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Full text of "Juan Díaz de Solís : estudio histórico"

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JUAN  Mil  DE  SOIÍS 


JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


ESTUDIO  HISTÓRICO 


POR 


JOSÉ  TORIBIO  iMEDINA 


SANTIAGO    DE    CHILE 

Impreco  tn  rasa  iiel  ^utor 

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AL  LECTOR 


L  redactar  esta  obrilla  nos 
propusimos,  en  primer  lugar, 
reunir  todos  los  documentos 
que  tuviesen  alguna  atingencia  con 
el  descubridor  del  Rio  de  la  Plata, 
no  sólo  aquéllos  que  después  de  una 
prolija  investigación  en  los  archivos 
de  España  pudimos  encontrar,  sino 
también  los  que  estaban  hasta  aho- 
ra publicados,  aunque  dispersos  en 
diversas  obras;  siendo  de  advertir 
que  todos  ellos,  con  excepción  de  dos 
que  existían  en  Portugal,  fueron  co- 
piados por  nosotros  directamente  de 
sus   originales  para  nuestra  propia 


VI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

satisfacción  y  de  los  que  se  propu- 
siesen estudiar  la  interesante  figura 
de  aquel  audaz  cuanto  desgraciado 
navegante.  Reunidos  así  en  un  solo 
cuerpo,  su  consulta  ha  de  parecer 
fácil  al  investigador  y  permitirá,  á  la 
vez,  aquilatar  las  conclusiones  á  que 
hemos  de  llegaren  este  estudio  his- 
tórico, confrontando  nuestros  asertos 
con  lo  que  resulte  del  tenor  de  esas 
piezas  originales. 

Las  que  de  éstas  tenían  vista  la 
luz  pública  y  habían  estado  sirviendo 
de  fuente  á  las  más  autorizadas  re- 
laciones de  los  historiadores  moder- 
nos, desde  Humboldt  hasta  Harrisse 
— por  lo  que  toca  á  los  extranjeros — 
y  desde  Navarrete  á  Madero  por  la 
respectivo  á  los  españoles  y  ame- 
ricanos, figuraban  en  la  nunca  bien 
alabada  Colección  de  viages  que 
aquél  laborioso  erudito  publicara 
en  los  años  de  1826  á  1837,  ^^  su 
mayoría  de  gran  importancia  histó- 
rica y  geográfica;  pero  era,  á  la  vez. 


AL  LECTOR  VII 


fácil  comprender  que  habiendo  ser- 
vido de  base  para  ella  las  copias  y 
extractos  del  paciente  historiógrafo 
don  Juan  Baustista  Muñoz,  se  había 
dejado  de  mano  una  investigación 
directa  en  los  archivos  de  Sevilla  y 
de  Simancas,  arsenal  inagotable  de 
preciosos  hallazgos,  que  era  preciso 
realizar  para,  sino  agotar  la  materia, 
poder,  por  lo  menos,  decir  que  la 
labor  se  había  hecho  y  poner  en  se- 
guida de  manifiesto  sus  resultados» 
Esto  es  lo  que  hemos  intentado  no- 
sotros, y  aunque  no  debemos  afir- 
mar que  nada  nuevo  que  sea  de 
alguna  importancia  ha  de  parecer 
ya  tocante  á  Diaz  de  Solís,  porque 
tal  afirmación  sería  en  extremo  aven- 
turada, cúmplenos  sí  asegurar  qne 
hemos  practicado  cuantas  investiga- 
ciones han  estado  á  nuestro  alcance 
para  que  no  se  nos  escapase,  tocan- 
te á  él,  ni  siquiera  un  apunte  de  los 
libros  de  la  Casa  de  la  Contratación 
de  Sevilla. 


VIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Pero,  desgraciadamente,  no  he- 
mos logrado  encontrar,  entre  las 
piezas  capitales  que  forman  este  pro- 
ceso histórico,  la  causa  que  se  inició 
á  Diaz  de  Solis  y  Yáñez  Pinzón  des- 
pués de  su  viaje  de  1608-9,  Q^^  ha- 
bría proyectado  luz  suficiente  para 
apreciar  la  dirección  cierta  del  de- 
rrotero que  siguieron  en  aquella  oca- 
sión y  los  motivos  que  mui  luego 
llevaron  á  Diaz  de  Solis  á  la  cárcel; 
ni  la  carta  de  los  Oficiales  Reales  de 
Sevilla  en  que  expusieron  al  Rey 
Católico  los  inconvenientes  que  ha- 
llaban en  su  persona  para  que  tu- 
viese á  cargo  determinarla  linea  de 
demarcación  entre  los  dominios  de 
España  y  Portugal,  en  la  cual  se  re- 
solvía, probablemente,  la  tan  deba- 
tida cuestión  de  la  nacionalidad  del 
piloto  mayor;  ni  tampoco,  y  esto  es 
lo  más  sensible  porque  está  intima- 
mente ligado  con  el  descubrimiento 
del  Río  de  la  Plata,  el  derrotero  de 
la  expedición,  que   tuvo   Herrera  á 


AL     LECTOR  IX 


la  vista  para  redactar  su  Historia 
de  los  Castellanos  y  que  parece  fué 
llevado  por  el  piloto  Francisco  de 
Torres  en  su  viaje  de  regreso;  ni 
tampoco  la  información  levantada 
por  los  Oficiales  Reales  después  que 
las  dos  carabelas  fondearon  en  Se- 
villa; ni,  por  último,  la  que  de  orden 
real  se  inició  allí  mismo  para  esta- 
blecer la  culpabilidad  de  los  tripu- 
lantes de  la  armada  de  Diaz  de  So- 
lis,  acusados  poí^  el  Rey  de  Portu- 
gal de  haber  tocado  en  las  costas 
del  Brasil:  como  si  un  destino  sin- 
gular ligado  á  la  vida  del  descubridor 
del  Rio  que  debió  llevar  su  nombre, 
se  manifestase  empeñado  en  dejar 
en  la  penumbra  los  hechos  más  cul- 
minantes de  su  carrera  de  hombre 
y  de  marino. 

El  resultado  obtenido,  no  ha  co- 
rrespondido, pues,  á  nuestro  empe- 
ño y  diligencia,  como  nosotros  sin 
duda  lo  hubiéramos  deseado,  pero, 
asi  y  todo,  presentamos  un  caudal 


JUAN    DÍAZ   DE    SOLIS 


de  piezas  hasta  ahora  desconocidas, 
algunas  de  ellas  bastante  curiosas  y 
alguna  de  gran  importancia,  como 
ser  la  capitulación  real  celebrada  con 
Diaz  de  Solis  en  i5i2,  de  que  hasta 
ahora  no  se  conocía  ni  siquiera  un 
fragmento. 

A  continuación  de  la  parte  docu- 
mental insertamos  las  notas  biblio- 
gráficas que  hemos  debido  reunir 
en  nuestra  biblioteca  particular,  que 
sin  duda  no  son  todas  las  que  pudie- 
ran presentarse  en  que  se  vea  apa- 
recer el  nombre  de  Juan  Diaz  de 
Solis,  pero  sí  las  principales  y  en 
todo  caso  las  suficientes  para  darse 
cuenta  de  cómo  han  sido  tratados 
por  los  autores  la  vida  y  hechos  del 
piloto  mayor  de  España.  Al  ocu- 
parnos de  las  obras  fundamentales 
sobre  la  materia,  nos  ha  parecido 
conveniente,  como  complemento 
del  cuadro  documental,  transcri- 
bir los  pasajes  más  interesantes 
de  esas  obras,   sin  olvidarnos  tam- 


AL  LECTOR  XI 


poco  de  apuntar  en  unas  cuantas 
frases  la  crítica  que  ellas  nos  merez- 
can. 

Apoyados  así  en  los  documentos 
y  en  las  relaciones  de  autores  los 
más  fidedig*nos,  hemos  procedido  á 
redactar  la  primera  parte  de  este 
trabajo,  aquella  en  que  hemos  estu- 
diado por  nuestra  cuenta  los  mate- 
riales acopiados,  tratando  de  esta- 
blecerlos hechos  bien  comprobados, 
desechando  otros  que  en  verdad  sólo 
existieron  en  la  fantasía  de  historia- 
dores inducidos  en  error  por  causas 
varias,  y,  por  fin,  aquilatando  las 
conclusiones  á  que  nos  es  lícito  lle- 
gar cuando  falta  la  documentación 
pero  que  aparecen  admisibles  por  la 
concurrencia  de  circunstancias  ve- 
rosímiles y  concordantes. 

Inciertos  de  habernos  aprovechado 
como  convenía  de  los  materiales  reu- 
nidos, acaso  por  falta  d^  la  prepa- 
ración necesaria  para  estudios  de  la 
índole  del  presente,  nos  queda,  en 


XII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

cambio,  la  certidumbre  de  que  he- 
mos hecho  una  obra  útil  al  presentar 
aquéllos  al  examen  de  los  que  se 
interesan  por  conocer  tan  importan- 
te periodo  de  la  historia  de  los  des- 
cubrimientos marítimos  en  la  Amé- 
rica Española. 


I 


De  la  patria  de  Juan  Diaz  de  Solis 


SUMARIO: — Cómo  se  llamó  á  Juan  Diaz  de  Solís  (no- 
ta i). — Testimonio  de  Mártir  de  Anglería  acerca 
del  origen  y  nacimiento  de  Diaz  de  Solís.— Su 
vecindad  en  Lepe  y  en  Lebrija.— En  realidad,  por 
sus  ascendientes  era  oriundo  de  Asturias. — Fer- 
nández de  Oviedo  le  hace  natural  de  Lebrija. — 
López  de  Gomara  coincide  en  la  misma  opinión. 
— Silencio  que  al  respecto  guarda  el  Padre  Las 
Casas. — Lo  que  dice  Amonio  de  Herrera.— Opinión 
de  Fregeiro  acerca  del  punto  de  que  se  trata. —Id. 
de  don  Eduardo  Madero. — Requisitoria  del  Rey  de 
Portugal  para  prender  á  Juan  Diaz. — Circunstan- 
cias que  manifiestan  que  este  Juan  Diaz  era  en 
realidad  Diaz  de  Solts.— Objeción  presentada  en 
contra  de  este  aserto.— Las  cartas  del  Embajador 
Méndez  de  Vasconcelos  prueban  que  Diaz  de  Solis 
era  portugués. — Circunstancias  deducidas  de  do- 
cumentos oficiales  que  concuerdan  con  esta  opi- 
nión.— El  cargo  de  piloto  mayor  conferido  á  ex- 
tranjeros.— Un  documento  decisivo  en  la  materia 
de  que  se  trata.— Palabras  del  cronista  Damián 
de  Goes. — Opinión  de  D'  Avezac. — Todo  concurre 
por  hoy  á  creer  que  Diaz  de  Solis  era  portugués. 


XIV  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 


ODO  es  incierto  en  la  vida  de  Juan  Diaz 
de  Solís,  I  desde  el  lugar  de  su  naci- 
miento hasta  el  de  su  muerte,  y  en 
baldé  el  historiador  se  afana  por  examinar  los 
textos  de  las  obras  más  acreditadas  y  en  com- 
pulsar los  documentos  hasta  ahora  encontra- 
dos en  los  archivos,  porque,  como  decíamos, 
una  incertidumbre  no  destituida  de  misterio 


1.  Debemos  recordar  aqui  las  variantes  del  nombre 
de  nuestro  piloto.  En  el  primer  documento  impreso  en 
que  figura,  la  primera  Década  de  Mártir  de  Anglería 
que  salió  á  luz,  con  otros  tratados  del  mismo  autor, 
en  i5ii,  en  Sevilla,  aparece  escrito  Juan  Diaz  Solis,  pero 
más  tarde  le  agregó  el  «de»,  y  otra  vez  escribió  Solis  á 
secas.  López  de  Gomara  le  llama  Diaz  de  Solis;  Las 
Gasas  á  veces  con  todas  sus  letras  y  otras  Juan  de 
Solis.  El  Rey  casi  siempre  Juan  Díaz  de  Solis,  alguna 
vez  Juan  Diaz,  otras  Juan  de  Solis,  y  en  la  real  cédula 
de  '¿1  de  Febrero  de  i5i7  Diez  de  Solis. 

El  embajador  Méndez  de  Vasconcelos  lo  apoda  indis- 
tintamente Juan  Dias  de  Solis,  Juan  Diz,  Juan  Dias. 
En  la  cita  que  se  hace  del  historiador  portugués  Da- 
niián  de  Goes  se  ha  escrito  Juan  Dias  Golis,  cuyo  últi- 
mo término  nos  parece  evidentemente  un  error  de  copia 
ó  de  caja,  y  aún  no  estamos  seguros  si  en  la  primera 
edición  de  la  obra  (que  viraos  en  la  Biblioteca  Univer- 
sitaria de  Sevilla)  estaba  escrito  bien  el  segundo  ape. 
Uido:  folis,  con  f  antigua,  de  donde  esta  letra  se  confun- 
dió después  con  la  j  que,  posteriormente  escrita  con 
mayúscula,  se  convirtió  en  G,  Golis. 

En  todo  caso,  es  manifiesto  que  el  nombre  que 
predomina  sin  comparación  sobre  los  demás  con  que 
se  le  ha  designado  es  el  de  Juan  Diaz  de  Solis. 


PATRIA  DE  DÍAZ  DE  SOLIS  XV 

se  cierne  por  sobre  todos  los  actos  de  la  ca- 
rrera marítima  de   aquel  hombre  singular. 

^Dónde  nació  Juan  Diaz  de  Solis?  Hasta 
hace  poco  tiempo  casi  no  era  posible  admitir 
duda  de  que  España  había  sido  su  cuna,  pero 
ya  en  los  últimos  años  comienza  á  abrirse 
paso  la  opinión  que  le  supone  hijo  de  Por- 
tugal, según  vamos  á  verlo. 

Entre  los  testimonios  que  deben  invocarse 
en  primer  lugar  en  el  examen  de  este  punto 
histórico,  es,  sin  duda  alguna,  el  del  italiano 
Pedro  Mártir  de  Anghiera,  ó  Anglería,  al 
decir  de  los  españoles,  que  por  haber  sido 
contemporáneo  de  Diaz  de  Solís, — y  á  quien 
según  parece  conoció, — por  el  cuidado  con  que 
iba  anotando  los  hechos  principales  de  la 
epopeya  del  descubrimiento  de  América  y  por 
su  empeño  de  establecer  los  hechos  oyéndo- 
los de  la  misma  boca  de  los  pilotos  y  capita- 
nes que  en  ellos  figuraban  como  actores,  y 
por  la  alta  posición  que  ocupaba  en  la  corte, 
ha  sido  considerado  como  autoridad  de  pri- 
mera nota.  A  esto  se  agrega  que  su  testimo- 
nio escrito  es  el  más  antiguo  que  se  conozca 
sobre  la  materia  de  que  tratamos. 2 


2.  Mártir  de  Anglería  ha  sido  en  estos  últimos  años 
objeto  de  trabajos  de  verdadera  investigación.  Harrisse 
en  las  páginas  122  y  siguientes  de  su  biblioteca  Ame- 
ricana Vetustissima  dio  primero  su  biografía  exhumán- 
dola con  anotaciones  eruditísimas;  Schumacher  publicó 


XVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Tres  son  los  pasages  de  la  obra  de  Mártir 
de  Anglería  en  que  habla  de  la  patria  de 
Diaz  de  Solís:  en  dos  de  ellos  le  califica  de 
«nebrissensis»,  de  Nebrija,  ó  más  propiamen- 
te Lebrija,  en  momentos  en  que  había  llegado 
á  su  noticia,  por  informaciones  indirectas,  in- 
dudablemente, que  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de 
Solís  tenían  efectuados  ciertos  descubrimien- 
tos en  las  costas  occidentales  del  que  se  creía 
continente.  En  esas  circunstancias  fué  cuando 
se  le  dijo  que  este  último  navegante  era  de 
Lebrija,  sin  pronunciarse  sobre  si  era  vecino 
ó  natural  de  aquella  ciudad,  ya  que  ambos 
conceptos  caben  perfectamente  dentro   de  la 


en  1879  un  concienzudo  trabajo  [Petrus  ^lartyr,  de?' 
Geschichtsschreiber  des  Weltmeeres,  New  York,  1879, 
4.");  Heidenheimer,  su  estudio  Pe'írw.?  V^Iai-tyr  Anghe- 
riiis  und  sein  Opus  epistolarium,  1881,  y  Mariejol, 
'Pierre  'ü\Iartyr  S  Anghiera  sa  vie  etses  oeuvres.  1887, 
S."  Las  obras  de  Mártir  de  Anglería,  que  desde  muy  an- 
tiguo hablan  sido  vertidas  á  varios  idiomas  modernos, 
(véase  Harrisse,  obra  citada,  página  I25,)  comienzan 
también  ahora  á  ser  vulgares  por  nuevas  traducciones. 
GaíTarel  y  Louvot  insertaron  en  la  ^évue  de  géogi'a- 
phie  de  i885  sus  «Lettres  relatives  aux  découvertes 
maritimes  des  Portugais  et  des  Espagnols»,  y  el  pri- 
mero de  estos  autores  lleva  traducidas  al  francés  las 
dos  primeros  décadas,  una  en  la  misma  revista  citada 
(1893-94)  y  lá  otra  en  la  Révue  Bou7~guignonne,  ha 
biéndose  hecho  de  ambas  tirada  por  separado.  Véase 
en  nuestras  notas  bibliográficas  la  traducción  caste- 
llana de  Torres  Asensio. 


PATRIA   DE  DÍAZ  DE  SOLIS  XVII 

expresión  «de  Lebrija».  Y  á  este  respecto 
conviene  notar  que  en  los  documentos  de 
aquella  época,  tanto  de  particulares  como  ofi- 
ciales, y  con  especialidad  en  estos  últimos,  al 
hablar  de  un  individuo  determinado,  lo  co- 
rriente y  usual  era  estampar  el  lugar  de  su 
vecindad  y  no  el  de  su  nacimiento,  dq  tal  ma" 
ñera  que  al  paso  que  se  dice  con  frecuencia 
vecino  de  tal  parte,  poquísimas  veces  se  lee 
natural  de  tal  otra. 

Pero,  andando  el  tiempo,  hubo  Mártir  de 
Anglería  de  volver  á  tratar  en  sus  obras  con 
más  detenimiento  de  posteriores  descubri- 
mientos de  Diaz  de  Solís,  cuando  éste  había 
regresado  ya  á  España  de  aquella  su  pri- 
mera expedición;  siendo  evidente  que  eu 
tal  ocasión  y  con  ese  motivo  le  conoció, 
oyendo  de  sus  labios  que,  á  la  vez  que  de  an- 
tiguo linaje  ástur  ovetense,  decía  haber  nacido 
en  Lebrija.  La  impresión  que  las  declaracio- 
nes de  Diaz  de  Solís  tocante  á  su  nacimiento 
habían  dejado  en  su  ánimo  eran,  á  todas  luces, 
que,  por  su  parte,  creía  que  fuese  ástur  ove- 
tense, pero  en  cuanto  á  lo  de  natural  de  Le- 
brija, eso  era  otra  cosa:  repetía  el  dicho  del 
piloto,  pero  no  lo  afirmaba  en  manera  alguna, 
mejor  dicho,  dudaba  de  que  así  fuese,  puesto 
que,  sin  asentir  á  ello,  se  limitaba  á  consignar 
lo  que  el  interesado  expresaba. 

Que  Diaz  de   Solís  se  hallase  por  ese   en- 

2 


XVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

tónces  avecindado  en  España  no  puede  por 
un  momento  cuestionarse,  y  aun  nos  parece 
evidente  que  antes  de  adquirir  domicilio  en 
Lebrija  lo  tuvo  en  Lepe.  En  un  documento  de 
tanta  trascendencia  para  él  como  la  capitula- 
ción celebrada  en  23  de  Marzo  de  i5o8,  el  mo- 
narca le  llama  expresamente  avecino  de  Le- 
pe». «Vecino  de  la  villa  de  Lepe»,  le  vuelve 
á  llamar  el  Rey  nada  menos  que  al  nombrar- 
le piloto  mayor  de  España  en  reemplazo  de 
Américo  Vespucio,  en  Marzo  de  i5i2,  y  en  la 
capitulación  real  para  que  fuese  á  efectuar 
la  demarcación  de  límites  entre  las  coronas 
de  Castilla  y  Portugal,  únicos  documentos 
oficiales  de  que  conste  aquella  vecindad,  que 
Díaz  de  Solis  conservó  hasta  fines  de  i5i4  en 
que  se  fué  á  establecer  á  Lebrija.  Es  termi- 
nante á  este  respecto  la  real  cédula  de  24  de 
aquel  mes  y  año,  dirigida  á  las  autoridades  de 
Lebrija  en  que  el  soberano  les  manifiesta 
que  favorezcan  á  su  piloto  mayor,  que  «por 
mejor  me  poder  servir  se  vá  á  vivir  é  ave- 
cindar en  esa  villa».  Esta  es,  pues,  la  pri- 
mera vez  en  que  los  documentos  oficiales  se- 
ñalan á  Lebrija  jcomo  vecindad  de  Diaz  de 
Solis,  sin  que  al  nombrar  esa  ciudad  el  Rey 
diga  para  nada  que  el  piloto  fuese  natural  de 
ella,  como  parecería  natural  se  hubiese  expre- 
sado á  las  autoridades  como  especial  motivo 
de  recomendación  para  el  nuevo  vecino.  Pero 


PATRIA  DE  DÍAZ  DE  SOLIS  XIX 

lejos  de  eso:  en  documentos  fehacientes  exis- 
te constancia  de  que  Diaz  de  Solís  había 
tenido  hasta  entonces  su  «casa  y  asiento  en 
la  villa  de  Lepe»,  según  literalmente  lo  de- 
clara la  real  cédula  en  qlie  se  le  concedió  el 
que  pudiese  llevar  á  Lebrija  cierta  canti- 
dad de  trigo;  «por  cuanto  por  parte  de 
vos,  Juan  Diaz  de  Solís,  reza  ese  docu- 
mento, me  fué  fecha  relación  que  á  cabsa 
que  en  la  villa  de  Lepe,  donde  tenéis  vues- 
tra casa  é  asiento,  no  se  coge  ningund  pan, 
•etc.» 

Conviene  notar  todavía  á  este  respecto  para 
explicarnos  las  palabras  de  Mártir  de  Angle- 
ría  que  se.íalan  á  Lebrija  como  lugar  de  ve- 
cindad de  Diaz  de  Solís,  v  no  á  Lepe,  donde 
en  verdad  tuvo  su  casa  y  asiento,  para  va- 
lemos de  las  expresiones  reales,  mucho  más 
tiempo,  que  la  primera  década  de  su  obra  se 
publicó  en  Sevilla  en  i5ii  y  que,  por  consi- 
_guiente,  fué  escrita  por  los  días  en  que  el  pi- 
loto mayor  aun  estaba  avecindado  en  Lepe. 
«Nebriósensis»  le  llamaba  entonces,  y  que  de- 
cía haber  nacido  en  Lebrija,  repetía  en  i5i6, 
al  dar  á  luz  en  Alcalá  la  segunda  parte  de  su 
libro,  es  decir,  en  los  días  en  que  Diaz  de 
Solís  hacía  meses  á  que  había  partido  de  Es- 
paña en  dirección  al  sur  del  continente  ame- 
ricano. Hemos  querido  hacer  notar  estas 
circunstancias,  hasta  ahora  por  nadie  observa- 


XX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

das,  como  homenaje  á  la-  verdad  que  perse- 
guimos, para  que  se  crea  que  en  esta  investi- 
gación no  nos  guía  proposito  alguno  precon- 
cebido, que  en  todo  caso  resultaria  opuesto  á 
nuestros  deseos,  ya  que  quisiéramos  ver  á 
Díaz  de  Solís  español  y  no  portugués... 

Hasta  ahora,  como  se  habrá  visto,  no  he- 
mos hecho  hincapié  en  las  frases  que  Mártir 
de  Anglería  aplica  como  de  cosecha  propia, 
á  Diaz  de  Solís,  esto  es,  que  según  su  opinión 
era  «ástur  ovetense»,  es  decir,  de  Asturias 
de  Oviedo,  en  el  norte  de  España.  Sobre  este 
punto,  nuestro  autor  no  abrigaba  duda  algu- 
na de  que  el  origen  de  Diaz  de  Solís,  su  fa- 
milia, sus  ascendientes,  ó  su  linaje,  como  lo 
expresaba  con  elegancia,  fuese  de  aquella  re- 
gión, pero  abrigaba  á  todas  luces  duda  res- 
pecto á  que  nuestro  piloto  fuese  natural  de 
Lebrija,  pues  sin  negarlo,  daba  á  entender  á 
sus  lectores  que  se  limitaba  á  trasmitirles  lo 
que  el  interesado  le  tenía  dicho. 

De  lo  que  queda  expuesto,  resulta,  pues,  á 
nuestro  juicio,  que  debe  admitirse  que  los  as- 
cendientes de  Diaz  de  Solís  fueron  españoles 
y  con  más  precisión  ástures  ovetenses,  y  que 
ya  en  i5o8  y  aun  en  i5ii,  cuando  Mártir  de 
Anglería  publicaba  su  primera  década,  ha- 
llándose Díaz  de  Solís  avecindado  todavía  en 
Lepe  y  no  en  Lebrija.  pasaba  como  oriundo  de 
esta  última  ciudad.  Podría  también  argumen* 


PATRIA  DE  DÍAZ  DE  SOLIS  XXI 

tarse  que  de  Lebrija  hubiese  marchado  á  Lepe 
antes  de  i5o8  y  que  en  i5i4  hubiese  regresado 
á  su  domicilio  primitivo,  pero  esto  no  pasaría 
de  mera  congetura  sin  base  en  los  documen- 
tos ni  en  los  autores  contemporáneos.  En 
todo  caso,  para  los  que  le  creen  español  debe 
admitirse,  que,  siendo  natural  de  Lebrija,  ha 
-debido  pasar  allí  sus  primeros  años  y  aun  su 
juventud,  para  establecerse  por  lo  menos 
desde  antes  de  i5o8  en  Lepe,  «con  su  casa»,  lo 
que  supone  Diaz  de  Solís  tenía  también  allí 
5U  familia. 

Mucho  más  explícito  que  Mártir  de  Angle- 
ría  respecto  á  la  patria  de  nuestro  piloto  es  el 
primer  cronista  de  Indias,  Gonzalo  Fernández 
■de  Oviedo,  quien  dice  expresamente  que  era 
natural  de  Lebrija.  Su  testimonio,  á  nuestro 
-entender,  dista  mucho  de  tener  el  peso  y  au- 
toridad que  el  de  aquel  autor,  por  las  razo- 
nes que  vamos  á  ver. 

Es  cierto  que  Oviedo  trató  á  Diaz  de  So- 
lís, y  por  consiguiente,  pudo  oirle  lo  que 
asienta  en  su  libro;  pero  también  no  es  me- 
noe  cierto  que  el  dicho  de  Diaz  de  Solís  ha 
<ie  parecemos  interesado  por  lo  que  pronto 
diremos. 

Desde  luego,  bien  pudo  también  copiar  en 
esta  parte  el  cronista,  sin  las  limitaciones  del 
original,  como  debió  hacerlo,  las  Décadas 
de  Mártir  de  Anglería,  que  al  tiempo  que  él 


XXII  F  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

escribía  habían  alcanzado  ya  varias  ediciones; 
pero  no  debemos  olvidar  que  en  lo  tocante 
á  los  hechos  del  piloto  tal  como  los  relata  se 
encuentra  el  gravísimo  error  de  suponer  que 
descubrió  el  Río  de  la  Plata  en  i5i2.  Y  si 
en  hecho  de  tanto  bulto  hay  tal  inexactitud, 
ya  no  puede  inspirarnos  absoluta  confianza 
en  lo  tocante  á  otros  de  mucho  menos  enti- 
dad y  por  ende  menos  dignos  de  despertar  una 
investigación  más  minuciosa  y  autorizada. 

Francisco  López  de  Gomara  es  otro  de  los 
autores  cuyo  testimonio  se  invoca  en  apoyo 
de  que  Lebrija  fuese  la  patria  de  Diaz  de 
Solís,  como  que  en  su  Historia  general  de 
las  Indias  publicada  por  primera  vez  en  Za- 
ragoza en  1 552  expresamente  así  lo  declara; 
pero  su  aserción  es  aún  más  débil  que  la  de 
Oviedo,  puesto  que  escribía  mucho  después 
que  éste,  y  á  quien  sin  duda  sigue,  aun  en  el 
error  de  aceptar  la   expedición  imaginaria  de 

l5l2. 

Testimonio  bajo  todos  conceptos  más  aten- 
dible que  el  de  este  último  habría  sido  el  de 
Fr.  Bartolomé  de  las  Casas,  pero  ¡cosa  sin- 
gular! este  autor  de  ordinario  tan  bien  infor- 
mado y  tan  minucioso,  al  nombrar  al  piloto 
mayor  le  llama  simplen\ente,  casi  con  desdén, 
«un  Juan  Diaz  de  Solís».  Y  adviértase  que  el 
dominico  conoció  como  pocos  la  historia  de 
éste,  sobre  todo  la  de  sus  primeros  tiempos, 


PATRIA  DE  DÍAZ  DE  SOLIS  XXIII 

y  que  no  incurrió  como  Fernández  de  Ovie- 
do y  López  de  Ciómara  en  el  error  de  hacerlo 
figurar  en  el  supuesto  descubrimiento  del  Río 
de  la  Plata  en  i5i2. 

Entre  los  autores  antiguos  que  se  han 
ocupado  de  Diaz  de  Solís  sólo  nos  resta  citar 
al  celebrado  Antonio  de  Herrera,  cronista  de 
Indias  titulado,  como  Fernández  de  Oviedo 
y  que  por  su  cargo  oficial  tuvo  ocasión  de 
examinar  cuantos  documentos  estuvieron  á 
su  alcance  tocantes  á  la  historia  del  Nuevo 
Mundo.  Y  Herrera  dice  también  que  Diaz  de 
Solís  era  natural  de  Lebrija. 

Sería  tarea  inútil  que  continuáramos  con 
esta  revista  de  los  autores  que  consideran  á 
Lebrija  como  patria  de  Diaz  de  Solís,  ya  que 
todos  han  bebido  sus  dictados  en  las  fuentes 
que  quedan  enunciadas.  Sólo  en  1879  ^^  ^^U"* 
dito  don  C.  L.  Fregeiro,  tomando  pie  del 
pasage  de  la  obra  de  Mártir  de  Anglería  que 
hace  á  Diaz  de  Solís  oriundo  de  Asturias 
de  Oviedo  y  considerando  que  allí  existe  el 
lugar  de  Santa  María  de  Solís  se  inclinó  á 
creer  que  el  piloto,  preocupado  de  ocultar  la 
humildad  de  su  cuna,  por  aquello  de  que  los 
asturianos  de  Oviedo  eran  mal  mirados  por 
los  hidalgos  castellanos,  se  dijese  natural  de 
una  población  que  contaba  entre  sus  hijos, 
especialmente  en  su  tiempo,  hombres  distin- 
guidos,  los  varones    doctos  de  que  hablaba 


XXIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

Mártir  de  Anglería.  3  Ya  hemos  de  ver  que 
nuestras  conclusiones  serán  casi  idénticas, 
pero  que  á  ellas  hemos  de  llegar  por  consi- 
deraciones diversas. 

Mas,  entre  estos  autores  modernos  no  po- 
demos pasar  en  silencio  á  don  Eduardo  Ma- 
dero, que  es  el  que  más  lejos  ha  llevado  sus 
investigaciones  tocantes  á  Diaz  de  Solis,  en 
las  que,  aceptando  como  indubitable  que  Le-- 
brija  fué  la  patria  del  piloto,  nos  informa  que 
la  prueba  decisiva  del  punto  en  cuestión, 
cual  serían  los  asientos  respectivos  de  los  libros 
parroquiales  de  nacimientos  no  contienen  á  su 
respecto  el  menor  indicio!  Doloroso  es  decir- 
lo, concluye:  en  Lebrija,  «cuna  de  doctos  varo- 
nes», no  se  encuentra  mas  que  tradición  oral: 
la  casa  donde  se  ha  dicho  que  nació  Solís,  no 
existe!»  4 


3.  El  señor  Freg-eiro  en  su  luminoso  trabajo  La  his- 
toria documental  y  critica,  publicado  catorce  años 
después  de  su  Juan  T>iaz  de  Solis,  se  inclina  ahora  á 
considerar  á  éste  como  portugués. 

4.  «El  señor  Ordoñana  ha  dicho: — «Solis  era  natural 
de  Lebrija  y  habianle  bautizado  en  la  iglesia  de  Santa 
Maria  de  la  Oliva  por  el  año  de  1474»;  pero  en  confir- 
mación de  lo  que  digo  en  el  texto,  expresa  el  señor 
Madero,  puedo  presentar,  entre  otros,  los  testimonios 
del  ilustrado  catedrático  de  Sevilla  don  Carlos  de 
Moya  y  del  cura  de  Santa  Maria  de  la  Oliva  don  Ra- 
fael S.  Reyes».  Historia  del  Puerto  de  Buenos  Aires, 
nota  9,  página  35. 


PATRIA  DE   DÍAZ  DE  SOLIS  XXV 

Examinemos  ahora  la  opinión  de  los  que 
creen  que  Juan  Diaz  de  Solís  era  portugués, 
y  para  ello  comencemos  por  insertar  aquí  la 
real  requisitoria  para  prender  en  España  y 
remitir  al  Rey  de  Portugal  á  un  Juan  Diaz, 
piloto,  por  cómplice  en  el  robo  hecho  á  una 
carabela  de  aquel  monarca  que  venía  de  la 
Mina. 

«D.  Fernando  é  Doña  Isabel,  etc. — A  todos 
los  corregidores,  asistente,  alcaldes  mayores, 
alguaciles  é  otras  justicias  cualesquier  de 
cualesquier  ciudades  é  villas  é  lugares  de  es- 
tos nuestros  reinos  é  señoríos  é  á  cada  uno  é 
cualquier  de  vos  en  vuestros  lugares  é  juris- 
dicciones, salud  é  gracia:  sepades  quel  sere- 
nísimo Rey  de  Portogal,  nuestro  hermano, 
me  envió  facer  saber  que  Juan  Diaz,  piloto, 
llamado  Bofes  de  Bagazo, 5  natural  de  su 
reino  de  Portogal,  andando  en  compañía  de 
ciertos  franceses,  robaron  una  carabela  del  di- 
cho Rey,  que  venía  de  la  Mina,  en  que  roba- 
ron más  de  20,000  doblas,  al  cual  dicho  piloto 
diz  que  copo  su  parte  de  este  dinero,  é  que 
ha  sabido  que  está  en  estos  nuestros  reinos, 
sobre  lo  cual  me  envió  una  pesquisa  que  so- 
bre ello  se  hizo,  rogándonos  que  conformán- 


5.  «Llamado  Bofes  de  Bagazo,»  palabras  que  proba- 
blemente indicaban  un  apodo,  pues  ambas  tienen  su 
significado  en  lengua  portuguesa.  Quizás  pudieran 
aludir  al  color  encendido  del  rostro  de  aquel  piloto. 


XXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

donos  con  los  capítulos  de  las  paces  que  con 
el  dicho  Rey,  nuestro  hermano,  teníamos  fe- 
chas, le  mandásemos  prender  é  entregárgelo 
para  que  en  su  reino  de  Portugal  se  ficiese 
del  justicia:  é  porque  por  la  dicha  pesquisa 
que  Nos  mandamos  ver  paresce  ser  así  ver- 
dad, tovímoslo  por  bien  é  mandamos  dar  esta 
nuestra  carta  para  vosotros  en  la  dicha  razón, 
por  la  cual  vos  mandamos  que  siendo  reque- 
ridos por  parte  del  dicho  Rey,  nuestro  her- 
mano, con  esta  nuestra  carta,  prendades  el 
cuerpo  al  dicho  Juan  Diaz,  piloto,  é  le  se- 
crestéis todos  sus  bienes,  muebles  y  raíces, 
do  quier  que  le  falláredes,  é  lo  entreguedes  é 
fagades  entregar  con  todos  sus  bienes  á  la 
persona  quel  dicho  Rey,  nuestro  hermano, 
enviase  por  él,  para  que  lo  pueda  llevar  é 
lleve  al  reino  de  Portogal,  é  allí  se  ejecute  en 
él  la  justicia:  para  lo  cual  con  sus  incidencias 
é  dependencias,  emergencias,  anexidades  é 
conexidades  vos  damos  poder  complido  por 
esta  nuestra  carta.  Dada  en  la  villa  de  Alfaro 
á  veinte  y  nueve  de  Octubre  de  mil  cuatro- 
cientos noventa  y  cinco  años.»  6 

Rezaba   esta  requisitoria  con  nuestro  Juan 
Diaz  de  Solís? 


6.  Publicada  por  Fernández  de  Navarrete,  Colección 
de  viajes,  t.  III,  p.  5o5,  y  reimpresa  por  Torres  de 
Mendoza,  Colección  de  '^Documentos,    t.  XXXV^III,   p 

347. 


PATRIA  DE  DÍAZ  DE  SOLIS  XXVII 

Llamábaseleenella  Juan  Diaz,  yno  de  Solís, 
pero  esto,  lejos  de  probar  que  no  se  tratase  de 
nuestro  piloto,  viene  á  demostrar  lo  contrario 
cuando  sabenios  que  en  documentos  poste- 
riores emanados  de  fuente  española  7  no  era 
raro  el  que  se  le  designase  sólo  así. 

Que  Juan  Diaz  de  Solís  y  un  hermano  suyo 
hubiesen  servido  en  Portugal  no  puede  admi- 
tir duda  alguna.  Es  bastante  conocido  el  des- 
pacho del  embajador  Méndez  de  Vasconcelos 
en  queda  cuenta  á  su  soberano  déla  entrevista 
que  con  ambos  hermanos  había  tenido  en 
Logroño  el  3o  de  Agosto  de  i5i2,  cuando  se 
hablaba  del  viaje  que  el  piloto  proyectaba  em- 
prender, por  encargo  del  monarca  español,  en 
aquel  año,  en  que  había  oído  de  sus  propios 
labios  que  en  la  Casa  de  la  India  se  le  debían 
á  cuenta  de  sus  servicios  ochocientos  cruza- 
dos. Agrega  el  embajador  que  Diaz  de  Solís 
le  manifestó  que  le  habían  escrito  de  Malaca 
cartas  tocantes  á  la  demarcación  de  límites 
entre  ambos  Estados  y  á  otros  particulares;  y 
que  en  cuanto  á  él,  estaba  persuadido  que  no 
se  le  podría  arrancar  de  España,  porque  «diz» 
que  por  dos  veces  no  se  le  guardaron  los  rea- 
les albalaes. 

El   hecho    de  que    Diaz    de    Solís    tuviese 


7.  Véase  en  Navarrete,  t.  III,  p.   558,  la  declaración 
de  Antón  García,  y  en  los  Pleitos  de  Colón,  pág-.  219. 


XXVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

cierta  asignación  en  la  Casa  de  la  India 
portuguesa,  la  circunstancia  de  hallarse  en 
correspondencia  con  personas  de  aquellas 
partes,  su  profesión  de  marino,  los  dos  al- 
balaes  reales  que  se  le  concedieron,  son,  á 
nuestro  modo  de  ver,  indicios  vehementes  de 
que  Diaz  de  Solis  había  navegado  por  el 
Oriente  al  servicio  del  Rey  de  Portugal.  Si  á 
esto  se  agrega  lo  que  consta  de  la  requisito- 
ria de  1495,  podríamos  aun  sospechar  con 
fundamento  que  el  Diaz  de  Solís  que  en 
i5i2  se  hallaba  en  Logroño  era  el  mismo 
Juan  Diaz,  portugués,  á  que  aludía  la  real 
requisitoria  de  1495. 

Se  ha  dicho  tratando  de  desvirtuar  esta 
opinión  sobre  la  nacionalidad  portuguesa  de 
Diaz  de  Solís  que  en  el  citado  despacho  del 
embajador  iMéndez  de  Vasconcellos,  este,  á  la 
vez  que  expresa  la  persuasión  de  que  el 
piloto  no  tornaría  á  Portugal,  se  manifiesta 
de  contrario  sentir  por  lo  tocante  á  un  Juan 
Anríquez,  quien  creía  había  de  irse,  por  ser  él 
y  su  mujer  portuguesas,  como  dando  á  en- 
tender que  no  era  posible,  por  la  razón  opues- 
ta, esperar  otro  tanto  de  Diaz  de  Solís.  Pero 
lejos  de  llegar  á  esta  conclusión,  nos  parece 
deducirse  sin  dificultad  de  los  términos  re- 
cordados del  embajador,  precisamente  lo  con- 
trario. Anríquez  se  iría  porque  él  y  su  mujer 
eran  portugueses;  pero  Diaz  de  Solís  no  ha- 


PATRIA  DE  DÍAZ  DE  SOLIS  XXIX 


ría  otro  tanto,  porque,  aunque  portugués,  su 
mujer  no  tenía  esa  nacionalidad.  Y  así  era 
la  verdad  de  las  cosas. 

Por  lo~demás,  nos  parece  claro   que  Mén- 
dez de  Vasconcelos  no  habría  tentado  de  ob- 
tener de  Diaz  de  Solís  que  volviese  al  servi- 
cio   de    Portugal,    si  hubiese   creído  que   se 
dirigía  á  un  subdito  español.  El  hecho,  desde 
luego,  parecería  por  extremo  raro  y  sin  pre- 
cedentes en  la  historia   de  aquellos  tiempos, 
en  que  tentativas  como  aquella  habían  de  re- 
petirse muy  pocos  años   después,  pero  siem- 
pre   respecto  de  portugueses  al    servicio   de 
España  y    alejados  de    Portugal   por  quejas 
más  ó  menos  fundadas.  Bástenos  á  este  res- 
pecto citar  el  caso  de  Hernando  de  Magalla- 
nes, que  se  halló  seis  años  después  que  Diaz 
de  Solís  exactamente  en    las   mismas   condi- 
ciones que  éste. 

Mucha  luz  sobre  este  punto  arrojan  algu- 
nos párrafos  de  otra  carta  del  mismo  Méndez 
de  Vasconcelos  escrita  pocos  días  después  de 
la  que  hemos  comentado,  en  que  dando 
cuenta  al  monarca  portugués  de  una  nueva 
entrevista  que  había  celebrado  con  Diaz  de 
Solís  y  su  hermano,  en  que  éste  le  dijo,  son 
sus  palabras,  «que  se  le  debían  en  la  Casa  de 
la  India  trescientos  cruzados  y  al  piloto  ocho- 
cientos; que  V.  A.  le  dio  albalaes  para  que 
3e  los  pagasen,  y  que  nunca  se  los  pagaron, 


XXX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 


y  que  aquí  le  proponían  muy  grandes  venta- 
jas.» «Hice  hincapié,  añade  el  embajador,  en 
manifestarle  cuan  poco  seguro  era  todo  lo 
que  aquí  se  trataba,  y  como  nunca  se  cum- 
plía, y  cómo  lo  de  V.  A.  era  muy  verdadero 
y  cómo  yo  trabajaría  todo  lo  que  pudiese 
porque  V.  A.  le  perdonase  y  le  hiciese  mer- 
ced; y  á  este  tenor,  y  respondióme  que 
ya  V.  A.  le  había  enviado  por  conducto  de 
su  hermano  un  albalá  de  seguro,  pero  que  él 
no  osaría  ir  por  allá,  ni  iría,  que  tenía  miedo 
de  que  se  le  mandase  prender,  excusándose 
con  estas  razones  y  diciendo  que,  si  fuese  para 
allá,  se  le  tendría  por  sospechoso,  y  en  con- 
clusión, que  no  iría.» 

Cuando  vemos  esto,  cuando  el  Embajador 
promete  á  Diaz  de  Solís  que  se  empeñará 
con  su  Rey  para  que  le  perdonase;  cuando 
aquél  se  excusa  alegando  que  se  hallaba  te- 
meroso de  que  le  prendieran;  cuando  alega 
las  proposiciones  ventajosas  que  se  le  ha- 
cían en  España,  francamente  es  necesario 
convenir  ante  documentos  que  concuerdande 
este  modo,  como  la  requisitoria  de  1495  y  la 
conferencia  de  que  tratamos,  que  el  portu- 
gués Juan  Diaz  de  aquella  fecha  y  el  Juan 
Diaz  de  Solís  al  servicio  de  España  en  i5i2 
son  la  misma  persona. 

^O  acaso  el  Juan  Diaz  de  Solís  que  se  de- 
cía natural  de  Lebrija  habría  servido  en  Por- 


PATRIA  DE  DÍAZ  DE  SOLIS  XXXI 

tugal,  habría  allí  delinquido,  y  en  España  le 
ofrecían  por  ese  entonces  partidos  ventajosos? 
Entre  esta  suposición  ó  admitir  que  el  por- 
tugués Juan  Diaz,  culpable  en  1495  y  asilado 
más  tarde  en  los  dominios  españoles,  fuese 
el  de  que  tratamos,  nos  parece  que  no  cabe 
trepidar. 

Hay  otras  circunstancias  que  vienen  á  de- 
mostrar que  Diaz  de  Solís  no  pasó  jamás  en 
España  ante  el  concepto  de  las  autoridades, 
desde  el  Rey  hasta  los  oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  Sevilla,  como  hijo  de  Es- 
paña. 

Desde  luego,  hemos  visto  ya  que  el  monar- 
ca al  nombrarle  le  llama  simplemente  su  pi- 
loto mayor,  vecino  de  Lepe  ó  de  Lebrija,  se- 
gún los  tiempos;  se  esmera  á  veces  en  mani- 
festarse con  él  bondadoso  y  asequible,  pero 
en  realidad  jamás  le  trata  como  su  subdito. 
Más  faun:  no  faltan  antecedentes  para  creer 
que  le  miraba  con  desconfianza.  Es  lástima 
que  falten  algunos  documentos  que  vendrían 
á  proyectar  abundante  luz  sobre  este  particu- 
lar, pero  hay  en  otros  suficientes  indicios  de 
lo  que  aseveramos. 

En  carta  escrita  por  el  Rey  á  los  Oficiales 
Reales  de  Sevilla,  desde  Burgos,  en  3  de 
Marzo  de  i5o8,  entre  otras  cosas,  les  decía, 
contestando  un  despacho  que  le  habían  |din- 
gipo:  «Fué  muy  bien  fecho,  ansimismo,  en 


XXXII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

esta  compañía  de  los  dichos  pilotos  recibirá! 
dicho  Juan  Diaz,  por  ser,  según  decís,  perso- 
na de  mucha  ispiriencia,  de  quien  yo  podré 
servirme  para  las  cosas  del  descubrir.»  Hay 
sin  duda  alguna  otra  palabra  en  este  despa- 
cho que  falta  entre  renglones  y  que  debía 
hallarse  en  la  carta  de  los  oficiales,  la  nacio- 
nalidad de  Juan  Díaz,  óbice  á  que  servía  de 
contrapeso  su  experiencia  en  la  navegación  y 
los  servicios  que  más  adelante  se  esperaba 
que  podría  prestar  en  las  cosas  del  descu- 
brir. 

^:No  tendría  también  alguna  relación  con 
esto  la  prisión  que  el  nuevo  piloto  sufrió 
después  de  su  regreso  del  viaje  en  que  llevó 
de  compañero  á  Yáñez  Pinzón,  en  el  cual, 
apesar  de  la  pericia  reconocida  de  Diaz  de 
Solís,  á  quien  se  confiaba  la  dirección  de  la 
armada,  el  Rey  disponía  que,  una  vez  echada 
el  ancla,  se  obedeciese  á  aquél  como  capi- 
tán? 

Pero  donde  más  claramente  consta  esta 
desconfianza  del  Rey  hacia  Diaz  de  Solís  es 
al  tratar  de  despacharle  para  su  proyectado 
viaje  de  i5i2.  Reconocía  entonces  el  monar- 
ca que  los  Oficiales  Reales  tenían  razón  en 
manifestarle  los  inconvenientes  de  esa  ex- 
pedición mandada  por  Diaz  de  Solís  y  que 
estaba  encaminada  á  efectuar  la  demarcación 
entre  las   Coronas   de   Castilla   y   Portugal; 


PATRIA  DE  DÍAZ  DE  SOLIS  XXXIII 

pero  «la  verdad  es,  les  contestaba  el  Rey, 
que  al  tiempo  que  con  él  se  asentó  la  dicha 
capitulación,  fué  porque  teníamos  y  tenemos 
acordado  de  enviar  juntamente  con  él  una 
persona  de  mucha  confianza  é  cuidado',  el 
cual  ha  de  llevar  secretamente  poderes  que 
excedan  á  los  quel  dicho  Juan  de  Solís  lleva, 
para  que  cada  é  cuando  él  dicho  Juan  de  So- 
lís tentase  de  hacer  algo  que  no  debiese  con- 
tra el  tenor  de  la  dicha  capitulación  que  con 
él  se  tomó,  le  pudiese  contradecir,  y  lo  que 
principalmente  á  ello  nos  movió,  fué  tenerle, 
como  vosotros  decís,  por  persona  de  no  mu- 
cha constancia.»  8 

No  sabemos  si  estaremos  equivocados,  pe- 
ro del  tenor  literal  de  estas  palabras  creemos 
se  deduce  con  facilidad  que  si  el  Rey  abri- 
gaba desconfianza  del  gefe  de  la  proyectada 
espedición,  expedición  que  iba  encaminada 
precisamente  á  efectuar  la  demarcación  entre 
España  y  Portugal;  que  si  tenía  resuelto 
que  le  acompañase  en  el  viaje  una  persona 
de  confianza  con  poderes  secretos  superiores 
á  los  suyos,  era  cabalmente,  aunque  el  Rey 
no  lo  dijera,  porque  Diaz  de  Solís  no  era  es- 
pañol. 

Se  ha  insinuado  que  debiendo  el  cargo  de 
piloto  mayor  recaer,  conforme  á  las  leyes  del 


8  Véase  en  los  documentos   de    este   tomo  la  pági- 
na 75. 

3 


XXJCIV  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

reino,  en  subditos  españoles,  el  hecho,  del 
nombramiento  de  Juan  Diaz  de  Solís  mani- 
fiesta que  éste  lo  era;  mas,  basta  considerar 
que  Américo  Vespucio,  el  primer  piloto  ma- 
yor, y  Sebastián  Caboto,  que  reemplazó  á 
Diaz  de  Solís,  eran  sin  género  de  duda  extran- 
jeros, para  que  esta  objeción  se  desvanezca 
por  sí  sola. 

Pero,  haciendo  caso  omiso  de  las  conside- 
raciones expuestas,  existe  un  documento 
emanado  de  la  cancillería  portuguesa  y  en 
absoluto  aceptado  por  la  española,  en  que,  á 
la  vez  que  se  recuerda  la  nacionalidad  de  Diaz 
de  Solís,  se  expresa  que  éste  y  el  Juan 
Diaz  á  que  alude  la  requisitoria  de  1495  son 
una  misma  persona.  Nos  referimos  á  la  real 
cédula  dé  22  de  Febrero  de  i5ij  en  que  el 
monarca  español,  dirigiéndose  á  los  Ofi- 
ciales de  la  Casa  de  Contratación  de  las  In- 
dias, les  comunica  que  «Joan  Diez  de  Solís, 
portugués,  vino  huyendo  á  estos  reinos  de 
Castilla  desde  Portugal,  por  muchos  críme- 
nes y  excesos  que  allá  había  hecho.»  La  in- 
formación portuguesa  manifestaba,  en  seguida, 
que  ese  mismo  Diaz  de  Solís  acababa  de 
efectuar  una  expedición  á  las  costas  del  Bra- 
sil, «donde  diz  que  cargaron  del  y  de  otras 
cosas  de  la  dicha  tierra». 

De  los  términos  de  la  reclamación  portugue- 
sa, plenamente  acogida  por  el  monarca  español» 


PATRIA    DE    DÍAZ    DE    SOLIS  XXXV 

-<:omo  que  ordenó  levantar  á  su  tenor  una  in- 
vestigación  judicial,    resulta  que  en    Portu- 
gal á  la  vez  que  se  habían  seguido  los  pasos 
á  Diaz  de  Solís — y  de  ello   bastante   constan- 
cia dan  las  cartas  del  embajador  Méndez  de 
Vasconcelos — se  tenían  aún  por  aquél  enton- 
ces noticias  vagas  de  la  jornada  que  el  piloto 
mayor  de  España  acababa  de  efectuar  al  Río 
"de  la    Plata:  y  no   podía    ser   de   otro  modo 
cuando  sabemos  el  sigilo  con  que  la  armada 
fué    preparada  y    la    manera  como    volvió  á 
España    parte    de    los    expedicionarios.    En 
Portugal  indudablemente  se  había  tenido  del 
<iel    hecho    noticias,     aunque    vagas,    como 
-decimos,   las  cuales  procedían,  ya  de  espías 
portugueses  que  existían   en  España    y    que 
supieron  la  llegada  de   algunos  de    los  com- 
pañeros de  Diaz  de  Solís,  ya  de   los   colonos 
portugueses  que  por  aquellos   años   residían 
■en    Pernambuco    ó    con     más    probabilidad 
<ie    los    tripulantes   de  una  de  las    naves    de 
Diaz  de  Solís  que  naufragó  en  las  costas  del 
Brasil.  El  monarca  español,  por  su  parte,  se 
limitaba  á  transcribir  á  los  oficiales,  más  por 
un  deber  de  cortesía   internacional  que  por- 
que en  realidad  tratase  de  averiguar    lo  que 
^n  el  hecho  hubiese  de  cierto  en  una  denuncia- 
ción cuyo  origen  conocía  perfectamente,  como 
que  el  viaje  había  sido  autorizado  por  él. 
Pero  si  este  cúmulo  de  antecedentes,  gra» 


XXXVI  JUAN    DÍAZ    DE    SOLíS 

ves,  precisos  y  concordantes  no  fuesen  toda- 
vía bastante  fuertes  para  formar  nuestro  con- 
vencimiento acerca  de  la  patria  de  Juan  Diaz 
de  Solís,  no  falta  texto  antiguo  portugués,. 
de  fuente  completamente  autorizada  en  que 
poderlo  apoyar:  nos  referimos  al  conocido 
pasaje  de  la  obra  de  Damián  de  Goes  intitu- 
lada Chronica  do  Rey  íAíanoel  9,  que  dice 
cómo  sigue: 

«  Per  erros  que  hum  piloto    portuguez  per 
((  nome  Joam  Dias  Golis  cometeo,  fugio  des- 
((  tes  regnos  et  se  foi  a  Castella,  onde  per- 
«  suadio  a  alguns  mercaderes  que  armassem 
«  duas  naos,    et  que  elle  as  guiarla  a  térra 
«  de  Santa-Cruz  do  Brasil,  et  as  traria  carre- 
«  gadas  de  mercadorias  em  que  fezessen  mui- 
((  to  proveito;  com  as  quaes  naos  seguio  sua 
((  viagem  et  tornou  neste  anno  m.  d.  xvj.  Do 
((  que  sendo  avisado  Dom  Carlos  Rei  de  Cas- 
ce  tella,  archeduque  de  Austria,  ^er  cartas  del 
€  Rei  Dom  Emanuel,  escreveo  aos  regedores 
«  de  Sevilha  que  castigassem  todo  los  culpa- 
«  dos   neste   negocio    como   quebrantadores 
«  das  pazes    et   capitulacoes    feitas   entre  os 
((  Reis  de  Castella  et   destes  regnos;  o   que 
«  elles  fezeram  com   muito    rigor   et  diligen- 
<(  cia.  » 


9.  En  su  Chronica  do  'Key  V^íauoel,  Coimbra,  ijzo, 
t.  II,  p.  437. 


PATRIA    DE    DIAZ     DE    SOLIS  XXXVII 

Gomo  observa  M.  D'Avezac,  el  primero,  se- 
gún creemos,  que  ha  citado  la  obra  del  cronista 
portugués,  «es  evidente  que  éste  acomoda  y 
enlaza  á  su  modo  hechos  de  los  cuales  sólo 
poseía  una  noticia  poco  cierta»,  pero  en  el 
fondo  y  en  cuanto  al  punto  que  tratamos  de 
esclarecer  no  cabe  duda  posible  de  que  consi- 
deraba á  Diaz  de  Solís  como  portugués  y  que 
de  su  patria  había  huido  á  España  por  «erros 
que  cometeo».  ^^  Comparando  el  texto  ci- 
tado con  el  de  la  real  cédula  de  22  de  P'ebre- 
ro  de  i5i7,  se  ve  que  ésta  fué  la  base  de  la 
noticia  que  Goes  daba  á  sus  lectores.  F^or  lo 
demás,  sea  ó  nó  exacta  nuestra  suposición,  es 
■constante  que  Goes  era  hombre  de  vasta  ilus- 
tración, que  después  de  haber  viajado  por 
varias  naciones  de  Europa  había  sido  nom- 
brado en  Junio  de  1548  archivero  mayor  del 
reino,  en  cuyo  cargo  reunió  la  mayor  parte 
de  las  noticias  documentales  que  utilizó  en 
su  crónica,  lo  que,  junto  con  haber  sido  coetá- 
neo, puede  decirse,  de  los  descubrimientos 
deprincipiosdel  siglo  xvi,le  acreditan  como  el 
más  instruido  y  verídico  de  los  historiadores 
portugueses,  n 


10.  Considerations  geographiques  sur  l'h'istoire  du 
'^résil,  Paris,  1857,  pág.  176. 

11.  Véase  sobre  Damián  de  Goes  la  carta  escrita  por 
el  Vizconde  de  Santarem  á  Fernández  de  Navarrete, 
•que  éste  inserta  en  la  página  309  del  tomo  ÍII  de  su 
Colección. 


XXXVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Fundados  principalmente  en  su  testimonio^ 
si  no  en  algunas  de  las  consideraciones  que 
quedan  expuestas,  no  puede  parecemos  extra- 
ño que  Varnhagen,  D.  Avezac,  y  últimamente 
el  sabio  americanista  Harrisse  i»  afirmen  que 
Diaz  de  Solís  era  portugués,  y  que  el  escritor 
uruguayo  don  C.  L.  Fregeiro  se  incline  á 
aceptar  la  misma  opinión.  i3 

Tal  es  por  hoy  lo  que  á  nuestro  juicio  re- 
sulta acerca  de  este  punto  histórico,  en  cuya 
resolución  se  hallan  interesadas  dos  naciones^ 
déla  discusión  de  los  autores  de  más  nota  y  de 
la  compulsa  de  los  documentos  hasta  ahora 
conocidos.  Se  nos  figura  que  si  se  lograra 
encontrar  la  carta  de  los  Oficiales  Reales  de 
Sevilla  al  Rey  en  que  le  representan  los  in- 
convenientes que  se  les  ofrecían  para  que 
Diaz  de  Solís  llevase  á  cabo  la  proyectada  ex- 


12.  The  discoverr  of  North  America,  pág.  737.  En- 
realidad,  se  refiere  al  Juan  Diaz  de  Solis  de  que  habla 
la  real  cédula  de  i5i7,  que  considera  diverso  del  que 
designa  Damián  de  Goes.  Ya  hemos  visto  que  son  la 
misma  persona. 

i3.  Fregeiro,  La  historia  documental  y  critica,  pági- 
na 32.. ..«Parecíame  que  su  nacionalidad  española  es- 
taba fuera  de  duda,  pero  el  documento  emanado  de  la 
cancillería  española,  en  que  se  le  califica  de  portugués» 
y  los  demás  antecedentes  ligados  con  este  tema  de  la 
vida  del  descubridor  del  Río  de  la  Plata,  inclinan  mu- 
cho mi  ánimo  al  convencimiento  de  todo  lo  con- 
trario.» 


PATRIA  DE  DÍAZ  DE  SOLIS  XXXIX 

»i  ■i.ii»  «■■  ■  -I-.  .1.1  I.  ■  --  ■,..-,-—  — ■— —  ,,..    .   .    — 

ploración  del  año  i5i2,  estaría  solucionada 
ladiñcultad.  Pero  en  el  estado  actual  de  nues- 
tros conocimientos,  creemos  que  las  proba- 
bilidades están  porque  Diaz  de  Solís  era  por 
su  linaje  oriundo  de  Asturias  de  Oviedo;  que 
de  allí  sus  ascendientes  pasaron  á  establecer- 
se en  Portugal,  donde  él  ha  debido  nacer; 
que  después  de  haber  hecho  algunos  viajes 
á  la  India  en  calidad  de  marino,  disgustado 
porque  no  se  le  pagaban  sus  salarios,  abandonó 
el  servicio  de  aquella  nación  y  se  alistó,  sin 
duda  como  piloto,  en  naves  de  corsarios  fran- 
ceses; que  robó  en  compañía  de  éstos  una  ca- 
rabela portuguesa  que  volvía  á  Europa  de  la 
Mina,  y  que  después  de  recibir  su  parte  de 
la  presa,  se  hallaba  en  España  en  los  últimos 
meses  del  año  de  1495.  ■ 


II 


Descubrimiento  del  golfo  de  Migueleas, 
que  se  dice  ejecutado  por  Diaz  de 
Solis  antes  del  año  1499. 

SUMARIO:— Circunstancias  favorables  en  que  lleg-aba 
Diaz  de  Solis  á  España:  los  Reyes  Católicos  con- 
ceden autorización  para  efectuar  descubrimientos 
en  Indias.— Palabras  de  Fernández  de  Oviedo  to- 
cantes á  un  viaje  de  Diaz  de  Solis  realizado  antes 
de  i5oo  al  golfo  de  Higueras. — Id.  de  Mártir  de 
Angleria. — López  de  Gomara  concuerda  en  este 
punto  con  el  primer  cronista  de  Indias.— Testi- 
monio del  P.  Las  Casas.— Lo  que  resulta  de  los 
T^leüos  de  Co/ó«.— Según  las  deposiciones  de 
Yáñez  Pinzón  y  Pedro  de  Ledesma,  el  golfo  de 
Higueras  no  fué  descubierto  por  Diaz  de  Solis. — 
Es  posible  que  éste  figurase  en  alguna  explora- 
ción maritima  de  que  no  se  tiene  noticia. — Opi- 
niones de  Gaffarel  al  respecto  (nota). 

AS  circunstancias  en  que  Diaz  de  Solis 
llegaba  á  España  no  podían  ser  mas 
favorables  á  su  carrera  de  marino.  Eran 
precisamente  los  momentos  en  que  los  Reyes 
prevenían  á  D.  Juan  de  Fonseca.  á  cuyo  cargo 


XLII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

corrían  las  cosas  de  las  Indias,  que  h.abían  re- 
suelto autorizar  el  que  se  pudiese  ir  á  descu- 
brir en  aquellas  partes,  conforme  á  una  real 
provisión  que  ordenaban  pregonar  y  publicar 
en  Andalucía  «y  dar  el  traslado  de  ella  á  quien 
lo  quisiere»;  «y  vos  enviad  en  cada  carabela^ 
decían,  una  ó  dos  personas  de  recabdo  que 
tengan  cargo  de  traer  la  razón  de  donde  fue- 
sen las  dichas  carabelas  que  así  fuesen  á  des- 
cobrir,  y  de  lo  que  rescataren  y  descobrieren, 
de  que  nos  han  de  dar  parte,  segund  el  tenor 
de  dicha  nuestra  provisión.»  i 

Rezaba  ésta,  es  verdad,  con  los  subditos  y 
naturales  de  España,  entre  los  cuales  no  de- 
bía contarse,  al  parecer,  á  Juan  Diazde  Solís, 
pero  no  debe  olvidarse  que  éste  era  de  origen 
español,  de  antiguo  linaje  ástur  ovetense,  y 
que,  sin  duda  alguna,  al  pisar  tierra  española 
tuvo  buen  cuidado  de  hacer  valer  su  primitiva 
ascendencia,  así  como  más  tarde  lo  tuvo  tam- 
bién de  recordar  á  cada  momento  su  vecindad 
andaluza.  Diaz  de  Solís  aparecía  desde  el  pri- 
mer instante  de  llegar  á  Castilla  interesado 
en  hacer  olvidar  su  nacimiento  en  Portugal^ 
tanto  por  buscar  amparo  de  las  gestiones  que 
en  contra  suya  se  intentaban  para  prenderle, 
como  para  participar  de  las  gracias  y  franqui- 


I.  Real  cédula  de  7  de  Abril  de   1495,  publicada  en 
Navarretc,  t.  II,  p.  i58. 


GOLFO    DE    HIGUERAS  XLIII 

cias  acordadas  en  su  nueva  patria  á  los  espa- 
ñoles, entre  las  cuales  figuraba,  en  primer 
término,  la  libertad  de  correr  el  mar,  que  era 
su  profesión. 

No  nos  imaginemos  tampoco  que  la  res- 
tricción impuesta  á  favor  de  los  españoles  en 
lo  tocante  á  navegar  á  las  Indias  y  efectuar 
descubrimientos  se  cumpliese  con  todo  rigor, 
cuando  sabemos  que  en  los  propios  días  que 
se  dictaba ,  los  Revés  celebraban  contrato 
con  el  florentino  Juanoto  Berardi  para  que 
se  hiciese  cargo  de  llevar  á  las  Indias  doce 
navios  aparejados  y  provistos  de  todo  lo  ne- 
cesario. 2  Además,  no  debía  entenderse  en 
sentido  tan  extricto  que  no  se  permitiese  em- 
barcar en  aquellas  expediciones  encabezadas 
por  españoles  á  los  extranjeros,  cuando  sabe- 
mos que  en  ellas  fueron  italianos  y  portugue- 
ses y  poco  más  tarde  alemanes,  flamencos, 
franceses  é  ingleses.  Baste  á  este  respecto 
con  que  citemos  el  nombre  de   Vespucio.  3 

Hemos  debido  recordar  estos  antecedentes 
ya  que  es  llegado  el  caso  de  citar  aquí  las  pa- 


2.  La  real  provisión  sobre  descubrimientos  y  el  con- 
trato con  Berardi  los  ha  publicado  Navarrete,  t.  II, 
pp.  i59  y  i65. 

3.  Sin  contar,  por  supuesto,  al  mismo  Colón.  En  los 
pleitos  de  éste  fig-ura  la  declaración  de  uno  ó  mas  pi- 
lotos portugueses  que  acompañaron  en  sus  viajes  á 
los  primeros  descubridores. 


XLIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

labras  de  Fernández  de  Oviedo  que  atribuyen 
á  Diaz  de  Solís  la  gloria  de  haber  llegado  en 
unión  de  Vicente  Yáñez  Pinzón  al  continente 
americano  inmediatamente  después  que  Co- 
lón. Dice,  pues,  el  cronista  de  Indias  al  tratar 
de  «la  geografía  y  asiento  de  la  Tierra-Firme 
desde  el  golfo  de  las  Higueras,  bajando  la  tie- 
rra de  Yucatán  á  la  costa  de  Nueva  España», 
etc.,  que  es  el  tema  del  capítulo  vi  1 1  del  libro 
XXI  de  la  segunda  parte  de  su  Historia  gene- 
ral de  las  Indias:  «é  proseguiré  desde  donde 
acabé  en  el  capítulo  precedente,  que  fué  en  el 
golfo  de  Higueras,  que  algunos  atribuyen  al 
almirante  primero  don  Cristóbal  Colón,  di- 
ciendo que  él  lo  descubrió.  Y  no  es  así:  por- 
que el  golfo  de  Higueras  lo  descubrieron  los 
pilotos  Vicente  Yáñez  Pinzón  é  Joan  Diaz  de 
Solís  é  Pedro  de  Ledesma  con  tres  carabelas, 
antes  que  el  Vicente  Yáñez  descubriese  el  Río 
Marañón,  ni  que  el  Solís  descubriese  el  Río 
de  la  Plata.»  4 

Vese,  pues,  del  tenor  de  este  pasaje  del  cro- 
nista de  Indias  que  el  descubrimiento  del  gol- 
fo de  las  Higueras,  situado  según  él  mismo, 
en  i6  y  medio  grados  al  norte  de  la  línea  equi- 
noccial, tuvo  lugar  antes  de  Enero  de  i5oo, 
fecha  en  que  Yáñez  Pinzón  bebía  en  el  Océa- 
no las  aguas  del  Amazonas. 


4.  Tomo  II,  página  140. 


GOLFO    DE    HIGUERAS  XLV 

En  apoyo  de  las  palabras  de  Fernández  de 
Oviedo,  pucdense  citar  todavía  las  de  otros 
historiadores  contemporáneos  ó  que  vivieron 
poco  después  de  la  fecha  en  que  se  supone 
verificado  el  hecho. 

Sea  el  primero  Mártir  de  Anglería,  de  cuya 
persona  y  escritos  dimos  noticia  en  otro  lu- 
gar. Dice  este  autor:  «el  mismo  Almirante 
Colón,  con  cuatro  naves  y  ciento  setenta  hom- 
bres que  le  han  dado  los  Reyes,  recorrió  en  el 
año  i5o2  la  tierra  que  mira  el  último  cabo  oc- 
cidental de  Cuba,  hasta  unas  ciento  treinta 
leguas,  á  mitad  del  cual  espacio  hay  una  isla 
feracísima  en  producciones  y  frutas  de  árbo- 
les, Uamada  Guanasa,  y  se  volvió  de  allí  al 
oriente  por  las  regiones  de  aquella  costa,  pen- 
sando que  volviendo  los  pasos  encontraría  la 
costa  de  Paria;  pero  no  salió  con  ello.  Tam- 
bién se  dice  quehan  recorrido  aquellas  costas 
occidentales  Vicente  Ynés  (Yáñez  Pinzón)  de 
quien  arriba  hablamos,  y  un  Juan  Diaz  de 
Solís,  de  Lebrija,^yotros  muchos,  cuyas  cosas 
no  conozco  aun  bien.»  5 

Puede  que  nos  engañemos,  pero,  á  nuestro 
juicio,  estas  palabras  de  Mártir  de  Anglería 
se  refieren  á  una  exploración  que  Yáñez  Pin- 
zón y  Diaz  de  Solís  supone  ejecutaron  antes 


5.  Véase  el  texto  latino  de   este   último  pasaje  en  la 
página  200  de  esta  obra. 


XLVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

de  i5o2,  fecha  á  que  alcanza  en  su  relato  de 
las  cosas  de  Colón  hasta  ese  momento,  como 
se  ha  visto. 

En  el  libro  vii  de  la  década  ii  de  la  obra 
del  mismo  autor,  se  encuentra  también  un 
pasaje  relativo  á  Yáñez  Pinzón,  cuya  interpre- 
tación puede  ofrecer  alguna  vacilación.  «En 
la  primera  década,  repite,  se  hizo  mención  dis- 
tinguida de  Vicente  Añez  Pinzón,  Éste  había 
acompañado  en  la  primera  navegación  á  Cris- 
tóbal Colón,  genovés,  después  Almirante. 
Posteriormente,  como  se  dice  en  la  década,  por 
sí  y  á  sus  expensas  hizo  exploraciones  con 
una  sola  nave,  provisto  de  real  diploma  y  per- 
miso.» 

En  las  palabras  precedentes,  Mártir  de  An- 
glería  parece  referirse  evidentemente  al  via- 
je en  que  Yáñez  Pinzón  descubrió  el  Mara- 
ñón,  «como  se  dice  en  la  década»,  en  la  cual, 
efectivamente,  de  eso  se  trata;  pero  al  paso 
qu?  allí  habla  de  que  las  carabelas  eran  cua- 
tro, ahora  limita  su  número  á  una.  Es,  pues 
manifiesto  que  en  este  punto  hay  un  olvido 
de  parte  del  autor,  olvido  que  no  puede  servir 
de  base  para  autorizar  la  creencia  de  otro  viaje 
diverso  del  emprendido  por  Yáñez  Pinzón  en 
1499. 

Otro  de  los  historiadores  primitivos  de  las 
Indias  que  viene  á  apoyar  el  aserto  de  los  dos 
precedentes  es  López  de  Gomara.  «Descubrió 


GOLFO    DE    HIGUERAS  XLVII 

Crist«^bal  Colón,  dice,  trescientas  y  setenta 
leguas  de  costa  que  ponen  del  Río  Grande  de 
Higueras  al  Nombre  de  Dios,  el  año  de  i5o2. 
Dicen  algunos  que  tres  aaos  antes  lo  habían 
andado  Vicente  Yáñez  Pinzón  y  Juan  Diaz  de 
Solís,  que  fueron  grandísimos  descubrido- 
res.» 6  Este  testimonio  es  muy  importante 
porque  viene  á  darnos  la  fecha  en  que  el  su- 
puesto descubrimiento  ha  debido  verificarse, 
dato  que  faltaba  en  la  relación  de  Fernández 
de  Oviedo:  tres  años  antes  de  i5o2,  es  decir, 
en  1499. 

El  Padre  Las  Casas  que  ha  referido  el  pri- 
mero con  ciertos  detalles  una  exploración  de- 
Yáñez  Pinzón  en  unión  de  Diaz  de  Solís,  sin  se- 
ñalarle fecha  alguna,  se  limita  á  decirnos  que, 
sabido  en  Castilla  lo  que  el  Almirante  había 
descubierto  en  su  postrer  viaje  (i5o2)  «acorda- 
ron luego»  de  ir  á  proseguir  el  camino  que  en 
aquel  viaje  había  llevado.»  Y  es  aquí  de  notar, 
concluye,  que  estos  descubridores  principal- 
mente pretendían  descubrir  tierra  por  emula- 
ción del  Almirante  y  pasar  de  lo  que  él  había 
descubierto  adelante,  para  echar  cargo  á  los 
Reyes,  como  si  no  hubiera  sido  el  Almirante 
él  primero  que  abrió  las  puertas  del  Océano, 
de  tantos  millares  de  siglos  atrás  cerradas  y 


6.  Historia  de  las  Indias,  página  187,  edición  Riva- 
deneira. 


L 


XLVIII  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

el    que   para     descubrir     dio   á    todos   lum- 
bre.» 7 

Sin  entrar  en  los  detalles  que  el  religioso 
dominico  nos  da  de  ese  viaje,  porque  no  son 
de  este  lugar,  limitémosnos  á  observar  que  no 
le  señala  fecha  alguna,  si  bien  expresa  de  ma- 
nera terminante  que  se  verificó  después  del 
cuarto  viaje  de  Colón,  y  aun  podemos  enten- 
der más  propiamente  que  después  del  regreso 
de  éste  á  Castilla. 

El  texto  de  las  Casas  ha  pasado  desaperci- 
bido hasta  ahora,  habiéndolo  tenido  á  manos, 
sin  embargo,  los  historiadores  modernos,  sin 
saberlo,  porque  el  cronista  Antonio  de  He- 
rrera en  el  capítulo  xvi  i  del  libro  vi  de  la  Dé- 
cada I  lo  ha  copiado  casi  literalmente,  aun- 
que, por  de  contado,  sin  decirlo  8^  pero  con 
la  circunstancia  especial  de  haber  colocado  su 
relato  en  los  sucesos  del  año  de  i5o6. 

¿Qué  motivos  guiaron  el  cronista  para  se- 
ñalarle esta  fecha?  El  no  lo  expresa,  pero  es 
fácil  deducirlos  del  original  que  tuvo  á  la 
vista,  donde  aparece  colocado  á  continuación 
de  la  muerte  de  Colón,  ocurrida,  como  se  sa- 
be, en  Marzo  de  i5o6,  pero  [sin  fijarse  en  que 
Las  Casas,  después  de  «concluida  la  historia 


7.  Historia  de  las  Indias,  t,  III,  p.  201-202. 

8.  Compárense  ambos  textos  en  la  parte  bibliográfi 
ca  de  nuestra  obra. 


GOLrO   DE  HIGUERAS  XLIX 

del  primer  Almirante»  vuelve  á  tomar  el  hilo 
<ie  su  relato  desde  más  atrás.  La  verdad  es. 
por  lo  tanto,  que  Las  Casas  no  señala  al 
viaje  de  que  se  trata  fecha  alguna,  aunque  da 
á  entender  que  debió  verificarse  poCo  después 
<le  i5o2. 

De  los  textos  que  quedan  enunciados  resul- 
ta así  grandísima  confusión  en  cuanto  á  la 
fecha  del  viaje — y  esto  es  lo  más  grave — sin 
que  deje  de  haberla  en  lo  tocante  al  lugar  á 
que  se  dirigió,  al  número  de  carabelas,  ni 
aun  á  la  compañía  del  piloto  Pedro  de  Ledes- 
ma,  que  es  otro  de  los  datos  que  consigna 
Fernández  de  Oviedo.  Pero,  como  si  todo 
•esto  no  fuese  bastante  para  embrollar  el  asun- 
to, tenemos  todavía  que  en  los  últimos  años 
-el  historiador  brasilero  Varnhagen  asoció  los 
nombres  de  Yáñez  Pinzón  y  de  Diaz  de  Solís 
-al  primer  viaje  de  Vespucio,  que  supone  tuvo 
lugar  en  1497,  haciendo  caso  omiso  de  que  en 
la  hipótesis  más  favorable  á  la  existencia  del 
viaje  de  aquéllos,  no  pudo  verificarse  antes  de 
1499;  9  interpreta  el  texto  de  Herrera  á  su 
modo,  y  por  último  sostiene,  por  lo  que  toca 
Á  Diaz  de  Solís,  que  «es  muy  posible  que  haya* 
acompañado  á  Vespucio  á  Portugal  y  le  haya 
aun  seguido  al  Brasil  en  i5oi  y  i5o3)).  10 


9.  Amerigo  Vespucci:  son  caractére,  ses  écrits,  etc., 
Lima,  i865,  fol.,  página  98. 

10.  Ibid.,   en    una  de  las  notas.  En  su  Historia  ge- 

4 


JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


A  nuestro  entender,  todas  estas  dificultades 
provienen  de  que  se  han  confundido  en  uno 
los  dos  viajes  de  Yáñez  Pinzón,  el  de  1499  Q^^ 
hizo  al  Brasil  y  costas  de  Paria,  en  el  cual  na 
hay  constancia  alguna  de  que  le  acompañase 
Diaz  de  Solís,  si  bien  éste  se  hallaba  ya  en 
Andalucía,  de  donde  salió  aquella  expedi- 
ción n  y  el  de  1 5o8,  que  ambos,  asociados,  efec- 
tuaron «por  mandato  de  sus  Altezas»,  á  las 
costas  de  Yucatán,  ó  á  las  del  Brasil,  según 
otros. 

El  documento  que  viene  á  proyectar  luz- 
abundantísima  sobre  este  punto  es  el  pleito 
seguido  por  el  Fiscal  del  Consejo  de  Indias 
con  los  sucesores  de  Colón  para  establecer  la 
prioridad  y  extensión  de  los   descubrimientos 


ral  do  'Brazil,  t.  I,  p.  82,  segunda  edición,  Varnhagen 
al  hablar  del  viaje  de  Vespucio  de  1497-98,  es  menos 
asertivo  cuando  dice:  atenemos  también  por  muy  pro- 
bable que  para  ir  en  esta  exploración  se  hicieron  pro- 
puestas ventajosas  á  Juan  Diaz  de  Solis,  ó  Bofes  de 
Bagazo,  portugués  que  se  habia  pasado  al  servicio  de 
Castilla». 

II  Además  de  lo  que  dejamos  consignado  en  el  tex-' 
to  tocante  á  este  punto,  conviene  que  notemos  aquí 
que  cuando  el  piloto  Pedro  de  Ledesma  prestó  su  de- 
claración en  el  pleito  de  Colón,  que  lo  hizo  Sevilla  en. 
i5i3,  expresó  que  «conoce  é  conoció  al  dicho  Juan  Diaz. 
de  Solis  de  quince  años  á  esta  parte»,  esto  es,  desde 
1498.  Adviértase  que  Ledesma  era  piloto  español  y  de- 
cinc  de  Sevilla. 


GOLFO    DE    HIGUERAS  LI 

hechos  en  Tierra-firme.  A  ser  cierto  lo  que 
cuenta  el  primer  cronista  de  Indias,  el  represen- 
tante del  Rey,interesadoenlimitarlaextensión 
de  los  descubrimientos  del  Almiranteen  una 
época  en  que  vivía  la  casi  totalidad  de  los 
primeros  exploradores,  y,  por  consiguiente, 
hallándose  en  situación  de  conocer  perfecta- 
mente lo  que  hubiera  de  verdad  en  tales  des- 
cubnmientos,  no  habría  de  modo  alguno  de- 
jado de  mano  una  circunstancia  capital  para 
probar  el  fin  que  perseguía.  Y  si  esto  es  así, 
^cómo  se  explica  que  en  el  interrogatorio  que 
formuló  no  se  mencione  para  nada  este  su- 
puesto descubrimiento  de  Yáñez  Pinzón  y 
Diaz  de  Solís  que  se  dice  efectuado  antes  de 
i5o2,  y  con  más  precisión  en  1499? 

En  ese  interrogatorio  se  cita  en  dos  de 
sus  preguntas  el  nombre  de  Yáñez  Pinzón, 
en  la  sexta,  en  que  se  trata  del  descubrimien- 
to del  Río  Grande  ó  Marañón,  y  en  la  novena 
en  que  se  habla  de  que  en  unión  de  Diaz 
de  Solís  fueron  á  descubrir  «por  mandado 
de  Su  Alteza  y  descubrieron  adelante  de  la 
tierra  de  Veragua».  Pero  ni  una  palabra  acer- 
ca de  ese  supuesto  viaje  al  golfo  de  las  Hi- 
gueras. 

Pero  aún  hay  más:  en  ese  interesante  pro- 
ceso figuran  las  deposiciones  de  dos  de  los 
actores  que  se  dice  fueron  al  golfo  de  Hi- 
gueras en  1499,  el  piloto  Pedro  de  Ledesma  y 


I.Il  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

el  mismísimo  Vicente  Yáaez  Pinzón.  Pues 
bien,  veamos  que  es  lo  que  éstos  dicen  al  res- 
pecto, porque  acaso  pudiera  suponerse  que 
hubo  alguna  omisión  de  parte  del  Fiscal,  omi- 
sión que  salvarían  evidentemente  en  sus  de- 
posiciones, interesados  como  debían  hallarse 
en  atribuirse  prioridad  en  tan  notable  descu- 
brimiento. 

.  Óigase  primero  el  dicho  de  Ledesma.  Co- 
mienza por  informarnos  que  había  acompa- 
ñado, en  calidad  de  piloto,  á  Colón  en  su  ter- 
cer viaje;  que  al  tiempo  en  que  las  naves  en 
que  Guerra  y  Niño  «fueron,  este  testigo  los 
vido»;  que  cuando  Juan  de  la  Cosa  y  Ojeda 
marcharon  á  descubrir  se  hallaba  en  la  Isla 
Española  «é  los  vido  pasar  en  sus  naves  á 
ellos  é  á  su  gente  cuando  iban  á  descubrir;» 
como  afirma,  que  vio  luego  pasar  en  sus 
navios  á  Rodrigo  de  Bastidas  y  al  mismo  Juan 
de  la  Cosa,  hallándose  con  Colón  en  el  golfo 
de  Urabá;  y  en  cuanto  al  viaje  de  Yáñez  Pin- 
zón de  1499, — nótese  bien — «que  no  lo  sabe, 
expresa,  mas  de  cuanto  vido  este  testigo  par- 
tir al  dicho  Vicente  Yáñez  é  su  compañía  en 
demanda  del  viaje  contenido  en  esta  pregunta 
(sexta)  é  que  lo  vido  este  testigo  volver  é  traer 
la  figura  de  todo  lo  quél  descubrió;»  que  de 
nuevo  había  acompañado  á  Colón  en  su  cuar- 
to viaje,  por  capitán  y  piloto  de  la  nao  Viz- 
caína; y,  por  último,  «que  taríibién  fué  en  com- 


GOLFO    DE   HIGUERAS  Lili 

pañía  de  Vicente  Añez  é  Juan  de  Solís  en  el 
viaje  que  hicieron,  después  de  todo  lo  ante- 
rior por  mandado  de  Sus  Altezas»  12. 

Por  lo  tanto,  Ledesma  no  acompañó  á  Ya- 
ñez  Pinzón  en  su  viaje  de  1499  á  la  costa  del 
Brasil,  ni  realizó  en  unión  suya  más  expedi- 
ción que  aquella  en  que  descubrieron  «ade- 
lante de  la  tierra  de  Veragua»,  efectuada,  como 
lo  hemos  de  ver  más  adelante,  en  i5o8.  De 
aquí,  sin  duda,  que  Fernández  de  Oviedo  afir- 
mase que  Ledesma  había  acompañado  á  Ya- 
ñez  Pinzón. 

Inmediatamente  después  de  Ledesma  fué 
llamado  á  prestar  su  declaración  Vicente  Yá- 
ñez  Pinzón,  mediado  el  mes  de  Diciembre  de 
i5i3  y  hallándose  por  ese  entonces  en  Sevilla. 

El  declarante  comienza  por  decir  que  no 
había  acompañado  á  Colón  en  su  tercer  viaje 
(es  sabido  que  fué  con  él  en  el  primero)  «sal- 
vo, agrega,  quel  dicho  don  Cristóbal  pasó  é 
fue  á  descubrir,  este  testigo  fué  é  descubrió, 
por  mandado  de  Su  Alteza  desde  el  cabo  que 
dicen  de  Consolación  é  la  costa  de  luengo 
hasta  la  boca  del  Dragón...  é  que  no  pasó  á 
otra  parte,  salvo  que  fué  derecho  á  la  Isla  Es- 
pañola...» 

Adviértase  desde  luego  que  Yáñez  Pinzón 


12.  Véase  la  declaración  c'e  Ledesma  en  las  páginas 
260-66  de  los  Pleitos  de  Colón. 


LIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

decía  esto  al  declarar  á  la  segunda  pregunta, 
que  tocaba  sólo  al  Almirante,  para  que  se 
vea  cuan  empeñado  se  manifestaba  desde  un 
principio  en  hablar  de  sus  propios  descubri- 
mientos. 

La  deposición  citada  encuentra  su  natural 
complemento  en  lo  que  Yáñez  Pinzón  expre- 
saba al  tenor  de  la  sexta,  que  era,  como  se 
ha  dicho,  la  que  directamente  le  atañía,  en  la 
que  vuelve  á  insistir  que  «descubrió  desde  el 
Cabo  de  Consolación,  que  es  en  la  parte  del 
Portugal  é  agora  se  llama  cabo  de  Sant  Agus- 
tín, é  que  descubrió  toda  la  costa  de  luengo 
corriendo  al  occidente  la  cuarta  del  nurueste, 
que  así  se  corre  la  tierra,  é  que  descubrió  é 
halló  la  Mar  Dulce,  que  sale  cuarenta  leguas 
en  la  mar,  é  laguna  dulce,  é  asimismo  descu- 
brió esta  provincia  que  se  llama  Parisura  é 
corrió  la  costa  de  luengo  fasta  la  boca  del 
Dragón...  é  que  pasó  adelante  á  la  Española, 
como  dicho  ha.» 

Refiere  luego  que  al  tiempo  que  Colón  ha- 
cía su  cuarto  viaje,  él  se  hallaba  en  la  Isla 
Española,  y  señala,  de  oídas,  la  relación  de 
ese  viaje  y  de  las  partes  en  que  Colón  había 
estado,  «porque  así  fué  público  á  !a  sazón,  é 
que  después,  mareando  este  testigo,  vido  par- 
te dello». 

A  la  novena  pregunta,  que  es  la  que  toca 
á  su    expedición  con  Diaz  de  Solís,    entra  en 


GOLFO    DE    HIGUERAS  LV 

ciertos  detalles  que  no  nos  corresponde  ex- 
presar en  este  lugar,  bastando  con  que  sepa- 
mos que  en  cuanto  el  orden  sucesivo  de  los 
descubrimientos  noestablece  salvedad  alguna, 
reconociendo  de  hecho  que  aquélla  había  te- 
nido lugar  después  del  cuarto  viaje  de  Colón, 
que  es  el  punto  que  por  el  momento  nos  in- 
teresa esclarecer. 

En  vista,  pues,  de  testimonios  como  los 
•que  dejamos  expuestos,  en  que  figuran  los 
mismos  actores  del  viaje  que  Fernández  de 
Oviedo  les  atribuye,  llegamos  á  la  conclusión 
de  que  no  es  admisible  la  existencia  de  ese 
supuesto  viaje  de  1499,  ó  si  no  se  quiere  pre- 
cisar fecha,  conforme  al  dicho  del  cronista 
•citado,  anterior  al  descubrimiento  del  Mara- 
ñón  por  Yáñez  Pinzón  en  Enero  de  i5oo.  i3 


i3.  Es  de  este  lugrar  preg-untarse,  cómo  fué  que  en  esa 
probanza  del  Fiscal  no  se  invocó  el  testimonio  del 
mismo  Juan  Díaz  de  Solis,  que  no  habla  partido  aun 
de  España  en  ese 'mes  de  Febrero  de  i5i3.  Según  es 
"de  creer,  Diaz  de  Solis  se  hallaba  por  esos  días  en  la 
•corte,  de  modo  que  faltando  de  Sevilla,  donde  se  se- 
guía el  juicio,  no  pudo  prestar  su  declaración  en  aquel 
«ntónces,  y  como  á  mediados  de  ese  mismo  año  obtu- 
^o  el  Fiscal  prórroga  de  doce  meses  y  luego  se  formase 
incidente  sobre  el  particular  para  continuar  sus  pro- 
banzas, es  de  presumir  se  dejase  el  asunto  de  mano.  La 
partida  posterior  de  Diaz  de  Solis  para  su  viaje  al  Rio 
de  la  Plata  y  su  muerte  ocurrida  allí  explican  la  falta 
que  notamos.  Puede  que  se  halle  también  en  el  proceso. 


LVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

Pero  si  este  viaje  no  es  admisible  en  los 
términos  en  que  lo  enuncia  Fernández  de 
Oviedo,  (¿qué  había  sido  mientras  tanto  de 
Diaz  de  Solís?  ^Había  permanecido  inactivo 
en  algún  puerto  de  Andalucía,  como  simple 
expectador  de  las  expediciones  emprendidas- 
ai  Nuevo  Mundo?  ^Había  sido  acaso  uno  de 
aquéllos  de  quienes  dice  López  de  Gomara 
que  «entendiendo  cuan  grandísimas  tierras 
eran  las  que  Cristóbal  Colón  descubría,  fue- 
ron muchos  á  continuar  el  descubrimiento  de 
todas,  unos  á  su  costa,  otros  á  las  del  Rey,  y 
todos  pensando  enriquecer,  ganar  fama  y  me- 
drar con  los  reyes.  Pero  como  los  más  dellos 
no  hicieron  sino  descubrir  y  gastarse,  no  que- 
dó memoria  de  todos,  que  yo  sepa,  especial- 
mente de  los  que  navegaron  hacia  el  norte, 
costeando  los  Bacallaos  y  Tierra  del  Labra- 
dor, que  mostraban  poca  riqueza.  Ni  aun  de 
todos  los  que  fueron  por  la  otra  parte  de  Pa- 
ria, desde  el  año  de  1495  hasta  el  de  i5oo?))^4. 


ya  que  sólo  se  ha  publicado  una  parte,  aunque  esta 
última  hipótesis  nos  parece  muy  difícil  porque  Muñoz 
no  habría  dejado  de  notarla  en  el  extracto  que  hizo 
de  los  autos  y  que  después  publicó  Fernández  de  Na- 
va rrete. 

14.  Historia  de  las  Indias,  página  177,  ed.  Rivade» 
neira. 

Herrera  en  la  pág-ina  214  del  tomo  I  de  su  obra^ 
<dición  de  1601,   ha  copiado  este  párrafo  casi  al  pié  d« 


GOLFO    DE    HIGUERAS  LVII 

p]s  posible,  mejor  dicho,  es  probable  que 
Diaz  de  Solís  ñgurase  en  alc^una  de  esas  ex- 
pediciones, pero  también  es  necesario  reco- 
nocer que  no  hay  en  los  documentos  indicio 
alguno  que  pueda  autorizar  una  afirmación 
semejante  '5. 


lo  letra:  «porque  aunque  muchos  naveg-aron  hacia  el 
norte,  costeando  los  Bacallaos,  y  tierra  del  Labrador, 
como  mostraba  aquella  parte  poca  riqueza,  no  hubo 
memoria  dellos,  ni  aún  de  otros  que  fueron  por  la 
parte  de  Paria». 

Del  hecho,  sin  embargo,  no  puede  caber  duda  algu- 
na cuando  leemos  en  la  epístola  CLX  de  Mártir  de 
Ang-lería  dirigida  al  cardenal  Bernardino  de  Caravajal, 
escrita  en  ii  de  Jnnio  de  1495:  «diversi  navium  duc- 
tores ad  diversas  alterius  hcemisphasri  littora  missi 
sunt»:  «varios  capitanes  de  naves  han  sido  despacha- 
dos á  diferentes  partes  del  otro  hemisferio.» 

i5.  En  una  obra  recientemente  publicada,  y  por  lo  de- 
más muy  apreciable,  Histoire  de  la  découverte  de 
l'Amérique,  por  Mr.  Paul  Gaffarel,  Paris,  1892,2  vols. 
en  8.',  dice  su  autor:  «Hay,  sin  embargo,  una  de  esas 
expediciones,  de  la  que,  á  lo  que  nos  parece,  no  es 
imposible  referir  los  principales  episodios  y  nombrar 
sus  g-efes.  Sólo  que,  como  hemos  de  estrellarnos  contra 
opiniones  preconcebidas,  avanzaremos  con  la  ma- 
yor reserva,  y,  en  cuanto  sea  posible,  con  nuestras 
pruebas  en  la  mano.  Creemos,  en  eí'ecto,  que  esta  ex- 
pedición fué  dirigida  por  Vicente  Yáñez  Pinzón  y 
por  Juan  Diaz  de  Solis,  que  Américo  Vespucio  se  ha- 
llaba á  bordo  de  una  de  esas  naves,  y  que  los  viajeros 
han  visitado,  y,  en  consecuencia,  descubierto  las  eos-? 
tas  de  Honduras,  de  Yucatán,  de  México,  de  Texas  y 
de  la  Florida.»  Tomo  II,  pp.  163-184. 


LVIIl  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


El  autor  entra  en  algunos  detalles  biográficos  de  los 
tres  navegantes,  nos  dice  que  el  Rey  Fernando  con- 
fió á  un  piloto  experimentado  la  gestión  de  sus  inte- 
reses en  las  empresas  marítimas  que  pensaba  iniciar, 
y  que  este  fué  Diaz  de  Solis,  marino  de  menos  renom- 
bre que  sabio  cartógrafo;  que  estaba,  según  se  supone' 
empleado  en  la  Casa  de  la  Contratacción,  y,  que,  ade- 
más, era  amigo  particular  de  la  familia  Yáñez  Pinzón. 
Discute  someramente  la  fecha  del  primer  viaje  de 
Vespucio,  inclinándose  porque  tuvo  lugar  en  1497,  y 
agrega  que  de  concierto  con  aquél  y  Diaz  de  Solis. 
exploró  en  el  mar  de  las  Antillas  toda  la  costa  de  Pa- 
ria; que  recorrió  las  costas  de  Honduras  y  de  Yucatán, 
y  se  detuvo  en  un  paraje  que  parece  haber  sido  Vera- 
cruz;  visitó  á  Tampico  y  á  Panuco,  se  cercioró  de  que 
Cuba  era  isla  y  no  península,  observó  la  Florida  y 
descubrió  las  Bermudas  en  su  viaje  de  regreso  á  Euro- 
pa: en  una  palabra,  toma  como  base  para  la  relación 
del  viaje  el  texto  de  Vespucio.  Pero  sin  entrar  en  el 
examen  de  la  tan  discutida  relación  de  ese  viaje,  ajeno 
á  este  trabajo,  ^^dónde  está  la  prueba,  preguntamos 
nosotros,  de  que  en  ese  viaje  del  navegante  florentino 
haya  figurado  Diaz  de  Solis,  que  es  el  personaje  cuya 
vida  estudiamos  en  este  momento? 

Un  argumento  que  tiene  verdadera  importancia,  por 
supuesto  no  para  probar  que  Diaz  de  Solis  acompa 
ñase  á  Vespucio,  sino  para  manifestar  que  las  explora- 
ciones á  que  se  refieren  López  de  Gomara  y  Mártir  de 
Anglería  acaso  se  verificaron  (véase  además  de  los 
textos  de  su  obra  que  quedan  citados  el  capitulo  II 
del  libro  X  de  la  primera  década)  y  aún  Herrera  (IV, 
8,  3)  es  el  mapa  de  Juan  de  la  Cosas,  hecho,  como  se 
sabe,  en  i5oi,  y  en  el  cual  Cuba  aparece  dibujada  como 
una  isla.  Este  descubrimiento  geográfico  fué  debido 
según  Mártir  de  Anglería,  á  Vicente  Yáííez  Pinzón, 
quien, afirma,  lo  ejecutó  en  su  tercer  viaje,  en  aquel  que 
tuvo  lugar  aen  el  año  que  precedió  á  la  partida  de  los 


GOLFO    DE    HIGUERAS  LIX 

capitanes  Nicuesa  y  Hojeda»,  al  menos  lo  inscribe  en 
honor  de  aquel  naveg-ante  después  que  cita  esta  última 
fecha.  «Este  Vicente  Yáñez,  dice,  recorrió  de  Oriente  á 
Occidente  toda  la  costa  meridional  de  Cuba,  y  dio  la 
vuelta  á  ésta,  que  hasta  entonces,  por  su  largura,  mu- 
chos reputaban  continente.  Vicente  Yáííez  habiendo 
conocido  ya  con  prueba  manifiesta  que  Cuba  era  isla, 
siguió  adelante,  y  dio  con  otras  tierras  al  Occidenie 
de  Cuba,  pero  en  las  que  ya  había  tocado  el  Almiran- 
te, etc.»  DJcada  II,  libro  VIL  Pero  como  es,  nos  pre- 
guntamos, que  el  autor  del  descubrimiento  no  haya 
dicho  una  palabra  acerca  de  él  en  su  declaración 
prestada  en  el  pleito  de  Colón?  ^^Cómo  es  que  el  mis- 
mísimo Colón  que  murió  en  i5o5,  nunca  llegó  á  saber 
que  Cuba  fuese  una  isla?  (véase  Las  Casas,  t.  III,  p. 
I9S).E1  cartógrafo  sabía  realmente  lo  que  dibujaba,  lo 
sospechaba  acaso?  Hipótesis  como  ésta  no  han  de  pa- 
recer aventuradas  cuando  se  examinan  los  mapas 
hechos  aún  después  de  aquella  fecha  en  que  se  notan 
los  errores  más  crasos  al  lado  de  suposiciones  que 
realmente  tuvieron  confirmación  en  el  hecho.  Todo 
esto  está  demostrando  que  el  estudio  de  la  geografía 
histórica  del  Nuevo  Continente  está  aún  sugeta  á  com- 
probaciones, si  bien  es  de  desesperar  de  que  se  en- 
cuentren los  documentos  en  que  pudiera  basarse  de 
una  manera  auténtica  y  definitiva  en  vista  de  que  fal- 
tan en  los  archivos  las  relaciones  de  aquellos  prime- 
ros descubrimientos. 


III 


Breve  noticia  de  la  exploración  del 
continente  americano  por  los  nave- 
gantes españoles,  antes  del  viaje  de 
Diaz  de  Solis  en  i5o8. 


SUMARIO: — Colón  aborda  el  continente  americano  en 
1498.— Aleg-ría  que  esta  noticia  produce  en  Espa- 
ña,— Los  Reyes  autorizan  las  expedicioues  á  In- 
dias.—  Viaje  de  Alonso  de  Ojeda.  — Id.  de  Per 
Alonso  Niño  y  Cristóbal  Guerra. — Id.  de  Vicente 
Yáñez  Pinzón. — Id.  de  Diego  de  Lepe.— Id.  de  Vé- 
lez  de  Mendoza. — Id.  de  Rodrigo  de  Bastidas. — 
Expediciones  clandestinas. — Autorizaciones  con- 
cedidas para  colonizar  en  Indias. —Cuarto  viaje  de 
Colón.— Nueva  exploración  de  Cristóbal  Guerra. 
— Varias  expediciones. — Segundo  viaje  de  Ojeda. 
— Noticias  cronológicas  de  los  viajes  realizados  á 
Indias  (nota). 

lARAesplicarnos  las  circunstancias  en  que 
principia  de  modo  auténtico  á  verse  fi- 
gurará Juan  Diaz  de  Solís  como  nave- 
gante y  descubridor,  se  hace  necesario  dar  no- 
ticia, aunque  sea  lijera,  del  estado  en  que  se  ha- 


I 


LXII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


liaba  la  exploración  del  Nuevo  Mundo  en  los 
primeros  años  del  siglo xvi,  omitiendo  por  de- 
masiado conocidos  los  hechos  del  hallazgo 
realizado  por  Colón,  para  tomar  el  hilo  de 
nuestro  relato  desde  el  punto  en  que  co- 
mienzan á  unirse  al  nombre  de  aquél  los 
de  otros  navegantes,  guiados,  es  cierto,  más 
por  el  deseo  de  hallar  riquezas  que  gloria,  i 

El  descubrimiento  del  continente  ameri- 
cano 2  lo  verificó  Colón,  apenas  necesitamos 
decirlo,  en  su'  tercer  viaje  en  el  primer  dia 
del  mes  de  Agosto  de  1498.  En  la  carta  que 
escribió  á  los  Reyes  pintaba  aquellas  regio- 
nes muy  abundantes  de.  oro  y  perlas  y  de 
por  sí  tan  hermosas,  que  estaba  persuadido — 
dominado  siempre  por  la  idea  de  haber  apor- 
tado al  Asia, — de  qne  por  allí  debía  encon- 
trarse el  sitio  del  paraíso  terrenal.  3  «Toda 
esta  navegación  y  la  figura  y  la  pintura  de 
la  tierra,   cuenta  el  P.   Las  Casas,    envió  el 


1  «Hobo  algunos...  que  presumieron  de  se  atrever  á 
tomar  el  hilo  en  la  mano  que  el  Almirante  les  había 
mostrado,  y  venir  por  este  Océano  á  descubrir  adelan- 
te, más  por  allegar  oro  y  perlas,  como  creo  que  no 
será  pecado  sospechar,  que  por  dar  nuevas  de  las  mer- 
cedes, etc.»    Las  Casas,  t.  II,  p.  435. 

2  «Yo  estoy  creído  que  esta  es  tierra  firme,  grandísi- 
ma, que  hasta  hoy  no  se  ha  sabido.» 

3  «Tengo  asentado  en  el  ánima»,  expresaba  en  la 
carta  en  que  daba  cuenta  de  su  descubrimiento,  que  allí 
es  el  paraíso  terrenal».  Navarrete  I,  p.  264. 


EXPLORACIÓN    DEL   NUEVO    MUNDO  LXIII 

Almirante  á  los  Reyes.»  4  Gran  alegría  cau- 
saron estas  nuevas  en  la  corte,  llevadas  por 
los  navios  que  Colón  despachó  desde  la  Isla 
Española  en  i8  de  Octubre  de   aquel  año  de 

1498.   5 

Esto  bastó  para  que  algunos  marinos  se 
animasen  á  armar  por  su  parte  expediciones 
y  que,  siguiendo  las  huellas  de  las  del  Almi- 
rante, se  lanzaran  á  explorar  las  regiones 
nuevamente  descubiertas,  creyendo  que  les 
sería  fácil  enriquecerse  en  breve  tiempo. 

Hallábase  por  entonces  en  la  corte  Alonso 
de  Ojeda,  hombre  audaz  y  valiente  por  extre- 
mo, que  había  acompañado  á  Colón  en  su 
primer  viaje  y  que  gozaba  de  los  favores  de 
D.  Juan  Rodríguez  de  Fonseca,  obispo  de 
Falencia,  á  cuyo  cargo  corría  el  despacho  de 
todos  los  negocios  de    Indias. 

El  monarca,  á  su  vez,   deseoso    de  que  la 


4.  Las  Casas,  Historia  de  las  Indias,  t.  I,  p.  269. 

5.  Id.  Historia  de  las  Indias,  t.  I,  p.  840.  «Fué  gran- 
de el  contentamiento  que  Sus  Altezas  tuvieron  con  el 
aviso  que  les  llegó  con  los  diehos  cinco  navios  del 
descubrimiento  que  nuevamente  habia  hecho  el  Almi- 
rante, conforme  á  lo  que  había  prometido,  y  con  las 
muestras  de  las  perlas,  cosa  que  hasta  entonces  nun. 
ca  se  habia  visto  en  Poniente,  y  menos  la  figura  que 
de  la  tierra  enviaba,  que  aunque  la  llamaba  isla,  daba 
gran  intención  de  que  podía  ser  tierra  firme.»  Herre- 
ra, Década  I,  lib.  IV,  cap.  I. 


LXIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

exploración  de  las  tierras  recién  descubiertas 
se  hiciese  tan  brevemente  como  fuese  posi- 
ble, en  bien  de  los  naturales,  según  se  decía, 
interesado  á  la  vez,  como  se  hallaba,  en 
las  ganancias  que  lograsen  los  esploradores, 
ya  en  1495,  contra  el  tenor  expreso  de  lo  pac- 
ted3  con  Colón  en  que  se  vedaba  que  ningu- 
na persona  fuese  á  las  Indias  sin  licencia  y 
mandato  real,  había  derogado  esa  prohibi- 
ción y  autorizado  á  los  subditos  españoles 
para  que  pudiesen  efectuar  sus  viajes,  bajo 
ciertas  condiciones,  entre  las  cuales  se  con- 
taban el  que  debían  partir  del  puerto  de  Cá- 
diz y  apartar  para  la  Corona  el  diezmo  de  los 
provechos  que  obtuviesen.  6 

Esta  autorización  duró  poco,  sin  embargo, 
y  en  realidad  no  tuvo  aplicación  en  la  prácti- 
ca, pues  el  Almirante,  que  con  ello  veía  vul- 
nerados sus  derechos,  reclamó  ante  el  mo- 
narca, quien  dos  años  más  tarde  se  vio  en  el 
caso    de  revocarla.  7 

Con  la  noticia  del  descubrimiento  de  Tie- 
rra Firme,  «la  mayor  parte  de  los  pilotos  de 
las  naves  del  Almirante,  como  refiere  Már- 
tir de  Anglería,  que  habían  anotado  diligen- 


6.  Real  cédula  de  10  de  Abril   de  1495,  publicada  en 
Kavarrete,  t.  II,  págf.  i65. 

7.  Real  cédula  de  2  de  Junio  de  1497,  allí  mismo,  p. 
201. 


EXPLORACIÓN  DEL  NUEVO   MUNDO  LXV 

teniente  la  marcha  de  los  vientos,  impetra- 
ron de  los  reyes  permiso  de  hacer  investiga- 
ciones ulteriores  í\  sus  propias  expensas».  8 

«El  dicho  Alonso  de  Ilojeda,  refiere  á  este 
propósito  Las  Casas,  era  muy  querido  del 
Obispo,  y  como  llegó  la  relación  del  Almi- 
rante y  la  pintura  dicha,  inclinóse  Alonso  de 
ilojeda  ir  á  descubrir  más  tierra  por  aquel 
mismo  camino  que  el  Almirante  llevado  ha- 
bía  ;  ayudóle  á  ello   haber    él  colegido  de 

los  avisos  que  el  Almirante  procuraba  saber 
<ie  los  indios,  cuando  con  el  Almirante  al 
primer  viaje  vino,  que  había  por  estas  tie- 
rras, y  después  destas  islas,  tierra  firme;  y 
como  tuvo  el  favor  y  voluntad  del  Obispo, 
buscó  personas  que  le  armasen  algún  navio 
<í)  navios,  porque  á  él  no  le  sobraban  los  dine- 
ros, y  halló  en  Sevilla  (y  por  ventura  en  el 
puerto  de  Santa  María,  y  de  allí  partió  para 
el  dicho  descubrimiento,  donde  él  era  cog- 
noscido,  y  porque  por  sus  obras  de  hombre 
■esforzado  y  valeroso  era  señalado)  quien  cua- 
tro navios  le  armase...  Y  así,  el  primero  que 
«después  del  Almirante  fué  á  descubrir,  no 
fué  otro  sino  Alonso  de  Hojeda...»  9 


8.  Década  I,  libro  VIII,  capitulo  I,  en  la  traducción  de 
Torres  Asensio. 

g.  Las  Casas,  Historia  de  las  Indias,  t.  II,  pág.  270. 
Mártir  de  Ang-lería  pone  primero  en  su  relato  á  Pero 
Alonso  Niño,  fundándose  para  ello,  según  expresa, 
5 


LXVI  JUAN    DÍAZ    DE   SOLIS 

El  permiso  concedido  á  Ojeda  implicaba, 
en  verdad,  una  violación  manifiesta  de  los  pri- 
vilegios del  Almirante  de  las  Indias,  y,  según 
parece,  ó  el  Rey  no  tuvo  parte  en  la  celebra- 
ción del  concierto  con  Ojeda,  ó  si  lo  tuvo,  no 
se  atrevió  á  firmarlo,  haciéndolo  por  él  Ro- 
dríguez de  Fonseca  lo,  bajo  la  sola  condiciónde 
que  no  tocase  en  tierras  del  Rey  de  Portugal 
ni  en  las  que  Colón  tenía  descubiertas  hasta 
el  año  de  1495,  cláusula  esta  última  abusiva  y 
que  parecía  más  bien  de  burla,  cuando  se  sa- 
bía que  las  riquezas  deque  hablaba  Colón  es- 
taban precisamente  en  tierra  firme. 

Ojeda,  que  iba  como  gefe  de  la  expedición, 
logró  que  se  asociasen  á  él,  Juan  de  la  Cosa, 
famoso  piloto  vizcaíno,  en  cuya  compañía  an- 


más  que  en  la  verdad  del  hecho,  «por  cuanto  navegó  al 
mediodía  con  mejor  suerte».  Tomo  I,  p.  3o2,  traducción 
citada.  En  el  interrogatorio  del  Fiscal  en  el  pleito  de 
Colón,  se  habla  también  primero  de  Pero  Alonso 
Niño  que  de  Ojeda,  pero  de  las  declaraciones  de  los 
testigos,  prescindiendo  de  la  de  este  último  que  ase- 
veraba que  él  era  «el  primer  hombre  que  había 
venido  á  descubrir»,  porque  su  testimonio  pudiera  pa- 
recer interesado,  tenemos,  entre  otras,  la  del  maestre 
Nicolás  Pérez  que  dijo  que  «partieron  primero  Hojeda 
é  Juan  de  la  Cosa,  del  puerto  de  Santa  Alaria,  é  Pero 
Alonso  Niño  é  Cristóbal  Guerra  partieron  después, 
poco  tiempo,  del  Condado».  Pág.  209. 

10.  El   Obispo  se   la   dio   (la  licencia)  firmada  de  su 
nombre  y   no    de    los  Reyes».    Herrera,  t.  I,  pág.  i23^ 


EXPLORACIÓN    DEL  NUEVO  MUNDO  LXVII 

duvo  también  años  más  lardeen  la  expedición 
que  le  costó  la  vida,  Pjartolomé  Roldan,  pilo- 
to de  renombre  y  muy  conocido  en  la  Espa- 
ñola, que  había  acompañado  igualmente  á 
Colón  en  su  primer  viaje  y  en  el  último  en 
que  se  había  descubierto  Paria;  y  Américo 
Vespucio,  como  hombre  docto  en  cosmogra- 
fía, peroqueentóncespasaba  más  por  mercader 
que  por  piloto.  En  unión  de  éstos  y  de  otros 
marinos  que  tenían  hecho  el  viaje  á  Indias,  y 
con  cuatro  navios  partió  Ojeda  del  Puerto  de 
Santa  iMaría  n  el  20  12    de  Mayo   de    1499,  y 


edición  de  1601.  Cuando  años  más  tarde  Ojeda  prestó 
su  declaración  en  el  pleito  entre  el  Fiscal  y  el  descen- 
diente de  Colón,  dijo  á  este  respecto  «que  habia  sido 
despachado  para  el  dicho  viaje  por  mandado  del  dicho 
don  Juan  de  Fonseca,  obispo  de  Falencia,  por  man- 
dado de  Sus  Altezas».  Pleitos  de  Colón,  p.  206. 

11.  De  Cádiz,  dice  Herrera;  Las  Casas,  de  Cádiz  ó  de 
Santa  María,  pero  de  las  declaraciones  prestadas  en 
los  pleitos  de  Colón  aparece  sin  lugar  á  duda  que  fué 
de  éste  último.  Nicolás  Pérez,  maestre  de  uno  de  los 
navios  ag-rega,  salieron  por  la  barra  de  Saltes. 

12.  Esta  fecha  no  reviste  completa  certeza,  en  cuanto 
al  día,  pues  Las  Casas  y  Herrera  la  señalan  valién- 
dose del  testimonio  de  Vespucio,  quien  en  efecto  ha- 
bla de  ese  dia,  pero  refiriéndola  al  año  de  1497,  y  es 
sabido  que,  ó  éste  es  un  error  de  copia  ó  de  caja  en 
la  relación  original,  ó  que  fué  asentada  exprofeso 
por  el  astuto  florentino  para  arrebatar  á  Colón  la  glo- 
ria que  en  absoluto  le  pertenecía.  Es  extraño  que  Na-  j 
varrete  diga  que   Vespucio   señala   como  fecha  de  la 


LXVIII  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

después  de  una  navegación  en  extremo  feliz, 
cuyos  incidentes  no  nos  toca  referir,  «descubrió 
al  mediodía  la  tierra  íirme,  son  sus  propias 
palabras,  é  corrió  por  ella  casi  doscientas  le- 
guas hasta  F^aria,  é  salió  por  la  Boca  del  Dra- 
go, é  allí  conoció  quel  Almirante  había  es- 
tadoen  la  isla  de  la  Trenidad,  junto  á  la  Boca 
del  Drago,  é  de  allí  corrió  é  descubrió  la 
costa  de  la  tierra  firme  hasta  el  Golfo  de  las 
Perlas  y  bojó  i3  la  isla  Margarita  y  la  andu- 
vo por  tierra  á  pié...;  é  de  ahí  fué  descubrien- 
do toda  aquella  costa  de  la  tierra  firme,  des- 
de los  Frailes  hasta  en  par  de  las  Islas  de  los 
Gigantes  é  el  golfo  de  Venecia,  que  es  en  la 
tierra  firme,  y  la  provincia  de  Cuquibacoa,  y 
en  toda  esta  tierra  firme  doscientas  leguas  an- 
tes de  Paria,  y  desde  Paria  hasta  las  Perlas, 
é  desde  las  Perlas  hasta  Cuquibacoa,  que  este 
testigo  descubrió,  nunca  nadie  lo  había  des- 
cubierto ni  tocado  en  ello,  así  el  Almirante 
como  otra  persona.»  «4 

El  último  punto  á  que  Ojeda  alcanzara  fué 
el  Cabo  de  la  Vela,  y  de  allí,  dando  por  ter- 
minada su  excursión,  hizo   rumbo  á  la  Espa- 


partida  el  18,  cuando  en  la  misma  carta  de  Vespucio 
que  él  publica  se  lee  el  20. 

i3.  Vajo,  dice  el  texto,  pero  es  indudablemente  un 
error  de  copia,  por  bojó. 

14  Declaración  prestada  por  Ojeda  en  Diciembre  de 
'i5i2,  en  Santo  Domingo:  se  halla  en  los  Pleitos  de 
Colón,  p.  2o5. 


EXPLORACIÓN  DEL  NUEVO  MUNDO  LXIX 

ñola  i5^  á  donde  llegó  después  de  tres  y  me- 
dio meses  de  haber  partido  de  España,  el  5 
de  Septiembre,  de  modo  que,  como  decía  Las 
Cosas,  anduvo  costeando  por  la  tierra  firme 
400  leguas,  200  al  levante  de  Paria  y  otras 
tantas  de  ahí  hacia  el  poniente. 

Divulgadas  en  Sevilla  las  noticias  de  las  ri- 
quezas de  Tierra  P^irme,y  la  autorización  con- 
cedida á  Ojeda,  un  Per  Alonso  Niño,  que  había 
andado  con  el  Almirante  en  el  descubrimiento 
de  Paria,  obtuvo  por  su  parte  licencia  del 
Rey  ó  del  Obispo,  con  la  limitación  de  que  no 
tocase  en  tierra  á  menos  de  cincuenta  leguas 
de  donde  había  llegado  el  Almirante,  y  aso- 
ciado con  Cristóbal  (juerra,  que  iba  por  capi- 
tán, se  embarcaron  con  sólo  3i  hombres  en 
una  carabela  de  5o  toneles,  salieron  de  un 
puerto  del  Condado  de  Niebla,  en  Andalucía, 
muy  poco  después  que  Ojeda,  y  siguiendo  el 
camino  usual  en  tales  navegaciones,  fueron  á 
aportar  á  Paria,  quincedías  despuésque  aquél; 
tocaron  en  puntos  á  que  el  Almirante  había 
llegado,  tomaron  allí  palos  de  brasil,  y  fué- 
ronse  á  la  Isla  Margarita,  donde  después  de 
entablar  el  rescate  de  perlas,  llegaron  á  Cu- 
maná,  en  la  costa  frontera  de  la  isla,  para  per- 
manecer allí  como    tres  meses.  «Navegan    la 


i5.  Declaración  del  piloto   Andrés  de  Morales.  Ibid. 
p.  202. 


LXX 


JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 


costa  abajo  y  llegaron  hasta  unas  poblacio- 
nes que  llamaban  los  indios  Curiana,  punto 
donde  agora  es  Coro;  finalmente,  hasta  cerca 
de  la  provincia  que  agora  llamamos  Venezue- 
la, obra  de  i3o  leguas  abajo  de  Paria  y  de  la 
Boca  del  Drago».  Después  de  recorrer  la  costa 
inmediata,  dieron  la  vuelta  á  Paria  y  la  F^oca 
del  Drago,  se  hicieron  á  la  vela  para  Espa- 
ña en  6  de  Febrero  de  i5oo,  y  aportaron  á 
Bayona  en  Galicia.  Al  regreso,  Pero  Alonso 
Niño,  acusado  de  haber  ocultado  ciertas  per- 
las de  gran  valor,  estuvo  por  ello  preso  mu- 
cho tiempo.    i6 


i6.  Las  Casas  es  el  historiador  que  ha  dado  más  de- 
talles de  los  sucesos  de  esta  armada.  Ha  sido  segui- 
do de  cerca  por  Herrera,  Década  I,  libro  IV,  capitulo 
V.  En  una  parte  discrepan,  sin  embarg-o,  ambos  au- 
tores, pues  al  paso  que  el  primero  dice  que  llegaron 
á  Galicia  el  6  de  Febrero  de  i5oi.  Herrera  opina  que 
fué  un  año  antes,  fecha  que  concuerda  mejor  con  la 
duración  del  viaje. 

El  mismo  Las  Casas  habla  de  una  segunda  y  aún 
de  una  tercera  expedición  de  Cristóbal  Guerra,  (véase 
lo  que  á  este  respecto  expresa  al  fin  de  la  p¿igina  442.) 
Lo  cierto  es  que,  como  dice  el  buen  dominico,  Gue- 
rra se  condujo  pésimamente  con  los  indios  que  tan 
amplia  hospitalidad  le  hablan  dado,  y  ya  que  no  con- 
tento con  matar  á  algunos,  llévase  otros  á  España 
para  venderlos  por  esclavos,  informado  el  Rey  de  todo, 
por  cédula  de  2  de  Diciembre  de  i5oi,  publicada  en 
Torres  de  Mendoza,  t.  XXXI,  p.  io5,  mandó  al  corregi- 
dor de  Jerez  que  procesase  á  Guerra  y  le  tuviese  opre- 
so  y  á  buen  recaudo». 


EXPLORACIÓN  DEL  NUEVO  MUNDO  LXXI 

En  el  orden  de  las  exploraciones  del  con- 
tinente de  América,  corresponde  el  tercer  i? 
lugar  á  Vicente  Yánez  l^inzón,  uno  de  los 
hermanos  de  su  apellido  que  habían  acom- 
pañado á  Colón  en  su  primer  viaje.  Hombre 
de  caudal,  armó  con  CvSe  objeto  en  Palos  cua- 
tro carabelas,  haciéndose  á  la  mar  á  princi- 
pios de  Diciembre  i8  de    1499  con  rumbo  a 


17.  En  el  interrogatorio  presentado  por  el  Fiscal  en 
el  pleito  de  Colón,  entre  los  exploradores  ocupa  el  ter- 
cer lugar  Rodrigo  de  "Bastidas  y  el  cuarto  Yáñez  Pin- 
zón. Cuando  se  sabe  que  aquella  pieza  lleva  la  fecha 
de  i5i2,  y  que  entre  los  declarantes  figuran  tanto  Bas- 
tidas como  Yáñez  Pinzón,  no  puede  el  investigador 
menos  de  extrañar  el  anacronismo.  Tanto  Mártir  de 
Anglería  como  Herrera  y  Las  Casas,  que  conoció  el 
expediente  del  pleito  recordado,  dan  la  prioridad  á 
Yáñez  Pinzón,  y  sin  duda  están  en  la  verdad,  como 
que  la  capitulación  con  Bastidas  sólo  se  celebró  en  5 
de  Junio  de  i5oo.  Es  sensible  que  hasta  ahora  no  se 
conozcan  las  celebradas  con  Ojeda,  Guerra  y  Yáñez 
Pinzón  para  sus  primeros  viajes,  pues  estos  documen- 
tos, como  se  comprende,  serian  muy  útiles  para  el 
esclarecimiento  de  la  duda  apuntada  y  de  otros  va- 
cíos. 

j8.  No  se  conoce  hasta  ahora,  lo  repetimos,  el  texto 
de  la  capitulación  real  de  Yáñez  Pinzón,  y  por  consi- 
guiente, la  fecha  en  que  se  celebró.  En  cuanto  á  la  de 
su  partida  de  Palos,  entre  los  documentos  publicados 
sólo  hallamos  una  referencia  á  ella  en  la  real  cédula 
de  5  de  Diciembre  de  i5oo,  publicada  por  Torres  de 
Mendoza  en  la  página  454  del  tomo  XXXVIII,  donde 
expresa  el  monarca  que  «podia  haber    un    año,   poco 


LXXII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

las  Canarias,  de  allí  á  la  isla  de  Santiaga 
de  Cabo  Verde,  de  la  cual  levaba  anclas  el 
1 3  de  Enero  de  i5oo,  poniendo  la  proa  al  sur 
y  luego  directamente  al  levante,  y  después  de 
andadas  700  leguas,  según  creía,  perdió  de 
vista  el  norte,  logrando,  el  primero  de  todos, 
franquear  la  línea  equinoccial,  l^or  fin,  el  26 
de  aquel  mes  divisaba  á  lo  lejos  el  cabo  que 
llamó  de  la  Consolación,  y  que  después  fué 
conocido  con  el  nombre  de  San  y\gustín  en 
la  costa  del  Brasil.  ílé  aquí  sus  palabras  res- 
pecto á  lo  que  hizo  en  seguida:  que  «descubrió 
toda  la  costa  de  luengo,  corriendo  al  ociden- 
te  la  cuarta  del  nurueste,  que  así  se  corre  la 
tierra,  é  que  descubrió  é  halló  la  Mar  Dulce, 
é  asimismo  descubrió  esta  provincia  que  se 
llama  Parisura,  y  corrió  la  costa  de  luengo 
fasta  la  Boca  del  Dragón,  é  que  allí  halló  este 
testigo  la   nueva  quel   dicho    don    Cristóbal 


ó  menos,  que  con  su  licencia,  Yáñez  Pinzón  y  sus  so- 
brinos Arias  Pérez  y  Dieg^o  Fernández  armaron  cuatro 
carabelas  para  descubrir  en  las  partes  de  las  Indias, 
con  las  cuales  siguieron  su  viaje  en  nuestro  servicio, 
en  que  descubrieron  seiscientas  leguas  de  tierra  firme 
en  ultramar,  allende  de  muchas  islas.»  Mártir  de  An- 
gleria  es  el  que  señala  la  fecha  de  la  partida  «en  pri- 
mero de  Diciembre  de  1499»,  (t.  1,  pág.  32o),  seguido 
por  Las  Casas  (t.  II,  p.  448).  Herrera  la  limita  sólo  á 
dicho  mes;  y  en  cuanto  á  Yáñez  Pinzón  no  hace  men- 
ción de  ella. 


EXPLORACIÓN  DEL  NUEVO  MUNDO  LXXIII 

(Colón)  había  llegado  á  la  dicha  Boca  del  Dra- 
gón, y  que  pasó  adelante   á  la  Española  19...» 

Como  resultado  de  la  expedición,  aunque 
á  costa  de  la  pérdida  de  dos  de  las  naves  que 
con  desatada  tormenta  se  hundieron  (mes  de 
de  Julio)  hallándose  surtas  en  una  de  las  is- 
las que  están  «camino  de  la  Española»,  podía 
contarse,  pues,  el  haber  atravesado  la  línea 
equinoccial,  el^^  descubrimiento  del  Cabo  de 
San  Agustín,  el  del  gran  río  de  las  Amazonas  y 
algunas  de  las  islas  de  su  desembocadura,  y 
en  todo,  600  leguas  de  tierra  hasta  Paria.  «El 
3o  de  Septiembre,  refiere  Mártir  de  Anglería^ 
destrozados  por  las  olas,  y  habiendo  perdida 
no  pocos  amigos,  arribaron  á  Palos,  su  suela 
natal,  á  reunirse  con  sus  mujeres  é  hijos».  20 

Mes  y  medio  ó  dos  21  después  de  la  partida 
de  Yáñez  Pinzón,  se  hacía  á  lávela  al  man- 
do de  dos  carabelas  y  llevíindo  como  piloto  á 
Bartolomé  Roldan,  Diego  de  Lepe.  Desde  las 
islas  de  Cabo  Verde  tomó  rumbo  al  sud-oeste, 
pasó  un  poco  adelante  del  cabo  de  San  Agus- 
tín y  llegando  luego  al  Marañón  penetró  por 
sus   aguas  obra   de   sesenta  leguas,  «é  dio  la 


19.  Pleitos  de  Colón,  pág.  268. 

20.  Tomo  I,  pág,  334. 

21.  Asi  lo  declara  el  piloto  Roldan.  Las  Casas  ase- 
gura que  su  partida  tuvo  lugar  en  el  mismo  mes  de 
Diciembre  de  1499.  Tomo  II,  pág.  453. 


LXXIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

vuelta,  refiere  aquel  piloto,  por  la  costa  de  la 
mar  hacia  el  poniente,  hasta  llegar  á  Paria».  22 


22.  Declaración  citada,  pág*.  299.  Al  leer  este  docu- 
mento queda  en  el  ánimo  cierta  duda  sobre  si  el  Ma- 
rañen fué  descubierto  por  Yáñez  Pinzón  ó  por  Lepe. 
Dice,  en  efecto,  Roldan:  «Vicente  Aííez  llegfó  en  aquel 
"viaje  entre  Paria  y  el  Rio  Grande,  que  había  descu- 
■bierto  Tfiego  de  Lepe,  y  este  testig-o  pasó  por  la  cos- 
ta hasta  Paria,  é  dixo  este  testig-o  que  hasta  entonces 
no  sabe  que  ning^una  persona  la  hobiese  descubierto, 
porque  al  tiempo  que  el  dicho  Diego  de  Lepe  é  este 
testigro  é  las  otras  personas  que  iban  con  ellos  en  aquel 
viaje  desque  llegaron  en  la  tierra,  la  gente  della  se 
maravillaba  de  les  ver,  porque  páresela  que  antes  no 
habían  visto  á  otros  cristianos.»  Esta  argumentación  de 
Roldcín  es  de  muy  poca  fuerza,  si  se  considera  que 
tanto  podían  maravillarse  la  primera  como  la  segun- 
da vez  que  los  vieron  y  que  bien  pudo  ser  que  uno  y 
otro  navegante  tocasen  en  diversos  puntos  de  las  ri- 
beras del  rio,  que  es  allí,  como  se  sabe,  un  mar.  Rol- 
dan, por  otra  parte,  se  hallaba  interesado  en  atribuir 
la  gloria  del  descubrimiento  á  la  expedición  en  que 
-él  había  ido  como  piloto.  Creemos,  pues,  qne  ha 
biendo  partido  antes  Yáñez  Pinzón,  y  habiendo  Lepe 
avanzado  aun  más  al  sur  que  éste,  ha  tenido  que  lle- 
gar más  tarde  al  Marañón.  En  cambio,  ha  debido 
penetrar  en  el  rio  mucho  más  adentro  que  Yáñez 
Pinzón.  En  14  de  Septiembre  de  i5oi  Lepe  capituló 
volver  «á  su  costa  y  minción,»  con  cuatro  carabe- 
las, á  descubrir  y  visitar  la  tierra  que  tenia  vista,» 
y  como  luego  hubiese  querido  llevar  más  navios 
de  los  señalados,  en  27  de  Septiembre  de  aquel  año  el 
Hey  se  lo  mandó  prohibir,  permitiéndole  sin  embargo, 
{3o  de  Noviembre)  que  pudiese  postergar  su  viaje  has- 


EXPLORACIÓN  DEL  NUEVO  MUNDO  LXXV 

<(E  de  allí,  agrega  otro  de  los  expedicio- 
narios, vino  á  la  isla  de  Sant  Juan  é  se  fué 
á  Castilla.  ^3 

Salvo,  pues,  el  haber  doblado  el  cabo  de 
San  Agustín  y  el  reconocimiento  del  Marañón 
sesenta  leguas  hacia  adentro,  ningún  resul- 
do  de  importancia  para  el  conocimiento  de  la 
jeografia del  Nuevo  Continente  produjo  la  ex- 
pedición de  Lepe.  Otro  tanto  puede  decirse 
del  viaje  del  comendador  Alonso  Vélez  de 
Mendoza,  de  que  hasta  ahora  no  han  hablado 
con  la  distinción  debida  los  historiadores  de 
América.  En  el  mes  de  Julio  de  i5oo,  Vélez 
de  Mendoza  había  celebrado  capitulación 
para  ir  á  descubrir  en  las  Indias,  no  siendo 
en  parte  reconocida  por  Colón,  por  Cristóbal 
Guerra,  por  Alonso  de  Ojeda,  «ni  de  las  que 
que  serán  descubiertas,  reza  el  texto  de  aquel 


ta  el  28  de  Diciembre,  (Véanse  los  documentos  publi- 
cados por  Torres  de  Mendoza,  tomo  XXXI,  págs.  5, 
10 j  y  102,  y  tomo  XXXVIII,  p.  453).  Este  proyectado 
viaje  no  se  verificó  al  fin,  y  Lepe  se  fué  á  Portug^al, 
donde  murió.  Pleitos  de  Colón,  declaración  de  An- 
drés de  Morales,  pág.  202.  Del  tenor  de  la  pregunta  VII 
del  Fiscal,  acaso  pudiera  deducirse  que  Lepe  había 
efectuado  otro  viaje:  «item,  si  saben  que  Diego  de  Lepe 
y  los  que  con  él  fueron  en  otro  viaje,  descubrieron, 
etc.»  Creemos  que  hay  en  esto  un  error,  debiendo  co- 
locarse la  coma  después  de  fueron,  y  siendo  asi  resul- 
taría que  algunos  de  sus  compañeros  por  lo  menos 
acompañaron  en  seguida  á  Vélez  de  Mendoza. 
23.  Declaración  de  Juan  de  Xerez,  p.  304. 


LXXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

documento,  ^ántes  que  vos  partáis,  por  otras 
personas  de  las  que  han  ido  con  mandado  é 
licencia  de  Sus  Altezas  á  descubrir».  Vélez  de 
Mendoza,  que  era  vecino  de  la  villa  de  Mo- 
guer,  se  asoció  con  algunos  armadores  y  ma- 
estres de  Sevilla  y  juntos  equiparon  al  pare- 
cer dos  24  carabelas  con  las  cuales  partieron 
de  Sevilla  por  fines  del  mes  de  Agosto  ó 
principios  de  Septiembre  de  i5oo  25  y  si- 
guiendo la  dirección  de  todos  sus  predece- 
sores fueron  á  aportar  al  mismo  cabo  de  San 
Agustín,  siguiendo  la  costa  hacia  el  sur  «hasta 
el  término  que  agora  está  descubierto»,  decían 
los  testififos  en  i5i2.  26 


24.  Cuatro  fué  el  número  de  las  que  se  le  permitía 
llevar.  Véase  el  texto  de  la  capitulación  y  de  las  dili- 
gencias del  aviamiento,  publicado  por  Toi"res  de  Men- 
doza, t.  XXXVIII,  pp.  441  y  siguientes,  copiándolos  de 
Navarrete,  t.  II.  p.  346.  Calvo  lo  ha  reproducido  en  las 
pág-inas  1 16-122  del  tomo  XI  de  su  Colección  de  Tra- 
tados. 

25.  Juan  de  Xerez,  que  fué  por  piloto  de  la  armada 
de  Yáñez  Pinzón,  declara  (pág.  304)  que  Vélez  y  Luis 
Guerra  partieron  cuatro  ó  cinco  meses  después  que  él, 
lo  que  nos  daría  como  fecha  de  salida,  á  más  tardar,  el 
mes  de  Junio  de  i5oo.  En  vista  de  lo  que  consta  de  las 
diligencias  de  aviamiento  que  tuvieron  lugar  á  me- 
diados de  Agosto,  creemos,  pues,  que  debieron  salir 
de  Sevilla  á  fines  de  ese  mes  ó  principios  del  siguien- 
te. No  consta  la  fecha  de  la  capitulación  misma. 

26.  Andrés  de  Morales:  «é  que  después  (de  Lepe)  fué 
otro  que  se  decía  Alonso   Vélez,  é  descubrió  desde  el 


EXPLORACIÓN'   DEL  NUEVO  MUNr30  LXXV.  I 

En  5  de  Junio  de  aquel  año  de  i5oo,  Rodri- 
go de  Bastidas,  escribano  de  Sevilla,  había 
por  su  parte  capitulado  27  con  el  Rey  que  le 
permitiese  ir  á  descubrir  por  el  Mar  Océano 
con  dos  navios,  con  las  mismas  cláusulas  y 
reservas  establecidas  en  el  contrato  con  Vé- 
lez  de  Mendoza.  Acompañado  por  Juan  de  la 
Cosa,  que  iba  como  piloto,  partió  de  Cádiz 
en  los  primeros  días  del  mes  de  Enero  de 
i5oi  28^  y  siguiendo  el  rumbo  que  había  lle- 
vado Colón  cuando  tocó  en  Tierra  Firme, 
fuéla  costeando  hasta  llegar  al  golfo  y  provin- 
cia de  Cuquibacoa,  que  había  descubierto 
Alonso  de  Ojeda,  de  donde  por  la  costa  abajo 
de  lo  que  es  hoy  Santa  Marta  y  Cartajena, 
pasaron  por  el  golfo  de  Urabá,  y  caminando 
hacia   el  poniente  arribaron  al   lugar  en  que 


Cabo  de  Cruz  á  la  parte  del  mediodía  todo  lo  que  está 
descubierto.» 

Juan  de  Xerez:  «descubrieron  desde  la  punta  de  San- 
ta Cruz,  á  la  banda  del  Sur,  hasta  el  término  que  ago- 
ra está  descubierto.» 

27.  Véase  el  texto  de  este  documento  publicado  por 
Torres  de  Mendoza,  t.  II,  p.  363,  y  t.  XXXVIII,  p.  433, 
donde  está  también  la  información  de  sus  servicios. 

28.  Asi  lo  dice  Herrera,  t.  I,  p.  148,  ed.  de  1601. 
Fernández   de  Navarrete    señala  como  fecha    de    la 

partida  el  mes  de  Octubre  de  i5oo, 

Las  Casas,  que  trató  á  Bastidas,  refiere  que  se  olvi- 
dó de  preg-untarle  este  dato,  pero  que  cree  debió  ser  á 
principios  de  año.  Tomo  Til,  p.  10. 


LXXVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

después  se  fundó  «la  ciudad  de  Nombre  de 
Dios,  cuyo  puerto  llamaron  entonces  del  Re- 
trete», adelantandolosdescubrimientos  por  esa 
parte  en  treinta  leguas,  más  ó  menos  29.  Des- 
de allí  dieron  la  vuelta,  después  de  haber  res- 
catado mucho  oro  y  perlas  con  los  habitantes 
de  aquellas  costas,  y  fueron  á  parar  al  golfo 
de  Xaraguá  de  la  Española,  donde  los  navios 
se  perdieron,  yéndose  la  gente  por  tierra  a 
Santo  Domingo.  Por  Febrero  de  i5o2.  Basti- 
das se  volvió  de  ahí  á  España,  y  fué  á  des- 
embarcar en  Cádiz.  3o. 

En  vista  del  resultado  obtenido  por  estos 
exploradores  íbase  despertando  cada  vez  más 
el  deseo  de  verificará  las  Indias,  expediciones 
que  en  su  generalidad  resultaban  provecho- 
sas para  los  que  las  emprendían,  tanto  que  no 
faltaban  quienes  sin  permiso  del  rey  se  lan- 
zasen de  su  cuenta  en  busca  de  las  codiciadas 
riquezas  de  que  comenzaba  á  dar  muestras 
el  Nuevo  Mundo.    Compréndese   fácilmente 


29.  Declaración  de  Rodrigo  Manzorro,  pág.  224. 

30.  Acerca  del  viaje  de  Bastidas,  poseemos,  además 
de  los  documentos  citados,  su  declaración  prestada 
en  el  Pleito  de  Colón,  en  i5r2,  en  Santo  Domingo,  que 
carece  en  absoluto  de  importancia;  la  relación  de  Las 
Casas,  que  lo  conoció  y  trató  de  cerca  y  que  le  tenía 
en  muy  buen  concepto  por  la  humanidad  con  que 
miró  á  los  indios,  y  la  de  Herrera,  calcada  sobre  la 
del  dominico. 


EXPLORACIÓN  DEL  NUEVO    MUNDO  LXXIX 


que  si  nos  han  quedado  pocas  noticias  de  las 
armadas  hechas  con  autorización  del  monar- 
ca, más  escasas  han  de  ser  las  que  se  obten- 
gan de  esas  clandestinas.  Sábese  que  una  de 
éstas  fué  la  que  dos  vecinos  de  Sevilla  llama- 
dos Francisco  Rivarol  y  Juan  Sánchez  de  Mer- 
cadería despacharon  en  dos  caramidas  desde 
el  puerto  de  Sanlücaren  loscomienzos  de  i5oi, 
y  en  cuyo  seguimiento  se  proponían  los  reyes 
enviar  un  navio  y  dos  de  aquellas  naves,  des- 
pués de  ordenar  meter  en  la  cárcel  y  secues- 
trarles sus  bienes  á  los  armadores  3i^  sin  que 
por  hoy  se  sepa  la  suerte  que  corriera  la  ar- 
madilla  de  los  sevillanos  ni  la  que  se  ordena 
aprestar  en  su  seguimiento,  si  es  que  llegó  á 
salir.  Lo  cierto  es  que,  sin  duda,  en  vista  de 
este  hecho,  y  acaso  de  otros  de  la  misma  na- 
turaleza, los  reyes  se  vieron  en  el  caso  de  rei- 
terar, en  3  de  Septiembre  de  aquel  año,  la 
prohibición  establecida  de  antiguo  de  que 
«ninguna  persona  ó  personas  fuesen  osados 
de  ir  sin  licencia  é  mandado  á  descubrir  por 
el  dicho  Mar  Océano  nin  á  las  islas  é  tierra 
firme  que  en  dicho  mar  son   descobiertas»  32^ 


3i.  Constan  estos  hechos  de  la  real  cédula  de  4  de 
Febrero  de  i5oi,  publicada  por  Torres  de  Mendoza^ 
tomo  XXXVIII,  p.  464. 

32.  Real  cédula  publicada  en  la  citada  Colección^ 
tomo  XXX,  p.  523. 


LXXX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 


Sucedía  esto  precisamente  por  los  días  en 
que  los  reyes,  que  comenzaban  á  preocuparse 
ya  de  colonizar  las  tierras  recién  descubiertas, 
concedieron  para  ese  objeto  nada  menos  que 
tres  autorizaciones,  una  en  8  de  Junio  para 
Alonso  de  Ojeda,  33  en  que  se  le  permitía 
armar  hasta  diez  navios  (de  los  que  sólo  pudo 
-al  fin  alistar  cuatro)  para  que  volviese  á  la 
tierra  que  tenía  descubierta  «más  de  nuevo», 
con  título  de  gobernador,  en  5  de  Septiembre 
otra  á  Vicente  Yáñez  Pinzón,  en  que  se  le 
nombraba  gobernador  de  las  tierras  que  se 
-extendían  desde  la  Punta  de  Santa  María  de 
la  Consolación,  siguiendo  la  costa  hasta  Ros- 
tro-Hermoso y  Río  de  la  Mar  Dulce,  con  las 
islas  que  estaban  á  su  desembocadura  ^4,  dán- 
dole permiso  para  ir  hasta  dentro  de  un  año 
■después  de  aquella  fecha;  y  por  fin,  en  5  de 
Octubre,  otra  35  á  Juan  de  Escalante,  al  pare- 
cer el  mismo  que  después  sirvió  con  Hernán 
Cortés  y  murió  en  México  peleando  con  los 
indios,  si  bien  de  las  tres  sólo  llegó  á  reali- 
zarse la  de  Ojeda.   Refiere  éste  que  se  halla- 


33.  Publicada  en  la  misma  Colección,  t.  XXXVII, 
página  468. 

34.  Id.,  t.  XXX,  p.  535.  Había  sido  publicada  por 
Joaquín  Caetano  da  Silva  en  su  obra  L'Qyapoc  ct 
MAmazonCj  de  donde  la  copió  Calvo,  Colección  de 
Tratados,  t.  I,  pp.  38-42. 

35.  Id.  t.  XXXI,  p.  90. 


EXPLORACIÓN  DHL  NUEVO  MUNDO  LXXXI 

ba  preparado  para  hacerse  á  la  vela,   cuando 
la  partida  de  Juan  de  la  Cosa  y  Bastidas,  y 
que  tras  ellos  salió  (por  Enero  de  i5o2)  é  hizo 
el  propio  viaje,  «descubriendo  la  misma  cos- 
ta y  tierra  firme,  no  sabiendo  que  por  allí  iban 
los  sobredichos,  é  que  en  una  de  las  naos  que 
este  testigo  llevaba,    descubrió  el  golfo   de 
Urabá  del  Darién  hasta  el  puerto  del  Retre- 
te..., é  que  dende  allí  se  volvió  el  que  iba  en 
ella,  que   era    Antón    García,    piloto,    á    dar 
•cuenta  á  este  testigo,  etc»...  ^6  Disgustada  la 
gente  con  Ojeda,  le  prendieron,  llevándole  al 
puerto  delYaquimo,  de  la  Isla  Española,  donde 
por  haberse  tirado  al  agua  con  grillos,   pen- 
-sando  escapar,  estuvo  á  punto  de  ahogarse  3?. 
Entre  los  exploradores  que  recorrieron  por 
ese  tiempo   el   continente,  debemos,    por  de 
<:ontado,  mencionar  á  Cristóbal  Colón,  quien 
después  de  tocar  en   su    cuarto  viaje   en    el 
puerto  del  Yaquimo,  á  que  acabamos  de  refe- 
rirnos, salió  de  allí  á  14  de  Julio  de  i5o2  con 


36.  Pleitos  de  Colón,  p.  206. 

37.  Este  viaje  de  Ojeda  ha  sido  referido  con  abun- 
dancia de  detalles  por  Fernández  de  Navarrete  en  la 
«Noticia  histórica»  que  va  al  frente  del  tomo  III  de  su 
Colección,  basada  principalmente  en  los  autos  del  pro- 
'Ceso  que  se  siguió  á  Ojeda  en  Santo  Domingo,  que 
hemos  visto  en  Simancas,  y  cuya  ejecutoria  publicó  en 
la  página  420  del  lomo  II  y  reprodujo  Torres  de  Men- 
<Íoza  en  la  página  69  del  tomo  XXXIX. 

6 


LXXXII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

propósito  de  ir  á  tierra  firme,  pero  contraria- 
do por  las  calmas  y  corrientes,  gastó  entre 
las  isletas  vecinas  á  Jamaica  dos  meses,  des- 
cubriendo entonces  las  llamadas  de  Guanajas, 
de  donde,  en  lugar  de  seguir  al  poniente,  lo 
que  le  habría  permitido  descubrir  á  Yucatán 
y  México,  torció  á  levante;  el  12  de  Septiem- 
bre descubría  el  Cabo  de  Gracias  á  Dios,  el 
2  de  Noviembre  á  Puertobelo;  entró  en  el 
puerto  de  Nombre  de  Dios,  que  llamó  de - 
Bastimentos,  y  el  26  del  mismo  en  el  del  Re- 
trete. El  5  de  Diciembre  volvía  sobre  sus  pa- 
sos, y  un  mes  más  tarde,  (6  de  Panero  de 
i5o3),  después  de  contratiempos  sin  número, 
penetraba  en  el  río  que  llamó  de  Belén,  y  luego 
en  el  de  Veragua,  último  término  de  sus  des- 
cubrimientos. 

