a 00002 22864 5
A9, l~ H
THE LIBRARY OF THE
UNIVERSITY OF
NORTH CAROLINA
AT CHAPEL HILL
ENDOWED BY THE
DIALECTIC AND PHILANTHROPIC
SOCIETIES
BÚ1LD1NC USE ONLT
PQ6217
.TUU
v. 229
n. 1-17
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in 2012 with funding from
University of North Carolina at Chapel Hill
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10804
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y
y
Esta obra es propiedad de sus autores, y nadie po-
drá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en
España ni en los países con los cuales haya celebra-
dos, ó se eslabren en adelante, tratados internaciona-
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Los comisionados ,dp la Administración Lirioo-
dramática do los HIJOS de E. HIDALGO, son los en-
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miso de representación y del cobro de los derechos
de propiedad.
Queda hecho el depósito que marca la ley.
LA TÓMBOLA
JUGUETE CÓMICO
j«nír Kj:«r acto -*r jeüwt xv«osa
tomado del pensamiento de una obra extranjera
ANTONIO GIMÉNEZ GUERRA i JOSÉ OGAITNAS
Estrenado en el TüATlíO URA el o de Abril de 1900
MADRID
R. Vela3Co, imp., Marqués de Sta. Ana, n duplicado
Teléfono número JS¡.
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(d eéiiutouio de c/iatitud
t>4 Q/Cafoled.
REPARTO
PERSONAJES ACTORES
DOÑA. BALTASAEA Sea. Pabejo.
VENTURA Valvebde.
JUANA SE3UEA.
ROSA Seta. Febos.
DON FRANCISCO Se. Labea.
RAMÓN ... Mobano.
JORGE Santiago.
La acción en Madrid. — Fpoca actual
Derecha é izquierda, las del actor
ACTO ÚNICO
Salón de regular apariencia. Tres puertas ni frente: la de la izquier-
da, que aparenta ser la de la entrada; la central, de balcón, cu-
bierta con cortinas blancas, y la de la derecha, qu3 da al interior
de la casa. Entre las puertas de la izquierda secreteare, ¡sillería y
certinajee. A la izquierda piano, y en el centro velador, sofá y
adornos. Puei tas laterale?. ,
ESCENA PRIMERA
ROSA y DOÑA 13 \LTASARA. Al levantarse el telón aparece la esce-
na sola. Suena el timbre de la puerta dos veces, con breve pausa
entre una y otra
ROSA (Que sale á abrir por la segunda de la derecha.) \a
e^tá ahí la señora; la conozco en el modo de.
llamar, (suena otra vez el timbre.) ¡Anda, ni que
viniera por los últimos sacramentos! (sale a
sbrir y vuelve en seguida detrás de doña Baltasar*,
que entra en traje de calle.)
Balt. ¿Dónde estaba usted metida?
Rosa Arreglando el gabinete.
Balt. ¿Y no ha oído usted llamar?
Rosa Tres veces.
Balt. Pues á la primera debió usted de abrir. Ayú-,
déme á quitar el sombrero. (Rosa le ayuda.) ¿Y
mi marido?
Rosa Salió hace un rato con el señorito Jorge.
Balt. 'Aparte.) Ya me trae á mí preocupada esté
amigo de mi marido. Un hombre solo no
Rosa
Balt.
Rosa
Balt.
piensa más que en picardías, pero cuando le
acompaña uu amigo las piensan y las ha-
cen, (a Rosa.) Lleve usted el sombrero á mi
cuarto, (vase kob».) ¡Qué fastidioso es hacer
Visitas! (Deja el tarjetero sobre el ve'ador.) Se pier-
de el día y no se encuentra á nadie en casa.
V menos mal que se cumple con tarjetas.
La última la he dejado álos nuevos vecinos
de la casa inmediata, (a Rosa, que sale.) Uste-
des que lo saben todo: ¿qué clase de gente
es esa'?
¿Cuál, señorita?
|Ah, es verdad, si est^y mareada! Esa fami-
lia que se ha mudado ahí al lado.
Pues son dos hermanos, digo, una hermana
y un hermano. El es un viejo soltero que
dicen que es muy extravagante, y ella una
señora ridicula que...
Basta, basta; no necesito saber más. (suena
el timbre.) Abra usted. (Vase Rosa.) Si le doy
cuerda me cuenta de e«a familia ha?ta lo
que come. ¡Qué criados! Y menos mal que
ahora me encuentro con esta sola.
ESCENA II
DICHA, VENTURA, RAMÓN y JORGE
Vent.
Balt.
Vent.
Kam.
Jorge
Vent.
Ram.
Balt.
Jorge
(Dentro ) Nada, nada, que no me convence
usted. (Entrando ) Adiós, Sara... ¡Qué feliz en-
cuentro he tenido!
(Besándola.) ¿Sí? ¿Con quién hablabas?
Deja que cuente...
(a su mujer.) No; si quien lo va á contar
soy yo.
(taludando.) A los pies de usted, señora, (a
Ramón.) Ahora hablarás; de] a que salude.
La cosa no me negarán ustedes que tiene
gracia.
Si la habíamos conocido á usted.
•Pero, ¿de qué se trata?
Pues yo, lo digo francamente, me engañé...
Vent. Nada, hija mía; que tu marido y su amigo
han hecho una conquista.
Balt. ¿CómoO*
\rENT. Nó te alarmes. La plaza sitiada era yo. (Ra-
món y Jorga van á h»biar ) Yo lo contaré. Figú-
rate que venía hacía aquí distraída con mi
Tómbola, cuando oigo detrás de mí un taco-
neo á cuatro pies, y á tu marido que le decía
á Jorge: «¡Buena jamona!» Veo que no me
han conocido, acelero el paso, lo aceleran
ellos también, y me acometen por ambos
lados diciéndome cada uno un piropo. Rién-
dome de Ja sorpresa que iba á darle», me
vuelvo hacia ellos y me levanto el velo,
contestándoles: «¡Plancha!»
