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Full text of "Obras de D. Leandro Fernández de Moratín : dadas á luz por la Real Academia de la Historia"

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https://archive.org/details/obrasdedleandrofv1  p1  fern 


ORIGENES 

DEL  TEATRO  ESPAÑOL. 

PARTE  PRIMERA. 

/ 

DISCURSO  HISTORICO. 


CATÁLOGO  HISTÓRICO  Y  CRÍTICO  DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS 
ANTERIORES   Á   LOPE  DE  VEGA. 


OBRAS 

DE 


D.  LEANDRO  FERNANDEZ 

DADAS    A    LUZ    POR    LA    REAL    ACADEMIA    DE    LA  HISTORIA. 

TOMO  I. 

ORÍGENES  DEL  TEATRO  ESPAÑOL. 


PARTE  PRIMERA. 


MADRID: 

POR  AGUADO,  IMPRESOR  DE  CÁMARA  DE  S.  M. 

Y    DE    SU    REAL  CASA. 

S83o. 


652421 


ADVERTENCIA 


SOBRE  LAS  ESTAMPAS  QUE  LLEVA  LA  PARTE  PRIMERA  DEL  TOMO  I. 


I  A  pensamiento  de  la  portada  está  sacado  sustancialmentc  de  la 
epístola  dedicatoria  que  puso  el  autor  en  la  primera  edición  de 
La  Mogigata.  Representa  á  Moratin  sentado  y  empuñando  la  li- 
ra, la  cual  le  quita  la  Musa  Tah'a  puesta  á  su  lado  en  pie,  se- 
ñalándole el  templo  de  la  inmortalidad  ,  para  darle  á  entender 
que  adquiriría  eterno  renombre  dedicándose  á  la  poesía  cómica, 
figurada  en  la  máscara  que  al  mismo  tiempo  le  presenta  un  ge- 
nio. El  dibujo  es  original  de  D.  Vicente  López,  primer  pintor 
de  Cámara  de  S.  M. ,  quien  le  ha  regalado  á  la  Academia.  Le  ha 
trasladado  á  la  piedra  D.  Juan  Antonio  López  ,  uno  de  los  que 
concurren  al  Real  Museo  del  Prado  para  litografiar  los  cuadros 
de  S.  M. 

El  retrato  de  Moratin  se  ha  sacado  del  original  que  posee 
D.  Manuel  García  de  la  Prada,  habiéndose  tenido  también  pre- 
sente el  que  pintó  al  óleo  D.  Francisco  Goya ,  y  se  halla  en  la 
Real  Academia  de  San  Fernando.  Le  ha  dibujado  en  la  piedra 
D.  Alejandro  Rlanco,  profesor  acreditado  en  el  buril  y  en  la  li- 
tografía. 


PRÓLOGO  DE  LA  ACADEMIA. 


Ei  año  de  1825  se  hizo  en  París  una 
edición  de  las  obras  dramáticas  y  lí- 
ricas del  célebre  poeta  D.  Leandro 
Fernandez  de  Moratin,  que  impresas 
antes  en  varios  lugares,  tiempos  y  ta- 
maños, andaban  sueltas,  y  no  siempre 
fielmente  impresas,  en  manos  de  los 
estudiosos.  Esta  edición,  reconocida  co- 
mo legítima  por  el  autor ,  y  publica- 
da poco  antes  de  su  fallecimiento,  pro- 
porcionaba á  los  extra  ngeros  la  facili- 
dad de  gozar  de  su  lectura,  al  mismo 
tiempo  que  los  españoles  privados  de 
esta  ventaja  por  la  ley  que  prohibe  la 


(VIII) 

introducción  de  obras  castellanas  im- 
presas fuera  del  reino,  carecian  de  la 
utilidad  que  para  su  mayor  ilustra- 
ción ofrecía  la  reunión  de  produccio- 
nes tan  apreciables. 

Esta  poderosa  consideración  fomen- 
tó en  la  Pveal  Academia  de  la  Historia, 
primero  el  deseo,  y  después  el  desig- 
nio de  publicar  una  colección  de  las 
obras  de  Moratin.  Comprendió  igual- 
mente la  Academia  que  una  edición 
completa  y  esmerada  de  ellas  era  el 
monumento  mas  digno  que  podia  con- 
sagrarse á  la  fama  postuma  de  su  au- 
tor; y  que  con  ella  al  paso  que  se  mi- 
raba por  la  utilidad  del  público  espa- 
ñol, se  daba  también  á  las  demás  na- 
ciones una  prueba  de  que  nuestra  pa- 
tria no  se  olvida  de  honrar  la  memo- 


(IX) 

ría  de  los  hijos  que  la  ilustran  y  en- 
noblecen. 

Animada  la  Academia  de  tan  jus- 
tos sentimientos,  acudió  á  exponerlos 
á  los  pies  del  Trono ;  y  el  Rey  nues- 
tro Señor,  en  cuyo  Real  ánimo  hallan 
siempre  benigna  acogida  los  proyec- 
tos dirigidos  á  la  prosperidad  y  lustre 
de  la  nación,  se  dignó  aprobar  y  aun 
elogiar  sus  deseos,  autorizándola  com- 
petentemente para  llevar  á  cabo  lo  que 
proponía. 

Para  desempeñar  la  empresa  de  un 
modo  correspondiente  á  su  objeto,  á 
la  honrosa  aprobación  del  Soberano, 
á  la  ilustración  de  nuestros  tiempos  y 
al  buen  nombre  de  la  Academia ,  tra- 
tó esta  desde  luego  de  reunir  todas  las 
obras  de  Moratin  de  que  tenia  noticia, 


(X) 

tanto  en  verso  como  en  prosa  ,  tanto 
impresas  como  manuscritas.  De  todas 
ha  formado  una  colección ,  en  cuya 
parte  lírica  ha  incluido  no  solo  varias 
composiciones  conocidas  anteriormen- 
te del  público,  y  que  los  aficionados  á 
Moratin  echaban  menos  en  la  edición 
de  1825,  sino  también  otras  inéditas 
que  se  conservan  entre  los  papeles  de 
los  curiosos  y  que  no  desmerecen  de 
las  restantes.  Entre  ellas  las  hay  de  mé- 
rito muy  sobresaliente,  que  prueban 
con  cuánta  modestia  opinaba  Moratin 
de  sí  mismo,  cuando  manifestaba  que 
su  vena  estaba  destinada  exclusiva- 
mente al  género  dramático. 

Pero  entre  las  composiciones  inédi- 
tas de  Moratin  que  ha  adquirido  la 
Academia  ,  la  de  mayor  bulto  é  im- 


(XI) 

portancia  es  la  de  los  Orígenes  ó  his- 
toria del  teatro  español  desde  sus  prin- 
cipios hasta  la  época  del  famoso  Lope 
de  Vega,  obra  que  después  de  largas 
indagaciones  escribió  Moratin  en  sus 
últimos  años,  y  en  que  con  selecta  eru- 
dición recogió  copiosas  noticias  acerca 
de  un  arte  que  fue  el  blanco  y  ocu- 
pación de  sus  estudios  durante  todo 
el  discurso  de  su  vida.  La  Academia 
ha  recibido  de  manos  augustas  y  ge- 
nerosas el  original  auténtico  de  esta 
obra  que  constituye  el  principal  or- 
namento de  la  presente  edición,  y  que 
como  parte  de  nuestra  historia  litera- 
ria pertenece  mas  de  cerca  al  institu- 
to de  la  Academia,  y  esta  natural- 
mente enlazada  con  el  asunto  ordina- 
rio de  sus  tareas. 


(XII) 

Moratin  dejando  á  oíros  el  empe- 
ño menos  ingrato  y  difícil  de  exami- 
nar y  describir  periodos  mas  conoci- 
dos de  nuestra  dramática ,  como  lo  es 
el  que  empieza  al  acabar  el  reinado  de 
Felipe  II,  pretendió  subir  hasta  su  ori- 
gen primitivo,  lo  buscó  en  los  docu- 
mentos mas  antiguos  de  nuestra  legis- 
lación y  literatura,  indicó  los  trámi- 
tes por  donde  pasó  de  lo  sagrado  á  lo 
profano,  de  los  templos  y  de  los  ele'- 
rigos  á  los  teatros  y  á  los  histriones,  y 
llegando  al  tiempo  de  la  imprenta  pre- 
senta muestras  de  la  rusticidad  y  des- 
aliño de  las  composiciones  coetáneas, 
da  noticias  recónditas,  ignoradas  del 
común  de  los  literatos,  inserta  el  ca- 
tálogo cronológico  de  los  dramas  y  sus 
autores,  los  califica  con  juiciosa  críti- 


(  xiii  ) 

ca,  y  finalmente  forma  una  curiosa 
colección  de  piezas  teatrales  de  fines 
del  siglo  XV  y  casi  todo  el  XVI,  en 
que  reuniendo  las  que  nos  quedan  en 
libros  rarísimos  y  apenas  conocidos, 
ha  salvado  para  la  posteridad  los  mo- 
numentos de  esta  parte  de  nuestra  his- 
toria literaria,  próximos  ya  á  perder- 
se para  siempre  y  sepultarse  en  las  ti- 
nieblas y  el  olvido. 

No  obstante  lo  apreciable  de  este 
trabajo,  la  Academia  entiende  que  Mo- 
ratin  no  acabó  de  agotar  enteramen- 
te su  argumento,  y  que  á  pesar  de  sus 
doctas  investigaciones  todavía  dejó  mu- 
cho que  hacer  á  la  diligencia  y  labo- 
»  riosidad  de  los  que  le  sucedan  en  su 
empresa.  Como  quiera ,  las  dificultades 
vencidas  en  la  materia  de  nuestras  an- 


(XIV) 

tigüedades  dramáticas,  la  originalidad 
de  las  noticias,  la  maestría  y  sagacidad 
con  que  se  examinan,  y  el  lenguage 
hermoso,  castizo,  amenísimo  con  que 
se  explican,  recomiendan  muy  señala- 
damente el  libro  de  los  Orígenes,  y  le 
asignan  un  lugar  distinguido  en  nues- 
tras bibliotecas. 

En  orden  á  las  composiciones  escé- 
nicas de  Moratin ,  es  ocioso  detenerse 
á  ponderar  su  mérito.  La  aprobación 
y  elogio  general  de  los  inteligentes,  el 
aplauso  constante  de  su  representación 
en  las  tablas,  las  traducciones  hechas 
en  Francia ,  Alemania  é  Italia  las  han 
colocado  ya  entre  las  obras  clásicas  eu- 
ropeas, declarando  a  su  autor  digno 
del  renombre  de  Terencio  español.  Lo- 
pe de  Vega  mostró  de  lo  que  era  ca- 


(XV) 

paz  el  ingenio  abandonado  á  la  natu- 
raleza :  Moratin  ha  mostrado  lo  que 
puede  la  reunión  del  ingenio  y  del  ar- 
te. La  lozanía  desordenada  de  Lope  ex- 
travió con  su  ejemplo  á  los  que  sin  te- 
ner su  talento  quisieron  imitarle  :  la 
austera  corrección  de  Moratin,  no  de- 
jando abierta  otra  senda  que  la  de  las 
reglas  para  su  imitación,  obliga  á  ca- 
minar por  ella  á  los  que  aspiren  á 
emularle.  Lope  fomentó  la  corrupción 
del  arte  en  el  tiempo  que  iba  á  suce- 
derle:  Moratin  ha  preparado  su  me- 
jora y  perfección  en  el  nuestro.  La 
lectura  y  estudio  de  sus  obras  no  pue- 
de menos  de  contribuir  á  la  propaga- 
ción del  buen  gusto  y  á  la  deseada  re- 
forma de  nuestro  teatro. 