Hasta  mediados  de  ese  año  de  i5o3,  no  en- 
contramos indicios  de  que  se  pensase  inten- 
tar nuevas  exploraciones.  En  12  de  Julio,  en 
efecto,  el  Rey  otorgaba  licencia  á  Cristóbal 
Guerra  para  que  «pueda  ir  por  el  Mar  Océa- 
no á  la  costa  de  las  F^erlas,  á  descubrir  otras 
islas  é  tierras)),  para  cuyo  intento  podría  ar- 
mar siete  carabelas,  dos  de  las  cuales  debía 
despachar  desde  aquella  costa  «á  descubrir 
adelante))  38.  Sobre    si    se    realizó   ó   no   el 


38.  Véase   el  texto   de  la  capitulación  en  Torres  de 
Mendoza,  t,  XXXI,  p.  187, 


EXPLORACIÓN  DEL  NUEVO  MUNDO  LXXXIII 

viaje,  y  sobre  si  éste  era  el  segundo  6  el  ter- 
cero de  los  que  Guerra  hacía  á  Indias,  está 
todavía  en  duda,  pero,  en  todo  caso,  parece 
que,  á  haberse  efectuado,  Guerra  y  sus  com- 
pañeros no  salieron  de  la  costa  de  Paria,  ocu- 
pados más  de  rescatar  que  de  descubrir  39. 

Deseaba  el  Rey,  al  parecer,  que  acompa- 
ñase á  Cristóbal  Guerra,  Juan  Vizcaíno,  hom- 
bre que  había  andado  con  Colón  en  el  descu- 
brimiento de  Paria,  40  pero  habiendo  expre- 
sado aquél  que  en  ninguna  manera  se  quería 
juntar  con  Guerra,  ofreció  por  su  parte  armar 
tres  navios  é  ir  con  ellos,  como  su  capitán, 
al  golfo  de  Urabá  y  provincia  de  las  Perlas, 
á  cuyo  efecto  se  mandó  celebrar  con  él  una 
capitulación,  41  de  que  tampoco  hay  constan- 
cia si  se  llevó  á  efecto. 

El  14  de  Febrero  del  año  inmediato  siguien- 
te de  i5o3,  el  Rey  capituló  con  Juan  de  la 
Cosa,  el  celebrado  piloto  vizcaíno,  autor  del 
mapa  de  i5o[,  para  que  fuese  con  dos    ó  tres 


39.  Véase  el  pasaje  citado  de  Las  Gasas,  en  la  nota 
16  y  la  carta  de  Guerra  á  D.  Alvaro  de  Portugral  (cu- 
yo pasaje  pertinente  ofrece  alguna  contradicción)  pu- 
blicada por  Navarrete,  t.  II,  p.  292,  y  lo  que  este  mismo 
autor  dice  en  la  página  24  del  tomo  III. 

40.  Véase  Herrera,  t.  I,  p.  102,  ed.  de  1728. 

41.  Consta  en  sus  puntos  generales  de  la  real  cédu- 
la de  27  de  Septiembre  de  i5o3,  publicada  por  Torres 
de  Mendoza,  t.  XXXIX,  p.  44. 


LXXXIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

navios,  «á  su  costa  y  minción»,  especialmen- 
te al  golfo  de  Urabá  é  islas  de  las  Perlas, 
que  por  el  aliciente  de  su  nombre  atraían  á 
todos  los  aventureros  de  ese  tiempo,  dentro 
de  cuatro  meses  de  aquella  fecha 42;  y  en  3o  de 
Septiembre  del  mismo  año  con  Alonso  de 
Ojeda,  que  había  de  ir  esta  vez,  según  pen- 
saba, más  como  colonizador  que  como  devS- 
cubridor,  al  propio  golfo  de  Urabá,  43;  expe- 
dición que  por  haber  sido  casi  en  todo  seme- 
jante á  la  de  Rodrigo  de  Bastidas,  no  tene- 
mos para  qué  historiar  aquí.  Unidos  ambos, 
capitán  y  piloto,  vinieron  á  realizar  cuatro 
años  más  tarde,  otra  expedición  más  impor- 
tante, en  la  que,  como  es  sabido,  pereció  el 
famoso  Juan  de  la  Cosa  44. 


42.  Publicada  en  el  tomo*  XXXI,  p.  220  de  la  Colec- 
ción de  Torres  de  Mendoza. 

43.  Publicada  en  la  página  258  del  mismo  volumen^ 
Tal  era  el  espíritu  de  descubrir  y  de  colonizar,  me- 
jor dicho,  de  comerciar  en  Indias  que  se  habla  desper- 
tado por  este  tiempo,  que  durante  los  meses  que  media- 
ron entre  las  fechas  de  ambas  capitulaciones,  varias 
personas  se  ofrecieron  en  Jerez  á  efectuar  una  expe- 
dición á  aquellos  Vilsmos  parajes  americanos  en  tér- 
minos más  ventajosos  que  los  ofrecidos  por  Juan  de 
la  Cosa,  que  el  Rey  hubo  de  dirigir  una  carta  al  co- 
rregidor de  aquella  ciudad  para  que  viera  lo  que  con- 
venía hacer  sobre  el  caso.  Léase  esta  real  cédula  en 
Torres  de  Mendoza,  t.  XXXI,  p.  201. 

44.  Navarrete  ha  relatado  por  extenso    esta  segunda 
expedición  de   Ojeda   en  las  páginas   28-40   del  tomo 


EXPLORACIÓN  DEL  NUEVO  MUNDO  LXXXV 

La  exploración  del  continente  americano 
por  los  españoles,  desde  que  se  iniciara 
por  Colón  en  1498,  había,  pues,  adelantado 
bastante  en  el  espacio  de  diez  años,  y  para 
condensarla  de  una  manera  gráfica,  nos  bas- 
tará echar  una  mirada  sobre  el  primer  monu- 
mento cartográfico  del  Nuevo  Mundo,  hecho 
por  Juan  de  la  Cosa  en  i5oí,  que  por  hallarse 
hoy  ya  bastante  popularizado,  hemos  de  ex- 
cusarnos de  analizar.  45. 


III  de  su  citada  Colección.  En  el  Archivo  de  Simancas 
hemos  podido  registrar  el  pleito  que  Ojeda  siguió  con 
Vergara  y  Ocampo,  que  es  el  documento  que  sirvió 
de  base  k  Navarrete  para'_la  composición  de  esta  parte 
de  su  obra. 

45.  Véase  acerca  de  este  mapa,  entre  los  autores  es- 
pañoles, La  Sagra,  Historia  política  de  la  isla  de  Cuba 
Paris,  1842;  el  estudio  del  señor  Fernández  Duro  inserto 
en  el  VVÍuseo  Español  de  Antigüedades,  junto  con  el 
facsímil;  Leguina,  Juan  de  la  Cosa,  Madrid,  1877,  8.'; 
Vascano,  Ensayo  biográfico  de  Juan  de  la  Cosa  y 
descripción  é  historia  de  su  famosa  carta  geográfi- 
ca, Madrid,  1892,  4.';  Conde  de  las  Navas,  Cosas  de 
España,  segunda  serie,  Jíiatt  de  la  Cosa  y  su  mapa- 
mundi, Madrid,  1894,  8.°.  En  1892  ha  sido  reproducida 
en  tamaño  del  original,  trabajo  que  supera,  por  lo 
tanto,  á  cuantas  reducciones  se  han  hecho,  mas  ó  me- 
nos parciales,  en  diversas  partes  de  Europa  desde  la 
de  Jomard  en  sus  Vifonuments  de  la  Géographie,  á 
que  precede  la  introducción  de  Cortambert,  en  1879, 
hasta  la  de  Kretschener  en  su  atlas  Die  Entdeckung 
America's  in  ihrer  bedeutung  für  die  Geschichte  des 
Weltbildes .  Berlín,  1892. 


LXXXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


Al  redactar  el  presente  capítulo,  nuestro  intento  ha 
•sido  sólo  dar  lig-era  idea  del  estado  de  los  descubri- 
mientos hechos  en  América  por  los  españoles  hasta 
■el  momento  en  que  vamos  á  ver  aparecer  á  Diaz  de 
Solis  como  navegante  y  explorador;  y  aunque  podría- 
mos habernos  excusado  esta  tarea  remitiendo  al  lector 
á  obras  como  la  de  Humboldt  ó  de  Navarrete,  creí- 
mos que  debíamos  emprenderla  para  relacionar  los 
hechos  con  los  documentos  dados  á  luz  después  de  la 
publicación  de  esas  obras,  algunos  de  los  cuales  los 
•aclaran  y  completan. 

A  nuestro  propósito  bastaba,  pues,  mencionar  los 
principales  viajes  de  exploración  verificados  hasta  fi" 
oes  de  i5o8,  año  en  que  Diaz  de  Solís  se  presenta  á 
nuestro  estudio  inmediato;  pero  á  titulo  de  comple- 
mento vamos  á  insertar  en  esta  nota  la  relación  cro- 
nológica de  todos  esos  viajes,  por  insignificantes  que 
sean,  á  partir  desde  el  primero  de  Colón,  incluyendo 
también  los  que  se  llevaron  á  cabo  ó  intentaron  por 
extranjeros  fuera  de  España,  pero  con  dirección  al 
Nuevo  Mundo,  valiéndonos  del  erudito  estudio  que  á 
esta  materia  dedicó  Harrisse  en  su  Discovery  of  North 
America. 

1492— I.  Cristóbal  Colón:  3  de  Agosto  de  1492 — 15  de 
Marzo  de  1493. 

Í493 — II.  Viaje  de  una  carabela  portuguesa  despacha- 
da de  la  Isla  de  Madera,  al  parecer  siguiendo  el  de- 
rrotero de  Colón. 

III.  Tres  carabelas  portuguesas  enviadas  por  el  Rey 
de  Portugal  en  seguimiento  de  la  que  acaba  de  indi- 
carse. 

IV.  Viaje  sugerido  por  Maximiliano,  Rey  de  roma- 
nos, c\  Juan  II  de  Portugal,  al  parecer  antes  de  sa- 
ber la  partida  ni  la  llegada  de  Colón. 

V.  Segundo  viaje  de  Colón:  25  de  Septiembre  de  1493. 
—  II  de  Junio  de  1496. 


EXPLORACIÓN  DEL  NUEVO  MUNDO         LXXXVII 


1494— VI.  Viaje  del  Obispo  de  Armenia,  Mártyr  de  Ar- 
zendjan,  que  partió  de  Vizcaya  el  14  de  Abril  de 
1494,  al  parecer  con  intento  de  visitar  el  Nuevo  Mundo. 
VII.  Viaje  de  Bartolomé  Colón  con  tres  naves  á  la 
Espariola,  después  del  3o  de  Abril  de  1494;  lleg-a  á 
la  Isabela  el  24  de  Junio,  y  el  3  de  Diciembre  vuel- 
ven á  España  algunas  de  ellas, 

VIH.  Alonso  de  Torres  conduce  cuatro  naves  á  la 
Española  en  el  otoño  de  1494  y  regresa  á  España  en 
Abril  del  año  siguiente. 

Í495.— IX.  Cuatro  naves  mandadas  por  Jorge  de  Sosa 
salen  de  Sanlúcar  en  Febrero  de  1495,  pero  se  ven 
obligadas  á  regresar  á  Cádiz.  Al  parecer  es  la  mis- 
mo expedición  del  núm.  XV. 

X.  Expediciones  armadas  por  marineros  sevillanos 
se  dirigen  á  diferentes  partes  del  otro  hemisferio,  á 
mediados  de  1495,  según  Pedro  Mártir. 

XI.  Vicente  Yáñez  Pinzón  contrata  con  el  Rey,  en  Di- 
ciembre de  1495,  conducir  dos  carabelas  «á  do  sus 
Altezas  le  mandasen,»  al  parecer  en  dirección  al 
Nuevo  Mundo. 

XII.  Viaje  á  la  Española  de  las  cuatro  naves  manda- 
das por  Juan  Aguado:  5  de  Agosto  de  1496— fines  de 
1496. 

1496— XIII.  En  Enero  de  1496  salen  de  Sanlúcar  otras 
cuatro  naves  y  naufragan  en  la  costa  inmediata. 
XIV.  Primera  expedición  de  Per  Alonso  Niño,  salida 
de  Cádiz  el  i5  de  Junio  de  1496.  Vuelve  en  29  de  Oc- 
tabre  con  sus  naves  cargadas  de  esclavos  indios. 
XV.— Expedición  de  Garcia  Alvarez,  Juan  de  Alfan- 
gui  y  Per  Alonso  Niño,  como  piloto  de  una  de  las  na- 
ves, mandada  por  Francisco  de  Palomares,  que  sa- 
lieron de  Cádiz  el  i3  de  Junio  de  1496.  Según  parece 
es  la  misma  del  número  anterior. 

1497 — XVI.  Viaje  clandestino  de  Bartolomé  Colin  y 
Alonso  Medel,  cuyas  dos  naves  pidió  Colón  les  fuesen 
embargadas  en  22  de  Junio  de  1497. 


LXXXVIIl  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


XVII.  «Juan  Caboto,  en  virtud  de  letras  patenten 
concedidas  á  él  y  á  sus  hijos  por  Enrique  VII  (de 
Inglaterra)  en  5  de  Marzo  de  1496,  parte  de  Bristol. 
en  los  comienzos  de  Mayo  de  1497,  con  una  pequeña 
nave  tripulada  por  dieziocho  hombres,  acompañada 
de  cuatro  embarcaciones  armadas  por  comerciantes 
de  aquella  ciudad.  Desembarca  en  la  costa  del  La- 
brador y  vuelve  á  Bristol  hacia  fines  de  Julio  de  1497.» 

XVIII.  Primer  (?)  viaje  de  Américo  Vespucio:  10  de 
Mayo  de  1497 — 15  de  Octubre  de  1499.  «Parte  de  Cá- 
diz, al  servicio  de  España,  en  i.*  de  Mayo  (edición 
de  Amberes"!  el  10  (Valori)  ó  el  20  (Hylacomilus  y 
Las  Casas).  Toca  en  el  continente  americano  después 
de  una  travesía  de  27  dias  (Hylacomilus)  ó  37  (Valo- 
ri-Bandini,  Canovai).  Regresa  á  Cádiz  el  i5  de  Oc- 
tubre de  1499  (Hylacomilus)  ó  el  i5  de  Octubre  de 
1498  (Valori-Canovai)  trayendo  cerca  de  doscientos 
indios  esclavos,  que  fueron  vendidos  al  desembar- 
car.» 

XíX.  Segundo  viaje  de  Juan  Caboto  á  la  costa  nor- 
este de  América  entre  Terranova  y  Florida,  con  cinco- 
naves.  Parte  de  un  puerto  inglés  (Bristol?)  después- 
del  I."  de  Abril  de  1498. 

XX.— Viaje  de  Lanslot  Thirkill  en  Abril  (?)  de  1498.- 
Consta  que  se  hallaba  de  regreso  en  Londres  en 
i5oi. 

1498-1500.— XXI.  Tercer  viaje  de  Colón:  3o  de  Mayo  de 
1498—20-25  de  Noviembre  de  i5oo. 
XXII.  Dos  naves  al  mando  de  Pedro  Fernández  Co- 
ronel salen  el  23  de  Enero  de  1498  y  regresan  á  San- 
lúcar  el  6  de  Febrero  de  i5oo. 

1499— XXIII.  El  Rey  Don  Manuel  de  Portugal  autoriza 
á  Juan  Fernández,  de  la  Isla  Tercera,  en  28  de  Octu- 
bre de  1499,  «para  ir  en  servicio  de  Dios  y  de  S.  M» 
para  buscar  y  descubrir  ciertas  islas.» 

1 499- 1 5oo— XXIV.  Primer  viaje  de  Alonso  de  Ojeda  ya. 
relatado. 


EXPLORACIÓN   DEL  NUEVO    MUNDO  LXXXIX 

XXV.  Segrundo  viaje  de  Vespucio:  i6  de  Mayo  de 
1499 — 8  de  Septiembre  de  i5(X). 

((Partió  de  Cádiz,  en  tres  buques,  bajo  bandera  es- 
pañola un  día  de  Mayo  [ílylacomilus],  ó  el  i6  [Va- 
lori-Bandini],  ó  el  i8[Canovai]  1499.  Tocó  tierra  á  los 
diezinueve  días  [ílylacomilus]  o  cuarenta  y  cuatro 
[Valori-Bandini].  o  veinte  y  tres  [Canovai]  al  parecer 
en  la  costa  noreste  del  Brasil,  y  se  cree  haber  segui- 
do la  costa  hacia  el  poniente  hasta  el  Cabo  de  la  Ve- 
la. Regresó  á  Cádiz  el  8  de  Septiembre  [Hylacomi- 
lus,  Valori-BanJini]  ó  el  8  de  Junio  [Canovai]  de 
i5oo.  Este  es  el  viaje  que  se  dice  ser  el  de  la  primera 
expedición  de  Ojeda.» 

XXVI.  Viaje  de  Cristóbal  Guerra  y  Per  Alonso  Niño 
de  que  hemos  tratado  ya. 

XXVII.  Viaje  de  Vicente  Yáñe.z  Pinzón:  18  de  No- 
viembre de  1499— 3o  de  Septiembre  de  i5oo. 

XXVIII.  Primar  viaje  di  Diego  de  Lepe,  ya  relatado. 

XXIX.  Primer  viaje  de  Alonso  Vélez  de  Mendoza: 
.Diciembre  de  1499 — Julio  de  i5o(0.  Id. 

i5oo— XXX.  Viaje  clandestino    de    Francisco   Rivarol. 
Id. 

XXXI.  Expedición  enviada  en  busca  del  precedente. 

XXXII.  Primer  viaje  de  Gaspar  Corterreal,  «del  cual 
no  tenemos  detalle  alguno,  pero  está  demostrado 
que  se  llevó  á  cabo,  sin  éxito,  por  una  referencia 
de  las  letras  patentes  de  12  de  Mayo  de  i5oo.» 

XXXIII.  Segundo  viaje  de  Gaspar  Corterreal,  efec- 
tuado en  virtud  de  las  letras  patentes  citadas.  Salió 
con  una  nave  de  Lisboa,  ó  de  la  Tercera,  en  princi- 
pios del  verano  de  i5oo,  y  después  de  haber  explo- 
rado la  costa  oriental  de  Terranova,  regresó  á  Por- 
tugal no  se  sabe  cuando. 

XXXIV.  Juan  Dómelos  ó  Dorvelos  proyectaba  en 
Mayo  de  i5oo  «ir  á  descubrir  con  cuatro  navios  por 
nuestros  mares»,  decían  los  Reyes  Católicos,  pero 
no  se  sabe  si  este  viaje  se  llevó  á  cabo. 


XC  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


XXXV.  En  12  de  Abril  de  i5oo  el  Obispo  Rodríguez 
de  Fonseca  autoriza  á  Juan  Antonio  Colón,  parien- 
te del  Almiranie,  para  que  pueda  ir  á  las  Indias 
con  dos  naves. 

XXXVI.  Seg-undo  viaje  de  Alonso  Vélez  de  Mendo- 
za. Autorizado  en  20  de  Julio  de  i5oo  para  ir  con  cua- 
tro naves  «á  descubrir  islas  y  tierra  firme»  en  las 
partes  donde  no  hubiesen  tocado  Colón,  Guerra,  Ni- 
ño ni  Ojeda,  parece  que  se  hizo  á  la  mar  en  el  oto- 
ño de  i5oo,  pues  consta  que  en  i5  de  Febrero  de 
i.5oi  Vélez  de  Mendoza  se  hallaba  en  Sevilla. 

XXXVII.  Expedición  de  tres  naves  equipadas  en 
Sevilla  en  Julio  de  i5oo  para  partir  en  Septiembre, 
de  la  cual  no  se  tiene  otra  noticia. 

XXXVIII.  Segundo  viaje  de  Ojeda,  emprendido  en 
virtud  de  un  contrato  con  el  Obispo  Rodríguez  de 
Fonseca,  en  28  de  Julio  de  i5oo.  Todo  lo  que  acerca 
de  este  viaje  se  sabe  es  que  reportó  poco  provecho 
y  que  se  terminó  antes  del  i.°  de  Enero  de  i5oi,  fe- 
cha en  que  Ojeda  se  hallaba  en  Granada. 

j5oo-i — XXXIX.  Viaje  de  Pedro  Alvarez  Cabral:  9  de 
Marzo  de  i5oo— Julio  de  i5oi.  «Partió  de  Lisboa  con 
dirección  á  Calcuta  el  9  de  Marzo  de  i5oo  con  tres 
naves.  Por  un  mero  accidente,  descubrió  el  22  de 
Abril  inmediato  la  costa  del  Brasil,  al  parecer  en  las 
vecindades  del  actual  Porto  Seguro,  donde  perma- 
neció hasta  el  2  de  Mayo,  en  que  continuó  su  viaje 
á  Calcuta,  después  de  despachar  á  Portugal  á  Gas- 
par de  Lcmos  para  que  llevase  noticias  del  descu- 
brimiento de  la  tierra  que  llamó  de  Santa  Cruz.  Re- 
gresó á  Lisboa  á  fines  de  Julio  de  i5oi.» 
XL.  Segundo  viaje  de  Cristóbal  Guerra:  primavera 
de  i5oo — verano  de  i5oi.  Partió  en  dos  carabelas 
desde  Sanlúcar,  se  dirigió  á  Paria,  pasó  á  la  isla 
Margarita  y  de  alli  á  la  costa  de  Cumaná. 

i5oo-2— XLI.  Primer  viaje  de  Rodrigo  de  Bastidas:  Oc- 
tubre de  1 5oo— Septiembre  de  i5o2. 


EXPLORACIÓN   DEL  NUEVO  MUNDO  XCI 

•i5oi— XLII.  En  5  de  Octubre  de  i5(X)  lleg-ó  á  Cádiz  una 
nave  española  despachada  á  las  Antillas  algún  tiem- 
po antes,  trayendo  esclavos  indios,  brasil  y  perlas. 

((No   puede    referirse  al  segundo  viaje  de  Guerra, 
puesto  que  vemos  á  él  6  á  su  gente  en  España    en 
2  de  Agosto  de  i5oi.» 
XLIII.  Tercer  viaje  de  Gaspar  Corterreal. 

aCon  tres  naves  equipadas  á  costa  suya  y  de  su 
hermano  Miguel,  parte  de  Lisboa  el  ri  de  Mayo  de  i5oi. 
Dos  de  las  naves  regresan  á  Portugal  en  9  y  ii  de 
Octubre,  respectivamente.  En  cuanto  á  la  tercera,  man- 
dada por  Gaspar,  no  regresó  nunca.  Es  probable  que 
las  costas  exploradas  en  esta  ocasión  fuesen  las  del 
noreste  de  Terranova  y  Labrador. 
XLIV.  Segundo  (>)  viaje   de    Vicente  Yiiñez  Pinzón. 

Una  capitulación  real  de  5  de  Septiembre  de  i5oi  le 
autoriza  para  colonizar  el  pais  qne  se  extiende  des- 
de el  Amazonas  hasta  el  Cabo  de  San  Agustín,  pero 
no  sabemos  si  el  viaje  llegó  á  realizarse. 
XLV.  Luis  de  Arriaga,  que  habla  acompañado  á 
Colón  en  su  segundo  viaje,  conduce  á  la  Española, 
en  Septiembre  de  i5oi,  una  partida  de  colonos. 
i5oo-i— XLVL   Expedición  portuguesa  al  Brasil. 

«En  carta  dirigida  por  Cantino  al  Duque  de  Ferrara, 
en  17  de  Octubre  de  i5oi,  se  hace  mención  de  ((cin- 
co marineros  que  habían  desertado  de  las  naves  del 
Rey  y  huido  á  un  lugar  llamado  Santa  Cruz.»  Esto 
parece  que  se  refiere  á  un  desembarco  hecho  en  la 
costa  del  Brasil  después  de  la  salida  de  Gaspar  de 
Lemos  de  Porto  Seguro  para  Portugal,  ó  de  alguno 
efectuado  por  Cabral  después  de  partir  de  allí  para 
seguir  á  Calcuta,  ó  de  alguna  expedición  enviada 
por  Juan  II  al  Brasil  cuando  tuvo  noticia  por  Lemos 
del  inesperado  y  alhagador  descubrimiento  de  aquel 
pais.  Las  dos  primeras  suposiciones  no  son  muy  pro- 
bables, como  que  Lemos  fué  despachado  en  seguida 
para   Portugal,    y  Cabral   puso  proa    en  derechura 


XCII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 


desde  Porto  Segfuro  al  Cabo  de  Buena  Esperanza, 
Es  cierto  que  la  carta  de  Vaz  de  Caminha  hace  men- 
ción de  dos  criminales  que  fueron  dejados  en  el  Bra- 
sil y  de  dos  grumetes  que  desertaron  de  las  naves 
de  Cabral  en  Porto  Seguro;  pero  la  identidad  de 
estos  dos  desertores  no  ha  sido  suficientemente  com- 
probada para  permitir  al  critico  que  omita  citar  la 
expedición  de  que  se  trata,  por  más  hipotética  que 
parezca.» 

XLVII.  Viaje  portugués  de  descubrimiento. 
«Fué  una  expedición  armada  por  el  Rey  de  Portugal, 
aparentemente  después  de  saber  por  Gaspar  de  Le- 
mos  el  descubrimiento  del  Brasil  efectuado  por  Ca- 
bral. Fué  encontrada  por  el  mismo  Cabral  en  Cabo 
Verde,  en  la  costa  de  África,  según  el  piloto  lo  refie- 
re en  los  términos  siguientes: — «Desembarcamos  en 
el  primer  lugar  cerca  de  Cabo  Verde,  llamado  Bese- 
neghe,  donde  encontramos  tres  naves  que  el  Rey  de 
Portugal  había  enviado  para  descubrir  (explorar)  la 
nueva  tierra  que  habíamos  encontrado  en  nuestra 
camino  á  Calicut.» 

«Pensamos  que  el  presente  es  el  tercer  viaje  de  Ves- 
pucio;  pero  debe  existir  también  otra  expedición, 
porque  carecemos  de  dos  importantes  factores  para 
determinar  cuándo  Vespucio  y  Cabral  pudieron  en- 
contrarse, á  saber,  cuánto  tiempo  necesitaba  el  pri- 
mero para  llegar  de  Lisboa  á  Beseneghe,  y  cuánto 
fué  el  que  el  último  gastó  en  arribar  á  Beseneghe 
desde  el  Cabo  de  Buena  Esperanza.  Todo  lo  que  sa- 
bemos es  que  Cabral  se  hallaba  en  este  cabo  «el  día 
de  Pascua  Florida,»  que,  en  i5oi,  cayó  el  ii  de  Abril, 
y  esto  es  apenas  suficiente. 

«Por  otra  parte,  los  términos  de  aquella  frase  dan 
lugar  también  á  suponer  que  las  naves  portuguesas 
encontradas  por  Cabral  en  Beseneghe  volvieran  de 
las  regiones  nuevamente  descubiertas  en  vez  de  ir 
¿  ellas.  La   referencia  al  descubrimiento  del  Brasil 


EXPLORACIÓN  DEL  NUEVO  MUNDO  XCIII 


hecho  por  Cabral  conduce  á  esta  interpretación,  como 
que  Lemos  llevó  á  Portug^al  la  noticia  en  Junio  ó 
Julio  de  i5oo.  En  este  caso,  debió  pasar  cerca  de  un 
año  antes  que  Juan  II  se  aprovechase  del  descubri- 
miento. No  debemos  olvidar  que  la  carta  de  Cantino 
de  17  de  Octubre  de  i5oi  parece  referirse  á  una  ex- 
pedición al  Brasil  verificada  entre  la  llegada  de  (Le- 
mos y  el  tercer  viaje  de  Vespucio.» 
i5oi— XLVIII.  Expedición  angrlo-portug-uesf. 

«En  ig  de  Marzo  de  i5oi,  Enrique  VII  otorga  sus 
letras  patentes  á  Ricardo  Warde,  Tomás  Ashehurst 
y  Juan  Thomas,  de  Bristol,  asociados  á  Juan  y  Fran- 
cisco Fernández  y  Juan  González,  estos  últimos  na- 
turales de  las  Azores,  «para  explorar  cualesquiera 
islas,  paises,  regiones  y  provincias  de  los  mares  del 
Este,  Oeste,  Sur  y  Norte,  hasta  entonces  desconoci- 
dos de  cristianos.» 
i5oi — XLIX.  Tercer  viaje  de  Vespucio. 

«Vespucio  partió  de  Lisboa  el  10  de  Mayo  (Valon) 
ó  el  14,  i5oi;  ancló  en  la  costa  del  Brasil  el  17  de 
Agosto;  exploró  desde  allí  la  que  se  extiende  al  Sur 
hasta  después  del  i5  de  Febrero  de  iSoa;  descubrió 
la  bahía  de  Todos  los  Santos;  y  regresó  á  Lisboa  el 
7  de  Septiembre  siguiente. 

L.  Ñuño  Manuel:  Mayo  de  i5oi — Septiembre  de  i5o2. 
«Viaje  al  Rio  de  la  Plata  que  se  dice  haber  tenido 
lugar  bajo  bandera  portuguesa  por  Ñuño  Manuel, 
entre  Mayo  de  i5oi  y  Septiembre  de  i5o2  y  que  xVdol- 
fo  de  Varnhagen  presume  que  debe  identificarse  con 
el  tercero  de  Vespucio.  El  viaje  de  Manuel  tuvo  cier- 
tamente lugar,  pero  todo  lo  que  acerca  de  su  fecha 
puede  decirse  es  que  se  efectuó  antes  de  i52i.» 
LI.  Juan  de  Escalante  contrata  con  los  Reyes  de  Es- 
paña en  5  de  Octubre  de  i5oi  «para  ir  á  descubrir 
por  el  Mar  Océano.» 

LII.  De  carta  escrita   por  Pier  Rondinelli  desde   Se- 
villa, en  3  de  Octubre  de  i5o2,  puede  deducirse  que 


XCIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

cuatro  carabelas  portuguesas  tocaron  en  el  Brasil  en 
viaje   de    regresó  desde  Calcuta    á  Lisboa,  viniendo 
por  el  Cabo  de  Buena  Esperanza. 
i5o2 — Lili.  Tercer  viaje  de  Ojeda:  Enero — Septiembre 
de  i5o2.  . 

Es   el  que  Navarrete    ha    descrito  por  extenso  y  á. 
que  nos  hemos  referido  ya. 

LtV.  Viaje  de  Nicolás  de  Ovando  á  la  Española:  i3 
de  Febrero — 15  de  Abril  de  i5f)2. 
LV.  Mig-uel  Corterreal,  en  virtud  de  autorización  real 
de  i5  de  Enero  de  i5o2,  salió  de  Lisboa  el  lo  de  Ma- 
yo de  ese  año  con  dos  ó  tres  na'ves  «para  descubrir 
tierra  firme  é  islas»  y  en  busca  de  su  hermano,    sin 
que  volviese  ning-uno  de  los  dos. 
LVI.  Segundo  viaje  de  Lepe   «á    la  parte   donde  la 
otra  vez  fué.»  Autorizado  para  partir  por  real  cédula 
de  1 5  de  Noviembre   de  i5oo,   «probablemente  no  se 
hizo  á  la  vela  hasta  el  verano  de  i5o2.» 
LVII.  Juan  Bermúdez    fué    despachado    por  los  Re- 
yes  á  las  Indias,  con  cinco   naves,  en    el  año  i5o2. 
Debe  ser  el  capitán  de    la    Garza  que  descubrió  las 
Bermudas    en    alguno  de  sus  viajes  al  Nuevo  Conti- 
nente,  probablemente    antes   de  i5o2,  si  bien  Cris- 
tóbal Cerezo    llama  al  descubridor  Diego  Bermúdez 
de  Palos,  que  acompañó  á  Colón  en  su  primer  viaje. 
LVin.  Tercer  viaje  de  Alonso  Vélez  de  Mendoza. 

Autorizado  en  i5  de  Febrero  de  i5o2  para  llevar  á 
la  Española  cuatro  colonos  y  aun  «para  que  pueda 
ir  á  otras  islas  y  descubrir  islas  y  tierra  firme,»  se 
duda  si  fué  simplemente  en  compañía  de  Ovando. 
En  la  Colección  de  Torres  de  Mendoza  tomo  XVI, 
página  574,  se  registra  una  petición  de  Vélez  de  Men- 
doza para  que  se  le  pagasen  quinientos  mil  marave- 
dís «que  gastó  en  dos  veces  en  armar  cuatro  na- 
vios.» 
i5o2-3 — LIX.  Luis  de  Arriaga,  autorizado  en  9  de 
Diciembre  de  i5oi   para  llevar  á  la  Española  cierto 


EXPLORACIÓN    DEL    NUEVO    MUNDO  CXV 


número  de  colonos  verifica   su  viaje,  al    parecer  en 
i5o2-3. 

LX.  Enrique  VII,  en  9  de  Diciembre  de  i5o2,  autoriza 
á  Tonicis  Ashehurst,  Juan  González,  Francisco  Fer- 
n¿indez  y  Hug-o  EUiot  para  un  viaje  á  regiones  has- 
ta entonces  no  descubiertas  por  ingleses:  viaje  que' 
según  parece,  se  realizó. 

i5o2-4 — LXI.  Cuarto  viaje  de   Colón:  Marzo  de  í5o2— 7 
de  Noviembre  de  1504. 

LXII.  Consta  quedurante  varios  de  los  años  anterio- 
res á  i5o5  los  normandos  y  los  bretones  visitaban  de 
ordinario  las  Indias  Occidentales,  de  donde  traían 
palo  de  tinte,  algodón,  monos  y  loros,  alcanzando 
en  sus  excursiones  hasta  la  costa  noreste  de  Améri- 
ca, según  las  leyen'das  de  los  antigües  mapas:  «C. 
do  bretaos,  tierra  de  los  bretones,  térra  que  foy  des- 
cubierta por  bertones.» 

i5o3— LXIII.  Cuarto  viaje    de    Vélez  de  Mendoza:   du- 
doso, pues  no  se  sabe  si  en  verdad  es  el    mismo  de 

l502. 

LXIV.  Expedición  portuguesa  clandestina.  En  i3  de 
Julio  de  i5o3,  los  Reyes  Católicos  recibían  noticia  de 
que  cuatro  naves  portuguesas  habían  tocado  en  el 
país  descubierto  por  Rodrigo  de  Bastidas  y  llevado 
de  allí  á  Lisboa  indios  esclavos  y  palo  de  tinte. 
LXV.  En  5  de  Julio  de  i5o3,  Isabel  la  Católica  orde- 
na á  los  Oficíalos  Reales  que  «pongan  luego  diligen- 
cia en  armar  dos  navios,  á  su  costa,  que  vayan  al 
dicho  viaje.» 

LXVI.  Tercer  viaje  de  Guerra,  en  12  de  Julio  de  1604, 
Cristóbal  Guerra  capitula  con  los  Reyes  ir  a  la  cos- 
ta de  las  Perlas  con  siete  naves  armadas  á  sus  ex- 
pensas. 

LXVII.  En  7  de  Septiembre  de  i5o3,  Juan  de  la  Cosa, 
excusándose  de  acompañar  á  Cristóbal  Guerra,  ca- 
pitula ir  con  tres  ó  más  carabelas,  armadas  á  su 
costa,  á  Urabá  y  país    de  las  Perlas.   «Debe  ser  di- 


XCVI  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 


verso  del  de  1604,  como  que  éste  fué  emprendido  en 
virtud  de  una  nueva  y  diferente  capitulación.» 
LXVIIl.  Segundo  viaje  de  Bermúdez.  «En  Noviem- 
bre de  i5o3  fueron  dos  navios,  maestres  Bermúdez  y 
Nortes,  con  varias  mercaderías,  por  cuenta  de  S.  A. 
á  la  Española.»  Es  probable  que  esta  expedición  sea 
la  misma  á  que  se  refiere  el  núm,  LXV. 
LXIX.  Como  en  16  de  Enero  de  1604  el  Rey  D.  Ma- 
nuel concedió  á  Fernando  de  Noronhala  isla  que  últi- 
mamente habia  descubierto,  que  es  la  misma  que 
ahora  lleva  su  nombre,  es  evidente  que  existe  una 
expedición  portug-uesa  en  i5o3,  en  la  cual  fué  des- 
cubierta dicha  isla. 

LXX.  En  i5o3  el  Rey  D.  Manuel  envía  á  Terranova 
dos  naves  en  busca  de  Gaspar  y  Mig-uel  Corterreal, 
que  regresaron  sin  haberlos  encontrado. 
LXXI.  Del  hecho  de  haber  Enrique  VII  concedido 
en  17  de  Noviembre  de  i5o3  cierta  gratificación  á  uno 
que  vino  de  Terranova,  se  evidencia  que  hubo  una 
expedición  ingrlesa  á  esos  lugares,  sin  que  pueda 
decirse  si  es  la  del  núm.  LX  ú  otra  atribuida  á  Se- 
bastián Caboto. 

LXXII.  «Gonzalo  Coelho,  con  seis  naves,  sale  de 
Lisboa  el  10  de  Junio  de  i5o3  con  dirección  al  Bra- 
sil; pierde  cuatro  de  aquéllas  al  parecer  en  la  costa 
del  continente,»  por  tener  todavía  poca  noticia  de  la 
tierra;»  desembarca  allí,  y  regresa  á  Lisboa,  se  ig- 
nora cuando,  con  un  cargamento  de  palo  de  tinte. 
Esta  es  la  expedición  que  varios  historiadores  supo- 
nen ser  idéntica  con  el  Cuarto  viaje  de  Vespucio.» 
i5o3-4— LXXIII.  Cuarto  viaje  de  Vespucio:  Mayo  de 
i5o3 — Junio  de  1804. 

«Vespucio  se  hace  á  la  vela  desde  Lisboa  el  10 
de  Mayo  de  i5o3  bajo  bandera  portuguesa,  pero  no 
como  comandante  en  g-eíe  ni  como  capitán  de  la 
nave  en  que  iba.  El  10  de  Agosto  naufraga  en  una 
isla  de  la  costa  del  Brasil;  continúa   en  seguida   su 


EXPLORACIÓN  DEL  NUEVO  MUNDO  XCVII 


ruta  hacia  el  sud-oeste  3oo  leguas  y  desembarca  en 
la  bahia  de  Todos  los  Santos,  que  había  sido  des- 
cubierta en  su  viaje  anterior.  Camina  de  nuevo  en 
dirección  al  sur  260  leguas,  toca  en  un  punto  por 
los  18  grados  de  latitud  sur,  donde  permanece  cerca 
de  cinco  meses;  y  de  alli  regresa,  finalmente,  para 
llegar  á  la  boca  del  Tajo  después  de  una  travesía  de 
77  días  el  28  (Hylacomilus)  ó  el  18  (Valori)  de  Junio 
de  i5o4.» 

LXXIV.  Viaje   de   Alfonso   de   Alburquerque:  Abril 
de  i5o3 — Septiembre  de  i5o4. 

Parte  de  Lisboa  el  6  de  Abril  de  i5o3  con  cuatro 
naves,  en  dirección  á  Cochín,  pero  va  á  desembar- 
car al  Brasil,  hacia  los  8  grados  de  latitud  austral, 
al  parecer  en  Marzo  siguiente,  y  permanece  allí  al- 
gún tiempo,  regresando  á  Lisboa  el  16  de  Septiem- 
bre de  1 504. 
i5o3-5 — LXXV.— Viajes  de  los  franceses  al  Brasil:  Ju- 
nio de  i5o3— Mayo  de  i5o5. 

Binot  Paulmier  de  Gonneville  parte  de  Honfleur 
para  las  Indias  Orientales,  el  24  de  Junio  de  i5o3  en 
una  nave  llamada  L'Espoir,  llevando  á  bordo  dos 
portugueses  contratados  en  Lisboa  para  el  caso.  El 
6  de  Enero  de  i5o4,  en  su  viaje  de  regreso,  desem- 
barca en  una  tierra  situada  al  sur  del  Trópico  de 
Capricornio,  que  generalmente  se  cree  haber  sido 
el  Brasil,  donde  permanece  hasta  el  3  de  Julio  de  1504. 
Según  otra  relación,  Gonneville,  en  Agosto  de  i5o3, 
hizo  vela  directamente  desde  Cabo  Verde  al  Brasil, 
dobló  el  cabo  de  San  Agustín,  pero  sólo  desembar- 
có más  tarde. 

«Los  franceses  fueron  al  Brasil  en  1604,  la  primera 
vez    al  puerto  de  Bahía,   entraron  por  el  Rio   Para- 

gua9u regresaron  á  Francia,  y  volvieron  otra 

vez  allí  con  tres  naves:»    lo  que  demuestra   que  los 
franceses    hicieron  viajes  al  Brasil   en    i5o4  y  poste- 
riormente otros. 
7 


XCVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

i5o4— LXXVI.    Expedición   inglesa    á   Terranova,    que 
consta  de  cierto  presente  dado  por  Enrique  VII,  en  8 
de  Abril  de  i5o4  á  un  sacerdote  que  iba  á  «la  Nueva 
Isla.» 
LXXVII.  Cuarto  viaje  de  Ojeda. 

En  3o  de  Septiembre  de  iSo^,  Ojeda,  asociado  con 
Pedro  de  la  Cueva,  capitula  para  efectuar  un  viaje 
á  Coquibacoa  y  de  allí  «descubrir  por  el  Mar  Océa- 
no otras  tierras  é  islas.»  El  hecho  es,  sin  embargo, 
que  Ojeda  en  principios  de  Octubre  aun  no  paitia- 
LXXVIII.  Expedición  de  Cristóbal  Guerra,  á  quien 
Juan  de  la  Cosa  encontró  con  cuatro  naves  en  el 
puerto  de  Cartagena,  en  i5o4.  Una  de  éstas  volvió  á 
España  cargada  de  esclavos  y  palo  de  tinte  y  las 
tres  restantes  naufragaron  después  cerca  del  golfo 
de  Urabá. 

LXXIX.  Viaje  de  Juan  de  la  Cosa.  Autorizado  en  14 
de  Febrero  de  1604  para  efectuar  un  viaje  al  golfo  de 
Urabá  «é  á  otras  islas  del  Mar  Océano,  que  fasta 
agora  son  descubiertas  é  se  descubrieren  de  aqui 
adelante,»  con  dos,  tres  ó  las  naves  que  pudiere 
equipar  á  su  costa.  Partió,  en  efecto,  con  cuatro,  fué 
al  Darién,  exploró  la  costa  hasta  Cartagena  y  aun 
quizás  hasta  mas  lejos.  Regresó  á  España  en  i5o6, 
con  mercaderías  por  valor  de  dos  millones  y  medio 
de  maravedís. 

Entre  sus  compañeros  figuraron  Martin  de  los  Re- 
yes, Andrés  de  Morales  y  su  socio  el  sevillano  Juan 
de  Ledesma. 

LXXX.  «Hernando  Cortés  llegó  á  Sevilla  al  tiempo 
que  pasaban  cinco  navios  á  la  Española,  y  entre 
ellos  el  de  Alonso  Quintero,  en  el  que  se  embarcó.» 
Herrera,  p.  i65,  sub  anno  1504. 


IV 

El  supuesto   viaje   de    Yáñez   'Pinzón 
y  Diaz  de  Solís  á  Yucatán  en  i5o6. 


SUMARIO.— El  cronista  Antonio  de  Herrera  es  el  pri- 
mero que  divulga  la  noticia  del  viaje  de  Yáñez 
Pinzón  y  Diaz  de  Solis. — Silencio  que  al  respecto 
de  esto  guardan  los  primitivos  historiadores  de 
Indias. — Crédito  prestado  hasta  hace  poco  á  la 
relación  de  Herrera.— No  existe  documento  alguno 
en  que  apoyarla. — Los  hechos  demuestran  que 
Yáñez  Pinzón  se  hallaba  en  España  en  i5o6. — 
Otras  circunstancias  que  concurren  á  manifestar 
que  el  viaje  de  que  se  trata  Jamás  tuvo  lugar. — 
Opinión  de  Harrisse  .(nota)-.'r^  i. 


EjAMOs  indicado  más  atrás  que  el  cronista 
Antonio  de  Herrera  al  llegar  en  su  obra 
al  año  de  i5o6,  afirmaba  que,  sabido  en 
Castilla  lo  que  había  descubierto  Colón  en 
su  cuarto  viaje  de  i5o2,  Juan  Diaz  de  Solís  y 
Vicente  Yáiíez  Pinzón,  por  emulación  del  Al- 
mirante y  «para  echar  cargo  á  los  Reyes»,  de- 


C  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

terminaron  de  ir  á  proseguir  el  camino  que 
dejaba  hecho  el  Almirante,  y  que,  en  efecto, 
«tomando  el  hilo  desde  la  isla  de  los  Guana- 
jos, descubrieron  entonces  mucha  parte  del 
reino  de  Yucatán»,  y  que,  «como  después  no 
hubo  nadie  que  prosiguiese  aquel  descubri- 
miento, no  se  supo  más  hasta  que  se  descu- 
brió todo  lo  de  Nueva  España,  desde  la  isla 
de  Cuba.»  i  Dijimos  también  que  el  cronista 
de  Indias,  que  había  copiado  casi  al  pie  de  la 
letra  lo  que  al  respecto  halló  escrito  en  la 
Historia  de  las  Indias  del  P.  Las  Casas,  en 
ese  tiempo  aun  en  manuscrito,  debió  decidir- 
se á  mirar  aquel  suceso  como  ocurrido  en  el 
año  de  i5o6,  por  cuanto  el  pasaje  de  donde 
tomaba  la  noticia  se  hallaba  en  el  original  co- 
locado inmediatamente  después  de  la  relación 
de  la  muerte  de  Cristóbal  Colón,  ocurrida  en 
ese  año  de  i5o6,  aunque  sin  fijarse  en  que  el 
P.  Las  Casas  significaba  allí  que  iba  á  tomar 
de  nuevo  el  hilo  de  su  historia,  interrumpido 
más  atrás,  para  dar  remate  á  las  cosas  que  to- 
caban  á  los  últimos  sucesos  de  la  vida  del 
descubridor  del  Nuevo  Mundo. 

Los  historiadores  primitivos  de  Indias  guar- 
dan absoluto  silencio  sobre  este  viaje  de  i5o6, 
atribuido  á  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solís,  de 


I.  Década  I,  libro  VI,  capitulo  XVII,  página  2i5  de 
la  edición  de  1601. 


VIAJE    DE    l5o6  Cl 

tal  modo  que  Herrera  ha  sido  la  única  fuente 
que  ha  servido  en  absoluto  á  Íos  que  después 
-que.  él  han  tenido  que  ocuparse  de  la  biogra- 
fía del  descubridor  del  Río  de  la  Plata.  Las 
aserciones  de  Herrera  tocante  á  este  viaje  pa- 
garon durante  mucho  tiempo  como  incuestio- 
nables; tradújose  á  diversos  idiomas  su  libro,  é 
imprimióse  aún  en  holandés,  en  folleto  aparte^ 
la  expedición  á  Yucatán,  2  que  tal  era  el  eré» 
•dito  que  se  prestaba  á  una  obra  que  se  supo- 
nía basada  en  su  totalidad  en  los  documen- 
tos originales  de  que  el  cronista  había  podido 
disponer.  ^^Es  esto  exacto  en  lo  que  toca  al 
viaje  de  que  tratamos?  Nada  de  eso:  el  exa- 
men de  los  que  hoy  se  hallan  á  nuestro  alcan- 
ce prueba  que  el  cronista  de  Indias  confun- 
dió el  supuesto  viaje  de  i5o6  con  el  que  los 
mismos  navegantes  verificaron  dos  años  más 
tarde:  conclusión  á  que  hemos  de  llegar  ba- 
sados en  la  carencia  absoluta  de  documentos 
-que  justifiquen  la  aserción  del  cronista,  y  en 
inducciones  que  coinciden  con  este  mismo 
hecho,  y  que,  por  último  resultado,  vienen  á 
demostrar  que  aquélla  no  ha  tenido  otra  base 
que  la  mala  interpretación  que  diera  al  ori- 
ginal que  le  sirvió  de  base.  Como  también  he- 
mos de  verlo  pronto,  no  ha  de  ser  esta  la  úni* 
•ca  confusión  que  Herrera  haya  establecido  en 


a.  Véase  al  fín  de  este  libro  la  sección  bibliográñca. 


CII  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

la  cronología  de  los  viajes  del  piloto  mayor  de 
España. 

Decíamos  que  ese  viaje  de  i5o6  había  sida 
aceptado  como  un  hecho  por  los  historiado- 
res que  copiaron  á  Herrera,  confiados  en  la 
autoridad  de  que  ha  gozado  su  obra.  El  misma- 
Fernández  de  Navarrete,  apesar  de  su  eru- 
dición  y  de  la  crítica  con  que  aquilata  los  an- 
tiguos documentos,  sostuvo  que  Diaz  de  So- 
lis,  unido  á  Yáñez  Pinzón,  «fué  en  i5o6,  dice, 
á  proseguir  los  descubrimientos  del  primer 
Almirante,  principiando  en  la  isla  de  los 
Guanajos.»  3  El  erudito  don  Diego  Barros- 
Arana  en  su  estudio,  sobre  el  descubrirhiento 
del  Río  de  la  Plata,  afirma  igualmente  que 
Diaz  de  Solís  «había  reconocido  el  golfo  de 
Honduras  y  descubierto  una  parte  de  la  pro- 
vincia de  Yucatán  en  i5o6))  4.  Sin  embargo, 
ya  en  1861,  Varnhagen  negaba  redondamente 
que  el  viaje  hubiera  podido  tener  lugar,  fun- 
dado en  que  «habría  imposibilidad  en  supo- 
ner á  Pinzón  navegando  en  i5o6  y  i5o7,  pues- 
to que  sabemos  positivamente,  por  documen- 
tos que  nos  merecen  entera  fé,  que  se  hallaba 
entonces  retenido  en  España  con  Vespucio^ 
ocupado  de  otros  armamentos.»  ^ 


3.  Colección,  etc.,  t.  TIT,  pág-.  46. 

4.  Revista  del  T^acifico,  t.  IV,  págr.  594. 

5.  Amerigo  Vespucci,  Lima,  i865,   págr.   98;  y  NOU" 
velles  récherches,  pág-.  i5. 


VIAJE    DE    l5o6  CIII 

Entre  los  historiadores  argentinos,  ^  Fre- 
geiro,  que  había  conocido  la  opinión  de  Varn- 
hagen,  robustece  aún  la  conclusión  á  que 
éste  llegaba;  pero  sin  atreverse  á  dar  como 
falso  el  dato  de  Herrera,  quien  supone  ha  de- 
bido tener  á  la  vista  algún  documento  que  le 
permitiera  asentarlo  así,  está,  sin  embargo, 
lejos  de  aceptarlo  como  un  hecho  probado.  7 
Por  fin,  Madero,  que  disfrutó  de  los  mejores 
elementos  acopiados  hasta  ahora  para  el  es- 
tudio de  los  orígenes  del  descubrimiento,  se 
limita  á  negar  categóricamente  el  viaje  de 
que  tratamos,  aunque  sin  darnos  razón  algu- 
na para  ello.  8 

Manifestábamos  hace  poco  que  la  principal 
razón  que  había  para  negar  la  efectividad  del 
aserto  de  Herrera,— prescindiendo  de  lo  que 
sabemos  acerca  de  la  fuente  en  que  bebió — 
era  en  que  no  se  conoce  documento  alguno 
en  que  apoyarlo.  En  las  colecciones  que  han 
visto  la  luz  pública  hasta  ahora  no  aparece  el 
menor  rastro    de  aquel  viaje  de  i5o6,  ni  del 


6.  Lamas  en  su  Juan  Diaz  de  Solis,  pág.  426,  Re- 
vista del  Rio  de  la  'Plata,  se  limita  á  mencionar  por 
incidencia  el  viaje,  sin  discutir  su  efectividad. 

7.  Juaft  Dia:{  de  Solis,  pág.  21. 

8.  Historia  del  Puerto  de  Buenos  Aires,  página  3. 
«Entonces,  y  no  en  i5o6,— cuyo  viaje  no  se  realizó,— 
fué  que»,  etc.  "     ,  ■ 


GIV 


JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


examen  detenido  que  nosotros  hemos  hecho 
de  los  archivos  españoles  que  tocan  á  la  Amé- 
rica resulta  acerca  de  él  el  menor  vesti- 
gio. En  cambio,  existen  otros  que  vienen  á 
manifestar  que  es  muy  difícil  aceptar  aún  la 
posibilidad  de  que  se  verificase. 

Veamos  primero  los  que  hablan  con  Yá- 
ñez  Pinzón,  de  quien  son  también  más  abun- 
dantes que  de  Diaz  de  Solis,  como  que  su  fi- 
gura era  por  aquellos  años  mucho  más  pre- 
minente  que  la  de  este  último,  todavía  ignO" 
rado  en  España  y  sin  cargo  alguno  oficial. 

Gomo  queda  indicado,  en  la  obra  de  Herrera 
se  señala  á  la  expedición  de  que  vamos  ocu- 
pándonos el  año  de  i5o6,  sin  más  indicacio- 
nes, si  bien  pudiéramos  presumir  por  la  colo- 
cación del  párrafo,  que  el  autor  quiso  referirse 
á  un  hecho  sucedido  inmediatamente  después 
de  la  muerte  de  Colón,  ocurrida,  como  se  sabe, 
el  20  de  Marzo  de  aquel  año..  Digamos,  pues, 
á  mediados  de  i5o6. 

Desde  comienzos  del  año  precedente  de 
i5o5  es  fácil  seguir  los  pasos  á  Yañez  Pin- 
zón. Hallábase  por  esos  días  en  España,  y 
inás  probablemente  en  Palos,  donde  estaba 
avecindado.   En  pleno  goce  del  favor  real,  9 


9.  Véase  la  real  cédula  de  28  de  Febrero  de  i5g5,  por 
la  cual  el  Rey  le  hacia  merced  de  cierta  suma,  puMi- 
£ada  en  Navarrete,  t.  III,  pág.  ii». 


VIAJE   DE    l5o6  CV 

muy   ocupado    del  proyecto  que  tenía  de   ir 
á    poblar    la     isla  de    San    Juan,     para   lo 
cual  había  celebrado  con  el  Rey  una  capitu- 
lación que  lleva  fecha  24  de  Abril  de  i5o5,  10 
entre  cuyas  cláusulas  principales  se  contaban 
la  de  que  edificase  allí  una  fortaleza  n  y  la  de 
que  pudiese  verificar  su  partida  de  España 
«hasta  un  año  primero  siguiente» ;  y  es  lo  cier- 
to que  por  fines  de  Septiembre  obtenía  una  real 
provisión  para  que  el  alcalde  del  lugar  de  su 
vecindad  fallase  cierto  pleito  que  tenía  con 
Alvaro  Alonso  Rascón,  tsobre  una  carabela 
que  diz  que  le  hubo  fletado  para  ir  en  mi  ser- 
vicio 12.»  Es  sabido  que  este  proyecto  de  Yá- 
ñez  Pinzón  no  se  realizó  al  fin,  lo  que  nos  da 
ocasión  para  poner  de  manifiesto  un  nuevo 
error  del  cronista  de  Indias,  cuando  dice  que 
después  de  otro  viaje  de  Yáñez  Pinzón  y  de 
Díaz  de  Solís,  que  refiere  al  año  de  iSog,  éste 
fué  encarcelado  «y  á  Vicente   Yañez   hizo  el 
Rey  merced,  y  en  particular  en  algunas  cosas 
en  la  isla  de  San  Juan,  que  no  tuvieron  efec- 
to» »3^  cuando,  como  acabamos  de  ver,   estas 


10.  Torres  de  Mendoza,  t.  XXXI,  pág-.  309. 

11.  Véase  el  número  I  de  nuQStros  Documentos;  N*^ 
varrete,  t.  III,  pág.  112,  y  Torres  de  Mendoza,  t.  XXXI, 
pág.  285. 

la,  Navarrete,  t.  III,  pág.  ii3. 

i3.  Década  I,  libro  VII,  capítulo  IX. 


CVI  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

mercedes  hechas  por  el  monarca  en  algunas 
cosas  de  la  citada  isla,  se  verificaron  en  i5o5, 
y  nó  cuatro  años  después,  como  lo  supone. 

De  gran  consideración  gozaba  por  enton- 
ces Yáñez  Pinzón  ante  el  monarca,  quien 
preocupado  de  preparar  una  expedición  para 
la  Especería, — de  la  que  no  hemos  de  ocu- 
parnos en  este  momento, — ecribía  con  fecha 
1 3  de  Marzo  de  i5o5  á  los  Oficiales  Reales 
de  Sevilla  diciéndoles  que  Vespucio  y  Yáñez 
Pinzón  habían  de  entender  en  ella  M,  y  cinco 
meses  más  tarde  (ii  de  Agosto)  les  repetía 
que  diesen  á  ambos,  para  el  gasto  de  sus 
casas»,  en  cada  año  que  en  ello  se  ocuparen,» 
doce  mil  maravedís  y  otras  gratificacio- 
nes i5,  Y  en  realidad,  tan  largos  iban  aque- 
llos preparativos  que  más  de  un  año  después, 
en  23  de  Agosto  de  i5o6,  encargaba  á  los 
mismos  funcionarios  que  hablasen  á  Ves- 
pucio y  á  Yáñez  Pinzón  para  que  expresa- 
sen si  sería  tiempo  de  que  la  armada  par- 
tiese antes  del  próximo  invierno  i6. 


14.  Véase  la  real  cédula  tocante  á  esto,  publicada  en 
Torres  de  Mendoza,  t.  XXXI,  pág.  283. 

i5.  Real  cédula  de  la  fecha  indicada,  inserta  en  la 
página  386  del  tomo  XXXI  de  la  Colección  de  Torres 
de  Mendoza. 

16.  Real  cédula  publicada  por  Navarrete,  t.  III,  pá- 
gina 294,  en  Torres  de  Mendoza,  t.  XXXIX,  pag.  i38, 
y  reproducida  en  el  número  II  de  nuestros  'Documen- 
tos. 


VIAJE    DE    l5o6  CVH 

Los  datos  que  resultan  de  estos  documen- 
tos oficiales  manifiestan,  pues,  de  la  manera 
más  perentoria  que  aún  en  23  de  Agosto 
de  i5o6,  año  en  que  se  supone  realizado  el 
viaje  de  que  venimos  ocupándonos,  Yáñez 
Pinzón  no  se  había  movido  de  Palos.  Por 
demás  aventurado  seria,  por  lo  tanto,  creer  que 
se  hubiese  podido  verificar  en  los  pr.merosóen 
los  últimos  meses  de  ese  año,  cuando  el  tex- 
to claro  y  explícito  de  las  piezas  que  recor- 
damos hacen  alusión  á  la  presencia  de  Yáñez 
Pinzón  en  Palos  ^7. 

Por  fin,  cuando,  como  lo  hemos  de  ver  más 
adelante,  Herrera  atribuye  á  Diaz  de  Solís 
otro  viaje  imaginario — cuya  no  existencia  está 
plenamente  comprobada; — cuando  sabemos 
que  los  detalles  que  da  respecto  á  éste  de 
i5o6  coinciden  en  parte  con  el  verdadero  efec- 
tuado dos  años  después, —  siempre  según  la 
relación  de  Las  Casas — no  puede  quedar  en 
el  ánimo  duda  alguna  de  que  aquél  es  tam- 
bién puramente  imaginario  i8. 


17.  Nuestro  marino  ni  siquiera  había  ido  á  Sevilla 
á  conferenciar  con  los  oficiales,  pues  consta  que  éstos 
le  escribieron  allí.  Véase  Navarrete,  t,  III,  pág.  3o2. 

18.  Harrisse,  después  de  colacionar  los  textos  de 
Mártir  de  Angrleria,  López  de  Gomara.  Las  Casas  y  He- 
rrera, expresa:  «Asi  vino  á  suceder  que  desde  el  año 
1601  hasta  el  dia,  todos  los  historiadores  de  los  descu- 
brimientos marítimos,  han  erróneamente  creído,  de- 
clarado y  repetido  que  Yucatán  había  sido  descubierto 
por  Vicente  Yáñez  Pinzón  y  Juan  Diaz  de  Solís  desde 
tan  atrás  como  i5o6.»  The  discovery  of  North  Ameri- 
ca, pág.  464. 


V 


Viaje  de  Díaz  de  Solis  y  Yáñez  'Pinzón 
en  i5o8  al  Nuevo  Mundo 


SUMARIO. — Proyectos  de  colonización  en  el  Nuevo 
Mundo. — Estagnación  que  se  ,nota  en  los  descu- 
brimientos.—El  Rey  Católico  resuelve  darles  nue- 
vo impulso.— Al  efecto  van  á  la  Corte  Vespucio, 
Juan  de  la  Cosa,  YáñezPinzón  y  Díaz  de  Solis. — 
Este  ingresa  al  servicio  de  España  como  piloto. 
—Conferencia  celebrada  en  Burgos.— Acuérdase 
que  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solis  vayan  á  descu- 
brir.—Primeras  disposiciones  adoptadas  al  inten- 
to.— Preparativos  de  viaje. — Mercedes  que  el  Rey 
otorga  á  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solis. — Capitu- 
lación que  celebran  con  el  monarca. — Verdadero 
objetivo  del  viaje. — Creencia  general  acerca  de  la 
existencia-  de  un  estrecho. — Aprestos  para  la  par- 
tida.— Ruta  seguida  según  Herrera.— Error  en  que 
incurre.— Relato  del  P.  Las  Casas.— Id.  de  Don 
Hernando  Colón.— Itinerario  que  han  debido  se- 
guir según  el  P.  Las  Casas.— Similitud  del  viaje 
atribuido  á  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solis  con  el 
que  se  dice  ejecutado  por  Vespucio  (nota). — Testi- 
monios producidos  en  los  pleitos  de  Colón.— Opi- 
nión de  Harrisse.— Puntos  controvertibles.— Re- 


ex  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

lación  de  Mártir  de  Ang-leria.—  Comprobación 
que  encuentra  en  los  documentos.— Regreso  de  la 
expedición. 

N  el  capítulo  III  dejamos  consignados 
en  compendio  el  cuadro  de  los  descu- 
brimientos verificados  por  los  marinos 
españoles  hasta  el  año  de  i3o3.  Desde  enton- 
ces, se  ve  cesar  casi  de  repente  ese  movimien- 
to de  exploración  del  Nuevo  Mundo,  y  pasa 
un  año  y  otro  sin  que  una  sola  vela  cruce  el 
océano  con  proyectos  de  arrancar  sus  secre- 
tos al  ignorado  continente.  Colón  había  muer- 
to en  i5o6,  pero  casi  todos  los  audaces  nau- 
tas que  en  aquella  primera  época  mandaron 
las  naves  castellanas  vivían  aún;  y  según  se 
habrá  visto,  manifestábanse  más  empeñados 
en  colonizar  que  en  descubrir,  como  si  can- 
sados de  gloria  y  abrumados  por  la  magnitud 
inmensa  de  las  tierras  que  tenían  reconoci- 
das, estimasen  que  era  tiempo  de  sentar  en 
ellas  la  base  de  futuras  colonias  que  les  ha- 
bían de  proporcionar  los  tesoros  de  que  ca- 
recían. Es  verdad  que  los  monarcas  españoles, 
como  lo  insinuábamos,  preocupados  de  los 
descubrimientos  que  por  su  parte  habían  efec- 
tuado los  ingleses  y  los  portugueses,  estima- 
ban que  era  llegado  el  momento  de  agregar 
definitivamente  á  la  corona  de  Castilla,  por 
medio  de  establecimientos  duraderos,  el  Nue- 


VIAJE    DE    l5o8  CXI 

vü  Mundo  que  el  inmortal  navegante  genovés 
les  había  obsequiado.  Pero,  estas  mismas  ten- 
tativas de  colonización  no  pasaron,  en  su  ge- 
neralidad, de  meros  proyectos,  y  lo  cierto  es 
que  aún  los  que  para  ello  tenían  celebradas 
capitulaciones,  probablemente  por  falta  de 
elementos,  hubieron  de  dar  de  mano,  llegado 
el  caso  del  cumplimiento,  los  contratos  cele- 
brados con  los  monarcas. 

Antonio  de  Herrera  nos  informa  que  la  cau- 
sa principal  de  la  estagnación  que  hacemos 
notar,  en  los  asuntos  de  Indias  debióse  á  la 
ausencia  de  la  Península  del  rey  don  Fernan- 
do, pero  que  á  su  regreso,  que  tuvo  lugar  á 
mediados  de  i5o7,  adquirieron  nuevo  impul- 
so. Después  de  dar  á  conocer  el  cronista 
castellano  algunas  medidas  de  buen  gobier- 
no adoptadas  por  el  monarca  en  aquél  enton- 
ces, añade: 

«Puso  asimismo  gran  cuidado  en  tratar  de 
descubrimientos,  porque  durante  su  ausencia 
de  estos  reinos,  se  había  aflojado  mucho  en 
ello:  mandó  llamar  á  la  Corte  á  Juan  Diaz 
de  Solís,  Vicente  Yánez  Pinzón,  Juan  de  la 
Cosa  y  Américo  Vespucio,  hombres  pláticos 
en  esta  navegación  de  las  Indias;  y  habiendo 
platicado  con  ellos,  se  acordó  que  con- 
venía que  se  fuese  descubriendo  al  Sur,  por 
toda  la  costa  del  Brasil  adelante,  y  que  pues 
estaba    descubierta  tanta   parte  de  la   costa 


CXII  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

de  Tierra  Firme,  desde  Paria  á  Poniente,  se 
procurase  de  poblar  en  ella:  y  mandó  que  se 
aparejasen  dos  carabelas,  en  que  fuesen  estos 
pilotos  á  este  descubrimiento;  y  porque  era 
necesario  que  uno  quedase  en  Sevilla  para 
hacer  las  marcas,  y  pareció  que  de  esto  era 
más  platico  Américo  Vespucio,  se  mandó  que 
se  le  encomendase  con  título  de  Piloto  Mayor, 
con  cincuenta  mil  maravedís  de  salario  al  año: 
y  el  título  se  le  dio  en  Burgos  á  veinte  y  dos 
de  Marzo»,  i 

«Dióse  también  título  de  pilotos  reales  á 
Juan  Diaz  de  Solís,  y  Vicente  Yáñez  Pinzón, 
con  el  mismo  salario». 

Herrera  añade  que  se  aprestaron,  en  efecto, 
las  carabelas,  y  que  en  una  de  ellas  fué  por 
piloto  Pedro  de  Ledesma;  y  después  de  dar 
un  extracto  de  las  instrucciones  que  llevaban 
Yáñez  Pinzón  y  Díaz  de  Solís,  entra  á  rela- 
tar el  viaje  que  efectuaron. 

Hemos  debido  comenzar  por  recordar  las 
palabras  del  cronista  de  Indias,  porque  desde 
1601,  en  que  se  publicó  su  obra,  puede  decir- 


I.  El  titulo  se  le  dio  efectivamente  en  22  de  Marzo, 
pero  no  del  año  iSoy  sino  del  siguiente.  Véase  en  Na- 
varrete,  tomo  III,  pág,  297,  la  real  cédula  en  que  se 
señala  á  Vespucio  el  sueldo  de  piloto  mayor.  El  titulo 
lleva  en  realidad  la  fecha  de  6  de  Agosto  de  dicho 
año  de  i5o8,  y  ha  sido  publicado  en  Navarrete,  t.  III. 
pág.  299  y  bajo  el  número  III  de  nuestros  DocumentoSf 


VIAJE    DE    l5o8  GXIII 

se  que  ha  sido  la  única  fuente  seguida  por  los 
que  en  España,  en  América  y  en  el  extran- 
jero se  han  ocupado  de  relatar  estos  sucesos. 

Hasta  aquí  llegaremos  en  nuestras  citas 
del  cronista  de  Indias,  pues  no  es  posible  pa- 
sar adelante  sin  entrar  en  algunos  detalles  de 
los  hechos  que  consigna,  y,  sobre  todo,  sin 
detenernos  en  la  relación  del  viaje  que  supo- 
ne efectuaron  aquellas  dos  carabelas. 

Con  fecha  7  de  Noviembre  de  iSoy,  esto  es, 
apenas  dos  nieses  después  de  haber  regresado 
á  España,  el  rey  Don  Fernando  ordenaba 
que  Américo  Vespucio  y  Juan  de  la  Cosa  se 
presentasen  en  la  Corte.  No  hay  constancia  de 
orden  semejante  para  Yáñez  Pinzón  y  Diaz 
de  Solís,  pero  sí  resulta  de  toda  evidencia  que 
los  cuatro  partieron  para  Burgos  desde  Sevi- 
lla, donde  se  hallaban,  3  en  los  primeros  días 
-de  Febrero  de  i5o8,  casi  con  certeza  el  8.  4  . 

^•Cómo  era  que  Diaz  de  Solís  marchaba  á  la 


2.  Véase  la  minuta  de  este  despacho  en  Navarrete, 
tomo  III,  pág-.  114. 

3.  Asi  consta  expresamente,  al  menos  por  lo  tocante 
á  Yiiñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solis,  de  la  real  cédula  de 
21  de  Marzo  de  i5o8,  que  lleva  el  número  V  en  nues- 
tros '^Documentos. 

4.  Se  abonaron  al  tesorero  seis  mil  ducados  de  oro 
■que  «los  8  de  Febrero  de  i5o8  años  se  enviaron  á  S. 
A.  con  Juan  de  la  Cosa  é  Amérigo  Vespuche.»  Nava_ 
rrete,  t.  III,  pág.  804.  Es  indudable  que  con  ellos  iban 
Diaz  de  Solis   y  Yáñez   Pinzón  por  lo  que  resulta  de 

8 


CXIV  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

Corte  sin  llamado  especial  del  Rey?  ^^    El  he- 
cho es  fácil  de  explicar,  cuando  se  sabe  qne 
los  Oficiales  reales  de  Sevilla,  conocedores  de 
los  proyectos  del  monarca,  y,  á  la  vez,  de  las 
condiciones  de  saber  y  de  práctica   en  la  na- 
vegación que  adornaban  á  Diaz  de  Solís,  re- 
solvieron de  su  cuenta  recibirlo  al  servicio  de 
la   nación,    señalándole   salario,   acogiéndole 
entre  los  pilotos  reales,  y,  por  fin,  despachán- 
dole á  la  Corte  en  compañía  de  Vespucio,  La 
Cosa  y  Yáñez  Pinzón.    Estas  circunstancias 
constan   de  una    real  cédula   despachada   en 
Burgos  á  3  de  Marzo  de    i5o8,  en   la  que   se 
lee  textualmente:  «en  lo. del  salario  que  he- 
cistes  á  Juan  Diaz  de  Solís  de  diez  mili  ma- 
ravedís y  á  los  otros  pilotos   á   este   respecto 
para  en  cuenta  del  salario  que  han  de  haber, 
fué  muy  buen    fecho,  y  asimismo  acoger  en 
esta  compañía  de  los  dichos  pilotos,  al  dicho- 
Juan  Diaz,  por  ser,  segund  decís,  personada 
mucha  ispiriencia,  de  quien  yo   podré  servir- 
me para  las  cosas  del  descobrir».  6 


la    partida    que  precede    á  la    anterior:  «Se  enviaron  ^ 
con    Juan  de  la  Cosa,  é   Amerigro,  é  Vicente  Yáñez  é 
Juan  Diaz  Solis.»  Ibid. 

5.  En  la  real  cédula  que  lleva  el  número  V  de  nues- 
tros 'Documentos  se  dice  que  fué  por  su  mandador 
pero  esto  debe  entenderse  en  los  términos  de  la  carta 
á  los  Oficiales  de  que  hablamos  mas  abajo. 

6.  Archivo  de  Indias,  estante  145,  cajón  2,  legajo   2^ 


I 


VIAJE  DE   l5o8  CXV 

Según  este  documento,  el  ingreso  de  Diazde 
Solís  al  servicio  de  España,  con  título  oficial, 
ha  debido  verificarse  en  los  primeros  días  del 
año  de  i5o8. 

Llegados,  pues,  los  cuatro  pilotos  á  Burgos, 
donde  aún  permanecía  Don  Fernando,  tuvo 
lugar  la  anunciada  conferencia,  á  mediados  de 
Marzo  de  aquel  año,  7  sin  que  sepamosquiénes 
asistieron  á  ella,  además  de  los  pilotos,  si 
bien  es  de  creer  que  estuvieran  presentes 
también  el  Obispo  de  Falencia  y  el  secreta- 
rio Conchillos.  Consta  sí,  que  resuelto  el  aban- 
dono del  proyecto  de  la  armada  á  la  Espe- 
cería, 8   que  había  sido  la  preocupación  cons- 


7.  Los  primeros  despachos  fechados,  que  fueron  el 
resultado  de  esa  conferencia,  se  expidieron  en  21  de 
Marzo,  y  dado  el  carácter  de  urgencia  con  que  se  les 
remitió  á  Sevilla,  nos  inclinamos  á  pensar  que  debe 
haberse  celebrado  quizás  dos  ó  tres  días  antes  del  21. 

8.  El  abandono  del  proyecto  de  viaje  á  la  Especería 
tuvo  lugar  definitivamente,  en  virtud  de  orden  del 
Rey,  el  21  de  Octubre  de  iSoy,  según  el  tenor  literal  de 
la  real  cédula  dirigida  á  los  Oficiales  Reales  que  lleva 
aquella  fecha,  y  que  en  la  parte  que  nos  interesa  es 
como  sigue:  «á  lo  que  decis,  si  no  me  he  de  servir  de 
las  dos  naos  que  agora  vinieron,  para  lo  de  la  Espece- 
ría como  estaba  acordado,  que  seria  mejor  disponer 
dellas:  digo  que  como  acá  lo  platiqué  con  vos  el  dicho 
dotor,  me  parece  que  es  mejor  que  el  tiempo  y  gasto 
y  trabajo  que  se  había  de  poner  en  lo  de  la  Especería. 
se  ponga  en  labrar  las  minas  nuevas  y  en  enviar  á 
la  tierra  firme  donde  postreramente  se  falló  el  oro.» — 


CXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

tante  del  monarca  en  el  último  tiempo,  se  dis- 
puso que  se  aparejasen  sin  pérdida  de  tiempo 
dos  navios,  cuyo  mando  debían  llevar  Yáñez 
Pinzón  y  Diaz  de  Solís,  y  que  con  ellos,  si 
fuese  posible,  antes  de  Mayo  se  dirigiesen  á 
descubrir  «á  la  parte  norte,  fácia  el  occiden- 
te». 9  Despachóse  sin  pérdida  de  tiempo  un 
correo  á  los  oficiales  reales  de  Sevilla  con  el 
memorial  de  los  primeros  elementos  que  de- 
bían acopiar  para  que  la  partida  pudiese  te- 
ner lugar  en  la  época  señalada,  previniéndoles 
que  tras  de  ese  correo  iría  luego  el  piloto  con 
la  lista  de  lo  demás  que  fuese  necesario  alistar 
para  el  camino,  y  especialmente  las  tripula- 
ciones. «Solamente  vos  avisamos,  repetía  el 
secretario  del  monarca,  cómo  para  el  despa- 
cho son  menester  ochocientos  é  cincuenta  mili 
maravedís,  para  que  tengáis  cuidado  de  tener 
recabdo  dellos  para  el  dicho  tiempo,  porque 
cumple  mucho  al  servicio  de  su  Alteza,  porque 
si  no  estáis  proveídos  de  dineros  os  apercibáis 
desto,  porque  del  dinero  primero  que  venga  lo 


(Archivo  de  Indias,  148-2-2.)  Esto  se  comprueba  con  lo 
Cjue  se  desprende  claramente  del  'iMemorial  que  pu- 
blicamos bajo  el  número  IV  de  nuestros  Documejitos: 
,..«se  ha  de  tomar  la  carabela  que  se  llama  Isabeleta , 
que  se  hizo  para  el  armada  que  había  de  ir  á  la  Es- 
pecería.» 

9.  Párrafo  primero  de   la  capitulación  real  de  23  de 
de  Marzo  de  i5o8,  pcig.  26  de  nuestros  Documentos. 


VIAJE    DE    l5o8  CXVII 

completéis;  y  si  allá  pareciere,  concluía,  que 
se  deben  proveer  luego  otras  cosas  que  sean 
menester  para  ese  efecto,  entre  tanto  quel 
dicho  piloto  y  el  memorial  que  ha  de  llevar 
llega,  aparéjense  prontamente  con  esto  que 
aquí  va».  Y  pocos  días  más  tarde,  el  mo- 
narca en  persona  les  escribía  que  Yáñez  Pin- 
zón y  Díaz  de  Solís  les  presentarían  el  segun- 
do memorial  anunciado  de  lo  que  parecía 
más  necesario  para  el  viaje,  «é  como  quiera, 
añadía,  que  éste  es  conforme  á  lo  que  ellos 
pidieron,  si  allá  les  paresciere,  ó  vos  parecie- 
se que  otras  cosas  más  de  las  contenidas  en 
el  dicho  memorial  fuesen  menester,  provéan- 
se hasta  en  la  cuantía  que  vos  escrebí  de  los 
ochocientos  é  cincuenta  mili  maravedís,  por 
manera  que  de  todo  lleven  el  recabdo  que 
conviene,  é  que  de  cosa  no  haya  falta,  como 
para  semejante  camino  se  requiere. .  lo»  En- 
cargábales el  monarca  que  socorriesen  á  Diaz 
de  Solís  y  Yáñez  Pinzón,  con  ocho  meses 
adelantados  de  su  sueldo,  «al  respeto  de  sus 
asientos  que  llevaban»;  «é  pues  veis,  termi- 
naba por  decirles,  cuanto  esto  conviene  á 
nuestro  servicio,  poned  en  ello  el  recabdo  é 
diligencia  que  de  vosotros  confío,  que  en  ello 
me  serviréis  mucho». 

Las  carabelas  debían  ser  dos,  cada  una  de 


10.  Documento  número  VIL 


CXVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

cincuenta  h  á  setenta  toneles;  las  tripula- 
ciones de  ambas  constarían  de  cincuenta  y 
siete  personas,  12  y  al  tenor  del  porte  de  aqué- 
llas y  del  número  de  éstas  eran  los  aparejos, 
víveres  y  otros  elementos,  calculado  todo  para 
un  viage  de  tres  meses.  Lo  que  el  Rey  que- 
ría, más  que  nada,  era  que  todo  estuviese  á 
punto  para  el  mes  de  Mayo  inmediato,  sin 
falta  alguna,  «porque  para  el  dicho  tiempo 
partan  con  la  bendición  de  Dios,  é  haréis  sa- 
ber á  Su  Alteza,  les  encargaba  el  Obispo  de 
Falencia,  el  recabdo  que  en  ello  hay,  é  á  la 
hora  que  hicieren  vela,  con  un  correo  dili- 
jente». 

En  proporción  al  servicio  que  el  monarca 
esperaba  le  hiciesen  Yáñez  Pinzón  y  Diazde 
Solís,  fueron  también  las  mercedes  que  des- 
de luego  les  otorgó.  Comenzó  por  ordenar  se 
pagase  á  cada  uno  diez  mil  maravedís,  como 
ayuda  de  costas  por  el  viaje  que  habían  he- 
cho de  Sevilla  y  por  el  de  regreso,  y  lo  que 
era  más  importante  y  debía  satisfacer  por 
completo  las  aspiraciones  del  portugués,  dio 


11.  5o  toneles  valían  tanto  como  60  toneladas  de  las 
actuales.  Navarrete. 

12.  Debían  ser  éstas:  24  marineros,  16  grumetes,  6 
pajes,  2  pilotos  «de  respeto»,  uno  en  cada  carabela,  2 
maestres,  2  carpinteros,  2  calafates,  2  lombarderos» 
I  tonelero.  Entre  los  marineros  se  contaba  un  clérigo' 
lo  que  debe  entenderse  por  lo  respectivo  al  sueldo. 


VIAJE    DE    l5o8  CXIX 

á  ambos  también  el  título  de  pilotos  mayores, 
con  el  sueldo  anual  de  cuarenta  mil  mara- 
vedís cuando  estuviesen  en  tierra,  y  de  cua- 
renta y  ocho  cuando  navegasen,  aé  todavía, 
reza  el  despacho,  dos  cahíces  de  trigo  para 
el  proveimiento  de  su  casa,  en  cada  año»  i3 
Conforme  á  lo  establecido  en  semejantes 
■casos,  ambos  marinos  procedieron  á  celebrar 
<:on  el  rey  el  respectivo  contrato  ó  capitula- 
ción, á  cuyo  texto  debían  amoldarse  durante 
el  viaje  y  en  que  se  expresaban  también  las 
ventajas  que  se  les  concedían.  Esa  capitula- 
ción lleva  fecha  23  de  Marzo  de  i5o8  y  dice 
en  sus  puntos  principales  que  la  escuadrilla 
debía  partir  de  Cádiz,  como  estaba  mandado 
respecto  de  todas  las  que  se  dirigían  al  Nue- 
vo Mundo;  la  derrota  debía  darla  Juan  Diaz 
<le  Solís,  quien  llevaría  también  el,  faraón  (la 
•delantera)  después  de  comunicarla  con  Yá- 
ñez  Pinzón,  con  los  pilotos,  maestres  y  de- 
más hombres  de  consejo;  todos  los  días,  ma- 
ñana y  tarde,  debía  hablar  una  nave  con  la 
otra,  al  menos  en  la  tarde,  para  acordar  lo 
que  se  debía  hacer  en  la  noche;  bajo  ningún 
concepto,  salvo  caso  de  extrema  necesidad, 
beberían  tocar  en  tierras  del  Rev  del  Portu- 


i3.  Véanse  las  dos  reales  cédulas  á  que  hacemos  re- 
ferencia bajo  los  números  V  y  VI  de  nuestros  'Docu-^ 
jnentos. 


GXX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

gal,  para  lo  cual  se  les  manifestaba  corno- 
debía  entenderse  la  línea  de  demarcación  es- 
tablecida entre  ambas  coronas;  una  vez  echa- 
da el  ancla  y  llegados  en  tierra,  habría  de 
obedecerse  en  todo  á  Pinzón,  procurando  de 
no  alborotar  la  gente  que  hallaren  ,  con  la 
cual  no  podría  nadie  rescatar  (contratar)  sino 
en  presencia  del  veedor  y  escribano  de  la. 
armada;  dábanse  sobre  este  punto  ciertas  ven- 
tajas, tanto  á  Yañez  Pinzón  como  á  Diaz  de 
Solís,  á  condición  que  los  rescates  no  fuesen 
de  oro,  plata,  piedras  preciosas  ni  guanin  ^4, 
que  debían  pertenecer  al  rey.  En  resum.en 
decía  éste,  «mando  á  los  maestres  é  marine-  , 
ros,  grumetes,  pajes  é  otras  personas  que  en 
los  dichos  navios  fueren,  que  os  obedezcan 
como  á  mis  capitanes  ellos  é  fagan  lo  que 
vosotros  de  mi  parte  les  mandáredes  cumpli- 
dero á  nuestro  servicio,  faciendo  en  lo  del 
navegar  lo  que  á  vos  el  dicho  Juan  Diaz  de 


14.  Guanin  valía  tanto  como  decir  aleación  de  oro 
de  baja  ley.  Véase  la  real  cédula  de  '*>  de  Diciembre 
de  i5oi  publicada  en  Torres  de  Mendo/a,  tomo  XXXI, 
página  108,  en  que  se  trata  especialmente  «de  ciertos 
metales  que  se  dice  guanines»,  cuyo  comercio  se  pro- 
hibió entonces  sin  especial  licencia  del  Rey,  bajo  pena 
de  perdimiento  de  la  especie  y  de  todos  los  bienes  del 
delincuente.  Conviene  tener  presente  el  significado  de 
guanin  porque  ha  sido  ¿I  veces  mal  interpretado,  como 
lo   veremos  en  la  sección   bibliográfica  de  esta   obra. 


VIAJE    DE    l5o8  CXXI 

Solís  paresciere,  é  en  lo  de  la  tierra,  lo  que 
vos  el  dicho  Vicente  Yáñez  dijierdes»:  cláu- 
sula final  que  manifiesta  cuanto  era  el  crédito 
que  merecía  Diazde  Solís  por  su  pericia  náu- 
tica, cuando  se  le  sobreponía  á  hombre  tan 
experto  en  las  cosas  de  la  mar  como  Yañez 
Pinzón,  y  á  la  vez,  cuan  poca  confianza  se 
tenía  en  lo  que  ejecutase  una  vez  en  tierra... 

Por  una  real  cédula  que  lleva  la  misma  fe- 
cha de  la  capitulación,  se  nombró  á  Alonso 
Páez  veedor  y  escribano  de  la  armada,  y  por 
otra  posterior  en  cinco  días,  se  designó  como 
uno  de  los  pilotos  que  debían  ir  de  respeto 
á  Pedro  de  Ledesma,  á  quien  se  mandaba 
socorrer  también  con  ocho  meses  adelantados 
de  sueldo  i5. 

Pero,  sin  duda  alguna,  lo  que  más  nos  in- 
teresa en  esa  capitulación,  son  las  indicacio- 
nes expresas  que  en  ella  se  encuentran  acerca 
del  rumbo  que  debía  llevar  la  arraada,  el  pro- 
pósito con  que  iba  y  el  camino  que  debía  traer 
á    su    regreso,  que  todo  consta  de  aquel  no- 


i5.  Véanse  los  nombramientos  de  ambos  en  nues- 
tros Documentos  números  X  y  XII.  No  consta  cual  fue- 
se el  nombre  del  otro  piloto  que  habia  de  ir  de  res- 
peto, pero  parece  muy  probable  que  fuese  ó  Juan  de 
Santander  ó  un  Maldonado,  á  quienes  se  refiere  Barto- 
lomé Roldan  en  la  declaración  que  prestó  en  el  pleito 
de  Colón,  Véase  la  pág-.  io6  de  nutsivos  Documentos. 


CXXII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

table  documento  y  ha  de  servirnos  para 
aquilatar  los  dictados  que  Herrera  y  otros 
historiadores  han  estampado  á  ese  respecto, 
y  explicarnos,  á  la  vez,  lo  ocurrido  á  Diaz  de 
Solís  á  su  regreso  á  España. 

Se  recordará  que  aquel  autor  aseveraba,  al 
hablar  de  este  viaje  de  Diaz  de  Solís  del  año 
de  i5o8,  que  había  ido  á  dar  en  la  tierra  firme 
al  Cabo  de  San  Agustín,  «y  pasando  ade- 
lante, llevando  la  vía  del  Sur,  costeando  la 
tierra  firme,  fueron  á  ponerse  casi  en  cua- 
renta grados  de  la  otra  parte  de  la  Línea  Equi- 
nocial».  Según  Herrera,  pues,  nuestros  nave- 
gantes, desde  las  islas  de  Cabo  Verde,  ende- 
rezaron las  proas  al  sur  y  se  avanzaron  hasta 
cuarenta  grados  de  latitud    austral. 

Pues  bien,  de  la  capitulación  real  que  ve- 
nimos estudiando,  resulta,  desde  luego,  que 
las  instrucciones  que  llevaban  eran  absoluta- 
mente opuestas  á  lo  que  asevera  el  cronista  de 
Indias.  Comienza  ese  interesante  documento 
por  prevenirles,  como  ya  lo  dejamos  indicado, 
que  habían  de  ir  «á  la  parte  norte,  hacia  el 
occidente»,  y  esto  mismo  repite  el  Rey  en  el 
nombramiento  que  dio  á  Alonso  Páez  de 
veedor  y  escribano  de  la  armada,  literalmen- 
te que  «por  cuanto  por  mi  mandado,  decía, 
van  en  dos  carabelas  Viceinte  Yáñez  Pinzón 
é  Juan  Diaz  de  Solís,  nuestros  pilotos,  por 
capitanes  dellas,  á  descubrir  á  la  parte   del 


VIAJE    DE    l5o8  CXXIII 

norte,»  etc.  Se  ve,  pues,  que  ambos  docu- 
mentos coinciden  perfectamente  en  este  pun- 
to capital  del  rumbo  que  debía  llevar  la  ex- 
pedición, que  era  al  norte  y  nó  hacia  el  sur, 
como  afirmaba  Herrera  que  en  el  hecho  había 
acontecido. 

Ordenábales  también  el  rey  en  esa  capitu- 
lación, que  una  vez  que  determinasen  regre- 
sar á  España,  ya  fuese  por  habérseles  acaba- 
do los  mantenimientos,  ó  por  otra  necesidad, 
lo  hiciesen  en  derechura  á  la  Península,  salvo 
que  les  fuese  más  útil  y  provechoso  tocar  en 
la  Española,  que  en  tal  caso  debían  dar 
cuenta  al  Gobernador  del  viaje  que  hubiesen 
hecho  y  de  los  descubrimientos  realizados; 
y  por  fin,  que  se  encaminasen  á  Cádiz,  sin 
entrar  ni  tocar  en  puerto  alguno  que  fuese 
extranjero,  y  si  tal  caso  llegase  por  causa  de 
tormenta,  continuasen  su  viaje  á  la  mayor 
brevedad,  sin  dar  cuenta  de  lo  que  trajesen, 
ni  del  camino  andado,  «así  por  donde  fuístes 
ni  venistes,  ni  otra  cosa  alguna». 

Pero  de  esa  capitulación  se  deduce  todavía 
otro  hecho  importante  que  viene  á  darnos  la 
clave  del  objeto  con  que  era  equipada  y  des- 
pachada la  escuadrilla.  En  efecto,  después  de 
recomendarles  que  no  se  detuviesen  en  los 
puertos  más  tiempo  del  que  les  bastase  para 
tomar  lo  que  hubiesen  menester,  les  ordenaba 
■el  monarca  que  «siguiesen  la  navegación  para 


CXXIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

descubrir  aquel  canal  ó  mar  abierto  que  prin- 
cipalmente is  á  buscar  é  que  yo  quiero  que 
se  busque,  é  haciendo  lo  contrario,  seré  muy 
deservido  é  lo  mandaré  castigar  é  proveer 
como  á  nuestro  servicio  cumpla.» 

Hé  aquí,  pues,  determinado  de  una  manera 
categórica  el  objetivo  del  viaje:  «descubrir 
aquel  canal  ó  mar  abierto»  que  se  suponía 
existir  hacia  la  parte  norte  de  la  línea  equinoc- 
cial, que  había  de  señalar  el  derrotero  á 
las  verdaderas  regiones  del  Oriente,  donde  se 
criaba  el  clavo  y  demás  especias  considera- 
dos entonces  como  fuente  de  riqueza  comer- 
cial. Habíase  abierto  ya  camino,  por  ese  en- 
tonces la  creencia  de  que  las  tierras  descu- 
biertas por  Colón  no  eran  el  Catayo  Oriental 
con  el  cual  siempre  éste  había  soñado,  sino 
que  estaban  aún  mucho  más  lejos  y  que  para 
llegar  á  ellas  debía  haber  algún  estrecho  que 
dividiese  la  tierra  firme  del  continente  nueva- 
mente hallado  y  permitiese  á  las  naves  espa- 
ñoles pasar  á  lo  largo  de  las  posesiones  del 
Rey  de  Portugal. 

Pero  antes  de  seguir  adelante  en  nuestra 
relato,  se  hace  indispensable  que  traigamos 
á  colación  y  expliquemos  cómo  había  germi- 
nado en  el  ánimo  del  Rey  esa  creencia  de  la 
existencia  del  estrecho  tan  anhelosamente 
buscado. 

Refiere  Las  Casas,  que    hallándose  Colón 


VIAJE    DE     l5o8  CXXV 

en  la  Corte  ocupado  en  gestionar  su  cuarto 
viaje  por  los  años  de  i5oi,  manifestaba  á  la 
Reina  Isabel  que  «creía  hallar  estrecho  de  mar 
en  el  paraje  del  puerto  del  Retrete,  que  ago- 
ra es  el  Nombre  de  Dios;  i6  y  así,  dominado 
por  esta  idea,  se  le  ve  que  en  aquel  viaje,  des- 
de Puerto  Escondido,  en  Cuba,  pone  proa 
derechamente  al  occidente  hasta  dar  con  el 
Cabo  de  Higueras,  sigue  hacia  el  sur,  reco- 
noce, en  efecto,  el  paraje  donde  se  imaginaba 
que  debía  estar  el  paso  y  sólo  después  de 
eso  vuelve  á  Cuba.  17  Don  Fernando  Colón, 
que  iba  en  aquella  ocasión  al  lado  de  su  pa- 
dre, nos  cuenta  también  que  aunque  el  Al- 
mirante supo  por  ciertos  indios  las  grandes 
riquezas  que  había  en  la  parte  que  después 
se  llamó  Nueva  España,  «no  quiso  ir  allá,  pa- 
reciéndole  que  estando  aquellos  países  á  so- 
tavento, podía  navegar  á  ellos  desde  Cuba 
cuando  le  tuviese  más  conveniencia,  antes  si- 
guió su  designio  á  descubrir  el  estrecho  de 
tierra  firme  para  abrir  la  navegación  del  mar 


16.  Historia  de  las  Indias,  t.  III,  pág.  22.  Herrera, 
década  I,  libro  V,  capitulo  I,  copia  en  esta  parte  casi 
al  pié  de  la  letra  el  texto  de  Las  Casas. 

17.  ...«Se  fué  á  Puerto  Escondido,  y  de  allí,  querien- 
do buscar  estrecho  para  pasar  de  la  otra  parte  de  la 
equinocccial,  como  lo  había  dado  á  entender  á  los 
Reyes,  fuese  derecho  al  poniente,»  etc..  López  de  Go- 
mara, pág.  171,  edic.  cit. 


CXXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

de  Mediodía,  de  que  tenía  gran  neeesidad  para 
descubrir  las  tierras  de  la  Especería,  y  así  de- 
terminó seguir  el  camino  de  oriente  hacia 
Veragua  y  Nombre  de  Dios,  donde  imaginaba 
y  creía  estuviese  el  estrecho  referido,  como 
en  efecto  estaba,  pero  se  engañó  en  la  inteli- 
gencia,  porque  él  no  pensó  que  fuese  estre- 
cho de  tierra,  como  son  otros,  sino  de  mar.»  i8 

«Américo  Vespucio,  florentino,  que  tam- 
bién él  se  hace  descubridor  de  Indias  por 
Castilla,  cuenta  López  de  Gomara,  dice  cómo 
fué  al  mesmo  cabo,  (el  que  nombró  de  San 
Agustín)  el  año  de  i,  con  tres  carabelas  que 
dio  el  Rey  Manuel  de  Portogal,  para  buscar 
estrecho  en  aquella  costa  por  do  ir  á  las  Mo- 
lucas,  y  que  navegó  desta  hecha  hasta  se  po- 
ner en  cuarenta  grados  allende  la  Equino- 
cial.»  í9 

Este  mismo  autor,  en  otra  parte  de  su  li- 
bro, expresaba:  «Muchos  han  ido  á  costear  la 
tierra  del  Labrador  por  ver  adonde  llegaba,  y 
por  saber  si  había  paso  de  mar  por  allí,  para 
ir  á  las  Molucas  y  Especiería,  que  caen,  como 
en  otro  lugar  diremos,  so  la  línea  Equinocial, 
creyendo  acortar  mucho  el  camino,  habién- 
dole. Castellanos  lo  buscaron  primero,  como 


i8.  Historia  del  Almirante,  t.  II,  pág.  i5i,  ed.  cas- 
tellana de  1892. 
19.  Historia  de  las  Indias,  pág.  211. 


VIAIE    DE    l5o8  CXXVII 


les  pertenescen  aquellas  islas  de  las  Espe- 
cias; y  por  saber  y  conoscer  la  tierra  por  suya. 
Y  portugueses  también,  por  atajar  navega- 
ción, si  la  hubiera,  y  enredar  el  pleito  que  so- 
bre ellas  traían,  pai-a  nunca  lo  acabar;  y  así, 
fué  allá  Gaspar  Cortes  Reales,  año  de  i5oo, 
con  dos  carabelas.  No  halló  el  estrecho  que 
buscaba.»  20 

La  expedición  que  en  i5o6  se  organizaba 
para  ir  á  la  Especería  y  que  hubo  de  dejarse 
en  el  año  inmediato,  principalmente  por  las 
reclamaciones  de  Portugal,  parece  probable 
que  estuviese  encaminada  en  parte  al  mismo 
fin. 

El  hecho  indudable  que  se  desprende  de 
estos  antecedentes  que  enunciamos  á  la  ligera, 
es  el  empeño  que  la  Corte  puso,  desde  que  se 
sospechó  que  el  Nuevo  Mundo  era  en  reali- 
dad un  continente  distinto  de  la  India  Orien- 
tal, en  poseer  un  paso  que  permitiese  á  las 
naves  españolas  ahorrar  la  vuelta  del  Cabo 
de  Buena  Esperanza  para  llegar  á  las  regio- 
nes donde  se  criaban  las  especias;  empeño 
que  continuó  después  del  viaje  que  vamos  a 
historiar  y  aún  después  que  ya  Magallanes 
había  encontrado  ese  estrecho  por  el  sur. 

Volvamos  ahora  á  Yáñez  Pinzón  y  á  Diaz 
de  Solís,  á  quienes  dejábamos  en  Burgos.  La 


20.  Historia  de  las  Indias,  pág.  177. 


CXXVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

capitulación  celebrada  por  ellos  para  ir  en 
busca  de  ese  estrecho,  se  firmaba  allí  el  23  de 
Marzo  de  i5o8.  Dos  días  más  tarde,  ambos 
navegantes  partían  con  dirección  á  Sevilla 
para  «poner  en  obra»  lo  pactado.  21 

Precisamente  en  los  momentos  en  que  Vá- 
fiez  Pinzón  y  Diazde  Solís  firmaban  en  Bur- 
gos su  contrato  de  descubrimiento,  los  ofi- 
ciales reales  escribían  al  monarca,  que,  en 
conformidad  á  sus  instrucciones,  apresuraban 
cuanto  podían  los  aprestos  de  las  dos  cara- 
belas en  que  aquéllos  habían  de  ir.  «He  ha- 
bido placer,  les  respondía  en  8  de  Abril,  en 
saber  el  buen  recabdo  que  hay  de  las  dos 
carabelas  para  este  viaje,  que  en  buena  hora 
han  de  hacer  Viceinte  Añez  y  Juan  Diaz,  y 
porque  decís  que  de  todo  lo  que  para  ello  es 
menester,  asimismo  habrá  buen  recabdo,  ya 
habréis  visto  lo  que  sobre  ello  vos  he  manda- 
do escrebir.»  Y  á  continuación  insiste  en  re- 
comendarles, que  como  quería  que  el  despa- 


21.  La  fecha  de  la  partida  consta  de  la  sigruiente  ano- 
tación puesta  al  pié  de  la  capitulación:  «Recibimos  yo, 
Juan  Diaz  de  Solis  é  Vicente  Yáñez  Pinzón  todo  el 
despacho  que  aqui  se  contiene,  y  partimos  con  ello 
para  ponerlo  en  obra,  Sábado  XXV  de  Marzo  de  mil 
quinientos  ocho  años.  —  Vicente  Añez.  —  Juan  Dia^ 
de  íolys.r)  Esta  es  la  única  firma  de  Diaz  de  Solis 
que  se  conoce.  Véase  más  adelante.  La  de  Yáñez 
Pinzón  es  la  que  va  al  fin  de  este  capitulo. 


VIAJE    DE    l5o8  CXXIX 

cho  de  aquéllos  fuese  breve,  les  mandaba  de 
nuevo  se  esforzasen  para  que  pudiesen  hacer- 
se á  la  vela  por  el  mes  de  Mayo  inmediato, 
proveyéndoles  de  lo  que  pidiesen,  «á  su  con- 
tentamiento», conforme  al  memorial  que  lle- 
vaban. 

En  cuanto  á  los  dineros  de  que  debía  sa- 
carse el  gasto  que  demandase  el  apresto  de  las 
naves,  disponía  que  se  tomasen  tres  mil  pe- 
sos de  una  partida  de  nueve  mil  que  acaba- 
ba de  llegar  de  las  Indias.  22 

Terminados  al  fin,  aunque  no  con  la  pre- 
mura por  que  urgía, el  rey,  los  aprestos  para  el 
proveimiento  y  demás  cosas  necesarias  á  las 
dos  carabelas,  que  vinieron  á  importar  un 
millón  setecientos  ochenta  y  tres  maravedís  y 
medio,  23  nuestros  navegantes  se  hicieron  á  la 
vela  desde  el  puerto  de  San  Lücar  24  el  29  de 


•11.  Véase  nuestro  documento  XIII. 

23.  En  la  hoja  55  vuelta  del  libro  I  de  la  Casa  de  la 
Contratación,  que  existe  en  el  Archivo  de  Indias,  está 
anotado  el  dato,  en  la  forma  siguiente:  «Que  pagó  por 
el  costo  de  la  armazón  de  las  dos  carabelas  [en]  que 
van  á  descubrir  Vicente  Añez  é  Juan  Diaz  de  íblis,  un 
cuento,  é  siete  cientos  é  ochenta  é  tres  maravedis  é  me- 
dio.» Consta  que  una  de  estas  carabelas  se  nombraba 
La  Magdalena.  Véase  la  página  i65  de  nuestros  Do~ 
cumentos. 

24.  Herrera  dice  que  la  partida  tuvo  lugar  desde  Se- 
villa, pero  como  Sanlúcar  está  más  abajo  en  el  Gua- 
dalquivir, no  hay  oposición  entre  ambos  datos.  Si  la 

9 


CXXX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Junio  de  i5o8.  25  Vamos  á  ver  ahora  el  modo 
de  determinar  la    ruta    que  siguieron. 

Herrera,  al  hablar  de  este  viaje  de  i5o8, 
dice  que  desde  las  islas  de  Cabo  Verde  «fue- 
ron á  dar  en  la  tierra  ñrme  al  Cabo  de  San 
Agustín,  y  pasando  adelante,  llevando  la  vía 
del  sur,  costeando  la  tierra  firme,  fueron  á 
ponerse  casi  en  cuarenta  grados  de  la  otra 
parte  de  la  línea  equinocial,  y  pareciéndoles 
que  era  bien  dar  la  vuelta,  se  tornaron  á  Cas- 
tilla, habiendo  tenido  poca  conformidad  en 
este  viaje,  por   lo  cual  se   mandó    en  Sevilla 


fecha  que  da  Navarrete  es  exacta,  es  claro  que  de  Se- 
villa han  debido  partir  algún  tiempo  antes,  quizás  dos 
ó  tres  dias,  para  detenerse  luego  en  Sanlúcar  y  revis- 
tar allí  las  tripulaciones  ó  adquirir  víveres. 

25.  Asi  lo  trae  Navan  ete,  t,  III,  pág.  47,  sin  que  se- 
pamos de  donde  tomó  este  dato,  pero,  como  lo  observa 
Harrise  (The  discovery  of  Nortii  América,  pág-.  463), 
la  precisión  con  que  lo  da  compele  al  cnitico  á  aceptar 
esa  fecha.  En  la  página  i65  de  nuestros  Documentos 
se  registra  un  pago  hecho  á  los  herederos  de  Diego 
de  Utrera,  que  acompañó  á  Diaz  de  Solis,  por  sus  sueldos 
«desde  8  de  Agosto»  de  i5o8:  lo  que  pudiera  acaso  indi- 
car que  ese  fué  el  dia  de  la  partida,  pero  como  tam- 
bién pudo  suceder  que  se  le  hubiese  pagado  antes  de 
su  partida  hasta  esa  fecha,  preferimos  atenernos  al 
dato  de  Navarrete. 

No  hay  constancia  del  número  de  hombres  que  lle- 
vaban, pues  los  libros  de  esa  armada  (como  resulta 
de  la  partida  que  citamos  en  la  nota  siguiente),  no 
parece,  si  bien  es  probable  que  el  de  entrambas  na- 
ves   no  excediese  de  las  57  personas  para   quienes  se 


VIAJE  DE  i5o8  cxxxr 

recibir  información,  y  hallando  culpado  á 
Juan  Diaz  de  Solís,  los  oficiales  déla  Casada 
la  Contratación  le  prendieron  y  enviaron  á  la 
cárcel  real  de  la  corte,  y  á  Vicente  Yáñez 
hizo  el  Rey  merced  y  en  particular  en  algunas 
cosas  en  la  isla  de  San  Juan,  que  no  tuvieron 
efecto»  26. 

Por  lo  que  toca  á  este  último  punto,  ya 
queda  dicho  que  las  mercedes  de  que  habla  el 
cronista  de  Indias  como  otorgadas  á  Yáñez 
Pinzón,  databan  de  tres  años  antes,  y  pues 
no  hay  constancia  en  los  documentos  de  otras 
nuevas  mercedes  tocantes  al  mismo  punto, 
claro  está  que  su  relación  en  esta  parte  está 
-equivocada. 

Hemos  indicado  también  que  en  virtud  de 
las  instrucciones  que  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de 
Solís  llevaban,  debían  enderezar  su  viaje  «á  la 


habían  consultado  los  sueldos;  ni  menos  aparece  tam- 
poco el  nombre  de  sus  tripulantes.  Fuera  de  Yáñez 
Pinzón,  Diaz  de  Solis,  de  Ledesma,  de  Juan  de  Santan- 
der, de  un  Maldonado.  del  paje  Diego  de  Utrera,  del 
maestre  de  la  Mag-dalena  Dieg:o  Rodríguez  y  proba- 
blemente del  escribano  Páez,  ignoramos  como  se  lla- 
maban los  demás.  En  los  libros  de  la  Gasa  de  la  Con- 
tratación encontramos  la  anotación  de  un  pago  hecho 
en  26  de  Agosto  de  i5io  á  los  herederos  de  ciertos 
marineros  que  habían  ido  en  la  armadilla,  pero  de 
nuestros  apuntes,  no  sabemos  si  por  olvido,  no  consta 
-el  nombre  de  ninguno  de  ellos. 

26.  Década  I,  libro  Vil,  capitulo  IX. 


CXXXII  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

parte  norte,  fácia  el  occidente;»  de  tal  modo, 
que  si  no  suponemos  que  ambos  marinos  tra- 
tasen de  sustraerse  desde  el  primer  momento 
á  los  mandatos  reales,  tendremos  que  llegar 
forzosamente  á  la  conclusión  de  que  en  esta 
parte  Herrera  incurrió  en  un  nuevo  error  al 
decirnos  que  desde  el  Cabo  de  San  Agustín 
habían  continuado  costeando  la  costa  hacia 
el  sur,  señalando  como  límite  el  grado  40 
de  latitud.  Este  antecedente  estaría  mani- 
festando por  sí  solo  el  error  del  cronista, 
pues,  si  como  dice,  fueron  siguiendo  la  costa 
hasta  esa  altura,  debieron  encontrar  mucho 
antes  la  desembocadura  del  Río  de  la  Plata, 
hecho  geográfico  importantísimo  que  na  ha- 
bría podido  pasar  desapercibido  entonces.  27 
Se  ve,  pues,  desde  luego,  que  lo  que  hay 
incontestablemente  de  cierto  en  las  afirma- 
ciones del  cronista,  es — como  lo  veremos 
pronto — la  prisión  de  Diaz  de  Solís  á  su  re- 
greso á  España,  ya  por  desconformidad  con 
su  compañero  Yáñez  Pinzón,  ya  por  otras 
causas  que  hemos  de  examinar. 

Por  último,  por  lo  que  toca  al  relato  de  los 


27.  Herrera  que  comprendía  esto,  hubo  de  afirmar 
más  adelante  que  el  descubrimiento  tuvo  en  efecto 
lugar  en  este  viaje  de  i5o8,  «que  entonces  hallaron 
aquel  g-ran  rio  que  dijeron  de  Solis  y  ahora  llaman 
de  la  Plata.» 


VIAJE  DE   i5o8  cxxxiir 

viajes,  verdaderos  ó  supuestos,  de  Diaz  de 
Solís,  que  se  hallan  mencionados  en  Herrera, 
dejábamos  también  insinuado  que  este  de 
i5o8  y  el  de  i5o6,  que  suponía  efectuado  á 
Yucatán,  eran  en  realidad  uno  mismo.  Pero 
como  en  esta  parte,  es  manifiesto  que  el  cro- 
nista bebió  sus  datos  en  la  Historia  de  las  In- 
dias del  P.  Las  Casas,  comenzaremos  por 
reproducir  lo  que  este  autor  nos  dice  al  res- 
pecto. 

«Sabido  en  Castilla,  cuenta  el  dominico,  lo 
.que  había  descubierto  el  Almirante,  acorda- 
ran luego,  un  Juan  Diaz  de  Solís  y  Vicente 
Yáñez  Pinzón...  de  ir  á  descubrir  é  proseguir 
el  camino  que  en  el  cuarto  viaje,  y  descubri- 
miento postrero,  dejaba  hecho  el  Almirante, 
los  cuales  fueron  á  tomar  el  hilo  desde  la  isla 
ó  islas  de  los  Guanajes,  que  dijimos  haber 
-descubierto  el  Almirante  en  su  postrer  viaje, 
y  dellas  tornarse  hacia  el  Oriente.  Estos  dos 
descubridores  navegaron,  según  se  puede  co- 
legir de  los  dichos  de  los  testigos,  que  el  Fis- 
cal presentó  en  el  pleito  que  trató  con  el  Al- 
mirante segundo,  de  que  habemos  muchas 
veces  hecho  mención,  hacia  el  Poniente,  des- 
de los  Guanajes,  y  debieron  llegar  en  paraje 
-del  golfo  Dulce,  aunque  no  lo  vieron,  porque 
€stá  escondido,  sino  que  vieron  la  entrada 
que  hace  la  mar  entre  la  tierra  que  contiene 
el  golfo  Dulce  y  la  de  Yucatán,  que  es  como 


CXXXIV  JUAN    DÍAZ   DE    SOLIS 

una  gran  ensenada  ó  bahía  grande...  Así  que^ 
como  vieron  aquel  rincón  grande  que  hace  la 
mar  entre  las  dos  tierras,  la  una  que  está  á 
la  mano  izquierda,  teniendo  las  espaldas  al 
Oriente,  y  esta  es  la  costa  que  contiene  el 
puerto  de  Caballos,  y  adelante  del  el  golfo 
Dulce,  y  la  otra  de  la  mano  derecha,  que  es 
la  costa  del  reino  de  Yucatán,  parecióles  gran- 
de bahía,  y  por  eso  el  Vicente  Yáñez  en  la 
deposición  que  con  juramento  hizo  en  el  dicho 
proceso,  presentado  por  testigo  por  el  Fiscal, 
dijo:  que  navegando  desde  la  isla  de  los  Gua- 
najes,  yendo  la  costa  de  luengo,  descubrie- 
ron una  gran  bahía,  á  la  cual  pusieron 
nombre  la  gran  bahía  de  la  Navidad,  y  que 
de  allí  descubrieron  las  sierras  de  Caria,  y 
otras  tierras  más  adelante,  y  según  los  otros 
testigos  dicen,  volvieron  al  Norte.  Y  por  to- 
do esto  parece  que,  sin  duda,  descubrieron 
entonces  mucha  parte  del  reino  de  Yuca- 
tán» 28. 

Cuando  se  lee  este  pasaje  y  se  recuerda  en 
seguida  el  que  Herrera  29  aplica  al  viaje  que 
supone  verificado  en  i5o6,  por  las  causas  que 
quedan  señaladas  más  atrás,  se  ve  que  ha 
copiado  al  dominico  casi  al  pié  de  la  letra;  de 


28.  Capitulo  39,  libro  IT. 

29,  Década  I,  libro  VI,  capitulo  XVII.  Transcrito  por 
nosotros  en  la  página  212. 


VIAJE    DE    l5o8  CXXXV 

modo  que,  en  último  resultado,  la  obra  de 
éste  sería  la  que  debería  servirnos  de  base 
para  contar  el  viaje  de  que  tratamos,  si  no 
fuese  que  disponemos  también  de  la  relación 
de  otro  contemporáneo, — que  en  parte  puede 
parecer  interesada,  pero  bastante  importante 
en  su  conjunto, — y  de  los  mismos  documen- 
tos que  sirvieron  al  P.  Las  Casas  para  la  re- 
dacción de  los  párrafos  de  la  obra  que  que- 
dan citados.  Nos  referimos  al  libro  de  don 
Fernando  Colón  y  al  expediente  de  los  pleitos 
del  Almirante. 

Habla  don  Fernando  en  su  libro  del  cuarto 
viaje  de  su  padre  á  las  Indias  y  dice  con  este 
motivo:...  «Y  luego  nevegando  hacia  tierra 
firme,  la  vuelta  del  iMediodía,  llegaron  á  cier- 
tas islas  aunque  no  tomaron  tierra,-  sino  es 
en  la  mayor  que  se  llamaba  Guanai'a^  por  lo 
cual  los  que  después  hicieron  cartas  de  ma- 
rear las  llamaron  á  todas  islas  de  Guanaros, 
que  están  12  leguas  distantes  de  la  tierra 
firme,  cerca  de  la  provincia  que  se  llama  aho- 
ra Cabo  de  Honduras,  aunque  el  Almirante 
la  llamó  entonces  Cabo  de^  Casinas^  pero  por- 
que los  que  hacen  estas  cartas  sin  andar  por 
el  mundo,  incurren  en  grandísimos  errores, 
los  cuales  ahora  que  me  ocurre,  quiero  refe- 
rir, aunque  rompa  el  hilo  de  mi  historia. 

«Estas  mismas  islas  y  la  tierra,  la  ponen 
en  sus  cartas  de  marear,    como  si   en  efecto 


CXXXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

fuesen  tierras  distintas,  y  siendo  el  cabo  de 
Gracias  á  Dios,  el  mismo  que  llaman  con 
otro  nombre,  y  una  cosa  misma  ambos,  los 
hacen  dos.  La  causa  de  esto  es,  porque  des- 
pués que  el  Almirante  descubrió  estas  re- 
giones, Juan  Díaz  de  Solís,  por  cuyo  ape- 
llido se  llamó  el  Río  de  la  Plata,  Rio  de  Solis 
(por  haberle  muerto  allí  los  indios)  y  Vicente 
Yáñez,  que  fué  capitán  de  un  navio,  en  el 
primer  viaje  del  Almirante,  cuando  descubrió 
las  Indias,  fueron  ambos  juntos  á  descubrir 
el  año  de  i5o8,  con  intención  de  seguir  la 
tierra  que  había  descubierto  el  Almirante, 
en  el  viaje  de  Veragua,  hacia  Occidente,  y 
siguiendo  éstos  casi  el  mismo  camino,  >lle- 
g'aron  á  la  costa  de  Caria  y  pasaron  cerca 
del  cabo,  de  Gracias  á  Dios,  hasta  la  punta 
de  Casinas,  que  ellos  llamaron  de  Honduras, 
y  á  las  dichas  islas  de  los  Guanaros,  dando, 
como  hemos  dicho,  el  nombre  de  la  princi- 
pal á  todas:  de  aquí  pasason,  después,  más 
adelante,  no  queriendo  confesar  que  el  Al- 
mirante hubiese  estado  en  ninguna  de  aque- 
llas partes  para  atribuirse  aquel  descubri- 
miento, y  mostrar  que  habían  hallado  un 
gran  país,  sin  embargo  de  que  un  piloto  suyo 
llamado  Pedro  de  Ledesma,  que  había  ido 
antes  con  el  Almirante  al  viaje  de  Veragua, 
les  dijese  que  él  conocía  aquellas  regiones, 
y  que    eran  de  las  que  él   había  ayudado    á 


VIAJE    DE    l5o8  CXXXVII 

descubrir  al  Almirante,  y  así  me  lo  refirió 
él  mismo,  lo  cual  demuestran  la  razón  y  de- 
signio (diseño)  de  las  cartas,  porque  se  pone 
dos  veces  una  misma  cosa  é  isla  de  una  misma 
.suerte  y  en  una  misma  distancia,  por  haber 
pintado  aquellas  tierras  de  la  misma  forma 
que  eran,  pero  decían  que  estaban  más  ade- 
lante de  lo  que  había  descubierto  el  Almi- 
rante, de  manera  que  una  misma  tierra  está 
dos  veces  situada  en  la  carta,  y  queriendo 
Dios,  lo  mostrará  más  adelante  el  tiempo  y 
cuando  se  navegue  más  aquella  costa,  pues 
no  se  hallarán,  sino  es  una  vez,  tierras  de 
aquella  forma»  3o. 

Cuando  lemos  la  relación  que  del  viaje 
de  que  tratamos  hacen  Las  Casas  y  don  Fer- 
nando Colón,  se  ve  que  ambos  coinciden  en 
-el  fondo,  y  que  la  de  éste  trae  precisamente 
el  dato  que  faltaba  á  la  de  aquél:  la  fecha 
de  i3o8.  Se  vé,  igualmente,  que  ambos  en 
realidad  han  tomado  sus  noticias  de  la  mis- 
ma fuente:  Las  Casas  en  los  autos  del  pro- 
ceso y  don  Fernando  Colón  de  boca  del  pi- 
loto Pedro  de  Ledesma,  cuyo  testimonio 
figura  allí. 

Según  los  que  hasta  ahora  han  aceptado 
la  opinión  de  Las  Casas,  el  itinerario  del  viaje 
resultaría  ser    el^  que    vamos    á    detallar,  en 


3o.  Tomo  II,  págrs.  145-147,  ed.  de  Madrid.    1892,  8.* 


CXXXVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

cuanto  es  posible  fijar  sus  líneas  generales 
por  la  relación  tan  compendiosa  que  el  domi- 
nico nos  da  en  su  obra. 

Desde  luego,  y  por  lo  que  á  nosotros  toca, 
tenemos  por  muy  probable  que  los  nautas  á 
su  salida  de  las  costas  de  la  Península  debie- 
ron dirigir  su  rumbo  á  las  Canarias,  con  más 
probabilidad  que  á  Cabo  Verde,  como  lo 
quiere  Herrera,  tanto  porque  aquellas  islas 
eran  recalada  casi  obligada  de  las  naves 
españolas  que  por  entonces  se  encamina- 
ban á  Indias,  como  porque  debían  prefe- 
rirlas á  las  que  eran  del  dominio  de  Portu- 
gal, mucho  más  si  se  considera  que  Diaz  de 
Solís,  que  llevaba  el  mando  en  lo  del  nave- 
gar, no  habría  de  pasar  á  ellas  por  razones 
que  están  de  manifiesto,  como  ser  su  nacio- 
nalidad y  el  objeto  mismo  de  su  viaje.  De  lo 
que  no  puede  dudarse,  es  que  desde  allí  se 
dirigieron  á  la  Española.  E\  piloto  Andrés  de 
Morales,  que  por'esos  dias  se  hallaba  en  ella, 
lo  dice  formalmente  en  su  declaración  en  el 
pleito  de  Colón,  que  «vio  una  carta  que  es- 
cribieron los  susodichos  al  Comendador  Ma- 
yor 3i^  que  era  gobernador  en  esta  Isla,  [en] 
que  le  hacían  saber  como  pasaban».  ^2  Y  en 


3i.  Don  fray  Nicolás  de  Lares,  de  la  Orden  de  Alcán- 
tara, Comendador  de  Lares  y  después  Mayor. 
32.  Pág-ina  102  de  nuestros  Documentos.  No  sabemos 


VIAJE  DE  i5o8  CXXXIX 

efecto,  navegando  hacia  tierra  firme,  «la 
vuelta  del  mediodía»,  fueron  «á  tomar  el 
hilo»,  según  la  expresión  de  Las  Casas,  á 
las  islas  Guanajos,  33  situadas,  al  decir  de 
D.  Fernando  Colón,  que  las  había  visitado 
en  unión  de  su  padre  seis  años  antes,  á  doce 
leguas  distantes  de  tierra,  cerca  de  la  «pro- 
vincia de  líonduras»,  probablemente  las  del 
grupo  á  que  pertenecen  las  llamadas  hoy 
Bonaca34  y  Roatán,  que  se  hallan  efectivamen- 
te enfrente  del  Cabo  de  aquel  nombre. 

cuando  llegaron  allí  ni  cuando  salieron.  Nuestro  si- 
lencio en  este  caso  y  en  los  semejantes  significa  que 
no  hemos  podido  encontrar  antecedente  alguno  para 
establecer  fechas  ni  hechos. 

33.  Según  el  mismo  D.  Fernando  Colón,  la  isla  prin- 
cipal, que  dio  su  nombre  á  las  demás  del  grupo,  se 
llamaba  Guanara.  En  la  carta  de  Mártir  de  Angleria 
de  i5ii  aparecen  dibujadas  estas  islas  con  el  nombre 
de  Guanasas.  Las  Casas  las  llama  Guanajes  y  Herre- 
ra Guanajos.  En  los  mapas  posteriores  y  mucho  más 
adelantados  de  los  cartógrafos  españoles  aparecgn  sin 
nombre.  Véase  Kohl,  Die  beiden  altesten  Ge7ieral- 
Kartcn  von  America,  Weimar,  1860,  folio  atlante. 

Una  de  estas  dos  cartas  es  la  de  Diego  Ribeiro,  pero 
en  la  de  este  mismo  piloto  que  existe  en  la  Biblioteca 
de  la  Congregación  de  Propaganda  Fide  de  Roma» 
editada  también  en  Alemania,  lleva  nombre  «Guanaxa» 
y  aparece  dibujada  frente  á  Veragua,  frente  á  lo  que 
hoy  se  llama  Grey  Town,  como  seis  grados  más  al  sur- 
oeste del  Cabo  Gracias  á  Dios. 

34.  En  latitud  próximamente  de  16"  20'.  Véase  la  carta 
inglesa  número  763. 


CXL  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Desde  este  Cabo,  siguiendo  la  costa  de 
luengo,  habrían  llegado  á  la  provincia  Ca- 
marona,  que  según  el  mapa  de  Ribeiro,  co- 
rresponde á  lo  que  hoy  se  conoce  con  el  nom- 
bre de  Yucatán;  y  siguiendo  siempre  la  cos- 
ta, vinieron  á  encontrar  «una  gran  bahía», 
que  llamaron  de  la  Navidad,  esto  es,  la  que 
está  en  el  fondo  del  golfo  de  Honduras, 
sin  ver  probablemente,  como  opinaba  Las 
Casas,  el  Golfo  Dulce,  situado  hacia  el  S.  O. 
de  la  bahía,  en  i5"  25'.  Las  sierras  de  Caria  35 
debieron  ser,  según  parece,  las  montañas 
de  la  región  llamada  hoy  Belize.  No  hay  an- 
tecedentes bastantes  para  deducir  si  llegados 
á  Cabo  Catoche,  siguieron  costeando,  ó  si 
hicieron  rumbo  al  norte  simplemente,  como 
pudiera  creerse  de  la  deposición  de  Ledesma. 

Lo  cierto  es  que,  según  este  testigo  lo 
afirma,  alcanzaron  hasta  los  23  grados  y  me- 
dio, es  decir,  hasta  el  mismo  trópico  de  Cáncer, 
algo  al  norte  de  donde  hoy  se  halla  Tampi- 
co,  y  casi  en  línea  recta  de  la  Habana.  En 
la  primera  hipótesis,  habrían  costeado  gran 
parte  del  Golfo  de  México,  y  recorrido  los 
lindes  orientales  del  imperio  de  Moctezuma, 
siendo  muy    posible  que  los    «lenguas»,  los 


35.  Débese  notar  que  en  algunos  de  los  mapas  pri- 
mitivos se  encuentra  Cariay  en  la  parte  que  hoy  es 
Mosquitos,  región  que  queda  mucho  más  al  sur. 


VIAJE    DE    l5o8  CXLI 

guanines  y  otras  piezas  que  consta  recogieron 
en  el  curso  del  viaje,  fuesen  de  aquella  pro- 
cedencia; (cy  como  después,  según  dice  He- 
rrera, no  hubo  nadie  que  prosiguiese  aquel 
descubrimiento,  no  se  supo  más  hasta  que 
se  descubrió  todo  lo  de  Nueva  España».  ^¿Se- 
ria  acaso  esta  expedición  de  Díaz  de  Solís 
la  que  según  asegura  el  P.  Sahagún  recor- 
daban los  indios  de  Panuco  como  ocurrida 
algunos  años  antes  de  la  invasión  de  Cortés?  36 


36.  «Ha  años  cincuenta  que  lleg-aron  los  primeros 
pobladores  á  estas  partes  de  la  Nueva  España,  que  es 
casi  otro  mundo,  y  viniendo  con  navios  por  la  mar, 
aportaron  al  puerto  que  está  hacia  el  Norte,  y  porque 
alli  desembarcaron, llamóse  Panutla...,  lugar  donde  lle- 
garon losque  vinieron  por  mar.»  Traducción  Jourdanet, 
págfina  670. 

A  este  respecto,  recordaremos  que  se  ha  alegado 
como  prueba  en  favor  de  la  efectividad  del  primer 
viaje  de  Vespucio  en  1497  el  encuentro  de  Jerónimo 
Aguilar  cuando  Cortés  llegó  á  Cozumel,  sin  tener  pre- 
sente que  Diaz  del  Castillo  refiere  expresamente  que, 
tanto  la  permanencia  de  aquel  clérigo  como  la  del  ma- 
rinero Gonzalo  Guerrero  entre  los  indios,  databa  sólo 
de  la  época  de  la  expedición  de  Valdivia  (i5i2).  Véase 
también  á  Herrera,  década  II,  libro  IV,  capitulo  VII 
y  á  Diaz  del  Castillo,  Historia  de  Nueva  España,  Ma- 
drid, i632,  folio,  hoja  17  v.  y  siguientes.  En  el  Ar- 
chivo de  Indias  encontramos  el  expediente  original  de 
los  servicios  de  Aguilar  en  que  constan  todos  los  he 
chos  de  su  cautiverio. 

Cuando  se  acepta  este  itinerario  del  viaje  de  Yáñez 


CXLIl  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

Hemos  venido  hasta  ahora  discurriendo 
bajo  la  hipótesis  de  que  los  dictados  de  Las 
Casas  y  de  don  Fernando  Colón  sean  exac- 
tos, ó  en  otros  términos,  que  la  exploración 


Pinzón  y  Diaz  de  Solis  y  se  le  compara  con  el  que  Amé- 
rico  Vespucio  asegrura  haber  llevado  en  su  primer 
viaje,  cuya  fecha  fué,  seg-ún  la  generalidad  de  los  auto- 
res, el  año  1497,  se  halla  tanta  similitud  entre  ambos, 
que  uno  se  halla  tentado  á  creer  que  se  trata  de  uno 
solo.  Desde  lueg-o,  la  duración  del  viaje  es  casi  idén- 
tica, de  Mayo  de  1497  y  Mayo  ó  Junio  de  i5o8  (ya  que 
el  dato  de  Navarrete  no  está  comprobado)  hasta  Oc- 
tubre de  1498  y  Octubre  de  1609,  respectivamente.  Y 
en  cuanto  á  los  incidentes  del  viaje,  Vespucio  dice,  se- 
gún el  extracto  que  de  su  relación  da  Varnhagen: 

«i.°  Que  partió  de  Cádiz  el  10  de  Mayo  de  1497  y  ha- 
biendo navegado  mil  leguas  hacia  el  oeste  sud-oeste, 
la  flota  se  encontró,  después  de  37  dias,  y,  por  consi- 
guiente, el  17  de  Junio,  á  la  vista  de  tierra  por  la  lati- 
tud de  16"  norte  y  por  la  longitud  de  75°  al  oeste  de 
las  Canarias.» 

Vése,  pues,  que  en  esta  parte  la  relación  del  piloto 
florentino  concuerda  perfectamente  con  el  punto  de  la 
costa  del  continente  á  que  primero  se  supone  llega- 
ron Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solis,  sin  hablar  del  tiem- 
po empleado  por  estos  últimos,  ya  que  sobre  este  hecho 
faltan  antecedentes. 

«2.°  Que  al  dia  siguiente  y  durante  otros  dias,  siguió 
la  costa  á  vista  de  tierra,  hacia  el  noroeste.  Es  la  di- 
rección que  tiene  la  costa  de  Yucatán.» 

«3.°  Que  continuó  navegando  durante  varios  dias, 
bajando  á  menudo  á  tierra  y  comunicándose  con  los 
habitantes. 

«No  están  indicados  los  rumbos  en  la  relación;  pero 


VIAJE    DE    l5o8  CXLIIÍ 

efectuada  por  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solís 
se  dirigiese  hacia  el  Norte,  á  partir,  más  ó 
menos,  de  la  latitud  del  cabo  de  Gracias  á 
Dios.  Dijimos  también  que,  tanto  Las  Casas 


nada  existe  que  pueda  hacernos  dudar  que  no  segfuia 
la  circunnaveg-ación  del  Yucatán.» 

Nuevos  antecedentes  en  todo  de  acuerdo  con  lo  que 
se  supone  ejecutaron  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solis. 

«4.°  Que  llegó  á  un  puerto  en  medio  del  cual  vio  un 
grupo  de  casas  ediíicadas  sobre  el  agua,  «como  Ve- 
necia,»  y  con  puentes  levadizos  que  se  levantaban 
para  el  caso  de  defensa.  Este  puerto  se  encontraba  á 
ochenta  leguas  al  sur  de  otro  que  visitó  más  adelante, 
bajo  la  latitud  septentrional  de  23";  y  no  puede  ser 
otro  que  el  de  Veracruz,  donde  aun  la  Isla  de  los  Sa- 
crificios y  la  de  la  Fortaleza  de  Ulúa  tenían  casas.» 

La  manera  tan  abreviada  con  que  los  declarantes 
en  el  pleito  de  Colón  prestan  sus  deposiciones  no  per- 
mite establecer  tampoco  este  detalle  respecto  del  via- 
je de  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solís;  pero  á  estarnos 
á  la  versión  de  que  hablamos,  se  deduce  claramente 
que  han  debido  pasar  por  allí.  Y,  pt)r  último,  y  esto 
es  lo  más  singular: 

«5.°  Que  prosiguiendo  hacia  el  norte,  llegó  á  un  puer- 
to situado  casi  sobre  el  trópico  de  Cáncer.  Con  toda 
probabilidad,  concluye  de  aquí  Varnhagen,  debía  en- 
contrarse hacia  Tampico  ó  Panuco.»  Amerigo  Ves- 
pucci,  soft  caractere,ses  écrits,  etc.,  Lima,  i865,  pági- 
na 95. 

A  ser  exacta  la  relación  de  Vespucio,  ya  que  hasta 
ahora  no  ha  sido  bien  aquilatada,  y  puesto  que,  por  el 
contrario,  desde  Las  Gasas  á  Navarrete,  los  historiado- 
res españoles  suponen  que  el  primer  viaje  que  aquél  hizo 
no  puede  ser  otro  que  el  de  Ojeda,  la  extraordinaria  si- 


CXLIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

como  el  historiador  del  primer  Almirante^ 
habían  podido  disponer,  respectivamente,  el 
primero,  de  los  autos  del  pleito  de  Colón,  y 
el  segundo  del  testimonio    del  piloto   Pedro 


militud  que,  como  se  ha  visto,  en  sus  detalles  presen^ 
taria  con  el  atribuido  á  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solis, 
podrían  inducirnos  en  sospecha  de  que  se  trataba  en 
realidad  de  una  invención,  de  un  verdadero  fraude 
cometido  por  el  piloto  florentino,  entre  los  otros  que 
se  le  atribuyen,  si  no  mediara  el  hecho  indiscutible 
de  que  su  relación  se  publicó  en  iSoy  en  una  obra 
latina  de  cosmografía  de  Waldsee-müller  ó  Hylacomi- 
lus,  que  seria  también,  según  lo  que  hasta  hoy  se 
conoce,  la  edición  príncipe  de  aquélla.  (Véase  Harris- 
se,  Dibliotheca  Americana  vetiistissima,  t.  I,  pág.  62). 
^Podría  acaso  suponerse  que  la  fecha  de  la  aparición 
de  este  libro  estaba  equivocada  intencionalmente,  y 
que  en  realidad  Vespucio  daba  como  realizada  por  él 
esta  exploración  de  Yáñez  Pinzón  y  de  Diaz  de  Solis, 
de  que  había  tenido  indudablemente  noticia  desde  sus 
orígenes?  Por  mas  aventurada  que  pueda  parecemos 
esta  suposición,  hay,  sin  embargo,  una  circunstancia 
sumamente  grave  que  cuando  menos  vendría  ¿levan- 
tar una  acusación  de  falta  de  lealtad  en  el  proceder 
de  Vespucio  respecto  de  la  corte  española  y  de  sus 
compañeros  los  pilotos  que  asistieron  á  la  junta  de 
Burgos  de  que  hemos  tratado  mas  atr¿is.  Porque,  una 
de  dos:  si  Vespucio  había  realmente  explorado  en 
1497,  estando  al  servicio  de  España,  las  costas  que  se 
extienden  desde  el  Cabo  de  Gracias  á  Dios  hasta  Tam- 
pico,  debía  hallarse  perfectamente  informado  de  que 
por  allí  no  existía  el  estrecho  que  se  trataba  de  en- 
contrar, que  era  el  fin  primordial  que  llevaba  la  expe- 
dición que  entonces  se  trataba  de  despachar,  y,  por 


VIAJE    DE    l5o8  CXLV 

<ie  Ledesma.  Ahora,  para  cerciorarnos  de 
que  ambos  autores  interpretaron  bien  lo  que 
leyó  el  uno  y  lo  que  oyó  el  otro,  es  llegado  el 
momento  de  dar  á  conocer  la  parte  congruente 
<iel  documento  á  que  hacemos  referencia, 
esto  es,  las  declaraciones  de  los  testigos  que 
figuraron  en  el  proceso  y  especialmente  las 
de  dos  de  los  actores  principales  en  aquel 
viaje:  Vicente  Yáñez  Pinzón  y  Pedro  de  Le- 
desma. 


lo  tanto,  carecería  en  absoluto  de  razón  de  ser  el  he- 
cho de  que,  conforme  á  las  instrucciones  á  cuya  con- 
fección él  concurrió,  dadas  a  Y¿\ñez  Pinzón  y  Diaz  de 
Solis,  fuesen  éstos  «á  tomar  el  hilo«,  como  se  expre- 
saba Las  Gasas,  desde  el  punto  mismo,  el  grado  16 
de  latitud  norte,  que  Vespucio  da  como  inicial  para 
su  reconocimiento  de  1497-98.  Si  hubiese  silenciado 
los  resultados  de  aquel  viaje — cosa  que  no  es  admi- 
sible, desde  que,  seg-ún  él  lo  declara,  lo  efectuó  al  ser- 
vicio de  España— tendríamos  que  reconocer  que  había 
usado  de  un  procedimiento  indigno  de  la  confianza 
que  el  Rey  depositaba  en  él:  luego,  el  viaje  que  da 
como  propio  corresponde,  en  verdad,  al  de  Diaz  de 
Solís  y  Yáñez  Pinzón?  Pero  ^es  éste  realmente  como 
se  le  pinta?  r^y  la  fecha  de  la  publicación  del  libro? 

Se  dirá  acaso  que  aquéllos  no  se  ajustaron  á  las  ins- 
trucciones recibidas  y  que  en  lugar  de  comenzar  la 
exploración  por  el  grado  16,  debieron  hacerlo  por  el 
23,  término  de  la  que  había  efectuado  Vespucio;  pero 
resultaría  este  error  tan  craso  de  parte  de  Yáñez  Pin- 
zón y  Diaz  de  Solís  y  tan  ajeno  al  propio  interés  que 
-debía  guiarlos,  que  es  en  absoluto  inadmisible. 

10 


CXLVI  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

Al  entrar  en  esia  disquisición,  que  se  re- 
fiere á  un  punto  de  vista  enteramente  nuevo, 
como  es  el  de  que  el  viaje  de  que  tratamos 
fué  hacia  el  sur  y  no  hacia  el  norte,  ó  en 
otros  términos,  que  volvemos  á  la  opinión 
de  Herrera,  por  supuesto  con  ciertas  limita- 
ciones y  con  detalles  muy  diversos,  cúmple- 
nos declarar  que  nuestro  papel  ha  de  reducirse 
á  seguir  de  cerca  al  autor  de  esta  idea,  el  sabio 
norte-americano  Harrisse,  que  en  su  libro 
The  discovery  of  North  America^  dado  á  luz 
en  1892,  la  ha  desarrollado  con  su  acostum- 
brada sana  crítica  y  profunda  erudición.  Nues- 
tra argumentación  en  esta  parte  ha  de  ser 
suya,  añadiéndole  sólo  algunas  consideracio- 
nes que  la  refuerz"fen  y  ciertos  antecedentes 
sacados  de  documentos  que  no  conoció. 

Harrisse  toma  por  punto  de  partida  el  ma- 
pa que  levantaron  nuestros  navegantes,  de 
que  haremos  mención  más  adelante,  y  co- 
mienza por  establecer  que  respecto  de  ese 
mapa,  poseemos  detalles  técnicos  sólo  acerca 
de  dos  puntos:  el  primero,  que  se  trataba  en 
él  de  una  línea  de  costas  no  interrumpida, 
y  el  segundo  de  lo  que  toca  á  la  isla  Gua- 
naja. 

Cita  en  seguida  el  texto  de  don  Fernando- 
Colón,  que  queda  transcrito  más  atrás,  y 
luego  añade  que  de  ese  texto  debe  deducirse 
que  el  mapa  de  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  So- 


I 


VIAJE    DE    l5o8  CXLVII 

lis  representaba  la  parte  norte  de  la  costa  de 
Honduras,  «seguida,  sin  embargo,  de  una 
exacta  repetición  de  la  misma  hacia  el  po- 
niente con  diseños  duplicados  del  punto  de 
tierra  marcado  en  nuestras  cartas  por  los  i5" 
de  latitud  norte  y  cerca  de  los  88"  de  longi- 
tud occidental.  El  primero  de  estos  puntos 
fué  llamado  entonces  «Cabo  Gracias  á  Dios, 
y  el  segundo  no  se  sabe  ahora  cómo.» 

Conviene  nuestro  autor  en  que  ninguno 
de  los  mapas  conocidos  presenta  semejante 
configuración,  á  no  ser  el  muy  tosco  que  trae 
Mártir  de  Anglería  en  su  edición  de  la  prime- 
ra década  de  i5ii,  que,  como  es  manifiesto, 
no  pudo  ser  dibujado  antes  de  tenerse  noticia 
en  Esparia  del  naufragio  de  Valdivia  en  Yu- 
catán en  í5i2,  sin  que  pueda  aseverarse  tam- 
poco que  lo  fuera  por  los  datos  suministrados 
por  Yáñez  Pinzón  y  Diáz  de  Solís,  tanto  por- 
que el  hecho  no  consta  de  la  descripción  que 
lleva  el  mapa  en  su  reverso,  como  porque 
aparecería  en  contradicción  con  los  datos  su- 
ministrados por  el  mismo  Pedro  Mártir. 

Harrisse  transcribe  en  seguida  la  deposi- 
ción de  Vicente  Yáñez  Pinzón,  valiéndose 
del  texto  publicado  por  Navarrete,  porque 
acaso  no  alcanzó  á  conocer  cuando  imprimía 
su  obra  el  que  había  dado  la  Real  Academia 
de  la  Historia  en  ese  mismo  año,  (que  es  el 
que  insertamos  entre  nuestros  Documentos) 


CXLVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

circunstancia  que  es  indispensable  hacer  no- 
tar, porque  hay  entre  ambos  textos  una  va- 
riación de  importancia  capital. 

Harrisse  ha  tenido  razón,  conforme  á  lo 
que  veía  escrito,  de  leer  que  aquél  se  había 
referido,  desde  luego,  á  un  solo  viaje,  y  en 
segundo  lugar  á  que  la  dirección  seguida  du- 
rante su  curso  había  sido  siempre  la  misma, 
hacia  el  oriente,  y  que  en  esta  dirección,  por 
lo  tanto,  era  donde  los  navegantes  habían 
encontrado  la  bahía  de  Navidad. 

Reconoce,  sin  embargo,  que  debido  al  ex- 
tremo laconismo  con  que  está  redactada  la 
deposición  de  Yáñez  Pinzón,  aparece  un  tanto 
vaga  y  trata  por  eso  de  aclararla  valiéndose 
del  testimonio  de  los  demás  que  fueron  lla- 
mados á  declarar. 

Cita  desde  luego  las  palabras  de  Rodrigo 
de  Bastidas,  que  dice  que  Yáñez  Pinzón  y 
Diaz  de  Solís  fueron  á  descubrir  «abajo  de 
Veragua»...  «pero  que  es  todo  una  cgsta». 
No  encuentra  bastante  claro  lo  que  el  de- 
clarante quiso  dar  á  entender  por  la  expresión 
abajo,  y,  por  consiguiente,  si  la  dirección  del 
viaje  fué  hacia  el  oriente  ó  hacia  el  ponien- 
te, aunque  el  decir  que  todo  sea  una  costa 
significa  claramente  que  el  descubrimiento 
abrazaba  la  región  hallada  primero  por  Co- 
lón, ó  que  era  una  costa  seguida  de  la  de 
aquélla. 


VIAJE    DE    l5o8  CXLIX 

Bastidas  expresa  terminantemente  en  su 
declaración  completa  que  «los  unos  y  los  otros 
y  todos  éstos  han  descubierto  la  dicha  tierra 
que  dicen  ñrme.» 

La  declaración  de  Nicolás  Pérez  que  Har- 
risse  encuentra  más  expresiva  que  la  de  Bas- 
tidas, en  el  sentido  que  él*  la  interpreta,  como 
aue  dice  que  todo  lo  que  estaba  descubierto 
desde  el  Cabo  de  Gracias  á  Dios  «adelante», 
no  puede  referirse  sino  á  la  costa  que  se  ex- 
tendía hacia  el  sur  de  aquel  cabo. 

Y  aquí  entra  el  autor  norte-americano  á 
considerar  la  declaración  de  Pedro  de  Ledes- 
ma,  el  único  de  los  deponentes,  después  de 
Yáñez  Pinzón,  que  hubiese  figurado  en  el 
viaje  de  que  tratamos,  y  se  encuentra  natu- 
ralmente con  que  resulta  en  completa  oposi- 
ción con  la  de  aquél,  como  que,  no  sólo  jura 
que  fueron  al  noroeste,  sino  que  aun  llegaron 
al  grado  23  y  medio  de  latitud  septentrio- 
nal. 

Recuerda,  con  este  motivo,  que  Ledesma 
fué  uno  de  los  que  siguieron  á  Porras  en  su 
rebelión  contra  el  Almirante,  que  Navarrete 
lo  había  considerado  ya  como  hombre  poco 
verídico,  y  por  fin,  que  en  el  proceso  apare- 
cía como  testigo  á  favor  del  fiscal  y  en  oposi- 
ción á  los  derechos  que  reclamaba  don  Fer- 
nando Colón,  hechos  que  es  verdad  no  ha- 
blan en  favor  del  carácter  del  piloto,  pero  que 


CL  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

no  prueban  de  modo  alguno  que  en  este  caso 
no  dijera  verdad. 

Pero  donde  está  el  argumento  capital  de 
Harrisse  para  convencernos  de  que  en  este 
viaje  de  i5o8,  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solís 
no  estuvieron  en  Yucatán,  es  en  lo  que  re- 
fiere Mártir  de  Anglería  en  el  capítulo  III 
del  libro  VII  de  la  segunda  década  de  su  obra 
(nos  referimos  siempre  á  la  traducción  de 
Torres  Asensio),  en  que  en  efecto  habla  de 
un  viaje  de  Yáñez  Pinzón  a  las  costas  de 
Veragua,  Urabá,  Cuquibacoa  y  Paria,  aun- 
que sin  mencionar  á  Diaz  de  Solís. 

Para  reforzar  su  razonamiento,  Harrisse  nos 
pinta  la  encumbrada  posición  que  Mártir  de 
Anglería  ocupaba  en  la  Corte,  y  por  fin, 
concluye  con  el  comento  de  la  relación  del 
viaje,  según  el  texto  del  escritor  italiano, 
parte  en  que  desplega  su  acostumbrada  eru- 
dición, y  que  hemos  de  utilizar  luego;  y  dá 
remate  á  su  tesis,  negando  la  existencia  del 
viaje  en  i5o6  á  Yucatán,  atribuido  á  los  mis- 
mos exploradores,  para  opinar,  en  último 
resultado,  que  semejante  descubrimiento  no 
se  verificó  ni  en  aquel  año  ni  en  el  de  i5o8. 

