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Full text of "La Sagrada Biblia : nuevamente traducida al español, é ilustrada con notas"

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Catalo5  No.  ^•Jc3  2,^/3/e^  IJ?3(> 
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Language        ^FAMÍJM 


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Contents.  .15  7  BLE.        V^/   Vfc'viv^f  jy 

Versión 

Translator  R_(íx   T'orritJ Anicii't" 

PuDiisne a  by  2). Vi  Ce  kfe  ^5  al v<í  e'  Ai j  o 

Place TjKr  i.^ 

Date IS3Ja 

Accession  rso.  I ,^1^ 

Accession  Date  A/cJ,  7  ^  /?3^. 

Price.i.Z^-Z 


LA 

SAGRADA  BIBLIA, 

NUEVAMENTE  TRADUCIDA  AL  ESPAÑOL  , 

É   ILUSTRADA   CON  NOTAS 
rou 

DON  FÉLIX  TOUIVES  AMAT. 

i:nitlON    REIMPRESA    DE    LA    SEGUNDA    DE    MADRID. 

TOMO    XIV. 

LOS  HECHOS  DE  LOS  APÓSTOLES 

Y  LAS  EPÍSTOLAS  DE  S.  PABLO 

Á  LOS  ROMANOS  Y  Á  LOS  CORINTHIOS. 


Tt\TxlS, 

LIBRLRÍA  DE  LOS  SS.  D.   VICENTE  SALVA  É  HIJO, 
CALLE  DE  LILLE  ,  N».   J. 

1836. 


w 


Imprenta  de  J.  Smitli,  call«  de  Monlinoreiicy,  n.  16. 


ADVERTENCIA 


LOS  HECHOS  DE  LOS  APOSTÓLES. 


El  titulo  de  este  libro  parece  que  promete 
la  Jiistoria  de  los  hecJios  de  todos  los  apósto- 
les :  no  obstante  san  Lúcas^  que  es  su  autor, 
solo  refiere  lo  que  pasó  después  de  la  ascen- 
sión del  Señoi'f  y  lo  que  hicieron  después  de 
la  venida  del  Espíritu  santo  para  la  forma- 
ción de  la  Iglesia,  hasta  que  fueron  por  las 
provincias  á  predicar  el  Evangelio.  %Mas  co- 
mo san  Lúeas  era  discípulo  de  san  Pablo,  y 
su  compafierQ  en  los  viages  apostólicos,  re- 
fiere particularmente  lo  que  pertenece  á  di- 
cho apóstol  hasta  el  año  sesenta  y  tres  de 
Jesu-Christo,  el  segundo  después  de  llegado 
á  Roma  san  Pablo.  •<  No  ha  escrito,  decia 
«  san  Agustin,  (de  Cons.  Evang.  IF.  c.  8.) 

«  sino  lo  que  creyó  bastante  para  la  edifica- 
To>i.  XIV.  1 


2  ADVERTENCIA. 

«  cion  de  sns  lectores,  pero  lo  ha  escrito  con 
«  tanta  sinceridad,  que  entre  un  grande  nú- 
a.mero  de  libros  sobre  la  historia  de  los  após- 
«  toles,  la  Iglesia  siempre  ha  juzgado  á  este 
a  digno  defé,  y  ha  desechado  todos  los  de- 
«  mas.  » 


LOS  HECHOS 
DE  LOS  APÓSTOLES, 


CAPITULO  PRIMliRO. 

Promesa  del  Espirilu  sanio  :  ascensión  del  !Señor.  Elección 
de  Mathias pava  el  apostolado. 

1  He  hablado  en  mi  primer  libro  ¡  olí  Theóphilo ! 
de  todo  lo  mas  notable  que  hizo  y  enseñó  Jesús,  des- 
de su  principio, 

2  hasta  el  dia  en  que  fue  recibido  en  el  cielo,  des- 
pués de  haber  instruido  por  el  Espíritu  santo  á  los 
íiI)óstoIes,  que  él  había  escogido  ; 

3  á  los  cuales  se  había  manifestado  también  después 
de  su  pasión,  dándoles  muchas  pruebas  de  que  vivía, 
aparecíéndoseles  en  el  espacio  de  cuarenta  días,  y  ha- 
blándoles  de  las  cosas  tocantes  al  reino  de  Dios. 

4  Y  por  último ,  comiendo  con  ellos ,  les  mandó 
que  no  partiesen  de  Jerusalem ,  sino  que  esperasen  el 
cumplimiento  de  la  promesa  del  Padre,  la  cual  (dijo) 
oísteis  de  mi  boca  '  ; 

5  y  es ,  que  Juan  bautizó  con  el  agua  ,  mas  voso- 


Joann.  XIV.  v.  16^/26 


4  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

tros  habéis  de  ser  bautizados  o  bañados  en  el  Espíritu 
santo  dentro  de  pocos  dias. 

6  Entonces  los  que  se  hallaban  presentes ,  le  hicie- 
ron esta  pregunta  :  Señor,  ¿si  será  este  el  tiempo  en 
que  has  de  restituir  el  reino  á  Israel? 

7  A  lo  cual  respondió  Jesús  :  No  os  corresponde  á 
vosotros  el  saber  los  tiempos  y  momentos  que  tiene  el 
Padre  reservados  á  su  poder  soberano  : 

8  recibiréis ,  sí ,  la  virtud  del  Espíritu  santo  que 
descenderá  sobre  vosotros,  y  me  serviréis  de  testigos 
en  Jerusalem  ,  y  en  toda  la  Judea  y  Samaría,  y  hasta 
el  cabo  del  mundo. 

9  Dicho  esto  ,  se  fue  elevando  á  vista  de  ellos  por 
los  aires,  hasta  que  una  nube'  le  encubrió  á  sus  ojos. 

10  Testando  atentos  á  mirar  cómo  iba  subiéndose 
al  cielo ,  hé  aquí  que  aparecieron  cerca  de  ellos  dos 
personages  con  vestiduras  blancas, 

11  los  cuales  les  dijeron  :  Varones  de  Galilea,  ¿por 
qué  estáis  ahi  parados  mirando  al  cielo  ?  Este  Jesús  , 
que  separándose  de  vosotros  se  ha  subido  al  cielo, 
vendrá  de  la  misma  suerte  que  le  acabáis  de  ver  subir 
allá. 

12  Después  de  esto  se  volvieron  los  discípulos  á 
Jerusalem,  desde  el  Monte  llamado  de  los  olivos,  que 
dista  de  Jerusalem  el  espacio  de  camino  que  puede  an- 
darse en  sábado  ^. 


1  O  globo  de  luz  y   resplandor  que  acompañaba  á  su 
cuerpo  glorioso. 

2  Ve  ase  Sábado. 


CAPÍTULO    I.  5 

13  Entrados  en  la  ciudad,  subiéronse  á  una  habi- 
tación alta  ',  donde  tenian  su  morada  Pedro  y  Juan, 
Santiago  y  Andrés  ,  Pbelippe  y  Thomás ,  Barlholomé 
y  iMatheo,  Santiago  hijo  de  Alpheo ,  y  Simón  llamado 
el  Zelador,  y  Judas  hermano  de  Santiago. 

14  Todos  los  cuales,  animados  de  un  mismo  espí- 
ritu ,  perseveraban  juntos  en  oración  con  las  mugeres 
piadosas,  y  con  IMaria  la  madre  de  Jesús,  y  con  los 
hermanos  ó  parientes  de  este  Señor. 

15  Por  aquellos  dias  levantándose  Pedro  en  medio 
de  los  hermanos,  (cuya  junta  era  como  de  unas  ciento 
y  veinte  personas)  ^  les  dijo  : 

16  Hermanos  mios ,  es  preciso  que  se  cumpla  lo 
que  tiene  profetiíado  el  Espíritu  santo  por  boca  de 
David  ^,  acerca  de  Judas,  que  se  hizo  adalid  de  los  que 
prendieron  á  Jesús  ; 

17  ¿^  el  cual  fue  de  nuestro  número,  y  había  sido 
llamado  á  las  funciones  de  nuestro  ministerio. 

18  Este  adquirió  un  campo  con  el  precio  de  su  mal- 
dad, y  habiéndose  ahorcado,  reventó  por  medio,  que- 
dando esparcidas  por  tierra  todas  sus  entrarlas  ; 

19  cosa  que  es  notoria  á  todos  los  habitantes  de  Je- 
rusalem,  por  manera  que  aquel  campo  ha  sido  llamado 
en  su  lengua  ,  Hacéldama ,  esto  es ,  campo  de  sangre. 

20  Así  es  que  está  esrcito  en  ellibro  de  ios  Salmos'*: 


1  Véase  Cenáculo. 

2  Ejerciendo  el  oficio  de  vicario  de  Chrisío. 

3  Piulm.  XL   c.  iO, 

4  P,atm.  LXVIll  d.  26.  —  CVIII.  ü.  8. 


6  HEtilOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

Quede  su  morada  desierta ,  ni  haya  quien  habite  en 
ella  ;  y  ocupe  otro  su  lugar  en  el  episcopado  \ 

21  Es  necesario  pues  que  de  estos  sugetos,  que  han 
estado  en  nuestra  compañía  todo  el  tiempo  que  Jesús 
Señor  nuestro  conversó  entre  nosotros, 

22  empezando  desde  el  bautismo  de  Juan  hasta  el 
dia  en  que  apartándose  de  nosotros  se  subió  al  cielo ; 
se  elija  uno  que  sea ,  como  nosotros,  testigo  de  su  re- 
surrección. 

23  Con  eso  propusieron  á  dos,  á  Joseph  ,  llamado 
Barsabas ,  y  por  sobrenombre  el  Justo ,  y  á  Mathías. 

24  Y  haciendo  oración  dijeron  :  ¡Oh  Señor!  tú  que 
ves  los  corazones  de  todos,  muéstranos  cuál  de  estos  dos 
has  destinado 

25  á  ocupar  el  puesto  de  este  ministerio  y  aposto- 
lado, del  cual  cayó  Judas  por  su  prevaricación,  para 
irse  á  su  lugar  ^. 

26  y  echando  suertes,  cayó  la  suerte  á  Mathías. 
con  lo  que  fue  agregado  á  los  once  apóstoles. 


1  Véase  Obispo. 

2  A  la  habitacioü  de  los  malvados. 


CAPÍTULO  11/ 

Venida  del  Espíritu  santo.  Primer  sermón  de  san  Pedro,  y 
su  fruto.  Vida  de  los  primeros  fieles. 

1  Al  cumplirse  pues  los  días  de  Pentecostés " ,  es- 
taban todos  juntos  en  un  mismo  lugar, 

2  cuando  de  repente  sobrevino  del  cielo  un  ruido, 
como  de  viento  impetuoso  que  soplaba,  y  llenó  toda 
la  casa  donde  estaban. 

3  Al  mismo  tiempo  vieron  aparecer  unas  como  len- 
guas de  fuego,  que  se  repartieron  y  se  asentaron  so^r/» 
cada  uno  de  ellos  : 

4  entonces  fueron  llenados  todos  del  Espíritu  san- 
to, y  comenzaron  á  hablar  en  diversas  lenguas  las  pa- 
labras que  el  Espíritu  santo  ponia  en  su  boca. 

5  Habia  á  la  sazón  en  Jerusalem  judíos  piadosos  y 
temerosos  de  Dios ,  de  todas  las  naciones  del  mundo. 

6  Divulgado  pues  este  suceso,  acudió  una  gran  mul- 
titud de  ellos ,  y  quedaron  atónitos ,  al  ver  que  cada 
uno  oia  hablar  á  los  apóstoles  en  su  propia  lengua. 

7  Así  pasmados  todos  y  maravillados,  se  decían 
unos  á  otros  :  ¿Por  ventura  estos  que  hablan,  no  son 
todos  galileos ,  nulos  é  ignorantes  ? 

8  ¿pues  cómo  es  que  los  oímos  cada  uno  de  nos- 
otros hablar  nuestra  lengua  nativa  ? 

9  Parthos,  medos  y  elamitas,  los  moradores  de 
Mesopotamia,  de  Judea,  y  de  Cappadocia,del  Ponto, 
y  del  Asia, 

i  Véase  Pentecostés. 


8  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

10  los  de  Phrygia,  de  Pamphylia,  y  del  Egypto, 
los  de  la  Lybia,  conflnante  con  Cyrene,  y  los  que  han 
venido  de  Roma, 

11  tanto  judíos  como  prosélitos  ',  los  cretenses  y 
los  árabes ,  los  oímos  hablar  en  nuestras  propias  len- 
guas las  maravillas  de  Dios. 

12  Estando  pues  todos  llenos  de  admiración,  y  no 
sabiendo  qué  discurrir,  se  decian  unos  á  otros  :  ¿  Qué 
novedad  es  esta? 

13  Pero  hubo  algunos  que  se  mofaban  de  ellos  di- 
ciendo :  Estos  sin  duda  están  borrachos  ó  llenos  de 
mosto. 

14  Entonces  Pedro  presentándose  con  los  once 
apóstoles ,  levantó  su  voz  y  les  habló  de  esta  suerte : 
¡  Oh  vosotros  judíos ,  y  todos  los  demás  que  moráis  en 
Jerusalem !  estad  atentos  á  lo  que  voy  á  deciros ,  y 
escuchad  bien  mis  palabras. 

15  No  están  estos  embriagados,  como  sospecháis 
vosotros ,  pues  no  es  mas  que  la  hora  tercia  *  del  dia ; 

16  sino  que  se  verifica  lo  que  dijo  el  Profeta  Joel ' : 

17  Sucederá  en  los  postreros  días  (dice  el  Señor) 
que  yo  derramaré  mi  Espíritu  sobre  todos  los  hom- 
bres ;  y  profetizarán  vuestros  hijos  y  vuestras  hijas ;  y 
vuestros  jóvenes  tendrán  visiones,  y  vuestros  Ancia- 
nos revelaciones  en  sueños. 

1  Véase  Prosélitos. 

2  Véase  Hora.  Los  judíos  en  los  dias  de  fiesta  no  co- 
mían sino  después  de  haber  hecho  las  oraciones  de  la  ma- 
ñana, que  acababan  cerca  de  las  doce. 

3  ¡s.  XLIV.  V.  3,  —  Joel  II.  v.  28. 


CAPÍTULO    II.  9 

1 S  Si  por  cierto  :  yo  derramaré  mi  Espíritu  sobre 
mis  siervos  y  sobre  mis  siervas  en  aquellos  (lias ,  y 
profetizarán  : 

19  yo  haré  que  se  vean  prodigios  arriba  en  el  cielo, 
y  portentos  abajo  en  la  tierra,  sangre,  y  fuego,  y  tor- 
bellinos de  humo. 

20  El  sol  se  convertirá  en  tinieblas ,  y  la  luna  en 
sangre  '  ,  antes  que  llegue  el  dia  grande  y  patente  del 
Señor. 

21  Entonces  todos  los  que  hayan  invocado  el  nom- 
bre del  Señor,  serán  salvos  '. 

22  j-Oh  hijos  de  Israel!  escuchadme  ahora:  A 
Jesús  de  Nazareth,  hombre  autorizado  por  Dios  á 
vuestros  ojos ,  con  los  milagros ,  maravillas  y  prodigios 
que  por  medio  de  él  ha  hecho  entre  vosotros ,  como 
todos  sabéis; 

23  á  este  Jesús,  dejado  á  vuestro  arbitrio  por  una 
orden  expresa  de  la  voluntad  de  Dios ,  y  decreto  de  su 
presciencia,  vosotros  le  ha])eis  hecho  morir,  claván- 
dole en  la  cruz  por  mano  de  los  inipíos ; 

24  pero  Dios  le  ha  resucitado ,  librándole  de  los  do- 
lores ó  ataduras  de  la  muerte ,  siendo ,  como  era ,  im- 
posible quedar  él  preso  ó  detenido  por  ella  en  tal  lugar. 

25  Porquera  David  en  persona  de  él  decia  ^ :  Tenia 
siempre  presente  al  Señor  ante  mis  ojos ,  pues  está 


1  Esto  es,  aparecerá  de  color  sangriento. 

2  Joel  II.  V.  32. 

3  Psalm.  XV.  v.  8. 


10  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

siempre  á  mi  diestra ,  para  que  no  experimente  nin- 
gún trastorno  : 

26  por  tanto  se  llenó  de  alegría  mi  corazón  ,  y  re- 
sonó mi  lengua  en  voces  í/e  júbilo ,  y  mi  carne  reposará 
en  la  esperanza. 

27  Que  no  dejarás  mi  alma  en  el  sepulcro  ' ,  ni  per- 
mitirás que  el  cuerpo  de  tu  Santo  experimente  la  cor- 
rupción. 

28  Me  harás  entrar  otra  vez  en  las  sendas  de  la  vi- 
da ;  y  colmarme  has  de  gozo  con  tu  presencia. 

29  Hermanos  mios ,  permitidme  que  os  diga  con 
toda  libertad  y  sin  el  menor  recelo  :  el  Patriarca  David 
muerto  está  ,  y  fue  sepultado ;  y  su  sepulcro  se  conserva 
entre  nosotros  hasta  el  dia  de  hoy. 

30  Pero  como  era  Profeta ,  y  sabia  que  Dios  le  ha- 
bla prometido  con  juramento  que  uno  de  su  descen- 
dencia se  habia  de  sentar  sobre  su  trono  , 

31  previendo  la  resurrección  de  Christo,  dijo,  que 
ni  fue  detenido  en  el  sepulcro  ,  ni  su  carne  padeció 
corrupción. 

32  Este  Jesús  es  á  quien  Dios  ha  resucitado  ,  de  lo 
que  lodos  nosotros  somos  testigos. 

33  Elevado  pues  al  cielo ,  sentado  alli  á  la  diestra 
de  Dios ,  y  habiendo  recibido  de  su  Padre  la  promesa  ó 
-potestad  de  enviar  al  Espíritu  santo ,  le  ha  derramado 
hoy  sobre  nosotros  del  modo  que  estáis  viendo  ,  y 
oyendo. 

1  Esto  es,  en  poder  de  la  muerte ;  ó  en  el  limbo,  según 
otros  iutcri)retes.  Véase  Iiifierno,  Alma. 


capítulo    II.  11 

34  Porque  no  es  David  el  que  subió  al  cielo ;  an- 
tes bien  él  mismo  dejó  escrito  '  :  Dijo  el  Señor  á  mi 
Señor ,  siéntate  á  mi  diestra  , 

35  mientras  á  tus  enemigos  los  pongo  yo  por  tari- 
ma de  tus  pies. 

36  Persuádase  pues  certísimamente  toda  la  casa 
de  Israel  ,  que  Dios  ha  constituido  Señor  y  Christo 
á  este  mismo  Jesús ,  al  cual  vosotros  habéis  crucifi- 
cado. 

37  Oido  este  discurso ,  se  compungieron  de  cora- 
zón, y  dijeron  á  Pedro  y  á  los  demás  apóstoles  :  Pues, 
hermanos,  ¿qué  es  lo  que  debemos  hacer  ? 

38  A  lo  que  Pedro  les  respondió  :  Haced  peni- 
tencia ,  y  sea  bautizado  cada  uno  de  vosotros  en  el 
nombre  de  Jesu-Christo  para  remisión  de  vuestros  pe- 
cados ;  y  recibiréis  el  don  del  Espíritu  santo. 

39  Porque  la  promesa  de  este  clon  es  para  vosotros 
y  para  vuestros  hijos ,  y  para  todos  los  que  ahora  están 
lejos  de  la  salud,  para  cuantos  llamare  á  sí  el  Señor 
Dios  nuestro. 

40  Otras  muchísimas  razones  alegó,  y  los  amones- 
taba, diciendo  :  Poneos  en  salvo  de  entre  esta  genera- 
ción perversa. 

41  Aquellos  pues  que  recibieron  su  doctrina,  fue- 
ron bautizados ;  y  se  añadieron  aquel  dia  á  la  Iglesia 
cerca  de  tres  mil  personas. 

42  Y  perseveraban  todos  en  oh-  las  instrucciones  de 


1  P^ahn.  CIX.  V. 


12  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

los  apóstoles,  y  en  la  comunicación  do  la  fracción  dol 
pan  *  ó  Eucháristia ,  y  en  la  oración. 

43  Y  toda  la  gente  estaba  sobrecogida  de  un  respe- 
iitoso  temor  ;  porque  eran  muchos  los  prodigios ,  y  mi- 
lagros que  hacian  los  apóstoles  en  Jerusalem ,  de  suerte 
que  todos  universalraente  estaban  llenos  de  espanto. 

44  Los  creyentes  por  su  parte  vivian  unidos  entre 
sí,  y  nada  tenian  que  no  fuese  común  para  todos 
ellos. 

45  Vendían  sus  posesiones  y  demás  bienes,  y  los 
repartían  entre  todos  ,  según  la  necesidad  de  cada 
uno. 

46  Asistiendo  asimismo  cada  dia  largos  ratos  al 
Templo  ,  unidos  con  un  mismo  espíritu  ,  y  partiendo 
el  pan  por  las  casas  de  los  fieles  ,  tomaban  el  alimento 
con  alegría  y  sencillez  de  corazón  ^ , 

47  alabando  á  Dios,  y  haciéndose  amar  de  todo  el 
pueblo.  Y  el  Señor  aumentaba  cada  dia  el  número  de 
los  que  abrazaban  el  mismo  género  de  vida  para  sal- 
varse ^ 


1  Véase  Pan. 

2  Significa  esto,  ó  el  convite  de  candad  llamado  ágape, 
ó  amor,  que  hacian  en  común;  ó  la  comunión 'del  pan 
euchárístico ;  ó  mas  bien  lo  uno  y  lo  otro ;  pues  entonces  á 
la  comunión  ordinariamente  seguía  la  comida,  que  se  hacia 
en  común.  Véase  Pan,  Convite. 

3  De  los  que  debían  salvarse  en  esta  común  unión  y  gé- 
nero de  vida;,  ó  en  la  unid  id  de  la  Iglesia. 


13 


CAPITULO  III. 


Ln  cojo  de  nacimiento,  curado  con  la  invocación  del  nom- 
bre de  Jesús.  Segundo  sermón  de  san  Pedro,  en  que  de- 
muestra ser  Jesús  el  Mesías  prometido  en  la  Ley. 

1  Subían  un  dia  Pedro  y  Juan  al  Templo,  á  la  ora- 
ción de  la  hora  de  nona  '. 

2  Y  había  un  hombre,  cojo  desde  el  vientre  de  su 
madre,  á  quien  traían  á  cuestas,  y  ponían  todos  los 
días  á  la  puerta  del  Templo,  llamada  la  Hermosa, 
para  pedir  limosna  á  los  que  entraban  en  él. 

3  Pues  como  este  viese  á  Pedro  y  á  Juan ,  que 
ibaná  entrar  en  el  Templo,  les  rogaba  que  le  diesen 
limosna. 

4  Pedro  entonces,  fijando  con  Juan  la  vista  en  este 
pobre,  le  dijo :  Atiende  acia  nosotros. 

5  Él  los  miraba  de  hito  en  hito,  esperando  que  le 
diesen  algo. 

6  Mas  Pedro  le  dijo  :  Plata  ni  oro  yo  no  tengo ;  pero 
te  doy  lo  que  tengo:  en  el  nombre  de  Jesu-Christo  na- 
zareno levántale,  y  camina. 

7  Y  cogiéndole  de  la  mano  derecha,  le  levantó,  y 
al  instante  se  le  consolidaron  las  piernas  y  las  plantas. 

8  Y  dando  un  salto  de  gozo  se  puso  en  pié,  y  echó  á 
andar;  y  entró  con  ellos  en  el  Templo  andando  por  sus 
propios  pies,  y  saltando,  y  loando  á  Dios. 

9  Todo  el  pueblo  le  vio  cómo  iba  andando,  y  ala- 
bando á  Dios. 

2  Véase  Oración. 


14  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

10  Y  como  le  conocían  por  aquel  mismo  que  solia 
estar  sentado  á  la  limosna  ,  en  la  puerta  Hermosa  del 
Templo,  quedaron  espantados  y  fuera  de  sí  con  tal 
suceso. 

11  Teniendo  pues  él  de  la  mano  á  Pedro  y  á  Juan , 
todo  el  pueblo,  asombrado,  vino  corriendo  acia  ellos, 
al  lugar  llamado  pórtico  6  galería  de  Salomón. 

12  Lo  que  viendo  Pedro,  habló  á  la  gente  de  esta 
manera :  ¡  Oh  hijos  de  Israel !  ¿por  qué  os  maravilláis 
de  esto,  y  por  qué  nos  estáis  mirando  á  nosotros, 
como  si  por  virtud  ó  potestad  nuestra  hubiésemos 
hecho  andar  á  este  hombre  ? 

13  El  Dios  de  Abraham,  el  Dios  de  Isaac,  y  el 
Dios  de  Jacob,  el  Dios  de  nuestros  padres  ha  glorifi- 
cado con  este  prodigio  ú  su  Hijo  Jesús,  á  quien  vos- 
otros habéis  entregado;  y  negado  en  el  tribunal  de 
Pilato,  juzgando  este  que  debia  ser  puesto  en  libertad. 

14  Mas  vosotros  renegasteis  del  Santo  y  del  Justo, 
y  pedísteis  que  se  os  hiciese  gracia  de  la  vida  de  un 
homicida : 

15  disteis  la  muerte  al  Autor  de  la  vida ;  pero  Dios 
le  ha  resucitado  de  entre  los  muertos,  y  nosotros  so- 
mos testigos  de  su  resurrección. 

16  Su  poder  es  el  que,  mediante  la  fé  en  su  nom- 
bre, ha  consolidado  los  pies  á  este  que  vosotros  visteis 
y  conocisteis  tidlido ;  de  modo  que  la  fé ,  que  de  él 
proviene,  y  en  él  tenemos,  es  la  que  ha  causado  esta 
perfecta  curación  delante  de  todos  vosotros. 

17  Ahora,  hermanos,  yo  bien  sé  que  hicisteis  por 
ignorancia  lo  que  hicisteis,  como  también  vuestros  gcfes. 


CAPÍTULO    111.  15 

18  Si  bien  Dios  ha  cumplido  de  esta  suerte  lo  pre- 
nunciado por  la  boca  de  todos  los  Profetas,  en  orden  á 
la  pasión  de  su  Chrislo. 

19  Haced  pues  penitencia ,  y  convertios,  á  fln  de 
que  se  borren  vuestros  pecados; 

20  para  cuando  vengan  por  disposición  del  Señor 
los  tiempos  de  consolación ,  y  envíe  al  mismo  Jesu- 
Chrislo  que  os  ha  sido  anunciado  ', 

21  el  cual  es  debido  por  cierto  que  se  mantenga  en 
el  cielo,  hasta  los  tiempos  de  la  restauración  de  todas 
las  cosas,  de  que  antiguamente  Dios  habló  por  boca 
de  sus  santos  Profetas. 

22  Porque  Moysés  dijo  á  nuestros  padres  :  El  Se- 
ñor Dios  vuestro  os  suscitará  de  entre  vuestros  her- 
manos un  Profeta,  como  me  ha  sitscüado  á  mí :  á  él 
habéis  de  obedecer  en  lodo  cuanto  os  diga. 

23  De  lo  contrario,  cualquiera  que  desobedeciere 
á  aquel  Profeta  ^,  será  exterminado  ó  borrado  del 
pueblo  de  Dios, 

24  Y  todos  los  Profetas  que  desde  Samuel  en  ade- 
lante han  vaticinado,  anunciaron  lo  que  pasa  en  estos 
días  ^ 

25  Vosotros  /  oh  israelitas  !  sois  hijos  délos  Pro- 
fetas, y  los  herederos  de  la  alianza  que  hizo  Dios  con 
nuestros  padres,  diciendo  áAbraham  :En  uno  de  tu  des- 
cendencia serán  benditas  todas  las  naciones  de  la  tierra. 


1  Véase  Venida  de  Jesu-Christo. 

2  Que  perfeccionará  la  Ley  que  os  entrego  ahora. 

3  No  solamente  Moysés  habló  asi  de  Jesús. 


16  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

26  Para  vosotros  en  primer  lugar  es  para  quienes 
ha  resucitado  Dios  á  su  Hijo,  y  le  ha  enviado  á_^llena- 
ros  de  bendiciones  ;  á  fin  de  que  cada  uno  se  convier- 
ta de  su  mala  vida. 


CAPÍTULO  IV. 


Los  apóstoles,  presos  y  examinados  sobre  la  curación  del 
tullido,  confiesan  lafédeJesu-Chrislo.  Se  les  manda  que 
no  prediquen.  Crecen  bs  fieles  en  número  y  viven  con 
perfecta  unión. 

1  Mientras  ellos  estaban  hablando  al  pueblo,  so- 
brevinieron los  sacerdotes  con  el  magistrado  ó  coman- 
dante del  Templo  y  los  sadduceos, 

2  no  pudiendo  sufrir  que  enseñasen  al  pueblo,  y 
predicasen  en  la  persona  de  Jesús  la  resurrección  de 
los  muertos  ; 

3  y  habiéndose  apoderado  de  ellos,  los  metieron  en 
la  cárcel  hasta  el  dia  siguiente,  porque  ya  era  tarde. 

4  Entre  tanto  muchos  de  los  que  habían  oído  la 
predicación  de  Pedro,  creyeron  ;  cuyo  número  llegó  á 
cinco  mil  hombres. 

5  Al  dia  siguiente  se  congregaron  en  Jerusalem  los 
gefes  ó  magistrados,  y  los  Ancianos,  y  los  Escribas, 

6  con  el  pontífice  Annás  y  Caiphás,  y  Juan,  y 
Alejandro,  y  todos  los  que  eran  del  línage  sacerdotal. 

7  Y  haciendo  comparecer  en  medio  á  los  apóstoles, 
les  preguntaron  :  ¿Con  qué  potestad,  ó  en  nombre  de 
quién  habéis  hecho  esa  acción? 


CAPÍTULO   IV.  IT 

8  Entonces  Pedio,  lleno  del  Espíritu  sanio,  les  res- 
pondió :  Príncipes  del  pueblo,  y  vosotros  Ancianos  de 
Israel,  escuchad : 

9  Ya  que  en  este  dia  se  nos  pide  razón  del  bien 
que  hemos  hecho  á  un  hombre  tullido,  y  que  se  quiere 
saber  por  virtud  de  quién  ha  sido  curado, 

10  declaramos  á  todos  vosotros,  y  á  todo  el  pueblo 
de  Israel,  que  la  curación  se  ha  hecho  en  nombre  de 
nuestro  Señor  Jcsu-Christo  nazareno,  á  quien  voso- 
tros cruficásteis,  y  Dios  ha  resucitado.  En  virtud  de  tal 
nombre  se  presenta  sano  ese  hombre  á  vuestros  ojos. 

1 1  Este  Jesús  es  aquella  piedra  que  vosotros  dese- 
chasteis al  edificar,  la  cual  ha  venido  á  ser  la  princi- 
pal piedra  del  ángulo : 

12  fuera  de  él  no  hay  que  buscar  la  salvación  en 
ningún  otro.  Pues  no  se  ha  dado  á  los  hombres  otro 
nombre  debajo  del  cielo,  por  el  cual  debamos  salvar- 
nos. 

13  Viendo  ellos  la  firmeza  de  Pedro  y  de  Juan, 
constándoles  por  otra  parte  que  eran  hombres  sin  le- 
tras, y  del  vulgo,  estaban  llenos  de  admiración,  cono- 
ciendo que  eran  de  los  que  habiau  sido  discípulos  de 
Jesús: 

14  por  otra  parte,  al  ver  al  hombre  que  había  sido 
curado,  estar  con  ellos  en  pié,  nada  podían  replicar 
en  contrario. 

15  Mandáronles  pues  salir  fuera  de  la  junta,  y  co- 
menzaron á  deliberar  entre  sí, 

16  diciendo:  ¿Qué  haremos  con  estos  hombres?  el 
milagro  hecho  por  ellos,  es  notorio  á  lodos  los  habí- 


18  HECHOS    DE    LOS   APOSTÓLES. 

tanles  de  Jerusalem :  es  tan  evidente,  que  no  pode- 
mos negarle. 

17  Pero  á  fin  de  que  no  se  divulgue  mas  en  el 
pueblo,  apercibámosles  que  de  aquí  en  adelante  no 
tomen  en  boca  este  nombre,  ni  hablen  de  él  á  perso- 
na viviente. 

18  Por  ¡tanto  llamándolos,  les  intimaron  que  por 
ningún  caso  hablasen  ni  enseñasen  en  el  nombre  de 
Jesús  \ 

19  Mas  Pedro  y  Juan  respondieron  á  esto ,  dicién- 
doles  :  Juzgad  vosotros ,  si  en  la  presencia  de  Dios , 
es  justo  el  obedeceros  á  vosotros  antes  que  á  Dios  ; 

20  porque  nosotros  no  podemos  menos  de  hablar  lo 
que  hemos  visto  y  oido. 

21  Pero  ellos  con  todo  amenazándolos  los  despa- 
charon ,  no  hallando  arbitrio  para  castigarlos ,  por  te- 
mor del  pueblo,  porque  todos  celebraban  este  glorioso 
hecho  ; 

22  pues  el  hombre  en  quien  se  habla  obrado  esta 
cura  milagrosa  ,  pasaba  de  cuarenta  años. 

23  Puestos  ya  en  libertad,  volvieron  á  los  suyos, 
y  les  contaron  cuantas  cosas  les  hablan  dicho  los  prin- 
cipes de  los  sacerdotes  y  los  Ancianos. 

1  ¡Cuan  funestas  son  las  consecuencias  de  entrar  en  un 
empeño  á  impulsos  del  odio,  de  la  envidia,  ó  de  un  amor 
desordenado !  Es  mas  común  de  lo  que  se  piensa  el  ha- 
llarse el  hombre  en  la  terrible  situación  ó  estado  en  que 
nada  puede  oponer  á  la  verdad ,  que  se  le  presenta  delante 
de  los  ojos,  y  con  todo  no  tiene  fuerza  ó  espíritu  para  ce- 
der á  ella,  ó  abrazarla. 


CAPÍTULO    IV.  19 

24  Ellos  al  oírlo,  levantaron  todos  unánimes  la  voz 
á  Dios ,  y  dijeron  ;  Señor ,  lú  eres  el  que  hiciste  el 
cielo ,  y  la  tierra  ,  el  mar  ,  y  todo  cuanto  en  ellos  se 
contiene  : 

25  el  que  ,  hablando  el  Espíritu  santo  por  boca  de 
David  nuestro  padre,  y  siervo  tuyo ,  dijiste  :  ¿Por  qué 
se  han  alborotado  las  naciones ,  y  los  pueblos  han  for- 
jado empresas  vanas? 

26  Armáronse  los  reyes  de  la  tierra,  y  los  princi- 
pes se  coligaron  contra  el  Señor  y  contra  su  Christo. 

27  Porque  verdaderamente  se  mancomunaron  en 
esta  ciudad  contra  tu  santo  hijo  Jesús ,  á  quien  un- 
giste, Heródes  y  Poncio  Pilato,  con  los  gentiles,  y 
las  tribus  de  Israel, 

28  para  ejecutar  lo  que  tu  poder  y  providencia  de- 
terminaron que  se  hiciese  \ 

29  Ahora  pues  Señor  mira  sus  vanas  amenazas,  y 
da  á  tus  siervos  el  predicar  con  toda  confianza  tu  pa- 
labra , 

30  extendiendo  tu  poderosa  mano  para  hacer  cura- 
ciones ,  prodigios  y  portentos  en  el  nombre  de  Jesús, 
tu  santo  Hijo  ^. 


1  Los  príncipes,  por  grande  que  sea  su  poder,  no  son 
mas  que  ejecutores  de  los  designios  de  Dios.  El  Señor 
hace  servir  para  la  salvación  del  género  humano  y  santi- 
ficación de  las  almas,  las  volantades  corrompidas  y  crimi- 
nales de  Pilato,  Heródes,  etc. 

2  Que  sean  pruebas  de  su  divinidad,  y  señales  de  que 
tú  nos  envías. 


20  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

31  Acabada  esta  oración,  tembló  el  lugar  en  que 
estaban  congregados  ;  y  todos  se  sintieron  llenos  del 
Espíritu  santo,  y  anunciaban  con  firmeza  la  palabra  de 
Dios. 

32  Toda  la  multitud  de  los  fieles  tenia  un  mismo 
corazón,  y  una  misma  alma;  ni  habia  entre  ellos  quien 
considerase  como  suyo  lo  que  poseia  ;  sino  que  tenían 
todas  las  cosas  en  común. 

33  Los  apóstoles  con  gran  valor  daban  testimonio 
de  la  resurrección  de  Jesu-Christo  Señor  nuestro  ;  y 
en  todos  ios  fieles  resplandecía  la  gracia  con  abundancia. 

34  Asi  es  que  no  habia  entre  ellos  persona  necesi- 
tada, pues  todos  los  que  tenían  posesiones  ó  casas,  ven- 
diéndolas ,  traían  el  precio  de  ellas, 

35  y  le  ponían  á  los  pies  de  los  apóstoles,  el  cual 
después  se  distribuía  según  la  necesidad  de  cada  uno. 

36  De  esta  manera  Joseph,  á  quien  los  apóstoles 
pusieron  el  sobrenombre  de  Bernabé,  (esto  es,  hijo  de 
consolación  ó  consolador)  que  era  levita,  y  natural  de 
la  isla  de  Chypre  , 

37  vendió  una  heredad  que  tenía,  y  trajo  el  precio 
y  le  puso  á  los  pies  de  los  apóstoles. 

CAPÍTULO  V. 

Castigo  de  Ananias  y  Saphira.  Los  apóstoles,  y  en  especial 
san  Pedro,  son  de  nuevo  perseguidos  y  presos ;  y  por  con- 
sejo de  Gainaliel  son  puestos  en  libertad,  después  de  ser 
azotados. 

1  Un  hombre  llamado  Ananias,  con  su  rauger  Sa- 
phira, vendió  también  un  campo. 


CAPITULO  V.  21 

2  Y,  (le  acuerdo  con  ella,  retuvo  parle  del  precio  ; 
y  trayendo  el  resto ,  púsole  á  los  pies  de  los  apóstoles. 

3  Mas  Pedro  le  dijo  :  Ananías  ,  ¿  cómo  ha  tentado 
Satanás  tu  corazón ,  para  que  mintieses  al  Espíritu 
santo  ,  reteniendo  parte  del  precio  de  ese  campo  ? 

4  ¿Quién  te  quitaba  el  conservarle  ?  Y  aunque  le 
hubieses  vendido ,  ¿  no  estaba  su  precio  á  tu  disposi- 
ción ?  ¿  Pues  á  qué  fin  has  urdido  en  tu  corazón  esta 
trampa  ?  No  mentiste  á  hombres ,  sino  á  Dios. 

5  Al  oir  Ananías  estas  palabras ,  cayó  en  tierra  y 
espiró.  Con  lo  cual  todos  los  que  tal  suceso  supieron  , 
quedaron  en  gran  manera  atemorizados. 

6  En  la  hora  misma  vinieron  unos  mozos,  y  le  sa- 
caron y  llevaron  á  enterrar. 

7  No  bien  se  pasaron  tres  horas ,  cuando  su  mu- 
ger  entró  ,  ignorante  de  lo  acaecido. 

8  Díjole  Pedro  :  Díme,  muger,  ¿  es  así  que  vendis- 
teis el  campo  por  tanto?  Sí,  respondió  ella,  por  ese  pre- 
cio le  vendimos. 

9  Entonces  Pedro  le  dijo :  ¿  Por  qué  os  habéis  con- 
certado paramentar  al  Espíritu  del  Señor?  Hé  aquí  á 
la  puerta  los  que  enterraron  á  tu  marido  ;  y  ellos  mis- 
mos te  llevarán  á  enterrar. 

10  Al  momento  cayó  á  sus  pies,  y  espiró.  Entrando 
luego  los  mozos ,  encontráronla  muerta ,  y  sacándola, 
la  enterraron  al  lado  de  su  marido. 

11  Lo  que  causó  gran  temor  en  toda  la  Iglesia,  y 
en  lodos  los  que  tal  suceso  oyeron  '. 

1  Eu  vista  de  la  severidad  con  que  castigaba  Dios  la 


áá  HECHOS    DE   LOS    APÓSTOLES. 

12  Entre  tanto  los  apóstoles  hadan  muchos  mila- 
gros y  prodigios  entre  el  pueblo.  Y  todos  los  fieles  uni- 
dos en  un  mismo  espíritu  se  juntaban  en  el  pórtico  de 
Salomón. 

13  De  los  otros  nadie  osaba  juntarse  ó  hermanarse 
con  ellos ;  pero  el  pueblo  hacia  de  ellos  grandes  elo- 
gios. 

14  Con  esto  se  aumentaba  mas  y  mas  el  número 
de  los  que  creian  en  el  Señor  ,  asi  de  hombres  como 
de  mugeres , 

15  de  suerte  que  sacaban  á  las  calles  á  los  enfer- 
mos, poniéndolos  en  camillas  y  lechos  ó  carretones , 
para  que  pasando  Pedro,  su  sombra  locase  por  lo  me- 
nos en  alguno  de  ellos,  y  quedasen  libres  de  sus  do- 
lencias. 

16  Concurría  también  á  Jerusalem  mucha  gente  de 
las  ciudades  vecinas,  trayendo  enfermos  y  endemonia- 
dos, los  cuales  eran  curados  todos. 

17  Alarmado  con  esto  el  príncipe  de  los  sacerdotes, 
y  los  de  su  partido,  (que  era  la  secta  délos  sadduceos) 
se  mostraron  llenos  de  zelo  ; 

18  y  prendiendo  á  los  apóstoles,  los  metieron  en 
la  cárcel  pública. 


hipocresía  y  mentira.  Quiso  Dios  desde  el  principio  de  la 
Iglesia  hacer  ver  cuan  contrarias  son  á  la  moral  evangélica 
la  mentira  é  hipocresía  que  encierra  el  hecho  de  estos  dos 
consortes,  y  cuan  opuestas  á  una  religión  fundada  en  espi- 
ritu  y  verdad.  Casi  todos  los  santos  Padres  convienen  en 
que  solo  perdieron  la  vida  corporal,  pero  no  la  eterna. 


CAPÍTULO    V.  23 

19  Mas  el  ángel  del  Señor  abriendo  por  la  noche 
las  puertas  de  la  cárcel ,  y  sacándolos  fuera ,  les  dijo  : 

20  Id  al  Templo,  y  puestos  allí,  predicad  al  pueblo 
la  doctrina  de  esta  ciencia  de  vida. 

21  Ellos,  oido  esto,  entraron  al  despuntar  el  alba 
en  el  Templo ,  y  se  pusieron  á  enseñar.  Entre  tanto 
vino  el  pontífice,  con  los  de  su  partido ,  y  convocaron 
el  concilio,  y  á  todos  los  Ancianos  del  pueblo  de  Israel, 
y  enviaron  por  los  presos  á  la  cárcel. 

22  Llegados  los  ministros,  y  abierta  la  cárcel,  co- 
mo no  los  hallasen,  volvieron  con  la  noticia, 

23  diciendo  :  La  cárcel  la  hemos  hallado  muy  bien 
cerrada ,  y  á  los  guardas  en  centinela  delante  de  las 
puertas ;  mas  habiéndolas  abierto  ,  á  nadie  hemos  ha- 
llado dentro. 

24  Oidas  tales  nuevas ,  tanto  el  comandante  del 
Templo,  como  los  príncipes  de  los  sacerdotes  ,  no  po- 
dían atinar  qué  se  habría  hecho  de  ellos  *. 

25  A  este  tiempo  llegó  uno  y  les  dijo:  Sabed  que 
aquellos  hombres  que  metisteis  en  la  cárcel,  están  en 
el  Templo  enseñando  al  pueblo. 

26  Entonces  el  comandante  fue  allá  con  su  gente, 
y  los  condujo  sin  hacerles  violencia,  porque  temían  ser 
apedreados  por  el  pueblo. 

I  Los  grandes  males  que  ocasionan  los  que  entran  en 
empresas,  ó  injustas  ó  imprudentes,  provienen  siempre  de 
no  querer  reconocer  su  error.  Se  tiene  vergüenza  de  mu- 
dar de  opinión  :  no  se  quiere  confesar  que  se  duda,  se  pasa 
la  vida  deliberando,  y  entre  tanto  los  males  crecen  y  la 
muerte  viene.  S.  Joann.  Chnj-sost.  in  Ecaruj. 


24  HECHOS    DE    LOS    AFCSTOLES. 

27  Conducidos  que  fueron  ,  presentáronlos  al  con- 
cilio ;  y  el  Sumo  sacerdote  los  interrogó, 

28  diciendo  :  Nosotros  os  teníamos  prohibido  con 
mandato  formal  que  enseñaseis  en  ese  nombre ;  y  en 
vez  de  obedecer,  habéis  llenado  á  Jerusalem  de  vues- 
tra doctrina  ,  y  queréis  hacernos  responsables  á  nos- 
otros de  la  sangre  de  ese  hombre. 

29  A  lo  cual  respondiendo  Pedro  y  los  apóstoles , 
dijeron :  Es  necesario  obedecer  á  Dios,  antes  que  á  los 
hombres. 

30  El  Dios  de  nuestros  padres  ha  resucitado  a  Je- 
sús, á  quien  vosotros  habéis  hecho  morir,  colgándole 
en  un  madero. 

31  A  este  ensalzó  Dios  con  su  diestra  por  principe 
y  salvador ,  para  dar  á  Israel  el  arrepentimiento  y  la 
remisión  de  los  pecados  : 

32  nosotros  somos  testigos  de  estas  verdades,  y  lo 
es  también  el  Espíritu  santo,  que  Dios  ha  dado  á  to- 
dos los  que  le  obedecen. 

33  Oídas  estas  razones,  se  desatinaban  sus  enemi- 
gos, y  enfurecidos  trataban  de  matarlos. 

34  Pero  levantándose  en  el  concilio  un  Fariseo  , 
llamado  Gamaliel ,  doctor  de  la  Ley  ,  hombre  respe- 
tado de  todo  el  pueblo,  mandó  que  se  retirasen  á  fuera 
por  un  breve  rato  aquellos  hombres. 

35  Y  entonces  dijo  á  los  del  concilio  :  ¡  Oh  israe- 
litas !  considerad  bien  lo  que  vais  á  hacer  con  estos 
hombres. 

36  Sabéis  que  poco  há  se  levantó  un  tal  Theodas  , 
que  se  vendía   por  persona  de  mucha  importancia ,  al 


CAPÍTULO    VI.  25 

cual  se  asociaron  cerca  de  cuatrocientos  hombres  :  él 
fue  muerto ,  y  todos  los  que  le  creian  ,  se  dispersaron, 
y  redujeron  á  nada. 

37  Después  de  este  alzó  bandera  Judas  galileo  en 
tiempo  del  empadronamiento ,  y  arrastró  tras  sí  al 
pueblo  :  este  pereció  del  mismo  modo,  y  todos  sus  se- 
cuaces quedaron  disipados. 

38  Ahora  pues  os  aconsejo  que  no  os  metáis  con 
esos  hombres ,  y  que  los  dejéis,  porque  si  este  desig- 
nio ó  empresa  es  obra  de  hombres,  ella  misma  se  des- 
vanecerá ; 

39  pero  si  es  cosa  de  Dios ,  no  podréis  destruirla  , 
y  os  expondríais  á  ir  contra  Dios.  Todos  adhirieron  á 
este  parecer. 

40  Y  llamando  á  los  apóstoles,  después  de  haberlos 
hecho  azotar,  les  intimaron  que  no  hablasen  mas,  ni 
poco  ni  mucho,  en  el  nombre  de  Jesús,  y  los  deja- 
ron ir. 

41  Entonces  los  apóstoles  se  retiraron  de  la  pre- 
sencia del  concilio  muy  gozosos,  porque  habían  sido 
hallados  dignos  de  sufrir  aquel  ultraje  por  el  nombre 
de  Jesús. 

42  Y  no  cesaban  todos  los  días,  en  el  Templo  y  por 
las  casas  ,  de  anunciar  y  de  predicar  á  Jesu-Christo. 

CAPITULO  VI. 

Eleccmi  de  los  siete  diáconos:  Esie'bají  se  señala  entre  to- 
dos :  hace  grandes  milagros ;  y  se  levantan  contra  él  mu- 
chos judíos.  , 

1  Por  aquellos  días ,  creciendo  el  número  de  los 

3 


20  HECHOS    DK    LOS    APÓSTOLES. 

discípulos  ,  se  suscitó  una  queja  de  los  judíos  griegos 
contra  los  judios  hebreos  ó  nacidos  en  el  país ,  porque 
no  se  hacia  caso  de  sus  viudas  en  el  servicio  ó  distri- 
bución del  sustento  diario. 

2  En  atención  á  esto ,  los  doce  apóstoles  convo- 
cando á  todos  los  discípulos ,  les  dijeron  :  No  es  justo 
que  nosotros  descuidemos  la  predicación  de  la  palabra 
de  Dios,  por  tener  cuidado  de  las  mesas. 

3  Por  tanto,  hermanos,  nombrad  de  entre  vosotros 
siete  sugetos  de  buena  fama,  llenos  del  Espíritu  santo 
y  de  inteligencia,  á  los  cuales  encarguemos  este  minis- 
terio. 

4  Y  con  esto  podremos  nosotros  empltarnos  entera- 
mente en  la  oración ,  y  en  la  predicación  de  la  palabra 
divina. 

5  Pareció  bien  esta  propuesta  á  toda  la  asamblea  ; 
y  así  nombraron  á  Esteban ,  varón  lleno  de  fé  y  del 
Espíritu  santo  ,  y  á  Phelippe  ,  y  á  Próchóro ,  á  Nica- 
nor y  á  Timón ,  á  Pármenas  y  á  Nicolás,  prosélito  an- 
liochéno, 

6  Presentáronlos  á  los  apóstoles ,  los  cuales ,  ha- 
ciendo oración ,  les  impusieron  las  manos,  ó  consa- 
graron '. 

7  Entre  tanto  la  palabra  de  Dios  iba  fructiücando  , 
y  multiplicándose  sobremanera  el  número  de  los  discí- 
pulos en  Jerusalem ;  y  sujetábanse  también  á  la  fé  mu- 
chos de  los  sacerdotes. 


1  Véase  Consagración,  Manos. 


CAPÍTULO    VI.  2T 

8  Mas  Esteban  ,  lleno  de  gracia  y  de  fortaleza , 
obraba  grandes  prodigios  y  milagros  entre  el  pueblo. 

9  Levantáronse  pues  algunos  de  la  synagoga  llama- 
da de  los  libertinos  ó  libertos,  y  de  las  sinagogas  de 
los  cyreneos,  de  los  alejandrinos,  de  los  cilicianos  y  de 
los  asiáticos,  y  trabaron  disputas  con  Esteban  ; 

10  pero  no  podían  contrarestar  á  la  sabiduría  ,  y 
al  Espíritu  que  hablaba  en  él  \ 

11  Entonces  sobornaron  á  algunos,  que  dijesen 
haberle  oído  proferir  blasfemias  contra  Moysés  y  con- 
tra Dios. 

12  Con  eso  alborotaron  á  la  plebe,  y  á  los  Ancianos, 
y  á  los  Escribas ;  y  echándose  sobre  él  le  arrebataron , 
y  trajeron  al  concilio, 

13  y  produjeron  testigos  falsos  que  afirmasen  :  Este 
hombre  no  cesa  de  proferir  palabras  contra  este  Lugar 
santo,  y  contra  la  Ley  , 

14  pues  nosotros  le  hemos  oido  decir:  Que  aquel 
Jesús  nazareno  ha  de  destruir  este  lugar,  y  mudar  las 
tradiciones  ú  observancias  que  nos  dejó  ordenadas 
Moysés. 

15  Entonces  fijando  en  él  los  ojos  todos  los  del  con- 
cilio, vieron  su  rostro  como  el  rostro  de  un  ángel. 

1  Mallh.  X.  V.  20. 


28  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

CAPITULO  VII. 

Razonamiento  de  san  Esteban  en  el  concilio  de  los  judíos, 
y  su  mar  lirio. 

1  Dijo  entonces  el  príncipe  de  los  sacerdotes:  ¿Es 
esto  así  ? 

2  Respondió  él :  Hermanos  mios  y  padres,  escu- 
chadme :  El  Dios  de  la  gloria  apareció  á  nuestro  padre 
Abraham  cuando  estaba  en  Mesopotamia ,  primero  que 
habítase  en  Cháran  % 

3  y  le  dijo :  Sal  de  tu  patria ,  y  de  tu  parentela ,  y 
ven  al  pais  que  yo  te  mostraré. 

4  Entonces  salió  de  la  Cháldea ,  y  vino  á  habitar 
en  Cháran.  De  allí ,  muerto  su  padre ,  le  hizo  pasar 
Dios  á  esta  tierra ,  en  donde  aliora  moráis  vosotros. 

5  Y  no  le  dio  de  ella  en  propiedad  ni  un  palmo  tan 
solamente :  prometióle ,  sí ,  darle  la  posesión  de  dicha 
tierra ,  y  que  después  de  él  la  poseerían  sus  descen- 
dientes, y  eso  que  á  la  sazón  Abraham  no  tenia  hijos. 

6  Predíjole  también  Dios :  Que  sus  descendientes 
morarían  en  tierra  extraña ,  y  serian  esclavizados,  y 
muy  maltratados  por  espacio  de  cuatrocientos  años : 

7  si  bien ,  dijo  el  Señor ,  yo  tomaré  venganza  de 
la  nación ,  á  la  cual  servirán  como  esclavos ;  y  al  cabo 
saldrán  libres  de  aquel  paisy  y  me  servirán  á  mí  en 
este  lugar. 

8  Hizo  después  con  él  la  alianza  sellada  con  la  cír- 

1  Cháran  es  lo  mismo  que  Harán. 


CAPÍTULO   VH.  29 

cuncision;  y  así  Abraham,  habiendo  engendrado  á 
Isaac,  le  circuncidó  á  los  ocho  dias:  Isaac  tuvo  á  Ja- 
cob ;  y  Jacob  á  los  doce  Patriarcas. 

9  Los  Patriarcas  movidos  de  envidia ,  vendieron  á 
Joseph  para  ser  llevado  á  Egypto,  donde  Dios  estaba 
con  él; 

10  y  le  libró  de  todas  sus  tribulaciones  :  y  habién- 
dole llenado  de  sabiduría  ,  le  hizo  grato  á  Pharaon  rey 
de  Egypto,  el  cual  le  constituyó  gobernador  de  Egypto 
y  de  todo  su  palacio. 

11  Vino  después  la  hambre  general  en  todo  e^ 
Egypto  y  en  la  tierra  de  Chánaan  ,  y  la  miseria  fue  ex- 
trema :  de  suerte  que  nuestros  padres  no  hallaban  de 
qué  alimentarse. 

12  Pero  habiendo  sabido  Jacob  que  en  Egypto  ha- 
bla trigo,  envió  allá  á  nuestros  padres  por  la  primera 
vez  ; 

13  y  en  la  segunda  que  fueron  ,  Joseph  se  dio  á  co- 
nocer á  sus  hermanos,  y  fue  descubierto  su  linage  á 
Pharaon. 

14  Entonces  Joseph  envió  por  su  padre  Jacob,  y 
por  toda  su  parentela ,  que  era  de  setenta  y  cinco  per- 
sonas. 

15  Bajó  pues  Jacob  á  Egypto,  donde  vino  á  morir 
él ,  y  también  nuestros  padres. 

16  Y  sus  huesos  fueron  después  trasladados  á  Si- 
chém  * ,  y  colocados  en  el  sepulcro  que  Abraham  com- 

I  Algunos  intérpretes  creen  que  el  padre  de  Epliron  se 
llamaba  Sichéin ,  y  tanibieu  Sehar.  Pero  es  mas  verosímil 


30  HECHOS    DE    LOS    ArÓSTOLES. 

pro  de  los  hijos  de  Hernor,  hijo  de  Sichém ,  por  cierta 
suma  de  dinero. 

17  Pero  acercándose  ya  el  tiempo  de  cumplirse  la 
promesa,  que  con  juramento  habla  hecho  üios  á 
Abraham ,  el  pueblo  de  Israel  fue  creciendo,  y  multi- 
plicándose en  Egypto, 

18  hasta  que  reinó  allí  otro  soberano,  que  no  sabia 
nada  de  Joseph. 

19  Este  príncipe  usando  de  una  artificiosa  malicia 
contra  nuestra  nación ,  persiguió  á  nuestros  padres , 
hasta  obligarlos  á  abandonar  sus  niños  recien  nacidos, 
á  fin  de  que  no  se  propagasen. 

20  Por  este  mismo  tiempo  nació  Moysés ,  que  fue 
grato  á  Dios ,  y  el  cual  por  tres  meses  fue  criado  ocul- 
tamente en  casa  de  su  padre. 

21  Al  fin,  habiendo  sido  abandonado  sóbrelas  aguas 
del  Nüo,  le  recogió  la  hija  de  Pharaon  ,  y  le  crió  como 
á  hijo  suyo. 

22  Se  le  instruyó  en  todas  las  ciencias  de  los  egyp- 
cios ,  y  llegó  á  ser  varón  poderoso,  tanto  en  palabras, 
como  en  obras. 

23  Llegado  á  la  edad  de  cuarenta  años,  le  vino 
deseo  de  ir  á  visitar  á  sus  hermanos  los  hijos  de  Israel. 

24  Y  habiendo  visto  que  uno  de  ellos  era  injuriado, 


que  S.  Estébau  dijo  compendiosamente,  que  Jacob  fue  tras- 
ladado á  Hebron,  y  enterrado  en  la  sepultura  comprada  an- 
tes por  Abraham  á  Ephron ,  y  Josepli  y  sus  hermanos  en 
Sichém ,  en  la  parte  del  campo  que  Jacob  compró  á  los 
hijos  de  Hemor.  Véase  Genes.  XXXIII.  v.  18?/  19. 


CAPITULO    Vil.  31 

se  puso  de  su  parte ,  y  le  vengó,  matando  al  egypcio 
que  le  injuriaba. 

25  hí  estaba  persuadido  de  que  sus  hermanos  los 
israelitas  conocerian  que  por  su  medio  les  habia  de 
dar  Dios  libertad  ;  mas  ellos  no  lo  entendieron. 

26  Al  dia  siguiente  se  metió  entre  unos  que  reñian  , 
y  exhortábalos  á  la  paz  ,  diciendo  :  Hombres ,  vosotros 
sois  hermanos ,  ¿  pues  por  qué  os  maltratáis  uno  al 
otro? 

27  Mas  aquel  que  hacia  el  agravio  á  su  prójimo,  le 
rempujó,  diciendo  :  ¿Quién  le  ha  puesto  á  ti  por  prin- 
cipe y  juez  sobre  nosotros  ? 

2S  ¿Quieres  tú  por  ventura  matarme  á  mí ,  como 
mataste  ayer  al  egypcio  ? 

29  Al  oir  esto  Moysés  se  ausentó  ;  y  retiióse  á  vivir 
como  exlrangero  en  el  país  de  Madian ,  donde  tuvo 
dos  hijos. 

30  Cuarenta  años  después  se  le  apareció  un  ángel 
del  Señor  en  el  Desierto  del  monte  Sina ,  entre  las  lla- 
mas de  una  zarza  que  ardia  siji  consumirse. 

31  Maravillóse  Moysés  al  ver  aquel  espectáculo  ;  y 
acercándose  á  contemplarle,  oyó  la  voz  del  Señor, 
que  le  decía  : 

32  Yo  soy  el  Dios  de  tus  padres ,  el  Dios  de  Abra- 
ham ,  el  Dios  de  Isaac,  y  el  Dios  de  Jacob.  Despa- 
vorido entonces  Moysés,  no  osaba  mirar  lo  que  aque- 
llo era. 

33  Pero  el  Señor  le  dijo  :  Quilate  de  los  pies  el 
calzado ,  porque  el  lugar  en  que  estás ,  es  una  tierra 
santíi. 


32  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

34  Yo  he  visto  y  considerado  la  aflicción  del  pueblo 
mió,  que  habita  en  Egypto ,  y  he  oído  sus  gemidos,  y 
he  descendido  á  librarle.  Ahora  pues  ven  tú,  y  te  en- 
enviaré  á  Egypto. 

35  Así  que  á  este  Moysés ,  á  quien  desecharon, 
diciendo  :  ¿  Quién  te  ha  constituido  nuestro  príncipe 
y  juez  ?  á  este  mismo  envió  Dios  para  ser  el  caudillo 
y  libertador  de  ellos ,  bajo  la  dirección  del  ángel ,  que 
se  le  apareció  en  la  zarza. 

36  Este  mismo  los  libertó,  haciendo  prodigios  y 
milagros  en  la  tierra  de  Egypto,  y  en  el  Mar  rojo,  y  en 
el  Desierto  por  espacio  de  cuarenta  años. 

37  Este  es  aquel  Moysés  que  dijo  á  los  hijos  de 
Israel :  Dios  os  suscitará  de  entre  vuestros  hermanos 
un  Profeta  legislador,  como  me  ha  suscitado  á  mí ;  á 
este  debéis  obedecer. 

38  Moysés  es  quien ,  mientras  el  pueblo  estaba  con- 
gregado en  el  Desierto ,  estuvo  tratando  con  el  ángel , 
que  le  hablaba  en  el  monte  Sina  :  es  aquel  que  estuvo 
con  nuestros  padres ;  el  que  recibió  de  Dios  las  pala- 
bras de  vida  para  comunicárnoslas. 

39  A  quien  no  quisieron  obedecer  nuestros  padres ; 
antes  bien  le  desecharon  ,  y  con  su  corazón  y  afecto  se 
volvieron  á  Egypto, 

40  diciendo  á  Aaron  :  Haznos  dioses  que  nos  guíen: 
ya  que  no  sabemos  qué  se  ha  hecho  de  ese  Moysés ,  que 
nos  sacó^de  la  tierra  de  Egypto. 

41  Y  fabricaron  después  un  becerro ,  y  ofrecieron 
sacriíicio  á  este  ídolo ,  y  hacían  regocijo  ante  la  hechura 
de  sus  manos. 


CAPÍTULO    Vil.  33 

42  Entonces  Dios  les  volvió  las  espaldas ,  y  los  aban- 
donó á  la  idolatría  de  los  astros  ó  la  milicia  del  cielo  , 
según  se  halla  escrito  en  el  Libro  de  los  Profetas '  : 
;  Oh  casa  de  Israel!  ¿por  ventura  me  has  ofrecido  víc- 
timas y  sacrificios  los  cuarenta  años  del  Desierto  ? 

43  Al  contrario  habéis  conducido  el  tabernáculo  de 
Moloch,  y  el  astro  de  vuestro  dios  Rempham  ^,  figu- 
ras que  fabricasteis  para  adorarlas.  Pues  yo  os  traspor- 
taré á  Babylonia ,  y  mas  allá. 

44  Tuvieron  nuestros  padres  en  el  Desierto  el  ta- 
bernáculo del  testimonio ,  según  se  lo  ordenó  Dios  á 
IMoysés ,  diciéndole ,  que  le  fabricase  según  el  modelo 
que  había  visto  ^ 

45  Y  habiéndole  recibido  nuestros  padres ,  le  con- 
dujeron bajo  la  dirección  de  Josué  á  el  pais  que  era  la 
posesión  de  las  naciones ,  que  fue  Dios  expeliendo  de- 
lante de  ellos  ,  y  duró  el  Tabemíiculo  hasta  el  tiempo 
de  David  ^. 

46  Este  fue  acepto  á  los  ojos  de  Dios ,  y  pidió  po- 
der fabricar  un  templo  al  Dios  de  Jacob. 

47  Pero  el  Templo  quien  le  edificó  fue  Salomón  ^. 

48  Si  bien  el  Altísimo  no  habita  precisamente  en 
moradas  hechas  de  mano  de  hombres ,  como  dice  el 
Profeta  : 

49  El  cielo  es  mi  trono ,  y  la  tierra  el  estrado  de  mis 

1  Amos  V.  V,  25, 

2  Véase  Remtnon. 

3  Ex.  XXV.  V.  40.  Véase  Tabernáculo. 

4  Josué  III.  V.  14.  —  Hebr.  VIH  v.  9. 

5  /.  Reg.  XVI.  v.  13.  —Psa/zn.  CXXXI.  v.  5. 


34  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

pies  '.  ¿Qué  especie  de  casa  me  habéis  |de  edificar 
vosolros  ?  dice  el  Señor  ;  ó  ¿  cuál  podrá  ser  diyno  lu- 
gar de  mi  descanso? 

50  ¿  Por  ventura  no  hizo  mi  mano  todas  estas  cosas? 

51  Hombres  de  dura  cerviz,  y  de  corazón  y  oido 
incircuncisos,  vosotros  resistís  siempre  al  Espíritu  san- 
to: como  fueron  vuestros  padres,  asi  sois  vosotros. 

52  ¿  A  qué  Profeta  no  persiguieron  vuestros  padres? 
Ellos  son  los  que  mataron  á  los  que  prenunciaban  la 
venida  del  Justo ,  que  vosotros  acabáis  de  entregar  , 
y  del  cual  habéis  sido  homicidas  : 

53  vosotros  que  recibisteis  la  Ley  por  ministerio  de 
ángeles ,  y  no  la  habéis  guardado. 

54  Al  oir  tales  cosas ,  ardian  en  cólera  sus  corazones, 
y  crujían  los  dientes  contra  el. 

55  Mas  Esteban  estando  lleno  del  Espíritu  santo  , 
y  fijando  los  ojos  en  el  cielo  ,  vio  la  gloria  de  Dios ,  y  á 
Jesús  que  estaba  á  la  diestra  de  Dios.  Y  dijo  :  Estoy 
viendo  ahora  los  cielos  abiertos ,  y  al  Hijo  del  hombre 
sentado  á  la  diestra  de  Dios. 

56  Entonces  clamando  ellos  con  gran  gritería ,  se 
taparon  ios  oidos ;  y  después  todos  á  una  arremetieron 
contra  él. 

57  Y  arrojándole  fuera  de  la  ciudad  le  apedrearon  ; 
y  los  testigos "  depositaron  sus  vestidos  á  los  pies  de  un 
mancebo ,  que  se  llamaba  Saulo. 


1  1.  Paral.  XVII.  v.  12,24— /a.  LXVl.  v.  1. 

2  Qiiese^nin  la  Lf-y  debían  tirar  las  pr'ineras   piedras. 
Deiit.  XVn.  V.  7. 


CAPÍTULO    VIII.  35 

58  Y  apedreaban  á  Esteban  ,  el  cual  estaba  orando, 
y  diciendo  :  Señor  Jesús,  recibe  mi  espíritu. 

59  Y  poniéndose  de  rodillas ,  clamó  en  alta  voz  :  Se- 
ñor ,  no  les  hagas  cargo  de  este  pecado.  Y  dicho  esto , 
durmió  en  el  Señor.  Saulo  empero  habia  consentido 
como  los  otros  á  la  muerte  de  Esteban. 

CAPITULO  Vlil 

Saulo  persigue  la  Iglesia.  Phelippe  el  diácono  hace  mucho 
fruto  en  Samaría,  á  donde  son  enviados  Pedro  y  Juan. 
Pecado  cometido  por  Simón  mago,  qiie  dio  el  nombre  á  la 
simonía.  Phelippe  bautiza  al  eunuco  de  la  reina  Candace. 

1  Por  aquellos  dias  se  levantó  una  gran  persecución 
contra  la  Iglesia  de  Jerusalem,  y  todos  los  discípulos, 
menos  los  apóstoles,  se  desparramaron  por  varios  dis- 
tritos de  Judea  y  de  Samaría. 

2  Mas  algunos  hombres  timoratos  cuidaron  de  dar 
sepultura  á  Esteban ,  en  cuyas  exequias  hicieron  gran 
duelo  '. 

3  Entre  tanto  Saulo  iba  desolando  la  Iglesia,  y  en- 
trándose por  las  casas,  sacaba  con  violencia  á  hombres 
y  mugeres,  y  los  hacia  meter  en  la  cárcel. 

4  Pero  los  que  se  habían  dispersado,  andaban  de 
un  lugar  á  otro,  predicando  la  palabra  de  Dios. 

5  Entre  ellos  Phelippe,  habiendo  llegado  á  la  ciu- 
dad de  Samaría  ,  les  predicaba  á  Jesu-Chñslo. 

6  Y  era  grande  la  atención  con  que  todo  el  pueblo 

I  Véase  Sepulcro. 


36  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

escuchaba  los  discursos  de  Phelippe,  oyéndole  todos  con 
el  misino  fervor,  y  viendo  los  milagros  que  obraba. 

7  Porque  muchos  espíritus  inmundos  salían  de  los 
espiritados,  dando  grandes  gritos. 

8  Y  muchos  paralíticos,  y  cojos  fueron  curados. 

9  Por  lo  que  se  llenó  de  grande  alegría  aquella 
ciudad.  En  ella  habia  ejercitado  antes  la  magia  un 
hombre  llamado  Simón ,  engañando  á  los  samaritanos, 
y  persuadiéndoles  que  él  era  un  gran  personage : 

10  todos,  grandes  y  pequeños,  le  escuchaban  con  ve- 
neración ,  y  decían :  Este  es  la  virtud  grande  de  Dios. 

11  La  causa  de  su  adhesión  á  él  era,  porque  ya  ha* 
cía  mucho  tiempo  que  los  traia  infatuados  con  su  arte 
mágica. 

12  Pero  luego  que  hubieron  creído  la  palabra  dei 
reino  de  Dios,  que  Phelippe  les  anunciaba  ,  hombres 
y  raugeres  se  hacían  bautizar  en  nombre  de  Jesu- 
Christo  '. 

13  Entonces  creyó  también  el  mismo  Simón ;  y  ha- 
biendo sido  bautizado,  seguía  y  acompañaba  á  Phelip- 
pe. Y  al  ver  los  milagros  y  portentos  grandísimos  que 
se  hacían ,  estaba  atónito  y  lleno  de  asombro. 

14  Sabiendo  pues  los  apóstoles,  que  estaban  en 
Jerusalem,  que  los  samaritanos  habían  recibido  la 
palabra  de  Dios,  les  enviaron  á  Pedro  y  á  Juan. 

15  Estos  en  llegando,  hicieron  oración  por  ellos  á 
fin  de  que  recibiesen  al  Espíritu  santo ; 


1  Y  del  modo  que  el  Señor  les  habia  prescrito. 


CAPITULO    VIII.  37 

16  porque  aun  no  habia  descendido  sobre  ninguno 
de  ellos,  sino  que  solamente  estaban  bautizados  en 
nombre  del  Señor  Jesús. 

17  Entonces  les  imponían  las  manos,  y  luego  reci- 
bían al  Espíritu  santo  de  un  modo  sensible. 

18  Habiendo  visto  pues  Simón,  que  por  la  impo- 
sición de  las  manos  de  los  apóstoles  se  daba  el  Espí- 
ritu santo,  les  ofreció  dinero, 

19  diciendo:  Dadme  también  á  mí  esa  potestad, 
para  que  cualquiera  á  quien  imponga  yo  las  manos, 
reciba  al  Espíritu  santo.  IMas  Pedro  le  respondió  : 

20  Perezca  tu  dinero  contigo,  pues  has  juzgado  que 
se  alcanzaba  por  dinero  el  don  de  Dios. 

21  No  puedes  tú  tener  parte,  ni  cabida  en  este 
ministerio,  porque  tu  corazón  no  es  recto  á  los  ojos 
de  Dios. 

22  Por  tanto  haz  penitencia  de  esta  perversidad 
luya ;  y  ruega  de  tal  suerte  á  Dios,  que  te  sea  perdo- 
nado ese  desvarío  de  tu  corazón. 

23  Pues  yo  te  veo  lleno  de  amarguísima  hiél ,  y 
arrastrando  la  cadena  de  la  iniquidad. 

24  Respondió  Simón,  y  dijo:  Rogad  por  mí  vos- 
otros al  Señor,  para  que  no  venga  sobre  mí  nada  de 
lo  que  acabáis  de  decir. 

25  Ellos  en  fin  ,  habiendo  predicado,  y  dado  testi- 
monio de  la  palabra  del  Señor,  regresaron  á  Jerusa- 
lem ,  anunciando  el  Evangelio  en  muchos  distritos  de 
los  samaritanos. 

26  Mas  un  ángel  del  Señor  habló  á  Phelippe ,  di- 
To:^i.  XIV.  4 


38  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

ciendo  :  Parte,  y  vé  acia  el  Mediodía,  por  la  via  que 
lleva  de  Jerusalcm  á  Gaza ,  la  cual  cslá  desierta. 

27  Partió  luego  Phelippe,  y  se  fue  acia  allá.  Y  bé 
aquí  que  encuentra  á  un  ethíope,  eunuco,  gran  valido 
de  Candace,  reina  de  los  ethiopes,  y  superintendente 
de  todos  sus  tesoros,  el  cual  habia  venido  á  Jerusalem 
á  adorar  á  Dios  ; 

28  y  á  la  sazón  se  volvia ,  sentado  en  su  carruage, 
y  leyendo  al  Profeta  Isaías. 

29  Entonces  dijo  el  Espíritu  á  Plielippe  :  Date  prisa 
y  arrímate  á  ese  carruage. 

30  Acercándose  pues  Phelippe  á  toda  prisa,  oyó 
que  iba  leyendo  en  el  Profeta  Isaías ,  y  le  dijo  :  ¿  Te 
parece  á  tí  que  entiendes  lo  que  vas  leyendo  ? 

31  ¿Cómo  lo  he  de  entender,  respondió  él ,  si  al- 
guno no  me  lo  explica  ?■  Rogó  pues  á  Phelippe  que  su  • 
biese ,  y  tomase  asiento  á  su  lado. 

32  El  pasage  de  la  Escritura  que  iba  leyendo ,  era 
este  '  :  Como  oveja  fue  conducido  al  matadero  ;  y  co- 
mo cordero  que  está  sin  balar  en  manos  del  que  le 
trasquila ,  así  él  no  abrió  su  boca. 

33  Después  de  sus  humillaciones  ha  sido  libertado 
del  poder  de  la  muerte ,  á  la  cual  fue  condenado.  Su 
generación  ¿  quién  podrá  declararla  ,  puesto  que  su 
vida  será  cortada  de  la  tierra? 

34  A  esto  preguntó  el  eunuco  á  Phelippe  :  Díme  , 
te  ruego,  ¿de  quién  dice  esto  el  Profeta?  ¿de  sí  mis- 
mo,  ó  de  algún  otro  ? 

1  /*.  luí.  V.  7. 


CAPÍTULO    IX.  39 

35  Entonces  Pheüppe  tomando  la  palabra  ,  y  co- 
menzando por  este  texto  de  la  Escritura ,  le  evangelizó 
á  Jesús. 

36  Siguiendo  su  camino ,  llegaron  á  un  parage  en 
que  había  agua  ,  y  dijo  el  eunuco  :  Aquí  hay  agua , 
¿  qué  impedimento  hay  para  que  yo  sea  bautizado  ? 

37  Ninguno,  respondió  Pheüppe,  si  crees  de  todo 
corazón.  A  lo  que  dijo  el  eunuco  :  Yo  creo  que  Jesu- 
Chrislo  es  el  Hijo  de  Dios. 

38  Y  mandando  parar  e!  carruage,  bajaron  ambos, 
Pheüppe  y  el  eunuco ,  al  agua ,  y  Pheüppe  le  bau- 
tizó. 

39  Asi  que  salieron  del  agua,  ei  Espíritu  del  Señor 
arrebató  á  Phelippe  ,  y  no  le  vio  mas  el  eunuco  ;  el 
cual  prosiguió  su  viage ,  rebosando  de  gozo. 

40  Phelippe  de  repente  se  halló  en  Azoto,  y  fue 
anunciando  el  Evangelio  á  todas  las  ciudades  por  don- 
de pasaba  ,  hasta  que  llegó  á  Cesárea. 

CAPÍTULO  IX. 

Conversión  porienlosa  de  Sanio  :  predica  luego  en  Damasco: 
va  áJenisalem,  y  Bernabé  le  presenta  á  los  apóstoles, 
que  le  envían  á  Tarso.  San  Pedro  cura  á  un  paralitico,  y 
resucita  en  Joppe  á  Tabitha. 

1  Mas  Saulo  ,  que  todavía  no  respiraba  sino  ame- 
nazas y  muerte  contra  los  discípulos  del  Señor,  se  pre- 
sentó al  príncipe  de  los  sacerdotes  , 

2  y  le  pidió  cartas  para  Damasco  dirigidas  á  las 
jsvnagogas  ,  para  traer  presos  á  Jerusalem  á  cuantos 


40  UKCHOS    Uü    LOS    APOSTÓLES. 

hombres  y  mugeres  hallase  de  esta  profesión  ó  escueta 
de  Jesús. 

3  Caminando  pues  á  Damasco ,  ya  se  acercaba  á 
esta  ciudad ,  cuando  de  repente  le  cercó  de  resplandor 
una  luz  del  cielo. 

4  Y  cayendo  en  tierra  asombrado,  oyó  una  voz  que 
le  decia  :  Saulo  ,   Saulo,  ¿  por  qué  me  persigues  ? 

5  y  él  respondió  :  ¿Quién  eres  tú,  Señor?  Y  el 
Señor  le  dijo  :  Yo  soy  Jesús ,  á  quien  tú  persigues  : 
dura  cosa  es  para  tí  el  dar  coces  contra  el  aguijón. 

6  Él  entonces  temblando  y  despavorido  ,  dijo  :  Se- 
ñor, ¿  qué  quieres  que  haga  ? 

7  Y  el  Señor  le  respondió  :  Levántale  ,  y  entra  en 
la  ciudad,  donde  se  te  dirá  lo  que  debes  hacer.  Los  que 
venían  acompañándole,  estaban  asombrados,  oyendo 
sí,  sonido  de  voz  ' ,  pero  sin  ver  á  nadie. 

8  Levantóse  Saulo  de  la  tierra ,  y  aunque  tenia 
abiertos  los  ojos,  nada  vcia.  Por  lo  cual,  llevándole 
de  la  mano,  le  metieron  en  Damasco. 

9  Aquí  se  mantuvo  tres  dias  privado  de  la  vista,  y 
sin  comer,  ni  beber. 

10  Estaba  á  la  sazón  en  Damasco  un  discípulo  lla- 
mado Ananías ,  al  cual  dijo  el  Señor  en  una  visión  : 
¿  Ananías  ?  Y  él  respondió  :  Aquí  me  tenéis,  Señor. 

1 1  Levántate ,  le  dijo  el  Señor ,  y  vé  á  la  calle 
llamada  Recta  ;  y  busca  en  casa  de  Judas  á  un  hom- 
bre de  Tarso  llamado  Saulo  ,  que  ahora  cslá  en  ora- 
ción. 

1  Véase  Cap.  XXII.  v.  10. 


CAPÍTULO    IX.  41 

1*2  (Y  en  este  mismo  tiempo  veia  Saulo  en  una  vi- 
sión á  un  hombre  llamado  Ananias ,  que  entraba  ,  y 
le  imponía  las  manos  para  que  recobrase  la  vista.) 

13  Respondió  empero  Ananias  :  Señor,  he  oido 
decir  á  muchos  que  este  hombre  ha  hecho  grandes  da- 
ños á  tus  santos  en  Jerusalem  ; 

14  y  aun  aquí^está  con  poderes  de  los  príncipes  de 
los  sacerdotes  para  prender  á  todos  los  que  invocan  tu 
nombre. 

15  Vé  á  encontrarle,  le  dijo  el  Señor,  que  ese  mis- 
mo es  ya  un  instrumento  '  elegido  por  mí  para  llevar 
mi  nombre  ?/  anunciarle  delan'e  de  todas  las  naciones, 
y  de  los  reyes ,  y  de  los  hijos  de  Israel. 

16  Y  yo  le  haré  ver  cuántos  trabajos  tendrá  que 
padecer  por  mi  nombre. 

17  Marchó  pues  Ananias  ,  y  entró  en  la  casa  ;  é 
imponiéndole  las  manos,  le  dijo  :  Saulo  hermano  mió, 
el  Señor  Jesús  ,  que  se  te  apareció  en  el  camino  que 
traías ,  rae  ha  enviado  para  que  recobres  la  vista ,  y 
quedes  lleno  del  Espíritu  santo. 

18  Al  momento  cayeron  de  sus  ojos  unas  como  es- 
camas ,  y  recobró  la  vista  ;  y  levantándose  fue  bau- 
tizado. 

19  Y  habiendo  tomado  después  alimento  ,  recobró 
sus  fuerzas.  Estuvo  algunos  días  con  los  discípulos  que 
habitaban  en  Damasco. 

20  y  desde  luego  empezó  á  predicar  en  las  syna- 


l  Véase  Vaso, 


42  HECHOS    UE    LOS     APOSTÓLES. 

gogas  á  Jesús  ,  afu-mmulo  que  este  era  el  Hijo  de 
Dios. 

21  Todos  los  que  le  oían,  estaban  pasmados,  y  de- 
cían :  ¿Pues  no  es  este  aquel  mismo  que  con  tanto  fu- 
ror perseguía  en  Jerusalem  á  los  que  invocaban  este 
nombre  ,  y  que  vino  acá  de  propósito  para  conducirlos 
presos  á  los  principes  de  los  sacerdotes? 

22  Saulo  empero  cobraba  cada  día  nuevo  vigor  y 
esfuerzo ,  y  confundía  á  los  judíos  que  habitaban  en 
Damasco,  demostrándoles  que  Jesús  era  el  Chrísto. 

23  Mucho  tiempo  después  ,  los  judíos  se  conjuraron 
de  mancomún  para  quitarle  la  vida  '. 

24  Fue  advertido  Saulo  de  sus  asechanzas ;  y  ellos 
á  fin  de  salir  con  el  intento  de  matarle ,  tenían  puestas 
centinelas  día  y  noche  á  las  puertas. 

...  25  En  vista  de  lo  cual  los  discípulos,  tomándole 
una  noche,  le  descolgaron  por  el  muro,  metido  en  un 
serón. 

26  Así  que  llegó  á  Jerusalem,  procuraba  unirse  con 
los  discípulos ,  mas  todos  se  temían  de  él,  no  creyendo 
que  fuese  discípulo  ; 

27  hasta  tanto  que  Bernabé  tomándole  consigo,  le 
llevó  á  los  apóstoles  ^,  y  les  contó  cómo  el  Señor  se  le 
había  aparecido  en  el  camino ,  y  las  palabras  que  le 
había  dicho ,  y  con  cuánta  firmeza  había  procedido  en 


1  Pablo  habiéndose  ido  á  la  Arabía,  volvió  pasados  tres 
años  á  Damasco,  y  coutinuó  predicando  la  fe  de  Jesu- 
Cliristo.  Calat.  I.  v.  17. 

2  Galat.  I  v.  \7  y  18. 


CAPITULO   IX.  43 

Damasco   predicando  con  libertad  en  el  nombre  de 
Jesús. 

28  Con  eso  andaba  y  vivia  con  ellos  en  Jerusaiem, 
y  predicaba  con  grande  ánimo  y  libertad  en  el  nom- 
bre del  Señor. 

29  Conversaba  también  con  los  de  otras  naciones, 
y  disputaba  con  los  judíos  griegos  ;  pero  estos  confun- 
didos buscaban  medio  para  matarle. 

30  Lo  que  sabido  por  los  hermanos,  le  condujeron 
á  Cesárea ,  y  de  allí  le  enviaron  á  Tarso. 

31  La  Iglesia  entre  tanto  gozaba  de  paz  por  toda  la 
Judea,  y  Galilea,  y  Samaria ,  é  iba  estableciéndose, 
ó  perfeccionándose,  procediendo  en  el  temor  del  Señor, 
y  llena  de  los  consuelos  del  Espíritu  santo. 

32  Sucedió  por  entonces,  que  visitando  Pedro  á 
todos  los  discípulos,  vino  asimismo  á  los  santos  afie- 
les que  moraban  en  Lydda. 

33  Aquí  halló  á  un  hombre  llamado  Eneas,  que 
hacia  ocho  años  que  estaba  postrado  en  una  cama , 
por  estar  paralítico. 

34  Díjole  Pedro:  Eneas,  el  Señor  Jesu-Christo  le 
cura:  levántate,  y  hazle  tú  mismo  la  cama.  Y  al  mo- 
mento se  levantó. 

35  Todos  los  que  habitaban  en  Lydda  y  en  Sarona, 
le  vieron ;  y  se  convirtieron  al  Señor. 

36  Había  también  en  Joppe  entre  los  discípulos 
una  muger  llamada  Tabiíha,  que  traducido  al  griego 
es  lo  mismo  que  Dórcas.  Estaba  esta  enriquecida  de 
buenas  obras,  y  de  las  limosnas  que  hacia. 

37  i\!as  acaeció  en  aquellos  días  que,  cayendo  en- 


44  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

ferma,  murió.  Y  lavado  su  cadáver,  la  pusieron  de 
cuerpo  •presente  en  un  aposento  alto. 

38  Como  Lydda  está  cerca  de  Joppe,  oyendo  los 
discípulos  que  Pedro  estaba  allí,  le  enviaron  dos  men- 
sageros,  suplicándole  que  sin  detención  pasase  á  ver- 
los. 

39  Púsose  luego  Pedro  en  camino  con  ellos.  Lle- 
gado que  fue,  condujéronle  al  aposento  alto  ;  y  se  halló 
rodeado  de  todas  las  viudas,  que  llorando  le  mostra- 
ban las  túnicas  y  los  vestidos  que  Dórcas  les  hacia. 

40  Entonces  Pedro  habiendo  hecho  salir  á  toda  la 
gente,  poniéndose  de  rodillas,  hizo  oración;  y  vuelto 
al  cadáver,  dijo :  Tabitha,  levántale.  Al  instante  abrió 
ella  los  ojos;  y  viendo  á  Pedro,  se  incorporó. 

41  El  cual  dándole  la  mano,  la  puso  en  pié.  Y  lla- 
mando á  los  santos  ó  fieles,  y  á  las  viudas,  se  la  entre 
gó  viva. 

42  Lo  que  fue  notorio  en  toda  la  ciudad  de  Joppe  : 
por  cuyo  motivo  muchos  creyeron  en  el  Señor. 

43  Con  eso  Pedro  se  hubo  de  detener  muchos  días 
en  Joppe,  hospedado  en  casa  de  cierto  Simón  cur- 
tidor. 


CAPÍTULO  X. 


Bautiza  Pedro  á  Cornelio  el  centurión ,  y  á  varios  otros 
gentiles  parientes  y  amigos  de  este. 

1  Habla  en  Cesárea   un   varón  llamado   Corne- 


CAPÍTULO     X.  45 

lio,  el  cual  era   centurión  en  una  cohorte  '  de  la   le- 
gión llamada  Itálica, 

2  hombre  religioso,  y  temeroso  de  Dios  con  toda 
su  familia ,  y  que  daba  muchas  limosnas  al  pueblo,  y 
hacia  continua  oración  á  Dios : 

3  este  pues,  á  eso  de  la  hora  de  nona,  en  una  vi- 
sión vio  claramente  á  un  ángel  del  Señor  entrar  en 
su  aposento,  y  decirle  :  ¡  Cornelio  ! 

4  Y  él  mirándole,  sobrecogido  de  temor,  dijo  : 
¿Qué  queréis  de  mí,  Señor?  Respondióle:  Tus  ora- 
ciones y  tus  limosnas  han  subido  hasta  arriba  en  el 
acatamiento  de  Dios  haciendo  memoria  de  tí. 

5  Ahora  pues  envía  á  alguno  á  Joppe  en  busca  de 
un  tal  Simón,  por  sobrenombre  Pedro; 

6  el  cual  está  hospedado  en  casa  de  otro  Simón 
curtidor,  cuya  casa  está  cerca  del  mar :  este  te  dirá 
lo  que  te  conviene  hacer. 

7  Luego  que  se  retiró  el  ángel  que  le  hablaba,  lla- 
mó á  dos  de  sus  domésticos,  y  á  un  soldado  de  los  que 
estaban  ásus  órdenes,  temeroso  de  Dios. 

8  A  los  cuales,  después  de_  habérselo  confiado  todo, 
los  envió  á  Joppe. 

9"  El  dia  siguiente,  mientras  estaban  ellos  haciendo 
su  viage,  y  acercándose  á  la  ciudad,  subió  Pedro  á 
lo  alto  de  la  casa  cerca  de  la  hora  de  sexta  á  hacer 
oración. 

10  Sintiendo  hambre,  quiso  tomar  alimento.  Pe- 


Vcase  Cohorte. 


46  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

10  mientras  se  lo  aderezaban,  le  sobrevino  un  éxtasis 
ó  arrobamienio  ,' 

11  y  en  él  vio  el  cielo  abierto,  y  bajar  cierta  cosa 
como  un  mantel  grande,  que  pendiente  de  sus  cuatro 
puntas  se  descolgaba  del  cielo  á  la  tierra, 

12  en  el  cual  habia  todo  género  de  animales  cua- 
drúpedos y  reptiles  de  la  tierra,  y  aves  del  cielo. 

13  Y  oyó  una  voz  que  le  dccia  :  Pedro,  levántate, 
mata  y  come. 

14  Dijo  Pedro  :  No  haré  tal,  Señor,  pues  jamás  he 
comido  cosa  profana  é  inmunda. 

15  Replicóle  la  misma  voz  :  Lo  que  Dios  ha  puri- 
ficado, no  lo  llames  tú  profano. 

16  Esto  se  repitió  por  tres  veces ;  y  luego  el  man- 
tel volvió  á  subirse  al  cielo. 

17  Mientras  estaba  Pedro  discurriendo  entre  sí  qué 
significarla  la  Vision  que  acababa  de  tener,  hé  aquí  que 
los  hombres  que  enviara  Cornelio,  preguntando  por  la 
casa  de  Simón,  llegaron  ala  puerta. 

18  Y  habiendo  llamado,  preguntaron  si  estaba  hos- 
pedado allí  Simón,  por  sobrenombre  Pedro. 

19  Y  mientras  este  estaba  ocupado  en  discurrir  so- 
bre la  visión,  le  dijo  el  Espíritu  :  Mira,  ahí  están  fres 
hombres  que  te  buscan. 

20  Levántale  luego,  baja  y  vete  con  ellos  sin  el  me- 
nor reparo,  porque  yo  soy  el  que  los  he  enviado. 

21  Habiendo  pues  Pedro  bajado,  é  ido  al  encuentro 
de  los  mensageros,  les  dijo  :  Vedme  aquí ;  yo  soy  aquel 
á  quien  buscáis  ;  ¿cuál  es  el  motivo  de  vuestro  viagc? 

22  Ellos  le  respondieron  :  El  centurión  Cornelio, 


CAPÍTULO    X.  47 

varón  justo  y  temeroso  de  Dios,  estimado  y  tenido  por 
tal  de  toda  la  nación  de  los  judíos,  recibió  aviso  de  un 
santo  ángel,  para  que  le  enviara  á  llamar  á  su  casa,  y 
escuchase  lo  que  tú  le  digas. 

23  Pedro  entonces  haciéndolos  entrar,  los  hospedó 
consigo.  Al  dia  siguiente  parlió  con  ellos,  acompañán- 
dole también  algunos  de  los  hermanos  de  Joppe. 

24  El  dia  después  entró  en  Cesárea.  Cornelio  por 
su  parte,  convocados  sus  parientes,  y  amigos  mas  ínti- 
mos, los  estaba  esperando. 

25  Estando  Pedro  para  entrar,  le  salió  Cornelio  á 
recibir,  y  postrándose  á  sus  pies,  le  adoró  '. 

26  Mas  Pedro  le  levantó,  diciendo  :  Álzate,  que  yo 
no  soy  mas  que  un  hombre  como  tú. 

27  Y  conversando  con  él,  entró  en  casa,  donde 
halló  reunidas  muchas  personas, 

28  y  les  dijo  :  No  ignoráis  qué  cosa  tan  abominable 
sea  para  un  judío  el  trabar  amistad  ó  familiarizarse  con 
un  extrangero ;  pero  Dios  me  ha  enseñado  á  no  tener 
á  ningún  hombre  por  impuro  ó  manchado^. 

29  Por  lo  cual,  luego  que  he  sido  llamado,  he  ve- 
nido sin  dificultad.  Ahora  os  pregunto:  ¿  Por  qué  mo- 
tivo me  habéis  llamado? 

30  A  lo  que  respondió  Cornelio:  Cuatro  dias  hace 
hoy,  que  yo  estaba  orando  en  mi  casa  á  la  hora  de  nona, 
cuando  hé  aquí  que  se  me  puso  delante  un  personagc 
vestido  de  blanco,  y  me  dijo  : 

1  Véase  Adorar. 

2  Véase  Profano,  Purificación. 


48  HFXHOS    DE   LOS    APOSTÓLES. 

31  Cornclio,  tu  oración  ha  sido  o\áa  benignameníe , 
y  se  ha  hecho  mención  de  tus  limosnas  en  la  presen- 
cia de  Dios. 

32  Envía  pues  á  Joppe,  y  haz  venir  á  Simón  ,  por 
sebrenombre  Pedro,  el  cual  está  hospedado  en  casa  de 
Simón  el  curtidor  cerca  del  mar. 

33  Al  punto  pues  envié  por  tí ;  y  tú  me  has  hecho 
la  gracia  de  venir.  Ahora  pues  todos  nosotros  estamos 
aquí  en  tu  presencia,  para  escuchar  cuanto  el  Señor  te 
haya  mandado  decirnos. 

34  Entonces  Pedro,  dando  principio  á  su  discurso, 
habló  de  esta  manera  :  Verdaderamente  acabé  de  co- 
nocer que  Dios  no  hace  acepción  de  personas, 

35  sino  que  en  cualquiera  nación,  el  que  le  teme 
y  obla  bien,  merece  su  agrado. 

36  Lo  cual  ha  hecho  entender  Dios  á  los  hijos  de 
Israel,  anunciándoles  la  paz  por  Jesu-Christo,  el  cual 
es  el  Señor  de  todos. 

37  Vosotros  sabéis  lo  que  ha  ocurrido  en  toda  la 
Judca :  habiendo  principiado  en  Galilea,  después  que 
predicó  Juan  el  bautismo; 

38  la  manera  con  que  Dios  ungió  '  con  el  Espíri- 
tu santo  y  su  virtud  á  Jesús  de  Nazareth ,  el  cual  ha 
ido  haciendo  beneficios  por  todas  partes  por  donde  ha 
pasado ,  y  ha  curado  á  todos  los  que  estaban  bajo  la 
opresión  del  demonio ,  porque  Dios  estaba  con  él. 

39  y  nosotros  somos  testigos  de  todas  las  cosas  que 


Tmic.  IV.  V.  18. 


CAPÍTULO    X.  19 

hizo  en  el  país  de  Judea  y  en  Jerusalem  ,  al  cual  no 
obstante  quitaron  la  vida  colgándole  en  una  cruz. 

40  Pero  Dios  le  resucitó  al  tercer  dia,  y  dispuso 
que  se  dejase  ver  , 

41  no  de  todo  el  pueblo  ,  sino  de  los  predestinados 
de  Dios  para  testigos ;  de  nosotros ,  que  hemos  comido 
y  bebido  con  él,  después  que  resucitó  de  entre  los  muer- 
tos. 

42  Y  nos  mandó  que  predicásemos  y  testiflcásemos 
al  pueblo ,  que  él  es  el  que  está  por  Dios  constituido 
juez  de  vivos  y  de  muertos. 

43  Del  mismo  testifican  todos  los  Profetas '  ,  que 
cualquiera  que  cree  en  él ,  recibe  en  virtud  de  su  nom- 
bre la  remisión  de  los  pecados. 

44  Estando  aun  Pedro  diciendo  estas  palabras ,  des- 
cendió el  espíritu  santo  sobre  todos  los  que  oian  la 
plática. 

45  y  los  fieles  circuncidados  ó  judíos  que  hablan 
venido  con  Pedro ,  quedaron  pasmados ,  al  ver  que  la 
gracia  del  Espíritu  santo  se  derramaba  también  sobre 
ios  gentiles  ó  incircuncisos. 

46  Pues  los  oian  hablar  varias  lenguas ,  y  publicar 
las  grandezas  de  Dios. 

47  Entonces  dijo  Pedro  :  ¿Quién  puede  negar  el 
agua  del  bautismo  á  los  que ,  como  nosotros ,  han  re- 
cibido también  al  Espíritu  santo? 

48  Así  que  mandó  bautizarlos  en  nombre  ?/  con  el 


Jer.  XXXí.  V.  3A.  —  Mich.  Vil.  v.  18. 


50  HECHOS    DK    LOS    APOSTÓLES. 

bautismo  de  nuestro  Señor  Jesu-Chrislo;  y  le  supli- 
caron que  se  detuviese  con  ellos  algunos  días ,  como  lo 
hizo. 

CAPITULO  XI. 

Disgústanse  los  hermanos  de  que  Pedro  haya  tratado  con 
los  gentiles  ;  y  él  les  satisface,  contándoles  el  suceso.  Pro- 
pagación del  Evangelio  en  varias  partes,  sobre  todo  en 
Antiochia,  á  donde  es  enviado  Bernabé',  que  conduce  allí 
á  Saulo. 

1  Supieron  los  apóstoles  y  los  hermanos  ó  fieles  de 
Judea  ,  que  también  los  gentiles  hablan  recibido  la  pa- 
labra de  Dios. 

2  Vuelto  pues  Pedro  á  Jerusalem ,  le  hacían  por 
eso  cargo  los  fieles  circuncidados , 

3  diciendo :  ¿  Cómo  has  entrado  en  casa  de  personas 
incircuncisas ,  y  has  comido  con  ellas  ? 

4  Pedro  entonces  empezó  á  exponerles  toda  la  serie 
del  suceso  en  estos  términos  : 

5  Estaba  yo  en  la  ciudad  de  Joppe  en  oración ,  y 
Yí  en  éxtasis  una  visión  de  cierta  cosa  que  iba  descen- 
diendo ,  á  manera  de  uu  gran  lienzo  descolgado  del  cie- 
lo por  las  cuatro  puntas  ,  que  llegó  junto  á  mí. 

6  Mirando  con  atención  ,  me  puse  á  contemplarle, 
y  le  vi  lleno  de  animales  cuadrúpedos  terrestres  ,  de  fie- 
ras ,  de  reptiles  y  volátiles  del  cielo. 

7  Al  mismo  tiempo  oí  una  voz  que  me  decia  :  Pe- 
dro ,  levántate ,  mala  y  come. 

8  Yo  respondí  :  De  ningún  modo,  Señor,  porque 


CArÍTULO    XI.  51 

hasta  ahora  no  ha  entrado  jamás  en  mi  boca  cosa  pro- 
fana ó  inmunda. 

9  Blas  la  voz  del  cielo  liablándomc  segunda  vez,  me 
replicó  :  Lo  que  Dios  ha  purificado ,  no  lo  llames  tú 
impuro. 

10  Esto  sucedió  por  tres  veces  ;  y  luego  todo  aquel 
aparato  fue  recibido  otra  vez  en  el  cielo. 

11  Pero  en  aquel  mismo  punto  llegaron  á  la  casa 
en  que  estaba  yo  hospedado,  tres  hombres  que  eran 
enviados  á  raí  de  Cesárea. 

12  Y  me  dijo  el  Espíritu,  que  fuese  con  ellos,  sin 
escrúpulo  alguno.  Vin  eron  asimismo  estos  seis  her- 
manos que  me  acompañan,  y  entramos  en  casa  de  aquel 
hombre  que  me  envió  á  buscar. 

13  El  cual  nos  contó ,  como  habia  visto  en  su  casa 
á  un  ángel ,  que  se  le  presentó  y  le  dijo :  Envía  á 
Joppe  ,  y  haz  venir  á  Simón ,  por  sobrenombre  Pedro^ 

14  quien  te  dirá  las  cosas  necesarias  para  tu  salva- 
ción ,  y  la  de  toda  tu  familia. 

15  Habiendo  yo  pues  empezado  á  hablar,  descen- 
dió el  Espíritu  santo  sobre  ellos,  como  descendió  al 
principio  sobre  nosotros. 

16  Entonces  me  acordé  de  lo  que  decía  el  Señor : 
Juan  á  la  verdad  ha  bautizado  con  agua  ,  mas  vosotros 
seréis  bautizados  con  el  Espíritu  sanio. 

17  Pues  si  Dios  les  dio  á  ellos  la  misma  gracia,  y 
del  mismo  modo  que  á  nosotros,  que  hemos  creído  en 
nuestro  Señor  Jesu-Chrislo ;  ¿quién  era  yo,  para  opo- 
nerme á  el  designio  de  Dios? 

IS  Oídas  estas  cosas,  se  aquietaron  ;  y  glorificaron  á 


52  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

Dios,  diciendo :  Luego  también  á  los  gentiles  les  ha 
concedido  Dios  la  penitencia  para  alcanzar  la  vida. 

19  Entre  tanto  los  discípulos  que  se  hablan  espar- 
cido por  la  persecución  suscitada  con  motivo  de  Este- 
ban ,  llegaron  hasta  Phenicia,  y  Chypre,  y  Anliochía  , 
predicando  el  Evangelio  únicamente  á  los  judíos. 

20  Entre  ellos  había  algunos  nacidos  en  Chypre  y 
en  Cyrene,  los  cuales  habiendo  entrado  en  Antiochía , 
conversaban  asimismo  con  los  griegos  \  anunciándo- 
les lafé  de  el  Señor  Jesús. 

21  Y  la  mano  de  Dios  los  ayudaba:  por  manera 
que  un  gran  número  de  personas  creyó  y  se  convirtió 
al  Señor. 

22  Llegaron  estas  noticias  á  oídos  de  la  Iglesia  de 
Jerusalem ;  y  enviaron  á  Bernabé  á  Antiochia. 

23  Llegado  allá  ,  y  al  ver  los  prodigios  de  la  gra- 
cia de  Dios,  se  llenó  de  júbilo  ;  y  exhortaba  á  todos  á 
permanecer  en  el  servicio  del  Señor  con  un  corazón 
firme  y  constante; 

24  porque  era  Bernabé  varón  perfecto,  y  lleno  del 
Espíritu  santo,  y  de  fé.  Y  así  fueron  muchos  los  que 
se  agregaron  al  Señor. 

2.T  De  aquí  partió  Bernabé  á  Tarso,  en  busca  de 
Saulo  ;  y  habiéndole  hallado,  le  llevó  consigo  á  Antio- 
chia. 

26  En  cuya  Iglesia  estuvieron  empleados  todo  un 
año ;  é  instruyeron  á  tanta  multitud  de  gentes,   que 


1   Esto  es,  los  gentiles,  ó  quizá  los  judíos   nacidos  alli. 
Véase  Gentiles. 


CAPITULO     XII.  53 

aquí  en  Anliochia  fue  donde  los  discípulos  empezaron 
á  llamarse  cristianos  '. 

27  Por  estos  días  vinieron  de  Jerusalem  ciertos 
Profetas  á  Antiochia , 

28  uno  de  los  cuales ,  por  nombre  Agabo,  inspirado 
de  Dios,  anunciaba  que  Labia  de  haber  una  grande 
hambre  por  toda  la  tierra ,  como  en  efecto  la  hubo  en 
tiempo  de  el  emperador  Claudio. 

29  Por  cuya  causa  los  discípulos  determinaron  con- 
tribuir cada  uno ,  según  sus  facultades,  con  alguna  li- 
mosna para  socorrer  á  los  hermanos  habitantes  en 
Judea ; 

30  lo  que  hicieron  efectivamente ,  remitiendo  las 
limosnas  á  los  Ancianos,  ó  sacerdotes  de  Jerusalem, 
por  mano  de  Bernabé  y  de  Saulo. 

CAPÍTULO   Xíi. 

Martirio  de  Santiago.  Prisión  de  san  Pedro,  y  cómo  fue 
puesto  milagrosamente  en  libertad.  Muerte  desgradada 
del  rey  He  r  ó  des. 

1  Por  este  mismo  tiempo  el  rey  Heródes  se  puso  á 
perseguir  á  algunos  de  la  Iglesia. 

2  Primeramente  hizo  degollar  á  Santiago  hermano 
de  Juan. 

3  Después  viendo  que  esto  complacía  á  los  judíos, 
determinó  también  prender  á  Pedro.  Eran  entonces 
los  días  de  los  ázyraos. 

1  Véase  profetizado  este  suceso  en  Is.  LXV.  r.  15. 


54  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

4  Habiendo  pues  logrado  prenderle  le  metió  en  la 
cárcel ,  entregándole  á  la  custodia  de  cuatro  piquetes 
de  soldados,  de  á  cuatro  hombres  cada  piquete ,  con 
el  designio  de  presentarle  al  pueblo  y  ajusticiarle  des- 
pués de  la  Pascua. 

5  Mientras  que  Pedro  estaba  asi  custodiado  en  la 
cárcel,  la  Iglesia  incesantemente  hacia  oración  á  Dios 
por  él. 

6  Mas  cuando  iba  ya  Heródes  á  presentarle  al  pú- 
blico, aquella  misma  noche  estaba  durmiendo  Pedro 
en  medio  de  dos  soldados ,  atado  á  ellos  con  dos  cade- 
nas ;  y  las  guardias  ante  la  puerta  de  la  cárcel  haciendo 
centinela. 

7  Cuando  de  repente  apareció  un  ángel  del  Señor, 
cuya  luz  llenó  de  resplandor  toda  la  pieza;  y  tocando 
á  Pedro  en  el  lado,  le  despertó,  diciendo :  I-evántate 
presto.  Y  al  punto  se  le  cayeron  las  cadenas  de  las 
manos. 

8  Díjole  asimismo  el  ángel  :  Ponte  el  ceñidor,  y 
cálzate  tus  sandalias.  Hízolo  así.  Díjole  mas  :  Toma  tu 
capa,  y  sigúeme. 

9  Salió  pues,  y  le  iba  siguiendo,  bien  que  no  creia 
ser  realidad  lo  que  hacia  el  ángel ;  antes  se  imaginaba 
que  era  un  sueño  lo  que  veia. 

10  Pasada  la  primera  y  la  segunda  guardia,  llega- 
ron á  la  puerta  de  hierro  que  sale  á  la  ciudad,  la  cual 
se  les  abrió  por  sí  misma.  Salidos  por  ella  caminaron 
hasta  lo  último  de  la  calle  ,  y  súbitamente  desapareció 
de  su  vista  el  ángel. 

U  Entonces  Pedro  vuelto  en  sí,  dijo:  Ahora  sí 


CAPITULO    XII.  00 

que  conozco  que  el  Señor  verdaderamente  ha  enviado 
á  su  ángel,  y  librádome  de  las  manos  de  Heródes  y  de 
la  expectación  de  todo  el  pueblo  judaico. 

12  Y  habiendo  pensado  lo  que  haria,  se  encaminó 
á  casa  de  María  madre  de  Juan ,  por  sobrenombre 
Marcos ,  donde  muchos  estaban  congregados  en  ora- 
ción. 

13  Habiendo  pues  llamado  al  postigo  de  la  puerta, 
una  doncella  llamada  Rhodé  salió  á  observar  quién  era. 

14  Y  conocida  la  voz  de  Pedro,  fue  tanto  su  gozo, 
que,  en  lugar  de  abrir,  corrió  á  dentro  con  la  nueva 
de  que  Pedro  estaba  á  la  puerta. 

15  Dijéronle:  Tú  estás  loca.  Mas  ella  afirmaba  que 
era  cierto  lo  que  decia.  Ellos  dijeron  entonces  :  Sin 
duda  será  su  ángel. 

16  Pedro  entre  tanto  proseguía  llamando  á  la  puer- 
ta. Abriendo  por  último,  le  vieron,  y  quedaron  asom- 
brados. 

17  Mas  Pedro  haciéndoles  señas  con  la  mano  para 
que  callasen,  contóles  cómo  el  Señor  le  habia  sacado 
de  la  cárcel ,  y  añadió  :  Haced  saber  esto  á  Santiago 
y  á  los  hermanos.  Y  partiendo  de  allí,  se  retiró  á  otra 
parte. 

18  Luego  que  fue  de  dia  ,  era  grande  la  confusión 
entre  los  soldados ,  sobre  qué  se  habría  hecho  de 
Pedro. 

19  Heródes  haciendo  pesquisas  de  él,  y  no  ha- 
llándole ,  hecha  la  sumarta  á  los  de  la  guardia ,  man- 
dólos llevar  al  suplicio:  y  después  se  marchó  de  Judea 
á  Cesárea,  en  donde  se  quedó. 


56  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

20  Estaba  Heródes  irritado  contra  ios  lyrios  y  sy- 
donios.  Pero  estos  de  común  acuerdo  vinieron  á  pre- 
sentársele, y  ganado  el  favor  de  Blasto,  camarero 
mayor  del  rey,  le  pidieron  la  paz ,  pues  aquel  país 
necesitaba  de  los  socorros  del  territorio  de  Heródes 
para  su  subsistencia. 

21  El  dia  señalado  para  la  audiencia,  Heródes 
vestido  de  trage  real,  se  sentó  en  su  trono,  y  les 
arengaba, 

22  Todo  el  auditorio  prorumpia  en  aclamaciones, 
diciendo :  Esta  es  la  voz  de  un  Dios ,  y  no  de  un 
hombre. 

23  Mas  en  aquel  mismo  instante  le  hirió  un  ángel 
del  Señor,  por  no  haber  dado  á  Dios  la  gloria ;  y  roído 
de  gusanos,  espiró. 

24  Entre  tanto  la  palabra  de  Dios  hacia  grandes 
progresos,  y  se  propagaba  mas  y  mas  cada  dia. 

25  Bernabé  y  Saulo,  acabada  su  comisión  de  en- 
tregar las  limosnas ,  volvieron  de  Jerusalem  «  Antio- 
cht'a,  habiéndose  llevado  consigo  á  Juan,  por  sobre- 
nombre Marcos. 

CAPÍTULO    XIII. 

Saido  y  Bernabé  enviados  por  el  Espíritu  santo  á  predicar 
á  los  gentiles.  Conversión  del  procónsul  Sergio  Paido.  San 
Pablo  predica  en  Aníiochi'a  de  Pisidia :  convierte  á  ínu- 
chos  gentiles,  y  abandonad  los  judíos  incrédulos. 

1  Había  en  la  Iglesia  de  Antiochía  varios  Profe- 
tas y  doctores,  de  cuyo  número  eran  Bernabé,  y  Si- 


CAPITULO    XIII.  57 

mon  llamado  el  Negro,  y  Lucio  de  Cyrene,  y  Mana- 
hera,  hermano  de  leche  del  tetrarchá  Heródes.y  Saulo. 

2  IMientras  estaban  un  dia  ejerciendo  las  funcio- 
nes de  su  ministerio  delante  del  Señor,  y  ayunando, 
dijoles  el  Espíritu  santo  :  Separadme  á  Saulo  y  á  Ber- 
nabé para  la  obra  á  que  los  tengo  destinados. 

3  Y  después  de  haberse  dispuesto  con  ayunos  y 
oraciones ,  les  impusieron  las  manos ,  y  los  despidie- 
ron. 

4  Ellos  pues  enviados  asi  por  el  Espíritu  santo  fue- 
ron á  Seleucia ,  desde  donde  navegaron  á  Chypre. 

5  Y  llegados  á  Salamina ,  predicaban  la  palabra 
de  Dios  en  las  synagogas  de  los  judíos,  teniendo  con- 
sigo á  Juan ,  que  les  ayudaba  como  diácono. 

6  Recorrida  toda  la  isla  hasta  Papho,  encontraron 
á  cierto  judío,  mago  y  falso  profeta,  llamado  Barjesus, 

7  el  cual  estaba  en  compañía  del  procónsul  Ser  - 
gio  Paulo  ,  hombre  de  mucha  prudencia.  Este  pro- 
cónsul ,  habiendo  hecho  llamar  á  si  á  Bernabé  y  á 
Saulo,  deseaba  oir  la  palabra  de  Dios. 

8  Pero  Elymas ,  ó  el  mago ,  ( que  eso  significa  el 
nombre  Elymas)  se  les  oponía,  procurando  apartar 
al  procónsul  de  abrazar  la  fé. 

9  31a5  Saulo,  que  también  se  llama  Pablo',  lleno 
del  Espíritu  santo,  clavando  en  él  sus  ojos, 

10  le  dijo  :  ¡Oh  hombre,  lleno  de  toda  suerte  de 
fraudes  y  embustes,  hijo  del  diablo,  enemigo  de  toda 


1  Tal  \ez  del  nombre  del  procónsul   que   convirtió;  ó 
para  latinizar  su  apellido. 


58  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

justicia  ¡   ¿  No  cesarás  nunca  de  procurar  trastornar 
ó  torcer  los  caminos  rectos  del  Señor? 

11  Pues  mira  :  desde  ahora  la  mano  del  Señor  des- 
carga sobre  tí,  y  quedarás  ciego  sin  ver  la  luz  del  día, 
hasta  cierto  tiempo.  Y  al  momento  densas  tinieblas 
cayeron  sobre  sus  ojos ,  y  andaba  buscando  á  tientas 
quien  le  diese  la  mano. 

12  En  ¡a  hora  el  procónsul  visto  lo  sucedido,  abra- 
zó la  fé,  maravillándose  de  la  doctrina  del  Señor. 

13  Pablo  y  sus  compañeros,  habiéndose  hecho  á 
la  vela  desde  Papho ,  aportaron  á  Perge  de  Pamphy- 
lia.  Aquí  Juan ,  apartándose  de  ellos,  se  volvió  á  Je- 
rusalem. 

14  Pablo  empero  y  los  demás,  sin  detenerse  en 
Perge,  llegaron  á  Antiochia  de  Pisidia;  y  entrando 
el  sábado  en  la  synagoga ,  tomaron  asiento. 

15  Después  que  se  acabó  la  lectura  de  la  Ley  y  de 
los  Profetas ,  los  presidentes  de  la  synagoga  los  con- 
vidaron ,  enviándoles  á  decir  :  Hermanos ,  si  tenéis 
alguna  cosa  de  ediñcacion  que  decir  al  pueblo,  hablad, 

16  Entonces  Pablo,  puesto  en  pié,  y  haciendo  con 
la  mano  una  señal  pidiendo  atención ,  dijo  :  ¡  Oh  is- 
raelitas, y  vosotros  los  que  teméis  al  Señor  %  escu- 
chad ! 

17  El  Dios  del  pueblo  de  Israel  eligió  á  nuestros 
padres,  y  engrandeció  á  este  pueblo,  mientras  ha- 


1   Evsto  es,  los  prosélitos  y  los  gentiles  que  adoraban  al 
verdadero  Dios. 


CAPÍTULO    XIII.  50 

lútaban  conio  exlrangeros  en  Egypto ,  de  donde  los 
sacó  con  el  poder  soberano  de  su  brazo, 

18  y  sufrió  después  sus  perversas  costumbres  por 
espacio  de  cuarenta  años  en  el  Desierto. 

19  Y  enjin  destruidas  siete  naciones  en  la  tierra 
de  Cliánaan ,  les  distribuyó  por  suerte  las  tierras  de 
estas , 

20  unos  cuatrocientos  cincuenta  años  después  :  lue- 
go les  dio  Jueces  ó  gobernadores  hasta  el  Profeta  Sa- 
muel. 

21  En  cuyo  tiempo  pidieron  rey;  y  dióles  Dios  á 
Saúl  Lijo  de  Cis,  de  la  tribu  de  Benjamín ,  por  espa- 
cio de  cuarenta  años ; 

22  y  removido  este ,  les  dio  por  rey  á  David ,  á 
quien  abonó  diciendo  :  He  hallado  á  David,  hijo  de 
Jesé,  hombre  conforme  á  mi  corazón,  que  cumplirá 
todos  mis  preceptos. 

23  Del  linage  de  este  ha  hecho  nacer  Dios,  según 
su  promesa,  á  Jesús  para  ser  el  salvador  de  Israel , 

24  habiendo  predicado  Juan,  antes  de  manifestarse 
su  venida,  el  bautismo  de  penitencia  á  todo  el  pueblo 
<le  Israel. 

25  El  mismo  Juan  al  terminar  su  carrera,  decia  : 
Yo  no  soy  el  que  vosotros  imagináis  ;  pero  mirad,  des- 
pués de  mi  viene  uno,  á  quien  no  soy  yo  digno  de  des- 
atar el  calzado  de  sus  pies. 

26  Ahora  pues,  hermanos  mios ,  hijos  de  la  prosa- 
pia de  Abraham  ,  á  vosotros  es  ,  y  á  cualquiera  que 
entre  vosotros  teme  á  Dios  ,  á  quienes  es  enviado  este 
anuncio  de  la  salvación. 


GO  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

27  Porque  los  habitanlcs  de  Jerusalem  y  sus  gefes, 
desconociendo  á  esle  Señor,  y  las  profecías  que  se  icen 
todos  los  sábados  ,  con  haberle  condenado  las  cum- 
plieron ; 

28  cuando  no  hallando  en  él  ninguna  causa  de 
muerte,  720  obstante  pidieron  á  Pilato  que  se  le  quitase 
la  vida. 

29  Y  después  de  haber  ejecutado  todas  las  cosas 
que  de  él  estaban  escritas,  descolgándole  de  la  cruz,  le 
pusieron  en  el  sepulcro. 

30  Mas  Dios  le  resucitó  de  entre  los  muertos  al 
tercer  dia  ;  y  se  apareció  durante  muchos  dias  á 
aquellos 

31  que  con  él  habían  venido  de  Galilea  á  Jerusa- 
lem '  ;  los  cuales  hasta  el  dia  de  hoy  están  dando  tes- 
timonio de  él  al  pueblo. 

32  Nosotros  pues  os  anunciamos  el  cumplimiento 
de  la  promesa  hecha  á  nuestros  padres ; 

33  el  efecto  de  la  cual  nos  ha  hecho  Dios  ver  á  nos- 
otros sus  hijos  ,  resucitando  á  Jesús,  en  conformidad 
de  lo  que  se  halla  escrito  en  el  Salmo  segundo  :  Tú  eres 
Hijo  mió  ,  yo  te  di  hoy  el  ser  ^. 

34  Y  para  manifestar  que  le  ha  resucitado  de  entre 
los  muertos  para  nunca  mas  morir  ,  dijo  así :  Y^o  cum- 
pliré fielmente  las  promesas  juradas  á  David. 


1  /.  Cor.  XV.  V.  6. 

2  San  Pablo  [Hehr.  I )  entiende  estas  palabras  de  la 
generación  eterna,  y  en  el  cap.  V.  ibid.  del  sacerdocio.  Pero 
en  este  lugar  habla  de  la  resurrección. 


C.XPÍTÜLO    Xlll.  ^l 

S5  Y  por  eso  mismo  dice  en  otra  parle  :  No  por- 
iiiilirás  que  tu  Santo  Hijo  experimente  !a  corrupción. 

30  Pues  por  lo  que  hace  á  David,  sabemos  que 
después  de  haber  servido  en  su  tiempo  á  los  designios 
<ie  Dios ,  cerró  los  ojos  ;  y  fue  sepultado  con  sus  pa- 
dres ,  y  padeció  la  corrupción   como  los  demás. 

37  Pero  aquel,  á quien  Dios  ha  resucitado  de  entre 
los  muertos  ,  no  ha  experimenladw  ninguna  corrup- 
ción. 

38  Ahora  pues,  hermanos  mios ,  tened  entendido 
que  por  medio  de  este  se  os  ofrece  la  remisión  de  los 
pecados  '  ;  y  de  todas  las  manchas,  de  que  no  habéis 
podido  ser  justificados  en  virtud  de  la  Ley  mosaica, 

39  todo  aquel  que  cree  en  él ,  es  justificado  ^. 

40  Por  tanto  mirad  no  recaiga  sobre  vosotros  lo 
que  se  halla  dicho  en  los  Profetas  '  : 

41  Reparad,  burladores  de  mi  palabra,  llenaos  de 
pavor,  y  quedad  desolados ;  porque  yo  voy  á  ejecutar 
una  obra  en  vuestros  dias  ,  obra  que  no  acabaréis  de 
creerla,  por  mas  que  os  la  cuenten  j/  aseguren  *. 

42  Al  tiempo  de  salir,  les  suplicaban  que  al  sábado 
siguiente  les  hablasen  también  del  mismo  asunto. 


1  Y  que  cualquiera  que  cree  en  él ,  es  justificado  por  él 
de  todas  las  cosas  de  que  no  habéis  podido  ser  justificados 
por  la  Ley  de  Moysés. 

2  Y  cuantos  lo  fueron  en  la  Ley  antigun,  lo  fueron  por 
la  íé  en  el  Mesías. 

3  Habac.  1.  v.  5. 

4  Esto  es,  será  arrasado  ese  Lugar  santo,  dejaréis  de 
ser  mi  pueblo,  y  formaré  otro  de  todas  las  naciones. 

ü 


62  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

43  Despedido  el  auditorio,  muchos  de  los  judíos,  y 
de  los  prosélitos  temerosos  de  Dios,  siguieron  á  Pablo 
y  á  Bernabé ,  los  cuales  los  exhortaban  á  perseverar 
en  la  gracia  de  Dios. 

44  El  sábado  siguiente  casi  toda  la  ciudad  concur- 
rió á  oir  la  palabra  de  Dios. 

45  Pero  los  judíos,  viendo  tanto  concurso,  se  llena- 
ron de  envidia  ,  y  contradecían  con  blasfemias  á  todo 
lo  que  Pablo  predicaba . 

46  Entonces  Pablo  y  Bernabé  con  gran  entereza  les 
dijeron  :  A  vosotros  debia  ser  primeramente  anunciada 
la  palabra  de  Dios ;  mas  ya  que  la  rechazáis,  y  os  juz- 
gáis vosotros  mismos  indignos  de  la  vida  eterna,  de 
hoy  en  adelante  nos  vamos  á  predicar  á  los   gentiles ; 

47  que  así  nos  lo  tiene  ordenado  el  Señor  diciendo  ' : 
Yo  te  puse  por  lumbrera  de  las  naciones,  para  que 
seas  la  salvación  de  todas  hasta  el  cabo  del  mundo. 

48  Oido  esto  por  los  gentiles,  se  regocijaban  ,  y  glo- 
rificaban la  palabra  de  Dios ;  y  creyeron  todos  los  que 
estaban  preordinados  para  la  vida  eterna. 

49  Así  la  palabra  del  Señor  se  esparcía  por  todo 
aquel  país. 

50  Los  judíos  empero  instigaron  á  varias  mugeres 
devotas,  y  de  distinción,  y  á  los  hombres  principales 
tic  la  ciudad ,  y  levantaron  una  persecución  contra  Pa- 
blo y  Bernabé ;  y  los  echaron  de  su  territorio. 

51  Pero  estos,  sacudiendo  contra  ellos  el  polvo  de 
sus  pies,  se  fueron  á  Iconio. 

1  Is,  XUX.  r,  tí 


CAPÍTULO    XIV.  G3 

52  Y  los  discípulos  estaban  llenos  de  gozo  y  del 
Fspirüu  sanio. 

CAPÍTULO  XIV. 

Lo  que  hicieron  y  padecieron  Pablo  y  Bernabé  en  Iconio  y 
otras  ciudades  de  Lycaonia ;  y  visitando  las  iglesias,  a  I 
volverse  á  Antiochta,  de  Syria. 

1  Estando  ya  en  Iconio,  entraron  juntos  en  la  sy- 
nagoga  de  los  judíos,  y  hablaron  en  tales  términos, 
que  se  convirtió  una  gran  multitud  de  judíos  y  de 
griegos. 

2  Pero  los  judíos  que  se  mantuvieron  incrédulos, 
conmovieron  y  provocaron  á  ira  los  ánimos  de  los 
gentiles  contra  los  hermanos. 

3  Sin  embargo  se  detuvieron  allí  mucho  tiempo, 
trabajando  llenos  de  conGanza  en  el  Señor,  que  confir- 
maba la  palabra  de  su  gracia  con  los  prodigios  y  mi- 
lagros que  hacia  por  sus  manos. 

4  De  suerte  que  la  ciudad  estaba  dividida  en  dos 
bandos ;  unos  estaban  por  los  judíos,  y  otros  por  los 
apóstoles. 

5  Pero  habiéndose  amotinado  los  gentiles  y  judíos  con 
sus  gefes,  para  ultrajar  á  los  apóstoles,  y  apedrearlos, 

6  ellos,  sabido  esto,  se  marcharon  á  Lystra  y  Der- 
be,  ciudades  también  de  Lycaonia,  recorriendo  toda 
la  comarca,  y  predicando  el  Evangelio. 

7  Habla  en  Lystra  un  hombre  cojo  desde  su  naci- 
miento, que  por  la  debilidad  de  las  piernas  estaba 
sentado,  y  no  habia  andado  en  su  vida. 


64  HliCHOS    [>E    LOS    APOSTÓLES. 

8  Este  oyó  predicar  á  Pablo ,  el  cual  fijando  eiir  éí 
ios  ojos,  y  viendo  que  tenia  fé  de  que  seria  curado, 

9  le  dijo  en  alta  voz :  Levántate  y  mantente  dere- 
cho sobre  tus  pies.  Y  al  instante  saltó  en  pié ,  y  echó 
á  andar. 

10  Las  gentes  viendo  lo  que  Pablo  acababa  de  ha- 
cer, levantaron  e!  grito,  diciendo  en  su  idioma  lycaó- 
nico:  Dioses  son  estos  que  han  bajado  á  nosotros  en 
figura  de  hombres. 

•  1 1  Y  daban  a  Bernabé  el  nombre  de  Júpiter  ' ,  y  a 
Pablo  el  de  Mercurio,  por  cuanto  era  eí  que  llevaba  la 
palabra. 

12  Ademas  de  eso  el  sacerdote  de  Júpiter,  cuyo 
templo  estaba  al  entrar  en  la  ciudad ,  trayendo  toros 
adornados  con  guirnaldas  delante  de  la  puerta ,  inten- 
taba ,  seguido  del  pueblo,  ofrecerZ^s  sacrificios. 

13  Lo  cual  apenas  entendieron  los  apóstoles  Ber- 
nabé y  Pablo ,  rasgando  sus  vestidos  rompieron  por 
medio  del  gentío,  clamando, 

14  y  diciendo:  Hombres,  ¿qué  es  lo  que  hacéis? 
también  somos  nosotros,  de  la  misma  manera  que  vos- 
otros, hombres  mortales  que  venimos  á  predicaros 
que,  dejadas  esas  vanas  deidades,  os  convirtáis  al  Dios 
vivo,  que  ha  criado  el  cielo,  la  tierra,  el  mar,  y  todo 
cuanto  en  ellos  se  contiene : 


I  Tal  vez  por  ser  de  alta  estatura,  respecto  de  san  Pa- 
blo, que  era  bajo  y  de  poca  presencia,  llamado  por  el 
Chrysóstomo  hombre  de  tres  codos  que  sobrepvja  los  cieloa. 


CAPÍTULO    XIV.  65 

15  que  si  bien  en  los  tiempos  pasíidos  permitió 
que  las  naciones  echasen  cada  cual  por  su  camino, 

16  no  dejó  con  todo  de  dar  testimonio  de  quién  era , 
6  de  su  divinidad,  haciendo  beneficios  desde  el  cielo  , 
enviando  lluvias,  y  los  buenos  temporales  para  los  fru- 
tos, dándonos  abundancia  de  manjares,  y  llenando  de 
alegría  nuestros  corazones. 

17  Aun  diciendo  tales  cosas,  con  dificultad  pudie- 
ron recabar  del  pueblo  que  no  les  ofreciese  sacrificio. 
—  18  Después  sobrevinieron  de  Anliochía  y  de  Ico- 
nio  ciertos  judíos  ;  y  habiendo  ganado  al  populacho  , 
apedrearon  á  Pablo,  y  le  sacaron  arrastrando  fuera  de 
la  ciudad,  dándole  por  muerto. 

19  Mas  amontonándose  alrededor  de  él  los  discí- 
pulos, levantóse  curado  milagrosamente ,  y  entró  en 
la  ciudad,  y  al  dia  siguiente  marchó  con  Bernabé  á 
Derbe. 

20  Y  habiendo  predicado  en  esta  ciudad  el  Evan- 
gelio, é  instruido  á  muchos,  volvieron  á  Lystra,  y  á 
Iconio,  y  á  Antiochia  de  Pisidia, 

21  para  corroborar  los  ánimos  de  los  discípulos,  y 
exhortarlos  á  perseverar  en  la  f é  ;  haciéndoles  enten- 
der, que  es  preciso  pasar  por  medio  de  muchas  tribu- 
laciones para  entrar  en  el  reino  de  Dios. 

22  En  seguida,  habiendo  ordenado  sacerdotes  en 
cada  una  de  las  Iglesias,  después  de  oraciones  y  ayu- 
nos, los  encomendaron  al  Señor,  en  quien  habían 
creído. 

2'¿  Y  atravesando  la  Pisidia,  vinieron  á  la  Pam- 
pbylia. 


06  HECHOS    DE    LOS    APO&TüLtS. 

24  y  anunciada  la  palabra  divina  en  Pcrge,  bajaron 
á  Altalia ; 

25  y  desde  aquí  se  embarcaron  para  Anliochía  de 
Syria,  de  donde  los  hablan  enviado,  y  encomendadu 
á  la  gracia  de  Dios  para  la  obra  ó  ministerio  que  aca- 
baban de  cumplir. 

26  Luego  de  llegados,  congregaron  la  Iglesia^,  y 
refirieron  cuan  grandes  cosas  había  hecho  Dios  con 
ellos,  y  cómo  había  abierto  la  puerta  de  la  fé  á  los 
gentiles. 

27  Y  después  se  detuvieron  bastante  tiempo  aquí 
con  los  discípulos. 

CAPÍTULO  XV. 

Concilio  de.  Jerusalem ,  en  que  los  gentiles  convertidos  son 
declaradus  exentos  de  la  Ley  mosaica.  Pablo  se  separa 
de  Bernabé',  por  razón  del  discípulo  Marcos. 

1  Por  aquellos  días  algunos  venidos  de  Judea,  an- 
daban enseñando  á  los  hermanos,  que  si  no  se  circun- 
cidaban según  el  rilo  de  Moysós,  no  podían  salvarse. 

2  Originóse  de  ahí  una  conmoción,  y  oponiéndose- 
les fuertemente  Pablo  y  Bernabé,  acordóse  que  Pablo 
y  Bernabé,  y  algunos  del  otro  partido  fuesen  á  Jeru- 
salem á  consultar  los  apóstoles  y  presbyteros  sobre  la 
dicha  cuestión. 

3  Ellos  pues  siendo  despachados  honorijicamcnlc 
por  la  Iglesia ,  iban  atravesando  por  la  Fenicia  y  la 
Samaría,  contando  la  conversión  de  los  gentiles:  con 
lo  que  llenaban  de  grande  gozoá  lodos  los  hermanos. 


CAPÍTULO     \V.  67 

4  Llegados  á  Jerusaleni ,  fueron  bien  recibidos  de 
la  Iglesia,  y  de  los  apóstoles,  y  de  los  presbyieros, 
y  allí  refirieron  cuan  grandes  cosas  habia  Dios  obrado 
por  medio  de  ellos. 

5  Pero  [añadieron)  algunos  de  la  secta  de  los  Fa- 
riseos, que  han  abrazado  la  fé,  se  han  levantado  di- 
ciendo :  Ser  necesario  circuncidar  á  los  gentiles,  y 
mandarles  observar  la  Ley  de  Moysés. 

6  Entonces  los  apóstoles  y  los  presbyteros  se  jun- 
taron á  examinar  este  punto. 

7  Y  después  de  un  maduro  examen  ,  Pedro  ,  co- 
tno  cabeza  de  todos,  se  levantó,  y  les  dijo  :  Her- 
manos mios ,  bien  sabéis  que  mucho  tiempo  hace  fui 
yo  escogido  por  Dios  entre  nosotros,  para  que  los  gen- 
tiles oyesen  de  mi  boca  la  palabra  evangélica ,  y 
creyesen. 

8  Y  Dios  que  penetra  los  corazones ,  dio  testimo- 
nio de  esto ,  dándoles  el  Espíritu  santo ,  del  mismo 
modo  que  á  nosotros. 

9  Ki  ha  hecho  diferencia  entre  ellos  y  nosotros  , 
habiendo  purificado  con  la  fé  sus  corazones. 

10  Pues  ¿por  qué  ahora  queréis  tentar  á  Dios,  con 
imponer  sobre  la  cerviz  de  los  discípulos  un  yugo , 
que  ni  nuestros  padres  ni  nosotros  hemos  podido  so- 
portar? 

11  Pues  nosotros  creemos  salvarnos  únicamenlc 
por  la  gracia  de  nuestro  Señor  Jesu-Chrislo,  así  como 
ellos. 

1-2  Callo  á  esto  toda  la  multitud;  y  se  pusieron  á 
escuchar  á  Bernabé  y  á  Pablo,  que  contaban  cuántas 


69  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

maravillas  y  prodigios  por  su  medio  habia  obrado  Dios 
entre  los  gentiles. 

13  Después  que  hubieron  acabado,  tomó  Santiago 
la  palabra  ,  y  dijo  :  Hermanos  míos ,  escuchadme. 

14  Simón  os  ha  manifestado  de  qué  manera  ha 
comenzado  Dios  desde  el  principio  á  mirar  favorable- 
mente á  los  gentiles ,  escogiendo  entre  ellos  un  pueblo 
consagrado  á  su  nombre. 

1 5  Con  él  están  conformes  las  palabras  de  los  Pro- 
fetas ,  según  está  escrito  '  : 

16  Después  de  estas  cosas  yo  volveré,  y  reedifi- 
caré el  tabernáculo  ó  reino  de  David,  que  fue  arrui- 
nado ,  y  restauraré  sus  ruinas ,  y  le  levantaré  ; 

17  para  que  busquen  al  Señor  los  demás  hombres, 
y  todas  las  naciones  que  han  invocado  mi  nombre, 
dice  el  Señor  que  hace  estas  cosas. 

18  Desde  ía  eternidad  tiene  conocida  el  Señor  su 
obra. 

19  Por  lo  cual  yo  juzgo  que  no  se  inquiete  á  los 
gentiles  que  se  convierten  á  Dios , 

20  sino  que  se  les  escriba,  que  se  abstengan  de  las 
mmundicias  de  los  ídolos  ó  manjares  á  ellos  sacrifi- 
cados, y  de  la  fornicación,  y  de  animales  sofocados, 
y  de  la  sangre. 

21  Porque  en  cuanto  á  Moysés,  ya  de  tiempos 
antiguos  tiene  en  cada  ciudad  quien  predique  su  doc- 
trina en  las  synagogas ,  donde  se  lee  todos  los  sábados. 

22  Oido  esto  acordaron  los  apóstoles  y  presbyteros 


1  Amos  IX,  V.  11. 


CAPITULO    XV.  69 

von  toda  la  Iglesia ,  elegir  algunas  personas  de  eníre 
ellos ,  y  enviarlas  con  Pablo  y  Bernabé  á  la  Iglesia  de 
Anlioch'a;  y  así  nombraron  á  Judas,  por  sobrenom- 
bre Bársabas,  y  íi  Sílas ,  sugetos  principales  entre  los 
hermanos , 

23  remitiendo  por  sus  manos  esta  carta  :  Los  após- 
toles y  los  presbyteros  hermanos,  á  nuestros  herma- 
nos convenidos  de  la  gentilidad  ,  que  están  en  Antio- 
chía,  Syria  y  Cilicia,  salud. 

24  Por  cuanto  hemos  sabido  que  algunos,  que  de 
nosotros  fueron  ahí  sin  ninguna  comisión  nuestra ,  os 
han  alarmado  con  sus  discursos ,  desasosegando  vues- 
tras conciencias ; 

•25  habiéndonos  congregado,  hemos  resuelto,  de 
común  acuerdo,  escoger  algunas  personas,  y  enviáros- 
las con  nuestros  carísimos  Bernabé  y  Pablo, 

20  que  son  sugetos  que  han  expuesto  sus  vidas  por 
el  nombre  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo. 

27  Os  enviamos  pues  á  Judas  y  á  Sílas,  los  cuales 
de  palabra  os  dirán  también  lo  mismo. 

28  Y  es ,  que  ha  parecido  al  Espíritu  santo,  y  á 
nosotros ,  inspirados  por  él ,  no  imponeros  otra  carga, 
fuera  de  estas  que  son  precisas  ,  es  á  saber : 

29  que  os  abstengáis  de  manjares  inmolados  á  los 
ídolos,  y  de  sangre,  y  de  animal  sofocado,  y  de  la 
fornicación ;  de  las  cuales  cosas  haréis  bien  en  guar- 
daros. Diosos  guarde  '. 

30  Despachados  pues  de  esta  suerte  los  enviados, 


1  Véase  Concilio,  Presbyten 


70  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

llegaron  á  Antiochía  ;  y  congregada  la  Iglesia,  cnlre- 
garon  la  carta , 

31  que  fue  leída  con  gran  consuelo  y  alegría. 

32  Judas  y  Sílas  por  su  parle,  siendo  como  eran 
también  Profetas  ' ,  consolaron  y  confortaron  con  mu- 
chísimas reflexiones  á  los  hermanos. 

33  Y  habiéndose  detenido  allí  por  algún  tiempo, 
fueron  remitidos  en  paz  por  los  hermanos  á  los  que 
los  habían  enviado. 

34  Verdad  es  que  á  Silas  le  pareció  conveniente 
quedarse  allí ;  y  así  Judas  se  volvió  solo  á  Jerusalem. 
—  35  Pablo  y  Bernabé  se  mantenían  en  Antiochía  , 
enseñando  y  predicando  con  otros  muchos  la  palabra 
del  Señor. 

36  Mas  pasados  algunos  días  ,  dijo  Pablo  á  Ber- 
nabé :  Demos  una  vuelta  visitando  á  ios  hermanos  por 
todas  las  ciudades ,  en  que  hemos  predicado  la  palabra 
del  Señor ,  para  ver  el  estado  en  que  se  hallan. 

37  Bernabé  para  esto  quería  llevar  también  consigo 
á  Juan ,  por  sobrenombre  Marcos. 

38  Pablo  al  contrario  le  representaba,  que  no  de- 
bían llevarle,  ( pues  les  había  dejado  desde  Pamphylia, 
y  no  les  había  acompañado  en  aquella  misión). 

;  39  La  disensión  entre  los  dos  vino  á  parar  en  que 
se  apartaron  uno  de  otro.  Bernabé ,  tomando  consigo  á 
Marcos,  se  embarcó  para  Chyprc. 

40  Pablo,  eligiendo  por  su  compañero  á  Sílas,  eni- 


Vcase  Profeta. 


CAPÍTULO    XVI.  71 

prendió  su  viagc  ,  después  de  haber  sido  encomendado 
por  los  hermanos  á  la  gracia  6  favtr  de  Dios. 

41  Discurrió  pues  de  esta  sitcrle  por  la  Syria  y  Ci- 
licia,  confirmando  i/  animando  las  Iglesias;  y  man- 
dando que  observasen  los  preceptos  do  los  apóstoles  y 
de  los  presbyteros. 

CAPITULO  XVJ. 

Pablo  en  Lystva  loma  consigo  á  Timolheo ;  y  Lucas,  el  au- 
tor de  este  libro,  se  les  jimia  en  Troade,  ó  se  manifiesta 
por  -primera  ir  z  estar  en  su  compañía.  Van  á  Macéelo - 
nia;  ¡/  en  Phih'ppos,  donde  se  detuvieron  antes,  obran 
varios  prodigios.  Son  azotados,  y  puestos  en  la  cárcel. 
Convie'rtese  el  carcelero,  y  los  magistrados  les  suplican 
que  se  vayan  de  la  ciudad. 

1  Llegó  Pablo  á  Derbe ,  y  luego  á  Lystra ,  donde 
se  hallaba  un  discípulo  llamado  Timotheo  ,  hijo  de  ma- 
dre judía  convertida  á  la  fé,  y  de  padre  gentil. 

2  Los  hermanos  que  estaban  en  Lystra  y  en  Iconio , 
hablaban  con  mucho  elogio  de  este  discípulo. 

3  Pablo  pues  determinó  llevarle  en  su  compañía ;  y 
habiéndole  lomado  consigo ,  le  circuncidó  por  causa  de 
los  judíos  que  había  en  aquellos  lugares ;  porque  todos 
sabían  que  su  padre  era  gentil. 

4  Conforme  iban  visitando  las  ciudades,  recomen- 
daban á  los  fieles  la  observancia  de  los  decretos  acor- 
dados por  los  apóstoles  y  los  presbyteros,  que  residían 
en  Jerusalem. 

5  Así  las  Iglesias  se  confirmaban  en  la  fé  ,  y  se  au- 
mentaba cada  día  el  número  de  los  fieles. 


V2  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

6  Cuando  hubieron  atravesado  la  Phrygia  y  el  país 
de  Galacia ,  les  prohibió  el  Espíritu  santo  predicar  la 
palabra  de  Dios  en  el  Asia  ó  Jonia. 

7  Y  habiendo  ido  á  la  Mysia ,  intentaban  pasar  á 
Bithynia  ;  pero  tampoco  se  lo  permitió  el  Espíritu  de 
ÍQin-Christo. 

8  Con  eso ,  atravesada  la  Mysia  ,  bajaron  á  Troade, 

9  donde  Pablo  tuvo  por  la  noche  esta  visión :  Un 
hombre  de  Macedonia  poniéndosele  delante ,  le  supli- 
caba ,  y  decia  :  Ven  á  Macedonia ,  y  socórrenos. 

10  Luego  que  tuvo  esta  visión ,  al  punto  dispusimos 
marchar  á  Macedonia ,  cerciorados  de  que  Dios  nos 
llamaba  á  predicar  el  Evangelio  á  aquellas  gentes. 

11  Así  embarcándonos  en  Troade,  fuimos  en  dere- 
chura á  Samothracia ,  y  al  día  siguiente  á  INápoles  ; 

12  y  de  aquí  á  Philíppos ,  que  es  una  colonia  roma- 
na,^ la  primera  ciudad  de  aquella  parte  de  Macedo- 
nia. En  esta  ciudad  nos  detuvimos  algunos  días  confe- 
renciando. 

13  Un  dia  de  sábado  salimos  fuera  de  la  ciudad  acia 
la  ribera  del  rio ,  donde  parecía  estar  el  lugar  ó  casa 
para  tener  oración  los  judíos  ;  y  habiéndonos  sentado 
allí,  trabamos  conversación  con  varias  mugeres  ,  que 
habian  concurrido  á  dicho  fin. 

14  Y  una  muger  llamada  Lydia ,  que  comerciaba  en 
púrpura  ó  grana  ,  natural  de  Thyatira  ,  temerosa  de 
Dios  ,  estaba  escuchando  ;  y  el  Señor  le  abrió  el  cora- 
zón para  recibir  bien  las  cosas  que  Pablo  decia. 

15  Habiendo  pues  sido  bautizada  ella  y  su  familia , 
nos  hizo  esta  súplica  :  Si  es  que  me  tenéis  por  fiel  al 


CAPÍTULO    XVI.  73 

Señor  ,  venid  ,  y  hospedaos  en  mi  casa.  Y  nos  obligó 
á  ello. 

16  Sucedió  que  yendo  nosotros  á  la  oración  ,  nos 
salió  al  encuentro  una  esclava  moza ,  que  estaba  obsesa 
ó  poseída  del  espíritu  python  ,  la  cual  acarreaba  una 
gran  ganancia  á  sus  amos  haciendo  de  adivina. 

17  Esta  ,  siguiendo  detrás  de  Pablo  y  de  nosotros, 
gritaba  diciendo :  Estos  hombres  son  siervos  del  Dios 
altísimo,  que  os  anuncian  el  camino  de  la  salvación. 

18  Lo  que  continuó  haciendo  muchos  dias.  Al  fin 
Pablo  no  pudiendo  ya  sufrirlo ,  vuelto  á  ella ,  dijo  al 
espíritu:  Yo  te  mando  en  nombre  de  Jesu-Christo 
que  salgas  de  esta  muchacha.  Y  al  punto  salió. 

19  Mas  sus  araos,  viendo  desvanecida  la  esperanza 
de  la  grangería  que  hacían  con  ella ,  prendiendo  á  Pa- 
blo y  á  Sílas,  los  condujeron  al  juzgado  ante  los  gefes 
de  la  ciudad  , 

20  y  presentándolos  á  los  magistrados,  dijeron :  Es- 
tos hombres  alborotan  nuestra  ciudad,  son  judíos, 

21  y  quieren  introducir  una  manera  de  vida,  que 
no  nos  es  lícito  abrazar,  ni  practicar,  siendo  como  so- 
mos romanos. 

22  Al  mismo  tiempo  la  plebe  conmovida  acudió  de 
tropel  contra  ellos  ;  y  los  magistrados  mandaron  que 
rasgándoles  las  túnicas,  los  azotasen  con  varas. 

23  Y  después  de  haberles  dado  muchos  azotes,  los 
metieron  en  la  cárcel ,  apercibiendo  al  carcelero  para 
que  los  asegurase  bien. 

24  El  cual  recibida  esta  orden,  los  metió  en  un 
profundo  calabozo,  con  los  pies  en  el  cepo. 

ToM.  XIV.  7 


74  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

25  Mas  á  eso  de  media  noche,  puestos  Pablo  y  Sí- 
las  en  oración  ,  cantaban  alabanzas  á  Dios  ;  y  los  de- 
mas  presos  los  estaban  escuchando , 

26  cuando  de  repente  se  sintió  un  gran  terremoto, 
tal  que  se  meneaban  los  cimientos  de  la  cárcel.  Y  al 
instante  se  abrieron  de  par  en  par  todas  las  puertas ,  y 
se  les  soltaron  á  todos  las  prisiones. 

27  En  esto  despertando  el  carcelero,  y  viendo  abier- 
tas las  puertas  de  la  cárcel ,  desenvainando  una  espada 
iba  á  matarse ,  creyendo  que  se  hablan  escapado  los 
presos. 

28  Entonces  Pablo  le  gritó  con  grande  voz ,  di- 
ciendo :  No  te  hagas  ningún  daño ,  que  todos  sin  fal- 
tar uno  estamos  aquí. 

29  El  carcelero  entonces  habiendo  pedido  luz,  en- 
tró dentro ;  y  estremecido  se  arrojó  á  los  pies  de  Pablo 
y  de  Sílas, 

30  y  sacándolos  afuera,  les  dijo:  Señores,  ¿qué 
debo  hacer  para  salvarme? 

31  Ellos  le  respondieron  :  Cree  en  el  Señor  Jesús, 
y  te  salvarás  tú  y  tu  familia. 

32  Y  enseñáronle  la  doctrina  del  Señor  á  él ,  y  á 
todos  los  de  su  casa. 

33  El  carcelero  en  aquella  misma  hora  de  la  no- 
che llevándolos  consigo ,  les  lavó  las  llagas ;  y  recibió 
luego  el  bautismo,  así  él  como  toda  su  familia. 

34  Y  conduciéndolos  á  su  habitación,  les  sirvió  la 
cena,  regocijándose  con  toda  su  familia  de  haber 
creido  en  Dios. 

35  Luego  que  amaneció ,  los  magistrados  enviaron 


CAPITULO    XVII.  7j 

los  alguaciles,  con  orden  al  carcelero  para  que  pusiese 
en  libertad  á  aquellos  hombres. 

36  El  carcelero  dio  esla  noticia  á  Pablo ,  diciendo  : 
Los  magistrados  han  ordenado  que  se  os  ponga  en  li- 
bertad :  por  tanto  saliéndoos  ahora ,  idos  en  paz. 

37  Mas  Pablo  les  dijo  á  los  aUjuacües:  ¿Como? 
Después  de  habernos  azotado  públicamente,  sin  oirnos 
en  juicio  ,  siendo  ciudadanos  romanos,  nos  metieron 
en  la  cárcel,  ¿y  ahora  salen  con  soltarnos  en  secreto? 
No  ha  de  ser  asi ;  sino  que  han  de  venir  los  mayis- 
t  radas, 

38  y  soltarnos  ellos  mismos.  Los  alguaciles  refirie- 
ron á  los  magistrados  esta  respuesta ;  los  cuales  al  oir 
que  eran  romanos,  comenzaron  á  temer ; 

39  y  así  viniendo  procuraron  excusarse  con  ellos, 
y  sacándolos  de  la  cárcel,  les  suplicaron  que  se  fuesen 
de  la  ciudad. 

40  Salidos  pues  de  la  cárcel,  entraron  en  casa  de 
Lydia ;  y  habiendo  visto  á  los  hermanos  los  consola- 
ron ,  ¿/  después  partieron. 

CAPÍTULO    XVIL 

Paldo  predica  con  mucho  fruto  en  Thessalónica,  %j  Ls  ja- 
días le  persiguen.  Lo  mismo  sucede  después  en  Berea. 
Dispula  con  ellos  en  Athe'nas,  y  con  los  filas <; fox ;  xj  se 
convierte  entre  otros  Dionysio  areopagila,  ó  senador  del 
Areopago. 

1  Y  habiendo  pasado  por  Amphípolis  y  Apolonia  , 
llegaron  á  Thessalónica  ,  donde  habla  una  synagoga 
de  judíos. 


76  HtCllOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

2  Pablo  según  su  costumbre  entró  en  ella ,  y  por 
tres  sábados  continuos  disputaba  con  ellos  sobre  las  Es- 
crituras, 

3  demostrando ,  y  haciéndoles  ver  ,  que  habla  sido 
necesario  que  el  Christo  ó  Mesías  padeciese ,  y  resu- 
citase de  entre  los  muertos ;  y  este  Mesías  (les  decía) 
es  Jesu-Christo,  á  quien  yo  os  anuncio. 

4  Algunos  de  ellos  creyeron  ,  y  se  unieron  á  Pablo 
y  á  Silas,  y  también  gran  multitud  de  prosélitos  y  de 
gentiles,  y  muchas  matronas  de  distinción. 

5  Pero  los  judíos  incrédulos,  llevados  de  su  falso 
zelo ,  se  valieron  de  algunos  malos  hombres  de  la  ín- 
fima plebe,  y  reuniendo  gente ,  amotinaron  la  ciudad ; 
y  echáronse  sobre  la  casa  de  Jason  '  en  busca  de  Pa- 
blo y  de  Silas.  para  presentarlos  á  la  vista  del  pueblo. 

6  Rías  como  no  los  hubiesen  encontrado  ^  trajeron 
por  fuerza  á  Jason ,  y  á  algunos  hermanos  ante  los 
magistrados  de  la  ciudad ,  gritando :  Ved  ahí  unas 
gentes  que  meten  la  confusión  por  todas  partes  :  han 
venido  acá, 

7  y  Jason  los  ha  hospedado  en  su  casa.  Todos  es- 
tos son  rebeldes  á  los  edictos  de  César,  diciendo  que 
hay  otro  rey,  el  cual  es  Jesús. 

8  La  plebe  y  los  magistrados  de  la  ciudad  ,  oyendo 
esto,  se  alborotaron. 

9  Pero  Jason  y  los  otros,  habiendo  dado  fianzas, 
fueron  puestos  en  libertad. 

10  Como  quiera,  los  hermanos  sin  perder  tiempo 


1  Royn.  XV I.  v.  21. 


capítulo  xvir.  77 

aquella  iioche  hicieron  partir  á  Pablo  y  á  Sílas  para 
Berea.  Los  cuales  luego  que  llegaron ,  entraron  en  la 
synagoga  de  los  judíos. 

11  Eran  estos  de  mejor  índole  que  los  de  Thessa- 
lónica ,  y  asi  recibieron  la  palabra  de  Dios  con  grande 
ansia  y  ardor,  examinando  atentamente  todo  el  dia  las 
Escrituras,  para  ver  si  era  cierto  lo  que  se  les  decía. 

12  De  suerte  que  muchos  de  ellos  creyeron  ,  como 
también  muchas  señoras  gentiles  de  distinción ,  y  no 
pocos  hombres. 

13  Mas  como  los  judíos  de  Thessalónica  hubiesen 
sabido,  que  también  en  Berea  predicaba  Pablo  el 
Evangelio,  acudieron  luego  allá  alborotando ,  y  amo- 
tinando al  pueblo. 

14  Entonces  los  hermanos  dispusieron  inmediata- 
mente que  Pablo  se  retirase  acia  el  mar,  quedando  Sí- 
las  y  Timotheo  en  Berea. 

1 5  Los  que  acompañaban  á  Pablo ,  le  condujeron 
hasta  la  ciudad  de  Alhenas ,  y  recibido  el  encargo  de 
decir  á  Sílas  y  á  Timotheo  que  viniesen  á  él  cuanto 
antes,  se  despidieron. 

16  Mientras  que  Pablo  los  estaba  aguardando  en 
Alhenas,  se  consumía  interiormente  su  espíritu ,  con- 
siderando aquella  ciudad  entregada  toda  á  la  idola- 
tría. 

17  Por  tanto  disputaba  en  la  synagoga  con  los  ju- 
díos y  prosélitos ;  y  todos  los  días  en  la  plaza ,  con  los 
que  allí  se  le  ponían  delante. 

18  También  algunos  filósofos  de  los  epicúreos  y  de 
los  estoicos  armaban  con  el  dispulas,  y  unos  decian : 


78  HECHOS    ÜE    LOS    APÓSTOLES. 

¿  Qué  quiere  decir  este  charlatán  ?  Y  otros  :  Este  pare- 
ce que  viene  á  anunciarnos  nuevos  dioses :  lo  cual  de- 
cían, porque  les  hablaba  de  Jesús  y  de  la  resurrección. 

19  Al  fin  cogiéndole  en  medio,  le  llevaron  al  Areo- 
pago,  diciendo:  ¿  Podremos  saber  qué  doctrina  nueva 
es  esta  que  predicas? 

20  Porque  te  hemos  oído  decir  cosas  que  nunca 
habíamos  oido ;  y  así  deseamos  saber  á  qué  se  re- 
duce eso. 

21  (Es  de  advertir  que  lodos  los  athenienses,  y 
los  forasteros  que  allí  vivían  ,  en  ninguna  otra  cosa  se 
ocupaban ,  sino  en  decir  ó  en  oír  algo  de  nuevo.) 

22  Puesto  pues  Pablo  en  medio  del  Areopago,  dijo: 
Ciudadanos  athenienses,  echo  de  ver  que  vosotros  sois 
casi  nimios  en  todas  las  cosas  de  religión. 

23  Porque  al  pasar,  mirando  yo  las  estatuas  de 
vuestros  dioses,  he  encontrado  también  un  altar,  con 
esta  inscripción:  Al  Dios  no  conocido.  Pues  ese 
Dios  que  vosotros  adoráis  sin  conocerle,  es  el  que  yo 
vengo  á  anunciaros. 

24  El  Dios  que  crió  al  mundo  y  todas  las  cosas  con- 
tenidas en  él  ,  siendo  como  es  el  Señor  de  cielo  y  tierra, 
no  está  encerrado  en  templos  fabricados  por  hombres, 

25  ni  necesita  del  servicio  de  las  manos  délos  hom  - 
bres,  como  si  estuviese  menesteroso  de  alguna  cosa , 
antes  bien  él  mismo  está  dando  á  todos  la  vida,  y  el 
aliento,  y  todas  las  cosas : 

26  él  es  el  que  de  uno  solo  ha  hecho  nacer  lodo  el 
linago  de  los  hombres,  para  (jue  habitase  la  vasta  ex- 
icnsion  de  la  tierra,  fijando  el  orden  de  los  tiempos  ó 


CAFÍTL'LO   XVII.  79 

cslaciones,^  los  límites  de  la  habitación  de  cada  pue- 
blo, 

27  queriendo  con  esto  que  buscasen  á  Dios,  por  si 
rastreando,  y  como  palpando,  pudiesen  por  fortuna 
hallarle,  como  quiera  que  no  está  lejos  de  cada  uno  de 
nosotros. 

28  Porque  dentro  de  él  vivimos,  nos  movemos  y 
existimos ;  y  como  algunos  de  vuestros  poetas  dijeron  : 
Somos  del  linage  ó  descendencia  del  mismo  Dios. 