Ram. Si la habíanlos conocido, y quisimos darle
esa broma
Jorge Sí; este me dijo: «Ahí va Ventura». Pero,
¿rreyó usted de veras lo de los piropos?
Vent. ¿Pues qué se cree usted? ¿Que yo ya estoy
jubilada? No, hijo.
P»alt. iíl que debía estar jubilado eres tú.
Vent. Sí, buenos están todos los hombres. Y aho-
ra á mi negocio. ¿Tienen ustedes dispuesto
el regateara la Tómbola?
Ram. Ya salió la Tómbola. Su preocupación de
usted.
Vent. ¿Y qué quiere usted que haga? Hay que
mirar con un ojo al cielo y con el otro á la
tierra. ¿Qué sería de los pobres sin nosotras,
las Hermanas de San Juan de Dios?
Balt. Este, como no piensa m¿s que en divertirse. .
Vent. Están ustedes condenados todos.
Balt. Ya te he dicho que daré un buen regalo.
Vent. ¿Y usted no dará nada para los pobres?
Jorgb ¿Yo? Pues si iba á pedirle en el Asilo un
gabinete con ó sin.
Vent. Sí, se lo daremos con principio, (a Pamón.)
De Jorge, ya sé que más da una piedra. ¿Y
usted, querva á darme?
Ram. Como ngjtle dé el chaquet... Porque aquí
todo es de mi señora.
Balt. Y debes alegrarte, porque de lo contrario ya
estaríamos en el Asilo de Ventura.
— 10 —
Vk&t:;! No exageres tanto. |Pues si tienes un mari-
do que no lo mereces! ^
Balt. Sí, todas sus atencionWkonsisten en rega-
larme joyas. ¿Y para qué? Para que estén
ahí, porque yo no las uso.
Jorge Hace usted mal, porque ahora están de
moda las alhajas. Van las señoras como
! ' constelaciones.
Balt. Y qué, ¿quiere usted que yo me ponga
corno la Osa Mayor?
Ram. Dice bien; eso es una cursilería.
Jorge ¿Cursi llevar alhajas?
RaM. (Tirándole de la americana.) Si, CUrsi, CUrSÍ. (Apar-
te.) ¡Te Callarás! (incomodado )
Jorge Bueno. ^
Balt. l Mira, Ventura, un*de esas alhajas te voy á
dar para la Tómbola.
Ram. (Aparte,) ¡Demonio! (Titubeando.) No, no. ¿Para
qué incompleta la colección"-* (a Jorge.) Ayú-
dame, hombre.
Jorge (Aparte.) ¿Que te ayude? (Alto.) Pues sí, ¿para
qué incompletar la colección? (Aparte.) Pues
no entiendo una palabra.
Balt. Nada, no adn ito objeciones, (a ventura.) Te
daré una puliera de turquesas que ya em-
piezan á morirse.
Ram (Apaite.j Yo sí que huelo á muerto, (a Jorge.)
Jorge (a Ramón.) Pues avisaré á la parroquia.
Vent. Aceptada. Y ya que eres tan amable, ¿no
me darías algunos nombres de personas co-
nocidas? Porque yo ya he agotado mi lista.
BaLt. Ramón tiene la Guía Oficial. ¿Quieres sacar
apuntes?
Vent. Me parece muy buena idea.
Balt. Pues vamos al despacho mientras estos fu-
'" ; man un cigarrillo.
Vent. (a Rnmón.) Con su permiso.
RaM. Está USted en SU Cata. (Vause primera izquierda
' Baítasara y Ventura.)
— 11 -
ESCENA III
RAMONy JORGE
Ram. ¡Gracias á Dios! *
Jorge Pero, ¿qué te pasa?
Ram. ¡Ay, amigo Jo|ge!... Me encuentro en un
compromiso terrible!
Jorge Bueno, calma. Explícate.
Ram. A eso voy; pero ayúdame. Vigila, no ven-
gan.
Jorge ¿Y á quién vigilo?
Ram. i A mi mujer, á mi mujer! (impacierte. Jorge se
dirige á observar juuto á la puerta del despacho, y Ra-
món busca ei bolso de calie de Baltasara, y al verlo
sobre el velador, exclama.) ¿Dónde estarán las
llaves?
Jorge Pero, ¿qué intentas?
Ram. ¡Calla! ¿Qué hacen?
Jokge Doña Ventura, escribiendo; tu mujer, dic-
tando... y yo, temblando.
Ram ¿De qué, imbécil? Ven, ayúdame.
Jorge ¿Yo? ¿A qué?
Ram. A sacar de aquí unas alhajas de mi mujer.
Jorge ¡Ramón, Ramón, por Dios! ¡A mí no me
comprometas!
Ram. ¡Calla! (Abre el vargueño, ayudado por Jorge, quien
drranie toda esta eícena no perderá su cómico miedo.)
.Aquí están.
JORGE (a1 ver que Ramón ha sacado del vargueño el cajón
con las alhajas.) ¡DÍOS rUÍO, el presidio!
Ram. ¡Si son todas falsas!
Jorge ¿Falsas? ¡Ahí Por eso decías' lo de cursi.
Ram. tíí; y por eso hay que quitarlas de aquí.
Jorge Pero tú ..
Ram. He estado engañando á mi mujer por tener
dinero para mis' gastos, y ahora va á descu-
brirse todo.
Jorge ¡Ah! ¿De modo que estas son las alhajas que
tú le regalabas? ¿Y son falsas? ¡Falsario!
v¡íiandido! Pero, ¿qué vas á hacer con esto?