Antes  de  aceptar  la  argumentación  de  Ha- 
rrise,  conviene  que  nos  hagamos  cargo  de  los 
puntos  que  en  ella  aparecen  más  débiles  y 
aún  controvertibles,  comenzando  por  pregun- 
tarnos cómo  es  que  Mártir  de  Anglería,  que 


VIAJE   DE   l5o8  CLI 

por  su  elevada  posición  en  la  Corte,  estaba 
en  situación  de  conocerlo,  silencie  completa- 
mente, al  referir  el  viaje  de  Yáñez  Pinzón, 
el  nombre  de  Díaz  de  Solís.  ^Podría  dedu- 
cirse de  esta  circunstancia  que  en  realidad 
habían  sido  distintos  el  uno  del  otro?  ^No 
concurriría  á  esta  creencia  los  términos  con 
que  comienza  el  capítulo  III  del  libro  VII, 
de  su  segunda  década,  cuando,  después  de 
referir  que  Yáñez  Pinzón  había  acompañado 
en  su  primer  viaje  á  Colón,  y  que  el  mismo, 
posteriormente,  por  sí  y  a  sus  expensas,  ha- 
bía hecho  exploraciones,  añade  que  recorría 
de  nuevo,  «por  tercera  vez»,  desde  la  Espa- 
ñola, aquellos  derroteros?  Apesar  de  la  re* 
dacción  un  tanto  ambigua  de  esta  frase,  para 
establecer  que  se  trataba,  en  verdad,  del 
cuarto  viaje  de  aquel  marino,  sería  necesa- 
rio, cuando  menos,  suponer  que  había  lleva- 
do á  efecto  el  de  las  dos  carabelas  á  que  se 
aludía  el  contrato  de  1495,  «para  ir  y  servir 
do  Sus  Altezas  le  mandasen»,  ^7  de  cuya 
realización  no  hay  constancia  alguna;  y  como 
en  verdad  no  existe  en  los  docu^mentos  rastro 
de  otro  viaje  suyo,  es  claro  que  en  esa  tercera 
vez  se  comprendían  sólo  los  de  1492,  1499- 
5oo  y  el  de  i5o8  de  que  tratamos. 
(¿Cómo  era  posible,  pues,  dados  los  medios 


37.  Véase  Navarrete,  t.  III,  pág.  75. 


CLII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

de  información  con  que  Mártir  de  Anglería 
contaba,  que  no  asociase  el  nombre  de  Diaz 
dé  Solís  al  de  Pinzón,  cuando  por  el  texto 
de  la  capitulación  real  relativa  á  este  viaje, 
consta  que  no  sólo  iba  en  él,  sino  que  er^ 
realidad  era  el  gefe?  Pero  como  no  se  conocen 
más  expediciones  de  Yáñez  Pinzón  que  las 
que  dejamos  indicadas,  y  consta  que  Diaz  de 
Solís  fué  en  esta  última,  debemos  llegar  for- 
zosamente á  la  conclusión  de  que  nuestro 
autor,  en  realidad,  ignoró  circunstancia  tan 
principal,  ó  que  todo  el  mérito  que  de  ella 
podía  resultar,  lo  atribuyó  exclusivamente  á 
Yáñez  Pinzón,  por  ser  entonces  más  cono- 
cido en  España  y  en  Italia,  para  donde  escri- 
bía, que  Diaz  de  Solís. 

No  debemos  olvidar,  sin  embargo,  que,  ha- 
blando en  las  líneas  finales  de  su  primera 
década,  del  cuarto  viaje  de  Colón,  al  contar 
que  había  recorrido  la  tierra  que  mira  el  úl- 
timo cabo  occidental  de  Cuba,  del  hallazga 
que  hiciera  de  la  isla  Guanasa,  y  de  cómo 
se  volvió  de  allí  al  oriente,  pensando  encon- 
trar las  costas  de  Paria,  anticipa  que  también- 
se  decía  que  habían  recorrido  aquellas  cos- 
tas occidentales  Yáñez  Pinzón  y  un  Juan  Diaz 
de  Solís  y  otros  muchos,  cuyas  cosas  no  co- 
nocía aún  bien;  de  modo  que  el  hecho,  aun- 
que en  términos  vagos,  había  llegado  á  su 
noticia,    sin    que    sepamos  cómo  fué  que  al 


VIAJE    DE     l5o8  CLIII 

describirlo  más  tarde,  conforme  á  lo  que  pro- 
metía en  el  pasaje  citado,  omitió  el  nombre 
de  Diaz  de  Solís. 

Pero,  en  rigor,  esto  demostraría  una  sim- 
ple omisión  del  historiador,  voluntaria  ó  nó, 
pero  que  de  ningún  modo  contradice  el  he- 
cho cierto  de  que  el  viaje  fué  realizado  por 
ambos  pilotos. 

Otro  punto  del  texto  de  Mártir  de  Angle- 
ría,  que  ha  ofrecido  ya  alguna  duda,  es  como 
debe  traducirse  el  pasaje  en  que  establece  la 
fecha  del  viaje  de  que  se  trata,  que  dice  así: 
«canno  priore  a  dicessu  ducum  Nicuesai  et 
Fogedae»,  que  traduce  Ilarrise:  «el  año  que 
PRECEDIÓ  á  la  partida  de  los  capitanes  Ni- 
cuesa  y  Ojeda»,  y  que  Torres  Asensio,  que 
por  supuesto  se  hallaba  ajeno  á  la  presente 
discusión,  vierte  de  este  otro  modo:  «en  el 
primer  año  después  de  haber  marchado  los 
capitanes  Nicuesa  y  Ojeda».  38 

Como  se  vé,  esto  cambia  completamente  la 
faz  de  las  cosas  en  cuanto  al  punto  capital 
de  la  discusión,  ya  que  Harrise  traduce  i5o8 
y  Torres  Asensio  i5io,  puesto  que  la  parti- 
da de  España  de  los  exploradores  citados 
tuvo  lugar  en  1509.  En  apoyo  de  la  traduc- 
ción del  historiador  norte-americano,  puédese 


38.  Tomo  II,  pág.  i55. 


CLIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

invocar  la  hecha  últimamente  al  francés,  por 
Gaffarel:  «l'année  qui  preceda  le  départ, 
etc.»  39  De  modo  que,  siendo  ésta  la  versión 
exacta  de  lo  que  quiso  decir  Mártir  de  Angle- 
ría,  (tal  es  nuestra  opinión)  debemos  admitir 
que  se  refería  al  año  de  i5o8,  como  fecha  de 
la  salida  de  la  armada. 

Duda  semejante  á  esta  es  la  que  puede  pro- 
moverse con  ocasión  de  los  términos  de  la 
declaración  de  Yáñez  Pinzón  en  los  pleitos 
de  Colón,  comparando  entre  sí  los  textos  que 
don  Navarrete  y  Fernández  Duro,  pues  donde 
aquél  pone  «yendo  la  costa  de  luengo  hacia 
el  oriente  hasta  la  provincia  que  se  llama 
Chabaca,  etc.»,  aquel  académico  estampa: 
«yendo  la  costa  de  luengo,  facia  el  oriente 
ESTÁ  otra  provincia»,  con  más  un  punto  y  coma 
antes  de  la  primera  palabra.  Fácil  sería,  en 
vista  del  original  de  este  documento  que  se 
guarda  en  el  Archivo  de  Indias,  establecer 
cual  de  los  dos  textos  es  el  verdadero,  si  bien 
el  sentido  de  la  frase  y  su  natural  contexto 
dan  á  entender  que  lo  es  la  primera  de  estas 
versiones.  Queda,  pues,  establecido,  que  Yá- 
ñez Pinzón  dijo  que  seguía  su  derrota  apara 
el  oriente  hasta  otra  provincia,  etc.» 

Hay  todavía    en  la  declaración    de  Yañez 


39.  Fierre  Martyr-De  Orbe  Novo,  Deiixiéme  Deca- 
de, pág.  69. 


VIAJE    DE    l5o8  CLV 

Pinzón,  otro  punto  digno  de  llamar  nuestra 
atención,  y  es  aquel  en  que  dice  que,  yendo 
la  costa  adelante,  descubrió  una  gran  bahía 
á  que  pusieron  el  nombre  de  la  Navidad,  al 
decir  de  Mártir  de  Anglería,  porque  Colón 
había  penetrado  en  ella  en  su  cuarto  viaje  el 

25  de  Diciembre  de  i5o2  40.  Cuando  se  estu- 
dia el  itinerario  seguido  por  Colón  en  ese 
cuarto  viaje,  se  ve  que  llegó,  en  efecto,  á  una 
gran  bahía,  que  se  llamó  del  Almirante,  pero 
nó  el  día  de  la  Natividad,  sino  mucho  antes, 
como  que  arribó  al  puerto  del  Retrete  (Escri- 
banos), último  término  de  su  exploración,  el 

26  de  Noviembre  41.  No  puede  decirse  tam- 
poco que  de  regreso  llegase  á  la  bahía  de  que 
se  trata  el  25  de  Diciembre,  puesto  que  sabe- 
mos que  en  10  de  Enero  de  i5o3  entraban  sus 
navios  al  río  de  Veragua,  situado  al  sur  de  la 
bahía  de  Escribanos. 

Si  á  esto  se  agrega  que  Yáñez  Pinzón  era, 
en  verdad,  de  los  enemigos  de  Colón,  se  hace 
aún  menos  creíble,  que  en  honor  y  para  re- 
cordar un  hecho  suyo,  designase  aquella  ba- 
hía con  el  nombre  y  por  la  causa  que  dice 
Mártir  de  Anglería.  Nos  inclinamos,  por    lo 


40.  «Sinum  eum  ab  Almiranto  Colono  primo  reper- 
tura  vocant  Bahiam  Nativitatis,  quia  natalis  Christi  die 
fuerit  eum  ingressus.» 

41.  Véase  Navarrete,  t.  I,  pág-s.  284-85. 


CLVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

tanto,  á  creer  que  Yáñez  Pinzón  se  desenten- 
dió, por  el  contrario,  de  que  en  ella  hubiese 
estado  alguna  vez  el  Almirante,  como  bien 
claramente  lo  da  á  entender  el  texto  de  su  hijo 
don  Fernando  que  conocemos,  y  que  si  la 
llamó  de  Navidad  fué  porque  las  dos  carabe- 
las habían  penetrado  á  ella  el  25  de  Diciembre 
de  i5o8. 

Hay,  además,  otradificultad  que  nace  de  la 
ubicación  que  á  una  bahía  del  mismo  nom- 
bre Navidad  se  asigna  en  los  mapas  anónimos 
de  Weimar  y  de  Turín,  42  que  son  los  úni- 
cos en  que  hayamos  visto  ese  nombre  en  una 
posición  que  corresponde  exactamente  al 
golfo  de  Honduras,  esto  es,  cerca  de  siete  gra- 
dos más  al  norte  de  la  bahía  de  Escribanos. 
De  modo  que  si  este  nombre  pertenece  á  la 
bahía  de  que  hablaba  Yáñez  Pinzón  en  su  de- 
claración, el  rumbo  seguido  por  él  no  habría 
sido  entonces  hacia  la  parte  sur  del  conti- 
nente, alas  regiones  recorridas  ya  por  Colón, 
Ojeda,  Bastidas  y  el  mismo  Yáñez  Pinzón,  á 
Tierra  Firme,   en  una  palabra. 

Y,  por  fin,  para  abordar  otra  dificultad  de 
la  misma  índole,  ^^cómo  es,  volvemos  á  pre- 
guntar, que  en  el  mapa  de  iMártir  de  Angle- 
ría  de  i5ii     se  dibuja  la  línea  de  cortas  hacia 


4'i.  Véase  el  diseño  de  este  mapa  en  Harrisse,  obra 
citada,  lámina  XIX. 


VIAJE    DE    l5o8  CLVII 

el  occidente  del  cabo  de  Gracias  á  Dios, 
hasta  una  punta  más  notable  aún,  y  hacia  el 
norte  en  una  extensión  que  sobrepasa  la  lati- 
tud de  Cuba?  El  argumento  de  que  el  silencio 
del  autor  acerca  de  las  fuentes  que  le  sirvie- 
ron para  construirlo,  prueba  que  no  prove- 
nían de  la  expedición  de  Yáñez  Pinzón  y 
Diaz  de  Solís,  no  tiene  importancia  alguna, 
ya  que,  así  como  puede  deducirse  de  él  esa 
consecuencia,  puede  también  sacarse  la  opues- 
ta. Por  el  contrario,  cuando  se  omiten  esas 
fuentes,  parece  natural  creer  que  han  podido 
muy  bien  ser  las  de  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de 
Solis,  si  no  fuera  que  el  autor  al  referirse  al 
viaje  de  estos  últimos  lo  describe  como  veri- 
ficado hacia  el  sur.  De  modo  que,  en  último 
término,  si  no  quiere  ponerse  en  contradic- 
ción lo  que  Mártir  de  Anglería  dice  en  el 
texto  con  el  diseño  que  á  éste  acompaña, 
resulta  que  sus  datos  para  construir  su  carta 
debió  tomarlos  de  algún  mapa  extranjero, 
quizás  el  hasta  hoy  perdido  de  Waldseemüller. 
Además,  conviene  tener  presente  cuando  se 
trata  de  aquellos  antiguos  monumentos  geo- 
gráficos, que  en  su  mayoría  distan  muchísimo 
de  ser  exactos,  pues  sus  autores  los  daban 
muchas  veces  fundándose  en  relaciones  va- 
gas, en  inducciones  probables,  y,  en  otras, 
eran  el  producto  de  simples  fantasías.  Baste 
recordar  á  este  respecto,  que  en  el  de  Juan 


CLVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

de  la  Cosa  se  pintaba  á  Cuba  como  una  isla, 
dato  hasta  entonces  desconocido.  El  hecho 
innegable  es  que  ese  mapa  existe,  y  que  su 
existencia  viene  á  constituir  una  dificultad  se- 
ria respecto  de  la  dirección  que  llevó  el  viaje 
de  Yáñez  Pinzón  y  de  Diaz  de  Solís. 

Más  sena  es  aún,  indudablemente,  la  que 
se  deduce  de  los  términos  categóricos  en  que 
está  redactada  la  declaración  de  Pedro  de 
Ledesma,  en  la  cual  afirma  expresamente  que 
él  y  aquellos  navegantes  llegaron  por  el  nor- 
te hasta  el  grado  28  y  medio.  Pues  bien: 
^era  posible  que  por  el  solo- prurito  de  mentir, 
ya  que  á  él  no  le  reportaba  el  hecho  ventaja 
alguna,  hubiese  expresado  semejante  cosa 
bajo  juramento?  Era,  quizás,  por  perjudicar 
los  derechos  de  los  descendientes  del  Almi- 
rante, cuyo  enemigo  había  sido?  Pero  enton- 
ces, para  el  caso,  lo  mismo  hubiera  dado 
decir  que  los  expedicionarios  siguieron  por 
el  sur  hasta  la  latitud  que  indica,  ya  que  esa 
región  no  estaba  tampoco  descubierta  aún! 

De  lo  que  no  puede  dudarse  tampoco  es, 
que  si  se  comparan  las  indicaciones  que  Yá- 
ñez Pinzón  da  en  su  declaración  respecto  á 
las  localidades  que  menciona,  con  lo  que 
consta  de  las  antiguas  cartas  geográficas,  re- 
sulta que  siguió  en  el  principio  del  viaje  la 
dirección  del  nor-este,  para  volver  en  seguida 
hacia  el  sur-oeste.  Dice,  en  efecto,  en  su  decía- 


VIAJE    DE    l5o8  CLIX 

ración,  que  desde  la  isla  Guanaja  descubrió 
hasta  la  provincia  de  Camarona,  siguiendo 
la  costa  de  luengo  en  aquella  dirección.  De- 
bemos comenzar  por  averiguar  el  punto  de 
partida  de  la  deposición,  la  isla  Guanaja. 
Si  aceptamos  como  exacta  la  posición  que 
Diego  Ribeiro  asigna  á  esa  isla  en  su  mapa, 
nos  referimos  al  de  la  Propaganda  Fide,  único 
de  los  dos  ejemplares  que  tenemos  á  la  vista 
donde  se  lee  ese  nombre,  que  viene  á  corres- 
pondQr  con  bastante  aproximación  á  la  lati- 
tud de  la  Boca  del  Toro,  resultaría  que  estan- 
do en  esos  mapas  marcadas  las  sierras  de 
Caria  ó  Gariay  en  la  costa  de  Mosquitos,  y  la 
provincia  Camarona,  en  el  actual  Belize  de 
Yucatán,  habría  un  contrasentido  en  la  depo- 
sición de  Yañez  Pinzón,  ya  que  primero  ha- 
bla de  Camarona  y  después  de  Caria.  Y  si 
convenimos  en  que  la  isla  de  que  se  trata  es 
la  actual  Bonaca  ó  la  de  Roatán,  situadas  en  el 
golfo  de  Honduras,  el  itinerario  de  la  expedi- 
ción aparece  igualmente  inexplicable  confor- 
me á  esos  mapas.  Habrían  aportado,  en  efecto, 
los  expedicionarios  al  continente,  frente  á 
aquella  isla  ó  islas,  en  latitud  de  16"  norte  y 
hacia  el  paralelo  86  al  oeste  de  Greenwich- 
habrían  seguido  la  costa  de  luengo  hacia  el 
oriente,  confo  rme.  á  lo  que  dice  Yáñez  Pinzón 
hasta  la  provincia  Camarona;  pero  como  ésta 
se  halla  en  esos  mapas  directamente  al  norte 


CLX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

en  la  costa  de  Yucatán,  es  claro  que,  ó  hay 
un  error  en  esos  mapas,  ó  lo  que  dice  Yáñez 
Pinzón  no  tiene  sentido.  Esto  está  probando, 
pues,  que  no  es  posible  admitir  las  indicacio- 
nes de  esas  cartas  sin  previa  comprobación. 

No  sería  por  esto  aventurado  decir,  que  así 
como  estos  mapas  parecen  equivocados  acer- 
ca de  dos  puntos  tan  importantes  como  la 
situación  de  dichas  provincias,  lo  estuviesen 
también  en  lo  tocante  á  la  bahía  de  Navi- 
dad... 

Y  aquí  llega  ya  el  caso  de  recordar  lo  que 
acerca  de  ese  itinerario  expresa  Mártir  de 
Anglería.  «Este  Vicente  Yañez,  dice,  recorrió 
de  Oriente  á  Occidente  toda  la  costa  meri- 
dional de  Cuba,  y  dio  la  vuelta  á  ésta,  que 
hasta  entonces,  por  su  largura,  muchos  re- 
putaban continente.  Vicente  Yáñez,  habiendo 
conocido  ya  con  prueba  manifiesta  que  Cuba 
era  isla,  siguió  adelante  y  dio  con  otras  tie- 
rras al  Occidente  de  Cuba,  pero  en  las  que 
ya  había  tocado  el  Almirante.  Y  así,  empe- 
ñado en  encontrar  tierra  nueva,  volviendo  á 
la  izquierda,  costeando  aquellas  playas  por 
el  Oriente  y  pasando  los  canales  de  las  ba- 
hías de  Veragua,  Urabá  y  Cuchibacoa,  arri- 
mó su  nave  en  que  iba  á  la  región  que,  se- 
gún dijimos  en  la  Década,  se  llamaba  Paria 
y  Boca  del  Dragón,  y  penetró  en  una  am- 
plia ensenada  en  que  había  tocado  Colón,  y 


VIAJE    DE    l5o8  CLXI 

era  notable  por  la  abundancia  de  aguas  dulces 
y  de  pescado  y  por  la  muchedumbre  de  islas, 
que  distaba  de  Curiana  por  el  Oriente  unas 
ciento  treinta  millas,  en  medio  de  cuyo  tre- 
cho está  Cumaná  y  Manacapana,  á  las  cua- 
les muchos  dan  la  primacía  en  cuanto  á  per- 
las, y  nó  á  Curiana. 

«Cuando  supieron  la  llegada  de  los  nuestros 
los  régulos  de  aquella  región,  que  se  llaman 
chiacones^  como  en  la  Española  caciques,  en- 
viaron quien  averiguara  qué  gente  era  aque- 
lla nueva,  ó  qué  novedad  traía,  ó  qué  quería, 
y  al  mismo  tiempo  mandaron  preparar  botes 
unilígneos  armados  (que  en  la  Década  diji- 
mos son  monoxilos,  como  las  canoas  de  la 
Española).  Á  estos  botes  les  llaman  chicos. 
Se  quedaron  maravillados  al  ver  extendidas 
las  velas  de  la  nave,  como  que  ellos  no  las 
usan,  y  si  las  usaran  serían  pequeñas,  según 
lo  exigiría  lo  estrecho  de  sus  botes. 

«Trasladándose,  pues,  muchos  á  la  nave  en 
sus  monoxilos,  pensaron  temerariamente  ame- 
drentar y  traspasar  á  saetazos  á  los  nuestros 
aun  defendidos,  como  en  murallas,  tras  las 
bordas.  Dispararon  los  nuestros  sobre  ellos 
sus  bombardas,  y  atónitos  ellos  del  estruendo 
y  del  estrago  grande  que  les  hacían  cuando 
les  herían,  se  derrotaron  ellos  mismos.  Cuan- 
do huían  dispersos,   los   nuestros  les   daban 

II 


CLXII  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

alcance  con  el  bote  servidero:  mataron  á  al- 
gunos y  prendieron  á  más. 

«Al  saber  esto  y  oir  el  estruendo  de  las 
bombardas,  los  régulos  mandaron  parlamen- 
tarios á  Vicente  Yáñez,  temiendo  que  les  sa- 
quearan los  pueblos  y  mataran  á  los  hom- 
bres si  desembarcaran  airados.  Pidieron  la 
paz,  según  se  podía  colegir  por  las  señas  y 
ademanes,  pues  los  nuestros  declaran  que 
no  entendieron  una  palabra. 

«En  señal  de  la  paz  que  deseaban  hicie- 
ron á  los  nuestros  egregios  regalos,  como 
de  oro  tres  mil  veces  la  cantidad  aquella  que 
dijimos  se  llama  un  castellano  y  se  dice  peso 
vulgarmente,  y  un  tonel  de  madera  lleno  de 
incienso  fuerte  y  muy  rico,  que  tenía  unas 
dos  mil  seiscientas  libras  de  á  ocho  onzas; 
de  aquí  coligieron  que  el  país  era  feraz  de 
incienso,  supuesto  que  los  indígenas  de  Pa- 
ria no  tienen  comunicación  alguna  con  los 
sábeos,  como  que  no  conocen  nada  absolu- 
tamente más  allá  de  sus  playas. 

«Y  con  el  oro  y  el  incienso  y  pavos  del 
país,  diferentes  de  los  nuestros  por  la  varie- 
dad de  los  colores,  les  dieron  hembras  vivas 
para  sacar  en  España  crías  de  aquellas  aves 
nuevas,  y  machos  en  muy  gran  número  para 
comer  entonces.  También  ciertos  mueble?  de 
algodón  para  decorado  de  las  casas  en  vez 
de  tapetes,  trabajados  maravillosamente  con 


VIAJE    DE    l5o8  CLXIII 

varios  colores,  de  los  cuales  pendían  de  tre- 
'Cho  en  trecho  por  las  orillas  esa  clase  de  son- 
sonetes, de  oro,  que  el  vulgo  italiano  llama 
sonaglios  y  el  español  cascabeles.  Asimismo 
les  dieron  papagayos  que  charlan,  de  varios 
colores,  cuantos  quisieron  ;  que  en  Paria 
abundan  los  papagayos  tanto  como  entre  nos- 
otros los  pichones  y  los  gorriones. 

«Á  todos  estos  indígenas  los  encontraron 
cubiertos  de  sencillas  vestiduras  de  algodón, 
á  los  hombres  hasta  la  rodilla,  y  las  mujeres 
hasta  las  espinillas;  pero  los  hombres  llevaban 
la  tela  á  modo  de  los  turcos,  cogida  en  do- 
bleces con  diminución  para  que  no  les  estor- 
be en  la  guerra.  Llamo  algodón  aquella  es- 
pecie de  hilaza  que  otra  vez  he  dicho  que  se 
llama  bombicino  en  italiano. 

«. .  .Dejando  ya  esto,  volvamos  á  los  caciques 
de  Paria. 

«Vicente  Yáñez  encontró  que  éstos  son 
entre  los  habitantes  de  Paria  así  como  prin- 
cipales gobernantes  de  los  pueblos  por  tiem- 
po de  un  año,  á  los  que  siguen  los  demás, 
tanto  en  asuntos  de  guerra  como  de  paz. 
Tienen  construidos  los  pueblos  en  el  ámbito 
-de  aquella  vasta  ensenada. 

«Cuentan  que  se  presentaron  con  regalos 
á  los  nuestros  cinco  reyezuelos,  cuyos  nom- 
bres me  ha  parecido  insertar  aquí  para  me- 
moria de  tan  gran  suceso:  el  chiacón  Chia- 


CLXIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

nacca  (pues  á  sus  principales  les  dan  el 
mismo  nombre  de  chiacones);  el  chiacón  Pin- 
tiñano;  el  chiacón  Gamailaba;  el  chiacón  Po- 
lomo,  y  el  chiacón  Pot.  Á  la  ensenada  aquella 
descubierta  antes  por  el  almirante  Colón, 
llaman  la  bahía  de  Navidad,  porque  entró 
el  día  del  Nacimiento  del  Señor,  aunque  de 
paso  y  sin  explorarla;  pues  á  la  enseñada 
llaman  bahía  los  españoles. 

«Después  de  haber  pactado  alianza  con  es- 
tos chiacones,  Vicente  Yáñez  prosiguió  el 
camino  que  se  había  propuesto.  Dejó  hacia 
Oriente  regiones  abandonadas,  por  los  fre- 
cuentes aluviones  de  aguas,  y  lugares  llenos 
de  grandes  trechos  de  lagunas,  y  no  desis- 
tió de  su  propósito  hasta  que  llegó  á  la  cús- 
pide de  aquella  tierra  larguísima,  si  es  que 
pueden  llamarse  cúspides  las  puntas  ó  fren- 
tes agudas  ó  promontorios  que  terminan  las 
tierras  marinas. 

«La  punta  aquella  parece  que  quiere  embes- 
tir al  Atlántico,  pues  mira  á  aquella  parte 
de  África  que  los  portugueses  llaman  Cabo 
de  Buena  Esperanza,  pelados  promontorios 
de  la  montaña  atlántica  que  penetran  en  el 
océano.  Pero  el  cabo  de  Buena  Esperanza 
tiene  treinta  y  cuatro  grados  del  antartico, 
y  aquella  punta  solamente  siete...»  43 


43.  Tomo  II,  pág-s.  i56-i63. 


VIAJE    DE    l5o8  CLXV 

Me  aquí,  pues,  una  relación  perfectamente 
clara  y  detallada  del  itinerario  del  viaje  de 
que  tratamos.  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solís, 
según  ella,  después  de  recorrer  de  oriente  á 
poniente  la  costa  meridional  de  Cuba,  y  de 
■cerciorarse  así  que  en  realidad  era  una  isla, 
se  acercaron  al  continente  hacia  los  85  ú  86 
grados  de  longitud  oeste  de  Greenwich,  si- 
guieron la  costa  al  oriente,  debieron  doblar 
el  cabo  Gracias  á  Dios  y  continuar  costeando 
hasta  pasar  las  bahías  de  Veragua,  Urabá  y 
Cuquibacoa,  y  por  las  Boca  del  Dragón  pe- 
netrar á  la  de  lá  Navidad,  esto  es,  al  golfo 
de  Paria,  en  el  cual  había  estado  Colón  en 
.su  tercer  viaje,  en  Agosto  de  1498,  44  y  des- 
pués de  haber  pactado  alianza  con  los  indios 
de  aquellos  lugares,  siguieron  siempre  cos- 
teando, dejaron  al  oriente  regiones  llenas  de 
lagunas  y  sólo  se  detuvieron  al  llegar  á  la 
punta  que  está  en  siete  grados  de  latitud  aus- 
tral, esto  es,  en  el  Cabo  San  Roque. 

Después  de  leer  la  descripción  que  del  viaje 
hace  Mártir  de  Anglería,  parece  que.  en  ri- 
gor, para  aceptarla,  sólo  quedara  en  pie  la  ya 
citada  declaración  de  Pedro  de  Ledesma.  En 


44.  Nótase,  pues,  aquí  una  contradicción  en  las  pa- 
labras de  Mártir  de  Anglería,  que  atribuyó  ese  nom- 
bre al  hecho  de  haber  llegado  allí  Colón  el  25  de 
Diciembre. 


CLXVI  JUAN   DÍAZ   DE  SOLIS 

esta  parte,  confesamos  que  no  es  posible  con- 
ciliar ambos  dictados.  Pero  mientras  tanto: 
^de  dónde  sacó  Mártir  de  Anglería  los  datos- 
que  se  han  leído?  ^Cómo  pudo  inventarlos?  ,¿Se 
refería  acaso  á  una  exploración  distinta  de  la 
que  tratamos,  verificada  por  Yáñez  Pinzón 
solo,  sin  compañía  de  Diaz  de  Solís,  como  la 
insinuábamos?  Pero  ^cuándo?  ^^Cómo  es  que 
en  los  archivos  no  existe  la  menor  alusión  á 
este  supuesto  viaje?  Lejos  de  eso,  en  los  do-^ 
cumentos  puede  hallarse  la  comprobación  de 
que  Mártir  de  Anglería  fué  exacto  al  describir 
el  viaje  de  que  se  trata,  y  de  que  en  él  figuró 
Diaz  de  Solís. 

Desde  luego,  por  lo  ocurrido  á  éste  á  su  re- 
greso, de  que  después  hablaremos.  Por  sus 
instrucciones  se  le  ordenaba  expresamente 
seguir  su  derrota  al  norte  y  mientras  tanta 
resultaba  que  había  ido  al  sur;  circunstancia 
suficiente  para  explicarnos  su  prisión  y  no  la 
de  Yáñez  Pinzón,  como  que  aquél  era  el  res- 
ponsable  de  la  armada. 

En  la  real  cédula  de  21  de  Junio  de  i5ii  45 
se  encuentra,  además,  una  frase  que  confirma 
de  la  manera  más  categórica  la  relación  de 
Mártir  de  Anglería,  pues  en  ella  el  Rey  orde- 
na á  los  oficiales  reales  que  paguen  cierta 
suma  á  Diaz  de  Solís,  «nuestro  capitán,    que 


45.  Véase  en  la  página  54  de  nuestros  Docuvientos^ 


VIAJE    DE    l5o8  CLXVII 

fué  á  descobrir  á  Tierra-firme.»  Esta  frase  nos 
parece  decisiva,  salvo  que  se  quiera  aplicarla 
auna  expedición  diversa  de  la  que  tratamos, 
cosa  de  todo  punto  inadmisible  sin  más  que 
considerar  la  fecha  de  ese  documento. 

La  exactitud  de  fondo  de  la  relación  de  Már- 
tir de  Angleria  se  comprueba,  por  fin,  consi- 
derando el  límite  á  que  dice  llegaron  los  ex- 
pedicionarios y  el  texto  de  la  capitulación 
real  celebrada  con  el  mismo  Diaz  de  Solís 
para  su  viaje  de  descubrimiento  á  espaldas  de 
Castilla  del  Oro.  Herrera,  como  se  sabe,  al 
describir  este  viaje  de  Diaz  de  Solís  de  i5o8, 
supone  que  llegó  á  ponerse  casi  en  40  grados 
de  la  otra  parte  de  la  línea  equinoccial,  sin 
aducir  prueba  alguna  de  su  aserto,  contra  el 
tenor  expreso  de  lo  aseverado  por  Mártir  de 
Angleria  y  sin  considerar  que,  si  así  hubiese 
sido,  mal  pudo  Diaz  de  Solís  y  los  que  le 
acompañaron  regocijarse  ante  el  descubri- 
miento del  Río  de  la  Plata  en  i5i5,  que  no 
hubiera  podido  dejar  de  encontrar  en  i5o8 
si  hubiese  en  realidad  llegado  hasta  los  40  gra- 
dos de  latitud  austral.  Basta,  en  efecto,  para 
el  caso  considerar  lo  que  de  la  capitulación 
indicada  se  deduce  de  las  siguientes  palabras: 
«que  vos  el  dicho  Juan  Diaz  de  Solís  seáis 
obligado  de  ir  á  las  espaldas  de  la  tierra  don- 
de agora  está  Pedro  Aray  (Arias)  mi  capitán 
general  é  gobernador  de    Castilla   del  Oro,  é 


CLXVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

de  allí  adelante  ir  descubriendo  por  las  dichas 
espaldas  de  Castilla  del  Oro,  mili  é  setecien- 
tas leguas,  é  más,  si  pudiéredes,  contando 
desde  la  raya  de  la  demarcación  que  va  por  la 
punta  de  la  dicha  Castilla  del  Oro  adelante  de 
lo  que  no  se  ha   descubierto    hasta  ahora.»... 

Basta  leer  lo  que  dicen  acerca  de  esa  punta 
que  dividía  los  dominios  de  ambas  coronas 
López  de  Gomara,  Oviedo  y  Herrera  para  ex- 
plicarnos este  pasaje  de  la  capitulación  real, 
que  en  buenos  términos,  según  la  expresión 
de  Las  Casas,  significaba  que  Diaz  de  Solís 
habia  de  ir  á  descubrir  «desde  el  Cabo  de 
Sant  Agustín.»  46 

Hay  todavía  otros  documentos  que  com- 
prueban esto  mismo  y  aun  precisan  la  ex- 
tensión de  los  descubrimientos  realizados  en 
ese  entonces  por  Yáílez  Pinzón  y  Diaz  de 
Solís.  Sea  desde  luego  el  título  de  capitán 
general  y  gobernador  de  Castilla  del  Oro, 
expedido  en  i5i3  á  favor  de  Pedradas  Dávila, 
por  el  cual    se    mandó  intitular  oficialmente 


46.  La  línea  de  demarcación  pasaba  en  realidad 
más  al  noroeste.  Véase  Winsor,  Narrative  a?id  c?-¿tical 
hist.,  t.  II,  pág-.  108;  Bourne,  The  demarcation  Line, 
pág.  47;  y  el  mapa  de  Gantino  (publicado  en  la  obra 
de  Winsor  y  en  dos  de  las  de  Harrisse)  primero  en 
el  cual  aparece  dibujada  la  línea. 

Por  esto  sin  duda  expresaba  la  capitulación  adelan- 
te de  lo  que  no  está  descubierto. 


VIAJE    DE    l508  CLXIX 

Castilla  del  Oro  lo  que  hasta  entonces  se  ha- 
bía llamado  Tierra-firme.  Pues  bien:  Pedra- 
nas  debía  ser  gobernador  de  Castilla  del  Oro, 
excluyendo  de  su  mando  la  provincia  de  Ve- 
ragua, cuya  gobernación  pertenecía  á  Colón, 
«y  la  tierra  que  descubrieron  Vicente  Yá- 
ñez  Pinzón  é  Juan  Diaz  de  Solís,  en  la  pro- 
vincia de  Paria...» 

((Se  vé  por  este  documento,  observa  con 
razón  Trelles,  que  la  gran  parte  de  tierra 
que  se  había  llamado  Tierra-firme,  y  que  el 
Rey  mandaba  se  llamase  Castilla  del  Oro, 
comprendía,  á  más  de  la  provincia  de  Vera- 
gua, la  del  Darién,  la  de  Paria,  y  la  tierra 
que  descubrieron  Vicente  Yáñez  Pinzón  y 
Juan  Diaz  de  Solis.»  47 

Más  preciso  todavía  en  lo  referente  á  nues- 
tro asunto,  es  lo  que  aparece  de  la  provisión 
real  que  señala  escudo  de  armas  á  los  Pinzo- 
nes, datada  en  iSig,  en  la  que  después  de  recor- 
dar el  viaje  de  Vicente  Yáñez  en  compañía 
de  Colón,  el  que  más  tarde  (1499)  verificó  á  la 
costa  de  las  Perlas»,  recuerda,  aunque  no 
en  sus  términos  exactos,  la  capitulación  de 
i5o8,  ni  el  objeto  del  viaje,  y  se  expresa  ((que 
descubrieron  seiscientas  leguas  de  tierra  fir- 
me, é  hallaron  el  gran  río  y  el  Firasil,  y  res- 


47.  Diego  Garda,  págr.  9. 


CLXX    .  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

cataron  con  ciertos  indios  de  la  dicha  Tierra- 
Firme,  oro  y  perlas». 

Todo  esto  viene,  pues,  á  manifestar  que 
Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solís  llegaron,  con- 
forme á  lo  que  dice  Mártir  de  Anglería,  has- 
ta el  grado  7  de  latitud  austral,  pero  que 
tampoco  pasaron  más  allá. 

Carecemos  por  completo  de  datos  para  es- 
tablecer los  motivos  que  determinaron  la 
vuelta  de  la  armadilla.  ^Fué  por  causa  de  la 
«poca  conformidad»  que  se  estableció  entre 
ambos  gefes,  según  dice  Herrera?  í^Fué  por- 
que se  desengañaron  de  que  por  allí  no  exis- 
tía el  estrecho  que  buscaban?  ^Hallábanse 
ya  las  carabelas  en  mal  estado^?  ^Habíanseles 
agotado  las  provisiones.^  Dudas  son  éstas  que 
no  pueden  resolverse  en  vista  de  los  docu- 
mentos conocidos  hasta  hoy.  Lo  que  sí  puede 
aseverarse  es  que  en  aquellas  costas  recogie- 
ron las  piezas  de  metal  llamadas  guani- 
nes,  48  y  que  embarcaron  con  ellos  algunos  in- 


48.  Por  real  cédula  de  14  de  Noviembre  de  iSog  (nú- 
mero 16  de  nuestros  Documentos),  decía  el  Rey  á  los 
Oficiales  de  Sevilla:  «en  lo  de  los  guanines  que  truje- 
ron  del  viaje  Vicente  Yáñez  Pinzón  é  Joan  Diaz  de 
Solis,  está  bien  lo  que  habéis  fecho  fundir;  é  porque 
quiero  ver  de  la  manera  que  son  los  dichos  guanines 
é  cosas  que  trujeron,  yo  vos  mando  que  de  lo  que  que- 
dó por  fundir  me  enviéis  luego  algunsfs  muestras.» 

Conviene  recordar  aqui  que  Enciso  habla  en  la  Su- 


VIAJE   DE    l5o8  CLXXI 

dios  á  fin  de  que  pudiesen  más  tarde  servir  de 
intérpretes  para  entenderse  con  aquella 
gente  que  acababan  de  visitar.  49  F^ormaron 
también  el  mapa  ^o  de  las  regiones    que  ve- 


ma  de  Geografía,  recto  de  la  hoja  Ivij,  edición  de 
i53o,  que  en  la  bahía  de  Nombre  de  Dios  se  hallaban 
muchos  de  estos  gruanines  ,«oro  bajo  que  no  es  de  diez 
ó  doce  quilates  y  menos.» 

49.  El  gobernador  de  la  Española  dejó  allí  estos  in- 
dios, comprendiendo  sin  duda  algfuna  que  era  de  don- 
de podían  mas  tarde  prestar  sus  servicios;  pero  el 
Rey  no  aceptó  asi  no  más  este  temperamento,  y  por 
real  cédula  de  14  de  Noviembre  de  i5i6  (número  XVII 
de  nuestros  Documentos)  ordenó  á  los  Oficiales  Reales 
que  le  dijesen  cual  «fué  la  cabsa  por  qué  dicho  Co- 
mendador Mayor  non  dejó  traer  las  dichas  lenguas.» 

En  capitulaciones  posteriores  se  estampó  expresa- 
mente que  los  descubridores  trabajasen  «por  haber 
lenguas,  y  aun  se  dispuso  la  manera  como  debía  tra- 
társeles. Véanse  las  instrucciones  dadas  á  Magallanes 
al  respecto  en  nuestra  Colección  de  Documeittos,  tomo 
I,  pág.  68. 

50.  Este  hecho  consta  de  la  declaración  de  Alonso 
de  Ojeda  en  el  pleito  de  Colón,  en  la  que  dice  «que  vi6 
la  figura  que  del  dicho  viaje  trujeron;»  de  la  de  Antón 
García,  que  también  «vio  la  figura  de  lo  que  había 
descubierto  el  dicho  Juan  Diaz;»  y  de  la  de  Roldan: 
«é  que  asimismo  este  testigo  lo  ha  visto  por  la  carta 
de  navegar;»  y  de  las  de  otros.  Don  Fernando  Colón 
también  vio  ese  mapa,  y  de  sus  palabras  aun  parece 
deducirse  que  fueron  dos,  cuando  dice  «estas  mismas 
islas  y  la  tierra  la  ponen  en  sus  cartas  de  marear.»  Y  es 
en  efecto  lo  más  probable  que  Diaz  de  Solís  y  Yáñez 
Pinzón  hiciese  cada  uno  la  suya,  ajustándose  á  las 
instrucciones  reales  sobre  descubrimientos. 


CLXXII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

nían  de  recorrer,  y  ya  de  regreso  á  la  Pe- 
nínsula, fueron  á  aportar  de  nuevo  á  la  Es- 
pañola. 5i. 

Por  fin,  al  terminar  el  mes  de  Octubre  de 
1 509,  llegaban  á  España.  52 


5i.  Délo  que  dejamos  expuesto  en  la  nota  49  apa- 
rece esta  circunstancia  como  indubitable,  y  aun  puede 
confirmarse  con  lo  que  Diego  Cabezudo  expresa  en 
su  declaración  en  el  pleito  de  Colón:  «estando  este 
testigo  en  la  Española,  fué  público  que  los  dichos  Juan 
de  Solis  é  Vicente  Añez  venian  de  descubrir  tierra  ade- 
lante.» 

52.  Navarrete  dice  á  este  respecto:  «lo  cierto  es  que 
regresaron  á  Castilla  á  fines  de  Octubre  de  iSog».  Tomo 
III,  pág,  47  En  las  notas  de  Muñoz,  tomo  LXXV,  fo- 
lios 289  y  319,  se  lee:  «En  14  de  Nov.  de  iSog...  han 
venido  de  su  viaje  Vicente  Yáñez  Pinzón  y  Juan  Diaz 
de  Solis»,  hecho  que  acepta  Harrisse,  The  discovery 
of  North  America,  página  463.  Hay  en  esto  un  error 
tanto  de  Muñoz  como  del  sabio  norte-americano.  La 
verdad  es  que  ya  en  27  de  Octubre  los  Oficiales  Rea- 
les de  Sevilla  anunciaban  al  monarca  la  llegada  de  los 
expedicionarios;  y  que  éste,  con  fecha  14  de  Noviem- 
bre, les  escribía:  «Rescebi  vuestra  carta  de  veinte  é 
siete  de  Otubre...  é  en  lo  de  los  guanines  que  truje- 
ron  del  viaje  Vicente  Yáñez  Pinzón  é  Joan  Diaz  de 
Solis,  está  bien  lo  que  habéis  hecho  fundir,  etc.»  Es  la 
misma  real  cédula  que  citamos  mas  atrás,  que  lleva 
el  número  XIV  de  nuestros  Documetitos. 


Facsímil  de  la  firma  de  Vicente  Yáñez  Pinzón 


VI 


El  proyectado  viaje  de  Díaz  de  Solís 
para  efectuar  la  demarcación  entre 
los  dominios  de  España  y  l?ortugal. 


SUMARIO. — Prisión  de  Diaz  de  Solis. — Mercedes  que 
luego  le  hace  el  Rey. — Es  nombrado  piloto  ma- 
yor.— Celebra  una  capitulación  para  el  viaje  de 
demarcación  de  limites. — Puntos  principales  que 
comprendía, — Opinión  de  los  Oficiales  Reales  de 
Sevilla  sobre  el  viaje  proyectado. — Impresión  que 
produce  en  el  Rey. — Diaz  de  Solis  se  traslada  á 
Logroño.— Entrevista  que  allí  celebra  con  el  em- 
bajador portugués. — Juicio  de  éste  acerca  del  pi- 
loto mayor. — El  Rey  desiste  de  que  el  viaje  se 
lleve  á  efecto.— Historiadores  de  este  supuesto  via- 
je (nota). 


ECÍAMOS  que  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de 
Solís  habían  regresado  á  la  Península 
en  los  días  que  precedieron  al  27  de 
Octubre  de  iSog.  Luego  de  llegar,  los  oficia- 
les reales  de  Sevilla  procedieron    á   levantar 


CLXXIV  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

una  información  judicial  de  lo  ocurrido  du- 
rante el  viaje,  que  dio  por  resultado  inmedia- 
to la  prisión  de  Diaz  de  Solís,  que  aquéllos 
ordenaron  de  su  propia  cuenta,  anticipándose 
á  lo  que  por  su  parte,  luego  de  recibir  las  pri- 
meras noticias,  dispuso  el  Rey.  «Fué  buen  fe- 
cho, les  decía  éste,  en  efecto,  en  carta  que  les 
escribía  con  fecha  14  de  Noviembre  de  i5o9, 
haber  prendido  á  Juan  Diaz  de  Solís,  porque, 
como  por  la  otra  mi  dicha  carta  que  va  con  la 
presente,  veréis,  vos  inviábamos  á  mandar  lo 
ficiésedes.  Yáñez  Pinzón,  á  pesar  de  que  tam- 
bién fué  procesado  ',  no  mereció  entrar  en  la 
cárcel,  probablemente  porque  yendo  como  su- 
bordmado  en  las  cosas  de  la  mar,  la  respon- 
sabilidad de  lo  ocurrido  debía  imputarse  sólo- 
á  Diaz  de  Solís.  Lo  cierto  es  que  respecto  del 
piloto  portugués,  el  monarca  prevenía  á  sus 
jueces  que  estuviese  á  buen  recaudo  en  la  pri- 
sión en  que  le  tenían,  y  que,  si  considerasen 
que  no  estaba  bastante  seguro  en  ella,  le  mu- 
dasen á  la  que  mejor  les  pareciese,  requirién- 
doles,  igualmente,  para  que  una  vez  termina- 
do el  proceso,  enviasen  «al  dicho  Juan  Díaz 
preso  é  á  buen  recabdo  á  esta  mi  corte  con  el 
dicho  proceso,  é  con  vuestro  parescer  de  lo 
quenello,'se debe  facer»;  y  así  se  ejecutó,  enefec- 


I.  «Acabado  el  proceso  que  contra  ellos  se  face,t)  etc* 
Real  cédula  citada. 


PROYECTO    DE   VIAJE  CLXXV 


to,  pues  en  otra  carta  que  el  Rey  escribía  á 
los  oficiales,  les  decía  que  Diaz  de  Solís  estaba 
preso  en  la  cárcel  de  Corte,  y  que  se  determi- 
minaría  respecto  de  él  lo  que  fuese  justicia, 
aprobándoles  juntamente  lo  que  acerca  de  él 
le  habían  consultado.  2  Según  esto,  Diaz  de 
Solís  continuaba  en  la  cárcel  de  iMadrid,  don- 
de por  entonces  se  hallaba  la  Corte,  á  media- 
dos del  mes  deP^ebrero  de  i5[0,  fecha  de  aque- 
lla cédula  real. 

^QuQ  era  lo  que  había  motivado  este  proce- 
so, y  en  consecuencia,  la  prisión  de  Diaz  de 
Solís?  Herrera,  que  es  el  único  de  los  histo- 
riadores primitivos  de  Indias,  que  haya  dado 
noticia  del  hecho,  dice:  ...«se  tornaron  (Yáñez 
Pinzón  y  Diaz  de  Solís),  á  Castilla,  habiendo 
tenido  poca  conformidad  en  este  viaje,  por  lo 
cual  se  mandó  en  Sevilla  recibir  información, 
y  hallando  culpado  á  Juan  Diaz  de  Solís,  los 
Oficiales  de  la  Casa  de  la  Contratación  le  pren- 
dieron y  enviaron  ala  cárcel  Real  de  Corte.»  3 
La  poca  conformidad  que  reinó  entre  ambos 
marinos  durante  el  viaje:  hé  aquí,  en  último 
resultado,  lo  que  motivó  esa  prisión,  según  el 
cronista. 

Que  era  un  asunto  en   el  cual  habían  inter- 
venido sólo  losgefes  de  la  armadilla,  es  incues- 


2.  Véase  nuestro  documento  número  XVIII. 

3.  Década  I,  libro  Vil,  capitulo  IX. 


CLXXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

tionable,  ya  que  así  lo  reconoce  expresamente 
el  Rey,  en  la  carta  que  escribía  á  los  oficiales 
luego  de  saber  la  llegada  de  los  expediciona- 
rios á  Sevilla,  diciéndoles  que  «en  lo  que  to- 
caba á  la  paga  de  los  marineros  que  fueron  en 
el  viaje  de  Vicente  Yáñez  Pinzón,  é  Juan  Diaz 
de  Solís,  pues  la  gente  non  tiene  culpa  de  lo 
quellos  habían  de  facer,  yo  os  mando  que  lue- 
go les  fagáis  pagar  todo  lo  que  se  les  debiere 
é  hubiesen  de  haber,  del  tiempo  que  hubieren 
servido».  4 

De  este  documento  se  desprende  también 
que  la  causa  del  proceso  era  que  Yáñez  Pinzón 
y  Diaz  de  Solís  no-ejecutaron  lo  que  «habían 
de  facer»,  expresiones  que  implícitamente  dan 
á  entender  que  faltaron  á  lo  capitulado,  sin 
que  sea  difícil  presumir,  como  lo  dejábamos 
insinuado,  que  esta  falta  provenía  del  rumbo 
que  siguieron,  enteramente  opuesto  al  capi- 
tulado. 

Existe,  igualmente,  otro  documento,  ema- 
nado de  la  mejor  fuente,  que  parece  viene  á 
dar  la  razón  á  Herrera,  y  es  la  real  cédula  de 
7  de  Diciembre  de  1 5 1 1 ,  en  que  se  ordena  á  los 
Oficiales  Reales  que  paguen  cierta  suma  á 
Diaz  de  Solís,  «por  lo  que  ha  gastado  y  perdi- 
do el  tiempo  que  ha  estado  y  andado  en  su  de- 
fensa  é   pleito  sobre   la  diferencia  que  hoto  é 


4.  Véase  nuestro  documento  número  XVI. 


PROYECTO    DE    VlAjE  CLXXVII 

siibcedió  en  el  viaje  que  hizo  con   Vicente  Yá- 
ñez  Pinzón)).  ^ 

De  los  antecedentes  que  quedan  expuestos, 
resulta  como  fuera  de  duda  que  la  prisión  de 
Diaz  de  Solis  ha  debido  durar  cuando  mucho 
hasta  esa  fecha,  7  de  Diciembre  de  i5i  i,  pero 
con  más  probabilidad,  sólo  hasta  mediado  ese 
año,  6  puesto  que  en  21  de  Junio  el  Rey  or- 
denaba ya  á  los  Oficiales  Reales  que  se  le  pa- 
irase cierta  suma  que  se  le  debía  á  cuenta  de 
su  sueldo,  que  le  había  sido  retenido  mientras 
se  resolvía  el  proceso  en  que  se  hallaba  en- 
vuelto: en  todo,  cerca  de  ocho  meses.  7  Seisme- 


5.  Véase  nuestro  documento  XX,  pág.  55. 

6.  Harrisse  cree  probable,  basándose  en  la  carta  del 
embajador  Méndez  de  Vasconcelos,  que  Diaz  de  Solis 
fuese  luego  puesto  en  libertad  y  que  por  causa  de  ne- 
gocios se  marchase  á  Portugal,  negocios  que  le  obliga, 
ron,  dentro  de  poco,  á  regresar  á  España.  Nosotros  no 
participamos  de  esa  opinión,  en  vista  precisamente,  de 
lo  que  Méndez  de  Vasconcelos  expresaba  en  su  carta. 

7.  Como  sabemos  que  Diaz  de  Solis  tenia  de  sueldo 
48  mil  maravedís  al  año  mientras  anduviera  emodrcado, 
hemos  sacado  ln  cuenta  de  los  días  que  se  le  manda 
ba  pagar,  que  resultan  ser  226;  y  como  sabemos  tam_ 
bien  que  al  tiempo  de  su  partida  se  le  adelantaron 
ocho  meses  de  sueldo,  es  claro  que  podríamos  por  este 
medio  averiguar  la  fecha  en  que  llegó.  Dando  por  sen. 
tado  que  la  partida  fuese  el  29  de  Junio  de  i5o8,  ten- 
dríamos asi  como  día  de  llegada  el  12  de  Octubre  de 
1 509. 

12 


CLXXVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

ses  más  tarde,  considerando  sin  duda  el  Rey 
que  le  convenia  contar,  para  cualquiera  even- 
tualidad, con  los  servicios  del  piloto  portu- 
gués, y  el  tiempo  que  había  gastado  en  su  de- 
tensa,  y  las  molestias  que  sufriera  por  causa  del 
pleito,  le  hizo  merced  de  treinta  y  cuatro  mil 
maravedís,  equivalentes  próximamente  á  nue- 
ve meses  de  su  sueldo.  8  Esto  pasaba  en  prin- 
cipios de  Diciembre  de  i5ii.  En  22  de  Febre- 
ro del  año  siguiente  moría  Américo  Vespucio, 
y  apenas  transcurrido  un  mes,  en  25  de  Mar- 
zo, procedía  á  extenderle  nombramiento  de 
piloto  mayor  de  España,  confiriéndole  el  más 
alto  empleo  á  que  dentro  de  su  profesión  podía 
aspirar  Diaz  de  Solís;  eso  sí  que  con  cargo  de 
descontársele  de  su  sueldo,  que  pasaba  á  ser 
de  cincuenta  mil  maravedís,  diez  mil  para  la 
viuda  de  Vespucio,  mientras  viviese.  9  Dos 
días  más  tarde,  procedía  á  celebrarse,  entre  el 
Rey  y  su  piloto  mayor,  la  capitulación  real  en 
virtud  de  la  cual  éste  debía  partir  á  efec- 
tuar (da  demarcación  é  límites  de  la  parte  de 
navegación  que  pertenece  á  la  Corona  Real 
destos  reinos  de  Castilla  é  á  la  de  Portugal,  é 


8.  Real  cédula  de  7  de  Diciembre  de  i5ii.  Al  recor- 
dar el  monarca  tres  años  más  tarde  la  prisión  de  Diaz 
de  Solis  reconoce  implícitamente  su  inculpabilidad. 

9.  Véase  nuestro  documento  XXI. 


PROYECTO    DE   VIAJE  CLXXIX 

á  descubrir  é    tomar   la   posesión  de  ciertas 
islas». 

Comenzaba  el  monarca  por  reconocer  en 
ese  documento  que  Díaz  de  Solís,  a  quien  lla- 
ma «su  criado»,  se  ofrecía  á  efectuar  el  viaje 
para  señalar  aquella  demarcación  conforme  al 
tratado  de  Tordesillas,  de  7  de  Junio  de  1494, 
<il  cual  no  se  había  dado  aún  cumplimiento 
por  las  muchas  ocupaciones  de  los  reyes;  pero 
que  convenía  se  señalase  lo  más  presto,  para 
evitar  los  inconvenientes  que,  de  no  estar  he- 
cha, se  podían  seguir.  Pero  el  texto  de  este 
documento  silenciaba  que  era  fama  que  las 
tierras  en  que  se  criaba  la  especería  habían  de 
pertenecer  á  la  Corona  de  Castilla  una  vez 
efectuada  esa  demarcación,  creencia  que  conti- 
nuó afirmándose  años  más  tarde  todavía,  y  que 
vino  á  motivar  luego  la  expedición  de  Maga- 
llanes. Véanse  los  términos  en  que  un  con- 
temporáneo se  expresaba  acerca  de  este  punto: 
...«como  después  de  tan  largas  é  inauditas  na- 
vegaciones hechas  por  los  portugueses,  andu- 
viese un  rumor  y  fama,  aunque  incierta,  en 
que  se  decía  que  era  ya  tan  larga  aquella  su 
navegación  por  las  partes  orientales,  y  que  se 
extendía  en  tanta  manera,  que  volviendo  por 
de  yuso  deste  nuestro  hemisferio,  llegaba  ade- 
lante de  los  términos  de  la  susodicha  partición 
y  línea  que  va  de  polo  á  polo,  y  que  la  cibdad 
^e  Malaca  y  el  gran  golfo  del  mar  de  los  Sinas» 


CLXXX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

caía  é  estaba  dentro  de  los  términos  del  Rey 
de  Castilla». . ..  lo 

Este  vago  rumor,  en  el  cual  pocos,  es  cier- 
to, creían,  pero  que  del  contexto  de  la  capitu- 
lación, según  vamos  á  verlo,  se  desprende  que 
había  llegado  á  oídos  del  monarca,  daba,  pues, 
motivo  más  que  sobrado  para  que  éste  tratase 
de  averiguar  si  en  realidad  era  efectivo,  cosa 
que  sin  duda  temía  por  su  parte  el  de  Portu- 
gal cuando,  como  pronto  también  lo  veremos^ 
hizo  cuanto  pudo  para  que  la  proyectada  expe- 
dición no  se  realizase. 

Para  hacer  el  proyectado  viaje,  el  monarca 
entregaría  á  Diaz  de  Solís  ocho  mil  ducados 
de  oro,  con  los  cuales  deberían  hacerse  las  dos 
naves  que  se  consideraban  necesarias  para  el 
viaje,  una  de  sesenta  y  la  otra  de  noventa  to- 
neles, las  cuales  podrían  fabricarse  en  ei 
mismo  lugar  de  la  residencia  de  Diaz  Solís,  la 
villa  de  Lepe;  comprarse  los  bastimentos  y 
demás  cosas  necesarias  para  el  aviamiento  de 
la  armada,  y  pagarse  el  sueldo  de  las  tripula- 
ciones por  tres  meses,  procediendo  de  tal  mo- 
do que  en  diez  meses,  á  contar  de  la  fecha  de 
la  capitulación,  estuviese  todo  listo  para  la 
partida.  Lo  que  sobrase  de  aquella  suma  se 
invertiría  en  mercaderías  para  rescatar  en  los 


10.  Relaciófi  de  ^Maximiliano  Transilvajw,  pág.  262 
del  tomo  I  de  nuestra  Colección  de  Documentos. 


PROYECTO    DE    VIAJE  CLXXXI 

■  ■■ 

luí^ares  á  que  pasasen,  obligándose  Diaz  de 
Sülís  á  devolver  el  duplo  de  aquella  suma  en 
dinero  ó  en  especies, — cuyo  precio  se  tasaba 
de  antemano. — De  todas  las  mercaderías  que 
se  comprasen  ó  adquirieran,  de  cualquier 
manera  quQ  fuese,  otorgábase  á  Diaz  de  Solís 
j  sus  herederos,  quitadas  las  costas,  el  diez 
por  ciento;  el  Rey  le  prometía,  que  si  logra- 
ba la  ganancia  del  duplo  que  ofrecía,  le  man- 
daría dar  título  de  adelantado,  para  él  y  sus 
sucesores,  de  lo  que  descubriese  ó  tomase 
posesión,  y,  además,  que  por  la  devoción  que 
■decía  tener  al  Apóstol  Santiago,  le  haría  ca- 
ballero de  su  Orden;  y  que  por  honrar  su 
persona,  desde  luego  le  hacía  gobernador  de 
aquellas  tierras  durante  su  vida,  y  no  más. 

El  piloto  mayor  iría  como  capitán  del  Rey 
y  como  gefe  único  de  la  gente,  si  bien  debía 
acompañarle  un  veedor  real  que  llevase  cuen- 
ta y  razón  de  las  compras  y  rescates,  y  un 
escribano  que  diese  fé  de  todo  lo  que  ocurrie- 
se, y  de  la  manera  como  quedaba  hecha  la 
-demarcación. 

Estimábase  que  la  partida  podía  tener  lu- 
gar desde  Cádiz  un  año  después,  esto  es, 
por  Marzo  de  i5i3. 

Las  instrucciones  que  tocante  al  objetivo 
de  su  viaje  llevaba,  eran  que  de  Cádiz  pudie- 
se parar  en  la  Gomera,  para  proveerse  de 
agua  y  leña  y  de   las  otras  cosas  de  que  tu- 


CLXXXII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

viese  necesidad;  pero  que  desde  allí  iría  err 
derechura  al  Cabo  de  Buena  Esperanza  don- 
de  podría  ^también  bastecerse;  «é  si  topar- 
des  algunas  islas  antes  de  llegar  al  Cabo  de 
Buena  Esperanza,  agregaban  esas  instruccio- 
nes, en  medio  de  la  mar,  que  no  fueren  des- 
cubiertas por  el  Serenísimo  Rey  de  Portugal, 
podréis  proveer  de  las  cosas  que  hobiéredes 
menester,  é  proveyéndoos  de  ellas  saber  Ios- 
secretos  é  dellas  buenamente  pudiéredes 
saber,  é  aprovecharos  dellas,  sin  ofensa  de  La 
tierra;  é  de  allí  podréis  ir  á  buscar  la  isla  de 
Celan,  para  ver  si  está  en  la  parte  que  á  estos^ 
reinos  pertenesce,  ó  nó,  é  no  pertenescienda 
á  la  conquista  destos  reinos,  haced  lo  que 
decimos  que  hagáis  en  Cabo  de  Buena  Es- 
peranza; si  tuviéredes  necesidad  de  manteni- 
mientos é  si  halláredes  que  cae  en  la  conquis- 
ta destos  reinos,  tomaréis  la  posesión  con- 
forme á  un  memorial  que  para  ello  se  vos 
dará  firmado  del  reverendo  é  in  Xpto.  Padre 
Obispo  de  Palencia,  nuestro  capellán  mayor^ 
é  del  nuestro  Consejo,  é  de  Lope  Conchillos, 
nuestro  secretario,  é  que  las  islas  que  topa- 
redes  del  Cabo  de  Buena  Esperanza  hasta 
hallar  la  isla  de  Celan  que  no  hayan  sido- 
descubiertas  por  mandado  del  dicho  Rey,  mi 
hijo,  podréis  tomar ,  como  arriba  se  con- 
tiene, é  en  el  dicho  memorial  se  os  da  or- 
den de  cómo  habéis  de  guardar  los  límites 


PROYECTO    DE   VIAJE  CLXXXIII 

del   Serenísimo    Rey   de    Portugal,    nuestro 
hijo... 

«ítem  que  de  que  hobiéredes  llegado  á  la 
isla  de  Celan,  placiendo  á  Nuestro  Señor, 
podréis  ir  á  la  isla  deMaluque,  que  cae  en  los 
límites  de  nuestra  demarcación,  é  tomaréis  la 
posesión  della  por  la  Corona  Real  destos 
reinos,  conforme  al  dicho  memorial;  y  fecho 
esto,  irés  adelante  para  Samatra  y  á  Pegü, 
y  á  la  tierra  de  los  Chinos,  y  irés  á  la  tierra 
de  los  Jungos,  si  pudiéredes,  é  tomaréis  la 
posesión  dellos  por  la  Corona  Real  de  Cas- 
tilla de  todo  loque  hallardes  en  nuestra  parte, 
como  dicho  es,  y  andares  lo  que  mas  pudier- 
des  della,  sin  inconveniente  de  vuestro  via- 
je». II 

Concluía,  por  fin,  el  monarca  por  recono- 
cer la  «voluntad  y  deseo»  con  que  Diaz  de 
Solís  se  había  ofrecido  á  servirle,  y  ya  fuese 
por  esto,  ó  á  petición  de  aquél,  es  lo  cierto  que 
un  año  después  de  firmada  la  capitulación 
de  que  venimos  tratando,  se  le  aumentó  su 
sueldo  en  25  mil  maravedís  sobre  los  que  te- 
nía, que  vino  á  quedar  así  en  65  mil,  descon- 
tados los  diez  mil  que  se  mandaron  abonar 
durante  su  vida  á  la  viuda  de  Vespucio.  12 


11.  Véase  el  texto  íntegro  de  esta  pieza  entre  nues- 
tros Documentos. 

12.  Véanse  nuestros  documentos  XXIV  y  XXXIII. 


CLXXXIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

Parécenos  probable  que  para  ajustar  la  ca- 
pitulación de  que  tratamos,  Diaz  de  Solís  de- 
bió hallarse  en  Burgos,  y  que  acaso  su  pre- 
sencia en  la  Corte  no  sería  extraña  á  las  mer- 
cedes que  acababa  de  recibir  del  monarca;  y 
que,  asimismo,  munido  de  los  despachos  de 
que  hemos  dado  cuenta  se  trasladase  á  Sevilla 
para  comenzar  á  poner  por  obra  lo  pactado, 
ya  que  según  su  contrato  era  evidente  que  no 
había  tiempo  que  perder;  de  modo  que  Diaz 
de  Solís  ha  debido  llegar  á  Sevilla  de  vuelta 
de  Burgos  á  fines  de  Abril  de  ese  año  de 
l5l2.  i3 

Luego  de  haberse  impuesto  los  Oficiales 
Reales  de  la  capitulación  celebrada  con  Diaz 
de  Solís  para  verificar  la  demarcación  entre 
los  dominios  de  España  y  Portugal,  ya  en  12 
de  Mayo,  apenas  una  quincena  después  de  la 
llegada  del  piloto  mayor  á  Sevilla,  escribieron 
al  Rey  manifestándole  que  para  la  ejecución 
de  aquélla  se  les  ofrecían  dificultades  graves, 
unas  que  tocaban  á  la  persona  misma  del  pi- 
loto y  otras  á  los  escasos  elementos  consulta- 
dos para  realizar  en  condiciones  de  éxito  una 


i3.  En  25  de  ese  mes,  se  asentó,  en  efecto,  en  los  li- 
bros de  la  Casa  de  la  Contratación  la  real  cédula  de  25 
de  Marzo  que  concedía  la  ayuda  de  costa  á  Diaz  d« 
Solís  y  que  éste  debió  presentar  en  su  original,  luego 
de  su  llegada  á  Sevilla. 


PROYECTO    DE   VIAJE  CLXXXV 

empresa  de  tanta  magnitud  y  alcance.  No  co- 
nocemos en  sus  detalles  la  carta  de  los  Ofi- 
ciales Reales,  pero  sí  la  respuesta  que  el  Rey 
dio  cá  ella  en  29  del  mismo  mes,  que  en  su 
parte  congruente  reproducimos  á  continua- 
ción: 

«Vi  vuestra  carta  de  doce  de  Mayo  en  que 
me  hacéis  saber  los  inconvenientes  que  os 
parecía  que  hay  para  no  poder  complir  Juan 
Diaz  de  Solís  la  capitulación  é  asiento  que 
por  nuestro  mandado  con  él  se  tomó  sobre  el 
viaje  que  ha  de  hacer  para  la  demarcación  de 
entre  estos  reinos  é  Portogal,  y  téngoos  en 
servicio  avisarme  dello,  y  bien  me  pesa  algu- 
nos inconvenientes  que  decís  que  pudiera  su- 
ceder en  la  navegación  si  el  dicho  Juan  de 
Solís  no  llevase  mejor  recaudo  del  que  decía 
que  había  de  llevar,  y  la  verdad  es  que  al  tiem- 
po que  con  él  se  asentó  la  dicha  capitulación, 
fué  porque  teníamos  y  tenemos  acordado  de 
enviar  juntamente  con  él  una  persona  de  mu- 
cha confianza  é  cuidado,  el  cual  ha  de  llevar 
secretamente  poderes  que  excedan  á  los  quel 
dicho  Juan  de  Solís  lleva,  para  que  cada  é 
cuando  el  dicho  Juan  de  Solís  tentase  de  ha- 
cer algo  que  no  debiese  contra  el  tenor  de  la 
dicha  capitulación  que  con  él  se  tomó,  le  pu- 
diese contradecir;  y  lo  que  principalmente  á 
ello  nos  movió,  fué  tenerle,  como  vosotros  de- 
cís, por  persona  de  no  mucha    constancia,    y 


CLXXXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOUS 


todos  los  inconvenientes  que  en  la  negocia- 
ción decís  que  le  podría  suceder,  y  también 
ser  muy  pocos  los  dos  navios  que  ha  de  lle- 
var para  ser  el  viaje  tan  largo  y  los  más  in- 
convenientes que  pareciere  que  le  podrán 
suceder  yendo  de  la  manera  que  va:  comuni- 
cad é  platicad  con  él,  poniéndoselos  todos  de- 
lante, para  que  os  diga  su  parescer  de  todos 
ellos,  é  que  salida  ó  fundamiento  les  dé  para 
quél  no  los  tenga  por  impcdimientos,y  des- 
pués que  lo  tengáis  todo  muy  platicado  é 
asentado  enviarme  héis  la  relación  verdadera 
de  todo  lo  que  en  ello  pasare,  ansí  de  los  in- 
convenientes que  decís,  como  de  lo  que  el  di- 
cho Juan  Diaz  á  ello  responde,  para  que  yo 
lo  mande  todo  ver,  y  después  de  visto  é  con- 
migo consultado,  se  vos  envíe  á  mandar  lo 
que  con  el  dicho  Juan  de  Solís  habéis  de  ha- 
cer, y  entretanto  lo  más  moderadamente  que 
ser  pueda  daréis  los  dineros  que  fueren  me- 
nester para  aderezar  algunas  cosas  para  el 
dicho  viaje,  con  que  las  tales  cosas  que  ansí 
hobieren  de  comprar  sean  de  calidad  que  aun- 
que no  se  haya  de  hacer  el  dicho  viaje,  se  pue- 
dan tornar  á  vender  sin  que  en  ello  se  pierda 
mucho,  y  en  esto  entenderéis  con  el  menos 
bullicio  y  alteración  que  ser  pueda;  é  con  la 
presente  os  envío  cédula  para  el  dicho  Juan 
de  Solís  que  se  junte  con  vosotros  para  ello  y 
dársela  héis  y  todos  juntamente    platicad  so- 


PROYECTO    DE   VIAJE  CLXXXVII 

bre  ello,  é  después  desto  muy  platicado  é  estu- 
diado, enviadme  la  información  é  relación  de 
todo  lo  que  en  lo  susodicho  pasarde,  como 
dicho  es.» 

Y  concluía  el  monarca: 

«No  se  os  responde  con  este  mensagero  á 
otras  cosas  que  yo  tengo  mandadas  apuntar 
para  platicar  en  ello:  hacerse  há  lo  antes  que 
ser  pueda,  porque  lo  principal  porque  se  va 
con  este  despacho,  es  por  lo  que  conviene 
que  platiquéis  é  hagáis  en  el  negocio  de  Juan 
de  Solís.» 

Y  en  conformidad  á  lo  que  prevenía  á  los 
Oficiales  Reales,  en  esa  misma  fecha  escribía 
á  Diaz  de  Solís  para  que  juntándose  con  aqué- 
llos les  diese  razón  «de  todo  lo  que  de  vos  se 
quisieren  informar  é  saber,  le  decía,  porque 
ansí  conviene  á  nuestro  servicio  é  al  bien  de 
la  negociación.»  14 

Los  términos  de  esta  comunicación  retra- 
tan de  cuerpo  entero  al  monarca  que  la  fir- 
maba. 

De  ellos  resulta  con  toda  claridad  que  el 
Rey  desde  un  principio  aceptó  las  indicacio- 
nes que  le  hacían  los  Oficiales  Reales,  y  que 
hasta  cierto  punto  se  disculpaba  de  la  lijereza 
con  que  había  pactado  con  su  piloto  mayor, 
á  quien  manifestaba  tener  por  persona  de  no 


14.  Véase  nuestro  documento  XXVII. 


CLXXXVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

mucha  confianza,  con  que  había  de  poner  á  su 
lado,  llegado  el  caso  de  que  la  expedición  se 
hiciese  á  la  vela,  un  individuo  que,  en  reali- 
dad, debía  sobreponerse  en  autoridad  al  gefe 
que  aparecía  nombrado,  consecuente  con  el 
sistema  político  que  de  ordinario  guió  la  con- 
ducta de  Don  J^ernando.  Y  tan  alarmado  ma" 
nifestaba  hallarse  con  lo  que  los  Oficiales 
Reales  le  significaban,  que  dejando  de  mano 
responderles  á  otras  consultas,  se  apresuraba 
á  despacharles  un  correo  para  que  sin  demo- 
ra conferenciasen  con  Diaz  de  Solís.  Mien- 
tras tanto,  sin  romper  desde  luego  el  trato 
que  acababa  de  celebrar  con  éste,  indicó 
á  los  Oficiales  que  acortasen  la  mano  en  lo  de 
suministrarle  dineros  para,  sus  preparativos, 
los  que,  por  lo  demás,  debían  limitarse  á  aque- 
llas cosas  que  pudieran  más  tarde  servir  para 
otro  viaje. 

Ya  fuese  porque  Diaz  de  Solís  compren- 
diese la  manera  cómo  se  iba  procediendo  res- 
pecto á  los  preparativos  del  viaje,  y  quisiese 
abocarse  con  el  Rey  para  manifestárselo,  ó  ya 
porque  éste  le  hubiese  llamado  para  conferen- 
ciar con  él,  ó  quizás  por  irle  entreteniendo 
sin  resolver  nada,  es  lo  cierto  que  por  el  mes 
de  Agosto  de  aquel  año  (i5i2)  le  hallamos  en 
Logroño,  donde  por  esos  días  residía  la  corte. 
En  ella  se  hallaba  el  embajador  de  Portugal 
don  Juan  Méndez   de  Vasconcelos,    que  sin 


PROYECTO    DE    VIAJE  CLXXXIX 

duda  alguna  algo  sospechaba  respecto  del 
proyecto  que  el  Rey  trataba  con  su  piloto 
mayor.  Es  bien  conocido  el  oficio  que  en  3o 
de  Agosto  dirigía  á  su  soberano  informándole 
de  los  pasos  que  tenía  dados  para  verse  con 
Diaz  de  Solís  y  lo  que  éste  le  manifestó. 
«Juan  Diaz  de  Solís,  el  piloto  de  quien  V.  A. 
me  escribía  que  le  tenían  dicho  que  iba  á 
Malaca,  está  aquí;  le  mandé  muchas  veces 
llamar,  y  hoy  hablé  con  él,  y  vino  en  su  com- 
pañía un  hermano  suyo,  que  dice  que  había 
estado  en  la  India,  y  que  en  aquella  Casa  te- 
nía más  de  trescientos  ducados.  Y  lo  que  supe 
de  Juan  Diaz  es  que  por  el  mes  de  Abril  ve- 
nidero ha  de  partir  con  tres  navios,  uno  de 
ciento  sesenta,  otro  de  ochenta  y  otro  de  cua- 
renta toneles.» 

De  estas  palabras  del  Embajador  se  deduce 
que  el  piloto  se  hallaba  aún  en  la  persuasión 
de  que  había  de  realizar  su  viaje,  y  que,  en 
vez  de  las  dos  carabelas,  había  de  llevar  tres, 
una  de  ellas  de  porte  mucho  más  considera- 
ble que  la  proyectada  en  un  principio:  que  D. 
Fernando,  al  parecer,  no  desistía  de  que  se  hi- 
ciese el  viaje,  pero  conforme  á  lo  que  le  re- 
presentaron sus  oficiales,  quería  que  su  piloto 
mayor  llevase  mejores  elementos  que  los  in- 
dicados en  la  capitulación;  y  aun,  que  la  par- 
tida sería  por  el  mes  de  Abril  inmediato,  es 
decir,  dentro  de  siete  meses. 


CXC  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

«Dice  que  ha  de  ir,  continuaba  el  Embaja- 
dor, á  ver  y  demarcar  lo  de  Castilla;  y  la 
conversación  fué  muy  larga,  y  lo  que  de  ella 
pude  sacar  fué  que  á  él  le  parece  que  Malaca 
cae  en  la  demarcación  de  Castilla.» 

Y  entrando  á  expresar  el  juicio  que  el  pilo- 
to le  mereció,  añadía:  «Yo  no  sé  nada  de  las 
cosas  de  la  mar,  pero  apesar  de  eso,  declaro 
que  me  parecía  que  hablaba  de  ellas  como 
quien  sabe  lo  que  dice.» 

Para  completar  sus  informaciones,  Méndez 
de  Vasconcelos  se  vio  obligado  á  dar  dinero 
á  un  Juan  Anrique,  también  marino  portu- 
gués, quien  le  repitió  que  desde  Sevilla  le  ha- 
bla escrito  al  Rey  de  Portugal  notificándole 
lo  que  pasaba  acerca  de  la  armada  que  se  ha- 
cía; concluyendo  por  expresar  á  su  soberano 
que  viese  modo  de  «mandar  remediar  esto  de 
manera  que  no  se  le  hiciere  semejante  deser- 
vicio.» La  opinión  del  Embajador,  era,  en 
resumen,  que  no  convenía  á  los  intereses  de 
Portugal  que  se  llevase  á  cabo  el  proyectado 
viaje  deJuanDiaz  de  Solís, ,  aparentemente 
porque  podía  muy  bien  resultar  de  él  que 
Malaca  pertenecía  á  Castilla. 

En  otra  carta  del  mismo  Méndez  de  Vas- 
concelos escrita  algunos  días  más  tarde,  re- 
fiere lo  que  acerca  de  la  proyectada  expedición 
le  habla  dicho  don  Fernando  en  respuesta  á 


PROYECTO    DE  VIAJE  CXCl 

las  reclamaciones  que  al  respecto  tenía  pre- 
sentadas. 

«En  cuanto  á  la  armada  que  se  hace  para 
Malaca,  yo  le  tenía  hablado  acerca  de  esto 
hace  tres  días,  como  adelante  diré,  y  ahora 
le  leí  lo  que  en  esta  carta  de  V.  A.  venía 
acerca  de  eso,  y  él  me  respondió  lo  que  ya 
me  tenía  respondido,  que  es:  que  la  armada 
no  va  á  Malaca,  sino  á  descubrir  y  saber  lo 
de  acá,  y  que  aunque  fuese  tan  ligero  y  tan 
apasionado  y  tal  como  le  decía,  que  no  osaría 
hacer  cosa  que  no  debiese,  porque  le  costa- 
ría la  cabeza:  y  á  esto  le  tenía  yo  ya  dicho 
cuan  poca  paga  aquella  sería  respecto  del 
daño  que  le  podía  hacer,  y  tornóme  á  decir 
que  él  no  iría  solo  ni  por  capitán.» 

A  pesar  de  que  en  estos  párrafos  no  se 
nombra  á  Diaz  de  Solís,  apenas  parece  nece- 
sario que  indiquemos  que  tocaban  á  su  per- 
sona, y  que  el  rey  decía  verdad  cuando  ma- 
nifestaba que  no  iría  solo  ni  como  gefe  de  la 
expedición,  como  en  documento  anterior  ema- 
nado de  su  mano  se  lo  tenía  ya  significado 
á  los  Oficiales  Reales  de  Sevilla;  y  agregaba 
el  monarca  al  embajador:  «Que  estuviese  V. 
A.  muy  cierto  que  por  voluntad  suya  no  se 
tocaría  en  vuestras  demarcaciones,  y  que  á 
esto  estaba  respondido  con  la  misma  carta, 
y  que  en  la  Gasa  de  la  Contratación  de  Se- 


CXCII  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

villa  el  principal  capítulo  que  se  ponía  á  los 
que  iban  con  armada  ó  á  descubrir,  era  que 
no  tocasen  en  ninguna  cosa  de  lo  de  V.  A.; 
y  que  lo  que  me  dijera  acerca  del  deseo  qne 
tenía  de  que  todo   se  demarcase,    de  manera 
que  nunca  Portugal  y  Castilla  tuviesen  debate 
alguno,  me  lo  tornaba  ahora    á  decir,  y  que 
yo  escribiese    á  V.  A.  que  V.    A.    arbitrase 
algún  camino  para  ver  modo  de   que  esto  se 
pudiese  lograr,  y  que  él,  por  su  parte,  cuida- 
ría de  ello,  y  que  holgaría  mucho  de  que  se 
hallase,  porque  él,  por  ser  ya  viejo,  había  de 
vivir  pocos  días,  y  que  durante  esos  esperaba 
en  Dios  que  nunca  hubiese  rompimiento,  si- 
no que  se  iría  muy    descansado    si    quedase 
todo  tan  claro  que  sus  nietos  y  todos  los  que 
de  ellos  viniesen,  nunca    tuviesen    causa  de 
romper,  y  que  con  esto  holgaría  mucho;  pero 
á  pesar  de  cuanto  le  dije  de  aquel  piloto  por- 
tugués, nunca  me  dijo  que  no  iría.    Y  pues- 
tengo  las  manos  puestas  en  esta  materia,  daré 
cuenta  á  V.  A.  de  lo  que  que  pasó  entre  el 
piloto  y  yo.» 

Apenas  parece  necesario  decir  cuan  de  co- 
razón hablaba  don  Fernando  acerca  de  los 
propósitos  que  le  guiaban  para  efectuar  la 
demarcación,  y  de  que  su  silencio  en  cuanto 
al  proyectado  viaje  de  Juan  Diaz  de  Solís  es- 
taba manifestando  que  aun  abrigaba  la  espe- 
ranza de    que  pudiese  efectuarlo;  y  claro  por 


PROYECTO    DE    VIAJE  CXCIIÍ 

<lemás  está,  que  el  piloto  portugués  á  que 
-el  embajador  se  refería,  no  podía  ser  otro 
que  aquél. 

Veamos  ahora  lo  que  medió  entre  ambos, 
-según  los  términos  en  que  el  embajador  lo 
refiere  á  su  soberano. 

«Yo  lo  mandé  llamar  algunas  veces,  dice, 
y  hubo  de  venir  aquí  á  mi  posada...  y  hállelo 
-del  todo  concertado  con  el  Rey,  vuestro  pa- 
dre. . .  y  en  conclusión  me  dijo  que  no  iría  para 
allá,  y  no  me  aceptó  cuantas  buenas  razones 
pude  decirle,  que  á  todos  son  notorias:  y  fué 
tan  ruin,  que  todo  lo  que  pasó  entre  él  y  yo, 
fué  luego  á  decírselo  al  Obispo  de  Falencia, 
que  tiene  cargo  de  las  armadas,  y  el  Obispo 
<ie  Falencia  se  lo  dijo  luego  al  Rey,  y  el  pilo- 
to se  lo  ponderó  al  Obispo,  y  dícenme  que 
el  Obispo  al  Rey:  y  porque  yo  había  sabido 
que  este  Obispo  dijo  á  Cristóbal  Corea,  cuan- 
do acá  vino  esta  última  vez,  algunas  palabras 
descorteses,  y  también  porque  ahora  fui  cer- 
tificado que  este  piloto  tenía  concertado  de 
dar  al  mismo  Obispo  la  mitad  de  lo  que  por 
su  parte  le  tocase,  expresé  al  Rey,  vuestro  pa- 
dre, cómo  había  hablado  con  el  piloto,  y  que 
lo  había  hallado  tan  apasionado  y  tal,  que  me 
-determinaba  á  decírselo  á  S.  A.  que  no  man- 
dara hombres  semejantes  y  de  tal  calidad 
para  cosa  de  tamaña  importancia,  porque 
aunque  fuese  tan  justo  como  Simeón  y  tan 
i3 


CXCIV  JUAN    DÍAZ   DE    SOLIS 

sesudo  como  Salomón,  por  estar  tan  apasio- 
nado, no  lo  podría  hacer  bien,  cuanto  masque 
era  todo  al  revés,  y  todavía  que  me  hallaba 
cierto  de  que  le  tenía  ofrecida  la  mitad  de  lo 
que  le  tocase  al  Obispo  de  Falencia  y  al  Se- 
cretario, pensando  tener  á  éstos  de  su  parte». 

Las  tentativas  de  Méndez  de  Vasconcelos 
para  inducir  á  Diaz  de  Solís  á  dejar  el  servi- 
cio de  España  habían,  pues,  resultado  infruc- 
tuosas, porque,  según  expresaba  más  adelan- 
te, «está  del  todo  perdido  de  vanidad  y  lleno 
de  esperanzas  de  lo  que  ha  de  descubrir  y  de 
lo  que  de  esto  le  ha  de  tocar;  y  nunca  del 
Rey,  vuestro  padre,  concluye,  antes  de  ahora, 
ni  ahora  con  vuestra  carta,  pude  conseguir 
que  este  ruin  no  iría,  sino,  cuando  más,  bue^ 
ñas  palabras  de  que  no  lo  hará,  y  que  no  irá 
solo,  eto). 

Por  fuerte  que  nos  parezca  el  calificativo 
que  el  Embajador  aplicaba  á  Diaz  de  Solís, 
llamándole  ruin — lo  que  es  un  argumento  más 
para  creer  que  sólo  podía  decirlo  respecto  de 
un  compatriota  al  servicio  de  una  nación  ex- 
traña, y  próximo  á  embarcarse  en  una  em- 
presa que  podía  resultar  perjudicial  á  los  de- 
rechos de  Portugal, — es  necesario  convenir 
en  que  el  piloto  se  mantuvo  leal  al  rey  Fer- 
nando, ya  fuese,  como  lo  expresaba  el  Em- 
bajador, por  las  grandes  expectativas  que  tenía 
concebidas  de  su  empresa,  ya  por  temor  de 


PROYECTO    DE   VIAJE  CXCV 

regresar  á  su  patria,  donde  sus  servicios,  ade- 
más, habían  sido  mal  apreciados. 

Parece,    pues,    que   hasta    ese    momento, 
(Septiembre  de  i5i2)  ni  el  Rey,  ni  el  Obispo 
de  Falencia,  ni  Conchillos,  el  secretario  real, 
respecto  dequienes  nos  parece  muy  verosímil 
lo  que  Méndez  de  Vasconcelos  refería,  ni  mu- 
cho menos  Diaz  de  Solís,  tenían  perdidas  las 
esperanzas    de    que     se    cumpliese    la    real 
capitulación  firmada  en  Burgos  en  el  mes  de 
Marzo  precedente.  Pero  estas  esperanzas  re- 
rultaron  efímeras,  pues  cuando  habían  pasado 
apenas  veinte  días  de  la  fecha  de  la   carta  de 
Méndez  de  Vasconcelos,  se  ve  al  Rey   dictar 
un  decreto  mandando  abonar  al  piloto  37,5oo 
maravedís,  «en  recompensa  de   los  gastos  é 
costas  que    él  tiene    fechos   hasta    agora  en 
aderezar  y  aprestar  el  viaje  que   por   nuestro 
mandado  había    de    hacer»  i5;  y   más  termi- 
nante aún,  si  cabe,  es  la  real   cédula    que  al 
día  siguiente  dirigía  á  los  Oficiales  Reales,  en 
que  les  dice: — «Ya  sabéis  el  asiento  questaba 
tomado  con  Juan  Diaz  de  Solís  para  el  viaje 
que  había  de  facer  en  ir  á  descobrir,  y  por- 
que al  presente  yo  he  mandado  suspender  el 
dicho  viaje   fasta  que  se  comunique    con    el 
Rey  de  Portugal,  mi  hijo,  lo  que  toca  á  aque- 


i5.  Real  cédula  de  29  de  Septiembre  de  i5i2,  en  la, 
página  98  de  nuestros  Documentos. 


CXCVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

lia  navegación;  y  lo  que  el  dicho  Juan  Diaz 
tenía  gastado  en  aderezar  para  lo  susodicho 
podrá  servir  para  lo  de  Tierra  Firme,  en  que 
agora,  con  ayuda  de  Nuestro  Señor,  mando 
entender,  segund  que  brevemente  seréis  avi- 
sados: por  ende,  yo  vos  mando  que  veáis  todo 
lo  que  el  dicho  Juan  Diaz  ha  comprado  é 
juntado  para  el  dicho  viaje  é  lo  fagáis  tomar 
é  recibir  é  poner  á  recabdo  para  lo  de  Tierra 
Firme,  y  le  recibáis  y  paséis  en  cuenta  todos 
los  maravedís  que  hobiere  pagado,- así  en  las 
compras  como  en  los  maravedís  que  hobiere 
dado  en  señal  de  las  cosas  que  había  igua- 
ladas, y  asimismo  lo  que  hobiere  dado  á  al- 
guna gente  para  en  cuenta  de  su  sueldo,  y 
todo  lo  demás  que  él  tenía  comprado  é  con- 
sultado lo  toméis,  segúnd  é  de  la  manera  quél 
lo  tenía  concertado  y  lo  cumpláis  según  él 
había  de  cumplir,  de  manera  que  la  palabra 
que  tenía  dada  é  asientos  que  tenía  fechos  se 
cumplan;  y  asimismo  le  recibáis  en  cuenta 
los  maravedís  que  hobiere  gastado  con  los 
homes  que  ha  traído  consigo  para  aderezar 
y  entender  en  lo  susodicho,  ecebto  lo  que 
toca  á  su  persona,  porque  por  respeto  de  aqué- 
llo, yo  le  fago  cierta  merced  de  ayuda  de  cos- 
ta, como  por  otra  mi  cédula  veréis;  y  porque 
yo  le  tengo  por  muy  buen  servidor,  y  como 
tal  querría  que  fuese  mirado  y  tratado,  reci- 
biré de  vosotros  servicio  que  en  todo  le  tra- 


PROYECTO    DE   VIAJE  CXCVII 

téis  y  favorezcáis  como  á  criado  y  servidor 
mío  y  le  hayáis  muy  recomendado;  é  no  faga- 
des  ende  al.  Fecha  en  Logroño  á  treinta  días 
del  mes  de  Septiembre  de  quinientos  doce 
años. — Yo  EL  Rey,  etc.» 

Procediendo  en  esta  conformidad,  la  cara- 
bela Santa  María  de  la  Merced  «y  aparejos  y 
munición  que  con  ella  compró  Juan  Diaz  de 
Solís  para  el  armazón  que  S.  A.  mandaba  ha- 
cer para  las  partes  de  Malaca  y  después  la 
mandó  suspender,  y  de  las  cosas  que  después 
de  la  primera  compra  tornó  á  comprar  el 
dicho  Juan  Diaz  para  la  dicha  carabela»,  ex- 
presaban los  Oficiales  Reales,  todo  lo  entre- 
gó á  Vicente  Yáñez  Pinzón,  piloto  de  S."  A.» 
en  Sevilla,  el  ii  de  Enero  de  i5i3.  i6 

Tal  fué  el  fin  que  tuvo  aquel  proyectado 
viaje  de  i5i2,  tan  diversamente  relatado  y  co- 
mentado por  los  biógrafos  del  descubridor 
del  Río  de  la  Plata.  17 


16.  Todo,  menos  algunas  cosas  que  montaron  en  la 
tasación  á  233o  maravedís.  Libros  de  Armada,  i5i2- 
i53o,  en  el  Archivo  de  Indias. 

La  carabela  Santa  María  de  la  Merced  fué  en  la  que 
se  embarcó  luego  Pedrarias  Dávila  para  ir  al  Darién. 

17.  Fernández  de  Oviedo  fué  el  primero  que  emitió 
la  especie  de  que  Diaz  de  Solís  efectuó  un  viaje  en 
i5i2,  en  el  cual  habría  descubierto  eHRío  de  la  Plata. 
López  de  Gomara,  añadió  en  seguida  que  desde  el 
Cabo  de  San  Agustín,  en  el  dicho  año,  había  recorrí- 


CXCVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

do  setecientas  leguas   de  costa:  «era  piloto  mayor  del 
Rey,  dice,  fué  con  licencia,  sig-uió  la  derrota  de  Pinzón, 
llegó  al  cabo  de  San  Agustín,  y  de  allí  tomó  la  via  de 
mediodía,  y  costeando  la  tierra  anduvo  hasta  ponerse 
cuasi   en    cuarenta  grados.»  El  cosmógrafo  López  de 
Velasco,  que    escribía    su  Geografía  y    descj'ipción 
tmiversal   de   las  Indias    en    iSyj,  copió  luego  á  Ló- 
pez de  Gomara.  Herrera  expresa  que  con  el  fin  de  hacer 
la  demarcación,  el  Rey  envió  á  Diaz  de  Solis  en  unión 
de  Yáñez  Pinzón  para  que  descubriesen    hasta  donde 
pudiesen  al  sur,  y  que  entonces  hallaron  el  Río  de  la 
Piala,  si  bien  al  ñn  del  párrafo  en  que  da  esta  noticia 
expresa  que  cree  «se  engañaron   los  que  escriben  que 
Juan  Diaz  de  Solís  navegó  el  año  de  1512.»  Los  histo- 
riadores primitivos  del  Plata,  Barco  Centenera,  Rui  Diaz 
de  Guzmán,  el  P.  Lozano,  incurren  á  este  respecto  en 
errores  aují  más  graves,  y  hasta  en  la  misma  inscripción 
puesta  en  la  tumba  de  Diaz  de  Solís  en  San  Francisco 
el  Grande  de   Madrid  se  lee  que  descubrió  el  Río  de 
la  Plata  en  i5i2.  Después  de  lo  que  se  ha  dicho  en  el 
texto,  será  inútil  que  analicemos  las  opiniones  de  los 
historiadores  que  han  aceptado  como  un  hecho  seme- 
jante viaje,  entre  los   cuales  debemos    recordar  la  de 
Lamas,  que  llegaba  en  esta  parte    á    la  conclusión  de 
que  Diaz  de  Solís   descubrió  efectivamente  en  ese  año 
la  boca  del  Rio  y  que  regresó  á  España  «para  obtener 
la  gobernación  y  las  concesiones   que  solicitaban  los 
descubridores  sobre  los  países  que  descubrían.»  Véa- 
se  la  Revista  del  Rio  de   la  Plata,  t.  I,  pág.  436.  Al 
señor  Madero    corresponde  la   primacía  en  haber  de- 
mostrado que  el  viaje  de  que  hablamos  no  llegó  á  rea- 
lizarse. 


VII 

Juan  T)iaz  de  Solís  piloto  mayor  de 
España. 


.SUMARIO.— Creación  del  puesto  de  piloto  mayor. — 
Formación  del  padrón  real. — Diaz  de  Solis  es  nom- 
brado piloto  mayor  en  |lug-ar  de  Américo  Vespu- 
cio.— Se  encomienda  á  Juan  Vespuche  y  Diaz  de 
Solis  el  levantamiento  del  padrón  real. — Diaz  de 
Solis  aprueba  la  carta  de  marear  del  piloto  Andrés 
de  Morales.— Disquisición  acerca  de  este  punto. — 
Dificultad  que  nace  de  la  situación  del  cabo  de 
San  Agustín,  según  la  carta  de  Morales. 


V  junta  celebrada  en  Burgos  entre  el  Rey 
y  sus  pilotos  Américo  Vespucio,  Juan  de 
la  Cosa,  Yáñez  Pinzón  y  Díaz  de  Solís, 
-de  que  hemos  hablado  en  el  capítulo  V,  fué  fe- 
cunda en  resultados  para  el  adelantamiento  de 
las  navegaciones  y  descubrimientos  á  las  In- 
dias. De  allí  nació,  como  se  recordará,  el  envío 
déla  expedición  que  mandaron  Yáñez  Pinzón 
y  Diaz  de  Solís,  y  la  creación  del  puesto  de 
piloto  mayor,  extendido  con  fecha  22  de  Mar- 


ce  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

zo  de  i5o8  á  favor  de  Vespucio.  i  Los  moti- 
vos que  el  Rey  y  sus  consejeros  tuvieron 
para  ello  presentes,  así  como  los  trámites  á 
que  en  lo  de  adelante  debían  seguirse  en 
el  examen  de  los  pilotos  que  habían  de  nave- 
gar á  las  Indias,  constan  del  reglamento  que 
se  dictó  meses  más  tarde. 

Reconocía  el  Rey  que  por  causa  de  no  ha- 
ber sido  hasta  entonces  los  pilotos  de  los  na- 
vios que  navegaban  para  aquellas  partes  bas- 
tante expertos  «y  no  tener  fundamento  para 
saber  tomar  por  el  cuadrante  é  estrolabio  el 
altura,  ni  saber  la  cuenta  de  ello»,  habían  es- 
tado muchas  veces  en  grave  peligro  los  pasa- 
geros,  y  los  mercaderes  y  hacienda  real  reci- 
bido perjuicios  de    consideración;  2  que   era^ 


1.  Véase  la  real  cédula  en  que  se  le  mandó  pagar  su 
sueldo  de  5o  mil  maravedís,  en  Navarrete,  t.  III,  pá- 
gina 297.  Por  otra,  de  la  misma  fecha,  se  concedieron 
además  á  Vespucio  otros  25  mil  maravedís  para  ayuda 
de  costa. 

2.  En  los  días  que  precedieron  á  la  reglamentación- 
del  examen  de  los  pilotos,  el  Rey,  en  i3  de  Julio  de 
i5o8,  escribió  una  carta  á  Nicolás  de  Ovando,  goberna- 
dor de  la  Española,  en  que  se  recuerda  uno  de  estos 
hechos  y  se  le  previene  lo  últimamente  acordado  to- 
cante al  examen  de  los  pilotos:  «Cuanto  á  lo  que  escri- 
bís de  los  navios  que  dejaron  desamparados  y  de  la 
falta  que  han  fecho  los  dos  pilotos,  asi  por  esto,  coma 
porque  un  navio  que  de  allá  partió  con  trece  mil  pesos 
de  oro  de  los  mercaderes  aportó  en  Francia  á  los  bajos- 


PILOTO    MAYOR  CCI 


además,  necesario  preparar  personas  que  fue- 
ran más  expertas,  tanto  en  la  teórica  como  en 
la  práctica,  para  atender  á  las  navegaciones  y 
descubrimientos  que  en  adelante  se  proponía 
mandar  hacer;  y  disponía  que  no  pudiesen  te- 
ner cargo  de  aquellas  naves,  ni  ganar  solda- 
das por  pilotaje,  ni  concertarse  con  los  mer- 
caderes, ni  ser  recibido  á  bordo  sin  que  pri- 
mero les  fuese  dada  carta  de  examen  y  apro- 
bación por  el  piloto  mayor,  á  quien  se  or- 
denaba que  estableciese  en  su  casa  en  Sevilla 
una  cátedra  de  navegación  á  fin  de  que  en- 
señase á  todo  el  que  lo  solicitase,  pagándo- 
le su  trabajo.  Se  le  autorizaba  también  para 
que  mientras  no  hubiese  pilotos  examinados, 
pudiese  elegir  los  que  considerase  más  aptos, 
á  fin  de  que  por  un  viaje  ó  dos  guiasen  las 
naves  á  las  Indias. 

Y  como  la  base  para  una  buena  navega- 
ció  eran  las  cartas  de  marear,  de  que  por 
entonces  existían  ya  muchas  de  diversos 
maestros,  aunque  muy  discordes  entre  sí, 
«así  en  la  derrota  como  en  el  asentamiento  de 


de  Carcasona,  se  mandó  proveer  que  no  vaya  ning-und 
piloto  sin  ser  examinado  por  mi  piloto  mayor,  el  cual 
ha  de  dar  carta  de  examinación;  y  que  de  todas  las 
figuras  de  las  cartas  se  fagan  por  un  padrón,  y  todos 
han  de  saber  el  cuadrante,  é  para  ello  encargué  á  Amé- 
rico  Vispuche  que  se  lo  muestre  en  Sevilla.»  Véase  so- 
bre otros  particulares  análogos  nuestro  documento  XV. 


CCII  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 


las  tierras  nuevamente  descubiertas»,  se  orde- 
naba á  los  Oficiales  de  la  Casa  de  la  Con- 
tratación de  Sevilla  que  hiciesen  juntar  á  to- 
dos los  pilotos  reputados  por  más  hábiles  que 
por  entonces  hubiese  en  España  para  que 
con  presencia  de  Vespucio  y  con  lo  que  éste 
resolviese  se  formase  el  Padrón  Real,  por  el 
cual  de  allí  en  adelante  tenían  que  regirse  todos 
los  pilotos,  bajo  ciertas  penas  al  que  hiciese 
lo  contrario.  Ese  padrón  debía  guardarse  por 
los  Oficiales  Reales  y  el  piloto  mayor,  y  á  fin 
de  que  pudiese  irse  rectificando  y  completan- 
do, se  dispuso  que  todos  los  pilotos  que  en  sus 
viajes  á  Indias  hallasen  nuevas  tierras,  puer- 
tos, islas  ó  cualquier  otra  cosa  que  fuese  dig- 
na de  ser  asentada  en  él,  luego  de  regresar  á 
España  se  presentasen  á  noticiarlo  á  los  en- 
cargados de  su  custodia,  «porque  todo  se 
asiente  en  su  lugar  en  el  dicho  padrón,  á  fin 
de  que  los  navegantes  sean  mes  cabtos  é  en- 
señados en  la  navegación.» 

Tal  fué  el  origen  y  tales  las  facultades  con- 
cedidas por  el  titulo  de  su  nombramiento  al 
primer  piloto  mayor  de  España. 

En  esta  virtud,  Américo  Vespucio  se  esta- 
bleció en  Sevilla  y  continuó  sirviendo  el  nue- 
vo cargo  hasta  el  día  de  su  muerte,  ocurrida 
allí  el  22  de  Febrero  de  i5i2. 

Posteriormente  se  dispuso  por  las  leyes  3  la 


3.  Véase  la  página   143  del  libro  II  del  i\orte  de  la 


PILOTO    MAYOR  CCIII 


forma  en  que  debía  proveerse  el  cargo  cuando 
se  hallase  vacante,  pero  en  los  primeros  tiem- 
pos de  su  creación  sólo  se  tuvo  para  ello  pre- 
sente la  voluntad  del  Rey.  4 

Sabemos  ya  que,  á  la  vez  que  Vespucio  fué 
designado  para  aquel  puesto,  el  monarca  nom- 
bró piloto  real  á  Juan  Diaz  de  Solís,  asignán- 
<\o\e  el  sueldo  de  cuatro  mil  maravedís  por 
mes  mientras  estuviese  embarcado,  y  en  esta 
conformidad  se  le  pagaron  al  tiempo  de  su 
partida,  en  29  de  Junio  de  i5o8,  ocho  meses 
adelantados.  Con  motivo  del  proceso  que  se 
le  siguió  á  su  regreso,  se  le  retuvo  el  que  le 
correspondía  por  los  ocho  meses  restantes  de 
la  duración  del  viaje,  hasta  que,  concluido 
aquel  proceso,  se  le  mandaron  pagar  en  21 
de  Junio  de  i5ii;  y  por  Diciembre  del  mismo 
año  se  le  dieron  84  mil  maravedís  como  ayu- 


Contratación  de  las  Indias  de  Veitía  Linage,  Sevilla, 
1 67 1,  fol.  La  reglamentación  de  todo  lo  relativo  al  piloto 
mayor  y  cosmógrafos  y  examen  de  pilotos,  consta  de 
los  artículos  128-143  de  la  real  cédula  de  11  de  Agosto 
de  1 552,  inserta  en  las  Ordenafizas  reales  para  la  Ca- 
sa de  la  Contratación  de  Sevilla,  etc.,  Sevilla,  1647, 
folio. 

4.  Decimos  esto  porque  se  ha  pretendido  que  Diaz 
de  Solís  no  pudo  ser  nombrado  piloto  mayor  si  no  hu- 
biese sido  español,  sin  considerar  que  ni  su  antecesor 
Vespucio,  ni  Gaboto  que  le  sucedió  en  el  cargo,  fueron 
también  extranjeros,  como  dejamos  expresado  ante- 
riormente en  el  texto. 


CCIV  JUAN    DÍAZ   DE   SOLIS 

da  de  costa  por  lo  que  había  gastado  y  per- 
dido el  tiempo  en  su  defensa.  Puede,  pues, 
decirse  que  desde  ese  momento  había  entrado 
de  nuevo  á  gozar  del  favor  real,  justificado  ya 
por  completo  de  las  acusaciones  que  en  el 
primer  momento  se  le  habían  hecho,  ytanto^ 
que  un  mes  después  de  haber  fallecido  Ves- 
pucio  fué  nombrado  para  sucederle  en  el  car- 
go de  piloto  mayor,  sin  más  gravamen  que  el 
de  acudir  á  la  viuda  de  su  antecesor  con  una 
pensión  de  de  diez  mil  maravedís  ^  equiva- 
lente á  la  quinta  parte  de  su  sueldo;  6  aunque 
unos  cuantos  dias  más  tarde  el  Rey  acordó 
darle  al  piloto  nuevamente  nombrado  la  gra- 
tificación de  25  mil  maravedís,  de  que  disfrutó 
también  su  antecesor.  7 

A  poco  de  hallarse  Diaz  de  Solís  sirviendo 
aquel  cargo,  el  Rey  nombró  como  su  segun- 


5.  «...Que  de  ellos  se  paguen  á  María  Cerezo,  mujer 
del  dicho  Amérigo,  diez  mili  maravedís  para  en  toda 
su  vida,  de  que  yo  le  hago  merced  en  enmienda  y 
satisfacción  de  los  servicios  que  el  dicho  su  marido 
nos  hizo...»  Real  cédula  de  28  de  Marzo  de  i5i2,  núme- 
ro XXIII  de  nuestros  Documentos. 

6.  Véase  su  nombramiento  en  la  página  55  de  núes* 
tros  'Documentos.  La  real  cédula  se  asentó  en  los  li- 
bros de  la   Casa  de  la  Contratación  el  26  de  Abril  de 

I5l2. 

7.  Número  XXIV  de  nuestros  Documentos,  real  cédu- 
la de  26  de  Abril  de  i5i2. 


PILOTO   MAYOR  CCV 


do,  8  aunque  con  mucho  menos  sueldo,  á  Juan 
Vespucio,  sobrino  de  Américo,  al  parecer 
con  el  propósito  de  que  «de  continuo  estu- 
viese aparejado  para  servir,  ansí  por  mar, 
como  por  tierra  9,  y  para  que  en  unión  de  Diaz 
de  Solís  procediesen  á  levantar  el  padrón 
real,  que,  según  parece,  hasta  entonces  esta- 
ba por  hacer.  El  monarca  recuerda  en  esta 
ocasión  las  circunstancias  que  habían  moti- 
vado la  creación  del  cargo  de  piloto  mayor, 
y  añade  que  su  voluntad  era  que  se  «haga  un 
padrón  general,  y  por  queste  se  haga  muy 
cierto  y  verdadero  é  cual  convenga,  porque 
las  dichas  navegaciones  sean  ciertas  é  verda- 
deras, confiando  de  vos  Juan  de  Solís,  nues- 
tro piloto  mayor,  é  de  vos  micer  Juan  Puche, 
nuestro  piloto,  que  sois  tales  personas  y  tan 
expertos  y  dotos  para  lo  susodicho,  por  la 
presente  vos  mando  que  ambos  á  dos  junta- 
mente en  la  nuestra  Gasa  de  la  Contratación 
de  las  Indias  de  Sevilla,  y  en  presencia  de 
los  nuestros  Oficiales  que  en  ella  están,  ha- 
gáis juntar  todos  los  más  pilotos  que  ser  pu- 
diere, é  que  más  supiesen  en  las  navegacio- 


8.  «Nuestro  piloto  mayor»  le  llama  la  cédula  de  su 
nombramiento,  quizás  por  error,  porque  en  otras  pos- 
teriores se  le  designa  simplemente  como  piloto    real. 

g.  Real  cédula  de  22  de  Mayo  de  i5i2,  número  XXV 
de  nuestros  Documentos. 


CCVI  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

nes  y  estrolabrios,  é  alturas,  é  compases,  á 
los  cuales  mando  que  se  junten  con  vosotros, 
é  así  juntos,  platiquéis  mucho  de  la  manera 
que  se  debe  hacer  un  padrón  real  de  la  nave- 
gación de  las  partes  de  todas  las  Indias,  que 
hasta  hoy  se  han  descubierto,  pertenecientes 
á  la  Corona  Real  destos  Reinos,  é  después 
que  todos  hayan  dicho  sus  pareceres,  con 
acuerdo  de  vos  los  dichos  Juan  de  Solís  é 
micer  Juan  de  Vespuche,  é  se  haga  por  amos 
é  dos  vosotros  juntamente  un  padrón  general 
que  se  llame  el  Padrón  Real,  en  pergamino, 
questé  puesto  juntamente  en  la  dicha  Casa 
de  la  Contratación,  por  el  cual  todos  pilotos 
se  han  de  regir  é  gobernar  é  fazer  sus  viajes; 
é  para  que  todos  los  tengan  en  su  poder  é  se 
rijan  por  ellos,  vos  el  dicho  micer  Juan  Vis- 
puche  los  podáis  facer  é  fagáis  todos  los  tres- 
lados  del  dicho  padrón  real,  é  no  otro  nin- 
guno lo,  conforme  á  una  licencia  que  para 
ello  el  Rey,  mi  señor  é  padre,  vos  dio  por 
una  su  cédula  firmada  de   su  nombre,  que 


10.  Exceptuado  Andrés  de  San  Martin  que  podía  sa- 
carlos por  especial  licencia,  pero  no  venderlos.  Véase 
nuestro  documento  XXVIII.  Vespuche  se  quejó  mas 
tarde  de  que  «muchas  personas  se  entremetían  á  hacer 
cartas,»  diciendo  que  á  causa  de  no  haberse  pregona- 
do aquella  cédula  real,  podían  ejecutarlo,  por  lo  que 
hubo  necesidad  de  verificar  este  pregón.  Véase  nues- 
tro documento  XXXV, 


PILOTO    MAYOR  CCVII 


ningund  piloto  use  de  otro  ningún  padrón 
sino  del  que  vos  le  dierdes,  firmado  de  vues- 
tro nombre  é  sacado  para  quél,  so  pena  de 
cincuenta  doblas  de  oro  á  cada  uno  que  lo 
contrario  hiciere,  que  sean  para  las  obras  de 
la  dicha  Gasa  de  la  Contratación.» 

No  hay  constancia  de  si  Diaz  de  Solís  die- 
ra ó-nó  comienzo  á  tan  miportante  comisión, 
ni  de  cómo  desempeñara  el  alto  puesto  que 
acababa  de  merecer  de  la  real  confianza.  El 
único  acto  suyo  realizado  como  piloto  mayor 
ide  que  nos  haya  quedado  noticia,  es  la  apro- 
bación que  prestó  á  un  mapa  de  Andrés  de 
Morales,  según  éste  lo  declaraba  en  la  junta 
de  pilotos  celebrada  en  Sevilla  á  mediados 
del  mes  de  Noviembre 'de  i5i5,  n  con  motivo 
de  las  diferencias  surgidas  con  Portugal  por 
la  posesión  de  las  tierras   del  Brasil.   12  He- 


11.  Por  consiguiente,  muy  pocos  días  después  de  la 
partida  de  Diaz  de  Solís.  Ya  se  comprende  cuan  impor- 
tante hubiera  sido  tener  su  opinión  al  respecto,  como 
que  habría  aclarado  muchos  de  los  puntos  que  hoy 
aparecen  todavía  oscuros  en  la  relación  de  sus  viajes. 
Pasa  con  esto  lo  mismo  que  ocurrió  en  el  Pleito  de  Colón^ 
en  el  cual,  como  tenemos  dicho,  ni  siquiera  se  sabe 
por  qué  no  declaró. 

12.  Véase  el  Parecer  que  dieron  los  pilotos  sobre 
la  demarcación  y  como  les  parecía  que  debíase  ha- 
cer entre  el  Rey,  nuestro  señor,  y  el  Rey  de  Portu- 
gul  en  el  cabo  de  Sant  Agustín,  etc.,  publicado  por 
Fernández  Duro  en  las  páginas  25  y  siguientes  del  to- 


CCVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

rrera,  que  sin  duda  tuvo  á  la  vista  los  ante- 
cedentes de  este  asunto,  nos  dice  al  respecto 
lo  siguiente:  «Y  porque  las  cartas  de  marear 
de  Castilla  no  parecía  que  en  ello  estaban  con- 
formes(loslímitesdelademarcaciónen  la  parte 
del  Cabo  de  San  Agustín)  los  Oficiales  de  la 
Casa  suplicaron  al  Rey  les  diese  licencia  para 
hacersobre  ello  junta  de  pilotos  y  corregir  las 
cartas.  El  Rey  lo  tuvo  por  bien,  aunque  adver- 
tía que  mirasen  si  sería  bien  enviar  primero 
personas  que  lo  reconociesen  á  vista  de  ojos, 
y  que  pues  Juan  Diaz  de  Solís,  y  otros  hom- 
bres muy  peritos  en  el  arte,  habían  aprobado 
la  carta  que  hizo  el  piloto  Andrés  de  IMora- 
les,  aquélla  se  debía  creer  que  era  la  me- 
jor». i3  Forestas  palabras  del  cronista  de  Indias 
siguieron  repitiendo  la  misma  noticia  Veitía 
Linage,  '4  González  de  Barcia,  i^  Fernández 
de  Navarrete  i6  y  otros  17.  Ahora  bien,  cuan- 


mo  XVI  del  Boletín  de  la  Sociedad  Geográjica  de 
Madrid. 

i3.  Década  II,  libro  I,  capitulo  XII. 

14.  Norte  de  la  Contratación,  libro  II,  pág-.  140. 

i5.  Epitome  de  la  Biblioteca  Oriental  y  Occidental, 
tomo  II,  columna  1 109. 

16.  Biblioteca  Marítima,  tomo  I,  pág.  90. 

17.  Harrisse,  The  discovery  0/  Nortli  America,  pá- 
gina 480,  y  Fernández  Duro,  «Andrés  de  Morales,  ob- 
servador de  las  corrientes  oceánicas,»  en  la  Ilustración 
Española  y  Americana  de  22  de  Agosto  de  1893. 


PILOTO    MAYOR  CCIX 


do  se  sabe  que  Andrés  de  Morales,  hombre 
reputado  en  su  tiempo  como  uno  de  los  me- 
jores cosmógrafos,  había  hecho  más  de  una 
carta  de  navegar,  conviene  que  tratemos  de 
establecer  cuál  era  la  que  Diaz  de  Solís,  sien- 
do piloto  mayor,  había  aprobado.  Mártir  de 
Anglería  i8^  granencomiador  de  los  méritos  de 
Morales,  refiere  que  éste  le  había  presentado 
un  mapa  de  la  Isla  Española  hecho  por  él,  á 
la  que  también  hacen  alusión  expresa  Las 
Casas,  19  y  Herrera  20.  Es  evidente,  por  lo 
tanto,  que  la  aprobación  de  Diaz  de  Solís  no 
pudo  recaer  sobre  este  mapa. 

En  la  declaración  prestada  por  Morales  en 
el  pleito  de  Colón,  respondiendo  á  la  sexta 
pregunta,  dijo  que  la  sabía,  por  haberla  oído 
decir  á  Vicente  Yáñez,  (con  referencia  á  su 
viaje  de  1499-500)  «é  á  los  que  con  él  iban,  é 
á  Diego  de  Lepe...  y  que  este  testigo  hizo  una 
figura,  que  se  dice  ^carta  de  marear,  para  el 
señor  Obispo  D.  Juan  de  Fonseca,  en  Sevilla, 
por  la  relación  que  le  habían  fecho  los  sobre- 
dichos...» Ya' queda  dicho  lo  que  Yáñez  Pin- 
zón y  Diego  de  Lepe  tenían  descubierto  en 
aquellos  años;  si  bien  conviene  recordar  aquí 
los  términos  en  que  aquél  refería  en  el  pro- 
ceso  la  extensión  de  costas  que  había  reco- 

18.  Décadas,  tomo  II,  pág.  379,  traducción  citada. 

19.  Historia  de  las  Indias,  tomo  III,  pág.  209. 

20.  Década  I,  libro  VI,  capitulo  XVIII. 

14 


CCX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 


rrido  en  aquel  viaje,  á  saber:  «es  verdad 
que  descubrió  desde  el  Cabo  de  Consolación, 
que  es  en  la  parte  de  Portugal,  é  agora  se 
llama  Cabo  de  Sant  Agustín,  éque  descubrió 
toda  la  costa  de  luengo,  corriendo  al  hociden- 
te  la  cuarta  del  nurueste,  que  así  se  corre  la 
tierra,  é  que  descubrió  é  halló  la  mar  dulce, 
que  sale  cuarenta  leguas  en  la  mar,  é  laguna 
dulce,  é  asimismo  descubrió  esta  (otra?)  pro- 
vincia, que  se  llama  Parisura,  é  corrió  la  cos- 
ta de  luengo  fasta  la  boca  del  Dragón».  21 

Veamos  ahora  el  parecer  de  Morales  en  la 
junta  de  Sevilla  de  i5i5,  que  completa  su 
primera  declaración:— «Digo  que  yo  tengo  fe- 
cha una  figura  en  la  cual  está  figurado  el 
Cabo  de  Sant  Agustín,  en  toda  la  costa  hasta 
la  Baria  (Paria?)  la  cual  yo  asenté  por  infor- 
mación de  los  primeros  descobridores  que  lo 
descubrieron  en  el  año  de  1498  años,  é  por 
información  de  los  segundos  que  fueron  al 
dicho  cabo,  é  de  allí  corrieron  toda  la  costa 
la  Baria,  que  fué  Diego  de  Lepe,  porque  á  la 
sazón  yo  hice  una  figura  de  toda  aquella  cos- 
ta, por  mandado  del  señor  Obispo  D.  Juan 
de  Fonseca,  é  con  acuerdo  del  dicho  Diego 
de  Lepe,  que  era  hombre  marinero  é  sabidor, 
la  cual  creo  que  el  dicho  señor    Obispo  hoy 


21.  Colección  de  Documentos   citada,  tomo  VII,  pá- 
gina 269.  , 


PILOTO   MAYOR  CCXI 

día  tiene  en  su  poder.   La  cual   dicha   figura 
que  yo  tengo  fecha,   vuestras   mercedes   bien 
saben  que  fué  vista  y  examinada  por  su  man- 
dado, 22  por  Juan  Diaz  de  Solís,  piloto  mayor, 
é  por  otros  que  presentes  se  hallaron,  segúnd 
paresce  é  fué  por   vuestras  mercedes  manda- 
do porescriptura  firmada  de  su  nombre. 
.    «E  la  dicha  figura,   continúa  Morales,  que 
yo  asi  tengo  fecha,  aunque  yo  no  haya  estado 
en  el  dicho  cabo  de  Sant   Agustín,  he  estado 
en  el  río  Marañón,  hasta  la  dicha  Baria, -é  co- 
rre la  costa  como  yo  la  tengo  asentada,  y  en 
todo  lo  que  más  yo  pude    haber,    de    manera 
que  yo    soy     cierto,    segund    lo    que    dicho 
tengo,  que  la  dicha  mi  figura  está  muy  cierta 
é  que  creo  en  ella  no  hay  ninguna  falta,  por- 
que la  Provincia  de  Baria  está   en  ocho  gra- 
dos, y  desde  allá  al  cabo  de  Sant  Agustín  hay 
seiscientas  leguas  por  costa    de  norueste-su- 
rueste,  por  manera   quel  dicho  cabo  está  en 
diez  é  seis  grados  al  polo  antartico,  é  distan- 
te de  las  islas  de  Cabo  Verde  56o  legoas». 

Y  aquí  nos  hallamos  con  una  dificultad:  si 
Morales  situaba  el  Cabo  de  San  Agustín  en 


22.  Hay  evidentemente  en  el  texto  de  este  documen- 
to publicado  por  Fernández  Duro  algunas  incorreccio- 
nes, pues  aquí  pone  Don  Fernando Nosotros  nos 

valemos  de  la  copia  que  hicimos  sacar  del  original  que 
£xiste  en  el  Archivo  de  Sevilla. 


CCXII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

SU  carta  en  los  16"  de  latitud  austral,  la 
que  era  un  error  manifiesto,  tanto  más  de  ex- 
trañar cuanto  que  de  los  antecedentes  que  él 
mismo  confiesa  que  le  habían  servido  de  base 
para  levantarla,  cuales  eran  las  exploraciones 
de  Yáñez  Pinzón  y  Diego  de  Lepe  en  i5oo. 
resultaba  una  diferencia  de  8  grados,  recomo 
fué  posible  que  Diaz  de  Solís  le  diese  su  apro- 
bación? Que  éste  la  hubiese  en  realidad  apro- 
bado  no  puede  caber  la  menor  duda,  desde 
que  Morales  recordaba  á  los  oficiales  de  Se- 
villa que  ellos  «bien  lo  sabían».  Se  despren- 
de, además,  con  claridad,  que  en  aquella 
carta  debían  estar  figuradas  las  costas  en  una 
extensión  de  16  grados  hacia  el  sur  de  la 
equinocial,  por  lo  menos;  ¿y,  cómo  era,  pues, 
nos  preguntamos,  que  el  piloto  había  podida 
dibujarla  cuando  carecía  de  antecedente  el 
que  menor  para  hacerlo,  refiriéndose,  como 
se  refería,  á  las  fuentes  únicas  de  información, 
los  viajes  de  Yáñez  Pinzón  y  Diego  de  Lepe^ 
en  los  cuales  no  se  descubrió  ni  con  mucho 
hasta  aquella  latitud?  Debe  creerse  que  por 
las  palabras  «información  de  los  segundos 
que  fueron  al  dicho  cabo»,  se  comprendía,  á 
más  de  aquellos  navegantes,  al  mismo  Yañez 
Pinzón  y  á  Diaz  de  Solís.  Habían  entonces 
llegado  éstos  hasta  el  grado  16",  esto  es,  has- 
ta Cabo  Frío,  cuyo  nombre  confundía  Mora- 
les con  el  de  San  Agustín?  Parece  claro  que 


PILOTO   MAYOR  CCXIII 


nó,  desde  que  esos  segundos  que  llegaron  al 
último  cabo  no  fueron  otros  que  Lepe  y  sus 
compañeros,  que,  en  "efecto,  no  sólo  alcan- 
zaron hasta  él,  sino  que  lo  pasaron.  ^Cómo 
era,  entonces,  repetimos,  que  Diaz  de  Solís 
tenía  aprobado  ese  mapa?  El  hecho  es,  sin 
embargo,  que  el  mismo  Morales  concluye  por 
expresar  que  su  parecer  era  que  «para  ser  ve- 
rificada la  verdad  é  sabida,  por  las  muchas 
opiniones  é  figuras  en  con  trario  que  hay,  que 
Su  Alteza  debe  mandar  qué  se  vea  é  se  sepa 
lo  cierto...»  Era  precisamente  lo  que  iba  á 
pasar  con  la  expedición,  que  llevando  á  Juan 
Diaz  de  Solís  por  capitán  había  partido  de 
Lepe  muy  pocos  días  antes. 


r 


VIH 


Juan  Dia^i  de  Solís  descubre  el  ^lio 
de  la  T*laía. 


JSUM ARIO.— Expedición  de  Nicuesa  y  Ojeda  á  Tierra- 
firme.— Estag-na-ión  que  se  nota  en  los  descubri- 
mientos.—Medidas  tomadas  por  el  Rey  para  fo- 
mentarlos.— Viajes  al  norte.— Juan  Ponce  de  León 
en  busca  de  una  fuente  maravillosa. — Nuevas  me- 
didas para  fomentar  las  exploraciones. — Núñez 
de  Balboa  descubre  el  Mar  del  Sur. — Favores  que 
el  Rey  dispensa  á  Diaz  de  Solís.- Capitulación 
real  para  que  Diaz  de  Solís  vaya  á  descubrir 
á  espaldas  de  Castilla  del  Oro,  —  Instruccio- 
nes que  complementan  ese  documento. —  Fa- 
cultades concedidas  al  factor  y  escribano  de  la 
armada.— Secreto  con  que  debian  verificarse  los 
aprestos. — Nuevas  mercedes  concedidas  á  Diaz  de 
Solís.— Comienzan  los  preparativos. — Incidente  de 
última  hora.— Partida  de  la  armada.— Relato  de 
Herrera.— Nuestras  notas. — Cuándo  penetró  Diaz 
de  Solís  en  el  Rio  de  la  Plata.— Nombres  del  Río. 
—Muerte  de  Diaz  de  Solís.— Regreso  de  la  arma- 
da á  la  Península. 

propósito  de   lo  que   expresábamos  al 
concluir  el  capítulo  precedente,  convie" 
ne  recordar,  antes  de  ocuparnos  del  úl- 
timo viaje  de    Diaz  de  Solís,  algunas  expedi- 


CGXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

ciones  que  después  de  su  regreso  á  la  Penín- 
sula, en  Octubre  de  iSoq,  se  habían  verificado 
á  las  costas  de  América,  como  principiaba  ya 
á  llamarse  el  Nuevo  Continente. 

En  9  de  Junio  de  i5o8,  el  Rey  había  celebra- 
do con  Diego  de  Nicuesa,  por  sí  y  en  nombre 
de  Alonso  de  Ojeda,  una  capitulación,  para 
que  ((á  su  costa  y  minción»,  se  estableciesen 
y  colonizasen  en  el  golfo  y  tierra  de  Urabá  y 
en  Veragua.  Conforme  á  lo  estipulado  ante- 
riormente, Ojeda  debía  llevar  por  su  lugar- 
teniente á  Juan  de  la  Cosa  í,  y,  como  es  sa- 
bido, en  la  Española  se  asoció  con  el  bachi- 
ller Fernández  de  Enciso,  destinado  como 
aquél  á  tener  más  tarde  un  lugar  conspicuo 
en  la  historia  de  la  geografía  del  Nuevo  Mun- 
do. Ojeda  partió  en  dirección  á  tierra  firme 
desde  la  Isla  Española,  en  Noviembre  de  1 509, 
y  Enciso  en  Febrero  del  año  siguiente,  lle- 
vando en  su  compañía,  aunque  sin  saberlo, 
al  hombre  cuya  fama  había  de  eclipsar  la  de 
todos  ellos,  Vasco  Núñez  de  Balboa,  el 
futuro  descubridor  del  Mar  del  Sur.  A  Ojeda, 
justo  es  también  recordarlo,  acompañaba 
Francisco  Pizarro.  No  es  del  caso  referir 
aquí  aquella  desastrosa  expedición  en  la 
que  pereció  Juan  de  la  Cosa,  por   las  flechas 


I.  Véasela  capitulación  en  las  páginas  1 3-25  del  to- 
mo XXII  de  la  Colecc¿ó?i  de  Torres  de  Mendoza. 


RIO    DE   LA    PLATA  CCXVII 

envenenadas  de  los  indios  de  las  vecindades 
de  Cartagena,  y  que  terminó  respecto  de  Oje- 
da  con  su  prisión  efectuada  por  sus  subor- 
dinados, después  de  haber  sido  herido  tam- 
bién por  las  flechas  de  los  indios,  de  cuyas 
resultas  hubo  igualmente  de  morir  años  más 
tarde;  ni  de  contar  los  disturbios  que  mediaron 
entre  los  gefes,  ni  del  desastroso  fin  de  Ni- 
cuesa.  En  conclusión,  en  este  naufragio  gene- 
ral, sólo  quedó  en  pié  el  pueblo  de  Santa 
María  la  Antigua,  y  el  nombre  de  Núñez  de 
Balboa. 

Nada,  pues,  habían  adelantado  con  esta  ex- 
pedición los  descubrimientos  en  el  Nuevo 
Continente.  Puede  todavía  decirse  que  el  en- 
tusiasmo por  acometer  nuevas  empresas  de 
ese  género  decaía  de  manera  tan  sensible  que 
el  hecho  comenzaba  á  preocupar  al  monarca. 
«IVlaravillado  estoy,  escribía  éste  á  los  Oficia- 
les de  Sevilla,  questando  ahí  vosotros,  non 
vaya  alguno  á  ofrecérceos  para  semejantes 
viajes»  2.  De  tal  modo  que  en  esos  días  se 
dispuso  que  en  la  Casa  de  la  Contratación 
«estén  continamente  dineros  del  oro  que  se 
envíe  de  las  Indias  para  facer  algunos  viajes 
é  ir  á  descobrir  algunas  nuevas  tierras  que  se 
ofrezcan,  é  que  Nos  viéremos  que  conviene, 


2.  Real   cédula    sin    fecha,   pero  de  i5ii,  en  Torres 
de  Mendoza,  t.  XXXII,  pág.  400. 


CCXVUI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

expresaba  el  Rey,  porque  sabiendo  mercade- 
res é  otras  gentes  que  hay  dinero  depositado 
para  lo  susodicho,  se  moverán  para  entraren 
compañías  para  ir  á  descobrir,  lo  que  agora 
non  facen;  é  nos  esperamos  dello  rescebir 
servicio,  ansí  desto,  como  mandando  facer 
algunas  armadas  para  inviar  á  descobrir  lo 
quequeda,  donde,  segund  opinicjn  de  muchos, 
hay  muchas  más  riquezas  que  lo  descobier- 
to» .    3 

Como  excepciones  al  hecho  que  el  monar- 
ca reconocía,  débese  mencionar  la  empresa 
que  Juan  de  Agramonte  intentaba  por  aque- 
llos días  de  ir  á  descubrir,  á  su  costa,  una 
tierra  nueva;  «é  yo  le  he  dado  licencia,  decía 
aquél,  para  ello  en  cierta  forma,  que  vaya  con 
dos  navios  á  su  costa,  é  sigund  decían  dos 
indios  que  tenía,  diz  que  es  tierra  muy  pro- 
vechosa, é  donde  hay  oro  é  otras  cosas»  4. 
Pero  ese  proyecto  de  viaje  á  Terranova  no 
se  sabe  si  tuvo  ó  nó  lugar,  si  bien  es  de  creer 
que  ya  por  aquel  entonces  se  tenía  en  Espa- 
ña   alguna    noticia  de   aquellas   regiones   5. 


3.  Real  cédula  citada,  págr.  399. 

4.  Véase  la  capitulación  celebrada  con  Agrámente 
por  la  Reina  Doña  Juana,  en  Octubre  de  i5ii.  publi- 
cada por  Navarrete,  t.  III,  págs.  125-7. 

5.  Asi  parece  desprenderse  de  las  palabras  de  esa 
capitulación  cuando  se  ordenaba  á  Ag-ramonte  que 
fuese  á  descubrir,  «por  la  via  é  derrota  que  vos  será 
señalado.» 


RIO    DE    LA    PLATA  CCXIX 

iMártir  de  Anglería  refiere  á  este  respecto  una 
conversación  que  había  tenido  en  Madrid  con 
el  piloto  Andrés  de  Morales  y  con  el  cronis- 
ta Fernández  de  Oviedo,  en  que  ambos  ma- 
nifestaron se  hallaban  de  acuerdo  acerca  de 
que  las  tierras  de  los  dominios  de  Castilla 
constituían  un  continente  que  se  extendía  en 
una  línea  de  costas  no  interrumpida  desde  la 
parte  que  caía  al  norte  de  Cuba,  hacia  el 
noroeste  &.  Existía,  pues,  en  España,  y  aüa 
puede  decirse  que  por  toda  Europa,  y  desde 
muy  á  los  principios  del  descubrimiento,  una 
cierta  tradición  en  ese  sentido.  7 

No  era  menos  curiosa  la  especie  que  circu- 
laba en  las  islas  respailóla,  Cuba  y  Puertorrico 
que  recogieron  de  boca  de  los  indios  los  pri- 
meros colonos  que  en  ellas  se  establecieron, 
cual  era  la  de  que  hacia  la  parte  del  norte 
había  una  fuente  y  río  maravillosos,  cuyas 
aguas  volvían  á  los  viejos  la  perdida  juven- 
tud. Con  el  fin  de  descubrir  tan  precioso  se- 
creto, puede  decirse  que  tuvo  lugar  la  segun- 
da de  las  expediciones  marítimas  que  debe- 
mos mencionar  antes  de  ocuparnos  de  la  de 
Diaz  de  Solís.  En  efecto,  Juan  Ponce  de  León, 
que  había  sido  gobernador  de  Haití,  capitu- 


6.  Epístola  dxlii. 

7.  Véase  Harrisse,  The  discovery,  etc.,  pág.  122. 


CCXX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


ló  8,  con  el  F^ey,  en  23  de  Febrero  de  i5i2, 
el  ir  á  descubrir  y  poblar  las  islas  de  Bimi- 
ni,  y  habiendo  partido  de  allí  con  tres  naves, 
descubrió  la  tierra  que  llamó  Florida,  y  des- 
pués varias  islas,  entre  ellas  las  Bahamas. 
«Este  viaje  fué  de  poco  provecho  para  Ponce, 
expresa  Navarrete,  pero  lo  fué  de  mucho  para 
la  navegación  que  se  hace  por  el  canal  de  Ba- 
hama  de  regreso  á  España,  y  por  el  descubri- 
mientode tantas  isletas,  bajos,  restingasy  cana- 
les que  hacen  difíciles  y  peligrosas  las  derrotas 
por  aquellos  mares,  y  se  empezaron  á  conocer 
desde  entonces»  9. 

El  monarca  continuaba,  sin  embargo,  preo- 
cupado de  atender  á  que  se  prosiguiesen  los 
descubrimientos  realizados  hasta  entonces,  y 
muy  especialmente  el  estrecho  que  había  de 
abrir  la  puerta  al  comercio  de  la  Especería. 
Al  expirar  el  año  de  i5i2,  se  resolvía,  por 
fin,  á  ordenar  que  se  gastase  lo  que  fuese  me- 
nester para  armar  varias  naves  que  fuesen  á 
seguir  la  navegación  desde  las  diversas  par- 
tes del  Continente  ya  exploradas.  F^s  muy  in- 
teresante bajo  estos  puntos  de  vista  lo  que, 
en  aquella  fecha  escribía  á  los  Oficiales 
Reales: 


8.  Encuéntrase  la  capitulación  en  las  páginas  26  y 
siguientes  del  tomo  XXII  de  la  Colección  de  Torres  de 
Mendoza. 

9.  Colección,  etc.,  tomo  III,  pág.  52. 


RIO    DE    LA    PLATA  CCXXI 

«..Cuando  ansí  conviniéredes  algunas  cosas 
en  cualidad,  debéis  particularizar  algunas, 
porque  por  aquellas  se  puedan  facer  las  otras, 
y  hasta  agora  no  se  vos  ha  enviado  licencia 
para  que  podáis  enviar  á  lo  suso  dicho  ni 
para  descobrir,  porque  no  lo  habéis  pedido,  y 
en  lo  de  la  tierra  firme  no  es  menester  que 
proveáis  agora  otra  cosa  sino  lo  de  la  cara- 
bela é  bergantín  que  decís  que  enviáis,  salvo 
si  de  allá  no  vos  enviasen  á  pedir  más  soco- 
rro de  gente  é  mantenimientos  ó  otra  cosa, 
porque,  como  arriba  digo,  yo  lo  mandaré  pro- 
veer desde  acá;  pero  en  lo  que  tocare  para  la 
pacificación  é  población  de  las  islas  de  San 
Juan  é  Cuba,  é  Jamaica,  é  para  el  bien  é 
acrescentamiento  desa  isla  é  cosas  que  para 
todo  ello  convengan,  por  la  presente  vos  doy 
licencia  é  facultad  para  que  lo  podáis  todos 
juntamente  hacer  y  proveer  como  vierdes  que 
convenga,  ansí  al  servicio  de  Dios  Nuestro 
Señor  é  nuestro,  como  al  bien  é  provecho  é 
utilidad  de  las  dichas  islas  é  pobladores  de- 
llas,  é  para  acabarse  de  descobrir  el  golfo  y 
saber  si  hay  estrecho  en  él,  y  para  poblar  al- 
guna isla  de  las  comarcanas  á  esa  dicha  isla, 
é  saber  si  hay  en  ellas  oro,  y  para  poblar  á 
Veragua  y  todo  lo  otro  que  descubrió  por  su 
persona  el  Almirante  Don  Cristóbal  Colón,  é 
para  poblar  lo  que  descubrieron  Vicente  Yá- 
ñez  Pinzón  y  Juan  Diaz  de  Solís,  y  para  acá-' 


CCXXII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

bar  de  descubrir  el  golfo  de  la  Española,  y 
saber  si  hay  estrecho  en  él,  como  hasta  aquí 
lo  han  creído  algunos,  y  para  algunas  otras 
cosas  que  vierdes  que  son  complideras  á  nues- 
tro servicio,  y  que  en  consultallas  con  nos  se 
perderá  tiempo.  Ansímísmo  vos  doy  licencia 
para  que  todos  juntamente  podáis  gastar  lo 
que  fuese  menester  para  armar  dos  navios 
para  cada  una  cosa  de  las  susodichas,  sin 
esperar  para  ello  mandamiento  nuestro,  y 
por  la  presente  mando  á  vos  el  contador  que 
libréis  para  ello  todo  lo  que  por  todos  voso- 
tros ó  por  la  mayor  parte  fuese  acordado 
que  se  deba  gastar  en  ello,  y  á  vos  el  tesore- 
ro mando  que  lo  que  en  vos  fuere  librado  para 
lo  susodicho  lo  cumpláis,  pero  cuando  ansí 
enviardes  o  ficierdes  algún  gasto  conforme  á 
lo  suso  dicho,  hacérnoslo  héis  saber  muy  en- 
tera y  particularmente,  declarando  á  dónde  y 
cómo  y  á  qué  partes  van,  y  el  gasto  que  so- 
bre ello  hobierdes  hecho  ó  se  hiciere,  y  todo 
lo  que  más  fuere  necesario  para  que  yo  pueda 
seer  muy  enteramente  informado  de  todo 
ello».  lo 

Pero  cuando  más  preocupado  se  mostraba 
el  monarca  por  la  paralización  que  se  notaba 
en  sus  subditos   para  acometer  empresas  de 


10.  Fechd  en  Logroño,  á  lo  de  Diciembre  de  i5i2. 
Archivo  de  Indias,  i3^i-5,  folio  38  vuelto. 


RIO    DE    LA    PLATA  CCXXIir 

descubrimientos,  llec^ó  á  España  la  noticia  de 
que  Núñez  de  Balboa  acababa  de  hallar  el 
Mar  del  Sur. 

Véanse  los  términos  en  que  Mártir  de  An- 
glería  refería  las  circunstancias  en  que  había 
ocurrido  aquel  fausto  suceso,  y  como  fué  re- 
cibido en  España: 

«Tenemos  correos  del  Nuevo  Mundo.  Vas- 
co Núñez  de  Balboa,  con  golpe  de  gente  que 
con  favores  tenía  á  su  devoción,  contrariando 
á  los  magistrados  designados  por  el  Rey. 
usurpó  para  sí  el  mando  sobre  los  españoles 
del  Darién,  arrrojando  al  gobernador  Nicuesa 
y  encarcelando  al  bachiller  Anciso,  que  era 
Pretor  de  los  tribunales. 

«Balboa  emprendió  y  llevó  á  cabo  una  hazaña 
tan  grande,  que  no  solamente  alcanzó  perdón 
de  Magestad  lesa,  sino  que  fué  condecorado 
con  títulos  honrosos.  Entre  los  habitantes  de 
aquellas  tierras  era  fama  que  al  otro  lado  de 
las  altas  montañas,  que  tenían  delante,  ha- 
bía otro  mar  austral,  más  rico  en  margaritas 
y  oro,  pero  que  entremedias  había  reyes, 
bravos  defensores  de  sus  derechos,  y  que,  por 
tanto,  se  necesitaban  mil  hombres  armados 
para  quebrantar  el  poder  de  aquellos  reyes. 
Para  abrirse  paso  con  el  acero  por  aquellos 
caminos  era  enviado  Pedro  Arias,  de  quien 
hablé  arriba,  con  aquel  cuerpo  de  guerreros. 

«Mientras  se  preparan  en  España  y  se  re- 


CCXXIV  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

cogen  y  arman  los  soldados  y  se  construyen 
las  naves,  ese  Vasco  Nüñez  de  Balboa  se 
propuso  probar  fortuna  de  tan  gran  empresa. 
Juntó  ciento  noventa  hombres  de  los  darien- 
ses;  emprendió  el  camino  el  i.°  de  Septiem- 
bre del  año  pasado  i5i3;  apaciguados  los  re- 
yezuelos, en  parte  á  fuerza  de  armas,  en  parte 
con  halagos  y  regalos  de  acá,  cruzó  los  montes 
y  saludó  el  mar,  y  quitó  á  Pedro  Arias  y  á 
sus  compañeros  aquel  trabajo,  y  á  la  vez  la 
fama  y  la  gloria  de  tamaña  empresa.  Escri- 
ben maravillas ))ii. 

El  descubrimiento  de  Núñez  de  Balboa  vino 
á  imprimir  un  nuevo  giro  á  las  expediciones 
marítimas  y  á  decidir  el  envío  de  la  que  se 
confió  á  Diaz  de   Solís  en  aquel  mismo  año. 

Veamos  ahora  qué  había  sido  del  piloto 
mayor  durante  este  tiempo.  Vuelto  al  servi- 
cio, continuó  disfrutando  del  favor  del  Rey,  á 
tal  punto,  que  hoy  nos  parecerían  increíbles 
los  extremos  á  que  uno  y  otro  llegaron,  aquél 
en  pedir  y  éste  en  otorgar.  Sabe,  en  efecto, 
Diaz  de  Solís  que  en  un  pequeño  pueblo  de 
la  Península  se  ha  ahorcado  un  hombre,  y 
en  el  acto  se  presenta  para  pedir  que  se  le 
concedan  los  bienes  del  suicida,  «é  yo,  le 
expresaba  el  rey,    acatando   los  servicios  que 


II.  Carta  á  Luis    Hurtado  de  Mendoza,  Valladolid, 
33  de  Julio  de  i5i4,  en  Torres  Asensio,  tomo  I,  pág.  5i, 


RIO  DE  LA    PLATA  CCXXV 

me  habéis  fecho  é  hacéis  continuamente,  por 
la  presente  vos  hago  merced  é  trespaso  cual- 
quier derecho  ó  acción  que  á  nuestra  Cámara 
en  cualquier  manera  pertenezca  á  los  dichos 
bienes;»  12  jtal  era  el  aguinaldo  de  Pascua  de 
i5i3  con  que  el  monarca  obsequiaba  á  su 
piloto  mayor! 

Pocos  días  después  le  otorgaba  el  que  pu- 
diese sacar  trescientos  cahices  de  trigo  de 
Andalucía  ó  de  Granada  para  cualquiera  tie- 
rra de  cristianos,  "3  sin  duda  con  el  propósito 
de  que  realizase  con  su  venta  alguna  ganan- 
cia; pero  la  merced  real  más  singular  inten- 
tada por  lo  menos  á  favor  de  Diaz  de  Solís  y 
á  instancias  suyas,  es  la  de  que  da  cuenta  la 
real  cédula  de  22  de  Enero  de  i5i4,  dirigida  al 
Corregidor  de  Segovia  para  que  averiguase 
si  era  posible  conceder  al  piloto  una  casa  de 
mancebía  establecida  en  los  arrabales  de  la 
ciudad.  Es  documento  curioso  que  vale  la 
pena  de  leer: 


12.  Real  cédula  de  24  de  Diciembre  de  i5i3,  número 
XXXVI  de  nuestros  Documentos. 

Para  explicarnos  la  petición  de  Diaz  de  Solis,  con- 
viene recordar  que  según  la  ley  i5,  título  21  del  libro 
12  de  la  Novísima  Recopilación  los  bienes  del  suicida 
que  no  dejaba  herederos  descendientes  pertenecían  al 
Fisco. 

i3.  Véase  nuestro  documento  número  XXXVIL 

El  cahíz  era  una  medida  imaginaría  que  en  algunas 
provincias  de  España  equivalía  á  doce  fanegas. 
i5 


CCXXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

«Por  parte  de  Juan  Diaz  de  Solís,  mi  pilo- 
to mayor,  me  es  fecha  relación  que  en  esa 
ciudad  no  solía  haber  mancebía,  é  quel  Re- 
gimentó desa  ciudad  mandó  que  las  muje- 
res del  mundo  estoviesen  y  ganasen  de  fuera 
de  la  cerca,  é  que  á  causa  de  algunas  dueñas 
que  vivían  encima  de  los  muros,  las  echaron 
de  allí,  y  el  dicho  Regimiento  les  dio  un  pe- 
dazo de  corral  donde  se  retrujesen,  sin  que  la 
ciudad  lleva  ninguno  interese;  é  que  un  hom- 
bre, sin  tener  merced  ni  título  para  ello,  se 
metió  á  tener  cargo  de  las  dichas  mujeres;  é 
me  suplicó  é  pidió  por  merced  le  hiciese  mer- 
ced de  la  dicha  casa  y  que  á  su  cargo  estovie- 
se,  ó  como  la  mi  merced  fuese.»  M  Como  se 


14.  Esta  cédula  la  publicamos  in  integrum  en  nues- 
tro documento  XXXIX.  Como  ilustración  á  esta  mate- 
ria insertamos  á  continuación  la  real  cédula  que  auto- 
rizó en  Indias,  pocos  años  después,  la  fundación  de 
la  primera  casa  de  mujeres  públicas. 

«El  Rey. — Consejo,  Justicia,  Reg-idores  desta  cibdad 
de  Puerto  Rico  de  la  isla  de  San  Johán.  Bartolomé 
Conejo  me  hizo  relación  que  por  la  honestidad  de  la 
cibdad  y  mugeres  casadas  della  é  por  excusar  otros 
daños  é  inconvinientes,  hay  necesidad  que  se  hagan  en 
ella  casas  de  mugeres  públicas,  y  me  suplicó  é  pidió 
por  merced  le  diese  licencia  é  facultad  para  que  en  el 
sitio  é  lugar  que  vosotros  le  señaláredes  él  pudiese 
edificar  y  hacer  la  dicha  casa,  ó  como  la  mi  merced 
fuese;  por  ende,  yo  vos  mando  que  habiendo  necesi- 
dad de  la  dicha  casa  de  mugeres  públicas  en  esa  di- 
cha cibdad,  señaléis  al  dicho  Bartolomé  Conejo  lugar 


RIO  DE  LA  PLATA  CCXXVII 

ve,  era  lo  último  á  que  podía  llegar  de  parte 
del  piloto  su  deseo  de  ganar  dinero  y  la  con- 
descendencia real  para  con  él. 

En  tan  buen  pie  se  hallaban,  pues,  las  re- 
laeiones  del  monarca  con  el  piloto  portugués 
cuando  en  24  de  Noviembre  de  ese  año  de 
i5i4  procedían  á  celebrar  la  capitulación  para 
la  expedición  de  descubrimiento  «á  las  espal- 
das ác    Castilla  de  Oro  é  de  allí   adelante.  » 
«A  las  espaldas  de  la  tierra  donde  agora  está 
Pedro    Aray    (Pedrarias     Dávila)    repite  en 
seguida  el  contrato,  mi  capitán  general  é  go- 
bernador de   Castilla  del  Oro,  é  de  allí  ade- 
lante ir  descubriendo  por  las  dichas  espaldas 
de  Castilla  del  Oro  mili  é  setecientas  leguas, 


^  sitio  conviniente  para  que  la  pueda  hacer,  que  yo 
por  la  presente,  habiendo  la  dicha  necesidad,  le  doy 
licencia  é  facultad  para  ello;  é  no  fagades  ende  al.  Fe- 
cha en  Granada  á  cuatro  dias  del  mes  de  Agosto  de 
mili  quinientos  veinte  é  seis  años. — Yo  ei.  Rey.— Re- 
frendada del  secretario  Cobos.  Señalada  del  Obispo  de 
Osma  é  de  Canaria,  Beltrán  é  Obispo  de  Cibdad  Ro- 
drigo.»— Archivo  de  Indias,  1 39-1-7,  libro  XI, 

Este  Bartolomé  Conejo  es  el  mismo  personaje  que 
años  mas  tarde  parece  que  estuvo  en  el  Rio  de  Solis, 
pues  con  fecha  8  de  Diciembre  de  i.'^36  fué  nombrado 
contador  de  las  tierras  de  la  demarcación  de  Camargo. 
«Acatando  la  suficiencia  y  habilidad  de  vos  Bartolo- 
mé Conejo,  nuestro  criado,  y  los  servicios  que  nos  ha- 
béis hecho,  etc.»,  son  las  palabras  con  que  el  Rey  lo 
califica  en  el  titulo.  Véase  Medina,  Colección  de  Docu- 
mentos, t.  III,  pág.  379. 


CCXXVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

é  más,  si  pudiéredes,  contando  desde  la  raya 
de  la  demarcación  que  va  por  la  punta  de  la 
dicha  Castilla  del  Oro,  adelante  de  lo  que  no 
se  ha  descubierto  hasta  agora.» 

Tal  era  el  objetivo  del  viaje.  Cuando  sabe- 
mos que  los  descubrimientos  bien  constata- 
dos en  el  Nuevo  Continente  alcanzaban  cuan- 
do más  hasta  los  8"  de  latitud  por  la  parte 
Oriental,  y  que  de  la  Occidental  sólo  se 
conocía  el  punto  en  que  Núñezde  Balboa,  pe- 
netrando en  el  Mar  del  Sur  había  tomado  po- 
sesión de  él  por  España,  se  comprende  que 
la  empresa  que  Diaz  de  Solís  tomaba  á  su 
cargo  era  nada  menos  que  seguir  por  el  sur 
la  costa  oriental  de  todo  el  Nuevo  Conti- 
nente, cuya  extensión  por  esa  parte  se  des- 
conocía entonces  en  absoluto,  para  que  pe- 
netrando en  el  mar  nuevamente  descubier- 
to continuase  por  el  lado  occidental  en  un 
espacio  que  se  estimaba  aproximadamente  en 
mil  setecientas  leguas.  Para  ello  necesitaba 
evidentemente  ó  hallar  un  estrecho  ofue  le 
diese  paso,  ó  doblar  la  última  punta  en  que 
terminase  el  Continente,  hechos  geográficos 
que  existían  en  realidad  pero  que  en  esos 
días  .apenas  si  pudieron  sospecharse,  y  que 
están  demostrando  cuánto  era  el  esfuerzo 
y  el  ánimo  de  que  estaba  adornado  el  piloto 
portugués  al  tomar  sobre  sí  la  empresa  de 
ir  en  su  descubrimiento.  El  punto  inicial  para 


RIO  DE  LA  PLATA  CCXXIX 

•comenzar  la  exploración  debía  ser  la  raya  de 
demarcación  que  separaba  en  la  punta  de 
Castilla  del  Oro,  según  se  creía,  los  domi- 
nios de  España  y  Portugal,  y  sobre  cuya  po- 
sesión geográfica  los  cosmógrafos  y  pilotos 
^españoles  más  notables  reunidos  en  Sevilla, 
pocos  días  después  de  la  partida  de  Diaz  de 
Solís,  hemos  visto  que  estaban  muy  distantes 
de  hallarse  de  acuerdo. 

Para  realizar  tamaña  empresa,  Diaz  de  So- 
lís debía  de  llevar  tres  naves,  una  de  sesenta 
toneles  y  dos  de  treinta,  tripuladas  por  se- 
senta personas  y  con  .  provisiones  para  dos 
años  y  "medio.  Para  los  gastos  de  la  armada 
se  le  entregarían  por  todo  cuatro  mil  ducados 
de  oro  i5  en  ciertos  plazos,  el  último  de  los 
cuales  vencía  en  Abril  de  i5i5,  sin  que  el 
Rey  fuese  obligado  «á  pagar  de  entrada  ni  de 
salida  sueldo  de  gente  ni  otra  cosa  alguna, 
salvo  los  dichos  cuatro  mili  ducados.»  Ade- 
más, de  las  ganancias  que  se  obtuviesen  en 
•el  viaje  debían  sacarse  la  tercia  parte  para  el 


i5.  Esta  moneda  databa  del  tiempo  de  los  Reyes  Ca- 
tólicos, que  la  mandaron  labrar  con  el  nombre  de 
excelentes  de  la  granada,  y  equivalía  á  SyS  maravedís 
de  vellón.  Un  real  de  vellón  valía  34  maravdis,  y  20 
reales  hacen  un  peso,  de  modo  que  los  cuatro  mil  du- 
cados alcanzaban  próximamente  á  2200  pesos  en  oro^ 
que  actualmente  serían  quizás  diez  veces  otro  tanto 
en  el  mismo  metal. 


ccxxx 


JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


Rey,  otra  tercia  para  la  gente  que  fuese  en  la 
expedición,  como  le  pareciese  á  Diaz  de  Solís^ 
ó  se  concertase  con  ella,  y  la  tercia  restante 
para  el  piloto  y  los  armadores,  á  condición 
precisa  de  que  éstos  «no  habían  de  saber 
cosa  alguna  del»  (el  viaje).  Para  resguardo  de 
los  intereses  reales  debían  embarcarse  en  las 
naves  un '  factor  que  se  hiciese  cargo  de  la 
tercia  del  rey,  y  un  contador  que  fuese  á  la 
vez  escribano  y  ante  quien  pasase  todo  y  cuya 
intervención  y  presencia  personal  era  forzo- 
sa en  cualquier  rescate  ó  negociación.  La 
fecha  de  la  partida  se  fijaba  en  el  mes  de  Sep- 
tiembre de  i5i5,  ó  sea  para  diez  meses  des- 
pués de  haberse  celebrado  la  capitulación;  y 
como  «á  hombre  que  había  de  ir  tan  largo 
viaje»,  el  Rey  mandaría  pagará  Diaz  de  Solís 
su  «quitación  y  ayuda  de  costa»  por  año  y 
medio  adelantados,  para  que  dejase  proveída 
su  casa;  y,  por  fin,  se  le  permitía  llevar  en 
su  compañía  á  su  hermano,  y  en  lugar  de 
otro  que  era  fallecido,  se  recibiría  por  pilota 
real  á  Francisco  de  Torres,  su  cuñado,  dán- 
dose á  ambos  un  año  adelantado  de  suel- 
do. 

Tales  eran  las  bases  principales  de  la  ca- 
pitulación real  otorgada  en  Mansilla  á  24  de 
Noviembre  de  1514. 

En  las  instrucciones  dadas  con  la  misma 
fecha  á  Diaz  de  Solís,   se  le  prevenía  que  en 


RIO  DI-:  LA  PLATA  CCXXXI 

llegando  á  Sevilla  i6  se  pusiese  al  habla  con 
el  contador  Juan  López  de  Recalde  para 
arreglar  con  él  la  entrega  que  le  haría  del 
dinero,  á  cuyo  respecto  debía  guardar  se- 
creto para  que  nadie  supiese  que  el  Rey  te- 
nía parteen  el  viaje,  antes  había  de  propalar 
que  él  y  sus  hermanos  y  demás  personas 
iban  á  su  costa,  aunque  con  licencia,  sin  más 
protección  real  que  el  préstamo  que  se  le  ha- 
cía de  ciertas  armas. 

Como  en  los  demás  contratos  de  su  espe- 
cie, se  le  encargaba  con  instancia  que  no  to- 
case en  tierras  de  Portugal,  y  se  le  prevenía 
que  en  llegando  al  término  proyectado  de  su 
viaje  escribiese  á  Pedrarias  para  que  anun- 
ciase su  llegada,  debiendo  enviar  por  su  con- 
ducto «la  figura  de  aquella  costa;»  «é  conti- 
nuaréis vuestro  camino,  expresaba  el  monar~ 
ca,  é  si  la  dicha  Castilla  del  Oro  quedare 
isla  ó  hobiere  abertura  por  donde  podáis  en- 


i6.  Que  Diaz  de  Solís  hizo  viaje  á  la  corte  para  ce- 
librar  su  capitulación  es  indudable,  desde  que  en  las 
instrucciones  que  se  le  dieron  se  lee:  «habéis  de  ir  á 
Sevilla,»  lo  que  supone  que  se  hallaba  allí;  pero  no  he- 
mos podido  encontrar  constancia  de  cuando  llegó  allá 
ni  de  cuando  regresó  á  Sevilla,  aunque  parece  induda- 
ble que  ya  en  8  de  Enero  estaba  en  dicha  ciudad,  según 
la  anotaeión  de  esa  misma  fecha  que  publicamos  en 
la  página  i63  de  nuestros  Docuynentos. 

II.  Documento  número  XLII. 


CCXXXII  JUAN    DÍAZ   DE    SOLIS 

viar  otras  cartas   vuestras  á  la  isla  de  Cuba, 
enviadme  otro  hombre  por  allí » 

Por  último,  indicábanse  á  Diaz  de  Solís 
los  puntos  más  culminantes  que  debían  ser- 
virle de  base  para  los  actos  posesionales  que 
ejecutase  á  nombre  del  Rey  de  España. 

Una  cosa  digna  de  notarse  á  propósito  de 
la  capitulación  y  de  las  instrucciones  dadas  á 
Diaz  de  Solís,  es  que  el  Rey  desde  el  primer 
momento  las  puso  en  noticia  de  Francisco  de 
Marquina  y  Pedro  de  Alarcón,  nombrados 
respectivamente  factor  y  contador  de  la  ar- 
mada con  cuarenta  mil  maravedís  de  sueldo 
al  año  cada  uno  (cuyo  pago  quedaba  á  cargo 
de  Diaz  de  Solís),  los  que  indudablemente 
contaban  con  su  entera  confianza,  encargán- 
doles que  durante  el  camino  á  Sevilla  se  ocu- 
pasen en  estudiarlas  detenidamente  para  que 
viesen  «lo  que  el  dicho  Juan  Diaz  de  Solís  es 
obligado  á  hacer  é  cumplir  para  hacer  el  di- 
cho viaje»:  palabras  que  están  demostrando  á 
las  claras  que  tampoco  esta  vez  había  aban- 
donado el  suspicaz  y  desconfiado  monarca  el 
propósito  que  al  tratarse  del  proyectado  viaje 
de  i3i2  significaba  á  los  Oficiales  Reales  de 
Sevilla,  cual  era,  según  los  términos  que  en 
aquella  ocasión  empleaba,  «que  tenía  acorda- 
do de  enviar  juntamente  con  él  persona  de 
mucha  confianza  é  cuidado»  para  que  por  lo 
menos  vigilase  las  operaciones  del  piloto,  si 


i 


RIO  DE  LA  r^LATA  CCXXXIII 

bien  no  llegó  hasta  facultarles  para  que  le  con- 
tradijesen, como  lo  tenía  pensado  en  aquella 
-ocasión. 

Las  instrucciones  confiadas  á  Marquina  y  á 
Alarcón  están  demostrando  de  manera  pal- 
pable que  don  Fernando  les  colocaba  al  lado 
de  Diaz  de  Solís  como  verdaderos  fiscaliza- 
■dores  de  su  conducta,  de  tal  modo  que  el  pi- 
loto no  podía  dar  un  paso  sin  que  se  sugetase 
el  examen  de  aquéllos.  Y  esto  se  extendía,  tan- 
to á  los  primeros  aprestos  de  la  armada,  como 
á  los  rescates  que  se  pudiesen  efectuar  du- 
rante la  navegación.  Desde  que  llegase  á 
Sevilla  debían  informarse  muy  particular- 
mente de  todo  lo  que  López  de  Recalde  iba 
preparando  para  el  viaje  y  proceder  inmedia- 
tamente á  practicar  el  inventario  de  las  naves, 
de  la  artillería,  municiones  y  bastimentos  y  á 
formar  la  lista  de  la  gente,  procurando  que 
ésta  fuese  tan  útil  y  provechosa  como  para 
semejante  viaje  se  requería.  Y  lo  que  no  po- 
día menos  de  ser  muy  mortificante  para  el  pi- 
loto, debían  tomar  razón  de  cuanto  objeto  lle- 
vase, él  y  su  gente,  para  rescatar,  por  evitar 
fraudes,  según  decía  el  monarca;  y  que  los 
despachos  y  cartas  de  lo  que  sucediere  du- 
rante el  viaje  fuesen  firmados  en  uno  con  los 
tres.  Para  atenuar  un  tanto  el  papel  realmente 
odioso  que  se  les  encomendaba  y  para  que 
fuese  sin  duda  menos  depresivo  para  el  piloto, 


CCXXXIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

cuyo  prestigio  y  autoridad  se  veían  de  ese 
modo  minados  por  su  base,  se  les  encargaba 
que  le  hiciesen  buen  tratamiento,  honrándole 
como  á  capitán  del  Rey  y  trabajando  de  «no 
atravesar  en  cosa  ninguna  con  el  dicho  Juan 
de  Solís,  sino  que  todo  lo  guiéis  y  enderecéis 
como  viéredes  que  más  convenga,  ayudando 
por  todas  las  maneras  que  pudiéredes  para 
que  mejor  pueda  cumplir  lo  que  es  obligado.» 
De  esta  manera,  la  armonía  entre  el  gefe  apa- 
rente de  la  armada,  de  su  director  y  piloto,  y  el 
éxito  mismo  de  la  expedición,  iban  á  quedar 
confiados  á  la  buena  voluntad  y  á  las  prendas 
de  carácter  de  los  hombres  que  el  Rey  colo- 
caba á  su  lado.  Sistema  funesto  y  que  sólo 
podía  justificarse  por  la  práctica  de  aquellos 
tiempos. 

El  monarca,  al  comunicará  Diaz  de  Solís  el 
nombramiento  de  Alarcón  y  de  Marquina,  le 
mandaba  que  les  hicie«e  todo  buen  tratamien- 
to», tuviese  con  ellos  conformidad  y  tomase  sus 
pareceres  en  cuanto  se  ofreciese.  Le  recomen- 
daba, asimismo,  que  firmase  con  ellos  los  des- 
pachos, aunque  á  este  respecto  se  le  faculta- 
ba para  que  cuando  le  «pareciese  ó  quisiese» 
lo  hiciese  por  separado.  Agregaba  que  en  el 
número  de  las  sesenta  personas  que  habían 
de  componer  las  tripulaciones,  entrasen  seis 
hombres  de  los  dichos  factor  y  veedor  para 
que  les  hiciese  dar  armas  y  mantenimientos, 


RIO  DE  LA  PLATA  CCXXXV 

y  porción  doblada  en  la  tercia  que  había  de 
repartirse  entre  todos,  porque  así  se  acos- 
tumbraba. Recomendaciones  semejantes  ha- 
cía cí  López  de  Recalde,  especialmente  para 
que  les  facilitase  cuantos  informes  fuesen  ne- 
cesarios tocante  á  lo  que  debían  hacer  y  en  ge- 
neral de  todo  lo  que  iba  en  los  navios;  y  como 
el  monarca  comprendía  perfectamente  que 
en  vista  del  sistema  adoptado,  desde  que 
faltase  la  conformidad  entre  ellos  y  el  piloto, 
la  expedición  tenía  que  desorganizarse  y  qui- 
zás fracasar,  que  trabajase  para  que  tuviesen 
entre  todos  mucha  conformidad,  favorecién- 
doles, en  general,  en  cuanto  pudiese. 

No  eran  menos  eficaces  las  recomendacio- 
nes que  el  monarca  hacía  al  mismo  López  de 
Recalde  por  lo  tocante  á  Diaz  de  Solís.  «Por 
otra  mi  carta  veréis,  le  decía,  como  Juan  Diaz 
de  Solís,  mi  piloto  mayor,  va  con  mi  licencia, 
á  su  costa  é  de  algunos  parcioneros  que  para 
ello  contribuyen  con  él,  más  adelante  de  lo 
que  él  y  Vicenteánez  Pinzón  descubrieron  en 
el  primer  viaje.» 

Nótese  desde  luego  como  el  Rey,  en  esta 
parte  sin  necesidad,  ya  que  López  de  Recalde 
estaba  al  cabo  de  la  verdad,  quería  en  ese 
documento  aparentar  conservar  el  secreto  de 
que  él  era  el  único  armador  de  la  flotilla,  y 
en  seguida  la  indicación  que  le  daba  acerca 
del  derrotero    que    tenía    que   seguir    el    pi- 


CCXXXVI  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

loto,  «más  adelante  de  lo  que  él  y  Vicentiá- 
ñez  descubrieron  en  el  primer  viaje»,  lo 
que  evidentemente  no  habría  podido  decir  s^ 
en  aquel  viaje  ambos  navegantes  hubiesen 
hecho  rumbo  hacia  el  norte,  palabras  que  vie- 
nen á  constituir  un  argumento  más  para  per- 
suadirnos que  la  expedición  de  1 508-9  había  te- 
nido lugar,  no  á  Yucatán,  que  estaba  al  norte, 
sino  hacia  el  Brasil,  de  donde  debía  arrancar 
esta  vez  la  exploración  hacia  el  sur. 

«Vos  envío  á  mandar,  continuaba  el  monar- 
ca, que  lo  ayudéis  é  favorezcáis  en  todo  lo  que 
pudiéredes».  «Yo  vos  mando,  concluía,  por 
fin,  que  toméis  especial  cuidado  dello  é  tra- 
bajéis todo  lo  que  ser  pueda  para  que  sea  bien 
despachado». 

En  otro  documento  no  menos  interesante 
el  monarca  vuelve  á  insistir  sobre  tres  de  los 
puntos  que  mencionaba  en  la  carta  preceden- 
te, á  saber,  que  Diaz  de  Solís  era  el  armador 
de  la  flotilla,  el  secreto  que  debía  guardarse 
acerca  de  la  expedición,  y  el  objetivo  que  ésta 
llevaba. 

Vale  la  pena  de  leer,  por  esto,  el  comienzo 
de  la  pieza  á  que  nos  referimos: 

«Juan  Diaz  de  Solís,  nuestro  piloto  mayor, 
vino  á  me  hacer  saber  como  él  tiene  personas 
que  le  ayuden  con  cinco  mili  ducados  é  más 
para  armar  é  ir  á  descubrir  por  las  espaldas 
de  Tierra  Firme  una  buena  parte  de  lo  que 


RIO     DE  I.A  PLATA  CCXXXVIl 

pertenesce  á  la  Corona  Real  de  estos  reinos, 
é  que  haciéndole  yo  merced  de  cuatro  mili 
ducados,  él  armará  é  descubrirá  mili  é  ocho- 
cientas leguas  de  lo  que  pertenesce  á  estos 
reinos,  que  está  por  descubrir;  é  yo,  visto 
cuanto  conviene  que  aquéllo  se  descubra  lo 
más  pronto  que  ser  pueda,  viendo  que  al  pre- 
sente no  hay  aparejo  para  proveerse  como 
convernía,  é  que  esperándose  tiempo  para 
poderlo  hacer,  habrá  mucha  dilación,  mandé 
tomar  con  el  dicho  Juan  de  Solís  el  asiento 
que  veréis,  é  porque  el  viaje  que  ha  de  hacer 
conviene  que  sea  muy  secreto,  por  muchas 
cabsas,  é  que  se  despache  con  toda  diligencia 
é  que  lleve  buen  recabdo  de  gente  é  manteni- 
mientos, conforme  á  lo  capitulado,  confiando 
que  ninguno  lo  hará  esto  así  como  vos,  por 
vuestra  habilidad  é  por  el  entrañable  deseo 
que  tenéis  de  me  servir,  acordé  que  la  perso- 
na á  quien  se  cometiese  el  despacho  dellofué- 

sedes  vos » 

Más  adelante  le  recomendaba  que  fuese 
pensando  en  las  dos  personas  de  confianza  que 
debían  acompañar  al  piloto,  si  bien  es  de  creer 
que  las  dos  que  se  nombraron  no  habían  sido 
propuestas  por  López  de  Recalde,  ya  que  los 
títulos  de  ambas  llevan  la  misma  fecha  que  la 
de  esta  carta  (24  de  Noviembre  de  i5i4).  Y 
como  conforme  á  lo  capitulado  debían  entre- 
garse mil  ducados  á  principios  de  Enero   in- 


CGXXXVIII  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

mediato,  y  no  había  fondos  de  donde  sacarlos, 
le  instaba  el  Rey  para  que,  por  servicio  suyo, 
los  pidiese  prestados.  Con  el  mismo  fin,  don 
Fernando  escribió  al  doctor  Sancho  de  Ma- 
tienzo,  tesorero  de  la  Casa  de  la  Contratación, 
para  que  de  cualquier  oro  que  tuviese  ó  del 
primero  que  ingresase  á  su  poder,  pusiese  á 
disposición  de  López  de  Recalde  la  suma  de 
los  cuatro  mil  ducados,  sin  decirle  á  qué  se 
destinaban,  sino  simplemente  que  eran  para 
que  los  gastase  «en  ciertas  cosas  complideras 
á  su  servicio  que  le  tenía  mandadas».  Esa  su- 
ma debía  ser  entregada  á  Diazde  Solís  en  tres 
parcialidades:  mil  ducados  en  principios  de 
Enero  de  i5i5,  otros  mil  para  fines  de  Marzo, 
y  los  dos  mil  restantes  para  mediados  de  Abril 
del  dicho  año.  Con  la  misma  fecha  ordenaba 
á  los  Oficiales  de  la  Cascí  de  la  Contratación 
que  facilitasen  á  Diaz  de  Solís,  á  título  de 
préstamo,  cuatro  lombardas  de  unas  grandes 
que  estaban  en  la  Casa,  «con  sus  servidores  é 
pelotas,  é  todos  aparejos  é  la  pólvora  que  fue- 
re menester  para  dos  años  é  medio,  é  asimis- 
mo sesenta  coseletes  con  sus  armaduras  de 
cabeza»,  sin  exigirle  más  que  el  recibo  corres- 
pondiente, en  que  constase  que  se  comprome- 
tía á  devolverlos  cuando  regresase  de  su  viaje 
«segund  é  de  la  manera  que  los  trajese». 

Por  último,  se  ordenaba  á  los  mismos  Ofi 
cíales  «que  dejaran  ir  al  dicho  viaje  al  dicho 


RIO  D1-:   LA    PLATA  CCXXXIX 


Juan  de  Solís,  é  á  Francisco  de  Goto,  su  her- 
mano, é  á  Francisco  de  Torres,  su  cuñado 
que  acababa  de  ser  recibido  como  piloto  real, 
«sin  les  poner  en  ello  impedimento  alguno.» 
Conforme  á  lo  capitulado,  les  mandó,  igual- 
mente, que  pagasen  á  Diaz  de  Solís  su  sueldo 
y  ayuda  de  costa  que  tuviese  devengados  has- 
ta el  día  de  su  embarque,  y  además  año  y 
medio  adelantado,  á  contar  desde  esa  fecha. 
Iguales  órdenes  se  dictaron  por  lo  tocante  á 
Coto  y  Torres,  pero  limitando  respecto  de 
éstos  el  adelanto  de  sueldo  á  sólo  un  año. 

Además  de  estas  ventajas-concedidas  á  Diaz 
de  Solís  y  á  sus  hermanos  por  la  capitulación, 
el  Rey  le  hizo  varias  mercedes:  unas  que  se 
referían  al  mejor  despacho  de  la  expedición,  y 
otras  que  tocaban  exclusivamente  á  su  perso- 
na. Así,  por  ejemplo,  se  le  autorizó  para  que 
pudiese  hacer  fabricar  en  Lebrija,  no  embar- 
gante cualquiera  prohibición  que  hubiese  en 
contrario,  los  ochocientos  quintales  de  bisco- 
cho  que  se  calculaba  habían  de  necesitarse 
para  el  aprovisionamiento  de  la  armada,  y  se 
le  prorrogó  el  plazo  que  se  le  había  concedido 
para  sacar  por  ciertos  puertos  de  Andalucía 
trescientos  cahíces  de  trigo,  lo  que  hasta  en- 
tonces no  había  ejecutado  á  causa  de  ciertas 
ocupaciones  que  tuviera;  que  pudiese  igual- 
mente llevar  á  Lepe,  donde  se  hallaba  esta- 
blecido, otros  veinte  cahíces  de  trigo  para  el 


CCXL  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

servicio  de  su  casa;  y  por  último,  le  concedió 
ciertas  tierras  en  los  términos  de  Lebrija,  17 
entre  otras  razones,  porque,  «por  mejor  me 
poder  servir,  expresaba  en  el  título  respectivo, 
se  va  á  vivir  é  avecindar  en  esa  villa».  En 
otro  documento  sobre  las  causas  de  esta 
merced,  el  monarca  es  todavía  más  explíci- 
to, y  aún  llega  á  reconocer  que  Diaz  de  Solís 
había  sido  injustamente  procesado,  cuando  al 
dirigirse  al  municipio  de  Sevilla  le  expresa 
que  la  ha  concedido  al  piloto  «porque  me  ha 
mucho  servido  é  sirve  continuamente,  é  gas- 
tado mucho  en  una  prisión  que  le  fué  fecha, 
sin  tener  él  culpa». 

Dispuestas  de  esta  manera  las  cosas,  comen- 
zóse á  dar  ejecución  á  lo  capitulado.  Tal  como 
estaba  ordenado,  el  tesorero  Matienzo  entregó 
á  López  de  Recalde  los  primeros  mil  ducados 
el  8  de  Enero  de  i5i5  18;  en  12  de  Abril  una 
suma  igual,  y  por  fin,  en  2  de  Mayo  los  res- 


17.  Eran  ciertos  montes  baldíos  llamados  los  llanos 
de  Huerta  de  Acecal  y  del  Hardal,  cuya  corta  gestio- 
naba por  entonces  la  villa. 

18.  Véase  la  anotación  que  copiamos  en  la  página 
i63.  Como  en  el  presente  libro  se  insertan  los  documen- 
tos de  que  nos  hemos  valido  para  redactar  esta  parte 
de  nuestro  trabajo,  nos  ha  parecido  que  ahorraríamos 
la  paciencia  del  lector  y  del  autor  omitiendo  citar  al 
pié  las  respectivas  piezas  justificativas  de  nuestros 
asertos. 


RIO    DE    LA    PLATA  CCXLI 

tantes.  Vése,  pues,  que  en  esta  parte  se  ha- 
bían cumplido  casi  al  pié  de  la  letra  las  ins- 
trucciones reales. 

En  cuanto  á  Diaz  de  Solís,  se  le  pagó  en  20 
de  Abril  del  dicho  año,  el  tercio  primero  de 
su  quitación,  como  de  costumbre;  y  el  corres- 
pondiente á  Francisco  de  Coto,  su  hermano, 
en  virtud  de  poder  que  para  el  efecto  mostró; 
posteriormente,  en  8  de  Septiembre,  el  segun- 
do tercio,  y  el  año  y  medio  de  sueldo  adelan- 
tado á  que  por  su  contrato  tenía  derecho.  Otro 
tanto  se  hizo  con  el  contador  Alarcón  y  con  el 
factor  Marquina,  y  con  Francisco  de  Torres. 
En  esta  parte  se  habrá  notado  que  las  órde- 
nes reales  se  habían  excedido,  al  parecer,  en 
favor  de  los  expedicionarios,  si  bien  el  hecho 
se  explica  por  el  percance  que  ocurrió  á  una 
de  las  naves,  cuando  ya  todo  estaba  listo  para 
la  partida,  según  luego  lo  veremos. 

Lo  cierto  es  que  los  aprestos  marchaban  á 
satisfacción  de  todos.  En  7  de  Julio,  Diaz  de 
Solís  escribía  al  Rey  dándole  cuenta  del  esta- 
do en  que  tenía  las  cosas  de  la  armada,  y  pi- 
diéndole que  en  lugar  de  un  factor  y  un  con- 
tador, fuese  sólo  alguno  de  los  dos,  demanda 
á.  la  que  el  Rey  se  negó  terminantemente,  por 
cuanto  se  había  pactado  lo  contrario.  Se  negó, 
igualmente,  á  que  en  lugar  de  Coto  fuese 
Antonio  Hernández,  emplomador,  porque  sus 
servicios  se  necesitaban  en  la  Casa,  y  á  acre- 
16 


CCXLIÍ  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

centarle  la  suma  que  se  le  tenía  concedida 
para  ayuda  de  costa,  porque  la  Casa  estaba 
«muy  gastada»,  y  no  era  posible,  por  eso, 
complacerle.  Pero,  en  cambio,  accedió  á  que 
durante  su  ausencia  quedase  en  su  lugar, 
como  piloto  mayor,  Francisco  de  Coto,  á  quien 
en  el  acto  se  le  mandó  extender  el  título  co- 
rrespondiente, con  orden  á  los  Oficiales  Reales 
para  que  le  recibiesen  al  ejercicio  del  cargo, 
«seyendo  hábile  é  suficiente  para  usar  del  di- 
cho oficio».  En  cuanto  á  la  queja  que  Diazde 
Solís  había  interpuesto  por  causa  de  que  los 
Oficiales  no  le  tenían  entregadas  las  cuatro 
lombardas,  ni  otras  armas,  el  Rey  escribió 
sobre  ello  á  los  Oficiales  para  que  si  no  les 
era  posible  cumplir  en  esta  parte  sus  órdenes, 
le  hablaran  al  piloto,  á  fin  de  que  pidiese 
prestados  los  dichos  tiros,  ó  en  último  caso, 
le  diesen  alguna  recompensa,  apara  ayuda  á 
ellos,  la  que  á  vos  os  pareciere,  porque  yo 
querría,  expresaba,  que  con  él  se  cumpliese  lo 
que  vos  envié  á  mandar».  Salvo  lo  que  tocaba 
á  estos  incidentes,  el  Rey  se  manifestaba  sa- 
tisfecho de  la  conducta  y  diligencia  observa- 
das por  su  piloto  mayor.  «Me  ha  parecido 
todo  muy  bien,  le  decía,  contestando  á  una 
carta  suya,  é  vos  lo  tengo  en  servicio,  que  no 
esperaba  yo  menos  de  vos,  segund  la  volun- 
tud  que  para  me  servir  habéis  siempre  mos- 
trado; y  pues  ello  está  en  el  estado  que  decís, 


RIO    DE    LA    PLATA.  GCXLIII 

yo  VOS  mando  y  encargo  que  con  mucho 
recabdo  é  diligencia  vos  despachéis  de  ahí, 
para  que  al  tiempo  que  está  asentado  vos  os 
podáis  partir  con  esa  armada,  con  la  bendi- 
ción de  Nuestro  Señor,  para  que  con  su  ayuda 
de  vuestra  ida  se  consiga  el  fruto  que  siempre 
habéis  dicho». 

Esto  escribía  el  Rey  en  27  de  Julio,  y  pare- 
■ce  que  por  esos  días  iMarquina  y  Alarcón  no 
hubiesen  estado  muy  determinados  á  embar- 
-carse,  pues  dirigiéndose  á  López  de  Recalde, 
le  recordaba  que  conforme  á  lo  capitulado  con 
Diaz  de  Solís,   debía  nombrar  dos  personas 
que    fuesen   la  una  por  factor   y  la  otra  por 
veedor  de  la  armada,  á  cuyo  efecto  le  envia- 
ba los  títulos  en  blanco  para  que  los  llenase 
con  los  nombres  de  las  que  le  pareciesen  para 
el  caso  más  aptas,  cuyos  sueldos  debían  correr, 
•como  se  ha  dicho,  á  cargo  de  Diaz   de  Solís; 
<(é  hacedles  dar  traslado,  le  recomendaba,  á 
cada  una  dellas,  de  la  capitulación  é  asiento 
que  lleva  el  dicho  Juan  de  Solís  para  que  se- 
pan á  lo  que  es  obligado,  é  procuren  que  así 
lo  cumpla».  Para  el  caso  en  que  Diaz  de  Solís 
no  pudiese  adelantarles  el  sueldo   por  año  y 
medio,  debía  López  de   Recalde  suplirlo  del 
tesoro  real,  con  cargo  de  que  aquél  lo  abona- 
se á  su  vuelta,  de  la  parte  que  le  cupiese.  Sea 
que  esta  novísima  disposición  real  procediese 
dé  irresolución  de  parte  de  los  anteriormente 


CCXLIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

nombrados,  ó  de  que  el  Rey  se  hubiese  acorda- 
do de  que  ya  estaban  designados  por  él,  es 
lo  cierto  que,  en  8  de  Septiembre,  Diaz  de 
Solís  pudo  entregarles  veinte  y  seis  mil  ma- 
ravedís, y  que  los  restantes  hasta  enterar  la 
suma  de  ciento  veinte  mil,  á  que  ascendía  el 
adelanto  estipulado,  lo  suplió  el  tesorero  real, 
con  cargo  de  cobrarlos  de  la  parte  que  á  aquél 
cupiere  en  las  ganancias  esperadas,  cuanda 
regresase. 

Ese  mismo  día,  el  tesorero  procedía  también 
á  pagar  el  precio  de  dos  pasabolantes  y  otras 
tantas  lombardas  gruesas,  que  se  logró  ad- 
quirir para  reemplazar  las  que  la  Casa  no 
había  podido  suministrar.  Los  ocho  quintales 
de  pólvora,  que  era  toda  la  que  se  había 
puesto  á  bordo,  estaba  pagada  desde  pocos 
dias  antes. 

Hallábase  así,  ya  todo  listo.  Las  tripulacio- 
nes de  las  tres  carabelas  estaban  embarcadas, 
y  las  provisiones  y  el  armamento  tan  com- 
pletos como  había  sido  posible.  Era,  pues^ 
llegado  el  momento  de  partir  de  Sevilla,  don- 
de hasta  entonces  había  permanecido  la  ar- 
mada; Diego  Rodríguez,  cómitre,  vecino  de 
Triana   19,  fué  el  encargado  de  practicar  las 


19.  Debía  ser  hermano  ó  pariente  muy  próximo  de^ 
Juan  Rodríguez  Zarco  y  de  Gonzalo  Rodríguez,  ambos- 
también  cómitres  de  S.  M.,  y  vecinos  de  Triana,  cuyas 
declaraciones  se  leen  en  el  pleito  de  Cristóbal  de  Haro 


RIO    DE    LA    PLATA  CCXLV 

Últimas  diligencias,  hasta  «dejarla  á  la  vela», 
á  fines  de  Agosto  20^  fecha  en  que  los  expedi- 
cionarios seguían  por  el  Guadalquivir  abajo, 
para  ir  á  fondear  al  puerto  de  Lepe,  donde 
Diaz  de  Solís  tenía  su  casa  y  familia,  y  donde 
pensaba  recorrer  sus  naves  antes  de  salir  al 
océano  en  busca  de  la  fortuna  y  de  la  glo- 
ria. 

Había  hecho  el  piloto  «poner  á  monte»  la 
mayor  de  las  tres  carabelas,  que  estaba  ya 
del  todo  cargada,  cuando,  ya  fuese  por  ser  de 
mala  construcción,  ó  porque  no  pudiese  re- 
sistir el  peso  de  la  carga  que  tenía,  á  bordo, 


con  el  fiscal,  que  hemos  publicado  en  el  tomo  II  de 
nuestra.  Colección  de  'Documentos.  Véanse  las  páginas 
:258-69. 

20.  Para  opinar  que  la  armada  salió  de  Sevilla  por 
esos  días,  nos  fundamos  en  dos  antecedentes.  En  la 
■anotación  del  pago  de  la  pólvoI^a  (página  i65),  hecho 
en  3o  de  Agosto,  se  lee  que  era  «para  el  armada  que  el 
dicho  Juan  Diaz  va  á  descobrir  por  mandado  de  Su 
Alteza,  desde  Lepe,  donde  apareja  la  dicha  armada.» 
Es  evidente,  por  lo  tanto,  que  en  esa  fecha  ésta  se  ha- 
llaba alli;  y  en  otra  anotación  hecha  en  8  de  Septiem- 
1t5re,  consta  que  se  pagaron  á  Rodríguez  2,992  mara- 
vedís «por  22  días  que  se  ocupó  y  trabajó  en  el  despa- 
cho del  viaje  del  dicho  Juan  Diaz,  fuera  de  su  casa, 
fasta  que  lo  dejó  á  la  vela»,  es  decir,  hasta  que 
estuvo  en  punto  de  salir  de  allí. 


CCXLVI  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

«el  1 5  de  Septiembre  21  se  zozobró»  22^  per- 
diéndose los  bastimentos.  Fácil  es  calcularla 
aflicción  de  Diaz  de  Solís  al  sufrir  aquel  con- 
traste  en  el  momento  en  que  ya  se  hallaba 
todo  listo  para  la  salida,  y  cuando,  sin  duda 
alguna,  debía  considerarse  en  gran  parte  res- 
ponsable de  lo  sucedido.  Apresuróse  á  poner 
el  hecho  en  conocimiento  de  los  Oficiales, 
quienes  en  el  acto  despacharon  un  correo  al 
Rey  «con  la  nueva  de  como  la  dicha  carabela 
zozobró»;  y  mientras  tanto,  sin  atreverse  á 
tomar  resolución  alguna,  pidieron  informes 
más  detallados  á  los  oficiales  de  Diaz  de  So- 
lís, y  despacharon  con  el  mismo  objeto  á  Lepe 
á  Diego  y  Lope  Rodríguez. 

La  noticia  halló  al  Rey  en  Almazán,  de 
donde  el  24  de  Septiembre  escribía  á  los  Ofi- 
ciales Reales,  manifestándoles  cuánto  le  «des- 
placía el  embarazo  que  ha  habido  para  el 
despacho  y  partida  de  Juan  Diaz  de  Solís  en 
abrirse  la  carabela  y  perderse  los  bastimen- 
tos». Les  significaba  en  seguida  que  desde 
allá  no  podía  proveer  tan  acertadamente  como 


21.  Señalamos  esta  fecha  porque,  habiendo  dada 
cuenta  del  hecho  los  Oficiales  Reales  el  17  de  Septiem- 
bre, es  de  creer  qué,  en  vista  de  la  distancia  de  Lepe 
á  Sevilla  y  de  la  urg-encia  del  caso,  el  accidente  ocu- 
rriría probablemente  dos  días  antes, 

22.  Tal  es  la  palabra  empleada  en  un  documento;  en 
otro  se  lee  que  la  carabela  se  abrió. 


I 


RIO  DE   LA  PLATA  CCXLVIl 

ellos,  que  debían  tener  informes  más  com- 
pletos de  lo  sucedido;  y  concluía  por  orde- 
narles que  resolvieran  en~todo  como  les  pa- 
reciese y  conviniese  para  que  no  se  retardase 
la  partida  de  Diaz  de  Solís;  «teniendo  fin,  decía, 
á  que  mi  voluntad  es  que  sea  muy  bien  des- 
pachado y  lleve  de  todo  el  mejor  recabdo  que 
ser  pueda,  y  para  esto,  gastaréis  los  dineros 
que  fuesen  menester».  El  mismo  día  escri- 
bió también  á  Diaz  de  Solís,  manifestándole 
como  por  carta  de  los  Oficiales  Reales  había 
sabido  el  percance  ocurrido,  que  lamentaba 
mucho,  y  «teniendo  por  cierto,  le  expresaba, 
el  deseo  y  voluntad  que  vos  tenéis  de  me 
servir,  y  lo  que  muchas  veces  me  habéis  di- 
cho de  lo  que  habéis  de  trabajar  para  qué 
en  este  viaje  yo  sea  muy  servido,  envío  á 
mandar  á  los  dichos  nuestros  Oficiales  que 
para  que  vos  seáis  despachado,  hagan  lo  que 
dellos  sabréis».  «No  os  dé  pena  lo  pasado, 
concluía,  consolándole  el  monarca,  sino  espe- 
raos, que  placerá  á  Nuestro  Señor  todo  sub- 
cederá  muy  bien».  23  Y  pocos  dias  después, 
contestando  una  carta  que  le  dirigiera  que- 
jándose de  que  no  le  habían  dejado  sacar  de 
Granada  los  trescientos  cahíces  de  trigo  que 
le  tenía  concedidos,  escribía  al  Corregidor 
de     Málaga    significándole    que   la    suspen- 


23.  Véase  nuestro   documento  XLVI. 


CCXLVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

sión  general  que  sobre  ello  había  no  debía 
regir  con  su  piloto  mayor,  «en  remuneración 
de  los  servicios  que  le  tenía  hechos». 

En  vista  de  las  amplias  facultades  que  el 
Rey  delegaba  en  ellos,  los  Oficiales  Reales 
procedieron  sin  demora  á  suministrar  á  Diaz 
de  Solís  «á  título  de  préstamo»  el  dinero  que 
le  faltaba  para  enterar  el  precio  de  una  cara- 
bela, que  hubo  de  comprar  para  reemplazar  la 
perdida  24^  obligándose  con  fianzas  á  devol- 
verlo dentro  de  seis  meses.  Justo  es  confe- 
sar, sin  embargo,  que  tan  pronto  como  el 
Rey  tuvo  noticia  del  convenio,  ordenó  á  los 
Oficiales  Reales  que  «no  se  pidiese  los  dichos 
maravedís  á  los  dichos  sus  fiadores,  hasta  que 
el  dicho  Juan  Diaz  volviese.»  25 


24.  Nos  parece  que  esto  se  deduce  claramente  de  los^ 
términos  de  la  anotación  que  publicamos  en  la  pági- 
169:  ayS  mil   maravedís    que  dio  el   tesorero  á  Diaz  de 
Solis   para   ayuda  de   comprar  otra  (carabela)   en  su 
lugar». 

25.  Cuando  don  Fernando  supo  que  Diaz  de  Solis 
había  partido,  escribió  á  los  Oficiales  Reales  reco- 
mendándoles que  en  las  iglesias  de  Sevilla  se  enco- 
mendara á  Dios  el  buen  suceso  de  su  viaje  y  los  de  su 
especie;  que  se  hiciera  saber  á  la  muger  del  piloto  su 
determinación  de  no  cobrarle  aquella  deuda  hasta  su 
regreso,  y  que  favoreciesen  durante  su  ausencia  á  ella 
y  sus  parientes:  y  por  fin,  que  se  lecomunicase  cuanta 
noticia  llegase  acerca  de  los  sucesos  del  viaje.— Real 
cédula  inédita,  que  no  hemos  visto,  citada  por  Madero. 


RIO    DE    LA    PLATA  CCXLIX 

Por  fin,  después  de  salvado  este  contratiem- 
po de  última  hora,  las  tres  navecillas  tendían 
sus  velas  al  viento  y  salían  de  la  barra  de 
Sanlúcar  el  8  de  Octubre  de  i5i5.  26 

Desde  este  momento  faltan  en  absoluto  los 
documentos  que  pudiesen  servirnos  para  his- 
toriar los  incidentes  de  la  expedición  confiada 
por  Fernando  de  Aragón  á  su  piloto  mayor, 
viéndonos  así  obligados  á  seguir  el  relato  de 
Herrera,  que  alcanzó  á  disfrutar,  al  parecer, 
el  diario,  hoy  desconocido,  de  alguno  de  los 
tripulantes.  Nuestro  papel  en  este  caso,  de- 
berá así  limitarse  á  tratar  de  ilustrar  con  no- 
tas complementarias  el  texto  del  cronista  de 
Indias,  que  dice  como  sigue: 

«Con  las  mercedes  que  el  Rey  hizo  á  Juan 
Diaz  de  Solís,  porque  era  el  más  excelente 
hombre  de  su  tiempo  en  su  arte,  dejando  su 
casa  proveída,   salió  de  Lepe  27  á  8  de  Octu- 


26.  Las  Casas  dice  equivocadamente  que  Diaz  de  So- 
lis  partió  de  Cádiz  ó  del  puerto  de  Santa  María.  Es 
inútil  decir  que  López  de  Gomara  yerra  también  al 
decir  que  salió  en  Septiembre, 

El  testimonio  de  Herrera  se  halla  confirmado  por  la 
•carta  de  los  Oficiales  de  Sevilla  al  Rey,  fecha  3o  de 
aquel  mes,  en  que  le  decían:  «Juan  de  Solis  partió  en 
S3g-uimiento  de  su  viaje  desde  San  Lúcar  á  8  de  Oc- 
tubre». 

27,  En  realidad,  de  Bonanza,  barra  del  Guadalqui- 
vir, pero  es  evidente  que,  dada  la  proximidad  de  Le- 
pe, pasara  Diaz  de  Solis  por  su  puerto  ese  mismo  día. 


CCL  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

bre  de  este  año:  encaminóse  al  puerto  de  San- 
ta Cruz  de  la  isla  de  Tenerife,  en  las  Cana- 
rias: 28  salió  de  allí  29  en  demanda  3o  de  Cabo 
Frió,  que  está  en  22  grados  y  medio  en  este 
cabo  de  la  equinocial;  víó  la  costa  de  San 
Roque  en  seis  grados  3i,   navegando   al  sur, 


28.  Recalada  oblig-ada  de  todos  los  naveg-antes  es- 
pañoles que  entonces  se  dirií,ñan  á  Indias,  para  pro- 
veerse de  agua  y  mantenimientos.  Tardábase  desde 
Sanlúcar  á  Santa  Cruz,  más  ó  menos  seis  días;  asi, 
Mag-allanes,  que  partió  de  aquel  puerto  el  20  de  Sep- 
tiembre de  i5i9,  llegó  á  Tenerife  el  25. 

29.  No  existe  para  este  caso  precedente  alguno  que 
pueda  servirnos  para  establecer  la  salida,  pues  hubo 
ocasiones  en  que  los  capitanes  españoles  se  demora- 
ron alli  mucho  tiempo. 

30.  Herrera  no  pudo  decir  que  Diaz  de  Solís  saliese 
en  demanda  de  Cabo  Frío,  cuya  existencia  ni  siquiera 
conocía.  Esta  frase  del  cronista  está,  además,  en  con- 
tradicción con  la  que  le  sigue  inmediatamente;  «vio  la 
costa  en  seis  grados,  navegando  al  sur,  cuarta  del  sud- 
oeste». Lo  natural,  por  lo  tanto,  es  que  Diaz  de  Solis 
enderezase  su  rumbo  desde  las  Canarias  al  Brasil,  y 
que  desde  luego  pasase  á  la  vista  del  Cabo  San  Ro- 
que, tal  como  dice  Herrera,  pues  «á  pesar  de  la  poca 
elevación  de  esta  costa,  expresa  Roussin,  Le  Pilote 
du  Brésil,  pág.  197,  es  casi  siempre  posible  divisarla 
con  tiempo  claro». 

3i.  Está  situado  en  5°, 28*17"  y  87. 87. 25. 0,  del  meridia- 
no de  Paris. 

«El  cabo  San  Roque  no  es  un  punto  saliente  de 
la  costa  de  América,  como  aparece  marcado  en  la 
mayor  parte  de  las  cartas:  á  partir  de  él,  la  dirección 


RIO    DE    LA    PLATA  CCLI 

cuarta  del  sudueste,  y  los  pilotos  decían  que 
iban  á  barlovento  del  cabo  de  San  Agustín,  á 
noventa  leguas:  y  eran  tantas  las  corrientes  32 
que  iban  al  Hueste  que  los  echaron  á  sota- 
vento del  cabo  de  San  Agustín  dos  grados, 
el  cual  está  en  8  grados  y  un  cuarto  33  de  la 
otra  parte  de  la  equinoccial,  por  la  cuenta 
que'hicieron  en  esta  navegación.  34  Y  cuatro 
grados  antes  de  llegar  á  la  línea  Equinocial 
de  la  banda  del  norte  perdieron  las  guar- 
das. 35  y  pasados  otros  tantos  de  la  banda  del 


de  las  tierras  no  experimenta  un  cambio  pronuncia- 
do... Sólo  á  25  millas  más  lejos,  en  la  punta  Calcan- 
har,  es  donde  la  costa  se  dirig-e  francamente  del  Oeste 
para  el  Norte».  Roussin,  id.,  id. 

32.  «Las  corrientes  se  dirigen  de  ordinario  allí  al 
oeste-noroeste  y  al  noroeste,  con  doble  rapidez  de  la 
que  tienen  en  la  costa  del  lado'sur  (del  Cabo);  circuns 
tancia  que  se  explica  por  la  dirección  casi  constante  de 
los  vientos  reinantes,  y  por  la  que  tienen  las  tierras 
situadas  al  norte  del  cabo  San  Roque».  Roussin,  obra 
citada. 

33.  La  posición  exacta  del  cabo  de  San  Agustín  es  en 
28'  20'  41  "5.  y  37.16.57.0  del  meridiano  de  París.  Fer- 
nández de  Enciso,  Suma  de  Geografía,  fol.  6  vta.  lo 
colocaba  en  8  grados. 

34.  «Por  la  cuenta  que  hicieron  en  esta  navegación» 
palabras  en  las  que  el  cronista  alude  indudablemente 
á  la  controversia  que  tuvo  lugar  en  Sevilla  en  Noviem- 
bre de  i5i5,  precisamente  por  los  días  en  que  nues- 
tros expedicionarios  llegaban  allí. 

35.  «Guardas  del  norte.  Dos  estrellas  notables  muy 
lúcidas,  colocadas  en  la  espalda  de  la  Osa  Menor,  por 


CCLII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


sur,  les  pareció  que  descubrían  las  guardas 
del  sur,  diciendo  que  eran  dos  nubecicas 
blancas:  pero  en  esto  se  engañaron,  porque 
estas  nubes  parecen  y  desaparecen  en  un 
mismo  lugar,  según  la  calidad  del  aire  que 
corre:  y  del  Cabo  Frió  al  Cabo  de  S.  Agus- 
tín 36  hallaron  trece  grados  y  tres  cuartos  3? 
y  estaba  tan  bajo  el  Cabo  Frío,  que  no  le  pu- 
dieron reconocer  sino  por  el  altura.  38 


las  cuales  se  rigen  los  navegantes  y  la  gente  del  cam- 
po para  observar  la  hora  de  la    noche,  atendiendo   al 
parage  en  que  se  hallan,  respecto  de  la  estrella  polar». 
lyiccionario  de  la  lengua  castellana,  de  la  Real  Acá 
demia,  Madrid,  1780. 

36.  Parece  que  de  esta  expresión  del  cronista  pudie- 
ra colegirse  que  el  derrotero  que  tuvo  á  la  vista  fué  el 
de  una  de  las  carabelas  en  su  viaje  de  regreso  á  la 
Península,  pues  de  otro  modo  no  se  explica  que  diga 
«del  cabo  Frío  al  cabo  de  San  Agustín»,  debiendo  ser 
todo  lo  contrario,  ya  que  se  dirigían   del  norte  al  sur. 

37.  Siendo  la  la  latitud  de  este  cabo  (punta  norte) 
■22°  59'  56"  la  verdadera  distancia  entre  uno  y  otro  en 
cuanto  á  su  posición  es  de  14°  19'  i5." 

38.  Esto  nos  confirma  en  nuestra  opinión  de  que 
Herrera  disfrutó  de  un  diario  llevado  al  regreso  de  las 
carabelas,  pues  si  antes  no  conocían  el  cabo  Frío,  mal 
podían  determinarlo  por  la  altura. 

«El  cabo  Frió  es  la  punta  sur  de  una  isla  situada 
en  el  codo  del  continente,  en  la  extremidad  oriental  de 
la  playa  de  Ma9ambaba...  Esta  isla  puede  ser  vista  á 
distancia  de  quince  leguas,  en  circustancias  favora- 
bles.». Roussin,  id.,  id. 


RIO    DE    LA    PLATA  CCLIII 

«Llegaron  al  rio  de  Genero,  ^9  en  la  costa  del 
Brasil,  que  hallaron  en  veinte  y  dos  grados 
y  un  tercio  de  la  Equinocial  al  sur:  40  y  des- 
de este  río,  hasta  el  Cabo  de  Navidad  41  es 
costa  de  nordeste  sudueste,  y  la  hallaron  tie- 
rra baja  que  sale  bien  á  la  mar:  no  pararon 
hasta  el  rio  de  los  Inocentes,  42  que  está  en 
23  grados   y   un  cuarto:   fueron  luego  en  de- 


39.  Varnhag-en  creía  que  el  verdadero  nombre  del  río 
era  Janeiro  (Enero)  y  que  se  llamó  así  por  el  mes  en 
que  lo  descubrió  (?)  Vespucio.  Lo  único  que  al  respec- 
to hay  de  positivo,  es  que  Magallanes  lo  llamó  de  San- 
ta Lucia,  según  el  testimonio  de  Albo  y  de  Pigafetta. 

40.  La  cumbre  del  Corcobado  está  en  22°  56'  i3." 

41.  Podría  creerse,  en  vista  de  este  nombre,  que  lle- 
garon á  ese  cabo  el  25  de  Diciembre,  pero  de  la  rela- 
ción de  Herrera  no  se  desprende  el  hecho  con  claridad, 
puesto  que  se  limita  á  citar  el  nombre  del  lugar. 

Ni  en  la  carta  de  Riberio  ni  en  la  anónima  de  Wei- 
mar,  ni  en  la  Suvia  de  geografía  de  Enciso  aparece 
ese  cabo  de  Navidad,  pero  como  sabemos  que  se  ha- 
llaba entre  el  río  de  Genero  y  el  de  los  Inocentes,  si- 
tuado en  23°  y  un  tercio,  según  el  mismo  Herrera,  es 
probable  que  se  refiriese  al  Pico  de  Párate  ó  á  la  Pun" 
ta  Acaya  de  la  Isla  Grande. 

42.  Tampoco  se  registra  este  nombre  en  los  mapas 
y  obra  citada,  ni  en  la  descripción  de  las  Indias  de 
López  de  Velasco,  aunque  es  lo  más  probable  que  se 
tratase  del  actual  río  de  los  Santos.  De  las  expresiones 
de  Herrera  parece  deducirse  que  aquí  fué  uno  de  los 
puntos  de  la  costa  en  que  se  detuvieron,  y  así  pasó  en 
realidad,  según  lo  veremos  más  adelante. 


CCLIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

manda  del  Cabo  de  la   Gananea,  43  que  está 
en  25  grados  escasos;  y  de    aquí    tomaron    la 


43,  Partiendo  de  la  base  de  que  era  Diaz  de  Solis  el 
que  iba  poniendo  nombres  á  los  sitios  por  donde  pa- 
saba, resultarla  que  habría  tocado  allí  el  6  de  Enero, 
fiesta  de  la  Epifanía;  pero  no  debe  olvidarse  que  segrún 
Varnhagen,  Vespucio  ó  Ñuño  Manuel  habían  designa- 
do el  mismo  sitio  6  alg-uno  inmediato  con  el  de  Angra 
dos  Reis. 

El  río  de  la  Cananea  figura  en  los  mapas  antiguos 
de  nuestra  referencia,  y  aún  en  el  de  Palestrina  que  se 
considera  de  data  anterior.  Parece  ser  el  mismo  que 
en  otros  se  llama  de  Cananor. 

Fernández  de  Oviedo  (  t.  II,  pág.  119)  dice  que  la 
bahía  de  la  Cananea  está  en  25  grados  y  medio  esca- 
sos, y  que  tiene  dos  islas  en  la  boca  y  otra  menor  más 
junto  á  la  costa,  y  una  cuarta,  más  pequeña,  hacia  la 
mar,  ^siguiendo  la  descripción  que  Alonso  de  Santa 
Cruz  da  en  su  Islario,  si  bien  reconoce  que  el  cosmó- 
grafo Alonso  de  Chávez,  autor,  probablemente,  del 
mapa  anónimo  de  Weimar,  sea  dicho  aquí  de  paso,  la 
pone  en  algo  menos  de  25  grados  y  medio.  ciMas,  co- 
mo el  uno  y  el  otro,  añade,  merecen  crédito  en  esta 
ciencia,  yo  me  remito  á  ellos:  caso  que  el  dicho  Santa 
Cruz  lo  ha  navegado  y  visto,  y  el  que  hizo  la  carta  li 
pintó  por  oídas;  y  conforme  á  esto,  mirad,  letor,  cual 
debe  ser  preferido.» 

Fernández  de  Enciso  colocaba  el  río  de  la  Cananea, 
al  norte  de  San  Francisco,  cuya  latitud  decía  ser  25", 
«y  antes  de  Sant  Francisco  está  el  rio  de  la  Cananea 
que  es  buen  rio.» 

La  punta  de  la  Cananea  conserva  hasta  hoy  su  nom- 
bre, y  en  unión  de  la  isla  Bom-Abrigo,  situada  en  25% 
6',  49,"  forma  la  playa  meridional  de  la  barra  de  aquel 
nombre. 


RIO    DE    LA    PLATA  CCLV 


derrota  para  la  isla  que  dijeron  de  la  Plata  44 
haciendo  el  camino  del  sudoeste  y  surgieron 
en  una  tierra  que  está  en  27  grados  de  la  lí- 
nea, á  la  cual  llamó  Juan  Diaz  de  Solís  la 
Bahía  de  los  Perdidos.  45  Pasaron  el  Cabo  de 


44.  De  modo  que  este  es  el  primer  nombre  que  cons- 
te realmente  que  fué  puesto  á  un  punto  de  las  tierras 
del  Nuevo  Continente  por  Díaz  de  Sclis  y  sus  compa_ 
ñeros.  ^^Cuál  fué  esta  isla  que  llamaron  de  la  Plata? 
Madero  se  limita  á  afirmar  que  fué  la  de  Santa  Catali- 
na, fundado  quizás,  aunque  no  lo  dice,  en  que  los  ex- 
pedicionarios surgieron  en  27°,  cuya  latitud  correspon- 
de próximamente  á  la  de  la  isla  de  Santa  Catalina 
(la  punta  norte  ó  de  Rapa  está  en  27",  22',  Si").  Del 
contexto  de  la  relación  de  Herrera  parece  deducirse 
otra  cosa,  pues  expresa  que  después  de  haber  salido 
de  aquella  isla,  haciendo  el  camino  del  sud-este,  «sur- 
guieron  en  una  tierra  que  está  en  los  27'»,  y,  por  con- 
siguiente, en  un  punto  del  continente.  Es  probable, 
por  lo  tanto,  que  la  isla  de  la  Plata  fuese  la  de  San 
Francisco. 

A  afirmar  esta  congetura  concurre  el  hecho  de  que 
la  punta  sur  de  la  desembocadura  del  rio  de  San  Fran- 
cisco, situada  en  26",  6',  33"  se  llama  hasta  ahora  de 
Juan  Diaz.  Véase  la  obra  citada  de  Roussin. 

45.  En  ninguno  de  los  antiguos  mapas  conocidos 
figura  esta  bahia  de  los  Perdidos  en  la  situación  en 
que  debía  hallarse  según  el  relato  de  Herrera.  Made- 
ro creía  que  esta  bahía  debía  estar  en  la  misma  isla 
de  Santa  Catalina  y  que  se  llamaría  de  los  Perdidos, 
no  por  Diaz  de  Solís,  sino  por  sus  compañeros  después 
del  naufragio  de  una  de  las  carabelas;  pero  esto  no 
responde  bien  á  lo  dice  Herrera  expresamente  que  fué 
Diaz  de  Solís  el  que  la  llamó  asi,  ni  tampoco  con  las 


CCLVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

las  Corrientes,  y  fueron  á  surgir  en  una  tierra 
en  29  grados,  y  corrieron  dando  vista  á  la  isla 
de  San  Sebastián  de  Cádiz,  adonde  están 
otras  tres  islas,  que  dijeron  de  los  Lobos,  y 
dentro  el  puerto  de  Nuestra  Señora  de  la 
Candelaria,  que  hallaron  en  35  grados:  y 
aquí  tomaron  posesión  por  la  Corona  de  Cas- 
tilla: fueron  á  surgir  al  río  de  los  Patos,  en 
34  grados  y  un  tercio,  entraron  luego  en  un 
agua,  que  por  ser  tan  espaciosa  y  no  salada, 
llamaron  Mar  dulce,  que  pareció  después  ser 
el  río  que  hoy  llaman  de  la  Plata,  y  entonces 
dijeron  de   Solís.  46  De   aquí   fué  el   capitán 


expresiones  «surgieron  en  una  tierra»,  ya  indicadas 
que  parecen  referirse  á  la  costa  del  continente. 

46.  En  ning-una  de  las  cartas  antiguas  se  menciona 
el  Cabo  de  Corrientes  de  la  Costa  del  Brasil.  Por  la 
posición  que  Herrera  le  asigna,  parece  corresponder 
al  que  Fernández  de  Enciso  llama  de  San  Sebastián: 
aé  á  la  parte  del  éste  tiene  al  puerto  de  Gregorio  é  al 
del  oeste  al  de  Terrerías,  que  es  buen  golfo  y  tiene  una 
isla  en  medio»;  descripción  que  corresponde  bastante 
de  cerca  con  lo  que  en  seguida  refiere  Herrera. 

Fernández  de  Oviedo  que  disfrutó  de  los  datos  del 
cosmógrafo  Santa  Cruz  y  que  tenia  á  la  vista  la  carta 
de  Alonso  de  Chávez,  pone  en  27  grados  y  medio  el 
puerto  de  los  Patos;  y  Diego  García,  en  el  derro- 
tero de  su  segundo  viaje  al  Rio  de  la  Plata,  hablaba 
ya,  en  1627,  del  Rio  de  los  Patos,  que  situaba  justa- 
mente en  los  27  grados,  y  que  era,  según  decía  por  ex- 
periencia propia,  «el  mejor  é  más  buena  gente  que  en 
aquellas  partes  había.»  López   de  Velasco  añade  que 


RIO  DE  LA  PLATA  CCLVII 

con  el  un  navio  que  era  una  carabela  latina, 
reconociendo  la  entrada  por  la  una  (iosta  del 
rio:  surgió  en  la  fuerza  de  él,  cabe  una  Isla 
mediana,  en  84  grados  y  dos  tercios. 


el  puerto  de  Patos  es  el  mismo  que  el  4^  Santa  Catali- 
na, «ó  junto  del,  á  la  parte  del  sur,  y  asi  lo  tienen  mu- 
chos por  uno  toíio.»  (Página  559  de  su  obra  citada). 

Otro  tanto  resulta  de  la  descripción  de  Santa  Cruz, 
transcrita  por  Fernández  de  Oviedo:  «Desde  el  rio  de 
San  Francisco  hasta  el  puerto  de  los  Patos  hay  veinte 
é  dos  leguas  y  está  el  dicho  puerto  en  veinte  é  siete 
grados  y  medio;  y  en  la  mitad  de  este  camino  hay  una 
isla  grande  que  tiene  de  longitud  doce  leguas,  poco 
más  ó  menos,  y  de  latitud  seis,  la  cual  es  poblada  y 
tiene  un  puerto  de  la  banda  del  norte  que  los  españo- 
los  en  este  viaje  de  Gaboto  le  llamaron  Puerto  de  San 
Sebastián;  pero  la  isla  se  llama  de  Sancta  Catarina,  en 
torno  de  la  cual  hay  muchos  islotes  ó  farallones.»  To- 
mo II,' páginas  119-20. 

Se  ve,  pues,  por  esto  que,  ó  los  cosmógrafos  an- 
daban muy  errados,  ó  en  realidad  había  dos  ríos  de 
los  Patos,  uno  por  los  27",  más  ó  menos,  y  el  otro  por 
los  34  y  un  tercio.  De  los  Patos  llamóse  también  la 
laguna  que  aún  hoy  conserva  este  nombre  y  que  se 
extiende  hacia  el  sur  de  los  3o  grados. 

Madero,  en  el  itinerario  que  hace  seguir  á  Diaz  de 
Solis,  supone  que  la  isla  á  que  hace  referencia  Herrera 
la  llamó  de  San  Sebastián  por  haber  llegado  á  ella  el 
dia  de  ese  santo,  y  que  estaba  situada  en  el  estuario 
del  Plata;  pero  según  el  cosmógrafo  Santa  Cruz,  que 
podía  saberlo  bien,  debió  esa  designación  á  los  com- 
pañeros de  Caboto,  cuyo  nombre  era  Sebastian,  como 
es  notorio.  Por  lo  demás,  Caboto  lo  dice  asi  expresa- 
mente, añadiendo  que  se   le  puso  ese  nombre,  no  en 

17 


CCLVIII  JUAN    DÍAZ    DE   SOLIS 

«Siempre  que  fueron  costeando  la  tierra, 
hasta  ponerse  en  el  altura  sobredicha,  descu- 
brían algunas  veces  montañas  y  otras  gran- 
des riscos,  viendo  gente  en  las  riberas:  y  en 


honor  suyo,  sino  por  haber  llegado  á  ella  la  víspera  del 
día  de  aquel  santo.  «Fué  preguntado  cómo  se  llama 
la  tierra  donde  tomó  el  dicho  mayoral  é  los  otros  fijos 
de  mayorales,  dijo:  queste  testigo  le  puso  el  puerto  de 
San  Sebastián  por  llegar  allí  vísperas  de  San  Sebas- 
tiana. Información  levantada  en  Sevilla,  en  i53o,  apud 
Harrise,  John  Cabot,  pág.  427. 

Creemos,  por  lo  tanto,  que  Diaz  de  Solís  y  sus  com- 
pañeros pasaron  «dando  vista»  á  la  isla  de  Santa  Ca- 
talina, doblaron  el  Cabo  Corrientes,  ó  sea  el  actual  de 
Santa  Marta,  y  «fueron  á  surgir  á  una  tierra  en  29  gra- 
dos»; siguieron  costeando  hasta  llegar  á  las  islas  de 
Lobos,  y  entraron  entonces  al  puerto  de  la  Candelaria 
(hoy  Maldonado)  «que  hallaron  en  35  grados»;  tomaron 
posesión  allí  de  la  tierra  por  Castilla,  y  luego  siguie- 
ron hasta  surgir  de  nuevo  en  el  rio  que  llamaron  de 
los  Patos,  en  34  grados  y  un  tercio,  y  con  cuyo  nombre 
le  citaban  todavía  años  más  tarde  los  compañeros  de 
Magallanes;  «y  en  medio  del  (Montevideo)  y  del  cabo 
Santa  María  hay  un  río  que  se  llama  río  de  los  Pa- 
tos» [Diario  de  Albo,  página  416  del  tomo  I  de  nues- 
tra Colección  de  Documentos.) 

En  cuanto  á  las  Islas  de  los  Lobos,  en  reahdad  no 
se  entiende  lo  que  Herrera  quiso  expresar  cuando  al 
nombrarlas  dijo,  después  de  mencionar  la  de  San  Se- 
bastián, «adonde  están  otras  tres  islas  y  dentro  el 
puerto  de  la  Candelaria».  Navarrete  expresa  que  las 
islas  de  ese  nombra  se  hallan  situadas  en  las  cartas 
españolas  en  35',  2'  de  latitud  austral,  y  por  consiguien- 


RIO  DE  LA  PLATA  CCLIX 

^sta  del  Río  de  la  Plata  descubnan  muchas 
casas  de  indios  y  gente,  que  con  mucha  aten- 
ción estaba  mirando  pasar  el  navio  y  con  se- 
ñas ofrecían  lo  que  tenían,   poniéndolo  en  el 


te,  que 'el  puerto  que  «dentro»    de  ellas   estaba  era  el 
actual  de  Maldonado. 

Islas  de  Lobos  las  llama  también  Ghávez;  Diego  Gar- 
cía y  Santa  Cruz,  de  las  Palmas. 

Contrariamente  á  esta  opinión,  Madero  cree  que  las 
islas  de  Lobos  á  que  Herrera  se  refiere,  no  son  si- 
no la  de  Flores,  y  que,  poi*  lo  tanto,  el  puerto  que 
-dentro  de  ellas  estaba  y  donde  Díaz  de  Solis  desem- 
barcó para  tomar  posesión  de  la  tierra  pov  Castilla, 
fué  el  actual  de  Montevideo.  Más  natural  nos  parece 
á  nosotros  creer  que  las  islas  llamadas  de  Lobos  fue- 
son  las  que  hoy  conservan  su  nombre,  tanto  por  esa 
circunstancia,  como  por  que,  viniendo  Diaz  de  Solis 
doblando  la  costa  por  el  norte,  ha  debido  encontrar- 
las antes  que  la  de  Flores. 

Sobre  este  punto  creo  que  es  decisivo  el  testimonio 
de  Santa  Cruz,  que  nos  ha  conservado  Fernández  de 
Oviedo,  «el  cual  le  dijo,  cuenta  éste,  que  desde  el  cabo 
de  Santa  María,  entrando  por  el  embocamiento  del  rio 
de  la  Plata,  é  primera  costa  del,  tres  ó  cuatro  leguas  en 
la  mar,  están  dos  isleos,  uno  mayor  que  el  otro,  que 
les  pusieron  nombre  Isleos  de  Lobos,  porque  hay  mu- 
chos de  los  marinos»...:  «al  cual  se  debe  dar  crédito,  ex- 
presaba el  cronista,  porque  demás  de  ser  persona  de 
confianza,  é  hijodalgo,  es  doto,  cursado,  é  parcial  ami- 
^o  desta  ciencia  é  geografía.»  Tomo  II,  página  172. 

Otra  prueba  de  que  las  islas  de  Lobos  no  podían 
ser  la  de  Flores  es  que,  según  el  testimonio  de  Caboto, 
«la  dicha  isla  se  ve  toda,  porque  es  rasa»,  é  que  no  pa- 
recían en  ella   ciertos  tripulantes   de  su  armada,  por* 


CCLX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

suelo.  Juan  Diaz  de  Solís  quiso  en  todo  casa 
ver  qué  gente  era  esta  y  tomar  algún  hom- 
bre para  traer  á  Castilla.  Salió  á  tierra  con  los 
que  podían  caber  en  la  barca:  los  indios,  que 


que  cuando  crece  (el  mar)  la  cubre:y>  fenómeno  que  no 
se  verifica  jamás  en  la  de  Flores.  Véase  la  deposición 
de  Caboto  en  Harrisse,  obra  citada,  página  425. 

Detalles  aún  más   precisos  de  las  islas  de  que  trata- 
mas  da  el    contador  de   la    armada  de    Caboto,  Juan 
de    Junco,    que    estuvo    en    ellas,    y   quien    contó    á 
Fernández  de  Oviedo,    seg-ún  este  refiere  en  la  página 
i83  del  tomo  II  de  su  obra,  «que  al  cabo  de  Santa  Ma-^ 
ria,  en  el  embocamiento  del  Rio  de  la  Plata,  á  dos  le- 
guas ó  tres  de  la  tierra  firme,  están  las  islas  que  dijo 
Santa  Cruz.  Y  dice  más:  que  son  rasas  de  peña  y  que 
tienen  agua  dulce». 
<¿Es  posible  dudar  después  de  todo  esto? 
Hemos  insistido  acerca  de  este  punto-  porque  la  de- 
terminación de  cuáles  fueron  esas  islas  es  importante 
para  establecer    el  sitio  en    que    Diaz  de  Solis  desem- 
barcó áfin  de  tomar  posesión  de  la  tierra  á  nombre  del 
Rey.  Dicho  queda  con  esto  que  yerra  el  autor  anónimo 
de  la  memoria  cuyos  fragmentos  insertamos  en  nues- 
tro documento  LXXVII,  cuando  expresa  que  los  actos 
de  posesión  tuvieron  lugar  en  la  isla  de    San  Gabriel. 
En  conclusión,  no  podemos    menos  de  expresar  que 
cuando  se  dispone  de  una  relación    tan   compendiada 
como  la  que  trae  Herrera;  cuando  se  deja  comprender 
que  éste  la    extracta  mal;    cuando  se  reconoce  la  pro- 
funda inexactitud   que  domina  en  las  antiguas  cartas 
geográficas  en  cuanto  á   la  ubicación  de  los   distintos 
lugares,  ya  se  trate  de  bahias.    cabos,   ríos  ó  lagunas, 
cuando  vemos  que  á  raíz  de    los  sucesos  que  venimos 
historiando,  dos  cosmógrafos  tan  insignes  como  Santa 


RIO    DE  LA  PLATA  CCLXI 

tenían  emboscados  muchos  flecheros,  cuando 
vieron  á  los  castellanos  algo  desviados  de  la 
mar,  dieron  en  ellos  y  rodeando,  los  mataron, 
sin  que  aprovechase  el  socorro  de  la  artille- 
ría de  la  carabela:  y  tomando  á  cuestas  los 
muertos  y  apartándolos  de  la  ribera,  hasta 
donde  los  del  navio  los  podían  ver,  cortando 
las  cabezas,  brazos  y  pies,  asaban  los  cuerpos 
-enteros  y  se  los  comían.  Con  esta  espantosa 
vista,  la  carabela  fué  á  buscar  el  otro  navio  y 
ambos  se  volvieron  al  Cabo  de  S.  Agustín, 
adonde  cargaron  de  brasil  y  se  tornaron  á 
Castilla.  Este  fin  tuvo  Juan  Diaz  de  Solís, 
más  famoso  piloto  que  capitán.» 

Volvamos  un  poco  atrás  en  la  relación  del 
cronista.  Nos  decía,  pues,  éste,  que  estando 


Cruz  y  Chávez  no  podían  entenderse  en  su  tiempo, 
y  si  á  esto  se  ag-regfa  que  no  disponemos  como  auxi- 
liar eficaz  de  una  sola  fecha,  y  cuando  aún  las  que 
pudieran  deducirse  de  los  almanaques,  aplicando  los 
^días  de  los  santos  á  los  de  los  lugares  que  llevan  sus 
nombres,  aparecen  desde  el  primer  momento  perfec- 
tamentecuestionables,  cuando  se  ve  todo  esto,  decimos, 
debe  reconocerse  que  cualquiera  tentativa  para  fijar  de 
una  manera  precisa  las  etapas  del  viaje  del  descubridor 
del  Rio  de  la  Plata,  tiene  que  adolecer  de  gravísimos 
errores,  por  más  bien  preparados  que  supongamos  á 
los  que  acometen  la  empresa.  Por  lo  demás,  todos 
esos  incidentes  no  pueden  interesar  sino  de  una  ma- 
nera secundaria  respecto  del  objetivo  alcanzado  por 
la  flotilla  de  Diaz  de  Solís. 


CCLXII  JUAN    DÍAZ   DE    SOLIS 

fondeadas  las  naves  de  la  armada  por  los  34 
grados  y  un  tercio,  Diaz  de  Solís  pudo  reco- 
nocer que  el  agua  allí  era  dulce,  y  que  por 
lo  tanto,  había  penetrado  en  el  estuario  de  un 
gran  río,  cuyo  curso  le  convenía  reconocer 
antes  de  seguir  adelante  en  busca  del  obje- 
tivo de  su  viaje,  cual  era  el  paso  para  llegar 
á  las  espaldas  de  Castilla  del  Oro,  según  lo 
capitulado  con  el  Rey.  Tomó,  pues,  una  de 
las  carabelas,  de  las  llamadas  latinas,  y  avan- 
zó pegado  á  una  de  las  orillas,  sin  duda  la  del 
norte,  de  cuyo  lado  se  hallaba,  hasta  surgir 
en  toda  la  fuerza  del  río,  «cabe  una  isla  me- 
diana», en  34  grados  y  dos  tercios,  que  por  su 
situación  no  debió  ser  otra  que  la  de  Martín 
García,  cuyo  nombre  tomó  «porque  muiió  allí 
un  despensero  del  capitán  Johán  Diaz  de  So- 
lís, en  el  primero  descubrimiento  deste  Río 
de  la  Plata».  47 

Lo  demás  ya  lo  sabemos:  Diaz  de  Solís, 
atraído  á  una  emboscada  por  los  indios  de  las 
riberas,  pereció  lastimosamente  á  sus  manos, 
con  váTrios  de  sus  compañeros.  Conviene,  sin 
embargo,  antes  de  hablar  del  regreso  de  los 
sobrevivientes  á  España,  que  estudiemos  al- 
gunos de  los  puntt:ís  principales,  apenas  toca- 
dos en  su  relato  por  el  cronista  de  Indias,  á 
saber,  cuándo  penetró   en  el  Río,  el  nombre 


47.  Oviedo,  t.  II,  pág-.  172. 


RIO  DE  LA    PLATA  CCLXIII 

de  éste,  y  cómo  fué  que  pasó  á  llamarse  de 
la  Plata,  el  lugar  y  circunstancias  de  la  muer- 
te de  Diaz  de  Solís,  y,  por  fin,  el  regreso  de 
los  sobrevivientes  á  la  Península. 

Ya  dejamos  indicado  que  Madero,  partien- 
do del  supuesto  de  que  la  isla  de  San  Sebas- 
tián hubiese  sido  designada  con  ese  nombre 
por  Diaz  de  Solís,  y  c]ue  se  le  hubiese  dado 
por  el  santo  en  cuyo  día  llegara  á  ella,  y  to- 
davía que  esa  isla  se  hallase  situada  en  la  en- 
trada del  estuario  del  Plata,  circunstancias 
todas  por  extremo  problemáticas,  el  descubri- 
miento habría  tenido  lugar  el  20  de  Enero  de 
i5i6,  ésto  es,  á  los  104  dias  de  haber  partido 
Diaz  de  Solís  del  puerto  de  Lepe.  En  caso  de 
que  se  adopte  nuestra  hipótesis  de  que  la  lle- 
gada á  la  desembocadura  del  río  se  verificó 
en  el  puerto  de  la  Candelaria,  y  que  éste  se 
llamara  así  por  haber  llegado  á  él  los  expe- 
dicionarios en  el  día  de  la  fiesta  que  la  Iglesia 
Católica  conmemora  con  ese  nombre,  resul- 
taría que  el  descubrimiento  se  había  verifica- 
do, sin  que  Diaz  de  Solís  y  sus  compañeros 
lo  supiesen,  el  2  de  Febrero  del  mismo  año, 
es  decir,  á  los  117  dias  de  la  salida  de  la  Pe- 
nínsula. 

Cualquiera  de  estos  dos  cómputos  que  se 
adopte,  se  vé  que  ha  de  estar  muy  próximo  á 
la  verdad,  cuando  se  le  compara  con  el  tiem- 
po que  emplearon  en  hacer  el  mismo  camino 


CCLXIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

los  navegantes  españoles  que  inmediatamente 
siguieron  en  sus  viajes  los  pasos  de  Diaz  de 
Solís.  Así,  Magallanes  partió  de  Sanlúcar  el 
20  de  Septiembre  de  iSig,  y  llegaba  al  Cabo 
de  Santa  María  el  lo  de  Enero  del  año  inme- 
diato siguiente,  empleando  en  el  viaje,  por  lo 
tanto,  1 12  dias. 

La  armada  de  Jufré  de  Loaísa  gastó 
desde  la  Gomera  hasta  enfrentar  el  estuario, 
desde  el  14  de  Agosto  de  i525  hasta  el  28  de 
Diciembre  del  mismo  año,  ó  sean,  i36 
días. 

Caboto,  que  salió  el  3  de  Abril  de  i526, 
igualmente  de  Sanlúcar,  llegó  al  estuario,  ó 
mejor  dicho  al  Cabo  de  Santa  María,  el  21  de 
Febrero  del  año  siguiente,  empleando,  por  lo 
tanto,  cerca  de  once  meses  en  el  viaje,  por 
causa  de  las  recaladas  que  hizo  en  el  camino- 
Diego  García,  que  partió  del  Cabo  de  Finis- 
terre  ó  de  la  Coruna,  el  i5  de  Enero  de  i526, 
pero  de  las  Canarias  sólo  el  i ."  de  Septiembre, 
para  llegar  al  Cabo  de  Santa  María  en  la  se- 
gunda quincena  de  Enero  del  año  siguiente, 
demoró  en  el  viaje,  podemos  decir,  muy  cerca 
de  cinco  meses. 

Simón  de  Alcazaba  salió  de  Sanlúcar  el  21 
de  Septiembre  de  i534,  y  llegaba  á  la  boca 
del  Estrecho  de  Magallanes  el  17  de  Enero  de 
]535;  pero  como  se  detuvo  en  la  Gomera  9 
dias,   resulta  que  sólo  tardó  en   el  viaje  110 


RIO  DE  LA  PLATA  CCLXV 

dias,  si  bien  sólo  paró  en  el  Cabo  de  Abreojos 
y  en  el  Río  Gallegos. 

De  la  comparación  de  estas  cifras  resulta, 
pues,  que  Alcazaba  había  empleado  en  llegar 
á  la  entrada  del  Estrecho  de  Magallanes  ex- 
actamente el  mismo  tiempo  que  éste  consu- 
miera para  avistar  el  Cabo  de  Santa  María,  y 
que  así,  en  cuanto  á  su  duración,  los  viajes 
de  Diaz  de  Solís,  Magallanes  y  Alcazaba  se 
aproximan  tanto  entre  sí,  que  es  perfectamen- 
te posible  que  la  que  senalamo3  al  del  piloto 
portugués  sea  verdadera. 

De  los  dos  grandes  afluentes  que  forman  el 
gran  río  que  Diaz  de  Solís  descubrió,  á  uno 
de  ellos  llamábanlo  los  indios  Paranaguazü, 
<(que  quiere  decir  mar  grande,  porque  para72d 
quiere  decir  mar,  y  guazú,  en  la  lengua  de  la 
gente  de  aquella  tierra,  quiere  decir  gran- 
de 48.))  El  nombre  del  otro  caudaloso  afluen- 
te era  Uruai.  «Llaman  los  indios  á  este  gran 
río,  se  vé  en  la  leyenda  del  mapa  de  Caboto, 
el  río  Uruai. . .  el  cual  es  un  río  muy  caudaloso 
que  entra  en  el  gran  río  de  Paraná...» 

Las  Casas  nos  inforrna  que  su  descubridor 
le  nombró  «el  cabo  y  Río  de  Santa  María»  49. 
En  el  mapa  de  Diego  Ribeiro  se  lee  «tierra 
de  Solís,   á  continuación   del  cabo  de    Santa 


48.  Oviedo,  t.  II,  píig.  270. 

49.  Tomo  II,  pág-.  270. 


CCLXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

María;  pero  en  cuanto  al  río  mismo,  uno  de 
Paraná  y  el  otro  de  Uruay,  tal  como  era  su 
nombre  indígena.  En  el  anónimo  deWeimar, 
que  parece  ser  el  de  Chávez,  como  indicaba^ 
mos,  se  conserva  la  misma  designación  para 
la  «tierra  de  Solís»,  pero  el  río  lleva  el  nom- 
bre de  Jordán,  tal  como  en  el  mapa  llamado 
de  Turín,  de  i523,  en  el  de  Maggiolo  de  1527^ 
y  en  el  de  Schoner  de  i533.  En  el  de  Cabo- 
to,  de  1544,  se  conservan  los  nombres  indíge- 
nas de  sus  principales  afluentes,  así  como 
los  había  oído  en  los  propios  lugares.  El  pri- 
mer monumento  cartográfico,  con  fecha,  en 
que  se  le  llama  Río  de  la  Plata,  es  en  el  atlas 
veneciano  de  Battista  Agnese,  de  i536. 

El  P.  Las  Casas  se  preguntaba  ya  en  su 
tiempo  cómo  era  que  el  río  descubierto  por 
Diaz  de  Solís,  y  que  él  había  titulado  de  San- 
ta María,  se  le  llamaba  de  la  Plata  ^o,  López 
de  Gomara  da,  á  este  respecto,  el  nombre  in- 
dígena del  río,  y  añade  que  Diaz  de  Solís  le 
nombró  de  la  Plata,  por  haber  hallado  allí 
muestrasde  ese  metal,  hecho  doblemente  falso, 
porque  no  le  nombró  así,  ni  halló  tampoco  en 
él  las  muestras  que  indica  ^K  Fernández  de 


5o.  «El  río  que  agora  dicen  de  la  Plata,  no  sé  por 
qué  ocasión.»  Tomo  II,  página  citada. 

5i.  «...Topó  con  un  grandísimo  rio,  que  los  naturales 
llaman  Paranaguazú.» 


RIO  DE  LA  PLATA  CCLXVII 

Oviedo  nos  dice  simplemente  que  los  «crips- 
tianos  le  decían  de  la  Plata,  pero  que  se  había 
llamado  río  de  Solís,  porque  lo  descubrió  el 
piloto  Johán  Diaz  de  Solís»  ^2. 

La  duda  propuesta  por  el  P.  Las  Casas 
queda,  pues,  en  pié,  ya  que  ninguno  de  los 
autores  primiti-vos  de  las  Indias  nos  da  la  ex- 
plicación que  buscamos.  Pero  ya  en  Herrera 
comienza  á  hallarse  la  interpretación  del  enig- 
ma. Enunaparte  desu  obra,  este  cronista  copia 
casi  al  pié  de  la  letra,  las  palabras  del  domi- 
nico, cuando  dice:  «entonces  hallaron  aquel 
gran  río  que  dijieron  de  Solís,  y  ahora  llaman 
de  la  Plata»  ?3;  pero  más  adelante  de  su  obra, 
cuando  el  cronista  hubo  de  guiarse  por  in- 
formacionesdeotra fuente, estampaba  las  pala- 
bras siguientes:  «También  Diego  García  hubo 
alguna  plata  de  los  indios,  desde  donde  se  lla- 
mó este  río  de  la  Plata,  porque  fué  la  primera 
que  se  traxo  á  Castilla  de  las  Indias,  y  era  de 
la  que  los  indios  guaranís  traían  en  planchas 


52.  Tomo  II,  pág.  167. 

53.  Década  I,  libro  XIII,  capítulo  XII.  Más  adelante 
nuestro  autor  se  limita  á  decir  que  el  rio  se  había  lla- 
mado en  un  principio  de  Solís:  «pidió  (el  Fiscal)  que 
se  recibiese  información  de  las  personas  que  habían 
Reglado  de  aquellas  partes,  de  la  posesión  que  los  Re- 
yes de  Castilla  tenían  de  aquellas  provincias  desde  que 
Juan  Diaz  de  Solís,  el  i5i2  y  el  de  i5i5  descubrió  el 
rio  que  tomó  su  nombre.»  Década  IV,  libro  VIII,  ca- 
pitulo XI. 


CCLXVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

y  otras  piezas  grandes  de  las  Provincias  del 
Perú»  ^4. 

Veamos  ahora  lo  que  resulta  de  algunos 
documentos  originales. 

En  carta  que  el  contador  Juan  López  de 
Recalde  escribía  al  Obispo  de  Burgos  con  fe- 
cha 12  de  Mayo  de  t52I,  dándole  cuenta  de 
haber  llegado  al  puerto  de  las  Muelas  una  de 
las  naves  de  la  armada  de  Magallanes,  le  de- 
cía que  los  expedicionarios  habían  alcanzado 
hasta  el  puerto  de  Santa  Cruz,  y  que  desde 
allí  fueron  al  «Río  de  Solís».  55 

En  el  diario  ó  derrotero  de  Francisco  Albo 
encontramos  la  misma  denominación:  «y  allí 
hallaron  unas  isletas,  y  la  boca  de  un  río  muy 
grande,  era  el  Río  de  Solís».  -f> 

Pigafetta,  como  es  bien  sabido,  llevó  tam- 
bién un  diario  de  esa  expedición,  en  el  cual  ha- 
bla por  incidencia  deDiaz  de  Solís,  pero  no  del 
río  que  descubrió,  aunque  en  el  mapa  con  que 
adornó  su  relación  puso  en  el  sitio  corres- 
pondiente la  leyenda  ((Fluue  de  Jehan  de 
Solís  57.» 


54.  Década  IV,  libro  I,  capitulo  I,  pág.  3. 

55.  Medina,  Colee,  de  doc.,  t.  I,  pág.  i65. 

56.  Id.,  id.,  p.  216.  En  el  texto  publicado  por  Na- 
varrete,  que  nos  sirvió  á  nosotros,  hay  entre  parénte- 
sis la  frase:  «ahora  se  llama  Rio  de  la  Plata»:  pero  esta 
frase  no  existe  en  el  origrinal. 

57.  Citado  por  Harrisse,  Joli?i  and  Sebastian  Cabot, 
London,  1896,  p.  434. 


RIO  DE  LA  PLATA  CCLXIX 

Esta  designación  no  debió,  sin  embargo,  ser 
muy  corriente  entre  los  compañeros  de  Maga- 
llanes, cuando  hay  constancia  de  que  dos  de 
ellos,  por  lo  menos,  es  cierto  que  extranjeros, 
refieren  que  el  rio  fué  llamado  entonces  de 
San  Cristóbal,  según  se  vé  en  la  relación 
de  un  portugués  que  iba  en  la  Vicioria,  y 
que  se  publicó  en  i554,  Y  ^^  ^^  *^^^  ^^  piloto 
genovés,  dada  á  luz  en  este  siglo.  «Nos  en- 
contramos cerca  de  un  río  que  tiene  io8  mi- 
llas en  su  desembocadura,  el  cual  está  en  35 
grados  del  dicho  polo  antartico,  y  al  que  no- 
sotros pusimos  el  nombre  de  Río  de  San  Cris- 
tóbal» 58.  «Halláronse  metidos  en  un  río  de 
agua  dulce,  grande,  á  que  se  puso  nombre  de 
San    Cristóbal,  y  que  está  en  84  grados»  ^9. 

El  clérigo  Juan  de  Areizaga,  que  fué  en  la 
armada  de  Loaisa,  en  la  relación  que  dio  de 
su  viaje,  en  1529,  le  llama  con  el  nombre  de 
su  descubridor:  «se  les  derrotó  la  nao  sobre  el 
río  de  Solís»  60.  Pero  henos  aquí  ya  con  que 
otro  de  los  compañeros  de  Loaisa,  F'rancisco 
Dávila,  al  prestar  su  declaración  en  4  de  Ene- 
ro de  1527,  sobre  lo  sucedido  en  el  Viaje,  ex- 


58.  Ramusio,  Raccolta,  etc.,  t.  I,  p.  480,  traducida  y 
publicada  por  nosotros  en  el  tomo  II,  p.  395-98  de 
nuestra  Colee,  de  doc. 

59.  Navegación  X  viaje,  etc.,  en  las  pp.  398  y  sig. 
del  tomo  citado  de  nuestra  colección. 

60.  Medina,  Colee,  t.  III,  p.  33. 


CCLXX  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

presó:...  «en  el  paraje  del  rio  de  Solís,  que 
dicen  de  la  Plata»  6i.  Tal  es,  en  cuanto  sepa- 
mos, la  primera  vez  en  que  aparece  el  río 
con  su  nombre  actual,  si  bien  debió  estar  to- 
davía muy  poco  generalizado,  cuando  D.  Ro- 
drigo de  Acuña  y  los  marineros  de  la  nave 
San  Gabriel,  que  eran  también  de  aquella 
expedición,  le  llamaban  simplemente  de  So- 
lís 62.  Todavía  en  i53i  encontramos  en  un 
documento  firmado  de  la  mano  del  Empera- 
dor, que  se  le  nombraba  así,  «el  río  de  So- 
lis»  ^'>'-^.  En  cambio,  el  C>onsejo  de  Indias, 
contestando  al  Emperador,  al  hablarle  en 
aquella  fecha  de  la  persona  de  Gonzalo  de 
Acosta,  que  había  ido  á  España  en  la  armada 
de  Sebastián  Caboto,  no  se  acordaba  ya  del 
nombre  de  su  descubridor,  y  le  llamaba  «Río 
de  la  Plata»  64.  En  i534,  en  la  capitulación 
celebrada  con  don  Pedro  de  Mendoza,  Garlos 
V  empleaba  todavía  para  designar  el  río,  el 
nombre  de  Solís,  agregando  que  le  llamaban 
de  la  Plata.  Este  es  el  documento  que  cono- 
cemos en  que  por  última  vez  se  llama  al  río 
por  el  nombre  de  su  descubridor. 
r^A  qué  causa  se  debió  este  cambio  de  nom- 


61.  Id.  id.  id.,  p.  49. 

62.  Id.  Id.,  págs.  58  y  i58. 

63.  Id.    id.,   real   cédula  al  Consejo.  Bruselas,  27  de 
Enero  de  i53i,  p.  249. 

64.  Id.,  p.  252. 


RIO  DE  LA   PLATA  CCLXXI 

bré?  ^Por  qué  se  llamó  de  la  Plata?  Es  lo  que 
vamos  á  ver  estudiando  las  expediciones  de 
Caboto  y  Diego  García  á  los  parajes  donde 
antes  que  ellos  llegó  Diaz  de  Solís. 

Las  primeras  noticias  que  Caboto  tuvo  de 
que  en  el    río  descubierto  por  Diaz  de   Solís 
existían  veneros  de  plata,  las  adquirió    en  la 
isla  de  Santa  Catalina,  en  el  mes  de  Noviem- 
bre de  1 526,  precisamente  de  boca  de   dos  de 
los    compañeros  del    piloto    portugués,    que 
allí  se  hallaban  desde  hacía  diez  años,  y  tanto 
fué  lo  que  ponderaron  las  riquezas  de  oro  y 
plata  que  Caboto  y  sus  compañeros  en  el  Río 
debían  hallar,  según  ellos,  que  esta  fué  quizás 
la  causa  principal  que  les  indujo  a  penetrar  en 
él  y  explorar  el  interior  de  sus  riberas.   Esos 
dos   hombres,    según    testimonio  del  mismo 
Caboto,  le  dijeron  á  él  y  «á  toda  la  gente  del 
armada,  que  fuesen   al  Río  de  Solís,  porque 
había  allí  grandes  riquezas  de  oro  y  plata,   é 
que  unos  compañeros  suyos  habían  ido  allá 
é  traído  mucho    oro  é  plata,    lo  cual   habían 
enviado  á  España,  é  truxeron  ciertas   mues- 
tras de  oro  é  plata  al  dicho  capitán  Sebastián 
Caboto,  é  las  cuales  muestras  vieron  la  gente 
de  la  armada.»  6?  Uno  de  los  expedicionarios 


65.  Interrogatorio  de  Caboto  en  el  pleito  con  Catalina 
Vásquez,  presentado  en  Madrid,  en  i53o.  Véase  nuestro 
documento  LXXVI. 


CCLXXU  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

de  la  armada  añadió  que  él  había  visto  esas 
muestras  de  oro  y  plata,  que  exhibía  uno  de 
los  compañeros  de  Diaz  de  Solís,  diciéndoles: 
«Mira,  hijos,  que  desto  se  cargará  las  naos 
del  oro  é  de  la  plata;»  y  otro  añade  que  vio 
cómo,  quien  esto  decía,  tenía  unas  cuentas  de 
oro  é  un  poco  de  plata,  «é  cómo  decía  á  la 
gente  de  la  dicha  armada  que  nunca  hombres 
fueron  tan  bienaventurados  como  los  desa 
dicha  armada,  porque  decían  que  había  tanta 
plata  é  oro  en  el  Río  de  Solís,  que  todos  se- 
rían ricos,  é  que  tan  rico  sería  el  paje  como 
el  marinero.» 

Estas  noticias,  como  decimos,  las  tuvieron 
Caboto  y  sus  compañeros  en  Noviembre  de 
i526.  ^fCómo  era,  pues,  que  ya  en  España,  á 
mediados  del  año  siguiente,  había  quien  lla- 
mase al  río,  «de  la  Plata»,  cuando  sabemos 
que  por  entonces  aun  no  había  regresado 
Caboto  á  la  Península?  Este  hecho,  en  apa- 
riencia contradictorio,  es  fácil,  sin  embargo, 
de  explicar.  Recuérdese,  en  efecto,  que  Cabo- 
to expresaba  que  algunos  de  los  hombres  que 
estaban  en  Santa  Catalina  habían  enviado 
allá  muestras  de  la  plata  y  oro  que  decían  en- 
contrarse en  el  Río  de  Solís.  ^¿Quiénes  habían 
sido  los  portadores  de  esas  muestras?  Sin 
duda  alguna  los  tripulantes  de  la  nao  San 
Gabriel  de  la  armada  de  Loaisa,  que  el  año 
anterior  habían  pasado  por  allí  y  fueron    los 


RIO    Di:    LA    PLATA  CCLXXIII 

que  llevaron  á  España  aquellas  muestras. 
Uno  de  ellos  era  precisaniente  aquel  Fran- 
cisco Dávila  que  al  prestar  su  declaración  en 
la  Coruña  en  4  de  Junio  de  1527,  que  ya  co- 
nocemos, fué  el  primero  que  al  nombrar  el 
rio  de  Solís  añadió  la  frase:  «que  dicen  de  la 
Plata.» 

Diego  García,  compañero  de  Diaz  de  Solís, 
en  uno  de  los  memoriales  que  presentó  al 
Consejo  en  solicitud  de  que  se  le  permitiese 
armar  dos  carabelas  para  ir  á  efectuar  descu- 
mientos  en  el  Mar  del  Sur,  expresa  por  su 
parte:  «Sabe  Vuestra  Alteza,  decía,  que  en 
esta  corte  truxe  plata  y  señal  de  oro  é  cobre, 
una  pieza  de  metal  con  dos  obispos  y  Padre 
Sancto,  aseñalado  las  figuras  en  las  dichas 
piezas;  é  yo  fui  muy  bien  enformado  del  na- 
vio que  me  dio  la  dicha  pieza,  que  de  dónde 
lo  había  habido:  se  me  dixo  que  lo  había  ha- 
bido de  la  parte  del  sur,  y  yo  envié  de  la  par- 
te que  lo  hubo,  é  estoy  bien  enformado  para 
en  su  tiempo  é  lugar,»  etc.  66  Y  al  concluir  el 
relato  de  su  segundo  viaje  al  Río,  hecho  casi 
al  mismo  tiempo  que  el  de  Caboto,  añadía: 
«Y  estas  generaciones  (de  indios)  dan  nuevas 
deste  Paraguay,  que  en  él  hay  mucho  oro  é 
plata  é  grandes  riquezas  é  piedras  preciosas, 
y  esto  es  lo  que  sabemos  deste  descubrimien- 


66.  Medina,  Colee,  citada,  t.  III,  p.  448. 
18 


CCLXXIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

to,  y  esta  señal  de  plata  que  yo  he  traído,  un 
hombre  de  los  míos  que  dejé  la  otra  vez  que 
descubrí  este  río,  habrá  quince  años,  de  una 
carabela  que  se  me  perdió,  fué  por  tierra  á 
este  Río  de  Paraguay,  é  trujo  dos  ó  tres  arro- 
bas de  plata  é  la  dio  á  los  indios  é  cristianos 
que  estaban  en  aquella  tierra;  dellos  hobe 
esta  plata.»  67 

Y  aquel  hombre  de  los  suyos,  á  que  se  refe- 
ría Diego  García,  no  pudo  ser  otro  que  Fran- 
cisco del  Puerto,  el  mismo  que  Caboto  en- 
contró en  las  bocas  del  Paraná  y  quien  le  dio 
«grandísimas  nuevas,  según  decía,  de  la  ri- 
queza de  la  tierra,  y  con  acuerdo  de  los 
capitanes  é  oficiales  de  S.  M.  acordó  (Ca- 
boto) entrar  en  el  río  Paraná  fasta  otro  río 
que  se  llama  Carcarañá,  ques  donde  aquel 
Francisco  del  Puerto  les  había  dicho  que  des- 
cendía de  las  sierras,  donde  comenzaban  las 
minas  del  oro  é  plata.»  68 

Se  ve,  pues,  que,  en  último  resultado,  las 
noticias  sobre  las  riquezas  que  decían  hallar- 
se río  arriba  reconocían  el  mismo  origen:  las 
aseveraciones  de  los  compañeros  de  Diaz  de 


67.  «Esta  plata.»  Así  se  lee  en  el  texto  publicado  por 
Madero;  en  el  de  Torres  de  Mendoza  y  en  el  nuestro, 
que  copiamos  de  este  último,  «pelota.»  Para  el  caso,  lo 
mismo  da. 

G8.  Véase  nuestro  documento  LXXIV. 


RIO    DE    LA    PLATA  GCLXXV 

Solís  que  se  hallaban  en  la  isla  de  Santa  Ca- 
talina, aseveraciones  que  propalaron  en  Espa- 
ña Diego  García  y  los  tripulantes  de  la  San 
Gabriel^  que  fueron  también  los  primeros  en 
cambiar  el  nombre  de  Río  de  Solís  por  el 
de  la  Plata.  Este  hecho  está  expresamente 
reconocido  por  la  declaración  del  cosmógra- 
fo Santa  Cruz  en  el  proceso  que  García  ini- 
ció en  España  contra  Sebastián  Caboto.  En 
la  pregunta  tercera  del  interrogatorio  decía 
aquél:  «ítem,  si  saben  quel  dicho  capitán 
Diego  García  tornó  al  dicho  Río  de  la  Plata...:» 
■á  lo  que  Santa  Cruz  respondió  que  lo  que 
-«sabe  es  que  puede  haber  tres  aííos  (decla- 
ba  en  Agosto  de  i53o)  poco  más  ó  menos, 
que  estando  este  testigo  allá  en  aquella  tierra 
con  el  dicho  capitán  general  (Caboto)  vido 
que  el  dicho  capitán  Diego  García  fué  allá 
al  dicho  río  que  se  dice  de  Solís,  que  nunca 
lo  ha  oído  mentar  de  la  Plata,  sino  cuando 
el  dicho  capitán  Diego  García  fué  con  la  di- 
cha  armada  de  Su   Majestad.»  69 

Tal  es,  comprobado  de  manera  auténtica,  el 
génesis  de  la  transformación  del  nombre  in- 
dígena del  río,  que  su  descubridor  llamó  de 
Santa  María,  70  que  los  cartógrafos  titularon 


69.  Véase  nuestro  documento  LXXV. 

70.  Harrisse,  en  JoJuí  and  Sebastian  Cabot,  (pág. 
434)  cita  un  Diario  de  Pero  López,  de  i53o,  en  que  se  le 
llamaba  aún  con  este  nombre. 


CCLXXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

del  Jordán,  que  hasta  1527  se  llamó  de  Solís 
y  que  desde  entonces  acá  se  dice  de  la  Plata. 
Volvamos  ahora  á  Diaz  de  Solís,  mejor  di- 
cho, á  las  circunstancias  en  que    tuvo  lugar 
su  muerte.   Dijimos  que,  según  Herrera,  des- 
pués de  haber  fondeado  en  los  84  grados  y  un 
tercio  en  el  Río  de  los  Patos,  que  según  Ma- 
dero debió  ser  el  que  Domingo  de  Irala  llamó 
más  tarde  de    Santa  Lucía,   tomó  una  cara- 
bela latina,  y  siguiendo  la  orilla  norte  fué  á 
detenerse   junto  á    la  isla  de  Martín  García. 
Conviene  establecer  bien  este  hecho  para  de- 
terminar de  ese  modo  el  paraje  de    la  costa 
en  que  fué  muerto  por  los  indios,  ya  que  sa- 
bemos que  desde  el  último  punto  en  que  se 
detuvo  fué  de  donde  se  dirigió  á  tierra  con  la 
barca  de   la  carabela  á  fin  de  reconocer   qué 
gente  era  la  que  desde  las    riberas   le  hacía 
señas     convidándole    con    lo  que    tenía.  La 
prueba  del  hecho  que  tratamos  de  esclarecer 
es  fácil.  Sebastián  Caboto,que,  como  se  sabe, 
fué  el  primer  europeo  que  llegó  allí  después 
de  Diaz  de  Solís,  pudo    averiguarlo  con  cer- 
teza de    uno  de    los  compañeros   del    piloto 
llamado  Francisco  del  Puerto,  que  halló    en 
aquellas    vecindades.  Su  testimonio    es,   por 
lo   tanto,  de  gran    importancia.    Pues  bien, 
Caboto    dice    categóricamente   que    Diaz   de 
Solís  «descubrió  hasta  una  isla,  que  el  dicho 
Johán  Diaz   puso  nombre    la    isla  de  Martín 


RIO    DE    LA    PLATA  CCLXXVH 

García,  porque  en  ella  entcrn')  un  marinero 
que  se  decía  Martín  García,  la  cual  dicha  isla 
está  obra  de  treinta  leguas  arriba  de  la  boca 
deste  río»  (de  la  Plata;.  7^ 

Esta  exposición  de  Gaboto  se  comprueba 
también  con  un  asiento  que  existe  en  los  li- 
bros del  tesorero  de  la  Gasa  de  Gontratación, 
el  doctor  Sancho  de  Matienzo.  72 

Es  evidente,  por  lo  tanto,  que  Diaz  de  Solís 
debió  bajar  á  tierra  en  Martín  Ghico,  ó  sus 
inmediaciones,  donde  el  río  permite  aproxi- 
marse á  la  costa. 

Gonsta  que  en  la  barca  descendieron,  junto 
con  Diaz  de  Solís,  el  factor  Marquina,  el  con- 
tador Alarcón,  que  le  acompañarían  en  vir- 
tud de  las  instrucciones  que  tenían  para  pre- 
senciar los  rescates,  creyendo  que  acaso  aque- 
llo iba  á  darles  ocasión  de  hacerlos,  y  otros 
seis  individuos  mcis.  7^  Luego  de  estar  en  tie- 


71.  Leyenda  del  mapa  de  Gaboto  de  1544.  Véase  en 
lIa.vñsQ,  John  Cabot,  etc.,  p.  433. 

72.  Colección  de  Muñoz,  hoja  344,  t.  75.  Madero  po- 
seía una  copia  de  este  asiento,  que  á  nosotros  se  nos 
escapó,  por  lo  que  parece. 

73.  Asiento  citado.  Yerra,  pues,  López  de  Gomara, 
cuando  dice  que  los  que  bajaron  en  la  barca  fueron 
cincuenta  españoles.  Hist.  de  las  Indias,  pág-.  211,  ed. 
citada. 

Fernández  de  Oviedo  dice  á  este  respecto  que  Diaz 
de  Solis  «salió  en  tierra   con  una  barca    y  parte  de  la 


CCLXXVIII  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

rra  y  un  tanto  alejados  de  la  orilla,  salieron 
los  indios  de  la  emboscada  que  les  tenían 
preparada,  y  los  mataron  á  todos,  con  excep- 
ción de  Francisco  del  Puerto,  que  escaparía 
quizás  merced  á  sus  pocos  años;  destruyeron 
la  barca,  y  después  de  cargar  con  los  cadáveres 
hasta  cierta  distancia  de  la  ribera,  cortándoles 
las  cabezas,  brazos  y  pies,  se  comieron  los 
cuerpos  enteros  á  la  vista  de  los  tripulantes 
de  la  carabela,  que,  según  decían,  habían  podi- 
do divisar  desde  á  bordo  tan  tremendo  espec- 
táculo, que  tal  fué  el  íin  de  aquellos  infelices, 
«como  hombres  gobernados,  según  exclama- 
ba Oviedo,  de  caudillo  sin  experiencia  en  las 
cosas  de  la  guerra.  Buen  piloto,  añade  luego 
el  mismo  autor,  era  Juan  Diaz  de  Solís,  é  yo 
le  comuniqué,  y  en  las  cosas  de  la  mar  por 
diestro  era  tenido  para  gobernar  un  timón  é 
mudar  las  velas  é  derroteros;  pero  en  las  co- 
sas de  la  guerra  terrestre  nunca  ejercitó  es- 
cuadrón de  gente  á  pié  ni  á  caballo»:  «el  cual 
no  ha  seído  sólo,  concluye  el  cronista,  el  que 
en  estas  Indias  se  ha  perdido  por  imprudente 
y  cobdicioso». 


yfente  que  llevaba,»  pero  en  otra  parte  de  su  obra  ex- 
presa que  el  número  de  los  muertos  fué  más  de 
cincuenta,  «y  de  los  mejores  hombres  de  la  armada.» 
López  de  Velasco  lleva  la  exageración  hasta  decir  que 
fueron  quinientos  los  muertos. 


RIO  DE   LA  PLATA  CCLXXIX 

Madero  creía  que  la  tragedia  que  puso  fin 
á  la  vida  del  piloto  portugués,  y  con  ella  á  la 
serie  de  descubrimientos  que   había  iniciado 
al  sur  de  la  línea  equinoccial,  debió  tener  lu- 
gar á  mediados  de  iMarzo  de  í5i6,  sin  expresar 
fundamento  alguno  de  su  opinión,  si  bien  de 
otra  parte  de  su  libro  se  desprende   que    la 
fundaba  en  la  suposición  de  que  el  nombre  de 
San  Gregorio  dado  á  las  barrancas  que  se  avan- 
zan hacia  el  noroeste  del  Río  de  Santa  Lucía 
les  fuera  puesto  por  Díaz  de  Solís,  y  que  por 
consiguiente  pasara   por  allí  el  12  de  Marzo, 
hecho  por  extremo  dudoso,  sin  más  que  con- 
siderar que  si  llegó  la  armadilla  á  Maldonado 
ó    á   Montevideo,   como  creía   el    historiador 
argentino,  el  2  de  Febrero,  habrían  pasado  40 
días  hasta  que  enfrentó  las  barrancas,  tiempo 
demasiado    considerable  y  que  no  se  armo- 
niza de  modo  alguno  con  la  rapidez  con  que 
hasta  llegar  al  estuario  del  Río    había  efec- 
tuado el  viaje.    Esa    demora  se.  explicaría  si 
existiese   constancia  de  que  en  el  Río  de  los 
Patos  hubiera  entrado  en  relaciones  con  los 
indígenas,   ya  para   proporcionarse  provisio- 
nes, ya  para  proceder  á  rescatar,  ya,  en    fin, 
para  reparar  sus  naves.  Pero  no  hay  el  menor 
indicio  de    que   ocurriese    ninguno   de  estos 
extremos. 

Nosotros,  por  el  contrario,  creemos  que  el 
hecho  de  haber  comenzado  á  remontar  el  río 


CCLXXX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

con  la  carabela  latina,  vsignificaba  simplemen- 
te que  trataba  de  cerciorarse  en  el  menor 
tiempo  posible  de  si  por  ahí  existía  6  nó  el 
estrecho  que  le  permitiese  pasar  á  las  espal- 
das de  Castilla  del  Oro,  y  quizás  menos  que 
eso  aún,  ya  que  debió  comprender  que  tal  cosa 
no  podía  acontecer,  desde  que  las  aguas  en  que 
había  estado  al  ancla  no  eran  de  la  mar. 

Por  todo  esto,  nos  inclinamos  á  pensar  que 
la  catástrofe  ha  debido  verificarse  muy  pocos 
dias  después  de  su  llegada  al  fondeadero  de 
los  Patos,  y,  por  consiguiente,  á  mediados  de 
Febrero  de  i5i6. 

A  pesar  del  dicho  categórico  de  Herrera, 
que  sin  duda  lo  tomó  del  diario  que  tuvo  a 
la  vista,  y  cuyo  relato  concuerda  en  abso- 
luto con  lo  que  ya  habían  dicho  Mártir  de 
Anglería  74  y  López  de  Cromara,  de  que  Díaz 
de  Solís  y  los  que  con  él  bajaron  á  tierra  ha- 
bían sido  destrozados  y  comidos  en  seguida 
por  los  indígenas,  ya  desde  antiguo  se  ha  tra- 
tado de  poner  en  duda  semejante  circunstan- 
cia, que  concurre  á  IVacer  aún  más  sombrío  y 
triste  el  cuadro  de  la  muerte  del  infortunado 


74.  aY  á  palos  les  mataron  á  todos  á  la  vista  de  sus 
compañeros,  y  apoderándose  del  bote,  en  un  momento 
le  hicieron  pedazos:  no  escapó  ninguno.  Una  vez  muer- 
tos y  cortados  en  trozos,  en  la  misma  playa,  viendo 
sus  compañeros  el  horrendo  espectciculo  desde  el  mar, 
los  aderezaron  para  el  festín». 


RIO    DE    LA    PLATA  CCLXXXI 

navegante  portugués  á  manos  de  los  bárbaros 
que  poblaban  aquellas  riberas.  El  P.  Las 
Casas  no  se  atrevió  á.  pronunciarse  al  respec- 
to de  una  manera  categórica,  limitándose  á 
expresar  que  «di jóse  que  los  comieron».  Más 
tarde,  Azara,  sin  poder  dar  crédito  al  hecho, 
imaginó  que  acaso  el  temor  que  se  apoderó 
de  los  que  presenciaban  desde  á  bordo  la  es- 
cena, les  hizo-ver  lo  que  en  realidad  no  había 
pasado,  y  á  esta  opinión  se  inclinaba  también 
últimamente  Madero.  Hay  otros  autores  que 
adoptan  igual  parecer,  fundándose  en  que 
los  charrúas,  que  eran  los  indios  que  habita- 
ban las  orillas  del  norte  del  río.  no  eran  caní- 
bales, y  esto  parece,  en  verdad,  argumento  más 
serio,  en  contra  de  la  expresa  aserción  de  los 
historiadores  primitivos  que  hemos  citado. 

Pero,  ^es   esto  exacto?  Vamos  á  verlo. 

Desde  luego,  por  el  testimonio  de  Diego  Gar- 
cía, uno  de  los  mismos  compañeros  de  Solís, 
que  después  anduvo  por  el  sitio  en  que  ocu- 
rrió la  catástrofe,  sabemos  que  la  «primera  ge- 
neración ala  entrada  del  río,  ala  banda  del  nor- 
te, se  llama  los  charruases:  éstos  comen  pes- 
cado é  cosa  de  caza,  é  no  tienen  otro  mante- 
nimiento ninguno.  Habitan  en  las  islas  otras 
generaciones  que  se  llaman  guareníes:  éstos 
comen  carne  humana,  como  arriba  digo»;  y 
en  efecto,  en  el  lugar  indicado  de  su  relación, 
García  califtca  á  éstos  de  muy  mala   gente, 


CCLXXXII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

perversa,  y  comen  carne  humana,  y  andan 
desnudos». 

Prescindamos  por  un  momento  del  nombre 
de  guaraníes  que  dá  García  á  esos  indios? 
cuya  área  de  dispersión  era  inmensa,  y  que, 
sin  duda,  en  vista  de  esto,  bien  pocos  puntos 
de  contacto  tenían  entre  sus  diferentes  tribus, 
y  limitémonos  á  sentar  que,  con  el  nombre 
de  guaraníes  ó  sin  él,  á  juicio  de  García,  los 
indígenas  que  poblaban  las  islas  ó  vivían  en 
sus  inmediaciones,  eran  en  realidad  caníbales; 
y  si  no  fuera  dar  con  esto  por  resuelta  la  duda, 
diríamos  que  buena  prueba  de  su  aserto  era 
lo  ocurrido  á  Diaz  de  Solísy  sus  compañeros. 
A  este  mismo  hecho  aludía  sin  duda  Fernán- 
dez de  P.nciso,  cuando  estampó  en  su  tratado 
de  geografía,  que  «pasado  este  cabo  de  Santa 
María,  entra  un  río  de  más  de  veinte  leguas 
de  ancho,  á  do  hay  gentes  que  comen  carne 
humana  7^^.» 

Y  esto  no  era  un  dicho  aislado  de  aquel  in- 
sigue cosmógrafo,  sino  que  se  daba  como 
aserto  indubitable,  no  sólo  por  García,  según 
hemos  visto  y  ¡cuidado  que  tenía  motivos 
para  saberlo!,  smo  por  otros  marinos  de  aquel 
tiempo  que.  visitaron,  aunque  más  ó  menos 
de  paso,  aquellas  regiones.  Maximiliano  Tran- 


75.  Suma  de  Geografía,  recto  de  la  hoja  Ij,  edición 
de  i53o. 


RIO    DE    LA    PLATA  CCLXXXIU 

silvano,  en  su  relación  del  viaje  de  la  armada 
de  Ma£?allanes.  uno  de  cuyos  tripulantes  fué, 
y  que  visitó,  por  lo  tanto,  el  estuario  del  río, 
es  catesfórico  al  respecto,  al  expresarque  Ma- 
gallanes llegó  al  Cabo  de  Santa  María...  «que 
es  donde  el  capitán  Juan  Diaz  de  Solís  fué 
muerto  y  comido  con  ciertos  españoles  de  su 
compañía  por  los  antropófagos,  á  quienes  lla- 
man caníbales,  cuando  por  mandado  del  Rey 
Católico  fué  con  ciertas  naos  de  armada  á 
aquellas  partes  76.» 

Pigafetta,  cuyo  testimonio  es  más  autoriza- 
do aún,  si  cabe,  que  el  de  su  compañero  de 
viaje,  Transilvano,  y  que,  probablemente,  es- 
taba al  cabo  de  lo  que  allí  había  ocurrido  á 
Diaz  de  Solís,  nos  cuenta  el  empeño  que  Ma- 
gallanes puso  en  ver  y  atrapar,  si  era  posible, 
á  alguno  de  aquellos  comedores  de  carne  hu- 
mana. «Para  no  dejar  escapar  la  ocasión  de 
verles  de  cerca,  dice,  en  efecto,  y  de  hablarles, 
saltamos  á  tierra  (á  orillas  del  río),  en  número 
de  cien  hombres,  persiguiéndolos,  á  fin  de 
poder  atrapar  algunos;  mas,  daban  unos  pa- 
sos tan  desmesurados,  que,  aun  corriendo  y 
saltando,  no  pudimos  nunca  alcanzarlos».  Y 
luego  prosigue:  «...anteriormente  se  había 
creído  que  esa  agua  no  era  la  de  un  río,  sino 
un  canal,  por  el  cual  se  pasaba  al  Mar  del  Sur; 


76.  Medina,  Colee,  de  doc,  t.  I,  p.  265. 


CCLXXXIV  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

/ 

pero  se  vio  bien  pronto  que  no  era  sino  un 
río  que  tiene  17  leguas  de  ancho  en  su  des- 
■embocadura.  Aquí  fué  donde  Juan  de  Solís, 
•que  andaba,  como  nosotros,  descubriendo 
nuevas  tierras,  fué  comido  con  sesenta  hom- 
bres de  su  tripulación  por  los  caníbales,  en 
quienes  se  había  conliado  demasiado»  77. 

Pero  este  mismo  Pigafetta,  es  el  que  reiie- 
re  á  lo  que  estaba  reducido  el  canibalismo  de 
los  guaraníes,  como  el  de  otros  salvajes  de 
América.  Habla  nuestro  autor  de  la  tierra  del 
Brasil',  patria  de  los  guaraníes,  y  dice:  «algu- 
nas veces  comen  carne  humana,  pero  sola- 
mente la  de  sus  enemigos,  loque  no  ejecutan 
por  deseo  ni  por  gusto,  sino  por  una  costum- 
bre que,  según  nos  lo  dijeron,  se  ha  introdu- 
jo en  ellos  de  la  manera  siguiente:  una  vieja 
no  tenía  sino  un  hijo,  que  fué  muerto  por  los 
•enemigos.  Algún  tiempo  después,  el  matador 
del  joven  fué  hecho  prisionero,  y  conducido 
alelante  de  ella,  para  vengarse,  esta  madre  se 
íanzó  como  un  animal  feroz  sobre  él  y  le  des- 
garró una  espalda  con  los  dientes.  El  hombre 
tuvo  la  suerte,  no  sólo  de  escaparse  de  las 
manos  de  la  vieja  y  evadirse,  sino  también 
'de  regresar  á  los  suyos,  á  quienes  mostró  la 


77.  Viaje,  traducido  por  nosotros  y  publicado  en  el 
tomo  II  de  nuestra  Colee,  de  Doc.  Véase  la  piíyina 
426. 


RIO    DE    LA    PLATA  CCLXXXV 


huella  de  los  dientes  que  llevaba  en  la  espalda, 
y  les  hizo  creer  (quizás  lo  creía  también  él) 
que -los  enemigos  habían  tratado  de  devorarle 
vivo.  Para  que  los  otros  no  les  aventajasen  en 
ferocidad,  se  determinaron  á  comerse  realmen- 
te á  los  enemigos  que  tomasen  en  los  com- 
bates, y  éstos  hicieron  otro  tanto.  Sin  embar- 
go, no  se  los  comen  inmediatamente,  ni 
tampoco  vivos,  sino  que  los  despedazan  y  los 
reparten  entre  los  vencedores.  Cada  uno  se 
lleva  á  su  casa  la  porción  que  le  ha  cabido» 
la  hace  secar  al  humo,  y  cada  ocho  días  asa 
un  pequeño  pedazo  para  comérselo.  He  tenida 
noticia  de  este  hecho  por  Juan  Garvalho,  nues- 
tro piloto,  que  ha  pasado  cuatro  años  en  el 
Brasil  78.» 

5¿No  parece,  después  de  leer  este  trozo,  que 
estuviésemos  viendo  la  escena  que  siguió  á 
la  muerte  de  Diaz  de  Solís,  tal  como  la  pin- 
tan Mártir  de  Anglería  y  Herrera? 

Es,  con  pocas  variantes,  lo  que  ha  pasado 
siempre  entre  los  pueblos  salvajes  79. 

78.  Medina,  Colee,  de  doc,  t.  II,  p,  424. 

Magalhaes  de  Gandavo  añade  á  este  respecto:  «por- 
que no  solamente  los  matan,  más  aínda  depois  disso, 
por  se  acabarem  de  satisfazer  Ihe  comen  todos  a  car- 
ne, uzando  nesta  parte  de  cruezas  tam  diabólicas,  etc.» 
Historia  da  Prov.  S.  Cru^,  Lisboa,  i858,  4.°,  p.  56. 

79.  Véase  lo  que  á  este  respecto  tenemos  dicho  de 
los  indios  araucanos.  Los  Aborijcnes  de  Chile,  págs. 
216-17. 


CCLXXXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Pero,  si  todavía  no  bastase  para  inculpar  á 
los  matadores  de  Diaz  de  Solis  de  haberle  en 
seguida  devorado,  ni  el  aserto  de  aquellos 
primitivos  historiadores,  ni  el  de  Diego  Gar- 
cía, ni  lo  que  nos  cuentan  de  esos  indios 
los  viajeros  contemporáneos,  ni  otros  argu- 
mentos inductivos,  vamos  todavía  á  citar  aquí 
el  testimonio  de  uno  de  los  actores  de  aque- 
lla escena  salvaje,  ya  que  Caboto,  que  es  el 
que  lo  dá,  debió  saberlo  de  boca  de  Francis- 
co del  Puerto,  uno  de  los  que  con  Diaz  de 
Solís,  como  sabemos,  bajaron  á  tierra  frente 
á  la  isla  Martín  García,  y  el  único  sobrevi- 
viente del  atroz  festín.  Pues  bien,  Caboto,  en 
la  leyenda,  que  en  su  mapa  pone  acerca  del 
Río  de  la  Plata,  dice  textualmente  que  á  Diaz 
de  Solís  «costóle  bien  caro  el  descubrimiento, 
porque  los  indios  de  la  dicha  tierra  lo  mata- 
ron y  LO  COMIERON»    ^O. 


8o.  Véase  en  Harrise,  obra  citada,  p.  433. 

Vamos  todavía  á  citar  aquí  otros  dos  hechos  que 
concurren  á  robustecer  la  existencia  de  caníbales  en 
las  orillas  del  Plata.  Habla  Oviedo  del  ataque  que  los 
indios  dieron  á  la  fortaleza  que  Caboto  había  confiado 
á  Santa  Cruz,  de  cuyos  labios  tenía  la  noticia  el  cro- 
nista, y  añade:  «esos  pocos  de  los  españoles  que  queda- 
ron con  la  vida,  se  fueron  al  puerto  de  Sanct  Salvador, 
donde  hallaron  á  Sebastián  Caboto,  é  volvieron  luego 
con  él  á  Garcarañá,  é  hallaron  a  los  cripstianos  que 
habían  muerto  los  indios,  como  es  dicho,  hechos  tan- 
tos pedazos,  que    no   les  podían  conoscer;   ó   aunque 


RIO    DE    LA    PLATA  CCLXXXVIÍ 

No  es  posible,  como  se  vé,  pedir  nada  más 
categórico. 

^Cómo  fué,  nos  preguntamos  ahora,  que 
Francisco  del  Puerto  logró  escapar  á  la  suerte 
de  sus  compañeros?  El  hecho,  desde  luego,  no 
puede  admitir  duda.  El  mismo  Caboto  lo  ad- 
vierte expresamente  en  su  declaración  presta- 
da en  Sevilla  ,  en  F'ebrero  de  i53o,  cuando 
dice  que  «fueron  al  río  de  Solís,  donde  este 
declarante  falló  un  Francisco  del  Puerto  que 
habían  prendido  los  indios  cuando  mataron  á 
Solís  81.»  ^Fué   acaso  por    haberse  quedado 


aquella  gente  comen  carne  humana,  no  los  habían 
comido  ni  querían  aquellos  indios  tal  carne,  porque 
dicen  que  es  muy  salada.  Y  de  sus  palabras  se  tuvo 
sospecha  que  aquellos  pedazos  muchos  que  hacían  de 
los  cuerpos  muertos,  eran  para  probar  si  eran  todos 
de  un  género,  ó  si  había  algund  sabor  diferenciado 
entre  tantos,  para  aviso  de  su  gusto  en  lo  porvenir.» 
Tomo  II,  p.  -176. 

Más  decisivo  es  el  otro  hecho  á  que  hacemos  refe- 
rencia, que  consta  de  la  información  que  en  Diciem- 
bre de  1 53o  se  levantó  de  orden  del  Emperador  para 
averiguar  el  paradero  que  hubiesen  tenido  en  España 
los  indios  que  llevaron  Caboto  y  Garcia,  que  consta  de 
la  declaración  de  Nicolao  de  Ñapóles,  en  la  que  dijo  que 
uno  de  los  indios  que  llevó  Caboto,  «se  lo  tomó  á  un 
indio  que  lo  tenía  para  comer.» 

81.  En  nuestro  documento  LXXIV.  Después  de  leer 
esto,  no  es  posiblesustentarlaopiniónde  Harrisse,  obra 
citada,  (página  2i3)  que  Diaz  de  Solís  lo  había  dejado 
abandonado  en  una  de  las  islas  de  la  desembocadura 
del  Paraná. 


CCLXXXVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


al  cuidado  de  la  barca  y  algo  alejado,  por  lo 
tanto,  del  lugar  en  que  se  verificó  el  ataque 
al  piloto  mayor?.  ^¿Debió  su  salvación  á  sus 
pocos  años,  (sábese  que  era  grumete),  como 
solía  acontecer  aún  en  las  guerras  entre  sal- 
vajes, en  las  cuales  no  pocas  veces  lo  niños 
eran  incorporados  á  la  tribu  vencedora? 

Con  la  muerte  de  Diaz  de  Solís,  que  era  el 
gefe  y  el  alma  de  la  armada,  y  con  la  del  fac- 
tor Marquina  y  del  contador  Alarcón,  los 
delegados  reales,  la  expedición  quedó  de  he- 
cho descompaginada,  y  la  vuelta  á  España  se 
imponía  como  inevitable,  Fué,  en  efecto,'  lo 
que  pasó.  Francisco  de  Torres,  deudo  de 
Diaz  de  Solís,  tomó  el  mando  en  gefe  82  y  una 
de  las  carabelas  fué  confiada  al  piloto  Diego 
García.  83  No  sabemos  quién  se  hiciese  cargo 
de  la  otra,  ni  hay  constancia  de  cuando  se 
verificó  la  partida,  si  bien  es  de  presumir  que 
no  debió  ser  en  mucho  tiempo  posterior  á  la 


82.  Para  persuadirse  de  esto,  basta  leer  el  asiento 
de  23  de  Diciembre,  que  publicarnos  en  la  pág^ina  171: 
...«brasil,  que  en  las  dichas  carabelas,  después  de 
muerto  el  dicho  Johán  Diaz,  trajo  Francisco  de  To- 
rres.» 

83.  Es  lo  más  probable  que  hubiese  venido  á  su  car- 
go desde  España.  García  hablaba  más  tarde,  ó  por  lo 
menos,  daba  á  entender  que  el  verdadero  gefe  de  la 
armada  en  el  viaje  de  regreso  había  sido  él;  pero  de 
los  documentos  se  desprende  lo  que  decimos  en  el 
texto. 


RIO    DE    LA    PLATA  CGLXXXIX 

-catástrofe  de  la  isla  de  Martín  García.  Diga- 
mos, por  consiguiente,  en  los  primeros  días 
del  mes  de  Marzo,  84 

Reunidas  las  tres  carabelas,  levaron  anclas 
y  siguieron  aguas  abajo  hasta  detenerse  en 
la  proximidad  de  las  islas  de  Lobos,  que  de- 
jaban ya  descubiertas  á  la  ida,  donde  lograron 
cazar  66  de  estos  anfibios,  cuyas  pieles  em- 
barcaron para  llevarlas  á  España,  85  y  cuya 
carne,  hecha  tasajo,  debía  servirles  de  pro- 
visiones para  el  viaje.  86 

De  allí  salieron  en  una  fecha  que  descono- 
cemos, pero  sin  duda  después  de  algunos 
días,  ya  que  la  operación  de  preparar  el  tasa- 
jo así  lo  exigía,  y  siguiendo  la  misma  derrota 
que  habían  traído,  fueron  á  detenerse  al  puer- 


84.  Madero  supone  que  en  AbriL 

85.  Este  fué  el  número  de  las  pieles  que  después  se 
vendió  en  Sevilla,  según  consta  del  asiento  que  existe 
en  los  libros  de  la  Gasa  de  la  Contratación. 

86.  Exactamente  lo  mismo  pasó  con  la  expedición  de 
Caboto,  algunos  años  más  tarde.  «Se  acordó,  referia 
aquél,  por  la  gran  necesidad  de  hambre  que  la  gente 
padescía,  quel  contador  Montoya,  con  obra  de  treinta 
personas  é  dos  bergantines,  fuese  á  la  dicha  isla  de 
Lobos  á  facer  carne  para  la  gente  del  armada»,  testi- 
monio que  coincide  con  el  de  Santa  Cruz:  «envió  (Ca- 
boto) en  dos  bergantines  al  contador  Montoya...  á  una 
isla  questá  par  del  Cabo  Santa  Maria,  (nueva  prueba 
que  no  era  la  de  Flores),  á  facer  carnaje  de  lobos  ma- 
rinos para  facer  bastimentos  para  todos.»  Harrisse, 
obra  citada,  página  420. 

19 


CGXC  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

to  de  los  Patos  87  frente  á  la  isla  de  Santa - 
Catalina,  donde  perdieron  una  de  las  cara- 
belas, que  probablemente  habría  quedado 
atrás  de  las  otras.  88  El  hecho  fué  que  once 
de  los  tripulantes,  que  eran  quizás  todos  los 
que  iban  en  la  nave,  se  vieron  obligados  á 
quedarse  allí,  donde  trece  años  más  tarde  en- 
contró  todavía  á  cuatro  de  ellos  la  nave  San 


87.  Madero  asegura  que  el  naufragio  tuvo  lugar  en 
la  extremidad  sur  de  la  isla,  en  el  lugar  llamado  hoy 
Punta  dos  Naufragados,  quizás  por  el  significado  de 
esta  frase.  Nosotros  creemos  que  el  hecho  ocurrió  en 
el  puerto  de  los  Patos,  y  en  el  continente,  por  lo  tanto, 
según  lo  que  hemos  indicado  antes  acerca  de  la  si- 
tuación de  ese  puerto,  y  para  ello  nos  fundamos  en 
que  la  nave  Sa?t  Gabriel,  una  de  las  de  la  armada  de 
Loaisa,  encontró  allí  á  los  náufragos.  «A  cabo  de  tres 
días,  vino  un  hombre  dellos  (de  los  de  Diaz  de  Solis) 
con  el  dicho  contador,  y  dijo  á  D.  Rodrigo  (de  Acuña) 
que  había  diez  cristianos  que  se  habían  perdido  allí 
con  un  galeón.  'Tielación  de  Francisco  Dávila,  en  Me- 
dina, Documentos,  t.  III,  p.  53.  Desde  que  estaban  en 
aquel  puerto,  parece  claro  que  allí  naufragaron,  pues 
de  lo  contrario  habrían  tenido  que  atravesar  desde  la 
isla  al  continente,  lo  que  no  era  fácil.  La  relación  de 
Dávila  demuestra,  además,  que  el  puerto  de  los  Patos 
estaba  en  el  Continente  y  no  en  la  isla,  y  así  dice  Ló- 
pez de  Gomara:  aPuerto  de  Patos  esté  en  28  grados, 
y  tiene  frontero  una  isla  que  llaman  Santa  Catalina». 
Pág.  212,  ed.  cit. 

88.  Deducimos  esta  circunstancia  del  hecho  de  que 
los  náufragos  se  vieron  obligados  á  quedarse  allí,  lo 
que  no  habría  tenido  lugar  si  las  tres  naves  hubiesen 
estado  reunidas  cuando  ocurrió  el  naufragio,  desde  que- 


RIO  DE  LA  PLATA  CCXCI 

Gabriel,  que  comandaba  don  Rodrigo  de  Acu- 
ña y  que  volvía  «derrotada»  del  Estrecho  de 
Magallanes,  establecidos  entre  los  indios  é 
incorporados  á  una  de  las  tribus  guaraníes  de 
la  costa,  que  se  hallaba  entonces  en  guerra 
con  alguna  otra  del  interior.  La  historia  sólo 
ha  conservado  el  nombre  de  dos  de  esos  once 
náufragos,  Enrique  Montes  y  Melchor  Ra- 
mírez. 89 


en  ese  caso  los  tripulantes  de  la  perdida  se  habrían 
acogido  á  las  otras. 

89.  Madero  no  dice  cuantos  eran  los  que  allí  hablan 
naufragado,  pues  se  limita  á  afirmar  que,  además  de 
los  dos  que  se  nombran,  se  contaban  «algunos  más 
que  perecieron  en  una  excursión  al  interior.» 

El  número  de  once  resulta  expresamente  de  lo  que 
en  España  contaron  don  Rodrigo  de  Acuña  y  algunos 
de  los  marineros  de  la  San  Gabriel:  «é  nos  dijeron 
declaraban  éstos  (Montes  y  Ramírez)  que  allí  estaban 
otros  NUEVE  españoles  de  en  tiempo  de  Solís.»  Fran- 
cisco Dávila  aumentaba  ese  número  á  diez,  si  bien  del 
texto  de  su  declaración  parece  que,  en  realidad,  ha- 
blaba de  once,  pues  expresaba,  como  hemos  visto, 
«que  un  hombre  dellos,  (de  los  de  Diaz  de  Solís)  dijo 
á  D.  Rodrigo  que  había  diez  cristianos,  etc.»;  luego, 
eran  once  con  él.  Don  Rodrigo,  por  su  parte,  asegura 
también  que  los  náufragos  eran  once:  «En  este  tiempo 
vinieron  allí  dos  españoles  de  los  que  iban  con  Solís, 
de  un  navio  que  allí  se  perdió,  y  me  dijeron  que  allí 
estaban  nueve  compañeros,  y  q^e  eran  idos  á  la 
guerra.» 

A  pesar  de  esto,  parece  que  entonces  no  quedaban 
de  todos  ellos  más  que  cuatro,  según  refiere  Dávila: 
«vino  un  hombre  dellos  y  dijo  á  él  (Rodrigo)  que  ha- 


CCXCII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Las  otras  dos  carabelas  fueron  á  recalar  á 
lacosta  del  Brasil,  en  el  Cabo  de  San  Agustín, 
donde  sus  tripulantes  bajaron  atierra  para  cor- 
tar el  palo  de  tinte  que  dio  más  tarde  su  nom- 
bre á  todo  el  país  y  del  cual  cargaron  quinien- 
tos quintales;  90  y  por  fin,  enderezaban  la  proa 
á  la  tierra  natal,  donde  llegaban  en  los  pri- 
maros días  del  mes  de  Septiembre  de  i5i6.  91 


bían  quedado  cuatro  dellos,  y  que  habían  allí  fecho  su 
asiento.»  Más  adelante  daremos  algunos  otros  parti- 
culares interesantes  acerca  de  estos  compañeros  del 
descubridor  del  Río  de  la  Plata. 

90.  Esta  circunstancia  se  comprueba  con  la  partida 
de  los  libros  de  la  Casa  de  la  Contratación  que  pu- 
blicamos en  la  página  171,  de  la  cual  resulta  que  el 
tercio  de  la  partida  que  tocó  al  Rey,  ascendió  á  171 
quintales,  3  arrobas  y  17  libras. 

91.  Madero  indica  que  el  corte  de  la  madera  tuvo 
lugar  en  el  puerto  de  los  Inocentes,  que  toma  por  el 
actual  de  Santos,  que  siguieron  en  demanda  de  Cabo 
Frío,  costearon  en  seguida  hasta  Pernambuco,  á  don- 
de dejaron  á  un  tal  Juan  ó  Jorje  Gómez  de  Arbolan- 
cha,  y  pasaron  después  á  las  Canarias,  y,  por  fin,  que 
llegaron  á  Sevilla  hacia  el  10  de  Octubre  de  i5i6. 

Estas  aserciones  del  historiador  argentino  merecen 
ser  discutidas. 

Desde  luego.  Madero  no  dice  en  dónde  tomó  sus  no- 
ticias acerca  del  derrotero  que  llevaron  al  regreso  las 
dos  carabelas,  y  así  podemos  creer  que  se  trata  de  una 
mera  suposición  suya. 

Otro  tanto  decimos  por  lo  que  toca  á  la  recalada  en 
la  bahía  de  los  Inocentes,  siendo  de  advertir  que  He- 
rrera dice  que  tuvo  lugar  en  el  Cabo  de  San  Agustín. 


RIO    DE  LA  PLATA  CCXGIII 

Habían,  por  lo  tanto,  tardado  en  el  viaje  de 
regreso  próximamente  seis  meses,  demora 
que  se  explica  considerando,  sin  otras  cir- 
cunstancias, el  tiempo  que    debieron   gastar 


de  modo  que  sin  prueba  en  contrario,  no  es  posible 
contradecir  la  afiímación  del  cronista,  que  sin  duda  la 
tomó  del  diario  cuyo  extracto  nos  ha  dado.  Es  inútil, 
por  lo  tanto,  discutir  si  la  bahía  de  los  Inocentes  es  ó 
nó  la  actual  de  Santos. 

Madero  nos  dice  todavía  que  en  Pernambuco  deja- 
ron á  Juan  ó  Jorje  Gómez,  hecho  que  consta  de  las 
declaraciones  de  los  procesos  que  se  si.£?uieron  á 
Caboto  en  España  después  de  su  reg-reso;  pero  noso- 
tros, que  hemos  registrado  esos  proeesos,  encontra- 
mos que  la  verdíid  es  otra.  A  la  armada  de  Caboto  se 
incorporó  efectivamente  en  Pernambuco  Jorg-e  Gómez, 
pero  éste  no  era  de  la  expedición  de  Diaz  de  Solis, 
sino  un  portugués  que  allí  estaba  desterrado,  según 
consta  del  siguiente  fragmento  de  una  declaración  de 
Gregorio  Caro:  «E  que  asimismo  oyó  decir  á  un  por* 
tugues  que  se  dice  Jorge  Gómez,  que  estaba  en  la  fa- 
toria  en  Pernambuco,  desterrado  de  Portugal,  que  fué 
el  primero  que  fué  á  la  nao  capitana  después  que  lle- 
garon á  la  dicha  playa  de  Pernambuco,  é  se  fué  desde 
allí  con  la  dicha  armada.» 

Este  portugués  prestó  buenos  servicios  á  Caboto 
como  intérprete  durante  se  estadía  en  el  Rio,  y  fué  en- 
viado desde  allí  á  España,  á  donde  llegó  l\  principios 
de  1529.  En  Mayo  de  i53o  el  Rey  le  llamó  para  que 
volviese  en  socorro  de  Caboto. 

Por  último,  la  llegada  de  las  dos  carabelas  á  Sevi- 
lla, la  refiere  Madero  al  14  de  Octubre  de  i5i6,  fun- 
dándose en  que  el  24  de  ese  mes,  el  Cardenal  Jiménez 
de  Cisneros  escribía  á  los  oficiales  de  Sevilla  que  tenía 


CCXCIV  JUAN    DÍAZ    DE   SOLIS 

en  la  corta  del  palo  de  brasil  con  que  car^'-a- 
ron  las  naves. 

Llegaban,  pues,  los  expedicionarios  á  Se- 
villa después  de  catorce  meses  de  ausencia; 
habían  perdido  á  su  gefe  y  una  de  las  cara- 
belas, dejando,  además,  en  el  camino,  entre 
muertos  y  naufragados,  cerca  de  la  tercera 
parte  de  los  compañeros;  92  en  lugar  de  las 
riquezas  con  que  soñaron  al  desatracar  de  la 
Torre  del  Oro,  sólo  traían  unos  cuantos 
quintales  de  madera  de  tinte,  unas  pocas 
pieles  de  lobos  marinos  y  una  indiecilla,  pero 
dejaban  reconocida  una   larga    extensión  de 


vista  la  información  que  le  habían  enviado  «sobre  lo 
sucedido  en  el  viaje  de  Juan  de  Solis  y  los  que  con  él 
iban»;  carta  que  lo  único  que  prueba  es  que  habían 
llegado  ya  tantos  días  hacía,  que  la  información  de 
que  el  Gobernador  del  reino  hablaba  se  hallaba  ter- 
minada por  esa  fecha.  La  verdad  es  lo  que  expre- 
samos en  el  texto,  como  que  de  la  anotación  que  pu- 
blicamos en  la  página  170  resulta  que  en  4  de  Septiem- 
bre los  oficiales  avisaban  ya  de  la  llegada  de  las  dos 
carabelas;  luego,  ésta  debió  tener  lugar  ese  mismo  día 
ó  el  precedente,  á  más  tardar. 

92.  Dejaban,  éntrelos  muertos,  además  de  Diaz  de  So- 
lis,áMartínGarcia,áMarquina  y  Alarcón,  y  los  seis  que 
se  comieron  los  indios;  á  Francisco  del  Puerto,  en  el 
Río  de  la  Plata,  y  á  once  en  la  costa  del  Brasil,  ó  sea 
21,  por  lo  menos,  entre  todos;  y  como  no  debieron  ser 
más  de  sesenta,  según  lo  capitulado,  resulta  asi,  que 
de  los  expedicionarios  llegaban  apenas  las  dos  terce- 
ras partes. 


RIO  DE  LA    PLATA 


CCXCV* 


costa  del  ignorado  continente,  un  gran  río, 
y  más  que  todo,  abierto  el  camino  para  que 
otros  más  afortunados  fuesen  á  descubrir  el 
anhelado  Estrecho  que  debía  conducir  á  Ma- 
g^allanes  á  las  tierras  de  las  especias  y  á  pro- 
bar que  era  posible  dar  la  vuelta  al  mundo. 


Facsímil  de  la  firma  de  Juan  Díaz  de  Solís 


IX 

Los  compañeros  de  Dia^  de  Solís  en  su 
viaje  de  descubrimiento  del  Rio  de  la 
"Plata. 


Sumario.— Venta  y  adjudicación  de  las  especies  lleva- 
das á  España  en  la  armada.— Reclamación  in- 
terpuesta por  el  Rey  de  Portugal. — Información 
que  en  virtud  de  ella  se  levanta  en  Sevilla.— 
Siete  de  los  compañeros  deDiazde  Solis  se  que- 
dan en  el  Brasil,  y  son  llevados  presos  á  Lisboa. 
—España  los  reclama. — Un  documento  intere- 
sante.— Documentos  relativos  á  algunos  portu- 
gueses apresados  en  América  (nota).— Historia 
de  Enrique  Montes  y  de  Melchor  Ramírez. -Diego 
García  (nota). — El  grumete  Francisco  del  Puerto. 
— Error  en  que  ha  incurrido  Madero  por  lo  res- 
pectivo á  los  compañeros  de  Diaz  de  Solis- 
(nota). 

LIEGO  que  los  expedicionarios  llegaron  á 
Sevilla,    los  Oficiales  Reales  procedie- 
ron,   como  era  de  uso  en  semejantes 
casos,  I  á    levantar    una    información    de    lo 


I.  Basta   para  persuadirse   de   esto,  recordar  las  in- 


CCXCVIII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

acaecido  en  el  viaje,  documento  que  habría 
sido  de  valor  inapreciable  para  la  historia  de 
la  pequeña  armada,  pero  que  hoy  parece  per- 
dido. 2  Procedióse  á  vender  las  pieles  de  lo- 
bos, en  6  ducados,  de  cuyo  precio  se  adjudicó 
al  tesoro  real  la  tercera  parte,  y  con  la  in- 
diecilla  se  quedó  Francisco  de  Torres  por 
20  ducados.  En  cuanto  á  las  carabelas,  parece 
que  alguna  diferencia  surgió  entre  los  here- 
deros de  Diaz  de  Solís  y  el  Rey.  pues  según 
consta  de  un  asiento  de  los  libros  de  la  Casa 
de  la  Contratación,  los  Oficiales  Reales  hu- 
bieron de  embargarlas,  «hasta  que  se  decla- 
re, reza  ese  documento,  si  pertenecen  á  los 
herederos  de  Juan    Diaz    ó  á    Sus  Altezas.» 


formaciones  an¿Uogas  levantadas  después  del  regreso 
de  la  Victoria  de  su  vuelta  al  mundo,  de  la  San  Ga- 
briel, de  Loaisa,  de  lo  ocurrido  á  Gaboto,  etc.:  docu- 
mentos todos  conocidos  y  en  su  mayoría  ya  publi- 
cados. 

.  2.  Podemos  asegurar  que  no  se  halla  en  el  Archivo 
de  Indias, que  nosotros  hemos  registrado  durante  años, 
legajo  por  legajo  y  pieza  por  pieza.  No  queda  más  es- 
peranza de  que  algún  dia  parezca  en  Simancas,  donde 
existe  una  cantidad  enorme  de  documentos,  y  que  en- 
tre ellos  ande  traspapelado,  porque  lo  que  es  en  el  si- 
tio en  que  debiera  estar,  no  parece  tampoco.  Es  posible 
que  en  años  atrás  algún  consejero  ó  cosmógrafo  lo 
llevase  á  su  casa,  y  después  se  perdiese,  ó  que  pere- 
ciese en  el  incendio  que  hubo  en  el  Archivo  en  el  mis- 
mo siglo  XVI. 


