siguió adelante y dio con otras tie-
rras al Occidente de Cuba, pero en las que
ya había tocado el Almirante. Y así, empe-
ñado en encontrar tierra nueva, volviendo á
la izquierda, costeando aquellas playas por
el Oriente y pasando los canales de las ba-
hías de Veragua, Urabá y Cuchibacoa, arri-
mó su nave en que iba á la región que, se-
gún dijimos en la Década, se llamaba Paria
y Boca del Dragón, y penetró en una am-
plia ensenada en que había tocado Colón, y
VIAJE DE l5o8 CLXI
era notable por la abundancia de aguas dulces
y de pescado y por la muchedumbre de islas,
que distaba de Curiana por el Oriente unas
ciento treinta millas, en medio de cuyo tre-
cho está Cumaná y Manacapana, á las cua-
les muchos dan la primacía en cuanto á per-
las, y nó á Curiana.
«Cuando supieron la llegada de los nuestros
los régulos de aquella región, que se llaman
chiacones^ como en la Española caciques, en-
viaron quien averiguara qué gente era aque-
lla nueva, ó qué novedad traía, ó qué quería,
y al mismo tiempo mandaron preparar botes
unilígneos armados (que en la Década diji-
mos son monoxilos, como las canoas de la
Española). Á estos botes les llaman chicos.
Se quedaron maravillados al ver extendidas
las velas de la nave, como que ellos no las
usan, y si las usaran serían pequeñas, según
lo exigiría lo estrecho de sus botes.
«Trasladándose, pues, muchos á la nave en
sus monoxilos, pensaron temerariamente ame-
drentar y traspasar á saetazos á los nuestros
aun defendidos, como en murallas, tras las
bordas. Dispararon los nuestros sobre ellos
sus bombardas, y atónitos ellos del estruendo
y del estrago grande que les hacían cuando
les herían, se derrotaron ellos mismos. Cuan-
do huían dispersos, los nuestros les daban
II
CLXII JUAN DÍAZ DE SOLÍS
alcance con el bote servidero: mataron á al-
gunos y prendieron á más.
«Al saber esto y oir el estruendo de las
bombardas, los régulos mandaron parlamen-
tarios á Vicente Yáñez, temiendo que les sa-
quearan los pueblos y mataran á los hom-
bres si desembarcaran airados. Pidieron la
paz, según se podía colegir por las señas y
ademanes, pues los nuestros declaran que
no entendieron una palabra.
«En señal de la paz que deseaban hicie-
ron á los nuestros egregios regalos, como
de oro tres mil veces la cantidad aquella que
dijimos se llama un castellano y se dice peso
vulgarmente, y un tonel de madera lleno de
incienso fuerte y muy rico, que tenía unas
dos mil seiscientas libras de á ocho onzas;
de aquí coligieron que el país era feraz de
incienso, supuesto que los indígenas de Pa-
ria no tienen comunicación alguna con los
sábeos, como que no conocen nada absolu-
tamente más allá de sus playas.
«Y con el oro y el incienso y pavos del
país, diferentes de los nuestros por la varie-
dad de los colores, les dieron hembras vivas
para sacar en España crías de aquellas aves
nuevas, y machos en muy gran número para
comer entonces. También ciertos mueble? de
algodón para decorado de las casas en vez
de tapetes, trabajados maravillosamente con
VIAJE DE l5o8 CLXIII
varios colores, de los cuales pendían de tre-
'Cho en trecho por las orillas esa clase de son-
sonetes, de oro, que el vulgo italiano llama
sonaglios y el español cascabeles. Asimismo
les dieron papagayos que charlan, de varios
colores, cuantos quisieron ; que en Paria
abundan los papagayos tanto como entre nos-
otros los pichones y los gorriones.
«Á todos estos indígenas los encontraron
cubiertos de sencillas vestiduras de algodón,
á los hombres hasta la rodilla, y las mujeres
hasta las espinillas; pero los hombres llevaban
la tela á modo de los turcos, cogida en do-
bleces con diminución para que no les estor-
be en la guerra. Llamo algodón aquella es-
pecie de hilaza que otra vez he dicho que se
llama bombicino en italiano.
«. . .Dejando ya esto, volvamos á los caciques
de Paria.
«Vicente Yáñez encontró que éstos son
entre los habitantes de Paria así como prin-
cipales gobernantes de los pueblos por tiem-
po de un año, á los que siguen los demás,
tanto en asuntos de guerra como de paz.
Tienen construidos los pueblos en el ámbito
-de aquella vasta ensenada.
«Cuentan que se presentaron con regalos
á los nuestros cinco reyezuelos, cuyos nom-
bres me ha parecido insertar aquí para me-
moria de tan gran suceso: el chiacón Chia-
CLXIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
nacca (pues á sus principales les dan el
mismo nombre de chiacones); el chiacón Pin-
tiñano; el chiacón Gamailaba; el chiacón Po-
lomo, y el chiacón Pot. Á la ensenada aquella
descubierta antes por el almirante Colón,
llaman la bahía de Navidad, porque entró
el día del Nacimiento del Señor, aunque de
paso y sin explorarla; pues á la enseñada
llaman bahía los españoles.
«Después de haber pactado alianza con es-
tos chiacones, Vicente Yáñez prosiguió el
camino que se había propuesto. Dejó hacia
Oriente regiones abandonadas, por los fre-
cuentes aluviones de aguas, y lugares llenos
de grandes trechos de lagunas, y no desis-
tió de su propósito hasta que llegó á la cús-
pide de aquella tierra larguísima, si es que
pueden llamarse cúspides las puntas ó fren-
tes agudas ó promontorios que terminan las
tierras marinas.
«La punta aquella parece que quiere embes-
tir al Atlántico, pues mira á aquella parte
de África que los portugueses llaman Cabo
de Buena Esperanza, pelados promontorios
de la montaña atlántica que penetran en el
océano. Pero el cabo de Buena Esperanza
tiene treinta y cuatro grados del antartico,
y aquella punta solamente siete...» 43
43. Tomo II, pág-s. i56-i63.
VIAJE DE l5o8 CLXV
Me aquí, pues, una relación perfectamente
clara y detallada del itinerario del viaje de
que tratamos. Yáñez Pinzón y Diaz de Solís,
según ella, después de recorrer de oriente á
poniente la costa meridional de Cuba, y de
■cerciorarse así que en realidad era una isla,
se acercaron al continente hacia los 85 ú 86
grados de longitud oeste de Greenwich, si-
guieron la costa al oriente, debieron doblar
el cabo Gracias á Dios y continuar costeando
hasta pasar las bahías de Veragua, Urabá y
Cuquibacoa, y por las Boca del Dragón pe-
netrar á la de lá Navidad, esto es, al golfo
de Paria, en el cual había estado Colón en
.su tercer viaje, en Agosto de 1498, 44 y des-
pués de haber pactado alianza con los indios
de aquellos lugares, siguieron siempre cos-
teando, dejaron al oriente regiones llenas de
lagunas y sólo se detuvieron al llegar á la
punta que está en siete grados de latitud aus-
tral, esto es, en el Cabo San Roque.
Después de leer la descripción que del viaje
hace Mártir de Anglería, parece que. en ri-
gor, para aceptarla, sólo quedara en pie la ya
citada declaración de Pedro de Ledesma. En
44. Nótase, pues, aquí una contradicción en las pa-
labras de Mártir de Anglería, que atribuyó ese nom-
bre al hecho de haber llegado allí Colón el 25 de
Diciembre.
CLXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
esta parte, confesamos que no es posible con-
ciliar ambos dictados. Pero mientras tanto:
^de dónde sacó Mártir de Anglería los datos-
que se han leído? ^Cómo pudo inventarlos? ,¿Se
refería acaso á una exploración distinta de la
que tratamos, verificada por Yáñez Pinzón
solo, sin compañía de Diaz de Solís, como la
insinuábamos? Pero ^cuándo? ^^Cómo es que
en los archivos no existe la menor alusión á
este supuesto viaje? Lejos de eso, en los do-^
cumentos puede hallarse la comprobación de
que Mártir de Anglería fué exacto al describir
el viaje de que se trata, y de que en él figuró
Diaz de Solís.
Desde luego, por lo ocurrido á éste á su re-
greso, de que después hablaremos. Por sus
instrucciones se le ordenaba expresamente
seguir su derrota al norte y mientras tanta
resultaba que había ido al sur; circunstancia
suficiente para explicarnos su prisión y no la
de Yáñez Pinzón, como que aquél era el res-
ponsable de la armada.
En la real cédula de 21 de Junio de i5ii 45
se encuentra, además, una frase que confirma
de la manera más categórica la relación de
Mártir de Anglería, pues en ella el Rey orde-
na á los oficiales reales que paguen cierta
suma á Diaz de Solís, «nuestro capitán, que
45. Véase en la página 54 de nuestros Docuvientos^
VIAJE DE l5o8 CLXVII
fué á descobrir á Tierra-firme.» Esta frase nos
parece decisiva, salvo que se quiera aplicarla
auna expedición diversa de la que tratamos,
cosa de todo punto inadmisible sin más que
considerar la fecha de ese documento.
La exactitud de fondo de la relación de Már-
tir de Angleria se comprueba, por fin, consi-
derando el límite á que dice llegaron los ex-
pedicionarios y el texto de la capitulación
real celebrada con el mismo Diaz de Solís
para su viaje de descubrimiento á espaldas de
Castilla del Oro. Herrera, como se sabe, al
describir este viaje de Diaz de Solís de i5o8,
supone que llegó á ponerse casi en 40 grados
de la otra parte de la línea equinoccial, sin
aducir prueba alguna de su aserto, contra el
tenor expreso de lo aseverado por Mártir de
Angleria y sin considerar que, si así hubiese
sido, mal pudo Diaz de Solís y los que le
acompañaron regocijarse ante el descubri-
miento del Río de la Plata en i5i5, que no
hubiera podido dejar de encontrar en i5o8
si hubiese en realidad llegado hasta los 40 gra-
dos de latitud austral. Basta, en efecto, para
el caso considerar lo que de la capitulación
indicada se deduce de las siguientes palabras:
«que vos el dicho Juan Diaz de Solís seáis
obligado de ir á las espaldas de la tierra don-
de agora está Pedro Aray (Arias) mi capitán
general é gobernador de Castilla del Oro, é
CLXVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
de allí adelante ir descubriendo por las dichas
espaldas de Castilla del Oro, mili é setecien-
tas leguas, é más, si pudiéredes, contando
desde la raya de la demarcación que va por la
punta de la dicha Castilla del Oro adelante de
lo que no se ha descubierto hasta ahora.»...
Basta leer lo que dicen acerca de esa punta
que dividía los dominios de ambas coronas
López de Gomara, Oviedo y Herrera para ex-
plicarnos este pasaje de la capitulación real,
que en buenos términos, según la expresión
de Las Casas, significaba que Diaz de Solís
habia de ir á descubrir «desde el Cabo de
Sant Agustín.» 46
Hay todavía otros documentos que com-
prueban esto mismo y aun precisan la ex-
tensión de los descubrimientos realizados en
ese entonces por Yáílez Pinzón y Diaz de
Solís. Sea desde luego el título de capitán
general y gobernador de Castilla del Oro,
expedido en i5i3 á favor de Pedradas Dávila,
por el cual se mandó intitular oficialmente
46. La línea de demarcación pasaba en realidad
más al noroeste. Véase Winsor, Narrative a?id c?-¿tical
hist., t. II, pág-. 108; Bourne, The demarcation Line,
pág. 47; y el mapa de Gantino (publicado en la obra
de Winsor y en dos de las de Harrisse) primero en
el cual aparece dibujada la línea.
Por esto sin duda expresaba la capitulación adelan-
te de lo que no está descubierto.
VIAJE DE l508 CLXIX
Castilla del Oro lo que hasta entonces se ha-
bía llamado Tierra-firme. Pues bien: Pedra-
nas debía ser gobernador de Castilla del Oro,
excluyendo de su mando la provincia de Ve-
ragua, cuya gobernación pertenecía á Colón,
«y la tierra que descubrieron Vicente Yá-
ñez Pinzón é Juan Diaz de Solís, en la pro-
vincia de Paria...»
((Se vé por este documento, observa con
razón Trelles, que la gran parte de tierra
que se había llamado Tierra-firme, y que el
Rey mandaba se llamase Castilla del Oro,
comprendía, á más de la provincia de Vera-
gua, la del Darién, la de Paria, y la tierra
que descubrieron Vicente Yáñez Pinzón y
Juan Diaz de Solis.» 47
Más preciso todavía en lo referente á nues-
tro asunto, es lo que aparece de la provisión
real que señala escudo de armas á los Pinzo-
nes, datada en iSig, en la que después de recor-
dar el viaje de Vicente Yáñez en compañía
de Colón, el que más tarde (1499) verificó á la
costa de las Perlas», recuerda, aunque no
en sus términos exactos, la capitulación de
i5o8, ni el objeto del viaje, y se expresa ((que
descubrieron seiscientas leguas de tierra fir-
me, é hallaron el gran río y el Firasil, y res-
47. Diego Garda, págr. 9.
CLXX . JUAN DÍAZ DE SOLIS
cataron con ciertos indios de la dicha Tierra-
Firme, oro y perlas».
Todo esto viene, pues, á manifestar que
Yáñez Pinzón y Diaz de Solís llegaron, con-
forme á lo que dice Mártir de Anglería, has-
ta el grado 7 de latitud austral, pero que
tampoco pasaron más allá.
Carecemos por completo de datos para es-
tablecer los motivos que determinaron la
vuelta de la armadilla. ^Fué por causa de la
«poca conformidad» que se estableció entre
ambos gefes, según dice Herrera? í^Fué por-
que se desengañaron de que por allí no exis-
tía el estrecho que buscaban? ^Hallábanse
ya las carabelas en mal estado^? ^Habíanseles
agotado las provisiones.^ Dudas son éstas que
no pueden resolverse en vista de los docu-
mentos conocidos hasta hoy. Lo que sí puede
aseverarse es que en aquellas costas recogie-
ron las piezas de metal llamadas guani-
nes, 48 y que embarcaron con ellos algunos in-
48. Por real cédula de 14 de Noviembre de iSog (nú-
mero 16 de nuestros Documentos), decía el Rey á los
Oficiales de Sevilla: «en lo de los guanines que truje-
ron del viaje Vicente Yáñez Pinzón é Joan Diaz de
Solis, está bien lo que habéis fecho fundir; é porque
quiero ver de la manera que son los dichos guanines
é cosas que trujeron, yo vos mando que de lo que que-
dó por fundir me enviéis luego algunsfs muestras.»
Conviene recordar aqui que Enciso habla en la Su-
VIAJE DE l5o8 CLXXI
dios á fin de que pudiesen más tarde servir de
intérpretes para entenderse con aquella
gente que acababan de visitar. 49 F^ormaron
también el mapa ^o de las regiones que ve-
ma de Geografía, recto de la hoja Ivij, edición de
i53o, que en la bahía de Nombre de Dios se hallaban
muchos de estos gruanines ,«oro bajo que no es de diez
ó doce quilates y menos.»
49. El gobernador de la Española dejó allí estos in-
dios, comprendiendo sin duda algfuna que era de don-
de podían mas tarde prestar sus servicios; pero el
Rey no aceptó asi no más este temperamento, y por
real cédula de 14 de Noviembre de i5i6 (número XVII
de nuestros Documentos) ordenó á los Oficiales Reales
que le dijesen cual «fué la cabsa por qué dicho Co-
mendador Mayor non dejó traer las dichas lenguas.»
En capitulaciones posteriores se estampó expresa-
mente que los descubridores trabajasen «por haber
lenguas, y aun se dispuso la manera como debía tra-
társeles. Véanse las instrucciones dadas á Magallanes
al respecto en nuestra Colección de Documeittos, tomo
I, pág. 68.
50. Este hecho consta de la declaración de Alonso
de Ojeda en el pleito de Colón, en la que dice «que vi6
la figura que del dicho viaje trujeron;» de la de Antón
García, que también «vio la figura de lo que había
descubierto el dicho Juan Diaz;» y de la de Roldan:
«é que asimismo este testigo lo ha visto por la carta
de navegar;» y de las de otros. Don Fernando Colón
también vio ese mapa, y de sus palabras aun parece
deducirse que fueron dos, cuando dice «estas mismas
islas y la tierra la ponen en sus cartas de marear.» Y es
en efecto lo más probable que Diaz de Solís y Yáñez
Pinzón hiciese cada uno la suya, ajustándose á las
instrucciones reales sobre descubrimientos.
CLXXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
nían de recorrer, y ya de regreso á la Pe-
nínsula, fueron á aportar de nuevo á la Es-
pañola. 5i.
Por fin, al terminar el mes de Octubre de
1 509, llegaban á España. 52
5i. Délo que dejamos expuesto en la nota 49 apa-
rece esta circunstancia como indubitable, y aun puede
confirmarse con lo que Diego Cabezudo expresa en
su declaración en el pleito de Colón: «estando este
testigo en la Española, fué público que los dichos Juan
de Solis é Vicente Añez venian de descubrir tierra ade-
lante.»
52. Navarrete dice á este respecto: «lo cierto es que
regresaron á Castilla á fines de Octubre de iSog». Tomo
III, pág, 47 En las notas de Muñoz, tomo LXXV, fo-
lios 289 y 319, se lee: «En 14 de Nov. de iSog... han
venido de su viaje Vicente Yáñez Pinzón y Juan Diaz
de Solis», hecho que acepta Harrisse, The discovery
of North America, página 463. Hay en esto un error
tanto de Muñoz como del sabio norte-americano. La
verdad es que ya en 27 de Octubre los Oficiales Rea-
les de Sevilla anunciaban al monarca la llegada de los
expedicionarios; y que éste, con fecha 14 de Noviem-
bre, les escribía: «Rescebi vuestra carta de veinte é
siete de Otubre... é en lo de los guanines que truje-
ron del viaje Vicente Yáñez Pinzón é Joan Diaz de
Solis, está bien lo que habéis hecho fundir, etc.» Es la
misma real cédula que citamos mas atrás, que lleva
el número XIV de nuestros Documetitos.
Facsímil de la firma de Vicente Yáñez Pinzón
VI
El proyectado viaje de Díaz de Solís
para efectuar la demarcación entre
los dominios de España y l?ortugal.
SUMARIO. — Prisión de Diaz de Solis. — Mercedes que
luego le hace el Rey. — Es nombrado piloto ma-
yor.— Celebra una capitulación para el viaje de
demarcación de limites. — Puntos principales que
comprendía, — Opinión de los Oficiales Reales de
Sevilla sobre el viaje proyectado. — Impresión que
produce en el Rey. — Diaz de Solis se traslada á
Logroño.— Entrevista que allí celebra con el em-
bajador portugués. — Juicio de éste acerca del pi-
loto mayor. — El Rey desiste de que el viaje se
lleve á efecto.— Historiadores de este supuesto via-
je (nota).
ECÍAMOS que Yáñez Pinzón y Diaz de
Solís habían regresado á la Península
en los días que precedieron al 27 de
Octubre de iSog. Luego de llegar, los oficia-
les reales de Sevilla procedieron á levantar
CLXXIV JUAN DÍAZ DE SOLÍS
una información judicial de lo ocurrido du-
rante el viaje, que dio por resultado inmedia-
to la prisión de Diaz de Solís, que aquéllos
ordenaron de su propia cuenta, anticipándose
á lo que por su parte, luego de recibir las pri-
meras noticias, dispuso el Rey. «Fué buen fe-
cho, les decía éste, en efecto, en carta que les
escribía con fecha 14 de Noviembre de i5o9,
haber prendido á Juan Diaz de Solís, porque,
como por la otra mi dicha carta que va con la
presente, veréis, vos inviábamos á mandar lo
ficiésedes. Yáñez Pinzón, á pesar de que tam-
bién fué procesado ', no mereció entrar en la
cárcel, probablemente porque yendo como su-
bordmado en las cosas de la mar, la respon-
sabilidad de lo ocurrido debía imputarse sólo-
á Diaz de Solís. Lo cierto es que respecto del
piloto portugués, el monarca prevenía á sus
jueces que estuviese á buen recaudo en la pri-
sión en que le tenían, y que, si considerasen
que no estaba bastante seguro en ella, le mu-
dasen á la que mejor les pareciese, requirién-
doles, igualmente, para que una vez termina-
do el proceso, enviasen «al dicho Juan Díaz
preso é á buen recabdo á esta mi corte con el
dicho proceso, é con vuestro parescer de lo
quenello,'se debe facer»; y así se ejecutó, enefec-
I. «Acabado el proceso que contra ellos se face,t) etc*
Real cédula citada.
PROYECTO DE VIAJE CLXXV
to, pues en otra carta que el Rey escribía á
los oficiales, les decía que Diaz de Solís estaba
preso en la cárcel de Corte, y que se determi-
minaría respecto de él lo que fuese justicia,
aprobándoles juntamente lo que acerca de él
le habían consultado. 2 Según esto, Diaz de
Solís continuaba en la cárcel de iMadrid, don-
de por entonces se hallaba la Corte, á media-
dos del mes deP^ebrero de i5[0, fecha de aque-
lla cédula real.
^QuQ era lo que había motivado este proce-
so, y en consecuencia, la prisión de Diaz de
Solís? Herrera, que es el único de los histo-
riadores primitivos de Indias, que haya dado
noticia del hecho, dice: ...«se tornaron (Yáñez
Pinzón y Diaz de Solís), á Castilla, habiendo
tenido poca conformidad en este viaje, por lo
cual se mandó en Sevilla recibir información,
y hallando culpado á Juan Diaz de Solís, los
Oficiales de la Casa de la Contratación le pren-
dieron y enviaron ala cárcel Real de Corte.» 3
La poca conformidad que reinó entre ambos
marinos durante el viaje: hé aquí, en último
resultado, lo que motivó esa prisión, según el
cronista.
Que era un asunto en el cual habían inter-
venido sólo losgefes de la armadilla, es incues-
2. Véase nuestro documento número XVIII.
3. Década I, libro Vil, capitulo IX.
CLXXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
tionable, ya que así lo reconoce expresamente
el Rey, en la carta que escribía á los oficiales
luego de saber la llegada de los expediciona-
rios á Sevilla, diciéndoles que «en lo que to-
caba á la paga de los marineros que fueron en
el viaje de Vicente Yáñez Pinzón, é Juan Diaz
de Solís, pues la gente non tiene culpa de lo
quellos habían de facer, yo os mando que lue-
go les fagáis pagar todo lo que se les debiere
é hubiesen de haber, del tiempo que hubieren
servido». 4
De este documento se desprende también
que la causa del proceso era que Yáñez Pinzón
y Diaz de Solís no-ejecutaron lo que «habían
de facer», expresiones que implícitamente dan
á entender que faltaron á lo capitulado, sin
que sea difícil presumir, como lo dejábamos
insinuado, que esta falta provenía del rumbo
que siguieron, enteramente opuesto al capi-
tulado.
Existe, igualmente, otro documento, ema-
nado de la mejor fuente, que parece viene á
dar la razón á Herrera, y es la real cédula de
7 de Diciembre de 1 5 1 1 , en que se ordena á los
Oficiales Reales que paguen cierta suma á
Diaz de Solís, «por lo que ha gastado y perdi-
do el tiempo que ha estado y andado en su de-
fensa é pleito sobre la diferencia que hoto é
4. Véase nuestro documento número XVI.
PROYECTO DE VlAjE CLXXVII
siibcedió en el viaje que hizo con Vicente Yá-
ñez Pinzón)). ^
De los antecedentes que quedan expuestos,
resulta como fuera de duda que la prisión de
Diaz de Solis ha debido durar cuando mucho
hasta esa fecha, 7 de Diciembre de i5i i, pero
con más probabilidad, sólo hasta mediado ese
año, 6 puesto que en 21 de Junio el Rey or-
denaba ya á los Oficiales Reales que se le pa-
irase cierta suma que se le debía á cuenta de
su sueldo, que le había sido retenido mientras
se resolvía el proceso en que se hallaba en-
vuelto: en todo, cerca de ocho meses. 7 Seisme-
5. Véase nuestro documento XX, pág. 55.
6. Harrisse cree probable, basándose en la carta del
embajador Méndez de Vasconcelos, que Diaz de Solis
fuese luego puesto en libertad y que por causa de ne-
gocios se marchase á Portugal, negocios que le obliga,
ron, dentro de poco, á regresar á España. Nosotros no
participamos de esa opinión, en vista precisamente, de
lo que Méndez de Vasconcelos expresaba en su carta.
7. Como sabemos que Diaz de Solis tenia de sueldo
48 mil maravedís al año mientras anduviera emodrcado,
hemos sacado ln cuenta de los días que se le manda
ba pagar, que resultan ser 226; y como sabemos tam_
bien que al tiempo de su partida se le adelantaron
ocho meses de sueldo, es claro que podríamos por este
medio averiguar la fecha en que llegó. Dando por sen.
tado que la partida fuese el 29 de Junio de i5o8, ten-
dríamos asi como día de llegada el 12 de Octubre de
1 509.
12
CLXXVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
ses más tarde, considerando sin duda el Rey
que le convenia contar, para cualquiera even-
tualidad, con los servicios del piloto portu-
gués, y el tiempo que había gastado en su de-
tensa, y las molestias que sufriera por causa del
pleito, le hizo merced de treinta y cuatro mil
maravedís, equivalentes próximamente á nue-
ve meses de su sueldo. 8 Esto pasaba en prin-
cipios de Diciembre de i5ii. En 22 de Febre-
ro del año siguiente moría Américo Vespucio,
y apenas transcurrido un mes, en 25 de Mar-
zo, procedía á extenderle nombramiento de
piloto mayor de España, confiriéndole el más
alto empleo á que dentro de su profesión podía
aspirar Diaz de Solís; eso sí que con cargo de
descontársele de su sueldo, que pasaba á ser
de cincuenta mil maravedís, diez mil para la
viuda de Vespucio, mientras viviese. 9 Dos
días más tarde, procedía á celebrarse, entre el
Rey y su piloto mayor, la capitulación real en
virtud de la cual éste debía partir á efec-
tuar (da demarcación é límites de la parte de
navegación que pertenece á la Corona Real
destos reinos de Castilla é á la de Portugal, é
8. Real cédula de 7 de Diciembre de i5ii. Al recor-
dar el monarca tres años más tarde la prisión de Diaz
de Solis reconoce implícitamente su inculpabilidad.
9. Véase nuestro documento XXI.
PROYECTO DE VIAJE CLXXIX
á descubrir é tomar la posesión de ciertas
islas».
Comenzaba el monarca por reconocer en
ese documento que Díaz de Solís, a quien lla-
ma «su criado», se ofrecía á efectuar el viaje
para señalar aquella demarcación conforme al
tratado de Tordesillas, de 7 de Junio de 1494,
<il cual no se había dado aún cumplimiento
por las muchas ocupaciones de los reyes; pero
que convenía se señalase lo más presto, para
evitar los inconvenientes que, de no estar he-
cha, se podían seguir. Pero el texto de este
documento silenciaba que era fama que las
tierras en que se criaba la especería habían de
pertenecer á la Corona de Castilla una vez
efectuada esa demarcación, creencia que conti-
nuó afirmándose años más tarde todavía, y que
vino á motivar luego la expedición de Maga-
llanes. Véanse los términos en que un con-
temporáneo se expresaba acerca de este punto:
...«como después de tan largas é inauditas na-
vegaciones hechas por los portugueses, andu-
viese un rumor y fama, aunque incierta, en
que se decía que era ya tan larga aquella su
navegación por las partes orientales, y que se
extendía en tanta manera, que volviendo por
de yuso deste nuestro hemisferio, llegaba ade-
lante de los términos de la susodicha partición
y línea que va de polo á polo, y que la cibdad
^e Malaca y el gran golfo del mar de los Sinas»
CLXXX JUAN DÍAZ DE SOLIS
caía é estaba dentro de los términos del Rey
de Castilla». . .. lo
Este vago rumor, en el cual pocos, es cier-
to, creían, pero que del contexto de la capitu-
lación, según vamos á verlo, se desprende que
había llegado á oídos del monarca, daba, pues,
motivo más que sobrado para que éste tratase
de averiguar si en realidad era efectivo, cosa
que sin duda temía por su parte el de Portu-
gal cuando, como pronto también lo veremos^
hizo cuanto pudo para que la proyectada expe-
dición no se realizase.
Para hacer el proyectado viaje, el monarca
entregaría á Diaz de Solís ocho mil ducados
de oro, con los cuales deberían hacerse las dos
naves que se consideraban necesarias para el
viaje, una de sesenta y la otra de noventa to-
neles, las cuales podrían fabricarse en ei
mismo lugar de la residencia de Diaz Solís, la
villa de Lepe; comprarse los bastimentos y
demás cosas necesarias para el aviamiento de
la armada, y pagarse el sueldo de las tripula-
ciones por tres meses, procediendo de tal mo-
do que en diez meses, á contar de la fecha de
la capitulación, estuviese todo listo para la
partida. Lo que sobrase de aquella suma se
invertiría en mercaderías para rescatar en los
10. Relaciófi de ^Maximiliano Transilvajw, pág. 262
del tomo I de nuestra Colección de Documentos.
PROYECTO DE VIAJE CLXXXI
■ ■■
luí^ares á que pasasen, obligándose Diaz de
Sülís á devolver el duplo de aquella suma en
dinero ó en especies, — cuyo precio se tasaba
de antemano. — De todas las mercaderías que
se comprasen ó adquirieran, de cualquier
manera quQ fuese, otorgábase á Diaz de Solís
j sus herederos, quitadas las costas, el diez
por ciento; el Rey le prometía, que si logra-
ba la ganancia del duplo que ofrecía, le man-
daría dar título de adelantado, para él y sus
sucesores, de lo que descubriese ó tomase
posesión, y, además, que por la devoción que
■decía tener al Apóstol Santiago, le haría ca-
ballero de su Orden; y que por honrar su
persona, desde luego le hacía gobernador de
aquellas tierras durante su vida, y no más.
El piloto mayor iría como capitán del Rey
y como gefe único de la gente, si bien debía
acompañarle un veedor real que llevase cuen-
ta y razón de las compras y rescates, y un
escribano que diese fé de todo lo que ocurrie-
se, y de la manera como quedaba hecha la
-demarcación.
Estimábase que la partida podía tener lu-
gar desde Cádiz un año después, esto es,
por Marzo de i5i3.
Las instrucciones que tocante al objetivo
de su viaje llevaba, eran que de Cádiz pudie-
se parar en la Gomera, para proveerse de
agua y leña y de las otras cosas de que tu-
CLXXXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
viese necesidad; pero que desde allí iría err
derechura al Cabo de Buena Esperanza don-
de podría ^también bastecerse; «é si topar-
des algunas islas antes de llegar al Cabo de
Buena Esperanza, agregaban esas instruccio-
nes, en medio de la mar, que no fueren des-
cubiertas por el Serenísimo Rey de Portugal,
podréis proveer de las cosas que hobiéredes
menester, é proveyéndoos de ellas saber Ios-
secretos é dellas buenamente pudiéredes
saber, é aprovecharos dellas, sin ofensa de La
tierra; é de allí podréis ir á buscar la isla de
Celan, para ver si está en la parte que á estos^
reinos pertenesce, ó nó, é no pertenescienda
á la conquista destos reinos, haced lo que
decimos que hagáis en Cabo de Buena Es-
peranza; si tuviéredes necesidad de manteni-
mientos é si halláredes que cae en la conquis-
ta destos reinos, tomaréis la posesión con-
forme á un memorial que para ello se vos
dará firmado del reverendo é in Xpto. Padre
Obispo de Palencia, nuestro capellán mayor^
é del nuestro Consejo, é de Lope Conchillos,
nuestro secretario, é que las islas que topa-
redes del Cabo de Buena Esperanza hasta
hallar la isla de Celan que no hayan sido-
descubiertas por mandado del dicho Rey, mi
hijo, podréis tomar , como arriba se con-
tiene, é en el dicho memorial se os da or-
den de cómo habéis de guardar los límites
PROYECTO DE VIAJE CLXXXIII
del Serenísimo Rey de Portugal, nuestro
hijo...
«ítem que de que hobiéredes llegado á la
isla de Celan, placiendo á Nuestro Señor,
podréis ir á la isla deMaluque, que cae en los
límites de nuestra demarcación, é tomaréis la
posesión della por la Corona Real destos
reinos, conforme al dicho memorial; y fecho
esto, irés adelante para Samatra y á Pegü,
y á la tierra de los Chinos, y irés á la tierra
de los Jungos, si pudiéredes, é tomaréis la
posesión dellos por la Corona Real de Cas-
tilla de todo loque hallardes en nuestra parte,
como dicho es, y andares lo que mas pudier-
des della, sin inconveniente de vuestro via-
je». II
Concluía, por fin, el monarca por recono-
cer la «voluntad y deseo» con que Diaz de
Solís se había ofrecido á servirle, y ya fuese
por esto, ó á petición de aquél, es lo cierto que
un año después de firmada la capitulación
de que venimos tratando, se le aumentó su
sueldo en 25 mil maravedís sobre los que te-
nía, que vino á quedar así en 65 mil, descon-
tados los diez mil que se mandaron abonar
durante su vida á la viuda de Vespucio. 12
11. Véase el texto íntegro de esta pieza entre nues-
tros Documentos.
12. Véanse nuestros documentos XXIV y XXXIII.
CLXXXIV JUAN DÍAZ DE SOLÍS
Parécenos probable que para ajustar la ca-
pitulación de que tratamos, Diaz de Solís de-
bió hallarse en Burgos, y que acaso su pre-
sencia en la Corte no sería extraña á las mer-
cedes que acababa de recibir del monarca; y
que, asimismo, munido de los despachos de
que hemos dado cuenta se trasladase á Sevilla
para comenzar á poner por obra lo pactado,
ya que según su contrato era evidente que no
había tiempo que perder; de modo que Diaz
de Solís ha debido llegar á Sevilla de vuelta
de Burgos á fines de Abril de ese año de
l5l2. i3
Luego de haberse impuesto los Oficiales
Reales de la capitulación celebrada con Diaz
de Solís para verificar la demarcación entre
los dominios de España y Portugal, ya en 12
de Mayo, apenas una quincena después de la
llegada del piloto mayor á Sevilla, escribieron
al Rey manifestándole que para la ejecución
de aquélla se les ofrecían dificultades graves,
unas que tocaban á la persona misma del pi-
loto y otras á los escasos elementos consulta-
dos para realizar en condiciones de éxito una
i3. En 25 de ese mes, se asentó, en efecto, en los li-
bros de la Casa de la Contratación la real cédula de 25
de Marzo que concedía la ayuda de costa á Diaz d«
Solís y que éste debió presentar en su original, luego
de su llegada á Sevilla.
PROYECTO DE VIAJE CLXXXV
empresa de tanta magnitud y alcance. No co-
nocemos en sus detalles la carta de los Ofi-
ciales Reales, pero sí la respuesta que el Rey
dio cá ella en 29 del mismo mes, que en su
parte congruente reproducimos á continua-
ción:
«Vi vuestra carta de doce de Mayo en que
me hacéis saber los inconvenientes que os
parecía que hay para no poder complir Juan
Diaz de Solís la capitulación é asiento que
por nuestro mandado con él se tomó sobre el
viaje que ha de hacer para la demarcación de
entre estos reinos é Portogal, y téngoos en
servicio avisarme dello, y bien me pesa algu-
nos inconvenientes que decís que pudiera su-
ceder en la navegación si el dicho Juan de
Solís no llevase mejor recaudo del que decía
que había de llevar, y la verdad es que al tiem-
po que con él se asentó la dicha capitulación,
fué porque teníamos y tenemos acordado de
enviar juntamente con él una persona de mu-
cha confianza é cuidado, el cual ha de llevar
secretamente poderes que excedan á los quel
dicho Juan de Solís lleva, para que cada é
cuando el dicho Juan de Solís tentase de ha-
cer algo que no debiese contra el tenor de la
dicha capitulación que con él se tomó, le pu-
diese contradecir; y lo que principalmente á
ello nos movió, fué tenerle, como vosotros de-
cís, por persona de no mucha constancia, y
CLXXXVI JUAN DÍAZ DE SOUS
todos los inconvenientes que en la negocia-
ción decís que le podría suceder, y también
ser muy pocos los dos navios que ha de lle-
var para ser el viaje tan largo y los más in-
convenientes que pareciere que le podrán
suceder yendo de la manera que va: comuni-
cad é platicad con él, poniéndoselos todos de-
lante, para que os diga su parescer de todos
ellos, é que salida ó fundamiento les dé para
quél no los tenga por impcdimientos,y des-
pués que lo tengáis todo muy platicado é
asentado enviarme héis la relación verdadera
de todo lo que en ello pasare, ansí de los in-
convenientes que decís, como de lo que el di-
cho Juan Diaz á ello responde, para que yo
lo mande todo ver, y después de visto é con-
migo consultado, se vos envíe á mandar lo
que con el dicho Juan de Solís habéis de ha-
cer, y entretanto lo más moderadamente que
ser pueda daréis los dineros que fueren me-
nester para aderezar algunas cosas para el
dicho viaje, con que las tales cosas que ansí
hobieren de comprar sean de calidad que aun-
que no se haya de hacer el dicho viaje, se pue-
dan tornar á vender sin que en ello se pierda
mucho, y en esto entenderéis con el menos
bullicio y alteración que ser pueda; é con la
presente os envío cédula para el dicho Juan
de Solís que se junte con vosotros para ello y
dársela héis y todos juntamente platicad so-
PROYECTO DE VIAJE CLXXXVII
bre ello, é después desto muy platicado é estu-
diado, enviadme la información é relación de
todo lo que en lo susodicho pasarde, como
dicho es.»
Y concluía el monarca:
«No se os responde con este mensagero á
otras cosas que yo tengo mandadas apuntar
para platicar en ello: hacerse há lo antes que
ser pueda, porque lo principal porque se va
con este despacho, es por lo que conviene
que platiquéis é hagáis en el negocio de Juan
de Solís.»
Y en conformidad á lo que prevenía á los
Oficiales Reales, en esa misma fecha escribía
á Diaz de Solís para que juntándose con aqué-
llos les diese razón «de todo lo que de vos se
quisieren informar é saber, le decía, porque
ansí conviene á nuestro servicio é al bien de
la negociación.» 14
Los términos de esta comunicación retra-
tan de cuerpo entero al monarca que la fir-
maba.
De ellos resulta con toda claridad que el
Rey desde un principio aceptó las indicacio-
nes que le hacían los Oficiales Reales, y que
hasta cierto punto se disculpaba de la lijereza
con que había pactado con su piloto mayor,
á quien manifestaba tener por persona de no
14. Véase nuestro documento XXVII.
CLXXXVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
mucha confianza, con que había de poner á su
lado, llegado el caso de que la expedición se
hiciese á la vela, un individuo que, en reali-
dad, debía sobreponerse en autoridad al gefe
que aparecía nombrado, consecuente con el
sistema político que de ordinario guió la con-
ducta de Don J^ernando. Y tan alarmado ma"
nifestaba hallarse con lo que los Oficiales
Reales le significaban, que dejando de mano
responderles á otras consultas, se apresuraba
á despacharles un correo para que sin demo-
ra conferenciasen con Diaz de Solís. Mien-
tras tanto, sin romper desde luego el trato
que acababa de celebrar con éste, indicó
á los Oficiales que acortasen la mano en lo de
suministrarle dineros para, sus preparativos,
los que, por lo demás, debían limitarse á aque-
llas cosas que pudieran más tarde servir para
otro viaje.
Ya fuese porque Diaz de Solís compren-
diese la manera cómo se iba procediendo res-
pecto á los preparativos del viaje, y quisiese
abocarse con el Rey para manifestárselo, ó ya
porque éste le hubiese llamado para conferen-
ciar con él, ó quizás por irle entreteniendo
sin resolver nada, es lo cierto que por el mes
de Agosto de aquel año (i5i2) le hallamos en
Logroño, donde por esos días residía la corte.
En ella se hallaba el embajador de Portugal
don Juan Méndez de Vasconcelos, que sin
PROYECTO DE VIAJE CLXXXIX
duda alguna algo sospechaba respecto del
proyecto que el Rey trataba con su piloto
mayor. Es bien conocido el oficio que en 3o
de Agosto dirigía á su soberano informándole
de los pasos que tenía dados para verse con
Diaz de Solís y lo que éste le manifestó.
«Juan Diaz de Solís, el piloto de quien V. A.
me escribía que le tenían dicho que iba á
Malaca, está aquí; le mandé muchas veces
llamar, y hoy hablé con él, y vino en su com-
pañía un hermano suyo, que dice que había
estado en la India, y que en aquella Casa te-
nía más de trescientos ducados. Y lo que supe
de Juan Diaz es que por el mes de Abril ve-
nidero ha de partir con tres navios, uno de
ciento sesenta, otro de ochenta y otro de cua-
renta toneles.»
De estas palabras del Embajador se deduce
que el piloto se hallaba aún en la persuasión
de que había de realizar su viaje, y que, en
vez de las dos carabelas, había de llevar tres,
una de ellas de porte mucho más considera-
ble que la proyectada en un principio: que D.
Fernando, al parecer, no desistía de que se hi-
ciese el viaje, pero conforme á lo que le re-
presentaron sus oficiales, quería que su piloto
mayor llevase mejores elementos que los in-
dicados en la capitulación; y aun, que la par-
tida sería por el mes de Abril inmediato, es
decir, dentro de siete meses.
CXC JUAN DÍAZ DE SOLIS
«Dice que ha de ir, continuaba el Embaja-
dor, á ver y demarcar lo de Castilla; y la
conversación fué muy larga, y lo que de ella
pude sacar fué que á él le parece que Malaca
cae en la demarcación de Castilla.»
Y entrando á expresar el juicio que el pilo-
to le mereció, añadía: «Yo no sé nada de las
cosas de la mar, pero apesar de eso, declaro
que me parecía que hablaba de ellas como
quien sabe lo que dice.»
Para completar sus informaciones, Méndez
de Vasconcelos se vio obligado á dar dinero
á un Juan Anrique, también marino portu-
gués, quien le repitió que desde Sevilla le ha-
bla escrito al Rey de Portugal notificándole
lo que pasaba acerca de la armada que se ha-
cía; concluyendo por expresar á su soberano
que viese modo de «mandar remediar esto de
manera que no se le hiciere semejante deser-
vicio.» La opinión del Embajador, era, en
resumen, que no convenía á los intereses de
Portugal que se llevase á cabo el proyectado
viaje deJuanDiaz de Solís, , aparentemente
porque podía muy bien resultar de él que
Malaca pertenecía á Castilla.
En otra carta del mismo Méndez de Vas-
concelos escrita algunos días más tarde, re-
fiere lo que acerca de la proyectada expedición
le habla dicho don Fernando en respuesta á
PROYECTO DE VIAJE CXCl
las reclamaciones que al respecto tenía pre-
sentadas.
«En cuanto á la armada que se hace para
Malaca, yo le tenía hablado acerca de esto
hace tres días, como adelante diré, y ahora
le leí lo que en esta carta de V. A. venía
acerca de eso, y él me respondió lo que ya
me tenía respondido, que es: que la armada
no va á Malaca, sino á descubrir y saber lo
de acá, y que aunque fuese tan ligero y tan
apasionado y tal como le decía, que no osaría
hacer cosa que no debiese, porque le costa-
ría la cabeza: y á esto le tenía yo ya dicho
cuan poca paga aquella sería respecto del
daño que le podía hacer, y tornóme á decir
que él no iría solo ni por capitán.»
A pesar de que en estos párrafos no se
nombra á Diaz de Solís, apenas parece nece-
sario que indiquemos que tocaban á su per-
sona, y que el rey decía verdad cuando ma-
nifestaba que no iría solo ni como gefe de la
expedición, como en documento anterior ema-
nado de su mano se lo tenía ya significado
á los Oficiales Reales de Sevilla; y agregaba
el monarca al embajador: «Que estuviese V.
A. muy cierto que por voluntad suya no se
tocaría en vuestras demarcaciones, y que á
esto estaba respondido con la misma carta,
y que en la Gasa de la Contratación de Se-
CXCII JUAN DÍAZ DE SOLIS
villa el principal capítulo que se ponía á los
que iban con armada ó á descubrir, era que
no tocasen en ninguna cosa de lo de V. A.;
y que lo que me dijera acerca del deseo qne
tenía de que todo se demarcase, de manera
que nunca Portugal y Castilla tuviesen debate
alguno, me lo tornaba ahora á decir, y que
yo escribiese á V. A. que V. A. arbitrase
algún camino para ver modo de que esto se
pudiese lograr, y que él, por su parte, cuida-
ría de ello, y que holgaría mucho de que se
hallase, porque él, por ser ya viejo, había de
vivir pocos días, y que durante esos esperaba
en Dios que nunca hubiese rompimiento, si-
no que se iría muy descansado si quedase
todo tan claro que sus nietos y todos los que
de ellos viniesen, nunca tuviesen causa de
romper, y que con esto holgaría mucho; pero
á pesar de cuanto le dije de aquel piloto por-
tugués, nunca me dijo que no iría. Y pues-
tengo las manos puestas en esta materia, daré
cuenta á V. A. de lo que que pasó entre el
piloto y yo.»
Apenas parece necesario decir cuan de co-
razón hablaba don Fernando acerca de los
propósitos que le guiaban para efectuar la
demarcación, y de que su silencio en cuanto
al proyectado viaje de Juan Diaz de Solís es-
taba manifestando que aun abrigaba la espe-
ranza de que pudiese efectuarlo; y claro por
PROYECTO DE VIAJE CXCIIÍ
<lemás está, que el piloto portugués á que
-el embajador se refería, no podía ser otro
que aquél.
Veamos ahora lo que medió entre ambos,
-según los términos en que el embajador lo
refiere á su soberano.
«Yo lo mandé llamar algunas veces, dice,
y hubo de venir aquí á mi posada... y hállelo
-del todo concertado con el Rey, vuestro pa-
dre. . . y en conclusión me dijo que no iría para
allá, y no me aceptó cuantas buenas razones
pude decirle, que á todos son notorias: y fué
tan ruin, que todo lo que pasó entre él y yo,
fué luego á decírselo al Obispo de Falencia,
que tiene cargo de las armadas, y el Obispo
<ie Falencia se lo dijo luego al Rey, y el pilo-
to se lo ponderó al Obispo, y dícenme que
el Obispo al Rey: y porque yo había sabido
que este Obispo dijo á Cristóbal Corea, cuan-
do acá vino esta última vez, algunas palabras
descorteses, y también porque ahora fui cer-
tificado que este piloto tenía concertado de
dar al mismo Obispo la mitad de lo que por
su parte le tocase, expresé al Rey, vuestro pa-
dre, cómo había hablado con el piloto, y que
lo había hallado tan apasionado y tal, que me
-determinaba á decírselo á S. A. que no man-
dara hombres semejantes y de tal calidad
para cosa de tamaña importancia, porque
aunque fuese tan justo como Simeón y tan
i3
CXCIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
sesudo como Salomón, por estar tan apasio-
nado, no lo podría hacer bien, cuanto masque
era todo al revés, y todavía que me hallaba
cierto de que le tenía ofrecida la mitad de lo
que le tocase al Obispo de Falencia y al Se-
cretario, pensando tener á éstos de su parte».
Las tentativas de Méndez de Vasconcelos
para inducir á Diaz de Solís á dejar el servi-
cio de España habían, pues, resultado infruc-
tuosas, porque, según expresaba más adelan-
te, «está del todo perdido de vanidad y lleno
de esperanzas de lo que ha de descubrir y de
lo que de esto le ha de tocar; y nunca del
Rey, vuestro padre, concluye, antes de ahora,
ni ahora con vuestra carta, pude conseguir
que este ruin no iría, sino, cuando más, bue^
ñas palabras de que no lo hará, y que no irá
solo, eto).
Por fuerte que nos parezca el calificativo
que el Embajador aplicaba á Diaz de Solís,
llamándole ruin — lo que es un argumento más
para creer que sólo podía decirlo respecto de
un compatriota al servicio de una nación ex-
traña, y próximo á embarcarse en una em-
presa que podía resultar perjudicial á los de-
rechos de Portugal, — es necesario convenir
en que el piloto se mantuvo leal al rey Fer-
nando, ya fuese, como lo expresaba el Em-
bajador, por las grandes expectativas que tenía
concebidas de su empresa, ya por temor de
PROYECTO DE VIAJE CXCV
regresar á su patria, donde sus servicios, ade-
más, habían sido mal apreciados.
Parece, pues, que hasta ese momento,
(Septiembre de i5i2) ni el Rey, ni el Obispo
de Falencia, ni Conchillos, el secretario real,
respecto dequienes nos parece muy verosímil
lo que Méndez de Vasconcelos refería, ni mu-
cho menos Diaz de Solís, tenían perdidas las
esperanzas de que se cumpliese la real
capitulación firmada en Burgos en el mes de
Marzo precedente. Pero estas esperanzas re-
rultaron efímeras, pues cuando habían pasado
apenas veinte días de la fecha de la carta de
Méndez de Vasconcelos, se ve al Rey dictar
un decreto mandando abonar al piloto 37,5oo
maravedís, «en recompensa de los gastos é
costas que él tiene fechos hasta agora en
aderezar y aprestar el viaje que por nuestro
mandado había de hacer» i5; y más termi-
nante aún, si cabe, es la real cédula que al
día siguiente dirigía á los Oficiales Reales, en
que les dice: — «Ya sabéis el asiento questaba
tomado con Juan Diaz de Solís para el viaje
que había de facer en ir á descobrir, y por-
que al presente yo he mandado suspender el
dicho viaje fasta que se comunique con el
Rey de Portugal, mi hijo, lo que toca á aque-
i5. Real cédula de 29 de Septiembre de i5i2, en la,
página 98 de nuestros Documentos.
CXCVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
lia navegación; y lo que el dicho Juan Diaz
tenía gastado en aderezar para lo susodicho
podrá servir para lo de Tierra Firme, en que
agora, con ayuda de Nuestro Señor, mando
entender, segund que brevemente seréis avi-
sados: por ende, yo vos mando que veáis todo
lo que el dicho Juan Diaz ha comprado é
juntado para el dicho viaje é lo fagáis tomar
é recibir é poner á recabdo para lo de Tierra
Firme, y le recibáis y paséis en cuenta todos
los maravedís que hobiere pagado,- así en las
compras como en los maravedís que hobiere
dado en señal de las cosas que había igua-
ladas, y asimismo lo que hobiere dado á al-
guna gente para en cuenta de su sueldo, y
todo lo demás que él tenía comprado é con-
sultado lo toméis, segúnd é de la manera quél
lo tenía concertado y lo cumpláis según él
había de cumplir, de manera que la palabra
que tenía dada é asientos que tenía fechos se
cumplan; y asimismo le recibáis en cuenta
los maravedís que hobiere gastado con los
homes que ha traído consigo para aderezar
y entender en lo susodicho, ecebto lo que
toca á su persona, porque por respeto de aqué-
llo, yo le fago cierta merced de ayuda de cos-
ta, como por otra mi cédula veréis; y porque
yo le tengo por muy buen servidor, y como
tal querría que fuese mirado y tratado, reci-
biré de vosotros servicio que en todo le tra-
PROYECTO DE VIAJE CXCVII
téis y favorezcáis como á criado y servidor
mío y le hayáis muy recomendado; é no faga-
des ende al. Fecha en Logroño á treinta días
del mes de Septiembre de quinientos doce
años. — Yo EL Rey, etc.»
Procediendo en esta conformidad, la cara-
bela Santa María de la Merced «y aparejos y
munición que con ella compró Juan Diaz de
Solís para el armazón que S. A. mandaba ha-
cer para las partes de Malaca y después la
mandó suspender, y de las cosas que después
de la primera compra tornó á comprar el
dicho Juan Diaz para la dicha carabela», ex-
presaban los Oficiales Reales, todo lo entre-
gó á Vicente Yáñez Pinzón, piloto de S." A.»
en Sevilla, el ii de Enero de i5i3. i6
Tal fué el fin que tuvo aquel proyectado
viaje de i5i2, tan diversamente relatado y co-
mentado por los biógrafos del descubridor
del Río de la Plata. 17
16. Todo, menos algunas cosas que montaron en la
tasación á 233o maravedís. Libros de Armada, i5i2-
i53o, en el Archivo de Indias.
La carabela Santa María de la Merced fué en la que
se embarcó luego Pedrarias Dávila para ir al Darién.
17. Fernández de Oviedo fué el primero que emitió
la especie de que Diaz de Solís efectuó un viaje en
i5i2, en el cual habría descubierto eHRío de la Plata.
López de Gomara, añadió en seguida que desde el
Cabo de San Agustín, en el dicho año, había recorrí-
CXCVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
do setecientas leguas de costa: «era piloto mayor del
Rey, dice, fué con licencia, sig-uió la derrota de Pinzón,
llegó al cabo de San Agustín, y de allí tomó la via de
mediodía, y costeando la tierra anduvo hasta ponerse
cuasi en cuarenta grados.» El cosmógrafo López de
Velasco, que escribía su Geografía y descj'ipción
tmiversal de las Indias en iSyj, copió luego á Ló-
pez de Gomara. Herrera expresa que con el fin de hacer
la demarcación, el Rey envió á Diaz de Solis en unión
de Yáñez Pinzón para que descubriesen hasta donde
pudiesen al sur, y que entonces hallaron el Río de la
Piala, si bien al ñn del párrafo en que da esta noticia
expresa que cree «se engañaron los que escriben que
Juan Diaz de Solís navegó el año de 1512.» Los histo-
riadores primitivos del Plata, Barco Centenera, Rui Diaz
de Guzmán, el P. Lozano, incurren á este respecto en
errores aují más graves, y hasta en la misma inscripción
puesta en la tumba de Diaz de Solís en San Francisco
el Grande de Madrid se lee que descubrió el Río de
la Plata en i5i2. Después de lo que se ha dicho en el
texto, será inútil que analicemos las opiniones de los
historiadores que han aceptado como un hecho seme-
jante viaje, entre los cuales debemos recordar la de
Lamas, que llegaba en esta parte á la conclusión de
que Diaz de Solís descubrió efectivamente en ese año
la boca del Rio y que regresó á España «para obtener
la gobernación y las concesiones que solicitaban los
descubridores sobre los países que descubrían.» Véa-
se la Revista del Rio de la Plata, t. I, pág. 436. Al
señor Madero corresponde la primacía en haber de-
mostrado que el viaje de que hablamos no llegó á rea-
lizarse.
VII
Juan T)iaz de Solís piloto mayor de
España.
.SUMARIO.— Creación del puesto de piloto mayor. —
Formación del padrón real. — Diaz de Solis es nom-
brado piloto mayor en |lug-ar de Américo Vespu-
cio.— Se encomienda á Juan Vespuche y Diaz de
Solis el levantamiento del padrón real. — Diaz de
Solis aprueba la carta de marear del piloto Andrés
de Morales.— Disquisición acerca de este punto. —
Dificultad que nace de la situación del cabo de
San Agustín, según la carta de Morales.
V junta celebrada en Burgos entre el Rey
y sus pilotos Américo Vespucio, Juan de
la Cosa, Yáñez Pinzón y Díaz de Solís,
-de que hemos hablado en el capítulo V, fué fe-
cunda en resultados para el adelantamiento de
las navegaciones y descubrimientos á las In-
dias. De allí nació, como se recordará, el envío
déla expedición que mandaron Yáñez Pinzón
y Diaz de Solís, y la creación del puesto de
piloto mayor, extendido con fecha 22 de Mar-
ce JUAN DÍAZ DE SOLIS
zo de i5o8 á favor de Vespucio. i Los moti-
vos que el Rey y sus consejeros tuvieron
para ello presentes, así como los trámites á
que en lo de adelante debían seguirse en
el examen de los pilotos que habían de nave-
gar á las Indias, constan del reglamento que
se dictó meses más tarde.
Reconocía el Rey que por causa de no ha-
ber sido hasta entonces los pilotos de los na-
vios que navegaban para aquellas partes bas-
tante expertos «y no tener fundamento para
saber tomar por el cuadrante é estrolabio el
altura, ni saber la cuenta de ello», habían es-
tado muchas veces en grave peligro los pasa-
geros, y los mercaderes y hacienda real reci-
bido perjuicios de consideración; 2 que era^
1. Véase la real cédula en que se le mandó pagar su
sueldo de 5o mil maravedís, en Navarrete, t. III, pá-
gina 297. Por otra, de la misma fecha, se concedieron
además á Vespucio otros 25 mil maravedís para ayuda
de costa.
2. En los días que precedieron á la reglamentación-
del examen de los pilotos, el Rey, en i3 de Julio de
i5o8, escribió una carta á Nicolás de Ovando, goberna-
dor de la Española, en que se recuerda uno de estos
hechos y se le previene lo últimamente acordado to-
cante al examen de los pilotos: «Cuanto á lo que escri-
bís de los navios que dejaron desamparados y de la
falta que han fecho los dos pilotos, asi por esto, coma
porque un navio que de allá partió con trece mil pesos
de oro de los mercaderes aportó en Francia á los bajos-
PILOTO MAYOR CCI
además, necesario preparar personas que fue-
ran más expertas, tanto en la teórica como en
la práctica, para atender á las navegaciones y
descubrimientos que en adelante se proponía
mandar hacer; y disponía que no pudiesen te-
ner cargo de aquellas naves, ni ganar solda-
das por pilotaje, ni concertarse con los mer-
caderes, ni ser recibido á bordo sin que pri-
mero les fuese dada carta de examen y apro-
bación por el piloto mayor, á quien se or-
denaba que estableciese en su casa en Sevilla
una cátedra de navegación á fin de que en-
señase á todo el que lo solicitase, pagándo-
le su trabajo. Se le autorizaba también para
que mientras no hubiese pilotos examinados,
pudiese elegir los que considerase más aptos,
á fin de que por un viaje ó dos guiasen las
naves á las Indias.
Y como la base para una buena navega-
ció eran las cartas de marear, de que por
entonces existían ya muchas de diversos
maestros, aunque muy discordes entre sí,
«así en la derrota como en el asentamiento de
de Carcasona, se mandó proveer que no vaya ning-und
piloto sin ser examinado por mi piloto mayor, el cual
ha de dar carta de examinación; y que de todas las
figuras de las cartas se fagan por un padrón, y todos
han de saber el cuadrante, é para ello encargué á Amé-
rico Vispuche que se lo muestre en Sevilla.» Véase so-
bre otros particulares análogos nuestro documento XV.
CCII JUAN DÍAZ DE SOLIS
las tierras nuevamente descubiertas», se orde-
naba á los Oficiales de la Casa de la Con-
tratación de Sevilla que hiciesen juntar á to-
dos los pilotos reputados por más hábiles que
por entonces hubiese en España para que
con presencia de Vespucio y con lo que éste
resolviese se formase el Padrón Real, por el
cual de allí en adelante tenían que regirse todos
los pilotos, bajo ciertas penas al que hiciese
lo contrario. Ese padrón debía guardarse por
los Oficiales Reales y el piloto mayor, y á fin
de que pudiese irse rectificando y completan-
do, se dispuso que todos los pilotos que en sus
viajes á Indias hallasen nuevas tierras, puer-
tos, islas ó cualquier otra cosa que fuese dig-
na de ser asentada en él, luego de regresar á
España se presentasen á noticiarlo á los en-
cargados de su custodia, «porque todo se
asiente en su lugar en el dicho padrón, á fin
de que los navegantes sean mes cabtos é en-
señados en la navegación.»
Tal fué el origen y tales las facultades con-
cedidas por el titulo de su nombramiento al
primer piloto mayor de España.
En esta virtud, Américo Vespucio se esta-
bleció en Sevilla y continuó sirviendo el nue-
vo cargo hasta el día de su muerte, ocurrida
allí el 22 de Febrero de i5i2.
Posteriormente se dispuso por las leyes 3 la
3. Véase la página 143 del libro II del i\orte de la
PILOTO MAYOR CCIII
forma en que debía proveerse el cargo cuando
se hallase vacante, pero en los primeros tiem-
pos de su creación sólo se tuvo para ello pre-
sente la voluntad del Rey. 4
Sabemos ya que, á la vez que Vespucio fué
designado para aquel puesto, el monarca nom-
bró piloto real á Juan Diaz de Solís, asignán-
<\o\e el sueldo de cuatro mil maravedís por
mes mientras estuviese embarcado, y en esta
conformidad se le pagaron al tiempo de su
partida, en 29 de Junio de i5o8, ocho meses
adelantados. Con motivo del proceso que se
le siguió á su regreso, se le retuvo el que le
correspondía por los ocho meses restantes de
la duración del viaje, hasta que, concluido
aquel proceso, se le mandaron pagar en 21
de Junio de i5ii; y por Diciembre del mismo
año se le dieron 84 mil maravedís como ayu-
Contratación de las Indias de Veitía Linage, Sevilla,
1 67 1, fol. La reglamentación de todo lo relativo al piloto
mayor y cosmógrafos y examen de pilotos, consta de
los artículos 128-143 de la real cédula de 11 de Agosto
de 1 552, inserta en las Ordenafizas reales para la Ca-
sa de la Contratación de Sevilla, etc., Sevilla, 1647,
folio.
4. Decimos esto porque se ha pretendido que Diaz
de Solís no pudo ser nombrado piloto mayor si no hu-
biese sido español, sin considerar que ni su antecesor
Vespucio, ni Gaboto que le sucedió en el cargo, fueron
también extranjeros, como dejamos expresado ante-
riormente en el texto.
CCIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
da de costa por lo que había gastado y per-
dido el tiempo en su defensa. Puede, pues,
decirse que desde ese momento había entrado
de nuevo á gozar del favor real, justificado ya
por completo de las acusaciones que en el
primer momento se le habían hecho, ytanto^
que un mes después de haber fallecido Ves-
pucio fué nombrado para sucederle en el car-
go de piloto mayor, sin más gravamen que el
de acudir á la viuda de su antecesor con una
pensión de de diez mil maravedís ^ equiva-
lente á la quinta parte de su sueldo; 6 aunque
unos cuantos dias más tarde el Rey acordó
darle al piloto nuevamente nombrado la gra-
tificación de 25 mil maravedís, de que disfrutó
también su antecesor. 7
A poco de hallarse Diaz de Solís sirviendo
aquel cargo, el Rey nombró como su segun-
5. «...Que de ellos se paguen á María Cerezo, mujer
del dicho Amérigo, diez mili maravedís para en toda
su vida, de que yo le hago merced en enmienda y
satisfacción de los servicios que el dicho su marido
nos hizo...» Real cédula de 28 de Marzo de i5i2, núme-
ro XXIII de nuestros Documentos.
6. Véase su nombramiento en la página 55 de núes*
tros 'Documentos. La real cédula se asentó en los li-
bros de la Casa de la Contratación el 26 de Abril de
I5l2.
7. Número XXIV de nuestros Documentos, real cédu-
la de 26 de Abril de i5i2.
PILOTO MAYOR CCV
do, 8 aunque con mucho menos sueldo, á Juan
Vespucio, sobrino de Américo, al parecer
con el propósito de que «de continuo estu-
viese aparejado para servir, ansí por mar,
como por tierra 9, y para que en unión de Diaz
de Solís procediesen á levantar el padrón
real, que, según parece, hasta entonces esta-
ba por hacer. El monarca recuerda en esta
ocasión las circunstancias que habían moti-
vado la creación del cargo de piloto mayor,
y añade que su voluntad era que se «haga un
padrón general, y por queste se haga muy
cierto y verdadero é cual convenga, porque
las dichas navegaciones sean ciertas é verda-
deras, confiando de vos Juan de Solís, nues-
tro piloto mayor, é de vos micer Juan Puche,
nuestro piloto, que sois tales personas y tan
expertos y dotos para lo susodicho, por la
presente vos mando que ambos á dos junta-
mente en la nuestra Gasa de la Contratación
de las Indias de Sevilla, y en presencia de
los nuestros Oficiales que en ella están, ha-
gáis juntar todos los más pilotos que ser pu-
diere, é que más supiesen en las navegacio-
8. «Nuestro piloto mayor» le llama la cédula de su
nombramiento, quizás por error, porque en otras pos-
teriores se le designa simplemente como piloto real.
g. Real cédula de 22 de Mayo de i5i2, número XXV
de nuestros Documentos.
CCVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
nes y estrolabrios, é alturas, é compases, á
los cuales mando que se junten con vosotros,
é así juntos, platiquéis mucho de la manera
que se debe hacer un padrón real de la nave-
gación de las partes de todas las Indias, que
hasta hoy se han descubierto, pertenecientes
á la Corona Real destos Reinos, é después
que todos hayan dicho sus pareceres, con
acuerdo de vos los dichos Juan de Solís é
micer Juan de Vespuche, é se haga por amos
é dos vosotros juntamente un padrón general
que se llame el Padrón Real, en pergamino,
questé puesto juntamente en la dicha Casa
de la Contratación, por el cual todos pilotos
se han de regir é gobernar é fazer sus viajes;
é para que todos los tengan en su poder é se
rijan por ellos, vos el dicho micer Juan Vis-
puche los podáis facer é fagáis todos los tres-
lados del dicho padrón real, é no otro nin-
guno lo, conforme á una licencia que para
ello el Rey, mi señor é padre, vos dio por
una su cédula firmada de su nombre, que
10. Exceptuado Andrés de San Martin que podía sa-
carlos por especial licencia, pero no venderlos. Véase
nuestro documento XXVIII. Vespuche se quejó mas
tarde de que «muchas personas se entremetían á hacer
cartas,» diciendo que á causa de no haberse pregona-
do aquella cédula real, podían ejecutarlo, por lo que
hubo necesidad de verificar este pregón. Véase nues-
tro documento XXXV,
PILOTO MAYOR CCVII
ningund piloto use de otro ningún padrón
sino del que vos le dierdes, firmado de vues-
tro nombre é sacado para quél, so pena de
cincuenta doblas de oro á cada uno que lo
contrario hiciere, que sean para las obras de
la dicha Gasa de la Contratación.»
No hay constancia de si Diaz de Solís die-
ra ó-nó comienzo á tan miportante comisión,
ni de cómo desempeñara el alto puesto que
acababa de merecer de la real confianza. El
único acto suyo realizado como piloto mayor
ide que nos haya quedado noticia, es la apro-
bación que prestó á un mapa de Andrés de
Morales, según éste lo declaraba en la junta
de pilotos celebrada en Sevilla á mediados
del mes de Noviembre 'de i5i5, n con motivo
de las diferencias surgidas con Portugal por
la posesión de las tierras del Brasil. 12 He-
11. Por consiguiente, muy pocos días después de la
partida de Diaz de Solís. Ya se comprende cuan impor-
tante hubiera sido tener su opinión al respecto, como
que habría aclarado muchos de los puntos que hoy
aparecen todavía oscuros en la relación de sus viajes.
Pasa con esto lo mismo que ocurrió en el Pleito de Colón^
en el cual, como tenemos dicho, ni siquiera se sabe
por qué no declaró.
12. Véase el Parecer que dieron los pilotos sobre
la demarcación y como les parecía que debíase ha-
cer entre el Rey, nuestro señor, y el Rey de Portu-
gul en el cabo de Sant Agustín, etc., publicado por
Fernández Duro en las páginas 25 y siguientes del to-
CCVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
rrera, que sin duda tuvo á la vista los ante-
cedentes de este asunto, nos dice al respecto
lo siguiente: «Y porque las cartas de marear
de Castilla no parecía que en ello estaban con-
formes(loslímitesdelademarcaciónen la parte
del Cabo de San Agustín) los Oficiales de la
Casa suplicaron al Rey les diese licencia para
hacersobre ello junta de pilotos y corregir las
cartas. El Rey lo tuvo por bien, aunque adver-
tía que mirasen si sería bien enviar primero
personas que lo reconociesen á vista de ojos,
y que pues Juan Diaz de Solís, y otros hom-
bres muy peritos en el arte, habían aprobado
la carta que hizo el piloto Andrés de IMora-
les, aquélla se debía creer que era la me-
jor». i3 Forestas palabras del cronista de Indias
siguieron repitiendo la misma noticia Veitía
Linage, '4 González de Barcia, i^ Fernández
de Navarrete i6 y otros 17. Ahora bien, cuan-
mo XVI del Boletín de la Sociedad Geográjica de
Madrid.
i3. Década II, libro I, capitulo XII.
14. Norte de la Contratación, libro II, pág-. 140.
i5. Epitome de la Biblioteca Oriental y Occidental,
tomo II, columna 1 109.
16. Biblioteca Marítima, tomo I, pág. 90.
17. Harrisse, The discovery 0/ Nortli America, pá-
gina 480, y Fernández Duro, «Andrés de Morales, ob-
servador de las corrientes oceánicas,» en la Ilustración
Española y Americana de 22 de Agosto de 1893.
PILOTO MAYOR CCIX
do se sabe que Andrés de Morales, hombre
reputado en su tiempo como uno de los me-
jores cosmógrafos, había hecho más de una
carta de navegar, conviene que tratemos de
establecer cuál era la que Diaz de Solís, sien-
do piloto mayor, había aprobado. Mártir de
Anglería i8^ granencomiador de los méritos de
Morales, refiere que éste le había presentado
un mapa de la Isla Española hecho por él, á
la que también hacen alusión expresa Las
Casas, 19 y Herrera 20. Es evidente, por lo
tanto, que la aprobación de Diaz de Solís no
pudo recaer sobre este mapa.
En la declaración prestada por Morales en
el pleito de Colón, respondiendo á la sexta
pregunta, dijo que la sabía, por haberla oído
decir á Vicente Yáñez, (con referencia á su
viaje de 1499-500) «é á los que con él iban, é
á Diego de Lepe... y que este testigo hizo una
figura, que se dice ^carta de marear, para el
señor Obispo D. Juan de Fonseca, en Sevilla,
por la relación que le habían fecho los sobre-
dichos...» Ya' queda dicho lo que Yáñez Pin-
zón y Diego de Lepe tenían descubierto en
aquellos años; si bien conviene recordar aquí
los términos en que aquél refería en el pro-
ceso la extensión de costas que había reco-
18. Décadas, tomo II, pág. 379, traducción citada.
19. Historia de las Indias, tomo III, pág. 209.
20. Década I, libro VI, capitulo XVIII.
14
CCX JUAN DÍAZ DE SOLÍS
rrido en aquel viaje, á saber: «es verdad
que descubrió desde el Cabo de Consolación,
que es en la parte de Portugal, é agora se
llama Cabo de Sant Agustín, éque descubrió
toda la costa de luengo, corriendo al hociden-
te la cuarta del nurueste, que así se corre la
tierra, é que descubrió é halló la mar dulce,
que sale cuarenta leguas en la mar, é laguna
dulce, é asimismo descubrió esta (otra?) pro-
vincia, que se llama Parisura, é corrió la cos-
ta de luengo fasta la boca del Dragón». 21
Veamos ahora el parecer de Morales en la
junta de Sevilla de i5i5, que completa su
primera declaración:— «Digo que yo tengo fe-
cha una figura en la cual está figurado el
Cabo de Sant Agustín, en toda la costa hasta
la Baria (Paria?) la cual yo asenté por infor-
mación de los primeros descobridores que lo
descubrieron en el año de 1498 años, é por
información de los segundos que fueron al
dicho cabo, é de allí corrieron toda la costa
la Baria, que fué Diego de Lepe, porque á la
sazón yo hice una figura de toda aquella cos-
ta, por mandado del señor Obispo D. Juan
de Fonseca, é con acuerdo del dicho Diego
de Lepe, que era hombre marinero é sabidor,
la cual creo que el dicho señor Obispo hoy
21. Colección de Documentos citada, tomo VII, pá-
gina 269. ,
PILOTO MAYOR CCXI
día tiene en su poder. La cual dicha figura
que yo tengo fecha, vuestras mercedes bien
saben que fué vista y examinada por su man-
dado, 22 por Juan Diaz de Solís, piloto mayor,
é por otros que presentes se hallaron, segúnd
paresce é fué por vuestras mercedes manda-
do porescriptura firmada de su nombre.
. «E la dicha figura, continúa Morales, que
yo asi tengo fecha, aunque yo no haya estado
en el dicho cabo de Sant Agustín, he estado
en el río Marañón, hasta la dicha Baria, -é co-
rre la costa como yo la tengo asentada, y en
todo lo que más yo pude haber, de manera
que yo soy cierto, segund lo que dicho
tengo, que la dicha mi figura está muy cierta
é que creo en ella no hay ninguna falta, por-
que la Provincia de Baria está en ocho gra-
dos, y desde allá al cabo de Sant Agustín hay
seiscientas leguas por costa de norueste-su-
rueste, por manera quel dicho cabo está en
diez é seis grados al polo antartico, é distan-
te de las islas de Cabo Verde 56o legoas».
Y aquí nos hallamos con una dificultad: si
Morales situaba el Cabo de San Agustín en
22. Hay evidentemente en el texto de este documen-
to publicado por Fernández Duro algunas incorreccio-
nes, pues aquí pone Don Fernando Nosotros nos
valemos de la copia que hicimos sacar del original que
£xiste en el Archivo de Sevilla.
CCXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
SU carta en los 16" de latitud austral, la
que era un error manifiesto, tanto más de ex-
trañar cuanto que de los antecedentes que él
mismo confiesa que le habían servido de base
para levantarla, cuales eran las exploraciones
de Yáñez Pinzón y Diego de Lepe en i5oo.
resultaba una diferencia de 8 grados, recomo
fué posible que Diaz de Solís le diese su apro-
bación? Que éste la hubiese en realidad apro-
bado no puede caber la menor duda, desde
que Morales recordaba á los oficiales de Se-
villa que ellos «bien lo sabían». Se despren-
de, además, con claridad, que en aquella
carta debían estar figuradas las costas en una
extensión de 16 grados hacia el sur de la
equinocial, por lo menos; ¿y, cómo era, pues,
nos preguntamos, que el piloto había podida
dibujarla cuando carecía de antecedente el
que menor para hacerlo, refiriéndose, como
se refería, á las fuentes únicas de información,
los viajes de Yáñez Pinzón y Diego de Lepe^
en los cuales no se descubrió ni con mucho
hasta aquella latitud? Debe creerse que por
las palabras «información de los segundos
que fueron al dicho cabo», se comprendía, á
más de aquellos navegantes, al mismo Yañez
Pinzón y á Diaz de Solís. Habían entonces
llegado éstos hasta el grado 16", esto es, has-
ta Cabo Frío, cuyo nombre confundía Mora-
les con el de San Agustín? Parece claro que
PILOTO MAYOR CCXIII
nó, desde que esos segundos que llegaron al
último cabo no fueron otros que Lepe y sus
compañeros, que, en "efecto, no sólo alcan-
zaron hasta él, sino que lo pasaron. ^Cómo
era, entonces, repetimos, que Diaz de Solís
tenía aprobado ese mapa? El hecho es, sin
embargo, que el mismo Morales concluye por
expresar que su parecer era que «para ser ve-
rificada la verdad é sabida, por las muchas
opiniones é figuras en con trario que hay, que
Su Alteza debe mandar qué se vea é se sepa
lo cierto...» Era precisamente lo que iba á
pasar con la expedición, que llevando á Juan
Diaz de Solís por capitán había partido de
Lepe muy pocos días antes.
r
VIH
Juan Dia^i de Solís descubre el ^lio
de la T*laía.
JSUM ARIO.— Expedición de Nicuesa y Ojeda á Tierra-
firme.— Estag-na-ión que se nota en los descubri-
mientos.—Medidas tomadas por el Rey para fo-
mentarlos.— Viajes al norte.— Juan Ponce de León
en busca de una fuente maravillosa. — Nuevas me-
didas para fomentar las exploraciones. — Núñez
de Balboa descubre el Mar del Sur. — Favores que
el Rey dispensa á Diaz de Solís.- Capitulación
real para que Diaz de Solís vaya á descubrir
á espaldas de Castilla del Oro, — Instruccio-
nes que complementan ese documento. — Fa-
cultades concedidas al factor y escribano de la
armada.— Secreto con que debian verificarse los
aprestos. — Nuevas mercedes concedidas á Diaz de
Solís.— Comienzan los preparativos. — Incidente de
última hora.— Partida de la armada.— Relato de
Herrera.— Nuestras notas. — Cuándo penetró Diaz
de Solís en el Rio de la Plata.— Nombres del Río.
—Muerte de Diaz de Solís.— Regreso de la arma-
da á la Península.
propósito de lo que expresábamos al
concluir el capítulo precedente, convie"
ne recordar, antes de ocuparnos del úl-
timo viaje de Diaz de Solís, algunas expedi-
CGXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
ciones que después de su regreso á la Penín-
sula, en Octubre de iSoq, se habían verificado
á las costas de América, como principiaba ya
á llamarse el Nuevo Continente.
En 9 de Junio de i5o8, el Rey había celebra-
do con Diego de Nicuesa, por sí y en nombre
de Alonso de Ojeda, una capitulación, para
que ((á su costa y minción», se estableciesen
y colonizasen en el golfo y tierra de Urabá y
en Veragua. Conforme á lo estipulado ante-
riormente, Ojeda debía llevar por su lugar-
teniente á Juan de la Cosa í, y, como es sa-
bido, en la Española se asoció con el bachi-
ller Fernández de Enciso, destinado como
aquél á tener más tarde un lugar conspicuo
en la historia de la geografía del Nuevo Mun-
do. Ojeda partió en dirección á tierra firme
desde la Isla Española, en Noviembre de 1 509,
y Enciso en Febrero del año siguiente, lle-
vando en su compañía, aunque sin saberlo,
al hombre cuya fama había de eclipsar la de
todos ellos, Vasco Núñez de Balboa, el
futuro descubridor del Mar del Sur. A Ojeda,
justo es también recordarlo, acompañaba
Francisco Pizarro. No es del caso referir
aquí aquella desastrosa expedición en la
que pereció Juan de la Cosa, por las flechas
I. Véasela capitulación en las páginas 1 3-25 del to-
mo XXII de la Colecc¿ó?i de Torres de Mendoza.