29  Siendo  pues  nosotros  del  linage  de  Dios,  no  de- 
bemos imaginar  que  el  Ser  divino  sea  semejante  al  oro, 
á  la  plata,  ó  al  mármol,  de  cuya  materia  ha  hecho  las 
figuras  el  arte  é  industria  humana. 

30  Pero  Dios ,  habiendo  disimulado  ó  cerrado  Ios- 
ojos  sobre  los  tiempos  de  esta  tan  grosera  ignorancia, 
intima  ahora  á  los  hombres  que  todos  en  todas  partes 
hagan  penitencia, 

31  por  cuanto  tiene  determinado  el  dia  en  que  ha 
de  juzgar  al  mundo  con  rectitud,  por  medio  de  aquel 
varón  constituido  por  él,  dando  de  esto  á  todos  una 
prueba  cierta,  con  haberle  resucitado  de  entre  los 
muertos. 

32  Al  oír  mentar  la  resurrección  de  los  muertos, 
algunos  se  burlaron  de  él,  y  otros  le  dijeron:  Te  vol- 
veremos á  oir  otra  vez  sobre  esto. 

33  De  esta  suerte  Pablo  salió  de  en  medio  de  aque- 
llas gentes. 

34  Sin  embargo  algunos  se  le  juntaron,  y  creyeron, 
entre  los  cuales  fue  Dionysio  el  areopagita,  y  cierta  mu- 
ger  llamada  Dániaris,  con  algunos  otros. 


hO  HECÍ1U6    Ut    Los    Ai^Uí5ÍULhí>. 

CAPÍTULO   XVIII. 

El  fruto  que  hizo  san  Pablo  en  Cvrintho,  animado  del  Se- 
ñor. Es  acusado  al  procónsul :  parte  á  Epheso,  y  vuelve 
áJerusalem.  Apollo  en  su  ausencia  predica  con  gran  fer- 
vor y  fruto  á  los  judíos. 

1  Después  de  esto  Pablo, marchándose  de  Alhenas, 
pasó  á  Corintho; 

2  y  encontrando  allí  ú  un  judío,  llamado  Aquila , 
natural  del  Ponto,  que  poco  antes  había  llegado  de 
Italia,  con  su  muger  Priscila,  (porque  el  emperador 
Claudio  había  expelido  de  Roma  á  todos  los  judíos)  se 
juntó  con  ellos. 

3  Y  como  era  del  mismo  oficio,  se  hospedó  en  su 
casa,  y  trabajaba  en  su  compañía:  (el  oficio  de  ellos 
era  hacer  tiendas  de  campaña  '). 

4  Y  todos  los  sábados  disputaba  en  la  synagoga, 
haciendo  entrar  siempre  en  sus  discursos  el  nombre 
del  Señor  Jesús,  y  procurando  convencer  á  los  judíos 
y  á  Ica  griegos. 

5  Mas  cuando  Sílas  y  Timothco  hubieron  llegado 
de  Macedonia,  Pablo  se  aplicaba  aun  con  mas  ardor  á 
la  predicación,  testificando  á  los  judíos  que  Jesús  era 
el  Christo. 

6  Pero  como  estos  le  contradijesen,  y  prorumpie- 
sen  en  blasfemias,  sacudiendo  sus  vestidos,  les  dijo ; 
Recaiga  vuestra  sangre  sobre  vuestra  cabeza  :  yo  no 

1  /.  Cor.  ly.  V.  12.— 7.  Thes.  11.  v.  9. 


CAPITULO    XV III.  81 

tengo  la  culpa.  Desde  ahora  me  voy  ó,  -predicar  ú  los 
gentiles. 

7  En  efecto,  saliendo  de  allí,  entró  á  hospedarse 
en  casa  de  uno  llamado  Tito  Justo,  temeroso  de  Dios, 
cuya  casa  estaba  contigua  á  la  synagoga. 

8  Con  todo  Crispo  ,  gefe  de  la  synagoga ,  creyó  en 
el  Señor  con  toda  su  familia ;  como  también  muchos 
ciudadanos  de  Corinlho ,  oyendo  á  Pablo  creyeron  , 
y  fueron  bautizados. 

9  Entonces  el  Señor  apareciéndose  una  noche  á 
Pablo  le  dijo  :  No  tienes  que  temer,  prosigue  predi- 
cando ,  y  no  dejes  de  hablar  ; 

10  pues  que  yo  estoy  contigo,  y  nadie  llegará  á 
maltratarte ;  porque  ha  de  ser  mia  mucha  gente  en 
esta  ciudad. 

11  Con  esto  se  detuvo  aquí  año  y  medio,  predi- 
cando la  palabra  de  Dios. 

12  Pero  siendo  procónsul  de  Acháya  Gallion  '  , 
los  judíos  se  levantaron  de  mancomún  contra  Pablo , 
y  le  llevaron  á  su  tribunal , 

13  diciendo  :  Este  persuade  á  la  gente  que  dé  á 
Dios  un  culto  contrario  á  la  Ley. 

14  Mas  cuando  Pablo  iba  á  hablar  en  su  defensa, 
dijo  Gallion  á  los  judíos  :  Si  se  tratase  verdadera- 
mente de  alguna  injusticia  ó  delito,  ó  de  algún  enorme 
crimen ,  seria  razón  ¡  oh  judíos !  que  yo  admitiese 
vuestra  delación. 

15  Mas  si  estas  son  cuestiones  de  palabras,  y  de 


1  Parece  que  era  este  el  hermano  de  Séneca. 


82  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

nombres  ,  y  cosas  de  vuestra  Ley  ,  allá  os  las  hayáis ; 
que  yo  no  quiero  meterme  á  juez  de  esas  cosas. 

16  É  hizolos  salir  de  su  tribunal. 

17  Entónces^acometiendo  todos  á  Sosthenes ,  gefe 
de  la  synagoga ,  le  maltrataban  á  golpes  delante  del 
tribunal,  sin  que  Gallion  hiciese  caso  de  nada  de  esto. 

18  Y  Pablo  habiéndose  aun  detenido  allí  mucho 
tiempo ,  se  despidió  de  los  hermanos ,  y  se  embarcó 
parala  Syria,  (en  compañía  de  Priscilla  y  de  Aquila) 
habiéndose  hecho  cortar  antes  el  cabello  en  Cénchres, 
á  causa  de  habey^  concluido  ya  el  voto  que  habia  he- 
cho *. 

19  Arribó  á  Epheso  ,  y  dejó  allí  á  sus  compañe- 
ros. Y  entrando  él  en  la  synagoga ,  disputaba  con  los 
judíos. 

20  Y  aunque  estos  le  rogaron  que  se  detuviese  mas 
tiempo  en  su  compañía ,  no  condescendió  , 

21  sino  que  despidiéndose  de  ellos,  y  diciéndoles  : 
Otra  vez  volveré  á  veros,  si  Dios  quiere;  partió  de 
Épheso. 

22  y  desembarcando  en  Cesárea  ^,  subió  á  salu- 

1  Véase  Nazareo. 

2  Cesárea,  sin  adición,  se  entiende  en  la  Escritura  una 
ciudad  de  la  Palestina;  así  como  Anliochia  la  de  Syria. 
Aunque  á  primera  vista  parece  qne  se  habla  de  la  Iglesia 
de  Cesárea,  con  todo  es  muy  fundada  la  opinión  de  algunos 
que  creen  qne  aquí  se  designa  por  antonomasia  la  Iglesia 
de  Jerusalem.  En  efecto,  el  verbo  ascenderé,  sin  añadir  mas 
palabra,  significa  subir  ó  ir  á  Jerusalem  ;  (Véase  Joann.  VII. 
V.  8  y  10 — XII.  V.  20  )  así  como  descenderé,  b;»jar  ó  venir 
de  diclu  ciudad.  (Act.  XXIV.  v.  \J 


CAPÍTULO    XVllI.  83 

dar  á  la  Iglesia,  y  en  seguida  tomó  el  camino  de 
Antiochía  : 

23  donde  habiéndose  detenido  algún  tiempo ,  par- 
tió después ,  y  recorrió  por  su  orden  los  pueblos  de 
el  pais  de  la  Galacia,  y  de  la  Phrygia,  confortando  á 
todos  los  discípulos. 

—  24  En  este  tiempo  vino  á  Épheso  un  judío  llama- 
do Apollo,  natural  de  Alejandría,  varón  elocuente,  y 
muy  versado  en  las  Escrituras. 

25  Estaba  este  instruido  en  el  camino  del  Señor; 
y  predicaba  con  fervoroso  espíritu ,  y  enseñaba  exac- 
tamente todo  lo  perteneciente  á  Jesús ,  aunque  no 
conocía  mas  que  el  bautismo  de  Juan. 

26  Apollo  pues  comenzó  á  predicar  con  toda  li- 
bertad en  la  synagoga  ;  y  habiéndole  oido  Priscilla  y 
Aquila  ,  se  le  llevaron  consigo  ,  é  instruyéronle  mas  á 
fondo  en  la  doctrina  del  Señor. 

27  Mostrando  después  el  deseo  de  ir  á  la  provin- 
cia de  Acháya,  habiéndole  animado  á  ello  los  herma- 
nos ,  escribieron  á  los  discípulos ,  para  que  le  diesen 
buena  acogida.  El  cual  llegado  á  aquel  pais,  sirvió 
de  mucho  provecho  á  los  que  habían  creído. 

28  Porque  con  gran  fervor  redargüía  á  los  judíos 
en  público ,  demostrando  por  las  Escrituras  que  Je- 
sús era  el  Christo  ó  Mesías. 


84  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 


CAPITULO  XIX. 

Vuelve  Pablo  á  Epheso,  y  manda  que  se  bautizen  varios 
discípulos,  que  solamente  habían  recibido  el  bautismo  de 
Juan :  hace  bajar  sobre  ellos  el  Espíritu  santo,  y  obra 
muchos  milag7-os.  Quémanse  los  malos  libros;  y  Demetrio 
el  platero  mueve  una  sedición  contra  el  Apóstol. 

1  Mientras  Apollo  estaba  en  Corintho ,  Pablo  ,  re- 
corridas las  provincias  superiores  del  Asia,  pasó  á 
Epheso ,  y  encontró  á  algunos  discípulos, 

2  y  preguntóles :  ¿  Habéis  recibido  al  Espíritu  san- 
to después  que  abrazasteis  la  fé?  Mas  ellos  le  respon- 
dieron :  Ni  siquiera  hemos  oido  si  hay  Espíritu  santo. 

3  ¿Pues  con  qué  bautismo ,  les  replicó,  fuisteis 
bautizados  ?  Y  ellos  respondieron  :  Con  el  bautismo  de 
Juan. 

4  Dijo  entonces  Pablo  :  Juan  bautizó  al  pueblo  con 
bautismo  de  penitencia ,  advirliendo  que  creyesen  en 
aquel  que  habia  de  venir  después  de  él ,  esto  es ,  en 
Jesús. 

5  Oido  esto ,  se  bautizaron  en  nombre  del  Señor 
Jesús. 

6  Y  habiéndoles  Pablo  impuesto  las  manos,  descen- 
dió sobre  ellos  el  Espíritu  santo,  y  hablaban  varias  len- 
guas, y  profetizaban. 

7  Eran  en  todos  como  unos  doce  hombres. 

8  Pablo  entrando  después  en  la  synagoga,  predicó 
libremente  por  espacio  de  tres  meses ,  <l¡sputando  ron 


CAPITULO     XIX.  85 

¡OS  judíos  ,  y  procurando  convencerlos  en  lo  locanlc  al 
reino  de  Dios. 

9  iMas  como  algunos  de  ellos  endurecidos  no  cre- 
yesen ,  antes  blasfemasen  de  la  doctrina  del  Señor  de- 
lante de  los  oyentes,  apartándose  de  ellos  ,  separó  á  los 
discípulos  ,  y  platicaba  ó  enseñaba  todos  los  dias  en  la 
escuela  de  un  tal  Tyranno. 

10  Lo  que  practicó  por  espacio  de  dos  años,  de 
manera  que  todos  los  que  habitaban  en  Asia  ,  oyeron 
la  palabra  del  Señor,  así  judíos ,  como  gentiles. 

1 1  Y  obraba  Dios  milagros  extraordinarios  por  me- 
dio de  Pablo  ; 

1 2  tanto  que  en  aplicando  solamente  los  pañuelos 
y  ceñidores  *  que  hablan  tocado  á  su  cuerpo,  á  los  en- 
fermos ,  al  momento  las  dolencias  se  les  quitaban  ,  y 
los  espíritus  malignos  salían  fuera. 

13  Tentaron  asimismo  ciertos  judíos  exorcistas  que 
andaban  girando  de  una  parte  á  otra,  el  invocar  sobre 
los  espiritados  el  nombre  del  Señor  Jesús,  diciendo  : 
Os  conjuro  por  aquel  Jesús,  á  quien  Pablo  predica. 

14  Los  que  hacían  esto  ,  eran  siete  hijos  de  un  ju- 
dío llamado  Sceva ,  príncipe  de  los  sacerdotes. 

15  Pero  el  maligno  espíritu  respondiendo,  les  dijo: 
Conozco  á  Jesús ,  y  sé  quién  es  Pablo  ;  mas  vosotros 
¿quién  sois? 

16  Y  al  instante  el  hombre  ,  que  estaba  poseído 

1  La  voz  griega  (7ijW/x<v9<a  denota  los  delantales  de 
lienzo  ó  de  piel  con  que  trabajan  los  artesanos,  cual  era 
san  Pablo. 

8 


8)  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

de  un  pésimo  demonio  ,  se  echó  sobre  ellos,  y  apode- 
róse de  dos ,  y  los  maltrató  de  tal  suerte  que  los  liizo 
huir  de  aquella  casa  desnudos  y  heridos. 

17  Cosa  que  fue  notoria  á  todos  los  judíos  y  gen- 
tiles que  habitaban  en  Épheso  ;  y  todos  ellos  quedaron 
llenos  de  temor,  y  era  engrandecido  el  nombre  del  Se- 
ñor Jesús. 

18  Y  muchos  de  los  creyentes  ojíeles  venían  á  con- 
fesar, y  á  declarar  lodo  lo  malo  que  hablan  hecho. 

19  Muchos  asimismo  de  los  que  se  hablan  dado  al 
ejercicio  de  vanas  curiosidades  ó  ciencia  mágica,  hi- 
cieron un  montón  de  sus  libros,  y  los  quemaron  á  vista 
de  todos  ;  y  valuados  ,  se  halló  que  montaban  á  cin- 
cuenta mil  denarios  ó  sidos  de  plata  ' . 

20  Así  se  iba  propagando  mas  y  mas,  y  prevale- 
ciendo la  palabra  de  Dios. 

21  Concluidas  estas  cosas,  resolvió  Pablo  por  inspi- 
ración divina  ,  ir  á  Jerusalem,  bajando  por  la  Mace- 
donia  y  Acháya ,  y  decía  :  Después  de  haber  estado 
allí ,  es  necesario  que  yo  vaya  también  á  Roma. 

22  Y  habiendo  enviado  á  Macedonia  á  dos  de  los 
que  le  ayudaban  en  su  ministerio ,  Timolheo  y  Eraste, 
él  se  quedó  por  algún  tiempo  en  Asia. 

23  Durante  este  tiempo  fue  cuando  acaeció  un  no 
pequeño  alboroto  con  ocasión  del  camino  del  Señor  ó 
del  Evangelio. 

24  El  caso  fue,  que  cierto  Demetrio,  platero  de  ofi- 


1  Esto  es,  unos  ciento  y  cuarenta  mil  reales  de  vellón. 
Véase  Denario. 


CAFÍlULü    XIX.  87 

fio ,  fabricando  de  plata  lemplitos  de  Diana  ,  daba  no 
poco  que  ganar  á  los  demás  de  este  oficio  ; 

•25  á  los  cuales,  como  á  otros  que  vivían  de  seme- 
jantes labores  ,  habiéndolos  convocado  ,  les  dijo  :  Ami- 
gos ,  bien  sabéis  qne  nuestra  ganancia  depende  de  esta 
industria  ; 

26  y  veis  también ,  y  oís  cómo  ese  Pablo  ,  no  solo 
en  Épheso  ,  sino  casi  en  toda  el  Asia  ,  con  sus  persua- 
siones ha  hecho  mudar  de  creencia  á  mucha  gente  ,  di- 
ciendo :  Que  no  son  dioses  los  que  se  hacen  con  las 
manos. 

27  Por  donde,  no  solo  esta  profesión  nuestra  cor- 
rerá peligro  de  ser  desacreditada  '  ,  sino  ,  lo  que  es 
utas  ,  el  templo  de  la  gran  diosa  Diana  perderá  toda  su 
estimación ,  y  la  magestad  de  aquella  ,  á  quien  toda  el 
Asia  y  el  mundo  entero  adora,  caerá  por  tierra. 


1  Hacer  servir  la  religión  á  las  pasiones  ó  intereses  par- 
ticulares, es  un  abuso  coníraiio  al  buen  orden  y  á  la  reli- 
gión misma;  pero  por  desgracia  es  abuso  de  todos  tiempos. 
Cada  uno  tiene  sus  ídolos  de  que  está  enamorado  :  para 
este  lo  son  las  obras  de  sus  manos,  para  aquel  las  de  su 
espíritu  :  para  unos  el  interés  ó  las  riquezas;  para  otros 
el  honor  ó  la  vanagloria.  La  religión  no  sirve  al  interés  ó 
torpe  granjeria,  sino  por  lo  que  ella  tiene  de  exterior,  de  io 
cuai  abusan  los  hombres.  De  ahí  nace  que  lo  exterior  de 
la  religiou  con  facilidad  se  aumenta,  y  no  se  disminuye  ó 
limita  sin  grandes  dificultades,  y  á  veces  conmociones;  al 
paso  que  lo  interior  de  la  religión  decae  y  perece  muchas 
veces,  sin  que  nadie  ó  casi  nadie  lo  sienta  ni  se  lamente. 
El  Abiden^e. 


88  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

28  Oído  esto ,  se  enfurecieron  y  exclamaron  ,  di- 
ciendo :  Viva  la  gran  Diana  de  los  ephesios. 

29  Llenóse  luego  la  ciudad  de  confusión,  y  corrieron 
todos  impetuosamente  al  teatro  ',  arrebatando  consigo 
á  Gayo  y  á  Aristarcho  macedonios  ,  compañeros  de 
Pablo. 

30  Queria  este  salir  á  presentarse  en  medio  del 
pueblo,  mas  los  discípulos  no  se  lo  permitieron. 

31  Algunos  también  de  los  señores  principales  del 
Asia  "^  ,  que  eran  amigos  suyos,  enviaron  á  rogarle  que 
no  compareciese  en  e*  teatro  ^  : 

32  por  lo  demás  unos  gritaban  una  cosa,  y  otros 
otra  ;  porque  todo  el  concurso  ^  era  un  tumulto  ;  y  la 
mayor  parte  de  ellos  no  sabian  á  qué  se  habían  jun- 
tado. 

33  Entre  tanto  un  tal  Alejandro  ,  habiendo  podido 
salir  de  entre  el  tropel,  ayudado  de  los  judíos,  pidien- 
do con  la  mano  que  tuviesen  silencio  ,  queria  informar 
al  pueblo. 

1  Lugar  en  que  sella  reunirse  el  pueblo. 

2  Asiarchds_  ó  princiiDales  sacerdotes  gentiles,  que  pre- 
sidian los  juegos,  espectáculos  y  deinas  asambleas. 

3  En  todas  las  clases  de  personas  puede  hallarse  la  equi- 
dad ,  y  también  la  obstinación  y  capricho.  La  divina  pro- 
videncia se  sirve  de  toda  suerte  de  instrumentos  para  sus 
ocultos  y  sabios  designios.  La  amistad  de  san  Pablo  con 
estos  gentiles  parecería  mal  y  escandalizada  tal  vez  á 
aquellos  que  no  conocen  la  senda  de  la  caridad  cristiana, 
la  cual  se  hace  toda  para  todos  los  hombres,  á  fia  de  ga- 
narlos á  todos  para  Dios. 

4  Vicíase  Iglesia. 


CAPÍTULO    XIX.  S9 

34  Mas  luego  que  conocieron  ser  judio,  todos  á  una 
voz  se  pusieron  á  gritar  por  espacio  de  casi  dos  horas  : 
Viva  la  gran  Diana  de  los  cphesios. 

35  Al  fin  el  secretario  ó  síndico,  habiendo  sosegado 
al  tumulto ,  les  dijo  ;  Varones  ephesinos,  ¿quién  hay 
entre  los  hombres  que  ignore  que  la  ciudad  de  Epheso 
está  dedicada  toda  al  culto  de  la  gran  Diana  ,  hija  de 
Júpiter  *  ? 

36  Siendo  pues  esto  tan  cierto  que  nadie  lo  puede 
contradecir  ,  es  preciso  que  os  soseguéis  ,  y  no  proce- 
dáis inconsideradamente. 

37  Estos  hombres  que  habéis  traido  aquí  ,  ni  son 
sacrilegos ,  ni  blasfemadores  de  vuestra  diosa. 

38  ]\Ias  si  Demetrio  y  los  artífices  que  le  acompañan, 
tienen  queja  contra  alguno,  audiencia  pública  hay,  y 
procónsules ;  acúsenle  y  demanden  contra  él. 

39  Y  si  tenéis  alguna  otra  pretensión  ,  podrá  esta 
decidirse  en  legitimo  ayuntamiento. 

40  De  lo  contrario  estamos  á  riesgo  de  que  se  nos 
acuse  de  sediciosos  por  lo  de  este  dia ,  no  pudiendo 
alegar  ninguna  causa  para  justificar  esta  reunión.  Di- 
cho esto ,  hizo  retirar  á  todo  el  concurso. 


2  El  griego  A»o';r£Toí;í,esío  es  ,  imagen  enviada  de  Jú- 
piter. Creia  el  pueblo  que  aquella  imagen  uo  era  obra  de 
mano  de  hombres,  sino  que  había  bnjado  del  cielo. 


90  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 


CAPITULO  XX. 

Pablo,  habiendo  recorrido  varios  distritos  de  la  Macedonici 
y  Grecia,  predica  en  Troade,  donde  resucita  á  Eutychó. 
En  Mileto  convoca  á  los  presbyleros  de  Epheso,  y  les  da 
saludables  consejos  y  advertencias. 

1  Después  que  cesó  el  tumulto',  convocando  Pablo 
á  los  discípulos,  y  haciéndoles  una  exhortación, se  des- 
pidió ,  y  puso  en  camino  para  Macedonia. 

2  Recorridas  aquellas  tierras ,  y  habiendo  exhor- 
tado á  los  fieles  con  muchas  pláticas ,  pasó  á  Grecia  , 

3  donde  permaneció  tres  meses;  y  estando  para  na- 
vegar á  Syria  ,  le  armaron  los  judíos  una  emboscada  : 
por  lo  cual  tomó  la  resolución  de  volverse  por  Ma- 
cedonia. 

4  Acompañáronle  Sópatro ,  hijo  de  Pyrrho  natu- 
ral de  Berea,  y  los  thessalonicenses  Aristarchó  y  Se- 
gundo ,  con  Gayo  de  Derbe ,  y  Timotheo ;  y  asimismo 
Tychíco  y  Tróphimo  asiáticos , 

5  los  cuales  habiéndose  adelantado ,  nos  espera- 
ron en  Troade  : 


1  La  prudencia  cristiana  y  el  interés  del  Evangelio  exi- 
gen á  veces  que  se  ceda  á  la  tempestad.  Dios  se  sirve  de 
la  malicia  de  un  pueblo  para  ejercer  su  misericordia  con 
otros.  Lo  que  á  los  ojos  de  la  carne  solo  parece  huida  ne- 
cesaria, es  a  los  ojos  de  la  fé  una  misión  evangélica  man- 
dada por  el  Espíritu  santo.  La  confianza  en  Dios  no  nos 
priva  de  servirnos  de  la  ¡¡rudencia  natural. 


CAPÍTULO    XX.  91 

6  nosotros  después  de  los  dias  de  los  ázymos  ó  Pas- 
cua nos  hicimos  á  la  vela  desde  Pliilíppos,  y  en  cinco 
dias  nos  juntamos  con  ellos  en  Troade ,  donde  nos  de- 
tuvimos siete  dias. 

7  Mas  como  el  primer  dia  de  la  semana  nos  hu- 
biésemos congregado  para  partir  j/  comer  el  pan  eii~ 
chárístico,  Pablo  ,  que  habia  de  marchar  al  dia  si  - 
guíente ,  conferenciaba  con  los  oyentes ,  y  alargó  la 
plática  hasta  la  media  noche. 

8  Es  de  advertir  que  en  el  cenáculo  ó  sala  donde 
estábamos  congregados,  habia  gran  copia  de  luces. 

9  Y  sucedió  que  un  mancebo  llamado  Eutychó 
estando  sentado  sobre  una  ventana ,  le  sobrecogió  un 
sueño  muy  pesado,  mientras  proseguía  Pablo  su  largo 
discurso ,  y  vencido  al  fin  del  sueño ,  cayó  desde  el 
tercer  piso  de  la  casa  abajo ,  y  le  levantaron  muerto. 

10  Pero  habiendo  bajado  Pablo,  echóse  sobre  él , 
y  abrazándole  dijo  :  No  os  asustéis,  pues  está  vivo. 

11  Y  subiendo  luego  otra  vez  ,  partió  ó  clistribuyó 
el  pan  ,  y  habiendo  comido ,  y  platicado  todavía  con 
ellos  hasta  el  amanecer,  después  se  marchó. 

12  Al  jovencito  le  presentaron  vivo  á  la  vista  de 
todos ,  con  lo  cual  se  consolaron  en  extremo. 

13  Nosotros  empero  embarcándonos,  navegamos 
á  el  puerto  de  Asson  ,  donde  debíamos  recibir  á  Pa- 
blo; que  así  lo  habia  dispuesto  él  mismo,  queriendo 
andar  aquel  trecho  de  camino  por  tierra. 

f:  14  Habiéndonos  pues  alcanzado  en  \sson,  tomán- 
dole en  nuestra  nave,  venimos  á  I\Iitylenc. 

15  Desde  allí,  haciéndonos  á  la  vela  ,  llegamos  al 


92  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

dia  siguiente  delante  de  Ch¡o ,  al  otro  dia  aportamos 
á  Sámos,  y  en  el  siguiente  desembarcamos  en  Mileto  ; 
16  porque  Pablo  se  habia  propuesto  no  tocar  en 
Epheso ,  para  que  no  le  detuviesen  poco  ó  mucho  en 
Asia;  por  cuanto  se  daba  priesa  con  el  fin  de  cele- 
brar, si  le  fuese  posible ,  el  dia  de  Pentecostés  en  Je- 
rusalem. 

—  17  Desde  Mileto  envió  á  Epheso  á  llamar  á  los 
ancianos  ó  prelados  de  la  Iglesia. 

18  Venidos  que  fueron,  y  estando  todos  juntos, 
les  dijo  ;  Vosotros  sabéis  de  qué  manera  me  he  por- 
tado todo  el  tiempo  que  he  estado  con  vosotros,  desde 
el  primer  dia  que  entré  en  el  Asia  , 

19  sirviendo  al  Señor  con  toda  humildad,  y  en- 
tre lágrimas ,  en  medio  de  las  adversidades  que  me 
han  sobrevenido  por  la  conspiración  de  los  judíos 
contra  mí ; 

20  como  nada  de  cuanto  os  era  provechoso ,  he 
omitido  de  anunciároslo  ,  y  enseñároslo  en  público  y 
por  las  casas , 

21  y  en  particular  exhortando  á  los  judíos  y  gen- 
tiles á  convertirse  á  Dios  ,  y  á  creer  sinceramente  en 
nuestro  Señor  Jcsu-Christo. 

22  Al  presente  constreñido  del  Espíritu  santo  yo 
voy  á  Jerusalem  ,  sin  saber  las  cosas  que  me  han  de 
acontecer  allí  : 

23  solamente  puedo  deciros  que  el  Espíritu  santo 
en  todas  las  ciudades  me  asegura  y  avisa  :  Que  en 
Jerusalem  me  aguardan  cadenas  y  tribulaciones. 

24  Pero  yo  ninguna  de  estas  cosas  Icmo;  ni  aper- 


CAPÍTULO    XX.  93 

CÍO  mas  mi  vida  que  á  mí  mismo  ó  á  mi  alma ,  siem- 
pre que  de  esta  suerte  concluya  felhmeyíte  mi  carre- 
ra, y  cumpla  el  ministerio  que  iie  recibido  del  Señor 
Jesús,  para  predicar  el  Evangelio  de  la  gracia  de 
Dios. 

25  Ahora  bien ,  yo  sé  que  ninguno  de  todos  voso- 
tros, por  cuyas  tierras  he  discurrido  predicando  el 
reino  de  Dios  ,  me  volverá  á  ver. 

26  Por  tanto  os  protesto  en  este  dia ,  que  yo  no 
tengo  la  culpa  de  la  perdición  de  ninguno. 

27  Pues  que  no  he  dejado  de  intimaros  todos  los  de- 
signios de  Dios. 

28  Velad  sobre  vosotros  y  sobre  toda  la  grey,  en  la 
cual  el  Espíritu  santo  os  ha  instituido  obispos  ,  para 
apacentar  ó  gobernar  la  Iglesia  de  Dios  ,  que  ha  ga- 
nado él  con  su  propia  sangre. 

29  Porque  sé  que  después  de  mi  partida  os  han  de 
asaltar  lobos  voraces  ,  que  destrozen  el  rebaño. 

30  Y  de  entre  vosotros  mismos  se  levantarán  hom- 
bres que  sembrarán  doctrinas  perversas  ,  con  el  fia  de 
atraerse  á  sí  discípulos. 

31  Por  tanto  estad  alerta,  teniendo  en  la  memoria, 
que  por  espacio  de  tres  años  no  he  cesado  de  dia  ni 
de  noche  de  amonestar  con  lágrimas  á  cada  uno  de 
vosotros. 

32  Y  ahora  por  último  os  encomiendo  á  Dios ,  y  á 
la  palabra  ó  promesa  de  su  gracia,  á  aquel  que  puede 
acabar  el  edificio  de  vuestra  salud,  y  haceros  parti- 
cipar de  su  herencia  con  todos  los  santos. 


94  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

33  Yo  no  he  codiciado  ni  recibido  de  nadie  piala, 
ni  oro  ,  ni  vestido  ,  como 

34  vosotros  mismos  lo  sabéis  ;  porque  cuanto  ha 
sido  menester  para  mi  y  para  mis  compañeros ,  lodo 
me  lo  han  suministrado  estas  manos  con  su  trabajo. 

35  Yo  os  he  hecho  ver  en  toda  mi  conducta,  que 
trabajando  de  esta  suerte,  es  como  se  debe  sobrellevar 
á  los  flacos  \  y  tener  presente  las  palabras  del  Señor 
Jesús,  cuando  dijo  :  Mucho  mayor  dicha  es  el  dar , 
que  el  recibir. 

36  Concluido  este  razonamiento,  se  puso  de  rodillas 
é  hizo  oración  con  todos  ellos. 

37  Y  aquí  comenzaron  todos  á  deshacerse  en  lágri- 
mas ;  y  arrojándose  al  cuello  de  Pablo  ,  no  cesaban  de 
besarle  , 

38  afligidos  sobre  todo  por  aquella  palabra  que  lia- 
bia  dicho  ,  que  ya  no  verian  mas  su  rostro.  Y  de  esta 
manera  le  fueron  acompañando  hasta  la  nave. 

CAPÍTULO  XXI. 

Viage  de  san  Pablo  á  Jerusalem.  El  Profeta  Agabo  le  pre- 
dice los  trabajos  que  le  han  de  suceder.  Allí  se  ^^urijicaen 
el  Templo ;  y  maltratado  por  los  judíos,  le  libra  de  sus 
manos  el  tribuno  Ltjsias. 

1  Al  fin  nos  hicimos  á  la  vela  después  de  habernos 
con  pena  separado  de  ellos ,  y  navegamos  derecha- 

I  A  fin  de  que  no  sospechen  que  se  !es  predica  por  ín- 
teres. 


CAPÍTULO    XXI.  95 

mente  ú  la  isla  de  Cóos ,  y  al  día  siguiente  á  la  de 
H bodas  ,  y  de  allí  á  Pátara  ; 

•2  en  donde  habiendo  hallado  una  nave  que  pasaba 
á  Phenicia,  nos  embarcamos  en  ella  y  marchamos. 

3  Y  habiendo  avistado  á  Chypre ,  dejándola  á  la 
izquierda,  continuamos  nuestros  rumbo  acia  la  Syria, 
y  arribamos  á  Tyro  ;  en  donde  habia  de  dejar  la  nave 
su  cargamento. 

4  Habiendo  encontrado  aquí  discípulos  ,  nos  detu- 
vimos siete  dias  :  estos  discípulos  decían  á  Pablo  como 
inspirados,  que  no  subiese  á  Jerusalem. 

5  Pero  cumplidos  aquellos  Vlias,  pusímonos  en  ca- 
mino ,  acompañándonos  todos  con  sus  mugcres  y  ni- 
ños hasta  fuera  de  la  ciudad  ;  y  puestos  de  rodillas  en 
la  ribera,  hicimos  oración. 

6  Despidiéndonos  unos  de  otros ,  entramos  en  la 
nave  ;  y  ellos  se  volvieron  á  sus  casas. 

7  Y  concluyendo  nuestra  navegación  ,  llegamos  de 
Tyro  á  Ptolemaida,  donde  abrazamos  á  los  hermanos, 
y  nos  detuvimos  un  día  con  ellos. 

8  Partiendo  al  siguiente,  llegamos  á  Cesárea.  Y  en- 
trando encasa  de  Phelippe  el  evangelista  \  que  era 
uno  de  los  siete  diáconos,  nos  hospedamos  en  ella. 

9  Tenia  este  cuatro  hijas  vírgenes  profetisas  ^. 

10  Deteniéndonos  aquí  algunos  dias ,  sobrevino  de 
la  Judea  cierto  Profeta  ,  llamado  Agabo. 

1 1  El  cual  viniendo  á  visitarnos ,  cogió  el  ceñidor 


1  O  predicador  del  Evangelio. 

2  Véase  1 


96  HECHOR  DE    LOS    APÓSTOLES. 

(le  Pablo ,  y  alándose  con  él  los  pies,  y  las  manos  ', 
dijo  :  Esto  dice  el  Espíritu  santo  :  Asi  atarán  los  ju- 
díos ,  en  Jerusalem  al  hombre ,  cuyo  es  este  ceñidor, 
y  entregarle  han  en  manos  de  los  gentiles. 

12  Lo  que  oído,  rogábamos  á  Pablo,  así  nosotros 
como  los  de  aquel  pueblo,  que  no  pasase  á  Jerusalem. 

13  A  lo  que  respondió,  y  dijo  :  ¿  Qué  hacéis  con 
llorar,  y  afligir  mi  corazón  ?  Porque  yo  estoy  pronto , 
no  solo  á  ser  aprisionado,  sino  también  á  morir  en  Je- 
rusalem, por  el  nombre  del  Señor  Jesús. 

14  Y  viendo  que  no  podíamos  persuadírselo ,  deja- 
mos de  instarle  mas,  y  dijimos  :  Hág-ase  la  voluntad 
del  Señor. 

15  Pasados  estos  dias  nos  dispusimos  para  el  viage, 
y  nos  encaminamos  acia  Jerusalem. 

16  Vinieron  también  con  nosotros  algunos  de  los 
discípulos  de  Cesárea  ,  trayendo  consigo  un  antiguo 
discípulo  llamado  Mnason,  oriundo  deChypre,  en  cuya 
casa  habíamos  de  hospedarnos. 

17  Llegados  á  Jerusalem,  nos  recibieron  los  her- 
manos con  mucho  gozo. 

18  Al  dia  siguiente  fuimos  con  Pablo  á  visitará 
Santiago ,  á  cuya  casa  concurrieron  todos  los  ancia- 
nos ó  ■presbyteros. 

19  Y  habiéndolos  saludado,  les  contaba  una  por 
una,  las  cosas  que  Dios  había  hecho  por  su  ministerio 
entre  los  gentiles. 

20  Ellos  oido  esto,  glorificaban  á  Dios,  y  después 

I  Véase  Profetas. 


CAPULLO    XM.  97 

le  dijeron  :  \a  ves,  hermano  ,  cuántos  millares  tle  ju- 
díos hay,  que  han  creído,  y  que  lodos  son  zelosos  de 
la  observancia  de  la  Lev. 

21  Ahora  pues,  estos  han  oido  decir  que  tú  enseñas 
á  los  judíos  que  viven  entre  los  gentiles  ,  á  abandonar 
á  IMoysés,  diciéndoles  que  no  deben  circuncidar  á  sus 
hijos,  ni  seguir  las  antiguas  costumbres. 

•2-2  ¿  Qué  es  pues  lo  que  se  ha  de  hacer  ?  sin  duda 
se  reunirá  toda  esta  multitud  de  gente  ;  porque  luego 
han  de  saber  que  has  venido. 

23  Por  tanto  haz  esto  que  vamos  á  proponerte : 
aquí  tenemos  cuatro  hombres,  con  obligación  de  cum- 
plir un  voto. 

24  Unido  á  estos,  purifioale  con  ellos  ;  y  hazles  el 
gasto  en  la  ceremonia  á  fin  de  que  se  hagan  la  rasura 
de  la  cabeza  '  :  con  eso  sabrán  todos ,  que  lo  que  han 
oido  de  tí,  es  falso ;  antes  bien  que  aun  tú  mismo  con- 
tinúas en  observar  la  Ley. 

25  Por  lo  que  hace  á  los  gentiles  que  han  creído, 
ya  les  hemos  escrito ,  que  habíamos  decidido  que  se 
abstuviesen  de  manjares  ofrecidos  á  los  ídolos ,  y  de 
sangre  ,  y  de  animales  sofocados ,  y  de  la  fornicación. 

26  Pablo  pues ,  tomando  consigo  aquellos  hombres, 
se  purificó  al  dia  siguiente  con  ellos,  y  entró  en  el 
Templo ,  haciendo  saber  cuándo  se  cumplían  los  días 
de  su  purificación,  y  cuándo  debía  presentarse  la  ofren- 
da por  cada  uno  de  ellos  ^. 

1  Véase  Nazareas. 

2  San  Pablo  conocía  bien  que  las  ceremonias  de  la  l^ey 


98  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

27  Estando  para  cumplirse  los  siete  dias,  los  judíos 
venidos  de  Asia,  habiendo  visto  á  Vablo  en  el  Templo, 
amotinaron  lodo  el  pueblo ,  y  le  prendieron  ,  gri- 
tando : 

28  Favor ,  israelitas  :  este  es  aquel  hombre  que  , 
sobre  andar  enseñando  á  todos,  en  todas  partes ,  con- 
tra la  nación,  contra  la  Ley,  y  contra  este  santo  Lugar 
ha  introducido  también  á  los  gentiles  en  el  Templo, 
y  profanado  este  Lugar  santo. 

29  Y  era  que  habían  visto  andar  con  él  por  la  ciu- 
dad á  Tróphimo  de  Epheso,  al  cual  se  imaginaron  que 
Pablo  le  habia  llevado  consigo  al  Templo. 

30  Con  esto  se  conmovió  toda  la  ciudad ,  y  se  amo- 
linó  el  pueblo.  Y  cogiendo  á  Pablo,  le  llevaron  arras- 
trando fuera  del  Templo  ,  cuyas  puertas  fueron  cer- 
radas inmediatamente  '. 


ya  no  eran  necesarias  :  con  todo  su  humildad  le  hace  se- 
guir el  consejo  de  los  eclesiásticos  de  Jerusalem';  y  su  ca- 
ridad le  hace  condescender  con  las  inclinaciones  de  los 
judíos.  El  celo  verdadero  hace  que  nada  omitamos  para 
ilustrar  á  los  ignorantes^,  ó  ganar  á  los  preocupados:  la 
prudencia  dicta  que  nos  justifiquemos ;  y  la  humildad  que 
procuremos  no  irritar  la  obstinación  y  malicia  de  nuestros 
enemigos  por  mostrar  una  firmeza  excesiva.  Es  verdad  que 
la  obstinación  del  pueblo  supersticioso  frustró  todo  el  efecto 
de  la  condescendencia  del  Apóstol :  la  cabala  y  la  malicia 
hicieron  inútil  su  caridad  complaciente :  sin  embargo  la 
caridad  nunca  se  pierde,  siempre  edifica;  es  útil  para  to- 
das las  cosas. 

1  Para  que  no  pudiese  refugiarse  en  aquel  asilo  invio- 


CAPÍTULO    XXI.  99 

31  MieiUras  estaban  tratando  de  malarle,  fue  avi- 
sado el  tribuno  de  la  cohorte,  de  que  toda  Jerusalein 
estaba  alborotada. 

32  Al  punto  marchó  con  los  soldados  y  centuriones, 
y  corrió  á  donde  estaban.  Ellos  al  ver  al  tribuno  y  la 
tropa,  cesaron  de  maltratar  á  Pablo. 

33  Entonces  llegando  el  tribuno  le  prendió,  y  man- 
dóle asegurar  con  dos  cadenas  '  ;  y  preguntaba  quién 
era ,  y  qué  habia  hecho. 

34  Mas  en  aquel  tropel  de  gente  quién  gritaba  una 
cosa,  y  quién  otra.  Y  no  pudiendo  averiguar  lo  cierto 
á  causa  del  alboroto,  mandó  que  le  condujesen  á  una 
fortaleza  '. 

35  Al  llegar  á  las  gradas,  fae  preciso  que  los  solda- 
dos le  llevasen  en  peso  á  causa  de  la  violencia  del  pue- 
blo. 

3G  Porque  le  seguia  el  gentío ,  gritando :  Que 
muera. 

37  Estando  ya  Pablo  para  entrar  en  la  fortaleza, 
dijo  al  tribuno :  ¿No  podré  hablarte  des  palabras?  A 
lo  cual  respondió  el  tribuno :  ¿  Qué ,  sabes  tú  hablar  en 
griego  ? 

3S  ¿Pues  no  eres  tú  el  egypcio  que  los  días  pasados 


lable.   Pero  como  san  Pablo,  según  ellos.,  era  blasfemo, 
creyeron  que  no  debia  gozar  de  él. 

1  Antes  V.  11.  y  cap.  'XII.  v.  6. 

2  O  torre  llamada  Antonia,  contigua  al  Templo,  donde 
estaban  las  tropas  que  guarnecían  á  Jeriisalem.  Joseph.  De 
helio  jad.  VI.  C.6. 


100  HECHOS    DI-:    LOS    APÓSTOLES. 

excitó  una  sedición ,  y  se  llevó  al  desierto  cuatro  mil 
salteadores  '  ? 

39  Dijole  Pablo :  Yo  soy  ciertamente  judío  ciuda- 
dano de  Tarso  en  Cilicia ,  ciudad  bien  conocida.  Su- 
plicóte pues  que  me  permitas  hablar  al  pueblo. 

40  Y  concediéndoselo  'e\  tribuno,  Pablo  ponién- 
dose en  pié  sobre  las  gradas,  hizo  señal  con  la  mano 
a!  pueblo,  y  siguiéndose  á  esto  gran  silencio,  le  habló 
así  en  lengua  hebrea  : 

CAPÍTULO  XXII. 

Apología  de  san  Pablo  :  furor  contra  el  de  los  judíos  obsti- 
nados :  se  declara  ciudadano  romano  queriendo  el  tribuno 
azotarle. 

1  Hermanos  y  padres  mios,  oíd  la  razón  que  voy  á 
daros  ahora  de  mi  persona. 

2  Al  ver  que  les  hablaba  en  lengua  hebrea ,  redo- 
blaron el  silencio. 

3  Dijo  pues :  Yo  soy  judío ,  nacido  en  Tarso  de 
Cilicia ,  pero  educado  en  esta  ciudad ,  en  la  escuela  de 
Gamaliel ,  é  instruido  por  él  conforme  á  la  verdad  de 
la  Ley  de  nuestros  padres,  y  muy  zeloso  de  la  misma 
Ley,  así  como  al  presente  lo  sois  todos  vosotros: 

4  yo  perseguí  de  muerte  á  los  de  esta  nueva  doc- 
trina, aprisionando  y  metiendo  en  la  cárcel  á  hombres 
y  á  mugeres, 

1  Llamados  en  latin  sicarios,  \\o\i\\\t  llevaban  un  puñal 
[sica)  debajo  del  vestido. 


capítulo    XXI 1.  101 

5  como  me  son  testigos  el  Sumo  sacerdote ,  y  todos 
los  Ancianos,  de  los  cuales  tomé  asimismo  cartas  para 
los  hermanos  de  Damasco ,  é  iba  allá  para  traer  presos 
á  Jerusalem  á  los  de  esta  secta  que  allí  hubiese  ,  á  fin 
de  que  fuesen  castigados. 

6  Mas  sucedió  que ,  yendo  de  camino  ,  y  estando  ya 
cerca  de  Damasco  á  hora  de  medio  dia ,  de  repente 
una  luz  copiosa  del  cielo  me  cercó  con  sus  rayos  ; 

7  y  cayendo  en  tierra,  oí  una  voz  que  me  decía: 
Saulo  ,  Saulo ,  ¿  por  qué  me  persigues  ? 

8  Yo  respondí :  ¿  Quién  eres  tú ,  Señor?  Y  me  dijo: 
Yo  soy  Jesús  nazareno  ,  á  quien  tú  persigues. 

9  Los  que  me  acompañaban ,  aunque  vieron  la  luz, 
no  entendieron  bien  la  voz  del  que  hablaba  conmi- 
go. 

10  Yo  dije :  ¿  Qué  haré,  Señor  ?  Y  el  Señor  me  res- 
pondió :  Levántate,  y  \é  á  Damasco ,  donde  se  te  dirá 
todo  lo  que  debes  hacer. 

1 1  Y  como  el  resplandor  de  aquella  luz  me  hizo  que- 
dar ciego,  los  compañeros  me  condujeron  por  la  mano 
hasta  Damasco. 

12  Aquí  un  cierto  Ananías ,  varón  justo  según  la 
Ley ,  que  tiene  á  su  favor  el  testimonio  de  todos  los  ju- 
díos sus  conciudadanos, 

13  viniendo  á  mí ,  y  poniéndoseme  delante  me  dijo: 
Saulo  hermano  mió,  recibe  la  vista.  Y  al  punto  le\^ 
ya  claramente. 

14  Dijo  él  entonces:  El  Dios  de  nuestros  padres 
te  ha  predestinado,  para  que  conocieses  su  voluntad, 
y  vieses  al  Justo ,  y  oyeses  la  voz  do  su  boca : 


102        HECHOS  DE  LOS  APÓSTOLES. 

15  porque  has  de  sor  testigo  suyo  delante  de  todos 
los  hombres ,  de  las  cosas  que  has  visto  y  oido. 

16  Ahora  pues  ¿qué  te  detienes  ?  Levántate,  bau- 
tízate, y  lava  tus  pecados,  invocando  su  nombre. 

17  Sucedió  después  que,  volviendo  yo  á  Jerusalem, 
y  estando  orando  en  el  Templo ,  fui  arrebatado  en 
éxtasis , 

18  y  le  vi  que  me  decia  :  Date  prisa ,  y  sal  luego  de 
J  erusalem  ,  porque  estos  no  recibirán  el  testimonio  que 
les  dieres  de  mi. 

19  Señor,  respondí  yo ;  ellos  saben  que  yo  era  el  quo 
andaba  por  las  synagogas ,  metiendo  en  la  cárcel ,  y 
maltratando  á  los  que  creían  en  tí  ; 

20  y  mientras  se  derramaba  la  sangre  de  tu  testigo 
ó  mártir  Esteban  ,  yo  me  hallaba  presente ,  consintien- 
do en  su  muerte ,  y  guardando  la  ropa  de  los  que  le 
mataban. 

21  Pero  el  Seíior  me  dijo  :  Anda ,  que  yo  te  quiero 
enviar  lejos  de  aquí  acia  los  gentiles. 

22  Hasta  esta  palabra  le  estuvieron  escuchando, 
mas  aquí  levantaron  el  grito  diciendo:  Quita  del  mun- 
do aun  tal  hombre  ;  que  no  es  justo  que  viva. 

23  Prosiguiendo  ellos  en  sus  alaridos  ,  y  echando  de 
sí  enfurecidos  sus  vestidos ,  y  arrojando  puñados  de 
polvo  al  aire , 

24  ordenó  el  tribuno  que  le  metiesen  en  la  forta- 
leza ,  y  que  azotándole  le  atormentasen  ,  para  descubrir 
l)or  qué  causa  gritaban  tanto  contra  él. 

25  Ya  que  le  hubieron  atado  con  las  correas,  dijo 
Pablo  al  centurión  que  estaba  presente  :  i  Os  es  lícito 


CAPITULO    XXIII.  103 

a  vosülios  azotar  á  un  ciudadano  romano ,  y  eso  sin 
formarle  causa? 

26  El  centurión,  oido  esto ,  fue  al  tribuno,  y  le  dijo: 
Dlira  lo  que  haces ;  pues  este  hombre  es  ciudadano 
romano. 

27  Llegándose  entonces  el  tribuno  á  él ,  preguntóle: 
Díme ,  ¿eres  tú  romano?  Respondió  él  :  Sí  que  lo 
soy. 

28  A  lo  que  replicó  el  tribuno  :  A  mi  me  costó  una 
gran  suma  de  dinero  este  privilegio.  Y  Pablo  dijo  : 
Pues  yo  lo  soy  de  nacimiento. 

29  Al  punto  se  apartaron  de  él  los  que  iban  á  darle 
tormento.  Y  el  mismo  tribuno  entró  en  temor,  des- 
pués que  supo  que  era  ciudadano  romano  ,  y  que  le 
habia  hecho  alar. 

30  Al  dia  siguiente  queriendo  cerciorarse  del  mo- 
tivo por  qué  le  acusaban  los  judíos  ,  le  quitó  las  pri- 
siones ,  y  mandó  juntar  á  los  sacerdotes ,  con  todo  el 
synedrio  ó  consistorio ,  y  sacando  á  Pablo ,  le  presen- 
tó en  medio  de  ellos. 


CAPITULO  XXIU. 


Pablo  con  sus  palabras  ocasiona  una  dispula  con  que  se  di- 
viden los  Fariseos  de  los  saddaceos.  El  tribuno  Lysias  le 
remite  con  escolta  militar  á  Cesárea,  á  Félix,  gobernador 
romano,  para  librarle  de  una  horrible  conjuración. 

1  Pablo  entonces,  fijos  los  ojos  en  el  synedrio,  les 
dijo  ;  Hermanos  mios^  yo  hasta  el  dia  presente  he 


104        HECHOS  DE  LOS  APÓSTOLES. 

observado  tal  ccnducta,  que  en  la  presencia  de  Dios 
nada  me  remuerde  la  conciencia. 

2  En  esto  el  principe  de  los  sacerdotes  Ananías 
mandó  á  sus  ministros  que  le  hiriesen  en  la  boca. 

3  Entonces  le  dijo  Pablo  :  Herirte  ha  Dios  á  tí , 
pared  blanqueada.  ¿Tú  estás  sentado  para  juzgarme 
según  la  Ley,  y  contra  la  Ley  '  mandas  herirme? 

4  Los  circunstantes  le  dijeron  :  ¿  Cómo  maldices  tú 
al  Sumo  sacerdote  de  Dios? 

5  A  esto  respondió  Pablo  :  Hermanos,  no  sabia 
que  fuese  el  príncipe  de  los  sacerdotes.  Porque  real- 
mente escrito  está  ^  :  No  maldecirás  al  príncipe  de  tu 
pueblo. 

6  Sabiendo  empero  Pablo  que  parte  de  los  que  asis- 
tían eran  sadduceos ,  y  parte  Fariseos ,  exclamó  en 
medio  del  synedrio  :  Hermanos  míos ,  yo  soy  Fariseo, 
hijo  de  Fariseos ,  y  por  causa  de  mi  esperanza  de  la 
resurrección  de  los  muertos  es  por  lo  que  voy  á  ser 
condenado. 

7  Desde  que  hubo  proferido  estas  palabras,  se  sus- 
citó discordia  entre  los  Fariseos  y  sadduceos  ,  y  se  di- 
vidió la  asamblea  en  dos  partidos. 

8  Porque  los  sadduceos  dicen  que  no  hay  resur- 
rección, ni  ángel  ni  espíritu;  cuando  al  contrario  los 
Fariseos  confiesan  ambas  cosas. 

9  Así  que ,  fue  grande  la  gritería  que  se  levantó.  Y 
puestos  en  pié  algunos  Fariseos ,  porfiaban,  diciendo  : 

1  Lev,  XIX.  V.  15. 

2  Exod.  XXIL  V  28. 


CAPÍTULO    XXIII.  105 

Nada  de  malo  hallamos  en  este  hombre  :  ¿  quién  sabe 
si  le  habló  algun  espíritu  ó  ángel? 

10  Y  enardeciéndose  mas  la  discordia,  temeroso 
el  tribuno  que  despedazasen  á  Pablo,  mandó  bajar  á 
los  soldados,  para  que  le  quitasen  de  en  medio  de 
ellos ,  y  le  condujesen  á  la  foríaleza. 

1 1  A  la  noche  siguiente  se  le  apareció  el  Señor,  y 
le  dijo  :  Pablo,  buen  ánimo  :  así  como  has  dado  tes- 
timonio de  mi  en  Jerusalem ,  así  conviene  también 
que  le  des  en  Roma. 

12  Venido  el  dia  se  juntaron  algunos  judíos ,  é  hi- 
cieron voto  con  juramento  é  imprecación ,  de  no  co- 
mer ni  beber  hasta  haber  matado  á  Pablo. 

13  Eran  mas  de  cuarenta  hombres  los  que  se  ha- 
bían así  conjurado ; 

14  los  cuales  se  presentaron  á  los  príncipes  de  los 
sacerdotes ,  y  á  los  Ancianos  ,  y  dijeron  :  Nosotros  nos 
hemos  obligado  con  voto  y  grandes  imprecaciones ,  á 
no  probar  bocado  hasta  que  matemos  á  Pablo. 

15  Ahora  pues  no  tenéis  mas  que  avisar  al  tribuno 
de  parte  del  synedrio,  pidiéndole  que  haga  conducir 
mañana  '  á  Pablo  delante  de  vosotros ,  como  que  te  - 
neis  que  averiguar  de  él  alguna  cosa  con  mas  certeza. 
Nosotros  de  nuestra  parte  estaremos  prevenidos  para 
matarle  antes  que  llegue. 

16  Mas  como  un  hijo  de  la  hermana  de  Pablo  en- 
tendiese la  trama ,  fue,  y  entró  en  la  fortaleza ,  y  dio 
aviso  á  Pablo. 

1   Así  lo  dice  el  texto  griego. 


lÜG         HECHOS  DE  LOS  APÓSTOLES. 

17  Pablo  llamando  á  uno  de  los  centuriones  ,  dijo  : 
Lleva  este  mozo  al  tribuno,  porque  tiene  que  partici- 
parle cierta  cosa. 

18  El  centurión  lomándole  consigo  le  condujo  al 
tribuno,  y  dijo  :  Pablo  el  preso  me  ha  pedido  que 
traiga  á  tu  presencia  á  este  joven ,  que  tiene  que  co- 
municarte alguna  cosa. 

19  El  tribuno  cogiendo  de  la  mano  al  mancebo, 
se  retiró  con  él  á  solas ,  y  le  preguntó  :  ¿  Qué  es  lo 
que  tienes  que  comunicarme  ? 

20  É\  respondió  :  Los  judíos  han  acordado  el  su- 
plicarte que  mañana  conduzcas  á  Pablo  al  concilio, 
con  pretexto  de  querer  examinarle  mas  individual- 
mente de  algún  punto; 

21  pero  tú  no  los  creas,  porque  de  ellos  le  tienen 
armadas  asechanzas  mas  de  cuarenta  hombres ,  los 
cuales  con  grandes  juramentos  han  hecho  voto  de  no 
comer  ni  beber  hasta  que  le  maten ;  y  ya  están  alerta , 
esperando  que  tú  les  concedas  lo  que  piden. 

!     22  El  tribuno  despidió  al  muchacho,  mandándole 
que  á  nadie  dijese  que  habia  hecho  aquella  delación. 

23  Y  llamando  á  los  centuriones,  les  dijo:  Tened 
prevenidos  para  las  nueve  de  la  noche  '  doscientos  sol- 
dados de  infantería,  para  que  vayan  á  Cesárea,  y  se- 
tenta de  caballería,  y  doscientos  alabarderos  ó  lan- 
ceros ; 

24  y  preparad  bagages  pava  que  lleven  á  Pablo,  y 


1  Véase  liora. 


CAPITULO    XXIII.  107 

le  conduzcan  sin  peligro  de  su  vida  al  gobernador 
Félix , 

25  (porque  temió  el  tribuno  que  los  judíos  le  arre- 
batasen ,  y  matasen ,  y  después  él  mismo  padeciese  la 
calumnia  de  haberlo  permilido,  sobornado  con  dinero) 
y  al  mismo  tiempo  escribió  una  carta  al  gobernador 
Félix ,  en  los  términos  siguientes  : 

26  Claudio  Lysias  al  óptimo  gobernador  Félix, 
salud. 

27  A  ese  hombre  preso  por  los  judíos,  y  á  punto 
de  ser  muerto  por  ellos ,  acudiendo  con  la  tropa  le  li- 
bré ,  noticioso  de  que  era  ciudadano  romano ; 

28  y  queriendo  informarme  del  delito  de  que  le 
acusaban ,  condújele  á  su  synedrio  ó  consistorio. 

29  Allí  averigüé  que  es  acusado  sobre  cuestiones 
de  su  ley  de  ellos,  pero  que  no  ha  cometido  ningún  de- 
lito digno  de  muerte  ó  de  prisión. 

30  y  avisado  después  de  que  los  judíos  le  tenían 
urdidas  asechanzas ,  te  lo  envío  á  tí ,  previniendo  tam- 
bién á  sus  acusadores,  que  recurran  á  tu  tribunal.  Ten 
salud. 

31  Los  soldados  pues  según  la  orden  que  se  les 
había  dado,  encargándose  de  Pablo,  le  condujeron  de 
noche  á  la  ciudad  de  Antipátrida. 

32  Al  día  siguiente  dejando  á  los  de  á  caballo  para 
que  le  acompañasen,  volviéronse  los  demás  á  la  for- 
taleza. 

33  Llegados  que  fueron  á  Cesárea ,  y  entregada  la 
carta  al  gobernador,  le  presentaron  asimismo  á  Pablo. 


108  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

34  Luego  que  leyó  la  carta ,  le  preguntó  de  qué 
provincia  era  ,  y  oido  que  de  Cilicia  ,  dijo  : 

35  Te  daré  audiencia  en  viniendo  tus  acusadores. 
Entre  tanto  mandó  que  le  custodiasen  en  el  pretorio 
llamado  de  Heródes. 

CAPÍTULO  XXIV. 

Respuesta  convincente  de  Pablo  á  las  acusaciones  falsas  de 
los  judíos.  El  gobernador  Félix  oye  también  á  Pablo  sobre 
lafé  de  Chisto  ;  ?/  viendo  que  no  le  ofrecía  dinero,  le  re- 
serva preso  para  su  succesor  Por  ció  Festo. 

1  Al  cabo  de  cinco  dias  llegó  á  Cesárea  el  Sumo 
sacerdote  Ananias  con  algunos  Ancianos ,  y  con  un  tal 
Tertulio  orador  ó  abogado,  los  cuales  comparecieron 
ante  el  gobernador  contra  Pablo. 

2  Citado  Pablo,  empezó  su  acusación  Tertulio,  di- 
ciendo :  Como  es  por  medio  de  ti ,  óptimo  Félix ,  que 
gozamos  de  una  paz  profunda,  y  con  tu  previsión  re- 
medias muchos  desórdenes ; 

3  nosotros  lo  reconocemos  en  todas  ocasiones  y  en 
todos  lugares  ,  y  te  tributamos  toda  suerte  de  acciones 
de  gracias. 

4  Mas  por  no  molestarte  demasiado,  suplicóle  nos 
oigas  por  breves  momentos  con  tu  acostumbrada  hu- 
manidad. 

5  Tenemos  averiguado  ser  este  un  hombre  pestilen- 
cial ,  que  anda  por  todo  el  mundo  metiendo  en  con- 
fusión y  desorden  á  todos  los  judíos,  y  es  el  caudillo 
de  la  sediciosa  secta  de  los  nazarenos  : 


CAPÍTULO    XXIV.  109 

6  el  cual  ademas  intenló  profanar  el  Templo,  y  por 
esto  habiéndole  preso,  quisimos  juzgarle  según  nues- 
tra Ley. 

7  Pero  sobreviniendo  el  tribuno  Lysias ,  le  arrancó 
á  viva  fuerza  de  nuestras  manos, 

8  mandando  que  los  acusadores  recurriesen  á  tí : 
tú  mismo ,  examinándole  como  juez ,  podrás  recono- 
cer la  verdad  de  todas  estas  cosas  de  que  le  acu- 
samos. 

9  Los  judíos  conflrmaron  por  su  parte  lo  dicho , 
atestiguando  ser  todo  verdad. 

10  Pablo  ,  empero,  (habiéndole  hecho  señal  el  go- 
bernador para  que  hablase)  lo  hizo  en  estos  términos  : 
Sabiendo  yo  que  ya  hace  muchos  años  que  tú  gobier- 
nas esta  nación ,  emprendo  con  mucha  confianza  el 
justificarme. 

11  Bien  fácilmente  puedes  certificarte,  de  que  no 
há  mas  de  doce  dias  que  llegué  á  Jerusalem  ,  á  fin  de 
adorar  á  Dios  ; 

12  y  nunca  me  han  visto  disputar  con  nadie  en  el 
Templo  ,  ni  amotinando  la  gente  en  las  synagogas , 

13  ó  en  la  ciudad  ;  ni  pueden  alegarte  prueba  de 
cuantas  cosas  rae  acusan  ahora. 

lA  Es  verdad,  y  lo  confieso  delante  de  ti,  que  si- 
guiendo una  doctrina ,  que  ellos  tratan  de  heregía ,  yo 
sirvo  al  Padre  y  Dios  mió ,  creyendo  todas  las  cosas , 
que  se  hallan  escritas  en  la  Ley  y  en  los  Profetas ; 

15  teniendo  firme  esperanza  en  Dios,  como  ellos 
también  la  tienen,  que  ha  de  verificarse  la  resurrección 
de  los  justos  ,  y  de  los  pecadores. 

ToM.  XIV.  10 


no  HFXIIOS    DK    LOS    APÓSTOLES. 

16  Por  lo  cual  procuro  yo  siempre  conservar  mi 
ccnciencia  sin  culpa  (leíanle  de  Dios  ,  y  delante  de  los 
hombiCs. 

17  Ahora  ,  después  de  muchos  aíios ,  vine  á  repar- 
tir limosnas  á  los  de  mi  nación,  y  á  cumplir  ó  D/os  mis 
ofrendas  y  votos. 

18  Y  estando  en  esto  ,  es  cuando  algunos  judíos  de 
Asia  me  han  hallado  purificado  en  el  Templo  ;  mas  no 
con  reunión  de  pueblo  ,  ni  con  tumulto. 

19  Estos  judíos  son  los  que  habían  de  comparecer 
delante  de  tí ,  y  ser  mis  acusadores  ,  si  algo  tenían  que 
alegar  contra  mí  ; 

20  pero  ahora  digan  estos  mismos  que  me  acusan, 
si,  congregados  en  el  synedrio,  han  hallado  en  mí  al- 
gún delito, 

21  á  no  ser  que  lo  sea  una  expresión  con  que  ex- 
clamé en  medio  de  ellos,  diciendo  :  Veo  que  por  r/í'/m- 
der  yo  la  resurrección  de  los  muertos,  me  formáis  hoy 
vosotros  causa. 

22  Félix  pues,  que  estaba  bien  informado  de  esta 
doctrina  ,  difirió  para  otra  ocasión  el  asunto  ,  dicienda: 
Cuando  viniere  de  Jerusalem  el  tribuno  Lysias,  os 
daré  audiencia  otra  vez. 

23  Entre  tanto  mandó  á  un  centurión  que  custodiara 
á  Pablo,  teniéndole  con  menos  estrechez,  y  sin  prohibir 
que  los  suyos  entrasen  á  asistirle. 

24  Algunos  dias  después  volviendo  Félix  á  Cesárea 
y  trayendo  á  su   muger  Drusilla ;  la  cual  era  judía 
llamó  á  Pablo ,  y  le  oyó  explicar  la  fé  de  Jesu-Christo  , 

25  Pero  inculcando  Pablo  la  doctrina  de  la  justicia, 


CAPÍTULO    XXV.  111 

(le  la  castidad,  y  del  juicio  venidero,  despavorido  Félix 
le  dijo  :  Basta  por  ahora  ,  retírate ;  que  á  su  tiempo 
yo  te  llamaré; 

26  y  como  esperaba  que  Pablo  le  daria  dinero  ;9ara 
conseguirla  libertad,  por  eso  llamándole  á  menudo  , 
conversaba  con  él. 

27  Pasados  dos  años,  Félix  recibió  por  succesor  á 
Porcio  Festo  ;  y  queriendo  congraciarse  con  los  judíos, 
dejó  preso  á  Pablo. 

CAPITULO  XXV. 

Lo  que  sucedió  al  Apóstol  con  el  gobernador  Festo^  ante 
guien  apela  al  Ce'»ar.  FeUo  le  presenta  al  reí/  Agrippa 
y  á  Berenice  su  hermana. 

1  Llegado  Festo  á  la  provincia ,  tres  dias  después 
subió  á  Jerusalem  desde  Cesárea. 

2  Presenláronsele  luego  los  principes  de  los  sacer- 
dotes y  los  mas  distinguidos  entre  los  judíos,  para  acu- 
sar á  Pablo  ,  con  una  petición  , 

3  en  que  le  suplicaban  por  gracia,  que  le  mandase 
conducir  á  Jerusalem ,  tramando  ellos  una  emboscada 
para  asesinarle  en  el  camino. 

4  Mas  Festo  respondió,  que  Pablo  estaba  bien  cus- 
todiado en  Cesárea ,  para  donde  iba  á  partir  él  cuanto 
antes. 

5  Por  tanto  ,  los  principales  (dijo)  de  entre  vos- 
otros, vengan  también  á  Cesárea,  y  acúsenle,  si  es 
reo  de  algún  crimen. 

6  En  efecto,  no  habiéndose  detenido  en  Jerusalem 


112  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

mas  que  ocho,  ó  diez  días,  marchó  á  Cesárea ,  y  al  dia 
siguiente  señalándose  en  el  tribunal ,  mandó  compare- 
cer á  Pablo. 

7  Luego  que  fue  presentado ,  le  rodearon  los  ju- 
díos venidos  de  Jerusalem,  acusándole  de  muchos  y 
graves  delitos,  que  no  podian  probar, 

8  y  de  los  cuales  se  defendía  Pablo,  diciendo:  En 
nada  he  pecado  ni  contra  la  Ley  de  los  judíos,  ni  con- 
tra el  Templo,  ni  contra  César. 

9  JMas  Festo  queriendo  congraciarse  con  los  judíos, 
respondiendo  á  Pablo,  le  dijo  :  ¿Quieres  subir  á  Je- 
rusalem ,  y  ser  alií  juzgado  ante  mí? 

10  Respondió  Pablo:  Yo  estoy  ante  el  tribunal  de 
César,  que  es  donde  debo  ser  juzgado  :  tú  sabes  muy 
bien  que  yo  no  he  hecho  el  menor  agravio  á  los  judíos. 

1 1  Que  si  en  algo  les  he  ofendido ,  ó  he  hecho  al- 
guna cosa  por  la  que  sea  reo  de  muerte ,  no  rehuso 
morir ;  pero  si  no  hay  nada  de  cuanto  estos  me  im- 
putan ,  ninguno  tiene  derecho  para  entregarme  á  ellos. 
Apelo  á  César. 

12  Entonces  Festo  habiéndolo  tratado  con  los  de 
su  consejo ,  respondió :  ¿  A  César  has  apelado  ?  pues  á 
César  irás  '. 

I  Festo  sirve,  sin  conocerlo,  á  una  orden  snperior  de  la 
divina  providencia,  cuando  manda  que  Pablo  sea  llevado  á 
Roma.  Vemos  los  sucesos  hirmanos;  pero  no  vemos  los  re- 
sortes con  que  la  Providencia  los  dirige  al  cumplimiento 
de  sus  adorables  designios.  Justo  es  que  adoremos  siempre 
los. designios  de  Dios  escondidos  en  las  empresas  de  los 
hombres. 


CAPITULO    XXV.  113 

13  Pasados  algunos  dias,  bajaron  á  Cesárea  el  rey 
.\grippa  y  Berenice  á  visitar  á  Festo. 

14  Y  habiéndose  detenido  allí  muchos  dias,  Festo 
habló  al  rey  de  la  causa  de  Pablo  ,  diciendo  :  Aquí  dejó 
Félix  preso  á  un  hombre, 

15  sobre  el  cual  estando  yo  en  Jerusalem,  recur-> 
rieron  á  mí  los  príncipes  de  los  sacerdotes,  y  los  An- 
cianos de  los  judíos,  pidiendo  que  fuese  condenado  á 
muerte. 

16  Yo  les  respondí  :  Que  los  romanos  no  acostum- 
bran condenar  á  ningún  hombre,  antes  que  el  acusado 
tenga  presentes  á  sus  acusadores,  y  lugar  de  defenderse 
para  justificarse  de  los  cargos  '. 

17  Habiendo  pues  ellos  concurrido  acá  sin  dilación 
alguna ,  al  dia  siguiente  sentado  yo  en  el  tribunal , 
mandé  traer  ante  mí  al  dicho  hombre. 

18  Compareciendo  los  acusadores,  vi  que  no  le  im- 
putaban ningún  crimen  de  los  que  yo  sospechaba  fuese 
culpado  : 

19  solamente  tenían  con  él  no  sé  que  disputa  to- 
cante á  su  superstición  jiífZá/m,  y  sobre  un  cierto  Je- 
sús difunto  ,  que  Pablo  afirmaba  estar  vivo. 

20  Perplejo  yo  en  una  causa  de  esta  naturaleza ,  le 


1  Los  paganos  con  la  sola  luz  de  la  razón  conocieron  y 
practicaron  este  axioma  de  justicia.  ¡  Y  li;ibrá  cristiano  que 
juzgue  y  condene  al  prójimo,  sin  oir  antes  ó  examinar  lo 
que  puede  alegar  en  su  defensa!  Juzgar  mal  de  otro  sin 
oirle,  ó  sin  prueba  muy  fundada,  es  ser  su  verdus-o.  y  no  su 
juez. 


IH  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

dije,  si  quería  ir  á  Jerusalem ,  y  ser  allí  juzgado  de  es- 
tas cosas. 

21  Mas  interponiendo  Pablo  apelación  para  que  su 
causa  se  reservase  al  juicio  de  Augusto ,  di  orden  para 
que  se  le  mantuviese  en  custodia ,  hasta  remitirle  á 
César. 

22  Entonces  dijo  Agrlppa  á  Festo  :  Desearía  yo 
también  oir  á  ese  hombre.  Mañana ,  respondió  Festo, 
le  oirás. 

23  Con  eso  al  dia  siguiente,  habiendo  venido  Agrip- 
pa  y  Berenice  con  mucha  pompa,  y  entrando  en  la  sa- 
la de  la  audiencia  con  los  tribunos,  y  personas  prin- 
cipales de  la  ciudad ,  fue  Pablo  traido  por  orden  de 
Festo. : 

24  El  cual  dijo  :  Rey  Agrippa ,  y  todos  vosotros 
que  os  halláis  aquí  presentes,  ya  veis  á  este  hombre, 
contra  quien  todo  el  pueblo  de  los  judíos  ha  acudido 
á  mí  en  Jerusalem,  representándome  con  grandes  ins- 
tancias y  clamores  que  no  debe  vivir  mas. 

25  Mas  yo  he  averiguado  que  nada  ha  hecho  que 
mereciese  la  muerte.  Pero  habiendo  él  mismo  apelado 
á  Augusto ,  he  determinado  remitírsele. 

26  Bien  que  como  no  tengo  cosa  cierta  que  escribir 
al  Señor  acerca  de  él ,  por  esto  le  he  hecho  venir  á 
vuestra  presencia,  mayormente  ante  tí,  ¡  oh  rey  Agrip- 
pa !  para  qué  examinándole  tenga  yo  algo  que  es- 
cribir. 

27  Pues  me  parece  cosa  fuera  de  razón  el  remitir  á 
un  hombre  preso ,  sin  exponer  los  delitos  de  que  se  le 
acusa. 


CAPITULO   XXVI. 

Pablo  sejusli/ica  delante  de  Ayrippa,  y  cuenta  por  menor 
su  conversión. 

1  Entonces  Agrippa  dijo  á  Pablo  :  Se  le  da  licen- 
cia para  hablar  en  tu  defensa.  Y  luego  Pablo  accionando 
C(  n  la  mano  empezó  así  su  apología. 

2  Tengo  á  gran  dicha  mia  ,  ¡  oh  rey  Agrippa  '  !  el 
poder  justificarme  ante  tí,  en  el  dia  de  hoy  ,  de  todos 
los  cargos  de  que  me  acusan  los  judíos. 

3  Mayormente  sabiendo  tú  todas  las  costumbres  de 
los  judíos,  y  las  cuestiones  que  se  agitan  entre  ellos : 
por  lo  cual  te  suplico  que  me  oigas  con  paciencia. 

4  Y  en  primer  lugar  ,  por  lo  que  hace  al  tenor  de 
vida ,  que  observé  en  Jerusalem  desde  mi  juventud 
entre  los  de  mi  nación ,  es  bien  notorio  á  todos  los  ju- 
díos : 

5  sabedores  son  de  antemano  (si  quieren  confesar 
la  verdad)  que  yo  siguiendo  desde  mis  primeros  años 
la  secta  ó  profesión  mas  segura  de  nuestra  religión  , 
viví  cual  Fariseo. 

6  Y  ahora  soy  acusado  en  juicio  por  la  esperanza 


1  Nos  enseña  aquí  san  Pablo  el  respeto,  sumisión  y 
rendimieiito  con  que  se  debe  venerar  la  autoridad,  poder  ó 
elevación  de  las  potestades  de  la  tien-a,  aunque  los  princi- 
pes ó  grandes  que  las  ejercen  ,  sean  malos  y  enemigos  de 
Dios. 


116  HECHOS    DE    LOS    APOSTÓLES. 

que  tengo  de  la  promesa  hecha  por  Dios  á  nuestros 
padres  : 

7  promesa  cuyo  cumplimiento  esperan  nuestras  do- 
ce tribus,  sirviendo  á  Dios  nochey  dia.  Por  esta  es- 
peranza, i  oh  rey  !  soy  acusado  yo  de  los  judíos. 

8  Pues  qué,  ¿juzgáis  acaso  increíble  el  que  Dios 
resucite  á  los  muertos  ? 

9  Yo  por  mí  estaba  persuadido  de  que  debía  proce  - 
der  hostilmente  contra  el  nombre  de  Jesús  nazareno, 

10  como  ya  lo  hice  en  Jerusalem,  donde  no  solo 
metí  á  muchos  de  los  santos  ó  fieles  en  las  cárceles , 
con  poderes  que  para  ello  recibí  de  los  príncipes  de  los 
sacerdotes ,  sino  que  siendo  condenados  á  muerte  ,  yo 
di  también  mi  consentimienlo. 

11  Y  andando  con  frecuencia  por  todas  las  syna- 
gogas ,  los  obligaba  á  fuerza  de  castigos  á  blasfemar 
del  nombre  de  Jesús  ;  y  enfurecido  mas  de  cada  dia 
contra  ellos ,  los  iba  persiguiendo  hasta  en  las  ciudades 
extrangeras. 

12  En  éste  estado  ,  yendo  un  dia  á  Damasco ,  con 
poderes  y  comisión  de  los  príncipes  de  los  sacer- 
dotes , 

13  siendo  el  medio  dia,  vi,  ¡oh  rey!  en  el  camino 
una  luz  del  cielo  mas  resplandeciente  que  el  sol,  la 
cual  con  sus  rayos  me  rodeó  á  mí,  y  á  los  que  iban  jun- 
tamente conmigo. 

14  Y  habiendo  todos  nosotros  caido  en  tierra,  oí 
una  voz  que  me  decía  en  lengua  hebrea:  Saulo,  Saulo, 
¿por  qué  me  persigues?  duro  empeño  es  para  tí  ol 
dar  coces  contra  el  aguijón. 


CAPÍTULO    XXVI.  117 

15  Yo  entonces  respondí  :  ¿Quién  eres  tú,  Señor  ? 
Y  el  Señor  me  dijo  :  Yo  soy  Jesús  ,  á  quien  tú  per- 
sigues. 

16  Pero  levántate,  y  ponte  en  pié  ;  pues  para  es- 
to te  he  aparecido ,  á  fin  de  constituirte  ministro,  y 
testigo  de  las  cosas  que  has  visto ,  y  de  otras  que  te 
mostraré  apareciéndome  á  ti  de  nuevo  , 

17  y  yo  le  libraré  de  las  manos  de  este  pueblo ,  y 
de  los  gentiles  ,  á  los  cuales  ahora  te  envío , 

18  á  abrirles  los  ojos,  para  que  se  conviertan  de  las 
tinieblas  á  la  luz,  y  del  poder  de  Satanás  á  Dios,  y 
con  esto  reciban  la  remisión  de  sus  pecados  ,  y  ten- 
gan parte  en  la  herencia  de  los  santos ,  mediante  la  fé 
en  mí. 

19  Así  que,  ¡oh  rey  Agrippa  !  no  fui  rebelde  á  la 
visión  celestial  : 

20  antes  bien  empezé  á  predicar  primeramente  á 
\o?,jud/os  que  están  en  Damasco,  y  en  Jerusalem ,  y 
por  todo  el  país  de  Judea ,  y  después  á  los  gentiles, 
que  hiciesen  penitencia ,  y  se  convirtiesen  á  Dios,  ha  • 
ciendo  dignas  obras  de  penitencia. 

21  Por  esta  causa  los  judíos  me  prendieron,  estando 
yo  en  el  Templo,  é  intentaban  matarme. 

22  Pero  ayudado  del  auxilio  de  Dios,  he  perseve- 
rado hasta  el  dia  de  hoy,  testificando  la  verdad  á  gran- 
des y  á  pequeños  ,  no  predicando  otra  cosa  mas  que 
lo  que  Moysés  y  los  Profetas  predijeron  que  habia  de 
suceder, 

23  es  á  saber,  que  Chrislo  habia  de  padecer  la 
muerte,  y  que  seria  el  primero  que  resucitarla  de  en- 


118        HECHOS  DE  LOS  APÓSTOLES. 

tre  los  muertos ,  y  habia  de  mostrar  la  luz  del  Evan- 
gelio á  este  pueblo  y  á  los  gentiles. 

24  Diciendo  él  esto  en  su  defensa,  exclamó  Festo, 
Pablo ,  tú  estás  loco  ;  las  muchas  letras  te  han  tras- 
tornado el  juicio. 

25  Y  Pablo  le  respondió:  No  deliro,  óptimo  Festo, 
sino  que  hablo  palabras  de  verdad  y  de  cordura  '. 

26  Que  bien  sabidas  son  del  rey  estas  cosas,  y  por 
lo  mismo  hablo  delante  de  el  con  tanta  confianza  ;  bien 
persuadido  de  que  nada  de  esto  ignora ,  puesto  que 
ninguna  de  las  cosas  mencionadas  se  ha  ejecutado  en 
algún  rincón  oculto. 

27  i  Oh  rey  Agrippa  !  ¿  crees  tú  en  los  Profetas  ? 
Yo  sé  que  crees  en  ellos. 

28  A  esto  Agrippa  sonriéndosc  respondió  á  Pablo  ; 
Poco  falta  para  que  me  persuadas  á  hacerme  chris- 
tiano. 

29  A  lo  que  contestó  Pablo  :  Pluguiera  á  Dios  , 
como  deseo  ,  que  no  solamente  faltara  poco ,  sino  que 
no  faltara  nada  para  que  tú  y  todos  cuantos  me  oyen  , 


1  A  ¡as  injurias  ó  dicterios  que  recaen  contra  la  doctrina 
de  Jesu-Cliristo,  se  debe  responder  aun  á  los  superiores  con 
vigor  respetuoso;  pero  siempre  con  moderación.  Un  silen- 
cio hnm'lde  no  es  virtud  para  todos  tiempos  y  ocasiones; 
pero  hay  muy  pocos  que  sean  capaces  de  hablar  á  los  gran- 
des en  tales  lances  de  un  modo  que  reúna  la  libertad  que 
exige  la  causa  de  Dios,  y  el  respeto'que  se  debe  siempre  á 
la  suprema  autoridad,  hln  tales  lances  es  muy  necesario  im- 
plorar la  especial  asistencia  del  Espíritu  santo,  y  atender 
mucho  á  purificar  bien  nuestra  intención. 


tU'lll'LO    X.WU.  119 

llegaseis  á  ser  hoy  tales  ,  cual  soy  yo ,  salvo  oslas  ca- 
denas. 

30  Aquí  se  levantaron  el  rey,  y  el  gobernador,  y 
Berenice ,  y  los  que  les  hacían  la  corle. 

31  Y  habiéndose  retirado  á  parle,  hablaban  eníre 
sí ,  y  decían  :  En  efecto  este  hombre  no  ha  hecho  cosa 
digna  de  muerte,  ni  de  prisión. 

32  Y  Agrippa  dijo  á  Fcsto  :  Si  no  hubiese  ya  ape- 
lado á  César,  bien  se  le  pudiera  poner  en  libertad. 

CAPITULO  XXVII. 

Pablo  navega  para  Roma  conducido  por  el  centurión  Julio: 
la  nave  naufraga  junio  á  una  isla; pero  todos  se  salvan. 

1  Luego  pues  que  se  determinó  que  Pablo  nave- 
gase á  Italia ,  y  que  fuese  entregado  con  los  demás  pre- 
sos á  un  centurión  de  la  cohorte  ó  lecjion  Augusta  lla- 
mado Julio, 

2  embarcándonos  en  una  nao  de  Adrumeto ,  nos 
hicimos  á  la  vela,  empezando  á  costear  las  tierras  de 
Asia ,  acompañándonos  siempre  Arislarchó  macedo- 
nio  de  Thessalónica. 

3  El  dia  siguiente  arribamos  á  Sidon  ;  y  Julio  tra- 
tando á  Pablo  con  humanidad ,  le  permitió  salir  á  visi- 
tar á  los  amigos,  y  proveerse  de  lo  necesario. 

4  Partidos  de  allí ,  fuimos  bogando  por  debajo  de 
Chypre,  por  ser  contrarios  los  vientos. 

5  Y  habiendo  atravesado  el  mar  de  Cilicia  y  de  Pam- 
pbylia ,  aportamos  á  Lystra  ó  Mira  de  la  Lycia , 


120  HECHOS    DE    LOS    APÓSTOLES. 

6  donde  el  centurión ,  encontrando  una  nave  de 
Alejandría  que  pasaba  á  Italia  ,  nos  trasladó  á  ella. 

7  Y  navegando  por  muchos  días  lentamente  ,  y 
arribando  con  trabajo  en  frente  de  Gnido ,  por  estor- 
bárnoslo el  viento ,  costeamos  á  Creta ,  por  el  cabo 
Salmón  ; 

8  y  doblado  este  con  gran  dificultad ,  arribamos  á 
un  lugar  llamado  Buenospuértos ,  que  está  cercano  á  la 
ciudad  de  Thalassa. 

9  Pero  habiendo  gastado  mucho  tiempo  ,  y  no  sien- 
do desde  entonces  segura  la  navegación  ,  por  haber 
pasado  ya  el  tiempo  del  ayuno",  Pablo  los  amonestaba, 

10  diciéndoles  :  Yo  conozco  ,  amigos  ,  que  la  nave- 
gación comienza  á  ser  muy  peligrosa  y  de  mucho  per- 
juicio, no  solo  para  la  nave  y  cargamento, sino  también 
para  nuestras  vidas  "" . 

11  Pero  el  centurión  daba  mas  crédito  al  piloto  y 
al  patrón  del  barco ,  que  á  cuanto  decia  Pablo. 

12  Mas  como  aquel  puerto  no  fuese  á  propósito 
para  invernar ,  la  mayor  parte  fueron  de  parecer  que 
nos  hiciésemos  á  la  vela  para  ir  á  tomar  invernadero  , 


1  Esto  es,  el  de  la  fiesta  de  las  Expiaciones,  la  cual  cala 
en  otoño,  tiempo  de  tempestades.  Levit.  XXIII.  Véase 
Fiestas,  Año. 

2  San  Pablo  sabe  que  ha  de  llegar  á  Roma  :  con  todo  eso 
obra  como  si  no  lo  supiese.  Conocía  el  (Apóstol  que  el  or- 
den sobrenatural  tJe  los  designios  de  Dios  no  muda  regular- 
mente el  orden  natural  y  ordinario  de  las  cosas  humanas ; 
porque  sabe  bien  el  Señor  cómo  ha  de  hacer  que  este  sirva 
á  aquel. 


CAPÍTULO    XXVII.  121 

por  poco  que  se  pudiese  ,  en  Phenics ,  puerto  de  Creta 
opuesto  al  Ábrego  y  al  Poniente. 

13  Asi  pues  soplando  el  Austro,  Ggurándose  salir 
ya  con  su  intento ,  levantando  anclas  en  Asson  '  ,  iban 
costeando  por  la  isla  de  Creta. 

14  Pero  á  poco  tiempo  dio  contra  la  nave  un  viento 
tempestuoso  ,  llamado  Nordeste. 

15  Arrebatada  la  nave,  y  no  pudiendo  resistir  al 
torbellino,  éramos  llevados  á  merced  de  los  vientos. 

IG  Arrojados  con  Ímpetu  acia  una  isleta  ,  llamada 
Cauda  ,  pudimos  con  gran  dificultad  recoger  el  es- 
quife. 

17  El  cual  metido  dentro,  maniobraban  los  ma- 
rineros cuanto  podian  ,  asegurando  y  liando  la  nave , 
temerosos  de  dar  en  algún  banco  de  arena.  De  esta 
suerte  abajadas  las  velas  y  el  mástil ,  se  dejaban  llevar 
de  las  olas. 

18  Al  dia  siguiente,  como  nos  hallábamos  furio- 
samente combatidos  por  la  tempestad ,  echaron  al  mar 
el  cargamento ; 

19  y  tres  dias  después  arrojaron  con  sus  propias 
manos  las  municiones  y  pertrechos  de  la  nave. 

20  Entre  tanto,  había  muchos  dias  que  no  se  de- 
jaban ver  ni  el  sol ,  ni  las  estrellas ,  y  la  borrasca  era 


1  Así  se  llama  una  ciudad  de  la  isla  de  Creta,  ó  Candia. 
delante  de  cuyo  territorio  anclarla  la  nave.  Otros,  según  el 
texto  griego,  creen  que  asson  es  un  adverbio,  que  significa 
cerca,  contiguo ,  inmediato,  etc. 

11 


122        HECHOS  DE  LOS  APOSTÓLES. 

continuamente  tan  furiosa ,  que  ya  habiamos  perdido 
todas  las  esperanzas  de  salvarnos. 

21  Entonces  Pablo,  como  habia  ya  mucho  tiempo 
que  nadie  habia  tomado  alimento,  puesto  en  medio  de 
ellos,  dijo  :  En  verdad,  compañeros,  que  hubiera  sido 
mejor,  creyéndome  á  mi,  nu  iiaíjer  salido  de  Creta, 
y  excusar  este  desastre  y  pérdida. 

22  Mas  ahora  os  exhorto  á  tener  buen  ánimo,  pues 
ninguno  de  vosotros  se  perderá  ';  lo  único  que  se  per- 
derá será  la  nave. 

23  Porque  esta  noche  se  me  ha  aparecido  un  án- 
gel del  Dios ,  de  quien  soy  yo,  y  á  quien  sirvo, 

24  diciéndome  :  No  temas,  Pablo,  tú  sin  falla  has 
de  comparecer  ante  César  j  y  hé  ahi  que  Dios  te  ha 
concedido  la  vida  de  lodos  los  que  navegan  contigo. 

25  Por  tanto,  compañeros,  tened  buen  ánimo; 
pues  yo  creo  en  Dios ,  que  así  será ,  como  se  me  ha 
prometido. 

2G  Al  fin  hemos  de  venir  á  dar  en  cierta  isla. 

27  Mas  llegada  la  noche  del  dia  catorce,  nave- 
gando nosotros  por  el  mar  Adriático,  los  marineros  á 
eso  de  la  media  noche  barruntaban  hallarse  á  vista  de 
tierra. 

28  Por  lo  que  tiraron  la  sonda,  y  hallaron  veinte 


1  Un  verdadero  cristiano  no  insulta  jamás  á  los  qne  se 
han  hecho  infelices  por  haber  despreciado  los  sabios  cun- 
sí^jos  que  les  liabia  dada,  antes  bien  procura  consolarlos  y 
animarlos. 


CAPÍTULO  xwn.  123 

brazas  '  de  agua ;  y  poco  mas  adelante ,  solo  hallaron 
ya  quince. 

29  Entonces  temiendo  cayésemos  en  algún  escollo, 
echaron  por  la  popa  cuatro  áncoras ,  aguardando  con 
impaciencia  el  dia. 

30  Pero  como  los  marineros  ,  intentando  escaparse 
de  la  nave ,  echasen  al  mar  el  esquife ,  con  el  pretexto 
de  ir  á  tirar  las  áncoras  un  poco  mas  lejos  por  la  parte 
de  proa , 

31  dijo  Pablo  al  centurión  y  á  los  soldados  :  Si 
estos  hombres  no  permanecen  en  el  navio,  vosotros  no 
podéis  salvaros. 

32  En  la  hora  los  soldados  corlaron  las  amarras  del 
esquife ,  y  le  dejaron  perder. 

33  Y  al  empezar  á  ser  de  dia ,  rogaba  Pablo  á  lo- 
dos que  tomasen  aumento,  diciendo  :  Hace  hoy  ca- 
torce dias  que  aguardando  cljin  de  la  tormenta,  estáis 
sin  comer,  ni  probar  casi  nada. 

34  Por  lo  cual  os  ruego  que  toméis  algún  alimento 
para  vuestra  conservación ,  seguros  de  que  no  ha  de 
perderse  ni  un  cabello  de  vuestra  cabeza  "*. 

1  El  ¡fasQ  de  los  latinos  corresponde  a  una  braza,  ó  al 
espacio  que  hay  er.tre  las  extremidades  de  los  brazos  ex- 
tendidos. Véase  Movedns  y  Medidas. 

;  2  Dios  habia  prometido  á  san  Pablo  la  vida  de  todos  los 
que  navegaban  con  él  (Véase  el  v.  24).  Mas  el  santo  no  por 
eso  espera  un  milagro  :  lo  que  espera  es  que  Dios  bende- 
cirá los  conatos  y  esfuerzos  que  hagan  los  marineros  para 
evitar  el  naufragio.  Nunca  la  confianza  en  üios  debe  ha- 
cernos remisos  ó  indolentes  en  valemos  de  los  medios  que 


124        HECHOS  DE  LOS  APOSTÓLES. 

35  Dicho  eslo,  tomando  pan ,  dio  gracias  á  Dios 
en  presencia  de  lodos,  y  partiéndole,  empezó  á  comer. 

36  Con  eso  animados  lodos,  comieron  también  ellos. 

37  Éramos  los  navegantes  al  lodo  doscienlas  y  se- 
tenta y  seis  personas. 

38  Estando  ya  satisfechos,  aligeraban  la  nave,  ar- 
rojando al  mar  el  trigo. 

39  Siendo  ya  dia  claro,  no  reconocian  qué  tierra 
era  la  que  descubrían  :  echaban  sí  de  ver  cierta  ense- 
nada que  tenia  playa ,  donde  pensaban  arrimar  la 
nave,  si  pudiesen. 

40  Alzadas  pues  las  áncoras ,  se  abandonaban  á  la 
corriente  del  mar,  aflojando  al  mismo  tiempo  las  cuer- 
das de  las  dos  planchas  del  timón ;  y  alzada  la  vela 
del  artimon  ó  de  la  popa ,  para  lomar  el  viento  pre- 
ciso, se  dirigían  acia  la  playa. 

41  Mas  tropezando  en  una  lengua  de  tierra  que 
tenia  mar  por  ambos  lados,  encalló  la  nave,  que- 
dando inmoble  la  proa ,  fija  ó  encallada  en  el  fondo, 
mientras  la  popa  iba  abriéndose  por  la  violencia  de 
las  olas. 

42  Los  soldados  entonces  deliberaron  malar  á  los 
presos ,  temerosos  de  que  alguno  se  escapase  á  nado. 

43  Pero  el  centurión  deseoso  de  salvar  á  Pablo, 
estorbó  que  lo  hiciesen ;  y  mandó  que  los  que  supie- 
sen nadar,  saltasen  los  primeros  al  agua,  y  saliesen  á 
tierra : 

dicta  la  prudencia  humana  para  conseguir  el  fin  que  desea- 
mos. 


CAPÍTULO   XXVIII.  125 

44  á  los  demás,  parle  los  llevaron  en  tablas,  y  al- 
gunos sobre  los  deshechos  que  restaban  del  navio.  Y 
así  se  veriflcó  que  todas  las  personas  salieron  salvas  á 
tierra. 

CAPÍTULO  XXVIII. 

Prosigue  Pablo  su  viaje  desde  Malla  á  Roma;  en  donde  lue- 
go de  llegado,  convocand't  a  los  -principales  judíos,  les  da 
razón  de  su  apelación,  y  les  predica  á  Jesu-Chtisío :  h 
cual  sigue  haciendo  después,  por  espacio  de  dos  años,  á 
cuantos  iban  á  él. 

1  Salvados  del  naufragio,  conocimos  entonces  que 
aquella  isla  se  llamaba  Malta  '.  Los  bárbaros  -  por  su 
parte  nos  trataron  con  mucha  humanidad. 

2  Porque  luego,  encendida  una  hoguera,  nos  re- 
focilaban á  todos  contra  la  lluvia  que  descargaba,  y  el 
frío. 

3  Y  habiendo  recogido  Pablo  una  porción  de  sar- 
mientos, y  echándolos  al  fuego,  saltó  una  víbora  hu- 
yendo del  calor,  y  le  trabó  de  la  mano. 

4  Cuando  los  bárbaros  vieron  la  vibora  colgando 


1  Algunos  modernos  creen  que  Melila  no  es  la  isla  de 
Malta,  sino  Meleda  que  se  llama  Melila  como  aquella,  y  de 
la  cual  habla  Plinio.  Suponen  que  en  Malta  nunca  ha  ha- 
bido víboras,  pero  sí  en  Meleda.  Así  lo  manifiesta  la  rela- 
ción que  hace  el  sabio  señor  Luch.  Desde  que  los  romanos 
conquistaron  á  Malta  del  poder  de  los  cartagineses,  no  se 
sabe  que  haya  habido  allí  príncipe  alguno. 

2  Véase  Bárbaros. 


12G       HECHOS  DE  LOS  APÓSTOLES. 

de  su  mano,  se  decían  unos  á  oíros :  Este  hombre  sin 
duda  es  algún  homicida,  pues  que  habiéndose  salvado 
de  la  mar,  la  venganza  divina  no  quiere  que  viva. 

5  Él  empero  sacudiendo  la  víbora  en  el  fuego,  no 
padeció  daño  alguno. 

6  Los  bárbaros  al  contrario  se  persuadían  á  que  se 
hincharla  y  de  repente  caería  muerto.  Mas  después  de 
aguardar  largo  ralo,  reparando  que  ningún  mal  le 
acontecía  ,  mudando  de  opinión  ,  declan  que  era  un 
Dios. 

7  En  aquellas  cercanías  tenia  unas  posesiones  el 
príncipe  de  la  Isla,  llamado  Publio,  el  cual  acogléa- 
donos  benignamente  nos  hospedó  por  tres  dias  con 
mucha  humanidad. 

8  Y  sucedió  que,  hallándose  el  padre  de  Publio  muy 
acosaido  de  fiebres  y  disentería,  entró  Pablo  á  verle  ;  y 
haciendo  oración,  é  imponiendo  sobre  él  las  mauc^j, 
le  curó. 

9  Después  de  esle  suceso,  todos  los  que  tenían  en- 
fermedades en  aquella  Isla,  acudían  á  él,  y  eran  cu- 
rados: 

10  por  cuyo  motivo  nos  hicieron  muchas  honras, 
y  cuando  nos  embarcamos,  nos  proveyeron  de  lodo  lo 
necesario. 

H  Al  cabo  de  tres  meses,  nos  hicimos  á  la  vela  en 
una  nave  alejandrina,  que  habla  Invernado  en  aquella 
isla,  y  tenia  la  divisa  de  Castor  y  Pólux. 

12  Y  habiendo  UegacLo  á  Syracusa,  dos  detuvimos 
allí  tres  días. 

13  Desde  aquí  costeando  las  (ierras  de  Sicilia  ven  i- 


CAPITULO   XXVIII.  12? 

mos  á  Rhegio ;  y  al  dia  siguiente  soplando  el  Sur,  en 
dos  dias  nos  pusimos  en  Puzol , 

1 4  donde  habiendo  encontrado  hermanos  en  Chrisio, 
nos  instaron  á  que  nos  detuviésemos  con  ellos  siete 
dias;  después   délos    cuales  nos  dirigimos  á  Roma. 

15  Sabiendo  nuestra  venida  los  hermanos  de  esta 
ciudad,  salieron  á  recibirnos  hasta  el  pueblo  llamado 
Foro  Apio,  y  otros  á  Tres  -  Tabernas.  A  los  cuales  ha- 
biendo visto  Pablo,  dio  gracias  á  Dios,  y  cobró  gran- 
de ánimo. 

16  Llegados  á  Roma,  se  le  permitió  á  Pablo  el  es- 
tar de  por  sí  en  una  casa  con  un  soldado  de  guardia  *. 

17  Pasados  tres  dias  pidió  á  los  principales  de  en- 
tre los  judíos  que  fuesen  á  verle.  Luego  que  se  jun- 
taron, les  dijo:  Yo,  hermanos ??2?os,  sin  haber  hecho 
nada  contra  el  pueblo,  ni  conUa  las  tradiciones  de 
nuestros  padres,  fui  preso  en  Jerusalem  y  entregado  en 
manos  de  los  romanos, 

18  los  cuales  después  que  me  hicieron  los  interro- 
gatorios, quisieron  ponerme  en  libertad,  visto  que  no 
hallaban  en  mí  causa  de  muerte. 

;  19  Mas  oponiéndose  los  judíos,  me  vi  obligado  á 
apelar  á  César ;  pero  no  con  el  fin  de  acusar  en  cosa 
alguna  á  los  de  mi  nación. 

30  Por  este  motivo  pues  he  procurado  veros  y  ha- 
blaros, para  que  sepáis  que  por  la  esperanza  de  Israel 
me  veo  atado  con  esta  cadena  ^. 

-^       1  Que  solía  estar  atado  por  medio  de  una  larga  cadena 
coQ  el  prisionero  á  quien  guardaba. 
2  Por  haber  predicado  la  resurrección  de  los  muertos  en 


128        HECHOS  DE  LOS  APÓSTOLES. 

21  A  lo  que  respondieron  ellos :  Nosotros  ni  hemos 
recibido  cartas  de  Jadea  acerca  de  tí ,  ni  hermano  al- 
guno venido  de  allá,  ha  contado  ó  dicho  mal  de  tí. 

22  Mas  deseamos  saber  cuáles  son  tus  sentimientos, 
porque  tenemos  noticia  que  esa  hi  secta  halla  contra- 
dicción en  todas  partes. 

23  Y  habiéndole  señalado  dia  para  oirle ,  vinieron 
en  gran  número  á  su  alojamiento,  á  los  cuales  predi- 
caba el  reino  de  Dios  desde  la  mañana  hasta  la  noche, 
confirmando  con  autoridades  las  proposiciones  que  sen- 
taba ,  y  probándoles  lo  perteneciente  á  Jesús  con  la 
Ley  de  Moysés  y  con  los  Profetas. 

24  Unos  creían  las  cosas  que  decía;  otros  no  las 
creían. 

25  Y  no  estando  acordes  entre  sí ,  se  iban  saliendo, 
sobre  lo  cual  decía  Pablo :  ¡  Oh  con  cuanta  razón  ha- 
bló el  Espíritu  santo  á  nuestros  padres  por  el  Profeta 
Isaías  ' , 

26  diciendo  :  Vé  á  ese  pueblo,  y  díles  :  Oiréis  con 
vuestros  oídos,  y  no  entenderéis:  y  por  mas  que  ve- 
réis con  vuestros  ojos,  no  miraréis ! 

27  Porque  embolando  este  pueblo  su  corazón  ,  ha 
tapado  sus  oídos,  y  apretado  las  pestañas  de  sus  ojos; 
de  miedo  que  con  ellos  vean ,  y  oigan  con  sus  oídos,  y 
entiendan  con  el  corazón  ,  y  asi  se  conviertan ,  y  yo 
les  dé  la  salud. 

la  persona  del  Mesías,  que  es  la  esperanza  de  Israel.  Antes 
cap.  XI í.  V.  6  —XXII í.  V.  6.  —  XXI f^.  z;.  15.  y  XXVI. 
V.6. 

1  Is.  VI  V.  9.  —  Mallh.  XIII.  V.  14. 


CAPÍTULO    XXVIll.  120 

28  Por  tanto  tened  entendido  todos  vosotros,  que  á 
los  gentiles  es  enviada  esta  salud  de  Dios,  y  ellos  la 
recibirán. 

29  Dicho  esto,  se  apartaron  de  él  los  judíos,  te- 
niendo grandes  debates  entre  sí. 

30  y  Pablo  permaneció  por  espacio  de  dos  años 
enteros  en  la  casa  que  habia  alquilado ,  en  donde  re  - 
cibia  á  cuantos  iban  á  verle, 

31  predicando  el  reino  de  Dios,  y  enseñando  con 
toda  libertad ,  sin  que  nadie  se  lo  prohibiese ,  lo  tocante 
á  nuestro  Señor  Jesu-Christo. 


FIN  DE  LOS  HECHOS  DE  LOS  APOSTÓLES. 


ADVERTENCIA 


SOBRE 


LA  EPÍSTOLA  DE  S.  PABLO  Á  LOS  ROMANOS. 


Aunque  esta  carta  no  es  la  primera  que 
escribió  el  Apóstol ,  se  halla  siempre  en  pri- 
mer lugar  en  el  orden  que  sigue  la  versión  de 
la  Vulgata,  tal  vez  por  la  sublimidad  de  los 
misterios  que  comprende,  ó  por  la  preemi- 
nencia de  la  Iglesia  de  Roma,  d  quien  va  di- 
rigida. Escribióla  san  Pablo  en  Corintho  el 
año  5S  de  Christo,  cuando  iba  á  llevar  d  Je- 
rusalem  las  limosnas  que  habia  recogido. 
Manifiesta  d  los  romanos  los  deseos  que  tiene 
de  verlos  al  paso  que  vaya  d  España.  Pero 
el  principal  objeto  fue  cortar  toda  divisiotí 
entre  los  cristianos  convertidos  del  judaismo 
y  los  convertidos  de  la  gentilidad.  Aquellos, 
siempre  celosos  de  sus  ceremonias,  se  gloria- 
han  en  su  Ley,  y  en  que  el  Mesías  solamente 


ADVERTENCIA.  131 

hahia  predicado  entre  ellos.  Los  gentiles,  en- 
vanecidos con  sus  filósofos ,  despreciaban  á 
los  judíos ,  y  les  echaban  en  cara  el  haber 
rechazado  al  Mesías.  El  apóstol  procura  hu- 
millarlos á  todos ;  confunde  d  los  gentiles  ha- 
ciéndoles  ver  la  ceguedad  de  sus  filósofos; 
y  humilla  á  los  judíos  haciéndoles  ver  que 
caian  en  los  mismos  vicios  que  los  paganos. 
Quita  á  unos  y  á  otros  el  orgullo  del  propio 
mérito,  y  reúne  á  ambos  pueblos  en  la  piedra 
angular  Jesu-Christo ,  probándoles  que  su 
salvación  ni  puede  venirles  de  sus  sabios,  ni 
de  su  Ley,  sino  solamente  de  la  gracia 
de  Jesu-Chrisio.  — Sirvió  de  ainanuense  al 
Apóstol  un  tal  Tercio,  y  tal  vez  este  misino 
la  tradujo  al  latin. 


EPÍSTOLA 

DEL  APÓSTOL  S.  PABLO 
Á  LOS  ROMANOS. 


CAPITULO  PRIMERO. 

La  f¿  es  necesaria  para  salvarse ,  porgue  sin  ella  nadie  se 
,  justifica ;  y  de  la  razón  se  abusa  tanto,  que  los  preciados 
de  sabios  vienen  á  ser  los  mas  viciosos. 

1  Pablo  siervo  de  Jesu-Christo,  apóstol  por  voca- 
ción divina ,  escogido  para  predicar  el  Evangelio  de 
Dios, 

2  Evangelio  que  el  mismo  Dios  habia  promelido 
anteriormente  por  sus  Profetas  en  las  santas  Escri- 
turas, 

3  acerca  de  su  Hijo  Jesu-Christo  nuestro  Señor, 
que  le  nació  según  la  carne  del  linage  de  David, 

4  y  que  fue  predestinado '  para  ser  Hijo  de  Dios 
con  soberano  poder,  según  el  espíritu  de  santificación 
por  su  resurrección  de  entre  los  muertos : 

5  por  el  cual  nosotros  hemos  recibido  la  gracia  y 

1   En  cuanto  hombre.  Véase  Jesu-Christo. 


CAPITULO     I.  133 

el  apostolado  para  someter  á  la  íó  por  la  viilud  de  su 
nombre  á  todas  las  naciones, 

6  entre  las  cuales  sois  también  contados  vosotros, 
llamados  á  ella  por  Jesu-Christo  : 

7  á  todos  aquellos  que  estáis  en  liorna ,  que  sois 
amados  de  Dios,  y  santos  por  vuestra  vocación ,  gra- 
cia y  paz  de  parte  de  Dios  nuestro  Padre,  y  de  nues- 
tro Señor  Jesu-Christo. 

8  Primeramente  yo  doy  gracias  á  mi  Dios  por  me- 
dio de  Jesu-Christo  acerca  de  lodos  vosotros ;  de  que 
vuestra  fé  es  celebrada  por  todo  el  mundo. 

9  Dios ,  á  quien  sirvo  con  iodo  mi  espíritu  en  la 
predicación  del  Evangelio  de  su  Hijo,  me  es  testigo 
d?  que  continuamente  hago  memoria  de  vosotros, 

10  pidiéndole  siempre  en  mis  oraciones  que,  si  es 
de  su  voluntad,  me  abra  finalmente  algún  camino  fa- 
vorable para  ir  á  veros. 

1 1  Porque  tengo  muchos  deseos  de  ello ,  á  fin  de 
comunicaros  alguna  gracia  espiritual,  con  la  que  seáis 
fortalecidos : 

12  quiero  decir,  para  que  hallándome  entre  voso- 
tros, podamos  consolarnos  mútuaínente  los  unos  á  los 
otros,  por  medio  de  la  fé,  que  es  común  á  vosotros  y 
á  mí. 

13  Mas  no  quiero,  hermanos,  que  dejéis  de  saber, 
que  muchas  veces  he  propuesto  hacer  este  viage,  para 
lograr  también  entre  vosotros  algún  fruto ,  así  como 
entre  las  demás  naciones;  pero  hasta  ahora  no  me  ha 
sido  posible. 

12 


134        EFÍST.    UE    S.     PABLO    A    LOS   llOMANOS. 

14  Deudor  soy  igualmenle  á  griegos  y  á  bárbaros ' , 
á  sabios  y  á  ignorantes : 

15  asi  (por  lo  que  á  mí  toca)  pronto  estoy  á  pre- 
dicar el  Evangelio,  también  á  los  que  vivís  en  Roma. 

16  Que  no  me  avergüenzo  yo  del  Evangelio ;  siendo 
él ,  como  es ,  la  virtud  de  Dios  para  salvar  á  todos  los 
que  creen  :  á  los  judíos  primeramente ,  y  después  á 
los  gentiles. 

17  Y  en  el  Evangelio  es  en  donde  se  nos  ha  reve- 
lado la  justicia  ^  que  viene  de  Dios ,  la  cual  nace  de  la 
(é,  y  se  perfecciona  en  la  fé ,  según  aquello  que  está 
escrito  ' :  El  justo  vive  por  la  fé. 

18  Se  descubre  también  en  él  la  ira  de  Dios ,  que 
descargará  del  cielo  sobre  toda  la  impiedad  é  injusti- 
cia de  aquellos  hombres ,  que  tienen  aprisionada  in- 
justamente la  verdad  de  Dios ; 

19  puesto  que  ellos  han  conocido  claramente  lo  que 
se  puede  conocer  de  Dios.  Porque  Dios  se  lo  ha  ma- 
nifestado. 

20  En  efecto,  las  perfecciones  invisibles  de  Dios , 
aun  su  eterno  poder  y  su  divinidad ,  se  han  hecho  vi- 
sibles después  de  la  creación  del  mundo,  por  el  cono- 
cimiento que  de  ellas  nos  dan  sus  criaturas;  y  así  ta- 
les hombres  no  tienen  disculpa. 

21  Porque  habiendo  conocido  á  Dios,  no  le  glori- 
ficaron como  á  Dios,  ni  le  dieron  gracias ;  sino  que 

1  Véase  Griegos,  Bárbaros,  Gentiles. 

2  Véase  Justicia. 

3  ílabac.  II.  v  4.. 


CAPÍTULO   I.  135 

ensoberbetidus  devanearon  en  sus  discursos ,  y  quedó 
su  insensato  corazón  lleno  de  tinieblas ; 

22  y  mientras  que  se  jactaban  de  subios,  pararon 
en  ser  unos  necios; 

23  hasta  llegar  á  transferir  á  un  simulacro  en  ima- 
gen de  hombre  corruptible  ,  y  á  figuras  de  aves ,  y  de 
bestias  cuadrúpedas ,  y  de  serpientes ,  el  honor  debido 
solamente  á  Dios ,  incorruptible  ó  inmortal. 

24  Por  lo  cual  Dios  los  abandonó  á  los  deseos  de 
su  depravado  corazón ,  á  los  vicios  de  la  impureza ; 
en  tanto  grado,  que  deshonraron  ellos  mismos  sus  pro- 
pios cuerpos : 

25  ellos  que  hablan  colocado  la  mentira  en  el  lugar 
de  la  verdad  de  Dios,  dando  culto,  y  sirviendo  á  las 
criaturas  en  lugar  de  adorar  al  Criador,  solamente  el 
cual  es  digno  de  ser  bendito  por  todos  los  siglos.  Amen. 

26  Por  eso  los  entregó  Dios  á  pasiones  infames. 
Pues  sus  mismas  mugeres  invirtieron  el  uso  natural, 
en  el  que  es  contrario  á  la  naturaleza. 

27  Del  mismo  modo  también  los  varones,  des- 
echando el  uso  natural  de  la  hembra ,  se  abrasaron  en 
amores  brutales  de  unos  con  otros ,  cometiendo  torpe- 
zas nefandas  varones  con  varones ,  y  recibiendo  en  sí 
mismos  la  paga  merecida  de  su  obcecación. 

28  Pues  como  no  quisieron  reconocer  á  Dios, 
Dios  los  entregó  á  un  reprobo  sentido  ',  de  suerte  que 
han  hecho  acciones  indignas  del  hombre , 

1  Eu  pena  de  no  haber  hecho  uso  del  conocimiento  na- 
tural que  tenían  de  Dios. 


136        EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

29  quedando  atestados  de  toda  suerte  de  iniqui- 
dad, de  malicia,  de  fornicación,  de  avaricia,  de  per- 
versidad :  llenos  de  envidia ,  homicidas ,  pendencieros; 
fraudulentos ,  malignos ,  chismosos , 

30  infamadores,  enemigos  de  Dios ,  ultrajadores, 
soberbios,  altaneros,  inventores  de  vicios,  desobe- 
dientes á  sus  padres , 

31  irracionales,  desgarrados,  desamorados,  des- 
leales, desapiadados. 

33  Los  cuales  en  medio  de  haber  conocido  la  jus- 
ticia de  Dios ,  no  echaron  de  ver,  que  los  que  hacen 
tales  cosas,  son  dignos  de  muerte  eterna;  y  no  solo 
los  que  las  hacen ,  sino  también  los  que  aprueban  á 
los  que  las  hacen. 

CAPÍTULO  IL 

Demuéstrase  que  los  judíos  son  tanto  y  mas  culpable^  por 
sus  malas  obras  que  los  gentiles.  La  verd((der<l  circunci- 
sión es  la  del  expirilii,  ó  la  del  entendimiento  y  de  (a  vo- 
luntad. 

1  Por  donde  tú  eres  inexcusable,  ¡oh  hombre! 
quien  quiera  que  seas  ,  que  te  metes  á  condenar  á  los 
demás.  Pues  en  lo  que  condenas  á  otro,  te  condenas  á 
tí  mismo  :  haciendo  como  haces  tú  ¡  oh  judio!  aquellas 
mismas  cosas  que  condenas. 

3  Sabemos  que  Dios  condena  según  su  verdad  á  los 
que  cometen  tales  acciones  '. 

1  Esto  es,  los  enormes  delitos  de  que  he  hablada. 


CAPITULO    II.  137 

3  Tú  pues  j  oh  hombre  !  que  condenas  á  los  que 
tales  cosas  hacen ,  y  no  obstante  las  haces  ,  ¿  piensas 
acaso  que  podrás  huir  del  juicio  de  Dios? 

4  ¿  O  desprecias  tal  vez  las  riquezas  de  su  bondad , 
y  de  su  paciencia,  y  largo  sufrimiento  ?  ;  no  reparas  que 
la  bondad  de  Dios  '  te  está  llamando  á  la  penitencia  ? 

5  Tú  al  contrario ,  con  tu  dureza  y  corazón  im- 
penitente ,  vas  atesorándole  ira  y  mas  ira  para  el  día 
de  la  venganza ,  y  de  la  manifestación  del  justo  juicio 
de  Dios, 

6  el  cual  ha  de  pagar  á  cada  uno  según  sus  obras ; 

7  dando  la  vida  eterna  á  los  que ,  por  medio  de  la 
perseverancia  en  las  buenas  obras  ,  aspiran  á  la  gloria , 
al  honor ,  y  á  la  inmortalidad ; 

8  y  derramando  su  cólera  y  su  indignación  sobre 
los  espíritus  porfiados  ,  que  no  se  rinden  á  la  verdad  , 
sino  que  abrazan  la  injusticia. 

9  Así  que  tribulación  y  angustias  aguardan  shi  re- 
medio al  alma  de  lodo  hombre  que  obra  mal ,  del  judío 
primeramente  ,  y  después  del  griego  ' . 

10  Mas  la  gloria ,  el  honor  y  la  paz  serán  la  porción 
hereditaria  de  todo  aquel  que  obra  bien ,  del  judío  pri- 
ramente ,  y  después  del  griego  ; 

1 1  parque  para  con  Dios  no  hay  acepción  de  per- 
sonas. 

12  Y  así  todos  los  que  pecaron  sin  tener  Ley  escrita, 


1  I, os  mismos  bienes  que  te  concede, 

2  V^éase  Griego. 


138        EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS  ROMANOS. 

perecerán  sin  ser  juzgados  por  ella ;  mas  lodos  los 
que  pecaron  teniéndola ,  por  ella  serán  juzgados. 

13  Que  no  son  justos  delante  de  Dios  los  que  oyen 
la  Ley,  sino  los  que  la  cumplen ,  esos  son  los  que  se- 
rán justificados. 

14  En  efecto  cuando  los  gentiles,  que  no  tienen  Ley 
escrita  \  hacen  por  razón  natural  lo  que  manda  la  Ley, 
estos  tales  no  teniendo  Ley,  son  para  sí  mismos  Ley 
viva ; 

15  y  ellos  hacen  ver  que  lo  que  la  Ley  ordena,  cslá 
escrito  en  sus  corazones ,  como  se  lo  atestigua  su  pro- 
pia conciencia,  y  las  diferentes  reflexiones  que  allá  en 
su  interior  ya  los  acusan  ,  ya  los  defienden  , 

16  como  se  verá  en  aquel  dia ,  en  que  Dios  juzgará 
los  secretos  de  los  hombres  ,  por  medio  de  Jesu-Chris- 
to  ,  según  la  doctrina  de  mi  Evangelio. 

17  Mas  tú  que  te  precias  del  renombre  de  judío  ,  y 
tienes  puesta  tu  confianza  en  la  Ley ,  y  te  glorías  de 
adorar  á  Dios , 

18  y  conoces  su  voluntad,  y  amaestrado  por  la  Ley, 
disciernes  lo  que  es  mejor , 

19  tú  te  jactas  de  ser  guia  de  ciegos,  luz  de  los 
que  están  á  oscuras , 

20  preceptor  de  gente  ruda  ,  maestro  de  niños  ^,  ó 


1  Muchos  gentiles,  aunque  no  tenían  la  Ley  escrita,  ayu- 
dados de  la  luz  de  la  gracia  adoraban  al  verdadero  Dios,  y 
observaban  la  ley  natural,  ó  los  preceptos  inórales  que 
dicta  la  luz  de  la  razón.  Por  eso  se  llaman  justos  Job^  f\ 
centurión  Cornelio,  etc,  Véase  Lcij. 

2  Véase  Niño. 


CAPITULO   ir.  139 

recien  convertidos ,   como  quien  liene  en  la  Ley  d-; 
Muj/scs  la  pauta  de  la  ciencia  y  de  la  verdad. 

21  Y  no  obstante,  tú  que  instruyes  al  otro,  no  le 
instruyes  á  tí  niismo  :  tú  que  predicas  que  no  es  lícito 
hurtar ,  hurtas  : 

22  tú  que  dices  que  no  se  ha  de  cometer  adulterio, 
le  cometes :  tú  que  abominas  de  los  ídolos ,  eres  sacri- 
lego adorador  suyo  : 

23  tú  en  Jin  que  te  glorías  en  la  Ley,  con  la  vio- 
lación de  la  misma  Ley  deshonras  á  Dios. 

24  (Vosotros  los  judíos  sois  la  causa  ,  como  dice  la 
Escritura  ' ,  de  que  sea  blasfemado  el  nombre  de  Dios 
entre  los  gentiles  "*.) 

25  Por  lo  demás ,  la  circuncisión  sirve,  si  observas 
la  Ley ;  pero  si  eres  prevaricador  de  la  Ley  ,  por  mas 
que  estés  circuncidado ,  vienes  á  ser  delante  de  Dios 
como  un  hombre  incircunciso. 

26  Al  contrario  ,  si  un  incircunciso  guarda  los  pre- 
ceptos de  la  Ley,  ¿  por  ventura,  sin  estar  circuncidado, 
no  será  reputado  por  circunciso  ? 

27  Y  el  que  por  naturaleza  es  incircunciso  ó  gen- 
til,  y  guarda  exactamente  la  Ley,  ¿no  te  condenará 
á  tí  que  teniendo  la  letra  de  la  Ley  y  la  circuncisión  , 
eres  prevaricador  de  la  Ley  ? 

28  Porque  no  está  en  lo  exterior  el  ser  judío,  ni 
es  la  verdadera  circuncisión  la  que  se  hace  en  la 
carne  ; 


1  Is.  LII.  1.5—  Ezcch.  XXXVI  Ü.2. 

2  Quienes  al  ver  vuestras  costumbres,  tienín  en  bajo 
concepto  la  Ley  que  os  gobierna. 


140        EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

29  sino  que  el  verdadero  judío  es  aquel  que  lo  e» 
en  su  interior ;  asi  como  la  verdadera  circuncisión  es 
la  del  corazón ,  que  se  hace  según  el  espíritu ,  y  no 
según  la  letra  de  la  Ley  :  y  este  verdadero  judío  re- 
cibe su  alabanza,  no  de  los  hombres,  sino  de  Dios. 


CAPITULO  lll. 

En  qué  tienen  la  preferencia  los  judíos  sobre  los'geniile.t. 
Unos  y  otros  están  sujetos  al  yugo  del  pecado.  No  es  la 
Ley,  sino  la  fé  en  Jesu-Chrisío  la  que  los  libra  de  él. 
Pero  la  Jé  no  destruye  la  Ley,  sino  que  la  perfecciona. 

1  ¿Cuál  es  pues  [me  diréis)  la  ventaja  de  los  ju- 
díos sobre  los  gentiles?  ó  ¿qué  utilidad  se  saca  en 
ser  del  pueblo  circuncidado  ? 

2  La  ventaja  de  los  judíos  es  grande  de  todos  mo- 
dos. Y  principalmente  porque  á  ellos  les  fueron  con- 
fiados los  oráculos  de  Dios  '. 

3  Porque,  en  fin,  si  algunos  de  ellos  no  han  creí- 
do,  ¿su  infidelidad  frustrará  por  ventura  la  fidelidad 
de  Dios?  Sin  duda  que  no , 

4  siendo  Dios,  como  es ,  veraz ,  y  mentiroso  todo 
hombre  ^,  según  aquello  que  David  dijo  á  Dios  *  :  A 
fin  de  que  tú  seas  reconocido  fiel  en  tus  palabras ,  y 
salgas  vencedor  en  los  juicios  que  de  tí  se  hacen. 

1  O  las  Escrituras  divinas  ;  y  á  ellos  se  hicieron  las  pro- 
mesas del  Mesías,  y  de  su  reino  eterno. 

2  No  faltará  Dios  á  su  palabra,  aunque  hayan  faltado 
loM  judíos. 

3  Psalni.  L   v.  6. 


CAPÍTULO    III.  141 

5  Mas  si  nuestra  injusticia  ó  iniquidad  hace  re- 
saltar la  justicia  de  Dios,  ¿qué  diremos?  ¿No  será 
Dios  (hablo  á  lo  humano)  injusto  en  castigarnos  *  ? 

6  Nada  menos.  Porque  si  así  fuese ,  ¿  cómo  seria 
Dios  el  juez  del  mundo? 

7  Pero  si  la  fidelidad  ó  verdad  de  Dios  (  añadirá 
alguno)  con  ocasión  de  mi  infidelidad  ¿"malicia  se  ha 
manifestado  mas  gloriosa ,  ¿  por  qué  razón  todavía  soy 
yo  condenado  como  pecador? 

8  ¿Y  por  qué  (como  con  una  insigne  calumnia  es- 
parcen algunos ,  que  nosotros  decimos )  no  hemos  de 
hacer  nosotros  un  mal ,  á  fin  de  que  de  él  resulte  un 
bien?  Los  que  dicen  esto,  son  justamente  condenados. 

9  ¿Diremos  pues  que  somos  los  judíos  mas  dignos 
que  los  gentiles  ?  No  por  cierto.  Pues  ya  hemos  de- 
mostrado que  así  judíos  como  gentiles,  todos  están 
sujetos  al  pecado , 

10  según  aquello  que  dice  la  Escritura  '  :  No  hay 
uno  que  sea  justo  : 

1 1  no  hay  quien  sea  cuerdo ,  no  hay  quien  busque 
á  Dios. 

12  Todos  se  descarriaron,  todos  se  inutilizaron  :  no 
hay  quien  obre  bien  ,  no  hay  siquiera  uno. 

13  Su  garganta  es  un  sepulcro  abierto  '  ,  se  han 


1  Por  nuestros  pecados;  puesto  que  ellos   manifiestaa 
sus  perfecciones. 

2  Psalm.  XIII.  v.  3. 

3  Psalm   V.v.  11. 


142        EPÍST.    DE   S.    PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

servido  de  sus  lenguas  para  urdir  enredos  :  dentro 
de  sus  labios  tienen  veneno  de  áspides  '  : 

14  su  boca  eslú  llena  de  maldición,  y  de  amar- 
gura ■' : 

15  son  sus  pies  ligeros  para  ir  á  derramar  san- 
gre ^  : 

16  todos  sus  pasos  se  dirigen  á  oprimir  y  á  hacer 
infelices  á  los  demás  : 

1 7  porque  la  senda  de  la  paz  nunca  la  conocieron  : 

18  ni  tienen  el  temor  de  Dios  ante  sus  ojos*. 

19  Empero  sabemos,  que  cuantas  cosas  dice  la 
Ley ,  todas  las  dirige  á  los  que  profesan  la  Ley  ;  á  fin 
de  que  toda  boca  enmudezca  ,  y  todo  el  mundo  ,  así 
judíos  como  gentiles ,  se  reconozca  reo  delante  de 
Dios; 

20  supuesto  que  delante  de  él  ningún  liombre  será 
justificado  por  solas  las  obras  de  la  Ley.  Porque  por 
la  Ley  se  nos  ha  dado  el  conocimiento  del  pecado  *. 

21  Cuando  ahora  la  justicia^  que  da  Dios,  sin  la 
Ley  se  nos  ha  hecho  patente;  según  está  atestiguada 
por  la  Ley  y  los  Profetas. 

22  Y  esta  justicia  que  da  Dios  por  la  fé  en  Jesu- 


1  Psahn.  C XXX IX.  v.  4. 

2  Psahn.  IX.  v.  7. 

3  Prov.  1  V.  16.  — Is.  LIX.  v.  7. 

4~Psalm.  XXXF.  v.  2.  Se  ve  que  san  Pnblo  sigue  en 
estos  versos  la  versión  griega  de  los  Setenta. 

5  Mas  no  se  evita,  ni  perdona  sin  la   gracia  de  Je.sn- 
Christo,  que  á  nadie  se  niega. 

6  Véase  Justicia. 


capítulo  iii.  143 

Chrislo  ,  es  para  todos  y  sobre  todos  los  que  creen  en 
él;  pues  no  hay  distinción  alguna  cjüre  judio  y  yeniil  • 

23  porque  lodos  pecaron,  y  tienen  necesidad  de  la 
gloria  ó  gracia  de  Dios. 

^24  Siendo  justiGcados  gratuitamente  por  la  gracia 
del  mismo,  en  \irlud  de  la  redención  que  iodos  tie- 
nen en  Jcsu-Chrislo , 

25  á  quien  Dios  propuso  para  ser  la  víctima  de 
propiciación  en  virtud  de  su  sangre  por  medio  de  la 
fé,  á  fin  de  demostrar  la  justicia  que  da  él  mismo, 
perdonando  los  pecados  pasados, 

26  soportados  por  Dios  con  tanta  paciencia,  con  el 
fin ,  digoy  de  manifestar  su  justicia  en  el  tiempo  pre- 
sente :  por  donde  se  vea  cómo  él  es  justo  en  sí  mismo, 
y  que  justifica  al  que  tiene  la  fé  de  Jesu-Christo. 

27  Ahora  pues  ¿dónde  está  ¡oh  judio!  t\  motivo  de 
gloriarle  ?  Queda  excluido.  ¿  Por  qué  Ley  ?  ¿  por  la  de 
las  obras?  No,  sino  por  la  Ley  de  la  fé  '. 

28  Asi  que  concluimos  ,  ser  justificado  el  hombre 
por  la  fé  viva  sin  las  obras  de  la  Ley. 

29  Porque  en  fin  ¿es  acaso  Dios  de  los  judíos  so- 
lamente? ¿no  es  también  Dios  de  los  gentiles?  Sí  por 
cierto,  de  los  gentiles  también. 

30  Porque  uno  es  realmente  el  Dios  que  justifica 


1  Luego  no  tenéis  de  qué  gloriaros,  pues  á  vosotros  y  á 
los  gentiles,  á  todos  os  justifica  Dios  igualmente  por  la  fé  ; 
no  por  las  obras  que  prescribe  vuestra  Ley,  hechas  con  las 
fuerzas  naturales,  y  que  solamente  las  prescribe,  pero  sin 
dur  AÍrtiid  para  ejecutarlas   Véase  l^ey,  Fé. 


144         EPÍST.    DE   S.    PABLO    A   LOS    ROMANOS. 

por  medio  de  la  fé  á  los  circuncidados,  y  que  con  la 
misma  fé  justifica  á  los  no  circuncidados. 

31  Luego  nosotros,  dirá  alguno,  ¿destruimos  la 
Ley  de  Moysés  por  la  fé  en  Jesn-Christo?  No  hay 
tal :  antes  bien  confirmamos  la  Ley  '. 

CAPITULO  IV. 

Con  el  ejemplo  de  Abraham  prueba  el  Apóstol  que  Diosjus- 
tijica  al  pecador,  no  en  fuerza  de  obras  ó  virtudes  huma' 
ñas,  sino  de  pura  gracia  por  la  fé  que  le  infunde. 

1  ¿Qué  ventaja  pues  diremos  liaber  logrado  Abra- 
ham, padre  nuestro  según  la  carne? 

2  Ciertamente  que  si  Abraham  fue  justificado  por 
las  obras  exteriores,  él  tiene  de  que  gloriarse,  mas  no 
para  con  Dios. 

3  Porque  ¿qué  es  lo  que  dice  la  Escritura  ^?  Creyó 
Abraham  á  Dios;  lo  cual  le  fue  imputado  á  justicia  '. 

4  Pues  al  que  trabaja ,  el  salario  no  se  le  cuenta 
como  una  gracia ,  sino  como  deuda. 

5  Al  contrario,  cuando  á  alguno  sin  hacer  las  obras 
exteriores  ó  de  la  Ley,  con  creer  en  aquel  que  justifica 
al  implo,  se  le  reputa  su  fé  por  justicia ;  es  este  un  don 
gratuito  según  el  beneplácito  de  la  gracia  de  Dios. 


1  Pues  toda  nuestra  doctrina  se  reduce  á  enseñar  el  me- 
dio de  obtener  la  justicia  y  santidad  que  la  Ley  promete. 

2  Gen.  XV.  V.  Q.—Galal.  III.  v.  G—Juc.  II.  v.  23. 

3  Y  así  esta,  ó  la  justificación,  la  recibió  Abraham  de 
pura  gracia,  y  no  como  recompensa  debida  a  sus  obras. 


CAPÍTULO   IV.  145 

6  En  este  sentido  David  llama  bienaventuradü  al 
hombre  á  quien  Dios  imputa  la  justicia  sin  mérito  de 
las  obras,  diciendo: 

7  Bienaventurados  aquellos,  cuyas  maldades  son  per- 
donadas, y  cuyos  pecados  están  borrados  '. 

8  Dichoso  el  hombre  á  quien  Dios  no  imputó 
culpa, 

9  ¿Y  esta  dicha  *  es  solo  para  los  circuncisos?  ¿no 
es  también  para  los  incircuncisos?  Acabamos  de  decir 
que  la  fé  se  reputó  á  Abraham  por  justicia. 

10  ¿Y  cuándo  se  le  reputó?  ¿después  que  fue  cir- 
cuncidado, ó  antes  de  serlo?  Claro  está  que  no  cuando 
fue  circuncidado,  sino  antes. 

11  Y  asi  él  recibió  la  marca  ó  divisa  de  la  circun- 
cisión %  como  un  sello  ó  señal  de  la  justicia  que  habia 
adquirido  por  la  fé ,  cuando  era  aun  incircunciso  ; 
para  que  fuese  padre  de  todos  los  que  creen  sin  estar 
circuncidados,  á  quienes  se  les  reputase  también  lafé 
por  justicia  : 

12  como  asimismo  padre  de  los  circuncidados,  de 
aquellos,  digo,  que  no  solamente  han  recibido  la  cir- 
cuncisión ,  sino  que  siguen  también  las  huellas  de  la 
fé  que  tenia  nuestro  padre  Abraham ,  siendo  aun  in- 
circunciso. 


1  Pücdm.  XXXI.  V.  1.  Por  habérselos  perdonado  todos 
graciosamente. 

2  Esto  es.  la  dicha  de  estar  justificado  graciosamente 
por  Dios. 

3  Véase  ( 'ir  cunéis  i  o  t>. 

ToM.  XIV.  13 


146  EPÍST.    CE   S.PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

13  y  así  no  fue  en  virtud  de  la  Ley,  sino  en  vir- 
tud de  la  justicia  de  la  fé ,  la  promesa  hecha  á  Abra- 
ham  ,  ó  á  su  posteridad ,  de  tener  al  mundo  por  he- 
rencia suya. 

1 4  Porque  si  solos  los  que  pertenecen  á  la  Ley  de 
Moysés,  son  los  herederos,  inútil  fue  la  fé ,  y  queda 
sin  efecto  la  promesa  de  Dios. 

15  Porque  la  Ley  produce  ó  manifiesta  la  cólera 
de  Dios  contra  sus  trasgrcsores ;  en  lugar  de  que  allá 
donde  no  hay  Ley  ,  no  hay  tampoco  violación  de  la 
Ley. 

16  La  fé,  pues,  es  por  la  cual  nosotros  sojnos  hc' 
rederos,  á  fin  de  que  lo  seamos  por  gracia ,  y  perma- 
nezca firme  la  promesa  para  lodos  los  hijos  de  Ahra- 
ham ;  no  solamente  para  los  que  han  recibido  la  Ley, 
sino  también  para  aquellos  que  siguen  la  fé  de  Abra- 
ham  ,  que  es  el  padre  de  todos, 

17  (según  lo  que  está  escrito:  Téngote  constituido 
padre  de  muchas  gentes  ')  y  que  ló  es  delante  de  Dios, 
á  quien  ha.  creído ,  el  cual  da  vida  á  los  muertos,  y 
llama  ó  da  ser  á  las  cosas  que  no  son  ,  del  mismo  modo 
que  conserva  las  que  son  : 

18  asi  habiendo  esperado  contra  toda  esperanza,  él 
creyó  que  vendría  á  ser  padre  de  muchas  naciones, 
según  se  le  habla  dicho  :  Innumerable  será  tu  descen- 
dencia ^. 

19  Y  no  desfalleció  en  la  fé  ,  ni  atendió  á  su  propio 


1  Gen.  XV U  r.  4 

2  Gen.  XV.  v.  5. 


CAPITULO    V.  147 

cuerpo  ya  desvirluado,  siendo  ya  de  casi  cien  años,  ni 
;i  que  estaba  extinguida  en  Sara  la  virtud  de  concebir. 
•20  No  dudó  él  ni  tuvo  la  meiior  desconfianza  de 
la  promesa  de  Dios,  antes  se  fortaleció  en  la  fé ,  dando 
á  Dios  la  gloria : 

21  plenamente  persuadido  de  que  todo  cuanto  Dios 
tiene  prometido  ,  es  poderoso  también  para  cumplirlo. 

22  Por  eso  el  creer  le  fue  reputado  por  justicia. 
33  Pero  el  habérsele  reputado  por  justicia  ,  no  está 

escrito  solo  para  él , 

24  sino  también  para  nosotros,  á  quienes  se  ha  de 
reputar  igualmente  á  justicia  el  creer  en  aquel  que  re- 
sucitó de  entre  los  muertos,  Jesu-Christo  Señor  nues- 
tro ; 

25  el  cual  fue  entregado  á  la  muerte  por  nuestros 
pecados,  y  resucitó  para  nuestra  justificación. 

CAPÍTULO  V. 

Excelencias  de  la  justificación  por  la  f¿  de  Jtsu-Chrido, 
cuya  gracia  sobreabundante  no  como  quiera  quita  los 
maks  del  pecado,  sino  que  nos  colma  de  bienes  inmensos. 

1  Justificados  pues  por  la  fé,  mantengamos  la  paz 
con  Dios  mediante  nuestro  Señor  Jcsu-Christo  ; 

2  por  el  cual  asimismo,  en  virtud  de  la  fé  ,  tene- 
mos cabida  en  esta  gracia ,  en  la  cual  permanecemos 
firmes,  y  nos  gloriamos  esperando  la  gloria  de  los  hijos 
de  Dios. 

3  rSi  nos  gloriamos  solamente  en  esto,  sino  también 


148         EPÍST.    DE    S.     PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

en  las  tribulaciones ;  sabiendo  que  la  tribulación  ejer- 
cita la  paciencia : 

4  la  paciencia  sirve  á  la  prueba  de  nuestra  fe,  y  la 
prueba  produce  la  esperanza  , 

5  esperanza  que  no  burla  ;  porque  la  caridad  de 
Dios  ha  sido  derramada  en  nuestros  corazones  por  me- 
dio del  Espíritu  santo,  que  se  nos  ha  dado. 

6  Porque  ¿de  dónde  nace  que  Christo,  estando 
nosotros  todavía  enfermos  del  pecado,  al  tiempo  seña- 
lado murió  por  los  impíos? 

7  A  la  verdad  apenas  hay  quien  quisiese  n?orir  por 
un  justo  :  tal  vez  se  hallaría  quien  tuviese  valor  de  dar 
su  vida  por  un  bienhechor. 

8  Pero  lo  que  hace  brillar  mas  la  caridad  de  Dios 
acia  nosotros,  es  que  entonces  raismo  cuando  éramos 
aun  pecadores  ó  enemiíjos  suyos,  fue  cuando  al  tiempo 
señalado, 

9  murió  Christo  por  nosotros :  luego  es  claro  que 
ahora  mucho  mas  estando  justificados  por  su  sangre , 
nos  salvaremos  por  él  de  la  ira  de  Dios. 

10  Que  si  cuando  éramos  enemigos  de  Dios,  fuimos 
reconciliados  con  él  por  la  muerte  de  su  Hijo ;  mucho 
mas  eslando  ya  reconciliados,  nos  salvará  por  él  mis- 
mo resucitado  y  vivo. 

11  Y  no  tan  solo  eso,  sino  que  también  nos  gloria- 
mos en  Dios  por  nuestro  Señor  Jcsu-Christo,  por  cuyo 
medio  hemos  obtenido  ahora  la  reconciliación, 

12  Por  lanío  así  como  por  un  solo  hombre  entró  el 
pecado  cu  este  mundo,  y  por  el  pecado  la  muerte ;  asi 


CAPÍTULO    V.  149 

también  la  muerte  se  fue  propagando  en  todos  los  hom- 
bres, por  aquel  solo  Adam  en  quien  todos  pecaron. 

13  Así  que  el  pecado  ha  estado  siempre  en  el  mun- 
do hasta  el  tiempo  de  la  Ley ;  mas  como  entonces  no 
habia  Ley  escrita,  el  pecado  no  se  imputaba  como 
irasgresion  de  ella  '. 

14  Con  todo  eso  la  muerte  reinó  desde  Adam  hasta 
Moysés  aun  sobre  aquellos  que  no  pecaron  con  una 
trasgresion  de  la  Ley  de  Dios  semejante  á  la  de 
Adam  ^ ,  el  cual  es  figura  del  segundo  Adam  que  ha- 
bia de  venir  ^ 

15  Pero  no  ha  sucedido  en  la  gracia,  así  como  en 
el  pecado ;  porque  si  por  el  pecado  de  uno  solo  murie- 
ron muchos  •*,  mucho  mas  copiosamente  se  ha  derra- 
mado sobre  muchos  la  misericordia  y  el  don  de  Dios 
por  la  gracia  de  un  solo  hombre,  que  es  Jesu-Christo. 

16  Ni, pasa  lo  mismo  en  este  don  de  la  gracia,  que 
lo  que  vemos  en  el  pecado.  Porque  nosotros  hemos 
sido  condenados  en  el  juicio  de  Dios  por  un  solo  pe- 
cado, en  lugar  de  que  somos  justificados  por  la  gracia 
después  de  muchos  pecados. 

17  Conque  si  por  el  pecado  de  uno  solo  ha  reina- 


1  O  no  ss  hacia  cuenta,  ni  se  reconocía  tanto  su  grave- 
dad, ijor  no  haber  Ley  escrita,  ni  penas  determinadas  con- 
tra él. 

2  Esto  es,  personalmente,  ó  contra  una  ley  ó  mandato 
expreso  de  Dios,  como  pecó  nuestro  primer  padre. 

3  A  darnos  á  todos  la  vida  del  alma. 

4  Véase  Machos. 


loO  I'PiST.     DE   S.    PABLO    A    LOS   ROMANOS. 

do  la  muerte  por  un  solo  hombre,  que  es  Adam,  mucho 
mas  los  que  reciben  la  abundancia  de  la  gracia,  y  de 
los  dones,  y  de  la  justicia,  reinarán  en  la  vida  por  solo 
iin  hombre,  que  es  Jesu-Christo. 

18  En  conclusión,  así  como  el  delito  de  uno  solo 
atrajo  la  condenación  de  muerte  á  todos  los  hombres ; 
asi  también  la  justicia  de  uno  solo  ha  merecido  á  todus 
los  hombres  la  justificación  que  da  vida  al  alma. 

19  Pues  á  la  manera  que  por  la  desobediencia  de 
un  solo  hombre,  fueron  muchos  constituidos  pecadores, 
asi  también  por  la  obediencia  de  uno  solo,  serán  mu- 
chos constituidos  justos. 

20  Es  verdad  que  sobrevino  la  Ley ,  y  con  ella  se 
aumentó  el  pecado,  por  haber  sido  desobedecida.  Pero 
cuanto  mas  abundó  el  pecado,  tanto  mas  ha  sobre- 
abundado la  gracia  ; 

21  áfin  de  que  al  modo  que  reinó  el  pecado  para 
dar  la  muerte,  así  también  reine  la  gracia  en  virtud  de 
la  justicia  para  dar  la  vida  eterna,  por  Jesu-Christo 
nuestro  Señor. 


CAPÍTULO  VL 


(Jomo  deben  los  fieles  pemeverat-  en  la  gracia  una  vez  reci- 
bida en  el  bautismo,  haciendo  nueva  vida,  y  entregándose 
del  todo  á  Dios. 

1   ¿Qué  diremos  pues  ?  ¿  habremos  de  permanecer 
en  el  pecado  para  dar  motivo  á  que  la  gracia  sea  copiosa? 


CAPÍTULO    VI.  151 

á  No  lo  permita  Dios.  Porque  eslaado  ya  nmeitos 
al  pecado,  ¿  cómo  hemos  de  vivir  aun  en  él  ? 

3  ¿No  sabéis  que  cuantos  hemos  sido  bautizados  cu 
Jesu-Christo,  lo  hemos  sido  con  [a  representación  y 
en  virtud  de  su  muerte  ? 

4  En  efecto  ,  en  el  bautismo  hemos  quedado  sepul- 
tados con  él  muriendo  al  pecado  ;  á  fln  de  que  así 
como  Chrislo  resucitó  de  muerte  á  vida  para  gloria  del 
Padre ,  así  también  procedamos  nosotros  con  nuevo 
tenor  de  vida. 

5  Que  si  hemos  sido  ingertados  con  él  por  medio  de 
la  representación  de  su  muerte,  igualmente  lo  hemos 
de  ser  representando  su  resurrección  , 

6  haciéndonos  cargo  ,  que  nuestro  hombre  viejo  fue 
crucificado  juntamente  con  é! ,  para  que  sea  destruido 
en  nosotros  el  cuerpo  del  pecado ,  y  ya  no  sirvamos 
mas  al  pecado. 

7  Pues  quien  ha  muerto  de  esta  manera ,  queda  ya 
justificado  del  pecado. 

8  Y  si  nosotros  hemos  muerto  con  Jt?su- Christo, 
cieemosjirmemejite  que  viviremos  también  juntamente 
con  Christo  ; 

9  sabiendo  que  Christo  resucitado  de  éntrelos  muer- 
tos no  muere  ya  otra  vez ;  y  que  la  muerte  no  tendrá 
ya  dominio  sobre  él. 

10  Porque  en  cuanto  al  haber  muerto,  como  fue 
por  destnnr  el  pecado-,  murió  una  sola  vez  ;  mas  en 
cuanto  al  vivir  ,  vive  para  Dios  y  es  inmortal. 

1 1  Así  ni  mas  ni  menos  vosotros  considerad  lam* 
bien  que  realmente  estáis  muertos  al  pecado  por  el 


152         EPÍST.     DE    S.    PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

bautismo,  y  que  vivís  ya  para  Dios  en  Jesu-Ghristo 
Señor  nuestro. 

12  No  reine  pues  el  pecado  en  vuestro  cuerpo  mor- 
tal ,  de  modo  que  obedezcáis  á  sus  concupiscencias. 

13  Ni  tampoco  abandonéis  mas  vuestros  miembros 
al  pecado  para  servir  de  instrumentos  á  la  iniquidad  ; 
sino  antes  bien  entregaos  todos  á  Dios ,  como  resu- 
citados de  muerte  á  vida ,  y  ofreced  á  Dios  vuestros 
miembros  para  servir  de  instrumentos  á  la  justicia  ó 
virtud. 

14  Porque  el  pecado  no  se  enseñoreará  ya  de  vos- 
otros, si  no  queréis,  pues  no  estáis  bajo  el  dominio  de 
la  Ley ,  sino  de  la  gracia. 

15  ¿  Mas  qué?  ¿  pecaremos  ,  ya  que  no  estamos  su- 
jetos á  la  Ley  ,  sino  á  la  gracia  '  ?  No  lo  permita 
Dios. 

16  ¿No  sabéis  que  si  os  ofrecéis  por  esclavos  de 
alguno  para  obedecer  á  su  imperio ,  por  el  mismo  he- 
cho quedáis  esclavos  de  aquel  á  quien  obedecéis ,  bien 
sea  del  pecado  para  recibir  la  muerte ,  bien  sea  de  la 
obediencia  á  lafé  para  recibir  la  justicia  ó  vida  del 
alma  ? 

17  Pero  ,  gracias  á  Dios ,  vosotros ,  aunque  fuisteis 
siervos  del  pecado,  Iiabeis  obedecido  de  corazón  á  la 
doctrina  del  Evangelio,  según  cuyo  modelo  habéis  sido 
formados  de  nuevo. 

18  Con  lo  que  libertados  de  la  esclavitud  del  pe- 


1  ¿  Abusaremos  de  la  libertad  que  nos  da  esta>  librán- 
donos del  vii'iode  aquella? 


CAPÍTULO    VII.  153 

cado  ,  habéis  venido  á  ser  siervos  de  la  justicia  ó  san~ 
tidad. 

19  Voy  á  decir  una  cosa,  hablando  á  lo  humano,  en 
atención  á  la  flaqueza  de  vuestra  carne ,  y  es ,  que  asi 
como  habéis  empleado  los  miembros  de  vuestro  cuerpo 
en  servir  á  la  impureza,  y  á  la  injusticia  para  come- 
ter iniquidad ,  así  ahora  los  empleéis  en  servir  á  la 
justicia  para  santificaros. 

20  Porque  cuando  erais  esclavos  del  pecado,  estu- 
visteis' como  exentos  del  imperio  de  la  justicia  ' . 

21  Mas  ¿y  qué  fruto  sacasteis  entonces  de  aquellos 
desórdenes  de  que  al  presente  os  avergonzáis  ?  En  ver- 
dad que  la  muerte  es  el  fin  á  que  conducen. 

22  Por  el  contrario,  ahora  habiendo  quedado  li- 
bres del  pecado ,  y  hechos  siervos  de  Dios ,  cogéis 
por  fruto  vuestro  la  santificación  ,  y  por  fin  la  vida 
eterna. 

23  Porque  el  estipendio  y  paga  del  pecado  es  la 
muerte.  Empero  la  vida  eterna  es  una  gracia  de  Dios 
por  Jesu-Christo  nuestro  Señor. 

CAPÍTULO  VII. 

• 

Ventaja  grandísima  del  hombre  en  el  eslado  de  la  Ley  de 
gracia,  comparado  con  el  que  tenia  por  razón  del  pecado 
en  la  Ley  anligtia.  Combate  la  carne  contra  el  espíritu. 

1  ¿Ignoráis  acaso,  hermanos,  (ya  que  hablo  con 
1  Negándoos  á  obrar  lo  que  ella  prescribe. 


154  EPÍST.    DE    S.    PABLO  A  LOS    ROMANOS. 

los  que  eslán  instruidos  en  la  Ley)  que  la  Ley  no  domi- 
na sobre  el  hombre,  sino  mientras  este  vive? 

2  Así  es  que  una  muger  casada  está  ligada  por  la 
ley  del  matrimonio  al  marido ,  mientras  este  vive  ; 
mas  en  muriendo  su  marido,  queda  libre  de  la  ley  que 
la  ligaba  al  marido. 

3  Por  cuya  razón  será  tenida  por  adúltera ,  si  vi- 
viendo su  marido,  se  junta  con  otro  hombre;  pero  si 
el  marido  muere ,  queda  libre  del  vínculo  ,  y  puede 
casarse  con  otro  sin  ser  adúltera. 

4  Así  también  vosotros,  hermanos  mios,  quedasteis 
muertos  á  la  Ley  en  virtud  de  la  muerte  de  el  cuerpo 
de  Christo  ',  para  ser  de  otro  ,  esto  es  ,  del  que  resu- 
citó de  entre  los  muertos ,  á  fin  de  que  nosotros  pro- 
duzcamos frutos  para  Dios. 

5  Pues  cuando  vivíamos  según  la  carne ,  las  pa- 
siones de  los  pecados  ",  excitadas  por  ocasión  de  la 
Ley  ^ ,  mostraban  su  eficacia  en  nuestros  miembros, 
en  hacerles  producir  frutos  para  la  muerte  ; 

G  pero  ahora  estamos  ya  exentos  de  esta  Ley,  oca- 
sión de  muerte,  que  nos  tenia  ligados,  para  que  sirva- 
mos á  Dios  según  el  nuevo  espíritu ,  y  no  según  la  le- 
tra ó  Lp^/ antigua. 

—  7  Esto  supuesto ,  ¿  quó  diremos  ?  ¿  Es  la  Ley  la 
causa  del  pecado?  No  digo  tal.  Pero  sí  que  no  acabé 


1  Con   el   cual  fiiísttis  crucificados,  y  cuyos  miembros 
sois;  y  así  estáis  desobligados  y  libres  de  ella. 

2  Martini  traduce  ,  de  las  afecciones  pecaminosas. 

3  O  con  la  misma  prohibición. 


CAPITULO    VII.  155 

(le  conocer  el  pecado ,  sino  por  medio  de  la  Ley  :  de 
suerte  que  yo  no  hubiera  advertido  la  concupiscencia 
inia  ',  si  la  Ley  no  dijera  :  No  codiciarás  ^. 

8  IMas  el  pecado ,  6  el  deseo  de  este ,  estimulado  con 
ocasión  del  mandamiento  que  lo  prohibe ,  produjo  en 
mí  loda  suerte  de  malos  deseos.  Porque  sin  la  Ley  el 
pecado  de  la  codicia  estaba  cojno  muerto  ^ 

9  Yo  también  vivía  en  algún  tiempo  sin  Ley ,  dirá 
otro.  Mas  así  que  sobrevino  el  mandamiento ,  revivió 
el  pecado  , 

10  y  yo  quedé  muerto.  Con  lo  que  aquel  manda- 
miento ,  que  debía  servir  para  darme  la  vida  ,  ha  ser- 
vido para  darme  la  muerte. 

1 1  Porque  el  pecado ,  tomando  ocasión  del  manda- 
miento '%  me  sedujo  ,  y  Aúpor  la  violación  de  el  mis- 
mo mandamiento  me  ha  dado  la  muerte. 

12  De  manera  que  la  Ley  es  sania,  y  el  manda- 
miento que  prohibe  el  pecado  ,  santo ,  justo  y  bueno. 

13  ¿  Pero  qué ,  lo  que  es  en  s¿  bueno,  me  ha  cau- 
sado á  mí  la  muerte?  Nada  menos.  Sino  que  el  pecado 


1  O  que  fuesen  pecado  los  malos  deseos. 

2  La  voz  griega  íTríQu/wj/a-í/f  que  usó  el  Apóstol,  y  en  la 
Vidgata  se  traduce  conaipisces,  la  expresamos  con  el  verbo 
codieiarás,  el  cual  por  su  generalidad  corresponde  exacta- 
mente á  los  dos  verbos  griego  y  latino,  aunque  es  verdad 
que  vulgarmente  codiciar  y  codicioso  se  aplican  mas  al  que 
desea  el  dinero  ó  frutos,  etc-,  que  los  placeres  de  la  carne. 
San  Pablo  habla  de  todo  género  de  ilícitos  deseos. 

3  V  nadie  hacia  escrúpulo  de  cometerle. 

4  O  avivándose  con  la  misma  prohibición. 


156         EPÍST.     DE    S.    PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

6  la  concupiscencia ,  es  el  que ,  habiéndome  causado 
la  muerte  por  medio  de  una  cosa  buena,  cual  es  la  Ley, 
ha  manifestado  lo  venenoso  que  él  es  ;  de  manera  que 
por  ocasión  del  mismo  mandamiento  se  ha  hecho  el 
pecado  sobremanera  maligno. 

14  Porque  .bien  sabemos  que  la  Ley  es  espiritual ; 
pero  yo  por  mi  soy  carnal ,  vendido  para  ser  esclavo 
del  pecado. 

15  Por  lo  que  ,  yo  mismo  no  apruebo  lo  que  hago, 
pues  no  hago  el  bien  que  amo ;  sino  antes  el  mal  que 
aborrezco  ,  ese  le  hago. 

16  Mas  por  lo  mismo  que  hago  lo  que  no  amo,  re- 
conozco la  Ley  como  buena. 

17  Y  en  este  lance  no  tanto  soy  yo  el  que  obra 
aquello ,  cuanto  el  pecado ,  ó  la  concupiscencia  ,  que 
habita  en  mi. 

18  Que  bien  conozco  que  nada  de  bueno  hay  en 
mí ,  quiero  decir,  en  mi  carne.  Pues  aunque  hallo  en 
mí  la  voluntad  para  hacer  el  bien,  no  hallo  cómo  cum- 
plirla. 

19  Por  cuanto  no  hago  el  bien  que  quiero  ;  antes 
bien  hago  el  mal  que  no  quiero. 

20  Mas  si  hago  lo  que  no  quiero ,  ya  no  lo  ejecuto 
yo ,  sino  el  pecado  que  habita  en  mí. 

21  Y  así  es  que,  cuando  yo  quiero  hacer  el  bien  , 
me  encuentro  con  una  ley  ó  inclinado)!  co7ilraria,  por- 
que el  mal  está  pegado  á  mí : 

22  de  aquí  es  que  me  complazco  en  la  Ley  de  Dios 
según  el  hombre  interior  ; 

23  mas  al  mismo  tiempo  echo  de  ver  otra  ley  en 


CAPÍTULO  vm.  157 

mis  raierabros,  la  cual  resiste  á  !a  ley  de  mi  espíritu  , 
y  me  sojuzga  á  la  ley  del  pecado  ,  que  está  en  los  miem- 
bros de  mi  cuerpo. 

24  ¡  Oh  qué  hombre  tan  infeliz  soy  yo  !  ¿  quién  me 
libertará  de  este  cuerpo  de  muerte ,  ó  mortífera  concu- 
piscencia ? 

•25  Solamente  la  gracia  de  Dios  por  los  méritos  de 
Jesu-Christo  Señor  nuestro.  Entre  tanto  yo  mismo 
vivo  sometido  por  el  espíritu  á  la  Ley  de  Dios,  y  por 
la  carne  á  la  ley  del  pecado. 


CAPÍTULO  VIIL 


C^njirma  lo  dicho  el  Apóstol  mucho  mas  copiosamente. 
Felicidad  de  los  justos.  Su  alegría  y  esperanza;  y  cómo 
de  iodo  sacan  provecho,  sÍ7í  que  nada  les  pueda  separar 
del  amor  de  Jesu- Chisto. 

1  De  consiguiente  nada  hay  ahora  digno  de  conde- 
nación en  aquellos  que  están  reengendrados  en  Christo 
Jesús  y  que  no  siguen  la  carne. 

2  Porque  la  ley  del  espíritu  de  vida  que  está  en 
Christo  Jesús  me  ha  libertado  de  la  ley  del  pecado  y  de 
ia  muerte. 