Consideraciones  de  prudencia  pro- 


(XVI) 

pías  de  las  circunstancias  han  movi- 
do á  hacer  algunas  supresiones  de  cor- 
ta extensión  en  ciertos  pasages  de  las 
comedias  á  que  pudiera  darse  tal  vez 
interpretación  menos  conveniente,  y 
en  que  ha  parecido  á  la  Academia 
debian  sacrificarse  algunas  palabras  «*í 
la  delicadeza  y  opiniones  de  personas 
bien  intencionadas  y  respetables.  Pero 
los  curiosos,  que  quieran  tomarse  el 
trabajo  de  cotejar  la  presente  edición 
con  la  de  París,  verán  fácilmente  lo 
poco  que  interesan  estas  leves  altera- 
ciones ni  para  la  gloria  de  Moratin  ni 
para  el  mérito  esencial  de  sus  dramas, 
que  no  se  cifra  en  una  ú  otra  expre- 
sión de  las  que  en  todos  los  libros  pue- 
den ofrecer  pretextos  á  la  malignidad 
y  al  abuso,  aun  contra  la  intención  de 


(  XVII  ) 

los  mismos  autores,  sino  en  las  emi- 
nentes calidades  de  invención ,  dis- 
posición y  estilo  que  caracterizan  las 
composiciones  de  Inarco  Celenio. 

Los  dibujos  de  las  estampas  que  a- 
compafían  á  esta  colección,  son  de  los 
mas  acreditados  profesores,  entre  los 
cuales  se  cuentan  los  pintores  de  cá- 
mara don  Vicente  López  y  don  José 
Madrazo,  que  han  querido  contribuir 
gratuitamente  con  sus  talentos  á  en- 
galanar la  edición  y  hacerla  mas  dig- 
na del  público. 

La  Academia  no  ha  podido  menos 
de  añadir  las  pocas  y  breves  notas  que 
sirven  para  corregir  algunas  expresio- 
nes en  que  Moratin,  ó  mal  informado 
ó  arrastrado  por  las  circunstancias  agi- 
tadas de  su  vida,  dio  muestras  de  que 

Tomo  I.  b 


(  XVIII  ) 

era  hombre,  y  como  tal  expuesto  al 
error  y  al  influjo  de  las  pasiones  hu- 
manas. Han  hecho  necesarias  esas  li- 
geras advertencias  de  la  Academia  el 
interés  de  la  verdad,  la  defensa  del 
honor  de  la  nación  y  del  suyo  propio, 
pero  sin  perjuicio  del  justo  aprecio  y 
admiración  que  le  inspiran  las  pro- 
ducciones de  Moratin,  como  de  uno 
de  los  mayores  ingenios  de  que  puede 
preciarse  España,  y  que  forma  época 
en  la  historia  de  nuestra  literatura. 


NOTICIA  DE  LA  VIDA 


Y  ESCRITOS 

DE  D.  LEANDRO  FERNANDEZ  DE  MORATIN. 


Don  Leandro  Fernandez  de  Moratin,  descendiente  de  una 
familia  noble  de  Asturias,  nació  en  Madrid  á  10  de  marzo 
de  1760.  A  su  padre  don  Nicolás  debió  casi  toda  su  educa- 
ción no  solo  moral  sino  también  literaria,  y  en  verdad  nin- 
gún maestro  pudo  guiarle  mejor  por  la  senda  del  Parnaso. 
Habíale  dado  la  naturaleza  excelentes  disposiciones  ,  y  tan 
grande  inclinación  á  la  poesía,  que  á  los  seis  ó  siete  años 
empezó  á  hacer  versos  ;  y  cultivado  su  entendimiento  con 
esmero,  se  halló  á  los  diez  y  ocho  apto  para  aspirar  al  pre- 
mio y  obtener  el  accessit  que  le  concedió  la  Real  Academia 
Española  en  el  concurso  de  1779  por  su  romance  heroico  de 
la  Toma  de  Granada.  No  fue  pequeña  la  sorpresa  del  padre 
cuando  lo  supo,  pues  como  para  que  mejor  asegurase  su  man- 
tenimiento hubiese  aplicado  al  hijo  al  oficio  de  joyero,  apar- 
tándole de  la  carrera  de  las  letras,  el  joven  hizo  su  compo- 
sición á  hurtadillas  de  aquél,  y  la  presentó  con  fingido  nom- 
bre. Al  año  siguiente  tuvo  el  dolor  de  perderle,  y  para  cum- 
plir con  la  sagrada  obligación  de  mantener  á  su  madre,  viu- 
da, infeliz,  continuó  trabajando  en  el  ejercicio  de  hacer  jo- 
yas, en  el  cual  ganaba  diez  y  ocho  reales  diarios.  Pocos  años 
después  falleció  también  ésta,  y  entonces  pasó  á  vivir  con 
un  tio  suyo,  que  asimismo  trabajaba  en  la  joyería  del  Rey: 
mas  ni  antes  ni  después  abandonó  sus  ocupaciones  literarias, 

# 


(XX) 

fomentadas  con  el  trato  y  amistad  de  don  Juan  Antonio  Me- 
lón y  de  los  PP.  Estala  yNavarrcle,  ambos  escolapios,  todos 
ellos  humanistas  distinguidos.  Asi  que  en  el  concurso  de  i  78a 
volvió  á  obtener  el  acccssil  de  la  Real  Academia  Española  por 
la  sátira  contra  los  vicios  introducidos  en  la  poesía  castella- 
na ,  que  presentó  con  el  título  de  Lección  poética  bajo  el 
nombre  de  don  Meliton  Fernandez.  Duro  era  á  la  verdad  el 
estado  de  Moratin,  precisado  á  obscurecer  sus  luces  é  ins- 
trucción con  un  arte  mecánico  cpie  apenas  le  proporcionaba 
mezquino  sustento  ,  por  cuya  razón  trató  de  solicitar  un  des- 
tino que  le  dejase  tiempo  suficiente  para  el  comercio  de  las 
musas;  y  como  ya  se  tenia  noticia  de  su  mérito,  consiguió 
por  medio  de  D.  Gaspar  Melchor  de  Jovellanos  que  le  lleva- 
se en  clase  de  secretario  á  Francia  el  conde  de  Cabarnis, 
adonde  éste  pasó  comisionado  por  el  gobierno  en  1787.  No 
tardó  en  adquirir  la  confianza  de  su  gefe:  con  él  fue  á  París 
y  volvió  á  España:  en  aquella  capital  conoció  y  trató  al  fa- 
moso poeta  cómico  italiano  Goldoni:  durante  su  viaje  siguió 
correspondencia  con  los  mas  célebres  literatos  que  residian 
en  esta  corte,  Jovellanos,  Llaguno,  Cean ,  Forner ,  Signorelli, 
Contí.  Ya  habia  por  entonces  empezado  sus  ensayos  en  la 
poesía  dramática,  en  la  cual  habia  de  ser  en  adelante,  si  no 
el  verdadero  restaurador  de  nuestro  teatro,  el  mas  sobresa- 
liente de  cuantos  poetas  cómicos  han  unido  el  ingenio  con 
ti  arte.  Dos  veces  entregó  al  teatro,  y  retiró  de  él  por  cau- 
sas que  no  son  de  este  lugar,  la  comedia  de  El  Piejo  y  la 
Niña,  en  la  que  se  propuso  demostrar  los  inconvenientes 
de  matrimonios  entre  personas  de  edad  muy  desigual.  Mas 
aún  rio  era  conocido  del  público  sino  por  las  otras  composi- 
ciones ya  citadas,  y  por  la  Derrota  de  los  pedantes,  lolleto 
en  prosa,  que  publicó  en  1789  sin  nombre  de  autor,  para 
ridiculizar  á  los  malos  poetas  de  aquel  tiempo,  siguiendo 


(XXI) 

un  plan  bastante  conforme  al  del  Viaje  al  Parnaso  del  in- 
mortal Cervantes,  cuando  sabedor  de  que  el  conde  de  Flo- 
ridablanca  oía  con  gusto  los  romances  de  Marcolini,  mú- 
sico de  la  capilla  real ,  le  dirigió  otro  burlesco  pidiéndole 
alguna  merced:  y  como  por  entonces  hubiese  compuesto  su 
oda  á  la  proclamación  de  Carlos  IV,  obtuvo  en  recompensa 
una  prestamera  de  trescientos  ducados  en  el  arzobispado  de 
Burgos,  á  cuyo  título  se  ordenó  de  tonsura  en  aquel  mismo 
año.  Tan  escasa  renta  no  podia  servir  de  remedio  á  la  mala 
fortuna  de  Moratin:  pero  cambió  de  repente  su  situación; 
porque  habiéndole  dado  á  conocer  don  Francisco  Bernabeu  y 
don  Luis  Godoy  á  don  Manuel  hermano  del  último,  éste  le 
alcanzó  un  beneficio  en  Montoro  de  tres  mil  ducados,  y  una 
pensión  de  seiscientos  sobre  la  mitra  de  Oviedo.  Mostrán- 
dose ya  al  público  en  el  verdadero  puesto  que  le  señalaba 
Apolo,  dió  al  teatro  y  á  la  imprenta  en  1790  El  Viejo  y 
la  Niña,  y  en  92  la  Comedia  nueva,  obra  110  menos  inge- 
niosa que  original,  y  fuerte  censura  de  los  grandes  defectos 
que  afeaban  nuestra  escena.  El  buen  éxito  de  ambas  piezas 
le  hubiera  sin  duda  estimulado  á  no  interrumpir  en  aquel 
tiempo  su  carrera  dramática  ,  si  el  deseo  de  observar  los 
leatros  extrangeros  no  le  hubiese  determinado  á  pedir  licen- 
cia para  viajar.  Obtenida,  salió  de  España,  y  estuvo  en  Fran- 
cia, en  Inglaterra,  en  Flandes,  en  Alemania,  en  la  Suiza,  y 
en  Italia,  cuyas  principales  ciudades  recorrió,  fijando  su  re- 
sidencia en  Bolonia.  Escribió  la  relación  de  su  viaje,  que 
conserva  manuscrita  don  Manuel  Silvela ,  y  no  puede  negarse 
que  le  fue  muy  útil  cuanto  observó  en  las  diversas  regiones 
por  donde  anduvo.  Vió  y  detestó  las  crueldades  y  horribles 
máximas  de  los  revolucionarios  de  Francia :  juzgó  con  im- 
parcialidad de  los  ingleses,  sin  alabarlo  ni  vituperarlo  todo 
con  pasión :  admiró  los  preciosos  monumentos  y  las  rique- 