RIO DE LA PLATA CCXVII
envenenadas de los indios de las vecindades
de Cartagena, y que terminó respecto de Oje-
da con su prisión efectuada por sus subor-
dinados, después de haber sido herido tam-
bién por las flechas de los indios, de cuyas
resultas hubo igualmente de morir años más
tarde; ni de contar los disturbios que mediaron
entre los gefes, ni del desastroso fin de Ni-
cuesa. En conclusión, en este naufragio gene-
ral, sólo quedó en pié el pueblo de Santa
María la Antigua, y el nombre de Núñez de
Balboa.
Nada, pues, habían adelantado con esta ex-
pedición los descubrimientos en el Nuevo
Continente. Puede todavía decirse que el en-
tusiasmo por acometer nuevas empresas de
ese género decaía de manera tan sensible que
el hecho comenzaba á preocupar al monarca.
«IVlaravillado estoy, escribía éste á los Oficia-
les de Sevilla, questando ahí vosotros, non
vaya alguno á ofrecérceos para semejantes
viajes» 2. De tal modo que en esos días se
dispuso que en la Casa de la Contratación
«estén continamente dineros del oro que se
envíe de las Indias para facer algunos viajes
é ir á descobrir algunas nuevas tierras que se
ofrezcan, é que Nos viéremos que conviene,
2. Real cédula sin fecha, pero de i5ii, en Torres
de Mendoza, t. XXXII, pág. 400.
CCXVUI JUAN DÍAZ DE SOLIS
expresaba el Rey, porque sabiendo mercade-
res é otras gentes que hay dinero depositado
para lo susodicho, se moverán para entraren
compañías para ir á descobrir, lo que agora
non facen; é nos esperamos dello rescebir
servicio, ansí desto, como mandando facer
algunas armadas para inviar á descobrir lo
quequeda, donde, segund opinicjn de muchos,
hay muchas más riquezas que lo descobier-
to» . 3
Como excepciones al hecho que el monar-
ca reconocía, débese mencionar la empresa
que Juan de Agramonte intentaba por aque-
llos días de ir á descubrir, á su costa, una
tierra nueva; «é yo le he dado licencia, decía
aquél, para ello en cierta forma, que vaya con
dos navios á su costa, é sigund decían dos
indios que tenía, diz que es tierra muy pro-
vechosa, é donde hay oro é otras cosas» 4.
Pero ese proyecto de viaje á Terranova no
se sabe si tuvo ó nó lugar, si bien es de creer
que ya por aquel entonces se tenía en Espa-
ña alguna noticia de aquellas regiones 5.
3. Real cédula citada, págr. 399.
4. Véase la capitulación celebrada con Agrámente
por la Reina Doña Juana, en Octubre de i5ii. publi-
cada por Navarrete, t. III, págs. 125-7.
5. Asi parece desprenderse de las palabras de esa
capitulación cuando se ordenaba á Ag-ramonte que
fuese á descubrir, «por la via é derrota que vos será
señalado.»
RIO DE LA PLATA CCXIX
iMártir de Anglería refiere á este respecto una
conversación que había tenido en Madrid con
el piloto Andrés de Morales y con el cronis-
ta Fernández de Oviedo, en que ambos ma-
nifestaron se hallaban de acuerdo acerca de
que las tierras de los dominios de Castilla
constituían un continente que se extendía en
una línea de costas no interrumpida desde la
parte que caía al norte de Cuba, hacia el
noroeste &. Existía, pues, en España, y aüa
puede decirse que por toda Europa, y desde
muy á los principios del descubrimiento, una
cierta tradición en ese sentido. 7
No era menos curiosa la especie que circu-
laba en las islas respailóla, Cuba y Puertorrico
que recogieron de boca de los indios los pri-
meros colonos que en ellas se establecieron,
cual era la de que hacia la parte del norte
había una fuente y río maravillosos, cuyas
aguas volvían á los viejos la perdida juven-
tud. Con el fin de descubrir tan precioso se-
creto, puede decirse que tuvo lugar la segun-
da de las expediciones marítimas que debe-
mos mencionar antes de ocuparnos de la de
Diaz de Solís. En efecto, Juan Ponce de León,
que había sido gobernador de Haití, capitu-
6. Epístola dxlii.
7. Véase Harrisse, The discovery, etc., pág. 122.
CCXX JUAN DÍAZ DE SOLIS
ló 8, con el F^ey, en 23 de Febrero de i5i2,
el ir á descubrir y poblar las islas de Bimi-
ni, y habiendo partido de allí con tres naves,
descubrió la tierra que llamó Florida, y des-
pués varias islas, entre ellas las Bahamas.
«Este viaje fué de poco provecho para Ponce,
expresa Navarrete, pero lo fué de mucho para
la navegación que se hace por el canal de Ba-
hama de regreso á España, y por el descubri-
mientode tantas isletas, bajos, restingasy cana-
les que hacen difíciles y peligrosas las derrotas
por aquellos mares, y se empezaron á conocer
desde entonces» 9.
El monarca continuaba, sin embargo, preo-
cupado de atender á que se prosiguiesen los
descubrimientos realizados hasta entonces, y
muy especialmente el estrecho que había de
abrir la puerta al comercio de la Especería.
Al expirar el año de i5i2, se resolvía, por
fin, á ordenar que se gastase lo que fuese me-
nester para armar varias naves que fuesen á
seguir la navegación desde las diversas par-
tes del Continente ya exploradas. F^s muy in-
teresante bajo estos puntos de vista lo que,
en aquella fecha escribía á los Oficiales
Reales:
8. Encuéntrase la capitulación en las páginas 26 y
siguientes del tomo XXII de la Colección de Torres de
Mendoza.
9. Colección, etc., tomo III, pág. 52.
RIO DE LA PLATA CCXXI
«..Cuando ansí conviniéredes algunas cosas
en cualidad, debéis particularizar algunas,
porque por aquellas se puedan facer las otras,
y hasta agora no se vos ha enviado licencia
para que podáis enviar á lo suso dicho ni
para descobrir, porque no lo habéis pedido, y
en lo de la tierra firme no es menester que
proveáis agora otra cosa sino lo de la cara-
bela é bergantín que decís que enviáis, salvo
si de allá no vos enviasen á pedir más soco-
rro de gente é mantenimientos ó otra cosa,
porque, como arriba digo, yo lo mandaré pro-
veer desde acá; pero en lo que tocare para la
pacificación é población de las islas de San
Juan é Cuba, é Jamaica, é para el bien é
acrescentamiento desa isla é cosas que para
todo ello convengan, por la presente vos doy
licencia é facultad para que lo podáis todos
juntamente hacer y proveer como vierdes que
convenga, ansí al servicio de Dios Nuestro
Señor é nuestro, como al bien é provecho é
utilidad de las dichas islas é pobladores de-
llas, é para acabarse de descobrir el golfo y
saber si hay estrecho en él, y para poblar al-
guna isla de las comarcanas á esa dicha isla,
é saber si hay en ellas oro, y para poblar á
Veragua y todo lo otro que descubrió por su
persona el Almirante Don Cristóbal Colón, é
para poblar lo que descubrieron Vicente Yá-
ñez Pinzón y Juan Diaz de Solís, y para acá-'
CCXXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
bar de descubrir el golfo de la Española, y
saber si hay estrecho en él, como hasta aquí
lo han creído algunos, y para algunas otras
cosas que vierdes que son complideras á nues-
tro servicio, y que en consultallas con nos se
perderá tiempo. Ansímísmo vos doy licencia
para que todos juntamente podáis gastar lo
que fuese menester para armar dos navios
para cada una cosa de las susodichas, sin
esperar para ello mandamiento nuestro, y
por la presente mando á vos el contador que
libréis para ello todo lo que por todos voso-
tros ó por la mayor parte fuese acordado
que se deba gastar en ello, y á vos el tesore-
ro mando que lo que en vos fuere librado para
lo susodicho lo cumpláis, pero cuando ansí
enviardes o ficierdes algún gasto conforme á
lo suso dicho, hacérnoslo héis saber muy en-
tera y particularmente, declarando á dónde y
cómo y á qué partes van, y el gasto que so-
bre ello hobierdes hecho ó se hiciere, y todo
lo que más fuere necesario para que yo pueda
seer muy enteramente informado de todo
ello». lo
Pero cuando más preocupado se mostraba
el monarca por la paralización que se notaba
en sus subditos para acometer empresas de
10. Fechd en Logroño, á lo de Diciembre de i5i2.
Archivo de Indias, i3^i-5, folio 38 vuelto.
RIO DE LA PLATA CCXXIir
descubrimientos, llec^ó á España la noticia de
que Núñez de Balboa acababa de hallar el
Mar del Sur.
Véanse los términos en que Mártir de An-
glería refería las circunstancias en que había
ocurrido aquel fausto suceso, y como fué re-
cibido en España:
«Tenemos correos del Nuevo Mundo. Vas-
co Núñez de Balboa, con golpe de gente que
con favores tenía á su devoción, contrariando
á los magistrados designados por el Rey.
usurpó para sí el mando sobre los españoles
del Darién, arrrojando al gobernador Nicuesa
y encarcelando al bachiller Anciso, que era
Pretor de los tribunales.
«Balboa emprendió y llevó á cabo una hazaña
tan grande, que no solamente alcanzó perdón
de Magestad lesa, sino que fué condecorado
con títulos honrosos. Entre los habitantes de
aquellas tierras era fama que al otro lado de
las altas montañas, que tenían delante, ha-
bía otro mar austral, más rico en margaritas
y oro, pero que entremedias había reyes,
bravos defensores de sus derechos, y que, por
tanto, se necesitaban mil hombres armados
para quebrantar el poder de aquellos reyes.
Para abrirse paso con el acero por aquellos
caminos era enviado Pedro Arias, de quien
hablé arriba, con aquel cuerpo de guerreros.
«Mientras se preparan en España y se re-
CCXXIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
cogen y arman los soldados y se construyen
las naves, ese Vasco Nüñez de Balboa se
propuso probar fortuna de tan gran empresa.
Juntó ciento noventa hombres de los darien-
ses; emprendió el camino el i.° de Septiem-
bre del año pasado i5i3; apaciguados los re-
yezuelos, en parte á fuerza de armas, en parte
con halagos y regalos de acá, cruzó los montes
y saludó el mar, y quitó á Pedro Arias y á
sus compañeros aquel trabajo, y á la vez la
fama y la gloria de tamaña empresa. Escri-
ben maravillas ))ii.
El descubrimiento de Núñez de Balboa vino
á imprimir un nuevo giro á las expediciones
marítimas y á decidir el envío de la que se
confió á Diaz de Solís en aquel mismo año.
Veamos ahora qué había sido del piloto
mayor durante este tiempo. Vuelto al servi-
cio, continuó disfrutando del favor del Rey, á
tal punto, que hoy nos parecerían increíbles
los extremos á que uno y otro llegaron, aquél
en pedir y éste en otorgar. Sabe, en efecto,
Diaz de Solís que en un pequeño pueblo de
la Península se ha ahorcado un hombre, y
en el acto se presenta para pedir que se le
concedan los bienes del suicida, «é yo, le
expresaba el rey, acatando los servicios que
II. Carta á Luis Hurtado de Mendoza, Valladolid,
33 de Julio de i5i4, en Torres Asensio, tomo I, pág. 5i,
RIO DE LA PLATA CCXXV
me habéis fecho é hacéis continuamente, por
la presente vos hago merced é trespaso cual-
quier derecho ó acción que á nuestra Cámara
en cualquier manera pertenezca á los dichos
bienes;» 12 jtal era el aguinaldo de Pascua de
i5i3 con que el monarca obsequiaba á su
piloto mayor!
Pocos días después le otorgaba el que pu-
diese sacar trescientos cahices de trigo de
Andalucía ó de Granada para cualquiera tie-
rra de cristianos, "3 sin duda con el propósito
de que realizase con su venta alguna ganan-
cia; pero la merced real más singular inten-
tada por lo menos á favor de Diaz de Solís y
á instancias suyas, es la de que da cuenta la
real cédula de 22 de Enero de i5i4, dirigida al
Corregidor de Segovia para que averiguase
si era posible conceder al piloto una casa de
mancebía establecida en los arrabales de la
ciudad. Es documento curioso que vale la
pena de leer:
12. Real cédula de 24 de Diciembre de i5i3, número
XXXVI de nuestros Documentos.
Para explicarnos la petición de Diaz de Solis, con-
viene recordar que según la ley i5, título 21 del libro
12 de la Novísima Recopilación los bienes del suicida
que no dejaba herederos descendientes pertenecían al
Fisco.
i3. Véase nuestro documento número XXXVIL
El cahíz era una medida imaginaría que en algunas
provincias de España equivalía á doce fanegas.
i5
CCXXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
«Por parte de Juan Diaz de Solís, mi pilo-
to mayor, me es fecha relación que en esa
ciudad no solía haber mancebía, é quel Re-
gimentó desa ciudad mandó que las muje-
res del mundo estoviesen y ganasen de fuera
de la cerca, é que á causa de algunas dueñas
que vivían encima de los muros, las echaron
de allí, y el dicho Regimiento les dio un pe-
dazo de corral donde se retrujesen, sin que la
ciudad lleva ninguno interese; é que un hom-
bre, sin tener merced ni título para ello, se
metió á tener cargo de las dichas mujeres; é
me suplicó é pidió por merced le hiciese mer-
ced de la dicha casa y que á su cargo estovie-
se, ó como la mi merced fuese.» M Como se
14. Esta cédula la publicamos in integrum en nues-
tro documento XXXIX. Como ilustración á esta mate-
ria insertamos á continuación la real cédula que auto-
rizó en Indias, pocos años después, la fundación de
la primera casa de mujeres públicas.
«El Rey. — Consejo, Justicia, Reg-idores desta cibdad
de Puerto Rico de la isla de San Johán. Bartolomé
Conejo me hizo relación que por la honestidad de la
cibdad y mugeres casadas della é por excusar otros
daños é inconvinientes, hay necesidad que se hagan en
ella casas de mugeres públicas, y me suplicó é pidió
por merced le diese licencia é facultad para que en el
sitio é lugar que vosotros le señaláredes él pudiese
edificar y hacer la dicha casa, ó como la mi merced
fuese; por ende, yo vos mando que habiendo necesi-
dad de la dicha casa de mugeres públicas en esa di-
cha cibdad, señaléis al dicho Bartolomé Conejo lugar
RIO DE LA PLATA CCXXVII
ve, era lo último á que podía llegar de parte
del piloto su deseo de ganar dinero y la con-
descendencia real para con él.
En tan buen pie se hallaban, pues, las re-
laeiones del monarca con el piloto portugués
cuando en 24 de Noviembre de ese año de
i5i4 procedían á celebrar la capitulación para
la expedición de descubrimiento «á las espal-
das ác Castilla de Oro é de allí adelante. »
«A las espaldas de la tierra donde agora está
Pedro Aray (Pedrarias Dávila) repite en
seguida el contrato, mi capitán general é go-
bernador de Castilla del Oro, é de allí ade-
lante ir descubriendo por las dichas espaldas
de Castilla del Oro mili é setecientas leguas,
^ sitio conviniente para que la pueda hacer, que yo
por la presente, habiendo la dicha necesidad, le doy
licencia é facultad para ello; é no fagades ende al. Fe-
cha en Granada á cuatro dias del mes de Agosto de
mili quinientos veinte é seis años. — Yo ei. Rey.— Re-
frendada del secretario Cobos. Señalada del Obispo de
Osma é de Canaria, Beltrán é Obispo de Cibdad Ro-
drigo.»— Archivo de Indias, 1 39-1-7, libro XI,
Este Bartolomé Conejo es el mismo personaje que
años mas tarde parece que estuvo en el Rio de Solis,
pues con fecha 8 de Diciembre de i.'^36 fué nombrado
contador de las tierras de la demarcación de Camargo.
«Acatando la suficiencia y habilidad de vos Bartolo-
mé Conejo, nuestro criado, y los servicios que nos ha-
béis hecho, etc.», son las palabras con que el Rey lo
califica en el titulo. Véase Medina, Colección de Docu-
mentos, t. III, pág. 379.
CCXXVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
é más, si pudiéredes, contando desde la raya
de la demarcación que va por la punta de la
dicha Castilla del Oro, adelante de lo que no
se ha descubierto hasta agora.»
Tal era el objetivo del viaje. Cuando sabe-
mos que los descubrimientos bien constata-
dos en el Nuevo Continente alcanzaban cuan-
do más hasta los 8" de latitud por la parte
Oriental, y que de la Occidental sólo se
conocía el punto en que Núñezde Balboa, pe-
netrando en el Mar del Sur había tomado po-
sesión de él por España, se comprende que
la empresa que Diaz de Solís tomaba á su
cargo era nada menos que seguir por el sur
la costa oriental de todo el Nuevo Conti-
nente, cuya extensión por esa parte se des-
conocía entonces en absoluto, para que pe-
netrando en el mar nuevamente descubier-
to continuase por el lado occidental en un
espacio que se estimaba aproximadamente en
mil setecientas leguas. Para ello necesitaba
evidentemente ó hallar un estrecho ofue le
diese paso, ó doblar la última punta en que
terminase el Continente, hechos geográficos
que existían en realidad pero que en esos
días .apenas si pudieron sospecharse, y que
están demostrando cuánto era el esfuerzo
y el ánimo de que estaba adornado el piloto
portugués al tomar sobre sí la empresa de
ir en su descubrimiento. El punto inicial para
RIO DE LA PLATA CCXXIX
•comenzar la exploración debía ser la raya de
demarcación que separaba en la punta de
Castilla del Oro, según se creía, los domi-
nios de España y Portugal, y sobre cuya po-
sesión geográfica los cosmógrafos y pilotos
^españoles más notables reunidos en Sevilla,
pocos días después de la partida de Diaz de
Solís, hemos visto que estaban muy distantes
de hallarse de acuerdo.
Para realizar tamaña empresa, Diaz de So-
lís debía de llevar tres naves, una de sesenta
toneles y dos de treinta, tripuladas por se-
senta personas y con . provisiones para dos
años y "medio. Para los gastos de la armada
se le entregarían por todo cuatro mil ducados
de oro i5 en ciertos plazos, el último de los
cuales vencía en Abril de i5i5, sin que el
Rey fuese obligado «á pagar de entrada ni de
salida sueldo de gente ni otra cosa alguna,
salvo los dichos cuatro mili ducados.» Ade-
más, de las ganancias que se obtuviesen en
•el viaje debían sacarse la tercia parte para el
i5. Esta moneda databa del tiempo de los Reyes Ca-
tólicos, que la mandaron labrar con el nombre de
excelentes de la granada, y equivalía á SyS maravedís
de vellón. Un real de vellón valía 34 maravdis, y 20
reales hacen un peso, de modo que los cuatro mil du-
cados alcanzaban próximamente á 2200 pesos en oro^
que actualmente serían quizás diez veces otro tanto
en el mismo metal.
ccxxx
JUAN DÍAZ DE SOLIS
Rey, otra tercia para la gente que fuese en la
expedición, como le pareciese á Diaz de Solís^
ó se concertase con ella, y la tercia restante
para el piloto y los armadores, á condición
precisa de que éstos «no habían de saber
cosa alguna del» (el viaje). Para resguardo de
los intereses reales debían embarcarse en las
naves un ' factor que se hiciese cargo de la
tercia del rey, y un contador que fuese á la
vez escribano y ante quien pasase todo y cuya
intervención y presencia personal era forzo-
sa en cualquier rescate ó negociación. La
fecha de la partida se fijaba en el mes de Sep-
tiembre de i5i5, ó sea para diez meses des-
pués de haberse celebrado la capitulación; y
como «á hombre que había de ir tan largo
viaje», el Rey mandaría pagará Diaz de Solís
su «quitación y ayuda de costa» por año y
medio adelantados, para que dejase proveída
su casa; y, por fin, se le permitía llevar en
su compañía á su hermano, y en lugar de
otro que era fallecido, se recibiría por pilota
real á Francisco de Torres, su cuñado, dán-
dose á ambos un año adelantado de suel-
do.
Tales eran las bases principales de la ca-
pitulación real otorgada en Mansilla á 24 de
Noviembre de 1514.
En las instrucciones dadas con la misma
fecha á Diaz de Solís, se le prevenía que en
RIO DI-: LA PLATA CCXXXI
llegando á Sevilla i6 se pusiese al habla con
el contador Juan López de Recalde para
arreglar con él la entrega que le haría del
dinero, á cuyo respecto debía guardar se-
creto para que nadie supiese que el Rey te-
nía parteen el viaje, antes había de propalar
que él y sus hermanos y demás personas
iban á su costa, aunque con licencia, sin más
protección real que el préstamo que se le ha-
cía de ciertas armas.
Como en los demás contratos de su espe-
cie, se le encargaba con instancia que no to-
case en tierras de Portugal, y se le prevenía
que en llegando al término proyectado de su
viaje escribiese á Pedrarias para que anun-
ciase su llegada, debiendo enviar por su con-
ducto «la figura de aquella costa;» «é conti-
nuaréis vuestro camino, expresaba el monar~
ca, é si la dicha Castilla del Oro quedare
isla ó hobiere abertura por donde podáis en-
i6. Que Diaz de Solís hizo viaje á la corte para ce-
librar su capitulación es indudable, desde que en las
instrucciones que se le dieron se lee: «habéis de ir á
Sevilla,» lo que supone que se hallaba allí; pero no he-
mos podido encontrar constancia de cuando llegó allá
ni de cuando regresó á Sevilla, aunque parece induda-
ble que ya en 8 de Enero estaba en dicha ciudad, según
la anotaeión de esa misma fecha que publicamos en
la página i63 de nuestros Docuynentos.
II. Documento número XLII.
CCXXXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
viar otras cartas vuestras á la isla de Cuba,
enviadme otro hombre por allí »
Por último, indicábanse á Diaz de Solís
los puntos más culminantes que debían ser-
virle de base para los actos posesionales que
ejecutase á nombre del Rey de España.
Una cosa digna de notarse á propósito de
la capitulación y de las instrucciones dadas á
Diaz de Solís, es que el Rey desde el primer
momento las puso en noticia de Francisco de
Marquina y Pedro de Alarcón, nombrados
respectivamente factor y contador de la ar-
mada con cuarenta mil maravedís de sueldo
al año cada uno (cuyo pago quedaba á cargo
de Diaz de Solís), los que indudablemente
contaban con su entera confianza, encargán-
doles que durante el camino á Sevilla se ocu-
pasen en estudiarlas detenidamente para que
viesen «lo que el dicho Juan Diaz de Solís es
obligado á hacer é cumplir para hacer el di-
cho viaje»: palabras que están demostrando á
las claras que tampoco esta vez había aban-
donado el suspicaz y desconfiado monarca el
propósito que al tratarse del proyectado viaje
de i3i2 significaba á los Oficiales Reales de
Sevilla, cual era, según los términos que en
aquella ocasión empleaba, «que tenía acorda-
do de enviar juntamente con él persona de
mucha confianza é cuidado» para que por lo
menos vigilase las operaciones del piloto, si
i
RIO DE LA r^LATA CCXXXIII
bien no llegó hasta facultarles para que le con-
tradijesen, como lo tenía pensado en aquella
-ocasión.
Las instrucciones confiadas á Marquina y á
Alarcón están demostrando de manera pal-
pable que don Fernando les colocaba al lado
de Diaz de Solís como verdaderos fiscaliza-
■dores de su conducta, de tal modo que el pi-
loto no podía dar un paso sin que se sugetase
el examen de aquéllos. Y esto se extendía, tan-
to á los primeros aprestos de la armada, como
á los rescates que se pudiesen efectuar du-
rante la navegación. Desde que llegase á
Sevilla debían informarse muy particular-
mente de todo lo que López de Recalde iba
preparando para el viaje y proceder inmedia-
tamente á practicar el inventario de las naves,
de la artillería, municiones y bastimentos y á
formar la lista de la gente, procurando que
ésta fuese tan útil y provechosa como para
semejante viaje se requería. Y lo que no po-
día menos de ser muy mortificante para el pi-
loto, debían tomar razón de cuanto objeto lle-
vase, él y su gente, para rescatar, por evitar
fraudes, según decía el monarca; y que los
despachos y cartas de lo que sucediere du-
rante el viaje fuesen firmados en uno con los
tres. Para atenuar un tanto el papel realmente
odioso que se les encomendaba y para que
fuese sin duda menos depresivo para el piloto,
CCXXXIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
cuyo prestigio y autoridad se veían de ese
modo minados por su base, se les encargaba
que le hiciesen buen tratamiento, honrándole
como á capitán del Rey y trabajando de «no
atravesar en cosa ninguna con el dicho Juan
de Solís, sino que todo lo guiéis y enderecéis
como viéredes que más convenga, ayudando
por todas las maneras que pudiéredes para
que mejor pueda cumplir lo que es obligado.»
De esta manera, la armonía entre el gefe apa-
rente de la armada, de su director y piloto, y el
éxito mismo de la expedición, iban á quedar
confiados á la buena voluntad y á las prendas
de carácter de los hombres que el Rey colo-
caba á su lado. Sistema funesto y que sólo
podía justificarse por la práctica de aquellos
tiempos.
El monarca, al comunicará Diaz de Solís el
nombramiento de Alarcón y de Marquina, le
mandaba que les hicie«e todo buen tratamien-
to», tuviese con ellos conformidad y tomase sus
pareceres en cuanto se ofreciese. Le recomen-
daba, asimismo, que firmase con ellos los des-
pachos, aunque á este respecto se le faculta-
ba para que cuando le «pareciese ó quisiese»
lo hiciese por separado. Agregaba que en el
número de las sesenta personas que habían
de componer las tripulaciones, entrasen seis
hombres de los dichos factor y veedor para
que les hiciese dar armas y mantenimientos,
RIO DE LA PLATA CCXXXV
y porción doblada en la tercia que había de
repartirse entre todos, porque así se acos-
tumbraba. Recomendaciones semejantes ha-
cía cí López de Recalde, especialmente para
que les facilitase cuantos informes fuesen ne-
cesarios tocante á lo que debían hacer y en ge-
neral de todo lo que iba en los navios; y como
el monarca comprendía perfectamente que
en vista del sistema adoptado, desde que
faltase la conformidad entre ellos y el piloto,
la expedición tenía que desorganizarse y qui-
zás fracasar, que trabajase para que tuviesen
entre todos mucha conformidad, favorecién-
doles, en general, en cuanto pudiese.
No eran menos eficaces las recomendacio-
nes que el monarca hacía al mismo López de
Recalde por lo tocante á Diaz de Solís. «Por
otra mi carta veréis, le decía, como Juan Diaz
de Solís, mi piloto mayor, va con mi licencia,
á su costa é de algunos parcioneros que para
ello contribuyen con él, más adelante de lo
que él y Vicenteánez Pinzón descubrieron en
el primer viaje.»
Nótese desde luego como el Rey, en esta
parte sin necesidad, ya que López de Recalde
estaba al cabo de la verdad, quería en ese
documento aparentar conservar el secreto de
que él era el único armador de la flotilla, y
en seguida la indicación que le daba acerca
del derrotero que tenía que seguir el pi-
CCXXXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
loto, «más adelante de lo que él y Vicentiá-
ñez descubrieron en el primer viaje», lo
que evidentemente no habría podido decir s^
en aquel viaje ambos navegantes hubiesen
hecho rumbo hacia el norte, palabras que vie-
nen á constituir un argumento más para per-
suadirnos que la expedición de 1 508-9 había te-
nido lugar, no á Yucatán, que estaba al norte,
sino hacia el Brasil, de donde debía arrancar
esta vez la exploración hacia el sur.
«Vos envío á mandar, continuaba el monar-
ca, que lo ayudéis é favorezcáis en todo lo que
pudiéredes». «Yo vos mando, concluía, por
fin, que toméis especial cuidado dello é tra-
bajéis todo lo que ser pueda para que sea bien
despachado».
En otro documento no menos interesante
el monarca vuelve á insistir sobre tres de los
puntos que mencionaba en la carta preceden-
te, á saber, que Diaz de Solís era el armador
de la flotilla, el secreto que debía guardarse
acerca de la expedición, y el objetivo que ésta
llevaba.
Vale la pena de leer, por esto, el comienzo
de la pieza á que nos referimos:
«Juan Diaz de Solís, nuestro piloto mayor,
vino á me hacer saber como él tiene personas
que le ayuden con cinco mili ducados é más
para armar é ir á descubrir por las espaldas
de Tierra Firme una buena parte de lo que
RIO DE I.A PLATA CCXXXVIl
pertenesce á la Corona Real de estos reinos,
é que haciéndole yo merced de cuatro mili
ducados, él armará é descubrirá mili é ocho-
cientas leguas de lo que pertenesce á estos
reinos, que está por descubrir; é yo, visto
cuanto conviene que aquéllo se descubra lo
más pronto que ser pueda, viendo que al pre-
sente no hay aparejo para proveerse como
convernía, é que esperándose tiempo para
poderlo hacer, habrá mucha dilación, mandé
tomar con el dicho Juan de Solís el asiento
que veréis, é porque el viaje que ha de hacer
conviene que sea muy secreto, por muchas
cabsas, é que se despache con toda diligencia
é que lleve buen recabdo de gente é manteni-
mientos, conforme á lo capitulado, confiando
que ninguno lo hará esto así como vos, por
vuestra habilidad é por el entrañable deseo
que tenéis de me servir, acordé que la perso-
na á quien se cometiese el despacho dellofué-
sedes vos »
Más adelante le recomendaba que fuese
pensando en las dos personas de confianza que
debían acompañar al piloto, si bien es de creer
que las dos que se nombraron no habían sido
propuestas por López de Recalde, ya que los
títulos de ambas llevan la misma fecha que la
de esta carta (24 de Noviembre de i5i4). Y
como conforme á lo capitulado debían entre-
garse mil ducados á principios de Enero in-
CGXXXVIII JUAN DÍAZ DE SOLÍS
mediato, y no había fondos de donde sacarlos,
le instaba el Rey para que, por servicio suyo,
los pidiese prestados. Con el mismo fin, don
Fernando escribió al doctor Sancho de Ma-
tienzo, tesorero de la Casa de la Contratación,
para que de cualquier oro que tuviese ó del
primero que ingresase á su poder, pusiese á
disposición de López de Recalde la suma de
los cuatro mil ducados, sin decirle á qué se
destinaban, sino simplemente que eran para
que los gastase «en ciertas cosas complideras
á su servicio que le tenía mandadas». Esa su-
ma debía ser entregada á Diazde Solís en tres
parcialidades: mil ducados en principios de
Enero de i5i5, otros mil para fines de Marzo,
y los dos mil restantes para mediados de Abril
del dicho año. Con la misma fecha ordenaba
á los Oficiales de la Cascí de la Contratación
que facilitasen á Diaz de Solís, á título de
préstamo, cuatro lombardas de unas grandes
que estaban en la Casa, «con sus servidores é
pelotas, é todos aparejos é la pólvora que fue-
re menester para dos años é medio, é asimis-
mo sesenta coseletes con sus armaduras de
cabeza», sin exigirle más que el recibo corres-
pondiente, en que constase que se comprome-
tía á devolverlos cuando regresase de su viaje
«segund é de la manera que los trajese».
Por último, se ordenaba á los mismos Ofi
cíales «que dejaran ir al dicho viaje al dicho
RIO D1-: LA PLATA CCXXXIX
Juan de Solís, é á Francisco de Goto, su her-
mano, é á Francisco de Torres, su cuñado
que acababa de ser recibido como piloto real,
«sin les poner en ello impedimento alguno.»
Conforme á lo capitulado, les mandó, igual-
mente, que pagasen á Diaz de Solís su sueldo
y ayuda de costa que tuviese devengados has-
ta el día de su embarque, y además año y
medio adelantado, á contar desde esa fecha.
Iguales órdenes se dictaron por lo tocante á
Coto y Torres, pero limitando respecto de
éstos el adelanto de sueldo á sólo un año.
Además de estas ventajas-concedidas á Diaz
de Solís y á sus hermanos por la capitulación,
el Rey le hizo varias mercedes: unas que se
referían al mejor despacho de la expedición, y
otras que tocaban exclusivamente á su perso-
na. Así, por ejemplo, se le autorizó para que
pudiese hacer fabricar en Lebrija, no embar-
gante cualquiera prohibición que hubiese en
contrario, los ochocientos quintales de bisco-
cho que se calculaba habían de necesitarse
para el aprovisionamiento de la armada, y se
le prorrogó el plazo que se le había concedido
para sacar por ciertos puertos de Andalucía
trescientos cahíces de trigo, lo que hasta en-
tonces no había ejecutado á causa de ciertas
ocupaciones que tuviera; que pudiese igual-
mente llevar á Lepe, donde se hallaba esta-
blecido, otros veinte cahíces de trigo para el
CCXL JUAN DÍAZ DE SOLIS
servicio de su casa; y por último, le concedió
ciertas tierras en los términos de Lebrija, 17
entre otras razones, porque, «por mejor me
poder servir, expresaba en el título respectivo,
se va á vivir é avecindar en esa villa». En
otro documento sobre las causas de esta
merced, el monarca es todavía más explíci-
to, y aún llega á reconocer que Diaz de Solís
había sido injustamente procesado, cuando al
dirigirse al municipio de Sevilla le expresa
que la ha concedido al piloto «porque me ha
mucho servido é sirve continuamente, é gas-
tado mucho en una prisión que le fué fecha,
sin tener él culpa».
Dispuestas de esta manera las cosas, comen-
zóse á dar ejecución á lo capitulado. Tal como
estaba ordenado, el tesorero Matienzo entregó
á López de Recalde los primeros mil ducados
el 8 de Enero de i5i5 18; en 12 de Abril una
suma igual, y por fin, en 2 de Mayo los res-
17. Eran ciertos montes baldíos llamados los llanos
de Huerta de Acecal y del Hardal, cuya corta gestio-
naba por entonces la villa.
18. Véase la anotación que copiamos en la página
i63. Como en el presente libro se insertan los documen-
tos de que nos hemos valido para redactar esta parte
de nuestro trabajo, nos ha parecido que ahorraríamos
la paciencia del lector y del autor omitiendo citar al
pié las respectivas piezas justificativas de nuestros
asertos.
RIO DE LA PLATA CCXLI
tantes. Vése, pues, que en esta parte se ha-
bían cumplido casi al pié de la letra las ins-
trucciones reales.
En cuanto á Diaz de Solís, se le pagó en 20
de Abril del dicho año, el tercio primero de
su quitación, como de costumbre; y el corres-
pondiente á Francisco de Coto, su hermano,
en virtud de poder que para el efecto mostró;
posteriormente, en 8 de Septiembre, el segun-
do tercio, y el año y medio de sueldo adelan-
tado á que por su contrato tenía derecho. Otro
tanto se hizo con el contador Alarcón y con el
factor Marquina, y con Francisco de Torres.
En esta parte se habrá notado que las órde-
nes reales se habían excedido, al parecer, en
favor de los expedicionarios, si bien el hecho
se explica por el percance que ocurrió á una
de las naves, cuando ya todo estaba listo para
la partida, según luego lo veremos.
Lo cierto es que los aprestos marchaban á
satisfacción de todos. En 7 de Julio, Diaz de
Solís escribía al Rey dándole cuenta del esta-
do en que tenía las cosas de la armada, y pi-
diéndole que en lugar de un factor y un con-
tador, fuese sólo alguno de los dos, demanda
á. la que el Rey se negó terminantemente, por
cuanto se había pactado lo contrario. Se negó,
igualmente, á que en lugar de Coto fuese
Antonio Hernández, emplomador, porque sus
servicios se necesitaban en la Casa, y á acre-
16
CCXLIÍ JUAN DÍAZ DE SOLIS
centarle la suma que se le tenía concedida
para ayuda de costa, porque la Casa estaba
«muy gastada», y no era posible, por eso,
complacerle. Pero, en cambio, accedió á que
durante su ausencia quedase en su lugar,
como piloto mayor, Francisco de Coto, á quien
en el acto se le mandó extender el título co-
rrespondiente, con orden á los Oficiales Reales
para que le recibiesen al ejercicio del cargo,
«seyendo hábile é suficiente para usar del di-
cho oficio». En cuanto á la queja que Diazde
Solís había interpuesto por causa de que los
Oficiales no le tenían entregadas las cuatro
lombardas, ni otras armas, el Rey escribió
sobre ello á los Oficiales para que si no les
era posible cumplir en esta parte sus órdenes,
le hablaran al piloto, á fin de que pidiese
prestados los dichos tiros, ó en último caso,
le diesen alguna recompensa, apara ayuda á
ellos, la que á vos os pareciere, porque yo
querría, expresaba, que con él se cumpliese lo
que vos envié á mandar». Salvo lo que tocaba
á estos incidentes, el Rey se manifestaba sa-
tisfecho de la conducta y diligencia observa-
das por su piloto mayor. «Me ha parecido
todo muy bien, le decía, contestando á una
carta suya, é vos lo tengo en servicio, que no
esperaba yo menos de vos, segund la volun-
tud que para me servir habéis siempre mos-
trado; y pues ello está en el estado que decís,
RIO DE LA PLATA. GCXLIII
yo VOS mando y encargo que con mucho
recabdo é diligencia vos despachéis de ahí,
para que al tiempo que está asentado vos os
podáis partir con esa armada, con la bendi-
ción de Nuestro Señor, para que con su ayuda
de vuestra ida se consiga el fruto que siempre
habéis dicho».
Esto escribía el Rey en 27 de Julio, y pare-
■ce que por esos días iMarquina y Alarcón no
hubiesen estado muy determinados á embar-
-carse, pues dirigiéndose á López de Recalde,
le recordaba que conforme á lo capitulado con
Diaz de Solís, debía nombrar dos personas
que fuesen la una por factor y la otra por
veedor de la armada, á cuyo efecto le envia-
ba los títulos en blanco para que los llenase
con los nombres de las que le pareciesen para
el caso más aptas, cuyos sueldos debían correr,
•como se ha dicho, á cargo de Diaz de Solís;
<(é hacedles dar traslado, le recomendaba, á
cada una dellas, de la capitulación é asiento
que lleva el dicho Juan de Solís para que se-
pan á lo que es obligado, é procuren que así
lo cumpla». Para el caso en que Diaz de Solís
no pudiese adelantarles el sueldo por año y
medio, debía López de Recalde suplirlo del
tesoro real, con cargo de que aquél lo abona-
se á su vuelta, de la parte que le cupiese. Sea
que esta novísima disposición real procediese
dé irresolución de parte de los anteriormente
CCXLIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
nombrados, ó de que el Rey se hubiese acorda-
do de que ya estaban designados por él, es
lo cierto que, en 8 de Septiembre, Diaz de
Solís pudo entregarles veinte y seis mil ma-
ravedís, y que los restantes hasta enterar la
suma de ciento veinte mil, á que ascendía el
adelanto estipulado, lo suplió el tesorero real,
con cargo de cobrarlos de la parte que á aquél
cupiere en las ganancias esperadas, cuanda
regresase.
Ese mismo día, el tesorero procedía también
á pagar el precio de dos pasabolantes y otras
tantas lombardas gruesas, que se logró ad-
quirir para reemplazar las que la Casa no
había podido suministrar. Los ocho quintales
de pólvora, que era toda la que se había
puesto á bordo, estaba pagada desde pocos
dias antes.
Hallábase así, ya todo listo. Las tripulacio-
nes de las tres carabelas estaban embarcadas,
y las provisiones y el armamento tan com-
pletos como había sido posible. Era, pues^
llegado el momento de partir de Sevilla, don-
de hasta entonces había permanecido la ar-
mada; Diego Rodríguez, cómitre, vecino de
Triana 19, fué el encargado de practicar las
19. Debía ser hermano ó pariente muy próximo de^
Juan Rodríguez Zarco y de Gonzalo Rodríguez, ambos-
también cómitres de S. M., y vecinos de Triana, cuyas
declaraciones se leen en el pleito de Cristóbal de Haro
RIO DE LA PLATA CCXLV
Últimas diligencias, hasta «dejarla á la vela»,
á fines de Agosto 20^ fecha en que los expedi-
cionarios seguían por el Guadalquivir abajo,
para ir á fondear al puerto de Lepe, donde
Diaz de Solís tenía su casa y familia, y donde
pensaba recorrer sus naves antes de salir al
océano en busca de la fortuna y de la glo-
ria.
Había hecho el piloto «poner á monte» la
mayor de las tres carabelas, que estaba ya
del todo cargada, cuando, ya fuese por ser de
mala construcción, ó porque no pudiese re-
sistir el peso de la carga que tenía, á bordo,
con el fiscal, que hemos publicado en el tomo II de
nuestra. Colección de 'Documentos. Véanse las páginas
:258-69.
20. Para opinar que la armada salió de Sevilla por
esos días, nos fundamos en dos antecedentes. En la
■anotación del pago de la pólvoI^a (página i65), hecho
en 3o de Agosto, se lee que era «para el armada que el
dicho Juan Diaz va á descobrir por mandado de Su
Alteza, desde Lepe, donde apareja la dicha armada.»
Es evidente, por lo tanto, que en esa fecha ésta se ha-
llaba alli; y en otra anotación hecha en 8 de Septiem-
1t5re, consta que se pagaron á Rodríguez 2,992 mara-
vedís «por 22 días que se ocupó y trabajó en el despa-
cho del viaje del dicho Juan Diaz, fuera de su casa,
fasta que lo dejó á la vela», es decir, hasta que
estuvo en punto de salir de allí.
CCXLVI JUAN DÍAZ DE SOLÍS
«el 1 5 de Septiembre 21 se zozobró» 22^ per-
diéndose los bastimentos. Fácil es calcularla
aflicción de Diaz de Solís al sufrir aquel con-
traste en el momento en que ya se hallaba
todo listo para la salida, y cuando, sin duda
alguna, debía considerarse en gran parte res-
ponsable de lo sucedido. Apresuróse á poner
el hecho en conocimiento de los Oficiales,
quienes en el acto despacharon un correo al
Rey «con la nueva de como la dicha carabela
zozobró»; y mientras tanto, sin atreverse á
tomar resolución alguna, pidieron informes
más detallados á los oficiales de Diaz de So-
lís, y despacharon con el mismo objeto á Lepe
á Diego y Lope Rodríguez.
La noticia halló al Rey en Almazán, de
donde el 24 de Septiembre escribía á los Ofi-
ciales Reales, manifestándoles cuánto le «des-
placía el embarazo que ha habido para el
despacho y partida de Juan Diaz de Solís en
abrirse la carabela y perderse los bastimen-
tos». Les significaba en seguida que desde
allá no podía proveer tan acertadamente como
21. Señalamos esta fecha porque, habiendo dada
cuenta del hecho los Oficiales Reales el 17 de Septiem-
bre, es de creer qué, en vista de la distancia de Lepe
á Sevilla y de la urg-encia del caso, el accidente ocu-
rriría probablemente dos días antes,
22. Tal es la palabra empleada en un documento; en
otro se lee que la carabela se abrió.
I
RIO DE LA PLATA CCXLVIl
ellos, que debían tener informes más com-
pletos de lo sucedido; y concluía por orde-
narles que resolvieran en~todo como les pa-
reciese y conviniese para que no se retardase
la partida de Diaz de Solís; «teniendo fin, decía,
á que mi voluntad es que sea muy bien des-
pachado y lleve de todo el mejor recabdo que
ser pueda, y para esto, gastaréis los dineros
que fuesen menester». El mismo día escri-
bió también á Diaz de Solís, manifestándole
como por carta de los Oficiales Reales había
sabido el percance ocurrido, que lamentaba
mucho, y «teniendo por cierto, le expresaba,
el deseo y voluntad que vos tenéis de me
servir, y lo que muchas veces me habéis di-
cho de lo que habéis de trabajar para qué
en este viaje yo sea muy servido, envío á
mandar á los dichos nuestros Oficiales que
para que vos seáis despachado, hagan lo que
dellos sabréis». «No os dé pena lo pasado,
concluía, consolándole el monarca, sino espe-
raos, que placerá á Nuestro Señor todo sub-
cederá muy bien». 23 Y pocos dias después,
contestando una carta que le dirigiera que-
jándose de que no le habían dejado sacar de
Granada los trescientos cahíces de trigo que
le tenía concedidos, escribía al Corregidor
de Málaga significándole que la suspen-
23. Véase nuestro documento XLVI.
CCXLVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
sión general que sobre ello había no debía
regir con su piloto mayor, «en remuneración
de los servicios que le tenía hechos».
En vista de las amplias facultades que el
Rey delegaba en ellos, los Oficiales Reales
procedieron sin demora á suministrar á Diaz
de Solís «á título de préstamo» el dinero que
le faltaba para enterar el precio de una cara-
bela, que hubo de comprar para reemplazar la
perdida 24^ obligándose con fianzas á devol-
verlo dentro de seis meses. Justo es confe-
sar, sin embargo, que tan pronto como el
Rey tuvo noticia del convenio, ordenó á los
Oficiales Reales que «no se pidiese los dichos
maravedís á los dichos sus fiadores, hasta que
el dicho Juan Diaz volviese.» 25
24. Nos parece que esto se deduce claramente de los^
términos de la anotación que publicamos en la pági-
169: ayS mil maravedís que dio el tesorero á Diaz de
Solis para ayuda de comprar otra (carabela) en su
lugar».
25. Cuando don Fernando supo que Diaz de Solis
había partido, escribió á los Oficiales Reales reco-
mendándoles que en las iglesias de Sevilla se enco-
mendara á Dios el buen suceso de su viaje y los de su
especie; que se hiciera saber á la muger del piloto su
determinación de no cobrarle aquella deuda hasta su
regreso, y que favoreciesen durante su ausencia á ella
y sus parientes: y por fin, que se lecomunicase cuanta
noticia llegase acerca de los sucesos del viaje.— Real
cédula inédita, que no hemos visto, citada por Madero.
RIO DE LA PLATA CCXLIX
Por fin, después de salvado este contratiem-
po de última hora, las tres navecillas tendían
sus velas al viento y salían de la barra de
Sanlúcar el 8 de Octubre de i5i5. 26
Desde este momento faltan en absoluto los
documentos que pudiesen servirnos para his-
toriar los incidentes de la expedición confiada
por Fernando de Aragón á su piloto mayor,
viéndonos así obligados á seguir el relato de
Herrera, que alcanzó á disfrutar, al parecer,
el diario, hoy desconocido, de alguno de los
tripulantes. Nuestro papel en este caso, de-
berá así limitarse á tratar de ilustrar con no-
tas complementarias el texto del cronista de
Indias, que dice como sigue:
«Con las mercedes que el Rey hizo á Juan
Diaz de Solís, porque era el más excelente
hombre de su tiempo en su arte, dejando su
casa proveída, salió de Lepe 27 á 8 de Octu-
26. Las Casas dice equivocadamente que Diaz de So-
lis partió de Cádiz ó del puerto de Santa María. Es
inútil decir que López de Gomara yerra también al
decir que salió en Septiembre,
El testimonio de Herrera se halla confirmado por la
•carta de los Oficiales de Sevilla al Rey, fecha 3o de
aquel mes, en que le decían: «Juan de Solis partió en
S3g-uimiento de su viaje desde San Lúcar á 8 de Oc-
tubre».
27, En realidad, de Bonanza, barra del Guadalqui-
vir, pero es evidente que, dada la proximidad de Le-
pe, pasara Diaz de Solis por su puerto ese mismo día.
CCL JUAN DÍAZ DE SOLIS
bre de este año: encaminóse al puerto de San-
ta Cruz de la isla de Tenerife, en las Cana-
rias: 28 salió de allí 29 en demanda 3o de Cabo
Frió, que está en 22 grados y medio en este
cabo de la equinocial; víó la costa de San
Roque en seis grados 3i, navegando al sur,
28. Recalada oblig-ada de todos los naveg-antes es-
pañoles que entonces se dirií,ñan á Indias, para pro-
veerse de agua y mantenimientos. Tardábase desde
Sanlúcar á Santa Cruz, más ó menos seis días; asi,
Mag-allanes, que partió de aquel puerto el 20 de Sep-
tiembre de i5i9, llegó á Tenerife el 25.
29. No existe para este caso precedente alguno que
pueda servirnos para establecer la salida, pues hubo
ocasiones en que los capitanes españoles se demora-
ron alli mucho tiempo.
30. Herrera no pudo decir que Diaz de Solís saliese
en demanda de Cabo Frío, cuya existencia ni siquiera
conocía. Esta frase del cronista está, además, en con-
tradicción con la que le sigue inmediatamente; «vio la
costa en seis grados, navegando al sur, cuarta del sud-
oeste». Lo natural, por lo tanto, es que Diaz de Solis
enderezase su rumbo desde las Canarias al Brasil, y
que desde luego pasase á la vista del Cabo San Ro-
que, tal como dice Herrera, pues «á pesar de la poca
elevación de esta costa, expresa Roussin, Le Pilote
du Brésil, pág. 197, es casi siempre posible divisarla
con tiempo claro».
3i. Está situado en 5°, 28*17" y 87. 87. 25. 0, del meridia-
no de Paris.
«El cabo San Roque no es un punto saliente de
la costa de América, como aparece marcado en la
mayor parte de las cartas: á partir de él, la dirección
RIO DE LA PLATA CCLI
cuarta del sudueste, y los pilotos decían que
iban á barlovento del cabo de San Agustín, á
noventa leguas: y eran tantas las corrientes 32
que iban al Hueste que los echaron á sota-
vento del cabo de San Agustín dos grados,
el cual está en 8 grados y un cuarto 33 de la
otra parte de la equinoccial, por la cuenta
que'hicieron en esta navegación. 34 Y cuatro
grados antes de llegar á la línea Equinocial
de la banda del norte perdieron las guar-
das. 35 y pasados otros tantos de la banda del
de las tierras no experimenta un cambio pronuncia-
do... Sólo á 25 millas más lejos, en la punta Calcan-
har, es donde la costa se dirig-e francamente del Oeste
para el Norte». Roussin, id., id.
32. «Las corrientes se dirigen de ordinario allí al
oeste-noroeste y al noroeste, con doble rapidez de la
que tienen en la costa del lado'sur (del Cabo); circuns
tancia que se explica por la dirección casi constante de
los vientos reinantes, y por la que tienen las tierras
situadas al norte del cabo San Roque». Roussin, obra
citada.
33. La posición exacta del cabo de San Agustín es en
28' 20' 41 "5. y 37.16.57.0 del meridiano de París. Fer-
nández de Enciso, Suma de Geografía, fol. 6 vta. lo
colocaba en 8 grados.
34. «Por la cuenta que hicieron en esta navegación»
palabras en las que el cronista alude indudablemente
á la controversia que tuvo lugar en Sevilla en Noviem-
bre de i5i5, precisamente por los días en que nues-
tros expedicionarios llegaban allí.
35. «Guardas del norte. Dos estrellas notables muy
lúcidas, colocadas en la espalda de la Osa Menor, por
CCLII JUAN DÍAZ DE SOLIS
sur, les pareció que descubrían las guardas
del sur, diciendo que eran dos nubecicas
blancas: pero en esto se engañaron, porque
estas nubes parecen y desaparecen en un
mismo lugar, según la calidad del aire que
corre: y del Cabo Frió al Cabo de S. Agus-
tín 36 hallaron trece grados y tres cuartos 3?
y estaba tan bajo el Cabo Frío, que no le pu-
dieron reconocer sino por el altura. 38
las cuales se rigen los navegantes y la gente del cam-
po para observar la hora de la noche, atendiendo al
parage en que se hallan, respecto de la estrella polar».
lyiccionario de la lengua castellana, de la Real Acá
demia, Madrid, 1780.
36. Parece que de esta expresión del cronista pudie-
ra colegirse que el derrotero que tuvo á la vista fué el
de una de las carabelas en su viaje de regreso á la
Península, pues de otro modo no se explica que diga
«del cabo Frío al cabo de San Agustín», debiendo ser
todo lo contrario, ya que se dirigían del norte al sur.
37. Siendo la la latitud de este cabo (punta norte)
■22° 59' 56" la verdadera distancia entre uno y otro en
cuanto á su posición es de 14° 19' i5."
38. Esto nos confirma en nuestra opinión de que
Herrera disfrutó de un diario llevado al regreso de las
carabelas, pues si antes no conocían el cabo Frío, mal
podían determinarlo por la altura.
«El cabo Frió es la punta sur de una isla situada
en el codo del continente, en la extremidad oriental de
la playa de Ma9ambaba... Esta isla puede ser vista á
distancia de quince leguas, en circustancias favora-
bles.». Roussin, id., id.
RIO DE LA PLATA CCLIII
«Llegaron al rio de Genero, ^9 en la costa del
Brasil, que hallaron en veinte y dos grados
y un tercio de la Equinocial al sur: 40 y des-
de este río, hasta el Cabo de Navidad 41 es
costa de nordeste sudueste, y la hallaron tie-
rra baja que sale bien á la mar: no pararon
hasta el rio de los Inocentes, 42 que está en
23 grados y un cuarto: fueron luego en de-
39. Varnhag-en creía que el verdadero nombre del río
era Janeiro (Enero) y que se llamó así por el mes en
que lo descubrió (?) Vespucio. Lo único que al respec-
to hay de positivo, es que Magallanes lo llamó de San-
ta Lucia, según el testimonio de Albo y de Pigafetta.
40. La cumbre del Corcobado está en 22° 56' i3."
41. Podría creerse, en vista de este nombre, que lle-
garon á ese cabo el 25 de Diciembre, pero de la rela-
ción de Herrera no se desprende el hecho con claridad,
puesto que se limita á citar el nombre del lugar.
Ni en la carta de Riberio ni en la anónima de Wei-
mar, ni en la Suvia de geografía de Enciso aparece
ese cabo de Navidad, pero como sabemos que se ha-
llaba entre el río de Genero y el de los Inocentes, si-
tuado en 23° y un tercio, según el mismo Herrera, es
probable que se refiriese al Pico de Párate ó á la Pun"
ta Acaya de la Isla Grande.
42. Tampoco se registra este nombre en los mapas
y obra citada, ni en la descripción de las Indias de
López de Velasco, aunque es lo más probable que se
tratase del actual río de los Santos. De las expresiones
de Herrera parece deducirse que aquí fué uno de los
puntos de la costa en que se detuvieron, y así pasó en
realidad, según lo veremos más adelante.
CCLIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
manda del Cabo de la Gananea, 43 que está
en 25 grados escasos; y de aquí tomaron la
43, Partiendo de la base de que era Diaz de Solis el
que iba poniendo nombres á los sitios por donde pa-
saba, resultarla que habría tocado allí el 6 de Enero,
fiesta de la Epifanía; pero no debe olvidarse que segrún
Varnhagen, Vespucio ó Ñuño Manuel habían designa-
do el mismo sitio 6 alg-uno inmediato con el de Angra
dos Reis.
El río de la Cananea figura en los mapas antiguos
de nuestra referencia, y aún en el de Palestrina que se
considera de data anterior. Parece ser el mismo que
en otros se llama de Cananor.
Fernández de Oviedo ( t. II, pág. 119) dice que la
bahía de la Cananea está en 25 grados y medio esca-
sos, y que tiene dos islas en la boca y otra menor más
junto á la costa, y una cuarta, más pequeña, hacia la
mar, ^siguiendo la descripción que Alonso de Santa
Cruz da en su Islario, si bien reconoce que el cosmó-
grafo Alonso de Chávez, autor, probablemente, del
mapa anónimo de Weimar, sea dicho aquí de paso, la
pone en algo menos de 25 grados y medio. ciMas, co-
mo el uno y el otro, añade, merecen crédito en esta
ciencia, yo me remito á ellos: caso que el dicho Santa
Cruz lo ha navegado y visto, y el que hizo la carta li
pintó por oídas; y conforme á esto, mirad, letor, cual
debe ser preferido.»
Fernández de Enciso colocaba el río de la Cananea,
al norte de San Francisco, cuya latitud decía ser 25",
«y antes de Sant Francisco está el rio de la Cananea
que es buen rio.»
La punta de la Cananea conserva hasta hoy su nom-
bre, y en unión de la isla Bom-Abrigo, situada en 25%
6', 49," forma la playa meridional de la barra de aquel
nombre.
RIO DE LA PLATA CCLV
derrota para la isla que dijeron de la Plata 44
haciendo el camino del sudoeste y surgieron
en una tierra que está en 27 grados de la lí-
nea, á la cual llamó Juan Diaz de Solís la
Bahía de los Perdidos. 45 Pasaron el Cabo de
44. De modo que este es el primer nombre que cons-
te realmente que fué puesto á un punto de las tierras
del Nuevo Continente por Díaz de Sclis y sus compa_
ñeros. ^^Cuál fué esta isla que llamaron de la Plata?
Madero se limita á afirmar que fué la de Santa Catali-
na, fundado quizás, aunque no lo dice, en que los ex-
pedicionarios surgieron en 27°, cuya latitud correspon-
de próximamente á la de la isla de Santa Catalina
(la punta norte ó de Rapa está en 27", 22', Si"). Del
contexto de la relación de Herrera parece deducirse
otra cosa, pues expresa que después de haber salido
de aquella isla, haciendo el camino del sud-este, «sur-
guieron en una tierra que está en los 27'», y, por con-
siguiente, en un punto del continente. Es probable,
por lo tanto, que la isla de la Plata fuese la de San
Francisco.
A afirmar esta congetura concurre el hecho de que
la punta sur de la desembocadura del rio de San Fran-
cisco, situada en 26", 6', 33" se llama hasta ahora de
Juan Diaz. Véase la obra citada de Roussin.
45. En ninguno de los antiguos mapas conocidos
figura esta bahia de los Perdidos en la situación en
que debía hallarse según el relato de Herrera. Made-
ro creía que esta bahía debía estar en la misma isla
de Santa Catalina y que se llamaría de los Perdidos,
no por Diaz de Solís, sino por sus compañeros después
del naufragio de una de las carabelas; pero esto no
responde bien á lo dice Herrera expresamente que fué
Diaz de Solís el que la llamó asi, ni tampoco con las
CCLVI JUAN DÍAZ DE SOLÍS
las Corrientes, y fueron á surgir en una tierra
en 29 grados, y corrieron dando vista á la isla
de San Sebastián de Cádiz, adonde están
otras tres islas, que dijeron de los Lobos, y
dentro el puerto de Nuestra Señora de la
Candelaria, que hallaron en 35 grados: y
aquí tomaron posesión por la Corona de Cas-
tilla: fueron á surgir al río de los Patos, en
34 grados y un tercio, entraron luego en un
agua, que por ser tan espaciosa y no salada,
llamaron Mar dulce, que pareció después ser
el río que hoy llaman de la Plata, y entonces
dijeron de Solís. 46 De aquí fué el capitán
expresiones «surgieron en una tierra», ya indicadas
que parecen referirse á la costa del continente.
46. En ning-una de las cartas antiguas se menciona
el Cabo de Corrientes de la Costa del Brasil. Por la
posición que Herrera le asigna, parece corresponder
al que Fernández de Enciso llama de San Sebastián:
aé á la parte del éste tiene al puerto de Gregorio é al
del oeste al de Terrerías, que es buen golfo y tiene una
isla en medio»; descripción que corresponde bastante
de cerca con lo que en seguida refiere Herrera.
Fernández de Oviedo que disfrutó de los datos del
cosmógrafo Santa Cruz y que tenia á la vista la carta
de Alonso de Chávez, pone en 27 grados y medio el
puerto de los Patos; y Diego García, en el derro-
tero de su segundo viaje al Rio de la Plata, hablaba
ya, en 1627, del Rio de los Patos, que situaba justa-
mente en los 27 grados, y que era, según decía por ex-
periencia propia, «el mejor é más buena gente que en
aquellas partes había.» López de Velasco añade que
RIO DE LA PLATA CCLVII
con el un navio que era una carabela latina,
reconociendo la entrada por la una (iosta del
rio: surgió en la fuerza de él, cabe una Isla
mediana, en 84 grados y dos tercios.
el puerto de Patos es el mismo que el 4^ Santa Catali-
na, «ó junto del, á la parte del sur, y asi lo tienen mu-
chos por uno toíio.» (Página 559 de su obra citada).
Otro tanto resulta de la descripción de Santa Cruz,
transcrita por Fernández de Oviedo: «Desde el rio de
San Francisco hasta el puerto de los Patos hay veinte
é dos leguas y está el dicho puerto en veinte é siete
grados y medio; y en la mitad de este camino hay una
isla grande que tiene de longitud doce leguas, poco
más ó menos, y de latitud seis, la cual es poblada y
tiene un puerto de la banda del norte que los españo-
los en este viaje de Gaboto le llamaron Puerto de San
Sebastián; pero la isla se llama de Sancta Catarina, en
torno de la cual hay muchos islotes ó farallones.» To-
mo II,' páginas 119-20.
Se ve, pues, por esto que, ó los cosmógrafos an-
daban muy errados, ó en realidad había dos ríos de
los Patos, uno por los 27", más ó menos, y el otro por
los 34 y un tercio. De los Patos llamóse también la
laguna que aún hoy conserva este nombre y que se
extiende hacia el sur de los 3o grados.
Madero, en el itinerario que hace seguir á Diaz de
Solis, supone que la isla á que hace referencia Herrera
la llamó de San Sebastián por haber llegado á ella el
dia de ese santo, y que estaba situada en el estuario
del Plata; pero según el cosmógrafo Santa Cruz, que
podía saberlo bien, debió esa designación á los com-
pañeros de Caboto, cuyo nombre era Sebastian, como
es notorio. Por lo demás, Caboto lo dice asi expresa-
mente, añadiendo que se le puso ese nombre, no en
17
CCLVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
«Siempre que fueron costeando la tierra,
hasta ponerse en el altura sobredicha, descu-
brían algunas veces montañas y otras gran-
des riscos, viendo gente en las riberas: y en
honor suyo, sino por haber llegado á ella la víspera del
día de aquel santo. «Fué preguntado cómo se llama
la tierra donde tomó el dicho mayoral é los otros fijos
de mayorales, dijo: queste testigo le puso el puerto de
San Sebastián por llegar allí vísperas de San Sebas-
tiana. Información levantada en Sevilla, en i53o, apud
Harrise, John Cabot, pág. 427.
Creemos, por lo tanto, que Diaz de Solís y sus com-
pañeros pasaron «dando vista» á la isla de Santa Ca-
talina, doblaron el Cabo Corrientes, ó sea el actual de
Santa Marta, y «fueron á surgir á una tierra en 29 gra-
dos»; siguieron costeando hasta llegar á las islas de
Lobos, y entraron entonces al puerto de la Candelaria
(hoy Maldonado) «que hallaron en 35 grados»; tomaron
posesión allí de la tierra por Castilla, y luego siguie-
ron hasta surgir de nuevo en el rio que llamaron de
los Patos, en 34 grados y un tercio, y con cuyo nombre
le citaban todavía años más tarde los compañeros de
Magallanes; «y en medio del (Montevideo) y del cabo
Santa María hay un río que se llama río de los Pa-
tos» [Diario de Albo, página 416 del tomo I de nues-
tra Colección de Documentos.)
En cuanto á las Islas de los Lobos, en reahdad no
se entiende lo que Herrera quiso expresar cuando al
nombrarlas dijo, después de mencionar la de San Se-
bastián, «adonde están otras tres islas y dentro el
puerto de la Candelaria». Navarrete expresa que las
islas de ese nombra se hallan situadas en las cartas
españolas en 35', 2' de latitud austral, y por consiguien-
RIO DE LA PLATA CCLIX
^sta del Río de la Plata descubnan muchas
casas de indios y gente, que con mucha aten-
ción estaba mirando pasar el navio y con se-
ñas ofrecían lo que tenían, poniéndolo en el
te, que 'el puerto que «dentro» de ellas estaba era el
actual de Maldonado.
Islas de Lobos las llama también Ghávez; Diego Gar-
cía y Santa Cruz, de las Palmas.
Contrariamente á esta opinión, Madero cree que las
islas de Lobos á que Herrera se refiere, no son si-
no la de Flores, y que, poi* lo tanto, el puerto que
-dentro de ellas estaba y donde Díaz de Solis desem-
barcó para tomar posesión de la tierra pov Castilla,
fué el actual de Montevideo. Más natural nos parece
á nosotros creer que las islas llamadas de Lobos fue-
son las que hoy conservan su nombre, tanto por esa
circunstancia, como por que, viniendo Diaz de Solis
doblando la costa por el norte, ha debido encontrar-
las antes que la de Flores.
Sobre este punto creo que es decisivo el testimonio
de Santa Cruz, que nos ha conservado Fernández de
Oviedo, «el cual le dijo, cuenta éste, que desde el cabo
de Santa María, entrando por el embocamiento del rio
de la Plata, é primera costa del, tres ó cuatro leguas en
la mar, están dos isleos, uno mayor que el otro, que
les pusieron nombre Isleos de Lobos, porque hay mu-
chos de los marinos»...: «al cual se debe dar crédito, ex-
presaba el cronista, porque demás de ser persona de
confianza, é hijodalgo, es doto, cursado, é parcial ami-
^o desta ciencia é geografía.» Tomo II, página 172.
Otra prueba de que las islas de Lobos no podían
ser la de Flores es que, según el testimonio de Caboto,
«la dicha isla se ve toda, porque es rasa», é que no pa-
recían en ella ciertos tripulantes de su armada, por*
CCLX JUAN DÍAZ DE SOLIS
suelo. Juan Diaz de Solís quiso en todo casa
ver qué gente era esta y tomar algún hom-
bre para traer á Castilla. Salió á tierra con los
que podían caber en la barca: los indios, que
que cuando crece (el mar) la cubre:y> fenómeno que no
se verifica jamás en la de Flores. Véase la deposición
de Caboto en Harrisse, obra citada, página 425.
Detalles aún más precisos de las islas de que trata-
mas da el contador de la armada de Caboto, Juan
de Junco, que estuvo en ellas, y quien contó á
Fernández de Oviedo, seg-ún este refiere en la página
i83 del tomo II de su obra, «que al cabo de Santa Ma-^
ria, en el embocamiento del Rio de la Plata, á dos le-
guas ó tres de la tierra firme, están las islas que dijo
Santa Cruz. Y dice más: que son rasas de peña y que
tienen agua dulce».
<¿Es posible dudar después de todo esto?
Hemos insistido acerca de este punto- porque la de-
terminación de cuáles fueron esas islas es importante
para establecer el sitio en que Diaz de Solis desem-
barcó áfin de tomar posesión de la tierra á nombre del
Rey. Dicho queda con esto que yerra el autor anónimo
de la memoria cuyos fragmentos insertamos en nues-
tro documento LXXVII, cuando expresa que los actos
de posesión tuvieron lugar en la isla de San Gabriel.
En conclusión, no podemos menos de expresar que
cuando se dispone de una relación tan compendiada
como la que trae Herrera; cuando se deja comprender
que éste la extracta mal; cuando se reconoce la pro-
funda inexactitud que domina en las antiguas cartas
geográficas en cuanto á la ubicación de los distintos
lugares, ya se trate de bahias. cabos, ríos ó lagunas,
cuando vemos que á raíz de los sucesos que venimos
historiando, dos cosmógrafos tan insignes como Santa
RIO DE LA PLATA CCLXI
tenían emboscados muchos flecheros, cuando
vieron á los castellanos algo desviados de la
mar, dieron en ellos y rodeando, los mataron,
sin que aprovechase el socorro de la artille-
ría de la carabela: y tomando á cuestas los
muertos y apartándolos de la ribera, hasta
donde los del navio los podían ver, cortando
las cabezas, brazos y pies, asaban los cuerpos
-enteros y se los comían. Con esta espantosa
vista, la carabela fué á buscar el otro navio y
ambos se volvieron al Cabo de S. Agustín,
adonde cargaron de brasil y se tornaron á
Castilla. Este fin tuvo Juan Diaz de Solís,
más famoso piloto que capitán.»
Volvamos un poco atrás en la relación del
cronista. Nos decía, pues, éste, que estando
Cruz y Chávez no podían entenderse en su tiempo,
y si á esto se ag-regfa que no disponemos como auxi-
liar eficaz de una sola fecha, y cuando aún las que
pudieran deducirse de los almanaques, aplicando los
^días de los santos á los de los lugares que llevan sus
nombres, aparecen desde el primer momento perfec-
tamentecuestionables, cuando se ve todo esto, decimos,
debe reconocerse que cualquiera tentativa para fijar de
una manera precisa las etapas del viaje del descubridor
del Rio de la Plata, tiene que adolecer de gravísimos
errores, por más bien preparados que supongamos á
los que acometen la empresa. Por lo demás, todos
esos incidentes no pueden interesar sino de una ma-
nera secundaria respecto del objetivo alcanzado por
la flotilla de Diaz de Solís.
CCLXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
fondeadas las naves de la armada por los 34
grados y un tercio, Diaz de Solís pudo reco-
nocer que el agua allí era dulce, y que por
lo tanto, había penetrado en el estuario de un
gran río, cuyo curso le convenía reconocer
antes de seguir adelante en busca del obje-
tivo de su viaje, cual era el paso para llegar
á las espaldas de Castilla del Oro, según lo
capitulado con el Rey. Tomó, pues, una de
las carabelas, de las llamadas latinas, y avan-
zó pegado á una de las orillas, sin duda la del
norte, de cuyo lado se hallaba, hasta surgir
en toda la fuerza del río, «cabe una isla me-
diana», en 34 grados y dos tercios, que por su
situación no debió ser otra que la de Martín
García, cuyo nombre tomó «porque muiió allí
un despensero del capitán Johán Diaz de So-
lís, en el primero descubrimiento deste Río
de la Plata». 47
Lo demás ya lo sabemos: Diaz de Solís,
atraído á una emboscada por los indios de las
riberas, pereció lastimosamente á sus manos,
con váTrios de sus compañeros. Conviene, sin
embargo, antes de hablar del regreso de los
sobrevivientes á España, que estudiemos al-
gunos de los puntt:ís principales, apenas toca-
dos en su relato por el cronista de Indias, á
saber, cuándo penetró en el Río, el nombre
47. Oviedo, t. II, pág-. 172.
RIO DE LA PLATA CCLXIII
de éste, y cómo fué que pasó á llamarse de
la Plata, el lugar y circunstancias de la muer-
te de Diaz de Solís, y, por fin, el regreso de
los sobrevivientes á la Península.
Ya dejamos indicado que Madero, partien-
do del supuesto de que la isla de San Sebas-
tián hubiese sido designada con ese nombre
por Diaz de Solís, y c]ue se le hubiese dado
por el santo en cuyo día llegara á ella, y to-
davía que esa isla se hallase situada en la en-
trada del estuario del Plata, circunstancias
todas por extremo problemáticas, el descubri-
miento habría tenido lugar el 20 de Enero de
i5i6, ésto es, á los 104 dias de haber partido
Diaz de Solís del puerto de Lepe. En caso de
que se adopte nuestra hipótesis de que la lle-
gada á la desembocadura del río se verificó
en el puerto de la Candelaria, y que éste se
llamara así por haber llegado á él los expe-
dicionarios en el día de la fiesta que la Iglesia
Católica conmemora con ese nombre, resul-
taría que el descubrimiento se había verifica-
do, sin que Diaz de Solís y sus compañeros
lo supiesen, el 2 de Febrero del mismo año,
es decir, á los 117 dias de la salida de la Pe-
nínsula.
Cualquiera de estos dos cómputos que se
adopte, se vé que ha de estar muy próximo á
la verdad, cuando se le compara con el tiem-
po que emplearon en hacer el mismo camino
CCLXIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
los navegantes españoles que inmediatamente
siguieron en sus viajes los pasos de Diaz de
Solís. Así, Magallanes partió de Sanlúcar el
20 de Septiembre de iSig, y llegaba al Cabo
de Santa María el lo de Enero del año inme-
diato siguiente, empleando en el viaje, por lo
tanto, 1 12 dias.
La armada de Jufré de Loaísa gastó
desde la Gomera hasta enfrentar el estuario,
desde el 14 de Agosto de i525 hasta el 28 de
Diciembre del mismo año, ó sean, i36
días.
Caboto, que salió el 3 de Abril de i526,
igualmente de Sanlúcar, llegó al estuario, ó
mejor dicho al Cabo de Santa María, el 21 de
Febrero del año siguiente, empleando, por lo
tanto, cerca de once meses en el viaje, por
causa de las recaladas que hizo en el camino-
Diego García, que partió del Cabo de Finis-
terre ó de la Coruna, el i5 de Enero de i526,
pero de las Canarias sólo el i ." de Septiembre,
para llegar al Cabo de Santa María en la se-
gunda quincena de Enero del año siguiente,
demoró en el viaje, podemos decir, muy cerca
de cinco meses.
Simón de Alcazaba salió de Sanlúcar el 21
de Septiembre de i534, y llegaba á la boca
del Estrecho de Magallanes el 17 de Enero de
]535; pero como se detuvo en la Gomera 9
dias, resulta que sólo tardó en el viaje 110
RIO DE LA PLATA CCLXV
dias, si bien sólo paró en el Cabo de Abreojos
y en el Río Gallegos.
De la comparación de estas cifras resulta,
pues, que Alcazaba había empleado en llegar
á la entrada del Estrecho de Magallanes ex-
actamente el mismo tiempo que éste consu-
miera para avistar el Cabo de Santa María, y
que así, en cuanto á su duración, los viajes
de Diaz de Solís, Magallanes y Alcazaba se
aproximan tanto entre sí, que es perfectamen-
te posible que la que senalamo3 al del piloto
portugués sea verdadera.
De los dos grandes afluentes que forman el
gran río que Diaz de Solís descubrió, á uno
de ellos llamábanlo los indios Paranaguazü,
<(que quiere decir mar grande, porque para72d
quiere decir mar, y guazú, en la lengua de la
gente de aquella tierra, quiere decir gran-
de 48.)) El nombre del otro caudaloso afluen-
te era Uruai. «Llaman los indios á este gran
río, se vé en la leyenda del mapa de Caboto,
el río Uruai. . . el cual es un río muy caudaloso
que entra en el gran río de Paraná...»
Las Casas nos inforrna que su descubridor
le nombró «el cabo y Río de Santa María» 49.
En el mapa de Diego Ribeiro se lee «tierra
de Solís, á continuación del cabo de Santa
48. Oviedo, t. II, píig. 270.
49. Tomo II, pág-. 270.
CCLXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
María; pero en cuanto al río mismo, uno de
Paraná y el otro de Uruay, tal como era su
nombre indígena. En el anónimo deWeimar,
que parece ser el de Chávez, como indicaba^
mos, se conserva la misma designación para
la «tierra de Solís», pero el río lleva el nom-
bre de Jordán, tal como en el mapa llamado
de Turín, de i523, en el de Maggiolo de 1527^
y en el de Schoner de i533. En el de Cabo-
to, de 1544, se conservan los nombres indíge-
nas de sus principales afluentes, así como
los había oído en los propios lugares. El pri-
mer monumento cartográfico, con fecha, en
que se le llama Río de la Plata, es en el atlas
veneciano de Battista Agnese, de i536.
El P. Las Casas se preguntaba ya en su
tiempo cómo era que el río descubierto por
Diaz de Solís, y que él había titulado de San-
ta María, se le llamaba de la Plata ^o, López
de Gomara da, á este respecto, el nombre in-
dígena del río, y añade que Diaz de Solís le
nombró de la Plata, por haber hallado allí
muestrasde ese metal, hecho doblemente falso,
porque no le nombró así, ni halló tampoco en
él las muestras que indica ^K Fernández de
5o. «El río que agora dicen de la Plata, no sé por
qué ocasión.» Tomo II, página citada.
5i. «...Topó con un grandísimo rio, que los naturales
llaman Paranaguazú.»
RIO DE LA PLATA CCLXVII
Oviedo nos dice simplemente que los «crips-
tianos le decían de la Plata, pero que se había
llamado río de Solís, porque lo descubrió el
piloto Johán Diaz de Solís» ^2.
La duda propuesta por el P. Las Casas
queda, pues, en pié, ya que ninguno de los
autores primiti-vos de las Indias nos da la ex-
plicación que buscamos. Pero ya en Herrera
comienza á hallarse la interpretación del enig-
ma. Enunaparte desu obra, este cronista copia
casi al pié de la letra, las palabras del domi-
nico, cuando dice: «entonces hallaron aquel
gran río que dijieron de Solís, y ahora llaman
de la Plata» ?3; pero más adelante de su obra,
cuando el cronista hubo de guiarse por in-
formacionesdeotra fuente, estampaba las pala-
bras siguientes: «También Diego García hubo
alguna plata de los indios, desde donde se lla-
mó este río de la Plata, porque fué la primera
que se traxo á Castilla de las Indias, y era de
la que los indios guaranís traían en planchas
52. Tomo II, pág. 167.
53. Década I, libro XIII, capítulo XII. Más adelante
nuestro autor se limita á decir que el rio se había lla-
mado en un principio de Solís: «pidió (el Fiscal) que
se recibiese información de las personas que habían
Reglado de aquellas partes, de la posesión que los Re-
yes de Castilla tenían de aquellas provincias desde que
Juan Diaz de Solís, el i5i2 y el de i5i5 descubrió el
rio que tomó su nombre.» Década IV, libro VIII, ca-
pitulo XI.
CCLXVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
y otras piezas grandes de las Provincias del
Perú» ^4.
Veamos ahora lo que resulta de algunos
documentos originales.
En carta que el contador Juan López de
Recalde escribía al Obispo de Burgos con fe-
cha 12 de Mayo de t52I, dándole cuenta de
haber llegado al puerto de las Muelas una de
las naves de la armada de Magallanes, le de-
cía que los expedicionarios habían alcanzado
hasta el puerto de Santa Cruz, y que desde
allí fueron al «Río de Solís». 55
En el diario ó derrotero de Francisco Albo
encontramos la misma denominación: «y allí
hallaron unas isletas, y la boca de un río muy
grande, era el Río de Solís». -f>
Pigafetta, como es bien sabido, llevó tam-
bién un diario de esa expedición, en el cual ha-
bla por incidencia deDiaz de Solís, pero no del
río que descubrió, aunque en el mapa con que
adornó su relación puso en el sitio corres-
pondiente la leyenda ((Fluue de Jehan de
Solís 57.»