3  Pues  lo  que  era  imposible  que  la  Ley  hiciese, 
estando  como  estaba  debilitada  por  la  carne ,  hízolo 
Dios ,  cuando  ,  habiendo  enviado  á  su  Hijo ,  revestido 
de  una  carne  semejante  á  la  del  pecado,  y  héchole  víc- 
tima por  el  pecado ,  mató  asi  al  pecado  en  la  carne , 

4  á  fm  de  que  la  justificación  de  la  Ley  tuviese  su 

14 


158         EPlST.    DE  S.    PABLO    A  LOS   ROMANOS. 

cumplimiento  en  nosotros,  que  no  vivimos  conforme 
á  la  carne,  sino  conforme  al  espíritu. 

5  Porque  los  que  viven  según  la  carne ,  se  saborean 
con  las  cosas  que  son  de  la  carne  ;  cuando  los  que  vi- 
ven según  el  espíritu  ,  gustan  de  las  que  son  del  es- 
píritu. 

6  La  sabiduría  6  •prudencia  de  la  carne  es  una 
muerte  ;  en  lugar  de  que  la  sabiduría  de  las  cosas  del 
espíritu  ,  es  vida  y  paz  : 

7  por-  cuanto  la  sabiduría  de  la  carne  es  enemiga 
de  Dios  ;  como  que  no  está  sumisa  á  la  Ley  de  Dios  : 
ni  es  posible  que  lo  esté  siendo  contraria  á  ella. 

8  Por  donde  los  que  viven  según  la  carne  ,  no  pue- 
den agradar  á  Dios. 

9  Pero  vosotros  no  vivís  según  la  carne  ,  sino  según 
el  espíritu;  si  es  que  el  espíritu  de  Dios  habita  en  vos- 
otros. Que  si  alguno  no  tiene  el  Espíritu  de  Christo, 
este  tal  no  es  de  Jesu-  Christo. 

10  Blas  si  Christo  está  en  vosotros,  aunque  el  cuer- 
po esté  muerto  ó  sujeto  á  muerte  por  razón  del  pecado 
de  Adam ,  el  espíritu  vive  en  virtud  de  la  justifica- 
ción ' , 

11  Y  si  el  Espíritu  de  aquel  Dios,  que  resucitó  á 
Jesús  de  la  muerte,  habita  en  vosotros,  el  mismo  que 
ha  resucitado  á  Jcsu-Christo  de  la  muerte  ,  dará  vida 
también  á  vuestros  cuerpos  mortales,  en  virtud  de  su 
Espíritu  que  habita  en  vosotros. 

12  Así  que,  hermanos  mios,  somos  deudores  no  á  la 

1  O  de  la. gracia  que  derrama  en  vosotros  Jesu-  Christo 


CAPÍTULO    VIII.  159 

carne  ,  para  vivir  según  la  carne,  sino  al  EspíHlu  de 
Dios. 

13  Porque  si  viviereis  según  la  carne,  morirtMs ; 
mas  si  con  el  espíritu  hacéis  morir  las  obras  ó  pasiones 
de  la  carne ,  viviréis. 

14  Siendo  cierto  que  los  que  se  rigen  por  el  espíritu 
de  Dios,  esos  son  hijos  de  Dios. 

15  Porque  no  habéis  recibido  a/iom  el  espíritu  de 
servidumbre  para  obrar  todavía  solamente  por  temor 
como  esclavos,  sino  que  habéis  recibido  el  espíritu  de 
adopción  de  hijos,  en  virtud  del  cual  clamamos  con 
toda  confianza :  ¡  Abba  !  '  esto  es,  ¡  Oh  Padre  mió ! 

16  1'  con  razón  j  porque  el  mismo  Espíritu  de 
Dios  está  dando  testimonio  á  nuestro  espíritu  ^,  de 
que  somos  hijos  de  Dios. 

17  Y  siendo  hijos,  somos  también  herederos;  here- 
deros de  Dios,  y  coherederos  con  Jesti-Christo ,  con 
tal ,  no  obstante  que  padezcamos  con  él ,  á  fin  de  que 
seamos  con  él  glorificados. 

18  A  la  verdad  yo  estoy  ^rmemcw/e  persuadido  de 
que  los  sufrimientos  apenas  de  la  vida  presente  no  son 
de  comparar  con  aquella  gloria  venidera ,  que  se  ha  de 
manifestar  en  nosotros. 

19  Así  las  criaturas  todas  están  aguardando  con 
grande  ansia  la  manifestación  de  los  hijos  de  Dios. 

20  Porque  se  ven  sujelas  á  la  vanidad  ó  mudanza, 


1  Véase  Abba 

2  Con  la  confianza  y  amor  que  ucs  inspira. 


160         EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LüS    ROMANOS. 

no  de  grado,  sino  por  causa  de  a^uel  que  les  puso 
tal  sujeción ;  con  la  esperanza 

21  de  que  serán  también  ellas  mismas  libertadas 
de  esa  servidumbre  á  la  corrupción ,  para  participar 
de  la  libertad  y  gloria  de  los  hijos  de  Dios. 

22  Porque  sabemos  que  hasta  ahora  todas  las  cria- 
turas están  suspirando  ¡oor  dicho  dia ,  y  como  en  do- 
lores de  parto. 

23  Y  no  solamente  ellas ,  sino  también  nosotros 
mismos  que  tenemos  ya  las  primicias  del  Espíritu  san- 
to ,  nosotros ,  con  todo  eso ,  suspiramos  de  lo  íntimo 
del  corazón,  aguardando  el  efecto  de  la  adopción  de  los 
hijos  deDios,  esto  es,  la  redención  de  nuestro  cuevpo  '. 

24  Porque  hasta  ahora  no  somos  salvos ,  sino  en 
esperanza.  Y  no  se  dice  que  alguno  tenga  esperanza 
de  aquello  que  ya  vé  i/  posee ;  pues  lo  que  uno  ya 
vé  ó  tiene ,  ¿  cómo  lo  podrá  esperar  ? 

25  Si  esperamos  pues  lo  que  no  vemos  todavía  , 
claro  está  que  lo  aguardamos  por  medio  de  la  pa- 
ciencia. 

20  Y  ademas  el  Espíritu  divino  ayuda  á  nuestra 
flaqueza,  pues  no  sabiendo  siquiera  qué  hemos  de 
pedir  en  nuestras  oraciones ,  ni  cómo  conviene  ha- 
cerlo ;  el  mismo  Espíritu  hace ,  ó  produce  en  nuestro 
interior,  nuestras  peticiones  á  Dios  con  gemidos' 
que  son  inexplicables. 

1  De  las  miserias  de  esta  vida,  por  medio  de  su  resur- 
rección. 

2  En  que  la  gracia  hace  prorumpir  á  nuestro  corazón. 
S.  Joann.  Chnjs.  Homii  XIV.  ad  Román. 


CAPÍTULO    VIII.  161 

27  Pero  aquel  que  penetra  á  fondo  los  corazones, 
conoce  bien  qué  es  lo  que  desea  el  Espíritu  ;  el  cual 
no  pide  nada  por  los  santos ,  que  no  sea  según  Dios. 

28  Sabemos  también  nosotros  que  todas  las  cosas 
contribuyen  al  bien  de  los  que  aman  á  Dios  ,  de  aque- 
llos ,  digo ,  que  él  ha  llamado  según  su  decreto  para 
ser  santos '. 

29  Pues  á  los  que  él  tiene  especialmente  previs- 
tos ,  también  los  predestinó  para  que  se  hiciesen  con- 
formes á  la  imagen  de  su  Hijo  Jesu-Christo ,  por  ma- 
nera que  sea  el  mismo  Hijo  el  primogénito  entre 
muchos  hermanos. 

30  Y  á  estos  que  ha  predestinado,  también  los 
ha  llamado ;  y  á  quienes  ha  llamado ,  también  los  ha 
justificado ;  y  á  los  que  ha  justificado ,  también  los 
ha  glorificado. 

31  Después  de  esto  ¿qué  diremos  ahora?  Si  Dios 
está  por  nosotros ,  ¿  quién  contra  nosotros  ? 

32  El  que  ni  á  su  propio  Hijo  perdonó  ,  sino  que 
le  entregó  á  la  muerte  por  todos  nosotros,  ¿  cómo  des- 
pués de  habérnosle  dado  á  él ,  dejará  de  darnos  cual- 
quiera otra  cosa  ^  ? 

33  Y  ¿  quién  puede  acusar  á  los  escogidos  de  Dios? 
Dios  mismo  es  el  que  los  justifica  ^. 


1  A  los  que  Dios  ha  predestinado  ah  eeterno,  y  después 
ha  llamado  á  la  fé,  y  finalmente  ha  sanlifcado  con  su  gracia. 

2  Esto  es,  el  perdón  de  los  pecados,  y  los  auxilios  para 
alcanzar  la  gloria. 

3  Otros  traducen  :  será  este  mismo  Dios  que  los  justifica? 


162         EPiST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

34  ¿Quién  osará  condenarlos?  Después  que  Jesu- 
Christo  no  solamente  murió  for  nosotros ,  sino  que 
también  resucitó,  y  está  sentado  á  la  diestra  de  Dios, 
en  donde  asimismo  intercede  por  nosotros. 

35  ¿Quién  pues  podrá  separarnos  del  amor  de 
Christo?  ¿será  la  tribulación?  ¿ó  la  angustia?  ¿ó  la 
hambre?  ¿ó  la  desnudez?  ¿  ó  el  riesgo?  ¿  ó  la  per- 
secución? ¿ó  el  cuchillo? 

36  (Según  está  escrito  '  :  Por  tí  ¡oh  Señor!  somos 
entregados  cada  dia  en  manos  de  la  muerte  :  somos 
tratados  como  ovejas  destinadas  al  matadero.) 

37  Pero  en  medio  de  todas  estas  cosas  triunfamos 
por  virtud  de  aquel  que  nos  amó. 

38  Por  lo  cual  estoy  seguro  de  que  ni  la  muerte , 
ni  la  vida,  ni  ángeles,  ni  Principados,  ni  Virtu- 
des ,  ni  lo  presente ,  ni  lo  venidero',  ni  la  fuerza  ó 
violencia, 

39  ni  todo  lo  que  hay  de  mas  alto ,  ni  de  mas  pro- 
fundo ^,  ni  otra  ninguna  criatura  podrá  jamás  sepa- 
rarnos del  amor  de  Dios,  que  se  funda  en  .lesu-Christo 
nuestro  Señor. 

1  Psahn.  XLIII.  v.  23. 

2  Ni  los  houores,  ui  los  desprecios. 


163 


CAPITULO  IX. 

Que  los  verdaderos  israelitas,  ij  Ivs  hijos  verdaderos  de 
Abraham  son  los  que,  llamados  de  Dios  gralüila  y  ntiie- 
ricordiosamente,  se  rinden  a  la  fe' de  Jesu-Chrislo. 

1  Jesit-Chrislo  me  es  testigo  de  que  os  digo  la  ver- 
dad, y  mi  conciencia  da  testimonio  en  presencia  del 
Espíritu  santo,  de  que  no  miento, 

2  al  aseguraros  que  estoy  poseido  de  una  pro- 
funda tristeza ,  y  de  continuo  dolor  en  mi  corazón  , 

3  hasta  desear  yo  mismo  el  ser  apartado  de  Christo  ' 
por  la  salud  de  mis  hermanos ,  que  son  mis  deudos 
según  la  carne , 

4  los  cuales  son  los  israelitas,  de  quienes  es  la  adop- 
ción de  hijos  de  Dios,  y  la  gloria,  y  la  alianza,  y  la 
legislación,  y  el  culto,  y  las  promesas ; 

5  cuyos  padres  son  los  Patriarcas ,  y  de  quienes 
desciende  el  mismo  Jesií-Christo  según  la  carne,  el 
cual  es  Dios  bendito  sobre  todas  las  cosas  por  siempre 
jamas.  Amen. 

6  Pero  no  por  eso  la  palabra  de  Dios  deja  de  tener 
su  efecto.  Porque  no  todos  los  descendientes  de  Israel 
son  verdaderos  israelitas; 

7  ni  todos  los  que  son  del  linage  de  Abraham ,  son 
por  eso  hijos  suyos  y  herederos :  pues  por  Isaac  fy  no 


1  O  quedar  separado  de  su  Iglesia^  y  como  excomulga- 
do. Véase  Ánathema.  Hebraísmos. 


164        EPÍST.    DE   S.    PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

por  Ismael)  le  dijo  Dios  * ,  se  contará  tu  descen- 
dencia : 

8  es  decir,  no  los  que  son  hijos  de  la  carne,  estos 
son  hijos  de  Dios ,  sino  los  que  son  hijos  de  la  pro- 
mesa ,  esos  se  cuentan  por  descendientes  de  Ahraham. 

9  Porque  las  palabras  de  la  promesa  son  estas  '  : 
Por  este  mismo  tiempo  dentro  de  un  año  vendré ;  y 
Sara  tendrá  un  hijo. 

10  Mas  no  solamente  se  vio  esto  en  Sara,  sino 
también  en  Rebeca ,  que  concibió  de  una  vez  dos  hi- 
jos de  Isaac ,  nuestro  padre. 

11  Pues  antes  que  los  niños  naciesen  ,  ni  hubiesen 
hecho  bien ,  ni  mal  alguno,  (á  fin  de  que  se  cumpliese 
el  designio  de  Dios  en  la  elección  ^  ) 

12  no  en  vista  de  sus  obras,  sino  por  el  llama- 
miento y  elección  de  Dios  se  le  dijo  : 

13  El  mayor  ha  de  servir  al  menor,  como  en  efecto 
está  escrito  ^  :  He  amado  mas  á  Jacob,  y  he  aborre- 
cido ó  pospuesto  á  Esaú. 

14  ¿Pues  qué  diremos  á  esto?  ¿por  ventura  cabe 
en  Dios  injusticia?  Nádamenos. 

15  Pues  Dios  dice  á  Moysés  ^ :  Usaré  de  miseri- 
cordia con  quien  me  pluguiere  usarla ,  y  tendré  com- 
pasión de  quien  querré  tenerla. 


1  Gen.  XXL  V.  12. 

2  Gen.  XVIII.  v.  10. 

3  Que  tenia  hecha  ah  ¿eterno  acerca  de  estos  dos  her- 
manos. 

4  Gen.  XXF.  v.  23.—  Malach.  I  v,  2.     Véase  Jacob. 

5  Exod.  XXXIII.  V.  10. 


CAPITULO    IX.  165 

16  Así  que  no  es  obra  del  que  quiere,  ni  del  que 
corre,  sino  de  Dios  que  usa  de  misericordia. 

17  Dice  también  á  Pharaon  en  la  Escritura  '  :  A 
este  fin  te  levanté ,  para  mostrar  en  ti  mi  poder ;  y 
para  que  mi  nombre  sea  celebrado  por  toda  la  tierra. 

18  De  donde  se  sigue  que  con  quien  quiere,  usa 
de  misericordia ,  y  endurece  ó  abandona  en  su  pecado 
al  que  quiere. 

19  Pero  tú  me  dirás  :  ¿  Pues  cómo  es  que  se  queja 
Dios,  ó  se  enoja?  porque  ¿quién  puede  resistir  á  su 
voluntad  ? 

20  Mas,  ¿quién  eres  tú,  ¡oh  hombre!  para  recon- 
venir á  Dios  ?  Un  vaso  de  barro  ¿  dice  acaso  al  que  le 
labró  :  Por  qué  me  has  hecho  así  ^? 

21  ¿Pues  qué,  no  tiene  facultad  el  alfarero,  para 
hacer  de  la  misma  masa  de  barro  un  vaso  para  usos 
honrosos,  y  otro  al  contrario  para  usos  viles? 

22  Nadie  puede  quejarse,  si  Dios  queriendo  mos- 
trar en  unos  su  justo  enojo ,  y  hacer  patente  su  poder, 
sufre  con  mucha  paciencia  á  los  que  son  vasos  de  ira  , 
dispuestos  para  la  perdición  , 

23  á  fin  de  manifestar  las  riquezas  de  su  gloria  en 
los  que  son  vasos  de  misericordia ,  que  él  preparó  ó 
destinó  para  la  gloria  •  ; 

24  y  ha  llamado  ci  ella,  como  á  nosotros,  no  sola- 


1  Exod.  IX.  V.  16. 

2  Sap.   XV.  V.7.  —  1S.  XLV.  v.  9.—Jere,n.  XVllL 
V.  6. 

3  Véase  Predestinación. 


166        EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

mente  de  entre  los  judíos,  sino  también  de  entre  los 
gentiles , 

25  conforme  alo  que  dice  por  Oseas'  :  Llamare 
pueblo  mió  ,  al  que  no  era  mi  pueblo ;  y  amado  ,  al 
que  no  era  amado ;  y  objeto  de  misericordia  ,  al  que 
nohabia  conseguido  misericordia. 

26  Y  sucederá  que  en  el  mismo  lugar  en  que  se  les 
dijo  ^ :  Vosotros  no  sois  mi  pueblo  ;  allí  serán  llamados 
hijos  de  Dios  vivo. 

27  Por  otra  parle  Isaías  '  exclama  con  respecto  á 
Israel  :  Aun  cuando  el  número  de  los  hijos  de  Israel 
fuese  igual  al  de  las  arenas  del  mar,  solo  un  pequeño 
residuo  de  ellos  se  salvará. 

28  Porque  Dios  en  su  justicia  reducirá  su  pueblo 
á  un  corto  número  :  el  Señor  hará  una  gran  rebaja 
sobre  la  tierra  : 

29  y  antes  había  dicho  el  mismo  Isaías''  :  Si  el  Se- 
ñor de  los  ejércitos  no  hubiese  conservado  á  algunos  de 
nuestro  linagc,  hubiéramos  venido  á  quedar  semejan- 
tes á  Sodoma  y  Gomorrha. 

30  Esto  supuesto  ,  ¿qué  diremos  sino  que  los  genti- 
les, que  no  seguían  la  justicia,  han  abrazado  la  justi- 
cia ;  aquella  justicia  que  viene  de  la  fé ; 

31  y  que,  al  contrario,  los  israelitas  que  seguían 
con  esmero  la  Ley  de  la  justicia  ó  la  Ley  mosaica,  no 


1  Os.  II.  V.  24  —  /.  Peí.  II.  V.  10. 

2  Oí.  /.  V.  10. 

3  /y.  X  r.  22. 

4  Is.  I.  V.  9. 


CAPÍTULO  X.  167 

lian  llegado  á  la  Ley  de  la  justicia  ó  á  la  justicia  de  la 
Ley  7 

32  ¿  Y  por  qué  causa  ?  Porque  no  la  buscaron  por 
la  fé,  sino  por  las  solas  obras  de  la  Ley  ;  y  tropezaron 
cnJcsm  como  en  piedra  de  escándalo, 

33  según  aquello  que  está  escrito  '  :  Mirad  que  yo 
voy  á  poner  en  Sion  una  piedra  de  tropiezo ,  y  piedra 
de  escándalo  para  los  incrédulos  ;  pero  cuantos  creerán 
en  él,  no  quedarán  confundidos  ^. 

CAPÍTULO  X. 

S¡¡n  la  fe  (le  Jem-Chrisío  nadie  puede  salvarse  :  con  ella,  y 
vo  con  las  obras  de  la  Leij,  se  consigue  la  justificación. 
Por  eso  es  predicada  en  todo  el  mundo.  Los  genliles  la 
ahrazan ,  mientras  que  los  judíos  permanecen  en  su  incre- 
dulidad. 

1  Es  cierto,  hermanos  mios,  que  siento  en  mi  cora- 
zón un  singular  afecto  á  Israel,  y  pido  muy  de  veras  á 
Dios  su  salvación. 

2  Yo  les  confieso,  y  me  consta,  que  tienen  zelo  de 
las  cosas  deDios  ;  pero  no  es  un  zelo  según  la  ciencia  '. 


1  Is.  VIH.  V.  14.  —  XXVIIl  V.  16.-7.  Pet.  II.  v.  7. 

2  Ni  engañados  en  su  esperanza. 

3  Un  zelo  qne  no  es  conforree  á  razón  ,  ó  un  zelo  indis- 
creto. Cuanto  mayor  es  el  zelo,  tanto  mas  peligroso  es,  si  no 
va  acompañado  y  dirigido  por  buenas  luces  ,  y  si  solamente 
obra  por  los  impulsos  de  una  mal  entendida  piedad.  Las 
fuentes  del  falso  zelo  son  :  I.»  el  poco  conocimiento  de 
ios  designios  de  Dios  y  de  sus  caminos ;   2.°  la  complacen- 


168        EPÍST.     DE    S.    PAULO   A    LüS    ROMAiNOS. 

3  Porque  no  conociendo  la  justicia  que  viene  de 
Dios,  y  esforzándose  á  establecer  la  suya  propia  ' ,  no 
se  han  sujetado  á  Dios  para  recibir  de  él  esta  justicia. 

4  Siendo  asi  que  el  fin  de  la  Ley  es  Chrislo  ' , 
para  justificar  á  lodos  los  que  creen  eyi  él. 

5  Porque  Moysés  dejó  escrito  '  ,  que  el  hombre 
que  cumpliere  la  justicia  ordenada  por  la  Ley  ó  sus 
mandamientos^  hallará  en  ella  la  vida. 

6  Pero  de  la  justicia  que  procede  de  la  fé,  dice  así'': 
No  digas  en  tu  corazón  :  ¿  Quién  podrá  subir  al  cielo? 
esto  es,  para  hacer  que  Jeszí-Christo  descienda  : 

7  ¿  ó  quién  ha  de  bajar  al  abismo  ?  esto  es,  para 
sacar  á  vida  de  entre  los  muertos  á  Chrislo  ^ 


cia  y  confianza  en  sí  mismo;  3.«  un  secreto  amor  de  inde- 
pendencia y  de  gloria  en  el  bien  qne  se  quiere  hacer.  Las 
fuentes  del  zelo  verdadero  son:  1.*  estudiar  bien  á  Jesu- 
Christo  y  á  su  religión  en  las  santas  Escrituras,  y  mirar 
siempre  al  fin  de  sus  preceptos  y  consejos,  que  es  decir,  su 
espíritu  interior,  no  precisamente  su  letra  material ,  diri- 
giéndose, no  por  el  espíritu  privado,  sino  por  la  autoridad 
de  la  iglesia  ;  2,^  no  buscar  otras  sendas  para  ir  al  cielo, 
ni  otras  reglas  para  la  vida  espiritual  que  las  de  la  fé,  ó 
confornies  á  ella. 

1  Esto  es,  á  justificarse  con  sus  obras  y  fuerz:is  natu- 
rales. 

2  Al  cual  se  ordenaban  todos  los  sacrificios  y  figuras  del 
Antiguo  Testamento. 

3  LeviL  XVni.  v.  b.-Ezedi.  XX  r.  11. 

4  Deut.  XXX.  V.  12. 

5  Porque  no  se  te  pide  que  hagas  cosas  tan  difíciles  para 
alcanzar  la  justificación  ;  ni  la  has  de  bascar  lejos  de  ti. 


CAPÍTULO    X.  169 

8  Mas  ¿  qué  es  lo  que  dice  la  Escritura  '  ?  Cerca 
está  de  ti  la  palabra  que  da  la  justificación  -.  en  tu  boca 
está  y  en  tu  corazón  :  esta  palabra  es  la  palabra  de  la 
fé  que  predicamos. 

9  Pues  si  confesares  con  tu  boca  al  Señor  Jesús , 
y  creyeres  en  tu  corazón  que  Dios  le  h»  resucitado  de 
entre  los  muertos,  serás  salvo. 

10  Porque  es  necesario  creer  de  corazón  para  jus- 
tificarse; y  confesar  la  fé  con  las  palabras  ú  obras 
para  salvarse. 

11  Por  esto  dice  la  Escritura  *  :  Cuantos  creen  en 
él ,  no  serán  confundidos. 

12  Puesto  que  no  hay  distinción  de  judio  y  de 
gentil ;  por  cuanto  uno  mismo  es  el  Señor  de  todos  , 
rico  para  con  todos  aquellos  que  le  invocan. 

13  Porque  todo  aquel  que  invocare  de  veras  el 
nombre  del  Señor,  será  salvo  ^. 

14  ¿Mas  cómo  le  han  de  invocar,  si  no  creen  en 
él?  O  ¿cómo  creerán  en  él  ,  si  de  él  nada  han  oido 
hablar  ?  Y  ¿  cómo  oirán  hablar  de  él ,  si  no  se  les  pre- 
dica ? 

15  Y  ¿cómo  habrá  predicadores ,  si  nadie  los  en- 
vía? según  aquello  que  está  escrito  *  :  ¡  Qué  feliz  es 
la  llegada  de  los  que  anuncian  el  Evangelio  de  la  paz, 
de  los  que  anuncian  los  verdaderos  bienes  ! 


1  Deut.  XXX.  V.  14. 

2  Is.  XXVIII  V.  16. 

3  Joel  II.  V.  32.  Véase  F¿. 

4  Iv.  LII.  v.  7.-Nah.  I.  v.  15. 


170  EFÍST.     ÜE   S.     FABLO    A    LOS    ROMANOS. 

16  Verdad  es  que  no  todos  obedecen  al  Evangelio. 
Y  por  eso  dijo  Isaías ' :  ¡  Oh  Señor  !  ¿  quién  ha  creido 
lo  que  nos  ha  oido  predicar  ? 

17  Asi  que  la  fé  proviene  del  oir,  y  el  oir  depende 
de  la  predicación  de  la  palabra  de  Jesu-Christo. 

18  Pero  pregunto  :  ¿  Pues  qué  no  la  han  oido  ya  ? 
Si  ciertamente  :  su  voz  ha  resonado  por  toda  la  tierra, 
y  hanse  oido  sus  palabras  hasta  las  extremidades  del 
mundo '. 

19  Mas,  digo  yo:  ¿Será  que  Israel  no  lo  ha  enten- 
dido '  ^  No  por  cierto.  Moysés  es  el  primero  á  decir  ^ 
en  nombre  de  Dios :  Yo  he  de  provocaros  á  zelos  por  un 
pueblo  que  no  es  pueblo  mió;  y  haré  que  una  nación 
insensata  ó  ignorante  venga  á  ser  el  objeto  de  vuestra 
indignación  y  envidia. 

20  Isaías  en  persona  de  Christo  ^  levanta  la  voz,  y 
dice :  Halláronme  los  que  me  buscaban :  descubríme 
claramente  á  los  que  no  preguntaban  por  mí,  esto  es  ^ 
á  los  gentiles. 

21  Y,  al  contrario,  dice  á  Israel  :  Todo  el  día 
tuve  mis  manos  extendidas  á  ese  pueblo  incrédulo , 
y  rebelde  á  mis  palabras  ^. 

1  Is.  Lili.  V.  1.  La  predicación  es  el  medio  ordinario 
para  introducir  la  fé. 

2  Psalm.  XVIII.  v.  5.  Véase  3Iundo. 

3  O  que  ignora  tal  vez  que  el  Evangelio  debe  ser  predi- 
cado á  los  gentiles? 

^  Deid  XXXlI.v.  21. 

5  h.  LXF.  v.l. 

tí  Y  lejos  de  convertirse  á  mí,  me  dio  la  muerte. 


CAPÍTULO    XI.  171 


CAPITULO  XI. 


Culi  el  escarmiento  de  los  judíos  incrédulos  amonesta  el 
Apóstola  los  gentiles  que  no  presuman  de  sí;  y  profetiza 
la  general  conversión  de  aquellos. 

1  Pues  ,  según  esto ,  digo  yo  ahora  :  ¿  Por  ventura 
ha  desechado  Dios  á  su  pueblo  ?  No  por  cierto.  Porque 
yo  mismo  soy  israelita  del  linage  de  Abraham ,  y  de 
la  tribu  de  Benjamin  ; 

2  no  ha  desechado  Dios  al  pueblo  suyo,  al  cual  co- 
noció en  su  presciencia.  ¿No  sabéis  vosotros  lo  que  de 
Elias  refiere  la  Escritura  '  ;  de  qué  manera  dirige  él 
á   Dios  sus  quejas  contra  Israel ,  diciendo  : 

3  i  Oh  Señor  !  á  tus  Profetas  los  han  muerto  ,  de- 
molieron tus  altares  ,  y  he  quedado  yo  solo ,  y  atentan 
á  mi  vida  ? 

4  Mas  ¿  qué  le  responde  el  oráculo  divino  ^  ?  Heme 
reservado  siete  mil  hombres',  que  no  han  doblado  la 
rodilla  delante  de  el  ¿dolo  Baal. 

5  De  la  misma  suerte  pues  *  se  han  salvado  en  este 
tiempo  algunos  pocos  que  han  sido  reservados  por 
Dios  según  la  elección  de  su  gracia. 


1  ///.  Reg.  XIX.  D.  10. 

2  ///.  Reg.  XIX.  v.  18. 

3  Esto  es  muchísimos.  Véase  Siete. 

4  A  pesar  de  la  geoeral  incredulidad  de  los  judíos. 


172  EPÍST.    DE    S.     PAELO    A    LOS   ROMANOS. 

6  Y  si  por  gracia,  claro  está  que  no  por  obras  ;  de 
otra  suerte  la  gracia  no  fuera  gracia. 

7  ¿De  aquí  qué  se  infiere?  que  Israel  que  buscaba 
la  justicia,  mas  no  por  la  Jé  ,  no  la  ha  hallado;  pero 
la  han  hallado  aquellos  que  han  sido  escogidos  por 
Dios  ,  habiéndose  cegado  todos  los  demás , 

8  scguB  está  escrito  '  :  Les  ha  dado  Dios  hasta  hoy 
dia  en  castigo  de  su  rebeldía,  un  espíritu  de  estupidez 
y  contumacia  ;  ojos  para  no  ver  ,  y  oidos  para  no 
oir. 

•  9  David  dice  también  '  :  Venga  á  ser  para  ellos  su 
mesa  ^  un  lazo  donde  queden  cogidos  ,  y  una  piedra  de 
escándalo  ,  y  eso  en  justo  castigo  suyo. 

10  Oscurézcanse  sus  ojos  de  tal  modo  que  no  vean  ; 
y  haz  que  sus  espaldas  estén  cada  vez  mas  encorvadas 
acia  la  tierra. 

— 11  Mas  esto  supuesto ,  pregunto :  ¿  Los  judias  están 
caidos  para  no  levantarse  jamás?  No  por  cierto.  Pero 
su  caida  ha  venido  á  ser  una  ocasión  de  salud  para 
los  gentiles,  á  fin  de  que  el  ejemplo  de  los  gentiles  , 
les  excite  la  emulación  para  imitar  su  fé. 

12  Que  si  su  delito  ha  venido  á  ser  la  riqueza  del 
mundo  ,  y  el  menoscabo  de  ellos  el  tesoro  ó  riqueza 


i  Is.  VI.  V.  9.  — XXIX.  V.  10.- Maílh.  XIII.  v,  14. 
Véase  Causa. 

2  Psalm.  LXVIII.  v.  23. 

3  Sírvales  su  mesa,  esto  es,  su  aUmenlo,  m  Ley,  su  Tem- 
plo y  altar  de  lazo,  y  de  trampa,  y  de  escándalo,  ó  ruina, 
por  el  mal  uso  que  de  ello  harán. 


capítulo  XI.  173 

de  las  naciones,  ¿  cuánto  mas  lo  será  su  plenitud  ó  fu- 
tura restauración  *  ? 

13  Con  vosotros  hablo  ¡oh  gentiles!  Ya  que  soy 
el  Apóstol  de  las  gentes,  he  de  honrar  mi  ministerio, 

14  para  ver  también  si  de  algún  modo  puedo  pro- 
vocar á  una  santa  emulación  á  los  de  mi  linage ,  y 
logro  la  salvación  de  algunos  de  ellos. 

15  Porque  si  el  haber  sido  los  mas  de  ellos  dese- 
chados ,  ha  sido  ocasión  de  la  reconciliación  del  mun- 
do ',  ¿  qué  será  su  restablecimiento  ó  conversión ,  sino 
resurrección  de  muerte  á  vida  ?  ^ 

16  Porque  si  las'primicias  de  los  judias  son  santas , 
esto  es  ,  los  Patriarcas ,  lo  es  también  la  masa  ó  el 
cuerpo  de  la  nación ;  y  si  es  santa  la  raiz  ,  también  las 
ramas. 

17  Que  si  algunas  de  las  ramas  han  sido  cortadas  , 
y  si  tú  ;  oh  pueblo  gentil !  que  no  eres  mas  que  un 
acebnche  ,  has  sido  ingertado  en  lugar  de  ellas  ,  y  he- 
cho participante  de  la  savia  ó  jugo  que  sube  de  la  raiz 
del  olivo  , 

18  no'tienes  de  que  gloriarte  contra  las  ramas  natu- 
rales. Y  si  te  glorías ,  sábete  que  no  sustentas  tú  á  la 
raiz  ,  sino  la  raiz  á  tí. 

19  Pero  las  ramas ,  dirás  tú  ,  han  sido  cortadas  para 
ser  yo  ingerido  eji  su  lugar. 

I  ¿Cuánto  mas  aun  todavía  enriquecerá  al  mundo  su 
plenitud,  esto  tSj  su  conversión  á  la  fé,  al  fin  de  los  tiem- 


2  Act.  XIII.  V.  46  y  47. 


174         EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

20  Bien  está  :  por  su  incredulidad  fueron  corladas. 
Tú  empero  estás  ahora  firme  en  el  árbol ,  por  medio 
de  la  fé ;  mas  no  te  engrías ,  antes  bien  vive  con  temor. 

21  Porque  si  Dios  no  perdonó  á  las  ramas  natu- 
rales ,  ó  á  los  judíos ,  debes  temer  que  ni  á  ti  tampoco 
te  perdonará. 

22  Considera  pues  la  bondad ,  y  la  severidad  de 
Dios  :  la  severidad  para  con  aquellos  que  cayeron  ,  y 
la  bondad  de  Dios  para  contigo ,  si  perseverares  en  el 
estado  en  que  su  bondad  te  ha  puesto  ;  de  lo  contrario 
tú  también  serás  cortado. 

23  Y  todavía  ellos  mismos  ,  si  no  permanecieren 
en  la  incredulidad  ,  serán  otra  vez  unidos  á  su  tronco  ; 
pues  poderoso  es  Dios  para  ingerirlos  de  nuevo, 

24  Porque  si  tú  fuiste  cortado  del  acebnche ,  que  es 
tu  tronco  natural ,  é  ingerto  contra  natura  en  la  oliva 
castiza ,  ¿  con  cuánta  mayor  razón  serán  ingertas  en  su 
propio  tronco  las  ramas  naturales  del  mismo  olivo ! 

25  Por  tanto  no  quiero,  hermanos,  que  ignoréis 
este  misterio  ' ,  (á  fin  de  que  no  tengáis  sentimientos 
presuntuosos  de  vosotros  mismo)  y  es ,  que  una  parte  de 
Israel  ha  caido  en  la  obcecación,  basta  tanto  que  la  ple- 
nitud de  las  naciones  haya  entrado  en  la  Iglesia  : 

26  entonces  salvarse  ha  todo  Israel ,  según  está  es- 
crito ^ :  Saldrá  de  Sion  el  Libertador  ó  Salvador ,  que 
desterrará  de  Jacob  la  impiedad. 


1  Esto  es,  la  futura  conversión  de  los  judíos. 

2  Is.  LIX.  V.  20. 


capítulo  XI.  175 

27  Y  entonces  tendrá  efetlo  la  alianza  que  he  hecho 
con  ellos ,  en  habiendo  yo  borrado  sus  pecados. 

28  Es  verdad  que  en  orden  al  Evangelio  son  ene- 
migos de  Dios  por  ocasión  de  vosotros ;  mas  con  res- 
pecto á  la  elección  de  Dios  ,  son  muy  amados  por  causa 
de  sus  padres  los  Patriarcas. 

29  Pues  los  dones  y  vocación  de  Dios  son  inmu- 
tables. 

30  Pues  así  como  en  otro  tiempo  vosotros  no 
creíais  en  Dios,  y  al  presente  habéis  alcanzado  mise- 
ricordia por  ocasión  de  la  incredulidad  de  los  judíos  ; 

31  así  también  los  judíos  están  al  presente  sumer- 
gidos en  la  incredulidad ,  para  dar  lugar  á  la  miseri- 
cordia que  vosotros  habéis  alcanzado,  á  fin  de  que  á 
su  tiempo  consigan  también  ellos  misericordia. 

32  El  hecho  es  que  Dios  permitió  que  todas  las  gan- 
tes quedasen  envueltas  en  la  incredulidad ,  para  ejer- 
citar su  misericordia  con  todos. 

33  ;  Oh  profundidad  de  los  tesoros  de  la  sabiduría, 
y  de  la  ciencia  de  Dios :  cuan  incomprensibles  son  sus 
juicios,  cuan  inapeables  sus  cam.inos  ! 

34  Porque  ¿quién  ha  conocido  los  designios  del 
Señor  '  ?  O  ¿  quién  fue  su  consejero  ? 

35  O  ¿quién  es  el  que  le  dio  á  él  primero  alguna 
cosa,  para  que  pretenda  ser  por  ello  recompensado? 

36  Todas  las  cosas  son  de  él ,  y  todas  son  por  él , 


í>ap.  IX    V.  13. -iv,  XL  i.   13.  —  /.  Cor.  II.  v.  16 


1T6        EPiST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

y  todas  existen  en  él :  á  él  sea  la  gloria  por  siempK 
jamás.  Amen. 


CAPITULO  XII. 

Da  el  Apóstol  reglas  de  ijerfeccion  á  los  fieles,  conforme  al 
estado  de  cada  uno,  y  á  los  dones  recibidos  de  Dios  con  la 
fe'  de  Jesu-Christo  ;  y  dice  que,  siendo  todos  miembros  de 
un  mismo  cuerpo,  todos  debemos  trabajar  en  favor  de  toda 
la  Iglesia,  y  amarnos  mutuamente. 

1  Ahora  pues,  liermanos  mios,  os  ruego  encareci- 
damente por  la  misericordia  de  Dios,  que  le  ofrezcáis 
vuestros  cuerpos  como  una  hostia  ó  victima  viva ,  san- 
ta y  agradable  á  sus  ojos,  que  es  el  culto  racional  que 
debéis  ofrecerle  ' . 

2  Y  no  queráis  conformaros  con  este  siglo,  antes 
bien  trasformáos  con  la  renovación  de  vuestro  espíritu, 
á  fin  de  acertar  qué  es  lo  bueno ,  y  lo  mas  agradable, 
y  lo  perfecto  que  Dios  quiere  de  vosotros. 

3  Por  lo  que  os  exhorto  á  todos  vosotros,  en  virtud 
del  ministerio  que  por  gracia  se  me  ha  dado,  á  que  en 
vuestro  saber  ó  pensar,  no  os  levantéis  mas  alto  de  lo 
que  debéis,  sino  que  os  contengáis  dentro  de  los  limi- 
tes de  la  moderación  ^,  según  la  medida  de  fé  que  Dios 
ha  repartido  á  cada  cual. 


1  Esto  es,  el  espiriUial  sacrificio  de  vosotros  mismos. 

2  Sin  aspirar  á  ministerios  mas  altos  y  brillantes,  que  á 
los  que  Dios  ha  hecho  ver  que  os  llamaba  ;  ni  querer  escu- 
driñar los  misterios  de  la  í'é. 


CAPITULO    XII.  17T 

4  Porque  así  como  en  un  solo  cuerpo  tenemos  mu- 
chos miembros,  mas  no  todos  los  miembros  tienen  un 
mismo  oficio  ; 

5  así  nosotros,  aunque  seamos  muchos,  formamos  en 
Christo  un  solo  cuerpo,  siendo  todos  recíprocamente 
miembros  los  unos  de  los  oíros. 

6  Tenemos  por  tanto  dones  diferentes,  según  la 
gracia  que  nos  es  concedida  ;  por  lo  cual  el  que  ha  re- 
cibido el  don  de  profecía  ',  úsele  siempi-e  según  la  re- 
gla de  la  fé ; 

7  el  que  ha  sido  llamado  al  ministerio  de  la  Igle- 
sia ,  dediqúese  á  su  ministerio  ;  el  que  ha  recibido  el 
don  de  enseñar,  apliqúese  á  enseñar; 

8  el  que  ha  recibido  el  don  de  exhortar,  exhorte; 
el  que  reparte  limosna,  déla  con  sencillez;  el  que  pre- 
side ó  gobíeima ,  sea  con  vigilancia ;  el  que  hace  obras 
de  misericordia  ,  hágalas  con  apacibilidad  y  alegría. 

9  El  amor  sea  sin  fingimiento.  Tened  horror  al 
mal ,  y  aplicaos  perennemente  al   bien ; 

10  amándoos  recíprocamente  con  ternura  y  caridad 
fraternal;  procurando  anticiparos  unos  á  otros  en  las 
señales  de  honor  y  de  deferencia. 

11  No  seáis  flojos  en  cumplir  vuestro  deber:  sed 
fervorosos  de  espíritu ,  acordándoos  que  el  Señor  es  á 
quien  servís : 

12  alegraos  con  la  esperanza  del  premio:  sed  su- 
fridos en  la  tribulación  :  en  la  oración  continuos : 


1  Véase  Profeta. 


178         EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

13  caritativos  para  aliviar  las  necesidades  de  los 
santos  6  fieles :  prontos  á  ejercer  la  hospitalidad. 

14  Bendecid  á  los  que  os  persiguen;  bendecidlos, 
y  no  los  maldigáis. 

15  Alegraos  con  los  que  se  alegran,  y  llorad  con 
los  que  lloran  '  : 

16  estad  siempre  unidos  en  unos  mismos  sentimien- 
tos y  deseos  :  no  blasonando  de  cosas  altas  ,  sino  aco- 
modándoos á  lo  que  sea  mas  humilde.  No  queráis  te- 
neros dentro  de  vosotros  mismos  por  sabios  ó  pru- 
dentes : 

17  á  nadie  volváis  mal  por  mal ;  procurando  obrar 
bien  ,  no  solo  delante  de  Dios,  sino  también  delante  de 
todos  los  hombres. 

18  Vivid  en  paz,  si  ser  puede,  y  cuanto  esté  de  vues- 
tra parte ,  con  todos  los  hombres  : 

19  no  os  venguéis  vosotros  mismos  ,  queridos  niios 
sino  dad  lugar  á  que  se  pase  la  cólera  ",  pues  está  es- 
crito '  :  A  mi  toca  la  venganza  ;  yo  haré  justicia,  dice 
el  Señor. 


1  Las  ediciones  de  la  Vidgata  varían  en  este  veiso.  L;i 
de  Clemente  VIH  trae  conforme  al  texto  griego  los  infini- 
tivos gaudercy  flcre;  pero  en  la  de  Sixto  V  se  pusieron  los 
dos  imperativos  gaiidele  y  fíele,  y  esta  parece  st  r  la  manera 
con  que  se  lee  también  en  algunos  códices  griegos,  y  en  las 
obras  de  varios  Padres  de  la  Iglesia  griega. 

2  Para  que  jamás  os  excedáis  en  la  necesaria  defensa  ; 
Dios  os  vengará  á  su  tiempo. 

3  Ecd.  XXVIII.  V.  1>  2.  -  MaUh.  V.  v.  3Í>. 


(APITULO    Allí.  i  79 

20  Antes  bien  si  lu  enemigo  tuviere  hambre,  dale 
de  comer ;  si  tiene  sed ,  dale  de  beber  :  que  con  hacer 
eso  ,  amontonarás  ascuas  encendidas  sobre  su  ca- 
beza *. 

21  No  te  dejes  vencer  del  mal  ó  del  deseo  de  ven- 
fianza  •  mas  procura  vencer  al  mal  con  el  bien ,  ó  á 
fuerza  de  beneficios. 

CAPÍTULO  XÍII. 

Recomienda  la  sujeción  á  los  siiperiores,  y  á  las  potestades 
civiles.  El  amor  del  'prójimo  es  el  compendio  de  la  Ley. 
Imitación  de  Jesu-Christo. 

1  Toda  persona  esté  sujeta  á  las  potestades  superio- 
res ^ :  Porque  no  hay  potestad  que  no  provenga  de 
Dios  ;  y  Dios  es  el  que  ha  establecido  las  que  hay  en 
el  mundo. 

2  Por  lo  cual  quien  desobedece  á  las  potestades ,  á 
la  ordenación  ó  voluntad  de  Dios  desobedece.  De  con- 
siguiente los  que  tal  hacen,  ellos  mismos  se  acarrean  la 
condenación  ; 

3  mas  los  príncipes  ó  magistrados  no  son  de  temer 
por  las  .buenas  obras  que  se  hagan,  s'no  per  las  malas. 
¿  Quieres  tú  no  tener  que  temer  nada  de  aquel  que 


1  Que  le  encenderán  en  amor  tuyo,  ó  llenaran  de  confu- 
sión y  rubor.  Deut.  XKXIL  v.  Zb.—Proverb.  XXV.  r.21. 

2  Obed(  zea  sus  preceptos,  como  no  sean  contra  los  de 
Dios. 


180         EPÍST.     DE    S.    PABLO   A    LOS    ROMANOS. 

tiene  el  poder?  Pues  obra  bien ,  y  merecerás  de  él  ala- 
banza ; 

4  porque  el  principe  es  un  ministro  de  Dios  puesto 
para  tu  bien.  Pero  si  obras  mal,  tiembla  ,  porque  no  en 
vano  se  ciñe  la  espada ;  siendo  como  es  ministro  de 
Dios ,  para  ejercer  su  justicia  castigando  al  que  obra 
mal. 

5  Por  tanto  es  necesario  que  le  estéis  sujetos ,  no 
solo  por  temor  del  castigo,  sino  también  por  obliga- 
ción de  conciencia. 

6  Por  esta  misma  razón  les  pagáis  los  tributos,  por- 
que son  ministros  de  Dios ,  á  quien  en  esto  mismo 
sirven. 

7  Pagad  pues  á  todos  lo  que  se  les  debe ;  al  que  se 
debe  tributo,  el  tributo  ;  al  que  impuesto,  el  impuesto ; 
al  que  temor,  temor;  al  que  honra,  honra. 

8  No  tengáis  otra  deuda  con  nadie,  que  la  del  amor 
que  os  debéis  siempre  unos  á  otros,  puesto  que  quien 
ama  al  prójimo,  tiene  cumplida  la  Ley. 

9  En  efecto,  estos  mandamientos í/c  D/os:  No  co- 
meterás adulterio ;  No  matarás  ;  No  robarás  ;  No  le- 
vantarás falso  testimonio ;  No  codiciarás  nada  de  los 
bienes  de  tu  prójimo  ;  y  cualquier  otro  que  haya,  es- 
tán recopilados  en  esta  expresión  :  Amarás  á  t^i  pró- 
jimo como  á  ti  mismo  '. 

10  El  amor  que  se  tiene  al  prójimo,  no  sufre  que 
se  le  haga  daño  alguno.  Y  así  el  ai»or  es  el  cumplí 
miento  de  la  Ley. 

1   Luy.XlX.iA^.   —Mallh.  XXII.  v.  29. 


CAPÍTULO   XIV.  181 

1 1  Cumplamos  pues  con  él,  y  tanto  mas  que  sabe- 
mos que  el  tiempo  insta  ;  y  que  ya  es  hora  de  disper- 
tarnos de  nuestro  letargo.  Pues  estamos  mas  cerca  de 
nuestra  salud ,  que  cuando  recibimos  la  fé. 

12  La  noche  está  ya  muy  avanzada,  y  va  á  llegar 
el  día  de  la  eternidad.  Dejemos  pues  las  obras  de  las 
tinieblas,  y  revistámonos  de  las  armas  de  la  luz  \ 

13  Andemos  con  decencia  y  honestidad  como  se 
suele  andar  durante  el  dia :  no  en  comilonas,  y  borra- 
cheras, no  en  deshonestidades,  y  disoluciones,  no  en 
contiendas,  y  envidias ; 

14  mas  revestios  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo ,  y 
no  busquéis  como  contentar  los  antojos  de  vuestra 
sensualidad. 

CAPÍTULO  XIV. 

Los  fuertes  en  la  fé  deben  soportar  á  los  flacos,  y  unos  y 
otros  se  deben  edificar  mutuamente,  evitando  el  escandali- 
zarse, y  considerando  que  Dios  es  el  juez  de  todos. 

I  Tratad  con  caridad  al  que  todavía  es  ñaco  en  la 
fé ,  ó  poco  instruido  en  ella,  sin  andar  con  él  en  dispu- 
tas de  opiniones  ^. 

1  Pasó  ya  /  oh  romanos !  la  noche  del  gentilismo,  y  ha 
llegado  el  dia,  ó  la  luz  del  Evangelio.  Arrojemos  pues  las 
obras  de  tinieblas,  las  que  hacíamos  en  nuestra  ignorancia, 
y  vistámonos  las  armas  de  luz,  escudémonos  con  las  obras 
de  lafé. 

2  Sobre  si  deben  ó  no  observarse  algunos  preceptos  de 
la  Ley  de  Moysés. 

TOM.    XIV.  IG 


J82  EPÍST.    DE    S.    PABLO   A    LOS    ROMANOS. 

2  Porque  tal  hay  que  tiene  por  lícito  el  comer  de 
todo ,  mientras  el  flaco  no  comerá  sino  legumbres  ó 
verduras. 

3  El  que  de  todo  come ,  no  desprecie  ni  condene  al 
que  uó  se  atreve  á  comer  de  todo;  y  el  que  no  come 
de  todo,  no  se  meta  en  juzgar  al  que  come,  pues  que 
Dios  le  ha  recibido  por  suyo  ó  en  su  Iglesia. 

4  ¿  Quién  eres  tú ,  para  juzgar  al  que  es  siervo  de 
otro  ?  Si  cae,  ó  si  se  mantiene  firme ,  esto  pertenece  á 
su  amo ;  pero  firme  se  mantendrá ,  pues  poderoso  es 
Dios  para  sostenerle. 

5  Del  mismo  modo  también  uno  hace  diferencia 
entre  dia  y  dia  ',  al  paso  que  otro  tiene  todos  los  días 
por  iguales  :  cada  uno  obre  según  le  dicte  su  recta  con- 
ciencia. 

6  El  que  hace  distinción  de  dias,  la  hace  para  agra- 
dar á  el  Señor.  Y  el  que  come  de  todo,  para  agradar 
á  el  Señor  come,  pues  da  gracias  á  Dios.  Y  el  que  se 
abíliene  de  ciertas  viandas  ^,  por  respeto  al  Señor  lo 
hace ;  y  así  es  que  da  gracias  á  Dios. 

7  Como  quiera  que  ninguno  de  nosotros  vive  para 
sí ,  y  ninguno  de  nosotros  muere  para  sí. 

8  Que  como  somos  de  Dios,  si  vivimos,  para  el  Se- 
ñor vivimos ;  y  si  morimos,  para  el  Señor  morimos. 
Ora  pues  vivamos,  ora  muramos,  del  Señor  somos. 

9  Porque  á  este  fin  murió  Christo ,  y  resucitó  ;  para 


1  Observando  escrupulosamente  las  fiestas  legales. 
'2  Haciendo  ver  ambos  con  estas  acciones  de  gracias  que 
todos  tienen  el  fia  «^-  agradar  i  Dios. 


CAPÍTULO    XIV.  133 

redimimos  y  adquirir  tm  soberano  dominio  sobre  vi- 
vos y  muertos. 

10  Ahora  b^n  ,  ¿por  qué  lú  que  sigues  todavía  la 
Ley,  condenas  á  tu  hermano  ?  ó  ¿  por  qué  lú  que  no  la 
sigues,  desprecias  á  tu  hermano  que  aun  la  guarda  ? 
No  le  juzgues,  porque  todos  hemos  de  comparecer  ante 
el  tribunal  de  Ghristo , 

1 1  pues  escrito  está  '  :  Yo  juro  por  mí  mismo ,  dice 
el  Señor,  que  ante  mí  se  doblará  toda  rodilla ;  y  que 
toda  lengua  ó  nación  ha  de  confesar  que  soy  Dios. 

12  Asi  que  cada  uno  de  nosotros  ha  de  dar  cuenta 
á  Dios  de  sí  mismo. 

13  No  nos  juzguemos  pues  ya  mas  unos  á  otros: 
pensad  sí ,  y  poned  cuidado  en  no  causar  tropiezo  ó 
escándalo  al  hermano. 

1 4  Yo  bien  sé ,  y  estoy  seguro  según  la  doctrina  de 
el  Señor  Jesús,  que  ninguna  cosa  es  de  suyo  inmunda, 
sino  que  viene  á  ser  inmunda  para  aquel  que  por  tal 
la  tiene. 

15  Mas  si  por  lo  que  comes,  tu  hermano  se  con- 
trista y  escandaliza,  ya  tu  proceder  no  es  conforme  á 
caridad.  No  quieras  por  tu  manjar  perder  á  aquel  por 
quien  Chrislo  murió. 

16  No  se  dé  pues  ocasión  á  que  se  blasfeme  de 
nuestro  bien  ^. 

17  Que  no  consiste  el  reino  de  Dios  en  el  comer, 


1  £s.  XLV.  V.  24 

í    -^  Esto  es,  de  nacstra  fé  '?n  Jesu-Cbíisto,  ó  de  la  liber- 
tad de  la  Ley  de  que  gozamos. 


184         EPÍST.    DE  S.    PABLO   A   LOS   ROMANOS. 

pi  en  el  beber  esto  ú  aquello  ' ,  sino  en  la  justicia ,  en 
la  paz  y  en  el  gozo  del  Espíritu  santo ; 

18  pues  el  que  asi  sirve  á  Christo,  agrada  á  Dios, 
y  tiene  la  aprobación  de  los  hombres. 

19  En  suma,  procuremos  las  cosas  que  contribu- 
yen á  la  paz ;  y  observemos  las  que  pueden  servir  á 
nuestra  mutua  edificación. 

20  No  quieras  por  un  manjar  destruir  la  obra  de 
Dios  escandalizando  al  prójimo.  Es  verdad  que  todas 
las  viandas  son  limpias ;  pero  hace  mal  el  hombre  en 
comer  de  ellas  con  escándalo  de  los  otros. 

21  Y  aZ  contrario  hace  bien  en  no  comer  carne, 
y  en  no  beber  vino,  ni  en  tomar  otra  cosa,  por  la  cual 
su  hermano  se  ofende ,  ó  se  escandaliza ,  ó  se  debilita 
en  lafé. 

•  22  ¿Tienes  tú  una  fé  ilustrada  ^?  tenia  para  con- 
tigo delante  de  Dios  y  obra  segiin  ella.  Dichoso  aquel 
que  no  es  condenado  por  su  misma  conciencia  en  lo 
que  resuelve. 

23  Pero  aquel  que  hace  distinción  de  viandas ,  si 
come  contra  su  conciencia ,  es  condenado  por  ella  mis- 
ma ,  porque  no  obra  de  buena  fé.  Y  todo  lo  que  no  es 
según  la  fé  ó  dictamen  de  la  conciencia ,  pecado  es. 

1  Guando  no  media  causa  ó  precepto  que  obligue. 

2  ¿  De  que  ya  no  obligan  las  observancias  de  la  Ley  an- 
tigua ? 


185 


CAPITULO  XV. 

Concluye  san  Pahh  su  exhortación  con  muestras  de  grande 
aprecio  y  afecto  á  los  romanos,  y  del  vehemente  deseo  que 
tiene  de  ir  á  verlos  de  camino  para  España, 

1  Y  así  nosotros ,  como  mas  fuertes  en  lafé ,  debe- 
mos soportar  las  flaquezas  de  los  menos  firmes ,  y  no 
dejarnos  llevar  de  una  vana  complacencia  por  nosotros 
mismos. 

2  Al  contrario  cada  uno  de  vosotros  procure  dar 
gusto  á  su  prójimo  en  lo  que  es  bueno,  y  puede  edi- 
ficarle. 

3  Considere  que  Christo  no  buscó  su  propia  satis 
facción ,  antes  bien ,  como  está  escrito  ' ,  decia  á  su 
Padre :  Los  oprobios  de  los  que  te  ultrajaban ,  vinie- 
ron á  descargar  sobre  mí . 

4  Porque  todas  las  cosas  que  han  sido  escritas  en 
los  Libros  santos ,  para  nuestra  enseñanza  se  han  es- 
crito ;  á  fin  de  que  mediante  la  paciencia ,  y  el  con- 
suelo que  se  saca  de  las  Escrituras,  mantengamos 
Jirme  la  esperanza. 

5  Quiera  el  Dios  de  la  paciencia ,  y  de  la  conso- 
lación ,  haceros  la  gracia  de  estar  siempre  unidos  mu- 
tuamente en  sentimientos  y  afectos  según  el  espíritu  de 
Jesu-Christo  ^ : 


1  Psalm.  LXVIll.  v.  10. 

2  Que  todo  respira  dalzura  y  caridad.  Dios  es  el  ma- 
nantial y  criador  de  la  paciencia :  Jesu-Christo  es  la  regla 


186        EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    i^OMANOS. 

6  á  fin  de  que  no  teniendo  sino  un  mismo  corazón, 
y  una  misma  boca,  glorifiquéis  unánv.cs  á  Dios,  el 
Padre  de  nuestro  Señor  Jesu-Chiislo. 

7  Por  tanto  soportaos  recíprocamente,  asi  como 
Christo  os  ha  soportado  y  acogido  con  a^nor  á  vosotros 
para  gloria  de  Dios. 

8  Digo  pues  que  Jesu-Christo  fue  ministro  ó  pre- 
dicador del  Evangelio  para  con  los  de  la  circuncisión, 
á  fin  de  que  fuese  reconocida  la  veracidad  de  Dios , 
en  el  cumplimiento  de  las  promesas  que  él  habia  he- 
cho á  los  padres  ó  Patriarcas ; 

9  mas  los  gentiles  deben  alabar  á  Dios  por  su  mi- 
sericordia, según  está  escrito  ':  Por  eso  publicaré  ¡  oh 
Señor!  entre  las  naciones  tus  alabanzas,  y  cantaré 
salmos  á  la  gloria  de  tu  nombre. 

10  Y  en  otro  lugar  ^ :  Alegraos ,  naciones ,  en  com- 
pañía de  los  judíos ,  que  son  su  pueblo. 

11  Y  en  otra  parte' :  Alabad,  todas  las  gentes  al 
Señor,  y  ensalzadle ,  los  pueblos  todos. 

12  Asimismo  dice  Isaías  :  De  la  estirpe  de  Jessé 
nacerá  aquel  que  ha  de  gobernar  las  naciones ,  y  las 
naciones  esperarán  en  él  '^. 

y  modelo  de  ella,  y  el  Espíritu  santo  su  vínculo  y  santifi- 
cación. 

1  //.  Reg.  XXir.  v.  50.  — Pa.  XVll  v.  50. 

2  Deid.  XXX  V.  43. 

3  Psalm.  CXVl.  v.\. 

4  Jer.  XI.  V.  10.  Piaede  también  traducirse  :  Florecerá  la 
miz  de  Jessé,  y  saldrá  tin  renuevo  que  se  levantará  para 
regir  las  naciones,  y  las  ilaciones  esperarán  en  el. 


CAPÍTULO    XV.  187 

13  El  Dios  (le  la  esperanza  nuestra  os  colme  de 
loda  suerte  de  gozo,  y  de  paz  en  vuestra  creencia,  para 
que  crezca  vucsíra  esperanza  siempre  mas  y  mas ,  por 
la  virtud  del  Espíritu  santo. 

14  Por  lo  que  hace  á  mí,  estoy  bien  persuadido, 
hermanos  míos ,  de  que  estáis  llenos  de  caridad ,  y  de 
que  tenéis  todas  las  luces  necesarias  para  instruiros 
Í08  unos  á  los  otros. 

15  Con  todo  os  he  escrito  esto  ¡  oh  hermanos!  y 
quizá  con  alguna  mas  libertad ,  solo  para  recordaros  lo 
mismo  que  ya  sabéis ;  según  la  gracia ,  que  me  ha 
hecho  Dios , 

16  de  ser  ministro  de  Jesu-Christo  entre  las  nacio- 
nes ,  para  ejercer  el  sacerdocio  del  Evangelio  de  Dios, 
á  fin  de  que  la  oblación  de  los  gentiles  le  sea  grata , 
estando  santificada  por  el  Espíritu  santo. 

17  Con  razón  pues  me  puedo  gloriar  en  Jesu- 
Christo  del  suceso  que  ha  teñid»  la  obra  de  Dios. 

18  Porque  no  me  atreveré  á  tomar  en  boca ,  sino  lo 
que  Jesu-Christo  ha  hecho  por  medio  de  mí  para  re- 
ducir á  su  obediencia  á  los  gentiles ,  con  la  palabra  y 
con  las  obras  ; 

19  con  la  eficacia  de  los  milagros,  y  prodigios,  y 
con  la  virtud  del  Espíritu  santo  ;  de  manera  que  desde 
Jerusalem  girando  á  todas  parles  hasta  el  Illyrico ,  lo 
Le  llenado  lodo  del  Evangelio  de  Christo. 

20  Por  lo  demás ,  al  cumplir  con  mi  ministerio,  he 
tenido  cuidado  de  no  predicar  el  Evangelio  en  los  lu- 
gares enqueeraya  conocido  el  nombre  de  Jesu-Christo 


188  EPIST.    LE    S.    PABLO    k   LOS    ROMANOS. 

por  no  edificar  sobre  fundamento  de  otro  •  ;  veri- 
ficando de  esta  manera  lo  que  dice  la  Escritura  ^ : 

2 1  Aquellos  que  no  tuvieron  nuevas  de  él ,  le  ve- 
rán ,  y  los  que  no  le  han  oido ,  le  entenderán  ó  cono- 
cerán. 

22  Esta  es  la  causa  que  me  ha  impedido  muchas 
veces  el  ir  á  visitaros ,  y  que  hasta  aquí  me  ha  de- 
tenido. 

23  Pero  ahora  no  teniendo  ya  motivo  para  detener- 
me mas  en  estos  paises ,  y  deseando  muchos  años  hace 
ir  á  veros , 

24  cuando  emprenda  mi  viage  para  España  ' ,  es- 
pero al  pasar  visitaros,  y  ser  encaminado  por  vosotros 
á  aquella  tierra ,  después  de  haber  gozado  algún  tanto 
de  vuestra  compañía. 

25  Ahora  estoy  de  partida  para  Jerusalem  en  ser- 
vicio de  los  santos. 

26  Porque  la  Macedoniu  y  la  Acháya  han  tenido  á 
bien  hacer  una  colecta  para  socorrer  á  los  pobres  de  en- 
tre los  santos  ó  fieles  de  Jerusalem. 

27  Asi  les  ha  parecido;  y  á  ía  verdad  obligación 
les  tienen.  Porque  si  los  gentiles  han  sido  hechos  par- 
ticipantes de  los  bienes  espirituales  de  los  judíos,  de- 
ben también  aquellos  hacer  participar  á  estos  de  sus 
bienes  temporales. 


1  O  por  no  ser  allí  tan  necesario  mi  trabajo. 

2  Is.  LÍJ.  V.  15. 

3  Véase  lo  que  sobre  esta  venida  del  Apóstol  á  España 
dicen  lus  historias  eclesiásticas.  Amal,  lib.  Ilí,  c.  2,  n.  178. 


capítulo  XVI.  189 

28  Cumplido  pues  este  encargo ,  y  en  habiéndoles 
entregado  este  fruto  de  la  caridad,  dirigiré  por  ahí  mi 
camino  á  España. 

29  Y  sé  de  cierto  que  en  llegando  á  vosotros ,  mi 
llegada  será  acompañada  de  una  abundante  bendición 
y  dones  del  Evangelio  de  Christo» 

30  Entre  tanto ,  hermanos ,  os  suplico  por  nuestro 
Señor  Jesu-Christo,  y  por  la  caridad  del  Espíritu  santo, 
que  me  ayudéis  con  las  oraciones  que  hagáis  á  Dios 
por  mí , 

31  para  que  sea  librado  de  los  judíos  incrédulos, 
que  hay  en  Judea ,  y  la  ofrenda  de  mi  ministerio  ó  la 
limosna  que  llevo ,  sea  bien  recibida  de  los  santos  en 
Jerusalem , 

32  á  fin  de  que  de  esta  manera  pueda  ir  con  alegría 
á  veros ,  si  es  la  voluntad  de  Dios ,  y  descansar,  y  re- 
crearme con  vosotros. 

33  Entre  tanto  el  Dios  de  la  paz  sea  con  todos  vos- 
otros. Amen. 

CAPÍTULO  XVI. 

Encomiendas  y  memorias,  y  último  aviso  de  san  Pablo  á  los 
fieles  residentes  en  Roma. 

1  Os  recomiendo  nuestra  hermana  Phebé ,  la  cuíd 
está  dedicada  al  servicio  de  la  Iglesia  de  Cenchrea  ' , 

2  para  que  la  recibáis  por  amor  del  Señor,  como 
deben  recibirse  los  santos  ó  fieles ;  y  le  deis  favor  en 

1  Puerto  en  el  arrabal  de  Corintho. 


190         EPÍST.     DE    S.    PABLO    A    LOS    ROMANOS. 

cualquier  negocio  que  necesitare  de  vosotros  ,  pues  ella 
lo  ha  heclio  así  con  muchos,  y  en  particular  conmigo. 

3  Saludad  de  mi  parte  á  Frisca  y  á  Aquila ,  que 
trabajaron  conmigo  en  servicio  de  Jesu-Christo  : 

4  (y  los  cuales  por  salvar  mi  vida  expusieron  sus 
cabezas  :  por  lo  que  no  solamente  yo  me  reconozco 
agradecido,  sino  también  las  Iglesias  todas  de  los  gen- 
liles  ) 

5  y  saludad  con  ellos  á  la  Iglesia  de  su  casa.  Sa- 
ludad á  mi  querido  Epéneto  ,  primicia  ó  primer  fruto 
de  Christo  en  Asia. 

6  Saludad  á  María ,  la  cual  ha  trabajado  mucho  en- 
tre vosotros. 

7  Saludad  á  Andrónico  y  á  Junia  .  mis  parientes  y 
comprisioneros,  que  son  ilustres  entre  los  apóstoles  , 
ó  ministros  del  Evangelio ,  y  los  cuales  creyeron  en 
Christo  antes  que  yo. 

8  Saludad  á  Amplíalo ,  á  quien  amo  entrañable- 
mente en  el  Señor. 

9  Saludad  á  Urbano ,  coadjutor  nuestro  en  Christo 
Jesús  ,  y  á  mi  amado  Estachís. 

10  Saludad  ú  Apelles,  probado  y  Jiel  servidor  de 
Jssu-Chrislo. 

1 1  Saludad  á  los  de  la  familia  de  Aristóbolo.  Salu- 
dad á  Herodion  mi,  pariente.  Saludad  'i  los  de  casa  de 
Narciso  ,  que  creen  en  el  Sef.or. 

12  Saludad  á  Tryphcna  y  á  Tryphosa,  las  cuales 
trabajar  para  el  servicio  del  Señor.  Saludad  á  nuestra 
carísima  Pcrsida ,  la  cual  asimismo  ha  trabajado  mu- 
cho por  el  Señor. 


CAPÍTULO  xvr.  191 

13  Saludad  á  Rufo .  escogido  del  Señor ,  y  á  su 
madre ,  que  también  lo  es  mia  en  el  amor. 

14  Saludad  á  Asyucrilo ,  á  Phlegonte ,  á  Hermas  ', 
á  Patróbas ,  á  Hérmes ,  y  á  los  hermanos  que  viven  con 
ellos. 

15  Saludad  á  Philólogo  ,  y  á  Julia ,  á  Nereo ,  y  á  su 
hermana,  y  á  Olimpiade,  y  á  todos  los  santos  ojíeles 
que  están  con  ellos. 

16  Saludaos  unos  á  otros  con  el  ósculo  santo  de  la 
caridad.  A  vosotros  os  saludan  todas  las  Iglesias  de 
Christo. 

17  Y  os  ruego ,  hermanos  .  que  os  recatéis  de  aque- 
llos, que  causan  entre  vosotros  disensiones  y  escándalos, 
enseñando  contra  la  doctrina  que  vosotros  habéis  apren- 
dido ;  y  evitad  «u  compañía. 

18  Pues  los  tales  no  sirven  á  Christo  Señor  nuestro, 
sino  á  su  propia  sensualidad  ;  y  con  palabras  melosas  , 
Y  con  adulacioriCs ,  seducen  los  corazones  de  los  sen- 
cillos. 

19  Vuestra  cbediencia  á  la  fe  se  ha  hecho  célebre 
por  todas  partes.  De  lo  cual  me  congratulo  con  vos- 
otros. Pero  deseo  que  seáis  sabios  ó  sagaces  en  orden 
al  bien  ,  y  senci'los  como  niños  en  cuanto  al  mal. 

20  El  Dio3  de  la  paz  quebrante  j  abata  presto  á 
Satanás  debajo  de  vaestros  pies.  La  gracia  de  nuestro 
Señor  Jesu-Christo  sea  con  vosotros. 


1  Se  Cie3  qne  este  .Hermas  es  el  anto/  de  la  obrita  El 
Pastor. 


192         EPÍST.    DE   S.    PABLO    A   LOS   ROMANOS. 

21  Os  saluda  Timotheo  mi  coadjutor ,  y  Lucio  ,  y 
Jason ,  y  Sosípatro ,  mis  parientes. 

22  Os  saludo  en  el  Señor  yo  Tercio  ,que  he  sido  el 
amanuense  en  esta  carta. 

23  Salúdaos  Cayo ,  mi  huésped  ,  y  la  Iglesia  toda. 
Salúdaos  Erasto  S  el  tesorero  de  la  ciudad  ,  y  nuestro 
hermano  Quarto. 

24  La  gracia  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo  sea 
con  todos  vosotros.  Amen. 

25  Gloria  á  aquel  que  es  poderoso  para  fortalece- 
ros en  mi  Evangelio ,  y  en  la  doctrina  de  Jesu-Christo 
que  yo  predico  ,  según  la  revelación  del  misterio  deja 
redención;  misterio  que  después  de  haber  permanecido 
oculto  en  todos  los  siglos  pasados , 

26  acaba  de  ser  descubierto  por  los  oráculos  de  los 
Profetas ,  conforme  al  decreto  del  Dios  eterno ,  y  ha 
venido  á  noticia  de  todos  los  pueblos,  para  que  obedez- 
can á  la  fé  : 

27  á  Dios  digo  ,  que  es  el  solo  sabio ,  á  él  la  honra , 
y  la  gloria  por  Jesu-Christo  en  los  siglos  de  los  siglos. 
Amen. 


1  De  este  Erasto  se  habla  Act.  XIX.  v.  22.  y  /.  Ti- 
moth.  IV.  V.  20. 


FIN  DE  LA  EPÍSTOLA  DE  SAN  PABLO, 

A  LOS  ROMANOS. 


ADVERTENCIA 


SOBRB 


LA  EPÍSTOLA  PRIMERA  Á  LOS  CORINTHIOS. 


San  Pablo  escribe  esta  carta  d  los  fieles  de 
Cormtho  para  hacer  cesar  las  disputas  que 
se  habian  suscitado  entre  ellos,  reprender  al- 
gunos desórdenes  y  abusos  que  se  habian  in^ 
troducido,  y  responder  á  varias  preguntas 
que  le  habian  hecho  por  escrito.  Escribióla 
el  Apóstol  desde  Epheso,  según  se  infiere 
del  cap,  XV J,  v.  8;  y  probablemente  acia 
el  año  56  de  Jesu-Christo, 


17 


EPÍSTOLA  PRIMERA 

DEL   APÓSTOL  S.  PABLO 

Á  LOS  CORINTHIOS. 


CAPÍTULO  PRIMERO. 


Exhórtalos  á  la  unión  y  concordia :  les  hace  ver  cómo  con- 
funde Dios  la  sabiduría  y  soberbia  humana,  y  que  la  cruz 
de  Christo,  que  es  una  necedad  y  escándalo  para  los  mun- 
danos, es  para  los  fieles  sabiduría  y  salud. 

1  Pablo,  apóstol  de  Jesu-Ghristo  por  la  vocación  y 
voluntad  de  Dios,  y  nuestro  hermano  Sósthenes, 

2  á  la  Iglesia  d©  Dios,  que  está  en  Corinlho,  á  los 
fieles  santiücados  por  Jesu-Christo,  llamados  santos 
por  su  profesión,  y  á  todos  los  que  en  cualquier  lugar 
que  sea,  invocan  el  nombre  de  nuestro  Señor  Jesu- 
Christo,  Señor  de  ellos  y  de  nosotros. 

3  Gracia  y  paz  de  parte  de  Dios  Padre  nuestro,  y 
de  Jesu-Christo  nuestro  Señor. 

4  Continuamente  estoy  dando  gracias  á  Dios  por 
vosotros  por  la  gracia  de  Dios,  que  se  os  ha  dado  en 
Jesu-Christo; 

5  porque  en  él  habéis  sido  enriquecidos  con  toda 


CAPÍTULO  r.  195 

suerte  de  bienes  cspihíuales,  con  todo  lo  que  pertene- 
ce á  los  dones  de  la  palabra  y  de  la  ciencia  , 

6  habiéndose  asi  verificado  en  vosotros  el  testimo- 
nio de  Chrislo  ; 

7  de  manera  que  nada  os  falte  de  gracia  ninguna , 
á  vosotros  que  estáis  esperando  la  manifestación  de 
Jesu-Christo  nuestro  Señor : 

8  el  cual  03  confortará  todavía  hasta  el  fin,  para  que 
seáis  hallados  irreprensibles  en  el  dia  del  advenimien- 
to de  Jesu-Christo  Señor  nuestro. 

9  Porque  Dios,  por  el  cual  habéis  sido  llamados  á 
la  compañía  de  su  Hijo  Jesu-Christo  nuestro  Señor , 
es  fiel  en  sus  promesas. 

.  10  Mas  os  ruego  encarecidamente,  hermanos  mios, 
por  el  nombre  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo,  que 
todos  tengáis  un  mismo  lenguage,  y  que  no  haya  entre 
vosotros  cismas  w?jjaW?V7os;  antes  bien  viváis  perfec- 
tamente unidos  en  un  mismo  pensar  y  en  un  mismo 
sentir. 

1  i  Porque  he  llegado  á  entender,  hermanos  mios  , 
por  los  de  la  familia  de  Chloé,  que  hay  entre  voso- 
tros contiendas. 

12  Quiero  decir,  que  cada  uno  de  vosotros  loma 
partido  diciendo  :  Yo  soy  de  Pablo ;  yo  de  Apollo ;  yo 
de  Céphas  ' ;  yo  de  Christo. 

13  Pues  qué  ¿  Christo  acaso  se  ha  dividido  ?  ¿  Y 
por  ventura  Pablo  ha  sido  crucificado  por  vosotros  ?  ¿ó 
habéis  sido  bautizados  en  el  nombre  de  Pablo? 

1  Ací.  VII!.  V.  n.  —  ll.  Joann.  Lv  42. 


196      EPÍST.    I.    DE    S.  PABLO   A   LOS    CORINTHÍOS. 

1 4  Ahora  que  sé  esto,  doy  gracias  á  Dios,  de  que  á 
ninguno  de  vosotros  he  bautizado  por  mi  mismOy  sino 
á  Crispo,  y  á  Cayo ; 

1 5  para  que  no  pueda  decir  nadie  que  habéis  sido 
bautizados  en  mi  nombre. 

16  Verdad  es  que  bautizó  también  á  la  familia  de 
Esléphanas  :  por  lo  demás  no  me  acuerdo  haber  bau- 
tizado á  otro  alguno  que  yo  sepa. 

17  Porque  no  me  envió  Christo  á  bautizar,  sino  á 
predicar  el  Evangelio ;  y  á  predicarle,  sin  valerme  para 
eso  de  la  elocuencia  de  palabras  ó  discursos  de  sabidu- 
ría humana,  para  que  no  sehaga  inútil  la  cruz  de  Jesu- 
Christo'. 

18  A  la  verdad  que  la  predicación  de  la  Cruz ,  ó  de 
un  Dios  crucificado ,  parece  una  necedad  á  los  ojos 
de  los  que  se  pierden  ;  mas  para  los  que  se  salvan , 
esto  es,  para  nosotros ,  es  la  virtud  y  poder  de  Dios  '. 

19  Así  está  escrito  ^  :  Destruiré  la  sabiduría  de 
los  sabios ,  y  desecharé  la  prudencia  de  los  prudentes. 

20  ¿  En  dónde  están  los  sabios  ?  ¿  en  dónde  los 
Escribas  ó  doctores  de  la  Ley  ?  ¿  en]  dónde  esos  es- 
píritus curiosos  de  las  ciencias  de  este  mundo  '*  ?  ¿  No 


1  Y  á  fin  de  impedir  que  se  atribuyese  á  la  fuerza  de  la 
elocuencia  la  conversión  del  mundo,  que  es  obra  de  la 
Cruz, 

2  O  el  medio  eficacísimo  de  que  se  vale  para  justificar' 

DOS. 

3  h.  XXIX.  V.  14. 

4  Jerem.  XXXIII.  v.  18. 


!  CAPÍTULO    I.  197 

es  verdad  que  Dios  ha  convencido  de  fatua  la  sabi- 
duría de  este  mundo '  ? 

21  Porque  ya  que  el  mundo  á  vista  de  las  obras 
de  la  sabiduría  divina  no  conoció  á  Dios  por  medio 
de  la  ciencia  humana,  plugo  á  Dios  salvar  á  los  que 
creyesen  en  él  por  medio  de  la  locura  ó  simplicidad 
de  la  predicación  de  un  Dios  cimcijicado. 

22  Así  es  que  los  judíos  por  su  parte  piden  mi- 
lagros ",  y  los  griegos  ó  gentiles  por  la  suya  quieren 
ciencia  ^ ; 

23  mas  nosotros  predicamos  sencillamente  á  Chris- 
to  crucificado  :  lo  cual  para  los  judíos  es  motivo  de  es- 
cándalo ,  y  parece  una  locura  á  los  gentiles ; 

24  si  bien  para  los  que  han  sido  llamados  á  lafé  , 
tanto  judíos  como  griegos ,  es  Christo  la  virtud  de 
Dios ,  y  la  sabiduría  de  Dios  : 

25  porque  lo  que  parece  una  locura  en  los  miste- 
rios de  Dios ,  es  mayor  sabiduría  que  la  de  todos 
los  hombres ;  y  lo  que  parece  debilidad  en  Dios ,  es 
mas  fuerte  que  toda  la  fortaleza  de  los  hombres. 

26  Considerad  si'  no ,  hermanos ,  quiénes  son  los 
que  han  sido  llamados  d  la  jé  de  entre  vosotros ,  có- 
mo no  sois  muchos  los  sabios  según  la  carne,  ni  mu- 
chos los  poderosos ,  ni  muchos  los  nobles ; 

27  sino  que  Dios  ha  escogido  á  los  necios  según  el 

1  ¿  Con  el  desprecio  que  ha  hecho  de'ella? 

2  Y  milagros  que  se  dirijan  á  la  conquista  temporal  del 
mundo. 

3  O  demostraciones  naturales. 


198      EPÍST.    r.    DE    S.    PABLO  A   LOS    CORINTHIOS. 

mundo ,  para  confundir  á  los  sabios ;  y  Dios  ha  es- 
cogido á  los  flacos  del  mundo ,  para  confundir  á  los 
fuertes ; 

28  y  á  las  cosas  viles  y  despreciables  del  mundo, 
y  á  aquellas  que  eran  nada,  para  destruir  las  que  son 
al  parecer  mas  grandes ; 

29  á  fin  de  que  ningún  mortal  se  jacte  ante  su 
acatamiento. 

30  Y  por  esta  conducta  del  mismo  Dios  subsistís 
vosotros  ó  estáis  incorporados  en  Christo  Jesús,  el 
cual  fue  constituido  por  Dios  para  nosotros  por  fuente 
de  sabiduría,  y  por  justicia  ',  y  santificación,  y  re- 
dención nuestra; 

31  á  fin  de  que  como  está  escrito  '  :  El  que  se  glo- 
ría ,  gloríese  en  el  Señor. 

CAPÍTULO  H. 

Demueitra  el  Apóstol  que  su  predicación  len  Corintho  no 
habia  sido  con  pompa  de  palabras,  ni  aparato  de  ciencia 
humana,  sino  con  la  sabiduría  aprendida  en  la  escuela  de 
Christo  crucificado,  la  cual  solamente  puede  entenderse 
por  medio  delEspíritu  de  filos. 

1  Yo  pues ,  hermanos  mios  ,  cuando  fui  á  vosotros 
á  predicaros  el  testimonio  ó  Evangelio  de  Christo, 
no  fui  con  sublimes  discursos ,  ni  sabiduría  humana. 


I  Jer,  XXni.  V.  5. 
^i  Jer.  IX.  V.  23.  _//.  Cor.  X,  v.  17. 


CAPÍTULO    II.  199 

2  Puesto  que  no  me  he  preciado  de  saber  '  otra 
cosa  entre  vosotros ,  sino  á  Jesu-Chrislo ,  y  este  cru- 
cificado. 

3  Y  mientras  estuve  ahi  'entre  vosotros ,  estuve 
siempre  coni  mucha  ;  pusilanimidad  ó  humillación , 
mucho  temor,  y  en  continuo  susto ; 

4  y  mi  modo  de  hablar,  y  mi  predicación  ,  no  fue 
con  palabras  persuasivas  de  humano  saber,  pero  sí 
con  los  efectos  sensibles  del  espíritu  y  de  la  virtud 
de  Dios  ; 

5  para  que  vuestra  fé  no  estribe  en  saber  de  hom- 
bres ,  sino  en  el  poder  de  Dios. 

6  Esto  no  obstante  enseñamos  sabiduría  entre  los 
perfectos  ó  verdaderos  cristianos  ;  mas  una  sabidu- 
ría ,  no  de  este  siglo  ^,  ni  de  los  príncipes  de  este 
siglo,  los  cuales  son  destruidos  con  la  crua  ; 

7  sino  que  predicamos  la  sabiduría  de  Dios  en  el 
misterio  de  la  encamación,  sabiduría  recóndita,  la 
cual  predestinó  1/  preparó  Dios  antes  de  los  siglos  para 
gloria  nuestra ; 

;:;:  S  sabiduría  que  ninguno  de  los  príncipes  de  este 
siglo  ha  entendido  :  que  si  la  hubiesen  entendido , 
nunca  hubieran  crucificado  al  Señor  de  la  gloria  ; 

9  y  de  la  cual  está  escrito  '  :  Ni  ojo  alguno  vio,  ni 
oreja  oyó ,  ni  pasó  á  hombre  por  pensamiento  cuáles 


i  Estofes,  de  predicar.  Véase  Conocer 

2  Véase  Siglo. 

3  Is.  LXIV.  V.  4. 


200      EPÍST.    I.    DE   S.  PABLO    A   LOS    CORINTHIOS. 

cosas  tiene  Dios  preparadas  para  aquellos  que  le 
aman  : 

10  á  nosotros  empero  nos  lo  ha  revelado  Dios  por 
medio  de  su  Espíritu  ;  pues  el  Espirita  de  Dios  todas 
las  cosas  penetra,  aun  las  mas  íntimas  de  Dios. 

1 1  Porque  ¿  quién  de  los  hombres  sabe  las  cosas  del 
hombre ,  sino  solamente  el  espíritu  del  hombre ,  que 
está  dentro  de  él  ?  así  es  que  las  cosas  de  Dios  nadie 
las  ha  conocido,  sino  el  Espíritu  de  Dios  '. 

12  Nosotros  pues  no  hemos  recibido  el  espíritu  de 
este  mundo,  sino  el  Espíritu  que  es  de  Dios ;  á  fin  de 
que  conozcamos  las  cosas  que  Dios  nos  ha  comu- 
nicado : 

13  las  cuales  por  eso  tratamos  no  con  palabras  es- 
tudiadas de  humana  ciencia,  sino  conforme  nos  enseña 
el  Espíritu  de  Dios  ^ ,  acomodando  lo  espiritual  á  lo 
espiritual  ^ 

14  Porque  el  hombre  animal  no  puede  hacerse  ca* 
paz  de  las  cosas  que  son  del  Espíritu  de  Dios ,  pues 
para  él  todas  son  una  necedad,  y  no  puede  entenderlas 
puesto  que  se  han  de  discernir  con  una  luz  espiritual 
que  no  tiene. 


1  Y  aquel  á  quien  este  se  las  revela, 

2  Antes  7,  v.  17.—  II .  ü.  1  y  4.  —  II.  Pet.  1.  v.  16. 

3  Esto  es,  adaptando  las  palabras  á  las  cosas  de  que 
tratamos;  y  exponiendo  nuestra  doctrina,  toda  espiritual  y 
divina,  de  la  manera,  y  con  las  palabras  que  nos  sugiere  el 
Espíritu  de  Dios. 


CAPÍTULO    111.  201 

15  El  hombre  espiritual  discierne  ó  juzga  de  todo; 
y  nadie  que  no  tenga  esta  luz,  puede  á  él  discernirle. 

16  Porque  ¿quién  conoce  la  mente  ó  designios  del 
Señor,  para  darle  instrucciones  *  ?  Mas  nosotros  tene- 
mos el  Espíritu  de  Jesu-Christo  ^. 


CAPÍTULO  lll. 


Reprende  á  los  que  se  apasionan  por  los  predicadores  del 
Evangelio,  sin  mirar  al  Señor,  cuyos  ministros  son,  y 
cuya  gracia  es  la  que  produce  el  fruto  en  tas  almas;  y  ex- 
horta á  que  despreciando  la  vana  sabiduría  del  mundo,  se 
abrazen  con  la  sabia  ignorancia  del  Evangelio. 

1  Y  así  es,  hermanos,  que  yo  no  he  podido  habla- 
ros como  á  hombres  espirituales,  sino  como  á  personas 
aun  carnales.  Y  por  eso ,  como  á  niños  en  Jesu- 
Christo, 

2  os  he  alimentado  con  leche,  y  no  con  manjares 
sólidos ,  porque  no  erais  todavía  capaces  de  ellos ;  y 
ni  aun  ahora  lo  sois ,  pues  sois  todavía  carnales  ^ 

3  En  efecto ,  habiendo  entre  vosotros  zelos  y  dis- 


1  ¿  O  poder  reprender  á  los  que  él  guia  con  su  espíritu  ? 
Sap.  IX.  V.  13.-  /í.  XL.  V.  23.  —Rom.  Xl.  v.  34. 

2  Y  por  eso  conocemos  sus  misterios. 

3  Solamente  os  he  propuesto  las  verdades  mas  sencillas 
de  la  Religión,  porque  no  erais  capaces  de  cosas  mas  ele- 
vadas. 


202       EPÍST.     1.    DE    S.    PABLO    k    LOS    CORINTHIOS. 

cordias ,   ¿  no  es  claro  que  sois  carnales,  y  procedéis 
como  hombres  '  ? 

4  Porque  diciendo  uno :  Yo  soy  de  Pablo  ;  y  el 
olro  :  Yo  de  Apollo;  ¿  no  estáis  mostrando  ser  aun  hom- 
bres camales  1  Ahora  bien,¿  qué  es  Apollo  ?  ¿  ó  qué  es 
Pablo  ? 

5  Unos  ministros  y  no  mas  de  aquel,  en  quien  ha- 
béis creido,  y  eso  según  el  don  que  á  cada  uno  ha  con- 
cedido el  Señor. 

6  Yo  planté  entre  vosotros  el  Evangelio,  regó  Apo- 
llo; pero  Dios  es  quien  ha  dado  el  crecery  hacer/rufo. 

7  Y  así  ni  el  que  planta ,  es  algo ,  ni  el  que  riega  ; 
sino  Dios,  que  es  el  que  hace  cve,Q,Qx  y  fructificar. 

8  Tanto  el  que  planta  como  el  que  riega ,  vienen  á 
ser  una  misma  cosa  ^.  Pero  cada  uno  recibirá  su  pro- 
pio salario  á  medida  de  su  trabajo  '. 

9  Porque  nosotros  somos  unos  coadjutores  de  Dios: 
vosotros  sois  el  campo  que  Dios  cultiva ,  sois  el  edifi- 
cio que  Dios  fabrica  por  nuestras  manos. 

10  Yo,  según  la  gracia  que  Dios  me  ha  dado,  eché 
en  vosotros  ,  cual  perito  arquitecto,  el  cimiento  del  cs- 
piritual  edificio  "* :  otro  edifica  sobre  él.  Pero  mire 


1  O  con  miras  humanas ;  y  según  el  movimiento  de  la 
naturaleza  corrompida. 

2  Esto  es,  un  mero  instrumento  de  Dios. 

3  Ps.  LXl.  V.  l3.~Matlh.  XVl   v.  27  -  Rom.  II 
V.  6.  —  Gal.  VI.  V.  5. 

4  Predicándoos  la  fe  pura  de  Jesd-CiiKsto. 


CAPÍTULO   III.  203 

bien  cada  uno  cómo  alza  la  fábrica,  ó  qué  doctrina  en- 
seña, 

1 1  Pues  nadie  puede  poner  otro  fundamento,  que 
el  que  ya  ha  sido  puesto,  el  cual  es  Jesu-Christo. 

12  Que  si  sobre  tal  fundamento  pone  alguno  por 
materiales  oro,  plata,  piedras  preciosas  ' ,  ó  maderas, 
heno,  hojarasca  ^, 

13  sepa  que  la  obra  de  cada  uno  ha  de  manifestar- 
se ;  por  cuanto  el  dia  del  Señor  la  descubrirá,  como 
quiera  que  se  ha  de  manifestar  por  medio  del  fuego ; 
y  el  fuego  mostrará  cuál  sea  la  obra  de  cada  uno. 

1 4  Si  la  obra  de  uno  sobrepuesta  subsistiere  sin 
quemarse,  recibirá  la  paga. 

15  Si  la  obra  de  otro  se  quemare,  será  suyo  el 
daño :  no  obstante  él  no  dejará  de  salvarse  ;  si  bien 
como  quien  pasa  por  el  fuego  '. 

16  ¿No  sabéis'  vosotros  que  sois  templo  de  Dios, 
y  que  el  Espíritu  de  Dios  mora  en  vosotros  ? 

17  Pues  si  alguno  profanare  el  templo  de  Dios'', 
perderle  ha  Dios  á  él.  Porque  el  templo  de  Dios,  que 
sois  vosotros  ^,  santo  es. 


1  Esto  es,  la  pura  y  sublime  doctrina. 

2  Esto  es,  cosas  inútiles  y  supcrfluas,  como  laa  obser- 
vancias y  ceremonias  legales. 

3  Expiando  así  los  defectos  cometidos  en  la  predicación 
*Íel  Evangelio,  y  el  haberse  servido  de  adornos  mundanos 
■en  el  edificio  espiritual  de  los  prójimos. 

4  O  enseñando  al  prójimo  doctrinas  falsas,  ó  ^contami- 
nándose á  sí  mismo. 

5  11.  Cor.  VI.  V.  n. 


204      EPÍST.    I.    DE    S.    PABLO    A   LOS    CORINTHIOS. 

18  Nadie  se  engañe  á  sí  mismo  :  si  alguno  de  vos- 
otros se  tiene  por  sabio  según  el  mundo,  hágase  ne- 
cio á  los  ojos  de  los  mundanos^  á  fin  de  ser  sabio  á  los 
de  Dios. 

19  Porque  la  sabiduría  de  este  mundo,  es  necedad 
delante  de  Dios.  Pues  está  escrito  '  :  Yo  prenderé  á 
los  sabios  en  su  propia  astucia  =*. 

20  Y  en  otra  parte  ' :  El  Señor  penetrales  ideas  de 
los  sabios,  y  conoce  la  vanidad  de  ellas. 

21  Por  tanto  nadie  se  glorie  en  los  hombres  ''. 

22  Porque  todas  las  cosas  son  vuestras,  bien  sea 
Pablo,  bien  Apollo,  bien  Céphas,  el  mundo,  la  vida, 
la  muerte,  lo  presente,  lo  futuro :  todo  es  vuestro  ó  he- 
cho  para  vuestro  bien  : 

23  vosotros  empero  sois  de  Christo;  y  Christo  es 
de  Dios  su  Padre. 

CAPÍTULO    IV. 

Oficio  del  verdadero  apóstol ,  y  estima  que  se  merece.  Sigue 
reprendiendo  con  singular  energía  y  mansedumbre  á  hs 
corinthios. 

1  A  nosotros  pues  nos  ha  de  considerar  el  hombre 
como  unos  ministros  de  Christo ,  y  dispensadores  de 
los  misterios  de  Dios. 

1  Job.  V,  V.  13. 

2  Y  haré  que  queden  enredados  en  sus  mismos  discursos 
y  sutilezas. 

3  Psalm.  XCIII.  v.  11. 

4  Ni  de  ser  discípulo  de  este  apóstol ,  ni  del  otro, 


CAPÍTULa  IV.  20b 

2  Esto  supuesto,  entre  los  dispensadores  lo  que  se 
requiere  es,  que  sean  hallados  fieles  en  su  ministerio. 

3  Por  lo  que  á  mí  toca ,  muy  poco  se  me  da  el  ser 
juzgado  por  vosotros,  ó  en  cualquier  juicio  humano , 
pues  ni  aun  yo  me  atrevo  á  juzgar  de  mi  mismo. 

4  Porque  si  bien  no  me  remuerde  la  conciencia  de 
cosa  alguna ,  no  por  eso  me  tengo  por  justificado ;  pues 
el  que  me  juzga ,  es  el  Señor  ' . 

5  Por  tanto  no  queráis  sentenciar  antes  de  tiempo, 
suspended  vuestro  juicio  hasta  tanto  que  venga  el  Se- 
ñor ;  el  cual  sacará  á  plena  luz  lo  que  está  en  los  es- 
condrijos de  las  tinieblas,  y  descubrirá  en  aquel  día 
las  intenciones  de  los  corazones;  y  entonces  cada  cu£l 
será  de  Dios  alabado  según  merezca. 

6  Por  lo  demás,  hermanos  mios,  todo  esto  que  aca- 
bo de  decir  ^,  lo  he  presentado  en  persona  mia  y  en 
la  de  Apollo  por  amor  vuestro ;  á  fin  de  que  sin  nom- 
brar á  7iadie,  aprendáis  por  medio  de  nosotros,  á  no 
entonaros  uno  contra  otro  á  favor  de  un  tercero,  mas 
allá  de  lo  que  va  escrito  ^ 

7  Porque  ¿quién  es  el  que  te  da  la  ventaja  sobre 
otros  *  ?  O  ¿  qué  cosa  tienes  tú  que  no  la  hayas  reci- 


1  Que  es  quien  solamente  conoce  á  fondo  el  mérito  ó 
demérito  de  las  obras. 

2  Sobre  vuestros  predicadores,  y  partidos  que  forman.  ^ 
íi  Acabo  de  deciros  v.  4.  que  Pablo,  Apollo  y  demás  pre- 
dicadores, no  somos  mas  que  unos  instrumentos  de  que  se 
vale  Dios. 

4  O  te  hace  sobresalir  entre  tus  hermanos. 

IS 


206       EPÍST.    I.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

bido  de  Dios  ?  Y  si  todo  lo  que  tienes,  lo  has  recibido 
de  él,  ¿ñe  qué  te  jactas  como  si  no  lo  hubieses  reci- 
bido? 

8  Hé  aquí  que  vosotros  estáis  ya  satisfechos  ',  heos 
aquí  hechos  ya  ricos :  sin  nosotros  estáis  reinando ;  y 
plegué  á  Dios  que  en  efecto  reinéis,  para  que  así  nos- 
otros ^  reinemos  también  con  vosotros. 

9  Pues  yo  para  mi  tengo  que  Dios  á  nosotros  los 
apóstoles  nos  trata  como  á  los  últimos  ó  mas  viles  hom- 
bres, como  á  los  condenados  á  muerte ,  haciéndonos 
servir  de  espectáculo  al  mondo ,  á  los  ángeles  y  á  los 
hombres. 

10  Nosotros  somos  re/ju/arfos  como  unos  necios  por 
amor  de  Christo ,  mas  vosotros,  vosotros  sois  los  pru- 
dentes cn€hrislo;  nosotros  flacos,  vosotros  fuertes ; 
vosotros  sois  honrados,  nosotros  viles  y  despreciados. 

11  Hasta  la  hora  presente  andamos  sufriendo  la 
hambre ,  la  sed ,  la  desnudez ,  los  malos  tratamientos, 
y  no  tenemos  donde  fijar  nuestro  domicilio. 

12  Y  nos  afanamos  trabajando  con  nuestras  pro- 
pias manos  :  nos  maldicen ,  y  bendecimos :  padecemos 
persecución ,  y  la  sufrimos  con  paciencia : 

13  nos  ultrajan,  y  retornamos  súplicas:  somos  en 
fin  tratados,  hasta  el  presente ,  como  la  basura  y  las 
heces  del  mundo ,  como  la  escoria  de  todos  '. 


1  Llenos,  á  vuestro  parecer,  de  sabiduría  y  de  luces. 

2  Participaudo  de  esta  dicha,  como  padres  vuestros  en 
lafé. 

3  Y  á  manera  de  las  víctimas  humanas  que  SRcrifícao  los 


CAPÍTULO    IV.  207 

14  No  os  escribo  estas  cosas,  porque  quiera  sonro- 
jaros, sino  que  os  amonesto  como  á  hijos  mio§  muy 
queridos. 

15  Porque  aun  cuando  tengáis  millares  de  ayos  ó 
maestros  en  Jesu-Christo ,  no  tenéis  muchos  padres. 
Pues  yo  soy  el  que  os  he  engendrado  en  Jesu-Christo 
por  medio  del  Evangelio. 

16  Por  tanto  os  ruego  que  seáis  imitadores  mios, 
así  como  yo  lo  soy  de  Christo. 

1 7  Con  este  fin  he  enviado  á  vosotros  á  Timotheo,  el 
cual  es  hijo  mió  carísimo,  y  fiel  en  el  Señor;  para  que 
os  informe  de  mi  proceder  ó  manera  de  vivir  en  Jesu- 
Christo  ,  conforme  á  lo  que  yo  enseño  por  todas  parles 
en  todas  las  Iglesias. 

18  Algunos  sé  que  están  tan  engreídos,  como  si  yo 
nunca  hubiese  de  volver  á  vosotros '. 

19  Mas  bien  pronto  pasaré  á  veros,  si  Dios  quiere, 
y  examinaré,  no  la  labia  de  los  que  andan  así  hincha- 
dos, sino  su  virtud. 

20  Que  no  consiste  el  reino  de  Dios,  ó  nuestra 
religión ,  en  palabras,  sino  en  la  virtud  ■  ó  en  buenas 
obras. 

.    21  ¿Qué  estimáis  mas?  ¿que  vaya  á  vosotros  con 


gentiles  á  sns  dioses  para  expiar  las  iniquidades  del  mundo, 
y  aplacar  la  cólera  del  cielo  :  ved  cuánto  va  de  itaosotros  á 
vosotros. 

1  Y  reprimir  á  los  orgullosos  que  perturban  esa  Iglesia. 

2  Matth.  VIL  V.  21. 


208      EPÍST.    I.    DK    S.    PABLO   A    LOS    CORINTHIOS. 

la  vara  ó  castigo,  ó  con  amor  y  espíritu  de  mansedum- 
bre' ? 

CAPÍTULO   V. 

Excomulga  el  Apóstol  á  un  incestuoso,  y  exhorta  á  los  de 
Corintho  á  que  eviten  el  trato  con  los  pecadores  públicos. 

1  Es  ya  una  voz  pública  de  que  entre  vosotros  se 
cometen  deshonestidades,  y  tales,  cuales  fio  se  oyen  ni 
aun  entre  gentiles,  hasta  llegar  alguno  á  abusar  de  la 
muger  de  su  propio  padre. 

2  Y  con  todo  vosotros  estáis  hinchados  de  orgullo ; 
y  no  os  habéis  al  contrario  entregado  al  llanto ,  para 
que  fuese  quitado  de  entre  vosotros  el  que  ha  come- 
tido tal  maldad. 

3  Por  lo  que  á  mí  toca ,  aunque  ausente  de  ahí  con 
el  cuerpo,  mas  presente  en  espíritu,  ya  he  pronun- 
ciado, como  presente,  esta  sentencia  contra  aquel  que 
así  pecó. 

4  En  nombre  de  nuestro  Señor  Jesu-Chrislo , 
uniéndose  con  vosotros  mi  espíritu ,  con  el  poder  que 
he  recibido  de  nuestro  Señor  Jesús, 

5  sea  ese  que  tal  hizo,  entregado  á  Satanás,  ó  exco- 
mulgado, para  castigo  de  su  cuerpo,  á  trueque  de  que 
su  alma  sea  salva  en  el  dia  de  nuestro  Señor  Jcsu- 
Chrislo. 


1  Si  queréis  esto  último,  corregid  esos  desórdenes  que 
hay  entre  vosotros;  y  que  deberla  yo  castigar  con  penas  y 
censuras. 


capítulo  V.  209 

G  No  tenéis  pues  motivo  para  gloriaros.  ¿  No  sabéis 

acaso  que  un  poco  de  levadura  aceda  toda  la  masa  '  ? 

7  Echad  fuera  la  levadura  añeja ,  para  que  seáis 
una  masa  enteramente  nueva ,  como  que  sois  panes 
puros  y  sin  levadura  '.  Porque  Jesu-Christo ,  que  es 
nuestro  Cordero  pascual,  ha  sido  inmolado  por  nos- 
otros. 

8  Por  tanto  celebremos  la  fiesta  ó  el  convite  pas- 
cual ,  no  con  levadura  añeja ,  ni  con  levadura  de  ma- 
licia y  de  corrupción ,  sino  con  los  panes  ázymos  de 
la  sinceridad  y  de  la  verdad  ^ 

9  Os  tengo  escrito  en  una  carta  :  No  tratéis  con 
los  deshonestos  ^  : 

10  claro  está  que  no  entiendo  decir  con  los  desho- 
nestos de  este  mundo ,  ó  con  los  avarientos ,  ó  con 
los  que  viven  de  rapiña ,  ó  con  los  idólatras  ;  de  otra 
suerte  era  menester  que  os  salieseis  de  este  mundo  *. 

1 1  Cuando  os  escribí  que  no  trataseis   con  tales 


1  ¿  Y  que  así  ese  solo  iucestuoso  puede  echar  á  perder 
toda  esa  Iglesia  ? 

2  O  libres  de  toda  corrupción,  por  la  gracia  del  bautis- 
mo. Véase  Azymos. 

3  Con  un  corazón  puro  y  libre  de  toda  corrupeion. 

4  Esto  es,  no  converséis  familiarmente  con  ellos. 

5  Porque  se  hallan  por  todas  partes.  Es  una  hipérbole. 
Este  verso  se  comienza  en  griego  Ksti  ou  ffítVTííf  To7f 
■7rc/3voíf,  sed  non  omnino,  ó  sed  non  in  íotum.  üau  se  pone 
por  cLt^eí,  según  la  frase  de  los  hebreos ;  y  así  puede  tra- 
ducirse :  No  entiendo  decir  que  no  tratéis  absolutamente  con 
tos  dethonestos. 


210      EPÍST.    I.    DE   S.    PABLO    K   LOS    CORINTHIOS, 

sugelos  ,  quise  decir,  que  si  aquel  que  es  del  número 
de  vuestros  hermanos ,  es  deshonesto ,  ó  avariento ,  ó 
idólatra  ,  ó  maldiciente ,  6  borracho  ,  ó  vive  de  rapi- 
ña ,  con  este  tal  ni  tomar  bocado. 

12  Pues  ¿cómo  podria  yo  meterme  en  juzgar  á 
los  que  están  fuera  de  la  Iglesia  ?  ¿  No  son  los  que 
están  dentro  de  ella ,  á  quienes  tenéis  derecho  de  juz- 
gar? 

13  A  los  de  afuera  Dios  los  juzgará.  Vosotros  em- 
pero apartad  á  ese  mal  hombre  de  vuestra  compañía. 

CAPÍTULO  VI. 

Contra  los  desórdenes  de  los  pleitistas  y  de  los  deshonestos, 

1  ¿  Cómo  es  posible  que  se  halle  uno  siquiera  en- 
tre vosotros  que  teniendo  alguna  diferencia  con  su 
hermano ,  se  atreva  á  llamarle  á  juicio  ante  los  jue- 
ces inicuos  ó  infieles  i  y  no  delante  de  los  santos  ó 
cristianos  '  ? 

2  ¿No  sabéis  que  los  santos  han  de  juzgar  algiin 
dia  á  este  mundo  ?  Pues  si  el  mundo  ha  de  ser  juzga- 
do por  vosotros,  ¿no  seréis  dignos  de  juzgar  estas 
menudencias? 

3  ¿  No  sabéis  que  hemos  de  ser  jueces  hasta  de  los 
ángeles  malos?  ¿cuánto  mas  de  las  cosas  mundanas? 

4  Si  tuviereis  pues  pleitos  sobre  negocios  de  este 
mundo ,  tomad  por  jueces ,  antes  que  á  ir\fieles ,  á 
los  mas  ínfimos  de  la  Iglesia. 

1  Tornando  á  estos  por  arbitros  de  vuestras  diferencias  ? 


CAPÍTULO    VI.  211 

5  Dígolo  para  confusión  vuestra.  ¿Es  posible  que 
no  ha  de  haber  entre  vosotros  '  algún  hombre  inteli- 
gente, que  pueda  ser  jaez  ó  arbitro  entre  los  her- 
manos ; 

6  sino  que  ha  de  verse  que  litiga  hermano  con  her- 
mano ;  y  eso  en  el  tribunal  de  los  infieles  ? 

7  Ya  por  cierto  es  una  falta  en  vosotros  ^,  el  an- 
dar en  pleitos  unos  contra  otros.  ¿Por  qué  no  tole- 
ráis antes  el  agravio  ' ?  ¿por  qué  antes  no  sufrís  el 
fraude  ? 

8  Mas  algunos  de  vosotros  sois  los  que  agraviáis  ^^ 
y  defraudáis;  y  eso  á  vuestros' propios  hermanos. 

9  ¿No  sabéis  que  los  injustos  no  poseerán  el  reino 
de  Dios?  No  queráis  cegaros  ,  hermanos  mios  :  ni  los 
fornicarios  ,  ni  los  idólatras ,  ni  los  adúlteros , 

10  ni  los  afeminados  ,  ni  los  sodomitas,  ni  los  la- 
drones, ni  los  avarientos  , 'ni  los  borrachos ,  ni  los 
maldicientes^,  ni  los  quo  viven  de  rapiña,  han  de  po- 
seer el  reino  de  Dios. 

11  Tales  habéis  sido  algunos  de  vosotros  en  olro 
tiempo;  pero  fuisteis  lavados,  fuisteis  santificados, 
fuisteis  justificados  en  el  nombre  de  nuestro  Señe? 
Jesu-Christo ,  y  por  el  Espíritu  de  nuestro  Dios. 

12  Si  todo  me  es  lícito,   no  todo  me  es  conve- 


1  Qae  tanto  presumís  de  sabios. 

2  Y  origen  de  muchos  pecados. 

3  Ya  que  os  creéis  tan  aventajados  en  la  virtud.  Matth. 
V.  V.  39.  —  Luc,  VI.  V.  29.  —  Rom.  XII.  v.  17.  —  /. 
Thcs.  IV.  V.  6. 


212       EPÍST.    1.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTIÍlOS. 

niente  :  no  porque  lodo  me  es  lícito ,  me  haré  yo  es- 
clavo de  ninguna  cosa. 

13  Las  viandas  son  para  el  vientre,  y  el  vientre  pa- 
ra las  viandas ;  mas  Dios  destruirá  á  aquel  y  á  estas  : 
el  cuerpo  empero  no  es  para  la  fornicación ,  sino  para 
gloria  de  el  Señor,  como  el  Señor  para  el  cuerpo  '. 

14  Pues  así  como  Dios  resucitó  al  Señor ,  nos  resu- 
citará también  á  nosotros  por  su  virtud. 

15  ¿No  sabéis  que  vuestros  cuerpos  son  miembros 
de  Christo ,  nuestra  cabeza  ?  ¿  He  de  abusar  yo  de  los 
miembros  de  Christo  ',  para  hacerlos  miembros  de  una 
prostituta  ?  No  lo  permita  Dios. 

16  ¿  O  no  sabéis ,  que  quien  se  junta  con  una  pros- 
tituta, se  hace  un  cuerpo  con  ella?  Porque  serán  los 
dos  (dice  la  Escritura  •)  una  carne. 

1 7  Al  contrario  quien  está  unido  con  el  Señor  ,  es 
con  él  un  mismo  espíritu. 

18  Huid  la  fornicación.  Cualquier  otro  pecado  que 
cometa  el  hombre  ,  está  fuera  del  cuerpo  ;  pero  el  que 
fornica ,  contra  su  cuerpo  peca  ''•. 

19  Por  ventura  ¿no  sabéis  que  vuestros  cuerpos  son 
templos  del  Espíritu  santo  ,  que  habita  ea  vosotros,  el 
cual  habéis  recibido  de  Dios  ,  y  que  ya  no  sois  de  vos- 
otros , 


1  Al  cual  comunicará  algún  día  la  inmortalidad. 

2  Esto  es,  de  mi  cuerpo   sautificado  pur  Christo,  que  es 
nuestra  cabeza. 

3  Gen.  II  V.  '¿X.  —  Matlh.  IX    v.  Vo.-Eph.  V.  v.  31. 

4  Al  cual  afrenta  y  profana. 


CAPÍTULO    Vil.  2l'¿ 

20  p  esto  que  fuisteis  comprados  á  gran  precio  '  ? 
Gloriücad  pues  á  Dios  ,  y  llevadle  siempre  en  vuestro 
cuerpo. 

CAPÍTULO  VII. 

De  ¡as  cargas  del  malrimonio,  y  de  las  ventajas  de  la 
virginidad.  Aviso  á  las  viudas. 

1  En  orden  á  las  cosas  sobre  queme  habéis  escrito, 
respondo  :  Loable  cosa  es  en  el  hombre  no  tocar  mu- 
ger; 

2  mas  por  evitar  la  fornicación ,  viva  cada  uno  con 
su  muger ,  y  cada  una  con  su  marido  ^. 

3  El  marido  pague  á  la  muger  el  débito  ,  y  de  la 
misma  suerte  la  muger  al  marido. 

4  Porque  la  muger  casada  no  es  dueña  de  su  cuer- 
po ,  sino  que  lo  es  el  marido.  Y  asimismo  el  maride  no 
es  dueño  de  su  cuerpo ,  sino  que  lo  es  la  muger. 

5  No  queráis  ;>ues  defraudaros  el  derecho  recíproco, 
á  no  ser  por  algún  tiempo  de  común  acuerdo,  para  de- 
dicaros á  la  oración  ;  y  después  volved  á  cohabitar,  no 
sea  que  os  tiente  Satanás  por  vuestra  incontinencia. 

6  Esto  lo  digo  por  condescendencia  ,  que  no  lo 
mando. 

7  A  la  verdad  me  alegrara  que  fueseis  iodos  tales 


1  No  monos  que  con  el  de  la  sangre  de  Jesu-Cbristo. 

2  El  que  no  tenga  el  don  de  continencia  para  quedarse 
célibe,  cásese  antes  que  entregarse  á  la  impureza. 


214      EPÍST.  I.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

como  yo  mismo  ,  esto  <?*,  célibes  ;  mas  cada  uno  •icne 
de  Dios  su  propio  don  ,  quién  de  una  manera  ,  quién 
de  otra. 

8  Pero  sí  que  digo  á  las  personas  no  casadas  y 
viudas :  bueno  les  es  si  asi  permanecen,  como  también 
permanezco  yo. 

9  Mas  si  no  tienen  don  de  continencia ,  cásense 
Pues  mas  vale  casarse ,  que  abrasarse ' . 

10  Pero  á  las  personas  casadas ,  mando,  no  yo  , 
sino  el  Señor  ,  que  la  muger  no  se  separe  del  mari- 
do : 

1 1  que  si  se  separa  por  justa  causa ,  no  pase  á  otras 
nupcias ,  ó  bien  reconcilíese  con  su  marido.  Ni  tampo- 
co el  marido  repudie  á  su  muger  ^. 

12  Pero  á  los  demás  digo  yo  mi  dictamen  ,  no  que 
el  Señor  lo  mande.  Si  algún  hermano  tiene  por  mu- 
ger á  una  infiel  ó  idólatra,  y  esta  '  consiente  en  habi- 
tar con  él ,  no  la  repudie. 

13  Y  si  alguna  muger  fiel  ó  cristiana  tiene  por  ma- 
rido á  un  infiel ,  y  este  consiente  en  habitar  con  ella  , 
no  abandone  á  su  marido ; 

14  porque  un  marido  infiel  es  santificado  por  la 
muger  üel ,  y  la  muger  infiel  santificada  por  el  marido 


1  En  el  fuego  de  la  torpeza.  Y  si  han  hecho  voto  de  cas- 
tidadj  tienen  el  remedio  en  la  mortificación  de  la  carne,  y 
en  la  oración. 

2  Y  en  el  caso  de  separarse  justamente  de  ella,  no  pase 
á  casarse  con  otra. 

3  Salvo  el  honor  de  la  religión  del  marido. 


CAPÍTULO    VII.  215 

fiel  '  :  de  lo  contrario  vuestros  hijos  serian  amancilla- 
dos, en  vez  de  que  ahora  son  santos  ^. 

1 5  Pero  si  el  infiel  se  separa ,  sepárese  en  hora  bue- 
na ;  porque  en  tal  caso  ni  nuestro  hermano",  ni  nuestra 
hermana  deben  sujetarse  á  servidumbre  ';  pues  Dios 
nos  ha  llamado  á  un  estado  de  paz  y  tranquilidad, 

16  Porque  ¿sabes  tú,  rauger,  si  salvarás  ó  conver- 
tirás al  marido?  ¿y  tú,  marido,  sabes  si  salvarás  á  la 
muger? 

17  pero  proceda  cada  cual  conforme  al  don  que 
Dios  le  ha  repartido,  y  según  el  estado  en  que  se  ha- 
llaba, cuando  Dios  le  llamó  á  lafé*;  y  así  es  como 
lo  enseño  en  todas  las  Iglesias. 

18  ¿Fue  uno  llamado  siendo  circunciso?  no  afecte 
parecer  incircunciso.  ¿Fue  otro  llamado  estando  in- 
circunciso? no  se  haga  circuncidar. 

19  Nada  importa  ahora  el  ser  circuncidado,  y  nada 


1  Y  asi  es  santificado  el  matrimonio  por  la  santidad  de 
uno  de  los  consortes. 

2  Serían  ilegítimos,  y  no  podrían  ser  tan  fácilmente  bau- 
tizados. 

3  O  perder  la  libertad  de  seguir  pacíficamente  la  fé  de 
Jesu-Christo.  Y  así  quedan  libres,  ya  sea  de  la  cohabita- 
ción sola,  como  lo  entienden  algunos  teólogos,  ya  sea  tam- 
bién del  vínculo,  como  dicen  otros. 

4  La  religión  cristiana  no  exige  el  mudar  de  condición , 
sino  de  costumbres,  arreglándolas  al  Evangelio;  ni  des- 
truye nunca  en  el  mundo  el  orden  civil ,  sino  solamente  el 
pecado  y  las  ocasiones  del  pecado,  S.  Chrysost. 


216       EPÍST.    I.    DE    S.    PABLO   A   LOS    CORINTHIOS. 

importa  el  no  serlo  :  lo  que  importa  á  judíos  y  á  gen- 
tiles es  la  observancia  de  los  mandamientos  de  Dios. 

20  Manténgase  pues  cada  uno  en  el  estado  que 
tenia  cuando  Dios  le  llamó. 

21  ¿Fuiste  llamado  siendo  siervo?  no  te  impacien- 
tes viéndote  en  tal  condición,  antes  bien  saca  prove- 
cho de  eso  mismo,  aun  cuando  pudieses  ser  libre  '. 

22  Pues  aquel  que  siendo  esclavo  es  llamado  al 
servicio  del  Señor,  se  hace  liberto  del  Señor ;  y  de  la 
misma  manera  aquel  que  es  llamado  siendo  libre ,  se 
hace  esclavo  de  Jesií-Christo. 

23  Rescatados  habéis  sido  á  gran  costa ;  no  queráis 
haceros  esclavos  de  los  hombres  '. 

24  Cada  uno,  hermanos  mios ,  permanezca  *  para 
con  Dios  en  el  estado  civil  en  que  fue  llamado. 

—  25  En  orden  á  las  vírgenes  ,  precepto  del  Señor 
yo  no  le  tengo  :  doy,  sí ,  consejo,  como  quien  ha  con- 
seguido del  Señor  la  misericordia  de  ser  fiel  minis- 
tro suyo. 

26  Juzgo  pues  que  este  estado  es  ventajoso  á  causa 
de  las  miserias  de  la  vida  presente  :  que  es,  digo,  ven- 
tajoso al  hombre  el  no  casarse  ^. 

1  Aprovéchate  de  tu  humilde  condición  para  bien  de  tu 
alma.  Otros  traducen  :  Si  puedes  ser  libre,  aprovéchate  mas 
bien  :  ó.  Si  puedes  lograr  la  libertad,  mejor  es  que  seas 
libre. 

2  O  servirles  en  perjuicio  de  vuestro  amo  Jesu-Christo, 
ó  de  lo  que  él  mauda, 

3  Salva  la  (é  y  obediencia  debida  á  Dios. 

4  Atenta  la  necesidad  urgente  de  disponernos  para  la 


CAPÍTULO   Vil.  217 

27  ¿Estás  ligado  á  una  muger?  no  busques. quedar 
desligado.  ¿  Estás  sin  tener  muger  ?  no  busques  el  casarte. 

28  Si  te  casares,  no  por  eso  pecas.  Y  si  una  don- 
cella se  casa ,  tampoco  peca ;  pero  estos  tales  sufrirán 
en  su  carne  aflicciones  y  trabajos  inseparables  del  ma- 
trimonio. Mas  yo  os  perdono  :  dejólo  á  vuestra  con- 
sideración '. 

29  Y  lo  que  digo,  hermanos  7Jiios ,  es ,  que  el  tiem- 
po es  corto, 'y  que  así  lo  que  importa  es  que  los  que  tie- 
nen muger,  vivan  como  si  no  la  tuviesen ; 

30  y  los  que  lloran,  como  si  no  llorasen';  y  los 
que  se  huelgan,  como  si  no  se  holgasen ;y  los  que 
hacen  compras ,  como  si  nada  poseyesen  ; 

31  y  los  que  gozan  del  mundo,  como  si  no  gozasen 
de  él :  porque  la  escena  ó  apariencia  de  este  mundo 
pasa  en  un  momenlo  '. 

32  Ahora  bien ,  yo  deseo  que  viváis  sin  cuidados 
ni  inquietudes.  El  que  no  tiene  muger,  anda  única- 
mente solícito  de  las  cosas  del  Señor,  y  en  lo  que  ha 
de  hacer  para  agradar  á  Dios. 


otra  vida,  y  las  inqnietndes  del  matrimonio^  es  mejor  para 
el  hombre  el  estarse  así  sin  casarse. 

1  No  quiero  hablar  mas  de  las  incomodidades  del  ma- 
trimonio, por  no  retraer  de  él  á  los  que  no  tienen  virtud 
para  guardar  continencia,  y  deben  casarse.  Podría  tradu- 
cirse ;  Mas  yo  me  compadezco  de  vosotros.  S.  Aiig.  De  stat. 
virg.  c.  VI. 

2  Véase  Llorar. 

3  Desaparece;  como  en  un  teatro  cae  de  repente  el  te- 
lón ,  y  se  acabó  la  escena  que  se  representaba, 

To^T.  XIV.  19 


218      EPÍST.    I.    DE    S,    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

33  Al  contrario  el  que  tiene  muger,  anda  afanado 
en  las  cosas  del  mundo,  y  en  cómo  ha  de  agradar  á 
la  muger,  y  así  se  halla  dividido. 

34  De  la  misma  manera  la  muger  no  casada,  y  una 
virgen,  piensa  en  las  cosas  de  Dios;  para  ser  san- 
ta en  cuerpo  y  alma.  Mas  la  casada  piensa  en  las  del 
mundo,  y  en  cómo  ha  de  agradar  al  marido. 

35  Por  lo  demás,  yo  digo  esto  para  provecho  vues- 
tro, no  para  echaros  un  lazo  3/  obligaros  á  la  continen- 
cia; sino  solamente  para  exhortaros  á  lo  mas  loahle, 
y  á  lo  que  hahilita  para  servir  á  Dios  sin  ningún  em- 
barazo. 

36  Mas  si  á  alguno  le  parece  que  es  un  deshonor 
que  su  hija  pase  la  flor  de  la  edad  sin  contraer  matri- 
ynonio ,  y  juzga  deber  casarla  ,  haga  lo  que  quisiere  : 
no  peca ,  si  ella  se  casa. 

37  Aunque  por  otra  parte  quien  ha  hecho  en  su  in- 
terior la  firme  resolución  de  conservar  virgen  á  su  hi- 
ja, no  teniendo  necesidad  de  obrar  de  otro  modo,  sino 
pudiendo  disponer  en  esto  de  su  voluntad,  y  así  lo  ha 
determinado  en  su  corazón  ' ,  este  tai  obra  bien. 

38  En  suma,  el  que  da  su  hija  en  matrimonio,  obra 
bien ;  mas  el  que  no  la  da,  obra  mejor. 

39  La  muger  está  ligada  á  la  ley  del  matrimonio, 
mientras  que  vive  su  marido ;  pero  si  su  marido  falle- 
ce, queda  libre:  cásese  con  quien  quiera,  con  tal  que 
sea  según  el  Señor. 

1  A  lo  cual  se  conforma  libremente  la  hija. 


CAPÍTULO    VIH.  219 

40  Pero  mucho  mas  dichosa  será,  si  permaneciere 
viuda,  según  mi  consejo ;  y  estoy  persuadido  de  que 
también  en  esto  me  anima  el  Espíritu  de  Dios. 

CAPÍTULO  VIII. 

Nadie  ha  de  probar  cosas  ofrecidas  á  ídolos,  si  can  eso  cau- 
sa escándalo  ;  pues  el  que  escandaliza  é  los  flacos,  peca 
contra  Jesu-Christo. 
* 

1  Acerca  de  las  cosas  ó  viandas  sacrificadas  á  los 

ídolos  * ,  ya  sabemos  que  todos  nosotros  tenemos  ftcrs- 
tanie  ciencia  ó  conocimiento  sobre  eso.  Mas  la  ciencia 
por  si  sola  hincha  ;  la  caridad  es  la  que  edifica. 

2  Que  si  alguno  se  imagina  saber  algo,  y  no  sabe 
esto,  todavía  no  ha  entendido  de  qué  manera  le  con- 
venga saber. 

3  Pero  el  que  ama  á  Dios,  ese  es  conocido  ó  ama- 
do de  él.  i 

4  En  orden  pues  á  los  manjares  inmolados  á  los  ído- 
los, sabemos  que  el  ídolo  es  nada  en  el  mundo,  y  que 
no  hay  mas  que  un  solo  Dios. 

5  Pues  aunque  haya  algunos  que  se  llamen  dioses, 
ya  en  el  cielo,  ya  en  la  tierra,  (y  que  así  se  cuenten 
muchos  dioses,  y  muchos  señores) 

6  sin  embargo  para  nosotros  no  hay  mas  que  un  solo 
Dios,  que  es  el  Padre,  del  cual  tienen  el  ser  todas  las 
cosas,  y  que  nos  ha  hecho  á  nosotros  para  él ;  y  no 


1  Véase  ídolos. 


220       EFÍST.    I.     DE    S.     PABLO    A   LOS    CORlNTHIOS. 

hay  sino  un  sulo  señor,  que'es  Jesu-Chrislo,  por  quien 
han  sido  hechas  todas  las  cosas,  y  somos  nosotros  por 
éi  cuanto  somos. 

7  Mas  no  en  todos  se  halla  esta  ilustración.  Sino  que 
hay  algunos  que  creyendo  todavía  que  el  ídolo  es  al- 
guna cosa,  comen  bajo  este  concepto  viandas  que  se 
le  han  ofrecido ;  y  así  la  conciencia  de  estos,  por  ser 
débil,  viene  á  quedar  contaminada. 

8  Lo  cierto  es  que  el  comer  de  tales  viandas  no  es 
lo  que  nos  hace  recomendables  á  Dios.  Pues  ni 
porque  comamos,  tendremos  delante  de  él  ventaja  al- 
guna, ni  porque  no  comamos,  desmereceremos  en  nada. 

9  Pero  cuidad  de  que  esta  libertad  que  tenéis,  no 
sirva  de  tropiezo  á  los  flacos. 

10  Porque  si  uno  de  estos  \c  á  otro  de  los  que  están 
mas  instruidos,  puesto  á  la  mesa  en  un  lugar  dedica- 
do á  los  ídolos  * ,  ¿  no  es  claro  que  el  que  tiene  su 
conciencia  flaca,  se  tentará  á  comer  también  de  aque- 
llas viandas  sacrificadas  que  cree  impuras? 

11  ¿  Y  es  posible  que  haya  de  perecer  por  el  uso 
Í7idiscreto  de  tu  ciencia  ese  hermano  enfermo,  por 
amor  del  cual  murió  Christo  ? 

12  Así  sucede  que  pecando  contra  los  hermanos,  y 
llagando  su  conciencia  poco  firme,  venís  á  pecar  con- 
tra JíAií-Christo. 

IS  Por  lo  cual  si  lo  que  yo  como,  escandaliza  á  mi 
hermano,  no  comeré  en  mi  vida  carne  alguna^  solo 
por  no  escandalizar  á  mi  hermano. 

1  O  eii  que  se  celebran  sus  convites  puramente  civiles. 


•¿2 


CAPÍTULO  IX. 

Cómo  el  Apóstol  ae  privaba  de  hacer  lo  que  podia  licila- 
menle,pur  no  desedificará  nadie;  haciéndose  todo  para 
todos,  y  padeciendo  mil  trabajos,  por  ganar  para  Dios  á 
todo  el  mundo. 

1  ¿  No  tengo  yo  libertad  ?  ¿  no  soy  yo  apóstol  ?  ¿  no 
he  visto  yo  á  Jesu-Chrislo  Señor  nuestro  ?  ¿no  sois 
vosotros  obra  mía  en  el  Señor  ? 

2  Lo  cierto  es  que  aun  cuando  para  los  otros  no 
fuera  apóstol,  alo  menos  lo  seria  para  vosotros,  siendo 
como  sois  el  sello  ¿Ja  patente  de  mi  apostolado  en  el 
Señor  '  : 

3  ved  ahí  mi  respuesta  á  aquellos  que  se  meten  á 
examinar  y  sindicar  mi  conducta. 

4  ¿  Acaso  no  tenemos  derecho  de  ser  aumentados 
á  expensas  vuestras  ? 

5  Por  ventura  ¿no  tenemos  también  facultad  de 
llevar  en  los  viages  alguna  muger,  hermana"  en  Jesu- 
Christo  ,  para  que  nos  asista  ,  como  hacen  los  demás 
apóstoles,  y  los  hermanos  ó  paricjites  (1q\  Señor,  y  el 
misryío  Céphas  ó  Pedro  ? 

6  ¿  O  solo  yo ,  y  Bernabé ,  no  podemos  hacer 
esto  ="  ? 


1  Porque  vuestra  admirable  conversión,  y  los  dones  que 
habéis  recibido  del  Espíritu  santo,  prueban  auténticamente 
mi  apostolado. 

2  ¿Sino  que  hemos  de  ganar  el  alimento  con  nuestras 
manos,  y  cuidar  nosotros  mismos  de  nuestra  asistencia? 


222       EPIST.    I.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

7  ¿Quién  milita  jamás  á  sus  expensas?  ¿quién 
planta  una  viña,  y  no  come  de  su  fruto  ?  ¿  quién  apa- 
cienta un  rebaño,  y  no  se  alimenta  de  la  leche  del  ga- 
nado ? 

8  ¿  Y  por  ventura  esto  que  digo,  es  solamente  un 
raciocinio  humano  ?  ¿  ó  no  dice  la  Ley  esto  mismo  ? 

9  Pues  en  la  Ley  de  Moysés  está  escrito  '  :  No 
pongas  bozal  al  buey  que  trilla.  ¿Será  que  Dios  se  cura 
de  los  bueyes  ? 

10  ¿Acaso  no  dice  esto  principalmente  por  noso- 
tros? Sí,  ciertamente  por  nosotros  se  han  escrito  estas 
cosas,  porque  la  esperanza  hace  arar  al  que  ara  ,  y  el 
que  trilla,  lo  hace  con  la  esperanza  de  percibir  el  fruto. 

1 1  Si  nosotros  pues  hemos  sembrado  entre  vosotros 
bienes  espirituales  ,  ¿será  gran  cosa  que  recojamos  im 
poco  de  vuestros  bienes  temporales  ? 

12  Si  otros  participan  de  este  derecho  á  lo  vuestro, 
¿  por  qué  no  mas  bien  nosotros  ?  pero  con  todo  no  he- 
mos hecho  uso  de  esa  facultad ;  antes  bien  todo  lo  su- 
frimos 1/  padecemos  por  no  poner  estorbo  alguno  al 
Evangelio  de  Christo. 

13  ¿  No  sabéis  que  los  que  sirven  en  el  Templo  , 
se  mantienen  de  lo  que  es  del  Templo  ;  y  que  los  que 
sirven  al  aliar,  participan  de  las  ofrendas  ? 

14  Así  también  dejó  el  Señor  ordenado,  que  los  que 
predican  el  Evangelio,  vivan  del  Evangelio. 

15  Mas  yo  de  ninguna  de  estas  cosas  me  he  valido. 
Ni  ahora  escribo  esto ,  para  que  asf  se  haga  conmigo, 

1  Deut.  XXy.  V.  4. 


CAPÍTULO  IX.  223 

porque  tengo  por  mejor  el  morir ,  que  el  que  alguno 
me  haga  perder  esta  gloria. 

16  Como  quiera  que  por  predicar  el  Evangelio,  no 
tengo  gloria,  pues  estoy  por  necesidad  obligado  áello; 
y  desventurado  de  mí ,  si  no  le  predicare. 

1 7  Por  lo  cual  si  lo  hago  de  buena  voluntad ,  pre- 
mio aguardo ;  pero  si  por  fuerza ,  entonces  no  hago 
mas  que  cumplir  con  el  cargo  que  tengo. 

18  Según  esto  pues  ¿dónde  está  mi  galardón  PEstá 
en  predicar  gratuitamente  el  Evangelio  ,  sin  ocasionar 
ningún  gasto  ,  para  no  abusar  del  derecho  que  tengo 
por  la  predicación  del  Evangelio. 

19  En  verdad  que  estando  libre  ó  independiente  de 
todos ,  de  todos  me  he  hecho  siervo  ,  para  ganar  mas 
almas. 

20  Y  así  con  los  judíos  he  vivido  como  judío,  para 
ganar  ó  convertir  á  los  judíos  : 

21  con  los  sujetóse  la  Ley  ó  prosélitos,  he  vivido 
como  si  yo  estuviese  sujeto  á  la  Ley  (con  no  estar  yo 
sujeto  á  ella)  solo  por  ganar  á  los  que  á  la  Ley  vivían 
sujetos  '  ;  así  como  con  los  que  no  estaban  sujetos  á 
la  Ley  de  Moysés^  he  vivido  como  si  yo  tampoco  lo  es- 
tuviese (aunque  tenia  yo  una  Ley  con  respecto  á  Dios 
teniendo  la  de  Jesu-Christo)  á  trueque  de  ganar  á  los 
que  vivían  sin  Ley. 

22  Hiceme  flaco  con  los  flacos ,  por  ganar  á  los  fla- 
cos. Híceme  todo  para  todos ,  por  salvarlos  á  todos. 

1  Por  cuya  razón  circuncidé  á  Timotheo,  y  llevaba 
ofrendas  al  Templo. 


2'¿4       EPÍST.    I.    DE    Í5.     PAULO    A    LOS    CORINTHIOS. 

23  Todo  lo  cual  hago  por  amor  del  Evangelio,  á  fin 
de  participar  de  sus  promesas. 

24  ¿No sabéis  que  los  que  corren  en  el  estadio,  si 
bien  todos  corren,  uno  solo  se  lleva  el  premio  ?  Corred 
pues,  hermanos  míos,  de  tal  manera  que  le  ganéis. 

25  Ello  es  que  todos  los  que  han  de  luchar  en  la 
palestra,  guardan  en  todo  una  exacta  continencia  ',  y 
no  es  sino  para  alcanzar  una  corona  perecedera  ;  al 
paso  que  nosotros  la  esperamos  eterna. 

26  Así  que ,  yo  voy  corriendo  ,  no  como  quien  cor- 
re á  la  aventura  ^ :  peleo  ,  no  como  quien  lira  golpes 
al  aire  sin  tocar  á  su  enemigo ; 

27  sino  que  castigo  mi  cuerpo  rebelde  y  le  esclavizo, 
no  sea  que  habiendo  predicado  á  los  otros,  venga  yo  á 
ser  reprobado. 


CAPITULO  X. 

Propuestos  los  beneficios  y  los  castigos  de  los  hebreos  por 
sus  ingratitudes,  amonesta  el  Apóstol  á  los  corinthios,  que 
se  guardende  sus  vicios,  especialmente  de  todo  resabio  de 
idolatriUj  de  la  vana  confianza,  y  de  ofender  al  prójimo. 

1  Porque  no  debéis  de  ignorar,  hermanos  míos, 


1  Privándose  de  cuanto  puede  disminuir  la  robustez  y 
agilidad  de  su  cuerpo. 

2  Sino  para  coger  la  corona  de  gloria  que  tengo  siempre 
á  la  vista. 


CAPÍTULO  X.  225 

que  nuestros  padres  estuvieron  todos  á  la  sombra  de 
aquella  misteriosa  nube  ',  que  todos  pasaron  el  mar  ^, 

2  y  que  todos  bajo  la  dirección  de  Moysés  fueron 
en  cierto  modo  bautizados  en  la  nube,  y  en  el  mar  ^  , 

3  que  todos  comieron  el  mismo  manjar  espiri- 
tual ^ , 

4  y  todos  bebieron  la  misma  bebida  espiritual  ^ : 
(porque  ellos  bebían  del  agua  que  salla  de  la  misteriosa 
piedra,  y  los  iba  siguiendo;  la  cual  piedra  ^ta figura 
de  Christo  ^ ) 

5  pero  á  pesar  de  eso  la  mayor  parte  de  ellos  desa- 
gradaron á  Dios ;  y  así  quedaron  muertos  en  el  De- 
sierto ^ 

6  Cuyos  sucesos  eran  flgura  de  lo  que  atañe  á  nos- 
otros, á  fin  de  que  no  nos  abandonemos  á  malos  deseos, 
como  ellos  se  abandonaron  : 

7  no  seáis  adoradores  de  los  ídolos,  como  algunos 


i  Figura  que  era  del  Espíritu  santo  que  nos  alumbra  y 
recrea  con  su  gracia. 

2  Exod.  XIII.  V.  21— Num.  I  Y.  v.  21. 

3  Símbolo  de  nuestro  bautismo.  Ex.  XIV.  v.  22. 

4  Cual  era  el  maná,  figura  de  la  Eucháristía.  Ex.  XVI. 
V.  }b.—XVIl.  V.  6  —  Num.  XX.  v.  11.— Psalm.  LXXVH. 
V  25. — Joann.  VI.v.  32. 

5  Aquella  agua  milagrosa  que  el  golpe  de  la  vara  de 
Moysés  hizo  manar  de  una  peña. 

6  Herido  en  la  cruz  después  de  muerto,  y  brotando  agua 
y  sangre  por  su  costado. 

7  Num.  XXVI.  V.  65. 


226      EPÍST.    1.    DE   S.    PABLO   A   LOS    CORINTHIOS. 

de  ellos,  según  está  escrito :  Sentóse  el  pueblo  á  co- 
mer, y  á  beber,  y  levantáronse  todos  á  retozar  '. 

8  Ni  forniquemos,  como  algunos  de  ellos  fornica- 
ron ,  y  murieron  en  un  dia  como  veinte  y  tres  mil  *. 

9  Ni  tentemos  á  Ghristo  ,  como  hicieron  algunos  de 
ellos ',  los  cuales  perecieron  mordidos  de  las  serpien- 
tes. 

10  Ni  tampoco  murmuréis,  como  algunos  de  ellos 
murmuraron ,  y  fueron  muertos  por  el  ángel  extermi- 
nador  *. 

11  Todas  estas  cosas  que  les  sucedían,  eran  unas 
figuras  ;  y  están  escritas  para  escarmiento  de  nosotros, 
que  nos  hallamos  al  fin  de  los  siglos  ^. 

12  Mire  pues  no  caiga,  el  que  piensa  estar  firme 
en  la  Jé. 

13  Hasta  ahora  no  habéis  tenido  sino  tentaciones 
humanas  ú  ordinarias;  pero  fiel  es  Dios,  que  no  per- 
mitirá seáis  tentados  sobre  vuestras  fuerzas,  sino  que 
de  la  misma  tentación  os  hará  sacar  provecho  para  que 
podáis  sosteneros. 


1  Bailando  en  torno  del  becerro  de  oro.   Exod.  XXXII. 
V.  6. 

2  Num.  XXV.  V.  9.  Véase  Chronologia. 

3  Dudando  de  las  promesas  de  Dios,  y  pidiendo  á  Moy- 
sés  milagros.  Nain.  XX.  y  XXI. 

4  Num.  XI.  V.  l.^XIV.v.'i. 

5  O  en  la  última  edad  del  mundo,  en  que  las  figuras  se 
cumplen. 


capítulo  X.  227 

14  En  razón  de  esto ,  carísimos  míos,  huid  del  culto 
de  los  ídolos ' : 

15  puesto  que  hablo  con  personas  inteligentes,  juz- 
gad vosotros  mismos  de  lo  que  voy  á  decir. 

16  El  cáliz  de  bendición  que  bendecimos  ó  consa- 
gramos, ¿no  es  la  comunión  de  la  sangre  de  Christo? 
y  el  pan  que  partimos ,  ¿  no  es  la  participación  del 
cuerpo  del  Señor  ^? 

17  Porque  todos  los  que  participamos  del  mismo 
pan ,  bien  que  muchos,  venimos  á  ser  un  solo  pan  , 
un  solo  cuerpo  '. 

18  Considerad  á  los  israelitas  según  la  carne  :  los 
que  entre  ellos  comen  de  las  víctimas,  ¿no  es  así  que 
tienen  parte  en  el  altar  ó  sacrificio  *? 

19  ¿Mas  qué?  ¿digo  yo  que  lo  sacrificado  á  los 
Ídolos  haya  contraído  alguna  virtud?  ¿ó  que  el  ídolo 
sea  algo? 

20  No,  sino  que  las  cosas  que  sacrifican  los  genti- 
les, las  sacrifican  á  los  demonios,  y  no  cá  Dios  '.  Y  no 
quiero  que  tengáis  ninguna  sociedad  ni  por  sombra  con 


1  Y  de  cnanto  se  le  parezca  ,  como  son  los  convites  des- 
pués de  sus  fiestas. 

2  ¿No  nos  unimos  así  todos  coa  Jesn- Christo? 

3  Cuya  cabeza  es  Christo. 

4  Pues  veis  ahí  cómo  se  podrá  sospechar  mal  de  voso- 
tros, cuando  coméis  de  las  viandas  sacrificadas  á  los  ído- 
los. 

5  Y  que  los  que  participan  de  dichos  sacrificios,  comu- 
nican en  alguna  manera  con  los  demonios. 


22S       EPÍST.    I.   DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTIIIOS. 

los  demonios :  no  podéis  beber  el  cáliz  del  Señor,  y 
el  cáliz  de  los  demonios : 

21  no  podéis  tener  parte  en  la  mesa  del  Señor,  y 
en  la  mesa  de  los  demonios. 

22  ¿  Por  ventura  queremos  irriíar  con  zelos  al  Se- 
ñor ?  ¿  Somos  acaso  mas  fuertes  que  él  '  ?  Todo  me  es 
licito,  sí,  pero  no  todo  es  conveniente. 

23  Está  bien  que  todo  me  sea  lícito,  mas  no  todo  es 
de  edificación. 

24  Dicta  la  caridad  que  nadie  busque  su  propia 
satisfacción  ó  conveniencia,  sino  el  bien  del  prójimo^. 

25  Por  lo  demás f  todo  lo  que  se  vende  en  la  plaza 
ó  carnicería,  comedio,  sin  andar  en  preguntas  por  es- 
crúpulo de  conciencia. 

26  Porque  del  Señor  es  la  tierra ,  y  todo  lo  que  hay 
en  ella  ^. 

27  Si  algún  infiel  os  convida  ,  y  queréis  ir,  comed 
sin  escrúpulo  de  todo  lo  que  os  ponen  delante ,  sin  ha- 
cer preguntas  por  razón  de  la  conciencia. 

28  Mas  si  alguno  dijere:  Esto  ha  sido  sacriñcado 
á  los  ídolos,  no  lo  comáis,  en  atención  al  que  os  ha 
avisado,  y  á  la  conciencia; 

29  á  la  conciencia  digo,  no  la  tuya,  sino  la  del  otro. 
Pues  ¿  por  qué  me  he  de  exponer,  diréis,  á  que  sea 
condenada  por  la  conciencia  de  otro  esta  libertad  que 
tengo  de  comer  de  todo  ? 


1  ¿  Para  libertarnos  de  sn  venganza  ? 

2^ Véase  esta  misma  sentencia  Philip.  II.  v.  4. 

3  Y  nada  ha  hecho  impuro  ó  inmundo. 


CAPÍTULO    XI.  '¿29 

30  Si  yo  recibo  con  acción  de  gracias  lo  que  como, 
ti  por  qué  he  de  dar  molivo  á  otro  de  hablar  mal  de 
mi  por  una  cosa  de  que  yo  ofrezco  á  Dios  acción  de 
gracias  '  ? 

31  Pero  en  fin,  ora  comáis,  ora  bebáis,  ó  hagáis 
cualquiera  otra  cosa,  hacedlo  todo  á  gloria  de  Dios. 

32  INo  deis  motivo  de  ofensión  ó  csccindalo  ni  á  los 
judíos,  ni  á  los  gentiles,  ni  á  la  Iglesia  de  Dios, 

33  al  modo  que  yo  también  en  todo  procuro  com- 
placer á  lodos ,  no  buscando  mi  utilidad  particular, 
sino  la  de  los  demás,  á  fin  de  que  se  salven. 

CAPITULO  XI. 

Ordena  que  los  hombres  este'n  con  la  cabeza  desciibieria  en  la 
Iglesia,  y  las  mugeres  cubierta.  Trata  de  la  institución  de 
la  sagrada  Euchdristía,  y  reprende  los  desórdenes  que  se 
cometian  al  tiempo  de  la  sagrada  comunión. 

1  Sed  pues  imitadores  mios,  así  como  yo  lo  soy  de 
Christo. 

2  Yo  por  mi  parte  es  alabo ,  hermanos  tnios,  de  que 
en  todas  cosas  os  acordáis  de  mí ;  y  de  que  guardáis 
mis  instrucciones,  conforme  os  lo  tengo  enseñado. 

3  Rías  quiero  también  que  sepáis,  que  Christo  es 
el  (/efe  y  la  cabeza  de  todo  hombre :  como  el  hombre 
es  cabeza  déla  muger,  y  Dios  lo  es  de  Christo  ". 


1  La  caridad  y  amoral  prójimo  nos  obligan  a  no  escanda- 
lizarle, y  á  privarnos  alguna  vez  aun  de  loque  nos  es  lícito. 

2  En  cnanto  á  la  naturaleza  liininana. 

20 


230       EPÍST.    I.    DE    S.    l'ABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

4  todo  hombre  que  ora  ó  que  profetiza  '  teniendo 
la  cabeza  cubierta ,  deshonra  su  cabeza  ^. 

5  Al  contrario  muger  que  ora  ó  profetiza  '  con  la  ca- 
beza descubierta ,  deshonra  su  cabeza ;  siendo  lo  mis- 
mo que  si  se  rapasfe. 

6  Por  donde  si  una  muger  no  se  cubre  con  un  velo 
la  cabeza ,  que  se  la  rape  también.  Que  si  es  cosa  fea 
á  una  muger  el  cortarse  el  pelo  ó  raparse,  cubra  por 
lo  mismo  su  cabeza. 

7  Lo  cierto  es  que  no  debe  el  varón  cubrir  su  ca- 
beza ,  pues  él  es  la  imagen ,  y  gloria  de  Dios  ^ ;  mas 
la  muger  es  la  gloria  del  varón. 

8  Que  no  fue  el  hombre  formado  de  la  hembra ,  si- 
no al  contrario  la  hembra  del  hombre. 

9  Como  ni  tampoco  fue  el  hombre  criado  para  la 
hembra,  sino  la  hembra  para  el  hombre  ^. 

10  Por  tanto  debe  la  muger  traer  sobre  la  cabeza 


1  Véase  Pro  felá. 

2  Pues  es  el  velo  una  señnl  de  aquella  sujeción  que  es 
¡ndigaa  del  hombre,  aunque  propia  de  la  muger.  Véase 
Velo. 

3  Había  entonces  mugerf^s  que  tenian  el  don  de  profe- 
cía, cómelas  cuatro  hijarj  deldiícono  Plielippc,  Ael.  XXÍ. 
V.  9;  y  habia  ya  habido  muchas  en  el  Antiguo  Testamento, 
como  María,  hermana  de  Moysés,  Débora,  Ana,  madre  de 
Samuel,  etc.  Véase  Profcía. 

4  El  cual  te  dio  el  principado  sobre  las  criaturas  de  la 
tierra. 

5  Gen.  11.  v.  23. 


capítulo  XI.  231 

la  divisa  de  la  sujeción ,  y  también  por  respeto  á  los 
ángeles ' . 

11  Bien  es  verdad  que  ni  el  varón  pcv  LeyÚQ\  Se- 
ñor existe  sin  la  muger,  ni  la  muger  sin  el  varón. 

12  Pues  así  como  la  muger  al  'principio  fue  for- 
mada del  varón ,  así  también  ahora  el  varón  nace  de 
la  muger ;  y  todo  por  disposición  de  Dios  '. 

13  Sed  jueces  vosoUos  mismos:  ¿es  decente  á  la 
muger  hacer  en  yú'Aico  oración  á  Dios  sin  velo? 

14  ¿No  €s  así  que  ia  naturaleza  misma,  ó  la  co- 
mim  opinión ,  os  dicta ,  que  no  es  decente  al  hombre 
el  dejar  crecer  siempre  su  cabellera ; 

15  al  contrario,  para  la  muger  es  gloria  el  dejarse 
crecer  el  pelo ,  porque  ios  cabellos  le  son  dados  á  ma- 
nera de  velo  para  cubrirse  ? 

IG  Pero  si  no  obstante  estas  razones  alguno  se 
muestra  terco ,  le  diremos  que  nosotros  no  tenemos 
esa  costumbre,  ni  la  Iglesia  de  Dios  ^ 

17  Por  lo  que  loca  á  vuestras  asambleas ,  yo  os  de- 
claro que  no  puedo  alabaros ,  pues  ellas  en  lugar  de 
seros  útiles ,  os  sirven  de  daño. 

18  Primeramente  oigo  que  al  juntaros  en  la  Igle- 


1  Que  asisten  al  sacrificio;  y  por  no  ofender  con  su  in- 
modestia á  los  sacerdotes  que  le  ofrecen. 

2  A   fin  de  que  ni  abuse  el  hombre  de  su  superioridad  , 
ni  la  muger  se  alze  á  mayores 

3  Esto  eS;  de  que  las  mugeres   comparezcan  descubier- 
tas en  el  Templo. 


232       EPÍST.    I.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTIIIOS. 

sia,  hay  entre  vosotros  parcialidades  ó  desuniones;  y 
en  parte    lo  creo. 

19  Siendo,  como  es,  forzoso  '  que  aun  heregias 
haya,  para  que  se  descubran  entre  vosotros  los  que 
son  de  una  virtud  probada. 

20  Ahora  pues ,  cuando  vosotros  os  juntáis  ■para  los 
ágapes  ',  ya  no  es  para  celebrar  la  cena  del  Señor  ^ 

21  Porque  cada  uno  come  allí  lo  que  ha  llevado 
para  cenar  sin  atender  á  los  demás.  Y  así  sucede  que 
los  unos  no  tienen  nada  que  comer,  mientras  los  otros 
comen  con  exceso. 

22  ¿  No  tenéis  vuestras  casas  para  comer  allí  y  be- 
ber ?  ¿  ó  venís  á  profanar  la  Iglesia  de  Dios ,  y  avergon- 
zar á  los  pobres ,  que  no  tienen  nada  ?  ¿  Qué  os  diré 
sobre  eso?  ¿  Os  alabaré?  en  eso  no  puedo  alabaros. 

23  Porque  yo  aprendí  del  Señor  lo  que  también 
os  tengo  1/a  enseñado,  y  es  que  el  Señor  Jesús  la  no- 
che misma  en  que  había  de  ser  traidoramente  entre- 
gado, tomó  el  pan , 

24  y  dando  gracias  le  partió ,  y  dijo  á  sus  discipu- 
los :  Tomad ,  y  comed  :  este  es  mi  cuerpo ,  que  por 
vosotros  será  entregado  á  la  muerte:  haced  esto  en 
memoria  mia. 

25  Y  de  la  misma  manera  el  cáliz,  después  de  ha- 
ber cenado ,  diciendo  :  Este  cáliz  es  el  nuevo  tesla- 


1  Atendida  la  malicia  de  loa  hombres. 

2  Véase  Ágape. 

3  O  la  ujemoria  del  convite  eucharístico,  'que  celebró 
con  los  apóstoles  la  víspera  de  su  pasión. 


CAPÍTULO   XI.  233 

haced  eslo  cuantas  veces  le 
bebiereis,  en  memoria  mia. 

26  Pues  todas  las  veces  que  comiereis  este  pan ,  y 
bebiereis  este  cáliz ,  anunciaréis  ó  representareis  la 
muerte  del  Señor  hasta  que  venga. 

27  De  manera  que  cualquiera  que  comiere  este 
pan,  ó  bebiere  el  cáliz  del  Señor  indignamente,  reo 
será  del  cuerpo,  y  de  la  sangre  del  Señor. 

28  Por  tanto  examínese  á  sí  mismo  el  hombre;  y 
de  esta  suerte  "^  coma  de  aquel  pan ,  y  beba  de  aquel 
cáliz. 

29  Porque  quien  le  come,  y  bebe  indignamente, 
se  traga,  y  bebe  su  propia  condenación  ';  no  haciendo 
el  debido  discernimiento  del  cuerpo  del  Señor. 

30  De  aquí  es  que  hay  entre  vosotros  muchos  en- 
fermos ,  y  sin  fuerzas ,  y  muchos  que  mueren  *. 

31  Que  si  nosotros  entrásemos  en  cuentas  con  nos- 
otros mismos,  ciertamente  no  seríamos  asi  juzgados 
•por  Dios. 

32  Si  bien  cuando  lo  somos ,  el  Señor  nos  castiga 
como  á  hijos f  con  el  fin  de  que  no  seamos  condena- 
dos juntamente  con  este  mundo. 

33  Por  lo  cual ,  hermanos  mios,  cuando  os  reunís 
para  esas  comidas  de  caridad,  esperaos  unos  á  otros. 


1  Véase  Teslamento. 

2  Hallando  pura  su  conciencia. 

3  Véase  Alianza. 

A  Eo  castigo  de  recibir  indiguaineute  el  cuerpo  del  Se- 
ñor. 


231      EPÍST.    1.    DE    S.    PABLO    A   LOS    CORINTHIOS. 

34  Si  alguno  tiene  Iianibre  ' ,  coma  en  casa ,  á  fin 
de  que  el  juntaros  no  sea  para  condenación  vuestra. 
Las  demás  cosas ,  yendo  yo  ahí ,  las  arreglaré. 

CAPÍTULO  xn. 

De  la  variedad  de  dones  que  el  Espíritu  santo  distribuye 
entre  los  fieles  para  utilidad  de  la  Iglesia.  Es  esta  un  solo 
cuerpo  místico,  cuyos  miembros  deben  ayudarse  mutua- 
mente. 

1  Mas  en  orden  á  los  dones  espirituales  no  quiero, 
hermanos  mios  ,  que  estéis  ignorantes. 

2  Bien  sabéis  vosotros  que  cuando  erais  paganos, 
os  ibais  en  pos  de  los  ídolos  mudos  según  erais  condu- 
cidos ^. 

3  Ahora  pues  yo  os  declaro,  que  ningún  verdadero 
Profeta,  ningún  hombre  que  habla  inspirado  de  Dios, 
dice  analhema  á  Jesús.  Ni  nadie  puede  confesar  ' , 
que  Jesús  es  el  Señor,  sino  por  el  Espíritu  santo. 

4  Hay,  sí,  diversidad  de  dones  espirituales,  mas  el 
Espíritu  es  uno  mismo : 

5  hay  también  diversidad  de  ministerios,  mas  el 
Señor  es  uno  mismo : 


1  O  no  le  basta  la  cena  frugal  que  hacen  los  demás,  ó 
no  puede  por  motivo  justo  esperar  tanto. 

2  Por  el  espíritu  de  la  mentira:  mas  ahora  sois  dirigí 
dos  por  el  Espíritu  santo. 

3  Con  afecto  sobrenatural,  ó  con  fé  viva  ó  animada  de 
la  caridad. 


CAPÍTULO    XII.  235 

6  hay  asíDiisuio  diversidad  de  operaciones  sobreña^ 
turales,  mas  el  mismo  Dios  es  el  que  obra  todas  las 
cosas  en  todos. 

7  Pero  los  dones  visibles  del  Espíritu  santo  se  dan 
á  cada  uno  para  la  utilidad  '. 

8  Así  el  uno  recibe  del  Espíritu  santo  el  don  de 
hablar  con  -profunda  sabiduría ;  otro  recibe  del  mismo 
Espíritu  el  don  de  hablar  con  mucha  ciencia  ; 

9  á  este  le  da  el  mismo  Espíritu  una  fé  ó  confianza 
extraordinaria  j  al  otro  la  gracia  de  curar  enfermeda- 
des por  el  mismo  Espíritu  : 

10  á  quién  el  don  de  hacer  milagros,  á  quién  el 
don  de  profecía,  á  quién  discreción  de  espíritus,  á  quién 
don  de  hablar  varios  idiomas,  á  quién  el  de  interpre- 
tar las  palabras  ó  razonamientos, 

1 1  Mas  todas  estas  cosas  las  causa  el  mismo  indi- 
visible Espíritu,  repartiéndolas  á  cada  uno  según 
quiere. 

12  Porque  así  como  el  cuerpo  humano  es  uno,  y 
tiene  muchos  miembros,  y  todos  los  miembros  con  ser 
muchos,  son  un  solo  cuerpo,  así  también  el  cuerpo 
místico  de  Christo. 

13  A  cuyo  fin  todos  nosotros  somos  bautizados  en 
un  mismo  Espíritu  para  componer  un  solo  cuerpo ,  ya 
seamos  judíos,  ya  gentiles,  ya  esclavos,  ya  libres;  y 
todos  hemos  bebido  uo  mismo  Espíritu  ^ . 

1  O  bien  común  de  la  Iglesia,  y  segiin  las  necesidades 
de  esta. 

2  Participando  de  la  Eucháristia  ,  que  es  el  sacramento 
de  nuestra  unidad. 


230       EPÍST.    I.    ÜE    S.    PAULO    k    LOS    C'ORfNTHIOS. 

14  Que  ni  tampoco  el  cuerpo  es  un  solo  miembro, 
sino  el  conjunto  de  muchos. 

15  Si  dijere  el  pié  :  ¿Pues  que  no  soy  mano,  no  soy 
del  cuerpo  ;  dejará  por  eso  de  ser  del  cuerpo? 

16  Y  si  dijere  la  oreja  :¿  Pues  que  no  soy  ojo,  no  soy 
del  cuerpo  ;  dejará  por  eso  de  ser  del  cuerpo  ? 