Ram. E&o digo yo. ¿Qué hago con esto? El caso es
evitar que mi mujer dé una de estas alhajas
á Ventura... ¡Aconséjame, hombrel GCómo
lo evito?
Jo ROE |Ah! Oigo ruido. (Va á ver y vuelve en segn'.da,
pero antes, Ramón, tembloroso, ha dejado caer al sue-
lo des ó tres estuche*. ) No es nada; siguen es-
cribiendo... Una idea se me ocurre
Ram. ¿Cuál?
Jorge Que cambies est|s alhajas falsas por otras
buenas
RaM. ¿Y COn qué dinero?... [Ah! (buscí andosamente
cnire los estuches, revolviéndolos todos, y cogiendo
uno excinma.) Aquí está la que piensa regalar.
Vas á hacerme en seguida un favor.
Jorge Ramón, no me enredes.
Ram. Llégate á una joyería y trae una pulsera pa-
recida á ePta, que sea buena.
Jorge En seguida (Medio mutis.) Oye, ¿y con qué
dinero?
Ram. Es verdad. (Le da un bniete.) Aquí tengo el di-
nero de los alquileres; toma quinientas pe-
setas; lo único que tengo, diré á mi mujer
que lo he gastado en cualquier cosa, (oyese
hablar en el jardín.) ¡Mi mujerl (Se dirige ti var-
gueño y trata de meter el cajón, que no entra por
estar revueltcs loe estuches.)
Jorge ¡Que vienen!
Ram. (Andando de acá para allá con el cajón en la mano,
tropieza con Jorge, caen alg'inos estuches y ambos se
ponen a recogerles.) ¡Torpe!
Rosa (Der.no.) Por aquí, señor delegado, (ai oir esto,
Ramón y Jorge se aturden más todavía, y cogeu preci-
pitadamente los estuches caldos.)
Jorge ¡El delegado, Ramón! ¡Ya le han avisado!
Ram. ¡Já, já! Pero no tiembles. Toma eso y mételo
ahí. (Lo empuja hacia el balcón, cierra el vargueño,
y dice durante la operación.) ¿Qué delegado Será
. ese? (vase también ai balcón.) ¡Já, ja! Tiene gra-
cia la coincidencia.
— 13
ESCENA IV
FRANCISCO, JUANA j ROSA. Escondidos RAMÓN y JORGE.
Rosa Tengan la bondad de esperar, que voy á
avisar á Jos señores.
Juana Sí; dígales que vienen á ofrecerles su nueva
casa, doña Juana Monteleón y su hermano
don Francisco.
Frán. No; dígales que están aquí sus nuevos veci-
nos, don Francisco Monteleón, delegado de
vigilancia, y su hermana doña Juana.
Ropa Está bien, (vase.)
Juana Pero ¿no da lo mismo? ¡Qué afán tienes
siempre de ponerte delante!
Fran. Me pongo y me pondré siempre, por dos ra-
zones: la primera, porque éste bastón, que
representa la autoridad, me coloca en el lu-
gar más preeminente y visible; y la segun-
da, por una puramente gramatical, el géne-
ro, que por ser masculino, me coloca en pri-
mera linfa.
Juana Como quieras.
Fran. .No, como quiera, no; como debe ser... Los
dueños de e-ta casa deben ser personas muy
distinguidas y es preciso que vean que nos-
otros lo somos también. . ¡Qué lujo de habi-
tación, y qué bibelots tan bonitos! ¡De pen-
sar que por un solo número no los tengo yo
mejores!
Jüava ¿Por un número?
Fran. Sí, mujer, la lotería, que Iny ha estado á
punto de tocarme.
Juana ¡Hombre, no tan á punto!
Fran. (inspeccionándolo todo, y cuidando de vclver la es-
palda al balcón donde están escondidos los otros.)
Ram. Ahora que están de espaldas, márchate y
vuelve en seguida con la pulsera.
Jorge Que no talgo, que me van á ver.
Ram. ¿Y eso qué Íll porta? (Lo tena á ¡a escena de un
empr.jón.) Con esta visita ganamos tiempo.
(V»se Ramón llevando en la mano las alhajas y al ir
— 14 —
á salir Jorge por la puerta del foro, se Vuelven Fran-
cisco y Juana quedando los tres un momento sorpren-
dido?.)
Fran. ¿Con quién tenemos el honor de hablar?
Jorge Con... con... migo ..
Fran. ¿Eá usted el dueño de la casa?
Jorge (confusa ) No... no señor... yo soy... Beso á us-
ted la mano, á los pies de usted (vase.)
ESCENA V
FRANCISCO y JUANA
Fran.
Juana
Fran.
Juana
Fran .
Juana
Fran .
Juana
Fran.
¡Qué aspecto de confusión tiene ese joven 1
¡Será visita de la casa. >
Sí; pero las visitas no salen de ese modo...
pero, calla, en el suelo veo varios estuches
de alhajas... ¡Ah, razón tenia yo! Confusión
en las frases... poca fijeza en la mirada...
temblor en los miembros .. (¡Aquí hay de-
lito!)
En todas partes quieres ver misterios.
Cumplo con mi deber. Y ahora voy á ver si
esos estuches contienen algunas joyas.
Pero, hombre, que pueden verte.
Que me vean. No me avergüenzo de cum-
plir con mi deber. ¿Habrá por aquí más es-
tuches? (Se agacha y busca.)
¡Hombre, por Dios!
¡Calla! (sigue buscendo.)
ESCENA VI
DinaO?, DOÑA BALTASARA
Balt. Dispensen si les he hecho esperar. (Reparan-
do en Francisco que sj;ue gatee ndo.) Pero, ¿qué
es esto? ¿Qué hace ese señor en postura
tan?...