(xxn) 

zas  naturales  de  Italia.  Regresó  á  España  á  fines  de  <j6,  y 
(lesj)iies  de  una  larga  y  penosa  navegación  desembarcó  en 
Algeciras.  Apenas  saltó  en  tierra,  le  restauró  de  sus  fatigas 
anteriores,  mas  que  ninguna  otra  cosa,  la  noticia  de  haber 
sido  nombrado  en  4  de  octubre  secretario  de  la  interpreta- 
ción de  lenguas  por  diligencia  de  don  Juan  Antonio  Melón. 
Vino  pues  en  lebrero  del  año  siguiente  á  Aranjuez  y  á  Ma- 
drid ;¡  desempeñar  su  destino,  después  de  haber  visitado  á 
Cádiz,  Sevilla,  Córdoba  y  otros  pueblos.  Alternó  las  ocupa- 
ciones de  la  secretaría  con  sus  tareas  literarias:  asistia  tam- 
hien  con  frecuencia  á  la  tertulia  que  en  casa  de  don  Juan  Ti- 
nco tenias  diversas  personas  aficionadas  á  los  estudios  ame- 
nos, y  á  la  (pie  llamaba  Moral in  por  zumba  Sociedad  de  los 
Aealáfilos  ,  y  pasaba  asimismo  algunas  temporadas  en  Pas- 
trana  donde  habia  comprarlo  tina  casa.  En  1798  imprimid 
su  traducción  del  Hamlct  de  Shakspeare  con  notas,  en  que 
le  juzga  conforme  á  los  severos  principios  de  crítica  clásica 
que  profesaba.  Ciertamente  aquella  traducción  exacta  pero 
débil  no  podia  asignarle  lugar  tan  distinguido  en  la  repú- 
blica de  las  letras,  como  el  eminente  talento  dramático  que 
descubrió  en  las  piezas  originales,  y  la  belleza  de  estilo,  fa- 
cilidad y  desembarazo  en  la  ejecución  de  otras  composicio- 
nes métricas  de  diversos  géneros,  que  hizo  también  en  dife- 
rentes tiempos,  parte  de  las  cuales  se  han  impreso,  parle 
dejó  inéditas.  Bien  persuadido  se  hallaba  el  gobierno  del  zelo 
con  que  miraba  la  corrección  del  teatro,  pues  le  nombró  in- 
dividuo de  una  junta  erigida  para  reformarle,  y  después  úni- 
co director  de  los  mismos.  Moratin  á  poco  tiempo  renunció 
lo  primero  y  no  admitió  lo  segundo;  y  sin  duda  obró  con 
acierto,  como  quiera  que  su  índole  y  su  ingenio  eran  mas 
á  propósito  para  corregir  las  ridiculeces  de  los  hombres  en 
la  escena,  que  para  dar  providencias  que  la  mejorasen.  Eo 


\ 


(  XXIII  ) 

que  principalmente  contribuyó  á  su  gloria  fue  la  continua- 
ción de  sus  obras  dramáticas.  En  i8o3  se  representó  en  el 
coliseo  de  la  Cruz  notablemente  corregida  ,  aumentada  y 
reducida  á  forma  mas  regular,  la  comedia  de  El  Barón, 
compuesta  á  modo  de  zarzuela  en  1787,  la  cual  figura  con 
admirable  propiedad  los  embustes  y  trápalas  de  los  petar- 
distas metidos  á  grandes  señores.  La  compañía  de  los  Ca- 
ños del  Peral  ofendida  de  la  preferencia  que  para  su  repre- 
sentación se  había  dado  á  la  de  la  Cruz,  buscó  en  los  ene- 
migos del  poeta  medio  de  desquitarse;  y  sabiendo  éstos  que 
sobre  el  mismo  argumento  se  babia  compuesto  otra  come- 
dia con  el  título  de.  La  Lugareña  orgulloso,  se  apresuraron 
por  una  parle  á  representarla  para  oponerla  á  la  de  Mora- 
tin,  y  por  otra  á  pagar  gente  que  silbase  la  de  este  insigne 
poeta.  Solo  sirvieron  estas  arterías,  como  era  de  esperar,  pa- 
ra asegurar  el  triunfo  del  verdadero  mérito.  La  Lugareña 
orgulloso ,  pieza  que  carecia  de  él  culeramente,  cayó  al  ins- 
tante en  olvido,  y  El  Barón  sobrevivió  á  los  esfuerzos  con 
eme  habian  pretendido  desacreditarla.  Al  año  siguiente  se 
représenlo  también  en  la  Cruz  La  Moglgalo ,  escrita  muebos 
años  antes,  cuyo  nombre  indica  que  el  autor  acometió  en 
ella  á  la  hipócrita  gazmoñería.  No  se  notó  el  empeño  de 
deslucirla,  y  al  contrario  fue  recibida  con  aplauso,  sin  que 
se  publicasen  acerca  de  ella  mas  que  algunas  críticas  urba- 
nas y  moderadas.  En  1806  se  representó  El  Sí  de.  las  Ni- 
ñas, cuyo  fin  moral  es  el  de  mostrar  la  influencia  de  la  edu- 
cación en  la  elección  de  estado,  y  los  riesgos  que  se  siguen 
de  no  dirigir  aquella  con  suma  prudencia.  Lejos  de  haber 
entonces  partidos  y  aun  críticas,  obtuvo  tan  extraordinario 
aplauso  que  duraron  sus  primeras  representaciones  veinte  y 
seis  dias  consecutivos,  y  acaso  hubieran  durado  mas  si  por 
causa  de  la  cuaresma  no  se  hubieran  interrumpido,  y  en 


(  XXIV  ) 

aquel  mismo  ano  se  liiripron  de  la  pieza  cuatro  ediciones  que 
se  despacharon  al  instante.  Poro  los  que  miraban  ron  envi- 
dia su  gloria,  apelaron  para  derribarle  á  otro  arbitrio  tan 
bajo  como  odioso,  que  si  bien  no  logró  su  electo  por  el  in- 
dujo de  Godoy,  bastó  para  que  Moratin,  de  genio  tímido  y 
aun  receloso,  abandonase  el  teatro,  inutilizando  las  apunta- 
ciones que  babia  lierbo  relativas  á  otras  cuatro  ó  cinco  co- 
medias, cuyos  planes  tenia  trazados.  Procuró  pues  hacer  vi- 
da retirada  sin  mas  trato  que  el  de  sus  amigos,  y  sin  mar. 
cuidados  que  los  de.  su  secretaría,  y  el  cultivo  de  un  jardinci- 
to  que  babia  comprado  casi  al  mismo  tiempo  que  una  casa 
en  la  calle  de  Fuencarral  donde  vivia,  y  mientras  tanto  iba 
recogiendo  materiales  para  componer  su  obra  sobre  los  Orí- 
genes del  teatro  español.  Nada  (altaba  entonces  para  Colmar 
los  deseos  de  un  hombre  sobrio,  frugal,  sin  ambición  ni 
pretensiones,  ni  mas  inclinación  que  al  ocio  de  las  musas; 
pero  la  suerte  le  preparaba  muy  grandes  sinsabores  y  amar- 
guras en  medio  de  continuas  agitaciones  por  la  parte  de  don 
de  menos  pudiera  preveer  ni  aun  imaginar. 

Vino  el  año  de  1808,  fecundo  en  acontecimientos  de  in- 
deleble memoria,  preparados  en  el  anterior  por  la  entrada 
de  los  franceses  en  la  península  y  ocupación  de  sus  princi- 
pales fortalezas,  y  por  la  causa  del  Escorial.  Cayó  el  valido 
de  la  cumbre  de  la  fortuna:  subió  al  trono  el  Príncipe  Fer- 
nando: fue  dolosamente  cautivado  en  Bayona:  alzóse  Espa- 
ña para  vengar  el  ultraje  hecho  á  su  Soberano:  venció  al 
enemigo  en  Bailen,  y  ante  los  muros  de  Zaragoza  y  de  Va- 
lencia :  huyeron  los  franceses  de  Madrid  al  Ebro.  En  medio 
de  aquellos  sucesos  creyéndose  Moratin  expuesto  por  el  fa- 
vor que  habia  debido  á  Godoy,  y  sin  arbitrio  para  reflexio- 
nar, luego  que  los  franceses  evacuaron  la  corle,  salió  de  ella 
también  con  su  íntimo  amigo  don  José  Antonio  Conde,  v 


(  XXV  ) 

ocultándose,  primero  en  su  casa  de  Pastrana ,  se  dirigió  lue- 
go á  Vitoria.  Efecto  de  este  paso  fatal  fue  la  conducta  que. 
guardó  durante  la  guerra.  Volvió  pues  con  los  franceses  á 
Madrid  á  fines  de  aquel  año,  y  se  retiró  con  ellos  á  Valen- 
cia en  1812,  desde  donde  por  último  se  refugió  en  Peñíscola. 
Pero  en  honor  de  Moratin  es  necesario  decir  que  en  su  pe- 
cho ,  ageno  de  falsedad  y  de  infidelidad  ,  no  tuvo  entrada 
ningún  género  de  traición  contra  su  patria:  siguió  maqui- 
nalrnente  el  camino  por  donde  le  arrastraba  la  suerte,  y  no 
solo  no  tomó  parle  activa  contra  los  que  defendían  los  dere- 
chos de  Fernando  VII,  ni  admitió  del  gobierno  intruso  olio 
cargo  que  el  de  bibliotecario  mayor,  el  cual  ni  había  preten- 
dido ni  era  capaz  de  comprometerle,  sino  que  favoreció  en 
cuanto  estuvo  de  su  parle  á  los  vasallos  leales  que  por  su 
mala  ventura  caían  en  poder  de  los  que  seguían  á  Bonapar- 
te.  En  una  de  estas  ocasiones  habiendo  intercedido  por  al- 
gunos patriólas  con  don  Manuel  Silvela,  que  era  alcalde  de 
corte  y  vocal  de  la  junta  criminal  de  Madrid,  y  que  des- 
empeñaba con  humanidad  su  encargo  ,  la  conformidad  de 
sentimientos  entre  ambos  produjo  una  amistad  que  fue  cre- 
ciendo de  dia  en  dia  sin  haberse  desmentido  jamas.  No  era 
posible  que  en  medio  de  (antas  calamidades  prosiguiese  éste, 
continuamente  angustiado  y  oprimido  ,  componiendo  para 
el  teatro;  y  asi  no  obstante  las  repetidas  instancias  que  pa- 
ra ello  le  hicieron,  solo  se  pudo  conseguir  que  se  represen- 
tase, é  imprimiese  la  Escuelo  de  los  Maridos,  concluida  ya 
en  1808,  y  traducción  de  la  que  con  el  mismo  título  había  es- 
crito el  célebre  Moliere.  Habia  decaído  notablemente  su  ren- 
ta, y  mas  aún  su  salud  y  su  espíritu  en  tan  deshecha  borras- 
ca, por  lo  que  cansado  ya  de  sufrir  incomodidades  y  traba- 
jos, pensó  retirarse  á  un  rincón  donde,  vivir  tranquilo  !i> 
que  le  quedara  de  vida.  Llevado  de  este  pensamiento,  en  lu- 