17  Si  todo  el  cuerpo  fuese  ojo  ,  ¿dónde  estaría 
el  oido  ?  Si  todo  fuese  oido  ,  ¿  dónde  estaría  el  ol- 
fato ? 

18  Mas  ahora  ha  puesto  Diosen  el  cuQrpo  muchos 
miembros,  y  los  ha  colocado  en  él  como  le  plugo. 

19  Que  si  todos  fuesen  un  solo  miembro  ,  ¿dónde 
estaría  el  cuerpo  ? 

20  Por  eso  ahora  ,  aunque  los  miembros  sean  mu- 
chos ,  el  cuerpo  es  uno. 

21  Ni  puede  decir  el  ojo  á  la  mano  :  No  he  me- 
nester tu  ayuda  ;  ni  la  cabeza  á  los  pies  :  No  me  sois 
necesarios. 

22  Antes  bien  aquellos  miembros  que  parecen  los 
mas  débiles  del  cuerpo  ,  son  los  mas  necesarios  ; 

23  y  á  los  miembros  del  cuerpo  qne  juzgamos  mas 
viles  ,  á  estos  ceíi irnos  de  mayor  adorno ;  y  cubrimos 
con  mas  cuidado  y  honestidad  aquellos  que  son  menos 
honestos. 

24  Al  contrario  nuestras  partes  6  miembros  honestos 
como  la  cara  ,  manos  ,  ojos ,  etc.  ,  no  han  menester 
nada  de  eso  ;  pero  Dios  ha  puesto  tal  orden  en  todo  el 
cuerpo,  que  se  honra  mas  lo  que  de  suyo  es  menos  dig- 
no de  honor  , 

25  á  fin  de  que  no  haya  cisma  o  división  en  el  cuer- 


CAPÍTULO    XIII.  237 

po,  aiiles   tengan  los  miembros  la  misma  solicitud 
unos  de  otros. 

26  Por  donde  si  un  miembro  padece ,  lodos  los 
mie.nbros  se  compadecen;  y  si  un  miembro  es  honrado, 
todos  los  miembros  se  gozan  con  él. 

27  Vosotros  pues  sois  el  cuerpo  místico  de  Chris- 
to ;  y  miembros  unidos  á  otros  miembros. 

28  Así  es  que  ha  puesto  Dios  víirios  miembros  en 
la  Iglesia,  unos  en  primer  lugar  apóstoles,  en  segundo 
lugar  Profetas ,  en  el  tercero  doctores ,  luego  á  los 
que  tienen  el  don  de  hacer  milagros,  después  á  los 
que  tienen  gracia  de  curar,  de  socorrer  al  prójimo , 
don  de  gobierno  ,  de  hablar  lodo  género  de  lenguas  , 
de  interpretar  las  palabras. 

29  Por  ventura  ¿son  lodos  *!Fpósloles ?  ¿ó  todos 
profetas?  ¿ó  lodos  doctores? 

30  ¿  hacen  lodos  milagros  ?  ¿  tienen  todos  la  gracia 
de  curar?  ¿hablan  todos  lenguas?  ¿interpretan  lodos? 

31  Vosotros  empero  entre  esos  dones  aspirad  á  los 
mejores.  Yo  voy  pues  á  mostraros  un  camino  ó  don 
todavía  mas  excelente  *. 

CAPÍTULO  XÍII. 

Descripción  de  la  caridad,  y  de  sus  jjrojnedades. 

1  Cuando  yo  hablara  todas  las  lenguas  de  los  hom- 
bres, y  el  lenguage  de  los  ángeles  misynos ,  si  no  lu- 

1  Y  mas  ventajoso  para  llegar  á  Dios,  y  sin  el  cual  nada 
aprovechan  los  demás. 


238       EPÍST.     I.     DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

viere  caridad ,  vengo  á  ser  como  un  metal  que  suena, 
ó  campana  que  retiñe. 

2  y  cuando  tuviera  el  don  de  profecía  ,  y  pene- 
trase todos  los  misterios,  y  poseyese  todas  las  ciencias  ; 
cuando  tuviera  toda  la  fé  posible ,  de  manera  que 
trasladase  de  una  á  otra  parte  los  montes,  no  te- 
niendo caridad,  soy  un  nada. 

3  Cuando  yo  distribuyese  todos  mis  bienes  para  sus- 
tento de  los  pobres  ,  y  cuando  entregara  mi  cuerpo  á 
las  llamas ,  si  la  caridad  me  falta ,  todo  lo  dicho  no 
me  sirve  de  nada. 

4  La  caridad  es  sufrida ,  es  dulce  ,  y  bienhechora ; 
la  caridad  no  tiene  envidia ,  no  obra  precipitada  n§ 
temerariamente,  no  se  ensoberbece, 

5  no  es  ambiciosa ,  no  busca  sus  intereses ,  no  se  ir- 
rita ,  no  piensa  mal , 

6  no  se  huelga  de  la  injusticia,  complácese  si  en  la 
verdad  : 

7  á  todo  se  acomoda ,  cree  todo  el  bien  del  próji- 
mo y  todo  lo  espera,  y  lo  soporta  todo  '. 

8  La  caridad  nunca  fenece;  en  lugar  de  que  las 
profecías  se  terminarán ,  y  cesarán  las  lenguas ,  y  se 
acabará  la  ciencia. 

9  Porque  ahora  nuestro  conocimiento  es  imperfec- 
to ,  é  imperfecta  la  profecía. 


I  A  fin  de  ganar  para  Jesii-  Christo  á  todos  los  hombres  : 
tres  veces  insiste  aquí  san  Pablo  rn  que  la  caridad  inspira 
y  exige  la  paciencia  :  paiiens  esf .  omnia  sufferl:  omniastis- 
iinet. 


CAPÍTULO    XIV.  239 

10  Mas  llegado  que  sea  lo  perfecto,  desaparecerá 
lo  imperfecto  '. 

1 1  Ad  cuando  yo  era  niño ,  hablaba  como  niño, 
juzgaba  como  niño,  discurria  como  niño.  Pero  cuan- 
do fui  ya  hombre  hecho ,  di  de  mano  á  las  cosas  de 
niño. 

12  Al  presente  no  vemos  á  Dios  sino  como  en  un 
espejo ,  y  bajo  imágenes  oscuras  ^ ;  pero  entonces  le 
veremos  cara  á  cara.  Yo  no  le  conozco  ahora  sino  im- 
perfectamente ;  mas  entonces  le  conoceré  co7i  una  vi- 
sión clava,  á  la  manera  que  soy  yo  conocido  ^ 

13  Ahora  permanecen  estas  tres  virtudes,  la  f é , 
la  esperanza  y  la  caridad ;  pero  de  las  tres  la  caridad 
es  la  mas  excelente  de  todas. 

CAPÍTULO  XIV. 

El  don  de  profecía  se  debe  anteponer  al  don  de  lenguas.  Del 
mcdo  de  usar  bien  de  todos  ¡os  dones.  Dios  es  un  Dios  de 
paz,  y  va  de  discordias.  Las  mngeres  deben  callar  en  la 
Iglesia. 

1  Corred  con  ardor  para  alcanzar  la  caridad ,  y 


1  Viendo  á  Dios  claramente  ya  no  se  necesita  el  uso  de 
los  dones. 

2  En  iin'geaes  que  aun  no  llegan  á  lejiresentarle  como 
él  es  en  sí  mismo. 

3  No  será  alguna  ÍDiá?eu  de  Dios  la  que  veré  en  el  cielo^ 
sino  que  le  veré  cara  á  cara,  directamente,  y  no  por  medi>> 
de  figuras,  aunque  no  llegaré  á  comprender  sus  infinitas 
perfecciones. 


240       EPÍST.    1.     DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIQS. 

codiciad  después  dones  espirituales  ',  mayormente  el 
de  profecía  ^. 

2  Pues  quien  habla  lenguas  sin  tener  dicho  don,  no 
habla  para  los  hombres,  porque  nadie  le  entiende,  sino 
para  Dios.   Habla  sí  en  espíritu  cosas  misteriosas  '. 

3  Al  paso  que  el  que  hace  oficio  de  Profeta  *,  habla 
con  los  hombres  para  edificación  de  ellos ,  y  para  ex- 
hortarlos ,  y  consolarlos. 

4  Quien  habla  lenguas,  se  edifica  á  sí  mismo; mas 
el  que  profetiza,  edifica  á  la  Iglesia  de  Dios. 

5  Yo,  sí,  deseo  que  todos  vosotros  tengáis  el  don  de 
lenguas ;  pero  mucho  masque  tengais-el  de  profecía. 
Porque  aquel  que  profetiza,  es  preferible  al  que  habla 
lenguas  desconocidas,  ú  no  ser  que  también  las  inter- 
prete ó  profetize,  áfin  de  que  la  iglesia  reciba  utilidad. 

6  En  efecto,  hermanos,  si  yo  fuere  á  vosotros  ha- 
blando lenguas,  ¿qué  os  aprovecharé,  si  no  os  hablo 
instruyéndoos  ó  con  la  revelación  ^,  ó  con  la  ciencia  ^, 
ó  con  la  profecía  ',  ó  con  la  doctrina  ^  ? 

7  ¿  No  vemos  aun  en  las  cosas  inanimadas  que 
producen  sonidos,  como  la  flauta,  y  el  arpa,  que  si  no 


1  Para  la  edificación  del  prójimo. 

2  O  explicación  de  las  cosas  divinas. 

3  Pero  sin  utilidad  de  sus  oyentes. 

4  Ya  sea  descubriendo  sucesos  ocultos  y  desconocidos, 
ya  prorumpiendo  en  cánticos  de  alabanza,  ó  bien  interpre- 
tando las  sagradas  Escrituras.  Véase  Profeta. 

5  De  cosas  ocultas  y  misteriosas. 

(i  De  las  verdades  de  nuestra  religión. 

7  O  explicación  de  las  Escrituras. 

8  De  la  moral  evangélica. 


fcAPÍTULO    XIV.  241 

forman  tonos  diferentes,  no  se  puede  saber  lo  que  se 
toca  con  la  flauta,  ó  el   arpa? 

S  Y  si  la  trompeta  no  da  un  sonido  determinado 
sino  confuso,  ¿  quién  es  el  que  se  preparará  para  el 
combate  '  ? 

9  Si  la  lengua  que  habláis,  no  es  inteligible,  ¿  cómo 
se  sabrá  lo  que  decís  ?  no  hablaréis  sino  al  aire. 

10  En  efecto,  hay  en  el  mundo  muchas  diferentes 
lenguas,  y  no  hay  pueblo  que  no  tenga  la  suya. 

11  Si  yo  pues  ignorólo  que  significan  las  palabras, 
seré  bárbaro  ó  eatrangero  para  aquel  á  quien  hablo ; 
y  el  que  me  hable,  será  bárbaro  para  mí. 

12  Por  eso  vosotros,  ya  que  sois  codiciosos  de  estos 
dones  espirituales,  desead  ser  enriquecidos  con  ellos 
para  edificación  de  la  Iglesia. 

13  Y  por  lo  mismo  el  que  había  una  lengua,  pida 
la  gracia  de  interpretarla  ó  explicar  lo  que  dice. 

14  Que  si  yo  hago  oración  ó  predico  en  una  lengua 
desconocida,  mi  espíritu  ora  ó  predica,  opero  mi  con- 
cepto queda  sin  fruto  "". 

15  Pues  ¿qué  haré  ?  Oraré  con  el  espíritu,  y  ora- 
ré también  hablando  iníeiigiblemente  :  cantaré  salmos 
con  el  espíritu  ^  pero  los  cantaré  tanibien  iníeiigible- 
mente''. 

1  No  entendiendo  las  señales  qae  le  dan  con  el  sonido. 

2  Respecto  de  los  fieles  que  no  tienen-  el  don  de  dicha 
lengua. 

3  O  don  que  Dios  rae  ha  dado. 

4  Esto  es,  de  una  manera  que  no  solo  yo,  sino  todos  los 
fieles  entiendan  lo  que  digo  en  la  oración  pública. 

21 


242       EPÍST.    I.    DE    S.     PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

16  Por  lo  demás,  silú  alabas  áDios  solamente  con 
el  espíritu  ' ,  el  que  está  en  la  clase  del  sencillo  pue- 
blo, ¿cómo  ha  de  decir  Amen,  esto  es,  Así  sea,  al  fln 
de  lu  acción  de  gracias  ?  puesto  que  no  entiende  lo  que 
tú  dices  : 

17  no  es  que  no  sea  buena  tu  acción  de  gracias,  sino 
que  no  quedan  por  ella  edificados  los  otros  ^. 

18  Yo  doy  gracias  á  mi  Dios,  de  que  hablo  las  len- 
guas de  todos  vosotros. 

19  Pero  en  la  Iglesia  mas  bien  quiero  hablar  cinco 
palabras  de  modo  que  sea  entendido,  é  instruya  tam- 
bién á  los  otros,  que  diez  mil  palabras  en  lengua 
extraña. 

20  Hermanos,  no  seáis  como  niiios  en  el  uso  de  la 
razón  ',  sed  sí  niños  en  la  malicia;  pero  en  la  cordura 
hombres  hechos. 

21  En   la  Ley  está  escrito:   Yo  hablaré  en  otras 

1  O  corr.zon,  usando  de  una  lengua  que  no  se  entiende. 

2  No  se  sigue  de  estos  principios  que  los  divinos  oficios 
deban  celebrarse  precisamente  en  una  lengua  que  entien- 
dan todrs  los  particulares  :  lo  que  hoy  dia,  atendida  la  mu- 
chedumbre de  lenguas  y  las  frecuentes  variaciones  que  en 
ellas  se  introducen,  tendría  muchos  inconvenientes  Pe- 
ro á  lo  menos  prueban ,  que  no  debe  omitirse  ninguna  di- 
ligencia para  poner  á  los  fieles  en  estado  de  tomar  parte 
en  las  oraciones  públicas,  ya  sea  explicándoselas  de  viva 
voz,  ya  sea  poniendo  en  sus  manos  versiones  fieles  y 
exactas,  que  ilustren  su  entendimiento,  y  sostengan  ó  fo- 
menten su  atención.  Véase  Conc.  Trid.  ses.  XXIl.  c.  8. 

3  No  seáis  como  los  niños,  que  admiran  todo  lo  que  le.s 
parece  extraordinario,  aunque  nada  entiendan. 


CAPÍTULO    XIV.  243 

lenguas,  y  con  otros  acentos  á  este  pueblo ;  y  n¡  aun 
asi  me  creerán,  dice  el  Señor. 

•22  Asi  pues  el  don  de  las  lenguas  es  una  señal  no 
para  los  fieles,  sino  para  los  infieles  • ;  mas  el  de  las 
profecías  no  se  lia  dado  para  convertir  á  los  infieles, 
sino  para  instruir  á  los  fieles  ^. 

23  Ahora  bien,  si  estando  congregada  toda  la  Igle- 
sia en  un  lugar,  y  poniéndose  lodos  á  hablar  lenguas 
diferentes,  entran  gentes  idiotas  ó  rudas,  ó  bien  infie- 
les, ¿no  dirán  que  estáis  locos.'* 

24  Mas  al  contrario,  si  profetizando  todos  ' ,  entra 
un  infiel ,  ó  un  idiota ,  de  todos  será  convencido  ,  será 
juzgado  de  todos  : 

25  los  secretos  de  su  corazón  se  harán  manifiestos , 
y  por  tanto  postrado  sobre  su  rostro  adorará  á  Dios  , 
confesando  que  verdaderamente  Dios  está  en  medio  de 
vosotros. 

26  Pues  ¿  qué  es  lo  que  se  ha  de  hacer ,  hermanos 
mios  ?  Vedlo  aqid  :  si  cuando  os  congregáis ,  uno  de 
vosotros  se  halla  inspirado  de  Dios,  para  hacer  un 
himno ,  otro  para  instruir ,  este  para  revelar  alguna 
cosa  de  Dios ,  aquel  para  hablar  lenguas ,  otro  para 
interpretarlas;  hágase  todo  para  edificación  de  los 
fieles. 

1  iv.  XXVIH.  V.  II.  Para  que  coa  este  prodigio  escu- 
cheo  atentos  la  predicación  del  Evangelio. 

2  Y  asi  el  don  de  profecía  es  mas  útil  á  la  Iglesia,  que 
el  de  lenguas. 

3  O  explicando  por  turno  los  misterios  de  nuestra  reli- 
gión ,  y  anunciando  lo  secreto  v  venidero. 


244       EPÍST.    I.     DE    S.    PABLO    A   LOS    CORINTHIOS. 

27  Si  han  de  hablar  lenguas,  hablen  dos  solamenle , 
ó  cuando  mucho  tres ,  y  eso  por  turno  ,  y  haya  uno 
que  explique  lo  que  clicm. 

28  Y  si  no  hubiere  intérprete ,  callen  en  la  Iglesia 
los  que  tienen  este  don ,  y  hablen  consigo,  y  con  Dios, 

29  De  los  Profetas  hablen  dos  ó  tres,  y  los  demás 
disciernan  * . 

30  Que  si  á  otro  de  los  asistentes  estando  sentado 
le  fuere  revelado  algo  ^ ,  calle  luego  el  primero. 

31  Así  podéis  profetizar  todos  uno  después  de  otro, 
á  fin  de  que  todos  aprendan  ,  y  todos  se  aprovechen; 

32  pues  los  espíritus  ó  dones  profetices  están  suje- 
tos á  los  Profetas  ^ 

33  Porque  Dios  no  es  aidor  de  desorden ,  sino  de 
paz  ;  y  esto  es  lo  que  yo  enseño  en  todas  las  Iglesias 
de  los  santos. 

—  34  Las  mugeres  callen  en  las  Iglesias,  porque 
no  les  es  permitido  hablar  allí ,  sino  que  deben  estar 
sumisas  ,  como  lo  dice  también  la  Ley  ^. 

35  Que  si  desean  instruirse  en  algún  punto ,  pre- 
gúntenselo cuando  estén  en  casa  ,  á  sus  maridos.  Pues 


1  O  juzguen,  si  es  el  Espíritu  de  Dios  el  que  inspira  á 
los  otros. 

2  O  recibiere  de  Dios  alguna  particular  inteligencia  en 
la  materia  de  que  se  trata. 

3  A  diferencia  del  C3t>ír¡tii  que  animaba  á  los  adivinos 
de  Satanás. 

4  Gen.  ITI.  v.  16. 


ÍAPÍTULO    XV.  24o 

es  cosa  indecente  en  una  niiiger  el  hablar  en  la  Igíe- 
sia  '. 

36  Por  venluia  ¿  tuvo  de  vosotros  su  origen  la  pa- 
labra de  Dios  ?  ¿ó  ha  llegado  á  vosotros  solos  ? 

37  Si  alguno  de  vosotros  se  tiene  por  Profeta,  ó 
por  persona  espiritual ,  reconozca  que  las  cosas  que  os 
escribo  ,  son  preceptos  del  Señor. 

38  El  que  lo  desconoce,  será  desconocido^. 

39  En  suma,  hermanos ,  codiciad  ó  preferid  el  don 
de  la  profecía  ;  y  no  estorbéis  el  de  hablar  lenguas. 

40  Pero  hágase  todo  con  decoro ,  y  con  orden 

CAPÍTULO  XV. 

La.fé  y  esperanza  de  nuestra  futura  resurrección  se  confir- 
man eficazmente  por  la  resurrección  ya  sucedida  de  Jesu- 
Chrislo.  Descríbese  el  orden  y  modo  de  ella,  y  la  natura- 
leza de  los  cuerpos  resucitados. 

1  Quiero  ahora,  hermanos  míos,  renovaros  la  me- 
moria del  Evangelio  ,  que  os  he  predicado ,  que  vos- 
otros recibisteis ,  en  el  cual  estáis  firmes  , 

2  y  por  el  cual  sois  salvados  ;  á  Jin  de  que  veáis  si 
le  conserváis  de  la  manera  que  os  le  prediqué ,  porque 
de  otra  suerte  en  vano  habríais  abrazado  la  fé. 


1  ¿  Aca.so  tenéis  vosotros  autoridad  para  introducir  nue- 
vas costumbres,  ó  abusos,  contra  la  práctica  universal  de 
la  Iglesia  ? 

2  O  desaprobado  y  castigado  de  Dios,  á.  cuya  voluntad 
se  opone. 


246       EPÍST.     I.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

3  En  primer  lugar  pues  os  he  enseñado  lo  mismo 
que  yo  aprendí  del  Señor,  es  á  saber,  que  Ciirislo 
murió  por  nuestros  pecados  conforme  á  las  Escritu- 
ras/ ; 

4  y  que  fue  sepultado  ^  ,  y  que  resucitó  al  tercer 
dia  ,  según  las  mismas  Escrituras , 

5  y  que  se  apareció  á  Céphas  ó  Pedro ,  y  después  á 
los  once  apóstoles  ^  : 

6  posteriormente  se  dejó  ver  en  una  sola  vez  de  mas 
de  quinientos  hermanos  juntos ,  de  los  cuales ,  aunque 
han  muerto  algunos ,  la  mayor  parte  viven  todavía : 

7  se  apareció  también  á  Santiago  ,  y  después  á  los 
apóstoles  todos  : 

8  finalmente  después  de  todos  se  me  apareció  tam- 
bién á  mí  '^ ,  que  vengo  á  ser  como  un  abortivo  ; 

9  siendo,  como  soy,  el  menor  de  los  apóstoles ,  que 
ni  merezco  ser  llamado  apóstol ,  pues  que  perseguí  la 
Iglesia  de  Dios. 

10  Mas  por  la  gracia  de  Dios  soy  lo  que  soy,  y  su 
gracia  no  ha  sido  estéril  en  mí ,  antes  he  trabajado 
mas  copiosamente  que  todos,  pero  no  yo,  sino  mas 
bien  la  gracia  de  Dios  que  esici  conmigo  *  : 

1 1  así  que  tanto  yo  como  ellos ,  esto  es  lo  que  pre- 
dicamos todos ,  y  esto  habéis  creído  vosotros. 


1  Is  LIIL  i».  5. 

2  Joñas  II.  v.  1. 

3  Joann.  XX  v.  29. 

4  Aü.  I\.  V.  3.  -  Evli.  III.  V.  8. 

5  La  cual  da  cl  querer  hacer  el  bieu,  y  el  hacerle. 


capítulo  XV.  247 

12  ALora  bien,  si  se  predica  á  Cüristo  como  resu- 
citado de  entre  los  muertos ,  ¿  cómo  es  que  algunos  de 
vosotros  andan  diciendo ,  que  no  hay  resurrección  de 
muertos  ? 

13  Pues  si  no  hay  resurrección  de  muertos,  como 
dicen  ellos ,  tampoco  resucitó  Chrislo. 

14  Rías  si  Christo  no  resucitó  ,  luego  vana  es  nues- 
tra predicación ,  y  vana  es  también  vuestra  fé  : 

15  á  mas  de  eso  somos  convencidos  de  testigos  fal- 
sos respecto  á  Dios ,  por  cuanto  hemos  testificado  con- 
tra Dios,  diciendo  que  resucitó  á  Christo,  al  cual  no 
ha  resucitado,  si  los  muertos  no  resucitan, 

16  Porque  en  verdad  que  si  los  muertos  no  resuci- 
tan, tampoco  Christo  resucitó. 

17  Y  si  Christo  no  resucitó,  vana  es  vuestra  fé , 
pues  todavía  estáis  en  vuestros  pecados  '. 

18  Por  consiguiente,  aun  los  que  murieron  cre- 
yendo en  Christo,  son  perdidos  sin  remedio. 

19  Si  nosotros  solo  tenemos  esperanza  en  Christo 
mientras  dura  nuestra  vida ,  somos  los  mas  desdicha- 
dos de  todos  los  hombres  -. 

•20  Pero  Christo,  hermanos  mios ,  ha  resucitado  de 
entre  los  muertos ,  y  ha  venido  á  ser  como  las  primi- 
cias de  los  difuntos , 


1  Siendo,  como  es,  Christo  resucitado  la    causa  de   la 
justificación,  y  el  vencedor  de  la  nuierte  y  del  pecado. 

2  Pues  queda  frustrada  la  esperanza  de  la  otra  vida, 
por  la  cual  nos  mortificamos  y  padecemos  ahora. 


248       EPÍST.    i.    DIL    S.    Í'ABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

2 1  porque  así  como  por  un  hombre  vino  la  muerte 
al  mundo,  por  un  hombre  debe  venir  también  ia  re- 
surrección de  los  muertos ', 

22  Que  así  como  en  Adam  mueren  lodos,  así  en 
Christo  lodos  serán  vivificados. 

23  Cada  uno  empero  por  su  orden  ^ ;  Christo  el 
primero ,  después  los  que  son  de  Chrislo,  y  que  han 
creido  en  su  venida. 

21  En  seguida  sera  el  fin  del  mundo;  cuando  Jcsu- 
Chrisio  hubiere  entregado  su  reino  ó  lylesia  á  su  Dios 
y  Padre ,  cuando  habrá  destruido  lodo  imperio,  y  toda 
potencia ,  y  toda  dominación  '. 

25  Entre  tanto  debe  reinar  ^,  hasta  ponerle  el  Pa- 
dre á  lodos  los  enemigos  debajo  de  sus  pies. 

20  Y  la  muerte  será  el  último  enemigo  destruido  ^, 
porque  todas  las  cosas  las  sujetó  lí/os  debajo  de  los  pies 
de  su  Hijo.  Mas  cuando  dice  la  Escritura  : 

27  Todas  las  cosas  están  sujetas  á  él ;  sin  duda  que- 
da exceptuado  aquel  que  se  las  sujetó  íodas. 

28  Y  cuando  ya  todas  las  cosas  estuvieren  sujetas 
á  él,  entonces  el  Hijo  mismo  quedará  sujeto,  en cuaw/o 

1  Cotos.  1.  V.  18. — Apoc.  I.  V.  5, 

2  /.  Tkrs.  TV.  V.  15. 

3  Opuestas  á  la  perfección  de  su  reino. 

4  Psalm.  CIX.  v.  1.  llabln  el  Apóstol  del  reino  ó  go- 
bierno que  ahora  ejerce  Jesu  Christo  en  la  'Iglesia,  no  del 
que  ejercerá  en  el  cielo  sobre  la  Iijlesia  triunfante,  cuando 
ya  no  haya  enenúífos,  u¡  combates,  y  no  resuenen  mas 
que  alabanzas  al  Señor,  ü.  Tfimnas: 

5  r.alm.  f  líl  V.  B.  — /í.  XXV.  v.  8,  -  lieb.  11.  r.  8. 


(APÍTULO    XV.  249 

hombre,  al  que  se  las  sujetó  todas,  á  fin  de  que  en  to- 
das las  cosas  todo  sea  de  Dios. 
—  29  De  otra  manera  ¿  qué  harán  aquellos  que 
bautizan  por  aliviar  á  los  difuntos,  si  absolutamente 
los  muertos  no  resucitan?  ¿por  qué  pues  se  bautizan 
por  los  muertos  '  ? 

30  ¿  Y  á  qué  fin  á  toda  hora  nos  exponemos  noso- 
tros á  tantos  peligros? 

31  No  hay  dia,  tencdlo  por  cierto,  hermanos,  en 
que  yo  no  muera  por  asegurar  la  gloria  vuestra  y  tam- 
bién mia ,  que  está  en  Jesu-Christo  nuestro  Señor. 

32  ¿De  qué  me  sirve  (hablando  corco  hombre) 
haber  combatido  en  Epheso  contra  bestias  feroces ,  si 
no  resucitan  los  muertos?  E7i  este  caso  no  pensemos 
mas  que  en  comer  y  beber,  puesto  que  mañana  mori- 
remos. 

33  No  deis  lugar  á  la  seducción  :  las  malas  con- 
versaciones corrompen  las  buenas  costumbres. 

34  Estad  alerta  ¡oh  justos !  y  guardaos  del  pecado  ; 
porque  entre  yiosotros  hay  hombres  que  ne  conocen 
á  Dios,  digolo  para  confusión  vuestra. 


1  Algunos  creen  que  se  habla  aquí  del  bautismo  de  lá- 
grimas y  penitencia.  Otros,  que  alude  á  la  práctica  de  bau- 
tizarse por  los  catecúmenos  que  morían  sin  poder  recibir 
el  bautismo;  al  modo  de  lo  que  se  usaba  en  ciertas  purifica- 
ciones legales.  El  Apóstol  sin  aprobar  esta  práctica,  que 
sin  duda  era  hija  de  la  superstición,  infiere  que  debeu 
creer  en  la  resurrección ;  porque  la  tal  ceremonia  se  funda 
en  la  creencia  de  otra  \  ida.  y  es  ju«to  que  el  cuerpo  parti- 
cipe dd  premio  ó  castigo  que  reciba  el  alma. 


250      EPÍST.    I.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

35  Pero  ¿de  qué  manera  resucilarún  los  muertos? 
me  dirá  alguno  :  ó  ¿con  qué  cuerpo  vendrán? 

36  ¡Necio!  lo  que  tú  siembras,  no  recibe  vida, 
si  primero  no  muere. 

37  Y  al  sembrar,  no  siembras  el  cuerpo  de  la  plan- 
ta que  ha  de  nacer  después ,  sino  el  grano  desnudo, 
por  ejemplo ,  de  trigo  ó  de  alguna  otra  especie. 

38  Sin  embargo  Dios  le  da  cuerpo  según  quiere, 
y  á  cada  una  de  las  semillas  el  cuerpo  que  es  propio 
de  ella  \ 

39  No  toda  carne,  es  la  misma  carne,  sino  que 
una  es  la  carne  de  los  hombres,  otra  la  de  las  bes- 
tias ,  otra  la  de  las  aves ,  otra  la  de  los  peces. 

40  Hay  asimismo  cuerpos  celestes ,  y  cuerpos  ter- 
restres ;  pero  una  es  la  hermosura  de  los  celestes , 
y  otra  la  de  los  terrestres. 

41  Entre  aquellos  mismos  una  es  la  claridad  del 
sol,  otra  la  claridad  de  la  luna,  y  otra  la  claridad  de 
las  estrellas.  Y  aun  hay  diferencia  en  la  claridad  en- 
tre estrella  y  estrella : 

42  asi  sucederá  también  en  la  resurrección  de  los 
muertos.  El  cuerpo,  á  manera  de  una  semilla,   es 


1  Así  dará  á  cada  hombre  el  propio  cuerpo  que  le  per- 
tenece. Es  gran  necedad  negarla  posibilidad  deque  resu- 
citen los  cuerpos  muertos,  cu->ndo  se  reflexiona  lo  que 
pasa  en  un  grano  ó  pequeña  simiente  metida  dentro  de  la 
tierra^  de  la  cual  sale  una  hermosa  espiga,  ó  un  grandioso 
árbol.  ¡  Que  expliquen  los  materialistas  cóuio  se  hace  tan 
prodigiosa  resurrección  del  granito  sepultado  en  tierra  ! 


CAPITULO    XV.  251 

puesto  en  la  tierra  en  estado  de  corrupción,  y  resuci- 
ta rá  incorruptible. 

43  Es  puesto  en  la  tierra  lodo  disforme  ,  y  resu- 
citará glorioso  :  es  puesto  en  tierra  privado  de  movi- 
miento ,  y  resucitará  lleno  de  vigor  : 

44  es  puesto  en  tierra  como  un  cuerpo  animal , 
y  resucitará  como  un  cuerpo  todo  espiritual  '.  Por- 
que asi  como  hay  cuerpo  animal ,  le  hay  también  es- 
piritual ,  según  está  escrito. 

45  El  primer  hombre  Adam  fue  formado  con  alma 
viviente  ,  el  postrer  Adam  Jesu-  Christo  ha  sido  lle- 
nado de  un  espíritu  vivificante. 

46  Pero  no  es  el  cuerpo  espiritual  el  que  ha  sido 
formado  el  primero ,  sino  el  cuerpo  animal ,  y  en  se- 
guida el  espiritual. 

47  El  primer  hombre  es  el  terreno,  yb)77zaí/o  de  la 
tierra  ;'y  el  segundo  hombre  es  el  celestial ,  que  viene 
del  cielo. 

48  Así  como  el  primer  hombre  ha  sido  terreno, 
han  sido  también  terrenos  sus  hijos ;  y  así  como  es 
celestial  el  segundo  hombre ,  son  también  celestiales 
sus  hijos. 

49  Según  esto ,  así  como  hemos  llevado  grabada 
la  imagen  del  hombre  terreno ,  llevemos  también  la 
imagen  del  hombre  celestial  ^. 


1  Esto  es,  libre  de  todas  las  alteraciones  materiales,  y 
perfectamente  coacorde  con  el  espíritu. 

2  Haciéndonos  dignos  de  la  inmortalidad  gloriosa, 


252      EPÍST.    I.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

50  Digo  esto,  hermanos  mios,  porque  la  carne  y 
sangre  ó  los  hombres  carnales  no  pueden  poseer  el 
reino  de  Dios ;  ni  la  corrupción  poseerá  esta  heren- 
cia incorruptible. 

51  Ved  aquí,  hermanos,  un  misterio  que  voy  á 
declararos  :  Todos  á  la  verdad  resucitaremos ,  mas 
no  todos  seremos  mudados  en  hombres  celestiales  ' . 

52  En  un  momento,  en  un  abrir  y  cerrar  de  ojos, 
al  son  de  la  última  trompeta  ^  ;  porque  sonará  la 
trompeta  ,  y  los  muertos  resucitarán  en  un  estado  in- 
corruptible ;  y  entonces  nosotros  ^  seremos  inmutados. 

53  Porque  es  necesario  que  este  cuerpo  corruptible 
sea  revestido  de  incorrnptibilidad  ;  y  que  este  cuerpo 
mortal  sea  revestido  de  inmortalidad. 

54  Mas  cuando  este  cuerpo  mortal  haya  sido  re- 
vestido de  inmortalidad  ,  entonces  se  cumplirá  la 
palabra  escrita  ^  :  La  muerte  hk  sido  absorbida  por 
una  victoria. 

55  ¿  Dónde  está  ¡  oh  muerte  .'  tu  victoria  ?¿dó  cst.í 
¡  ob  muerte !  tu  aguijón  ^  ? 

1  Porque  los  reprobos  tomarán  otra  vez  su  cuerpo  cor- 
itiptible  para  vivir  con  él  en  el  fuego  eterno  :  un  cuerpo  que 
sin  consumirse,  sentirá  eternamente  los  efectos  de  la  cor- 
rupción ,  que  son  la  pesadez,  la  fealdad ,  la  inmundicia,  la 
fetidez,  y  sobre  todo,  el  dolor. 

2  Alude  á  la  costumbre  antigua  de  convocar  al  pueblo 
al  son  de  trompeta  ;  y  también  á  los  jueces  para  pronunciar 
las  senteií.ias. 

3  Que  confiamos  ser  del  número  de  los  escogidos. 

4  h.  XXK  V.  Si 

5  Os.  XIII.  V.  U.-Hebr.  11  v.  14. 


CAPITULO    Vil.  253 

56  Aguijón  de  la  muerte  es  el  pecado,  al  paso  que 
la  fuerza  del  pecado  es  ocasionada  de  la  Ley  '. 

57  Pero  demos  gracias  á  Dios,  que  nos  ha  dado 
victoria  toM/ra  la  muerte  j/  el  pecado  por  la  virtud  de 
nuestro  Señor  Jesu-Christo. 

5B  Así  que,  amados  hermanos  raios,  estad  firmes, 
y  constantes ;  trabajando  siempre  mas  y  mas  en  la 
obra  del  Señor  ^,  pues  que  sabéis  que  vuestro  trabajo 
no  quedará  sin  recompensa  delante  del  Señor. 


CAPITULO  XVL 

Exhorta  á  los  corhiíhios  a  que  hagan  la  colecta  de  limosnas 
¡jara  los  pubres  de  la  Ljlesia  de  Jerusalein,  y  les  recomien- 
da, á  Timothco  y  d  otros  discípulos. 

1  En  cuanto  á  las  limosnas  que  se  recogen  para  los 
santos,  practicadlo  en  la  misma  forma  que  yo  he  orde- 
nado á  las  Iglesias  de  Galacia. 

2  El  primer  dia  de  la  semana  cada  uno  de  vosotros 
ponga  á  parte,  y  deposite  aquello  que  le  dicte  su  bue- 
na voluntad,  á  fin  de  que  no  se  hagan  las  colectas  al 
tiempo  mismo  de  mi  llegada. 

3  En  estando  yo  presente,  á  aquellos  sugetos  que 
me  hubiereis  designado,  los  enviaré  con  cartas  mías 
á  llevar  vuestras  liberalidades  á  Jerusalem. 


1  Rom.  III.  V.  20. 

2  O  en  vuestra  justificación,  >  en  la  del  prójimo. 

ToM.  XIV.  22 


254       EPÍST.    I.     DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

4  Que  si  la  cosa  mereciere  que  yo  también  vaya, 
irán  conmigo. 

5  Yo  pasaré  á  veros,  después  de  haber  atravesado 
la  Macedonia,  pues  tengo  de  pasar  por  dicha  provincia. 

O  Y  quizá  me  detendré  con  vosotros,  y  tal  vez 
pasaré  también  el  invierno,  para  que  vosotros  me  lle- 
véis á  do  quiera  que  hubiere  de  ir. 

7  Porque  esta  vez  no  quiero  visitaros  solamente  de 
paso,  antes  espero  detenerme  algún  tiempo  entre 
vosotros,  si  el  Señor  me  lo  permitiere. 

8  Acá  en  Epheso  me  quedaré  hasta  Pentecostés. 

9  Porque  se  me  ha  abierto  una  puerta  grande,  y 
espaciosa  jjara  la  propagación  del  Evangelio;  si  bien 
los  adversarios  son  muchos. 

i  O  Si  va  á  veros  Timolheo,  procurad  que  cs(é  sin 
recelo  entre  vosotros  pues  trabaja,  como  yo,  en  la  obra 
del  Señor. 

11  Por  tanto  ninguno  le  tenga  en  poco  por  ser  mo- 
so^ ;  y  despachadle  en  paz,  para  que  venga  á  verse 
conmigo,  pues  le  estoy  aguardando  con  los  hermanos. 

12  En  cuanto  á  nuestro  hermano  Apollo,  os  hago 
saber,  que  le  he  instado  mucho  para  que  fuese  á  visi- 
taros con  algunos  de  nuestros  hermanos;  pero  no  ha 
creído  conveniente  hacerlo  ahora  ;  mas  él  irá,  cuando 
tuviere  oportunidad. 

13  Velad  entre  tanto,  estad  firmes  en  la  fé,  traba- 
jad varonilmente,  y  alentaos  mas  y  mas. 


1  /.  Tim.  TV.  V.  12. 


CAPÍTULO    XVI.  255 

14  Todas  vuestras  cosas  háganse  con  caridad  '. 

15  Ya  conocéis,  hermanos  míos,  la  familia  de  Es- 
téphanas,  y  de  Fortúnalo,  y  de  Acháico  :  ya  sabéis 
que  son  las  primicias  de  la  Acháya  ^,  y  que  se  consa- 
graron al  servicio  de  los  santos  ' : 

16  os  ruego  que  tengáis  mucha  deferencia  á  per- 
sonas de  ese  carácter,  y  á  todos  los  que  cooperan,  y 
trabajan  en  la  obra  de  Dios. 

17  Yo  por  mi  parte  me  huelgo  con  el  arribo  deEs- 
téphanas,  y  de  Fortunato,  y  de  Acháico :  ellos  son  los 
que  han  suplido  vuestra  falta  ó  ausencia, 

18  recreando  así  mi  espíritu  como  el  vuestro. 
Mostrad  pues  reconocimiento  á  tales  personas. 

19  Las  Iglesias  de  Asia  os  saludan.  Os  saludan  con 
grande  afecto  en  el  Señor,  Aquila  y  Priscilla,  con  la 
Iglesia  de  su  casa,  en  la  que  me  hallo  hospedado. 

20  Todos  los  hermanos  os  saludan.  Saludaos  vos- 
otros unos  á  otros  con  el  ósculo  santo  de  la  caridad. 

21  La  salutación  de  mí ,  Pablo,  va  de  propio  puño. 

22  El  que  no  ama  á  nuestro  Señor  Jesu-Christo, 
sea  anathema,  Maran  Alba.* 


1  O  por  un  principio  de  amor  de  Dios. 

2  O  los  primeros  que  se  convirtieron  en  esta  provincia. 

3  Esto  es,  al  cuidado  de  los  pobres  fieles,  y  á  la  asis- 
tencia de  los  predicadores. 

4  Maran  Alha,  esto  es,  perpetuamente  execrable.  Pala- 
bras syríacas  que  significan  ,  el  Señor  vendrá  para  juzgarle. 
Expresión  que  denotaba  la  excomunión  ó  anathema  mas 
terrible,  y  con  la  que  significaban  la  mayor  execración. 


256       EPÍST,    I.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

23  La  gracia  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo  sea 
con  vosotros. 

24  Mi  smcero  amor  con  lodos  vosotros  en  Christo 
Jesús.  Amen. 


FIN  DE  LA  EPÍSTOLA  PRIMERA  DE  SAN  PABLO 
A     LOS    C0R1^TUI0S. 


ADVERTENCIA 


LA  EPÍSTOLA  SEGUNDA  Á  LOS  CORINTHIOS. 


Esta  carta  fue  escrita  desde  Macedonia^  co- 
mo un  año  después  déla  anterior, y  eíiviada 
por  medio  de  Tito  y  de  Lúeas  á  los  fieles  de 
CorÍ7itho,  unos  veinte  y  cuatro  años  después 
de  la  muerte  deJesu-Christo.  En  ella  refuta 
el  Apóstol  las  calumnias  que  esparcian  con- 
tra el  los  falsos  apóstoles;  y  d  las  falsas  vir- 
tudes y  dones  de  estos  opone  su  vocación, 
revelaciones,  dones,  trabajos  y  persecucio- 
nes; dando  al  mismo  tiempo  admirables  do- 
cumentos de  divina  sabidtcria. 


epístola  segunda 
del  apóstol  s.  pablo 

Á  LOS  CORINTHIOS. 


CAPITULO  PRIMERO. 

Excúsase  el  Apóstol  de  no  haber  ido  antes  á  tñsitarlos ; 
después  de  hacerles  ver  la  sinceridad  de  su  corazón  y  de 
su  doctrina. 

1  Pablo,  apóstol  de  Jesu-Christo  por  la  voluntad  de 
Dios,  y  Timolheo  su  hermano  ó  coadjutor,  á  la  Igle- 
sia de  Dios,  establecida  en  Corintho,  y  á  lodos  los  san- 
tos ó  Jielcs  existentes  en  toda  la  Acháya. 

2  Dios  Padre  nuestro  y  el  Señor  Jesu-Christo  os 
den  gracia  y  paz. 

3  Bendito  sea  Dios  Padre  de  nuestro  Señor  Jesu- 
Chrislo,  el  Padre  de  las  misericordias,  y  Dios  de  toda 
consolación , 

4  el  cual  nos  consuela  en  todas  nuestras  tribulacio- 
nes ;  para  que  podamos  también  nosotros  consolar  á 
los  que  se  hallan  en  cualquier  trabajo,  con  la  misma 
consolación  con  que  nosotros  somos  consolados  por 
Dios. 


CAPÍTULO   i.  259 

5  Porque  á  medida  que  se  aumentan  en  nosotros 
las  aflicciones  por  amor  de  Christo,  se  aumenta  tam- 
bién nuestra  consolación  por  Christo. 

6  Porque  si  somos  atribulados ,  lo  somos  para  vues- 
tra edificación  y  salud  ' ;  si  somos  consolados,  lo  somos 
para  vuestra  consolación  ' ;  si  somos  confortados ,  lo 
somos  para  confortación  y  salvación  vuestra ,  cuya 
obra  se  perfecciona  con  la  paciencia  con  que  sufrís  las 
mismas  penas ,  que  igualmente  sufrimos  nosotros  ; 

7  de  suerte  que  nuestra  esperanza  es  firme  por  lo 
tocante  á  vosotros ,  sabiendo  que  así  como  sois  com  - 
pañeros  en  las  penas ,  asi  lo  seréis  también  en  la  con- 
solación. 

8  Pues  no  quiero ,  hermanos ,  que  ignoréis  la  tri- 
bulación que  padecimos  en  el  Asia  ^ ,  los  males  de  que 
nos  vimos  abrumados ,  tan  excesivos  y  tan  superiores 
á  nuestras  fuerzas ,  que  nos  hacían  pesada  la  misma 
vida. 

9  Pero  si  sentimos  pronunciar  allá  dentro  de  nos- 
otros el  fallo  de  nuestra  muerte,  fue  á  fin  de  que  no 
pusiésemos  nuestra  confianza  en  nosotros,  sino  en 
Dios ,  que  resucita  á  los  muertos ; 

10  el  cual  nos  ha  librado,  y  nos  libra  aun  de  tan 
graves  peligros  de  muerte ,  y  en  quien  confiamos  que 
todavía  nos  ha  de  librar, 


1  Para  enseñaros  qne  las  afiicciones  son  la  herencia  de 
los  hijos  de  Dios  en  esta  vida. 

2  Para  que  la  esperéis  igualmente  en  vuestros  trabajos. 

3  Áct.  XIX.  V.  24. 


260      EPÍST.    II.    DE    S.    PABLO    A    LOS   CORINTHIOS. 

1 1  ayudándonos  vosotros  también  con  vuestras  ora- 
ciones ;  á  fin  de  que  muchos  den  gracias  del  beneficio 
que  gozamos,  ya  que  es  para  bien  de  muchas  personas. 

12  Porque  toda  nuestra  gloria  consiste  en  el  testi- 
monio que  nos  da  la  conciencia ,  de  haber  procedido 
en  este  mundo  con  sencillez  de  corazón  y  sinceridad 
delante  de  Dios,  no  con  la  prudencia  de  la  carne,  sino 
según  la  gracia  de  Dios  ó  espíritu  del  Evangelio,  y 
especialmente  entre  vosotros. 

13  Yo  no  os  escribo  sino  cosas  cuya  verdad  cono- 
céis al  leerlas.  Y  espero  que  la  reconoceréis  hasta 
el  fin, 

14  pues  ya  en  parte  habéis  reconocido  que  nosotros 
somos  vuestra  gloria,  como  vosotros  seréis  la  nuestra, 
en  el  dia  ó  juicio  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo. 

15  Y  con  esta  confianza  quise  primero  ir  á  visita- 
ros ,  á  fin  de  que  recibieseis  una  segunda  gracia ; 

16  y  pasar  desde  ahí  á  Macedonia,  y  volver  otra 
vez  desde  Macedonia  á  vosotros  y  ser  de  vosotros  en- 
caminado á  Judea. 

17  Habiendo  pues  sido  esta  mi  voluntad,  ¿acaso 
he  dejado  de  ejecutarla  por  inconstancia?  ¿O  las  co- 
sas que  resuelvo,  las  resuelvo  á  gusto  de  la  carne ,  de 
modo  que  ya  diga  si ,  ya  no? 

18  Mas  Dios  verdadero  me  es  testigo  de  que  en  la 
palabra  ó  doctrina  que  os  he  anunciado,  nada  ha  ha- 
bido del  SI  y  del  no  '. 


1  No  08  hemos  predicado  ahora  una  cosa,  ahora  otra  ;  ni 


CAPÍTULO    I.  261 

19  Porque  Jesu-Chiisto,  Hijo  de  Dios,  que  os  he- 
mos predicado  nosotros  ,  esto  e* ,  yo,  y  Silvano,  y  Ti- 
molheo ,  no  es  tal  que  se  hallen  en  él  el  si  y  el  no  , 
sino  que  en  él  todo  es  inmutable,  un  si  inYariable. 

20  Pues  todas  cuantas  promesas  hay  de  Dios,  tie- 
nen en  este  si  su  verdad ;  y  también  por  él  mismo 
todo  tiene  su  infalible  cumplimiento  para  honra  y  glo- 
ria de  Dios ,  lo  cual  hace  también  la  gloria  de  nuestro 
ministerio. 

21  Así  Dios  es  el  que  á  nosotros  jun/o  con  vosotros 
nos  confirma  en  lafé  de  Christo,  y  el  que  nos  ha  un- 
gido C071  sil  unción; 

22  el  que  asimismo  nos  ha  marcado  con  su  sello, 
y  que  por  arrhas  de  los  bienes  que  nos  ha  prometido, 
nos  da  el  Espíritu  santo  en  nuestros  corazones. 

23  Por  lo  que  á  mí  hace,  tomo  á  Dios  por  testigo  y 
deseo  que  me  castigue  si  no  digo  la  verdad ,  que  el  no 
haber  pasado  todavía  á  Corintho,  ha  sido  para  poder 
ser  indulgente  con  vosotros  *  :  no  es  esto  porque  do- 
minemos en  vuestra  fé  ^ ;  al  contrario  procuramos 
contribuir  á  vuestro  gozo,  puesto  que  permanecéis  fir- 
mes en  la  fé  que  recibisteis. 

con  aquella  ineertidumbre  y  variación  que  acompaña  á  las 
cosas  huruauaa. 

1  Para  dar  tiempo  de  que  se  corrijan  esos  desórdenes., 
que  deberla  castigar  con  rigor  en  algunos  de  vosotros. 

2  Ni  queramos  tiranizar  vuestras  conciencias. 


262       EPÍST.    II.    DK    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS, 


CAPITULO  II. 

Manda  restituir  al  incestuoso  arrepentido  á  la  comunión  de 
la  Iglesia ;  y  con  indulgencia  paternal  y  autoridad  apos- 
tólica en  nombre  de  Christo  le  alza  la  pena  impuesta. 

1  Por  lo  mismo  he  resuelto  para  conmigo,  no  ir 
nuevamente  á  veros  para  no  causaros  tristeza  '. 

2  Porque  si  yo  voy  á  contristaros,  ¿  quién  después 
me  ha  de  alegrar,  toda  vez  que  vosotros  que  deberíais 
Aacer/o,  os  hallaríais  contristados  por  mí? 

3  Y  esta  es  la  causa  de  haberos  escrito,  para  no 
tener,  en  llegando,  tristeza  sobre  tristeza,  con  la  vista 
de  aquellos  mismos  que  debieran  causarme  gozo ;  con- 
fiando en  que  todos  vosotros  halláis  vuestra  alegría  en 
la  mía. 

4  Es  verdad  que  os  escribí  entonces  en  extremo  afli- 
gido y  con  un  corazón  angustiado  y  derramando  mu- 
chas lágrimas ;  no  para  contristaros,  sino  para  haceros 
conocer  el  amor  tan  singular  que  os  tengo. 

5  Que  si  uno  de  vosotros  ha  sido  causa  de  tristeza, 
solo  me  ha  tocado  á  mí  una  parte  de  la  tristeza  :  cHgolo 
para  no  agraviaros,  pues  que  todos  os  habéis  ajligido, 

6  Bástale  al  tal  esa  corrección,  hecha  por  muchos 
de  los  hermanos j  esto  es,  por  vuestra  Iglesia  : 

7  ahora  por  el  contrario  debéis  usar  con  61  de  in- 
dulgencia, y  consolarle,  porque  quizá  con  lademasia- 

1  Sino  esperar  á  que  os  hayáis  enmendado,  y  nada  tenga 
que  castigar  en  vosotros. 


CAPÍTULO    IT.  -263 

da  tristeza  no  acontezca  que  esc  tal  dé  al  través  y  se 
desespere. 

8  Por  lo  cual  os  suplico  que  ratiüqueis  con  él  la  ca- 
riaad,  y  comuniquéis  otra  vez  con  él. 

9  Que  aun  por  eso  os  he  escrito,  para  conocer  por 
experiencia,  si  sois  obedientes  en  todas  las  cosas. 

10  Loque  vosotros  le  concediereis  por  indulgencia, 
yo  se  lo  concedo  también ;  porque  si  yo  mismo  uso  de 
indulgencia,  uso  de  ella  por  amor  vuestro,  en  nombre 
y  en  persona  de  Jesu-Christo, 

11  á  fin  de  que  Satanás  no  arrebate  á  ninguno  de 
nosotros,  pues  no  ignoramos  sus  maquinaciones  '. 

12  \Q-por  mi,  cuando  vine  á  Troade  ¿predicar  el 
Evangelio  de  Christo,  en  medio  de  haberme  abierto  el 
Señor  una  entrada /ai'oraiZe  ^, 

13  no  tuvo  sosiego  mi  espíritu,  porque  no  hallé  á 
mi  hermano  Tito  ^  y  asi  despidiéndome  de  ellos,  partí 
para  Macedonia. 

1  Este  lugar  prjeba  bien  que  es  conforme  al  espíritu  de 
la  Iglesia  el  abreviar  ó  disminuir  las  penitencias  impuestas 
á  los  pecadores,  aun  á  los  públicos,  á  proporción  de  las 
mayores  pruebas  que  dan  de  su  sincera  conversión  ,  y  en 
atención  á  los  tiempos  y  circunstancias  de  las  personas  ; 
todo  esto  á  juicio  de  los  prelados  de  la  Iglesia,  y  [  ara  el 
mayor  bien  y  utdidad  de  las  almas  :  en  el  gobierno  de  ios 
cuales  nunca  debe  olvidarse,  que  toda  la  potestad  que  so- 
bre ellas  ejercen  los  ministros  del  Señor,  es  in  ¿e/üficatio- 
nem,  nen  in  desfniciionem  :  para  salvar  á  los  pecadores,  no 
para  perderlos.  V'éase  .S'.  Cypr.  Ep.  LIV. 

2  Para  hacer  allí  mucho  fruto. 

3  De  quien  esperaba  saber  q'.ié  efecto  habia  producido 
en  vosotros  mi  primera  carta. 


264       EPÍST.    II.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

14  Pero  gracias  á  Dios,  que  siempre  nos  hace 
triunfar  en  Christo  Jesús,  y  derrama  por  medio  de  nos- 
otros en  todas  partes  el  buen  olor  del  conocimiento 
de  su  nombre; 

15  porque  nosotros  somos  el  buen  olor  de  Christo 
delante  de  Dios,  así  para  los  que  se  salvan,  como  para 
los  que  se  pierden ; 

16  para  los  unos  olor  mortífero  que  les  ocasiona  la 
muerte ;  mas  para  los  otros  olor  vivificante  que  les 
causa  la  vida.  ¿  Y  quién  será  idóneo  para  un  tal  mi- 
nisterio? 

17  Pero  ciertamente  no  somos  nosotros  como  mu- 
chísimos que  adulteran  la  palabra  de  Dios,  sino  que  la 
predicamos  con  sinceridad,  como  de  parte  de  Dios,  en 
la  presencia  de  Dios,  y  según  el  espíritu  de  Jesw-Christo. 

CAPÍTULO  III. 

Excelencia  de  la  ley  de  gracia  comparada  con  la  Ley  es- 
crita. El  velo  que  cubre  a  los  judíos  la  inteligencia  de  las 
Escrituras,  solamente  se  quila  con  laje  en  Jesu-Christo. 

1  ¿Empezamos  ya  otra  vez  á  alabarnos  á  nosotros 
mismos  ?  ó  ¿  necesitamos,  como  algunos,  cartas  de 
recomendación  para  vosotros,  ó  que  vosotros  nos  las 
deis  para  otros  ? 

2  Vosotros  mismos  sois  nuestra  carta  de  recomen- 
dación ^  escrita  en  nuestros  corazones,  conocida  y 
leida  de  todos  los  hombres ; 

3  manifestándose  jjor  vuestras  acciones  que  voso- 


CAPITULO  ni.  265 

iTos  sois  carta  de  Jé-su-Chrislo,  hecha  por  nuestro  mi- 
nisterio, y  escrita  no  con  tinta,  sino  con  el  espíritu 
de  Dios  vivo ;  no  en  tablas  de  piedra ,  sino  en  tablas 
de  carne ,  que  son  vuestros  corazones. 

4  Tal  confianza  tenemos  en  Dios  por  Christo  ; 

5  no  porque  seamos  suficientes  ó  capaces  por  nos- 
otros mismos  para  concebir  algún  buen  pensamiento, 
como  de  nosotros  mismos ,  sino  que  nuestra  suficien- 
cia ó  capacidad  viene  de  Dios  ', 

G  y  Dios  es  el  que  asimismo  nos  ha  hecho  idóneos 
ó  capaces  para  ser  ministros  del  nuevo  Testamento  ^ ; 
no  de  la  letra  de  la  Ley^  sino  del  espíritu;  porque  la 
letra  sola  mala  ^,  mas  el  espíritu  vivifica. 

7  Que  si  el  ministerio  de  aquella  Ley  de  muerte , 
grabada  con  letras  sobre  dos  piedras ,  fue  tan  glorioso 
que  no  podían  los  hijos  de  Israel  fijar  la  vista  en  el 
rostro  de  Moysés  por  el  resplandor  de  su  cara ,  res- 
plandor que  no  era  duradero  ; 

8  ¿cómo  no  ha  de  ser  sin  comparación  mas  glo- 
rioso el  ministerio  ó  la  Ley  del  Espíritu  *  ? 

9  Porque  si  el  ministerio  de  la  Ley  antigua  ,  no 
obstante  que  era  ocasión  de  condenación,  fue  acora- 


1  Nuestra  capacidad  para  todo  lo  bueno,  ó  las  fuerzas 
para  ello  ,  nos  vienen  de  la  gracia  de  Dios  por  los  méritos 
de  Jesu-Christo. 

2  O  de  la  alianza  que  nuevamente  ha  hecho  con  los  hom- 
bres. 

3  O  es  ocasión  de  muerte.  Véase  Ley. 

4  O  la  ley  evangélica^  que  es  toda  dulzura  y  amor. 

23 


266       EPiST.    II.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTUIOS. 

panado  de  tanta  gloria,  mucho  mas  glorioso  es  el  mi- 
nisterio 6  publicación  de  la  Ley  de  la  justicia. 

10  Y  aun  lo  que  ha  habido  de  "glorioso  por  aquel 
lado,  no  ha  sido  una  verdadera  gloria ,  si  se  compara 
con  la  excelente  gloria  del  Evangelio, 

1 1  Porque  si  lo  que  se  anula ,  ha  estado  lleno  de 
gloria ,  lo  que  para  siempre  subsiste ,  debe  ser  muclio 
mas  glorioso. 

12  Teniendo  pues  tal  esperanza,  nosotros  os  habla- 
mos con  toda  libertad ; 

13  y  no  hacemos  como  l^Ioysés,  que  ponia  un  velo 
sobre  su  rostro,  por  cuanto  no  podian  los  hijos  de  Is- 
rael fijar  la  vista  en  el  resplandor  de  su  cara ,  aunque 
no  debia  durar  ' ; 

14  y  así  sus  corazones  han  quedado  endurecidos. 
Porque  hasta  el  dia  de  hoy  este  mismo  velo  perma- 
nece delante  de  íus  ojos  en  la  lectura  del  antiguo  Tes- 
tamento, sin  ser  alzado,  (porque  no  se  quila  sino  por 
la  fe  en  Christo  ^  ) 

15  y  así  hasta  el  dia  de  hoy  cuando  se  lee  ix  ÍMoy- 
sés,  cubre  un  velo  su  corazón  '. 

16  Pero  en  convirtiéndose  este  pueblo  al  Señor,  se 
quitará  el  velo. 

17  Porque  el  Señor  es  Espíritu,  y  donde  cslá  el 
Espíritu  del  Señor,   allí  hay  libertad  ''. 

1  Profetizando  con  esto  que  no  podrían  sufrir  la  luz  del 
Evangelio,  representada  por  esta  luz  pasagera, 

2  A  quien  no  quieren  recibir. 

íí  El  cual  les  impide  ver  á  Jesu-Christo  en  lo  qtie  leen. 
4  Gobernado  el  hombre  por  el  temor  servil ,  sirve  como 


CAPÍTULO   IV.  267 

18  Y  así  es  que  lodos  nosotros,  contemplando  a 
cara  descubierta ,  como  en  un  espejo ,  la  gloria  del 
Señor  ' ,  somos  Irasformados  en  la  misma  imagen  de 
Jcsu-Christo,  avanzándo7Ws  de  claridad  en  claridad  \ 
como  iluminados  por  el  Espíritu  del  Señor. 


CAPÍTULO  IV. 


La  virtud  y  eficacia  del  Evangelio  es  was  admirable  predi- 
cándole los  apóstoles,  hombres  frágiles  ,  y  continuamente 
atribulfJtdos.  Conducta  de  san  Pablo  llena  de  sinceridad. 
Los  apóstoles  abrumados  de  trabajos,  pero  llenos  de  espe- 
ranza. Los  males  de  esta  vid.i  son  momentáneos  ;  los  bie- 
nes de  la  otra  eternos. 

1  Por  lo  cual  teniendo  nosotros  este  ministerio  de 
predicar  la  nueva  Ley,  en  virtud  de  la  misericordia 
que  hemos  alcanzado  de  Dios ,  no  decaemos  de  ánimo; 

2  antes  bien  desechamos  lejos  de  nosotros  las  ocul- 
tas infamias  ó  disimulos  vergonzosos  de  los  falsos 
hermanos,  no  procediendo  con  artificio,  ni  alterando 
la  palabra  de  Dios,  sino  alegando  únicamente  en 
abono  nuestro,  para  con  todos  aquellos  que  juzguen 
de  nosotros  según  su  conciencia ,  la  sinceridad  con  que 
predicamos  la  verdad  delante  de  Dios. 

esclavo:  movido  del  espirita  de  amor  y  candad,  sirve  como 
hijo,  con  una  santa  libertad  y  anchura  de  corazón. 

1  Gloria  que  la  fé  nos  hace  ver  clarauíeiite  en  las  Si    '. 
Escrituras. 

2  O  por  el  sucesivo  aumento  de  luz  y  gracia. 


26á       EPÍST.     II.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

3  Que  si  todavía  nuesUo  Evangelio  está  encubier- 
to *,  es  solamente  para  los  que  se  pierden,  para  quie- 
nes está  encubierto; 

4  para  esos  incrédulos  cuyos  entendimientos  ha  ce- 
gado el  dios  de  este  siglo  ^,  para  que  no  les  alumbre 
la  luz  del  Evangelio  de  la  gloria  de  Christo,  el  cual  es 
la  imagen  de  Dios. 

5  Porque  no  nos  predicamos  á  nosotros  mismos, 
sino  á  Jesu-Christo  Señor  nuestro ;  haciéndonos  sier- 
vos vuestros  '  por  amor  de  Jesús, 

6  porque  Dios,  que  dijo  que  la  luz  saliese  ó  brillase 
de  en  medio  de  las  tinieblas,  él  mismo  ha  hecho  brillar 
su  claridad  en  nuestros  corazones,  á  ün  de  que  nosotros 
podamos  iluminar  á  los  demás  por  medio  del  conoci- 
miento de  la  gloria  de  Dios  ,  según  que  ella  resplandece 
en  Jesu-Christo. 

7  Mas  este  tesoro  le  llevamos  en  vasos  de  barro 
frágil  y  quebradizo  ^  para  que  se  reconozca  que  la 
grandeza  del  poder  que  se  vé  en  nosotros,  es  de  Dios,  y 
no  nuestra. 

8  Nos  vemos  acosados  de  toda  suerte  de  tribuía - 
cioneSj  pero  no  por  eso  perdemos  el  ánimo  :  nos  ha- 
llamos en  grandes  apuros,  mas  no  desesperados  ó  sin 
recursos: 


1  No  obstante  la  claridad  y  sinceridad  con  que  le  anun- 
ciamos. 

2  Véase  Siglo. 

3  No  buscamos  nuestra  gloria  ni  nuestra  utilidad  ;  sino 
la  gloria  de  Jesu-Christo,  y  la  salvación  y  provecho  vuestro. 


CAPITULO    IV.  2(59 

9  somos  perseguidos,  mas  no  abandonados :  abati- 
dos, mas  no  enteramente  perdidos  : 

10  traemos  siempre  representada  en  nuestro  cuer- 
po por  todas  partes  la  mortificación  de  Jesús,  á  fin  de 
que  la  vida  de  Jesús  se  manifieste  también  en  nuestros 
cuerpos. 

11  Porque  nosotros,  bien  que  vivimos,  somos  con- 
tinuamente entregados  en  manos  de  la  muerte  por 
amor  de  Jesús ;  para  que  la  vida  de  Jesús  se  mani- 
fieste asimismo  en  nuestra  carne  mortal. 

1 2  Así  es  que  la  muerte  imprime  sus  efectos  en 
nosotros  ;  mas  en  vosotros  resplandece  la  vida  '. 

13  Pero  teniendo  un  mismo  espíritu  de  fé  que  Da- 
vid, quien,  según  está  escrito  ^,  decia:  Creí,  por  eso  ha- 
blé con  confianza  ;  nosotros  también  creemos,  y  por 
eso  hablamos  - : 

14  estando  ciertos  de  que  quien  resucitó  á  Jesús, 
nos  resucitará  también  á  nosotros  con  Jesús,  y  nos  co- 
locará con  vosotros  en  su  (/loria. 

13  Pues  todas  las  cosas  que  pasan  en  nosotros,  se 
hacen  por  causa  de  vosotros  :  á  fin  de  que  la  gracia  es- 
parcida con  abundancia,  sirva  á  aumentar  la  gloria  de 


1  Esto  es,  la  muerte  de  Jesiis  ejerce  su  fuerza,  ó  imprime 
8US  efectos  en  nosotros ,  perseguidos  y  atribulados  ;  mien- 
tras en  vosotros  resplandece  la  vida  inmorlaí  del  mismo  , 
dando  vida  á  vuestras  almas. 

2  Paalm.  CXr.  v.  1. 

3  Con  santa  libertad  de  los  misterios  de  Christo  en  me- 
dio de  tantos  peligros  de  muerte. 


270       EPIST.    n.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

lia  de  Dios  por  medio  de  las  acciones  de  gracias  que  le 
tributarán  muchos. 

16  Por  lo  cual  no  desmayamos  ;  antes  aunque  en 
nosotros  el  hombre  exterior  6  el  cuerpo  se  vaya  des- 
moronando, el  interior  o  el  espíritu  se  va  renovando  de 
dia  en  dia. 

17  Porque  las  aflicciones,  tan  breves  y  tan  ligeras 
de  la  vida  presente,  nos  producen  el  eterno  peso  de 
una  sublime  é  incomparable  gloria, 

18  y  así  no  ponemos  nosotros  la  mira  en  las  cosas 
visibles,  sino  en  las  invisibles.  Porque  las  que  se  ven, 
son  transitorias;  mas  las  que  no  se  ven,  son  eternas. 

CAPITULO  V. 

Cómo  la  tierra  es  un  destierro ,  y  el  cielo  nuestra  patria.  Por 
Jesu-Christo,  juez  de  todos,  somos  reconciliados  con  Dios, 
siendo  los  apóstoles  sus  embajadores. 

1  Sabemos  también,  que  si  esta  casa  terrestre  ó  el 
cuerpo  corruptible  en  que  habitamos,  viene  á  destruir- 
se, nos  dará  Dios  en  el  cielo  otra  casa,  una  casa  no 
hecha  de  mano  ele  hombre,  y  que  durará  eternamente. 

2  Que  aun  por  eso  aquí  suspiramos,  deseando  la 
sobreveslidura  del  ropage  de  gloria  ' ,  d  la  habitación 
nuestra  del  cielo  : 

3  si  es  que  fuéremos  hallados  vestidos  de  buenas 
obras,  y  no  desnudos  '. 


i   O  los  dotes  gloriosos  para  miestio  cuerpo. 
2  /.  CV.  X^'.  V.  51. 


CAPÍTULO    V,  271 

4  x\sí  también  es  que  niieniras  nos  Bailamos  en  este 
íuerpo  como  en  una  tienda  de  campaña,  gemimos 
agobiados  bajo  su  pesantez ;  pues  no  querríamos  ver- 
nos despojados  de  él,  sino  ser  revestidos  como  por  en- 
cima, de  manera  que  la  vida  inmortal  absorba  y  haga 
desaparecer  lo  que  hay  de  mortalidad  en  nosotros. 

5  Y  el  que  nos  formó  ó  crió  para  este  estado  ele  gloria, 
es  Dios,  el  cual  nos  ha  dado  su  espíritu  por  prenda  '. 

6  Por  esto  estamos  siempre  llenos  de  confianza ;  y 
como  sabemos  que,  mientras  habitamos  en  este  cuer- 
po, estamos  distantes  del  Señor  y  fuera  de  nuestra  pa- 
tria; 

7  (porque  caminamos  acia  él  por  la  fé,  y  no  le 
vemos  todavía  claramente) 

8  en  esta  confianza  que  tenemos,  preferimos  mas 
ser  separados  del  cuerpo,  á  fin  de  gozar  de  la  vista  del 
Señor. 

9  Por  esta  razón  lodo  nuestro  conato  consiste  en  ha- 
cernos agradables  al  Señor^  ora  habitemos  en  el  cuer- 
po, ora  salgamos  de  é\para  ii-nos  con  Dios; 

10  siendo  como  es  forzoso,  que  todos  comparezca- 
mos ante  el  tribunal  de  Christo,  para  que  cada  uno 
reciba  el  pago  debido  á  las  buenas,  ó  malas  acciones 
que  habrá  hecho,  mientras  ha  estado  revestido  de  su 
cuerpo. 

11  Sabiendo  pues  el  temor  que  se  debe  al  Señor, 


1  lufundiéadonos   la  gracia,  que  es  una  prenda  segura 
de  la  gloria. 


272      EFÍST.    ir.    DE    5.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

procuramos  justificarnos  delante  de  los  hombres,  mas 
Dios  conoce  bien  lo  que  somos.  Y  aun  quiero  creer 
que  también  somos  conocidos  de  vosotros,  allá  en  vues- 
tro interior. 

12  No  es  esto  repetiros  nuestras  alabanzas,  sino 
daros  ocasión  de  gloriaros  en  nuestra  causa ;  para  que 
tengáis  que  responder  á  los  que  se  glorían  solamente 
en  lo  que  aparece  al  exterior  '. 

13  Pues  nosotros  si  extáticos  nos  enagenamos  ^,  es 
por  respecto  á  Dios :  si  nos  moderamos  ó  abajamos, 
es  por  vosotros. 

14  Porque  la  caridad  de  Christo  nos  urge  :  al  con- 
siderar que,  si  uno  murió  por  todos,  luego  es  consi- 
guiente que  todos  murieron  ' ; 

15  y  que  Christo  murió  por  todos,  para  que  los  que 
viven,  no  vivan  ya  para  si,  sino  para  el  que  murió  y 
resucitó  por  ellos. 

16  Por  esta  razón  nosotros  de  ahora  en  adelante  no 
conocemos  á  nadie  según  la  carne  ^.  Y  si  antes  cono- 
cimos á  Christo  en  cuanto  á  la  carne  ^,  ahora  ya  no  le 
conocemos  así. 


1  En  su  vana  elocuencia,  y  falsa  filosofa  ;  y  no  en  la  só- 
lida virtud,  y  fuerza  de  la  gracia. 

2  Si  contamos  las  visiones  de  Dios  ,  y  demás  dones  que 
hemos  recibido,  es  para  manifestarla  gloria  de  Dios. 

3  Y  que  todos  necesitan  de  la  vida  de  la  gracia. 

4  No  miramos  que  sea  judio  ó  gentil ,  pobre  ó  rico,  sabio 
ó  ignorante, 

5  Vanagloriándonos    tanto   de   que    fuese   de   nuestro 
linaje. 


CAPÍTULO  vr.  273 

17  Por  tanto  si  alguno  c.víá  en  Jesii- ChYÍ?,lo,  ya  es 
una  criatura  nueva :  acabóse  lo  que  era  viejo,  y  lodo 
viene  áser  nuevo,  pues  que  todo  ha  sido  renovado  '. 

18  Y  toda  ella  es  obra  de  Dios,  el  cual  nos  ha  recon- 
ciliado consigo  por  medio  de  Christo  ,  y  á  nosotros 
nos  ha  conüado  el  ministerio  de  la  reconciliación, 

19  porque  Dios  era  el  que  reconciliaba  consigo  ai 
mundo  en  Jesu-Christo,  no  imputándoles  á  ellos  sus 
delitos  ^,  y  él  es  el  que  nos  ha  encargado  á  nosotros 
el  predicar  la  reconciliación. 

20  Somos  pues  como  unos  embajadores  en  nom- 
bre de  Christo,  y  es  Dios  misino  el  que  os  exhorta  por 
boca  nuestra.  Os  rogamos  pues  encarecidamente  en 
nombre  de  Jssií-Chrislo,  que  os  reconciliéis  con  Dios ; 

21  el  cual  por  amor  de  nosotros  ha  tratado  á  aquel 
que  no  conocía  a!  pecado,  como  si  hubiese  sido  el  pe- 
cado mismo,  con  el  fin  de  que  nosotros  viniésemos  á 
ser  en  é\  justos  co?2/a  justicia  de  Dios. 

CAPÍTULO  VI. 

El  modo  de  proceder  de  los  ministros  evangélicos  ;  y  aviso  a 
hs  fieles  de  no  mezclarse  con  los  infieles. 

1  Y  así  nosotros  como  cooperadores  del  Señor  ^ 
os  exhortamos  á  no  recibir  en  vano  la  gracia  de  Dios. 

1  Todo  es  nuevo  eu  aquellos  que  han  resucitado  a  la 
vida  de  la  gracia.  Is.  XLIII.  v.  19. — Apoc.  XXI.  v.  5. 

2  Sino  perdonándoselos  por  los  méritos  de  la  pasión  sa- 
crosanta de  la  humanidad  de  su  Hijo. 

3  En  la  obra  de  vuestra  santificación. 


274       EPÍST.     II.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

2  Pues  él  mismo  dice  '  :  Al  tiempo  oportuno  te  oí, 
atenderé  tus  súplicas,  y  en  el  dia  de  la  salvación  le  di 
auxilio.  Llegado  es  ahora  el  tiempo  favorable ,  llegado 
es  ahora  el  día  de  la  salvación  : 

3  nosotros  empero  no  demos  á  nadie  motivo  alguno 
de  escándalo ,  para  que  no  sea  vituperado  nuestro  mi- 
nisterio ; 

4  antes  bien  portémonos  en  todas  cosas,  como  de- 
ben portarse  los  ministros  de  Dios,  con  mucha  pacien- 
cia en  medio  de  tribulaciones,  de  necesidades,  de  an- 
gustias, 

5  de  azotes,  de  cárceles,  de  sediciones,  de  trabajos, 
de  vigilias,  de  ayunos, 

6  con  pureza,  con  doctrina,  con  longanimidad, 
con  mansedumbre  ,  con  unción  del  Espíritu  santo ,  con 
caridad  sincera , 

7  con  palabras  de  verdad ,  con  fortaleza  de  Dios, 
con  las  armas  de  la  justicia,  para  combatir  á  la  diestra 
y  á  la  siniestra  ; 

8  en  medio  de  honras  y  deshonras ;  de  infamia  y 
de  buena  fama  :  tenidos  por  embaidores  ó  impostores^ 
siendo  verídicos ;  por  desconocidos,  aunque  muy  co- 
nocidos; 

9  casi  moribundos,  siendo  así  que  vivimos  ^;  como 
castigados,  mas  no  muertos  ^ ; 

10  como  melancólicos,  estando  en  realidad  siem- 

1  Is.  XLIX.  r.  8. 

2  Y  cada  dia  escapamos  de  la  muerte. 

3  Pues  Dios  inilngiobantente  uos  conserva  la  vida. 


CAPÍTULO    VI.  2  7  5 

pre  alegres  '  ;  como  menesterosos,  siendo  así  que  enri- 
quecemos á  muchos  ^ ;  como  que  nada  tenemos,  y  todo 
lo  poseemos '. 

11  El  amor  ¡  oh  corinthios  !  hace  que  mi  boca  se 
abra  tan  francamente ,  y  se  ensanche  mi  corazón. 

12  No  están  mis  entrañas  cerradas  para  vosotros; 
las  vuestras  sí  que  lo  están  para  mí : 

13  volvedme  pues  amor  por  amor :  os  hablo  como  á 
hijos  mios,  ensanchad  también  para  jni  vuestro  co- 
razón. 

14  No  queráis  unciros  en  yugo  con  los  infieles  '*. 
Porque  ¿qué  tiene  que  ver  la  santidad  ó  justicia  con 
la  iniquidad  '  ?  ¿  V  qué  compañía  puede  haber  entre 
la  luz  y  las  tinieblas? 

15  ¿O  qué  concordia  entre  Christo  y  Beliai  ?  ¿o 
qué  parte  tiene  el  fiel  con  el  infiel? 

16  ¿O  qué  consonancia  entre  el  Templo  de  Dios  y 
los  ídolos  ?  Porque  vosotros  sois  templo  de  Dios  vivo, 
según  aquello  que  dice  Dios  ^ :  Habitaré  dentro  de 
ellos,  y  en  medio  de  ellos  andaré ,  y  yo  seré  su  Dios, 
y  ellos  serán  mi  pueblo. 

17  Por  io  cual  salid  vosotros  de  entre  tales  gentes, 
y  separaos  de  ellas,  dice  el  Señor,  y  no  tengáis  con- 
tacto con  la  inmundicia  ó  idolauii^ 

1  Y  lleoos  de  consuelos  celestiales. 

2  Colmándolos  de  bienes  espirituales, 

3  Pues  poseemos  á  Dios  dueño  de  todo. 

4  O  uniros  estrechamente  con  ellos. 

5  ¿  La  rehgion  verdadera  con  la  falsa  ? 

6  Lev.  XXfl.  V.  12.—/.  Cor.  III.  v.  W.—VI.  v.  19. 


276       EPÍST.     II.     DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTIHQE. 

18  y  yo  OS  acogeré,  y  seré  yo  vuestro  padre,  y  vos- 
otros seréis  mis  hijos  y  mis  hijas,  dice  el  Señor  todo- 
poderoso. 

capítulo  vu. 

Muestras  del  amor  enlrañable  entre  san  Pablo  y  los  corin- 
ihios.  La  tristeza  que  les  ocasionó,  íes  fue  muy  saludable. 

1  Teniendo  pues,  carísimos  hermanos  míos,  tales 
promesas,  purifiquémonos  de  cuanto  mancha  la  carne 
y  el  espíritu  ' ,  perfeccionando  nuestra  santificación 
con  el  temor  de  Dios. 

2  Dadnos  cabida  eti  vuestro  corazón.  Nosotros  á 
nadie  hemos  injuriado,  á  nadie  pervertido,  á  nadie 
hemos  engañado  sonsacándole  los  bienes. 

3  No  lo  digo  por  tacharos  á  vosotros ;  porque  ya  os 
dije  antes  de  ahora  que  os  tenemos  en  el  corazón ,  y 
estamos  prontos  á  morir,  ó  á  vivir  en  vuestra  compa- 
ñía '. 

4  Grande  es  la  confianza  que  de  vosotros  tengo, 
muchos  los  motivos  de  gloriarme  en  vosotros ;  y  así 
estoy  inundado  de  consuelo ,  reboso  de  gozo  en  medio 
de  todas  mis  tribulaciones. 

5  Pues  así  que  hubimos  llegado  á  Macedonia ,  no 

1  Estoes,  de  los  pecados  carnales  como  la  lujuria, gula, 
etc.  ;  y  de  los  llamados  espirituales,  como  la  soberbia,  la 
envidia,  etc. 

2  O  á  no  dejaros  ni  en  vida  ni  en  muerte. 


capítulo  VII.  277 

he  lenido  sosiego  ninguno  según  la  carne,  sino  que 
he  sufrido  toda  suerte  de  tribulaciones :  combates  por 
defuera ,  por  dentro  temores. 

6  Pero  Dios  que  consuela  á  los  humildes,  nos  ha 
consolado  con  la  venida  de  Tito. 

7  No  solo  con  su  venida,  sino  también  con  la  con- 
solación que  él  ha  recibido  de  vosotros,  cuyo  gran  de- 
seo de  vermc^  y  el  llanío  por  el  escúndalo  del  incestuo- 
so, y  la  ardiente  aGcion  que  me  tenéis,  él  me  ha  refe- 
rido, de  suerte  que  se  ha  aumentado  mucho  mi  gozo. 

8  Por  lo  que  si  bien  os  contristé  con  mi  carta,  no 
rae  pesa ;  y  si  hubiese  estado  pesaroso  en  vista  de  que 
aquella  carta  os  contristí)  por  un  poco  de  tiempo; 

9  al  presente  me  alegro,  no  de  la  tristeza  que  tu- 
visteis, sino  de  que  vuestra  tristeza  os  ha  conducido 
á  la  penitencia.  De  modo  que  la  tristeza  que  habéis 
lenido,  ha  sido  segnn  Dios,  y  así  ningún  daño  os  he- 
mos causado. 

10  Puesto  que  la  tristeza  que  es  según  Dios,  pro- 
duce una  penitencia  ó  enmienda  constante  para  la  sa- 
lud ;  cuando  la  tristeza  del  siglo  causa  la  muerte. 

11  Y  sino  ved  !o  que  ha  producido  en  vosotros 
esa  tristeza  según  Dios,  que  habéis  sentido  :  ¿qué  so- 
licitud, qué  cuidado  en  justificaros,  qué  indignación 
contra  el  iiiceniiioso,  qué  temor,  qué  deseo  de  reme- 
diar el  mal,  qué  zelo,  que  ardor  para  castigar  el  de  - 
lito  ?  Vosotros  habéis  hecho  ver  en  toda  vuestra  con- 
ducta, que  estáis  inocentes  en  este  negocio. 

12  Así  pues,  aunque  os  escribí  aquella  carta  ^  no 
fue  por  causa  del  que  hizo  la  injuria ,    ni  por  el  que 

24 


S78       EPÍST.    11.     ÜE    S.    PABLO    A    LOS    C  OKINTHIOS. 

la  padeció ;  sino  para  inanifcsfar  el  cuidado  que  tene- 
mos de  vosotros 

13  delante  de  Dios :  por  eso  ahora  i\o?,  hemos  con- 
solado. Mas  en  esta  consolación  nuestra ,  sobre  lodo 
nos  ha  llenado  de  gozo  el  contento  de  Tilo,  viendo 
que  todos  vosotros  habéis  contribuido  á  recrear  su  es- 
píritu ; 

1 4  y  que  si  yo  le  di  á  él  algunas  muestras  del  con- 
cepto ventajoso  que  tengo  de  vosotros,  no  he  que- 
dado desmentido  ;  sino  que  así  como  en  todas  las  co- 
sas os  hemos  dicho  la  verdad ,  asi  también  se  ha  visto 
ser  la  pura  verdad  el  testimonio  ventajoso  que  de  vos- 
otros dimos  á  Tito , 

1 5  y  así  es  que  se  aumenta  el  entrañable  amor  que 
os  tiene,  cada  vez  que  se  acuerda  de  la  obediencia  de 
lodos 'vosotros,  y  del  respetuoso  temor  ^filial  reve- 
rencia con  que  le  recibisteis. 

16  Huclgome  pues  de  la  confianza  que  os  merezco 
en  todas  las  cosas  '. 

CAPÍTULO  VIH. 

Con  el  ejemplo  de  los  macedonios  exhorta  el  Apóstola  los 
connthios  á  contribuir  con  largas  limos7ias  al  socorro  de 
los  pobres  cristianos  de  Jerusnlem:. 

1  Ahora  os  hago  saber,  hermanos  mios ,  la  gracia 


1  Y  de  que  sin  temor  de  ofenderos ,  puedo  corregiros  y 
auíonestaros  en  cuanto  sea  necesario. 


CAPITULO    \1II.  279 

que  Dios  lia  hecho  á  losjides  de  las  Iglesias  do  Ma- 
cedón ia. 

2  y  en,  que  han  sido  colmados  de  gozo  á  propor- 
ción de  las  muchas  tribulaciones  con  que  han  sido 
probados  ,  y  que  su  extrema  pobreza ,  ha  derramado 
con  abundancia  las  riquezas  de  su  buen  corazón ; 

3  porque  debo  darles  el  testimonio  de  que  de  suyo 
ó  vohiníariamenie  han  dado  lo  que  han  podido,  y  aun 
nías  de  lo  que  podían, 

4  rogándonos  con  muchas  instancias  que  acepláse- 
semos  sus  limosnas ,  y  permitiésemos  que  contribuye- 
sen por  su  parte  al  socorro  que  se  da  á  los  santos  ú 
fieles  de  Jenisaleni. 

5  Y  en  esto  no  solamente  han  hecho  lo  que  ya  de 
eHos  esperábamos ,  sino  que  se  han  entregado  á  si 
mismos,  primeramente  al  Señor,  y  después  á  nosotros 
mediante  la  voluntad  de  Dios  ; 

6  y  esto  es  lo  que  nos  ha  hecho  rogar  á  Tito,  que 
conforme  ha  comenzado,  acabe  también  de  conduci- 
ros al  cumplimiento  de  esta  buena  obra ; 

7  á  fin  de  que,  siendo,  como  sois ,  ricos  en  todas 
cosas,  en  fé,  en  palabra,  en  ciencia,  en  toda  solicitud, 
y  ademas  de  eso  en  el  amor  que  me  tenéis ,  lo  seáis 
también  en  esta  especie  de  gracia. 

8  No  lo  digo  como  quien  os  impone  una  ley,  sino 
para  excitaros  con  el  ejemplo  de  la  solicitud  de  los 
oíros  ,  á  dar  pruebas  de  vuestra  sincera  caridad. 

9  Porque  bien  sabéis  cuál  haja  sido  la  liberalidad 
de  nuestro  Señor  Jesu-Christo  ,   el  cual  siendo  rico  , 


280       EPÍST.    II.    DE    5<.    PAULO   A    LOS    CORINTHIOS- 

se  hizo  pobre  por  vosotros  ,  ú  fin  de  que  vosotros  fue- 
seis ricos  por  medio  de  su  pobreza. 

10  y  así  os  doy  consejo  en  esto ,  como  cosa  que  os 
importa  ;  puesto  que  no  solo  ya  lo  comenzasteis  á  ha- 
cer, sino  que  por  vosotros  mismos  formasteis  el  desig- 
nio de  hacerlo  desde  el  año  pasado : 

1 1  pues  ahora  cumplidlo  de  hecho ,  para  que  así 
como  vuestro  ánimo  es  pronto  en  querer,  asi  lo  sea 
también  en  ejecutar  según  las  facultades  que  tenéis. 

12  Porque  cuando  un  hombre  tiene  gran  voluntad 
de  dar,  Dios  la  acepta,  no  exigiendo  de  él  sino  lo  que 
puede ,  y  no  lo  que  no  puede. 

13  Que  no  se  pretende  que  los  otros  tengan  holgan- 
za, y  vosotros  estrechez,  sino  que  haya  igualdad  ; 

14  supliendo  al  presente  vuestra  abundancia  la  ne- 
cesidad de  los  otros  ' ;  para  que  asimismo  su  abun- 
dancia en  bienes  espirituales  sea  también  suplemento 
á  vuestra  indigencia  en  ellos ,  de  donde  resulte  igual- 
dad ,  según  está  escrito  *  : 

15  El  que  recogía  mucho  maná  ,  no  se  hallaba  con 
mas  ;  ni  con  menos  de  lo  necesario ,  el  que  recogía 
poco. 

16  Pero  gracias  á  Dios,  que  ha  inspirado  en  el 
corazón  de  Tito  este  mismo  zelo  mió  por  vosotros. 


1  \  socorriendo  vosotros  ahora  ú  los  íieles  de  Judea  , 
i};nalineute  os  socorrerán  ellos,  cuando  venga  algnn  año  de 
carestía  entre  vosotros. 

2  Exod.  A 17.  i\  18. 


capítulo  viií.  281 

1?  Pues  no  solamente  se  ha  movido  por  mis  rue- 
gos, sino  que  habiéndose  movido  aun  mas  por  su  vo- 
luntad acia  vosotros ,  partió  espontáneamente  para 
ir  á  veros. 

18  Os  hemos  también  enviado  con  él  al  herma- 
no nuestro ' ,  que  se  ha  hecho  célebre  en  todas  las  Igle- 
sias por  el  Evangelio  ; 

19  y  el  cual,  ademas  de  eso,  ha  sido  escogido 
por  las  Iglesias  para  acompañarnos  en  nuestros  via- 
ges  ,  y  tomar  parte  en  el  cuidado  que  tenemos  de  pro- 
curar este  socorro  á  nuestros  hermanos  por  la  gloria 
del  Señor,  y  para  mostrar  nuestra  pronta  voluntad  : 

20  con  lo  que  tiramos  á  evitar  que  ninguno  nos 
pueda  vituperar,  con  motivo  de  la  administración  de 
este  caudal. 

21  Pues  atendemos  á  portarnos  bien,  no  solo  de- 
lante de  Dios ,  sino  también  delante  de  los  hombres. 

22  Enviam.os  asimismo  con  estos  á  otro  hermano 
nuestro,  á  quien  hemos  experimentado  lleno  de  zclo 
en  muchas  ocasiones  ;  y  que  ahora  lo  está  aun  mas 
en  la  presente  ,  y  tengo  gran  confianza  de  que  le  re- 
cibiréis bien. 

23  Lo  mismo  que  á  Tito  ,  mi  socio  y  coadjutor  en- 
tre vosotros ,  y  á  los  demás  hermanos  que  le  acompa- 
ñan, y  son  los  apóstoles  ó  enviados  de  ias  Iglesias,  y  lu 
gloría  de  Christo  ^. 

24  Dadles  pues  á  vista  de  las  Iglesias  pruebas  pro 


1  San  laucas,  ó  tal  vez  san  ]\Iárco3 

2  Por  sus  brillantes  virtudes. 


28á       KPÍST.    II.     DE    S.    PABLO    A    LOS    CORliNTHIOS. 

pias  de  vuestra  caridad,  y  de  la  razón  que  leñemos  de 
gloriarnos  acerca  de  vosotros. 


CAPITULO  IX. 

Pri.s'ujue  la  misma  exhoríasion  con  nuevas  rabones ;  en 
las  que  da  el  Apóstol  algunos  avisos  sobre  la  limosna  ,  y 
dice  que  se  debe  dar  icon  gusto,  j^ara  conseguir  el  mentó 
de  ella. 

1  Porque  en  orden  á  la  asistencia ,  ó  socorro  que  se 
dispone  á  favor  de  los  santos  de  Jerusalem ,  para  nú  es 
por  demás  el  escribiros. 

2  Pues  sé  bien  la  prontitud  de  vuestro  ánimo  ;  de 
la  cual  me  glorío  entre  los  macedonios ,  didéndolcs 
que  la  provincia  de  Acháya  '  está  ya  pronta  desde  el 
año  pasado  á  hacer  esa  limosna ,  y  que  vuestro  ejem- 
plo ha  provocado  la  santa  emulación  de  muchos. 

3  Sin  embargo  he  enviado  ahí  á  esos  hermanos , 
á  fin  de  que  no  en  vano  me  haya  gloriado  de  vosotros 
en  esta  parte,  y  para  que  estéis  prevenidos,  como  yo 
he  dicho  que  estabais; 

4  no  sea  que  cuando  vinieren  los  de  Macedonia 
conmigo,  hallasen  que  no  teníais  recogido  nada ,  y  tu- 
viésemos nosotros  (por  no  decir  vosotros)  que  aver- 
gonzarnos por  esta  causa  '\ 


1  Cuya  capital  es  esa  ciudad  de  Corlntlio. 

2  Siempre  se  j^aua  en  liablar  con  agrado  á  los  débiles 
para  obligarlos  á  obrar  bien.  No  hay  cosa  mas  razonable 
cjiíe  hacer  servir  las  razones  humanas  para  la  obra  de  Dios. 


CAPÍTULO    IX.  283 

5  Por  tanto  lie  juzgado  necesario  rogar  á  dichos 
liermanos ,  que  se  adelanten ,  y  den  orden  para  que 
esa  limosna,  de  antemano  prometida,  esté  á  punto,  de 
modo  que  sea  ese  un  don  ofrecido  por  la  caridad,  y  no 
como  arrancado  á  la  avaricia. 

6  Lo  que  digo  es,  que  quien  escasamente  siembra, 
cogerá  escasamente ;  y  quien  siembra  á  manos  llenas , 
á  manos  llenas  cogerá. 

7  Haga  cada  cual  la  oferta  conforme  lo  ha  resuelto 
en  su  corazón  ,  no  de  mala  gana ,  ó  como  por  fuerza ; 
porque  Dios  ama  al  que  da  con  alegría  '. 

8  Por  lo  demás  poderoso  es  Dios  para  colmaros  de 
todo  bien ;  de  suerte  que  contentos  siempre  con  tener 
en  todas  las  cosas  todo  lo  suficiente ,  estéis  sobrados 
para  ejercitar  toda  especie  de  buenas  obras  con  vues- 
tros prójimos, 

.  9  según  lo  que  está  escrito  ^ :  La  justicia  del  que  á 
manos  llenas  dio  á  los  pobres,  dura  por  los  siglos  de 
los  siglos. 

10  Porque  Dios  que  provee  de  simiente  al  sembra- 
dor, él  os  dará  también  pan  que  comer,  y  multiplicará 
vuestra  sementera  ^ ,  y  hará  crecer  mas  y  mas  los  fru- 
tos de  vuestra  justicia ; 

1 1  para  que  siendo  ricos  en  todo,  ejercitéis  con  sin- 

San  Pablo  excitó  con  ellas  el  pundonor  de  muchos  que  aun 
no  eran  capaces  de  motivos  muy  elevados. 

1  Eccl.  XXXV. V.  n.-Marc  XII  v.  IS.-Rom.  XII 
r.   8 

2  Psalm.  CXI.  v.  9. 

3  O  ¡a  simiecte  de  vuestias  limosnas. 


284       EPÍST.     II.    DE    S.    PAKLO    A    LOS    CORINTHIUS. 

cera  caridad  loda  suerte  de  limosnas  ' ,  las  cuales  nos 
harán  Iribular  á  Dios  acciones  de  gracias. 

12  Porque  estas  ofrendas  que  estamos  encargados 
de  recoger,  no  solo  remedian  las  necesidades  de  los 
santos ,  sino  que  también  contribuyen  mucho  á  la  glo- 
ria del  Señor  por  la  gran  multitud  de  acciones  de  gra- 
cias que  se  le  tributan , 

13  pues  ios  santos  recibiendo  estas  pruebas  de  vues- 
tra liberalidad  por  medio  de  vuestro  ministerio,  se 
mueven  á  gloriOcar  ii  Dios  por  la  sumisión  que  mos- 
tráis al  Evangelio  de  Jesu-Christo ,  y  por  la  sincera 
caridad  con  que  dais  parte  de  vuestros  bienes ,  ya  á 
ellos ,  ya  á  todos  los  demás , 

14  y  con  las  oraciones  que  hacen  por  vosotros ,  dan 
un  buen  testimonio  del  amor  que  os  tienen  ,  á  causa 
de  la  eminente  gracia  que  habéis  recibido  de  Dios. 

15  Sea  pues  Dios  loado  por  su  don  inefable. 

CAPÍTULO  X. 

Cuiiduda  de  aan  Pablo  contrapue.da  a  la  de  los  faiscs  apón- 
loles ,  loa  cuales  calumniándole  ,  impedían  el  fruto  de  su 
predicación. 

1  Mas  yo  Pablo,  aquel  mismo  Pablo  que,  como 
dicen  mis  enemigos ,  parezco  tan  pequeño  ó  humilde 
estando  entre  vosotros ,  pero  que  ausente  soy  para  con 
vosotros  osado  ó  imperioso,  os  suplico  encarecidamen- 
te por  la  mansedumbre  y  modcsiia  de  Chrislo, 

1  O  seáis  profusos  en  todo  género  de  beneticencin. 


CAPÍTULO    X.  285 

2  os  suplico,  diíjo,  que  hagáis  de  manera  que  no  me 
vea  obligado,  cuando  esté  entre  vosotros,  á  obrar  con 
esa  osadía  que  se  me  atribuye ,  con  respecto  á  ciertos 
sugetos  que  se  imaginan  que  procedemos  según  ia 
carne  ó  por  miras  humanas. 

3  Porque  aunque  vivimos  en  carne  miserable ,  no 
militamos  según  la  carne. 

4  Pues  las  armas  con  que  combatimos,  no  son  car- 
nales ,  sino  que  son  poderosísimas  en  Dios  para  derro- 
car fortalezas ,  destruyendo  nosotros  con  ellas  los  pro- 
yectos '  ó  raciocinios  humanos  , 

5  y  toda  altanería  de  esiiriiu  que  se  engríe  con- 
tra la  ciencia  ó  el  conocimiento  de  Dios,  y  cautivando 
lodo  entendimiento  á  la  obediencia  de  Chrisío, 

6  y  teniendo  en  la  mano  el  poder  para  vengar  toda 
desobediencia ,  para  cuando  hubiereis  satisfecho  á  lo 
que  la  obediencia  exige  de  vuestra  parte. 

7  Mirad  las  cosas  á  lo  menos  según  se  dejan  ver  '. 
Si  alguno  se  precia  de  ser  de  Christo,  considere  asi- 
mismo para  consigo,  que  así  como  él  es  de  Christo, 
también  lo  somos  nosotros. 


1  Los  sofismas  con  que  los  filósofos  gentiles  atacan  la 
doctrina  de  la  fé.  Las  palabras  salidas  de  un  corazón  abra- 
sado en  zeio  por  la  gloria  de  Dios,  la  paciencia,  la  humil- 
dad, la  oración  ,  el  sufi  ¡miento,  etc.  ,  son  las  armas  pro- 
pias de  los  Pastores  de  la  Iglesia; y  Dios  les  concede  uua 
\  irtud  y  fuerza  maravillosas.  Masía  humildad  y  blandura 
de  un  prelado  no  se  opone  al  justo  rigor  y  firmeza,  cuando 
esta  es  necesaria  para  nianttuer  la  disciplina  de  la  Iglesia. 

2  Y"  repararéis  la  diferencia  que  hay  de  mi  á  los  falso» 
apóstoles. 


•28a       EPÍST.    II.    DE   S.    PABLO    A    LOS    C0R1NTHIÜ6. 

8  Porque ,  aun  cuando  yo  me  gloriase  un  poco  mas 
de  !a  potestad  que  el  Señor  nos  dio  para  vuestra  edi- 
ficación ,  y  no  para  vuestra  ruina ,  no  tendré  de  qué 
avergonzarme. 

9  Pero  me  abstengo^  .porque  no  parezca  que  pre- 
tendo aterraros  con  mis  cartas ; 

10  ya  que  ellos  andan  diciendo  :  Las  cartas,  si,  son 
graves  y  vehementes ;  mas  el  aspecto  de  la  persona  es 
ruin  ,  y  despreciable  ó  tosco  su  lenguage  •. 

1 1  sepa  aquel  que  asi  habla ,  que  cuando  nos  halle- 
mos presentes,  obraremos  de  la  misma  manera  que 
hablamos  en  nuestras  cartas,  estando  ausentes. 

12  A  la  verdad  no  nos  atrevemos  á  ponernos  en 
la  clase  de  ciertos  sugetos  que  se  ensalzan  á  si  mis- 
mos, ni  á  compararnos  con  ellos,  sino  que  nos  medi- 
mos por  lo  que  somos,  comparándonos  con  nosotros 
mismos. 

13  Por  tanto  no  nos  gloriaremos  desmesurada- 
mente ,  sino  á  medida  de  la  regla  que  Dios  nos  ha 
dado ,  medida  que  alcanza  hasta  vosotros. 

14  Porque  no  hemos  excedido  los  límites,  como 
si  no  alcanzásemos  hasta  vosotros ;  puesto  que  hasta 
vosotros  hemos  llegado  predicando  el  Evangelio  de 
Christo  •. 

15  Ni  nos  gloriamos  desmesuradamente  atribuyén- 
donos las  fatigas  de  otros :  esperamos  sí ,  que  yendo 


1   V  asi  estáis  deutro  del  término  de  nuestra  herencia,  y 
podemos  llamar  nuestra  á  esa  Iglesia. 


(APÍTULO    XI.  287 

vuestra  fé  siempre  en  anmenlo,  haremos,  sin  salir  de 
nuestros  límiles,  mayores  progresos  entre  \osotros, 

16  llevando  también  el  Evangelio  á  otras  parles  que 
están  mas  allá  de  vosotros,  ni  nos  gloriaremos  de  aque- 
llo que  esté  cultivado  dentro  del  término  á  otros  se- 
ñalado. 

17  Por  lo  demás  el  que  se  gloría,  gloríese  en  el 
Señor. 

18  Pues  no  es  aprobado  quien  se  abona  á  sí  mis- 
mo, sino  aquel  á  quien  Dios  abona  6  alaba. 


CAPITULO  XI. 

Prosigue  su  discurso  contra  los  falsos  apóstoles,  gloriándose 
d€  que  ha  ejercido  su  ministerio  sin  recibir  ningún  socorro 
y  de  los  trabajos  que  ha  sufrido. 

1  ¡  Oh  si  soportaseis  por  un  poco  mi  indiscreción  ' ! 
Mas,  sí,  soportadme  y  sufridme ; 

2  ya  que  soy  amante  zeloso  de  vosotros,  i/  zeloso  en 
nombre  de  Dios  ^.  Pues  que  os  tengo  desposados  con 
este  único  esposo,  que  es  Christo ,  para  presentaros  á 
él  como  una  pura  y  casta  virgen '. 

3  Mas  temo,  que  así  como  la  serpiente  engañó  á 

1  Porque  indiscreción  os  parecerá  á  primera  vista  el  ala- 
barme á  mi  mismo. 

2  V  así  no  puedo  mirar  con  indiferencia  que  os  aficio- 
néis á  otro  qne  áDios. 

3  Explica  así  el  sentido  místico  de  los  Cantares  de  Sa- 
lomón ;  y  el  de  la  ley  del  Levítico  {XXI.  v.  14)  sobre  la  es- 
posa del  Sumo  pontífice. 


288       EPÍST.    II.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

Eva  con  su  astucia ,  así  sean  maleados  vuestros  espíri- 
tus, y  degeneren  de  la  sencillez  propia  del  diftdpvlo 
de  Christo  '. 

4  En  efecto  si  el  que  va  á  predicaros,  os  anun- 
ciase otro  Christo  que  el  que  os  hemos  predicado,  ú 
os  hiciese  recibir  otro  espíritu  mas  perfecto  que  el  que 
habéis  recibido ,  ú  otro  Evangelio  mejor  que  el  que  ha" 
beis  abrazado  ;  pudierais  con  razón  sufrirlo  y  seguirle  ^. 

5  Mas  yo  nada  pienso  liaber  hecho  menos  que  los 
mas  grandes  apóstoles  ^ 

6  Porque  dado  que  yo  sea  tosco  en  el  hablar,  no 
lo  soy  ciertamente  en  la  ciencia  de  Christo:  en  fin 
vosotros  nos  tenéis  bien  conocidos  en  lodo. 

7  ¿  Acaso  habré  cometido  una  falla  cuando,  por 
ensalzaros  á  vosotros,  me  he  humillado  yo  mismo, 
predicándoos  gratuitamente  el  Evangelio  de  Dios? 

8  He  despojado,  por  decirlo  asi,  á  otras  Iglesias, 
recibiendo  de  ellas  las  asistencias  de  que  necosilaha 
para  serviros  á  vosotros. 

9  Y  estando  yo  en  vuestra  patria,  y  necesitado,  á 
nadie  no  obstante  fui  gravoso ;  proveyéndome  de  lo 
que  me  faltaba  los  hermanos  venidos  de  Maccdonia ; 
y  en  todas  ocasiones  me  guardé  de  serviros  de  carga, 
y  me  guardaré  en  adelante. 

1  Seducidos  con  los  vanos  y  capciosos  discuisos  de  esos 
falsos  apóstoles,  que  intentan  captar  nuestra  voluntad. 

2  Y  no  podría  yo  quejarme  de  que  me  abandonaseis. 

3  No  diré  que  los  falsos  apóstoles,  pero  ni  que  Pedro 
Jnan,  Santiago,  etc.  ;  ni  que  sea  inferior  mi  doctrina  á  la 
que  ellos  predican. 


CAPÍTULO    XI.  289 

10  Os  aseguro  por  la  verdad  de  Chri&to  que  está  en 
mi,  que  no  tendrá  mengua  en  mí  esta  gloria  en  las 
regiones  de  A  chaya. 

11  ¿Y  por  qué  ?  ¿ será  porque  no  os  amo  ?  Dios  lo 
sabe,  y  vé  mi  intenso  amor. 

12  Pero  yo  hago  esto,  y  lo  haré  todavía,  á  fin  de 
cortar  enteramente  una  ocasión  de  (/loriarse,  á  aquellos 
que  la  buscan  con  hacer  alarde  de  parecer  en  todo  se- 
mejantes á  nosotros,  para  encontrar  en  esto  un  motivo 
de  gloriarse. 

13  Pues  los  tales  falsos  apóstoles,  son  operarios  en- 
gañosos é  hipócritas,  que  se  disfrazan  de  apóstoles  de 
Christo. 

14  Y  no  es  de  extrañar  ;  pues  el  mismo  Satanás  se 
trasforma  en  ángel  de  luz  : 

15  así  no  es  mucho  que  sus  ministros  se  trasfi- 
guren  en  ministros  de  justicia  ó  de  santidad  ;  mas  su 
paradero  será  conforme  á  sus  obras. 

16  Vuelvo  á  repetir,  (no  me  tenga  ninguno  por 
imprudente,  ó  á  lo  menos  sufridme  como  si  lo  fuese,  y 
permitidme  que  me  alabe  todavía  algún  tanto) 

17  lo  que  voy  á  decir  para  tomar  de  ello  motivo  de 
gloriarme,  creed,  si  queréis,  que  yo  no  lo  digo  según 
Dios,  sino  que  es  una  especie  de  imprudencia  ó  jac- 
tancia mia.. 

18  Mas  yaque  muchos  se  glorían  según  la  carne, 
dejad  que  yo  también  me  gloriaré. 

19  Puesto  que  siendo  como  sois  prudentes,  aguan- 
táis sin  pena  á  los  imprudentes. 

20  Porque  vosotros  aguantáis  á  quien  os  reduce  á 

ToM.  XIV.  25 


291)     EPÍST.    II.    DE    S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

esclavitud,  á  quien  os  devora,  á  quien  toma  vuestros 
bienes  estajandoos,  á  quien  os  trata  con  altanería,  á 
quien  os  hiere  en  el  rostro  ó  llena  de  injurias, 

2 1  Digo  esto  con  confusión  mia,  pues  en  este  punto 
pasamos  por  sobrado  débiles  ó  moderados  \  Pero  en 
cualquiera  otra  cosa  de  que  alguno  presumiere,  ^se 
vanagloriare  {os  parecerá  que  hablo  sin  cordura),  no 
menos  presumo  yo. 

22  ¿  Son  hebreos  ?  yo  también  lo  soy.  ¿  Son  israeli- 
tas ?  también  yo .  ¿  Son  del  linage  de  Abraham  ?  también 
lo  soy  yo. 

23  ¿Son  ministros  de  Christo  ?  (aunque  me  ex- 
pongo á  pasar  por  imprudente)  diré  que  yo  lo  soy  mas 
que  ellos,  pues  me  he  visto  en  muchísimos  mas  traba- 
jos, mas  en  las  cárceles,  en  azotes  sin  medida,  en  ries- 
gos de  muerte  frecuentemente. 

24  Cinco  veces  recibí  de  los  judíos  cuarenta  azotes 
menos  uno  ^. 

25  Tres  veces  íui  azotado  con  varas,  una  vez  ape- 
dreado, tres  veces  naufragué,  estuve  una  noche  y  un 
dia  como  hundiáo  en  alta  mar  á  punto  de  sumergirme, 

26  me  he  hallado  en  penosos  viages  muchas  veces, 
en  peligros  de  rios,  peligros  de  ladrones ,  peligros  de 


1  En  esa  parte  sí  que  confieso  que  he  ílaqueado,  según 
su  opinión  ;  pues  os  he  tratado,  no  como  ellos  os  tratan,  si- 
no con  afabilidad  y  humildad. 

2  Alude  á  la  ley  del  Deuteronoiuio  ,  cap.  XXF.  r.  3;  y 
para  no  exponerse  losjudlos  á  pasar  délos  cuarenta,  daban 
uuo  niúnos. 


CAPÍTULO   XI.  291 

los  de  mi  nación,  peligros  de  los  gentiles,  peligros  en 
poblado  ,  peligros  en  despoblado  ,  peligros  en  la  mar , 
peligros  entre  falsos  hermanos ; 

27  en  ioda  suerte  de  trabajos,  y  miserias,  en  mu- 
chas Vv^Wii^i y  desvelos,  en  hambre  y  sed,  en  muciios 
ayunos,  en  frió  y  desnudez  : 

28  fuera  de  estas  cosas  ó  males  exteriores,  cargan 
sobre  mí  las  ocurrencias  de  cada  dia,  por  la  solicitud 
y  cuidado  de  todas  las  Iglesias. 

29  ¿  Quién  enferma,  que  no  enferme  yo  con  él  ? 
¿  quién  es  escandalizado,  6  cae  en  pecado,  que  yo  no 
me  requeme  ? 

30  Si  es  preciso  gloriarse  de  alguna  cosa,  me  glo- 
riaré de  aquellas  que  son  propias  de  mi  flaqueza  '. 

31  Dios  que  es  el  Padre  de  nuestro  Señor  Jesu- 
Christo,  y  que  es  para  siempre  bendito,  sabe  que  no 
miento  ni  exagero. 

32  Y  aun  no  he  dicho  que  estando  en  Damasco,  el 
gobernador  de  la  provincia  por  el  rey  Arétas,  tenia 
puestas  guardias  á  la  ciudad  para  prenderme  ; 

33  mas  por  una  ventana  fui  descolgado  del  muro 
abajo  en  un  serón,  y  asi  escapé  de  sus  manos. 

1  Esto  es  ,  en  mis  penas  y  sufrimientos  ,  que  son  las  co- 
sas que  me  hacen  mas  semejante  á  JesnChristo. 


292    EPÍST.    II.    DE   S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

CAPÍTULO  XII. 

En  prueba  de  la  verdad  y  excelencia  de  su  apostolado,  refiere 
san  Pablo  sus  visiones  y  revelaciones  ;  y  concluye  mani- 
festando su  amor  á  los  corintlúos. 

1  Si  es  necesario  gloriarse,  (aunque  nada  se  gana 
en  iiacerlo )  yo  liaré  mención  de  las  visiones  y  re- 
velaciones del  Señor  '. 

2  Yo  conozco  á  un  hombre  que  cree  en  Christo, 
que  caforce  años  há  (si  en  cuerpo ,  ó  fuera  del  cuerpo 
no  lo  sé  ,  sábelo  Dios)  fue  arrebatado  liasla  el  tercer 
ciclo  ^ 

3  Y  sé  que  el  mismo  hombre,  (si  en  cuerpo,  ó 
fuera  del  cuerpo  no  lo  sé,  Dios  lo  sabe) 

4  fue  arrebatado  al  paraíso,  donde  oyó  palabras 
inefables  ,  que  no  es  lícito  ó  posible  á  un  hombre  el 

,  proferirlas  ó  explicarlas. 

5  Hablando  de  semejante  hombre  podré  gloriar- 
me ;  mas  en  cuanto  ú  mí ,  de  nada  me  gloriaré , 
sino  de  mis  flaquezas  y  penas. 

6  Verdad  es  que ,  si  quisiese  gloriarme  ,  podría 
hacerlo  sin  ser  imprudente,  porque  diría  verdad; 
pero  me  contengo,  á  fin  de  que  nadie  forme  de  mi 
persona  un  concepto  superior  á  aquello  que  en  mí 
vé ,  ó  de  mí  oye. 


1  Si  para  confusión  de  esos  falsos  apóstoles  es  preciso 
hablaren  alabanza  mia,  aunque  en  verdad  esto  no  con- 
viene, diré ,  etc. 

2  Véase  Cielo. 


capítulo  xií.  293 

7  Y  para  que  la  grandeza  de  las  revelaciones  no 
me  desvanezca  ,  se  me  ha  dado  el  estímulo  ó  agui- 
jón de  mi  carne,  que  es  como  un  ángel  de  Satanás, 
para  que  me  abofetee. 

8  Sobre  lo  cual  por  tres  veces  pedí  al  Señor  que 
le  apartase  de  mí ; 

9  y  respondióme  :  Bástate  mi  gracia  ,  porque  el 
poder  mío  brilla  y  consigue  su  fin  por  medio  de  la 
flaqueza*.  Así  que,  con  gusto  rae  gloriaré  de  mis 
flaquezas  ó  enfeimedades  ^  para  que  haga  morada  en 
mí  el  poder  de  Christo. 

10  Por  cuya  causa  yo  siento  satisfacción  i/  alegría 
en  mis  enfermedades ,  en  los  ultrajes  ,  en  las  ne- 
cesidades ,  en  las  persecuciones  ,  en  las  angustias 
en  que  me  veo  por  amor  de  Christo  ;  pues  cuando 
estoy  débil,  entonces  con  la  gracia  soy  mas  fuerte  ^. 

11  Casi  estoy  hecho  un  mentecato  con  tanto  ala- 
barme; mas  vosotros  me  habéis  forzado  á  serlo  ^. 
Porque  á  vosotros  os  tocaba  el  volver  por  mí ,  puesto 
que  en  ninguna  cosa  he  sido  inferior  á  los  mas  aven- 
tajados apóstoles  ;  aunque  por  mi  nada  soy  : 

12  en  efecto  yo  os  he  dado  claras  señales  de  mi 
apostolado  con  manifestar  una  paciencia  á  toda  prue- 


1  Brilla  mas  sosteniendo  al  hombre  en  medio  de  las  nías 
•V  iolentas  tentaciones, 

2  Porque  acudo  con  mas  ardor  á  apoyarme  en  la  gracia 
cié  Jesu- Christo. 

3  Por  no  haber  sostenido  mi  crédito  contra  esos  íkláo» 
apóstoles. 


294     EPiST.    II.    DE   S.    PABLO    A    LOS    CORINTHIOS. 

ba ,  con  milagros ,  con  prodigios ,  y  con  efectos  ex  ■ 
Iraordinarios   del  poder  divino. 

13  Y  en  verdad  ¿qué  habéis  Icnido  vosotros  de 
menos  que  las  otras  Iglesias ,  sino  es  que  yo  no  os 
he  sido  gravoso  '  ?  Perdonadme  ese  agravio  que  os 
he  hecho. 

14  Hé  ahí  que  es  esta  la  tercera  vez  que  me  dis- 
pongo para  ir  á  veros ;  y  tampoco  os  ocasionaré  gra- 
vamen. Porque  á  vosotros  os  busco  yo,  no  vuestros 
bienes ;  atento  á  que  no  son  los  hijos  los  que  deben 
atesorar  para  los  padres ,  sino  los  padres  para  los 
hijos. 

15  Yo  por  mí  gustosísimo  expenderé  cuanto  tengo, 
y  aun  me  entregaré  á  mí  mismo  por  la  salud  de 
vuestras  almas  ;  á  pesar  de  podrecerme  que  cuanto 
mas  os  quiero ,   soy  menos  querido  de  vosotros. 

16  En  hora  buena  (dirán)  ;  es  verdad  que  yo 
no  os  he  gravado  ,  pero  como  soy  astuto ,  os  he  co- 
gido con  dolo  '"■. 

17  Mas  ¿  acaso  por  medio  de  a'guno  de  mis  en- 
viados ,  os  he  yo  sonsacado  algo? 

18  A  mis  ruegos  fue  Tito,  y  con  él  envié  á  otro 
hermano.  ¿  Por  ventura  Tito  os  ha  estafado  ?  ¿  No 
procedimos  con  el  mismo  espíritu  y  desinterés  que 
antes?  ¿no  seguimos  las  mismas  pisadas? 

19  ¿Pensáis  que  aun  ahora,  al  decir  esto,  sea 

1  Ni  aun  exigiendo  'tan  siquiera  que  me  alimentaseis. 

2  O  ardid,  enviándoos  mis  discípulos  i)aia  recoger  li- 
mosnas. 


CAPÍTULO   XIII.  295 

nuestro  designio  juslificarnos  delante  de  vosotros? 
Delante  de  Dios  hablamos  y  según  el  Espíritu  de 
Christo ;  y  todo  cuanto  os  decimos ,  carísimos  ,  lo 
decimos  para  edificación  Tucstra. 

20  Lo  que  temo  que  suceda  es,  que  cuando  vaya 
yo  á  veros,  no  os  halle  tales  como  yo  quiero;  y  á  mí 
me  veáis  cual  no  queréis  '  ;  que  por  desgracia  haya 
quizá  entre  vosotros  contiendas,  envidias,  animosida- 
des ,  discordias  ,  detracciones ,  chismes ,  hinchazones  , 
sediciones  y  bandos  ; 

21  y  no  sea  que  cuando  yo  vaya,  me  humille  de 
nuevo  Dios  entre  vosotros ;  y  tenga  que  llorar  casti- 
gando á  muchos  de  los  que  antes  pecaron ,  y  todavía 
no  han  hecho  penitencia  de  la  impureza ,  y  fornica- 
ción ,  y  deshonestidad  en  que  han  vivido. 


CAPITULO  xm. 

Amenaza  el  Apóstol  con  graves  castigos  á  los  que  no  se 
hubieren  enmendado ;  ij  concluye  con  una  exhortación 
general. 

1  Mirad  que  por  tercera  vez  voy  á  visitaros :  por  el 
dicho  de  dos  ó  tres  testigos ,  co77io  dice  la  Ley  ^ ,  se 
decidirá  todo. 

2  Ya  lo  dije  antes  estando  presente ,  y  lo  vuelvo  á 


1  Esto  es  ,  obligado  á  echar  mano  del  rigor, 

2  Dcut.  XIX  V.  \b.~Mal(h.  XVIII  v.  16, 


296     EPIST.    II.     DE    S.    PABLO    A    LOS   CORINTHIOS. 

decir  ahora  ausente  :  que  si  voy  otra  vez,  no  perdona- 
ré á  los  que  antes  pecaron  ' ,  ni  á  todos  los  demás  ^. 

3  ¿  O  queréis  acaso  hacer  prueba  del  poder  de 
JesM-Christo,  que  habla  por  mi  boca,  y  del  cual  ya 
sabéis  que  no  ha  mostrado  entre  vosotros  flaqueza , 
sino  poder  y  virtud? 

4  Porque  si  bien  fue  crucificado,  como  flaco  según 
la  carne,  no  obstante  vive  aliora  por  la  virtud  de 
Dios.  Así  también  nosotros  somos  flacos  con  él ;  pero 
estaremos  también  vivos  con  él  por  la  virtud  de  Dios, 
que  haremos  brillar  entre  vosotros. 

5  Examinaos  á  vosotros  mismos  para  ver  si  mante- 
néis la  fé :  haced  prueba  de  vosotros.  ¿  Por  ventura 
no  conocéis  en  vosotros  mismos  *  que  Christo  Jesús 
está  en  vosotros?  á  no  ser  que  quizá  hayáis  decaído 
de  lo  que  antes  erais. 

6  Blas  yo  espero  que  reconoceréis ,  que  por  lo  que 
loca  á  nosotros  no  hemos  decaído  de  lo  que  éramos. 

7  Y  rogamos  á  Dios  que  no  cometáis  mal  ninguno, 
y  no  al  contrario  que  nosotros  aparezcamos  ser  lo  que 
somos  con  la  ostensioii  de  nuestro  poder^  sino  que 
obréis  bien ;  aun  cuando  parezcamos  nosotros  haber 
decaído  de  lo  que  somos  *. 


1  Aates  de  mi  primera  carta, 

2  Que  pecaron  después  de  haberla  escrito. 

3  Por  las  buenas  obras  que  hacéis,  y  los  prodigios  que 
'  obráis  en  su  nombre. 

4  O  no  podamos  hacer  uso  de!  poder  apobtólico  para 
castigar. 


CAPÍTULO  xni.  297 

8  Porque  nada  podemos  contra  la  verdad  y  justicia, 
sino  que  todo  nuesiro  poder  es  á  favor  de  la  verdad. 

9  Así  es  que  nos  gozamos  de  que  estéis  fuertes  eyi  la 
virtud,  y  que  nosotros  parezcamos  flacos  ó  sin  poder. 
Y  pedimos  igualmente  á  Dios  que  os  haga  perfectos. 

10  Por  tanto  os  escribo  estas  cosas  estando  ausente, 
á  Qn  de  que  presente,  no  haya  de  proceder  con  rigor, 
usando  de  la  potestad  que  Dios  me  ha  dado,  la  cual 
es  para  ediñcacion ,  y  no  para  ruina  ó  destrucción. 

11  Por  lo  demás,  hermanos,  estad  alegres  '  ,  sed 
perfectos ,  exhortaos  los  unos  á  los  otros ,  reunios  en 
un  mismo  espíritu  y  corazón ,  vivid  en  paz ,  y  el  Dios 
de  la  paz ,  y  de  la  caridad  será  con  vosotros. 

12  Saludaos  recíprocamente  con  el  ósculo  santo. 
Todos  los  santos  ó  Jicles  os  saludan. 

13  La  gracia  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo  y  la 
caridad  de  Dios  Padre,  y  la  participación  del  Espíritu 
santo  sea  con  todos  vosotros.  Amen. 


1  La  palabra  del  texto  griego  XítZ/síTS  ,  equivale  á  h 
expresión  latina  Bene  válele ,  en  castellano,  Dios  os  guar- 
de \  pasadlo  bien. 


FJN  DE  LA  EPiSTOLA  SEGUNDA  DE  SAN  PABÍX> 
A  LOS  CORINTHIOS. 


LA 

SAGRADA  BIBLIA, 

NUEVAMENTE  TRADUCIDA  AL  ESPAÑOL , 

É  ILUSTRADA  CON  NOTAS 
POR 

DO\  FÉLIX  TORRES  AMAT. 

KDICION    REIMPRESA    DE    LA    SEGUNDA    DE    MADRID. 

TOMO    XV. 

LAS  ONCE  EPÍSTOLAS  ÜLTLMAS  DE  S.  PABLO, 

LAS  DE  SANTIAGO ,  S.  PEDRO , 

S.  JUAN ,  S.  JUDAS  Y  EL  APOCALYPSL 


Px^IS, 

LIBRERÍA  DE  LOS  SS.  D.  VICENTE  SALVA  ¿  HIJO. 
CALLE  DE  LILLE.  N".  4. 

183»). 


Imprenta  de  í.  Smilb,  calle  de  Moutmorency,  n.  10. 


EPÍSTOLA 

DEL  APÓSTOL  S.  PABLO 

Á  LOS  GÁLATAS. 


CAPITULO    PRIMERO. 

Reprende  á  los  gálaías  por  haber  dado  oidos  á  unos  falsos 
apóstoles,  abandonando  la  doctrina  que  les  habia  ense- 
ñado, y  que  recibió  él  de  Jesu-Chri^to.  Refiere  lo  que 
el  era  antes  y  después  de  su  conversión. 

1  Pablo,  constituido  apóstol  no  por  los  hombres  ni 
por  la  autoridad  de  hombre  alguno  ',  sino  por  Jesu- 
Christo ,  y  por  Dios  su  Padre ,  que  le  resucitó  de  en- 
tre los  muertos; 

2  y  todos  los  hermanos  que  conmigo  están ,  á  las 
Iglesias  de  Galacia. 

3  Gracia  á  vosotros,  y  paz  de  parte  de  Dios  Pa- 
dre ,  y  de  Jesu-Christo  nuestro  Señor, 

4  el  cual  se  dio  á  sí  mismo  ú  la  muerte  por  nues- 
tros pecados,  para  sacarnos  de  la  corrupción  de  este 
mundo,  conforme  á  la  voluntad  de  Dios,  y  Padre 
nuestro, 

1  Como  dicen  vuestros  nuevos  maestros. 


4  EPIST.    DE   S.    PABLO    A    LOS   CALATAS. 

5  cuya  es  la  gloria  por  los  siglos  de  los  siglos. 
Amen  '. 

6  Me  maravillo  como  así  tan  de  ligero  abandonáis 
al  que  os  llamó  á  la  gracia  de  Jesw-Christo,  para  se- 
guir otro  Evangelio ; 

7  mas  no  es  que  haya  otro  Evangelio ,  sino  que  hay 
algunos,  que  os  traen  alborotados,  y  quieren  trastor- 
nar el  Evangelio  de  Christo  "". 

8  Pero  aun  cuando  nosotros  mismos,  ó  un  ángel 
del  cielo,  si  posible  fuese^  os  predique  un  Evangelio 
diferente  del  que  nosotros  os  hemos  anunciado ,  sea 
anathema  '. 

9  Os  lo  he  dicho  ¿/a ,  y  os  lo  repito :  cualquiera 
que  os  anuncie  un  Evangelio  diferente  del  que  babeis 
recibido,  sea  anathema. 

10  Porque  en  fin  ¿busco  yo  ahora  la  aprobación 
de  los  hombres,  ó  de  Dios  ?  ¿  Por  ventura  pretendo 
agradar  á  los  hombres  ?  Si  todavía  prosiguiese  com- 
placiendo á  los  hombres  * ,  no  seria  yo  siervo  de 
Christo. 

11  Porque  os  hago  saber,  hermanos,  que  el  Evan- 

1  Unamos  nuestro  corazón  con  el  de  S.  Pabloj  y  eleván- 
dole acia  Dios  amoroso,  criador  y  redentor  nuestro,  pro- 
rnmpamos  muchas  veces  en  un  Amen  de  adoración,  de  ala- 
banza, de  acción  de  gracias  y  de  un  ardiente  deseo  de  que 
Dios  sea  gloriñcado  por  sus  misericordias. 

2  Ofuscando  su  pureza  con  falsas  doctrinas,  y  soste- 
niendo con  vigor  las  ceremonias  legales. 

3  Maldito  sea,  y  de  todos  execrado. 

4  Esto  es,  á  los  principales  de  mi  nación. 


ADVERTENCIA 


LA  EPÍSTOLA  DE  S.  PABLO  A  LOS  GaLATAS. 


Los  pueblos  de  Galacia,  provincia  del  Asia 
menor,  liahian  sido  convertidos  ci  la  fé  por 
san  Pablo  ;  mas  después  muchos  fieles  se  ha- 
hian  dejado  seducir  por  unos  falsos  apóstoles 
que  les  predicaban  que  la  fé  de  Jesu-Christo 
no  los  salvaría,  si  no  se  hadan  circuncidar, 
y  no  se  sometian  á  todas  las  demás  observan- 
cias de  la  Ley  de  Moysés,  Estos  doctores  ju- 
daizantes procuraban  desacreditar  al  Após- 
tol en  el  concepto  de  los  gdlatas,  diciendo  que 
ni  había  sido  instruido,  ni  enviado  por  Jesu-- 
Christo ;  y  que  la  doctrina  era  diferente  de 
la  de  los  demás  apóstoles.  Establece  pues 
desde  el  principio  de  esta  carta  la  verdad  de 
su  apostolado,  y  la  certeza  de  su  doctrina, 
que  aprendió  del  mismo  Jesu-Christo:  prue" 


t  ADVERTENCIA. 

ba  en  seguida  la  inutilidad  de  las  ceremonias 
legales  para  lajustijícacion,  y  finalmente  da 
á  los  gálatas  algunos  avisos  para  el  arreglo 
de  costumbres. 


CAPITULO    I.  5 

gelio  que  yo  os    he  predicado,  no  es  una  cosa  hu- 
mana ; 

12  pues  no  le  he  recibido,  ni  aprendido  yo  de  al- 
gún hombre ,  sino  por  revelación  de  Jesu-Christo. 

13  Perqué  bien  habéis  oido  decir  el  modo  con  que 
en  otro  tiempo  vivia  yo  en  el  judaismo ;  con  qué  exce- 
so de  furor  perseguia  la  Iglesia  de  Dios,  y  la  desolaba, 

14  y  me  señalaba  en  el  judaismo  mas  que  muchos 
coetáneos  mios  de  mi  nación ,  siendo  en  extremo  ze- 
loso  de  las  tradiciones  de  mis  padres  '. 

15  Blas  cuando  plugo  á  aquel  Señor,  queme  des- 
tinó ^  separó  desde  el  vientre  de  mi  madre ,  y  me  lla- 
mó con  su  gracia, 

16  el  revelarme  á  su  Hijo,  para  que  yo  le  predi- 
case á  las  naciones  ,  lo  hice  al  punto  sin  tomar  consejo 
de  la  carne  ni  de  la  sangre , 

17  ni  pasar  á  Jerusalem  en  busca  de  los  apóstoles 
anteriores  á  mí  ^ ;  sino  que  me  fui  luego  á  la  Arabia  ^, 
de  donde  volví  otra  vez  á  Damasco  : 

18  de  allí  á  tres  años  fui  á  Jerusalem  para  visitar  á 
Pedro,  y  estuve  con  él  quince  dias ; 

1  El  empeño  contraído  ya  con  los  ruidosos  procedimien- 
tos anteriores;  la  consideración  que  lograba  en  el  partido 
de  los  Fariseos^  que  era  entonces  muy  poderoso ;  una  falsa 
ilustración  y  un  falso  zelo,  hé  aquí  los  obstáculos  que  de- 
tenidn  á  sao  Pablo  en  el  error. 

"2  Para  recibir  de  ellos  el  apostolado,  y  el  Evangelio  que 
debía  anunciar. 

3  A  predicar  á  Jesu-Christo,  según  la  orden  que  liabia 
recibido  del  mismo  Dios. 


6  EPÍST.    DE    S.    PABLO   A  LOS    CALATAS. 

19  y  no  vi  á  otro  alguno  de  los  apóstoles,  sino  á 
Santiago ,  el  primo  hermano  del  Señor. 

20  De  todo  esto  que  os  escribo ,  pongo  á  Dios  por 
testigo  que  no  miento. 

21  Desde  allí  fui  á  los  países  de  Syria  ,  y  de  Cili- 
cia. 

22  Hasta  entonces  no  me  conocian  de  vista  las 
Iglesias  de  Christo  que  habia  en  la  Judea ; 

23  solamente  habían  oído  decir:  Aquel  que  antes 
nos  perseguía  ,  ahora  predica  la  fé,  que  en  otro  tiem- 
po impugnaba: 

24  y  glorificaban  á  Dios  por  causa  de  mi  conver- 
sión. 

CAPITULO  II. 

San  Pablo  predica  con  libertad  contra  los  falsos  apóstoles, 
y  contra  los  judaizantes.  Resistencia  que  hizo  á  Céphas 
en  AntiocJua  sobre  las  ceremonias  legales.  Nadie  es  justi- 
ficado sino  por  lafé  en  Jesu-Christo. 

1  Catorce  años  después  volví  á  Jerusalem  con  Ber- 
nabé ,  llevando  también  conmigo  á  Tilo. 

2  Este  viage  le  hice  movido  de  una  revelación ;  y 
conferí  con  los  fieles  de  allí  el  Evangelio,  que  predico 
entre  las  naciones,  en  particular  con  los  mas  autori- 
zados, por  no  seguir  quizá  mi  carrera  sin  fruto ,  ó  ha- 
berla seguido  en  vano  '. 

1  Puesto  que  mis  émulos  andaban  diciendo  que  yo  pre- 
dicaba iin  Evangelio  contrario  al  de  los  demás  apóstoles, 
enseñando  qne   no  eran  necesarias  las  ceremonias  legales 


CAPÍTULO  II.  7 

3  Mas  lii  aun  Tito,  que  me  acompañaba,  con  ser 
gentil,  fue  obligado  á  ciicuncidarse; 

4  ni  aun  por  miramiento  á  aquellos  falsos  herma- 
nos, que  furtivamente  se  metieron  á  espiar  la  liber- 
tad ,  con  que  procedemos  en  Christo  Jesús,  á.  fin  de 
reducirnos  á  la  servidumbre  de  la  Ley  antigua. 

5  A  los  cuales  ni  por  un  momento  quisimos  ceder 
ni  sujetarnos,  para  que  la  verdad  del  Evangelio  se 
mantenga  Jirme  entre  vosotros  : 

6  en  cuanto  á  los  que  parecian  ser  los  mas  distin- 
guidos ,  (nada  me  importa  lo  que  hayan  sido  en  otro 
tiempo:  en  Dios  no  hay  acepción  de  personas)  aque- 
llos, digo ,  que  parecian  ser  los  mas  autorizados,  nada 
me  enseñaron  de  nuevo. 

7  Antes  al  contrario  habiendo  reconocido  '  que  á 
mí  se  me  habia  confiado  por  Dios  el  evangelizar  á  los 
incircuncisos,  asi  como  á  Pedro  á  los  circuncisos ; 

8  (pues  quien  dio  eficacia  á  Pedro  para  el  aposto- 
lado entre  los  circuncisos,  me  la  dio  también  á  mí 
para  entre  los  gentiles) 

9  habiendo,  digo,  conocido  Santiago,  Céphas  y 
Juan,  que  eran  reputados  como  columnas  de  la  Igle- 
sia, la  gracia  que  se  me  habia  dado  ,  nos  dieron  las 
manos,  en  señal  de  convenio,  á  mí ,  y  á  Bernabé; 
para  que  nosoV'OS  predicásemos  á  los  gentiles,  y  ellos 
á  los  circuncidados : 

10  solamente  nos  recomendaron  que  tuviésemos 

1  Por  los  grandes  efectos  de  mi  predicación  entre  los 
gentiles. 


B  Kl'lST.    DE   S.    PABLO    A    LOS    «lA LATAS. 

présenles  á  los  pobres  de  la  Jadea;  cosa  qiie  he  pro- 
curado hacer  con  esmero. 

—  11  Y  cuando  vino  después  Céphas  ó  Pedro  á  An- 
tiochia,  le  hice  resistencia  cara  á  cava,  por  ser  digno 
de  reprensión. 

12  Pues  antes  que  llegasen  ciertos  sogetos  de  parte 
de  Santiago ,  comia  con  los  gentiles  ' ;  mas  llegados 
que  fueron ,  empezó  á  recatarse  y  separarse  ,  por  te- 
mor de  aquellos  circuncisos. 

13  Y  los  demás  judies  se  conformaron  con  su  porte 
disimulada,  por  manera  que  aun  Bernabé  fue  indu- 
cido por  ellos  á  usar  de  la  misma  simulación  ^. 

1  Sin  hacer  distinción  de  viandas. 

2  Erraba  Pedro,  pero  no  en  la  doctrina,  pues  es  claro 
que  pensaba  y  creia,  como  Pablo,  que  no  era  necesaria  la 
observancia  de  las  ceremonias  de  la  l^ey  de  Moysés  ;  sino 
que  erraba  en  tener  con  los  judíos  una  condescendencia 
que  era  perjudicial;  porque  absteniéndose  de  comer  con 
los  cristianos  convertidos  del  gentilismo,  daba  á  los  judíos 
nuevo  pretexto  de  querer  obligar  á  todos  los  fieles,  á  U 
observancia  de  la  Ley  de  Moysés.  Y  asi  Pedro,  aunque 
con  buen  fin ,  ofendía  con  su  porte  la  verdad  del  Evan- 
gelio.— Es  bellísima  la  reflexión  que  sobre  este  pasage  hace 
san  Agustín  FJp.  XXIX.  ad  Hieran.  Lo  que  hizo  útil- 
mente Pablo  con  la  libertad  de  la  caridad,  fue  recibido 
por  Pedro  con  santa,  benigna  y  piadosa  humildad;  y  en 
este  caso,  mas  raro  es  y  mas  santo  el  ejemplo  que  dejó 
Pedro  á  los  succesores  de  no  desdeñarse  de  ser  corregi- 
dos por  los  inferiores  ( en  caso  de  separarse  del  recto  ca- 
mino), que  el  ejemplo  que  dio  Pablo  á  los  inferiores  de  re- 
sistir, salva  la  caridad  fraternal,  á  los  mayores  para  soste< 
ner  la  verdad  evangélica.  Pues  mas  digno  de  admiración  y 


CAPÍTULO  II.  9 

14  Pero  yo,  vislo  que  no  andaban  derechamenle 
conforme  ú  la  verdad  del  Evangelio,  dije  á  Céphas  en 
presencia  de  todos  :  Si  tú,  con  ser  judio,  vives  como 
los  gentiles ,  y  no  como  los  judíos ,  ¿  cómo  con  tu  ejem  - 
pío  fuerzas  á  los  gentiles  á  judaizar? 

15  Nosotros  somos  de  naturaleza  judíos,  y  no  de 
canta  de  gentiles  pecadores  ó  idólatras. 

16  Sin  embargo  sabiendo  que  no  se  justifica  el  hom- 
bre por  las  obras  solas  de  la  Ley ,  sino  por  la  fé  de 
Jesu-Chrislo,  por  eso  creemos  en  Christo  Jesús,  á  fin 
de  ser  justificados  por  la  fé  de  Christo,  y  no  por  las 
obras  de  la  Ley ;  por  cuanto  ningún  mortal  será  justi- 
ficado por  las  obras  de  la  Ley. 

17  Y  si  queriendo  ser  justificados  en  Christo,  ve- 
nimos á  ser  también  nosotros  pecadores  por  no  obser- 
var la  antigua  Ley,  ¿  no  se  dirá  entonces  que  Christo 
es  ministro  y  causa  del  pecado?  En  ninguna  manera 
puede  jamás  serlo. 

13  Mas  si  yo  vuelvo  á  edificar  lo  mismo  que  he 
destruido  como  inútil  ' ,  me  convenzo  á  mí  mismo  de 
prevaricador. 

10  Pero  la  verdad  es  que  yo  estoy  muerto  á  la  Ley 
antigua ,  por  lo  que  me  enseña  la  Ley  misma  ^ ;  á  fin 


alabanza  es  escuchar  de  buena  gana  al  que  corrige,  que 
corregir  al  que  yerra.  Pablo,  pues,  tiene  la  alabanza  de  una 
justa  libortad  ;  Pedro  la  de  una  santa  humildad,  S.  Aug. 
Ep.  LXXXÍL  n.  ^27. 

1  Abrazando  las  ceremonias  que  he  dicho  ser  inútiles. 

2  Anunciando  la  nueva  ley  que   había  de  establecer  el 
Mesías. 


10  EPÍST.     DE    S.    PABLO    A    LOS    (ULATAS. 

de  vivir  para  Dios:  esloy  clavado  en  la  cruz  junta - 
mente  con  Christo. 

20  Y  yo  vivo  ahora,  ó  mas  bien  no  soy  yo  el  que 
vivo,  sino  que  Christo  vive  en  mi.  Así  la  vida  que  vivo 
ahora  en  esta  carne,  la  vivo  en  la  fé  del  Hijo  de  Dios, 
el  cual  me  amó  ,  y  se  entregó  á  sí  mismo  á  la  muerte 
por  mí  ^ 

21  No  desecho  esta  gracia  ó  merced  de  Dios  ^  Por- 
que si  por  la  Ley  antigua  se  obtiene  la  justicia ,  luego 
en  balde  Christo  murió. 


CAPITULO  II!. 

Ni  antes  ni  después  de  la  Ley  escrilapiido  haber  justificación 
de  hombre  sino  por  la  fe'  viva  en  Jesu-  Christo. 

1  ¡  Oh  gálatas  insensatos !  ¿  quién  os  ha  fascinado 
ó  hechizado  para  desobedecer  asi  á  la  verdad  ?  voso- 
tros ,  ante  cuyos  ojos  ha  sido  ya  representado  Jesu- 
Christo  como  crucificado  en  vosotros  mismos '. 

2  Una  sola  cosa  deseo  saber  de  vosotros  :  ¿  habéis 
recibido  al  Espíritu  santo  por  las  obras  de  la  Ley,  ó 
por  la  obediencia  á  la  fé  que  se  os  ha  predicado  ? 


1  Para  darme  la  vida  de  la  gracia. 

2  Y  así  no  iré  á  buscar  la  sautificacion  en  las  ceremo- 
nias de  la  Ley  antigua,  que  no  pueden  causarla ,  sino  en 
lafé. 

3  ¿  Para  libraros  del  yugo  del  pecado  y  de  la  Ley  antigua? 


(  AFITULO    IIÍ.  I  i 

3  ¿  Tan  necios  sois ,  que  habiendo  comenzado  por 
el  espíritu,  ahora  vengáis  á  parar  en  la  carne  '  ? 

4  Tanto  como  habéis  sufrido  por  Jesu-Christo, 
¿  será  en  vano?  Pero  yo  espero  en  Dios  que  al  cabo  no 
ha  de  ser  en  vano. 

b  Ahora  pues  aquel  que  os  comunica  el  Espíritu 
sofito,  y  obra  milagros  entre  vosotros,  ¿lo  hace  por 
virtud  de  obras  de  la  Ley,  ó  por  la  fé  que  habéis  oido 
predicar? 

6  Ciertanmtte  que  por  lafé,  según  está  escrito: 
Creyó  Abraham  á  Dios,  y  su  fé  se  le  reputó  por  jus- 
ticia *. 

7  Reconoced  pues ,  que  los  que  abrazan  la  fé ,  esos 
son  los  verdaderos  hijos  de  Abraham  '. 

8  Así  es  que  Dios  en  la  Escritura  * ,  previendo  que 
habia  de  justificar  á  los  gentiles  por  medio  de  la  fé , 
lo  anunció  de  antemano  á  Abraham  diciendo :  En  tí  ^ 
serán  benditas  todas  las  gentes. 

9  Luego  los  que  tienen  fé,  esos  son  benditos  con  ei 
fiel  Abraham. 

10  En  lugar  de  que  todos  los  que  se  apoyan  en  las 
obras  de  la  Ley,  están  sujetos  á  maldición.  Pues  está 


i  ¿  O  en  las  ceremonias  carnales  de  la  Ley  ? 

2  Gen.  XV.  v.  Q—Rom.  IV.  v.  3.  Ebto  es,  la  viva  fé 
que  tuvo  en  la  promesa  de  que  el  Salvador  habia  de  nacer 
de  su  descendencia. 

o  Aunque  no  desciendan  de  él  según  la  carne. 

4  Gen.  XH  v.  3.  —  Ezech.  XLIV.  v.  20. 

5  Esto  es,  en  el  Mesías  que  nacerá  de  tí. 


12  EPÍST.    DE    S.    PaüLO    a    bOS    CALATAS. 

escrilo  :  Maldito  es  cualquiera  que  no  observare  cons- 
lanlemente  lodo  lo  que  está  escrilo  en  el  libro  de  la 
Ley  '. 

1 1  Por  lo  demás ,  el  que  nadie  se  justifica  delante 
de  Dios  por  la  Ley,  está  claro ;  porque  el  justo  vive 
por  la  fé  ^. 

12  La  Ley  empero  no  tiene  el  ser  ó  no  se  deriva  de 
la  fé;  solo  si,  el  que  la  cumpliere,  vivirá  en  ella  '. 

13  Jpsií-Christo  nos  redimió  de  la  maldición  de  la 
Ley,  habiéndose  hecho  por  nosotros  objeto  de  maldi- 
ción ,  pues  esíá  escrilo  '''  :  Maldito  lodo  aquel  que  es 
colgado  en  un  madero  * ; 

11  y  lodo  esto,  para  que  la  bendición  de  Abraham 
cupiese  á  los  gentiles  por  Jesn-Chrislo  ,  á  fin  de  que 
así  por  medio  de  la  fé  recibiésemos  la  promesa  del 
Espíritu  sanio  ^. 

— 15  Hermanos  mios,  (me  serviré  del  ejemplo  de 
una  cosa  humana  i/  ordinaria)  después  que  un  hom- 
bre ha  otorgado  en  debida  forma  un  testamento,  na- 
die puede  ni  anularle,  ni  alterarle. 

16  Las  promesas  se  hicieron  á  Abraham  ,  y  al  des- 


1  Drut  XX rn.  7  26 

2  Hahac.  II.  r.  4.  —  Rim.  I,  v.  17. 

3  Lecil.  XVIIl.  V.  5.  Para  cumplirla  es  necesaria  la  fé 
en  Jesa  Christo;  y  asi  los  que  no  creen  en  él,  están  bajo  la 
maldición  .  pues  no  observan  la  lif  y. 

^'fíeut.XXL  V.  23. 

5  Piies  por  sus  maldades  le  habrán  puesto  allí. 

tí  O  la  abundancia  de  sus  dones  v  gracia. 


CAPÍTULO   Itl.  13 

cendíenle  de  él.  No  dice  :  Y  á  los  descendientes,  como 
si  fuesen  muchos,  sino  como  uno  precisamente  :  Y  al 
descendiente  de  ti ,  el  cual  es  Christo. 

1 7  Lo  que  quiero  pues  decir  es ,  que  habiendo  he- 
cho Dios  una  alianza  con  Abraham  en  debida  forma  , 
la  ley  dada  cuatrocientos  y  treinta  años  después ,  no  ha 
podido  anularla,  ni  invalidar  la  promesa  '. 

18  Porque  si  la  herencia  esta  de  bendiciones  espi- 
rituales se  nos  da  por  la  Ley,  ya  no  es  por  la  promesa. 
Y  Dios  hizo  por  medio  de  la  promesa  la  donación  á 
Abraham. 

19  Pues  ¿de  qué  ha  servido,  diréis,  la  Ley?  Pú- 
sose por /reno  de  las  trasgresiones  *,  hasta  que  viniese 
el  descendiente  de  Abraham ,  á  quien  se  hizo  la  pro- 
mesa, siendo  dicha  Ley  dada  por  mano  de  los  ánge- 
les, por  medio  del  medianero  Moysés  '. 

20  No  hay  empero  mediador  de  uno  solo  ^ ;  y  Dios, 
al  hacerla  promesa  á  Abraham,  es  uno  \ 


1  Subsiste  pnes  la  promesa  hecha  á  Abraham  de  comu- 
nicarnos las  bendiciones  de  la  gracia  por  medio  de  la  fé  en 
Jesu-Christo. 

2  Para  demostración  de  la  necesidad  de  la  gracia  ;  á  fin 
de  qne,  en  vista  de  su  flaqueza,  clamasen  los  hombres  á 
Dios  por  la  gracia  medicinal.   Rom.  Vil.  v.  13. 

3  DeuiiXXXni.  V.  2.—'Act.  VIL  1.38. 

4  Lo  fae  Moysés  entre  Dios  y  el  pueblo ;  y  por  no  cuuj- 
plir  este  la  Ley,  ó  los  pactos  con  Dios,  era  de  ver  que  la 
Ley  antigua  debia  acabarse. 

5  Para  la  promesa  no  hubo  mediador  ninguno;  y  así  el 
rutnpiimiento  de  la  promesa  es  infalible,  por  no  depender 
)na.<5  que  de  Dios. 


14  EPÍST.    DE    S.    PAULO    A    LOS   CALATAS. 

21  Luego  (replicaréis)  ¿  la  Ley  es  contra  las  pro- 
mesas de  Dios  '  ?  No  por  cierto.  Porque  si  se  hubiese 
dado  una  Ley,  que  pudiese  vivificar  ó  justificar,  la  jus- 
ticia ó  santidad,  provendría  realmente  de  la  Ley,  1/ 
no  de  la  Je  ^. 

22  Mas  la  Ley  escrita  dejó  sujetos  á  todos  al  pe- 
cado, para  que  la  promesa  se  cumpliese  á  los  creyen- 
tes por  la  fé  en  Jesu-Christo. 

23  Así  antes  del  tiempo  de  la  fé ,  estábamos  como 
encerrados  bajo  la  custodia  de  la  Ley  '  hasta  recibir 
la  fé ,  que  habla  de  ser  revelada. 

24  Por  manera  que  la  Ley  fue  nuestro  ayo  que 
nos  condujo  á  Christo  por  medio  de  los  sacrijicios  y 
ceremonias,  para  ser  justificados  por  la  fé  en  él. 

25  i\Ias  venida  la  fé ,  ya  no  estamos  sujetos  al  ayo. 
2«  Porque  todos  sois  hijos  de  Dios  por  la  fé  en  Je- 
su-Christo. 

27  Pues  todos  los  que  habéis  sido  bautizados  en 
Christo,  estáis  revestidos  de  Christo  '', 


1  Puesto  que  no  eran  por  ella  benditos  los  hijos  de  Abra- 
liam. 

2  Y  entonces  hubiera  sido  superfina  la  promesa  de  jus- 
tificar por  la  fé. 

3  Como  siervos  sujetos  á  la  Ley,  solo  por  el  temor  del 
castigo  nos  absteníamos  del  mal.  Y  así  la  Ley  hacia  para 
con  nosotros,  débiles  y  niños  en  la  ciencia  de  Dios,  el  oficio 
de  un  pedagogo,  y  de  un  maestro  severo,  que  nos  condu- 
cía á  Christo, 

4  Y  despojados  del  hombre  viejo,  ó  de  vuestros  vicios, 
estáis  estrechamente  unidos  con  el, 


CAPÍTULO    IV.  15 

28  Y  ya  no  hay  distinción  de  judío,  ni  griego;  ni 
de  siervo ,  ni  libre;  ni  tampoco  de  hombre,  ni  muger. 
Porque  todos  vosotros  sois  una  cosa  en  Jesu-Christo  '. 

29  Y  siendo  vosotros  miembros  de  Chrislo,  sois  por 
consiguiente  hijos  de  Abraham ,  y  los  herederos  según 
la  promesa  ^. 


CAPÍTULO   IV. 


Compara  la  Ley  antigua  con  un  tutor,  y  á  los  judíos  con 
un  pupilo  :  dice  que  Quisto  puso  ya  a  los  hombres  en  li- 
bertad. Después  de  varias  expresiones  de  sentimiento 
amoroso,  prueba  por  la  Escritura  misma,  cuando  habla 
de  Isaac  c'  Ismae'l,  que  la  Ley  escrita  no  puede  hacer  liga 
con  la  ley  de  gracia. 

1  Digo  además ,  que  mientras  el  heredero  es  niño , 
en  nada  se  diferencia  de  un  siervo ,  no  obstante  ser 
dueño  de  todo; 

•2  sino  que  está  bajo  la  potestad  de  los  tutores  y 
curadores  ,  hasta  el  tiempo  señalado  por  su  padre  : 

3  así  nosotros  cuando  éramos  todavía  niños  ,  está- 
bamos servilmente  sujetos  á  las  primeras  y  mas  gro- 
seras instrucciones  que  se  dieron  al  mundo. 

4  Mas  cumplido  que  fue  el  tiempo,  envió  Dios  á 
su  Hijo,  formado  de  una  muger ,  y  sujeto  á  la  Ley  ^ 


2  Un  cuerpo  unido  á  su  cabeza.  Rom.  XIL  v.  5, 

2  Sin  necesitar  ya  para  nada  las  ceremonias  de  la  Ley. 

3  Véase  Ley. 


16  EPÍST.    DE    S.    PAULO    A    LOS    CALATAS. 

5  para  redimir  á  los  que  estaban  debajo  de  la  Ley , 
y  á  fin  de  que  recibiésemos  la  adopción  de  hijos. 

6  y  por  cuanto  vosotros  sois  hijos ,  envió  Dios  á 
vuestros  corazones  el  Espíritu  de  su  Hijo ,  el  cual  nos 
hace  clamar  :  Abba  ,  esto  es,  Padre  mió. 

7  y  así  ninguno  de  vosotros  es  ya  siervo,  sino  hijo. 
Y  siendo  hijo,  es  también  heredero  deDiospoj-  Christo. 

8  Verdad  es  que  cuando  no  conocíais  á  Dios  ,  ser- 
víais á  los  que  realmente  no  son  dioses. 

9  Pero  ahora  habiendo  conocido  á  Dios ,  o  por  me- 
jor decir,  habiendo  sido  de  Dios  amados  y  conocidos , 
¿  cómo  tornáis  otra  vez  á  esas  observancias  legales , 
que  son  sin  vigor  ni  suficiencia ,  queriendo  sujetaros 
nuevamente  á  ellas  '  ? 

10  Observáis  todavía  los  ritos  de  ios  dias  .  y  meses , 
y  tiempos ,  y  años  ^. 

11  Temóme  de  vosotros,  no  hayan  sido  mutiles 
entre  vosotros  mis  trabajos. 

12  Sed  como  yo,  ya  que  yo  he  sido  como  vosotros  '  : 
¡  oh  hermanos  mios!  os  lo  ruego  encarecidamente  :  á 
mí  en  nada  me  habéis  agraviado. 

13  Al  cordrario  bien  sabéis  que  cuando  tiempo  há 
os  prediqué  el  Evangelio  ,  lo  hice  entre  las  persecu- 
ciones y  aflicciones  de  la  carne  ^ ;  y  en  tal  estado  de 


1  Heh.  VII.  v.lS. 

2  Esto  es,  los  sábados,  las  lunas  nuevas,  y  otras  fiestas 
í\e  los  judíos. 

•i  Zeloso  observador  he  sido  también  de  las  ceremonia.'» 
líbales,  hasta  que  por  la  fé  he  quedado  lihre, 
4  //.  Cor.  XII.  V.7. 


capítulo   IV.  17 

mi  carne  ó  de  humillación  mia  ,  que  os  era  materia  de 
tentación , 

14  no  me  despreciasteis,  ni  desechasteis;  antes 
bien  me  recibisteis  como  á  un  ángel  de  Dios ,  como 
al  mismo  Jesu-Christo. 

15  ¿Dónde  está  pues  ahora  aquella  felicidad  en 
que  os  gozabais?  Porque  yo  puedo  testificar  de  voso- 
tros, que  entonces  estabais  prontos,  si  posible  fuera, 
á  sacaros  los  ojos ,  para  dármelos  á  mi. 

16  Con  que  por  deciros  la  verdad,  ¿me  he  hecho 
enemigo  vuestro? 

17  Esos/rt?sos  apóstoles  procuran  estrecharse  con 
vosotros ;  mas  no  es  con  buen  fin ,  sino  que  pretenden 
separaros  de  nosotros ,  para  que  los  sigáis  á  ellos. 

18  Sed  pues  zelosos  amantes  del  bien  con  un  fin 
recto ,  en  todo  tiempo ;  y  no  solo  cuando  me  hallo  yo 
presente  entre  vosotros. 

19  Mijitos  mios ,  por  quienes  segunda  vez  padezco 
dolores  de  parto ,  hasta  formar  enteramente  á  Christo 
en  vosotros; 

20  quisiera  estar  ahora  con  vosotros ,  y  diversificar 
mi  voz  según  vuestras  necesidades  ;  porque  me  tenéis 
perplejo  sobre  el  modo  con  que  debo  hablaros. 

21  Decidme,  os  mego,  los  que  queréis  estar  su- 
jetos á  la  Ley  antigua ,  ¿  no  habéis  leido  lo  que  dice 
la  Ley  ? 

22  Porque  escrito  está  '  :  Que  Abraham  tuvo  dos 


I  Gen.  XVI.  v.  15.  —  XYi.  v.  2. 


18  EPiST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    GALATAS. 

hijos ,  uno  de  la  esclava  Agar ,  y  otro  de  la  libre  (^iir 
era  Sara. 

23  Mas  el  de  la  esclava  nació  según  la  carne  ó 
naturalmente ;  al  contrario  el  hijo  de  la  Ubre  '  nació 
nu'la(jrosamente  y  en  virtud  de  la  promesa  : 

•24  todo  lo  cual  fue  dicho  por  alegoría.  Porque  estas 
dos  madres  son  las  dos  Ici/es  ó  testamentos.  La  una 
dada  en  el  monte  Sina  que  engendra  esclavos,  la  cual 
es  simbolizada  en  Agar ; 

25  porque  el  Sina  es  un  monte  de  la  Arabia  ,  que 
corresponde  á  la  Jerusalem  de  aquí  bajo,  la  cual  es  es- 
clava con  sus  hijos. 

26  Mas  aquella  Jerusalem  de  arriba  ^figurada  en 
Sara,  es  libre ;  la  cual  es  madre  de  todos  nosotros. 

27  Porque  escrito  está  ^  :  Alégrate,^  estéril,  que  no 
pares :  prorumpe  en  gritos  de  júbilo  tuque  no  eres  fe- 
cunda ;  porque  son  muchos  mas  los  hijos  de  la  que  ya 
estaba  abandonada  por  estéril ,  que  los  de  la  que  tiene 
marido. 