FraNí (Levantándose.) Sí, en efecto, muchos estuches,
pero sin alhajas.
15 —
Juana
Fran.
Balt.
Juana
Balt.
Fran.
Balt.
Perdón, seíjípía, es mi hermano y buscaba
un imperdnwe que se. me ha caído.
Estoy á los pies de usted, señora.
¡Ya, ya lo veo' (Qué tipos tan raros!) . . •
Venimos a tener la honra de devolverle su
amable visita. >
¡Ah, vamos! les vecinos de ahí al lado.
Justo; y le significo nuestro profundísimo
pesar por no haber estado en casa para re-
cibirla. Estaba en el juzgado en el cumpli-
miento de mis sagrados deberes.
También yo lo sentí.
ÉCENA VII
DICHOS, VENTURA
Vent. Ya está sacada la lista.
Balt. Deja que tonga el gusto de presentarte á los
nuevos vecinos; la señorita doña Juana
. MonteleÓn... (Presentando.)
Vent. Tengo mucho gusto... (se saiuian.)
Balt. El señor Monteleón...
Fran. Francisco, Francisco Monteleón, abogado
de este ilustre Colegio. (Extienda la mano ¿v«a.
tura, y ésta, al fijarse en Francisco, so queda un mo-
im'iito asombrada y da. un grito.)
VENT. |E1! |AgUa, agua! (Cae desmayada en una silla.)
Fran. (Asombrado.) ¿Pero qué le ocurre á esta señora?
Juana Debe conocerte de algo. , ,
BALT. (Que ha acudido en auxilio de Ventura, ayudándola
juana. ^Indudablemente; aunque les advierto
que elHB|eñora es excesivamente nerviosa.
¿TtndnPuírted la bondad de traer una poca
de agua? (a Francisco, señalando el servicio que
hay sobre él velador.)
FkaN. Con mucho gUStO (Trae un vaso de ugua, y al
acercarse á Ventura, ésta vuelve en sí, exclamando.)
Vent. ¿Tú, eres tú?
Fran. ¡Caracoles! ¡Y me tutea! Pero, ¿quién soy
yo, señora?
Balt. ]Ah! ¿No la conoce usted?
Fran. En mi vida he tenido el honor de verla.
— 16 —
Juana
Vent.
Fran.
Balt.
Fran.
Vent.
Balt.
Vent.
Fran.
Balt.
Vent.
Balt.
Vent.
Fran.
Balt.
Vent.
Fran.
Balt.
Fran.
Balt.
Fran.
Vent.
Juana
Ni yo recuerdo tanwoco.
Ya pasó todo. Fué*na alucinación. ¡Como
este caballero tiene toda la cara de Panfilo!
|Señoral
No se -moleste usté. Panfilo era el nombre
de su difunto esposo.
|Ah, yal
Muchas gracias por bus atenciones. He te-
nido un gran placer en conocerlos, (a Fran-
cisco y Juaua.)
Pero, ¿te vas ya?
Sí, estoy bien y tengo que hacer en casa.
(Mira á Francisco y lanza un fuerte suspiro.)
(Aparte.) ¡Pero qué modo de mirarme tiene
esta señoral
Pues si vas á tu casa, quiero darte la pulsera
para la Tómbola.
Déjalo, otro día será.
No; ahora mismo. (Busca sobre la mesa.) ¿Dón-
de está la llave? (Mira al «secretfire».) ¡Si está
puestal ¡Qué cosa tan extraña! (Abre el «secre-
tHire» y exclama con estupor.) ¡Aquí han andado!
¡Dics mío, pero si estaban aquí! (Mira á uu
lnáo y otro, y al ver en el suelo los estuches vacíos
dice.) ¡No, no están! ¡Me han robado!
¿Pero, estás segura?
¿Un robo?
¿>í, sí; hace apenas una hora anduve aquí y
estaban todas las joyas.
¡Sí, y Fe han llevado hasta el cajón.
(a juana.) ¿Lo ves? La perspicacia de un de-
legado nunca se equivoca. Desde que ent"é
nn esta casa noté que ocurría algo extraor-
dinario, y hasta me atnBvp á asegurar á us-
ted que he visto salir «rPTadrón.
¿Usted?
¡áí. (Enseñando el es'nche que cogió del suelo y que
antes habla dojado en el sofá.) ¿Es este Uno de
los estuches robados?
(Cou asombro.) Sí, Señor.
Aquí dentro estarían las alhajas, ¿eh?
(Entusiasmada ) ¡Oh, qué hombre tan mara-
villoso! /
Es mi hermano, señora, es mi hermano.
— 47 — .
Fran. Hay que proceder con gran energía y clili ■
gencia. ¡Nadie se mueva de aquí! Espero,
señoril, restituirle sus alhajas ruuypronlo.
Balt. (con intención. ) Sí, ¿*h? Y yo espero que me
explique lo que hacía gateando por el suelo
ruando yo entré?
Vent. Yamos, cálmate, no te precipites.
Fran. A mí no se une interroga; el que interroga
scy yo. Dispense usted, señora. Que cierren
todas las puertas y que nadie salga de esta
casa.
ESCENA VIII
DICH'JS y RAMÓN
Ram. ¿Qué pasa aquí, qué tono sclemne es este?
Balt. |Ramón, nos han robadol
Ram. (aparte.) ¡Diablo, ya lo descubrieron! ¿Y qué
hago yo ahora? (con fingida sorpresa.) ¿Que nos
han robado?
Balt. Sí, y conuzco al ladrón. ¡Llama inmediata-
mente a. la policía!
Ram. ¡ A la p< licía no! ¡Eso es muy escandaloso,
mujer! (Apaiu.) ¡Anda, y cómo se va compli-
cando esto!
Fran. ¡No hay que llamar á nadie! Yo respondo
de todo!