54. Década IV, libro I, capitulo I, pág. 3.
55. Medina, Colee, de doc., t. I, pág. i65.
56. Id., id., p. 216. En el texto publicado por Na-
varrete, que nos sirvió á nosotros, hay entre parénte-
sis la frase: «ahora se llama Rio de la Plata»: pero esta
frase no existe en el origrinal.
57. Citado por Harrisse, Joli?i and Sebastian Cabot,
London, 1896, p. 434.
RIO DE LA PLATA CCLXIX
Esta designación no debió, sin embargo, ser
muy corriente entre los compañeros de Maga-
llanes, cuando hay constancia de que dos de
ellos, por lo menos, es cierto que extranjeros,
refieren que el rio fué llamado entonces de
San Cristóbal, según se vé en la relación
de un portugués que iba en la Vicioria, y
que se publicó en i554, Y ^^ ^^ *^^^ ^^ piloto
genovés, dada á luz en este siglo. «Nos en-
contramos cerca de un río que tiene io8 mi-
llas en su desembocadura, el cual está en 35
grados del dicho polo antartico, y al que no-
sotros pusimos el nombre de Río de San Cris-
tóbal» 58. «Halláronse metidos en un río de
agua dulce, grande, á que se puso nombre de
San Cristóbal, y que está en 84 grados» ^9.
El clérigo Juan de Areizaga, que fué en la
armada de Loaisa, en la relación que dio de
su viaje, en 1529, le llama con el nombre de
su descubridor: «se les derrotó la nao sobre el
río de Solís» 60. Pero henos aquí ya con que
otro de los compañeros de Loaisa, F'rancisco
Dávila, al prestar su declaración en 4 de Ene-
ro de 1527, sobre lo sucedido en el Viaje, ex-
58. Ramusio, Raccolta, etc., t. I, p. 480, traducida y
publicada por nosotros en el tomo II, p. 395-98 de
nuestra Colee, de doc.
59. Navegación X viaje, etc., en las pp. 398 y sig.
del tomo citado de nuestra colección.
60. Medina, Colee, t. III, p. 33.
CCLXX JUAN DÍAZ DE SOLIS
presó:... «en el paraje del rio de Solís, que
dicen de la Plata» 6i. Tal es, en cuanto sepa-
mos, la primera vez en que aparece el río
con su nombre actual, si bien debió estar to-
davía muy poco generalizado, cuando D. Ro-
drigo de Acuña y los marineros de la nave
San Gabriel, que eran también de aquella
expedición, le llamaban simplemente de So-
lís 62. Todavía en i53i encontramos en un
documento firmado de la mano del Empera-
dor, que se le nombraba así, «el río de So-
lis» ^'>'-^. En cambio, el C>onsejo de Indias,
contestando al Emperador, al hablarle en
aquella fecha de la persona de Gonzalo de
Acosta, que había ido á España en la armada
de Sebastián Caboto, no se acordaba ya del
nombre de su descubridor, y le llamaba «Río
de la Plata» 64. En i534, en la capitulación
celebrada con don Pedro de Mendoza, Garlos
V empleaba todavía para designar el río, el
nombre de Solís, agregando que le llamaban
de la Plata. Este es el documento que cono-
cemos en que por última vez se llama al río
por el nombre de su descubridor.
r^A qué causa se debió este cambio de nom-
61. Id. id. id., p. 49.
62. Id. Id., págs. 58 y i58.
63. Id. id., real cédula al Consejo. Bruselas, 27 de
Enero de i53i, p. 249.
64. Id., p. 252.
RIO DE LA PLATA CCLXXI
bré? ^Por qué se llamó de la Plata? Es lo que
vamos á ver estudiando las expediciones de
Caboto y Diego García á los parajes donde
antes que ellos llegó Diaz de Solís.
Las primeras noticias que Caboto tuvo de
que en el río descubierto por Diaz de Solís
existían veneros de plata, las adquirió en la
isla de Santa Catalina, en el mes de Noviem-
bre de 1 526, precisamente de boca de dos de
los compañeros del piloto portugués, que
allí se hallaban desde hacía diez años, y tanto
fué lo que ponderaron las riquezas de oro y
plata que Caboto y sus compañeros en el Río
debían hallar, según ellos, que esta fué quizás
la causa principal que les indujo a penetrar en
él y explorar el interior de sus riberas. Esos
dos hombres, según testimonio del mismo
Caboto, le dijeron á él y «á toda la gente del
armada, que fuesen al Río de Solís, porque
había allí grandes riquezas de oro y plata, é
que unos compañeros suyos habían ido allá
é traído mucho oro é plata, lo cual habían
enviado á España, é truxeron ciertas mues-
tras de oro é plata al dicho capitán Sebastián
Caboto, é las cuales muestras vieron la gente
de la armada.» 6? Uno de los expedicionarios
65. Interrogatorio de Caboto en el pleito con Catalina
Vásquez, presentado en Madrid, en i53o. Véase nuestro
documento LXXVI.
CCLXXU JUAN DÍAZ DE SOLIS
de la armada añadió que él había visto esas
muestras de oro y plata, que exhibía uno de
los compañeros de Diaz de Solís, diciéndoles:
«Mira, hijos, que desto se cargará las naos
del oro é de la plata;» y otro añade que vio
cómo, quien esto decía, tenía unas cuentas de
oro é un poco de plata, «é cómo decía á la
gente de la dicha armada que nunca hombres
fueron tan bienaventurados como los desa
dicha armada, porque decían que había tanta
plata é oro en el Río de Solís, que todos se-
rían ricos, é que tan rico sería el paje como
el marinero.»
Estas noticias, como decimos, las tuvieron
Caboto y sus compañeros en Noviembre de
i526. ^fCómo era, pues, que ya en España, á
mediados del año siguiente, había quien lla-
mase al río, «de la Plata», cuando sabemos
que por entonces aun no había regresado
Caboto á la Península? Este hecho, en apa-
riencia contradictorio, es fácil, sin embargo,
de explicar. Recuérdese, en efecto, que Cabo-
to expresaba que algunos de los hombres que
estaban en Santa Catalina habían enviado
allá muestras de la plata y oro que decían en-
contrarse en el Río de Solís. ^¿Quiénes habían
sido los portadores de esas muestras? Sin
duda alguna los tripulantes de la nao San
Gabriel de la armada de Loaisa, que el año
anterior habían pasado por allí y fueron los
RIO Di: LA PLATA CCLXXIII
que llevaron á España aquellas muestras.
Uno de ellos era precisaniente aquel Fran-
cisco Dávila que al prestar su declaración en
la Coruña en 4 de Junio de 1527, que ya co-
nocemos, fué el primero que al nombrar el
rio de Solís añadió la frase: «que dicen de la
Plata.»
Diego García, compañero de Diaz de Solís,
en uno de los memoriales que presentó al
Consejo en solicitud de que se le permitiese
armar dos carabelas para ir á efectuar descu-
mientos en el Mar del Sur, expresa por su
parte: «Sabe Vuestra Alteza, decía, que en
esta corte truxe plata y señal de oro é cobre,
una pieza de metal con dos obispos y Padre
Sancto, aseñalado las figuras en las dichas
piezas; é yo fui muy bien enformado del na-
vio que me dio la dicha pieza, que de dónde
lo había habido: se me dixo que lo había ha-
bido de la parte del sur, y yo envié de la par-
te que lo hubo, é estoy bien enformado para
en su tiempo é lugar,» etc. 66 Y al concluir el
relato de su segundo viaje al Río, hecho casi
al mismo tiempo que el de Caboto, añadía:
«Y estas generaciones (de indios) dan nuevas
deste Paraguay, que en él hay mucho oro é
plata é grandes riquezas é piedras preciosas,
y esto es lo que sabemos deste descubrimien-
66. Medina, Colee, citada, t. III, p. 448.
18
CCLXXIV JUAN DÍAZ DE SOLÍS
to, y esta señal de plata que yo he traído, un
hombre de los míos que dejé la otra vez que
descubrí este río, habrá quince años, de una
carabela que se me perdió, fué por tierra á
este Río de Paraguay, é trujo dos ó tres arro-
bas de plata é la dio á los indios é cristianos
que estaban en aquella tierra; dellos hobe
esta plata.» 67
Y aquel hombre de los suyos, á que se refe-
ría Diego García, no pudo ser otro que Fran-
cisco del Puerto, el mismo que Caboto en-
contró en las bocas del Paraná y quien le dio
«grandísimas nuevas, según decía, de la ri-
queza de la tierra, y con acuerdo de los
capitanes é oficiales de S. M. acordó (Ca-
boto) entrar en el río Paraná fasta otro río
que se llama Carcarañá, ques donde aquel
Francisco del Puerto les había dicho que des-
cendía de las sierras, donde comenzaban las
minas del oro é plata.» 68
Se ve, pues, que, en último resultado, las
noticias sobre las riquezas que decían hallar-
se río arriba reconocían el mismo origen: las
aseveraciones de los compañeros de Diaz de
67. «Esta plata.» Así se lee en el texto publicado por
Madero; en el de Torres de Mendoza y en el nuestro,
que copiamos de este último, «pelota.» Para el caso, lo
mismo da.
G8. Véase nuestro documento LXXIV.
RIO DE LA PLATA GCLXXV
Solís que se hallaban en la isla de Santa Ca-
talina, aseveraciones que propalaron en Espa-
ña Diego García y los tripulantes de la San
Gabriel^ que fueron también los primeros en
cambiar el nombre de Río de Solís por el
de la Plata. Este hecho está expresamente
reconocido por la declaración del cosmógra-
fo Santa Cruz en el proceso que García ini-
ció en España contra Sebastián Caboto. En
la pregunta tercera del interrogatorio decía
aquél: «ítem, si saben quel dicho capitán
Diego García tornó al dicho Río de la Plata...:»
■á lo que Santa Cruz respondió que lo que
-«sabe es que puede haber tres aííos (decla-
ba en Agosto de i53o) poco más ó menos,
que estando este testigo allá en aquella tierra
con el dicho capitán general (Caboto) vido
que el dicho capitán Diego García fué allá
al dicho río que se dice de Solís, que nunca
lo ha oído mentar de la Plata, sino cuando
el dicho capitán Diego García fué con la di-
cha armada de Su Majestad.» 69
Tal es, comprobado de manera auténtica, el
génesis de la transformación del nombre in-
dígena del río, que su descubridor llamó de
Santa María, 70 que los cartógrafos titularon
69. Véase nuestro documento LXXV.
70. Harrisse, en JoJuí and Sebastian Cabot, (pág.
434) cita un Diario de Pero López, de i53o, en que se le
llamaba aún con este nombre.
CCLXXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
del Jordán, que hasta 1527 se llamó de Solís
y que desde entonces acá se dice de la Plata.
Volvamos ahora á Diaz de Solís, mejor di-
cho, á las circunstancias en que tuvo lugar
su muerte. Dijimos que, según Herrera, des-
pués de haber fondeado en los 84 grados y un
tercio en el Río de los Patos, que según Ma-
dero debió ser el que Domingo de Irala llamó
más tarde de Santa Lucía, tomó una cara-
bela latina, y siguiendo la orilla norte fué á
detenerse junto á la isla de Martín García.
Conviene establecer bien este hecho para de-
terminar de ese modo el paraje de la costa
en que fué muerto por los indios, ya que sa-
bemos que desde el último punto en que se
detuvo fué de donde se dirigió á tierra con la
barca de la carabela á fin de reconocer qué
gente era la que desde las riberas le hacía
señas convidándole con lo que tenía. La
prueba del hecho que tratamos de esclarecer
es fácil. Sebastián Caboto,que, como se sabe,
fué el primer europeo que llegó allí después
de Diaz de Solís, pudo averiguarlo con cer-
teza de uno de los compañeros del piloto
llamado Francisco del Puerto, que halló en
aquellas vecindades. Su testimonio es, por
lo tanto, de gran importancia. Pues bien,
Caboto dice categóricamente que Diaz de
Solís «descubrió hasta una isla, que el dicho
Johán Diaz puso nombre la isla de Martín
RIO DE LA PLATA CCLXXVH
García, porque en ella entcrn') un marinero
que se decía Martín García, la cual dicha isla
está obra de treinta leguas arriba de la boca
deste río» (de la Plata;. 7^
Esta exposición de Gaboto se comprueba
también con un asiento que existe en los li-
bros del tesorero de la Gasa de Gontratación,
el doctor Sancho de Matienzo. 72
Es evidente, por lo tanto, que Diaz de Solís
debió bajar á tierra en Martín Ghico, ó sus
inmediaciones, donde el río permite aproxi-
marse á la costa.
Gonsta que en la barca descendieron, junto
con Diaz de Solís, el factor Marquina, el con-
tador Alarcón, que le acompañarían en vir-
tud de las instrucciones que tenían para pre-
senciar los rescates, creyendo que acaso aque-
llo iba á darles ocasión de hacerlos, y otros
seis individuos mcis. 7^ Luego de estar en tie-
71. Leyenda del mapa de Gaboto de 1544. Véase en
lIa.vñsQ, John Cabot, etc., p. 433.
72. Colección de Muñoz, hoja 344, t. 75. Madero po-
seía una copia de este asiento, que á nosotros se nos
escapó, por lo que parece.
73. Asiento citado. Yerra, pues, López de Gomara,
cuando dice que los que bajaron en la barca fueron
cincuenta españoles. Hist. de las Indias, pág-. 211, ed.
citada.
Fernández de Oviedo dice á este respecto que Diaz
de Solis «salió en tierra con una barca y parte de la
CCLXXVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
rra y un tanto alejados de la orilla, salieron
los indios de la emboscada que les tenían
preparada, y los mataron á todos, con excep-
ción de Francisco del Puerto, que escaparía
quizás merced á sus pocos años; destruyeron
la barca, y después de cargar con los cadáveres
hasta cierta distancia de la ribera, cortándoles
las cabezas, brazos y pies, se comieron los
cuerpos enteros á la vista de los tripulantes
de la carabela, que, según decían, habían podi-
do divisar desde á bordo tan tremendo espec-
táculo, que tal fué el íin de aquellos infelices,
«como hombres gobernados, según exclama-
ba Oviedo, de caudillo sin experiencia en las
cosas de la guerra. Buen piloto, añade luego
el mismo autor, era Juan Diaz de Solís, é yo
le comuniqué, y en las cosas de la mar por
diestro era tenido para gobernar un timón é
mudar las velas é derroteros; pero en las co-
sas de la guerra terrestre nunca ejercitó es-
cuadrón de gente á pié ni á caballo»: «el cual
no ha seído sólo, concluye el cronista, el que
en estas Indias se ha perdido por imprudente
y cobdicioso».
yfente que llevaba,» pero en otra parte de su obra ex-
presa que el número de los muertos fué más de
cincuenta, «y de los mejores hombres de la armada.»
López de Velasco lleva la exageración hasta decir que
fueron quinientos los muertos.
RIO DE LA PLATA CCLXXIX
Madero creía que la tragedia que puso fin
á la vida del piloto portugués, y con ella á la
serie de descubrimientos que había iniciado
al sur de la línea equinoccial, debió tener lu-
gar á mediados de iMarzo de í5i6, sin expresar
fundamento alguno de su opinión, si bien de
otra parte de su libro se desprende que la
fundaba en la suposición de que el nombre de
San Gregorio dado á las barrancas que se avan-
zan hacia el noroeste del Río de Santa Lucía
les fuera puesto por Díaz de Solís, y que por
consiguiente pasara por allí el 12 de Marzo,
hecho por extremo dudoso, sin más que con-
siderar que si llegó la armadilla á Maldonado
ó á Montevideo, como creía el historiador
argentino, el 2 de Febrero, habrían pasado 40
días hasta que enfrentó las barrancas, tiempo
demasiado considerable y que no se armo-
niza de modo alguno con la rapidez con que
hasta llegar al estuario del Río había efec-
tuado el viaje. Esa demora se. explicaría si
existiese constancia de que en el Río de los
Patos hubiera entrado en relaciones con los
indígenas, ya para proporcionarse provisio-
nes, ya para proceder á rescatar, ya, en fin,
para reparar sus naves. Pero no hay el menor
indicio de que ocurriese ninguno de estos
extremos.
Nosotros, por el contrario, creemos que el
hecho de haber comenzado á remontar el río
CCLXXX JUAN DÍAZ DE SOLIS
con la carabela latina, vsignificaba simplemen-
te que trataba de cerciorarse en el menor
tiempo posible de si por ahí existía 6 nó el
estrecho que le permitiese pasar á las espal-
das de Castilla del Oro, y quizás menos que
eso aún, ya que debió comprender que tal cosa
no podía acontecer, desde que las aguas en que
había estado al ancla no eran de la mar.
Por todo esto, nos inclinamos á pensar que
la catástrofe ha debido verificarse muy pocos
dias después de su llegada al fondeadero de
los Patos, y, por consiguiente, á mediados de
Febrero de i5i6.
A pesar del dicho categórico de Herrera,
que sin duda lo tomó del diario que tuvo a
la vista, y cuyo relato concuerda en abso-
luto con lo que ya habían dicho Mártir de
Anglería 74 y López de Cromara, de que Díaz
de Solís y los que con él bajaron á tierra ha-
bían sido destrozados y comidos en seguida
por los indígenas, ya desde antiguo se ha tra-
tado de poner en duda semejante circunstan-
cia, que concurre á IVacer aún más sombrío y
triste el cuadro de la muerte del infortunado
74. aY á palos les mataron á todos á la vista de sus
compañeros, y apoderándose del bote, en un momento
le hicieron pedazos: no escapó ninguno. Una vez muer-
tos y cortados en trozos, en la misma playa, viendo
sus compañeros el horrendo espectciculo desde el mar,
los aderezaron para el festín».
RIO DE LA PLATA CCLXXXI
navegante portugués á manos de los bárbaros
que poblaban aquellas riberas. El P. Las
Casas no se atrevió á. pronunciarse al respec-
to de una manera categórica, limitándose á
expresar que «di jóse que los comieron». Más
tarde, Azara, sin poder dar crédito al hecho,
imaginó que acaso el temor que se apoderó
de los que presenciaban desde á bordo la es-
cena, les hizo-ver lo que en realidad no había
pasado, y á esta opinión se inclinaba también
últimamente Madero. Hay otros autores que
adoptan igual parecer, fundándose en que
los charrúas, que eran los indios que habita-
ban las orillas del norte del río. no eran caní-
bales, y esto parece, en verdad, argumento más
serio, en contra de la expresa aserción de los
historiadores primitivos que hemos citado.
Pero, ^es esto exacto? Vamos á verlo.
Desde luego, por el testimonio de Diego Gar-
cía, uno de los mismos compañeros de Solís,
que después anduvo por el sitio en que ocu-
rrió la catástrofe, sabemos que la «primera ge-
neración ala entrada del río, ala banda del nor-
te, se llama los charruases: éstos comen pes-
cado é cosa de caza, é no tienen otro mante-
nimiento ninguno. Habitan en las islas otras
generaciones que se llaman guareníes: éstos
comen carne humana, como arriba digo»; y
en efecto, en el lugar indicado de su relación,
García califtca á éstos de muy mala gente,
CCLXXXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
perversa, y comen carne humana, y andan
desnudos».
Prescindamos por un momento del nombre
de guaraníes que dá García á esos indios?
cuya área de dispersión era inmensa, y que,
sin duda, en vista de esto, bien pocos puntos
de contacto tenían entre sus diferentes tribus,
y limitémonos á sentar que, con el nombre
de guaraníes ó sin él, á juicio de García, los
indígenas que poblaban las islas ó vivían en
sus inmediaciones, eran en realidad caníbales;
y si no fuera dar con esto por resuelta la duda,
diríamos que buena prueba de su aserto era
lo ocurrido á Diaz de Solísy sus compañeros.
A este mismo hecho aludía sin duda Fernán-
dez de P.nciso, cuando estampó en su tratado
de geografía, que «pasado este cabo de Santa
María, entra un río de más de veinte leguas
de ancho, á do hay gentes que comen carne
humana 7^^.»
Y esto no era un dicho aislado de aquel in-
sigue cosmógrafo, sino que se daba como
aserto indubitable, no sólo por García, según
hemos visto y ¡cuidado que tenía motivos
para saberlo!, smo por otros marinos de aquel
tiempo que. visitaron, aunque más ó menos
de paso, aquellas regiones. Maximiliano Tran-
75. Suma de Geografía, recto de la hoja Ij, edición
de i53o.
RIO DE LA PLATA CCLXXXIU
silvano, en su relación del viaje de la armada
de Ma£?allanes. uno de cuyos tripulantes fué,
y que visitó, por lo tanto, el estuario del río,
es catesfórico al respecto, al expresarque Ma-
gallanes llegó al Cabo de Santa María... «que
es donde el capitán Juan Diaz de Solís fué
muerto y comido con ciertos españoles de su
compañía por los antropófagos, á quienes lla-
man caníbales, cuando por mandado del Rey
Católico fué con ciertas naos de armada á
aquellas partes 76.»
Pigafetta, cuyo testimonio es más autoriza-
do aún, si cabe, que el de su compañero de
viaje, Transilvano, y que, probablemente, es-
taba al cabo de lo que allí había ocurrido á
Diaz de Solís, nos cuenta el empeño que Ma-
gallanes puso en ver y atrapar, si era posible,
á alguno de aquellos comedores de carne hu-
mana. «Para no dejar escapar la ocasión de
verles de cerca, dice, en efecto, y de hablarles,
saltamos á tierra (á orillas del río), en número
de cien hombres, persiguiéndolos, á fin de
poder atrapar algunos; mas, daban unos pa-
sos tan desmesurados, que, aun corriendo y
saltando, no pudimos nunca alcanzarlos». Y
luego prosigue: «...anteriormente se había
creído que esa agua no era la de un río, sino
un canal, por el cual se pasaba al Mar del Sur;
76. Medina, Colee, de doc, t. I, p. 265.
CCLXXXIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
/
pero se vio bien pronto que no era sino un
río que tiene 17 leguas de ancho en su des-
■embocadura. Aquí fué donde Juan de Solís,
•que andaba, como nosotros, descubriendo
nuevas tierras, fué comido con sesenta hom-
bres de su tripulación por los caníbales, en
quienes se había conliado demasiado» 77.
Pero este mismo Pigafetta, es el que reiie-
re á lo que estaba reducido el canibalismo de
los guaraníes, como el de otros salvajes de
América. Habla nuestro autor de la tierra del
Brasil', patria de los guaraníes, y dice: «algu-
nas veces comen carne humana, pero sola-
mente la de sus enemigos, loque no ejecutan
por deseo ni por gusto, sino por una costum-
bre que, según nos lo dijeron, se ha introdu-
jo en ellos de la manera siguiente: una vieja
no tenía sino un hijo, que fué muerto por los
•enemigos. Algún tiempo después, el matador
del joven fué hecho prisionero, y conducido
alelante de ella, para vengarse, esta madre se
íanzó como un animal feroz sobre él y le des-
garró una espalda con los dientes. El hombre
tuvo la suerte, no sólo de escaparse de las
manos de la vieja y evadirse, sino también
'de regresar á los suyos, á quienes mostró la
77. Viaje, traducido por nosotros y publicado en el
tomo II de nuestra Colee, de Doc. Véase la piíyina
426.
RIO DE LA PLATA CCLXXXV
huella de los dientes que llevaba en la espalda,
y les hizo creer (quizás lo creía también él)
que -los enemigos habían tratado de devorarle
vivo. Para que los otros no les aventajasen en
ferocidad, se determinaron á comerse realmen-
te á los enemigos que tomasen en los com-
bates, y éstos hicieron otro tanto. Sin embar-
go, no se los comen inmediatamente, ni
tampoco vivos, sino que los despedazan y los
reparten entre los vencedores. Cada uno se
lleva á su casa la porción que le ha cabido»
la hace secar al humo, y cada ocho días asa
un pequeño pedazo para comérselo. He tenida
noticia de este hecho por Juan Garvalho, nues-
tro piloto, que ha pasado cuatro años en el
Brasil 78.»
5¿No parece, después de leer este trozo, que
estuviésemos viendo la escena que siguió á
la muerte de Diaz de Solís, tal como la pin-
tan Mártir de Anglería y Herrera?
Es, con pocas variantes, lo que ha pasado
siempre entre los pueblos salvajes 79.
78. Medina, Colee, de doc, t. II, p, 424.
Magalhaes de Gandavo añade á este respecto: «por-
que no solamente los matan, más aínda depois disso,
por se acabarem de satisfazer Ihe comen todos a car-
ne, uzando nesta parte de cruezas tam diabólicas, etc.»
Historia da Prov. S. Cru^, Lisboa, i858, 4.°, p. 56.
79. Véase lo que á este respecto tenemos dicho de
los indios araucanos. Los Aborijcnes de Chile, págs.
216-17.
CCLXXXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
Pero, si todavía no bastase para inculpar á
los matadores de Diaz de Solis de haberle en
seguida devorado, ni el aserto de aquellos
primitivos historiadores, ni el de Diego Gar-
cía, ni lo que nos cuentan de esos indios
los viajeros contemporáneos, ni otros argu-
mentos inductivos, vamos todavía á citar aquí
el testimonio de uno de los actores de aque-
lla escena salvaje, ya que Caboto, que es el
que lo dá, debió saberlo de boca de Francis-
co del Puerto, uno de los que con Diaz de
Solís, como sabemos, bajaron á tierra frente
á la isla Martín García, y el único sobrevi-
viente del atroz festín. Pues bien, Caboto, en
la leyenda, que en su mapa pone acerca del
Río de la Plata, dice textualmente que á Diaz
de Solís «costóle bien caro el descubrimiento,
porque los indios de la dicha tierra lo mata-
ron y LO COMIERON» ^O.
8o. Véase en Harrise, obra citada, p. 433.
Vamos todavía á citar aquí otros dos hechos que
concurren á robustecer la existencia de caníbales en
las orillas del Plata. Habla Oviedo del ataque que los
indios dieron á la fortaleza que Caboto había confiado
á Santa Cruz, de cuyos labios tenía la noticia el cro-
nista, y añade: «esos pocos de los españoles que queda-
ron con la vida, se fueron al puerto de Sanct Salvador,
donde hallaron á Sebastián Caboto, é volvieron luego
con él á Garcarañá, é hallaron a los cripstianos que
habían muerto los indios, como es dicho, hechos tan-
tos pedazos, que no les podían conoscer; ó aunque
RIO DE LA PLATA CCLXXXVIÍ
No es posible, como se vé, pedir nada más
categórico.
^Cómo fué, nos preguntamos ahora, que
Francisco del Puerto logró escapar á la suerte
de sus compañeros? El hecho, desde luego, no
puede admitir duda. El mismo Caboto lo ad-
vierte expresamente en su declaración presta-
da en Sevilla , en F'ebrero de i53o, cuando
dice que «fueron al río de Solís, donde este
declarante falló un Francisco del Puerto que
habían prendido los indios cuando mataron á
Solís 81.» ^Fué acaso por haberse quedado
aquella gente comen carne humana, no los habían
comido ni querían aquellos indios tal carne, porque
dicen que es muy salada. Y de sus palabras se tuvo
sospecha que aquellos pedazos muchos que hacían de
los cuerpos muertos, eran para probar si eran todos
de un género, ó si había algund sabor diferenciado
entre tantos, para aviso de su gusto en lo porvenir.»
Tomo II, p. -176.
Más decisivo es el otro hecho á que hacemos refe-
rencia, que consta de la información que en Diciem-
bre de 1 53o se levantó de orden del Emperador para
averiguar el paradero que hubiesen tenido en España
los indios que llevaron Caboto y Garcia, que consta de
la declaración de Nicolao de Ñapóles, en la que dijo que
uno de los indios que llevó Caboto, «se lo tomó á un
indio que lo tenía para comer.»
81. En nuestro documento LXXIV. Después de leer
esto, no es posiblesustentarlaopiniónde Harrisse, obra
citada, (página 2i3) que Diaz de Solís lo había dejado
abandonado en una de las islas de la desembocadura
del Paraná.
CCLXXXVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
al cuidado de la barca y algo alejado, por lo
tanto, del lugar en que se verificó el ataque
al piloto mayor?. ^¿Debió su salvación á sus
pocos años, (sábese que era grumete), como
solía acontecer aún en las guerras entre sal-
vajes, en las cuales no pocas veces lo niños
eran incorporados á la tribu vencedora?
Con la muerte de Diaz de Solís, que era el
gefe y el alma de la armada, y con la del fac-
tor Marquina y del contador Alarcón, los
delegados reales, la expedición quedó de he-
cho descompaginada, y la vuelta á España se
imponía como inevitable, Fué, en efecto,' lo
que pasó. Francisco de Torres, deudo de
Diaz de Solís, tomó el mando en gefe 82 y una
de las carabelas fué confiada al piloto Diego
García. 83 No sabemos quién se hiciese cargo
de la otra, ni hay constancia de cuando se
verificó la partida, si bien es de presumir que
no debió ser en mucho tiempo posterior á la
82. Para persuadirse de esto, basta leer el asiento
de 23 de Diciembre, que publicarnos en la pág^ina 171:
...«brasil, que en las dichas carabelas, después de
muerto el dicho Johán Diaz, trajo Francisco de To-
rres.»
83. Es lo más probable que hubiese venido á su car-
go desde España. García hablaba más tarde, ó por lo
menos, daba á entender que el verdadero gefe de la
armada en el viaje de regreso había sido él; pero de
los documentos se desprende lo que decimos en el
texto.
RIO DE LA PLATA CGLXXXIX
-catástrofe de la isla de Martín García. Diga-
mos, por consiguiente, en los primeros días
del mes de Marzo, 84
Reunidas las tres carabelas, levaron anclas
y siguieron aguas abajo hasta detenerse en
la proximidad de las islas de Lobos, que de-
jaban ya descubiertas á la ida, donde lograron
cazar 66 de estos anfibios, cuyas pieles em-
barcaron para llevarlas á España, 85 y cuya
carne, hecha tasajo, debía servirles de pro-
visiones para el viaje. 86
De allí salieron en una fecha que descono-
cemos, pero sin duda después de algunos
días, ya que la operación de preparar el tasa-
jo así lo exigía, y siguiendo la misma derrota
que habían traído, fueron á detenerse al puer-
84. Madero supone que en AbriL
85. Este fué el número de las pieles que después se
vendió en Sevilla, según consta del asiento que existe
en los libros de la Gasa de la Contratación.
86. Exactamente lo mismo pasó con la expedición de
Caboto, algunos años más tarde. «Se acordó, referia
aquél, por la gran necesidad de hambre que la gente
padescía, quel contador Montoya, con obra de treinta
personas é dos bergantines, fuese á la dicha isla de
Lobos á facer carne para la gente del armada», testi-
monio que coincide con el de Santa Cruz: «envió (Ca-
boto) en dos bergantines al contador Montoya... á una
isla questá par del Cabo Santa Maria, (nueva prueba
que no era la de Flores), á facer carnaje de lobos ma-
rinos para facer bastimentos para todos.» Harrisse,
obra citada, página 420.
19
CGXC JUAN DÍAZ DE SOLIS
to de los Patos 87 frente á la isla de Santa -
Catalina, donde perdieron una de las cara-
belas, que probablemente habría quedado
atrás de las otras. 88 El hecho fué que once
de los tripulantes, que eran quizás todos los
que iban en la nave, se vieron obligados á
quedarse allí, donde trece años más tarde en-
contró todavía á cuatro de ellos la nave San
87. Madero asegura que el naufragio tuvo lugar en
la extremidad sur de la isla, en el lugar llamado hoy
Punta dos Naufragados, quizás por el significado de
esta frase. Nosotros creemos que el hecho ocurrió en
el puerto de los Patos, y en el continente, por lo tanto,
según lo que hemos indicado antes acerca de la si-
tuación de ese puerto, y para ello nos fundamos en
que la nave Sa?t Gabriel, una de las de la armada de
Loaisa, encontró allí á los náufragos. «A cabo de tres
días, vino un hombre dellos (de los de Diaz de Solis)
con el dicho contador, y dijo á D. Rodrigo (de Acuña)
que había diez cristianos que se habían perdido allí
con un galeón. 'Tielación de Francisco Dávila, en Me-
dina, Documentos, t. III, p. 53. Desde que estaban en
aquel puerto, parece claro que allí naufragaron, pues
de lo contrario habrían tenido que atravesar desde la
isla al continente, lo que no era fácil. La relación de
Dávila demuestra, además, que el puerto de los Patos
estaba en el Continente y no en la isla, y así dice Ló-
pez de Gomara: aPuerto de Patos esté en 28 grados,
y tiene frontero una isla que llaman Santa Catalina».
Pág. 212, ed. cit.
88. Deducimos esta circunstancia del hecho de que
los náufragos se vieron obligados á quedarse allí, lo
que no habría tenido lugar si las tres naves hubiesen
estado reunidas cuando ocurrió el naufragio, desde que-
RIO DE LA PLATA CCXCI
Gabriel, que comandaba don Rodrigo de Acu-
ña y que volvía «derrotada» del Estrecho de
Magallanes, establecidos entre los indios é
incorporados á una de las tribus guaraníes de
la costa, que se hallaba entonces en guerra
con alguna otra del interior. La historia sólo
ha conservado el nombre de dos de esos once
náufragos, Enrique Montes y Melchor Ra-
mírez. 89
en ese caso los tripulantes de la perdida se habrían
acogido á las otras.
89. Madero no dice cuantos eran los que allí hablan
naufragado, pues se limita á afirmar que, además de
los dos que se nombran, se contaban «algunos más
que perecieron en una excursión al interior.»
El número de once resulta expresamente de lo que
en España contaron don Rodrigo de Acuña y algunos
de los marineros de la San Gabriel: «é nos dijeron
declaraban éstos (Montes y Ramírez) que allí estaban
otros NUEVE españoles de en tiempo de Solís.» Fran-
cisco Dávila aumentaba ese número á diez, si bien del
texto de su declaración parece que, en realidad, ha-
blaba de once, pues expresaba, como hemos visto,
«que un hombre dellos, (de los de Diaz de Solís) dijo
á D. Rodrigo que había diez cristianos, etc.»; luego,
eran once con él. Don Rodrigo, por su parte, asegura
también que los náufragos eran once: «En este tiempo
vinieron allí dos españoles de los que iban con Solís,
de un navio que allí se perdió, y me dijeron que allí
estaban nueve compañeros, y q^e eran idos á la
guerra.»
A pesar de esto, parece que entonces no quedaban
de todos ellos más que cuatro, según refiere Dávila:
«vino un hombre dellos y dijo á él (Rodrigo) que ha-
CCXCII JUAN DÍAZ DE SOLIS
Las otras dos carabelas fueron á recalar á
lacosta del Brasil, en el Cabo de San Agustín,
donde sus tripulantes bajaron atierra para cor-
tar el palo de tinte que dio más tarde su nom-
bre á todo el país y del cual cargaron quinien-
tos quintales; 90 y por fin, enderezaban la proa
á la tierra natal, donde llegaban en los pri-
maros días del mes de Septiembre de i5i6. 91
bían quedado cuatro dellos, y que habían allí fecho su
asiento.» Más adelante daremos algunos otros parti-
culares interesantes acerca de estos compañeros del
descubridor del Río de la Plata.
90. Esta circunstancia se comprueba con la partida
de los libros de la Casa de la Contratación que pu-
blicamos en la página 171, de la cual resulta que el
tercio de la partida que tocó al Rey, ascendió á 171
quintales, 3 arrobas y 17 libras.
91. Madero indica que el corte de la madera tuvo
lugar en el puerto de los Inocentes, que toma por el
actual de Santos, que siguieron en demanda de Cabo
Frío, costearon en seguida hasta Pernambuco, á don-
de dejaron á un tal Juan ó Jorje Gómez de Arbolan-
cha, y pasaron después á las Canarias, y, por fin, que
llegaron á Sevilla hacia el 10 de Octubre de i5i6.
Estas aserciones del historiador argentino merecen
ser discutidas.
Desde luego. Madero no dice en dónde tomó sus no-
ticias acerca del derrotero que llevaron al regreso las
dos carabelas, y así podemos creer que se trata de una
mera suposición suya.
Otro tanto decimos por lo que toca á la recalada en
la bahía de los Inocentes, siendo de advertir que He-
rrera dice que tuvo lugar en el Cabo de San Agustín.
RIO DE LA PLATA CCXGIII
Habían, por lo tanto, tardado en el viaje de
regreso próximamente seis meses, demora
que se explica considerando, sin otras cir-
cunstancias, el tiempo que debieron gastar
de modo que sin prueba en contrario, no es posible
contradecir la afiímación del cronista, que sin duda la
tomó del diario cuyo extracto nos ha dado. Es inútil,
por lo tanto, discutir si la bahía de los Inocentes es ó
nó la actual de Santos.
Madero nos dice todavía que en Pernambuco deja-
ron á Juan ó Jorje Gómez, hecho que consta de las
declaraciones de los procesos que se si.£?uieron á
Caboto en España después de su reg-reso; pero noso-
tros, que hemos registrado esos proeesos, encontra-
mos que la verdíid es otra. A la armada de Caboto se
incorporó efectivamente en Pernambuco Jorg-e Gómez,
pero éste no era de la expedición de Diaz de Solis,
sino un portugués que allí estaba desterrado, según
consta del siguiente fragmento de una declaración de
Gregorio Caro: «E que asimismo oyó decir á un por*
tugues que se dice Jorge Gómez, que estaba en la fa-
toria en Pernambuco, desterrado de Portugal, que fué
el primero que fué á la nao capitana después que lle-
garon á la dicha playa de Pernambuco, é se fué desde
allí con la dicha armada.»
Este portugués prestó buenos servicios á Caboto
como intérprete durante se estadía en el Rio, y fué en-
viado desde allí á España, á donde llegó l\ principios
de 1529. En Mayo de i53o el Rey le llamó para que
volviese en socorro de Caboto.
Por último, la llegada de las dos carabelas á Sevi-
lla, la refiere Madero al 14 de Octubre de i5i6, fun-
dándose en que el 24 de ese mes, el Cardenal Jiménez
de Cisneros escribía á los oficiales de Sevilla que tenía
CCXCIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
en la corta del palo de brasil con que car^'-a-
ron las naves.
Llegaban, pues, los expedicionarios á Se-
villa después de catorce meses de ausencia;
habían perdido á su gefe y una de las cara-
belas, dejando, además, en el camino, entre
muertos y naufragados, cerca de la tercera
parte de los compañeros; 92 en lugar de las
riquezas con que soñaron al desatracar de la
Torre del Oro, sólo traían unos cuantos
quintales de madera de tinte, unas pocas
pieles de lobos marinos y una indiecilla, pero
dejaban reconocida una larga extensión de
vista la información que le habían enviado «sobre lo
sucedido en el viaje de Juan de Solis y los que con él
iban»; carta que lo único que prueba es que habían
llegado ya tantos días hacía, que la información de
que el Gobernador del reino hablaba se hallaba ter-
minada por esa fecha. La verdad es lo que expre-
samos en el texto, como que de la anotación que pu-
blicamos en la página 170 resulta que en 4 de Septiem-
bre los oficiales avisaban ya de la llegada de las dos
carabelas; luego, ésta debió tener lugar ese mismo día
ó el precedente, á más tardar.
92. Dejaban, éntrelos muertos, además de Diaz de So-
lis,áMartínGarcia,áMarquina y Alarcón, y los seis que
se comieron los indios; á Francisco del Puerto, en el
Río de la Plata, y á once en la costa del Brasil, ó sea
21, por lo menos, entre todos; y como no debieron ser
más de sesenta, según lo capitulado, resulta asi, que
de los expedicionarios llegaban apenas las dos terce-
ras partes.
RIO DE LA PLATA
CCXCV*
costa del ignorado continente, un gran río,
y más que todo, abierto el camino para que
otros más afortunados fuesen á descubrir el
anhelado Estrecho que debía conducir á Ma-
g^allanes á las tierras de las especias y á pro-
bar que era posible dar la vuelta al mundo.
Facsímil de la firma de Juan Díaz de Solís
IX
Los compañeros de Dia^ de Solís en su
viaje de descubrimiento del Rio de la
"Plata.
Sumario.— Venta y adjudicación de las especies lleva-
das á España en la armada.— Reclamación in-
terpuesta por el Rey de Portugal. — Información
que en virtud de ella se levanta en Sevilla.—
Siete de los compañeros deDiazde Solis se que-
dan en el Brasil, y son llevados presos á Lisboa.
—España los reclama. — Un documento intere-
sante.— Documentos relativos á algunos portu-
gueses apresados en América (nota).— Historia
de Enrique Montes y de Melchor Ramírez. -Diego
García (nota). — El grumete Francisco del Puerto.
— Error en que ha incurrido Madero por lo res-
pectivo á los compañeros de Diaz de Solis-
(nota).
LIEGO que los expedicionarios llegaron á
Sevilla, los Oficiales Reales procedie-
ron, como era de uso en semejantes
casos, I á levantar una información de lo
I. Basta para persuadirse de esto, recordar las in-
CCXCVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
acaecido en el viaje, documento que habría
sido de valor inapreciable para la historia de
la pequeña armada, pero que hoy parece per-
dido. 2 Procedióse á vender las pieles de lo-
bos, en 6 ducados, de cuyo precio se adjudicó
al tesoro real la tercera parte, y con la in-
diecilla se quedó Francisco de Torres por
20 ducados. En cuanto á las carabelas, parece
que alguna diferencia surgió entre los here-
deros de Diaz de Solís y el Rey. pues según
consta de un asiento de los libros de la Casa
de la Contratación, los Oficiales Reales hu-
bieron de embargarlas, «hasta que se decla-
re, reza ese documento, si pertenecen á los
herederos de Juan Diaz ó á Sus Altezas.»
formaciones an¿Uogas levantadas después del regreso
de la Victoria de su vuelta al mundo, de la San Ga-
briel, de Loaisa, de lo ocurrido á Gaboto, etc.: docu-
mentos todos conocidos y en su mayoría ya publi-
cados.
. 2. Podemos asegurar que no se halla en el Archivo
de Indias, que nosotros hemos registrado durante años,
legajo por legajo y pieza por pieza. No queda más es-
peranza de que algún dia parezca en Simancas, donde
existe una cantidad enorme de documentos, y que en-
tre ellos ande traspapelado, porque lo que es en el si-
tio en que debiera estar, no parece tampoco. Es posible
que en años atrás algún consejero ó cosmógrafo lo
llevase á su casa, y después se perdiese, ó que pere-
ciese en el incendio que hubo en el Archivo en el mis-
mo siglo XVI.
COMPANEROS DE SOLIS CCXCIX
Meses más tarde fueron tasados en 5oo du-
cados de oro, sin que sepamos cuál fué el re-
sultado de las gestiones entabladas por los
herederos de Diaz de Solís acerca de su pro-
piedad. En cuanto al sueldo devengado por
el piloto, hay constancia de que en las vís-
peras de la llegada de la armadilla se man-
dó entregar á sus podatarios. 3
Por lo que respecta al brasil, Jiménez de
Cisneros dispuso primeramente que se tasase
y se diese en dinero el valor que correspon-
diese á los expedicionarios, aunque después
se distribuyó entre ellos en especie. 4 Autori-
zóse también que el biscocho sobrante se
vendiese en Portugal, creyendo obtener así
un mejor precio.
Pero, á todo esto se veía surgir una cues-
tión grave con Portugal. Habíase tenido allí
noticias, sin duda por cartas enviadas por los
colonos de la factoría que aquella nación
mantenía en el Brasil, de la pasada de la ar-
madilla de Diaz de Solís en su viaje de re"
greso, y de la corta de maderas que los expe-
dicionarios hicieron por allí, y esto bastó
para que aquel monarca presentase una re-
clamación al gobierno de España.
3. Véase la real cédula de 17 de Julio de i5i6, que
es nuestro documento número LXIX.
4. Asi lo dice Madero, p¿igina 3i.
CCG JUAN DÍAZ DE SOLIS
Los términos en que estaba hecha esa re-
clamación constan de la" real cédula que Jua-
na la Loca y su marido dirigían á los Oficia-
les Reales de Sevilla con fecha 22 de Febre-
ro de i5i7, muy poco después de la llegada
de las dos carabelas á Sevilla, como se ve.
Comenzaba el monarca portugués por ex-
presar que Díaz de Solís, subdito suyo, se
había escapado antaño á Castilla, por «mu-
chos crímenes y excesos que allí había he-
cho», y que hallándose en Andalucía, en
unión de otras personas inducidas por él,
había armado una expedición para ir á las
tierras del Brasil, en las cuales no entraban
otras personas que las de sus reinos, y que
de allí trajeron de aquella madera y otras co-
sas; «é que por ser lo susodicho cosa nueva
é jamás usada después que el Rey tiene la
tierra, continuaban en su exposición los mo-
narcas españoles, nos pidió mandásemos cas-
tigar al dicho Juan Diez de Solís y á todas
las otras personas que con él habían ido, é
le fuese entregado todo el brasil é otras mer-
caderías é cosas que de allá habían traído é
se estuviese en poder de algunas personas, é
se secrestase hasta que se determinase el cas-
tigo que á los susodichos se había de dar, é
se tornase la facienda al dicho Serenísimo
Rey, cuya era, ó como la nuestra merced fue-
re: é consultado con los nuestros Oficiales^
COMPANEROS DE SOLIS CCCI
fué acordado que debíamos mandar dar esta
nuestra cédula para vosotros sobre la dicha
razón é Nos tuvímoslo por bien: por ende,
nos vos mandamos que luego veades lo suso-
•dicho é hagáis información por cuantas par-
tes é maneras mejor é más cumplidamente
saberla pudiéredes, así por los testigos que
por parte del dicho Serenísimo Rey de Por-
tugal vos fueren presentados, como por los
que vosotros de vuestro oficio vierdes que se
deben recibir cómo é de qué manera pasó lo
susodicho, é qué brasil é cosas el dicho Juan
Diez de Solís é los que en él fueron trujeron,
é de qué partes é lugares se trujo, é si fué
de las Islas que por la demarcación de entre
estos reynos e el reyno de Portugal son del
dicho Serenísimo Rey de Portugal, é en qué
penas los susodichos han caído é incurrido,
é todo demás que vosotros vierdes ser nece-
sario para mejor saber la verdad sobre todo
lo susodicho, é la información de todo ha-
bida, é la verdad sabida, la enviad ante nos
para que lo mandemos ver é proveer sobre
ello lo que fuere justicia; é si por la dicha in-
formación vos constare haber sido los suso-
dichos culpantes, é el dicho brasil é cosas que
trujeron, de las Islas del dicho Serenísimo
Rey de Portugal, lo embargad hasta que por
los del nuestro Consejo, vista la dicha in-
formación, se os envíe á mandar lo que so-
CCCII JUAN DÍAZ DE SOLIS
bre ello se debe facer; é á las tales personas
haced que den seguridad de estar á derecho
é pagar lo que contra ellas fuere sentenciado;
é non fagades ende al.» 5
Vése, pues, que los reyes no se daban si-
quiera por entendidos de que la armada que
había motivado las quejas del de Portugal
hubiese sido en realidad despachada á su cos-
ta, ni siquiera de que hubiese llegado, ni mu-
cho menos del brasil «y otras cosas» que
vinieron á su bordo, sino que se limitaron á
disponer que la información de lo ocurrido
al respecto se levantase en Sevilla y por sus
delegados los Oficiales Reales, quienes por
su parte y en virtud de su oficio, procederían
á presentar los testigos «que se debían reci-
bir;» encargándoseles, además, que embarga-
sen las mercaderías y obligasen á dar fianzas
á los que pareciesen culpables, — que en este
caso no podían ser otros que los mismos reyes.
Conforme á estas órdenes, los Oficiales le-
vantaron, en efecto, la información, — y este
es otro de los documentos relativos á aquella
armada que permanece desconocido — y sin
duda alguna ya estaba terminada á mediados
de Octubre, pues con esa fecha hacían cons-
tar en sus libros los derechos pagados á los
5. Esta real cédula la publicamos integra bajo el
número LXX de nuestros documentos.
COMPAKEROS DE SOLIS CCCIII
escribanos por sus actuaciones «en los abtos
é requerimientos que ante ellos pasaron é
hicieron de partes del señor Rey de Portu-
gal para que se le entregase todo el brasil que
trujeron las carabelas que Juan Diaz llevó á
descubrir.» 6
En virtud de esta reclamación, fué, sin duda,
que, como hemos dicho, se dispuso dar á los
expedicionarios en dinero la parte que les cu-
piese en el reparto del palo brasil, y á ella
aludían también aquellas palabras de los Re-
yes que acompañaban á esa orden: «porque
así conviene al nuestro servicio.» El hecho
de haberse distribuido después el brasil entre
los tripulantes, está demostrando igualmente
que en vista de esa información fué desesti-
mado el reclamo de Portugal, quizás porque
se lograría establecer que el lugar en que la
madera fué cortada caía del lado de la línea de
demarcación que correspondía á España, tal
como entonces se la entendía, según queda ya
dicho.
Para explicarnos cómo era que el Rey de
Portugal logró tener noticia que la armada de
Diaz de Solís había tocado en el Brasil, es ne-
cesario saber que una de sus naves, que por
aquellos días recorría los mismos parajes, en-
6. Véase la página 170 de nuestros Documentos.
CGCIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
contró en la bahía de los Inocentes á siete de
sus tripulantes. «¿Eran estos siete los mismos
que faltaban de los once que naufragaron fren-
te á la isla de Santa Catalina, en el puerto de
los Patos? ¿Formaban parte de la tripulación
de las otras dos carabelas que habían bajado á
tierra á cortar madera de brasil? Ambas hipó-
tesis nos parecen admisibles. La circunstan-
cia de haber sido siete los prisioneros ha de
parecer demasiado casual para no inducir-
nos á pensar que eran de los náufragos del
puerto de los Patos. Si así fuese, es claro que,
ya por tierra, ya en alguna embarcación me-
nor, se habían dirigido hacia el norte del lu-
gar del naufragio, y que al tiempo de ser
apresados habían avanzado ya desde los 27 y
medio grados hasta los 23 y cuarto, en que
Herrera situaba la bahía de Inocentes, y que
corresponde así aproximadamente (hay que
tener presente la poca exactitud con que en-
tonces se daban las latitudes) al actual puerto
de Santos. Pero, ¿cómo pudieron hablar en-
tóncesdelacorta del palode brasil? ¿Contaron,
por acaso, que los compañeros de las dos ca-
rabelas que ya habían pasado adelante lleva-
ban el proyecto de bajar á tierra con ese ob-
jeto? Por el contrario, si suponemos que los
apresados eran de las tripulaciones de alguna
de las dos carabelas que lograron llegar á
España, tendremos averiguado que el lugar
COMPANEROS DE SOLIS CCCV
en que se detuvieron para cortar madera fué
esa bahía de los Inocentes.
Sea como fuere, los reyes de España logra-
ron, por su parte, saber, quizás por los mis-
mos tripulantes llegados á Sevilla, ó por algu-
no de los espías que mantenían en Lisboa, que
esos siete españoles se hallaban allí presos, /
casi conjuntamente con el reclamo de F^ortu-
gal, entablaron el suyo para que fuesen pues-
tos en libertad, manifestando, á la vez, que
daban las órdenes necesarias para que se re-
solviese á la mayor brevedad el proceso que
se seguía en Sevilla á otros once portugueses
detenidos allí por idéntica causa.
Léase ahora el texto de la reclamación es-
pañola dirigida á nombre del Rey por el Car-
denal Jiménez de Cisneros, desde Madrid, á
3o de Marzo de iSiy:
«Serenísimo é muy excelente Rey é prínci-
pe, nuestro muy caro é muy amado hermano
é tío: Nos hemos sido informados que por
vuestro mandado están presos en Lisboa siete
hombres que por nuestro mandado fueron á
descubrir á la parte del sur con Juan Diaz de
Solís, nuestro piloto mayor, ya difunto, por-
que diz que los hallaron en tierra, en la bahía
de los Inocentes; el cual dicho puerto segund
somos certificados y paresce por la demarca-
ción que está fecha entre esos vuestros reinos
y los nuestros, está la dicha bahía é puerto
20
CCCVI JUAN DÍAZ DE SOLÍS
dentro de nuestros límites, y bien creemos que
si vos fuérades informado dello, no mandá-
rades tener en prisión á los susodichos, pues
sabéis con cuanto cuidado nosotrosmandamos
guardar con vuestros subditos é naturales la
capitulación y asiento y concordia que está
asentada, y continuándose ansí, hemos afec-
tuosamente mandado á los nuestros oficiales
de la Casa de la Contratación de las Indias,
que reside en la cibdad de Sevilla, que con
toda brevedad se vea la justicia de los xi presos
portugueses que allí están: por ende, afetuo-
samente vos rogamos mandéis poner en li-
bertad los dichos siete hombres castellanos
que ansí por vuestro mandado están presos,
y se trujeron de la bahía é puerto de los Ino-
centes á Lisbona, pues, como dicho es, se
tomaron dentro de los límites de nuestra de-
marcación: que demás de complir lo que entre
estos nuestros reinos y los vuestros está asen-
tado é capitulado, nos lo recibiremos en sin-
gular complacencia.»
Como se ve, el argumento capital de la re-
clamación estaba fundado en que el apresa-
miento de de los siete tripulantes había tenido
lugar contra derecho, por haberse verificado
en tierras que por la línea de demarcación
correspondían á España.
Y es todo lo que hemos descubierto acerca
de este incidente diplomático particularmente
COMPANEROS DE SOLIS CCCVI[
■interesante para el tema que tratamos, sin que
sepamos si en Portugal se dio ó nó acogida
á la reclamación, ni los nombres de los ma-
rineros que la motivaron. 7
7. Los once portug^ueses á que se refería Jiménez
de Cisneros, eran tripulantes de una carabela apresa-
da en la isla de San Juan (Puerto Rico) en 1514. Pro-
-cesados en la Española, á instancias del Rey de Por-
tugal fueron traídos á Sevilla, donde acababan de
llegar cuando el Cardenal Cisneros presentaba su re-
clamación. A continuación insertamos las tres reales
cédulas que hallamos en el Archivo de Indias, relati-
vas á este incidente, que completa el de los compañe-
ros de Diaz de Solis detenidos en Lisboa:
«El Rey — Don Diego Colón, &, é nuestros jueces de
apelación é oficiales que residís en la Isla Española:
porque cumple á nuestro servicio que la determinación
del negocio de los portugueses que fueron tomados en
la carabela en la isla de Sant Joan se haga por los
nuestros oficiales que residen en la cibdad de Sevilla,
yo vos mando que luego questa mi carta veciis, en-
viéis todos los dichos portogueses con todo lo que se
les tomó, á los dichos nuestros oficiales, presos é á
buen recabdo, ó con persona abonada, con todos los
procesos é informaciones que contra ellos se hubiesen
fecho, sin que en ello haya ninguna falta, y dad orden
como vengan bien tratados. Fecha en Madrigal, á
diez de Febrero de- quinientos quince años. — Yo el
Rey &. — Señalada del Obispo.»
aEl Rey. — Nuestros oficiales de la Casa de la Con-
tratación de las Indias que residís en la cibdad de Se-
villa. El serenísimo Rey de Portogal, mi hijo, me ha
enviado á rogar que mandase que los portogueses que
^se tomaron en la carabela portuguesa en la isla de
CCCVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
Es del caso, sin embargo, que presentemos
al lector en este kioar un documento hasta
ahora desconocido, y en extremo interesante,
Sant Juan, que, como sabéis, están presos en la Espa-
ñola, y allí se procede contra ellos, se trajesen á esa
Casa, para que vosotros conocicsedes del ne.ijrocio; y
vista la información que contra ellos se ha habido en
la dicha isla, y lo demás que contra ellos hubiese, y
lo que por su parte en su favor se ale^-ase, delerminá-
sedes lo que fuese justicia. E yo, por respeto del dicho
serenísimo Rey, mi hijo, lo he habido por bien, y man-
dé despachar la carta que veréis para ello, en que
envío á mandar que os los envien ahí presos é á buen
recabdo, con los procesos é informaciones que contra
ellos hobiese, é con los bienes que se les tomaron ai
tiempo que fueron presos. Por ende, yo vos mando que
venidos á esa Casa, los hagfáis poner á buen recabdo,
é veáis toda la información que contra ellos vos envía--
sen los nuestros jueces é oficiales de la dicha isla, é
la más que pudiéreJes haber para saberla verdad del
negocio, asi por parte de nuestro Fiscal, que los ha
acusado y acusare, como por parte de los dichos por-
togfueses, é oídos conforme á derecho, é visto todo lo
susodicho, me hagáis saber lo que contra ellos hallar-
des, para que yo vos envíe á mandar lo que convenga.
Fecha en Madrigal, á diez de Febrero de quinientos
quince años. — Yo f.i. Rey.— Señalada del Obispo.»
«El Rey. — Don Diego Colón, &, é los nuestros jueces
de apelación é oficiales que residís en la dicha isla.
Por otra mi carta, como veréis, vos envío y mando
que los portogueses que fueron tomados en la cara-
bela en la isla de Sant Juan y están presos en la dicha
isla, los enviéis á los nuestros oficiales que residen en-
la cibdad de Sevilla, presos é á buen recabdo, con los
COMPANEROS DK SOLIS CCCIX
como que de él se desprende que, aún en 1 52 1 ,
nueve de los companeros de Diaz de Solís se
hallaban todavía en el Brasil, y que, por lo
procesos c informaciones que contra ellos hobiese,
como más larg-o en la dicha carta se contiene, é por-
que vosotros allá estaréis más informados deste nego-
cio, así de la culpa que los dichos portogueses tienen,
como de todo lo que á esto toca, yo vos mando que
cumpliendo la dicha carta, enviéis á los dichos oficía-
les de Sevilla vuestro parecer, larga y particularmente,
de lo que en esto se debe hacer, para que visto lo uno
y lo otro, se haga en ello lo que fuere justicia. Fecha
€n Madrigal, á diez de Febrero de quinientos quince.
— Yo EL Rey.— Señalada del Obispo. w
En el año siguiente de i5i6, se tomó también preso
en España á un portugués llamado Alonso Alvarez,
que habia ido á Sevilla á tratar de inducir á Juan Ro-
dríguez Mafra, á fin deque se trasiaJase á Lisboa para
acompañar á una expedición que allí se armaba para
ir «á la tierra que descubrió Juan Diaz de Solis.» Véanse
á continuación las instrucciones que sobre el particu-
lar s^ dieran al embajador de España en Purlagal:
«El Rey. — Lo que vos Alonso de la Puente, contino
de nuestra casa, habéis de decir de mi parte al Rey
de Portugal, si demás de la primera instrucción que
lleváis, él os dijere alguna cosa preguntándoos algo
de la prisión que tiene Alonso Alvarez, portugués, en
la Casa de la Contratación de las Indias, que reside
en la cibdad de Sevilla, é por qué cabsa, es lo si-
guiente:
Primeramente, si os dijere que qué es la cabsa por
que está preso, le diréis que porque él mismo ha
dicho y confesado que él había venido de Portogal á
liablar con un Juan de Barvero, piloto, é que ansí-
CCCX JUAN DÍAZ DE SOLIS
tanto, es dudoso que hubiesen sido llevados
presos á Lisboa. Como se verá también,
en él se hace relación de un viaje al Río de
mismo se llama Juan Rodrigruez de Maíra, por otro
nombre Alonso Rodríguez, que fué de allá á Portogal,
porque allá se querían armar ciertas naos paia ir á la
tierra que descubrió Juan Diaz de Solís, é que este
piloto le había conversado é asentado con él partido,
é aún le había dado é empezado á dar seííal en dos
veces veinte é cincuenta ducados, para que fuese con
él á Portogal, é que después de aceptado é dado la
señal, viendo el dicho Juan Barvero que era en nuestro
deservicio, é que no lo podía hacer por ser nuestro
subdito é vasallo, se le escondió é no quiso ir con él;
é si mucho el Rey os apretase, así desculpado de cuan-
to había sabido cosa desto, é que acá se le ha fecho-
ai dicho portugués perjuicio en le detener, le diréis
como acá se ha visto', y aún los dichos oficiales tienerr
cédula suya para el dicho Juan Barvero, que trajo el
dicho portugués, para que él fuese al dicho Rey de
Portogal, pero que, aunque está detenido acá por nues-
tro mandado, que ha sido y está muy bien tratado é
mirado, &.
«Y ansimismo le diréis que después que el dicho
Alonso Alvarez, portugués, vido que el dicho Juan
Barbero se le habia escondido, é no habla querido ir
con él, habia andado concertando con dádivas é pro-
mesas, é prometiendo merced de dicho Rey de Porto-
gal á muchos pilotos castellanos que estaban en la
navegación de las Indias, é les decia que el dicho Rey
quería armar, é que seguixfi los dichos pilotos, el dicho
Alonso Alvarez, portugués, habían concertado, segund
les preguntó, et le hacía, é lo que decían era para
Urabá ó Veragua, ó á la costa de Paria, é que loca*
COMPAÑEROS DE SOLIS CCCXl
la Plata de que hasta ahora no se tenía la
menor noticia.
lié aquí ese documento, que hallamos en el
Archivo de Simancas, en el legajo 867 de la
Secretaría de Kstado:
rian en la costa de las Perlas, é que el dicho Alonso
Alvarez, portiig-ués, decía é publicaba que no osarían
volver á Portug-al sin llevar un piloto de los que sabían
la navegación de las Indias, &,
«Ansimismo le diréis que, andando el dicho Alonso
Alvarez, portugués, en lo susodicho, como lo supieron
los dichos nuestros oficíales de la Contratación de las
Indias, viendo ser en nuestro deservicio é contra lo
asentado é concertado con el dicho Rey é sus vasallos
é nosotros é los nuestros, le mandaron venir á la dicha
Casa de la Contratación, é venido, lo tienen en ella
muy bien tratado é mirado, conforme a la calidad de
su persona, porque ansí se lo héis enviado á man-
dar á los dichos oficiales que lo hagan, &. Ansimismo
si entre tanto que allá estuvierdes, los dichos nuestros
oficiales de la (Contratación de las Indias, que reside
en Sevilla, vos escribiesen a'go para que hagáis rela-
ción al dicho Rey de Portogal sobre la prisión del di-
cho Alonso Alvarez, portugués, é la culpa que contra él
se halla, hacerme héis saber todo lo que ellos vos es-
cribiesen, porque yo les he enviado á mandar que ha-
gan la pesquisa, y lo que contra él se hallare y que
paresciere haber sido culpante, vos lo hagan saber
para que vos hagáis relación dello al dicho Rey, para
que, si paresciere merecer alguna pena, se le pueda
dar, y que el dicho Rey sepa la justa cabsa que hay
para ello.— Yo el Rey.— Lope Conciiillos.»
«Serenísimo é muy excelente Rey é príncipe de Por-
togal, nuestro muy caro é muy amado hijo: nos envia-
CCCXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
«S. G. C. M.— Yo escrebí á V. Miad, este
invierno desde Monte Mayor,, que había lle-
gado allí un hombre que venía de descubrir
tierra por la costa del Brasil, y que traía se-
ñales de haber hallado mucho cobre y alguna
plata, y otras cosas; y que andaba con el Rey
en demandas y respuestas para que le pagase
su trabajo, ayudándole para que pudiese vol-
ver allá, á vista de lo que había descubierto;
y escrebí asimismo que sabía que le traían en
palabras, sin darle ninguna cosa; y que tenía
sospecha que lo que éste había descubierto
era cosa que pertenecía á V. Mtad., pues, te-
niendo éstos tanta necesidad de cobre y de
otras cosas, no salían á perseguirlo, que aquél
los traía ya comenzado el... (roto) ü insistir
en su demanda, para saber lo que le podía
aprovechar, y siempre ha hallado palabras sin
ningún fruto. Parecióme que sería servicio de
V. Mtad. saber qué navegación había hecho
y qué había hallado allí; y así para que me-
jor pudiese yo informar á V. Mtad. del caso,
mos á Alonso de la Puente, contino de nuestra casa,
para que vos hable de nuestra parte alí,'-unas cosas
que del sabréis: afectuosamente vos rog-amos le deis á
todo ello entera fé y creencia. Serenísimo é muy exce-
lente Rey é principe, Nuestro Señor vos haya en su
especial gracia é recomienda. Escrita en Madrid, á
diez y ocho de Diciembre de quinientos é diez é seis
años. — Yo EL Rey. — Conchillos, secretario.»
COMPANEROS DE SOLIS CGCXIII
y él, coníiándose de mi palabra, aunque con
grandes miedos, vino á mi posada, y asegu-
rado de todo lo que le convenía, me informó
de las cosas siguientes, habrá xv días.
«Dice que agora tres años, el Rey don Ma-
nuel le dio licencia que fuese á descubrir por
aquella costa, prometiéndole grandes merce-
des si hallase cobre y otras cosas que él de-
seaba, y dice que se fué derecho al Brasil con
dos carabelas, y que siguió la costa del dicho
Brasil por el sudueste setecientas leguas de
donde ellos toman el brasil, y que halló á las
ccc leguas, poco más ó menos, nueve hombres
de los que fueron con un JuandeSolís á descu-
brir, y habló con ellos, y están casados allí,
y quisieran que él se los truxera, porque él
no osó por ser castellano, y porque él sabía
que al Rey le había pesado de lo que. iba á
■descubrir el dicho Juan de Solís, porque les
prometió que si Dios allí le tornase, que los
traería. Dice que en la tierra que aquellos
están no hay cosa de provecho, y que siguió
su costa otras cccl leguas, que son las dcc
dichas, y que halló un río de agua dulce, ma-
ravilloso, de anchura de cuatorce leguas, y que
subió por el río doce leguas y vio muy her-
mosos campos á todas partes, y que surgió
allí y tomó lengua de la tierra, y que le dije-
ron que aquel río no sabían de donde venía
sino que era de muy lejos, y que más arriba
CCCXIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
hallaría otra gente que eran sus enemigos,
que tenían de aquellas cosas que él les mos-
traba, que eran oro y plata y cobre, y que
tomó cuatro hombres de aquellos, y se fue-
ron con él, y subió por el río en los bateles
armados veinte y tres leguas, y que siempre
lo halló todo mejor y la fondura igual; dice
que allí vinieron á él ciertos viejos y estuvo
con ellos en grandes pláticas que se asegu-
rasen... (roto) los otros, y que les rescató al-
gunas cosas y le dieron pedazos de plata y
de cobre y algunas venas de oro entre pie-
dras, y que le dijeron que toda aquella mon-
taña tenía mucho de aquello, y que duraba
á lo que ellos señalaban ccc leguas; y que
le dijeron que la plata no la tenían en tanto
como al cobre, habiendo mucho cobre, por-
que no relucía tanto, y que lo que señalaban
del oro era lejos, que el agua lo debe traer
por un río que viene á dar al través de aquel
grande y para en las piedras; trujo de todo
esto sus muestras. Dice que vio ovejas mon-
teras y muchos ciervos, y de aves todas las
que acá vemos en el campo y infinitos aves-
truces, las perdices muy grandes; dice que
es tanto el pescado del río, que en echando
la cuerda ó red salía llena, y que comió y
pescó muchos sollos mayores y mejores que
los de acá, y salmonetes y otros pescados en
abundancia, y que salieron á vueltas dos
COMPAÑEROS DE SOLIS CCCXV
lampreas; que estuvo allí dos ó tres días in-
formándose de todo con el amistad que tomó
con aquellos primeros, y que después se
juntaron muchos con arcos y buenas flechas
y que se embravecieron de saber que traía
allí aquellos que dije, y que le dijeron que
se fuese, que él venía por hacelles algún en-
gaño, y que tiró dos ó tres escopetas, y to-
dos se pusieron por el suelo; y que otro día
vio venir gran número de canoas, y no osó
esperar, porque no tenía consigo sino xv
hombres, y que así se volvió á sus carabelas.
Dice que si esto que ha descubierto es de V.
i\í. ó hace á su servicio que él holgara de
volver allí con la manera que V. M. fuere
servido, y que cree que será cosa muy pro-
vechosa,
El querría, si V. M. se quisiese servir del,
estar seguro de lo que acá podría perder, que
Dice que son cincuenta mil maravedises cada
aiío, que tiene en no sé que cosas, que ellos
llaman reguengos, que teme que se lo quiten,
con otras cosillas: á mí parecióme que esto
es cosa que tiene su tiempo, y ansí lo pro-
metí que lo escribiría á V. iM., y que las
respuestas yo se las enviaría á su casa con
ciertas señales que entre él y mí quedaron.
Aviso dello á V. M. para que mande ver á
los que saben aquella costa qué costa es, y
vean si es servicio de V. M. tornar allá, y si
CGCXVI JUAN DÍAZ DE SOLÍS
no parece costa provechosa el haber perdido
sus dos años y yo haber hecho lo que debo
en avisar á V. M. de cualquiera cosa que se
■descubra, pues deseo que todo el mundo fuese
sugeto á V. M. Nuestro Señor guarde y acre-
ciente la vida y muy poderoso estado de V.
M. por muchos años, como deseo. En Evora
XXVII de Julio de 1524. — D. V. C. M. húmil
servidor y criado que sus reales manos y
pies besa. — JuAxM de (¡^uñiga.
De los términos de la comunicación del
Embajador español en Portugal se desprende,
pues, que ael hombre que venía de descubrir
tierra por la costa del Brasil», y que es sen-
sible no le nombre, si bien expresa que era
castellano, había efectuado su viaje hacía
tres años, esto es, en i52i; que fué á esos pa-
rajes con dos carabelas, y que á las trescien-
tas leguas del lugar en que los portugueses
cogían el brasil (Pernambuco) halló á nueve
hombres de los de la armada de Diaz de Solís,
que estaban casados allí; y, por fin, que una
vez llegado al Río, subió por él doce leguas
aguas arriba, y luego otras veintitrés en los
bateles, acompañado de quince marineros y
<ie algunos de los indígenas ribereños.
Ahora bien: ^cómo armonizar semejantes
<lictados, al menos en la parte que tocan á los
náufragos de la armada de Diaz de Solis, — ya
que no es del caso examinar en este lugar la
COMPANEROS DE SOLIS CCCXVII
relación y circunstancias de ese viaje — con el
hecho de la prisión de aquéllos en Lisboa y
la consiguiente reclamación española? ^jHa-
bían sido dos los grupos de náufragos de esa
armada, y, por consiguiente, dos las carabelas-
que naufragaron? ^Aquel hombre decía ver-
dad? Por nuestra parte debemos confesar que
sin más antecedentes que los que poseemos
y que quedan ya expuestos, no atinamos con
una resolución satisfactoria de esta duda his-
tórica.
Volvamos ahora á colacionar los hechos
bien comprobados que se refieren á los náu-
fragos del puerto de los Patos.
Se recordará que la nave San Gabriel había
encontrado allí, en los últimos días de Abril
de 1 526, á dos de ellos, Enrique Montes y
Melchor Ramírez. Léase lo que á este respec-
to cuenta en su declaración Francisco Dávila,
después de referir cómo aquella nave, man-
dada por don Rodrigo de Acuña, para tomar
agua y otros refrescos, fué á surgir al puerta
que queda dicho:
«Estando tomando el agua, vino un india
que traía una carta que inviaban unos cris-
tianos, en que decía la carta como les ha-
bían dicho los indios que estaba allí una nao,
que les diesen respuesta dello. D. Rodrigo in-
vió al contador de la nao para que hablase
con los cristianos. A cabo de tres días vina
CCCXVIII JUAN DÍAZ DE SOLIS
un hombre dellos con el dicho contador, y
dijo á don Rodrigo, que había diez cristianos
que se habían perdido allí con un galeón, y
que habían quedado cuatro dellos, y que ha-
bían allí fecho su asiento: y que su merced
mandase bajar la nao cerca de su casa, que
eran quince leguas, que le darían bastimentos
y rescataría cierta plata y metal que tenían; y
don Rodrigo se bajó con la nao al puerto
donde el cristiano vivía, y don Rodrigo invió
á tierra al contador y tesorero, para que asen-
tasen en una casa donde rescatasen con los
indios; y el clérigo de la nao fué á facer
cristianos á ciertos fijos que tenían aquellos
cristianos». 8
Vése, pues, que aquel español, en reali-
dad, vivía quince leguas distante del puerto
de los Patos, y que él y sus compañeros te-
nían allí sus casas, hijos y mujeres. La es-
cena del bautizo de los primeros cristianos á
la sombra de aquellos bosques vírgenes en
medio de los salvajes, asombrados de tamaña
novedad, se presta para un cuadro. Á nos-
otros no nos cabe duda de que aquellos es-
pañoles han debido ir en busca de la Sj7t
Gabriel tan pronto como supieron por los in-
dios que acababa de llegar al puerto de los
Patos, deseosos de divisar la bandera de su
8. Medina, Colección de 'Documentos, t. III, p. 53.
COMPANEROS DE SOLIS CCCXIX:
patria y de encontrarse con hombres civili-
zados después de tantos años como vivían en
aquellas soledades, y sin duda de algún sa-
cerdote que bautizase sus bijos.
La conducta que en aquellas circunstan-
cias usaron con los recién llegados les honra
por extremo. Oigámosla referir al mismo don
Rodrigo de Acuña:
«Aportamos, cuenta éste, en efecto, á la
bahía de los Patos en 28 grados, do hicimos
agua y leña, nos refrescamos con gallinas y
patos. En i5 días nos proveímos de todo. En
este tiempo vinieron allí dos españoles de
los que iban con Solís, de un navio que allí
se perdió, y me dijeron que «allí estaban
otros nueve compañeros y que eran idos á
la guerra, y me vendieron 3o quintales de fa-
riña, y 4 quintales de fásoles, y tela para una
mesana, y otros refrescos. Ya presto para ir
á Maluco, mandé decir misa, y en ella, en
manos del sacerdote, hice jurar á todos que
bien y fielmente servirían á S. M. y cumpli-
rían el viaje. Pero el día siguiente juraron los
más de quedarse. Súpelo yo, y asi otro día
envié el batel á la mar con el tesorero y con-
tador y los dos españoles que allí fallamos,
para facerles la paga de lo que dellos había-
mos recibido, é viendo que tardaban, mandé
tirar un tiro, y así echan el batel al agua, y
vienen, y al salir de tierra repetidos golpes
CCCXX JUAN DÍAZ DE SOLIS
de mar anegan el batel: mas, aquellos espa-
ñoles con 4.000 indios dan tan buena dili-
gencia que lo cobran cuatro leguas dahí, y
me lo ficieron traer en los brazos por tierra
fasta el paraje de la nao, donde envié á la
adobar, y tardóse en adobar cinco días, en
los cuales se acabaron de concertar casi to-
dos de se quedar, y cortar las amarras ó las
alargar porque fuese la nao á la costa. Ha-
bían ordenado muchos primero pedir licencia
para quedarse, y de hecho por grado ó fuerza
quedarse, aunque fuese menester quitarme la
vida. Pude con buenas palabras componer-
los por entonces, ofreciendo poner- en tierra
los que quisiesen, pues decían querer más
vivir entre salvajes que morir desesperados
en la mar. Pensé desviarles de tierra y mandé
zarpar las anclas, á lo cual saltan en el batel
más hombres de los necesarios y vanse á tie-
rra. Otro día los dos españoles que allí falla-
mos, viendo tan mala gente, les amenazan,
les hacen echar el batel á la mar y me en-
vían los que quisieron venir.» 9
Podemos todavía citar á este respecto el
testimonio de varios de los tripulantes de la
Sa7t Gabriel que se expresan aún en térmi-
nos más encomiásticos de la conducta obser-
vada por los españoles de Diaz de Solís ante
9. Id., id., id., t. III, p. 60.
COMPAKEROS DE SOLIS GCCXXI
el motín de los subordinados de Acuña. Es
tan gráíica que aunque parezca repetición de
la que acabamos de ver, vale la pena de
leerse:
(.( Deparónos Dios un puerto en 28 gra-
dos, donde tomamos ochenta botas de agua,
é leña, é no tardamos en nos proveer de
todo lo necesario allí más de i5 días, en
los cuales vinieron allí dos españoles que
habían quedado en tiempo de Solís, é nos di-
jeron que allí estaban otros nueve españoles
de en tiempo de Solís, los cuales eran idos á
la guerra, y nos vendieron 3o quintales de
harina, é cuatro quintales de frisóles, é tela
para una mesana, é algunas cosas de refres-
co, de manera que ya estábamos prestos para
seguir nuestro viaje, y el capitán hizo decir
una misa, en la cual en manos del sacerdote
hizo sagramento solemne de bien é fielmente
servir al Emperador é cumplir su viaje; é
asimismo hizo hacer juramento á todos, chi-
cos é grandes, que todos servirían bien é
lealmente á S. M., é cumplirían el viaje; é así
envió el batel á tierra para llamar al conta-
dor é tesorero é á los españoles para les pa-
gar lo que dellos había tomado, y viendo el
capitán que tardaban, y que tenían el batel
varado en tierra, mandó tirar una lombarda,
y así echaron el batel á el agua, é saliendo
de^ tierra se les anegó el batel y murerion
21
CCCXXII JUAN DÍAZ DE SOLÍS
quince hombres, y se perdió el batel; y aque-
llos españoles que allí hallamos, hicieron
tanto con los indios, que lo cobraron, y el
capitán enviólo á adobar, é tardaron cinco
días en lo corregir; en los cuales días muchos
se juramentaron de se quedar, é cortar las
amarras, ó las alargar porque la nao fuese á
la costa, ó la barrenar, ó matar al capitán y
quedarse con todo, y esto fué en lo que se
determinaron. Y así vinieron de tierra con
esta voluntad en el batel, las espadas debajo
de las quillas del batel y otros se quedaron
en tierra; y en llegando, los más pidieron li-
cencia al capitán para se quedar en tierra,
porque así estaban determinados de se que-
dar, ó por fuerza ó por grado, que más que-
rían vivir como salvajes que no morir deses-
perados en la mar. E así el capitán se puso
á los aplacar lo mejor que podía, hasta que
algunos le prometieron de quedar á servir á
S. M.; é así les rogó el capitán, que pues así
querían, que nos zarpasen las áncoras, é nos
guindasen las velas, é que los que en buena
hora quisiesen venir viniesen, que á los otros
los echarían en una isleta que allí estaba, é
así los aplacó algún tanto. E pensando que
apartándolos de tierra los podría atraer á ve-
nir en la nao, mandó zarpar las anclas, é sal-
tan muy diligentes al batel hasta veinte é
veinte y cinco hombres para zarpar las an-
COMPANEROS DE SOLIS CCCXXIH
cías; é así como llegaron ¿\ la boya, dan una
grita é bogan recio echando mano á las espa-
das é machetes que llevaban en las quillas
-del batel, é vanse á tierra, é varan el batel en
la montaña; é quedamos hasta veinte ó veinte
y cinco hombres, entre grandes y pequeños,
buenos é malos, con los cuales otro día nos
hicimos á la vela, algunos de buena voluntad
é otros de mala. E otro día los dos españoles
que allí hallamos, comenzaron á amenazará
los que allí quedaban, diciéndoles la gran
traición que hacían al Emperador é á su ca-
pitán, de manera c]ue hicieron varar el batel
en la mar, y enviaron los grumetes á los que
quisieron venir. E así quedaron allí entre
muertos é quedados treinta é dos hombres.» lo
¡Hermosa conducta, sin duda, en hombres
que vivían en apariencia como salvajes, pero
que en el fondo del alma conservaban intac-
tos el culto de la subordinación militar y el
-amor á su rey!