(  XXYT  ) 

gar  de  seguir  á  los  franceses,  luego  que  se  rindió  Peníscola  á 
nuestras  armas,  huyó  ele  ella  y  lúe.  á  Valencia  ocupada  ya 
por  las  tropas  españolas,  y  se  presentó,  como  hombre  á  quien 
no  remordia  la  conciencia  de  ningún  delito,  al  general  en 
gefe.  Mas  éste  no  viendo  en  Moratin  sino  uno  que  perte- 
necía al  partido  (ranees,  le  trató  con  rigor,  y  mandó  des- 
pués de  otras  providencias  embarrarle  en  un  laluelio  que  le 
condujo  á  Barcelona.  Alli  le  dieron  favorable  acogida  el  ba- 
rón  de  Eróles  y  el  marques  de  Casacagigal  ,  y  asimismo 
don  Francisco  Javier  de  Castaños  y  el  marques  de  Campo  Sa- 
grado, capitanes  generales  que  fueron  sucesivamente  del  prin- 
cipado. Entretanto  la  guerra  seguida  con  encarnizamiento 
por  espacio  de  seis  años,  en  los  cuales  la  nación  entera  habia 
hecho  heroicos  sacrificios  para  rescatar  á  su  ¡Monarca  ,  se 
acercaba  á  su  término.   Ya  pisaban  las  tropas  españolas  el 
territorio  (ranees  ,  ahuyentados  del  nuestro  casi  todos  los 
ejércitos  enemigos,  y  por  el  norte  los  de  las  potencias  coli- 
gadas ganando  repetidas  victorias  amenazaban  muv  de  cerra 
arruinar  el  imperio  de  Ronapartr.  Vino  éste  por  fm  a)  sue- 
lo: y  restituido  el  Rey  N.  Sr.  y  Luis  XVIII  á  los  tronos  de 
sus  mayores,  se  celebró  la  paz  de.  París,  descansando  Europa 
de  las  porfiadas  contiendas  y  grandes  calamidades  de  los  años 
anteriores.  La  tranquilidad  que  de  nuevo  empezaba  á  disfru- 
tarse, dió  ocasión  á  Moratin  para  que  agradecido  á  los  favo- 
res del  actor  Felipe  Blanco,  hiciese  para  su  beneficio  á  fines 
de  i  8 1 4  Otra  traducción  de  Moliere,  á  saber:  El  Médico  á 
palos,  tomada  de  la  que  intituló  aquel  ilustre  poeta:  Le  Mc- 
ficcin  malgré  lui.  A  pesar  de  todo  era  su  situación  tan  de- 
plorable «pie  estaba  expuesto  5  perecer  de  hambre;  pero  el 
Rey  N.  Sr.  empezó  desde  luego  á  dispensarle  su  generosa  pro- 
tección. Mandó  que  se  le  admitiese  al  juicio  de  purificación 
que  solicitaba;  declaró  que  Moratin  no  estaba  comprendi- 


(  XXYII  ) 

do  en  el  artículo  i.°  del  decreto  de  3o  de  mayo,  y  por  re- 
pelidas órdenes  mandó  también  que  se  le  pusiese  en  pose- 
sión de  los  bienes  que  se  le  habían  secuestrado.  No  fueron 
estas  las  únicas  señales  de  benevolencia  que  le  dispensó  S.  M. 
Los  años  adelante  trató  de  darle  un  destino  honorífico  con 
buena  asignación;  pero  Moratin,  cuyo  ánimo  habian  exas- 
perado los  trabajos  padecidos,  figurándose  que  por  todas  par- 
tes le  acometia  gente  frenética  para  asesinarle,  lo  rehusó  abier- 
tamente, sin  que  tuesen  poderosas  á  convencerle  cuantas  ra- 
zones se  le  hicieron  presentes  para  aquietarle.  Los  miedos  de 
que  siempre  andaba  agitado  le  sacaron  en  1817  de  Barcelo- 
na, donde  vivia  protegido,  eslimado  y- honrado,  y  donde 
tenia  entrada  franca  en  los  teatros,  que  era  toda  su  diver- 
sión. Volvió  sin  embargo  en  1820  después  de  haber  pasado 
algún  tiempo  en  París  con  don  Juan  Antonio  Melón,  y  en 
Bolonia  con  don  Antonio  de  Robles  y  Mollino.  Parecíale  sin 
duda  necesario  habitar  bajo  un  mismo  techo  con  alguno  de 
sus  amigos,  pues  en  Barcelona  residió  lambien  en  compañía 
de  don  Manuel  García  de  la  Prada ,  y  cuando  la  peste  los  ar- 
rojó de  allí,  separado  de  este  último  en  Bayona,  fijó  su  es- 
tancia en  Burdeos  con  don  Manuel  Silvela.  Desde  entonces  rio 
pensó  ya  en  hacer  de  nuevo  obra  alguna,  ocupándose  solo  en 
concluir  y  perfeccionar  la  de  los  Orígenes  del  teatro  español 
que  dejó  manuscrita  á  Silvela,  y  que  compró  á  este  S.  M.  de- 
seoso de  que  bajo  sus  auspicios  viese  cuanto  antes  la  luz  pú- 
blica. En  1824  habia  vendido  su  autor  las  demás  á  don  Vicente 
González  Arnao,  y  este  hizo  el  año  siguiente  en  París  una  edi- 
ción que  comprende  la  mayor  parte  de  ellas,  única  reco- 
nocida por  Moratin.  En  182-  se  trasladó  con  Silvela  á  París; 
y  alli  permaneció  con  bastante  quebranto  en  su  salud,  ya  al- 
terada desde  fines  de.  1825,  hasta  que  sobreviniéndole  vómi- 
tos, hipo  y  fiebre,  murió  en  2 1  de  junio  de  1828,  conser- 


(  XXVIII  ) 

Válido  todo  su  conocimiento  hasta  cinco  horas  antes  <lc  es- 
pirar. Dejó  por  heredera  de  todos  sus  bienes  á  una  nieta  de 
Silvela,  y  antes  habia  cedido  á  la  Inclusa  de  esta  corte  la  casa 
y  huerto  de  Pastrana,  y  una  inscripción  de  dos  mil  ocho- 
cientos francos,  mediante  una  renta  vitalicia,  á  don  Julián 
Aquilino  Pérez,  y  cantidades  de  dinero  muy  considerables  á 
varios  parientes.  Tenia  Moral in  prendas  recomendables,  y 
era  uno  de  los  escritores  que  mas  honran  el  Parnaso  espa- 
ñol ;  pero  estando  su  muerte  tan  reciente,  no  queremos  anti- 
cipar el  juicio  de  la  posteridad,  y  solo  diremos  que  jamás  ol- 
vidarán su  nombre  cuantos  amen  la  bella  literatura.  Fue  igual 
en  ingenio,  y  superior  en  buen  gusto  á  su  padre  don  Nicolás, 
cuya  memoria  cuidó  de  perpetuar  como  buen  hijo  en  el  pró- 
logo y  vida  cpie  con  las  poesías  del  mismo  publicó  en  1821 
en  Barcelona. 


ÍNDICE  DEL  TOMO  I. 

ORÍGENES  DEL  TEATRO  ESPAÑOL. 
PARTE  PRIMERA. 

PAGINAS. 

Jtrólogo  del  autor   I 

Discurso  histórico  sobre  los  orígenes  del  teatro  español.  i 

Notas   57 

Catálogo  histórico  y  critico  de  piezas  dramáticas  ante- 
riores á  Lope  de  Vega   112 

Ano  de  1 356. 

1.  Anónimo.  Danza  general  en  que  entran  todos 

los  estados  de  gentes   ¡d. 

1414. 

2.  D.  Enrique  de  Aragón,  Marques  de  Villena.  Co- 
media alegórica   ii3 

1469. 

3.  Anónimo.  Comedia  representada  en  casa  del  Con- 
de de  Ureiía   1 1  ^ 

1470. 

4-    Rodrigo  de  Cola.  Diálogo  entre  el  Amor  y  un 
viejo   1  1  5 

1492. 

5.  Juan  de  la  Encina.  Égloga  representada  en  la 
noche  de  la  Navidad   u6 

6.  Egloga  representada  en  la  misma  noche  de  Na- 
vidad. ...1   ni 

1494. 

7 .  Representación  á  la  muy  bendita  pasión  y  muer- 
te de  nuestro  precioso  Redentor   id. 


(  XXX  ) 

8.    Representación  d  la  santísima  Resurrección  de 
Cristo'.   1 1 8 

1495. 

q.  Égloga  representada  en  la  noche  postrera  de 
carnal   id. 

10.  Égloga  representada  la  me  si  na  noche  de  an- 
truejo  id. 

i  i.     Egloga  representada  en  recuesta  de  unos  amores,    i  19 

1496. 

1  2.     Egloga  representada  por  las  mesrnas  personas.  id. 

i3.     Auclo  del  lie/ felón   121 

i4-     Representación  unte  el  muy  esclarecido  é  muy 

ilustre  Principe  I).  Juan   122 

1497. 

15.  Égloga  en  la  cual  se  introducen  tres  pastores.  .  n3 

1498. 

16.  ^Égloga  representada  la  noche  de  Navidad.  ...  ia5 

1513. 

17.  D.  Pedro  Manuel  de  Urrea.  Egloga  de  la  tra- 
gicomedia de  Calixto  y  Melibea   id. 

1514. 

18.  Juan  de  la  Encina.  Farsa  de  Plácida  c  Vito- 
riano   126 

iij.    Anónimo.  Egloga   12; 

1515. 

20.  Francisco  de  Villalobos.  Comedia  de  Planto  lla- 
mada Anfitrión   12S 

1517. 

21.  Bartolomé  de  Torres  Naharro.  Comedia  Serafina.  1 3  1 
22.     Comedia  Trofea   i33 

2  3 .    Comedia  Soldadesca   1  3  ó 

24.     Comedia  Tinelaria   i36 


(  XXXI  ) 

25.  Comedia  Himeneo   i3q 

26.  Comedia  Jacinta   1  4  1 

27.  Comedia  Aquilana   1^5 

1520. 

28.  Comedia  Calamita   146 

29.  Diálogo  del  Nacimiento   148 

30.  Vasco  Diaz  Tanco  de  Fregenal.  Tragedia  de  Ab- 
salon.  .  .  .  .■   1 5o 

3  1 .    Tragedia  de  Aman   1  5  1 

32.  Tragedia  de  Jonatás   id. 

1521. 

33.  Anónimo.  Comedia  llamada  Hipólita   id. 

34.  Comedia  nuevamente  compuesta  llamada  Se- 
rafina  i5a 

i  522. 

35.  Cristóbal  de  Castillejo.  Farsa  de  la  Constanza.  1  5 4 

1523. 


36.  Pedro  Altamira.  Auto  de  la  Aparición  que  Nues- 
tro Señor  Jesucristo  hizo  á  los  dos  discípulos  que  iban 


ú  Emaus   1 56 

1527. 

3y.    Anónimo.  Auto  del  Bautismo  de  san  Juan  Bau- 
tista  1 5  8 

1528. 

38.  Esteban  Martínez.  Auto  de  como  san  Juan  fue 
concebido  y  ansí  rnesmo  el  Nacimiento  de  san  Juan.  .  .  i5o, 

3g.  Juan  Pastor.  Auto  nuevo  del  santo  Nacimiento 
de  Cristo  nuestro  Señor   id. 

4o.    Farsa  de  Lucrecia   160 

4  1 .     Farsa  llamada  Grimaltina   id. 

42.    Farsa  llamada  Cluriana   id. 


(  XXXII  ) 

1 5á(J. 

43.     Fernán  Pérez  de  Oliva.  Comedia  de  Anfitrión.  .  160 

1530. 

4{.     Tragedia.  La  venganza  de  Agamenón   162 

45.  Tragedia.  LLecuba  triste   164 

46.  Anónimo.  Farsa  sobre  el  matrimonio   166 

1531. 

4;.    Jaime  ile  Huelo.  Comedia  Humada  Tesovina.  .  .  id. 

1532. 

48.  Ansias  Izquierdo  Zobrero.  Lucero  de.  nuestra 
salvación  al  dcspedimienlo  que  hizo  nuestro  Señor  Je- 
sucristo de  su  bendita  Madre  ,  pasos  muy  devotos   id. 

4g.     Gil  Vicente.  Auto  de  Amadis  de  Gaula   167 

Su.     Comedia  Jlubena   id. 

51.  El  templo  de  Apolo ,  tragicomedia   id. 

52.  Hornería  de  agraviadas ,  comedia   id. 

5. >.     La  Nao  de  amores,  comedia   id. 