Ram. ¿Y quién es este caballero?
Juana Mi hermano.
Ram. ¿Y quién es esta señora?
Fran. Es mi hermana.
Balt. ¡Sujeta inmediatamente á ese hombre! (por
Francisco.)
FRAN . ¿A mí? ¿A mí? (Furioso.)
.íoana ¿A mi hermano?
Balt. ¡Al juez de instrucción en seguida con él!
Fran. ¡Entregarme al juez! Soy delegado de poli-
cía. (Asombro general.) Sí, y en e&te momento
quedan ustedes todos detenidos.
Ram. (¡Canastosl Esto se agrava.)
. Fran. La señora dice que las alhajas las han roba-
do de aquí, no hace una hcra, y es preciso
2
- Í5 —
que parezcan. Hay que registrar primero á
Jas personas.
Vent. Empiece usted por rní.
Juana Pero reflexiona, Francisco, que estas seño-
ras. . .
Fran. No tengo nada que reflexionar.
Vent. E-tos, estos son los hombres que necesita la
policía... Por eso me emocioné tanto al verle.
Fué Una Corazonada (Mirándole cómicamente.)
¡Caballero, le admiro á usted!
Fran. Gracias, mil gracias. (Aparte.) Esta señora
empieza á interesarme y en cuanto termine
este atestado le digo algo.
Balt. DispEnse usted si al principio tuve una sos-
pecha ignorando el cargo que desempeña.
El ¡tutor del robo no puede estar aquí entre
nosotros. Este señor es mi marido; esta
señora (por ventura.) es como de casa, y en
cuanto á ustedes ya sé que es imposible.
Fran. Tal vez los criados...
Ram. ¡No, no; tampoco! Yo los garantizo. Son
gente honrada.
Fran. En'onces hay que buscar fuera. Por lo pron-
to V03' á practicar un reconocimiento: dis-
pensarán ustedes; pero en este momento
desaparece el amigo, el hombre, y se pre-
senta la justicia simbolizada en este bastón.
Ahora mismo voy á empezar las indagacio-
nes.
Balt. Por más que pienso no calculo quién podrá
haber sido el ladrón.
Ram. ¡Cualquiera lo averigua!
Rran. ¡Yo prometo averiguarlol
Fam . (¿di me habrá visto? )
Juana ¡Pero cuidado que son picaros y ambiciosos
los ladrones! No están contentos mientras
no se llevan lo mejor que encuentran.
Vent. Dígamelo usted á mí. A mi marido, cuando
salía con un alfiler de poco precio en la cor-
bata, nunca se lo quitaban, y cuando lleva-
ba uno bueno siempre volvía sin él.
Juana ¿Y por qué no usaba aparatito de segu-
ridad?
Vent. Porque le salía peor la cuenta. El día que
— 19
Fran.
Ram.
Fran,
Juana
Vent.
Balt.
Vent.
Fr\n.
Ram.
Fran.
Ram.
llevaba el aparato volvía sia el alfiler y sin
la corbata.
¡Claro1 Y no deben ustedes quejarse de que
haya ladrones ¿Para qué se llevan alfileres
en las corbatas y relojes v cadenas de oro?
¿Para qué" vamos á ver? Pues nada más que
para excita." los apetitos del ratero. Algunos
van por abí con las joyas así como diciendo:
«¡Eh! aquí llevo esta perla, este brillante y
este reloj: ¿no hay quien me los quite?» Y
se las roban, y hacen muy bien en robár-
selas.
(Este delegado rae parece un animal.)
Pero, en fin, esto no es ahora del caso. Lo
que hay que hacer es preparar el. atestado.
Tú, Juana, vé a casa y mándame papel se-
llado para las primeras actuaciones.
¡Qué monomanía la de mi hermano, tenien-
do fortuna para estar tranquilo en casal Con
permiso de ustedes. En seguida vuelvo.
(Mutis.)
Yo también, si no hago falta, me marcho.
No, quédate y comerás con nosotros.
Como quieras, pero déjame ir á tu cuarto á
dejar el sombrero y el abrigo, (vase.)
Y yo á registrar la casa.
No, no es necesario. Basta con que inspec-
cione usted la salida.
Eso es. En el jardín debe haber huellas.
Sí, busque, busque. (Así ganaré tiempo
hasta que vuelva Jorge (vase Francisco.) y diré
que ha sido una broma.)
ESCENA IX
RAMÓN y BALTASARA
Balt .
Ram.
Balt.
¿Y qué me dices de este robo? ¡Lo menos
dos mil duros!
¿Qué quieres que te diga? Que me ha sor-
prendido atrozmente.
Pero, quién había de figurarse que ent la
propia casa de una...
— -20 —
Ram. ¿Y eso te admira?
Balt. Pues ya lo creo que me admira.
Ram. A mí no. ¿Tú sabes cómo está Madrid? ¿No
lees á diario en los periódicos robos que pa-
recen cuentos fantásticos? Tú, como no vas
á ninguna parte, no te enteras; pero la segu-
ridad aquí es ilusoria; tanto que yo, cuando
salgo, no llevo más dinero que el preciso.
Fíjate, fíjate en las joyerías de las callea
céntrica3 y verás los escaparates con alam-
breras y á los dueños armados de todas
armas.
Balt. ¡Sí que es peligroso llevar dinero. Y, apropó-
sito, Ramón, no me has entregado las qui-
nientas pesetas que cobraste esta mañana
al inquilino de nuestra casa.
Ram. (Otro conflicto.) ¿Dices que te dé las qui-
nientas pesetas?
Balt. Sí, hombre. ¿No estás oyendo lo expuesto
que es llevar dinero en el bolsillo?
Ram. (Balbuceando.) Pero es que... (¡María Santí-
sima!)