Uno de esos hombres era Enrique Mon-
tes. II
10. Medina, Colección citada, t. III, págs. 161-162.
11, Consta de la pregunta 12 de la probanza que
Acuña inició en Cádiz dos años más tarde (Marzo de
1529) que dice como sigue:
«12. Si saben que yendo á zarpar las áncoras en lle-
gando á la boya, dan una grita é bogan recio é se
van con el batel á tierra é lo varan á la montaña, has-
CCCXXIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
Hubo, pues, Montes y sus compañeros de
hospedar á los sublevados de la San Gabriel^
y juntos vivían todavía, con excepción de uno
ó dos que quizás eran muertos ó se habían
refugiado entre otras tribus indígenas, cuando
en los primeros días de Septiembre del año
siguiente vino á dar fondo allí la armada de
Caboto. 12 Repitióse entonces, aunque en mu-
ta que otro día Enrique Montes, uno de los que ha-
llamos en aquella tierra les hizo varar el batel é me
lo envió con los grumetes é algunos que quisieron ve-
nir.
Gregorio de Gástelo. — A las doce preguntas dijo: que
sabe lo contenido en la pregunta porque así lo vido.
Hernán Pérez. — A las doce preguntas dijo, que sabe
lo contenido en la pregunta como en ella se contiene
é que sabe lo susodicho porque este testigo lo vido é-
se halló á ello presente.
Bartolomé Jugo.— A las doce preguntas dijo: que
sabe lo contenido en la pregunta, como en ella se con"
tiene, porque este testigo así lo vido, como la pregun-
ta dice.
Juan Sánchez. — A las doce preguntas dijo: que sabe
lo contenido en esta pregunta como en ella se contie-
ne, porque este testigo asi lo ha visto é vee como la
pregunta dice, y este testigo fué uno de los que vol-
vieron en el batel á la nao.
Miguel de Tolosa. — A las doce preguntas dijo: que-
sabe lo contenido en la pregunta, como en ella secón—
tiene, porque así lo vido, como la pregunta lo dice.
12. Gomo los desertores de la San Gabriel fueron 17,
ya que los «quedados», contando los quince que se
ahogaron, ascendían á 3o, y de la deposición de Nu—
remberg en el proceso de Caboto aparece que se em-
COMPANEROS DE SOLIS CCCXXV
cho menor escala, la escena del año anterior:
un clérigo y un marinero que se hallaban te-
merosos de que Caboto los matase, se resol-
vieron á quedarse allí, pero en esta vez hay
quien acusa á Montes de que al ver tan irri-
tado á Caboto por ese hecho, «le dijo que si
quería que los indios matasen á este clérigo é
al otro su compañero, que les tomase los di-
chos cuatro indios y que sus padres matarían
al dicho clérigo é al su compañero, viendo
que les traían á sus hijos, y que por esta cab-
sa el dicho capitán truxo los dichos cuatro in-
dios consigo.» i3 Está demás decir que Cabo-
to negaba el hecho limitándose á expresar que
se habían quedado allí dé su voluntad, ni que
hubiese tomado los indios por el consejo de
Montes, ni con el propósito que se le acha-
caba. 14
barcaron dos de los compañeros de Diaz de Solís y
i3 ó 14 de aquéllos, resulta que sólo lalíaban uno ó dos.
De los desertores que se embarcaron, Caboto ahorcó
poco después á un Martin Vizcaíno.
i3. Declaración de Alonso de Santa Cruz, en Ha-
rrisse, John Cabot, etc., p. 421.
14. Véase la declaración de Caboto acerca de este
punto.
«Preguntado si tomó los dichos indios porque que-
ría mal al dicho clérigo é al otro su compañero y por-
vque le dijo cierta persona que si tomase los dichos in-
■^ios, que sus padres dellos matarían al dicho clérigo
■^é al otro su compañero:
«Dijo que no tomó los dichos indios sino por las
CCCXXVI JUAN DÍAZ DE SOLÍS
De lo que hay plena constancia es de los
servicios que Montes prestó á la armada de
Gaboto para verificar sus rescates con los in-
dios, y en el trabajo de la galera que allí se
hizo, desde correr con la corta de la madera
hasta hacer el carbón para las fraguas, y lo
que es de admirar, aun se conserva el origi-
nal firmado de su mano, en que daba cuenta
de sus operaciones de canjes con los indios, i^
Pero lo que más agradó á Gaboto en xMon-
tes fué las muestras de oro y plata que con-
servaba en su poder, y según refieren los tes-
tigos de los procesos de que tomamos estas
ca,bsas que dicho tiene, é que no le dijo ninguna per-
sona que trayéndolos matarían al dicho clérigo é hom-
bre los padres de los dichos indios; é que los dichos
indios é otros en unas canoas vinieron á la nao de este
declara-nte, y este declarante rogó algunos de los di-
chos indios que le trujesen un marinero que se habla
entrado la tierra dentro, porque tenía falta de marine-
ros, é les prometió dádivas; é los dichos indios fueron
é dejaron los dichos indios como en rehenes, y estan-
do así, este confesante envió también al dicho clérigo
que le enviase al dicho marinero, porque le decían los
indios que estaba con él, y el dicho clérigo le envió á
decir quél era un vasallo del Rey de Portugal que no
tenía que facer con este confesante, é que en este cc
medio vino tiempo y este confesante se fizo á la vela é
se vino, é firmólo de su nombre.»
i5. Lo publicaremos en nuestro Sebastián Caboto,
De esta pieza hemos sacado el facsímihde la firma de
Montes que va al fin de este capitulo.
COMPANEROS DE SOLIS CCCXXVII
noticias, eran tales los pormenores que daba
dalas riquezas que hallarían en el Río de So-
lís, que «cuando decía aquello, é mostrando
las dichas cuentas de oro, lloraba.» ^'o Es pro-
bable que Montes, por su larga estadía en-
tre los indios, hubiese tenido noticia, ó por
lo monos sospechase, que hacia el nacimien-
to de los ríos que formaban el de Solís se
encontraran realmente las riquezas de que ha-
blaba, y prueba de esto acaso da su resolu-
ción de acompañar á Caboto en su viaje
á esas partes, ya que no es dudoso que lo
que éste oyó de boca de Montes, fué quizás
la causa principal que le indujo á penetrar
por el río descubierto por Diaz de Solís.
Caboto comprendió desde luego cuan úti-
les le podrían ser los servicios de Montes,
en su proyectada entrada por el río, y ya fue-
se por halagos ó porque quisiese participar
también de las riquezas de que hablba, es lo
cierto que aquél se embarcó en la armada, y
según parece, con su familia, i? No es del
i6. Declaración de Antón Falcón de Colibia en el
proceso de Catalina Vásquez con Caboto.
17. Esto se deduce, á nuestro entender, de las si-
g'uientes palabras de Caboto en su declaración pres-
tada ante los Oficiales Reales: «Que los dejó enco"
mendados (Rojas, Méndez y Rodas) á un indio prin*
cipal que se llama Topavera , diciéndole que por"
que Enrique Montes, lengua, que había estado en
CCCXXVIIl JUAN DÍAZ DE SOLIS
caso referir aquí cómo correspondió Montes
á las esperanzas que Caboto fundaba en él:
sus noticias acerca del oro y plata de que de-
bían cargarse los naves, resultaron completa-
mente falsas, pero en cambio, le sirvió con
verdadera abnegación y desinterés, allí en
Santa Catalina, en la entrada del río, y, sobre
todo, en la fortaleza de Sancti Spiritus, y tanto,
que los encargados de examinar sus cuentas,
entre los cuales se hallaba Alonso de Santa
Cruz, no pudieron menos de reconocerlo así
en el certificado que estamparon al pié de
ellas.
c¿Qué fin tuvo Enrique Montes? ^Pereció
en él río? ^Volvió á ver la tierra de sus pa-
dres? Montes regresó con Caboto á España y
aun consta que después hizo un viaje á Por-
tugal y que estuvo en Cantillana, donde, al
parecer, había sido vecino. i8
aquella tierra catorce años, é que eran sus parientes,
que los tratase bien fasta su vuelta, porque los dejaba
en trueque del dicho Enrique Montes é de su gente.r*
<¿Se referia con esto Caboto á la familia de Montes ó (x.
los desertores de la San Gabfiel? Más probable parece
lo primero, y nada de extrañar seria cuando hay cons-
tancia de que en la armada iban no pocos indios é in-
dias.
'. i8. Estos particulares constan de la información que
se levantó en Sevilla á fines de i53o para averiguar los
indios que hablan traído los expedicionarios y la
suerte que habían corrido. Antonio Ponce declaró á.
COMPANEROS DE SOLIS CCCXXIX
Junto con Montes y la mayoría de los de-
sertores de la Sa?i Gabriel^ se embarcó en la
armada de Caboto otro de los compañeros de
Diaz de Solís, 19 cuyo nombre no consta en
los documentos, pero que no fué indudable-,
mente Melchor Ramírez, que es otro de aque-
llos, como sabemos.
Ramírez era natural de Lepe, y en la
armada de Díaz de Solís tuvo el grado ó títu-
lo de alférez. Vivió, según parece, al lado de
Montes, y no se embarcó junto con éste; pero
habiendo pasado poco-después por allí (el puer-
to de los Patos) Diego García, á quien cono-
cía desde que juntos acompañaron á Diaz de
Solís, viéndose quizás demasiado aislado en-
tre los indios ó extrañando á sus antiguos
ese respecto que Enrique Montes «lengua de la dicha
armada, truxo dos indias horras de la nación de los
guaraníes, é un esclavo, que es del puerto de San Vi-
cente é lo compró de los portugueses.» Casi en los
mismos términos se expresó Nicolao de Ñapóles. «E que
las dos indias de Enrique Montes, lengua, que eran
horras, añade aquél, este testigo sabe que la una llevó
á Portugal el dicho Enrique Montes, y que la otra dejó
en Cantillana, no sabe en poder de quien, é que así
se lo ha dicho á este testigo Blas de Avila, calcetero,
-vecino desta dicha cibdad (Sevilla) donde posó el dicho
Enrique Montes, en esta dicha cibdad.»
19. Interrogatorio de Caboto, pág. 189 de nuestros
Documentos.
CCGXXX JUAN DÍAZ DE SOLIS
camaradas, le siguió al Río de la Plata. 20
Nada sabemos tampoco de la suerte poste-
rior que corriera Ramírez.
Otro de los compañeros de Diaz de Solís^
sin duda el más notable de todos, sino como
hombre, como marino, fué Diego García. Pero
su persona está tan relacionada con la historia
20. Declaración de Alonso de Santa Cruz, pág. 187
de id. («Oyó decir allá en aquella tierra que se dice
Rio de Solis, á dos cristianos que estaban allá, el una
nombrado Enrique Montes y el otro á un alférez, que
el dicho Diego García, capitán, llevaba consigo, que
no se acuerda como se llamaba»... Este alférez, de
cuyo nombre no se acordaba Santa Cruz, era Ramírez.
Decíamos que habían sido dos los compañeros de
Diaz de Solís que acompañaron á Cabo'to desde Santa
Catalina, y por loque acabamos de ver, uno de ellos
era Montes y el otro no era Ramírez, indudablemente,
desde que se embarcó en la carabela de Diego García;
cómo se llamaba ese otro no lo sabemos, pero consta
lo que expresamos en el texto de la declaración de
Nuremberger: «y en el puerto de los Patos tomaron
otros quince é diez y seis cristianos, dos del armada
de Solís, etc.»
Según esto de los cuatro que había allí cuando lle-
g!) la San Gabriel, sólo faltaba uno, que quizás se
hubiese muerto. Los otros siete náufragos ya hemos
dicho que es probable fuesen los que llevaron pregos
á Lisboa. Después de todo esto resulta verdaderamente
extraño como, á pesar de lo que debieron sufrir y des-
pués de tantos años de vicisitudes, casi la totalidad de
los náufragos de la carabela lograron ¡en aquellos
tiempos! regresar á la patria.
COMPAÑEROS DE SOLIS CCCXXXl
del descubrimiento y especialmente con la ex-
pedición de Caboto que merece obra aparte,
ó por lo menos estudiarla en sus relaciones
con aquel piloto, en su viaje de i526. Báste-
nos por ahora con saber que se cree que sea
portugués, 21 fué vecino de Moguer, 22 luego
de Sevilla, y después de Trigueros; volvió á
España de su segundo viaje al Río de la Pla-
ta y cayó en pobreza; y por fin, yendo con
don Pedro de Mendoza al Río de la Plata,
falleció en la isla de la Gomera en los últi-
mos días de Septiembre de i535. 23
21. Harrisse lo afirma. fThe discovery of Ncrth Ame-
rica, pcig-ina 7i8\
22. «Vecino de la villa de Mog-uer.» Herrera, década
III, libro X, capitulo I.
•2'3. Su testamento fué otorg-ado alli el 27 de ese mes.
Fernández de Navarrete, Biblíoleca 'OMaritima, t. I, p,
331, cita la l^elación del segundo viaje de García
a! Río de la Plata, «deduciéndose, expresa, que el
primer viaje lo haría en i5i3. Es la misma tesis que
después sostuvo Trelles, fundándose ¿imbos autores en
las expresiones «habrá quince años que descubrí este
río (de la Plata), que se registran en aquella relación.
Ahora, como la verdadera fecha de ésta debe referirse
al año de i53o, puesto que la presentó en Sevilla al re-
greso de su segundo viaje, debe entenderse que el año
en que descubrió el Río fué el de i5i5, hecho exacto
en el fondo, como que, en efecto, García acompañó á
Diaz de Solís. Que la verdadera fecha de la l^elación
citada es el año de i53o, se comprueba con la infor^
mación levantada en Sevilla por García contra Caboto,
en cuya pregunta segunda se repite la misma frase:
CCCXXXII JUAN DÍAZ DE SOLIS
Otro de los compañeros de Diaz de Solís,
que sin alcanzar la talla de García ni las sim-
patías que despierta iMontes, tiene una histo-
ria interesante, es Francisco del Puerto. Era
éste natural del Puerto de Santa María, 24 de
donde sin duda derivaba su apellido, y fué
hallado por Caboto en una de las islas del
delta del Paraná, á que dio su nombre,
que (de había dejado allí Johán de Solís,
«Si saben que el dicho Diego García, capitán, puede
haber quince años que descubrió aquella tierra, que se
dice Río de la Plata», etc.; y que lo hizo á las órdenes
de Diaz de Solís, con las respuestas de los mismos
testigos presentados por García, como ser Alonso San-
ta Cruz, Juan de Junco y Alonso Bueno. Casimieres
de Nuremberg- añade aún que García «había ido á
aquellas partes en compañía de Juan de Solís, por
maestre de una nao.»
El Diego García de que tratamos, es distinta perso-
na de Diego García de Célis, que se halló también en
la expedición de Caboto, del piloto Diego García de
Alfaro, que figuró en los primeros descubrimientos del
Mar del Sur, y del Diego García, también marino, que
acompañó á Fernando de Soto, como capitán de un
navio grueso, (Garcilaso, Historia de la Florida, pá-
g-ina 8), y que Harrise (The discovery of Noríh Ameri-
ca, página 718), confunde con este de que tratamos.
Se vé, pues, que hubo, por lo menos, tres personajes,
marinos todos y contemporáneos, que llevaron el mis-
ino nombre y apellido, hecho frecuente en la historia,
de la conquista de América, y que á veces acarrea
g-ravísimas dificultades al investigador.
24. Oviedo, t. II, p. 173.
COMPANEROS DE SOLÍS CCGXXXIII
cuando descubrió aquel río, é se quedó en él,
seyendo gurumete, é le habían criado los in-
dios, é sabía ya la lengua dellos muy bien; el
cual fué útil é asaz conveniente á los cripstia-
nos.» 25
Es difícil aceptar, como hemos insinuado
antes, que el grumete se quedase de su vo-
luntad entre los indios, ni parece probable
que tratándose de un niño, como debía ser
entonces, Diaz de Solís se resolviese á aban-
donarle, siendo lo cierto que del Puerto es-
capó al primer ímpetu de los salvajes que
asesinaron á su gefe. 26 El hecho es que el
grumete de la expedición de i5i5 fué hallado
por Caboto al remontar el Río en 1527. In-
corporado á la armada para que sirviese de
intérprete, dio á Caboto «grandísimas nue-
vas de las riquezas de la tierras,» con
cuya noticia resolvió seguir por el Paraná
arriba hasta el río que se llamaba de Carca-
rañá, «ques, decía Caboto, donde aquel Fran-
cisco del Puerto les había dicho que descen-
día de las sierras donde comenzaban las mi-
nas del oro é plata.» Véase ahora cómo Ca-
boto contaba lo que después ocurrió:
25. Id, id,, id.
26. Caboto asi lo dice terminantemente en su decla-
ración de Julio de i53o: «este declarante falló un Fran-
cisco del Puerto, que habían prendido los indios cuan-
do mataron á Solis.»
CCCXXXIV JUAN DÍAZ DE SOLIS
« . . .E vista esta relación, con acuerdo de los
capitanes é oficiales de Su Magestad, dexó de
ir aquel viaje por tierra é aderezó la galera y
el bergantín y fuese en ellos con ciento é
treinta hombres por el dicho río de Paraná
arriba, ciento é veinte leguas, fasta pasar ade-
lante de la boca del Paraguay veinte leguas,
fasta unas casas de unos chandules, que eran
sus amigos, para tomar ciertos bastimentos,
porque allí había abundancia dello, donde
vido ciertas muestras de oro é plata que le
paresció bueno, é aquellos indios que allí
falló le dieron la misma relación del Para-
guay que le habían dado los otros, que había
allí mucha riqueza; y estando allí tomando
los dichos bastimentos tuvo nueva de haber
venido una armada al dicho Río de Solís,
por lo cual envió por la tierra á un Francis-
co, lengua, á que informase de los dichos
chandules á certificarse que era verdad la ve-
nida de la dicha armada, el cual le dixo, tor-
nando con respuesta, que á lo que pudo com-
prender era la misma armada deste decla-
rante que quedó en Santa Catalina, aunque
antes desto había dicho el dicho Francisco á
un Enrique Montes, lengua, que era estaban
(sic) porqués un capitán del Rey de Portugal; é
visto cómo el dicho Francisco le certificó que
no era otra armada sino la suya, determinó
de ir por el dicho Paraguay arriba, é subidos
COMPAÑEROS DE SOLÍS CGCXXXV
cuarenta leguas por él arriba, les comenzó
á faltar el bastimento, é acordó con los ca-
pitanes é oficiales de enviar el bergantín
adelante á que tomasen bastimentos en unas
casas de chandules questaban adelante, por
no verse en tanta hambre como la pasada, á
los que les mandó que con la nación de los
agazes que ficiesen paces por todas maneras,
é porque eran aquellos en cuyo poder estaban
las dichas riquezas, é los que iban en el di-
cho bergantín eran el tesorero Gonzalo Nú-
ñez y el contador Montoya é Miguel Rifos é
obra de otras veinte é cinco personas, las
cuales pasaron por los dichos agazes sin los
ver, y llegaron á las casas de los dichos chan-
dules á donde habían de tomar los dichos
bastimentos, y enviaron al dicho Francisco,
lengua, á las dichas casas á les decir quién
eran é á qué venían, y la mañana siguiente
vinieron ciertos indios á rogar al dicho Gon-
zalo Núñez é á la- otra compañía que saliesen
á tierra á comer con ellos, y les preguntaron
por el dicho Francisco, porque no podían sa-
lir sin él, y los dichos indios enviaron á lla-
mar al dicho Francisco, el cual vino, el cual
les dixo que bien podían irá comer con ellos,
é así salieron veinte personas, poco más ó
menos, é los indios los mataron. Q uedó en
el dicho bergantín Montoya, porque estaba
doliente, y los indios vinieron á tomar el di-
CCCXXXVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
cho bergantín é los flecharon, y el dicho ber-
gantín se vino huyendo por el río abajo a
donde estaba este declarante, y le dixeron
lo que había acaescido, é quel dicho Fran-
cisco, lengua, había habido ciertas palabras
con. el dicho tesorero Gonzalo Núñez, é por
esto cree este declarante quel dicho Francis-
co los vendió á los dichos indios; é queste de-
clarante viendo este dicho desbarate é toda
la tierra revuelta, se tornó á donde había fe-
cho la casa, porque Enrique Montes, lengua,
le certificaba que el dicho Francisco, lengua,
le había dicho quel armada que había venido
al Río de Solís era de Cristóbal Jaques.. .» 27
Tal fué la venganza que el antiguo gru-
mete tomó de la afrenta que recibiera de Nú-
ñez. Claro aparece, después de esto, que
Francisco del Puerto no volvió á presentarse
entre los españoles.
Conviene que el lector conozca un párrafo
más de la deposición de Caboto, porque es
muy probable que del Puerto anduviese mez-
clado en otra emboscada en que aquél estuvo á
punto de caer en el río Paraguay, que desde
entonces se llamó de la Traición 28.
27. Harrisse, John and Sebastian Cabot, p. 422.
28. Con este nombre aparece, en efecto, señalado en
el mapa de Caboto. Conviene no olvidar las circuns-
tancias á que debió su nombre este rio, porque desde
el arcediano Barco Centenera acá, han creido algu-
COMPANEROS Di: SOLIS CCCXXXVII
((. . . Le decían en la tierra adentro había muy
gran riqueza y este declarante envió por tres
partes la tierra adentro, para que se informa-
sen dello, y en cuanto fueron se juntó este
declarante con el dicho Diego García é torna-
ron al dicho río Paraguay con siete bergan-
tines que habían fecho, donde un esclavo deste
declarante les avisó de cierta traición que
les estaba armada é que tenían concertado
los chandules que estaban sobre de la dicha
casa y naos con los chandules de arriba, que
confinan con el dicho Paraguay, que los ma-
tasen, y que así farían ellos á los de la casa y
naos, y con esto se tornaron, porque vieron
evidentemente la dicha traición. . .» 29
Para concluir con los compañeros de Diaz
de Solís sólo nos resta que hablar de Fran-
cisco de Torres , que á su muerte tomó el
mando de la armada y la condujo á España;
nos que se llamó de la Traición, por haber dado
muerte allí los indios á Diaz de Solis. Ese rio habría
estado situado en el territorio de los timbús, que ha-
bitaban, seg-ún Azara, la actual provincia de Santa
Fé. Historia del Paraguay, t. II, p. 9.
El P. Lozano creyó que Diaz de Solís había perecido
á orillas de un río vecino á Montevideo, y que por eso
algunos le llamaban de la Traición. (Historia del
'Paraguay, t. II, p. 3). Basta leer la declaración de
Caboto para comprender que el Río de la Traición es
el que situaba en su carta en el Paraguay actual.
29. Harrisse, obra citada, p. 423.
22
CCCXXXVIII
JUAN DÍAZ DE SOLIS
pero esto nos lleva á entrar en algunos de-
talles acerca de la familia del descubridor del
Río de la Plata, de la cual aquél formaba par-
te, que es también el último punto que nos
queda que tratar en este estudio histórico 3o.
3o. Madero enumera entre los compañeros de Diaz
de Solis á los pilotos Juan de Lisboa, vecino de Lepe,
y Rodri^»-o Alvarez, que lo era de Cartaya, y á Juan ó
Jorgre Gómez, y á un Rodrig-o, marinero, diciendo que
así consta en documentos y códices diversos, que no
menciona en particular. Ya hemos visto que respecto
de Gómez, el historiador arg-entino estaba equivocado;
ahora nos cercioraremos de que otro tanto pasa por
lo tocante á los demás. Los documentos de donde Ma-
dero, ó el que se la dio, sacó esa noticia, son las reales
cédulas de Mayo de i53o, en que se ordenó á los Oficia-
les Reales que procurasen que «Rodrigo Alvarez, piloto,
y Jorge Bario, y Juan Gómez Arbolancha y Rodrigo,
marineros, «que vinieron del dicho Rio de Solis en
principio del año pasado», fuesen en una carabela á
llevar socorro á Caboto. Basta leer esto para comprender
que habían sido de la armada de este último, y no de
la de Diaz de Solis. Algo parecido debe pasar con
Juan de Lisboa.
lltlIWI /,^
Facsímil de la firma de Enrique Montes
X
Familia de Diaz de Solís
Sumario. — Francisco de Torres, cuñado de Diaz de So-
lis. — Cómo se llamaba la mujer de éste. — Hijos
que tuvo en ella.— Blas de Solís.— Francisco de
Coto, hermano de Diaz de Solis,
¡RANCisGO de Torres era hermano i de la
mujer de Diaz de Solís. Se recordará
que éste, al celebrar con el rey la capi-
tulación de 24 de Noviembre de i5i4, obtuvo
que Torres fuese recibido por piloto real y que
en esa calidad le acompañase en la proyectada
expedición, por ser, según decía Diaz de So-
lís, «persona suficiente» para ello.
I. En el texto de la capitulación real de i5i4, publi«
cado por Navarrete, se lee: «Recibiré por mi piloto á
Francisco de Torres, vuestro amado hermano de vues-
tra mujer.» Hay equivocada en esta frase la palabra
hermano, que en el original es «cuñado»; error que he-
jnos salvado en el texto publicado i or nosotros.
CCCXL JUAN DÍAZ DE SOLIS
En virtud de lo capitulado, Torres fué reci-
bido por piloto real el mismo día 24 de No-
viembre de 1 5 14. 2 El monarca al comunicarle
su nombramiento le decía: «por la buena re-
lación que de vuestra persona é habilidad me
ha fecho Juan Diaz de Solís, mi piloto mayor,
y á su suplicación, yo vos he recibido por mi
piloto», recomendándole que «tuviese cuida-
do de servir, como espero que lo faréis, se-
gún la buena información que de vos Juan
de Solís me ha fecho», y que vería con agrado
que le acompañase en el viaje que proyectaba,
en el que esperaba «ser aprovechado por él é
los que en él fueren en su compañía; que pa-
ra que dejéis vuestra casa proveída, concluía
el monarca, envío á mandar que, demás de lo
que hubiéredes de haber hasta el día que
"partiéredes, vos socorran con un año adelan-
tado».
Hízose así, en efecto, según queda dicho en
su lugar, por real cédula 3 que para el caso
se dirigió á los Oficiales reales, y Torres mar-
chó con Diaz de Solís, al parecer al mando
de una de las naves. Dijimos ya que al regre-
so tuvo el de las tres que componían la ar-
mada.
2. Véase su nombramiento en la página 1 3o de nues-
tros Documentos.
3. Nuestro documento LV.
FAMILIA DE SOLIS CCCXLI
Torres, según es de creer, no penetró más
allá del puerto de la Candelaria, ni presenció,
por lo tanto, la muerte de su cuñado, que sólo
vino á saber por relación de los sobrevivientes
de la hecatombe de Martín Chico que permane-
cieron á bordo de la carabela latina que había
remontado el río hasta la isla de Martín
García.
Se ha atribuido á Torres el diario del re-
greso de la expedición que Herrera pudo con-
sultar todavía, pero que hoy no se conoce.
Posteriormente á su llegada á Sevilla, con-
tinuó en el servicio real, á pesar de que ya
no existía su cuñado el piloto mayor, á cuya
consideración había sido admitido en el nú-
mero de los pilotos reales. El documento que
insertamos á contmuación así lo prueba.
«El Rey. — Nuestros Oficiales que residís
en la ciudad de Sevilla en la Casa de la Con-
tratación de las Indias. Yo soy informado que
Francisco de Torres, nuestro piloto, tiene de
merced de salario asentado en esa casa por
cédula del Católico Rey, mi señor y abuelo,
que haya santa gloria, veinte y cinco mil ma-
ravedís, porque nos sirva en las cosas que
por nos le fuere mandado, y porque mi volun-
tad es de me servir del dicho F'rancisco de
Torres en el dicho oficio de piloto de esa di-
cha Casa, y que de aquí adelante se le pague
el dicho salario como hasta aquí, yo vos man-
CCCXLII JUAN DÍAZ DE SOLIS
do que conforme al asiento que tiene del
dicho Rey mi señor, le libréis y paguéis lo
que hobiere de haber de salario en cada un
año, segund y de la manera y á los tiempos
en el dicho asiento contenidos; y asentad el
traslado desta mi cédula en los libros que vos-
otros tenéis y sobre escrita y librada de vos-
otros, volved este original al dicho Francisco
de Torres para que lo él tenga, y lo en el con-
tenido haya efecto. Fecha en Zaragoza á ca-
torce de Septiembre de mili y quinientos y
diez y ocho. — Yo el Rey. — Por mandado del
Rey. — Francisco de los Cobos. — Y en las es-
paldas están dos señales de firmas. Asentada
en diez de Diciembre de mili quinientos diez
y ocho.» 4
En 6 de Mayo del año siguiente una nueva
cédula real mandaba pagarle el tercio pri-
mero de su sueldo. 5
Esta es la última noticia que tengamos de
Francisco de Torres.
La mujer de Juan Diaz de Solís, hermana
de Francisco de Torres, llamábase Ana de
Torres, y en ella tuvo á Diego, bautizado el
7 de Marzo de i5i3, 6 y á Luis, de quien hay
4. Archivo de Indias, 46-4-1 /.?o, libro I, folio 49.
5. Extracto de Muñoz, publicado por Harrisse, Jean
ct Sebastian Cabot, p. 334-
6. «Núm. 403. En este mismo día y año sobredichos
(7 de Marzo), babticé yo, Alonso Rodrígruez, clérigo é
FAMILIA DE SOl.lS CCCXLIII
constancia que en i53(S pasó desde Sevilla á
México. 7 Del asiento en que aparece el naci-
miento de Diego, resulta que Ana de Torres
era la segunda mujer del piloto, y de otros
de la misma fuente, que estaba casado con
ella desde antes del mes de Junio de i5ii. 8
No sabemos el nombre de la primera mujer,
que era, probablemente, portuguesa.
En la real cédula en que se comunica á los
Oficiales Reales el nombramiento de piloto
de Francisco de Torres, se lee textualmeute
que se le reciba como tal «eniugar é por va-
cura, á Diego, hijo de Juan de SoHs é de Ana de To-
rres, su segunda mujer, y fueron padrinos Ortún Juan
de Valladolid é Juan de Castilleja é Diego de Lepe, é
madrina Isabel Fernández, mujer de Manuel Cáceres.»
Archivo parroquial de Lepe, partida publicada por
Madero.
7. «En XXV de Junio de 538, Luis de Solís, hijo de
Juan de Solls y Ana de Torres, vecinos de Lepe, pasó
á Nueva España en la nao de que era maestre Luis
Rodríguez.» Libro VI de Pasageros á Indias, apunte
publicado por Madero. Se nota en este asiento que, al
nombrar á los padres de Luis, se les llama vecinos de
Lepe, circunstancia que deja alguna duda de que se
tratase del piloto y de su mujer, salvo que el «vecinos»
lo apliquemos áésta, (y entonces resultaría que aún
era viva), y á su hijo Luis. La identidad de nombres
hace á veces muy aventurado sostener hechos como el
que indicamos.
8. En los asientos bautismales de Lepe, Ana de To-
rres aparece como mujer de Diaz de Solís, por primera
vez el 9 de Junio de i5ii. Madero, nota 11, p. 36.
CCCXLIV
JUAN DÍAZ DE SOLÍS
cación de Blas de Solís, su cuñado, ya de-
funto.» Según esto, y desde que no sabemos
si Torres era ó no soltero, ^Blas de Solís es-
taba casado con una hermana de Torres, y
éste con una hermana de aquél? Nos pare-
ce probable que los dos hermanos Diaz de
Solís estuviesen casados con hermanas de
Torres, y no éste con una de Diaz de Solís, y
nos fundamos para ello en el origen portu-
gués que atribuímos al piloto mayor. Des-
de que sabemos que Juan y Blas se hallaban
avecindados en Lepe, es más natural creer
que allí se casasen, que no que hubiesen lle-
vado consigo desde Portugal á una hermana
mujer.
Blas de Solís fué recibido por piloto en
virtud de real cédula dada en Logroíío, en
12 de Septiembre de i5i2, y gozó del sueldo
de 25 mil maravedís al año hasta su muerte,
ocurrida el 28 de Abril de 1514. 9 Su nom-
bramiento debe haber tenido lugar á instan-
cias de su hermano Juan y en consideración
á él, pues se verificó en los días en que se
celebraba la capitulación en virtud de la cual
9. Colección de Muñoz, t. LXXV, p. 265, 319, 322.
Harrisse, T/ie discovcry of iXorth America, p. 737,
señala como fecha de la muerte el í2 de Diciembre de
aquel año; pero basta leer la real cédula de 24 de No-
viembre, (nuestro documento Lili) para persuadirse
de que este es un error.
FAMILIA DE SOLIS CCCXLV
el piloto mayor debía ir á efectuar la demar-
cación de los dominios portugueses y espa-
ñoles, cuando el Rey, como en i5i4, en cir-
cunstancias análogas, se manifestaba propi-
cio á las peticiones del hombre cuyos servi-
cios trataba de utilizar.
Se ha dicho que Francisco de Coto lo era
también cuñado de Diaz de Solís, y como se
sabe que no estaba casado con hermana de
éste, 'I se ha creído que la primera mujer del
descubridor del Río de la Plata debió llevar
aquel apellido, Esto es, á nuestro juicio, un
error: Goto era hermano carnal de Diaz de
Solís, aunque no sabemos si de padre y ma-
dre. La diferencia de apellido, que es sin duda
lo que ha inducido á pensar que fuese Coto
cuñado de Diaz de Solís, no significa nada,
cuando se sabe que en aquellos tiempos los
hijos llevaban á veces los nombres de la ma-
dre ó de los abuelos, y á veces alguno que
parece completamente extraño á la familia.
La historia de América nos presenta una
multitud de casos en que se ve el hecho que
indicamos.
10. Creemos que tal como suena era su apellido ver-
dadero y no Soto, como quieren algunos, pues la 9 al
principio de palabra no equivale jamás á la s: sólo se
transforma en z.
11. Llamábase su mujer Leonor Martín Benavente,
Madero, nota 14, p. 36.
CCCXLVI JUAN DÍAZ DE SOLIS
Además, documentos oficiales demuestran
lo que decimos. En 24 de Noviembre de i5i4,
el mismo día en que se firmaba la capitula-
ción real en virtud de la cual Diaz de Solís
debía ir « á las espaldas de Castilla del Oro»,
el Rey dirigía una carta á Francisco de Coto
en que le ordenaba se alistase para acompa-
ñar en el viaje proyectado «á Juan Diaz de
Solís, vuestro hermano. yy En la que con igual
fecha se escribió á los Oficiales Reales para
que adelantasen á Coto un año de sueldo,
repite el monarca, «porque como por otra
mi carta veréis, Francisco Coto, mi piloto,
va cierto viaje con Juan Diaz de Solís, su
hermano. y) Y por fin, en otra para Diaz de
Solís, escrita en 27 de Julio del año inme-
diato siguiente, se lee: «lo que suplicáis que
dé á Francisco Coto, vuestro hermano.y> ^Por
qué, pues, entender que Coto era cuñado de
Díaz de Solís, y no su hermano? Es tanto
más antojadiza esta interpretación, que nada,
por otra parte, justifica, cuanto en documen-
tos emanados de la misma fuente se nombra
á Francisco de Torres, cuñado de Diaz de
Solís. Lejos, pues, de decir nosotros que la
primera mujer del piloto llevase el apellido de
Coto, nos inclinamos á creer que ese debió
ser el de la madre de Diaz de Solís, en cuyo
recuerdo, ó conforme á la costumbre de an-
taño, se diese á Francisco.
COMPAÑEROS DE SOLIS CCCXLVII
Diaz de Solls tuvo en un principio el pen-
samiento de que éste su hermano le acompa-
ñase también en su viaje capitulado en i5i4;
así se lo pedia al monarca, quien no sólo
aceptó la petición, sino que para el efecto le
nombró piloto real y ordenó que se le diese
un año adelantado de sueldo. 12 F^ero, poco
después, Diaz de Solís creyó más convenien-
te que se quedase en su lugar en España
reemplazándole en sus funciones de piloto
mayor, y el Rey esta vez también accedió i3
á lo que se le pedía, y Coto fué nombrado pi-
loto mayor durante la ausencia del propieta-
rio, en 27 de Julio en i5i5. M Un año más
tarde el Rey disponía que se le continuase
pagando su sueldo, i5 pero ya en 5 de Fe-
brero de i5i8 Sebastián Caboto fué nombra-
do piloto mayor en reemplazo de Diaz de
Solís.
Parece que Coto no figuró ya en adelante,
ni aún como simple piloto, en las listas de
pago de la Casa de la Contratación.
12. Véanse nuestros documentos LI y LIT.
i3. «Lo que suplicáis que dé á Francisco Coto, vues-
tro hermano, para que en vuestro lugar use vuestro
oficio de piloto mayor en tanto que vos os ocup¿iis en
el dicho viaje, que decís que es hábile para ello, he
habido por bien...» Página i5i de nuestros Docu-
mentos.
14. Véase su nombramiento en la página 167 de
nuestros Documentos.
i5. Real cédula de 17 de Julio de i5i6: es nuestro
documento LXIX.
índice
I
d
De la patria de Juan Diaz de Solis
P G.
sumario: Cómo se llamó á Juan Diaz de Solis (no-
■•ta i).— Testimonio de Mártir de Ang-leria acerca
del origen y nacimiento de Diaz de Solis.— Su
•vecindad en Lepe y en Lebrija.— En realidad, por
;sus ascendientes era oriundo de Asturias. — Fer-
nández de Oviedo le hace natural de Lebrija.—
López de Gomara coincide en la misma opinión.
— Silencio que al respecto g-uarda el Padre Las
Casas. — Lo que dice Antonio de Herrera.— Opinión
de Fregeiro acerca del punto de que se trata. —Id.
de don Eduardo Madero. — Requisitoria del Rey de
Portugal para prenderá Juan Diaz. — Circunstan-
-cias que manifiestan que este Juan Diaz era en
realidad Diaz de Solis.— Objeción presentada en
contra de este aserto. — Las cartas del Embajador
Méndez de Vasconcelos prueban que Diaz de Solis
era portugués. — Circunstancias deducidas de do-
cumentos oficiales que concuerdan con esta opi-
nión.— El cargo de piloto mayor conferido á ex-
tranjeros.— Un documento decisivo en la materia
<ie que se trata.— Palabras del cronista Damián
de Goes. — Opinión de D' Avezac. — Todo concurre
por hoy á creer que Diaz de Solis era portugués.... xiii
II
Descubrimiento del golfo de Higueras,
que se dice ejecutado por Diaz de
Solis antes del año i4gg.
sumario: Circunstancias favorables en que llega-
ba Diaz de Solis á España: los Reyes Católicos con-
ceden autorización para efectuar descubrimientos
■en Indias.— Palabras de Fernández de Oviedo lo-
ÍNDICE CCCXLIX:
pA-^s.
cantes á un viaje de Diaz de Solis realizado antes
de i5oo al golfo de Hií>-ueras.— Id. de Mártir de
Angleria. — López de Gomara concuerda en este
punto con el primer cronista de Indias.— Testi-
monio del P. Las Casas.— Lo que resulta de los
Pleitos de Co/ó;í.— Según las deposiciones de
Yáñez Pinzón y Pedro de Ledesma, el golío de
Higueras no fué descubierto por Diaz de Solis. —
Es posible que éste figurase en alguna explora-
ción marítima de que no se tiene noticia.— Opi-
niones de (jaffarel al respecto (nota) xlf
ni
Breve noticia de la exploración del
continente americano por los nave-
gantes españoles, antes del viaje de
Diaz de Solis en i5o8.
sumario: Colón aborda el continente americano
en 1498.— Alegría que esta noticia produce en Espa-
ña.— Los Reyes autorizan las expediciones á In-
dias.— Viaje de Alonso de Ojeda. — Id. de Per
Alonso Niño y Cristóbal Guerra. — Id. de Vicente
Yáñez Pinzón. — Id. de Diego de Lepe.— Id. de Vé-
lez de Mendoza. — Id. de Rodrigo de Bastidas. —
Expediciones clandestinas. — Autorizaciones con-
cedidas para colonizar en Indias. —Cuarto viaje de
Colón.— Nueva exploración de Cristóbal Guerra.
-^Varias expediciones. — Segundo viaje de Ojeda.
— Noticias cronológicas de los viajes realizados á
Indias (nota) lxf
IV
El supuesto viaje de Yáñez 'Pinzón
y Diaz de Solis á Yucatán en i5o6,
sumario: El cronista Antonio de Herrera es el
primero que divulga la noticia del viaje de Yáñez
Pinzón y Diaz de Solis.— Silencio que al respecta
CCCL
JUAN DÍAZ DE SOLIS
I A-,s.
de esto guardan los primitivos historiadores de
Indias. — Crédito prestado hasta hace poco á la
relación de Herrera.— No existe documento alguno
en que apoyarla. — Los hechos demuestran que
Yáñez Pinzón se hallaba en España en i5(j6. —
Otras circunstancias que concurren á manifestar
que el viaje de que se trata jamás tuvo lugar. —
Opinión de Harrisse (nota) xcix
V
Viaje de Díaz deSolis y Yáñez Pinzón
en iSoS al Nuevo Mundo
sumario: Proyectos de colonización en el Nuevo
Mundo. — Estagnación que se nota en los descu-
brimientos.—El Rey Católico resuelve darles nue-
vo impulso. — Al efecto van á la Corte Vespucio,
Juan de la Cosa, YáñezPinzón y Diaz de Solis.—
Este ingresa al servicio de España como piloto.
— Conferencia celebrada en Burgos.— Acuérdase
que Yáñez Pinzón y Diaz de Solis vayan á descu-
brir,—Primeras disposiciones adoptadas al inten-
to.— Preparativos de viaje.— Mercedes que el Rey
otorga á Yáñez Pinzón y Diaz de Solis. — Capitu-
lación que celebran con el monarca. — Verdadero
objetivo del viaje. — Creencia general acerca de la
existencia de un estrecho. — Aprestos para la par-
tida.— Ruta seguida según Herrera. — Error en que
incurre.— Relato del P. Las Casas. — Id. de Don
Hernando Colón.— Itinerario que han debido se-
guir según el P. Las Casas.— Similitud del viaje
atribuido á Yáñez Pinzón y Diaz de Solis con el
que se dice ejecutado por Vespucio (nota). — Testi-
monios producidos en los pleitos de Colón.— Opi-
nión de Harrisse.— Puntos controvertibles.— Re-
lación de Mártir de Angleria.— Comprobación
que encuentra en los documentos.— Regreso de la
expedición ci x
índice cccli
VI
El proyectado viaje de Diaz de Solis
para efectuar la demarcación entre
los dominios de Españay'^^ortiigal.
sumario: Prisión de DiazdeSolís. — Mercedes que
luego le hace el Rey.— Es nombrado piloto ma-
yor.—Celebra una capitulación para el viaje de
demarcación de limites. — Puntos principales que
comprendía. — Opinión de los Oficiales Reales de
Sevilla sobre el viaje proyectado. — Impresión que
produce en el Rey.— Diaz de Solis se traslada á
Logroño. — Entrevista que allí celebra con el em-
bajador portugués.— Juicio de éste acerca del pi-
loto niayor. — El Rey desiste de que el viaje se
lleve á efecto. — Historiadores de este supuesto
viaje (nota) clxxiii
VII
Juan T>iaz de Solis piloto mayor de
España.
sumario: Creación del puesto de piloto mayor. —
Formación del padrón real. — Diaz de Solis es nom-
brado piloto mayor en lugar de Américo Vespu-
cio. — Se encomienda á Juan Vespuche y Diaz de
Solis el levantamiento del padrón real. — Diaz de
Solis aprueba la carta de marear del piloto Andrés
de Morales. — Disquisición acerca de este punto. —
Dificultad que nace de la situación del cabo de
San Agustín, según la carta de Morales cxcix
VIII
Juan Dia^ de Solis descubre el "T^ío
de la Tálala,
sumario: Expedición deNicuesayOjedaá Tierra-
firme.— Estagnación que se nota en los descubrí-
CCCLII JUAN DÍAZ DE SOLIS
mientos.— Medidas tomadas por el Rey para fo-
mentarlos.— Viajes al norte. — Juan Ponce de León
en busca de una fuente maravillosa. — Nuevas me-
didas para fomentar las exploraciones. — Núñez
de Balboa descubre el Mar del Sur. — Favores que
el Rey dispensa á Diaz de Solis.— Capitulación
real para que Diaz de Solis vaya á descubrir
á espaldas de Castilla del Oro. — Instruccio-
nes que complementan ese documento. — Fa-
cultades concedidas al factor y escrib¿ino de la
armada. — Secreto con que debian verificarse los
aprestos. — Nuevas mercedes concedidas á Diaz de
Solis. — Comienzan los preparativos. — Incidente de
última hora.— Partida de la armada.— Relato de
Herrera.— Nuestras notas. — Cuándo penetró Diaz
de Solis en el Rio de la Plata. — Nombres del Rio.
— Muerte de Diaz de Solis.— Regreso de la arma-
da á la Península ccxv
IX
Los compañeros de Diar¿ de Solis en su
viaje de descubrimienio del Rio de la
"-Plata.
Sumario: Venta y adjudicación de las especies
llevadas á España en la armada. — Reclamación
interpuesta por el Rey de Portugal. — Información
que en virtud de ella se levanta en Sevilla.—
Siete de los compañeros de Diaz de Solis se que-
dan en el Brasil, y son llevados presos á Lisboa.
—España los reclama. — Un documento intere-
sante.— Documentos relativos á algunos portu-
gueses apresados en América (nota).— Historia
de Enrique Montes y de Melchor Ramírez. —Diego
García (nota).— El grumete Francisco del Puerto.
— Error en que ha incurrido Madero por lo res-
pectivo á los compañeros de Diaz de Solis
(nota) ccxcvir
i
X
Familia de Diaf¿ de Solis
Sumario.— Francisco de Torres, cuñado de Diaz
de Solis. — Como se llamaba la mujer de este.—
Hijos que tuvo en ella. — Blas de Solis. — Francis-
co de Coto, hermano de Diaz de Solis cccxxix
JUAN DÍAZ DE SOIÍS
p
JUAN DÍAZ DE SOLÍS
ESTUDIO HISTÓRICO
POR
JOSÉ TORIBIO MEDINA
(DOCUMENTOS V BIBLIOGRAFÍA)
SANTIAGO DE CHILE
Smpmo en casa bel Jlutor
MDGGCXGVH
' DOCUMENTOS
t
I
DOCUMENTOS
14 de Marzo de i5o5
I
Tenencia a Vicentianez de cierta fortaleza
EN LA isla de SaNT JuAN Y A UN SUCCESOR.
Archivo general de Simancas.— Re-
gistro del Sello deCastilla.— Mes
de Marzo de i5o5.
Don Fernando, etc. Por cuanto en cierto
asiento é capitulación que por mi mandado se
tomó con vos Vicentiáñez Pijicón, mi capitán
é corregidor de la isla de Sant Juan, que es
en las Indias del Mar Océano, é vecino de la
villa de Palos, para ir á poblar la dicha isla,
entre otras cosas se contiene que vos hayáis
de hacer en ella una fortaleza á vuestra costa
é misión, et yo vos haya de mandar dar tenen-
cia para ella á vos en vuestra vida, et después
JUAN DÍAZ DE SOLIS
de vuestros días á un vuestro subcesor, cual
vos nombrardes é señalardes en vuestra vida-
ó por vuestro testamento, segund más larga-
mente en la dicha capitulación se contiene;
por ende, por vos hacer bien é merced, por la
presente vos hago merced de la tenencia é al-
caidía de la dicha fortaleza que así habéis de
hacer en la dicha isla de Sant Juan, para en
toda vuestra vida é del dicho vuestro subce-
sor, como dicho es, faciéndome primeramente
por ella pleito homenaje en manos del que es
ó fuere mi gobernador de las islas é Tierra-fir-
me del Mar Océano que reside en la Isla Es-
pañola; et es mi merced é voluntad que haya-
des é tengades de tenencia con la dicha forta-
leza, vos, el dicho Vicentiáñez, en vuestros
días, é después de vuestros días, el dicho vues-
tro subcesor cincuenta mili maravedís, los cua-
les se vos paguen de cualesquier rentas de la
dicha isla á mí pertenescientes, desde el día que
la dicha fortaleza fuere fecha é acabada de se
labrar é edificar, en adelante, con tanto que,
si en la dicha isla no hubiere rentas á mí per-
tenescientes ó no bastaren para vos pagar los
maravedís de la dicha tenencia, que yo no sea
obligado á vos pagar más de lo que bastaren
las dichas rentas; et por la presente mando á
mi contador ó otro oficial, que por mi manda-
do hobiere de tener cargo de las dichas rentas
de la dicha isla, que desde el día que la dicha
fortaleza estoviere fecha, en adelante, vos li-
DOCUMENTOS
bren cada año los dichos cincuenta mili mara-
vedís en las rentas de la dicha isla de Sant
Juan, segund dicho es, et á los consejos, jus-
ticias et oficiales é homes buenos de la dicha
isla , así á los que agora son como á los que
serán de aquí adelante é á cada uno é cual-
quier dellos, que vos hayan é tengan por mi
alcaide de la dicha fortaleza en vuestra vida
é después de vuestros días al dicho vuestro
subcesor, et vos guarden é fagan guardar to-
das las honras, gracias é mercedes, franque-
zas é libertades, esenciones é preeminencias
é prerrogativas é inmunidades et todas las
otras cosas é cada una dellas, que por razón
de ser mi alcaide de la dicha fortaleza debedes
haber é gozar é vos deben ser guardadas, del
todo bien é complidamente, en guisa que vos
non mengue ende cosa alguna, et que en ello,
ni en parte dello, embargo ni contrario algu-
no vos no pongan ni consientan poner, so pena
de la mi merced é de diez mili maravedís para la
mi cámara á cada uno que lo contrario feciere.
Dada en la cibdad de Toro á xxiv días del
mes de Marzo de quinientos y cinco años. —
Yo EL Rey. — Por mandato, etc. — Secretario
Gaspar DE Grizio. — Licenciatus Zapata — Li-
CENCiATUS PoLANCO. — (Rúbrica.)
6 JL'AN DÍAZ DE SOLIS
23 de Agosto de i5(>6
II
Real cédula a los Oficiales de la Casa de la
Contratación para que avisasen si estaban
LISTOS LOS navios Y EL BISCOCHO NECESARIO
PARA LA ARMADA DE LA ESPECERÍA
Archivo de Simancas, Cédulas de
la Cámara.— Libro 17, fol. 90 vto.
y 91-
El Rey. — Mis oficiales de la Casa de la Con-
tratación de las Indiasqueresidísenla cibdad de
Sevilla: ya sabéis como estaba mandado hacer
una armada para descobrir la Espe9ería é estaba
mandado hacer en Vizcaya los.navíos que eran
menester para ello, é agora yo he sabido son
acabados de hacer é que son partidos para esa
cibdad, é porque mi voluntad es que la dicha
armada parta lo más presto que ser pueda,
por los inconvenientes que sabéis que se se-
guirían de la dilación; por ende, yo vos mando
que [luego que] ésta viéredes, me aviséis si es-
tán á punto los dichos navios é si tenéis re-
cabdo del bizcocho que para ello es menester,
é si esto está aparejado habléis á Vicente Yá-
ñez é Americo, para que digan si será tiempo
de partir antes de invierno é me enviad luego
su parescer; é si no está aparejado todo lo que
DOCUMENTOS
es menester, escrebime qué es lo que dello
falta é para cuando se podrán tener apareja-
dos é ques lo que acá es menester proveer
para ello, é con este correo me avisad larga-
mente de todo ello, porque se dé la orden que
•conviene para se despachar lo más presto que
ser pueda. De Tudela de Duero, á xxiii de
Agosto de Dvi años. — Yo el Rey. — Registra-^
•da del Secretario.
23 de Agosto de i5o6
III
Titulo de piloto mayor a Amerigo Despuchi
Archivo g-eneral de Simancas.
Registro del sello de Castilla.
Mes de Agosto de i5o8.
Doña Juana, etc. Por cuanto á nuestra noti-
cia es venido é por experiencia habemos visto
que, por no ser los pilotos tan expertos como
sería menester, ni tan estrutos en lo que de-
ben saber que les baste para regir é gobernar
los navios que naveguen en los viajes que se
hacen por el Mar Océano á las nuestras islas
é Tierra-firme que tenemos en la parte de
las Indias, é por defecto dellos é de no sa-
ber cómo se han de regir é gobernar é de
no tener fundamento para saber tomar por
8 JUAN DÍAZ DE SOLIS
el cuadrante é estrolabio el altura, ni saber
la cuenta dello, les han acaecido muchos
yerros, é las gentes que debajo de su go-
bernación navegan han pasado mucho peli-
gro, de que Nuestro Señor ha seído deservido,
é en nuestra hacienda, é de los mercaderes
que allá contratan se ha recibido mucho
daño é pérdida: é por remediar lo susodicho
é porque es necesario que así para la dicha
navegación, como para otras navegaciones,
que con ayuda de Nuestro Señor esperamos
mandar facer para descobrir otras tierras, es
necesario que haya personas más expertas é
mejor fundadas é que sepan las cosas nece-
sarias para las tales navegaciones, é los que
debajo dellos fueren puedan ir más segura-
mente, es nuestra merced é voluntad é man-
damos que todos los pilotos de nuestros rei-
nos é señoríos que agora son, ó serán de
aquí adelante, que quisieren ir por pilotos
en la dicha navegación de las dichas islas é
Tierra-firme que tenemos, á la parte de las
Indias é á otras partes en el Mar Océano, sean
instruidos é sepan lo que es necesario de
saber en el cuadrante é estrolabio, para que
junta la plática con la teórica, se puedan
aprovechar dello en los dichos viajes que hi-
cieren en las dichas partes, é que sin lo
saber, non puedan ir en los dichos navios
por pilotos, ni en ganar soldadas por pilo-
taje, ni los mercaderes se puedan concertar
DOCUMENTOS
con ellos para que sean pilotos, ni los maes-
tres los puedan recibir en los navios sin que
primero sean examinados por vos Merigo
Despuchi, nuestro piloto mayor, é le sea
dada por vos carta de examinación é apro-
bación de cómo saben cada uno dellos lo
susodicho, con la cual dicha carta manda-
mos que sean tenidos é recibidos por pilotos
expertos, doquier que la mostraren, porque
es nuestra merced que seáis examinador de
los dichos pilotos, y porque á los que no lo
supieren, más fácilmente lo puedan aprender
de vos, mandamos que les enseñéis en vues-
tra casa, en Seuilla, á todos los que lo qui-
sieren saber, pagandovos vuestro trabajo; et
porque podría acaescer que agora á los prin-
cipios hobiese falta de pilotos examinados,
é por falta dellos se detoviesen algunos
navios, de que se podría cabsar daño é pér-
dida á los vecinos de la dicha isla, como á
los mercaderes é á otras personas que allá
contratan, mandamos á vos el dicho A meri-
go, é vos damos licencia para que de los
pilotos é marineros que allá han ido podáis
elegir las personas que más hábiles dellos
fallardes para que por un viaje ó dos, ó por
un espacio de tiempo suplan lo que fuere
menester, entre tanto que otros saben lo
que han de saber; é venidos, les señaléis tiem-
po para que sepan lo que les faltare de lo
que han de saber; y asimismo nos es fecha
10 JUAN DÍAZ DE SOLIS
relación que hay muchos padrones de cartas
de diversos maestros, que han puesto asen-
tado las tierras é islas de las Indias á nos
pertenescientes, que por nuestro mandado
nuevamente han seído descubiertas, los cua-
les están entre sí muy diferentes los unos
de los otros, así en la derrota como en el
asentamiento de las tierras, lo cual puede
cabsar muchos inconvenientes: é porque haya
orden en todo, es nuestra merced é manda-
mos que se haga un padrón general, é por-
que se haga más cierto, mandamos á los
nuestros oficiales de la Casa de la Contrata-
ción de Sevilla, que hagan juntar todos nues-
tros pilotos, los más hábiles que se hallaren
en la tierra á la sazón, é en presencia de
vos el dicho Amerigo Despuchi, nuestro pi-
loto mayor, se ordene é haga un padrón de
todas las tierras é islas de las Indias que
hasta hoy se han descubierto, pertenescien-
tes á los nuestros reinos é señoríos, é sobre
las razones é consulta dellos y al acuerdo
de vos el dicho nuestro piloto mayor, se haga
un padrón general, el cual se llame el padrón
real, por el cual todos los pilotos se havan
de regir é gobernar, é esté en poder de los
dichos nuestros oficiales é de vos el dicho
nuestro piloto mayor, é que ningund piloto
use de otro ningund padrón sino del que fue-
re sacado por él, so pena de cincuenta do-
blas para las obras de la Casa de la Con-
DOCIMENTOS I I
tratación de las Indias de la cibdad de Se-
villa. Asimismo, mandamos á todos los pi-
lotos de nuestros reinos y señoríos que de
aquí adelante fueren á las dichas nuestras
tierras de las Indias, descubiertas ó por des-
cubrir, que hallando nuevas tierras ó islas ó
bajos ó nuevos puertos ó cualquier otra cosa
que sea dina de ponella en nota en el dicho
padrón real, que en viniendo á Castilla vayan
á dar su relación á vos, el dicho piloto ma-
yor, é á los oficiales de la Casa de Contra-
tación de Sevilla, porque todo se asiente en
su lugar en el dicho padrón real, á fin que
los navegantes sean más cabtos y enseñados
en la navegación. Otrosí mandamos, que
ninguno de nuestros pilotos que navegaren
por el Mar Océano, de aquí adelante no vaya
sin su cuadrante ó astrolabio ó el regimiento
para ello, so pena que el que lo contrario
ficiere, sea inhábile para usar el dicho oficio,
por tanto tiempo cuanto nuestra merced
fuere, é non lo puedan tornará usar sin nues-
tra especial licencia, é que pague diez mili
maravedís de pena para las obras de la dicha
Casa de la Contratación de Sevilla; é es
nuestra merced é voluntad, que por la forma
susodicha, vos, el dicho Amerigo Despuchi,
uséis é ejerzáis el dicho oficio de nuestro pi-
loto mayor, é podáis facer é fagáis todas las
cosas en esta nuestra carta contenidas é al
dicho oficio pertenescientes, é por esta núes-
12 JUAN DÍAZ DE SOLIS
tra carta ó por su traslado signado de escri-
bano público, mandamos al Príncipe don Car-
los, nuestro muy caro é muy amado hijo, é
á los infantes, duques, perlados, condes, mar-
queses, ricos hombres, maestres de las ór-
denes é á los del Consejo é oidores de las
nuestras abdiencias é chancillerías é á los
otros priores, comendadores é subcomenda-
dores, alcaides de los castillos é casas fuer-
tes é llanas é á los consejos, corregidores, al-
caldes, alguaciles, regidores, caballeros, escu-
deros, oficiales é homes buenos de todas las
cibdades é villas é lugares de los nuestros
reinos é señoríos é á todos los capitanes de
navios, pilotos, marineros, maestres é contra-
maestres é otras cualesquier personas á quien
lo en esta carta contenido atañe ó atañer
pueda, que vos hayan é tengan por nuestro
piloto mayor, é vos dejen é consientan usar
del dicho oficio, é facer é complir todas las
cosas en esta nuestra carta contenidas é á
ello pertenescientes; é para la ejecución y com-
plimiento dello vos den todo el favor é ayuda
que lespidierdes é hobierdes menester, é para
todo lo que dicho es é para cada cosa ó parte
dello, vos doy poder complido con todas sus
incidencias é dependencias; é porque lo suso-
dicho venga á noticia de todos é ninguno
pueda pretender inorancia, mandamos que
esta nuestra carta sea leída y pregonada por
pregones é ante escribano público, por las
DOCUMENTOS I 3
plazas é mercados é otros lugares acostum-
brados de la dicha cibdad de Sevilla é de la
cibdad de Cáliz é de todas las otras cibda-
des, villas é lugares destos reinos é señoríos,
é si dende en adelante alguna ó algunas per-
sonas contra ello fueren é pasaren, vos, las
dichas justicias, ejecutéis en ellos y en sus
bienes las penas en esta nuestra carta con-
tenidas , por manera que lo susodicho se
guarde é haya electo sin falta alguna, et los
unos ni los otros no fagades ni fagan ende
al, so pena de la nuestra merced é de diez mili
mrs. para la nuestra cámara; é demás man-
damos al home que vos esta nuestra carta
mostrare , que vos emplace que parezcades
ante nos en la nuestra corte, doquier que
nos seamos, del día que vos emplazare fasta
XV días primeros siguientes, so la dicha pena;
so la cual mandamos á cualquier escribano
público, que para esto fuere llamado, que
dé ende al que vos la mostrare testimonio
signado con su sino, porque sepamos en cómo
se cumple nuestro mandado. Dado en la villa
de Valladolid, á seis días del mes de Agosto,
año del nascimientode Nuestro Señor Jhuxpo.
de mili é quinientos é ocho años. — Yo el
Rey. — Yo, Lope Conchillos, secretario de la
Reina nuestra señora, la fice escrebir por
mandado del rey su padre. — Acordada. — El
Obispo de Palencl\. — Conde. — Licenciatus
Xlménez. — (Rúbrica.)
14 JUAN DÍAZ DE SOI.IS
Sin fecha (i5o8,)
IV
Memorial de lo que se necesitaba para el
aprovisionamiento y despacho de los dos na-
vios que habían de ir a descubrir.
Archivo g-eneral de Indias.—
Estante 148, cajón 2, lega-
jo 2, tomo I, IbL 16 V.
Memorial de lo que es menester que pro-
veáis luego con mucha diligencia, para los dos
navios que en buena hora han de ir ádescobrir,
los cuales es necesario que partan el mes de
Mayo, porque si para ese tiempo no parten,
no pueden partir hasta otro Mayo.
Lo primero, buscar un navio de hasta ochen-
ta toneles, el mejor que se pudiere haber.
Para con ésta se ha de tomar la carabela
que se llama Isabeleta, que se hizo para el ar-
mada que había de ir á la Especiería.
Es menester proveer luego de lv cahizes
de trigo para 440 quintales de bizcocho.
Son menester dos mili arrobas de vino.
Son menester xv vacas en sal.
Hasta VIII mil de pescado.
Tres quintales de aceite.
De queso, diez mili maravedís.
Habasy garbanzos, hastadiezmill maravedís.
DOCUMENTOS 1 5
Un cuarto de miel.
Seis quintales de pez.
Cuatro quintales destopa.
Seis quintales de sebo.
Aparejos que han menester llevar de respe-
to, demás de los que los navios tovieren, para
lo que les pudiere acaecer, son los siguientes:
Para el navio mayor, una áncora forma
de cinco quintales.
Para la menor carabela, otra áncora de cua-
tro quintales.
Otra áncora menor de tres quintales.
Un cable para la nao grande, de cinco quin-
tales.
Una guindaleza de tres quintales.
Un cable para la nao menor, de tres quin-
tales.
Dos rejones.
Cuatro quintales de jarcia menuda, de la
suerte que la pedirá el piloto.
Doce alones.
Estas son las cosas que desde luego habéis
de comenzar á aparejar, porque tras este co-
rreo irá luego el piloto con el memorial de
todo lo demás que es menester aderezar para
ese camino, porque aquí no ponemos hombres
ni las otras cosas que serán necesarias para
ese viaje, solamente vos avisamos cómo para
el despacho del son menester ochocientos é
cincuenta mili maravedís, para que tengáis
1 6 JUAN DÍAZ DE SOLIS
cuidado de tener recabdo dellos, para el dicho
tiempo, porque cumple mucho al servicio de
Su Alteza, porque si no estáis proveídos de di-
neros, os apercibáis desto, porque del dinero
primero que venga lo completéis, y si allá pa-
resciere que se deben proveer luego otras co-
sas que sean menester para ese efecto, entre
tanto quel dicho piloto y el memorial que ha
de llevar llega, aparéjense juntamente con
esto que aquí va.
21 de Marzo de i5o8.
V
Real cédula al tesorero Francisco de Var-
gas PARA QUE pagase CIERTA SUMA A VlCENTE
Yanez Pinzón y Juan Díaz de Solis.
A. de I.— 148-2-2, t. I,f., 19 V.
El Rey. — Licenciado Francisco de Vargas,
nuestro tesorero é del nuestro Consejo. — Yo
vos mando que de cualesquier maravedís de
vuestro cargo, dedes y paguedes á Vicente
Yáñez Pinzón é á Joan Díaz de Solís, nues-
tros pilotos, diez mili maravedís, á cada uno
dellos cinco mili maravedís, de que yo les
hago merced para ayuda de su costa por la
venida desde Sevilla, que vinieron por mi
mandado é por la vuelta, é dárselos é pagar-
DOCUMENTOS I7
üclos é tomad sus cartas de pago, con las cua-
les é con esta mi cédula, mando que vos sean
recebidos en cuenta los dichos diez mil mara-
vedís. Fecha en Burgos á xxi días de Marzo
de quinientos ocho años. — Yo el Rey. — Por
mandado de Su Alteza. — Lope Conchillos.
22 de Marzo de i5o8
VI
Real cédula a los Oficiales de la Casa de la
Contratación para que pagasen a Juan Díaz
de Solis su sueldo de piloto mayor.
A. I. — 148-2-2, 1. 1, f. 20 vito.
Yo EL Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa
de la Contratación de las Indias, que resi-
dís en la cibdad de Sevilla. Mi merced y vo-
luntad es de tomar é recebir por nuestro
piloto á Juan Diaz de Solís, é que haya y
tenga de nos en cada un año, con el dicho,
oficio, el tiempo que estoviere en tierra á ra-
zón de cuarenta mili maravedís cada un año;
en el tiempo que navegare, á razón de cuaren-
ta y ocho mili maravedís cada año, é todavía
dos cahíces de trigo para el proveimiento de
su casa, en cada un año. Por ende, yo vos man-
do que lo asentéis así en los libros que voso-
tros tenéis, é vos el tesorero de la dicha Casa,
le paguéis de cualesquier maravedís de vuestro
l8 JUAN DÍAZ DE SOLIS
cargo al dicho respeto, el año que estoviere
en tierra, á razón de cuarenta mili, é el año que
navegare á cuarenta é ocho mil maravedís, é
cada año los dichos dos cahíces de trigo, este
presente año de la fecha desta mi cédula, é
dende en adelante, en cada año, cuanto mi
merced é voluntad fuere; é tomad su carta de
pago, con la cual é con el treslado desta dicha
mi cédula, signada de escribano público, sin
otro recabdo alguno, mando que vos sean re-
cebidos é pasados en cuenta en cada un año
los maravedís que le diéredes é pagáredes al
dicho respeto, é los que montaren en los di-
chos dos cahíces de trigo, é asentad el treslado
desta dicha mi cédula en los dichos libros, é
sobrescripta de vosotros, este original tornad
al dicho Juan Díaz de Solís para que la él tenga,
é no fagades ende al. Fecha en Burgos á xxii
días del mes de Marzo de quinientos é ocho
años. — Yo EL Rey. — Por mandado de Su Alte-
za.— Lope Conciiillos.
Hoja 21 del mismo Libro.
Este dicho día, mes é año susodicho se dio
otra tal cédula á Vicente Yáñez Pinzón, con el
mismo salario, firmada del Rey, nuestro señor,
é refrendada de su secretario Conchillos.
-SOC-
DOCUMENTOS IQ
22 de Marzo de i5o8.
VII
Real cédula a los Oficlvles de la Casa de
LA Contratación encargando se provea a
Juan Dlvz de Solis y Vicente Yanez Pinzón
DE LO QUE expresasen NECESITAR PARA SU
VIAJE.
A. de I.— 148-2-2, t. I,f., 21 V,
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa de
la Contratación de las Indias, que residís en
la cibdad de Sevilla. Ya sabéis cómo vos es-
crebí que había acordado que Juan Diaz de
Solís é Vicente Yañez Pinzón, nuestros pilotos,
fuesen en dos carabelas á descubrir á ciertas
partes cumplideras á mi servicio, yo vos envié
un memorial de las cosas que acá parescieron
que se debían proveer para el dicho viaje, para
que cuando ellos llegasen estoviese todo ade-
reszado; agora los dichos Juan Diaz é Vicen-
te Yáñez van para lo susodicho, con los cua-
les vos envío otro memorial de lo que parece
que es más necesario para el dicho viaje, é
como quiera que esto es conforme á lo que
ellos pidieron, si allá les paresciere ó vos pa-
resciere que otras cosas más de las contenidas
en el dicho memorial fueren menester, pro-
20 JUAN DÍAZ DE SOLIS
véanse hasta en la cuantía que vos escrebí de
los ochocientos é cincuenta mili maravedís,
por manera que de todo lleven el recabdo que
conviene, é que de cosa no haya falta, como
para semejante camino se requiere ; por
ende, yo vos mando é encargo que en el des-
pacho desto se ponga toda la diligencia que
conviene, é que todo esté aparejado para que
por el mes de Mayo, segund que vos escrebí,
puedan en buena hora hacer vela, porque si por
este tiempo no parten, no podrán ir fasta otro
año, é hacerme héis saber cuando partieren é
del recabdo que llevan, é socorred á los dichos
Juan Diaz é Vicente Yáñez, al respeto de sus
asientos que llevan, con ocho meses adelanta-
dos, é pues veis cuanto esto conviene á nues-
tro servicio, poned en ello el recabdo é dili-
gencia que de vosotros confío, que en ello me
serviréis mucho. De Burgos, á xxii de Marzo
de quinientos é ocho años. — Yo el Rey. — Por
mandado de Su Alteza. — Lope Conchillos.
DOCUMENTOS 21
22 de Marzo de i5o8
VIII
Lista de la gente, aparejos y otras cosas
QUE se necesitaban PARA EL VIAJE DE LAS DOS
CARABELAS QUE HABÍAN DE LLEVAR YaNEZ PiN-
zoN Y Díaz de Solis.
Archivo general de Indias. —
Estante 148, cajón 2, lega-
jo 2, tomo I, Ibl. 22.
Memonal de las dos carabelas que se han
de tomar para el viaje que en buena hora han
de hacer Vicente Yáñez Pinzón é Juan Diaz
de Solís, pilotos de Sus Altezas, por mandado
del Rey, nuestro señor, é de la gente que en
ellas ha de ir é de lo que para ello se ha de
proveer, demás de lo contenido en el memo-
rial que se envió de las cosas de manteni-
mientos á los Oficiales de la Casa de la Con-
tratación de las Indias que residen en la cib-
dad de Sevilla, para que toviesen aparejados
para cuando los dichos pilotos lleguen.
Han de tomar las dos carabelas quel Rey,
nuestro señor, envió á mandar, é si la cara-
bela Isabeleta no pudiere servir para el dicho
viaje, hanse de buscar otras dos carabelas que
sean desde cincuenta fasta setenta toneles
cada una, é prosupónese que será menester,
22 JUAN DÍAZ DE SOLIS
si estas carabelas se han de tomar á sueldo,
para el flete de tres meses, á razón de ciento
diez cada tonel cada mes, contándolas á se-
tenta toneles cada una.
Han de ir veinticuatro marineros, en que
ha de entrar un clérigo, que se hallará á 900
maravedís cada uno, pagados por tres meses
adelantados montan...
Han de ir xvi grumetes, á seiscientos cada
uno, cada mes, que montan en tres meses...
Han de ir seis pajes, á cuatrocientos cada
uno, cada mes, que montan en tres meses...
Han de ir dos pilotos de respeto, uno en
cada carabela, á dos mil cada uno por mes,
que montan en tres meses...
Dos maestres á un mil cada uno cada mes,
pagados por tres meses, montan nueve mil(sic.)
Dos carpinteros á cuatrocientos ducados
cada mes cada uno, pagados por tres meses,
montan...
Dos calafates á un mil quinientos por mes
cada uno, pagados por tres meses, montan...
Dos lombarderos, pagados á un mil quinien-
tos cada uno por mes, montan en tres meses...
Un tonelero á tres ducados por mes, mon-
ta en tres meses...
Que son cincuenta é siete personas, en el
sueldo de las cuales, con el flete de las dichas
dos carabelas, montan en los dichos tres me-
ses 198 mil 375 maravedís.
DOCUMENTOS
Lo que parece que es más menester para el
dicho viaje é lo que [se] cree que poco más ó
menos costarán las cosas contenidas en el me-
morial que se envió.
Costarán los aderezos que son menester para
decir misa, veinticinco mil.
Para rescate de bohonerías y otras cosas ne-
cesarias para este efecto, fasta cincuenta mil.
Para la botica del físico y cirujano, veinti-
cinco mil.
Que costarán los 440 quintales de bizcocho
á razón de quinientos el quintal, doscientos
veinte mil.
Para las dos mil arrobas de vino á sesenta,
ciento veinte mil.
Para la cecina fresca, quince mil.
El pescado, ocho mil.
De habas é garbanzos, quince mil.
De quesos frescos, diez mil.
Tres cuartos de aceite, ocho mil.
Un cuarto de miel, tres mil.
Seis quintales de pez, dos mil doscientos
cincuenta.
Seis quintales de sebo, á dos ducados, cua-
tro mil quinientos.
Cuatro quintales de estopa, dos mil ocho-
cientos.
24 JUAN DÍAZ DE SOLIS
Aparejos
El áncora para el navio mayor, cuatro mil
quinientos.
La otra áncora menor, de tres quintales,
dos mil doscientos cincuenta.
El áncora para el navio menor, de cuatro
quintales, tres mil.
El áncora menor, de tres quintales, dos mil
doscientos cincuenta.
El cable para la nao grande, de cinco quin-
tales, tres mil setecientos cincuenta.
La guindaleza de tres quintales, tres mil.
Un cable para la nao menor, de tres quinta-
les, tres mil.
Otro cable para la dicha nao, mil quinientos.
Dos risones, mil quinientos.
Los cuatro quintales de jarcia menuda, de la
forma que la pedirá el piloto, tres mil.
Doce alones.
Será menester un bergantín de doce remos,
diez mil.
Para doce lonas para las velas, doce mil.
Hilo para acarreo, agujas, cera, cordeles
para pescar, anzuelos, un chincorro, ampo-
lletas, agujas de marear, linternas, relojes,
hachas, sierras, picaderas, martillos, barras de
hierro para las gomellas, platos, escudillas,
calderetas é otras menudencias, que pueden
costar [en] todo veinte mil.
DOCUMENTOS 25
Para otras cosas extraordinarias de que aquí
no se hace memoria, treinta mil.
Montan las cosas aquí contenidas 791,675, é
porque como el Rey, nuestro señor, escribió á
los dichos Oíiciales que para este viaje sería
menester fasta 800,000, aunpue se cree que
bastarán los dichos 791, 675 que aquí se con-
tienen, si fueren menester todos para que en
cosa de dicho viaje nt) haya falta, hase de
proveer la dicha cuantía de los dichos ocho-
cientos mil en las cosas que demandaren los
dichos Vicente Yáñez é Juan Diaz, pares-
ciendo ser convenientes para ello, de manera
que todo se provea á su contentamiento é que
de todo lleven el recabdo que conviene.
Hase de socorrer á los dichos Vicente Yá-
ñez é Juan Diaz con lo que hobieren de haber^
al respeto del asiento-que Su Alteza les ha man-
dado hacer por ocho meses adelantados.
En todo se ponga el recabdo é diligencia
que conviene para el buen despacho dése via-
je, é que sea de manera que, como Su Alteza
escribió, esté todo á punto para el mes de
Mayo primero, sin falta alguna, porque para el
dicho tiempo partan con la bendición de Dios?
é haréis saber á Su Alteza el recabdo que en
ello hay, é á la hora que hicieren vela, con un
correo diligente. Fecha en Burgos á xxii de
Marzo de quinientos é ocho años. — El Obispo
DE Falencia. — Conde. — Lope Gonchillos.
26 JUAN DÍAZ DE SOLIS
23 de Marzo de i5o8
IX
Capitulación real con Vicente Yanez Pin-
zón Y Juan Díaz de Solis.