54.  Al  parto  de  la  Reina,  tragicomedia   id. 

55.  La  fragua  de  Amor ,  tragicomedia   id. 

56.  La  floresta  de  engaños,  comedia   id. 

1534. 

57.  Anónimo.  Comedia  llamada  O/fea   168 

1535. 

58.  Francisco  de  las  Navas.  Comedia  llamada  Fideo.  id. 

1537. 

5g.     Andrés  Prado.  Farsa  llamada  Cornelia   id. 

1539. 

60.     Anónimo.  Tragicomedia  alegórica  del  paraíso 
y  del  infierno   id. 

1540. 

Ci.    Anónimo.  Coloquio  de  Fenisa   169 

6a.    Anónimo.  Coloquio   id. 


(  XXXIII  ) 

1541. 

63.  Anónimo.  Farsa  llamada  Custodia   170 

1542. 

64.  Anónimo.  Farsa  de  los  enamorados   id. 

1543. 

65.  Anónimo.  Farsa  llamada  Josefina   id. 

1544. 

66.  Lope  de  Rueda.  Paso  en  el  cual  se  introducen 

tres  personas:  Luqui  tas,  Alameda  j  Salcedo   id. 

67.  Comedia  Eufemia   171 

1545. 

68.  Paso  en  el  cual  se  introducen  dos  personas: 
Alameda  j  Salcedo   17a 

69.  Comedia  Armelina   id. 

1546. 

70.  Paso  en  el  cual  se  introducen  las  personas  si- 
guientes :  Lucio ,  Martin  de  f'illalba  ,  Bárbara  y  Ge- 
rónimo  173 

7  1 .    Paso  en  el  cual  se  introducen  las  personas  si- 
guientes: Caminante ,  Jáquima  j  Brazuelos   174 

1547. 

72.  Paso  en  que  se  introducen  las  personas  siguien- 
tes: Hoticiguera ,  Panarizo  j  Mendrugo   175 

73.  Paso  en  el  cual  se  introducen  las  personas  si- 
guientes :  Brezano ,  Cebadan  y  Samad  el   id. 

1548. 

74.  Juan  de  M.tlara.  Comedia  llamada  Locusta.  .  .  176 

75.  Lope  de  Rueda.  Paso  en  el  cual  se  introducen 
las  personas  siguientes :  Tur  rubio  ,  Agueda ,  Mencigi'icla 

y  Aluja   id.  „.r 

1549. 

76.  Farsa  del  sordo   177 

Tomo  I.  c 


(  XXXIV  ) 

1550. 

7J.    Comedia  Medora   177 

1551. 

78.     Coloquio  ai  Camila   id. 

7<j.    Juan  de  Rodrigo  Alonso.  Comedia  en  la  cual 
se  declara  la  historia  de  santa  Susana   1  70 

80.  Lope  de  Rueda.  Coloquio   id. 

1552. 

81.  Coloquio  en  verso   180 

82.  Coloquio  de  Timbria   181 

1  553. 

83.  Anónimo.  Comedia  de  Peregrino  y  de  Ginebra.  id. 
84-    Francisco  de.  Avcndano.  Comedia   id. 

1554. 

85.  Luis  de  Miranda.  Comedia  Pródiga   182 

1555. 

86.  Anónimo.  Comedia  de  Planto  intitulada  Milite 
glorioso   191 

87.  Comedia  de  Planto  intitulada  Meneemos   id. 

1556. 

88.  Juan  de  Malaca.  Tragedia  de  Absulon   192 

89.  Lope  de  Rueda.  Paso.  Introdúcense  en  él  Si- 
giienzu ,  Sebastiana  y  Estepa   19 j 

90.  Páso.  Introdúcense  en  él  las  personas  siguien- 
tes: Dálagon ,  Pancorbo,  Periquillo ,  Peiruton  y  Gui- 
llclmillo   id. 

<)i.     Comedia  de  los  Engaños   l<¿i 

fyi.     Coloquio  llamado  Prendas  de  amor   io,5 

1558. 

93.  Paso.  Introdúcense  en  él  las  personas  siguien- 
tes: Madrigalejo ,  Molina,  un  alguacil,  y  un  page.  .  .  id. 

Anónimo.  Farsa  llamada  Hosiela   197 


(xxxv) 
1559. 

g5.    Juan  de  Timoneda.  Comedia  de  los  Meneemos.  .  197 

96.  Comedia  llamada  Cornelia   id. 

1560. 

97.  Anónimo.  Paso.  Interlocutores  ■  Monscrratc, 
Coladilla  ,  Valverde,  Jurnilla  j  Porqueron   198 

98.  Paso  de  los  ladrones  1.99 

99.  Paso.  Introdúceme  en  él  las  personas  siguien- 
tes: Gutiérrez  de  Sanlibañcz ,  Inesa  López,  Rodrigo 

del  Toro,  y  Salmerón   id. 

100.  Alonso  de  la  Vega.  Comedia  llamada  Tolornca.  200 

1561. 

10  r.     Juan  do  Malara.  Comedia  en  elogio  de  la  zulla 
de  Utrera   201 

102.  Pedro  Suarez  de  Robles.  Danza  del  santísimo 
nacimiento  de  nuestro  Señor  Jesucristo  al  modo  pas- 
toril  202 

1  562. 

103.  Anónimo.  Comedia  llamada  Feliciana   204 

104.  Alonso  de  la  Vega.  Tragedia  llamada  Serafina.  id. 

1563. 

105.  Comedia  de  la  duquesa  de  la  Rosa   206 

106.  Juan  de  Timoneda.  Entremés  de  un  ciego ,  un 
mozo  y  un  pobre   208 

107.  Paso  de.  dos  clérigos  y  dos  mozos  suyos.  ...  id. 

108.  Paso  de  dos  ciegos  y  un  mozo   id. 

iog.    Paso  de  un  soldado,  y  un  moro,  y  un  er- 
mitaño  209 

1 10.  Paso  de  la  Razón,  la  Fama  y  el  Tiempo.  ...  id. 

1564. 

111.  Tragicomedia  llamada  Filomena   2  1  n 

1 1  2.    Farsa  llamada  Paliana   id. 


( XXXVI ) 

1 1 3.     Comedia  Humada  Aurelia   a  i  l 

I56r>. 

ii  4-    Farsa  llamada  Trapacera   312 

1  1  5.     Farsa  llamada  /Insulina   217 

1 1 6.    Farsa  llamada  Floriona   a  1 8 

1566. 

11;.     Auto  de  la  oveja  perdida   id. 

1567. 

1  1  8.     Coloquio  pastoril   2  i  q 

1570. 

119.  Gaspar  Vázquez.  Comedia  de  la  Constanza.  .  .  220 

120.  Pedro  Simón  de  Abril.  El  Pinto  de  Aristó- 
fanes.   id. 

ia  1.    Medea  de  Eurípides   id. 

1573. 

12a.    Alonso  Cisneros.  Comedia  intitulada:  Callar 
hasta  la  ocasión   id. 

1577. 

123.  Pedro  Simón  de  Abril.  Comedias  de  Terencio. 
Andria   2  a  1 

124.  El  Eunuco   id. 

13  5.    El  Heautonlimorúmrnos   id. 

126.  Los  Ad elfos   id. 

127.  La  Herir  a   id. 

128.  El  Formion   id. 

129.  Gerónimo  Bcrmudez.  Tragedia  de  Nise  las- 
timosa  324 

130.  Tragedia  de  Nise  laureada   23o 

1578. 

1 3  1 .    Anónimo.  Comedia  intitulada  Metamorfosea.  .  a35 

1579. 

i32.    Juan  de  la  Cueva.  Comedia  de  la  muerte  del 


(  XXXVII  ) 

rey  D.  Sancho ,  y  reto  de  Zamora  por  don  Diego  Or- 


doñez   a36 

i33.  Comedia  del  saco  de  Roma  y  muerte  de  Bar- 
bón ,  y  coronación  de  nuestro  invicto  emperador  Car- 
los V.   a37 

i34-    Tragedia  de  los  siete  Infantes  de  Lara   a38 

i35.    Comedia  de  la  libertad  de  España  por  Ber- 
nardo del  Carpió   a3g 

106.     Comedia  del  Degollado   a/}* 

i3y.    Tragedia  de  la  muerte  de  Ayax  Telamón ,  so- 
bre las  armas  de  Aquiles   34a 

i38.     Comedia  del  Tutor   ifó 

i3g.     Comedia  de  la  constancia  de  Arcelina   a44 

140.    Cristóbal  de  Virués.  Tragedia.  La  gran  Se— 

rn  ir  a  mis   248 

1 4  !•     Tragedia.  La  cruel  Ca Sandra   aS3 

1580. 

1  4  ^ .    Juan  de  la  Cueva.  'Tragedia  de  la  muerte  de 

Virginia  y  Apio  Claudio   id. 

i43.     Comedia  d\-l  Principe  tirano   a55 

1 44-     Tragedia  d?el  Príncipe  tirano   a56 

145.  Comedia  d^el  fie  jo  enamorado   a57 

146.  Crislobal  de  Virués.  Tragedia  de  Atila  furioso.  id. 

1581. 

i4".  Juan  de  la  Cueva.  Comedia  de  la  libertad  de 
Roma  por  Mucio  Scévola   a5g 

148.  Crislobal  de  Virués.  Tragedia.  La  infeliz  Mar- 
cela  360 

1 49-    Tragedia  de  Elisa  Dido   a65 

150.  Juan  de  la  Cueva.  Comedia  d'cl  Infamador.  .  .  370 

151.  Andrés  Rey  de  Artieda.  Los  amantes.  Tra- 
gedia  375 


(  XXXVIII  ) 

i5a.    Amadis  de  Gaula.  Comedia   275 

1 53.  El  Principe  vicioso.  Comedia   id. 

154.  Los  encantos  de  Mcrlin.  Comedia   276 

1  .m 

155.  Miguel  de  Cervantes  Saavedra.  Comedia.  Los 
tratos  de  Argel   id. 

i5G.     Joaquín  Romero  «le  Zepeda.  Comedia  Sehagc.  280 

1583. 

157.     Miguel  de  Cervantes  Saavedra.  Tragedia  de 
Nurnancia   28  a 

1 584. 

1  5 8.     Comedia  de  la  JJatid/a  naval   286 

1  5g.     Comedia  de  la  gran  Turquesca   287 

1G0.     Comedia  de  la  Jerusalen   id. 

1585. 

161.    Lupercio  Leonardo  de  Argensola.  Tragedia  de 

la  Isabela   id. 

1G2.     Tragedia.  La  Alejandra   290 

1 63.     Tragedia.  La  Filis   297 

1586. 

i64-     Miguel  de  Cervantes  Saavedra.  Comedia  déla 

Amaran/ a  ó  la  de  Majo   298 

i65.    Comedia  del  Bosque  amoroso   id. 

1587. 

1G6.     Comedia  de  la  única  y  bizarra  Arsinda.  ...  id. 

167.     Comedia.  La  confusa   id. 

1G8.    Gabriel  Laso  de  la  Vega.  Tragedia.  La  honra 

de  Dido  restaurada   299 

1G9.     Tragedia  de  la  destrucción  de  Constantino/da  .  3oo 

Nota   id. 


(  XXXIX  ) 

PARTE  SEGUNDA. 