COMPANEROS  DE  SOLIS  CCXCIX 

Meses  más  tarde  fueron  tasados  en  5oo  du- 
cados de  oro,  sin  que  sepamos  cuál  fué  el  re- 
sultado de  las  gestiones  entabladas  por  los 
herederos  de  Diaz  de  Solís  acerca  de  su  pro- 
piedad. En  cuanto  al  sueldo  devengado  por 
el  piloto,  hay  constancia  de  que  en  las  vís- 
peras de  la  llegada  de  la  armadilla  se  man- 
dó entregar  á  sus  podatarios.  3 

Por  lo  que  respecta  al  brasil,  Jiménez  de 
Cisneros  dispuso  primeramente  que  se  tasase 
y  se  diese  en  dinero  el  valor  que  correspon- 
diese á  los  expedicionarios,  aunque  después 
se  distribuyó  entre  ellos  en  especie.  4  Autori- 
zóse también  que  el  biscocho  sobrante  se 
vendiese  en  Portugal,  creyendo  obtener  así 
un  mejor  precio. 

Pero,  á  todo  esto  se  veía  surgir  una  cues- 
tión grave  con  Portugal.  Habíase  tenido  allí 
noticias,  sin  duda  por  cartas  enviadas  por  los 
colonos  de  la  factoría  que  aquella  nación 
mantenía  en  el  Brasil,  de  la  pasada  de  la  ar- 
madilla de  Diaz  de  Solís  en  su  viaje  de  re" 
greso,  y  de  la  corta  de  maderas  que  los  expe- 
dicionarios hicieron  por  allí,  y  esto  bastó 
para  que  aquel  monarca  presentase  una  re- 
clamación al  gobierno  de  España. 


3.  Véase  la  real  cédula  de  17  de  Julio    de    i5i6,   que 
es  nuestro  documento  número  LXIX. 

4.  Asi  lo  dice  Madero,  p¿igina  3i. 


CCG  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

Los  términos  en  que  estaba  hecha  esa  re- 
clamación constan  de  la"  real  cédula  que  Jua- 
na la  Loca  y  su  marido  dirigían  á  los  Oficia- 
les Reales  de  Sevilla  con  fecha  22  de  Febre- 
ro de  i5i7,  muy  poco  después  de  la  llegada 
de  las  dos  carabelas  á  Sevilla,  como  se  ve. 

Comenzaba  el  monarca  portugués  por  ex- 
presar que  Díaz  de  Solís,  subdito  suyo,  se 
había  escapado  antaño  á  Castilla,  por  «mu- 
chos crímenes  y  excesos  que  allí  había  he- 
cho», y  que  hallándose  en  Andalucía,  en 
unión  de  otras  personas  inducidas  por  él, 
había  armado  una  expedición  para  ir  á  las 
tierras  del  Brasil,  en  las  cuales  no  entraban 
otras  personas  que  las  de  sus  reinos,  y  que 
de  allí  trajeron  de  aquella  madera  y  otras  co- 
sas; «é  que  por  ser  lo  susodicho  cosa  nueva 
é  jamás  usada  después  que  el  Rey  tiene  la 
tierra,  continuaban  en  su  exposición  los  mo- 
narcas españoles,  nos  pidió  mandásemos  cas- 
tigar al  dicho  Juan  Diez  de  Solís  y  á  todas 
las  otras  personas  que  con  él  habían  ido,  é 
le  fuese  entregado  todo  el  brasil  é  otras  mer- 
caderías é  cosas  que  de  allá  habían  traído  é 
se  estuviese  en  poder  de  algunas  personas,  é 
se  secrestase  hasta  que  se  determinase  el  cas- 
tigo que  á  los  susodichos  se  había  de  dar,  é 
se  tornase  la  facienda  al  dicho  Serenísimo 
Rey,  cuya  era,  ó  como  la  nuestra  merced  fue- 
re:   é  consultado  con  los  nuestros  Oficiales^ 


COMPANEROS  DE  SOLIS  CCCI 

fué  acordado  que  debíamos  mandar    dar  esta 
nuestra   cédula    para  vosotros  sobre  la  dicha 
razón  é  Nos  tuvímoslo    por  bien:    por  ende, 
nos  vos  mandamos  que  luego  veades  lo  suso- 
•dicho  é  hagáis  información  por  cuantas  par- 
tes é  maneras   mejor  é  más    cumplidamente 
saberla  pudiéredes,   así  por  los    testigos  que 
por  parte  del  dicho  Serenísimo    Rey  de  Por- 
tugal vos  fueren  presentados,  como    por   los 
que  vosotros  de  vuestro  oficio  vierdes  que  se 
deben  recibir  cómo  é  de  qué  manera  pasó  lo 
susodicho,  é  qué  brasil  é  cosas  el  dicho  Juan 
Diez  de  Solís  é  los  que  en  él  fueron  trujeron, 
é  de  qué  partes  é  lugares    se  trujo,  é  si  fué 
de  las  Islas  que  por  la  demarcación  de  entre 
estos  reynos  e  el  reyno  de   Portugal  son  del 
dicho  Serenísimo  Rey  de  Portugal,  é  en  qué 
penas  los  susodichos  han   caído  é  incurrido, 
é  todo  demás  que  vosotros  vierdes  ser  nece- 
sario para  mejor  saber  la  verdad  sobre  todo 
lo  susodicho,  é  la   información    de   todo  ha- 
bida, é  la  verdad   sabida,  la   enviad  ante  nos 
para  que    lo    mandemos  ver  é  proveer  sobre 
ello  lo  que  fuere  justicia;  é  si  por  la  dicha  in- 
formación vos  constare  haber  sido  los  suso- 
dichos culpantes,  é  el  dicho  brasil  é  cosas  que 
trujeron,  de  las  Islas  del  dicho    Serenísimo 
Rey  de  Portugal,  lo  embargad  hasta  que  por 
los    del  nuestro  Consejo,  vista    la  dicha  in- 
formación, se  os   envíe  á  mandar  lo  que  so- 


CCCII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

bre  ello  se  debe  facer;  é  á  las  tales  personas 
haced  que  den  seguridad  de  estar  á  derecho 
é  pagar  lo  que  contra  ellas  fuere  sentenciado; 
é  non  fagades  ende  al.»  5 

Vése,  pues,  que  los  reyes  no  se  daban  si- 
quiera por  entendidos  de  que  la  armada  que 
había  motivado  las  quejas  del  de  Portugal 
hubiese  sido  en  realidad  despachada  á  su  cos- 
ta, ni  siquiera  de  que  hubiese  llegado,  ni  mu- 
cho menos  del  brasil  «y  otras  cosas»  que 
vinieron  á  su  bordo,  sino  que  se  limitaron  á 
disponer  que  la  información  de  lo  ocurrido 
al  respecto  se  levantase  en  Sevilla  y  por  sus 
delegados  los  Oficiales  Reales,  quienes  por 
su  parte  y  en  virtud  de  su  oficio,  procederían 
á  presentar  los  testigos  «que  se  debían  reci- 
bir;» encargándoseles,  además,  que  embarga- 
sen las  mercaderías  y  obligasen  á  dar  fianzas 
á  los  que  pareciesen  culpables, — que  en  este 
caso  no  podían  ser  otros  que  los  mismos  reyes. 

Conforme  á  estas  órdenes,  los  Oficiales  le- 
vantaron, en  efecto,  la  información, — y  este 
es  otro  de  los  documentos  relativos  á  aquella 
armada  que  permanece  desconocido — y  sin 
duda  alguna  ya  estaba  terminada  á  mediados 
de  Octubre,  pues  con  esa  fecha  hacían  cons- 
tar en  sus  libros  los  derechos  pagados  á  los 


5.  Esta  real   cédula   la  publicamos   integra  bajo  el 
número  LXX  de  nuestros  documentos. 


COMPAKEROS  DE  SOLIS  CCCIII 

escribanos  por  sus  actuaciones  «en  los  abtos 
é  requerimientos  que  ante  ellos  pasaron  é 
hicieron  de  partes  del  señor  Rey  de  Portu- 
gal para  que  se  le  entregase  todo  el  brasil  que 
trujeron  las  carabelas  que  Juan  Diaz  llevó  á 
descubrir.»  6 

En  virtud  de  esta  reclamación,  fué,  sin  duda, 
que,  como  hemos  dicho,  se  dispuso  dar  á  los 
expedicionarios  en  dinero  la  parte  que  les  cu- 
piese en  el  reparto  del  palo  brasil,  y  á  ella 
aludían  también  aquellas  palabras  de  los  Re- 
yes que  acompañaban  á  esa  orden:  «porque 
así  conviene  al  nuestro  servicio.»  El  hecho 
de  haberse  distribuido  después  el  brasil  entre 
los  tripulantes,  está  demostrando  igualmente 
que  en  vista  de  esa  información  fué  desesti- 
mado el  reclamo  de  Portugal,  quizás  porque 
se  lograría  establecer  que  el  lugar  en  que  la 
madera  fué  cortada  caía  del  lado  de  la  línea  de 
demarcación  que  correspondía  á  España,  tal 
como  entonces  se  la  entendía,  según  queda  ya 
dicho. 

Para  explicarnos  cómo  era  que  el  Rey  de 
Portugal  logró  tener  noticia  que  la  armada  de 
Diaz  de  Solís  había  tocado  en  el  Brasil,  es  ne- 
cesario saber  que  una  de  sus  naves,  que  por 
aquellos  días  recorría  los  mismos  parajes,  en- 


6.  Véase  la  página  170  de  nuestros  Documentos. 


CGCIV  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

contró  en  la  bahía  de  los  Inocentes  á  siete  de 
sus  tripulantes.  «¿Eran  estos  siete  los  mismos 
que  faltaban  de  los  once  que  naufragaron  fren- 
te á  la  isla  de  Santa  Catalina,  en  el  puerto  de 
los  Patos?  ¿Formaban  parte  de  la  tripulación 
de  las  otras  dos  carabelas  que  habían  bajado  á 
tierra  á  cortar  madera  de  brasil?  Ambas  hipó- 
tesis nos  parecen  admisibles.  La  circunstan- 
cia de  haber  sido  siete  los  prisioneros  ha  de 
parecer  demasiado  casual  para  no  inducir- 
nos á  pensar  que  eran  de  los  náufragos  del 
puerto  de  los  Patos.  Si  así  fuese,  es  claro  que, 
ya  por  tierra,  ya  en  alguna  embarcación  me- 
nor, se  habían  dirigido  hacia  el  norte  del  lu- 
gar del  naufragio,  y  que  al  tiempo  de  ser 
apresados  habían  avanzado  ya  desde  los  27  y 
medio  grados  hasta  los  23  y  cuarto,  en  que 
Herrera  situaba  la  bahía  de  Inocentes,  y  que 
corresponde  así  aproximadamente  (hay  que 
tener  presente  la  poca  exactitud  con  que  en- 
tonces se  daban  las  latitudes)  al  actual  puerto 
de  Santos.  Pero,  ¿cómo  pudieron  hablar  en- 
tóncesdelacorta  del  palode  brasil?  ¿Contaron, 
por  acaso,  que  los  compañeros  de  las  dos  ca- 
rabelas que  ya  habían  pasado  adelante  lleva- 
ban el  proyecto  de  bajar  á  tierra  con  ese  ob- 
jeto? Por  el  contrario,  si  suponemos  que  los 
apresados  eran  de  las  tripulaciones  de  alguna 
de  las  dos  carabelas  que  lograron  llegar  á 
España,  tendremos  averiguado  que  el    lugar 


COMPANEROS  DE  SOLIS  CCCV 

en  que  se  detuvieron  para  cortar  madera  fué 
esa  bahía  de  los  Inocentes. 

Sea  como  fuere,  los  reyes  de  España  logra- 
ron, por  su  parte,  saber,  quizás  por  los  mis- 
mos tripulantes  llegados  á  Sevilla,  ó  por  algu- 
no de  los  espías  que  mantenían  en  Lisboa,  que 
esos  siete  españoles  se  hallaban  allí  presos,  / 
casi  conjuntamente  con  el  reclamo  de  F^ortu- 
gal,  entablaron  el  suyo  para  que  fuesen  pues- 
tos en  libertad,  manifestando,  á  la  vez,  que 
daban  las  órdenes  necesarias  para  que  se  re- 
solviese á  la  mayor  brevedad  el  proceso  que 
se  seguía  en  Sevilla  á  otros  once  portugueses 
detenidos  allí  por  idéntica  causa. 

Léase  ahora  el  texto  de  la  reclamación  es- 
pañola dirigida  á  nombre  del  Rey  por  el  Car- 
denal Jiménez  de  Cisneros,  desde  Madrid,  á 
3o  de  Marzo  de  iSiy: 

«Serenísimo  é  muy  excelente  Rey  é  prínci- 
pe, nuestro  muy  caro  é  muy  amado  hermano 
é  tío:  Nos  hemos  sido  informados  que  por 
vuestro  mandado  están  presos  en  Lisboa  siete 
hombres  que  por  nuestro  mandado  fueron  á 
descubrir  á  la  parte  del  sur  con  Juan  Diaz  de 
Solís,  nuestro  piloto  mayor,  ya  difunto,  por- 
que diz  que  los  hallaron  en  tierra,  en  la  bahía 
de  los  Inocentes;  el  cual  dicho  puerto  segund 
somos  certificados  y  paresce  por  la  demarca- 
ción que  está  fecha  entre  esos  vuestros  reinos 
y  los  nuestros,  está  la  dicha  bahía  é  puerto 
20 


CCCVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

dentro  de  nuestros  límites,  y  bien  creemos  que 
si  vos  fuérades  informado  dello,  no  mandá- 
rades  tener  en  prisión  á  los  susodichos,  pues 
sabéis  con  cuanto  cuidado  nosotrosmandamos 
guardar  con  vuestros  subditos  é  naturales  la 
capitulación  y  asiento  y  concordia  que  está 
asentada,  y  continuándose  ansí,  hemos  afec- 
tuosamente mandado  á  los  nuestros  oficiales 
de  la  Casa  de  la  Contratación  de  las  Indias, 
que  reside  en  la  cibdad  de  Sevilla,  que  con 
toda  brevedad  se  vea  la  justicia  de  los  xi  presos 
portugueses  que  allí  están:  por  ende,  afetuo- 
samente  vos  rogamos  mandéis  poner  en  li- 
bertad los  dichos  siete  hombres  castellanos 
que  ansí  por  vuestro  mandado  están  presos, 
y  se  trujeron  de  la  bahía  é  puerto  de  los  Ino- 
centes á  Lisbona,  pues,  como  dicho  es,  se 
tomaron  dentro  de  los  límites  de  nuestra  de- 
marcación: que  demás  de  complir  lo  que  entre 
estos  nuestros  reinos  y  los  vuestros  está  asen- 
tado é  capitulado,  nos  lo  recibiremos  en  sin- 
gular complacencia.» 

Como  se  ve,  el  argumento  capital  de  la  re- 
clamación estaba  fundado  en  que  el  apresa- 
miento de  de  los  siete  tripulantes  había  tenido 
lugar  contra  derecho,  por  haberse  verificado 
en  tierras  que  por  la  línea  de  demarcación 
correspondían  á  España. 

Y  es  todo  lo  que  hemos  descubierto  acerca 
de  este  incidente  diplomático  particularmente 


COMPANEROS  DE  SOLIS  CCCVI[ 

■interesante  para  el  tema  que  tratamos,  sin  que 
sepamos  si  en  Portugal  se  dio  ó  nó  acogida 
á  la  reclamación,  ni  los  nombres  de  los  ma- 
rineros que  la  motivaron.  7 


7.  Los  once  portug^ueses  á  que  se  refería  Jiménez 
de  Cisneros,  eran  tripulantes  de  una  carabela  apresa- 
da en  la  isla  de  San  Juan  (Puerto  Rico)  en  1514.  Pro- 
-cesados  en  la  Española,  á  instancias  del  Rey  de  Por- 
tugal fueron  traídos  á  Sevilla,  donde  acababan  de 
llegar  cuando  el  Cardenal  Cisneros  presentaba  su  re- 
clamación. A  continuación  insertamos  las  tres  reales 
cédulas  que  hallamos  en  el  Archivo  de  Indias,  relati- 
vas á  este  incidente,  que  completa  el  de  los  compañe- 
ros de  Diaz  de  Solis  detenidos  en  Lisboa: 

«El  Rey — Don  Diego  Colón,  &,  é  nuestros  jueces  de 
apelación  é  oficiales  que  residís  en  la  Isla  Española: 
porque  cumple  á  nuestro  servicio  que  la  determinación 
del  negocio  de  los  portugueses  que  fueron  tomados  en 
la  carabela  en  la  isla  de  Sant  Joan  se  haga  por  los 
nuestros  oficiales  que  residen  en  la  cibdad  de  Sevilla, 
yo  vos  mando  que  luego  questa  mi  carta  veciis,  en- 
viéis todos  los  dichos  portogueses  con  todo  lo  que  se 
les  tomó,  á  los  dichos  nuestros  oficiales,  presos  é  á 
buen  recabdo,  ó  con  persona  abonada,  con  todos  los 
procesos  é  informaciones  que  contra  ellos  se  hubiesen 
fecho,  sin  que  en  ello  haya  ninguna  falta,  y  dad  orden 
como  vengan  bien  tratados.  Fecha  en  Madrigal,  á 
diez  de  Febrero  de-  quinientos  quince  años. — Yo  el 
Rey  &. — Señalada  del  Obispo.» 

aEl  Rey. — Nuestros  oficiales  de  la  Casa  de  la  Con- 
tratación de  las  Indias  que  residís  en  la  cibdad  de  Se- 
villa. El  serenísimo  Rey  de  Portogal,  mi  hijo,  me  ha 
enviado  á  rogar  que  mandase  que  los  portogueses  que 
^se  tomaron  en   la   carabela   portuguesa   en   la  isla  de 


CCCVIII  JUAN    DÍAZ   DE    SOLIS 

Es  del  caso,  sin  embargo,  que  presentemos 
al  lector  en  este  kioar  un  documento  hasta 
ahora  desconocido,  y  en  extremo  interesante, 


Sant  Juan,  que,  como  sabéis,  están  presos  en  la  Espa- 
ñola, y  allí  se  procede  contra    ellos,  se   trajesen  á  esa 
Casa,  para  que  vosotros  conocicsedes   del    ne.ijrocio;  y 
vista  la  información  que  contra  ellos  se  ha  habido  en 
la  dicha  isla,  y  lo  demás  que   contra    ellos  hubiese,  y 
lo  que  por  su  parte  en  su  favor  se  ale^-ase,  delerminá- 
sedes  lo  que  fuese  justicia.  E  yo,  por  respeto  del  dicho 
serenísimo  Rey,  mi  hijo,  lo  he  habido  por  bien,  y  man- 
dé despachar    la   carta    que  veréis  para    ello,   en   que 
envío  á  mandar  que  os  los  envien  ahí  presos  é  á  buen 
recabdo,  con  los  procesos  é  informaciones  que  contra 
ellos  hobiese,  é  con  los  bienes    que  se  les  tomaron  ai 
tiempo  que  fueron  presos.  Por  ende,  yo  vos  mando  que 
venidos  á  esa  Casa,  los  hagfáis  poner  á  buen  recabdo, 
é  veáis  toda  la  información  que  contra  ellos  vos  envía-- 
sen  los  nuestros  jueces  é  oficiales   de   la  dicha  isla,  é 
la  más  que  pudiéreJes  haber  para  saberla  verdad  del 
negocio,  asi  por  parte  de   nuestro    Fiscal,   que   los  ha 
acusado  y  acusare,  como  por  parte  de  los  dichos  por- 
togfueses,  é  oídos  conforme  á    derecho,  é  visto  todo  lo 
susodicho,  me  hagáis  saber  lo  que  contra  ellos  hallar- 
des,  para  que  yo  vos  envíe  á  mandar  lo  que  convenga. 
Fecha  en  Madrigal,  á  diez  de   Febrero   de   quinientos 
quince  años. — Yo  f.i.  Rey.— Señalada  del  Obispo.» 

«El  Rey. — Don  Diego  Colón,  &,  é  los  nuestros  jueces 
de  apelación  é  oficiales  que  residís  en  la  dicha  isla. 
Por  otra  mi  carta,  como  veréis,  vos  envío  y  mando 
que  los  portogueses  que  fueron  tomados  en  la  cara- 
bela en  la  isla  de  Sant  Juan  y  están  presos  en  la  dicha 
isla,  los  enviéis  á  los  nuestros  oficiales  que  residen  en- 
la  cibdad  de  Sevilla,  presos  é  á  buen  recabdo,  con  los 


COMPANEROS  DK  SOLIS  CCCIX 

como  que  de  él  se  desprende  que,  aún  en  1 52 1 , 
nueve  de  los  companeros  de  Diaz  de  Solís  se 
hallaban  todavía  en  el  Brasil,  y  que,  por  lo 


procesos  c  informaciones  que  contra  ellos  hobiese, 
como  más  larg-o  en  la  dicha  carta  se  contiene,  é  por- 
que vosotros  allá  estaréis  más  informados  deste  nego- 
cio, así  de  la  culpa  que  los  dichos  portogueses  tienen, 
como  de  todo  lo  que  á  esto  toca,  yo  vos  mando  que 
cumpliendo  la  dicha  carta,  enviéis  á  los  dichos  oficía- 
les de  Sevilla  vuestro  parecer,  larga  y  particularmente, 
de  lo  que  en  esto  se  debe  hacer,  para  que  visto  lo  uno 
y  lo  otro,  se  haga  en  ello  lo  que  fuere  justicia.  Fecha 
€n  Madrigal,  á  diez  de  Febrero  de  quinientos  quince. 
— Yo  EL  Rey.— Señalada  del  Obispo. w 

En  el  año  siguiente  de  i5i6,  se  tomó  también  preso 
en  España  á  un  portugués  llamado  Alonso  Alvarez, 
que  habia  ido  á  Sevilla  á  tratar  de  inducir  á  Juan  Ro- 
dríguez Mafra,  á  fin  deque  se  trasiaJase  á  Lisboa  para 
acompañar  á  una  expedición  que  allí  se  armaba  para 
ir  «á  la  tierra  que  descubrió  Juan  Diaz  de  Solis.»  Véanse 
á  continuación  las  instrucciones  que  sobre  el  particu- 
lar s^  dieran  al  embajador  de  España  en  Purlagal: 

«El  Rey. — Lo  que  vos  Alonso  de  la  Puente,  contino 
de  nuestra  casa,  habéis  de  decir  de  mi  parte  al  Rey 
de  Portugal,  si  demás  de  la  primera  instrucción  que 
lleváis,  él  os  dijere  alguna  cosa  preguntándoos  algo 
de  la  prisión  que  tiene  Alonso  Alvarez,  portugués,  en 
la  Casa  de  la  Contratación  de  las  Indias,  que  reside 
en  la  cibdad  de  Sevilla,  é  por  qué  cabsa,  es  lo  si- 
guiente: 

Primeramente,  si  os  dijere  que  qué  es  la  cabsa  por 
que  está  preso,  le  diréis  que  porque  él  mismo  ha 
dicho  y  confesado  que  él  había  venido  de  Portogal  á 
liablar  con  un  Juan  de    Barvero,   piloto,   é    que   ansí- 


CCCX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

tanto,  es  dudoso  que  hubiesen  sido  llevados 
presos  á  Lisboa.  Como  se  verá  también, 
en  él  se  hace  relación  de  un  viaje  al  Río  de 


mismo  se  llama  Juan  Rodrigruez  de  Maíra,  por  otro 
nombre  Alonso  Rodríguez,  que  fué  de  allá  á  Portogal, 
porque  allá  se  querían  armar  ciertas  naos  paia  ir  á  la 
tierra  que  descubrió  Juan  Diaz  de  Solís,  é  que  este 
piloto  le  había  conversado  é  asentado  con  él  partido, 
é  aún  le  había  dado  é  empezado  á  dar  seííal  en  dos 
veces  veinte  é  cincuenta  ducados,  para  que  fuese  con 
él  á  Portogal,  é  que  después  de  aceptado  é  dado  la 
señal,  viendo  el  dicho  Juan  Barvero  que  era  en  nuestro 
deservicio,  é  que  no  lo  podía  hacer  por  ser  nuestro 
subdito  é  vasallo,  se  le  escondió  é  no  quiso  ir  con  él; 
é  si  mucho  el  Rey  os  apretase,  así  desculpado  de  cuan- 
to había  sabido  cosa  desto,  é  que  acá  se  le  ha  fecho- 
ai  dicho  portugués  perjuicio  en  le  detener,  le  diréis 
como  acá  se  ha  visto',  y  aún  los  dichos  oficiales  tienerr 
cédula  suya  para  el  dicho  Juan  Barvero,  que  trajo  el 
dicho  portugués,  para  que  él  fuese  al  dicho  Rey  de 
Portogal,  pero  que,  aunque  está  detenido  acá  por  nues- 
tro mandado,  que  ha  sido  y  está  muy  bien  tratado  é 
mirado,  &. 

«Y  ansimismo  le  diréis  que  después  que  el  dicho 
Alonso  Alvarez,  portugués,  vido  que  el  dicho  Juan 
Barbero  se  le  habia  escondido,  é  no  habla  querido  ir 
con  él,  habia  andado  concertando  con  dádivas  é  pro- 
mesas, é  prometiendo  merced  de  dicho  Rey  de  Porto- 
gal  á  muchos  pilotos  castellanos  que  estaban  en  la 
navegación  de  las  Indias,  é  les  decia  que  el  dicho  Rey 
quería  armar,  é  que  seguixfi  los  dichos  pilotos,  el  dicho 
Alonso  Alvarez,  portugués,  habían  concertado,  segund 
les  preguntó,  et  le  hacía,  é  lo  que  decían  era  para 
Urabá  ó  Veragua,  ó  á  la  costa   de   Paria,   é  que  loca* 


COMPAÑEROS  DE  SOLIS  CCCXl 

la  Plata  de  que  hasta  ahora  no   se    tenía  la 
menor  noticia. 

lié  aquí  ese  documento,  que  hallamos  en  el 
Archivo  de  Simancas,  en  el  legajo  867  de  la 
Secretaría  de  Kstado: 


rian  en  la  costa  de  las  Perlas,  é  que  el  dicho  Alonso 
Alvarez,  portiig-ués,  decía  é  publicaba  que  no  osarían 
volver  á  Portug-al  sin  llevar  un  piloto  de  los  que  sabían 
la  navegación  de  las  Indias,  &, 

«Ansimismo  le  diréis  que,  andando  el  dicho  Alonso 
Alvarez,  portugués,  en  lo  susodicho,  como  lo  supieron 
los  dichos  nuestros  oficíales  de  la  Contratación  de  las 
Indias,  viendo  ser  en  nuestro  deservicio  é  contra  lo 
asentado  é  concertado  con  el  dicho  Rey  é  sus  vasallos 
é  nosotros  é  los  nuestros,  le  mandaron  venir  á  la  dicha 
Casa  de  la  Contratación,  é  venido,  lo  tienen  en  ella 
muy  bien  tratado  é  mirado,  conforme  a  la  calidad  de 
su  persona,  porque  ansí  se  lo  héis  enviado  á  man- 
dar á  los  dichos  oficiales  que  lo  hagan,  &.  Ansimismo 
si  entre  tanto  que  allá  estuvierdes,  los  dichos  nuestros 
oficiales  de  la  (Contratación  de  las  Indias,  que  reside 
en  Sevilla,  vos  escribiesen  a'go  para  que  hagáis  rela- 
ción al  dicho  Rey  de  Portogal  sobre  la  prisión  del  di- 
cho Alonso  Alvarez,  portugués,  é  la  culpa  que  contra  él 
se  halla,  hacerme  héis  saber  todo  lo  que  ellos  vos  es- 
cribiesen, porque  yo  les  he  enviado  á  mandar  que  ha- 
gan la  pesquisa,  y  lo  que  contra  él  se  hallare  y  que 
paresciere  haber  sido  culpante,  vos  lo  hagan  saber 
para  que  vos  hagáis  relación  dello  al  dicho  Rey,  para 
que,  si  paresciere  merecer  alguna  pena,  se  le  pueda 
dar,  y  que  el  dicho  Rey  sepa  la  justa  cabsa  que  hay 
para  ello.— Yo  el  Rey.— Lope  Conciiillos.» 

«Serenísimo  é  muy  excelente  Rey  é  príncipe  de  Por- 
togal, nuestro  muy  caro  é  muy  amado  hijo:  nos  envia- 


CCCXII  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

«S.  G.  C.  M.— Yo  escrebí  á  V.  Miad,  este 
invierno  desde  Monte  Mayor,,  que  había  lle- 
gado allí  un  hombre  que  venía  de  descubrir 
tierra  por  la  costa  del  Brasil,  y  que  traía  se- 
ñales de  haber  hallado  mucho  cobre  y  alguna 
plata,  y  otras  cosas;  y  que  andaba  con  el  Rey 
en  demandas  y  respuestas  para  que  le  pagase 
su  trabajo,  ayudándole  para  que  pudiese  vol- 
ver allá,  á  vista  de  lo  que  había  descubierto; 
y  escrebí  asimismo  que  sabía  que  le  traían  en 
palabras,  sin  darle  ninguna  cosa;  y  que  tenía 
sospecha  que  lo  que  éste  había  descubierto 
era  cosa  que  pertenecía  á  V.  Mtad.,  pues,  te- 
niendo éstos  tanta  necesidad  de  cobre  y  de 
otras  cosas,  no  salían  á  perseguirlo,  que  aquél 
los  traía  ya  comenzado  el...  (roto)  ü  insistir 
en  su  demanda,  para  saber  lo  que  le  podía 
aprovechar,  y  siempre  ha  hallado  palabras  sin 
ningún  fruto.  Parecióme  que  sería  servicio  de 
V.  Mtad.  saber  qué  navegación  había  hecho 
y  qué  había  hallado  allí;  y  así  para  que  me- 
jor pudiese  yo  informar  á  V.  Mtad.  del  caso, 


mos  á  Alonso  de  la  Puente,  contino  de  nuestra  casa, 
para  que  vos  hable  de  nuestra  parte  alí,'-unas  cosas 
que  del  sabréis:  afectuosamente  vos  rog-amos  le  deis  á 
todo  ello  entera  fé  y  creencia.  Serenísimo  é  muy  exce- 
lente Rey  é  principe,  Nuestro  Señor  vos  haya  en  su 
especial  gracia  é  recomienda.  Escrita  en  Madrid,  á 
diez  y  ocho  de  Diciembre  de  quinientos  é  diez  é  seis 
años. — Yo  EL  Rey. — Conchillos,  secretario.» 


COMPANEROS  DE  SOLIS  CGCXIII 

y  él,  coníiándose  de  mi  palabra,  aunque  con 
grandes  miedos,  vino  á  mi  posada,  y  asegu- 
rado de  todo  lo  que  le  convenía,  me  informó 
de  las  cosas  siguientes,  habrá  xv  días. 

«Dice  que  agora  tres  años,  el  Rey  don  Ma- 
nuel le  dio  licencia  que  fuese  á  descubrir  por 
aquella  costa,  prometiéndole  grandes  merce- 
des si  hallase  cobre  y  otras  cosas  que  él  de- 
seaba, y  dice  que  se  fué  derecho  al  Brasil  con 
dos  carabelas,  y  que  siguió  la  costa  del  dicho 
Brasil  por  el  sudueste  setecientas  leguas  de 
donde  ellos  toman  el  brasil,  y  que  halló  á  las 
ccc  leguas,  poco  más  ó  menos,  nueve  hombres 
de  los  que  fueron  con  un  JuandeSolís  á  descu- 
brir, y  habló  con  ellos,  y  están  casados  allí, 
y  quisieran  que  él  se  los  truxera,  porque  él 
no  osó  por  ser  castellano,  y  porque  él  sabía 
que  al  Rey  le  había  pesado  de  lo  que.  iba  á 
■descubrir  el  dicho  Juan  de  Solís,  porque  les 
prometió  que  si  Dios  allí  le  tornase,  que  los 
traería.  Dice  que  en  la  tierra  que  aquellos 
están  no  hay  cosa  de  provecho,  y  que  siguió 
su  costa  otras  cccl  leguas,  que  son  las  dcc 
dichas,  y  que  halló  un  río  de  agua  dulce,  ma- 
ravilloso, de  anchura  de  cuatorce  leguas,  y  que 
subió  por  el  río  doce  leguas  y  vio  muy  her- 
mosos campos  á  todas  partes,  y  que  surgió 
allí  y  tomó  lengua  de  la  tierra,  y  que  le  dije- 
ron que  aquel  río  no  sabían  de  donde  venía 
sino  que  era  de  muy  lejos,  y  que  más  arriba 


CCCXIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

hallaría  otra  gente  que  eran  sus  enemigos, 
que  tenían  de  aquellas  cosas  que  él  les  mos- 
traba, que  eran  oro  y  plata  y  cobre,  y  que 
tomó  cuatro  hombres  de  aquellos,  y  se  fue- 
ron con  él,  y  subió  por  el  río  en  los  bateles 
armados  veinte  y  tres  leguas,  y  que  siempre 
lo  halló  todo  mejor  y  la  fondura  igual;  dice 
que  allí  vinieron  á  él  ciertos  viejos  y  estuvo 
con  ellos  en  grandes  pláticas  que  se  asegu- 
rasen... (roto)  los  otros,  y  que  les  rescató  al- 
gunas cosas  y  le  dieron  pedazos  de  plata  y 
de  cobre  y  algunas  venas  de  oro  entre  pie- 
dras, y  que  le  dijeron  que  toda  aquella  mon- 
taña tenía  mucho  de  aquello,  y  que  duraba 
á  lo  que  ellos  señalaban  ccc  leguas;  y  que 
le  dijeron  que  la  plata  no  la  tenían  en  tanto 
como  al  cobre,  habiendo  mucho  cobre,  por- 
que no  relucía  tanto,  y  que  lo  que  señalaban 
del  oro  era  lejos,  que  el  agua  lo  debe  traer 
por  un  río  que  viene  á  dar  al  través  de  aquel 
grande  y  para  en  las  piedras;  trujo  de  todo 
esto  sus  muestras.  Dice  que  vio  ovejas  mon- 
teras y  muchos  ciervos,  y  de  aves  todas  las 
que  acá  vemos  en  el  campo  y  infinitos  aves- 
truces, las  perdices  muy  grandes;  dice  que 
es  tanto  el  pescado  del  río,  que  en  echando 
la  cuerda  ó  red  salía  llena,  y  que  comió  y 
pescó  muchos  sollos  mayores  y  mejores  que 
los  de  acá,  y  salmonetes  y  otros  pescados  en 
abundancia,    y  que  salieron    á    vueltas    dos 


COMPAÑEROS  DE  SOLIS  CCCXV 

lampreas;  que  estuvo  allí  dos  ó  tres  días  in- 
formándose de  todo  con  el  amistad  que  tomó 
con  aquellos  primeros,  y  que  después  se 
juntaron  muchos  con  arcos  y  buenas  flechas 
y  que  se  embravecieron  de  saber  que  traía 
allí  aquellos  que  dije,  y  que  le  dijeron  que 
se  fuese,  que  él  venía  por  hacelles  algún  en- 
gaño, y  que  tiró  dos  ó  tres  escopetas,  y  to- 
dos se  pusieron  por  el  suelo;  y  que  otro  día 
vio  venir  gran  número  de  canoas,  y  no  osó 
esperar,  porque  no  tenía  consigo  sino  xv 
hombres,  y  que  así  se  volvió  á  sus  carabelas. 
Dice  que  si  esto  que  ha  descubierto  es  de  V. 
i\í.  ó  hace  á  su  servicio  que  él  holgara  de 
volver  allí  con  la  manera  que  V.  M.  fuere 
servido,  y  que  cree  que  será  cosa  muy  pro- 
vechosa, 

El  querría,  si  V.  M.  se  quisiese  servir  del, 
estar  seguro  de  lo  que  acá  podría  perder,  que 
Dice  que  son  cincuenta  mil  maravedises  cada 
aiío,  que  tiene  en  no  sé  que  cosas,  que  ellos 
llaman  reguengos,  que  teme  que  se  lo  quiten, 
con  otras  cosillas:  á  mí  parecióme  que  esto 
es  cosa  que  tiene  su  tiempo,  y  ansí  lo  pro- 
metí que  lo  escribiría  á  V.  iM.,  y  que  las 
respuestas  yo  se  las  enviaría  á  su  casa  con 
ciertas  señales  que  entre  él  y  mí  quedaron. 
Aviso  dello  á  V.  M.  para  que  mande  ver  á 
los  que  saben  aquella  costa  qué  costa  es,  y 
vean  si  es  servicio  de  V.  M.  tornar  allá,  y  si 


CGCXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

no  parece  costa  provechosa  el  haber  perdido 
sus  dos  años  y  yo  haber  hecho  lo  que  debo 
en  avisar  á  V.  M.  de  cualquiera  cosa  que  se 
■descubra,  pues  deseo  que  todo  el  mundo  fuese 
sugeto  á  V.  M.  Nuestro  Señor  guarde  y  acre- 
ciente la  vida  y  muy  poderoso  estado  de  V. 
M.  por  muchos  años,  como  deseo.  En  Evora 
XXVII  de  Julio  de  1524. —  D.  V.  C.  M.  húmil 
servidor  y  criado  que  sus  reales  manos  y 
pies  besa. — JuAxM  de  (¡^uñiga. 

De  los  términos  de  la  comunicación  del 
Embajador  español  en  Portugal  se  desprende, 
pues,  que  ael  hombre  que  venía  de  descubrir 
tierra  por  la  costa  del  Brasil»,  y  que  es  sen- 
sible no  le  nombre,  si  bien  expresa  que  era 
castellano,  había  efectuado  su  viaje  hacía 
tres  años,  esto  es,  en  i52i;  que  fué  á  esos  pa- 
rajes con  dos  carabelas,  y  que  á  las  trescien- 
tas leguas  del  lugar  en  que  los  portugueses 
cogían  el  brasil  (Pernambuco)  halló  á  nueve 
hombres  de  los  de  la  armada  de  Diaz  de  Solís, 
que  estaban  casados  allí;  y,  por  fin,  que  una 
vez  llegado  al  Río,  subió  por  él  doce  leguas 
aguas  arriba,  y  luego  otras  veintitrés  en  los 
bateles,  acompañado  de  quince  marineros  y 
<ie  algunos  de  los  indígenas  ribereños. 

Ahora  bien:  ^cómo  armonizar  semejantes 
<lictados,  al  menos  en  la  parte  que  tocan  á  los 
náufragos  de  la  armada  de  Diaz  de  Solis, — ya 
que  no  es  del  caso  examinar  en  este  lugar  la 


COMPANEROS  DE  SOLIS  CCCXVII 

relación  y  circunstancias  de  ese  viaje — con  el 
hecho  de  la  prisión  de  aquéllos  en  Lisboa  y 
la  consiguiente  reclamación  española?  ^jHa- 
bían  sido  dos  los  grupos  de  náufragos  de  esa 
armada,  y,  por  consiguiente,  dos  las  carabelas- 
que  naufragaron?  ^Aquel  hombre  decía  ver- 
dad? Por  nuestra  parte  debemos  confesar  que 
sin  más  antecedentes  que  los  que  poseemos 
y  que  quedan  ya  expuestos,  no  atinamos  con 
una  resolución  satisfactoria  de  esta  duda  his- 
tórica. 

Volvamos  ahora  á  colacionar  los  hechos 
bien  comprobados  que  se  refieren  á  los  náu- 
fragos del  puerto  de  los  Patos. 

Se  recordará  que  la  nave  San  Gabriel  había 
encontrado  allí,  en  los  últimos  días  de  Abril 
de  1 526,  á  dos  de  ellos,  Enrique  Montes  y 
Melchor  Ramírez.  Léase  lo  que  á  este  respec- 
to cuenta  en  su  declaración  Francisco  Dávila, 
después  de  referir  cómo  aquella  nave,  man- 
dada por  don  Rodrigo  de  Acuña,  para  tomar 
agua  y  otros  refrescos,  fué  á  surgir  al  puerta 
que  queda  dicho: 

«Estando  tomando  el  agua,  vino  un  india 
que  traía  una  carta  que  inviaban  unos  cris- 
tianos, en  que  decía  la  carta  como  les  ha- 
bían dicho  los  indios  que  estaba  allí  una  nao, 
que  les  diesen  respuesta  dello.  D.  Rodrigo  in- 
vió  al  contador  de  la  nao  para  que  hablase 
con  los  cristianos.  A  cabo  de  tres  días  vina 


CCCXVIII  JUAN    DÍAZ    DE   SOLIS 

un  hombre  dellos  con  el  dicho  contador,  y 
dijo  á  don  Rodrigo,  que  había  diez  cristianos 
que  se  habían  perdido  allí  con  un  galeón,  y 
que  habían  quedado  cuatro  dellos,  y  que  ha- 
bían allí  fecho  su  asiento:  y  que  su  merced 
mandase  bajar  la  nao  cerca  de  su  casa,  que 
eran  quince  leguas,  que  le  darían  bastimentos 
y  rescataría  cierta  plata  y  metal  que  tenían;  y 
don  Rodrigo  se  bajó  con  la  nao  al  puerto 
donde  el  cristiano  vivía,  y  don  Rodrigo  invió 
á  tierra  al  contador  y  tesorero,  para  que  asen- 
tasen en  una  casa  donde  rescatasen  con  los 
indios;  y  el  clérigo  de  la  nao  fué  á  facer 
cristianos  á  ciertos  fijos  que  tenían  aquellos 
cristianos».  8 

Vése,  pues,  que  aquel  español,  en  reali- 
dad, vivía  quince  leguas  distante  del  puerto 
de  los  Patos,  y  que  él  y  sus  compañeros  te- 
nían allí  sus  casas,  hijos  y  mujeres.  La  es- 
cena del  bautizo  de  los  primeros  cristianos  á 
la  sombra  de  aquellos  bosques  vírgenes  en 
medio  de  los  salvajes,  asombrados  de  tamaña 
novedad,  se  presta  para  un  cuadro.  Á  nos- 
otros no  nos  cabe  duda  de  que  aquellos  es- 
pañoles han  debido  ir  en  busca  de  la  Sj7t 
Gabriel  tan  pronto  como  supieron  por  los  in- 
dios que  acababa  de  llegar  al  puerto  de  los 
Patos,  deseosos  de  divisar  la  bandera  de  su 


8.  Medina,  Colección  de  'Documentos,  t.  III,  p.  53. 


COMPANEROS  DE  SOLIS  CCCXIX: 

patria  y  de  encontrarse  con  hombres  civili- 
zados después  de  tantos  años  como  vivían  en 
aquellas  soledades,  y  sin  duda  de  algún  sa- 
cerdote que  bautizase  sus  bijos. 

La  conducta  que  en  aquellas  circunstan- 
cias usaron  con  los  recién  llegados  les  honra 
por  extremo.  Oigámosla  referir  al  mismo  don 
Rodrigo  de  Acuña: 

«Aportamos,  cuenta  éste,  en  efecto,  á  la 
bahía  de  los  Patos  en  28  grados,  do  hicimos 
agua  y  leña,  nos  refrescamos  con  gallinas  y 
patos.  En  i5  días  nos  proveímos  de  todo.  En 
este  tiempo  vinieron  allí  dos  españoles  de 
los  que  iban  con  Solís,  de  un  navio  que  allí 
se  perdió,  y  me  dijeron  que  «allí  estaban 
otros  nueve  compañeros  y  que  eran  idos  á 
la  guerra,  y  me  vendieron  3o  quintales  de  fa- 
riña, y  4  quintales  de  fásoles,  y  tela  para  una 
mesana,  y  otros  refrescos.  Ya  presto  para  ir 
á  Maluco,  mandé  decir  misa,  y  en  ella,  en 
manos  del  sacerdote,  hice  jurar  á  todos  que 
bien  y  fielmente  servirían  á  S.  M.  y  cumpli- 
rían el  viaje.  Pero  el  día  siguiente  juraron  los 
más  de  quedarse.  Súpelo  yo,  y  asi  otro  día 
envié  el  batel  á  la  mar  con  el  tesorero  y  con- 
tador y  los  dos  españoles  que  allí  fallamos, 
para  facerles  la  paga  de  lo  que  dellos  había- 
mos recibido,  é  viendo  que  tardaban,  mandé 
tirar  un  tiro,  y  así  echan  el  batel  al  agua,  y 
vienen,  y  al   salir  de  tierra  repetidos  golpes 


CCCXX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

de  mar  anegan  el  batel:  mas,  aquellos  espa- 
ñoles con  4.000  indios  dan  tan  buena  dili- 
gencia que  lo  cobran  cuatro  leguas  dahí,  y 
me  lo  ficieron  traer  en  los  brazos  por  tierra 
fasta  el  paraje  de  la  nao,  donde  envié  á  la 
adobar,  y  tardóse  en  adobar  cinco  días,  en 
los  cuales  se  acabaron  de  concertar  casi  to- 
dos de  se  quedar,  y  cortar  las  amarras  ó  las 
alargar  porque  fuese  la  nao  á  la  costa.  Ha- 
bían ordenado  muchos  primero  pedir  licencia 
para  quedarse,  y  de  hecho  por  grado  ó  fuerza 
quedarse,  aunque  fuese  menester  quitarme  la 
vida.  Pude  con  buenas  palabras  componer- 
los por  entonces,  ofreciendo  poner-  en  tierra 
los  que  quisiesen,  pues  decían  querer  más 
vivir  entre  salvajes  que  morir  desesperados 
en  la  mar.  Pensé  desviarles  de  tierra  y  mandé 
zarpar  las  anclas,  á  lo  cual  saltan  en  el  batel 
más  hombres  de  los  necesarios  y  vanse  á  tie- 
rra. Otro  día  los  dos  españoles  que  allí  falla- 
mos, viendo  tan  mala  gente,  les  amenazan, 
les  hacen  echar  el  batel  á  la  mar  y  me  en- 
vían los  que  quisieron  venir.»  9 

Podemos  todavía  citar  á  este  respecto  el 
testimonio  de  varios  de  los  tripulantes  de  la 
Sa7t  Gabriel  que  se  expresan  aún  en  térmi- 
nos más  encomiásticos  de  la  conducta  obser- 
vada por  los  españoles  de  Diaz  de  Solís  ante 


9.  Id.,  id.,  id.,  t.  III,  p.  60. 


COMPAKEROS   DE  SOLIS  GCCXXI 

el  motín  de  los  subordinados  de  Acuña.  Es 
tan  gráíica  que  aunque  parezca  repetición  de 
la  que  acabamos  de  ver,  vale  la  pena  de 
leerse: 

(.( Deparónos  Dios  un  puerto  en  28  gra- 
dos, donde  tomamos  ochenta  botas  de  agua, 
é  leña,  é  no  tardamos  en  nos  proveer  de 
todo  lo  necesario  allí  más  de  i5  días,  en 
los  cuales  vinieron  allí  dos  españoles  que 
habían  quedado  en  tiempo  de  Solís,  é  nos  di- 
jeron que  allí  estaban  otros  nueve  españoles 
de  en  tiempo  de  Solís,  los  cuales  eran  idos  á 
la  guerra,  y  nos  vendieron  3o  quintales  de 
harina,  é  cuatro  quintales  de  frisóles,  é  tela 
para  una  mesana,  é  algunas  cosas  de  refres- 
co, de  manera  que  ya  estábamos  prestos  para 
seguir  nuestro  viaje,  y  el  capitán  hizo  decir 
una  misa,  en  la  cual  en  manos  del  sacerdote 
hizo  sagramento  solemne  de  bien  é  fielmente 
servir  al  Emperador  é  cumplir  su  viaje;  é 
asimismo  hizo  hacer  juramento  á  todos,  chi- 
cos é  grandes,  que  todos  servirían  bien  é 
lealmente  á  S.  M.,  é  cumplirían  el  viaje;  é  así 
envió  el  batel  á  tierra  para  llamar  al  conta- 
dor é  tesorero  é  á  los  españoles  para  les  pa- 
gar lo  que  dellos  había  tomado,  y  viendo  el 
capitán  que  tardaban,  y  que  tenían  el  batel 
varado  en  tierra,  mandó  tirar  una  lombarda, 
y  así  echaron  el  batel  á  el  agua,  é  saliendo 
de^  tierra  se  les  anegó  el  batel  y  murerion 
21 


CCCXXII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 

quince  hombres,  y  se  perdió  el  batel;  y  aque- 
llos españoles  que  allí  hallamos,  hicieron 
tanto  con  los  indios,  que  lo  cobraron,  y  el 
capitán  enviólo  á  adobar,  é  tardaron  cinco 
días  en  lo  corregir;  en  los  cuales  días  muchos 
se  juramentaron  de  se  quedar,  é  cortar  las 
amarras,  ó  las  alargar  porque  la  nao  fuese  á 
la  costa,  ó  la  barrenar,  ó  matar  al  capitán  y 
quedarse  con  todo,  y  esto  fué  en  lo  que  se 
determinaron.  Y  así  vinieron  de  tierra  con 
esta  voluntad  en  el  batel,  las  espadas  debajo 
de  las  quillas  del  batel  y  otros  se  quedaron 
en  tierra;  y  en  llegando,  los  más  pidieron  li- 
cencia al  capitán  para  se  quedar  en  tierra, 
porque  así  estaban  determinados  de  se  que- 
dar, ó  por  fuerza  ó  por  grado,  que  más  que- 
rían vivir  como  salvajes  que  no  morir  deses- 
perados en  la  mar.  E  así  el  capitán  se  puso 
á  los  aplacar  lo  mejor  que  podía,  hasta  que 
algunos  le  prometieron  de  quedar  á  servir  á 
S.  M.;  é  así  les  rogó  el  capitán,  que  pues  así 
querían,  que  nos  zarpasen  las  áncoras,  é  nos 
guindasen  las  velas,  é  que  los  que  en  buena 
hora  quisiesen  venir  viniesen,  que  á  los  otros 
los  echarían  en  una  isleta  que  allí  estaba,  é 
así  los  aplacó  algún  tanto.  E  pensando  que 
apartándolos  de  tierra  los  podría  atraer  á  ve- 
nir en  la  nao,  mandó  zarpar  las  anclas,  é  sal- 
tan muy  diligentes  al  batel  hasta  veinte  é 
veinte   y  cinco  hombres  para  zarpar    las  an- 


COMPANEROS  DE  SOLIS  CCCXXIH 

cías;  é  así  como  llegaron  ¿\  la  boya,  dan  una 
grita  é  bogan  recio  echando  mano  á  las  espa- 
das é  machetes  que  llevaban  en  las  quillas 
-del  batel,  é  vanse  á  tierra,  é  varan  el  batel  en 
la  montaña;  é  quedamos  hasta  veinte  ó  veinte 
y  cinco  hombres,  entre  grandes  y  pequeños, 
buenos  é  malos,  con  los  cuales  otro  día  nos 
hicimos  á  la  vela,  algunos  de  buena  voluntad 
é  otros  de  mala.  E  otro  día  los  dos  españoles 
que  allí  hallamos,  comenzaron  á  amenazará 
los  que  allí  quedaban,  diciéndoles  la  gran 
traición  que  hacían  al  Emperador  é  á  su  ca- 
pitán, de  manera  c]ue  hicieron  varar  el  batel 
en  la  mar,  y  enviaron  los  grumetes  á  los  que 
quisieron  venir.  E  así  quedaron  allí  entre 
muertos  é  quedados  treinta  é  dos  hombres.»  lo 

¡Hermosa  conducta,  sin  duda,  en  hombres 
que  vivían  en  apariencia  como  salvajes,  pero 
que  en  el  fondo  del  alma  conservaban  intac- 
tos el  culto  de  la  subordinación  militar  y  el 
-amor  á  su  rey! 

Uno  de  esos  hombres  era  Enrique  Mon- 
tes. II 


10.  Medina,  Colección  citada,  t.  III,  págs.  161-162. 

11,  Consta  de  la  pregunta  12  de  la  probanza  que 
Acuña  inició  en  Cádiz  dos  años  más  tarde  (Marzo  de 
1529)  que  dice  como  sigue: 

«12.  Si  saben  que  yendo  á  zarpar  las  áncoras  en  lle- 
gando á  la  boya,  dan  una  grita  é  bogan  recio  é  se 
van  con  el  batel  á  tierra  é  lo  varan  á  la  montaña,  has- 


CCCXXIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Hubo,  pues,  Montes  y  sus  compañeros  de 
hospedar  á  los  sublevados  de  la  San  Gabriel^ 
y  juntos  vivían  todavía,  con  excepción  de  uno 
ó  dos  que  quizás  eran  muertos  ó  se  habían 
refugiado  entre  otras  tribus  indígenas,  cuando 
en  los  primeros  días  de  Septiembre  del  año 
siguiente  vino  á  dar  fondo  allí  la  armada  de 
Caboto.  12  Repitióse  entonces,  aunque  en  mu- 


ta que  otro  día  Enrique  Montes,  uno  de  los  que  ha- 
llamos en  aquella  tierra  les  hizo  varar  el  batel  é  me 
lo  envió  con  los  grumetes  é  algunos  que  quisieron  ve- 
nir. 

Gregorio  de  Gástelo. — A  las  doce  preguntas  dijo:  que 
sabe  lo  contenido  en  la   pregunta  porque  así  lo  vido. 

Hernán  Pérez. — A  las  doce  preguntas  dijo,  que  sabe 
lo  contenido  en  la  pregunta  como  en  ella  se  contiene 
é  que  sabe  lo  susodicho  porque  este  testigo  lo  vido  é- 
se  halló  á  ello  presente. 

Bartolomé  Jugo.— A  las  doce  preguntas  dijo:  que 
sabe  lo  contenido  en  la  pregunta,  como  en  ella  se  con" 
tiene,  porque  este  testigo  así  lo  vido,  como  la  pregun- 
ta dice. 

Juan  Sánchez. — A  las  doce  preguntas  dijo:  que  sabe 
lo  contenido  en  esta  pregunta  como  en  ella  se  contie- 
ne, porque  este  testigo  asi  lo  ha  visto  é  vee  como  la 
pregunta  dice,  y  este  testigo  fué  uno  de  los  que  vol- 
vieron en  el  batel  á  la  nao. 

Miguel  de  Tolosa. — A  las  doce  preguntas  dijo:  que- 
sabe  lo  contenido  en  la  pregunta,  como  en  ella  secón— 
tiene,  porque  así  lo  vido,  como  la  pregunta  lo  dice. 

12.  Gomo  los  desertores  de  la  San  Gabriel  fueron  17, 
ya  que  los  «quedados»,  contando  los  quince  que  se 
ahogaron,  ascendían  á  3o,  y  de  la  deposición  de  Nu— 
remberg  en  el  proceso  de  Caboto  aparece  que  se  em- 


COMPANEROS   DE  SOLIS  CCCXXV 


cho  menor  escala,  la  escena  del  año  anterior: 
un  clérigo  y  un  marinero  que  se  hallaban  te- 
merosos de  que  Caboto  los  matase,  se  resol- 
vieron á  quedarse  allí,  pero  en  esta  vez  hay 
quien  acusa  á  Montes  de  que  al  ver  tan  irri- 
tado á  Caboto  por  ese  hecho,  «le  dijo  que  si 
quería  que  los  indios  matasen  á  este  clérigo  é 
al  otro  su  compañero,  que  les  tomase  los  di- 
chos cuatro  indios  y  que  sus  padres  matarían 
al  dicho  clérigo  é  al  su  compañero,  viendo 
que  les  traían  á  sus  hijos,  y  que  por  esta  cab- 
sa  el  dicho  capitán  truxo  los  dichos  cuatro  in- 
dios consigo.»  i3  Está  demás  decir  que  Cabo- 
to negaba  el  hecho  limitándose  á  expresar  que 
se  habían  quedado  allí  dé  su  voluntad,  ni  que 
hubiese  tomado  los  indios  por  el  consejo  de 
Montes,  ni  con  el  propósito  que  se  le  acha- 
caba. 14 


barcaron  dos  de  los  compañeros  de  Diaz  de  Solís  y 
i3  ó  14  de  aquéllos,  resulta  que  sólo  lalíaban  uno  ó  dos. 
De  los  desertores  que  se  embarcaron,  Caboto  ahorcó 
poco  después  á  un  Martin  Vizcaíno. 

i3.  Declaración  de  Alonso   de   Santa    Cruz,  en   Ha- 
rrisse,  John  Cabot,  etc.,  p.  421. 

14.  Véase  la  declaración   de  Caboto  acerca   de  este 
punto. 

«Preguntado  si  tomó   los  dichos  indios  porque  que- 
ría mal  al  dicho  clérigo  é  al  otro  su  compañero  y  por- 
vque  le  dijo  cierta  persona  que  si  tomase  los  dichos  in- 
■^ios,  que  sus  padres  dellos  matarían  al  dicho  clérigo 
■^é  al  otro  su  compañero: 

«Dijo   que   no    tomó  los   dichos  indios  sino  por  las 


CCCXXVI  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

De  lo  que  hay  plena  constancia  es  de  los 
servicios  que  Montes  prestó  á  la  armada  de 
Gaboto  para  verificar  sus  rescates  con  los  in- 
dios, y  en  el  trabajo  de  la  galera  que  allí  se 
hizo,  desde  correr  con  la  corta  de  la  madera 
hasta  hacer  el  carbón  para  las  fraguas,  y  lo 
que  es  de  admirar,  aun  se  conserva  el  origi- 
nal firmado  de  su  mano,  en  que  daba  cuenta 
de  sus  operaciones  de  canjes  con  los  indios,  i^ 

Pero  lo  que  más  agradó  á  Gaboto  en  xMon- 
tes  fué  las  muestras  de  oro  y  plata  que  con- 
servaba en  su  poder,  y  según  refieren  los  tes- 
tigos de  los  procesos  de  que    tomamos  estas 


ca,bsas  que  dicho  tiene,  é  que  no  le  dijo  ninguna  per- 
sona que  trayéndolos  matarían  al  dicho  clérigo  é  hom- 
bre los  padres  de  los  dichos  indios;  é  que  los  dichos 
indios  é  otros  en  unas  canoas  vinieron  á  la  nao  de  este 
declara-nte,  y  este  declarante  rogó  algunos  de  los  di- 
chos indios  que  le  trujesen  un  marinero  que  se  habla 
entrado  la  tierra  dentro,  porque  tenía  falta  de  marine- 
ros, é  les  prometió  dádivas;  é  los  dichos  indios  fueron 
é  dejaron  los  dichos  indios  como  en  rehenes,  y  estan- 
do así,  este  confesante  envió  también  al  dicho  clérigo 
que  le  enviase  al  dicho  marinero,  porque  le  decían  los 
indios  que  estaba  con  él,  y  el  dicho  clérigo  le  envió  á 
decir  quél  era  un  vasallo  del  Rey  de  Portugal  que  no 
tenía  que  facer  con  este  confesante,  é  que  en  este  cc 
medio  vino  tiempo  y  este  confesante  se  fizo  á  la  vela  é 
se  vino,  é  firmólo  de  su  nombre.» 

i5.  Lo  publicaremos  en  nuestro  Sebastián  Caboto, 
De  esta  pieza  hemos  sacado  el  facsímihde  la  firma  de 
Montes  que  va  al  fin  de  este  capitulo. 


COMPANEROS  DE  SOLIS  CCCXXVII 

noticias,  eran  tales  los  pormenores  que  daba 
dalas  riquezas  que  hallarían  en  el  Río  de  So- 
lís,  que  «cuando  decía  aquello,  é  mostrando 
las  dichas  cuentas  de  oro,  lloraba.»  ^'o  Es  pro- 
bable que  Montes,  por  su  larga  estadía  en- 
tre los  indios,  hubiese  tenido  noticia,  ó  por 
lo  monos  sospechase,  que  hacia  el  nacimien- 
to de  los  ríos  que  formaban  el  de  Solís  se 
encontraran  realmente  las  riquezas  de  que  ha- 
blaba, y  prueba  de  esto  acaso  da  su  resolu- 
ción de  acompañar  á  Caboto  en  su  viaje 
á  esas  partes,  ya  que  no  es  dudoso  que  lo 
que  éste  oyó  de  boca  de  Montes,  fué  quizás 
la  causa  principal  que  le  indujo  á  penetrar 
por  el  río  descubierto  por  Diaz  de  Solís. 

Caboto  comprendió  desde  luego  cuan  úti- 
les le  podrían  ser  los  servicios  de  Montes, 
en  su  proyectada  entrada  por  el  río,  y  ya  fue- 
se por  halagos  ó  porque  quisiese  participar 
también  de  las  riquezas  de  que  hablba,  es  lo 
cierto  que  aquél  se  embarcó  en  la  armada,  y 
según    parece,    con   su  familia,  i?  No  es  del 


i6.   Declaración  de  Antón    Falcón    de  Colibia  en  el 
proceso  de  Catalina  Vásquez  con  Caboto. 

17.  Esto  se  deduce,  á  nuestro  entender,  de  las  si- 
g'uientes  palabras  de  Caboto  en  su  declaración  pres- 
tada ante  los  Oficiales  Reales:  «Que  los  dejó  enco" 
mendados  (Rojas,  Méndez  y  Rodas)  á  un  indio  prin* 
cipal  que  se  llama  Topavera ,  diciéndole  que  por" 
que    Enrique    Montes,    lengua,  que  había   estado    en 


CCCXXVIIl  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

caso  referir  aquí  cómo  correspondió  Montes 
á  las  esperanzas  que  Caboto  fundaba  en  él: 
sus  noticias  acerca  del  oro  y  plata  de  que  de- 
bían cargarse  los  naves,  resultaron  completa- 
mente falsas,  pero  en  cambio,  le  sirvió  con 
verdadera  abnegación  y  desinterés,  allí  en 
Santa  Catalina,  en  la  entrada  del  río,  y,  sobre 
todo,  en  la  fortaleza  de  Sancti  Spiritus,  y  tanto, 
que  los  encargados  de  examinar  sus  cuentas, 
entre  los  cuales  se  hallaba  Alonso  de  Santa 
Cruz,  no  pudieron  menos  de  reconocerlo  así 
en  el  certificado  que  estamparon  al  pié  de 
ellas. 

c¿Qué  fin  tuvo  Enrique  Montes?  ^Pereció 
en  él  río?  ^Volvió  á  ver  la  tierra  de  sus  pa- 
dres? Montes  regresó  con  Caboto  á  España  y 
aun  consta  que  después  hizo  un  viaje  á  Por- 
tugal y  que  estuvo  en  Cantillana,  donde,  al 
parecer,  había  sido  vecino.  i8 


aquella  tierra  catorce  años,  é  que  eran  sus  parientes, 
que  los  tratase  bien  fasta  su  vuelta,  porque  los  dejaba 
en  trueque  del  dicho  Enrique  Montes  é  de  su  gente.r* 
<¿Se  referia  con  esto  Caboto  á  la  familia  de  Montes  ó  (x. 
los  desertores  de  la  San  Gabfiel?  Más  probable  parece 
lo  primero,  y  nada  de  extrañar  seria  cuando  hay  cons- 
tancia de  que  en  la  armada  iban  no  pocos  indios  é  in- 
dias. 

'.  i8.  Estos  particulares  constan  de  la  información  que 
se  levantó  en  Sevilla  á  fines  de  i53o  para  averiguar  los 
indios  que  hablan  traído  los  expedicionarios  y  la 
suerte  que   habían  corrido.  Antonio   Ponce  declaró  á. 


COMPANEROS  DE  SOLIS  CCCXXIX 

Junto  con  Montes  y  la  mayoría  de  los  de- 
sertores de  la  Sa?i  Gabriel^  se  embarcó  en  la 
armada  de  Caboto  otro  de  los  compañeros  de 
Diaz  de  Solís,  19  cuyo  nombre  no  consta  en 
los  documentos,  pero  que  no  fué  indudable-, 
mente  Melchor  Ramírez,  que  es  otro  de  aque- 
llos, como  sabemos. 

Ramírez  era  natural  de  Lepe,  y  en  la 
armada  de  Díaz  de  Solís  tuvo  el  grado  ó  títu- 
lo de  alférez.  Vivió,  según  parece,  al  lado  de 
Montes,  y  no  se  embarcó  junto  con  éste;  pero 
habiendo  pasado  poco-después  por  allí  (el  puer- 
to de  los  Patos)  Diego  García,  á  quien  cono- 
cía desde  que  juntos  acompañaron  á  Diaz  de 
Solís,  viéndose  quizás  demasiado  aislado  en- 
tre   los    indios  ó  extrañando  á  sus  antiguos 


ese  respecto  que  Enrique  Montes  «lengua  de  la  dicha 
armada,  truxo  dos  indias  horras  de  la  nación  de  los 
guaraníes,  é  un  esclavo,  que  es  del  puerto  de  San  Vi- 
cente é  lo  compró  de  los  portugueses.»  Casi  en  los 
mismos  términos  se  expresó  Nicolao  de  Ñapóles.  «E  que 
las  dos  indias  de  Enrique  Montes,  lengua,  que  eran 
horras,  añade  aquél,  este  testigo  sabe  que  la  una  llevó 
á  Portugal  el  dicho  Enrique  Montes,  y  que  la  otra  dejó 
en  Cantillana,  no  sabe  en  poder  de  quien,  é  que  así 
se  lo  ha  dicho  á  este  testigo  Blas  de  Avila,  calcetero, 
-vecino  desta  dicha  cibdad  (Sevilla)  donde  posó  el  dicho 
Enrique  Montes,  en  esta  dicha  cibdad.» 

19.  Interrogatorio  de  Caboto,  pág.    189  de    nuestros 
Documentos. 


CCGXXX  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

camaradas,  le  siguió  al  Río  de  la  Plata.  20 
Nada  sabemos  tampoco  de  la  suerte  poste- 
rior que  corriera  Ramírez. 

Otro  de  los  compañeros  de  Diaz  de  Solís^ 
sin  duda  el  más  notable  de  todos,  sino  como 
hombre,  como  marino,  fué  Diego  García.  Pero 
su  persona  está  tan  relacionada  con  la  historia 


20.  Declaración  de  Alonso  de  Santa  Cruz,  pág.  187 
de  id.  («Oyó  decir  allá  en  aquella  tierra  que  se  dice 
Rio  de  Solis,  á  dos  cristianos  que  estaban  allá,  el  una 
nombrado  Enrique  Montes  y  el  otro  á  un  alférez,  que 
el  dicho  Diego  García,  capitán,  llevaba  consigo,  que 
no  se  acuerda  como  se  llamaba»...  Este  alférez,  de 
cuyo  nombre  no  se  acordaba  Santa  Cruz,  era  Ramírez. 

Decíamos  que  habían  sido  dos  los  compañeros  de 
Diaz  de  Solís  que  acompañaron  á  Cabo'to  desde  Santa 
Catalina,  y  por  loque  acabamos  de  ver,  uno  de  ellos 
era  Montes  y  el  otro  no  era  Ramírez,  indudablemente, 
desde  que  se  embarcó  en  la  carabela  de  Diego  García; 
cómo  se  llamaba  ese  otro  no  lo  sabemos,  pero  consta 
lo  que  expresamos  en  el  texto  de  la  declaración  de 
Nuremberger:  «y  en  el  puerto  de  los  Patos  tomaron 
otros  quince  é  diez  y  seis  cristianos,  dos  del  armada 
de  Solís,  etc.» 

Según  esto  de  los  cuatro  que  había  allí  cuando  lle- 
g!)  la  San  Gabriel,  sólo  faltaba  uno,  que  quizás  se 
hubiese  muerto.  Los  otros  siete  náufragos  ya  hemos 
dicho  que  es  probable  fuesen  los  que  llevaron  pregos 
á  Lisboa.  Después  de  todo  esto  resulta  verdaderamente 
extraño  como,  á  pesar  de  lo  que  debieron  sufrir  y  des- 
pués de  tantos  años  de  vicisitudes,  casi  la  totalidad  de 
los  náufragos  de  la  carabela  lograron  ¡en  aquellos 
tiempos!  regresar  á  la  patria. 


COMPAÑEROS  DE  SOLIS  CCCXXXl 

del  descubrimiento  y  especialmente  con  la  ex- 
pedición de  Caboto  que  merece  obra  aparte, 
ó  por  lo  menos  estudiarla  en  sus  relaciones 
con  aquel  piloto,  en  su  viaje  de  i526.  Báste- 
nos por  ahora  con  saber  que  se  cree  que  sea 
portugués,  21  fué  vecino  de  Moguer,  22  luego 
de  Sevilla,  y  después  de  Trigueros;  volvió  á 
España  de  su  segundo  viaje  al  Río  de  la  Pla- 
ta y  cayó  en  pobreza;  y  por  fin,  yendo  con 
don  Pedro  de  Mendoza  al  Río  de  la  Plata, 
falleció  en  la  isla  de  la  Gomera  en  los  últi- 
mos días  de  Septiembre  de  i535.  23 


21.  Harrisse  lo  afirma.  fThe  discovery  of  Ncrth  Ame- 
rica, pcig-ina  7i8\ 

22.  «Vecino  de  la  villa  de  Mog-uer.»  Herrera,  década 
III,  libro  X,  capitulo  I. 

•2'3.  Su  testamento  fué  otorg-ado  alli  el  27  de  ese  mes. 
Fernández  de  Navarrete,  Biblíoleca  'OMaritima,  t.  I,  p, 
331,  cita  la  l^elación  del  segundo  viaje  de  García 
a!  Río  de  la  Plata,  «deduciéndose,  expresa,  que  el 
primer  viaje  lo  haría  en  i5i3.  Es  la  misma  tesis  que 
después  sostuvo  Trelles,  fundándose  ¿imbos  autores  en 
las  expresiones  «habrá  quince  años  que  descubrí  este 
río  (de  la  Plata),  que  se  registran  en  aquella  relación. 
Ahora,  como  la  verdadera  fecha  de  ésta  debe  referirse 
al  año  de  i53o,  puesto  que  la  presentó  en  Sevilla  al  re- 
greso de  su  segundo  viaje,  debe  entenderse  que  el  año 
en  que  descubrió  el  Río  fué  el  de  i5i5,  hecho  exacto 
en  el  fondo,  como  que,  en  efecto,  García  acompañó  á 
Diaz  de  Solís.  Que  la  verdadera  fecha  de  la  l^elación 
citada  es  el  año  de  i53o,  se  comprueba  con  la  infor^ 
mación  levantada  en  Sevilla  por  García  contra  Caboto, 
en  cuya  pregunta  segunda  se  repite    la    misma    frase: 


CCCXXXII  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

Otro  de  los  compañeros  de  Diaz  de  Solís, 
que  sin  alcanzar  la  talla  de  García  ni  las  sim- 
patías que  despierta  iMontes,  tiene  una  histo- 
ria interesante,  es  Francisco  del  Puerto.  Era 
éste  natural  del  Puerto  de  Santa  María,  24  de 
donde  sin  duda  derivaba  su  apellido,  y  fué 
hallado  por  Caboto  en  una  de  las  islas  del 
delta  del  Paraná,  á  que  dio  su  nombre, 
que  (de  había    dejado    allí   Johán    de    Solís, 


«Si  saben  que  el  dicho  Diego  García,  capitán,  puede 
haber  quince  años  que  descubrió  aquella  tierra,  que  se 
dice  Río  de  la  Plata»,  etc.;  y  que  lo  hizo  á  las  órdenes 
de  Diaz  de  Solís,  con  las  respuestas  de  los  mismos 
testigos  presentados  por  García,  como  ser  Alonso  San- 
ta Cruz,  Juan  de  Junco  y  Alonso  Bueno.  Casimieres 
de  Nuremberg-  añade  aún  que  García  «había  ido  á 
aquellas  partes  en  compañía  de  Juan  de  Solís,  por 
maestre  de  una  nao.» 

El  Diego  García  de  que  tratamos,  es  distinta  perso- 
na de  Diego  García  de  Célis,  que  se  halló  también  en 
la  expedición  de  Caboto,  del  piloto  Diego  García  de 
Alfaro,  que  figuró  en  los  primeros  descubrimientos  del 
Mar  del  Sur,  y  del  Diego  García,  también  marino,  que 
acompañó  á  Fernando  de  Soto,  como  capitán  de  un 
navio  grueso,  (Garcilaso,  Historia  de  la  Florida,  pá- 
g-ina  8),  y  que  Harrise  (The  discovery  of  Noríh  Ameri- 
ca, página  718),  confunde  con  este  de  que  tratamos. 
Se  vé,  pues,  que  hubo,  por  lo  menos,  tres  personajes, 
marinos  todos  y  contemporáneos,  que  llevaron  el  mis- 
ino nombre  y  apellido,  hecho  frecuente  en  la  historia, 
de  la  conquista  de  América,  y  que  á  veces  acarrea 
g-ravísimas  dificultades  al  investigador. 

24.  Oviedo,  t.  II,  p.  173. 


COMPANEROS  DE  SOLÍS  CCGXXXIII 

cuando  descubrió  aquel  río,  é  se  quedó  en  él, 
seyendo  gurumete,  é  le  habían  criado  los  in- 
dios, é  sabía  ya  la  lengua  dellos  muy  bien;  el 
cual  fué  útil  é  asaz  conveniente  á  los  cripstia- 
nos.»  25 

Es  difícil  aceptar,  como  hemos  insinuado 
antes,  que  el  grumete  se  quedase  de  su  vo- 
luntad entre  los  indios,  ni  parece  probable 
que  tratándose  de  un  niño,  como  debía  ser 
entonces,  Diaz  de  Solís  se  resolviese  á  aban- 
donarle, siendo  lo  cierto  que  del  Puerto  es- 
capó al  primer  ímpetu  de  los  salvajes  que 
asesinaron  á  su  gefe.  26  El  hecho  es  que  el 
grumete  de  la  expedición  de  i5i5  fué  hallado 
por  Caboto  al  remontar  el  Río  en  1527.  In- 
corporado á  la  armada  para  que  sirviese  de 
intérprete,  dio  á  Caboto  «grandísimas  nue- 
vas de  las  riquezas  de  la  tierras,»  con 
cuya  noticia  resolvió  seguir  por  el  Paraná 
arriba  hasta  el  río  que  se  llamaba  de  Carca- 
rañá,  «ques,  decía  Caboto,  donde  aquel  Fran- 
cisco del  Puerto  les  había  dicho  que  descen- 
día de  las  sierras  donde  comenzaban  las  mi- 
nas del  oro  é  plata.»  Véase  ahora  cómo  Ca- 
boto contaba  lo  que  después  ocurrió: 


25.  Id,  id,,  id. 

26.  Caboto  asi  lo  dice  terminantemente  en  su  decla- 
ración de  Julio  de  i53o:  «este  declarante  falló  un  Fran- 
cisco del  Puerto,  que  habían  prendido  los  indios  cuan- 
do  mataron  á  Solis.» 


CCCXXXIV  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

« . .  .E  vista  esta  relación,  con  acuerdo  de  los 
capitanes  é  oficiales  de  Su  Magestad,  dexó  de 
ir  aquel  viaje  por  tierra  é  aderezó  la  galera  y 
el  bergantín  y  fuese  en  ellos  con  ciento  é 
treinta  hombres  por  el  dicho  río  de  Paraná 
arriba,  ciento  é  veinte  leguas,  fasta  pasar  ade- 
lante de  la  boca  del  Paraguay  veinte  leguas, 
fasta  unas  casas  de  unos  chandules,  que  eran 
sus  amigos,  para  tomar  ciertos  bastimentos, 
porque  allí  había  abundancia  dello,  donde 
vido  ciertas  muestras  de  oro  é  plata  que  le 
paresció  bueno,  é  aquellos  indios  que  allí 
falló  le  dieron  la  misma  relación  del  Para- 
guay que  le  habían  dado  los  otros,  que  había 
allí  mucha  riqueza;  y  estando  allí  tomando 
los  dichos  bastimentos  tuvo  nueva  de  haber 
venido  una  armada  al  dicho  Río  de  Solís, 
por  lo  cual  envió  por  la  tierra  á  un  Francis- 
co, lengua,  á  que  informase  de  los  dichos 
chandules  á  certificarse  que  era  verdad  la  ve- 
nida de  la  dicha  armada,  el  cual  le  dixo,  tor- 
nando con  respuesta,  que  á  lo  que  pudo  com- 
prender era  la  misma  armada  deste  decla- 
rante que  quedó  en  Santa  Catalina,  aunque 
antes  desto  había  dicho  el  dicho  Francisco  á 
un  Enrique  Montes,  lengua,  que  era  estaban 
(sic)  porqués  un  capitán  del  Rey  de  Portugal;  é 
visto  cómo  el  dicho  Francisco  le  certificó  que 
no  era  otra  armada  sino  la  suya,  determinó 
de  ir  por  el  dicho  Paraguay  arriba,  é  subidos 


COMPAÑEROS  DE  SOLÍS  CGCXXXV 


cuarenta    leguas   por  él  arriba,    les  comenzó 
á  faltar  el    bastimento,   é  acordó  con  los  ca- 
pitanes é    oficiales    de    enviar    el   bergantín 
adelante  á  que  tomasen   bastimentos  en  unas 
casas  de  chandules  questaban    adelante,    por 
no  verse  en  tanta  hambre  como  la  pasada,  á 
los  que    les  mandó  que  con  la  nación  de  los 
agazes  que  ficiesen  paces  por  todas  maneras, 
é  porque  eran  aquellos  en  cuyo  poder  estaban 
las  dichas  riquezas,  é  los  que  iban  en  el    di- 
cho bergantín  eran  el  tesorero  Gonzalo  Nú- 
ñez  y  el  contador  Montoya  é  Miguel  Rifos  é 
obra  de   otras  veinte  é  cinco    personas,    las 
cuales  pasaron  por  los  dichos  agazes  sin  los 
ver,  y  llegaron  á  las  casas  de  los  dichos  chan- 
dules   á  donde    habían  de  tomar  los   dichos 
bastimentos,   y  enviaron  al  dicho  Francisco, 
lengua,  á  las  dichas  casas  á   les  decir  quién 
eran  é  á  qué  venían,  y  la  mañana   siguiente 
vinieron  ciertos  indios  á  rogar  al  dicho  Gon- 
zalo Núñez  é  á  la- otra  compañía  que  saliesen 
á  tierra  á  comer  con  ellos,  y  les  preguntaron 
por  el  dicho  Francisco,  porque  no  podían  sa- 
lir sin  él,  y  los  dichos  indios   enviaron  á  lla- 
mar al  dicho  Francisco,  el  cual  vino,   el  cual 
les  dixo  que  bien  podían  irá  comer  con  ellos, 
é  así  salieron   veinte  personas,    poco    más  ó 
menos,  é  los  indios    los  mataron.  Q  uedó  en 
el  dicho    bergantín  Montoya,  porque   estaba 
doliente,  y  los  indios  vinieron  á  tomar  el  di- 


CCCXXXVI  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

cho  bergantín  é  los  flecharon,  y  el  dicho  ber- 
gantín se  vino  huyendo  por  el  río  abajo  a 
donde  estaba  este  declarante,  y  le  dixeron 
lo  que  había  acaescido,  é  quel  dicho  Fran- 
cisco, lengua,  había  habido  ciertas  palabras 
con. el  dicho  tesorero  Gonzalo  Núñez,  é  por 
esto  cree  este  declarante  quel  dicho  Francis- 
co los  vendió  á  los  dichos  indios;  é  queste  de- 
clarante viendo  este  dicho  desbarate  é  toda 
la  tierra  revuelta,  se  tornó  á  donde  había  fe- 
cho la  casa,  porque  Enrique  Montes,  lengua, 
le  certificaba  que  el  dicho  Francisco,  lengua, 
le  había  dicho  quel  armada  que  había  venido 
al  Río  de  Solís  era  de  Cristóbal  Jaques.. .»  27 

Tal  fué  la  venganza  que  el  antiguo  gru- 
mete tomó  de  la  afrenta  que  recibiera  de  Nú- 
ñez. Claro  aparece,  después  de  esto,  que 
Francisco  del  Puerto  no  volvió  á  presentarse 
entre  los  españoles. 

Conviene  que  el  lector  conozca  un  párrafo 
más  de  la  deposición  de  Caboto,  porque  es 
muy  probable  que  del  Puerto  anduviese  mez- 
clado en  otra  emboscada  en  que  aquél  estuvo  á 
punto  de  caer  en  el  río  Paraguay,  que  desde 
entonces  se  llamó  de  la  Traición  28. 


27.  Harrisse,  John  and  Sebastian  Cabot,  p.  422. 

28.  Con  este  nombre  aparece,  en  efecto,  señalado  en 
el  mapa  de  Caboto.  Conviene  no  olvidar  las  circuns- 
tancias á  que  debió  su  nombre  este  rio,  porque  desde 
el  arcediano  Barco  Centenera   acá,  han  creido  algu- 


COMPANEROS  Di:  SOLIS  CCCXXXVII 

((. . .  Le  decían  en  la  tierra  adentro  había  muy 
gran  riqueza  y  este  declarante  envió  por  tres 
partes  la  tierra  adentro,  para  que  se  informa- 
sen dello,  y  en  cuanto  fueron  se  juntó  este 
declarante  con  el  dicho  Diego  García  é  torna- 
ron al  dicho  río  Paraguay  con  siete  bergan- 
tines que  habían  fecho,  donde  un  esclavo  deste 
declarante  les  avisó  de  cierta  traición  que 
les  estaba  armada  é  que  tenían  concertado 
los  chandules  que  estaban  sobre  de  la  dicha 
casa  y  naos  con  los  chandules  de  arriba,  que 
confinan  con  el  dicho  Paraguay,  que  los  ma- 
tasen, y  que  así  farían  ellos  á  los  de  la  casa  y 
naos,  y  con  esto  se  tornaron,  porque  vieron 
evidentemente  la  dicha  traición. . .»  29 

Para  concluir  con  los  compañeros  de  Diaz 
de  Solís  sólo  nos  resta  que  hablar  de  Fran- 
cisco de  Torres ,  que  á  su  muerte  tomó  el 
mando  de  la  armada  y  la  condujo  á   España; 


nos  que  se  llamó  de  la  Traición,  por  haber  dado 
muerte  allí  los  indios  á  Diaz  de  Solis.  Ese  rio  habría 
estado  situado  en  el  territorio  de  los  timbús,  que  ha- 
bitaban, seg-ún  Azara,  la  actual  provincia  de  Santa 
Fé.   Historia  del  Paraguay,  t.  II,  p.  9. 

El  P.  Lozano  creyó  que  Diaz  de  Solís  había  perecido 
á  orillas  de  un  río  vecino  á  Montevideo,  y  que  por  eso 
algunos  le  llamaban  de  la  Traición.  (Historia  del 
'Paraguay,  t.  II,  p.  3).  Basta  leer  la  declaración  de 
Caboto  para  comprender  que  el  Río  de  la  Traición  es 
el  que  situaba  en  su  carta  en  el  Paraguay  actual. 

29.  Harrisse,  obra  citada,  p.  423. 
22 


CCCXXXVIII 


JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


pero  esto  nos  lleva  á  entrar  en  algunos  de- 
talles acerca  de  la  familia  del  descubridor  del 
Río  de  la  Plata,  de  la  cual  aquél  formaba  par- 
te, que  es  también  el  último  punto  que  nos 
queda  que  tratar  en  este  estudio  histórico  3o. 


3o.  Madero  enumera  entre  los  compañeros  de  Diaz 
de  Solis  á  los  pilotos  Juan  de  Lisboa,  vecino  de  Lepe, 
y  Rodri^»-o  Alvarez,  que  lo  era  de  Cartaya,  y  á  Juan  ó 
Jorgre  Gómez,  y  á  un  Rodrig-o,  marinero,  diciendo  que 
así  consta  en  documentos  y  códices  diversos,  que  no 
menciona  en  particular.  Ya  hemos  visto  que  respecto 
de  Gómez,  el  historiador  arg-entino  estaba  equivocado; 
ahora  nos  cercioraremos  de  que  otro  tanto  pasa  por 
lo  tocante  á  los  demás.  Los  documentos  de  donde  Ma- 
dero, ó  el  que  se  la  dio,  sacó  esa  noticia,  son  las  reales 
cédulas  de  Mayo  de  i53o,  en  que  se  ordenó  á  los  Oficia- 
les Reales  que  procurasen  que  «Rodrigo  Alvarez,  piloto, 
y  Jorge  Bario,  y  Juan  Gómez  Arbolancha  y  Rodrigo, 
marineros,  «que  vinieron  del  dicho  Rio  de  Solis  en 
principio  del  año  pasado»,  fuesen  en  una  carabela  á 
llevar  socorro  á  Caboto.  Basta  leer  esto  para  comprender 
que  habían  sido  de  la  armada  de  este  último,  y  no  de 
la  de  Diaz  de  Solis.  Algo  parecido  debe  pasar  con 
Juan  de  Lisboa. 


lltlIWI /,^ 


Facsímil  de  la  firma  de  Enrique  Montes 


X 


Familia  de  Diaz  de  Solís 


Sumario. — Francisco  de  Torres,  cuñado  de  Diaz  de  So- 
lis. — Cómo  se  llamaba  la  mujer  de  éste. — Hijos 
que  tuvo  en  ella.— Blas  de  Solís.— Francisco  de 
Coto,  hermano  de  Diaz  de  Solis, 


¡RANCisGO  de  Torres  era  hermano  i  de  la 
mujer  de  Diaz  de  Solís.  Se  recordará 
que  éste,  al  celebrar  con  el  rey  la  capi- 
tulación de  24  de  Noviembre  de  i5i4,  obtuvo 
que  Torres  fuese  recibido  por  piloto  real  y  que 
en  esa  calidad  le  acompañase  en  la  proyectada 
expedición,  por  ser,  según  decía  Diaz  de  So- 
lís, «persona  suficiente»  para  ello. 


I.  En  el  texto  de  la  capitulación  real  de  i5i4,  publi« 
cado  por  Navarrete,  se  lee:  «Recibiré  por  mi  piloto  á 
Francisco  de  Torres,  vuestro  amado  hermano  de  vues- 
tra mujer.»  Hay  equivocada  en  esta  frase  la  palabra 
hermano,  que  en  el  original  es  «cuñado»;  error  que  he- 
jnos  salvado  en  el  texto  publicado  i  or  nosotros. 


CCCXL  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

En  virtud  de  lo  capitulado,  Torres  fué  reci- 
bido por  piloto  real  el  mismo  día  24  de  No- 
viembre de  1 5 14.  2  El  monarca  al  comunicarle 
su  nombramiento  le  decía:  «por  la  buena  re- 
lación que  de  vuestra  persona  é  habilidad  me 
ha  fecho  Juan  Diaz  de  Solís,  mi  piloto  mayor, 
y  á  su  suplicación,  yo  vos  he  recibido  por  mi 
piloto»,  recomendándole  que  «tuviese  cuida- 
do de  servir,  como  espero  que  lo  faréis,  se- 
gún la  buena  información  que  de  vos  Juan 
de  Solís  me  ha  fecho»,  y  que  vería  con  agrado 
que  le  acompañase  en  el  viaje  que  proyectaba, 
en  el  que  esperaba  «ser  aprovechado  por  él  é 
los  que  en  él  fueren  en  su  compañía;  que  pa- 
ra que  dejéis  vuestra  casa  proveída,  concluía 
el  monarca,  envío  á  mandar  que,  demás  de  lo 
que  hubiéredes  de  haber  hasta  el  día  que 
"partiéredes,  vos  socorran  con  un  año  adelan- 
tado». 

Hízose  así,  en  efecto,  según  queda  dicho  en 
su  lugar,  por  real  cédula  3  que  para  el  caso 
se  dirigió  á  los  Oficiales  reales,  y  Torres  mar- 
chó con  Diaz  de  Solís,  al  parecer  al  mando 
de  una  de  las  naves.  Dijimos  ya  que  al  regre- 
so tuvo  el  de  las  tres  que  componían  la  ar- 
mada. 


2.  Véase  su  nombramiento  en  la  página  1 3o  de  nues- 
tros Documentos. 

3.  Nuestro  documento  LV. 


FAMILIA     DE  SOLIS  CCCXLI 

Torres,  según  es  de  creer,  no  penetró  más 
allá  del  puerto  de  la  Candelaria,  ni  presenció, 
por  lo  tanto,  la  muerte  de  su  cuñado,  que  sólo 
vino  á  saber  por  relación  de  los  sobrevivientes 
de  la  hecatombe  de  Martín  Chico  que  permane- 
cieron á  bordo  de  la  carabela  latina  que  había 
remontado  el  río  hasta  la  isla  de  Martín 
García. 

Se  ha  atribuido  á  Torres  el  diario  del  re- 
greso de  la  expedición  que  Herrera  pudo  con- 
sultar todavía,  pero  que  hoy  no  se  conoce. 

Posteriormente  á  su  llegada  á  Sevilla,  con- 
tinuó en  el  servicio  real,  á  pesar  de  que  ya 
no  existía  su  cuñado  el  piloto  mayor,  á  cuya 
consideración  había  sido  admitido  en  el  nú- 
mero de  los  pilotos  reales.  El  documento  que 
insertamos  á  contmuación  así  lo  prueba. 

«El  Rey. —  Nuestros  Oficiales  que  residís 
en  la  ciudad  de  Sevilla  en  la  Casa  de  la  Con- 
tratación de  las  Indias.  Yo  soy  informado  que 
Francisco  de  Torres,  nuestro  piloto,  tiene  de 
merced  de  salario  asentado  en  esa  casa  por 
cédula  del  Católico  Rey,  mi  señor  y  abuelo, 
que  haya  santa  gloria,  veinte  y  cinco  mil  ma- 
ravedís, porque  nos  sirva  en  las  cosas  que 
por  nos  le  fuere  mandado,  y  porque  mi  volun- 
tad es  de  me  servir  del  dicho  F'rancisco  de 
Torres  en  el  dicho  oficio  de  piloto  de  esa  di- 
cha Casa,  y  que  de  aquí  adelante  se  le  pague 
el  dicho  salario  como  hasta  aquí,  yo  vos  man- 


CCCXLII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

do  que  conforme  al  asiento  que  tiene  del 
dicho  Rey  mi  señor,  le  libréis  y  paguéis  lo 
que  hobiere  de  haber  de  salario  en  cada  un 
año,  segund  y  de  la  manera  y  á  los  tiempos 
en  el  dicho  asiento  contenidos;  y  asentad  el 
traslado  desta  mi  cédula  en  los  libros  que  vos- 
otros tenéis  y  sobre  escrita  y  librada  de  vos- 
otros, volved  este  original  al  dicho  Francisco 
de  Torres  para  que  lo  él  tenga,  y  lo  en  el  con- 
tenido haya  efecto.  Fecha  en  Zaragoza  á  ca- 
torce de  Septiembre  de  mili  y  quinientos  y 
diez  y  ocho. — Yo  el  Rey. — Por  mandado  del 
Rey. — Francisco  de  los  Cobos. — Y  en  las  es- 
paldas están  dos  señales  de  firmas.  Asentada 
en  diez  de  Diciembre  de  mili  quinientos  diez 
y  ocho.»  4 

En  6  de  Mayo  del  año  siguiente  una  nueva 
cédula  real  mandaba  pagarle  el  tercio  pri- 
mero de  su  sueldo.  5 

Esta  es  la  última  noticia  que  tengamos  de 
Francisco  de  Torres. 

La  mujer  de  Juan  Diaz  de  Solís,  hermana 
de  Francisco  de  Torres,  llamábase  Ana  de 
Torres,  y  en  ella  tuvo  á  Diego,  bautizado  el 
7  de  Marzo  de  i5i3,  6  y  á  Luis,  de  quien  hay 


4.  Archivo  de  Indias,  46-4-1 /.?o,  libro  I,  folio  49. 

5.  Extracto  de  Muñoz,  publicado  por  Harrisse,  Jean 
ct  Sebastian  Cabot,  p.  334- 

6.  «Núm.  403.  En  este  mismo  día  y  año  sobredichos 
(7  de  Marzo),  babticé  yo,  Alonso  Rodrígruez,  clérigo  é 


FAMILIA    DE    SOl.lS  CCCXLIII 

constancia  que  en  i53(S  pasó  desde  Sevilla  á 
México.  7  Del  asiento  en  que  aparece  el  naci- 
miento de  Diego,  resulta  que  Ana  de  Torres 
era  la  segunda  mujer  del  piloto,  y  de  otros 
de  la  misma  fuente,  que  estaba  casado  con 
ella  desde  antes  del  mes  de  Junio  de  i5ii.  8 
No  sabemos  el  nombre  de  la  primera  mujer, 
que  era,  probablemente,  portuguesa. 

En  la  real  cédula  en  que  se  comunica  á  los 
Oficiales  Reales  el  nombramiento  de  piloto 
de  Francisco  de  Torres,  se  lee  textualmeute 
que  se  le  reciba  como  tal  «eniugar  é  por  va- 


cura,  á  Diego,  hijo  de  Juan  de  SoHs  é  de  Ana  de  To- 
rres, su  segunda  mujer,  y  fueron  padrinos  Ortún  Juan 
de  Valladolid  é  Juan  de  Castilleja  é  Diego  de  Lepe,  é 
madrina  Isabel  Fernández,  mujer  de  Manuel  Cáceres.» 
Archivo  parroquial  de  Lepe,  partida  publicada  por 
Madero. 

7.  «En  XXV  de  Junio  de  538,  Luis  de  Solís,  hijo  de 
Juan  de  Solls  y  Ana  de  Torres,  vecinos  de  Lepe,  pasó 
á  Nueva  España  en  la  nao  de  que  era  maestre  Luis 
Rodríguez.»  Libro  VI  de  Pasageros  á  Indias,  apunte 
publicado  por  Madero.  Se  nota  en  este  asiento  que,  al 
nombrar  á  los  padres  de  Luis,  se  les  llama  vecinos  de 
Lepe,  circunstancia  que  deja  alguna  duda  de  que  se 
tratase  del  piloto  y  de  su  mujer,  salvo  que  el  «vecinos» 
lo  apliquemos  áésta,  (y  entonces  resultaría  que  aún 
era  viva),  y  á  su  hijo  Luis.  La  identidad  de  nombres 
hace  á  veces  muy  aventurado  sostener  hechos  como  el 
que  indicamos. 

8.  En  los  asientos  bautismales  de  Lepe,  Ana  de  To- 
rres aparece  como  mujer  de  Diaz  de  Solís,  por  primera 
vez  el  9  de  Junio  de  i5ii.  Madero,  nota  11,  p.  36. 


CCCXLIV 


JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 


cación  de  Blas  de  Solís,  su  cuñado,  ya  de- 
funto.»  Según  esto,  y  desde  que  no  sabemos 
si  Torres  era  ó  no  soltero,  ^Blas  de  Solís  es- 
taba casado  con  una  hermana  de  Torres,  y 
éste  con  una  hermana  de  aquél?  Nos  pare- 
ce probable  que  los  dos  hermanos  Diaz  de 
Solís  estuviesen  casados  con  hermanas  de 
Torres,  y  no  éste  con  una  de  Diaz  de  Solís,  y 
nos  fundamos  para  ello  en  el  origen  portu- 
gués que  atribuímos  al  piloto  mayor.  Des- 
de que  sabemos  que  Juan  y  Blas  se  hallaban 
avecindados  en  Lepe,  es  más  natural  creer 
que  allí  se  casasen,  que  no  que  hubiesen  lle- 
vado consigo  desde  Portugal  á  una  hermana 
mujer. 

Blas  de  Solís  fué  recibido  por  piloto  en 
virtud  de  real  cédula  dada  en  Logroíío,  en 
12  de  Septiembre  de  i5i2,  y  gozó  del  sueldo 
de  25  mil  maravedís  al  año  hasta  su  muerte, 
ocurrida  el  28  de  Abril  de  1514.  9  Su  nom- 
bramiento debe  haber  tenido  lugar  á  instan- 
cias de  su  hermano  Juan  y  en  consideración 
á  él,  pues  se  verificó  en  los  días  en  que  se 
celebraba  la  capitulación  en  virtud  de  la  cual 


9.  Colección  de  Muñoz,  t.  LXXV,  p.  265,  319,  322. 
Harrisse,  T/ie  discovcry  of  iXorth  America,  p.  737, 
señala  como  fecha  de  la  muerte  el  í2  de  Diciembre  de 
aquel  año;  pero  basta  leer  la  real  cédula  de  24  de  No- 
viembre, (nuestro  documento  Lili)  para  persuadirse 
de  que  este  es  un  error. 


FAMILIA   DE   SOLIS  CCCXLV 

el  piloto  mayor  debía  ir  á  efectuar  la  demar- 
cación de  los  dominios  portugueses  y  espa- 
ñoles, cuando  el  Rey,  como  en  i5i4,  en  cir- 
cunstancias análogas,  se  manifestaba  propi- 
cio á  las  peticiones  del  hombre  cuyos  servi- 
cios trataba  de  utilizar. 

Se  ha  dicho  que  Francisco  de  Coto  lo  era 
también  cuñado  de  Diaz  de  Solís,  y  como  se 
sabe  que  no  estaba  casado  con  hermana  de 
éste,  'I  se  ha  creído  que  la  primera  mujer  del 
descubridor  del  Río  de  la  Plata  debió  llevar 
aquel  apellido,  Esto  es,  á  nuestro  juicio,  un 
error:  Goto  era  hermano  carnal  de  Diaz  de 
Solís,  aunque  no  sabemos  si  de  padre  y  ma- 
dre. La  diferencia  de  apellido,  que  es  sin  duda 
lo  que  ha  inducido  á  pensar  que  fuese  Coto 
cuñado  de  Diaz  de  Solís,  no  significa  nada, 
cuando  se  sabe  que  en  aquellos  tiempos  los 
hijos  llevaban  á  veces  los  nombres  de  la  ma- 
dre ó  de  los  abuelos,  y  á  veces  alguno  que 
parece  completamente  extraño  á  la  familia. 
La  historia  de  América  nos  presenta  una 
multitud  de  casos  en  que  se  ve  el  hecho  que 
indicamos. 


10.  Creemos  que  tal  como  suena  era  su  apellido  ver- 
dadero y  no  Soto,  como  quieren  algunos,  pues  la  9  al 
principio  de  palabra  no  equivale  jamás  á  la  s:  sólo  se 
transforma  en  z. 

11.  Llamábase  su  mujer  Leonor  Martín  Benavente, 
Madero,  nota  14,  p.  36. 


CCCXLVI  JUAN    DÍAZ    DE   SOLIS 

Además,  documentos  oficiales  demuestran 
lo  que  decimos.  En  24  de  Noviembre  de  i5i4, 
el  mismo  día  en  que  se  firmaba  la  capitula- 
ción real  en  virtud  de  la  cual  Diaz  de  Solís 
debía  ir  «  á  las  espaldas  de  Castilla  del  Oro», 
el  Rey  dirigía  una  carta  á  Francisco  de  Coto 
en  que  le  ordenaba  se  alistase  para  acompa- 
ñar en  el  viaje  proyectado  «á  Juan  Diaz  de 
Solís,  vuestro  hermano. yy  En  la  que  con  igual 
fecha  se  escribió  á  los  Oficiales  Reales  para 
que  adelantasen  á  Coto  un  año  de  sueldo, 
repite  el  monarca,  «porque  como  por  otra 
mi  carta  veréis,  Francisco  Coto,  mi  piloto, 
va  cierto  viaje  con  Juan  Diaz  de  Solís,  su 
hermano. y)  Y  por  fin,  en  otra  para  Diaz  de 
Solís,  escrita  en  27  de  Julio  del  año  inme- 
diato siguiente,  se  lee:  «lo  que  suplicáis  que 
dé  á  Francisco  Coto,  vuestro  hermano.y>  ^Por 
qué,  pues,  entender  que  Coto  era  cuñado  de 
Díaz  de  Solís,  y  no  su  hermano?  Es  tanto 
más  antojadiza  esta  interpretación,  que  nada, 
por  otra  parte,  justifica,  cuanto  en  documen- 
tos emanados  de  la  misma  fuente  se  nombra 
á  Francisco  de  Torres,  cuñado  de  Diaz  de 
Solís.  Lejos,  pues,  de  decir  nosotros  que  la 
primera  mujer  del  piloto  llevase  el  apellido  de 
Coto,  nos  inclinamos  á  creer  que  ese  debió 
ser  el  de  la  madre  de  Diaz  de  Solís,  en  cuyo 
recuerdo,  ó  conforme  á  la  costumbre  de  an- 
taño, se  diese  á  Francisco. 


COMPAÑEROS  DE  SOLIS  CCCXLVII 

Diaz  de  Solls  tuvo  en  un  principio  el  pen- 
samiento de  que  éste  su  hermano  le  acompa- 
ñase también  en  su  viaje  capitulado  en  i5i4; 
así  se  lo  pedia  al  monarca,  quien  no  sólo 
aceptó  la  petición,  sino  que  para  el  efecto  le 
nombró  piloto  real  y  ordenó  que  se  le  diese 
un  año  adelantado  de  sueldo.  12  F^ero,  poco 
después,  Diaz  de  Solís  creyó  más  convenien- 
te que  se  quedase  en  su  lugar  en  España 
reemplazándole  en  sus  funciones  de  piloto 
mayor,  y  el  Rey  esta  vez  también  accedió  i3 
á  lo  que  se  le  pedía,  y  Coto  fué  nombrado  pi- 
loto mayor  durante  la  ausencia  del  propieta- 
rio, en  27  de  Julio  en  i5i5.  M  Un  año  más 
tarde  el  Rey  disponía  que  se  le  continuase 
pagando  su  sueldo,  i5  pero  ya  en  5  de  Fe- 
brero de  i5i8  Sebastián  Caboto  fué  nombra- 
do piloto  mayor  en  reemplazo  de  Diaz  de 
Solís. 

Parece  que  Coto  no  figuró  ya  en  adelante, 
ni  aún  como  simple  piloto,  en  las  listas  de 
pago  de  la  Casa  de  la  Contratación. 


12.  Véanse  nuestros  documentos  LI  y  LIT. 

i3.  «Lo  que  suplicáis  que  dé  á  Francisco  Coto,  vues- 
tro hermano,  para  que  en  vuestro  lugar  use  vuestro 
oficio  de  piloto  mayor  en  tanto  que  vos  os  ocup¿iis  en 
el  dicho  viaje,  que  decís  que  es  hábile  para  ello,  he 
habido  por  bien...»  Página  i5i  de  nuestros  Docu- 
mentos. 

14.  Véase  su  nombramiento  en  la  página  167  de 
nuestros  Documentos. 

i5.  Real  cédula  de  17  de  Julio  de  i5i6:  es  nuestro 
documento  LXIX. 


índice 


I 


d 


De  la  patria  de  Juan  Diaz  de  Solis 

P    G. 

sumario:  Cómo  se  llamó  á  Juan  Diaz  de  Solis  (no- 
■•ta  i).— Testimonio  de  Mártir  de  Ang-leria  acerca 
del  origen  y  nacimiento  de  Diaz  de  Solis.— Su 
•vecindad  en  Lepe  y  en  Lebrija.— En  realidad,  por 
;sus  ascendientes  era  oriundo  de  Asturias. — Fer- 
nández de  Oviedo  le  hace  natural  de  Lebrija.— 
López  de  Gomara  coincide  en  la  misma  opinión. 
— Silencio  que  al  respecto  g-uarda  el  Padre  Las 
Casas. — Lo  que  dice  Antonio  de  Herrera.— Opinión 
de  Fregeiro  acerca  del  punto  de  que  se  trata. —Id. 
de  don  Eduardo  Madero. — Requisitoria  del  Rey  de 
Portugal  para  prenderá  Juan  Diaz. — Circunstan- 
-cias  que  manifiestan  que  este  Juan  Diaz  era  en 
realidad  Diaz  de  Solis.— Objeción  presentada  en 
contra  de  este  aserto. — Las  cartas  del  Embajador 
Méndez  de  Vasconcelos  prueban  que  Diaz  de  Solis 
era  portugués. — Circunstancias  deducidas  de  do- 
cumentos oficiales  que  concuerdan  con  esta  opi- 
nión.— El  cargo  de  piloto  mayor  conferido  á  ex- 
tranjeros.— Un  documento  decisivo  en  la  materia 
<ie  que  se  trata.— Palabras  del  cronista  Damián 
de  Goes. — Opinión  de  D'  Avezac. — Todo  concurre 
por  hoy  á  creer  que  Diaz  de  Solis  era  portugués....     xiii 

II 

Descubrimiento  del  golfo  de  Higueras, 
que  se  dice  ejecutado  por  Diaz  de 
Solis  antes  del  año  i4gg. 

sumario:  Circunstancias  favorables  en  que  llega- 
ba Diaz  de  Solis  á  España:  los  Reyes  Católicos  con- 
ceden autorización  para  efectuar  descubrimientos 
■en  Indias.— Palabras  de  Fernández  de  Oviedo  lo- 


ÍNDICE  CCCXLIX: 


pA-^s. 


cantes  á  un  viaje  de  Diaz  de  Solis  realizado  antes 
de  i5oo  al  golfo  de  Hií>-ueras.— Id.  de  Mártir  de 
Angleria. — López  de  Gomara  concuerda  en  este 
punto  con  el  primer  cronista  de  Indias.— Testi- 
monio del  P.  Las  Casas.— Lo  que  resulta  de  los 
Pleitos  de  Co/ó;í.— Según  las  deposiciones  de 
Yáñez  Pinzón  y  Pedro  de  Ledesma,  el  golío  de 
Higueras  no  fué  descubierto  por  Diaz  de  Solis. — 
Es  posible  que  éste  figurase  en  alguna  explora- 
ción marítima  de  que  no  se  tiene  noticia.— Opi- 
niones de  (jaffarel  al  respecto  (nota) xlf 

ni 

Breve  noticia  de  la  exploración  del 
continente  americano  por  los  nave- 
gantes españoles,  antes  del  viaje  de 
Diaz  de  Solis  en  i5o8. 

sumario:  Colón  aborda  el  continente  americano 
en  1498.— Alegría  que  esta  noticia  produce  en  Espa- 
ña.— Los  Reyes  autorizan  las  expediciones  á  In- 
dias.—  Viaje  de  Alonso  de  Ojeda.  — Id.  de  Per 
Alonso  Niño  y  Cristóbal  Guerra. — Id.  de  Vicente 
Yáñez  Pinzón. — Id.  de  Diego  de  Lepe.— Id.  de  Vé- 
lez  de  Mendoza. — Id.  de  Rodrigo  de  Bastidas. — 
Expediciones  clandestinas. — Autorizaciones  con- 
cedidas para  colonizar  en  Indias. —Cuarto  viaje  de 
Colón.— Nueva  exploración  de  Cristóbal  Guerra. 
-^Varias  expediciones. — Segundo  viaje  de  Ojeda. 
— Noticias  cronológicas  de  los  viajes  realizados  á 
Indias  (nota) lxf 

IV 

El  supuesto  viaje  de  Yáñez  'Pinzón 
y  Diaz  de  Solis  á  Yucatán  en  i5o6, 

sumario:  El  cronista  Antonio  de  Herrera  es  el 
primero  que  divulga  la  noticia  del  viaje  de  Yáñez 
Pinzón  y  Diaz  de  Solis.— Silencio  que  al  respecta 


CCCL 


JUAN    DÍAZ   DE    SOLIS 


I  A-,s. 


de  esto  guardan  los  primitivos  historiadores  de 
Indias. — Crédito  prestado  hasta  hace  poco  á  la 
relación  de  Herrera.— No  existe  documento  alguno 
en  que  apoyarla. — Los  hechos  demuestran  que 
Yáñez  Pinzón  se  hallaba  en  España  en  i5(j6. — 
Otras  circunstancias  que  concurren  á  manifestar 
que  el  viaje  de  que  se  trata  jamás  tuvo  lugar. — 
Opinión  de  Harrisse  (nota) xcix 


V 


Viaje  de  Díaz  deSolis  y  Yáñez  Pinzón 
en  iSoS  al  Nuevo  Mundo 


sumario:  Proyectos  de  colonización  en  el  Nuevo 
Mundo. — Estagnación  que  se  nota  en  los  descu- 
brimientos.—El  Rey  Católico  resuelve  darles  nue- 
vo impulso. — Al  efecto  van  á  la  Corte  Vespucio, 
Juan  de  la  Cosa,  YáñezPinzón  y  Diaz  de  Solis.— 
Este  ingresa  al  servicio  de  España  como  piloto. 
— Conferencia  celebrada  en  Burgos.— Acuérdase 
que  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solis  vayan  á  descu- 
brir,—Primeras  disposiciones  adoptadas  al  inten- 
to.— Preparativos  de  viaje.— Mercedes  que  el  Rey 
otorga  á  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solis. — Capitu- 
lación que  celebran  con  el  monarca. — Verdadero 
objetivo  del  viaje. — Creencia  general  acerca  de  la 
existencia  de  un  estrecho. — Aprestos  para  la  par- 
tida.— Ruta  seguida  según  Herrera. — Error  en  que 
incurre.— Relato  del  P.  Las  Casas. — Id.  de  Don 
Hernando  Colón.— Itinerario  que  han  debido  se- 
guir según  el  P.  Las  Casas.— Similitud  del  viaje 
atribuido  á  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solis  con  el 
que  se  dice  ejecutado  por  Vespucio  (nota). — Testi- 
monios producidos  en  los  pleitos  de  Colón.— Opi- 
nión de  Harrisse.— Puntos  controvertibles.— Re- 
lación de  Mártir  de  Angleria.— Comprobación 
que  encuentra  en  los  documentos.— Regreso  de  la 
expedición ci  x 


índice  cccli 

VI 

El  proyectado  viaje  de  Diaz  de  Solis 
para  efectuar  la  demarcación  entre 
los  dominios  de  Españay'^^ortiigal. 


sumario:  Prisión  de  DiazdeSolís. — Mercedes  que 
luego  le  hace  el  Rey.— Es  nombrado  piloto  ma- 
yor.—Celebra  una  capitulación  para  el  viaje  de 
demarcación  de  limites. — Puntos  principales  que 
comprendía. — Opinión  de  los  Oficiales  Reales  de 
Sevilla  sobre  el  viaje  proyectado. — Impresión  que 
produce  en  el  Rey.— Diaz  de  Solis  se  traslada  á 
Logroño. — Entrevista  que  allí  celebra  con  el  em- 
bajador portugués.— Juicio  de  éste  acerca  del  pi- 
loto niayor. — El  Rey  desiste  de  que  el  viaje  se 
lleve  á  efecto. — Historiadores  de  este  supuesto 
viaje  (nota) clxxiii 

VII 

Juan  T>iaz  de   Solis  piloto  mayor  de 
España. 

sumario:  Creación  del  puesto  de  piloto  mayor. — 
Formación  del  padrón  real. — Diaz  de  Solis  es  nom- 
brado piloto  mayor  en  lugar  de  Américo  Vespu- 
cio. — Se  encomienda  á  Juan  Vespuche  y  Diaz  de 
Solis  el  levantamiento  del  padrón  real. — Diaz  de 
Solis  aprueba  la  carta  de  marear  del  piloto  Andrés 
de  Morales. — Disquisición  acerca  de  este  punto. — 
Dificultad  que  nace  de  la  situación  del  cabo  de 
San  Agustín,  según  la  carta  de  Morales cxcix 

VIII 

Juan  Dia^  de  Solis  descubre  el  "T^ío 
de  la  Tálala, 

sumario:  Expedición  deNicuesayOjedaá  Tierra- 
firme.— Estagnación  que  se  nota  en  los  descubrí- 


CCCLII  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


mientos.— Medidas  tomadas  por  el  Rey  para  fo- 
mentarlos.— Viajes  al  norte. — Juan  Ponce  de  León 
en  busca  de  una  fuente  maravillosa. — Nuevas  me- 
didas para  fomentar  las  exploraciones. — Núñez 
de  Balboa  descubre  el  Mar  del  Sur. — Favores  que 
el  Rey  dispensa  á  Diaz  de  Solis.— Capitulación 
real  para  que  Diaz  de  Solis  vaya  á  descubrir 
á  espaldas  de  Castilla  del  Oro.  —  Instruccio- 
nes que  complementan  ese  documento.  —  Fa- 
cultades concedidas  al  factor  y  escrib¿ino  de  la 
armada. — Secreto  con  que  debian  verificarse  los 
aprestos. — Nuevas  mercedes  concedidas  á  Diaz  de 
Solis. — Comienzan  los  preparativos. — Incidente  de 
última  hora.— Partida  de  la  armada.— Relato  de 
Herrera.— Nuestras  notas. — Cuándo  penetró  Diaz 
de  Solis  en  el  Rio  de  la  Plata. — Nombres  del  Rio. 
— Muerte  de  Diaz  de  Solis.— Regreso  de  la  arma- 
da á  la  Península ccxv 

IX 

Los  compañeros  de  Diar¿  de  Solis  en  su 
viaje  de  descubrimienio  del  Rio  de  la 
"-Plata. 

Sumario:  Venta  y  adjudicación  de  las  especies 
llevadas  á  España  en  la  armada.  — Reclamación 
interpuesta  por  el  Rey  de  Portugal. — Información 
que  en  virtud  de  ella  se  levanta  en  Sevilla.— 
Siete  de  los  compañeros  de  Diaz  de  Solis  se  que- 
dan en  el  Brasil,  y  son  llevados  presos  á  Lisboa. 
—España  los  reclama. — Un  documento  intere- 
sante.— Documentos  relativos  á  algunos  portu- 
gueses apresados  en  América  (nota).— Historia 
de  Enrique  Montes  y  de  Melchor  Ramírez. —Diego 
García  (nota).— El  grumete  Francisco  del  Puerto. 
— Error  en  que  ha  incurrido  Madero  por  lo  res- 
pectivo á  los  compañeros  de  Diaz  de  Solis 
(nota) ccxcvir 


i 


X 


Familia  de  Diaf¿  de  Solis 

Sumario.— Francisco  de  Torres,  cuñado  de  Diaz 
de  Solis. — Como  se  llamaba  la  mujer  de  este.— 
Hijos  que  tuvo  en  ella. — Blas  de  Solis. — Francis- 
co de  Coto,  hermano  de  Diaz  de  Solis cccxxix 


JUAN  DÍAZ  DE  SOIÍS 


p 


JUAN  DÍAZ  DE  SOLÍS 


ESTUDIO  HISTÓRICO 


POR 


JOSÉ  TORIBIO  MEDINA 


(DOCUMENTOS  V  BIBLIOGRAFÍA) 


SANTIAGO   DE   CHILE 

Smpmo  en  casa  bel  Jlutor 

MDGGCXGVH 


'       DOCUMENTOS 

t 


I 


DOCUMENTOS 


14  de  Marzo  de  i5o5 

I 

Tenencia  a  Vicentianez  de  cierta  fortaleza 

EN  LA  isla  de  SaNT  JuAN  Y  A  UN  SUCCESOR. 

Archivo  general  de  Simancas.— Re- 
gistro del  Sello  deCastilla.— Mes 
de  Marzo  de  i5o5. 


Don  Fernando,  etc.  Por  cuanto  en  cierto 
asiento  é  capitulación  que  por  mi  mandado  se 
tomó  con  vos  Vicentiáñez  Pijicón,  mi  capitán 
é  corregidor  de  la  isla  de  Sant  Juan,  que  es 
en  las  Indias  del  Mar  Océano,  é  vecino  de  la 
villa  de  Palos,  para  ir  á  poblar  la  dicha  isla, 
entre  otras  cosas  se  contiene  que  vos  hayáis 
de  hacer  en  ella  una  fortaleza  á  vuestra  costa 
é  misión,  et  yo  vos  haya  de  mandar  dar  tenen- 
cia para  ella  á  vos  en  vuestra  vida,  et  después 


JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


de  vuestros  días  á  un  vuestro  subcesor,  cual 
vos  nombrardes  é  señalardes  en  vuestra  vida- 
ó  por  vuestro  testamento,  segund  más  larga- 
mente en  la  dicha  capitulación  se  contiene; 
por  ende,  por  vos  hacer  bien  é  merced,  por  la 
presente  vos  hago  merced  de  la  tenencia  é  al- 
caidía de  la  dicha  fortaleza  que  así  habéis  de 
hacer  en  la  dicha  isla  de  Sant  Juan,  para  en 
toda  vuestra  vida  é  del  dicho  vuestro  subce- 
sor, como  dicho  es,  faciéndome  primeramente 
por  ella  pleito  homenaje  en  manos  del  que  es 
ó  fuere  mi  gobernador  de  las  islas  é  Tierra-fir- 
me del  Mar  Océano  que  reside  en  la  Isla  Es- 
pañola; et  es  mi  merced  é  voluntad  que  haya- 
des  é  tengades  de  tenencia  con  la  dicha  forta- 
leza, vos,  el  dicho  Vicentiáñez,  en  vuestros 
días,  é  después  de  vuestros  días,  el  dicho  vues- 
tro subcesor  cincuenta  mili  maravedís,  los  cua- 
les se  vos  paguen  de  cualesquier  rentas  de  la 
dicha  isla  á  mí  pertenescientes,  desde  el  día  que 
la  dicha  fortaleza  fuere  fecha  é  acabada  de  se 
labrar  é  edificar,  en  adelante,  con  tanto  que, 
si  en  la  dicha  isla  no  hubiere  rentas  á  mí  per- 
tenescientes ó  no  bastaren  para  vos  pagar  los 
maravedís  de  la  dicha  tenencia,  que  yo  no  sea 
obligado  á  vos  pagar  más  de  lo  que  bastaren 
las  dichas  rentas;  et  por  la  presente  mando  á 
mi  contador  ó  otro  oficial,  que  por  mi  manda- 
do hobiere  de  tener  cargo  de  las  dichas  rentas 
de  la  dicha  isla,  que  desde  el  día  que  la  dicha 
fortaleza  estoviere  fecha,   en  adelante,  vos  li- 


DOCUMENTOS 


bren  cada  año  los  dichos  cincuenta  mili  mara- 
vedís en  las  rentas  de  la  dicha  isla  de  Sant 
Juan,  segund  dicho  es,  et  á  los  consejos,  jus- 
ticias et  oficiales  é  homes  buenos  de  la  dicha 
isla  ,  así  á  los  que  agora  son  como  á  los  que 
serán  de  aquí  adelante  é  á  cada  uno  é  cual- 
quier dellos,  que  vos  hayan  é  tengan  por  mi 
alcaide  de  la  dicha  fortaleza  en  vuestra  vida 
é  después  de  vuestros  días  al  dicho  vuestro 
subcesor,  et  vos  guarden  é  fagan  guardar  to- 
das las  honras,  gracias  é  mercedes,  franque- 
zas é  libertades,  esenciones  é  preeminencias 
é  prerrogativas  é  inmunidades  et  todas  las 
otras  cosas  é  cada  una  dellas,  que  por  razón 
de  ser  mi  alcaide  de  la  dicha  fortaleza  debedes 
haber  é  gozar  é  vos  deben  ser  guardadas,  del 
todo  bien  é  complidamente,  en  guisa  que  vos 
non  mengue  ende  cosa  alguna,  et  que  en  ello, 
ni  en  parte  dello,  embargo  ni  contrario  algu- 
no vos  no  pongan  ni  consientan  poner,  so  pena 
de  la  mi  merced  é  de  diez  mili  maravedís  para  la 
mi  cámara  á  cada  uno  que  lo  contrario  feciere. 
Dada  en  la  cibdad  de  Toro  á  xxiv  días  del 
mes  de  Marzo  de  quinientos  y  cinco  años. — 
Yo  EL  Rey. — Por  mandato,  etc. — Secretario 
Gaspar  DE  Grizio. —  Licenciatus  Zapata — Li- 
CENCiATUS  PoLANCO. — (Rúbrica.) 


6  JL'AN  DÍAZ  DE  SOLIS 


23  de  Agosto  de  i5(>6 
II 

Real  cédula  a  los  Oficiales  de  la  Casa  de  la 
Contratación  para  que  avisasen  si  estaban 

LISTOS  LOS    navios    Y  EL    BISCOCHO  NECESARIO 
PARA  LA  ARMADA    DE  LA  ESPECERÍA 

Archivo  de  Simancas,   Cédulas  de 
la  Cámara.— Libro  17,   fol.  90  vto. 
y  91- 

El  Rey. — Mis  oficiales  de  la  Casa  de  la  Con- 
tratación de  las  Indiasqueresidísenla  cibdad  de 
Sevilla:  ya  sabéis  como  estaba  mandado  hacer 
una  armada  para  descobrir  la  Espe9ería  é  estaba 
mandado  hacer  en  Vizcaya  los.navíos  que  eran 
menester  para  ello,  é  agora  yo  he  sabido  son 
acabados  de  hacer  é  que  son  partidos  para  esa 
cibdad,  é  porque  mi  voluntad  es  que  la  dicha 
armada  parta  lo  más  presto  que  ser  pueda, 
por  los  inconvenientes  que  sabéis  que  se  se- 
guirían de  la  dilación;  por  ende,  yo  vos  mando 
que  [luego  que]  ésta  viéredes,  me  aviséis  si  es- 
tán á  punto  los  dichos  navios  é  si  tenéis  re- 
cabdo  del  bizcocho  que  para  ello  es  menester, 
é  si  esto  está  aparejado  habléis  á  Vicente  Yá- 
ñez  é  Americo,  para  que  digan  si  será  tiempo 
de  partir  antes  de  invierno  é  me  enviad  luego 
su  parescer;  é  si  no  está  aparejado  todo  lo  que 


DOCUMENTOS 


es  menester,  escrebime  qué  es  lo  que  dello 
falta  é  para  cuando  se  podrán  tener  apareja- 
dos é  ques  lo  que  acá  es  menester  proveer 
para  ello,  é  con  este  correo  me  avisad  larga- 
mente de  todo  ello,  porque  se  dé  la  orden  que 
•conviene  para  se  despachar  lo  más  presto  que 
ser  pueda.  De  Tudela  de  Duero,  á  xxiii  de 
Agosto  de  Dvi  años. — Yo  el  Rey. — Registra-^ 
•da  del  Secretario. 


23  de  Agosto  de  i5o6 

III 

Titulo  de  piloto  mayor  a  Amerigo  Despuchi 

Archivo  g-eneral  de  Simancas. 
Registro  del  sello  de  Castilla. 
Mes  de  Agosto  de  i5o8. 

Doña  Juana,  etc.  Por  cuanto  á  nuestra  noti- 
cia es  venido  é  por  experiencia  habemos  visto 
que,  por  no  ser  los  pilotos  tan  expertos  como 
sería  menester,  ni  tan  estrutos  en  lo  que  de- 
ben saber  que  les  baste  para  regir  é  gobernar 
los  navios  que  naveguen  en  los  viajes  que  se 
hacen  por  el  Mar  Océano  á  las  nuestras  islas 
é  Tierra-firme  que  tenemos  en  la  parte  de 
las  Indias,  é  por  defecto  dellos  é  de  no  sa- 
ber cómo  se  han  de  regir  é  gobernar  é  de 
no  tener  fundamento  para   saber  tomar  por 


8  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

el  cuadrante  é  estrolabio  el  altura,  ni  saber 
la  cuenta  dello,  les  han  acaecido  muchos 
yerros,  é  las  gentes  que  debajo  de  su  go- 
bernación navegan  han  pasado  mucho  peli- 
gro, de  que  Nuestro  Señor  ha  seído  deservido, 
é  en  nuestra  hacienda,  é  de  los  mercaderes 
que  allá  contratan  se  ha  recibido  mucho 
daño  é  pérdida:  é  por  remediar  lo  susodicho 
é  porque  es  necesario  que  así  para  la  dicha 
navegación,  como  para  otras  navegaciones, 
que  con  ayuda  de  Nuestro  Señor  esperamos 
mandar  facer  para  descobrir  otras  tierras,  es 
necesario  que  haya  personas  más  expertas  é 
mejor  fundadas  é  que  sepan  las  cosas  nece- 
sarias para  las  tales  navegaciones,  é  los  que 
debajo  dellos  fueren  puedan  ir  más  segura- 
mente, es  nuestra  merced  é  voluntad  é  man- 
damos que  todos  los  pilotos  de  nuestros  rei- 
nos é  señoríos  que  agora  son,  ó  serán  de 
aquí  adelante,  que  quisieren  ir  por  pilotos 
en  la  dicha  navegación  de  las  dichas  islas  é 
Tierra-firme  que  tenemos,  á  la  parte  de  las 
Indias  é  á  otras  partes  en  el  Mar  Océano,  sean 
instruidos  é  sepan  lo  que  es  necesario  de 
saber  en  el  cuadrante  é  estrolabio,  para  que 
junta  la  plática  con  la  teórica,  se  puedan 
aprovechar  dello  en  los  dichos  viajes  que  hi- 
cieren en  las  dichas  partes,  é  que  sin  lo 
saber,  non  puedan  ir  en  los  dichos  navios 
por  pilotos,  ni  en  ganar  soldadas  por  pilo- 
taje, ni  los  mercaderes  se  puedan   concertar 


DOCUMENTOS 


con  ellos  para  que  sean  pilotos,  ni  los  maes- 
tres los  puedan  recibir  en  los  navios  sin  que 
primero  sean  examinados  por  vos  Merigo 
Despuchi,  nuestro  piloto  mayor,  é  le  sea 
dada  por  vos  carta  de  examinación  é  apro- 
bación de  cómo  saben  cada  uno  dellos  lo 
susodicho,  con  la  cual  dicha  carta  manda- 
mos que  sean  tenidos  é  recibidos  por  pilotos 
expertos,  doquier  que  la  mostraren,  porque 
es  nuestra  merced  que  seáis  examinador  de 
los  dichos  pilotos,  y  porque  á  los  que  no  lo 
supieren,  más  fácilmente  lo  puedan  aprender 
de  vos,  mandamos  que  les  enseñéis  en  vues- 
tra casa,  en  Seuilla,  á  todos  los  que  lo  qui- 
sieren saber,  pagandovos  vuestro  trabajo;  et 
porque  podría  acaescer  que  agora  á  los  prin- 
cipios hobiese  falta  de  pilotos  examinados, 
é  por  falta  dellos  se  detoviesen  algunos 
navios,  de  que  se  podría  cabsar  daño  é  pér- 
dida á  los  vecinos  de  la  dicha  isla,  como  á 
los  mercaderes  é  á  otras  personas  que  allá 
contratan,  mandamos  á  vos  el  dicho  A  meri- 
go, é  vos  damos  licencia  para  que  de  los 
pilotos  é  marineros  que  allá  han  ido  podáis 
elegir  las  personas  que  más  hábiles  dellos 
fallardes  para  que  por  un  viaje  ó  dos,  ó  por 
un  espacio  de  tiempo  suplan  lo  que  fuere 
menester,  entre  tanto  que  otros  saben  lo 
que  han  de  saber;  é  venidos,  les  señaléis  tiem- 
po para  que  sepan  lo  que  les  faltare  de  lo 
que  han  de  saber;  y  asimismo  nos  es  fecha 


10  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

relación  que  hay  muchos  padrones  de  cartas 
de  diversos  maestros,  que  han  puesto  asen- 
tado las  tierras  é  islas  de  las  Indias  á  nos 
pertenescientes,  que  por  nuestro  mandado 
nuevamente  han  seído  descubiertas,  los  cua- 
les están  entre  sí  muy  diferentes  los  unos 
de  los  otros,  así  en  la  derrota  como  en  el 
asentamiento  de  las  tierras,  lo  cual  puede 
cabsar  muchos  inconvenientes:  é  porque  haya 
orden  en  todo,  es  nuestra  merced  é  manda- 
mos que  se  haga  un  padrón  general,  é  por- 
que se  haga  más  cierto,  mandamos  á  los 
nuestros  oficiales  de  la  Casa  de  la  Contrata- 
ción de  Sevilla,  que  hagan  juntar  todos  nues- 
tros pilotos,  los  más  hábiles  que  se  hallaren 
en  la  tierra  á  la  sazón,  é  en  presencia  de 
vos  el  dicho  Amerigo  Despuchi,  nuestro  pi- 
loto mayor,  se  ordene  é  haga  un  padrón  de 
todas  las  tierras  é  islas  de  las  Indias  que 
hasta  hoy  se  han  descubierto,  pertenescien- 
tes á  los  nuestros  reinos  é  señoríos,  é  sobre 
las  razones  é  consulta  dellos  y  al  acuerdo 
de  vos  el  dicho  nuestro  piloto  mayor,  se  haga 
un  padrón  general,  el  cual  se  llame  el  padrón 
real,  por  el  cual  todos  los  pilotos  se  havan 
de  regir  é  gobernar,  é  esté  en  poder  de  los 
dichos  nuestros  oficiales  é  de  vos  el  dicho 
nuestro  piloto  mayor,  é  que  ningund  piloto 
use  de  otro  ningund  padrón  sino  del  que  fue- 
re sacado  por  él,  so  pena  de  cincuenta  do- 
blas para  las  obras  de  la  Casa    de   la  Con- 


DOCIMENTOS  I  I 


tratación  de  las  Indias  de  la  cibdad  de  Se- 
villa. Asimismo,  mandamos  á  todos  los  pi- 
lotos de  nuestros  reinos  y  señoríos  que  de 
aquí  adelante  fueren  á  las  dichas  nuestras 
tierras  de  las  Indias,  descubiertas  ó  por  des- 
cubrir, que  hallando  nuevas  tierras  ó  islas  ó 
bajos  ó  nuevos  puertos  ó  cualquier  otra  cosa 
que  sea  dina  de  ponella  en  nota  en  el  dicho 
padrón  real,  que  en  viniendo  á  Castilla  vayan 
á  dar  su  relación  á  vos,  el  dicho  piloto  ma- 
yor, é  á  los  oficiales  de  la  Casa  de  Contra- 
tación de  Sevilla,  porque  todo  se  asiente  en 
su  lugar  en  el  dicho  padrón  real,  á  fin  que 
los  navegantes  sean  más  cabtos  y  enseñados 
en  la  navegación.  Otrosí  mandamos,  que 
ninguno  de  nuestros  pilotos  que  navegaren 
por  el  Mar  Océano,  de  aquí  adelante  no  vaya 
sin  su  cuadrante  ó  astrolabio  ó  el  regimiento 
para  ello,  so  pena  que  el  que  lo  contrario 
ficiere,  sea  inhábile  para  usar  el  dicho  oficio, 
por  tanto  tiempo  cuanto  nuestra  merced 
fuere,  é  non  lo  puedan  tornará  usar  sin  nues- 
tra especial  licencia,  é  que  pague  diez  mili 
maravedís  de  pena  para  las  obras  de  la  dicha 
Casa  de  la  Contratación  de  Sevilla;  é  es 
nuestra  merced  é  voluntad,  que  por  la  forma 
susodicha,  vos,  el  dicho  Amerigo  Despuchi, 
uséis  é  ejerzáis  el  dicho  oficio  de  nuestro  pi- 
loto mayor,  é  podáis  facer  é  fagáis  todas  las 
cosas  en  esta  nuestra  carta  contenidas  é  al 
dicho  oficio  pertenescientes,  é  por  esta  núes- 


12  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

tra  carta  ó  por  su  traslado  signado  de  escri- 
bano público,  mandamos  al  Príncipe  don  Car- 
los, nuestro  muy  caro  é  muy  amado  hijo,  é 
á  los  infantes,  duques,  perlados,  condes,  mar- 
queses, ricos  hombres,  maestres  de  las  ór- 
denes é  á  los  del  Consejo  é  oidores  de  las 
nuestras  abdiencias  é  chancillerías  é  á  los 
otros  priores,  comendadores  é  subcomenda- 
dores,  alcaides  de  los  castillos  é  casas  fuer- 
tes é  llanas  é  á  los  consejos,  corregidores,  al- 
caldes, alguaciles,  regidores,  caballeros,  escu- 
deros, oficiales  é  homes  buenos  de  todas  las 
cibdades  é  villas  é  lugares  de  los  nuestros 
reinos  é  señoríos  é  á  todos  los  capitanes  de 
navios,  pilotos,  marineros,  maestres  é  contra- 
maestres é  otras  cualesquier  personas  á  quien 
lo  en  esta  carta  contenido  atañe  ó  atañer 
pueda,  que  vos  hayan  é  tengan  por  nuestro 
piloto  mayor,  é  vos  dejen  é  consientan  usar 
del  dicho  oficio,  é  facer  é  complir  todas  las 
cosas  en  esta  nuestra  carta  contenidas  é  á 
ello  pertenescientes;  é  para  la  ejecución  y  com- 
plimiento  dello  vos  den  todo  el  favor  é  ayuda 
que  lespidierdes  é  hobierdes  menester,  é  para 
todo  lo  que  dicho  es  é  para  cada  cosa  ó  parte 
dello,  vos  doy  poder  complido  con  todas  sus 
incidencias  é  dependencias;  é  porque  lo  suso- 
dicho venga  á  noticia  de  todos  é  ninguno 
pueda  pretender  inorancia,  mandamos  que 
esta  nuestra  carta  sea  leída  y  pregonada  por 
pregones  é  ante   escribano  público,    por  las 


DOCUMENTOS  I 3 


plazas  é  mercados  é  otros   lugares  acostum- 
brados de  la  dicha  cibdad  de  Sevilla  é  de  la 
cibdad  de  Cáliz    é  de  todas  las  otras  cibda- 
des,  villas  é  lugares  destos  reinos  é  señoríos, 
é  si  dende  en  adelante  alguna  ó  algunas  per- 
sonas  contra  ello  fueren  é  pasaren,  vos,  las 
dichas  justicias,    ejecutéis  en  ellos  y  en  sus 
bienes  las  penas  en  esta   nuestra  carta  con- 
tenidas ,    por    manera    que    lo    susodicho   se 
guarde  é  haya  electo  sin  falta  alguna,  et  los 
unos  ni  los  otros    no  fagades  ni  fagan  ende 
al,  so  pena  de  la  nuestra  merced  é  de  diez  mili 
mrs.  para  la  nuestra  cámara;  é  demás  man- 
damos al   home  que   vos    esta  nuestra  carta 
mostrare  ,    que  vos  emplace   que  parezcades 
ante    nos    en  la  nuestra  corte,   doquier  que 
nos  seamos,  del  día  que  vos  emplazare  fasta 
XV  días  primeros  siguientes,  so  la  dicha  pena; 
so  la  cual  mandamos  á  cualquier  escribano 
público,  que  para   esto    fuere    llamado,    que 
dé  ende  al  que    vos   la  mostrare  testimonio 
signado  con  su  sino,  porque  sepamos  en  cómo 
se  cumple  nuestro  mandado.  Dado  en  la  villa 
de  Valladolid,  á  seis  días  del  mes  de  Agosto, 
año  del  nascimientode  Nuestro  Señor  Jhuxpo. 
de  mili  é  quinientos   é  ocho  años.  —  Yo  el 
Rey. — Yo,  Lope  Conchillos,  secretario  de  la 
Reina  nuestra    señora,  la    fice    escrebir  por 
mandado    del  rey  su  padre. — Acordada. — El 
Obispo  de  Palencl\.  —  Conde. — Licenciatus 
Xlménez. — (Rúbrica.) 


14  JUAN  DÍAZ  DE  SOI.IS 


Sin  fecha  (i5o8,) 

IV 

Memorial  de  lo  que  se  necesitaba  para  el 
aprovisionamiento  y  despacho  de  los  dos  na- 
vios que  habían  de  ir  a  descubrir. 

Archivo  g-eneral  de  Indias.— 
Estante  148,  cajón  2,  lega- 
jo 2,  tomo  I,  IbL  16  V. 

Memorial  de  lo  que  es  menester  que  pro- 
veáis luego  con  mucha  diligencia,  para  los  dos 
navios  que  en  buena  hora  han  de  ir  ádescobrir, 
los  cuales  es  necesario  que  partan  el  mes  de 
Mayo,  porque  si  para  ese  tiempo  no  parten, 
no  pueden  partir  hasta  otro  Mayo. 

Lo  primero,  buscar  un  navio  de  hasta  ochen- 
ta toneles,  el  mejor  que  se  pudiere  haber. 

Para  con  ésta  se  ha  de  tomar  la  carabela 
que  se  llama  Isabeleta,  que  se  hizo  para  el  ar- 
mada que  había  de  ir  á  la  Especiería. 

Es  menester  proveer  luego  de  lv  cahizes 
de  trigo  para  440  quintales  de  bizcocho. 

Son  menester  dos  mili  arrobas  de  vino. 

Son  menester  xv  vacas  en  sal. 

Hasta  VIII  mil  de  pescado. 

Tres  quintales  de  aceite. 

De  queso,  diez  mili  maravedís. 

Habasy  garbanzos,  hastadiezmill  maravedís. 


DOCUMENTOS  1 5 


Un  cuarto  de  miel. 
Seis  quintales  de  pez. 
Cuatro  quintales  destopa. 
Seis  quintales  de  sebo. 

Aparejos  que  han  menester  llevar  de  respe- 
to, demás  de  los  que  los  navios  tovieren,  para 
lo  que  les  pudiere  acaecer,  son  los  siguientes: 

Para  el  navio  mayor,  una  áncora  forma 
de  cinco  quintales. 

Para  la  menor  carabela,  otra  áncora  de  cua- 
tro quintales. 

Otra  áncora  menor  de  tres  quintales. 

Un  cable  para  la  nao  grande,  de  cinco  quin- 
tales. 

Una  guindaleza  de  tres  quintales. 

Un  cable  para  la  nao  menor,  de  tres  quin- 
tales. 

Dos  rejones. 

Cuatro  quintales  de  jarcia  menuda,  de  la 
suerte  que  la  pedirá  el  piloto. 

Doce  alones. 

Estas  son  las  cosas  que  desde  luego  habéis 
de  comenzar  á  aparejar,  porque  tras  este  co- 
rreo irá  luego  el  piloto  con  el  memorial  de 
todo  lo  demás  que  es  menester  aderezar  para 
ese  camino,  porque  aquí  no  ponemos  hombres 
ni  las  otras  cosas  que  serán  necesarias  para 
ese  viaje,  solamente  vos  avisamos  cómo  para 
el  despacho  del  son  menester  ochocientos  é 
cincuenta  mili  maravedís,   para  que  tengáis 


1 6  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

cuidado  de  tener  recabdo  dellos,  para  el  dicho 
tiempo,  porque  cumple  mucho  al  servicio  de 
Su  Alteza,  porque  si  no  estáis  proveídos  de  di- 
neros, os  apercibáis  desto,  porque  del  dinero 
primero  que  venga  lo  completéis,  y  si  allá  pa- 
resciere  que  se  deben  proveer  luego  otras  co- 
sas que  sean  menester  para  ese  efecto,  entre 
tanto  quel  dicho  piloto  y  el  memorial  que  ha 
de  llevar  llega,  aparéjense  juntamente  con 
esto  que  aquí  va. 

21  de  Marzo  de  i5o8. 

V 

Real  cédula  al  tesorero  Francisco  de  Var- 
gas PARA  QUE  pagase  CIERTA  SUMA  A  VlCENTE 

Yanez  Pinzón  y  Juan  Díaz  de  Solis. 

A.  de  I.— 148-2-2,  t.  I,f.,  19  V. 

El  Rey. — Licenciado  Francisco  de  Vargas, 
nuestro  tesorero  é  del  nuestro  Consejo. —  Yo 
vos  mando  que  de  cualesquier  maravedís  de 
vuestro  cargo,  dedes  y  paguedes  á  Vicente 
Yáñez  Pinzón  é  á  Joan  Díaz  de  Solís,  nues- 
tros pilotos,  diez  mili  maravedís,  á  cada  uno 
dellos  cinco  mili  maravedís,  de  que  yo  les 
hago  merced  para  ayuda  de  su  costa  por  la 
venida  desde  Sevilla,  que  vinieron  por  mi 
mandado  é  por  la  vuelta,  é  dárselos  é  pagar- 


DOCUMENTOS  I7 


üclos  é  tomad  sus  cartas  de  pago,  con  las  cua- 
les é  con  esta  mi  cédula,  mando  que  vos  sean 
recebidos  en  cuenta  los  dichos  diez  mil  mara- 
vedís. Fecha  en  Burgos  á  xxi  días  de  Marzo 
de  quinientos  ocho  años. — Yo  el  Rey. — Por 
mandado  de  Su  Alteza. — Lope  Conchillos. 

22  de  Marzo  de  i5o8 

VI 

Real  cédula  a  los  Oficiales  de  la  Casa  de  la 
Contratación  para  que  pagasen  a  Juan  Díaz 
de  Solis  su  sueldo  de  piloto  mayor. 

A.  I. —  148-2-2,  1. 1,  f.  20  vito. 

Yo  EL  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa 
de  la  Contratación  de  las  Indias,  que  resi- 
dís en  la  cibdad  de  Sevilla.  Mi  merced  y  vo- 
luntad es  de  tomar  é  recebir  por  nuestro 
piloto  á  Juan  Diaz  de  Solís,  é  que  haya  y 
tenga  de  nos  en  cada  un  año,  con  el  dicho, 
oficio,  el  tiempo  que  estoviere  en  tierra  á  ra- 
zón de  cuarenta  mili  maravedís  cada  un  año; 
en  el  tiempo  que  navegare,  á  razón  de  cuaren- 
ta y  ocho  mili  maravedís  cada  año,  é  todavía 
dos  cahíces  de  trigo  para  el  proveimiento  de 
su  casa,  en  cada  un  año.  Por  ende,  yo  vos  man- 
do que  lo  asentéis  así  en  los  libros  que  voso- 
tros tenéis,  é  vos  el  tesorero  de  la  dicha  Casa, 
le  paguéis  de  cualesquier  maravedís  de  vuestro 


l8  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

cargo  al  dicho  respeto,  el  año  que  estoviere 
en  tierra, á  razón  de  cuarenta  mili,  é  el  año  que 
navegare  á  cuarenta  é  ocho  mil  maravedís,  é 
cada  año  los  dichos  dos  cahíces  de  trigo,  este 
presente  año  de  la  fecha  desta  mi   cédula,  é 
dende  en  adelante,   en  cada  año,  cuanto  mi 
merced  é  voluntad  fuere;  é  tomad  su  carta  de 
pago,  con  la  cual  é  con  el  treslado  desta  dicha 
mi  cédula,  signada  de  escribano  público,  sin 
otro  recabdo  alguno,  mando  que  vos  sean  re- 
cebidos  é  pasados  en  cuenta  en  cada  un  año 
los  maravedís  que  le  diéredes  é  pagáredes  al 
dicho  respeto,  é  los  que  montaren  en  los  di- 
chos dos  cahíces  de  trigo,  é  asentad  el  treslado 
desta  dicha  mi  cédula  en  los  dichos  libros,   é 
sobrescripta  de  vosotros,  este  original  tornad 
al  dicho  Juan  Díaz  de  Solís  para  que  la  él  tenga, 
é  no  fagades  ende  al.    Fecha  en  Burgos  á  xxii 
días  del  mes  de  Marzo  de  quinientos  é  ocho 
años. — Yo  EL  Rey. — Por  mandado  de  Su  Alte- 
za.— Lope  Conciiillos. 

Hoja  21  del  mismo  Libro. 

Este  dicho  día,  mes  é  año  susodicho  se  dio 
otra  tal  cédula  á  Vicente  Yáñez  Pinzón,  con  el 
mismo  salario,  firmada  del  Rey,  nuestro  señor, 
é  refrendada  de  su  secretario  Conchillos. 


-SOC- 


DOCUMENTOS  IQ 


22  de  Marzo  de  i5o8. 

VII 

Real  cédula  a  los  Oficlvles  de  la  Casa  de 
LA  Contratación  encargando  se  provea  a 
Juan  Dlvz  de  Solis  y  Vicente  Yanez  Pinzón 

DE    LO     QUE     expresasen    NECESITAR    PARA    SU 
VIAJE. 

A.  de  I.— 148-2-2,  t.  I,f.,  21  V, 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  las  Indias,  que  residís  en 
la  cibdad  de  Sevilla.  Ya  sabéis  cómo  vos  es- 
crebí  que  había  acordado  que  Juan  Diaz  de 
Solís  é  Vicente  Yañez  Pinzón,  nuestros  pilotos, 
fuesen  en  dos  carabelas  á  descubrir  á  ciertas 
partes  cumplideras  á  mi  servicio,  yo  vos  envié 
un  memorial  de  las  cosas  que  acá  parescieron 
que  se  debían  proveer  para  el  dicho  viaje,  para 
que  cuando  ellos  llegasen  estoviese  todo  ade- 
reszado;  agora  los  dichos  Juan  Diaz  é  Vicen- 
te Yáñez  van  para  lo  susodicho,  con  los  cua- 
les vos  envío  otro  memorial  de  lo  que  parece 
que  es  más  necesario  para  el  dicho  viaje,  é 
como  quiera  que  esto  es  conforme  á  lo  que 
ellos  pidieron,  si  allá  les  paresciere  ó  vos  pa- 
resciere  que  otras  cosas  más  de  las  contenidas 
en  el  dicho  memorial  fueren  menester,   pro- 


20  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

véanse  hasta  en  la  cuantía  que  vos  escrebí  de 
los  ochocientos  é  cincuenta  mili  maravedís, 
por  manera  que  de  todo  lleven  el  recabdo  que 
conviene,  é  que  de  cosa  no  haya  falta,  como 
para  semejante  camino  se  requiere ;  por 
ende,  yo  vos  mando  é  encargo  que  en  el  des- 
pacho desto  se  ponga  toda  la  diligencia  que 
conviene,  é  que  todo  esté  aparejado  para  que 
por  el  mes  de  Mayo,  segund  que  vos  escrebí, 
puedan  en  buena  hora  hacer  vela,  porque  si  por 
este  tiempo  no  parten,  no  podrán  ir  fasta  otro 
año,  é  hacerme  héis  saber  cuando  partieren  é 
del  recabdo  que  llevan,  é  socorred  á  los  dichos 
Juan  Diaz  é  Vicente  Yáñez,  al  respeto  de  sus 
asientos  que  llevan,  con  ocho  meses  adelanta- 
dos, é  pues  veis  cuanto  esto  conviene  á  nues- 
tro servicio,  poned  en  ello  el  recabdo  é  dili- 
gencia que  de  vosotros  confío,  que  en  ello  me 
serviréis  mucho.  De  Burgos,  á  xxii  de  Marzo 
de  quinientos  é  ocho  años. — Yo  el  Rey. — Por 
mandado  de  Su  Alteza. — Lope  Conchillos. 