A. I. — 148-2-2, t. I, f. 23 V.
El Rey. — Las cosas que yo mandé asentar
con vos, Vicente Yáñez Pinzón, vecino de Mo-
guer, é Juan Diaz de Solís, vecino de Lepe,
mis pilotos, é lo que habéis de hacer en el
viaje que con ayuda de Nuestro Señor is á la
parte norte facia el occidente, por mi mandado
es lo siguiente:
Primeramente, cuando en buena hora par-
tierdes de Cáliz, habéis de seguir la derrota é
vía é mareaje que vos, el dicho Juan Diaz de
Soliz dijierdes, lo cual vos mando que comu-
niquéis con vos el dicho Vicente Yáñez é con
los otros nuestros pilotos é maestres é hom-
bres de consejo, para que se haga con más
acuerdo é mejor sepáis lo que habéis de
seguir.
Todos los días, una vez á la mañana é otra
á la tarde, hable el un navio con el otro, é en
esto no haya pundonor ni diferencia, sino que
el que se hallare barlovento vaya en demanda
del que estuviere sotavento é lo ^salude? como
DOCUMENTOS 27
es uso y costumbre, á lo menos una vez en
cada tarde, é toméis el acuerdo de lo que se
ha de hacer en la noche; é por ésta mando al
mi veedor é escribano que va en las dichas ca-
rabelas, que tenga cuidado de ver como se
hace, é traiga por testimonio la vez que no
se hiciere porqué cabsa se dejó, para que yo
lo mande proveer como á nuestro servicio
cumpla.
Después de concertada entre los navios la
dicha orden que han de tener, llevad vos el
dicho Juan Diaz de Solís, el pharaón para que
otro navio vos pueda seguir.
ítem, concertaréis entre vosotros por ante
dicho veedor é escribano, las señales con que
se han de entender el un navio con el otro,
así para el mareaje como para las necesidades
de aparejos que os podrían ocurrir, lo cual
han de llevar cada navio por capítulos firma-
dos del dicho veedor, porquél sepa cuya es la
culpa por quien quedare de se hacer.
No habéis de tocar en ninguna tierra firme
ni islas de las que pertenescen al Serenísimo
Rey de Portugal, por la línea de repartimiento
questá señalada entre nos é el dicho rey, que
es una línea que dice que se parte en esta ma-
nera: que partiendo de la postrera isla de Cabo
Verde hacia el Ocidente, é andando por la
dicha línea del Ocidente cccxx leguas , las
cuales andadas se ha de entender otra línea
28 JUAN DÍAZ DE SOLIS
que atraviesa la dicha línea, corriendo norte et
sur, así que toda mar, tierra firme é islas que
serán á la parte del ocidente de la dicha isla
de norte-sur adelante, corriendo hacia el po-
niente, son pertenescientes á nos, é la otra
mar é tierra firme é islas que serán hacia acá
á la parte del Oriente de la dicha línea de
Norte et Sur, se entiende ser del dicho Sere-
nísimo Rey de Portugal, é esta línea se entien-
de en cuerpo esférico, en lo cual, como dicho
es, no tocaréis, so aquellas penas é casos en
que caen é incurren los que pasan ó quebran-
tan mandamientos semejantes, que es perdi-
miento de bienes é persona é nuestra merced;
pero si por ventura, á ida ó á venida os hallá-
sedes en tan extrema necesidad de tormenta ó
de mantenimientos ó á falta de aparejos ó otro
caso fortuito que no lo pudiésedes excusar;
que por evitar la necesidad lo podáis hacer,
tomando ó para tomar las cosas necesarias
por vuestro dinero é tomándolas por su justo
valor é no alterando la tierra ni faciendo fuer-
za ni escándalo ni alboroto en ella, siendo con
acuerdo del capitán, maestres, pilotos é mari-
neros é siendo presente el dicho mi veedor é
escribano, é tomándolo delante del por testi-
monio.
ítem, si después de pasada la dicha línea en
nuestros términos hallaredes cualesquier na-
vio 6 navios que van allá sin mi licencia, ha-
DOCUMENTOS 29
llándolos alta la mar les demandéis cuenta é
razón de dónde van é vienen é que vía llevan,
para saber si van á lo nuestro, é les requeráis
que no vayan á ninguna parte de los límites
que pertenescieren á nos, é si no quisieren
hacerlo ó no os quisieren dar cuenta de dónde
van, los podáis tomar é traer presos á estos
remos de Castilla, é si los halláredes en tierra
en cüalesquier parte de las que á nos pertene-
cen, los podáis tomar á ellos é á todo lo que
llevaren, é de lo que así tomaredes á las tales
personas, perteneciendo á nos, trayendo las
dos partes dello para mí, por la presente os
fago merced de la tercia parte dello, para que
se reparta entre navio é compañía, segund se
suele repartir las presas de la mar.
ítem, cuando placiendo á Nuestro Señor y
con su bendición seáis arribados en tierra,
después de haber echado el ancla, habéis de
obedecer al dicho Vicente Yáñez Pinzón, co-
mo á mi capitán nombrado por mí, que para
ello le di p)oder complido, el cual, con acuerdo
de los hombres de consejo, ha de hacer en la
tierra todo lo que viere que á nuestro servicio
cumpla.
No vos habéis de detener en los puertos de
la tierra que así halláredes más tiempo de los
días que vos bastaren para tomar lo que ho-
bierdes menester, sino que brevemente vos
despachéis é sigáis la navegación para descu-
3o JUAN DÍAZ DE SOLIS
brir aquel canal ó mar abierto que principal-
mente is á buscar é que yo quiero que se bus-
que, é haciéndolo contrario seré des (sic) muy
deseruido é lo mandaré castigar é proveer
como á nuestro servicio cumpla.
Habéis de procurar por todas las vías é ma-
neras que pudierdes, de no alborotar la gente
de la tierra que halláredes, é así lo habéis de
mandar de mi parte á todos los que fueren con
vosotros, que los traten bien é no les hagan
mal ni daño, é si lo contrario hicieren, habéis-
los de castigar por ello, sino que vosotros é
todos los habéis de tratar con mucha dulzura
é templanza, é que en cosa no reciban descon-
tentamiento, porque la contratación se haga
con toda paz é sosiego é como se debe hacer
para el bien del negocio é segund que á nues-
tro servicio cumpla.
ítem, mando, que vos, los dichos Vicente
Yáñez é Juan Diaz, ni de cualquier de vos ni
otra persona alguna, no podáis ir, ni vais en
tierra, ni rescatar cosa alguna sino llevando
con vosotros al dicho mi veedor é escribano é
haciéndolo en su presencia, para que de todo
lo que hiciéredes tome é tenga cuenta é razón;
é asimismo mando quel dicho veedor no pue-
da rescatar ni rescate cosa alguna sin que vos-
otros seáis presentes á ello, sino en vuestra
presencia é de do's marineros, é ante voso-
tros é ellos asienten en el libro lo que así res-
DOCUMENTOS 3 I
catare, declarando cada cosa por la forma que
se rescatare, é vosotros é ellos firméis en el
dicho libro, para que acá se sepa lo que se
hiciere.
ítem, mando que después de rescatada la
mercaduría nuestra, que en los dichos navios
fué, podáis rescatar la mercaduría de toda la
compañía, é con tanto que la mitad de todo
lo que así rescatáredes, sea para nos é la
otra mitad para la compañía, é con tanto,
quel dicho rescate se haga en presencia del
dicho mi veedor, como dicho es, so pena que,
si así no lo hicierdes, que hayáis perdido
lo que así rescatardes é lo que por ello ho-
bierdes é sea confiscado, é por la presente
lo confisco para nuestra Cámara é Fisco.
Asimismo, por la presente, hago merced á
vos, los dichos Vicente Yáñez é Juan de So-
lís, que á la vuelta podáis traer en lugar de
las quintaladas, vuestras cámaras francas y
los pilotos é maestres sus arcas, las cuales
no han de ser de más de cinco palmos en
largo é tres en alto, é á los marineros un arca
entre dos, é á los grumetes entre tres una arca ,
éá los pajes, entre cuatro, una arca por la
dicha orden, con tanto que la mercaduría que
así trujiéredes en las dichas cámaras é arcas
sea de volumen, como es canela, clavos é pi-
mienta é otras cosas de esa calidad, é no de
cosas de oro é plata é piedras preciosas ó cual-
32 JUAN DÍAZ DE SOLIS
quier otra cosa que sea de poco volumen é
mucho valor, ni otro metal, como guanín é
otras cosas semejantes, porque todas las cosas
desa calidad han de ser para nos, dandovos
la recompensa desotros géneros de mercadu-
ría que así podríades traer.
ítem, que si determinados de volver, os ha-
lláredes en paraje que os convenga, así por
falta de mantenimientos como de otra necesi-
dad, y os sea más útil é provechoso tocar en
la Española que no venir derechos acá, que
podáis tocar en ella, é en tal caso vos mando
que deis cuenta al nuestro gobernador de la
dicha isla, del viaje que habéis fecho é de lo
que habéis descubierto, é si os demandare
cuenta de lo que traéis, que asimismo se la
deis, é faltando vos algund aparejo ó otra
cosa necesaria para volver á Castilla, que se
la demandéis de mi parte, que por ésta mando
al dicho gobernador, que de todas las cosas
que así hobiéredes menester, os provea sin
falta alguna.
E asimismo os mando, que trayéndovos
Dios en salvamento deste viaje á estos reinos
de Castilla, no entréis ni podéis entrar ni
tocar en puerto alguno que sea puerto ex-
tranjero, sino en los puertos de estos reinos,
é si por caso, forzados de tormenta, hobiésedes
de entrar en puerto extranjero, vos mando
que no fagáis en él ninguna demora ni deis
DOCUMENTOS 33
cuenta de lo que trujiéredes ni del viaje que
fecistes, ni por dónde fuistes ni venistes, ni
otra cosa alguna.
ítem, que venidos á estos reinos, entréis
dentro del puerto de Cáliz, é que ninguno de
la compañía sea osado de saltar en tierra ni
consintáis hombre ninguno de tierra entrar
en vuestros navios fasta que nuestro visitador
los haya visto é visitado é tomado por me-
moria todo lo que en ellos traéis, segund que
á nuestro servicio cumple, é que cuando ha-
yáis de saltar en tierra sea después de fecho
lo susodicho é de haberos dado licencia el
dicho visitador.
Lo cual todo que dicho es quiero é mando
que se guarde é cumpla en todo é por todo,
segund é por la forma é manera que en esta
capitulación se contiene, é contra el tenor é
forma della no vayades ni pasedes, ni con-
sintáis ir ni pasar por alguna manera, so pena
de perdimiento de bienes é de otras penas en
que caen é incurren los que pasan é que-
brantan los mandamientos é capitulaciones
-de sus reyes é señores; é mando á los maes-
tres é marineros, grumetes, pajes é otras per-
sonas que en los dichos navios fueren, que os
obedezcan como á mis capitanes ellos é fagan
lo que vosotros de mi parte les mandáredes
cumplidero á nuestro servicio, faciendo en lo
del navegar lo que á vos el dicho Juan Diaz
3
34 JUAN DÍAZ DE SOLIS
de Solís paresciere, é en lo de la tierra, lo que
vos el dicho Vicente Yáñez dijierdes, segund
dicho es, que para el cumplimiento de todo
lo que aquí se contiene, vos doy poder cum-
plido, con todas sus incidencias, dependen-
cias. Fecha en Burgos, á xxiii de Marzo de
quinientos é ocho años. — Yo el Rey. — Por
mandado de Su Alteza. — Lope Conchillos. —
El Obispo de Palenclv. — Conde.
Recebimos yo, Juan Diaz de Solís é Vicen-
tiáñez Pinzón, todo el despacho que aquí se
contiene, y partimos con ello para ponerlo en
obra sábado xxv de iMarzo de mil quinientos
ocho años. — Vicente Yanez Pinzón. — (Hay
una rúbrica.) — Juan Díaz de Solís. — (Hay una
rúbrica.)
X
23 de Marzo de i5o8
Real cédula nombrando a Alonso Paez vee-
dor Y ESCRIBANO DE LA EXPEDICIÓN DE LAS
DOS CARABELAS.
A. I. — 148-2-2, 1. 1, f. 26 vito.
El^Rey. — Por cuanto por mi mandado van
en dos carabelas Viceinte Yáñez Pinzón é
Juan Diaz de Solís, nuestros pilotos, por ca-
pitanes dellas, á descubrir á la parte del ñor-
DOCUMENTOS 35
te, é confiando de vos Alonso Páez, que sois
persona que en todo guardaréis mi servicio,
es mi merced é voluntad que seáis mi veedor
é escribano de las dichas carabelas é que vais
en ellas el dicho viaje é tengáis cuenta é
razón de todo lo que la gente que en ellas
fuere hobiere de haber é de los bastimentos é
otras cosas que á nos pertenescieren, é así de
lo que se llevare para rescates como de otras
cualesquier cosas, é seáis presente á los pagos
que se hicieren á la dicha gente é firmar en
las libranzas é fenescimientos de cuenta dell?,
é estéis presente al rescate que se hiciere de
las cosas que fueren en los dichos navios, de
todo tengáis libro é cuenta é razón; é por esta
mi cédula mando á los dichos Vicentiáñez
é Juan Diaz de Solís é á los maestres, marine-
ros é otra cualesquier personas que fueren en
los dichos navios que vos hayan é tengan por
mi veedor é escribano de ellos é usen á vos
en el dicho oficio é vos den cuenta é razón de
todo lo que en ellas llevaren é el alarde de la
dicha gente todas las veces que lo pidierdes é
vierdes que á nuestro servicio conviene, é
que conforme á una capitulación mía que lle-
van, no puedan rescatar ni rescaten cosa al-
guna de lo que en los navios fuere, así de lo
mío como de lo suyo, sin que vos estéis pre-
sente á todo ello é toméis la cuenta é razón
conforme á la dicha capitulación, é fagáis todo
lo otro en ella contenido, é que como mi vee-
36 JUAN DÍAZ DE SOLIS
dor podáis é debéis hacer; é es mi merced é
mando que hayáis de salario, con el dicho ofi-
cio, cuarenta mili maravedís en cada un año,
é que al dicho respeto, seáis socorrido con
ocho meses adelantados, é mando á los mis
Oficiales de la Casa de la Contratación de las
Indias que reside en la cibdad de Sevilla, que
asienten el treslado desta mi carta en los li-
bros que ellos tienen é os fagan luego pagar
é paguen los dichos ocho meses adelantados
al respeto de los dichos cuarenta mili mara-
vedís, é dende en adelante el tiempo que sir-
vierdes en lo susodicho, que vos den razón de
la gente, bastimentos é mercaderías para res-
cates é de otras cualesquier cosas que fueren
en los dichos navios, para que, como dicho
es, de todo tengáis cuenta é razón, que para
usar el dicho oficio é para todo lo á ello con-
cerniente, en cualquier manera, vos doy poder
cumplido, con todas sus incidencias é depen-
dencias. Fecha en Burgos á xxiii de Marzo de
quinientos é ocho años: y habéis de llevar un
oficial para quél vaya en la una de las dichas
carabelas. — Yo el Rey. — Por mandado de Su
Alteza. — Lope Conchillos.
DOCUMENTOS 3/
23 de Marzo de i5o8
XI
Real cédula a los Oficlvles de la Casa de
LA Contratación para que encargasen a
Alonso Paez todas las cosas de rescate
que habl\n de ir en las dos carabelas.
A. I. — 148-2-2, t. I, f. 27.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa de
la Contratación de las Indias que residís en la
cibdad de Sevilla. Yo he mandado proveer por
veedor é escribano de las dos carabelas, en
que por mi mandado van á descubrir Vicen-
teyañez Pinzón é Juan Diaz de Solís, á
Alonso Páez, é como veréis por la carta que
dello lleva, é porque es persona que dará
buena cuenta de lo que se le mandare, yo vos
mando que le encarguéis todas las cosas de
rescate que han de ir en los dichos navios
para quél lo lleve á cargo, é asimismo todas
las otras cosas nuestras que de respeto ho-
bieren de ir en los dichos navios é hacerle de
todo ello cargo, para que se le pueda pedir
cuenta é razón cuando conveniere, é háganse
en su presencia las pagas de lo que la gente
que va en los dichos navios hobiere de haber,
é lleve los asientos de los precios é tiempos
38 JUAN DÍAZ DE SOLIS
que cada uno llevare y sirviere, para que de
todo tenga razón, é á él le socorred al respeto
de lo que ha de haber, con ocho meses adelan-
tados; pues veis cuanto á mi servicio cumple,
que en este despacho haya mucha brevedad,
poned en ello aquel buen recabdo é diligencia
que es menester. Fecha en Burgos, á xxiii de
Marzo de quinientos y ocho años. — Yo el Rey.
— Por mandado de Su Alteza. — Lope Con-
CHILLOS.
28 de Marzo de i5o8.
XII
Asiento a uno de los dos pilotos que han de
IR DE respeto en LAS CARABELAS DE V1GENTIA-
NEZ Y Juan Díaz.
Archivo general de Indias —
Estante 148, cajón 2, lega-
jo 2, tomo I, ful. 28.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa de
la Contratación de las Indias, que residís en
la cibdad de Sevilla. Por el memorial de la
gente que ha de ir en las dos carabelas en que
por nuestro mandado van á descubrir Vicen-
tiáñez' Pinzón é Juan Diaz de Solís, veréis que
están señalados que vayan dos pilotos de res-
peto, á los cuales se les dé á razón de dos
DOCUMENTOS Sq
mili maravedís cada mes, y porque yo soy
informado que Pedro de Ledesma es buen pi-
loto, yo vos mando que le asentéis por uno de
los dichos dos pilotos que han de ir de respeto
para este viaje y le socorráis con ocho meses
de sueldo en cuenta de lo que hobiere haber,
al dicho precio. Fecha en Burgos á xxviii días
de Marzo de quinientos é ocho años. -^ Yo el
Rey. — Por mandado firmada.
8 de Abril de iSoS.
XIII
Fragmentos de una real cédula relativos al
VL\jE de Yanez Pinzón y Díaz de Solis.
A. I. — 148-2-2, 1. 1, f. 28 V.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Gasa de
la Contratación de las Indias que residís en la
cibdad de Sevilla. Vi vuestra letra de xxii de
Marzo y el treslado de la de once de Diciem-
bre y las otras escripturas que con ella en-
viastes, y en servicio vos tengo el recabdo y
diligencia que en todo ponéis; y en lo que
toca á la carta de once de Diciembre, en todo
aquello se proveerá como á nuestro servicio
cumpla, y está muy bien todo lo que por ella
decís. En lo del almorajifazgo yo mandaré ver
las escrituras que sobre ello enviáis y vuestro
40 JUAN DÍAZ DE SOLIS
parecer, que es bueno, y proveerse ha lo que
en ello se ha de hacer. He habido placer en
saber el buen recabdo que hay de las dos ca-
rabelas para este viaje, que en buena hora han
de hacer Viceinte Añez y Juan Diaz, y por-
que decís que de todo lo que para ello es me-
nester, asimismo habrá buen recabdo, ya ha-
bréis visto lo que sobre ello vos he mandado
escrebir; porque querría que su despacho fue-
se breve, mucho os ruego y mando trabajéis
como por el mes de Mayo puedan hacer vela,
con muy buen recabdo de todo lo que fuere
menester, á su contentamiento, conforme al
memorial que sobre ello vos mandé enviar, y
al tiempo partiere, segund vos tengo escripto,
me lo haréis saber con relación del recabdo
que de todo llevan en lo que toca á vuestras
cuentas, porque acá son mucho menester ven-
gan lo más brevemente que ser pueda.
(No se copian cuatro párrafos.)
Destos siete mili pesos de oro que vienen
en estas carabelas y de losados mili que vinie-
ron en la carabela de Luis Hernández, toma-
réis los tres mili dellos para el gasto deste
viaje de Viceinte Añez y Juan Diaz, y para
otras cosas necesarias, y los otros seis mili
pesos haréis labrar con mucha diligencia,
que por acá para algunas cosas cumplideras á
nuestro servicio hay necesidad de dinero:
mandé despachar este correo, para que diese-
DOCUMENTOS 4 I
des mucha priesa en hacer labrar el dicho oro.
Por ende, yo vos mando, en ello pongáis mu-
cho recabdo, por manera que, lo más breve-
mente que ser pueda, esté todo labrado, y aca-
bado de hacer moneda, me enviad los dichos
seis mili pesos con persona de recabdo, y
desto tened cuidado. Lo que decís que envíe á
mandar á los Oficiales de la Contratación que
residen en las Indias para que envíen razón
de todo lo de allá, se proveerá como lo es-
crebís. De todo lo de allá, tened el cuidado,
que de vos confío, como siempre habéis fecho,
y continamente me avisad de todo lo que
sucediere, que en ello me serviréis. De Bur-
gos, á ocho de Abril de quinientos y ocho
años.
6 de Ag-osto de i5o8
XIV
Real cédula para que los pilotos que navega-
ren A Indl\s fuesen examinados por Vespu-
CIO, QUIEN debía TAMBIÉN FORMAR EL PADRÓN
REAL.
A. de I.— 148-2-2, t. I, f. 65 V.
Doña Juana, por la gracia de Dios, reina de
Castilla, etc. Por cuanto á nuestra noticia es
venido y por espiriencia habemos visto que
42 JUAN DÍAZ DE SOLIS
por no ser los pilotos tan expertos como sería
menester, ni tan instruidos en lo que deben
saber, que baste para regir é gobernar los na-
vios que navegan en los viages que se hacen
por el mar Océano á las nuestras islas é Tie-
rra-firme que tenemos en la parte de las In-
dias, é por defeto dellos y de no saber cómo
se han de regir é gobernar y de no tener fun-
damento para saber tomar por el cuadrante
y estrolabio el altura ni saber la cuarta della,
les han acaecido muchos yerros é las gentes
que debajo de su gobernación navegan han
pasado mucho peligro, de que Nuestro Señor
ha sido deservido, y en nuestra hacienda y
de los mercaderes que allá contratan se ha
recebido mucho daño y pérdida, y por reme-
diar lo susodicho y porque es necesario que
así para la dicha navegación como para otras
navegaciones que con ayuda de Nuestro Se-
ñor esperamos mandar hacer para descubrir
otras tierras, es necesario que haya personas
más expertas é mejor fundadas, que sepan las
cosas necesarias para las tales navegaciones,
é los que debajo dellos fueren puedan ir más
seguramente, es nuestra merced é voluntad é
mandamos á todos los pilotos de nuestros rei-
nos é señoríos que agora son, ó serán de
aquí adelante, que quisieren ir por pilotos
en la dicha navegación de las dichas islas é
Tierra-firme que tenemos, en la parte de las
DOCUMENTOS 48
Indias ó á otras partes del Mar Océano, sean
istruídos é ^ sepan lo que es necesario de
saber en el cuadrante [é] estrolabrio, para que
junta la plática con la teórica, se pueí^an
aprovechar dello en los dichos viajes que hi-
cieren á las dichas partes, é que sin lo
saber, no puedan ir en los dichos navios
por pilotos, ni ganar soldadas por pilota-
je, ni los mercaderes se puedan concertar
con ellos para que sean pilotos, ni los maes-
tres los puedan recebir en los navios sin que
primero sean examinados por vos Amerigo
Yspuchi, nuestro piloto mayor, y le sea
dada por vos carta de examinación é apro-
bación de cómo saben cada uno dellos lo
susodicho, con la cual dicha carta manda-
mos que sean tenidos é recibidos por pilotos
expertos, doquier que la mostraren; é porque
es nuestra merced que seáis examinador de
los dichos pilotos, y porque á los que no lo
supieren, más fácilmente lo puedan aprender,
vos mandamos que les enseñéis en vues-
tra casa, en Sevilla, á todos los que lo qui-
sieren saber, pagándovos vuestro trabajo; y
porque podría acaecer que agora á los prin-
cipios hubiese falta de pilotos examinados,
é por falta dellos se detuviesen algunos"
navios, de que se puede cabsar daño é pér-
dida, asi á los vecinos de la dicha isla, como
á los mercaderes é otras personas que allá
44 JUAN DÍAZ DE SOLIS
contratan, mandamos á vos, el dicho Men-
go, é vos damos licencia para que de los
pilotos é marineros que allá han ido podáis
elegir las personas que más hábiles de ellos
hallardes para que por un viaje ó dos, ó por
un espacio de tiempo suplan lo que fuere
menester, entretanto que otros saben lo que
han de saber; y venidos, les señaléis tiem-
po para que sepan lo que les faltare de lo
que han de saber; é asimesmo nos es fecha
relación que hay muchos padrones de cartas
de diversos maestros, que han puesto é asen-
tado las tierras é islas de las Indias á nos
pertenescientes, que por nuestro mandado
nuevamente han seído descubiertas, los cua-
les están entre sí muy diferentes los unos
de los otros, así en la derrota como en el
asentamiento de las tierras, lo cual puede
cabsar muchos inconvenientes: y porque haya
orden en todo, es nuestra merced é manda-
mos que se haga un padrón general; é por-
que se haga más cierto, mandamos á los
nuestros Oficiales de la Casa de la Contrata-
ción de Sevilla, que hagan juntar todos nues-
tros pilotos, los más hábiles que se hallaren
en la tierra á la sazón, y en presencia de
vos el dicho Merigo Dispuchi, nuestro pi-
loto mayor, se ordene é haga un padrón de
todas las tierras é islas de las Indias que
hasta hoy se han descubierto, pertenescien-
DOCUMENTOS 46
tes á nuestros reinos é señoríos, é sobre
las razones é consultas dellos y el acuerdo
de vos el dicho nuestro piloto mayor, se haga
un padrón general, el cual se llame el padrón
real, por el cual todos los pilotos se hayan
de regir y gobernar, é sea en poder de los
dichos nuestros oficiales é de vos el dicho
nuestro piloto mayor, é que ningund piloto
use de otro ningund padrón sino del que fue-
re sacado por él, so pena de cincuenta do-
blones para las obras de la Casa de la Con-
tratación de las Indias de la cibdad de Se-
villa. Asimismo, mandamos á todos los pi-
lotos de nuestros reinos y señoríos que de
aquí adelante fueren á las dichas nuestras
tierras de las Indias, descubiertas ó por des-
cubrir, que hallando nuevas tierras ó islas ó
bajos ó nuevos puertos ó cualquier cosa que
sea digna de ponerla en nota en el dicho padrón
real, que en viniendo á Castilla vayan á dar su
relación á vos, el dicho nuestro piloto ma-
yor, é á los Oficiales de la Casa de la Contra-
tación de Sevilla, porque todo se asiente en
su lugar en el dicho padrón real, á fin que
los navegantes sean más captos y enseña-
dos en la navegación; é así mandamos, que
ninguno de nuestros pilotos que navegaren
por el mar Océano, de aquí adelante no vayan
sin su cuadrante ó estrolabrio y el regimiento
para ello, so pena que el que lo contrario
46 JUAN DÍAZ DE SOLIS
ficiere, sea inhábil para usar del dicho oficio,
por tanto tiempo cuanto nuestra merced
fuere, é no lo puedan tornar á usar sin nues-
tra especial licencia, é que pague diez mili
maravedís de pena para las obras de la dicha
Casa de la Contratación de Sevilla; y es
nuestra merced é voluntad, que por la forma
susodicha, vos, el dicho Amerigo Vispuchi,
uséis é ejerzáis el dicho oficio de nuestro pi-
loto mayor, é podáis hacer é fagáis todas las
cosas en esta nuestra carta contenidas é al
dicho oficio pertenescientes; é por esta nues-
tra carta ó por su traslado signado de escri-
bano público, mandamos al Príncipe don Car-
los, nuestro muy caro é muy amado hijo, é
á los infantes, duques, preladoá", é condes, mar-
queses, altos hombres, maestres de las Or-
denes é á los del Consejo é oidores de las
nuestras abdiencias é cancillerías y á los
otros priores, comendadores é subcomenda-
dores é alcaides de los castillos y casas fuer-
tes é llanas y á los Concejos, corregidores, al-
caldes, alguaciles, regidores, caballeros, escu-
deros, oficiales é homes buenos de todas las
cibdades é villas é lugares de nuestros rei-
nos é señoríos é á todos los capitanes de
navios, pilotos é marineros, maestres é contra-
maestres é otras cualesquier personas á quien
lo en esta carta contenido atañe ó atañer
puede, que vos hayan é tengan por nuestro
DOCUMENTOS 47
piloto mayor, é vos dejen é consientan usar
el dicho oficio, é hacer é complir todas las
cosas en esta nuestra carta contenidas é á
ello pertenescientes; é que para la ejecución y
cumpliipiento dello vos den todo el favor é
ayuda que hobiéredes menester é les pidierdes,
que para todo lo que dicho es é para cada cosa
é parte dello, vos doy poder cumplido, con to-
das sus incidencias é dependencias; é porque
lo susodicho venga á noticia de todosé ninguno
pueda pretender inorancia, mandamos que
esta nuestra carta sea leída y pregonada por
pregón é ante escribano público, por las
plazas é mercados é otros lugares acostum-
brados de la dicha ciudad de Sevilla é de la
ciudad de Cáliz é de todas las otras ciuda-
des é villas é lugares destos reinos é señoríos;
é si dende en adelante alguna ó algunas per-
sonas contra ello fueren é pasaren, vos, las
dichas justicias, ejecutéis en ellos é en sus
bienes las penas en esta nuestra carta con-
tenidas , por manera que lo susodicho se
guarde é haya efeto sin falta alguna, é los
unos ni los otros, etc. Dado en la villa de
de Valladolid, á vi de Agosto, año del nasci-
miento de Nuestro Señor Jesucristo de mili é
quinientos é ocho años. — Yó el Rey. — Re-
frendada.— CoNCHiLLOS. — Señalada y acorda-
da.— El Obispo de Falencia. — Conde.
48 JUAN DÍAZ DE SOLIS
i3 de Julio de i5o8
XV
Fragmentos de una real cédula dirigida a
D. Fr. Nicolás de Ovando.
A. I. — 148-2-2, 1. 1, folio 75.
El Rey. — Don fray Niculás de Ovando, co-
mendador de la Orden de Alcántara, nuestro
gobernador de las islas, Indias é Tierra-firme
del mar Océano. Vi vuestra letra de 17 de
Mayo deste presente año de quinientos y ocho
y agradézcoos y tengo en servicio todo lo
que decís y hacéis, que es con la voluntad
que yo de vos siempre conocí en las cosas
de nuestro servicio...
(No se copian los párrafos i al 12.)
i3. — Cuanto á lo que escrebís de los na-
vios que dejaron desamparados y de la falta
que han fecho los dos pilotos, así por esto
como porque un navio que de allá partió con
xiii mil pesos de oro de los mercaderes apor-
tó en Francia á las bajas de Carcasona, se
mandó proveer que no vaya ningund piloto
sin ser examinado por mi piloto mayor, el cual
ha de dar carta de examinación, y que de to-
das las figuras de las cartas se fagan por un
padrón y todos han de saber el cuadrante, é
DOCUMENTOS 49
para ello encargué á Amerigo Vispuche que
se lo muestre en Sevilla; é asimismo se man-
dó que esté un visitador en Cáliz que visite
todos los navios conforme á una mi instruc-
ción que llevan de los aparejos que han de
llevar y de cómo han de ir mareando, á la
cual mandaré que vos envíen un traslado de
la dicha mstrucción, porque si acaesciere que
al tiempo de la visitación mostraren los apa-
rejos que son menester y después dejaren
algunos en tierra, que lo suelen facer, les po-
dáis allá hacer tomar la cuenta por la . ins-
trucción, etc.
Y demás desto. yo mando que con cada
flota vaya un capitán, hombre fiable, criado
de nuestra casa, á quien obedezcan los otros,
porque los más no fagan lo que quisieren en
daño de los mercaderes y en peligro de los
que con ellos van, como hasta aquí ha acaes-
cido.
«De Arcos á xiii días de Julio de quinien-
tos y ocho años. — Firmada del Rey.
5o JUAN DÍAZ DE SOLIS
14 de Noviembre de i5ü9
XVI
Fragmentos de una real cédula á los oficia-
les DE LA Casa de la Contratación para
que remitan los guanines que iiabiam traído
Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solís.
A. I.— 139-1-4.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa de
la Contratación de las Indias que residís en
la cibdad de Sevilla. Después descrita la car-
ta que va con la presente para vosotros, res-
cebí vuestra carta de veinte é siete de Otu-
bre, con los envoltorios que vinieron de las
Indias, é con las otras escripturas que in-
viásteis, é tengoos en servicio la deligencia
é recabdo quen todo ponéis, é en lo de los
guanines que trujeron del viaje, Vicente Yá-
ñez Pinzón é Joan Diaz de Solís, está bien
lo que habéis fecho fundir; é porque quiero
ver de la manera que son los dichos guani-
nes é cosas que trujeron, yo vos mando
que de lo que quedó por fundir, me inviéis
luego algunas muestras.
DOCUMENTOS 5 1
Fué bien fecho haber prendido ¿i Juan Diaz
de Solís; porque como por la otra mi dicha
carta que va con la presente, veréis, vos in-
viábamos á mandar lo ficiésedes. Acabado el
prosceso que contra ellos se face, inviad al
dicho Joan Diaz preso é á buen recabdo, á
esta mi corte con el dicho prosceso, é con
vuestro parescer de lo quen ello se debe facer;
é si entretanto viéredes quen la cárcel donde
le teméis, no está con el recabdo que con-
viene, facello mudar á otra, donde mejor os
paresciere.
En lo que toca á la paga de los marineros
que fueron en el viaje de Vicente Yáñez Pin-
zón é Joan Diaz de Solís, pues la gente non
tiene culpa de lo quellos habían de facer, yo
vos mando que luego les fagáis pagar todo
lo que se les debiere é hubieren de haber, del
tiempo que hobieren servido.
De Valladolid á catorce días de Noviembre
de quinientos é nueve años. — Yo el Rey.
52 JUAN DÍAZ DE SOLIS
8 de Abril de i5o8.
XVII
Real cédula A Miguel de Pasamonte, para
QUE avise lo que Vicente Yáxez Pinzón e
Joan Díaz trujeron de su viaje.
A. I.— 139-1-4.
Ansímesmo yo he sabido que Vicente Yá-
ñez Pinzón é Juan Diaz de Solís, trujeron
ciertas lenguas de la tierra que fueron á des-
cobrir, las cuales diz quel Comendador Mayor
nuestro gobernador que fué, non las dejó
traer; yo vos mando que luego me inviéis
larga é entera relación, que fué la cabsa por-
quel dicho Comendador Mayor non dejó traer
las dichas lenguas, é qué fueron las cosas que
los dichos Vicente Yáñez Pinzón é Juan Diaz
de Solís trujeron del dicho viaje; porque con-
viene á nuestro servicio, que particularmente
tle cada cosa, sea yo informado; en lo cual
poned muncho recabdo é deligencia.
De Valladolid á catorce días del mes de No-
viembre de mil é quinientos é nueve años. —
Yo EL Rey. — Señalada del Obispo de Palen-
cia. Refrendada del secretario Conchillos.
DOCUMENTOS 53
14 de Febrero de i5io
XVIII
Dos PÁRRAFOS DE UNA REAL CÉDULA DIRIGIDA A
LOS OFICIALES DE LA ISLA EsPAÑOLA.
A. I. — 139-1-4, Lib. II, fols. 104-5.
((En lo que toca á Juan Diaz él está preso
en la cárcel de la corte, y (determinarse ha áé\
lo que fuere justicia, y parésceme muy bien
todo lo que en ello decís.»
((La carabela en que vino Vicente Yáñez,
pues está ya renovada y fuera de carena, en-
vialda luego á los oficiales que residen en la
Isla Española para que sirva con las otras
que allá tenemos.»
21 de Junio de i5ii
XIX
Real cédula para que se pague á Juan Díaz de
SoLis cierta suma á cuenta de su sueldo.
A. I.— 139-1-4.
El Rey. — Dotor Sancho de Matienzo, nues-
tro tesorero de la Casa de la Contratación
54 JUAN DÍAZ DE SOLIS
de las Indias que residís en la cibdad de Se-
villa. Yo vos mando que de cualesquier ma-
ravedís de vuestro cargo dedes é paguedes á
Juan Diaz de Solís, nuestro capitán que fué
á descobrir á Tierra-firme, treinta é dos mili
é ciento é ochenta é dos maravedís, que pa-
resció por los libros de la dicha Casa é por
feé de Juan López de Recalde, nuestro conta- ,
dor della, que se le debían de sueldo del *
tiempo que nos sirvió como capitán en el
dicho viaje, é tomad su carta de pago del di-
cho Juan Diaz de Solís de como recibe los
dichos treinta é dos mili é ciento é ochenta
maravedís en la cuenta, é con esta mi cédula
mando que vos sean recibidos é pasados en
cuenta; é no fagades ende al. Fecha en Sevilla
á XXI de Junio de quinientos once años. — Yo
EL Rey. — Por mandado de Su Alteza. — Lope
CONCHILLOS.
7 de Diciembre de i5ii
XX
Otra real cédula sobre la misma materia.
A. de I. — 139-1-4.
El^Rey. — Doior Sancho de Matienzo, nues-
tro tesorero de la Casa de la Contratación de
las Indias que residís en la cibdad de Sevi
DOCUMENTOS 55
lia. Yo vos mando que de cualesquier mara-
vedís é oro de vuestro cargo dedes é pague-
des á Juan de Solís, nuestro piloto, treinta é
cuatro mili maravedís de que yo le hago mer-
ced para ayuda de costa por lo que ha gasta-
do y perdido el tiempo que ha estado y an-
dado en su defensa é pleito sobre la diferen-
cia que hobo é subcedió en el viaje que hizo
con Vicente Yáñez Pinzón, é tomad su carta
de pago ó de quien su poder hobiere, con la
cual é con esta mi cédula, tomándose la razón
della en los libros de la dicha Casa por los
nuestros oficiales della, mando que vos sean
recebidos é pasados en cuenta los dichos
treinta é cuatro mili maravedís, é no fagades
ende al. Fecha en Burgos á vii de Diciembre
de quinientos once años. — Yo el Rey. — Por
mandado de Su Alteza. — Lope Conchillos.
— Señalada del Obispo.
25 de Marzo de i5i2.
XXI
Real cédula por la que se nombra piloto ma-
yor A JUAN DÍAZ DE SOLIS, CON CARGO DE DES-
CONTARLE DE SU SUELDO CIERTA SUMA PARA
LA VIUDA DE AMÉRICO VESPUCIO.
A. I.— 46-4-1-30. Lib. I, f. 6.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa de
56 JUAN DÍAZ DE SOLIS j
la Contratación de las Indias, que residís en
la ciudad de Sevilla: mi merced y voluntad
es de tomar y recibir por nuestro piloto ma-
yor á Juan Diaz de Solís, vecino de la villa
de Lepe, en lugar é por fin é vacación de
Amérigo Vespuchi, ya difunto, y que haya y
tenga de nos en cada un año, cuanto nuestra
merced é voluntad fuere, cincuenta mili mara-
vedís, según el dicho Amérigo Vespuchi los
tenía: por ende, yo vos mando que lo pongáis
y asentéis así en los libros que vosotros te-
néis; y vos el dicho tesorero de la dicha Casa
le paguéis de cualesquier maravedís de vues-
tro cargo los dichos cincuenta mili maravedís
este presente año, desde el día de la fecha
desta mi cédula en adelante, en cadaMn año,
segund y como se pagaba al dicho Amérigo
Vespuchi, y tomad su carta de pago, con la
cual, y con el traslado de esta mi cédula, sig-
nado de escribano público, mando que vos
sean recibidos y pasados en cuenta en cada
un año los dichos cincuenta mili maravedís,
de los cuales es mi merced é voluntad que
haya y lleve en cada un año la muger del di-
cho Amérigo Vespuchi, diez mili maravedís,
de que yo le hago merced por los servicios
que el dicho su marido nos hizo. Y vos el di-
cho tesorero, se los habéis de pagar en cada
un año, y descontarlos al dicho Juan Diaz
de Solís, y durante su vida vos han de ser
recibidos en cuenta los dichos cincuenta mili
DOCUMENTOS 57
maravedís, mostrando en cada un año carta
de pago de la muger del dicho Amérigo, de
los dichos diez mili maravedís, y de los dichos
cuarenta mili maravedís restantes del dicho
Juan Díaz, al cual después de los días de la
muger del dicho Amérigo, mando que queden
enteramente los dichos cincuenta mili mará-
veáis, ése los paguen sin ninguna falta. Y
asentad el traslado desta mi cédula en los di-
chos libros, y sobre escrita de vosotros, este
original tornad al dicho Juan Diaz de Solís
para que él lo tenga; y no le ha de ser pagado
el salario de aquí adelante que de nos tiene
asentado en esta Casa por piloto; y non faga-
des ende al. — Fecha en Burgos, á veinte y
cinco días del mes de Marzo de mili quinien-
tos doce años. — Yo el Rey. — Por mandado
de su Alteza. Miguel López de Almazan. —
Púsose á las espaldas de la dicha cédula lo
siguiente: Asentóse esta cédula de Su Alteza
en el libro de los situados desta Casa de la
Contratación que tienen los oficiales de ella,
á fojas once, en veinte é seis días del mes de
Abril de mili quinientos doce años. — La cual
dicha cédula está señalada del Obispo de Pa-
lencia.
58 JUAN DÍAZ DE SOLIS
27 de Marzo de i5i2
XXII
SOBRECARTA DE UNA CAPITULACIÓN CELEBRADA
POR LA Reina con juan díaz de solís para
EFECTUAR LA DEMARCACIÓN DE LÍMITES ENTRE
LOS DOMINIOS DE EsPAÑA Y PORTUGAL.
Archivo g-eneral de Simancas.— Re-
gistro del Sello de Castilla. — Mes
de Marzo de i5i2.
Doña Juana, por la gracia de Dios, Reina*
de Castilla, de León, de Granada, de Toledo,
de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Mur-
cia, de Jaén, de los Algarbes, de Algeciras,
de Gibraltar, de las Islas de Canaria, é Indias,
Islas é Tierra Firme del mar Océano, Prin-
cesa de Aragón é de las Dos Sicilias, de Je-
rusalem. Archiduquesa de Austria, Duquesa
de Borgoiia é de Bravante, etc.. Condesa de
Flandes é de Tirol, etc., Señora de Vizcaya,
é de Molina, etc. — Por cuanto por mandado
del Rey, mi señor é padre, é mío, se tomó con
vos, Juan Diaz de Solís, vecino de la villa de
Lepe, cierto asiento é concierto para que vos
hayáis de ir á hacer la demarcación é límites
de la parte de navegación que pertenesce á la
Corona Real destos Reinos de Castilla é á la
de Portugal, é á descobrir é tomar la posesión
DOCUMENTOS Sg
de ciertas islas en la capitulación quesobrello
con vos se tomó sobre lo susodicho conteni-
das, su tenor del cual es este que se sigue:
El Rey. — El asiento que por mi mandado
se tomó con vos, Juan Diaz de Solís, vecino
de la villa de Lepe, nuestro criado, sobre el
viaje que vos ofrecéis de hacer para poner la
demarcación é límites de la parte de navega-
ción que pertenesce á la Serenísima Princesa,
mi muy cara é muy amada hija, como á rei-
na é señora destos reinos de Castilla, é al
Serenísimo Rey de Portugal, nuestro hijo,
como rey é señor de la Corona de Portugal,
conforme á la capitulación que sobrello se
asentó en la villa de Tordesillas á siete días
del mes de Junio de mili é cuatrocientos é
noventa é cuatro años.
Primeramente, por cuanto por la dicha ca-
pitulación se tomó cierto asiento de la mane-
ra que se ha de hacer la dicha demarcación^
segund veréis por el traslado della que lleváis,
é por muchas ocupaciones, que despviés que
la dicha capitulación se asentó, tuvimos yo y
la dicha Señora Reina, mi muger, que haya
gloria, no se pudo señalar la dicha demar-
cación, é conviene á servicio de la Serenísi-
ma Reina, mi muy cara é amada hija, é mío,
que se señale lo más presto que ser pueda
para evitar los inconvenientes que de no es-
tar hecha se podrían seguir.
6o JUAN DÍAZ DE SOLIS
Que yo mandaré, é por la presente mando
á los nuestros oficiales de la Casa de la Con-
tratación, que reside en la cibdad de Sevilla,
que vos den para hacer el dicho viaje ocho
mili ducados de oro, desta manera: que luego
den el dinero que fuere menester para hacer
los navios que para este viaje vos viéredes que
convienen, los cuales podáis hacer en la di-
cha villa de Lepe, é que envíen con vos un
escribano, ante quien compréis é hagáis las
igualas de lo que compráredes para los di-
chos navios, porque esté en la dicha Casa
entera cuenta é razón de todo lo que en esta
dicha Armada se gastare, así como está la
cuenta é razón de todo lo que se ha gastado
para las Indias, é como fuéredes comprando,
iréis librando en los dichos oficiales para que
ellos lo paguen luego é den bastimentos é
marineros é de las otras cosas necesarias
para dar entero aviamento á la dicha armada,
é proveerán los dichos oficiales como á ellos é
á vos paresciere, de manera que todo lo que
fuere menester para el dicho viaje, hayan de
tener proveído los dichos oficiales del día de
la fecha desta capitulación en diez meses é
antes si pudieren ser fecho é aparejado.
ítem, que yo mande dar para los dichos na-
vios que habéis de llevar en este dicho viaje
dos lombardas gruesas de hierro de las que
están en la casa de Sevilla, é dos lombardas
DOCUMENTOS 6l
medianas é cuatro falcones de carretón é
veinte c cuatro versos de hierro é doce quin-
tales de pólvora, é cinco quintales de piorno^
y esto se entiende que no entre en la cuenta
de los dichos ocho mil ducados.
ítem, que vos seáis obligado á partir con
dos navios, uno de sesenta toneles y otro de
noventa, adereszados como convenga para el
dicho viaje, desde Cáliz, del día de la fecha
desta capitulación en un año, que será en
principio de Marzo del año venidero de qui-
nientos é trece.
ítem, que vos hago capitán de los dichos
dos navios é de la gente que en ellos fuere,
é vos mandaré dar para ello las cartas é pro-
visiones necesarias.
ítem, que haya de ir un criado mío en vues-
tra compañía por mi veedor para que traiga
cuenta é razón del dicho viaje, antel cual
hayáis de hacer todas las compras, rescates é
otras cosas que tocaren á nuestro servicio, é
un escribano que dé fée de todo lo que se hi-
ciere, é traigan un libro de todo lo que pasa-
re en el dicho viaje é de la manera que de-
jardes fecha la demarcación, é señalada así
por grados como por el (i) de
las figuras en plana y en asperyco.
ítem, que de los dichos ocho mili ducados
se haya de pagar la gente que con vos llevar-
ía Asi está en el orig-inal.
62 JUAN DÍAZ DE SOLIS
des por tres meses, demás de complirse todo
lo otro arriba contenido.
ítem, que cumplido todo lo susodicho de
los dichos ocho mili ducados, lo que sobrare
dellos los dichos oficiales lo entregarán, é por
la presente mando que lo entreguen en dine-
ro é en las mercadurías que paresciere á vos
el dicho Juan de Solís é al veedor que con
vos irá, é antel escribano del armada, para
que lo llevéis é compréis é rescatéis con ello
lo que allá á vos paresciere antel dicho vee-
dor é escribano, como dicho es.
ítem, que vos deseis (sic) que daréis por los
dichos ocho mili ducados que agora se vos
dan para el dicho viaje diez é seis mili duca-
dos, ó su valor en especería, que sea el clavo
á senta (sic) ducados el quintal, é el quintal
de canela á cuarenta é cinco ducados, é el
quintal de pimienta á veinte é dos ducados, é
el quintal de gengibre á diez é ocho ducados,
que son estos los precios questán tasados en
Portugal, é que la demasía que vos trujier-
des, después de sacados los dichos diez y seis
mili ducados, é si más se vos dieren al respe-
to, por rata, é lo que así sobrare sea para vos
solo, de que vos hago merced por el trabajo
deste primer viaje,
ítem, que de que partiéredes, placiendo á
NuestroScñor, podáis ir á la Gomera, ques en
las islas de Canaria, y allí os podréis bastecer
DOCUMENTOS 63
de agua é leña é de las otras cosas de que to-
vierdes necesidad, é desde allí iréis derecho al
Cabo de Buena Esperanza, do podréis tomar
agua é leña é algunas carnes, pagándolas bien,
mirándolas mucho, en que vos ni ma (sic)
gente que con vos fuere no fagan en la dicha
tierra del Cabo de Buena Esperanza ningund
alboroto ni otra cosa de que la gente de aque-
lla tierra se pueda quejar, antes queden muy
contentos de vos y de la gente que con vos
fuere, é si topardes algunas islas antes de lle-
gar al Cabo de Buena Esperanza, en medio
de la mar, que no fueren descubiertas por el
Serenísimo Rey de Portugal, podréis proveer
de las cosas que hobiéredes menester, é pro-
veyéndoos de ellas saber los secretos é dellas
buenamente pudiéredes,saber, é aprovecharos
dellas, sin ofensa de la tierra; é de allí podréis
ir á buscar la isla de Celan, para ver si está en
la parte que á estos reinos pertenesce, ó no, é
no pertenesciendo á la conquista destos rei-
nos, haced lo que decimos que hagáis en Cabo
de Buena Esperanza; si tuviéredes necesidad
de mantenimientos é si halláredes que cae en
la conquista destos reinos, tomaréis la pose-
sión conforme á un memorial que para ello se
vos dará firmado del reverendo é in Xpto.
Padre Obispo de Palencia, nuestro capellán
mayor, é del nuestro Consejo, é de Lope Con-
chillos, nuestro secretario, é que las islas que
64 JUAN DÍAZ DE SOLIS
topáredCvS del Cabo de Buena Esperanza hasta
hallar la isla de Celan que no hayan sido des"
cobiertas por mandado del dicho Rey, mi hijo,
podréis tomar, como arriba se contiene, é en
el dicho memorial se os da orden de cómo ha-
béis de guardarlos limites del Serenísimo Rey
de Portugal, nuestro hijo.
ítem, que podáis tomar los navios que en
el camino halláredes en la mar que sean de
moros, con tanto que no se siga dello incon-
veniente 6 embarazo á lo que os obligáis de
hacer en este viaje.
ítem, que de que hobiéredes llegado á la
isla de Celan, placiendo á Nuestro Señor, po-
dréis ir á la isla de Maluque, que cae en los
límites de nuestra demarcación, é tomaréis la
posesión della por la Corona Real destos rei-
nos, conforme al dicho memorial; y fecho esto,
i res adelante para Samatra, y á Pegú, y á la
tierra de los chinos, y irés á la tierra de los
Jungos, si pudiéredes, é tomares, la posesión
dellas por la Corona Real de Castilla de todo
lo que hallardes en nuestra parte, como dicho
es, y andares lo que más pudierdes della, sin
inconveniente de vuestro viaje.
Ítem, por la presente vos prometo que ha-
ciendo vos el dicho viaje y trayendo fecha la
dicha demarcación, é trayendo los dichos ocho
mili ducados de ganancia, yo vos mandaré
dar título de adelantado de aquellas partes, y
DOCUMENTOS 65
por la presente vos lo doy para vos é para
vuestros herederos é descendientes, para siem-
pre jamás, de lo que así descubriéredes, é to-
maréis la posesión por vuestra persona de lo
que pertenesce de la conquista destos reinos,
como dicho es.
ítem, que de todas é cualesquier mercade-
rías, aunque sean perlas é piedras preciosas,
oro, plata, especiería, ó otras cualesquier co-
sas de mercaderías de cualquier especie, nom-
bre é manera que sean, que se corripraren, tra-
taren é hallaren, é ganaren, é hobiere en las
tierras que vos descubriéredes, como dicho
es, que dende agora yo vos fago merced á
vos el dicho Juan Diaz de Solís, é quiero que
hayáis vos é vuestros herederos é subcesores,
para agora é para siempre jamás, seis por
ciento de todo ello, quitadas las costas todas
que se ficieren en ello, por manera que de lo
que quedare limpio é libre, hayáis é toméis
vos los dichos seis por ciento para vos mismo
é para vuestros herederos é subcesores, se-
gund dicho es, é hagáis dello á vuestra volun-
tad, é las otras partes queden para nos.
ítem, porque á mí es fecha relación por per-
sonas muy sabias en el arte de navegar, que
la demarcación se debe hacer á la línea equi-
nocial en medio de la isla de Celan, é por lon-
gitud de nuestro meridiano ciento é veinte
grados á la parte oriental, debéis mucho mi-
66 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
rar en ello, para que en Dios y en vuestra con-
ciencia hagáis la demarcación lo más justa-
mente que pudierdes, de manera que ninguna
de las partes resciba agravio, y dejares las me-
jores señales que pudierdes para que la dicha
demarcación sea de aquí adelante sabida y
clara, perpetuamente, entre estos reinos y la
Corona de Portugal.
ítem, que por más honrar vuestra persona
y por os hacer mayor merced, vos prometo
que cumpliendo vos lo susodicho, de vos fa-
cer merced, y por la presente vos la hago de
la gobernación y administración de la justicia
en las tierras que descubriéredes por vuestra
persona, como dicho es, para durante vuestra
vida, y non más, para que lo tengáis confor-
me á las leyes destos reinos.
ítem, porque vos m^habéis fecho relación
que tenéis mucha devoción á la orden del bien-
aventurado apóstol Santiago, patrón destos
reinos, que por vos hacer merced vos prometo
que trayendo vos el recabdo susodicho, que
vos mandaré dar el hábito de la orden de
Santiago.
Lo cual todo lo que dicho es y cada cosa
y parte dello, haciendo vos el dicho Juan Diaz
de Solís, lo que arriba se contiene, por la pre-
sente prometo de vos mandar guardar todo
lo en esta capitulación contenido, é cada cosa
é parte dello, y que se vos darán todas las
DOCUMENTOS 67
provisiones necesarias de la Serenísima Prin-
cesa, mi muy cara é muy amada fija, para que
se guarde é cumpla todo lo de arriba conte-
nido.— Fecha en la cibdad de Burgos á vein-
te é cinco días del mes de Marzo de mili é
quinientos é doce anos. — Yo el Rey. — Ei.
Obispo de Falencia. — Conde. — Por mandado
de Su Alteza. — Miguel Pérez Dalmazán.
E agora por parte de vos, el dicho Juan
Diaz de Solís, me fué suplicado é pedido por
merced, que porque mejor é más cumplida-
mente el dicho asiento é capitulación vos fue-
se guardado é complido, y en ello ni en cosa
alguna ni parte dello fuese puesto impedimen-
to, vos lo mandase confirmar é dar sobrecarta
dello, porque con ayuda de nuestro Señor
entendíades de nos hacer mucho servicio en
el dicho viaje, é mi voluntad es que lo susodi-
cho haya complido effeto, é por vos hacer bien
é merced, acatando la voluntad é deseo con
que vos habéis movido á nos servir en lo su-
sodicho, tóvelo por bien, é por la presente
confirmo é apruebo el dicho concierto é asien-
to de suso encorporado, é quiero é mando
que vos sea guardado é complido en todo é
por todo, segund que en él se contiene, é qne
contra él no se vos vaya ni pase en tiempo al-
guno ni por alguna manera, é por e^ta mi
carta mando al Príncipe don Cari js, m.i muy
caro é muy amado fijo, é á los del mi Consejo,
68
JUAN DÍAZ D1-: SOLIS
Alcaldes, Alguaciles de la mi casa é corte, é
chancillerías, é á todos les Consejos, Asisten-
tes, Correjidores, Alcaldes, Alguaciles, Meri-
nos é otras justicias cualesquier de todas las
cibdades é villas é logares destos mis reinos
é señoríos, así á los que agora son como
á los que serán de aquí adelante, á cada uno
é cualquier dellos, que vos guarden é cum-
plan, é fagan guardar é complir esta dicha
mi carta é todo lo en ella contenido, é con-
tra el tenor é forma della, vos non vayan ni
pasen, ni consientan ir ni pasar en tiempo al-
guno, ni por alguna manera; é los unos ni los
otros non fagades nin fagan ende al por al-
guna manera, so pena de la mi merced é de diez
mili maravedís para la mi cámara á cada uno
que lo contrario ñciere; é demás mando al bo-
rne que les esta mi carta mostrare, que los em-
place que parezcan ante mí en la mi corte do
quier que yo sea del día- que los emplazare
fasta XV dias primeros siguientes, so la di-
cha pena, so la cual mando á cualquier es-
cribano público que para esto fuere llamado
que dé ende al que ge la mostrare testimonio
signado con su signo, porque yo sepa en
como se cumple mi mandado. — Dada en la
cibdad de Burgos á veinte é siete días del
mes de Marzo, año del Nacimiento de Nues-
tro Salvador Jesucristo de mili é quinientos é
doce años. — Yo el Rey. — Yo, Miguel Pérez
DOCUMENTOS 69
DE Almazán, Secretario de la Reina nuestra
señora, la fice escribir por mandado del Rey,
su padre. — F:Cl Obispo de Falencia. — Conde.
28 de Marzo de i5i2
XXIII
Real cédula por la que se manda pagar A
María Cerezo cierta pensión á cargo del
sueldo del piloto mayor Juan Díaz de
SOLÍS.
A. I.— 46-4-1-30, Lib. I, f. 7.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa de
la Contratación de las Indias, que residís en la
ciudad de Sevilla. Por otra mi cédula, como
veréis, he fecho merced á Juan Diaz de Solís
del oficio de nuestro piloto mayor, en lugar
é por fin y vacación de Amérigo Vespuchi,
ya difunto, y que tenga con el dicho oficio los
cincuenta mili maravedís que el dicho Amé-
rigo tenía en cada un año, y que de ellos se
paguen á María Cerezo, muger del dicho
Amérigo, diez mili maravedís para en toda
su vida, de que yo le hago merced en en-
mienda y satisfacción de los servicios que el
dicho su marido nos hizo; é porque mi volun-
tad es que aquéllo se cumpla, por esta mi
cédula mando á vos el nuestro tesorero que
sois ó fuéredes de la dicha Casa, que de los
70 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
cincuenta mili maravedís del salario del
dicho piloto mayor dedes é paguedes á la
dicha María Cerezo los dichos diez mili ma-
ravedís este presente ano de quinientos do-
ce, desde el día de la fecha desta mi cédu-
la, hasta en fin del, y dende en adelante en
cada un año para en toda su vida, y tomad
sus cartas de pago, con las cuales y con el
traslado desta mi cédula, signada de escriba-
no público, y con fée como se descuentan de
los cincuenta m.ill maravedís de salario del
dicho piloto mayor, mando que vos sean re-
cebidos é. pasados en cuenta en cada un año
los dichos diez mili maravedís. Asentad el
traslado desta mi cédula en los libros deesa
Casa, y sobre escrito de vosotros, tornad esta
original, á la dicha María Cerezo para que
lo en ella contenido tenga efeto; é non fagades
ende al. — Fecha en Burgos á veinte é ocho
días del mes de Marzo de mili quinientos doce
años. — Yo EL Rey. — Por mandado de S.
Alteza, Miguel Pérez de Almazán. — Púsose
en las esoaldas de dicha cédula lo sis^uiente:
Asentóse el traslado desta cédula en los li-
bros de los oficios y situados de la Casa de
la Contratación que tienen los oficiales de
ella, á fojas doce, en veinte y seis del mes de
Abril de mili quinientos doce años, la cual
dicha cédula está señalada del Obispo de
Falencia.
DOCUMENTOS J\
26 de Abril de i5i2
XXIV
Real CÉDULA por la que se concede cierta
AYUDA DE COSTA A JUAN DlVZ DE SOLÍS.
A. I.— 46-4-1-30, Lib. I, f. 6.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa de
la Contratación de las Indias, que residís en
la ciudad de Sevilla. Mi merced y voluntad
es, que demás de los cincuenta mili maravedis
que por otra mi cédula mandé asentar á
Juan Díaz de Solís, de salario por nuestro
piloto mayor, haya y tenga de nos por merced
de ayuda de costa otros veinte y cinco mili
maravedís en cada un año, segund y como
los tenía Amérigo Vespuchi, ya difunto, mi
piloto mayor; por ende, yo vos mando que lo
asentéis ansí en los libros que vosotros te-
néis; evos el tesorero de la dicha Casa le pa-
guéis los dichos veinte y cinco mili maravedís
este presente año, desde el día de la fecha
desta mi cédula, en adelante en cada un año,
cuanto mi merced y voluntad fuere, y tomad
su carta de pago, con la cual y con esta mi cé-
dula ó con su traslado signado de escribano
72 JUAN DÍAZ DE SOLIS
público, mando que vos sean recibidos é pa-
sados en cuenta en cada un año los dichos
veinte y cinco mili maravedís; y asentad el
traslado de esta mi cédula en los dichos li-
bros, y sobre escrita de vos, tornad ésta, ori-
ginal, al dicho Juan Díaz de Solís para que lo
él lo tenga; y non fagades ende al. — Fecha
en Burgos, á veinte y cinco días de Marzo de
quinientos doce años. — Yo el Rey. — Por man-
dado de Su Alteza. Miguel Pérez de Alm.-vzAx.
— Púsose en las espaldas de la dicha cédula lo
siguiente: Asentóse esta cédula de Su Alteza
en el libro de los oficios é situados de la Casa
de la'Contratación, que tienen los oficiales de
ella, á fojas doce, en veinte y seis días del
mes de Abril de mili quinientos doce años.
La cual dicha cédula está señalada del Obispo
de Palencia.
DOCUMENTOS yS
2'2 de Mayo de i5i2
XXV
Nombramiento de piloto mayor para Juan
Vespuchi
A. I.— 46-4-1-30, Lib. I, f. 10.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa
de la Contratación de las Indias, que residís
en la ciudad de Sevilla. Sabed que mi mer-
ced y voluntad es, que Juan Vespuchi, sobri-
no de Amérigo Vespuchi, nuestro piloto ma-
yor, ya difunto, haya y tenga de nos, en cada
un año, sentados en los libro de esa dicha
Casa, por nuestro piloto mayor, y que contino
esté aparejado para nos servir, ansí por mar,
como por tierra, veinte mil maravedís: por
ende, yo vos mando, que lo pongades y asen-
tedes así en los libros de esa dicha Casa; é
vos el doctor Sancho de Matienzo, nuestro
tesorero de la dicha Casa, de cualesquier
maravedís é oro de vuestro cargo, le dad y
pagad los dichos maravedís este presente
año, el cual corra y se cuente desde la fecha
desta mi cédula fasta ser cumplido, y dende
en adelante en cada un año, cuanto nuestra
merced y voluntad fuere; y tomad vos nuestro
tesorero en cada un año su carta de pago en
las espaldas de un traslado signado de esta
dicha mi cédula, con el cual recaudo mando
74 JUAN DÍAZ DE SOLIS
que vos sean recibidos y pasados en cuen-
ta los dichos veinte mili maravedís en ca-
da un año; é asentad esta dicha mi cédula
en los libros de esa dicha Casa y sobre escrita
en las espaldas, tornad esta original al dicho
Juan Vespuchi, para que la él tenga por título
del dicho oficio; y non fagades ende al. — Fe-
cha en Burgos, á veinte y dos días del mes
de Mayo de quinientos doce años. — Yo el
Rey. — Por mandado de Su Alteza. — Lope
CoNCHiLLOS. — La cual dicha cédula estaba en
las espaldas señalada del Obispo de Falencia.
Y se asentó en ella lo siguiente: Asentóse
esta cédula de S. Alteza en los libros de las
mercedes que tienen los oficiales de Su Alteza
de la Casa de la Contratación de las Indias
que residen en esta ciudad de Sevilla, á fojas
quince, en diez y ocho de Septiembre de mili
quinientos doce años.
29 de Mayo de i5i2
XXVI
Fragmentos relativos á Juan Díaz de Solis
de una real cédula dirigida a los oficiales
DE LA Casa de la Contratación
A. I. — 139-1-4.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa de
la Contración de las Indias que residís en la
DOCUMKNTOS "¡5
cibdad de Sevilla. Vi vuestra carta de doce de
Mayo en que me hacéis saber los inconvenien-
tes que os parecía que hay para no poder
complir Juan Diaz de Solís la capitulación é
asiento que por nuestro mandado con él se
tomó sobre el viaje que ha de hacer para la
demarcación de entre estos reinos é Portogal,
y tengoos en servicio avisarme dello, y bien me
pesa algunos inconvenientes que decís que
pudiera suceder en la navegación si el dicho
Juan de Solís no llevase mejor recaudo del
que decía que había de llevar, y la verdad es
que al tiempo que con él se asentó la dicha
capitulación, fué porque teníamos y tenemos
acordado de enviar juntamente con él una
persona de mucha confianza é cuidado, el cual
ha de llevar secretamente poderes que excedan
á los quel dicho Juan de Solís lleva, para
que cada é cuando el dicho Juan de Solís ten-
tase de hacer algo que no debiese contra el
tenor de la dicha capitulación que con él se
tomó le pudiese contradecir, y lo que princi-
palmente á ello nos movió, fué tenerle, com.o
vosotros decís, por persona de no mucha
constancia, y todos los inconvenientes que en
la negociación decís que le podría suceder, y
también ser muy pocos los dos navios que ha
de llevar para ser el viaje tan largo, y los más
inconvenientes que pareciere que le podrán
suceder yendo de la manera que va. comunicad
76 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
é platicad con él, poniéndoselos todos delante,
para que os diga su parescer de todos ellos, é
qué salida ó fundamento les dé para quél
no los tenga por impedimientos, y después
que lo tengáis todo muy platicado é asentado
enviarme héis la relación verdadera de todo lo
que en ello pasare, ansí de los inconvenientes
que decís como de lo que el dicho Juan Diaz
á ello responde, para que yo lo mande todo ver,
é después de visto é conmigo consultado, se
vos envíe á mandar lo que con el dicho Juan
de Solís habéis de hacer, y entretanto lo más
moderadamente que ser pueda daréis los dine-
ros que fueren menester para aderezar algu-
nas cosas para el dicho viaje, con que las tales
cosas que ansí hobieren de comprar sean de
calidad que aunque no se haya de hacer el
dicho viaje, se puedan tornar á vender sin
que en ello se pierda mucho, y en esto en-
tenderéis con el menos bullicio y alteración
que ser pueda, é con la presente os envío
cédula para el dicho Juan de Solís que se
junte con vosotros para ello y dársela héis y
todos juntamente platicad sobre ello é después
desto muy platicado é estudiado, enviadme la
información é relación de todo lo que en lo
susodicho pasarde, como dicho es.
1
En lo que toca al oficio de Amérigo, ya
cuando vuestra carta llegó, yo había mandado
DOCUMENTOS -]-■]
proveer de nquel oficio al dicho Juan de So-
lís, como allá habréis visto, porque yo fui
informado que era persona hábile é suficiente
para el dicho cargo.
No se os responde con este mensagero á
otras cosas que yo tengo mandadas apuntar
para platicar en ello: hacerse ha lo antes que
ser pueda, porque lo principal porque se va
con este despacho, es por lo que conviene que
platiquéis é hagáis en el negocio de Juan de
Solís. — Yo EL Rey.
Sin fecha (29 'de Mayo de i5i2,)
XXVII
Real cédula para que Juan Díaz de Solis se
JUNTASE CON LOS OfICLVLES ReALES Y LES IN-
FORMASE DE CIERTOS PARTICULARES.
A. I.-139-I-4.
El Rey. — Juan de Solís, nuestro piloto ma-
yor. Porque sobre las cosas que convienen
que se hagan é provean para el viaje que por
nuestro mandado habéis de hacer para la de_
marcación, los nuestros oficiales de la Casa de
la Contratación desta ciudad de Sevilla, vos
hablarán é platicarán con vos algunas cosas
sobre ello: por ende, yo vos mando que vos
78
JUAN DÍAZ DE SOLIS
juntéis con ellos para les dar razón de todo
lo que de vos se quisieren informar é saber,
porque ansí conviene á nuestro servicio é al
bien de la negociación. — Yo el Rey. — Por
mandado de Su Alteza. — Lope Conciiillos.
— Señalada del Obispo de Palencia.
24 de Julio de i5i2
XXVIII
Rkal cédula por la que se concede a Juan
Vespuche licencl\ para sacar traslados
del padrón real.
A. L— 139-1-4, Lib. III, f. 324 V.
El Rey. — Por cuanto yo é la serenísima
Reina princesa, mi muy cara é muy amada hija,
viendo ser provechoso para la navegación de
las Indias é Tierra F'irme del mar Océaho é
de los pilotos é tratantes en la dicha navega-
ción, por una nuestra carta mandamos que se
hiciese en la Gasa de la Contratación de Se-
villa por Juan Diaz de Solís, nuestro piloto
mayor, é por miser Juan Vispuche, nuestro
piloto, un padrón general de las dichas islas,
Indias é Tierra Firme del mar Océano des-
cubiertas é por descubrir, con información
que hobiesen de otros pilotos que siipiesen
el arte de la navegación, como más larga-
docump:ntos 79
mente en la dicha provisión que sobre ello
mandamos dar se contiene, é por cuanto to-
dos los pilotos que han de ir la dicha nave-
gación de las Indias han de llevar un treslado
del dicho padrón por donde se han de regir
é gobernar: porque vos el dicho miser Juan
sois tal persona que lo sabréis facer muy cier-
to é verdadero, é por vos facer merced tóvelo
por bien; por la presente os doy licencia é
facultad para que vos é no otra persona al-
guna, ecebto si no fuere Andrés de San xMar-
tín, nuestro piloto, que tiene licencia de nos
para ello, con que no los pueda sacar para
vender, podáis sacar é saquéis los dichos tres-
lados del dicho padrón real é vendellos a los
dichos marineros é pilotos, é que otros ningu-
nos los puedan sacar del dicho padrón real, é
que todos los treslados que vos así dierdes
vayan firmados de vuestro nombre é llevéis
por ellos lo que fuere justo é tasado por los
dichos, nuestros oficiales de la dicha Casa de
la Gontrabtación é no más ni allende, so pena
que cualquier persona que se entremetiere á
sacar é sacare el dicho padrón incurra en
pena de diez mili maravedís por cada vez que
lo sacare para vender, con tanto que para sí
quien quisiere lo pueda sacar é tener, la dicha
cual dicha pena en que así las tales personas
incurrieren, se reparta en cuatro partes, la
una para las obras de la dicha Casa de la Con-
trabtación é la otra para vos el dicho miser
8o JUAN DÍAZ DE SOLÍS
Juan Vispuche é la otra para el acusador que
le acusare é la otra para el juez que lo sen-
tenciare; é por esta mi carta mando á los
nuestros oficiales de la dicha Casa de la Con-
trabtación de Sevilla é otras justicias cuales-
quier, así de la dicha cibdad de Sevilla como
de todas las otras cibdades é villas é lugares
destos mis reinos é señoríos, que goarden
esta mi cédula é todo lo en ella contenido, é
conforme á ella ejecuten las penas en las
personas é bienes de los que en ellas incu-
rrieren é las repartan, como dicho es; é por-
que venga á noticia de todos, mando questa
mi cédula sea apregonada públicamente por
las plazas é mercados é otros lugares acos-
tumbrados de la dicha cibdad de Sevilla, é los
unos ni los otros, etc. Dada en Burgos á xxiv
días de Julio de quinientos é doce. — Yo el
Rey. — Secretario Conciiillos. — Señalada del
Obispo de Palencia.
Asentóse en 21 días de Septiembre de ibii¿.
DOCUMENTOS 8 I
24 de Julio de i5i2
XXIX
Real cédula por la que se encomienda á Juan
Dl\z deSolís y á Juan Vespuciii que hagan
el padrón real.
A. I.— 1 39-1-4, Lib. m, f. 326 V.
Doiia Juana etc. Por cuanto á nuestra no-
ticia es venido y por experiencia se ha visto
que por no ser los pilotos tan expertos y tan
mstrutos como sería menester para regir é
gobernar los navios que llevan á, cargo en los
viajes que fazen para las Indias, Islas é Tie-
rra Firme del. Mar Océano, é por defeto dellos,
por no saber de que manera se han de regir
é gobernar, ni por donde han de tomar el
cuadrante y estrolabón y el altura, ni saber
la cuarta della, les ha acaescido é cada día
acaescen muchos yerros é defetos en las na-
vegaciones que fazen, de lo cual á nos deser-
vicio mucho se recresce é á los trabtantes en
las dichas Indias mucho daño, é de cada día
se espera rescebir mayor, si no lo mandamos
proveer é remediar, é porque, ansí para la
dicha navegación como para otras cosas, que
con ayuda de Nuestro Señor esperamos para
descubrir otras tierras, es necesario que haya
personas más expertas é mejor fundadas é que
6
82 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
sepan las cosas nescesarias para las tales na-
vegaciones, é los que debajo de su goberna-
ción é pelotaje fueren, puedan ir más segu-
ramente, y questos tales pilotos sepan é ten-
gan el padrón por donde sepan que han de
facer sus viajes é navegaciones que hobieren
de facer, é porque yo he sabido que hay mu-
chos padrones de cartas, fechas de diversas
maneras é por diversos medios, é han puesto
é asentado las tierras de las Indias, Islas é Tie-
rra Firme del Mar Océano á nos pertenecien-
tes, é que por nuestro mandado han seído
descubiertas, é las navegaciones inconvenien-
tes á los dichos pilotos, é que por ellos se
han de regir é gobernar, é porque haya orden
é manera como lo susodicho cese é los dichos
pilotos tengan orden é manera é padrón por
donde se guien é fagan sus navegaciones, es
mi merced é voluntad que se haga un padrón
general, y j3or queste se haga muy cierto é
verdadero, é cual convenga, porque las dichas
navegaciones sean ciertas é seguras, confian-
do de vos Juan de Solís, nuestro piloto mayor,
é de vos micer Juan Puche, nuestro piloto,
que sois tales personas, y tan expertos y dotos
para lo susodicho, por la presente vos mando
que amos á dos juntamente en la nuestra
Casa de la Contratación de las Indias de Se-
villa y en presencia de los nuestros Oficiales
que en ella están, hagáis juntar todos los más
DOCUMENTOS 83
pilotos que ser pudiere, é que más supiesen
en las navegaciones y estrolabrios, é altu-
ras, é compases, á los cuales mando que se
junten con vosotros, é así juntos, platiquéis
mucho de la manera que se debe de facer un
padrón real de la navegación de las partes
de todas las Indias, que hasta hoy se han
descubierto, pertenecientes á la Corona Real
destos reinos, é después que todos hayan di-
cho sus pareceres, con acuerdo de vos los di-
chos Juan de Solís é micer Juan de Vispu-
che, é se haga por amos é dos vosotros jun-
tamente un padrón general que se llame el
Padrón Real, en pergamino, questé puesto
juntamente en la dicha Casa de la Contrata-
ción, por el cual todos pilotos se han de regir
é gobernar é fazer sus viajes, é para que
todos los tengan en su poder é se rijan por
ellos, vos el dicho micer Juan Vispuche los
podáis fazer é fagáis todos los treslados del
dicho padrón real, é no otro ninguno, confor-
me á una licencia que para ello el Rey, mi
se«or é padre, vos dio por una su cédula
firmada de su nombre, que ningund piloto
use de otro ningún padrón sino del que vos
le dierdes, firmado de vuestro nombre é sa-
cado para quél, so pena de cincuenta doblas
de oro á cada uno que lo contrario hiciere,
que sean para las obras de la dicha Casa de
la Contratación; é mandamos á nuestros pilo-
84 JUAN DÍAZ DE SO LIS
tos de nuetro reinos, que de aquí adelante
fueren á las dichas Islas é Tierra Firme del
mar Océano descubiertas y por descubrir, y
hallando nuevas tierras ó islas ó baxas ó nue-
vos puertos ó cualquier cosa que sea digna
de ponerla en el dicho padrón real, que en
veniendo á Castilla vaya á dar su relación á
vos el dicho Juan de Solís é micer Juan Vis-
puchi, é á los dichos nuestros Oficiales de la
Contratación, para que luego vosotros lo asen-
téis en el dicho padrón cada cosa en su lugar^
de manera que los navegantes sean más cau-
tos y enseííados en la navegación; é manda-
mos que ninguno de los dichos nuestros pi-
lotos que de aquí adelante navegaren no vayan
sin su escuadrante ó estrolabión y el regi-
miento para ello, so pena quel que lo con-
trario hiciere, sea inhábile para usar el dicho
oficio, por tanto tiempo cuanto fuere mi mer-
ced é voluntad é que no lo pueda tornar á
usar sin nuestra licencia y especial mandado,
é más que pague de pena mil (i) para las obras
de la dicha Casa de Contrabtacion; é mando á
los dichos nuestros Oficiales que cada é cuan-
do por vos el dicho micer Juan les fuere pe-
dido el dicho padrón real para fazer otro ó
otros por él, que vos lo den, con tanto que
para lo fazer no lo saquéis déla dicha Casa
de la Contratación: é porque lo suso dicho
(i) Debe entenderse maravedís.
DOCUMENTOS 85
venga á noticia de todos los dichos pilotos,
marineros é maestres é ninguno dellos pueda
pretender inorancia, mando questa mi carta
sea apregonada públicamente por las plazas é
mercados é otros lugares acostumbrados de
la dicha cibdad de Sevilla, por pregonero é
ante escribano público é testigos; é los unos
nin los otros, etc. Dada en Burgos, á xxiiii
de Julio de dxii años. — Yo el Rey. — Por
mandado de Su Alteza. — Lope Conchillos. —
Señalada del Obispo de Falencia.
3o de Agosto de i5i2.
XXX
Carta del embajador Juan Méndez de Vas-
concelos AL REY DE PoRTUGAL ACERCA DE
VARIOS PARTICULARES TOCANTES Á JuAN DlAZ
DE SOLÍS.
Torre do Tombo, gav. i5, m. lo, n.39.