Colección  de  piezas  dramáticas  anteriores  á  Lo/ie  de 

Vega   3  o  i 

Rodrigo  de  Cola.  Diálogo   3o3 

Juan  de  la  Encina.  Egloga   3  i  5 

Egloga   328 

Anónimo.  Égloga   33g 

Bartolomé  de  Torres  Naharro.  Comedia  Himeneo.  .  .  .  348 

Lope  de  Rueda.  La  Carátula.  Paso   4' 6 

El  Rufián  cobarde.  Paso   43° 

Eufemia.  Comedia   44° 

El  Convidado.  Paso   5  1  6 

Las  Aceitunas.  Paso   527 

Los  Engaños.  Comedia   535 

Cornudo  y  contento.  Paso   607 

Pagar  y  no  pagar.  Paso   617 

Prendas  de  amor.  Coloquio   63o 

Alonso  de  la  Vega.  Amor  vengado.  Paso   638 

Juan  de  Timoneda.  Los  Ciegos  y  el  Mozo.  Paso   644 

Introito  á  la  pieza  siguiente   C60 

Los  Menemnos.  Comedia   gg. 


PRÓLOGO. 


Hasta  ahora  no  se  ha  escrito  una  historia  del  teatro 
español:  la  molesta  fatiga  de  huscar  los  documentos  re- 
lativos á  él  desde  su  origen  hasta  fines  del  siglo  XVI 
ha  debido  retraer  á  muchos,  que  por  su  talento  y  su 
buen  gusto  hubieran  sabido  desempeñar  esta  empresa 
difícil. 

La  maravillosa  abundancia  de  autores  dramáticos 
en  el  siglo  XVII,  y  el  crecido  número  de  sus  obras 
añaden  á  la  necesidad  de  conocerlos  la  de  clasificarlos, 
compararlos  y  juzgarlos  con  la  rectitud  que  pide  la  bue- 
na crítica. 

Cultivada  en  el  siglo  anterior  y  en  lo  que  va  del 
presente  la  poesía  teatral,  siguiendo  unos  el  ejemplo  de 
los  que  les  habían  precedido,  y  ateniéndose  otros  á  los 
principios  que  conoció  la  antigüedad  y  ha  restablecido 
el  gusto  moderno,  se  hace  indispensable  un  estudio  par- 
ticular para  distinguir  el  mérito  respectivo  de  obras 
que  pertenecen  á  escuelas  tan  opuestas  entre  sí.  Ni  es 
conveniente  para  este  examen  aprovecharse  de  lo  que 
juzgaron  los  coetáneos  acerca  de  ellas:  porque  en  el  cho- 


A 


ii  PRÓLOGO. 

que  de  las  opiniones  que  sostenían,  muchas  veces  diri- 
gió su  pluma  la  parcialidad,  y  muy  pocas  la  inteligencia. 

Por  olra  parte  el  influjo  que  han  tenido  siempre 
en  las  producciones  literarias  el  sistema  del  gobierno,  el 
gusto  de  la  corte,  el  método  de  estudios,  la  política  y 
las  costumbres,  obligará  á  quien  se  proponga  escribir 
la  historia  de  nuestro  teatro  á  buscar  el  origen  verda- 
dero de  sus  progresos  ó  su  decadencia;  y  esta  indaga- 
ción está  sujeta  á  las  restricciones  que  imponen  el  res- 
peto debido  á  la  autoridad ,  y  las  demás  circunstancias 
del  tiempo  en  que  se  escribe. 

Cuanto  escribieron  nuestros  mejores  bibliógrafos 
acerca  de  la  dramática  española  no  pasa  de  algunas  in- 
dicaciones sueltas,  traidas  por  incidencia,  diminutas, 
mal  ordenadas,  y  no  capaces  de  satisfacer  la  curiosi- 
dad de  los  que  desean  una  historia  de  nuestro  teatro. 
Los  segundos  copiaron  á  los  primeros,  y  los  últimos 
nada  han  añadido  de  particular,  repitiéndose  por  con- 
siguiente las  equivocaciones  ,  la  falta  de  plan  y  de  ver- 
dad histórica  y  crítica  que  se  advierte  en  tales  escritos. 
Llegó  el  tiempo  de  las  apologías,  y  apoyados  los  de- 
fensores de  nuestro  crédito  literario  sobre  tan  débiles 
fundamentos,  compusieron  libros  enteros  llenos  de  sofis- 
mas y  errores,  hablaron  largamente  del  teatro,  clasifi- 
caron obras  que  jamas  habian  visto,  y  manifestaron 
cuanto  carecían  (por  la  clase  de  estudios  que  habian 


PRÓLOGO.  ni 

tenido,  por  el  estado  que  profesaban,  y  por  el  lugar 
en  que  escribían)  de  los  auxilios  y  de  la  inteligencia  que 
hubieran  sido  menester  para  que  el  desempeño  hubiese 
correspondido  á  su  zelo  laudable. 

¿Que  pudieron  hacer  los  extrangeros  cuando  quisie- 
ron decir  algo  de  nuestra  poesía  escénica  ,  sino  repetir 
las  pocas  noticias  que  hallaron  esparcidas  en  algunos 
libros,  ó  cortar  la  dificultad  diciendo  que  la  literatu- 
ra española  es  una  pobre  mina ,  que  no  paga  el  tra- 
bajo del  beneficio?  Asi  han  creído  algunos  de  ellos  di- 
simular con  un  desaliño  el  orgullo  de  su  ignorancia. 

Falta  pues  á  la  cultura  de  nuestra  nación  una  his- 
toria crítica  de  su  teatro,  empresa  tan  superior  á  mis 
débiles  fuerzas,  que  nunca  tuve  el  atrevimiento  de  in- 
tentarla. No  obstante  habiéndome  aplicado  desde  mi  ju- 
ventud á  reunir  y  ordenar  cuantas  noticias  pude  adqui- 
rir acerca  de  esto  asi  en  España  como  fuera  de  ella, 
me  persuadí  de  que  podria  ya  formar  con  lo  que  te- 
nia escrito  una  obra  (que  hoy  presento  al  público)  en 
que  ilustrase  los  orígenes  del  teatro  español. 

No  intento  recomendar  mi  trabajo,  ponderando  la 
constante  diligencia  que  supone  la  adquisición  de  ma- 
teriales que  forman  este  libro ,  la  lectura  que  me  ha 
sido  necesaria  para  ilustrarle ,  la  meditación  que  ha 
precedido  á  mis  dictámenes,  y  el  empeño  nunca  des- 
mentido de  hallar  la  verdad,  rectificar  las  cquivocacio- 

# 


iv  PRÓLOGO. 

ncs  de  los  que  me  habían  precedido,  juzgar  por  mí 
propio,  y  presentar  á  los  inteligentes  un  resumen  crí- 
tico en  que  manifiesto  cual  fue  el  origen  de  nuestra  es- 
cena, cuales  sus  progresos,  y  cuales  las  causas  que  in- 
fluyeron en  las  alteraciones  que  padeció,  hasta  que  Lo- 
pe de  Vega  las  autorizó  con  su  ejemplo.  Este  es  en 
compendio  el  plan  del  Discurso  histórico  que  precede  á 
todo  lo  demás. 

En  las  notas  que  le  acompañan  creo  haber  dado 
las  pruebas  de  cuanto  en  él  se  afirma  ron  autoridades 
irrecusables,  mediante  las  cuales  se  aclaran  muchos  pun- 
tos pertenecientes  á  nuestra  antigua  literatura  mal  en- 
tendidos hasta  ahora ,  ó  del  todo  ignorados. 

Sigue  á  esto  un  catálogo  histórico  y  crítico  de  pie- 
zas antiguas  ,  el  primero  que  se  ha  publicado  de  este 
género.  En  él  se  da  razón  de  mas  de  ciento  y  sesenta 
composiciones  dramáticas,  todas  anteriores  al  tiempo  en 
que  Lope  de  Vega  comenzó  á  escribir.  Hablo  del  mé- 
rito de  las  que  he  tenido  á  la  vista,  hago  mención  de 
sus  bellezas  y  sus  defectos,  cito  á  la  letra  los  pasages 
mas  sobresalientes  de  muchas  de  ellas ,  y  no  me  olvi- 
do de  copiar  aquellos  que  merecen  severa  censura.  Sé 
muy  bien  como  se  desacredita  una  obra  excelente,  ci- 
tando solo  sus  faltas,  y  como  se  recomienda  otra  de 
poquísima  estimación,  entresacando  de  ella  los  pasages 
en  que  el  autor,  sin  mérito  suyo,  acertó  por  casuali- 


PRÓLOGO.  v 

dad;  pero  he  querido  apartarme  de  uno  y  otro  extre- 
mo. No  he  querido  hacer  ni  una  apología ,  ni  una  acri- 
minación de  nuestro  teatro,  sino  una  historia  crítica  de 
sus  orígenes,  presentándole  tal  como  fue  durante  la  épo- 
ca á  que  me  he  querido  ceñir.  Acompaña  al  examen 
de  las  ohras  la  noticia  de  muchos  de  sus  autores.  Los 
extrangeros  nías  que  nosotros  necesitan  esto  para  salvar 
las  equivocaciones  que  frecuentemente  han  padecido  en 
sus  atropellados  diccionarios  laográficos.  En  el  orden 
que  he  dado  á  las  piezas  se  ohservará  toda  la  exacti- 
tud de  que  es  susceptible,  habiéndole  sujetado  á  la  au- 
toridad de  escritores  los  mas  inmediatos  que  hablaron 
de  ellas ,  á  las  fechas  conocidas  de  sus  primeras  edi- 
ciones, y  á  las  épocas  en  que  pudieron  ser  escritas  y 
representadas,  según  lo  que  resulta  de  la  vida  de  sus 
autores,  y  las  indicaciones  que  he  sacado  de  la  lectura 
de  las  mismas  piezas.  La  mayor  parte  de  las  fechas 
que  les  he  puesto,  es  de  una  absoluta  certeza:  lo  res- 
tante, de  una  probabilidad  la  mas  verosímil.  En  este 
catálogo  solo  se  incluyen  las  piezas  dramáticas  que  se 
representaron  ó  pudieron  representarse  en  los  teatros 
de  la  nación  privados  ó  públicos :  no  se  habla  de  las 
obras  que  con  el  título  de  comedias,  tragedias,  tragi- 
comedias fueron  tan  abundantes  en  el  siglo  XVI,  que 
componen  crecidos  volúmenes,  y  nunca  se  hicieron  pa- 
ra representarse,  ni  es  posible  hacerlo.  A  excepción  de 


vi  PRÓLOGO. 

la  Celestina,  origen  primero  de  esta  clase  «le  composi- 
ciones, á  quien  la  prosa  y  diálogo  castellano  debieron 
conocidos  adelantamientos,  se  ha  omitido  liablar  de  las 
otras,  porque  no  siendo  obras  de  teatro,  piden  una  cla- 
sificación distinta ,  y  no  conviene  mezclarlas  con  las 
que  se  hicieron  para  representarse  en  él.  De  estas  ha- 
hlo  exclusivamente,  de  las  otras  no.  He  mezclado  las 
obras  de  los  poetas  dramáticos  que  vivían  y  componían 
en  un  mismo  tiempo ,  para  evitar  el  retroceso  de  los 
años  y  la  confusión  que  necesariamente  hubiera  pro- 
ducido. 