Balt. ¿Qué? ¡Acaba! ¿Las has perdido quizás?
(Amenazadora.)
Ram. No, sino que... (Aparte.) ¿Y qué digo yo?
(auo ) ¡Ah, sí! ¿Pues sabes que te he compra
do un regalo?
Balt. ¿Otra alhaja? (con disgusto.)
Ram. No; otra cosa mejor.
Balt. ¿El qué? Dilo.
Ram. Pues compré... un billete de lotería.
Balt. ¿Un billete de lotería?
Ram. Sí, de la de Pascua.
Balt. Eso no puede ser, porque se ha jugado hoy.
Ram. Pero es que yo lo compré anoche
Balt. Pues has hecho muy mal. No están los
tiempos para gastar cien duros' en lotería.
Ram. Dices bien; pero el número me encantó.
Balt. ¿El número?
Ram . Sí; figúrate que me recordaba la fecha más
memorable de mi vida.
Balt. ¿Qué número es?
Ram. El mil ochocientos noventa y dos. ¿No caes?
El año de nuestro casamiento:
— l>i —
Balt. Pues es verdad . Pero, ¡qué idea tan delica-
da has ti-nido! Has hecho muy bien, y te
agradezco la atención. Dame el billete para
que lo guarde.
Ram. (Aparte.) ¡Anda, morena, pues lo voy arre-
glando! (Alto) No, no te lo doy, ¿para que te
lo quiten como las alhajas?
Balt. Sí, dámelo.
Ram. (r. gísira ia cartera.) Voy á dártelo. ¡Ah! Pero,
¡qué cabeza la mía! ¡Si no lo tengo aquí; está
en el despacho.
Ba t. ¿De verán?
Ram. ¡Sí, mujer. Mi escribiente Panal estaba < le-
íante. ¿No conoces á Ricardo Panal, mi es-
cribienteV Pues él fué precisamente el que
me aconsejó que no lo trajese en la cartera,
porque podía extraviárseme, y lo dejé en el
cajón de mi mesa.
Balt. ¿V e^taiá ;il!í seguro?
Ram. ¡Segurísiinu.
Balt. ¡Sin embargo, no me fío. Mira, lo mejor es
que vayas por él ahora mismo.
Ram. Pero, mujer, estando aquí el delegado...
Balt. No impoita. Y además, tú no vas á tardar
tanto.
Ram. (Aparte.) Quizás me convenga salir. Con e=!o
iré al encuentro de Jorge, (aho.) Es que...
Balt. He dicho que vayas, y va?.
Ram. Bueno, bueno. H>ista ahora. ¡Ah! Me vo}''
por la escalera de servicio, para no tropezar
con el jaqueca del delegado.
ESCENA X
i .
BALTASARA
No descanso hasta que esté en casa ese bi-
llete. Mi marido es un atolondrado y podría
perderlo. (üyense fuera voctfi como de dos personas
dispirando.) Pero, ¿qué es eso? ¿Qué pasa en el
jardín? (7a á asomarse en el momento en qi:e entra
Jorge sin sombrero, y detras Francisco empujándole
violentamente.)
ESCENA Xí
BALTASARA, JORGE y FRANCISCO
Balt. ¿Qué. es eso? ¿Qué ocurre?
Fran. (Muy acomodada.) ¡Ande usted para adentro,
buena pieza I
Jorge ¡ffsto es un atropello!
Fran. ¡Silencio!
Jorge ¡Que no me callo, ea! Y le digo á usted que
los dos bastonazos que me ha dado le van á
costar la cesantía.
Fran. ¡Pero qué engallado está el ratsfo este!
Jokge ¡Cuidado con lo que dice u'-ted!
Fran. ¡Silencio! Usted salió hace poco de esta casa
como un crimin 1 que huye.
Balt. ¿Como un criminal?
Fran. Yo lo vi, y en seguida sospeché que había
delito. El delito existe, es evidente, y usted
es el autor, que lia vuelto ¡jara ver si podía
coger también los estuches que se le caye-
ron. Este es el criminal, señora.
Balt. ¡Cómo! ¿El ladrón este caballero?
Fran. ¡Caballero! ¡Caballero! A cualquier cesa se
llama ahora caballero
Jorge Y lo soy. Y usted, ea cambio, es un...
Fran. ¿Un qué? ¡Hable usted, y cada palabra le
cuesta un año de presidio! ¿bJnqué alcanta-
rilla opera usted, bribón?
Jorge ¿Yo?
Fran. Sí; ahora han puesto ustedes de moda las
alcantarillas, y mientras nosotros vigilamos
por arriba, ustedes nos roban por abajo.
Jorge P^ro, ¿ve usted, doñaBaltasara?
Balt. Pero si este joven es amigo de mi marido.
Fran. ¿Y qué? Una circunstancia agravante más.
Entró en la casa como amigo, vio dónde
estaban las joyas y se las llevó.
Jorge ¡Señor míol (Aparte.) ¡En qué lío me ha me-
tido ese Ramón!
Fran. (a Baitasaia.) ¿Reconoce usted esta pulsera?
— 2*
del
irns
Balt. (con asombro.) ¡Sí; es una de las que me han
robado!
Fran. (a jorge.) ¿Y que dice usted ahora, vamos á
ver? ¿Negará todavía?
Jorge Sí, señor; niego.
Fran. ¿Y cómo explica usted que esté en su poder
esa pulsera?
Jorge (Titubeando) La traía porque...
Fran. ¡Pronto! ¿Por qué? Ese es el titubeo
delito!
Jorge Porque... Yo venía.. F"í... y volví...
Fran. ¿Lo ve usted, señora? ¿Lo ve usted?
Balt. Lo veo y apenas puedo dar crédito á
ojos.