Senhor: Jam Dias de Solís, o piloto, que me
Vossa Alteza escreveo que Ihe diserao que hia
a Malaca, está aquí: e mandeio muitas vezes
buscar^ e oje falei co ele, e veo co ele hu seu ir-
mao,que diz que foi a India, e que tem na casa
da India maisde trezentos ducados. E o que to-
meideJoaoDiz he,quehad'ir como vierh'Abril
co tres navios; a saber: hu de cento e sesenta, e
86 JUAN DÍAZ DE SO LIS
outro d'oitenta, e outro de quarenta tonés: diz
que ha d'ir ver e demarcar o de Gástela: e a
pratica foi muito larga; e o que d'ele nela pude
tirar he, que a ele Ihe parece que Malaca cace
na demarca9ao do de Gástela; e eu Ihe dise
tudo o que me pareceo que compria a voso
servÍ9o; e ele se me fez muito agravado de
Voss'Alteza pera que se Ihe page o que se
Ihe deve na casa da India, e que nem por
eles, nem por servir, nem por nada, nunca
le pagarao hu soo rreal d'oitocentos cruzados
que diz que tem na casa da India: á qual
cousa Ihe nao crí, porque ainda que nao fora
senao por descargo da conciencia de Voss,
Alteza se deverá de fazer, canto mais as táes
pesoas, se bem servem, e que nao tem outra
cousa de que viver: e diz que desesperado de
se Ihe nao pagar, se veo qua. Eu nao sei
nada do mar, e com tudo digo, que me pa-
rece que ele fala no mar, como quem sabe
o que fala: e diseme, que Ihe screverao de
Malaca hua carta de tres folhas de papel, das
demarcacoes é grados e linhas. por os cuaes
ele cuida que Malaca he do de qua; é diz
que taobem Ihe screverao que Alfonso d'Al"
buquerque fizera hua armada pera os chis»
que sao mais de quatrocentas legoas dentro
da demarca^ao de Gástela, e que de Lisboa
partirá outra a parte das Antilhas, que muito
craramente he de Gástela. Aquí está hu Ou-
DOCUMENTOS 87
rives, a que chamao Joao Anriquez, o qual
esteve na India; e tambem se me fez ai^ra-
vado, e Voss'Alteza Ihe deve certo denheiro:
este me dice que armavao os tres navios em
Lepe, é que o Jam Dias hia por capitao prin-
cipal, e que ele hia em hu dos navios por ca-
pitao, e que aviao de partir em Marco, e que
ele sabe mais das alturas que Jam Dias, e así
hu filho seu, e que mostrara que Malaca está
na demarca^ao de Gástela. Pergunteilhe o
que Ihe davao, e diseme que agora asentara
có el Rey, e que le davao cando servise vin-
te e cinco mil, e cando nao, vinte mil. Eq
dise a hum e a outro, a cada hum por si, como
se qua pagavao estes asentos, e tudo o mais
que esta materea compria; e pareceme que
se Vossa Alteza dése este Joao Anriquez
doze ou quinze mil reis cad'anno que se irria
pera Portugal a servirvos, e que levara seu
filho, que diz que sabe tanto com'ele. O Jam
Dias de Solis, diz que Ihe dao qua duzentos
cruzados cad'anno, e que Ihos pagaos a os
tercos em Sivilha na Casa das Antilhas, e mais,
que he piloto mor, e outros ventos: este nao
sei se se poderia así erancar, porque diz que se
Ihe nao guardarao jaa por duas vezes os
vosos alvaraes; mas com tudo boom, penhor,
he ter ele la oitozentos curzados, e o irmao
trezentos. Mas o Anriquez pareceme que logo
se iria, porque ele e a molher sao portugue-
88 JUAN DÍAZ DE SOLIS
ses; e fez-se-me tao prove,que me foi necesareo
darlhe dinheiro, por saber delle o que pasava
e elle me dise, que de Sevilha screveva ja a
Vosa Alteza desta armada que se fazia, e que
escrevera a Vosa Alteza que mandase a ele
algum piloto, ou quem soubese do mar, pera
Ihe dar alguns avisosque compriao á vosso ser-
VÍ90. Destes homes nao conhe90 nada, e eles
me dizem que cuidao que estarao aquí pouco
e que se irao pera suas casas, que sao em
Sevilha, a d'Anriquez, e em Lepe a de Solís;
mas por o que deles me parece, folgaria mui-
to, por o que compre a vosso servico, que
Vossa Alteza mandase remediar isto de ma-
neira que vos nao fa^ao tal desservico, que
seja maaode remediar, porque todas las cousas
tem cometo. Nosso Senhor goarde e acre-
centé a vida e muito real estado de Vossa
Alteza e Ihe dé todo o que deseja. De Lo-
gronho a trinta d' Agosto de quinhentos e
doce annos. — Beijo as maos a Vos Alteza. —
JoAO Mendes de Vasconcelos.
DOCUMENTOS 89
7 de Septembre de i5i2
XXXI
Otra carta del mismo á su señor, partici-
pándole LO QUE EL Rey Católico le había
RESPONDIDO sobre CIERTOS ASUNTOS DE ES-
TADO.
Senhor: — Oje ter9a polla manhaa sete deste
mes vierao aqai doüs mocos d' estrivera de
Vosa Alteza, e me derao quatro cartas suas,
é todas sao reposta d' outras minhas; e logo
esta tarde fui al Rey voso Pai, e Ihe lí toda
a carta grande, como o V. A. mandou: e que-
ro logo dizer o que me respondeo ao primeiro
capitolo, q' era sobre as armadas que ele cui-
dava que forao a Portugal, e sobre Pero Joam
e gales.
Que o Pero Joam co as gales, a ida nao
fora por a costa desta parte, e se fora por a
costa de Berbería, e isto receando de se Ihe re-
crecer de qua algu daño, e taobe por fazer o
que fez, que foi tocar junto d' Ourao a tomar
agoa nuas fontes dos mouros, e q os mouros
vierao a falar co ele, e q' ele Ihes dise que
Gástela era jaa perdida, e q' o poder de Fran-
ca vinha sobr' ela, e q' el Rey de Fran9a e o
Turco estavao concertados pera a destruir de
92 JUAN DÍAZ DE SOLIS
he: que armada nao vai a Malaca, senao a
descubrir e saber o de qua, e que ainda que
fose tao levé, e tao apasionado, e tal como Ihe
dizia, que nao ousaria a fazer cousa que nao
devese, porque Ihe custaria a cabeca: e a isto
Ihe tinha eu ja dito cao pouca paga aquela se-
ria do mal que ele podia fazer, e tornoume a
dizer que ele nao iria soo nem por principal,
e que estevese V. A. muito certo que por
sua vontade nao se tocaria en vosas demarca-
coes, e a isto estaba respondido co a mesma
carta, e que na casa da Contratacao de Sevi-
Iha o principal capitolo que havia pera os que
hiao d' armada ou a descobrir, era que nao
tocasem em nhua cousa do de V. A., e quo
o que me disera do desejo que tinha de se de-
marcar todo, de maneira que nuca Portugal
e Gástela tevesem nhu debate, me tornava
agora a dizer, e que eu escrevese a V. A. que
V. A. cuidase em algu caminho pera como
isto se pódese fazer, e que ele por sua parte
o cuidaria, e que folgaria muito de se achar,
porq' ele, por ser velho,devia de viver poucos
dias, e que neses esperaba em Déos qu9 nuca
ouvese rompimento, mas que iria muito des-
cansado se ficase tudo tao craro que seus ne-
tos, e todos os que deles viesem, nao tivesem
nuca causa de romper, e que com isto folga-
ria muito; mas com coanto Ihe dise daquele
Piloto portuges, nuca me dise que nao iria: e
DOCUMENTOS QI
das novas do Soldao, que Ihe parece coiisa que
pode ser, e que dias haa que Ih' screverao
quem o podia saber, que o Turco oferecera ao
Soldao mestres pera fazer navios e artelharia,
dizendo que pera a India; mas que Ihe diziom
que no mar Roxo nao avia asi aparelho pera
se poder fazer armada, por a lera ser esterel.
K quanto a armada que me disera que se
fazia em Lisboa pera as Antilhas, que ele me
disera o que Ihe diserao; m.as que cria o que
V. A. dizia.
E coanto ao esbombardear do galeao do
Papa nao dise outra cousa senao que aquilo
erao cousas do mar, e que as mais vezes se
faziao sem ordem.
E folgou de Ihe eu dizer que V. A. tinha
mandado em seu rejimento ao capitao que
andava d' armada no estreito, que acudise as
suas cousas como as cousas propeas, e como
Ihe V. A. tornara logo a mandar que fose
a Milila, e diseme que vo lo tinha em mercé,
e que asi mesmo o mandava sempre aos seus
capitaes que o fizesem em todo o que tocase
a V. A., e que asi se devia fazer de parte a
parte.
E coanto a armada que se faz pera Ma-
laca, eu Ihe tinha falado nisto ha tres dias,
como adiante direi, e agora Ihe lí o que nesta
carta de V. A. vinha sobr iso, e ele me res-
pondeo o que me jaa tinha respondido, qne
90 JUAN DÍAZ DE SOLIS
todo; e que se ajuntaseme fosem fazer güera
a Ourao, e que nao curasem de pazes, porque
nao avia em Gástela quem os socorese, e &c.,
e q' os mouros, como he jente mudavel, que
se ajuntarao tres mil de cávalo, e que forao
logo a cercar Ourao, e muita jente de pee, e
q' os que estavao dentro o fizerao mui bee. de
nianeira q' ele cria que forao dali con muito
daño: e q' o Pero Joam até Lisboa nao ñzera
nhu mal, como o V. A. dizia; mas q' em pa-
sando, fora logo a dar no arevalde de Bayona
em Caliza, e queimara duas casas, e q' os da
térra o lancarao fora, e que dali fora a dar em
outro lugar da Igreja de Saotiago, e que taobe
fizera pouco daño, por estarem avisados, mas
q' ele faz todo o que pode, e o que deixou de
fazer foi por arrecear o que podia ser; mas
quedas, armadas e de tudo, ele creo que V. A.
diz, polo V. A, dizer, e por nao haber rezao
pera outra cousa, e q' ele me mandarla dar
hua bula das que o Papa deu sobre este casOr
pera V. A. poder dar por desculpa al Rey de
Fran9a se quisese, e pera a ver: esta se se me
der, mándala hey a V. A.; e se nao, nao es-
pero falar nela.
E as causas que ele me tinha dito que o
moverao pera vos nao pedir que entraseis na
Liga, me dise que ele tinha cuidado das vo-
sas cousas como das suas propeas, e que asi
o esperava que V. A. o tivese das suas. E que
DOCUMENTOS 98
pois tenho as maos nesta materea, darei cori-
ta a V. A. do que pasei com o piloto.
Eu o mandei chamar alguas vezes, e ouve
de vir aquí a minha pousada, e eu o cometí
por vias, e acheio de todo asentado com el
Rey voso Pay: e com ele veo hu seu irmao,
que medise que se Ihe dcvia na caza da In-
dia trecentos curzados, e ao piloto oitocentos'
e que V. A . Ihe dera alvaraes pera que Ihos pa-
gasem, e que nuca Ihos pagarao, e &c., e que
Ihe faziao qua muito grandes partidos. Eu to-
mei por fundamento dizer-lhe verdade de cao
pouco certo era todo o q' aqui se asentaba, e
como nuca secompria, e como o de V. A.
muito certo, o que eu trabalharia todo o que
pódese porque V. A.leperdoase e Ihe fizese
mercé; c por aqui; e disemeque ja Ihe V. A.
mandara por aquele seu irmao hu alvará de
seguro, mas q' ele nao ousára d' ir lá, nem
iria, q' avia medo q' o mandaseis prender,
e por aqui escusándose dizendo, que se lá
fose, que o averiao qua por sospeitoso,e &c., e
em concrusao que nao iria láa^ e nao me pres-
tou cantas boas razoes Ihe pude dizer, que sao
notoreas a todos: e foi tao roim, que todo o
que pasou comigo, foi logo dizer ao bispo de
Palencea, que tem cargo das armadas, eo bis-
po de Palencea o dise logo al Rey, eo piloto
acrecentou ao bispo, e diserao-me que o bispo
al Rey: e porq eu tenho sabido q este bispo
94 JUAN DÍAZ DE SOLIS
dice a Cristovao Corea, cando qua veo esta
vez deradeira, alguas palavras descorteses, e
taobem porq agora fui certificado q este Pi-
loto tinha conceptado de dar ao mesmo bispo
a metade do q a sua parte viese, dise al Rey
voso Pay como eu falara com o piloto,, e q o
achara tao apasionado e tal, que determinara
dizer á su Alteza que nao mandase tal hoí
mem e de tal calidade a tamanha cousa, porq„
aínda que fose tao justo coma Simeao e tao
sesudo como Salamao. por estar tao apasio-
nado o nao podia fazer bem, coanto mais q
era todo ao revés, e mais q eu era certifica-
do, q ele dava a metade do que Ihe viese ao
bispo de Pálencea e ao sacretario, e cuidan-
do ter estes por sua parte, e seu siso he con-
dicao: da outra que nao seria muito ir por
os marcos na ilha da Madeira; e q eu via
nestes reinos e nos de V. A. duas vilas vc-
zinhas trazerem muitas demandas sobre o
partir dos termos, e que coando as Justicas
entendiao niso, que mandavao tomar homens
bóos e sem sospeita, e estes com juramento
e co as escreturas, e q estes muitas vezes
nao bastavao, coanto mais hum homen tal e
tal; e a tudo isto me respondeo o q agora e
q avia d ir co ele hum veador que sabe
d iso: e procurei por saber quem era, e achei
que se chama Martim Daopias, e diz q he
bóo estrolago, e nao está agora aqui, que diz
DOCUMENTOS qS
q he ido a Ingraterra, c p esqerao cada dia
por ele: homen he q eu nao conheco, neni
sey quem hé.
Joao Anriquez está aqui, e diz que cuida
q o mandarao ir com o Joao Diz, e diseme
q'escrevese a V. A. que compre muito a voso
servido mandardes algu home do mar a Se-
vilha, porq'eles cuidao q'os despacharao hum
dia destes a falar co ele, e que vive junto co
as grades de Sevilha: e diseme este Joao An-
riquez q'aviao d' ir direitos ao cabo de Boa
Esperanza, e d'i a Ceilao e a Malaca, a qual
elles am q' stá na conquista e demarca^ao
de Gástela, e nisto nao ha mais que dizer,
nem me parece necesareo falar com o Joao
Diz, porq" stá de todo perdido de vento, cheo
d'esperancas do q' ha de descobrir e do que
diso ha d'aver; e nunca d'el Rey voso Pay,
antes d agora, nem agora com vosa carta, pude
tirar q este roim nao iria, e do máis muito
boas palavras que nao fará, e que nao irá
sóo, e &c. V. A. veja o que compre a seu
servico, e iso mande fazer.
Nisto que tenho escrito tenho respondido a
todas as cartas de V. A.: agora direi as novas
daqui.
Aqui vierao este sábado pasado tres in-
greses q estao en Fonteravia, homens onrados,
e hum deles hera o Tesoureiro d'el Rey d'In-
gratefa, e outro o seu Embaixador, e outro
96 JUAN DÍAZ DE SOLIS
Sota-capitao do capitao jeral, os quaes el Rey
voso Pay mandoa receber por estes Grandes
ou algums deles, e fezlhes muita onra. Os
ingreses aqui soltavao muito rijo a lingoa'
dizendo q avia perto de tres meses q'os tin-
ham aly engañados, e que co eles tomarao o
reino al Rey de N avara, q era amigo d el Rey
d Ingratera e do Emperador, e que nao fa-
ziao nada do q'co eles se asentara ; que os
leixasem ir, ou comprisem co eles; e por
aquí alguas palavras d homens apasionados.
Eles se forao oje: nao tenho sabido o recado
que levao; mas sábelo hey. Eles taobem se
queixavao do duque d Alva, dizendo que cada
dia Ihe escrevia mil mintiras, e &c. O duque
d Alva he partido de Paoplona, e parou em
Ro9as-vales , que he muito perto de Sao-
Joao-do-Pé-do-Porto, pera onde ele hia : al-
gums, e eu co eles, cuidamos que tudo isto
he pera dilatar, e q este verao se nao fará mais
güera q a feita, e ficarse-a voso Pay com
Navara e &c. Outros dizem que se ajuntarao
os ingreses com o duque d Alva, e juntos
que tomarao algums lugares de Bearné, onde
se detenhao os ingreses este invernó, e se
isto ha de ser, ha de ser logo; e o q eu sou-
ber, V. A. o saberá. O capitao d el Rey de
Fran9a, jeral, que se chama Monseor de la
Palira, que está aqui junto de Bayona diz
Almacao que cando soube q o duque d Alva
dücl\mi:ntos c)7
hia a via de U\a, que mandou quebrar as
pontes e dañar os vaaos coma quem nao
quería pelejar, e que se meterá hum pouco
mais adentro, dond estaba con sua jente,
que diz que sao de soldó treze mil infantes,
é oitocentas langas grosas, e niais de mil
cávalos lijeiros.
El Rey voso Pay he jurado por Rey de
Navara. Os ingreses ouverao hum arroido
nua aldea ond estavao algums deles, e diz
que matarao dos viscainhos mais de corenta,
e roubarao toda a aldea. Diseme o duque de
Najera que sao mortos dos ingreses de doen-
^as e idos bem cuatro mil; e nunca fala senao
no desejo que tem pera servir V. A.
Dom Jorge m escreveo do Arayal, que Ihe
disera o duque d Alva das gales de Franca
que vierao a Lisboa, e como forao bem tra-
tadas; e isto cuido eu que Iho mandaría es-
crever el Rey voso Pay.
El Rey voso Pay manda Embaixador a
Frandes, o cual he aragoes, e he comenda-
dor de Lam9a: diz que vai pera star lá,
porq o Príncipe se vaí chegando aos quator-
ze annos, pera estar com Madama Margarida
e com ele, e os convocar ao que de qua qui-
serem.
Agora nao sey mais q escrever. Noso Sr.
guarde e acrecenté a vida e muíto Re^l esta-
do a V. A. e Ihe dé o que deseja. De Lo-
7
98 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
gronho a sete de Setembro de noite, de quin-
hentos e doze annos. — Beijo as maos a Vos.
Alteza. — ÍOAO JVIendes de Vasconcelos.
29 de Septiembre de i5i2
XXXII
A. I.— 139-1-5. Lib. IV.
Real cédula por la que se manda pagar
cierta suma a Juan Díaz de Solís
El Rey. — Dotor Sancho de Matienzo, nues-
tro tesorero de la Casa de la Contratación de
las Indias que residís en la ciudad de Sevilla,
ó vuestro lugar-teniente. Yo vos mando que
de cualesquier maravedís é oro de vuestro
cargo dedes é paguedes á Juan Diaz de Solís,
nuestro piloto mayor, treinta y siete mili y
quinientos maravedís, de que yo le hago mer-
ced en recompensa de los gastos é costas
que él tiene fechos hasta agora en aderezar y
aprestar el viaje que por nuestro mandado
había de hacer; é tomad su carta de pago del
dicho Juan Diaz de Solís, con la cual y con
esta mi cédula, siendo primero tomada la
razón della en los libros desa dicha Casa por
los nuestros oficiales della. mando que vos
sean recibidos é pasados en cuenta los dichos
treinta y siete mili é quinientos maravedís; é
DOCUMENTOS 99
no fagades ende al. Flecha en Logroño á
veinte y ocho de Septiembre de quinientos do-
ce años. — Yo EL Rey. — Por mandado de Su
Alteza. — Lope Conchillos. — Señalada del
Obispo de Falencia.
3o de Septiembre de i5i2
XXXIII .
A. I. — I39-I-5, Lib. IV.
Real cédula para que los oficlvles reales
se reciban de las especies compradas por
Díaz de Solís, á quien se recomienda espe-
cialmente.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa de
la Contratación de las Indias que residís en
Sevilla. Ya sabéis el asiento questaba tomado
con Juan Diaz de Solís para el viaje que
había de facer en ir á descobrir, y porque al
presente yo he mandado suspender el dicho
viaje fasta que se comunique con el Rey de
Portogal, mi hijo, lo que toca á aquella na-
vegación; y lo que el dicho Juan Diaz tenía
gastado en, aderezar para lo susodicho po-
drá servir para lo de Tierra Firme, en que
agora, con ayuda de Nuestro Señor, mando
entender, segund que brevemente seréis avi-
sados: por ende, yo vos mando que veáis
todo lo que el dicho Juan Diaz ha compra-
lOO JUAN DÍAZ DE SOLIS
do é juntado para el dicho viaje é lo fagáis
tomar é recebir é poner á recahdo para lo de
Tierra Firme, y le recibáis y paséis en
cuenta todos los maravedís que hobiere pa-
gado, así en las compras como en los mara-
vedís que hobiere dado en señal de las cosas
que habla igualadas, y asimismo lo que ho-
biere dado á alguna gente para en cuenta de
su sueldo, y todo lo demás que él tenía com-
prado é consultado lo toméis segund é de la
manera quél lo tenía concertado y lo cum-
pláis según él había de cumplir, de manera
que la palabra que tenía dada é asientos que
tenía fechos se cumplan; y asimismo le reci-
báis en cuenta los maravedís que hobiere
gastado con los homes que ha traído consigo
para aderezar y entender en lo susodicho,
ecebto lo que toca á su persona, porque por
respeto de aquéllo, yo le fago cierta merced
de ayuda de costa, como por otra mi cédula
veréis, y porque yo le tengo por muy buen
servidor, y como tal querría que fuese mirado
y tratado, recibiré de vosotros servicio que
en todo le tratéis y favorezcáis como á criado
y servidor mío y le hayáis muy recomendado;
é no fagades ende al. Fecha en Logroño á
treinta días del mes de Septiembre de qui-
nientos doce años. — Yo el Rey, etc.
DOCUMExNTOS lOt
Diciembre de i5i2 á Febrero i5i3
XXXIV
Fragmentos de la probanza hecha en Santo
Domingo á petición del Fiscal, de que el
descubrimiento de Darien fué debido a
varios pilotos y no á D. Cristóbal Colón.
Las preguntas siguientes sean hechas á
los testigos que fueren presentados por el
procurador fiscal de Vuestra Alteza en el
pleito que trata con el Almirante de las Indias.
I. — Primeramente sean preguntados los di-
chos testigos si conoscen al dicho fiscal é al
dicho almirante é si le conoscieron al almi-
rante don Cristóbal Colón, su padre, y al se-
ñor don Juan de Fonseca, obispo que agora
es de Falencia, é á Juan de la Cosa é Alonso
de Hojeda, é á Pero Alonso Niño, é á Cris-
tóbal Guerra, é á Rodrigo de Bastidas, é á
Vicente Yáñez Pinzón, é á Diego de Lepe,
é á Joan Díaz de Solís.
IX. — ítem, si saben que después desto, Vi-
cente Yáñez é Juan de Solís fueron á descu-
brir por mandado de Su Alteza y descubrie-
ron adelante de la dicha tierra de Veragua
lodo lo que hasta hoy está descubierto, en
lo cual el dicho Almirante no tocó ni descu-
brió costa alguna.
102 JUAN DÍAZ DE SOLIS
Declaración de Andrés de Morales:
A la novena pregunta dijo: que sabe que
los contenidos en esta pregunta fueron á des-
cubrir, porque este testigo vio una carta que
escribieron los susodichos al Comendador
Mayor, que era gobernador en esta Isla, que
le hacían saber cómo pasaban, é que se tiene
por cierto segund la relación é carta de ma-
rear, quel Almirante no llegó allí.
Declaración de Alonso de Ojeda:
A la novena pregunta dijo: que la sabe co-
mo en ella se contiene, porque este testigo
habló con el dicho Juan de Solís é con los
que en su compañía habían ido, é porque vio
la figura que del dicho viaje trujeron, é quel
Almirante ni otra persona no tocó ni ha to-
cado en nada de toda la dicha Tierra Firme,
salvo en Veragua y en la isla de Trenidad y
en la Boca del Drago.
Declaración de Nicolás Pérez:
A la novena pregunta dijo, que lo que sabe
es quel almirante don Cristóbal Colon des-
cubrió en aquel viaje, ■ que fué á Veragua
hasta el cabo de Gracia de Dios, é que de allí
adelante todo lo que está descubierto descu-
brieron Vicente Añez é Juan Diaz de Solis;
é questo que lo sabe este testigo por la carta
de marear que trujeron el dicho Vicente Añez
y Solís, é que por aquello se regían agora
todos los que van [á] aquellas partes.
DOCUMENTOS I03
Declaración de Juan de Salcedo:
A la novena pregunta dijo: que oyó decir
lo contenido al dicho Viceinte Añez é ¿ los
otros que con él venían en el dicho navio.
Declaración de Rodrigo de Bastidas:
A la novena pregunta dijo: que lo que sabe
es que Viceinte Añez y Juan Díaz de Solís
fueron á descubrir abajo de Veragua por
aquella costa, é que no sabe qué tanto des-
cubrieron, ni menos sabe si el almirante an-
tes quellos había tocado en aquello que los
sobredichos descubrieron, pero que sabe este
testigo que los unos y los otros y todos estos
han descubierto la dicha tierra que dicen
firme, es todo en una costa con lo quel dicho
Almirante primero descubrió, porque este tes-
tigo lo ha visto lo más dello y tiene dello
plática.
Declaración de Antón García:
A la novena pregunta dijo: que la sabe
porque este testigo vio la figura de lo que ha-
bía descubierto el dicho Juan Diaz.
Declaración de Diego de Morales:
A la novena pregunta dijo, que vio venir
á los contenidos en la dicha pregunta á esta
Isla, de descubrir, é que lo oyó decir que ha-
bían pasado adelante de Veragua mucha tierra
y lo al contenido en la dicha pregunta dijo
que no lo sabe.
JUAN DÍAZ DE SOLÍS IO4
(Las declaraciones siguientes fueron pres-
tadas en Sevilla en el mes de Febrero de i5i3,)
Declaración de Diego Cabezudo, marinero,
vecino de la villa de Palos.
A la novena pregunta dijo: que al tiempo
quel dicho Vicente Añez é Juan de Solís
fueron á descubrir, este testigo estaba en esta
cibdad de Sevilla, é vido ir á los dichos Vi-
cente Añez é Juan de Solís é gente con ellos,
é se decía públicamente que por mandado de
Sus Altezas iban á descubrir tierra los di-
chos Vicente Añez é Juan de Solís, é dende
á cierto tiempo, estando este testigo en la
Isla Española, fué público que los dichos
Juan de Solís é Vicente Añez venían de des-
cubrir tierra adelante de la dicha isla, é que
habían descubierto la tierra que es adelante
de Veragua, é que después habló este testigo
con marineros que fueron este viaje é dijeron
que habían descubierto la dicha tierra que
está adelante de la dicha Veragua.
Declaración de Pedro de Ledesma, piloto
del Rey, nuestro señor, vecino de Sevilla:
A la novena pregunta dijo: queste testigo
fué en compañía de Vicente Añez é Juan de
Solís por mandado de Su Alteza , é vido
quel dicho Vicente Añez é Juan de Solís
descubrieron adelante de la tierra de Vera-
gua á una parte á la vía del norte todo lo
que fasta hoy está ganado, desde la isla de
DOCUMENTOS I05
Gualasa fasta el norte, é que en estas tierras
se llaman Chavañín é Pintigua, é allegaron
por la vía del norte fasta veinte é tres gra-
dos é medio, é que en esto no anduvo el di-
cho don Cristóbal Colón ni lo descubrió ni
lo vido.
Declaración de Vicente Añez Pinzón, ca-
pitán de Sus Altezas, vecino de Sevilla:
A la novena pregunta dijo: que este tes-
tigo é Juan de Solís fueron por mandado de
Sus Altezas é descubrieron toda la tierra
que fasta hoy está descubierta, desde la isla
de Guanaxa fasta la provincia de Camarona;
yendo la costa de luengo, facia el oriente está
otra provincia que se llama Chabañín é Pin-
tigua, que. descubrióla este testigo é Juan de
Solís, é que así mismo descubrieron yendo
la costa de luengo, una grand bahía que le
pusieron la Gran Bahía de la Navidad, é que
de allí descubrió este testigo las sierras de
Caria é otras tierras de más adelante, é que
á estas provincias nunca el dicho don Cris-
tóbal Colón ni otro por él llegó.
Declaración de Bartolomé Roldan:
A la novena pregunta dijo: que sabe que
los contenidos en la pregunta fueron á des-
cubrir por mandado de Su Alteza, é que oyó
decir que habían pasado adelante de lo que
había descubierto el dicho almirante don Cris-
I06 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
tóbal Colon, é que lo había oído decir á Vi-
centi Anez, é á otro que se dice Maldonado,
é á Juan de Santander, é á otras personas
que iban en la dicha armada, é que así mis-
mo este testigo lo ha visto por la carta de
navegar, é que este testigo no ha oído decir
quel Almirante tocase en ninguna destas
provincias que los dichos descubridores des-
cubrieron, salvo que es todo una costa. Pre-
guntado cómo sabe que es todo una costa, dijo
que lo sabe por lo que ha andado é ha visto
por las figuras de la carta del navegar.
5 de Junio de i5i3
XXXV
A. I.— I39-I-4, Lib.IV, fol. 170
Real cédula por la que se ordena de nuevo
que las cartas de marear se hagan con-
forme á lo que estaba mandado.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa de
la Contratación de las Indias, &. Por parte de
Juan de Vespuche, nuestro piloto, me es fecha
relación que yo hobe mandado dar una cédu-
la en esta guisa.
El Rey, etc. (Aquí la real cédula de 24 de Ju-
lio de i5i2 que lleva el número xxvni.) Eque no
embargante la dicha cédula suso encorporada,
DOCUMENTOS IO7
muchas personas, se entremeten á hacer car-
tas, deciendo que á cabsa de no ser apregona-
da la dicha mi carta, las pueden hacer. Supli-
cóme le mandase dar mi sobrecarta della
para que mejor fuese guardada é complida, la
cual fuese pregonada públicamente porque
veniese á noticia de todos, ó como la mi mer-
ced fuese; por ende, yo vos mando que veáis la
diclia cédula que de suso va encorporada é la
guardéis é cumpláis é fagáis guardar é cum-
plir en todo é por todo, segund que en ella se
contiene, é contra el tenor é forma della no
consintades ni deis lugar que persona ni per-
sonas algunas se entremetan á hacer cartas
de marear contra el tenor é forma de lo con-
tenido en la dicha mi cédula, é si algunas per-
sonas contra ello fueren ó pasaren, executéis
en ellos y en sus bienes las penas en que
caen y encurren los que usan de oficios para
que no tienen poder ni facultad; é porque ven-
ga á. noticia de todos, mando que esta mi cé-
dula sea pregonada en las plazas y mercados
y otros lugares acostumbrados de la dicha
ciudad por pregonero, ante escribano público;
é no fagades ende al. Fecha en Valladolid á
cinco días del mes de Junio de quinientos
é trece años. — Yo el Rey. — Refrendada y
señalada de los sobredichos.
I08 JUAN DÍAZ DE SOLIS
14 de Diciembre de i5i3
XXXVI
Archivo g-eneral de Simancas.— Li-
bros de Cédulas de la Cámara,
n. 3i, fol. 70 V.
Real cédula por la que se conceden á Dl\z
DE SOLÍS LOS bienes DE UN SUICIDA.
El Rey. — Por cuanto por parte de vos Juan
Diaz de Solís, nuestro piloto mayor, me fué
fecha relación que un Antón de San Gil, ve-
cino de Carbonera la Mayor, se ahorcó y de-
sesperó, é que por ello sus bienes pertenecen
á nuestra Cámara é Fisco, é me suplicastes é
pedistes por merced vos hiciese merced dellos,
é yo- acatando los servicios que me habéis
fecho é hacéis continuamente, por la presente
vos hago merced é trespaso cualquier derecho
ó acción que á nuestra Cámara en cualquier
manera pertenezca á los dichos bienes, por
la dicha causa, é vos doy poder é facultad
para que en nombre de la dicha nuestra Cá-
mara é para vos podáis pedir é demandar lo
susodicho ante cualesquier justicias é jueces
que dello deban conocer, é hagáis todas las
diligencias que convengan é menester sean
hasta la sentencia difinitiva, como en caso
vuestro propio haríades, é perteneciendo á nos
DOCUMENTOS IO9
por la sentencia ó sentencias que se dieren,
seyendo pasadas en cosa juzgada, los bienes
del dicho Antón de Sant Gil ó cualquier parte
dellos, sean aquéllos vuestros, agora é de
aquí adelante para siempre, y como de tales
podáis disponer á vuestra voluntad ; é por
esta mi carta mando á cualesquier justicias
é jueces á quien perteneciere el conocimiento
de lo susodicho que vos hayan por parte bas-
tante para ello, é conforme á lo susodicho,
llamadas las partes, determinen lo que fuere
justicia, é vos hagan dar é entregar á vos ó
á quien vuestro poder hobiere, todo lo que
fuere sentenciado y aplicado á nuestra Cá-
mara por sentencias pasadas en cosa juzgada,
segund dicho es, para que dello hagáis como
de cosa vuestra propia, é que en ello ni en
parte vos no pongan ni consientan poner
embargo ni impedimento alguno. Fecha en
Madrid á xxnii días del mes de Diciembre de
mili é quinientos é trece años. — Yo el Rey.
— Refrendada del secretario Conchillos. — Se-
ñalada de Zapata é Carvajal.
no JUAN DÍAZ DE SOLIS
ig de Enero de i5i4
XXXVII
Archivo greneral de Simancas. — Li-
bros de Cédulas déla Cámara, n. 3o,
' fol. ii3 y n. 32, fol. 177,
Dos ANOTACIONES TOCANTES AL PERMISO DE SA-
CAR TRIGO DE Andalucía, concedido A Juan
Díaz de Solís.
En Madrid, á xix de Enero de dxiiii se dio
una cédula de saca de trescientos cahizes de
trigo del Andalucía é reino de Granada para
cualquiera tierra de xpianos para Juan de
Solís, piloto de Su Alteza, con término de
siete meses y señalada de Fonseca.
El dicho día (i) se despachó una cédula de
prorrogación á Juan Diaz de Solís de la saca
de trescientos cahizes de trigo de que Su Al-
teza le hizo merced por ocho meses. Firmada
del Rey. Refrendada de Quintana. Señalada
de Zapata y Carvajal.
(i) No consta la fecha, aunque debe ser poco poste-
rior á la de la precedente.
DOCUMENTOS I I I
22 de Enero de 1614
XXXVIII
Archivo general de Simanca. — Li-
bros de Cédulas de la Cámara,
n. 3i, fol. 1 1 5.
Real cédula por la que se manda al corre-
gidor DE Segovia que informe sobre cierta
CASA de mancebía QUE SOLICITABA DlAZ DE
SOLÍS.
El Rey. — Corregidor ó juez de residencia
de la ciudad de Segovia, ó vuestro lugarte-
niente. Por parte de Juan Diaz de Solís, mi
piloto mayor, me es fecha relación que en esa
ciudad no solía haber mancebía, é quel Regi-
miento desa ciudad mandó que las mugeres
del mundo estoviesen y ganasen de fuera de
la cerca, é que á causa de algunas dueñas que
vivían encima de los muros, las echaron de
allí, y el dicho Regimiento les dio un pedazo
de corral donde se retrujesen, sin que la
ciudad lleva ninguno interese; é que un hom-
bre, sin tener merced ni título para ello, se
metió á tener cargo de las dichas mugeres, é
me suplicó é pidió por merced le hiciese mer-
ced de la dicha casa y que á su cargo esto-
viese, ó como la mi merced fuese: é porque
yo quiero ser informado dello, yo vos mando
112 JUAN DÍAZ DE SOLIS
que luego questa mi carta veáis, llamadas y
oídas las partes á quien toca, hagáis informa-
ción cómo y de qué manera ha pasado, y
pasa lo susodicho, ó quien tiene agora cargo
de las dichas mugeres é con qué título y á
quc^ parte estaban agora y en qué sitio y
quién se le dio, é qué puede rentar en cada
un año, é si pertenece á nos y podemos hacer
[merced] della á quien nuestra voluntad fuerej
y por qué causa y de todo lo demás que os pa-
reciere que convenga para yo ser mejor infor-
mado; y la información habida, firmada de
vuestro nombre é signada del escribano ante
quien pasare, cerrada y sellada en manera que
haga fee, la dad á la parte del dicho Juan
de Solís con vuestro parecer, para que la
traya ante mí é yo la mande ver y proveer lo
que más convenga; é no fagades ende al.
Fecha en Madrid á xxn días del mes de Enero
de mili é quinientos é catorce años. — Yo el
Rey. — Refrendada del Secretario Conchillos.
— Señalada de Zapata y Carvajal.
DOCUMENTOS ll3
•jí.\ de Noviembre de i5i4
XXXIX
Real cédula para que se entreguen cuatro
MIL ducados al contador LÓPEZ DE Re-
CALDE. (l)
El Rey. — Doctor Sancho de Matienzo,
nuestro tesorero de la Contratación de las In-
dias, que reside en la cibdad de Sevilla: yo
vos mando que de cualquier oro que sea á
vuestro cargo, ó del primero que viniere á la
Casa, deis é entreguéis á Juan López de Recal-
de, mi contador de la Contratación, cuatro
mili ducados de oro, que son un cuento é qui-
nientos mili maravedís, pagándogelos en esta
manera: los mili ducados á principio del mes
de Enero, primero del año venidero de qui-
nientos é quince, é los otros mili ducados
para en fin del mes de Marzo siguiente, é los
otros dos mili ducados restantes para media-
do el mes de Abril del dicho año, los cuales
son para que él los gaste en ciertas cosas
complideras á mi servicio que yo le he man-
dado, é tomad su carta de pago, con la cual é
con esta mi cédula, siendo asentada en los li-
(i) Esta cédula y las siguientes, salvo indicación en
contrario, se encuentran en el Archivo de Indias, «Pa-
tronato», estante I, cajón I, legajo 1/26, ramo 6."
8
114 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
bros de la dicha Casa, mando que vos sean
recebidos en cuenta los dichos cuatro mili du-
cados de oro. — Fecha en Mansilla á veinte y
cuatro días de Noviembre de quinientos é ca-
torce años. — Yo EL Rey, etc.
24 de Noviembre de i5i4
XL
Real cédula para que se entreguen cuatro
mil ducados a juan dlaz de solís
El Rey. — Juan López de Recalde, mi con-
tador de la Casa de la Contratación de las In-
dias, que residís en la cibdad de Sevilla: ya
sabéis cómo por otra mi cédula vos he man-
dado cobrar del Doctor Matienzo, tesorero de
la dicha Casa, cuatro mili ducados de oro,
que son un cuento y quinientos mili marave-
dís: por ende, yo vos mando que deis é pa-
guéis los dichos cuatro mili ducados á Juan
Diaz de Solís, mi piloto mayor, en esta ma-
nera: los mili ducados para principio de Ene-
ro del año venidero de quinientos é quince, é
otros mili ducados para en fin del mes de
Marzo primero del dicho año, é los otros dos
mili ducados'restantes para mediado Abril del
dicho año, los cuales son para hacer cierto
viaje, como vos sabéis, é dádgelos é pagádge-
DOCUMExNTOS Il5
los á los dichos plazos, é tomad su carta de
pago, con la cual é con esta mi cédula, sin
otro recabdo alguno, mando que vos sean re-
cebidos é pasados en cuenta los dichos cua-
tro mili ducados. — Fecha en Mansilla á 24
dias de Noviembre de quinientos é catorce
años. — Yo EL Rey. — Por mandado de Su Al-
teza.— Lope Gonchillos.
24 de Noviembre de i5i4
XLI
Re.\l cédula para que se permita á Dl'\z de
solis partir para su segundo viaje, y se
le entreguen ciertas armas.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa de
la Contratación de las Indias, que residís en
la cibdad de Sevilla. Porque Juan Diaz de So-
lís, mi piloto mayor, va con mi licencia y á
su costa é de algunos parcioneros que para
ello contribuyen con él, más adelante de lo
que él é Vicentiáñez Pinzón descubrieron en
el primer viaje, yo vos mando que dejéis ir
el dicho viaje al dicho Juan de Solís é á Fran-
cisco de Coto, su hermano, é á Francisco de
Torres, su cuñado, mis pilotos, que han de
ir con él, sin les poner en ello impedimento
alguno, y deis al dicho Juan de Solís para ello
Il6 JUAX DÍAZ DE SOLÍS
todo el favor é ayuda que hobiere menester,
é dalde prestadas cuatro lombardas de unas
grandes que están en la Casa de la dicha
Contratación, con sus servidores é pelotas, é
todos aparejos é la pólvora que fuere menes-
ter para dos años é medio, é asimesmo sesen-
ta coseletes con sus armaduras de cabeza, de
los que están en la dicha Casa, recibiendo
del dicho Juan de Solís solamente conosci-
miento firmado de su nombre de como los re-
cibe, é queda que cuando volviere del dicho
viaje los tornará á esa Casa, segund é de la
manera que los trajere, que con el dicho co-
noscimiento é con esta mi cédula mando que
vos sean recebidas é pasadas en cuenta las
dichas cuatro lombardas, con todos los dichos
aparejos 'é los dichos sesenta coseletes; é no
faí^ades ende al. — Fecha en Mansilla á veinte
y cuatro días de Noviembre de quinientos é
catorce años. — Yo el Rey, etc.
24 de Noviembre de i5i4
XLII
Real cédula para que se favorezca y ayude
Á Díaz de Solís.
El REY.-T-Juan López de Recalde, nuestro
contador de la Casa de la Contratación de las
Indias, que reside en Sevilla. Por otra mi
DOCUMENTOS 11/
carta que escribo á vos é á los otros nuestros
oficiales de esa Casa, veréis cómo Juan Diaz
de Solís, mi piloto mayor, va con mi licencia
á su costa é de algunos parcioneros, que para
ello contribuyen con él, más adelante de lo
que él y Vicentiánez Pinzón descubrieron en
el primer viaje, é á todos vos envío á man-
dar que lo ayudéis é favorezcáis en todo lo
que pudiéredes, según más largamente veréis
por la dicha carta, é porque vos teméis más
dispusición para ayudar al dicho Juan Diaz á
su bueno é breve despacho, yo vos mando
que toméis especial cuidado dello é trabajéis
todo lo que ser pueda para que sea bien des-
pachado, é hacerme héis saber lo que se hicie-
re, que en ello me serviréis. — De Mansilla á
veinte y cuatro días del mes de Noviembre de
quinientos catorce años. — Yo el Rey, etc.
24 de Noviembre )5i4
XLIII
Real cédula por la que se comete á Juan
López de Recalde el despacho de la ar-
mada de Díaz de Solis.
El Rey. — Juan López de Recalde, nuestro
contador de la Casa de la Contratación de las
Indias, de Sevilla. Juan Diaz de Solís, nuestro
Il8 JUAN DÍAZ DE SOLIS
piloto mayor, vino á me hacer saber como él
tiene personas que le ayuden con cinco mili
ducados é más para armar é ir á descubrir por
las espaldas de Tierra Firme una buena parte
de lo que pertenesce á la Corona Real de estos
reinos, é que haciéndole yo merced de cua-
tro mili ducados, él armará é descubrirá mili
é ochocientas leguas de lo que pertenesce á
estos reinos, que está por descubrir; é yo, visto
cuanto conviene que aquéllo se descubra lo
más pronto que ser pueda, viendo que al pre-
sente no hay aparejo para proveerse como
convernía, é que esperándose tiempo para po-
derlo hacer, habrá mucha dilación, mandé to-
mar con el dicho Juan de Solís el asiento que
veréis, é porque el viaje que ha de hacer con-
viene que sea muy secreto, por muchas cab-
sas, é que se despache con toda diligencia é
que lleve buen recabdo de gente é mante-
nimientos, conforme á lo capitulado, confian-
do que ninguno lo hará esto así como vos,
por vuestra habilidad é por ^1 entrañable de-
seo que tenéis de me servir, acordé que la
persona á quien se cometiese el despacho
dello fuésedes vos, confiando en lo que he
dicho y en la buena diligencia, cuidado y se.
creto que en ellopornéis é teméis, é mando
que se os entreguen los cuatro mili ducados
que en esto se han de gastar, para que por
vuestra mano se den al dicho Juan de Solís,
é
DOCUMENTOS I I9
é que todo lo que se hiciere sea á vuestro
contentamiento: por ende, yo vos mando que
veáis el dicho asiento é conformé á él hagáis
todo lo que fuere menester para el buen des-
pacho del dicho Juan de Solís, en el cual
trabajaréis todo lo posible, como en cosa que
mucho toca á nuestro servicio; é porque al
presente, como sabéis, no hay dinero en esa
Gasa, é son necesarios mili ducados para
principio de Enero, por servicio mío, que vos
los busquéis prestados y se paguen del pri"
mero dinero que viniere; é por el dicho asien-
to veréis que se han de proveer dos personas,
uno para factor y otro para contador y escri-
bano del dicho viaje, é yo querría que fuesen
de mucha confianza é recaudo: tened cuidado
de pensar desde agora qué personas serán és-
tas, y avisadme dello. — Fecha en Mansilla á
veinte y cuatro días de Noviembre de qui-
nientos é catorce. — Yo el Rey, etc.
24 de Noviembre de i5i4
XLIV
Real cédula en la que se ordena anticipar
Á Díaz de Solís año y medio de su sueldo.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa de
la Contratación de las Indias, que residís en
120 JUAN DÍAZ DE SOLIS
Sevilla. Porque como por otra mi carta veréis,
Juan Diaz de Solís, mi piloto mayor, con mi
licencia é por me servir [va] cierto viaje, yo vos
mando que le paguéis todo lo que hobiere
de haber de su salario é ayuda de costa que
de nos tiene con el dicho oficio de piloto ma-
yor hasta el día que hiciere vela, é más año
é medio adelantado, porque pueda dejar bien
proveída su casa de lo que hobiere menester,
que con esta mi cédula é libranza de vosotros
é carta de pago suya, mando que sea rece-
bido en cuenta á vos el nuestro tesorero de
la dicha Casa, lo que en ello montare; é no
fagades ende al. Fecha en Mansilla á veinte
y cuatro días de Noviembre de quinientos ca-
torce años. — Yo EL Rey, etc.
24 de Noviembre de i5i4
XLV
Real cédula por la que se autoriza á Dlvz
DE Solís para fabricar en Lebrija 5oo quin-
tales DE bizcocho.
El Rey. — Por cuanto vos, Juan Diaz de
Solís habéis de hacer por mi mandado ocho-
cientos quintales de bizcocho para el provei-
miento de ciertos navios que habéis de llevar
en nuestro servicio á las Indias, é porque mejor
DOCUMENTOS 121
é más brevemente lo hagáis, por la presente vos
doy licencia c facultad para que podáis hacer é
hagáis los díichos ochocientos quintales de biz-
cocho en la villa de Librixa, que es tierra de la
cibdad de Sevilla, no embargante cualquier
ordenanza ó estatuto ó prohibición que en con-
trario haya, que para en cuanto á esto yo dis-
penso con ello, é mando al asistente é otras
justicias é jueces, así de la dicha cibdad de
Sevilla como de otras cualesquier partes, que
vos dejen é consientan hacer el dicho bizco-
cho en la dicha villa de Librixa, libremente,
sin vos poner en ello embargo ni impedi-
mento alguno; é los unos nin los otros, no
fagan ende al. Fecha en Mansilla á veinte y
cuatro días de Noviembre de quinientos ca-
torce años. — Yo EL Rey, etc.
24 de Noviembre de i5i4
XLVI
Real cédula en que se ordena á las justi-
cias FAVOREZCAN Á DÍAZ DE SOLÍS PARA QUE
SE LE DÉ LA POSESIÓN DE CIERTAS TIERRAS.
El Rey. — Consejo, asistente, alcaldes, al-
guacil mayores, veinticuatro, caballeros, escu-
deros, oficiales é homes buenos de la muy
noble é muy leal cibdad de Sevilla. Yo he
122 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
fecho merced á Juan Diaz de Solís, nuestro
piloto mayor, de ciertas tierras en término
de Librixa, como veréis por la merced que
lleva, é porque me ha mucho servido é sirve
continuamente é gastado mucho en una pri-
sión que le fué fecha, sin él tener culpa, é por
mejor me servir se ha venido á avecindar á
la dicha villa de Librixa, por cuyas cabsas
querría que en todo fuese favorescido é ayu-
dado: por ende, yo vos ruego y encargo mu-
cho que no deis lugar que en el cumplimiento
de la dicha merced se le ponga ningún im-
pedimento, antes le favoreced para que lue-
go se le dé la posesión é la goce é tenga sin
ninguna contradición, que en ello recibiré de
vosotros placer é servicio. Fecha en Mansilla
á veinte é cuatro días del mes de Noviembre
de mili é quinientos é catorce años. — Yo el
Rey, etc.
Diósele una provisión patente en que se le
hace merced de la tercia parte de las tierras
que hay en ciertos montes baldíos de tierra
de Librixa, perteneciendo á Su Alteza, sobre
que se hobo información, é llámanse los lla-
nos de Huerta é Acecal é del Hardal é los
Lomos de Carrizal.
DOCUMENTOS 123
24 de Noviembre de i5i4
XLVII
Real cédula al asistente de Sevilla encar-
gándole LO MISMO
El Rey. — Don Juan de Silva, asistente de
la muy noble é muy leal cibdad de Sevilla.
Como veréis por la carta que á esa cibdad es-
cribo, yo he fecho merced á Juan Diaz de Solís,
mi piloto mayor, de ciertas tierras en término
de Librixa, é porque por las cabsas que allí
digo, querría que éste fuese ayudado é favo-
rescido, yo vos ruego y encargo trabajéis como
aquéllo se cumpla, é que en todo lo que vos
le pudierdes ayudar é favorecer, así en esto
como en lo que más le tocare, lo hagáis, que
en ello recibiré de vos placer é servicio. De
Mansilla á veinte y cuatro días de Noviembre
de quinientos é catorce años. — Yo el Rey, etc.
24 de Noviembre de ]5i4
XLVIII
Real cédula á las autoridades de Lebrija
sobre lo mismo
El Rey. — Consejo, justicia, regidores, caba-
lleros, escuderos, oficiales é homes buenos de
124 JUAN DÍAZ DE SOLIS
la villa de Librixa. Porque Juan Diaz de Solís,
mi piloto mayor, por mejor me poder servir se
va á vivir é avecindar en esa villa, yo é la se-
renísima Reina é Princesa, mi muy cara é muy
amada hija, le habemos fecho merced de cier-
tas tierras de los montes desa villa, que son
de las que vosotros pedíades licencia á la
cibdad de Sevilla para poder labrar é des-
montar, é porque el dicho Juan de Solís nos
ha mucho servido é sirve continuamente, é
yo tengo voluntad de le favorecer é hacer
merced; por ende, yo vos encargo que en el
cumplimiento de la dicha merced no le pon-
gáis ni consintáis poner embargo ni impedi-
mento alguno, antes en estoy en todo lo que
demás le tocare le ayudad é favoreced, como á
criado y servidor nuestro, que en ello mucho
me serviréis. De Mansilla, á veinte y cuatro
días de Noviembre de quinientos catorce años.
— Yo EL Rey. — Por mandado de Su Alteza. —
Lope Conchillos, etc.
DOCUMENTOS 125
'24 de Noviembre de i5i4
XLIX
Real cédula por la que se prorroga A Díaz
DE SOLÍS EL plazo PARA SACAR CIERTOS CAHÍ-
CES DE TRIGO.
El Rey. — Por cuanto poruña mi cédula di
licencia é facultada vos, Juan Díaz de Solis,
mi piloto mayor, para que por ciertos puertos
pudiésedes sacar del Andalucía é remo de
Granada, para llevar á cualquier parte de tie-
rra de cristianos que quisiéredes, trescientos
cahices de trigo, dentro de nueve meses, según
más largamente en la dicha cédula se contie-
ne, é agora, por vuestra parte, me es fecha
relación que á cabsa de algunas ocupaciones
que habéis tenido no habéis podido sacar el
dicho pan, y el dicho térniino es ya cumplido,
é me suplicástes é pedístes por merced vos
lo prorrogase, ó como la mi merced fuese, é
yo por vos hacer merced, por la presente alar-
go é prorrogo el dicho término por otros
nueve meses primeros siguientes, que corran
é se cuenten desde el día de la fecha desta mi
cédula en adelante, dentro de los cuales es
mi merced é mando que podáis sacar, confor-
me á la dicha mi primera cédula, los dichos
trescientos cahices de trigo, bien así é á tan
126 JUAN DÍAZ DE SOLIS
cumplidamente como lo pudiérades sacar den-
tro de los nueve meses en ella contenidos; é
los unos nin los otros no fagan endeál. Fecha
en Mansilla, á veinte y cuatro días de Noviem-
bre de quinientos é catorce años. — Yo el
Rey, etc.
24 de Noviembre de 1514
L
Real cédula por la que se concede A Dl\z de
SOLISEL QUE pueda llevar A LeBRIJA CIERTO
TRIGO PARA PROVEIMIENTO DE SU CASA.
El Rey. — Por cuanto por parte de vos Juan
Diaz de Solís, mi piloto mayor, me fué fecha
relación que á cabsa que en la villa de Lepe,
donde tenéis vuestra casa é asiento-, no se
cojeningund pan, é hay mucha necesidad dello
querríades traer lo que hobiésedes menester
para el proveimiento de vuestra casa, é me
suplicástes é pedístes por merced vos diese
licencia é facultad para que de tierra de Xerez
de la Frontera ó del término de Trebuxena
podáis sacar por el caño de Albentos, hasta
veinte cahices de pan cada año, ó como la mi
merced fuese, é yo por vos hacer bien é mer-
ced, acatando los servicios que nos habéis fe-
cho, tóvelo por bien, é por la presente es mi
DOCUMENTOS 12'
merced évoluntad que de aquí adelanteen cada
un año, cuanto mi merced é voluntad fuere, vos
ó quien vuestro poder hobiere, podáis sacar é
saquéis del dicho término de Xerez-ó deTrebu-
xena é cargar por el dicho caño de Albentos
veinte cahices de trigo .para lo llevar á la dicha
villa de Lepe, é por esta mi carta mando á la
persona ó personas que por nos tienen cargo
de la guarda de la saca del pan de la dicha
Andalucía, é á los arrendadores é recaudado-
res, alcaldes de sacas é cosas vedadas, diez-
meros, aduaneros é portadgueros éal Consejo,
regidores, justicias é jueces de la dicha cib-
dad de Xerez é de Trebuxena é otras personas
cualesquier á quien lo susodicho toca é ata-
ñe é atañer puede, así á los que agora son
como á los que serán de aquí adelante, que á
vos ó á la persona é personas que el dicho
vuestro poder tovieren, dejen é consientan
comprar los dicho veinte cahices de trigo en
cada un año, é los cargar é llevar por el dicho
caño de Albentos á la dicha villa de Lepe, por
virtud desta mi carta de licencia, sin vos pe-
dir en ningún año otra mi carta ni licencia
ni mandamiento para ello, sin que vos sea
puesto ningún impedimento, pagando á los
arrendadores é recaudadores los derechos del
cargo é descargo é otros derechos, conforme
á la ley del ordenamiento é del cuaderno é á
las condiciones con que se arriendan las núes-
128 JUAN DÍAZ DE SOLIS
tras rentas les debiéredes é vSóis obligado á
pagar, no embargante cualquier prohibición
é vedamiento que por nuestro mandado esté
puesto para que no se pueda sacar ningún pan,
con que tomen é reciban de vos ó de la per-
sona ó personas que en vuestro nombre sa-
care el dicho pan, fianzas llanas é abonadas
que lo llevarán á la dicha villa de Lepe, é no
á otra parte alguna, éque dentro de un término
convenible les traeréis en cada un año testi-
monio de cómo se descargó en la dicha villa
y es para proveimiento de vuestra casa, é que
asienten en las espaldas desta mi cédula como
se fuese sacando el dicho pan para que en
cada un año no se pueda sacar más de los
dicho veinte cahíces; é los unos nin los otros
no fagades ende al. — Fecha en iMansilla, á
veinte é cuatro días de Noviembre de qumien-
tos catorce años. — Yo el Rey, etc.
24 de Noviembre de i5i4
LI
Real cédula en la que se ordena á Francisco
Coto se aliste para partir con Díaz de
Solís.
El Rey. — Francisco Coto, mi piloto: porque
Juan Diaz de Solís, vuestro hermano, mi piloto
mayor, va con mi licencia cierto viaje en que
DOCl'M'JNTOS ^ 129
mucho seré del é de vos servido, yo vos man-
do que vos dispongáis á ir con él, é con la
presente vos envío mi cédula para que seáis
pagado un aílo adelantado desde que partié-
redes, porque dejéis proveída vuestra casa; é
demás que el viaje será para provecho é hon-
ra vuestra, yo seré de vos en ello servido, se-
gún más largamente sabréis del dicho Juan
de Solís, á quien me remito. De Mansilla á
veinte y cuatro días de Noviembre de quinien-
tos é catorce. — Yo el Rey, etc.
•24 de Noviembre de 1514
LII
Real cédula por la que se manda adelantar
Á Francisco Coto un AíÑo de sueldo.
El Rey. — Nuestros Oñciales de la Casa de
la Contratación de las indias, de Sevilla: por-
que como por otra mi carta veréis, Francisco
Coto, mi piloto, va cierto viaje con Juan Diaz
de Solís, su hermano, mi piloto mayor, yo vos
mando que paguéis al dicho Francisco Coto
todo lo que hobiere de haber de su salario
que de nos tiene con el dicho oficio de piloto
fasta el" día que hiciere vela, é raás un año
adelantado, porque pueda dejar bien proveída
su casa de lo que hobiere menester, que con
9
I 3o JUAN DÍAZ DE SOLIS
esta mi cédula é libranza de vosotros, é carta
de pago suya, mando que sea recebido en
cuenta á vos el nuestro tesorero de la dicha
Casa, lo que en ello montare. Fecha en Man-
silla á veinte y cuatro días de Noviembre de
quinientos é catorce años. — Yo el Rey, etc.
•24 de Noviembre de i5i4
Lili
Real cédula por la que se recibe de piloto
A Francisco de Torres.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Gasa de
la Contratación de las Indias que residen en
Sevilla: mi merced é voluntad es de tomar é
recebir por mi piloto á Francisco de Torres
en lugar é por vacación de Blas de Solís, su
cuñado, ya difunto, que haya é tenga de mí
de salario con el dicho oficio en cada un año
los mesmos maravedís que el dicho su her-
mano tenía para nos servir, en la manera é
según que él era obligado: porque vos mando
que quitéis é restéis de los libros de esa di-
cha Casa al dicho Blas de Solís é los mara-
vedís que de nos tenía con el dicho oficio, é
pongáis é asentéis en ellos al dicho Francis-
co de Torres, é le libréis los dichos maravedís
este presente año desde el día de la fecha
DOCUMENTOS l3l
desta mi códula hasta en fin del, é de ende en
adelante en cada un año, l\ los tiempos é se-
gún é cómo é cuando libráredes á los otros
mis pilotos los semejantes maravedís que de
mí tienen, é asentad el traslado desta mi carta
en los dichos libros é tornad este original so-
bre escrita de vosotros al dicho FVancisco de
Torres para que lo él tenga, é no fagades en-
de al. — Fecha en Mansilla á veinte y cuatro
días de Noviembre de quinientos é catorce
años. — Yo EL Rey, etc.
24 de Noviembre de 1014
LIV
Real cédula por la que se participa su
nombramiento á francisco de torres.
El Rey. — Francisco de Torres: por la bue-
na relación que de vuestra persona é habi-
lidad me ha fecho Juan Diaz de Solís, mi
piloto mayor, é á su suplicación yo vos he
recebido por mi piloto, como veréis por el
asiento que os lleva: tened cuidado de servir,
como espero que lo faréis, según la buena
información que de vos Juan de Solís me ha
fecho, é porque él va cierto viaje que os dirá,
en que espera ser aprovechado él é los que
con él fueren, seré servido que vos vais en su
I 32 JUAN DÍAZ DE SOLIS
compañía, que para que dejéis vuestra casa
proveída envío á mandar que demás de lo
que hobiéredes de haber hasta el día que par-
tiéredes, vos socorran con un año adelantado,
segund que sobre todo más largamente vos
informará el dicho Juan de Solís, á quien me
remito. — De Mansilla á veinte y cuatro días
de Noviembre de quinientos catorce años. —
Yo EL Rey, etc.
24 de Noviembre de i5i4
LV
Real cédula por la que se ordena adelantar
un año de sueldo a francisco de torres.
El Rey. — Nuestros oñciales de la Casa de
la Contratación de las Indias, que residís en
la cibdad de Sevilla: porque, como por otra
mi carta veréis, Francisco de Torres, mi pi-
loto, va cierto viaje con Juan Diazde Solís,
su cuñado, mi piloto mayor, yo vos mando
que paguéis al dicho Francisco de Torres
todo lo que hobiere de haber de su salario
que de nos tiene con el dicho oficio de piloto
hasta el día que hiciere vela, é más un año
adelantado, porque pueda dejar bien proveída
su casa de lo que hobiere menester, que con
esta mi cédula é libranza de vosotros é carta
DOCUMENTOS 1 33
de pago suyii, mando que sea recebido en
cuenta á vos el nuestro tesorero de la dicha
Casa lo que en ello montare; é no fagades
ende al. — Fecha en Mansilla á veinte y cua-
tro días de Noviembre de quinientos catorce
años. — Yo EL Rey, etc.
24 de Noviembre de i5i4
LVI
Instrucciones dadas á Francisco de Mar-
quina Y Pedro de Alarcón, en que se con-
tiene EL asiento celebrado POR EL ReY CON
Juan Díaz de Solís y las instrucciones que
debía llevar.
El Rey. — Lo que vos Francisco de Mar-
quina é Pedro de Alarcón habéis de hacer en
el cargo que lleváis de nuestros factor é con-
tador y escribano en el viaje que Juan de So-
lís, nuestro piloto mayor, hace por nuestro
mandado, es lo siguiente, etc.:
Miraréis con mucho cuidado en el camino
de aquí á Sevilla el asiento que mandamos
tomar con el dicho Juan Diaz de Solís, para
que veáis lo que es obligado á hacer é cum-
plir para hacer el dicho viaje, que lo uno é la
otro es en la manera siguiente, etc.
1 34 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
El Rey. — Lo que es asentado é concertado
con vos Juan Díaz de Solís, mi piloto mayor,
en el viaje que por mi mandado habéis de
hacer en ir á descubrir por las espaldas de
Castilla del Oro é de allí adelante, es lo si-
guiente, etc.:
Primeramente, que yo vos mande dar para
el dicho viaje cuatro mili ducados de oro, los
mili para el primero día de Enero del año ve-
nidero de quinientos é quince, é los otros mili
para en fin de iMarzo siguiente, é los otros
dos mili á mediado el mes de Abril del dicho
año, los cuales se pornán en poder de Juan
López de Recalde, mi contador de la Casa de
la Contratación de Sevilla, para que él vos
los dé y entregue á- los tiempos susodichos,
etcétera.
ítem, que vos seáis obligado á llevar en el
dicho viaje tres navios que sean suficientes
para ello, el uno de sesenta toneles é los
otros dos de cada treinta toneles, y en ellos
habéis de llevar sesenta personas é manteni-
mientos para dos años é medio, á vista é con-
tentamiento del dicho contador Juan Ló-
pez, etc.
ítem, que yo no sea obligado á pagar de
entrada ni de salida sueldo de gente ni otra
cosa alguna, salvo los dichos cuatro mili du-
cados, etc.
ítem, que vos el dicho Juan de Solís seáis
DOCUMENTOS I 35
obligado de irá las espaldas de la tierra don-
de agora está Pedro Aray (Arias), mi capitán
general é gobernador de Castilla del Oro, é
de allí adelante ir descubriendo por las dichas
espaldas de Castilla del Oro millé setecientas
leguas, é más, si pudiéredes, contando desde
la raya de la demarcación que va por la punta
de la dicha Castilla del Oro, adelante de lo
que no se ha descubierto hasta agora , con
tanto que no toquéis en costa alguna de las
tierras que pertenescen á la Corona Real de
Portugal, so pena de muerte é perdimiento
de bienes para nuestra cámara; porque nues-
tra voluntad es que lo asentado é capitulado
entre estos reinos é los reinos de Portugal se
guarde é cumpla muy enteramente, etc.
ítem, que de todo lo que Nuestro Señor vos
diere é hobiéredes en el dicho viaje, yo haya
de llevar é lleve la tercia parte, é la otra ter-
cia parte sea para vos é las personas que
contribuyerdes en la costa que se ha de ha-
cer en el dicho viaje, las cuales no han de
saber cosa alguna del; é la otra tercia parte
sea para la gente que con vos fuere, repartién-
dolo vos, como os pareciere é según con ellos
lo hobiéredes concertado; é que yo no haya
de llevar ni lleve quinto ni otro derecho al-
guno, demás de la dicha parte.
ítem, que yo haya de nombrar é nombre
dos personas de confianza servidores míos?
1 36 JUAN DÍAZ DE SOLIS
para que vayan con vos el dicho viaje, el uno
para que sea nuestro factor é reciba la dicha
tercia parte que yo he de haber de todas las
cosas que en él se hobieren, y el otro nues-
tro contador y escribano ante quien pase todo
é tenga la cuenta é razón dello, é que vos no
podáis hacer rescate ni negociación alguna
sino en su presencia, é que al tiempo que
hobiéredes cada cosa, hagáis juntamente con
el dicho fator y escribano partición y le entre-
guéis al dicho fator la tercia parte que yo he
de haber, é las otras dos que vos queden pa-
ra que dispongáis dellas conforme á lo suso-
dicho, etc.
ítem, que yo vos mande dar prestadas cua-
tro lombardas, de unas grandes que están en
la dicha Casa de la Contratación de Sevilla,
é sesenta coseletes con sus armaduras de ca-
beza, de los que están en la dicha Casa, con
tanto que seáis obligado á lo tornar todo
cuando volviéredes del dicho viaje, de la ma-
nera que lo trajéredes, etc.
ítem, que seáis obligado á partir é hacer
vela con las dichas carabelas por todo el
mes de Septiembre del dicho año de quinien-
tos é quince años.
Otrosí: porque vos el dicho Juan de Solís
no queréis al presente suplicarme que vos
haga ninguna merced, ni asentar, ni capitu-
lar sobre ello cosa alguna, sino dejáislo para
documi-:ntos i3j
que, vistos los servicios que vos hiciéredes
que asi seáis remunerado, yo digo que lo mi-
raré é haré con vos, de manera que seáis sa-
tisfecho é recibáis mercedes por vuestros ser-
vicios, etc.
ítem, que por vos hacer merced, para ayuda
de vuestra costa os mandaré dar vuestra qui-
tación é ayuda de costa al tiempo de vuestra
partida, año y medio adelantado, para dejar
proveída vuestra casa, como hombre que ha
de ir tan largo viaje, etc.
ítem, que mandaré ir con vos á vuestro
hermano, y en lugar de otro que ha falescido,
recibiré por mi piloto á Francisco de Torres,
vuestro cufiado, hermano de vuestra muger,
pues decís que es persona suíiciente para ser-
vir é ir también con vos, é para [que] dejen pro-
veídas sus casas, les mandaré dar un año ade-
lantado de sus salarios, etc.
Por ende, guardando é cumpliendo vos, el
dicho Juan de Solís, todo lo aquí contenido,
que á vos pertenesce hacer, yo por la presen-
te vos seguro é prometo que mandaré cum-
plir con vos la dicha capitulación, sin ninguna
falta. Fecha en la villa de Mansilla á veinte é
cuatro días de Noviembre de quinientos é
catorce años. — Yo el Rey. — Por mandado de
Su Alteza. — Lope Conchillos, etc.
1 38 JUAN DÍAZ DE SOLIS
El Rey. — Lo que vos Juan Diaz de Solís,
mi piloto mayor, habéis de hacer para lo del
viaje que en hora buena habéis de llevar á
descubrir en las espaldas de Castilla del Oro
es lo siguiente, etc.
Habéis de ir á Sevilla é dar mi carta que
lleváis al contador Juan López é mostrarle
todo el despacho, é concertar con él la paga
que os ha de hacer de los mili ducados para
principio del mes de Enero del año venidero
de quinientos é quince años, é lo que entre-
tanto pudiéredes proveer, hacerlo héis con
toda diligencia.
Platicares con el dicho contador todo lo
que se ha de hacer é proveer para vuestro
viaje, é tomaréis su parecer, é así lo poned
en obra con toda diligencia é cuidado, con-
forme al asiento que con vos mandé tomar.
Hacerme héis saber Ío que hicierdes, hasta
que, placiendo á Dios, embarquéis, porque yo
sepa en el estado en que tuviéredes el nego-
cio é se provea lo que convenga.
Habéis de mirar que en esto ha de haber
secreto é que ninguno sepa que yo mando
dar dineros para ello, ni tengo parte en el
viaje, fasta la tornada, porque la gente que
con vos fuere no se altere en decir que quieren
sueldo ni parte; antes habéis de decir é publi-
car que vos é vuestros hermanos é gente á
vuestra costa is [á] aquellas partes, bajo de
DOCUMENTOS I Sq
donde está Pedro Arias, é que yo vos hago
merced de licencia para ello é de las dichas
lombardas é armas para el dicho viaje.
Habéis de tener mucho cuidado en mirar
que no toquéis en manera alguna en ninguna
de las tierras que pertenescen á la Corona Real
de Portugal, porque nuestra voluntad es que
lo asentado é capitulado entre estos reinos é
los de Portugal se guarde é cumpla muy en-
teramente, etc.
Luego como llegáredes á las espaldas de
donde estuviere Pedrarias, enviarle héis un
mensagero con cartas vuestras para mí, ha-
ciéndole saber todo lo que hobiéredes visto
hasta allí, y enviadme la figura de aquella
costa, é lo mesmo que me escribiéredes es-
cribid también á Pedrarias y enviadle también
otra figura de la dicha costa como la que a
mí enviáredes, é continuaréis vuestro camino,
é si la dicha Castilla del Oro quedare isla ó
hobiere abertura por donde podáis enviar
otras cartas vuestras á la isla de Cuba, en-
viadme otro hombre por allí, haciéndome sa-
ber lo que hobiéredes hallado después que
me hobiéredes escrito por vía de Pedrarias; é
la figura de lo que hobiéredes descubierto,
escribidme largo, é particularmente lo que
pensardes vos de allí adelante.
La manera que habéis de tener en el tomar
de la posesión de las tierras é partes que descu-
140 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
briéredes ha de ser que estando vos en la tierra
ó parte que descubriéredes, hagáis ante escri-
bano público, y el más numero de testigos
que pudierdes é los más conoscidos que ho-
biere, un abto de posesión en nuestro nombre,
cortando árboles é ramas é cavando é haciendo,
si hobiere dispusición, algún pequefio edificio,
é que sea en parte donde haya algún cerro se-
ñalado ó árbol grande, é decir cuantas leguas
está de la mar, poco más ó menos, é á qué parte
é qué señas tiene é haced allí hacer una horca é
que algunos pongan demanda ante vos é como
nuestro capitán é juez lo sentenciéis é deter-
minéis de manera que en todo toméis la dicha
posesión, la cual ha de ser por aquella parte don-
de la tomarédes é por todo su partido é pro-
vincia ó isla, é dello sacaréis testimonio sig-
nado del dicho escribano, en manera que faga
fée. Fecha en Mansilla, á veinte y cuatro
días del mes de Noviembre de mili é quinien-
tos é catorce años. — Yo el Rey, etc.
Luego como llegáredes á la dicha cibdad,
daréis al contador Juan López de Recalde, mi
carta que para él lleváis, é informaros héis del
muy particularmente de todo lo que se ha pro-
veído para el dicho viaje, é vos el dicho nues-
tro contador y escribano tomaréis entera ra-
zón de los navios que hay, del artillería é mu-
niciones é bastimentos é gente é otras cosas
que llevan, etc.
DOCUMENTOS I4I
Asimesmo vos el dicho contador tomaréis
alarde de la g-ente que va, é trabajaréis que
sea útil é provechosa, como para tal viaje es
menester, etc.
Tomaréis relación de todo 4o que el dicho
Juan de Solís é las personas que fueren en el
dicho viaje llevaren para rescatar, para que
después no se pueda hacer ningún fraude, etc.
Trabajaréis c(3mo todo lo en el dicho asien-
to é instrucción contenido, se cumpla sin
ninguna falta; habéis de hacer todo buen tra-
tamiento al dicho Juan de Solís, honrándole
como á persona á quien Nos habemos dado el
cargo que lleva, porque lo rnesmo hará él á
vosotros, é amos habéis de estar muy confor-
mes para todas las cosas en nuestro servicio,
é trabajar de no atravesar en cosa ninguna con
el dicho Juan de Solís, sino que todo lo. guiéis
y enderecéis como viéredes que más convenga,
ayudando por todas las maneras que pudié-
redes para que mejor pueda cumplir lo que
es obligado, etc.
Cuando en buen hora el armada hiciere
vela, vosotros juntamente con el dicho Juan
de Solís, me escrebiréis como partís y el re-
cabdo que lleváis, é de ahí adelante todas las
veces que hobiéredes de escrebir de las cosas
que sucedieren en el viaje é de lo que dello ho-
biereque facerme saber, escrebirmehéis en una
carta juntamenteconeldichojuan deSolís,etc.
142 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
En lo de los rescates é las otras cosas que
subcedieren, cada uno de vosotros, conforme
al dicho asiento é instrución é á los poderes
que lleváis, entended en ello, vos el dicho con-
tador y escribano, teniendo la cuenta é razón
que conviene, é vos el dicho nuestro factor,
poniendo en todo buen recabdo, como de vo-
sotros confio, etc.
Si cada uno de vosotros aparte, me quisié-
redes escribir ó hacer saber alguna cosa que
veis que conviene hacerlo así, podéislo hacer.
Fecha en Aranda, í\ seis de Agosto de mili
quinientos quince años. — Yo el Rey, etc.
6 de .\8f()Sto de i5i5
LVII
Real cédula participando al contador López
Regalde el nombramiento de factor V es-
cribano DE la expedición.
El Rey. — Juan López de Recalde, nuestro
contador de la Casa de la Contratación de las
Indias, que residen en la cibdad de Sevilla. Yo
he nombrado por fator é contador é escribano
del viaje que hace Juan Diaz de Solís á Eran-
cisco de Marquina é á Pedro de Alarcón, como
veréis por sus cartas que llevan; por ende, yo
vos mando y encargo que muy largamente les
DOCUMENTOS J 48
informéis de todo lo que os pareciere que con-
venga ser avisados para lo que deben facer, é
les fagáis dar la relación de todo lo que va en
los navios que llevan, de manera que vayan
bien informados de lo uno é de lo otro, é tra-
bajéis que tengan mucha conformidad con
Juan de Solís, porque así podrán todos mejor
servir, é de la discordia nunca suele nacer
sino muchos inconvenientes, etc.
Los dichos Pedro de Alarcón é Francisco
de Marquina me suplicaron que si alguno
dellos llevare proveimiento é trajere retorno,
que dello no hayan de pagar derecho alguno,
é lo que asi llevaren puedan rescatar é hacer
dello lo que bien les estuviere: porque acá no
se sabe lo que se acostumbra hacer en seme-
jantes casos, yo vos mando que se haga con
ellos lo que se suele hacer con otros nuestros
oficiales que suelen ir á semejantes viajes, etc.
Asimesmo, vos mando que de las armas
que hobiere en esa nuestra Casa, les hagáis
dar para sus personas, sendos coseletes é ar-
maduras, y en todo los aderezad é favoreced,
que en ello seré servido. De Aranda, á seis de
Agosto de mili é quinientos é quince años. — -
Yo EL Rey. etc.
144 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
6 de Ag-osto de i5i5
LVIII
Real cédula á Juan Dlvz de Solís comuni-
cándole EL NOMBRAMIENTO DEL VEEDOR Y ES-
CRIBANO Y OTROS PARTICULARES.
El Rey. — Juan Diaz de Solís, nuestro piloto
mayor: ya sabéis como conforme al asiento
que con vos mandé tomar para lo de ese via-
je, yo mando nombrar una persona que lleve
cargo de nuestro fator é otra de nuestro con-
tador y escribano: agora yo he nombrado á
Francisco de Marquina é á Pedro de Alarcón
para los dichos cargos, según veréis por
nuestras cartas que paradlo llevan; por ende.
yo vos mando y encargo que les fagáis todo
buen tratamiento como á oficiales nuestros, é
con ellos tengáis toda conformidad é toméis
su consejo é parecer en lo que se ofreciere é
hobiéredes de hacer, é lo que subcediere, que
hayáis de escrebir del viaje, podéislo escrebir
todos tres juntamente, é aparte podéis vos ha-
cer saber lo que os pareciere é quisiéredes.
En él número de las sesenta personas que
habéis de llevar, vos mando que entren seis
hombres de los dichos nuestros oficiales para
cada uno tres, é á éstos se les den sus cose-
letes é mantenimientos, como á los otros, etc.
documi:nt(js 145
Asimesmo, ya sabéis como conforme á lo
capitulado con vos, nos pertenece la tercia
parte de todo lo que se hobiere en el dicho
viaje ó la otra tercia parte del es para vos éá
las personas que contribuyerdes en él, é la
otra tercia parte se ha de repartir por las dichas
sesenta personas; porque en las semejantes
cosas siempre se suele hacer ventaja á nues-
tros oficiales, yo vos mando que en lo de la
dicha tercia parte que se ha de repartir por
las dichas sesenta personas, les hagáis dar á
los dichos Francisco de Marquina é Pedro de
Alarcón, doblado que á otros, porque así se
acostumbra. — De Aranda, á seis de Agosto
de quinientos é quince años. — Yo el Rey.
■22 de Julio de i5i5 •
LIX
Título de escribano y contador de la
ARMADA PARA PeDRO DE AlARCÓN.