A  continuación  del  catálogo  sigue  una  colección  de 
piezas  de  teatro,  elegidas  según  me  pareció  convenien- 
te para  presentar  lo  mas  digno  de  aprecio  que  nos 
queda  de  nuestros  antiguos  dramáticos  así  en  prosa  co- 
mo en  verso ,  y  en  todos  los  géneros  que  se  cultivaron 
entonces.  Las  únicas  alteraciones  que  he  practicado  en 
ella  han  sido  poner  título  á  algunas  piezas  que  no  le  te- 
nian,  indicar  el  lugar  y  las  mudanzas  de  la  escena, 
dividir  en  aclos  dos  comedias  para  hacer  mas  percep- 
tible la  regularidad  de  su  fábula,  suprimir  algunas  lí- 
neas del  diálogo,  ó  por  ser  enteramente  ocioso  lo  que 
en  ellas  se  dice  ,  ó  porque  la  obscuridad  del  sentido 
anuncia  desde  luego  que  el  impresor  estropeó  por  des- 
cuido, ó  no  llegó  á  entender  el  original  que  copiaba. 
Esto  es  lo  que  me  ha  parecido  no  solo  lícito  ,  sino  nc- 


PRÓLOGO.  vil 

cesario,  pero  á  eslo  solo  he  reducido  las  alteraciones  y 
las  enmiendas.  El  texto  que  presento  es  todo  de  los 
autores;  no  hay  ni  una  sílaha  añadida  á  lo  que  ellos 
escribieron.  Fácil  me  hubiera  sido  hacer  una  colección 
mas  crecida,  incluyendo  en  ella  otras  piezas  de  mérito, 
pero  he  creído  que  para  desempeñar  el  fin  que  me  pro- 
puse, la  que  he  formado  será  suficiente. 


DISCURSO  HISTORICO 


El  origen  de  los  teatros  modernos  debe  consi- 
derarse posterior  á  la  formación  de  las  lenguas 
que  hoy  existen  en  Europa  ;  si  se  les  quiere  atri- 
buir mayor  antigüedad,  sería  confundirlos  con  el 
teatro  latino.  Este  acabó  cuando  las  naciones  su- 
jetas antes  al  imperio  de  Roma  y  después  á  los 
bárbaros ,  corrompida  la  lengua  latina  ,  forma- 
ron dialectos  diferentes,  variándolos  según  la  in- 
fluencia física  de  los  climas  que  habitaban,  y  se- 
gún la  que  pudieron  ejercer  en  el  régimen  y 
propiedad,  en  la  acepción  y  pronunciación  de  los 
vocablos,  ó  en  la  introducción  de  otros  nuevos 
las  gentes  advenedizas  que  se  mezclaron  y  con- 
fundieron con  ellas. 

Los  visogodos  (1  ),  que  por  espacio  de  tres 
siglos  dominaron  nuestra  península,  no  nos  de- 

ToMO  I.  1 


2  DISCURSO 
jaron  otras  reliquias  de  su  lenguaje  primitivo 
que  algunas  palabras ,  y  en  tan  corto  número, 
que  no  componen  la  milésima  parte  del  nues- 
tro ,  debiendo  añadirse  á  ellas  el  uso  de  los  ar- 
tículos, lo  indeclinable  de  los  nombres,  y  algu- 
na otra  alteración  gramatical.  !N¡  en  códices,  ni 
en  monedas  ,  ni  en  mármoles  se  halla  ningún 
vestigio  gótico :  casi  todo  se  habló  y  todo  se  es- 
cribió en  latín. 

Este  idioma  conservado  en  las  obras  estima- 
bles de  los  sabios  que  florecieron  en  aquella  edad, 
fue  corrompiéndose  con  mucha  rapidez  en  boca 
del  pueblo,  y  no  es  fácil  averiguar  como  le  ha- 
blaba al  empezar  el  siglo  VIII.  Baste  decir  que 
si  se  representaron  piezas  dramáticas  en  España 
durante  la  dinastía  de  los  visogodos  (2),  debie- 
ron escribirse  en  el  lenguaje  que  usaba  la  mul- 
titud; mezcla  informe  del  latín  que  ya  se  per- 
día, y  del  romance  que  se  iba  formando. 

Conquistada  España  por  los  árabes  en  el  si- 
glo VIH ,  y  empezada  en  el  mismo  su  recupe- 
ración ,  el  idioma  vulgar  fue  apartándose  cada 
vez  mas  de  su  origen  primero,  y  enriqueciendo- 


HISTÓRICO.  3 

se  con  palabras ,  frases  y  modismos  arábigos.  Las 
conquistas  fueron  dilatándole  por  los  países  que 
los  cristianos  iban  ocupando,  y  la  prosa  caste- 
llana fue  adquiriendo  sucesivamente  corrección, 
propiedad  y  copia  de  palabras  hasta  que  se  halló 
capaz  de  vulgarizar  en  ella  las  leyes  y  la  historia. 

La  poesía  (3) ,  siguiendo  los  progresos  de  la 
lengua,  imitó  por  aproximación  la  medida  de  los 
versos  latinos ,  suplió  la  falla  de  cantidad  con  el 
uso  de  los  consonantes ,  y  acompañada  algunas 
veces  de  la  música  y  otras  sin  ella,  sirvió  para 
celebrar  las  alegrías  privadas  y  públicas,  ó  para 
recomendar  á  la  posteridad  las  virtudes  cristianas 
de  los  Santos ,  ó  las  acciones  heroicas  de  los  prín- 
cipes y  capitanes. 

Ademas  de  estas  composiciones  sagradas  y  pro- 
fanas habia  otras  mas  cortas,  cantadas  al  son  de 
instrumentos  por  los  yoglares  y  yoglaresas  (4), 
gentes  que  hacían  profesión  de  la  miísica ,  del 
baile  y  la  pantomima  graciosa  ó  ridicula,  con  lo 
cual  ganaban  la  vida  entreteniendo  al  pueblo. 
También  acudían  á  las  casas  particulares  y  á  los 
palacios,  donde  ejercían  sus  habilidades  á  prc- 

* 


4  DISCURSO 

sencia  de  los  reyes  y  de  su  corte.  3No  hay  que 
buscar  el  principio  de  esta  costumbre,  que  se 
pierde  en  la  obscuridad  de  los  siglos.  La  com- 
binación de  los  sonidos  agradables  ,  el  canto ,  la 
risa,  la  danza,  la  imitación  de  la  figura,  gesto, 
voz  y  acciones  características  de  nuestros  seme- 
jantes son  tan  geniales  en  el  hombre ,  que  en 
todas  las  edades  y  en  todos  los  países  habitados 
se  encuentran  mas  ó  menos  perfeccionados  por 
el  arte. 

Han  sido  inútiles  hasta  ahora  las  investiga- 
ciones de  los  eruditos,  que  se  lisonjearon  de  ha- 
ll.-.r  entre  las  poesías  de  los  árabes  ó  de  los  pro- 
venzales  el  origen  de  los  teatros  modernos  de 
Europa ,  y  por  consiguiente  del  nuestro. 

Los  árabes,  asi  los  que  se  extendían  por  el 
Oriente ,  África ,  Italia  y  las  islas  del  Mediterrá- 
neo, como  los  que  hicieron  á  Córdoba  capital  de 
su  imperio  en  España ,  cultivaron  con  e'xilo  fe- 
liz las  ciencias  naturales,  la  medicina,  las  mate- 
máticas y  la  historia.  En  la  poesía  nada  hicieron, 
fuera  de  los  géneros  narrativo,  descriptivo,  amo- 
roso ,  encomiástico  y  satírico ;  desempeñando  sus 


HISTÓRICO.  5 
argumentos  en  poemas  cortos,  llenos  por  lo  co- 
mún de  metáforas ,  traslaciones  y  enigmas ,  de 
acrósticos,  laberintos,  antítesis,  paronomasias  y 
equívocos.  Los  diálogos  sin  acción  que  se  hallan 
entre  sus  composiciones  poéticas ,  no  pertene- 
cen al  genero  dramático  (5). 

Los  provenzales ,  con  un  idioma  mucho  mas 
pobre  sin  comparación  que  el  de  los  árabes ,  no 
instruidos  como  ellos  en  el  conocimiento  de  las 
ciencias ,  pero  dotados  de  una  imaginación  fe- 
cunda (no  extraviada  fuera  de  los  términos  jus- 
tos, no  viciada  con  ornatos  pueriles),  y  movida 
igualmente  por  los  poderosos  estímulos  del  he- 
roísmo y  del  amor,  cultivaron  un  ge'nero  de  poe- 
sía que  les  fue  peculiar ,  y  perfeccionándose  des- 
pués con  el  estudio  de  la  antigüedad  y  el  uso 
de  la  buena  crítica ,  llegó  á  ser  común  á  todas 
las  naciones  modernas  (6).  Las  ciudades  de  To- 
losa,  Avifíon,  Aix,  Bcssieres,  Barcelona  y  Tor- 
tosa  fueron  célebres  por  el  estudio  de  la  Ga- 
ya sciencia  (7),  en  que  se  ocuparon  sugetos  muy 
ilustres  para  celebrar  amores  y  victorias ,  y  ame- 
nizar las  diversiones  cortesanas  con  los  frutos  del 


6  DISCURSO 
ingenio,  tic  la  sensibilidad  y  la  harmonía.  Estos 
podas,  que  se  llamaron  trovadores,  llegaron  á 
formar  colegios  y  academias :  algunos  recitaban 
y  cantaban  sus  propios  versos,  otros  fiaban  este 
encargo  á  los  músicos;  pero  nada  se  halla  entre 
las  obras  que  se  conservan  de  ellos  que  pueda 
llamarse  teatral.  Las  trovas,  ditados,  villanescas, 
tensiones  ,  serventesios  y  otras  piezas  que  se  es- 
cribieron entonces,  no  son  de  la  clase  de  poemas 
activos  que  pide  la  escena.  Es  pues  inútil  buscar 
en  la  poesía  de  los  «árabes  ni  de  los  provenzales 
los  orígenes  del  teatro  moderno. 

Italia  fue  la  primera  nación  de  Europa  que 
después  de  la  dominación  de  los  bárbaros  (cu- 
yas últimas  dinastías  desaparecieron  a  vista  de  las 
armas  vencedoras  de  Carlo-Magno)  empezó  á  cul- 
tivar las  letras  y  renovar  las  perdidas  artes.  Mu- 
chas circunstancias  políticas  contribuyeron  á  su 
opulencia  y  su  ilustración  durante  los  siglos  XI, 
XII  y  XIII.  Venecia  frecuentaba  todos  los  puertos 
del  Mediterráneo,  trayendo  por  Alejandría  los  fru- 
tos de  Asia  ;  y  desde  Istria ,  Dalmacia  y  las  islas 
que  ocupó  en  el  Archipiélago,  amenazaba  con 


HISTÓRICO.  7 

sus  ejércitos  y  sus  naves  á  la  capital  del  imperio 
de  Oriente.  Pisa,  Florencia,  Padua ,  Cremona, 
Luca ,  Siena  ,  Genova  y  otras  ciudades  apellida- 
ron libertad ,  y  la  sostuvieron  con  varia  fortuna, 
haciéndose  florecientes  por  el  comercio  con  el  au- 
xilio de  la  política  y  las  armas.  Bolonia  empe- 
zó á  ser  docta ;  Milán  renaciendo  de  sus  ruinas, 
adquiría  el  nombre  de  espléndida;  Amalfi  se  en- 
riquecía con  el  tráfico  y  la  industria,  y  Roma  des- 
pués de  algunos  siglos  en  que  fue  común  la  ig- 
norancia ,  gobernada  ya  por  sabios  Pontífices  ana- 
dia á  las  donaciones  de  Pepino  y  de  la  condesa 
Matilde  los  tesoros  que  con  ocasión  de  las  no- 
vedades introducidas  en  la  disciplina  eclesiástica 
empezaban  á  llevarle  los  negocios  de  todo  el  orbe 
católico.  Las  Cruzadas  llevando  al  Oriente  nume- 
rosos ejércitos,  contribuían  á  la  prosperidad  de 
la  Italia,  que  subministraba  en  sus  ciudades  y  sus 
puertos  las  armas,  las  provisiones  y  los  transpor- 
tes necesarios  á  una  expedición  malograda  y  re- 
petida tantas  veces.  Los  mercados  y  las  ferias 
que  se  celebraban  frecuentemente ,  propagaron 
la  abundancia  y  el  lujo,  y  con  él  las  fiestas  y  las 


8  DISCURSO 

diversiones  públicas.  Solemnizábanse  con  mag- 
nificencia los  desposorios  de  sus  príncipes  (8)> 
sus  paces  y  coronaciones ,  en  las  cjue  se  lla- 
maron Corli  bandite  ;  y  todas  estas  causas  dan- 
do estímulos  al  carácter  nacional  ,  produjeron 
una  multitud  de  juglares,  bufones,  truhanes, 
mimos,  bailarines,  músicos  y  cantores,  que  acu- 
dían adonde  los  llamaba  la  ocasión  del  interés  y 
del  aplauso. 