28  Nosotros  pues ,  hermanos,  somos  los  hijos  déla 
promesa,  figurados  en  Isaac. 

29  Mas  así  como  entóneos  el  que  había  nacido  se- 
gún la  carne ,  perseguía  al  nacido  según  el  espíritu  , 
así  sucede  también  ahora. 

30  Pero  ¿qué  dice  la  Escritura  "*?  Echa  fuera  ala 


1  Que  ya  era  muger  anciana  y  estéril. 

2  O  la  Iglesia  de  Jesu-Clnisto,  toda  divina  y  celestidl. 

:í  Is.  Liv.v.i. 

4  Gm.  XXL  V.  K). 


CAPÍTULO    V.  19 

esclava  y  á  su  hijo  ;  que  no  hade  ser  heredero  el  hijo 
de  la  esclava  con  el  hijo  de  la  libre. 

31  Según  esto,  hermanos,  nosotros  no  somos  hijos 
de  la  esclava,  sino  de  la  libre  ;  y  Jesu-Christoes  el  que 
nos  ha  adquirido  esta  libertad. 


CAPITULO  V. 

Daños  de  las  ohseri'nncias  legales,  y  bienes  de  h  fé  de 
Jesu-Chrisío.  Cuáles  sean  los  verdaderos  ejercicios  del 
crisliano. 

1  Manteneos  firmes  ,  y  no  dejéis  que  os  opriman  de 
nuevo  con  el  yugo  de  la  servidumbre  de  la  Ley  an- 
tigua. 

2  Mirad  que  os  declaro  yo  Pablo  ,  que  si  os  hacéis 
(ircuncidar,  Christo  de  nada  os  aprovechará. 

3  Ademas  declaro  á  todo  hombre ,  que  se  hace  cir- 
cuncidar ,  que  queda  obligado  á  observar  toda  la  Ley 
por  entero. 

4  No  tenéis  ya  parte  ninguna  con  Christo  ,  los  que 
buscáis  la  justificación  en  la  Ley :  habéis  perdido  la 
gracia. 

5  Pues  nosotros  solamente  en  virtud  de  la  fé ,  es- 
peramos recibir  del  espíritu  la  verdadera  justicia  ó 
santidad  '. 

6  Porque  para  con  Jesu-Christo  nada   importa  el 


1  Que  vanamente  buscáis  vosotros  en  las  ceremonias  de 
la  Ley. 


20  EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    GALATA.S. 

ser  circunciso  ,  ó  incircunciso  ;    sino  la  fé ,    que  obra 
animada  de  la  caridad. 

7  Vosotros  habíais  comenzado  bien  vuestra  carrera : 
I  quién  os  ha  estorbado  de  obedecer  á  la  verdad  '  ? 

8  Persuasión  semejante  no  es  ciertamente  de  aquel 
que  os  ha  llamado  á  la  fé. 

9  Un  poco  de  levadura  hace  fermentar  toda  la 
masa  ^. 

10  Yo  confío  no  obstante  de  vosotros  en  el  Señor  , 
que  no  tendréis  otros  sentimientos  que  los  mios  ;  pero 
el  que  os  anda  inquietando ,  quien  quiera  que  sea , 
llevará  el  castigo  merecido. 

11  En  cuanto  á  mí ,  hermanos ,  si  yo  predico  aun 
la  circuncisión  ^ ,  ¿por  qué  soy  todavía  perseguido  ? 
Según  eso  acabóse  el  escándalo  de  la  cruz  que  causo  á 
los  judíos  ^. 

12  ¡  Ojalá  fuesen,  no  digo  circuncidados ,  «mo  cor- 
tados ó  separados  de  entre  vosotros  los  que  os  per- 
turban ! 

13  Porque  vosotros ,  hermanos  míos  ,  sois  llamados 
á  un  estado  de  libertad :  cuidad  solamente  que  esta 
libertad  no  os  sirva  de  ocasión  para  vivir  según  la  car- 
ne ;  pero  sed  siervos  unos  de  otros  por  un  amor  espi- 
ritual. 


1  ¿  O  el  coutiniiar  el  buen  camino  que  seguíais? 

2  Asi  ese  solo  error  de  la  necesidad  de  la  circuncisión 
corromperá  toda  vuestra  fé. 

3  Como  fingen  esos  falsos  apóstoles. 

4  Puesto  que  los  judíos  me  persiguen ,  y  se  escandalizan, 
porque  enseño  que  es  inútil  la  circuncisión. 


CAPITULO    V.  21 

1 4  Como  quiera  que  toda  la  Ley  en  este  precepto 
se  encierra  :  Amarás  á  tu  prójimo  como  á  ti  mismo. 

15  Que  si  unos  á  otros  os  mordéis,  y  roéis,  mi- 
rad no  os  destruyáis  ios  unos  á  los  otros. 

16  Digo  pues  en  suma :  proceded  según  el  Espíritu 
de  Dios ,  y  no  satisfaréis  los  apetitos  de  la  carne. 

17  Porque  la  carne  tiene  deseos  contrarios  á  los  del 
espíritu,  y  el  espíritu  los  tiene  contrarios  á  los  de  la 
carne ;  como  que  son  cosas  entre  sí  opuestas  ;  por  cuyo 
motivo  no  hacéis  vosotros  todo  aquello  que  queréis. 

18  Que  si  vosotros  *  sois  conducidos  por  el  espí- 
ritu, no  estáis  sujetos  á  la  Ley, 

19  Bien  manifiestas  son  las  obras  de  la  carne;  las 
cuales  son  adulterio,  fornicación  ^,  deshonestidad, 
lujuria, 

20  culto  de  ídolos,  hechicerías,  enemistades,  pleitos, 
zelos,  enojos,  riñas,  disensiones,  heregías, 

21  envidias,  homicidios,  embriagueces,  glotonerías, 
y  cosas  semejantes  ;  sobre  las  cuales  os  prevengo,  como 


1  A  pesar  de  esta  resistencia  de  la  carne. 

2  En  el  griego  se  lee  ['TíopvÚA,  nombre  que  significa  las 
uniones  carnales  fuera  delmatrinaonio,  y  los  nifitrimonios 
ilegítimos;  la  tercera  vos  es  ¿•¡Let^ufvía.,  que  la  Vulgata  tra- 
duce immundilia,  cuya  significación  si  bien  según  el  griego 
es  bastante  general ,  aquí  parece  contraída  á  los  actos  con- 
tra naturaleza;  y  la  cuarta  voz  a.jsKyiiv.  significa  todo  gé- 
nero de  lascivia,  ó  todo  lo  que  incita  á  ella.  Aunque  en 
antiguas  versiones  castellanas  la  palabra  fornicatio  se  tra- 
duce adullerio,  parece  mas  conforme  á  la  Vulgata  el  decií- 
fornicación.  Véase  Fornicación. 

To.M.  XV.  3 


*l'l  ElñST.    DE    S.    PAULO    A    LOS    (iALATAS. 

ya  tengo  dicho,  que  los  que  Ules  cosas  hacen,  no  al- 
canzarán el  reino  de  Dios. 

22  Al  contrario,  los  frutos  del  Espirilu  son :  cari- 
dad, gozo,  paz,  paciencia,  benignidad,  bondad,  longa- 
nimidad, 

23  mansedumbre,  fé  ó  fidelidad  \  modestia,  con- 
tinencia, castidad.  Para  los  que  viven  de  esta  suerte, 
lio  hay  Ley  que  sea  contra  ellos". 

24  Y  los  que  son  de  Jí-'su-Christo,  tienen  cruci- 
ficada su  propia  carne  con  los  vicios  y  las  pasiones. 

25  Si  vivimos  por  el  espíritu  rfe  Dios^  procedamos 
también  según  el  mismo  espíritu. 

26  No  seamos  ambiciosos  de  vana  gloria,  provo- 
cándonos los  unos  á  los  otros,  y  recíprocamente  envi- 
diándonos. 


CAPITULO  VL 

Cómo  se  deben  ayudar  tinos  á  oíros  en  el  ejercicio  de  las  lir- 
i lides  cristianas.  Para  coger  es  necesario  sembrar.  La  glo- 
ria del  crisliano  ha  ríe  ser  solamente  la  cruz  de  Jesu- 
Chrislo. 

1  Hermanos  fnios,  si  alguno,  como  hombre  qite 
es,  cayere  desgraciadamente  en  algún  delito,  voso- 
tros los  que  sois  espirituales,  al  t;il  amonestadle  é  ins- 


1  Martini  traduce ,  fedellá,  fidelidad. 

2  Pues  el  rigor  de  la  Ley  sulo  es  contra  los  injustos,  no 
contra  los  justos. 


capítulo  vr,  S3 

truidle  con  espíritu  de  mansedumbre ,  haciendo  cada 
unoreflexion  sobre  si  mismo,  y  temiendo  caer  también 
en  la  tentación  '. 

2  Comportad  las  cargas  unos  de  otros,  y  con  eso 
cumpliréis  la  ley  deChristo'. 

3  Porque  si  alguno  piensa  ser  algo,  se  engaña  á  si 
iiHsmo,  pues  verdaderamente  de  suyo  es  nada. 


1  Las  obligaciones  de  un  cristiano  en  orden  á  las  faltas 
ó  caidas  del  prój^'mo  se  reducen  á  estas  :  1.*  excusarle  en 
cuanto  se  pueda,  ó  sea  CGinpatilde  con  la  verdad  y  justicia, 
atribuyéndolas  á  sorpresas,  ó  ignorancia,  ó  á  la  violencia 
de  la  tentación  :  2."  instruirle  y  ayudarle,  haciéndole  ob- 
servar sus  obligaciones  :  3.*  ^tenerle  mucha  compasión  y 
tratarle  con  blandura:  4.*  considerarse  á  sí  mismo,  y  hu- 
millarse, conociéndose  capaz  de  iguales  ó  mayores  faltas  : 
5.»  entrar  en  temor  de  si  mismo,  y  estar  vigilante  contra  la 
misma  tentación  y  contra  la  acrimonia,  el  orgvdlo,  el  olvido 
de  nosotros  mismos,  y  las  demás  faltas  que  suelen  nacer  de 
la  visía  de  las  faltas  agenas  :  6."  sobrellevar  los  defectos 
del  prójimo,  sufriendo  sus  injurias  con  paciencia,  perdonán- 
dolas de  buena  gana,  rucando  á  Dios  por  él,  animándole  a 
la  penitencia  y  haciéndola  nosotros  también  por  él  :  7^  con 
el  ejemplo  de  los  otros  desengañarse  de  la  opinión  lisonjera 
que  formamos  de  nosotros  mismos:  8/  considerar  que  noso- 
tros también  tenen¡os  faltas  y  defectos  que  deben  sobrelle- 
var los  demás  :  9.*  examinarnos  á  nosotros  mismos,  no  com- 
parándonos con  lo  que  hacen  los  malos^sino  con  lo  que  nos- 
otros podemos  y  debemos  hacer  con  las  gracias  que  Dios 
misericordiosamente  nos  concede.  Es  un  medio  de  alige- 
rar el  peso  de  nuestros  pecados  para  el  dia  del  juicio  el 
procurar  ahora  disminuir  y  aligerar  el  de  nuestros  prójimos. 

2  Que  toda  consiste  en  la  caridad. 


24  EPÍST,    SS   3.    PABLO    A    LOS    CALATAS. 

4  Por  tanto  examine  hien  cada  uno  sus  propias 
obras,  y  asi  si  halla  que  son  rectas,  tendrá  entonces 
motivo  de  gloriarse  en  sí  mismo  solamente,  y  no  res- 
pecto de  otro'. 

5  Porque  cada  cual,  al  ir  ¿i  ser  juzgado,  cargará 
con  su  propio  fardo  ^. 

6  Entre  tanto,  aquel  á  quien  se  le  instruye  en  las 
cosas  de  la  fé,  asista  de  todos  modos  con  sus  bienes  al 
que  le  instruye. 

7  No  queráis  engañaros  á  vosotros  mismos  :  Dios 
no  puede  ser  burlado  ^. 

8  Así  es  que  lo  que  un  hombre  sembrare  eso  re- 
cogerá. Por  donde  quien  siembra  ahora  para  su 
carne  *  ,  de  la  carne  recogerá  después  la  corrupción 
p  la  muerte;  mas  el  que  siembra  para  el  espíritu, 
del  espíritu  cogerá  la  vida  eterna. 

9  No  nos  cansemos  pues  de  hacer  bien,  porque  si 
perseveramos,  á  su  tiempo  recogeremos  el  fruto. 

10  Así  que,  mientras  tenemos  tiempo,  hagamos 
bien  á  todos,  y  mayormente  á  aquellos  que  son,  me- 
díante la  fé,  de  la  misma  familia  del  Serior  que  nos- 
otros. 

11  Mirad  qué  carta  tan  larga  os  he  escrito  de  mi 
propio  puño. 

1  O  poniendo  la  vista  en  los  defectos  del  prójimo.  /.  Cor. 
I.  V.  12. 

2  O  con  sus  propias  obras;  y  con  ellas  se  presentará  al 
juicio  de  Dios. 

3  No  servirán  para  con  él  falsos  prett-xtos. 

4  No  trabajando  sino  en  satisfacer  sus  apetitos. 


CAPITULO  \I.  *25 

12  Todos  aquellos  que  quieren  seros  gratos  ó  lison- 
jearos según  la  carne ,  esos  os  constriñen  á  que  os  cir- 
cuncidéis ,  con  solo  el  fin  de  no  ser  ellos  perseguidos 
por  causa  de  la  cruz  de  Christo  '. 

13  Porque  ni  ellos  mismos  que  están  circuncidados, 
guardan  la  Ley  ,  sino  que  quieren  que  seáis  circunci- 
dados vosotros  ,  á  fin  de  gloriarse  en  vuestra  carne  co7i- 
iándoos  entre  sus  prosélitos. 

1 4  A  mi  líbreme  Dios  de  gloriarme  ,  sino  en  la 
cruz  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo ,  por  quien  el 
mundo  está  muerto  y  crucificado  para  mí ,  como  yo 
lo  estoy  para  el  mundo. 

15  El  hecho  es  ,  que  respecto  de  Jesu-Christo,  ni 
la  circuncisión  ,  ni  la  incircuncision  valen  nada ,  sino 
que  lo  que  vale  es  el  ser  una  nueva  criatura  ^. 

16  Y  sobre  todos  cuantos  siguieren  esta  norma  ó 
doctrina ,  venga  paz  y  misericordia ,  como  sobre  el 
verdadero  Israel,  pueblo  de  Dios  '. 

17  Por  lo  demás  nadie  me  moleste  en  adelante  so- 
bre la  circuncisión  ,  porque  *  yo  traigo  impresas  en 
mi  cuerpo  las  señales  ó  la  marca  del  Señor  Jesús  ^. 

1  Disimulando  el  ser  cristianos,  y  siendo  confundidos 
entre  los  judíos,  y  reputados  tales. 

2  O  el  ser  un  nuevo  hombre  por  la  gracia. 

3  Pues  ellos  son  los  verdaderos  israelitas,  á  quienes  se 
hicieron  las  promesas. 

4  Si  es  menester  que  lleve  cada  siervo  la  marca  del  se- 
ñor á  quien  sirve. 

5  O  las  señales  de  lo  que  he  padecido  por  su  amor. 
Véase  Señales. 


26  EPIST.    DE    S.     PABliO    A    l.OS    CALATAS. 

18  La  gracia  de  nueslro  Señor  Jesu-Christo  sea 
hermanos  mios  ,  con  viicsíro  espíritu.  Amen. 


KIN  DE  LA  EP1Sí;0LA  DE  SAN  PABLO 

A    LOS    CALATAS. 


ADVERTENCIA 


L\  epístola  de  s.  pablo  á  los  EPHESÍOS 


San  Pablo,  qtie  había  convertido  á  la  fea 
los  de  Épheso,  les  escribe  esta  carta  desde 
Roma,  en  donde  se  hallaba  preso  cmi  motivo 
de  su  apelación  d  César.  El  objeto  es  excitar 
en  sus  corazones  los  sentimientos  de  un  vivo 
reconocimiento  por  la  gran  misericordia  que 
ha  usado  Dios  con  ellos,  llamándolos  á  la  sa- 
lud eterna  por  la  fe  en  Jesu-Christo  su  Hi- 
jo, en  el  tiempo  mismo  en  que  su  ceguera  y 
desórdenes  los  hadan  indignos  de  su  gracia. 
Con  este  motivo  trata  del  misterio  de  la  vo- 
cación de  los  gentiles;  y  finalmente  emplea 
los  tres  últimos  capítulos  en  instruir  á  los 
ephcsíos  en  las  obligaciones  de  la  vida  cris- 
tiana.—  Se  cree  escrita  el  aiío  62  de  la  era 
cristiana. 


EPÍSTOLA 

DEL  APÓSTOL  S.  PABLO 
Á  LOS  EPHESIOS. 


CAPITULO  PRIMERO. 


Todos  los  bienes  de  gracia  y  gloria  se  nos  dan  por  Jenu- 
Chi'isto,  exalítído  sobre  todas  las  cosas,  hecho  cabeza  de 
toda  la  Iglesia. 

1  Pablo ,  por  votunlad  de  Dios  apóstol  de  Jesu- 
Christo  ,  á  todos  los  santos ,  residentes  en  E'pheso ,  y 
fieles  en  Chrislo  Jesús. 

2  La  gracia  sea  con  vosotros ,  y  la  paz  *  de  Dios 
Padre  nuestro ,  y  del  Señor  Jesu-Christo. 

3  Bendito  el  Dios  y  Padre  de  nuestro  Señor  Jesu- 
Christo  ,  que  nos  ha  colmado  en  Christo  de  toda  suerte 
de  bendiciones  espirituales  del  cielo , 

4  así  como  por  él  mismo  nos  escogió  antes  de  la 
creación  del  mundo  ,  para  ser  sanios  y  sin  mácula  en 
su  presencia ,  por  la  caridad  ; 

1  Véase  Paz.  El  Padre  celestial  nos  da  todos  los  bieues 
]|)or  la  mediación  y  méritoa  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo, 


CAPITÜL.0    I.  29 

5  habiéndonos  predestinado  '  al  ser  de  hijos  suyos 
adoptivos  por  Jesii-Christo  á  gloria  suya,  por  un  puro 
efecto  de  su  buena  voluntad , 

6  á  fin  de  que  se  celebre  la  gloria  de  su  gracia  ,  me- 
diante la  cual  nos  hizo  gratos  á  sus  ojos  en  su  querido 
Hijo. 

7  En  quien  por  su  sangre  logramos  la' redención  , 
y  el  perdón  de  los  pecados  ,  por  las  riquezas  de  su 
gracia  , 

8  que  con  abundancia  ha  derramado  sobre  noso- 
tros ,  colmándonos  de  toda  sabiduría  y  prudencia  : 

9  para  hacernos  conocer  el  misterio  ó  arcano  de 
su  voluntad,  fundada  en  su  mero  beneplácito,  por  el 
cual  se  propuso 

10  el  restaurar  en  Christo,  cumplidos  los  tiempos 
prescritos  ,  todas  las  cosas  de  los  cielos  ,  y  las  de  la 
tierra  ,  reimiéndolas  todas  por  él  mismo  en  un  cuer' 
po  ó  Iglesia. 

1 1  Por  él  fuimos  también  nosotros  llamados  como 
por  suerte  ,  habiendo  sido  predestinados  según  el  de- 
creto de  aquel  que  hace  todas  las  cosas  conforme  al  de- 
signio de  su  voluntad , 

12  para  que  seamos  la  gloria  y  el  objeto  de  las  ala- 
banzas de  Je«í-Christo ,  nosotros  los  judíos  que  he- 
mos sido  los  primeros  en  esperar  en  él. 

13  En  él  habéis  esperado  también  vosotros,  los  gen- 
tiles ,  luego  que  habéis  oido  la  palabra  de  la  verdad  , 
(el  Evangelio  de  vuestra  salud)  y  en  quien  ,  habiendo 

1  Véase  Predt'.stinacion. 


30  EPiST.     DE    S.    PABLO    A.    LOS    EPHKSIOS. 

asimismo  creído ,  recibisteis  el  sello  del  Espíritu  santo 
que  estaba  prometido , 

14  el  cual  es  la  prenda  ó  las  arrhas  de  nuestra  he- 
rencia celestial  hasta  la  perfecta  libertad  del  pueblo , 
que  se  ha  adquirido  el  Señor  para  loor  de  la  gloría  de 
él  mismo. 

15  Por  eso  yo  estando  ,  como  estoy,  informado  de 
la  fó  que  tenéis  en  el  Señor  Jesús  ,  y  de  vuestra  cari- 
dad para  con  todos  los  santos  ó  pobres  fieles  , 

16  no  ceso  de  dar  gracias  á  Dios  por  vosotros ,  acor- 
dándome de  vosotros  en  mis  oraciones ; 

17  para  que  Dios  Padre  glorioso  de  nuestro  Señor 
Jesu-Christo ,  os  dé  espíritu  de  sabiduría  y  de  ilus- 
tración ,  para  conocerle  : 

18  iluminando  los  ojos  de  vuestro  corazón  ,  á  fin 
de  que  sepáis  cuál  es  la  esperanza,  ó  lo  que  debéis  es- 
perar,  de  su  vocación,  y  cuáles  las  riquezas  y  la  gloria 
de  su  herencia  destinada  para  los  santos  , 

19  y  cuál  aquella  soberana  grandeza  de  su  poder 
sobre  nosotros ,  que  creemos  según  la  eficacia  de  su 
poderosa  virtud , 

20  que  él  ha  desplegado  3/  hecho  patente  en  la  pef- 
sona  de  Chrisfo ,  resucitándole  de  entre  los  muertos , 
y  colocándole  á  su  diestra  en  los  cielos , 

21  sobre  todo  principado,  y  potestad,  y  virtud, 
y  dominación  ,  y  sobre  todo  nombre  ,  por  celebrado 
que  sea  no  solo  en  este  siglo ,  sino  también  en  el  fu- 
turo. 

22  Ha  puesto  todas  las  cosas  bajo  de  los  pies  de  él ; 


CAPÍTULO    II.  3 i 

>  lo  ha  consliluido  cabeza  de  toda  la  iglesia,  asi  mili- 
tanie  como  triunfante , 

23  la  cual  es  su  cuerpo  ,  y  en  la  cual  aquel  que  lo 
completa  iodo  en  todos  halla  el  complemento  de  todos 
sus  tnicmbros  ' . 

CAPÍTULO  III. 

Bienes  grandes  ya  recibidos  y  otros  mayores  que  gozamos  en 
esperanza  por  la  sangre  de  Jesu-Chrisio:  por  esta  Jian 
entrado  los  gentiles  en  la  herencia  de  los  hijos  ;  y  de  todos, 
asi  gentiles  como  jiulios,  forma  Jesu-Chrido  su  Iglesia. 

1  El  es  el  que  os  dio  vida  á  vosotros ,  estando  como 
estabais  muertos  espiriiuahnente  por  vuestros  delitos , 
y  pecados , 

2  en  que'vivísteis  en  otro  tiempo,  según  la  costum- 
bre de  este  siglo  mundano  ,  á  merced  del  príncipe  que 
ejerce  su  potestad  sobre  este  aire  ^  ,  que  es  el  espíritu 
que  al  presente  domina  en  los  hijos  rebeldes , 

3  entre  los  cuales  fuimos  asimismo  todos  nosotros 
en  otro  tiempo  siguiendo  nuestros  deseos  carnales,  ha- 
ciendo la  voluntad  de  la  carne,  y  de  las  sugestiones 


1  También  puede  tener  este  sentido :  La  Iglesia  es  el 
complemento  ó  la  perfección  de  Christo,  en  cuanto  él  es  su 
mística  cabeza,  y  lo  llena  todo  en  todos,  formando  nn  todo 
cumplido  y  perfecto,  y  comunicando  á  todos  sus  miembros 
el  ser  y  la  vida. 

2  Véase  Demonio.  Tal  vez  el  Apóstol  quería  significar 
de  dónde  provenían  las  operaciones'ó  prodigios  con  que  ios 
magos  alucinaban  á  muchos  sencillos  fieles  de  Epheso. 


32  EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    EPHESIOS. 

de  los  demás  vicws,"^  éramos  por  naturaleza  ú  origen 
hijos  de  ira,  no  menos  que  todos  los  demás; 

4  pero  Dios,  que  es  rico  en  misericordia,  movido 
del  excesivo  amor  con  que  nos  amó, 

5  aun  cuando  estábamos  muertos  por  los  pecados  y 
éramos  objetos  de  su  colera,  nos  dio  vida  juntamente 
en  Christo,  ( por  cuya  gracia  vosotros  habéis  sido  sal- 
vados) 

6  y  nos  resucitó  con  él ,  y  nos  hizo  sentar  sobre  los 
cielos  en  la  persona  de  Jesu-Christo ; 

7  para  mostrar  en  los  siglos  venideros  las  abun- 
dantes riquezas  de  su  gracia ,  en  vista  de  la  bondad 
usada  con  nosotros  por  amor  de  Jesu-Christo. 

8  Porque  de  pura  gracia  habéis  sido  salvados  por 
medio  de  la  f é  ,  y  esto  no  viene  de  vosotros ,  siendo 
como  es  un  don  de  Dios  : 

9  tampoco  en  virtud  de  vuestras  obras  anteriores , 
puramente  naturales,  para  que  nadie  pueda  glo- 
riarse. 

10  Por  cuanto  somos  hechura  suya  en  la  gracia, 
como  lo  fuimos  en  la  naturaleza ,  criados  en  Jesu- 
Christo  para  obras  buenas ,  preparadas  por  Dios  desde 
la  eternidad,  para  que  nos  ejercitemos  en  ellas  y  me- 
rezcamos la  gloria. 

11  Así  pues  acordaos,  que  en  otro  tiempo  vosotros 
que  erais  gentiles  de  origen  ,  y  llamados  incircuncisos 
por  los  que  se  llaman  circuncidados  á  causa  de  la  cir- 
cuncisión hecha  en  su  carne ,  por  mano  de  hombre  ; 

12  acordaos  ,  digo,  que  vosotros  no  teníais  enton- 
ces parle  alguna  con  Jesu-Christo ,  estabais  entera- 


CAPÍTULO    II.  33 

mente  separados  de  la  sociedad  de  Israel ,  exlrangeros 
por  lo  tocante  á  las  alianzas  ,  sin  esperanza  de  la  pro- 
mesa 6  bienes  prometidos  ,  y  sin  Dios  en  este  mundo. 

13  Mas  ahora  que  creéis  en  Christo  Jesús ,  vosotros 
que  en  otro  tiempo  estabais  alejados  de  Dios  y  de  sus 
promesas,  os  habéis  puesto  cerca  por  la  sangre  de 
Jesu- Christo. 

14  Pues  él  es  la  paz  nuestra  ,  el  que  de  los  dos  pue- 
blos, judio  y  gentil,  ha  hecho  uno ,  rompiendo  ,  por 
medio  del  sacrificio  de  su  carne,  el  muro  de  separa- 
ción ,  esa  enemistad  que  los  dividía  ; 

15  aboliendo  con  sus  preceptos  evangélicos  la  Ley 
de  los  ritos  ó  las  cei^emonias  legales  ,  para  formar  en 
si  mismo  de  dos  un  solo  hombre  nuevo ,  haciendo  la 
paz, 

16  y  reconciliando  á  ambos  pueblos  ya  reunidos  en 
un  solo  cuerpo  con  Dios  por  medio  de  la  cruz  ,  des- 
truyendo en  sí  mismo  la  enemistad  de  ellos. 

1 7  Y  así  vino  al  mimdo  á  evangelizar  la  paz  á  vos- 
otros los  gentiles ,  que  estabais  alejados  de  Dios  , 
como  á  los  judíos ,  que  estaban  cercanos  ; 

18  pues  por  él  es  por  quien  unos  y  otros  tenemos 
cabida  con  el  Padre  eterno  unidos  en  el  mismo  Espí- 
ritu. 

19  Así  que  ya  no  sois  extraños,  ni  advenedizos, 
^ino  conciudadanos  de  los  santos ,  y  domésticos  ófa- 
"¡nilicares  de  la  casa  de  Dios  ; 

20  pues  estáis  edificados  sobre  el  fundamento  de  los 
-apóstoles  y  ^roíeias,  y  imidos  en  Jesu-Christo,  el  cual 
'CS  la  principal  piedra  angular  de  la  nueva  Jemsalem; 

4 


34  EPÍST.    DE   S.    FADLO    A   LOS    EPHESJOS. 

21  sobre  quien,  trabado  lodo  el  espiritual  ediflcio, 
se  alza  para  ser  un  templo  santo  del  Señor  : 

22  por  él  entráis  también  vosotros,  gentiles,  á  ser 
parte  de  la  estructura  de  este  edificio,  para  llegar  á 
ser  morada  de  Dios  por  medio  del  Espíritu  santo. 

CAPÍTULO  111. 

Misterio  admirable  de  la  vocación  de  los  gentiles  revelado 
claramente  á  los  apóstoles,  y  en  especial  á  san  Pablo, 
destinado  de  Dios  particularmente  ¡jara  predicarles  el 

Evangelio. 

1  Por  este  motivo,  yo  Pablo  estor/  preso  por  amor 
de  J  esu-Christo,  por  causa  de  vosotros  los  gentiles, 

2  porque  sin  duda  habréis  entendido  de  qué  ma- 
nera me  confirió  Dios  el  ministerio  de  su  gracia  entre 
vosotros ; 

3  después  de  haberme  manifestado  por  revelación 
este  misterio  de  vuestra  vocación,  sobre  el  cual  acabo 
de  hablar  en  esta  carta,  aunque  brevemente : 

4  por  cuya  lectura  podéis  conocer  la  inteligencia 
mia  en  el  misterio  de  Christo, 

5  misterio  que  en  otras  edades  no  fue  conocido  de 
los  hijos  de  los  hombres,  en  la  manera  que  ahora  ha 
sido  revelado  á  sus  santos  apóstoles  y  profetas  por  el 
Espíritu  santo. 

6  Esto  es,  que  los  gentiles  son  llamados  á  la  misma 
herencia  que  los  judíos,  miembros  de  un  mismo 
cuerpo  ó  Iglesia,  y  partícipes  de  la  promesa  divina  en 
«lesu-Christo  mediante  el  Evangelio  ; 


capítulo  III.  35 

7  del  cual  yo  he  sido  constituido  ministro,  por  el 
don  de  la  gracia  de  Dios,  que  se  me  ha  dado  con- 
forme á  la  eficacia  de  su  poder. 

8  A  mi  el  mas  inferior  de  lodos  los  santos  ojíeles 
se  me  dio  esta  gracia,  de  anunciar  en  las  naciones  las 
riquezas  investigables  de  Jesií-Christo, 

9  y  de  ilustrar  á  todos  los  hombres,  descubriéndoles 
la  dispensación  del  misterio,  que  después  de  tantos 
siglos  habia  estado  en  el  secreto  de  Dios,  criador  de 
todas  las  cosas : 

10  con  el  fin  de  que  en  la  formación  de  la  Iglesia 
se  manifieste  á  los  principados,  y  potestades  en  los 
cielos,  la  sabiduría  de  Dios  en  los  admirables  y  di- 
ferentes modos  de  su  conducta, 

11  según  el  eterno  designio,  que  puso  en  ejecución 
por  medio  de  Jesu-Christo  nuestro  Señor ; 

12  por  quien  mediante  su  fé  tenemos  segura  con- 
fianza, y  acceso  libre  «  Dios. 

13  Por  tanto  os  ruego  que  no  caigáis  de  ánimo  en 
vista  de  tantas  tribulaciones  como  sufro  por  vosotros, 
pues  estas  tribulaciones  son  para  vuestra  gloria,  y 
pnieba  de  mi  apostolado. 

14  Por  esta  causa  doblo  mis  rodillas  ante  el  Padre 
de  nuestro  Señor  Jesu-Christo, 

15  el  cual  es  el  principio  y  la  cabeza  de  toda  esta 
f/ran  familia,  que  está  en  el  cielo  y  sobre  la  tierra, 

16  para  que  según  las  riquezas  de  su  gloria  os  con- 
ceda por  medio  de  su  Espíritu  el  ser  fortalecidos  en 
virtud  en  el  hombre  interior ; 


36  EPIST.    DE   S.    PABLO   A   LOS  EPHESIOS. 

1 7  y  el  que  Christo  habite  por  la  fé  en  vuestros  co- 
razones, estando  arraigados,  y  cimentados  en  caridad, 

18  á  fin  de  que  podáis  comprender  con  todos  los 
santos,  cuál  sea  la  anchura,  y  longura,  y  la  alteza,  y 
profundidad  cíe  este  misterio  *  ; 

19  y  conocer  también  aquel  amor  de  Christo  acia 
nosotros  que  sobrepuja  á  todo  conocimiento,  para  que 
seáis  plenamente  colmados  de  todos  los  dones  de  Dios. 

20  Y  en  fin,  á  aquel  Señor  que  es  poderoso  para 
hacer  infinitamente  mas  que  todo  lo  que  nosotros  pe- 
dimos, ó  de  todo  cuanto  pensamos,  según  el  poder 
que  obra  eficazmente  en  nosotros : 

21  á  él  sea  la  gloria,  por  medio  de  Christo  Jesús, 
en  la  Iglesia,  por  todas  las  generaciones  de  todos  los 
siglos.   Amen. 

CAPÍTULO  IV. 

Union  de  los  fieles  en  la  unidad  de  la  Iglesia,  cuya  perfec- 
ción deben  todos  procurar  según  su  grado.  Vida  de  los 
gentiles,  y  cuál  debe  ser  la  de  los  cristianos. 

1  Yo  pues ,  que  estoy  entre  cadenas  por  el  Señor, 
os  conjuro  que  os  portéis  de  una  manera  que  sea  dig- 
na del  estado  ó  dignidad  á  que  habéis  sido  llamados, 

2  con  toda  humildad,  y  mansedumbre,  con  pacien- 
cia, soportándoos'unos  á  otros  con  caridad  , 


1  Esto  es,  la  inmensidad  de  este  niisterio  de  la  bondad 
de  Dios  para  con  los  hombres. 


CAPÍTULO    IV.  37 

3  solícitos  en  conservar  la  unidad  del  Espíritu  con 
el  vínculo  de  la  paz  : 

4  siendo  un  solo  cuerpo ,  y  un  solo  Espíritu  ,  asi 
como  fuisteis  llamados  á  una  mmna  esperanza  de 
vuestra  vocación  ', 

5  Uno  es  el  Señor ,  una  la  fé  ,  uno  el  baulisma. 

6  Uno  el  Dios  ^  y  Padre  de  todos,  el  cual  es  sobre 
todos,  y  gobierna  todas  las  cosas,  y  habita  en  todos 
nosotros. 

7  Si  bien  á  cada  uno  de  nosotros  se  le  ha  dado  la 
gracia  á  medida  de  la  donación  gratuita  de  Christo. 

8  Por  lo  cual  dice  la  Escritura  ^  :  Al  subirse  á  lo 
alto,  llevó  consigo  cautiva,  ó  como  en  triunfo,  á  una 
grande  multitud  de  cautivos  ^  ;  y  derramó  sus  dones 
sobre  los  hombres. 

9  IMas  ¿por  qué  se  dice  que  subió,  sino  porque 
íintes  había  descendido  á  los  lugares  mas  ínGmos  de 
la  tierra? 

10  El  que  descendió  ,  ese  mismo  es  el  que  ascendió 
sobre  todos  los  cielos,  para  dar  cumplimiento  á  todas 
las  cosas. 

11  Y  así  él  mismo  á  unos  ha  constituido  apestóles, 
á  otros  profetas  ,  y  á  otros  evarvgelistas,  y  á  otros  pas- 
tores ,  y  doctores , 

1  Esto  es,  á  la  vida  eterna. 
•2  Malach-  //.  r.  10. 

3  Psalm.  LXVII.  v.  19. 

4  Otros  explican  la  frase  hebrea  :  Triunfando,  ó  Helán- 
dole cautiva  á  la  que  cautivaba  á  los  demás  :  esto  es ,  á  la 
«mierte,  y  al  pecado  origen  de  ella. 


38  EPÍST.    DE   S.    PABLO    A    LOS    EPHESIOS. 

12  á  fin  de  que  trabajen  en  la  perfección  de  los 
santos  en  las  funciones  de  su  ministerio ,  en  la  edifi- 
cación del  cuerpo  místico  de  Jesu-Christo  ; 

13  hasta  que  arribemos  todos  á  la  unidad  de  una 
misma  fé  ,  y  de  un  mismo  conocimiento  del  Hijo  de 
Dios,  al  estado  de  un  varón  perfecto,  á  la  medida  de 
la  edad  perfecta,  según  la  ciial  Christo  se  ha  de  for- 
mar místicamente  en  nosotros  : 

14  por  manera  que  ya  no  seamos  niños  fluctuan- 
tes,  ni  nos  dejemos  llevar  aquí  y  allá  de  todos  los 
vientos  de  opiniones  humanas  ipor  la  malignidad  de 
los  hombres ,  que  engañan  con  astucia  para  intro- 
ducir el  error. 

15  Antes  bien,  siguiendo  la  yeráaá  del  Evangelio 
con  caridad ,  en  todo  vayamos  creciendo  en  Christo , 
que  es  nuestra  cabeza  ; 

16  y  de  quien  todo  el  cuerpo  místico  de  losjieles, 
trabado  y  conexo  entre  sí  eo7i  la  fé  y  caridad ,  recibe 
por  todos  los  vasos  y  conductos  de  comunicación  ,  se- 
gún la  medida  correspondiente  á  cada  miembro ,  el 
aumento  propio  del  cuerpo  para  su  perfección  me- 
diante la  caridad  ' . 

17  Os  advierto  pues,  y  yo  os  conjuro  de  parle  del 
Señor ,  que  ya  no  viváis  como  todavía  viven  los  otros 
gentiles  que  proceden  en  su  conducta  según  la  vanidad 
de  sus  pensamientos, 

18  teniendo  oscurecido  y  lleno  de  tinieblas  el  en- 
tendimiento ,   ágenos    enteramente  de   vivir    según 

1  Que  es  el  alma  ele  este  cuerpo  ó  edificio  espiritual. 


CAPITULO    IV.  89 

Dios ,  por  !a  ignorancia  en  que  están  ,  á  causa  de  la  ce- 
guedad 6  dureza  de  su  corazón  , 

19  los  cuales  no  teniendo  ninguna  esperanza,  se 
abandonan  á  la  disolución  ,  para  zambullirse  con  un 
ardor  insaciable  '  en  toda  suerte  de  impurezas. 

20  Pero  en  cuanto  á  vosotros ,  no  es  eso  lo  que 
liabeis  aprendido  en  la  escuela  de  Jesu-Cbristo , 

21  pues  en  ella  habéis  oido  predicar,  y  aprendido, 
según  la  verdad  de  su  doctrina  ^ , 

22  á  desnudaros  del  hombre  viejo,  según  el  cual 
habéis  vivido  en  vuestra  vida  pasada  ,  el  cual  se  vicia 
siguiendo  la  ilusión  de  las  pasiones. 

23  Renovaos  pues  ahora  en  el  espíritu  de  vuestra 
mente  ó  interior  de  vuestra  alma  , 

24  y  revestios'  del  hombre  nuevo,  que  ha  sido  cria- 
do conforme  á  la  imagen  de  Dios  en  justicia  ,  y  santi- 
dad verdadera. 

25  Por  lo  cual  renunciando  á  la  mentira  ,  hable 
cada  uno  verdad  con  su  prójimo,  puesto  que  nosotros 
somos  miembros  los  unos  de  los  otros. 

26  Si  os  enojáis  ,  no  queráis  pecar  ;  no  sea  que  se 
os  ponga  el  sol  estando  todavía  airados  ^. 


1  La  voz  griega  TrXeove^í*  significa  un  deseo  insaciable 
de  torpes  deleites.  La  misma  voz  usó  el  Apóstol  después 
cap.  V.  V.  3.  y  Col.  III.  V.  5. 

*i  Ad.  Coloss.  III.  V.  9. 

3  Véase  Vestido. 

4  O  no  permitáis  que  la  ira  tome  asiento  en  vuestro  co- 


40  EPiST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    ErHESIOS. 

27  No  deis  lugar  ó  entrada  al  diablo  : 

28  el  que  hurtaba  o  defraudaba  al  prójimo^  no 
hurte  ya,  antes  bien  trabaje,  ocupándose  con  sus  manos 
en  algún  ejercicio  honesto ,  para  tener  con  qué  subsis- 
tir y  dar  al  necesitado  '. 

29  De  vuestra  boca  no  salga  ningún  discurso  ma- 
lo, sino  los  que  sean  buenos  para  edificación  de  la  fé, 
que  den  gracia  c  inspiren  piedad  á  los  oyentes. 

30  Y  no  queráis  contristar  con  vuestros  pecados  al 
Espíritu  santo  de  Dios,  con  el  cual  fuisteis  sellados 
para  el  dia  de  la  redención. 

31  Toda  amargura,  ira,  y  enojo,  y  gritería,  y 
maledicencia ,  con  todo  género  de  malicia ,  desliérrese 
de  vosotros. 

32  Al  contrario  sed  mutuamente  afables ,  compa- 
sivos, perdonándoos  los  unos  á  los  otros,  así  como  tam- 
bién Dios  os  ha  perdonado  á  vosotros  por  Jesu- 
Christo. 

CAPÍTULO  V. 

Exhorta  á  los  ephesios  á  la  imilacion  de  Jesu-  Christo,  á  que 
se  aparten  de  todo  vicio,  y  se  empleen  en  obras  buenas ;  y 
trata  de  la  santidad  del  matrimonio. 

1  Sed  pues  imitadores  de  Dios ,  como  que  sois  sus- 
hijos  muy  queridos , 

1  ¡  Cuánto  se  opone  á  este  consejo  de  san  Pablo  la  ocio- 
sidad de  tantos  cristianos,  y  la  injusticia  de  aquellos  que 
|)¡ensan  que  el  mundo  no  se  ha  criado  sino  para  ellos  ! 


capítulo  V.  41 

2  y  proceded  con  amor  acia  vuestros  hermanos ,  á 
ejemplo  de  lo  que  Quisto  nos  amó,  y  se  ofreció  á  sí 
mismo  á  Dios  en  oblación ,  y  hostia  de  olor  suaví- 
simo. 

3  Pero  la  fornicación ,  y  toda  especie  de  impureza, 
ó  avaricia  ni  aun  se  nombre  entre  vosotros ,  como 
corresponde  á  quieyíes  Dios  ka  hecho  santos ; 

4  ni  tampoco  palabras  torpes ,  ni  truhanerías ,  ni 
bufonadas,  lo  cual  desdice  de  vuestro  estado;  sino 
antes  bien  acciones  de  gracias  á  Dios. 

5  Porque  tened  esto  bien  entendido ,  que  ningún 
fornicador  ,  ó  impúdico  ,  ó  avariento,  (lo  cual  viene 
á  ser  una  idolatría)  será  heredero  del  reino  de  Chris- 
to ,  y  de  Dios. 

6  Nadie  os  engañe  con  palabras  vanas ' ,  pues  por 
tales  cosas  descargó  la  ira  de  Dios  sobre  los  incré- 
dulos. 

7  No  queráis  por  tanto  tener  parte  con  ellos. 

8  Porque  verdad  es  que  en  otro  tiempo  no  erais 
sino  tinieblas;  mas  ahora  sois  luz  en  el  Señor.  Y  así 
proceded  como  hijos  de  la  luz  : 

9  el  fruto  empero  de  la  luz  consiste  en  proceder 
con  toda  bondad,  y  justicia,  y  verdad, 

10  inquiriendo  lo  que  es  agradable  á  Dios  : 

11  DO  queráis  pues  ser  cómplices  de  las  obras  in- 
fructuosas de  las  tinieblas  *,  antes  bien  reprendedlas. 

1  Persuadiéndoos  que  podéis  impunemente  cometer  to- 
dos esos  crímenes.  /.  Cor.  III.  i\  18. 

2  A  que  se  abandonan  los  idólatras  é  impíos. 


42  EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    EI'HESIúS 

12  Porque  las  cosas  que  hacen  ellos  en  secreto ,  no 
permite  el  pudor  ni  aun  decirlas. 

13  Mas  todo  lo  que  es  reprensible,  se  descubre 
por  la  luz ,  siendo  la  luz  la  que  lo  aclara  lodo. 

14  Por  eso  dice  el  Señor  ' :  Levántate  tú  que  duer- 
mes ,  y  resucita  de  la  muerte  ,  y  te  alumbrará  Christo. 

15  Y  asi  mirad,  hermanos ,  que  andéis  con  gran 
circunspección  ;  no  como  necios  , 

16  sino  como  prudentes  ;  recobrando  en  cierto  mo- 
do el  tiempo  perdido ,  porque  los  dias  de  nuestra  vida 
son  malos  ^. 

17  Por  tanto  no  seáis  indiscrelos  é  inconsiderados, 
sino  atentos  sobre  cuál  es  la  voluntad  de  Dios '. 

18  Ni  os  entreguéis  con  exceso  al  vino,  fomento  de 
la  lujuria  ,  sino  llenaos  del  Espíritu  santo, 

19  hablando  entre  vosotros  i/  entreteniéndoos  con 
salmos,  y  con  himnos,  y  canciones  espirituales,  can- 
tando y  loando  al  Señor  en  vuestros  corazones , 


1  Is.  IX.  V.  2.  —  XXFI.  V.  19— LX.  v.  1,  2. 

2  Esto  es,  llenos  de  peligros  y  tentaciones. 

3  Es  muy  necesaria  la  prudencia  evangélica,  y  la  cir- 
cunspección cristiana  en  medio  de  tantos  enemigos  como 
tiene  la  verdadera  Iglesia.  El  Evangelio  nos  enseña  á  no 
irritar  á  nadie  con  un  zelo  indiscreto,  á  sufrirlo  todo  con 
paciencia,  á  aprovechar  mas  el  tiempo  para  nuestra  salva- 
ción. Procuremos  conocer  cuál  es  la  voluntad  de  Dios,  y 
conformémonos  con  ella  perfectamente.  Kntrar  en  algún 
empeño  importante  sin  consultar  antes  la  adorable  y  omni- 
potente autoridad  divina,  es  una  indiscreción  que  fiícil- 
uieníe  nos  precipita  en  grandes  excesos. 


CAPITULO    V.  43 

20  dando  siempre  gracias  por  todo  á  Dios  Padre , 
en  el  nombre  de  nuestro  Señor  Jesu-Cbristo, 

21  subordinados  unos  á  otros  por  el  sa7ito  temor 
de  Chrislo. 

22  Las  casadas  estén  sujetas  á  sus  maridos,  como 
al  Señor; 

23  por  cuanto  el  hombre  es  cabeza  de  la  muger, 
asi  como  Christo  es  cabeza  de  la  Iglesia,  que  es  su 
cuerpo  místico ,  del  cual  él  mismo  es  salvador. 

24  De  donde  así  como  la  Iglesia  está  sujeta  á  Chris- 
lo, así  las  mugcres  lo  han  de  estar  á  sus  maridos  en 
todo. 

25  Vosotros,  maridos,  amad  á  vuestras  mugeres, 
así  como  Christo  amó  á  su  Iglesia,  y  se  sacrificó  por 
ella. 

26  Para  santificarla,  limpiándola  en  el  bautismo  de 
agua  con  la  palabra  de  vida, 

27  á  fin  de  hacerla  comparecer  delante  de  él  llena 
de  gloria,  sin  mácula,  ni  arruga,  ni  cosa  semejante  ', 
sino  siendo  santa  é  inmaculada. 

2S  Así  también  los  maridos  deben  amar  á  sus  mu- 
geres como  á  sus  propios  cuerpos.  Quien  ama  á  su 
muger,  á  sí  mismo  se  ama. 

29  Ciertamente  que  nadie  aborreció  jamás  á  su 
propia  carne  ;  antes  bien  la  sustenta,  y  cuida,  así  como 
íambien  Christo  á  la  Iglesia; 


I  Psalm.  XLIV.   v.  13.   Puede  también  traducirse :  A 

fin  de  formar  para  si  lúui  Iglesia  llena  de  gloria,  que  vo 
tenga  mácula,  etc. 


44  EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    EPHESIOS. 

30  porque  nosotros  que  la  componemos,  somos 
miembros  de  su  cnerdo,  formados  de  su  carne  y  de 
sus  huesos. 

31  Por  eso  está  escrito  '  :  Dejará  el  hombre  á  su 
padre  y  á  su  madre,  y  se  juntará  con  su  muger ;  y 
serán  los  dos  una  carne. 

32  Sacramento  es  este  grande;  mas  yo  hablo  con 
respecto  á  Christo  y  á  la  Iglesia  ^. 

33  Cada  uno  pues  de  vosotros  ame  á  su  muger  co- 
mo á  sí  mismo ;  y  la  muger  lema  i/  respete  á  su  marido. 

CAPITULO    VI. 

Obligaciones  respectivas  de  los  hijos  7/  de  los  padres,  de  los 
criados  y  de  los  amos.  Armas  espirituales  dd  cristiano. 
Vigilancia  y  perseverancia  en  la  oración. 

1  Hijos,  vosotros  obedeced  á  vuestros  padres  con 
la  mira  puesta  en  el  Señor,  porque  es  esta  una  cosa 
justa. 

2  Honra  á  lu  padre,  y  á  tu  madre,  que  es  el  pri- 
mer mandamiento  que  va  acompañado  con  recom- 
pensa ' ; 

3  para  que  te  vaya  bien,  y  tengas  larga  vida  so- 
bre la  tierra. 

4  Y  vosotros,  padres,  no  irritéis  con  excesivo  rigor 
á  vuestros  hijos;  mas  educadlos  corrigiéndolos,  é  ins-- 
truyéndolos  según  la  doctrina  de  el  Señor. 

1   Gen.  II.  V.  24.  etc. 

'2  Cuya  tiuion  se  repre.senta  en  el  matrimonio. 

3  Aun  para  esta  vida   Ex.  XX.  v.  Vl.  —  Detd.  V.  v.  16. 


CAPÍTULO    VI.  45. 

5  Siervos,  obedeced  á  vuestros  señores  temporales 
con  temor  y  respeto,  con  sencillo  corazón,  como  á  el 
mismo  Christo ; 

6  no  sirviéndolos  solamente  cuando  tienen  puesto 
el  ojo  sobre  vosotros ,  como  si  no  pensaseis  mas  que 
en  complacer  á  los  hombres,  sino  como  siervos  de 
Christo,  que  hacen  de  corazón  la  voluntad  de  Dios  que 
los  ha  puesto  en  tal  estado, 

7  y  servidlos  con  amor,  haciéndoos  cargo  que  ser- 
vis  al  Señor,  y  no  á  hombres ; 

8  estando  ciertos  de  que  cada  uno,  de  todo  el  bien 
que  hiciere,  recibn-á  del  Señor  la  paga,  ya  sea  esclavo, 
ya  sea  libre. 

9  Y  vosotros,  amos ,  haced  otro  tanto  con  ellos,  ex- 
cusando las  amenazas  i/  castigos ;  considerando  que 
unos  y  otros  tenéis  un  mismo  Señor  allá  en  los  cielos, 
y  que  no  hay  en  él  acepción  de  personas  '. 

10  Por  lo  demás,  hermanos  mios,  confortaos  en  el 
Señor,  y  en  su  virtud  /oí/o-poderosa. 

11  Revestios  de  toda  la  armadura  de  Dios,  para 
poder  contrarestar  á  las  asechanzas  del  diablo, 

12  porque  no  es  nuestra  pelea  solamente  contra 
hombres  de  carne  y  sangre,  sino  contra  los  príncipes  y 
potestades,  contra  los  adalides  de  estas  tinieblas  del 
mundo,  contra  los  espíritus  malignos  esparczV/os  en  los 
aires  "". 


1  No  tendrá  miramiento  alguno  á  la  condición  ó  clase  de 
las  personas,  para  dejar  de  premiarlas  ó  castigarlas. 

2  Véase  Demonio. 


4G  EPiST.    DE    S.    PARLO    A    LOS    EPHESIOS. 

13  Por  tanto  tomad  las  armas  todas  de  Dios  ó  toda 
su  arnés,  para  poder  resistir  en  el  día  aciago,  y  sos- 
teneros apercibidos  en  todo. 

14  Estad  pues  á  pié  firme,  ceñidos  vuestros  lomos 
con  el  cingulo  de  la  verdad,  y  armados  de  la  coraza 
de  la  justicia , 

15  y  calzados  los  pies,  prontos  á  seguir  y  predicar 
el  Evangelio  de  la  paz  ; 

16  embrazando  en  todos  los  encuentros  el  broquel 
de  la  fé,con  que  podáis  apagar  todos  los  dardos  en- 
cendidos del  maligno  espiriiu  : 

17  tomad  también  el  yelmo  de  la  salud  ' ,  y  empu- 
ñad la  espada  espiritual  ó  de!  espíritu  (que  es  la  pala- 
bra de  Dios); 

18  haciendo  en  todo  tiempo  con  espíritu  y  fervar 
continuas  oraciones  y  plegarias ,  y  velando  para  lo 
mismo  con  todo  empeíio,  y  orando  por  lodos  los  san- 
tos ojíeles; 

19  y  por  mí  también,  á  fin  de  que  se  me  conceda 
el  saber  desplegar  mis  labios  para  predicar  con  \flyev- 
tad ,  manifestando  el  misterio  del  Evangelio ; 

2ü  del  cual  soy  embajador,  aun  estando  entre  ca- 
denas ;  de  modo  que  hable  yo  de  él  coa  valentía ,  como 
debo  hablar. 

—  21  En  fin,  en  orden  al  estado  de  [mis  cosas,  y  lo 
que  hago,  os  informará  del  todo  Tychíco,  nuestro  carí- 
simo hermano,  y  fiel  ministro  en  el  Señor, 

22  al  cual  os  he  remitido  ahí  coa  este  laisme  fln , 

1  Qne  es  la  esperanza.  Is.  LIX.  v.  17. 


CAÍÍTÜ-LO    VI.  47 

para  que  sepáis  lo  que  es  de  nosotros,  y  consuele  vues- 
tros corazones. 

23  Paz  á  los  hermanos,  y  caridad,  y  fé  de  parte  ile 
Dios  Padre ,  y  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo. 

24  La  gracia  sea  con  todos  los  que  aman  á  nuestro 
Señor  Jesn-Ghristo  con  un  amor  puro  é  incorrupli- 
ble.  Amen. 


l?iN  DE  LA  epístola  I>E  SAN  PABLO 

A  LOS  EPHESroS. 


ADVERTENCIA 


LA  EPÍST.  DE  S.  PABLO  Á  LOS  PHILIPPENSES. 


Hahia  sa7i  Pablo  convertido  á  la  fe  á  los 
habitantes  de  Philippos,  ciudad  principal  de 
la  Macedonia  (Act.  XVI.  v.  8.),  y  les  es- 
cribe esta  carta  con  motivo  de  un  considerable 
socorro  que  le  liabian  enviado  á  Roiiia,  donde 
estaba  preso.  Casi  toda  ella  es  moral,  conte- 
niendo al  fnismo  tiempo  los  mas  puros  senti- 
mientos de  fé,  de  caridad  ,  de  zelo  y  de  con- 
fianza en  Dios. —  Parece  escrita  el  año  62 
de  Jesu-Christo^  y  el  %  del  imperio  deNeron. 


EPÍSTOLA 

DEL   APÓSTOL  S,  PABLO 

Á  LOS  PHILIPPENSES. 


CAPITULO  PRIMERO. 

Después  de  agradecerles  su  afecto,  les  da  cuenta  del  estado  y- 
disposición  en  que  se  halla  entre  las  cadenas,  y  los  exhorta 
á  sufrir  trabajos  por  Christo. 

1  Pablo  y  Timolheo,  siervos  de  Jesu-Christo,  á  to- 
dos los  santos  en  Christo-Jesus,  que  están  en  Philíp- 
pos ,  con  los  obispos  *  y  diáconos. 

2  La  gracia  y  paz  de  Dios,  padre  nuestro,  y  de 
nuestro  Señor  Jesu-Christo  sean  con  vosotros. 

3  Yo  doy  gracias  á  mi  Dios  cada  vez  que  me  acuer- 
do de  vosotros , 

4  rogando  siempre  con  gozo  por  todos  vosotros ,  en 
todas  mis  oraciones , 

5  al  ver  la  parte  que  tomáis  en  el  Evangelio  de 
Christo  desde  el  primer  dia  hasta  el  presente ; 

6  porque  yo  tengo  una  firme  confianza ,  que  quien 

i  Véase  Ohiupos. 


50         EPÍST.    DE  S.    PABLO    k   LOS  PHILIPPENSES. 

ha  empezado  en  vosotros  la  buena  obra  de  vuestra  sa- 
ludj  la  llevará  al  cabo  hasta  el  día  de  la  venida  de 
Jesia-Ghrista ; 

7  como  es  justo  que  yo  lo  piense  así  de  lodos  voso- 
tros ,  pues  tengo  impreso  en  mi  corazón  ,  el  que  todos 
vosotros  sois  compañeros  de  mi  gozo  en  mis  cadenas, 
y  en  la  defensa  y  conürmacion  del  Evangelio. 

8  Dios  me  es  testigo  de  la  ternura  con  que  os  amo 
á  todos  en  las  entrañas  de  Jesu-Christo, 

9  Y  lo  que  pido  es  que  vuestra  caridad  crezca  mas 
y  mas  en  conocimiento,  y  en  toda  discreción ; 

10  á  fin  de  que  sepáis  discernir  lo  mejor,  y  os 
mantengáis  puros ,  y  sin  tropiezo  hasta  el  dia  de 
Christo , 

11  colmados  de  frutos  "de  justicia  por  Jesu-Chrislo, 
á  gloria  y  loor  de  Dios. 

—  12  Entre  tanto,  ;  oh  hermanos!  quiero  que  sepáis 
que  las  cosas  que  me  han  sucedido  ' ,  han  redundado 
en  mayor  progreso  del  Evangelio  ; 

13  de  suerte  que  mis^cadenas  por  Chrrsto  han  lle- 
gado á  ser  notorias  á  toda  la  corte  '  del  emperador, 
y  á  todos  los  demás  habitantes  • 

1  Bien  lejos  de  perjudicar  al  establecimiento  de  la  fó. 

2  Véase  Pretorio.  El  qne  se  desalienta  á  la  vista  át  his 
persecuciones,  no  conoce  las  sendas  del  Evangelio.  Las 
obras  de  Dios  se  establecen  y  Ibrtiíican  muchas  veces  coa 
los  mismos  trabajos  y  persecuciones  de  sus  obreros.  Los 
obstáculos  que  oponen  los  hombres,  son  medios  de  que  se 
hirve  Dios.  San  Pablo  se  gloría,  no  de  que  la  corte  conozca 
su  elocuencia  y  sus  talentos,  sino  de  que  sej)a  sus  humilla- 


CAPÍTULO  I.  51 

14  y  muchos  de  los  hermanos  en  el  Señor  co- 
brando bríos  con  mis  cadenas ,  con  mayor  ánimo  se 
atreven  á  predicar  sin  miedo  la  palabra  de  Dios. 

15  Verdad  es  que  hay  algunos  que  predican  á 
Chrislo  por  espíritu  de  envidia ,  y  como  por  tema  ' , 
mientras  otros  lo  hacen  con  buena  intención : 

16  unos  por  caridad  "^ ,  sabiendo  que  estoy  consti- 
tuido para  defensa  del  Evangelio; 

17  otros  al  contrario  p>or  zelos  y  tema  contra  mí, 
anuncian  á  Christo  con  intención  torcida ,  imagináti- 
dose  agravar  el  peso  de  mis  cadenas. 

18  ¿Mas  qué  importa?  Con  tal  que  de  cualquier 
modo  Christo  sea  anunciado,  bien  sea  por  algún  apa- 
rente pretexto,  ó  bien  por  un  verdadero  zelo ;  en  esto 
me  gozo,  y  me  gozaré  siempre. 

19  Porque  sé  que  esto  redundará  en  mi  bien,  me- 
diante vuestras  oraciones  y  el  auxilio  del  Espíritu  de 
Jesu-Christo, 

20  conforme  á  mis  deseos,  y  á  la  esperanza  que 
tengo,  de  que  por  ningún  caso  quedaré  confundido ; 
antes  estoy  con  total  confianza  de  que  también  ahora , 


cioues.  Se  sirve  Dios  de  sus  mayores  enemigos  para  dar  á 
conocer  y  purificar  a  los  que  le  sirven.  Dejemos  obrar  a 
ifios,  adoremos  sus  designios,  y  después  de  haber  hecho  lo 
que  él  nos  prescribe ,  conformémonos  con  los  efectos  ó 
disposiciones  de  su  sabia  providencia. 

1  Pretendiendo  hacerse  apóstoles  ó  caudillos^  y  que- 
riendo derribarme  á  mí. 

2  Suplen  por  mí,  mientras  estoy  preso. 


52       EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    PHILIPPÉNSES. 

como  siempre ,  Chrislo  será  glorificado  en  mi  cuerpo, 
ora  sea  por  mi  vida,  ora  sea  por  mi  muerte'. 

21  Porque  mi  vivir  es  lodo  para  servir  d  Christo, 
y  el  morir  también ,  y  ademas  es  una  ganancia  mia , 
pues  me  llera  á  él. 

22  Pero  si  quedándome  mas  tiempo  en  este  cuerpo 
mortal ,  yo  puedo  sacar  fruto  de  mi  trabajo ,  no  sé  en 
verdad  qué  escoger,  si  la  muerte  ó  la  vida. 

23  Pues  me  hallo  estrechado  por  ambos  lados  : 
tengo  deseo  de  verme  libre  de  las  ataduras  de  este 
cuerpo,  y  estar  con  Christo,  lo  cual  es  sin  compara- 
ción mejor  jpara  m/; 

24  pero  por  otra  parte  el  quedar  en  esta  vida ,  es 
necesario  por  vosotros. 

25  Persuadido  de  esto,  entiendo  que  quedaré  toda- 
vía ,  y  permaneceré  con  todos,  vosotros ,  para  provecho 
vuestro,  y  gozo  ó  exaltación  de  vuestra  fé ; 

26  á  fin  de  que  crezca  vuestro  regocijo  y  congratu- 
lación conmigo  en  Christo  Jesús ,  con  motivo  de  mi 
regreso  á  vosotros. 

27  Solo  os  encargo  ahora  que  vuestro  proceder  sea 
digno  del  Evangelio  de  Christo;  para  que,  ó  sea  que  yo 
vaya  á  veros ,  ó  que  esté  ausente ,  oiga  decir  de  voso- 
tros ,  que  perseveráis  firmes  en  un  mismo  espíritu , 
trabajando  unánimes  por  la  fé  del  Evangelio ; 

28  y  no  deben  intimidaros  los  esfuerzos  de  los  ene- 


1  Ya  salga  libre  de  esta  prisión  ,  ó  bien  sea  coudenado  á 
muerte. 


CAPÍTULO    II.  53 

Iñigos,  pues  esto  que  hacen  contra  vosotros,  y  es  la 
causa  de  su  perdición,  lo  es  para  vosotros  de  salvación, 
y  eso  es  disposición  de  Dios ; 

29  pues  que  por  los  méritos  de  Christo  se  os  ha 
hecho  la  gracia,  no  solo  de  creer  en  él,  sino  también 
de  padecer  por  su  amor  ; 

30  sufriendo  el  mismo  conflicto,  que  antes  en  esa 
ciudad '  visteis  en  mi,  y  el  que  ahora  habéis  oido  que 
sufro. 


CAPITULO  11. 

Exhórtalos  á  la  unión  y  candad  fralernal,  á  la  humildad  y 
á  la  obediencia^  con  el  ejemplo  de  Jesu-Chvislo.  Reco- 
mienda y  alaba  á  Thnotheo  y  á  Epaphródiío. 

1  Por  tanto  si  hay  para  mí  alguna  consolación  en 
Christo  de  parte  de  vostoi^s,  si  algún  refrigerio  de 
jmrte  de  vuestra  caridad,  si  alguna  unión  entre  noso- 
tros por  la  participado?!  de  un  mismo  espíritu,  si  hay 
entrañas  de  compasión  acia  este  preso; 

2  haced  cumplido  mi  gozo,  sintiendo  todos  una 
misma  cosa  ,  teniendo  una  misma  caridad,  un  mismo 
espíritu,  unos  mismos  sentimientos, 

3  no  haciendo  nada  por  tema,  ni  por  vanagloria, 
sino  que  cada  uno  por  humildad  mire  como  supe- 
riores á  los  otros, 


Act.  XVI  V.  la 


54         EPÍST.     ÜE    S.    PABLO    A    LOS    PHILIPPENSES. 

4  atendiendo  cada  cual ,  no  solamente  al  bien  de  sí 
mismo,  sino  á  lo  que  redunda  en  bien  del  prójimo. 

5  Porque  habéis  de  tener  en  vuestros  corazones  los 
mismos  sentimientos,  que  tuvo  Jesu-Christo  en  el 
suyo ; 

6  el  cual  teniendo  la  naturaleza  de  Dios,  no  fue  por 
usurpación  sino  por  esencia  el  ser  igual  á  Dios  ; 

7  y  no  obstante  '  se  anonadó  á  sí  mismo  lomando 
la  forma  ó  naturaleza  de  siervo ,  hecho  semejante  á  los 
demás  hombres,  y  reducido  á  la  condición  de  hombre^. 

8  Se  humilló  á  si  mismo  haciéndose  obediente 
hasta  la  muerte ,  y  muerte  d€  cruz. 

9  Por  lo  cual  también  Dios  le  ensalzó  sobre  todas 
las  cosas^,  y  le  dio  nombre  superior  á  todo  nombre  ; 

10  á  fin  de  que  al  nombre  de  Jesús  se  doble  toda 
rodilla  en  el  cielo ,  en  la  tierra ,  y  en  el  infierno ; 

11  y  toda  lengua  confiese,  que  el  Señor  Jesu- 
Christo  está  en  la  gloria  de  Dios  Padre. 

12  Por  lo  cual,  carísimos  mios,  (puesto  que  siempre 


1  Olvidando  en  cierta  manera  su  gloria,  y  para  salvar  á 
los  hombres. 

2  ¥  reconocido  por  hombre  en  su  condición. '^Mmctisi. 
Este  verso  7  en  la  Vulgata  acaba  con  punto;  pero  en- va- 
rias ediciones  antiguas  así  del  texto  griego  como  de  la  tra- 
ducc¡(m  latina ,  en  la  versión  castellana  de  Valera,  y  en 
algunas  obras  de  santos  Padres  hay  dos  puntos  ó  división 
de  verso  después  áe  factus,  y  comienza  el  verso  8  et  habilu 
inventus  ,  etc.  Así  lo  había  puesto  en  la  primera  edición  ; 
pero  no  siendo  necesaria  la  variación  ,  he  seguido  ahora  la 
puntuación  de  la  Vulgata. 


CAPITULO    11.  55 

habéis  sido  obedi€nles  á  mi  doctrina,  sedlo  ahora) 
trabajad  con  temor  y  temblor  en  la  obra  de  vuestra 
salvación  ',  no  solo  como  en  mi  presencia,  sino  mucho 
mas  ahora  en  ausencia  mia. 

13  Pues  Dios  es  el  que  obra  ó  produce  en  vosotros 
por  un  puro  efecto  de  su  buena  voluntad  ,  no  solo  el 
querer,  sino  el  ejecutar  ^. 

14  Haced  pues  todas  las  cosas  sin  murmuraciones, 
ni  perplejidades , 

15  para  que  seáis  irreprensibles  y  sencillos  como 
hijos  de  Dios,  sin  lacha  en  medio  de  una  nación  de- 
pravada y  perversa;  en  donde  resplandecéis  como 
lumbreras  del  mundo , 

16  conservando  la  palabra  de  vida  que  os  he  predi- 
cado, para  que  yo  me  glorie  en  el  dia  de  Christo,  de 
que  no  he  corrido  en  balde,  ni  en  balde  he  trabajado. 

17  Pues  aun  cuando  yo  haya  de  derramar  mi  san- 
gre ,  á  manera  de  libación ,  sobre  el  sacrificio  y  víc- 
tima de  vuestra  f é  ^  me  gozo,  y  me  congratulo  con 
todos  vosotros. 

18  y  de  eso  mismo  habéis  vosotros  de  holgares,  y 
darme  á  mí  el  parabién. 

—  19  Yo  espero  en  el  Señor  Jesús,  enviaros  muy 


1  No  confiando  en  \  iiestras  propias  fuerzas,  sino  en  las 
q\ie  os  comunicará  la  gracia  de  Dios.  Véase  Gracia. 

2  Véase  Gracia. 

3  Aunque  pierda  mi  vida  para  fortaleceros  en  la   fé  de 
Jesu-Christo.  Véase  Libación. 


56      EPÍST.    DE   S.    PABLO   A    LOS    PHILIPPENSES. 

presto  á  Timothco ,  para  consolarme  yo  también  y 
alentarme,  con  saber  de  vuestras  cosas. 

20  Porque  no  tengo  ninguna  persona  tan  unida  de 
corazón  y  espíritu  conmigo  como  él,  ni  que  se  interese 
por  vosotros  con  afecto  mas  sincero. 

21  Visto  que  casi  todos  buscan  sus  propios  inte- 
reses ,  no  los  de  Jesu-Christo. 

22  Pues  ya  sabéis  vosotros  la  experiencia  que  tengo 
de  él ,  habiéndome  servido  en  la  predicación  de  el 
Evangelio ,  como  un  hijo  al  lado  de  su  padre. 

23  Así  que  espero  enviárosle ,  luego  que  yo  vea 
arregladas  mis  cosas. 

24  Confio  asimismo  en  el  Señor,  que  aun  yo  en 
persona  he  de  ir  dentro  de  muy  poco  tiempo  á  veros. 

25  ínterin  me  ha  parecido  necesario  el  enviaros 
ya  á  Epaphródito  mi  hermano ,  y  coadjutor  en  el 
ministerio  ,  y  compañero  en  los  combates ,  apóstol  ó 
enviado  vuestro  ,  y  que  me  ha  asistido  en  mis  nece- 
sidades *  ; 

26  porque  á  la  verdad  él  tenia  grande  ansia  de 
veros  á  todos ,  y  estaba  angustiado ,  porque  vosotros 
habláis  sabido  su  enfermedad. 

27  Y  cierto  que  ha  estado  enfermo  á  punto  de 
morir ;  pero  Dios  tuvo  misericordia  de  él ,  y  no  solo 
de  él ,  sino  también  de  mí ,  para  que  yo  no  pade- 
ciese  tristeza  sobre  tristeza. 

28  Por  eso  le  he  despachado  mas  presto,  á  fin  de 


1  Con  las  limosnas  con  qne  le  enviasteis. 


CAPÍTULO    III.  57 

que  con  su  vista  os  gozeis   de  nuevo ,  y  así  yo  esté 
sin  pena. 

29  Recibidle  pues  con  toda  alegría  en  ei  Señor, 
y  con   el  honor  debido  á  semejantes  personas, 

30  en  atención  á  que  por  el  servicio  de  Jesu- 
Christo  ha  estado  á  las  puertas  de  la  muerte ,  ex- 
poniendo su  vida ,  á  trueque  de  suplir  lo  que  vos- 
otros (leude  ahi  no  podíais  hacer  en  obsequio  mió, 

CAPÍTULO  III. 

Que  todas  las  cosas  no  valen  nada  en  comimracion  de  las 
que  tenemos  en  Jesu-Chrüío.  De  los  falsos  apóstoles,  ene- 
migos de  la  cruz  de  Chrislo, 

1  En  fin,  hermanos  míos,  vosotros  alegraos  en  el 
Señor.  A  mí  no  me  es  molesto  el  escribiros  las  mismas 
cosas ,  y  para  vosotros  es  necesario. 

2  Guardaos  pues^  os  repito ,  de  esos  canes ,  guar- 
daos de  los  malos  obreros  ,  guardaos  de  los  falsos 
circuncisos  \ 

3  Porque  los  verdaderos  circuncisos  somos  nos- 
otros ,  que  servimos  en  espíritu  á  Dios ,  y  nos  glo- 
riamos en  Jesu-Christo,  lejos  de  poner  confianza  en. 
la  carne  '  : 

4  bien  que  podría  yo  también  gloriarme  en  la  car- 


1  Guardaos  de  esa  inúiil  cortadura,  o  circuncisión ,  de 
esos  falsos  predicadores,  que  solamente  pouea  su  mira  ea 
la  circancision  del  cuerpo. 

2  O  en  las  ceremonias  de  la  Ley. 

ToM.  XV.  6 


j8     epíst.  de  s.  pablo  a  los  philippenses. 

ne ' .  Si  alguno  pues  presume  aventajarse  según  la 
carne ,    sepa  que  mas  puedo  yo  , 

5  pues  fui  circuncidado  al  octavo  día ,  soj/  del  li- 
nage  de  Israel,  de  la  tribu  de  Benjamín,  hebreo 
hijo  de  hebreos ,  Fariseo  en  la  manera  de  observar 
la  Ley, 

6  zeloso  por  el  judaismo  hasta  perseguir  la  Igle- 
sia de  Dios ;  y  en  cuanto  á  la  justicia  que  consiste 
en  la   Ley,  ha  sido  mi  proceder  irreprensible. 

7  Pero  estas  cosas  que  antes  las  consideraba  yo 
como  ventajas  mias,  me  han  parecido  desventajas 
y  pérdidas,  al  poner  los  ojos  en  Jesu-Christo. 

8  Y  en  verdad  todo  lo  tengo  por  pérdida  ó  des- 
ventaja ,  en  cotejo  del  sublime  conocimiento  de  mi 
Señor  Jesu-Christo  ^ ,  por  cuyo  amor  he  abandonado 
y  perdido  todas  las  cosas ,  y  las  miro  como  basura, 
por  ganar  á  Christo  , 

9  y  en  él  hallarme ,  no  con  tener  la  justicia  mía  , 
la  cual  es  la  que  viene  de  la  Ley  ',  sino  aquella  que 
nace  de  la  fé  de  Jesu-Christo,  la  justicia  que  viene  de 
Dios  por  la  fé  , 

1 0  á  fin  de  conocerle  á  él ,  esto  es  ,  á  Christo , 
y  la  eficacia  de  su  resurrección ,  y  participar  de  sus 
penas  ,  asemejándome  á  su  muerte  ♦ ; 

1  Aun  mas  que  esos  falsos  doctores  ,  si  eso  fuese  mate- 
ria de  gloria. 

2  Que  recibí  en  mi  conversión. 

3  O  está  fundada  sobre  la  letra  de  ella^  y  las  fuerzas  na- 
turales del  hombre. 

4  O  muriendo  á  todos  mis  vicios. 


CAPÍTULO    III.  59 

11  de  modo  que  al  cabo  pueda  arribar  á  merecer 
la  resurrección  yloriosa  de  los  rauerlos  : 

12  no  que  lo  haya  logrado  ya  todo,  ni  llegado  á  la 
perfección  de  asemejainne  á  Christo ;  pero  yo  sigo  mi 
carrera ,  por  ver  si  alcanzo  aquello  para  lo  cual  fui 
destinado  ó  llamado  por  Jesu-Christo. 

13  Yo,  hermanos  jnios ,  no  pienso  haber  tocado  al 
fin  de  mi  carrera,  ñli  única  mira  es,  olvidando  las 
cosas  de  atrás  ,  y  atendiendo  solo  y  mirando  á  las  de 
delante , 

14  ir  corriendo  acia  el  hilo  ' ,  para  ganar  el  premio 
á  que  Dios  llama  desde  lo  alio  por  Jesu-Christo. 

15  Pensemos  pues  así  todos  los  que  somos  perfec- 
tos ^  :  que  si  vosotros  pensáis  de  otra  suerte  ,  confio 
en  que  Dios  os  iluminará  también  en  esto  y  sacará 
del  error. 

16  Mas  en  cuanto  á  los  conocimientos  á  que  hemos 
arribado  ya  en  las  verdades  de  la  fé ,  tengamos  los 
mismos  sentimientos ;  y  perseveremos  en  la  misma 
regla. 

—  17  ¡Oh  hermanos!  sed  imitadores  raios  ,  y  poned 
los  ojos  en  aquellos  que  proceden  conforme  al  decha- 
do nuestro  que  tenéis. 


1  Acia  el  blanco  de  mi  carrera. 

2  O  aspiramos  á  la  perfección;  y  por  mas  perfectos  que 
seamos,  y  aptos  para  coger  el  premio.  La  palabra  griega 
TÍXeioi,  que  la  Vulgata  traduce  perfecti,  significa  aquí  bien 
clispueatos  para  ganar  el  premio  en  alguu  certamen,  lu- 
oha,  etc. 


60       EPÍST.    DE    S.    PABLO   A    LOS    PHILÍPPENSES. 

18  Porque  muchos  andan  por  ahí,  como  os  decía 
repelidas  veces,  (y  aun  ahora  lo  digo  con  lágrimas)  que 
se  portan  como  enemigos  de  la  cruz  de  Chrislo  ; 

19  el  paradero  de  los  cuales  es  la  perdición;  cuyo 
Dios  es  el  vientre ;  y  que  hacen  gala  de  lo  que  es  su 
desdoro  y  confusión  ,  aferrados  á  las  cosas  terrenas. 

20  Pero  nosotros  vivimos  ya  como  ciudadanos  del 
cielo ;  de  donde  asimismo  estamos  aguardando  al  Sal- 
vador Jesu-Christo  Señor  nuestro , 

21  el  cual  trasformará  nuestro  vil  cuerpo,  y  le  hará 
conforme  al  suyo  glorioso  ,  con  la  misma  virtud  eficaz, 
con  que  puede  también  sujetar  á  su  imperio  todas  las 
cosas  y  hacer  cuanto  quiera  de  ellas. 

CAPITULO  IV. 

Última  exhortación  del  Apóstol  á  la  práctica  de  todas  las 
virtudes ,  y  su  agradecimiento  por  el  socorro  que  le  habían 
enviado. 

1  Por  tanto,  hermanos  mios  carísimos  y  amabilísi- 
mos ,  que  sois  mi  gozo  y  mi  corona ,  perseverad  así 
firmes  en  el  Señor ,  queridos  mios. 

2  Yo  ruego  á  Evodia  ,  y  suplico  á  Syntyché ,  que 
tengan  unos  mismos  sentimientos  en  el  Señor. 

3  También  te  pido  á  tí  ¡  oh  fiel  compañero  !  que 
asistas  á  esas  que  conmigo  han  trabajado  por  el  Evan- 
gelio con  Clemente ,  y  los  demás  coadjutores  mios  , 
cuyos  nombres  están  en  el  libro  de  la  vida  '. 


1  Véase  Libro,  Vida. 


CAPÍTULO  IV.  61 

4  Vivid  siempre  alegres  en  el  Señor  :  vivid  alegres 
repito  '. 

5  Sea  vuestra  modestia  *  patente  á  lodos  los  hom- 
bres :  el  Señor  está  cerca. 

6  No  os  inquietéis  por  la  solicitud  de  cosa  alguna  ; 
mas  en  todo  presentad  íx  Dios  vuestras  peticiones  por 
medio  de  la  oración  y  de  las  plegarias  ,  acompañadas 
de  hacimiento  de  gracias. 

7  Y  la  paz  de  Dios  ,  que  sobrepuja  á  todo  entendi- 
miento ,  sea  la  guardia  de  vuestros  corazones  ,  y  de 
vuestros  sentimientos ,  en  Jesu-Christo. 

8  Por  lo  demás ,  hermanos  mios ,  todo  lo  que  es 
conforme  á  verdad ,  todo  lo  que  respira  pureza  ,  todo 
lo  justo ,  todo  lo  que  es  santo  ó  santifica  ,  todo  lo  que 
os  haga  amables ,  todo  lo  que  sirve  al  buen  nombre , 
toda  virtud  ,  toda  disciplina  loable  ,  esto  sea  vuestro 
estudio. 

i)  Lo  que  habéis  aprendido  ,  y  recibido  ,  y  oido  ,  y 
visto  en  mí,  esto  habéis  de  practicar;  y  el  Dios  de  la 
paz  será  con  vosolros- 

10  Yo  por  mí  me  holgué  sobremanera  en  el  Señor, 
deque  al  fin  ha  reflorecido  aquel  afecto  que  me  tenéis  : 
siempre  le  habéis  tenido  en  vuestro  corazón ,  mas  no 
hallabais  coyuntura  para  manifestarle. 


1  La  confianza  en  Dios  y  la  sumisión  á  su  divina  volun 
tacl  son  la  raíz  ó  el  manantial  de  aquella  paz  y  alegría  ver- 
dadera de  que  nunca  sfoza  el  honíbre  carnal. 

2  La  voz  griega  íttíéíxs'í  significa  moderación ,  sufri- 
miento, etc. 


62      EPÍST.    DE    S.    PABLO    A   LOS    PHILIPPENSES. 

11  No  lo  digo  por  razón  de  mi  indigencia  ,  pues  he 
aprendido  á  contentarme  con  lo  que  tengo. 

12  Sé  vivir  en  pobreza,  y  sé  vivir  en  abundancia; 
todo  lo  he  probado  y  estoy  ya  hecho  á  todo ;  á  tener 
hartura  ,  y  á  sufrir  hambre ,  ó  tener  abundancia  ,  y  á 
padecer  necesidad; 

13  todo  lo  puedo  en  aquel  que  me  conforta,  esto 
es ,  en  Christo. 

14  Sin  embargo  habéis  hecho  una  obra  buena,  en 
concurrir  al  alivio  de  mi  tribulación. 

—  15  Por  lo  demás  bien  sabéis  vosotros  ¡  oh  philip- 
penses !  que  después  de  haber  comenzado  á  predicaros 
el  Evangelio  ,  habiendo  en  seguida  salido  de  la  Mace- 
donia  ,  ninguna  otra  Iglesia ,  sino  solamente  la  vues- 
tra, me  asistió  con  sus  bienes ; 

16  pues  una  y  dos  veces  me  remitisteis  á  Thessa- 
lónica  con  que  atender  á  mis  necesidades. 

17  No  es  que  desee  yo  vuestras  dádivas ,  sino  lo 
que  deseo  es  el  provecho  considerable  que  resultará 
de  ello  á  cuenta  vuestra  delante  de  Dios. 

18  Ahora  lo  tengo  lodo,  y  estoy  sobrado  :  colmado 
estoy  de  bienes ,  después  de  haber  recibido  por  Epa- 
phródito  lo  que  me  habéis  enviado ,  i/  que  he  recibido 
como  una  oblación  de  olor  suavísimo ,  como  una  hos- 
tia acepta  y  agradable  á  Dios. 

19  Cumpla  pues  mi  Dios  todos  vuestros  deseos ,  se- 
gún sus  riquezas ,  con  la  gloria  que  os  dé  en  Jesu- 
Christo. 

20  Al  Dios  y  Padre  nuestro  sea  dada  la  gloria  por 
los  siglos  (le  los  siglos.  Amen. 


CAPÍTULO    IV.  63 

—  21  Saludad  á  todos  los  santos  afieles  en  Christo 
Jesús. 

22  Los  hermanos  que  conmigo  están,  os  saludan. 
Os  saludan  todos  los  santos,  y  principalmente  los  que 
son  de  la  casa  ó  palacio  de  César  '. 

23  La  gracia  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo  sea 
con  vuestro  espíritu.  Amen. 


Esto  es  ,  del  emperador  Nerón. 


FIN  DE  LA  epístola  DE  SAN  PABLO 

A  LOS  PHILIPPENSES. 


ADVERTENCIA 


LA   EPÍSTOLA  DE  SAN  PABLO  A  LOS  COLOSSENSES; 


Los  fieles  de  Colóssas  se  hallaban  turba- 
dos  por  dos  clases  de  seducíosles :  los  unos  les 
enseñaban  d  mezclar  con  el  Evangelio  las 
ceremonias  del  judaismo;  los  otros  á  acer- 
carse á  Dios^  mas  no  por  Jesu-Christo  como 
mediador,  sino  por  los  ángeles,  á  los  cuales 
daban  ellos  esta  cualidad  ú  oficio,  según  los 
principios  de  la  filosofía  platónica.  San  Pa- 
blo desde  Roma ,  donde  se  hallaba  preso,  les 
escribe  para  desengañarlos  de  tales  errores, 
y  les  da  después  excelentes  reglas  para  stt 
conducta^ 


epístola 
del  apóstol  s.  pablo 

Á  LOS  GOLOSSENSES. 


CAPÍTULO  PRIMERO. 


Alaba  san  Pablo  la  jé  de  los  colossenses  ,  y  ruega  por  ellos. 
Jesii- Cliristo  es  la  imagen  perfecta  de  Dios,  el  señor  de 
todas  las  cosas,  la  cabeza  de  la  Iglesia,  y  el  redentor  de 
los  hombres.  Pablo  es  el  ministro  de  Jesu-Chrisio,  para 
anunciar  el  misterio  de  la  vocación  de  los  gentiles. 

1  Pablo ,  apóstol  de  Jesu-Christo  por  la  voluntad 
de  Dios ,  y  Timotheo  su  hermano , 

2  á  los  santos  y  fieles  hermanos  en  Jesu-Chrlslo  , 
residentes  en  Coióssas. 

3  La  gracia  y  paz  sea  con  vosotros ,  de  parte  de 
Dios  Padre  nuestro ,  y  de  Jesu-Christo  nuestro  Se- 
ñor. Damos  gracias  al  Dios  y  Padre  de  nuestro  Señor 
Jesu-Christo ,  orando  siempre  por  vosotros  ; 

4  al  oir  vuestra  fé  en  Christo  Jesús ,  y  el  amor  que 
tenéis  á  todos  los  santos  ojíeles  , 

5  en  vista  de  la  esperanza  de  la  yloria,  que  os  está 
reservada  en  los  cielos ;  esperanza  que  habéis  adqui- 


G6        EPÍST.    DE   S.    PABLO    A   LOS    COLQSSENSES. 

1  ido  ,  cuando  se  os  anunció  la  verdadera  doctrina  del 
Evangelio ; 

6  el  cual  se  ha  propagado  entre  vosotros,  como  asi- 
mismo en  lodo  el  mundo,  donde  fructifica  y  va  cre- 
ciendo, del  modo  que  lo  ha  hecho  entre  vosotros,  desde 
aquel  dia  en  que  oísteis  y  conocisteis  la  gracia  de  Dios 
según  la  verdad, 

7  conforme  la  aprendisteis  de  nuestro  carísimo 
Epáphras,  que  es  nuestro  compañero  en  el  servicio 
de  Dios,  y  un  fiel  ministro  de  Jesu-Christo  para  con 
vosotros, 

8  el  cual  asimismo  nos  ha  informado  de  vuestro 
amor  todo  espiritual. 

9  Por  eso  también  nosotros  desde  el  dia  en  que  lo 
supimos,  no  cesamos  de  orar  por  vosotros,  y  de  pedir 
á  Dios  que  alcanzels  pleno  conocimiento  de  su  volun- 
tad, con  toda  sabiduría  é  inteligencia  espiritual ; 

10  á  fin  de  que  sigáis  'una  conducta  digna  de  Dios 
agradándole  en  todo,  produciendo  frutos  en  toda  espe- 
cie de  obras  buenas,  y  adelantando  en  la  ciencia  de 
Dios; 

11  corroborados  en  toda  suerte  de  fortaleza  por  el 
poder  glorioso  de  su  gracia,  para  tener  siempre  una 
perfecta  paciencia,  y  longanimidad  acompañada  de 
alegría, 

12  dando  gracias  á  Dios  Padre,  que  nos  ha  hecho 
dignos  de  participar  de  la  suerte  y  herencia  úc  los 
santos,  iluminándonos  con  la  luz  del  Evanyelio  ; 

13  que  nos  ha  arrebatado  del  poder  de  las  tinieblas, 
y  trasladado  al  reino  de  su  Hijo  muy  amado  ; 


CAPÍTULO    I.  67 

1 4  por  cuya  sangre  hemos  sido  nosotros  rescatados ' , 
y  recibido  la  remisión  de  los  pecados ; 

15  3/  el  cual  es  imagen  perfecta  del  Dios  invisible ', 
engendrado  ab  wterno  ante  toda  criatura  ; 

16  pues  por  él  fueron  criadas  todas  las  cosas  en  los 
cielos  y  en  la  tierra,  las  visibles  y  las  invisibles,  ora 
sean  tronos,  ora  dominaciones,  ora  principados,  ora 
potestades ;  todas  las  cosas  fueron  criadas  por  él  mismo, 
y  en  atención  á  él  mismo : 

17  y  así  él  tiene  ser  ante  todas  las  cosas,  y  todas 
subsisten  por  él,  y  por  él  son  conservadas. 

18  Y  él  es  la  cabeza  del  cuerpo  de  la  Iglesia,  y  el 
principio  de  la  resurrección,  el  primero  á  renacer  de 
entre  los  muertos,  para  que  en  todo  tenga  él  la  pri- 
macía ; 

19  pues  plugo  al  Padre  poner  en  él  la  plenitud  de 
todo  ser, 

20  y  reconciliar  por  él  todas  las  cosas  consigo,  res- 
tableciendo la  paz  entre  cielo  y  tierra,  por  medio  de 
la  sangre  que  derramó  en  la  cruz. 

21  Igualmente  á  vosotros,  que  antes  os  habíais  ex- 
trañado de  Dios,  y  erais  enemigos  suyos  de  corazón 
por  causa  de  vuestras  malas  obras, 

22  ahora  en  fin  os  ha  reconciliado  en  el  cuerpo 
mortal  de  su  carne  por  medio  de  la  muerte  que  ha 
padecido,  á  fin  de  presentaros  santos,  sin  mancilla,  é 
irreprensibles  delante  de  él  en  la  gloria ; 

1  De  la  esclavitud  en  que  nos  tenia  el  demonio. 

2  Como  que  es  Hijo  suyo  consustancial. 


68      EPÍST.    DE    S.    PABLO    A   LOS    COLQSSENSES. 

23  con  tal  que  perseveréis  cimentados  en  la  fé,  y 
firmes  é  inmobles  en  la  esperanza  del  Evangelio  que 
oísteis,  y  que  ha  sido  predicado  en  todas  las  naciones, 
que  habitan  debajo  del  cielo  ;  del  cual  yo  Pablo  he  sido 
hecho  ministro. 

24  Yo  que  al  presente  me  gozo  de  lo  que  padezco 
por  vosotros,  y  estoy  cumpliendo  en  mi  carne,  lo  que 
resta  que  padecer  á  Chrislo  en  sus  miembros,  sufrien- 
do trabajos  en  pro  de  su  cuerpo  místico,  el  cual  es  la 
Iglesia  ; 

25  cuyo  ministro  yo  soy  por  la  disposición  de  Dios, 
ministerio  que  se  me  ha  dado  en  orden  á  vosotros, 
gentiles,  para  desempeñar  la  predicación  de  la  palabra 
de  Dios ; 

26  anunciándoos  el  misterio  escondido  á  los  siglos 
y  generaciones  pasadas,  y  que  ahora  ha  sido  revelado 
á  sus  sanios , 

27  á  quienes  Dios  ha  querido  hacer  patentes  las 
riquezas  de  la  gloria  de  este  arcano  entre  las  naciones, 
el  cual  no  es  otra  cosa  que  Christo,  hecho  por  la  fé 
la  esperanza  de  vuestra  gloria. 

28  Esle  es  á  quien  predicamos  nosotros,  amones- 
lando  á  lodos  los  hombres,  é  instruyéndolos  á  lodos  en 
toda  sabiduría  ó  conocimientos  celestiales,  para  hacer- 
los á  todos  pcrfeclos  en  Jesu-Chrislo ; 

29  á  cuyo  fin  dirijo  yo  lodos  mis  esfuerzos,  peleando 
según  el  impulso  que  ejerce  en  mí  el  Señor,  con  su 
poderosa  virtud. 


69 


CAPITULO  IJ. 

Exhorta  á  los  colosscnses  á  que  se  guarden  de  los  sofismas  de 
los  filósofos ,  de  la  sitpersticion  de  los  hereges  ,  de  los  ritof 
del  judaismo,  y  de  falsas  visiones. 

1  Porque  deseo  que  sepáis  las  inquietudes  que 
padezco  por  vosotros ,  y  por  los  de  Laodicea,  y  aun 
por  aquellos  fieles  que  todavía  no  me  conocen  de 
vista  ; 

2  á  fin  de  que  sean  consolados  sus  corazones ,  y 
que  estando  bien  unidos  por  la  caridad  ,  sean  llenados 
de  todas  las  riquezas  de  una  perfecta  inteligencia, 
para  conocer  el  misterio  de  Dios  Padre  y  de  Jesu- 
Chrislo ; 

3  en  quien  están  encerrados  todos  los  tesoros  de  la 
sabiduría  y  de  la  ciencia. 

4  Y  digo  esto,  para  que  nadie  os  deslumbre  con 
sutiles  discursos  ó  altisonanies  palabras. 

5  Pues  aunque  con  el  cuerpo  estoy  ausente,  no 
obstante  con  el  espíritu  estoy  con  vosotros ,  holgán- 
dome  de  ver  vuestro  buen  orden ,  y  la  firmeza  de 
vuestra  fé  en  Chrislo. 

6  Ya,  pues,  que  habéis  recibido  por  Señor  á  Jesu- 
Chrislo,  seguid  sus  pasos. 

7  unidos  á  él  cerno  á  vuestra  raiz,  y  edificados 
sobre  él  como  sobre  vuestro  fundamento,  y  contirma- 
dos  en  la  fé,  que  se  os  ha  enseñado,  creciendo  mas  y 
mas  en  ella  con  continuas  acciones  de  gracias. 

8  Estad  sobre  aviso,  para  que  nadie  os  seduzca  por 


70      EPlST.    DE    S.  PABLO    A    I.OS    COLOSSENSES. 

medio  de  una  filosofía  inúlil  y  falaz,  y  con  vanas  su- 
tilezas, fundadas  sobre  la  Iradicion  de  los  hombres, 
conforme  á  las  máximas  del  mundo,  y  no  conforme 
á  la  doctrina  de  Jesu-Christo ; 

9  porque  en  él  habita  toda  la  pl-enilud  de  la  divini- 
dad  corporalmente,  esto  es,  real  y  smtanciabnente  ; 

10  y  lo  tenéis  lodo  en  él,  que  es  la  cabeza  de  todo 
principado  y  potestad  ; 

11  en  el  cual  fuisteis  vosotros  también  circunci- 
dados con  circuncisión,  no  carnal  ó  hecha  por  mano 
que  cercena  la  carne  del  cuerpo,  sino  con  la  circunci- 
sión de  Christo ; 

12  siendo  sepultados  con  él  por  el  bautismo,  y  con 
él  reuscitados  á  la  vida  de  la  gracia  por  la  fé  que 
tenéis  del  poder  de  Dios,  que  le  resucitó  de  la  muerte. 

13  En  efecto,  cuando  estabais  muertos  por  vuestros 
pecados,  y  por  la  incircuncision  ó  desorden  de  vuestra 
carne,  entonces  os  hizo  revivir  con  él,  perdonándoos 
(jracios  amenté  todos  los  pecados ; 

14  y  cancelada  la  cédula  del  decreto  firmado  contra 
nosotros,  que  nos  era  contrario,  quitóla  de  en  medio, 
enclavándola  en  la  cruz  ; 

15  y  despojando  con  esto  á  los  principados  y  po- 
testades infernales^,  los  sacó  valerosamente  en  pú- 
blico, y  llevólos  delante  de  si,  triunfando  de  ellos  en  su 
propia  persona  ó  por  su  pasión  y  muerte. 

16  Nadie  pues  os  condene  por  razón  de  la  comida, 

1  Del  dominio  que  habían  ejercido  en  nosotros  por  cansa 
del  pecado. 


CAPITULO    II.  71 

Ó  bebida,  ó  en  punto  de  dias  festivos,  ó  de  noviluuius, 
ó  de  sábados  ú  otras  observancias  de  la  Ley ; 

1 7  cosas  todas  que  eran  sombra  de  las  que  habían 
de  venir ;  mas  el  cuerpo  ó  la  realidad  de  ellas  es 
Chrislo. 

18  Nadie  os  extravíe  del  recto  camino,  afectando 
humildad,  enredándoos  con  un  culto  supersticioso  de 
los  ángeles,  metiéndose  en  hablar  de  cosas  que  no  ha 
visto,  hinchado  vanamente  de  su  prudencia  carnal  % 

19  y  no  estando  unido  con  la  cabeza  (¡ue  es  Jesu- 
Chrisfo,  de  la  cual  todo  el  cuerpo  alimentado  y  orga- 
nizado por  medio  de  los  nervios  y  junturas^  va  cre- 
ciendo con  el  aumento  que  es  de  Dios  ^. 

20  Si  habéis  muerto  pues  con  Jesi<-Christo  en  orden 
á  aquellas  primeras  y  elementales  instrucciones  del 
mundo,  ¿por  qué  las  queréis  reputar  todavía  por  leyes 
Nuestras,  como  si  vivieseis  en  la  época  aquella  de  el 
mundo? 

21  No  comáis,  seos  dice,  ni  gustéis,  ni  toquéis  esto 
ó  aquello ; 

22  no  obstante  que  todas  estas  cosas,  prescritas  por 
ordenanzas  y  doctrinas  humanas ,  son  tales  que  se 
destruyen  con  el  uso  mismo  que  de  ellas  se  hace. 

23  Pero  en  ellas  hay  verdaderamente  una  especie 


J  Publicando  que  solo  por  medio  de  lo3  ángeles  podemos 
llfigarnos  á  Dios. 

2  Los  Sacramentos  son  como  los  conductos  por  donde 
se  comunica  la  -vida  de  la  gracia  á  todo  el  cuerpo  místico 
(le  Christo ,  que  es  la  Iglesia. 


72       EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    COLOSSENSES. 

de  sabiduría  cristiana,  en  su  observancia  libre  y 
acompañada  de  humildad,  y  en  castigar  al  cuerpo  ,  y 
no  contemplar  nuestra  carne'. 

CAPÍTULO  líl. 

De  la  renovación  de  ha  costumbres  conforme  d  la  nueva 
vida  recibida  de  Christo.  Varios  avisos  á  los  casados,  á 
los  padres  de  familia ,  y  á  los  criados. 

1  Ahora  bien,  si  habéis  resucitado  con  Je.sw-Chris- 
to ,  buscad  las  cosas  que  son  de  arriba,  donde  Christo 
está  sentado  á  la  diestra  de  Dios  Padre: 

2  saboreaos  en  las  cosas  del  cielo ,  no  en  las  de  la 
tierra. 

3  Porque  muertos  estáis  ya,  y  vuestra  nueva  vida 
está  escondida  con  Christo  en  Dios. 

4  Cuando  empero  aparezca  Jesw-Chrislo,  que  es 
vuestra  vida,  entonces  apareceréis  también  vosotros 
con  él  gloriosos. 

5  Haced  morir  pues  los  miembros  del  hombre  ter- 
reno, que  hay  en  vosotros ;  la  fornicación,  la  impureza, 
las  pasiones  deshonestas,  la  concupiscencia  desorde- 


1  Según  san  Gerónimo  ,  san  Juan  Chrysóstonio  y  san 
Aníibrosio,  el  texto  i)uede  traducirse  en  nn  sentido  diferente 
del  modo  signiente  :  Estas  cosas  no  tienen  mas  que  una 
apariencia  de  saliiduría  ó  piedad  ;  ¡jorque  nacen  de  una 
falsa  piedad,  y  de  una  humildad  afectada  que  no  cuida  del 
cuerpo  ,  privándole  del siisl culo  necesario. 


CAPÍTULO    III.  "iS 

nada,  y  la  avaricia,  que  todo  viene  á  ser  una  ido- 
latría '; 

0  por  las  cuales  cosas  descarga  la  ira  de  Dios  sobre 
los  incrédulos, 

7  y  en  las  cuales  anduvisteis  también  vosotros  en  otro 
tiempo,  pasando  en  aquellos  desórdenes  vuestra  vida. 

8  Blas  ahora  dad  ya  de  mano  á  todas  esas  cosas ; 
á  la  colera,  al  enojo,  á  la  malicia,  á  la  maledicencia, 
y  lejos  de  vuestra  boca  toda  palabra  deshonesta. 

9  iNo  mintáis  los  unos  á  los  otros,  en  suma,  desnu- 
daos del  hombre  viejo  con  sus  acciones, 

10  y  vestios  del  nuevo  %  de  aquel  que  por  el  cono- 
cimiento de  la  fe  se  renueva  según  la  imagen  del  Se- 
ñor que  le  crió  ; 

11  para  con  el  cual  no  hay  distinción  de  gentil  y 
judío,  de  circunciso  y  no  circunciso,  de  bárbaro  y  scy- 
Iha ,  de  esclavo  y  libre,  sino  que  Christo  es  todo  el 
bien ,  y  está  en  todos. 

12  Revestios  pues,  como  escogidos  que  sois  de 
Dios,  santos  y  amados,  revestios  de  entrañas  de  com- 
pasión, de  benignidad,  de  humildad,  de  modestia, 
de  paciencia ; 

13  sufriéndoos  los  unos  á  los  otros,  y  perdonándoos 
mutuamente,  si  alguno  tiene  queja  contra  otro:  así 
como  el  Señor  os  ha  perdonado,  así  lo  habéis  de  hacer 
también  vosotros. 

1  Véase  la  nota  al  cfff .  IF.v.  19  de  \a  Epidola  á  los 
ephésios. 

2  Véase  Vestido* 


74       EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    COLOSSENSES. 

14  Pero  sobre  lodo  mantened  la  caridad,  la  cual 
cá  el  vínculo  de  la  perfección  ' ; 

15  y  la  paz  de  Christo  '  triunfe  en  vuestros  cora- 
zones, paz  divina  á  la  cual  fuisteis  asimismo  llamados 
para  formar  todos  un  solo  cuerpo  ;  y  sed  agradecidos 
á  Dios  por  este  y  oíros  benejicios. 

16  La  palabra  de  Christo  ó  su  doctrina  en  abun- 
dancia tenga  su  morada  entre  vosotros,  con  toda  sa- 
biduría ,  enseñándoos  y  animándoos  unos  á  otros ,  con 
salmos  ,  con  himnos  y  cánticos  espirituales ,  cantando 
de  corazón  con  gracia  ó  edificación  las  alabanzas  á 
Dios. 

17  Todo  cuanto  hacéis,  sea  de  palabra  ó  de  obra, 
hacedlo  todo  en  nombre  de  nuestro  Señor  Jesu-Chris- 
to,  1/  á  gloria  suya,  dando  por  medio  de  él  gracias  á 
Dios  Padre. 

18  Mugeres,  estad  sujetas  '  á  los  maridos,  como 
es  debido,  en  Zo  que  es  según  el  Señor. 

19  IMaridos,  amad  á  vuestras  mugeres,  y  no  las 
tratéis  con  aspereza. 

20  Hijos,  obedeced  á  vuestros  padres  en  todo,  por- 
(lue  esto  es  agradable  al  Señor. 


1  Pues    que  nos  une  á  unos  con  otros ,  y  á  todos  con 
l>ioa  ;  que  es  en  lo  que  consiste  la  perfección  cristiana. 

2  Martiüi  traduce  según  el  griego,  Kat)  »' f//)«v«   tou 
(::)¿oü,  Pace  di  Dio,  paz  de  Dios. 

3  Kl  texto  griego  dice  :   iJ'7rorc¿(xaic^s ,  estad  subordi- 
II  idas. 


CAPÍTULO    IV.  75 

2 1  Padres  ,  no  provoquéis  á  ira ,  b  no  it^riteis ,  á 
vuestros  hijos  con  excesiva  severidad,  para  que  no  se 
hagan  pusilánimes  ó  apocados. 

22  Siervos ,  obedeced  en  todo  á  vuestros  amos  tem- 
porales, no  sirviéndolos  solo  mientras  tienen  la  vista 
sobre  vosotros,  ó  solamente  cuando  os  miran,  como 
si  no  deseaseis  mas  que  complacer  á  los  hombres;  sino 
con  sencillez  de  corazón ,  y  temor  de  Dios. 

23  Todo  lo  que  hagáis,  hacedlo  de  buena  gana, 
como  quien  sirve  á  Dios ,  y  no  á  hombres ; 

24  sabiendo  que  recibiréis  del  Señor  la  herencia 
del  cielo  por  galardón  ó  salario ,  pues  á  Christo  nues- 
tro Señor  es  á  quien  servís  en  la  persona  de  vuestros 
amos; 

25  mas  el  que  obra  mal  ó  injustamente  ,  llevará  el 
pago  de  su  injusticia,  porque  en  Dios  no  hay  acepción 
de  personas. 

CAPÍTULO   IV. 

Últimos  avisos  del  Apóstol.   Recomienda  á    TycMco  y  á 
One'simo  ;  y  saluda  á  varios. 

1  Amos  ,  tratad  á  los  siervos  según  lo  que  dictan  la 
justicia  y  la  equidad  ,  sabiendo  que  también  vosotros 
tenéis  un  amo  en  el  cielo  '. 

2  Perseverad  en  la  oración  ,  velando  en  ella  y  acom- 
pañándola con  acciones  de  gracias ; 


1  Que  os  tratará  como  tiatcis  á  ellos. 


76       EPÍST.    DE    S.    PABLO   A  LOS    COLOSSENSES. 

3  orando  juntamente  por  nosotros  ,  para  que  Dios 
nos  abra  la  puerta  de  la  predicación ,  á  fin  de  anun» 
ciar  el  misterio  de  la  redención  de  los  hombres  por 
Je«M -Christo  (  por  cuya  causa  estoy  todavía  preso) 

4  y  para  que  yo  le  manifieste  de  la  manera ^nwc 
con  que  debo  hablar  de  él. 

5  Portaos  sabiamente  ?/  con  prudencia  con  aquellos 
que  están  fuera  de  la  Iglesia  '  ;  resarciendo  el  tiempo 
perdido  ^.  .j 

6  Vuestra  conversación  sea  siempre  con  agrado 
sazonada  con  la  sal  de  la  discreción,  de  suerte  que 
acertéis  á  responder  á  cada  uno  como  conviene. 

7  De  todas  mis  cosas ,  os  informará  Tychico ,  mi 
carísimo  hermano,  y  fiel  ministro  ,  y  consiervo  en  el 
Seíior  ; 

8  al  cual  he  enviado  á  vosotros  expresamente ,  para 
que  se  informe  de  vuestras  cosas ,  y  consuele  vuestros 
corazones ; 

9  juntamente  con  Onésimo ,  mi  muy  amado  y  fiel 
hermano,  el  cual  es  vuestro  compatriota.  Estos  os  con- 
tarán todo  lo  que  aquí  pasa. 

10  Salúdaos  Aristarcho  ,  mi  compañero  en  la  pri- 
sión ,  y  Marcos ,  primo  de  Bernabé ,  acerca  del  cual 
os  tengo  ya  hechos  mis  encargos  :  si  fuere  á  vosotros , 
recibidle  bien  : 

\  1  os  saluda  también  Jesús ,  por  sobrenombre  Jus- 


1  A  fin  de  atraeilos  á  la  fé  con  vuestra  conducta. 

2  Con  aprovechiu-  toda  ocasión  de  hacer  alguna  obra 
buena. 


CAPÍTULO    IV.  77 

lo  :  eslos  son  de  los  circuncisos  6  de  los  hebreos  con- 
vertidos ;  y  ellos  solos  son  los  que  me  ayudan  á  anun- 
ciar q\  reino  de  Dios ,  y  me  han  servido  de  consuelo. 

12  Salúdaos  Epáphras  ,  el  cual  es  de  los  vuestros, 
ó  vuestro  paisano  ,  siervo^e¿  de  Jesu-Christo  ,  siem- 
pre solícito  en^rogar  por  vosotros  en  sus  oraciones, 
para  que  seáis  perfectos  ,  y  conozcáis  bien  todo  lo  que 
Dios  quiere  de  i>osotros. 

13  Pues  yo  soy  testigo,  de  lo  mucho  que  se  afana 
por  vosotros  ,  y  por  los  de  Laodicea  y  de  Hierápolis. 

14  Salúdaos  el  muy  amado  Lúeas  médico  ,  y  tam- 
bién Démas. 

15  Saludad  vosotros  á  los  hermanos  de  Laodicea  , 
y  á  Nímphas,  y  á  la  Iglesia  que  tiene  en  su  casa. 

16  Leida  que  sea  esta  carta  entre  vosotros,  haced 
que  se  lea  también  en  la  Iglesia  de  Laodicea  ;  como  el 
que  vosotros  asimismo  leáis  la  de  los  laodicenses. 

17  Finalmente  decid  de  mi  parte  á  Archippo '  : 
Considera  bien  el  ministerio,  que  has  recibido  en 
nombre  del  Señor ,  á  fin  de  desempeñar  todos  sus 
cargos. 

18  La  salutación  va  de  mi  propia  mano  ,  Pablo. 
Acordaos  de  mis  cadenas.  La  gracia  sea  con  vosotros. 
Amen. 

1  Vt'ase  Phikm.  v.  2. 

FIN  DE  LA  EPÍSTOLA  DE  SAÍ*  PABLO 

A   LOS  COLOSSENSES. 


ADVERTENCIA 


LA  El'lSTOLA  PRIMERA   A   LOS   THESSALONICENSKS- 


Hahia  san  Pablo  predicado  lafé  en  Thes- 
salónica,  hoy  Salónica,  capital  de  la  Mace- 
dotiia,  y  viéndose  precisado  á  retirarse  por 
la  persecución  de  los  judíos,  (Act.  XVII.  v. 
1.)  pasó  á  Berea,  de  aquí  á  Athénas  ,  y  en 
seguida  d  Coriutho,  d  donde  llegaron  después 
de  algún  tiempo  desde  Tliessalonica  Timo- 
t/ieo  y  Silas»  Estos  le  contaron  la  constancia 
en  la  fe  de  los  nuevos  fieles  de  Thessalóniva ; 
y  no  pudiendo  el  Apóstol  ir  d  verlos,  les  es- 
cribió esta  carta ,  en  la  cual,  después  de  ha- 
berles hablado  con  entrañable  ternura,  les  da 
las  instrucciones  y  los  avisos  de  que  necesi- 
taban.  —  Créese  comunmente  que  esta  es  la 
primera  carta  de  las  que  tenernos  del  san- 
to Apóstol,  habiendo  sido  escrita  diez  y 
ocho  años  después  de  la  muerte  del  Señor,  (t 
ocia  el  52  de  la  era  vulgar. 


epístola  primera 
del  apóstol  s.  pablo 

Á  LOS  THESSALOINICENSES. 


CAPITULO  PRIMERO. 

Alaba  el  Apóstol  á  los  ihessalonicemes  por  haber  sido  un 
dechado  de  los  demás  fieles,  con  el  fervor  de  su  fe',  espe- 
ranza y  caridad,  en  medio  de  las  tribulaciones. 

1  Pablo  ,  y  Silvano ,  y  Timolbeo ,  á  la  Iglesia  de 
los  thessalonicenses ,  congregada  en  Dios  Padre  ,  y  en 
nuestro  Señor  Jesu-Christo. 

2  Gracia  ,  y  paz  sea  con  vosotros.  Sin  cesar  damos 
gracias  á  Dios  por  todos  vosotros  ,  haciendo  continua- 
mente memoria  de  vosotros  en  nuestras  oraciones  , 

3  acordándonos  delante  del  Dios  y  Padre  nuestro 
de  las  obras  de  vuestra  fé ,  de  los  trabajos  de  vuestra 
caridad  ,  y  de  la  firmeza  de  vuestra  esperanza  en  nues- 
tro Señor  Jesu-Christo  : 

4  considerando  ,  amados  hermanos ,  que  vuestra 
elección  ó  vocación  á  lafé  es  de  Dios, 

5  porque  nuestro  Evangelio  no  se  anunció  á  voso- 


80    EPiST.   1.  DE  S.  PABLO  A  LOS    THESSALONICENSES. 

tros  solo  con  palal)ras,  sino  también  con  milagros,  y 
dones  '  tic  el  Espíritu  santo  ,  con  eficaz  persuasión  , 
porque  ya  sabéis  cuál  fue  nuestro  proceder  entre  vos- 
otros para  procurar  vuestro  bien. 

6  Vosotros  de  vuestra  parte  os  hicisteis  imitadores 
nuestros ,  y  del  Señor ,  recibiendo  su  palabra  en  me- 
dio de  muchas  tribulaciones ,  con  gozo  del  Espíritu 
sanio ; 

7  de  suerte  que  habéis  servido  de  modelo  á  cuantos 
han  creído  en  la  Macedonia  y  en  Acháya. 

8  Pues  que  de  vosotros  se  difundió  la  palabra  del 
Señor  ó  el  Evangelio ,  no  solo  por  la  Macedonia  y 
por  la  Acháya  ,  sino  que  por  todas  partes  se  ha  divul- 
gado en  tanto  grado  la  fé  que  tenéis  en  Dios ,  que  no 
tenemos  necesidad  de  decir  nada  sobre  esto. 

9  Porque  los  mismos  j^eíes  publican  el  suceso  que 
tuvo  nuestra  entrada  entre  vosotros ;  y  cómo  os  con- 
vertisteis á  Dios  abandonando  los  ídolos ,  por  servir 
al  Dios  vivo  y  verdadero , 

10  y  para  esperar  del  cíelo  á  su  Hijo  Jesús,  (á 
quien  resucitó  de  entre  los  muertos )  y  el  cual  nos  li- 
bertó de  la  ira  venidera  ^. 


1  //.  Cur.  II.  V.  12. 

2  Satisfaciendo  por  nosotros  con  sn  sangre  á  la  justicia 
de  Dios. 


81 


CAPÍTULO  II. 


San  Pablo  hace  presente  á  los  t/iessalonicenses  la  liber- 
tad,  desinterés  y  zelo  con  que  les  inedicó  el  Evangelio : 
y  también  el  entrañable  amor  que  les  profesa,  por  au 
conslancia  en  la  fe'. 

1  El  hecho  es  que  vosotros,  hermaoos  7nios ,  sa- 
béis bien  como  nuestra  llegada  á  vuestra  ciudad  no 
fue  en  vano  ó  smfnito: 

2  sino  que  habiendo  sido  antes  maltratados  y  afren- 
tados, ó  azotados  con  varas  (como  no  ignoráis)  en  Phi- 
líppos ,  puesta  en  nuestro  Dios  la  confianza ,  pasamos 
animosamente  á  predicaros  el  Evangelio  de  Dios  en 
medio  de  muchos  obstáculos. 

3  Porque  no  os  hemos  predicado  ninguna  doctrina 
de  error,  ni  de  inmundicia  ,  ni  con  el  designio  de  en- 
gañaros '  ; 

4  sino  que  del  mismo  modo  que  fuimos  aprobados 
de  Dios  para  que  se  nos  confiase  su  Evangelio ,  así 
hablamos  ó  predicamos,  no  como  para  agradar  á  los 
hombres,  sino  á  Dios,  que  sondea  nuestros  corazones. 

5  Porque  nunca  usamos  del  lenguage  de  adulación, 
como  sabéis ,  ni  de  ningún  pretexto  de  avaricia  :  Dios 
es  testigo  de  todo  esto  : 

6  ni  buscamos  gloria  de  los  hombres,  ni  de  voso- 
tros, ni  de  otros  algunos. 


1  Coiuo  han  hecho  Simón  Mago,  Cerinto  y  otros  falsos 
apóstoles. 

8 


82    EPÍST.  I.  DE  S.  PABLO  A  LOS    THESSALONICENSES. 

1  Pudiendo  como  apóstoles  de  Chrislo  gravaros  con 
la  carga  de  nuestra  subsistencia ;  mas  bien  nos  hi- 
cimos párvulos  ó  mansos  y  suaves  en  medio  de  voso- 
tros, como  una  madre  que  está  criando ,  llena  de  ter- 
nura para  con  sus  hijos. 

8  De  tal  manera  apasionados  por  vosotros ,  que  de- 
seábamos con  ansia  comunicaros  no  solo  el  Evangelio 
de  Dios  ,  sino  daros  también  hasta  nuestra  misma  vi- 
da :  tan  queridos  llegasteis  á  ser  de  nosotros. 

9  Porque  bien  os  acordaréis,  hermanos  mios,  de 
nuestros  trabajos  y  fatigas  por  amor  vuestro  ;  cómo 
trabajando  de  dia  y  de  noche ,  á  trueque  de  no  gravar 
á  nadie,  gallándonos  nuestro  sustento ,  predicamos  ahí 
el  Evangelio  de  Dios  '. 

10  Testigos  sois  vosotros ,  y  también  Dios,  de  cuan 
santa  ,  y  justa  ,  y  sin  querella  alguna  fue  nuestra  man- 
sión entre  vosotros  ,  que  habéis  abrazado  la  fé  ; 

1 1  sabiendo  ,  como  sabéis ,  que  nos  hemos  portado 
con  cada  uno  de  vosotros  ( á  la  manera  que  un  padre 
con  sus  hijos) 

12  amonestándoos,  consolándoos  y  conjurándoos  á 
llevar  una  vida  digna  de  Dios,  que  os  ha  llamado  á  su 
reino  y  gloria. 

13  De  aquí  es  que  no  cesamos  de  dar  gracias  al 
Señor,  porque  cuando  recibisteis  la  palabra  de  Dios 
oyéndola  de  nosotros ,  la  recibisteis ,  no  como  pala- 


1  ¡  Qué  materia  tan  abundante  para  reflexiones  cristianas 
presenta  aquí  el  apóstol  san  Pablo,  trabajando  de  noche  y 
(le  dia  para  ganar  su  sustento! 


CAPÍTULO   II.  83 

bra  de  hombre ,  sino  (según  es  verdaderamente)  como 
palabra  de  Dios  ,  que  fructifica  en  vosotros  ,  que  ha- 
béis creido ; 

14  porque  vosotros,  hermanos  míos,  habéis  imi- 
tado á  las  Iglesias  de  Dios  que  hay  en  Judea  reunidas 
en  Jesu-Christo;  siendo  así  que  habéis  sufrido  de  los 
de  vuestra  propia  nación  ,  las  mismas  persecuciones 
que  aquellas  han  sufrido  de  los  judíos  ; 

15  los  cuales  también  mataron  al  Señor  Jesús,  y  á 
los  Profetas ,  y  á  nosotros  nos  han  perseguido  ,  y  des- 
agradan á  Dios ,  y  son  enemigos  de  todos  los  hombres 
pues  se  oponen  á  su  salvación  ; 

16  prohibiéndonos  el  predicar  á  los  gentiles  á  fin 
de  que  se  salven,  para  ir  siempre  ellos  llenando  la  me- 
dida de  sus  pecados  '  :  por  lo  que  la  ira  de  Dios  ha 
caído  sobre  su  cabeza ,  y  durará  hasta  el  fin  ^. 

17  Pero  en  cuanto  á  nosotros,  hermanos  mios , 
después  de  haber  estado  por  un  poco  de  tiempo  sepa- 
rados de  vosotros  con  el  cuerpo ,  no  con  el  corazón , 
hemos  deseado  con  tanto  mas  ardor  y  empeño  volver- 
os á  ver  : 

18  por  eso  quisimos  pasar  á  visitaros,  y  en  parti- 
cular yo ,  Pablo ,  he  estado  resuelto  á  ello  mas  de  una 
vez;  pero  Satanás  nos  lo  ha  estorbado  ^ 

19  En  efecto,  ¿cuál  es  nuestra  esperanza,  nuestro 


1  A  que  los  ha  abandonado  la  justicia  divina. 

2  Rom,  XI.  t'.26. 

3  Habiéndonos  movido  tales  disputas  y  dificultades  acá 
en  Athénas,  que  no  ha  sido  posible  ejecutarlo. 


84    EPÍST.  I.  DE  S.  PABLO   A  LOS   THESSALONICENSES. 

gozo ,  y  la  corona  que  formará  nuestra  gloria  ?  ¿  No 
sois  vosotros  delante  de  nueslio  Señor  Jesu-Chrislo 
para  el  dia  de  su  advenimiento  ? 

20  Si,  vosotros  sois  nuestra  gloria  y  nuestro  gozo. 

CAPÍTULO  llí. 

Consuelo  del  Apóstol  al  saber  por  Timotheo  la  covstancia 
de  los  thessalonicenses  en  la  fe  de  Jestc-Ckristo. 

i  Por  cuyo  motivo  no  pudiendo  sufrir  mas  el  estar 
sin  saber  de  vosotros ,  tuvimos  por  bien  quedarnos  so- 
los en  Alhenas , 

2  y  despachamos  á  Timotheo,  hermano  nuestro,  y 
ministro  de  Dios  en  la  predicación  de  el  Evangelio  de 
Jesu-Christo,  para  confirmaros  y  esforzaros  en  vues- 
tra fé; 

3  á  fin  de  que  ninguno  se  conturbe  ni  bambalee 
por  estas  tribulaciones ,  pues  vosotros  mismos  sabéis 
que  á  esto  estamos  destinados. 

4  Porque  ya  cuando  estábamos  con  vosotros,  os 
predecíamos  que  habíamos  de  padecer  tribulaciones , 
así  como  ha  sucedido,  y  tenéis  noticia  de  ello. 

5  Por  esto  mismo  no  pudiendo  ya  sufrir  mas,  en- 
vié á  informarme  de  vuestra  fé ;  temiendo  que  el  ten- 
tador os  hubiese  tentado,  y  se  perdiese  nuestro  tra- 
bajo. 

(3  Pero  ahora  que  Timotheo  regresado  acá  de  voso- 
tros, nos  ha  traído  nuevas  de  la  fé  y  caridad  vuestra, 
y  cómo  conserváis  siempre  buena  memoria  de  noso- 


CAPÍTULO    III.  85 

Iros ,  deseandü  vernos ,  igualmente  que  nosotros  os 
(leseamos  ver  también ; 

7  con  eso,  hermanos ,  hemos  tenido  gran  consuelo 
á  vista  de  vuestra  fé,  en  medio  de  todas  nuestras  ne- 
cesidades y  tribulaciones, 

8  porque  ahora  podemos  decir  que  vivimos ,  puesto 
que  vosotros  estáis  firmes  en  el  Señor. 

9  Y  en  efecto,  ¿  qué  acción  de  gracias  bastante  po- 
demos tributar  á  Dios  por  vosotros ,  por  todo  el  goz«) 
que  experimentamos  por  vuestra  causa  delante  de  nues- 
tro Dios? 

10  Esto  es  lo  que  nos  hace  rogarle  dia  y  noche  con 
la  mayor  instancia ,  que  nos  permita  pasar  á  veros ,  y 
acabar  las  instrucciones  que  faltan  á  vuestra  fé. 

11  i  Oh !  quiera  el  Dios  y  Padre  nuestro,  y  nuestro 
Señor  Jesu-Christo  dirigir  nuestros  pasos  acia  vos- 
otros. 

12  Entre  tanto  el  Señor  os  multiplique ,  y  aumente 
vuestra  caridad  recíprocamente ,  y  para  con  todos ,  tal 
cual  es  la  nuestra  para  con  vosotros ; 

13  á  fin  de  fortalecer  vuestros  corazones  en  santi- 
dad y  ser  irreprensibles  delante  de  Dios  y  Padre  nues- 
tro ,  para  cuando  venga  nuestro  Señor  Jesu-Christo 
con  todos  sus  santos.  Amen, 


86   EPÍST.  I.  DE  S.  PABLO  A  LOS  THESSALONICENSES. 

CAPÍTULO  IV. 

Que  debemos  huir  de  la  lujuria  y  ociosidad ;  y  que  no  hemos 
de  contristarnos  como  los  gentiles  por  la  muerte  de  los 
difuntos ,  teniendo  la  esperanza  de  la  resurrección. 

1  Por  lo  demás ,  hermanos ,  os  rogamos  y  conju- 
ramos por  el  Señor  Jesús ,  que  según  aprendisteis  de 
nosotros  el  modo  como  debéis  portaros  y  agradar  á 
Dios ,  así  procedáis ,  para  adelantar  mas  y  mas  en  el 
camino  del  Señor. 

2  Porque  ya  sabéis  qué  preceptos  os  he  dado  en 
nombre  del  Señor  Jesús. 

3  Esta  es  la  voluntad  de  Dios,  á  saber,  vuestra 
santificación  '  :  que  os  abstengáis  de  la  fornicación , 

4  que  sepa  cada  uno  de  vosotros  usar  del  propio 
cuerpo,  santa  y  honestamente; 

5  no  con  pasión  libidinosa  ,  como  lo  hacen  los  gen- 
tiles,que  no  conocen  á  Dios ; 

6  y  que  nadie  oprima  á  su  hermano,  ni  le  engañe 
en  ningún  asunto,  puesto  que  Dios  es  vengador  de  to- 
das estas  cosas  ,  como  ya  antes  os  hemos  dicho  y  pro- 
testado ; 

7  porque  no  nos  ha  llamado  Dios  á  inmundicia, 
sino  á  santidad. 

8  Así  que  quien  menosprecia  estos  preceptos ,  no 
desprecia  á  un  hombre ,  sino  á  Dios  que  es  el  autor 
de  ellos  ;  y  el  cual  asimismo  nos  ha  dado  su  santo  Es- 
píritu. 

1  O  el  que  seáis  santos  y  |iuios. 


CAPÍTULO    IV.  8T 

9  Por  lo  que  mira  á  la  caridad  fraterna ,  no  hay 
necesidad  de  escribiros ,  pues  vosotros  mismos  apren- 
disteis de  Dios  el  amaros  unos  á  otros. 

10  Y  asi  lo  hacéis  con  cuantos  hermanos  hay  en 
toda  la  j\Iacedonia.  Pero  os  rogamos,  hermanos  mios, 
que  adelantéis  ó  crezcáis  mas  y  mas  en  este  amor, 

11  y  procuréis  vivir  quietos,  y  atended  alo  que 
tengáis  que  hacer,  y  trabajéis  con  vuestras  manos, 
conforme  os  tenemos  ordenado;  y  que  os  portéis  mo- 
destamente con  los  que  están  fuera  de  la  Iglesia  ' ;  y 
que  no  codiciéis  cosa  alguna  de  nadie  ^. 

—  12  En  orden  á  los  difuntos,  no  queremo?,  herma- 
nos, dejaros  en  ignorancia,  porque  no  os  entristezcáis, 
del  modo  que  suelen  los  demás  hombres,  que  no  tienen 
la  esperanza  déla  vida  eterna. 

13  Porque  si  creemos  que  Jesús  nuestra  cabeza 
murió  y  resucitó,  también  debemos  creer  que  Dios 
resucitará  1/  llevará,  con  Jesús  «  la  gloria,  á  los  que' 
hayan  muerto  en  tafé  y  amor  de  Jesús. 

14  Por  lo  cual  os  decimos  sobre  la  palabra  del  Se- 
ñor, que  nosotros  los  vivientes,  ó  los  que  quedaremos 
hasta  la  venida  del  Señor  ^,  no  cogeremos  la  delantera 
á  los  que  ya  murieron  antes  ^. 


1  Por  no  darles  ocasión  de  calumniar  la  fé. 

2  Poniéndoos  con  vuestro  trabajo  en  estado  de  no  nece- 
sitar á  los  otros. 

8  Siendo  miembros  suyos  por  la  fé  y  caridad. 

4  O  los  fieles  que  vivan  entonces. 

5  Esto  es,  no  resucitaremos  por  eso  antes  que  ellos. 


88    EPÍST.  I.  DE  S.  PABLO  A  LOS  TUESSALONICENSES, 

15  Por  cuanto  et  mismo  Señor  á  la  intimación,  y 
á  la  voz  del  arcbángel,  y  al  sonido  de  la  trompeta  de 
Dios  '  descenderá  del  cielo  ;  y  los  que  murieron  en 
Ghristo,  resucitarán  los  primeros. 

16  Después,  nosotros  los  vivos,  los  que  hayamos 
quedado  ^,  seremos  arrebatados  juntamente  con  ellos 
sobre  nubes  al  encuentro  de  Ghristo  en  el  aire,  y  así 
estaremos  con  el  Señor  eternamente  ^ 

17  Consolaos  pues  los  unos  á  los  otros  con  estas 
verdades  *. 

CAPÍTULO  V. 

Les  advierte  que  la  segunda  venida  del  Señor  .será  cuando 
menos  jñensen  :  exhortad  prepararse  con  buenas'' obras,  á 
subditos,  á  superiores  y  á  iodos  en  general,  pidiéndoles  por 
último  que  nieguen  por  él  a  Dios. 

1  Pero  en  cuanto  al  tiempo  y  al  momento  de  esta 
segunda  venida  de  Jesu-Christo,  no  necesitáis,  her- 
manos míos,  que  os  escriba. 

2  Porque  vosotros  sabéis  muy  bien,  que  como  el  la- 
drón de  noche,  así  vendrá  el  dia  del  Señor ; 

3  pues  cuando  los  impíos  estarán  diciendo  que  hay 
paz  y  seguridad  ;  entonces  los  sobrecogerá  de  repcnl» 


i  V^éase  Dios. 

'2  Habiendo  muerto  tíiuibieu  y  resucitado, 
o  No  sabiendo  nadie  cuándo  vendrá  aquel  dia  ,  hablf 
Apóstol  como  si  í'uese  uno  de  los  <|ne  vivirán  entónrí^ 
4  En  ia  muerte  de  vuestros  aníigos  y  parientes. 


CAPITULO    V.  89 

la  ruina,  como  el  dolor  de  parto  á  la  preñada,  sin  que 
puedan  evitarla. 

4  Mas  vosotros,  hermanos,  no  vivís  en  las  tinie- 
blas del  pecado,  para  que  os  sorprenda  como  ladrón 
aquel  dia ; 

5  puesto  que  todos  vosotros  sois  hijos  de  la  luz,  é 
hijos  del  dia  :  no  lo  somos  de  la  noche ,  ni  de  las  tinie- 
blas '. 

6  No  durmamos  pues  como  los  demás,  antes  bien 
estemos  en  vela,  y  vivamos  con  templanza. 

7  Pues  los  que  duermen,  duermen  de  noche  ;  y  los 
que  se  embriagan,  de  noche  se  embriagan. 

8  Nosotros  empero,  que  somos  hijos  del  dia  ó  de 
la  luz  de  lafé,  vivamos  en  sobriedad,  vestidos  de  cota 
de  fé  y  de  caridad,  y  teniendo  por  yelmo  la  esperanza 
de  la  salud  eterna ; 

9  porque  no  nos  ha  puesto  Dios  para  blanco  de 
venganza,  sino  para  hacernos  adquirir  la  salud  por 
nuestro  Señor  Jesu-Christo, 

10  el  cual  murió  por  nosotros,  á  fin  de  que,  ora 
velando,  ora  durmiendo  ^,  vivamos  juntamente  con  él. 

11  Por  lo  cual  consolaos  mutuamente,  y  edifícaos 
los  unos  á  los  otros,  como  ya  lo  hacéis. 

12  Asimismo,  hermanos,  os  rogamos,  que  tengáis 
especial  consideración  á  los  que  trabajan  entre  voso- 
tros y  os  gobiernan  en  el  Señor,  y  os  instruyen, 


1  Sino  de  Dios,  que  nos  ilumina  con  su  gracia. 

2  Asi  en  vida,  como  después  de  Diuertos. 


90    EPÍST.  I.  LE  S.  PABLO  k  LOS   THESSALONICENSES. 

13  dándoles  las  mayores  muestras  de  caridad  por 
sus  desvelos  :  conservad  la  paz  con  ellos. 

14  Os  rogamos  también,  hermanos,  que  corrijais 
á  los  inquietos,  que  consoléis  á  los  pusilánimes,  que 
soportéis  á  los  flacos,  que  seáis  sufridos   con  todos. 

15  Procurad  que  ninguno  vuelva  á  otro  mal  por 
mal ;  sino  tratad  de  hacer  siempre  bien  unos  á  otros, 
y  á  todo  el  mundo. 

16  Vivid  siempre  alegres. 

17  Orad  sin  intermisión. 

18  Dad  gracias  por  todo  al  Señor,  porque  esto 
es  lo  que  quiere  Dios  que  hagáis  todos  en  nombre  de 
Jesu-Christo. 

19  No  apaguéis  el  Espíritu  de  Dios  '. 

20  No  despreciéis  las  profecías  :  apreciadlas  mu- 
cho. 

21  Examinad ,  sí ,  todas  las  cosas,  y  ateneos  á  lo 
bueno  y  conforme  al  Evangelio. 

22  Apartaos  aun  de  toda  apariencia  de  mal. 

23  Y  el  Dios  de  la  paz  os  haga  santos  en  todo ,  á 
fin  de  que  vuestro  espíritu  entero ,  con  alma  y  cuer- 
po se  conserven  sin  culpa  para  cuando  venga  nuestro 
Señor  Jesu-Christo. 

24  Fiel  es  el  que  os  llamó  ;y  así  lo  hará  como  lo 
ha  ofrecido. 

25  Hermanos  mios  ,  orad  por  nosotros. 

2G  Saludad  á  todos  los  hermanos  con  ósculo  santo. 


1  Ni  estorbéis  el  uso  de  sus  doues  y  gracias. 


CAPÍTULO    V.  91 

27  Os  conjuro  por  el  Señor,  que  se  lea  esta  carta 
á  lodos  los  santos  hermanos. 

28  La  gracia  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo  sea 
con  \osolros.  Amen. 


FIN  DE  LA   EPÍSTOLA  PRLMERA  DE  SAN  PABLO 
A    LOS    THESSALONICENSES. 


ADVERTENCIA 


LA  EPÍSTOLA  SEGUNDA  A  LOS  THESSALONICENSES. 


Lo  que  san  Pablo  había  dicho  acerca  del 
juicio  final  en  su  primera  carta,  había  alar- 
vuado  á  los  thessalonícenses^  como  si  este  ter- 
rible día  estuviese  muy  cercano,  y  por  tanto 
les  escribe  esta  segunda  carta  para  tranqui- 
lizarlos-, y  al  mismo  tiempo  les  da  saluda- 
bles advertencias.  —  Parece  que  la  escribió 
desde  Corintho,  como  la  anterior,  en  cuya 
ciudad  se  detuvo  el  Apóstol  año  y  medio.  (Act. 
XYIII.  V.  11.) 


EPÍSTOLA  SEGUNDA 

DEL  APÓSTOL  S.  PABLO 

Á  LOS  THESSALONICENSES. 


CAPITULO  PRIMERO, 


Da  gracias  a  Dios  por  lafé  de  los  thessalonicenses  ,  y  por 
su  paciencia  en  las  tribulaciones. 

1  Pablo ,  y  Silvano ,  y  Timotheo ,  á  la  Iglesia  de 
los  thessalonicenses,  congregada  en  el  nombre  c/eDios 
nuestro  Padre ,  y  en  el  Señor  Jesu-Christo. 

2  La  gracia  y  paz  sea  con  vosotros  de  parte  de 
Dios  nuestro  Padre  ,  y  del  Señor  Jesu-Christo. 

3  Debemos  dar  á  Dios  continuamente  acciones  de 
gracias  por  vosotros  ,  hermanos  mios  ,  y  es  muy  justo 
que  lo  hagamos ,  puesto  que  vuestra  fé  va  aumentán- 
dose mas  y  mas  ,  y  la  caridad  que  tenéis  reciproca- 
mente unos  para  con  otros ,  va  tomando  un  nuevo  in- 
cremento ; 

4  de  tal  manera  que  nosotros  mismos  nos  gloria- 
mos de  vosotros  en  las  Iglesias  de  Dios ,  por  vuestra 
paciencia  y  fé ,  en  medio  de  todas  vuestras  persecu- 
ciones ,  y  tribulaciones  que  padecéis , 

ToM.  XV.  9 


94    EPÍST.  II.  DE  S.  PABLO  A  LOS  TIJESSALONICENSES. 

5  que  son  señales  que  demuestran  el  justo  juicio  de 
Dios  que  así  os  purifica ,  para  haceros  dignos  de  su 
reino  ,  por  el  cual  padecéis  lo  que  padecéis  ; 

6  porque  delante  de  Dios  es  justo  que  él  aflija  á  su 
vez  á  aquellos  que  ahora  os  afligen ; 

7  y  á  vosotros ,  que  estáis  al  presente  atribulados, 
os  haga  gozar  juntamente  con  nosotros  del  descanso 
etei-no ,  cuando  el  Señor  Jesús  descenderá  del  cielo  y 
aparecerá  con  los  ángeles  que  son  los  ministros  de  su 
poder ; 

8  cuando  vendrá  con  llamas  de  fuego  á  lomar  ven- 
ganza de  los  que  no  conocieron  á  Dios ,  y  de  los  que 
no  obedecen  al  Evangelio  de  nuestro  Señor  Jesu- 
Christo  ; 

9  los  cuales  sufrirán  la  pena  de  una  eterna  conde- 
nación confundidos  por  la  presencia  del  Señor,  y  por 
el  brillante  resplandor  de  su  poder ; 

10  cuando  viniere  á  ser  glorificado  en  sus  santos  , 
y  á  ostentarse  admirable  en  todos  los  que  creyeron  '  ; 
pues  que  vosotros  habéis  creido  nuestro  testimonio 
acerca  de  aquel  dia. 

1 1  Por  cuyo  motivo  oramos  también  sin  cesar  por 
vosotros  ,  para  que  nuestro  Dios  os  haga  dignos  del 
estado  á  que  os  ha  llamado  ,  y  cumpla  todos  los  desig- 
nios que  su  bondad  tiene  sobre  vosotros ,  y  haga  con 
su  poder  fecunda  vuestra  fé  en  buenas  obras , 


1  Con  la  gloria  inmensa  de  que  los  llenará  á  ellos,  y  poi 
10  mismo  á  vosotros  también. 


CAPÍTULO    II.  95 

1-2  á  fin  de  que  sea  gloriticado  en  vosotros  el  nom- 
bre de  nuestro  Señor  Jesu-Christo,  y  vosotros  en  él, 
por  la  gracia  de  nuestro  Dios  y  del  Señor  Jesu-Christo. 

CAPÍTULO  II. 

Describe  las  señales  que  precederán  á  la  venida  de  Ckristo, 
y  ¿la  del  Anlechristo  y  sus  secuaces;  y  los  exhorta  á  per- 
manecer en  la  doctrina  que  les  ha  enseñado. 

1  Entre  tanto,  hermanos,  os  suplicamos  por  el  ad- 
venimiento de  nuestro  Señor  Jesu-Christo,  y  de  nues- 
tra reunión  al   mismo, 

2  que  no  abandonéis  ligeramente  vuestros  prime- 
ros  sentimientos,  ni  os  alarméis  con  supuestas  reve- 
laciones ,  con  ciertos  discursos  ,  ó  con  cartas  que  se 
supongan  enviadas  por  nosotros ,  como  si  el  dia  del 
Señor  estuviera  \a  muy  cercano. 

3  No  os  dejéis  seducir  de  nadie  en  ninguna  mane* 
ra ,  porque  no  vendrá  este  dia ,  sin  que  primero  haya 
acontecido  la  aposíasía  casi  general  de  los  fieles ,  y 
aparecido  el  hombre  del  pecado,  el  hijo  de  la  perdi- 
ción , 

4  el  cual  se  opondrá  «  Dios,  y  se  alzará  contra  to- 
<U)  lo  que  se  dice  Dios ,  ó  se  adora  ,  hasta  llegar  á  po- 
ner su  asiento  en  el  Templo  de  Dios ,  dando  á  enten- 
der que  es  Dios. 

5  ¿  No  os  acordáis  que  cuando  estaba  todavía  entre 
vosotros ,  os  decía  estas  cosas  ? 

6  Ya  sabéis  vosotros  la  causa  que  ahora  le  detiene , 


96    EPIST.  II.  DE  S.  PABLO  A  LOS   THESSALONICENSES. 

hasta  que  sea  manifestado  ó  venga  en  su  tiempo  seña- 
lado ' . 

7  El  hecho  es  que  ya  va  obrando  ó  formándose  el 
misterio  de  iniquidad  :  entre  tanto  el  que  está  firme 
ahora ,  manténgase  ,  hasta  que  sea  quitado  el  impe- 
dimento ^. 

8  Y  entonces  se  dejará  ver  aquel  perverso,  á  quien 
el  Señor  Jesús  matará  con  el  resuello  ó  el  solo  aliento 
de  su  boca,  y  destruirá  con  el  esplandor  de  su  pre- 
sencia : 

9  á  aquel  inicuo  que  vendrá  con  el  poder  de  Sa- 
tanás, con  toda  suerte  de  milagros,  de  señales  y  de 
prodigios  falsos , 

10  y  con  todas  las  ilusiones  que  pueden  conducir 
á  la  iniquidad  á  aquellos  que  se  perderán ,  por  no  ha- 
ber recibido  y  amado  la  verdad  á  fin  de  salvarse.  Por 
eso  Dios  les  enviará ,  ó  permitirá  que  obre  en  ellos , 
ti  artificio  del  error,  con  que  crean  á  la  mentira, 

1 1  para  que  sean  condenados  todos  los  que  no  cre- 
yeron á  la  verdad ,  sino  que  se  complacieron  en  la  mal- 
dad ó  injusticia. 

12  Mas  nosotros  debemos  siempre  dar  gracias  á 
Dios  por  vosotros ,  ¡  oh  hermanos  amados  de  Dios  !  por 
haberos  Dios  escogido  por  primicias  de  salvación  en 
toda  la  Macedonia,  mediante  la  santificación  del  espí- 
ritu ,  y  la  verdadera  fé  que  os  ha  dado; 

1  Que  será  tal  vez  luego  que  reine  la  apostasía  general, 

2  O  haya  desaparecido  lo  que  ahora  le  detiene  ,  esto  es, 
la  íé  y  la  caridad  de  tantas  almas  buenas  como  hay  to- 
davía. 


CAPÍTULO    III.  Ot 

13  á  la  cual  os  llamó  asimismo  por  medio  de  nues- 
tro Evangelio  ,  para  haceros  conseguir  la  gloria  de 
nuestro  Señor  Jesu-Christo. 

14  Así  que,  hermanos  míos,  estad  Qrmes  en  la 
fe,  y  mantened  las  tradiciones  ó  doctrina  que  habéis 
aprendido ,  ora  por  medio  de  la  predicación  ,  ora  por 
carta  nuestra. 

15  Y  nuestro  Señor  Jesu-Christo  ,  y  Dios  y  Padre 
nuestro,  que  nos  amó,  y  dio  eterno  consuelo,  y  bue- 
na esperanza  por  la  gracia  , 

16  aliente  y  consuele  vuestros  corazones,  y  los  con- 
flrme  en  toda  obra  y  palabra  buena. 

CAPÍTULO  III. 

Les  pide  nieguen  á  Dios  por  el:  habla  contra  los  díscolos, 
ociosos  y  pertinaces  ;  y  recomienda  el  amor  al  trabajo,  y 
la  corrección  de  los  malos. 

1  Por  último  ,  hermanos  ,  orad  por  nosotros ,  para 
que  la  palabra  de  Dios  se  propague  mas  y  mas,  y  sea 
glorificada  en  todo  el  mundo,  como  lo  es  ya  entre 
vosotros ; 

2  y  nos  veamos  libres  de  los  díscolos  y  malos 
hombres  '  ,  porque  aljin  no  es  de  todos  el  alcanzar 
la  fé  ^ 


1  Que  con  tanto  furor  se  oponen  á  ella.  /.   Act.    XVlll. 
V.  6  —  /.  Cor.  III.  V.  3—1.  Thess.  III.  v.  2. 

2  Y  menos  de  los  que  por  su  dureza  se  hacen  indignos 
de  ella 


98     EPlST.  11.  DE  S.  PABLO  A  LOS   THESSALOISIÍ  ENSLS. 

3  Pero  fiel  es  Dios,  que  os  fortalecerá ,  y  defenderá 
del  espirilii  maligno. 

4  Y  así  conQamos  en  el  Señor  ,  que  vosotros  hacéis 
ya  ahora  lo  que  ordenamos  en  esta  carta,  y  que  lo 
haréis  en  adelante. 

5  El  Señor  entre  tanto  dirija  vuestros  corazones  en 
el  amor  de  Dios ,  y  en  la  paciencia  de  Christo. 

6  Por  lo  que  os  intimamos ,  hermanos  ,  en  nombre 
de  nuestro  Señor  Jesu-Chrislo ,  que  os  apartéis  de 
cualquiera  de  entre  vuestros  hermanos  que  proceda 
desordenadamente ,  y  no  conforme  á  la  tradición  ó  en- 
señanza ,  que  ha  recibido  de  nosotros. 

7  Pues  bien  sabéis  vosotros  mismos  lo  que  debéis 
hacer  para  imitarnos ;  por  cuanto  no  anduvimos  de- 
sordenadamente ó  causando  inquietudes  entre  voso- 
tros; 

8  ni  comimos  el  pan  de  balde  á  costa  de  otro ,  sino 
con  trabajo  y  fatiga,  trabajando  de  noche  y  de  dia  pa- 
ra ganar  nuestro  sustento  ,  por  no  ser  gravosos  á  nin- 
guno de  vosotros. 

9  No  porque  no  tuviésemos  potestad  para  hacerlo  , 
sino  á  fin  de  daros  en  nuestra  persona  un  dechado 
que  imitar. 

10  Así  es  que  aun  estando  entre  vosotros,  os  in- 
timábamos esto  :  quien  no  quiere  trabajar,  tampoco 
coma. 

11  Porque  hemos  oído  que  andan  entre  vosotros  al- 
giTnos  bulliciosos ,  que  no  entienden  en  otra  cosa  que 
en  indagar  lo  que  no  les  importa. 

12  Pues  á  estos  tales  los  apercibimos,  y  les  rog.v 


CAPÍTULO  111.  9Í> 

iiios  encarecidameiite  por  nuestro  Señor  Jesu-Chrislo , 
que  trabajando  quietamente  en  sus  casas ,  coman  así 
su  propio  pan  ó  el  que  ellos  se  ¡janen. 

13  Vosotros  ,  hermanos ,  de  vuestra  parte  no  os 
canséis  de  hacer  bien. 

14  Y  si  alguno  no  obedeciere  lo  que  ordenamos  en 
nuestra  carta  ,  tildadle  al  tal ,  y  no  converséis  con  él , 
para  que  se  avergüenze  3/  enmiende; 

Ib  mas  no  le  miréis  como  á  enemigo,  sino  corre- 
gidle como  á  hermano  co7i  amor  y  dulzura. 

16  Así  el  mismo  Señor  y  autor  de  la  paz  os  con- 
ceda siempre  paz  en  todas  partes.  El  Señor  sea  con 
todos  vosotros. 

17  La  salutación,  de  mi  propio  puño,  Pablo  :  lo 
cual  sirve  de  contraseña  en  toda  carta  mía  :  así  escribo 
ó  Jirmo. 

18  La  gracia  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo  sea 
con  todos  vosotros.  Amen. 


FIX  DE  LA  EPÍSTOLA  SEGUNDA  DE  S.  PABLO 

A  LOS   THESSALONICENSES. 


ADVERTENCIA 


«OBRE  LA  EPÍSTOLA  I.   DE  S.  PABLO   A  TIMOTHEO. 


Timotheo  era  discípulo  de  san  Pablo ,  y 
este  santo  apóstol^  que  le  hahia  puesto  obispo 
en  Épheso ,  le  escribe  esta  carta  para  ins- 
truirle en  sus  obligaciones.  Le  habla  de  los 
gravísimos  cargos  del  ministerio  episcopal  ; 
de  las  cualidades  que  deben  tener  los  minis- 
tros de  la  Iglesia ;  del  modo  de  instruir  á  los 
fieles,  según  el  sexo  y  condición  de  cada  uno^ 
y  le  amonesta  por  tíltimo  que  evite  las  dis- 
putas ruidosas f  y  el  estudio  de  inútiles  y  va- 
nas ciencias.  —  Parece  que  fue  escrita  acia 
el  año  6A  ó  65  de  Jesu-Christo^  según  algu- 
nos ;  desde  Macedonia,  y  según  otros  desde 
Alhenas.  En  el  principio  de  las  cartas  á 
los  philippenseSf  d  los  colossenses  y  d  Phi- 
lemon  vemos ,  que  Timotheo  acompañaba  al 
Apóstol  estando  este  preso  en  Roma  por  amor 
de  Christo;  y  en  la  carta  á  los  hebreos  obser- 
vamos ,  que  el  mismo  Timotheo  lo  estuvo  en 
alguna  ciudad  de  Italia. 


epístola  primera 
del  apóstol  s.  pablo 

Á  TIMOTHEO. 


CAPITULO  PRIMERO. 

Encarga  el  Apóstol  a  Timotheo  que  impida  las  doctrinas 
nuevas,  y  cuestiones  inútiles  que  no  fomentan  la  caridad 
la  cual  es  el  fin  de  la  Ley.  Obligaciones  del  ministerio 
episcopal. 

1  Pablo,  apóstol  de  Jesu  Christo  por  mandado  de 
Dios  Salvador  nuestro ,  y  de  Christo-Jesus  nuestra 
esperanza , 

2  á  Timotheo,  querido  hijo  ó  discípulo  en  la  fé. 
Gracia ,  misericordia  y  paz  de  Dios  Padre  ,  y  de 
nuestro  Señor  Jesu-Christo, 

3  Bien  sabes  como  al  irme  á  Macedonia ,  te  pedí 
que  te  quedases  en  Épheso ,  para  que  hicieses  enten- 
der á  ciertos  sugelos  que  no  enseñasen  doctrina  dife- 
rente de  la  nuestra  , 

4  ni  se  ocupasen  en  fábulas  ,  y  genealogías  inter- 
minables ,  que  son  mas  propias  para  excitar  disputas  , 
que  para  formar  por  la  fé  el  edificio  de  Dios. 

5  Pues  el  fin  de  los  mandamientos  ó  de  la  Ley  es 


102  EPÍST.    I.    DE    S.    PABLO    A    TIMOTHEO. 

ia  caridad  que  nace  de  un  corazón  puro,  de  una  buena 
conciencia ,  y  de  fé  no  fingida. 

6  De  lo  cual  desviándose  algunos ,  han  venido  á 
dar  en  cliarlatanería , 

7  queriendo  hacer  de  doctores  de  la  Ley,  sin  en- 
tender lo  que  hablan ,  ni  lo  que  aseguran, 

8  Ya  sabemos  (tan  bien  como  ellos)  que  la  Ley  es 
buena  para  el  que  usa  bien  de  ella  ' ; 

9  reconociendo  que  no  se  puso  la  Ley  ó  sus  penas 
para  el  justo ,  sino  para  los  injustos  y  para  los  deso- 
bedientes, jiara  los  impíos  y  pecadores,  para  los  faci- 
nerosos y  profanos ,  para  los  parricidas  y  matricidas , 
para  los  homicidas , 

10  para  los  fornicarios,  para  los  sodomitas,  para 
los  que  hurtan  hombres  ^ ,  para  los  embusteros  y 
perjuros,  y  para  cuantos  son  enemigos  de  la  sana  doc- 
trina, 

11  la  cuíil  es  conforme  al  Evangelio  glorioso  de 
Dios  bendito,  que  se  me  ha  encomendado. 

12  (rracias  doy  á  aquel  que  me  ha  confortado,  á 
Jesu-Christo  nuestro  Señor  ,  porque  me  tuvo  por  fiel, 
poniéndome  en  el  ministerio  á  mí ; 

13  que  fui  antes  blasfemo,  y  perseguidor,  y  opre- 
sor; pero  alcanzé  misericordia  de  Dios,  por  haber 
procedido  con  ignorancia  careciendo  del  don  de  fé. 

14  Y  así  ha  sobreabundado  en  mí  la  gracia  de  nues- 


1  O  según  el  espíritu  de  la  misma  Ley,  sirviéndose  di 
tila  para  conocer  y  hallar  á  Jesii-Christo. 

2  Exod.  XXL  V.  16.-Deut.  -YA/^.  i-.  7. 


capítulo  i.  103 

tro  Señor  Jesa-Christo  con  la  fé  y  caridad,  que  es  cu 
Chrislo  Jesús  ó  por  sus  méritos. 

15  Verdad  es  cierta  y  digna  de  lodo  acatamiento, 
que  Jesu-Christo  vino  á  este  mundo  para  salvar  á  los 
pecadores ,  de  los  cuales  el  primero  soy  yo. 

16  Mas  por  eso  conseguí  misericordia;  á  fin  de 
que  Jesu-Christo  mostrase  en  mí  el  primero  su  extre  - 
mada  paciencia,  para  ejemplo  y  conjiama  de  los  que 
han  de  creer  en  el  ,  para  alcanzar  la  vida  eterna  '. 

17  Por  tanto  al  Rey  de  los  siglos  inmortal,  invisi- 
ble, al  solo  y  único  Dios  ,  sea  dada  la  honra,  y  la  glo- 
ria por  siempre  jamás.  Amen. 

—  18  Este  precepto  le  recomiendo,  hijo  Timotheo  , 
y  es,  que  según  las  predicciones  hechas  antes  sobre  li, 
así  cumplas  ó  llenes  fu  deber  militando  como  buen 
soldado  de  Christo, 

19  manteniendo  la  fé,  y  la  buena  conciencia,  la 
cual  por  haber  desechado  de  sí  algunos,  vinieron  á 
naufragar  en  la  fé  ; 

20  de  cuyo  número  son  Hymeneo  y  Alejandro ;  los 
cuales  tengo  entregados  á  Satanás,  ó  exconmlyados  ', 
para  que  aprendan  á  no  decir  blasfemias. 


1  En  vista  de  ser  llamado  yo  á  ella  siendo  tan  grande 
pecador. 
'2  Véase  Excomunión. 


104        EPÍST.    I.    DE    S.    PABLO    A    TIMOTHEO. 

CAPÍTULO  11. 

Encarga  que  se  haga  oración  por  los  reyes  y  magistrados. 
Jesu-Christo  es  el  único  medianero  y  redentor  de  todos. 
Debemos  orar  en  todo  lugar. Modestia  de  ¿as  mngcres ,  su 
sumisión  y  silencio. 

1  Recomiendo  pues  ante  todas  cosas  que  se  hagan 
súplicas,  oraciones,  rogativas,  acciones  de  gracias,  por 
todos  los  hombres ; 

2  por  los  reyes,  y  por  todos  los  constituidos  en  alto 
puesto  %  á  fin  de  que  tengamos  una  vida  quieta,  y 
tranquila  en  el  ejercicio  de  toda  piedad  y  honestidad ; 

3  porque  esta  es  una  cosa  buena,  y  agradable  á  los 
ojos  de  Dios  salvador  nuestro, 

4  el  cual  quiere  que  todos  los  hombres  se  salven,  y 
vengan  en  conocimiento  de  la  verdad  ^. 


1  La  Religión  y  la  justicia  nos  obligan  á  rogar  á  Dios  con 
particularidad  por  los  reyes  y  por  sus  familias  ,  sus  miois- 
troSj  consejeros,  etc.  La  tranquilidad  temporal  de  la  Igle- 
sia pende  regularmente  de  la  del  Estado,  esta  del  príncipe 
que  le  gobierna  ,  etc.  Es  de  advertir  que  los  príncipes  y 
magistrados,  por  los  cuales  mandaba  el  Apóstol  que  se  ro- 
gase á  Dios,  eran  todos  infieles  ó  idólatras  ;  pero  se  oraba 
por  su  conversión,  y  para  que  Dios  hiciese  que  por  lo  menos 
dejasen  vivir  en  paz  á  los  cristianos.  Alzando  los  ojos  al 
cielo,  dice  Tertuliano,...  pedimos  para  todos  los  empera- 
dores una  vida  larga,  tranquihdad  epsu  imperip,  seguridad 
en  su  familia,  fidelidad  en  su  senado,  ejércitos  valerosos, 
pueblo  bien  arreglado ^  quietud  en  el  mundo,  y  cuanto 
puede  apetecer  un  hombre  y  un  César.  Véase  S.  Aug. 
Enchirid.  103. 