DOCUMENTOS  21 


22  de  Marzo  de  i5o8 

VIII 

Lista  de   la  gente,  aparejos  y  otras  cosas 

QUE  se  necesitaban  PARA  EL  VIAJE  DE  LAS  DOS 
CARABELAS  QUE  HABÍAN  DE  LLEVAR  YaNEZ  PiN- 

zoN  Y  Díaz  de  Solis. 

Archivo  general  de  Indias. — 
Estante  148,  cajón  2,  lega- 
jo 2,  tomo  I,  Ibl.  22. 

Memonal  de  las  dos  carabelas  que  se  han 
de  tomar  para  el  viaje  que  en  buena  hora  han 
de  hacer  Vicente  Yáñez  Pinzón  é  Juan  Diaz 
de  Solís,  pilotos  de  Sus  Altezas,  por  mandado 
del  Rey,  nuestro  señor,  é  de  la  gente  que  en 
ellas  ha  de  ir  é  de  lo  que  para  ello  se  ha  de 
proveer,  demás  de  lo  contenido  en  el  memo- 
rial que  se  envió  de  las  cosas  de  manteni- 
mientos á  los  Oficiales  de  la  Casa  de  la  Con- 
tratación de  las  Indias  que  residen  en  la  cib- 
dad  de  Sevilla,  para  que  toviesen  aparejados 
para  cuando  los  dichos  pilotos  lleguen. 

Han  de  tomar  las  dos  carabelas  quel  Rey, 
nuestro  señor,  envió  á  mandar,  é  si  la  cara- 
bela Isabeleta  no  pudiere  servir  para  el  dicho 
viaje,  hanse  de  buscar  otras  dos  carabelas  que 
sean  desde  cincuenta  fasta  setenta  toneles 
cada  una,  é  prosupónese  que  será  menester, 


22  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

si  estas  carabelas  se  han  de  tomar  á  sueldo, 
para  el  flete  de  tres  meses,  á  razón  de  ciento 
diez  cada  tonel  cada  mes,  contándolas  á  se- 
tenta toneles  cada  una. 

Han  de  ir  veinticuatro  marineros,  en  que 
ha  de  entrar  un  clérigo,  que  se  hallará  á  900 
maravedís  cada  uno,  pagados  por  tres  meses 
adelantados  montan... 

Han  de  ir  xvi  grumetes,  á  seiscientos  cada 
uno,  cada  mes,  que  montan  en  tres  meses... 

Han  de  ir  seis  pajes,  á  cuatrocientos  cada 
uno,  cada  mes,  que  montan  en  tres  meses... 

Han  de  ir  dos  pilotos  de  respeto,  uno  en 
cada  carabela,  á  dos  mil  cada  uno  por  mes, 
que  montan  en  tres  meses... 

Dos  maestres  á  un  mil  cada  uno  cada  mes, 
pagados  por  tres  meses,  montan  nueve  mil(sic.) 

Dos  carpinteros  á  cuatrocientos  ducados 
cada  mes  cada  uno,  pagados  por  tres  meses, 
montan... 

Dos  calafates  á  un  mil  quinientos  por  mes 
cada  uno,  pagados  por  tres  meses,  montan... 

Dos  lombarderos,  pagados  á  un  mil  quinien- 
tos cada  uno  por  mes,  montan  en  tres  meses... 

Un  tonelero  á  tres  ducados  por  mes,  mon- 
ta en  tres  meses... 

Que  son  cincuenta  é  siete  personas,  en  el 
sueldo  de  las  cuales,  con  el  flete  de  las  dichas 
dos  carabelas,  montan  en  los  dichos  tres  me- 
ses 198  mil  375  maravedís. 


DOCUMENTOS 


Lo  que  parece  que  es  más  menester  para  el 
dicho  viaje  é  lo  que  [se]  cree  que  poco  más  ó 
menos  costarán  las  cosas  contenidas  en  el  me- 
morial que  se  envió. 

Costarán  los  aderezos  que  son  menester  para 
decir  misa,  veinticinco  mil. 

Para  rescate  de  bohonerías  y  otras  cosas  ne- 
cesarias para  este  efecto,  fasta  cincuenta  mil. 

Para  la  botica  del  físico  y  cirujano,  veinti- 
cinco mil. 

Que  costarán  los  440  quintales  de  bizcocho 
á  razón  de  quinientos  el  quintal,  doscientos 
veinte  mil. 

Para  las  dos  mil  arrobas  de  vino  á  sesenta, 
ciento  veinte  mil. 

Para  la  cecina  fresca,  quince  mil. 

El  pescado,  ocho  mil. 

De  habas  é  garbanzos,  quince  mil. 

De  quesos  frescos,  diez  mil. 

Tres  cuartos  de  aceite,  ocho  mil. 

Un  cuarto  de  miel,  tres  mil. 

Seis  quintales  de  pez,  dos  mil  doscientos 
cincuenta. 

Seis  quintales  de  sebo,  á  dos  ducados,  cua- 
tro mil  quinientos. 

Cuatro  quintales  de  estopa,  dos  mil  ocho- 
cientos. 


24  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


Aparejos 

El  áncora  para  el  navio  mayor,  cuatro  mil 
quinientos. 

La  otra  áncora  menor,  de  tres  quintales, 
dos  mil  doscientos  cincuenta. 

El  áncora  para  el  navio  menor,  de  cuatro 
quintales,  tres  mil. 

El  áncora  menor,  de  tres  quintales,  dos  mil 
doscientos  cincuenta. 

El  cable  para  la  nao  grande,  de  cinco  quin- 
tales, tres  mil  setecientos  cincuenta. 

La  guindaleza  de  tres  quintales,  tres  mil. 

Un  cable  para  la  nao  menor,  de  tres  quinta- 
les, tres  mil. 

Otro  cable  para  la  dicha  nao,  mil  quinientos. 

Dos  risones,  mil  quinientos. 

Los  cuatro  quintales  de  jarcia  menuda,  de  la 
forma  que  la  pedirá  el  piloto,  tres  mil. 

Doce  alones. 

Será  menester  un  bergantín  de  doce  remos, 
diez  mil. 

Para  doce  lonas  para  las  velas,  doce  mil. 

Hilo  para  acarreo,  agujas,  cera,  cordeles 
para  pescar,  anzuelos,  un  chincorro,  ampo- 
lletas, agujas  de  marear,  linternas,  relojes, 
hachas,  sierras,  picaderas,  martillos,  barras  de 
hierro  para  las  gomellas,  platos,  escudillas, 
calderetas  é  otras  menudencias,  que  pueden 
costar  [en]  todo  veinte  mil. 


DOCUMENTOS  25 


Para  otras  cosas  extraordinarias  de  que  aquí 
no  se  hace  memoria,  treinta  mil. 

Montan  las  cosas  aquí  contenidas  791,675,  é 
porque  como  el  Rey,  nuestro  señor,  escribió  á 
los  dichos  Oíiciales  que  para  este  viaje  sería 
menester  fasta  800,000,  aunpue  se  cree  que 
bastarán  los  dichos  791, 675  que  aquí  se  con- 
tienen, si  fueren  menester  todos  para  que  en 
cosa  de  dicho  viaje  nt)  haya  falta,  hase  de 
proveer  la  dicha  cuantía  de  los  dichos  ocho- 
cientos mil  en  las  cosas  que  demandaren  los 
dichos  Vicente  Yáñez  é  Juan  Diaz,  pares- 
ciendo  ser  convenientes  para  ello,  de  manera 
que  todo  se  provea  á  su  contentamiento  é  que 
de  todo  lleven  el  recabdo  que  conviene. 

Hase  de  socorrer  á  los  dichos  Vicente  Yá- 
ñez é  Juan  Diaz  con  lo  que  hobieren  de  haber^ 
al  respeto  del  asiento-que  Su  Alteza  les  ha  man- 
dado hacer  por  ocho  meses  adelantados. 

En  todo  se  ponga  el  recabdo  é  diligencia 
que  conviene  para  el  buen  despacho  dése  via- 
je, é  que  sea  de  manera  que,  como  Su  Alteza 
escribió,  esté  todo  á  punto  para  el  mes  de 
Mayo  primero,  sin  falta  alguna,  porque  para  el 
dicho  tiempo  partan  con  la  bendición  de  Dios? 
é  haréis  saber  á  Su  Alteza  el  recabdo  que  en 
ello  hay,  é  á  la  hora  que  hicieren  vela,  con  un 
correo  diligente.  Fecha  en  Burgos  á  xxii  de 
Marzo  de  quinientos  é  ocho  años. — El  Obispo 
DE  Falencia. — Conde. — Lope  Gonchillos. 


26  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


23  de  Marzo  de  i5o8 

IX 

Capitulación  real  con  Vicente   Yanez  Pin- 
zón Y  Juan  Díaz  de  Solis. 

A.  I.  — 148-2-2,  t.  I,  f.  23  V. 

El  Rey. — Las  cosas  que  yo  mandé  asentar 
con  vos,  Vicente  Yáñez  Pinzón,  vecino  de  Mo- 
guer,  é  Juan  Diaz  de  Solís,  vecino  de  Lepe, 
mis  pilotos,  é  lo  que  habéis  de  hacer  en  el 
viaje  que  con  ayuda  de  Nuestro  Señor  is  á  la 
parte  norte  facia  el  occidente,  por  mi  mandado 
es  lo  siguiente: 

Primeramente,  cuando  en  buena  hora  par- 
tierdes  de  Cáliz,  habéis  de  seguir  la  derrota  é 
vía  é  mareaje  que  vos,  el  dicho  Juan  Diaz  de 
Soliz  dijierdes,  lo  cual  vos  mando  que  comu- 
niquéis con  vos  el  dicho  Vicente  Yáñez  é  con 
los  otros  nuestros  pilotos  é  maestres  é  hom- 
bres de  consejo,  para  que  se  haga  con  más 
acuerdo  é  mejor  sepáis  lo  que  habéis  de 
seguir. 

Todos  los  días,  una  vez  á  la  mañana  é  otra 
á  la  tarde,  hable  el  un  navio  con  el  otro,  é  en 
esto  no  haya  pundonor  ni  diferencia,  sino  que 
el  que  se  hallare  barlovento  vaya  en  demanda 
del  que  estuviere  sotavento  é  lo  ^salude?  como 


DOCUMENTOS  27 


es  uso  y  costumbre,  á  lo  menos  una  vez  en 
cada  tarde,  é  toméis  el  acuerdo  de  lo  que  se 
ha  de  hacer  en  la  noche;  é  por  ésta  mando  al 
mi  veedor  é  escribano  que  va  en  las  dichas  ca- 
rabelas, que  tenga  cuidado  de  ver  como  se 
hace,  é  traiga  por  testimonio  la  vez  que  no 
se  hiciere  porqué  cabsa  se  dejó,  para  que  yo 
lo  mande  proveer  como  á  nuestro  servicio 
cumpla. 

Después  de  concertada  entre  los  navios  la 
dicha  orden  que  han  de  tener,  llevad  vos  el 
dicho  Juan  Diaz  de  Solís,  el  pharaón  para  que 
otro  navio  vos  pueda  seguir. 

ítem,  concertaréis  entre  vosotros  por  ante 
dicho  veedor  é  escribano,  las  señales  con  que 
se  han  de  entender  el  un  navio  con  el  otro, 
así  para  el  mareaje  como  para  las  necesidades 
de  aparejos  que  os  podrían  ocurrir,  lo  cual 
han  de  llevar  cada  navio  por  capítulos  firma- 
dos del  dicho  veedor,  porquél  sepa  cuya  es  la 
culpa  por  quien  quedare  de  se  hacer. 

No  habéis  de  tocar  en  ninguna  tierra  firme 
ni  islas  de  las  que  pertenescen  al  Serenísimo 
Rey  de  Portugal,  por  la  línea  de  repartimiento 
questá  señalada  entre  nos  é  el  dicho  rey,  que 
es  una  línea  que  dice  que  se  parte  en  esta  ma- 
nera: que  partiendo  de  la  postrera  isla  de  Cabo 
Verde  hacia  el  Ocidente,  é  andando  por  la 
dicha  línea  del  Ocidente  cccxx  leguas  ,  las 
cuales  andadas  se  ha  de  entender  otra  línea 


28  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

que  atraviesa  la  dicha  línea,  corriendo  norte  et 
sur,  así  que  toda  mar,  tierra  firme  é  islas  que 
serán  á  la  parte  del  ocidente  de  la  dicha  isla 
de  norte-sur  adelante,  corriendo  hacia  el  po- 
niente, son  pertenescientes  á  nos,  é  la  otra 
mar  é  tierra  firme  é  islas  que  serán  hacia  acá 
á  la  parte  del  Oriente  de  la  dicha  línea  de 
Norte  et  Sur,  se  entiende  ser  del  dicho  Sere- 
nísimo Rey  de  Portugal,  é  esta  línea  se  entien- 
de en  cuerpo  esférico,  en  lo  cual,  como  dicho 
es,  no  tocaréis,  so  aquellas  penas  é  casos  en 
que  caen  é  incurren  los  que  pasan  ó  quebran- 
tan mandamientos  semejantes,  que  es  perdi- 
miento de  bienes  é  persona  é  nuestra  merced; 
pero  si  por  ventura,  á  ida  ó  á  venida  os  hallá- 
sedes  en  tan  extrema  necesidad  de  tormenta  ó 
de  mantenimientos  ó  á  falta  de  aparejos  ó  otro 
caso  fortuito  que  no  lo  pudiésedes  excusar; 
que  por  evitar  la  necesidad  lo  podáis  hacer, 
tomando  ó  para  tomar  las  cosas  necesarias 
por  vuestro  dinero  é  tomándolas  por  su  justo 
valor  é  no  alterando  la  tierra  ni  faciendo  fuer- 
za ni  escándalo  ni  alboroto  en  ella,  siendo  con 
acuerdo  del  capitán,  maestres,  pilotos  é  mari- 
neros é  siendo  presente  el  dicho  mi  veedor  é 
escribano,  é  tomándolo  delante  del  por  testi- 
monio. 

ítem,  si  después  de  pasada  la  dicha  línea  en 
nuestros  términos  hallaredes  cualesquier  na- 
vio 6  navios  que  van  allá  sin   mi  licencia,  ha- 


DOCUMENTOS  29 


llándolos  alta  la  mar  les  demandéis  cuenta  é 
razón  de  dónde  van  é  vienen  é  que  vía  llevan, 
para  saber  si  van  á  lo  nuestro,  é  les  requeráis 
que  no  vayan  á  ninguna  parte  de  los  límites 
que  pertenescieren  á  nos,  é  si  no  quisieren 
hacerlo  ó  no  os  quisieren  dar  cuenta  de  dónde 
van,  los  podáis  tomar  é  traer  presos  á  estos 
remos  de  Castilla,  é  si  los  halláredes  en  tierra 
en  cüalesquier  parte  de  las  que  á  nos  pertene- 
cen, los  podáis  tomar  á  ellos  é  á  todo  lo  que 
llevaren,  é  de  lo  que  así  tomaredes  á  las  tales 
personas,  perteneciendo  á  nos,  trayendo  las 
dos  partes  dello  para  mí,  por  la  presente  os 
fago  merced  de  la  tercia  parte  dello,  para  que 
se  reparta  entre  navio  é  compañía,  segund  se 
suele  repartir  las  presas  de  la  mar. 

ítem,  cuando  placiendo  á  Nuestro  Señor  y 
con  su  bendición  seáis  arribados  en  tierra, 
después  de  haber  echado  el  ancla,  habéis  de 
obedecer  al  dicho  Vicente  Yáñez  Pinzón,  co- 
mo á  mi  capitán  nombrado  por  mí,  que  para 
ello  le  di  p)oder  complido,  el  cual,  con  acuerdo 
de  los  hombres  de  consejo,  ha  de  hacer  en  la 
tierra  todo  lo  que  viere  que  á  nuestro  servicio 
cumpla. 

No  vos  habéis  de  detener  en  los  puertos  de 
la  tierra  que  así  halláredes  más  tiempo  de  los 
días  que  vos  bastaren  para  tomar  lo  que  ho- 
bierdes  menester,  sino  que  brevemente  vos 
despachéis  é  sigáis  la  navegación  para  descu- 


3o  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

brir  aquel  canal  ó  mar  abierto  que  principal- 
mente is  á  buscar  é  que  yo  quiero  que  se  bus- 
que, é  haciéndolo  contrario  seré  des  (sic)  muy 
deseruido  é  lo  mandaré  castigar  é  proveer 
como  á  nuestro  servicio  cumpla. 

Habéis  de  procurar  por  todas  las  vías  é  ma- 
neras que  pudierdes,  de  no  alborotar  la  gente 
de  la  tierra  que  halláredes,  é  así  lo  habéis  de 
mandar  de  mi  parte  á  todos  los  que  fueren  con 
vosotros,  que  los  traten  bien  é  no  les  hagan 
mal  ni  daño,  é  si  lo  contrario  hicieren,  habéis- 
los  de  castigar  por  ello,  sino  que  vosotros  é 
todos  los  habéis  de  tratar  con  mucha  dulzura 
é  templanza,  é  que  en  cosa  no  reciban  descon- 
tentamiento, porque  la  contratación  se  haga 
con  toda  paz  é  sosiego  é  como  se  debe  hacer 
para  el  bien  del  negocio  é  segund  que  á  nues- 
tro servicio  cumpla. 

ítem,  mando,  que  vos,  los  dichos  Vicente 
Yáñez  é  Juan  Diaz,  ni  de  cualquier  de  vos  ni 
otra  persona  alguna,  no  podáis  ir,  ni  vais  en 
tierra,  ni  rescatar  cosa  alguna  sino  llevando 
con  vosotros  al  dicho  mi  veedor  é  escribano  é 
haciéndolo  en  su  presencia,  para  que  de  todo 
lo  que  hiciéredes  tome  é  tenga  cuenta  é  razón; 
é  asimismo  mando  quel  dicho  veedor  no  pue- 
da rescatar  ni  rescate  cosa  alguna  sin  que  vos- 
otros seáis  presentes  á  ello,  sino  en  vuestra 
presencia  é  de  do's  marineros,  é  ante  voso- 
tros é  ellos  asienten  en  el  libro  lo  que  así  res- 


DOCUMENTOS  3 I 


catare,  declarando  cada  cosa  por  la  forma  que 
se  rescatare,  é  vosotros  é  ellos  firméis  en  el 
dicho  libro,  para  que  acá  se  sepa  lo  que  se 
hiciere. 

ítem,  mando  que  después  de  rescatada  la 
mercaduría  nuestra,  que  en  los  dichos  navios 
fué,  podáis  rescatar  la  mercaduría  de  toda  la 
compañía,  é  con  tanto  que  la  mitad  de  todo 
lo  que  así  rescatáredes,  sea  para  nos  é  la 
otra  mitad  para  la  compañía,  é  con  tanto, 
quel  dicho  rescate  se  haga  en  presencia  del 
dicho  mi  veedor,  como  dicho  es,  so  pena  que, 
si  así  no  lo  hicierdes,  que  hayáis  perdido 
lo  que  así  rescatardes  é  lo  que  por  ello  ho- 
bierdes  é  sea  confiscado,  é  por  la  presente 
lo  confisco  para  nuestra  Cámara  é  Fisco. 

Asimismo,  por  la  presente,  hago  merced  á 
vos,  los  dichos  Vicente  Yáñez  é  Juan  de  So- 
lís,  que  á  la  vuelta  podáis  traer  en  lugar  de 
las  quintaladas,  vuestras  cámaras  francas  y 
los  pilotos  é  maestres  sus  arcas,  las  cuales 
no  han  de  ser  de  más  de  cinco  palmos  en 
largo  é  tres  en  alto,  é  á  los  marineros  un  arca 
entre  dos,  é  á  los  grumetes  entre  tres  una  arca , 
éá  los  pajes,  entre  cuatro,  una  arca  por  la 
dicha  orden,  con  tanto  que  la  mercaduría  que 
así  trujiéredes  en  las  dichas  cámaras  é  arcas 
sea  de  volumen,  como  es  canela,  clavos  é  pi- 
mienta é  otras  cosas  de  esa  calidad,  é  no  de 
cosas  de  oro  é  plata  é  piedras  preciosas  ó  cual- 


32  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

quier  otra  cosa  que  sea  de  poco  volumen  é 
mucho  valor,  ni  otro  metal,  como  guanín  é 
otras  cosas  semejantes,  porque  todas  las  cosas 
desa  calidad  han  de  ser  para  nos,  dandovos 
la  recompensa  desotros  géneros  de  mercadu- 
ría que  así  podríades  traer. 

ítem,  que  si  determinados  de  volver,  os  ha- 
lláredes  en  paraje  que  os  convenga,  así  por 
falta  de  mantenimientos  como  de  otra  necesi- 
dad, y  os  sea  más  útil  é  provechoso  tocar  en 
la  Española  que  no  venir  derechos  acá,  que 
podáis  tocar  en  ella,  é  en  tal  caso  vos  mando 
que  deis  cuenta  al  nuestro  gobernador  de  la 
dicha  isla,  del  viaje  que  habéis  fecho  é  de  lo 
que  habéis  descubierto,  é  si  os  demandare 
cuenta  de  lo  que  traéis,  que  asimismo  se  la 
deis,  é  faltando  vos  algund  aparejo  ó  otra 
cosa  necesaria  para  volver  á  Castilla,  que  se 
la  demandéis  de  mi  parte,  que  por  ésta  mando 
al  dicho  gobernador,  que  de  todas  las  cosas 
que  así  hobiéredes  menester,  os  provea  sin 
falta  alguna. 

E  asimismo  os  mando,  que  trayéndovos 
Dios  en  salvamento  deste  viaje  á  estos  reinos 
de  Castilla,  no  entréis  ni  podéis  entrar  ni 
tocar  en  puerto  alguno  que  sea  puerto  ex- 
tranjero, sino  en  los  puertos  de  estos  reinos, 
é  si  por  caso,  forzados  de  tormenta,  hobiésedes 
de  entrar  en  puerto  extranjero,  vos  mando 
que  no  fagáis  en  él   ninguna  demora  ni  deis 


DOCUMENTOS  33 


cuenta  de  lo  que  trujiéredes  ni  del  viaje  que 
fecistes,  ni  por  dónde  fuistes  ni  venistes,  ni 
otra  cosa  alguna. 

ítem,  que  venidos  á  estos  reinos,  entréis 
dentro  del  puerto  de  Cáliz,  é  que  ninguno  de 
la  compañía  sea  osado  de  saltar  en  tierra  ni 
consintáis  hombre  ninguno  de  tierra  entrar 
en  vuestros  navios  fasta  que  nuestro  visitador 
los  haya  visto  é  visitado  é  tomado  por  me- 
moria todo  lo  que  en  ellos  traéis,  segund  que 
á  nuestro  servicio  cumple,  é  que  cuando  ha- 
yáis de  saltar  en  tierra  sea  después  de  fecho 
lo  susodicho  é  de  haberos  dado  licencia  el 
dicho  visitador. 

Lo  cual  todo  que  dicho  es  quiero  é  mando 
que  se  guarde  é  cumpla  en  todo  é  por  todo, 
segund  é  por  la  forma  é  manera  que  en  esta 
capitulación  se  contiene,  é  contra  el  tenor  é 
forma  della  no  vayades  ni  pasedes,  ni  con- 
sintáis ir  ni  pasar  por  alguna  manera,  so  pena 
de  perdimiento  de  bienes  é  de  otras  penas  en 
que  caen  é  incurren  los  que  pasan  é  que- 
brantan los  mandamientos  é  capitulaciones 
-de  sus  reyes  é  señores;  é  mando  á  los  maes- 
tres é  marineros,  grumetes,  pajes  é  otras  per- 
sonas que  en  los  dichos  navios  fueren,  que  os 
obedezcan  como  á  mis  capitanes  ellos  é  fagan 
lo  que  vosotros  de  mi  parte  les  mandáredes 
cumplidero  á  nuestro  servicio,  faciendo  en  lo 

del  navegar  lo  que  á  vos  el  dicho  Juan   Diaz 
3 


34  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

de  Solís  paresciere,  é  en  lo  de  la  tierra,  lo  que 
vos  el  dicho  Vicente  Yáñez  dijierdes,  segund 
dicho  es,  que  para  el  cumplimiento  de  todo 
lo  que  aquí  se  contiene,  vos  doy  poder  cum- 
plido, con  todas  sus  incidencias,  dependen- 
cias. Fecha  en  Burgos,  á  xxiii  de  Marzo  de 
quinientos  é  ocho  años. — Yo  el  Rey. —  Por 
mandado  de  Su  Alteza. — Lope  Conchillos. — 
El  Obispo  de  Palenclv. — Conde. 

Recebimos  yo,  Juan  Diaz  de  Solís  é  Vicen- 
tiáñez  Pinzón,  todo  el  despacho  que  aquí  se 
contiene,  y  partimos  con  ello  para  ponerlo  en 
obra  sábado  xxv  de  iMarzo  de  mil  quinientos 
ocho  años. — Vicente  Yanez  Pinzón.  — (Hay 
una  rúbrica.) — Juan  Díaz  de  Solís. —  (Hay  una 
rúbrica.) 

X 

23  de  Marzo  de  i5o8 

Real  cédula  nombrando  a  Alonso  Paez  vee- 
dor Y  ESCRIBANO  DE  LA  EXPEDICIÓN  DE  LAS 
DOS  CARABELAS. 

A.  I.  — 148-2-2,  1. 1,  f.  26  vito. 

El^Rey. — Por  cuanto  por  mi  mandado  van 
en  dos  carabelas  Viceinte  Yáñez  Pinzón  é 
Juan  Diaz  de  Solís,  nuestros  pilotos,  por  ca- 
pitanes dellas,  á  descubrir  á  la  parte  del  ñor- 


DOCUMENTOS  35 


te,  é  confiando  de  vos  Alonso  Páez,  que  sois 
persona  que  en  todo  guardaréis  mi  servicio, 
es  mi  merced  é  voluntad  que  seáis  mi  veedor 
é  escribano  de  las  dichas  carabelas  é  que  vais 
en  ellas  el  dicho  viaje  é  tengáis  cuenta  é 
razón  de  todo  lo  que  la  gente  que  en  ellas 
fuere  hobiere  de  haber  é  de  los  bastimentos  é 
otras  cosas  que  á  nos  pertenescieren,  é  así  de 
lo  que  se  llevare  para  rescates  como  de  otras 
cualesquier  cosas,  é  seáis  presente  á  los  pagos 
que  se  hicieren  á  la  dicha  gente  é  firmar  en 
las  libranzas  é  fenescimientos  de  cuenta  dell?, 
é  estéis  presente  al  rescate  que  se  hiciere  de 
las  cosas  que  fueren  en  los  dichos  navios,  de 
todo  tengáis  libro  é  cuenta  é  razón;  é  por  esta 
mi  cédula  mando  á  los  dichos  Vicentiáñez 
é  Juan  Diaz  de  Solís  é  á  los  maestres,  marine- 
ros é  otra  cualesquier  personas  que  fueren  en 
los  dichos  navios  que  vos  hayan  é  tengan  por 
mi  veedor  é  escribano  de  ellos  é  usen  á  vos 
en  el  dicho  oficio  é  vos  den  cuenta  é  razón  de 
todo  lo  que  en  ellas  llevaren  é  el  alarde  de  la 
dicha  gente  todas  las  veces  que  lo  pidierdes  é 
vierdes  que  á  nuestro  servicio  conviene,  é 
que  conforme  á  una  capitulación  mía  que  lle- 
van, no  puedan  rescatar  ni  rescaten  cosa  al- 
guna de  lo  que  en  los  navios  fuere,  así  de  lo 
mío  como  de  lo  suyo,  sin  que  vos  estéis  pre- 
sente á  todo  ello  é  toméis  la  cuenta  é  razón 
conforme  á  la  dicha  capitulación,  é  fagáis  todo 
lo  otro  en  ella  contenido,  é  que  como  mi  vee- 


36  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

dor  podáis  é  debéis  hacer;  é  es  mi  merced  é 
mando  que  hayáis  de  salario,  con  el  dicho  ofi- 
cio, cuarenta  mili  maravedís  en  cada  un  año, 
é  que  al  dicho  respeto,  seáis  socorrido  con 
ocho  meses  adelantados,  é  mando  á  los  mis 
Oficiales  de  la  Casa  de  la  Contratación  de  las 
Indias  que  reside  en  la  cibdad  de  Sevilla,  que 
asienten  el  treslado  desta  mi  carta  en  los  li- 
bros que  ellos  tienen  é  os  fagan  luego  pagar 
é  paguen  los  dichos  ocho  meses  adelantados 
al  respeto  de  los  dichos  cuarenta  mili  mara- 
vedís, é  dende  en  adelante  el  tiempo  que  sir- 
vierdes  en  lo  susodicho,  que  vos  den  razón  de 
la  gente,  bastimentos  é  mercaderías  para  res- 
cates é  de  otras  cualesquier  cosas  que  fueren 
en  los  dichos  navios,  para  que,  como  dicho 
es,  de  todo  tengáis  cuenta  é  razón,  que  para 
usar  el  dicho  oficio  é  para  todo  lo  á  ello  con- 
cerniente, en  cualquier  manera,  vos  doy  poder 
cumplido,  con  todas  sus  incidencias  é  depen- 
dencias. Fecha  en  Burgos  á  xxiii  de  Marzo  de 
quinientos  é  ocho  años:  y  habéis  de  llevar  un 
oficial  para  quél  vaya  en  la  una  de  las  dichas 
carabelas. — Yo  el  Rey. — Por  mandado  de  Su 
Alteza. — Lope  Conchillos. 


DOCUMENTOS  3/ 


23  de  Marzo  de  i5o8 
XI 

Real  cédula  a  los  Oficlvles  de  la  Casa  de 
LA  Contratación  para  que  encargasen  a 
Alonso  Paez  todas  las  cosas  de  rescate 
que  habl\n  de  ir  en  las  dos  carabelas. 

A.  I.  — 148-2-2,  t.  I,  f.  27. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  las  Indias  que  residís  en  la 
cibdad  de  Sevilla.  Yo  he  mandado  proveer  por 
veedor  é  escribano  de  las  dos  carabelas,  en 
que  por  mi  mandado  van  á  descubrir  Vicen- 
teyañez  Pinzón  é  Juan  Diaz  de  Solís,  á 
Alonso  Páez,  é  como  veréis  por  la  carta  que 
dello  lleva,  é  porque  es  persona  que  dará 
buena  cuenta  de  lo  que  se  le  mandare,  yo  vos 
mando  que  le  encarguéis  todas  las  cosas  de 
rescate  que  han  de  ir  en  los  dichos  navios 
para  quél  lo  lleve  á  cargo,  é  asimismo  todas 
las  otras  cosas  nuestras  que  de  respeto  ho- 
bieren  de  ir  en  los  dichos  navios  é  hacerle  de 
todo  ello  cargo,  para  que  se  le  pueda  pedir 
cuenta  é  razón  cuando  conveniere,  é  háganse 
en  su  presencia  las  pagas  de  lo  que  la  gente 
que  va  en  los  dichos  navios  hobiere  de  haber, 
é  lleve  los  asientos  de  los  precios  é  tiempos 


38  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

que  cada  uno  llevare  y  sirviere,  para  que  de 
todo  tenga  razón,  é  á  él  le  socorred  al  respeto 
de  lo  que  ha  de  haber,  con  ocho  meses  adelan- 
tados; pues  veis  cuanto  á  mi  servicio  cumple, 
que  en  este  despacho  haya  mucha  brevedad, 
poned  en  ello  aquel  buen  recabdo  é  diligencia 
que  es  menester.  Fecha  en  Burgos,  á  xxiii  de 
Marzo  de  quinientos  y  ocho  años. — Yo  el  Rey. 
— Por  mandado  de  Su  Alteza.  —  Lope  Con- 

CHILLOS. 


28  de  Marzo  de  i5o8. 

XII 

Asiento  a  uno  de  los  dos  pilotos  que  han  de 

IR  DE  respeto  en  LAS  CARABELAS  DE  V1GENTIA- 

NEZ  Y  Juan  Díaz. 

Archivo  general  de  Indias — 
Estante  148,  cajón  2,  lega- 
jo 2,  tomo  I,  ful.  28. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  las  Indias,  que  residís  en 
la  cibdad  de  Sevilla.  Por  el  memorial  de  la 
gente  que  ha  de  ir  en  las  dos  carabelas  en  que 
por  nuestro  mandado  van  á  descubrir  Vicen- 
tiáñez' Pinzón  é  Juan  Diaz  de  Solís,  veréis  que 
están  señalados  que  vayan  dos  pilotos  de  res- 
peto, á  los  cuales  se  les  dé  á  razón  de  dos 


DOCUMENTOS  Sq 


mili  maravedís  cada  mes,  y  porque  yo  soy 
informado  que  Pedro  de  Ledesma  es  buen  pi- 
loto, yo  vos  mando  que  le  asentéis  por  uno  de 
los  dichos  dos  pilotos  que  han  de  ir  de  respeto 
para  este  viaje  y  le  socorráis  con  ocho  meses 
de  sueldo  en  cuenta  de  lo  que  hobiere  haber, 
al  dicho  precio.  Fecha  en  Burgos  á  xxviii  días 
de  Marzo  de  quinientos  é  ocho  años. -^ Yo  el 
Rey. — Por  mandado  firmada. 


8  de  Abril  de   iSoS. 

XIII 

Fragmentos  de  una  real  cédula  relativos  al 
VL\jE  de  Yanez  Pinzón  y  Díaz  de  Solis. 

A.  I.  — 148-2-2, 1. 1,  f.  28  V. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Gasa  de 
la  Contratación  de  las  Indias  que  residís  en  la 
cibdad  de  Sevilla.  Vi  vuestra  letra  de  xxii  de 
Marzo  y  el  treslado  de  la  de  once  de  Diciem- 
bre y  las  otras  escripturas  que  con  ella  en- 
viastes,  y  en  servicio  vos  tengo  el  recabdo  y 
diligencia  que  en  todo  ponéis;  y  en  lo  que 
toca  á  la  carta  de  once  de  Diciembre,  en  todo 
aquello  se  proveerá  como  á  nuestro  servicio 
cumpla,  y  está  muy  bien  todo  lo  que  por  ella 
decís.  En  lo  del  almorajifazgo  yo  mandaré  ver 
las  escrituras  que  sobre  ello  enviáis  y  vuestro 


40  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

parecer,  que  es  bueno,  y  proveerse  ha  lo  que 
en  ello  se  ha  de  hacer.  He  habido  placer  en 
saber  el  buen  recabdo  que  hay  de  las  dos  ca- 
rabelas para  este  viaje,  que  en  buena  hora  han 
de  hacer  Viceinte  Añez  y  Juan  Diaz,  y  por- 
que decís  que  de  todo  lo  que  para  ello  es  me- 
nester, asimismo  habrá  buen  recabdo,  ya  ha- 
bréis visto  lo  que  sobre  ello  vos  he  mandado 
escrebir;  porque  querría  que  su  despacho  fue- 
se breve,  mucho  os  ruego  y  mando  trabajéis 
como  por  el  mes  de  Mayo  puedan  hacer  vela, 
con  muy  buen  recabdo  de  todo  lo  que  fuere 
menester,  á  su  contentamiento,  conforme  al 
memorial  que  sobre  ello  vos  mandé  enviar,  y 
al  tiempo  partiere,  segund  vos  tengo  escripto, 
me  lo  haréis  saber  con  relación  del  recabdo 
que  de  todo  llevan  en  lo  que  toca  á  vuestras 
cuentas,  porque  acá  son  mucho  menester  ven- 
gan lo  más  brevemente  que  ser  pueda. 
(No  se  copian  cuatro  párrafos.) 
Destos  siete  mili  pesos  de  oro  que  vienen 
en  estas  carabelas  y  de  losados  mili  que  vinie- 
ron en  la  carabela  de  Luis  Hernández,  toma- 
réis los  tres  mili  dellos  para  el  gasto  deste 
viaje  de  Viceinte  Añez  y  Juan  Diaz,  y  para 
otras  cosas  necesarias,  y  los  otros  seis  mili 
pesos  haréis  labrar  con  mucha  diligencia, 
que  por  acá  para  algunas  cosas  cumplideras  á 
nuestro  servicio  hay  necesidad  de  dinero: 
mandé  despachar  este  correo,  para  que  diese- 


DOCUMENTOS  4 I 


des  mucha  priesa  en  hacer  labrar  el  dicho  oro. 
Por  ende,  yo  vos  mando,  en  ello  pongáis  mu- 
cho recabdo,  por  manera  que,  lo  más  breve- 
mente que  ser  pueda,  esté  todo  labrado,  y  aca- 
bado de  hacer  moneda,  me  enviad  los  dichos 
seis  mili  pesos  con  persona  de  recabdo,  y 
desto  tened  cuidado.  Lo  que  decís  que  envíe  á 
mandar  á  los  Oficiales  de  la  Contratación  que 
residen  en  las  Indias  para  que  envíen  razón 
de  todo  lo  de  allá,  se  proveerá  como  lo  es- 
crebís.  De  todo  lo  de  allá,  tened  el  cuidado, 
que  de  vos  confío,  como  siempre  habéis  fecho, 
y  continamente  me  avisad  de  todo  lo  que 
sucediere,  que  en  ello  me  serviréis.  De  Bur- 
gos, á  ocho  de  Abril  de  quinientos  y  ocho 
años. 


6  de  Ag-osto  de  i5o8 

XIV 

Real  cédula  para  que  los  pilotos  que  navega- 
ren A  Indl\s  fuesen  examinados  por  Vespu- 

CIO,  QUIEN     debía    TAMBIÉN  FORMAR  EL  PADRÓN 
REAL. 

A.  de  I.— 148-2-2,  t.  I,  f.  65  V. 

Doña  Juana,  por  la  gracia  de  Dios,  reina  de 
Castilla,  etc.  Por  cuanto  á  nuestra  noticia  es 
venido  y  por  espiriencia  habemos  visto  que 


42  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

por  no  ser  los  pilotos  tan  expertos  como  sería 
menester,  ni  tan  instruidos  en  lo  que  deben 
saber,  que  baste  para  regir  é  gobernar  los  na- 
vios que  navegan  en  los  viages  que  se  hacen 
por  el  mar  Océano  á  las  nuestras  islas  é  Tie- 
rra-firme que  tenemos  en  la  parte  de  las  In- 
dias, é  por  defeto  dellos  y  de  no  saber  cómo 
se  han  de  regir  é  gobernar  y  de  no  tener  fun- 
damento para  saber  tomar  por  el  cuadrante 
y  estrolabio  el  altura  ni  saber  la  cuarta  della, 
les  han  acaecido  muchos  yerros  é  las  gentes 
que  debajo  de  su  gobernación  navegan  han 
pasado  mucho  peligro,  de  que  Nuestro  Señor 
ha  sido  deservido,  y  en  nuestra  hacienda  y 
de  los  mercaderes  que  allá  contratan  se  ha 
recebido  mucho  daño  y  pérdida,  y  por  reme- 
diar lo  susodicho  y  porque  es  necesario  que 
así  para  la  dicha  navegación  como  para  otras 
navegaciones  que  con  ayuda  de  Nuestro  Se- 
ñor esperamos  mandar  hacer  para  descubrir 
otras  tierras,  es  necesario  que  haya  personas 
más  expertas  é  mejor  fundadas,  que  sepan  las 
cosas  necesarias  para  las  tales  navegaciones, 
é  los  que  debajo  dellos  fueren  puedan  ir  más 
seguramente,  es  nuestra  merced  é  voluntad  é 
mandamos  á  todos  los  pilotos  de  nuestros  rei- 
nos é  señoríos  que  agora  son,  ó  serán  de 
aquí  adelante,  que  quisieren  ir  por  pilotos 
en  la  dicha  navegación  de  las  dichas  islas  é 
Tierra-firme  que  tenemos,  en  la  parte  de  las 


DOCUMENTOS  48 


Indias  ó  á  otras  partes  del  Mar  Océano,  sean 
istruídos  é  ^  sepan  lo  que  es  necesario  de 
saber  en  el  cuadrante  [é]  estrolabrio,  para  que 
junta  la  plática  con  la  teórica,  se  pueí^an 
aprovechar  dello  en  los  dichos  viajes  que  hi- 
cieren á  las  dichas  partes,  é  que  sin  lo 
saber,  no  puedan  ir  en  los  dichos  navios 
por  pilotos,  ni  ganar  soldadas  por  pilota- 
je, ni  los  mercaderes  se  puedan  concertar 
con  ellos  para  que  sean  pilotos,  ni  los  maes- 
tres los  puedan  recebir  en  los  navios  sin  que 
primero  sean  examinados  por  vos  Amerigo 
Yspuchi,  nuestro  piloto  mayor,  y  le  sea 
dada  por  vos  carta  de  examinación  é  apro- 
bación de  cómo  saben  cada  uno  dellos  lo 
susodicho,  con  la  cual  dicha  carta  manda- 
mos que  sean  tenidos  é  recibidos  por  pilotos 
expertos,  doquier  que  la  mostraren;  é  porque 
es  nuestra  merced  que  seáis  examinador  de 
los  dichos  pilotos,  y  porque  á  los  que  no  lo 
supieren,  más  fácilmente  lo  puedan  aprender, 
vos  mandamos  que  les  enseñéis  en  vues- 
tra casa,  en  Sevilla,  á  todos  los  que  lo  qui- 
sieren saber,  pagándovos  vuestro  trabajo;  y 
porque  podría  acaecer  que  agora  á  los  prin- 
cipios hubiese  falta  de  pilotos  examinados, 
é  por  falta  dellos  se  detuviesen  algunos" 
navios,  de  que  se  puede  cabsar  daño  é  pér- 
dida, asi  á  los  vecinos  de  la  dicha  isla,  como 
á   los  mercaderes  é  otras  personas    que  allá 


44  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

contratan,    mandamos   á  vos,   el  dicho  Men- 
go,   é   vos    damos   licencia    para  que  de    los 
pilotos  é  marineros  que  allá  han  ido  podáis 
elegir  las   personas  que  más  hábiles  de  ellos 
hallardes  para  que  por  un  viaje  ó  dos,  ó  por 
un  espacio   de    tiempo    suplan    lo  que  fuere 
menester,  entretanto  que  otros   saben    lo  que 
han  de  saber;  y   venidos,  les  señaléis    tiem- 
po para  que  sepan  lo    que    les  faltare  de  lo 
que  han  de  saber;  é  asimesmo  nos  es  fecha 
relación  que    hay  muchos  padrones  de  cartas 
de  diversos  maestros,  que  han  puesto  é  asen- 
tado  las    tierras  é  islas   de  las   Indias  á  nos 
pertenescientes,    que  por    nuestro    mandado 
nuevamente  han  seído  descubiertas,  los  cua- 
les están  entre    sí   muy   diferentes   los  unos 
de  los  otros,    así    en    la  derrota   como  en  el 
asentamiento  de  las  tierras,    lo    cual    puede 
cabsar  muchos  inconvenientes:  y  porque  haya 
orden  en  todo,  es  nuestra  merced  é  manda- 
mos que  se  haga  un  padrón  general;  é  por- 
que se  haga    más    cierto,    mandamos    á  los 
nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de  la  Contrata- 
ción de  Sevilla,  que  hagan  juntar  todos  nues- 
tros pilotos,  los  más  hábiles  que  se  hallaren 
en  la  tierra  á  la    sazón,    y  en  presencia    de 
vos  el  dicho    Merigo    Dispuchi,    nuestro  pi- 
loto mayor,  se  ordene  é  haga  un  padrón  de 
todas  las   tierras  é   islas   de    las  Indias   que 
hasta  hoy  se  han  descubierto,   pertenescien- 


DOCUMENTOS  46 


tes  á  nuestros  reinos  é  señoríos,  é  sobre 
las  razones  é  consultas  dellos  y  el  acuerdo 
de  vos  el  dicho  nuestro  piloto  mayor,  se  haga 
un  padrón  general,  el  cual  se  llame  el  padrón 
real,  por  el  cual  todos  los  pilotos  se  hayan 
de  regir  y  gobernar,  é  sea  en  poder  de  los 
dichos  nuestros  oficiales  é  de  vos  el  dicho 
nuestro  piloto  mayor,  é  que  ningund  piloto 
use  de  otro  ningund  padrón  sino  del  que  fue- 
re sacado  por  él,  so  pena  de  cincuenta  do- 
blones para  las  obras  de  la  Casa  de  la  Con- 
tratación de  las  Indias  de  la  cibdad  de  Se- 
villa. Asimismo,  mandamos  á  todos  los  pi- 
lotos de  nuestros  reinos  y  señoríos  que  de 
aquí  adelante  fueren  á  las  dichas  nuestras 
tierras  de  las  Indias,  descubiertas  ó  por  des- 
cubrir, que  hallando  nuevas  tierras  ó  islas  ó 
bajos  ó  nuevos  puertos  ó  cualquier  cosa  que 
sea  digna  de  ponerla  en  nota  en  el  dicho  padrón 
real,  que  en  viniendo  á  Castilla  vayan  á  dar  su 
relación  á  vos,  el  dicho  nuestro  piloto  ma- 
yor, é  á  los  Oficiales  de  la  Casa  de  la  Contra- 
tación de  Sevilla,  porque  todo  se  asiente  en 
su  lugar  en  el  dicho  padrón  real,  á  fin  que 
los  navegantes  sean  más  captos  y  enseña- 
dos en  la  navegación;  é  así  mandamos,  que 
ninguno  de  nuestros  pilotos  que  navegaren 
por  el  mar  Océano,  de  aquí  adelante  no  vayan 
sin  su  cuadrante  ó  estrolabrio  y  el  regimiento 
para  ello,  so  pena  que  el   que    lo    contrario 


46  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

ficiere,  sea  inhábil  para  usar  del  dicho  oficio, 
por    tanto    tiempo    cuanto    nuestra    merced 
fuere,  é  no  lo  puedan  tornar  á  usar  sin  nues- 
tra especial  licencia,  é  que  pague    diez  mili 
maravedís  de  pena  para  las  obras  de  la  dicha 
Casa    de    la  Contratación    de   Sevilla;    y   es 
nuestra  merced  é  voluntad,  que  por  la  forma 
susodicha,  vos,  el  dicho  Amerigo  Vispuchi, 
uséis  é  ejerzáis  el  dicho  oficio  de  nuestro  pi- 
loto mayor,  é  podáis  hacer  é  fagáis  todas  las 
cosas  en  esta  nuestra  carta  contenidas    é  al 
dicho  oficio  pertenescientes;  é  por  esta  nues- 
tra carta  ó  por  su  traslado  signado  de  escri- 
bano público,  mandamos  al  Príncipe  don  Car- 
los, nuestro  muy  caro  é  muy  amado   hijo,  é 
á  los  infantes,  duques,  preladoá",  é  condes,  mar- 
queses, altos   hombres,  maestres  de  las   Or- 
denes é  á  los  del    Consejo  é    oidores  de  las 
nuestras    abdiencias    é    cancillerías    y   á   los 
otros  priores,  comendadores  é    subcomenda- 
dores  é  alcaides  de  los  castillos  y  casas  fuer- 
tes é  llanas  y  á  los  Concejos,  corregidores,  al- 
caldes, alguaciles,  regidores,  caballeros,  escu- 
deros, oficiales  é  homes  buenos  de  todas  las 
cibdades  é  villas  é  lugares    de   nuestros  rei- 
nos  é    señoríos    é  á  todos  los  capitanes    de 
navios,  pilotos  é  marineros,  maestres  é  contra- 
maestres é  otras  cualesquier  personas  á  quien 
lo  en    esta   carta   contenido   atañe   ó    atañer 
puede,  que  vos  hayan  é  tengan  por  nuestro 


DOCUMENTOS  47 


piloto  mayor,  é  vos  dejen  é  consientan  usar 
el  dicho  oficio,  é  hacer  é  complir  todas  las 
cosas  en  esta  nuestra  carta  contenidas  é  á 
ello  pertenescientes;  é  que  para  la  ejecución  y 
cumpliipiento  dello  vos  den  todo  el  favor  é 
ayuda  que  hobiéredes  menester  é  les  pidierdes, 
que  para  todo  lo  que  dicho  es  é  para  cada  cosa 
é  parte  dello,  vos  doy  poder  cumplido,  con  to- 
das sus  incidencias  é  dependencias;  é  porque 
lo  susodicho  venga  á  noticia  de  todosé  ninguno 
pueda  pretender  inorancia,  mandamos  que 
esta  nuestra  carta  sea  leída  y  pregonada  por 
pregón  é  ante  escribano  público,  por  las 
plazas  é  mercados  é  otros  lugares  acostum- 
brados de  la  dicha  ciudad  de  Sevilla  é  de  la 
ciudad  de  Cáliz  é  de  todas  las  otras  ciuda- 
des é  villas  é  lugares  destos  reinos  é  señoríos; 
é  si  dende  en  adelante  alguna  ó  algunas  per- 
sonas contra  ello  fueren  é  pasaren,  vos,  las 
dichas  justicias,  ejecutéis  en  ellos  é  en  sus 
bienes  las  penas  en  esta  nuestra  carta  con- 
tenidas ,  por  manera  que  lo  susodicho  se 
guarde  é  haya  efeto  sin  falta  alguna,  é  los 
unos  ni  los  otros,  etc.  Dado  en  la  villa  de 
de  Valladolid,  á  vi  de  Agosto,  año  del  nasci- 
miento  de  Nuestro  Señor  Jesucristo  de  mili  é 
quinientos  é  ocho  años. — Yó  el  Rey. — Re- 
frendada.—  CoNCHiLLOS.  — Señalada  y  acorda- 
da.— El  Obispo  de  Falencia. — Conde. 


48  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


i3  de  Julio  de  i5o8 

XV 

Fragmentos    de  una  real  cédula  dirigida  a 
D.  Fr.  Nicolás  de  Ovando. 

A.  I.  — 148-2-2,  1. 1,  folio  75. 

El  Rey. — Don  fray  Niculás  de  Ovando,  co- 
mendador de  la  Orden  de  Alcántara,  nuestro 
gobernador  de  las  islas,  Indias  é  Tierra-firme 
del  mar  Océano.  Vi  vuestra  letra  de  17  de 
Mayo  deste  presente  año  de  quinientos  y  ocho 
y  agradézcoos  y  tengo  en  servicio  todo  lo 
que  decís  y  hacéis,  que  es  con  la  voluntad 
que  yo  de  vos  siempre  conocí  en  las  cosas 
de  nuestro  servicio... 
(No  se  copian  los  párrafos  i  al  12.) 
i3. — Cuanto  á  lo  que  escrebís  de  los  na- 
vios que  dejaron  desamparados  y  de  la  falta 
que  han  fecho  los  dos  pilotos,  así  por  esto 
como  porque  un  navio  que  de  allá  partió  con 
xiii  mil  pesos  de  oro  de  los  mercaderes  apor- 
tó en  Francia  á  las  bajas  de  Carcasona,  se 
mandó  proveer  que  no  vaya  ningund  piloto 
sin  ser  examinado  por  mi  piloto  mayor,  el  cual 
ha  de  dar  carta  de  examinación,  y  que  de  to- 
das las  figuras  de  las  cartas  se  fagan  por  un 
padrón  y  todos  han  de  saber  el  cuadrante,  é 


DOCUMENTOS  49 


para  ello  encargué  á  Amerigo  Vispuche  que 
se  lo  muestre  en  Sevilla;  é  asimismo  se  man- 
dó que  esté  un  visitador  en  Cáliz  que  visite 
todos  los  navios  conforme  á  una  mi  instruc- 
ción que  llevan  de  los  aparejos  que  han  de 
llevar  y  de  cómo  han  de  ir  mareando,  á  la 
cual  mandaré  que  vos  envíen  un  traslado  de 
la  dicha  mstrucción,  porque  si  acaesciere  que 
al  tiempo  de  la  visitación  mostraren  los  apa- 
rejos que  son  menester  y  después  dejaren 
algunos  en  tierra,  que  lo  suelen  facer,  les  po- 
dáis allá  hacer  tomar  la  cuenta  por  la .  ins- 
trucción, etc. 

Y  demás  desto.  yo  mando  que  con  cada 
flota  vaya  un  capitán,  hombre  fiable,  criado 
de  nuestra  casa,  á  quien  obedezcan  los  otros, 
porque  los  más  no  fagan  lo  que  quisieren  en 
daño  de  los  mercaderes  y  en  peligro  de  los 
que  con  ellos  van,  como  hasta  aquí  ha  acaes- 
cido. 


«De  Arcos  á  xiii  días  de  Julio  de  quinien- 
tos y  ocho  años. — Firmada  del  Rey. 


5o  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


14  de  Noviembre  de  i5ü9 

XVI 

Fragmentos  de  una  real  cédula  á  los  oficia- 
les DE  LA  Casa  de  la  Contratación  para 
que  remitan  los  guanines  que  iiabiam  traído 
Vicente  Yáñez  Pinzón  y  Juan  Díaz  de  Solís. 

A.  I.— 139-1-4. 


El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  las  Indias  que  residís  en 
la  cibdad  de  Sevilla.  Después  descrita  la  car- 
ta que  va  con  la  presente  para  vosotros,  res- 
cebí  vuestra  carta  de  veinte  é  siete  de  Otu- 
bre,  con  los  envoltorios  que  vinieron  de  las 
Indias,  é  con  las  otras  escripturas  que  in- 
viásteis,  é  tengoos  en  servicio  la  deligencia 
é  recabdo  quen  todo  ponéis,  é  en  lo  de  los 
guanines  que  trujeron  del  viaje,  Vicente  Yá- 
ñez Pinzón  é  Joan  Diaz  de  Solís,  está  bien 
lo  que  habéis  fecho  fundir;  é  porque  quiero 
ver  de  la  manera  que  son  los  dichos  guani- 
nes é  cosas  que  trujeron,  yo  vos  mando 
que  de  lo  que  quedó  por  fundir,  me  inviéis 
luego  algunas  muestras. 


DOCUMENTOS  5 1 


Fué  bien  fecho  haber  prendido  ¿i  Juan  Diaz 
de  Solís;  porque  como  por  la  otra  mi  dicha 
carta  que  va  con  la  presente,  veréis,  vos  in- 
viábamos  á  mandar  lo  ficiésedes.  Acabado  el 
prosceso  que  contra  ellos  se  face,  inviad  al 
dicho  Joan  Diaz  preso  é  á  buen  recabdo,  á 
esta  mi  corte  con  el  dicho  prosceso,  é  con 
vuestro  parescer  de  lo  quen  ello  se  debe  facer; 
é  si  entretanto  viéredes  quen  la  cárcel  donde 
le  teméis,  no  está  con  el  recabdo  que  con- 
viene, facello  mudar  á  otra,  donde  mejor  os 
paresciere. 

En  lo  que  toca  á  la  paga  de  los  marineros 
que  fueron  en  el  viaje  de  Vicente  Yáñez  Pin- 
zón é  Joan  Diaz  de  Solís,  pues  la  gente  non 
tiene  culpa  de  lo  quellos  habían  de  facer,  yo 
vos  mando  que  luego  les  fagáis  pagar  todo 
lo  que  se  les  debiere  é  hubieren  de  haber,  del 
tiempo  que  hobieren  servido. 

De  Valladolid  á  catorce  días  de  Noviembre 
de  quinientos  é  nueve  años. — Yo  el  Rey. 


52  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


8  de  Abril  de   i5o8. 

XVII 

Real  cédula  A  Miguel  de  Pasamonte,  para 
QUE  avise  lo  que  Vicente  Yáxez  Pinzón  e 
Joan  Díaz  trujeron  de   su  viaje. 

A.  I.— 139-1-4. 

Ansímesmo  yo  he  sabido  que  Vicente  Yá- 
ñez  Pinzón  é  Juan  Diaz  de  Solís,  trujeron 
ciertas  lenguas  de  la  tierra  que  fueron  á  des- 
cobrir,  las  cuales  diz  quel  Comendador  Mayor 
nuestro  gobernador  que  fué,  non  las  dejó 
traer;  yo  vos  mando  que  luego  me  inviéis 
larga  é  entera  relación,  que  fué  la  cabsa  por- 
quel  dicho  Comendador  Mayor  non  dejó  traer 
las  dichas  lenguas,  é  qué  fueron  las  cosas  que 
los  dichos  Vicente  Yáñez  Pinzón  é  Juan  Diaz 
de  Solís  trujeron  del  dicho  viaje;  porque  con- 
viene á  nuestro  servicio,  que  particularmente 
tle  cada  cosa,  sea  yo  informado;  en  lo  cual 
poned  muncho  recabdo  é  deligencia. 

De  Valladolid  á  catorce  días  del  mes  de  No- 
viembre de  mil  é  quinientos  é  nueve  años. — 
Yo  EL  Rey. — Señalada  del  Obispo  de  Palen- 
cia. Refrendada  del  secretario  Conchillos. 


DOCUMENTOS  53 


14  de  Febrero  de  i5io 

XVIII 

Dos  PÁRRAFOS  DE  UNA    REAL  CÉDULA    DIRIGIDA  A 
LOS  OFICIALES    DE    LA    ISLA    EsPAÑOLA. 

A.  I.  — 139-1-4,  Lib.  II,  fols.  104-5. 

((En  lo  que  toca  á  Juan  Diaz  él  está  preso 
en  la  cárcel  de  la  corte,  y  (determinarse  ha  áé\ 
lo  que  fuere  justicia,  y  parésceme  muy  bien 
todo  lo  que  en  ello  decís.» 

((La  carabela  en  que  vino  Vicente  Yáñez, 
pues  está  ya  renovada  y  fuera  de  carena,  en- 
vialda  luego  á  los  oficiales  que  residen  en  la 
Isla  Española  para  que  sirva  con  las  otras 
que  allá  tenemos.» 


21  de  Junio  de  i5ii 

XIX 

Real  cédula  para  que  se  pague  á  Juan  Díaz  de 
SoLis  cierta  suma  á  cuenta  de  su  sueldo. 

A.  I.— 139-1-4. 

El  Rey. — Dotor  Sancho  de  Matienzo,  nues- 
tro  tesorero   de  la   Casa  de  la  Contratación 


54  JUAN  DÍAZ   DE  SOLIS 

de  las  Indias  que  residís  en  la  cibdad  de  Se- 
villa. Yo  vos  mando  que  de  cualesquier  ma- 
ravedís de  vuestro  cargo  dedes  é  paguedes  á 
Juan  Diaz  de  Solís,  nuestro  capitán  que  fué 
á  descobrir  á  Tierra-firme,  treinta  é  dos  mili 
é  ciento  é  ochenta  é  dos  maravedís,  que  pa- 
resció  por  los  libros  de  la  dicha  Casa  é  por 
feé  de  Juan  López  de  Recalde,  nuestro  conta-  , 

dor  della,  que    se    le    debían    de    sueldo  del  * 

tiempo  que  nos  sirvió  como  capitán  en  el 
dicho  viaje,  é  tomad  su  carta  de  pago  del  di- 
cho Juan  Diaz  de  Solís  de  como  recibe  los 
dichos  treinta  é  dos  mili  é  ciento  é  ochenta 
maravedís  en  la  cuenta,  é  con  esta  mi  cédula 
mando  que  vos  sean  recibidos  é  pasados  en 
cuenta;  é  no  fagades  ende  al.  Fecha  en  Sevilla 
á  XXI  de  Junio  de  quinientos  once  años. — Yo 
EL  Rey. — Por  mandado  de  Su  Alteza. — Lope 

CONCHILLOS. 


7  de  Diciembre  de  i5ii 

XX 

Otra  real  cédula  sobre  la  misma  materia. 

A.  de  I.  — 139-1-4. 

El^Rey. — Doior  Sancho  de  Matienzo,  nues- 
tro tesorero  de  la  Casa  de  la  Contratación  de 
las  Indias  que  residís  en  la  cibdad  de  Sevi 


DOCUMENTOS  55 


lia.  Yo  vos  mando  que  de  cualesquier  mara- 
vedís é  oro  de  vuestro  cargo  dedes  é  pague- 
des  á  Juan  de  Solís,  nuestro  piloto,  treinta  é 
cuatro  mili  maravedís  de  que  yo  le  hago  mer- 
ced para  ayuda  de  costa  por  lo  que  ha  gasta- 
do y  perdido  el  tiempo  que  ha  estado  y  an- 
dado en  su  defensa  é  pleito  sobre  la  diferen- 
cia que  hobo  é  subcedió  en  el  viaje  que  hizo 
con  Vicente  Yáñez  Pinzón,  é  tomad  su  carta 
de  pago  ó  de  quien  su  poder  hobiere,  con  la 
cual  é  con  esta  mi  cédula,  tomándose  la  razón 
della  en  los  libros  de  la  dicha  Casa  por  los 
nuestros  oficiales  della,  mando  que  vos  sean 
recebidos  é  pasados  en  cuenta  los  dichos 
treinta  é  cuatro  mili  maravedís,  é  no  fagades 
ende  al.  Fecha  en  Burgos  á  vii  de  Diciembre 
de  quinientos  once  años. — Yo  el  Rey. — Por 
mandado  de  Su  Alteza. — Lope  Conchillos. 
— Señalada  del  Obispo. 

25  de  Marzo  de  i5i2. 

XXI 

Real  cédula  por  la  que  se  nombra  piloto  ma- 
yor A  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS,  CON  CARGO  DE  DES- 
CONTARLE DE  SU  SUELDO  CIERTA  SUMA  PARA 
LA    VIUDA  DE   AMÉRICO    VESPUCIO. 

A.  I.— 46-4-1-30.  Lib.  I,  f.  6. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de 


56  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS  j 

la  Contratación  de  las  Indias,  que  residís  en 
la  ciudad  de  Sevilla:  mi  merced  y  voluntad 
es  de  tomar  y  recibir  por  nuestro  piloto  ma- 
yor á  Juan  Diaz  de  Solís,  vecino  de  la  villa 
de  Lepe,  en  lugar  é  por  fin  é  vacación  de 
Amérigo  Vespuchi,  ya  difunto,  y  que  haya  y 
tenga  de  nos  en  cada  un  año,  cuanto  nuestra 
merced  é  voluntad  fuere,  cincuenta  mili  mara- 
vedís, según  el  dicho  Amérigo  Vespuchi  los 
tenía:  por  ende,  yo  vos  mando  que  lo  pongáis 
y  asentéis  así  en  los  libros  que  vosotros  te- 
néis; y  vos  el  dicho  tesorero  de  la  dicha  Casa 
le  paguéis  de  cualesquier  maravedís  de  vues- 
tro cargo  los  dichos  cincuenta  mili  maravedís 
este  presente  año,  desde  el  día  de  la  fecha 
desta  mi  cédula  en  adelante,  en  cadaMn  año, 
segund  y  como  se  pagaba  al  dicho  Amérigo 
Vespuchi,  y  tomad  su  carta  de  pago,  con  la 
cual,  y  con  el  traslado  de  esta  mi  cédula,  sig- 
nado de  escribano  público,  mando  que  vos 
sean  recibidos  y  pasados  en  cuenta  en  cada 
un  año  los  dichos  cincuenta  mili  maravedís, 
de  los  cuales  es  mi  merced  é  voluntad  que 
haya  y  lleve  en  cada  un  año  la  muger  del  di- 
cho Amérigo  Vespuchi,  diez  mili  maravedís, 
de  que  yo  le  hago  merced  por  los  servicios 
que  el  dicho  su  marido  nos  hizo.  Y  vos  el  di- 
cho tesorero,  se  los  habéis  de  pagar  en  cada 
un  año,  y  descontarlos  al  dicho  Juan  Diaz 
de  Solís,  y  durante  su  vida  vos  han  de  ser 
recibidos  en  cuenta  los  dichos  cincuenta  mili 


DOCUMENTOS  57 


maravedís,  mostrando  en  cada  un  año  carta 
de  pago  de  la  muger  del  dicho  Amérigo,  de 
los  dichos  diez  mili  maravedís,  y  de  los  dichos 
cuarenta  mili  maravedís  restantes  del  dicho 
Juan  Díaz,  al  cual  después  de  los  días  de  la 
muger  del  dicho  Amérigo,  mando  que  queden 
enteramente  los  dichos  cincuenta  mili  mará- 
veáis,  ése  los  paguen  sin  ninguna  falta.  Y 
asentad  el  traslado  desta  mi  cédula  en  los  di- 
chos libros,  y  sobre  escrita  de  vosotros,  este 
original  tornad  al  dicho  Juan  Diaz  de  Solís 
para  que  él  lo  tenga;  y  no  le  ha  de  ser  pagado 
el  salario  de  aquí  adelante  que  de  nos  tiene 
asentado  en  esta  Casa  por  piloto;  y  non  faga- 
des  ende  al. — Fecha  en  Burgos,  á  veinte  y 
cinco  días  del  mes  de  Marzo  de  mili  quinien- 
tos doce  años. — Yo  el  Rey. — Por  mandado 
de  su  Alteza.  Miguel  López  de  Almazan. — 
Púsose  á  las  espaldas  de  la  dicha  cédula  lo 
siguiente:  Asentóse  esta  cédula  de  Su  Alteza 
en  el  libro  de  los  situados  desta  Casa  de  la 
Contratación  que  tienen  los  oficiales  de  ella, 
á  fojas  once,  en  veinte  é  seis  días  del  mes  de 
Abril  de  mili  quinientos  doce  años. — La  cual 
dicha  cédula  está  señalada  del  Obispo  de  Pa- 
lencia. 


58  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


27  de  Marzo  de  i5i2 
XXII 

SOBRECARTA    DE     UNA    CAPITULACIÓN     CELEBRADA 

POR  LA  Reina  con  juan  díaz   de  solís  para 

EFECTUAR  LA  DEMARCACIÓN  DE     LÍMITES    ENTRE 
LOS  DOMINIOS  DE    EsPAÑA    Y    PORTUGAL. 

Archivo  g-eneral  de  Simancas.— Re- 
gistro del  Sello  de  Castilla.  —  Mes 
de  Marzo  de  i5i2. 

Doña  Juana,  por  la  gracia  de  Dios,  Reina* 
de  Castilla,  de  León,  de  Granada,  de  Toledo, 
de  Galicia,  de  Sevilla,  de  Córdoba,  de  Mur- 
cia, de  Jaén,  de  los  Algarbes,  de  Algeciras, 
de  Gibraltar,  de  las  Islas  de  Canaria,  é  Indias, 
Islas  é  Tierra  Firme  del  mar  Océano,  Prin- 
cesa de  Aragón  é  de  las  Dos  Sicilias,  de  Je- 
rusalem.  Archiduquesa  de  Austria,  Duquesa 
de  Borgoiia  é  de  Bravante,  etc..  Condesa  de 
Flandes  é  de  Tirol,  etc.,  Señora  de  Vizcaya, 
é  de  Molina,  etc. — Por  cuanto  por  mandado 
del  Rey,  mi  señor  é  padre,  é  mío,  se  tomó  con 
vos,  Juan  Diaz  de  Solís,  vecino  de  la  villa  de 
Lepe,  cierto  asiento  é  concierto  para  que  vos 
hayáis  de  ir  á  hacer  la  demarcación  é  límites 
de  la  parte  de  navegación  que  pertenesce  á  la 
Corona  Real  destos  Reinos  de  Castilla  é  á  la 
de  Portugal,  é  á  descobrir  é  tomar  la  posesión 


DOCUMENTOS  Sg 


de  ciertas  islas  en  la  capitulación  quesobrello 
con  vos  se  tomó  sobre  lo  susodicho  conteni- 
das, su  tenor  del   cual  es  este  que   se  sigue: 

El  Rey. — El  asiento  que  por  mi  mandado 
se  tomó  con  vos,  Juan  Diaz  de  Solís,  vecino 
de  la  villa  de  Lepe,  nuestro  criado,  sobre  el 
viaje  que  vos  ofrecéis  de  hacer  para  poner  la 
demarcación  é  límites  de  la  parte  de  navega- 
ción que  pertenesce  á  la  Serenísima  Princesa, 
mi  muy  cara  é  muy  amada  hija,  como  á  rei- 
na é  señora  destos  reinos  de  Castilla,  é  al 
Serenísimo  Rey  de  Portugal,  nuestro  hijo, 
como  rey  é  señor  de  la  Corona  de  Portugal, 
conforme  á  la  capitulación  que  sobrello  se 
asentó  en  la  villa  de  Tordesillas  á  siete  días 
del  mes  de  Junio  de  mili  é  cuatrocientos  é 
noventa  é  cuatro  años. 

Primeramente,  por  cuanto  por  la  dicha  ca- 
pitulación se  tomó  cierto  asiento  de  la  mane- 
ra que  se  ha  de  hacer  la  dicha  demarcación^ 
segund  veréis  por  el  traslado  della  que  lleváis, 
é  por  muchas  ocupaciones,  que  despviés  que 
la  dicha  capitulación  se  asentó,  tuvimos  yo  y 
la  dicha  Señora  Reina,  mi  muger,  que  haya 
gloria,  no  se  pudo  señalar  la  dicha  demar- 
cación, é  conviene  á  servicio  de  la  Serenísi- 
ma Reina,  mi  muy  cara  é  amada  hija,  é  mío, 
que  se  señale  lo  más  presto  que  ser  pueda 
para  evitar  los  inconvenientes  que  de  no  es- 
tar hecha  se  podrían  seguir. 


6o  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Que  yo  mandaré,  é  por  la  presente  mando 
á  los  nuestros  oficiales  de  la  Casa  de  la  Con- 
tratación, que  reside  en  la  cibdad  de  Sevilla, 
que  vos  den  para  hacer  el  dicho  viaje  ocho 
mili  ducados  de  oro,  desta  manera:  que  luego 
den  el  dinero  que  fuere  menester  para  hacer 
los  navios  que  para  este  viaje  vos  viéredes  que 
convienen,  los  cuales  podáis  hacer  en  la  di- 
cha villa  de  Lepe,  é  que  envíen  con  vos  un 
escribano,  ante  quien  compréis  é  hagáis  las 
igualas  de  lo  que  compráredes  para  los  di- 
chos navios,  porque  esté  en  la  dicha  Casa 
entera  cuenta  é  razón  de  todo  lo  que  en  esta 
dicha  Armada  se  gastare,  así  como  está  la 
cuenta  é  razón  de  todo  lo  que  se  ha  gastado 
para  las  Indias,  é  como  fuéredes  comprando, 
iréis  librando  en  los  dichos  oficiales  para  que 
ellos  lo  paguen  luego  é  den  bastimentos  é 
marineros  é  de  las  otras  cosas  necesarias 
para  dar  entero  aviamento  á  la  dicha  armada, 
é  proveerán  los  dichos  oficiales  como  á  ellos  é 
á  vos  paresciere,  de  manera  que  todo  lo  que 
fuere  menester  para  el  dicho  viaje,  hayan  de 
tener  proveído  los  dichos  oficiales  del  día  de 
la  fecha  desta  capitulación  en  diez  meses  é 
antes  si  pudieren  ser  fecho  é  aparejado. 

ítem,  que  yo  mande  dar  para  los  dichos  na- 
vios que  habéis  de  llevar  en  este  dicho  viaje 
dos  lombardas  gruesas  de  hierro  de  las  que 
están  en  la  casa  de  Sevilla,  é  dos  lombardas 


DOCUMENTOS  6l 


medianas  é  cuatro  falcones  de  carretón  é 
veinte  c  cuatro  versos  de  hierro  é  doce  quin- 
tales de  pólvora,  é  cinco  quintales  de  piorno^ 
y  esto  se  entiende  que  no  entre  en  la  cuenta 
de  los  dichos  ocho  mil  ducados. 

ítem,  que  vos  seáis  obligado  á  partir  con 
dos  navios,  uno  de  sesenta  toneles  y  otro  de 
noventa,  adereszados  como  convenga  para  el 
dicho  viaje,  desde  Cáliz,  del  día  de  la  fecha 
desta  capitulación  en  un  año,  que  será  en 
principio  de  Marzo  del  año  venidero  de  qui- 
nientos é  trece. 

ítem,  que  vos  hago  capitán  de  los  dichos 
dos  navios  é  de  la  gente  que  en  ellos  fuere, 
é  vos  mandaré  dar  para  ello  las  cartas  é  pro- 
visiones necesarias. 

ítem,  que  haya  de  ir  un  criado  mío  en  vues- 
tra compañía  por  mi  veedor  para  que  traiga 
cuenta  é  razón  del  dicho  viaje,  antel  cual 
hayáis  de  hacer  todas  las  compras,  rescates  é 
otras  cosas  que  tocaren  á  nuestro  servicio,  é 
un  escribano  que  dé  fée  de  todo  lo  que  se  hi- 
ciere, é  traigan  un  libro  de  todo  lo  que  pasa- 
re en  el  dicho  viaje  é  de  la  manera  que  de- 
jardes  fecha  la  demarcación,  é  señalada  así 
por   grados  como    por    el  (i)  de 

las  figuras  en  plana  y  en  asperyco. 

ítem,  que  de  los  dichos  ocho  mili  ducados 
se  haya  de  pagar  la  gente  que  con  vos  llevar- 


ía Asi  está  en  el  orig-inal. 


62  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

des  por  tres  meses,  demás  de  complirse  todo 
lo  otro  arriba  contenido. 

ítem,  que  cumplido  todo  lo  susodicho  de 
los  dichos  ocho  mili  ducados,  lo  que  sobrare 
dellos  los  dichos  oficiales  lo  entregarán,  é  por 
la  presente  mando  que  lo  entreguen  en  dine- 
ro é  en  las  mercadurías  que  paresciere  á  vos 
el  dicho  Juan  de  Solís  é  al  veedor  que  con 
vos  irá,  é  antel  escribano  del  armada,  para 
que  lo  llevéis  é  compréis  é  rescatéis  con  ello 
lo  que  allá  á  vos  paresciere  antel  dicho  vee- 
dor é  escribano,  como  dicho  es. 

ítem,  que  vos  deseis  (sic)  que  daréis  por  los 
dichos  ocho  mili  ducados  que  agora  se  vos 
dan  para  el  dicho  viaje  diez  é  seis  mili  duca- 
dos, ó  su  valor  en  especería,  que  sea  el  clavo 
á  senta  (sic)  ducados  el  quintal,  é  el  quintal 
de  canela  á  cuarenta  é  cinco  ducados,  é  el 
quintal  de  pimienta  á  veinte  é  dos  ducados,  é 
el  quintal  de  gengibre  á  diez  é  ocho  ducados, 
que  son  estos  los  precios  questán  tasados  en 
Portugal,  é  que  la  demasía  que  vos  trujier- 
des,  después  de  sacados  los  dichos  diez  y  seis 
mili  ducados,  é  si  más  se  vos  dieren  al  respe- 
to, por  rata,  é  lo  que  así  sobrare  sea  para  vos 
solo,  de  que  vos  hago  merced  por  el  trabajo 
deste  primer  viaje, 

ítem,  que  de  que  partiéredes,  placiendo  á 
NuestroScñor,  podáis  ir  á  la  Gomera,  ques  en 
las  islas  de  Canaria,  y  allí  os  podréis  bastecer 


DOCUMENTOS  63 


de  agua  é  leña  é  de  las  otras  cosas  de  que  to- 
vierdes  necesidad,  é  desde  allí  iréis  derecho  al 
Cabo  de  Buena  Esperanza,  do  podréis  tomar 
agua  é  leña  é  algunas  carnes,  pagándolas  bien, 
mirándolas  mucho,  en  que  vos  ni  ma  (sic) 
gente  que  con  vos  fuere  no  fagan  en  la  dicha 
tierra  del  Cabo  de  Buena  Esperanza  ningund 
alboroto  ni  otra  cosa  de  que  la  gente  de  aque- 
lla tierra  se  pueda  quejar,  antes  queden  muy 
contentos  de  vos  y  de  la  gente  que  con  vos 
fuere,  é  si  topardes  algunas  islas  antes  de  lle- 
gar al  Cabo  de  Buena  Esperanza,  en  medio 
de  la  mar,  que  no  fueren  descubiertas  por  el 
Serenísimo  Rey  de  Portugal,  podréis  proveer 
de  las  cosas  que  hobiéredes  menester,  é  pro- 
veyéndoos de  ellas  saber  los  secretos  é  dellas 
buenamente  pudiéredes,saber,  é  aprovecharos 
dellas,  sin  ofensa  de  la  tierra;  é  de  allí  podréis 
ir  á  buscar  la  isla  de  Celan,  para  ver  si  está  en 
la  parte  que  á  estos  reinos  pertenesce,  ó  no,  é 
no  pertenesciendo  á  la  conquista  destos  rei- 
nos, haced  lo  que  decimos  que  hagáis  en  Cabo 
de  Buena  Esperanza;  si  tuviéredes  necesidad 
de  mantenimientos  é  si  halláredes  que  cae  en 
la  conquista  destos  reinos,  tomaréis  la  pose- 
sión conforme  á  un  memorial  que  para  ello  se 
vos  dará  firmado  del  reverendo  é  in  Xpto. 
Padre  Obispo  de  Palencia,  nuestro  capellán 
mayor,  é  del  nuestro  Consejo,  é  de  Lope  Con- 
chillos, nuestro  secretario,  é  que  las  islas  que 


64  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

topáredCvS  del  Cabo  de  Buena  Esperanza  hasta 
hallar  la  isla  de  Celan  que  no  hayan  sido  des" 
cobiertas  por  mandado  del  dicho  Rey,  mi  hijo, 
podréis  tomar,  como  arriba  se  contiene,  é  en 
el  dicho  memorial  se  os  da  orden  de  cómo  ha- 
béis de  guardarlos  limites  del  Serenísimo  Rey 
de  Portugal,  nuestro  hijo. 

ítem,  que  podáis  tomar  los  navios  que  en 
el  camino  halláredes  en  la  mar  que  sean  de 
moros,  con  tanto  que  no  se  siga  dello  incon- 
veniente 6  embarazo  á  lo  que  os  obligáis  de 
hacer  en  este  viaje. 

ítem,  que  de  que  hobiéredes  llegado  á  la 
isla  de  Celan,  placiendo  á  Nuestro  Señor,  po- 
dréis ir  á  la  isla  de  Maluque,  que  cae  en  los 
límites  de  nuestra  demarcación,  é  tomaréis  la 
posesión  della  por  la  Corona  Real  destos  rei- 
nos, conforme  al  dicho  memorial;  y  fecho  esto, 
i  res  adelante  para  Samatra,  y  á  Pegú,  y  á  la 
tierra  de  los  chinos,  y  irés  á  la  tierra  de  los 
Jungos,  si  pudiéredes,  é  tomares,  la  posesión 
dellas  por  la  Corona  Real  de  Castilla  de  todo 
lo  que  hallardes  en  nuestra  parte,  como  dicho 
es,  y  andares  lo  que  más  pudierdes  della,  sin 
inconveniente  de  vuestro  viaje. 

Ítem,  por  la  presente  vos  prometo  que  ha- 
ciendo vos  el  dicho  viaje  y  trayendo  fecha  la 
dicha  demarcación,  é  trayendo  los  dichos  ocho 
mili  ducados  de  ganancia,  yo  vos  mandaré 
dar  título  de  adelantado  de  aquellas  partes,  y 


DOCUMENTOS  65 


por  la  presente  vos  lo  doy  para  vos  é  para 
vuestros  herederos  é  descendientes,  para  siem- 
pre jamás,  de  lo  que  así  descubriéredes,  é  to- 
maréis la  posesión  por  vuestra  persona  de  lo 
que  pertenesce  de  la  conquista  destos  reinos, 
como  dicho  es. 

ítem,  que  de  todas  é  cualesquier  mercade- 
rías, aunque  sean  perlas  é  piedras  preciosas, 
oro,  plata,  especiería,  ó  otras  cualesquier  co- 
sas de  mercaderías  de  cualquier  especie,  nom- 
bre é  manera  que  sean,  que  se  corripraren,  tra- 
taren é  hallaren,  é  ganaren,  é  hobiere  en  las 
tierras  que  vos  descubriéredes,  como  dicho 
es,  que  dende  agora  yo  vos  fago  merced  á 
vos  el  dicho  Juan  Diaz  de  Solís,  é  quiero  que 
hayáis  vos  é  vuestros  herederos  é  subcesores, 
para  agora  é  para  siempre  jamás,  seis  por 
ciento  de  todo  ello,  quitadas  las  costas  todas 
que  se  ficieren  en  ello,  por  manera  que  de  lo 
que  quedare  limpio  é  libre,  hayáis  é  toméis 
vos  los  dichos  seis  por  ciento  para  vos  mismo 
é  para  vuestros  herederos  é  subcesores,  se- 
gund  dicho  es,  é  hagáis  dello  á  vuestra  volun- 
tad, é  las  otras  partes  queden  para  nos. 

ítem,  porque  á  mí  es  fecha  relación  por  per- 
sonas muy  sabias  en  el  arte  de  navegar,  que 
la  demarcación  se  debe  hacer  á  la  línea  equi- 
nocial  en  medio  de  la  isla  de  Celan,  é  por  lon- 
gitud de  nuestro  meridiano  ciento  é  veinte 
grados  á  la  parte  oriental,  debéis   mucho  mi- 


66  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

rar  en  ello,  para  que  en  Dios  y  en  vuestra  con- 
ciencia hagáis  la  demarcación  lo  más  justa- 
mente que  pudierdes,  de  manera  que  ninguna 
de  las  partes  resciba  agravio,  y  dejares  las  me- 
jores señales  que  pudierdes  para  que  la  dicha 
demarcación  sea  de  aquí  adelante  sabida  y 
clara,  perpetuamente,  entre  estos  reinos  y  la 
Corona  de  Portugal. 

ítem,  que  por  más  honrar  vuestra  persona 
y  por  os  hacer  mayor  merced,  vos  prometo 
que  cumpliendo  vos  lo  susodicho,  de  vos  fa- 
cer merced,  y  por  la  presente  vos  la  hago  de 
la  gobernación  y  administración  de  la  justicia 
en  las  tierras  que  descubriéredes  por  vuestra 
persona,  como  dicho  es,  para  durante  vuestra 
vida,  y  non  más,  para  que  lo  tengáis  confor- 
me á  las  leyes  destos  reinos. 

ítem,  porque  vos  m^habéis  fecho  relación 
que  tenéis  mucha  devoción  á  la  orden  del  bien- 
aventurado apóstol  Santiago,  patrón  destos 
reinos,  que  por  vos  hacer  merced  vos  prometo 
que  trayendo  vos  el  recabdo  susodicho,  que 
vos  mandaré  dar  el  hábito  de  la  orden  de 
Santiago. 

Lo  cual  todo  lo  que  dicho  es  y  cada  cosa 
y  parte  dello,  haciendo  vos  el  dicho  Juan  Diaz 
de  Solís,  lo  que  arriba  se  contiene,  por  la  pre- 
sente prometo  de  vos  mandar  guardar  todo 
lo  en  esta  capitulación  contenido,  é  cada  cosa 
é  parte  dello,  y  que  se    vos   darán  todas  las 


DOCUMENTOS  67 


provisiones  necesarias  de  la  Serenísima  Prin- 
cesa, mi  muy  cara  é  muy  amada  fija,  para  que 
se  guarde  é  cumpla  todo  lo  de  arriba  conte- 
nido.— Fecha  en  la  cibdad  de  Burgos  á  vein- 
te é  cinco  días  del  mes  de  Marzo  de  mili  é 
quinientos  é  doce  anos. — Yo  el  Rey. — Ei. 
Obispo  de  Falencia. — Conde. — Por  mandado 
de  Su  Alteza. — Miguel  Pérez  Dalmazán. 

E  agora  por  parte  de  vos,  el  dicho  Juan 
Diaz  de  Solís,  me  fué  suplicado  é  pedido  por 
merced,  que  porque  mejor  é  más  cumplida- 
mente el  dicho  asiento  é  capitulación  vos  fue- 
se guardado  é  complido,  y  en  ello  ni  en  cosa 
alguna  ni  parte  dello  fuese  puesto  impedimen- 
to, vos  lo  mandase  confirmar  é  dar  sobrecarta 
dello,  porque  con  ayuda  de  nuestro  Señor 
entendíades  de  nos  hacer  mucho  servicio  en 
el  dicho  viaje,  é  mi  voluntad  es  que  lo  susodi- 
cho haya  complido  effeto,  é  por  vos  hacer  bien 
é  merced,  acatando  la  voluntad  é  deseo  con 
que  vos  habéis  movido  á  nos  servir  en  lo  su- 
sodicho, tóvelo  por  bien,  é  por  la  presente 
confirmo  é  apruebo  el  dicho  concierto  é  asien- 
to de  suso  encorporado,  é  quiero  é  mando 
que  vos  sea  guardado  é  complido  en  todo  é 
por  todo,  segund  que  en  él  se  contiene,  é  qne 
contra  él  no  se  vos  vaya  ni  pase  en  tiempo  al- 
guno ni  por  alguna  manera,  é  por  e^ta  mi 
carta  mando  al  Príncipe  don  Cari  js,  m.i  muy 
caro  é  muy  amado  fijo,  é  á  los  del  mi  Consejo, 


68 


JUAN    DÍAZ    D1-:    SOLIS 


Alcaldes,  Alguaciles   de  la  mi  casa  é  corte,  é 
chancillerías,  é  á  todos  les  Consejos,  Asisten- 
tes, Correjidores,  Alcaldes,  Alguaciles,  Meri- 
nos é  otras  justicias  cualesquier  de  todas  las 
cibdades  é  villas  é  logares  destos  mis  reinos 
é  señoríos,    así    á    los   que    agora  son   como 
á  los  que  serán  de  aquí  adelante,  á  cada  uno 
é  cualquier   dellos,  que  vos  guarden  é  cum- 
plan, é  fagan  guardar  é  complir  esta   dicha 
mi  carta  é  todo  lo  en  ella  contenido,  é    con- 
tra el  tenor  é  forma  della,   vos  non  vayan  ni 
pasen,  ni  consientan  ir  ni  pasar  en  tiempo  al- 
guno, ni  por  alguna  manera;  é  los  unos  ni  los 
otros  non  fagades   nin  fagan  ende  al  por  al- 
guna manera,  so  pena  de  la  mi  merced  é  de  diez 
mili  maravedís  para  la  mi  cámara  á  cada  uno 
que  lo  contrario  ñciere;  é  demás  mando  al  bo- 
rne que  les  esta  mi  carta  mostrare,  que  los  em- 
place que  parezcan  ante  mí  en  la  mi  corte  do 
quier  que   yo  sea  del  día- que  los  emplazare 
fasta  XV  dias  primeros  siguientes,   so  la   di- 
cha pena,    so  la  cual   mando  á  cualquier  es- 
cribano público  que  para  esto  fuere  llamado 
que  dé  ende  al  que  ge  la  mostrare  testimonio 
signado  con    su   signo,    porque    yo   sepa  en 
como  se  cumple    mi   mandado. — Dada  en  la 
cibdad   de  Burgos   á    veinte  é   siete  días  del 
mes  de  Marzo,  año  del  Nacimiento  de  Nues- 
tro Salvador  Jesucristo  de  mili  é  quinientos  é 
doce  años. — Yo  el  Rey. — Yo,  Miguel  Pérez 


DOCUMENTOS  69 


DE  Almazán,  Secretario  de  la  Reina  nuestra 
señora,  la  fice  escribir  por  mandado  del  Rey, 
su    padre. — F:Cl  Obispo  de  Falencia. — Conde. 

28  de  Marzo  de  i5i2 

XXIII 

Real  cédula  por  la  que  se  manda  pagar  A 
María  Cerezo  cierta  pensión  á  cargo  del 
sueldo   del    piloto     mayor    Juan  Díaz    de 

SOLÍS. 

A.  I.— 46-4-1-30,  Lib.  I,  f.  7. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  las  Indias,  que  residís  en  la 
ciudad  de  Sevilla.  Por  otra  mi  cédula,  como 
veréis,  he  fecho  merced  á  Juan  Diaz  de  Solís 
del  oficio  de  nuestro  piloto  mayor,  en  lugar 
é  por  fin  y  vacación  de  Amérigo  Vespuchi, 
ya  difunto,  y  que  tenga  con  el  dicho  oficio  los 
cincuenta  mili  maravedís  que  el  dicho  Amé- 
rigo tenía  en  cada  un  año,  y  que  de  ellos  se 
paguen  á  María  Cerezo,  muger  del  dicho 
Amérigo,  diez  mili  maravedís  para  en  toda 
su  vida,  de  que  yo  le  hago  merced  en  en- 
mienda y  satisfacción  de  los  servicios  que  el 
dicho  su  marido  nos  hizo;  é  porque  mi  volun- 
tad es  que  aquéllo  se  cumpla,  por  esta  mi 
cédula  mando  á  vos  el  nuestro  tesorero  que 
sois  ó  fuéredes  de  la  dicha  Casa,  que  de  los 


70  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 


cincuenta  mili  maravedís  del  salario  del 
dicho  piloto  mayor  dedes  é  paguedes  á  la 
dicha  María  Cerezo  los  dichos  diez  mili  ma- 
ravedís este  presente  ano  de  quinientos  do- 
ce, desde  el  día  de  la  fecha  desta  mi  cédu- 
la, hasta  en  fin  del,  y  dende  en  adelante  en 
cada  un  año  para  en  toda  su  vida,  y  tomad 
sus  cartas  de  pago,  con  las  cuales  y  con  el 
traslado  desta  mi  cédula,  signada  de  escriba- 
no público,  y  con  fée  como  se  descuentan  de 
los  cincuenta  m.ill  maravedís  de  salario  del 
dicho  piloto  mayor,  mando  que  vos  sean  re- 
cebidos  é. pasados  en  cuenta  en  cada  un  año 
los  dichos  diez  mili  maravedís.  Asentad  el 
traslado  desta  mi  cédula  en  los  libros  deesa 
Casa,  y  sobre  escrito  de  vosotros,  tornad  esta 
original,  á  la  dicha  María  Cerezo  para  que 
lo  en  ella  contenido  tenga  efeto;  é  non  fagades 
ende  al. —  Fecha  en  Burgos  á  veinte  é  ocho 
días  del  mes  de  Marzo  de  mili  quinientos  doce 
años. — Yo  EL  Rey. — Por  mandado  de  S. 
Alteza,  Miguel  Pérez  de  Almazán. — Púsose 
en  las  esoaldas  de  dicha  cédula  lo  sis^uiente: 
Asentóse  el  traslado  desta  cédula  en  los  li- 
bros de  los  oficios  y  situados  de  la  Casa  de 
la  Contratación  que  tienen  los  oficiales  de 
ella,  á  fojas  doce,  en  veinte  y  seis  del  mes  de 
Abril  de  mili  quinientos  doce  años,  la  cual 
dicha  cédula  está  señalada  del  Obispo  de 
Falencia. 


DOCUMENTOS  J\ 


26  de  Abril  de  i5i2 
XXIV 
Real  CÉDULA  por  la  que  se  concede  cierta 

AYUDA   DE   COSTA  A    JUAN    DlVZ    DE    SOLÍS. 

A.  I.— 46-4-1-30,  Lib.  I,  f.  6. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  las  Indias,  que  residís  en 
la  ciudad  de  Sevilla.  Mi  merced  y  voluntad 
es,  que  demás  de  los  cincuenta  mili  maravedis 
que  por  otra  mi  cédula  mandé  asentar  á 
Juan  Díaz  de  Solís,  de  salario  por  nuestro 
piloto  mayor,  haya  y  tenga  de  nos  por  merced 
de  ayuda  de  costa  otros  veinte  y  cinco  mili 
maravedís  en  cada  un  año,  segund  y  como 
los  tenía  Amérigo  Vespuchi,  ya  difunto,  mi 
piloto  mayor;  por  ende,  yo  vos  mando  que  lo 
asentéis  ansí  en  los  libros  que  vosotros  te- 
néis; evos  el  tesorero  de  la  dicha  Casa  le  pa- 
guéis los  dichos  veinte  y  cinco  mili  maravedís 
este  presente  año,  desde  el  día  de  la  fecha 
desta  mi  cédula,  en  adelante  en  cada  un  año, 
cuanto  mi  merced  y  voluntad  fuere,  y  tomad 
su  carta  de  pago,  con  la  cual  y  con  esta  mi  cé- 
dula ó  con  su  traslado   signado  de  escribano 


72  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

público,  mando  que  vos  sean  recibidos  é  pa- 
sados en  cuenta  en  cada  un  año  los  dichos 
veinte  y  cinco  mili  maravedís;  y  asentad  el 
traslado  de  esta  mi  cédula  en  los  dichos  li- 
bros, y  sobre  escrita  de  vos,  tornad  ésta,  ori- 
ginal, al  dicho  Juan  Díaz  de  Solís  para  que  lo 
él  lo  tenga;  y  non  fagades  ende  al. — Fecha 
en  Burgos,  á  veinte  y  cinco  días  de  Marzo  de 
quinientos  doce  años. — Yo  el  Rey. — Por  man- 
dado de  Su  Alteza.  Miguel  Pérez  de  Alm.-vzAx. 
— Púsose  en  las  espaldas  de  la  dicha  cédula  lo 
siguiente:  Asentóse  esta  cédula  de  Su  Alteza 
en  el  libro  de  los  oficios  é  situados  de  la  Casa 
de  la'Contratación,  que  tienen  los  oficiales  de 
ella,  á  fojas  doce,  en  veinte  y  seis  días  del 
mes  de  Abril  de  mili  quinientos  doce  años. 
La  cual  dicha  cédula  está  señalada  del  Obispo 
de  Palencia. 


DOCUMENTOS  yS 


2'2  de  Mayo  de  i5i2 
XXV 

Nombramiento    de  piloto   mayor   para  Juan 
Vespuchi 

A.  I.— 46-4-1-30,  Lib.  I,  f.  10. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa 
de  la  Contratación  de  las  Indias,  que  residís 
en  la  ciudad  de  Sevilla.  Sabed  que  mi  mer- 
ced y  voluntad  es,  que  Juan  Vespuchi,  sobri- 
no de  Amérigo  Vespuchi,  nuestro  piloto  ma- 
yor, ya  difunto,  haya  y  tenga  de  nos,  en  cada 
un  año,  sentados  en  los  libro  de  esa  dicha 
Casa,  por  nuestro  piloto  mayor,  y  que  contino 
esté  aparejado  para  nos  servir,  ansí  por  mar, 
como  por  tierra,  veinte  mil  maravedís:  por 
ende,  yo  vos  mando,  que  lo  pongades  y  asen- 
tedes  así  en  los  libros  de  esa  dicha  Casa;  é 
vos  el  doctor  Sancho  de  Matienzo,  nuestro 
tesorero  de  la  dicha  Casa,  de  cualesquier 
maravedís  é  oro  de  vuestro  cargo,  le  dad  y 
pagad  los  dichos  maravedís  este  presente 
año,  el  cual  corra  y  se  cuente  desde  la  fecha 
desta  mi  cédula  fasta  ser  cumplido,  y  dende 
en  adelante  en  cada  un  año,  cuanto  nuestra 
merced  y  voluntad  fuere;  y  tomad  vos  nuestro 
tesorero  en  cada  un  año  su  carta  de  pago  en 
las  espaldas  de  un  traslado  signado  de  esta 
dicha  mi  cédula,  con  el  cual   recaudo  mando 


74  JUAN   DÍAZ  DE  SOLIS 

que  vos  sean  recibidos  y  pasados  en  cuen- 
ta los  dichos  veinte  mili  maravedís  en  ca- 
da un  año;  é  asentad  esta  dicha  mi  cédula 
en  los  libros  de  esa  dicha  Casa  y  sobre  escrita 
en  las  espaldas,  tornad  esta  original  al  dicho 
Juan  Vespuchi,  para  que  la  él  tenga  por  título 
del  dicho  oficio;  y  non  fagades  ende  al. — Fe- 
cha en  Burgos,  á  veinte  y  dos  días  del  mes 
de  Mayo  de  quinientos  doce  años. — Yo  el 
Rey. — Por  mandado  de  Su  Alteza. —  Lope 
CoNCHiLLOS. — La  cual  dicha  cédula  estaba  en 
las  espaldas  señalada  del  Obispo  de  Falencia. 
Y  se  asentó  en  ella  lo  siguiente:  Asentóse 
esta  cédula  de  S.  Alteza  en  los  libros  de  las 
mercedes  que  tienen  los  oficiales  de  Su  Alteza 
de  la  Casa  de  la  Contratación  de  las  Indias 
que  residen  en  esta  ciudad  de  Sevilla,  á  fojas 
quince,  en  diez  y  ocho  de  Septiembre  de  mili 
quinientos  doce  años. 

29  de  Mayo  de  i5i2 

XXVI 

Fragmentos  relativos  á  Juan  Díaz  de  Solis 
de  una  real  cédula  dirigida  a  los  oficiales 
DE  LA  Casa  de  la  Contratación 

A.  I. — 139-1-4. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contración  de  las  Indias  que  residís  en  la 


DOCUMKNTOS  "¡5 


cibdad  de  Sevilla.  Vi  vuestra  carta  de  doce  de 
Mayo  en  que  me  hacéis  saber  los  inconvenien- 
tes que  os  parecía  que  hay  para  no  poder 
complir  Juan  Diaz  de  Solís  la  capitulación  é 
asiento  que  por  nuestro  mandado  con  él  se 
tomó  sobre  el  viaje  que  ha  de  hacer  para  la 
demarcación  de  entre  estos  reinos  é  Portogal, 
y  tengoos  en  servicio  avisarme  dello,  y  bien  me 
pesa  algunos  inconvenientes  que  decís  que 
pudiera  suceder  en  la  navegación  si  el  dicho 
Juan  de  Solís  no  llevase  mejor  recaudo  del 
que  decía  que  había  de  llevar,  y  la  verdad  es 
que  al  tiempo  que  con  él  se  asentó  la  dicha 
capitulación,  fué  porque  teníamos  y  tenemos 
acordado  de  enviar  juntamente  con  él  una 
persona  de  mucha  confianza  é  cuidado,  el  cual 
ha  de  llevar  secretamente  poderes  que  excedan 
á  los  quel  dicho  Juan  de  Solís  lleva,  para 
que  cada  é  cuando  el  dicho  Juan  de  Solís  ten- 
tase de  hacer  algo  que  no  debiese  contra  el 
tenor  de  la  dicha  capitulación  que  con  él  se 
tomó  le  pudiese  contradecir,  y  lo  que  princi- 
palmente á  ello  nos  movió,  fué  tenerle,  com.o 
vosotros  decís,  por  persona  de  no  mucha 
constancia,  y  todos  los  inconvenientes  que  en 
la  negociación  decís  que  le  podría  suceder,  y 
también  ser  muy  pocos  los  dos  navios  que  ha 
de  llevar  para  ser  el  viaje  tan  largo,  y  los  más 
inconvenientes  que  pareciere  que  le  podrán 
suceder  yendo  de  la  manera  que  va.  comunicad 


76  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

é  platicad  con  él,  poniéndoselos  todos  delante, 
para  que  os  diga  su  parescer  de  todos  ellos,  é 
qué  salida  ó  fundamento  les  dé  para  quél 
no  los  tenga  por  impedimientos,  y  después 
que  lo  tengáis  todo  muy  platicado  é  asentado 
enviarme  héis  la  relación  verdadera  de  todo  lo 
que  en  ello  pasare,  ansí  de  los  inconvenientes 
que  decís  como  de  lo  que  el  dicho  Juan  Diaz 
á  ello  responde,  para  que  yo  lo  mande  todo  ver, 
é  después  de  visto  é  conmigo  consultado,  se 
vos  envíe  á  mandar  lo  que  con  el  dicho  Juan 
de  Solís  habéis  de  hacer,  y  entretanto  lo  más 
moderadamente  que  ser  pueda  daréis  los  dine- 
ros que  fueren  menester  para  aderezar  algu- 
nas cosas  para  el  dicho  viaje,  con  que  las  tales 
cosas  que  ansí  hobieren  de  comprar  sean  de 
calidad  que  aunque  no  se  haya  de  hacer  el 
dicho  viaje,  se  puedan  tornar  á  vender  sin 
que  en  ello  se  pierda  mucho,  y  en  esto  en- 
tenderéis con  el  menos  bullicio  y  alteración 
que  ser  pueda,  é  con  la  presente  os  envío 
cédula  para  el  dicho  Juan  de  Solís  que  se 
junte  con  vosotros  para  ello  y  dársela  héis  y 
todos  juntamente  platicad  sobre  ello  é  después 
desto  muy  platicado  é  estudiado,  enviadme  la 
información  é  relación  de  todo  lo  que  en  lo 
susodicho  pasarde,  como  dicho  es. 

1 

En  lo  que  toca    al  oficio    de  Amérigo,  ya 
cuando  vuestra  carta  llegó,  yo  había  mandado 


DOCUMENTOS  -]-■] 


proveer  de  nquel  oficio  al  dicho  Juan  de  So- 
lís,  como  allá  habréis  visto,  porque  yo  fui 
informado  que  era  persona  hábile  é  suficiente 
para  el  dicho  cargo. 

No  se  os  responde  con  este  mensagero  á 
otras  cosas  que  yo  tengo  mandadas  apuntar 
para  platicar  en  ello:  hacerse  ha  lo  antes  que 
ser  pueda,  porque  lo  principal  porque  se  va 
con  este  despacho,  es  por  lo  que  conviene  que 
platiquéis  é  hagáis  en  el  negocio  de  Juan  de 
Solís. — Yo  EL  Rey. 


Sin  fecha    (29 'de  Mayo  de  i5i2,) 

XXVII 
Real  cédula  para  que  Juan  Díaz  de  Solis  se 

JUNTASE  CON  LOS  OfICLVLES    ReALES  Y  LES    IN- 
FORMASE DE     CIERTOS    PARTICULARES. 

A.   I.-139-I-4. 

El  Rey. — Juan  de  Solís,  nuestro  piloto  ma- 
yor. Porque  sobre  las  cosas  que  convienen 
que  se  hagan  é  provean  para  el  viaje  que  por 
nuestro  mandado  habéis  de  hacer  para  la  de_ 
marcación,  los  nuestros  oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  desta  ciudad  de  Sevilla,  vos 
hablarán  é  platicarán  con  vos  algunas  cosas 
sobre  ello:    por  ende,   yo  vos  mando  que  vos 


78 


JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 


juntéis  con  ellos  para  les  dar  razón  de  todo 
lo  que  de  vos  se  quisieren  informar  é  saber, 
porque  ansí  conviene  á  nuestro  servicio  é  al 
bien  de  la  negociación. — Yo  el  Rey. — Por 
mandado  de  Su  Alteza. — Lope  Conciiillos. 
— Señalada  del  Obispo  de  Palencia. 


24  de  Julio  de  i5i2 

XXVIII 

Rkal  cédula  por  la  que  se  concede  a  Juan 
Vespuche  licencl\  para  sacar  traslados 
del  padrón  real. 

A.  L— 139-1-4,  Lib.  III,  f.  324  V. 

El  Rey. —  Por  cuanto  yo  é  la  serenísima 
Reina  princesa,  mi  muy  cara  é  muy  amada  hija, 
viendo  ser  provechoso  para  la  navegación  de 
las  Indias  é  Tierra  F'irme  del  mar  Océaho  é 
de  los  pilotos  é  tratantes  en  la  dicha  navega- 
ción, por  una  nuestra  carta  mandamos  que  se 
hiciese  en  la  Gasa  de  la  Contratación  de  Se- 
villa por  Juan  Diaz  de  Solís,  nuestro  piloto 
mayor,  é  por  miser  Juan  Vispuche,  nuestro 
piloto,  un  padrón  general  de  las  dichas  islas, 
Indias  é  Tierra  Firme  del  mar  Océano  des- 
cubiertas é  por  descubrir,  con  información 
que  hobiesen  de  otros  pilotos  que  siipiesen 
el   arte  de  la  navegación,   como  más  larga- 


docump:ntos  79 


mente  en  la  dicha  provisión  que  sobre  ello 
mandamos  dar  se  contiene,  é  por  cuanto  to- 
dos los  pilotos  que  han  de  ir  la  dicha  nave- 
gación de  las  Indias  han  de  llevar  un  treslado 
del  dicho  padrón  por  donde  se  han  de  regir 
é  gobernar:  porque  vos  el  dicho  miser  Juan 
sois  tal  persona  que  lo  sabréis  facer  muy  cier- 
to é  verdadero,  é  por  vos  facer  merced  tóvelo 
por  bien;  por  la  presente  os  doy  licencia  é 
facultad  para  que  vos  é  no  otra  persona  al- 
guna, ecebto  si  no  fuere  Andrés  de  San  xMar- 
tín,  nuestro  piloto,  que  tiene  licencia  de  nos 
para  ello,  con  que  no  los  pueda  sacar  para 
vender,  podáis  sacar  é  saquéis  los  dichos  tres- 
lados  del  dicho  padrón  real  é  vendellos  a  los 
dichos  marineros  é  pilotos,  é  que  otros  ningu- 
nos los  puedan  sacar  del  dicho  padrón  real,  é 
que  todos  los  treslados  que  vos  así  dierdes 
vayan  firmados  de  vuestro  nombre  é  llevéis 
por  ellos  lo  que  fuere  justo  é  tasado  por  los 
dichos,  nuestros  oficiales  de  la  dicha  Casa  de 
la  Gontrabtación  é  no  más  ni  allende,  so  pena 
que  cualquier  persona  que  se  entremetiere  á 
sacar  é  sacare  el  dicho  padrón  incurra  en 
pena  de  diez  mili  maravedís  por  cada  vez  que 
lo  sacare  para  vender,  con  tanto  que  para  sí 
quien  quisiere  lo  pueda  sacar  é  tener,  la  dicha 
cual  dicha  pena  en  que  así  las  tales  personas 
incurrieren,  se  reparta  en  cuatro  partes,  la 
una  para  las  obras  de  la  dicha  Casa  de  la  Con- 
trabtación  é  la  otra  para  vos  el  dicho  miser 


8o  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

Juan  Vispuche  é  la  otra  para  el  acusador  que 
le  acusare  é  la  otra  para  el  juez  que  lo  sen- 
tenciare; é  por  esta  mi  carta  mando  á  los 
nuestros  oficiales  de  la  dicha  Casa  de  la  Con- 
trabtación  de  Sevilla  é  otras  justicias  cuales- 
quier,  así  de  la  dicha  cibdad  de  Sevilla  como 
de  todas  las  otras  cibdades  é  villas  é  lugares 
destos  mis  reinos  é  señoríos,  que  goarden 
esta  mi  cédula  é  todo  lo  en  ella  contenido,  é 
conforme  á  ella  ejecuten  las  penas  en  las 
personas  é  bienes  de  los  que  en  ellas  incu- 
rrieren é  las  repartan,  como  dicho  es;  é  por- 
que venga  á  noticia  de  todos,  mando  questa 
mi  cédula  sea  apregonada  públicamente  por 
las  plazas  é  mercados  é  otros  lugares  acos- 
tumbrados de  la  dicha  cibdad  de  Sevilla,  é  los 
unos  ni  los  otros,  etc.  Dada  en  Burgos  á  xxiv 
días  de  Julio  de  quinientos  é  doce. —  Yo  el 
Rey. — Secretario  Conciiillos. — Señalada  del 
Obispo  de  Palencia. 
Asentóse  en  21  días  de  Septiembre  de  ibii¿. 


DOCUMENTOS  8 I 


24  de  Julio  de  i5i2 

XXIX 

Real  cédula  por  la  que  se  encomienda  á  Juan 
Dl\z  deSolís  y  á  Juan  Vespuciii  que  hagan 
el  padrón  real. 

A.  I.— 1 39-1-4,  Lib.  m,  f.  326  V. 

Doiia  Juana  etc.  Por  cuanto  á  nuestra  no- 
ticia es  venido  y  por  experiencia  se  ha  visto 
que  por  no  ser  los  pilotos  tan  expertos  y  tan 
mstrutos  como  sería  menester  para  regir  é 
gobernar  los  navios  que  llevan  á,  cargo  en  los 
viajes  que  fazen  para  las  Indias,  Islas  é  Tie- 
rra Firme  del. Mar  Océano,  é  por  defeto  dellos, 
por  no  saber  de  que  manera  se  han  de  regir 
é  gobernar,  ni  por  donde  han  de  tomar  el 
cuadrante  y  estrolabón  y  el  altura,  ni  saber 
la  cuarta  della,  les  ha  acaescido  é  cada  día 
acaescen  muchos  yerros  é  defetos  en  las  na- 
vegaciones que  fazen,  de  lo  cual  á  nos  deser- 
vicio mucho  se  recresce  é  á  los  trabtantes  en 
las  dichas  Indias  mucho  daño,  é  de  cada  día 
se  espera  rescebir  mayor,  si  no  lo  mandamos 
proveer  é  remediar,  é  porque,  ansí  para  la 
dicha  navegación  como  para  otras  cosas,  que 
con  ayuda  de  Nuestro  Señor  esperamos  para 
descubrir  otras  tierras,  es  necesario  que  haya 

personas  más  expertas  é  mejor  fundadas  é  que 
6 


82  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

sepan  las  cosas  nescesarias  para  las  tales  na- 
vegaciones, é  los  que  debajo  de  su  goberna- 
ción é  pelotaje  fueren,  puedan  ir  más  segu- 
ramente, y  questos  tales  pilotos  sepan  é  ten- 
gan el  padrón  por  donde  sepan  que  han  de 
facer  sus  viajes  é  navegaciones  que  hobieren 
de  facer,  é  porque  yo  he  sabido  que  hay  mu- 
chos padrones  de  cartas,  fechas  de  diversas 
maneras  é  por  diversos  medios,  é  han  puesto 
é  asentado  las  tierras  de  las  Indias,  Islas  é  Tie- 
rra Firme  del  Mar  Océano  á  nos  pertenecien- 
tes, é  que  por  nuestro  mandado  han  seído 
descubiertas,  é  las  navegaciones  inconvenien- 
tes á  los  dichos  pilotos,  é  que  por  ellos  se 
han  de  regir  é  gobernar,  é  porque  haya  orden 
é  manera  como  lo  susodicho  cese  é  los  dichos 
pilotos  tengan  orden  é  manera  é  padrón  por 
donde  se  guien  é  fagan  sus  navegaciones,  es 
mi  merced  é  voluntad  que  se  haga  un  padrón 
general,  y  j3or  queste  se  haga  muy  cierto  é 
verdadero,  é  cual  convenga,  porque  las  dichas 
navegaciones  sean  ciertas  é  seguras,  confian- 
do de  vos  Juan  de  Solís,  nuestro  piloto  mayor, 
é  de  vos  micer  Juan  Puche,  nuestro  piloto, 
que  sois  tales  personas,  y  tan  expertos  y  dotos 
para  lo  susodicho,  por  la  presente  vos  mando 
que  amos  á  dos  juntamente  en  la  nuestra 
Casa  de  la  Contratación  de  las  Indias  de  Se- 
villa y  en  presencia  de  los  nuestros  Oficiales 
que  en  ella  están,  hagáis  juntar  todos  los  más 


DOCUMENTOS  83 


pilotos  que  ser  pudiere,    é  que  más  supiesen 
en    las  navegaciones    y  estrolabrios,    é  altu- 
ras, é  compases,  á  los  cuales  mando  que  se 
junten  con  vosotros,  é  así  juntos,  platiquéis 
mucho  de  la  manera  que  se  debe  de  facer  un 
padrón  real  de    la  navegación  de  las  partes 
de  todas   las  Indias,  que  hasta    hoy    se  han 
descubierto,  pertenecientes  á  la  Corona  Real 
destos  reinos,  é  después  que  todos  hayan  di- 
cho sus  pareceres,  con  acuerdo  de  vos  los  di- 
chos Juan  de  Solís  é  micer  Juan  de  Vispu- 
che,  é  se  haga  por  amos  é  dos  vosotros  jun- 
tamente un   padrón  general  que  se  llame  el 
Padrón   Real,    en    pergamino,  questé  puesto 
juntamente  en  la  dicha  Casa  de  la  Contrata- 
ción, por  el  cual  todos  pilotos  se  han  de  regir 
é    gobernar    é   fazer    sus   viajes,    é   para  que 
todos  los  tengan  en  su  poder  é  se   rijan  por 
ellos,  vos  el  dicho  micer  Juan  Vispuche  los 
podáis  fazer  é  fagáis  todos  los   treslados  del 
dicho  padrón  real,  é  no  otro  ninguno,  confor- 
me á  una    licencia   que  para  ello  el  Rey,  mi 
se«or  é    padre,  vos  dio   por    una    su    cédula 
firmada  de  su  nombre,    que  ningund    piloto 
use  de   otro  ningún  padrón  sino  del  que  vos 
le  dierdes,  firmado  de  vuestro  nombre  é  sa- 
cado  para  quél,  so  pena  de  cincuenta  doblas 
de  oro  á  cada  uno  que  lo   contrario   hiciere, 
que  sean  para  las  obras  de  la  dicha  Casa  de 
la  Contratación;  é  mandamos  á  nuestros  pilo- 


84  JUAN  DÍAZ  DE  SO  LIS 


tos  de  nuetro  reinos,  que  de  aquí  adelante 
fueren  á  las  dichas  Islas  é  Tierra  Firme  del 
mar  Océano  descubiertas  y  por  descubrir,  y 
hallando  nuevas  tierras  ó  islas  ó  baxas  ó  nue- 
vos puertos  ó  cualquier  cosa  que  sea  digna 
de  ponerla  en  el  dicho  padrón  real,  que  en 
veniendo  á  Castilla  vaya  á  dar  su  relación  á 
vos  el  dicho  Juan  de  Solís  é  micer  Juan  Vis- 
puchi,  é  á  los  dichos  nuestros  Oficiales  de  la 
Contratación,  para  que  luego  vosotros  lo  asen- 
téis en  el  dicho  padrón  cada  cosa  en  su  lugar^ 
de  manera  que  los  navegantes  sean  más  cau- 
tos y  enseííados  en  la  navegación;  é  manda- 
mos que  ninguno  de  los  dichos  nuestros  pi- 
lotos que  de  aquí  adelante  navegaren  no  vayan 
sin  su  escuadrante  ó  estrolabión  y  el  regi- 
miento para  ello,  so  pena  quel  que  lo  con- 
trario hiciere,  sea  inhábile  para  usar  el  dicho 
oficio,  por  tanto  tiempo  cuanto  fuere  mi  mer- 
ced é  voluntad  é  que  no  lo  pueda  tornar  á 
usar  sin  nuestra  licencia  y  especial  mandado, 
é  más  que  pague  de  pena  mil  (i)  para  las  obras 
de  la  dicha  Casa  de  Contrabtacion;  é  mando  á 
los  dichos  nuestros  Oficiales  que  cada  é  cuan- 
do por  vos  el  dicho  micer  Juan  les  fuere  pe- 
dido el  dicho  padrón  real  para  fazer  otro  ó 
otros  por  él,  que  vos  lo  den,  con  tanto  que 
para  lo  fazer  no  lo  saquéis  déla  dicha  Casa 
de  la  Contratación:  é  porque  lo  suso   dicho 


(i)  Debe  entenderse  maravedís. 


DOCUMENTOS  85 


venga  á  noticia  de  todos  los  dichos  pilotos, 
marineros  é  maestres  é  ninguno  dellos  pueda 
pretender  inorancia,  mando  questa  mi  carta 
sea  apregonada  públicamente  por  las  plazas  é 
mercados  é  otros  lugares  acostumbrados  de 
la  dicha  cibdad  de  Sevilla,  por  pregonero  é 
ante  escribano  público  é  testigos;  é  los  unos 
nin  los  otros,  etc.  Dada  en  Burgos,  á  xxiiii 
de  Julio  de  dxii  años. — Yo  el  Rey. — Por 
mandado  de  Su  Alteza. — Lope  Conchillos. — 
Señalada  del  Obispo  de  Falencia. 

3o  de  Agosto  de  i5i2. 

XXX 

Carta  del  embajador  Juan  Méndez  de  Vas- 
concelos AL  REY  DE  PoRTUGAL  ACERCA  DE 
VARIOS  PARTICULARES  TOCANTES  Á  JuAN  DlAZ 
DE    SOLÍS. 

Torre  do  Tombo, gav.  i5,  m.  lo, n.39. 

Senhor:  Jam  Dias  de  Solís,  o  piloto,  que  me 
Vossa  Alteza  escreveo  que  Ihe  diserao  que  hia 
a  Malaca,  está  aquí:  e  mandeio  muitas  vezes 
buscar^  e  oje  falei  co  ele,  e  veo  co  ele  hu  seu  ir- 
mao,que  diz  que  foi  a  India,  e  que  tem  na  casa 
da  India  maisde  trezentos  ducados.  E  o  que  to- 
meideJoaoDiz  he,quehad'ir  como  vierh'Abril 
co  tres  navios;  a  saber:  hu  de  cento  e  sesenta,  e 


86  JUAN  DÍAZ  DE  SO  LIS 

outro  d'oitenta,  e  outro  de  quarenta  tonés:  diz 
que  ha  d'ir  ver  e  demarcar  o  de  Gástela:  e  a 
pratica  foi  muito  larga;  e  o  que  d'ele  nela  pude 
tirar  he,  que  a  ele  Ihe  parece  que  Malaca  cace 
na  demarca9ao  do  de  Gástela;  e  eu  Ihe  dise 
tudo  o  que  me  pareceo  que  compria  a  voso 
servÍ9o;  e  ele  se  me  fez  muito  agravado  de 
Voss'Alteza  pera  que  se  Ihe  page  o  que  se 
Ihe  deve  na  casa  da  India,  e  que  nem  por 
eles,  nem  por  servir,  nem  por  nada,  nunca 
le  pagarao  hu  soo  rreal  d'oitocentos  cruzados 
que  diz  que  tem  na  casa  da  India:  á  qual 
cousa  Ihe  nao  crí,  porque  ainda  que  nao  fora 
senao  por  descargo  da  conciencia  de  Voss, 
Alteza  se  deverá  de  fazer,  canto  mais  as  táes 
pesoas,  se  bem  servem,  e  que  nao  tem  outra 
cousa  de  que  viver:  e  diz  que  desesperado  de 
se  Ihe  nao  pagar,  se  veo  qua.  Eu  nao  sei 
nada  do  mar,  e  com  tudo  digo,  que  me  pa- 
rece que  ele  fala  no  mar,  como  quem  sabe 
o  que  fala:  e  diseme,  que  Ihe  screverao  de 
Malaca  hua  carta  de  tres  folhas  de  papel,  das 
demarcacoes  é  grados  e  linhas.  por  os  cuaes 
ele  cuida  que  Malaca  he  do  de  qua;  é  diz 
que  taobem  Ihe  screverao  que  Alfonso  d'Al" 
buquerque  fizera  hua  armada  pera  os  chis» 
que  sao  mais  de  quatrocentas  legoas  dentro 
da  demarca^ao  de  Gástela,  e  que  de  Lisboa 
partirá  outra  a  parte  das  Antilhas,  que  muito 
craramente  he  de  Gástela.  Aquí  está  hu  Ou- 


DOCUMENTOS  87 

rives,  a  que  chamao  Joao  Anriquez,  o  qual 
esteve  na  India;  e  tambem  se  me  fez  ai^ra- 
vado,  e  Voss'Alteza  Ihe  deve  certo  denheiro: 
este  me  dice  que  armavao  os  tres  navios  em 
Lepe,  é  que  o  Jam  Dias  hia  por  capitao  prin- 
cipal, e  que  ele  hia  em  hu  dos  navios  por  ca- 
pitao, e  que  aviao  de  partir  em  Marco,  e  que 
ele  sabe  mais  das  alturas  que  Jam  Dias,  e  así 
hu  filho  seu,  e  que  mostrara  que  Malaca  está 
na  demarca^ao  de  Gástela.  Pergunteilhe  o 
que  Ihe  davao,  e  diseme  que  agora  asentara 
có  el  Rey,  e  que  le  davao  cando  servise  vin- 
te  e  cinco  mil,  e  cando  nao,  vinte  mil.  Eq 
dise  a  hum  e  a  outro,  a  cada  hum  por  si,  como 
se  qua  pagavao  estes  asentos,  e  tudo  o  mais 
que  esta  materea  compria;  e  pareceme  que 
se  Vossa  Alteza  dése  este  Joao  Anriquez 
doze  ou  quinze  mil  reis  cad'anno  que  se  irria 
pera  Portugal  a  servirvos,  e  que  levara  seu 
filho,  que  diz  que  sabe  tanto  com'ele.  O  Jam 
Dias  de  Solis,  diz  que  Ihe  dao  qua  duzentos 
cruzados  cad'anno,  e  que  Ihos  pagaos  a  os 
tercos  em  Sivilha  na  Casa  das  Antilhas,  e  mais, 
que  he  piloto  mor,  e  outros  ventos:  este  nao 
sei  se  se  poderia  así  erancar,  porque  diz  que  se 
Ihe  nao  guardarao  jaa  por  duas  vezes  os 
vosos  alvaraes;  mas  com  tudo  boom,  penhor, 
he  ter  ele  la  oitozentos  curzados,  e  o  irmao 
trezentos.  Mas  o  Anriquez  pareceme  que  logo 
se  iria,  porque  ele  e  a  molher  sao  portugue- 


88  JUAN  DÍAZ   DE  SOLIS 

ses;  e  fez-se-me  tao  prove,que  me  foi  necesareo 
darlhe  dinheiro,  por  saber  delle  o  que  pasava 
e  elle  me  dise,  que  de  Sevilha  screveva  ja  a 
Vosa  Alteza  desta  armada  que  se  fazia,  e  que 
escrevera  a  Vosa  Alteza  que  mandase  a  ele 
algum  piloto,  ou  quem  soubese  do  mar,  pera 
Ihe  dar  alguns  avisosque  compriao  á  vosso  ser- 
VÍ90.  Destes  homes  nao  conhe90  nada,  e  eles 
me  dizem  que  cuidao  que  estarao  aquí  pouco 
e  que  se  irao  pera  suas  casas,  que  sao  em 
Sevilha,  a  d'Anriquez,  e  em  Lepe  a  de  Solís; 
mas  por  o  que  deles  me  parece,  folgaria  mui- 
to,  por  o  que  compre  a  vosso  servico,  que 
Vossa  Alteza  mandase  remediar  isto  de  ma- 
neira  que  vos  nao  fa^ao  tal  desservico,  que 
seja  maaode  remediar,  porque  todas  las  cousas 
tem  cometo.  Nosso  Senhor  goarde  e  acre- 
centé a  vida  e  muito  real  estado  de  Vossa 
Alteza  e  Ihe  dé  todo  o  que  deseja.  De  Lo- 
gronho  a  trinta  d' Agosto  de  quinhentos  e 
doce  annos. — Beijo  as  maos  a  Vos  Alteza. — 
JoAO  Mendes  de  Vasconcelos. 


DOCUMENTOS  89 


7  de  Septembre  de  i5i2 

XXXI 

Otra  carta  del   mismo  á  su  señor,   partici- 
pándole LO  QUE  EL  Rey  Católico  le  había 

RESPONDIDO    sobre     CIERTOS    ASUNTOS    DE    ES- 
TADO. 

Senhor: — Oje  ter9a  polla  manhaa  sete  deste 
mes  vierao  aqai  doüs  mocos  d'  estrivera  de 
Vosa  Alteza,  e  me  derao  quatro  cartas  suas, 
é  todas  sao  reposta  d'  outras  minhas;  e  logo 
esta  tarde  fui  al  Rey  voso  Pai,  e  Ihe  lí  toda 
a  carta  grande,  como  o  V.  A.  mandou:  e  que- 
ro logo  dizer  o  que  me  respondeo  ao  primeiro 
capitolo,  q'  era  sobre  as  armadas  que  ele  cui- 
dava  que  forao  a  Portugal,  e  sobre  Pero  Joam 
e  gales. 

Que  o  Pero  Joam  co  as  gales,  a  ida  nao 
fora  por  a  costa  desta  parte,  e  se  fora  por  a 
costa  de  Berbería,  e  isto  receando  de  se  Ihe  re- 
crecer de  qua  algu  daño,  e  taobe  por  fazer  o 
que  fez,  que  foi  tocar  junto  d'  Ourao  a  tomar 
agoa  nuas  fontes  dos  mouros,  e  q  os  mouros 
vierao  a  falar  co  ele,  e  q'  ele  Ihes  dise  que 
Gástela  era  jaa  perdida,  e  q'  o  poder  de  Fran- 
ca vinha  sobr'  ela,  e  q'  el  Rey  de  Fran9a  e  o 
Turco  estavao  concertados  pera  a  destruir  de 


92  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

he:  que   armada    nao  vai  a  Malaca,  senao  a 
descubrir  e  saber  o  de  qua,    e  que  ainda  que 
fose  tao  levé,  e  tao  apasionado,  e  tal  como  Ihe 
dizia,  que  nao  ousaria  a  fazer  cousa  que    nao 
devese,  porque  Ihe  custaria  a  cabeca:  e  a  isto 
Ihe  tinha  eu  ja  dito  cao  pouca  paga  aquela  se- 
ria do  mal  que  ele  podia  fazer,  e  tornoume  a 
dizer  que  ele  nao  iria  soo  nem  por  principal, 
e  que    estevese   V.    A.  muito  certo  que   por 
sua  vontade  nao  se  tocaria  en  vosas  demarca- 
coes,  e  a  isto  estaba  respondido  co  a  mesma 
carta,  e  que  na  casa    da  Contratacao  de  Sevi- 
Iha  o  principal  capitolo  que  havia  pera  os  que 
hiao  d'  armada  ou   a   descobrir,  era   que  nao 
tocasem  em  nhua  cousa  do  de   V.  A.,  e  quo 
o  que  me  disera  do  desejo  que  tinha  de  se  de- 
marcar todo,  de  maneira  que  nuca  Portugal 
e  Gástela  tevesem    nhu    debate,  me  tornava 
agora  a  dizer,  e  que  eu  escrevese  a  V.  A.  que 
V.  A.  cuidase   em  algu    caminho    pera  como 
isto  se  pódese  fazer,  e  que  ele  por  sua  parte 
o  cuidaria,  e  que  folgaria  muito  de  se  achar, 
porq'  ele,  por  ser  velho,devia  de  viver  poucos 
dias,  e  que  neses  esperaba  em  Déos  qu9  nuca 
ouvese  rompimento,   mas  que  iria  muito  des- 
cansado se  ficase  tudo  tao  craro  que   seus  ne- 
tos, e  todos  os  que  deles  viesem,  nao  tivesem 
nuca  causa  de  romper,  e  que  com  isto  folga- 
ria  muito;  mas  com   coanto  Ihe  dise  daquele 
Piloto  portuges,  nuca  me  dise  que  nao  iria:  e 


DOCUMENTOS  QI 


das  novas  do  Soldao,  que  Ihe  parece  coiisa  que 
pode  ser,  e  que  dias  haa  que  Ih'  screverao 
quem  o  podia  saber,  que  o  Turco  oferecera  ao 
Soldao  mestres  pera  fazer  navios  e  artelharia, 
dizendo  que  pera  a  India;  mas  que  Ihe  diziom 
que  no  mar  Roxo  nao  avia  asi  aparelho  pera 
se  poder  fazer  armada,  por  a  lera  ser  esterel. 
K  quanto  a  armada  que  me  disera  que  se 
fazia  em  Lisboa  pera  as  Antilhas,  que  ele  me 
disera  o  que  Ihe  diserao;  m.as  que  cria  o  que 
V.  A.  dizia. 

E  coanto  ao  esbombardear  do  galeao  do 
Papa  nao  dise  outra  cousa  senao  que  aquilo 
erao  cousas  do  mar,  e  que  as  mais  vezes  se 
faziao  sem  ordem. 

E  folgou  de  Ihe  eu  dizer  que  V.  A.  tinha 
mandado  em  seu  rejimento  ao  capitao  que 
andava  d'  armada  no  estreito,  que  acudise  as 
suas  cousas  como  as  cousas  propeas,  e  como 
Ihe  V.  A.  tornara  logo  a  mandar  que  fose 
a  Milila,  e  diseme  que  vo  lo  tinha  em  mercé, 
e  que  asi  mesmo  o  mandava  sempre  aos  seus 
capitaes  que  o  fizesem  em  todo  o  que  tocase 
a  V.  A.,  e  que  asi  se  devia  fazer  de  parte  a 
parte. 

E  coanto  a  armada  que  se  faz  pera  Ma- 
laca, eu  Ihe  tinha  falado  nisto  ha  tres  dias, 
como  adiante  direi,  e  agora  Ihe  lí  o  que  nesta 
carta  de  V.  A.  vinha  sobr  iso,  e  ele  me  res- 
pondeo  o  que  me  jaa  tinha  respondido,  qne 


90  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

todo;  e  que  se  ajuntaseme  fosem  fazer  güera 
a  Ourao,  e  que  nao  curasem  de  pazes,  porque 
nao  avia  em  Gástela  quem  os  socorese,  e  &c., 
e  q'  os  mouros,  como  he  jente  mudavel,  que 
se  ajuntarao  tres  mil  de  cávalo,  e  que  forao 
logo  a  cercar  Ourao,  e  muita  jente  de  pee,  e 
q'  os  que  estavao  dentro  o  fizerao  mui  bee.  de 
nianeira  q'  ele  cria  que  forao  dali  con  muito 
daño:  e  q'  o  Pero  Joam  até  Lisboa  nao  ñzera 
nhu  mal,  como  o  V.  A.  dizia;  mas  q' em  pa- 
sando, fora  logo  a  dar  no  arevalde  de  Bayona 
em  Caliza,  e  queimara  duas  casas,  e  q'  os  da 
térra  o  lancarao  fora,  e  que  dali  fora  a  dar  em 
outro  lugar  da  Igreja  de  Saotiago,  e  que  taobe 
fizera  pouco  daño,  por  estarem  avisados,  mas 
q'  ele  faz  todo  o  que  pode,  e  o  que  deixou  de 
fazer  foi  por  arrecear  o  que  podia  ser;  mas 
quedas,  armadas  e  de  tudo,  ele  creo  que  V.  A. 
diz,  polo  V.  A,  dizer,  e  por  nao  haber  rezao 
pera  outra  cousa,  e  q'  ele  me  mandarla  dar 
hua  bula  das  que  o  Papa  deu  sobre  este  casOr 
pera  V.  A.  poder  dar  por  desculpa  al  Rey  de 
Fran9a  se  quisese,  e  pera  a  ver:  esta  se  se  me 
der,  mándala  hey  a  V.  A.;  e  se  nao,  nao  es- 
pero falar  nela. 

E  as  causas  que  ele  me  tinha  dito  que  o 
moverao  pera  vos  nao  pedir  que  entraseis  na 
Liga,  me  dise  que  ele  tinha  cuidado  das  vo- 
sas cousas  como  das  suas  propeas,  e  que  asi 
o  esperava  que  V.  A.  o  tivese  das  suas.  E  que 


DOCUMENTOS  98 


pois  tenho  as  maos  nesta  materea,  darei  cori- 
ta a  V.  A.  do  que  pasei  com  o  piloto. 

Eu  o  mandei  chamar  alguas  vezes,  e  ouve 
de  vir  aquí  a  minha  pousada,  e  eu  o  cometí 
por  vias,  e  acheio  de  todo  asentado  com  el 
Rey  voso  Pay:  e  com  ele  veo  hu  seu  irmao, 
que  medise  que  se  Ihe  dcvia  na  caza  da  In- 
dia trecentos  curzados,  e  ao  piloto  oitocentos' 
e  que  V.  A .  Ihe  dera  alvaraes  pera  que  Ihos  pa- 
gasem,  e  que  nuca  Ihos  pagarao,  e  &c.,  e  que 
Ihe  faziao  qua  muito  grandes  partidos.  Eu  to- 
mei  por  fundamento  dizer-lhe  verdade  de  cao 
pouco  certo  era  todo  o  q'  aqui  se  asentaba,  e 
como  nuca  secompria,  e  como  o  de  V.  A. 
muito  certo,  o  que  eu  trabalharia  todo  o  que 
pódese  porque  V.  A.leperdoase  e  Ihe  fizese 
mercé;  c  por  aqui;  e  disemeque  ja  Ihe  V.  A. 
mandara  por  aquele  seu  irmao  hu  alvará  de 
seguro,  mas  q'  ele  nao  ousára  d'  ir  lá,  nem 
iria,  q'  avia  medo  q'  o  mandaseis  prender, 
e  por  aqui  escusándose  dizendo,  que  se  lá 
fose,  que  o  averiao  qua  por  sospeitoso,e  &c.,  e 
em  concrusao  que  nao  iria  láa^  e  nao  me  pres- 
tou  cantas  boas  razoes  Ihe  pude  dizer,  que  sao 
notoreas  a  todos:  e  foi  tao  roim,  que  todo  o 
que  pasou  comigo,  foi  logo  dizer  ao  bispo  de 
Palencea,  que  tem  cargo  das  armadas,  eo  bis- 
po de  Palencea  o  dise  logo  al  Rey,  eo  piloto 
acrecentou  ao  bispo,  e  diserao-me  que  o  bispo 
al  Rey:  e  porq  eu  tenho  sabido  q  este  bispo 


94  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

dice  a  Cristovao    Corea,  cando    qua    veo  esta 
vez  deradeira,  alguas  palavras  descorteses,    e 
taobem  porq  agora  fui  certificado  q    este  Pi- 
loto tinha  conceptado  de  dar  ao  mesmo  bispo 
a  metade  do  q  a  sua  parte  viese,  dise  al  Rey 
voso  Pay  como  eu  falara  com  o  piloto,,  e  q  o 
achara  tao  apasionado  e  tal,  que  determinara 
dizer  á  su  Alteza   que  nao  mandase   tal   hoí 
mem  e  de  tal  calidade  a  tamanha  cousa,  porq„ 
aínda  que  fose  tao   justo    coma   Simeao  e  tao 
sesudo    como  Salamao.  por  estar  tao  apasio- 
nado o  nao  podia  fazer  bem,  coanto  mais  q 
era  todo  ao  revés,  e    mais  q   eu  era  certifica- 
do, q  ele  dava  a  metade  do  que  Ihe  viese  ao 
bispo  de  Pálencea  e  ao  sacretario,  e  cuidan- 
do ter  estes  por  sua  parte,  e  seu  siso  he  con- 
dicao:  da    outra  que  nao  seria  muito   ir  por 
os  marcos  na    ilha    da    Madeira;    e  q  eu  via 
nestes   reinos  e  nos  de  V.  A.  duas  vilas  vc- 
zinhas  trazerem    muitas    demandas  sobre    o 
partir  dos  termos,  e  que   coando  as  Justicas 
entendiao  niso,  que  mandavao  tomar  homens 
bóos  e  sem  sospeita,  e  estes  com  juramento 
e  co  as  escreturas,  e  q    estes    muitas    vezes 
nao  bastavao,  coanto  mais  hum  homen  tal  e 
tal;  e  a  tudo  isto  me  respondeo  o  q  agora  e 
q    avia    d  ir   co    ele    hum    veador    que  sabe 
d  iso:  e   procurei  por  saber  quem  era,  e  achei 
que  se  chama    Martim  Daopias,   e   diz  q  he 
bóo  estrolago,  e  nao  está  agora  aqui,  que  diz 


DOCUMENTOS  qS 


q  he  ido  a  Ingraterra,  c  p  esqerao  cada  dia 
por  ele:  homen  he  q  eu  nao  conheco,  neni 
sey  quem  hé. 

Joao  Anriquez  está  aqui,  e  diz  que  cuida 
q  o  mandarao  ir  com  o  Joao  Diz,  e  diseme 
q'escrevese  a  V.  A.  que  compre  muito  a  voso 
servido  mandardes  algu  home  do  mar  a  Se- 
vilha,  porq'eles  cuidao  q'os  despacharao  hum 
dia  destes  a  falar  co  ele,  e  que  vive  junto  co 
as  grades  de  Sevilha:  e  diseme  este  Joao  An- 
riquez q'aviao  d'  ir  direitos  ao  cabo  de  Boa 
Esperanza,  e  d'i  a  Ceilao  e  a  Malaca,  a  qual 
elles  am  q'  stá  na  conquista  e  demarca^ao 
de  Gástela,  e  nisto  nao  ha  mais  que  dizer, 
nem  me  parece  necesareo  falar  com  o  Joao 
Diz,  porq"  stá  de  todo  perdido  de  vento,  cheo 
d'esperancas  do  q'  ha  de  descobrir  e  do  que 
diso  ha  d'aver;  e  nunca  d'el  Rey  voso  Pay, 
antes  d  agora,  nem  agora  com  vosa  carta,  pude 
tirar  q  este  roim  nao  iria,  e  do  máis  muito 
boas  palavras  que  nao  fará,  e  que  nao  irá 
sóo,  e  &c.  V.  A.  veja  o  que  compre  a  seu 
servico,  e  iso  mande  fazer. 

Nisto  que  tenho  escrito  tenho  respondido  a 
todas  as  cartas  de  V.  A.:  agora  direi  as  novas 
daqui. 

Aqui  vierao  este  sábado  pasado  tres  in- 
greses q  estao  en  Fonteravia,  homens  onrados, 
e  hum  deles  hera  o  Tesoureiro  d'el  Rey  d'In- 
gratefa,  e  outro  o  seu   Embaixador,  e  outro 


96  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Sota-capitao  do  capitao  jeral,  os  quaes  el  Rey 
voso  Pay  mandoa  receber  por  estes  Grandes 
ou  algums  deles,  e  fezlhes  muita  onra.  Os 
ingreses  aqui  soltavao  muito  rijo  a  lingoa' 
dizendo  q  avia  perto  de  tres  meses  q'os  tin- 
ham  aly  engañados,  e  que  co  eles  tomarao  o 
reino  al  Rey  de  N avara,  q  era  amigo  d  el  Rey 
d  Ingratera  e  do  Emperador,  e  que  nao  fa- 
ziao  nada  do  q'co  eles  se  asentara  ;  que  os 
leixasem  ir,  ou  comprisem  co  eles;  e  por 
aquí  alguas  palavras  d  homens  apasionados. 
Eles  se  forao  oje:  nao  tenho  sabido  o  recado 
que  levao;  mas  sábelo  hey.  Eles  taobem  se 
queixavao  do  duque  d  Alva,  dizendo  que  cada 
dia  Ihe  escrevia  mil  mintiras,  e  &c.  O  duque 
d  Alva  he  partido  de  Paoplona,  e  parou  em 
Ro9as-vales  ,  que  he  muito  perto  de  Sao- 
Joao-do-Pé-do-Porto,  pera  onde  ele  hia  :  al- 
gums, e  eu  co  eles,  cuidamos  que  tudo  isto 
he  pera  dilatar,  e  q  este  verao  se  nao  fará  mais 
güera  q  a  feita,  e  ficarse-a  voso  Pay  com 
Navara  e  &c.  Outros  dizem  que  se  ajuntarao 
os  ingreses  com  o  duque  d  Alva,  e  juntos 
que  tomarao  algums  lugares  de  Bearné,  onde 
se  detenhao  os  ingreses  este  invernó,  e  se 
isto  ha  de  ser,  ha  de  ser  logo;  e  o  q  eu  sou- 
ber,  V.  A.  o  saberá.  O  capitao  d  el  Rey  de 
Fran9a,  jeral,  que  se  chama  Monseor  de  la 
Palira,  que  está  aqui  junto  de  Bayona  diz 
Almacao  que  cando  soube  q  o  duque  d  Alva 


dücl\mi:ntos  c)7 


hia  a  via  de  U\a,  que  mandou  quebrar  as 
pontes  e  dañar  os  vaaos  coma  quem  nao 
quería  pelejar,  e  que  se  meterá  hum  pouco 
mais  adentro,  dond  estaba  con  sua  jente, 
que  diz  que  sao  de  soldó  treze  mil  infantes, 
é  oitocentas  langas  grosas,  e  niais  de  mil 
cávalos  lijeiros. 

El  Rey  voso  Pay  he  jurado  por  Rey  de 
Navara.  Os  ingreses  ouverao  hum  arroido 
nua  aldea  ond  estavao  algums  deles,  e  diz 
que  matarao  dos  viscainhos  mais  de  corenta, 
e  roubarao  toda  a  aldea.  Diseme  o  duque  de 
Najera  que  sao  mortos  dos  ingreses  de  doen- 
^as  e  idos  bem  cuatro  mil;  e  nunca  fala  senao 
no  desejo  que  tem  pera  servir  V.  A. 

Dom  Jorge  m  escreveo  do  Arayal,  que  Ihe 
disera  o  duque  d  Alva  das  gales  de  Franca 
que  vierao  a  Lisboa,  e  como  forao  bem  tra- 
tadas; e  isto  cuido  eu  que  Iho  mandaría  es- 
crever  el  Rey  voso  Pay. 

El  Rey  voso  Pay  manda  Embaixador  a 
Frandes,  o  cual  he  aragoes,  e  he  comenda- 
dor de  Lam9a:  diz  que  vai  pera  star  lá, 
porq  o  Príncipe  se  vaí  chegando  aos  quator- 
ze  annos,  pera  estar  com  Madama  Margarida 
e  com  ele,  e  os  convocar  ao  que  de  qua  qui- 
serem. 

Agora  nao  sey  mais  q  escrever.   Noso  Sr. 
guarde  e  acrecenté  a  vida  e  muíto  Re^l  esta- 
do a  V.  A.  e  Ihe  dé  o  que  deseja.   De  Lo- 
7 


98  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

gronho  a  sete  de  Setembro  de  noite,  de  quin- 
hentos  e  doze  annos. — Beijo  as  maos  a  Vos. 
Alteza. —  ÍOAO  JVIendes  de  Vasconcelos. 


29  de  Septiembre  de  i5i2 
XXXII 

A.  I.— 139-1-5.  Lib.  IV. 

Real    cédula  por   la  que    se  manda    pagar 
cierta  suma  a  Juan  Díaz  de  Solís 

El  Rey. — Dotor  Sancho  de  Matienzo,  nues- 
tro tesorero  de  la  Casa  de  la  Contratación  de 
las  Indias  que  residís  en  la  ciudad  de  Sevilla, 
ó  vuestro  lugar-teniente.  Yo  vos  mando  que 
de  cualesquier  maravedís  é  oro  de  vuestro 
cargo  dedes  é  paguedes  á  Juan  Diaz  de  Solís, 
nuestro  piloto  mayor,  treinta  y  siete  mili  y 
quinientos  maravedís,  de  que  yo  le  hago  mer- 
ced en  recompensa  de  los  gastos  é  costas 
que  él  tiene  fechos  hasta  agora  en  aderezar  y 
aprestar  el  viaje  que  por  nuestro  mandado 
había  de  hacer;  é  tomad  su  carta  de  pago  del 
dicho  Juan  Diaz  de  Solís,  con  la  cual  y  con 
esta  mi  cédula,  siendo  primero  tomada  la 
razón  della  en  los  libros  desa  dicha  Casa  por 
los  nuestros  oficiales  della.  mando  que  vos 
sean  recibidos  é  pasados  en  cuenta  los  dichos 
treinta  y  siete  mili  é  quinientos  maravedís;  é 


DOCUMENTOS  99 


no  fagades  ende  al.  Flecha  en  Logroño  á 
veinte  y  ocho  de  Septiembre  de  quinientos  do- 
ce años. — Yo  EL  Rey.  —  Por  mandado  de  Su 
Alteza.  —  Lope  Conchillos.  —  Señalada  del 
Obispo  de  Falencia. 

3o  de  Septiembre  de  i5i2 

XXXIII       . 

A.  I.  — I39-I-5,  Lib.  IV. 

Real  cédula  para  que  los  oficlvles  reales 
se  reciban  de  las  especies  compradas  por 
Díaz  de  Solís,  á  quien  se  recomienda  espe- 
cialmente. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  las  Indias  que  residís  en 
Sevilla.  Ya  sabéis  el  asiento  questaba  tomado 
con  Juan  Diaz  de  Solís  para  el  viaje  que 
había  de  facer  en  ir  á  descobrir,  y  porque  al 
presente  yo  he  mandado  suspender  el  dicho 
viaje  fasta  que  se  comunique  con  el  Rey  de 
Portogal,  mi  hijo,  lo  que  toca  á  aquella  na- 
vegación; y  lo  que  el  dicho  Juan  Diaz  tenía 
gastado  en,  aderezar  para  lo  susodicho  po- 
drá servir  para  lo  de  Tierra  Firme,  en  que 
agora,  con  ayuda  de  Nuestro  Señor,  mando 
entender,  segund  que  brevemente  seréis  avi- 
sados: por  ende,  yo  vos  mando  que  veáis 
todo  lo  que  el   dicho  Juan  Diaz  ha  compra- 


lOO  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

do  é  juntado  para  el  dicho  viaje  é  lo  fagáis 
tomar  é  recebir  é  poner  á  recahdo  para  lo  de 
Tierra  Firme,  y  le  recibáis  y  paséis  en 
cuenta  todos  los  maravedís  que  hobiere  pa- 
gado, así  en  las  compras  como  en  los  mara- 
vedís que  hobiere  dado  en  señal  de  las  cosas 
que  habla  igualadas,  y  asimismo  lo  que  ho- 
biere dado  á  alguna  gente  para  en  cuenta  de 
su  sueldo,  y  todo  lo  demás  que  él  tenía  com- 
prado é  consultado  lo  toméis  segund  é  de  la 
manera  quél  lo  tenía  concertado  y  lo  cum- 
pláis según  él  había  de  cumplir,  de  manera 
que  la  palabra  que  tenía  dada  é  asientos  que 
tenía  fechos  se  cumplan;  y  asimismo  le  reci- 
báis en  cuenta  los  maravedís  que  hobiere 
gastado  con  los  homes  que  ha  traído  consigo 
para  aderezar  y  entender  en  lo  susodicho, 
ecebto  lo  que  toca  á  su  persona,  porque  por 
respeto  de  aquéllo,  yo  le  fago  cierta  merced 
de  ayuda  de  costa,  como  por  otra  mi  cédula 
veréis,  y  porque  yo  le  tengo  por  muy  buen 
servidor,  y  como  tal  querría  que  fuese  mirado 
y  tratado,  recibiré  de  vosotros  servicio  que 
en  todo  le  tratéis  y  favorezcáis  como  á  criado 
y  servidor  mío  y  le  hayáis  muy  recomendado; 
é  no  fagades  ende  al.  Fecha  en  Logroño  á 
treinta  días  del  mes  de  Septiembre  de  qui- 
nientos doce  años. — Yo  el  Rey,  etc. 