J jkge ¿También usted, doña Bal tasará?..:. ¿Es posi-
blequs suponga usted en mí?. .
Fran. ¿No le dije á usted que yo descubriría en
seguida al ladrón? Pues ahí lo tiene usted
convicto y confeso.
Jorge ¡No, eso no, caramba! Esa pulsera me la en-
tregó el mi.- ojo Ramón!
Fran. ¡Pero qué obstinado en la negativa está este
reo: .. ¿Para qué le entregó á u¿ted don
llamón esa pulsera?
Jorge Porque... porque yo quería regalarle una
igual á mi novia.
Fran. ¡Eso es un absurdo ridículo!
Balt. Pues mire usted, yo creo que dice la verdad.
Jorge es un antiguo amigo de la casa; su fa-
milia es cono"idísima y lo creo incapaz ele
tan fea acción.
Jorge ¡Gracias, gracias, doña Baltasara! (a Francis-
. co.) Esta ¡-enera dice la verdad.
Fran. Está bien; después de todo, me parece que
pste jovpn tiene más cara de imbécil que de
ratero. Además, en el jardín he descubierto
Cierta pista... (Mostrando el cajón que trae debajo
d?i brszo.) ¿Este artefacto, pertenece á usted,
señora?
Balt. Ahí estaban las joyas.
Fran. listaban y no están. ¿Dónde están, joven?
Jorge Eso pregunto yo.
Bali . Y yo.
Fkan. Y yo Pero ofrezco descubrirlo todo muy
pronto.
"24 -
ESCENA XII
DICHOS y VENTURA
Vent. ¿Se descubrió algo?
Balt. (Apaits a ventura.) Sí, hija, que este señor es
un animal.
Vent. ¡Ya decía yo qr.e tenía toda la cara de
Panfilo:
Balt. (a Francisco ) Le estoy muy agradecida por
sjs pesquisas, pero casi, casi pierdo las es-
pu-anzasde recuperar mis joyas.
Fran. ¿Qué es eco de perder las esperanzas? ¡Aho-
ra hay que tener más que nunca!
Vent. (a Francisco.') ¿Dice usted que confía en en-
contrar al ladrón?
Fran. ] Ya lo creo! Yo, como delegado, tengo mu-
cha sueite para bien de la humanidad hon-
rada No me sucede lo mismo como particu-
lar, pues soy bien desgraciado. Hoy mismo,
por un número, no me ha tocado el premio
gordo de la lotería, el de los doce millones.
Balt. (con interés.) ¿Pues en qué número ha caido?
Fran. Aquí está mi décimo. Yo llevaba el 11 892.
(Saca el décimo.)
B \lt. | Ah! Entonces ¿ha salido el 11 891 ó 93?
Fran. Ño, señora. El número que yo digo estaba
por delante. Ha salido el 1.892.
Balt. (Exaltadísima.) ¡Eh!¿Quédice usted? ¿El 1.892?
Fran. Si, señora Pero, ¿qué le pasa á usted? La
veo á usted conmovida...
Vent. Sí, sí; ¿te pones mala?
BaLT. (Mira la lista y da un grito.) ¡El gordol (se des-
maya.)
Todos ¿Pero qué le pasa?
Jokge Quizá llevaría jugado.
Fran. Sí, eso debe ser.
Balt. (suspirando.) ¡Doce millones!
Todos ¡Doce millones!
Balt. Sí; Ramón lleva jugado el billete entero.
El 1.892.
Vent. Le doy mis parabienes. No hay mal que
por bien no venga.
Jorge Y yo lo mismo.
Fran. Por mi parte, señora, me apresuro á felici-
tarla cordialísimamente.
Balt. Gracias, muchas gracias. ¡Doce millones! ¡Y
el pobre Ramón que lo ignorará todavía!...
Hay que prepararle una recepción digna.
Fran. Precisamente la organización de grandes
recepciones es mi especialidad. ¿Hay cohe-
tes en casa? ■
Balt. No, señor; hay piano y además tenemos flo-
res y verde en el jardín
Fran. Pues, vengan en seguida. Para ustedes las
flores y el vprde para mí.
Balt. (a Rosa, que i-aie.) Trae ael jardín todas las
flores que encuentres, (vase Kosa.) Yo recoge-
ré las de estos jarrones. (Va y viene recogiendo las
flora.)
Vent. Yo tocaré el piano.
Fran. Y yo lo dirigiré todo. Deprisa, vamos, que
va á llegar. (Gran confusióu; todos corren de ua
lado para otio.)
Jorge Sí; todo esto está muy bien, pero á ese pre-
mio le doy yo un pellizco para indemni-
zarme.
Fran. Pero, ¿y esas flores"?
Balt. Aquí están estas.
Fran. Pues apenas asome, se le apedrea con ellas.
Jorge Yo le tiro este jarrón
Rosa (con flores ) ¡Señorita, señorita! Ya está ahí
Todos ¡Viva, viva!
ESCENA XIII
DICHOS y RAMÓN desde la puerta
Ram. ¿Qué pasa? ¿Están ustedes locos?
Todos ¡El gordo! ¡El gordo!
Balt. ¡El gordo, Ramón! (Tirándole flores )
Fran. El gordo, caballero. (ídem, ídem.)
Ram. ¿Qué gordo?
Balt. ¡La lotería!
— '26
Fran.
Jorge
Ram.
Vent.
Jorge
Fran.
Ram.
Balt.
Jorge
Vent.
Fran.
RaiM.
Balt.
Ram.
Vent.
Balt.
Fkan.
Jorge
Ram.
Fran.
Balt.
Vent.
Ram
Fran.
Ram.
Balt .
Ram .
Balt.
Todos
Ram.
¡Los doce millones!
(Abrazácdoie ) ¡Chico, qué felicidad!