El Rey. — Por cuanto conforme al asiento
é capitulación que yo mandé tomar con Juan
Diaz de Solís, mi piloto mayor, para el viaje
que ha de facer á la parte del sur, he de nom-
brar dos personas para quel uno sea nuestro
factor de la armada que el dicho Juan de So-
lís lleva para el dicho viaje, é el otro nuestro
10
146 .Il'AN' DÍAZ r3E SOI.IS
contador é escribano della, é confiando de vos
Pedro de Alarcón, que sois tal persona que
en todo í^uardarés mi servicio, es mi merced
é voluntad que seáis mi contador é escri-
bano de las naos é carabelas de la dicha ar-
mada é que vais en ella é tengáis cuenta é razón
de toda la gente que en ella fuere é de todas
las cosas que á nos pertenescieren, así de lo
que se llevare para el rescate, como de otras
cualesquier cosas, é seáis presente á las pa-
gas que se ficieren á ladicha gente, é estéis pre-
sente al rescate ó presas que se ficieren de las
cosas que fueren en lasdichas naosé carabelas,
así en la mar como en la tierra, é de todo tengáis
cuenta é razón, é lo que así á nos pertenes-
ciere lo fagáis dar é entregar al nuestro fac-
tor que va en ladicha armada para que lo he
é teng-a en nuestro nombre é para nos; é asi-
mismo tengáis cuenta é razón de lo que se
entrega al dicho fator, haciéndole cargo dello,
para que en todo haya el buen recabdo que
conviene; é por esta mi carta mando al dicho
Juan Diaz de Solís é á los maestres é contra-
maestres é marineros é otras cualesquier per-
sonas é gente que fueren en las dichas naos
é carabelas, que vos hayan é tengan por mi
contador é escribano della, é usen con vos
en el dicho oficio é vos den cuenta é razón de
todo lo que en ellas llevaren é el alarde de la
gente que en ellas fuere, todas las veces que
DOCUMENTOS 1 47
VOS ge lopidiéredcs óviéredes queá nuestro ser-
vicio conviene, é que conforme á la dicha ca-
pitulación mía que el dicho Juan Diaz de Solís
lleva, él ni la gente que en la dicha armada
fuere, non pueda rescatar ni rescate cosa al-
guna de lo que en los dichos navios fuere,
así de lo nuestro como de lo suyo, sin que
vos estéis presente á ello é toméis la cuenta
é razón, conforme á la dicha capitulación, é
hagáis todo lo en ella contenido como nues-
tro contador y escribano della; y es mi mer-
ced é mando que hayades de salario en cada
un año de los que en ello vos ocupáredes
hasta volver á España con el dicho oficio,
cuarenta mili maravedís, los cuales el dicho
Juan Diaz de Solís es obligado á vos dar é
pagar, al cual mando que vos los dé é pague
todo el tiempo, desde el día de la fecha desta
mi cédula en adelante, é que vos dé cuenta é
razón luego de la gente, bastimentos é merca-
durías para rescates é otras cosas que en las
dichas naosé carabelas fueren, para que, como
dicho es, tengcíis cuenta é razón de todo; que
para usar y exercer del dicho oficio, é de todo
lo á él anexo é concerniente en cualquier ma-
nera, vos doy poder cumplido con todas sus
incidencias é dependencias. — Fecha en Lerma
á veinte édos de Jullio de quinientos é quince
años. — Yo EL Rev. — Refrendada de Conchi-
LLOS.
148 JUAN DÍAZ DE SOLIS
22 de Julio de i5i5
LX
Nombramiento DE contador de la armada
Á FAVOR DE Francisco de Marquina.
El Rey. — Por cuanto conforme á la capitu-
lación é asiento que yo mandé tomar con Juan
Diaz de Solís, nuestro piloto mayor, para el
viaje que ha de facer á descubrir la parte del
sur, é yo he de nombrar dos personas para
que el uno sea nuestro fator del armada que
el dicho Juan de Solís lleva para el dicho
viaje, y el otro nuestro contador y escribano
della, é confiando de vos Francisco de iMar-
quina, que sois tal persona que guardaréis
mi servicio, é porque entiendo que así cumple
al l")uen recabdo de nuestra hacienda, é que
vos entenderéis en ello con la fidelidad é di-
ligencia que conviene, es mi merced é volun-
tad que vos seáis nuestro factor de la dicha
armada é toméis é recibáis todo lo que
á nos pertenesciere della, así de lo que se
llevare para rescate, como de otras cuales-
quier cosas, é seáis presente al rescate é
presas que se hicieren de las cosas que fue-
ren en las dichas naos é carabelas, así en la
mar como en la tierra, para que de todo to-
méis la parte que á nos pertenesciere por ante
DOCUMENTOS I 49
el nuestro contador y escribano que va en la
dicha armada, conforme á la capitulación y
asiento que con el dicho Juan Díaz de Solís
yo mandé tomar; é por esta mi carta mando
al dicho Juan Diaz de Solís é á los maestres
é contramaestre é marineros é otras cuales-
quier personas é gente que fueren en las
dichas naos é carabelas que vos hayan é ten-
gan por mi fator de la dicha armada, é usen
con vos en el dicho oficio, é vos den cuenta
é razón de todo lo que en ellas llevare, é que
conforme á la dicha capitulación, el dicho
Juan Diaz de Solís ni la gente que en la di-
cha armada fuere, no pueda rescatar ni resca-
te cosa alguna de lo que en los dichos navios
fuere, así de lo nuestro como de lo suyo, sin
que vos estéis presente á ello é toméis la par-
te que dello á nos pertenesciere, haciéndovos
cargo dello el nuestro contador y escribano
que en la dicha armada va, para que en todo
haya el buen recabdo que conviene, é hagáis
todo lo demás que como nuestro factor po-
déis hacer; é es mi merced é mando que ha-
yades de salario en cada año de los que en
ello vos.ocupáredes hasta volver á España con
el dicho oficio, cuarenta mili maravedís, los
cuales el dicho Juan Diaz de Solís es obligado
á vos dar é pagar, al cual mando que vos los dé
é pague todo el dicho tiempo desde el día de
la fecha desta mi cécula en adelante, é que
1 5o JUAN DÍAZ DE SOLÍS
VOS dé cuenta é razón luego de la gente,
bastimentos é mercaderías para rescates é
otras cosas que en las dichas naos é carabe-
las fueren; que para usar y exercer el dicho
oficio é todo lo á él anexo é concerniente en
cualquier manera vos doy poder cumplido con
todas sus incidencias é dependencias. — Fecha
en Lerma á veinte é dos días de Jullio de mili
é quinientos é quince años.
27 de Julio de i5i5
LXI
Carta del Rey A Díaz de Solís en respuesta
A otra suya relativa a ciertos aprestos de
LA armada.
El Rey. — Juan de Solís, nuestro piloto ma-
yor: vi vuestra letra de siete de Jullio é lo que
escrebisíes al mi infrascrito secretario cerca
de la provisión que tenéis fecha para ir con
la mano de Nuestro Señor í\ descubrir á la
parte que con vos está asentado, por mi man-
dado, é me ha parecido todo muy bien, evos
lo tengo en servicio, que no esperaba yo me-
nos de vos, segund la voluntad que para me
servir habéis siempre mostrado, y pues ello
está en el estado que decís, yo vos mando y
encargo que con mucho recabdo é diligencia
DOCUMIÍNTÜS l5l
VOS despachéis de ahí, para que al tiempo que
está asentado vos os podáis partir con esa ar-
mada, con la bendición de Nuestro Señor, para
que con su ayuda de vuestra ida se consiga
el fruto que siempre habéis dicho, etc.
En lo de las personas que yo he de nom"
brar para que vayan con vos por nuestro vee-
dor y escribano de esa armada, que suplicáis
que fuese una, porque aquélla bastará, ya sa-
béis que se asentó que yo hobiese de nom-
brar dos personas para el dicho cargo, é así
las he nombrado, como veréis.
En lo de las lombardas que los Oficiales de
Sevilla vos habían de dar, yo envié á mandar
que si las hobiere en la Casa, que vos las den,
é si no, el contador Juan López vos hablaría
de mi parte sobre ello de lo que se hobiere
de hacer con vos.
Lo que suplicáis que dé á Francisco Coto
vuestro hermano, para que en vuestro lugar
use de vuestro oficio de piloto mayor en tanto
que vos os ocupáis en el dicho viaje, que decís
que es hábile para ello, he habido por bien, é
con la presente vos mando enviar cédula mía
para que, siendo hábile, como decís, los nues-
tros Oficiales le dejen usar del dicho oficio en
vuestro lugar.
Lo que suplicáis que vaya con vos Antonio
Hernández, emplomador, en lugar del dicho
Francisco Coto, vuestro hermano, que con
1 52 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
VOS había de ir. porque en la Casa hay necesi-
dad del para cosas que cada día se ofrecen,
no podrá ir con vos.
En lo de vuestra ayuda de costa, yo holga-
ra que hobiera logar de haceros mercedes,
pero á cabsa que la Casa está muy gastada,
no se podrá hacer por agora; placerá á Dios
que en otras cosas la recibáis, como vos sa-
béis que yo tengo la voluntad para ello. —
De Aranda á veinte é siete de Jullio de qui-
nientos quince años. — Yo el Rey. — Secreta-
rio CONCTIILLOS.
27 de Julio de i5i5
LXII
Carta del Rey al contador López de Re-
calde acerca de las lombardas ofrecidas
Á Díaz de Solís y al sueldo de ciertos ofi-
ciales DE LA ARMADA.
El Rey. — Juan López de Recalde, nuestro
contador de la Casa de la Contratación de las
Indias, que residen en la cibdad de Sevilla:
Juan Diaz de Solís me ha escrito que para el
viaje que va por nuestro mandado á descu-
brir, tiene aparejado todo lo que conviene, é
que entiende partir en fin del mes de Agos-
to, que agora viene, é que los tiros que yo
DOCUMENTOS 1 53
mandé que en esa Casa se le diesen, no ge
los habéis dado, diciendo que no los hay
porque los que había los habéis vendido, é por
que yo querría que no se dejase de cumplir
con él, porque no tuviese cabsa de quejarse,
por ende, yo vos encargo é mando que si en
esa Casa hobiere los dichos tiros se los ha-
gáis dar, é si no los hobiere, habléis con el di-
cho Juan de Solís, para que él los busque
prestados, ó de otra manera, é le hagáis dar
alguna recompensa para ayuda á ellos, la que
á vos os paresciere.
Asimismo, como sabéis, é yo os escrebí con-
forme á lo que con el dicho Juan de Solís se
asentó, yo tengo de nombrar dos personas
que vayan, la una por nuestro factor é la otra
por nuestro contador y escribano de la dicha
armada, á las cuales él es obligado á dar el
salario que yo mandare, é porque vos allá es-
taréis más informado de las personas que
para estos cargos serán menester, é por la
confianza que tengo de la voluntad que para
las cosas de nuestro servicio tenéis, é que
esto proveeréis como cumple, é acordé de os
enviar las cartas en blanco para que vos las
hincáis á las personas que vos paresciere que
conviene que vayan con los dichos cargos:
por ende, yo vos mando y encargo que os
informéis qué personas serán para esto más
hábiles é suficientes é de confianza, é les hin-
l54 JUAN DÍAZ DE SOMS
cáis é les deis las dichas cédulas é los infor-
méis muy largamente por escrito de lo en que
cada uno hobiere de entender, para que cada
uno haga lo que tocare á su cargo, como á
nuestro servicio cumpla, é de todo tenga mu-
cha razón é cuenta, é hacedles dar traslado a
cada uno dellos de la capitulación é asiento
que lleva el dicho Juan de Solís para que
sepan á lo que es obligado el dicho Juan de
Solís, é procuren que así lo cumpla; é porque
como veis, tienen necesidad las personas que
hubieren de ir, de ser socorridas con alguna
cosa delantada de su salario, hablad con el
dicho Juan Diaz de Solís é trabajad que les
dé año é medio adelantado de sustentamien-
ta á cada uno, ó lo más que ser pudiere, é
porque si él no estuviere en dispusición de
poderlo dar todo, escribo á vos é á vuestros
compañeros, que sobre lo que él les diere les
cumpláis año é medio al respeto del salario
que les mando dar, é que se descuente á Juan
de Solís cuando vuelva del viaje de la parte
que le cupiere. De Lerma, á veinte y siete de
Jullio de quinientos é quince años. — Yo
KL Rey.
DOCUMENTOS 1 55
27 de Julio de iri5
LXIII
OlKA CARTA DEL F<EY A LÓPEZ DE ReCALDE
ACERCA DE LA MISMA MATERLA.
ÍCl Rey. — Nuestros oficiales de la Casa de
Contratación de las Indias que residís en la
cibdad de Sevilla. Ya sabéis como vos envié
á mandar que diésedes prestados á Juan Diaz
de Solís, nuestro piloto mayor, cuatro tiros de
unos grandes que en esa Casa había, y ciertos
coseletes con sus armaduras para cierto viaje
que va en nuestro servicio. Agora él me ha
escrito que no le habéis dado los dichos
cuatro tiros, diciendo que los habéis ya ven-
dido, é porque yo querría que con él se cum-
pliese lo que yo vos envié á mandar, si en
casa hay los dichos tiros, é si nó, que se le
haga la recompensa que paresciere á vOs el
contador Juan López. Yo vos mando que si
los dichos cuatro tiros hobiere, lo3 deis al di-
cho Juan Diaz de Solís, é si no, le hagáis algu-
na recompensa, como paresciere á vos el di-
cho Contador, que con esta mi cédula é carta
de pago del dicho Juan Díaz de Solís, mando
que sea rescebido é pasado en cuenta á vos, el
dicho tesorero, lo que conforme á lo susodi-
cho se diere al dicho Juan de Solís.
I 56 JUAN DÍAZ DE SOLIS
Y porque para la dicha armada que el dicho
Juan de SoHs lleva, yo he de nombrar dos
personas, una para nuestro factor é otra pa-
ra nuestro contador y escribano , é los he
nombrado, como veréis, á los cuales el dicho
Juan de Solís es obligado á pagar el salario
que con los dichos cargos les mandé señalar,
é las dichas personas para se aderezar é pro-
veer de lo necesario, tienen necesidad que se
les dé algo adelantado de su salario, é mi vo-
luntad es que sea año é medio, é porque el
dicho Juan de Solís podría ser que no estu-
viese en dispusición de les poder proveer en-
teramente del dicho salario de año é medio,
yo vos mando que sobre lo que el dicho Juan
Diaz de Solís diere á los dichos oficiales, les
cumpláis al respeto de sus salarios á cada uno
año y medio adelantado é los asentéis así en
los libros desa casa para que se descuenten
al dicho Juan de Solís cuando volviere del
dicho viaje de la parte que le cupiere. Fecha
en Aranda á veinte é siete días de Jullio de
quinientos é quince años. — Yo el Rey. — Por
mandado de Su Alteza. — Lope Conxhillos.
DOCUMENTOS iSy
27 de Julio de i5i5
LXIV
Nombramiento de piloto mayor A Francisco
DE Coto durante la ausencia de Díaz de
SOLÍS.
El Rey. — Por cuanto vos, Juan Diaz de So-
lís, nuestro piloto mayor, vais por mi man-
dado cierto viaje con una armada á descubrir
cierta tierra, en lo cual os habéis de ocupar
algún tiempo, é porque entretanto que vos en
ello vos ocupardes queríades dejar en vues-
tro lugar, para que usase del dicho oficio de
piloto mayor á Francisco de Coto, vuestro
hermano, nuestro piloto, é me suplicasteis é
pedistes por merced vos diese licencia é -fa-
cultad para ello, que por la presente seyendo
el dicho Francisco Coto hábile é suficiente
para usar del dicho oficio de piloto mayor, le
doy licencia é facultad para que durante el
tiempo que vos el dicho Juan Diaz de Solís
anduvierdes en el dicho viaje é volvéis á estos
reinos pueda usar é use del dicho oficio de
nuestro piloto mayor, según y en los casos é
cosas que vos le podéis é debéis usar, de todo
bien y cumplidamente, en guisa que le no
mengüe ende cosa alguna, é mando á los
nuestros oficiales de la Casa de la Contrata-
1 58 JUAN DÍAZ DE SOLKS
ción de las Indias que residen en la cibdad
de Sevilla, que seyendo el dicho Francisco
de Coto hábile é suficiente para usar del dicho
oficio, como dicho es, le hayan é tengan por
nuestro piloto mayor durante el dicho tiempo
é usen con él en el dicho oficio y en los casos
é cosas á él anexas é concernientes, según é
cómo lo han usado é usan é deben usar con
vos, que yo por esta mi carta le doy poder
cumplido con todas sus incidencias é depen-
dencias, anexidades é conexidades. Fecha en
Aranda á veinte, y siete días del mes de JuUio
de mili é quinientos é quince años. — Yo el
Rey. — Por mandado de Su Alteza. — Lope
CONCIIILI.OS.
'.24 de Septiembre de i5i5
XL\'
Carta del Rey á los Oficiales de Sevilla
a fin de que provean lo necesario para el
despacho de Díaz de Solís.
A. I.— 139-1-5, Lib. V.
El Rey. — Nuestros Oficiales de la Casa de
la Contratación de las Indias que residís en
la cibdad de Sevilla: vi vuestra letra de diez
y siete de Septiembre é mucho me ha despla-
cido el embarazo que ha habido para el des-
DOCUMENTOS 1 59
pacho y partida de Juan Diaz de Solís en
abrirse [la] carabela é perdérselos bastimentos;
vosotros habéis hecho muy bien en darle tan
buen recabdo de todo lo que con él se había
de cumplir y vos lo tengo en servicio, en lo
que agora se debe proveer para el remedio de
la partida de Juan de Solís, pues estando vo-
sotros allá y viendo lo que en todo ha pasado
no os determináis en dar parte de lo que en
ello se debe hacer, mal se podrá desde acá
mandar, y por esto he acordado de vos lo re-
mitir, y pues ya por la información que es-
perábades de los oriciales que van con Juan
Diaz y de Lope y Diego Rodríguez, cómitre,
estaréis bien informados de todo lo que en el
dicho negocio ha pasado y habréis pensado y
mirado lo que en él se debe proveer, yo vos
mando que para el bueno y breve despacho
del dicho Juan Diaz, proveáis lo que á vo-
sotros paresciere, especialmente lo que pa-
resciere á vos el contador Juan López; de ma-
nera que en su partida haya toda la brevedad
que ser pueda, teniendo fin á que mi voluntad
es que Juan Diaz sea muy bien despachado y
lleve de todo el mejor recabdo que ser pueda,
y para esto gastaréis los dineros que fueren
menester. — De Almazán á veinte y cuatro de
Septiembre de mili quinientos quince años.
—Yo EL Rey, etc.
l60 JUAN DÍAZ DE SOLIS
24 de Septiembre de i5i5
LXVI
Carta del Rey á Díaz de Solís encargán-
dole QUE EJECUTASE LO QUE LOS OFICIALES LE
DIRÍAN TOCANTE Á SU DESPACHO.
A. I. — 139-1-5. Lib. V.
El Rey. — Juan Diaz de Solís, mi piloto
mayor: por letra de los nuestros Oficiales de
la Casa de Sevilla, he sabido el embarazo
que puso en vuestra partida abrirse el navio
y la flete de los mantenimiento que en él se
perdieron, de que me ha desplacido mucho, y
teniendo por cierto el deseo y voluntad que
vos tenéis de me servir, y lo que muchas ve-
ces me habéis dicho de lo que habéis de tra-
bajar para que en este viaje yo sea muy servi-
do, en-vío á mandar á los dichos nuestro ofi-
ciales, que para que vos seáis despachado
hagan lo que dellos sabréis; por ende, yo vos
mando y encargo que pongáis en obra lo que
de mi parte los dichos Oficiales os dirán, es-
pecialmente lo que pareciere al contador Juan
López, á quien desdel principio, á vuestra su-
plicación, está cometido vuestro despacho, y
no os dé pena lo pasado, sino esperaos que
placerá á Nuestro Señor todo subcederá muy
DOCl'Ml'NTOS l6l
bien. — De Almazán á veinte cuatro días de
Septiembre de quinientos quince años. — Yo
!:i. \\K\\ etc.
■2 de Octubre de i5i5
LXVII
Copia de una cédula al corregidor de Má-
laga -PARA QUE dejase SACAR CIERTO PAN Á
Juan Díaz de Solís. -
Archivo general de Simancas.— Li-
bros de Cédulas de la Cámara,
n. 1 3, fol. 145 V.
El Rey. — Corregidor de la cibdad de Má-
laga ó vuestro logar teniente en el dicho ofi-
cio é otras cualesquier personas á quien lo en
esta mi cédula toca é atañe: sabed que por
una mi cédula di licencia é facultad á Juan
Diaz de Solís, mi piloto mayor, para que por
el puerto desa dicha ciudad, y por otros cier-
tos puertos, pudiese sacar de la Andalucía,
reino de Granada, trescientos cahíces de trigo,
segund que más largamente en la dicha cé-
dula se contiene: agora por parte del dicho
Juan Diaz de Solís, me ha seído hecha rela-
ción que por virtud de la cédula de suspen-
sión, que yo di á esa dicha cibdad para que
por ciert(3 tiempo no se pudiese sacar nin-
II ~
102 JUAN DÍAZ DK SOLIS
gund pan por el puerto della, se le ha puesto
embargo é impedimento en la dicha merced
que yo le hice, á cuya cabsa no ha podido
sacar los dichos trescientos cahices, de que
ha recebido daño é pérdida, y por cuanto yo
hize la dicha merced al dicho Juan Diaz de
Solís en remuneración de los servicios que
me ha hecho, y mi merced y voluntad es que
la dicha suspensión no se entienda que ex-
tienda á esto; yo vos mando que, sin embargo
della, le dejéis y consintáis sacar los dichos
trescientos cahices de trigo, que si necesario
es, para en cuanto á esto, por la presente alzo
la dicha suspensión, quedando en su vigor
é fuerza para adelante; y los unos ni los otros
non fagades ni fagan ende al, so pena de la
mi merced, é de diez mili maravedís para la
Cámara á cada uno que lo contrario hiciere.
Dada en Calatayud, á dos días de Octubre de
mili é quinientos é quince años. — Yo el Rey.
— Refrendada del secretario Conchillos. — Se-
ñalada de Zapata y Carvajal.
DOCLJMKXTOS lG3
LXVIll
Notas sacadas de los libros de cuenta v
razón pertenecientes á la tesorería di: la
casa de contratación relativas a juan díaz
DE SOLÍS.
A. 1.-^^9-2—2/9.
i5i5 :,,
Pagó el dicho tesorero en ocho de Enero
deste presente año de quince, á mí el contador
Juan López de Recalde, mili ducados de oro,
en cuenta de los cuatro mili ducados de oro
que Su Alteza me mandó librar en esta Casa,
por su cédula fecha en Mansilla á veinte é
cuatro de Noviembre del año pasado de mili
é quinientos é catorce, para el armada que
Juan Diaz de Solís, ha de hacer para ir á
descubrir.
Que pagó m¿\s á mí, el contador Juan Ló-
pez de Recalde, en doce de Abril del dicho
año de mili é quinientos é quince, mili du-
cados de oro, en cuenta de los cuatro mili
ducados de oro, que Su Alteza me mandó
librar en esta Casa, para el armada que Juan
Diaz de Solís ha de hacer para ir á descubrir,
por su [cédula fecha en Mansilla, en veinte
é cuatro de Noviembre del año pasado de mili
é quinientos é catorce. Y otros mili ducados.
164 JL'AN DÍAZ Di: SOLIS
en cuenta de los dichos cuatro mili, me tie-
ne pagados el tesorero, según en este libro
á folio xLviii parece.
20 de Abril. — Este día se libraron en el di-
cho tesorero, á Juan Diaz de Solís, piloto
mayor de Su Alteza, veinte é un mili é seis
cientos é sesenta é seis maravedís, que hobo
de haber del tercio primero de su quitación
deste dicho año de mili é quinientos é quince.
los cuales se le libraron en las espaldas délas
cédulas abtorizadas que tiene de la dicha
merced.
20 de Abril. — Este día, se libraron en el
dicho tesorero al dicho Juan Diaz de Sohs.
en nombre é por virtud del poder que mos-
tró, de Francisco de Coto, piloto de Su Alte-
za, ocho mili é trescientos é treinta é tres
maravedís, que hobo de haber del tercio pri-
mero de su quitación deste dicho año de mili
é quinientos é quince, los cuales se le libra-
ron en las espaldas del dicho poder é cédula
abtorizada de Su yMteza que tiene de la di-
cha merced.
2 de Mayo. — Que pagó más este día á mí.
_£l contador Juan López de Recalde, dos mili
ducados de oro. que hobe de haber á cum-
plimiento del pago de los cuatro mili duca-
dos, que Su Alteza me mandó librar en esta
Casa para el armada que Juan Diaz de Solís
ha de hacer para ir á descubrir, por su cé-
DOCUMENTOS 1 65
•dula fecha en Mansilla, á veinte é cuatro de
Noviembre del ano pasado de quinientos é
■catorce, la cual dicha cédula con mi carta de
pago estíi en poder del dicho tesorero.
ítem, en doce de Junio del dicho año, se
libraron á Gonzalo Rodríguez, maestre que
fué de la nao de Su Alteza, nombrada la «Mag-
dalena» que fué ¿i descobrir con Juan Diaz de
Solís, el año pasado de quinientos y ocho
años, cuatro mili y seiscientos y trece mara-
vedís, que hobo d2 haber en nombre y por
poder de Diego de Utrera, paje, hijo de Die-
go Fernández de Morillas é Leonor Fernán-
dez, vecinos de Utrera, por el sueldo que
ganó des ocho días de Agosto del año de qui-
nientos é ocho fasta diez y nueve de Jullio del
año de quinientos é nueve, que fué despedi-
do en las Indias, por razón del sueldo que
ganó en el dicho tiempo por paje en la dicha
nao, á razón de cuatrocientos maravedís por
mes, según paresce y se contiene en el libro
de la dicha armada á folio treinta y siete.
3o de Agosto. — ítem, á Antón Cermeño,
polvorista, diez y seis mili y quinientos' y cua-
renta y cuatro maravedís, que hobo de haber
por ocho quintales de pólvora que dio á Juan
Diaz de Solís, en ocho barriles, para el ar-
mada que el dicho Juan Diaz va á descobrir
por mandado de Su Alteza, desde Lepe, donde
-apareja la dicha armada, €s á saber, que los
l66 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
dichos ocho quintales, á razón de dos mili
maravedí^; el quintal y los dichos ocho barri-
les á dos reales cada uno, montan los dichos
diez y seis mili y quinientos y cuarenta y cua-
tro maravedís, los cuales se le dieron por vir-
tud de una cédula de Su Alteza fecha en Man-
silla a veinte y cuatro de Noviembre de qui-
nientos y catorce, que está en poder del dicho
tesorero.
Descáro-anse al dicho tesorero veinte é un
mili é seiscientos é sesenta é seis maravedís
é medio, que en ocho de Septiembre del dicho
año de quince, libramos en él á Juan Diaz de
Solís, piloto mayor, del tercio segundo de su
quitación deste dicho año de quince.
(S de Septiembre. — El dicho día se libraron
en el dicho tesorero al dicho Juan Diaz de
Solís, por la quitación de un año é medio ade-
lantados que Su Alteza le mandó pagar ade-
lantados, para ir á seguir el viaje que lleva
á descubrir, noventa é siete mili é quinien-
tos maravedís á razón de .sesenta é cinco mili
maravedís por año que tiene de quitación é
salario en esta Gasa, la cual dicha cédula con
nuestro libramiento y carta de pago de cómo
se le pagaron los dichos maravedís, est¿\ en
poder del dicho tesorero.
8 de Septiembre. — Este dicho día, libramos
en el dicho tesorero, á Francisco de Torres,
piloto de Su Alteza, ocho mili é trescientos
DOCUMENTOS 1 67
Ó treinta é tres maravedís, que hobo de haber
por el tercio segundo de su quitación deste
presente año de mcxv.
8 de Septiembre. — Este dicho día libramos
en el dicho tesorero al dicho Francisco de
Torres, veinte é cinco mili maravedís, de su
salario de un año adelantados, que Su Alteza
le mandó pagar para ir á servir el viaje que
el dicho Juan Diaz lleva á descubrir, que
comenzaron desde primero de Septiembre des-
te año de quince, en adelante. La dicha cédula
de Su Alteza, con nuestro libramiento y carta
de pago, de cómo los recibió, está en poder
del dicho tesorero.
(S de Septiembre. — Este dicho día, libramos
en el dicho tesorero, á Juan García de Uriba-
rri, guipuzcoano, , veinte é siete mili é siete
cientos é cincuenta maravedís, por seis pasa-
bolantes y dos lombardas gruesas con sus ser-
vidores, que dellos se compraron y se entre-
garon al dicho Juan Diaz de Solís, por man-
dado de Su Alteza, para el dicho viaje: los
pasabolantes costaron á cuatro ducados la
pieza, y los dos tiros grandes á veinte é cin-
co ducados cada uno, que montaron los dichos
maravedís. La dicha cédula de Su Alteza con
carta de pago del dicho Juan Diaz, de cómo
recibió los dichos tiros, está en poder del di-
cho tesorero.
Este dicho día libramos en el dicho tesore-
l68 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
ro á Francisco de Aiarquina, veedor, y á Pe-
dro de Alarcón, contador, que van por oficia-
les de Su Alteza en el viaje que lleva el dicho
Juan Díaz de Solís, á descubrir, por la quita-
ción de año é medio adelantados, á razón de
cuarenta mili maravedís por año á cada uno,
que montan ciento é veinte mili maravedís,
cíe los cuales les pagó el dicho Juan Diaz
veinte é seis mili maravedís y los otros noventa
é cuatro mili maravedís les pagó el dicho te-
sorero, segund paresce por su carta de pago
en las espaldas de la cédula de Su Alteza
en que les manda pagar la dicha quitación,
que está en poder del dicho tesorero, los cua-
les dichos noventa y cuatro mili maravedís
se han de cobrar del dicho Juan Diaz cuando
con bien volviere del dicho viaje, porque era
á su cargo la paga de la dicha quitación de
los dichos oficiales, segund paresce por la
capitulación que entre Su Alteza y éí pasó, del
dicho viaje.
Este dicho día se pasan en data al dicho
tesorero dos mili é nuevecientos é noventa é
dos maravedís que pagó á Diego Rodríguez,
cómitre de Su Alteza, vecino de Triana, por
veinte é dos días que se ocupó y trabajó en
el despacho del viaje del dicho Juan Diaz,
fuera de su casa, fasta que lo dejó á la vela,
á cuatro reales por día, porque trajo siempre
consigo una cabalgadura y un hombre y un
DOCUMENTOS 1 69
mozo, que montan los dichos dos millé nue-
vecientos y noventa y dos maravedís.
Pásase más en data al dicho tesorero, se-
tenta é cinco mili maravedís que dio é pagó
en dos de Otubre deste dicho año de qui-
nientos é quince, al dicho Juan Diaz de Solís
para último despachode su viaje, por razón que
estando presto para se hacer á la vela en se-
guimiento del dicho viaje, se le zozobró la
carabela mayor de las tres que tenía prestas
para el dicho viaje, poniéndola á monte, car-
gada, y para ayuda de comprar otra en su lu-
gar, fué nescesario, porquel dicho viaje no
se rezagase, de prestalle los dichos setenta
é cinco mil maravedís, los cuales debe el di-
cho Juan Diaz á Su Alteza, caso que la obli-
gación que dellos hicieron él y sus fiadores,
con cierto cambio suena á mí el contador:
líamelos dé pagar dentro de seis meses, y Su
Alteza después de habelle avisado de lo su-
sodicho, nos envió [á] mandar no se pidiese los
dichos maravedís á los dichos sus fiadores
hasta que el dicho Juan Diaz volviese.
En primero de Otubre del dicho año li-
bramos en el dicho tesorero á Antonio Rodrí-
guez, correo, por el viaje que llevó en diez é
siete de Septiembre á la corte, con la nueva de
cómo la dicha carabela se zozobró para que
mandase Su Alteza proveer lo que más fuese
servido, y volvió este día desde Calatayud,
I yo JUAN DÍAZ DE SOLIS
donde Su Alteza al tiempo estaba, mandándo-
nos proveer lo susodicho, diez y seis mili é
quinientos maravedís.
i5i6,
Pásanse más en data al dicho tesorero, cua-
tro reales de plata, que en veinte é dos de Sep-
tiembre del dicho año pagó a Ocaña, correo,
por el porte de unas cartas que con él invia-
mos á la corte á los señores gobernadores, en
cuatro del dicho mes de Septiembre sobre la
venida de las dos carabelas que Juan Diaz de
Solís llevó á descubrir. ■'
Pásanse más en data al dicho tesorero dos
ducados de oro, que en catorce de Otubre del
dicho año de mili é quinientos é diez é seis
años dio é pagó á Juan Gutiérrez Calderón é
Diego Hernández de Xerez é Castellanos, es-
cribanos de Sus Altezas, por ciertos testimo-
nios é abtos que ante ellos pasaron sobre la
diferencia que tenemos con los almojarifes
desta dicha cibdad sobre los derechos que los
dichos almojarifes demandaban á Juan de
Aicerna por ciertas nueces y peros que traía
con nuestra licencia para cargar para las In-
dias, é otros abtos é requerimientos que ante
ellos pasaron é hicieron de partes del señor
Rey de Portogal para que se le entregase
DOCUMENTOS I7I
todo el brasil que trajeron las carabelas que
Juan Diaz llevó á descubrir, y todos los dichos
testimonios los dieron signados para los en-
viar á la corte.
23 de Diciembre. — Que pagó por el costo
del descargar de las carabelas que Joan Diaz
de Solís llevó á descubrir, á tierra y pesar y
empilar de los ciento é setenta é un quintales
é tres arrobas é diez é siete libras de brasil
que cupieron á Sus Altezas de la tercia parte
que les cupo del dicho brasil, que en las di-
chas carabelas, después de muerto el dicho
Johán Diaz, trajo Francisco de Torres, de
que se está hecho cargo en este libro á folio
seis, seiscientos é ochenta maravedís.
17 de Julio de 1 516
LXIX
H\:.\L c:ÉDl LA EN Lx\ QUE SE ORDENA PAGAR SUS
sLiELDOs Á Díaz de Solís y otros pilotos.
A. 1., 139-1-5, t. VI, f. G.
El Rey. — DotorSanchodeMatienzo, nuestro
tesorero de la nuestra Casa de la Contratación
de las Indias que residís en la cibdad de Se-
villa: Nos vos mandamos que paguéis á los
pilotos que de yuso serán contenidos, los
maravedís que cada uno toviere señalados de
J72 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
acotamiento y asentados en los libros de la
dicha Casa, que son las personas siguientes:
á Juan Diaz de Solís, piloto mayor, é á Se-
bastián Caboto y Andrés de San Martín, y á
Juan Vespuche, y á Juan Rodríguez de Mafra,
é á Francisco Coto é Juan Serrano y á Vas-
co Gallego y á Francisco de Torres y Andrés
García Niño, y á cada uno dellos los mara-
vedís que así tuvieren sentados de acotamien-
to en cada un año, los cuales les pagaréis
por sus tercios, segund é déla forma é manera
que fasta aquí les libraba é pagaba; y á los
otros pilotos que aquí no van declarados sus
nombres no les habéis de librar ni pagar cosa
alguna, aunque tengan fecho sus asientos y
estén asentados en los libros desa dicha
Casa, porque nuestra voluntad es que no se
paguen otros salarios sino á los susodichos,
y en la paga dellos no pongáis ningún impe-
dimento, no embargante cualquier prohibición
é vedamiento, que por nuestro mandado esté
puesto para que no se pague ni libre ningu-
nos salarios en esa dicha Casa á los dichos
•pilotos nin otras personas algunas; é non faga-
des ende al. — Fecha en Madrid á diez y siete
días del mes de Jullio de milléquinientosédiez
é seis años. — (Firma del Cardenal y del Em-
baxador.) — Señalada del Licenciado Zapata
y del Doctor Carvajal. — Refrendada de Ba-
racaldo.
DOCUMENTOS I yS
22 de Febrero de i5i7
LXX
Real cédula por la que se dispone levantar
una información respecto al reclamo in-
TERPUESTO POR EL Rey de Portugal contra
Juan Díaz de Solís.
A. I., 139-1-5, t. VI, IbL 114.
La Reina v el Rey. — Nuestros Oficiales de
la nuestra Casa de la Contratación de las In-
dias, que residís en la cibdad de Sevilla: por
parte del Serenísimo Rey de Portugal nos
ha sido fecha relación c]ue Joan Diez de So-
lís, portugués, vino huyendo á estos reinos
de Castilla desde Portugal, por muchos crí-
menes y excesos que allá había hecho, y que
estando en el Andalucía procuró que algunas
personas armasen ciertos navios y se fuesen
á la tierra del Brasil con él, la cual tierra
del Brasil diz que es de dicho Serenísimo Rey
de Portugal y que en ella no entran otras per-
sonas ningunas sino las de sus reinos y que
á ella envía en sus armadas, y que enducidas
las tales personas por el dicho Juan Diez de
Solís, hicieron su armada y él se había ido con
ella á la dicha tierra del Brasil, donde diz que
cargaron del y de otras cosas de la dicha tie-
174 JUAN DÍAZ DE SOl.lS
rra v se vinieron con ella á esa dicha cibdad,
é que por ser lo susodicho cosa nueva é ja-
más usada después que el rey tiene la tierra,
nos pidió mandásemos castigar al dicho Juan
Diez de Solis y á todas las otras personas que
con él habían ido, é le fuese entregado todo el
brasil é otras mercaderías é cosas que de allá
habían traído é se estuviese en poder de algu-
nas personas, é se secrestase hasta que se de-
terminase el castigo que á los susodichos se
había de dar, é se tornase la facienda al dicho
Serenísimo Rey, cuya era, ó como la nuestra
merced fuere: é consultado con los nuestros
Oriciales, fué acordado que debíamos mandar
dar esta nuestra cédula para vosotros sobre la
dicha razoné Nostovímoslopor bien: por ende,
nos vos mandamos c[ue luego veades lo suso-
dicho é hagáis información por cuantas partes
é maneras mejor é más cornplidamente saber-
la pudiéredes, así por los testigos que por pai-
te del dicho Serenísimo Rey de Portugal vos
fueren presentados, como por los que voso-
tros de vuestro oíicio vierdes que se deben re-
cibir cómo é de qué manera pasó lo susodi-
cho, é qué brasil é cosas el dicho Juan Diez
de Solís é los que en él fueron trujeron, é
de qué partes é lugares se trujo, é si fué de
las Islas que por la demarcación de entre
estos reinos é el reino de Portugal son del
dicho Serenísimo Rey de Portugal, é en qué
DOCUMENTOS I JO
penas los susodichos han caído é incurrido,
é todo demás que vosotros vierdes ser nece-
sario para mejor saber la verdad sobre todo
lo susodicho, é la información de todo habida,
é la verdad sabida, la enviad ante nos para que
lo mandemos ver é proveer sobre ello loque
fuere justicia; é si por la dicha información
vos constare haber sido los susodichos culpan-
tes é el dicho brasil é cosas que trujeron, de
las Islas del dicho Serenísimo Rey de Portu-
gal, lo embargad hasta que por los del nuestro
Consejo, vista la dicha información, se os en-
víe á mandar lo que sobre ello se debe facer;
é á las tales personas haced que den seguri-
dad de estar á derecho é pagar lo que contra
ellas fuere sentenciado; é non fagades ende
al. — Fecha en Madrid á xxii días del mes de
Hebrero de quinientos diez y siete años. — F.
Cardinalis. — Señalada de Zapata y Carva-
jal, y refrendada de Pedro de Torres, secre-
tario.
176 JUAN DÍAZ DE SOLIS
Marzo de i5i7
LXXl
Real cédula para que los Oficjales Reales
INFORMEN sobre LAS APTITUDES DE AnDRÉS
DE San Martín, que solicitaba el cargo de
PILOTO MAYOR, VACANTE POR MUERTE DE DlAZ
DE SoLÍS.
4 A. 1.-139-1-5. Lib. VI, fol. 119.
La Reina y el Rey. — Nuestros Oficiales
de la Casa de la Contratación de las Indias
que residís en la cibdad de Sevilla: sabed que
yoescrebí una carta al Reverendísimo i n Cristo
Padre Cardenal de España, gobernador des-
tos nuestros reinos, fecha en esta guisa: —
Reverendísimo in Cristo Padre Cardenalis Ar-
zobispo de Toledo, primado de las Espafias,
chanciller mayor, gobernador é Inquisidor
general en los reinos é sefioríos de Castilla,
nuestro muy caro é muy amado amigo. Se.lor.
— Andrés de San Martín nos hizo relación
que al tiempo que Amérigo Vespuchi, piloto
mayor que fué de las Indias, falleció, que
puede haber cinco años, él se opuso al di-
cho oficio de .piloto mayor, é que por estar en
aquella sazón ocupado en la Casa de la Con-
tratación de la cibdad de Sevilla en cosas de
DOCUMENTOS 1 77
nuestro servicio y no se haber hallado pre-
sente, fué proveído del dicho oficio de piloto
mayor Juan Diez de Solís, de lo que él diz que
reclamó antél Católico Rey, mi señor, que
haya gloria, por razón dello, y por ser perso-
na suficiente lo rescibió por piloto de la dicha
Casa, é le mandó asentar con el dicho oficio
XX mili maravedís en cada año, entretanto
que se ofrecía otra cosa en que le hacer mer-
ced, el cual, diz, que ha servido hasta aquí á
Nos é á nuestra Corona Real en cosas de la
dicha Casa é que tiene habilidad é suficien-
cia para servir en el dicho oficio de piloto ma-
yor, é que porque agora es fallescido el dicho
Juan Diez de Solís, é por su fin quedó vaco el
dicho oficio de piloto mayor, nos suplicaba le
hiciésemos merced del; por ende, afetuosa-
mente vos rogamos que os informéis de lo
susodicho é de la habilidad é suficiencia del
dicho Andrés de San Martín, é fasta tanto que
Nos seamos en los nuestros reinos que, pla-
ciendo á Nuestro Señor será presto, proveáis
en ello como vierdes que cumple á nuestro
servicio y á la buena gobernación de las di-
chas Indias. Reverendísimo in Cristo Padre
Cardenal, nuestro muy caro é muy amado
amigo. Señor. Dios, Nuestro Señor, [en] todos
tiempos os tenga en su especial guarda é re-
comienda.— Fecha en la villa de Bruselas á
once días del mes de Otubre de i5i6 años. —
12
lyS JUAN DÍAZ DE SOLIS
Yo EL Rey. — Pedro Ximénez, Secretario. —
E porque mejor queremos ser informados de
la persona é habilidad del dicho Andrés de
San Martín, é ansí mismo si hay nescesidad
de se proveer del dicho oficio, y en que esta-
rá mejor; por ende, Nos vos mandamos que
luego veades lo susodicho é hagáis informa-
ción por cuantas partes é maneras mejor sa-
ber pudierdes, qué persona é habilidad tiene
el dicho Andrés de San Martín para el dicho
cargo de piloto mayor, é si hay otras personas
más doctas é suficientes entre los otros nues-
tros pilotos é cuál es más docto, é qué sala-
rio tiene, é si hay necesidad quel dicho oficio
se provea, é si será útil é provechoso que se
consuma, é todo lo otro que vosotros vier-
des ser necesario para mejor saber la verdad
de todo lo susodicho, é la mformación habi-
da é la verdad sabida, é puesta en limpio á
firmada de vuestros nombres é signada del
escribano desa dicha Casa y sellada y en ma-
nera que haga fée la enviad ante los nuestros
gobernadores para que por ellos vista, se
provea lo que Nos viéremos que á nuestro
servicio convenga. — Fecha en Madrid a
días del mes de (O ^^ quinientos é
diez é siete años. — Fr. Cardenalis. — Seña-
(i) Debe ser muy poco anterior á la que sig-ue, y por
consiguiente, quizás del mismo mes de Marzo.
DOCUMEN'TOS 1 79
lada de Zapata y Carvajal, y refrendada de
Pedro de Torres, Secretario.
3o de Marzo de i5i7
LXXII
Carta del Rey de España al de Portugal en
LA que le pide que PONGA EN LIBERTAD Á SIETE
HOMBRES DE LA ARMADA DE SOLÍS QUE TENÍA-
PRESOS.
A. I. — 139-I-5, t. VI, íbl. 124 V.
Serenísimo é muy ecelente Rey é príncipe,
nuestro muy caro é muy amado hermano é
tío: Nos hemos sido informados que por vues-
tro mandado están presos en Lisbona siete
hombres, que por nuestro mandado fueron á
descubrir á la parte del sur con Juan Diez de
Solís, nuestro piloto mayor, ya defunto, por
que diz que los hallaron en tierra, en la bahía
de los Inocentes; el cual dicho puerto segund
somos certificados y paresce por la demar-
cación que está fecha entre esos vuestros
reinos y los nuestros, está la dicha bahía é
puerto dentro de nuestros limites, y bien cree-
mos que si vos fuérades informado dello, no
mandárades tener en presión á los susodichos,
.pues sabéis con cuanto cuidado nosotros
mandamos guardar con vuestros subditos é
l80 JUAN DÍAZ DE SOLIS
naturales la capitulación y asiento y con-
cordia que está asentada, y continuándose
ansí, hemos afectuosamente mandado á los
nuestros oficiales de la Casa de la Contrata-
ción de las Indias, que reside en la cibdad
de Sevilla, que con toda brevedad se vea la
justicia de los xi presos portugueses que allí
están: por ende, afetuosamente vos rogamos
mandéis poner en libertad los dichos siete
hombres castellanos que ansí por vuestra
mandado están presos, y se trujeron de la
dicha bahía é puerto de los Inocentes á Lis-
bona, pues, como dicho es, se tomaron den-
tro de los límites de nuestra demarcación:
que demás de complir lo que entre estos nues-
tros reinos y los vuestros está asentado é
capitulado, nos lo recebiremos en singular
complacencia. Serenísimo é muy ecelente Rey
é príncipe, nuestro muy caro é muy amado
hermano é tío. Nuestro Señor vos haya en su
especial guarda é recomienda. Escripta en
Madrid, á xxx días del mes de Marzo de qui-
nientos é diez é siete años. — Fr. Cardenalis.
— Secretario Torres. — Señalada de Zapata y
Carvajal.
DOCUMENTOS i8t
1 6 de Noviembre de i523
LXXIII
Real cédula expedida á favor de la viuda
DE Amérigo Vespuciii para que se le atien-
da CON cierta suma del salario del piloto
mayor.
- A. I.— 46-4-1/30, Lib. I, fol. 72.
El Rey. — Nuestros oficiales que residís en
la ciudad de Sevilla, en la Gasa de la Contrata-
ción de las Indias. Bien sabéis como el Cató-
lico Rey, mi señor y abuelo, que sea en gloria,
mandó dar y dio para vos una cédula firmada
de su nombre, su tenor de la cual es este que
sigue: El Rey. — Nuestros Oficiales de la Ca-
sa de la Contratación de las Indias, que resi-
dís en la ciudad de Sevilla. Por otra mi cédula
como veréis, he hecho merced á Juan Diaz
•de Solís, del oficio de nuestro piloto mayor
en lugar y por fin y vacación de Amérigo
Vespuchi, ya difunto, y que tenga con el dicho
oficio los cincuenta mili maravedís, que el
dicho Amérigo tenía en cada un año, y que
-de ellos se paguen á María Cerezo, muger del
"dicho Amérigo, diez mili maravedís para
en toda su vida, de que yo le hago merced, en
enmienda y satisfacción de los servicios que el
•dicho su marido nos hizo, y porque mi volun-
l82 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
tad es que aquello se cumpla, por esta mi cédu-
la mando á vos el nuestro tesorero que sois ó
fuéredes de la dicha Casa, que délos cincuen-
ta mili maravedís del salario del dicho piloto
mayor deis y paguéis á la dicha María Cerezo
los dichos diez mili maravedís deste pre-
sente año de quinientos y doce, desde el día de
la fecha de esta mi carta, fasta en fin del, y
dende en adelante en cada un año para en
toda su vida; y tomad sus cartas de pago, con
las cuales y con el traslado de esta mi cédu-
la, signado de escribano público, y con fée
como se descuenta de los cincuenta mili ma-
ravedís de salario del dicho piloto mayor,
mando que vos sean recibidos y pasados en
cuenta en cada un año los dichos diez mili
maravedís; y asentad el traslado de esta mi
cédula en los libros de esa Casa, y sobre es-
crita de vosotros, tornad este original á la di-
cha María Cerezo para que lo en ella conte-
nido haya efecto; y non fagades ende al.
Fecha en Burgos, á veinte y ocho días del
mes de Marzo de mili y quinientos doce años.
— Yo EL Rey. — Por mandado de Su Alteza.
Miguel Pérez de Almazan. Y en las espaldas
de la dicha cédula estaba escrito lo siguiente:
Asentóse esta cédula de Su Alteza en los libros
de los oficios y situados de la Casa de la Con-
tratación que tienen los oficiales de ella, á
fojas doce, en veinte y seis del mes de Abril
DOCUMENTOS 1 83
de mili y quinientos y doce años. — Juan de
Medina. — Ociioa de Isasaga. — Juan López de
Recaude. É ahora la dicha María Cerezo, me
hizo relación de ser cierto que después que fué
hecha la dicha merced, del oficio del dicho su
marido al dicho Juan Diaz de Solís, siempre le
fueron, pagados los dichos diez mili maravedís,
descontándose al dicho Juan Diaz de Solís de la
dicha quitación, quecon el dichooficio habíade
haber como por la dicha carta se manda, hasta
que el dicho Juan Diaz de Solís fallesció desta
presente vida, que Nos hicimos merced del
dicho oficio á Sebastián Caboto, y aunque
por su parte vos fué y ha sido muchas veces
requerido que le pagásedes los dichos diez
mili maravedís de la quitación y salario que
del dicho Sebastián Caboto había de haber con
el dicho oficio de piloto mayor, diz que voso-
tros no lo habéis querido facer sin que vos
mostrase nuevo mandamiento nuestro para
ello, porque los dichos diez mili maravedís
estaban y están situados sobre el salario del
dicho oficio de piloto mayor para en toda su
vida, y me suplicó y pidió por merced le man-
dase pagar lo que hasta aquí se le debe, y de
aquí adelante hobiere de haber, ó como la mi
merced fuese; y porque, como sabéis, losdichos
diez mili maravedís fueron dados á la dicha
María Cerezo, por los servicios del dicho su
marido, y conforme á la dicha cédula le están
184 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
situados y los ha de haber para en toda su
vida del salario del dicho oficio de piloto ma-
yor; y aunque por vacación del dicho Juan de
Solís, Nos proveyésemos el dicho oficio á otra
persona, no se entendía que por eso había
de dejar los dichos diez mili maravedís ni
fué raz^n que vosotros lo hubiérades dejado
de cumplir, seyendo cosa de limosna y de sus-
tento, no habiendo recaudo ni contrario nues-
tro para ello; y porque mi voluntad es que
ésta se cumpla, por ende, yo vos mando que
veáis la dicha cédula que de suso va incorpo-
rada, y la guardéis y cumpláis en todo y por
todo, según y como en ella se contiene, y en
guardándola y cumpliéndola, del salario del
dicho piloto mayor ha recibido desde el día
que él goza del dicho salario y hobiere de
haber de aquí adelante, hagáis pagar y paguéis
á la dicha María Cerezo, lo que hasta aquí
se le debe, y de aquí adelante hobiese de
haber en cada un año, por todos los días de
su vida, y lo que hubo de haber el tiempo que
estuvo vaco el dicho oticio de piloto mayor, y
no se pagó salario á ninguna persona, lo pagad
á la dicha Mana Cerezo, de nuestra facienda,
á razón de los dichos diez mili maravedís
en cada un año; é non fagades ende al. — Fe-
cha en Pamplona, á diez y seis días del mes
de Noviembre de mili quinientos veinte y tres
años. — Yo EL Rey. — Por mandado de S. M.
DOCUMENTOS I 85
— Francisco de los Cobos. Y al pié de la di-
cha cédula están tres señales de firmas. Y
púsose en las espaldas de la dicha cédula lo
siguiente: — Asentóse esta cédula deS. M. en
los libros de la Gasa de la Contratación de
Sevilla, en diez días del mes de Diciembre
de mili quinientos y veinte y tres años, para
que se guarde y cumpla lo en ella contenido,
segund que S. M. lo manda.
sgde Julio de i53o
LXXIV
Fragmentos de una declaración prestada en
Sevilla por Sebastián Caboto tocante á
su viaje al río de Solís.
A. I.
. . . Preguntado por dónde fué á pasar con la
dicha armada, dijo: que á Pernambuco, ques
en la costa del Brasil, con tiempo contrario,
y de allí ficieron vela cuando fizo tiempo, y
fueron al río de Solís, donde este declarante
falló un Francisco del Puerto, que habían
prendido los indios cuando mataron á Solís,
el cual le dio grandísimas nuevas de la ri-
queza de la tierra; y con acuerdo de los capi-
tanes é oficiales de Su Magestad acordó en-
trar en el río Paraná fasta otro río que se
1 86 JUAN DÍAZ DE SOI.ÍS
llama Caracarañá, ques donde aquel Fran-
cisco del Puerto les había dicho que descen-
día de las sierras, donde comenzaban las mi-
nas del oro é plata.
1 6 de Agosto de i53o
LXXV
Fragmentos de una información levantada
EN Sevilla por Diego García contra Se-
bastián Caboto.
A. I.
2. ítem, si saben que el dicho Diego García,
capitán, puede haber quince años que descu-
brió aquella tierra que se dice del Río de la
Plata é aún dejó en ella gente cristianos.
3. Ítem, si saben quel dicho capitán Diego
García tornó al dicho Río de la Plata con la
dicha armada de Su Majestad é de los dichos
señor Conde é Cristóbal de Haro, puede ha-
ber cuatro años, que iba á poblar é descubrir
é resgatar.
Declaración de Alonso de Santa Cruz.
2. De la segunda pregunta dijo: que puede
haber el tiempo que dice la pregunta, que
oyó decir allá en aquella tierra que se dice
DOCUMENTOS 1 87
Río de Solís, á dos cristianos que estaban
alhi, el uno nombrado Enrique ^Montes y el
otro á un alférez que el dicho Diego García,
capitán, llevaba consigo, que no se acuerda
cómo se llamaba, como el dicho Diego Gar-
cía, capitíin, había ido en compañía de Juan
Diaz de Solís á descubrir aquella tierra: é
questo es lo que sabe desta pregunta, etc.
3. De la tercera pregunta dijo: que lo que
sabe es, que puede haber tres años, poco más
ó menos, que estando este testigo allá en
aquella tierra con el dicho capitán general,
vido que el dicho capitán Diego García fué
allá al dicho río que se dice de Solís, que
nunca lo ha oído mentar de la Plata, si no
cuando el dicho capitán Diego García fué
con la dicha armada de Su Majestad, é lo
vido este testigo allá al dicho Diego García
é á su gente que llevaba consigo, é que iba á
lo que dice la pregunta, etc.
Declaración de Juan de Junco:
2. De la segunda pregunta dijo, que des-
pués que este testigo vido al dicho Diego
García, capitán, que lo vido en el río de Pa-
raná, que es en aquellas partes de donde vie-
nen agora, oyó decir que el dicho capitán
Diego García había ido en compañía de Juan
de Solís por maestre de una nao en aquellas
partes donde dice la pregunta; é questo es lo
que sabe desta pregunta, etc.
l88 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
Declaración de Casimyeres, alemán:
2. De la segunda pregunta dijo, que es-
tando este testigo en aquellas partes que se
dice el río de Paraná oyó decir allá quel dicho
capitán Diego García había ido aquellas par-
tes en compañía de Juan de Solís, por maes-
tre de una nao, á descubrir aquella tierra,
puede haber el tiempo que dice la pregunta;
é questo es lo que sabe desta pregunta, etc.
Declaración de Alonso Bueno:
2. De la segunda pregunta dijo: que allá
en aquellas partes donde fué á descubrir el
dicho capitán Sebastián Caboto, oyó decir lo
contenido en la dicha pregunta á un Enri-
que iMontes, que hallaron allá en el puerto
de los Patos, que llevaron en la dicha capi-
tanía, é que había ido el dicho capitán Diego
García con Solís cuando se descubrió el río
que se dice de Paraná, que también se lla-
ma de Solís.
DOCUMENTOS l8g
12 de Octubre de i53o
LXXVI
Fragmentos de una probanza presentada por
Sebastián Caboto en el pleito con Cata-
lina VAsquez.
A. I.
ítem, si saben: que en la dicha Isla de San-
ta Catalina se hallaron dos hombres que ha-
bían ido con el capitán Joan Diaz de Solís é
dixieron al dicho capitán Sabastián Caboto
é á toda la gente del armada que fuesen al
Río de Solís, porque había ahí grandes rique-
zas de oro y plata, é que unos compañeros
suyos habían ido allá é traído mucho oro é
plata, lo cual habían enviado á España, y que
los dichos sus compañeros habían vuelto otra
vez allá é truxeron ciertas muestras de oro é
plata al dicho capitán Sabastián Caboto é las
cuales muestras vieron la gente del armada, el
uno de los cuales se llamaba Enrique Montes
é el otro Milchor Ramírez, natural de la villa
de Lepe.
Declaración prestada en Madrid, por Antón
Falcón de Colibia:
A las diez é ocho preguntas, dijo: que la
sabe como en ella se contiene, porque lo vio
igO JUAN DÍAZ DE SOLIS
así pasar, é porque este testigo fué á buscar
á Enrique Montes é le halló é vio como tenía
unas cuentas de oro é un poco de plata, é
como decía á la gente de la dicha armada que
nunca hombres fueron tan bien aventurados
como los desa dicha armada, porque decían
que había tanta plata é oro en el Río de So-
lí s que todos serían ricos, é que tan rico sería el
paje como el marinero; é por esto lo sabe, se-
gund dicho tiene, é que de alegría que tenía
el dicho Enrique Montes cuando decía aque-
llo é mostrando las dichas cuentas de oro llo-
raba.
Declaración de Bojo de Aragujo;
A las diez é ocho preguntas, dijo: que oyó
decir lo contenido en la dicha pregunta á la
gente de la dicha armada, é vio á los dos hom-
bres contenidos en la dicha pregunta, que!
uno se llamaba Enrique Montes é el otro
Milchor Ramírez, é vio como decían los di-
chos hombres lo contenido en la dicha, é que
asimismo vio este dicho testigo las dichas
muestras de oro é plata, que lo mostró ante
dicho testigo é otros el dicho Enrique Mon-
tes, é que les decía: mira, hijos, que desto se
cargará las naos del oro é de la plata; é ques-
to es lo que sabe desta pregunta por lo que
dicho tiene, etc.
DOCUMENTOS I9I
LXXVII
Párrafos de una memoria anónima sobre los
ASUNTOS de límites ENTRE EsPAÑA Y POR-
TUGAL.
Archivo de Simancas, Estado, le-
gajo 7408.
Américo Vespucio (33), en el año de i5oi,
entró en el Río de la Plata, hasta allí ignorado
de las naciones de Europa, y halló en este
río islas riquísimas con innumerables minas
de piedras preciosas y de plata.
Y siendo el año de i5i5, yendo Juan Diaz
de Solís á descubrir el nuevo camino para las
Malucas, llegó á la Isla de San Gabriel, don-
de dicen que desembarcó, é hizo todos los ac-
tos de posesión en nombre de la Corona de
Castilla, lo cual no tuvo efecto por la pruden-
cia y real generosidad con que los Reyes Ca-
tólicos mandaron reparar esta acción; porque
reconociendo que este río pertenecía a la Co-
rona de Portugal por haberle descubierto y
tomado posesión de él Américo Vespucio en
nombre del Serenísimo Rey Don Manuel,
(33) Hunc (Argrenteum fluvium) primus Americus
Vesputius intravit anno i5oi, invenitque in eo ínsulas
gemmiferas et innumerabiles argenti fodinas.
192 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
quince años primero que Juan Diaz de Solís,
mandaron á Sebastián Gaboto, piloto mayor
de aquella Corona, cuando en el año de i525
pasó á el Río de la Plata, que se le diese por
regimiento expreso, que había de hacer su
viaje por los límites y demarcación de su Co-
rona sin tocar en los que perteneciesen á Por-
tugal. (34)
(34) Antonio de Herrera, década 3, cp. 3, lib. 9. Pala-
bras de su asiento: «el cual habla de hacer por los limi-
tes de S. M. sin tocar en los de la Corona de Portugal.»
OBSERVACIONES A LOS DOCUMENTOS PRECEDENTES
I. — Hállase también en el Archivo de Indias, por
cuyo original fué publicado por Torres de Mendoza,
t. xxxi, pp. 285-87.
II. — Publicado en Fernández de Navarrete, t. iii, p.
294, y en Varnhag-en,«Nouvelles recherches,» etc., p. 28.
III. — Id. id., t. III, pp. 299-302, y en Varnhagen, ob.
cit., p. 34. En el encabezamiento se puso la fecha equi-
vocada.
IV.— Estaba inédito.
V.-Id.,id.
VI.— Td., id.
VIL — Publicado en Torres de Mendoza, t. xxxvi, p. 21,
VIII. — Id., id., t. XXXVI, pp. 217-221.
IX.— Id., id., t. XX, pp. 5-i3.
X.— Estaba inédito.
XI. -Id., id.
XII.— Id., id.
XIII.— Publicado en Torres de Mendoza, t; xxxvi,
p. 222.
i3
194 JUAN DÍAZ DE SOLIS
XIV. — Id., id., t. XXXVI, p. 25i, con fecha 8 de Agosto.
XV.— Estaba inédito.
XVI.— Publicado en Torres de Mendoza, t. xxxi,
p. 5o6.
XVII. — Id., id., id., p. 3i3. Se puso equivocada la
fecha en el encabezamiento.
XVIII.— Estaba inédito.
XIX.— Id., id.
XX.— Id., id.
XXI. — Publicado en Navarrete, t. iii, p. 3o5, con fe-
cha 28 de Marzo, en Torres de Mendoza, t. xxxix, p.
221, y en Varnhag-en, obra citada, p. 38.
XXII.— Estaba inédito,
XXIII. — Es el mismo del número xxi, pero con la fe-
cha de 28 de Marzo.
XXIV.— Estaba inédito.
XXV.— Publicado en Navarrete, t. iii, p. 3o5, To-
rres de Mendoza, t. xxxix, p. 223, y en Varnhag-en, ob.
cit., p. 38.
XXVI.— Estaba inédito.
XXVII.— Id., id.
XXVIII. -Id., id.
XXIX. -Id., id.
XXX.— Publicado en Navarrete, t. iii, p. 127, en To-
rres de Mendoza, t. xxxix, p. 225, y en «Alguns do-
cumentos do Archivo Nacional da Torre do Tombo,»
Lisboa, 1892, fol., págf. 262.
XXXI.— Id., id., en los mismos autores.
XXXII.— Estaba inédito.
XXXIII.— Id., id.
XXXIV.— Publicado en extracto'en Navarrete, t. iii,
pp. 538-591 y en la aColec. de Doc. inéd. de la Acade-
mia de la Ilist.», t. vii.
XXXV-LV.— Estaban inéditos.
LVI. — Publicado en Navarrete, t. ni, pp. 134-37, en
Torres de Mendoza, t. xxxix, pp. 317-24, y en Madero,
«Hist. del Puerto de Buenos Aires,» pp„ 311-14.
OBSERVACIONES igS
LVIl -Estaba inédito.
LVIII. — Publicado en Navarrete, t. iii, p. 142, y en
Torres de Mendoza, t. xxxix, p. 490.
LIX.— Publicado en Navarrete, t. iii, p. 187, y en To-
rres de Mendoza, t. xxxix, p. 478.
LX.— Id., id. En el sumario del documento debe
leerse factor en lugar de contador.
LXI.-Id., id.
LXII-III. — Estaban inéditos.
LXIV.— Publicado en Navarrete, t. iii, p. 141, y en
Torres de Mendoza, t. xxxix, p. 488,
LXV-LXIX.— Estaban inéditos.
LXX.— Publicado en Torres de Mendoza, t. xi, p. 291.
LXXI. — En Navarrete, t. iii, p. 307, en parte, de don-
de lo copió Torres de Mendoza, t. xxxix,p. 495, y Varn-
hagen, ob. cit., p. 39.
LXXIL— Estaba inédito.
LXXIIL— En Navarrete, t. iii, p. 3o8, en Torres do
Mendoza, t. xxxix, p. 526, y en Varnhagen, ob. cit.,
p. 39.
LXXI V-VII. -Estaban inéditos.
bibliografía
bibliografía
MÁRTIR DE ANGLERIA (Pedro).
Orbe novo Decades. Alcalá, i5i6, fol.
De
El carácter de estas notas nos releva de la tarea de
apuntardescripciones bibliográficas detalladas. El lec-
tor, por otra parte, hallará descritas todas las obras de
Mártir de Angleria anteriores á i55o, con el cuidado,
diligencia y saber peculiares á su autor en el notable li-
bro de Mr. Henry Harrisse, «Bibliotheca Americana Ve-
tustissima», New York, 1876, 4." mayor. La presente
edición, que es también la primera en que se trata del
viaje de Solis al rio de su nombre, como que abarca
las tres primeras décadas, lleva alli el número 88.
La segunda edición hecha en Basileaen i533,quees la
que tenemos á la vista, contiene también un extracto
de la IV.
Por ser Mártir de Angleria el primer historiador de
Solis, y sus palabras tocantes á ciertos detalles de la
vida del famoso piloto, de no poco peso, vamos á trans-
cribirlas aqui, ponien do á continuación de ellas la tra
200 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
ducción de Torres Asensio, de que se habla más ade-
lante:
«Percurrise quoque feruntur ea littora occidentalia
Vincentius Agnes, de quo suprá, & loannes quidem
Diaz Solifius Nebriffenfis, multisque alij: quorum res
nondum bene didici...» Decada i, libro x, recto déla ho-
ja 25.
Pasaje que Torres Asensio traduce asi:
«También se dice que han reconocido aquellas costas
occidentales Vicente Inés (debiera decir Añez) de quien
arriba hablamos, y un Juan Diaz Solis de Nebrija, y
otros muchos, cuyas cosas no conozco aún bien...» aPe-
dro Mártir Angleria», t. I, p. 379-80.
«Astur Ouetensis auito genere quidam nomine loan-
nes Díaz de Solis, qui le Nebrifrae,qu3e doclissedit uiros,
natum inquit ab eo fluuio ad occidentem tendens lequas
& ipfe percurrit non paucas». Decada II, libro X, rec-
to de la hoja 42.
Pasaje que Torres Asensio traduce asi:
«Pero no paró aqui todo: cierto astur ovetense de an-
tiguo linaje, llamado Juan Diaz de Solis, que dice haber
nacido en Nebrija, patria de varones doctos, encami-
nándose desde aquel rio hacia el occidente, recorrió no
pocas leguas.» Tomo II, página 200.
loannes ille Diaz Solifius Nobriflenfis, de quo feci-
mus aliquando mentionem, miflus eñ per Frontem illam
fan¿ti Auguñini, quae lineam luperat a;quino¿lialem
gradus feptem, & ad Portugallenfes pertinet, ut latus
auílrale á tergo Pariae, Gumanae, Cuquibacoae, portu-
umque Carthaginis & fanítae Marthae, Darienis &
Beraguae nortris nauigijs percurrat, quo apertior et ple-
nior de traílibus illis habeatur notitia. Folio 57 vuelto.
«Aquel Juan DiazdeSolis,deNebrija, de quien alguna
vez hemos hecho mención, ha sido enviado por la fren-
te (debió decir cabo) aquella de San Agustín, que pasa
bibliografía 201
siete girados déla linea equinoccial y pertenece á los
portugrueses, para que recorra con naves nuestras el
lado austral, ci espaldas de Paria, Cumaná, Cuchiba-
coa y los puertos de Cartag-ena y Santa Marta, el Darién
y Veragua, á fin de que se tengan más claras y abun-
dantes noticias de aquellas regiones.» Tomo II, pági-
na 376.
«Praetereunda minime puto, quce loanni Solyfio ac-
ciderint, qui tentaturus australe latus putati continen-
tis, ex portu Iopp:'e parum distanti á Gadibus in Océa-
no, dilcerfit cum tribus naulgijs, quarto idus Septem-
bris anni fuperioris MDXV quDC' ue loanni Pontio»
quem diximus ele¿tum ad Caribes fiue Caníbales an-
tropophagos humanarum carnium helluones debellan"
dos. Quae loanni Aiorae: quae etiam Gonl'alo Badaiocio
duci alteri, & Francifco Bezerrse alij, atque iterum alij
dicto Vállelo. Solyfius infaufle provinciam fumpñt. Ca
put fiue Frontem fancti Augustini, de qua millies, traie_
cit, meridionale latus putati continentis captans trans
aequinoclialem circulum. Diximus nanque ieptimum
antarctlci gradum Frontem ipfam pertingere. Sexcen-
tum lequas proceffit. Reperit fanfiti Auguílini Frontem
adeo in latum diftendi ad meridiem trans sequinoctium,
ut trigefimum amplius gradum antar¿lici prehenderit-
A tergo iam Capitis Draconis & Castellanas Paripé ia-
centium ad boream et arcllcum inlpettantium nauiga-
bat, quando incidit in obicoenos & antropophagos Ca"
ribes, de quibus late alias. Hi tanque inüdiofae uul-
pes figna pacis uidabantur innuere, fed animo lautum
aliquot conuiuium geftabant: & uifis á longe hol'piti-
bus, ganeonum more faliuam deglutiré coeperunt.
Delcendit iple mifer Solifius cum focijs quotquot ingre-
di maioris nauigij ícapham potuerunt. Salit ex infi-
dijs incolorum multitudo ingens. Fuflibus ante fo"
ciorum oculos trucidarunt omnes: fcapham raptatam
in iclu oculi dilacerarunt. Euafit nemo. Trucidatos & in
frufta feálos in ipfo eodem littore, focijs e mari ho-
202 JUAN DÍAZ DE SOLIS
rrendum fpeótaculum profpicientibus, pararunt ad fu-
turas epulas. Caeteri atroci exemplo perculfi, non aufi
funtdel'cendere, ñeque de fui ducis & fociorum ultiore
cogitare. Crudelia hvec littora deferunt. Nauigia cocci-
neis truncis onerant: diximus uocari ab Italis uerzi-
num, ab Ilifpanis brafilium, Wgni genus id ad lanas
fucandas aptum. Rediere caeteri in patriam. Haec bre-
uiter mihi l'cribenti relata funt per literas. Quid aliud
egerint, aliquando particularius intelligemus.
(D¿cada KI, libro X, hoja 65 vita, y verso de la 66,
edición citada.)
Pienso que no se debe pasar en silencio lo que acon-
teció a Juan Solis, que con tres embarcaciones zarpó del
puerto de lopa, poco distante de Cádiz en el océano,
el dia í3 de Septiembre del año pasado, i5i5, á explo-
rar el lado austral del que se cree continente; y lo de
Juan Pontes que dijimos fué elegido para debelar á
los caribes ó caníbales antropófagos, comedores de
carne humana; y lo de Juan Ayora; y lo del otro capi-
tán, Gonzalo Badajoz; y del otro, Francisco Becerra;
y de otro también, llamado Vallejo.
Solis tomó su cargo con desgracia: por el cabo ó fren-
te de San Agustín, mil veces mencionado, pasó al lado
meridional del que se cree continente al otro lado del
círculo equinoccial, pues hemos dicho que el tal cabo
toca al grado séptimo del antartico (hemisferio.) An-
duvo seiscientas leguas, y encontró que el cabo de San
Agustín se ensancha tanto hacia el Mediodía, al otro
lado del equinoccial, que llegó más allá del grado
treinta del antartico.
Ya navegaba á espaldas de la Cabeza del Dragón
y déla castellana Paria, que caen al Aquilón y miran
al ártico (polo), cuando se encontró con los malva-
dos y antropófagos caribes, de quien en otras partes
hemos hablado latamente.
Estos, cual astutas zorras, parecía que les hacían
señales de paz, pero en su interior se lisongeaban de
bibliografía 203
un buen convite; y cuando vieron de lejos á los hués
pedes, comenzaron á relamerse cual rufianes. Desem-
barcó el desdichado Solis con tantos compañeros cuan-
tos cabían en el bote de la nave mayor. Salió entonces
de su emboscada gran multitud de indig-enas, y á
palos les matar.) n ¿i todos á la vista de sus compañe-
ros; y apoderándose del bote, en un momento le hicie-
ron pedazos: no escapó ninguno. Una vez muertos y
cortados en trozos, en la misma playa, viendo sus
compañeros el horrendo espectáculo desde el mar, los
aderezaron para el festín; los demás, espantados de
aquel atroz ejemplo, no se atrevieron á desembarcar,
ni pensaron en vengar á su capitán y compañeros, y
abandonaron aquellas playas crueles.
Cargaron las naves de troncos coccíneos, que diji-
mos se llaman en italiano «verzino», y «brasil» en es-
pañol, clase de madera á propósito para pintar las
lanas; los demás regresaron á su patria.
Torres Asensio, t. II, p. 472.
FERNÁNDEZ DE OVIEDO (Gonzalo) His-
toria general y natural las Indias, I^as y Tie-
rra-firme del Alar Océano, por el capitán
Por demasiado sabido, apenas necesitamos indicar
que la primera parte de la obra se publicó en Sevilla
en i535, después de haber salido á luz en Toledo, en
1526 el «Sumario de la historia natural de las Indias»;
que en 1647 se reimprimió aquélla en Salamanca, al pa-
recer sin intervención de Fernández de Oviedo; que en
1 557 las prensas de Valladolid divulgaron el «Libro XX
que trata del Estrecho de Magallanes»; y, por fin, que
la obra completa sólo se publicó en Madrid en i85i.
La parte relativa al descubrimiento del Rio de la Plata,
fué, sin duda alguna, redactada poco antes de 1548,
fecha en que el autor tenía preparada para la impren-
204 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
ta la segunda parte de su obra, á la cual corresponde
el capitulo que reproducimos á continuación.
«El muy famoso é grandisimo rio, que los indios en
la parte austral llaman «Paraná» é los cristianos le
dicen Rio de la Plata, tiene su embocamiento donde
entra la mar veinte leguas, como más particularmente
se dijo en el libro XXI, en los capitulos I y II, y está en
treinta é cinco grados, de la otra parte de la equino-
cial. Llamóse primero Rio de «Solis», porque lo descu-
brió el piloto Joan Diaz de Solis; é algunos afirman que
su embocamiento ó anchura es treinta leguas desde el
Cabo de Santa Maria, que tiene hacia la linea del equi-
nocio, hasta el Cabo Blanco, que está á la otra banda
del rio, hacia el Estrecho de Magallanes. Es muy nota-
ble é señalada cosa en la cosmografía. E aqueste
Joan Diaz de Solis, siendo piloto mayor y paresciéndo-
le que en la villa de Lebrixa, de donde era natural, no
cabían sus pensamientos, volviólos al otro hemisferio ó
partes australes, donde se ofrescíó á mostrar por su in-
dustria é navegación aquellas partes, que de los anti-
guos fueron ignoradas en el antartico polo. Y con li-
cencia del Católico é Serenísimo rey, don Fernando,
de inmortal memoria, dio efeto á la obra y descubrió
este grand río, ario de mili é quinientos c doce años, y
truxo la relación que por entonces pudo ver de aquella
ribera; y para mejor y con más posibilidad é gente salir
en tierra, el mismo rey le hizo capitán suyo é le conce-
dió la población de aquel grand rio. E volvió allá con
tres naos muy bien armadas é provistas de gente y vi-
tuallas, para descubriré saber los secretos déla tierra, el
año de mili é quinientos é quince años; y llegado donde él
tanto deseaba, fué amigablemente rescebido de los in-
dios y convidado de ellos con mucho halago y semblan-
te de dulce y amoroso acogimiento, y mostraron mucho
placer con él y con los cristianos. E salido en tierra con
una barca y parte de la gente que llevaba, salieron de
una celada grande multitud de indios, que estaban
bibliografía 205
puestos en asechanza con mano armada, é mataron al
Joan Diaz de Solis é d todos los que estaban en tierra,
de los españoles, sin que alguno quedase con la vida,
avistádmelos cristianos que estaban en las naos, é no
sin mucha vergüenza de todos ellos, demás del notorio
daño; y tomaron la barca y quebráronla é quemáronla
luego. Viendo esto los restantes cristianos é que asi, sin
se entender, les habían muerto su capitán é principal pi-
loto é guia, con más de cincuenta hombres de los me-
jores del armada, alzaron velas é no osaron quedar alli,
paresciéndóles que era muy poco número de gente
para contra tanta multitud de indios; é fueron á la tie-
rra del Brasil, donde cargaron los navios de aquella
madera é se tornaron á España, para dar color á los pa-
ños é á otras pinturas con aquella mercadería; pero no
á tan señalada ignorancia y mal gobierno del capitán,
con esta mala nueva é fin del piloto é de la gente que
con él murieron, como hombres gobernados de caudi-
llo sin experiencia en las cosas de la guerra. Porque,
como dice Salustio, «el que la guerra ha de ejercitar»
en la adolescencia lo ha de deprender». Buen piloto
era Joan Diaz de Solís, é yo le comuniqué, y en las
cosas de la mar por diestro era tenido para gobernar
un timón é mudar las velas é derroteros; pero en las
cosas de la guerra terrestre nunca ejercitó escuadrón
de gente á pie ni á caballo. Parescióme bien lo que vi
hacer á un piloto camino de Guadalupe, adonde él iba
en romería, habiéndole Dios é su gloriosa Madre esca-
pado de un señalado naufragio é tormenta de la mar:
que yendo en un caballo mal enfrenado é saliéndosele
del camino, se apeó é acordó de irse á pie, é dio el ca-
ballo á un gurumete ó paje de su nao que con él iba,
y que tan poco ó menos se le entendía de la caballería.