DOCUMExNTOS  lOt 


Diciembre  de  i5i2  á  Febrero  i5i3 

XXXIV 

Fragmentos  de  la  probanza  hecha  en  Santo 
Domingo  á  petición  del  Fiscal,  de  que  el 
descubrimiento  de  Darien  fué  debido  a 
varios  pilotos  y  no  á  D.  Cristóbal  Colón. 

Las  preguntas  siguientes  sean  hechas  á 
los  testigos  que  fueren  presentados  por  el 
procurador  fiscal  de  Vuestra  Alteza  en  el 
pleito  que  trata  con  el  Almirante  de  las  Indias. 

I. — Primeramente  sean  preguntados  los  di- 
chos testigos  si  conoscen  al  dicho  fiscal  é  al 
dicho  almirante  é  si  le  conoscieron  al  almi- 
rante don  Cristóbal  Colón,  su  padre,  y  al  se- 
ñor don  Juan  de  Fonseca,  obispo  que  agora 
es  de  Falencia,  é  á  Juan  de  la  Cosa  é  Alonso 
de  Hojeda,  é  á  Pero  Alonso  Niño,  é  á  Cris- 
tóbal Guerra,  é  á  Rodrigo  de  Bastidas,  é  á 
Vicente  Yáñez  Pinzón,  é  á  Diego  de  Lepe, 
é  á  Joan  Díaz  de  Solís. 

IX. — ítem,  si  saben  que  después  desto,  Vi- 
cente Yáñez  é  Juan  de  Solís  fueron  á  descu- 
brir por  mandado  de  Su  Alteza  y  descubrie- 
ron adelante  de  la  dicha  tierra  de  Veragua 
lodo  lo  que  hasta  hoy  está  descubierto,  en 
lo  cual  el  dicho  Almirante  no  tocó  ni  descu- 
brió costa  alguna. 


102  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

Declaración  de  Andrés  de  Morales: 
A  la  novena  pregunta  dijo:  que  sabe  que 
los  contenidos  en  esta  pregunta  fueron  á  des- 
cubrir, porque  este  testigo  vio  una  carta  que 
escribieron  los  susodichos  al  Comendador 
Mayor,  que  era  gobernador  en  esta  Isla,  que 
le  hacían  saber  cómo  pasaban,  é  que  se  tiene 
por  cierto  segund  la  relación  é  carta  de  ma- 
rear, quel  Almirante  no  llegó  allí. 

Declaración  de  Alonso  de  Ojeda: 
A  la  novena  pregunta  dijo:  que  la  sabe  co- 
mo en  ella  se  contiene,  porque  este  testigo 
habló  con  el  dicho  Juan  de  Solís  é  con  los 
que  en  su  compañía  habían  ido,  é  porque  vio 
la  figura  que  del  dicho  viaje  trujeron,  é  quel 
Almirante  ni  otra  persona  no  tocó  ni  ha  to- 
cado en  nada  de  toda  la  dicha  Tierra  Firme, 
salvo  en  Veragua  y  en  la  isla  de  Trenidad  y 
en  la  Boca  del  Drago. 

Declaración  de  Nicolás  Pérez: 

A  la  novena  pregunta  dijo,  que  lo  que  sabe 
es  quel  almirante  don  Cristóbal  Colon  des- 
cubrió en  aquel  viaje,  ■  que  fué  á  Veragua 
hasta  el  cabo  de  Gracia  de  Dios,  é  que  de  allí 
adelante  todo  lo  que  está  descubierto  descu- 
brieron Vicente  Añez  é  Juan  Diaz  de  Solis; 
é  questo  que  lo  sabe  este  testigo  por  la  carta 
de  marear  que  trujeron  el  dicho  Vicente  Añez 
y  Solís,  é  que  por  aquello  se  regían  agora 
todos  los  que  van  [á]  aquellas  partes. 


DOCUMENTOS  I03 


Declaración  de  Juan  de  Salcedo: 
A  la  novena  pregunta  dijo:    que  oyó  decir 
lo  contenido  al  dicho  Viceinte  Añez  é  ¿  los 
otros  que  con  él  venían    en   el  dicho  navio. 

Declaración  de  Rodrigo  de  Bastidas: 

A  la  novena  pregunta  dijo:  que  lo  que  sabe 
es  que  Viceinte  Añez  y  Juan  Díaz  de  Solís 
fueron  á  descubrir  abajo  de  Veragua  por 
aquella  costa,  é  que  no  sabe  qué  tanto  des- 
cubrieron, ni  menos  sabe  si  el  almirante  an- 
tes quellos  había  tocado  en  aquello  que  los 
sobredichos  descubrieron,  pero  que  sabe  este 
testigo  que  los  unos  y  los  otros  y  todos  estos 
han  descubierto  la  dicha  tierra  que  dicen 
firme,  es  todo  en  una  costa  con  lo  quel  dicho 
Almirante  primero  descubrió,  porque  este  tes- 
tigo lo  ha  visto  lo  más  dello  y  tiene  dello 
plática. 

Declaración  de  Antón  García: 

A  la  novena  pregunta  dijo:  que  la  sabe 
porque  este  testigo  vio  la  figura  de  lo  que  ha- 
bía descubierto  el  dicho  Juan  Diaz. 

Declaración  de  Diego  de  Morales: 

A  la  novena  pregunta  dijo,  que  vio  venir 
á  los  contenidos  en  la  dicha  pregunta  á  esta 
Isla,  de  descubrir,  é  que  lo  oyó  decir  que  ha- 
bían pasado  adelante  de  Veragua  mucha  tierra 
y  lo  al  contenido  en  la  dicha  pregunta  dijo 
que  no  lo  sabe. 


JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS  IO4 


(Las  declaraciones  siguientes  fueron  pres- 
tadas en  Sevilla  en  el  mes  de  Febrero  de  i5i3,) 

Declaración  de  Diego  Cabezudo,  marinero, 
vecino  de  la  villa  de  Palos. 

A  la  novena  pregunta  dijo:  que  al  tiempo 
quel  dicho  Vicente  Añez  é  Juan  de  Solís 
fueron  á  descubrir,  este  testigo  estaba  en  esta 
cibdad  de  Sevilla,  é  vido  ir  á  los  dichos  Vi- 
cente Añez  é  Juan  de  Solís  é  gente  con  ellos, 
é  se  decía  públicamente  que  por  mandado  de 
Sus  Altezas  iban  á  descubrir  tierra  los  di- 
chos Vicente  Añez  é  Juan  de  Solís,  é  dende 
á  cierto  tiempo,  estando  este  testigo  en  la 
Isla  Española,  fué  público  que  los  dichos 
Juan  de  Solís  é  Vicente  Añez  venían  de  des- 
cubrir tierra  adelante  de  la  dicha  isla,  é  que 
habían  descubierto  la  tierra  que  es  adelante 
de  Veragua,  é  que  después  habló  este  testigo 
con  marineros  que  fueron  este  viaje  é  dijeron 
que  habían  descubierto  la  dicha  tierra  que 
está  adelante  de  la  dicha  Veragua. 

Declaración  de  Pedro  de  Ledesma,  piloto 
del   Rey,  nuestro  señor,  vecino  de  Sevilla: 

A  la  novena  pregunta  dijo:  queste  testigo 
fué  en  compañía  de  Vicente  Añez  é  Juan  de 
Solís  por  mandado  de  Su  Alteza ,  é  vido 
quel  dicho  Vicente  Añez  é  Juan  de  Solís 
descubrieron  adelante  de  la  tierra  de  Vera- 
gua á  una  parte  á  la  vía  del  norte  todo  lo 
que  fasta  hoy  está  ganado,   desde  la  isla  de 


DOCUMENTOS  I05 


Gualasa  fasta  el  norte,  é  que  en  estas  tierras 
se  llaman  Chavañín  é  Pintigua,  é  allegaron 
por  la  vía  del  norte  fasta  veinte  é  tres  gra- 
dos é  medio,  é  que  en  esto  no  anduvo  el  di- 
cho don  Cristóbal  Colón  ni  lo  descubrió  ni 
lo  vido. 

Declaración  de  Vicente  Añez  Pinzón,  ca- 
pitán de  Sus  Altezas,  vecino  de  Sevilla: 

A  la  novena  pregunta  dijo:  que  este  tes- 
tigo é  Juan  de  Solís  fueron  por  mandado  de 
Sus  Altezas  é  descubrieron  toda  la  tierra 
que  fasta  hoy  está  descubierta,  desde  la  isla 
de  Guanaxa  fasta  la  provincia  de  Camarona; 
yendo  la  costa  de  luengo,  facia  el  oriente  está 
otra  provincia  que  se  llama  Chabañín  é  Pin- 
tigua, que. descubrióla  este  testigo  é  Juan  de 
Solís,  é  que  así  mismo  descubrieron  yendo 
la  costa  de  luengo,  una  grand  bahía  que  le 
pusieron  la  Gran  Bahía  de  la  Navidad,  é  que 
de  allí  descubrió  este  testigo  las  sierras  de 
Caria  é  otras  tierras  de  más  adelante,  é  que 
á  estas  provincias  nunca  el  dicho  don  Cris- 
tóbal Colón  ni  otro  por  él  llegó. 

Declaración  de  Bartolomé  Roldan: 

A  la  novena  pregunta  dijo:  que  sabe  que 
los  contenidos  en  la  pregunta  fueron  á  des- 
cubrir por  mandado  de  Su  Alteza,  é  que  oyó 
decir  que  habían  pasado  adelante  de  lo  que 
había  descubierto  el  dicho  almirante  don  Cris- 


I06  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

tóbal  Colon,  é  que  lo  había  oído  decir  á  Vi- 
centi  Anez,  é  á  otro  que  se  dice  Maldonado, 
é  á  Juan  de  Santander,  é  á  otras  personas 
que  iban  en  la  dicha  armada,  é  que  así  mis- 
mo este  testigo  lo  ha  visto  por  la  carta  de 
navegar,  é  que  este  testigo  no  ha  oído  decir 
quel  Almirante  tocase  en  ninguna  destas 
provincias  que  los  dichos  descubridores  des- 
cubrieron, salvo  que  es  todo  una  costa.  Pre- 
guntado cómo  sabe  que  es  todo  una  costa,  dijo 
que  lo  sabe  por  lo  que  ha  andado  é  ha  visto 
por  las  figuras  de  la  carta  del  navegar. 

5  de  Junio  de  i5i3 

XXXV 

A.  I.— I39-I-4,  Lib.IV,  fol.  170 

Real  cédula  por  la  que  se  ordena  de  nuevo 
que  las  cartas  de  marear  se  hagan  con- 
forme á  lo  que  estaba  mandado. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  las  Indias,  &.  Por  parte  de 
Juan  de  Vespuche,  nuestro  piloto,  me  es  fecha 
relación  que  yo  hobe  mandado  dar  una  cédu- 
la en  esta  guisa. 

El  Rey,  etc.  (Aquí  la  real  cédula  de  24  de  Ju- 
lio de  i5i2  que  lleva  el  número xxvni.)  Eque  no 
embargante  la  dicha  cédula  suso  encorporada, 


DOCUMENTOS  IO7 


muchas  personas,  se  entremeten  á  hacer  car- 
tas, deciendo  que  á  cabsa  de  no  ser  apregona- 
da  la  dicha  mi  carta,  las  pueden  hacer.  Supli- 
cóme le  mandase  dar  mi  sobrecarta  della 
para  que  mejor  fuese  guardada  é  complida,  la 
cual  fuese  pregonada  públicamente  porque 
veniese  á  noticia  de  todos,  ó  como  la  mi  mer- 
ced fuese;  por  ende,  yo  vos  mando  que  veáis  la 
diclia  cédula  que  de  suso  va  encorporada  é  la 
guardéis  é  cumpláis  é  fagáis  guardar  é  cum- 
plir en  todo  é  por  todo,  segund  que  en  ella  se 
contiene,  é  contra  el  tenor  é  forma  della  no 
consintades  ni  deis  lugar  que  persona  ni  per- 
sonas algunas  se  entremetan  á  hacer  cartas 
de  marear  contra  el  tenor  é  forma  de  lo  con- 
tenido en  la  dicha  mi  cédula,  é  si  algunas  per- 
sonas contra  ello  fueren  ó  pasaren,  executéis 
en  ellos  y  en  sus  bienes  las  penas  en  que 
caen  y  encurren  los  que  usan  de  oficios  para 
que  no  tienen  poder  ni  facultad;  é  porque  ven- 
ga á.  noticia  de  todos,  mando  que  esta  mi  cé- 
dula sea  pregonada  en  las  plazas  y  mercados 
y  otros  lugares  acostumbrados  de  la  dicha 
ciudad  por  pregonero,  ante  escribano  público; 
é  no  fagades  ende  al.  Fecha  en  Valladolid  á 
cinco  días  del  mes  de  Junio  de  quinientos 
é  trece  años. — Yo  el  Rey. — Refrendada  y 
señalada  de  los  sobredichos. 


I08  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

14  de  Diciembre  de  i5i3 

XXXVI 


Archivo  g-eneral  de  Simancas.— Li- 
bros de  Cédulas  de  la  Cámara, 
n.  3i,  fol.  70  V. 


Real  cédula  por  la  que  se  conceden  á  Dl\z 

DE    SOLÍS  LOS  bienes    DE  UN    SUICIDA. 

El  Rey. — Por  cuanto  por  parte  de  vos  Juan 
Diaz  de  Solís,  nuestro  piloto  mayor,  me  fué 
fecha  relación  que  un  Antón  de  San  Gil,  ve- 
cino de  Carbonera  la  Mayor,  se  ahorcó  y  de- 
sesperó, é  que  por  ello  sus  bienes  pertenecen 
á  nuestra  Cámara  é  Fisco,  é  me  suplicastes  é 
pedistes  por  merced  vos  hiciese  merced  dellos, 
é  yo- acatando  los  servicios  que  me  habéis 
fecho  é  hacéis  continuamente,  por  la  presente 
vos  hago  merced  é  trespaso  cualquier  derecho 
ó  acción  que  á  nuestra  Cámara  en  cualquier 
manera  pertenezca  á  los  dichos  bienes,  por 
la  dicha  causa,  é  vos  doy  poder  é  facultad 
para  que  en  nombre  de  la  dicha  nuestra  Cá- 
mara é  para  vos  podáis  pedir  é  demandar  lo 
susodicho  ante  cualesquier  justicias  é  jueces 
que  dello  deban  conocer,  é  hagáis  todas  las 
diligencias  que  convengan  é  menester  sean 
hasta  la  sentencia  difinitiva,  como  en  caso 
vuestro  propio  haríades,  é  perteneciendo  á  nos 


DOCUMENTOS  IO9 


por  la  sentencia  ó  sentencias  que  se  dieren, 
seyendo  pasadas  en  cosa  juzgada,  los  bienes 
del  dicho  Antón  de  Sant  Gil  ó  cualquier  parte 
dellos,  sean  aquéllos  vuestros,  agora  é  de 
aquí  adelante  para  siempre,  y  como  de  tales 
podáis  disponer  á  vuestra  voluntad ;  é  por 
esta  mi  carta  mando  á  cualesquier  justicias 
é  jueces  á  quien  perteneciere  el  conocimiento 
de  lo  susodicho  que  vos  hayan  por  parte  bas- 
tante para  ello,  é  conforme  á  lo  susodicho, 
llamadas  las  partes,  determinen  lo  que  fuere 
justicia,  é  vos  hagan  dar  é  entregar  á  vos  ó 
á  quien  vuestro  poder  hobiere,  todo  lo  que 
fuere  sentenciado  y  aplicado  á  nuestra  Cá- 
mara por  sentencias  pasadas  en  cosa  juzgada, 
segund  dicho  es,  para  que  dello  hagáis  como 
de  cosa  vuestra  propia,  é  que  en  ello  ni  en 
parte  vos  no  pongan  ni  consientan  poner 
embargo  ni  impedimento  alguno.  Fecha  en 
Madrid  á  xxnii  días  del  mes  de  Diciembre  de 
mili  é  quinientos  é  trece  años. — Yo  el  Rey. 
— Refrendada  del  secretario  Conchillos. — Se- 
ñalada de  Zapata  é  Carvajal. 


no  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


ig  de  Enero  de  i5i4 

XXXVII 

Archivo    greneral    de    Simancas.  —  Li- 
bros de  Cédulas  déla  Cámara,  n.  3o, 
'  fol.  ii3  y  n.  32,  fol.  177, 

Dos  ANOTACIONES  TOCANTES  AL  PERMISO  DE  SA- 
CAR TRIGO  DE  Andalucía,  concedido  A  Juan 
Díaz  de   Solís. 

En  Madrid,  á  xix  de  Enero  de  dxiiii  se  dio 
una  cédula  de  saca  de  trescientos  cahizes  de 
trigo  del  Andalucía  é  reino  de  Granada  para 
cualquiera  tierra  de  xpianos  para  Juan  de 
Solís,  piloto  de  Su  Alteza,  con  término  de 
siete  meses  y  señalada  de  Fonseca. 

El  dicho  día  (i)  se  despachó  una  cédula  de 
prorrogación  á  Juan  Diaz  de  Solís  de  la  saca 
de  trescientos  cahizes  de  trigo  de  que  Su  Al- 
teza le  hizo  merced  por  ocho  meses.  Firmada 
del  Rey.  Refrendada  de  Quintana.  Señalada 
de  Zapata  y  Carvajal. 


(i)  No  consta  la  fecha,  aunque  debe  ser  poco  poste- 
rior á  la  de  la  precedente. 


DOCUMENTOS  I  I  I 


22  de  Enero  de  1614 

XXXVIII 

Archivo  general  de  Simanca. —  Li- 
bros de  Cédulas  de  la  Cámara, 
n.  3i,  fol.  1 1 5. 

Real  cédula  por  la  que  se  manda  al  corre- 
gidor DE  Segovia  que  informe  sobre  cierta 

CASA    de    mancebía    QUE     SOLICITABA     DlAZ    DE 
SOLÍS. 

El  Rey. — Corregidor  ó  juez  de  residencia 
de  la  ciudad  de  Segovia,  ó  vuestro  lugarte- 
niente. Por  parte  de  Juan  Diaz  de  Solís,  mi 
piloto  mayor,  me  es  fecha  relación  que  en  esa 
ciudad  no  solía  haber  mancebía,  é  quel  Regi- 
miento desa  ciudad  mandó  que  las  mugeres 
del  mundo  estoviesen  y  ganasen  de  fuera  de 
la  cerca,  é  que  á  causa  de  algunas  dueñas  que 
vivían  encima  de  los  muros,  las  echaron  de 
allí,  y  el  dicho  Regimiento  les  dio  un  pedazo 
de  corral  donde  se  retrujesen,  sin  que  la 
ciudad  lleva  ninguno  interese;  é  que  un  hom- 
bre, sin  tener  merced  ni  título  para  ello,  se 
metió  á  tener  cargo  de  las  dichas  mugeres,  é 
me  suplicó  é  pidió  por  merced  le  hiciese  mer- 
ced de  la  dicha  casa  y  que  á  su  cargo  esto- 
viese,  ó  como  la  mi  merced  fuese:  é  porque 
yo  quiero  ser  informado  dello,  yo  vos  mando 


112  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

que  luego  questa  mi  carta  veáis,  llamadas  y 
oídas  las  partes  á  quien  toca,  hagáis  informa- 
ción cómo  y  de  qué  manera  ha  pasado,  y 
pasa  lo  susodicho,  ó  quien  tiene  agora  cargo 
de  las  dichas  mugeres  é  con  qué  título  y  á 
quc^  parte  estaban  agora  y  en  qué  sitio  y 
quién  se  le  dio,  é  qué  puede  rentar  en  cada 
un  año,  é  si  pertenece  á  nos  y  podemos  hacer 
[merced]  della  á  quien  nuestra  voluntad  fuerej 
y  por  qué  causa  y  de  todo  lo  demás  que  os  pa- 
reciere que  convenga  para  yo  ser  mejor  infor- 
mado; y  la  información  habida,  firmada  de 
vuestro  nombre  é  signada  del  escribano  ante 
quien  pasare,  cerrada  y  sellada  en  manera  que 
haga  fee,  la  dad  á  la  parte  del  dicho  Juan 
de  Solís  con  vuestro  parecer,  para  que  la 
traya  ante  mí  é  yo  la  mande  ver  y  proveer  lo 
que  más  convenga;  é  no  fagades  ende  al. 
Fecha  en  Madrid  á  xxn  días  del  mes  de  Enero 
de  mili  é  quinientos  é  catorce  años. — Yo  el 
Rey. — Refrendada  del  Secretario  Conchillos. 
— Señalada  de  Zapata  y  Carvajal. 


DOCUMENTOS  ll3 


•jí.\  de  Noviembre  de  i5i4 

XXXIX 

Real  cédula  para  que  se  entreguen  cuatro 

MIL    ducados    al    contador      LÓPEZ      DE      Re- 
CALDE.   (l) 

El  Rey.  —  Doctor  Sancho  de  Matienzo, 
nuestro  tesorero  de  la  Contratación  de  las  In- 
dias, que  reside  en  la  cibdad  de  Sevilla:  yo 
vos  mando  que  de  cualquier  oro  que  sea  á 
vuestro  cargo,  ó  del  primero  que  viniere  á  la 
Casa,  deis  é  entreguéis  á  Juan  López  de  Recal- 
de,  mi  contador  de  la  Contratación,  cuatro 
mili  ducados  de  oro,  que  son  un  cuento  é  qui- 
nientos mili  maravedís,  pagándogelos  en  esta 
manera:  los  mili  ducados  á  principio  del  mes 
de  Enero,  primero  del  año  venidero  de  qui- 
nientos é  quince,  é  los  otros  mili  ducados 
para  en  fin  del  mes  de  Marzo  siguiente,  é  los 
otros  dos  mili  ducados  restantes  para  media- 
do el  mes  de  Abril  del  dicho  año,  los  cuales 
son  para  que  él  los  gaste  en  ciertas  cosas 
complideras  á  mi  servicio  que  yo  le  he  man- 
dado, é  tomad  su  carta  de  pago,  con  la  cual  é 
con  esta  mi  cédula,  siendo  asentada  en  los  li- 


(i)  Esta  cédula  y  las  siguientes,    salvo  indicación  en 
contrario,  se  encuentran  en  el  Archivo  de  Indias,  «Pa- 
tronato», estante  I,  cajón  I,  legajo  1/26,  ramo  6." 
8 


114  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 


bros  de  la  dicha  Casa,  mando  que  vos  sean 
recebidos  en  cuenta  los  dichos  cuatro  mili  du- 
cados de  oro. — Fecha  en  Mansilla  á  veinte  y 
cuatro  días  de  Noviembre  de  quinientos  é  ca- 
torce años. — Yo  EL  Rey,  etc. 


24  de  Noviembre  de  i5i4 

XL 

Real  cédula  para  que  se  entreguen  cuatro 
mil  ducados  a  juan  dlaz  de  solís 

El  Rey. — Juan  López  de  Recalde,  mi  con- 
tador de  la  Casa  de  la  Contratación  de  las  In- 
dias, que  residís  en  la  cibdad  de  Sevilla:  ya 
sabéis  cómo  por  otra  mi  cédula  vos  he  man- 
dado cobrar  del  Doctor  Matienzo,  tesorero  de 
la  dicha  Casa,  cuatro  mili  ducados  de  oro, 
que  son  un  cuento  y  quinientos  mili  marave- 
dís: por  ende,  yo  vos  mando  que  deis  é  pa- 
guéis los  dichos  cuatro  mili  ducados  á  Juan 
Diaz  de  Solís,  mi  piloto  mayor,  en  esta  ma- 
nera: los  mili  ducados  para  principio  de  Ene- 
ro del  año  venidero  de  quinientos  é  quince,  é 
otros  mili  ducados  para  en  fin  del  mes  de 
Marzo  primero  del  dicho  año,  é  los  otros  dos 
mili  ducados'restantes  para  mediado  Abril  del 
dicho  año,  los  cuales  son  para  hacer  cierto 
viaje,  como  vos  sabéis,  é  dádgelos  é  pagádge- 


DOCUMExNTOS  Il5 


los  á  los  dichos  plazos,  é  tomad  su  carta  de 
pago,  con  la  cual  é  con  esta  mi  cédula,  sin 
otro  recabdo  alguno,  mando  que  vos  sean  re- 
cebidos  é  pasados  en  cuenta  los  dichos  cua- 
tro mili  ducados. — Fecha  en  Mansilla  á  24 
dias  de  Noviembre  de  quinientos  é  catorce 
años. — Yo  EL  Rey. — Por  mandado  de  Su  Al- 
teza.— Lope  Gonchillos. 


24  de  Noviembre  de  i5i4 

XLI 

Re.\l  cédula  para  que  se  permita  á  Dl'\z  de 
solis  partir  para  su  segundo  viaje,  y  se 
le  entreguen  ciertas  armas. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  las  Indias,  que  residís  en 
la  cibdad  de  Sevilla.  Porque  Juan  Diaz  de  So- 
lís,  mi  piloto  mayor,  va  con  mi  licencia  y  á 
su  costa  é  de  algunos  parcioneros  que  para 
ello  contribuyen  con  él,  más  adelante  de  lo 
que  él  é  Vicentiáñez  Pinzón  descubrieron  en 
el  primer  viaje,  yo  vos  mando  que  dejéis  ir 
el  dicho  viaje  al  dicho  Juan  de  Solís  é  á  Fran- 
cisco de  Coto,  su  hermano,  é  á  Francisco  de 
Torres,  su  cuñado,  mis  pilotos,  que  han  de 
ir  con  él,  sin  les  poner  en  ello  impedimento 
alguno,  y  deis  al  dicho  Juan  de  Solís  para  ello 


Il6  JUAX  DÍAZ  DE  SOLÍS 

todo  el  favor  é  ayuda  que  hobiere  menester, 
é  dalde  prestadas  cuatro  lombardas  de  unas 
grandes  que  están  en  la  Casa  de  la  dicha 
Contratación,  con  sus  servidores  é  pelotas,  é 
todos  aparejos  é  la  pólvora  que  fuere  menes- 
ter para  dos  años  é  medio,  é  asimesmo  sesen- 
ta coseletes  con  sus  armaduras  de  cabeza,  de 
los  que  están  en  la  dicha  Casa,  recibiendo 
del  dicho  Juan  de  Solís  solamente  conosci- 
miento  firmado  de  su  nombre  de  como  los  re- 
cibe, é  queda  que  cuando  volviere  del  dicho 
viaje  los  tornará  á  esa  Casa,  segund  é  de  la 
manera  que  los  trajere,  que  con  el  dicho  co- 
noscimiento  é  con  esta  mi  cédula  mando  que 
vos  sean  recebidas  é  pasadas  en  cuenta  las 
dichas  cuatro  lombardas,  con  todos  los  dichos 
aparejos 'é  los  dichos  sesenta  coseletes;  é  no 
faí^ades  ende  al. — Fecha  en  Mansilla  á  veinte 
y  cuatro  días  de  Noviembre  de  quinientos  é 
catorce  años. — Yo  el  Rey,  etc. 

24  de  Noviembre  de  i5i4 

XLII 

Real  cédula  para  que  se  favorezca  y  ayude 
Á  Díaz  de  Solís. 

El  REY.-T-Juan  López  de  Recalde,  nuestro 
contador  de  la  Casa  de  la  Contratación  de  las 
Indias,  que  reside   en   Sevilla.    Por   otra  mi 


DOCUMENTOS  11/ 


carta  que  escribo  á  vos  é  á  los  otros  nuestros 
oficiales  de  esa  Casa,  veréis  cómo  Juan  Diaz 
de  Solís,  mi  piloto  mayor,  va  con  mi  licencia 
á  su  costa  é  de  algunos  parcioneros,  que  para 
ello  contribuyen  con  él,  más  adelante  de  lo 
que  él  y  Vicentiánez  Pinzón  descubrieron  en 
el  primer  viaje,  é  á  todos  vos  envío  á  man- 
dar que  lo  ayudéis  é  favorezcáis  en  todo  lo 
que  pudiéredes,  según  más  largamente  veréis 
por  la  dicha  carta,  é  porque  vos  teméis  más 
dispusición  para  ayudar  al  dicho  Juan  Diaz  á 
su  bueno  é  breve  despacho,  yo  vos  mando 
que  toméis  especial  cuidado  dello  é  trabajéis 
todo  lo  que  ser  pueda  para  que  sea  bien  des- 
pachado, é  hacerme  héis  saber  lo  que  se  hicie- 
re, que  en  ello  me  serviréis. — De  Mansilla  á 
veinte  y  cuatro  días  del  mes  de  Noviembre  de 
quinientos  catorce  años. — Yo  el  Rey,  etc. 


24  de  Noviembre  )5i4 

XLIII 

Real  cédula  por  la  que  se  comete  á  Juan 
López  de  Recalde  el  despacho  de  la  ar- 
mada de  Díaz  de  Solis. 

El  Rey. — Juan  López  de  Recalde,  nuestro 
contador  de  la  Casa  de  la  Contratación  de  las 
Indias,  de  Sevilla.  Juan  Diaz  de  Solís,  nuestro 


Il8  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

piloto  mayor,  vino  á  me  hacer  saber  como  él 
tiene  personas  que  le  ayuden  con  cinco  mili 
ducados  é  más  para  armar  é  ir  á  descubrir  por 
las  espaldas  de  Tierra  Firme  una  buena  parte 
de  lo  que  pertenesce  á  la  Corona  Real  de  estos 
reinos,  é  que  haciéndole  yo  merced  de  cua- 
tro mili  ducados,  él  armará  é  descubrirá  mili 
é  ochocientas  leguas  de  lo  que  pertenesce  á 
estos  reinos,  que  está  por  descubrir;  é  yo,  visto 
cuanto  conviene  que  aquéllo  se  descubra  lo 
más  pronto  que  ser  pueda,  viendo  que  al  pre- 
sente no  hay  aparejo  para  proveerse  como 
convernía,  é  que  esperándose  tiempo  para  po- 
derlo hacer,  habrá  mucha  dilación,  mandé  to- 
mar con  el  dicho  Juan  de  Solís  el  asiento  que 
veréis,  é  porque  el  viaje  que  ha  de  hacer  con- 
viene que  sea  muy  secreto,  por  muchas  cab- 
sas,  é  que  se  despache  con  toda  diligencia  é 
que  lleve  buen  recabdo  de  gente  é  mante- 
nimientos, conforme  á  lo  capitulado,  confian- 
do que  ninguno  lo  hará  esto  así  como  vos, 
por  vuestra  habilidad  é  por  ^1  entrañable  de- 
seo que  tenéis  de  me  servir,  acordé  que  la 
persona  á  quien  se  cometiese  el  despacho 
dello  fuésedes  vos,  confiando  en  lo  que  he 
dicho  y  en  la  buena  diligencia,  cuidado  y  se. 
creto  que  en  ellopornéis  é  teméis,  é  mando 
que  se  os  entreguen  los  cuatro  mili  ducados 
que  en  esto  se  han  de  gastar,  para  que  por 
vuestra  mano  se  den  al  dicho  Juan  de  Solís, 


é 


DOCUMENTOS  I  I9 

é  que  todo  lo  que  se  hiciere  sea  á  vuestro 
contentamiento:  por  ende,  yo  vos  mando  que 
veáis  el  dicho  asiento  é  conformé  á  él  hagáis 
todo  lo  que  fuere  menester  para  el  buen  des- 
pacho del  dicho  Juan  de  Solís,  en  el  cual 
trabajaréis  todo  lo  posible,  como  en  cosa  que 
mucho  toca  á  nuestro  servicio;  é  porque  al 
presente,  como  sabéis,  no  hay  dinero  en  esa 
Gasa,  é  son  necesarios  mili  ducados  para 
principio  de  Enero,  por  servicio  mío,  que  vos 
los  busquéis  prestados  y  se  paguen  del  pri" 
mero  dinero  que  viniere;  é  por  el  dicho  asien- 
to veréis  que  se  han  de  proveer  dos  personas, 
uno  para  factor  y  otro  para  contador  y  escri- 
bano del  dicho  viaje,  é  yo  querría  que  fuesen 
de  mucha  confianza  é  recaudo:  tened  cuidado 
de  pensar  desde  agora  qué  personas  serán  és- 
tas, y  avisadme  dello. — Fecha  en  Mansilla  á 
veinte  y  cuatro  días  de  Noviembre  de  qui- 
nientos é  catorce. — Yo  el  Rey,  etc. 


24  de  Noviembre  de  i5i4 

XLIV 

Real  cédula  en  la  que  se   ordena  anticipar 
Á  Díaz  de  Solís  año  y  medio  de  su  sueldo. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  las  Indias,  que  residís  en 


120  JUAN  DÍAZ   DE  SOLIS 

Sevilla.  Porque  como  por  otra  mi  carta  veréis, 
Juan  Diaz  de  Solís,  mi  piloto  mayor,  con  mi 
licencia  é  por  me  servir  [va]  cierto  viaje,  yo  vos 
mando  que  le  paguéis  todo  lo  que  hobiere 
de  haber  de  su  salario  é  ayuda  de  costa  que 
de  nos  tiene  con  el  dicho  oficio  de  piloto  ma- 
yor hasta  el  día  que  hiciere  vela,  é  más  año 
é  medio  adelantado,  porque  pueda  dejar  bien 
proveída  su  casa  de  lo  que  hobiere  menester, 
que  con  esta  mi  cédula  é  libranza  de  vosotros 
é  carta  de  pago  suya,  mando  que  sea  rece- 
bido  en  cuenta  á  vos  el  nuestro  tesorero  de 
la  dicha  Casa,  lo  que  en  ello  montare;  é  no 
fagades  ende  al.  Fecha  en  Mansilla  á  veinte 
y  cuatro  días  de  Noviembre  de  quinientos  ca- 
torce años. — Yo  EL  Rey,  etc. 


24  de  Noviembre  de  i5i4 

XLV 

Real  cédula  por  la  que  se  autoriza  á  Dlvz 
DE  Solís  para  fabricar  en  Lebrija  5oo  quin- 
tales DE  bizcocho. 

El  Rey. — Por  cuanto  vos,  Juan  Diaz  de 
Solís  habéis  de  hacer  por  mi  mandado  ocho- 
cientos quintales  de  bizcocho  para  el  provei- 
miento de  ciertos  navios  que  habéis  de  llevar 
en  nuestro  servicio  á  las  Indias,  é  porque  mejor 


DOCUMENTOS  121 


é  más  brevemente  lo  hagáis,  por  la  presente  vos 
doy  licencia  c  facultad  para  que  podáis  hacer  é 
hagáis  los  díichos  ochocientos  quintales  de  biz- 
cocho en  la  villa  de  Librixa,  que  es  tierra  de  la 
cibdad  de  Sevilla,  no  embargante  cualquier 
ordenanza  ó  estatuto  ó  prohibición  que  en  con- 
trario haya,  que  para  en  cuanto  á  esto  yo  dis- 
penso con  ello,  é  mando  al  asistente  é  otras 
justicias  é  jueces,  así  de  la  dicha  cibdad  de 
Sevilla  como  de  otras  cualesquier  partes,  que 
vos  dejen  é  consientan  hacer  el  dicho  bizco- 
cho en  la  dicha  villa  de  Librixa,  libremente, 
sin  vos  poner  en  ello  embargo  ni  impedi- 
mento alguno;  é  los  unos  nin  los  otros,  no 
fagan  ende  al.  Fecha  en  Mansilla  á  veinte  y 
cuatro  días  de  Noviembre  de  quinientos  ca- 
torce años. — Yo  EL  Rey,  etc. 


24  de  Noviembre  de  i5i4 

XLVI 

Real  cédula  en  que  se  ordena  á  las  justi- 
cias FAVOREZCAN  Á  DÍAZ  DE  SOLÍS  PARA  QUE 
SE    LE  DÉ  LA    POSESIÓN  DE    CIERTAS  TIERRAS. 

El  Rey.  — Consejo,  asistente,  alcaldes,  al- 
guacil mayores,  veinticuatro,  caballeros,  escu- 
deros, oficiales  é  homes  buenos  de  la  muy 
noble  é  muy  leal  cibdad  de  Sevilla.    Yo   he 


122  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

fecho  merced  á  Juan  Diaz  de  Solís,  nuestro 
piloto  mayor,  de  ciertas  tierras  en  término 
de  Librixa,  como  veréis  por  la  merced  que 
lleva,  é  porque  me  ha  mucho  servido  é  sirve 
continuamente  é  gastado  mucho  en  una  pri- 
sión que  le  fué  fecha,  sin  él  tener  culpa,  é  por 
mejor  me  servir  se  ha  venido  á  avecindar  á 
la  dicha  villa  de  Librixa,  por  cuyas  cabsas 
querría  que  en  todo  fuese  favorescido  é  ayu- 
dado: por  ende,  yo  vos  ruego  y  encargo  mu- 
cho que  no  deis  lugar  que  en  el  cumplimiento 
de  la  dicha  merced  se  le  ponga  ningún  im- 
pedimento, antes  le  favoreced  para  que  lue- 
go se  le  dé  la  posesión  é  la  goce  é  tenga  sin 
ninguna  contradición,  que  en  ello  recibiré  de 
vosotros  placer  é  servicio.  Fecha  en  Mansilla 
á  veinte  é  cuatro  días  del  mes  de  Noviembre 
de  mili  é  quinientos  é  catorce  años. — Yo  el 
Rey,  etc. 

Diósele  una  provisión  patente  en  que  se  le 
hace  merced  de  la  tercia  parte  de  las  tierras 
que  hay  en  ciertos  montes  baldíos  de  tierra 
de  Librixa,  perteneciendo  á  Su  Alteza,  sobre 
que  se  hobo  información,  é  llámanse  los  lla- 
nos de  Huerta  é  Acecal  é  del  Hardal  é  los 
Lomos  de  Carrizal. 


DOCUMENTOS  123 


24  de  Noviembre  de    i5i4 

XLVII 

Real  cédula  al  asistente  de  Sevilla  encar- 
gándole LO  MISMO 

El  Rey. — Don  Juan  de  Silva,  asistente  de 
la  muy  noble  é  muy  leal  cibdad  de  Sevilla. 
Como  veréis  por  la  carta  que  á  esa  cibdad  es- 
cribo, yo  he  fecho  merced  á  Juan  Diaz  de  Solís, 
mi  piloto  mayor,  de  ciertas  tierras  en  término 
de  Librixa,  é  porque  por  las  cabsas  que  allí 
digo,  querría  que  éste  fuese  ayudado  é  favo- 
rescido,  yo  vos  ruego  y  encargo  trabajéis  como 
aquéllo  se  cumpla,  é  que  en  todo  lo  que  vos 
le  pudierdes  ayudar  é  favorecer,  así  en  esto 
como  en  lo  que  más  le  tocare,  lo  hagáis,  que 
en  ello  recibiré  de  vos  placer  é  servicio.  De 
Mansilla  á  veinte  y  cuatro  días  de  Noviembre 
de  quinientos  é  catorce  años. — Yo  el  Rey,  etc. 

24  de  Noviembre  de  ]5i4 

XLVIII 

Real  cédula  á  las  autoridades   de  Lebrija 
sobre  lo  mismo 

El  Rey. — Consejo,  justicia,  regidores,  caba- 
lleros, escuderos,  oficiales  é  homes  buenos  de 


124  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

la  villa  de  Librixa.  Porque  Juan  Diaz  de  Solís, 
mi  piloto  mayor,  por  mejor  me  poder  servir  se 
va  á  vivir  é  avecindar  en  esa  villa,  yo  é  la  se- 
renísima Reina  é  Princesa,  mi  muy  cara  é  muy 
amada  hija,  le  habemos  fecho  merced  de  cier- 
tas tierras  de  los  montes  desa  villa,  que  son 
de  las  que  vosotros  pedíades  licencia  á  la 
cibdad  de  Sevilla  para  poder  labrar  é  des- 
montar, é  porque  el  dicho  Juan  de  Solís  nos 
ha  mucho  servido  é  sirve  continuamente,  é 
yo  tengo  voluntad  de  le  favorecer  é  hacer 
merced;  por  ende,  yo  vos  encargo  que  en  el 
cumplimiento  de  la  dicha  merced  no  le  pon- 
gáis ni  consintáis  poner  embargo  ni  impedi- 
mento alguno,  antes  en  estoy  en  todo  lo  que 
demás  le  tocare  le  ayudad  é  favoreced,  como  á 
criado  y  servidor  nuestro,  que  en  ello  mucho 
me  serviréis.  De  Mansilla,  á  veinte  y  cuatro 
días  de  Noviembre  de  quinientos  catorce  años. 
— Yo  EL  Rey. — Por  mandado  de  Su  Alteza. — 
Lope  Conchillos,  etc. 


DOCUMENTOS  125 


'24  de  Noviembre  de  i5i4 

XLIX 
Real  cédula  por  la  que  se  prorroga  A  Díaz 

DE  SOLÍS  EL    plazo  PARA    SACAR  CIERTOS    CAHÍ- 
CES   DE    TRIGO. 

El  Rey. — Por  cuanto  poruña  mi  cédula  di 
licencia  é  facultada  vos,  Juan  Díaz  de  Solis, 
mi  piloto  mayor,  para  que  por  ciertos  puertos 
pudiésedes  sacar  del  Andalucía  é  remo  de 
Granada,  para  llevar  á  cualquier  parte  de  tie- 
rra de  cristianos  que  quisiéredes,  trescientos 
cahices  de  trigo,  dentro  de  nueve  meses,  según 
más  largamente  en  la  dicha  cédula  se  contie- 
ne, é  agora,  por  vuestra  parte,  me  es  fecha 
relación  que  á  cabsa  de  algunas  ocupaciones 
que  habéis  tenido  no  habéis  podido  sacar  el 
dicho  pan,  y  el  dicho  térniino  es  ya  cumplido, 
é  me  suplicástes  é  pedístes  por  merced  vos 
lo  prorrogase,  ó  como  la  mi  merced  fuese,  é 
yo  por  vos  hacer  merced,  por  la  presente  alar- 
go é  prorrogo  el  dicho  término  por  otros 
nueve  meses  primeros  siguientes,  que  corran 
é  se  cuenten  desde  el  día  de  la  fecha  desta  mi 
cédula  en  adelante,  dentro  de  los  cuales  es 
mi  merced  é  mando  que  podáis  sacar,  confor- 
me á  la  dicha  mi  primera  cédula,  los  dichos 
trescientos  cahices  de  trigo,  bien  así  é  á  tan 


126  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

cumplidamente  como  lo  pudiérades  sacar  den- 
tro de  los  nueve  meses  en  ella  contenidos;  é 
los  unos  nin  los  otros  no  fagan  endeál.  Fecha 
en  Mansilla,  á  veinte  y  cuatro  días  de  Noviem- 
bre de  quinientos  é  catorce  años. — Yo  el 
Rey,  etc. 

24  de  Noviembre  de  1514 

L 

Real  cédula  por  la  que  se  concede  A  Dl\z  de 

SOLISEL  QUE   pueda  llevar  A   LeBRIJA  CIERTO 
TRIGO    PARA    PROVEIMIENTO    DE    SU    CASA. 

El  Rey. — Por  cuanto  por  parte  de  vos  Juan 
Diaz  de  Solís,  mi  piloto  mayor,  me  fué  fecha 
relación  que  á  cabsa  que  en  la  villa  de  Lepe, 
donde  tenéis  vuestra  casa  é  asiento-,  no  se 
cojeningund  pan,  é  hay  mucha  necesidad  dello 
querríades  traer  lo  que  hobiésedes  menester 
para  el  proveimiento  de  vuestra  casa,  é  me 
suplicástes  é  pedístes  por  merced  vos  diese 
licencia  é  facultad  para  que  de  tierra  de  Xerez 
de  la  Frontera  ó  del  término  de  Trebuxena 
podáis  sacar  por  el  caño  de  Albentos,  hasta 
veinte  cahices  de  pan  cada  año,  ó  como  la  mi 
merced  fuese,  é  yo  por  vos  hacer  bien  é  mer- 
ced, acatando  los  servicios  que  nos  habéis  fe- 
cho, tóvelo  por  bien,  é  por  la  presente  es  mi 


DOCUMENTOS  12' 


merced  évoluntad  que  de  aquí  adelanteen  cada 
un  año,  cuanto  mi  merced  é  voluntad  fuere,  vos 
ó  quien  vuestro  poder  hobiere,  podáis  sacar  é 
saquéis  del  dicho  término  de  Xerez-ó  deTrebu- 
xena  é  cargar  por  el  dicho  caño  de  Albentos 
veinte  cahices  de  trigo  .para  lo  llevar  á  la  dicha 
villa  de  Lepe,  é  por  esta  mi  carta  mando  á  la 
persona  ó  personas  que  por  nos  tienen  cargo 
de  la  guarda  de  la  saca  del  pan  de  la  dicha 
Andalucía,  é  á  los  arrendadores  é  recaudado- 
res, alcaldes  de  sacas  é  cosas  vedadas,  diez- 
meros,  aduaneros  é  portadgueros  éal  Consejo, 
regidores,  justicias  é  jueces  de  la  dicha  cib- 
dad  de  Xerez  é  de  Trebuxena  é  otras  personas 
cualesquier  á  quien  lo  susodicho  toca  é  ata- 
ñe é  atañer  puede,  así  á  los  que  agora  son 
como  á  los  que  serán  de  aquí  adelante,  que  á 
vos  ó  á  la  persona  é  personas  que  el  dicho 
vuestro  poder  tovieren,  dejen  é  consientan 
comprar  los  dicho  veinte  cahices  de  trigo  en 
cada  un  año,  é  los  cargar  é  llevar  por  el  dicho 
caño  de  Albentos  á  la  dicha  villa  de  Lepe,  por 
virtud  desta  mi  carta  de  licencia,  sin  vos  pe- 
dir en  ningún  año  otra  mi  carta  ni  licencia 
ni  mandamiento  para  ello,  sin  que  vos  sea 
puesto  ningún  impedimento,  pagando  á  los 
arrendadores  é  recaudadores  los  derechos  del 
cargo  é  descargo  é  otros  derechos,  conforme 
á  la  ley  del  ordenamiento  é  del  cuaderno  é  á 
las  condiciones  con  que  se  arriendan  las  núes- 


128  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

tras  rentas  les  debiéredes  é  vSóis  obligado  á 
pagar,  no  embargante  cualquier  prohibición 
é  vedamiento  que  por  nuestro  mandado  esté 
puesto  para  que  no  se  pueda  sacar  ningún  pan, 
con  que  tomen  é  reciban  de  vos  ó  de  la  per- 
sona ó  personas  que  en  vuestro  nombre  sa- 
care el  dicho  pan,  fianzas  llanas  é  abonadas 
que  lo  llevarán  á  la  dicha  villa  de  Lepe,  é  no 
á  otra  parte  alguna,  éque  dentro  de  un  término 
convenible  les  traeréis  en  cada  un  año  testi- 
monio de  cómo  se  descargó  en  la  dicha  villa 
y  es  para  proveimiento  de  vuestra  casa,  é  que 
asienten  en  las  espaldas  desta  mi  cédula  como 
se  fuese  sacando  el  dicho  pan  para  que  en 
cada  un  año  no  se  pueda  sacar  más  de  los 
dicho  veinte  cahíces;  é  los  unos  nin  los  otros 
no  fagades  ende  al. — Fecha  en  iMansilla,  á 
veinte  é  cuatro  días  de  Noviembre  de  qumien- 
tos  catorce  años. — Yo  el  Rey,  etc. 

24  de  Noviembre  de  i5i4 

LI 

Real  cédula  en  la  que  se  ordena  á  Francisco 
Coto    se   aliste  para  partir  con  Díaz  de 

Solís. 

El  Rey. — Francisco  Coto,  mi  piloto:  porque 
Juan  Diaz  de  Solís,  vuestro  hermano,  mi  piloto 
mayor,  va  con  mi  licencia  cierto  viaje  en  que 


DOCl'M'JNTOS  ^  129 


mucho  seré  del  é  de  vos  servido,  yo  vos  man- 
do que  vos  dispongáis  á  ir  con  él,  é  con  la 
presente  vos  envío  mi  cédula  para  que  seáis 
pagado  un  aílo  adelantado  desde  que  partié- 
redes,  porque  dejéis  proveída  vuestra  casa;  é 
demás  que  el  viaje  será  para  provecho  é  hon- 
ra vuestra,  yo  seré  de  vos  en  ello  servido,  se- 
gún más  largamente  sabréis  del  dicho  Juan 
de  Solís,  á  quien  me  remito.  De  Mansilla  á 
veinte  y  cuatro  días  de  Noviembre  de  quinien- 
tos é  catorce. — Yo  el  Rey,  etc. 


•24  de  Noviembre  de  1514 

LII 

Real  cédula  por  la  que  se  manda  adelantar 
Á  Francisco  Coto  un  AíÑo  de  sueldo. 

El  Rey. — Nuestros  Oñciales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  las  indias,  de  Sevilla:  por- 
que como  por  otra  mi  carta  veréis,  Francisco 
Coto,  mi  piloto,  va  cierto  viaje  con  Juan  Diaz 
de  Solís,  su  hermano,  mi  piloto  mayor,  yo  vos 
mando  que  paguéis  al  dicho  Francisco  Coto 
todo  lo  que  hobiere  de  haber  de  su  salario 
que  de  nos  tiene  con  el  dicho  oficio  de  piloto 
fasta  el"  día  que  hiciere  vela,  é  raás  un  año 
adelantado,  porque  pueda  dejar  bien  proveída 
su  casa  de  lo  que  hobiere  menester,  que  con 
9 


I  3o  JUAN   DÍAZ  DE  SOLIS 

esta  mi  cédula  é  libranza  de  vosotros,  é  carta 
de  pago  suya,  mando  que  sea  recebido  en 
cuenta  á  vos  el  nuestro  tesorero  de  la  dicha 
Casa,  lo  que  en  ello  montare.  Fecha  en  Man- 
silla  á  veinte  y  cuatro  días  de  Noviembre  de 
quinientos  é  catorce  años. — Yo  el  Rey,  etc. 


•24  de  Noviembre  de  i5i4 

Lili 

Real  cédula  por  la  que  se  recibe   de  piloto 
A  Francisco  de  Torres. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Gasa  de 
la  Contratación  de  las  Indias  que  residen  en 
Sevilla:  mi  merced  é  voluntad  es  de  tomar  é 
recebir  por  mi  piloto  á  Francisco  de  Torres 
en  lugar  é  por  vacación  de  Blas  de  Solís,  su 
cuñado,  ya  difunto,  que  haya  é  tenga  de  mí 
de  salario  con  el  dicho  oficio  en  cada  un  año 
los  mesmos  maravedís  que  el  dicho  su  her- 
mano tenía  para  nos  servir,  en  la  manera  é 
según  que  él  era  obligado:  porque  vos  mando 
que  quitéis  é  restéis  de  los  libros  de  esa  di- 
cha Casa  al  dicho  Blas  de  Solís  é  los  mara- 
vedís que  de  nos  tenía  con  el  dicho  oficio,  é 
pongáis  é  asentéis  en  ellos  al  dicho  Francis- 
co de  Torres,  é  le  libréis  los  dichos  maravedís 
este  presente    año  desde   el    día    de  la  fecha 


DOCUMENTOS  l3l 


desta  mi  códula  hasta  en  fin  del,  é  de  ende  en 
adelante  en  cada  un  año,  l\  los  tiempos  é  se- 
gún é  cómo  é  cuando  libráredes  á  los  otros 
mis  pilotos  los  semejantes  maravedís  que  de 
mí  tienen,  é  asentad  el  traslado  desta  mi  carta 
en  los  dichos  libros  é  tornad  este  original  so- 
bre escrita  de  vosotros  al  dicho  FVancisco  de 
Torres  para  que  lo  él  tenga,  é  no  fagades  en- 
de al. — Fecha  en  Mansilla  á  veinte  y  cuatro 
días  de  Noviembre  de  quinientos  é  catorce 
años. — Yo  EL  Rey,  etc. 


24  de  Noviembre  de  1014 

LIV 

Real  cédula    por    la  que    se   participa    su 
nombramiento  á  francisco  de  torres. 

El  Rey. — Francisco  de  Torres:  por  la  bue- 
na relación  que  de  vuestra  persona  é  habi- 
lidad me  ha  fecho  Juan  Diaz  de  Solís,  mi 
piloto  mayor,  é  á  su  suplicación  yo  vos  he 
recebido  por  mi  piloto,  como  veréis  por  el 
asiento  que  os  lleva:  tened  cuidado  de  servir, 
como  espero  que  lo  faréis,  según  la  buena 
información  que  de  vos  Juan  de  Solís  me  ha 
fecho,  é  porque  él  va  cierto  viaje  que  os  dirá, 
en  que  espera  ser  aprovechado  él  é  los  que 
con  él  fueren,  seré  servido  que  vos  vais  en  su 


I  32  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

compañía,  que  para  que  dejéis  vuestra  casa 
proveída  envío  á  mandar  que  demás  de  lo 
que  hobiéredes  de  haber  hasta  el  día  que  par- 
tiéredes,  vos  socorran  con  un  año  adelantado, 
segund  que  sobre  todo  más  largamente  vos 
informará  el  dicho  Juan  de  Solís,  á  quien  me 
remito. — De  Mansilla  á  veinte  y  cuatro  días 
de  Noviembre  de  quinientos  catorce  años. — 
Yo  EL  Rey,  etc. 


24  de  Noviembre  de  i5i4 

LV 

Real  cédula  por  la  que  se  ordena  adelantar 
un  año  de  sueldo  a  francisco  de  torres. 

El  Rey. — Nuestros  oñciales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  las  Indias,  que  residís  en 
la  cibdad  de  Sevilla:  porque,  como  por  otra 
mi  carta  veréis,  Francisco  de  Torres,  mi  pi- 
loto, va  cierto  viaje  con  Juan  Diazde  Solís, 
su  cuñado,  mi  piloto  mayor,  yo  vos  mando 
que  paguéis  al  dicho  Francisco  de  Torres 
todo  lo  que  hobiere  de  haber  de  su  salario 
que  de  nos  tiene  con  el  dicho  oficio  de  piloto 
hasta  el  día  que  hiciere  vela,  é  más  un  año 
adelantado,  porque  pueda  dejar  bien  proveída 
su  casa  de  lo  que  hobiere  menester,  que  con 
esta  mi  cédula  é  libranza  de  vosotros  é  carta 


DOCUMENTOS  1 33 


de  pago  suyii,  mando  que  sea  recebido  en 
cuenta  á  vos  el  nuestro  tesorero  de  la  dicha 
Casa  lo  que  en  ello  montare;  é  no  fagades 
ende  al. — Fecha  en  Mansilla  á  veinte  y  cua- 
tro días  de  Noviembre  de  quinientos  catorce 
años. — Yo  EL  Rey,  etc. 


24  de  Noviembre  de  i5i4 

LVI 

Instrucciones  dadas  á  Francisco  de  Mar- 
quina  Y  Pedro  de  Alarcón,  en  que  se  con- 
tiene EL  asiento  celebrado  POR  EL  ReY  CON 

Juan  Díaz  de  Solís  y  las  instrucciones  que 
debía   llevar. 

El  Rey. — Lo  que  vos  Francisco  de  Mar- 
quina  é  Pedro  de  Alarcón  habéis  de  hacer  en 
el  cargo  que  lleváis  de  nuestros  factor  é  con- 
tador y  escribano  en  el  viaje  que  Juan  de  So- 
lís, nuestro  piloto  mayor,  hace  por  nuestro 
mandado,  es  lo  siguiente,  etc.: 

Miraréis  con  mucho  cuidado  en  el  camino 
de  aquí  á  Sevilla  el  asiento  que  mandamos 
tomar  con  el  dicho  Juan  Diaz  de  Solís,  para 
que  veáis  lo  que  es  obligado  á  hacer  é  cum- 
plir para  hacer  el  dicho  viaje,  que  lo  uno  é  la 
otro  es  en  la  manera  siguiente,  etc. 


1 34  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

El  Rey. — Lo  que  es  asentado  é  concertado 
con  vos  Juan  Díaz  de  Solís,  mi  piloto  mayor, 
en  el  viaje  que  por  mi  mandado  habéis  de 
hacer  en  ir  á  descubrir  por  las  espaldas  de 
Castilla  del  Oro  é  de  allí  adelante,  es  lo  si- 
guiente, etc.: 

Primeramente,  que  yo  vos  mande  dar  para 
el  dicho  viaje  cuatro  mili  ducados  de  oro,  los 
mili  para  el  primero  día  de  Enero  del  año  ve- 
nidero de  quinientos  é  quince,  é  los  otros  mili 
para  en  fin  de  iMarzo  siguiente,  é  los  otros 
dos  mili  á  mediado  el  mes  de  Abril  del  dicho 
año,  los  cuales  se  pornán  en  poder  de  Juan 
López  de  Recalde,  mi  contador  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  Sevilla,  para  que  él  vos 
los  dé  y  entregue  á-  los  tiempos  susodichos, 
etcétera. 

ítem,  que  vos  seáis  obligado  á  llevar  en  el 
dicho  viaje  tres  navios  que  sean  suficientes 
para  ello,  el  uno  de  sesenta  toneles  é  los 
otros  dos  de  cada  treinta  toneles,  y  en  ellos 
habéis  de  llevar  sesenta  personas  é  manteni- 
mientos para  dos  años  é  medio,  á  vista  é  con- 
tentamiento del  dicho  contador  Juan  Ló- 
pez, etc. 

ítem,  que  yo  no  sea  obligado  á  pagar  de 
entrada  ni  de  salida  sueldo  de  gente  ni  otra 
cosa  alguna,  salvo  los  dichos  cuatro  mili  du- 
cados, etc. 

ítem,  que  vos  el  dicho  Juan  de   Solís  seáis 


DOCUMENTOS  I 35 


obligado  de  irá  las  espaldas  de  la  tierra  don- 
de agora  está  Pedro  Aray  (Arias),  mi  capitán 
general  é  gobernador  de  Castilla  del  Oro,  é 
de  allí  adelante  ir  descubriendo  por  las  dichas 
espaldas  de  Castilla  del  Oro  millé  setecientas 
leguas,  é  más,  si  pudiéredes,  contando  desde 
la  raya  de  la  demarcación  que  va  por  la  punta 
de  la  dicha  Castilla  del  Oro,  adelante  de  lo 
que  no  se  ha  descubierto  hasta  agora ,  con 
tanto  que  no  toquéis  en  costa  alguna  de  las 
tierras  que  pertenescen  á  la  Corona  Real  de 
Portugal,  so  pena  de  muerte  é  perdimiento 
de  bienes  para  nuestra  cámara;  porque  nues- 
tra voluntad  es  que  lo  asentado  é  capitulado 
entre  estos  reinos  é  los  reinos  de  Portugal  se 
guarde  é  cumpla  muy  enteramente,  etc. 

ítem,  que  de  todo  lo  que  Nuestro  Señor  vos 
diere  é  hobiéredes  en  el  dicho  viaje,  yo  haya 
de  llevar  é  lleve  la  tercia  parte,  é  la  otra  ter- 
cia parte  sea  para  vos  é  las  personas  que 
contribuyerdes  en  la  costa  que  se  ha  de  ha- 
cer en  el  dicho  viaje,  las  cuales  no  han  de 
saber  cosa  alguna  del;  é  la  otra  tercia  parte 
sea  para  la  gente  que  con  vos  fuere,  repartién- 
dolo vos,  como  os  pareciere  é  según  con  ellos 
lo  hobiéredes  concertado;  é  que  yo  no  haya 
de  llevar  ni  lleve  quinto  ni  otro  derecho  al- 
guno, demás  de  la  dicha  parte. 

ítem,  que  yo  haya  de  nombrar  é  nombre 
dos  personas  de  confianza   servidores  míos? 


1 36  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

para  que  vayan  con  vos  el  dicho  viaje,  el  uno 
para  que  sea  nuestro  factor  é  reciba  la  dicha 
tercia  parte  que  yo  he  de  haber  de  todas  las 
cosas  que  en  él  se  hobieren,  y  el  otro  nues- 
tro contador  y  escribano  ante  quien  pase  todo 
é  tenga  la  cuenta  é  razón  dello,  é  que  vos  no 
podáis  hacer  rescate  ni  negociación  alguna 
sino  en  su  presencia,  é  que  al  tiempo  que 
hobiéredes  cada  cosa,  hagáis  juntamente  con 
el  dicho  fator  y  escribano  partición  y  le  entre- 
guéis al  dicho  fator  la  tercia  parte  que  yo  he 
de  haber,  é  las  otras  dos  que  vos  queden  pa- 
ra que  dispongáis  dellas  conforme  á  lo  suso- 
dicho, etc. 

ítem,  que  yo  vos  mande  dar  prestadas  cua- 
tro lombardas,  de  unas  grandes  que  están  en 
la  dicha  Casa  de  la  Contratación  de  Sevilla, 
é  sesenta  coseletes  con  sus  armaduras  de  ca- 
beza, de  los  que  están  en  la  dicha  Casa,  con 
tanto  que  seáis  obligado  á  lo  tornar  todo 
cuando  volviéredes  del  dicho  viaje,  de  la  ma- 
nera que  lo  trajéredes,  etc. 

ítem,  que  seáis  obligado  á  partir  é  hacer 
vela  con  las  dichas  carabelas  por  todo  el 
mes  de  Septiembre  del  dicho  año  de  quinien- 
tos é  quince  años. 

Otrosí:  porque  vos  el  dicho  Juan  de  Solís 
no  queréis  al  presente  suplicarme  que  vos 
haga  ninguna  merced,  ni  asentar,  ni  capitu- 
lar sobre  ello  cosa  alguna,  sino  dejáislo    para 


documi-:ntos  i3j 


que,  vistos  los  servicios  que  vos  hiciéredes 
que  asi  seáis  remunerado,  yo  digo  que  lo  mi- 
raré é  haré  con  vos,  de  manera  que  seáis  sa- 
tisfecho é  recibáis  mercedes  por  vuestros  ser- 
vicios, etc. 

ítem,  que  por  vos  hacer  merced,  para  ayuda 
de  vuestra  costa  os  mandaré  dar  vuestra  qui- 
tación é  ayuda  de  costa  al  tiempo  de  vuestra 
partida,  año  y  medio  adelantado,  para  dejar 
proveída  vuestra  casa,  como  hombre  que  ha 
de  ir  tan  largo  viaje,  etc. 

ítem,  que  mandaré  ir  con  vos  á  vuestro 
hermano,  y  en  lugar  de  otro  que  ha  falescido, 
recibiré  por  mi  piloto  á  Francisco  de  Torres, 
vuestro  cufiado,  hermano  de  vuestra  muger, 
pues  decís  que  es  persona  suíiciente  para  ser- 
vir é  ir  también  con  vos,  é  para  [que]  dejen  pro- 
veídas sus  casas,  les  mandaré  dar  un  año  ade- 
lantado de  sus  salarios,  etc. 

Por  ende,  guardando  é  cumpliendo  vos,  el 
dicho  Juan  de  Solís,  todo  lo  aquí  contenido, 
que  á  vos  pertenesce  hacer,  yo  por  la  presen- 
te vos  seguro  é  prometo  que  mandaré  cum- 
plir con  vos  la  dicha  capitulación,  sin  ninguna 
falta.  Fecha  en  la  villa  de  Mansilla  á  veinte  é 
cuatro  días  de  Noviembre  de  quinientos  é 
catorce  años. — Yo  el  Rey. — Por  mandado  de 
Su  Alteza. — Lope  Conchillos,  etc. 


1 38  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

El  Rey. — Lo  que  vos  Juan  Diaz  de  Solís, 
mi  piloto  mayor,  habéis  de  hacer  para  lo  del 
viaje  que  en  hora  buena  habéis  de  llevar  á 
descubrir  en  las  espaldas  de  Castilla  del  Oro 
es  lo  siguiente,  etc. 

Habéis  de  ir  á  Sevilla  é  dar  mi  carta  que 
lleváis  al  contador  Juan  López  é  mostrarle 
todo  el  despacho,  é  concertar  con  él  la  paga 
que  os  ha  de  hacer  de  los  mili  ducados  para 
principio  del  mes  de  Enero  del  año  venidero 
de  quinientos  é  quince  años,  é  lo  que  entre- 
tanto pudiéredes  proveer,  hacerlo  héis  con 
toda  diligencia. 

Platicares  con  el  dicho  contador  todo  lo 
que  se  ha  de  hacer  é  proveer  para  vuestro 
viaje,  é  tomaréis  su  parecer,  é  así  lo  poned 
en  obra  con  toda  diligencia  é  cuidado,  con- 
forme al  asiento  que  con  vos  mandé  tomar. 

Hacerme  héis  saber  Ío  que  hicierdes,  hasta 
que,  placiendo  á  Dios,  embarquéis,  porque  yo 
sepa  en  el  estado  en  que  tuviéredes  el  nego- 
cio é  se  provea  lo  que  convenga. 

Habéis  de  mirar  que  en  esto  ha  de  haber 
secreto  é  que  ninguno  sepa  que  yo  mando 
dar  dineros  para  ello,  ni  tengo  parte  en  el 
viaje,  fasta  la  tornada,  porque  la  gente  que 
con  vos  fuere  no  se  altere  en  decir  que  quieren 
sueldo  ni  parte;  antes  habéis  de  decir  é  publi- 
car que  vos  é  vuestros  hermanos  é  gente  á 
vuestra   costa  is  [á]  aquellas   partes,  bajo  de 


DOCUMENTOS  I Sq 


donde  está  Pedro  Arias,  é  que  yo  vos  hago 
merced  de  licencia  para  ello  é  de  las  dichas 
lombardas  é  armas  para  el  dicho  viaje. 

Habéis  de  tener  mucho  cuidado  en  mirar 
que  no  toquéis  en  manera  alguna  en  ninguna 
de  las  tierras  que  pertenescen  á  la  Corona  Real 
de  Portugal,  porque  nuestra  voluntad  es  que 
lo  asentado  é  capitulado  entre  estos  reinos  é 
los  de  Portugal  se  guarde  é  cumpla  muy  en- 
teramente, etc. 

Luego  como  llegáredes  á  las  espaldas  de 
donde  estuviere  Pedrarias,  enviarle  héis  un 
mensagero  con  cartas  vuestras  para  mí,  ha- 
ciéndole saber  todo  lo  que  hobiéredes  visto 
hasta  allí,  y  enviadme  la  figura  de  aquella 
costa,  é  lo  mesmo  que  me  escribiéredes  es- 
cribid también  á  Pedrarias  y  enviadle  también 
otra  figura  de  la  dicha  costa  como  la  que  a 
mí  enviáredes,  é  continuaréis  vuestro  camino, 
é  si  la  dicha  Castilla  del  Oro  quedare  isla  ó 
hobiere  abertura  por  donde  podáis  enviar 
otras  cartas  vuestras  á  la  isla  de  Cuba,  en- 
viadme otro  hombre  por  allí,  haciéndome  sa- 
ber lo  que  hobiéredes  hallado  después  que 
me  hobiéredes  escrito  por  vía  de  Pedrarias;  é 
la  figura  de  lo  que  hobiéredes  descubierto, 
escribidme  largo,  é  particularmente  lo  que 
pensardes  vos  de  allí  adelante. 

La  manera  que  habéis  de  tener  en  el  tomar 
de  la  posesión  de  las  tierras  é  partes  que  descu- 


140  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

briéredes  ha  de  ser  que  estando  vos  en  la  tierra 
ó  parte  que  descubriéredes,  hagáis  ante  escri- 
bano público,  y  el  más  numero  de  testigos 
que  pudierdes  é  los  más  conoscidos  que  ho- 
biere,  un  abto  de  posesión  en  nuestro  nombre, 
cortando  árboles  é  ramas  é  cavando  é  haciendo, 
si  hobiere  dispusición,  algún  pequefio  edificio, 
é  que  sea  en  parte  donde  haya  algún  cerro  se- 
ñalado ó  árbol  grande,  é  decir  cuantas  leguas 
está  de  la  mar,  poco  más  ó  menos,  é  á  qué  parte 
é  qué  señas  tiene  é  haced  allí  hacer  una  horca  é 
que  algunos  pongan  demanda  ante  vos  é  como 
nuestro  capitán  é  juez  lo  sentenciéis  é  deter- 
minéis de  manera  que  en  todo  toméis  la  dicha 
posesión,  la  cual  ha  de  ser  por  aquella  parte  don- 
de la  tomarédes  é  por  todo  su  partido  é  pro- 
vincia ó  isla,  é  dello  sacaréis  testimonio  sig- 
nado del  dicho  escribano,  en  manera  que  faga 
fée.  Fecha  en  Mansilla,  á  veinte  y  cuatro 
días  del  mes  de  Noviembre  de  mili  é  quinien- 
tos é  catorce  años. — Yo  el  Rey,  etc. 

Luego  como  llegáredes  á  la  dicha  cibdad, 
daréis  al  contador  Juan  López  de  Recalde,  mi 
carta  que  para  él  lleváis,  é  informaros  héis  del 
muy  particularmente  de  todo  lo  que  se  ha  pro- 
veído para  el  dicho  viaje,  é  vos  el  dicho  nues- 
tro contador  y  escribano  tomaréis  entera  ra- 
zón de  los  navios  que  hay,  del  artillería  é  mu- 
niciones é  bastimentos  é  gente  é  otras  cosas 
que  llevan,  etc. 


DOCUMENTOS  I4I 


Asimesmo  vos  el  dicho  contador  tomaréis 
alarde  de  la  g-ente  que  va,  é  trabajaréis  que 
sea  útil  é  provechosa,  como  para  tal  viaje  es 
menester,  etc. 

Tomaréis  relación  de  todo  4o  que  el  dicho 
Juan  de  Solís  é  las  personas  que  fueren  en  el 
dicho  viaje  llevaren  para  rescatar,  para  que 
después  no  se  pueda  hacer  ningún  fraude,  etc. 

Trabajaréis  c(3mo  todo  lo  en  el  dicho  asien- 
to é  instrucción  contenido,  se  cumpla  sin 
ninguna  falta;  habéis  de  hacer  todo  buen  tra- 
tamiento al  dicho  Juan  de  Solís,  honrándole 
como  á  persona  á  quien  Nos  habemos  dado  el 
cargo  que  lleva,  porque  lo  rnesmo  hará  él  á 
vosotros,  é  amos  habéis  de  estar  muy  confor- 
mes para  todas  las  cosas  en  nuestro  servicio, 
é  trabajar  de  no  atravesar  en  cosa  ninguna  con 
el  dicho  Juan  de  Solís,  sino  que  todo  lo.  guiéis 
y  enderecéis  como  viéredes  que  más  convenga, 
ayudando  por  todas  las  maneras  que  pudié- 
redes  para  que  mejor  pueda  cumplir  lo  que 
es  obligado,  etc. 

Cuando  en  buen  hora  el  armada  hiciere 
vela,  vosotros  juntamente  con  el  dicho  Juan 
de  Solís,  me  escrebiréis  como  partís  y  el  re- 
cabdo  que  lleváis,  é  de  ahí  adelante  todas  las 
veces  que  hobiéredes  de  escrebir  de  las  cosas 
que  sucedieren  en  el  viaje  é  de  lo  que  dello  ho- 
biereque  facerme  saber,  escrebirmehéis en  una 
carta  juntamenteconeldichojuan  deSolís,etc. 


142  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

En  lo  de  los  rescates  é  las  otras  cosas  que 
subcedieren,  cada  uno  de  vosotros,  conforme 
al  dicho  asiento  é  instrución  é  á  los  poderes 
que  lleváis,  entended  en  ello,  vos  el  dicho  con- 
tador y  escribano,  teniendo  la  cuenta  é  razón 
que  conviene,  é  vos  el  dicho  nuestro  factor, 
poniendo  en  todo  buen  recabdo,  como  de  vo- 
sotros confio,  etc. 

Si  cada  uno  de  vosotros  aparte,  me  quisié- 
redes  escribir  ó  hacer  saber  alguna  cosa  que 
veis  que  conviene  hacerlo  así,  podéislo  hacer. 
Fecha  en  Aranda,  í\  seis  de  Agosto  de  mili 
quinientos  quince  años. — Yo  el  Rey,  etc. 


6  de  .\8f()Sto  de  i5i5 

LVII 

Real  cédula  participando  al  contador  López 
Regalde  el  nombramiento  de  factor  V  es- 
cribano  DE   la  expedición. 

El  Rey. — Juan  López  de  Recalde,  nuestro 
contador  de  la  Casa  de  la  Contratación  de  las 
Indias,  que  residen  en  la  cibdad  de  Sevilla.  Yo 
he  nombrado  por  fator  é  contador  é  escribano 
del  viaje  que  hace  Juan  Diaz  de  Solís  á  Eran- 
cisco  de  Marquina  é  á  Pedro  de  Alarcón,  como 
veréis  por  sus  cartas  que  llevan;  por  ende,  yo 
vos  mando  y  encargo  que  muy  largamente  les 


DOCUMENTOS  J 48 


informéis  de  todo  lo  que  os  pareciere  que  con- 
venga ser  avisados  para  lo  que  deben  facer,  é 
les  fagáis  dar  la  relación  de  todo  lo  que  va  en 
los  navios  que  llevan,  de  manera  que  vayan 
bien  informados  de  lo  uno  é  de  lo  otro,  é  tra- 
bajéis que  tengan  mucha  conformidad  con 
Juan  de  Solís,  porque  así  podrán  todos  mejor 
servir,  é  de  la  discordia  nunca  suele  nacer 
sino  muchos  inconvenientes,  etc. 

Los  dichos  Pedro  de  Alarcón  é  Francisco 
de  Marquina  me  suplicaron  que  si  alguno 
dellos  llevare  proveimiento  é  trajere  retorno, 
que  dello  no  hayan  de  pagar  derecho  alguno, 
é  lo  que  asi  llevaren  puedan  rescatar  é  hacer 
dello  lo  que  bien  les  estuviere:  porque  acá  no 
se  sabe  lo  que  se  acostumbra  hacer  en  seme- 
jantes casos,  yo  vos  mando  que  se  haga  con 
ellos  lo  que  se  suele  hacer  con  otros  nuestros 
oficiales  que  suelen  ir  á  semejantes  viajes,  etc. 

Asimesmo,  vos  mando  que  de  las  armas 
que  hobiere  en  esa  nuestra  Casa,  les  hagáis 
dar  para  sus  personas,  sendos  coseletes  é  ar- 
maduras, y  en  todo  los  aderezad  é  favoreced, 
que  en  ello  seré  servido.  De  Aranda,  á  seis  de 
Agosto  de  mili  é  quinientos  é  quince  años. — - 
Yo  EL  Rey.  etc. 


144  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 


6  de  Ag-osto  de  i5i5 

LVIII 

Real  cédula  á  Juan  Dlvz  de  Solís  comuni- 
cándole EL  NOMBRAMIENTO  DEL  VEEDOR  Y  ES- 
CRIBANO   Y    OTROS    PARTICULARES. 

El  Rey. — Juan  Diaz  de  Solís,  nuestro  piloto 
mayor:  ya  sabéis  como  conforme  al  asiento 
que  con  vos  mandé  tomar  para  lo  de  ese  via- 
je, yo  mando  nombrar  una  persona  que  lleve 
cargo  de  nuestro  fator  é  otra  de  nuestro  con- 
tador y  escribano:  agora  yo  he  nombrado  á 
Francisco  de  Marquina  é  á  Pedro  de  Alarcón 
para  los  dichos  cargos,  según  veréis  por 
nuestras  cartas  que  paradlo  llevan;  por  ende. 
yo  vos  mando  y  encargo  que  les  fagáis  todo 
buen  tratamiento  como  á  oficiales  nuestros,  é 
con  ellos  tengáis  toda  conformidad  é  toméis 
su  consejo  é  parecer  en  lo  que  se  ofreciere  é 
hobiéredes  de  hacer,  é  lo  que  subcediere,  que 
hayáis  de  escrebir  del  viaje,  podéislo  escrebir 
todos  tres  juntamente,  é  aparte  podéis  vos  ha- 
cer saber  lo  que  os  pareciere  é  quisiéredes. 

En  él  número  de  las  sesenta  personas  que 
habéis  de  llevar,  vos  mando  que  entren  seis 
hombres  de  los  dichos  nuestros  oficiales  para 
cada  uno  tres,  é  á  éstos  se  les  den  sus  cose- 
letes é  mantenimientos,  como  á  los  otros,  etc. 


documi:nt(js  145 


Asimesmo,  ya  sabéis  como  conforme  á  lo 
capitulado  con  vos,  nos  pertenece  la  tercia 
parte  de  todo  lo  que  se  hobiere  en  el  dicho 
viaje  ó  la  otra  tercia  parte  del  es  para  vos  éá 
las  personas  que  contribuyerdes  en  él,  é  la 
otra  tercia  parte  se  ha  de  repartir  por  las  dichas 
sesenta  personas;  porque  en  las  semejantes 
cosas  siempre  se  suele  hacer  ventaja  á  nues- 
tros oficiales,  yo  vos  mando  que  en  lo  de  la 
dicha  tercia  parte  que  se  ha  de  repartir  por 
las  dichas  sesenta  personas,  les  hagáis  dar  á 
los  dichos  Francisco  de  Marquina  é  Pedro  de 
Alarcón,  doblado  que  á  otros,  porque  así  se 
acostumbra. — De  Aranda,  á  seis  de  Agosto 
de  quinientos  é  quince  años. — Yo  el  Rey. 


■22  de  Julio  de  i5i5  • 

LIX 

Título  de  escribano  y  contador  de  la 

ARMADA    PARA    PeDRO    DE    AlARCÓN. 

El  Rey. — Por  cuanto  conforme  al  asiento 
é  capitulación  que  yo  mandé  tomar  con  Juan 
Diaz  de  Solís,  mi  piloto  mayor,  para  el  viaje 
que  ha  de  facer  á  la  parte  del  sur,  he  de  nom- 
brar dos  personas  para  quel  uno  sea  nuestro 
factor  de  la  armada  que  el  dicho  Juan  de  So- 
lís lleva  para  el  dicho  viaje,  é  el  otro  nuestro 
10 


146  .Il'AN'  DÍAZ  r3E  SOI.IS 

contador  é  escribano  della,  é  confiando  de  vos 
Pedro  de  Alarcón,  que  sois  tal  persona  que 
en  todo  í^uardarés  mi  servicio,  es  mi  merced 
é  voluntad  que  seáis  mi  contador  é  escri- 
bano de  las  naos  é  carabelas  de  la  dicha  ar- 
mada é  que  vais  en  ella  é  tengáis  cuenta  é  razón 
de  toda  la  gente  que  en  ella  fuere  é  de  todas 
las  cosas  que  á  nos  pertenescieren,  así  de  lo 
que  se  llevare  para  el  rescate,  como  de  otras 
cualesquier  cosas,  é  seáis  presente  á  las  pa- 
gas que  se  ficieren  á  ladicha  gente,  é  estéis  pre- 
sente al  rescate  ó  presas  que  se  ficieren  de  las 
cosas  que  fueren  en  lasdichas  naosé  carabelas, 
así  en  la  mar  como  en  la  tierra,  é  de  todo  tengáis 
cuenta  é  razón,  é  lo  que  así  á  nos  pertenes- 
ciere  lo  fagáis  dar  é  entregar  al  nuestro  fac- 
tor que  va  en  ladicha  armada  para  que  lo  he 
é  teng-a  en  nuestro  nombre  é  para  nos;  é  asi- 
mismo tengáis  cuenta  é  razón  de  lo  que  se 
entrega  al  dicho  fator,  haciéndole  cargo  dello, 
para  que  en  todo  haya  el  buen  recabdo  que 
conviene;  é  por  esta  mi  carta  mando  al  dicho 
Juan  Diaz  de  Solís  é  á  los  maestres  é  contra- 
maestres é  marineros  é  otras  cualesquier  per- 
sonas é  gente  que  fueren  en  las  dichas  naos 
é  carabelas,  que  vos  hayan  é  tengan  por  mi 
contador  é  escribano  della,  é  usen  con  vos 
en  el  dicho  oficio  é  vos  den  cuenta  é  razón  de 
todo  lo  que  en  ellas  llevaren  é  el  alarde  de  la 
gente  que  en  ellas  fuere,  todas  las  veces  que 


DOCUMENTOS  1 47 


VOS  ge  lopidiéredcs  óviéredes  queá  nuestro  ser- 
vicio conviene,  é  que  conforme  á  la  dicha  ca- 
pitulación mía  que  el  dicho  Juan  Diaz  de  Solís 
lleva,  él  ni  la  gente  que  en  la  dicha  armada 
fuere,  non  pueda  rescatar  ni  rescate  cosa  al- 
guna de  lo  que  en  los  dichos  navios  fuere, 
así  de  lo  nuestro  como  de  lo  suyo,  sin  que 
vos  estéis  presente  á  ello  é  toméis  la  cuenta 
é  razón,  conforme  á  la  dicha  capitulación,  é 
hagáis  todo  lo  en  ella  contenido  como  nues- 
tro contador  y  escribano  della;  y  es  mi  mer- 
ced é  mando  que  hayades  de  salario  en  cada 
un  año  de  los  que  en  ello  vos  ocupáredes 
hasta  volver  á  España  con  el  dicho  oficio, 
cuarenta  mili  maravedís,  los  cuales  el  dicho 
Juan  Diaz  de  Solís  es  obligado  á  vos  dar  é 
pagar,  al  cual  mando  que  vos  los  dé  é  pague 
todo  el  tiempo,  desde  el  día  de  la  fecha  desta 
mi  cédula  en  adelante,  é  que  vos  dé  cuenta  é 
razón  luego  de  la  gente,  bastimentos  é  merca- 
durías para  rescates  é  otras  cosas  que  en  las 
dichas  naosé  carabelas  fueren,  para  que,  como 
dicho  es,  tengcíis  cuenta  é  razón  de  todo;  que 
para  usar  y  exercer  del  dicho  oficio,  é  de  todo 
lo  á  él  anexo  é  concerniente  en  cualquier  ma- 
nera, vos  doy  poder  cumplido  con  todas  sus 
incidencias  é  dependencias. — Fecha  en  Lerma 
á  veinte  édos  de  Jullio  de  quinientos  é  quince 
años. — Yo   EL    Rev. — Refrendada  de  Conchi- 

LLOS. 


148  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


22  de  Julio  de  i5i5 

LX 

Nombramiento  DE  contador  de   la  armada 
Á  FAVOR  DE  Francisco  de  Marquina. 

El  Rey. — Por  cuanto  conforme  á  la  capitu- 
lación é  asiento  que  yo  mandé  tomar  con  Juan 
Diaz  de  Solís,  nuestro  piloto  mayor,  para  el 
viaje  que  ha  de  facer  á  descubrir  la  parte  del 
sur,  é  yo  he  de  nombrar  dos  personas  para 
que  el  uno  sea  nuestro  fator  del  armada  que 
el  dicho  Juan  de  Solís  lleva  para  el  dicho 
viaje,  y  el  otro  nuestro  contador  y  escribano 
della,  é  confiando  de  vos  Francisco  de  iMar- 
quina,  que  sois  tal  persona  que  guardaréis 
mi  servicio,  é  porque  entiendo  que  así  cumple 
al  l")uen  recabdo  de  nuestra  hacienda,  é  que 
vos  entenderéis  en  ello  con  la  fidelidad  é  di- 
ligencia que  conviene,  es  mi  merced  é  volun- 
tad que  vos  seáis  nuestro  factor  de  la  dicha 
armada  é  toméis  é  recibáis  todo  lo  que 
á  nos  pertenesciere  della,  así  de  lo  que  se 
llevare  para  rescate,  como  de  otras  cuales- 
quier  cosas,  é  seáis  presente  al  rescate  é 
presas  que  se  hicieren  de  las  cosas  que  fue- 
ren en  las  dichas  naos  é  carabelas,  así  en  la 
mar  como  en  la  tierra,  para  que  de  todo  to- 
méis la  parte  que  á  nos  pertenesciere  por  ante 


DOCUMENTOS  I 49 


el  nuestro  contador  y  escribano  que  va  en  la 
dicha  armada,  conforme  á  la  capitulación  y 
asiento  que  con  el  dicho  Juan  Díaz  de  Solís 
yo  mandé  tomar;  é  por  esta  mi  carta  mando 
al  dicho  Juan  Diaz  de  Solís  é  á  los  maestres 
é  contramaestre  é  marineros  é  otras  cuales- 
quier  personas  é  gente  que  fueren  en  las 
dichas  naos  é  carabelas  que  vos  hayan  é  ten- 
gan por  mi  fator  de  la  dicha  armada,  é  usen 
con  vos  en  el  dicho  oficio,  é  vos  den  cuenta 
é  razón  de  todo  lo  que  en  ellas  llevare,  é  que 
conforme  á  la  dicha  capitulación,  el  dicho 
Juan  Diaz  de  Solís  ni  la  gente  que  en  la  di- 
cha armada  fuere,  no  pueda  rescatar  ni  resca- 
te cosa  alguna  de  lo  que  en  los  dichos  navios 
fuere,  así  de  lo  nuestro  como  de  lo  suyo,  sin 
que  vos  estéis  presente  á  ello  é  toméis  la  par- 
te que  dello  á  nos  pertenesciere,  haciéndovos 
cargo  dello  el  nuestro  contador  y  escribano 
que  en  la  dicha  armada  va,  para  que  en  todo 
haya  el  buen  recabdo  que  conviene,  é  hagáis 
todo  lo  demás  que  como  nuestro  factor  po- 
déis hacer;  é  es  mi  merced  é  mando  que  ha- 
yades  de  salario  en  cada  año  de  los  que  en 
ello  vos.ocupáredes  hasta  volver  á  España  con 
el  dicho  oficio,  cuarenta  mili  maravedís,  los 
cuales  el  dicho  Juan  Diaz  de  Solís  es  obligado 
á  vos  dar  é  pagar,  al  cual  mando  que  vos  los  dé 
é  pague  todo  el  dicho  tiempo  desde  el  día  de 
la  fecha  desta    mi  cécula  en  adelante,   é  que 


1 5o  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

VOS  dé  cuenta  é  razón  luego  de  la  gente, 
bastimentos  é  mercaderías  para  rescates  é 
otras  cosas  que  en  las  dichas  naos  é  carabe- 
las fueren;  que  para  usar  y  exercer  el  dicho 
oficio  é  todo  lo  á  él  anexo  é  concerniente  en 
cualquier  manera  vos  doy  poder  cumplido  con 
todas  sus  incidencias  é  dependencias. — Fecha 
en  Lerma  á  veinte  é  dos  días  de  Jullio  de  mili 
é  quinientos  é  quince  años. 


27  de  Julio  de  i5i5 

LXI 

Carta  del  Rey  A  Díaz  de  Solís  en  respuesta 
A  otra  suya  relativa  a  ciertos  aprestos  de 

LA    armada. 

El  Rey. — Juan  de  Solís,  nuestro  piloto  ma- 
yor: vi  vuestra  letra  de  siete  de  Jullio  é  lo  que 
escrebisíes  al  mi  infrascrito  secretario  cerca 
de  la  provisión  que  tenéis  fecha  para  ir  con 
la  mano  de  Nuestro  Señor  í\  descubrir  á  la 
parte  que  con  vos  está  asentado,  por  mi  man- 
dado, é  me  ha  parecido  todo  muy  bien,  evos 
lo  tengo  en  servicio,  que  no  esperaba  yo  me- 
nos de  vos,  segund  la  voluntad  que  para  me 
servir  habéis  siempre  mostrado,  y  pues  ello 
está  en  el  estado  que  decís,  yo  vos  mando  y 
encargo  que  con  mucho  recabdo  é  diligencia 


DOCUMIÍNTÜS  l5l 


VOS  despachéis  de  ahí,  para  que  al  tiempo  que 
está  asentado  vos  os  podáis  partir  con  esa  ar- 
mada, con  la  bendición  de  Nuestro  Señor,  para 
que  con  su  ayuda  de  vuestra  ida  se  consiga 
el  fruto  que  siempre  habéis  dicho,  etc. 

En  lo  de  las  personas  que  yo  he  de  nom" 
brar  para  que  vayan  con  vos  por  nuestro  vee- 
dor y  escribano  de  esa  armada,  que  suplicáis 
que  fuese  una,  porque  aquélla  bastará,  ya  sa- 
béis que  se  asentó  que  yo  hobiese  de  nom- 
brar dos  personas  para  el  dicho  cargo,  é  así 
las  he  nombrado,  como  veréis. 

En  lo  de  las  lombardas  que  los  Oficiales  de 
Sevilla  vos  habían  de  dar,  yo  envié  á  mandar 
que  si  las  hobiere  en  la  Casa,  que  vos  las  den, 
é  si  no,  el  contador  Juan  López  vos  hablaría 
de  mi  parte  sobre  ello  de  lo  que  se  hobiere 
de  hacer  con  vos. 

Lo  que  suplicáis  que  dé  á  Francisco  Coto 
vuestro  hermano,  para  que  en  vuestro  lugar 
use  de  vuestro  oficio  de  piloto  mayor  en  tanto 
que  vos  os  ocupáis  en  el  dicho  viaje,  que  decís 
que  es  hábile  para  ello,  he  habido  por  bien,  é 
con  la  presente  vos  mando  enviar  cédula  mía 
para  que,  siendo  hábile,  como  decís,  los  nues- 
tros Oficiales  le  dejen  usar  del  dicho  oficio  en 
vuestro  lugar. 

Lo  que  suplicáis  que  vaya  con  vos  Antonio 
Hernández,  emplomador,  en  lugar  del  dicho 
Francisco  Coto,   vuestro   hermano,  que    con 


1 52  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

VOS  había  de  ir.  porque  en  la  Casa  hay  necesi- 
dad del  para  cosas  que  cada  día  se  ofrecen, 
no  podrá  ir  con  vos. 

En  lo  de  vuestra  ayuda  de  costa,  yo  holga- 
ra que  hobiera  logar  de  haceros  mercedes, 
pero  á  cabsa  que  la  Casa  está  muy  gastada, 
no  se  podrá  hacer  por  agora;  placerá  á  Dios 
que  en  otras  cosas  la  recibáis,  como  vos  sa- 
béis que  yo  tengo  la  voluntad  para  ello. — 
De  Aranda  á  veinte  é  siete  de  Jullio  de  qui- 
nientos quince  años. — Yo  el  Rey. — Secreta- 
rio   CONCTIILLOS. 


27  de  Julio  de  i5i5 

LXII 

Carta  del  Rey  al  contador  López  de  Re- 
calde  acerca  de  las  lombardas  ofrecidas 
Á  Díaz  de  Solís  y  al  sueldo  de  ciertos  ofi- 
ciales  DE   LA  ARMADA. 

El  Rey. — Juan  López  de  Recalde,  nuestro 
contador  de  la  Casa  de  la  Contratación  de  las 
Indias,  que  residen  en  la  cibdad  de  Sevilla: 
Juan  Diaz  de  Solís  me  ha  escrito  que  para  el 
viaje  que  va  por  nuestro  mandado  á  descu- 
brir, tiene  aparejado  todo  lo  que  conviene,  é 
que  entiende  partir  en  fin  del  mes  de  Agos- 
to,  que  agora  viene,  é  que  los  tiros  que  yo 


DOCUMENTOS  1 53 


mandé  que  en  esa  Casa  se  le  diesen,  no  ge 
los  habéis  dado,  diciendo  que  no  los  hay 
porque  los  que  había  los  habéis  vendido,  é  por 
que  yo  querría  que  no  se  dejase  de  cumplir 
con  él,  porque  no  tuviese  cabsa  de  quejarse, 
por  ende,  yo  vos  encargo  é  mando  que  si  en 
esa  Casa  hobiere  los  dichos  tiros  se  los  ha- 
gáis dar,  é  si  no  los  hobiere,  habléis  con  el  di- 
cho Juan  de  Solís,  para  que  él  los  busque 
prestados,  ó  de  otra  manera,  é  le  hagáis  dar 
alguna  recompensa  para  ayuda  á  ellos,  la  que 
á  vos  os  paresciere. 

Asimismo,  como  sabéis,  é  yo  os  escrebí  con- 
forme á  lo  que  con  el  dicho  Juan  de  Solís  se 
asentó,  yo  tengo  de  nombrar  dos  personas 
que  vayan,  la  una  por  nuestro  factor  é  la  otra 
por  nuestro  contador  y  escribano  de  la  dicha 
armada,  á  las  cuales  él  es  obligado  á  dar  el 
salario  que  yo  mandare,  é  porque  vos  allá  es- 
taréis más  informado  de  las  personas  que 
para  estos  cargos  serán  menester,  é  por  la 
confianza  que  tengo  de  la  voluntad  que  para 
las  cosas  de  nuestro  servicio  tenéis,  é  que 
esto  proveeréis  como  cumple,  é  acordé  de  os 
enviar  las  cartas  en  blanco  para  que  vos  las 
hincáis  á  las  personas  que  vos  paresciere  que 
conviene  que  vayan  con  los  dichos  cargos: 
por  ende,  yo  vos  mando  y  encargo  que  os 
informéis  qué  personas  serán  para  esto  más 
hábiles  é  suficientes  é  de  confianza,  é  les  hin- 


l54  JUAN  DÍAZ   DE  SOMS 

cáis  é  les  deis  las  dichas  cédulas  é  los  infor- 
méis muy  largamente  por  escrito  de  lo  en  que 
cada  uno  hobiere  de  entender,  para  que  cada 
uno  haga  lo  que  tocare  á  su  cargo,  como  á 
nuestro  servicio  cumpla,  é  de  todo  tenga  mu- 
cha razón  é  cuenta,  é  hacedles  dar  traslado  a 
cada  uno  dellos  de  la  capitulación  é  asiento 
que  lleva  el  dicho  Juan  de  Solís  para  que 
sepan  á  lo  que  es  obligado  el  dicho  Juan  de 
Solís,  é  procuren  que  así  lo  cumpla;  é  porque 
como  veis,  tienen  necesidad  las  personas  que 
hubieren  de  ir,  de  ser  socorridas  con  alguna 
cosa  delantada  de  su  salario,  hablad  con  el 
dicho  Juan  Diaz  de  Solís  é  trabajad  que  les 
dé  año  é  medio  adelantado  de  sustentamien- 
ta  á  cada  uno,  ó  lo  más  que  ser  pudiere,  é 
porque  si  él  no  estuviere  en  dispusición  de 
poderlo  dar  todo,  escribo  á  vos  é  á  vuestros 
compañeros,  que  sobre  lo  que  él  les  diere  les 
cumpláis  año  é  medio  al  respeto  del  salario 
que  les  mando  dar,  é  que  se  descuente  á  Juan 
de  Solís  cuando  vuelva  del  viaje  de  la  parte 
que  le  cupiere.  De  Lerma,  á  veinte  y  siete  de 
Jullio  de  quinientos  é  quince  años. — Yo 
KL  Rey. 


DOCUMENTOS  1 55 


27  de   Julio  de  iri5 

LXIII 

OlKA    CARTA    DEL    F<EY    A     LÓPEZ     DE     ReCALDE 
ACERCA    DE    LA  MISMA  MATERLA. 

ÍCl  Rey. — Nuestros  oficiales  de  la  Casa  de 
Contratación  de  las  Indias  que  residís  en  la 
cibdad  de  Sevilla.  Ya  sabéis  como  vos  envié 
á  mandar  que  diésedes  prestados  á  Juan  Diaz 
de  Solís,  nuestro  piloto  mayor,  cuatro  tiros  de 
unos  grandes  que  en  esa  Casa  había,  y  ciertos 
coseletes  con  sus  armaduras  para  cierto  viaje 
que  va  en  nuestro  servicio.  Agora  él  me  ha 
escrito  que  no  le  habéis  dado  los  dichos 
cuatro  tiros,  diciendo  que  los  habéis  ya  ven- 
dido, é  porque  yo  querría  que  con  él  se  cum- 
pliese lo  que  yo  vos  envié  á  mandar,  si  en 
casa  hay  los  dichos  tiros,  é  si  nó,  que  se  le 
haga  la  recompensa  que  paresciere  á  vOs  el 
contador  Juan  López.  Yo  vos  mando  que  si 
los  dichos  cuatro  tiros  hobiere,  lo3  deis  al  di- 
cho Juan  Diaz  de  Solís,  é  si  no,  le  hagáis  algu- 
na recompensa,  como  paresciere  á  vos  el  di- 
cho Contador,  que  con  esta  mi  cédula  é  carta 
de  pago  del  dicho  Juan  Díaz  de  Solís,  mando 
que  sea  rescebido  é  pasado  en  cuenta  á  vos,  el 
dicho  tesorero,  lo  que  conforme  á  lo  susodi- 
cho se  diere  al  dicho  Juan  de  Solís. 


I  56  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Y  porque  para  la  dicha  armada  que  el  dicho 
Juan  de  SoHs  lleva,  yo  he  de  nombrar  dos 
personas,  una  para  nuestro  factor  é  otra  pa- 
ra nuestro  contador  y  escribano ,  é  los  he 
nombrado,  como  veréis,  á  los  cuales  el  dicho 
Juan  de  Solís  es  obligado  á  pagar  el  salario 
que  con  los  dichos  cargos  les  mandé  señalar, 
é  las  dichas  personas  para  se  aderezar  é  pro- 
veer de  lo  necesario,  tienen  necesidad  que  se 
les  dé  algo  adelantado  de  su  salario,  é  mi  vo- 
luntad es  que  sea  año  é  medio,  é  porque  el 
dicho  Juan  de  Solís  podría  ser  que  no  estu- 
viese en  dispusición  de  les  poder  proveer  en- 
teramente del  dicho  salario  de  año  é  medio, 
yo  vos  mando  que  sobre  lo  que  el  dicho  Juan 
Diaz  de  Solís  diere  á  los  dichos  oficiales,  les 
cumpláis  al  respeto  de  sus  salarios  á  cada  uno 
año  y  medio  adelantado  é  los  asentéis  así  en 
los  libros  desa  casa  para  que  se  descuenten 
al  dicho  Juan  de  Solís  cuando  volviere  del 
dicho  viaje  de  la  parte  que  le  cupiere.  Fecha 
en  Aranda  á  veinte  é  siete  días  de  Jullio  de 
quinientos  é  quince  años. — Yo  el  Rey. — Por 
mandado  de  Su   Alteza. — Lope   Conxhillos. 


DOCUMENTOS  iSy 


27  de  Julio  de  i5i5 

LXIV 

Nombramiento  de  piloto  mayor  A  Francisco 
DE  Coto  durante  la  ausencia  de   Díaz  de 

SOLÍS. 

El  Rey. — Por  cuanto  vos,  Juan  Diaz  de  So- 
lís,  nuestro  piloto  mayor,  vais  por  mi  man- 
dado cierto  viaje  con  una  armada  á  descubrir 
cierta  tierra,  en  lo  cual  os  habéis  de  ocupar 
algún  tiempo,  é  porque  entretanto  que  vos  en 
ello  vos  ocupardes  queríades  dejar  en  vues- 
tro lugar,  para  que  usase  del  dicho  oficio  de 
piloto  mayor  á  Francisco  de  Coto,  vuestro 
hermano,  nuestro  piloto,  é  me  suplicasteis  é 
pedistes  por  merced  vos  diese  licencia  é  -fa- 
cultad para  ello,  que  por  la  presente  seyendo 
el  dicho  Francisco  Coto  hábile  é  suficiente 
para  usar  del  dicho  oficio  de  piloto  mayor,  le 
doy  licencia  é  facultad  para  que  durante  el 
tiempo  que  vos  el  dicho  Juan  Diaz  de  Solís 
anduvierdes  en  el  dicho  viaje  é  volvéis  á  estos 
reinos  pueda  usar  é  use  del  dicho  oficio  de 
nuestro  piloto  mayor,  según  y  en  los  casos  é 
cosas  que  vos  le  podéis  é  debéis  usar,  de  todo 
bien  y  cumplidamente,  en  guisa  que  le  no 
mengüe  ende  cosa  alguna,  é  mando  á  los 
nuestros  oficiales  de  la  Casa  de  la  Contrata- 


1 58  JUAN  DÍAZ  DE  SOLKS 

ción  de  las  Indias  que  residen  en  la  cibdad 
de  Sevilla,  que  seyendo  el  dicho  Francisco 
de  Coto  hábile  é  suficiente  para  usar  del  dicho 
oficio,  como  dicho  es,  le  hayan  é  tengan  por 
nuestro  piloto  mayor  durante  el  dicho  tiempo 
é  usen  con  él  en  el  dicho  oficio  y  en  los  casos 
é  cosas  á  él  anexas  é  concernientes,  según  é 
cómo  lo  han  usado  é  usan  é  deben  usar  con 
vos,  que  yo  por  esta  mi  carta  le  doy  poder 
cumplido  con  todas  sus  incidencias  é  depen- 
dencias, anexidades  é  conexidades.  Fecha  en 
Aranda  á  veinte,  y  siete  días  del  mes  de  JuUio 
de  mili  é  quinientos  é  quince  años. — Yo  el 
Rey. — Por   mandado    de    Su    Alteza. —  Lope 

CONCIIILI.OS. 

'.24  de  Septiembre  de  i5i5 

XL\' 

Carta  del  Rey  á  los  Oficiales  de  Sevilla 
a  fin  de  que  provean  lo  necesario  para  el 
despacho  de  Díaz  de  Solís. 

A.  I.— 139-1-5,  Lib.  V. 

El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  de  las  Indias  que  residís  en 
la  cibdad  de  Sevilla:  vi  vuestra  letra  de  diez 
y  siete  de  Septiembre  é  mucho  me  ha  despla- 
cido el  embarazo  que  ha  habido  para  el  des- 


DOCUMENTOS  1 59 


pacho  y  partida  de  Juan  Diaz  de  Solís  en 
abrirse  [la]  carabela  é  perdérselos  bastimentos; 
vosotros  habéis  hecho  muy  bien  en  darle  tan 
buen  recabdo  de  todo  lo  que  con  él  se  había 
de  cumplir  y  vos  lo  tengo  en  servicio,  en  lo 
que  agora  se  debe  proveer  para  el  remedio  de 
la  partida  de  Juan  de  Solís,  pues  estando  vo- 
sotros allá  y  viendo  lo  que  en  todo  ha  pasado 
no  os  determináis  en  dar  parte  de  lo  que  en 
ello  se  debe  hacer,  mal  se  podrá  desde  acá 
mandar,  y  por  esto  he  acordado  de  vos  lo  re- 
mitir, y  pues  ya  por  la  información  que  es- 
perábades  de  los  oriciales  que  van  con  Juan 
Diaz  y  de  Lope  y  Diego  Rodríguez,  cómitre, 
estaréis  bien  informados  de  todo  lo  que  en  el 
dicho  negocio  ha  pasado  y  habréis  pensado  y 
mirado  lo  que  en  él  se  debe  proveer,  yo  vos 
mando  que  para  el  bueno  y  breve  despacho 
del  dicho  Juan  Diaz,  proveáis  lo  que  á  vo- 
sotros paresciere,  especialmente  lo  que  pa- 
resciere  á  vos  el  contador  Juan  López;  de  ma- 
nera que  en  su  partida  haya  toda  la  brevedad 
que  ser  pueda,  teniendo  fin  á  que  mi  voluntad 
es  que  Juan  Diaz  sea  muy  bien  despachado  y 
lleve  de  todo  el  mejor  recabdo  que  ser  pueda, 
y  para  esto  gastaréis  los  dineros  que  fueren 
menester. — De  Almazán  á  veinte  y  cuatro  de 
Septiembre  de  mili  quinientos  quince  años. 
—Yo  EL  Rey,  etc. 


l60  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 


24  de  Septiembre  de  i5i5 

LXVI 

Carta  del  Rey  á  Díaz  de  Solís  encargán- 
dole QUE  EJECUTASE  LO  QUE  LOS  OFICIALES  LE 
DIRÍAN    TOCANTE   Á    SU  DESPACHO. 

A.  I.  — 139-1-5.  Lib.  V. 

El  Rey. — Juan  Diaz  de  Solís,  mi  piloto 
mayor:  por  letra  de  los  nuestros  Oficiales  de 
la  Casa  de  Sevilla,  he  sabido  el  embarazo 
que  puso  en  vuestra  partida  abrirse  el  navio 
y  la  flete  de  los  mantenimiento  que  en  él  se 
perdieron,  de  que  me  ha  desplacido  mucho,  y 
teniendo  por  cierto  el  deseo  y  voluntad  que 
vos  tenéis  de  me  servir,  y  lo  que  muchas  ve- 
ces me  habéis  dicho  de  lo  que  habéis  de  tra- 
bajar para  que  en  este  viaje  yo  sea  muy  servi- 
do, en-vío  á  mandar  á  los  dichos  nuestro  ofi- 
ciales, que  para  que  vos  seáis  despachado 
hagan  lo  que  dellos  sabréis;  por  ende,  yo  vos 
mando  y  encargo  que  pongáis  en  obra  lo  que 
de  mi  parte  los  dichos  Oficiales  os  dirán,  es- 
pecialmente lo  que  pareciere  al  contador  Juan 
López,  á  quien  desdel  principio,  á  vuestra  su- 
plicación, está  cometido  vuestro  despacho,  y 
no  os  dé  pena  lo  pasado,  sino  esperaos  que 
placerá  á  Nuestro  Señor  todo  subcederá  muy 


DOCl'Ml'NTOS  l6l 

bien. — De  Almazán  á  veinte  cuatro  días  de 
Septiembre  de  quinientos  quince  años. — Yo 
!:i.  \\K\\  etc. 

■2  de  Octubre  de  i5i5 

LXVII 

Copia  de  una  cédula  al  corregidor  de  Má- 
laga -PARA     QUE    dejase   SACAR    CIERTO    PAN     Á 

Juan  Díaz  de  Solís.     - 

Archivo  general  de  Simancas.— Li- 
bros de  Cédulas  de  la  Cámara, 
n.  1 3,  fol.  145  V. 

El  Rey. — Corregidor  de  la  cibdad  de  Má- 
laga ó  vuestro  logar  teniente  en  el  dicho  ofi- 
cio é  otras  cualesquier  personas  á  quien  lo  en 
esta  mi  cédula  toca  é  atañe:  sabed  que  por 
una  mi  cédula  di  licencia  é  facultad  á  Juan 
Diaz  de  Solís,  mi  piloto  mayor,  para  que  por 
el  puerto  desa  dicha  ciudad,  y  por  otros  cier- 
tos puertos,  pudiese  sacar  de  la  Andalucía, 
reino  de  Granada,  trescientos  cahíces  de  trigo, 
segund  que  más  largamente  en  la  dicha  cé- 
dula se  contiene:  agora  por  parte  del  dicho 
Juan  Diaz  de  Solís,  me  ha  seído  hecha  rela- 
ción que  por  virtud  de  la  cédula  de  suspen- 
sión, que  yo  di  á  esa  dicha  cibdad  para  que 
por  ciert(3  tiempo  no  se  pudiese  sacar  nin- 
II  ~ 


102  JUAN    DÍAZ    DK    SOLIS 

gund  pan  por  el  puerto  della,  se  le  ha  puesto 
embargo  é  impedimento  en  la  dicha  merced 
que  yo  le  hice,  á  cuya  cabsa  no  ha  podido 
sacar  los  dichos  trescientos  cahices,  de  que 
ha  recebido  daño  é  pérdida,  y  por  cuanto  yo 
hize  la  dicha  merced  al  dicho  Juan  Diaz  de 
Solís  en  remuneración  de  los  servicios  que 
me  ha  hecho,  y  mi  merced  y  voluntad  es  que 
la  dicha  suspensión  no  se  entienda  que  ex- 
tienda á  esto;  yo  vos  mando  que,  sin  embargo 
della,  le  dejéis  y  consintáis  sacar  los  dichos 
trescientos  cahices  de  trigo,  que  si  necesario 
es,  para  en  cuanto  á  esto,  por  la  presente  alzo 
la  dicha  suspensión,  quedando  en  su  vigor 
é  fuerza  para  adelante;  y  los  unos  ni  los  otros 
non  fagades  ni  fagan  ende  al,  so  pena  de  la 
mi  merced,  é  de  diez  mili  maravedís  para  la 
Cámara  á  cada  uno  que  lo  contrario  hiciere. 
Dada  en  Calatayud,  á  dos  días  de  Octubre  de 
mili  é  quinientos  é  quince  años. — Yo  el  Rey. 
— Refrendada  del  secretario  Conchillos. — Se- 
ñalada de  Zapata  y  Carvajal. 


DOCLJMKXTOS  lG3 


LXVIll 

Notas  sacadas  de  los  libros  de  cuenta  v 
razón  pertenecientes  á  la  tesorería  di:  la 
casa  de  contratación  relativas  a  juan  díaz 

DE  SOLÍS. 

A.  1.-^^9-2—2/9. 

i5i5  :,, 

Pagó  el  dicho  tesorero  en  ocho  de  Enero 
deste  presente  año  de  quince,  á  mí  el  contador 
Juan  López  de  Recalde,  mili  ducados  de  oro, 
en  cuenta  de  los  cuatro  mili  ducados  de  oro 
que  Su  Alteza  me  mandó  librar  en  esta  Casa, 
por  su  cédula  fecha  en  Mansilla  á  veinte  é 
cuatro  de  Noviembre  del  año  pasado  de  mili 
é  quinientos  é  catorce,  para  el  armada  que 
Juan  Diaz  de  Solís,  ha  de  hacer  para  ir  á 
descubrir. 

Que  pagó  m¿\s  á  mí,  el  contador  Juan  Ló- 
pez de  Recalde,  en  doce  de  Abril  del  dicho 
año  de  mili  é  quinientos  é  quince,  mili  du- 
cados de  oro,  en  cuenta  de  los  cuatro  mili 
ducados  de  oro,  que  Su  Alteza  me  mandó 
librar  en  esta  Casa,  para  el  armada  que  Juan 
Diaz  de  Solís  ha  de  hacer  para  ir  á  descubrir, 
por  su  [cédula  fecha  en  Mansilla,  en  veinte 
é  cuatro  de  Noviembre  del  año  pasado  de  mili 
é  quinientos  é  catorce.  Y  otros  mili  ducados. 


164  JL'AN   DÍAZ  Di:  SOLIS 

en  cuenta  de  los  dichos  cuatro  mili,  me  tie- 
ne pagados  el  tesorero,  según  en  este  libro 
á  folio  xLviii  parece. 

20  de  Abril. — Este  día  se  libraron  en  el  di- 
cho tesorero,  á  Juan  Diaz  de  Solís,  piloto 
mayor  de  Su  Alteza,  veinte  é  un  mili  é  seis 
cientos  é  sesenta  é  seis  maravedís,  que  hobo 
de  haber  del  tercio  primero  de  su  quitación 
deste  dicho  año  de  mili  é  quinientos  é  quince. 
los  cuales  se  le  libraron  en  las  espaldas  délas 
cédulas  abtorizadas  que  tiene  de  la  dicha 
merced. 

20  de  Abril. — Este  día,  se  libraron  en  el 
dicho  tesorero  al  dicho  Juan  Diaz  de  Sohs. 
en  nombre  é  por  virtud  del  poder  que  mos- 
tró, de  Francisco  de  Coto,  piloto  de  Su  Alte- 
za, ocho  mili  é  trescientos  é  treinta  é  tres 
maravedís,  que  hobo  de  haber  del  tercio  pri- 
mero de  su  quitación  deste  dicho  año  de  mili 
é  quinientos  é  quince,  los  cuales  se  le  libra- 
ron en  las  espaldas  del  dicho  poder  é  cédula 
abtorizada  de  Su  yMteza  que  tiene  de  la  di- 
cha merced. 

2  de  Mayo. — Que  pagó  más  este  día  á  mí. 
_£l  contador  Juan  López  de  Recalde,  dos  mili 
ducados  de  oro.  que  hobe  de  haber  á  cum- 
plimiento del  pago  de  los  cuatro  mili  duca- 
dos, que  Su  Alteza  me  mandó  librar  en  esta 
Casa  para  el  armada  que  Juan  Diaz  de  Solís 
ha  de   hacer  para  ir  á  descubrir,  por  su  cé- 


DOCUMENTOS  1 65 


•dula  fecha  en  Mansilla,  á  veinte  é  cuatro  de 
Noviembre  del  ano  pasado  de  quinientos  é 
■catorce,  la  cual  dicha  cédula  con  mi  carta  de 
pago  estíi  en  poder  del  dicho  tesorero. 

ítem,  en  doce  de  Junio  del  dicho  año,  se 
libraron  á  Gonzalo  Rodríguez,  maestre  que 
fué  de  la  nao  de  Su  Alteza,  nombrada  la  «Mag- 
dalena» que  fué  ¿i  descobrir  con  Juan  Diaz  de 
Solís,  el  año  pasado  de  quinientos  y  ocho 
años,  cuatro  mili  y  seiscientos  y  trece  mara- 
vedís, que  hobo  d2  haber  en  nombre  y  por 
poder  de  Diego  de  Utrera,  paje,  hijo  de  Die- 
go Fernández  de  Morillas  é  Leonor  Fernán- 
dez, vecinos  de  Utrera,  por  el  sueldo  que 
ganó  des  ocho  días  de  Agosto  del  año  de  qui- 
nientos é  ocho  fasta  diez  y  nueve  de  Jullio  del 
año  de  quinientos  é  nueve,  que  fué  despedi- 
do en  las  Indias,  por  razón  del  sueldo  que 
ganó  en  el  dicho  tiempo  por  paje  en  la  dicha 
nao,  á  razón  de  cuatrocientos  maravedís  por 
mes,  según  paresce  y  se  contiene  en  el  libro 
de  la  dicha  armada  á  folio  treinta  y  siete. 

3o  de  Agosto. — ítem,  á  Antón  Cermeño, 
polvorista,  diez  y  seis  mili  y  quinientos'  y  cua- 
renta y  cuatro  maravedís,  que  hobo  de  haber 
por  ocho  quintales  de  pólvora  que  dio  á  Juan 
Diaz  de  Solís,  en  ocho  barriles,  para  el  ar- 
mada que  el  dicho  Juan  Diaz  va  á  descobrir 
por  mandado  de  Su  Alteza,  desde  Lepe,  donde 
-apareja  la  dicha  armada,  €s  á  saber,  que  los 


l66  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

dichos  ocho  quintales,  á  razón  de  dos  mili 
maravedí^;  el  quintal  y  los  dichos  ocho  barri- 
les á  dos  reales  cada  uno,  montan  los  dichos 
diez  y  seis  mili  y  quinientos  y  cuarenta  y  cua- 
tro maravedís,  los  cuales  se  le  dieron  por  vir- 
tud de  una  cédula  de  Su  Alteza  fecha  en  Man- 
silla  a  veinte  y  cuatro  de  Noviembre  de  qui- 
nientos y  catorce,  que  está  en  poder  del  dicho 
tesorero. 

Descáro-anse  al  dicho  tesorero  veinte  é  un 
mili  é  seiscientos  é  sesenta  é  seis  maravedís 
é  medio,  que  en  ocho  de  Septiembre  del  dicho 
año  de  quince,  libramos  en  él  á  Juan  Diaz  de 
Solís,  piloto  mayor,  del  tercio  segundo  de  su 
quitación  deste  dicho  año  de  quince. 

(S  de  Septiembre. — El  dicho  día  se  libraron 
en  el  dicho  tesorero  al  dicho  Juan  Diaz  de 
Solís,  por  la  quitación  de  un  año  é  medio  ade- 
lantados que  Su  Alteza  le  mandó  pagar  ade- 
lantados, para  ir  á  seguir  el  viaje  que  lleva 
á  descubrir,  noventa  é  siete  mili  é  quinien- 
tos maravedís  á  razón  de  .sesenta  é  cinco  mili 
maravedís  por  año  que  tiene  de  quitación  é 
salario  en  esta  Gasa,  la  cual  dicha  cédula  con 
nuestro  libramiento  y  carta  de  pago  de  cómo 
se  le  pagaron  los  dichos  maravedís,  est¿\  en 
poder  del  dicho  tesorero. 

8  de  Septiembre. — Este  dicho  día,  libramos 
en  el  dicho  tesorero,  á  Francisco  de  Torres, 
piloto  de  Su  Alteza,  ocho  mili  é  trescientos 


DOCUMENTOS  1 67 


Ó  treinta  é  tres  maravedís,  que  hobo  de  haber 
por  el  tercio  segundo  de  su  quitación  deste 
presente  año  de  mcxv. 

8  de  Septiembre. — Este  dicho  día  libramos 
en  el  dicho  tesorero  al  dicho  Francisco  de 
Torres,  veinte  é  cinco  mili  maravedís,  de  su 
salario  de  un  año  adelantados,  que  Su  Alteza 
le  mandó  pagar  para  ir  á  servir  el  viaje  que 
el  dicho  Juan  Diaz  lleva  á  descubrir,  que 
comenzaron  desde  primero  de  Septiembre  des- 
te  año  de  quince,  en  adelante.  La  dicha  cédula 
de  Su  Alteza,  con  nuestro  libramiento  y  carta 
de  pago,  de  cómo  los  recibió,  está  en  poder 
del  dicho  tesorero. 

(S  de  Septiembre. —  Este  dicho  día,  libramos 
en  el  dicho  tesorero,  á  Juan  García  de  Uriba- 
rri,  guipuzcoano, , veinte  é  siete  mili  é  siete 
cientos  é  cincuenta  maravedís,  por  seis  pasa- 
bolantes  y  dos  lombardas  gruesas  con  sus  ser- 
vidores, que  dellos  se  compraron  y  se  entre- 
garon al  dicho  Juan  Diaz  de  Solís,  por  man- 
dado de  Su  Alteza,  para  el  dicho  viaje:  los 
pasabolantes  costaron  á  cuatro  ducados  la 
pieza,  y  los  dos  tiros  grandes  á  veinte  é  cin- 
co ducados  cada  uno,  que  montaron  los  dichos 
maravedís.  La  dicha  cédula  de  Su  Alteza  con 
carta  de  pago  del  dicho  Juan  Diaz,  de  cómo 
recibió  los  dichos  tiros,  está  en  poder  del  di- 
cho tesorero. 

Este  dicho  día  libramos  en  el  dicho  tesore- 


l68  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

ro  á  Francisco  de  Aiarquina,  veedor,  y  á  Pe- 
dro de  Alarcón,  contador,  que  van  por  oficia- 
les de  Su  Alteza  en  el  viaje  que  lleva  el  dicho 
Juan  Díaz  de  Solís,  á  descubrir,  por  la  quita- 
ción de  año  é  medio  adelantados,  á  razón  de 
cuarenta  mili  maravedís  por  año  á  cada  uno, 
que  montan  ciento  é  veinte  mili  maravedís, 
cíe  los  cuales  les  pagó  el  dicho  Juan  Diaz 
veinte  é  seis  mili  maravedís  y  los  otros  noventa 
é  cuatro  mili  maravedís  les  pagó  el  dicho  te- 
sorero, segund  paresce  por  su  carta  de  pago 
en  las  espaldas  de  la  cédula  de  Su  Alteza 
en  que  les  manda  pagar  la  dicha  quitación, 
que  está  en  poder  del  dicho  tesorero,  los  cua- 
les dichos  noventa  y  cuatro  mili  maravedís 
se  han  de  cobrar  del  dicho  Juan  Diaz  cuando 
con  bien  volviere  del  dicho  viaje,  porque  era 
á  su  cargo  la  paga  de  la  dicha  quitación  de 
los  dichos  oficiales,  segund  paresce  por  la 
capitulación  que  entre  Su  Alteza  y  éí  pasó,  del 
dicho  viaje. 

Este  dicho  día  se  pasan  en  data  al  dicho 
tesorero  dos  mili  é  nuevecientos  é  noventa  é 
dos  maravedís  que  pagó  á  Diego  Rodríguez, 
cómitre  de  Su  Alteza,  vecino  de  Triana,  por 
veinte  é  dos  días  que  se  ocupó  y  trabajó  en 
el  despacho  del  viaje  del  dicho  Juan  Diaz, 
fuera  de  su  casa,  fasta  que  lo  dejó  á  la  vela, 
á  cuatro  reales  por  día,  porque  trajo  siempre 
consigo  una  cabalgadura  y  un  hombre  y  un 


DOCUMENTOS  1 69 


mozo,  que  montan  los  dichos  dos  millé  nue- 
vecientos  y  noventa  y  dos  maravedís. 

Pásase  más  en  data  al  dicho  tesorero,  se- 
tenta é  cinco  mili  maravedís  que  dio  é  pagó 
en  dos  de  Otubre  deste  dicho  año  de  qui- 
nientos é  quince,  al  dicho  Juan  Diaz  de  Solís 
para  último despachode  su  viaje,  por  razón  que 
estando  presto  para  se  hacer  á  la  vela  en  se- 
guimiento del  dicho  viaje,  se  le  zozobró  la 
carabela  mayor  de  las  tres  que  tenía  prestas 
para  el  dicho  viaje,  poniéndola  á  monte,  car- 
gada, y  para  ayuda  de  comprar  otra  en  su  lu- 
gar, fué  nescesario,  porquel  dicho  viaje  no 
se  rezagase,  de  prestalle  los  dichos  setenta 
é  cinco  mil  maravedís,  los  cuales  debe  el  di- 
cho Juan  Diaz  á  Su  Alteza,  caso  que  la  obli- 
gación que  dellos  hicieron  él  y  sus  fiadores, 
con  cierto  cambio  suena  á  mí  el  contador: 
líamelos  dé  pagar  dentro  de  seis  meses,  y  Su 
Alteza  después  de  habelle  avisado  de  lo  su- 
sodicho, nos  envió  [á]  mandar  no  se  pidiese  los 
dichos  maravedís  á  los  dichos  sus  fiadores 
hasta  que  el  dicho  Juan  Diaz  volviese. 

En  primero  de  Otubre  del  dicho  año  li- 
bramos en  el  dicho  tesorero  á  Antonio  Rodrí- 
guez, correo,  por  el  viaje  que  llevó  en  diez  é 
siete  de  Septiembre  á  la  corte,  con  la  nueva  de 
cómo  la  dicha  carabela  se  zozobró  para  que 
mandase  Su  Alteza  proveer  lo  que  más  fuese 
servido,  y  volvió   este  día  desde    Calatayud, 


I  yo  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

donde  Su  Alteza  al  tiempo  estaba,  mandándo- 
nos proveer  lo  susodicho,  diez  y  seis  mili  é 
quinientos  maravedís. 


i5i6, 

Pásanse  más  en  data  al  dicho  tesorero,  cua- 
tro reales  de  plata,  que  en  veinte  é  dos  de  Sep- 
tiembre del  dicho  año  pagó  a  Ocaña,  correo, 
por  el  porte  de  unas  cartas  que  con  él  invia- 
mos  á  la  corte  á  los  señores  gobernadores,  en 
cuatro  del  dicho  mes  de  Septiembre  sobre  la 
venida  de  las  dos  carabelas  que  Juan  Diaz  de 
Solís  llevó  á  descubrir.    ■' 

Pásanse  más  en  data  al  dicho  tesorero  dos 
ducados  de  oro,  que  en  catorce  de  Otubre  del 
dicho  año  de  mili  é  quinientos  é  diez  é  seis 
años  dio  é  pagó  á  Juan  Gutiérrez  Calderón  é 
Diego  Hernández  de  Xerez  é  Castellanos,  es- 
cribanos de  Sus  Altezas,  por  ciertos  testimo- 
nios é  abtos  que  ante  ellos  pasaron  sobre  la 
diferencia  que  tenemos  con  los  almojarifes 
desta  dicha  cibdad  sobre  los  derechos  que  los 
dichos  almojarifes  demandaban  á  Juan  de 
Aicerna  por  ciertas  nueces  y  peros  que  traía 
con  nuestra  licencia  para  cargar  para  las  In- 
dias, é  otros  abtos  é  requerimientos  que  ante 
ellos  pasaron  é  hicieron  de  partes  del  señor 
Rey  de  Portogal    para    que    se    le  entregase 


DOCUMENTOS  I7I 


todo  el  brasil  que  trajeron  las  carabelas  que 
Juan  Diaz  llevó  á  descubrir,  y  todos  los  dichos 
testimonios  los  dieron  signados  para  los  en- 
viar á la  corte. 

23  de  Diciembre. — Que  pagó  por  el  costo 
del  descargar  de  las  carabelas  que  Joan  Diaz 
de  Solís  llevó  á  descubrir,  á  tierra  y  pesar  y 
empilar  de  los  ciento  é  setenta  é  un  quintales 
é  tres  arrobas  é  diez  é  siete  libras  de  brasil 
que  cupieron  á  Sus  Altezas  de  la  tercia  parte 
que  les  cupo  del  dicho  brasil,  que  en  las  di- 
chas carabelas,  después  de  muerto  el  dicho 
Johán  Diaz,  trajo  Francisco  de  Torres,  de 
que  se  está  hecho  cargo  en  este  libro  á  folio 
seis,   seiscientos  é  ochenta  maravedís. 


17  de  Julio  de  1 516 

LXIX 

H\:.\L  c:ÉDl  LA  EN    Lx\  QUE  SE    ORDENA     PAGAR  SUS 

sLiELDOs  Á  Díaz  de  Solís  y  otros  pilotos. 

A.   1.,  139-1-5,  t.  VI,  f.  G. 

El  Rey. — DotorSanchodeMatienzo,  nuestro 
tesorero  de  la  nuestra  Casa  de  la  Contratación 
de  las  Indias  que  residís  en  la  cibdad  de  Se- 
villa: Nos  vos  mandamos  que  paguéis  á  los 
pilotos  que  de  yuso  serán  contenidos,  los 
maravedís  que  cada  uno  toviere  señalados  de 


J72  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

acotamiento  y  asentados  en  los  libros  de  la 
dicha  Casa,  que  son  las  personas  siguientes: 
á  Juan  Diaz  de  Solís,  piloto  mayor,  é  á  Se- 
bastián Caboto  y  Andrés  de  San  Martín,  y  á 
Juan  Vespuche,  y  á  Juan  Rodríguez  de  Mafra, 
é  á  Francisco  Coto  é  Juan  Serrano  y  á  Vas- 
co Gallego  y  á  Francisco  de  Torres  y  Andrés 
García  Niño,  y  á  cada  uno  dellos  los  mara- 
vedís que  así  tuvieren  sentados  de  acotamien- 
to en  cada  un  año,  los  cuales  les  pagaréis 
por  sus  tercios,  segund  é  déla  forma  é  manera 
que  fasta  aquí  les  libraba  é  pagaba;  y  á  los 
otros  pilotos  que  aquí  no  van  declarados  sus 
nombres  no  les  habéis  de  librar  ni  pagar  cosa 
alguna,  aunque  tengan  fecho  sus  asientos  y 
estén  asentados  en  los  libros  desa  dicha 
Casa,  porque  nuestra  voluntad  es  que  no  se 
paguen  otros  salarios  sino  á  los  susodichos, 
y  en  la  paga  dellos  no  pongáis  ningún  impe- 
dimento, no  embargante  cualquier  prohibición 
é  vedamiento,  que  por  nuestro  mandado  esté 
puesto  para  que  no  se  pague  ni  libre  ningu- 
nos salarios  en  esa  dicha  Casa  á  los  dichos 
•pilotos  nin  otras  personas  algunas;  é  non  faga- 
des  ende  al. — Fecha  en  Madrid  á  diez  y  siete 
días  del  mes  de  Jullio  de  milléquinientosédiez 
é  seis  años. — (Firma  del  Cardenal  y  del  Em- 
baxador.) — Señalada  del  Licenciado  Zapata 
y  del  Doctor  Carvajal. — Refrendada  de  Ba- 
racaldo. 


DOCUMENTOS  I yS 


22  de  Febrero   de  i5i7 

LXX 

Real  cédula  por  la  que  se  dispone  levantar 
una  información  respecto  al  reclamo  in- 
TERPUESTO POR  EL  Rey  de  Portugal  contra 
Juan  Díaz  de  Solís. 

A.  I.,  139-1-5,  t.  VI,  IbL  114. 

La  Reina  v  el  Rey. — Nuestros  Oficiales  de 
la  nuestra  Casa  de  la  Contratación  de  las  In- 
dias, que  residís  en  la  cibdad  de  Sevilla:  por 
parte  del  Serenísimo  Rey  de  Portugal  nos 
ha  sido  fecha  relación  c]ue  Joan  Diez  de  So- 
lís, portugués,  vino  huyendo  á  estos  reinos 
de  Castilla  desde  Portugal,  por  muchos  crí- 
menes y  excesos  que  allá  había  hecho,  y  que 
estando  en  el  Andalucía  procuró  que  algunas 
personas  armasen  ciertos  navios  y  se  fuesen 
á  la  tierra  del  Brasil  con  él,  la  cual  tierra 
del  Brasil  diz  que  es  de  dicho  Serenísimo  Rey 
de  Portugal  y  que  en  ella  no  entran  otras  per- 
sonas ningunas  sino  las  de  sus  reinos  y  que 
á  ella  envía  en  sus  armadas,  y  que  enducidas 
las  tales  personas  por  el  dicho  Juan  Diez  de 
Solís,  hicieron  su  armada  y  él  se  había  ido  con 
ella  á  la  dicha  tierra  del  Brasil,  donde  diz  que 
cargaron  del  y  de  otras  cosas  de  la  dicha  tie- 


174  JUAN    DÍAZ    DE    SOl.lS 

rra  v  se  vinieron  con  ella  á  esa  dicha  cibdad, 
é  que  por  ser  lo  susodicho  cosa  nueva  é  ja- 
más usada  después  que  el  rey  tiene  la  tierra, 
nos  pidió  mandásemos  castigar  al  dicho  Juan 
Diez  de  Solis  y  á  todas  las  otras  personas  que 
con  él  habían  ido,  é  le  fuese  entregado  todo  el 
brasil  é  otras  mercaderías  é  cosas  que  de  allá 
habían  traído  é  se  estuviese  en  poder  de  algu- 
nas personas,  é  se  secrestase  hasta  que  se  de- 
terminase el  castigo  que  á  los  susodichos  se 
había  de  dar,  é  se  tornase  la  facienda  al  dicho 
Serenísimo  Rey,  cuya  era,  ó  como  la  nuestra 
merced  fuere:  é  consultado  con  los  nuestros 
Oriciales,  fué  acordado  que  debíamos  mandar 
dar  esta  nuestra  cédula  para  vosotros  sobre  la 
dicha  razoné  Nostovímoslopor  bien:  por  ende, 
nos  vos  mandamos  c[ue  luego  veades  lo  suso- 
dicho é  hagáis  información  por  cuantas  partes 
é  maneras  mejor  é  más  cornplidamente  saber- 
la pudiéredes,  así  por  los  testigos  que  por  pai- 
te del  dicho  Serenísimo  Rey  de  Portugal  vos 
fueren  presentados,  como  por  los  que  voso- 
tros de  vuestro  oíicio  vierdes  que  se  deben  re- 
cibir cómo  é  de  qué  manera  pasó  lo  susodi- 
cho, é  qué  brasil  é  cosas  el  dicho  Juan  Diez 
de  Solís  é  los  que  en  él  fueron  trujeron,  é 
de  qué  partes  é  lugares  se  trujo,  é  si  fué  de 
las  Islas  que  por  la  demarcación  de  entre 
estos  reinos  é  el  reino  de  Portugal  son  del 
dicho  Serenísimo  Rey  de  Portugal,  é  en  qué 


DOCUMENTOS  I  JO 


penas  los  susodichos  han  caído  é  incurrido, 
é  todo  demás  que  vosotros  vierdes  ser  nece- 
sario para  mejor  saber  la  verdad  sobre  todo 
lo  susodicho,  é  la  información  de  todo  habida, 
é  la  verdad  sabida,  la  enviad  ante  nos  para  que 
lo  mandemos  ver  é  proveer  sobre  ello  loque 
fuere  justicia;  é  si  por  la  dicha  información 
vos  constare  haber  sido  los  susodichos  culpan- 
tes é  el  dicho  brasil  é  cosas  que  trujeron,  de 
las  Islas  del  dicho  Serenísimo  Rey  de  Portu- 
gal, lo  embargad  hasta  que  por  los  del  nuestro 
Consejo,  vista  la  dicha  información,  se  os  en- 
víe á  mandar  lo  que  sobre  ello  se  debe  facer; 
é  á  las  tales  personas  haced  que  den  seguri- 
dad de  estar  á  derecho  é  pagar  lo  que  contra 
ellas  fuere  sentenciado;  é  non  fagades  ende 
al. — Fecha  en  Madrid  á  xxii  días  del  mes  de 
Hebrero  de  quinientos  diez  y  siete  años. — F. 
Cardinalis. — Señalada  de  Zapata  y  Carva- 
jal, y  refrendada  de  Pedro  de  Torres,  secre- 
tario. 


176  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


Marzo  de  i5i7 

LXXl 

Real  cédula  para  que  los  Oficjales  Reales 

INFORMEN    sobre    LAS    APTITUDES    DE     AnDRÉS 

DE  San  Martín,  que  solicitaba  el  cargo  de 

PILOTO  MAYOR,  VACANTE    POR  MUERTE    DE  DlAZ 

DE   SoLÍS. 

4  A.  1.-139-1-5.  Lib.  VI,  fol.  119. 

La  Reina  y  el  Rey. — Nuestros  Oficiales 
de  la  Casa  de  la  Contratación  de  las  Indias 
que  residís  en  la  cibdad  de  Sevilla:  sabed  que 
yoescrebí  una  carta  al  Reverendísimo  i n  Cristo 
Padre  Cardenal  de  España,  gobernador  des- 
tos  nuestros  reinos,  fecha  en  esta  guisa: — 
Reverendísimo  in  Cristo  Padre  Cardenalis  Ar- 
zobispo de  Toledo,  primado  de  las  Espafias, 
chanciller  mayor,  gobernador  é  Inquisidor 
general  en  los  reinos  é  sefioríos  de  Castilla, 
nuestro  muy  caro  é  muy  amado  amigo.  Se.lor. 
— Andrés  de  San  Martín  nos  hizo  relación 
que  al  tiempo  que  Amérigo  Vespuchi,  piloto 
mayor  que  fué  de  las  Indias,  falleció,  que 
puede  haber  cinco  años,  él  se  opuso  al  di- 
cho oficio  de  .piloto  mayor,  é  que  por  estar  en 
aquella  sazón  ocupado  en  la  Casa  de  la  Con- 
tratación de  la  cibdad    de  Sevilla  en  cosas  de 


DOCUMENTOS  1 77 


nuestro  servicio  y  no  se  haber  hallado  pre- 
sente, fué  proveído  del  dicho  oficio  de  piloto 
mayor  Juan  Diez  de  Solís,  de  lo  que  él  diz  que 
reclamó  antél  Católico  Rey,  mi  señor,  que 
haya  gloria,  por  razón  dello,  y  por  ser  perso- 
na suficiente  lo  rescibió  por  piloto  de  la  dicha 
Casa,  é  le  mandó  asentar  con  el  dicho  oficio 
XX  mili  maravedís  en  cada  año,  entretanto 
que  se  ofrecía  otra  cosa  en  que  le  hacer  mer- 
ced, el  cual,  diz,  que  ha  servido  hasta  aquí  á 
Nos  é  á  nuestra  Corona  Real  en  cosas  de  la 
dicha  Casa  é  que  tiene  habilidad  é  suficien- 
cia para  servir  en  el  dicho  oficio  de  piloto  ma- 
yor, é  que  porque  agora  es  fallescido  el  dicho 
Juan  Diez  de  Solís,  é  por  su  fin  quedó  vaco  el 
dicho  oficio  de  piloto  mayor,  nos  suplicaba  le 
hiciésemos  merced  del;  por  ende,  afetuosa- 
mente  vos  rogamos  que  os  informéis  de  lo 
susodicho  é  de  la  habilidad  é  suficiencia  del 
dicho  Andrés  de  San  Martín,  é  fasta  tanto  que 
Nos  seamos  en  los  nuestros  reinos  que,  pla- 
ciendo á  Nuestro  Señor  será  presto,  proveáis 
en  ello  como  vierdes  que  cumple  á  nuestro 
servicio  y  á  la  buena  gobernación  de  las  di- 
chas Indias.  Reverendísimo  in  Cristo  Padre 
Cardenal,  nuestro  muy  caro  é  muy  amado 
amigo.  Señor.  Dios,  Nuestro  Señor,  [en]  todos 
tiempos  os  tenga  en  su  especial  guarda  é  re- 
comienda.— Fecha  en  la  villa  de  Bruselas  á 
once  días  del  mes  de  Otubre  de  i5i6  años. — 

12 


lyS  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Yo  EL  Rey. — Pedro  Ximénez,  Secretario. — 
E  porque  mejor  queremos  ser  informados  de 
la  persona  é  habilidad  del  dicho  Andrés  de 
San  Martín,  é  ansí  mismo  si  hay  nescesidad 
de  se  proveer  del  dicho  oficio,  y  en  que  esta- 
rá mejor;  por  ende,  Nos  vos  mandamos  que 
luego  veades  lo  susodicho  é  hagáis  informa- 
ción por  cuantas  partes  é  maneras  mejor  sa- 
ber pudierdes,  qué  persona  é  habilidad  tiene 
el  dicho  Andrés  de  San  Martín  para  el  dicho 
cargo  de  piloto  mayor,  é  si  hay  otras  personas 
más  doctas  é  suficientes  entre  los  otros  nues- 
tros pilotos  é  cuál  es  más  docto,  é  qué  sala- 
rio tiene,  é  si  hay  necesidad  quel  dicho  oficio 
se  provea,  é  si  será  útil  é  provechoso  que  se 
consuma,  é  todo  lo  otro  que  vosotros  vier- 
des  ser  necesario  para  mejor  saber  la  verdad 
de  todo  lo  susodicho,  é  la  mformación  habi- 
da é  la  verdad  sabida,  é  puesta  en  limpio  á 
firmada  de  vuestros  nombres  é  signada  del 
escribano  desa  dicha  Casa  y  sellada  y  en  ma- 
nera que  haga  fée  la  enviad  ante  los  nuestros 
gobernadores  para  que  por  ellos  vista,  se 
provea  lo  que    Nos  viéremos  que    á  nuestro 

servicio  convenga. — Fecha  en  Madrid   a 

días  del  mes  de (O  ^^  quinientos  é 

diez   é  siete  años. — Fr.    Cardenalis. — Seña- 


(i)  Debe  ser  muy  poco  anterior  á  la  que  sig-ue,  y  por 
consiguiente,  quizás  del  mismo  mes  de  Marzo. 


DOCUMEN'TOS  1 79 


lada  de  Zapata  y  Carvajal,  y  refrendada  de 
Pedro  de  Torres,  Secretario. 


3o  de  Marzo  de  i5i7 

LXXII 

Carta  del  Rey  de  España  al  de  Portugal  en 

LA  que  le  pide  que  PONGA  EN  LIBERTAD  Á  SIETE 
HOMBRES  DE  LA  ARMADA  DE  SOLÍS  QUE  TENÍA- 
PRESOS. 

A.   I.  — 139-I-5,  t.   VI,  íbl.  124  V. 

Serenísimo  é  muy  ecelente  Rey  é  príncipe, 
nuestro  muy  caro  é  muy  amado  hermano  é 
tío:  Nos  hemos  sido  informados  que  por  vues- 
tro mandado  están  presos  en  Lisbona  siete 
hombres,  que  por  nuestro  mandado  fueron  á 
descubrir  á  la  parte  del  sur  con  Juan  Diez  de 
Solís,  nuestro  piloto  mayor,  ya  defunto,  por 
que  diz  que  los  hallaron  en  tierra,  en  la  bahía 
de  los  Inocentes;  el  cual  dicho  puerto  segund 
somos  certificados  y  paresce  por  la  demar- 
cación que  está  fecha  entre  esos  vuestros 
reinos  y  los  nuestros,  está  la  dicha  bahía  é 
puerto  dentro  de  nuestros  limites,  y  bien  cree- 
mos que  si  vos  fuérades  informado  dello,  no 
mandárades  tener  en  presión  á  los  susodichos, 
.pues  sabéis  con  cuanto  cuidado  nosotros 
mandamos  guardar  con  vuestros  subditos  é 


l80  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

naturales    la    capitulación   y    asiento  y    con- 
cordia   que   está   asentada,  y   continuándose 
ansí,    hemos  afectuosamente   mandado  á  los 
nuestros  oficiales  de  la  Casa  de  la  Contrata- 
ción de  las  Indias,  que  reside  en   la  cibdad 
de  Sevilla,  que  con  toda   brevedad   se  vea  la 
justicia  de  los  xi  presos  portugueses  que  allí 
están:  por  ende,  afetuosamente  vos  rogamos 
mandéis   poner   en  libertad  los  dichos    siete 
hombres    castellanos    que  ansí    por   vuestra 
mandado    están  presos,    y  se  trujeron  de   la 
dicha  bahía  é  puerto  de  los  Inocentes  á  Lis- 
bona,  pues,  como  dicho  es,  se  tomaron  den- 
tro   de  los  límites  de    nuestra  demarcación: 
que  demás  de  complir  lo  que  entre  estos  nues- 
tros reinos    y    los    vuestros    está  asentado  é 
capitulado,    nos    lo    recebiremos  en  singular 
complacencia.  Serenísimo  é  muy  ecelente  Rey 
é  príncipe,  nuestro  muy  caro  é  muy  amado 
hermano  é  tío.  Nuestro  Señor  vos  haya  en  su 
especial  guarda    é  recomienda.    Escripta  en 
Madrid,  á  xxx  días  del  mes  de  Marzo  de  qui- 
nientos é  diez  é  siete  años. — Fr.  Cardenalis. 
— Secretario  Torres. — Señalada  de  Zapata  y 
Carvajal. 


DOCUMENTOS  i8t 


1 6  de  Noviembre  de  i523 

LXXIII 

Real  cédula  expedida  á  favor  de  la  viuda 
DE  Amérigo  Vespuciii  para  que  se  le  atien- 
da CON  cierta  suma  del  salario  del  piloto 
mayor. 

-     A.  I.— 46-4-1/30,  Lib.  I,  fol.  72. 