2  Crió  Dios  á  todos  los  hombres,  no  para  castigarlos « 


CAPÍTULO    II.  103 

5  Porque  uno  es  Dios,  y  uno  también  el  mediador 
entre  Dios  y  los  hombres,  Jesu-Chrislo  hombre; 

6  que  se  dio  á  si  mismo  en  rescate  por  todos ,  y 
para  testimonio  de  las  antiguas  promesas  dado  á  su 
tiempo ; 

7  del  cual  yo  estoy  constituido  predicador  y  apóstol 
(digo  Idipiira  verdad,  no  miento)  doctor  délas  gentes 
en  la  fé  y  verdad,  ójiel  y  veraz. 

8  Quiero  pues  que  los  hombres  oren  en  todo  lu- 
gar,alzando  las  manos  limpias  ó  puras  de  toda  mal- 
dad^ exentos  de  lodo  encono,  y  disensión. 

9  Asimismo  oren  también  las  mugeres  en  trage 
decente,  ataviándose  con  recalo  y  modestia  ó  sin  su- 
perfluidad,  y  no  inmodestamente  con  los  cabellos  ri- 
zados ó  ensortijados,  ni  con  oro,  ó  con  perlas,  ó  eos» 
tosos  adornos  ; 

10  sino  con  buenas  obras,  como  corresponde  á  mu- 
geres que  hacen  profesión  de  piedad. 

1 1  Las  mugeres  escuchen  en  silencio  las  instruccio- 
nes y  óiganlas  con  entera  sumisión. 

12  Pues  no  permito  á  la  muger  el  hacer  de  doc- 
tora €71  la  Iglesia,  ni  lomar  auloridad  sobre  el  marido ; 
mas  estése  callada  en  su  presencia, 


sino  para  hacerlos  bienaventurados  ,  y  los  redimió  á  todos, 
y  á  todos  da  los  medios  ó  gracias  para  salvarse,  si  quieren. 
A  todos  está  patente  la  fuente  de  las  aguas  de  vida  eterna. 
Y  realmente  á  ella  acuden  todos  los  que  quieren  salvarse, 
de  todos  estados,  de  todas  condiciones,  y  de  todos  países. 
Véase  Gracia,  Predestinación . 

lü 


106  EPIST.    I.    DE    S.    PABLO    A    TIMOTHEO. 

13  ya  que  Adam  fue  formado  el  primero,  y  después 
Eva  como  inferior; 

14  y  ademas  Adam  uo  fue  engañado,  mas  la  mu- 
ger,  engañada  por  la  serpiente,  fue  causa  de  la  preva- 
ricación del  hombre  ' . 

1 5  Verdad  es  que  se  salvará  por  medio  de  la  buena 
crianza  de  los  hijos,  si  persevera  en  la  fé  y  en  la  ca- 
ridad, en  santa  y  arreglada  vida. 

CAPITULO  III. 

Describe  cuáles  deben  ser  los  ohiapos  ó  sacerdotes, .los  diá- 
conos, y  las  mugeres  que  sirven  á  la  Iglesia. 

1  Es  una  verdad  muy  cierta ,  que  quien  desea  obis- 
pado ^ ,  desea  un  buen  trabajo  ó  un  ministerio  santo. 

2  Por  consiguiente  es  preciso  que  un  obispo  sea  ir- 
reprensible ,  que  no  se  haya  casado  sino  con  una  sola 


1  Loque  debe  humillarla  profundamente. 

2  O  el  sacerdocio.  Véase  Obispo. 

3  En  los  primeros  siglos  de  la  Iglesia  se  elegían  y  orde- 
naban presbyteros  y  obispos  muchos  que  eran  casados, 
aunque  después  de  la  ordenación  guardaban  continencia. 
Lo  que  dice  san  Pablo  de  los  obispos  ,  debe  entenderse 
igualmente  de  los  presbyteros.  En  aquel  tiempo  los  minis- 
terios de  la  Iglesia  eran  casi  inseparables  del  martirio,  ó 
á  lo  menos  de  grandes  trabajos.  V  entonces  y  siempre  no 
basta  la  virtud  ó  santidad  para  este  ministerio  ;  sino  que  es 
necesaria  grande  instrucción  para  enseñar  el  Evangelio,  y 
responderá  sus  enemigos.  Véase  Conc.  Trid.  sess.  V.cap. 
II.  etc. 


CAPÍTULO    nt.  lO'í 

amante  de  ia  hospitalidad,  propio  y  capaz  para  en- 
señar ; 

3  no  dado  al  vino,  no  violento,  sino  moderado;  no 
pleitista ,  no  interesado,  mas 

4  que  sepa  gobernar  bien  su  casa,  teniendo  los  hi- 
jos á  raya  con  toda  decencia. 

5  Pues  si  uno  no  sabe  gobernar  su  casa ,  ¿  cómo 
cuidará  de  la  Iglesia  de  Dios  ? 

G  No  sea  neófito  ó  recién  bautizado;  porque  hin- 
chado de  soberbia  ' ,  no  caiga  en  la  misma  condena- 
ción del  diablo,  cuando  cayo  del  cielo. 

7  También  es  necesario  que  tenga  buena  reputación 
entre  los  extraños  o  gentiles  ^ ,  para  que  no  caiga  en 
desprecio,  y  en  lazo  del  diablo. 

8  De  la  misma  suerte  los  diáconos  sean  honestos  y 
morigerados ^  no  dobles  en  sus  palabras,  no  bebedo- 
res de  mucho  vino,  no  aplicados  á  torpe  grangería; 

9  que  traten  el  misterio  de  la  fé  con  limpia  con- 
ciencia. 

10  Y  por  tanto  sean  estos  antes  probados  ^ :  y  así 
entren  en  el  ministerio,  no  siendo  tachados  de  ningún 
delito. 

11  Las  mugeres  igualmente  han  de  ser  honestas?/ 
vergonzosas  ,  no  chismosas  ó  calumniadoras ,  sobrias, 
fieles  en  todo. 


1  O  engreído  al  verse  en  íau  alta  digoidad, 

2  V  que  no  pueda  ser  tachado  de  ellos. 

3  O  examinada  su  vida  y  costumbres. 


108         EPÍST.    I.    DE    S.    PABLO    A    TIMOTHEO. 

12  Los  diáconos  sean  esposos  de  uña  sola  muger; 
que  gobiernen  bien  sus  hijos  y  sus  familias. 

13  Pues  los  que  ejercitaren  bien  su  ministerio,  se 
grangearán  un  ascenso  honorífico,  y  mucha  confianza 
para  enseñar  la  fé  de  Jesu-Chrislo. 

14  Te  escribo  esto,  con  la  esperanza  de  que  en 
breve  iré  á  verte; 

15  y  si  tardare,  para  que  sepas  cómo  debes  por- 
tarte en  la  Casa  de  Dios ,  que  es  la  Iglesia  del  Dios 
vivo,  columna  y  apoyo  de  la  verdad. 

16  Y  es  ciertamente  grande  á  todas  luces  el  mis- 
terio de  la  piedad  ó  amor  divino ,  en  que  el  Hijo  de 
Dios  se  ha  manifestado  en  carne  mortal,  ha  sido  jus- 
tificado por  el  Rspiritu  santo  ' ,  ha  sido  visto  de  los 
ángeles  ,  predicado  á  los  gentiles,  creído  en  el  mundo, 
elevado  á  la  gloria  ^. 

CAPÍTULO  IV. 

Predice  que  algunos  hombres  'pérfidos ,  instigados  por  el 
diablo,  enseñarán  varios  errores  :  le  exhorta  á  la  vigilan- 
cia pastoral,  y  á  que  ejercitándose  en  la  piedad,  sea,  aun- 
que joven,  un  perfecto  modelo  de  los  demás. 

1  Pero  el  Espíritu  santo  dice  claramente  ^ ,  que  en 
los  venideros  tiempos  han  de  apostatar  algunos  de  la 

1  Allá  en  el  Jordán,  y  por  tantos  otros  milagros  de  Jesu- 
Chiisto  y  de  sus  apóstoles. 

2  Habiendo  antes  triunfado  de  la  muerte. 

3  Por  boca  de  los  que  tienen  el  don  de  profecía. 


CAPÍTULO    IV.  104) 

fé ,  dando  oidos  á  espíritus  falaces  y  á  doctrinas  dia- 
bólicas , 

2  enseñadas  por  impostores  llenos  de  hipocresía, 
que  tendrán  la  conciencia  cauterizada  ó  ennegrecida 
de  crímenes; 

3  quienes  prohibirán  el  matrimonio,  y  el  uso  de  los 
manjares,  que  Dios  crió  para  que  los  tomasen  con 
hacimiento  de  gracias  los  fieles ,  y  los  que  han  cono- 
cido la  verdad. 

4  Porque  toda  criatura  de  Dios  es  buena ,  y  nada 
se  debe  desechar  de  lo  que  se  toma  ó  come  con  haci- 
miento de  gracias ; 

5  puesto  que  se  santifica  por  la  palabra  de  Dios ,  y 
por  la  oración  ó  bendición. 

6  Proponiendo  esto  á  los  hermanos,  serás  buen 
ministro  de  Jesu-Christo,  como  educado  en  las  verda- 
des de  la  fé,  y  de  la  buena  doctrina  que  has  apren- 
dido. 

7  En  cuanto  á  las  fábulas  ridiculas  y  cuentos  de 
viejas  ' ,  dales  de  mano ;  y  dedícate  al  ejercicio  de  la 
virtud  ^. 


1  De  los  simonitas  ,  gnósticos  ,  encratitas  ,  ebionitas,  y 
otros  hereges. 

2  La  piedad  sólida  no  puede  cimentarse  en  fábulas. 
Cuando  la  credalidad  de  los  pueblos  abraza  especies  in- 
fundadas, y  abusando  de  ellas  ,  adopta  devociones  vanas  ó 
pueriles,  el  aprobarlas  ó  respetarlas,  es  seguir  ana  con- 
ducta que  S.  Pablo  contrapone  á  la  piedad.  Combatir  las 
supersticiones  populares,  es  afirmar  la  Religión,  y  esta  muy 
distante  de   la  piedad  apostólica  quien  hace  consistir  la 


lio  EPÍST.    I.    DE    S.    PABLO    A    TIMOTHEO. 

8  Pues  los  ejercicios  corporales  *  sirven  para  pocas 
cosas ,  al  paso  que  la  virtud  sirve  para  todo,  como 
que  trae  consigo  la  promesa  de  la  vida  presente,  y  de 
la  futura  ó  eterna. 

9  Promesa  fiel  y  sumamente  apreciable. 

10  Que  en  verdad  por  eso  sufrimos  trabajos  y 
oprobios,  porque  ponemos  la  esperanza  en  Dios  vivo, 
el  cual  es  salvador  de  los  hombres  todos,  mayormente 
de  los  fieles. 

1 1  Esto  has  de  enseñar  y  ordenar. 

12  Pórtale  de  manera  que  nadie  te  menosprecie 
por  tu  poca  edad  :  has  de  ser  dechado  de  los  fieles  en 
el  hablar,  en  el  trato,  en  la  caridad,  en  la  fé,  en  la 
castidad. 

13  Entre  tanto  que  yo  voy,  aplícate  á  la  lectura  ', 
á  la  exhortación  y  á  la  enseñanza. 

14  No  malogres  la  gracia  que  tienes  por  la  consa- 
gración, la  cual  se  te  dio  á  pesar  de  tus  pocos  años  en 
virtud  de  particular  revelación,  con  la  imposición  de 
las  manos  de  los  presby teros  ^ 


piedad  ó  devoción  en  creerlo  y  abrazarlo  todo  sin  discre- 
ción ninguna. 

1  Esto  es,  los  ejercicios  gymnásticos  ,  ó  de  los  atletas , 
que  tanto  se  aprecian  por  los  gentiles. 

2  De  la  Escritura  sagrada  dice  S.  Ambrosio ,  que  es  el 
libro  sacerdotal.  En  su  estudio  deberíamos  emplear  toda  la 
vida,  aunque  no  fuese  tan  breve,  sino  larguísima.  S.  Joann. 
Chnjsost. 

3  Cap.  1.  V,  18.  Esto  es,  de  los  obispos,  como  lo  entiend*- 
el  Chrysóstomo,  Véase  Obispos 


,  CAPÍTULO    V.  111 

15  Medita  estas  cosas,  y  ocúpale  enleramcntc  en 
ellas,  de  manera  que  vea  todo  el  mundo  tu  aprovecha- 
miento. 

16  Vela  sobre  tí  mismo,  y  atiende  á  la  enseñanza 
de  la  doctrina  :  insiste  y  sé  diligente  en  estas  cosas. 
Porque  haciendo  esto ,  te  salvarás  á  tí ,  y  también  á 
los  que  te  oyeren. 

CAPITULO  V. 

El  Apóstol  advierte  á  Tinwíheo  cómo  ha  de  portarse  con  los 
fieles  de  todas  edades.  Cuáles  fiayan  de  ser  las  viudas  que 
sirvan  en  la  Iglesia.  Le  dice  que  deben  ser  premiados  los 
presbijteros  que  cumplen  bien  su  ministerio ;  que  ha  de  cor- 
regir los  pecados  públicos;  y  mirar  mucho  á  quién  impone 
las  manos  piara  ordenarle. 

1  No  reprendas  con  aspereza  al  anciano,  sino  ex- 
hórtale como  á  padre ;  á  los  mozos ,  como  á  herma  - 
nos ; 

2  á  las  ancianas,  como  á  madres  ;  y  á  las  jovenci- 
tas,  como  á  hermanas,  con  todo  recato  : 

3  honra  á  las  viudas,  que  verdaderamente  son 
tales  '. 

4  Que  si  alguna  viuda  tiene  hijos  ó  nietos,  atien- 
da primero  á  gobernar  bien  su  casa,  y  dar  el  retorno 
debido  á  sus  padres,  pues  esto  es  lo  que  á  Dios  agrada. 


'  1  O  que  no  tienen  apoyo  algano ,  socorriéndolas  con  lo 
necesario.  X»'/;*  en  griego  (en  latin  Vidud)  significa  deso- 
lada, destituida,  etc. 


112         EPÍST.    I.   DE    S.    PABLO    A    TIMOTHEO. 

5  Mas  la  que  verdaderamente  es  viuda  y  desam- 
parada ,  espere  en  Dios ,  y  ejercítese  en  plegarias  y 
oraciones  noche  y  dia. 

6  Porque  la  que  vive  en  deleites,  viviendo ,  está 
muerta  ,  pues  que  lo  está  su  alma. 

7  Hazles  pues  entender  estas  cosas  para  que  sean 
irreprensibles. 

8  Que  si  hay  quien  no  mira  por  los  suyos ,  mayor- 
mente sisón  de  la  familia,  este  tal  negado  ha  la  fé,  y 
es  peor  que  un  infiel  '. 

9  No  sea  elegida  viuda  para  el  servicio  de  la  lyle- 
sia  de  menos  de  sesenta  años  de  edad,  ni  la  que  haya 
sido  casada  mas  de  una  vez : 

10  sus  buenas  obras  den  testimonio  de  ella,  si  ha 
educado  bien  á  los  hijos,  si  ha  ejercitado  la  hospitali- 
dad, si  ha  lavado  los  pies  de  los  santos^,  si  ha  socor- 
rido á  los  atribulados,  si  ha  practicado  toda  suerte  de 
virtudes. 

11  Viudas  jóvenes  no  las  admitas  al  servicio  de 
la  Iglesia.  Pues  cuando  se  han  regalado  á  costa  de 
los  bienes  de  Chrislo,  quieren  casarse , 

12  teniendo  contra  sí  sentencia  de  condenación  , 
por  cuanto  violaron  la  primera  fé  ' ; 

13  y  aun  también  estando  ociosas  ó  teniendo  poco 


1  Pues  sobre  desmentir  su  creencia  ó  religión,  falta  ala 
obligación  natural,  que  cumplen  los  mismos  infieles. 

2  Véase  Lavar. 

3  La  palabra  de  fidelidad.,  ó  el  voto  con  que  se  habían 
ofrecido  al  Señor.  Véanse  S.  Cypriano  y  S.  Agustiu. 


CAPÍTULO    V.  113 

trabajo ,  se  acostumbran  á  andar  de  casa  en  casa  :  no 
como  quiera  ociosas ,  sino  también  parleras  y  curio- 
sas, hablando  de  cosas  de  que  no  deberían  hablar. 

14  Quiero  pues  mas  en  este  caso  que  las  que  son 
jóvenes,  se  vuelvan  á  casar,  crien  hijos,  sean  buenas 
madres  de  familia  ,  no  den  al  enemigo  ninguna  oca- 
sión de  maledicencia  '. 

15  Pues  algunas  se  han  pervertido  ya  para  ir  en 
pos  de  Satanás'. 

16  Si  alguno  de  los  fieles  tiene  viudas  en  su  pa- 
rentela ,  asístalas  ,  y  no  se  grave  á  la  Iglesia  con  su 
manutención ,  á  fin  de  que  haya  lo  suficiente  para 
mantener  á  las  que  son  verdaderamente  viudas  óde- 
samparadas. 

17  Los  presby teros  que  cumplen  bien  con  su  ofi- 
cio, sean  remunerados  con  doble  honorario  ^ ;  mayor- 
mente los  que  trabajan  en  predicar  y  en  enseñar. 

18  Porque  la  Escritura  dice  :  No  pondrás  bozal 


1  En  descrédito  de  la  Iglesia ,  á  cuya  costa  viven  ,  como 
ya  ha  sucedido. 

2  Abandonando  á  Jesu-Christo,  á  quien  se  hablan  sacri- 
ficado para  toda  su  vida. 

3  Otros  traducen  :  Con  doblado  honor  y  asistencia ,  esto 
es ,  asistidos  mas  liberalniente  que  los  otros,  y  mas  honra- 
des.  La  palabra  griega  tí^h,  que  la  Vulgata  traduce /íowoí", 
la  usó  el  Apóstol  conforme  al  significado  que  tenia  de  paga 
que  se  da  con  honor,  como  el  tributo  á  los  reyes  ,  ó  la  paga 
á  los  abogados,  etc.,  llamada  por  eso  eu  castellano  ho- 
norario. 


114  EPÍST.    I.     DE    S.    PABLO    A    TIMOTHEO. 

al  buey  que  trilla '.  Y  iambicn  :  El  obrero  merece  su 
jornal  ^. 

19  Contra  presbylero  no  admitas  acusación,  sin  la 
deposición  de  dos  ó  tres  testigos. 

20  A  los  pecadores  públicos  y  obstinados  has  de 
reprenderlos  delante  de  todos,  para  que  los  demás  te- 
man. 

21  Te  conjuro  delante  de  Dios  y  de  Jesu-Christo  ., 
y  de  sus  santos  ángeles ,  que  observes  estas  cosas  sin 
dejarte  prevenir,  y  sin  hacer  nada  por  inclinación  ni 
afición  particular. 

22  No  impongas  de  ligero  las  manos  sobre  alguno, 
ni  seas  cómplice  de  pecados  ágenos.  Consérvate  lim- 
pio y  puro  á  ti  mismo  ^. 

23  No  prosigas  en  beber  agua  sola ,  sino  usa  de  un 
poco  de  vino  por  causa  de  tu  estómago  ,  y  de  tus  fre- 
cuentes enfermedades. 

24  Los  pecados  de  ciertos  hombres  son  notorios , 
antes  de  examinarse  en  juicio  ;  mas  los  de  otros  se  ma- 
nifiestan después  de  él. 

25  Asi  también  hay  buenas  obras  manifiestas  ;  y  las 
que  no  lo  son  ,  por  poca  averiguación  que  se  haga ,  no 
pueden  estar  ocultas. 


1  Deuí,  XXV.  V.  4. 

2  31a(ih.  X.  V.  10. 

3  Para  que  de  este  modo  puedas  corregir  con   ma3  li- 
bertad. 


i 


115 


CAPITULO  VI. 

Los  siervos  obedezcan  á  sus  amos ,  sean  estos  ó  no  cristia- 
nos. Sobre  los  Jalsos  ductores.  Daños  que  acarrea  la  ava- 
ricia. Deben  los  ricos  evitar  la  soberbia  j  y  emplearse  en 
obras  de  caridad. 

1  Todos  los  que  están  debajo  del  yugo  de  la  servi- 
dumbre ,  han  de  considerar  á  sus  señores  como  dignos 
de  todo  respeto ,  para  que  el  nombre  del  Señor  y  su 
doctrina  no  sea  blasfemado  '. 

2  Mas  los  que  tienen  por  amos  á  üeles  ó  cHstiayios, 
no  les  han  de  tener  menos  respeto,  aunque  sean  y  los 
miren  como  hermanos  suyos  e?z  Chtísio;  antes  bien 
sírvanlos  mejor,  por  lo  mismo  que  son  fieles  y  mas 
dignos  de  ser  amados  ,  como  partícipes  del  tal  benefi- 
cio. Esto  has  de  enseñar,  y  á  esto  debes  exhortarlos. 

3  Si  alguno  enseña  de  otra  manera,  y  no  abraza  las 
saludables  palabras  ó  instmcciones  de  nuestro  Señor 
Jesu-Christo ,  y  la  doctrina  que  es  conforme  á  la  pie- 
dad ú  religión ; 

4  es  un  soberbio  orgidloso,  que  nada  sabe,  sino  que 
antes  bien  enloquece,  ójlaquea  de  cabeza,  sobre  cues- 
tiones y  disputas  de  palabras  :  de  donde  se  originan 
envidias  ,  contiendas,  blasfemias,  siniestras  sospechas, 

5  altercaciones  de  hombres  de  ánimo  estragado  ,  y 
privados  de  la  luz  de  la  verdad  ,  que  piensan  que  la 
piedad  es  una  grangeria  ó  vji  medio  de  enriquecerse. 


1  Viendo  los  gentiles  lo  mal  qvie  sirven  sus  criados  cris- 
tianos. 


116         EPÍST.    I.    DE    S.    PABLO    A  TIMOTHEO. 

6  Y  ciertamente  es  un  gran  tesoro  la  piedad,  la 
cual  se  contenta  con  lo  que  basta  para  vivir. 

7  Porque  nada  hemos  traído  á  este  mundo ;  y  sin 
duda  que  tampoco  podremos  llevarnos  nada. 

8  Teniendo  pues  que  comer,  y  con  que  cubrirnos, 
contentémonos  con  esto. 

9  Porque  los  que  pretenden  enriquecerse,  caen  en 
tentación,  y  en  el  lazo  del  diablo,  y  en  muchos  deseos 
inútiles,  y  perniciosos,  que  hunden  á  los  hombres  en 
el  abismo  de  la  muerte  y  de  la  perdición. 

10  Porque  raiz  de  todos  los  males  es  la  avaricia; 
de  la  cual  arrastrados  algunos,  se  desviaron  de  la  fé, 
y  se  sujetaron  ellos  mismos  á  muchas  penas  ¿/  ajüc- 
Clones. 

11  Pero  tú  ¡oh  varón  de  Dios!  huye  de  es'.as  cosas, 
y  sigue  €71  todo  la  justicia,  la  piedad,  la  fé,  la  cari- 
dad, la  paciencia,  la  mansedumbre. 

12  Pelea  valerosamente  por  la  fé,  ¿/  victorioso  arre- 
bata 3/  asegura  bien  la  vida  eterna,  para  la  cual  fuiste 
llamado,  y  diste  un  buen  testimonio  confesando  lafé 
delante  de  muchos  testigos. 

13  Yo  te  ordeno  en  presencia  de  Dios,  que  vivifica 
todas  las  cosas,  y  de  Jesu-Chrislo,  que  ante  Poncio 
Pilato  dio  testimonio,  confesando  generosamente  la 
verdad  ; 

1 4  que  guardes  lo  mandado  conservándote  sin  má- 
cula, sin  ofensión,  hasta  la  venida  de  nuestro  Señot 
Jesu-Chrislo: 

1 5  venida  que  hará  manifiesta  á  su  tiempo  el  bien- 


CAPÍTULO   VI.  117 

aventurado  y  solo  poderoso,  el  Rey  de  los  reyes,  y  Se- 
ñor de  los  señores ; 

16  el  solo  que  es  inmortal  por  esencia,  y  que  habita 
en  una  luz  inaccesible;  á  quien  ninguno  de  les  hom- 
bres ha  visto,  ni  tampoco  puede  ver ;  cuyo  es  el  honor, 
y  el  imperio  sempiterno.  Amen. 

17  A  los  ricos  de  esle  siglo  mándales  que  no  sean 
altivos,  ni  pongan  su  confianza  en  las  riquezas  caducas, 
sino  en  Dios  vivo,  que  nos  provee  de  todo  abundan- 
temente para  nuestro  uso. 

18  Exhórtalos  á  obrar  bien,  á  enriquecerse  de  bue- 
nas obras,  á  repartir  liberalmente  ,  á  comunicar  sus 
bienes, 

19  á  atesorar  un  buen  fondo  para  lo  venidero,  á  fin 
de  alcanzar  la  vida  verdadera. 

20  ¡  Oh  Timotheo !  guarda  el  depósito  de  la  fe  que 
te  he  entregado,  evitando  las  novedades  profanas  en 
las  expresiones  ó  voces,  y  las  contradicciones  de  -la 
ciencia  que  falsamente  se  llama  tal ; 

21  ciencia  vana  que  profesándola  algunos,  vinieron 
á  perder  la  fé.  La  gracia  sea  contigo.  Amen. 


Fix\  DE  LA  EPÍSTOLA  PRIMERA  DE  S.  PABLO 

A  THIIVIOTHEO. 


ADVERTENCIA 

SOBRE  LA   EPÍSTOLA   SEGUNDA  A  TIMOTHKO. 


San  Pablo  en  la  carta  anterior  hábia  dado 
esperanzas  á  Timotheo  de  que  volvería  á 
Épheso ,  pero  como  Nerón  le  puso  preso  en 
Roma,  por  haber  convertido,  como  dice  el 
Chrysóstomo ,  á  algunos  familiares  del  mis- 
mo César,  (Hom.  A6.  in  Acta  Apost.)  no  pu* 
do  cumplir  su  palabra.  Desde  la  cárcel,  pues, 
le  escribió  esta  carta,  que,  según  dice  el 
Chrysóstomo ,  puede  mirarse  como  el  testa- 
mento del  grande  Apóstol;  y  la  escribió  no 
solo  para  darle  cuenta  de  todo,  y  pedirle  que 
viniese  cuanto  antes  á  verle  en  compañía 
de  Marcos,  sino  también  para  darle  útilísi- 
mos documentos  sobre  la  manera  de  portarse 
en  Épheso.  No  sabemos  si  Timotheo  tuvo  el 
consuelo  de  ericontrar  vivo  en  Roma  á  su  pa- 
dre y  maestro.  Fue  escrita  pues  esta  carta 
acia  el  año  ()7  de  Jesu-Christo,  poco  antes 
de  padecer  el  martirio  ;  al  cual  parece  que 
aluden  las  palabras  del  v.  6.  del  cap.  IV, 


epístola  segunda 
del  apóstol  s.  pablo 

Á  TIMOTHEO. 

CAPÍTULO  PRIMERO. 

Exhorta  á  Timotheo  á  pi'edicar  intrépidamente  el  Evan- 
gelio,  para  manifestar  mejor  sufé.  Acuerda  que  Christo 
destruyó  la  muerte.  Dice  que  algunos  de  Ada  le  aban- 
donaron en  Roma  ;  y  elogia  á  Onesíphoro. 

1  Pablo,  apóstol  de  Jesu-Christo  por  voluntad  de 
Dios,  según  la  promesa  de  vida  que  tenemos  en  Jesu- 
Christo, 

2  á  Timotheo,  hijo  carisimo,  gracia,  misericordia, 
y  paz  de  parte  de  Dios  Padre,  y  de  nuestro  Señor 
Jesu-Christo. 

3  Doy  gracias  á  Dios,  á  quien  sirvo  á  ejemplo  de 
mis  mayores  con  conciencia  pura ,  de  que  sin  cesar 
hago  memoria  de  tí  en  mis  oraciones,  noche  y  dia, 

4  deseoso  de  verte,  acordándome  de  tus  lágrimas 
en  nuestra  despedida  en  Epheso ,  para  bañarme  de 
gozo, 

5  como  que  tengo  presente  aquella  tu  fé  sincera, 
la  cual  primero  se  vio  constantemente  en  tu  abuela 


120  EPÍST.    11.    DE    S.    PABLO    A    TIMOTHEO. 

Loida,  y  en  tu  madre  Eunice,  y  estoy  cierto  de  que 
igualmente  está  en  tí. 

6  Por  cuya  causa  te  exhorto,  que  avives  la  gracia  de 
Dios,  que  reside  en  tí  por  la  imposición  de  mis  manos. 

7  Porque  no  nos  ha  dado  Dios  á  nosotros  un  espí- 
ritu de  timidez;  sino  de  fortaleza,  y  de  caridad,  y  de 
templanza  y  prudencia. 

8  Por  tanto  no  le  avergüenzes  del  testimonio  de 
nuestro  Señor,  ó  de  confesar  su/éjüblicamente,  ni  de 
mí  que  estoy  en  cadenas  por  amor  suyo ;  antes  bien 
padece  1/  trabaja  á  una  conmigo  por  el  Evangelio  con 
ia  virtud  que  recibirás  de  Dios ; 

9  el  cual  nos  libertó,  y  llamó  con  su  santa  vocación, 
no  por  obras  nuestras,  sino  por  su  mero  beneplácito, 
y  por  la  gracia,  que  nos  ha  sido  otorgada  en  Jesu- 
Christo  antes  de  todos  los  siglos, 

10  y  que  se  ha  manifestado  ahora  por  el  adveni- 
miento de  nuestro  Salvador  Jcsu-Christo,  el  cual  ha 
destruido  la  muerte,  y  al  mismo  tiempo  ha  sacado  á 
luz  la  vida  y  la  inmortalidad  por  medio  del  Evangelio ; 

11  para  el  cual  fui  yo  constituido  predicador,  y 
apóstol,  y  doctor  de  las  naciones. 

12  Por  cuyo  motivo  padezco  lo  que  padezco,  pero 
no  me  avergüenzo.  Porque  bien  se  de  quién  me  he 
fiado,  y  estoy  cierto  de  que  es  poderoso  para  conservar 
mi  depósito  '  hasta  aquel  último  dia  ^. 

1  J>a  corona  ó  premio  que  voy  ganando.  Otros  por  de- 
pósito entienden  la  fe  y  doctrina  qne  le  liabia  encomen- 
darlo. 

2  En  el  cual  espero  qne   me  dará  el   cien  doblado  [lor 


CAPÍTULO    II.  1-21 

13  Ten  por  modelo  ia  sana  doclrina,  que  has  oído 
de  raí  con  la  fé  y  caridad  en  Christo  Jesús. 

14  Guarda  ese  rico  depósito  por  medio  del  Espíritu 
santo  ,  que  habita  en  nosotros. 

15  Ya  sabes  cómo  se  han  apartado  de  mí  todos  los 
naturales  de  Asia  que  estaban  aquí  en  Roma ,  de  cuyo 
número  son  Phigello ,  y  Hermógenes. 

16  Derrame  el  Señor  sus  misericordias  sobre  la 
casa  de  Onesíphoro ,  porque  rae  ha  consolado  muchas 
veces  ,  y  no  se  ha  avergonzado  de  mi  cadena  ; 

17  antes  luego  que  llegó  á  Roma,  me  buscó  dili- 
gentemente ,  hasta  que  me  encontró. 

1 8  El  Señor  le  conceda  hallar  misericordia  delante 
de  él  en  aquel  dia  .^rawr/e  del  juicio.  Cuántos  servicios 
me  prestó  en  Epheso,  tú  lo  sabes  bien. 

CAPITULO  II. 

Habla  á\Timoiheo  de  la  fortaleza  y  pnidencia  con  que  debe 
enseñar  las  cosas  de  la  fe',  y  cómo  debe  evitar  las  cues- 
tiones inútiles,  origen  de  discordias  y  de  contiendas  ,  las 
cuales  son  agenas  del  cristiano. 

1  Tú  pues ,  hijo  mió ,  cobra  buen  ánimo  coa  la  gra- 
cia que  tenemos  en  Jesu-Christo ; 

2  y  las  cosas  que  de  mi  has  oido  delante  de  muchos 
testigos  ,  confíalas  á  hombres  fieles  ,  que  sean  idóneas 
para  enseñarlas  también  á  otros. 

esta  vid.i  perecedera ,  que  pongo  ahora  en  sus  manos.,  y  sa- 
lifico  por  amor  suyo. 


122        EPÍST.    II.    DE    S.    PABLO    A    TlMOTHEO. 

3  Soporta  el  trabajo  y  la  fatiga  como  buen  soldado 
de  Jesu-Christo. 

4  Ninguno  que  se  ha  alistado  en  la  milicia  de  Dios , 
debe  embarazarse  con  negocios  del  siglo,  á  fin  de  agra- 
dar á  aquel  que  le  alistó  y  escogió  por  soldado. 

5  Asimismo  ni  el  que  combate  en  la  palestra  ó  en 
los  juegos  piíbUcos,  es  coronado,  si  no  lidiare  según  las 
leyes. 

6  El  labrador ,  para  recibir  los  frutos  ,  es  menester 
que  trabaje  primero. 

7  Entiende  bien  lo  que  digo  ,  que  no  necesito  aña" 
dir  mas ,  porque  Dios  te  dará  en  todo  inteligencia. 

8  Acuérdale  que  nuestro  Señor  Jesu-Christo  del  li- 
nage  de  David  resucitó  de  entre  los  muertos  ,  según 
mi  Evangelio, 

9  por  el  cual  estoy  yo  padeciendo  hasta  verme  en- 
tre cadenas ,  como  malhechor ;  si  bien  la  palabra  de 
Dios  no  está  encadenada  '. 

10  Por  tanto  todo  lo  sufro  por  amor  de  los  escogi- 
dos, á  fin  de  que  consigan  también  ellos  la  salva- 
ción ,  adquirida  por  Jesu-Christo  ,  con  la  gloria  ce- 
lestial. 

1 1  Es  una  verdad  incontrastable ,  que  si  morimos 
con  él ,  también  con  él  viviremos ; 

12  si  con  él  padecemos ,  reinaremos  también  con 
él ;  si  le  negáremos ,  él  nos  negará  igualmente ; 


I  Pues  aunque  preso,  publico  el  Evangelio  de  palabra 
y  por  escrito. 


CAPÍTULO    11.  123 

13  si  no  creemos,  ó  fuéremos  infieles,  él  permane- 
ce siempre  Oel,  no  puede  desmentirse  á  sí  mismo  '. 

14  Estas  cosas  has  de  amonestar,  poniendo  áDios 
por  testigo.  Huye  de  contiendas  de  palabras ,  porque 
de  nada  sirven ,  sino  para  pervertir  á  los  oyentes. 

15  Ponte  en  estado  de  comparecer  delante  de  Dios, 
como  un  ministro  digno  de  su  aprobación ,  que  nada 
hace  de  que  tenga  motivo  de  avergonzarse ,  y  que  sabe 
dispensar  bien  la  palabra  de  la  verdad. 

16  Evita  por  tanto  y  ataja  los  profanos  y  vanos  dis- 
cursos de  los  seductores ,  porque  contribuyen  mucho  á 
ia  impiedad ; 

t   1 7  y  la  plática  de  estos  cunde  como  gangrena  :  del 
número  de  los  cuales  son  Hymeneo  y  Phileto , 

18  que  se  han  descarriado  de  la  verdad,  diciendo 
que  la  resurrección  está  ya  hecha  ' ,  y  han  pervertido 
la  fé  de  varios. 

19  Pero  el  fundamento  de  Dios  *  se  mantiene  fir- 
me, el  cual  está  marcado  con  el  sello  de  estas  palabras : 
El  Señor  conoce  á  los  suyos,  y  no  se  peladera  uno  de 
ellos  ^  Ítem  :  Apártese  de  la  maldad  cualquiera  que  in- 
voca el  nombre  del  Señor. 

20  Por  lo  demás ,  en  una  casa  grande  no  solo  hay 
vasos  de  oro  y  de  plata ,  sino  también  de  madera  y  de 


1  Y  así  cumplirá  sus  promesas  y  amenazas. 

2  En  el  bautismo,  cuando  morimos  con  Christo ,  y  re- 
sucitamos á  la  vida  de  la  gracia  ;  y  que  no  hay  que  espe- 
rar otra  resurrección  mas. 

3  En  que  estriba  la  salvación  de  sus  escogidos. 


124  EPÍST.    JI.    DE    S.    PABLO    A    TIMOTHEO. 

barro ;  y  de  ellos  unos  son  para  usos  decentes ,  otros 
para  usos  viles  y  bajos.  Así  sucede  en  la  Iglesia. 

21  Si  alguno  pues  se  purificare  de  estas  cosas ,  será 
un  vaso  de  honor  santificado ,  y  útil  para  el  servicio 
del  Señor,  aparejado  para  toda  obra  buena  ' . 

22  Por  tanto  huye  de  las  pasiones  juveniles ,  y  si- 
gue la  justicia ,  la  fé  ^,  la  caridad  y  la  paz  con  aque- 
llos que  invocan  al  Señor  con  linipio  corazón  i/  s&n 
capaces  de  ella. 

23  Las  cuestiones  necias  ,  y  que  nada  contribuyen 
á  la  instrucción,  evítalas  ;  sabiendo  que  son  un  ma- 
nantial de  altercaciones. 

24  Al  siervo  de  Dios  no  le  conviene  ó  cae  bien  el 
altercar ;  sino  ser  manso  con  todos  ,  propio  para  ins- 
truir, sufrido , 

25  que  reprenda  con  modesta  dulzura  á  los  que  con- 
tradicen á  la  verdad ;  por  si  quizá  Dios  los  trae  á  pe- 
nitencia para  que  conozcan  la  verdad  , 

26  y  se  desenreden  de  los  lazos  del  diablo,  que 
los  tiene  presos  á  su  arbitrio. 

CAPÍTULO  IIL 

Carácter  de  los  falsos  apóstoles,  y  en  general  de  los  incré- 
dulos y  hereges.  Encarga  á  Timotheo  que  guarde  bien  el 
depósito  de  la  fe';  y  le  recomienda  el  estudio  de  las  sanias 
Escrituras. 
1  Mas  has  de  saber  esto,  que  en  los  dias  postreros, 

1  Los  demás,  al  contrario,  serán  vasos  despreciables 
destinados  á  ser  víctimas  de  la  ira  de  Dios, 

2  Eu  algunas  Biblias  se  añade  spem  ,  esperaiiziv. 


CAPÍTULO    lll.  125 

ü  acia  el  fin  del  mundo ,  sobrevendrán  tiempos  pe- 
ligrosos : 

2  levantaránse  hombres  amadores  ó  pagados  de  sí 
mismos,  codiciosos,  altaneros,  soberbios,  blasfemos, 
desobedientes  á  sus  padres,  ingratos,  facinerosos, 

3  desnaturalizados,  implacables,  calumniadores, 
disolutos ,  fieros  ,  inhumanos  , 

4  traidores,  protervos,  hinchados,  y  mas  amado* 
res  de  deleites  que  de  Dios ; 

5  mostrando  ,  sí ,  apariencia  de  piedad  ó  religión  , 
pero  renunciando  á  su  espíritu.  Apártale  de  los  tales, 

6  porque  de  estos  son  los  que  se  meten  por  las  ca- 
sas, y  cautivan  á  las  mugercillas  cargadas  de  pecados, 
arrastradas  de  varias  pasiones  ; 

7  las  cuales  andan  siempre  aprendiendo  ,  y  jamás 
arriban  al  conocimiento  de  la  verdad  \ 

8  En  fin,  así  como  Jánnes  y  Mámbres  resistieron 
á  ^loysés  ^,  del  mismo  modo  estos  resisten  á  la  ver- 
dad; hombres  de  un  corazón  corrompido,  reprobos 
en  la  fé  ,   que  quisieran  pervertir  á  los  demás  , 

9  mas  no  lograrán  sus  intentos;  porque  su  nece- 
dad se  hará  patente  á  lodos ,  como  antes  se  hizo  la  de 
aquellos  magos-. 


1  Siendo  engañadas  por  esos  impostores  ,  enemigos  de 
ella.  Los  cuales  se  valen  de  la  natural  curiosidad  y  lige- 
reza de  tales  mugeres,  ansiosas  siempre  de  hallar  una  doc- 
trina que  se  acomode  á  todos  sus  antojos. 

'2  Con  sus  falsos  prestigios  en  presencia  de  Pharaou. 
Exod.  Vil.  r.  11. 


126         EPÍST.    II.    DE    S.    PABLO    A    TIMOTHEO. 

10  TÚ  al  contrario,  mi  caro  Timotheo,  ya  has  visto 
mi  doctrina ,  mi  modo  de  proceder,  el  fin  que  me 
propongo  ,  cuál  es  mi  fé  ,  mi  longanimidad  ,  mi  ca- 
ridad ,  mi  paciencia ; 

11  cuáles  las  persecuciones  y  vejaciones  que  he 
padecido ;  lo  que  me  aconteció  en  Anliochia,  é  Iconio, 
y  en  Lyslra ;  cuan  grandes  han  sido  las  persecuciones 
que  he  tenido  que  sufrir,  y  cómo  de  todas  me  ha  sa- 
cado á  salvo  el  Señor. 

12  Y  j/a  se  sabe  que  lodos  los  que  quieren  vivir 
virtuosamente  según  Jesu-Christo ,  han  de  padecer 
persecución  '. 

13  Al  paso  que  los  malos  hombres  y  los  impostores 
irán  de  mal  en  peor,  errando  y  haciendo  errar  á 
otros. 

14  Tú  empero,  amado  hijo,  mantente  firme  en  lo 
que  has  aprendido,  y  se  te  ha  encomendado ;  conside- 
rando quién  te  lo  enseiió  ', 

15  y  también  que  desde  la  niñez  aprendiste  las  sa- 
gradas Letras  ,  que  te  pueden  instruir  para  la  salva- 
ción ,  mediante  la  fé  que  cree  en  Jesu-Christo. 

16  Toda  Escritura  inspirada  de  Dios  es  propia  para 
enseñar  3,  para  convencer '',  para  corregir  á  los  peca- 
dores,  para  dirigir  á  los  buenos,  en  la  justicia  ó  vir- 
tud; 

I  O  bien  de  los  enemigos  de  la  fé,  ó  de  los  malos  cris- 
tianos, ó  de  nuestra  misma  concupiscencia. 
'2  Y  que  yo  lo  he  aprendido  del  mismo  Dios. 

3  Los  misterios  de  la  fé,  y  la  buena  moral. 

4  A  los  que  yerran. 


CAPITULO    IV.  127 

17  en  fin  para  que  el  hombre  de  Dios  ó  el  evis- 
liano  sea  perfeclo,  y  esté  apercibido  para  toda  obra 
buena. 


CAPÍTULO  IV. 


UÜimas  encomiendas  del  Apóstol  á  Timolheo.  Le  exhorta  á 
que  predique  sin  iníermision,  para  fortificar  los  espíritus 
de  los  fieles  contra  los  errores  que  hablan  de  nacer  :  le  dice 
que  está  cercano  el  fin  de  su  vida-,  y  concluye  con  las  sa- 
lutaciones acostumbradas. 

1  Te  conjuro  pues  delante  de  Dios,  y  de  Jesu- 
Christo,  que  ha  de  juzgar  vivos  y  muertos,  al  tiempo 
de  su  venida,  y  de  su  reino  : 

2  predica  la  palabra  ele  Dios  con  toda  fuerza  y  va- 
lentía^ insiste  con  ocasión,  y  sin  ella  :  reprende,  ruega, 
exhorta  con  toda  paciencia  y  doctrina  ' . 

3  Porque  vendrá  tiempo,  en  que  los  hombres  no 
podrán  sufrir  la  sana  doctrina,  sino  que,  teniendo  una 
comezón  extremada  de  oir  doctrinas  que  lisonjeen  sus 
pasiones,  recurrirán  á  una  caterva  de  doctores  propios 
para  satisfacer  sus  desordenados  deseos  ; 

4  y  cerrarán  sus  oidos  á  la  verdad,  y  los  aplicarán 
á  las  fábulas. 

5  Tú  entre  tanto  vigila  en  todas  las  cosas  de  tu  mi- 
nisterio, soporta  las  aflicciones,  desempeña  el  oficio  de 


I  Otros    traducen:   Enseñando    con  toda  paciencia ,  ó 
sin  cansarte  jamás  de  sufrir  y  de  dar  inst}-ucciunes. 


1-28  EPÍST.     II.     DE    S.    PABLO    A    TIMOTIIEO. 

evangelista,  cumple  todos  los  cargos  de  tu  ministerio. 
Vive  con  templanza. 

6  Que  yo  ya  estoy  á  punto  de  ser  inmolado,  y  se 
acerca  el  tiempo  de  mi  muerte. 

7  Combatido  he  con  valor,  he  concluido  la  carrera, 
he  guardado  la  fé. 

8  Nada  me  resta  sino  aguardar  la  corona  de  justicia 
que  me  está  reservada,  y  que  me  dará  el  Señor  en 
aquel  dia  como  justo  juez  ;  y  no  solo  á  mí,  sino  también 
á  los  que  llenos  de  fé  desean  su  venida.  Date  priesa 
en  venir  presto  á  mí. 

9  Porque  Démas  me  ha  desamparado,  por  el  amor 
de  este  siglo,  y  se  ha  ido  á  Thessalónica  ; 

10  Crescenle  partió  para  Galacia,  Tito  para  Dal- 
macia. 

11  Solo  Lúeas  está  conmigo.  Toma  á  Marcos,  y 
tráele  contigo,  porque  rae  es  del  caso  para  el  minis- 
terio evangélico. 

1 2  A  Tychíco  le  he  enviado  á  Epheso. 

13  Cuando  vengas,  tráete  contigo  la  capa  ó  capote 
que  dejé  en  Troade  en  casa  de  Carpo,  y  los  libros, 
mayormente  los  pergaminos  ó  papeles. 

14  Alejandro  el  calderero  me  ha  hecho  mucho  mal  ; 
el  Señor  le  dará  el  pago  conforme  á  sus  obras  : 

1 5  guárdate  tú  también  de  él ,  porque  se  ha  opues- 
to sobremanera  á  nuestra  doctrina. 

16  En  mi  primera  defensa  nadie  me  asistió,  antes 
todos  me  desampararon  :  ruego  á  Dios  que  se  lo  per- 
done. 

17  I\ías  el  Señor  me  asistió  y  alentó,  para  que  yo 


CAPITULO    IV.  129 

acabase  de  predicar,  y  me  oyesen  todas  las  naciones ; 
y  fui  librado  de  la  boca  ó  garras  del  León  '. 

18  El  Señor  me  librará  de  todo  pecado,  y  me  con- 
ducirá á  su  reino  celestial :  á  él  sea  dada  gloria  por  los 
siglos  de  los  siglos.  Amen. 

19  Saluda  á  Frisca,  y  á  Aquilas,  y  á  la  familia  de 
Onesíphoro. 

20  Érasto  se  quedó  en  Corintho.  Y  á  Tróphimo  le 
dejé  enfermo  en  Mileto. 

21  Apresúrate  á  venir  antes  del  invierno.  Te  salu- 
dan Eubulo,  y  Pudente,  y  Lino,  y  Claudia,  y  los  her- 
manos todos  de  esta  ciudad. 

22  El  Señor  Jesu-Christo  sea  con  tu  espíritu.  La 
gracia  -permanezca  con  vosotros.  Amen. 


1  De  inminentes  riesgos  de  la  vida,  ó  también,  de  Nerón 
el  emperador. 


FIN  DE  LA  EPÍSTOLA  SEGUNDA  DE  S.  PABLO 
A  TIMOTHEO. 


ToM.  XV.  12 


ADVERTENCIA 


LA  EPÍSTOLA  DEL  APÓSTOL  S,  PABLO  A  TITO. 


Tito^  gentil  de  origen  ^  era  discípulo  de 
san  Pablo,  quien  le  habia  confiado  el  gobier- 
no de  la  Iglesia  de  Creía ,  hoy  Candía.  Sir- 
vióse el  Apóstol  de  él  en  muchas  ocasiones, 
y  le  tomó  muy  á  menudo  por  compañero  de 
sus  viages.  El  Apóstol,  después  del  primer 
viage  á  Roma,  predicó  la  fe  en  Candía,  como 
escribe  san  Gerónimo  ;  pero  no  pudiendo per- 
manecer allí  el  tiempo  necesario  para  ar- 
raigar en  la  fe  á  los  neófitos  ó  recien  conver- 
tidos, ni  elegir  obispos  y  sacerdotes  para  el 
gobierno  de  aquellas  Iglesias,  dejó  este  encar- 
go á  su  amado  hijo  Tito.  —  Créese  escri- 
ta esta  carta  acia  el  año  6  'i  de  Jesu-  Christo» 


EPÍSTOLA 
DEL  APÓSTOL  S.  PABLO 

Á  TITO. 


CAPITULO  PRIMERO. 

Después  de  saludar  á  Tilo ,  le  acuerda  la  esperanza  de  la 
vida  eterna;  y  le  demuestra  las  cualidades  que  han  de  tener 
los  preshjteros  y  obispos. 

1  Pablo,  siervo  de  Dios  y  apóstol  de  Jesu-Chrisío 
para  instruir  á  los  escogidos  de  Dios  en  la  fé ,  y  en 
el  conocimiento  de  la  verdad  ,  que  es  según  la  piedad 

2  y  que  da  la  esperanza  de  la  vida  eterna,  la  cual 
Dios ,  que  no  puede  mentir ,  ha  prometido  i/  desti- 
nado antes  de  todos  los  siglos ; 

3  habiendo  hecho  ver  en  su  [tiempo  el  cumplí' 
miento  de  su  palabra  en  la  predicación  del  Evangelio, 
que  se  me  ha  confiado  á  mi  por  mandado  de  Dios  sal- 
vador nuestro ; 

4  á  Tito  hijo  querido  según  la  fe  que  nos  es  co- 
mún ,  gracia  y  paz  de  Dios  padre ,  y  de  Jesu-Chrislo 
salvador  nuestro. 


132  EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    TITO. 

5  La  causa  por  que  le  dejé  en  Creta  ,  es  para  que 
arregles  y  corrijas  las  cosas  que  faltan ,  y  establezcas 
en  cada  ciudad  presby teros  '  ,  conforme  yo  te  pres- 
cribí ; 

6  escogiendo  para  tan  sagrado  ministerio  á  quien 
sea  sin  tacha ,  casado  una  sola  vez ,  que  tenga  hijos 
fieles ,  no  infamados  de  lujuria  ,  ni  desobedientes. 

7  Porque  es  necesario  que  un  obispo  sea  irrepren- 
sible ó  sin  crimen  ,  como  que  es  el  ecónomo  de  Dios  ó 
el  dispensador  de  sus  riquezas  :  no  soberbio  ,  no  co- 
lérico, no  dado  al  vino  ,  no  precursor  ó  violento ,  no 
codicioso  de  sórdida  ganancia  ; 

8  sino  amante  de  la  hospitalidad  ,  dulce  y  afable  , 
sobrio,  justo  ,  religioso  ,  continente, 

9  adicto  á  las  verdades  de  la  fé ,  según  se  le  han 
enseñado  á  él;  á  fin  de  que  sea  capaz  de  instruir 
en  la  sana  doctrina  ,  y  redargüir  á  los  que  contradi- 
jeren. 

10  Porque  aun  hay  muchos  desobedientes ,  charla- 
tanes y  embaidores ;  mayormente  de  los  circuncisos  , 
ó  judíos  convertidos , 

11  á  quienes  es  menester  tapar  la  boca;  que  tras- 
tornan familias  enteras ,  enseñando  cosas  que  no  con- 
vienen con  el  Evangelio ,  por  amor  de  una  torpfj  ga- 
nancia ó  vil  interés. 

12  Dijo  uno  de  ellos  ^ ,  propio  profeta  ó  adivino  de 

1  /.  Tim.  IIL  V.  2.  Véase  Obispos. 

2  Epiménides,  poeta  célebre ,  natural  de  Creta  ;  á  quien 
miraban  como  profeta  ó  adivino.  Véase  Profeta. 


CAPÍTULO    I.  133 

esos  mismos  islcuos  :  Son  los  crelenses  siempre  men- 
tirosos ,  malignas  bestias ,  vientres  perezosos  '.' 

13  Este  testimonio  es  verdadero.  Por  tanto  reprén- 
delos fuertemente ,  para  que  conserven  sana  la  fé , 

14  y  no  den  oidos  á  las  fábulas  judaicas,  ni  á 
mandamientos  de  hombres  ,  que  se  apartan  de  la 
verdad  ^. 

15  Para  los  limpios  todas  las  cosas  son  limpias, 
mas  para  los  contaminados ,  y  que  no  tienen  fé ,  no 
hay  nada  limpio ,  sino  que  tienen  contaminadas  su 
alma  y  su  conciencia  cojí  los  pecados '. 

16  Profesan  conocer  á  Dios  ;  mas  le  niegan  con 
las  obras;  siendo  como  son  abominables  y  rebeldes,  y 
negados  para  toda  obra  buena. 


1  El  padre  Sá ,  tomando  la  parte  por  el  todo  traduce 
hombres  perezosos.  En  el  texto  griego ,  donde  la  Vnlgata 
traduce  ventres  j^Wh  se  lee  yctg-ípsc  etpyaLt  '•  significa  aqrá 
los  hombres  que  no  tratan  sino  de  comer  y  no  hacer 
nada. 

2  Pretendiendo  que  hay  viandas  impuras  en  sí  mismas^ 
y  que  no  pueden  comerse  sin  pecado. 

3  Y  por  eso  se  hace  impuro  todo  lo  de  ellos. 


134  EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    TITO. 

CAPITULO  II. 

Manifiesta  á  Tilo  cómo  .se  ha  de  portar  con  los  fieles  de  to- 
dos estados,  sexos,  edades  y  condiciones ,  y  la  obligación 
que  tiene  de  darles  buen  ejemplo.  Explica  los  documentos 
que  nos  da  la  gracia  de  Dios  ,  y  los  beneficios  que  nos  ha 
hecho  Jesu-Christo. 

1  Mas  tú  has  de  enseñar  solamente  cosas  conformes 
á  la  sana  doctrina  : 

2  como  que  los  ancianos  sean  sobrios,  honestos, 
prudentes,  constantes  y  puros  en  la  fé,  en  la  caridad, 
en  la  paciencia  : 

3  asimismo  que  las  ancianas  sean  de  un  porte  ajus- 
tado y  modesto;  no  calumniadoras,  no  amigas  de  mu- 
cho vino,  que  den  buenas  instrucciones  ; 

4  enseñando  el  pudor  á  las  jóvenes,  á  que  amen  i\ 
sus  maridos,  y  á  cuidar  de  sus  hijos, 

5  á  que  sean  honestas,  castas,  sobrias,  cuidadosas 
de  la  casa  ',  apacibles,  sujetas  ^  á  sus  maridos,  para 
que  no  se  hable  mal  de  la  palabra  de  Dios  ó  del 
Evangelio. 

6  Exhorta  del  mismo  modo  á  los  jóvenes  á  que  sean 
sobrios. 

7  En  todas  cosas  muéstrate  dechado  de  buenas 
obras,  en  la  doctrina,  en  la  pureza  de  coslumbres,  en 
la  gravedad  de  tu  conducta , 

1  O  caseras,  según  el  texto  griego  cDíapoví. 

2  El  texto  griego  dice  subordinadas.  Véase  la  nota  al 
cap.  III.  V.  18  de  la  Fpístoh  á  los  colosscnse.s. 


CAPITULO  II.  135 

8  en  la  predicación  de  doctrina  sana  é  irrepren- 
sible ;  para  que  quien  es  contrario,  se  confunda ,  no 
teniendo  mal  ninguno  que  decir  de  nosotros. 

9  Exhorta  á  los  siervos  á  que  sean  obedientes  á 
sus  dueños,  dándoles  gusto  en  todo  lo  que  puedan ,  no 
siendo  respondones , 

10  no  defraudándolos  en  nada,  sino  mostrando 
en  todas  las  cosas  una  perfecta  lealtad ;  para  que  su 
conducta  haga  respetar  en  lodo  el  mundo  la  doctrina 
de  Dios  salvador  nuestro  '. 

11  Porque  la  gracia  del  Dios  salvador  nuestro  ha 
iluminado  á  todos  los  hombres , 

12  enseñándonos ,  que  renunciando  á  la  impiedad 
y  á  las  pasiones  mundanas,  vivamos  sobria,  justa  y  re- 
ligiosamente en  este  siglo , 

13  aguardando  la  bienaventuranza  esperada,  y  la 
venida  gloriosa  del  gran  Dios,  y  salvador  nuestro 
Jesu-Christo ; 

14  el  cual  se  dio  á  sí  mismo  por  nosotros  ,  para  re- 
dimirnos de  todo  pecado ,  purificarnos ,  y  hacer  de 
nosotros  un  pueblo  particularmente  consagrado  á  su 
servicio  ,  y  fervoroso  en  el  bien  obrar. 

1 5  Esto  es  lo  que  has  de  enseñar ,  y  exhorta ,  y 
reprende  con  plena  autoridad.  Pórtale  de  manera  que 
nadie  te  menosprecie. 

I  Haciendo  ver  con  su  conducta  la  santidad  de  nuestra 
Religión. 


136  EPÍST.    DE    S.     PABLO    A    TITO. 

CAPITULO  III. 

Virtudes  que  debe  Tifo  recomendar  á  iodos  los  cristianos.  La 
gracia  de  Jesu-Cíiristo  derramada  sobre  nosotros  nos  hace 
esperar  la  vida  eterna.  Le  exhorta  á  que  ahuyente  las  ma- 
las doctrinas,  y  aparte  de  la  Iglesia  á  los  hereges para  que 
no  corrompan  laféde  los  fieles. 

1  Amonéstales  que  vivan  sujetos  á  los  príncipes 
y  potestades,  que  obedezcan  sus  órdenes,  y  que  estén 
prontos  para  toda  obra  buena ; 

2  que  no  digan  mal  de  nadie,  que  no  sean  -pleitis- 
tas m" pendencieros,  sino  modestos,  tratando  á  todos 
los  hombres  con  toda  la  dulzura  posible. 

3  Porque  también  nosotros  éramos  en  algún  tiem- 
po insensatos ,  incrédulos ,  extraviados  ,  esclavos  de 
infinitas  pasiones  y  deleites ,  llenos  de  malignidad  y 
de  envidia,  aborrecibles,  y  aborreciéndonos  los  unos  á 
los  otros. 

4  Pero  después  que  Dios  nuestro  salvador  ha  ma- 
nifestado su  benignidad  y  amor  para  con  los  hombres, 

5  nos  ha  salvado ,  no  á  causa  de  las  obras  de  jus- 
ticia que  hubiésemos  hecho,  sino  por  su  misericordia, 
haciéndonos  renacer  por  el  bautismo,  y  renovándonos 
por  el  Espíritu  santo , 

6  que  él  derramó  sobre  nosotros  copiosamente ,  por 
Jesu-Christo  salvador  nuestro, 

7  para  que  justificados  por  la  gracia  de  este  mismo, 
vengamos  á  ser  herederos  de  Ifi  vida  eterna  ,  conforme 
i\  la  esperanza  que  de  ella  tenemos. 


CAPÍTULO  líl.  137 

8  Doclrina  es  esta  cíerlisima  ;  y  deseo  que  arrai- 
gues bien  en  ella  á  los  que  creen  en  Dios ,  á  fin  de 
que  procuren  aventajarse  en  practicar  buenas  obras. 
Estas  cosas  son  las  loables  y  provechosas  á  los  hom- 
bres. 

9  Pero  cuestiones  necias,  y  genealogías,  y  con- 
tiendas, y  debates  sobre  la  Ley,  evítalas,  porque  son 
inútiles  y  vanas. 

10  Huye  del  hombre  herege  ',  después  de  haberle 
corregido  una  y  dos  veces ; 

1 1  sabiendo  que  quien  es  de  esta  ralea ,  está  per- 
vertido y  es  delincuente,  siendo  condenado  por  su  pro- 
pia conciencia. 

12  Luego  que  yo  hubiere  enviado  á  tí  á  Artémas, 
ó  á  Tychico,  date  priesa  en  venir  á  mí  á  INicópoli, 
pues  he  resuelto  pasar  allí  el  invierno. 

13  Envía  delante  con  todo  honor  á  Zénas  ,  doctor 
de  la  Ley,  con  Apollo,  procurando  que  nada  les  falte. 

14  Aprendan  asimismo  los  nuestros  á  ejercitar  los 
primeros  las  buenas  obras  en  las  necesidades  que  se 
ofrecen ,  para  no  ser  estériles  y  sin  fruto. 

15  Todos  los  que  están  conmigo,  te  saludan  :  sa- 
luda tú  á  los  que  nos  aman  conforme  á  la  fé.  La  gra- 
cia de  Dios  sea  con  todos  vosotros .  Amen. 

1  Véase  Heregia. 
FIN  DE  LA  EPÍSTOLA  DE  S.  PABLO  A  TITO. 


ADVERTENCIA 


SOBRE 


LA  EPÍSTOLA  DE   SAN   PABLO  A  PMILEMON. 


Philemort  era  un  cristiano,  noble  ciuda- 
dano de  Colóssas.  Onésimo,  esclavo  suyo,  ha- 
biéndole robado,  se  escapó,  y  se  fue  á  Roma. 
Allí  oyó  la  predicación  de  san  Pablo }  el 
cual,  después  de  haberle  instruido  y  bauti- 
zado,  le  remitió  á  Philemon  con  esta  carta 
de  recomendación ,  llena  de  tttia  elocuencia 
verdaderamente  divina,  y  que  arde  toda  en 
fuego  de  caridad.  Los  martirologios  celebran 
á  Onésimo  como  obispo  de  Berea,  y  como 
mártir,  y  también  hacen  memoria  de  Phile- 
mon, que  padeció  por  lafé  en  tiempo  de  Ne- 
rón, con  su  7nuger  Appia,  y  su  amigo  Aris- 
tarchó. 


EPÍSTOLA 
DEL   APÓSTOL  S.  PABLO 

Á  PHILEMON. 


Pídele  con  la  elocuencia  diüinct  de  la  caridad  que  se  recon- 
cilie con  Onésimo,  su  esclavo  fugitivo  ,  ya  cristiano  y  ar- 
repeniido. 

1  Pablo,  preso  por  amor  de  Jesu-Christo,  y  Tímo- 
ibeosu  hermano  al  amado  Philemon,  coadjutor  nuestro, 

2  y  á  la  carísima  hermana  nuestra  Appia,  su  es- 
posa, y  á  Archjppo,  nuestro  compañero  en  los  com- 
bates ó  en  la  milicia  de  Christo ,  y  á  la  Iglesia  con  - 
gregada  en  tu  casa. 

3  Gracia  y  paz  á  vosotros,  de  parte  de  Dios  nuestro 
Padre ,  y  del  Señor  Jesu-Christo. 

4  Acordándome  siempre  de  ti  en  mis  oraciones , 
querido  Philemon ,  doy  gracias  á  mi  Dios , 

5  oyendo  la  fé  que  tienes  en  el  Señor  Jesús,  y  tu 
caridad  para  con  todos  los  santos  ojíeles; 

G  y  de  qué  manera  la  liberalidad  que  nace  de  tu  fé, 
resplandece  á  la  vista  de  todo  el  mundo ,  haciéndose 
patente  por  medio  de  todas  las  obras  buenas  que  se 
practican  en  tu  casa  por  amor  de  Jesu-Christo. 

7  Así  es  que  yo  he  tenido  gran  gozo  y  consuelo  en 


140  EPÍST.    DE    S.    PAULO    A.   PHlLEMON. 

las  obras  de  tu  caridad ;  viendo  cuánto  recreo  y  aüvio 
han  recibido  de  tu  bondad ,  hermano  mió ,  los  cora- 
zones de  los  santos  óreles  necesitados. 

8  Por  cuyo  motivo,  no  obstante  la  libertad  que  pu- 
diese yo  tomarme  en  Jesu-Christo  para  mandarte  una 
cosa  que  es  de  tu  obligación , 

9  con  todo,  lo  mucho  que  te  amo,  me  hace  preferir 
el  suplicártela,  aunque  sea  lo  que  soy  respecto  de  tí, 
esto  es,  aunque  yo  sea  Pablo,  el  apóstol  ya  anciano,  y 
ademas  preso  ahora  por  amor  de  Jesu-Christo. 

10  Te  ruego  pues  por  mi  hijo  Onésimo,  á  quien 
he  engendrado  ó  dado  la  vida  de  la  gracia  entre  las 
cadenas , 

11  Onésimo  que  en  algún  tiempo  fue  para  ti  inútil, 
y  al  presente  tanto  para  tí  como  para -mí  es  prove- 
choso ' , 

12  el  cual  te  le  vuelvo  á  enviar.  Tú  de  tu  parte  recí- 
bele como  á  mis  entrañas  ,  ó  como  si  fuera  hijo  mió  : 

13  yo  había  pensado  retenerle  conmigo,  para  que 
me  sirviese  por  tí ,  durante  la  prisión  en  que  estoy  por 
el  Evangelio; 

14  pero  nada  he  querido  hacer  sin  tu  consenti- 
miento ,  para  que  tu  beneficio  no  fuese  como  forzado, 
sino  voluntario. 

15  Que  quizá  él  te  ha  dejado  por  algún  tiempo,  á 
fin  de  que  le  recobrases  para  siempre; 


1  Según  ya  significa  su  mismo  nombre  Onésimo, Ov>»(r///ov, 
esto  es,  úlil  y  provechoso. 


EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    PíIlLEMON.  141 

16  no  ya  como  mero  siervo,  sino  como  quien  de 
siervo  ha  venido  á  ser  por  el  bautismo  un  hermano 
muy  amado,  de  mi  en  particular ;  ¿  pero  cuánto  mas 
de  ti ,  pues  que  te  pertenece  según  el  mundo,  y  según 
el  Señor? 

17  Ahora  bien ,  si  me  tienes  por  intimo  compañero 
tuyo ,  acógele  como  á  mí  mismo ; 

18  y  si  te  ha  causado  algún  detrimento,  ó  te  debe 
algo,  apúntalo  á  mi  cuenta. 

19  Yo  Pablo  te  lo  he  escrito  de  mi  puño ;  yo  lo  pa- 
garé ,  por  no  decirte ,  que  tú  te  me  debes  todo  á  mí , 
puesto  que  te  convertí  á  la  fé  : 

20  sí  por  cierto,  hermano.  Reciba  yo  de  tí  este 
gozo  en  el  Señor  :  da  en  nombre  del  Señor  este  con- 
suelo á  mi  corazón. 

21  Confiado  en  tu  obediencia  te  escribo,  sabiendo 
que  harás  aun  mucho  mas  de  lo  que  digo. 

22  y  al  mismo  tiempo  disponme  también  hospe- 
dage ,  pues  espero  que  por  vuestras  oraciones  os  he  de 
ser  restituido. 

23  Epáphras,  preso  conmigo  por  amor  de  Jesu- 
Christo,  te  saluda, 

24  con  Blárcos,  Aristarchó,  Démas  y  Lúeas  que 
me  ayudan  y  acompañan. 

25  La  gracia  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo  sea 
con  vuestro  espíritu.  Amen. 


13 


ADVERTENCIA 


SOBRE 


LA  EPÍSTOLA  DE  S.  PABLO   A  LOS  HEBREOS. 


Estos  hebreos  eran  aquellos  de  entre  los 
'judíos  de  Jenisalem  que  habían  abrazado  la 
fé  de  Jesu-Christo.  Como  les  quedaba  siem- 
pre una  secreta  propensión  á  reunir  la  Ley 
antigua  con  el  Evangelio,  ó  á  Jesu-Christo 
con  3Ioysés,  emprende  el  Jlpóstol  ilustrarlos 
y  rectificar  sus  ideas  sobre  esto ,  haciéndoles 
ver  la  preeminencia  de  la  nueva  Ley  sobre  la 
antigua,  y  de  Jesu-Christo  sobre  Moysés. 
Realza  la  dignidad  del  sacerdocio  de  Jesu- 
Christo  sobre  el  de  Aaron ,  y  la  eficacia  del 
sacrificio  de  la  nueva  Ley,  del  cual  eran  me- 
ras figuris  todos  los  de  la  antigua.  Y  final- 
mente establece  la  necesidad  de  lafé,  con  el 
ejemplo  de  los  Patriarcas  y  Profetas. 


EPÍSTOLA 

DEL   APÓSTOL  S.  PABLO 
Á  LOS  HEBREOS. 


CAPITULO  PRIMERO. 

Jesu-Chrisio ,  verdadero  Dios  y  hombre,  es  vifiniiameiile 
superior  á  los  ángeles. 

1  Dios,  que  en  olro  tiempo  habló  á  nuestros  pa- 
dres en  diferenlcs  ocasiones ,  y  de  muchas  maneras 
por  los  Profetas  , 

2  nos  ha  hablado  úllimamente  en  esíos  dias ,  por 
medio  de  su  Hijo  Jesu-Chris(o ,  á  quien  constituyo 
heredero  universal  de  todas  las  cosas ,  por  quien  crió 
también  los  siglos  ¡/  cuanto  ha  existido  en  ellos  : 

3  el  cual  siendo  como  es  el  resplandor  de  su  glo- 
ria ,  y  vivo  retrato  de  su  sustancia  ó  persona  ' ,  y  sus- 
tentándolo p  rigiéndolo  lodo  con  sola  su  poderosa 
palabra ,  después  de  habernos  purificado  de  nuestros 


1  Como  que   tienen  entrambos  nn  mismo  ser  y  nattv 
raleza. 


144        EPIST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    HEBREOS. 

pecados  \  está  sentado  á  la  diestra  de  la  mageslad  en 
lo  mas  alto  de  los  cielos  : 

4  hecho  tanto  mas  s\iperior  y  excelente  que  los  án- 
geles, cuanto  es  mas  aventajado  el  nombre  que  recibió 
por  herencia  ó  naturaleza. 

5  Porque  ¿á  cuál  de  los  ángeles  dijo  jamás  ^  :  Hi- 
jo mió  eres  tú,  yo  te  he  engendrado  hoy?  Y  asimismo  : 
¿  Yo  seré  padre  suyo ,  y  él  será  hijo  mió  ^  ? 

G  Y  otra  vez  al  introducir  á  su  primogénito  en  el 
mundo'',  dice  :  Adórenle  todos  los  ángeles  de  Dios  *. 

7  Asimismo  en  orden  á  los  ángeles  dice  la  Escrifu^ 
ra  ^  :  El  que  á  sus  ángeles  ó  embajadores  los  hace  es- 
píritus, ó  ligeros  como  el  viento,  y  á  sus  ministros  ac- 
tivos como  la  ardiente  llama. 

8  Mientras  que  al  Hijo  le  dice'  :  El  trono  tuyo  ¡  oh 
Dios  !  subsistirá  por  los  siglos  de  los  siglos  :  cetro  de 
rectitud ,  el  cetro  de  tu  reino. 

9  Amaste  la  justicia  ,  y  aborreciste  la  iniquidad ; 
por  eso  i  oh  Dios !  el  Dios  y  Padre  tuyo  te  ungió  con 
óleo  de  júbilo  mucho  mas  que  á  tus  compañeros  *. 


1  Coíi  ofrecerse  á  sí  mismo  víctima  por  ellos. 

2  Como  dijo  á  Jesu-Christo  en  su  generación  eterna,  y 
en  su  encarnación  y  resurrección. 

3  II.  Iteg.  VII.  V.  U.-P.sahn.  II.  v.7. 

4  O  cuando  anunciaba  esto  por  los  Profetas. 

5  Psalm.  XCVI.V.7. 

6  Psalm.  CIII.  v.  4. 

7  P.salm.  XLIV.  v.6,7,  etc. 

8  Mas  que  á  todos  cuantos  se  te  han  asociado  ;  ó  que 
por  la  naturaleza  humana  son  hermanos  tuyos,  y  compartí- 


CAPÍTULO  ir.  145 

10  Y  en  olro  lugar  '  se  dice  del  hijo  de  Dios  :  Tú 
eres  ¡  oh  Señor!  el  que  al  principio  fundaste  la  tierra, 
y  obras  de  tus  manos  son  los  cielos. 

11  Ellos  perecerán,  mas  tú  permanecerás  siempre 
el  mismo ,  y  todos  como  vestidos  envejecerse  han  ; 

12  y  como  un  manto  ó  ropa,  así  los  mudarás  ,  y 
quedarán  mudados ;  pero  tú  eres  para  siempre  el  mis- 
mo, y  tus  años  ó  tus  dias  nunca  se  acabarán  ¡^{cs 
eres  eterno. 

13  En  fin  ,  ¿  á  qué  ángel  ha  dicho  jamás  ^  :  Sién- 
tate tú  á  mi  diestra,  mientras  tanto  que  pongo  á  tus 
enemigos  por  tarima  ó  estrado  de  tus  pies  ? 

14  Por  ventura  ¿no  son  todos  ellos  unos  espíritus 
que  hacen  el  oficio  de  servidores  ó  minislros  enviados 
de  Dios ,  para  ejercer  su  ministerio  en  favor  de  aque- 
llos que  deben  ser  los  herederos  de  la  salud  ^  ? 

CAPÍTULO  II. 

Los  trwgresores  de  la.  Ley  nueva  serán  castigados  con  mayor 
rigor.  Gloria  del  Hijo  de  Dios  hecho  hombre  ,  señor  de 
todas  las  criaturas,  redentor,  santijicador ,  salvador  y 
pontífice  de  los  hombres. 

1   Por  tanto  es  menester  que  observemos  con  mayor 


cipes  de  tu  gloria  :  á  ti  te  ha  comunirado  el  Padre  toda  la 
plenitud  de  su  gracia  y  dones. 

1  Psalm.  CI.  tv  26. 

2  Psalm.  CIX.  v.  l.—L  Cor.  XV.  v.  '2o 

3  Luego  Jesu-Christo  ,  como  Hijo  de  Dio.s  ^  es  infinita- 
mente superior  á  los  ángeles. 


146        KFÍST.    DE    S.    PAbLü    A    LOS    HEBREOS. 

empeño  las  cosas  que  hemos  oido  de  su  boca,  á  fm 
de  que  no  quedemos  por  desgracia  del  todo  vacíos  '. 

2  Pues  si  la  Ley  promulgada  por  los  ángeles  fue  fir- 
me ^,  y  toda  trasgresion  y  desobediencia  recibió  el 
justo  castigo  que  merecía  , 

3  ¿  cómo  le  evitaremos  nosotros ,  si  desatendemos 
el  Evangelio  de  tan  grande  salud  ^  ?  la  cual  habiendo 
comenzado  el  Señor  á  predicarla ,  ha  sido  después 
confirmada  hasta  nosotros  por  los  que  la  habían  oido, 

4  atestiguándola  Dios  con  señales ,  y  portentos ,  y 
variedad  de  milagros  ,  y  con  los  dones  del  Espíritu 
santo  que  ha  distribuido  según  su  beneplácito. 

5  Porque  no  sometió  Dios  á  los  ángeles  el  mundo 
venidero  ,  de  que  hablamos  ^. 

6  Antes  uno  en  cierto  lugar  ^  testificó ,  diciendo  : 
¿  Qué  es  el  hombre  que  así  le  acuerdas  de  él ,  ó  el 
hijo  del  hombre  para  que  le  mires  tan  favorablemente? 

7  Hasle  hecho  por  un  poco  de  tiempo  inferior  á  los 
ángeles  ^  ;  mas  luego  coronado  le  has  de  gloria  y  de 
honor,  y  le  has  constituido  sobre  las  obras  de  tus 
manos. 


1  Y  no  seamos  como  vasos  rajados  ,  que  dejan  escurrir 
lo  que  se  pone  en  ellos. 

2  Y  perseveró  en  su  vigor  hasta  que  tuvo  su  cumplimien- 
to en  Jesu-Christo. 

3  O  una  doctrina  tan  saludable. 

4  O  el  nuevo  reino  universal  de  la  Iglesia. 

5  Díjolo  David  (Psalm.  Vlíl.  v.  b.J  admirado  de!  gran 
[;oder  del  Hombre  Dios. 

6  Esto  es ,  durante  su  ^  ida  mortal.  Así  lo  entienden  san 


CAl'ÍTULO    II.  147 

8  Todas  las  cosas  has  sujetado  á  sus  pies  ó  á  su  hu- 
manidad  saniUiyna.  Con  que  si  Dios  todas  las  cosas 
ha  sujetado  á  él ,  no  ha  dejado  ninguna  que  no  haya 
á  él  sometido  '.  Ahora  empero  no  vemos  que  todas  las 
cosas  le  estén  todavía  sujetas. 

9  Mas  vemos  á  aquel  mismo  Jesús ,  que  por  un 
poco  de  tiempo  fue  hecho  inferior  á  los  ángeles ,  co- 
ronado ya  de  gloria  y  de  honor,  por  la  muerte  que 
padeció  ;  habiendo  querido  Dios  por  pura  gracia  ó  mi- 
sericordia ,  que  muriese  por  todos  los  hoynbres. 

10  Por  cuanto  era  cosa  digna  que  aquel  Dios  para 
quien  y  por  quien  son  todas: las  cosas ,  habiendo  de 
conducir  á  muchos  hijos  adoptivos  á  la  gloria  ^,  con- 
sumase ó  Í7imolase  por  medio  de  la  pasión  i/  muerte 
al  autor  ?/  modelo  de  la  salvación  de  los  mismos  ,  Je- 
su-Christo  Señor  nuestro. 

1 1  Porque  el  que  santifica  ,  y  los  que  son  santifica- 
dos, todos  traen  de  uno  su  origen  ó  la  naturaleza  hu~ 


Athanasio,  el  Chrysóstomo ,  san  Agustín,  etc.  En  el  ori- 
ginal griego  la  palabra  ^pct-^v  puede  significar  la  minoridad 
aun  en  cnalidades  ;  y  asi  lo  entendieron  algunos  Padres , 
según  los  cnales  puede  traducirse  :  Poco  inferior,  ó  un 
poco  menos:  esto  es,  por  razón  de  su  humanidad  pasible 
y  mortal. 

1  Por  consiguiente  aun  los  ángeles. 

2  Por  la  imitación  y  mórítos  del  Redentor,  su  Hijo  ver 
dadero;  es  riccir  ,  p-t  r]  ^^.r-iínr^  rj;,  !,nc  ^n-ffi^iir'^  v  fra- 
b^jos 


148         EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    HEBREOS. 

mana ' ,  Por  cuya  causa  no  se  desdeña  de  llamarlos  her- 
manos ,  diciendo  "^  : 

12  Anunciaré  tu  nombre  á  mis  hermanos  :  en  me- 
dio de  la  Iglesia  ó  reunión  de  iu  pueblo  cantaré  tus  ala- 
banzas. 

13  Y  en  otra  parle'  :  Yo  pondré  en  el  toda  mi 
confianza.  ítem  ^ :  Hé  aquí  yo,  y  mis  hijos  ,  que  Dios 
me  ha  dado. 

14  Y  por  cuanto  los  hijos  tienen  comunes  la  car- 
ne y  sangre,  ó  la  naturaleza^  él  también  participó  de 
las  mismas  cosas  ^'j  para  destruir  por  su  muerte  al  que 
tenia  el  imperio  de  la  muerte ,  es  á  saber,  al  diablo  ; 

15  y  librar  á  aquellos  que  por  el  temor  de  la  muerte 
estaban  toda  la  vida  sujetos  á  servidumbre^. 

16  Porque  no  tomó  jamás  la  naturaleza  de  los  án- 
geles, sino  que  tomó  la  sangre  de  Abraham. 

17  Por  lo  cual  debió  en  todo  asemejarse  á  sus  her- 


1  El  raciocinio  del  Apóstol  es  :  Conviene  que  el  pon- 
tífice santificado»"  y  los  santificados  sean  de  una  misma 
condición  y  naturaleza  ;  estos  son  pasibles  y  mortales  , 
luego  aquel  debía  serlo,  etc.  ;  y  á  esto  alude  después  en 
el  V.  17. 

2  Psahn.  XXL  v.  23. 

3  Psalm.  XVI U.  v.  3. 

4  Is.  VIII.  V.  18.  -í 

5  O  de  la  misma  naturaleza  mortal  y  pasible.  Griete,  XIII. 
V.  14.-/.  Cor.  XV.  V.  54. 

r»  Por  no  mirarla  á  la  luz  de  la  fe,  como  sacrificio  agra- 
dable á  Dios  ,  y  puerta  para  la  inmortalidad ;  sino  única- 
í)iente  como  un  castigo  de  esclavos  y  misprables',  y  objeto 
de  mero  horror. 


CAPÍTULO    III.  119 

manos ,  '  á  fin  de  ser  un  pontífice  misericordioso,  y 
fiel  para  con  Dios ,  en  orden  á  expiar  6  sathfacer 
por  los  pecados  del  pueblo. 

18  Ya  que  por  razón  de  haber  él  mismo  padecido, 
y  sido  tentado,  puede  también  ^  dar  la  mano  ó  socor- 
rer á  los  que  son  tentados. 

CAPÍTULO  lll. 

Jesu-Christo  ,  Hijo  de  Dios ,  macho  mas  eminente  sin  com- 
paración que  MoijKt's,  que  era  solamente  un  siervo  del 
Señor.  Debemos  obedecerle  en  todo,  para  que  no  seam.os 
castigados  como  los  hebreos  incrédulos. 

1  Por  lo  cual  vosotros ,  mis  santos  hermanos,  par- 
tícipes que  sois  de  la  vocación  celestial  *,  poned  los 
ojos  en  Jesús,  apóstol*  y  pontífice  de  nuestra  profe- 
sión ó  religión  santa; 

2  el  cual  es  fiel  al  que  le  ha  constituido  tal,  como 
lo  fue  también  Moysés  con  respecto  á  toda  su  casa  ^. 

3  Considerad  pues  que  fue  reputado  digno  de  gloria 
tanto  mayor  que  la  de  Moysés,  cuanto  mayor  dignidad 
ü  honra  tiene  que  la  casa,  aquel  que  la  fabricó. 

4  Ello  es  que  toda  casa  por  alguno  es  fabricada  ; 
mas  el  que  crió  y  fabricó  todas  las  cosas,  es  Dios. 


1  Fuera  del  pecado  y  de  la  ignorancia. 

2  Como  vencedor  que   es  de  todas  las   tentaciones   del 
nmndo  y  del  demonio. 

3  O  llamados  á  la  gloria. 

4  O  enviado  del  eterno  Padre. 

5  O  al  pueblo  de  los  judíos,  de  que  fue  caudillo. 


150         EPÍST.    DE    S.    PA.BLO    A    LOS    HEBREOS. 

5  Y  á  la  verdad  Moysés  fue  fiel  en  toda  la  casa  de 
Dios  ó  pueblo  de  Israel^  como  un  sirviente,  enviado  de 
Dios  para  anunciar  al  pueblo  todo  lo  que  tenia  orden 
de  decirle ; 

6  pero  Christo  se  ha  dejado  ver  como  hijo  en  su  pro- 
pia casa  ;  cuya  casa  somos  nosotros,  si  hasta  el  fin 
mantenemos  firme  la  animosa  confianza  en  él,  y  la 
esperanza  de  la  gloria. 

7  Por  lo  cual  nos  dice  el  Espíritu  santo  '  :  Si  hoy 
oyereis  su  voz, 

8  no  queráis  endurecer  vuestros  corazones,  como 
sucedió  cuando  el  pueblo  estaba  en  el  desierto  en  el 
lugar  llamado  contradicción  y  murmuración, 

9  en  donde  vuestros  padres  me  tentaron ;  querien- 
do hacer  prueba  de  mi  poder,  y  en  donde  vieron  las 
cosas  grandes  que  hice. 

10  Yo  sobrellevé  á  aquel  pueblo  con  pena  y  dis- 
gusto por  espacio  de  cuarenta  años,  i/  dije  en  mí  mis- 
mo: Este  pueblo  sigue  siempre  los  extravíos  de  su 
corazón.   Él  no  conoce  mis  caminos, 

11  y  así  airado  he  jurado  :  Que  no  entrarán  jamás 
en  el  lugar  de  mi  descanso. 

12  Mirad  pues,  hermanos,  no  haya  en  alguno  de 
vosotros  corazón  maleado  de  incredulidad,  hasta  aban- 
donar al  Dios  vivo ; 

13  antes  amonestaos  todos  los  días  los  unos  á  los 
otros,  mientras  dura  el  dia  que  se  apellida  de  Hoy  "*, 

1  Pmlm.  XCIV.  V.  8. 

2  O  el  tiempo  de  la  vida  presente,  hasta  que  llegue  el  dia 
perpetuo  (le  la  eternidad. 


CAPÍTULO    III.  151 

á  fin  de  que  ninguno  de  vosotros  llegue  á  endurecerse 
con  el  engañoso  atractivo  del  pecado. 

14  Puesto  que  venimos  á  ser  participantes  do 
Clnisto  ;  con  tal  que  conservemos  inviolablemente^has-, 
ía  el  fin  el  principio  del  nuevo  ser  suyo  que  ha  pues- 
to en  nosotros  '. 

1 5  iAlientras  que  se  nos  dice  :  Si  Hoy  oyereis  su 
voz ,  no  endurezcáis  vuestros  corazones,  como  los  is- 
raelitas en  el  tiempo  de  aquella  provocación. 

16  Pues  algunos  délos  que  la  hablan  oido,'  irritaron 
al  Señor ;  aunque  no  lodos  aquellos  que  salieron  del 
Egypto  por  medio  de  Moysés. 

17  Mas  ¿contra  quiénes  estuvo  irritado  el  Seíior 
por  espacio  de  cuarenta  años  ?  ¿  No  fue  contra  los 
que  pecaron,  cuyos  cadáveres  quedaron  tendidos  en  el 
Desierto  ? 

IS  ¿  Y  á  quiénes  juró  que  no  entrarían  jamás  en  su 
descanso,  sino  á  aquellos  que  fueron  incrédulos  2/  deso- 
bedienies  ? 

19  En  efecto  vemos  que  no  pudieron  entrar  por 
causa  de  la  incredulidad  ^. 


1  Estamos  unidos  é  incorporados  con  Jesn-Christo.  desde 
que  renacimos  con  él  .  cuando  recibimos  la  nueva  vida  de 
la  gracia,  y  fuin)os  hechos  miembros  de  Christo,  por  medio 
del  bautismo.  //.  Cur.  X.—Gal.  Ill.—Eph.  III. 

2  Muriendo  todos  antes,  menos  Josué  y  Caleb ,  y  otros 
que  no  tuvieron  parte  en  la  desobtdioncia. 


152       EPÍST.     DE    S.    PABLO    A    LOS    HEBREOS. 

CAPITULO  IV. 

De  la  verdadera  iiena  de  itromision  acia  la  cual  caminan 
los  cristianos;  y  cómo  debemos  acudir  á  Jesu-Chrisio 
para  X)oder  entrar  en  ella.  Cuan  grande  es  la  virtud  y 
eficacia  de  la  palabra  de  Dios. 

1  Temamos  pues  que  haya  alguno  entre  nosotros 
que  sea  excluido  da  la  entrada  en  el  descanso  de  Dios ', 
por  haber  despreciado  la  promesa  que  de  él  se  nos  hahia 
hecho. 

2  Puesto  que  se  nos  anunció  también  á  nosotros 
del  mismo  modo  que  á  ellos  ;  pero  á  ellos  no  les  apro- 
vechó la  palabra  ó  promesa  oida ,  por  no  ir  acompa- 
ñada con  la  fé  de  los  que  la  oyeron. 

3  Al  contrario  nosotros  que  hemos  creido ,  entra- 
remos en  el  descanso  ^ ;  según  lo  que  dijo  ^  :  Tal  es  el 
juramento  que  hice  en  mi  indignación  :  Jamás  entra- 
rán en  mi  descanso  ;  y  es  el  descanso  en  que  habita 
Dios,  acabadas  ya  sus  obras  desde  la  creación  del 
mundo. 

4  Porque  en  cierto  lugar  habló  así  del  dia  sép- 
timo ^  :  Y  descansó  Dios  al  dia  séptimo  de  todas  sus 
obras. 

1  O  reino  celestialj  del  cual  era  una  figura  la  tierra  de 
promisión. 

2  Del  cual  fueron  excluidos  los  incrédulos. 

3  Psalm.  XCIV.  v.  U. 

4  Gen.  II.  r.  2. 


capítulo  IV.  153 

5  Y  en  este  dice  :  Jamás  entrarán  en  mi  descanso. 

6  Pues  como  todavía  faltan  algunos  por  entrar  en 
él ,  y  los  primeros  á  quienes  fue  anunciada  la  buena 
nueva  ,  no  entraron  por  su  incredulidad  ; 

7  por  eso  de  nuevo  establece  un  día,  y  es  Hoy, 
diciendo ,  al  cabo  de  tanto  tiempo ,  por  boca  de  David, 
según  arriba  se  dijo  :  Si  Hoy  oyereis  su  voz,  no  que- 
ráis endurecer  vuestros  corazones. 

3  Porque  si  Josué  *  les  hubiera  dado  este  des- 
canso ^ ,  nunca  después  hablaría  la  Escritura  de  otro 
día. 

9  Luego  resta  todavía  un  solemne  descanso  ó  sil- 
bado para  el  verdadero  pueblo  de  Dios  '. 

10  Así  quien  ha  entrado  en  este  su  descanso,  ha 
descansado  también  de  todas  sus  obras ,  así  como  Dios 
de  las  suyas. 

1 1  Esforzémonos  pues  á  entrar  en  aquel  eterno  des- 
canso *  ,  á  fin  de  que  ninguno  imite  el  sobredicho 
ejemplo  de  incredulidad. 

12  Puesto  que  la  palabra  de  Dios  es  viva  ,  y  eficaz, 
y  mas  penetrante  que  cualquiera  espada  de  dos  filos  ; 
y  que  entra  y  penetra  hasta  los  pliegues  del  alma  y  del 
espíritu  ,  hasta  las  junturas  y  tuétanos ,  y  discierne  y 
ca??/im los  pensamientos,  y  las  intenciones  mas  ocultas 
del  corazón. 


1  Llamado  también  en  la  Escritura  Jesús  Nave. 

2  Introduciéndolos  en  la  tierra  de  promisión. 

3  Que  es  el  descanso  que  tienen  los  bienaventurados. 

4  Por  medio  de  la  (é  y  buenas  obras 

U 


154         EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    HElíREOS. 

13  No  hay  criatura  invisible  á  su  visla  ;  todas  están 
desnudas  y  patentes  á  los  ojos  de  este  Scíior  ,  de  quien 
hablamos  '. 

14  Teniendo  pues  por  sumo  pontífice  á  Jesús  Hijo 
de  Dios ,  que  penetró  hasta  lo  mas  alto  del  cielo  y  nos 
abrió  sus  puertas,  estemos  firmes  en  la  fé  que  hemos 
profesado  -. 

15  Pues  no  es  tal  nuestro  pontífice,  que  sea  inca- 
paz de  compadecerse  de  nuestras  miserias  ;  habiendo 
voluntariamente  experimentado  todas  las  tentaciones  y 
debilidades  ,  á  excepción  del  pecado  ,  por  razón  de  la 
semejanza  con  nosotros  en  el  ser  de  hombre. 

16  Lleguémonos  pues  confiadamente  al  trono  de  la 
gracia  ,  á  fin  de  alcanzar  misericordia ,  y  hallar  el 
auxilio  de  la  gracia  para  ser  socorridos  á  tiempo  opor- 
tuno ^ 

CAPÍTULO  V. 

Explica  el  Apóstol  cuál  es  el  oficio  del  sumo  pontífice  ;  y 
hace  ver  que  Jesu-Christo  es  tal,  y\que  intercede  por  nos- 
otros. Se  queja  de  la  poca  disposición  que  tienen  para 
entender  estos  divinos  misterios. 

1  Porque  todo  pontífice  entresacado  de  los  hom- 


1  Esto  es  ,  de  Jesu-Cliristo,  Palabra  sustancial  y  Verbo 
eterno  del  Padre  ,  y  al  mismo  tiempo  apóstol  y  pontífice 
de  la  Religión  que  profesamos, 

2  Y  arrojémonos  en  los  brazos  de  su  bondad  y  miseri- 
cordia. 

3  En  nuestras  tentaciones  y  necesidades. 


CAPITULO    V.  155 

bies ,  es  puesto  para  beneficio  de  los  hombres ,  en  lo 
que  mira  á  el  cnllo  de  Dios  ,  á  ün  de  que  ofrezca  do- 
nes y  sacrificios  por  los  pecados  : 

2  el  cual  sopa  sobrellevar  y  condolerse  de  aquellos 
que  ignoran ,  y  yerran  ;  como  quien  se  halla  igual- 
mente rodeado  de  miserias  ; 

3  y  por  esta  razón  debe  ofrecer  sacrificio  en  des- 
cuento de  los  pecados ,  no  menos  por  los  suyos  propios 
que  por  los  del  pueblo  '. 

4  Ni  nadie  se  apropia  esta  dignidad ,  si  no  es  lla- 
mado de  Dios,  como  Aaron  '^. 

5  Así  también  Christo  no  se  arrogó  la  gloria  de  ha- 
cerse pontífice,  sino  que  se  la  dio  el  que  le  dijo  :  Tú  eres 
mi  Hijo  ,  yo  te  he  engendrado  hoy. 

6  x\l  modo  que  también  en  otro  lugar  dice  :  Tú 
eres  sacerdote  eternamente ,  según  el  orden  de  Mel- 
chísedech  ^ 

7  El  cual  en  los  dias  de  su  carne  mortal ,  ofre- 
ciendo plegarias  y  súplicas  con  grande  clamor  y  lágri- 
mas á  aquel  que  podía  salvarle  de  la  muerte  ,  fue  oído 
en  vista  de  su  reverencia  ^. 

8  Y  cierto  que  aunque  era  Hijo  de  Dios  ,  aprendió 
como  hombre  por  las  cosas  que  padeció ,  á  obedecer  ; 

9  y  así  consumado  ó  sacrificado  en  la  cruz  ,  vino  d 


1  Levit. IV.  V.  3—Xri.  V.  6, 11. 

2  Ex.  XXVIII.  V.  I— II.  Paral.  XXVII  v.  18. 

3  Psulm.  II  V.  7.—CIX.  v.  4. 

4  O  de  la  piedad  filial  con  que  obedecía  á  su  Padre  ,  y 
resucitó  al  tiempo  conveniente. 


156         EPÍST.     DE    S.    PABLO    A    LOS    HLBKEOS. 

ser  causa  de  salvación  cierna ,  para  todos  los  que  le 
obedecen, 

10  siendo  nombrado  por  Dios  pontífice  según  el 
orden  de  Melchisedech. 

11  Sobre  lo  cual  podríamos  deciros  muchas  y  í/í-aw- 
des  cosas ,  pero  son  cosas  difíciles  de  explicar,  á  causa 
de  vuestra  flojedad  y  poca  aplicación  para  enten- 
derlas. 

12  El  caso  es  que  debiendo  ser  maestros ,  si  aten- 
demos al  tiempo  que  ha  pasado  ya  ',  de  nuevo  habéis 
menester  que  os  enseñen  á  vosotros  cuáles  son  ios  pri- 
meros rudimentos  de  la  palabra  de  Dios  ó  doctrina 
cristiana^  y  habéis  llegado  á  tal  estado,  que  no  se  os 
puede  dar  sino  leche  ,  mas  no  alimento  sólido. 

13  Pero  quien  se  cria  con  leche,  no  es  capaz  de 
entender  el  Icnguage  de  perfecta  y  consumada  justi- 
cia ,  por  ser  un  niño  en  la  doctrina  de  Dios. 

14  Mientras  que  el  manjar  sólido  '  es  de  varones 
perfectos ;  de  aquellos  que  con  el  largo  uso  tienen  ejer- 
citados los  sentidos  espirituales  en  discernir  el  bien  y 
el  mal. 


1  Desde  que  se  os  aounció  el  Evangelio. 

2  O  el  conocimiento  mas  extenso  de  los  grandes  miste - 
líos  de  la  Religión. 


CAPITULO  VI. 

Observa  el  Apóstol  que  suelen  ser  incorregibles  los  que 
siendo  muy  favorecidos  de  Dios,  pierden  lafé,  ó  se  aban- 
donan á  los  vicios.  Habla  contra  la  pereza  ;  y  de  la  firme 
áncora  que  tenemos  en  la  esperanza  cristiana. 

1  Dejemos  pues  á  un  lado  las  instrucciones  que  se 
dan  á  aquellos  que  comienzan  á  creer  en  Jesu-Christo  , 
y  elevémonos  á  lo  que  hay  de  mas  perfecto  ,  sin  dete- 
nernos en  ecbar  de  nuevo  el  fundamento  hablando  de 
la  penitencia  de  las  obras  muertas  ó  pecados  anterio- 
res al  bautismo  ,  de  la  fé  en  Dios  , 

2  y  de  la  doctrina  sobre  los  bautismos  ' ,  de  la  impo- 
sición de  las  manos  ó  cortjirmacion ,  de  la  resurrección 
de  los  muertos  ,  y  del  juicio  perdurable. 

3  Y  he  aquí  lo  que ,  con  el  favor  de  Dios ,  vamos 
á  hacer  ahora  '. 

4  Porque  es  moralmente  imposible  que  aquellos 
que  han  sido  una  vez  iluminados,  que  asimismo  han 
gustado  el  don  celestial  de  la  Eucháristia ,  que  han 
sido  hechos  participes  de  los  dones  del  Espíritu  santo  , 

5  que  se  han  alimentado  con  la  santa  palabra  de 
Dios  ,  y  la  esperanza  de  las  maravillas  del  siglo  ve- 
nidero, 

6  y  que  después  de  todo  esto  han  caido  ' ;  es  iin- 

1  El  de  Jesu-Christo  y  el  de  san  Juan. 

2  A  fin  de  que  instruidos  mas  á  fondo  eu  la  fé,  temáis 
mucho  el  perderla. 

3  En  apostasía  _.  ó  han  abandonado  á  Dios. 


158        EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    HEBREOS. 

posible,  digo,  que  '  sean  renovados  por  la  peniten- 
cia, puesto  que  cuanto  es  de  su  parte  crucifican  de  nue- 
vo en  sí  mismos  al  Hijo  de  Dios,  y  le  exponen  al  es- 
carnio. 

7  Porque  la  tierra  que  embebe  la  lluvia  que  cae  á 
menudo  sobre  ella,  y  produce  yerba  que  es  provechosa 
á  los  que  la  cultivan ,  recibe  la  bendición  de  Dios  ; 

8  mas  la  que  brota  espinas  y  abrojos ,  es  abando- 
nada de  su  dueño  y  y  queda  expuesta  á  la  maldición  ,  y 
al  fin  para  en  ser  abrasada. 

9  Por  lo  demás,  carísimos  hermanos,  aunque  os 
hablamos  de  esta  manera ,  tenemos  mejor  opinión  de 
vosotros  y  de  vuestra  salvación. 

10  Porque  no  es  DiosMnjusto ,  para  olvidarse  de 
lo  que  habéis  hecho ,  y  de  la  caridad  que  por  respeto 
á  su  nombre  habéis  mostrado,  en  haber  asistido,  y  en 
asistir  á  los  santos  ojíeles  necesitados. 

11  Deseamos  empero  que  cada  uno  de  vosotros 
muestre  el  mismo  fervor  hasta  el  ñn  para  el  cumpli- 
miento ó  perfección  de  su  esperanza  ; 

12  á  fin  de  que  no  os  hagáis  flojos  ú  remisos ,  sino 
imitadores  de  aquellos  santos  Patriarcas ,  que  por 
su  fé  y  laí^ga  paciencia  han  llegado  á  ser  los  herede- 
ros de  las  promesas  celestiales. 

1 3  Por  eso  en  la  promesa  que  Dios  hizo  á  Abra- 
ham,  como  no  tenia  otro  mayor  por  quien  jurar,  juró 
por  sí  mismo, 
L_i_L. 

1  Sin  nn  milagro  de  l;\  gracia. 


CAPÍTULO    VI.  150 

14  diciendo  eti  seguida  '  :  Está  bien  cierto  de  que 
yo  te  llenaré  de  bendiciones ,  y  te  multiplicaré  sobre- 
manera. 

15  Y  asi  aguardando  con  longanimidad  ó  larga 
paciencia  j  alcanzó  la  promesa. 

IG  Ello  es  que  los  hombres  juran  por  quien  es  ma- 
yor que  ellos ;  y  el  juramento  es  la  mayor  seguridad 
que  pueden  dar,  para  terminar  sus  diferencias. 

17  Por  lo  cual  queriendo  Dios  mostrar  mas  cum- 
plidamente á  los  herederos  de  la  promesa  la  inmuta- 
bilidad de  su  consejo  ó  resolución  ' ,  interpuso  jura- 
mento ; 

18  para  que  á  vista  de  dos  cosas  inmutables ,  pro- 
mesa  y  juramento,  en  que  no  es  posible  que  Dios 
mienta  ó  falte  á  ellas,  tengamos  un  poderosísimo  con 
suelo,  los  que  consideramos  nuestro  refugio  y  po7iemos 
la  mira  en  alcanzar  los  bienes  que  nos  propone  la  es- 
peranza ; 

19  la  cual  sirve  á  nuestra  alma  como  de  una  án- 
cora segura  y  firme ,  y  penetra  hasta  el  santuario  que 
está  del  velo  adentro  '  ; 

20  donde  entró  Jesús  por  nosotros  el  primero  co- 
mo nuestro  precursor,  constituido  pontífice  por  toda 
la  eternidad  según  el  orden  de  Melchísedech  ''. 

1  Gen.  XXir.  v.  16 

'2  Y  acomodándose  á  la  flaqueza  y  condiciou  de  los 
hombres. 

3  O  h'dsta  el  verdadero  saatnario  del  cielo. 

4  Para  ofrecer  á  Dios  por  nosotros  los  méritos  de  su  \yí\- 
sion  y  muerte. 


160  EPÍST.    DE    S.     PABLO    A    LOS    HEBREOS, 

CAPÍTULO  Til. 

El  sumo  sacerdocio  de  Jesu-Christo  figurado  en  el  de  Mcl- 
chísedech ,  es  infinitamente  mas  excelente  que  el  de  Aaron 
y  sus  succesores.  Jesu-Christo  no  ha  de  rogar  por  sí,  sino 
solamente  por  nosotros. 

1  En  efecto,  este  Melchísedech ,  rey  de  Salem ,  sa- 
cerdote del  Dios  altísimo,  es  el  que  salió  al  encuentro 
á  Abraham  cuando  volvia  victorioso  de  la  derrota  de 
los  cuatro  reyes  ' ,  y  el  que  le  bendijo ; 

2  á  quien  asimismo  dio  Abraham  el  diezmo  de  lo- 
dos los  despojos  que  habia  recogido  ;  cuyo  nombre  en 
primer  lugar  significa  rey  de  justicia :  ademas  de  eso 
era  rey  de  Salem ,  que  quiere  decir  rey  de  paz , 

3  represe)itado  sin  Tpadie ,  sin  madre,  sin  genea- 
logía ,  sin  ser  conocido  el  principio  de  sus  días ,  ni  el 
fin  de  su  vida  ^ ,  sino  que  siendo  por  todo  esto  ima- 
gen del  Hijo  de  Dios,  queda  sacerdote  eternamente  ^ 

4  Contemplad  ahora  cuan  grande  sea  este ,  ú  quien 
el  mismo  Patriarca  *  Abraham  dio  los  diezmos  sacán- 
dolos de  los  mejores  despojos. 

5  Lo  cierto  es  que  aquellos  de  la  tribu  de  Levi  que 
son  elevados  al  sacerdocio,  tienen  por  la  Ley  orden  ó 
derecho  de  cobrar  los  diezmos  del  pueblo,  esto  es ,  de 

1  Gen.  XIV.  v.  18. 

2  Pues  todo  esto  calla  con  misterio  la  sagrada  Escritura. 

3  Esto  es,  sin  que  se  vea  succesor  suyo. 

4  Asi  es  Ihunado  por  excelencia  rl  pariré  de  todos  los 
creyentes. 


CAPÍTULO    Vil.  161 

SUS  hermanos ;  aunque  también  estos  mismos  vengan 
como  ellos  de  la  sangre  de  Abraham. 

6  Pero  aquel  cuyo  linage  no  se  cuenta  entre  ellos ' , 
recibió  los  diezmos  de  Abraham ,  y  dio  la  bendición  al 
que  tenia  recibidas  las  promesas  ^. 

7  Y  no  cabe  duda  alguna  en  que  quien  es  menor, 
recibe  la  bendición  del  mayor '. 

8  No  menos  cierto  es  que  aquí  entre  los  levitas  , 
los  que  cobran  los  diezmos,  son  hombres  que  mueren  ; 
cuando  allá  se  asegura  ó  representa  como  que  vive 
aun  ■*. 

9  Y  (por  decirlo  asi)  aun  Levi ,  que  recibe  los 
diezmos  de  nosotros ,  pagó  diezmo  en  la  persona  de 
Abraham  ; 

10  pues  que  todavía  estaba  en  Abraham  su  abuelo, 
como  la  planta  se  contiene  en  la  simiente  ^  cuando 
]\Ielchisedech  vino  al  encuentro  de  este  Patriarca  ^. 

11  Y  si  la  perfección  ó  santidad  se  daba  por  el  sa- 
cerdocio levítico,  (ya  que  en  tiempo  del  mismo  reci- 
bió el  pueblo  la  Ley)  ¿  qué  necesidad  hubo  después 


1  Melchisedech,  que  en  nada  pertenece  á  la  familia  de 
Abraham. 

2  Esto  es,  al  Patriarca,  en  cuya  descendencia  habían  de 
ser  benditas  todas  las  naciones. 

3  El  cual  la  da  como  diputado  de  Dios. 

4  Y  permanece  ,  en  cuanto  es  figura  de  Chrísto. 

5  De  todo  esto  se  colige  cuanto  mayor  es  el  sacerdocio 
de  Jesu-Christo  figurado  en  Melchisedech,  que  el  de  los 
levitas. 


¡02        EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    IIEBIlEüS. 

de  que  se  levantase  otro  sacerdote  nombrado  según  el 
orden  de  l^Ielch'sedcch ,  y  no  según  el  de  Aaron  ? 

12  Porque  mudado  el  sacerdocio  ,  es  forzoso  que 
lambien  se  mude  la  Ley. 

13  Y  el  hecho  es,  que  aquel  de  quien  fueron  pre- 
dichas  estas  cosas,  es  de  una  tribu  ,  de  la  cual  ningu- 
no sirvió  al  altar. 

14  Siendo  como  es  notorio,  que  nuestro  Señor  Je- 
su-Chrislo  nació  de  la  tribu  de  Judá,  á  la  cual  jamás 
atribuyó  Moysés  el  sacerdocio. 

1 5  Y  aun  esto  '  se  manifiesta  mas  claro ;  supuesto 
que^  sale  á  luz  otro  sacerdote  á  semejanza  de  Mel- 
chísedech, 

16  establecido  no  por  ley  de  succesion  carnal,  como 
el  de  Aaron,  sino  por  el  poder  de  su  vida  inmortal  ^ 

1 7  Como  lo  declara  la  Escritura  diciendo  ^  :  Tú 
eres  sacerdote  para  siempre ,  según  el  orden  de  Mel- 
chísedech. 

18  Queda  pues  mudado  el  sacerdocio ,  y  por  tanto 
abrogada  la  Ley  ú  ordenación  antecedente;  á  causa  do 
su  inutilidad  c  insuficiencia  ; 

19  pues  que  la  Ley  no  condujo  ninguna  cosa  ú  per- 
fección,  sino  que  lo  que  conduce  á  ella  es  una  espe- 


1  De  haberse  trasladado  el  sacerdocio. 

2  Según  había  predicho  Dios  en  la  Escritura. 

3  Por  cuya  razón  ni  él  es  succesor  de  nadie  ,  ni  nadie  It 
succede  á  el. 

4  Psahn.  CIX.  v.  4. 


CAPÍTULO     MI.  163 

ranza  mejor,  susliiaida  en  su  lugar,  por  la  cual  nos 
acercamos  á  Dios. 

•20  Y  ademas  esle  sacerdote  Jesii-Christo  *  no  ha 
sido  establecido  sin  juramento  (  porque  ciertamente 
los  otros  fueron  instituidos  sacerdotes  sin  juramento ; 

21  mas  este  lo  fue  con  juramento,  por  aquel  que 
le  dijo  :  Juró  el  Señor,  y  no  se  arrepentirá :  tú  eres  sa- 
cerdote por  toda  la  eternidad) 

22  por  lo  que  es  mucho  mas  perfecto  el  testamento 
ó  alianza  de  que  Jesús  salió  fiador  y  mediador. 

23  Ademas  aquellos  sacerdotes  fueron  muchos,  por- 
que la  muerte  les  impedia  que  durasen  siempre  ; 

24  mas  este,  como  siempre  permanece,  posee  eter- 
namente el  sacerdocio. 

25  De  aquí  es  que  puede  perpetuamente  salvar  á 
los  que  por  medio  suyo  se  presentan  á  Dios  ;  como 
que  está  siempre  vivo  para  interceder  por  nosotros. 

26  A  la  verdad  tal  como  este  nos  convenia  que 
fuese  nuestro  pontífice  ,  santo  ,  inocente  ,  inmacula- 
do ,  segregado  de  los  pecadores  ó  de  todo  pecado ,  y 
sublimado  sobre  los  cielos  ; 

27  el  cual  no  tiene  necesidad,  como  los  demás  sa- 
cerdotes,  de  ofrecer  cada  dia  sacrificios,  primera- 
mente por  sus  pecados ,  y  después  por  los  del  pueblo  ; 
porque  esto  lo  hizo  una  vez  sola,  ofreciéndose  á  sí 
mismo  ^. 


1  Tiene  la  ventaja  sobre  el  de  la  Ley, 

2  Aunque  era  inocente  ,  se  ofreció  víctima  al  eterno  Pa- 
dre por  los  pecados  del  mundo. 


164         EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    HEBREOS. 

28  Pues  la  Ley  constituyó  sacerdotes  á  hombres  íla- 
oos ;  pero  la  palabra  de  Dios,  confirmada  con  el  ju- 
ramento que  ha  hecho  posteriormente  á  la  Ley,  esta- 
bleció por  pontífice  á  su  Hijo  Jesu-Christo  ,  que  es 
santo  y  perfecto  eternamente  ' . 

CAPITULO  VIH. 

Es  JesuChvisto  mediador  del  nuevo  Tentamento  ;  el  cual 
es  mucho  mas  excelente  ó  perfecto  que  el  antiguo. 

1  En  suma ,  cuanto  acabamos  de  decir  se  reduce 
á  esto  :  Tenemos  un  pontífice  tal ,  que  está  sentado 
á  la  diestra  del  trono  de  la  magestad  de  Dios  en  los 
cielos , 

2  7/  es  el  ministro  ó  sacerdote  del  santuario  celes- 
tial, y  del  verdadero  tabernáculo,  erigido  por  el  Se- 
ñor, y  no  por  hombre  alguno  ^. 

3  Que  si  todo  pontífice  es  destinado  á  ofrecer  dones 
y  victimas ,  forzoso  es  que  también  este  tenga  alguna 
cosa  que  ofrecer  ^  ; 

4  porque  si  el  habitase  sobre  la  tierra  ,  ni  aun  sa- 


c  1  O  santo  para  siempre  ;  y  asi  siempre  idóneo  para  ejer- 
cer su  sagrando  ministerio. 

3  De  cuyo  taberuáculo  era  uua  mera  figura  el  de  la  Ley 
mosaica. 

3  Y  lo  que  ofrece,  es  la  víctima  de  su  precioso  cuerpo  , 
inmolado  en  la  cruz  ;  y  después,  de  un  modo  incruento  , 
en  el  sacrificio  del  altar. 


CAPÍTULO    VIH.  165 

i-erdole  seria  ' ,  estando  ya  establecidos  á  este  fin  los 
hijos  de  la  tribu  de  Leví ,  que  según  la  Ley  ofrecen  los 
dones , 

5  y  sirven  al  Templo  material,  bosquejo  y  sombra 
de  las  cosas  celestiales.  Como  le  fue  respondido  á  Moy- 
sés,  al  construir  el  Tabernáculo:  Mira,  (le  dijo  Dios'') 
hazlo  todo  conforme  a!  diseño  ,  que  se  te  ha  mostrado 
en  el  monte. 

6  3Ias  nuestro  pontífice  Jesii-Chrislo  ha  alcanzado 
un  ministerio  tanto  mas -excelente  ,  cuanto  es  media- 
dor de  un  testamento  ó  alianza  mas  apreciable ,  la 
cual  fue  otorgada  sobre  mejores  promesas. 

7  Pues  si  aquel  primero  fu(U'a  sin  imperfección , 
de  ningún  modo  se  tratarla  de  sustituirle  otro. 

8  Sin  embargo  culpándolos,  dice  ¿t  los  prevaricado- 
res de  la  Ley  antigua  ^  :  He  aquí  que  vendrán  dias  , 
dice  el  Señor  ,  en  que  otorgaré  á  la  casa  de  Israel , 
y  á  la  casa  de  Judá  ,  un  testamento  ó  alianza  nueva  ; 

9  no  como  el  testamento  ó  pacto  que  hice  con  sus 
padres,  cuando  los  tomé  como  por  la  mano  para  sacar- 
los de  la  tierra  de  Egypto  ;  por  cuanto  ellos  no  guar- 
daron mi  alianza  ,  y  así  yo  los  deseché  ,  dice  el  Señor. 

10  El  testamento  que  he  de  disponer,  dice  el  Se- 
ñor, para  la  casa  de  Israel ,  después  de  aquellos  días, 
es  el  siguiente  :  Imprimiré  mis  leyes  en  la  mente  de 


1  No  hubiera  podido  ejercer  las  funciones  de!  sacer- 
docio. 

2  Exod.  XXV.  V.  iO.—Act.  VIL  v.  44. 

3  Jerem.  XIII  r.  31. 

TOM.   XV.  1.5 


100       IPÍST.    DE    S.    TABLO    A    LOS    HEBREOS. 

ellos ,  y  escribirlas  he  sobre  sus  corazones  ;  y  yo  seré 
su  Dios ,  y  ellos  serán  mi  pueblo  : 

11  ya  no  será  menester  que  enseñe  cada  uno  á  su 
prójimo  y  á  su  hermano,  diciendo  :  Conoce  al  Señor  ; 
porque  con  la  luz  ele  la  fé  todos  me  conocerán  desde 
el  menor  de  ellos  hasta  el  mayor  '  ; 

12  pues  yo  les  perdonaré  sus  maldades,  y  no  me 
acordaré  mas  de  sus  pecados. 

13  Con  llamar  nuevo  á  este  Testamento ,  dio  por 
anticuado  al  primero.  Ahor.5|.  bien ,  lo  que  se  da  por 
anticuado  y  viejo,  cerca  está  de  quedar  abolido. 


CAPÍTULO  IX. 


Cotejo  de  las  ceremonias  de  la  Ley  antigua  con  las  de  la 
nueva.  Preeminencias  del  sacerdocio  de  Jesu-Christo  so- 
bre el  del  antiguo  Testamento. 

1  Es  verdad  que  tuvo  el  primer  Testamento  o 
aí?ani3:a  reglamentos  sagrados  del  culto,  y  un  santuario 
terrestre  y  temporal. 

2  Porque  se  hizo  un  primer  tabernáculo ' ,  en  el 


1  Alude  al  cuj).  VI.  v.  20  del  Deuteronomio.  Todos,  aun 
los  hombres  mas  rudos,  y  no  solamente  del  pueblo  hebreo, 
sino  de  todas  las  naciones,  tendrán  un  singfular  conoci- 
miento de  las  cosas  de  Dios  ;  pues  no  provendrá  tanto  de 
las  palabras  del  hombre  que  enseña  ó  predica  ,  como  de 
Dios,  que  habla  al  corazón,  y  le  hace  dócil  para  creer. 

•2  Exod.  XVI.  V.  \.— XXXVI.  v.  8.  Véase  Taberná- 
culo. 


CAPITULO     IX.  10  7 

cual  estaban  los  candeleros',  y  la  mesa,  y  los  panes 
de  la  proposición  ^,  y  esta  parte  es  la  que  se  llama  San- 
ta 6  Santuario. 

3  Seguíase  detrás  del  segundo  velo  la  parte  de  el 
tabernáculo,  que  se  llama  Santísimo  ó  Savta-San- 
toriim , 

4  que  contenia  un  incensario  de  oro  ^,  y  el  Arca  del 
Testamento  cubierta  de  oro  por  todas  partes,  y  allí  se 
guardaba  el  vaso  de  oro  que  contenia  el  maná  ,  y  la 
vara  de  Aaron  que  floreció ,  y  las  tablas  (le  la  Leí/  ó 
de  la  alianza; 

5  y  sobre  el  Arca  estaban  los  querubines  gloriosos 
haciendo  sombra  al  propiciatorio  *  :  de  las  cuales  co- 
sas no  es  tiempo  de  bablar  abora  por  menor. 

6  Como  quiera  dispuestas  así  estas  cosas ,  en  el 
primer  tabernáculo  entraban  siempre  los  sacerdotes  , 
para  cumplir  las  funciones  de  sus  ministerios  ; 

7  pero  en  el  segundo  el  solo  pontífice  una  vez  al 


1  O  las  siete  lámparas,  qiie  formaban  un  gran  candelero 
dividido  en  siete  ramos. 

2  Véase  Pan. 

3  Este  incensario  de  oro ,  ó  braserito,  en  que  ofrecía  in- 
cienso el  Sumo  sacerdote  en  el  dia  de  la  expiación  ,  única 
vez  al  año  que  allí  entraba,  se  quedaría  dentro  del  Santa- 
Santorum ,  y  no  lo  sacaría  hasta  que  entrase  con  otro  al 
ano  siguiente. 

4  O  trono  de  Dios  ;  trono  que  quedaba  formado  exten- 
dida una  ala  de  cada  querubín  ,  á  modo  de  respaldo,  y  sir- 
viendo la  tapa  del  Arca  como  de  peana.  Véase  Propicia- 
lorio,  Arca. 


168        EPIST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    HEBREOS. 

año ,  110  sin  llevar  allí  sangre  ' ,  la  cual  ofrecía  por 
sus  ignorancias,  y  por  las  del  pueblo  ; 

8  dando  á  entender  con  esto  el  Espítitu  santo  ,  que 
lio  eslaba  todavía  patente  la  entrada,  del  verdadero 
santuario  ó  SanlaSanlorum  del  cielo.:,  «stando  aun 
en  pié  ó  subsistiendo  el  primer  tabernáculo  ^  : 

9  iodo  lo  cual  era  figura  de  lo  que  pasa  ahora  ,  y 
pasaba  en  aquel  tiempo  en  los  dones  y  sacrificios  que 
se  ofrecían  ,  los  cuales  no  podían  purificar  la  concien- 
cia de  los  que  tributaban  á  Dios  este  culto ,  pues  que 
no  consistía  sino  en  viandas ,  y  bebidas , 

10  y  diferentes  abluciones  ,  y  ceremonias  carnales, 
que  no  fueron  establecidas  sino  basta  el  tiempo  en  que 
la  Ley  seria  corregida  ó  reformada. 

11  Mas  sobreviniendo  Cbristo  pontífice,  que  nos 
hahia  de  alcanzar  los  bienes  venideros ,  por  medio  de 
un  tabernáculo  mas  excelente  y  mas  perfecto  * ,  no  he- 
cho á  mano ,  esto  es ,  no  de  fábrica  ó  formación  se- 
mejante á  la  nuestra  ; 

12  y  presentándose,  no  con  sangre  de  machos  de  ca- 
brio ''  ,  ni  de  becerros  ,  sino  con  la  sangre  propia  , 
entró  una  sola  vez  para  siempre  en  el  santuario  del 
cielo ,  habiendo  obtenido  una  eterna  redención  del 
(jénero  humano  -' . 


1  Exod.  XXX.  V.  IQ.—Lev.  XVL  v.  2.  Véase  Sangre. 

2  Figura  de  la  Ley  de  Moysés, 

3  Cual  es  su  precioso  cuerpo. 

4  Levit.  XVI.  V.  14. 

5  Con  el  infinito  precio  de  su  sangre  adorable. 


CAPÍTULO    IX.  169 

13  Porque  si  la  sangre  de  los  machos  de  cabrío  y 
de  los  toros ,  y  la  ceniza  de  la  ternera  '  sacrificada 
esparcida  sobre  los  inmundos ,  los  sanliGca  en  orden  á 
la  purificación  legal  de  la  carne  ; 

14  ¿cuánto  mas  la  sangre  de  Christo,  el  cual  por 
impulso  de  el  Espíritu  santo  se  ofreció  á  sí  mismo  in- 
maculado á  Dios ,  limpiará  nuestras  conciencias  de  las 
obras  muertas  de  los  pecados ,  para  que  tributemos  un 
verdadero  culto  al  Dios  vivo  ? 

15  Y  por  eso  es  Jesús  mediador  de  un  nuevoTesta- 
mento  ,  á  fin  de  que  mediante  su  muerte  para  expia- 
ción, aun  de  las  prevaricaciones  cometidas  en  tiempo 
del  primer  Testamento  =* ,  reciban  la  herencia  eterna 
prometida  á  los  que  han  sido  llamados  de  Dios. 

16  Porque  donde  hay  Testamento  ^  es  necesario 
que  intervenga  la  muerte  del  testador. 

17  Pues  el  festamento  no  tiene  fuerza  sino  por  la 
muerte  del  que  le  otorgó  ;  de  otra  suerte  no  vale  , 
mientras  tanto  que  vive  el  que  testó. 

18  Por  eso  ni  aun  aquel  primer  Testamento  fue 
celebrado  sin  sangre. 

19  Puesto  que  Moysés  ,  después  que  hubo  !cido  lo- 
dos los  mandamientos  de  la  Ley  á  todo  el  pueblo  ,  to- 
mando de  la  sangre  de  los  novillos  y  de   los  machos 


1  Esto  es  ,  la  aspersión  del  agua  mezclada  con  la  ceniza 
de  la  ternera  santificada.  Num.  XIX. 

2  Prevaricaciones  ó  pecados  que  tampoco  podían  per- 
donarse sino  por  la  virtud  de  la  sangre  de  Christo. 

3  Véase  Testamenlo. 


170        EPiST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    llElíREOS, 

(le  cabrío  ,  mezclada  con  agua ,  lana  teñida  de  carmesí 
ó  de  grana ,  y  el  hysopo ,  roció  al  mismo  libro  de  la 
Ley ,  y  también  á  todo  el  pueblo , 

20  diciendo  :  Esta  es  la  sangre  que  servirá  de  sello 
del  Testamento  que  Dios  os  ha  ordenado  ó  hecho  en 
favor  vuestro. 

21  Y  asimismo  roció  con  sangre  el  tabernáculo,  y 
lodos  los  vasos  del  ministerio  '. 

22  y  según  la  Ley  casi  todas  las  cosas  se  purifican 
con  sangre  ;  y  sin  derramamiento  de  sangre  no  se  hace 
la.  remisión  ". 

23  Fue  pues  necesario  que  las  figuras  de  las  cosas, 
celestiales  ,  eslo  es,  el  taberníivulo  y  sus  utensilios ,  se 
purificasen  con  tales  ritos ;  pero  las  mismas  cosas  ce- 
lestiales lo  deben  ser  con  víctimas  mejores  que  estas ; 
y  asi  ka  sucedido. 

24  Porque  no  entró  Jesús  en  el  santuario  hecho  de 
mano  de  hombres  ' ,  que  era  figura  del  verdadero  , 
sino  que  entró  en  el  cielo  mismo,  para  presentarse 
ahora  por  nosotros  en  el  acatamiento  de  Dios  '*. 

25  Y  no  para  ofrecerse  muchas  veces  á  sí  mismo, 
como  entra  el  pontífice  de  año  en  año  en  el  Santa- 
Sanlorum  con  sangre  agena  y  no  propia : 

26  de  otra  manera  le  hubiera  sido  necesario  padc-^ 

1  O  utensilios  y  ornamentos  destinados  al  servicio  del 
culto. 

2  De  las  penas  que  la  Ley  iinponia. 

3  Cual  era  el  de  la  Ley  antigua. 

4  De  lo  cual  era  figura  el  pontífice, cuando  .^e  presenta- 
ba delante  del  Arca. 


capítulo  X.  nV 

cer  muchas  veces  desde  el  principio  del  mundo  ; 
cuando  ahora  una  sola  vez  al  cabo  de  los  siglos  se  pre-i 
sentó  para  destrucción  del  pecado,  con  el  sacrificio 
de  si  mismo. 

27  Y  asi  como  está  decretado  á  los  hombres  el  mo  - 
rir  una  sola  vez ,  y  después  el  juicio ; 

28  asi  también  Christo  ha  sido  una  sola  vez  inmo- 
lado ü  ofrecido  en  sacrificio  para  quitar  de  raíz  los  pe- 
cados de  muchos ;  y  otra  vez  aparecerá,  no  para  expiar 
los  pecados  ágenos  y  sino  para  dar  la  salud  eterna  á 
los  que  le  esperan  con  vivafé. 

CAPÍTULO  X. 

Jesii- Christo  es  la  única  victima  que  puede  expiar  nuestros 
jiecados  ;  y  debemos  unirnos  á  ella  por  lafé,  esperanza, 
caridad  y  buenas  obras.  Exhortad  los  hebreos  á  la  pacien- 
cia en  los  trabajos. 

1  Porque  no  teniendo  la  Ley  mas  que  la  sombra 
de  los  bienes  futuros,  y  no  la  realidad  misma  de  las 
cosas  ' ,  no  puede  jamás  por  medio  de  las  mismas  vic- 
timas que  no  cesan  de  ofrecerse  todos  los  años,  hacer 
justos  y  perfectos  á  los  que  se  acercan  al  altar,  y  sa- 
crijican  ; 

2  de  otra  manera  hubieran  cesado  ya  de  ofrecerlas ; 
pues  que  los  sacrificadores ,  purificados  una  vez  ,  no 
tendrían  ya  remordimiento  de  pecado  : 

1  Como  tiene  la  ley  evangélica  los  misterios  y  dones  de 
la  gracia  ,  con  que  nos  da  ya  en  vida  como  un  principio 
de  la  felicidad  eterna. 


172  EPÍST.     DE    S.    PABLO    A    LOS    HEBREOS. 

3  con  todo  eso  lodos  los  años  al  ofrecerlas  se  hace 
conmemoración  de  los  pecados, 

4  porque  es  de  suyo  imposible  que  con  sangre  de 
loros  y  de  machos  de  cabrío  se  quiten  los  pecados  ' . 

5  Por  eso  el  Hijo  de  Dios,  al  entrar  en  el  mundo, 
dice  á  su  eterno  Padre  ^ :  Tú  no  has  querido  sacrifi- 
cio, ni  ofrenda  ;  mas  á  mí  me  has  apropiado  un  cuerpo 
mortal^ : 

6  holocaustos  por  el  pecado  no  te  han  agradado. 

7  Entonces  dije  :  Heme  aquí  que  vengo,  según  está 
escrito  de  mí  al  principio  del  libro  ó  Escritura  sa- 
grada ^  ,  para  cumplir  ¡  oh  Dios !  tu  voluntad. 

8  Ahora  bien ,  diciendo  :  Tú  no  has  querido ,  ni 
han  sido  de  tu  agrado  los  sacrificios,  las  ofrendas  y 
holocaustos  por  el  pecado,  cosas  todas  que  se  ofrecen 
según  la  Ley ; 

9  y  añadiendo  :  Heme  aquí  que  vengo  ¡  oh  mi 
Dios !  para  hacer  tu  voluntad  ;  claro  está  que  abolió 
estos  últimos  sacr-ijicios ,  para  establecer  otro,  que  es  el 
de  su  cuerpo. 

10  Por  esta  voluntad  pues '  somos  santificados  por 


1  Servian  únicamente  aquellos  sacrificios  para  excitar  la 
fé  en  Christo,  al  cual  figuraban  ,  y  con  cuya  fé  se  justifi- 
caban los  pecadores. 

2  Pscdm.  XXXIX.  V.  7. 

.3  Para  que  sea  víctima  digna  í!e  tu  infinita  Magestad. 

4  Del  libro  de  la  Ley  y  de  los  Profetas ,  cuyo  objeto  o 
principio  y  fin  soy  yo. 

5  Del  eterno  Padre  ,  cumplida  por  Jesu-Christo. 


CAPÍTULO    X.  173 

la  oblación  del  cuerpo  de  Jesu-Chrislo  hecha  una  vez 
sola. 

11  Y  así  en  lugar  de  que  lodo  sacerdote  de  la  an  - 
iigua  Ley  se  presenta  cada  día  por  mañana  y  tarde  i\ 
ejercer  j-u  ministerio,  y  á  ofrecer  muchas  veces  las 
mismas  víctimas,  las  cuales  no  pueden  jamás  quitar 
los  pecados ; 

1 2  este  nuestro  poniíjice,  después  de  ofrecida  una 
sola  hostia  por  los  pecados ,  está  sentado  para  siempre 
á  la  diestra  de  Dios, 

1'3  aguardando  entre  tanto  lo  que  resta ,  es  ú  saber, 
que  sus  enemigos  sean  puestos  '  por  estrado  de  sus 
pies. 

14  Porque  con  una  sola  ofrenda,  hizo  perfectos  pa- 
ra siempre  á  los  que  ha  santiflcado. 

15  Eso  mismo  nos  testifica  el  Espíritu  santo.  Por- 
que después  de  haber  dicho  ^  : 

16  Hé  aquí  la  alianza,  que  yo  asentaré  con  ellos, 
dice  el  Señor  :  Después  de  aquellos  dias,  imprimiré 
mis  leyes  en  sus  corazones ,  y  las  escribiré  sobre  sus 
almas  ; 

17  añade  en  seguida :  Y  ya  nunca  jamás  me  acor- 
daré de  sus  pecados,  ni  de  sus  maldades. 

18  Cuando  quedan  pues  perdonados  los  pecados, 
ya  no  es  menester  oblación  para  el  pecado. 

19  Esto  supuesto  ,  hermanos  ,  teniendo  \dijirnie  es- 


1  Al  fin  del  mundo. 

2  Jerem.  XXXI  v.  33. 


174        EPiST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    HEBREOS. 

peranza  de  entrar  en  el  Sanla-Sanlorum  ó  santuario 
del  cielo  por  la  sangre  de  Chrislo , 

20  con  la  cual  nos  abrió  camino  nuevo  ,  y  de  vida 
para  entrar  por  el  velo  ' ,  esto  es ,  por  su  carne  "  ; 

21  teniendo  asimismo  al  gran  sacerdote  Jesu-Chris- 
ío  consíitiddo  sobre  la  casa  de  Dios  ó  la  Iglesia  ; 

22  lleguémonos  á  él  con  sincero  corazón,  con  plena 
fé ,  purificados  los  corazones  de  las  inmundicias  de  la 
mala  conciencia ',  lavados  en  el  cuerpo  con  e¿  agua  lim- 
pia del  bautismo ; 

23  mantengamos  inconcusa  la  esperanza  *  que  he- 
mos confesado  ,  (que  fiel  es  quien  hizo  la  promesa) 

24  y  pongamos  los  ojos  los  unos  en  los  otros  para- 
incentivo  de  caridad  y  de  buenas  obras  : 

25  no  desamparando  nuestra  congregación  ó  asam- 
blea de  los  fieles ,  como  es  costumbre  de  algunos*, 
sino  al  contrario  alentándonos  niúluamente,  y  tanto 
mas  cuanto  mas  vecino  viereis  el  día  ^. 

26  Porque  si  pecamos  á  sabiendas  después  de  ha- 


1  Por  el  velo  de  delante  del  Tabernáculo,  que  el  dividió 
y  apartó. 

2  Por  su  carne  ,  dividida  y  sacrificada  ;  la  cual  recibirla 
«^n  la  Eucháristía  ,  ó  espiritualniente  por  medio  de  la  fé,  es 
la  que  nos  conduce  á  la  vida  eterna. 

3  Por  medio  de  la  aspersión  de  la  sangre  de  Christo. 

4  De  los  bienes  eternos ,  que  hemos  confesado  tener  al 
recibir  el  bautismo. 

5  Que  por  temor  lí  orgullo  abandonan  la  fé. 

6  El  dia  del  juicio,  que  comenzará  en  la  muerte  de 
cada  uno. 


CAPÍTULO    X.  175 

hor  reconocido  la  verdad  ,  ya  no  nos  queda  hostia  que 
ofrecer  por  los  pecados  ', 

27  sino  ayites  bien  una  horrenda  expectación  del 
juicio  y  del  fuego  abrasador,  que  ha  de  devorar  á  los 
enemigos  de  Dios. 

28  Uno  que  prevarique  contra  la  Ley  de  Moysés 
i/  se  haga  idólatra,  siéndole  prohado  con  dos  ó  tres 
testigos,  es  condenado  sin  remisión  á  muerte  ^  : 

29  pues  ahora,  ¿cuánto  mas  acerbos  suplicios,  si 
lo  pensáis,  merecerá  aquel  que  hollare  al  Hijo  de  Dios, 
y  tuviere  por  vil  é  inmunda  la  sangre  divinadel  Tes- 
tamento ,  por  la  cual  fue  santificado ,  y  ultrajare  al 
Espíritu  sa7ifo,  autor  de  la  gracia  ^  ? 

30  Pues  bien  conocemos  quién  es  el  que  dijo  ^  : 
A  raí  está  reservada  la  venganza ,  y  yo  soy  el  que  la 
ha  de  tomar.  Y  también  :  El  Señor  ha  de  juzgar  á  su 
pueblo. 

31  Horrenda  cosa  es  por  cierto  caer  en  manos  del 
Dios  vivo  '. 

32  Traed  á  la  memoria  aquellos  primeros  dias  de 
vuestra  conversión,  cuando  después  de  haber  sido  ilu- 


1  Puesto  que  hemos  abandonado  á  Jesu-Christo,  única 
victima  para,  expiarlos. 

2  DeuL  XVII.  v.G. 

3  Que  recibió  en  el  bautismo, 

4  Deut.  XXXII.  V.  35. 

5  No  ya  como  Padre  misericordioso ,  sino  como  juez 
inexorable. 


176         EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    HEfUlEOS. 

minados  '  ,  sufristeis    con  valor  admirable  un  gran 
combale  de  persecuciones  : 

33  por  un  lado  habiendo  servido  de  espectáculo  al 
mundo,  por  las  injurias  y  malos  tratamientos  que 
habéis  recibido  ;  y  por  otro  tomando  parte  en  las  pe- 
nas de  los  que  sufrían  semejantes  indignidades. 

34  Porque  os  compadecisteis  de  los  que  estaban 
entre  cadenas  ^,  y  llevasteis  con  alegría  la  rapiña  de 
vuestros  bienes ,  considerando  que  teníais  '  un  patri- 
monio mas  excelente  y  duradero. 

35  No  queráis  pues  malograr  vuestra  conGanza  ^y 
la  cual  recibirá  un  grande  galardón. 

36  Porque  os  es  necesaria  la  paciencia  ,  para  que 
haciendo  la  voluntad  de  Dios,  obtengáis  la  promesa  \ 

37  Pues  dentro  de  un  brevísimo  tiempo  dice  Dios'' , 
vendrá  aquel  que  ha  de  venir,  y  no  tardará  " : 

38  entre  tanto  el  justo  mió,  añade  el  Señor,  vivirá 
por  la  fé  ®  ;  pero  si  desertare  ,  no  será  agradable,  sino 
aborrecible  á  mi  alma. 


1  Con  la  gracia  y  fe  bautismal. 

2  De  mi,  preso  por  JesuChristo. 

3  En  el  cielo  ,  y  dentro  de  vuestro  mismo  corazón. 

4  Adquirida   con  tantos  trabajos ;  mas  sed  constantes 
hasta  el  fin. 

5  La  promesa  hecha  á  los  que  perseveran.  Bien  que  no 
tendréis  que  esperar  mucho. 

G  Habac.  II.  v.  4. 

7  Pues  todos  los  años  que  han  de  mediar  son  un  momento 
respecto  de  la  eternidad, 

8  Animada  de  la  caridad. 


CAPÍTULO    XI.  177 

39  iMas  nosotros,  hermanos,  no  somos  de  los  hi- 
jos que  desierlan  de  la  fe  para  perderse,  sino  de  los 
fieles¿rco?zs/fl72/es,  para  poner  en  salvo  el  alma  y  ase- 
gurarle la  eterna  yloria. 

CAPITULO  XI. 

Describe  el  Apóstol  la  virtud  maravillosa  de  la  fe  por  una 
inducción  de  las  grandes  acciones  de  los  antiguos  justos  ó 
santos,  desde  el  principio  del  mundo  hasta  la  venida  del 
Mesías. 

1  Es  pues  la  fé  el  fundamento  ó  firme  persuasión 
de  las  cosas  que  se  esperan,  y  un  convencimiento  de 
las  cosas  que  no  se  ven. 

2  De  donde  por  ella  merecieron  de  Dios  testimo- 
nio de  alabanza  '  los  antiguos  jus/os. 

3  La  fé  es  la  que  nos  enseña  que  el  mundo  todo 
fue  hecho  por  la  palabra  de  Dios,  y  que  de  invisible 
que  era,  fue  hecho  visible  ^. 

4  La  fe  es  por  la  que  Abel  ofreció  á  Dios  un  sacri- 
ficio mas  excelente  que  el  de  Cain,  y  fue  declarado 


1  O  se  hicieron  recomendables  á  Dios. 

'2  Sacándole  Dios  de  la  nada,  y  haciéndole  visible  y  her- 
moso por  medio  de  la  luz  y  demás  seres  criados.  Otros 
traducen  :  Por  la  fé  entendemos  que  con  la  sola  palabra  de 
Dios  fueron  formados  todos  los  siglos ,  haciéndose  de  cosas 
invisibles ,  ó  que  eran  nada  ,  las  visibles. 

IG 


178         EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    HEBREOS. 

justo,  dándole  el  mismo  Dios  testimonio  '   de  que 
aceptaba  sus  dones ;  y  por  la  fé  habla  todavía  aun  es 
lando  muerto  ^. 

5  Por  la  fé  fue  trasladado  ,Henoch  de  este  mundo 
para  que  no  muriese,  y  no  se  le  vio  mas,  por  cuanlo 
Dios  le  trasportó  á  otra  parte  que  nose  sabe :  mas  an- 
tes de  la  traslación  tuvo  el  testimonio  de  haber  agra- 
dado á  Dios  ^ 

6  Pues  sin  fé  es  imposible  agradar  á  Dios.  Por 
cuanto  el  que  se  llega  á  Dios,  debe  creer  que  Dios 
eiiste,  y  que  es   remunerador  de  los  que  le  buscan. 

7  Por  la  fe,  avisado  Noé  de  Dios  sobre  cosas  que 
aun  no  se  velan,  con  santo  temor  fue  construyendo  el 
arca  para  salvación  de  su  familia,  y  conslruyéndohf, 
condenó  al  mundo  *  ;  y  fue  instituido  heredero  de  la 
justicia,  que  se  adquiere  por  la  fé. 

8  Por  la  fé,  aquel  que  recibió  del  Señor  el  nombre 
de  Abraham  ó  padre  de  las  naciones^  obedeció  á 
Dios,  partiendo  acia  el  pais  que  debía  recibir  en  heren- 
cia ;  y  se  puso  en  camino^  no  sabiendo  á  dónde  iba. 

9  Por  la  fé  habitó  en  la  tierra  que  se  le  había  pro- 


•  1  Cou  fuego  del  cielo,  ú  otra  señal  visible,  con  que  lua- 
í.ifestó  cuan  agradable  le  era  su  ofrenda. 

2  Ya  con  el  clamor  de  su  sangre  pidiendo  justicia  áDios, 
ya  con  el  heroico  ejemplo  de  fé  que  nos  dejó. 

3  Lo  que  solamente  se  alcanza  coa  la  fé  animada  de  la 
caridad. 

4  Qne  se  burlaba  de  las  medidas  de  precaución  que  to- 
maba. 


CAPÍTULO    XI.  17  0 

Tiielido,  como  en  tierra  extraña,  habitando  en  cabanas 
o  tiejidas  de  campaña,  como  hicieron  también  Isaac 
>  Jacob,  coherederos  de  la  misma  promesa. 

10  Porque  tenia  puesta  la  mira  y  toda  su  esperanza 
en  aquella  ciudad  de  sólidos  fundamentos,  la  celestial 
Jeviisalem ,  cuyo  arquitecto  y  fundador  es  el  mismo 
Dios. 

11  Por  la  fé  también  la  misma  Sara,  siendo  esté- 
ril, recibió  virtud  de  concebir  un  hijo,  por  mas  que 
la  edad  fuese  ya  pasada ,  porque  creyó  ser  fiel  j/  veraz 
aquel  que  lohabia  prometido. 

12  Por  cuya  causa  de  un  hombre  solo  (y  ese  amor- 
tecido ya  2}or  sii  extremada  vejez)  salió  una  posteri- 
dad, tan  numerosa  como  las  estrellas  del  cielo,  y  como 
las  arenas  sin  cuento  de  la  odlki  del  mar. 

13  Todos  estos  santos  vinieron  á  morir  constantes 
siempre  en  su  fé,  sin  haber  recibido  los  bienes  que  se 
habían  prometido,  contentándose  con  mirarlos  de  le- 
jos, y  saludarlos  ',  y  confesando  al  mismo  tiempo  ser 
peregrinos  y  huéspedes  sobre  la  tierra. 

14  Ciertamente  que  los  que  hablan  de  esla  suer- 
te', bien  dan  á  entender  que  buscan  patria. 

15  Y  caso  que  pensaran  en  la  propia  de  donde  sa- 
lieron, tiempo  sin  duda  tenían  de  volverse  á  ella : 

16  luego  es  claro  que  aspiran  á  otra  mejor,  estoes, 


1  Con  la  firme  creencia  de  que  las  promesas  se  cumpli- 
lian  en  sus  descendientes. 

2  Y  se  tienen  por  peregrinos,   aun  estando  en  medio  de 
la  tierra  que  se  les  prometía. 


180         EPÍST.    DE   S.    PABLO    A   LOS    HEBREOS. 

á  la  celestial.  Por  eso  Dios  no  se  desdeña  de  llamarse 
Dios  de  ellos ' ;  como  que  les  tenia  preparada  su  ciu- 
dad celestial. 

17  Por  lafé,  Abraham,  cuando  fue  probada  su  fi- 
delidad por  Dios,  ofreció  á  Isaac;  y  el  mismo  que 
habia  recibido  las  promesas,  ofrecía  y  sacrificaba  al 
unigénito  suyo; 

18  aunque  se  le  habia  dicho  :  De  Isaac  saldrá  la  des- 
cendencia que  llevará  tu  nombre  y  heredar  ¿i  ¡as  pro- 
mesas : 

19  mas  él  consideraba  dentro  de  sí  mismo  que  Dios 
podria  resucitarle  después  de  muerto  :  de  aquí  es  que 
le  recobró  bajo  esta  idea  y  como  figura  de  otra  cosa  ^. 

20  Por  la  fé,  también  Isaac  bendijo  á  Jacob  y  á 
Esaú  ,  jundando  su  bendición  sobre  cosas  que  liabian 
de  suceder  á  los  dos  hermanos. 

21  Por  la  fé,  Jacob ,  moribundo ,  bendijo  á  cada 
uno  de  los  hijos  de  Joseph ,  y  adoró  ó  se  inclinó  pro- 
fundamente delante  de  la  vara  de  gobierno  que  lleva- 
ba Joseph  ' . 

22  Por  la  fé,  Joseph,  al  morir,  hizo  mención  de  la 


1  Se  complació  tanto  en  la  viva  fé  de  aquellos  siervos 
suyos ,  que  no  se  desdeñó  de  llamarse  Dios  de  Abraham  , 
de  Isaac  y  de  Jacob. 

2  Como  figura  de  la  resurrección  de  Jesu  Christo,  inmo- 
lado por  la  voluntad  de  su  eterno  Padre  sobre  el  leño  de  la 
cruz. 

3  Como  gobernador  de  Egypto ,  en  quien  veia  figurado 
al  Mesías,  y  reverenciaba  su  grandeza  y  autoridad. 


CAPÍTULO    Xí.  iHi 

salida  de  los  hijos  de  Israel ,  y  dispuso  acerca  de  sus 
propios  huesos. 

23  Por  la  fé,  Moysés,  cuando  nació  ,  fue  ocultado 
por  sus  padres,  durante  el  espacio  de  tres  meses,  por- 
que vieron  tan  gracioso  a!  niño  '  ;  y  así  es  que  no  te- 
mieron el  edicto  del  rey  ^. 

24  Por  la  fé,  Moysés,  siendo  ya  grande  ,  renunció 
á  la  cualidad  de  hijo  adoptivo  de  la  hija  de  Pharaon, 

25  escogiendo  antes  ser  afligido  con  el  pueblo  de 
Dios,  que  gozar  de  las  delicias  pasageras  del  pecado  ; 

26  juzgando  que  el  oprobio  de  Jesu-Christo  ^  era 
un  tesoro  mas  grande  que  todas  las  riquezas  de  Egyp- 
to ;  porque  fijaba  su  vista  en  la  recompensa. 

27  Por  la  fé  dejó  al  Egypto,  sin  temer  la  saña  del 
rey  ;  porque  tuvo  Qrme  confianza  en  el  invisible,  como 
si  le  viera  ya  *. 

p  28  Por  la  fé  celebró  la  Pascua ,  é  hizo  aquella  as- 
persión de  la  sangre  dd  cordero  *  :  á  fin  de  que  no 
locase  á  los  suyos  el  ¿mcjel  cxlerminador ^  que  iba  ma- 
tando á  los  primogénitos  de  los  eyypcios. 

29  Por  la  fé  pasaron  el  Mar  bermejo  como  por 


1  Y  creyeron  que  Dios  le  tenia  reservado  para  grandes 
cosas  á  favor  de  su  pueblo. 

2  Que  mandaba  arrojar  en  el  rioá  todos  los  niños  luego 
de  nacidos. 

3  El  oprobio   padecido  por  amor  de   Jcsu-Christo  ,   á 
quien  tenia  delante  de  su  \ista. 

4  Combatir  en  su  defensa. 

5  Sobre  las  puertas  de  las  casas  de  los  israelitas. 


182         EPÍST.    DE    S.     PAüLO    A    LüS    HEBREOS. 

tierra  seca  :   lo  cual  probando  á  hacer  los  egypcios , 
fueron  sumergidos. 

30  Por  la  fé,  cayeron  los  muros  de  Jerichó ,  con 
solo  dar  vuelta  siete  dias  al  rededor  de  ellos  '. 

31  Por  la  fé  Rahab  que  era  ó  hahia  sido  una  ra- 
mera ^,  no  pereció  con  los  demás  ciudadanos  incrédu- 
los ,  dando  en  su  posada  acogida  segura  á  los  explora- 
dores que  envió  Josué. 

32  ¿Y  qué  mas  diré  todavía?  El  tiempo  me  faltará 
si  me  pongo  á  discurrir  de  Gedeon ,  de  Barac ,  de 
Samson ,  de  Jephté ,  de  David ,  de  Samuel  y  de  los 
Profetas ; 

33  los  cuales  por  'a  fé  conquistaron  reinos,  ejerci- 
taron la  justicia,  alcanzaron  las  promesas  ',  taparon 
las  bocas  de  los  leones, 

34  extinguieron  la  violencia  del  fuego,  escaparon 
del  filo  de  la  espada,  sanaron  de  grandes  enfermeda- 
des ^ ,  se  hicieron  valientes  en  la  guerra  ,  desbarata- 
ron ejércitos  extrangeros  ^ : 


1  Llevando  les  sacerdotes  el  Arca  santa,  tocando  las 
trompetas,  etc, 

2  Algunos  interpretan  la  voz  hebrea  Zonah  (en  el  cap. 
XI.  v.l.de  Josué)  mesonera,  hostalera,  etc.  Pero  si  Zonah 
se  deriva  de  Zanuh,  y  no  de  Zon  ,  alimenlar  ,  entonces  se 
habrá  de  decir  que  Rahab  habría  sido  antes  mnger  de  mala 
vida  ,  no  que  lo  fuese  aun. 

3  Como  David  ,  los  Jueces,  Josué  y  Caleb. 

4  Como  Samson;  Daniel  en  el  lago  de  los  leones;  lo.s 
tres  mancebos  en  el  horno  de  13abylon¡a ;  David,  Elias  y 
Elíseo  ,  huyendo  de  Saúl .  de  Acháb  y  de  Jezab(  1;  Joh  , 
Kzeciiias,  Tobías. 

5  Como  David  ,  los  Mai habeos,  y  otros. 


CAPÍTULO    Xí.  183 

35  niugeres  hubo  que  recibieron  resucitados  á  sus 
difuntos  hijos  \  Mas  oíros  ^  fueron  estirados  en  el 
potro,  no  queriendo  redimir  la  vida  -presente,  por  ase- 
gurar otra  mejor  en  la  resurrección. 

36  Otros  asimismo  sufrieron  escarnios  y  azotes, 
ademas  de  cadenas  y  cárceles  ^ ; 

37  fueron  apedreados,  aserrados,  puestos  á  prueba 
de  iodos  modos,  muertos  á  fllo  de  espada  * ;  an  duvie- 
ron  girando  de  acá  para  allá ,  cubiertos  de  pieles  de 
oveja  y  de  cabra,  desamparados,  angustiados,  mal- 
tratados: 

38  de  los  cuales  el  mundo  no  era  digno;  yendo 
perdidos  por  las  soledades,  por  los  montes,  y  reco- 
(jiéndose  en  las  cuevas,  y  en  las  cavernas  de  la  tierra. 

39  Sin  embargo  lodos  estos  santos,  tan  recomen  - 
dables  por  el  testimonio  de  su  fé ,  no  recibieron  todo 
el  fruto  de  la  promesa  ^ , 

40  habiendo  dispuesto  Dios,  por  un  favor  particu- 
lar que  nos  ha  hecho,  el  que  no  recibiesen  sino  jun- 
tamente con  nosotros  el  cumplimiento  de  su  felicidad 
en  el  alma  y  en  el  cuerpo. 

1  Como  la  viuda  de  Sarepta  y  la  Sunamítis ,  por  las  ora  - 
clones  de  Elias  y  Elíseo. 

2  Como  Eleázaro. 

3  Como  Samsou,  varios  Profetas ,  Joseph .  Jeremías , 
ttc. 

4  Como  Nabot ,  Zachárías  ,  Isaías  ,  y  otros  Profetas. 

5  Hasta  que  llegue  el  dia  en  que,  completado  ya  el  nu- 
mere de  los  escogidos,  alcatizen  también  para  sus  cuerpos 
la  gloria  é  inmortalidad.  Ápoc.  VI.  v.  11. 


184         EPÍST.    DE    S.    PAliLO   A    LOS    HEBREOS. 

i:apitulo  xu. 

Exhórtalos  con  el  ejemjylode  Jesu-  Chrisfo  á  sufrir  confort 
taleza  las  aflicciones,  y  á  ser  obedientes  á  la  ley  del 
Seíior. 

1  Ya  que  estamos  pues  rodeados  de  una  tan  grande 
nube  de  testigos ,  descargándonos  de  todo  peso ,  y  de 
los  lazos  del  pecado  que  nos  tiene  ligados ,  corramos 
con  aguante  al  término  del  combate ,  á  la  nieta  ó  hito 
que  nos  es  propuesto  ' ; 

2  poniendo  siempre  los  ojos  en  Jesús ,  autor  y  con- 
sumador de  la  fé  ^ ,  el  cual  en  visla  del  gozo  que  le  es- 
taba preparado  en  la  gloria  sufrió  la  cruz ,  sin  hacer 
caso  de  la  ignominia  ,  y  en  premio  está  sentado  á  la 
diestra  del  trono  de  Dios. 

3  Considerad  pues  atentamente  á  aquel  Señor  que 
sufrió  tal  contradicción  de  los  pecadores  contra  su 
rnisma  persona,  á  On  de  que  no  desmayéis,  perdiendo 
vuestros  ánimos. 

4  Pues  aun  no  habéis  resistido  hasta  derramar  la 
sangre,  como  Jesu- Christo,  comhüiúenáo  contra  el  pe- 
cado ; 

5  sino  que  os  habéis  olvidado  ya  de  las  palabras  de 


1  Puede  también  traducirse  :  Corramos  por  medio  de  la 
pacieneia  acia  ia  meta  ó  hito  en  lacarrcra  que  se  nos  ha  pro- 
puesto. 

2  Princii)io  y  fin  de  ella 


CAPITULO    XII.  18a 

consuelo ,  que  os  dirige  Dios  como  á  hijos ,  diciendo 
en  la  Escrílm-a  '  :  Hijo  mío ,  no  desprecies  la  correc- 
ción ó  castigo  del  Señor ,  ni  caigas  de  ánimo  cuando 
te  reprende. 

6  Porque  el  Señor  al  que  ama,  le  castiga ;  y  á  cual- 
quiera que  recibe  por  liijo  suyo,  le  azota  y  le  prueba 
con  adversidades. 

7  Sufrid  pues  y  aguantad  Jirmes  la  corrección. 
Dios  se  porta  con  vosotros  ^  como  con  hijos  ;  porque 
¿  cuál  es  el  hijo  ,  á  quien  su  padre  no  corrige  ^  ? 

8  Que  si  estáis  fuera  de  la  corrección  ó  castigo ,  de 
que  todos  los  Justos  participaron,  bien  se  vé  que  sois 
bastardos ,  y  no  hijos  legUimos. 

9  Por  otra  parte,  si  tuvimos  á  nuestros  padres  car- 
nales que  nos  corrigieron  ,  y  los  respetábamos  y  amá- 
bamos,  ¿no  es  mucho  mas  justo  que  obedezcamos  al 
Padre  de  los  espíritus ,  para  alcanzar  la  vida  eterna  *  ? 

10  Y  á  la  verdad  aquellos  por  pocos  dias  nos  cas- 
ligaban  -á  su  arbitrio ;  pero  este  nos  amaestra  en 
aquello  que  sirve  para  hacernos  santos. 

11  Es  indudable  que  toda  corrección  por  el  pronto 
parece  que  no  trae  gozo ,  sino  pena ;  mas  después  pro- 
ducirá en  los  que  son  labrados  con  ella ,  fruto  apacibi- 
lísimo de  justicia. 


1  Prov.  III.  V.  U.—Apoc.  III.  V.  19. 

2  En  los  trabajos  que  os  envía. 

3  Prov.  XIII  V.  24. 

4  O  al  Criador  de  nuestras  almas,  el  cual  nos  castiga  á 
fin  de  que  vivamos  con  el  eternamente. 


186  EPIST,     DE    S.    PABLO    A    LOS   HEBREOS. 

12  Por  tanto  volved  á  levantar  vuestras  manos  lán- 
fUiidas  y  caídas ,  y  fortificad  vuestras  rodillas  debili- 
tadas ; 

13  marchad  con  paso  firme  por  el  recto  camino  ;  á 
fin  de  que  alguno,  por  andar  claudicando  enlafé^  no 
se  descamine  de  ella,  sino  antes  bien  se  corrija  '. 

14  Procurad  tener  paz  con  todos ,  y  la  santidad  de 
vida,  sin  la  cual  nadie  puede  ver  á  Dios; 

15  atendiendo  á  que  ninguno  se  aparte  de  la  gracia 
de  Dios ' ;  que  ninguna  raiz  de  amargura  brotando 
fuera  y  extendiendo  sus  ramas,  sofoque  la  buena  se- 
milla, y  por  dicha  raiz  se  inficionen  muchos  '. 

16  Ninguno  sea  fornicario  ,  ni  tampoco  profano 
como  Esaú  ,  que  por  un  polage  ó  plato  de  comida  ven  • 
dio  su  primogenilura  ^ ; 

17  pues  tened  entendido  que  después,  por  mas 
que  pretendía  ser  heredero  de  la  bendición  ,  fue  des- 
echado ;  no  pudiendo  hacer  que  su  padre  mudase 
la  resolución  ^  ,  por  mas  que  con  Icágrimas  lo  soli- 
citase. 