(Alarmado.) Pero ¿qué dicen usedes?
¡ Que le han tocadol
¡Que té ha tocado!
¡Que le ha tocado á usted, cabalierol
|E1 oué!
,Sí, Ramón, la loteiía! ¡Nos ha caído!
Te ha caído.
¡Sí; dichoso mortal; le ha caído á usted!
¡Le cayó!
Pero... (cod ansiedad.}' ¿Pero jugabas tú?
Si á quien ha caído es á tu billete...
(Timbeando.) ¿Mi billete? Es verdad; me he
Cílído. (Se queda alelado cayendo sobre una silla.)
Claro! ¡Le dan ustedes la noticia tan de so-
petón, que se ha puesto malo!
Usted ha tenido la culpa, (a Francisco)
¿Yo, señora?
Vamos, Ramón; alégrate que la fortuna...
(Con voz apagada.) ¡LafortUlia!
¡Agua, agua!
(Tocando el timbre.) ¡Agua!
¡Agua! (Rosa sale y vuelve eu seguida con un vaso
de agua. Doña Ventura coge otro que hay junto á la
botella. Jorge trae la botella y Francisco le acerca un
jarrón de los que han tenido flores.)
(Aparte.) ¿Más agua? ¿Y estoy ahogándome?
¡No hay más remedio!., (.uto.) ¡Ay, querida
esposa, ay amiga Ventura, ay señor dele-
gado!...
¿Qué hay?
Que el billete no está en la oficina.
¿Que no? ¿Pues dónde lo has puesto?
(Dónde lo habré puesto, ¡Dics míol ¡Ah, que
idea!) (Alto.) Quizá en mi despacho... (Tirando
del chaquet á Jorge.)
Pues vamos al despacho.
¡Vamos!
(a Jorge.) Quédate. (Salen todos para el despacho
escepto Ramón y Jorge que quedan en escena.)
ESCENA XIV
RAMÓN y JORGE.
Ram. ¿Pero no has comprendido, infeliz, que no
he comprado el billete?
Jorge ¿Y qué hacemos?
Ram. Yo no sé. ¡Ah! ¡Me tiro por el balcón!
Jorge ¿Y yo qué hago?
Ram. Tírate también.
JoroE ¡Vaya unu solución!
Balt. (Dentro/ ¡Aquí no está! Quizá lo tendrá en su
CUartO. ¿Ramón? Llamando.)
Ram. ¡En mi cuarto están las alhajas! ¡Corre y es-
cóndelas en seguida!
Jorge [Voy, voy! ¿vase)
ESCENA XV
RAMÓN, BALTASARA, VENTURA y FRANCISC3.
Balt. Indudablemente has guardado el billete en
tu cuarto.
Ram. Sí, tal vez...
Fran. (Aparte.) Esta desaparición del billete, me
huele también á. delito.
Balt. Pues vamos á buscarle.
Vent. (a Ramói.) ¡Ay, hijo; la fortuna le ha vuelto á
USted medio memo! (Eutran todos por la segun-
da izquierda, quedando solo en escena Francisco, pro-
fundamente pensativo )
- 28 -
ESCENA XVI
FRANCISCO, dispués JORGE.
Fran . Sí; aquí hay misterio y delito, y yo debo des-
cubrirlo .. Tal vez entre I03 papeles del des-
pacho... Voy á ver. (Entra en el despacho y sale á
poco cruzando la escena sin dejar su cómica actitud;
va á entrar en el balcón y retrocede diciendo.) ¡No!
Este es el balcón. (Se d'iige á la segunda izquier-
da, entra y vuelve á salir y h1 penetrar por la prime-
ia izquierda tropieza con Jorge que sale con las jo-
yas; tatas caen fil suelo.)
JORGE (Aturdido.) ¡Ahí
Fran. (severamente.) ¿Otra vez usted ejerciendo de
ladrón? Pues ahora no se escapa... (Liamindo.)
¡Aquíl... ¡Don Ramón! ¡Señoras! ¡Vengan
todosl
ESCENA ULTIMA
FRANCISCO, JORGE, RAMÓN, BALTASARA y VENTURA
Balt. ¿Qué sucede? ¿Ha parecido el billete?
Vent. ¿Lo encontró usted?
Balt. ^viendo ios espiches.) ¡Cielos, mis joyas!
Fran. Sí, las joyas. Y junto á ellas al ladrón. (Seña-
lando á Jorge.)
Vent. ¡Pero, señor mío!...
Ram. Señor, ¡cuándo acaba de venir la muerte!
Balt. Hable usted, Jorge.
Jorge jJfcCa! pues ya me harté yo. Ramón, habla tú,
ó si no lo cuento yo todo
Ram. Nada, que no tengo escapatoria. Pues pecho
al agua y á decir la verdad. Ni hay tal robo
de alhajas, ni tal billete.
Todos ¿Qué?
Ram. Que esas alhajas son falsas y el billete ni
siquiera lo compré. Todo obedece á apuros
míos, que ya te explicaré.
— 29 —
i
Fran. Me lo había figurado.
Balt. ¡Dios mío!
Vent. Nada, hija, consuélale. Tu marido es como
todf s los deixás.
Balt. ¡Infame! ¡Engañarme así! El presidio me-
recías por trapalón.
Fran. (a Baitasara.) Si usted quiere, puede procesár-
sele, que Hay para ello motivos.
Jorge Aquí ya nonace usted falta para nada.
Fran. Está usted en un error;
espero que en mi favor
este juez inapelable,
aunque le juzgue culpable,
no lleve preso al autor.
TELÓN
OBRAS BEL SR. JIMÉNEZ GUERRA
Oratoria fin de siglo, monólogo.
Bicarbonato &k sosa, juguete cómico en un acto.
El primer juicio, juguete cómico en un acto.
*
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