Y el caballo botó con el mozo por peñas é barrancos,
teniéndose al arzón y sueltas las riendas; y el piloto
iba tras él, espantando más el caballo, y decía al mozo:
«coge, traidor, esas bolinas.» Y el mozo asía de la una
206 JUAN DÍAZ DE SOLIS
rienda é aflojaba la otra, y decíale el piloto: «No la de
babor, sino la de estribor.» En fin, los que allí se ha-
llaron, aquedamos el rocín, porque el mozo nopeligrase;
y no sin mucha risa del caso, acordó el piloto de hacer
apear al mozo é que llevase el caballo por el cabestro, y
él iba detrás dándole con una verdasca, hasta que lleg-a-
ron ¿Guadalupe, donde cumplido con su voto é romería,
buscaron una carga al caballo para Sevilla, para ayuda
á pagar el flete ó alquiler del rocín. He querido decir esto
aquí, porque lo vi é no me cuadra menos al proposi-
to que la auctoridad alegada de Salustio; porque, á la
verdad, ninguno debe tener presunción de se llamar
capitán ni exercitar el oficio sin haberle aprendido, é
ser primero soldado é haber visto capitanes expertos
é militares con ellos; porque quien de rondón, como
dicen, ó súbito, entra á gobernar el arte que no sabe,
el mismo arte le paga con la misma violencia que á su
atrevimiento pertenesce. Dice Vegecio que el exército
del exercicio tomó el nombre; y esta razón debía bas-
tar á que ninguno que quiera acabar bien lo que co-
mienza, no lo principie sin dotrina y experiencia en
cualquier género de negocio en que se quisiere ocu-
par, y mucho más en el arte militar que en todas las
otras cosas; porque cuanto es mayor su peligro, asi
requiere que con mayor prudencia c tiento sea admi-
nistrado tal arte. De aquí viene que los capitanes fa-
mosos é de auctoridad militar aprobada, con grandí-
sima diligencia procuran de tener sabios y exercitados
adalides, para entrar en las tierras que no saben los
tales capitanes, pero que las sepa quien los ha de
guiar; y á los que aquesto hicieren, no les acaescerá
lo que acaesció é dio la muerte á este Joan Díaz de
Solís c á los que con él saltaron en aquella tierra, de
^que aquí se tracta: el cual no ha seído solo el que en
estas Indias se ha perdido, por imprudente y cobdicioso.
bibliografía 207
LÓPEZ DE GOMARA (Francisco). His-
pania victrix. Primera y segunda parte de la
Historia General de" las Indias, con todo el
descubrimientoy cosas notables que han acae-
cido desde que se ganaron hasta el año de
i55i .. Zaragoza, i552, fol. Primera edición.
He qui los párrafos que tocan á Juan Diaz de Solis:
Cae ocho grrados y medio más allá de la equinoc-
cial el cabo de Sant Agustín. Descubriólo Vicente Yá-
ñez Pinzón, en Enero de i5oo años, con cuatro cara-
belas que sacó de Palos dos meses antes. Fueron los
Pinzones grandísimos descubridores, y fueron muchas
veces á descubrir, y ésta navegaron mucho. Américo
Vespucio, florentin, que también él se hace descubri-
dor de Indias por Castilla, dice cómo fué al mesmo
cabo, y que lo nombró de Sant Agustín, el año de i,
con tres carabelas que dio el rey Manuel de Porto-
gal, para buscar estrecho en aquella costa por do ir
á las Malucas, y que navegó desta hecha hasta se
poner en cuarenta grados allende la equinoccial. Mu-
chos tachan las navegaciones de Américo ó Albérico
Vespucio, como se puede ver en algunos Tolomeos de
León de Francia. Yo creo que navegó mucho; pero
también sé que navegaron más Vicente Yáñez Pinzón
y Juan Diez de Solís yendo á descubrir las Indias....
Del cabo de Sant Agustín, que cae á ocho grados,
ponen setecientas leguas de costa hasta el Río de la
Plata. Américo dice que las anduvo el año de i5oi
yendo á buscar estrecho para las Malucas y Especie-
ría, por mandado del rey don Manuel de Portogal.
Juan Diez de Solis, natural de Librija, las costeó legua
por legua el año de 12, á su propia costa. Era piloto
mayor del rey; fué con licencia, siguió la derrota de
Pinzón, llegó al cabo de Sant Agustín, y de allí tomó
208 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
la via de mediodía; y costeando la tierra, anduvo hasta
ponerse casi en cuarenta grados. Puso cruces en árbo-
les, que los hay por allí muy grandes; topó con un
grandísimo río que los naturales llama Paranaguazu»
que quiere decir rio como mar ó agua grande. Vido
en él muestra de plata, y nombrólo della. Parecióle
bien la tierra y gente, cargó de brasil y volvióse á
España. Dio cuenta de su descubrimiento al rey, pi-
dió la conquista y gobernación de aquel río; y como
le fué otorgada, armó tres navios en Lepe, metió en
ellos mucho bastimento, armas, hombres para pelear
y poblar. Tornó alUí por capitán general en Septiem-
bre del año de i5, por el camino que primero. Salió á
tierra en un batel con cincuenta españoles, pensando
que los indios lo recibirían de paz como la otra vez, y
según entonces mostraban; pero en saliendo de la
barca, dieron sobre él muchos indios que estaban
en celada, y lo mataron y comieron todos los españo-
les que sacó, y aún quebraron el batel. Los otros,
que de los navios miraban, alzaron anclas y velas,
sin osar tomar venganza de la muerte de su capitán.
Cargaron luego de brasil y anime blanco, y volvié-
ronse á España corridos y gastados.
CASAS (Fr. Bartolomé de las) Historia
de las Indias. (iSSg.)
La obra del famoso dominico, sólo vino á publicarse,
como se sabe, en 1875-76, formando parte sus cinco
volúmenes de la «Colección de documentos inéditos
para la historia de España.»
La relación de lo que Yañez, Pinzón y Solis descu-
brieron hacia el norte se encuentra en el capítulo xxxix
del libro IL
Tornando, pues, á lo demás, después que el Almi-
rante salió del aislamiento y'trabajos que padeció en
Jamaica, y fué á Castilla, sabido lo que había descu-
bibliografía 209
bierto, acordaron luego, un Juan Diaz de Solis y Vi_
cente Y¿íñez Pinzón, el hermano de Martin Alonso
Pinzón, de quien dijimos que ayudó al despacho de^
Almirante en la villa de Palos, y fué con él y llevó
consigo al Vicente Y¿iñez y á otro hermano, cuando
vino el primer viaje á descubrir estas Indias, según
que en el primer libro queda explicado, de ir á des-
cubrir é proseguir el camino que en el cuarto viaje,
y descubrimiento postrero, dejaba hecho el Almirante,
los cuales fueron á tomar el hilo desde la isla ó islas
de los Guanajes, que dijimos haber descubierto el
Almirante en su postrer viaje, y dellas tornarse hacia
el Oriente. Estos dos descubridores navegaron, según
se puede colegir de los dichos de los testigos, que el
Fiscal presentó en el pleito que trató con el Almiran-
te segundo, deque habemos muchas veces hecho men-
ción, hacia el Poniente, desde los Guanajes, y debie-
ron llegar en paraje del golfo Dulce, aunque no lo
vieron, porque está escondido, sino que vieron la en-
trada que hace la mar entre la tierra que contiene el
golfo Dulce y la de Yucatán, que es como una gran
ensenada ó bahia grande. Llaman bahía los marineros,
á la mar que está entre dos tierras á manera de puer-
to, no muy guardado, la cual seria puerto, si no fue-
se muy grande, y por ser muy capaz y no cerrado,
llaman bahia, las letras «i» é «a» postrera leídas,
divisas. Asi que, como vieron aquel rincón grande que
hace la mar entre las dos tierras, la una que está á
la mano izquierda, teniendo las espaldas al Oriente,
y esta es la costa que contiene el puerto de Caballos^
y adelante del el golfo Dulce, y la otra de la mano
derecha, que es la costa del reino de Yucatán, pare-
cióles grande bahía, y por eso el Vicente Yáñez en la
deposición que con juramento hizo en el dicho pro-
ceso, presentado por testigo por el Fiscal, dijo: que
navegando desde la isla de los Guanajes, yendo la
costa de luengo, descubrieron una gran bahia, á la
14
210 JUAN DÍAZ DE SOLIS
cual pusieron nombre la gran bahia de la Navidad,
y que de alli descubrieron las sierras de Caria, y
otras tierras más adelante, y seg-ún los otfos testigos
dicen, volvieron al Norte. Y por todo esto parece que
sin duda descubrieron entonces mucha parte del reino
de Yucatán.
He aquí lo que Las Casas, al final del capitulo lxxxii
del libro III, refiere del viaje de Juan Diaz de Solis
al Rio de la Plata:
En este año de i5i5 partió de Cádiz, ó del Puerto,
Juan de Solis, piloto y gran marinero, con tres navios,
para ir á descubrir desde el cabo de Sant Agustín^
que agora llaman la costa del Brasil los portugueses,
adelante hacia el Mediodía, el cual fué costeando y
pasó la linea equinoccial 3o° y más, descubriendo
aquél el rio que agora dicen de la Plata, no sé por
qué ocasión, el cual nombró el dicho Juan de Solis
el cabo y rio de Santa Alaria. Saltó el dicho Juan de
Solis con ciertos marineros, los que pudieron caber
en la barca ó batel del navio en que iba, en cierta
parte de aquella costa; los indios los mataron y dijo-
se que los comieron. Yo no sé cóm.o pudieron ver que
los habian comido, pues no osaron parar los demás
por aquella tierra, si quizá no los comieron en la
misma costa de la mar y que desde los navios los
viesen. Por la muerte de aquel piloto siempre oi de-
cir no convenir que fuese por capitán prjncipal de
la flota ó navios que fuesen á descubrir, ó á poblar
ó á otro algún viaje, marinero, porque, no llevando
superior, los marineros presumen de se señalar y aven_
túranse á perderse á si mismos, como hizo éste, y por
consiguiente á los otros; y creo que nació esta mur-
muración de que por la muerte de aquel Solis suce-
dió gran daño á todos los otros navios y gente que
iba en ellos, por faltarles la cabeza y principal piloto.
Cargaron los navios que restaron de brasil, que es
bibliografía 211
cierta madera con que tiñen los paños de rosado ó
colorado, y tornáronse, no sé cuantos, á España, no
muy aleg-res ni prosperados.
LÓPEZ DE VELASCO (Juan) Geografía
y descripción universal de las Indias, recopi-
lada por el cosmógrafo-cronista. . . desde el
año de iSyi al de 1574, publicada por prime-
ra vez en el Boletín de la Sociedad Geográfica
de Madrid, con adiciones é ilustraciones, por
don Justo Zaragoza. Madrid, 1894, 4." mayor.
«El primero que costeó esta tierra (del Rio de la Pla-
ta) dicen que fué Américo Vespucho, yendo por man-
dado del iley de Portugal á descubrir el Estrecho para
pasar á las Malucas, y después Juan de Solis, año da
12, costeó desde el Brasil hasta el Rio de la Plata, que
en lengua de indios se llama Paranaguat^u, que quie_
re decir «Rio como mar ó agua grande,» y él le llamó
de Solis, por su nombre; y habiendo vuelto con titulo
de gobernador el año de i5, le mataron los indios, y
se perdieron quinientos hombres que llevó en la boca
del mismo rio.» Píigina 55o.
HERRERA (Antonio de) Historia gene-
ral de los hechos de los castellanos en las
Islas y Tierra Firme del Mar Océano. Madrid,
1 60 1, fol.
Primera edición.
He aqui los pasajes que tocan á Diaz de Solis:
Juan Diaz de Solis descubrió el Rio de la Plata año
i5i5, y Sebastián Caboto, inglés, yendo con armada,
por orden del Emperador, en seguimiento de la que
había llevado el comendador Fr. Garcia de Loaisa, á
212 JUAN DÍAZ DE SOLIS
las Islas de los Malucos; y pareciéndole que no po-
día llegar á ellas, acordó de ocuparse en algo que
fuese de provecho, y entró el año de 29 descubriendo
el Rio de la Plata, adonde estuvo casi tres años; y
como no fué socorrido, con relación de lo que habia
hallado, se volvió á Castilla, habiendo subido muchas
leguas el rio arriba; halló plata entre los indios de
aquellas comarcas, porque en las guerras que estos
indios tenían con los de los reinos del Perú la tomaron;
y de aquí se dijo Río de la Plata, porque antes se
llamaba Río de Solis.— Descripción, capítulo XXIV.
Sabido en Castilla lo que habia descubierto el nue-
vo almirante, Juan Díaz de Solis y Vicente Yáñez
Pinzón, determinaron de ir á proseguir el camino que
dejaba hecho, y fueron á tomar el hilo desde las Is-
las de los Guanajos, y volver de ellas al Levante; pero
navegaron desde las dichas Islas hacia el Poniente
hasta el parage de el Golfo Dulce, aunque no lo vie-
ron, porque está escondido: reconocieron la entrada
que hace la mar entre la tierra que contiene el Golfo
y la de Yucatán, que es como una grande ensenada
ó bahía, que asi llaman los marineros á la mar que
está entre dos tierras, á manera de puerto no muy
guardado, y sería puerto sino fuese muy grande, y
por ser capaz y no muy cerrado, le llaman bahía.
Y como vieron aquel rincón grande que hace la mar
entre dos tierras, la una, que está á la mano izquier-
da, teniendo las espaldas al oriente que es la costa que
contiene el Puerto de Caballos, y adelante de él el
Golfo Dulce; y la otra de mano derecha, la costa del
reino de Yucatán, parecióles grande bahía, y por esto
la llamaron la gran bahía de Navidad, desde donde
descubrieron las Sierras de Caria, y volvieron al norte
y descubrieron mucha parte de el reino de Yucatán;
pero como después no hubo nadie que prosiguiese
aquel descubrimiento, no se supo más hasta que se
bibliografía 2I3
descubrió todo lo de Nueva España, desde la isla de
Cuba; y estos descubridores principalmente preten-
dían descubrir tierra, por emulación de el almirante
y pasar adelante de lo que él había descubierto para
hechar carg-o á los reyes, como si el almirante no
hubiera sido el primero que abrió las puertas del
Océano, de tantos millares de siglos de atrás cerra-
das, y que para descubrir dio á todos lumbre.— Dé-
cada I, libro VI, capitulo XVII. Año de i5o6.
Puso asimismo el rey gran cuidado en tratar de
descubrimientos, porque durante su ausencia de estos
reinos, se había aflojado mucho en ello: mandó Ti-
mar á la Corte á Juan Díaz de Solis, Vicente Yáñe/
Pinzón, Juan de la Cosa y Américo Vespucio, hom-
bres pláticos en esta navegación de las Indias; y ha-
biendo platicado con ellos, se acordó que convenia
que se fuese descubriendo al Sur, por toda la costa del
Brasil adelante, y que pues estaba descubierta tanta
parte de la costa de Tierra Firme, desde Paria á Po-
niente, se procurase de poblar en ella: y mandó que
se aparejasen dos carabelas, en que fuesen estos pilotos
á este descubrimiento; y porque era necesario, que
uno quedase en Sevilla para hacer las marcas, y pa-
reció que de esto era más platico Américo Vespucio,
se mandó que se le encomendase con título de Pi-
loto Mayor, con cincuenta mil maravedís de salario
al año: y el titulo se le dio en Burgos á veinte y dos
de Marzo; y por otra cédula se le acrecentó el salario
veinte y cinco mil maravedís más: y de aquí tomaron
aquellas partes de las Indias de el Mediodía el nom-
bre de América, siendo cosa más justa que le toma-
ran de su primer descubridor, que fué el almirante
don Cristóbal Colón, como atrás se ha visto; y á seis
de Agosto, en Valladolid, se dio poder y titulo á Amé-
rico Vespucio para examinar los pilotos, con que to-
mó más ánimo para usurpar la gloria agena: dióse
214 JUAN DÍAZ DE SOLIS
también titulo de pilotos reales á Juan Diaz de Solis
y á Vicente Yáñez Pinzón, con el mismo salario.
Aparejadas las carabelas en que hablan de ir Vi-
cente Yáñez y Juan Diaz de Solis, se les dio por ins-
trucción, que cuando partiesen, sig-uiesen la derrota
y mareag-e que ordenaba Juan Diaz de Solis, comu-
nicado con Vicente Yáñez y con los mejores pilotos
y marineros de los navios, y que todos los dias se
hablasen el uno al otro, una vez en la mañana y otra
en la tarde, ó á lo menos una vez á la tarde, como
era uso y costumbre, y que llevase el farol Juan Diaz de
Solis y que concertasen ante un escribano las señas con
que el uno al otro se habían de entender, y no toca-
sen en ning-una isla ni tierra firme que perteneciese
al Rey de Portugal; y que si pasada la Linea Equi-
nocial, encontrasen algunos navios, los requiriesen,
que no fuesen á las partes ni limites pertenecientes
á la Corona de Castilla y de León, y que, haciendo
lo contrario, los prendiesen; y que llegando á tierra,
obedeciesen á Vicente Yáñez Pinzón como á capitán
nombrado por el rey; y que no se detuviesen en los
puertos y tierras que descubriesen, sino que siguie-
sen el descubrimiento; y que después se mandaría hacer
la contratación y población qne fuese necesaria, y
que procurasen de no alborotar la gente de la tierra,
ni rescatasen cosa alguna, sino ante el veedor y es-
cribano; y que en acabándose de rescatar lo que se
llevaba de la Real Hacienda, se rescatase lo de la
gente de los navios, con que la mitad de la ganan-
cia fuese para el Fisco, y que la gente pudiese llevar
en los navios sus arcas, con que no fuesen mayores
que de cinco palmos en largo y tres en alto; y que
si aconteciese tocar en la Isla Española por alguna
necesidad, diesen cuenta al gobernador de lo que
hubiesen descubierto; y que á la vuelta no tocasen
en ningún puerto que no fuese de la Corona de Cas-
tilla; y que llegados á Cádiz, no permitiesen que na-
bibliografía 2I5
die saliese en tierra ni entrase en los navios, hasta
que el visitador hiciese su oficio; y fué por piloto en
una de estas carabelas, Pedro de Ledesma, de quien
se ha hecho mención, en cuyo despacho se iba dando
priesa, solicitándolo mucho el Obispo de Falencia y
el comendador Lope de Conchillos.— Década I, libro
VII, capitulo I. Año de iSoy.
Partieron de Sevilla el año pasado, Juan Diaz de
Solis, natural de Lebrija, y Vicente Yáñez Pinzón,
con las dos carabelas armadas por el rey, y desde las
islas de Cabo Verde fueron á dar en la tierra firme al
Cabo de S. Agustín, y pasando adelante, llevando la
via del Sur, costeando la tierra firme, fueron á ponerse
casi en cuarenta g-rados de la otra parte de la Linea
Equinocial, y siempre que salían á tierra, ponían cru-
ces, y hacían todos los autos posesionales que eran
necesarios, y pareciéndoles que era bien dar la vuelta,
se tornaron á Castilla, habiendo tenido poca confor-
midad en este viage, por lo cual 'se mandó en Sevilla
recibir información, y hallando culpado ¿i Juan Diaz
de Solís, los Oficiales de la Casa de la Contratación le
prendieron y enviaron á la cárcel real de la Corte, y á
Vicente Yáñez hizo el rey merced, y en particular en
algunas cosas en la isla de S. Juan, que no tuvieron,
efecto. — Década I, libro VII, capitulo IX. Año de iSog.
Tenia el rey particular cuidado en que se descu-
briese el Estrecho de que había dado intención el
almirante D. Cristóbal Colón, por que parecía que se
podría navegar á las islas de la Especería, sin tocar
en las navegaciones del rey de Portugal, y con este
fin envió á Juan Diaz de Solis y á Vicente Yáñez
Pinzón para que descubriesen todo lo que pudiesen
al sur; y entonces hallaron aquel gran río que dije-
ron de Solís, y ahora llaman de la Plata, y aunque
es verdad que en este año mandó el rey que se apa-
2l6 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
réjase un navio para que Juan Díaz volviese á nave-
gar, con deseo de hallar este Estrecho, pareció al rey-
de suspenderlo, por atender á las cosas de Tierra-
Firme y proveerlas como convenia, por donde tenia
esperanza, conforme á lo que el almirante D. Cristó-
val habia dicho, que se habia también de hallar Es-
trecho; y porque asimismo queria comunicar con el
rey de Portugal lo que tocaba á aquella navegación
del sur, porque aquella Corona que pretendía tocarle
todo aquello, por haber descubierto lo que ahora se
dice del Brasil, no recibiese agravio, por lo cual yo
creo que se engañan los que escriben que Juan Diaz
de Solis navegó el año de i5i2, porque no fuá sino el de
i5i5...— Década I, libro XIII, capitulo XII. Año de i5i3.
Habiéndose el rey determinado en la jornada de Pe-
dradas para Tierra Firme, mandó que luego se enten-
diese en aparejar el armada que habia de llevar, pero
que ante de todas cosas, Juan Diaz de Solis, á quien
habia dado titulo de piloto mayor, y Juan Vespucio,
que también tenia titulo de piloto, se juntasen y hi-
ciesen un padrón general que fuese muy cierto y ver-
dadero, y que platicado primero con todos los pilotos,
estuviese fijado en la Casa de la Contratación, adonde
todos los pilotos le pudiesen ver y considerar, con
orden que nadie sacase traslados de él, sino Juan
Vespucio, á quien se hizo merced de ello; porque por
experiencia se habia visto que en la navegación de las
Indias se hablan hecho muchos yerros por no ser
los pilotos tan diestros ni pláticos como convenia, ni
saber por donde se hablan de regir, ni por donde
hablan de tomar el cuadrante y el astrolabio y el
altura, ni la cuenta de ello... — Década I, libro X, ca-
pitulo XI. Año de 1514.
Daba el rey gran priesa para que en el principio de
este año saliese el armada contra los Caribes, y que
bibliografía 217
dos navios que habia mandado apercibir para que
Juan Diaz de Solis fuese á descubrir por la costa de
Tierra Firme al sur, se partiesen con brevedad, por los
celos que tenia de portugueses y por las opiniones de
los cosmógrafos, que se podría por aquella parte ha-
llar paso para las islas de la Especería; por esta priesa
le suplicaron los Oficiales de la Casa de la Contrata-
ción de Sevilla que mandase hacer de espacio sus
armadas, y se comenzasen con tiempo, para que fue-
sen mejor proveídas; y porque con todo eso, el rey los
mandaba solicitar, habiéndose puesto en orden los dos
navios de Juan Diaz de Solis, estando para partir, se
abrió el uno, y se usó tanta diligencia, que se adere-
zó con mucha brevedad. Con las mercedes.- que el rey
hizo á Juan Diaz de Solis, porque era el más excelente
hombre de su tiempo en su arte, dejando su casa pro-
veída, salió de Lepe á 8 de Octubre de este año: enca-
minóse al puerto de Santa Cruz de la isla de Tenerife,
en las Canarias: salió de allí en demanda de Cabo
Frío, que está en 22 grados y medio de este cabo de
la Equínocíal; vio la costa de San Roque en seis gra-
dos, navegando al sur, cuarta del sudueste, y los
pilotos decían que iban á barlovento del cabo de S.
Agustín á noventa leguas: y eran tantas las corrientes,
que iban al Hueste que los echaron á sotavento del
cabo de S. Agustín dos grados, el cual está en 8 gra-
dos y un cuarto de la otra parte de la equínocíal,
por la cuenta que hicieron en esta navegación. Y cua-
tro grados antes de llegar á la Linea Equínocíal
de la banda del norte perdieron las guardas: y pasa-
dos otros tantos de la banda del sur, les pareció que
descubrían las guardas del sur, diciendo que eran
dos nubecícas blancas: pero en esto se engañaron,
porque estas nubes parecen y desparecen en un mismo
lugar, según la calidad del aire que corre: y del Cabo
Frío al Cabo de S. Agustín, hallaron trece grados y
tres cuartos: y estaba tan bajo el Cabo Frío, que no
le pudieron reconocer sino por el altura.
2l8 JUAN DÍAZ DE SOLIS
Lleg-aron al rio de Genero, en la costa del Brasil, que
hallaron en veinte y dos grados y un tercio de la
Equinocial al sur: y desde este rio, hasta el Cabo de
Navidad, es costa de nordeste sudueste, y la hallaron
tierra baja que sale bien á la mar: no pararon hasta
el rio de los Inocentes, que esta en 23 grados y un
cuarto: fueron luego en demanda del Cabo de la Ca-
nanea, que está en 25 grados escasos; y de aqui to-
maron la derrota para la isla que dijeron de la Plata,
haciendo el camino del sudueste y surgieron en una
tierra que está en 27 grados de la linea, á la cual lla-
mó Juan Diaz de Solis, la Bahía de los Perdidos. Pa-
saron el Cabo de las Corrientes, y fueron á surgir en
una tierra en 29 grados, y corrieron dando vista á la
isla de San Sebastián de Cádiz, adonde están otras
tres islas, que dijeron de los Lobos, y dentro él
puerto de Nuestra Señora de la Candelaria, que ha-
llaron en 35 grad.os: y aqui tomaron posesión por la
Corona de Castilla; fueron á surgir al rio de los Pa-
tos, en 34 grados y un tercio, entraron luego en un
agua, que por ser tan espaciosa y no salada, llama-
ron Mar dulce, que pareció después ser el rio que hoy
llaman de la Plata, y entonces dijeron de Solis. De
aqui fué el capitán con el un navio, que era una cara-
bela latina, reconociendo la entrada por launa costa del
rio: surgió en la fuerza de él cabe una Isla mediana,
en 34 grados y dos tercios.
Siempre que fueron costeando la tierra, hasta poner-
se en el altura sobredicha, descubrían algunas veces
montañas y otras grandes riscos, viendo gente en las
riberas: y en esta del Rio de la Plata descubrían mu-
chas casas de indios y gente, que con mucha atención
estaba mirando pasar el navio y con señas ofrecían lo
que tenían, poniéndolo en el suelo. Juan Diaz de Solis
quiso en todo caso ver qué gente era esta y tomar al-
gún hombre para traer á Castilla. Salió á tierra con
los que podían caber en la barca: los indios, que
bibliografía 219.
tenían emboscados muchos flecheros, cuando vieron
á los castellanos algo desviados de la mar, dieron en
ellos y rodeando, los mataron, sin que aprovechase el
socorro de la artillería de la carabela: y tomando á
cuestas los muertos y apartándolos de la ribera, hasta
donde los del navio los podían ver, cortando las cabe-
zas, brazos y pies, asaban los cuerpos enteros y se los
comían. Con esta espantosa vista, la carabela fué á
buscar el otro navio y ambos se volvieron al Cabo de
S. Ag-ustin, adonde cargaron de brasil, y se tornaron
á Castilla. Este fin tuvo Juan Diaz de Solís, más fa-
moso piloto que capitán.— Djcada II, libro I, capitulo
VIL Año de i5i5.
BARCO CENTENERA (Martín del) Ar-
gentina y conqvista del Rio de la Plata, con
otros acaecimientos de los Reinos del Perú,
Tucumanyestado del Brasil. Lisboa, 1602,4.°
Después á los quinientos y trece años,
Contados sobre mil del nacimiento
De aquél que padeció por nuestro daño
Dio Juan Diaz de Solis la vela al viento,
Al Paraná aportó, do los engaños
Del Timbú le causaron finamiento.
En un pequeño rio de grande fama
Que á causa suya de Traición se llama.
Por piloto mayor de Magallanes
Al Estrecho venido aqueste habia.
No harto de pasar penas y afanes
La conquista á Don Carlos le pedia.
Entró el rio arriba con desmanes
Hasta que ya el postrero le venia
En que su alma del cuerpo se desata
Poniendo al Paraná nombre del Plata.
220 JUAN DÍAZ DE SOLIS
En la nota 19 de su obra, Barco Centenera repite el
mismo disparate de que Juan Diaz de Solis había acom-
pañado ¿Magallanes y que de vuelta del viaje obtuvo
la conquista del Rio de la Plata.
DÍAZ DE GUZMÁN (Rui) Historia argen-
tina del descubrimiento, población y conquis-
ta de las Provincias del Rio de la Plata, es-
crita por... en el año 161 2. Buenos Aires, 1854,
8.^
En el capitulo I del libro I habla del supuesto via-
je de Diaz de Solis de i5i2, en el cual supone tener lu-
gar el descubrimiento, y, en cambio, omite el verda-
dero.
OVALLE (P. Alonso de) Histórica rela-
ción del Reino de Chile y de las misiones y
ministerios que ejercita en él la Compañía de
Jesijs. Roma, 1646, fol.
En el capitulo xi del libro IV trata el autor «Del
descubrimiento del Rio de la Plata y de las costas
de Chile por el Estrecho de Magallanes.»
Lo galano del lenguaje de este escritor y el origen
que atribuye al nombre del Rio de la Plata, nos au-
torizan para copiar los dos siguientes párrafos.
...En primer lugar no perdamos de vista al capitán
Juan Diaz de Solis, que partiendo de España á 8 de
Octubre de i5i5, corrió por las costas del Brasil has-
ta descubrir el famoso Rio de la Plata, á quien dio
este nombre, no la que en él ni en sus riberas se
cria, sino unas planchas de este metal que dieron los
indios de aquel pais á los españoles, las cuales ha-
bían traído de las tierras circunvecinas á Potosí, con
bibliografía 221
quien tenían comunicación por medio de los indios
de Tucumán, que son los más inmediatos por aquel
lado al Perú. Entró Solis por aquel espantoso rio,
que tiene de boca, si mal no me acuerdo, sesenta ó
setenta leguas, de manera que cuando llegan á ella
las naves, no tienen otras señales para conocerla sino
por el agua dulce, hasta que entrando el rio adentro
ó arrimándose á algunas de sus costas, se reconocen
los montes y tierras de sus márgenes y riberas.
En este famoso rio de la Plata, saltó á tierra Juan
Diaz de Solis, y sin resistencia de los indios, por
no ser tan crudos y guerreros como en otras partes,
tomó posesión de toda ella en nombre de su Rey,
por las coronas de Castilla y León, como lo hicieron
siempre los primeros descubridores y conquistadores
de la América, y él la tomó por su cuenta de los sie-
te palmos de tierra, que son con los que hace pago
la muerte al más ambicioso, que, mientras vive, no
parec^ le basta un mundo entero; y con esto, que,
dando allí enterrado, se le atajaron los designios de
nuevos descubrimientos.
El libro del P. Ovalle fué reimpreso por nosotros
en 1888.
— Eerste scheeps-togt ter verdere Ontdek-
kinge van de West-Indien, door Jean Dias
de Solis en Vincent Jamez (sic) Pinzón,
gedaan uaar Jukatan; in t Jaar i5o6. . . Te Ley-
den (sin fecha) 1701, 8." — 27 pp. sin el índice.
— Kort verhaal der scheeps-togt die Jean
Diaz de Solis en Vincent Yanes Pinzón, naar
de Vaíle Kuíl bezuiden Kaap St. Auguftyn he-
bben ondernoomen, in't Jaar i5og.
222 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
Hállanse estas relaciones, traducidas de la obra de
Antonio de Herrera, en la «Colección de viajes» pu-
blicada en Leyden por el librero Pieter van der Aa,
en los comienzos del siglo XVIIl.
— Eerste scheeps-togt Ter verder Ontdek-
king van de West-Indien, door Jean Dias de
Solis en Vincent Yanes Pinzón, gedaan naar
Jukatan in't Jaar i5o6... Te Leyden, 1706, gran
folio.
— Kort verhaal der scheeps-togt die Jean
Díaz de Solis, en Vincent Yanes Pinzón,
Naar de Vaíle Kuíl; bezuiden Kaap St. Au-
guftyn hebben ondernoomen, in't Jaar iSog,
— De welgelukte Zee-Togt, door Jean Diaz
de Solis, met twee Schepen ter nader Ontdek-
kinge gedaan na Rio de la Plata, Ongelukkig
volbragt, in't Jaar i5i5.
Estas tres relaciones hállanse en el tomo iii de la
colección de Juan Luis Gottfried, quien tradujo al ho-
landés los viajes de los españoles á las Indias Occi-
dentales, tomando por base el libro de Antonio de
Herrera.
A la última de esas relaciones acompaña un gra-
bado en cobre que representa la muerte de Solis.
LOZANO (P. Pedro) Historia de la con-
quista del Paraguay, Rio de la Plata y Tu-
cuman. (1745.)
Publicada por D. Andrés Lamas, Buenos Aires, 1873,
en 5 volúmenes en 4.° El segundo comienza con el
bibliografía 223
viaje de Díaz de Solis, de quien dice llef,'-ó en i5o8 con
Vicente Ydñez Pinzón hasta 40 grados de latitud sur.
— Histoire genérale des voíages ou nouve-
11 e collection de toutes les relations de voíages
par mer et par terre, etc. A Paris, 1745, 4."
mayor.
Conocida colección de viajes del Abate Prévost. En
el tomo XII, pág-. 145, se trata del viaje de Diaz de Solis
y de Yáñez Pinzón á Yucatán, y en las 2o5-6 de su
expedición al Rio de la Plata: todo basado en el libro
de Antonio de Herrera.
CHARLEVOIX (P. Pedro Francisgo-Xa-
vviER de) Histoire du Paraguay. A Paris,
1767, 8.»
Tomo i, pp. 34-35: viaje de Diaz de Solis al Rio de
la Plata en i5i6.
No he visto la traducción latina de la obra hecha
por el P. Doming-o Muriel, en la cual me imagino que
debe encontrarse alguna nota que pudiera interesar-
nos de las muchas que puso en el original.
MORELLI (Ciríaco) Fasti Novi Orbis et
ordinationum apostolicarum ad Indias perti-
nentium breviarium cum adnotationibus. Ve-
netiis, 1776, 4.° mayor.
En las pp. i3 y 16 se menciona á Diaz de Solis.
TERRACINA (Miguel) Historia general
de los viages, ó nueva colección de todas las
relaciones de los que se han hecho por Mar,
224 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
y Tierra, y se han publicado hasta ahora en
diferentes Lenguas de todas las Naciones co-
nocidas: ... obra traducida del Inglés al Fran-
cés por el Abate Antonio Francisco Prevost;
y al Castellano por Don Miguel Terracina.
Madrid, 1780, 4.°
Tomo xx, pp. 891-92: — Viaje de Juan de Solis y de
Vicente Yáñez Pinzón.
Tomo xxi, pp. 45-46: — Ultimo viaje de Juan Diaz de
Solis y descubrimientos al Sud.
FUNES (Gregorio) Ensayo de la historia
civil del Paraguay, Buenos Ayres y Tucuman.
Buenos-Ayres, 1816, 4.°
Tomo I, libro i, capitulo i: Descubre Solis el Rio
de la Plata: su muerte, etc.
«Salieron los charrúas de una emboscada que te-
nían puesta á las orillas de un arroyo entre Maldo-
nado y Montevideo, que por este acontecimiento se
llama de Solis; los mataron, etc.»
FERNÁNDEZ DE NAVARRETE (Mar-
tín) Colección de los viajes y descubrimien-
tos,, que hicieron por mar los españoles des-
de fines del siglo XV. Con varios documen-
tos inéditos concernientes á la historia de la
marina castellana y de los establecimientos
en Indias, coordinada é ilustrada por... Ma-
drid, 1825-1837, 5 vols. en 4.°
En el tomo iii, destinado á los «viajes menores, y
los de Vespucio, poblaciones en el Darién», etc., y
bibliografía 225
publicado en 1829, desde la página 127 á la 144 es
donde se encuentran los documentos que se refieren
á Diaz de Solis y que hasta ahora habían sido, puede
decirse, la fuente original única y verdaderamente
autorizada donde se encontraban datos de valer sobre
el descubrimiento del Plata.
En este mismo volumen se registra el extracto de
las probanzas del pleito de Colón en lo relativo á
Diaz de Solis (pp. 558-59.)
Fernández de Navarrete se aprovechó para su tra«
bajo de los materiales reunidos por el laborioso Don
Juan Bautista Muñoz, cuya colección de documentos
formada durante una improba labor de muchos años
se guarda en la Real Academia de la Historia en
Madrid.
La Colección de Fernández de Navarrete fué reim-
presa en Madrid en los años de i858-8o, y sido en par-
te vertida al francés.
L'ART de vérifier les dates. Quatriéme par-
tie. Chronologie historique de l'Amérique,
par M. D. B. Warden. Tomo III. Paris,
1828, 8.^
Trátase del descubrimiento del Rio de la Plata por
Diaz de Solis «en i5i6:» pp. 239-40.
THE Cabinet cyclopasdia conducted by the
Rev. Dionysius Lardner. .. The history of ma-
ritime and inland discovery. Vol. II. London,
i83o, 8.°
Pp. 35-37:— Vicente Yáñez Pinzón y Juan Diaz de
Solis (i5o8) y viaje de este último al Río de la Plata
(i5i4.)
i5
220 JUAN DÍAZ DE SOLIS
HUMBOLDT (Alejandro de.) Histoire de
la Géographie du Nouveau Continent, et des
progrés de rastronomie nautique aux XV' et
XVI" siécles comprenant l'histoire de la dé-
couverte de l'Amérique. Paris, sin fecha(i836-
39)5 vols., 8/
Véase en la traducción española de esta notable
obra, de la cual, según creo, sólo han aparecido los
dos primeros volúmenes, hecha en 1892 por D. Luis
Navarro y Calvo, los pasajes en que el sabio alemán
meciona á Diaz de Solis. (Tomo I, pp. 171-72.)
ELSNER (Dr. H.) Allgemeine Geschi-
chte der Reisen und Entdeckungen zu Was-
ser und zu Land, seit dem Anfang der Welt
bis aus unsere Tage. Nach dem Englischen.
Stuttgart, 1842, 3 vols. en 8."
Traducción del inglés de una compendiosa colección
de viajes. En las páginas 5i-52 del tomo II se trata de
Diaz de Solis.
FERNÁNDEZ DE NAVARRETE (Mar-
tín). Disertación sobre la historia de la Náu-
tica y de las ciencias matemáticas que han
contribuido a sus progresos entre los españo-
les, Madrid, 1846, 4.°
Véase lo relativo á Diaz de Solis en las páginas i32
y i38.
AZARA (Agustín de). Descripción é his-
toria del Paraguay y del Rio de la Plata.
Obra postuma de Don... Madrid, 1847, 4-'
bibliografía 227
Las 4 primeras pág-inas del tomo II están dedicadas
•á Diaz de Solis. Acepta la expedición de i5i2, que su-
pone hizo en un navio armado ú su costa.
FERNÁNDEZ DE NAVARRETE (íMar-
tín y P^ustaquio). Examen histórico-crítico
de los viajes y descubrimientos apócrifos del
capitán Lorenzo Ferrer Maldonado, de Juan
<le Fuca y del almirante Bartolomé de Fon-
te. Memoria comenzada por D....y arreglada
y concluida por D... Madrid, 1849, 4-"
Léase lo que el autor expresa tocante ¿x Diaz de So-
lis en la pág-ina 21.
HISTORIA de la Marina Real Española,
-desde el descubrimiento de lasAméricas has-
ta el combate de Trafalgar. Madrid, i856, fol.
Tomo I, p. 379: «Viaje de Vicente Yáñez Pinzón y
Juan Diaz de Solis ala costa de Honduras: reconoci-
miento de la provincia de Yucatán y regreso á España.»
La eApedición al Rio de la Plata ocupa casi por com-
pleto el capitulo XV, pp. 541-47.
D'A\'EZAC (Mr.) Gonsidérations géogra-
phiques sur l'histoiredu Brésil. Paris, iSSy, 8."
Kn est-2 libro destinado á criticar la obra de Varnha-
g2n, se encuentra en las pp. 175-78, una cisertación
sobre la patria de Juan Diaz de Solis.
BARROS ARANA (Diego.) El descubrí-
Tnicnto del Rio de la Plata.
Articulo leiJo en el Circulo de Amigos de las Letras
•de Santiago, inserto en las pp. 590-600 del tomo IV de
228 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
la «Revista del Pacifico», Valparaiso, 1861, y reprodu-
cido en las pp. 88-99 del tomo VI de la «Revista de Bue-
nos Aires», i865.
DOMÍNGUEZ (Luis L.) Historia argenti-
na. Buenos Aires. 1861, 8.°
pp. 2i-3o: Juan Diaz de Solis.
En este compendio de historia argentina, obra clási-
ca en su género, el autor adrñite que en i5o8 Yáñez Pin-
zón y Diaz de Solis corrieron la costa del Brasil y al-
canzaron hasta los 40 grados de latitud austral, sin
descubrir el Rio.
GONZÁLEZ LLANA (Manuel.) Historia
de las Repúblicas del Plata. Madrid, i863, 8.°
A Juan Diaz de Solis dedica el autor las pp. 39-41.
Acepta el viaje de i5i2 que hizo, según expresa, en
una pequeña embarcación que fletó á sus expensas y
con la cual llegó hasta los 40° de latitud sur.
GELPI Y FERRO (Gil). Estudios sobre la
América. — Conquista, colonización, gobier-
nos coloniales y gobiernos independientes.
Habana, 1864, 4.° mayor.
En las págs. 141-144 del tomo I relata el supuesto
viaje de i5i2 y el de i5i5.
TORRES DE MENDOZA (Luis.) Colec-
ción de documentos inéditos relativos al des-
cubrimiento, conquista y colonización de las
posesiones españolas en América y Oceanía,
sacados, en su mayor parte, del Real Archivo
bibliografía 229
de Indias, bajo la dirección de... Madrid, 1864
-84, 42 vols. en 4.°
Iniciada esta Colección por D. Joaquín F. Pacheco,
D. Francisco de Cárdenas y Torres de Mendoza, con-
tinuó desde el tomo IV bajo la exclusiva dirección de
este último, cuyo nombre desaparece de las portadas
de los tomos siguientes, á contar desde el XIII.
Muchos y muy importantes documentos se han pu-
blicado en esta Colección, pero con ningún método en
su mayoría, y lo que es peor, con tales inexactitudes
que es á veces punto menos que imposible atinar con
el verdadero texto del original.
Por lo que respecta á Diaz de Solis, Torres de Men-
doza reprodujo en el tomo XXXIX los documentos que
Fernández de Navarrete habia insertado ya en su «Co-
lección», ignorando esta circunstancia, según parece;
pero, en cambio, dio cabida á otros que contribuyeron
á aumentar el caudal de noticias de que hasta enton-
ces se disponía sobre la vida y hechos del desgra-
ciado descubridor del Río de la Plata. Véase con más
especialidad los tomos XI, pp. 291-93, XX, pp. 5-i3,
XXXI, p. 5o6, XXXVI, p. 216-17, 222, 25i, y el XXXIX
ya citado.
Muerto Torres de Mendoza, la Real Academia de la
Historia tomó á su cargo continuar la obra del abo-
gado madrileño, iniciando, en i885, una nueva serie
de volúmenes con diversa numeración, en edición mu-
cho más esmerada, correcta y metódica, que alcanza
ya al tomo VII, relativo á los «PleitX)s de Colón», que
es precisamente el que hemos podido utilizar en nues-
tro trabajo.
BARROS ARANA (Diego.) Compendio de
Historia de América. Santiago, i865, 8."
En la página i56 del tomo I, el autor, siguiendo á
Herrera, incurre en el error de hacer figurar á Diaz de
23o JUAN DÍAZ DE SOLIS
SdIís, asociado á Vicente Yañez Pinzón, en una expe-
dición á Yucatán en i5o6, la cual no tuvo lug-ar, coma
se sabe.
MITRE (Bartolomé.) Descubrimiento det
Rio de la Plata. Discusión sobre el viaje de
Vicente Yailez Pinzón y Juan Diaz de Solis
en i5o8 hasta los 40" de latitud austral, y épo-
cas notables del descubrimiento y conquista
del Rio de la Plata.
Publicado en las pp. 419-30 del tom. VI de la «Re-
vista de Buenos Aires» (i865) y destinado á discutir el
articulo de Barros Arana sobre el mismo tema.
VARNHAGEN (F. A. de.) Amerígo Ves-
pucci. Son caractére, ses écrits (méme les
raoins authentiques), sa vie et ses naviga-
tions. Lima, i865, fol.«
Toca especialmente á Diaz de Solis lo que el autor
trata en la página 98 de su erudito trabajo.
VARNHAGEN (F. A. de.) Le premier vo-
yage de Amerígo Vespucci définitivement
expliqué dans ses détails. Vienne, 1869, fol.
Páginas 46-48:— Pinzón y Solis no han hecho dos
viajes á Honduras...
El autor reproduce y comenta el extracto dado por
Navarrete de las probanzas presentadas en el pleito de
Colón sobre el viaje de aquellos navegantes.
— Nouvelles recherches sur les derniers vo-
yages du navigateur florentin, et le reste des
documents et eclaircissements sur lui...
bibliografía 23i
El párrafo III se refiere al descubrimiento del Río de
la Plata por Vespuccio en su tercer viaje de i5oi-i5o2.
JORDANA (Lorenzo.) Curso ele^nental de
historia argentina. Quinta edición. Buenos
Aires, 1870, 4.°
Las lecciones cuarta y quinta están dedicadas á Diaz
de Solis y á su expedición de i5í5, la única de que se
trata en la obra.
LAMAS (Andrés.) Juan Diaz de Solis, des-
cubridor del Rio de la Plata. Buenos Aires,
1871, 4." — 3i pp.
Tirada aparte de la «Revista del Rio de la Plata»,
t. I, pp. 415-43.
Articulo bastante erudito y encaminado especial-
mente á sostener que Diaz de Solis no era portugués .
En lo demás que toca á la vida del piloto puede de-
cirse que se limita á transcribir la biografía de Fer-
nández de Navarrete.
BURMEISTER(H.) Description physique
de la République Argentine d'apres des ob-
servations personnelles et étrangéres. Tra-
duite de Tallemand par E. Maupas. Tomo L
Paris, 1876, 4."
Tocan á Diaz de Solis las pp. 3-7 y las notas r y
2, que se hallan en las pp. 114-115, en las cuales sigue
el autor de cerca las opiniones de Varnhagen.
PESCHEL (Óscar.) Geschichte des Zeital-
ters der Entdeckungen. Stuttgart, 1877, 4.°
En las páginas 335-336 se encuentra una brevísima
relación del viaje de Diaz de Solis en i5o8.
232 JUAN DÍAZ DE SOLÍS
FERNANDEZ DURO (Cesáreo.) Navega-
ciones de los muertos y vanidades de los vi-
vos. Libro Tercero de las Disquisiciones náu-
ticas... Madrid, 1878, 8."
Página 342:
ojuan Díaz de Solis.— i5i5.— Uno de los primeros re-
cuerdos que se fijaron en el panteón de marinos ilus-
tres fué el de este osado descubridor, poniéndolo en
lápida de mármol, en el crucero.
Dice:
A
Juan Díaz de Solis
Piloto mayor en España,
descubridor del Rio de la Plata en i5i2,
muerto á manos de los indios en i5i5,
consagra esta memoria la villa de Lebrija
su patria
FREGEIRO (C. L.) Estudios históricos.
Juan Diaz de Solis y el descubrimiento del
Rio de la Plata por. .. Buenos Aires, 1879, ^•'
— 80 pp.
«Nuestro principal objeto al emprender este estudio,
dice el autor, fué reunir los materiales existentes so-
bre la vida y viajes de Diaz de Solis y ordenarlos de
manera que pudiesen servir más adelante, en presen-
cia de nuevas investigaciones, para rehacer por com-
pleto la interesante biografía del simpático é infortu-
nado descubridor del Rio de la Plata. Ahora sólo
hemos querido bosquejar á grandes rasgos su fisono-
mía de viagero, ocuparnos de los problemas históricos
á que se liga su nombre, y examinar bajo el punto de
bibliografía 233
vista de una critica acendrada los diversos fragmentos
publicados hasta hoy sobre el mismo tema.»
El estudio del señor Fregeiro es sin duda el más
completo que se haya publicado hasta ahora, habien-
do sacado todo el partido que era posible de los do-
cumentos que en ese entonces se conocían. Unido al
que más tarde ha dado á luz el señor Madero, cons-
tituyen entre ambos un excelente arsenal critico y do-
cumental de gran utilidad para el que estudie ese
fragmento de la historia marítima española y la figura
del descubridor del Río de, la Plata.
TRELLES (Manuel Ricardo.) Diego Gar-
cía primer descubridor del Río de la Plata.
Buenos Aires, 1879, S." — 84 pp.
Trabajo iniciado en 187 r con motivo del dado á luz
por Lamas, y terminado ocho años más tarde, movido
su autor, según expresa, por el que publicó el señor
Fregeiro, y destinado á probar que Diego García des-
cubrió el Río de la Plata en i5i2.
Creemos que el señor Trelles ha llegado á esa con-
clusión partiendo de un doble equivoco, cual es, que
García hubiese venido al Río de la Plata en aquella
fecha, y que en el memorial suyo que se toma por
base de la argumentación, porque no hable García de
Diaz de Solís, debe creerse que no vino en compañía
de este último.
El folleto del señor Trelles es útil, sin embargo, por
dos documentos que en él se insertan, la relación de
García sobre su viaje de i526 y la carta de Luis Ramí-
rez copiada de la «Revista do Instituto hist. geog. do
Brazil».
BAUZA (Francisco.) Historia de la domi-
nación española en el Uruguay, Montevideo,
1880,4.''
234 JUAN DÍAZ DE SOLIS
Las pp. 35-42 del tomo I están dedicadas á Diaz de
Solis. Nuestro autor acepta el viaje de i5i2, entra á
relatarlo y aun cuenta que desembarcó en tierras del
departamento de Maldonado, donde se posesionó de
aquellas regiones por España.
El historiador uruguayo ha tomado en algunos ca-
sos por base de sus conclusiones á escritores de se-
gunda mano y ha prescindido de los documentos. Sin
embargo, en ocasiones somete á la critica los asertos
de otros autores, especialmente los de Azara, cuyo
derrotero de Diaz de Solis en el Plata califica de com-
pletamente fantástico.
DOMÍNGUEZ (Luis L.) Juan Diaz de Solis
primer descubridor del Río de la Plata.
Articulo inserto en las pp. 4-28 del tomo II de la
«Revista de la Biblioteca Pública de Buenos Aires»,
1880, 4.°, precedido de unas cuantas lineas y seguido
de varias notas del señor Trelles, defendiendo la prio-
ridad del descubrimiento por Diego García, que el se-
ñor Domínguez combate.
Lx\MAS (Andrés.) La patria de Juan Diaz
de Solis descubridor del Río de la Plata...
Buenos Aires, 1881, 4." — 28 pp.
Tirada aparte de la «Nueva Revista de Buenos Ai-
res.»
Disquisición enderezada á combatir la opinión sos-
tenida por Fregeiro de no hallarse averiguado que
Solis, siendo español, hubiese nacido en Lebrija.
ORDOÑANA (Domingo.) Conferencias so-
ciales y económicas de la República Oriental
bibliografía 235
del Uruguay con relación a su historia polí-
tica. Montevideo, i883, 8."
Lo relativo á Diaz de Solis se encuentra en las pp.
11-29. El autor nos obsequia con el interesante dato
de que Diaz de Solis había sido bautizado en la igle-
sia de Santa María de la Oliva, y por el año de 1474,
y que seg-ún una crónica lebrijense inédita, era hijo
de un pulpero asturiano. Nos cuenta también que re-
gistrando el archivo de un extinguido convento de
Lepe, halló que Diaz de Solis y sus compañeros oye-
ron la misa votiva antes de partir para su viaje de
descubrimiento en i5i5, y no sabemos si de la mis-
ma fuente sacaría la especie de que la flotilla se hizo á
la mar en la mañana del i3 de Octubre de aquel año.
No puede negarse que el señor Ordoñana fué un in-
vestigador afortunado, porque pocos años maí¿ tarde
don Eduardo Madero no pudo encontrar ni el libro
de nacimientos, ni aun siquiera el convento de francis-
canos.
En cuanto á la «Crónica lebrijense» es lástima que
el señor Ordoñana no comunicase su noticia á Muñoz
y Romero (si es que todavía vivía) pues aquel biblió-
grafo no logró ver una sola que de aquella ciudad tra-
base.
LAMAS (Andrés). Muerte de Juan Diaz de
Solis.
Articulo publicado en las pp. 321-29 del tomo IX de
la «Nueva Revista de Buenos Aires», 1884, 4.°
Es una crítica al fragmento del diario de la expedi-
ción de Diaz de Solis, según las apuntaciones de He-
rrera, en que se llega ¿i la conclusión de que no es po-
sible por hoy señalar el lugar preciso en que tuvo
lugar la muerte del piloto.
236 JUAN DÍAZ DE SOLIS
SACO (José Antonio). La esclavitud délos
indios en el Rio de la Plata.
Articulo publicado en la «Revista de Cuba» y repro-
ducido en la «Nueva Revista de Buenos Aires», t. XI,
pp. 307-19, que contiene un ligero extracto de las expe-
diciones de Diaz de Solis y Gaboto al Rio de la Plata.
WEISE (Arthur James.) The Discoveries
of America to the year i525. New York.
1884, 4.°
Dedica unas cuantas palabras á enunciar el viaje de
Yáñez Pinzón y de Diaz de Solis (páginas 2i4-¡5) y en
la 287 trae una referencia al testimonio de Pigafetta
sobre la muerte de nuestro navegante.
FREGEIRO (C. L.) Compendio de la his-
toria argentina desde el descubrimiento del
Nuevo Mundo (1492) hasta la muerte de Do-
rrego (1828)... Tercera edición. Buenos Aires,
i885, 8."
De Diaz de Solis trata en las pp. 5-8. «Mucho se ha
discutido, expresa con acierto el señor Fregeiro, sobre
si tuvo lugar el descubrimiento del Rio de la Plata en
i5o8 ó en i5i3, como se ha creído generalmente; pero
parece indudable que no ocurrió en ninguna de esas
fechas, pues las noticias existentes sobre el viaje rea-
lizado en la primera son dudosas, é inciertas las que
se refieren á la segunda.»
MARTÍNEZ (Benigno T.) Curso elemental
de historia argentina arreglado para el uso de
los Colegios Nacionales y Escuelas Normales,
con notas críticas y de interés para los Pro-
bibliografía 287
fesores y alumnos. Segunda edición. Buenos
Aires, i885, 8.°
Capítulo III: Juan Díaz de Solis.
Compendio recomendable por las notas bibliográfi-
cas que ilustran en este punto el texto, entre las cua-
les, sin embargo, omite el autor las correspondientes á
las fuentes originales de la expedición de Diaz de Solis.
LAMARQUE (Adolfo). La leyenda argen-
tina.
Articulo publicado en las pp. 335-363 del tomo V de
la «Revista Nacional», Buenos Aires, 1888, 4.', en que
su autor, son sus palabras, «se ocupa sólo del origen
del nombre del Rio de la Plata, demostrando que es
errónea la versión circulante de que se debe á la expe-
dición Gabotto.»
PELLIZA (Mariano A.) Historia argenti-
na. Buenos Aires, 1888, 8.°
En el tomo I, pp. 3o-37 se trata de Diaz de Solis.
TRELLES (Manuel Ricardo.) Revista pa-
triótica del pasado argentino. Buenos Aires,
1888-90, 4 vols., 4.°
En el tomo III publicó el señor Trelles tres artículos
que interesan á nuestro navegante, uno con el titulo
de «Equivocaron el rumbo», en que los 40 grados de la-
titud sur que se dicen recorridos por Diaz de Solis en
i5o8, deben entenderse de longitud occidental del me-
ridiano de Toledo, hipótesis que se procura afirmar
con el asiento tomado por el Rey con Yáñez Pinzón
en i5oi. Insértanse también integras las dos reales cé-
dulas de 14 de Noviembre de i5o9 dirigidas respecti-
238 JUAN DÍAZ DE SOLIS
vamente á los Oficiales de Sevilla y á Miguel de Pasa-
monte y que hablan de «g-uanines» y de las lenguas
que Yañez Pinzón y Diaz de Solis hablan recogido en
su viaje. El señor Trelles sufrió en esto una equivo-
cación al decir que «guanines ó lenguas» eran la mis-
ma cosa, cuando se sabe que guanin era una especie
de aleación de cobre con oro, y que «lenguas» equivale
á tanto como intérpretes.
El segundo articulo que sigue al primero intitúlase
«Juan Diaz de Solis, portugués y criminal, según ex-
presiones reales», y va seguido del tercero: «Solis
inconstante, viage proyectado, sin confianza en el pi~
loto.» En ambos se han insertado documentos dados
á conocer por Fernández de Navarrete y por Torres de
Mendoza, y en cuanto á deducciones propias, el se-
ñor Trelles insiste en afirmar la antelación del viaje
de Diego Garcia al de Diaz de Solis al Rio de ¡a Plata,
y nos pinta luego á Solis como inconstante, sin dar,
á nuestro juicio, suficiente importancia á la suspica-
cia y desconfianza del monarca, bien ó mal fundada.
El señor Trelles inserta la real cédula de 21 de Fe-
brero (que pone equivocadamente como de Enero, si-
guiendo á Torres de Mendoza que la habia dado con
esa fecha) de iSiy, y la otra escrita ¿i los Oficiales rea-
les acerca del asiento que se habia tomado con Diaz
de Solis, que no lleva fecha y que el señor Trelles
piensa ser del mes de Febrero de i5i2, cuando en rea-
lidad es de 29 de Mayo de dicho año.
MADERO (Eduardo.) Descubrimientos del
Plata y del Rio Uruguay. Buenos Aires, 1889,
8.°— 29 pp.
Articulo e; Ciito para «La Nación» de Buenos Aires,
en que el autor condensa el resultado de sus esludios
preliminares acerca de Solis y otros para una obra
bibliografía 239
más extensa que proyectaba (la «Historia del Puerto
de Buenos Aires.»)
El folleto de Madero lo reprodujo Trelles en las pp.
56-78 del tomo III de su aRevista patriótica del pasado
argentino.»
L. (V. F.) Compendio de historia argenti-
na adoptado á la enseñanza de los colegios
nacionales. Buenos Aires, 1889, 8."
Las pp. 47-49 tocan á Diaz de Solis, habiendo el au-
tor (Don Vicente Fidel López) seguido en su narración
del descubiimiento del Plata el opúsculo del señor
Madero sobre la misma materia.
ALGUNS documentos do Archivo Nacional
da Torre do Tombo acerca das navega9oes e
conquistas portuguezas publicado por ordem
do Gobernó de Sua Majestade Fidelissima
ao celebrar-se a commemoracao quadricente-
naria do descobrimento da America. Lisboa,
MDCGC.XCII, folio mayor.
En las páginas 262-263 se encuentra la carta de Juan
Mendes de Vasconcellos al Rey don Manuel, de 3o de
Agosto de i5i2, dándole cuenta de las entrevistas que
tuvo en España con Juan Diaz de Solis. Es extraño, sin
embargo, que no se haya insertado la otra carta del
mismo embajador que publicó Fernández de Navarrete
en su «Colección» y que reprodujo Torres de Mendoza
en la suya años más tarde.
CRONAU (Rodolfo.) América Historia de
su descubrimiento desde los tiempos primi-
240 JUAN DÍAZ DE SOLIS
tivos hasta los más modernos. Barcelona,
1892, 3 vols. en 4."
Tom. II, pág-s. 258-260: Juan Diaz de Solis.
HARRISSE (Henry) The discovery of
North America. Paris, 1892, 4.° mayor.
En esta obra llena de erudición y de critica su autor
cita por incidencia en muchas partes á Diaz de Solis,
y aun trae una corta biografía suya en la página 787.
Además, en las páginas 453-64 estudia largamente el
viaje que hizo con Yañez Pinzón al Brasil en i5o8-9, y
desecha en absoluto la opinión de que esos navegan-
tes descubriesen en alguna ocasión el Yucatán.
MADERO (Eduardo.) Historia del puerto
de Buenos Aires. Tomo Primero. Buenos Ai-
res, 1892, 4.°
Las 40 primeras páginas de la obra están consagra-
das á Juan Diaz de Solis. Por los numerosos docu-
mentos de que pudo disponer el autor, logró adelantar
de una manera considerable y casi definitiva todo lo
que se sabia de la vida y navegaciones del descubri-
dor del Plata, El libro del señor Madero es fundamen-
tal para el conocimiento de la historia colonial argen-
tina, de la cual en realidad se trata bajo las aparien-
cias de un mero estudio local. Es sensible por extremo
que la muerte haya impedido á tan diligente autor
continuar su obra más allá del año de 1600, como se
proponía. Con un' poco de preparación literaria, ha-
bría, á la vez, podido trazar un cuadro mucho me-
jor ordenado del que nos ha dejado, pero de todos
modos deben perdonarse muchos defectos á quien
emprendió y logró dejar este primer tomo, cuando se
sabe que siendo ya anciano y rico, quiso completar
bibliografía 241
el PUERTO de Buenos Aires, construido por él, con la
relación de los sucesos históricos que le tocaban.
TORRES ASENSIO (Joaquín.) Fuentes
hivStóricas sobre Colón y América. — Pedro
Mártir Anglería. . . Libros rarísimos que sacó
del olvido, traduciéndolos y dándolos á luz en
1892, el Dr. D... Madrid, 1892, 4 vols., 8.*"
El tomo II contiene la traducción de los pasajes de
la obra orig-inal que nos interesan, seg-ún queda con-
signado más atrás.
El señor Torres Asensio ha prestado un verdadero
-servicio á las letras españolas con su traducción de
Mártir de Angleria, bien es verdad que en Francia
M. Paul Gaffarel, autor de varios estudios estimables
de historia americana, lleva ya traducidas á su idio-
ma y anotadas las dos primeras décadas, versión que
resultará bastante superior á la española, al menos
por las anotaciones que la acompañan.
Debemos notar aqui que seg-ún el testimonio de
León Pinelo, «Epitome», p. 69, un descendiente de Pe-
dro Mártir de Angleria, Juan Pablo Mártir Rizo, tenia
en su tiempo (1621) traducidas al castellano «para dar
á la estampa», las Décadas de su bisabuelo, traduc-
-ción que nunca llegó á publicarse, según de ello esta-
mos persuadidos.
FREGEIRO (G. L.) La historia documen-
tal y critica. Examen de la Historia del Puerto
de Buenos Aires, por D. Eduardo Madero
por... La Plata, 1893, 4.° mayor.
Tirada aparte de la «Revista del Museo de la Plata»,
í. V, pp. 3 y sigts.
El señor Fregeiro examina el libro de Madero con
16
242 JUAN DÍAZ DE SOLIS
gran acopio de erudición, y luce en su trabajo un
estilo muy superior al de la generalidad de los escri-
tores del Plata. Las notas é ilustraciones con que lo
acompaña contribuyen, por otra parte, á hacer de ese
estudio critico un verdadero guia para el que quiera
profundizar ciertos puntos de la historia argentina.
En cuanto á las páginas que dedica al examen de
la relación dada por Madero de la vida y empresas
de Diaz de Solis, sin agregar nada nuevo á lo que nos
habla dicho en su estudio sobre aquel navegante, ma-
nifiesta las omisiones en que nuestro autor ha incurrido,
reconoce por incidencia los descubrimientos históri-
cos que á ese respecto se encuentran en la obra, y
concluye por manifestar ciertas dudas sobre hechos
culminantes de la vida de Solis, muy atendibles para
el que examina este oscuro periodo de las empresas
marítimas délos españoles en los comienzos del si~
glo XVI.
CARRANZA (Ángel Justinl\no.) ^Cuándo
fué descubierto el Río de la Plata?
Memoria inserta en las pp. 449-58 del tomo I del
«Congreso internacional de americanistas, celebrado
en Huelva en 1892.» Madrid, 1894, 4.°, en que su ilus-
trado autor tomando por guia el libro de Madero, ha
condensado con acierto los resultados que arrojan los
documentos últimamente descubiertos acerca del des -
cnbridor del Rio de la Plata.
COROLEU (José) América Historia de su
colonización dominación e independencia,
Barcelona, 1894, 4 vols. en 4.°
Tom. III, pág. 10: Juan Diaz de Solis.
bibliografía 243
JÍARRISSE (IIenry). John Gabot the dis-
coverer of North America and Sebastian his
son a chapter of the maritime history of En-
gland under the Tudors 1496-1557. London,
1896, 4."
Segrunda obra del autor sobre el mismo tema. La
primera, escrita en francés, se publicó en 1882.
Por el asunto de ambos libros, bien se deja com-
prender que su sabio autor ha debido forzosamente
mencionar en varias ocasiones á Juan Diaz de Solis-
Los pasajes que á éste tocan se hallan señalados en
los Índices alfabéticos que se encuentra al fin de di-
chas obras.
índice
DOCUMENTOS
PAG.
I. — Tenencia á Vicentiáñez de cierta fortaleza en
la isla de Sant Juan y á un sucesor.— 14 de Mar-
zo de 1 5o5 3
II.— Real cédula á los Oficiales de la Casa de la
Contratación para que avisen si estaban listos
los navios y el biscocho necesario para la ar-
mada de la Especería. — 23 de Agrosto de i5o6. 6
III.— Titulo de piloto mayor á Amerigo Despuchi.
— 23 de Agosto de i5o6 7
IV. — Memorial de lo que se necesitaba para el
aprovisionamiento y despacho de los dos na-
vios que habían de ir á descubrir. — Sin fecha
(i5o8) 14
V. — Real cédula al tesorero Francisco de Vargas
» para que pagase cierta suma á Vicente Yáñez
Pinzón y Juan Diaz de Solis. — 21 de Marzo de
1 5o8 19
VI. — Real cédula á los Oficiales de la Casa de la
Contratación para qiie pagasen á Juan Diaz de
Solís su sueldo de ploto.— 22 de Marzo de i5o8. 17
VII. — Real cédula á los Oficiales de la Casa de
la Contratación encargando se provea A Juan
246 ÍNDICE
^ pAg.
Díaz de Solis y Vicente Yáñez Pinzón de lo
que expresasen necesitar para su viaje.— 22 de
Marzo de i5o8 19
VIII. — Lista de la gente, aparejos y otras cosas
que se necesitaban para el viaje de las dos ca-
rabelas que habian de llevar Yáñez Pinzón y
Diaz de Solis.— 22 de Marzo de i5o8 2r
IX. — Capitulación real con Vicente Yáñez Pinzón
y Juan Diaz de Solis. — 23 de Marzo de i5oS..., 26
X. — Real cédula nombrando á Alonso Páez vee-
dor y escribano de la expedición de las dos
carabelas. — 23 de Marzo de i5o8 34
XI.— Real cédula á los Oficiales de la Casa de la
Contratación para que encargasen á Alonso
Páez todas las cosas de rescate que habian de
ir en las dos carabelas.— 23 de Marzo de i5o8.. 87
XII. — Asiento á uno de los dos pilotos que han
de ir de respeto en las carabelas de Vicentiá-
nez y Juan Diaz.— 28 de Marzo de i5o8 38
XIII. — Fragmentos de una real cédula relativos
al viaje de Yáñez Pinzón y Diaz de Solis. — 8 de
Abril de i5o8 39
XIV. — Real cédula para que los pilotos que na-
vegaren á Indias fuesen examinados por Ves-
pucio, quien debía también formar el padrón
real. — 6 de Agosto de i5o8 41
XV.— Fragmentos de una real cédula dirigida á
D. Fr. Nicolás de Ovando. — 13 de Julio dei5o8 48
XVI. — Fragmentos de una real cédula á los Ofi-
ciales de la Casa de la Contratación para que
remitan los guanines que habian traído Vicen-
te Yáñez Pinzón y Juan Diaz de Solis. — 14 de
Noviembre de iSog 5o
XVII. —Real cédula á Miguel de Pasamente pa-
ra que avise lo que Vicente Yáñez Pinzón é
Joan Diaz trujeron de su viaje. — 14 de Noviein-
índice 247
pAg.
bre de iSog 52
XVIII. — Dos párrafos de una real cédula dirigi-
da á los Oficiales de la Isla Española. — 14 de
Febrero de i5io 53
XIX.— Real cédula para que se pague á Juan
Díaz de Solis cierta suma á cuenta de su suel-
do.—21 de Junio de i5ir > 53
XX. — Otra real cédula sobre la misma materia.
7 de Diciembre de i5ii 54
XXI, — Real cédula por la que se nombra piloto
mayor á Juan Diaz de Solis, con cargo de des-
contarle de su sueldo cierta suma para la viu-
da de Américo Vespucio.— 25 de Marzo de i5i2. 55
XXII.— Sobrecarta de una capitulación celebra-
da por la Reina con Juan Diaz de Solis para
efectuar la demarcación de límites entre los do-
minios de España y Portugal.— 27 de Marzo de
i5i2 58
XXIII, — Real cédula por la que se manda pagar
á María Cerezo cierta pensión á cargo del
sueldo del piloto mayor Juan Diaz de Solis.— 28
de Marzo de i5i2 69
XXIV. — Real cédula por la que se concede cier-
ta ayuda de costa á Juan Diaz de Solis.— 26 de
Abril de i5i2 71
XXV.— Nombramiento de Piloto Mayor para Juan
Vespuchi. — 22 de Mayo de i5i2 73
XXVI. — Fragmentos relativos á Juan Diaz de So-
lis de una real cédula dirigida á los Oficiales
de la Casa de la Contratación. — 26 de Mayo de
i5i2 74
XXVII.— Real cédula para que Juan Diaz de So-
lis se juntase con los Oficiales Reales y les
informase de ciertos particulares.— Sin fecha
(29 de Mayo de 1 5 1 2) 77
X.XVIII.— Real cédula por la que se concede á
248 índice
P G^
Juan Vespuche licencia para sacar traslados
del padrón real.— 24 de Julio de i5i2 78
XXIX.— Real cédula por la que se encomienda á
Juan Diaz de Solís y a Juan Vespuchi que ha-
gan el padrón real. — 24 de Julio de i5i2 81
XXX. — Carta del embajador Juan Méndez de Vas-
concelos al Rey de Portugal acerca de varios
particulares tocantes á Juan Diaz de Solis. —
3o de Agosto de i5i2 85
XXXI. — Otra carta del mismo á su señor, parti-
cipándole lo que el Rey Católico le habia res-
pondido sobre ciertos asuntos de Estado.— 7 de
Septiembre de i5i2 89
XXXII. — Real cédula por la que se manda pagar
cierta suma á Juan Diaz de Solis. — 29 de Sep-
tiembre de i5i2 98
XXXIII.— Real cédula para que los Oficiales Rea-
les se reciban de las especies compradas por
Diaz de Solis, á quien se recomienda especial-
mente.— 3o de Septiembre de i5i2 99
XXXIV.— Fragmentos de la probanza hecha en
Santo Domingo á petición del Fiscal, de que el
descubrimiento de Darién fué debido á varios
pilotos y no á D. Cristóbal Colón. — Diciembre
de i5i2 á Febrero de i5i3 loi
XXXV.— Real cédula por la que se ordena de
nuevo que las cartas de marear se hagan con-
forme á lo que estaba mandado. — 5 de Junio de
i5i3 io6-
XXXVI. — Real cédula por la que se conceden á
Diaz de Solis los bienes de un suicida. — 14 de
Diciembre de i5i3 108
XXXVII —Dos anotaciones tocantes al permiso
de sacar trigo de Andalucía, concedido á Juan
Diaz de Solis. — 19 de Enero de 1614 no-
XXXVIII. — Real cédula por la que se manda al
P\G.
corregidor de Segovia que informe sobre cier-
ta casa de mancebía que solicitaba Diaz de
Solis.— 22 de bv ñero de i5i4 .' m
XXXIX. — Real cédula para que se entreguen cua-
tro mil ducados a! contador López de Rccal-
de. — 24 de Noviembre de i5i4 ii3
XL.— Real cédula para que se entreguen cuatro
mil ducados ¿i Juan Diaz de Solis. — 24 de No-
viembre de i5i4 114
LI. — Real cédula para que se permita á Diaz de
Solis partir para su segundo viaje, y se le en-
treguen ciertas armas. — 24 de Noviembre de
i5i4 ii5
XLIÍ.— Real cédula para que se favorezca y ayu-
de á Diaz de Solis. — 24 de Noviembre de i5!4. 116
XLIII. — Real cédula por la que se comete á Juan
López de Recalde el despacho de la armada-
de Diaz de S(.)lis. — 24 de Noviembre de 1514... 117
XLIV. — Real cédula en la que se ordena antici
par i\ Diaz de Solis año y medio de sueldo. —
24 de Noviembre de i5i4 119
XLY.— Real cédula por la que se autoriza á Diaz
de Solis para fabricar en Lebi"ija 5(jo quintales
de biscocho. — 24 de Noviembre de i5ij 120
XLXL — Real cédula en que se ordena á las jus-
ticias favorezcan i\ Diaz de Solis para que se
le dé la posesión de ciertas tierras.-- 24 de
Noviembre de i5i4 121
XLVIL— Real cédula al Asistente de Sevilla en-
cargándole lo mismo. — 24 de Noviembre de
i5i4 ; 123
XLVin. — Real cédula á las autoridades de Le-
brija sobre lo mismo.— 24 de Noviembre de
i5i4 123
XLIX.— Real cédula por la que se prorroga á
Diaz de Solis el plazo para_sacar ciertos cahi-
25o índice
lÁG.
ches de trigo. — 24 de Noviembre de i5í4 i25
L. — Real cédula por la que se concede á Diaz de
Solis el que pueda llevar á Lebrija cierto tri-
go para proveimiento de su casa. — 24 de No-
viembre de i5i4 126
LII. — Real cédula en la que se ordena á Fran-
cisco Coto se aliste para partir con Diaz de
Solls.— 24 de Noviembre de i5i4 128
LII. — Real cédula por la que se manda adelan-
tar á Francisco Coto un año de sueldo. — 24 de
Noviembre de 1614 129
Lili. — Real cédula por la que se recibe de piloto
á Francisco de Torres. — 24 de Noviembre de
¡5i4 1 3o
LIV. — Real cédula por la que se participa su nom-
bramiento á Francisco de Torres.— 24 de No-
viembre de i5i4 i3i
LV. — Real cédula por la que se ordena adelan-
tar un año de sueldo á Francisco de Torres. —
— 24 de Noviembre de 1514 i32
LVI.— Instrucciones dadas á Francisco de Mar-
quina y Pedro de Alarcón, en que se contiene
el asiento celebrado por el Rey con Juan Diaz
de Solis y las instrucciones que debía llevar.
24 de Noviembre de i5i4 i33
LVII.— Real cédula participando al contador Ló-
pez Recalde el nombramiento de lact(^r y es-
cribano de la expedición.— 6 de Agosto de
i5i5 142
LVIII. — Real cédula á Juan Diaz de Solis comu-
nicándole el nombramiento del veedor y es-
cribano y otros particulares. — 6 de Agosto de
i5i5 144
LIX.— Título de escribano y contador de la ar-
mada para Pedro de Alarcón. — 22 de Julio de
i5i5 -. 145
índice
25l
pAg.
LX.— Nombramiento de contador de la armada
á favor de Francisco de Marquina.— 22 de Ju-
lio de i5i5 148
LXL— Carta del Rey A Diaz de Solis en respues-
ta á otra suya relativa á ciertos aprestos de la
armada.— 27 de Julio de i5i5 i5o
LXIL— Carta del Rey al contador López de Re-
calde acerca de las lombardas ofrecidas á
Diaz de Solis y al sueldo de ciertos oíiciales
de la armada. — 27_de Julio de i5i5 i52
LXIII. — Otra carta del Rey a López de Recalde
acerca de la misma materia.— 27 de Julio de
i5i5 i55
LXIV.— Nombramiento de piloto mayor á Fran-
cisco Coto durante la ausencia de Diaz de So-
lis.— 27 de Julio de i5i5 167
XLV.— Carta del Rey á los Oficiales de Sevilla á
fin de que provean lo necesario para el despa-
cho de Diaz de Solis. — 24 de Septiembre de
i5i5 i58
LXVL— Carta del Rey á Diaz de Solis encar-
gándole que ejecutase lo que los Oficiales le
dirian tocante á su despacho. — 24 de Septiem-
bre de i5i5 160
LXVIL— Copia de una cédula al corregidor de
Málaga para que dejase sacar cierto pan á
Juan Diaz de Solis.— 2 de Octubre de i5i5 161
LXVIIL— Notas sacadas de los libros de cuenta
y razón pertenecientes ala tesorería de la Casa
de Contratación relativas á Juan Diaz de Solis.
— 1 5i 5-1 5 16 i53
LXIX.— Real cédula en la que se ordena pagar
sus sueldos á Diaz de Solis y otros pilotos.—
i7deJuliode i5i6 i^l
LXX.— Real cédula por la que se dispone levan-
tar una información respecto al reclamo inter-
252
ÍNDICE
pAg.
puesto por el Rey de Portugral contra Juan
Diaz de Solís.— 22 de Febrero de iSiy 173
LXXI.— Real cédula para que los Oficiales Rea-
les informen sóbrelas aptitudes de Andrés de
San Martin, que solicitaba el cargo de pilo-
to mayor, vacante por muerte de Diaz de So-
lís.—Marzo de i5i7 17&
LXXllI —Real cédula expedida á favor de la viu-
da de Amérigo Vespuchi para que se le atien-
da con cierta suma del salario del piloto ma-
yor.—15 de Noviembre de i523 i8i
LXXIV. — Fragmentos de una declaración pres-
tada en Sevilla por Sebastián Caboto tocante á
su viaje al Rio de Solís.— 29 de Julio de i53o... i85
LXXV.— F'ragmentos de una información levan-
tada en Sevilla por Diego García contra Se-
bastián Caboto.— 16 de Agosto de i53o 186
LXXVL— Fragmentos de una probanza presenta-
da por Sebastián Caboto en el pleito con Ca-
talina Vásquez.— 12 de Octubre de i53o 189
LXXVII. — Párrafos de una memoria anónima
sobre los asuntos de limites entre España y
Portugal 191
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