18  Además  de  que  vosotros  no  os  habéis  acer- 


1  O  se  endeieze  con  vuestro  buen  ejemplo. 

2  Abandonando  la  fé  á  que  lia  sido  llamado. 

.3  Arrastrados  por  un  solo  pecador  escaudaíoso. 

4  Y  coii  ella  la  bendición  de  su  padre  ,  y  las  promesas 
do  Dios. 

5  Puede  traducirse  :  no  hallando  lugar  á  penitencia  ;  por- 
que uo  se  arrepintió  sino  movido  del  daño  que  sentía.  Chry- 
sost. — -S'.  Tilomas. 


CAPÍTULO    XII.  187 

cado  '  á  monte  ^  sensible  ó  terrestre^  y  á  fuego  encen- 
dido, y  torbellino,  y  negra  nube,  y  tempestad, 

19  y  sonido  de  trompeta,  y  estruendo  de  una  voz 
tan  espantosa  ,  que  los  que  la  oyeron ,  pidieron  por 
merced  que  no  se  les  hablase  mas,  sino  -por  medio  de 
Moysés. 

20  Pues  no  podían  sufrir  la  severidad  de  esto  que 
se  les  intimaba :  Si  una  bestia  ^  tocare  al  monte ,  ha 
de  ser  apedreada. 

21  Y  era  tan  espantoso  lo  que  se  veia,  que  dijo 
Moysés :  Despavorido  estoy ,  y  temblando. 

22  Mas  vosotros  *  os  habéis  acercado  al  monte  de 
Sion,  y  á  la  ciudad  de  Dios  vivo  ,  la  celestial  Jeru- 
salem  ,  al  coro  de  muchos  millares  de  ángeles, 

23  á  la  Iglesia  de  los  primogénitos  '%  que  están 
alistados  en  los  cielos,  y  á  Dios  juez  de  todos,  y  á 
los  espíritus  de  los  justos  ya  perfectos  ó  bienaventu- 
rados , 

24  y  á  Jesús  mediador  de  la  nueva  alianza,  y  á  la 
aspersión  de  aquella  su  sangre  que  habla  mejor  que 
la  de  Abel  ^. 


1  Como  los  que  recibieron  la  Ley  de  Moysés  en  el  monte 
Sínai. 

2  Exod.  XIX.  V.  12.  —XX.  V.  21.  —Deut.   IX.  v.  19. 

3  No  solamente  un  hombre. 

4  Por  medio  de  la  firme  esperanza  que  os  da  la  fe. 

5  O  primeros  hijos  del  nuevo  Testamento  ,  ó  Iglesia  de 
los  primeros  fieles.  Otros  por  primogénitos  entienden  los 
1  postóles, 

íi  Pidiendo,  no  \ens:anza^  como  esta,  sino  misericordia. 


188  EPÍST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    HEBREOS. 

25  IMirad  que  no  desechéis  al  que  os  habla  '.  Por- 
que si  no  escaparon  del  castigo  aquellos  que  desobe- 
decieron al  siervo  de  Dios  Moysés ,  que  les  hablaba 
sobre  la  tierra ,  mucho  mas  castigados  seremos  nos- 
otros, si  desecháremos  al  Hijo  de  Dios,  que  nos  habla 
desde  los  cielos ; 

26  cuya  voz  hizo  entonces  temblar  la  tierra ;  pero 
ahora  promete  mas ,  diciendo  :  Una  vez  todavía  os 
hablaré  en  füblico  j  y  yo  conmoveré  ,  no  tan  solo  la 
tierra,  sino  también  el  cielo  ^. 

27  Mas  con  decir:  Una  vez  todavía ;  declara  la  mu- 
danza de  las  cosas  movibles  ó  instables,  como  [acosas 
hechas  solo  para  algún  tiempo,  á  fin  de  que  perma- 
nezcan aquellas  que  son  inmobles. 

28  Así  que  ateniéndonos  nosotros,  hermanos  mios, 
á  aquel  reino  que  no  está  sujeto  á  mudanza  ninguna  -, 
conservemos  la  gracia ;  mediante  la  cual  agradando 
á  Dios,  le  sirvamos  con  temor  y  reverencia. 

29  Pues  nuestro  Dioses  como  un  fuego  devorador ''. 


1  Coa  tauta  bondad  ,  y  que  es  vuestro  redentor. 

2  Agg.  II.  v.  7. 

3  Cual  es  el  de  Jesu-Christo,  que  comenzárnosla  poseer 
ya  por  la  fé. 

4  Que  consumirá  á  los  rebeldes  que  le  resisten.  Deut.IV. 
V.  24. 


.'M) 


CAPITULO  Xlll. 

Exhortación  al  ejercicio  de  las  virtudes  cristianas,  por  me- 
dio de  las  cuales,  y  envirtuddel  sacrificio  de  Jesu-Christo, 
se  merece  la  entrada  en  la  Jerusalem  celestial. 

1  Conservad  siempre  la  caridad  para  con  vuestros 
hermanos. 

2  Y  no  olvidéis  el  ejercitar  la  hospitalidad ,  pues 
por  ella  algunos  ',  sin  saberlo,  hospedaron  ángeles. 

3  Acordaos  de  los  presos ,  como  si  estuvierais  con 
ellos  en  la  cárcel;  y  de  los  afligidos,  como  que  tam- 
bién vosotros  vivís  en  cuerpo  sujetos  á  miserias. 

4  Sea  honesto  en  todos  el  matrimonio ,  y  el  lecho 
conyugal  sin  mancilla.  Porque  Dios  condenará  á  los 
fornicarios  y  á  los  adúlteros. 

5  Sean  las  costumbres  sin  i^aslro  de  avaricia,  con- 
tendándoos  con  lo  presente,  pues  el  mismo  Dios  di- 
ce ^:  No  te  desampararé,  ni  ahandonaré  jamás ,• 

6  por  manera  que  podamos  animosamente  decir:  El 
Señor  es  quien  me  ayuda :  no  temeré  cosa  que  hagan 
contra  mi  los  hombres  '. 

7  Acordaos  de  vuestros  prelados  ,  los  cuales  os  han 
predicado  la  palabra  de  Dios;  cuya  fé  habéis  de  imi- 
tar, considerando  el  ün  dichoso  de  su  vida  *. 

1  Como  Abraham  y  Lot.  Gen.  Xf  III  y  XIX. 

2  Josué  I.  V.  5. 

3  Psalm.  CXriI.  v.  6. 

4  Según  el  griego  puede  traducirse  :  El  tenor  de  vida  que 
llevan. 

17 


190  EPiST.    DE    S.    PABLO    A    LOS    HEBREOS. 

8  Jesu-Chrislo  el  mismo  que  ayer,  es  hoy  ;  y  lo  será 
por  los  siglos  de  los  siglos. 

9  JNo  os  dejéis  pues  descaminar  ó  llevar  de  aquí 
allá  por  doctrinas  diversas  y  extrañas.  Lo  que  im- 
porta sobre  todo  es  fortalecer  el  corazón  con  la  gracia 
de  Jesu'Christo;  no  con  las  viandas  aquellas  '  que 
de  nada  sirvieron  por  sí  solas  á  los  que  andaban  va- 
jiamenie  confiados  en  ellas. 

10  Tenemos  un  altar  ó  una  víctima  ',  de  que  no 
pueden  comer  los  que  sirven  al  tabernáculo  '. 

11  Porque  los  cuerpos  de  aquellos  animales,  cuya 
sangre  por  el  pecado  ofrece  el  pontiüce  en  el  Santua- 
rio, son  quemados  enteramente  fuera  de  los  alojamien- 
tos ó  de  la  pohlaa'otí^*. 

12  Que  aun  por  eso  Jesús,  para  santificar  al  pue- 
blo con  su  sangre ,  padeció  fuera  de  la  puerta  de  la 
ciudad. 

13  Salgamos  pues  á  él  fuera  de  la  ciudad  6  aloja- 
mientos, y  si(jám,osle  las  pisadas  cargados  con  su  im- 
properio ^. 

14  Puesto  que  no  tenemos  aquí  ciudad  fija,  sino 
que  vamos  en  busca  de  la  que  está  por  venir  '^. 


1  O  las  víctimas  sacrificadas  según  la  Ley  de  Moyscs. 

2  Que  es  el  mismo  cuerpo  de  Jesu-Christo. 

3  O  los  que  creen  deber  observar  la  Ley  antigua ;  en 
cuyo  sacrificio  de  la  expiación,  figura  del  de  Jesn-Christo 
inmolado  en  la  cruz,  prohibía  la  Ley  comer  de  la  víctima  . 

4  LevÜ.  XVI  V.  27. 

5  Abrazándonos  con  la  ignominia  de  la  cruz. 

6  Esto  es  ,  de  la  Jerusalem  celestial ,  en  que  liemos  de 


CAPÍTULO    Xlll.  191 

15  Oí're/camos  pues  á  Dios  por  medio  de  él  sin  ce- 
sar un  sacrificio  de  alabanza ,  es  á  saber,  el  fruto  de 
labios  que  bendigan  su  santo  nombre  '. 

16  Entre  tanto  no  echéis  en  olvido  el  ejercer  la  be- 
neficencia, y  el  repartir  con  otros  vuestros  bienes ;  por" 
que  con  tales  ofrendas  se  gana  la  voluntad  de  Dios. 

17  Obedeced  á  vuestros  prelados,  y  esladles  su- 
misos, ya  que  ellos  velan  ,  como  que  han  de  dar 
cuenta  á  Dios  de  vuestras  almas ,  para  que  lo  hagan 
con  alegría,  y  no  penando  ^  :  cosa  que  no  os  seria  pro- 
vechosa. 

18  Orad  por  nosotros  ',  porque  seguros  estamos  de 
que  en  ninguna  cosa  nos  acusa  la  conciencia  deseando 
comportarnos  bien  en  lodo. 

19  Ahora  mayormente  os  suplico  que  lo  hagáis  ,  á 
fin  de  que  cuanto  antes  me  vuelva  Dios  á  vosotros. 

20  Y  el  Dios  de  la  paz ,  que  resucitó  de  entre  los 
muertos  al  gran  pastor  de  las  ovejas,  Jesu-Christo  Se- 
ñor nuestro  ,  por  la  virtud  y  mérito  de  la  sangre  del 
eterno  testamento, 

21  os  haga  aptos  para  todo  bien  ,  á  fin  de  que  ha- 
gáis siempre  su  voluntad  ;  obrando  el  en  vosotros  lo 
que  sea  agradable  á  sus  ojos  por  los  méritos  de  Jesu- 


habitar  algtm  dia,  y   uo  podemos   entrar  sino  porJesii- 
Cliristo. 

1  Y  le    den  gracias  por  habernos  dado  á  Jesús  por  me- 
diador y  salvador.  Psalm.  XLIX.  v.  23.—  Os.  XIV.  v.  3. 

2  Al  ver  malogrados  sus  desvelos. 

3  Para  que  salgamos  de  estas  cadenas. 


192  EPÍST.     DE    S.   PABLO    A    LOS    HEBREOS. 

Cbrislo  ,  al  cual  sea  dada  la  gloria  por  los  siglos  de 
los  siglos.  Amen. 

22  Ahora ,  hermanos ,  os  ruego  que  llevéis  á  bien 
todo  lo  dicho  para  exhortaros  y  consolaros ,  aunque 
o«  he  escrito  brevemente '. 

r*:  23  Sabed  que  nuestro  hermano  Timotheo  está  ya 
en  libertad;  con  el  cual  (si  viene  presto)  iré  á  veros. 

24  Saludad  á  todos  vuestros  prelados,  y  á  lodos  los 
santos  ojíeles.  Los  hermanos  ojíeles  de  Italia  os  sa- 
ludan. 

2.^  La  gracia  sea  con  todos  vosotros.  Amen. 


mayor  concisión  de  lo  que  la  materia  exigia. 


FIN    DE   LA    EPÍSTOLA    DE     SAN     PABLO     A    LOS 
HEBREOS. 


ADVERTENCIA 


SOBRE 


LA  epístola  CATHOLICA  DE  SANTLVGO. 


La  siguiente  epístola  se  llama  cathólica . 
esto  es ,  universal ,  coíuo  igualmente  la  [de 
san  Judas,  (y  según  algunos  también  las  de 
san  Pedro  y  san  Juan)  porque  no  se  dirigen, 
como  las  de  san  Pablo,  el  Iglesias  ó  personas 
determinadas,  sino  d  muchas  Iglesias,  ó 
también  á  todos  los  fieles.  Se  llaman  también 
canónicas,  ó  bien  porque ,  como  las  de  san 
Pablo ,  pertenecen  al  canon  de  las  Escritu- 
ras, ó  porque  contienen  las  principales  reglas 
de  la  vida  cristiana.  La  presente  epístola  la 
escribió  Santiago,  llamado  el  Menor  (tal  vez 
por  su  estatura],  primo  ó  pariente  muy  cer- 
cano de  Jesu-Christo ,  y  obispo  de  Jerusa- 
íem ,  de  quien  hace  Josepho  un  magnifico 
elogio  (Antiq.  lib.  XX.  cap.  YIII.).   Toda 


194  ADVERTENCIA. 

ella  está  llena  de  avisos  saludables,  y  de  má- 
ximas de  edificación.  —  Santiago  murió^  se- 
gun  se  cree,  el  año  62  de  Jesu-Christo,  pre- 
cipitado por  los  judíos  desde  lo  alto  del  Tem- 
plo, y  después  apedreado,  por  haberles  predi- 
cado  que  Jesús  era  Hijo  de  Dios.  Poco  antes 
escribió  esta  carta. 


EPÍSTOLA  CATHÓLICA 
DEL  APÓSTOL  SANTIAGO- 


CAPÍTULO  PRIMERO. 

De  ia  utilidad  de  las  tribulaciones  ;  y  cómo  la  paciencia 
conduce  á  la  perfección.  De  los  frutos  de  la  oración.  Ven- 
tajas de  la  pobreza.  Reprimir  la  lengua.  Asistir  á  los 
afligidos.  Huir  del  espíritu  del  mundo. 

1  Santiago ,  siervo  de  Dios  y  de  nueslro  Señor  Je- 
su-Ghristo,  á  los  fieles  de  las  doce  tribus ,  que  viven 
dispersos  entre  las  naciones,  salud. 

2  Tened,  hermanos  mios,  por  objeto  de  sumo  gozo 
el  caer  en  varias  tribulaciones, 

3  sabiendo  que  la  prueba  de  vuestra  fé  produce  ó 
ejercita  la  paciencia. 

4  Y  que  la  paciencia  perfecciona  la  obra ;  para  que 
asi '  vengáis  á  ser  perfectos  y  cabales  ,  sin  fallar  en 
cosa  alguna. 

5  Mas  si  alguno  de  vosotros  tiene  falta  de  sabidu- 


I  Purificada   vuestra  alma  con  "el  fuego  de  las  tribuía- 
ciones. 


190  EPÍST.    CATHÓLICA    DE   SANTIAGO. 

lia  ,  pídasela  á  Dios ,  que  á  todos  da  copiosamenle, 
y  no  zahiere  á  nadie  '  ;  y  le  será  concedida. 
¡^  6  Pero  pídala  con  fé  sin  sombra  de  duda  ú  descon- 
fianza ,  pues  quien  anda  dudando ,  es  semejante  á  la 
ola  del  mar  alborotada ,  y  agitada  del  viento ,  acá  y 
allá: 

7  así  que,  un  hombre  semejante  no  tiene  que  pen- 
sar que  ha  de  recibir  poco  ni  mucho  del  Señor. 

8  El  hombre  de  ánimo  doble  ^  es  inconstante  en 
todos  sus  caminos  ^. 

9  Aquel  hermano  que  sea  de  baja  condición,  ponga 
su  gloria  en   la  verdadera  exaltación  suya  ^ ; 

10  mientras  el  rico  la  debe  poner  en  su  abati- 
miento ó  en  humillarse  á  sí  mismo ,  por  cuanto  él 
se  ha  de  pasar  como  la  flor  del  heno , 

1 1  pues  asi  como  en  saliendo  el  sol  ardiente ,  se 
va  secando  la  yerba  ,  cae  la  flor,  y  acábase  toda  su 
vistosa  hermosura;  así  también  el  rico  se  marchi- 
tará 2/  ctjnrá  en  sus  andanzas. 

12  Bienaventurado  pues  aquel  hombre  que  sufre 
con  paciencia  la  tentación  ó  tribulación,  porque  des- 
pués que  fuere  así  probado,  recibirá  la  corona  de  vi- 
da, que  Dios  ha  prometido  á  los  que  le  aman. 


1  Con  lo  que  ha  dado  ya. 

2  O  dividido  entre  Dios  y  las  criaturas. 

3  E  indigno  de  que  Dio.s  le  oiga  cuando  acude  á  él. 

4  Que  consiste  en  ser  hijo  adoptivo  de  Dios,  y,  seme 
jí\nte  á  Jesu-Christo,  pobre  y  humilde. 


CAPÍTULO    I.  197 

13  Ninguno,  cuando  es  tentado,  diga,  que  Dios  le 
lienta  ,  porque  Dios  no  puede  jamás  dirigirnos  al 
mal ;  y  así  él  á  ninguno  tienta. 

14  Sino  que  cada  uno  es  tentado,  atraído  y  hala- 
gado por  la  propia  concupiscencia. 

?  15  Después  la  concupiscencia  ,  en  llegando  á  cor- 
cebir  tos  deseos  malos,  pare  el  pecado ;  el  cual  una 
vez  que  sea  consumado  ' ,  engendra  la  muerte. 

16  Por  tanto  no  05  engañéis  en  esta  materia,  her- 
manos míos  muy  amados. 

17  Toda  dádiva  preciosa  y  todo  don  perfecto  de 
arriba  viene,  como  que  desciende  del  Padre  de  las 
luces ,  en  quien  no  cabe  mudanza ,  ni  sombra  de  va- 
riación. 

18  Porque  ;)or  un  puro  querer  de  su  voluntad  nos 
ha  engendrado  para  hijos  suyos  con  la  palabra  de  la 
verdad  ^ ,  á  fin  de  que  seamos  los  israelitas  como  las 
primicias  de  sus  mievas  criaturas. 

19  Bien  lo  sabéis  vosotros,  hermanos  míos  muy 
queridos.  Y  así  sea  todo  hombre  pronto  para  escuchar ; 
pero  detenido  en  hablar,  y  refrenado  en  la  ira  ^. 

20  Porque  la  ira  del  hombre  no  se  compadece  con 
la  justicia  de  Dios. 


1  O  por  el  consentimiento  de  la  voluntad,  ó  por  la  ac- 
ción exterior. 

2  Que  no»  ha  hecho   anunciar  antes  que  á  los  gentiles. 

3  O  la  verdadera   piedad   y   devoción.   Piov.  XVII. 
V.  27. 


198  EPÍST.    CATHÓLICA    DE    SANTIAGO. 

21  Por  lo  cual ,  dando  de  mano  á  toda  inmundicia 
y  exceso  vicioso,  recibid  con  docilidad  la  palabra  di- 
vina que  ha  sido  como  ingerida  en  vosotros ,  y  que 
puede  salvar  vuestras  almas. 

22  Pero  habéis  de  ponerla  en  práctica ,  y  no  solo 
escucharla  '  ,  engañándoos  lastimosamente  á  vosotros 
mismos. 

23  Porque  quien  se  contenta  con  oir  la  palabra  de 
Dios ,  y  no  la  practica ,  este  tal  será  parecido  á  un 
hombre  que  contempla  al  espejo  su  rostro  nativo  ensu- 
ciado con  algunas  manchas , 

24  y  que  no  hace  mas  que  mirarse ,  y  se  va  sin  qui" 
tarlas,  y  luego  se  olvidó  de  cómo  está. 

25  Mas  quien  contemplare  atentamente  la  ley  per- 
fecta del  Evangelio,  que  es  la  de  la  libertad ,  y  perse- 
verare en  ella  ,  no  haciéndose  oyente  olvidadizo,  sino 
ejecutor  de  la  obra ;  este  será  por  su  hecho  ú  obras 
bienaventurado, 

26  Que  si  alguno  &c  precia  de  ser  religioso  ó  de- 
voto ,  sin  refrenar  su  lengua  ,  antes  bien  engañando  ó 
precipitando  con  ella  su  corazón ,  la  religión  suya  es 
vana  ,  es  falsa  su  piedad. 

27  La  religión  pura  y  sin  mácula  delante  de  Dios 
Padre  ^  es  esta  :  Visitar  ó  socorrer  á  los  huérfanos  y 
á  las  viudas  en  sus  tribulaciones ,  y  preservarse  de  la 
corrupción  de  este  siglo. 


1  Mallh.  VIL  V.  24. 

2  /s.  /.  V.  17. 


199 
CAPÍTULO  11. 

Advierte  el  apóstol  que  la  acepción  de  personas  no  se  com- 
pone bien  con  la  fe'  de  Jesu-Chvisto  ;  y  que  lafé  sin  las 
obras  buenas  es  como  un  cuerpo  sin  alma. 

1  Hermanos  raios ,  no  intentéis  conciliar  la  fé  de 
nuestro  glorioso  Señor  Jesu-Christo  con  la  acepción 
de  personas  '. 

2  Porque  si  entrando  en  vuestra  congregación  un 
hombre  con  sortija  de  oro  y  ropa  preciosa  ,  y  entrando 
al  mismo  tiempo  un  pobre  con  un  mal  vestido, 

3  ponéis  los  ojos  en  el  que  viene  con  vestido  bri- 
llante ,  y  le  decís  :  Siéntate  tú  aquí  en  este  buen  lugar; 
diciendo  por  el  contrario  al  pobre  :  Tú  estáte  allí  en 
pié,  ó  siéntate  acá  á  mis  pies; 

4  ¿  no  es  claro  que  formáis  un  tribunal  injusto  den- 
tro de  vosotros  mismos ,  y  os  hacéis  jueces  de  senten- 
cias injustas  ^  ? 

5  Oíd,  hermanos  míos  muy  amados,  ¿no  es  verdad 
que  Dios  eligió  á  los  pobres  en  este  mundo,  para  ha- 
cerlos ricos  en  la  fé ,  y  herederos  del  reino  que  tiene 
prometido  á  los  que  le  aman  ? 


1  Ya  cuando  nombráis  los  ministros  de  la  Iglesia^  ya  en 
la  distribución  de  las  limosnas  ,  ó  en  cuanto  ocurra  en  la 
Iglesia. 

2  Menospreciando  al  pobre ,  solo  porque  es  pobre  .  y 
honrando  al  rico;  solo  porque  es  rico;  y  prefiriendo  la 
pompa  al  mérito  y  á  la  virtud. 


200  EPÍST,    CATHÓLICA    DE    SANTIAGO. 

6  Vosotros  al  contrario  habéis  afrentado  al  pobre. 
¿  No  son  los  ricos  los  que  os  tiranizan ,  y  no  son  esos 
mismos  los  que  os  arrastran  á  los  tribunales  ? 

7  ¿No  es  blasfemado  por  ellos  '  el  buen  nombre 
de  Chrísto,  que  fue  sobre  vosotros  invocado? 

8  Si  es  que  cumplís  la  ley  regia  de  la  caridad  con- 
forme á  las 'Escrituras  :  Amarás  á  tu  prójimo  como  á 
tí  mismo ;  bien  hacéis ; 

9  pero  si  sois  aceptadores  de  personas,  cometéis 
un  pecado,  siendo  reprendidos  por  la  Ley  como  tras- 
gr esores. 

10  Pues  aunque  uno  guarde  toda  la  Ley,  si  que- 
branta un  mandamiento,  viene  á  ser  reo  de  todos  los 
demás  ^. 

11  Porque  aquel  que  dijo :  No  cometerás  adulterio 
ó  no  fornicareis,  dijo  también :  No  matarás.  Con  que 
aunque  no  comelus  adaMer'io  ni  forniques ,  si  mata?, 
trasgresor  eres  de  la  Ley. 

12  Así  habéis  de  hablar  y  obrar,  como  que  estáis 
á  punto  de  ser  juzgados  por  la  ley  evangélica  ó  de 
libertad  ^ 

13  Porque  aguarda  un  juicio  sin  misericordia  al 
que  no  usó  de  misericordia;  pero  la  misericordia  sj- 
bre  puja  al  rigor  del  juicio. 


1  Por  causa  de  sus  injusticias  y  violencias. 

2  Esto  es  ,  de  nada  le  sirve  ,  para  evitar  la  condenación 
eterna,  el  haber  observado  los  demás. 

3  La  cual  ningún  miramiento  tiene  á  la  condición  de  la 
persona  ,  sino  solamente  al  mérito  de  sus  obras. 


CAPITULO    II.  201 

—  i 4  ¿De  qué  servirá,  hermanos  mios,  el  que  uno 
diga  tener  fé,  si  no  tiene  obras  ?  ¿  Por  ventura  á  este 
tal  la  fé  podrá  salvarle  ? 

15  Caso  que  un  hermano,  ó  una  hermana  estén 
desnudos,  y   necesitados  del  alimento  diario, 

IG  ¿  de  qué  les  servirá  que  alguno  de  vosotros  les 
diga:  Id  en  paz,  defendeos  del  frió,  y  comed  á  satis- 
facción ;  si  no  les  dais  lo  necesario  para  reparo  del 
cuerpo  ? 

17  Asila  fé,  si  no  es  acompañada  de  obras,  está 
muerta  en  si  misma. 

18  Sobre  lo  cual  podrá  decir  alguno  al  que  tiene  fé 
sin  obras :  Tú  tienes  fé,  y  yo  tengo  obras  :  muéstrame 
iu  fé  sin  obras,  que  yo  te  mostraré  mi  fé  por  las  obras. 

19  Tú  crees  que  Dios  es  uno:  haces  bien:  tam- 
bién lo  creen  los  demonios,  y  se  estremecen  '. 

20  Pero  ¿  quieres  saber  ¡  oh  hombre  vano  !  cómo 
la  fé  sin  obras  está  muerta  ? 

21  Abraham  nuestro  padre  ¿  no  fue  justiücado 
por  las  obras,  cuando  ofreció  á  su  hijo  Isaac  sobre  las 
aras? 

22  ¿Ves  cómo  la  fé  acompañaba  á  sus  obras,  y 
que  por  las  obras  la  fé  vino  á  ser  consumada  ? 

23  En  lo  que  se  curapiió  la  Escritura,  que  dice : 
Creyó  Abraham  áDios,  y  le  fue  reputado  por  justicia', 
y  fue  llamado  amigo  de  Dios. 


1  Sin  que  saquen  utilidad  ninguna  de  su  fé. 

2  Es  á  saber  ,  el  acto  de  fé  con  que  sacrificaba  á  su  hijo, 
esperando  que  Dios  le  resucitaría.  Véase  Justicia. 

ToM.  XV.  18 


2Út  rPiST.     CATMÓLICA    DE    SANTIAGO. 

24  ¿No  veis  cómo   el  hombre  se  juslifica  por  las 
obras,  y  no  por  la  fr  solamente  '  ? 

25  A  este  modo  Rahab  la  ramera,  ¿  no  fue  asi- 
mismo  jusUQeada  por  las  obras,  hospedando  á  los  ex 
ploradores  que  cnvinha  Josué,  y  despachándolos  por 
otro  oamino  ^  ? 

2G  En  suma,   como  un  cuerpo  sin  esphilu  cslá 
muerto,  así  también  la  fé  sin  las  obras  está  muerta. 


CAPITULO  III. 


V'uiosde  la  lengua  desenfrenada  ,  y  diferencia  entre  la  cien 
cía  terrena  y  la  celestial. 


1  No  queráis  muchos  de  vosotros,  hermanos  míos, 
hacer  de  maestros,  considerando  que  os  exponéis  á  un 
juicio  muy  rigoroso. 

2  Porque  lodos  tropezamos  en  muchas  cosas  '.  Que 
si  alguno  no  tropieza  en  palabras,  este  la\  se  puede  de- 
cir que  es  varón  perfecto,  y  que  puede  tener  á  raya  ú 
todo  el  cuerpo  y  sus  pasiones. 

*3  Asi  como  si  metemos  un  freno  en  la  boca  de  los 


1  Pero  no  por  las  obras  naturales ,  ó  que  mandaba  la  Ley 
de  Moysés  ,  sino  por  las  que  nacen  de  la  viva  fé. 

2  Para  que  no  fuesen  aprendidos.  A  la  fé  pues  que  tuvo 
en  el  Dios  verdadero,  añadió  las  obras  ponsiguientes  á  ella. 

3  Mayormente  en  el  hablar 


CAPÍTULO    111.  '¿ÚÁ 

jabalíos  para  que  nos  obcJezcan,  movciuüs  su  i.ucipo 
á  donde  quiera. 

4  ¡Mirad  lanibien  touio  las  naNCS,  aunque  sean 
grandes,  y  eslén  llevadas  de  impetuosos  vienlos,  ton 
un  pequeño  limón  se  mueven  acá  y  allá  donde  quiero 
el  impulso  del  piloto. 

5  Así  también  la  lengua  es  un  miembro  pequeño 
sí,  pero  viene  á   ser  origen  fastuoso  de  cosas  degiaii 
bulto  ó  consaucmia.  ¡  iMirad  un  poco  de  fuego  cuan 
grande  bosque  incendia  I 

G  La  lengua  también  es  un  fuego  ' ,  es  un  mundo 
entero  de  maldad.  La  lengua  es  uno  de  nuestros 
miembros,  que  contamina  todo  el  cuerpo,  y  siend.) 
inflamada  del  fuego  infernal,  inflama  la  rueda  ó  todu 
la  carrera  de  nuestra  vida. 

7  El  hecho  es ,  que  toda  especie  de  bestias ,  de 
aves,  y  de  serpientes,  y  de  otros  animales  se  amansan, 
y  lian  sido  domados  por  la  naturaleza  del  hombre ; 

8  mas  la  lengua  ningún  hombre  puede  domarla  ^ : 
ella  es  un  mal  que  no  puede  atajarse,  y  está  llena  de 
mortal  veneno. 

9  Con  ella  bendecimos  á  Dios  Padre,  y  con  la  mis- 
ma maldecimos  á  los  hombres,  los  cuales  son  formados 
á  semejanza  de  Dios. 

10  De  una  misma  boca  sale  la  bcndiciou  y  la  mal- 
dición.  No  han  de  ir  así  las  cosas,  hermanos  mios. 

1  De  que  se  originan  los  j^randes  incendias  de  lis  guer 
»a.<»  y  discordias. 

2  Sin  iir^Hic'.dru  4',ixi!i3  d<:!  i  i-lo. 


204  EPÍST,    CATHÓLICA    DE   SANTIAGO. 

1 1  ¿  Acaso  una  fuente  echa  por  el  mismo  caño  agua 

dulce  y  agua  amarga? 

12  O  ¿puede,  hermanos  mios,  una  higuera  pro- 
ducir uvas,  6  la  vid  higos?  Asi  tampoco  la  fuente  sa- 
lada puede  dar  el  agua  dulce  '. 

13  ¿Hay  entre  vosotros  alguno  tenido  por  sabio, 
y  bien  amaestrado  para  instruir  á  otros?  Muestre 
por  el  buen  porte  su  proceder  y  una  sabiduría  llena 
de  dulzura  ^. 

14  Mas  si  tenéis  un  zelo  amargo  y  el  espíritu  de 
discordia  en  vuestros  corazones,  no  hay  para  que  glo- 
riaros, y  levantar  mentiras  contra  la  verdad  ; 

15  que  esa  sabiduría  no  es  la  que  desciende  de 
arriba,  sino  mas  bien  una  sabiduría  terrena,  animal 
y  diabólica  ^. 

16  Porque  donde  hay  tal  zelo  ó  envidia  y  espíritu 
de  discordia ,  allí  reina  el  desorden  y  todo  género  de 
vicios. 

17  Al  contrario  la  sabiduría  que  desciende  de  ar- 
riba ,  además  de  ser  honesta  y  llena  de  pudor,  es  pa- 


1  La  lengua  ,  pues  ,  que  nos  ha  dado  Dius  para  alabarlo, 
síunca  debe  servir  para  ofenderle. 

2  ^  Cómo  podr¿í  hacer  ningún  fruto  el  doctor  ó  j)redica- 
dor  de  la  ley  de  la  caridad ,  el  ministro  de  la  píi/  ,  el  maes- 
tro de  la  huüíildad,  si  con  su  ejt'nj|>lo  desmiente  sus  pala- 
bras ? 

3  Y  así  codiciosa  de  los  bienes  terrenos  ,  sensual  ya» 
tiva  ,  como  de  Lucifer. 


CAPÍTULO    IV.  205 

tífica ,  modesta  ,  dócil ,  susceptible  6  concorde  con 
todo  lo  bueno,  llena  de  misericordia  y  de  excelentes 
frutos  de  buenas  obras,  que  no  se  mete  á  juzgar,  y 
está  agena  de  hipocresía. 

18  Y  es  que  los  pacíficos,  son  los  que  siembran  en 
paz  los  frutos  de  la  verdadera  justicia  ó  santidad. 


CAPITULO  IV. 

Discordias  y  otros  males  que  causan  las  pasiones  no  refrc 
nadas.  Debemos  evitar  la  murmiir ación,  y  someternos  á  la 
Providencia  divina. 

1  ¿De  dónde  nacen  las  riñas  y  pleitos  entre  vos- 
otros? ¿No  es  de  vuestras  pasiones,  las  cuales  hacen 
la  guerra  en  vuestros  miembros  *? 

2  Codiciáis,  y  no  lográis ;  matáis  ^ ,  y  ardéis  de  en- 
vidia; y  no  por  eso  conseguís  vuestros  deseos:    lili 
gais,  y  armáis  pendencias,  y  nada  alcanzáis,  porque 
no  lo  pedís  á  Dios. 

3  Peáis  quizá,  1/  con  todo  no  recibís;  y  esto  es 
porque  pedís  con  mala  intención ,  para  satisfacer  vues- 
tras pasiones. 

4  Almas  adúlteras  z/  coii-ompidas,  ¿no  sabéis  que 


ritu 


1  ¿  Sirviéndose  de  ellos  como  de  armas  coatia  el  espl- 
iu? 

2  Según  algunos,  podWa  liadurirse:  Tenéis  odio  mortal 
al  2Ji'ójimo.  y  ardéis  en  envidia  contra  él;  y  no,  etc.  V^éasc 
IMartini 


"elfo  hl'lST.     lATHÓLKA    DE    SANTlAíJO. 

t;l  íiniui  lie  csle  mundo  es  una  eueniiíilad  conlia  Dius  '  ? 
'cualquiera  pues  (pie  quiere  ser  amigo  del  nunulo,  se 
(onsliluye  enemigo  de  Dios. 

5  ,t  Pensáis  acaso  que  sin  motivo  dice  la  Escritura  ". 
iil  espíritu  de  D/os  que  habita  en  vosotros,  os  ama  y 
codicia  con  zelos  *  1' 

G  Pero  pov  lo  mismo  da  mayores  gracias  á  los  que 
asi  le  aman.  Por  lo  cual  dice  * :  Dios  resiste  á  los  so- 
¡jerbios,  y  da  su  gracia  á  los  humildes. 

7  Estad  pues  sujetos  á  Dios  y  resistid  con  su  gra- 
cia al  diablo,  y  huirá  de  vosotros. 

8  Allegaos  á  Dios,  y  él  se  allegará  á  vosotros.  Lim- 
piad ¡oh  pecadores!  vuestras  manos;  y  vosotros  de 
ánimo  doble  ^,  purificad  vuestros  corazones. 

9  Mortificaos,  y  plañid ,  y  sollozad  .  trueqúese  vues- 
tra risa  en  llanto,  y  el  gozo  en  tristeza  ^. 

10  Humillaos  en  la  presencia  del  Señor,  y  él  os 
ensalzará. 

1 1  No  queráis  hermanos  hablar  mal  los  unos  de  los 
otros.  Quien  habla  mal  de  un  hermano,  6  quien  juzga 
á  su  hermano,  este  tal  de  la  Ley  habla  mal ,  y  á  la 


I  ¿Que  uo  podéis  ser  fieles  esposas  del  Señor,  si  amáis  rl 
yi^lo  ? 
'2  Deut.  VI  V.  \b.—EzccK  XVl.  i.33 

3  No  puede  sufrir  que  vuestro  corazón  at  reiunla  cutre 
Dios  y  el  nuiudo. 

4  Proü.  111    V.  34 

5  O  dividido  entre  Dioa  y  el  nmndo. 
•"»  Considerando  vuestro:;  pecados. 


capítulo   IV  -¿OT 

\a\  juzga  ó  condena  '.  Mas  si  lú  juzgas  a  la  Ley,  ya 
no  eres  observador  de  lü  Ley ,  sino  que  te  haces  juez 
<!e  olla. 

12  Uno  solo  es  el  legislador  y  el  juez,  que  puede 
'^alvar  y  puede  perder. 

13  Tú  empero  ¿quién  eres ,  para  juzgar  á  lu  pro- 
¡inio?  Hé  aquí  que  vosotros  andáis  diciendo.  Hoy  ó 
mañana  iremos  á  tal  ciudad  ,  y  pasaremos  allí  un  año, 
V  negociaremos  ,  y  aumenlarémos  el  caudal : 

1 4  esto  decís  vosotros ,  que  ignoráis  lo  que  suce- 
derá mañana. 

15  Porque  ¿qué  cosa  es  vuestra  vida?  un  vapor 
<pie  por  un  poco  de  tiempo  aparece  ,  y  luego  desapa- 
rece. En  vez  de  decir  :  Queriendo  Dios;  y  :  Si  vivió  - 
remos ,  haremos  esto ,  ó  aquello. 

1  tí  IMas  ahora  iodo  al  contrario  os  estáis  regoci  - 
jando  en  vuestras  vanas  presunciones  ".  Toda  presun 
cion,  ó  jactancia  semejante,  es  perniciosa. 

1 7  En  fin  quien  conoce  el  bien  que  debe  hacer ,  y 
no  le  hace  ,  por  lo  mismo  peca. 


1    Dfíudo   á  cnteudci-    que    U  Ley    hace    iiial   en    |>ro 
íiibirio. 
'2  Como  si  lo  pDrvtuii  c;  tuviera  en  viieitid  mano. 


2ÜB  EPiST.    CATHÓLICA    OE    SANTlA<iO. 


CAPITULO  V. 

Del  nevero  castigo  que  recibirán  los  ricos  avarientos  y  opre- 
sores de  los  'pobres.  De  la  paciencia  en  las  aflicciones.  No 
debemos  jurar  en  vano.  De  la  Extremaunción :  de  la  Con- 
fesión sacramental ,  y  de  la  eficacia  de  la  oración. 

1  Ea  pues  ¡  oh  ricos  !  llorad ,  levantad  el  grito  en 
>ista  de  las  desdichas  que  han  de  sobreveniros  '. 

2  Podridos  están  vuestros  bienes ,  y  vuestras  roi»as 
han  sido  roídas  de  la  polilla. 

3  El  oro  y  la  plata  vuestra  se  han  enmohecido ;  y 
el  crin  de  estos  metales  dará  testimonio  contra  vos- 
otros "^ ,  y  devorará  vuestras  carnes  como  un  fuego. 
Os  habéis  atesorado  ira  para  los  últimos  dias. 

4  Sabed  que  el  jornal  que  no  pagasteis  á  los  traba- 
jadores' ,  que  segaron  vuestras  mieses  ,'  está  clamando 
contra  vosotros;  y  el  clamor  de  ellos  ha  penetrado  los 
oidos  del  Señor  de  los  ejércitos. 

5  Vosotros  habéis  vivido  en  delicias  i/  en  banquetes 
sobre  la  tierra,  y  os  habéis  cebado  á  vosotros  mismos 
como  las  víctimas  que  se  preparan  para  el  día  del  sa- 
crificio ^ 

6  Vosotros  habéis  condenado  al  inocente ,  y  le  ha- 


1  En  castigo  de  vuestra  avaricia. 

2  Haciendo  ver  la  dureza  de  vuestro  corazón, 

3  Como  víctimas  qne  deben  sacrificarse  á  la  divina  p 
♦icia  en  e!  dia  terrible  del  juicio. 


capítulo  V.  209 

beis  muerto  ,  sin  que  os  haya  hecho  resistencia  al- 
guna. 

7  Pero  vosotros  ¡oh  hermanos  mios !  tened  pa- 
ciencia, hasta  la  venida  del  Señor  '.  Mirad  cómo  el 
labrador ,  con  la  esperanza  de  recoger  el  precioso  fruto 
de  la  tierra ,  aguarda  con  paciencia  que  Dios  envíe  las 
lluvias ,  temprana  y  tardía  ^. 

8  Esperad  pues  también  vosotros  con  paciencia,  y 
esforzad  vuestros  corazones ,  porque  la  venida  del  Se- 
ñor está  cerca. 

9  No  queráis ,  hermanos  ,  querellaros  unos  contra 
otros ,  á  fin  de  que  no  seáis  condenados  en  este  terri- 
ble dia.  Mirad  que  el  juez  está  á  la  puerta. 

10  Tomad,  hermanos  mios,  por  ejemplo  de  pa- 
ciencia, en  los  malos  sucesos  y  desastres  á  los  Profe- 
tas que  hablaron  en  el  nombre  del  Señor. 

1 1  Ello  es  que  tenemos  por  bienaventurados  á  los 
que  así  padecieron.  Oido  habéis  la  paciencia  de  Job  ', 
y  visto  el  fin  del  Señor/.  Estad  de  buen  (mimo,  por- 
que el  Señor  es  misericordioso  y  compasivo  ^. 


1  El  cual  no  dejará  de  daros  la  paga  de  vuestro  sufri- 
miento. Véase  Venida  del  Señor. 

"2  Esto  es,  laque  viene  después  de  la  sementera,  y  la  otra 
antes  de  la  siega.  Deuí.  XI.  v.  14.  Martini  traduce  :  Hasta 
que  recibe  el  fruto  in-imerizo  y  el  tardío. 

3  Y  cómo  Dios  le  dio  después  el  cien  doblado. 

4  Que  después  de  padecer  tanto,  l»a  sido  exaltado  sobre 
todo. 

.    5  V  premia  con  larga  mano. 


210  EPiST.    CATHÓLICA  DE    SANTIAGO. 

1 2  Sobre  lodo ,  hermanos  mios  ,  no  (lucrais  jurar , 
ni  por  el  cíelo  ,  ni  por  la  lierra  ,  ni  con  olro  juramenlo 
alguno.  Mas  vuestro  modo  de  asegurar  una  cosa  sea  : 
Sí ,  sí ;  no  ,  no  :  para  que  no  caigáis  en  condenación 
jmando  falso  ó  sin  necesidad. 

13  ¿  Hay  entre  vosotros  alguno  que  esté  triste?  ha;^a 
oración.  ^;Eslá  contento?  cante  salmos  '. 

14  ¿Kslá  enfermo  "  alguno  entre  vosotros  ?  llame  á 
los  prcsby  teros  de  la  Iglesia ,  y  oren  por  él ,  ungiendo!»; 
con  óleo  en  el  nombre  del  Señor ; 

15  y  la  oración  nacida  ác  la  fé  salvará  al  enfermo  ', 
y  el  Señor  le  aliviará  '* ;  y  si  se  halla  con  pecados ,  se 
le  perdonarán. 

16  Confesad  pues  vuestros  pecados  uno  á  olro,  y 
orad  los  unos  por  los  otros,  para  que  seáis  salvos  ;  por- 
que mucho  vale  la  oración  perseverante  del  justo. 

17  Elias  era  un  hombre  pasible  semejante  á  nos- 
otros^, y  pidió  fervorosamente  que  no  lloviese  sobre 
la  lierra  íZe  Israel,  y  no  llovió  por  espacio  de  tres  años 
y  seis  meses  ^. 


1  Explayando  así  su  gozo. 

2  Kn  el  texto  griego  se  denota  enfermedad  grave.  No 
dice,  está  moribundo  ;  porque  el  Sacraniento  de  la  Extre- 
innnncion  .  de  <jiie  aquí  se  habla  ,  segiin  sentir  de  todos  los 
intérpretes  catliólicos,  debe  darse  a  ios  enfcriuos  luego  que 
r.stári  en  \)eligro. 

:í  iMarc.  VI  v\\\—Xyi.  v.  18- Je/  ///  v.  íi  -  \7X. 
V.    H.~XXllH   y.  8.  Véase  UiieUm,  Manos. 

4  Le  librará,  si  conviene  ,  de  los  niales  (juc  padece. 

5  O  sujeto  á  JHs  uúsmas  pasiones  y  miserias. 
<l  Jll.  Raí  XUl  i .  \.—Luc.  IV  V.  25. 


CAPÍTULO    V.  21  1 

is  Hizo  después  de  nuevo  oración,  y  el  cielo  dio 
llüNia  ,  y  la  tierra  produjo  su  fruto. 

19  Hermanos  mios,  si  alguno  de  vosotros  se  des- 
viare de  la  verdad  ,  y  otro  le  redujere  á  ella , 

20  debe  saber  que  quien  hace  que  se  convierta  el 
pecador  de  su  extravío,  salvará  de  la  muerte  al  alma 
del  pecador ,  y  cubrirá  la  muchedumbre  de  sus  propios 
pecados '. 


P/-or.  A'.r,  12. 


FIN  DE  LA  EPISTOLA  CATHOLICA  DE  SANTIAGO. 


ADVERTENCIA 


LA  EPIST.  PRIMERA  DEL  APÓSTOL  S.  PEDRO. 


Esta  carta  va  dirigida  principalmente  á 
ios  judíos  de  diferentes  provincias  de  Asia  , 
que  habían  sido  convertidos  á  la  fe.  San  Pe- 
dro  les  escribe  para  hacerles  conocer  la  san- 
tidad de  su  vocación^  y  que  todo  lo  debian 
sufrir  primero  que  perder  lafé.  Habla  tam- 
bién á  los  geíitiles  convertidos ;  y  da  á  unos  y 
á  otros  excelentes  reglas  de  moral.  —  Pa- 
rece que  la  escribió  acia  el  año  60  de  Jesu- 
Chí'isío,  casi  al  mismo  tiempo  que  Santiago 
escribió  la  suya^  y  se  observa  mucha  seme- 
janza en  el  fin  ó  argumento  de  ambas.  Al- 
gunos Padres  la  citan  con  el  titulo  de  Carta 
á  los  del  Ponto. 


epístola  primera 
del  apóstol  s.  pedro, 


CAPITULO  PRIMERO. 


Da  gracias  á  Dios  por  habernos  llamado  á  lafé,  ya  la 
rida  eterna  .  á  la  cual  se  llega  jyor  muchas  tribulaciones. 
Exhorta  á  los  fieles  á  la  pureza  de  vida,  acordándoles  que 
lian  sido  redimidos  con  la  sangre  de  Jesu-Christo. 

1  Pedro,  apóstol  de  Jesu-Christo,  á  \o%  judíos  que 
■viven  fuera  de  su  patria ,  dispersos  por  el  Ponto ,  Ga- 
lacia ,  Cappadocia ,  Asia  menor  y  Bithinia , 

2  elegidos  según  la  previsión  ó  precie stinacioyi  de 
Dios  Padre,  para  ser  santificados  del  Espíritu  santo, 
y  obedecer  á  Jesu-Christo,  y  ser  rociados  con  su  san- 
gre '  ;  muchos  aumentos  de  gracia  ,  y  de  paz. 


1  Aquí,  como  en  otras  partes  de  la  Escritura ,  vemos 
aíribaida  al  Padre  la  predestinación ,  al  Espíritu  santo  la 
^santificación  ,  y  al  Hijo  de  Dios  la  redención.  Las  asper- 
siones y  purificaciones  que  se  hacían  en  la  Ley  de  Moysés, 
todas  eran  figura  de  la  verdadera  santidad  y  pureza  que 
adquirimos  por  la  sangre  de  Jesu-Christo. 

19 


214  El'ÍST.    PRIMERA    DE    SAN    PEDRO. 

3  Bendito  sea  el  Dios  y  Padre  de  nuestro  Señor 
Jesu-Chrislo,  que  por  su  gran  misericordia  nos  ha  re- 
generado con  una  viva  esperanza  de  vida  eterna  ,  me- 
diante la  resurrección  de  Jesu-Chrislo  de  entre  los 
muertos , 

4  para  alcanzar  algún  día  una  herencia  incorrup- 
tible, y  que  no  puede  contaminarse,  y  que  es  inmar- 
cescible,  reservada  en  los  cielos  para  vosotros, 

5  á  quienes  la  virtud  de  Dios  conserva  por  medio 
de  la  fé  para  haceros  gozar  de  la  salud  ,  que  ha  de  ma- 
nifestarse claramente  en  los  últimos  tiempos. 

6  Esto  es  lo  que  debe  trasportaros  de  gozo,  si  bien 
ahora  por  un  poco  de  tiempo  conviene  que  seáis  afli- 
gidos con  varias  tentaciones  ' ; 

7  para  que  vuestra  fé ,  probada  de  esta  manera  y 
mucho  mas  acendrada  que  el  oro,  que  se  acrisola  con 
el  fuego ,  se  halle  digna  de  alabanza  ,  de  gloria  y  de 
honor,  en  la  venida  manifiesta  de  Jesu-Christo  para 
juzgaros; 


I  Otros  traducen:  En  lo  cual  os  gozaréis ,  aun  entonces 
mismo  que  permite  Dios  que  durante  esta  vida  tan  corla 
seáis,  etc.  Puede  traducirse  :  La  brevedad  de  la  vida  pre- 
sente y  la  eternidad  de  la  vida  futura  son  dos  grandes  mo- 
tivos de  consuelo  en  las  mayores  aflicciones.  Sean  los  que 
fueren  los  males  de  esta  vida  ,  el  que  tiene  una  viva  fé , 
está  siempre  alegre,  dulceníente  entregado  á  lo  que  dispone 
su  Padre  celestial.  Las  tril)ular¡ones  de  esta  vida  son  como 
un  fuego  (|ue  prueba  la  fé  ,  descubre  su  precio  ,  aviva  su 
esplendor  y  pureza ,  y  le  adquiere  la  gloria, 


CAPÍTULO    I.  215 

8  á  quien  amáis,  sin  iiaberlc  visto ;  en  quien  ahora 
igualmente  creéis,  aunque  no  le  veis;  mas  poique 
creéis,  os  liolgaréis  con  júbilo  indecible,  y  colmado  do 
gloria ; 

9  alcanzando  por  premio  de  vuestra  fé,  la  salud  de 
vuestras  almas. 

10  De  la  cual  salud  tanto  inquirieron  é  indagaron 
los  Profetas,  los  cuales  prenunciaron  la  gracia  que 
habia  de  haber  en  vosotros ; 

1 1  escudriñando  para  cuándo,  ó  para  qué  punto 
de  tiempo  se  lo  daba  á  entender  el  Espíritu  de  Christu 
que  tenían  dentro ;  cuando  les  predecía  los  tormentos 
que  padeció  Chrislo,  y  las  glorias  que  le  seguiriim  ; 

12  á  los  cuales  fue  revekido,  que  no  para  sí  mis 
mos,  sino  para  vosotros  administraban  ó  profetiza- 
ban las  cosas  que  ahora  se  os  han  anunciado,  por 
medio  de  los  que  os  predicaron  el  lívangelio,  habien 
do  sido  enviado  del  cielo  el  Espíritu  santo,  en  cuyas 
cosas  ó  misterios  los  ángeles  juismos  desean  penetrar 
con  su  vista  '. 

13  Por  lo  cual  bien  apercibido  y  morigerado  vues- 
tro ánimo  ^,  tened  perfecta  esperanza  en  la  gracia  que 

1  Puede  traducirse  ;  En  cuyos  misterios  nunca  cesan,  ni 
se  sacian  de  mirar  lus  ángeles.  Alude  tsta  cxpresiou  á  los 
querubiues  que  estaban  junto  al  Propiciatorio.  Véase  Que- 
íubines.  Srgun  ti  sabio  arzobispo  Martiui,  el  tjucm  que  Ice 
mos  eu  la  Vulgata,  ha  de  ser  qiiíC,  tonloruie  lo  exige  ti  texto 
griego. 

2  O  [>icsor\ado  de  todo  error  y  mal  deseo.  Este  f,s  el  sesv 


216  EPÍST.    PRIMERA    DE    SAN    PEDRO. 

se  OS  ofrece,  hasta  la  manifestación  de  Jesu-Chrislo  ; 

14  portándoos  como  hijos  obedientes  de  este  Señor, 
no  conformándoos  ya  con  los  apetitos  1/  pasiones  que 
teníais  antes  en  tiempo  de  vuestra  ignorancia  ó  injide- 
lidad ; 

15  sino  que  conforme  á  la  santidad  del  que  os  lla- 
mó, sed  también  vosotros  santos  en  todo  vuestro  pro- 
ceder ; 

16  pues  está  escrito  • :  Santos  habéis  de  ser,  por- 
que yo  soy  santo. 

17  Y  pues  que  invocáis  como  padre  á  aquel  que  sin 
acepción  de  personas  juzga  según  el  mérito  de  cada 
cual,  habéis  de  proceder  con  temor  de  ofenderle  du- 
rante el  tiempo  de  vuestra  peregrinación. 

18  Sabiendo  que  fuisteis  rescatados  de  vuestra  vana 
conducta  de  vida,  ó  vivir  mundano,  que  recibisteis  de 
vuestros  padres,  no  con  oro  ó  plata ,  que  son  cosas 
perecederas , 

19  sino  con  la  sangre  preciosa  de  Christo,  como  de 
un  cordero  inmaculado  y  sin  tacha  ; 

20  predestinado  sí  ya  de  antes  de  la  creación  del 
mundo,  pero  manifestado  en  los  últimos  tiempos  por 
amor  de  vosotros , 


tido  literal  de  las  palabras  de  la  Viilgata:  sucdnli  tumbos 
mentin  vestr^ ,  .sobrü,  etc  ;  metáfora  tomada  de  lo  que  ha- 
rian  los  siervos  al  ponerse  á  servir  á  sus  amos  ;  y  que  no 
tiene  cabida  en  nuestro  idioma.  Véase  Vestidos. 
1  Lew.  XI.  V.  U.—XIX.  V.  2. 


CAPITULO  I.  217 

21  que  por  medio  de!  mismo  '  creéis  en  Dios,  el 
cual  le  resucitó  de  la  muerte,  y  le  glorificó,  para  que 
vosotros  pusieseis  también  vuestra  fé  y  vuestra  espe- 
ranza en  Dios  -. 

22  Purificando  pues  vuestras  almas  con  la  obe- 
diencia del  amor  ',  con  amor  fraternal,  amaos  unos  á 
otros  entrañablemente  con  un  corazón  puro  y  sen- 
cillo ; 

23  puesto  que  habéis  renacido,  no  de  semilla  cor- 
ruptible, sino  incorruptible  por  la  palabra  de  Dios 
vivo,  la  cual  permanece  por  toda  la  eternidad  "*; 

24  porque  toda  carne  es  beno,  y  toda  su  gloria 
como  la  flor  del  heno  :  secóse  el  heno,  y  su  flor  se 
cayó  al  instante  ^. 

25  Pero  la  palabra  del  Señor  dura  eternamente, 
y  esta  es  la  palabra  del  Evayigelio  que  se  os  ha  pre- 
dicado *^. 


1  O  por  el  don  de  la  fé  que  dos  mereció. 

2  Que  os  promete  resucitaros  también  algún  dia  á  voso- 
tros, coruo  á  ^uestra  cabeza  Jesu-Chrisio. 

3  O  que  proceda  de  verdadera  caridad. 

4  Vínculo  es  el  de  la  caridad  que  debe  uniros  mas  es- 
trechamente que  el  de  la  sangre. 

5  Eccli.  XIV.  V.  18.-/Í.  XL   v.  6. 

6  Palabra  vivificante ,  que  os   ha   engendrado  en  Jesu 
t.'hristo  cuando  recibisteis  el  bautismo. 


áÍ8  EIMST.   PRIMEIIA    DE  SAN    PEDUO. 


CAPITULO  11. 

Amonesta  á  los  crislianos  á  que  sean'únceros  y  sin  malicia, 
como  los  niiios ;  y  a  qtce  se  porten  según  exige  la  dignidad 
de  reyes  y  de  sacerdotes  de  que  gozan  ,  ejercitándose  en 
las  virtudes  propias  de  los  discípulos  de  Ckrislo. 

1  Por  lo  que,  depuesta  toda  malicia  y  todo  en- 
gaño, y  los  fingimientos  ó  hipocresiasj  y  envidias,  y 
todas  las  murmuraciones, 

2  como  niños  recien  nacidos,  apeteced  con  ansia 
la  leche  del  espíritu,  pura  ó  sin  mezcla  de  fraude  ' ; 
para  que  con  ella  vayáis  creciendo  en  salud  i/  ro- 
bustez j 

3  si  es  caso  que  habéis  probado  cuan  dulce  es  el 
Señor. 

4  Al  cual  arrimándoos,  como  á  piedra  viva  que  es, 
desechada  sí  de  los  hombres ,  pero  escogida  de  Dios , 
y  apreciada  por  la  principal  del  edificio^ 

5  sois  también  vosotros,  á  manera  de  piedras  vivas, 
edificados  encima  de  él  ',  siendo  como  una  casa  es- 
piritual ,  como  un  nuevo  orden  de  sacerdotes  santos, 
para  ofrecer  víctimas  espirituales,  que  sean  agradables 
á  Dios  por  Jesu-Christo  '. 


1  La  palabra  de  Dios  ,  y   la  pailjcipaciou  del  tuorpo  y 
;s,uigie  do  Clirislo. 

2  Esto  es,  fie  Chiisto,  que  es  el  liindamcnto. 

3  Todos  los  cristianos  cu  cierto  sentido  son  \trdadcrd 


CAPÍTULO  II.  '219 

O  Pul  lo  (luc  dice  la  Kscrilura  '  :  Mirad  <iiie  yo 
>oy  á  poner  en  Sion  la  principal  piedra  del  ángulo, 
piedra  sclecla  y  preciosa ;  y  cualquiera  ciue  por  la  i'é 
se  apoyare  sobre  ella,  no  quedará  confundido. 

7  Así  que  para  vosotros  que  creéis,  sirve  de  honra  ; 
mas  para  los  incrédulos ,  esta  es  la  piedra  que  dese- 
charon los  fabricantes ,  y  no  obstante  vino  á  ser  la 
principal  ó  la  punta  del  ángulo  - ; 

S  piedra  de  tropiezo,  y  piedra  de  escándalo  para 
los  que  tropiezan  en  la  palabra  del  Evawjdio,  y  no 
creen  en  Chrislo ,  aun  cuando  fueron  á  esto  desti- 
nados '. 

9  Vosotros  al  contrario  sois  el  linage  escogido  , 
una  clase  de  sacerdotes  reyes,  gente  santa,  pueblo  de 
conquista  * ;  para  publicar  las  grandezas  de  aquel  que 
os  sacó  de  las  tinieblas  á  su  luz  admirable. 

10  Vosotros  que  antes  no  erais  tan  siquiera  pue- 


luente  sacerdotes,  pues  los  santos  deseos  y  buenas  obraá 
son  otros  tantos  sacrificios  espirituales  que  deben  ofrecer  á 
Dios  por  medio  de  Jesu-Christo  sobre  el  altar  de  su  cora- 
zón cou  el  fuego  de  una  ardiente  caridad.  Nótese  que  en  el 
canon  de  la  misa  se  dice  :  Acordaos  también  ,  Señor  ,  de 
iodos  los  que  están  iiresentes ,  por  los  cuales  os  ofrecemos 
ó  los  cuales  os  ofrecen  este  sacrificio  de  alabanza,  etc. 

1  /.?.  XXyiII.  V.  lÜ.  —  fíom.  IX  V.  33. 

2  Psalm.  CXyil.  v.  2¿.~^Is.  VIH.  v.  4. 

3  Es  decir  ,  llamados  á  la  fé  ;  pero  abaudouadoi»  á  la  ni 
icdulidad  ,  por  causa  de  su  malicia  y  dureza  de  corazón 

1  Rescatado  á  costa  de    la  sangre   de  Jcsu-Christo  ,  y 
í^or  la  Nirtud  de  su  gracia. 


220  EFIST.  PRIMERA  DE  SAN  PEDRO. 

blo ,  y  ahora  sois  el  pueblo  de  Dios ;  que  no  habíais 
alcanzado  misericordia,  y  ahora  la  alcanzasteis. 

1 1  Por  esto ,  queridos  mios,  os  suplico  que,  como 
extrangeros  y  peregrinos  que  sois  en  este  mundo ,  os 
abstengáis  de  los  deseos  carnales,  que  combalen  con- 
tra el  alma, 

12  llevando  una  vida  ajustada  entre  los  gentiles; 
á  fin  de  que ,  por  lo  mismo  que  os  censuran  como  á 
malhechores,  reflexionando  sobre  las  obras  buenas  que 
observan  en  vosotros,  glorifiquen  á  Dios  en  el  dia  en 
que  los  visitará  '. 

13  Estad  pues  sumisos  í\  toda  humana  criatura  que 
se  halle  constituida  sobre  vosotros  ^  y  esto  por  respeto 
á  Dios;  ya  sea  al  rey,  como  que  está  sobre  lodos  ^ ; 

14  ya  á  los  gobernadores  ,  como  puestos  por  él  para 
castigo  de  los  malhechores ,  y  alabanza  y  premio  de  los 
buenos ; 

1 5  pues  esta  es  la  voluntad  de  Dios  ,  que  obrando 
bien,  tapéis  la  boca  á  la  ignorancia  de  los  hombres  ne- 
cios é  insensatos  : 

16  como  libres,  si,  mas  no  cubriendo  la  malicia 
con  capa  de  libertad  ,  sino  obrando  en  todo  como  sier- 
vos de  Dios,  esto  es ,  por  amor. 


1  O  en  que  Dios  los  ¡luiniue  con  su  gracia. 

2  La  verdadera  piedad  y  religión  inspiran  siempre  su- 
misión y  obediencia  al  soberano.  La  obediencia  del  vasallo 
no  pende  de  la  conducta  de  vida  ni  de  la  piedad  de  los 
.si.beranos,  sino  del  orden  y  voluntad  de  Dios,  cuya  [>ro^  i 
doücia  los  ha  establecido  sobre  sus  subditos. 


CAPÍTULO    II.  221 

1 7  Honrad  á  lodos  ;  amad  á  los  heriiianos ;  temed 
á  Dios ;  respetad  al  rey. 

18  Vosotros,  los  siervos,  estad  sumisos  con  todo 
temor  i/  respeto  á  los  amos  ,  no  tan  solo  á  los  bue- 
nos y  apacibles ,  sino  también  á  los  de  recia  condi- 
ción. 

19  Pues  el  mérito  está  en  sufrir  uno,  por  res 
peto  á  Dios  que  le  vé ,  penas  padecidas  injustamente. 

20  Porque  ¿qué  alabanza  merecéis,  si  por  vues- 
tras faltas  sois  castigados  de  vuestros  amos  ,  y  lo  su 
frís?  Pero  si  obrando  bien,  sufrís  con  paciencia  los 
malos  tratamientos ;  en  eso  está  el  mérito  para  con 
Dios. 

21  Que  para  esto  fuisteis  llamados  á  la  dignidad  de 
hijos  de  Dios;  puesto  que  también  Christo,  nuestra  ca- 
beza ,  padeció  por  nosotros ,  dándoos  ejemplo  ,  para 
que  sigáis  sus  pisadas. 

22  El  cual  no  cometió  pecado  alguno ,  ni  se  hallo 
dolo  en  su  boca  : 

23  quien,  cuando  le  maldecían,  no  retornaba  mal- 
diciones ;  cuando  le  atormentaban ,  no  prorumpia  en 
amenazas;  antes  se  ponia  en  manos  de  aquel  que  le 
sentenciaba  injustamente  '  : 

24  él  es  el  que  llevó  la  pena  de  nuestros  pecados 
en  su  cuerpo  sobre  el  madero  de  la  cruz ,  á  fin  de 
que   nosotros  muertos  á  los  pecados ,  vivamos  á  la 


Reservando  á  Dios  la  justa  venganza. 


á22  EPÍST.   PUIMEIU  DE  SAN  PEDRO. 

justicia ,  y  él  es  por  cuyas  Hagas  fuisteis  vosotros  sa- 
nados '. 

25  Porque  andabais  como  ovejas  descarriadas,  mas 
ahora  os  habéis  convertido  y  reunido  al  pastor,  y  obis- 
po ó  siipermtemlentc  de  vuestras  almas. 

CAPÍTULO  111. 

üa  saludables  ai'isos  a  los  casados  en  particular,  y  ex- 
horta a  todos  los  fieles  á  la  caridad,  ¿inocencia  de  vida  , 
y  á  la  paciencia  en  tas  adversidades ,  á  imitación  de  Jesn- 
(^lirislo. 

1  Asimismo  las  mugeres  sean  obedientes  á  sus  ma- 
ridos ,  á  fin  de  que  con  eso  si  algunos  no  creen  por  el 
medio  de  la  predicación  de  la  palabra ,  sean  ganados 
sin  ella  por  solu  el  trato  con  sus  mugeres  , 

2  considerando  la  pureza  de  la  vida  que  llevan ,  y 
el  respeto  que  les  tienen. 

3  El  adorno  de  las  cuales  no  ha  de  ser  por  defuera 
con  los  rizos  del  cabello  ,  ni  con  diges  de  oro,  ni  gala 
de  vestidos  '  : 

4  la  persona  interior  ,  escondida  en  el  corazón  ,  es 
la  que  se  debe  adornar  con  el  atavio  incorruptible  de 
un  espíritu  «le  dulzura  y  de  paz,  lo  cual  es  un  prc 

( ioso  adorno  á  los  ojos  de  üios. 


I   De  las  rjiic  »l   pecado  li;d»in  hcch(3  en  lodos  los  lioin- 
bres. 

•i  I.  Ttmu/h.  II.  V.  í). 


CAPÍTULO    III.  223 

5  Porque  asi  también  se  ataviaban  antiguamente 
aquellas  santas  mugeres ,  que  esperaban  en  Dios ,  vi- 
viendo sujetas  á  sus  maridos. 

6  Al  modo  que  Sara  era  obediente  á  Abraham  ,  á 
quien  llamaba  su  señor  :  de  ella  sois  hijas  vosotras , 
si  vivís  bien  ,  y  sin  amedrentaros  por  ningún  temor  '. 

7  Maridos,  vosotros  igualmente  habéis  de  cohabi- 
tar con  vuestras  mugeres ,  tratándolas  con  honor ,  y 
discreción  como  á  sexo  mas  flaco ,  y  como  á  cohere- 
deras de  la  gracia  ó  beneficio  de  la  vida  eleima ;  á  fin 
de  que  ^  nada  estorbe  el  efecto  de  vuestras  oraciones. 

8  Finalmente ,  sed  todos  de  un  mismo  corazón  , 
compasivos ,  amantes  de  todos  los  hermanos ,  miseri- 
cordiosos ,  modestos  ,  humildes ; 

9  no  volviendo  mal  por  mal ,  ni  maldición  por  mal- 
dición ,  antes  al  contrario  bienes  ó  bendiciones ;  por- 
que á  esto  sois  llamados ' ,  á  fin  de  que  poseáis  la  he- 
rencia de  la  bendición  celestial. 

10  Así  pues  el  que  de  veras  ama  la  vida,  y  quiere 
vivir  dias  dichosos ,  refrene  su  lengua  del  mal ,  y  sus 
labios  no  se  despleguen  á  favor  de  la  falsedad  ^. 

1 1  Desvíese  del  mal ,  y  obre  el  bien  :  busque  con 
ardor  la  paz ,  y  vaya  en  pos  de  ella  ; 

12  pues  el  Señor  tiene  fijos  sus  ojos  sobre  los  justos, 


1  Sin  que  os  venza  respeto  mnndano ,  ni   perturbación 
alguna. 
.,    2  Viviendo  pacíficamente  con  ellas. 

3  Y  esta  resignación  y  duiznra  os  es  necesaria, 

4  Psalm.  XXXIII.  r  13 


224  EPÍST.    PRIMERA  DE  SAN   PEDRO. 

y  escucha  propicio  las  súplicas  de  ellos,  al  paso  que 
mira  con  ceño  á  los  que  obran  mal  ". 

13  ¿Y  quién  hay,  que  pueda  dañaros,  si  no  pen- 
sáis mas  que  en  obrar  bien  ? 

14  Pero  si  sucede  que  padecéis  algo  por  amor  á  la 
justicia,  sois  bienaventurados.  No  temáis  los  fieros  de 
los  enemigos,  ni  os  conturbéis. 

15  Sino  bendecid  en  vuestros  corazones  al  Señor 
Jcsu-  Christo  ^ ,  prontos  siempre  á  dar  satisfacción  á 
cualquiera  que  os  pida  razón  de  la  esperanza  ó  Reli- 
gión en  que  vivís  : 

16  bien  que  debéis  hacerlo  con  modestia  y  cir- 
cunspección ,  como  quien  tiene  buena  conciencia ;  por 
manera  que,  cuando  murmuran  de  vosotros  los  que 
calumnian  vuestro  buen  proceder  en  Christo  ,  queden 
conftindidos. 

17  Pues  mejor  es  padecer  (  si  Dios  lo  quiere  así  ) 
haciendo  bien ,  que  obrando  mal , 

18  porque  también  Christo  ^  murió  una  vez  por 
nuestros  pecados ,  el  justo  por  los  injustos ,  á  fin  de 
reconciliarnos  con  Dios,  habiendo  sido  á  la  verdad 
muerto  según  la  carne  *,  pero  vivificado  por  el  espí- 
ritu de  Dios  ^. 


1  i?.  /.  V.  16. 

2  É  instruyéüdoos  bien  en  la  Religión  ,  e.stad  pronto» 
siempre,  etc. 

vS  A  quien  debemos  imitar. 

4  Para  hacernos  morir  con  él  al  pecado. 

5  Que  le  resucitó  inmortal  y  glorioso. 


CAPÍTULO    ill.  225 

l'J  Kn  el  cual,  6  por  cuyo  movimiento ,  fue  tam- 
bién á  predicar  á  los  espirilus  encarcelados  '  , 

20  que  habían  sido  incrédulos  en  otro  tiempo  , 
cuando  les  estaba  esperando  á  penitencia  aquella  larga 
paciencia  de  Dios  en  los  dias  de  Noó ,  al  fabricarse 


1  Este  es  uno  de  los  lugares  mas  difíciles  del  Nuevo 
Testamento.  Entre  varias  interpretaciones,  dos  son  las  mas 
seguidas.  El  mayor  número  de  santos  Padres  ,  como  san 
Athanasio  ,  san  Cyrilo ,  san  Clemente  Alejandrino  ,  san  Jus- 
tino, san  Ireneo  ,  san  Gerónimo,  etc.  creen  que  san  Pedro 
habla  de  Jesu-Christo  cuando  bajó  al  infierno  ó  limbo  á 
anunciar  á  las  almas  de  los  justos  ,  allí  detenidos,  la  li- 
bertad ó  redención,  y  á  sacarlas  de  aquel  lugar  en  que 
estaban  como  encarceladas,  ó  detenidas,  esperando  al 
Redentor.  Y  especialmente  habla  san  Pedro,  según  opina 
Belarmino  (  Lib.  IT.  de  anima  Chñsíi,  c,  13.  )  de  las  almas 
de  aquellos  que  al  principio  no  creyeron  las  exhortaciones 
de  Noé ,  que  en  nombre  de  Dios  les  amenazaba  con  el  dilu- 
vio; pero  que  al  fln  se  convirtieron  antes  de  llegar  este,  é 
hicieron  penitencia,  como  también  cree  san  Gerónimo.  La 
otra  interpretación,  que  'es  de  san  Agustin ,  del  V.  Beda  , 
de  Sto.  Thomás  ,  etc.  toma  la  palabra  cárcel  en  un  sentido 
místico  por  el  cuerpo  ,  y  explica  este  lugar,  diciendo  que 
Jesu-Christo  con  el  mismo  espíritu  por  el  cual  resucitó,  y 
del  cual  llenó  al  Patriarca  Noé  ,  predicó  á  los  incrédulos 
y  pecadores  del  tiempo  de  este  Patriarca  la  penitencia,  los 
cuales,  privados  de  la  luz  de  la  fé  ,  vivian  como  encerrados 
en  su  carne  depravada.  A  los  tales  predicó  mucho  tiempo 
el  Espíritu  de  Christo  por  boca  de  Noé  ,  especialmente 
durante  los  120  años  que  duró  la  fabricación  del  arca.  El 
P.  Sá  entiende  por  espíritus  las  almas,  y  por  cárcel  el  pur- 
gatorio. 

20 


230  RPÍST.   PRIMERA  DE   SAN  PEDRO. 

el  arca ' ;  en  la  cual  pocas  personas,  es  á  saber  ocho 
solamente ,  se  salvaron  en  medio  del  agua. 

21  Lo  que  era  figura  del  bautismo  de  ahora,  el 
cual  de  una  manera  semejante  os  salva  á  vosotros ,  no 
con  quitar  las  manchas  de  la  carne  ^ ,  sino  justificando 
la  conciencia  para  con  Dios  por  la  virtud  de  la  resur- 
rección de  Jesu-Christo  , 

22  el  cual ,  después  de  haber  devorado  la  muerte  , 
á  fin  de  hacernos  herederos  de  la  vida  eterna ,  está  á  la 
diestra  de  Dios ;  habiendo  subido  al  cielo ,  y  están- 
dole  sumisos  los  ángeles ,  y  las  potestades ,  y  las  \ir- 
tvides. 

CAPÍTULO  IV. 

Exhorta  á  huir  de  los  ¡lasados  vicios ,  y  á  la  práctica  de  la^ 
virtudes  ¡Jara  atraer  á  la  fe  a  los  gentiles  ;  y  dice  que  de- 
bemos alegrarnos  de  padecer  por  amor  de  Christo. 

1  Habiendo  pues  Chrislo  padecido  jior  nosotros  la 
muerte  en  su  carne ,  armaos  también  vosotros  de  osla 
consideración  ;  y  es  que  quien  mortificó  ó  murió  á  la 
carne  por  el  bautismo ,  acabado  ha  de  pecar. 

2  He  sufcrtG  que  ya  el  tiempo  que  le  queda  en  esla 
vida  mortal,  viva  ,  no  conforme  á  las  pasiones  huma- 
nas ,  sino  conforme  á  la  voluntad  de  Dios. 

1  Y  qne  al  fin  viendo  qXits' comenzaba  ya  el  diluvio,  se 
convirtieron  de  veras  a  Dios  ,  y  salvaron  sii  alma,  ya  que 
1)0  su  cnerpo  ,  por  no  estar  en  el  arca. 

2  Como  los  lavatorios  ó  purificaciones  de  los  judíos. 


I 


CAiMTULO    IV.  ^2  < 

3  Poique  demasiado  tiempo  habéis  pasado  diuaule 
vuestra  vida  anterior ,  abandonados  á  las  mismas  pa- 
siones que  los  paganos,  viviendo  en  lascivias,  en  co- 
dicias, en  embriagueces  ,  en  glotonerias  ,  en  excesos, 
en  las  bebidas  ,  y  en  idolatrías  abominables. 

4  Ai  presente  los  infieles  extrañan  nmcho  que  no 
concurráis  vosotros  á  los  mismos  desórdenes  de  lor 
peza  ,  y  os  llenan  de  vituperios. 

5  Mas  ellos  darán  cuenta  á  aquel  que  tiene  dis 
puesto  el  juzgar  á  vivos  y  á  muertos  '. 

6  Que  aun  por  eso  ha  sido  predicado  también  el 
Evangelio  á  los  muertos ' ;  para  que  habiendo  sido 
juzgados  ó  castigados  delante  de  los  hombres  según 
la  carne,  recibiesen  delante  de  Dios  la  vida  del  Espi 
ritu. 

7  Por  lo  demás  el  fin  de  todas  las  cosas  se  va  acer- 
cando. Por  tanto  sed  prudentes,  y  así  estad  adverti- 
dos, y  velad  en  oraciones  continuas  y  fervorosas.     « 

8  Pero  sobre  todo  mantened  constante  la  múlua 
caridad  entre  vosotros,  porque  la  caridad  cubre  ó  disi- 
imda  muchedumbre  de  pecados  '. 

9  Ejercitad  la  hospitalidad  los  unos  con  los  otros 
sin  murmuraciones. 

10  Comunique  cada  cual  al  prójimo  la  gracia  ó  don, 
según  que  la  recibió,  como  buenos  dispensadores  de 

1  A  fieles  y  á  infieles.  • 

2  A  las  almas  de  loá  que  niuiieron  arrepentidos  en 
tiempo  del  diluvio,  ó  á  los  idólatras  y  pecadores. 

3  Prov.  X.  V.  12. 


228  EPÍST.   PUIMERA  DE  SAN  PEDRO. 

los  dones  de  Dios,  los  cuales  son  de  muchas  maneras. 

11  El  que  habla  ó  predica  la  palabra  divina,  há- 
galo de  modo  que  parezca  que  habla  Dios  por  su  boca ; 
quien  tiene  algún  mmxsiQxio  eclesiástico,  ejercitele  co- 
mo una  virtud  que  Dios  le  ha  comunicado, 'á  fin  de 
que  en  todo  cuanto  hagáis,  sea  Dios  glorificado  por 
Jesu-Christo,  cuya  es  la  gloria,  y  el  imperio  por  los 
siglos  de  los  siglos  :  Amen. 

12  Carísimos,  cuando  Dios  os  prueba  con  el  fuego 
de  las  tribulaciones,  no  lo  extrañéis,  como  si  os  acon- 
teciese una  cosa  muy  extraordinaria ; 

13  antes  bien  alegraos  de  ser  participantes  de  la 
pasión  de  JesK-Christo,  para  que  cuando  se  descubra 
su  gloria ,  os  gozeis  también  con  él  llenos  de  júbilo. 

14  Si  sois  infamados  por  el  nombre  de  Chrislo, 
seréis  bienaventurados ;  porque  la  honra,  la  gloria  y 
la  virtud  de  Dios,  y  su  Espíritu  mismo,  reposa  sobre 
vosotros. 

15  Pero  jamás  venga  c!  caso  en  que  alguno  de  vos- 
otros padezca  por  homicida ,  ó  ladrón  ,  ó  maldicienle, 
ó  codiciador  de  lo  ageno. 

16  Mas  si  padeciere  por  ser  cristiano,  no  se  aver- 
güenze, antes  alabe  á  Dios  por  tal  causa  , 

17  pues  tiempo  es  de  que  comienzc  el  juicio  por 
la  casa  de  Dios.  Y  si  primero  empieza  por  nosotros  ', 
¿  cuál  será  el  paradero  de  aquellos  (juc  no  creen  al 
Evangelio  de  Dios  i' 

1  Que  somos  sus  ilonicütiros  y  scividorcs. 


CAFÍTüLO    V.  220 

18  Que  si  el  juslo  á  duras  penas  se  salvará,  ^;á 
dónde  irán  el  impío  y  el  pecador  '  i^ 

19  Por  lanío,  aquellos  mismos  que  padecen  po» 
!a  voluntad  de  Dios,  encomienden  por  medio  de  las 
buenas  obras  sus  almas  al  Criador,  el  cual  es  Gel ". 


CAPITULO  V. 

Avisos  saludables  á  los  prelados  de  la  Iglesia,  ij  a  los  ski 

ditos  :  encarga  á  los  jóvenes  la  obediencia  y  la  humildad  ; 

y  exhona  a  lodos  á  velar  contra  las  tentaciones  del  de 

monio. 

•»  . 

1  Eslo  aupueslo,  á  los  presbyleros  ^  que  hay  entre 
vosotros,  suplico  yo,  vuestro  compresbylero  y  testigo 
de  la  pasión  de  Christo,  como  también  participante 
de  su  gloria  ^,  la  cual  se  ha  de  manifestar  ú  iodos  en 
lo  porvenir  ' ; 

2  que  apacentéis  la  grey  de  Dios  puesta  á  vuestro 
cargo,  gobernándola  y  velando  sobre  ella,  no  precisa- 
dos  por  la  necesidad ,  sino  con  afectuosa  voluntad  que 
sea  según  Dios ;  no  por  un  sórdido  interés,  sino  gra- 
lúitamente; 


1  ^:  Cómo   pueden   esperar  salvarse   por  el  camiuü   dtl 
regalo  y  de  los  vicios  :' 

2  Y  las  guardará  y  pro  miará  scguu  su  mérito. 

3  Véase  Presbyleros, 

4  Allá  cu  el  monte  ThaLor, 

5  O  en  la  segunda  venida  gloriosa  de  Jesu-Christo, 


230  EPi'ST.    PRIMERA  DE  SAN  PEDRO. 

3  ni  como  que  queréis  tener  señorío  sobre  el  clero 
ó  la  heredad  del  Seíior  ' ,  sino  siendo  verdaderamente 
dechados  de  la  grey  : 

4  que  cuando  se  dejará  ver  el  príncipe  de  los  pas- 
tores Jesu-Christo,  recibiréis  una  corona  inmarcesci- 
ble  de  gloria. 

5  Vosotros  igualmente  ¡  oh  jóvenes !  estad  sujetos  á 
los  ancianos  ó  sacerdotes  ^.  Todos  en  fin  inspiraos  re- 
cíprocamente 1/  ejercitad  la  humildad ,  porque  Dios 
resiste  á  los  soberbios,  pero  á  los  humildes  les  da  su 
gracia. 

6  Humillaos  pues  bajo  la  mano  poderosa  de  Dios, 
para  que  os  exalte  al  tiempo  de  su  visita  ó  del  juicio^ 

7  descargando  en  su  afnoroso  seno  todas  vuestras 
solicitudes,  pues  él  tiene  cuidado  de  vosotros. 

8  Sed  sobrios,  y  'estad  en  continua  vela ,  porque 
vuestro  enemigo  el  diablo  anda  girando  como  león  ru- 
giente al  rededor  de  vosotros,  en  busca  de  presa  que 
devorar  : 

ü  resistidle  firmes  en  la  fé  ,  sabiendo  que  la  misma 
tribulación  padecen  vuestros  hermanos,  cuantos  hay  en 
el  mundo. 

10  Mas  Dios,  dador  de  toda  gracia ,  que  nos  llamó 
a  su  eterna  gloria  por  Jesu-Christo,  después  que  hayáis 
padecido  un  poco,  él  mismo  os  perleccionará,  fortifi- 
cará y  consolidará. 


1  El  pueblo  de  Israel  se  llamaba  clero,  esto  es,  herencia 

críe  ó  patrimonio  de  Dios 

"i  IVlartiiii  traduce  :  á  sacerdoti. 


i 


CAPITULO    V.  231 

1 1  A  él  sea  dada  la  gloria  y  el  poder  soberano  por 
los  siglos  de  los  siglos.  Amen. 

12  Por  Silvano,  el  cual  es,  á  mi  juicio,  un  fiel 
hermano,  os  he  escrito  brevemente  ,  declarándoos  y 
protestándoos,  que  la  verdadera  gracia  de  Dios,  ó  la 
verdadera  Religión,  es  esta ,  en  que  vosotros  perma- 
necéis constantes. 

13  La  Iglesia  que,  escogida  por  Dios  como  vos- 
otros, mora  en  esta  Babylonia  ',  os  saluda,  y  mi  hijo 
Marcos. 

14  Saludaos  mutuamente  con  el  ósculo  santo.  La 
gracia  sea  con  todos  vosotros,  los  que  estáis  unidos  en 
Christo  Jesús.  Amen. 


I  Toda  la  antigüedad  ha  entendido  siempre  aquí  poi 
BabyLnia  la  ciudad  de  Roma.  V^éanse  Calmet ,  Crocio,  etc, 
y  la  ñola    al  verso  2.  del  cap.  XVll  de!  Apocahjim. 


FL\   DE  LA  EPIST.  PRlMtRA  DE  SAN  PEDRO. 


ADVERTENCIA 


SOBRE 


LA  EPl'ST.  SEGUNDA  DEL  APÓSTOL  S.  PEDRO. 


Esta  carta  parece  que  va  dirigida  d  ion 
Quismos  que  la  primera ,  para  fortalecerlos 
contra  las  heregías  que  desde  entonces  se  le- 
vantaban en  la  Iglesia  ^  especialmente  contra 
los  que  ahora  llamamos  epicúreos;  y  que  la 
escribió  poco  antes  de  su  muerte,  según  indi- 
can las  palabras  del  cap.  I.  v.  il\.  Suele  mi- 
rarse como  su  testamento. 


epístola  SEGUNDxV 
DEL  APÓSTOL  S.  PEDRO, 


CAPITULO  PRIMERO. 

La  memoria  de  lus  grandes  dones  recibidos  de  Dios  hu  de 
animarnos  a  avanzar  en  el  camino  de  la  virtud  ,  para  po- 
der entrar  en  el  reino  de  Dios.  Habla  de  su  cercana 
muerte  ;  y  de  la  verdad  de  la  doctrina  del  Evangelio. 

1  Simón  Pedro,  siervo  y  apóstol  de  Jesis-Chrislo, 
á  los  que  han  alcanzado  igual  fé  con  nosotros  por  la 
justicia  1/  méritos  del  Dios,  y  salvador  nuestro  Jesu- 
Cjjrislo. 

2  La  gracia  y  paz  crezca  mas  y  mas  en  vosotros  por 
el  conocimiento  de  Dios,  y  de  nuestro  Señor  Jesu- 
Christo , 

3  así  corao  todos  los  dones  que  nos  ha  dado  su  po 
(Icr  divino,  correspondientes  á  la  vida  y  á  la  piedad 

rist/ana  ,  senos  han  comunicado  por  c!  conocimien 
lo  de  aquel  que  nos  llamó  por  su  gloria  y  por  su  vir 
( ud  , 

4  también  por  él  mismo  nos  ha  dado  Dios  las  s'an- 


234  EPÍST.   SEGUNDA  DE  SAN  PEÜKO. 

des  y  preciosas  gracias  que  habla  prometido ;  para 
haceros  partícipes  por  medio  de  estas  mismas  gracias 
de  la  naturaleza  divina  ,  huyendo  la  corrupción  de  la 
concupiscencia  ,  que  hay  en  el  mundo. 

5  Vosotros  pues  habéis  de  poner  lodo  vuestro  eslu 
dio  y  cuidado,  en  juntar  con  vuestra  fé  la  fortaleza  , 
con  la  fortaleza  la  ciencia, 

O  con  la  ciencia  la  templanza ,  con  la  templanza  la 
paciencia ,   con  la  paciencia  la  piedad  , 

7  con  la  piedad  el  amor  fraternal ,  y  con  el  amor 
fraternal  la  caridad  ó  amor  de  Dios. 

8  Porque  si  estas  virtudes  se  hallan  en  vosotros,  y 
van  creciendo  mas  y  mas,  no  quedará  estéril  y  sin 
fruto  el  conocimiento  que  tenéis  de  nuestro  Señor 
Jesu-Chrislo. 

9  i\I¿is  quien  no  las  tiene,  está  ciego,  y  anda  con 
la  mano  á  tientas,  olvidado  de  qué  manera  fue  lavado 
de  sus  antiguos  delitos. 

10  Por  tanto,  hermanos  mios,  esforzaos  mas  y  mas, 
1/  haced  cuanto  podáis  para  asegurar  ó  ajinnar  vues- 
tra vocación ,  y  elección  por  medio  de  las  buenas  obras, 
porque  haciendo  esto,  no  pecaréis  jamás. 

11  Pues  de  este  modo  se  os  abrirá  de  par  en  par 
la  entrada  cu  el  reino  eterno  de  nuestro  Señor  y  Sal- 
vador Jesu-Christo. 

12  Por  lo  cual  no  cesaré  jamás  de  advertiros  eso 
mismo,  por  mas  que  vosotros  estéis  bien  instruidos  y 
confirmados  en  la  verdad  presente. 

13  Pues  me  parece  justo  el  despertaros  con  mis 


capítulo  i.  235 

amonestaciones,  mientras  estoy  en  este  ciiei'po  mortal 
como  en  una  tienda  de  campaña ; 

14  estando  cierto  de  que  presto  saldré  de  él,  se- 
gún me  lo  ha  significado  ya  nuestro  Señor  Jesu- 
Christo. 

15  Mas  yo  cuidaré  de  que  aun  después  de  mi  muer- 
te, podáis  con  frecuencia  hacer  memoria  de  estas  cosas. 

16  Por  lo  demás,  no  os  hemos  hecho  conocer  el 
poder  y  la  venida  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo, 
siguiendo  fábulas  ó  Jicciones  ingeniosas,  sino  como 
testigos  oculares  de  su  grandeza  '. 

17  Porque  al  recibir  de  Dios  Padre  aquel  glorioso 
testimonio,  cuando  desde  la  nube  en  que  apareció  con 
tanta  brillantez  la  gloria  de  Dios,  descendió  una  voz 
que  le  decia  :  Este  es  mi  Hijo  amado,  en  quien  estoy 
complaciéndome ,  escuchadle ; 

18  nosotros  oimos  también  esta  voz  venida  del 
cielo ,  y  vimos  su  gloria,  estando  con  él  en  el  monte 
santo  del  Thabor. 

19  Pero  tenemos  todavía  el  testimonio  mas  firmo 
que  el  nuestro,  que  es  el  de  los  Profetas ;  al  cual  ha- 
céis bien  en  mirar  atentamente,  como  á  una  antorcha 
que  luce  en  un  lugar  oscuro ,  hasta  tanto  que  ama- 
nezca el  dia  ^ ,  y  la  estrella  de  la  mañana  nazca  en 
vuestros  corazones : 


1  En  su  frasfiguracion  gloriosa. 

2  De  la  gloriosa  eternidad  ó  visión  clara  de  Dios ,  y  quede 
desvanecida  la  nube  de  la  fé. 


23G  lilMST.  SECUNDA    DE  SAN  PEDRO. 

W  bien  entendido  ante  todas  cosas,  que  ninguna 
profecía  de  la  Escritura  se  declara  por  interprelacion 
privada  '. 

21  Porque  no  traen  su  origen  las  profecías  de  la 
voluntad  de  los  hombres,  sino  que  los  varones  santos 
de  Dios  hablaron ,  siendo  inspirados  del  Espíritu 
santo  '. 

CAPÍTULO   11. 

Describe  las  malas  artes  de  los  falsos  doctores  y  de  sus  dis- 
cípulos los  incrédulos  ,  y  el  espantoso  y  repentino  castigo 
que  les  amenaza.  Avisa  á  los  fieles  que  se  guarden  de 
ellos. 

1  Verdad  es  que  hubo  también  falsos  profetas  en 
el  antiguo  pueblo  de  Dios,  así  como  se  verán  entre 
vosotros  maestros  embusteros,  que  introducirán  con 
disimulo  sectas  de  perdición  ,  y  renegarán  del  Señor 
que  los  rescató,  acarreándose  á  sí  mismos  una  pronta 
venganza. 

2  Y  muchas  gentes  los  seguirán  en  sus  disolucio- 
nes, por  cuya  causa  el  camino  de  la  verdad  será  infa- 
mado ^ ; 


1  //.  Timoth.  III.  V.  16. 

2  Y  así  es  que  á  la  Iglesia,  dirigida  por  él,  es  á  quien 
pertenece  la  interpretación  de  las  Escrituras  divinas. 

3  Atribuyéndose  á  la  Religión   los  vicios  de  los  que  la 
profesan, 


CAPÍTULO    H.  23? 

3  y  usando  de  palabras  fingidas  harán  tranco  de 
vosotros  por  avaricia ;  mas  el  juicio  que  tiempo  há  que 
les  amenaza ,  va  viniendo  á  grandes  pasos ,  y  no  está 
dormida  la  mano  que  debe  perderlos. 

4  Porque  si  Dios  no  perdonó  á  los  ángeles  delin- 
cuentes, sino  que  amarrados  con  cadenas  infernales 
los  precipitó  al  tenebroso  abismo ,  en  donde  son  ator- 
mentados ,  y  tenidos  como  en  reserva  hasta  el  dia  del 
juicio  ' ; 

5  si  tampoco  perdonó  al  antiguo  mundo  ^ ,  bien  que 
preservó  al  predicador  de  la  justicia  divina  Noé  con 
siete  personas,  al  anegar  con  el  diluvio  el  mundo  de 
los  impíos ; 

6  si  reduciendo  á  cenizas  las  ciudades  de  Sodoma 
y  Gomorrha ,  las  condenó  á  desolamiento ,  ponién- 


1  Compara  el  apóstol  los  falsos  apóstoles  á  los  demonios, 
porque  aquellos  tiran  como  estos  á  desviar  las  almas  del 
recto  camino  de  la  fé  y  de  la  virtud.  Los  ángeles  malos,  su- 
friendo ya  ahora  el  castigo  de  su  rebelión  ,  comparecerán 
en  el  juicio  final  á  oir  de  Jesu  Christo  una  pública  senten- 
cia de  su  condenación  contra  ellos,  y  los  hombres  que  hayan 
imitado  su  rebelión  contra  Dios.  Desde  entonces  quedarán 
encerrados  en  el  infierno  ,  ó  para  siempre  fijos  eu  un  lugar. 
Ahora  permite  Dios  que  ejerciten- á  los  buenos  ,  y  tienten  á 
los  hombres  al  mal  ,  para  que  merezcamos  la  corona  de  la 
gloria,  premio  de  los  que  pelean  y  vencen;  y  para  eso  nos 
ofrece  su  poderosa  gracia,  que  tantas  veces  desprecian 
los  hombres  ,  usando  mal  del  libre  albedrío,  que  Dios  les 
ha  dado  para  poder  merecer  con  lo  que  hagan, 

2  Esto  es,  á  los  hombres  anteriores  al  diluvio. 

ToM.  XV.  21 


I 


238  EPÍST.    SEGUNDA    DE    SAN    PEDRO. 

dolas  para  escarmiento   de  los  que  vivirán   impía- 
mente ; 

7  si  libertó  al  justo  Lot,  á  quien  estos  hombres  abo- 
minables afligian  ,  y  perseguian  con  su  vida  infame  ; 

8  pues  conservaba  puros  sus  ojos  y  oidos  ,  morando 
entre  gentes  que  cada  día  sin  cesar  atormentaban  su 
alma  pura  con  obras  detestables  : 

9  luego  bien  sabe  el  Señor  librar  de  la  tentación  á 
los  justos ,  reservando  los  malos  para  los  tormentos  en 
el  dia  del  juicio ; 

10  y  mayormente  aquellos  que,  para  satisfacer  sus 
impuros  deseos,  siguen  la  concupiscencia  de  la  carne,  y 
desprecian  las  potestades,  osados ,  pagados  de  sí  mis- 
mos ,  que  blasfemando  no  temen  sembrar  heregías  '  : 

1 1  como  quiera  que  los  ángeles  mismos ,  con  ser 
tanto  mayores  en  fuerza  y  poder,  no  condenan  con 
palabras  de  execración  ni  maldición  á  los  de  su  es- 
pecie '^. 

12  Mas  estos  otros,  que  por  el  contrario,  como 
brutos  animales,  nacidos  para  ser  presa  del  hombre, 
ó  para  el  lazo  y  la  matanza  ,  blasfeman  de  las  cosas 
que  ignoran,  perecerán  en  los  vergonzosos  desórdenes 
en  que  están  sumergidos. 


1  Blasfemando  la  sana  doctrina,  y  maldiciendo  á  todos 
los  superiores, 

2  Esto  es,  á  los  demonios,  por  ser  estos  criaturas  de  Dios. 
Otros  traducen  :  No  pueden  resistir  la  horrenda  condena- 
ron fulminada  contra  ellos.  Véase  Martini. 


CAPÍTULO    11.  235) 

13  recibiendo  la  paga  de  su  iniquidad,  ya  que  po- 
nen su  felicidad  en  pasar  cada  día  enlre  placeres ; 
siendo  la  misma  horrura  y  suciedad ,  regoldando  delei- 
tes ,  mostrando  su  disolución  en  los  convites  que  ce- 
lebran con  vosotros , 

14  como  que  tienen  los  ojos  llenos  de  adulterio  y 
de  un  continuo  pecar.  Ellos  atraen  con  halagos  las  al- 
mas ligeras  é  inconstantes  ,  teniendo  el  corazón  ejer- 
citado en  todas  las  mañas  que  puede  sugerir  la  ava- 
ricia ;  son  hijos  de  maldición  ; 

15  han  dejado  el  camino  recto  y  se  han  descarriado, 
siguiendo  la  senda  de  Baiaam  hijo  de  Bosor ,  el  cual 
codició  el  premio  de  la  maldad ; 

IG  mas  tuvo  quien  reprendiese  su  sandez  y  mal  de- 
siíjyiio  :  una  muda  bestia  ó  burra  en  que  iba  montaiic  , 
hablando  en  voz  humana,  refrenó  la  necedad  del  Pn 
felá  '. 

17  Estos  tales  son  fuentes  - ,  pero  sin  agua  ,  y  nie 
blas  agitadas  por  torbellinos  que  se  mueven  tí  todas 
partes ,  para  los  cuales  está  reservado  el  abismo  de  l¿s 
tinieblas. 

18  Porque  profiriendo  discursos  pomposos  Menos 
de  vanidad  ,  atraen  con  el  cebo  de  apetitos  carnales  d;^ 
lujuria  á  los  que  poco  antes  hablan  huido  de  la  com- 
pañía de  los  que  profesan  el  error  ; 

19  prometiéndoles  libertad,  cuando  ellos  mismos 


1  Nam.  xxii-xxm.—xxir. 

2  Ma^niticas  en  la  apariencia  ,  pero  secas. 


240  EPÍST.    SEGUNDA    DE    SAN    PEDRO. 

son  esclavos  de  la  corrupción  ,  pues  quien  de  olro  es 
vencido ,  por  lo  mismo  queda  esclavo  del  que  le  venció. 

20  Porque  si  después  de  haberse  apartado  de  las 
asquerosidades  del  mundo  por  el  conocimiento  de 
nuestro  señor  y  salvador  Jesu-Christo ,  enredados  otra 
vez  en  ellas,  son  vencidos,  su  postrera  condición  viene 
á  ser  peor  que  la  primera. 

21  Por  lo  que  mejor  les  fuera  no  haber  conocido 
el  camino  de  la  justicia,  que  después  de  conocido,  vol- 
ver atrás  y  abandonar  la  Ley  santa  que  se  les  habia 
dado; 

22  cumpliéndose  en  ellos  lo  que  suele  signiflcarse 
por  aquel  refrán  verdadero  :  Volvióse  el  perro  á  comer 

.  lo  que  vomitó :  y,  La  marrana  lavada  á  revolcarse  eo 
el  cieno. 


CAPITULO  HL 

Los  amonesta  nuevamente  contra  los  falsos  doctores,  y  ha- 
bla de  la  segunda  venida  del  Señor.  Alaba  las  epístolas  de 
san  Pablo ,  y  dice  que  eran  adulteradas  por  los  igno- 
rantes. 

1  Esta  es  ya,  carísimos  mios,  la  segunda  carta  que 
os  escribo,  procurando  en  las  dos  avivar  con  mis  ex- 
hortaciones vuestro  ánimo  sencillo  ó  sincero; 

2  para  que  tengáis  presentes  las  palabras  que  os  he 
dicho  antes ,  de  los  santos  Profetas ,  y  los  preceptos 
que  el  Señor  y  Salvador  nuestro  os  ha  dado  por  medio 
de  nosotros ,  que  somos  sus  apóstoles : 


CAPITULO    111.  241 

3  estando  ciertos  ante  todas  cosas ,  de  que  vendrán 
en  los  últimos  tiempos  impostores  artificiosos ,  arras- 
trados de  sus  propias  pasiones , 

4  diciendo  :  ¿  Dónde  eslá  la  promesa  ó  el  segundo 
advenimiento  de  este '  ?  porque  desde  la  muerte  de 
nuestros  padres  ó  Patriarcas ,  todas  las  cosas  per- 
manecen del  modo  mismo  que  al  principio  fueron 
criadas. 

5  Yes  que  no  saben,  porque  quieren  ig-norarlo,  que 
al  principio  fue  criado  el  cielo  por  la  palabra  de  Dios, 
como  asimismo  la  tierra  ^ ,  la  cual  apareció  salida  del 
agua ,  y  subsiste  en  medio  de  ella ; 

6  y  que  por  tales  cosas ,  el  mundo  de  entonces  pe- 
reció anegado  en  las  aguas  del  diluvio. 

7  Así  los  cielos ,  que  ahora  existen ,  y  la  tierra ,  se 
guardan  por  la  misma  palabra ,  para  ser  abrasados  por 
el  fuego  en  el  dia  del  juicio ,  y  del  exterminio  de  los 
hombres  malvados  é  impíos. 

8  Pero  vosotros ,  queridos  mios ,  no  debéis  ignorar 
una  cosa ,  y  es  que  un  dia  respecto  de  Dios  es  como 
mil  años,  y  mil  años  como  un  dia  ^ . 

9  No  retarda  pues  el  Señor  su  promesa,  como  al- 
gunos juzgan ,  sino  que  espera  con  mucha  paciencia 


J   En  cuyo  tiempo,  según  dijo,  había  de  mudar  todas 
las  cosas  ? 

2  Véase  Mundo. 
^  3  Porque  para  el  do  hay  nada  pasado  ni  venidero,  sino 
q'ie  todo  es  preáente. 


242  EPÍST.     SEGUNDA    DE    SAN    PEDRO. 

por  amar  de  vosotros  el  vcniv  como  juez,  no  queriendo 
que  ninguno  perezca ,  sino  que  todos  se  conviertan  á 
penitencia. 

10  Por  lo  demás  el  dia  del  Señor  vendrá  como 
ladrón  ' ;  y  entonces  los  cielos  con  espantoso  estruendo 
pasarán  de  una  parte  á  otra ,  los  elementos  con  el  ar- 
dor del  fuego  se  disolverán,  y  la  tierra ;,  y  las  obras  que 
hay  en  ella,  serán  abrasada 

11  Pues  ya  que  todas  estas  cosas  han  de  ser  des- 
hechas ,  ¿  cuáles  debéis  ser  vosotros  en  la  santidad  de 
vuestra  vida ,  y  piedad  de  costumbres , 

12  aguardando  con  ansia,  y  corriendo  á  esperar  la 
venida  del  dia  del  Señor,  dia  en  que  los  cielos  encen- 
didos se  disolverán,  y  se  derretirán  los  elementos  con 
el  ardor  del  fuego  ? 

13  Bien  que  esperamos,  conforme  á  sus  promesas, 
nuevos  cielos  y  nueva  tierra ,  donde  habitará  eteima  - 
mente  la  justicia. 

14  Por  lo  cual,  carísimos,  pues  tales  cosas  espe- 
ráis, haced  lo  posible  para  que  el  Señor  os  halle  sin 
mancilla ,  irreprensibles  y  en  paz  ' ; 

15  y  creed  que  es  para  salvación  la  longanimidad 
ó  larga  paciencia  de  nuestro  Señor  ',  según  que  tam- 
bién nuestro  carísimo  hermano  Pablo  os  escribió  con 
forme  á  la  sabiduría  que  se  le  ha  dado , 

i  F]sto  es  ,  de  repente  ,  y  á  la  hora  laciiOs  pensada, 

2  Cou  Dios  y  con  vueslio  prójimo. 

3  Que  solo  difiere  su  segunda  venida  para  dar  al  niuntl.» 
mas  tiempo  de  penitencia. 


CAPÍTULO    111.  243 

16  como  lo  liace  en  ledas  sus  cartas,  tratando  en 
ellas  de  esto  mismo  :  en  las  cuales  hay  algunas  cosas 
difíciles  de  comprender,  cuyo  sentido  los  indoctos  é 
inconstantes  en  la  fé  pervierten  ,  de  la  misma  manera 
que  las  demás  Escrituras  de  que  abusan,  para  su  pro- 
pia perdición. 

17  Así  que  vosotros  ¡oh  hermanos!  avisados  ya, 
estad  alerta;  no  sea  que  seducidos  de  los  insensatos 
1/  77ialvados ,  vengáis  á  caer  de  vuestra  firmeza  ' : 

18  antes  bien  id  creciendo  en  la  gracia,  y  en  el 
conocimiento  de  nuestro  señor  y  salvador  Jesu- 
Christo.  A  él  sea  dada  la  gloria  desde  ahora ,  y  por  el 
dia  perpetuo  de  la  eternidad.  Amen. 


1   En  la  fé  y  santidad  de  vida. 


FIN  DE  LA   EPÍSTOLA  yLGÜNDA  DE  SAN  PEDRO. 


ADVERTENCIA 


SOBRE 


LA    EPISTOLA    PRIMERA    DEL    APÓSTOL    S.    JUAN. 


Escribió  san  Juan  esta  carta  á  los  fieles 
para  combatir  diferentes  hereges,  de  los  cua- 
les unos  negaban  la  divinidad  de  Jesu-Chris- 
iOf  como  Cerintlio  y  Ebion,  otros  su  humani- 
dad, como  Basilides ;  y  otros  la  necesidad  de 
las  buenas  obras,  como  los  nicolaítas.  Ad- 
vierte también  á  los  fieles  que  se  guarden  de 
los  falsos  apóstoles  ó  seductores,  d  los  cuales 
llama  Antechrislos.  Toda  esta  carta  está 
llena  de  una  luz  y  unción  admirables. — Pa- 
rece  que  se  escribió  poco  antes  de  la  ruina  de 
Jerusalem,  Algunos  Padres  la  llaman  Epís- 
tola á  los  partlios  [nación  célebre  por  sus 
guerras  contra  los  romanos) ;  pero  común-' 
mente  se  cree  escrita  á  los  hebreos  cristianos» 


EPÍSTOLA  PRIMERA 
DEL  APÓSTOL  S.  JUAN 


CAPÍTULO  PRIMERO. 


Anuncia  san  Juan  la  doctrina  que  oyó  del  mismo  Jesii- 
Chrisío  nuestro  Señor,  el  cual  es  vida  y  luz  que  nos  alum- 
bra y  da  vida,  purificándonos  de  los  pecados  que  te- 
nemos. 

1  Lo  que  fue  desde  el  principio  ó  desde  la  eterni- 
dad, lo  que  oímos ,  lo  que  vimos  con  nuestros  ojos , 
y  contemplamos,  y  palparon  nuestras  manos  tocante  al 
Verbo  de  la  vida; 

2  vida  que  se  hizo  patente,  y  así  la  vimos,  y  da- 
mos de  ella  testimonio ,  y  os  evangelizamos  esta  vida 
eterna ,  la  cual  estaba  en  el  Padre ,  y  se  dejó  ver  de 
nosotros  : 

*3  esto  que  vimos  y  oimos  ',  es  lo  que  os  anuncia- 
mos, para  que  tengáis  también  vosotros  unión  con  nos- 
otros ,  y  nuestra  cotjiun  unión  sea  con  el  Padre,  y  con 
su  Hijo  Jesu-Christo. 


1  Del  Verbo  eterno,  hecho  hombre  para  nuestra  sal- 
vación. 


240  EPiST.    PRIMERA    DE    SAN    JUAN. 

4  Y  OS  lo  escribimos  para  que  os  gozois,  y  vuestro 
gozo  sea  cumplido. 

5  Y  la  nueva,  que  olmos  del  mismo  Jcsu-Chiislo, 
y  os  anunciamos,  es,  que  Dios  es  luz,  y  en  él  no  hay 
tinieblas  ningunas. 

()  Si  dijéremos  que  tenemos  unión  con  él,  y  anda- 
mos entre  las  tinieblas  del  pecado,  mentimos,  y  no 
tratamos  verdad. 

7  Pero  si  caminamos  á  la  luz  de  lafé  y  santidad, 
como  él  está  asimismo  en  la  luz  '  ;  sigúese  de  ahí  que 
tenemos  nosotros  una  común  y  mutua  unión,  y  la  san- 
gre de  Jesu  Chrislo,  su  Hijo,  nos  purifica  de  todo 
pecado. 

8  Si  dijéremos  que  no  tenemos  pecado,  nosotros 
mismos  nos  engañamos,  y  no  hay  verdad  en  nosotros. 

9  Pero  si  confesamos  humildemente  nucslros  peca- 
dos, fiel  y  justo  es  él,  para  perdonárnoslos,  y  lavar- 
nos de  toda  iniquidad  seyun  su  promesa. 

10  Si  dijéremos  que  no  hemos  pecado,  le  hacemos 
á  él  mentiroso,  y  su  palabra  no  está  en  nosotros  ^. 


1  V  es  la  misma  luz  divina  sustancial  ,  que  ilumina  á 
todos. 

2  Puesto  que  la  Escritura  nos  dice  que  somos  pccadon  a 
todos  ,  y  que  todos  necesitamos  de  la  misericordia  divina. 
P.sal>n.  CXV  V.  1!  -///.  Reg.  VIIL  v.  46  —  Rom.  IJI. 
V.  -l.—Jac.  IJI.  V.  2. 


24  7 

caimVulo  il. 

Nos  exhortan  no  pecar,  y  á  acogernos  d  Jenu  Chrislo, 
cuando  hubiéremos  pecado.  Encarga  la  observancia  de  los 
mandamientos  ,  especialmente  del  primero.  Consuela  á 
todos  ,  y  amonesta  que  nos  apartemos  de  los  incrédulos  y 
hereges  ,á  quienes  llama  Antechristos. 

1  Hijitos  mios,  estas  cosas  os  escribo,  á  Gn  deque 
no  pequéis.  Pero  aun  cuando  alguno  por  desgracia 
pecare,  no  desespere,  pites  tenemos  por  abogado  para 
con  el  Padre,  á  Jesu-Christo  justo  i/  santo; 

2  y  él  mismo  es  la  víctima  de  propiciación  '  por 
nuestros  pecados  ;  y  no  tansolo  por  los  nuestros,  sino 
también  por  los  de  todo  el  mundo. 

3  Y  si  guardamos  sus  mandamientos,  con  eso  sa- 
bemos que  verdaderamente  le  bemos  conocido  ^. 

4  Quien  dice  que  le  conoce,  y  no  guarda  sus  man- 
damientos, es  un  mentiroso,  y  la  verdad  no  está  en 
él. 

5  Pero  quien  guarda  sus  mandamientos,  en  ese 
verdaderamente  la  caridad  de  Dios  es  perfecta ;  y  por 
esto  conocemos  que  estamos  en  él,  esto  es,  en  Jesu- 
Christo. 

6  Quien  dice  que  mora  en  él,  debe  seguir  el  mis- 
mo camino  que  él  siguió. 

1  Víctima  divina  que  se  ofreció  en  la  cruz^  y  se  ofrece 
cada  dia  en  el  altar,  y  con  la  que  satisface  y  aplaca  al 
eterno  Padre. 

2  O  que  le  conocemos  con  fé  viva  y  animada  de  la  ca- 
ridad. 


248  KPÍST.     PRIMERA    DE   SAN    JUAN. 

7  Carísimos,  no  voy  á  escribiros  un  mandamiento 
nuevo,  sino  un  mandamiento  antiguo,  el  cual  recibisteis 
desde  el  principio :  el  mandamiento  antiguo  es  la  pala- 
bra divina  que  oísteis. 

8  Y  no  obstante  yo  os  digo,  que  el  mandamiento  de 
que  os  hablo,  que  es  el  de  la  caridad j  es  un  manda- 
miento nuevo,  el  cual  es  verdadero  en  sí  mismo,  y 
en  vosotros',  porque  las  tinieblas  desaparecieron,  y 
luce  ya  la  luz  verdadera. 

9  Quien  dice  estar  en  la  luz,  aborreciendo  á  su 
hermano  ó  al  prójimo,  en  tinieblas  está  todavía. 

10  Quien  ama  á  su  hermano,  en  la  luz  -  mora,  y 
en  él  no  hay  escándalo. 

11  Mas  el  que  aborrece  á  su  hermano,  en  tinieblas 
está,  y  en  tinieblas  anda,  y  no  sabe  á  dónde  va,  por- 
que las  tinieblas  le  han  cegado  los  ojos. 

12  Os  escribo  á  vosotros,  hijitos  ',  porque  vues- 
tros pecados  están  perdonados  por  el  nombre  de 
Jesús. 

13  A  vosotros,  padres  de  familia,  os  escribo,  por- 
que habéis  conocido  al  que  existía  desde  el  principio. 


1  For  haberle  renovado  y  perfeccionado  Jesu-Christo  en 
el  Evangelio,  enseñándonos  que  debemos  amar  aun  á  nues- 
tros enemigos.  Otros  traducen  m  ipso,  en  Jesu-Christo: 
por  lo  que  dicesan  Juan  en  su  Evangelio  XIII.  v.  34.  — 
Xy.v.  12. 

2  Véase  Luz. 

3  Y  os  doy  la  enhorabuena. 


(  APÍTULO    íl.  249 

Os  escribo  á  vosotros,  mozos,  porque  habéis  vencido 
al  maligno  espírílii. 

14  Os  escribo  á  vosotros,  niños,  porque  habéis 
conocido  al  Padre.  A  vosotros,  jóvenes,  os  escribo, 
porque  sois  valerosos,  y  la  palabra  de  Dios  perma- 
nece en  vosotros,  y  vencisteis  al  maligno  espíritu. 

1 5  Ved  pues  lo  que  os  escribo  á  todos :  no  queráis 
amar  al  mundo  ',  ni  las  cosas  mundanas.  Si  alguno 
ama  al  mundo,  no  habita  en  él  la  caridad  ó  amor  del 
Padre ; 

16  porque  todo  lo  que  hay  en  el  mundo,  es  con- 
cupiscencia de  la  carne,  concupiscencia  de  los  ojos,  y 
soberbia  ú  orgullo  de  la  vida  :  lo  cual  no  nace  del  Pa- 
dre, sino  del  mundo. 

17  El  mundo  pasa,  y  pasa  también  con  él  su  con- 
cupiscencia ^.  Mas  el  que  hace  la  voluntad  de  Dios , 
permanece  eternamente. 

18  Hijitos  mios^  esta  es  ya  la  última  hora  ó  edad 
del  mundo  ' ;  y  asi  como  habéis  oido  que  viene  el 
Antechristo,  asi  ahora  muchos  se  han  hecho  Ante- 
christos  :  por  donde  echamos  de  ver,  que  ya  es  la  úl- 
tima hora. 

19  De  entre  nosotros  ó  de  la  Iglesia  han  salido, 

1  Véase  Mundo. 

2  O  todos  sus  atractivos. 

3  Varios  intérpretes  creen  que  habla  aquí  san  Juan  de  la 
ruina  del  pueblo  judaico  ,  destrucción  de  Jerusaiem  y  su 
Templo  ,  etc. ,  todo  como  figura  de  la  ruina  universal  del 
mundo.  Véase  cómo  hablaba  Jesu  Christo,  Matlh.  XXIV. 
r.  ÜÁ.—Joam.  V.  v.  43. 

•22 


*250  EPiST.    PRIMERA    DE    SAN    JUAN. 

mas  no  eran  de  los  nnestros  '  :  que  s¡  de  los  nuestros 
fueran,  con  nosotros  sin  duda  hubieran  perseverado 
en  la  fé;  pero  ellos  se  apartaron  de  la  Iglesia,  para 
que  se  vea  claro  que  no  todos  son  de  los  nuestros  '. 

'20  Pero  vosotros  habéis  recibido  la  unción  del 
Espíritu  santo  ^,  y  de  todo  estáis  instruidos. 

21  No  os  he  escrito  como  á  ignorantes  de  la  ver- 
dad, sino  como  á  los  que  la  conocen  y  la  saben  ;  por- 
que ninguna  mentira  procede  de  la  verdad,  que  es 
Jesu'Chí'isto. 

22  ¿Quién  es  mentiroso,  sino  aquel  que  niega  que 
Jesús  es  el  Christo  ó  Mesías?  Este  tal  es  un  Anle- 
christo,  que  niega  al  Padre  y  al  Hijo. 

23  Cualquiera  que  niega  al  Hijo  *,  tampoco  reco- 
noce al  Padre  :  quien  conüesa  íil  Hijo ,  también  al 
Padre  confiesa  ó  reconoce. 

24  Vosotros  estad  firmes  en  la  doctrina,  que  desde 
el  principio  habéis  oido :  si  os  mantenéis  en  lo  que 
oísteis  al  principio,  también  os  mantendréis  en  el  Hijo 
y  en  el  Padre. 

25  Y  esta  es  la  promesa  que  nos  hizo  él  mismo, 
la  vida  eterna  *. 

2()  Eslo  os  he  escrito  en  orden  á  los  impostores, 
que  os  seducen. 


1  O  del  número  d' los  verdaderos  fieles. 

2  O  que  también  hay  entre  nosotros  falsos  hermanos. 
H  Joaiin.  XVJ  v.  13. 

4  O  no  reconoce  á  Jesns  por  Hijo  de  Dios. 

b  La  cual  consiste  en  la  unión  con  ei  Padre  y  el  Hijo. 


c/p.'ruLo   III.  ábl 

27  Mantened  en  vosotros  la  unción  div/na,  que 
de  él  recibisteis.  Con  eso  no  tenéis  necesidad  que 
nadie  os  enseñe ;  sino  (lue  conforme  á  lo  que  la  un- 
ción del  Señor  os  enseña  en  todas  las  cosas ,  así  es  ver- 
dad, y  no  mentira.  Por  tanto  estad  Armes  en  eso  mis- 
mo que  os  ha  enseñado. 

28  En  fin,  liijitos  míos,  permaneced  en  él,  para 
que  cuando  venga,  estemos  confiados  ',  y  que  al  con- 
irario  no  nos  hallemos  confundidos  por  él  en  su 
venida. 

29  Y  pues  sabéis  que  Dios  es  justo ,  sabed  igual- 
mente que  quien  vive  según  justicia,  ó  ejercita  las 
viríiidcs,  es  hijo  legiiiwo  del  mismo. 

CAPITILO    III. 

Del  amor  de.  Dios  acia  vosotros.  Encarga  de  nuevo  el  pre- 
cepto de  la  caridad  Jraternal;  y  concluye  exhorlando  á  la 
observancia  de  los  mandaimenlos  de  Dios. 

1  Mirad  qué  tierno  amor  acia  nosotros  ha  tenido 
el  Padre,  queriendo  que  nos  llamemos  hijos  de  Dios , 
y  lo  seamos  cji  efecto.  Por  eso  el  mundo  no  hace 
caso  de  nosotros ,  porque  no  conoce  á  Dios  nuestro 
Padre. 

2  Carísimos,  nosotros  somos  ya  ahora  hijos  de 
Dios;  mas  lo  que  seremos  algún  dia  no  aparece  aun. 
Stíberoos  si  que  cuando   se  manifestare  clararaenle 


De  ser  it conocidos  jior  hijos  suyos. 


252  EPÍST.    PRIMERA.    DE    SAN    JUAN. 

Jesii'Chrislo,  seremos  semejantes  á  él  en  la  gloria, 
porque  le  veremos  como  él  es  *. 

3  Entre  tanto  quien  tiene  tal  esperanza  en  él ,  se 
santifica  á  sí  mismo  *,  asi  como  él  es  también  santo. 

4  Cualquiera  que  comete  pecado ,  por  lo  mismo 
comete  una  injusticia  ,  pues  el  pecado  es  injusticia  '. 

5  y  bien  sabéis  que  él  vino  para  quitar  nuestros 
pecados ;  y  en  él  no  cabe  pecado. 

6  Todo  aquel  que  permanece  en  él,  no  peca;  y 
cualquiera  que  peca ,  no  le  ha  visto ,  ni  le  ha  cono- 
cido. 

7  Hijitos  míos,  nadie  os  engañe.  Quien  ejercita 
la  justicia ,  es  justo ,  así  como  lo  es  también  Jesu- 
Christo. 

8  Quien  comete  pecado,  del  diablo  es  hijo  *,  por- 
que el  diablo  desde  el  momento  de  su  caida  continúa 
pecando.  Por  eso  vino  el  Hijo  de  Dios,  para  des- 
hacer las  obras  del  diablo. 

9  Todo  aquel  que  nació  de  Dios ,  no  hace  pecado ; 
porque  la  semilla  de  Dios  ,  qne  es  la  gracia  sarUiJi- 
cante ,  mora  en  él ,  y  si  no  la  echa  de  sí  no  puede 
pecar,  porque  es  hijo  de  Dios. 

10  Por  aquí  se  distinguen  los  hijos  de  Dios  de  ios 
hijos  del  diablo.  Todo  aquel  que  no  practica  la  jus- 


1  Y  esta  visión  nos  trasformará  en  una  imagen  snya. 

2  O  hace  lo  posible  por  vivir  santamente. 

3  O  nnatraspresion  ó  violación  de  la  Ley. 

4  Pues  sigue  sus  máximas  y  espíritu. 


CAPÍTULO    III.  253 

ticia,  no  es  hijo  de  Dios,  y  asi  tampoco  lo  es  el  que  no 
ama  á  su  hermano  : 

11  en  verdad  que  esta  es  la  doctrina  que  aprendis- 
teis desde  el  principio  :  que  os  améis  unos  á  otros. 

12  No  como  Cain  ,  el  cual  era  hijo  del  maligno 
espíritu,  y  mató  á  su  hermano.  ¿Y  por  qué  le  ma- 
tó ?  Porque  sus  obras  eran  malignas ,  y  las  de  su  her- 
mano justas. 

13  No  extrañéis,  hermanos,  si  os  aborrece  el  mun- 
do' 

14  Nosotros  conocemos  haber  sido  trasladados  de 
muerte  á  vida ,  en  que  amamos  á  los  hermanos.  El 
que  no  los  ama,  queda  en  la  muerte,  ó  está  sin  cari- 
dad : 

15  cualquiera  que  tiene  odio  á  su  hermano ,  es  un 
homicida  -.  Y  ya  sabéis  que  en  ningún  homicida  tiene 
su  morada  la  vida  eterna. 

16  En  esto  hemos  conocido  la  caridad  de  Dios ,  en 
que  dio  el  Señor  su  vida  por  nosotros ,  y  así  noso- 
tros debemos  estar  prontos  á  dar  la  vida  por  la  sal- 
vación de  nuestros  hermanos. 

17  Quien  tiene  bienes  de  este  mundo,  y  viendo  á 
su  hermano  en  necesidad ,  cierra  las  entrañas  para  no 


1  Porque  claro  está  que  vuestra  vida  es  una  condena- 
ción continua  y  perentoria  de  sus  vicios. 

2  Delante  de  Dios,  que  \c  su  deseo  de  perder  al  prójimo. 
De  todos  los  crímenes  se  puede  decir  lo  que  del  adulterio 
declaró  el  Señor,  Matth.  V.  v.  28. 


254  KPÍST.     PilliMIiKA    l)K    SAN    JUAN. 

cwnpadeceisc  de  él ',  ¿cómo  tís  posible  que  resiiia  en 
ól  la  caridad  de  Dios  ? 

18  Hijitos  míos,  lio  amemos  solamente  de  palabra 
y  con  la  lengua ,  sino  con  obras  y  de  veras  ó  sinrcra- 
menle  : 

19  en  eato  cebamos  de  ver  que  procedemos  con 
verdad ;  y  así  alentaremos  ó ,  justíjicarémos  nuestros 
corazones  en  la  presencia  de  Dios. 

20  Porque  si  nuestro  corazón  nos  remordiere^, 
Dios  es  mayor  que  nuestro  corazón ,  y  todo  lo  sabe. 

2 1  Carísimos ,  si  nuestro  corazón  no  nos  redargu- 
ye ,  podemos  acercarnos  á  Dios  con  confianza  ; 

22  y  estar  ciertos  de  que  cuanto  le  pidiéremos  , 
recibiremos  de  él  ;  pues  que  guardamos  sus  manda- 
mientos, y  hacemos  las  cosas  que  son  agradables  en  su 
presencia. 

23  En  suma  este  es  su  mandamiento  :  que  crea- 
mos en  el  nombre  de  su  Hijo  Jesu-Christo ,  y  nos 
amemos  mutuamente,  conforme  nos  tiene  mandado'. 

24  Y  el  que  guarda  sus  mandamientos ,  mora  en 
Dios ,  y  Dios  en  él ;  y  por  esto  conocemos  que  él 
mora  en  nosotros,  por  el  Espíritu  que  nos  ha  dado^. 

1  Eato  es,  uo  ejercita  con  el  la  misericordia,  la  beueíi- 
ceiicia  y  la  benignidad, 

'J  De  haber  usado  de  dureza  c»m  nuestros  liennaaos  ,  uo 
quedará  ucullo  á  Dios  nuestro  delito. 

3  Joann.  VI.  v.  '¿^  -  V///  ■>  31  -  XF.  v.  12.  - 
XVII  V.  3 

4  E.s|/uítu  (jUL  lodo  lI  ea  candad. 


255 


CAPITULO  IV. 

Pur  Lijé  y  la  caridad  se  disücrnen  los  eíipiriliis  que  son  de 
Dios  de  los  que  no  lo  son.  Nos  exhorta  al  amor  df  Dios  y 
del  jwójimo  ;  y  dice  que  la  j^n-fecta  caridad  excluye  todo 
temer, 

1  Queridos  mios ,  no  queráis  creer  á  lodo  espírilu, 
sino  examinad  los  espírilus,  si  son  de  Dios  ó  siguen  su 
doctrina  j  porque  se  han  presentado  en  el  mundo  mu- 
chos falsos  profetas. 

2  En  esto  se  conoce  el  espíritu  de  Dios  :  todo  es- 
píritu, que  confiesa  que  Jesu-Chrislo  vino  al  mundo 
en  carne  verdadera ,  es  de  Dios  ; 

3  y  todo  espíritu ,  que  desune  á  Jesús  ',  no  es  de 
Dios ;  antes  este  es  espíritu  de  el  Antechristo,  de  quien 
tenéis  oido  que  viene ,  y  ya  desde  ahora  está  en  el 
mundo  ^ 

4  Vosotros,  hijilos  rnius,  de  Dios  sois,  y  habéis 
vencido  á  aquel ,  porque  el  que  está  con  vosotros  ¿/  os 
ayuda  con  su  gracia ,  es  niayor  que  el  espíritu  del 
Antechristo  que  está  en  el  mundo. 

5  Esos  tales  son  del  mundo ;  y  por  eso  hablan  el 
lenyuaye  del  mundo,  y  ol  mundo  los  escucha. 

6  Nosotros  somos  de  Dios.  Quien  conoce  á  Dios, 
íiüs  escucha  á  nosotros  ^:  quien  no  es"f_dé,Dios,  no  nos 


1  O  uegaudole  la  divinidad ,   ó  bien  i'l  sel  de  hombre 

2  Por  medio  de  e^>os  liereges  ,  sus  precursoros."; 
<i  Sabiendo  que  somos  sus  ministros. 


256  EPÍST.    PRIMERA    DE   SAN    JUAN. 

escucha :  en  esto  conocemos  los  que  están  animados 
del  espíritu  de  verdad  ,  y  los  que  lo  están  del  espíritu 
del  error. 

7  Carísimos,  amémonos  los  unos  á  los  otros,  por- 
que la  caridad  procede  de  Dios.  Y  todo  aquel  que  asi 
ama ,  es  hijo  de  Dios,  y  conoce  á  Dios. 

8  Quien  no  tiene  este  amor,  no  conoce  á  Dios, 
puesto  que  Dios  es  todo  caridad  ó  amor. 

9  En  esto  se  demostró  la  caridad  de  Dios  acia  nos- 
otros, en  que  Dios  envió  á  su  Hijo  unigénito  al  mun- 
do ,  para  que  por  él  tengamos  la  vida. 

10  Y  en  esto  consiste  su  caridad  '  :  que  no  es  por- 
que nosotros  hayamos  amado  á  Dios,  sino  que  él  nos 
amó  primero  á  nosotros,  y  envió  á  su  Hijo  á  ser  víc- 
tima de  propiciación  por  nuestros  pecados. 

11  Queridos  míos,  si  así  nos  amó  Dios,  también 
nosotros  debemos  amarnos  unos  á  otros  '. 

12  Nadie  vio  jamás  á  Dios  '.  Pero  si  nos  amamos 
unos  á  otros  j^or  amor  sityo  * ,  Dios  habita  en  nos- 
otros, y  su  caridad  es  consumada  en  nosotros. 

13  En  esto  conocemos  que  vivimos  en  él,  y  él  en 
nosotros,  porque  nos  ha  comunicado  su  Espíritu. 

14  Nosotros  fuimos  testigos  de  vista,  y  damos  Ics- 


1  O  la  grandeza  de  su  amor. 

2  Imitando  á  nuestro  Padre  celestial. 

3  Para  porjtrle  amar  perfectamente.  Joann.  I.  r.  18. 

4  Supliendo  cu  cierta  manera  ai  inñnito  amor  que  le  de- 
bemos. 


CAPÍTULO    IV.  257 

tinionio  de  que  el  Padre  envió  á  su  Hijo  para  ser  el 
salvador  del  mundo. 

15  Cualquiera  que  confesare  '  que  Jesús  es  el  Hijo 
de  Dios,  Dios  está  en  él ,  y  él  en  Dios. 

16  Nosotros  asimismo  hemos  conocido,  y  creido  el 
amor  que  nos  tiene  Dios.  Dios  es  caridad  ó  amor\  y 
el  que  permanece  en  la  caridad ,  en  Dios  permanece, 
y  Dios  en  él. 

17  En  esto  está  la  perfecta  caridad  de  Dios  con 
nosotros,  que  nos  da  confianza  para  el  dia  del  juicio, 
pues  que  como  él  es  ^ ,  asi  somos  nosotros  en  este 
mundo. 

18  En  la  caridad  no  hay  temor  * ,  antes  la  perfecta 
caridad  echa  fuera  al  temor  servil ,  porque  el  temor 
tiene  pena  ^ :  y  así  el  que  teme,  no  es  consumado  en 
la  caridad. 

19  Amemos'pues  á  Dios,  ya  que  Dios  nos  amó  el 
primero  ^. 

•20  Si  alguno  dice :  Sí ,  yo  amo  á  Dios ;  al  paso  que 
aborrece  á  su  hermano,  es  un  mentiroso.  Pues  el  que 
no  ama  á  su  hermano  á  quien  vé  ,  ¿  á  Dios,  á  quien 
no  vé ,  cómo  podrá  amarle  ? 


1  Con  viva  fé,  animada  de  la  caridad. 

2  O  fue  durante  su  vida  perseguido  y  condenado. 

3  Toda  ella  inspira  confianza. 

4  O  va  acompañado  de  aflicción. 

.•>  Y  manifestémosle  mas  Jiiiestro  amor,  amando  por  amor 
suyo  á  nuestros  prójimos.  Otros  traducen  :  Nosotros,  pues, 
amamos  á  Dios,  jwrque  él  nos  amó  antes. 


5Í5H  EPÍST.    PRIMKRA    DE   SAN    JUAN. 

21    Y    nobrc  lodo  tenemos  osle  ni.mdaniieiilo  de 
Dios :  que  quien  ama  á  Dios,  ame  lambien  á  su  her 
mano. 

CAPITULO  V. 

Viriiul  admirable  de  la  vioafé  y  de  la  caridad.  Tres  testigos 
en  la  tierra  demuestran  que  CJiristo  es  verdadero  hombre ; 
y  otros  tres  en  el  cielo  le  demuestran  verdadero  Hijo  de 
Dios  ;  ea  cuya  fé halla  el  h'/mbre  la  vida  eterna. 

1  Todo  aquel  que  cree  '  que  Jesús  es  el  Christo  o 
Mes'as,  es  liijo  de  Dios.  Y  quien  ama  al  Padre ,  ama 
lambien  á  su  Hijo  ''. 

2  En  esto  conocemos  que  amamos  á  los  hijos  de 
Dios,  si  amamos  á  ))ios,  y  guardamos  sus  manda- 
mientos. 

3  Por  cuanto  el  amor  de  Dios  consiste,  en  que 
observemos  sus  mandamientos ;  y  sus  mandamientos 
no  son  pesados  '. 

4  Así  es  que  todo  hijo  de  Dios ,  vence  al  mundo  ; 
y  lo  que  nos  hace  alcanzar  victoria  sobre  el  mundo , 
es  nuestra  ié. 

?t  i  Quién  es  el  que  vence  al  mundo  ,  sino  el  que 
cree  que  Jesús  es  el  Hijo  de  Dios? 


1  Cotí  íé  viva,  aiiimada  de  la  caridad. 

2  Y  asi  a  todos  los  fieles  que  «on  hijos  de  Dios  ,  cnire  li- 
diados por  su  gracia. 

3  Pues  el  ntiiorlos  hace  üíciles  y  suaves.  Mailh.  Xj.v.'Sif. 


CAPÍTULO    V.  250 

G  Jcsu  Chrislo  es  el  que  vino  á  lavar  micatros 
pecados  con  agua  j  sangre  :  no  vino  con  el  agua  sola- 
mcnle  ',  sino  con  el  agua  y  con  la  sangre  '.  Y  el  Ks- 
píritu  es  el  que  lesliüca  ,  que  Chrislo  es  la  misma 
verdad. 

7  Porque  tres  son ,  los  que  dan  testimonio  en  el 
cielo  ' :  el  Padre,  el  Verbo  y  el  Espíritu  santo;  y  estos 
Ires  son  una  misma  cosa  '*. 

1  Como  Juan  Bantista,,  cuyo  bautismo  solo  excitabn  á 
Ijenitencia,  mas  no  perdonaba  los  pecados. 

2  Que  salieron  de  st(  costado,  en  la  cruz. 

3  De  que  Jesús  es  el  Hijo  de  Dios.  El  Padre  le  recono- 
ció por  tal  en  el  bautismo  y  trasfignracion.  El  mismo  Verbo 
encarnado  demostró  que  lo  era  ,  ya  con  sus  milagros  ,  ya 
delante  de  Caiphás ;  y  el  Espíritu  santo  con  los  dones  mi 
lagrosos  que  comunicó  á  los  apóstoles. 

4  Los  arríanos  omitieron  en  algunos  códices  este  testi- 
monio tan  claro  y  expreso  de  la  divinidad  de  Jesu-Christo, 
y  de  la  Trinidad  de  las  Personas  divinas.  Y  asi  es  que  al- 
gunos hereges  han  querido  impugnar  ¡a  legitimidad  de  e.ste 
texto,  alegando  algún  códice  en  que  falta  :  lo  cual  nada 
prueba  contra  la  universal  sentencia  de  los  santos  Padres  y 
escritores  de  los  primeros  siglos  de  la  Iglesia ,  q'ie  ó  le 
citan  con  las  mismas  palabras,  ó  se  refieren  claramente  á 
ellas.  A  mas  de  san  Cypriano,  Tertuliano,  san  Athanasio. 
etc.,  le  citan  literalmente  nuestro  español  Itacio.ósea 
Víctor  Uticense  ,  en  los  libros  tul  Marivadiim ,  y  Eterio  y 
Beato  contra  Elipando;  y  se  vé  en  los  libros  litúrgicos  de 
nuestra  iglesia  mozárabe;  y  no  menos  en  los  antiquísimos 
códices  de  diferentes  iglesias  que  consultó  el  cardenal 
Cisnéros  para  la  edición  poliglota  complutense  de  la  Biblia. 
Véanse  otras  muchas  pruebas  en  la  Diseríacion  que  se 
halla  en  la  Biblia  de  Garrieres, 


200  EPiST.    PRIMERA    DE    SAN   JUAN. 

8  Y  tres  son,  los  que  dan  teslimonio  en  la  tierra  ' : 
el  Espíritu  ^,  y  el  agua,  y  la  sangre  ' ;  y  estos  tres 
testigos  son  para  confirmar  una  misma  cosa  ''. 

9  Si  admitimos  el  testimonio  de  los  hombres ,  de 
mayor  autoridad  es  el  testimonio  de  Dios  :  ahora  bien, 
Dios  mzA-mo,  cuyo  teslimonio  es  el  mayor,  es  el  que 
ha  dado  de  su  Hijo  este  í/í-an  testimonio. 

10  El  que  cree  |?i<es  en  el  Hijo  de  Dios,  tiene  el 
testimonio  de  Dios  consigo  ó  á  su  favor.  El  que  no 
cree  al  Hijo,  le  trata  de  mentiroso,  porque  no  ha  creí- 
do al  testimonio  que  Dios  ha  dado  de  su  Hijo. 

11  Y  este  testimonio  nos  enseña^  que  Dios  nos 
dio  vida  eterna :  la  cual  vida  está  en  su  Hijo  Jesu- 
Christo  ^. 

12  Quien  tiene  al  Hijo,  tiene  la  vida:  quien  no 
tiene  al  Hijo,  no  tiene  la  vida. 

—  13  Estas  cosas  os  escribo,  para  que  vosotros,  que 

1  De  su  verdadera  humanidad. 

2  Que  entregó  al  morir. 

3  Que  derramó  por  su  costado.  San  Agustín  y  algunos 
otros  Padres  entienden  que  el  Espíritu  indica  al  Padre  ; 
pues  ya  .dijo  Jesu-Christo  :  Dios  es  Espíritu  (  Joann.  IV. 
V.  24, y;  el  agua  significa  al  Espíritu  santo,  llamado  agua, 
viva  f  Joann.  VIII. J;  y  finalmente,  la  sangre  denota  al 
Hijo,  que  tomó  carne  y  sangre  para  redimir  al  mundo,  San 
Leoii  dice  que  estos  tres  testigos  son  el  espíritu  de  santifica- 
ción ,  la  sangre  de  la  redención ,  y  el  agua  del  bautismo. 
Ep.  X. 

4  Como  en  una  fuente  inexhausta  de  vida, 

.5  Y  la  poseéis  ya  en  algún  modo,  por  la  firme  esperanza 
que  tenéis  en  Jesu-Christo. 


CAPÍTULO    V.  2«)l 

creéis  en  el  nombre  del  Hijo  de  Dios,  sepáis  que  leñéis 
derecho  á  la  vida  eterna. 

14  Y  esta  es  la  conQanza  que  tenemos  en  él,  que 
cualquiera  cosa  que  le  pidiéremos  conforme  á  su  di- 
Hll^  volundad,  nos  la  otorga. 

15  Y  sabemos  que  nos  otorga  cuanto  le  pedimos, 
en  vista  de  que  logramos  las  peticiones  que  le  hace- 
mos. 

16  El  que  sabe  que  su  hermano  comete  un  pecado 
que  no  es  de  m;icrte  ' ,  ruegue  por  él,  y  Dios  dará  la 
vida  al  que  peca  no  de  muerte.  Hay  empero  un  pecado 
de  muerte  - :  no  hablo  yo  de  tal  pecador,  cuando  ahora 
digo  que  intercedáis  '. 

17  Toda  prevaricación,,  es  pecado;  mas  hay  un 
pecado  que  acarrea  sin  remedio  la  muerte  cto^ia  ^. 

18  Sabemos  que  todo  aquel  que  es  hijo  de  Dios, 
no  peca  "' ;  mas  el  nacimiento  que  tiene  de  Dios,  por 
la  gracia  le  conserva  .,  y  el  m.aligno  csyiritu  no  le 
toca. 

19  Sabemos  que  somos  de  Dios,  al  paso  que  el 
mundo  todo  está  poseido  del  mal  espíritu. 

20  Sabemos  también  que  vino  el  Hijo  de  Dios,  y 


i  O  no  es  de  los  que  dejan  síji  recarao  al  pecador,  bien 
que  sea  mortal. 

2  Como  la  apostasía  .  la  impenitencia  final,  úotio  ceñ- 
irá el  Espíritu  santo. 

?i  Con  tanta  confianza  de  seroidos.  Heh.  X.  t.  28. 

4  Por  la  obi-tinacion  del  que  peca. 

5  Como  se  niantenga  tal,  /.  Joann.  III.  v.  6  y  9. 

28 


•262  EFÍST.    PRIMERA    ÜE    SAN   JUAN. 

nos  ha  dado  discreción  para  conocer  al    verdadero 
Dios  ',  y  para  eslar  en  su  Hijo  verdadero.    Este  es 
el  verdadero  Dios,  y  la  vida  eterna  que  esperamos. 
21  Hijitos  miosy  guardaos  de  los  ídolos.  Así  sea. 


I  Y  reiruos  de  los  dioses  falsos. 


FIN  DE  LA   EPISTOLA  PRIMERA   DE  SAN  JUAN, 


ADVERTENCIA 


SOBRE    LAS    EPÍSTOLAS    SEGUNDA    Y     TERCERA 


DEL  APÓSTOL  SAN  JUAN. 


No  consta  el  lugar  ni  la  data  de  esta  se- 
gunda ni  de  la  tercera  carta  de  sari  Juan, 
que  citan  ya  como  del  apóstol  los  Padres  del 
siglo  IV  y  V^  y  se  hallan  en  todos  los  cáno- 
nes antiguos  de  los  libros  del  Nuevo  Testa- 
mentó.  La  caridad  que  en  ellas  tantas  veces 
se  recomienda,  y  el zelo  ardiente  que  inspi- 
ran contra  los  hereges ,  manifiestan  bien  el 
carácter  de  su  verdadero  autor.  Algunos 
creen  que  Electa ,  d  quien  se  dirige  esta  se- 
gunda carta,  quiere  decir  escogida  ó  cristia- 
na ;  pero  nos  parece  mas  probable  que  es  nom- 
bre propio. 


EPÍSTOLA  SEGUNDA 
DEL  APÓSTOL  S.  JUAN 


Exhorta  á  Electa  y  á  sus  hijos ,  cuya  fé  alaba  ,  á  persevera) 
constantes  en  la  caridad,  y  á  cautelarse  de  los  hereges  , 
permaneciendo  en  la  doctrina  recibida. 

1  Ei  presbytero  á  la  señora  Electa  y  á  sus  hijos,  á 
los  cuales  yo  amo  de  veras,  y  no  solo  yo,  sino  también 
todos  los  que  han  conocido  la  verdad, 

2  en  atención  á  la  misma  verdad,  que  permanece 
en  nosotros,  y  estará  con  nosotros  elernamenle. 

3  Gracia,  misericordia  y  paz  sea  con  vosotros  en 
verdad  y  caridad,  de  parte  de  Dios  Píidre,  y  de  Christo 
Jesús,  el  Hijo  del  Padre. 

•I  Heoic  holgado  en  i  lírcrno,  de  haber  hallado  al- 
gunos de  tus  hijos  en  el  camino  de  la  verdad  ',  con- 
forme al  mandiimiento  que  recibimos  del  Padre  celes 
lial. 

5  Por  eso  ahora,  señora,  te  ruego,  no  ya  escri- 
biéndote un  nuevo  niandaniienlo,  sino  el  mismo  qiic 
tuvimos  desde  el  principio,  que  nos  amemos  unos  ?'i 
otros. 


1   O  perfección  cristiana. 


EPIST.    SEGUNDA    DE    SAN    JUAN.  "¿bó 

O  Y  la  caridad  consiste,  en  que  procedamos  según 
los  maiídamicnlos  de  Dios  \  Porque  tal  es  el  man- 
daiuienU),  que  habéis  recibido  desde  el  principio,  > 
según  el  cual  debéis  caminar ; 

7  puesto  que  se  han  descubierto  en  el  mundo  mu- 
chos impostores,  que  no  confiesan  que  -lesu-Chrislo 
haya  venido  en  carne  verdadera  :  negar  esto,  es  sei 
un  impostor,  y  un  Antechristo. 

8  Vosotros  estad  sobre  aviso,  para  no  perder  vues- 
tros trabajos  ^,  sino  que  antes  bien  recibáis  cumplida 
recompensa  ^. 

U  Todo  aquel  que  no  persevera  en  la  doctrina  de 
Christo,  sino  que  se  aparta  de  ella,  no  tiene  á  Dius . 
el  que  persevera  en  ella,  ese  tiene  ó  posee  dcnlro  de 
si.  al  Padre  y  al  Hijo. 

10  Si  viene  alguno  á  vosotros,  y  no  trae  esta  doc 
tuna,  no  le  recibáis  en  casa,  ni  le  saludéis  ^. 

11  porque  quien  le  saluda,  comunica  «i  t7eWowí«v£/o 
con  sus  acciones  perversas  "*. 

12  Aunque  tenia  otras  muchas  cosas  queescribi- 


1  Haciendo  lo  que  uos  manda  ,  y  creyendo  lo  que  nos 
enseña. 

2  O  el  fruto  de  la  fé  y  obras  buenas. 

3  La  cual  solauíente  se  dará  á  los  que  perseveraren  en  1 1 
pureza  de  la  fé. 

4  Es    un  falso   ¿ijióslol  ;  tratadle    couio  á  un  txuomul 
gado. 

5  Pues  da  á  entender  que  tiene  poco  horror  ú  sus  desor- 
denes ;  y  'ine  le  apadrina. 


266  EPÍST.    SEGUNDA    DE   SAN  JUAN. 

ros,  no  he  querido  hacerlo  por  medio  de  papel,  y  Un- 
ta, porque  espero  ir  á  veros,  y  hablar  boca  á  boca, 
para  que  vuestro  gozo  sea  cumplido. 

13  Saludante  los  hijos  de  tu  hermana  Electa. 


EPÍSTOLA  TERCERA 
DEL  APÓSTOL  S.  JUAN 


Alaba  á  Gayo  por  su  conslancia  en  lafé ,  y  por  su  beneficen- 
cia en  hospedar  á  los  peregrinos :  habla  de  los  vicios  de 
Diótrephes ,  y  de  la  virtud  de  Demetrio. 

1  El  presbytero  al  muy  querido  Gayo,  á  quien  amo 
yo  de  veras. 

2  Carísimo,  ruego  á  Dios  que  te  prospere  en  todo, 
y  gozes  salud,  como  la  goza  dichosamente  tu  alma. 

3  Grande  ha  sido  mi  contento  con  la  venida  de  los 
hermanos,  y  el  testimonio  que  dan  de  tu  sincera  pie- 
dad, como  que  sigues  el  camino  de  la  verdad  ú  del 
Evangelio. 

4  En  ninguna  cosa  tengo  mayor  gusto,  que  cuando 
entiendo  que  mis  hijos  van  por  el  camino  de  la  verdad. 

5  Carisimo  m/o,  te  portas  como  fiel  ?/  buen  cris- 
tiano en  todo  lo  que  practicas  con  los  hermanos,  es- 
pecialmente con  los  peregrinos, 

6  los  cuales  han  dado  testimonio  de  tu  caridad  pú- 
blicamente en  la  Iglesia ;  y  tú  harás  bien  en  hacerlos 
conducir  y  asistir  en  sus  viages,  con  el  decoro  debido 
á  Dios. 

i  7  Pues  que  por  la  (/loria  de  su  nombre  han  em- 
prendido el  viage,  sin  lomar  nada  de  los  gentiles 
recien  convertidos. 


208  EPÍST.    TERiUERA   DE    SA^f    JUAN, 

8  Por  eso  mismo  nosotros  debemos  acoger  á  los  la 
les,  á  fin  de  cooperar  á  la  propayaciun  de  la  verdad  ó 
del  Evaníjclio. 

9  Yo  quizá  hubiera  escrito  á  la  Iglesia ;  pero  ese 
Diótrepbes,  que  ambiciofta  te  primacía  entre  los  de- 
mas,  nada  quiere  saber  de  nosotros: 

10  por  tanto  si  voy  allá,  yo  residenciaré  sus  proce- 
dimiefltos  ,  haciéndole  ver  cuan  mal  hace  en  ir  ver- 
tiendo especies  malignas  contra  nosotros;  y  como  si 
esto  no  le  bastase,  no  solamente  no  hospeda  él  á  nues- 
tros hermanos,  sino  que  á  los  que  les  dan  acogida,  se 
lo  veda,  y  los  echa  de  la  Iglesia. 

11  Tú,  querido  m/o,  no  has  de  imitar  el  mal  ejem- 
plo, sino  el  bueno.  El  que  hace  bien,  es  de  Dios ;  el 
que  hace  mal,  no  mira  á  Dius. 

12  Todos  dan  testimonio  á  favor  de  Demetrio,  y 
lo  da  la  verdad  misma  ',  y  selo  damos  igualmente 
nosotros  ;  y  bien  sabes  que  nuestro  testimonio  es  ver- 
dadero. 

13  Muchas  cosas  tenia  que  escribirte  ;  pero  no  he 
querido  hacerlo  por  medio  de  tinta  y  pluma. 

14  Porque  espero  verte  luego  ,  y  hablaremos  boca 
á  boca.  La  paz  sea  contigo.  Saludante  los  amigos. 
Saluda  tú  á  los  nuestros,  á  cada  uno  en  particular. 


1  Y  la  3nicer¡dnd  cjise  se  nota  eu  su  condiicta. 
FIN  DE  LAS  EPÍsr.  SEGUNDA  Y  TERCERA 

DE    SAN    .ÍUAN. 


ADVERTENCIA 


SOlJIili 


LA    EPÍSTOLA   CArHO!.it'A   DEL   Al'OblOL  S.   .H'DAS, 


JiDAs,  por  sobrenombre  Thadeo,  era  hijo 
de  Alpheo  y  hermano  de  Santiago  el  menor. 
Escribió  esia  carta  para  preservar  á  los  fieles 
del  contagio  de  los  errores  de  sii  tiempo ;  y  la 
dirigió,  no  á  una  Iglesia  particular,  sino  á 
todos  los  fieles  de  entre  los  judíos  esparcidos 
por  el  Oriente.  Da  casi  los  mismos  documen- 
tos  que  san  Pedro  en  su  segunda  carta  ;  y  por 
esta  razón  la  colocan  algunos  en  seguida  de 
aquella.  No  obstante  se  vé  que  añadió  mucho 
de  suyo,  hablando  con  mas  vehemencia^  con- 
tra las  heregias.  v.  Judas ^  dice  On'geues,  es- 
cribió una  carta  breve,  pero  llena  de  enérgi- 
cos argumentos  de  la  gracia  celestial.  » 


EPÍSTOLA  CATHÓLICA 
DEL  APÓSTOL  S.  JUDAS 


Exhorta  á  la  constancia  en  la  Jé ,  y  á  resistir  los  esfuerzos  y 
ardides  de  los  impíos.  Describe  su  carácter,  y  el  horrendo 
castigo  que  les  espera. 

1  Judas,  siervo  de  Jesu-Christo,  y  hermano  de 
Santiago,  á  los  amados  de  Dios  Padre ,  llamados  á  la 
fé,  y  conservados  por  Jesu-Chrislo  '. 

2  La  misericordia ,  y  la  paz,  y  la  caridad  sean  col- 
madas en  vosotros. 

3  Carísimos,  habiendo  deseado  vivamente  antes  de 
ahora  el  escribiros  acerca  de  vuestra  común  salud, 
me  hallo  al  presente  en  la  necesidad  de  practicarlo; 
para  exhortaros  á  que  peleéis  valerosamente  por  la  fé 
ó  doctrina  que  ha  sido  enseñada  una  vez  á  los  santos. 

4  Porque  se  han  entrometido  con  disimulo  ciertos 
hombres  impíos,  (de  quienes  estaba  ya  muy  de  ante- 
mano predicho  que  vendrían  á  caer  en  este  juicio  ó 


1  Según  el  griego  puede  traducirse  :  A  los  que  han  sido 
llamados  ¿lafé,  d  quienes  Dios  Padre  ha  amado  ,  y  Jesu- 
CJiristo  ha  conservado  ,  ó  salvado. 


EPÍST.    CATHÓLICA    DE   SAN   JUDAS.  271 

condenación)  los  cuales  cambian  la  gracia  de  nuestro 
Dios  '  en  una  desenfrenada  licencia ,  y  reniegan  ó  re- 
nuncian á  Jesu-Christo ,  nuestro  único  soberano  y 
Señor. 

5  Sobre  lo  cual  quiero  haceros  memoria,  puesto  que 
fuisteis  ya  instruidos  en  todas  estas  cosas,  que  habien- 
do Jesús  sacado  á  salvo  al  pueblo  hebreo  de  la  tierra  de 
Egypto,  destruyó  después  á  los  que  fueron  incrédulos; 

6  y  á  los  ángeles,  que  no  conservaron  su  primera 
dignidad ,  sino  que  '  desampararon  su  morada ,  los 
reservó  para  el  juicio  del  gran  dia  ,  en  el  abismo  tene- 
broso con  cadenas  eternales. 

7  Así  como  también  Sodoma  y  Gomorrha ,  y  las 
ciudades  comarcanas  siendo  reas  de  los  mismos  exce- 
sos de  impureza ,  y  entregadas  al  pecado  nefando,  vi- 
nieron á  servir  de  escarmiento ,  sufriendo  la  pena  del 
fuego  eterno. 

8  De  la  misma  manera  amancillan  estos  también 
su  carne,  menosprecian  la  dominación,  y  blasfeman 
contra  la  magestad  ^. 

9  Cuando  el  archángel  Miguel  disputando  con  el 
diablo,  altercaba  sobre  el  cuerpo  de  Mojsés,  no  se 
atrevió  á  proferir  contra  él  sentencia  de  maldición , 


1  O  la  libertad  que  nos  da  el  Evangelio.  Estos  ¡rapios 
fueron  ya  señalados  coa  el  dedo  por  los  apóstoles,  II.  ad 
Tim.  c.  III.— 11.  Peí.  c.  II. 

2  Rebelándose  contra  Dios. 

3  Sin  respetar  dignidad,  ni  gerarquia. 


272  EPÍST.     CATIIOLICA    DE    SAN    JUDAS. 

sino  que  '  ¡e  dijo  solamente:  Reprímate  el  Señor  '\ 

10  Eslos  al  contrario,  blasfeman  de  lodo  lo  que  no 
conocen ,  y  abusan ,  como  brutos  animales,  de  todas 
aquellas  cosas  que  conocen  por  razón  natural. 

1 1  ¡  Desdichados  de  ellos,  que  han  seguido  el  ca- 


1  Respetando  todavía  en  el  ángel  malo  la  obra  de  Dios  , 
y  la  dignidad  en  que  habia  estado  elevado  ,  se  contentó 
con  decir  :  Ejerza  el  Señor  su  poder  sobre  ti,  y  reprima  lus 
conatos.  Contrapone  aquí  el  apóstol  la  modestia  y  modera- 
ción del  archángel  san  Miguel  á  la  ^letulante  arrogancia  de 
los  hereges,  los  cuales  no  reparaban  en  blasfemar  de  Dios, 
de  sus  ministros,  y  de  todas  las  potestades.  Quería  san 
Miguel ,  según  la  disposición  de  Dios  ,  que  quedase  oculto 
el  cuerpo  de  Moysés  ,  ó  su  sepulcro,  al  paso  que  el  demo- 
nio procuraba  manifestarle  para  dar  á  los  judíos  ocasión  de 
idolatría.  Contentóse  el  santo  ángel  con  decir  al  demonio  : 
Reprímate  el  Señor  ;  aunque  merecia  que  echase  sobre  él 
la  maldición  divina,  solamente  pidió  á  Dioa  que  reprimiese 
sus  perversos  conatos  fS,  Hieron,  sobre  la  Ep.  á  Tifo,  c. 
IIIJ.  No  se  halla  la  historia  de  este  suceso  en  ninguno  de 
los  libros  del  Antiguo  Testamento ;  y  así  san  Judas  la  sabría 
ó  por  la  tradición  ,  ó  por  revelación  particular  ,  como  su- 
cede con  otros  hechos  antiguos  ,  que  solamente  se  refieren 
en  algún  libro  del  Nuevo  Testamento.  Orígenes,  Clemente 
Alejandrino  ,  san  Athanasio  y  otros  citan  uti  libro  apócrifo  , 
intitulado  :  La  asunción  de  Moysés ,  en  el  cual  se  refiere 
este  suceso.  Y  ya  se  sabe  que  en  semejantes  libros  ,  entre 
muchas  cosas  falsas,  se  hallan  algunas  que  son  verdaderas. 
Véase  el  Chrysost.  Hom.  V.  in  Matlh.—S.  Ambros.  II. 
De  offir..  c.  7.  De  la  sepultura  de  Moysés  se  habla  Deuí. 
XXXI V.  V.  6. 

2  Y  él  te  haga  desistir  de  tu  intento. 


EPÍST,    CATHÓLIC^    DE    SAN    JUDAS.  27:í 

niiiio  de  Caín  ' ,  y  perdidos  como  Balaam  por  el  de- 
seo de  una  sórdida  recompensa  ,  se  desenfrenaron ,  é 
imitando  '  la  rebelión  de  Coré  '  ,  perecerán  como 
aquel .' 