El  Rey. — Nuestros  oficiales  que  residís  en 
la  ciudad  de  Sevilla,  en  la  Gasa  de  la  Contrata- 
ción de  las  Indias.  Bien  sabéis  como  el  Cató- 
lico Rey,  mi  señor  y  abuelo,  que  sea  en  gloria, 
mandó  dar  y  dio  para  vos  una  cédula  firmada 
de  su  nombre,  su  tenor  de  la  cual  es  este  que 
sigue:  El  Rey. — Nuestros  Oficiales  de  la  Ca- 
sa de  la  Contratación  de  las  Indias,  que  resi- 
dís en  la  ciudad  de  Sevilla.  Por  otra  mi  cédula 
como  veréis,  he  hecho  merced  á  Juan  Diaz 
•de  Solís,  del  oficio  de  nuestro  piloto  mayor 
en  lugar  y  por  fin  y  vacación  de  Amérigo 
Vespuchi,  ya  difunto,  y  que  tenga  con  el  dicho 
oficio  los  cincuenta  mili  maravedís,  que  el 
dicho  Amérigo  tenía  en  cada  un  año,  y  que 
-de  ellos  se  paguen  á  María  Cerezo,  muger  del 
"dicho  Amérigo,  diez  mili  maravedís  para 
en  toda  su  vida,  de  que  yo  le  hago  merced,  en 
enmienda  y  satisfacción  de  los  servicios  que  el 
•dicho  su  marido  nos  hizo,  y  porque  mi  volun- 


l82  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

tad  es  que  aquello  se  cumpla,  por  esta  mi  cédu- 
la mando  á  vos  el  nuestro  tesorero  que  sois  ó 
fuéredes  de  la  dicha  Casa,  que  délos  cincuen- 
ta mili  maravedís  del  salario  del  dicho  piloto 
mayor  deis  y  paguéis  á  la  dicha  María  Cerezo 
los  dichos  diez  mili  maravedís  deste  pre- 
sente año  de  quinientos  y  doce,  desde  el  día  de 
la  fecha  de  esta  mi  carta,  fasta  en  fin  del,  y 
dende  en  adelante  en  cada  un  año  para  en 
toda  su  vida;  y  tomad  sus  cartas  de  pago,  con 
las  cuales  y  con  el  traslado  de  esta  mi  cédu- 
la, signado  de  escribano  público,  y  con  fée 
como  se  descuenta  de  los  cincuenta  mili  ma- 
ravedís de  salario  del  dicho  piloto  mayor, 
mando  que  vos  sean  recibidos  y  pasados  en 
cuenta  en  cada  un  año  los  dichos  diez  mili 
maravedís;  y  asentad  el  traslado  de  esta  mi 
cédula  en  los  libros  de  esa  Casa,  y  sobre  es- 
crita de  vosotros,  tornad  este  original  á  la  di- 
cha María  Cerezo  para  que  lo  en  ella  conte- 
nido haya  efecto;  y  non  fagades  ende  al. 
Fecha  en  Burgos,  á  veinte  y  ocho  días  del 
mes  de  Marzo  de  mili  y  quinientos  doce  años. 
— Yo  EL  Rey. — Por  mandado  de  Su  Alteza. 
Miguel  Pérez  de  Almazan.  Y  en  las  espaldas 
de  la  dicha  cédula  estaba  escrito  lo  siguiente: 
Asentóse  esta  cédula  de  Su  Alteza  en  los  libros 
de  los  oficios  y  situados  de  la  Casa  de  la  Con- 
tratación que  tienen  los  oficiales  de  ella,  á 
fojas  doce,  en  veinte  y  seis  del  mes  de  Abril 


DOCUMENTOS  1 83 


de  mili  y  quinientos  y  doce  años. — Juan  de 
Medina. — Ociioa  de  Isasaga. — Juan  López  de 
Recaude.  É  ahora  la  dicha  María  Cerezo,  me 
hizo  relación  de  ser  cierto  que  después  que  fué 
hecha  la  dicha  merced,  del  oficio  del  dicho  su 
marido  al  dicho  Juan  Diaz  de  Solís,  siempre  le 
fueron,  pagados  los  dichos  diez  mili  maravedís, 
descontándose  al  dicho  Juan  Diaz  de  Solís  de  la 
dicha  quitación, quecon  el  dichooficio  habíade 
haber  como  por  la  dicha  carta  se  manda,  hasta 
que  el  dicho  Juan  Diaz  de  Solís  fallesció  desta 
presente  vida,  que  Nos  hicimos  merced  del 
dicho  oficio  á  Sebastián  Caboto,  y  aunque 
por  su  parte  vos  fué  y  ha  sido  muchas  veces 
requerido  que  le  pagásedes  los  dichos  diez 
mili  maravedís  de  la  quitación  y  salario  que 
del  dicho  Sebastián  Caboto  había  de  haber  con 
el  dicho  oficio  de  piloto  mayor,  diz  que  voso- 
tros no  lo  habéis  querido  facer  sin  que  vos 
mostrase  nuevo  mandamiento  nuestro  para 
ello,  porque  los  dichos  diez  mili  maravedís 
estaban  y  están  situados  sobre  el  salario  del 
dicho  oficio  de  piloto  mayor  para  en  toda  su 
vida,  y  me  suplicó  y  pidió  por  merced  le  man- 
dase pagar  lo  que  hasta  aquí  se  le  debe,  y  de 
aquí  adelante  hobiere  de  haber,  ó  como  la  mi 
merced  fuese; y  porque,  como  sabéis,  losdichos 
diez  mili  maravedís  fueron  dados  á  la  dicha 
María  Cerezo,  por  los  servicios  del  dicho  su 
marido,  y  conforme  á  la  dicha  cédula  le  están 


184  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

situados  y  los  ha  de  haber  para  en  toda  su 
vida  del  salario  del  dicho  oficio  de  piloto  ma- 
yor; y  aunque  por  vacación  del  dicho  Juan  de 
Solís,  Nos  proveyésemos  el  dicho  oficio  á  otra 
persona,  no  se  entendía  que  por  eso  había 
de  dejar  los  dichos  diez  mili  maravedís  ni 
fué  raz^n  que  vosotros  lo  hubiérades  dejado 
de  cumplir,  seyendo  cosa  de  limosna  y  de  sus- 
tento, no  habiendo  recaudo  ni  contrario  nues- 
tro para  ello;  y  porque  mi  voluntad  es  que 
ésta  se  cumpla,  por  ende,  yo  vos  mando  que 
veáis  la  dicha  cédula  que  de  suso  va  incorpo- 
rada, y  la  guardéis  y  cumpláis  en  todo  y  por 
todo,  según  y  como  en  ella  se  contiene,  y  en 
guardándola  y  cumpliéndola,  del  salario  del 
dicho  piloto  mayor  ha  recibido  desde  el  día 
que  él  goza  del  dicho  salario  y  hobiere  de 
haber  de  aquí  adelante,  hagáis  pagar  y  paguéis 
á  la  dicha  María  Cerezo,  lo  que  hasta  aquí 
se  le  debe,  y  de  aquí  adelante  hobiese  de 
haber  en  cada  un  año,  por  todos  los  días  de 
su  vida,  y  lo  que  hubo  de  haber  el  tiempo  que 
estuvo  vaco  el  dicho  oticio  de  piloto  mayor,  y 
no  se  pagó  salario  á  ninguna  persona,  lo  pagad 
á  la  dicha  Mana  Cerezo,  de  nuestra  facienda, 
á  razón  de  los  dichos  diez  mili  maravedís 
en  cada  un  año;  é  non  fagades  ende  al. — Fe- 
cha en  Pamplona,  á  diez  y  seis  días  del  mes 
de  Noviembre  de  mili  quinientos  veinte  y  tres 
años. — Yo  EL  Rey. — Por  mandado    de  S.  M. 


DOCUMENTOS  I 85 


— Francisco  de  los  Cobos.  Y  al  pié  de  la  di- 
cha cédula  están  tres  señales  de  firmas.  Y 
púsose  en  las  espaldas  de  la  dicha  cédula  lo 
siguiente: — Asentóse  esta  cédula  deS.  M.  en 
los  libros  de  la  Gasa  de  la  Contratación  de 
Sevilla,  en  diez  días  del  mes  de  Diciembre 
de  mili  quinientos  y  veinte  y  tres  años,  para 
que  se  guarde  y  cumpla  lo  en  ella  contenido, 
segund  que  S.  M.  lo  manda. 


sgde  Julio  de  i53o 

LXXIV 

Fragmentos  de  una  declaración  prestada  en 
Sevilla  por  Sebastián  Caboto  tocante  á 
su  viaje  al  río  de  Solís. 

A.  I. 

. . .  Preguntado  por  dónde  fué  á  pasar  con  la 
dicha  armada,  dijo:  que  á  Pernambuco,  ques 
en  la  costa  del  Brasil,  con  tiempo  contrario, 
y  de  allí  ficieron  vela  cuando  fizo  tiempo,  y 
fueron  al  río  de  Solís,  donde  este  declarante 
falló  un  Francisco  del  Puerto,  que  habían 
prendido  los  indios  cuando  mataron  á  Solís, 
el  cual  le  dio  grandísimas  nuevas  de  la  ri- 
queza de  la  tierra;  y  con  acuerdo  de  los  capi- 
tanes é  oficiales  de  Su  Magestad  acordó  en- 
trar en  el  río   Paraná  fasta  otro  río   que  se 


1 86  JUAN    DÍAZ    DE    SOI.ÍS 

llama  Caracarañá,  ques  donde  aquel  Fran- 
cisco del  Puerto  les  había  dicho  que  descen- 
día de  las  sierras,  donde  comenzaban  las  mi- 
nas del  oro  é  plata. 


1 6  de  Agosto  de  i53o 

LXXV 

Fragmentos  de  una  información  levantada 
EN  Sevilla  por  Diego  García  contra  Se- 
bastián Caboto. 

A.  I. 


2.  ítem,  si  saben  que  el  dicho  Diego  García, 
capitán,  puede  haber  quince  años  que  descu- 
brió aquella  tierra  que  se  dice  del  Río  de  la 
Plata  é  aún  dejó  en  ella  gente  cristianos. 

3.  Ítem,  si  saben  quel  dicho  capitán  Diego 
García  tornó  al  dicho  Río  de  la  Plata  con  la 
dicha  armada  de  Su  Majestad  é  de  los  dichos 
señor  Conde  é  Cristóbal  de  Haro,  puede  ha- 
ber cuatro  años,  que  iba  á  poblar  é  descubrir 
é  resgatar. 

Declaración  de  Alonso  de  Santa  Cruz. 

2.  De  la  segunda  pregunta  dijo:  que  puede 
haber  el  tiempo  que  dice  la  pregunta,  que 
oyó  decir  allá  en   aquella  tierra  que  se  dice 


DOCUMENTOS  1 87 

Río  de  Solís,  á  dos  cristianos  que  estaban 
alhi,  el  uno  nombrado  Enrique  ^Montes  y  el 
otro  á  un  alférez  que  el  dicho  Diego  García, 
capitán,  llevaba  consigo,  que  no  se  acuerda 
cómo  se  llamaba,  como  el  dicho  Diego  Gar- 
cía, capitíin,  había  ido  en  compañía  de  Juan 
Diaz  de  Solís  á  descubrir  aquella  tierra:  é 
questo  es  lo  que  sabe  desta  pregunta,  etc. 

3.  De  la  tercera  pregunta  dijo:  que  lo  que 
sabe  es,  que  puede  haber  tres  años,  poco  más 
ó  menos,  que  estando  este  testigo  allá  en 
aquella  tierra  con  el  dicho  capitán  general, 
vido  que  el  dicho  capitán  Diego  García  fué 
allá  al  dicho  río  que  se  dice  de  Solís,  que 
nunca  lo  ha  oído  mentar  de  la  Plata,  si  no 
cuando  el  dicho  capitán  Diego  García  fué 
con  la  dicha  armada  de  Su  Majestad,  é  lo 
vido  este  testigo  allá  al  dicho  Diego  García 
é  á  su  gente  que  llevaba  consigo,  é  que  iba  á 
lo  que  dice  la  pregunta,  etc. 

Declaración  de  Juan  de  Junco: 

2.  De  la  segunda  pregunta  dijo,  que  des- 
pués que  este  testigo  vido  al  dicho  Diego 
García,  capitán,  que  lo  vido  en  el  río  de  Pa- 
raná, que  es  en  aquellas  partes  de  donde  vie- 
nen agora,  oyó  decir  que  el  dicho  capitán 
Diego  García  había  ido  en  compañía  de  Juan 
de  Solís  por  maestre  de  una  nao  en  aquellas 
partes  donde  dice  la  pregunta;  é  questo  es  lo 
que  sabe  desta  pregunta,  etc. 


l88  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

Declaración  de  Casimyeres,  alemán: 
2.  De  la  segunda  pregunta  dijo,  que  es- 
tando este  testigo  en  aquellas  partes  que  se 
dice  el  río  de  Paraná  oyó  decir  allá  quel  dicho 
capitán  Diego  García  había  ido  aquellas  par- 
tes en  compañía  de  Juan  de  Solís,  por  maes- 
tre de  una  nao,  á  descubrir  aquella  tierra, 
puede  haber  el  tiempo  que  dice  la  pregunta; 
é  questo  es  lo  que  sabe  desta  pregunta,  etc. 

Declaración  de  Alonso  Bueno: 

2.  De  la  segunda  pregunta  dijo:  que  allá 
en  aquellas  partes  donde  fué  á  descubrir  el 
dicho  capitán  Sebastián  Caboto,  oyó  decir  lo 
contenido  en  la  dicha  pregunta  á  un  Enri- 
que iMontes,  que  hallaron  allá  en  el  puerto 
de  los  Patos,  que  llevaron  en  la  dicha  capi- 
tanía, é  que  había  ido  el  dicho  capitán  Diego 
García  con  Solís  cuando  se  descubrió  el  río 
que  se  dice  de  Paraná,  que  también  se  lla- 
ma de  Solís. 


DOCUMENTOS  l8g 


12  de  Octubre  de  i53o 

LXXVI 

Fragmentos  de  una  probanza  presentada  por 
Sebastián  Caboto  en  el  pleito  con  Cata- 
lina VAsquez. 

A.  I. 

ítem,  si  saben:  que  en  la  dicha  Isla  de  San- 
ta Catalina  se  hallaron  dos  hombres  que  ha- 
bían ido  con  el  capitán  Joan  Diaz  de  Solís  é 
dixieron  al  dicho  capitán  Sabastián  Caboto 
é  á  toda  la  gente  del  armada  que  fuesen  al 
Río  de  Solís,  porque  había  ahí  grandes  rique- 
zas de  oro  y  plata,  é  que  unos  compañeros 
suyos  habían  ido  allá  é  traído  mucho  oro  é 
plata,  lo  cual  habían  enviado  á  España,  y  que 
los  dichos  sus  compañeros  habían  vuelto  otra 
vez  allá  é  truxeron  ciertas  muestras  de  oro  é 
plata  al  dicho  capitán  Sabastián  Caboto  é  las 
cuales  muestras  vieron  la  gente  del  armada,  el 
uno  de  los  cuales  se  llamaba  Enrique  Montes 
é  el  otro  Milchor  Ramírez,  natural  de  la  villa 
de  Lepe. 

Declaración  prestada  en  Madrid,  por  Antón 
Falcón  de  Colibia: 

A  las  diez  é  ocho  preguntas,  dijo:  que  la 
sabe  como  en  ella  se  contiene,   porque  lo  vio 


igO  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

así  pasar,  é  porque  este  testigo  fué  á  buscar 
á  Enrique  Montes  é  le  halló  é  vio  como  tenía 
unas  cuentas  de  oro  é  un  poco  de  plata,  é 
como  decía  á  la  gente  de  la  dicha  armada  que 
nunca  hombres  fueron  tan  bien  aventurados 
como  los  desa  dicha  armada,  porque  decían 
que  había  tanta  plata  é  oro  en  el  Río  de  So- 
lí s  que  todos  serían  ricos,  é  que  tan  rico  sería  el 
paje  como  el  marinero;  é  por  esto  lo  sabe,  se- 
gund  dicho  tiene,  é  que  de  alegría  que  tenía 
el  dicho  Enrique  Montes  cuando  decía  aque- 
llo é  mostrando  las  dichas  cuentas  de  oro  llo- 
raba. 

Declaración  de  Bojo  de  Aragujo; 

A  las  diez  é  ocho  preguntas,  dijo:  que  oyó 
decir  lo  contenido  en  la  dicha  pregunta  á  la 
gente  de  la  dicha  armada,  é  vio  á  los  dos  hom- 
bres contenidos  en  la  dicha  pregunta,  que! 
uno  se  llamaba  Enrique  Montes  é  el  otro 
Milchor  Ramírez,  é  vio  como  decían  los  di- 
chos hombres  lo  contenido  en  la  dicha,  é  que 
asimismo  vio  este  dicho  testigo  las  dichas 
muestras  de  oro  é  plata,  que  lo  mostró  ante 
dicho  testigo  é  otros  el  dicho  Enrique  Mon- 
tes, é  que  les  decía:  mira,  hijos,  que  desto  se 
cargará  las  naos  del  oro  é  de  la  plata;  é  ques- 
to  es  lo  que  sabe  desta  pregunta  por  lo  que 
dicho  tiene,  etc. 


DOCUMENTOS  I9I 


LXXVII 

Párrafos  de  una  memoria  anónima  sobre  los 

ASUNTOS    de    límites     ENTRE     EsPAÑA  Y    POR- 
TUGAL. 

Archivo  de  Simancas,  Estado,  le- 
gajo 7408. 

Américo  Vespucio  (33),  en  el  año  de  i5oi, 
entró  en  el  Río  de  la  Plata,  hasta  allí  ignorado 
de  las  naciones  de  Europa,  y  halló  en  este 
río  islas  riquísimas  con  innumerables  minas 
de  piedras  preciosas  y  de  plata. 

Y  siendo  el  año  de  i5i5,  yendo  Juan  Diaz 
de  Solís  á  descubrir  el  nuevo  camino  para  las 
Malucas,  llegó  á  la  Isla  de  San  Gabriel,  don- 
de dicen  que  desembarcó,  é  hizo  todos  los  ac- 
tos de  posesión  en  nombre  de  la  Corona  de 
Castilla,  lo  cual  no  tuvo  efecto  por  la  pruden- 
cia y  real  generosidad  con  que  los  Reyes  Ca- 
tólicos mandaron  reparar  esta  acción;  porque 
reconociendo  que  este  río  pertenecía  a  la  Co- 
rona de  Portugal  por  haberle  descubierto  y 
tomado  posesión  de  él  Américo  Vespucio  en 
nombre  del    Serenísimo    Rey    Don  Manuel, 


(33)  Hunc  (Argrenteum  fluvium)  primus  Americus 
Vesputius  intravit  anno  i5oi,  invenitque  in  eo  ínsulas 
gemmiferas  et  innumerabiles  argenti  fodinas. 


192  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

quince  años  primero  que  Juan  Diaz  de  Solís, 
mandaron  á  Sebastián  Gaboto,  piloto  mayor 
de  aquella  Corona,  cuando  en  el  año  de  i525 
pasó  á  el  Río  de  la  Plata,  que  se  le  diese  por 
regimiento  expreso,  que  había  de  hacer  su 
viaje  por  los  límites  y  demarcación  de  su  Co- 
rona sin  tocar  en  los  que  perteneciesen  á  Por- 
tugal. (34) 


(34)  Antonio  de  Herrera,  década  3,  cp.  3,  lib.  9.  Pala- 
bras de  su  asiento:  «el  cual  habla  de  hacer  por  los  limi- 
tes de  S.  M.  sin  tocar  en  los  de  la  Corona  de  Portugal.» 


OBSERVACIONES  A  LOS  DOCUMENTOS  PRECEDENTES 


I. — Hállase  también  en  el  Archivo  de  Indias,  por 
cuyo  original  fué  publicado  por  Torres  de  Mendoza, 
t.  xxxi,  pp.  285-87. 

II. — Publicado  en  Fernández  de  Navarrete,  t.  iii,  p. 
294,  y  en  Varnhag-en,«Nouvelles  recherches,»  etc.,  p.  28. 

III. — Id.  id.,  t.  III,  pp.  299-302,  y  en  Varnhagen,  ob. 
cit.,  p.  34.  En  el  encabezamiento  se  puso  la  fecha  equi- 
vocada. 

IV.— Estaba  inédito. 

V.-Id.,id. 

VI.— Td.,  id. 

VIL — Publicado  en  Torres  de  Mendoza,  t.  xxxvi,  p.  21, 

VIII. — Id.,  id.,  t.  XXXVI,  pp.  217-221. 

IX.— Id.,  id.,  t.  XX,  pp.  5-i3. 

X.— Estaba  inédito. 

XI. -Id.,  id. 

XII.— Id.,  id. 

XIII.— Publicado  en  Torres  de  Mendoza,  t;  xxxvi, 
p.  222. 

i3 


194  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

XIV. — Id.,  id.,  t.  XXXVI,  p.  25i,  con  fecha  8  de  Agosto. 

XV.— Estaba  inédito. 

XVI.— Publicado  en  Torres  de  Mendoza,  t.  xxxi, 
p.  5o6. 

XVII. — Id.,  id.,  id.,  p.  3i3.  Se  puso  equivocada  la 
fecha  en  el  encabezamiento. 

XVIII.— Estaba  inédito. 

XIX.— Id.,  id. 

XX.— Id.,  id. 

XXI. — Publicado  en  Navarrete,  t.  iii,  p.  3o5,  con  fe- 
cha 28  de  Marzo,  en  Torres  de  Mendoza,  t.  xxxix,  p. 
221,  y  en  Varnhag-en,  obra  citada,  p.  38. 

XXII.— Estaba  inédito, 

XXIII. — Es  el  mismo  del  número  xxi,  pero  con  la  fe- 
cha de  28  de  Marzo. 

XXIV.— Estaba  inédito. 

XXV.— Publicado  en  Navarrete,  t.  iii,  p.  3o5,  To- 
rres de  Mendoza,  t.  xxxix,  p.  223,  y  en  Varnhag-en,  ob. 
cit.,  p.  38. 

XXVI.— Estaba  inédito. 

XXVII.— Id.,  id. 

XXVIII. -Id.,  id. 

XXIX. -Id.,  id. 

XXX.— Publicado  en  Navarrete,  t.  iii,  p.  127,  en  To- 
rres de  Mendoza,  t.  xxxix,  p.  225,  y  en  «Alguns  do- 
cumentos do  Archivo  Nacional  da  Torre  do  Tombo,» 
Lisboa,  1892,  fol.,  págf.  262. 

XXXI.— Id.,  id.,  en  los  mismos  autores. 

XXXII.— Estaba  inédito. 

XXXIII.— Id.,  id. 

XXXIV.— Publicado  en  extracto'en  Navarrete,  t.  iii, 
pp.  538-591  y  en  la  aColec.  de  Doc.  inéd.  de  la  Acade- 
mia de  la  Ilist.»,  t.  vii. 

XXXV-LV.— Estaban  inéditos. 

LVI. — Publicado  en  Navarrete,  t.  ni,  pp.  134-37,  en 
Torres  de  Mendoza,  t.  xxxix,  pp.  317-24,  y  en  Madero, 
«Hist.  del  Puerto  de  Buenos  Aires,»  pp„  311-14. 


OBSERVACIONES  igS 

LVIl  -Estaba  inédito. 

LVIII. — Publicado  en  Navarrete,    t.  iii,  p.  142,  y  en 
Torres  de  Mendoza,  t.  xxxix,  p.  490. 

LIX.— Publicado  en  Navarrete,  t.  iii,  p.  187,  y  en  To- 
rres de  Mendoza,  t.  xxxix,  p.  478. 

LX.— Id.,  id.  En  el  sumario  del  documento  debe 
leerse  factor  en  lugar  de  contador. 

LXI.-Id.,  id. 

LXII-III. — Estaban  inéditos. 

LXIV.— Publicado  en  Navarrete,  t.  iii,  p.  141,  y  en 
Torres  de  Mendoza,  t.  xxxix,  p.  488, 

LXV-LXIX.— Estaban  inéditos. 

LXX.— Publicado  en  Torres  de  Mendoza,  t.  xi,  p.  291. 

LXXI. — En  Navarrete,  t.  iii,  p.  307,  en  parte,  de  don- 
de lo  copió  Torres  de  Mendoza,  t.  xxxix,p.  495,  y  Varn- 
hagen,     ob.  cit.,  p.  39. 

LXXIL— Estaba  inédito. 

LXXIIL— En  Navarrete,  t.  iii,  p.  3o8,  en  Torres  do 
Mendoza,  t.  xxxix,  p.  526,  y  en  Varnhagen,  ob.  cit., 
p.  39. 

LXXI V-VII. -Estaban  inéditos. 


bibliografía 


bibliografía 


MÁRTIR   DE    ANGLERIA   (Pedro). 
Orbe  novo  Decades.  Alcalá,   i5i6,  fol. 


De 


El  carácter  de  estas  notas  nos  releva  de  la  tarea  de 
apuntardescripciones  bibliográficas  detalladas.  El  lec- 
tor, por  otra  parte,  hallará  descritas  todas  las  obras  de 
Mártir  de  Angleria  anteriores  á  i55o,  con  el  cuidado, 
diligencia  y  saber  peculiares  á  su  autor  en  el  notable  li- 
bro de  Mr.  Henry  Harrisse,  «Bibliotheca  Americana  Ve- 
tustissima»,  New  York,  1876,  4."  mayor.  La  presente 
edición,  que  es  también  la  primera  en  que  se  trata  del 
viaje  de  Solis  al  rio  de  su  nombre,  como  que  abarca 
las  tres  primeras  décadas,  lleva  alli  el  número  88. 

La  segunda  edición  hecha  en  Basileaen  i533,quees  la 
que  tenemos  á  la  vista,  contiene  también  un  extracto 
de  la  IV. 

Por  ser  Mártir  de  Angleria  el  primer  historiador  de 
Solis,  y  sus  palabras  tocantes  á  ciertos  detalles  de  la 
vida  del  famoso  piloto,  de  no  poco  peso,  vamos  á  trans- 
cribirlas aqui,  ponien  do  á  continuación  de  ellas  la  tra 


200  JUAN    DÍAZ   DE    SOLÍS 

ducción  de  Torres  Asensio,  de  que   se  habla  más  ade- 
lante: 

«Percurrise  quoque  feruntur  ea  littora  occidentalia 
Vincentius  Agnes,  de  quo  suprá,  &  loannes  quidem 
Diaz  Solifius  Nebriffenfis,  multisque  alij:  quorum  res 
nondum  bene  didici...»  Decada  i,  libro  x,  recto  déla  ho- 
ja 25. 

Pasaje  que  Torres  Asensio  traduce  asi: 

«También  se  dice  que  han  reconocido  aquellas  costas 
occidentales  Vicente  Inés  (debiera  decir  Añez)  de  quien 
arriba  hablamos,  y  un  Juan  Diaz  Solis  de  Nebrija,  y 
otros  muchos,  cuyas  cosas  no  conozco  aún  bien...»  aPe- 
dro  Mártir  Angleria»,  t.  I,  p.  379-80. 

«Astur  Ouetensis  auito  genere  quidam  nomine  loan- 
nes Díaz  de  Solis,  qui  le  Nebrifrae,qu3e  doclissedit  uiros, 
natum  inquit  ab  eo  fluuio  ad  occidentem  tendens  lequas 
&  ipfe  percurrit  non  paucas».  Decada  II,  libro  X,  rec- 
to de  la  hoja  42. 

Pasaje  que  Torres  Asensio  traduce  asi: 

«Pero  no  paró  aqui  todo:  cierto  astur  ovetense  de  an- 
tiguo linaje,  llamado  Juan  Diaz  de  Solis,  que  dice  haber 
nacido  en  Nebrija,  patria  de  varones  doctos,  encami- 
nándose desde  aquel  rio  hacia  el  occidente,  recorrió  no 
pocas  leguas.»  Tomo  II,  página  200. 

loannes  ille  Diaz  Solifius  Nobriflenfis,  de  quo  feci- 
mus  aliquando  mentionem,  miflus  eñ  per  Frontem  illam 
fan¿ti  Auguñini,  quae  lineam  luperat  a;quino¿lialem 
gradus  feptem,  &  ad  Portugallenfes  pertinet,  ut  latus 
auílrale  á  tergo  Pariae,  Gumanae,  Cuquibacoae,  portu- 
umque  Carthaginis  &  fanítae  Marthae,  Darienis  & 
Beraguae  nortris  nauigijs  percurrat,  quo  apertior  et  ple- 
nior  de  traílibus  illis  habeatur   notitia.  Folio  57  vuelto. 

«Aquel  Juan  DiazdeSolis,deNebrija,  de  quien  alguna 
vez  hemos  hecho  mención,  ha  sido  enviado  por  la  fren- 
te (debió  decir  cabo)  aquella  de  San  Agustín,  que  pasa 


bibliografía  201 


siete  girados  déla  linea  equinoccial  y  pertenece  á  los 
portugrueses,  para  que  recorra  con  naves  nuestras  el 
lado  austral,  ci  espaldas  de  Paria,  Cumaná,  Cuchiba- 
coa  y  los  puertos  de  Cartag-ena  y  Santa  Marta,  el  Darién 
y  Veragua,  á  fin  de  que  se  tengan  más  claras  y  abun- 
dantes noticias  de  aquellas  regiones.»  Tomo  II,  pági- 
na 376. 

«Praetereunda  minime  puto,   quce  loanni    Solyfio  ac- 
ciderint,  qui  tentaturus  australe  latus  putati  continen- 
tis,  ex  portu  Iopp:'e  parum  distanti  á  Gadibus  in  Océa- 
no, dilcerfit  cum  tribus  naulgijs,  quarto  idus  Septem- 
bris    anni    fuperioris    MDXV    quDC' ue  loanni    Pontio» 
quem  diximus  ele¿tum  ad  Caribes  fiue  Caníbales  an- 
tropophagos  humanarum  carnium  helluones  debellan" 
dos.  Quae  loanni  Aiorae:  quae  etiam  Gonl'alo  Badaiocio 
duci  alteri,  &  Francifco  Bezerrse  alij,  atque  iterum  alij 
dicto  Vállelo.  Solyfius  infaufle  provinciam  fumpñt.    Ca 
put  fiue  Frontem  fancti  Augustini,  de  qua  millies,  traie_ 
cit,  meridionale   latus  putati  continentis  captans  trans 
aequinoclialem    circulum.    Diximus   nanque    ieptimum 
antarctlci   gradum  Frontem  ipfam  pertingere.   Sexcen- 
tum  lequas  proceffit.  Reperit  fanfiti  Auguílini  Frontem 
adeo  in  latum  diftendi  ad  meridiem  trans  sequinoctium, 
ut  trigefimum  amplius  gradum  antar¿lici  prehenderit- 
A  tergo  iam  Capitis  Draconis  &  Castellanas  Paripé  ia- 
centium  ad  boream  et  arcllcum  inlpettantium  nauiga- 
bat,  quando  incidit  in  obicoenos  &  antropophagos  Ca" 
ribes,  de  quibus  late  alias.  Hi   tanque   inüdiofae    uul- 
pes  figna  pacis  uidabantur  innuere,  fed  animo  lautum 
aliquot  conuiuium  geftabant:  &  uifis  á    longe  hol'piti- 
bus,    ganeonum    more    faliuam    deglutiré    coeperunt. 
Delcendit  iple  mifer  Solifius  cum  focijs  quotquot   ingre- 
di  maioris    nauigij    ícapham  potuerunt.    Salit  ex   infi- 
dijs    incolorum   multitudo    ingens.    Fuflibus    ante    fo" 
ciorum  oculos  trucidarunt  omnes:    fcapham  raptatam 
in  iclu  oculi  dilacerarunt.  Euafit  nemo.  Trucidatos  &  in 
frufta  feálos   in    ipfo  eodem    littore,  focijs    e  mari   ho- 


202  JUAN    DÍAZ    DE    SOLIS 

rrendum  fpeótaculum  profpicientibus,  pararunt  ad  fu- 
turas epulas.  Caeteri  atroci  exemplo  perculfi,  non  aufi 
funtdel'cendere,  ñeque  de  fui  ducis  &  fociorum  ultiore 
cogitare.  Crudelia  hvec  littora  deferunt.  Nauigia  cocci- 
neis  truncis  onerant:  diximus  uocari  ab  Italis  uerzi- 
num,  ab  Ilifpanis  brafilium,  Wgni  genus  id  ad  lanas 
fucandas  aptum.  Rediere  caeteri  in  patriam.  Haec  bre- 
uiter  mihi  l'cribenti  relata  funt  per  literas.  Quid  aliud 
egerint,  aliquando  particularius  intelligemus. 

(D¿cada  KI,  libro  X,  hoja  65  vita,  y  verso  de  la  66, 
edición  citada.) 

Pienso  que  no  se  debe  pasar  en  silencio  lo  que  acon- 
teció a  Juan  Solis,  que  con  tres  embarcaciones  zarpó  del 
puerto  de  lopa,  poco  distante  de  Cádiz  en  el  océano, 
el  dia  í3  de  Septiembre  del  año  pasado,  i5i5,  á  explo- 
rar el  lado  austral  del  que  se  cree  continente;  y  lo  de 
Juan  Pontes  que  dijimos  fué  elegido  para  debelar  á 
los  caribes  ó  caníbales  antropófagos,  comedores  de 
carne  humana;  y  lo  de  Juan  Ayora;  y  lo  del  otro  capi- 
tán, Gonzalo  Badajoz;  y  del  otro,  Francisco  Becerra; 
y  de  otro  también,  llamado  Vallejo. 

Solis  tomó  su  cargo  con  desgracia:  por  el  cabo  ó  fren- 
te de  San  Agustín,  mil  veces  mencionado,  pasó  al  lado 
meridional  del  que  se  cree  continente  al  otro  lado  del 
círculo  equinoccial,  pues  hemos  dicho  que  el  tal  cabo 
toca  al  grado  séptimo  del  antartico  (hemisferio.)  An- 
duvo seiscientas  leguas,  y  encontró  que  el  cabo  de  San 
Agustín  se  ensancha  tanto  hacia  el  Mediodía,  al  otro 
lado  del  equinoccial,  que  llegó  más  allá  del  grado 
treinta  del  antartico. 

Ya  navegaba  á  espaldas  de  la  Cabeza  del  Dragón 
y  déla  castellana  Paria,  que  caen  al  Aquilón  y  miran 
al  ártico  (polo),  cuando  se  encontró  con  los  malva- 
dos y  antropófagos  caribes,  de  quien  en  otras  partes 
hemos  hablado  latamente. 

Estos,  cual  astutas  zorras,  parecía  que  les  hacían 
señales  de  paz,  pero  en  su  interior  se  lisongeaban  de 


bibliografía  203 


un  buen  convite;  y  cuando  vieron  de  lejos  á  los  hués 
pedes,  comenzaron  á  relamerse  cual  rufianes.  Desem- 
barcó el  desdichado  Solis  con  tantos  compañeros  cuan- 
tos cabían  en  el  bote  de  la  nave  mayor.  Salió  entonces 
de  su  emboscada  gran  multitud  de  indig-enas,  y  á 
palos  les  matar.) n  ¿i  todos  á  la  vista  de  sus  compañe- 
ros; y  apoderándose  del  bote,  en  un  momento  le  hicie- 
ron pedazos:  no  escapó  ninguno.  Una  vez  muertos  y 
cortados  en  trozos,  en  la  misma  playa,  viendo  sus 
compañeros  el  horrendo  espectáculo  desde  el  mar,  los 
aderezaron  para  el  festín;  los  demás,  espantados  de 
aquel  atroz  ejemplo,  no  se  atrevieron  á  desembarcar, 
ni  pensaron  en  vengar  á  su  capitán  y  compañeros,  y 
abandonaron  aquellas  playas  crueles. 

Cargaron  las  naves  de  troncos  coccíneos,  que  diji- 
mos se  llaman  en  italiano  «verzino»,  y  «brasil»  en  es- 
pañol, clase  de  madera  á  propósito  para  pintar  las 
lanas;  los  demás  regresaron  á  su  patria. 

Torres  Asensio,  t.  II,  p.  472. 

FERNÁNDEZ  DE  OVIEDO  (Gonzalo)  His- 
toria general  y  natural  las  Indias,  I^as  y  Tie- 
rra-firme del  Alar  Océano,   por  el  capitán 

Por  demasiado  sabido,  apenas  necesitamos  indicar 
que  la  primera  parte  de  la  obra  se  publicó  en  Sevilla 
en  i535,  después  de  haber  salido  á  luz  en  Toledo,  en 
1526  el  «Sumario  de  la  historia  natural  de  las  Indias»; 
que  en  1647  se  reimprimió  aquélla  en  Salamanca,  al  pa- 
recer sin  intervención  de  Fernández  de  Oviedo;  que  en 
1 557  las  prensas  de  Valladolid  divulgaron  el  «Libro  XX 
que  trata  del  Estrecho  de  Magallanes»;  y,  por  fin,  que 
la  obra  completa  sólo  se  publicó  en  Madrid  en  i85i. 

La  parte  relativa  al  descubrimiento  del  Rio  de  la  Plata, 
fué,  sin  duda  alguna,  redactada  poco  antes  de  1548, 
fecha  en  que  el  autor  tenía  preparada  para  la  impren- 


204  JUAN    DÍAZ   DE   SOLÍS 

ta  la  segunda  parte  de  su  obra,  á  la  cual  corresponde 
el  capitulo  que  reproducimos  á  continuación. 

«El  muy  famoso  é  grandisimo  rio,  que  los  indios  en 
la  parte  austral  llaman  «Paraná»  é  los  cristianos  le 
dicen  Rio  de  la  Plata,  tiene  su  embocamiento  donde 
entra  la  mar  veinte  leguas,  como  más  particularmente 
se  dijo  en  el  libro  XXI,  en  los  capitulos  I  y  II,  y  está  en 
treinta  é  cinco  grados,  de  la  otra  parte  de  la  equino- 
cial.  Llamóse  primero  Rio  de  «Solis»,  porque  lo  descu- 
brió el  piloto  Joan  Diaz  de  Solis;  é  algunos  afirman  que 
su  embocamiento  ó  anchura  es  treinta  leguas  desde  el 
Cabo  de  Santa  Maria,  que  tiene  hacia  la  linea  del  equi- 
nocio,  hasta  el  Cabo  Blanco,  que  está  á  la  otra  banda 
del  rio,  hacia  el  Estrecho  de  Magallanes.  Es  muy  nota- 
ble é  señalada  cosa  en  la  cosmografía.  E  aqueste 
Joan  Diaz  de  Solis,  siendo  piloto  mayor  y  paresciéndo- 
le  que  en  la  villa  de  Lebrixa,  de  donde  era  natural,  no 
cabían  sus  pensamientos,  volviólos  al  otro  hemisferio  ó 
partes  australes,  donde  se  ofrescíó  á  mostrar  por  su  in- 
dustria é  navegación  aquellas  partes,  que  de  los  anti- 
guos fueron  ignoradas  en  el  antartico  polo.  Y  con  li- 
cencia del  Católico  é  Serenísimo  rey,  don  Fernando, 
de  inmortal  memoria,  dio  efeto  á  la  obra  y  descubrió 
este  grand  río,  ario  de  mili  é  quinientos  c  doce  años,  y 
truxo  la  relación  que  por  entonces  pudo  ver  de  aquella 
ribera;  y  para  mejor  y  con  más  posibilidad  é  gente  salir 
en  tierra,  el  mismo  rey  le  hizo  capitán  suyo  é  le  conce- 
dió la  población  de  aquel  grand  rio.  E  volvió  allá  con 
tres  naos  muy  bien  armadas  é  provistas  de  gente  y  vi- 
tuallas, para  descubriré  saber  los  secretos  déla  tierra,  el 
año  de  mili  é  quinientos  é  quince  años;  y  llegado  donde  él 
tanto  deseaba,  fué  amigablemente  rescebido  de  los  in- 
dios y  convidado  de  ellos  con  mucho  halago  y  semblan- 
te de  dulce  y  amoroso  acogimiento,  y  mostraron  mucho 
placer  con  él  y  con  los  cristianos.  E  salido  en  tierra  con 
una  barca  y  parte  de  la  gente  que  llevaba,  salieron  de 
una  celada  grande  multitud  de   indios,  que    estaban 


bibliografía  205 


puestos  en  asechanza  con  mano  armada,  é  mataron  al 
Joan  Diaz  de  Solis  é  d  todos  los  que  estaban  en  tierra, 
de  los  españoles,  sin  que  alguno  quedase  con  la  vida, 
avistádmelos  cristianos  que  estaban  en  las  naos,  é  no 
sin  mucha  vergüenza  de  todos  ellos,  demás  del  notorio 
daño;  y  tomaron  la  barca  y  quebráronla  é  quemáronla 
luego.  Viendo  esto  los  restantes  cristianos  é  que  asi,  sin 
se  entender,  les  habían  muerto  su  capitán  é  principal  pi- 
loto é  guia,  con  más  de  cincuenta  hombres  de  los  me- 
jores del  armada,  alzaron  velas  é  no  osaron  quedar  alli, 
paresciéndóles  que  era  muy  poco  número  de  gente 
para  contra  tanta  multitud  de  indios;  é  fueron  á  la  tie- 
rra del  Brasil,  donde  cargaron  los  navios  de  aquella 
madera  é  se  tornaron  á  España,  para  dar  color  á  los  pa- 
ños é  á  otras  pinturas  con  aquella  mercadería;  pero  no 
á  tan  señalada  ignorancia  y  mal  gobierno  del  capitán, 
con  esta  mala  nueva  é  fin  del  piloto  é  de  la  gente  que 
con  él  murieron,  como  hombres  gobernados  de  caudi- 
llo sin  experiencia  en  las  cosas  de  la  guerra.  Porque, 
como  dice  Salustio,  «el  que  la  guerra  ha  de  ejercitar» 
en  la  adolescencia  lo  ha  de  deprender».  Buen  piloto 
era  Joan  Diaz  de  Solís,  é  yo  le  comuniqué,  y  en  las 
cosas  de  la  mar  por  diestro  era  tenido  para  gobernar 
un  timón  é  mudar  las  velas  é  derroteros;  pero  en  las 
cosas  de  la  guerra  terrestre  nunca  ejercitó  escuadrón 
de  gente  á  pie  ni  á  caballo.  Parescióme  bien  lo  que  vi 
hacer  á  un  piloto  camino  de  Guadalupe,  adonde  él  iba 
en  romería,  habiéndole  Dios  é  su  gloriosa  Madre  esca- 
pado de  un  señalado  naufragio  é  tormenta  de  la  mar: 
que  yendo  en  un  caballo  mal  enfrenado  é  saliéndosele 
del  camino,  se  apeó  é  acordó  de  irse  á  pie,  é  dio  el  ca- 
ballo á  un  gurumete  ó  paje  de  su  nao  que  con  él  iba, 
y  que  tan  poco  ó  menos  se  le  entendía  de  la  caballería. 
Y  el  caballo  botó  con  el  mozo  por  peñas  é  barrancos, 
teniéndose  al  arzón  y  sueltas  las  riendas;  y  el  piloto 
iba  tras  él,  espantando  más  el  caballo,  y  decía  al  mozo: 
«coge,  traidor,  esas  bolinas.»  Y  el  mozo  asía  de  la  una 


206  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

rienda  é aflojaba  la  otra,  y  decíale  el  piloto:  «No  la  de 
babor,  sino  la  de  estribor.»  En  fin,  los  que  allí  se  ha- 
llaron, aquedamos  el  rocín,  porque  el  mozo  nopeligrase; 
y  no  sin  mucha  risa  del  caso,  acordó  el  piloto  de  hacer 
apear  al  mozo  é  que  llevase  el  caballo  por  el  cabestro,  y 
él  iba  detrás  dándole  con  una  verdasca,  hasta  que  lleg-a- 
ron  ¿Guadalupe,  donde  cumplido  con  su  voto  é  romería, 
buscaron  una  carga  al  caballo  para  Sevilla,  para  ayuda 
á  pagar  el  flete  ó  alquiler  del  rocín.  He  querido  decir  esto 
aquí,  porque  lo  vi  é  no  me  cuadra    menos  al  proposi- 
to que  la  auctoridad  alegada  de  Salustio;  porque,  á  la 
verdad,  ninguno   debe  tener  presunción   de  se  llamar 
capitán  ni  exercitar  el  oficio  sin  haberle  aprendido,  é 
ser   primero  soldado  é  haber  visto   capitanes  expertos 
é  militares  con  ellos;   porque  quien    de  rondón,  como 
dicen,  ó  súbito,  entra  á  gobernar  el  arte  que  no  sabe, 
el  mismo  arte  le  paga  con  la  misma  violencia  que  á  su 
atrevimiento  pertenesce.    Dice  Vegecio  que  el  exército 
del  exercicio  tomó  el  nombre;  y  esta  razón  debía  bas- 
tar á  que  ninguno  que    quiera  acabar  bien  lo  que  co- 
mienza, no  lo   principie  sin    dotrina   y  experiencia  en 
cualquier  género  de    negocio  en  que  se  quisiere   ocu- 
par, y  mucho  más  en  el  arte  militar  que   en  todas  las 
otras  cosas;   porque  cuanto  es  mayor  su    peligro,  asi 
requiere  que  con  mayor  prudencia  c  tiento  sea  admi- 
nistrado tal  arte.  De   aquí  viene  que  los  capitanes  fa- 
mosos é  de  auctoridad  militar   aprobada,  con  grandí- 
sima diligencia  procuran  de  tener  sabios  y  exercitados 
adalides,  para  entrar  en  las   tierras  que  no  saben  los 
tales  capitanes,  pero   que  las    sepa    quien   los    ha   de 
guiar;  y  á  los  que  aquesto  hicieren,  no   les   acaescerá 
lo  que   acaesció  é  dio  la    muerte  á  este   Joan  Díaz   de 
Solís  c  á  los  que  con  él  saltaron  en  aquella  tierra,  de 
^que  aquí  se  tracta:  el  cual  no  ha  seído  solo  el  que  en 
estas  Indias  se  ha  perdido,  por  imprudente  y  cobdicioso. 


bibliografía  207 


LÓPEZ  DE  GOMARA  (Francisco).  His- 
pania  victrix.  Primera  y  segunda  parte  de  la 
Historia  General  de"  las  Indias,  con  todo  el 
descubrimientoy  cosas  notables  que  han  acae- 
cido desde  que  se  ganaron  hasta  el  año  de 
i55i  ..  Zaragoza,   i552,  fol.  Primera  edición. 

He  qui  los  párrafos  que  tocan  á  Juan  Diaz  de  Solis: 
Cae  ocho  grrados  y  medio  más  allá  de  la  equinoc- 
cial el  cabo  de  Sant  Agustín.  Descubriólo  Vicente  Yá- 
ñez  Pinzón,  en  Enero  de  i5oo  años,  con  cuatro  cara- 
belas que  sacó  de  Palos  dos  meses  antes.  Fueron  los 
Pinzones  grandísimos  descubridores,  y  fueron  muchas 
veces  á  descubrir,  y  ésta  navegaron  mucho.  Américo 
Vespucio,  florentin,  que  también  él  se  hace  descubri- 
dor de  Indias  por  Castilla,  dice  cómo  fué  al  mesmo 
cabo,  y  que  lo  nombró  de  Sant  Agustín,  el  año  de  i, 
con  tres  carabelas  que  dio  el  rey  Manuel  de  Porto- 
gal,  para  buscar  estrecho  en  aquella  costa  por  do  ir 
á  las  Malucas,  y  que  navegó  desta  hecha  hasta  se 
poner  en  cuarenta  grados  allende  la  equinoccial.  Mu- 
chos tachan  las  navegaciones  de  Américo  ó  Albérico 
Vespucio,  como  se  puede  ver  en  algunos  Tolomeos  de 
León  de  Francia.  Yo  creo  que  navegó  mucho;  pero 
también  sé  que  navegaron  más  Vicente  Yáñez  Pinzón 
y  Juan  Diez  de  Solís  yendo  á  descubrir  las  Indias.... 

Del  cabo  de  Sant  Agustín,  que  cae  á  ocho  grados, 
ponen  setecientas  leguas  de  costa  hasta  el  Río  de  la 
Plata.  Américo  dice  que  las  anduvo  el  año  de  i5oi 
yendo  á  buscar  estrecho  para  las  Malucas  y  Especie- 
ría, por  mandado  del  rey  don  Manuel  de  Portogal. 
Juan  Diez  de  Solis,  natural  de  Librija,  las  costeó  legua 
por  legua  el  año  de  12,  á  su  propia  costa.  Era  piloto 
mayor  del  rey;  fué  con  licencia,  siguió  la  derrota  de 
Pinzón,  llegó  al  cabo  de  Sant  Agustín,  y  de  allí  tomó 


208  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

la  via  de  mediodía;  y  costeando  la  tierra,  anduvo  hasta 
ponerse  casi  en  cuarenta  grados.  Puso  cruces  en  árbo- 
les, que  los  hay  por  allí  muy  grandes;  topó  con  un 
grandísimo  río  que  los  naturales  llama  Paranaguazu» 
que  quiere  decir  rio  como  mar  ó  agua  grande.  Vido 
en  él  muestra  de  plata,  y  nombrólo  della.  Parecióle 
bien  la  tierra  y  gente,  cargó  de  brasil  y  volvióse  á 
España.  Dio  cuenta  de  su  descubrimiento  al  rey,  pi- 
dió la  conquista  y  gobernación  de  aquel  río;  y  como 
le  fué  otorgada,  armó  tres  navios  en  Lepe,  metió  en 
ellos  mucho  bastimento,  armas,  hombres  para  pelear 
y  poblar.  Tornó  alUí  por  capitán  general  en  Septiem- 
bre del  año  de  i5,  por  el  camino  que  primero.  Salió  á 
tierra  en  un  batel  con  cincuenta  españoles,  pensando 
que  los  indios  lo  recibirían  de  paz  como  la  otra  vez,  y 
según  entonces  mostraban;  pero  en  saliendo  de  la 
barca,  dieron  sobre  él  muchos  indios  que  estaban 
en  celada,  y  lo  mataron  y  comieron  todos  los  españo- 
les que  sacó,  y  aún  quebraron  el  batel.  Los  otros, 
que  de  los  navios  miraban,  alzaron  anclas  y  velas, 
sin  osar  tomar  venganza  de  la  muerte  de  su  capitán. 
Cargaron  luego  de  brasil  y  anime  blanco,  y  volvié- 
ronse á    España  corridos  y  gastados. 

CASAS  (Fr.  Bartolomé  de  las)    Historia 
de  las  Indias.  (iSSg.) 

La  obra  del  famoso  dominico,  sólo  vino  á  publicarse, 
como  se  sabe,  en  1875-76,  formando  parte  sus  cinco 
volúmenes  de  la  «Colección  de  documentos  inéditos 
para  la  historia  de  España.» 

La  relación  de  lo  que  Yañez,  Pinzón  y  Solis  descu- 
brieron hacia  el  norte  se  encuentra  en  el  capítulo  xxxix 
del  libro  IL 

Tornando,  pues,  á  lo  demás,  después  que  el  Almi- 
rante salió  del  aislamiento  y'trabajos  que  padeció  en 
Jamaica,  y  fué  á  Castilla,  sabido  lo  que  había  descu- 


bibliografía  209 


bierto,  acordaron  luego,  un  Juan  Diaz  de  Solis  y  Vi_ 
cente  Y¿íñez  Pinzón,  el  hermano  de  Martin  Alonso 
Pinzón,  de  quien  dijimos  que  ayudó  al  despacho  de^ 
Almirante  en  la  villa  de  Palos,  y  fué  con  él  y  llevó 
consigo  al  Vicente  Y¿iñez  y  á  otro  hermano,  cuando 
vino  el  primer  viaje  á  descubrir  estas  Indias,  según 
que  en  el  primer  libro  queda  explicado,  de  ir  á  des- 
cubrir é  proseguir  el  camino  que  en  el  cuarto  viaje, 
y  descubrimiento  postrero,  dejaba  hecho  el  Almirante, 
los  cuales  fueron  á  tomar  el  hilo  desde  la  isla  ó  islas 
de  los  Guanajes,  que  dijimos  haber  descubierto  el 
Almirante  en  su  postrer  viaje,  y  dellas  tornarse  hacia 
el  Oriente.  Estos  dos  descubridores  navegaron,  según 
se  puede  colegir  de  los  dichos  de  los  testigos,  que  el 
Fiscal  presentó  en  el  pleito  que  trató  con  el  Almiran- 
te segundo,  deque  habemos  muchas  veces  hecho  men- 
ción, hacia  el  Poniente,  desde  los  Guanajes,  y  debie- 
ron llegar  en  paraje  del  golfo  Dulce,  aunque  no  lo 
vieron,  porque  está  escondido,  sino  que  vieron  la  en- 
trada que  hace  la  mar  entre  la  tierra  que  contiene  el 
golfo  Dulce  y  la  de  Yucatán,  que  es  como  una  gran 
ensenada  ó  bahia  grande.  Llaman  bahía  los  marineros, 
á  la  mar  que  está  entre  dos  tierras  á  manera  de  puer- 
to, no  muy  guardado,  la  cual  seria  puerto,  si  no  fue- 
se muy  grande,  y  por  ser  muy  capaz  y  no  cerrado, 
llaman  bahia,  las  letras  «i»  é  «a»  postrera  leídas, 
divisas.  Asi  que,  como  vieron  aquel  rincón  grande  que 
hace  la  mar  entre  las  dos  tierras,  la  una  que  está  á 
la  mano  izquierda,  teniendo  las  espaldas  al  Oriente, 
y  esta  es  la  costa  que  contiene  el  puerto  de  Caballos^ 
y  adelante  del  el  golfo  Dulce,  y  la  otra  de  la  mano 
derecha,  que  es  la  costa  del  reino  de  Yucatán,  pare- 
cióles grande  bahía,  y  por  eso  el  Vicente  Yáñez  en  la 
deposición  que  con  juramento  hizo  en  el  dicho  pro- 
ceso, presentado  por  testigo  por  el  Fiscal,  dijo:  que 
navegando  desde  la  isla  de  los  Guanajes,  yendo  la 
costa  de  luengo,  descubrieron  una  gran  bahia,  á  la 
14 


210  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

cual  pusieron  nombre  la  gran  bahia  de  la  Navidad, 
y  que  de  alli  descubrieron  las  sierras  de  Caria,  y 
otras  tierras  más  adelante,  y  seg-ún  los  otfos  testigos 
dicen,  volvieron  al  Norte.  Y  por  todo  esto  parece  que 
sin  duda  descubrieron  entonces  mucha  parte  del  reino 
de  Yucatán. 

He  aquí  lo  que  Las  Casas,  al  final  del  capitulo  lxxxii 
del  libro  III,  refiere  del  viaje  de  Juan  Diaz  de  Solis 
al  Rio  de  la  Plata: 

En  este  año  de  i5i5  partió  de  Cádiz,  ó  del  Puerto, 
Juan  de  Solis,  piloto  y  gran  marinero,  con  tres  navios, 
para  ir  á  descubrir  desde  el  cabo  de  Sant  Agustín^ 
que  agora  llaman  la  costa  del  Brasil  los  portugueses, 
adelante  hacia  el  Mediodía,  el  cual  fué  costeando  y 
pasó  la  linea  equinoccial  3o°  y  más,  descubriendo 
aquél  el  rio  que  agora  dicen  de  la  Plata,  no  sé  por 
qué  ocasión,  el  cual  nombró  el  dicho  Juan  de  Solis 
el  cabo  y  rio  de  Santa  Alaria.  Saltó  el  dicho  Juan  de 
Solis  con  ciertos  marineros,  los  que  pudieron  caber 
en  la  barca  ó  batel  del  navio  en  que  iba,  en  cierta 
parte  de  aquella  costa;  los  indios  los  mataron  y  dijo- 
se  que  los  comieron.  Yo  no  sé  cóm.o  pudieron  ver  que 
los  habian  comido,  pues  no  osaron  parar  los  demás 
por  aquella  tierra,  si  quizá  no  los  comieron  en  la 
misma  costa  de  la  mar  y  que  desde  los  navios  los 
viesen.  Por  la  muerte  de  aquel  piloto  siempre  oi  de- 
cir no  convenir  que  fuese  por  capitán  prjncipal  de 
la  flota  ó  navios  que  fuesen  á  descubrir,  ó  á  poblar 
ó  á  otro  algún  viaje,  marinero,  porque,  no  llevando 
superior,  los  marineros  presumen  de  se  señalar  y  aven_ 
túranse  á  perderse  á  si  mismos,  como  hizo  éste,  y  por 
consiguiente  á  los  otros;  y  creo  que  nació  esta  mur- 
muración de  que  por  la  muerte  de  aquel  Solis  suce- 
dió gran  daño  á  todos  los  otros  navios  y  gente  que 
iba  en  ellos,  por  faltarles  la  cabeza  y  principal  piloto. 
Cargaron   los   navios  que   restaron   de  brasil,  que   es 


bibliografía  211 


cierta  madera  con  que  tiñen  los  paños  de  rosado  ó 
colorado,  y  tornáronse,  no  sé  cuantos,  á  España,  no 
muy  aleg-res  ni  prosperados. 

LÓPEZ  DE  VELASCO  (Juan)  Geografía 
y  descripción  universal  de  las  Indias,  recopi- 
lada por  el  cosmógrafo-cronista. . .  desde  el 
año  de  iSyi  al  de  1574,  publicada  por  prime- 
ra vez  en  el  Boletín  de  la  Sociedad  Geográfica 
de  Madrid,  con  adiciones  é  ilustraciones,  por 
don  Justo  Zaragoza.  Madrid,  1894,  4."  mayor. 

«El  primero  que  costeó  esta  tierra  (del  Rio  de  la  Pla- 
ta) dicen  que  fué  Américo  Vespucho,  yendo  por  man- 
dado del  iley  de  Portugal  á  descubrir  el  Estrecho  para 
pasar  á  las  Malucas,  y  después  Juan  de  Solis,  año  da 
12,  costeó  desde  el  Brasil  hasta  el  Rio  de  la  Plata,  que 
en  lengua  de  indios  se  llama  Paranaguat^u,  que  quie_ 
re  decir  «Rio  como  mar  ó  agua  grande,»  y  él  le  llamó 
de  Solis,  por  su  nombre;  y  habiendo  vuelto  con  titulo 
de  gobernador  el  año  de  i5,  le  mataron  los  indios,  y 
se  perdieron  quinientos  hombres  que  llevó  en  la  boca 
del  mismo  rio.»  Píigina  55o. 

HERRERA  (Antonio  de)  Historia  gene- 
ral de  los  hechos  de  los  castellanos  en  las 
Islas  y  Tierra  Firme  del  Mar  Océano.  Madrid, 
1 60 1,  fol. 

Primera  edición. 

He  aqui  los  pasajes  que  tocan  á  Diaz  de  Solis: 

Juan  Diaz  de  Solis  descubrió  el  Rio  de  la  Plata  año 

i5i5,  y    Sebastián    Caboto,    inglés,  yendo  con  armada, 

por  orden  del  Emperador,  en    seguimiento  de  la  que 

había  llevado  el  comendador  Fr.   Garcia  de  Loaisa,  á 


212  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

las  Islas  de  los  Malucos;  y  pareciéndole  que  no  po- 
día llegar  á  ellas,  acordó  de  ocuparse  en  algo  que 
fuese  de  provecho,  y  entró  el  año  de  29  descubriendo 
el  Rio  de  la  Plata,  adonde  estuvo  casi  tres  años;  y 
como  no  fué  socorrido,  con  relación  de  lo  que  habia 
hallado,  se  volvió  á  Castilla,  habiendo  subido  muchas 
leguas  el  rio  arriba;  halló  plata  entre  los  indios  de 
aquellas  comarcas,  porque  en  las  guerras  que  estos 
indios  tenían  con  los  de  los  reinos  del  Perú  la  tomaron; 
y  de  aquí  se  dijo  Río  de  la  Plata,  porque  antes  se 
llamaba  Río  de  Solis.— Descripción,  capítulo  XXIV. 

Sabido  en  Castilla  lo  que  habia  descubierto  el  nue- 
vo almirante,  Juan  Díaz  de  Solis  y  Vicente  Yáñez 
Pinzón,  determinaron  de  ir  á  proseguir  el  camino  que 
dejaba  hecho,  y  fueron  á  tomar  el  hilo  desde  las  Is- 
las de  los  Guanajos,  y  volver  de  ellas  al  Levante;  pero 
navegaron  desde  las  dichas  Islas  hacia  el  Poniente 
hasta  el  parage  de  el  Golfo  Dulce,  aunque  no  lo  vie- 
ron, porque  está  escondido:  reconocieron  la  entrada 
que  hace  la  mar  entre  la  tierra  que  contiene  el  Golfo 
y  la  de  Yucatán,  que  es  como  una  grande  ensenada 
ó  bahía,  que  asi  llaman  los  marineros  á  la  mar  que 
está  entre  dos  tierras,  á  manera  de  puerto  no  muy 
guardado,  y  sería  puerto  sino  fuese  muy  grande,  y 
por  ser  capaz  y  no  muy  cerrado,  le  llaman  bahía. 
Y  como  vieron  aquel  rincón  grande  que  hace  la  mar 
entre  dos  tierras,  la  una,  que  está  á  la  mano  izquier- 
da, teniendo  las  espaldas  al  oriente  que  es  la  costa  que 
contiene  el  Puerto  de  Caballos,  y  adelante  de  él  el 
Golfo  Dulce;  y  la  otra  de  mano  derecha,  la  costa  del 
reino  de  Yucatán,  parecióles  grande  bahía,  y  por  esto 
la  llamaron  la  gran  bahía  de  Navidad,  desde  donde 
descubrieron  las  Sierras  de  Caria,  y  volvieron  al  norte 
y  descubrieron  mucha  parte  de  el  reino  de  Yucatán; 
pero  como  después  no  hubo  nadie  que  prosiguiese 
aquel  descubrimiento,  no  se    supo  más   hasta  que  se 


bibliografía  2I3 


descubrió  todo  lo  de  Nueva  España,  desde  la  isla  de 
Cuba;  y  estos  descubridores  principalmente  preten- 
dían descubrir  tierra,  por  emulación  de  el  almirante 
y  pasar  adelante  de  lo  que  él  había  descubierto  para 
hechar  carg-o  á  los  reyes,  como  si  el  almirante  no 
hubiera  sido  el  primero  que  abrió  las  puertas  del 
Océano,  de  tantos  millares  de  siglos  de  atrás  cerra- 
das, y  que  para  descubrir  dio  á  todos  lumbre.— Dé- 
cada I,  libro  VI,  capitulo  XVII.  Año  de  i5o6. 

Puso  asimismo  el  rey  gran  cuidado  en  tratar  de 
descubrimientos,  porque  durante  su  ausencia  de  estos 
reinos,  se  había  aflojado  mucho  en  ello:  mandó  Ti- 
mar á  la  Corte  á  Juan  Díaz  de  Solis,  Vicente  Yáñe/ 
Pinzón,  Juan  de  la  Cosa  y  Américo  Vespucio,  hom- 
bres pláticos  en  esta  navegación  de  las  Indias;  y  ha- 
biendo platicado  con  ellos,  se  acordó  que  convenia 
que  se  fuese  descubriendo  al  Sur,  por  toda  la  costa  del 
Brasil  adelante,  y  que  pues  estaba  descubierta  tanta 
parte  de  la  costa  de  Tierra  Firme,  desde  Paria  á  Po- 
niente, se  procurase  de  poblar  en  ella:  y  mandó  que 
se  aparejasen  dos  carabelas,  en  que  fuesen  estos  pilotos 
á  este  descubrimiento;  y  porque  era  necesario,  que 
uno  quedase  en  Sevilla  para  hacer  las  marcas,  y  pa- 
reció que  de  esto  era  más  platico  Américo  Vespucio, 
se  mandó  que  se  le  encomendase  con  título  de  Pi- 
loto Mayor,  con  cincuenta  mil  maravedís  de  salario 
al  año:  y  el  titulo  se  le  dio  en  Burgos  á  veinte  y  dos 
de  Marzo;  y  por  otra  cédula  se  le  acrecentó  el  salario 
veinte  y  cinco  mil  maravedís  más:  y  de  aquí  tomaron 
aquellas  partes  de  las  Indias  de  el  Mediodía  el  nom- 
bre de  América,  siendo  cosa  más  justa  que  le  toma- 
ran de  su  primer  descubridor,  que  fué  el  almirante 
don  Cristóbal  Colón,  como  atrás  se  ha  visto;  y  á  seis 
de  Agosto,  en  Valladolid,  se  dio  poder  y  titulo  á  Amé- 
rico  Vespucio  para  examinar  los  pilotos,  con  que  to- 
mó más  ánimo  para    usurpar    la    gloria  agena:  dióse 


214  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

también  titulo  de  pilotos  reales  á  Juan  Diaz  de  Solis 
y  á  Vicente  Yáñez  Pinzón,  con  el  mismo  salario. 

Aparejadas  las  carabelas  en  que  hablan  de  ir  Vi- 
cente Yáñez  y  Juan  Diaz  de  Solis,  se  les  dio  por  ins- 
trucción, que  cuando  partiesen,  sig-uiesen  la  derrota 
y  mareag-e  que  ordenaba  Juan  Diaz  de  Solis,  comu- 
nicado con  Vicente  Yáñez  y  con  los  mejores  pilotos 
y  marineros  de  los  navios,  y  que  todos  los  dias  se 
hablasen  el  uno  al  otro,  una  vez  en  la  mañana  y  otra 
en  la  tarde,  ó  á  lo  menos  una  vez  á  la  tarde,  como 
era  uso  y  costumbre,  y  que  llevase  el  farol  Juan  Diaz  de 
Solis  y  que  concertasen  ante  un  escribano  las  señas  con 
que  el  uno  al  otro  se  habían  de  entender,  y  no  toca- 
sen en  ning-una  isla  ni  tierra  firme  que  perteneciese 
al  Rey  de  Portugal;  y  que  si  pasada  la  Linea  Equi- 
nocial,  encontrasen  algunos  navios,  los  requiriesen, 
que  no  fuesen  á  las  partes  ni  limites  pertenecientes 
á  la  Corona  de  Castilla  y  de  León,  y  que,  haciendo 
lo  contrario,  los  prendiesen;  y  que  llegando  á  tierra, 
obedeciesen  á  Vicente  Yáñez  Pinzón  como  á  capitán 
nombrado  por  el  rey;  y  que  no  se  detuviesen  en  los 
puertos  y  tierras  que  descubriesen,  sino  que  siguie- 
sen el  descubrimiento;  y  que  después  se  mandaría  hacer 
la  contratación  y  población  qne  fuese  necesaria,  y 
que  procurasen  de  no  alborotar  la  gente  de  la  tierra, 
ni  rescatasen  cosa  alguna,  sino  ante  el  veedor  y  es- 
cribano; y  que  en  acabándose  de  rescatar  lo  que  se 
llevaba  de  la  Real  Hacienda,  se  rescatase  lo  de  la 
gente  de  los  navios,  con  que  la  mitad  de  la  ganan- 
cia fuese  para  el  Fisco,  y  que  la  gente  pudiese  llevar 
en  los  navios  sus  arcas,  con  que  no  fuesen  mayores 
que  de  cinco  palmos  en  largo  y  tres  en  alto;  y  que 
si  aconteciese  tocar  en  la  Isla  Española  por  alguna 
necesidad,  diesen  cuenta  al  gobernador  de  lo  que 
hubiesen  descubierto;  y  que  á  la  vuelta  no  tocasen 
en  ningún  puerto  que  no  fuese  de  la  Corona  de  Cas- 
tilla; y  que  llegados  á  Cádiz,  no  permitiesen  que  na- 


bibliografía  2I5 


die  saliese  en  tierra  ni  entrase  en  los  navios,  hasta 
que  el  visitador  hiciese  su  oficio;  y  fué  por  piloto  en 
una  de  estas  carabelas,  Pedro  de  Ledesma,  de  quien 
se  ha  hecho  mención,  en  cuyo  despacho  se  iba  dando 
priesa,  solicitándolo  mucho  el  Obispo  de  Falencia  y 
el  comendador  Lope  de  Conchillos.— Década  I,  libro 
VII,  capitulo  I.  Año  de  iSoy. 

Partieron  de  Sevilla  el  año  pasado,  Juan  Diaz  de 
Solis,  natural  de  Lebrija,  y  Vicente  Yáñez  Pinzón, 
con  las  dos  carabelas  armadas  por  el  rey,  y  desde  las 
islas  de  Cabo  Verde  fueron  á  dar  en  la  tierra  firme  al 
Cabo  de  S.  Agustín,  y  pasando  adelante,  llevando  la 
via  del  Sur,  costeando  la  tierra  firme,  fueron  á  ponerse 
casi  en  cuarenta  g-rados  de  la  otra  parte  de  la  Linea 
Equinocial,  y  siempre  que  salían  á  tierra,  ponían  cru- 
ces, y  hacían  todos  los  autos  posesionales  que  eran 
necesarios,  y  pareciéndoles  que  era  bien  dar  la  vuelta, 
se  tornaron  á  Castilla,  habiendo  tenido  poca  confor- 
midad en  este  viage,  por  lo  cual 'se  mandó  en  Sevilla 
recibir  información,  y  hallando  culpado  ¿i  Juan  Diaz 
de  Solís,  los  Oficiales  de  la  Casa  de  la  Contratación  le 
prendieron  y  enviaron  á  la  cárcel  real  de  la  Corte,  y  á 
Vicente  Yáñez  hizo  el  rey  merced,  y  en  particular  en 
algunas  cosas  en  la  isla  de  S.  Juan,  que  no  tuvieron, 
efecto. — Década  I,  libro  VII,  capitulo  IX.  Año  de  iSog. 

Tenia  el  rey  particular  cuidado  en  que  se  descu- 
briese el  Estrecho  de  que  había  dado  intención  el 
almirante  D.  Cristóbal  Colón,  por  que  parecía  que  se 
podría  navegar  á  las  islas  de  la  Especería,  sin  tocar 
en  las  navegaciones  del  rey  de  Portugal,  y  con  este 
fin  envió  á  Juan  Diaz  de  Solis  y  á  Vicente  Yáñez 
Pinzón  para  que  descubriesen  todo  lo  que  pudiesen 
al  sur;  y  entonces  hallaron  aquel  gran  río  que  dije- 
ron de  Solís,  y  ahora  llaman  de  la  Plata,  y  aunque 
es  verdad  que  en  este  año  mandó  el  rey  que  se  apa- 


2l6  JUAN    DÍAZ   DE    SOLÍS 


réjase  un  navio  para  que  Juan  Díaz  volviese  á  nave- 
gar, con  deseo  de  hallar  este  Estrecho,  pareció  al  rey- 
de  suspenderlo,  por  atender  á  las  cosas  de  Tierra- 
Firme  y  proveerlas  como  convenia,  por  donde  tenia 
esperanza,  conforme  á  lo  que  el  almirante  D.  Cristó- 
val  habia  dicho,  que  se  habia  también  de  hallar  Es- 
trecho; y  porque  asimismo  queria  comunicar  con  el 
rey  de  Portugal  lo  que  tocaba  á  aquella  navegación 
del  sur,  porque  aquella  Corona  que  pretendía  tocarle 
todo  aquello,  por  haber  descubierto  lo  que  ahora  se 
dice  del  Brasil,  no  recibiese  agravio,  por  lo  cual  yo 
creo  que  se  engañan  los  que  escriben  que  Juan  Diaz 
de  Solis  navegó  el  año  de  i5i2,  porque  no  fuá  sino  el  de 
i5i5...— Década  I,  libro  XIII,  capitulo  XII.  Año  de  i5i3. 

Habiéndose  el  rey  determinado  en  la  jornada  de  Pe- 
dradas para  Tierra  Firme,  mandó  que  luego  se  enten- 
diese en  aparejar  el  armada  que  habia  de  llevar,  pero 
que  ante  de  todas  cosas,  Juan  Diaz  de  Solis,  á  quien 
habia  dado  titulo  de  piloto  mayor,  y  Juan  Vespucio, 
que  también  tenia  titulo  de  piloto,  se  juntasen  y  hi- 
ciesen un  padrón  general  que  fuese  muy  cierto  y  ver- 
dadero, y  que  platicado  primero  con  todos  los  pilotos, 
estuviese  fijado  en  la  Casa  de  la  Contratación,  adonde 
todos  los  pilotos  le  pudiesen  ver  y  considerar,  con 
orden  que  nadie  sacase  traslados  de  él,  sino  Juan 
Vespucio,  á  quien  se  hizo  merced  de  ello;  porque  por 
experiencia  se  habia  visto  que  en  la  navegación  de  las 
Indias  se  hablan  hecho  muchos  yerros  por  no  ser 
los  pilotos  tan  diestros  ni  pláticos  como  convenia,  ni 
saber  por  donde  se  hablan  de  regir,  ni  por  donde 
hablan  de  tomar  el  cuadrante  y  el  astrolabio  y  el 
altura,  ni  la  cuenta  de  ello... — Década  I,  libro  X,  ca- 
pitulo XI.  Año  de  1514. 

Daba  el  rey  gran  priesa  para  que  en  el  principio  de 
este  año  saliese  el  armada  contra  los  Caribes,  y  que 


bibliografía  217 


dos  navios  que  habia  mandado  apercibir  para  que 
Juan  Diaz  de  Solis  fuese  á  descubrir  por  la  costa  de 
Tierra  Firme  al  sur,  se  partiesen  con  brevedad,  por  los 
celos  que  tenia  de  portugueses  y  por  las  opiniones  de 
los  cosmógrafos,  que  se  podría  por  aquella  parte  ha- 
llar paso  para  las  islas  de  la  Especería;  por  esta  priesa 
le  suplicaron  los  Oficiales  de  la  Casa  de  la  Contrata- 
ción de  Sevilla  que  mandase  hacer  de  espacio  sus 
armadas,  y  se  comenzasen  con  tiempo,  para  que  fue- 
sen mejor  proveídas;  y  porque  con  todo  eso,  el  rey  los 
mandaba  solicitar,  habiéndose  puesto  en  orden  los  dos 
navios  de  Juan  Diaz  de  Solis,  estando  para  partir,  se 
abrió  el  uno,  y  se  usó  tanta  diligencia,  que  se  adere- 
zó con  mucha  brevedad.  Con  las  mercedes.-  que  el  rey 
hizo  á  Juan  Diaz  de  Solis,  porque  era  el  más  excelente 
hombre  de  su  tiempo  en  su  arte,  dejando  su  casa  pro- 
veída, salió  de  Lepe  á  8  de  Octubre  de  este  año:  enca- 
minóse al  puerto  de  Santa  Cruz  de  la  isla  de  Tenerife, 
en  las  Canarias:  salió  de  allí  en  demanda  de  Cabo 
Frío,  que  está  en  22  grados  y  medio  de  este  cabo  de 
la  Equínocíal;  vio  la  costa  de  San  Roque  en  seis  gra- 
dos, navegando  al  sur,  cuarta  del  sudueste,  y  los 
pilotos  decían  que  iban  á  barlovento  del  cabo  de  S. 
Agustín  á  noventa  leguas:  y  eran  tantas  las  corrientes, 
que  iban  al  Hueste  que  los  echaron  á  sotavento  del 
cabo  de  S.  Agustín  dos  grados,  el  cual  está  en  8  gra- 
dos y  un  cuarto  de  la  otra  parte  de  la  equínocíal, 
por  la  cuenta  que  hicieron  en  esta  navegación.  Y  cua- 
tro grados  antes  de  llegar  á  la  Linea  Equínocíal 
de  la  banda  del  norte  perdieron  las  guardas:  y  pasa- 
dos otros  tantos  de  la  banda  del  sur,  les  pareció  que 
descubrían  las  guardas  del  sur,  diciendo  que  eran 
dos  nubecícas  blancas:  pero  en  esto  se  engañaron, 
porque  estas  nubes  parecen  y  desparecen  en  un  mismo 
lugar,  según  la  calidad  del  aire  que  corre:  y  del  Cabo 
Frío  al  Cabo  de  S.  Agustín,  hallaron  trece  grados  y 
tres  cuartos:  y  estaba  tan  bajo  el  Cabo  Frío,  que  no 
le  pudieron  reconocer  sino  por  el  altura. 


2l8  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Lleg-aron  al  rio  de  Genero,  en  la  costa  del  Brasil,  que 
hallaron  en  veinte  y  dos  grados  y  un  tercio  de  la 
Equinocial  al  sur:  y  desde  este  rio,  hasta  el  Cabo  de 
Navidad,  es  costa  de  nordeste  sudueste,  y  la  hallaron 
tierra  baja  que  sale  bien  á  la  mar:  no  pararon  hasta 
el  rio  de  los  Inocentes,  que  esta  en  23  grados  y  un 
cuarto:  fueron  luego  en  demanda  del  Cabo  de  la  Ca- 
nanea,  que  está  en  25  grados  escasos;  y  de  aqui  to- 
maron la  derrota  para  la  isla  que  dijeron  de  la  Plata, 
haciendo  el  camino  del  sudueste  y  surgieron  en  una 
tierra  que  está  en  27  grados  de  la  linea,  á  la  cual  lla- 
mó Juan  Diaz  de  Solis,  la  Bahía  de  los  Perdidos.  Pa- 
saron el  Cabo  de  las  Corrientes,  y  fueron  á  surgir  en 
una  tierra  en  29  grados,  y  corrieron  dando  vista  á  la 
isla  de  San  Sebastián  de  Cádiz,  adonde  están  otras 
tres  islas,  que  dijeron  de  los  Lobos,  y  dentro  él 
puerto  de  Nuestra  Señora  de  la  Candelaria,  que  ha- 
llaron en  35  grad.os:  y  aqui  tomaron  posesión  por  la 
Corona  de  Castilla;  fueron  á  surgir  al  rio  de  los  Pa- 
tos, en  34  grados  y  un  tercio,  entraron  luego  en  un 
agua,  que  por  ser  tan  espaciosa  y  no  salada,  llama- 
ron Mar  dulce,  que  pareció  después  ser  el  rio  que  hoy 
llaman  de  la  Plata,  y  entonces  dijeron  de  Solis.  De 
aqui  fué  el  capitán  con  el  un  navio,  que  era  una  cara- 
bela latina,  reconociendo  la  entrada  por  launa  costa  del 
rio:  surgió  en  la  fuerza  de  él  cabe  una  Isla  mediana, 
en  34  grados  y  dos  tercios. 

Siempre  que  fueron  costeando  la  tierra,  hasta  poner- 
se en  el  altura  sobredicha,  descubrían  algunas  veces 
montañas  y  otras  grandes  riscos,  viendo  gente  en  las 
riberas:  y  en  esta  del  Rio  de  la  Plata  descubrían  mu- 
chas casas  de  indios  y  gente,  que  con  mucha  atención 
estaba  mirando  pasar  el  navio  y  con  señas  ofrecían  lo 
que  tenían,  poniéndolo  en  el  suelo.  Juan  Diaz  de  Solis 
quiso  en  todo  caso  ver  qué  gente  era  esta  y  tomar  al- 
gún hombre  para  traer  á  Castilla.  Salió  á  tierra  con 
los    que  podían   caber   en   la  barca:   los    indios,  que 


bibliografía  219. 


tenían  emboscados  muchos  flecheros,  cuando  vieron 
á  los  castellanos  algo  desviados  de  la  mar,  dieron  en 
ellos  y  rodeando,  los  mataron,  sin  que  aprovechase  el 
socorro  de  la  artillería  de  la  carabela:  y  tomando  á 
cuestas  los  muertos  y  apartándolos  de  la  ribera,  hasta 
donde  los  del  navio  los  podían  ver,  cortando  las  cabe- 
zas, brazos  y  pies,  asaban  los  cuerpos  enteros  y  se  los 
comían.  Con  esta  espantosa  vista,  la  carabela  fué  á 
buscar  el  otro  navio  y  ambos  se  volvieron  al  Cabo  de 
S.  Ag-ustin,  adonde  cargaron  de  brasil,  y  se  tornaron 
á  Castilla.  Este  fin  tuvo  Juan  Diaz  de  Solís,  más  fa- 
moso piloto  que  capitán.— Djcada  II,  libro  I,  capitulo 
VIL  Año  de  i5i5. 

BARCO  CENTENERA  (Martín  del)  Ar- 
gentina y  conqvista  del  Rio  de  la  Plata,  con 
otros  acaecimientos  de  los  Reinos  del  Perú, 
Tucumanyestado  del  Brasil.  Lisboa,  1602,4.° 

Después  á  los  quinientos  y  trece  años, 
Contados  sobre  mil  del  nacimiento 
De  aquél  que  padeció  por  nuestro  daño 
Dio  Juan  Diaz  de  Solis  la  vela  al  viento, 
Al  Paraná  aportó,  do  los  engaños 
Del  Timbú  le  causaron  finamiento. 
En  un  pequeño  rio  de  grande  fama 
Que  á  causa  suya  de  Traición  se  llama. 

Por  piloto  mayor  de  Magallanes 
Al  Estrecho  venido  aqueste  habia. 
No  harto  de  pasar  penas  y  afanes 
La  conquista  á  Don  Carlos  le  pedia. 
Entró  el  rio  arriba  con  desmanes 
Hasta  que  ya  el  postrero  le  venia 
En  que  su  alma  del  cuerpo  se  desata 
Poniendo  al  Paraná  nombre  del  Plata. 


220  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

En  la  nota  19  de  su  obra,  Barco  Centenera  repite  el 
mismo  disparate  de  que  Juan  Diaz  de  Solis  había  acom- 
pañado ¿Magallanes  y  que  de  vuelta  del  viaje  obtuvo 
la  conquista  del  Rio  de  la  Plata. 

DÍAZ  DE  GUZMÁN  (Rui)  Historia  argen- 
tina del  descubrimiento,  población  y  conquis- 
ta de  las  Provincias  del  Rio  de  la  Plata,  es- 
crita por...  en  el  año  161 2.  Buenos  Aires,  1854, 

8.^ 

En  el  capitulo  I  del  libro  I  habla  del  supuesto  via- 
je de  Diaz  de  Solis  de  i5i2,  en  el  cual  supone  tener  lu- 
gar el  descubrimiento,  y,  en  cambio,  omite  el  verda- 
dero. 

OVALLE  (P.  Alonso  de)  Histórica  rela- 
ción del  Reino  de  Chile  y  de  las  misiones  y 
ministerios  que  ejercita  en  él  la  Compañía  de 
Jesijs.  Roma,  1646,  fol. 

En  el  capitulo  xi  del  libro  IV  trata  el  autor  «Del 
descubrimiento  del  Rio  de  la  Plata  y  de  las  costas 
de  Chile  por  el  Estrecho  de  Magallanes.» 

Lo  galano  del  lenguaje  de  este  escritor  y  el  origen 
que  atribuye  al  nombre  del  Rio  de  la  Plata,  nos  au- 
torizan para  copiar  los  dos  siguientes  párrafos. 

...En  primer  lugar  no  perdamos  de  vista  al  capitán 
Juan  Diaz  de  Solis,  que  partiendo  de  España  á  8  de 
Octubre  de  i5i5,  corrió  por  las  costas  del  Brasil  has- 
ta descubrir  el  famoso  Rio  de  la  Plata,  á  quien  dio 
este  nombre,  no  la  que  en  él  ni  en  sus  riberas  se 
cria,  sino  unas  planchas  de  este  metal  que  dieron  los 
indios  de  aquel  pais  á  los  españoles,  las  cuales  ha- 
bían traído  de  las  tierras  circunvecinas  á  Potosí,  con 


bibliografía  221 


quien  tenían  comunicación  por  medio  de  los  indios 
de  Tucumán,  que  son  los  más  inmediatos  por  aquel 
lado  al  Perú.  Entró  Solis  por  aquel  espantoso  rio, 
que  tiene  de  boca,  si  mal  no  me  acuerdo,  sesenta  ó 
setenta  leguas,  de  manera  que  cuando  llegan  á  ella 
las  naves,  no  tienen  otras  señales  para  conocerla  sino 
por  el  agua  dulce,  hasta  que  entrando  el  rio  adentro 
ó  arrimándose  á  algunas  de  sus  costas,  se  reconocen 
los  montes  y  tierras  de  sus  márgenes  y  riberas. 

En  este  famoso  rio  de  la  Plata,  saltó  á  tierra  Juan 
Diaz  de  Solis,  y  sin  resistencia  de  los  indios,  por 
no  ser  tan  crudos  y  guerreros  como  en  otras  partes, 
tomó  posesión  de  toda  ella  en  nombre  de  su  Rey, 
por  las  coronas  de  Castilla  y  León,  como  lo  hicieron 
siempre  los  primeros  descubridores  y  conquistadores 
de  la  América,  y  él  la  tomó  por  su  cuenta  de  los  sie- 
te palmos  de  tierra,  que  son  con  los  que  hace  pago 
la  muerte  al  más  ambicioso,  que,  mientras  vive,  no 
parec^  le  basta  un  mundo  entero;  y  con  esto,  que, 
dando  allí  enterrado,  se  le  atajaron  los  designios  de 
nuevos  descubrimientos. 

El  libro  del  P.  Ovalle  fué  reimpreso  por  nosotros 
en  1888. 

— Eerste  scheeps-togt  ter  verdere  Ontdek- 
kinge  van  de  West-Indien,  door  Jean  Dias 
de  Solis  en  Vincent  Jamez  (sic)  Pinzón, 
gedaan  uaar  Jukatan;  in  t  Jaar  i5o6. . .  Te  Ley- 
den  (sin  fecha)  1701,  8." — 27  pp.  sin  el  índice. 

— Kort  verhaal  der  scheeps-togt  die  Jean 
Diaz  de  Solis  en  Vincent  Yanes  Pinzón,  naar 
de  Vaíle  Kuíl  bezuiden  Kaap  St.  Auguftyn  he- 
bben  ondernoomen,  in't  Jaar  i5og. 


222  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

Hállanse  estas  relaciones,  traducidas  de  la  obra  de 
Antonio  de  Herrera,  en  la  «Colección  de  viajes»  pu- 
blicada en  Leyden  por  el  librero  Pieter  van  der  Aa, 
en  los  comienzos  del  siglo  XVIIl. 

— Eerste  scheeps-togt  Ter  verder  Ontdek- 
king  van  de  West-Indien,  door  Jean  Dias  de 
Solis  en  Vincent  Yanes  Pinzón,  gedaan  naar 
Jukatan  in't  Jaar  i5o6...  Te  Leyden,  1706,  gran 
folio. 

— Kort  verhaal  der  scheeps-togt  die  Jean 
Díaz  de  Solis,  en  Vincent  Yanes  Pinzón, 
Naar  de  Vaíle  Kuíl;  bezuiden  Kaap  St.  Au- 
guftyn  hebben  ondernoomen,  in't  Jaar  iSog, 

— De  welgelukte  Zee-Togt,  door  Jean  Diaz 
de  Solis,  met  twee  Schepen  ter  nader  Ontdek- 
kinge  gedaan  na  Rio  de  la  Plata,  Ongelukkig 
volbragt,  in't  Jaar  i5i5. 

Estas  tres  relaciones  hállanse  en  el  tomo  iii  de  la 
colección  de  Juan  Luis  Gottfried,  quien  tradujo  al  ho- 
landés los  viajes  de  los  españoles  á  las  Indias  Occi- 
dentales, tomando  por  base  el  libro  de  Antonio  de 
Herrera. 

A  la  última  de  esas  relaciones  acompaña  un  gra- 
bado en  cobre  que  representa  la  muerte  de  Solis. 

LOZANO  (P.  Pedro)  Historia  de  la  con- 
quista del  Paraguay,  Rio  de  la  Plata  y  Tu- 
cuman.  (1745.) 

Publicada  por  D.  Andrés  Lamas,  Buenos  Aires,  1873, 
en  5  volúmenes  en   4.°  El  segundo   comienza   con   el 


bibliografía  223 


viaje  de  Díaz  de  Solis,  de  quien  dice  llef,'-ó  en  i5o8  con 
Vicente  Ydñez  Pinzón  hasta  40  grados  de  latitud  sur. 

— Histoire  genérale  des  voíages  ou  nouve- 
11  e  collection  de  toutes  les  relations  de  voíages 
par  mer  et  par  terre,  etc.  A  Paris,  1745,  4." 
mayor. 

Conocida  colección  de  viajes  del  Abate  Prévost.  En 
el  tomo  XII,  pág-.  145,  se  trata  del  viaje  de  Diaz  de  Solis 
y  de  Yáñez  Pinzón  á  Yucatán,  y  en  las  2o5-6  de  su 
expedición  al  Rio  de  la  Plata:  todo  basado  en  el  libro 
de  Antonio  de  Herrera. 

CHARLEVOIX  (P.  Pedro  Francisgo-Xa- 
vviER  de)   Histoire    du     Paraguay.   A     Paris, 
1767,  8.» 

Tomo  i,  pp.  34-35:  viaje  de  Diaz  de  Solis  al  Rio  de 
la  Plata  en  i5i6. 

No  he  visto  la  traducción  latina  de  la  obra  hecha 
por  el  P.  Doming-o  Muriel,  en  la  cual  me  imagino  que 
debe  encontrarse  alguna  nota  que  pudiera  interesar- 
nos de  las  muchas  que  puso  en  el  original. 

MORELLI  (Ciríaco)  Fasti  Novi  Orbis  et 
ordinationum  apostolicarum  ad  Indias  perti- 
nentium  breviarium  cum  adnotationibus.  Ve- 
netiis,  1776,  4.°  mayor. 

En  las  pp.  i3  y  16  se  menciona  á  Diaz  de  Solis. 

TERRACINA  (Miguel)  Historia  general 
de  los  viages,  ó  nueva  colección  de  todas  las 
relaciones  de  los  que  se  han  hecho  por  Mar, 


224  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

y  Tierra,  y  se  han  publicado  hasta  ahora  en 
diferentes  Lenguas  de  todas  las  Naciones  co- 
nocidas: ...  obra  traducida  del  Inglés  al  Fran- 
cés por  el  Abate  Antonio  Francisco  Prevost; 
y  al  Castellano  por  Don  Miguel  Terracina. 
Madrid,  1780,  4.° 

Tomo  xx,  pp.  891-92: — Viaje  de  Juan  de  Solis  y  de 
Vicente  Yáñez  Pinzón. 

Tomo  xxi,  pp.  45-46: — Ultimo  viaje  de  Juan  Diaz  de 
Solis  y  descubrimientos  al  Sud. 

FUNES  (Gregorio)  Ensayo  de  la  historia 
civil  del  Paraguay,  Buenos  Ayres  y  Tucuman. 
Buenos-Ayres,  1816,  4.° 

Tomo  I,  libro  i,  capitulo  i:  Descubre  Solis  el  Rio 
de  la  Plata:  su  muerte,  etc. 

«Salieron  los  charrúas  de  una  emboscada  que  te- 
nían puesta  á  las  orillas  de  un  arroyo  entre  Maldo- 
nado  y  Montevideo,  que  por  este  acontecimiento  se 
llama  de  Solis;  los  mataron,  etc.» 

FERNÁNDEZ  DE  NAVARRETE  (Mar- 
tín) Colección  de  los  viajes  y  descubrimien- 
tos,, que  hicieron  por  mar  los  españoles  des- 
de fines  del  siglo  XV.  Con  varios  documen- 
tos inéditos  concernientes  á  la  historia  de  la 
marina  castellana  y  de  los  establecimientos 
en  Indias,  coordinada  é  ilustrada  por...  Ma- 
drid, 1825-1837,  5  vols.  en  4.° 

En  el  tomo  iii,  destinado  á  los  «viajes  menores,  y 
los  de  Vespucio,  poblaciones  en   el  Darién»,  etc.,  y 


bibliografía  225 


publicado  en  1829,  desde  la  página  127  á  la  144  es 
donde  se  encuentran  los  documentos  que  se  refieren 
á  Diaz  de  Solis  y  que  hasta  ahora  habían  sido,  puede 
decirse,  la  fuente  original  única  y  verdaderamente 
autorizada  donde  se  encontraban  datos  de  valer  sobre 
el  descubrimiento  del  Plata. 

En  este  mismo  volumen  se  registra  el  extracto  de 
las  probanzas  del  pleito  de  Colón  en  lo  relativo  á 
Diaz  de  Solis  (pp.  558-59.) 

Fernández  de  Navarrete  se  aprovechó  para  su  tra« 
bajo  de  los  materiales  reunidos  por  el  laborioso  Don 
Juan  Bautista  Muñoz,  cuya  colección  de  documentos 
formada  durante  una  improba  labor  de  muchos  años 
se  guarda  en  la  Real  Academia  de  la  Historia  en 
Madrid. 

La  Colección  de  Fernández  de  Navarrete  fué  reim- 
presa en  Madrid  en  los  años  de  i858-8o,  y  sido  en  par- 
te vertida  al  francés. 


L'ART  de  vérifier  les  dates.  Quatriéme  par- 
tie.  Chronologie  historique  de  l'Amérique, 
par  M.  D.  B.  Warden.  Tomo  III.  Paris, 
1828,  8.^ 

Trátase  del  descubrimiento  del  Rio  de  la  Plata  por 
Diaz  de  Solis  «en  i5i6:»  pp.  239-40. 

THE  Cabinet  cyclopasdia  conducted  by  the 
Rev.  Dionysius  Lardner. ..  The  history  of  ma- 
ritime  and  inland  discovery.  Vol.  II.  London, 
i83o,  8.° 

Pp.  35-37:— Vicente  Yáñez  Pinzón  y  Juan  Diaz  de 
Solis  (i5o8)    y  viaje  de  este   último  al  Río  de  la  Plata 

(i5i4.) 

i5 


220  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

HUMBOLDT  (Alejandro  de.)  Histoire  de 
la  Géographie  du  Nouveau  Continent,  et  des 
progrés  de  rastronomie  nautique  aux  XV'  et 
XVI"  siécles  comprenant  l'histoire  de  la  dé- 
couverte  de  l'Amérique.  Paris,  sin  fecha(i836- 
39)5  vols.,  8/ 

Véase  en  la  traducción  española  de  esta  notable 
obra,  de  la  cual,  según  creo,  sólo  han  aparecido  los 
dos  primeros  volúmenes,  hecha  en  1892  por  D.  Luis 
Navarro  y  Calvo,  los  pasajes  en  que  el  sabio  alemán 
meciona  á  Diaz  de  Solis.  (Tomo  I,  pp.  171-72.) 

ELSNER  (Dr.  H.)  Allgemeine  Geschi- 
chte  der  Reisen  und  Entdeckungen  zu  Was- 
ser  und  zu  Land,  seit  dem  Anfang  der  Welt 
bis  aus  unsere  Tage.  Nach  dem  Englischen. 
Stuttgart,  1842,  3  vols.  en  8." 

Traducción  del  inglés  de  una  compendiosa  colección 
de  viajes.  En  las  páginas  5i-52  del  tomo  II  se  trata  de 
Diaz  de  Solis. 

FERNÁNDEZ  DE  NAVARRETE  (Mar- 
tín). Disertación  sobre  la  historia  de  la  Náu- 
tica y  de  las  ciencias  matemáticas  que  han 
contribuido  a  sus  progresos  entre  los  españo- 
les, Madrid,   1846,  4.° 

Véase  lo  relativo  á  Diaz  de  Solis  en  las  páginas  i32 
y  i38. 

AZARA  (Agustín  de).  Descripción  é  his- 
toria del  Paraguay  y  del  Rio  de  la  Plata. 
Obra  postuma  de  Don...  Madrid,  1847,  4-' 


bibliografía  227 


Las  4  primeras  pág-inas  del  tomo  II  están  dedicadas 
•á  Diaz  de  Solis.  Acepta  la  expedición  de  i5i2,  que  su- 
pone hizo  en  un  navio  armado  ú  su  costa. 

FERNÁNDEZ  DE  NAVARRETE  (íMar- 
tín  y  P^ustaquio).  Examen  histórico-crítico 
de  los  viajes  y  descubrimientos  apócrifos  del 
capitán  Lorenzo  Ferrer  Maldonado,  de  Juan 
<le  Fuca  y  del  almirante  Bartolomé  de  Fon- 
te.  Memoria  comenzada  por  D....y  arreglada 
y  concluida  por  D...  Madrid,   1849,  4-" 

Léase  lo  que  el  autor  expresa  tocante  ¿x  Diaz  de  So- 
lis  en  la  pág-ina  21. 

HISTORIA  de  la  Marina  Real  Española, 
-desde  el  descubrimiento  de  lasAméricas  has- 
ta el  combate  de  Trafalgar.  Madrid,  i856,  fol. 

Tomo  I,  p.  379:  «Viaje  de  Vicente  Yáñez  Pinzón  y 
Juan  Diaz  de  Solis  ala  costa  de  Honduras:  reconoci- 
miento de  la  provincia  de  Yucatán  y  regreso  á  España.» 
La  eApedición  al  Rio  de  la  Plata  ocupa  casi  por  com- 
pleto el  capitulo  XV,  pp.  541-47. 

D'A\'EZAC  (Mr.)  Gonsidérations  géogra- 
phiques  sur  l'histoiredu  Brésil.  Paris,  iSSy,  8." 

Kn  est-2  libro  destinado  á  criticar  la  obra  de  Varnha- 
g2n,  se  encuentra  en  las  pp.  175-78,  una  cisertación 
sobre  la  patria  de  Juan  Diaz  de  Solis. 

BARROS  ARANA  (Diego.)  El  descubrí- 
Tnicnto  del  Rio  de  la  Plata. 

Articulo  leiJo  en  el  Circulo  de  Amigos  de  las  Letras 
•de  Santiago,  inserto   en  las  pp.  590-600  del  tomo  IV  de 


228  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

la  «Revista  del  Pacifico»,  Valparaiso,  1861,  y  reprodu- 
cido en  las  pp.  88-99  del  tomo  VI  de  la  «Revista  de  Bue- 
nos Aires»,  i865. 

DOMÍNGUEZ  (Luis  L.)  Historia  argenti- 
na. Buenos  Aires.  1861,  8.° 

pp.  2i-3o:  Juan  Diaz  de  Solis. 

En  este  compendio  de  historia  argentina,  obra  clási- 
ca en  su  género,  el  autor  adrñite  que  en  i5o8  Yáñez  Pin- 
zón y  Diaz  de  Solis  corrieron  la  costa  del  Brasil  y  al- 
canzaron hasta  los  40  grados  de  latitud  austral,  sin 
descubrir  el  Rio. 

GONZÁLEZ  LLANA  (Manuel.)  Historia 
de  las  Repúblicas  del  Plata.  Madrid,  i863,  8.° 

A  Juan  Diaz  de  Solis  dedica  el  autor  las  pp.  39-41. 
Acepta  el  viaje  de  i5i2  que  hizo,  según  expresa,  en 
una  pequeña  embarcación  que  fletó  á  sus  expensas  y 
con  la  cual  llegó  hasta  los  40°  de  latitud  sur. 

GELPI  Y  FERRO  (Gil).  Estudios  sobre  la 
América. —  Conquista,  colonización,  gobier- 
nos coloniales  y  gobiernos  independientes. 
Habana,  1864,  4.°  mayor. 

En  las  págs.  141-144  del  tomo  I  relata  el  supuesto 
viaje  de  i5i2  y  el  de  i5i5. 

TORRES  DE  MENDOZA  (Luis.)  Colec- 
ción de  documentos  inéditos  relativos  al  des- 
cubrimiento, conquista  y  colonización  de  las 
posesiones  españolas  en  América  y  Oceanía, 
sacados,  en  su  mayor  parte,  del  Real  Archivo 


bibliografía  229 


de  Indias,  bajo  la  dirección  de...  Madrid,  1864 
-84,  42  vols.  en  4.° 

Iniciada  esta  Colección  por  D.  Joaquín  F.  Pacheco, 
D.  Francisco  de  Cárdenas  y  Torres  de  Mendoza,  con- 
tinuó desde  el  tomo  IV  bajo  la  exclusiva  dirección  de 
este  último,  cuyo  nombre  desaparece  de  las  portadas 
de  los  tomos  siguientes,  á  contar  desde  el  XIII. 

Muchos  y  muy  importantes  documentos  se  han  pu- 
blicado en  esta  Colección,  pero  con  ningún  método  en 
su  mayoría,  y  lo  que  es  peor,  con  tales  inexactitudes 
que  es  á  veces  punto  menos  que  imposible  atinar  con 
el  verdadero  texto  del  original. 

Por  lo  que  respecta  á  Diaz  de  Solis,  Torres  de  Men- 
doza reprodujo  en  el  tomo  XXXIX  los  documentos  que 
Fernández  de  Navarrete  habia  insertado  ya  en  su  «Co- 
lección», ignorando  esta  circunstancia,  según  parece; 
pero,  en  cambio,  dio  cabida  á  otros  que  contribuyeron 
á  aumentar  el  caudal  de  noticias  de  que  hasta  enton- 
ces se  disponía  sobre  la  vida  y  hechos  del  desgra- 
ciado descubridor  del  Río  de  la  Plata.  Véase  con  más 
especialidad  los  tomos  XI,  pp.  291-93,  XX,  pp.  5-i3, 
XXXI,  p.  5o6,  XXXVI,  p.  216-17,  222,  25i,  y  el  XXXIX 
ya  citado. 

Muerto  Torres  de  Mendoza,  la  Real  Academia  de  la 
Historia  tomó  á  su  cargo  continuar  la  obra  del  abo- 
gado madrileño,  iniciando,  en  i885,  una  nueva  serie 
de  volúmenes  con  diversa  numeración,  en  edición  mu- 
cho más  esmerada,  correcta  y  metódica,  que  alcanza 
ya  al  tomo  VII,  relativo  á  los  «PleitX)s  de  Colón»,  que 
es  precisamente  el  que  hemos  podido  utilizar  en  nues- 
tro trabajo. 

BARROS  ARANA  (Diego.)  Compendio  de 
Historia  de  América.  Santiago,  i865,  8." 

En  la  página  i56  del  tomo  I,  el  autor,  siguiendo  á 
Herrera,  incurre  en  el  error  de  hacer  figurar  á  Diaz  de 


23o  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

SdIís,  asociado  á  Vicente  Yañez  Pinzón,  en  una  expe- 
dición á  Yucatán  en  i5o6,  la  cual  no  tuvo  lug-ar,  coma 
se  sabe. 

MITRE  (Bartolomé.)  Descubrimiento  det 
Rio  de  la  Plata.  Discusión  sobre  el  viaje  de 
Vicente  Yailez  Pinzón  y  Juan  Diaz  de  Solis 
en  i5o8  hasta  los  40"  de  latitud  austral,  y  épo- 
cas notables  del  descubrimiento  y  conquista 
del  Rio  de  la  Plata. 

Publicado  en  las  pp.  419-30  del  tom.  VI  de  la  «Re- 
vista de  Buenos  Aires»  (i865)  y  destinado  á  discutir  el 
articulo  de  Barros  Arana  sobre  el  mismo  tema. 

VARNHAGEN  (F.  A.  de.)  Amerígo  Ves- 
pucci.  Son  caractére,  ses  écrits  (méme  les 
raoins  authentiques),  sa  vie  et  ses  naviga- 
tions.  Lima,  i865,  fol.« 

Toca  especialmente  á  Diaz  de  Solis  lo  que  el  autor 
trata  en  la  página  98  de  su  erudito  trabajo. 

VARNHAGEN  (F.  A.  de.)  Le  premier  vo- 
yage  de  Amerígo  Vespucci  définitivement 
expliqué  dans  ses  détails.  Vienne,  1869,  fol. 

Páginas  46-48:— Pinzón  y  Solis  no  han  hecho  dos 
viajes  á  Honduras... 

El  autor  reproduce  y  comenta  el  extracto  dado  por 
Navarrete  de  las  probanzas  presentadas  en  el  pleito  de 
Colón  sobre  el  viaje  de  aquellos  navegantes. 

— Nouvelles  recherches  sur  les  derniers  vo- 
yages  du  navigateur  florentin,  et  le  reste  des 
documents  et  eclaircissements  sur  lui... 


bibliografía  23i 


El  párrafo  III  se  refiere  al  descubrimiento  del  Río  de 
la  Plata  por  Vespuccio  en  su  tercer  viaje  de  i5oi-i5o2. 

JORDANA  (Lorenzo.)  Curso  ele^nental  de 
historia  argentina.  Quinta  edición.  Buenos 
Aires,  1870,  4.° 

Las  lecciones  cuarta  y  quinta  están  dedicadas  á  Diaz 
de  Solis  y  á  su  expedición  de  i5í5,  la  única  de  que  se 
trata  en  la  obra. 

LAMAS  (Andrés.)  Juan  Diaz  de  Solis,  des- 
cubridor del  Rio  de  la  Plata.  Buenos  Aires, 
1871,  4." — 3i  pp. 

Tirada  aparte  de  la  «Revista  del  Rio  de  la  Plata», 
t.  I,  pp.  415-43. 

Articulo  bastante  erudito  y  encaminado  especial- 
mente á  sostener  que  Diaz  de  Solis  no  era  portugués . 
En  lo  demás  que  toca  á  la  vida  del  piloto  puede  de- 
cirse que  se  limita  á  transcribir  la  biografía  de  Fer- 
nández de  Navarrete. 

BURMEISTER(H.)  Description  physique 

de  la  République  Argentine  d'apres  des  ob- 

servations  personnelles    et   étrangéres.    Tra- 

duite  de  Tallemand  par   E.  Maupas.  Tomo  L 

Paris,  1876,  4." 

Tocan  á  Diaz  de  Solis  las  pp.  3-7  y  las  notas  r  y 
2,  que  se  hallan  en  las  pp.  114-115,  en  las  cuales  sigue 
el  autor  de  cerca  las  opiniones  de  Varnhagen. 

PESCHEL  (Óscar.)  Geschichte  des  Zeital- 

ters  der  Entdeckungen.  Stuttgart,  1877,  4.° 

En  las  páginas  335-336  se  encuentra  una  brevísima 
relación  del  viaje  de  Diaz  de  Solis  en  i5o8. 


232  JUAN    DÍAZ    DE    SOLÍS 

FERNANDEZ  DURO  (Cesáreo.)  Navega- 
ciones de  los  muertos  y  vanidades  de  los  vi- 
vos. Libro  Tercero  de  las  Disquisiciones  náu- 
ticas... Madrid,  1878,  8." 

Página  342: 

ojuan  Díaz  de  Solis.— i5i5.— Uno  de  los  primeros  re- 
cuerdos que  se  fijaron  en  el  panteón  de  marinos  ilus- 
tres fué  el  de  este  osado  descubridor,  poniéndolo  en 
lápida  de  mármol,  en  el  crucero. 

Dice: 

A 

Juan  Díaz  de  Solis 

Piloto  mayor   en  España, 

descubridor  del  Rio  de  la  Plata  en  i5i2, 

muerto  á  manos  de  los  indios  en  i5i5, 

consagra  esta  memoria  la  villa  de  Lebrija 

su  patria 

FREGEIRO  (C.  L.)  Estudios  históricos. 
Juan  Diaz  de  Solis  y  el  descubrimiento  del 
Rio  de  la  Plata  por. ..  Buenos  Aires,  1879,  ^•' 
— 80  pp. 

«Nuestro  principal  objeto  al  emprender  este  estudio, 
dice  el  autor,  fué  reunir  los  materiales  existentes  so- 
bre la  vida  y  viajes  de  Diaz  de  Solis  y  ordenarlos  de 
manera  que  pudiesen  servir  más  adelante,  en  presen- 
cia de  nuevas  investigaciones,  para  rehacer  por  com- 
pleto la  interesante  biografía  del  simpático  é  infortu- 
nado descubridor  del  Rio  de  la  Plata.  Ahora  sólo 
hemos  querido  bosquejar  á  grandes  rasgos  su  fisono- 
mía de  viagero,  ocuparnos  de  los  problemas  históricos 
á  que  se  liga  su  nombre,  y  examinar  bajo  el  punto  de 


bibliografía  233 


vista  de  una  critica  acendrada  los  diversos  fragmentos 
publicados  hasta  hoy  sobre  el  mismo  tema.» 

El  estudio  del  señor  Fregeiro  es  sin  duda  el  más 
completo  que  se  haya  publicado  hasta  ahora,  habien- 
do sacado  todo  el  partido  que  era  posible  de  los  do- 
cumentos que  en  ese  entonces  se  conocían.  Unido  al 
que  más  tarde  ha  dado  á  luz  el  señor  Madero,  cons- 
tituyen entre  ambos  un  excelente  arsenal  critico  y  do- 
cumental de  gran  utilidad  para  el  que  estudie  ese 
fragmento  de  la  historia  marítima  española  y  la  figura 
del  descubridor  del  Río  de, la  Plata. 

TRELLES  (Manuel  Ricardo.)  Diego  Gar- 
cía primer  descubridor  del  Río  de  la  Plata. 
Buenos  Aires,  1879,  S." — 84  pp. 

Trabajo  iniciado  en  187 r  con  motivo  del  dado  á  luz 
por  Lamas,  y  terminado  ocho  años  más  tarde,  movido 
su  autor,  según  expresa,  por  el  que  publicó  el  señor 
Fregeiro,  y  destinado  á  probar  que  Diego  García  des- 
cubrió el  Río  de  la  Plata  en  i5i2. 

Creemos  que  el  señor  Trelles  ha  llegado  á  esa  con- 
clusión partiendo  de  un  doble  equivoco,  cual  es,  que 
García  hubiese  venido  al  Río  de  la  Plata  en  aquella 
fecha,  y  que  en  el  memorial  suyo  que  se  toma  por 
base  de  la  argumentación,  porque  no  hable  García  de 
Diaz  de  Solís,  debe  creerse  que  no  vino  en  compañía 
de  este  último. 

El  folleto  del  señor  Trelles  es  útil,  sin  embargo,  por 
dos  documentos  que  en  él  se  insertan,  la  relación  de 
García  sobre  su  viaje  de  i526  y  la  carta  de  Luis  Ramí- 
rez copiada  de  la  «Revista  do  Instituto  hist.  geog.  do 
Brazil». 

BAUZA  (Francisco.)  Historia  de  la  domi- 
nación española  en  el  Uruguay,  Montevideo, 
1880,4.'' 


234  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

Las  pp.  35-42  del  tomo  I  están  dedicadas  á  Diaz  de 
Solis.  Nuestro  autor  acepta  el  viaje  de  i5i2,  entra  á 
relatarlo  y  aun  cuenta  que  desembarcó  en  tierras  del 
departamento  de  Maldonado,  donde  se  posesionó  de 
aquellas  regiones  por  España. 

El  historiador  uruguayo  ha  tomado  en  algunos  ca- 
sos por  base  de  sus  conclusiones  á  escritores  de  se- 
gunda mano  y  ha  prescindido  de  los  documentos.  Sin 
embargo,  en  ocasiones  somete  á  la  critica  los  asertos 
de  otros  autores,  especialmente  los  de  Azara,  cuyo 
derrotero  de  Diaz  de  Solis  en  el  Plata  califica  de  com- 
pletamente fantástico. 

DOMÍNGUEZ  (Luis  L.)  Juan  Diaz  de  Solis 
primer  descubridor  del  Río  de  la  Plata. 

Articulo  inserto  en  las  pp.  4-28  del  tomo  II  de  la 
«Revista  de  la  Biblioteca  Pública  de  Buenos  Aires», 
1880,  4.°,  precedido  de  unas  cuantas  lineas  y  seguido 
de  varias  notas  del  señor  Trelles,  defendiendo  la  prio- 
ridad del  descubrimiento  por  Diego  García,  que  el  se- 
ñor Domínguez  combate. 

Lx\MAS  (Andrés.)  La  patria  de  Juan  Diaz 
de  Solis  descubridor  del  Río  de  la  Plata... 
Buenos  Aires,  1881,  4." — 28  pp. 

Tirada  aparte  de  la  «Nueva  Revista  de  Buenos  Ai- 
res.» 

Disquisición  enderezada  á  combatir  la  opinión  sos- 
tenida por  Fregeiro  de  no  hallarse  averiguado  que 
Solis,  siendo  español,  hubiese  nacido  en  Lebrija. 

ORDOÑANA  (Domingo.)  Conferencias  so- 
ciales y  económicas  de  la  República  Oriental 


bibliografía  235 


del  Uruguay  con  relación  a  su  historia  polí- 
tica. Montevideo,  i883,  8." 

Lo  relativo  á  Diaz  de  Solis  se  encuentra  en  las  pp. 
11-29.  El  autor  nos  obsequia  con  el  interesante  dato 
de  que  Diaz  de  Solis  había  sido  bautizado  en  la  igle- 
sia de  Santa  María  de  la  Oliva,  y  por  el  año  de  1474, 
y  que  seg-ún  una  crónica  lebrijense  inédita,  era  hijo 
de  un  pulpero  asturiano.  Nos  cuenta  también  que  re- 
gistrando el  archivo  de  un  extinguido  convento  de 
Lepe,  halló  que  Diaz  de  Solis  y  sus  compañeros  oye- 
ron la  misa  votiva  antes  de  partir  para  su  viaje  de 
descubrimiento  en  i5i5,  y  no  sabemos  si  de  la  mis- 
ma fuente  sacaría  la  especie  de  que  la  flotilla  se  hizo  á 
la  mar  en  la  mañana  del  i3  de  Octubre  de  aquel  año. 
No  puede  negarse  que  el  señor  Ordoñana  fué  un  in- 
vestigador afortunado,  porque  pocos  años  maí¿  tarde 
don  Eduardo  Madero  no  pudo  encontrar  ni  el  libro 
de  nacimientos,  ni  aun  siquiera  el  convento  de  francis- 
canos. 

En  cuanto  á  la  «Crónica  lebrijense»  es  lástima  que 
el  señor  Ordoñana  no  comunicase  su  noticia  á  Muñoz 
y  Romero  (si  es  que  todavía  vivía)  pues  aquel  biblió- 
grafo no  logró  ver  una  sola  que  de  aquella  ciudad  tra- 
base. 


LAMAS  (Andrés).  Muerte  de  Juan  Diaz  de 
Solis. 

Articulo  publicado  en  las  pp.  321-29  del  tomo  IX  de 
la  «Nueva  Revista  de  Buenos  Aires»,  1884,  4.° 

Es  una  crítica  al  fragmento  del  diario  de  la  expedi- 
ción de  Diaz  de  Solis,  según  las  apuntaciones  de  He- 
rrera, en  que  se  llega  ¿i  la  conclusión  de  que  no  es  po- 
sible por  hoy  señalar  el  lugar  preciso  en  que  tuvo 
lugar  la  muerte  del  piloto. 


236  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

SACO  (José  Antonio).  La  esclavitud  délos 
indios  en  el  Rio  de  la  Plata. 

Articulo  publicado  en  la  «Revista  de  Cuba»  y  repro- 
ducido en  la  «Nueva  Revista  de  Buenos  Aires»,  t.  XI, 
pp.  307-19,  que  contiene  un  ligero  extracto  de  las  expe- 
diciones de  Diaz  de  Solis  y  Gaboto  al  Rio  de  la  Plata. 

WEISE  (Arthur  James.)  The  Discoveries 
of  America  to  the  year  i525.  New  York. 
1884,  4.° 

Dedica  unas  cuantas  palabras  á  enunciar  el  viaje  de 
Yáñez  Pinzón  y  de  Diaz  de  Solis  (páginas  2i4-¡5)  y  en 
la  287  trae  una  referencia  al  testimonio  de  Pigafetta 
sobre  la  muerte  de  nuestro  navegante. 

FREGEIRO  (C.  L.)  Compendio  de  la  his- 
toria argentina  desde  el  descubrimiento  del 
Nuevo  Mundo  (1492)  hasta  la  muerte  de  Do- 
rrego  (1828)...  Tercera  edición.  Buenos  Aires, 

i885,  8." 

De  Diaz  de  Solis  trata  en  las  pp.  5-8.  «Mucho  se  ha 
discutido,  expresa  con  acierto  el  señor  Fregeiro,  sobre 
si  tuvo  lugar  el  descubrimiento  del  Rio  de  la  Plata  en 
i5o8  ó  en  i5i3,  como  se  ha  creído  generalmente;  pero 
parece  indudable  que  no  ocurrió  en  ninguna  de  esas 
fechas,  pues  las  noticias  existentes  sobre  el  viaje  rea- 
lizado en  la  primera  son  dudosas,  é  inciertas  las  que 
se  refieren  á  la  segunda.» 

MARTÍNEZ  (Benigno  T.)  Curso  elemental 
de  historia  argentina  arreglado  para  el  uso  de 
los  Colegios  Nacionales  y  Escuelas  Normales, 
con  notas  críticas  y  de  interés  para  los   Pro- 


bibliografía  287 


fesores  y  alumnos.   Segunda  edición.  Buenos 
Aires,  i885,  8.° 

Capítulo  III:  Juan  Díaz  de  Solis. 

Compendio  recomendable  por  las  notas  bibliográfi- 
cas que  ilustran  en  este  punto  el  texto,  entre  las  cua- 
les, sin  embargo,  omite  el  autor  las  correspondientes  á 
las  fuentes  originales  de  la  expedición  de  Diaz  de  Solis. 

LAMARQUE  (Adolfo).  La  leyenda  argen- 
tina. 

Articulo  publicado  en  las  pp.  335-363  del  tomo  V  de 
la  «Revista  Nacional»,  Buenos  Aires,  1888,  4.',  en  que 
su  autor,  son  sus  palabras,  «se  ocupa  sólo  del  origen 
del  nombre  del  Rio  de  la  Plata,  demostrando  que  es 
errónea  la  versión  circulante  de  que  se  debe  á  la  expe- 
dición Gabotto.» 

PELLIZA  (Mariano  A.)  Historia  argenti- 
na. Buenos  Aires,  1888,  8.° 

En  el  tomo  I,  pp.  3o-37  se  trata  de  Diaz  de  Solis. 

TRELLES  (Manuel  Ricardo.)  Revista  pa- 
triótica del  pasado  argentino.  Buenos  Aires, 
1888-90,  4  vols.,  4.° 

En  el  tomo  III  publicó  el  señor  Trelles  tres  artículos 
que  interesan  á  nuestro  navegante,  uno  con  el  titulo 
de  «Equivocaron  el  rumbo»,  en  que  los  40  grados  de  la- 
titud sur  que  se  dicen  recorridos  por  Diaz  de  Solis  en 
i5o8,  deben  entenderse  de  longitud  occidental  del  me- 
ridiano de  Toledo,  hipótesis  que  se  procura  afirmar 
con  el  asiento  tomado  por  el  Rey  con  Yáñez  Pinzón 
en  i5oi.  Insértanse  también  integras  las  dos  reales  cé- 
dulas de  14  de  Noviembre  de  i5o9  dirigidas  respecti- 


238  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

vamente  á  los  Oficiales  de  Sevilla  y  á  Miguel  de  Pasa- 
monte  y  que  hablan  de  «g-uanines»  y  de  las  lenguas 
que  Yañez  Pinzón  y  Diaz  de  Solis  hablan  recogido  en 
su  viaje.  El  señor  Trelles  sufrió  en  esto  una  equivo- 
cación al  decir  que  «guanines  ó  lenguas»  eran  la  mis- 
ma cosa,  cuando  se  sabe  que  guanin  era  una  especie 
de  aleación  de  cobre  con  oro,  y  que  «lenguas»  equivale 
á  tanto  como  intérpretes. 

El  segundo  articulo  que  sigue  al  primero  intitúlase 
«Juan  Diaz  de  Solis,  portugués  y  criminal,  según  ex- 
presiones reales»,  y  va  seguido  del  tercero:  «Solis 
inconstante,  viage  proyectado,  sin  confianza  en  el  pi~ 
loto.»  En  ambos  se  han  insertado  documentos  dados 
á  conocer  por  Fernández  de  Navarrete  y  por  Torres  de 
Mendoza,  y  en  cuanto  á  deducciones  propias,  el  se- 
ñor Trelles  insiste  en  afirmar  la  antelación  del  viaje 
de  Diego  Garcia  al  de  Diaz  de  Solis  al  Rio  de  ¡a  Plata, 
y  nos  pinta  luego  á  Solis  como  inconstante,  sin  dar, 
á  nuestro  juicio,  suficiente  importancia  á  la  suspica- 
cia y  desconfianza  del  monarca,  bien  ó  mal  fundada. 

El  señor  Trelles  inserta  la  real  cédula  de  21  de  Fe- 
brero (que  pone  equivocadamente  como  de  Enero,  si- 
guiendo á  Torres  de  Mendoza  que  la  habia  dado  con 
esa  fecha)  de  iSiy,  y  la  otra  escrita  ¿i  los  Oficiales  rea- 
les acerca  del  asiento  que  se  habia  tomado  con  Diaz 
de  Solis,  que  no  lleva  fecha  y  que  el  señor  Trelles 
piensa  ser  del  mes  de  Febrero  de  i5i2,  cuando  en  rea- 
lidad es  de  29  de  Mayo  de  dicho  año. 


MADERO  (Eduardo.)  Descubrimientos  del 
Plata  y  del  Rio  Uruguay.  Buenos  Aires,  1889, 
8.°— 29  pp. 

Articulo  e;  Ciito  para  «La  Nación»  de  Buenos  Aires, 
en  que  el  autor  condensa  el  resultado  de  sus  esludios 
preliminares  acerca   de   Solis  y  otros  para   una  obra 


bibliografía  239 


más  extensa  que  proyectaba  (la  «Historia  del  Puerto 
de  Buenos  Aires.») 

El  folleto  de  Madero  lo  reprodujo  Trelles  en  las  pp. 
56-78  del  tomo  III  de  su  aRevista  patriótica  del  pasado 
argentino.» 

L.  (V.  F.)  Compendio  de  historia  argenti- 
na adoptado  á  la  enseñanza  de  los  colegios 
nacionales.  Buenos  Aires,  1889,  8." 

Las  pp.  47-49  tocan  á  Diaz  de  Solis,  habiendo  el  au- 
tor (Don  Vicente  Fidel  López)  seguido  en  su  narración 
del  descubiimiento  del  Plata  el  opúsculo  del  señor 
Madero  sobre  la  misma  materia. 

ALGUNS  documentos  do  Archivo  Nacional 
da  Torre  do  Tombo  acerca  das  navega9oes  e 
conquistas  portuguezas  publicado  por  ordem 
do  Gobernó  de  Sua  Majestade  Fidelissima 
ao  celebrar-se  a  commemoracao  quadricente- 
naria  do  descobrimento  da  America.  Lisboa, 
MDCGC.XCII,  folio  mayor. 

En  las  páginas  262-263  se  encuentra  la  carta  de  Juan 
Mendes  de  Vasconcellos  al  Rey  don  Manuel,  de  3o  de 
Agosto  de  i5i2,  dándole  cuenta  de  las  entrevistas  que 
tuvo  en  España  con  Juan  Diaz  de  Solis.  Es  extraño,  sin 
embargo,  que  no  se  haya  insertado  la  otra  carta  del 
mismo  embajador  que  publicó  Fernández  de  Navarrete 
en  su  «Colección»  y  que  reprodujo  Torres  de  Mendoza 
en  la  suya  años  más  tarde. 

CRONAU  (Rodolfo.)  América  Historia  de 
su  descubrimiento  desde  los  tiempos  primi- 


240  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 

tivos   hasta   los   más    modernos.    Barcelona, 
1892,  3  vols.  en  4." 

Tom.  II,  pág-s.  258-260:  Juan  Diaz  de  Solis. 

HARRISSE  (Henry)  The  discovery  of 
North  America.  Paris,   1892,  4.°  mayor. 

En  esta  obra  llena  de  erudición  y  de  critica  su  autor 
cita  por  incidencia  en  muchas  partes  á  Diaz  de  Solis, 
y  aun  trae  una  corta  biografía  suya  en  la  página  787. 
Además,  en  las  páginas  453-64  estudia  largamente  el 
viaje  que  hizo  con  Yañez  Pinzón  al  Brasil  en  i5o8-9,  y 
desecha  en  absoluto  la  opinión  de  que  esos  navegan- 
tes descubriesen  en  alguna  ocasión  el  Yucatán. 

MADERO  (Eduardo.)  Historia  del  puerto 
de  Buenos  Aires.  Tomo  Primero.  Buenos  Ai- 
res,  1892,  4.° 

Las  40  primeras  páginas  de  la  obra  están  consagra- 
das á  Juan  Diaz  de  Solis.  Por  los  numerosos  docu- 
mentos de  que  pudo  disponer  el  autor,  logró  adelantar 
de  una  manera  considerable  y  casi  definitiva  todo  lo 
que  se  sabia  de  la  vida  y  navegaciones  del  descubri- 
dor del  Plata,  El  libro  del  señor  Madero  es  fundamen- 
tal para  el  conocimiento  de  la  historia  colonial  argen- 
tina, de  la  cual  en  realidad  se  trata  bajo  las  aparien- 
cias de  un  mero  estudio  local.  Es  sensible  por  extremo 
que  la  muerte  haya  impedido  á  tan  diligente  autor 
continuar  su  obra  más  allá  del  año  de  1600,  como  se 
proponía.  Con  un'  poco  de  preparación  literaria,  ha- 
bría, á  la  vez,  podido  trazar  un  cuadro  mucho  me- 
jor ordenado  del  que  nos  ha  dejado,  pero  de  todos 
modos  deben  perdonarse  muchos  defectos  á  quien 
emprendió  y  logró  dejar  este  primer  tomo,  cuando  se 
sabe  que  siendo  ya  anciano  y   rico,  quiso  completar 


bibliografía  241 


el  PUERTO  de  Buenos  Aires,  construido  por  él,   con  la 
relación  de  los  sucesos  históricos  que  le  tocaban. 

TORRES  ASENSIO  (Joaquín.)  Fuentes 
hivStóricas  sobre  Colón  y  América. — Pedro 
Mártir  Anglería. . .  Libros  rarísimos  que  sacó 
del  olvido,  traduciéndolos  y  dándolos  á  luz  en 
1892,  el  Dr.  D...  Madrid,  1892,  4  vols.,  8.*" 

El  tomo  II  contiene  la  traducción  de  los  pasajes  de 
la  obra  orig-inal  que  nos  interesan,  seg-ún  queda  con- 
signado más  atrás. 

El  señor  Torres  Asensio  ha  prestado  un  verdadero 
-servicio  á  las  letras  españolas  con  su  traducción  de 
Mártir  de  Angleria,  bien  es  verdad  que  en  Francia 
M.  Paul  Gaffarel,  autor  de  varios  estudios  estimables 
de  historia  americana,  lleva  ya  traducidas  á  su  idio- 
ma y  anotadas  las  dos  primeras  décadas,  versión  que 
resultará  bastante  superior  á  la  española,  al  menos 
por  las  anotaciones  que  la  acompañan. 

Debemos  notar  aqui  que  seg-ún  el  testimonio  de 
León  Pinelo,  «Epitome»,  p.  69,  un  descendiente  de  Pe- 
dro Mártir  de  Angleria,  Juan  Pablo  Mártir  Rizo,  tenia 
en  su  tiempo  (1621)  traducidas  al  castellano  «para  dar 
á  la  estampa»,  las  Décadas  de  su  bisabuelo,  traduc- 
-ción  que  nunca  llegó  á  publicarse,  según  de  ello  esta- 
mos persuadidos. 

FREGEIRO  (G.  L.)  La  historia  documen- 
tal y  critica.  Examen  de  la  Historia  del  Puerto 
de  Buenos  Aires,  por  D.  Eduardo  Madero 
por...  La  Plata,  1893,  4.°  mayor. 

Tirada  aparte  de  la  «Revista  del  Museo  de  la  Plata», 
í.  V,  pp.  3  y  sigts. 

El  señor  Fregeiro  examina   el  libro  de  Madero  con 
16 


242  JUAN  DÍAZ  DE  SOLIS 


gran  acopio  de  erudición,  y  luce  en  su  trabajo  un 
estilo  muy  superior  al  de  la  generalidad  de  los  escri- 
tores del  Plata.  Las  notas  é  ilustraciones  con  que  lo 
acompaña  contribuyen,  por  otra  parte,  á  hacer  de  ese 
estudio  critico  un  verdadero  guia  para  el  que  quiera 
profundizar  ciertos  puntos  de  la  historia  argentina. 

En  cuanto  á  las  páginas  que  dedica  al  examen  de 
la  relación  dada  por  Madero  de  la  vida  y  empresas 
de  Diaz  de  Solis,  sin  agregar  nada  nuevo  á  lo  que  nos 
habla  dicho  en  su  estudio  sobre  aquel  navegante,  ma- 
nifiesta las  omisiones  en  que  nuestro  autor  ha  incurrido, 
reconoce  por  incidencia  los  descubrimientos  históri- 
cos que  á  ese  respecto  se  encuentran  en  la  obra,  y 
concluye  por  manifestar  ciertas  dudas  sobre  hechos 
culminantes  de  la  vida  de  Solis,  muy  atendibles  para 
el  que  examina  este  oscuro  periodo  de  las  empresas 
marítimas  délos  españoles  en  los  comienzos  del  si~ 
glo  XVI. 

CARRANZA  (Ángel  Justinl\no.)  ^Cuándo 
fué  descubierto  el  Río  de  la  Plata? 

Memoria    inserta  en   las   pp.   449-58  del   tomo  I  del 
«Congreso  internacional   de   americanistas,  celebrado 
en  Huelva  en  1892.»  Madrid,  1894,  4.°,  en  que  su  ilus- 
trado autor  tomando  por  guia  el   libro  de  Madero,  ha 
condensado  con  acierto  los  resultados  que  arrojan  los 
documentos  últimamente  descubiertos  acerca  del  des  - 
cnbridor  del  Rio  de  la  Plata. 

COROLEU  (José)  América  Historia  de  su 
colonización  dominación  e  independencia, 
Barcelona,  1894,  4  vols.  en  4.° 


Tom.  III,  pág.  10:  Juan  Diaz  de  Solis. 


bibliografía  243 


JÍARRISSE  (IIenry).  John  Gabot  the  dis- 
coverer  of  North  America  and  Sebastian  his 
son  a  chapter  of  the  maritime  history  of  En- 
gland  under  the  Tudors  1496-1557.  London, 
1896,  4." 

Segrunda  obra  del  autor  sobre  el  mismo  tema.  La 
primera,  escrita  en  francés,  se  publicó  en  1882. 

Por  el  asunto  de  ambos  libros,  bien  se  deja  com- 
prender que  su  sabio  autor  ha  debido  forzosamente 
mencionar  en  varias  ocasiones  á  Juan  Diaz  de  Solis- 
Los  pasajes  que  á  éste  tocan  se  hallan  señalados  en 
los  Índices  alfabéticos  que  se  encuentra  al  fin  de  di- 
chas obras. 


índice 


DOCUMENTOS 


PAG. 


I. — Tenencia  á  Vicentiáñez  de  cierta  fortaleza  en 
la  isla  de  Sant  Juan  y  á  un  sucesor.— 14  de  Mar- 
zo de  1 5o5 3 

II.— Real  cédula  á  los  Oficiales  de  la  Casa  de  la 
Contratación  para  que  avisen  si  estaban  listos 
los  navios  y  el  biscocho  necesario  para  la  ar- 
mada de  la  Especería. — 23  de  Agrosto  de  i5o6.  6 

III.— Titulo  de  piloto  mayor  á  Amerigo  Despuchi. 
— 23  de  Agosto  de  i5o6 7 

IV. — Memorial  de  lo  que  se  necesitaba  para  el 
aprovisionamiento  y  despacho  de  los  dos  na- 
vios que  habían  de  ir  á  descubrir. — Sin  fecha 
(i5o8) 14 

V. — Real  cédula  al  tesorero  Francisco  de  Vargas 

»  para  que  pagase  cierta  suma  á  Vicente  Yáñez 
Pinzón  y  Juan  Diaz  de  Solis. — 21  de  Marzo  de 
1 5o8 19 

VI. — Real  cédula  á  los  Oficiales  de  la  Casa  de  la 
Contratación  para  qiie  pagasen  á  Juan  Diaz  de 
Solís  su  sueldo  de  ploto.— 22  de  Marzo  de  i5o8.        17 

VII. — Real  cédula  á  los  Oficiales  de  la  Casa  de 
la  Contratación  encargando  se  provea  A  Juan 


246  ÍNDICE 

^  pAg. 

Díaz  de  Solis  y  Vicente  Yáñez  Pinzón  de  lo 
que  expresasen  necesitar  para  su  viaje.— 22  de 
Marzo  de  i5o8 19 

VIII. — Lista  de  la  gente,  aparejos  y  otras  cosas 
que  se  necesitaban  para  el  viaje  de  las  dos  ca- 
rabelas que  habian  de  llevar  Yáñez  Pinzón  y 
Diaz  de  Solis.— 22  de  Marzo  de   i5o8 2r 

IX. — Capitulación  real  con  Vicente  Yáñez  Pinzón 
y  Juan  Diaz  de  Solis. — 23  de  Marzo  de  i5oS...,        26 

X. — Real  cédula  nombrando  á  Alonso  Páez  vee- 
dor y  escribano  de  la  expedición  de  las  dos 
carabelas. — 23  de  Marzo  de  i5o8 34 

XI.— Real  cédula  á  los  Oficiales  de  la  Casa  de  la 
Contratación  para  que  encargasen  á  Alonso 
Páez  todas  las  cosas  de  rescate  que  habian  de 
ir  en  las  dos  carabelas.— 23  de  Marzo  de  i5o8..         87 

XII. — Asiento  á  uno  de  los  dos  pilotos  que  han 
de  ir  de  respeto  en  las  carabelas  de  Vicentiá- 
nez  y  Juan  Diaz.— 28  de  Marzo  de  i5o8 38 

XIII. — Fragmentos  de  una  real  cédula  relativos 
al  viaje  de  Yáñez  Pinzón  y  Diaz  de  Solis. — 8  de 
Abril  de  i5o8 39 

XIV. — Real  cédula  para  que  los  pilotos  que  na- 
vegaren á  Indias  fuesen  examinados  por  Ves- 
pucio,  quien  debía  también  formar  el  padrón 
real. — 6  de  Agosto  de  i5o8 41 

XV.— Fragmentos  de  una  real  cédula  dirigida  á 
D.  Fr.  Nicolás  de  Ovando. — 13  de  Julio  dei5o8        48 

XVI. — Fragmentos  de  una  real  cédula  á  los  Ofi- 
ciales de  la  Casa  de  la  Contratación  para  que 
remitan  los  guanines  que  habian  traído  Vicen- 
te Yáñez  Pinzón  y  Juan  Diaz  de  Solis. — 14  de 
Noviembre  de  iSog 5o 

XVII. —Real  cédula  á  Miguel  de  Pasamente  pa- 
ra que  avise  lo  que  Vicente  Yáñez  Pinzón  é 
Joan  Diaz  trujeron  de  su  viaje. — 14  de  Noviein- 


índice  247 

pAg. 
bre  de  iSog 52 

XVIII. — Dos  párrafos  de  una  real  cédula  dirigi- 
da á  los  Oficiales  de  la  Isla  Española. — 14  de 
Febrero  de  i5io 53 

XIX.— Real  cédula  para  que  se  pague  á  Juan 
Díaz  de  Solis  cierta  suma  á  cuenta  de  su  suel- 
do.—21  de  Junio  de  i5ir > 53 

XX. — Otra  real  cédula  sobre  la  misma  materia. 
7  de  Diciembre  de  i5ii 54 

XXI, — Real  cédula  por  la  que  se  nombra  piloto 
mayor  á  Juan  Diaz  de  Solis,  con  cargo  de  des- 
contarle de  su  sueldo  cierta  suma  para  la  viu- 
da de  Américo  Vespucio.— 25  de  Marzo  de  i5i2.        55 

XXII.— Sobrecarta  de  una  capitulación  celebra- 
da por  la  Reina  con  Juan  Diaz  de  Solis  para 
efectuar  la  demarcación  de  límites  entre  los  do- 
minios de  España  y  Portugal.— 27  de  Marzo  de 
i5i2  58 

XXIII, — Real  cédula  por  la  que  se  manda  pagar 
á  María  Cerezo  cierta  pensión  á  cargo  del 
sueldo  del  piloto  mayor  Juan  Diaz  de  Solis.— 28 
de  Marzo  de  i5i2 69 

XXIV. — Real  cédula  por  la  que  se  concede  cier- 
ta ayuda  de  costa  á  Juan  Diaz  de  Solis.— 26  de 
Abril  de  i5i2 71 

XXV.— Nombramiento  de  Piloto  Mayor  para  Juan 

Vespuchi. — 22  de  Mayo  de  i5i2 73 

XXVI. — Fragmentos  relativos  á  Juan  Diaz  de  So- 
lis de  una  real  cédula  dirigida  á  los  Oficiales 
de  la  Casa  de  la  Contratación. — 26  de  Mayo  de 
i5i2 74 

XXVII.— Real  cédula  para  que  Juan  Diaz  de  So- 
lis se  juntase  con  los  Oficiales  Reales  y  les 
informase  de  ciertos  particulares.— Sin  fecha 
(29  de  Mayo    de  1 5 1 2) 77 

X.XVIII.— Real    cédula  por  la   que  se  concede  á 


248  índice 

P    G^ 

Juan  Vespuche  licencia  para  sacar    traslados 

del  padrón  real.— 24  de  Julio  de  i5i2 78 

XXIX.— Real  cédula  por  la  que  se  encomienda  á 
Juan  Diaz  de  Solís  y  a  Juan  Vespuchi  que  ha- 
gan el  padrón  real. — 24    de  Julio  de  i5i2 81 

XXX. — Carta  del  embajador  Juan  Méndez  de  Vas- 
concelos al  Rey  de  Portugal  acerca  de  varios 
particulares  tocantes  á  Juan  Diaz  de  Solis. — 
3o  de  Agosto  de  i5i2 85 

XXXI. — Otra  carta  del  mismo  á  su  señor,  parti- 
cipándole lo  que  el  Rey  Católico  le  habia  res- 
pondido sobre  ciertos  asuntos  de  Estado.— 7  de 
Septiembre  de    i5i2 89 

XXXII. — Real  cédula  por  la  que  se  manda  pagar 
cierta  suma  á  Juan  Diaz  de  Solis. — 29  de  Sep- 
tiembre de  i5i2 98 

XXXIII.— Real  cédula  para  que  los  Oficiales  Rea- 
les se  reciban  de  las  especies  compradas  por 
Diaz  de  Solis,  á  quien  se  recomienda  especial- 
mente.— 3o  de  Septiembre  de  i5i2 99 

XXXIV.— Fragmentos  de  la  probanza  hecha  en 
Santo  Domingo  á  petición  del  Fiscal,  de  que  el 
descubrimiento  de  Darién  fué  debido  á  varios 
pilotos  y  no  á  D.  Cristóbal  Colón. — Diciembre 
de  i5i2  á  Febrero  de  i5i3 loi 

XXXV.— Real  cédula  por  la  que  se  ordena  de 
nuevo  que  las  cartas  de  marear  se  hagan  con- 
forme á  lo  que  estaba  mandado. — 5  de  Junio  de 
i5i3  io6- 

XXXVI. — Real  cédula  por  la  que  se  conceden  á 
Diaz  de  Solis  los  bienes  de  un  suicida. — 14  de 
Diciembre  de  i5i3 108 

XXXVII  —Dos  anotaciones  tocantes  al  permiso 
de  sacar  trigo  de  Andalucía,  concedido  á  Juan 
Diaz  de  Solis.  — 19  de  Enero  de  1614 no- 

XXXVIII. — Real  cédula  por  la  que  se  manda  al 


P\G. 

corregidor  de  Segovia  que  informe  sobre  cier- 
ta casa  de  mancebía  que  solicitaba  Diaz  de 
Solis.— 22  de  bv ñero  de  i5i4 .' m 

XXXIX. — Real  cédula  para  que  se  entreguen  cua- 
tro mil  ducados  a!  contador  López  de  Rccal- 
de. — 24  de  Noviembre  de  i5i4 ii3 

XL.— Real  cédula  para  que  se  entreguen  cuatro 
mil  ducados  ¿i  Juan  Diaz  de  Solis. — 24  de  No- 
viembre de  i5i4 114 

LI. — Real  cédula  para  que  se  permita  á  Diaz  de 
Solis  partir  para  su  segundo  viaje,  y  se  le  en- 
treguen ciertas  armas. — 24  de  Noviembre  de 
i5i4 ii5 

XLIÍ.— Real  cédula  para  que  se  favorezca  y  ayu- 
de á  Diaz  de  Solis. — 24  de  Noviembre  de  i5!4.        116 

XLIII. — Real  cédula  por  la  que  se  comete  á  Juan 
López  de  Recalde  el  despacho  de  la  armada- 
de  Diaz  de  S(.)lis. — 24  de    Noviembre  de  1514...       117 

XLIV. — Real  cédula  en  la  que  se  ordena   antici 
par  i\  Diaz  de  Solis  año  y  medio  de    sueldo. — 
24  de  Noviembre  de  i5i4 119 

XLY.— Real  cédula  por  la  que  se  autoriza  á  Diaz 
de  Solis  para  fabricar  en  Lebi"ija  5(jo  quintales 
de  biscocho. — 24  de  Noviembre  de  i5ij 120 

XLXL — Real  cédula  en  que  se  ordena  á  las  jus- 
ticias favorezcan  i\  Diaz  de  Solis  para  que  se 
le  dé  la  posesión  de  ciertas  tierras.-- 24  de 
Noviembre  de  i5i4 121 

XLVIL— Real  cédula  al  Asistente  de  Sevilla  en- 
cargándole lo  mismo. — 24  de  Noviembre  de 
i5i4 ; 123 

XLVin. — Real  cédula  á  las  autoridades  de  Le- 
brija  sobre  lo  mismo.— 24  de  Noviembre  de 
i5i4 123 

XLIX.— Real  cédula  por  la  que  se  prorroga  á 
Diaz  de  Solis  el  plazo  para_sacar  ciertos  cahi- 


25o  índice 


lÁG. 

ches  de  trigo. — 24  de  Noviembre  de  i5í4 i25 

L. — Real  cédula  por  la  que  se  concede  á  Diaz  de 
Solis  el  que  pueda  llevar  á  Lebrija  cierto  tri- 
go para  proveimiento  de  su  casa. — 24  de  No- 
viembre de  i5i4 126 

LII. — Real  cédula  en  la  que  se  ordena  á  Fran- 
cisco Coto  se  aliste  para  partir  con  Diaz  de 
Solls.— 24  de  Noviembre  de  i5i4 128 

LII. — Real  cédula  por  la  que  se  manda  adelan- 
tar á  Francisco  Coto  un  año  de  sueldo. — 24  de 
Noviembre  de  1614 129 

Lili. — Real  cédula  por  la  que  se  recibe  de  piloto 
á  Francisco  de  Torres. — 24  de  Noviembre  de 
¡5i4 1 3o 

LIV. — Real  cédula  por  la  que  se  participa  su  nom- 
bramiento á  Francisco  de  Torres.— 24  de  No- 
viembre de  i5i4 i3i 

LV. — Real  cédula  por  la  que  se  ordena  adelan- 
tar un  año  de  sueldo  á  Francisco  de  Torres. — 
— 24  de  Noviembre  de   1514 i32 

LVI.— Instrucciones  dadas  á  Francisco  de  Mar- 
quina  y  Pedro  de  Alarcón,  en  que  se  contiene 
el  asiento  celebrado  por  el  Rey  con  Juan  Diaz 
de  Solis  y  las  instrucciones  que  debía  llevar. 
24  de  Noviembre  de  i5i4 i33 

LVII.— Real  cédula  participando  al  contador  Ló- 
pez Recalde  el  nombramiento  de  lact(^r  y  es- 
cribano de  la  expedición.— 6  de  Agosto  de 
i5i5 142 

LVIII. — Real  cédula  á  Juan  Diaz  de  Solis  comu- 
nicándole el  nombramiento  del  veedor  y  es- 
cribano y  otros  particulares. — 6  de  Agosto  de 
i5i5 144 

LIX.— Título  de  escribano  y  contador  de  la  ar- 
mada para  Pedro  de  Alarcón. — 22  de  Julio  de 
i5i5 -. 145 


índice 


25l 


pAg. 
LX.— Nombramiento  de  contador  de    la  armada 
á  favor  de  Francisco  de  Marquina.— 22  de  Ju- 
lio de  i5i5 148 

LXL— Carta  del  Rey  A  Diaz  de  Solis  en  respues- 
ta á  otra  suya  relativa  á  ciertos  aprestos  de  la 

armada.— 27  de  Julio  de   i5i5 i5o 

LXIL— Carta  del  Rey  al  contador  López  de  Re- 
calde  acerca  de  las  lombardas  ofrecidas  á 
Diaz  de  Solis  y  al  sueldo    de    ciertos  oíiciales 

de  la  armada. — 27_de  Julio  de  i5i5 i52 

LXIII. — Otra  carta  del  Rey  a  López  de  Recalde 
acerca  de  la  misma  materia.— 27    de    Julio  de 

i5i5 i55 

LXIV.— Nombramiento  de  piloto  mayor  á  Fran- 
cisco Coto  durante  la  ausencia  de  Diaz  de  So- 
lis.— 27  de  Julio  de    i5i5 167 

XLV.— Carta  del  Rey  á  los  Oficiales  de  Sevilla  á 
fin  de  que  provean  lo  necesario  para  el  despa- 
cho   de  Diaz  de  Solis. — 24   de  Septiembre    de 

i5i5 i58 

LXVL— Carta  del  Rey  á  Diaz  de  Solis  encar- 
gándole que  ejecutase  lo  que  los  Oficiales  le 
dirian  tocante  á  su  despacho. — 24  de  Septiem- 
bre de  i5i5 160 

LXVIL— Copia  de  una  cédula  al  corregidor  de 
Málaga    para    que    dejase    sacar  cierto  pan  á 

Juan  Diaz  de  Solis.— 2  de  Octubre  de    i5i5 161 

LXVIIL— Notas  sacadas  de  los  libros  de  cuenta 
y  razón  pertenecientes  ala  tesorería  de  la  Casa 
de  Contratación  relativas  á  Juan  Diaz  de  Solis. 

—  1 5i  5-1 5 16 i53 

LXIX.— Real  cédula  en  la  que  se  ordena  pagar 
sus    sueldos  á  Diaz  de  Solis  y  otros  pilotos.— 

i7deJuliode  i5i6 i^l 

LXX.— Real  cédula  por  la  que  se  dispone  levan- 
tar una  información  respecto   al    reclamo  inter- 


252 


ÍNDICE 


pAg. 
puesto   por  el    Rey  de  Portugral    contra  Juan 
Diaz  de  Solís.— 22  de  Febrero  de  iSiy 173 

LXXI.— Real  cédula  para  que  los  Oficiales  Rea- 
les informen  sóbrelas  aptitudes  de  Andrés  de 
San  Martin,  que  solicitaba  el  cargo  de  pilo- 
to mayor,  vacante  por  muerte  de  Diaz  de  So- 
lís.—Marzo  de  i5i7 17& 

LXXllI  —Real  cédula  expedida  á  favor  de  la  viu- 
da de  Amérigo  Vespuchi  para  que  se  le  atien- 
da con  cierta  suma  del  salario  del  piloto  ma- 
yor.—15  de  Noviembre  de  i523 i8i 

LXXIV. — Fragmentos  de  una  declaración  pres- 
tada en  Sevilla  por  Sebastián  Caboto  tocante  á 
su  viaje  al  Rio  de  Solís.— 29  de  Julio  de  i53o...       i85 

LXXV.— F'ragmentos  de  una  información  levan- 
tada en  Sevilla  por  Diego  García  contra  Se- 
bastián Caboto.— 16  de  Agosto  de  i53o 186 

LXXVL— Fragmentos  de  una  probanza  presenta- 
da por  Sebastián  Caboto  en  el  pleito  con  Ca- 
talina Vásquez.— 12  de   Octubre  de  i53o 189 

LXXVII. — Párrafos  de  una  memoria  anónima 
sobre  los  asuntos  de  limites  entre  España  y 
Portugal 191 


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