12  Estos  son  los  que  contaminan  y  deshonran 
vuestros  convites  de  caridad  '' ,  ruando  asisten  á  ellos 
sin  vergüenza,  cebándose  á  sí  mismos,  nubes  sin  agua, 
llevadas  de  aquí  para  allá  por  los  vientos,  árboles  oto- 
iiales  ' ,  infructuosos,  dos  veces  muertos  ^ ,  sin  raices, 

13  olas  bravas  de  la  mar,  que  arrojan  las  espumas 
de  sus  torpezas,  exhalaciones  errantes,  á  quienes  está 
reservada  6  ha  de  seguir  una  tenebrosísima  tempestad 
que  ha  de  durar  para  siempre. 

14  También  profetizó  de  estos  Enoch  \  que  es  el 
séptimo  á  contar  desde  Adam  ,  diciendo  :  Mirad  que 
viene  el  Señor  con  millares  de  sus  santos, 

15  á  juzgar  á  todos  los  hombres,  y  á  redargüirá 
todos  los  malvados  de  todas  las  obras  de  su  impiedad, 


1  Aborreciendo  como  este  á  sus  hermanos. 

2  En  su  rebeldía  contra  Dios  y  su  Iglesia. 

3  Contra  Moysés  y  Aaron. 

4  Véase  Convite. 

5  Que  no  íloreceií  \\i\st.n  el  otoño  ^  cuyo  fruto  no  llega  á 
sazonarse. 

6  Esto  es,  antes  y  después  del  baufisaio. 

7  Véa.se  Apor.  I  v.  7.  La  profecía  de  este  Patriarca  , 
ti  séptimo  de.sde  Adam  ,  se  conservaría  por  tradiciou. 
Tertuliano,  Clemente  Alejandrino, san  Athanasio,  san  Ge- 
róriirao  ,  y  otros  hablan  de  este  libro  de  Enoch,  como  cus- 
todiado en  el  Arca  en  tiempo  del  diluvio. 

ToM.  XV.  24 


274  KPÍST.     CATHOLRA    L>E    SAN    JUDAS. 

que  impíamente  hicieron ,  y  de  todas  las  injuriosas 
expresiones  que  profirieron  contra  Dios  los  impíos  pe- 
cadores. 

16  Estos  son  unos  murmuradores  quejumbrosos, 
arrastrados  de  sus  pasiones,  y  su  boca  profiere  á  cada 
paso  palabras  orgullosas,  los  cuales  se  muestran  admi- 
radores, ó  adulan,  á  ciertas  personas,  según  conviene  á 
sus  propios  intereses. 

17  Vosotros  empero,  queridos  mzos ,  acordaos  de 
las  palabras,  que  os  fueron  antes  dichas  por  los  após- 
toles de  nuestro  Señor  Jesu-Christo  ' , 

18  los  cuales  os  decían  ,  que  en  los  últimos  tiempos 
han  de  venir  unos  impostores,  que  seguirán  sus  pa- 
siones llenas  de  impiedad. 

19  Estos  son  los  que  se  separan  á  sí  mismos  de 
la  grey  de  Jesu'Christo,  hombres  sensuales,  que  no 
tienen  el  Espíritu  de  Dios. 

20  Vosotros  al  contrario,  carísimos,  elevándoos  á 
vosotros  mismos  como  un  edificio  espiritual  sobre  el 
fundamento  de  vuestra  santísima  fé,  orando  en  el 
Espíritu  santo , 

21  manteneos  constantes  en  el  amor  de  Dios,  es- 
perando la  misericordia  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo 
para  alcanzar  la  vida  eterna. 

22  Y  á  aquellos  que  están  endurecidos  y  ya  senten- 
ciados, corregidlos  y  rcprendedlos  con  vigor  : 


1  /.  Tim.  IV,  V.  l.—IÍ.  Tim.  JII.  v.  l.—IJ.  Peí.  ¡11. 

V.  3. 


EPÍST.    CATilÓLlCA.    DS   SAN    JUDAS.  2T5 

23  á  los  unos  poiieJlos  en  salvo,  arrebatándolos 
de  enlre  las  llamas.  Y  tened  lástima  de  los  demás  ' , 
temiendo  poi^  vosotros  mismos :  aborreciendo  aun  ó 
huyendo  hasta  de  la  ropa,  que  eslá  contaminada  con 
la  coiTupcion  de  la  carne  ^. 

24  En  fin ,  al  que  es  poderoso  para  conservaros  sin 
pecado ,  y  presentaros  sin  mácula  y  llenos  de  júbilo 
ante  el  trono  de  su  gloria  en  la  venida  de  nuestro 
Señor  Jesu-Christo ; 

25  al  solo  Dios  Salvador  nuestro ,  por  Jesu-Christo 
nuestro  Señor,  sea  dada  la  gloria  y  magnificencia  ,  im- 
perio y  potestad  antes  de  todos  los  siglos,  y  ahora ,  y 
por  todos  los  siglos  de  los  siglos.  Amen. 


1  No  deben  corregirse  todos  los  hereges  ó  pecadores 
de  la  misma  manera.  A  unos  se  les  ha  de  tratar  con  mu- 
cha dulzma  para  convertirlos  ;  á  otros  ,  que  son  contuma- 
ces, con  severidad  ,  acompañada  siempre  de  la  mas  sincera 
caridad.  Pero  siempre  debemos  evitar  todo  peligro  de  que 
se  corrompa  nuestra  fé,  y  buenas  costumbres  ,  con  el  trato 
y  familiaridad  de  los  hombres  malos  é  impíos.  Puede  tam- 
bién traducirse  :  A  los  ya  convencidos  y  ó  aenlenciados ,  cor- 
regidlos con  vigor  ¡''y  á  los  oíros  ponedlos  en  salvo ,  efe 

2  Hipérbole  tomada  del  Levil.  XV,  v.  4. 


FIN  DE  LA   EPÍSTOLA  DE  SAN  JUDAS, 


ADVERTENCIA 


FL  APOCALYPSl  DEL  APÓSTOL  SAN  JUAN. 


Apocalypsis  es  una  palabra  griega,  que 
ii¿gm/¿ca  Re\e\i\cion.  Este  libro  contiene  las 
revelaciones  hechas  d  san  Juan,  durante  su 
destierro  en  la  isla  de  Pátmos.  Está  lleno  de 
misteriosas  oscuridades,  que  no  obstante  no 
impiden  el  que  los  fieles  puedan  leerle  con 
fruto.  En  los  seis  primeros  capítulos  hay  co- 
sas muy  edificantes.  Las  palabras  de  Jesu- 
Christo  en  el  segundo  y  tercer  capitulo  en- 
cierran gi'andes  instrucciones.  Las  compresio- 
nes de  los  animales  misteriosos,  de  los  veinte 
y  cuatro  ancianos,  de  los  ángeles  y  de  los  san- 
tos que  adoran  la  magestad  de  Dios  y  de  su 
Cordero,  son  modelos  excelentes  de  alabanza, 
de  adoración  y  de  acción  de  gracias  para  los 
cristianos  en  sus  oraciones.  Y  pocos  capítulos 


ADVKRTENCIA.  277 

hay  en  que  no  se  halle  alguna  luz  en  medio 
(le  tan  sagrada  oscuridad.  El  lector  que  tiene 
fc\  saca  su  instrucción  de  lo  que  le  place  d 
Dios  descubrirle,  y  adora  humildemente  lo 
que  no  puede  comprender,  a  Estoy  persuadido 
(decia  san  Dionysio,  obispo  de  Alejandría , 
y  una  de  las  grandes  lumbreras  del  tercer  si- 
glo )  de  que  el  Apocalypsi  es  tan  admirable 
como  poco  conocido.  Porque,  á  pesar  de  que 
yo  no  entiendo  sus  palabras,  conozco  no  obs- 
tante que  encierran  grandes  sentidos  bajo  su 
oscuridad  y  profundidad.  iSo  me  constitu- 
yo iuez  do  estas  verdades,  ni  las  mido  por  la 
pequenez  de  mi  espíritu  ó  ingenio  ;  sino  que, 
haciendo  mas  caso  de  ía  fé  que  de  la  ra- 
zón, las  creo  tan  elevadas  sobre  mi,  que  no 
me  es  posible  alcanzarlas.  Y  asi  aunque  no 
puedo  comprcndeilas,  no  por  eso  las  es- 
timo menos  :  al  contrario,  por  lo  mismo 
que  no  las  entiendo,  tanto  mas  las  adoro  y 
reverencio,  » 


EL    APOCALYPSI, 


o 

REVELACIÓN 
DEL  APÓSTOL  S.  JUAN. 


CAPÍTULO  PRIMERO. 

San  Juan  ,  dea  terrado  en  la  isla  de  Palmos  ,  escribe  por  ór  - 
den  de  Dios  la  revelación  que  habia  tenido  ,  a  las  siete 
Iglesias  de  Asia,  representadas  en  siete  candeleras. 

1  Revelación  de  Jesu-Christo ,  la  cual  como  hom- 
bre ha  recibido  de  Dios  su  Padre  para  descubrir  á  sus 
siervos  cosas ,  que  deben  suceder  presto  ;  y  la  ha  ma- 
nifestado á  su  Iglesia  por  medio  de  su  ángel  envia- 
do á  Juan  ,  siervo  suyo  , 

2  el  cual  ha  dado  testimonio  de  ser  palabra  de 
Dios,  y  testificación  de  Jesu-Christo,  todo  cuanto  ha 
visto. 

3  Bienaventurado  el  que  lee  co7i  respeto  ,  y  escucha 
ron  docilidad  las  palabras  de  esta  profecía ,  y  observa 
las  cosas  escritas  en  ella ,  pues  el  tiempo  de  cumplirse 
está  cerca. 

4  Juan  á  las  siete  Iglesias  del  Asia  menor.  Gracia 
y  paz  á  vosotros ,  de  parte  de  aquel  que  es ,  y  que  era , 


CAPÍTULO   I.  27ü 

y  que  ha  de  venir ;  y  de  parle  de  ios  siete  espíritus  , 
que  asisten  ante  su  trono  ' ; 

5  y  de  parle  de  Jesu-Christo ,  el  cual  es  testigo 
flel ,  primogénito  ,  6  el  primero  que  resucitó  de  entre 
los  muertos,  y  soberano  de  los  reyes  de  la  tierra  ;  el 
cual  nos  amó  ,  y  nos  lavó  de  nuestros  pecados  con  su 
sangre , 

6  y  nos  ha  hecho  reino  y  sacerdotes  de  Dios  Pa- 
dre suyo  ^  :  al  mismo  la  gloria  y  el  imperio  por  los 
siglos  de  los  siglos  :  Amen. 

7  Mirad  cómo  viene  sentado  sobre  las  nubes  del 
cielo ,  y  verle  han  todos  los  ojos ,  y  los  mismos  verdu- 
gos que  le  traspasaron  ó  clavaron  en  la  cniz.  Y  todos 
los  pueblos  de  la  tierra  se  herirán  los  pechos  al  verle  ' : 
sí  por  cierto  :  así  será. 

8  Yo  soy  el  Alpha  y  la  Oraega'^ ,  el  principio  y  el 

1  Forestes  siete espvitus  unos  entieuden  los  siete  ánge- 
les custodios  de  las  siete  Iglesias  ;  otros  los  siete  primeros 
ángeles  que  asisten  al  trono  de  Dios.  Tob.  XII.  v.  15.  Al- 
gunos lo  entienden  también  de  ios  siete  dones  del  Espíritu 
santo. 

2  Porque  después  de  haber  triunfado  del  mundo,  demonio 
y  carne ,  le  ofrecemos  las  víctimas  espirituales,  que  son 
las  plegarias  y  alabanzas  que  salen  de  nuestros  labios,  en 
lugar  de  becerros,  carneros,  etc.  que  ofrecían  los  judíos. 
Véase  Becerros. 

3  Poseídos  de  un  tardío  c  inútil  arrepentimiento. 

4  Alpha  y  omeya  son  los  nombres  de  la  primera  y  última 
letras  del  alfabeto  griego,  cuya  lengua  era  ia  usada  en  el 
Asia  menor;  y  esta  expresionó  modismo  le  explica  san  Juan 
en  seguida. 


280  LIBRO    DEL    APOCALVt'SI- 

fin  de  todas  las  cosas ,  dice  el  Señor  Dios ,  que  es ,  y 
que  era ,  y  que  ha  de  venir ,  el  todopoderoso. 

9  Yo  Juan  ,  vuestro  hermano  y  compañero  en  la 
tribulación ,  y  en  el  reino  de  los  cielos  ' ,  y  en  la  to- 
lerancia por  Christo  Jesús ,  estaba  en  la  isla  llamada 
Tálmos  ' ,  por  causa  de  la  palabra  de  Dios ,  y  del  tes- 
timonio que  daba  de  Jesús  : 

10  un  dia  de  domingo  fui  arrebatado  en  espíritu, 
y  oí  detrás  de  mí  una  grande  voz  como  de  trompeta , 

1 1  que  decia  :  Lo  que  ves ,  escríbelo  en  un  libro  , 
y  remítelo  á  las  siete  Iglesias  de  Asia ,  á  saber ,  á 
lípheso,  y  á  Smyrna,  y  á  Pérgamo,  y  á  Thyatira  ,  y 
á  Sárdis,  y  á  Philadelphia,  y  á  Laodicea. 

12  Entonces  me  volví  para  reconocer  la  voz,  que 
hablaba  conmigo  ^;  y  vuelto,  vi  siete  candeleros  de 
oro , 

13  y  en  medio  de  los  siete  candeleros  de  oro  vi  á 
uno  parecido  al  Hijo  del  hombre  ó  á  Jesu-Chrisío , 
vestido  de  ropa  talar ,  ceñido  á  los  pechos  con  una  faja 
de  oro  *  : 

11  su  cabeza  y  sus  cabellos  eran  blancos  cüuío  la 


f  A  que  también  soy  llamado. 
'2  Desterrado  allí  por  Doiniciano. 

3  La  opinión  mas  verosímil  es  que  san  Juan  vio  á  un  án- 
gel^ que  lepresciitaba  y  hablaba  en  nombre  de  JesuChristoj 
IJíro  no  era  el  mismo  Jesu  Cliiislo. 

4  La  iaja  de  oro  na  un  adorno  que  usaban  lo.s  reyes  en 
stñal  ele  sil  autoridad,  .foh.  XII.  v.  18. 


tAP!TUI-0   í.  281 

lana  mas  blanca  y  como  la  nieve  '  ,  sus  ojos  parecían 
llamas  de  fuego , 

15  sus  pies  semejantes  á  bronce  fino,  cuando  está 
fundido  en  horno  ardiente  ,  y  su  voz  como  el  ruido  de 
muchas  aguas  : 

16  y  tenia  en  su  mano  derecha  siete  estrellas,  y 
de  su  boca  salia  una  espada  de  dos  filos ;  y  su  rostro 
era  resplandeciente  como  el  sol  de  medio  dia  ^. 

17  Y  así  que  le  vi,  caí  á  sus  pies  como  muerto. 
Mas  él  puso  su  diestra  sobre  mí ,  diciendo  :  No  te- 
mas :  yo  soy  el  primero  y  el  último  ,  ó  principio  y  Jin 
de  todo; 

18  y  estoy  vivo,  aunque  fui  muerto;  y  ahora  hé 
aquí  que  vivo  por  los  siglos  de  los  siglos ,  y  tengo  las 
llaves,  ó  soy  dueño  de  la  muerte  y  del  inOerno. 

19  Escribe  pues  las  cosas  que  has  visto ,  tanto  las 
que  son ,  como  las  que  han  de  suceder  después  de 
estas. 

20  En  cuanto  al  misterio  de  las  siete  estrellas,  que 
viste  en  mi  mano  derecha ,  y  los  siete  candeleros  de 
oro ,  ias  siete  estrellas  ,  son  los  siete  ángeles  ^  de  las 


1  Véase  Daniel  VIL  v.  9. 

2  Por  las  siete  estrellas  entienden  los  expositores  los  siete 
obispos  de  las  siete  Iglesias  ,  protegidos  por  la  derecha  de 
Dios.  La  espada  es  símbolo  de  la  venganza  ó  castigo  ;  y 
también  de  la  palabra  de  Dios.  Hclj.  IV.  v.  12.  El  rostro 
j)uede  denotar  la  gloriosa  humanidad  del  Hijo  de  Dios. 
Joann.  VI. 

3  Esto  es .  los  obispos.  Véase  //.  Cor.  V.  v.  20. 


28*2  LIBRO    DKL    Al'OCALYPSI. 

siete  Iglesias ;  y  los  siete  candeleíos  ,  son  las  siete 
Iglesias. 

CAPÍTULO  II, 

Se  le  manda  asan  Juan  que  escriba  varios  avisos  á  las  cua- 
tro Iglesias  primeras.  Alaba  á  los  que  no  habían  abrasado 
la  doctrina  de  los  nicolailas ,  y  convida  á  otros  á  peni' 
tencia.  Detesta  al  cristiano  tibio ,  y  promete  el  premio  al 
vencedor. 

1  Escribe  al  ángel  de  la  Iglesia  de  Epheso  :  Esto 
dice  el  que  tiene  las  siete  estrellas  en  su  mano  dere- 
cha ,  el  que  anda  en  medio  de  los  siete  candeleros 
de  oro  : 

2  Conozco  tus  obras  ,  y  tus  trabajos,  y  tu  pacien- 
cia ,  y  que  no  puedes  sufrir  á  los  malos;  y  que  has 
examinado  á  los  que  dicen  ser  apóstoles  ,  y  no  lo  son  ; 
y  los  has  hallado  mentirosos  '  : 

3  y  que  tienes  paciencia  ,  y  hiis  padecido  por  mi 
nombre ,  y  no  desmayaste. 

4  Pero  contra  tí  tengo,  que  has  perdido  d  fervor 
fíe  tu  primera  caridad. 

5  Por  tanto  acuérdale  del  estado  de  donde  has  de- 
caido ,  y  arrepiéntete ,  y  vuelve  á  la  práctica  de  las 
primeras  obras ;  porque  si  no ,  voy  á  tí  ,  y  removeré  tu 
candelero  de  su  sitio  - ,  si  no  hicieres  penitencia. 


1  Y  has  hecho  ver  que  es  falsa  su  doctrina. 

2  Retirando  de  esa  Iglesia  la  luz  de  la  fé. 


CAPÍTULO    11.  283 

ü  Pero  tienes  esto  de  bueno ,  que  aborreces  las  ac- 
ciones de  los  nicolaítas ,  que  yo  también  aborrezco. 

7  Quien  tiene  oido  ,  escuche  lo  que  el  Espíritu  dice 
á  las  Iglesias  :  Al  que  venciere,  yo  le  daré  á  comer  del 
árbol  de  la  vida,  que  está  en  medio  del  Paraíso  de  mi 
Dios  '. 

—  8  Escribe  también  al  ángel  de  la  Iglesia  de  Smyr- 
na  :  Esto  dice  aquel  que  es  el  primero ,  y  el  último  ; 
que  fue  muerto ,  y  está  vivo  : 

9  Sé  tu  tribulación  y  tu  pobreza ,  si  bien  eres  rico 
en  gracia  y  santidad  ;  y  que  eres  blasfemado  de  los 
que  se  llaman  judíos  ,  y  no  lo  son  ,  antes  bien  son  una 
synagoga  de  Satanás. 

10  No  temas  nada  de  lo  que  has  de  padecer.  Mira 
que  el  diablo  ^  ha  de  meter  á  algunos  de  vosotros  en 
la  cárcel,  para  que  seáis  tentados  en  la  fe;  y  seréis 
atribulados  por  diez  dias  ^  Sé  fiel  hasta  la  muerte,  y 
te  daré  la  corona  de  la  vida  elema. 

11  Quien  tiene  oido,  oiga  lo  que  dice  el  Espíritu  á 
las  Iglesias  :  El  que  venciere  ,  no  será  dañado  por  la 
muerte  segunda  '^. 

12  Asimismo  al  ángel  de  la  Iglesia  de  Pérgamo  es- 


1  Véase  Vida. 

2  Por  medio  de  sus  ministros. 

3  Esto  esj  por  breve  tiempo  :  otros  lo  entienden  literal- 
mente. 

4  Esto  es  ,  de  la  muerte  que  el  pecado  da  al  alma  qui- 
tándole la  vida  de  la  gracia  :  otros  lo  entienden  de  la  muerte 
eterna  que  sufren  los  malos. 


284  LIBRO  Del  apocalypsi. 

críbele :  Eslo  dice  el  que  tiene  en  su  boca  la  espada 
afilada  de  dos  corles  : 

13  Bien  sé  que  habitas  en  un  lugar  donde  Sata- 
nás üene  su  asiento  '  ;  y  mantienes  no  obstante  mi 
nombre ,  y  no  has  negado  mi  fé.  Aun  en  aquellos  días 
en  que  Antipas,  testigo  mió  fiel,  fue  martirizado  entre 
vosotros,  donde  Satanás  mora. 

14  Sin  embargo  algo  tengo  contra  ti ;  y  es  que  tie- 
nes ahí  secuaces  de  la  doctrina  de  Balaaní ,  el  cual  en- 
señaba á  el  rey  Balac  á  poner  escándalo  ó  tropiezo  á 
los  hijos  de  Israel,  para  que  cayesen  en  pecado  co- 
miendo ^,  y  cometiendo  la  fornicación ; 

15  pues  así  tienes  li'i  también  á  los  que  siguen  la 
doctrina  de  los  nicolaítas. 

16  Por  lo  mismo  arrepiéntete  :  cuando  no ,  vendré 
á  tí  presto,  y  yo  pelearé  contra  ellos  con  la  espada  de 
mi  boca. 

17  El  que  tiene  oído,  escuche  lo  que  dice  el  Espí- 
ritu á  las  Iglesias  :  Al  que  venciere,  daréle  yo  á  co- 
mer un  maná  recóndilo  %  y  le  daré  una  piedrecita 
blanca  '^ ;  y  en  la  piedrecita  esculpido  un  nombre  nue- 
vo, que  nadie  le  sabe,  sino  aquel  que  le  recibe. 

18  Y  al  ángel  de  la  Iglesia  de  Thyatira  escríbele: 
Esto  dice  el  Hijo  de  Dios,  que  tiene  los  ojos  como  lla- 
mas de  fuego,  y  los  pies  semejantes  al  bronce  fino. 

1  O  está  como  en  su  trono  la  idolatría. 

2  Couiiendo  viandas  sacriticada.s  á  los  ídc»los. 
ti  Exod.  XVI.  V.  \h.-. Tomín.  VI.  v.  31. 

4  Esto  es,  sentencia  favorable^  ó  una  señal  de  la  vic- 
toria. 


CAPÍTULO    H.  '285 

19  Conozco  tus  obras,  y  tu  fé,  y  candad,  y  tus 
servicios,  y  paciencia,  y  que  tus  obras  ó  virtKcIes  úl- 
timas son  muy  superiores  á  las  priníieras  '. 

20  Pero  tengo  contra  tí  alguna  cosa ;  y  es  que  per- 
miles  á  cierta  mugcr  Jezabel ,  que  se  dice  profetisa , 
el  enseñar  y  seducir  á  mis  siervos,  para  que  caigan 
en  fornicación ,  y  coman  de  las  cosas  sacrificadas  á  los 
ídolos  ^. 

21  Y  hele  dado  tiempo  para  hacer  penitencia ;  y  no 
quiere  arrepentirse  de  su  torpeza. 

22  Yo  la  voy  á  reducir  á  una  cama  ' ;  y  los  que 
adulteran  con  ella,  se  verán  en  grandísima  aflicción, 
si  no  hicieren  penitencia  de  sus  perversas  obras  ; 

23  y  á  sus  hijos  ^  secuaces  entregaré  á  la  muerte, 
con  lo  cual  sabrán  todas  las  Iglesias  ,  que  yo  soy  es- 
cudriñador de  interiores  y  corazones ;  y  á  cada  uno 
de  vosotros  le  daré  su  merecido.  Entre  tanto  os  digo 
á  vosotros , 

24  y  á  los  demás  que  habitáis  en  Thyatira  :  A 
cuantos  no  siguen  esta  doctrina  ,  y  no  han  conocido 
las  honduras  de  Satanás  ó  las  profundidades ,   como 


1  Las  que  íiaci.is  recieu  conveitido  á  la  fé. 

2  Se  cree  que  esa  Jezabel ,  llamada  tal  vez  así  por  alu- 
sión á  la  perversa  reiua  Jezabel  flll.  Reg.  XVIII.  v.  4.J, 
era  alguna  miiger  rica ,  que  continuaba  en  sus  placeres  , 
siu  hacer  caso  de  la  declaración  del  Concilio  de  los  após- 
toles. 

3  Cargándola  de  dolores.  /.  Cor.  XI.  v.  30, 

25 


286  LIBRO    UEL    APOCALYPSI. 

ellos   llaman  '  ,    yo   no  echaré   sobre   vosotros  otra 
carga  ^ ; 

•25  pero  guardad  bien  aquello  que  leñéis  recibido 
de  Dios ,  hasta  que  yo  venga  á  pediros  cuenta. 

26  Y  al  que  hubiere  vencido ,  y  observado  hasta  el 
fin  mis  obras  ó  mandamientos ,  yo  le  daré  autoridad 
sobre  las  naciones , 

27  y  regirlas  ha  con  vara  de  hierro,  y  serán  desme- 
nuzadas como  vaso  de  alfarero, 

28  conforme  al  poder  que  yo  tengo  recibido  de  mi 
Padre  ^  :  daréle  también  el  lucero  de  la  mañana  ^. 

29  Quien  llene  oido,  escuche  lo  que  el  Espíritu 
dice  á  las  Iglesias. 

CAPÍTULO  III. 

Amonesta  san  Juan  á  las  otras  tres  Iglesias  de  Sárdis^,  de 
Philadelphia  y  de  Laodicca  ,  y  les  da  avisos  muy  impor- 
tantes. 

1  Al  ángel  de  la  Iglesia  de  Sárdis  escríbele  tam- 
bién :  Esto  dice  el  que  tiene  á  su  mandar  los  siete  es- 
píritus de  Dios ,  y  las  siete  estrellas  :  Yo  conozco  tus 


1  Esto  es,  los  delirios  de  los  gnósticos. 

2  No  os  pediré  sino  lo  raandado  por  mis  apóstoles. 

3  Juzgará  conmigo  algún  dia  a  todas  las  naciones  rebel- 
des al  Evangelio,  condenándolas  con  rigor.  Ps.  11.  f.  9. 
—Sap.  III.  V.  H.-Matth.  XIX.  v.  28. 

4  Esto  es,  la  luz  de  la  gloria.  También  puede  enten- 
derse por  lucero  de  la  mañana  el  mismo  Jesu-Christo. Véase 
cap.  XX 11.  V.  16. 


CAFITULO    III.  '-:»< 

obras,  y  que  tienes  nombre  de  viviente,  y  estás 
muerto. 

2  Dispierla  pites ,  sé  vigilante ,  y  consolida  lo  res- 
tante de  tu  grey ,  que  está  para  morir.  Porque  yo 
no  hallo  tus  obras  cabales  en  presencia  de  mi  Dios. 

3  Ten  pues  en  la  memoria  lo  que  has  recibido ,  y 
aprendido ,  y  obsérvalo ,  y  arrepiéntete.  Porque  si  no 
velares ,  vendré  á  ti  como  ladrón ,  y  no  sabrás  á  qué 
hora  vendré  á  tí  ' . 

4  Con  todo  tienes  en  Sárdis  unos  pocos  sugetos  , 
que  no  han  ensuciado  sus  vestiduras  ^ ;  y  andarán  con- 
migo en  el  cielo  vestidos  de  blanco  %  porque  lo  me- 
recen. 

5  El  que  venciere  *,  será  igualmente  vestido  de  ro- 
pas blancas,  y  no  borraré  su  nombre  del  Libro  de 
la  vida ,  antes  bien  le  celebraré  delante  de  mi  Padre  , 
y  delante  de  sus  ángeles  \ 

6  Quien  tiene  oidos ,  escuche  lo  que  dice  el  Es- 
píritu á  las  Iglesias. 

—  7  Escribe  asimismo  al  ángel  de  la  Iglesia  de  Phi- 
ladelphia :  Esto  dice  el  Santo  y  el  Veraz ,  el  que  tie- 
ne la  llave  del  nuevo  reino  de  David  ^ ;  el  que  abre  , 
y  ninguno  cierra  ;  cierra ,  y  ninguno  abre  : 

1  Para  castigarte  severamente. 

2  Sino  que  han  conservado  la  inocencia,  significada  en 
la  blanca  túnica  que  vistieron  al  bautizarse. 

3  En  señal  de  fiesta  y  alegría. 

4  Como  ellos,  á  este  mundo  corrompido. 

5  Reconociéndole  por  uno  de  mis  fieles  discípulos. 

6  Estoes,  de  la  Iglesia,  h.  XXII.  v.  22. 


288  LIBRO    DtL    APOCALVrsI. 

8  Yo  conozco  lus  obras.  Hé  aquí  que  puse  delante 
de  lus  ojos  abierta  una  puerta  ,  que  nadie  podrá  cer- 
rar '  ;  porque  aunque  tú  tienes  poca  fuerza  ó  virtud, 
con  lodo  has  guardado  mi  palabra  ó  mis  mandamien- 
tos,  y  no  negaste  mi  nombre. 

9  Yo  voy  á  traer  de  la  synagoga  de  Satanás  á  los 
que  dicen  ser  judíos,  y  no  lo  son,  sino  que  mienten  ^ : 
como  quiera  yo  les  haré  que  vengan  ,  y  se  postren 
á  lus  pies ;  y  entenderán  con  eso  que  yo  te  amo. 

10  Ya  que  has  guardado  la  doctrina  de  mi  pacien- 
cia ,  yo  también  te  libraré  del  tiempo  de  tentación , 
que  ha  de  sobrevenir  á  todo  el  universo  para  prueba 
de  los  moradores  de  la  tierra  ^ 

11  Mira  que  vengo  luego  :  manten  lo  que  tienes  de 
bueno  en  tu  alma ,  no  sea  que  otro  se  lleve  tu  co- 
rona. 

12  Al  que  venciere  ^,  yo  le  haré  columna  en  el 
Templo  de  mi  Dios ,  de  donde  no  saldrá  jamás  fue- 
ra ;  y  escribiré  sobre  él  el  nombre  de  mi  Dios ,  y  el 
nombre  de  la  ciudad  de  mi  Dios  la  nueva  Jerusalem  , 
que  desciende  del  cielo,  y  viene  ó  trae  su  origen  de 
mi  Dios,  y  el  nombre  mió  nuevo. 


1  Para  que  hagas  entrar  por  ella  en  la  Iglesia  á  los 
infieles. 

2  Pues  solamente  lo  son  en  el  nombre. 

'.í  Ya  (jiie  has  seguido  los  documentos  de  mi  paciencia, 
sufriendo  las  tribulaciones.  Parece  que  esto  puede  aludir  ;i 
la  persecución  del  tiempo  de  Trajano. 

4  Los  halagos  y  amenazas  del  mundo. 


tAPlTLLO    III.  289 

13  Quien  liene  oído  ,  escuche  lo  que  dice  el  Espí- 
ritu á  las  Iglesias. 

—  14  En  fin  al  ángel  de  la  Iglesia  de  Laodicea  escri- 
birás :  Esto  dice  la  misma  Verdad,  el  testigo  fiel  y 
verdadero,  el  principio  ó  causa  de  las  criaturas  de 
Dios  : 

15  Conozco  bien  tus  obras ,  que  ni  eres  frió  ni  ca- 
liente :  ; ojalá  fueras  frió,  ó  caliente! 

lü  mas  por  cuanto  eres  tibio,  y  no  frió  ni  caliente, 
estoy  para  vomitarte  de  mi  boca ; 

17  porque  estás  diciendo  :  Yo  soy  rico,  y  hacenda- 
do ,  y  de  nada  tengo  falta ;  y  no  conoces  que  eres  un 
desdichado,  y  miserable,  y  pobre,  y  ciego,  y  desnudo. 

18  Aconsejóle  que  compres  de  mí  el  oro  afinado  en 
el  fuego  *,  con  que  te  hagas  rico,  y  te  vistas  de  ro- 
pas blancas ,  y  no  se  descubra  la  vergüenza  de  lu  des- 
nudez, y  unge  tus  ojos  con  colirio  para  que  veas  ^. 

19  Yo  á  los  que  amo,  Jos  reprendo  y  castigo.  Arde 
pues  en  zelo  de  la  gloría  de  Dios  ^  y  haz  penitencia. 

20  Hé  aquí  que  estoy  á  la  puerta  de  tu  corazón  _,  y 
llamo  :  si  alguno  escuchare  mi  voz,  y  me   abriere  la 


1  De  la  caridad  ardiente  que  recibirás  por  medio  de  la 
penitencia. 

2  Esto  es  ,  con  la  humildad,  la  cual  te  manifestará  el 
estado  deplorable  en  que  te  hallas  .  y  el  modo  de  salir  de 
él.  Colirio  es  un  medicamento,  que  se  aplica  para  curar 
las  enfermedades  de  los  ojos 

3  Desterrando  de  ti  esa  tibieza  tn  servirks 


290  LIBRO    DEL    APOCALYPSr. 

puerta,  entraré  á  él,  y  con  él  cenaré,  y  é!  conmigo'. 

21  Al  que  venciere  "",  le  haré  sentar  conmigo  en  mi 
trono :  así  como  yo  fui  vencedor,  y  me  senté  con  mi 
Padre  en  su  trono. 

22  El  que  tiene  oído,  escuche  lo  que  el  Espíritu 
dice  á  las  Iglesias. 


CAPÍTULO  IV. 


San  Juan  en  una  visión  extática  vé  á  Dios  en  su  solio  ,  ro' 
deado  de  veinte  y  cuatro  ancianos ,  y  de  cuatro  animales 
misteriosos  que  le  glorifican. 

1  Después  de  esto  miré,  y  hé  ahí  que  en  un  éxtasis 
vi  una  puerta  abierta  en  el  cielo ;  y  la  primera  voz  que 
oí,  como  de  trompeta  que  hablaba  conmigo,  me  dijo : 
Sube  acá,  y  te  mostraré  las  cosas  que  han  de  suceder 
en  adelante. 

2  Al  punto  fui  elevado  ó  arrebatado  en  espíritu,  y 
vi  un  solio  colocado  en  el  cielo,  y  un  personage  sen- 
tado en  el  solio  ; 

3  y  el  que  estaba  sentado,  era  parecido  á  una  pie- 
dra de  jaspe,  y  de  sardia  ó  granate ;  y  en  torno  del 
solio  un  arco  iris,  de  color  de  esmeralda. 

4  Y  al  rededor  del  solio  veinte  y  cuatro  sillas,  y 


1  Esío  es.,  le  trataré   con  familiaridad  :  ó  tambicn ,  le 
admitiré  á  ir.i  mesa  celestial.  Véase  Convite. 

2  Al  mundo,  demonio  y  carne. 


capítulo    IV.  291 

veinte  y  cuatro  ancianos  sentados,  revestidos  de  ropas 
blancas,  con  coronas  de  oro  en  sus  cabezas. 

5  Y  del  s6lio  salían  relámpagos,  y  voces,  y  true- 
nos ;  y  siete  lámparas '  estaban  ardiendo  delante  del 
solio,  que  son  los  siete  espíritus  de  Dios. 

6  Y  en  frente  del  solio  había  como  un  mar  traspa  - 
rente  de  vidrio  semejante  al  cristal,  y  en  medio  del 
espacio  en  que  estaba  el  trono,  y  al  rededor  de  el,  cua- 
tro animales  llenos  de  ojos  delante  y  detrás. 

7  Era  el  primer  animal  parecido  al  león,  y  el  se- 
gundo á  un  becerro,  y  el  tercer  animal  tenia  cara 
como  de  hombre,  y  el  cuarto  animal  semejante  á  una 
águila  volando. 

8  Cada  uno  de  los  cuatro  anímales,  tenía  seis  alas, 
y  por  afuera  de  las  alas,  y  por  adentro  estaban  llenos 
de  ojos ;  y  no  reposaban  de  día  ni  de  noche,  diciendo  : 
Santo,  santo,  santo  es  el  Señor  Dios  todopoderoso,  el 
cual  era,  el  cual  es,  y  el  cual  ha  de  venir  ^.  ¿4 

9  Y  mientras  aquellos  animales  tributaban  gloria, 
y  honor,  y  bendición  ó  acción  de  gracias  al  que  es- 
taba sentado  en  el  trono,  que  vive  por  los  siglos  délos 
siglos, 

10  los  veinte  y  cuatro  ancianos  se  postraban  de- 
lante del  que  estaba  sentado  en  el  trono,  y  adoraban 
al  que  vive  por  los  siglos  de  los  siglos,  y  ponían  sus 
coronas  ante  el  trono,  diciendo : 

1  Alude  á  las  siete  lámparas  del  Tabernáculo.  Véase 
Tabernáculo ,  Templo. 

2  Véase  h.  VI.  v.  ó. 


*292  LICRO    DEL   APüCALYl'SI. 

1 1  Digno  eres  ¡  oh  Señor  Dios  nuestro !  de  reci- 
bir '  la  gloria,  y  el  honor,  y  el  poderío;  porque  lú 
criaste  todas  las  cosas,  y  por  tu  querer  subsisten  y  fue- 
ron criadas. 


CAPITULO  V. 

Mienlraa  que  san  Juan  lloraba  de  ver  que  nadie  podía  abrir 
el  libro  cerrado  con  siete  sellos,  abrióle  el  Cordero  de  Dios 
que  poco  antes  había  sido  muerto.  Por  lo  que  todas  las 
criaturas  le  tributaron  cánticos  de  alabanza. 

1  Después  vi  en  la  mano  derecha  del  que  estaba 
sentado  en  el  solio,  un  libro  escrito  por  dentro  y  por 
fuera,  sellado  con  siete  sellos  ^. 

•2  Al  mismo  tiempo  viá  un  ángel  fuerte^  poderosoy 
pregonar  á  grandes  voces :  ¿  Quién  es  el  digno  de  a- 
brir  el  libro,  y  de  levantar  sus  sellos? 

3  Y  ninguno  podía,  ni  eu  el  cielo,  ni  en  la  tierra, 
ni  debajo  de  la  tierra,  abrir  el  libro,  ni  aun  mirarle. 

1  Y  yo  me  deshacía  en  lágrimas,  porque  nadie  se 
halló  que  fuese  digno  de  abrir  el  libro,  ni  registrarle. 

5  Entonces  uno  délos  ancianos  me  dijo  :  No  llores; 
mira  cómo  ya  el  león  do  la  tribu  de  »Iudá  ^,  la  estirpe 


J   De  id  boca  de  las  criiituias  todas  el  tributo  de... 

2  Por  este  Libro  entienden  Orígenes ,  Ensebio  y  sau 
Gerónimo  las  profecías  del  Antiguo  y  Nuevo  Testamento. 
Otros  creen  que  es  el  mismo  l^ibro  del  Apocalypsi.  Véase 
J.ihio. 

3  6V/f.  XLIX  V.  9. 


oAPÍruLu  V.  2&3 

de  David,  ha  ganado  la  victoria  para  abrir  el  libro,  y 
levantar  sus  siete  sellos. 

6  Y  miré,  y  vi  que  en  medio  del  solio  y  de  los 
cuatro  animales ,  y  en  medio  de  los  ancianos ,  estaba 
un  cordero  como  inmolado ,  el  cual  tenia  siete  cuer- 
nos '  ,  esto  es,  un  poder  inmenso,  y  siete  ojos;  que. 
son  ó  significan  los  siete  espíritus  de  Dios  despacha- 
dos á  toda  la  tierra  ^. 

7  El  cual  vino,  y  recibió  el  libro  de  la  mano  dere- 
cha de  aquel  que  estaba  sentado  en  el  solio. 

8  Y  cuando  hubo  abierto  el  libro ,  los  cuatro  ani- 
males, y  los  veinte  y  cuatro  ancianos  se  postraron 
ante  el  cordero,  teniendo  todos  cítaras  y  copas,  ó  in- 
censarios, de  oro,  llenas  de  perfumes,  que  son  las  ora- 
ciones de  los  santos; 

9  y  cantaban  un  cántico  nuevo  ^ ,  diciendo  :  Digno 
eres,  Señor,  de  recibir  el  libro,  y  de  abrir  sus  sellos, 
porque  tú  has  sido  entregado  á  la  muerte ,  y  con  tu 
sangre  nos  has  rescatado  para  Dios,  de  todas  las  tri- 
bus, y  lenguas,  y  pueblos,  y  naciones  : 

10  con  que  nos  hiciste  para  nuestro  Dios  reyes  y 
sacerdotes*;  y  reinaremos  sobre  la  (ierra  hasta  que 
después  reinemos  contigo  en  el  cielo. 


1  Véase   Cuerno. 

"2  Como  ejecutores  de  sus  órdenes.   Véase    Tvb.  XII. 
.  15. 

3  Véase  Nuevo. 

4  Reyes  ,  como  coherederos  cou  Je.su -Christo  del  rein? 


294  LIBRO    DEL    APOCALYPSI. 

11  Vi  también,  y  oí  la  voz  de  muchos  ángeles  al 
rededor  del  solio,  y  de  los  animales,  y  de  los  ancia- 
nos ;  y  su  número  era  millares  de  millares , 

12  los  cuales  decian  en  alta  voz  :  Digno  es  el  Cor- 
dero que  ha  sido  sacrificado,  de  recibir  el  poder,  y  la 
divinidad,  y  la  sabiduría,  y  la  fortaleza,  y  el  honor, 
y  la  gloria ,  y  la  bendición  '. 

13  Y  á  todas  las  criaturas,  que  hay  en  el  cielo,  y 
sobre  la  tierra ,  y  debajo  de  la  tierra ,  y  las  que  hay  en 
el  mar ;  á  cuantas  hay  en  todos  estos  lugares  á  todas 
las  oí  decir  :  Al  que  está  sentado  en  el  trono,  y  al  Cor- 
dero, bendición,  y  honra,  y  gloria,  y  potestad  por  los 
siglos  de  los  siglos. 

14  A  lo  que  los  cuatro  animales  respondían  :  Amen. 
Y  los  veinte  y  cuatro  ancianos  se  postraron  sobre  sus 
rostros ,  y  adoraron  á  aquel  que  vive  por  los  siglos  de 
los  siglos. 

CAPITULO  VI. 

Señales  misterioxas  que  fue  viendo  el  apóstol ,  conforme  iba 
el  Cordero  abriendo  los  seis  primeros  sellos. 

1  Vi  pues  cómo  el  Cordero  abrió  el  primero  de  los 


celestial ,  y  sacerdotes,  por  la  parte  que  tenemos  cu  el  sa- 
cerdocio de  Christo.  Véase  /.  Pet.  II.  v.  9. 

1  De  la  boca  de  todas  las  criaturas ,  ó  de  que  todo  el 
mundo  le  adore,  le  tema  y  le  alabe. 


CAPITULO    VI.  295 

siete  sellos,  y  oi  al  primero  de  los  cuatro  animales,  que 
decía ,  con  voz  como  de  trueno  :  Ven ,  y  verás. 

2  Yo  miré ;  y  hé  ahí  un  caballo  blanco,  y  el  que  le 
montaba,  tenia  un  arco,  y  diósele  una  corona,  y  salió 
victorioso  para  continuar  las  victorias. 

3  Y  como  hubiese  abierto  el  segundo  sello ,  oí  al 
segundo  animal,  que  decia  :  Ven,  y  verás. 

4  Y  salió  otro  caballo  bermejo;  y  al  que  le  mon- 
taba ,  se  le  concedió  el  poder  de  desterrar  la  paz  de  la 
tierra,  y  de  hacer  que  los  hombres  se  matasen  unos 
á  otros,  y  asi  se  le  dio  una  grande  espada  *. 

5  Abierto  que  hubo  el  sello  tercero,  oi  al  tercer 
animal,  que  decia  :  Ven,  y  verás.  Y  vi  un  caballo 
negro ,  y  el  que  le  montaba ,  tenia  una  balanza  en  su 
mano. 

6  Y  oi  cierta  voz  en  medio  de  los  cuatro  animales, 
que  decia  :  Dos  libras  de  trigo  valdrán  un  denario,  y 
seis  libras  de  cebada  á  denario  tambicri  "  ;  mas  al  vino 
y  al  aceite  no  hagas  daño. 

7  Después  que  abrió  el  sello  cuarto,  oí  una  voz  del 
cuarto  animal ,  que  decia  :  Ven ,  y  verás. 

8  y  hé  ahí  un  caballo  pálido  y  macilento^  cuyo  gi- 


1  Parece  que  se  designan  aquí  las  terribles  persecucio- 
nes que  padeció  la  Iglesia  desde  que  nació.  La  espada  es 
el  símbolo  de  la  ai(irtaudad  ,  y  lo  mismo  el  color  rojo  del 
caballo. 

2  Esto  es  ,  poco  mas  de  un  real  de  plata  ,  que  es  todo  lo 
que  gana  un  jornalero  ;  de  suerte  que  no  podrá  alimentar  á 
su  familia  Amos  VIH.  v.  11.  Véase  Denario. 


296  Llimo    I>EL    APOCALYPSÍ. 

Hete  tenia  por  nombre  Muerte,  y  el  infierno  le  iba  si- 
guiendo ' ,  y  (liósele  poder  sobre  las  cuatro  partes  de  la 
tierra  ,  para  mafar  á  los  hombres  á  cuchillo,  con  ham- 
bre, con  mortandad,  y  por  medio  de  las  fieras  de  la 
tierra. 

9  Y  cuando  hubo  abierto  el  quinto  sello,  vi  debajo 
ó  al  pié  del  altar  ^  las  almas  de  los  que  fueron  muer- 
tos por  la  palabra  de  Dios,  y  por  ratificar  su  testi- 
monio, 

10  y  clamaban  á  grandes  voces,  diciendo  :  ¿  Hasta 
cuándo,  Señor,  (tú  que  eres  santo,  y  veraz)  difieres 
hacer  justicia ,  y  vengar  nuestra  sangre  contra  los  que 
habitan  en  la  tierra  ? 

11  Diósele  luego  á  cada  uno  de  ellos  un  ropage  ó 
vcsUdo  blanco  * ;  y  se  les  dijo  que  descansasen  ó 
aguardasen  en  paz  un  poco  de  tiempo,  en  tanto  que 
se  cumplía  el  número  de  sus  consiervos  y  hermanos , 
que  hablan  de  ser  martirizados  también  como  ellos. 

12  Vi  asimismo  cómo  abrió  el  sexto  sello;  y  al 
punto  se  sintió  un  gran  terremoto ,  y  el  sol  se  puso 
negro  como  un  saco  de  cilicio  ó  de  cerda  '* ;  y  la  luna 
se  volvió  toda  bermeja  como  sangre  ; 


1  Esto  es,  el  sepulcro  :  ó  también  ,  una  multitud  de  re- 
probos ó  condenados ,  Por  esta  visión  entienden  algunos  á 
Mahoma  y  su  secta.  Véase  Muerte,  Infierno. 

2  Eu  tierra,  y  al  pié  de  la  ara,  á  manera  de  víctimas  aca- 
badas de  inmolar. 

3  Símbolo  de  pureza  ,  de  gozo,  y  de  triunfo. 

4  Vrase  Ciiirio. 


CAPÍTULO   VI.  297 

13  y  las  eslreUas  '  cayeron  del  cielo  sobre  la  tierra, 
á  la  manera  que  una  higuera ,  sacudida  de  un  recio 
viento,  deja  caer  sus  brevas ; 

1 4  y  el  cielo  desapareció  como  un  libro  que  es  ar- 
rol  ado  "" ;  y  lodos  los  montes  y  las  islas  fueron  movi- 
dos de  sus  lugares ; 

15  y  los  reyes  de  la  tierra,  y  los  príncipes,  y  los 
tribunos,  y  los  ricos,  y  los  poderosos,  y  todos  los 
hombres,  asi  esclavos  como  libres,  se  escondieron  en 
las  grutas  y  entre  las  peñas  de  los  montes; 

16  y  decían  á  los  montes ,  y  peñascos  :  Caed  sobre 
nosotros ,  y  escondednos  de  la  cara  de  aquel  Señor  que 
está  sentado  sobre  el  trono,  y  de  la  ira  del  Cordero  ', 

17  porque  llegado  es  el  dia  grande  de  la  cólera  de 
ambos;  ¿y  quién  podrá  soportarla? 


1  Rayos  ó  globos  de  fuego.  Véase  h.  XIII.  v.  10. — 
Ezech.  XXXII.  V.  7.—MaUh.  XXIV.  v.  29.  También 
puede  entenderse  de  los  dioses  ó  ídolos  de  los  gentiles^  que 
son  llamados  estrellas  ó  astros,  y  á  veces  ejército  del  cielo. 

2  O  envuelto  en  su  cilindro.  Is.  XXXI T.  v.  4.  V^éase 
Libro. 

3  Is.  IL  V.  19— Oí.  X.  V.  ^.—Luc.  XXIU.  v.  30.  Parece 
que  se  habla  aquí  de  la  segunda  venida  de  Jesu-Christo. 
Algunos  intérpretes  explican  esto  en  sentido  alegórico  ó 
místico  ;  y  otros  lo  entienden  de  la  ruina  de  Jerusalem. 


26 


•298  LIBRO    DEL    APOCALYPSI. 


CAPITULO  VII. 


Se  da  orden  á  los  ángeles  que  vienen  á  destruir  la  tierra  , 
que  no  híujan  daño  á  los  justos,  tanto  del  pueblo  de  Israel, 
como  de  las  demás  naciones.  Quienes  son  los  que  rió  san 
Juan  vestidos  de  un  ropage  blanco. 

1  Después  de  eslo  vi  cuatro  ángeles  que  estaban 
sobre  los  cuatro  ángulos  ó  puntos  de  la  tierra ,  dete- 
niendo los  cuatro  vientos  de  la  tierra,  para  que  no 
soplasen  sobre  la  tierra,  ni  sobre  la  mar,  ni  sobre  árbol 
alguno. 

2  Luego  vi  subir  del  oriente  á  otro  ángel ' ,  que 
tenia  la  marca  ó  sello  de  Dios  vivo ;  el  cual  gritó  con 
voz  sonora  á  los  cuatro  ángeles ,  encargados  de  hacer 
daño  á  la  tierra  y  al  mar , 

3  diciendo  :  JNo  hagáis  mal  á  la  tierra ,  ni  al  mar, 
ni  á  los  árboles  hasta  tanto  que  pongamos  la  señal  en 
la  frente  á  los  siervos  de  nuestro  Dios. 

4  Oí  también  el  número  de  los  señalados,  que 
eran  ciento  cuarenta  y  cuatro  mil ,  de  todas  las  tribus 
de  los  hijos  de  Israel. 

5  De  la  tribu  de  Judá  había  doce  mil  señalados ;  de 
la  tribu  de  Rubén  doce  mil  señalados;  de  la  tribu  de 
Gad  otros  doce  mil ; 


1  Algunos  entienden  por  este  ángel  á  Elias,  enviado  por 
Jesu-Christo,  llamado  Oriente,  y  Sol  de  Justicia  en  varios 
lugares  de  la  Escritura.  Véase  Luc.  I.  r.  78,  y  la  |  rofecía 
de  Malachias.  cap.  JV.  v.  5. 


CAPÍTULO     Vil.  299 

6  (le  la  tribu  de  Aser  doce  mil  señalados ;  de  la 
tribu  de  Nephlhali  doce  mil  señalados ;  de  la  tribu  de 
Manassés  otros  doce  mil  ' ; 

I  de  la  tribu  de  Simeón  doce  mil  señalados ;  de  la 
tribu  de  Leví  doce  mil  señalados;  de  la  tribu  de  Issa- 
chár  otros  doce  mil ; 

8  de  la  tribu  de  Zabulón  doce  mil  señalados ;  de  la 
tribu  de  Joseph  ó  Ephraim  doce  mil  señalados ;  de  la 
tribu  de  Benjamín  otros  doce  mil. 

9  Después  de  esto  vi  una  grande  muchedumbre , 
que  nadie  podia  contar,  de  todas  naciones ,  y  tribus , 
y  pueblos,  y  lenguas ;  que  estaban  ante  el  trono,  y  de- 
lante del  Cordero,  revestidos  de  un  ropage  blanco,  con 
palmas  en  sus  manos  ^ ; 

10  y  exclamaban  á  grandes  voces,  diciendo  :  La 
salvación  se  debe  á  nuestro  Dios,  que  está  sentado  en 
el  solio,  y  al  Cordero. 

II  Y  todos  los  ángeles  estaban  en  torno  del  solio, 
y  de  los  ancianos,  y  de  los  cuatro  animales  ;  y  se  pos- 
traron delante  del  solio  sobre  sus  rostros,  y  adoraron 
á  Dios, 

12  diciendo:   Amen.  Bendición,  y  gloria,  y  sabi- 


1  Algunos  expositores  opinan  que  se  omite  aquí  la  tribu 
de  Dan ,  porque  de  ella  se  cree  comunmente  que  ha  de 
nacer  el  Antechristo ,  lo  que  deducen  de  la  célebre  pro- 
fecía de  Jacob,  Gen.  XLIX.  v.  17. 

2  En  señal  de  la  pureza  de  su  vida ,  y  símbolo  de  su 
triunfo. 


300  LIBRO    DEL    APüCALYFSI. 

duría,  y  acción  de  gracias,  honra,  y  poder,  y  fortaleza 
á  nuestro  Dios  por  los  siglos  de  los  siglos  :  Amen. 

13  En  esto  hablándome  uno  de  los  ancianos,  me 
preguntó  :  Esos,  que  están  cubiertos  de  blancas  vesti- 
duras, ¿quiénes  son?  y  ¿  de  dónde  han  venido? 

14  Yo  le  dije  :  Mi  señor,  tú  lo  sabes.  Entonces 
me  dijo :  Estos  son,  los  que  han  venido  de  una  tribu- 
lación grande,  y  lavaron  sus  vestiduras,  y  las  blan- 
quearon ó  purificaron  en  la  sangre  del  Cordero  : 

15  por  esto  están  ante  el  solio  de  Dios,  y  le  sirven 
alabándole  áia  y  noche  en  su  Templo;  y  aquel  que 
está  sentado  en  el  solio,  habitará  en  medio  de  ellos  : 

16  ya  no  tendrán,  hambre,  ni  sed,  ni  descargará 
sobre  ellos  el  sol ,  ni  el  bochorno  '  ; 

17  porque  el  Cordero  que  está  en  medio  del  solio, 
será  su  pastor,  y  los  llevará  á  fuentes  de  aguas  vivas, 
y  Dios  enjugará  todas  las  lágrimas  de  sus  ojos  ^  . 

CAPÍTULO    Vill. 

Abierto  ya  el  sello  séptimo ,  se  aparecen  siete  ángeles  con 
.siete  trómpelas  ;  tocan  los  cuatro  primeros  cada  uno  la 
suya  ;  cae  fuego  ,  la  mar  se  altera ,  las  aguas  se  vuelven 
amargas,  y  las  estrellas  pierden  su  resplandor. 

1  Y  cuando  el  Cordero  hubo  abierto  el  séptimo 
sello,  siguióse  un  gran  silencio  en  el  cielo,  cosa  de 
media  hora  ^. 

1  Ni  ardor, ó  incomodidad  alguna,  /.v,  XLIX.  v.  10. 

2  Psahn.  XXXV.  v.  í).— /,y.  XXV.y.  8. 

3  Alude  al  rito  del  Templo,  durante  el  incienso;  en  cuyo 


APÍULO     VIH.  301 

2  Y  vi  luego  á  siete  ángeles  que  estaban  en  pié  de- 
lante de  Dios,  y  diéronseles  siete  trompetas. 

3  Vino  entonces  otro  ángel,  y  púsose  ante  el  altar 
con  un  incensario  de  oro;  y  diéronscle  muchos  períu- 
nies,  compuestos  de  las  oraciones  de  todos  los  santos 
para  que  los  ofreciese  sobre  el  altar  de  oro,  colocado 
ante  el  trono  de  Dios. 

4  Y  el  humo  de  los  perfumes  ó  aromas  encendi- 
dos de  las  oraciones  de  los  santos  subió  por  la  mano 
del  ángel  al  acatamiento  de  Dios. 

5  Tomó  luego  el  ángel  el  incensario,  llenóle  del 
fuego  del  altar,  y  arrojando  este  fuego  á  la  tierra , 
sintiéronse  truenos  ,  y  voces ,  y  relámpagos ,  y  un 
grande  terremoto. 

6  Entre  tanto  los  siete  ángeles,  que  tenian  las  siete 
trompetas,  se  dispusieron  para  tocarlas. 

7  Tocó  pues  el  primer  ángel  la  trompeta,  y  for- 
móse una  tempestad  de  granizo,  y  fuego,  mezclados 
con  sangre,  y  descargó  sobre  la  tierra,  con  lo  que  la 
tercera  parte  de  la  tierra  se  abrasó,  y  con  ella  se  que- 
mó la  tercera  parte  de  los  árboles ,  y  toda  la  yerba 
verde. 

8  El  segundo  ángel  tocó  también  la  trompeta,  y 
al  momento  se  vio  caer  en  el  mar  como  un  grande 


breve  tiempo  se  observaba  un  grandísimo  silencio,  orando 
todos  dentro  de  su  corazón.  El  humo  del  incienso  subiendo 
al  cielo ,  representaba  las  oraciones  de  los  que  adoraban  h 
Dios.  Véase  Incienso. 


2>0'¿  LIBRO    DEL    AI'üCALYPSl. 

monte  todo  de  fuego  ' ,  y  la  tercera  parle  del  mar  se 
convirtió  en  sangre, 

9  y  murió  la  tercera  parte  de  las  criaturas  que  vi- 
vían en  el  mar,  y  pereció  la  tercera  parte  de  las  naves. 

10  Y  el  tercer  ángel  tocó  la  trompeta,  y  cayó  del 
cielo  una  grande  estrella  ^  ó  cotneta,  ardiendo  como 
una  tea,  y  vino  á  caer  en  la  tercera  parte  de  los  rios, 
y  en  los  manantiales  de  las  aguas ; 

11  y  el  nombre  de  la  estrella  es  Ajenjo;  y  así  la 
tercera  parte  de  las  aguas  se  convirtió  en  ajenjo,  ó 
tomó  su  mal  gusto :  con  lo  que  muchos  hombres  mu- 
rieron á  causa  de  las  aguas,  porque  se  hicieron  amar- 
gas. 

12  Después  tocó  la  trompeta  el  cuarto  ángel;  y 
quedó  herida  de  tinieblas  la  tercera  parte  del  sol ,  y 
la  tercera  parte  de  la  luna ,  y  la  tercera  parte  de  las 
estrellas,  de  tal  manera  que  se  oscurecieron  en  su  ter- 


1  Por  este  monte  entienden  algunos  el  poder  de  los  ro- 
manos ,  cuando  destruyeroo  á  Jerusalem ,  otros  la  heregia, 
que  todo  lo  abrasa  ;  y  oíros  la  entera  destrucción  del  uni- 
verso en  el  último  dia. 

2  Por  esta  estrella  ardiendo  entiende  el  sabio  obispo  Sr. 
Bossuet  un  tal  Barcoquébas  ,  que  fingió  ser  el  Mesías,  en 
tiempo  de  Adriano,  y  fue  causa  de  gran  mortandad  entre 
los  judíos.  Otros  lo  entienden  de  Mahoma  ,  y  otros  de  los 
bárbaros  del  Norte  acaudillados  del  rey  Alarico.  Es  frase 
hebrea  dar  ud  nombre  á  la  cosa,  para  significar  sus  cua- 
lidades; y  así  se  dice  que  seiá  estrella  que  causará  grandes 
tribulaciones.  Véase  Nombre. 


capítulo  IX.  303 

cera  parle ;  y  asi  quedó  privado  el  dia  de  la  tercera 
parte  de  su  luz,  y  lo  mismo  la  noche. 

13  Entonces  miré,  y  oí  la  voz  de  una  águila  '  que 
iba  volando  por  medio  del  cielo,  y  diciendo  á  grandes 
gritos  :  ¡  Ay,  ay,  ay  de  los  moradores  de  la  tierra,  por 
causa  del  sonido  de  las  trompetas  que  los  otros  tres 
ángeles  han  de  tocar ! 

CAPÍTULO  IX. 

Lo  que  aconieció  al  tocar  la  quinla  y  sexta  trompetas. 

El  quinto  ángel  tocó  la  trompeta;  y  vi  una  es- 
trella del  cielo  '  caida  en  la  tierra,  y  dlósele  la  llave 
del  pozo  del  abismo . 

•2  Y  abrió  el  pozo  del  abismo ,  y  subió  del  pozo 
un  humo  semejante  al  de  un  grande  horno  :  y  con  el 
humo  de  este  pozo  quedaron  oscurecidos  el  sol  y  el 
aire  ; 

3  y  del  humo  del  pozo  salieron  langostas  *  sobre 
.a  tierra,  y  dióseles  poder,  semejante  al  que  tienen  los 
escorpiones  de  la  tierra  : 

4  y  se  les  mandó   no  hiciesen  daño  á  la  yerba  de 


1  O  de  un  ángel  en  aquella  fígura. 

2  A  Luzbel  caido  del  cielo  ,  al  cual  permitirá  Dios  que 
salga  del  infierno  con  gran  muchedumbre  de  espíritus 
malos. 

3  Algunos  por  las  langostas  entienden  los  que  se  apar- 
taron de  la  fé,  ó  los  falsos  apóstoles. 


304  LIBRO    DEL    Al'ütALYPSI. 

la  tierra  ,  ni  á  cosa  verde ,  ni  á  ningún  árbol ,  sino 
solamenle  á  los  hombres ,  que  no  tienen  la  señal  de 
Dios  en  sus  frentes  : 

5  y  se  les  encargó  no  que  los  matasen ;  sino  que 
los  atormentasen  por  cinco  meses ;  y  el  tormento  que 
causan ,  es  como  el  que  causa  el  escorpión ,  cuando 
hiere  ó  ha  herido  á  un  hombre. 

6  Durante  aquel  tiempo  los  hombres  buscarán  la 
muerte ,  y  no  la  hallarán ;  y  desearán  morir,  y  la 
muerte  irá  huyendo  de  ellos  ' . 

7  Y  las  figuras  de  las  langostas,  se  parecían  á  ca- 
ballos aparejados  para  la  batalla  ;  y  sobre  sus  cabezas 
lenian  como  corouas  al  parecer  de  oro  ;  y  sus  caras 
asi  como  caras  de  hombres  ^. 

8  Y  tenían  cabellos  como  cabellos  de  mugeres ;  y 
sus  dientes  eran  como  dientes  de  leones: 

9  vestían  también  lorigas  ó  corazas  como  lorigas 
de  hierro ;  y  el  ruido  de  sus  alas  como  el  estruendo  de 
ios  carros  tirados  de  muchos  caballos  que  van  cor- 
riendo al  combale : 

10  tenían  asimismo  colas  parecidas  á  las  de  los 
escorpiones,  y  en  las  colas  aguijones;  con  potestad 
de  hacer  daño  á  los  hombres  por  cinco  meses  :  y 
tenían  sobre  sí 


1  Sap.  XVI.  V.  19.-/4.  //.  V.  O.-Ch.  X.    v.  8-Luc. 
XXIII.  V.  30. 

2  Toda  la  pintura  que  aquí  .se  hact ,  la  aplican  algunos  a 
los  mahometanos  ó  .sarracenos.  Vcasc  Jocl  I  v  II. 


CAPÍTULO    IX.  305 

11  por  rey  al  ángel  del  abismo,  cuyo  nombre  ' 
en  hebreo  es  -  Abaddon ,  en  griego  '  Apolíyon  ,  que 
quiere  decir  en  latin  Exterminans,  esto  es,  el  Exler- 
Yninador. 

12  El  un  ay  se  pasó  ya,  mas  luego  después  van  á 
venir  dos  ayes  todavía. 

13  Tocó  pues  el  sexto  ángel  la  trompeta  ;  y  oí  una 
voz  que  salía  de  los  cuatro  ángulos  del  altar  de  oro , 
que  está  colocado  ante  los  ojos  del  Señor, 

14  la  cual  decía  al  sexto  ángel,  que  tenia  la  trom- 
peta :  Desata  á  los  cuatro  ángeles  del  abismo ,  que 
están  ligados  en  el  grande  rio  Euphrátes  '*. 

15  Fueron  pues  desalados  los  cuatro  ángeles,  los 
cuales  estaban  prontos  para  la  hora ,  y  el  día,  y  el 
mes,  y  el  año,  en  que  debían  matar  la  tercera  parte 
de  los  hombres. 

16  Y  el  número  de  las  tropas  de  á  caballo  era  de 
doscientos  millones  \  Porque  yo  oí  el  número  de 
ellas. 

17  Así  como  vi  también  en  la  visión  los  caballos  ; 
y  los  ginetes  vestían  corazas  como  de  fuego ,  y  de  co- 
lor de  jacinto  ó  cárdenas,  y  de  azufre,  y  las  cabezas 


1  Véase  Nombre. 

3  ATroWv'úcv, 

4  Véase  Demonio.  El  rio  Euphrátes  era  el  de  Babylonia 
sinibolo  del  infierno. 

5  V^éase  Número. 


•¿06  LIBRO    DliL    Al'OCALYl'SI. 

de  los  caballos  eran  como  cabezas  de  leones  y  de  su 
boca  salia  fuego ,  humo  y  azufre. 

18  Y  de  estas  tres  plagas  fue  muerta  la  tercera 
parle  de  los  hombres,  es  á  saber,  con  el  fuego,  y  con 
el  humo,  y  con  el  azufre,  que  salían  de  sus  bocas. 

19  Porque  la  fuerza  de  los  caballos  está  en  su  bo- 
ca,  y  en  sus  colas ;  pues  sus  colas  son  semejantes  á 
serpientes,  y  tienen  cabezas,  y  con  estas  hieren. 

20  Entre  tanto  los  demás  hombres,  que  no  pere- 
cieron con  estas  plagas,  no  por  eso  hicieron  penitencia 
délas  obras  de  sus  manos,  con  dejar  de  adorará  los 
demonios,  y  á  los  simulacros  de  oro,  y  de  plata,  y  de 
bronce,  y  de  piedra,  y  de  madera,  que  ni  pueden  ver, 
ni  oir,  ni  andar  ; 

21  ni  tampoco  se  arrepintieron  de  sus  homicidios, 
ni  de  sus  hechicerías,  ni  de  su  fornicación  ó  des- 
honestidad, ni  de  sus  robos. 


CAPITULO  X. 

Aparece  otro  ángel  cercado  de  ima  nube  ,  con  un  libro  en  la 
mano  :  este  ángel  anuncia  el  cumplimiento  de  todo  el  mis- 
terio, así  que  el  séptimo  ángel  haya  tocado  la  trompeta. 
Una  voz  del  cielo  manda  á  san  Juan  que  decore  aquel 
libro  ó  pergamino. 

1  Vi  también  á  otro  ángel  valeroso  bajar  del  cielo 
revestido  de  una  nube,  y  sobre  su  cabeza  el  arco  iris, 
y  su  cara  era  como  el  sol ,  y  sus  pies  como  columnas 
de  fuego ; 


CAPITULO    X.  307 

2  el  cual  tenia  en  su  mano  un  librito  abierto  ;  y 
puso  su  pié  derecho  sobre  la  mar,  y  el  izquierdo  sobre 
la  tierra  ; 

3  y  dio  un  grande  grito,  á  manera  de  leen  cuando 
ruge.  Y  después  que  hubo  gritado,  siete  truenos  arti- 
cularon sus  voces. 

4  Y  articulado  que  hubieron  los  siete  truenos  sus 
voces,  iba  yo  á  escribirlas,  cuando  oí  una  voz  del  cielo 
que  me  decia :  Sella,  6  reserva  en  tu  mente,  las  cosas, 
que  hablaron  los  siete  truenos ,  y  no  las  escribas. 

3  Y  el  ángel,  que  vi  estar  sobre  la  mar  y  sobre  la 
tierra,  levantó  al  cielo  su  mano, 

6  y  juró  por  el  que  vive  en  los  siglos  de  los  siglos, 
el  cual  crió  el  cielo,  y  las  cosas  que  hay  en  él ;  y  la  tier- 
ra ,  con  las  cosas  que  hay  en  ella  ;  y  el  mar ,  y  cuan- 
to en  él  se  contiene :  Que  ya  no  habrá  mas  tiempo ; 

7  sino  que  cuando  se  oyere  la  voz  del  séptimo  án- 
gel, comenzando  á  sonar  la  trompeta,  será  consumado 
el  misterio  de  Dios ,  según  lo  tiene  anunciado  por 
sus  siervos  los  Profetas  '. 

8  Y  oí  la  voz  del  cielo  que  hablaba  otra  vez  con- 
migo, y  decia:  Anda,  y  toma  el  libro  abierto  de  la 
mano  del  ángel  que  está  sobra  la  mar  y  sobre  la  tierra. 

9  Fui  pues  al  ángel,  pidiéndole  que  me  diera  el  li- 
bro. Y  me  dijo:  Tómale,  y  devórale  ';  que  llenará  de 

1  El  fin  será  la  resurrección  general  .  cumplidas  ya  las 
profecías. 

2  O  léele  al  instante  .  y  medita  su  contenido  ;  el  cual  te 
llenará  de  pena. 


308  LIBRO    DEL    APOGALYPSr 

amargura  tu  vientre,  aunque  en  tu  boca  será  dulce 
como  la  miel. 

10  Entonces  recibí  el  libro  de  la  mano  del  ángel,  y 
le  devoré ;  y  era  en  mi  boca  dulce  como  la  miel ;  pero 
habiéndole  devorado,  quedó  mi  vientre  ó  interior  lle- 
no de  amargura. 

11  Díjome  mas :  Es  necesario  que  de  nuevo  profe- 
tizes  á  las  naciones,  y  pueblos,  y  lenguas,  y  á  mu- 
chos reyes. 


CAPÍTULO  XI. 


Señales  que  liahrá  antes  de  focar  la  última  trompeta.  Dos 
testigos  ó  mártires  del  Señor  serán  despedazados  por  la 
bestia  ,  y  resucitados  por  Dios.  Toca  el  séptimo  ángel  la 
trompeta :  se  describe  la  resurrección  de  los  muertos,  y  el 
juiciojinal. 

1  Entonces  se  me  dio  una  cana  *  á  manera  de  una 
vara  de  medir,  y  díjoseme :  Levántate  y  mide  el  Tem- 
plo de  Dios,  y  el  altar,  y  cuenta  los  que  adoran  en  él; 

2  pero  el  atrio  exterior  del  Templo  ^  déjale  fuera, 
(no  cuides  de  él)  y  no  le  midas,  por  cuanto  está  dado 
á  los  gentiles,  los  cuales  han  de  hollar  la  cuidad  san- 
ta cuarenta  y  dos  meses  ^ : 


1  Véase  Caña. 
3  Véase  Atrio. 

3  F^ste  se  cree  que  será  el  tiempo  del  reinado  del  Ante- 
christo.  Dan.  VJl.v.  25. 


CAPÍTULO    Xí.  309 

3  entre  tanto  yo  daré  orden  á  dos  testigos  míos  ' , 
y  harán  oficio  de  Profetas ,  cubiertos  de  sacos  ó  hábi- 
tos de  penitencia ,  por  espacio  de  mil  doscientos  y  se- 
senta dias. 

4  Estos  son  dos  olivos ,  y  dos  candeleros  puestos  eu 
la  presencia  del  Señor  de  la  tierra  ^. 

5  Y  si  alguno  quisiere  maltratarlos,  saldrá  fuego 
de  la  boca  de  ellos ,  que  devorará  á  sus  enemigos  ° , 
pues  así  conviene  sea  consumido ,  quien  quisiere  iia- 
cerles  daño. 

6  Los  mismos  tienen  poder  de  cerrar  el  cielo,  para 
que  no  llueva  en  el  tiempo  que  ellos  profelizen;  y  tie- 
nen también  potestad  sobre  las  aguas  para  convertirlas 
en  sangre ,  y  para  afligir  la  tierra  con  toda  suerte  de 
plagas  siempre  que  quisieren, 

7  I\Ias  después  que  concluyeren  de  dar  su  testimo- 
nio, la  bestia  que  sube  del  abismo,  moverá  guerra  con- 
tra ellos ,  y  los  vencerá ,  y  les  quitará  la  vida. 

8  Y  sus  cadáveres  yacerán  en  las  plazas  de  la  grande 
ciudad,  que  se  llama  místicamente  Sodoma  y  Egypto, 
donde  asimismo  el  Señor  de  ellos  fue  crucificado  ^. 


1  Elias  y  Enorh. 

2  Que  comunicarán  la  gracmy  unción  del  Espíritu  santo 
y  alurabrarán  a  los  hombres.  V^éase  Zach.  IV. 

3  i  r.  Reg.  I.  v.  10.— Eccles.  XLVIIT.  v.  'ó. 

4  De  estas  palabras  inlieren  varios  expositores  que  la 
corte  ó  residencia  del  Antechristo  será  en  Jerusalem  ,  lla- 
mada Sodoma  y  Egypto  por  sus  maldades  y  abomina- 
ciones. 

TOM.   XV.  27 


310  LIBRO    PEL    APOCA  LYPSI. 

9  Y  las  gentes  de  las  tribus ,  y  pueblos ,  j  lenguas , 
y  naciones  estarán  viendo  sus  cuerpos  por  tres  días  y 
medio ;  ni  permitirán  que  se  les  dé  sepultura  '  : 

10  y  los  que  habitan  la  tierra,  se  regocijarán  con 
ver  los  muertos ,  y  harán  fiesta  ;  y  se  enviarán  presen- 
tes los  unos  á  los  otros ,  6  se  darán  albricias ,  á  causa 
de  que  estos  dos  Profetas  atormentaron  con  sus  repren- 
siones á  los  que  moraban  sobre  la  tierra  ^. 

11  Pero  al  cabo  de  tres  diás  y  medio,  entró  en  ellos 
por  virtud  de  Dios  el  espíritu  de  vida.  Y  se  alzaron 
sobre  sus  pies ,  con  lo  que  un  terror  grande  sobrecogió 
á  los  que  los  vieron. 

12  En  seguida  oyeron  una  voz  sonora  del  cielo, 
que  lesdecia;  Subid  acá.  Y  subieron  al  cielo  en  una 
nube,  y  sus  enemigos  los  vieron. 

13  Y  en  aquella  hora  se  sintió  un  gran  terremoto, 
con  que  se  arruinó  la  décima  parte  de  la  ciudad ;  y 
perecieron  en  el  terremoto  siete  mil  personas  *  ;  y  los 
demás  entraron  en  miedo,  y  dieron  gloria  al  Dios  del 
ciclo. 

14  El  segundo  ay  se  pasó ;  y  bien  pronto  vendrá  el 
a  y  tercero,  ó  la  tercera  desdicha. 

Ib  En  efecto ,  el  séptimo  ángel  sonó  la  trompeta , 
y  se  sintieron  voces  grandes  en  el  cielo  que  decian  :  El 
reino  de  este  mundo,  ha  venido  á  ser  reino  de  nuestro 

1  Véase  Sepullura. 

2  Cuyas  costumbres  depravadas  procuraban  corregir. 

3  Quizá  el    texto,  por  la  figura  hipálage ,  quiere  decir 

hombrr^  de  nombrudía. 


CAPÍTULO    XI.  31 1 

Señor  y  de  su  Christo,  y  destinado  ya  el  pecado,  rei- 
nará por  los  siglos  de  los  siglos  :  Amen  '. 

16  Aquí  los  veinte  y  cuatro  ancianos,  que  están 
sentados  en  sus  tronos  en  la  presencia  de  Dios,  se 
postraron  sobre  sus  rostros ,  y  adoraron  á  Dios ,  di- 
ciendo : 

17  Gracias  te  tributamos  ¡  oh  Señor  Dios  todo- 
poderoso !  á  ti  que  eres  ,  que  eras  ya  antes ,  y  que  has 
de  venir  ;  porque  hiciste  alarde  de  tu  gran  poderío,  y 
has  entrado  en  posesión  de  tu  reino  '• 

18  Las  naciones  montaron  en  cólera ' ;  mas  sobre- 
vino tu  ira ,  y  el  tiempo  de  ser  juzgados  los  muertos, 
y  de  dar  el  galardón  á  tus  siervos  los  Profetas ,  y  á  los 
santos ,  y  á  los  que  temen  tu  nombre ,  chicos  y  gran- 
des ,  y  de  acabar  con  los  que  han  corrompido  la  tierra. 

19  Entonces  se  abrió  el  Templo  de  Dios  en  el  cielo, 
y  fue  vista  el  Arca  de  su  testamento  en  su  Templo  * ,  y 
se  formaron  rayos ,  y  voces ,  y  truenos ,  y  terremoto ,  y 
pedrisco  espantoso. 


1  /.  Cor.  XV.  V.  24. 

2  Psalm.  XCll.  v.  1. 

3  Contra  tí ,  y  contra  tus  siervos, 

4  Esto  es  ,  la  Humanidad  gloriosa  de  Jesu-Christo» 


312  LIBRU    DEÍ^    AroCALYPSÍ. 

CAPITULO  XII. 

De  la  guerra  del  diablo  y  del  Antechrislo  contra  la  Iglesia  , 
simbolizada  en  una  miiger  misieriosa  vestida  del  sol,  qur 
da  á  luz  un  hijo ,  y  es  perseguida  del  dragan  infernal. 

\  En  esto  apareció  uu  gvan,  pvodigift  en  el  cielo  : 
Upa  muger  vestida  del  sol ,  y  la  laiia  det>aio.  de  &us 
pies,  y  en  su  cabeza  una  corona  de  Q<Ptce  ©streílas : 

2  y  estando  en  cinta  ,  gritaba  coi3raTRí>ia&  de  parir, 
y  sufria  dolores  de  parto. 

3,  Al  mismo  tiempo  se  vio  en  el  ciólo  otro  porlea^ft; 
y  era  un  dragón  descomunal  bermejo  <?on  siefc^  ca- 
bezas y  diez  cuernos ;  y  en  las  cabezas  tenia  siete 
diademas ; 

4  y  su  cola  traia  arrastrando  la  tercera  parte  de 
las  estrellas  del  cielo,  y  arrojólas  á  la  tierra :  este  dra- 
gón je  puso  delante  de  la  n^uger,  que  estaba  par^ 
parir,  á  fin  de  tragarse  al  hijo,  luego  que  ella  le  \i\¡r 
biese  dado  á  luz. 

5  En  esto  parió  un  hijo  varón ,  el  cual  habia  de 
regir  todas  las  naciones  con  cetro  de  hierro  ;  y  este 
hijo  fue  arrebatado  para  Dios,  y  para  su  solio  '  ; 


J  Esta  grande  visión  representa  el  estado  de  la  Iglesia 
en  sus  primeros  años,  y  en  los  siglos  venideros.  EX  dragón 
puede  ser  símbolo  del  imperio  romano:  las  siete  cabezas  , 
de  las  siete  colinas  sobre  que  está  fundada  Roma  :  las  es- 
trellas del  cielo,  de  los  reyes  de  la  tierra;  ó  también, 
según  otros  .  las  siete  cabezas  significan  los  siete  empera- 


capítulo  XII.  313 

6  y  la  iíiuger  huyó  al  desierlo  ,  donde  tenia  un 
lugar  preparado  por  Dlo5,  para  que  allí  la  susleuíen 
par  espacio  de  mil  doscientos  y  sesenta  dias  '. 

1  Entre  tanto  se  trabó  una  batalla  grande  en  el  cie- 
lo :  IMiguel  y  sus  ángeles  peleaban  contra  el  dragQD , 
y  el  dragoa  con  sus  ángeles  lidiaba  contra  él ; 

8  pei'o  estos  fueron  los  mas  débiles,  y  después  no 
quedó  ya  para  ellos  lugar  ninguno  en  el  cielo, 

9  Asi  fue  abatido  aquel  dragón  descomunal,  aquella 
antigua  serpiente,  que  se  llama  diablo,  y  también  Sa- 
tanás, que  anda  engañando  al  orbe  uqiverso ;  y  fue 
lanzado  y  arrajado  á  la  tierra,  y  sus  ángeles  con  él. 

10  Entonces  oí  una  voz  sonora  en  el  cielo  que  de- 


dores  que  persiguieron  la  Iglesia,  y  los  dies  cuernos  las 
diez  persecuciones.  Otros  por  el  (li'OOou  entienden  el  de- 
monio ;  por  las  edrellas  los  cristianos  mas  distinguidos  ,  y 
por  las  siete  cabezas,  siete  reyes,  el  úitimo  de  los  cua- 
les es  el  Antechristo ;  y  por  los  diez  cuernos  que  tendrá  la 
cabeza  principal  del  dragón  ,  diez  reyes  ó  principes  que 
dominarán  la  tierra  al  venir  el  Antechristo  ,  el  cual  matará 
á  tres  de  ellos  j  y  con  esto  los  otros  siete  se  le  someterán. 
Cap.  XFII.  V.  9,  12.  Por  el  hijo  varen  entienden  muchos  á 
Jesq-Christo  .  4  q'iien  la  Iglesia  engendra,  por  decirlo  así, 
ó  forma  pp  el  corazón  de  los  cristianqs  ;  y  así  vipae  á  ^er 
símbolo  de  la  congregación  de  aquellos  cristianos  que,  ro- 
bustos en  la  fé  y  caridad  ,  condenarán  a  los  impíos  y  re- 
beldes pecadores;  y  son  conio  el  cuerpo  místico  deque  Jesu- 
Christo  es  la  cabeza. 

1  Defenderá  Dios  al  hijo  y  á  la  madre  en  aquellos  tres 
años  y  medio. 


314  LIBRO    DEL    APOCALYPSÍ. 

cia:  Hé  aquí  el  tiempo  de  salvación,  de  la  potencia,  y 
del  reino  de  nuestro  Dios,  y  del  poder  de  su  Christo, 
porque  ha  sido  ya  precipitado  del  cielo  el  acusador  de 
nuestros  hermanos,  que  los  acusaba  dia  y  noche  ante 
la  presencia  de  nuestro  Dios  '. 

1 1  Y  ellos  le  vencieron  por  los  méritos  de  la  sangre 
del  Cordero,  y  en  virtud  de  la  palabra  deZa/équehan 
confesado,  y  por  la  cual  desamaron  sus  vidas  hasta 
perderlas  por  obedecer  á  Dios. 

12  Por  tanto  regocijaos  ¡  oh  cielos,  y  los  que  en 
ellos  moráis  !  ¡  Ay  de  la  tierra,  y  del  mar!  porque  el 
diablo  bajó  á  vosotros  arrojado  del  cielo,  y  está  lleno  de 
furor,  sabiendo  que  le  queda  poco  tiempo  ^. 

13  Viéndose  pues  el  dragón  precipitado  del  cielo  á 
la  tierra,  fue  persiguiendo  á  la  muger,  que  habia  pa- 
rido aquel  hijo  varón  : 

14  á  la  muger  empero  se  le  dieron  dos  alas  de 
águila  muy  grande ,  para  volar  al  desierto  á  su  sitio 


1  Jo5./.u.  6,  9—//.  r.l,  2,3. 

2  Para  procurar  la  perdición  de  los  hombres.  Dios  arre- 
gla todos  los  sucesos  por  su  voluntad  y  según  sus  designios. 
Un  terremoto  ó  una  guerra  que  sirven  á  su  justicia  para 
castigar  á  los  reprobos  ,  sirven  también  a  su  misericordia 
para  bien  de  los  escogidos  ,  ó  para  sacarlos  del  mundo 
antes  que  la  malicia  pueda  pervertirlos.  El  reconocer  la 
mano  de  Dios  en  las  calamidades  públicas  es  camino  acia 
la  conversión  á  Dios.  En  tales  tiempos  hemos  de  rogarle 
que  nos  dé  su  gracia  para  sacar  un  bien  de  los  mismos 
males. 


CAPÍTULO    Xlll.  815 

destinado ,  en  donde  es  alimentada  por  un  tiempo  y 
dos  tiempos ,  y  la  mitad  de  un  tiempo  '  ( tres  años  y 
medio)  lejos  de  la  serpiente. 

15  Entonces  la  serpiente  vomitó  de  su  boca  en  pos 
de  la  rauger,  cantidad  de  agua  como  un  rio,  á  fin  de 
que  la  muger  fuese  arrebatada  de  la  corriente  '. 

16  Mas  la  tierra  socorrió  á  la  muger,  y  abriendo 
su  boca,  se  sorbió  al  rio,  que  el  dragón  arrojó  de  la 
suya. 

17  Con  esto  el  dragón  se  irritó  contra  la  muger; 
y  marchóse  á  guerrear  contra  los  demás  de  la  casta 
ólinage  de  ella,  que  guardan  los  mandamientos  de 
Dios,  y  mantienen  la  confesión  de  Jesu-Christo. 

18  Y  apostóse  sobre  la  arena  del  mar. 

CAPÍTULO  Xlll. 

De  una  bestia  monstruosa  de  siete  cabezas  y  diez  cuernos  con 
diez  diademas  ,  que  sale  del  mar  y  blasfema  contra  Dios  y 
hs  santos ,  y  es  adorada  por  los  hombres.  S¿  levanta  en 
la  tien'a  otra  bestia  con  dos  cuernos ,  que  da  vigor  á  la 
primera. 

1  Y  vi  una  bestia  que  subia  del  mar,  la  cual  tenia 


1  Véase  antes  cap.  XI.  v.  3. 

2  Y  sumergida  en  sus  aguas.  Alude  á  las  ballenas  ^  y 
grandes  peces  ,  los  cuales  arrojan  de  su  boca  como  ríos  de 
agua.  Y  estos  rios  de  agua  son  símbolo  de  las  aflicciones  y 
penas  con  que  el  Antechristo  .  y  todos  los  perseguidores 
de  la  Iglesia  han  de  combatir  la  fé  y  piedad  de  los  buenos 
cristianos.  Psalm.  CXXIII.  v.  i.—LXFIIl.  v.  2.  Véase 
Agua. 


ai§  LIBRO    BEL    APüCALYPSI. 

sáet^  cabiezas  y  diez  cuernos,  y  solure  los  cuernos  diez 
diademas ,  y  sobre  las  cabezas  nombres  de  blasfemia. 

2  Esta  bestia  que  vi,  era  semejante  á  un  leopardo, 
y  sus  pies  como  los  de  oso,  y  su  boca  como  la  de  león, 
Y  le  dio  el  dragón  su  fuerza,  y  su  gran  poder  '. 

3  Vi  Juego  una  de  sus  cabezas  que  pavecia  coHfta 
herida  de  muerte ;  y  su  llaga  mortal  fue  carada.  Con  lo 
que  toda  la  tierra  pasmada  ^  se  fue  en  pos  de  la  beslia. 

4  Y  adoraron  al  dragón,  que  dio  el  poder  á  la  bes- 
tia: también  adoraron  ala  bestia,  diciendo:  ¿Quién 
kay  semejante  á  la  bestia  ?  y  ¿  quién  podrá  lidiar  con 
ella? 

5  Dtósele  asimismo  uua  boca  que  hablase  cosas 
altaneras  y  blasfemias  ;  y  se  le  dio  facultad  de  '  obrar 
así  por  espacio  de  cuarenta  y  dos  meses. 

(i  Con  eso  abrió  su  boca  en  blasfemias  contra 
Dios,  blasfemando  de  su  nombre,  y  de  su  taberná- 
culo, y  de  los  que  habitan  en  el  cielo. 

7  Fuéle  también  permitido  el  hacer  guerra  á  los 
santos  afieles,  y  vencerlos  "*.  Y  se  le  dio  potestad  so- 
bre toda  tribu,  y  pueblo,  y  lengua,  y  nación  ; 

8  y  así  la  adoraron  lodos  los  habitantes  de  la  tier- 


1  Esto  es ,  sus  artes  y  falsos  milagros  para  engasar  á 
los  hombres. 

2  CuD  la  vista  de  ese  falso  portento. 

3  Según  el  griego  debe  traducirse  de  hacer  la  Queyra., 
pues  dice  :  Kít/  /«ToS»  «¿utw  í^ovo-Íol  7ro\S/tt9V  7roíW3-«/. 

4  En  cuanto  á  la  vida  del  cuerpo. 


CAPÍTULO    Xlll.  317 

ra  ;  aquellos,  digo,  cuyos  aombres  no  están  escfitos  en 
el  Libro  de  la  vida  del  Cordero,  que  fue  sacrificado 
(Jesd€  el  principio  del  mundo  '. 

9  Quien  tiene  oidos,  escuche  ó  atienda  bien. 

10  El  que  cautivare  á  otros,  en  cautividad  parará  : 
quien  á  hierro  matare,  es  preciso  que  á  hierro  sea 
laauevto.  Aquí  está  el  motivo  de  la  paciencia,  y  de  la 
Jirmeza  de  la  fé  que  tienen  los  santos. 

—  11  Vi  después  otra  bestia  que  subía  de  la  tierra, 
y  quo  tenia  dos  cuernos,  semejantes  á  los  del  Cordero ; 
mas  su  lenguage  era  <;omo  el  del  dragón. 

1'^  Y  ejercitaba  todo  el  poder  de  la  primera  bestia 
en  su  presencia  ;  é  hizo  que  la  tierra,  y  sus  morado- 
res, adorasen  la  bestia  primera,  cuya  herida  mortal 
quedó  curada. 

13  Y  obró  prodigios  grandes,  hasta  hacer  que  ba- 
ií^se  fuego  del  cielo  á  la  tierra  en  presencia  de  los 
hombres. 

14  Así  es  que  engañó,  ó  embaucó  ,  á  los  morado- 
res de  la  tierra  con  los  prodigios,  que  se  le  permiiieron 
hacer  á  xista  de  la  bestia,  diciendo  á  los  moradores  de 
la  tierra,  que  hiciesen  una  imagen  de  la  bestia,  que 
habiendo  sido  herida  de  la  espada,  revivió  ó  curó, 
como  dijimos. 


1  En  la  persona  de  los  justos,  y  de  las  víctiaias  que  le 
representaban.  Puede  también  traducirse  ,  jtmtaado  las 
palabras  desde  el  principio  del  mundo,  con  las  otras,  no  están 
escritos  en  el  Libro  del  Cordero. 


318  LIBRO    DEL    APOCALYPSI. 

15  También  se  le  concedió  el  dar  espíritu,  y  ha- 
bla á  la  imagen  de  la  bestia  '  ;  y  el  hacer  que  lodos 
cuantos  no  adorasen  la  imagen  de  la  bestia,  sean 
muertos. 

16  A  este  fin  hará  que  todos  los  hombres,  peque- 
ños y  grandes,  ricos  y  pobres,  libres  y  esclavos,  ten- 
gan una  marca  ó  sello  en  su  mano  derecha,  ó  en  sus 
frentes  ; 

17  y  que  ninguno  pueda  comprar  ó  vender,  sino 
aquel  que  tiene  la  marca,  ó  nombre  de  la  bestia,  ó 
el  número  de  su  nombre. 

18  Aquí  está  el  saber.  Quien  tiene /Ji/es  inteligen- 
cia, calcule  el  número  de  la  bestia  ^.   Porque  su  nú- 


1  Por  medio  de  un  demonio  que  metió  dentro  de  la  ñgura 
ó  estatua, 

2  A  fin  de  conocerla,  cuando  venga  ,  y  no  ser  engañado 
por  ella.iVo  queremoa,  dice  san  Ireneo  CLib.  V.  contra  H¿er. 
c.  30. J,  temerariamente ,  y  con  peligro  afirmar  alguna  cosa 
acerca  del  nombre  del  Antechristo  ;  porque  si  en  este  tiempo 
se  hubiera  de  haber  revelado  claramente  su  nombre,  lo  hu- 
biera hecho  el  que  tuvo  esta  revelación.  Entre  los  expositores 
modernos  algunos  creen  que  las  señales  convienen  á  Dio- 
cleciano  ;  otros  á  Juliano  Apóstata  ,  etc.  No  se  puede  du- 
dar que  todos  fueron  alo  menos  símbolos  ó  precu  rsores  del 
Antechristo.  Hay  quien  cree  que  el  Antechristo  será  un 
principe  de  la  secta  de  Mahoma  ;  porque  las  letras  griegas 
de  la  palabra  Mahometis  forman  la  suma  del  número  666. 
Mas  son  muchísimas  las  combinaciones  de  letras  griegas, 
que  juntas  darán  aquel  número  ;  y  aun  no  se  sabe  de  cierto 
si  san  Juan  hablaba  de  letras  griegas  ó  hebreas ,  etc.  Crea- 
mos que  á  su  tiempo  j  con  esto  que  dice  aquí  san  Juan,  y 


capítulo    XIV.  319 

mero  es  el  que  forman  las  letras  del  nombre  de  uu 
hombre  ;  y  el  número  de  la  bestia  ¿"s  seiscienlos  sesenta 
y  seis. 

CAPITULO  XIV. 

Aparécese  el  Cordero  de  Dios  sobre  el  monte  Sion,  seguido 
de  los  justos.  El  Evangelio  es  predicado  en  toda  la  tierra. 
Se  anuncia  el  último  juicio.  Viene  Jesu-Christo,  y  se  hace 
la  misteriosa  siega  y  vendimia  de  su  heredad. 

1  Y  hé  aquí  que  miré ;  y  vi  que  el  Cordero  estaba 
sobre  el  monte  Sion  ,  y  con  él  ciento  y  cuarenta  y  cua- 
tro mil  personas  que  tenían  escrito  en  sus  frentes  el 
nombre  de  él ,  y  el  nombre  de  su  Padre. 

2  Al  mismo  tiempo  oí  una  voz  del  cielo,  semejante 
al  ruido  de  muchas  aguas,  y  al  estampido  de  un  trueno 
grande ;  y  la  voz ,  que  oí ,  era  como  de  citaristas  '  que 
tañían  sus  cítaras. 

3  Y  cantaban  como  un  cantar  nuevo  ^  ante  el  tro- 
no ,  y  delante  de  los  cuatro  animales ,  \  de  los  ancia- 
nos ;  y  nadie  podia  cantar  yn  entender  aquel  cántico, 
fuera  de  aquellos  ciento  y  cuarenta  y  cuatro  mil ,  que 
fueron  rescatados  de  la  tierra. 

4  Estos  son  los  que  no  se  amancillaron  con  muge- 
res  ;  porque  son  vírgenes.  Estos  siguen  al  Cordero  do 


otras  señales  que  ha  dado  ya,  podrán  conocer  los  fieles 
qoién  sea  el  Antechristo  para  preservarse  de  sus  engaños. 
Véase  Antechristo. 

1  O  tañedores  de  arpa. 

2  Véase  Nuera. 


8Íd  LIBRO    PEL    APOCXLYPSI 

<|uiera  qae  vaya.  Esíos  fueron  rescatados  *■  de  entre  tos 
liombres  como  primicias  escogMa^  para  Dios ,  y  pata 
el  Cordero, 

5  ni  se  halló  mentira  en  su  boca  ,  porque  están  sin 
mácula  ante  el  trono  de  Dios. 

6  Luego  Yí  á  otro  ángel  que  volaba  por  medio  del 
ciclo,  llevando  el  Evangelio  eterno,  para  predicarte  á 
los  moradores  de  la  tierra ,  á  todas  las  naciones ,  y  tri- 
bus ,  y  lenguas ,  y  pueblos  ; 

7  diciendo  á  grandes  Voces  ;  Temed  al  Señor,  y 
honradle ,  ó  dadle  gloria^  porque  venida  es  la  hora 
de  su  juicio ;  y  adorad  á  aquel  que  hizo  el  cielo,  y  la 
tierra ,  y  el  mar,  y  las  fuentes  de  las  aguas  ^. 

8  Y  siguióse  otro  ángel  que  decia  :  Cayó ,  cayó 
aquella  igran  Babylonia,  que  hizo  beber  á  todas  las  na- 
ciones del  vino  envenenado  de  su  furiosa  prostitución  ^. 

9  A  estos  se  siguió  el  tercer  ángel ,  diciendo  en  voz 
aita  :  Si  alguno  adorare  ia  bestia  y  á  su  imagen  ,  y  re- 
cibiere la  marca  en  su  frente,  ó  en  su  mano, 

10  esle  tal  ha  de  beber  también  del  vino  de  la  ira 
de  Dios ,  de  aquel  vino  puro  preparado  en  el  cáliz  de 
la  cólera  divina  * ;  y  ha  de  ser  atormentado  con  fuego 
y  azufre  á  vista  de  los  ángeles  sanios,  y  en  la  presen- 
cia del  Cordero : 


1  Con  el  precio  de  la  sangre  del  Cordero  sin  mancha. 

2  El  cual  va  á  dar  á  cada  uno  según  sus  obras. 

3  Y  se  atrajo  con  esto  la  indignación  divina.  La  voz  he- 
brea nDn>  y  1«  griegít  ^vfjLoc ,  significan  ira  y  veneno. 

4  Véase  Vino. 


CAPITULO    XIV,  321 

11  y  el  humo  de  sus  tormentos  estará  subiendo  por 
ios  siglos  de  los  siglos ;  sin  que  tengan  descanso  nin- 
guno de  dia  ni  &c  noche ,  los  que  adoraron  la  bestia  y 
su  imagen ,  como  tampoco  cualquiera  que  recibió  la 
divisa  de  su  nombre. 

12  Aquí  se  verá  el  fruto  de  la  paciencia  de  los  san- 
tos ,  que  guardan  los  mandamientos  de  Dios ,  y  la  fé 
de  Jesús '. 

13  Y  oí  una  voz  del  «relo,  que  me  decia  :  Escribe  : 
Bienaventurados  los  muertos ,  que  mueren  en  el  Se- 
ñor ^.  Ya  desde  ahora  dice  el  Espíritu ,  que  descansen 
de  sus  trabajos ,  puesto  que  sus  obras  los  van  acom- 
pañando. 

—  14  Miré  todavía,  y  he  ahí  una  nube  blanca  y  res- 
plandeciente; y  sobre  la  nube  sentada  una  persona  se- 
mejante al  Hijo  del  hombre,  la  cual  tenia  sobre  su  ca- 
beza una  corona  de  oro,  y  en  su  mano  una  hoz  afilada. 

15  En  esto  salió  del  Templo  otro  ángel  gritando 
en  alta  voz  al  que  estaba  sentado  sobre  la  nube  :  Echa 
1/a  tu  hoz,  y  siega  ,  porque  venida  es  la  hora  de  segar, 
puesto  que  está  seca  la  mies  de  la  tierra. 

16  Echó  pues  el  que  estaba  sentado  sobre  la  nube, 
su  hoz  á  la  tierra  ,  y  la  tierra  quedó  segada. 

17  Y  salió  otro  ángel  del  Templo,  que  hay  en  el 
cielo,  que  tenia  también  una  hoz  aguzada. 

1  Y  con  un  breve  tiempo  de  padecer,  evitan  los  eternos 
tormentos. 

2  Esto  es,  por  la  cansa  éel  Señor,  ó  en  su  amistad  y 
gracia. 

2S 


3*22  LÍHRO    del    APOtALTPSÍ. 

18  Salió  también  del  altar  otro  ángel ,  el  cual  tenia 
poder  sobre  el  fuego  ;  y  clamó  en  voz  alta  al  que  tenia 
la  hoz  aguzada ,  diciendo  :  Mete  tu  hoz  aguzada  ,  y 
vendimia  los  racimos  de  la  viña  de  la  tierra  '  ,  pues 
que  sus  uvas  están  ya  maduras. 

19  Entonces  el  ángel  metió  su  hoz  aguzada  en  la 
tierra  ,  y  vendimió  la  viña  de  la  tierra ,  y  echó  la  uva 
en  el  grande  lagar  de  la  ira  de  Dios  ^ ; 

20  y  la  vendimia  fue  pisada  en  el  lagar  fuera  de 
la  ciudad  santa ,  y  corrió  sangre  del  lagar  en  tanta 
abundancia  que  llegaba  hasta  los  frenos  de  los  caballos 
por  espacio  de  mil  seiscientos  estadios  ^. 

CAPITULO  XV. 

Cántico  de  Mmjsés  y  del  Cordero,  que  cantan  los  que  ven- 
cieron á  la  bestia.  De  l/is  siete  plagan  postreras  ,  repre- 
sentadas en  siete  copas  llenas  de  la  cólera  de  Dios .  entre- 
gadas á  siete  ángeles. 

1  Vi  también  en  el  cielo  otro  prodigio  grande  y 
admirable ;  siete  ángeles  que  tenían  en  su  mano  las 
siete  plagas  que  son  las  postreras,  porque  en  ellas  será 
colmada  la  ira  ó  castigo  de  Dios. 

1  Esto  es  ,  los  reprobos.  Los  justos  son  racimos  de  la 
viña  de  Dios. 

'2  Así  se  llama  el  infierDO  ó  lugar  eu  que  Dios  castiga  á 
los  malos. 

3  O  unas  cincuenta  leguas.  Expresión  hiperbólica  que 
xlenota  que  toda  la  Judea  había  de  quedar  inundada  de  san- 
gre. Víase  J^ino,  Vendimiar. 


ÍAPITULO   x>.  223 

2  Y  vi  asimismo  como  un  mar  de  vidriü  revuelto 
con  fuego  ,  y  á  los  que  habían  vencido  á  la  bestia  y  á 
su  imagen  ,  y  al  número  de  su  nombre  .  que  estaban 
sobre  el  mar  trasparente  \  teniendo  unas  cítaras  de 
Dios  ; 

3  y  cantando  el  cántico  de  Moysés ,  siervo  de  Dios, 
y  el  cántico  del  Cordero,  diciendo  :  Grandiosas  y  ad- 
mirables son  tus  obras  ,  ,•  oh  Señor  Dios  omnipotente! 
justos  y  verdaderos  son  tus  caminos ,  ¡  oh  rey  de  los 
siglos! 

4  ¿Quién no  te  temerá  ;  oh  Señor!  y  no  engran-. 
decerá  tu  santo   nombre  ?  puesto  que  tú  solo  eres  el 
piadoso  ' :  de  aquí  es  que  todas  las  naciones  vendrán, 
y  se  postrarán  en  tu  acatamiento  ,  visto  que  tus  juicios 
están  manifiestos  '. 

5  Después  de  esto  miré  ofra  vez ,  y  hé  aquí  que 
fue  abierto  en  el  cielo  el  Templo  del  tabernáculo  del 
testimonio  ó  el  Santa- Santorum  ; 

6  y  salieron  del  Templo  los  siete  ángeles  que  tenían 
las  siete  plagas  en  sus  manos  ^,  vestidos  de  lino  lim- 
pio y  blanquísimo ,  y  ceñidos  junto  á  los  pechos  con 
ceñidores  de  oro. 


1  Por  este  7nar  de  cristal  trasparente  entienden  algunos 
el  globo  del  firmamento,  sobre  el  cual  reinará  para  siempre 
Jesu-Christo  con  todos  sus  escogidos  reunidos  á  sus  pro- 
pios cuerpos. 

2  Tú  solo  eres  lleno  de  bondad  y  misericordia, 

3  En  el  castigo  que  acabas  de  dar  á  los  impíos. 

4  Esto  es,  todo  género  de  castigos. 


324  LIBRO    DEL    APOCALYPSI. 

7  Y  uno  de  los  cuatro  animales  dio  á  los  siete  án- 
geles siete  cálices  de  oro ,  llenos  de  la  ira  del  Dios  que 
\ive  por  los  siglos  de  los  siglos. 

8,  Y  se  llenó  el  Templo  de  humoá  causa  de  la  ma- 
gestad  de  Dios,  y  de  su  virtud  ó  grandeza  ';  y  nadie 
podia  entrar  en  el  Templo  ^,  hasta  que  las  siete  plagas 
de  los  siete  ángeles  fuesen  terminadas  ^. 

CAPÍTULO  XVI. 

Terribles  efectos  de  las  siete  tazas  ó  cálices  de  oro,  que  vier- 
ten los  siete  ángeles  sobre  la  tierra. 

\  En  esto  oi  una  voz  grande  del  Templo,  que  de- 
cía á  los  siete  ángeles  :  Id  ;  y  derramad  las  siete  tazas 
de  la  ka  de  Dios  en  la  tierra. 

2  Partió  pues  el  primero,  y  derramó  su  taza  sobre 
la  tierra ,  y  se  formó  una  úlcera  cruel  y  maligna  en 
los  hombres ,  que  tenian  la  señal  ó  divisa  de  la  bcs- 
t^^ ,  y  eív  los  que  adoraron  su  imagen. 

3  El  segundo  ángel  derramó  su  taza  en  el  mar, 
y  quedó  convertido  en  sangre  *  como  de  un  cuerpo 
muerto  í  y  todo  animal ,  viviente  en  el  mar,  murió. 


1  El  humo.es  símbolo  de  la  divina  presencia  ,  según  .se 
vio  en  la  dedicación  del  Tabernáculo,  Ex.  XL.  v.  3'2,  y  del 

Templo,  ///.  Reg.  Vlll.  v.  10.— U.  Par.  y.  v.  13. 

2  listo  es  ,  en  el  cielo  ,  junto  con  su  cuerpo  resucitado. 

3  O  concluido  el  juicio  final. 

4  Negra  y  corrompida. 


CAPITULO    XVI.  325 

4  fil  tercer  «iDgel  derramó  su  laza  sobr^  los  rios,  y 
sobre  los  mananiiales  (k¡  «iguQS ,  y  se  Gon\UUei¥ün  <jw 
saogre. 

b>  Aquí  qí  a^  éugel  qu^  tiei%e  el  (iiicHdq  de  l^  agidas, 
(jue  decia  :  Jus^o  eres,  Señor,  i\\  que  eres,  y  Jis^s  sido 
siempre  santo,  en  estos  juicios  que  ejerces; 

6  porque  ellos  derramaron  la  sangre  de  los  sanios 
\  de  los  Profetas ,  sangre  les  has  dado  á  beber ;  qup 
i)ieft  lo  merecen. 

7  Y  á  otro  oí  que  deeia  desde  el  altar  :  Sí  por  cier- 
to ,  Señor  Dios  todopoderoso,  verdaderos  y  justos  son 
tus  juicas. 

8  jpl  cuar^  ángel  derramó  su  taza  en  el  sol ,  y  dió- 
se  le  fuerza  pí\ra^  afligir  á  lo§  üqmbres  con  ardor  y  con 
f^ego ; 

U  y  los  hombres ,  abrasándose  con  el  calor  excesivo, 
blasfemaron  el  nombre  de  Dios  que  tiene  en  su  mano 
^las  plagas ,  en  vez  de  hacer  penitencia  para  darle 
gloria. 

10  El  quinto  ángel  derramó  su  laza  sobre  la  silla 
ó  tvono  (^e  la  bestia  ;  y  quedó  su  reino  lleno  de  tinie- 
blas ,  y  se  despedazaron  las  lenguas  en  el  exceso  de 
su  dolor  : 

11  y  blasfemaron  del  Dios  del  cielo  por  causa  de 
sus  dolores  y  llagas ;  mas  no  se  arrepintieron  de  sus 
obras. 

12  El  sexto  ángel  derramó  su  taza  en  el  gran  rio 
Euphrátes;  y  secó  sys  aguqs,  á  fin  (|e  ab,rir  caqiipo.  á 
los  reyes  que  hablan  de  venir  del  oriente. 

13  Y  vi  salir  de  la  boca  del  dragón,  v  de  la  boca 


326  LIBRO    DEL    APOCALYPSI. 

de  la  bestia  ,  y  de  la  boca  del  falso  profeta ,  tres  espí- 
ritus inmundos  en  figura  de  ranas. 

14  Porque  estos  son  espíritus  de  demonios  que 
hacen  prodigios ,  y  van  á  los  reyes  de  toda  la  tierra 
con  el  fin  de  coligarlos  en  batalla  para  el  dia  grande 
del  Dios  todopoderoso. 

15  Mirad  que  vengo  como  ladrón,  dice  el  Señor. 
Dichoso  el  que  vela ,  y  guarda  bien  sus  vestidos ,  para 
no  andar  desnudo,  y  que  no  vean  sus  vergüenzas'. 

16  Los  dichos  serán  reunidos  en  un  campo  ,  que 
en  hebreo  se  llama  Armagedon  '. 

17  Enjin  el  séptimo  ángel  derramó  su  taza  por  el 
aire  ,  y  salió  una  voz  grande  del  Templo  por  la; 
parle  del  trono,  que  decía  :  Esto  es  hecho  '. 

18  Y  siguiéronse  relámpagos,  y  voces,  y  truenos, 
y  se  sintió  un  gran  terremoto  ,  tal  y  tan  grande  ,  cual 
nunca  hubo  desde  que  hay  hombres  sobre  la  tierra. 

19  Con  lo  cual  la  ciudad  grande  se  rompió  en  tre* 
parles ,  y  las  ciudades  de  las  naciones  se  arruinaron  ; 
y  de  la  gran  Babylonia  se  hizo  memoria  delante  de 
Dios ,  para  darle  el  cáliz  del  vino  de  la  indignación  de 
su  cólera. 


1  De  estos  vestidos,  que  son  las  obras  buenas,  habla  san 
Pablo  Colos.  III.  V.  10.  Aquí  se  alude  áílos  ladrones  que 
en  los  baños  públicos  robaban  los  vestidos. 

2  Lugar  famoso  de  la  Palestina  por  la  derrota  de  muchos 
ejércitos.  Judie.  I.  v.  16.  —F.  t'.  19.— IV.  Reg.  XXIII.  v. 
29.Y  tal  vez  este  tiombre  está  puesto  aquí  solamente  para 
de  notar  bigar  de  venganza. 

,    3  Llegó  el  fin  del  mundo. 


CAPÍTULO    XVII.  3f7 

20  Y  todas  las  islas  desaparecieron  ,  y  no  quedó 
rastro  de  montes. 

21  Y  cayó  del  cielo  sobre  los  hombres  granizo  ó 
pedrisco  del  grandor  como  de  un  talento  '  ;  y  los  hom- 
bres blasfemaron  de  Dios  por  la  plaga  del  pedrisco  ; 
plaga  que  fue  en  estremo  grande. 

CAPÍTULO  XVll. 

Descripción  de  la  gran  ramera,  esto  es,  de  Babylonia,  que 
se  embriagó  con  la  sangre  de  los  mártires ,  y  se  vio  gen- 
tada sobre  la  bestia  de  las  siete  cabezas  y  tos  diez 
cuernos. 

1  Vino  entonces  uno  de  los  siete  ángeles ,  que  te- 
nían las^siete  tazas  ,  y  habló  conmigo  ,  diciendo  :  Ven, 
te  mostraré  la  condenación  de  la  gran  ramera,  que 
tiene  su  asiento  sobre  muchas  aguas, 

2  con  la  cual  se  amancebaron  los  reyes  de  la  tierra, 
y  con  el  vino  de  su  torpeza  ,  ó  idolatría  i/  corrupción 
de  costumbres ,  están  emborrachados  los  que  habitan 
la  tierra  ^. 


1  Es  decir  ,  de  extraordinario  peso.  Véase  Talento. 

2  Por  esta  ramera,  que  en  el  verso  5  es  llamada  Baby- 
lonia, no  es  cosa  cierta  lo  que  debe  entenderse.  Pero  el 
mismo  san  Juan  advierte  que  habla  figuradamente  ,  pues 
dice  :  Misterio;  Babylonia  la  grande ^  etc.  Y  también  en 
sentido  figurado  debe  entenderse  la  voz  ramera,  (Véase  v. 
16  y  18  )  según  el  uso  de  la  Escritura ,  que  á  la  idolatría  la 
llama   comunmente  fornicación  ó  adulterio  ;  y  del  mismo 


^*|S  LIBÜQ    ÜEL    APOCALYPSI. 

3,  Y  me  arrebató  en  espíritu  al  desierto.  Y  vi  á  una 
muger  sentada  sobre  una  bestia  bermeja,  Hcna  de 
í^ombires  de  blasfemia ,  que  tenia  siete  cabezas  y  diez 

CURROS. 

4  Y  la  muger  estaba  vestida  de  púrpura  y  de  es- 
carlata ,  y  adornada  de  oro,  y  de  piedras  preciosas ,  y 
de  perlas,  teniendo  en  su  mano  una  taza  de  oro, 
llena  de  abominación ,  y  de  la  inmundicia  de  sus  for- 
nicaciones ; 

5  y  en  la  frente  tenia  escrito  este  nombre  :  Mister 
rio  :  Babylonia  la  grande ,  madre  de  las  deslionestida- 
des  y  aboniinaciones  de  la  tierra. 

o  Y  vi  á  esta  muger  embriagada  con  la  sangre  de 


modo  llama  al  abandono  de  Dios  y  de  sus  maudamientos. 
Varios  intérpretes  antiguos  ,  con  san  Gerónimo,  entendie- 
ron por  esta  Babylonia  á  Roma  pagana  ,  entregada  á  toda 
suerte  de  idolatría  ,  y  perseguidora  de  la  Iglesia,  Otros  , 
como  san  Agustín  [Enarral.  2  in  Ps.  XXFl.)  ,  creen  que 
significa  la  masa  general  de  todos  los  impíos  de  todos  lu- 
gares, y  de  todos  los  tiempos.  Realmente  es  muy  difícil 
aplicar  á  una  sola  ciudad  cuanto  se  dice  de  Babylonia. 
Y  el  mismo  Profeta  dice  (o.  9  y  10  J  que  los  siete  mon- 
tes sobre  que  se  representa  sentada  la  meretriz  ,  son  siete 
reyes.  Además  esta  mala  muger  se  contrapone  á  la  que  se 
describe  en  e!  cap.  Xlí ,  la  cual  es  una  figura  de  la  Iglesia 
ó  congregación  de  todos  los  escogidos.  Pero  aunque  se  en- 
tienda de  Roma,  siempre  ha  de  ser  de  tal  'modo,  que  ven- 
gan comprendidas  todas  las  ciudades  impías  ó  la  niasa  de 
todos  los  reprobos.  Véanse  Jereifl.  LI.  v.  7. — Is.  XX ^IH. 
V.7. 


capítulo  XV íí.  as» 

los  sankts,  y  con  la  sangre  de  los  niárliies  de  Jesús. 
Y  al  verla  quedé  sumamente  atónito. 

I  Mas  el  ángel  me  dijo  :  ¿De  qué  le  maravillas? 
Ya  le  diré  el  misterio  ó  secreto  de  la  muger,  y  de  la 
bestia  de  siete  cabezas  y  diez  cuernos,  en  que  va  mon- 
tada. 

8  La  bestia  que  has  visto,  fue ,  y  no  es  (perecerá 
presto)  ;  ella  ha  de  subir  del  abismo,  y  vendrá  á  pere- 
cer luego  '  :  y  los  moradores  de  la  tierra  ( aquellos  cu- 
yos nombres  no  están  escritos  en  el  Libro  de  la  vida 
diesde  la  creación  del  mundo)  se  pasmarán  viendo  la 
bestia ,  que  era  y  no  es. 

9  Aquí  hay  un  sentido  que  está  lleno  de  sabiduría. 
Las  siete  cabezas  son  siete  montes ,  sobre  los  cuales 
la  muger  tiene  su  asiento,  y  también  son  siete  reyes. 

10  Cinco  cayeron,  uno  existe,  y  el  otro  no  ha 
venido  aun  ;  y  cuando  venga ,  debe  durar  poco  tiem- 
po. 

II  Ahora  la  bestia  que  era  ,  y  no  es ,  esa  misma  es 
la  octava  ^ ;  y  es  de  los  siete  ' ,  y  va  á  fenecer. 

12  Los  diez  cuernos  que  viste,  diez  reyes  son;  los 
cuales  todavía  no  han  recibido  reino ,  mas  recibiráu 
potestad  como  reyes  por  una  hora,  (ó  por  breve  tiem- 
po) después  de  la  bestia. 


1  El  reino  del  Antechrislo  solamente  durará  tres  años  y 
rnedio. 

2  O  el  octavo  rey  perseguidor  de  la  Iglesia. 

3  O  del  número  de  los  tiranos  enemigos  de  Christo. 


330  LIBRO    UFX    APOCALYPSI. 

13  Estos  tienen  un  mismo  designio,  y  entregarán 
á  la  bestia  sus  fuerzas  y  poder. 

14  Estos  pelearán  contra  el  Cordero,  y  el  Cordero 
los  vencerá ;  siendo  como  es  el  señor  de  los  señores , 
y  el  rey  de  los  reyes ,  y  los  que  con  él  están ,  son  los 
llamados ,  los  escogidos  y  los  fieles. 

15  Díjome  mas  :  Las  aguas  que  viste,  donde  está 
sentada  la  ramera ,  son  pueblos ,  y  naciones ,  y  len- 
guas. 

16  Y  los  diez  cuernos  que  viste  en  la  bestia  ' ,  esos 
aborrecerán  á  la  ramera ,  y  la  dejarán  desolada ,  y  des- 
nuda ,  y  comerán  sus  carnes ,  y  á  ella  la  quemarán  en 
el  fuego. 

17  Porque  Dios  ha  movido  sus  corazones  para  que 
hagan  lo  que  á  él  le  plugo  ;  y  den  su  reino  á  la  bestia 
hasta  que  se  cumplan  las  palabras  de  Dios. 

18  En  fin  la  muger  que  viste,  es  aquella  ciudad 
grande ,  que  tiene  imperio  sobre  los  reyes  de  la  tierra. 

CAPÍTULO  XVIIL 

Ruina,  juicio  y  castigo  de  la  gran  Bahylonia^  sobre  ¡a  cual 
lloran  amargamente  los  que  siguieron  su  partido  ;  mas  los 
santos  del  cielo  cantan  el  triunfo. 

1  Y  después  de  esto  vi  descender  del  cielo  á  otro 
ángel ,  que  tenia  potestad  grande ;  y  la  tierra  quedó 
iluminada  con  su  claridad. 

I  Símbolo  de  los  diez  reyes. 


lAPÍTULü     XVIU.  331 

2  Y  exclamó  con  mucha  fuerza ,  diciendo  :  Cayó , 
rayó  Babjlonia  la  grande;  y  está  hecha  morada  de 
demonios ,  y  guarida  de  todo  espirilu  inmundo,  y  al- 
bergue de  todas  las  aves  asquerosas  y  abominables  : 

3  por  cuanto  todas  las  naciones  bebieron  del  vino 
irritante  6  venenoso  de  su  disolución  ;  y  los  reyes  de  la 
tierra  estuvieron  amancebados  con  ella;  y  los  merca- 
deres de  la  tierra  se  hicieron  ricos  con  el  precio  de 
sus  regalos  ó  exceso  del  lujo. 

4  Y  oi  otra  voz  del  délo,  que  decia :  Los  que  sois 
del  pueblo  mió,  escapad  de  ella,  para  no  ser  partici- 
pantes de  sus  delitos,  ni  quedar  heridos  de  sus  plagas. 

5  Porque  sus  pecados  han  llegado  hasta  el  cielo  ' , 
y  Dios  se  ha  acordado  de  sus  maldades. 

6  Dadle  á  ella  el  retorno  que  os  ha  dado  ella  mis- 
ma ;  y  aun  redobládselo  según  sus  obras  :  en  la  taza 
misma,  con  que  os  dio  á  beber,  echadle  al  doble. 

7  Cuanto  se  ha  engreído  y  regalado,  dadle  otro 
tanto  de  tormento  y  de  llanto,  ya  que  dice  en  su  cora- 
zón :  Estoy  como  reina  sentada  en  solio  ;  y  no  soy  viu- 
da, y  no  veré  duelo. 

8  Por  eso  en  un  dia  sobrevendrán  sus  plagas,  mor- 
tandad, llanto  y  hambre,  y  será  abrasada  del  fuego ; 
porque  poderoso  es  el   Dios,  que  ha  de  juzgarla. 

1  Pidieudo  venganza  :  en  este  inundo  nunca  los  justos 
vuelven  mal  por  mal;  pero  allá  eu  el  cielo  se  alegrarán  y 
alabarán  la  justicia  con  qne  el  Señor  castiga  á  los  impíos. 
Psalm.  LVII.  V.  11.  En  este  lugar,  como  en  otros  de  la 
Escritura ,  no  se  manda  ó  desea ,  sino  que  se  anuncia  lo 
que  ha  de  suceder. 


332  LIBRO    DEL    APOCALYl'SI. 

9  Entónces  llorarán,  y  harán  diíelo  sobre  ella  los 
reyes  de  la  tierra,  que  vivieron  con  ella  amüi^cebados, 
y  en  deleites,  al  ver  el  humo  de  su  incendio  ; 

10  puestos  á  lo  tejos  por  miedo  desús  toímeiñtos, 
dirán:  ¡  Ay,  ay  de  aüjüclla  gran  cíndad  de  Babylo*nia, 
de  aquella  ciudad  poderosa !  ¡  Ay,  en  nrj  insta*%e  ha 
llegado  tu  juicio ! 

11  Y  los  negociantes  de  la  tierra  prorum'piráí^  en 
llantos  y  lamentos  sobre  la  Tnistoa,  pofque  íiadie  com- 
prará ya  sus  mercaderías ; 

12  mercaderías  de  oro,  y  de  plata,  y  de  petfreríé, 
y  de  perlas,  y  de  linodelicado,  y  de  púrpura,  y  de  seda, 
y  de  escarlata,  ó  grana,  (y  ds  toda  madera  olorosa, 
y  de  toda  suerte  de  muebles  de  marfil  y  de  piedras 
preciosas,  y  de  bronce,  y  de  hierro,  y  de  mármol, 

1 3  y  de  cinamomo  ó  canela )  y  de  perfumes ,  y  ¿te 
ungüentos  olorosos,  y  de  incienso,  y  de  vino,  ~y  dé  acei- 
te, y  de  flor  de  harina,  y  de  trigo,  y  de  bestias  de  carga, 
y  de  ovejas,  y  de  caballos,  y  de  carrozas,  y  de  escla- 
vos, y  de  vidas  de  hombres  ó  de  gladiadores. 

14  ¡Oh  Babylonia  !  las  frutas  sabrosas  al  apetito 
de  tu  alma  te  han  faltado  * ,  todo  lo  susíatictosó  y  es- 
pléndido iperectó  para  tí,  ni  lo  haH^Arás  yíi¥nas. 

15  Así  los  traficantes  de  eisías  cosas,  que  se  hicie- 
ron ricos,  se  pondrán  lejos  de  ella  por  miedo  de  sus 
tormentos,  y  gimiendo  y  llorando, 


Se  acabó  el  tiempo  de  tu.si»laoeres. 


CAPITULO    XVIII.  3;J3 

daba  vestida  de  lino  delicadisimo ,  y  de  piírpiua ,  y 
de  grana,  y  cubierta  de  oro,  y  de  piedras  preciosas  ,  y 
de  perlas ; 

1 7  cómo  en  un  instante  se  redujeron  á  nada  tantas 
riquezas  !  Y  todo  piloto,  y  todo  navegante  del  mar,  y 
los  marineros,  y  cuantos  trafican  en  el  mar,  se  pararon 
á  lo  lejos, 

18  y  dieron  gritos  viendo  el  lugar  ó  el  humo  de  su 
incendio,  diciendo :  ¿  Qué  ciudad  hubo  semejante  á 
esta  en  grandeza? 

19  Y  arrojaron  polvo  sobre  sus  cabezas,  y  prorum- 
pieron  en  alaridos  llorando,  y  lamentando  decian  : 
¡  Ay,ay  de  aquella  gran  ciudad,  en  la  cual  se  enri- 
quecieron con  su  comercio  todos  los  que  tenian  naves 
en  la  mar ;  cómo  fue  asolada  en  un  momento ! 

20  ;  Oh  cielo  !  regocíjate  sobre  ella,  como  también 
vosotros  ¡oh  sanios  apóstoles  y  profetas!  pues  que 
Dios  condenándola  ha  tomado  venganza  por  vosotros 
(os  ha  hecho  justicia) . 

21  Aquí  un  ángel  robusto  alzó  una  piedra  como 
una  gran  rueda  de  molino,  y  arrojóla  en  el  mar,  di^ 
ciendo  :  Con  tal  ímpetu  será  precipitada  Babylonia  la 
ciudad  grande,  y  ya  no  parecerá  mas. 

22  Ni  se  oirá  en  tí  jamás  voz  de  citaristas,  ni  de 
músicos,  ni  de  tañedores  de  flauta,  ni  de  clarineros: 
ni  se  hallará  en  tí  artífice  de  arfe  alguna;  n¡  tampoco 
se  sentirá  en  ti  ruido  de  atahona; 

23  ni  luz  de  lámpara  te  alumbrará  en  adelante;  ni 
volverá  á  oirse  en  tí  voz  de  esposo  y  esposa  :  en  vista 
de  que  tus  mercaderes  eran  los  magnates  de  la  tierra, 

29 


334  LIBRO    DEL    APOCALYPSl. 

y  de  que  con  tus  hechizos  anduvieron  desátfnatlas  to- 
das las  gentes. 

24  Al  mismo  tiempo  se  halló  en  ella  la  sangre  de 
los  Profetas ,  y  de  los  santos ,  y  de  todos  los  que  lian 
sido  muertos  en  la  tierra. 

CAPÍTULO  XIX. 

Triunfo  y  cántico  de  los  santos  por  la  ruina  de  Bahylonla, 
por  el  reino  de  Dios  .  y  iJor  las  bodas  del  Cordero.  Jesu- 
Chriato  ,  Verbo  de  Dios,  triunfa  de  sus  enemigos. 

1  Después  de  estas  cosas  oi  en  ci  cielo  como  una 
voz  de  muchas  gentes  ,  que  decían  :  AUeluya  :  La  sal- 
vación ,  y  la  gloria ,  y  el  poder  son  debidos  á  nuestro 
Dios; 

2  porque  verdaderos  son  y  justos  sus  juicios,  pues 
ha  condenado  á  la  gran  ramera ,  la  cual  estragó  la 
tierra  con  su  prostitución  ,  y  ha  vengado  la  sangre  de 
sus  siervos  derramada  por  las  manos  de  ella. 

3  Y  segunda  vez  repitieron  :  Alleluya.  Y  'el  iíiimo 
de  ella  ó  de  su  incendio  está  subiendo  por  los  siglos  de 
ios  siglos  (no  se  acabaría  jamás). 

4  Y  los  veinte  y  cuatro  ancianos,  y  los  enalto  ani- 
males '  se  postraron  ,  y  adoraron  á  Dios  que  estaba 
sentado  en  el  solio,  diciendo  :  Amen  :  Alleluya. 

5  Y  del  solio  salió  una  voz  que  decía  :  Alabad  á 
nuestro  Dios  todos  sus  siervos,  y  los  que  le  teméis, 
pequeños  y  grandes. 


1  Véase  antes  cap.  VI.  v.  9, 


CAPITULO    XIX.  335 

6  Oí  Ifunbien  uua  voz  como  de  gran  gentío,  y  co- 
mo el  ruido  de  muchas  aguas ,  y  como  el  estampido 
de  grandes  truenos,  que  decia  :  Aüeluya;  porque  tomó 
ya  posesión  del  reino  el  Señor  Dios  nuestro  todo- 
poderoso. 

7  Gozémonos ,  y  saltemos  de  júbilo ,  y  démosle  la 
gloria  ,  pues  son  llegadas  las  bodas  del  Cordero  ' ,  y  /«■ 
kflcsia  su  esposa  se  ha  puesto  de  gala  ó  ataviada. 

8  Y  se  le  ha  dado  que  se  vista  de  tela  de  lino  finí- 
simo, brillante  y  blanco.  Cuya  tela  finísima  de  lino 
son  las  virtudes  de  los  santos. 

9.  Y  díjorae  el  ángel :  Escribe  :  Dichosos  los  que 
son  cojuvidados  á  la  cena  de  las  bodas  del  Cordero;  y 
a¿adi.óm.e  :  Estas  palabras  de  Dios  son  verdaderas. 

10  Yo  me  arrojé  luego  á  sus  pies,  para  adorarle. 
Días  éJiíafidlce :  Guárdate  de  hacerlo,  que  yo  soy  con- 
siervo  luyo  y  de  tus  hermanos  los  que  mantienen  el 
testómouk)  de  Jesús.  A  Dios  has  de  adorar.  Porque  el 
espíritu  de  profecía  que  hay  en  // ,  es  el  testimonio  ^ 
de  Jesús. 

U  En  esto  vi  el  cielo  abicjto,  y  ké  aquí  un  caballo 
bknco.,  y  el  que  estaba  montado  sobre  él ,  se  llamaba 
Fiel  y  Veraz,  el  cual  juzga  con  justicia ,  y  combate. 

12  Eran  sus  ojos  como  llamas  de  fuego,  y  tenia  en 
1-a  cabeza  muchas  diademas,  y  un  nombre  escrito,  que 
nadie  le  entiende  ,  ó  comprende ,  sino  él  mism.o. 


1  Matih.  XXII.  V.  2. 

2  De  que  tu  eres,  como  yo  ,  ministro  de  iesus. 


336  LIBRO    DEL    APOCALTPSI. 

13  Y  veslia  una  ropa  teñida  ó  salpicada  en  sangre  ; 
y  él  es  y  se  llama  el  Verbo  de  Dios. 

14  Y  los  ejércitos  que  hay  en  el  cielo,  le  seguían 
vestidos  de  un  lino  finísimo,  blanco  y  limpio,  en  ca- 
ballos blancos. 

15  Y  de  la  boca  de  él  saiia  una  espada  de  dos  ñlos , 
para  herir  con  ella  á  las  gentes.  Y  él  las  ha  de  gobernar 
con  cetro  de  hierro  ' ;  y  él  mismo  pisa  el  lagar  del  vino 
del  furor  de  la  ira  del  Dios  omnipotente. 

16  Y  tiene  escrito  en  su  vestidura,  y  en  el  muslo  :■ 
Rey  de  los  reyes  ,  y  señor  de  los  señores. 

1 7  Vi  también  á  un  ángel  que  estaba  en  el  sol ,  y 
clamó  en  alta  voz ,,  diciendo  á  todas  las  aves ,  que  vo- 
laban por  medio  del  cielo  :  Venid ,  y  congregaos  á  la 
cena  grande  de  Dios ; 

18  á  comer  carne  de  reyes,  y  carne  de  tribunos,  y 
carne  de  poderosos ,  y  carne  de  caballos ,  y  de  sus  gi- 
netes ,  y  carne  de  todos ,  libres  y  esclavos ,  y  de  chicos 
y  de  grandes. 

19  Y  vi  á  la  bestia,  y  á  los  reyes  de  la  tierra  ,  y 
sus  ejércitos  coligados,  para  trabar  batalla  contra  el 
que  estaba  montado  sobre  el  caballo  ,  y  contra  su  ejér- 
cito. 

20  Entonces  fue  presa  la  bestia,  y  con  ella  el  falso 
profeta,  que  á  vista  de  la  misma  habia  hecho  prodi- 
gios ,  con  que  sedujo  á  los  que  recibieron  la  marca  de 
la  bestia  ,  y  á  los  que  adoraron  su  imagen.  Estos  dos 


1  Véate  Vara. 


CAPÍTULO    XX.  337 

fueron  lanzados  vivos  en  un  estanque  de  fuego  que 
arde  con  azufre. 

21  Mientras  los  demás  fueron  muertos  con  la  es- 
pada que  sale  de  la  boca  del  que  estaba  montado  en 
el  caballo  blanco ,  y  todas  las  aves  se  hartaron  de  la 
carne  de  ellos. 

CAPÍTULO  XX. 

El  ángel  encadena  d  Satanás  en  el  abismo  por  el  tiempo  de 
mil  años  ;  durante  los  cuales  las  almas  de  los  mártires 
reinarán  con  Christo  en  la  primera  resurrección.  Suelto 
después  Satanás,  mueve  á  Gog  y  á  Magog  contra  la  ciu- 
dad santa  ;  -pero  el  cielo  enviará  fuego  que  los  devorará. 
Después  Jesu-  Christo  juzgará  d  todos  los  muertos. 

1  Vi  también  descender  del  cielo  á  un  ángel ,  que 
tenia  la  llave  del  abismo ,  y  una  gran  cadena  en  su 
mano. 

2  Y  agarró  al  dragón  ,  esto  es ,  á  aquella  serpiente 
antigua,  que  es  el  diablo  y  Satanás,  y  le  encadenó 
por  mil  años  ; 

3  y  metióle  en  el  abismo  ,  y  le  encerró  ,  y  puso 
sello  sobre  él  para  que  no  ande  mas  engañando  á  las 
gentes,  hasta  que  se  cumplan  los  mil  años;  después 
de  los  cuales  ha  de  ser  soltado  por  un  poco  de  tiempo. 

4  Luego  vi  unos  tronos ,  y  varios  personages  que 
se  sentaron  en  ellos,  y  se  les  dio  la  potestad  de  juzgar : 
y  vi  las  ánimas  de  los  que  hablan  sido  degollados  por 
la  confesión  de  Jesús  ,  y  por  la  palabra  de  Dios ,  y  los 
que  no  adoraron  la  bestia ,  ni  á  su  imagen ,  ni  reci- 


3H.^  LIBRO    DEL    Aro.CA.LYPísl. 

^^roa  ^^  m^rcoi  en  las  frentes  ,  ni  en  kis  manos ,  que 
vivieron,  y  reinaron  con  Christo  mil  años  '. 


1  Según  sau  Agustín  [Lib.  XX.  de  Cic.  Dei ,  c.  VIH.) 
por  estos  mil  años  se  denota  todo  el  tiempo  desde  la  muerte 
de  Jesn- Christo  hasta  el  fin  del  mundo.  Durante  esta  época 
esta  el  demonio  como  atado  ó  enfrenado  por  Christo,  sin  po- 
der obrar  ,  como  antes  lo  hacia  á  menudo ,  contra  los  cuer- 
pos de  los  hombres  ,  ni  engañarlos  con  los  oráculos  de  los 
ídolos,  etc.,  etc.  Pero  al  fin  del  mundo  quedará  como  des- 
atado por  un  breve  tiempo,  y  permitirá  Dios  que  explaye 
su  encono  contra  varios  hombres  ,  para  que  se  cumplan  los 
.sabios  é  insondables  designios  de  su  infinita  bondad.  Puede 
decirse  que  de  e.ste  texto  de  sau  Juan  tuvo  origen  la  opinión 
de  los  milenarios  ,  llamados  así  por  creer  que  Jesu -Christo 
ha  de  reinar  por  el  tiempo  de  mil  año.?,  y  con  él  los  esco- 
gidos ,  después  de  haber  vencido  al  Antechristo.  San  Agus- 
tín siguió  algún  tiempo  esta  opinión  ;  y  aunque  después  la 
desechó  ,  nunca  se  atrevió  á  condenarla  como  herética,  por 
respeto  á  los  santos  varones  de  la  antigüedad  que  la  sos- 
tuvieron. Lo  mismo  hizo  san  Gerónimo  ;  el  cual  hablando 
de  ella  (exponiendo  el  cap.  XX.  de  Jerennas)  dijo;  Noso- 
tros no  la  seguimos ;  mas  no  nos  atrevemos  á  condenarla  , 
porque  así  pensaron  muchos  varones  de  la  Iglesia  y  n^árii- 
res  :  cada  uno  siga  su  opinión ;  y  resérvese  todo  para  el 
juicio  del  Señor.  Pero  es  menester  tener  presente  que  hpbo 
algunos  que  defendían  que  estos  mil  años  se  pasarían  entre 
deleites  de  la  carne  ,  continuos  convites,  etc.  Estos  7niíe- 
narios  carnales  siempre  han  sido  condenados  y  detestados 
por  la  Iglesia.  No  obstante ,  aun  los  milenarios  puros,  de 
los  cuales  hablaron  san  Agustín  y  san  Gerónimo ,  fueron 
impugnados  desde  los  primeros  siglos  por  san  Pionysio  de 
Alejandría  ,  Cayo  ,  presbytero  de  líonia  ,  y  otros.  Véase 
Euseb.  llisl.  Eücles.  Lib.  III.  c.  28,  29  y  Ltb.  VII  c.  24. 
Y  á  la  verdad^  este  reino  de  Jesu-Christo  en  la  tierra  no 


CAPITULO    XX.  339 

5  Los  olios  muertos  no  revivirán  hasla  cumplirse 
lo^  mil  años.  Esla  es  la  resurrección  primera. 

6  Bienaventurado  y  santo  quien  tiene  parle  en  la 
primera  resurrección  :  sobre  los  tales  la  segunda  muer- 
te, que  efi  la  eterna,  de  los  reprobos,  no  tendrá  pode- 
río, antes  serán  sacerdotes  de  Dios  y  de  Jesu-Chris- 
fo ,  y  reinarán  con  él  m.il  años. 

T  Mas  al  cabo  de  los  mil  años ,  será  suelto  Sata- 
nás de  su  prisión ,  y  saldrá,  y  engañará  á  las  nacio- 
i;\9S  ,  que  hay  sobre  los  cuatro  ángulos  del  mundo ,  á 
tíog  y  á,  Magog  ,  y  los  juntará  para  dar  balaMa ,  cuyo 
número  es  como  la  arena  del  mar  '. 

8  Y  extendiéronse  sobre  la  redondez  de  la  tierra, 
y  cercaron  los  reales  ó  acampamento  de  los  santos ,  y 
la  ciudad  amada. 


puede  apoyarse  sólidamente  en  lo  que  dice  san  Juan  en  el 
Apocalypsi ;  es  una  opinión  abandonada  de  casi  todos  los 
escritores  católicos,  y  no  parece  contonne  cou  la  doctrina 
del  Evangelio,  explicada  en  el  concilio  de  Florencia.  Véase 
Martini.  El  sabio  jesuíta  Lacuuza  ha  escrito  en  estos  últi- 
mos años  a  favor  de  la  sentencia  de  los  vnlenarios  puros  ó 
espirituales ,  una  obra  con  este  título  :  Venida  del  ñlesi'as 
en  gloria  y  magestad,  por  Juan  Jo.'afat  Ben-Ezra.  Dicha 
obra  es  digna  de  que  la  mediten  los  que  particularmente 
se  dedican  al  estudio  de  la  Escritura ,  pues  da  luz  para 
la  inteligencia  de  muchos  textos  oscuros  ;  pero  no  miro 
conveniente  que  la  lean  aquellos  cristianos  que  solo  tie- 
nen un  conocimiento  siiperíicial  délas  verdades  de  nues- 
tra Religión ,  por  el  mal  uso  que  pueden  hacer  de  algunas 
máximas  que  adopta  el  padre  Lacuuza. 
1  Véase  Gog  y  Magog. 


340  LIBRO    DEL    APOCALYPSI. 

9  Mas  Dios  llovió  fuego  del  cielo ,  que  los  con- 
sumió;  y  el  diablo,  que  los  traia  engañados,  fue  pre* 
cipitado  en  el  estanque  de  fuego  y  azufre,  donde  tam- 
bién la  bestia 

10  y  el  falso  profeta  serán  atormentados  dia  y  no- 
che por  los  siglos  de  los  siglos. 

1 1  Después  vi  un  gran  solio  reluciente  ,  y  á  uno , 
esto  es,  á  Jesu-Chrísto,  sentado  en  él,  á  cuya  vista  des- 
apareció la  tierra  y  el  cielo,  y  no  quedó  nada  de  ellos  '. 

12  Y  víalos  muertos,  grandes  y  pequeños,  estar 
delante  del  trono ,  y  abriéronse  los  libros  de  las  con- 
ciencias ;  y  abrióse  también  otro  Libro,  que  es  el 
de  la  vida  ^,  y  fueron  juzgades  los  muertos  ,  por  las 
cosas  escritas  en  los  libros ,  según  sus  obras. 

13  El  mar  pues  entregó  los  muertos,  que  babia 
en  él ;  y  la  muerte  y  el  infierno  entregaron  los  muer- 
tos que  tenían  dentro ;  y  se  dio  á  cada  uno  la  senten- 
cia según  sus  obras. 

14  Entonces  el  infierno  y  la  muerte^  fueron  lan- 
zados en  el  estanque  de  fuego.  Esta  es  la  muerte  se- 
gunda y  eterna. 

15  El  que  no  fue  hallado  escrito  en  el  Libro  de  la 
vida ,  fue  asimismo  arrojado  en  el  estanque  de  fuego. 


1  Esto  es  ,  de  s«  antigua  condición  y  forma  ;  pues  todo 
será  nuevo.  Dan.  TI.  v.  35.—//.  Peí.  III.  v.  13. 

2  Véase  Libro. 

3  Esto  es  ,   los  contlenados  y  el    diablo  ,    autor  de  la 
muerte. 


341 
CAPÍTULO  XXI. 

Fin  dichoso  y  bienaventurado  estado  de  los  justos  después 
del  juicio  ,  y  desastrosa  suerte  de  les  pecadores.  Descrip-^ 
cion  de  la  ciudad  cele.stial  de  Jerusalem,  mística  esposa 
del  divino  Cordero. 

1  Y  Yí  un  cielo  nuevo  y  tierra  nueva  '.  Porque  el 
primer  cielo  y  la  primera  tierra  desaparecieron  ,  y  ya; 
no  habia  mar. 

2  Ahora  pues  yo  J  uan  vi  la  ciudad  santa  ,  la  nueva 
Jerusalem  ,  descender  del  cielo  por  la  mano  de  Dios, 
compuesta  ,  como  una  novia  engalanada  ,  para  su  es- 
poso '. 

3  Y  oí  una  voz  grande  que  venia  del  trono,  y  decia : 
Ved  aquí  el  tabernáculo  de  Dios  entre  los  hombres  , 
y  el  Señor  morará  con  ellos.  Y  ellos  serán  su  pueblo, 
y  el  mismo  Dios ,  habitando  en  medio  de  ellos ,  será 
su  Dios ; 

4  y  Dios  enjugará  de  sus  ojos  todas  las  lágrimas : 
ni  habrá  ya  muerte ,  ni  llanto  ,  ni  alarido ,  ni  habrá 
mas  dolor,  porque  las  cosas  de  antes  son  pasadas  '. 


1  Esto  es,  renovado  todo  el  mundo  y  hecho  ya  incorrup- 
tible. En  este  y  en  el  siguiente  capítulo  se  describe,  segnn 
opina  san  Agustín ,  la  Iglesia  triunfante  del  cielo,  después 
de  la  destrucción  del  Antechristo  y  de  sus  demás  enemi. 
gos  ;  y  hecha  ya  la  resurrección  general.  Véase  Is.  LXV. 

V.  U.—LXVL  V.  22.—//  Pet  III.  v.  13. 

2  Esto  es  ,  brillante  y  hermosa. 

3  O  se  acabó  ya  el  primer  estado  que  tenían  ellas,  des- 
pués del  pecado  de  nuestros  primeros  padres. 


342.  LIBRO    DEL    APOCALYPSI. 

5  Y  dijo  el  que  estajea  señalada  en  el  solio  :  lié  aquí 
que  renuevo  todas  las  cosas.  Y  díjome  á  mí  :  Escribe, 
porque  todas  estas  palabras  son  dignísimas  de  fé  ,  y 
verdaderas. 

6  Y  díjome  :  Esto  es  hecho.  Yo  so,y  el  Alpha  y  la 
Omega ,  el  principio  y  el  fin  de  todo.  Al  sediento  '  yo 
le  daré  de  beber  graciosamente ,  ó  sin  interés ,  de  la 
fuente  de!  agua  de  la  vida. 

7  El  qué  venciere  *,  poseerá  todas  estas  cosas ,  y 
yo  seré  su  Dios  ,  y  él  será  mi  hijo. 

8  Mas  en  orden  á  los  cobardes ,  é  incrédulos ,  y 
execrables  ó  desalmados,  y  homicidas ,  y  deshones- 
tos ,  y  hechiceros ,  é  idólatras,  y  á  todos  los  embus- 
teros ',  su  suerte  será  en  el  lago  que  arde  con  fuego 
y  azufre  ,  que  es  la  muerte  segunda  y  eterna, 

9  Vino  después  un  ángel  de  los  siete  que  tenían  las 
tazas  llenas  d«  las  siete  plagas  postreras  ,  y  h'abló  con- 
migo ,  diciendo  :  Ven ,  y  te  mostraré  la  esposa  ,  no- 
via del  Cordero. 

10  Con  eso  me  llevó  en  espíritu  ^  á  un  monte  grande 
y  encumbrado,  y  mostróme  la  ciudad  santa  de  Jeru- 
salem  que  descendía  del  cielo  y  venía  de  Dios , 

1  \  la  cual  lerya^  ^  claridad  (^?  X^ya^ ' ;  cuya  lux  era 


1  Ksto  eí} ,  alqu,e  tuyier^  sed  de  U  sautidad  yjustici 

2  Y  triunfare  d^l  iiinuiV>  y  fW  sí,m¡Anjo. 

3  Esto  es  ,  los  hipúcritf^^  y  íalíiP^  prpfctasí- 

4  Q  ert  vi|SÍoi)  e^piritm^fc. 

5  O  una  brillautez  divina. 


CAl'ÍTL'LO    XXI.  343 

scmejanle  á  ana  ^piedra  preciosa  ,  á  piedra  de  ja^c  , 
trasparente  como  cristal. 

12  y  tenia  un  muro  grande,  y  alto,  con  doce 
puertas ;  y  en  las  puertas  doce  ángeles ,  y  nombres 
esculpidos ,  que  son  los  nombres  de  las  doce  tribus  de 
los  hijos  de  Israel. 

13  Tres  puertas  al  Oriente,  y  tres  puertas  al  Norte, 
tres  puertas  al  Pilediodia,  y  otras  tres  al  Poniente. 

14  Y  el  muro  de  la  ciudad  tenia  doce  cimientos,  y 
en  ellos  los  doce  nombres  de  los  doce  apóstoles  del 
Cordero  '. 

15  Y  el  que  hablaba  conmigo,  tenia  una  caña  de 
medir ^,  que  era  de  oro,,  para  medir  la  ciudad,  y  sus 
puertas,  y  la  muralla  : 

16  es  de  advertir  que  la  ciudad  es  cuadrada,  y  tan 
larga  como  ancha  :  midió  pues  la  ciudad  con  la  caña 
de  oro,  y  tenia  doce  mil  estadios  de  circuito  ' ,  siendo 
iguales  su  longitud,  altura  y  latitud*. 

1  Los  apóstoles  se  \\?im?in  fundamentos  de  la  Iglesia,  por- 
que esta  se  fundó  sobre  la  fé  de  Jesu-Christo ,  que  ellos 
predicaban  ;  y  como  por  su  predicación  se  nos  preparó 
ia  entrada  en  la  Jerusalem  celestial ,  se  llaman  también 
jmertas  en  el  verso  21.  Véase  Matrimonio. 

2  Véase  Caña. 

3  Véase  Ea ludio. 

4  Estoes,,  el  muro  tenia  en  todas  partes  la  misma  al- 
tura y  la  misma  anchura.  Toda  e.sta  descripción  es  meta- 
fórica ,  y  se  dirige  á  dar  alguna  idea  de  la  grandeza  interior 
y  exterior  de  la  celestial  .Jeri!.?alem.  E.s  de  advertir  que  los 
muros  de  las  ciudades  antiguas  eran  de  extraordinaria  altura 
y  anchura  ,  y  profundísimos  los  cimientos. 


344  LIBRO    DKL    APOllALYPSI. 

17  Midió  también  la  muralla  y  hallóla  de  ciento  y 
cuarenta  y  cuatro  codos  de  alio,  medida  de  hombre, 
que  era  también  la  del  ángel  ' . 

18  El  material  empero  de  este  muro  era  de  piedra 
jaspe ;  mas  la  ciudad  era  de  un  oro  puro,  tan  traspa- 
rente que  se  parecia  á  un  vidrio  ó  C7'istal  sin  mota. 

19  Y  los  fundamentos  del  muro  de  la  ciudad  esta- 
ban adornados  con  toda  suerte  de  piedras  preciosas. 
El  primer  fundamento  era  de  jaspe;  el  segundo  de  za- 
firo ;  el  tercero  de  calcedonia  ó  rubí ;  el  cuarto  de 
esmeralda ; 

20  el  quinto  de  sardónica ;  el  sexto  de  sardio ;  el 
séptimo  de  crisólito ;  el  oclavo  de  berilo ;  el  nono  de 
topacio ;  el  décimo  de  crisopraso  ó  Uvpiz  lázuli;  el  un- 
décimo de  jacinto ;  el  duodécimo  de  amatista. 

21  Y  las  doce  puertas  son  doce  perlas ;  y  cada  pu- 
erta estaba  hecha  de  una  de  estas  perlas ;  y  el  pavi- 
mento de  la  ciudad  oro  puro ,  y  trasparente  como  el 
cristal. 

22  Y  yo  no  vi  templo  en  ella.  Por  cuanto  el  Señor 
Dios  omnipotente  es  su  templo,  con  el  Cordero. 

23  Y  la  ciudad  no  necesita  sol  ni  luna  que  alum- 
bren en  ella  ,  porque  la  claridad  de  Dios  la  tiene  ilu- 
minada ,  y  su  lumbrera  es  el  Cordero. 

24  Y  á  la  luz  de  ella  andarán  las  gentes  ;  y  los  reyes 
de  la  tierra  llevarán  á  ella  su  gloria  y  su  magestad. 

25  Y  sus  puertas  no  se  cerrarán  al  fin  de  cada  dia, 
porque  no  habrá  alli  noche. 

1  Pues  se  apareció  en  forma  humana. 


CAPITULO   XXII.  345 

26  Y  en  ella  se  inlroducirá,  y  vendrá  á  parar  la 
gloria  y  la  honra  de  las  naciones. 

27  No  entrará  en  esta  ciudad  cosa  sucia  ó  conia- 
mi  lada ,  ni  quien  cómele  abominación  y  falsedad  , 
sino  solamente  los  que  se  hallan  escritos  en  el  libro 
de  la  vida  del  Cordero. 


CAPITULO  XXII. 

Cunclüijeae  la  admirable  y  misteriosa  pintura  de  la  celestial 
Jerusalem  ,  y  con  ella  el  Apoca lypsi  ó  la  Revelación  de 
Jesu-Cliristo  á  su  discípulo  amado. 

1  Mostróme  también  un  rio  de  agua  vivífica  ó  de 
vida ,  claro  como  un  cristal ,  que  manaba  del  solio  de 
Dios  y  del  Cordero. 

2  En  medio  de  la  plaza  de  la  ciudad ,  y  de  la  una 
y  otra  parte  del  rio  estaba  el  árbol  de  la  vida ,  que 
produce  doce  frutos,  dando  cada  mes  su  fruto ;  y  las 
hojas  del  árbol  sanan  á  las  gentes  \ 

3  Allí  no  habrá  jamás  maldición  alguna,  sino  que 
Dios  y  el  Cordero  estarán  de  asiento  en  ella,  y  sus 
siervos  le  servirán  de  continuo. 

4  Y  verán  su  cara ,  y  tendrán  el  nombre  de  él  so- 
bre sus  frentes. 

5  Y  allí  no  habrá  jamás  noche;  ni  necesitarán  luz 


1  Alude  al  rio  y  al  árbol  de  la  vida,  que  habia  en  el  Pa- 
raíso; al  rio,  del  cual  dice  el  Profeta,  que  alegra  día  dudad 
de  Dios.  P.V.  XLV.  V.  b-Js  LXVI.  v.  12. 

ToM.  XV.  30 


346  LlBliO    DEL    APOCALYi'SI. 

de  antorcha,  ni  luz  de  sol,  por  cuanto  el  Señor  Dios 
los  alumbrará ,  y  reinarán  por  los  siglos  de  los  siglos. 

6  Díjome  mas  :  Estas  palabras  son  dignas  de  todo 
crédito,  y  muy  verdaderas.  Y  el  Señor  Dios  de  los  es- 
píritus de  los  Profetas  ha  enviado  su  ángel  á  manifes- 
tar á  sus  siervos  cosas  que  deben  suceder  pronto  . 

7  Mas  hé  aquí ,  dice  el  Señor,  que  yo  vengo  á  toda 
prisa.  Bienaventurado  el  que  guarda  las  palabras  de 
la  profecía  de  este  libro, 

8  Y  yo  Juan ,  soy  el  que  he  oido  y  visto  estas  co- 
sas. Y  después  de  oidas  y  vistas,  me  postré  ante  los 
pies  del  ángel,  que  me  las  enseñaba,  en  acto  de  ado- 
rarle ; 

9  pero  él  me  dijo :  Guárdale  de  hacerlo,  que  yo 
soy  un  consiervo  luyo,  y  de  tus  hermanos  los  Profetas, 
y  de  los  que  observan  las  palabras  de  la  profecía  de 
este  libro.  Adora  á  Dios. 

10  Díjome  también  :  No  selles  "  las  palabras  de  la 
profecía  de  este  libro,  pues  el  tiempo  está  cerca. 

11  El  que  daña,  dañe  aun;  y  el  que  está  sucio, 
prosiga  ensuciándose  ^ ;  pero  el  justo  justifiqúese  mas 
y  mas ;  y  el  santo,  mas  y  mas  se  santifique. 

12  IMirad  que  vengo  luego,  y  traigo  conmigo  mi 
galardón  ,  para  recompensar  á  cada  uno  según  sus 
obras. 


1  Esto  es,  uua  larga  serie  de  sucesos,  que  va  á  comenzar 
pronto. 

2  O  no  tengas  ocultas. 

3  Que  presto  experiraentarán  su  castigo, 


CAPÍTULO    XXII.  347 

13  Yo  soy  el  Alpha  y  la  Omega,  el  primero  y  el 
último,  el  principio  y  el  fin. 

14  Bienaventurados  los  que  lavan  sus  vestiduras  ' 
en  la  sangre  del  Cordero ,  para  tener  derecho  al  ár- 
bol de  la  vida ,  y  á  entrar  por  las  puertas  de  la  ciudad 
santa. 

15  Queden  á  fuera  los  perros,  y  los  hechiceros,  y 
los  deshonestos,  y  los  homicidas,  y  los  idólatras,  y  to- 
do aquel  que  ama  y  platica  mentira. 

16  Yo  Jesús  envié  mi  ángel,  á  notificaros  estas  co- 
sas en  las  Iglesias.  Yo  soy  la  raiz  ó  estirpe,  y  la  pro- 
sapia de  David  ,  el  lucero  brillante  de  la  mañana  ^. 

17  Y  el  espíritu,  y  la  esposa^  dicen:  Ven.  Diga 
también  quien  escucha  :  Ven.  Asimismo  el  que  tiene 
sed  ^,  venga ;  y  el  que  quiera ,  tome  de  balde  el  agua 
de  vida. 

18  Ahora  bien,  yo  protesto  á  todos  los  que  oyen 
las  palabras  de  la  profecía  de  este  libro  :  Que  si  algu- 
no añadiere  á  ellas  cualquiera  cosa ,  Dios  descargará 
sobre  él  las  plagas  escritas  en  este  libro. 

19  Y  si  alguno  quitare  cualquiera  cosa  de  las  pala- 
bras del  libro  de  esta  profecía,  Dios  le  quitará  á  él  del 
libro  de  la  vida ,  y  de  la  ciudad  santa ,  y  no  le  dará 
parte  ea  lo  escrito  en  este  libro. 


1  Véase  Lavar,  Vestidos. 

2  Nian.  XXIV.  V.  \7.—Zach.  VI.  v.  12,—Luc.  I  v.  78. 

3  Que  es  la  Iglesia  ,  me  dicen  sin  cesar  :  Ven. 

4  De  gozar  de  mi  presencia.  Is.  LV.  v.  1. 


348  LIBRO    DEL    APOCALYPSl. 

20  El  que  da  leslimonio  de  estas  cosas,  dice:  Cier- 
tamente yo  vengo  luego.  Así  sea.  Ven  !  oh  Señor  Je- 
sús! 

21  La  gracia  de  nuestro  Señor  Jesu-Christo  sea 
con  lodos  vosotros.  Amen 


FIN  DEL  APOCALYPSl  DE  SAN  JUAN 

í    DEL    NUEVO    TESTAMENTO    DE    NUESTRO    SEÑOR 
JESU-^CHRISTO. 


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