Entonces  empezaron  á  renovarse  ( si  del  to- 
do se  habian  perdido)  (9)  las  ficciones  dramáti- 
cas ,  imitando  á  la  naturaleza  en  farsas  groseras 
con  figuras  ridiculas,  disfraces  y  acciones  que  re- 
medaban las  costumbres  de  aquella  edad.  Los  ecle- 
siásticos (i  0)  después  de  haber  intentado  muchas 
veces  la  abolición  de  tales  espectáculos,  cuya  des- 
envoltura era  en  extremo  perjudicial,  conocie- 
ron la  insuficiencia  de  las  leyes  contra  la  fuerza 
de  la  opinión;  y  continuando  la  costumbre  esta- 
blecida en  las  iglesias  catedrales  algunos  siglos  an- 
tes ,  de  celebrar  con  músicas  alegres ,  canciones, 
bailes  y  máscaras  las  fiestas  mas  solemnes  de  la 
Pieligion ,  determinaron  añadirles  nuevos  atracti- 


HISTÓRICO.  9 

vos,  y  dar  al  pueblo  con  mas  honestidad  en  el 
santuario  los  mismos  placeres  que  disfrutaba  en 
los  paseos  y  plazas  públicas. 

Lejos  de  mitigar  por  esle  medio  el  escánda- 
lo, le  hicieron  mas  grande.  Unieron  á  la  pom- 
pa católica  las  libertades  del  teatro,  y  los  mismos 
que  predicaban  en  el  púlpito  y  sacrificaban  en  el 
altar,  divertían  después  á  los  fieles  con  bufona- 
das y  chocarrerías,  depuestas  las  vestiduras  sacer- 
dotales, disfrazándose  de  rufianes,  rameras,  ma- 
tachines y  botargas.  Entre  los  pasos  á  que  daban 
lugar  estas  figuras ,  se  mezclaban  otros  alusivos 
á  los  misterios  de  la  Pieligion,  á  la  santidad  de 
sus  dogmas,  á  la  constancia  de  sus  mártires,  á  las 
acciones  ,  vida  y  pasión  de  nuestro  Redentor : 
unión  por  cierto  irreverente  y  absurda. 

Duró  este  abuso  hasta  que  Inocencio  III  pro- 
hibió severamente  al  empezar  el  siglo  XIII  que 
interviniesen  los  clérigos  como  actores  en  tales 
farsas ;  pero  si  en  Italia ,  y  particularmente  en 
Roma ,  logró  moderarse  esta  costumbre ,  ni  el 
mal  se  extinguió  enteramente  alli ,  ni  dejó  de 
continuar  por  algunos  siglos  en  las  demás  nació- 


1 0  DISCURSO 

nes  de  Europa  (11),  adonde  se  había  propaga- 
do con  mucha  rapidez. 

De  los  cuatro  reinos  cristianos  en  que  se  di- 
vidía la  mayor  parte  de  España  en  el  citado  si- 
glo, eran  los  mas  poderosos  el  de  Aragón,  que 
gobernaba  D.  Jaime  llamado  el  Conquistador, 
príncipe  de  esclarecida  memoria,  y  el  de  Casti- 
lla ,  en  que  reinaba  Fernando  III ,  que  mereció 
el  nombre  de  Santo.  Los  moros  que  quisieron 
permanecer  en  las  provincias  que  uno  y  otro  ha- 
bían conquistado,  profesaban  las  ciencias  físicas  y 
matemáticas,  las  buenas  letras,  la  agricultura  y 
las  artes  industriales:  los  judíos  que  vivieron  bajo 
la  dominación  de  aquellos  soberanos,  sobresalían 
en  el  estudio  de  la  medicina,  y  ejercitaban  el  co- 
mercio ,  que  aumenta  las  riquezas  y  las  comodi- 
dades de  las  naciones.  Los  vencidos  contribuye- 
ron á  suavizar  las  costumbres  de  los  vencedores. 
La  corte  de  Alfonso  X  de  Castilla  apadrinó  y  apro- 
vechó en  favor  de  las  ciencias  los  conocimientos  de 
los  sectarios  del  Talmud  y  del  Alcorán :  en  ella 
y  en  la  de  su  padre  el  rey  San  Fernando,  y  en 
la  de  su  hijo  y  sucesor  D.  Sancho  resonaron  ya 


HISTÓRICO.  1 1 

los  versos  de  los  trovadores  y  los  cantos  de  los  ju- 
glares, y  se  difundió  la  inclinación  á  los  estudios 
útiles  y  agradables.  No  estuvo  ya  ceñido  el  saber 
á  los  monasterios ,  adonde  lo  habia  retraído  en 
tiempos  feroces  el  estrepito  de  las  armas:  se  acer- 
có al  trono  de  los  príncipes;  y  e'stos  y  los  ricos- 
hombres,  y  los  caballeros  que  componían  la  cor- 
te, empezaron  á  gustar  de  los  adornos  del  enten- 
dimiento y  de  los  placeres  de  la  civilización  sin 
descrédito  del  valor. 

No  es  posible  fijar  la  e'poca  en  que  pasó  de 
Italia  a  España  el  uso  de  las  representaciones  sa- 
gradas ;  pero  si  se  considera  que  al  principio  del 
siglo  XIII  eran  ya  intolerables  los  abusos  que  se 
habían  introducido  en  ellas,  puede  suponerse  con 
mucha  probabilidad  que  ya  en  el  siglo  XI  se  em- 
pezarían á  conocer  en  nuestra  península. 

Cultivada  la  lengua  patria  con  felices  adelan- 
tamientos, hecha  ya  la  poesía  estudio  de  los  ecle- 
siásticos, de  los  caballeros  y  de  los  reyes,  sonan- 
do ya  en  los  templos,  en  los  palacios  y  en  los 
concursos  populares  las  harmonías  de  la  músi- 
ca, y  uniéndose  á  ella  muchas  veces  las  habili- 


12  DISCURSO 

dades  ríe  la  pantomima  y  la  saltación  ,  poco  era 
menester  para  que  llegaran  á  formarse  espectácu- 
los dramáticos,  que  son  el  resultado  de  todos  es- 
tos primores  juntos. 

Las  fiestas  eclesiásticas  fueron  en  efecto  las  que 
dieron  ocasión  á  nuestros  primeros  ensayos  en  el 
arte  escénica:  los  individuos  de  los  cabildos  fueron 
nuestros  primeros  actores  ,  el  ejemplo  de  Roma 
autorizaba  este  uso,  y  el  objelo  religioso  que  le 
motivó  disipaba  toda  sospecha  de  profanación  es- 
candalosa. En  aquellas  farsas  se  representaban  va- 
rias acciones  tomadas  del  antiguo  y  nuevo  Testa- 
mento, y  no  pocas  también  de  los  evangelios  apó- 
crifos. La  festividad  establecida  por  Urbano  IV  en 
bonor  de  la  sacrosanta  Eucaristía  se  extendió  á  to- 
da la  cristiandad  reinando  en  Castilla  Alfonso  X, 
y  esto  dió  motivo  á  otras  composiciones  teatrales, 
en  que  empezaron  á  introducirse  figuras  fantás- 
ticas ,  mezclándose  con  repugnante  unión  la  ale- 
goría y  la  historia. 

La  escasez  de  documentos  no  permite  dar  una 
idea  mas  individual  de  aquel  teatro ;  pero  resu- 
miendo cuanto  puede  colegirse  de  los  datos  que 


HISTÓRICO.  1 3 

existen  relativos  á  este  propósito ,  parece  seguro 
que  el  arte  dramática  empezó  en  España  duran- 
te el  siglo  XI:  que  se  aplicó  exclusivamente  á  so- 
lemnizar las  festividades  de  la  Iglesia  y  los  mis- 
terios de  la  Religión :  que  las  piezas  se  escribían 
en  castellano  y  en  verso :  que  se  representaban 
en  las  catedrales ,  adornadas  con  la  música  de  sus 
coros ,  y  que  los  actores  eran  clérigos ,  como 
también  los  poetas  que  las  componían. 

Alfonso  X,  conformándose  en  parte  con  lo  que 
Inocencio  III  había  dispuesto ,  indicó  (12)  á  los 
eclesiásticos  la  clase  de  piezas  en  que  podían  re- 
presentar lícitamente;  y  éstas,  ya  históricas,  ya 
alegóricas,  morales  ó  dogmáticas,  continuaron  por 
espacio  de  algunos  siglos,  basta  que  desterradas 
del  santuario  pasaron  á  los  teatros  públicos.  El 
mismo  Alfonso  X  (13)  declaró  infames  á  los  que 
ejecutaban  por  dinero  las  habilidades  pantomími- 
cas, las  de  bailar,  cantar  y  tafíer;  y  esta  pudo  ser 
entre  otras  la  causa  principal  de  que  tardase  tan 
largo  tiempo  en  pasar  el  arte  escénica  á  manos 
de  representantes  de  oficio ,  puesto  que  siendo 
entonces  una  diversión  puramente  sagrada  y  re- 


1  fx  DISCURSO 

ligiosa  ,  no  era  posible  fiar  su  desempeño  á  los 
que  se  hallaban  declarados  infames  por  la  ley. 

Sancho  IV  tenia  á  su  servicio  (14)  esta  clase 
de  gentes ,  juglares  ,  bufones  y  facedores  de  es- 
carnio ,  que  con  cantares  y  romances ,  diciendo 
agudezas,  sallando  y  tocando  instrumentos,  en- 
tretenían privadamente  á  la  familia  real. 

El  breve  reinado  de  aquel  monarca,  lleno  de 
turbulencias,  como  el  de  su  hijo  Fernando  IV, 
y  la  menor  edad  de  Alfonso  XI,  en  que  se  vio 
Castilla  agitada  de  parcialidades  y  discordias,  fue- 
ron épocas  no  favorables  para  el  progreso  de  las 
arles,  hijas  de  la  abundancia  y  la  paz;  pero  no 
se  interrumpieron  del  todo  los  estudios  filosófi- 
cos, la  erudición  y  las  buenas  letras. 

El  ilustre  D.  Juan  Manuel  (15),  nieto  de  Fer- 
nando III,  fue  un  distinguido  profesor  en  todas 
ellas,  al  paso  que  sus  victorias  le  acreditaron  de 
excelente  caudillo.  En  sus  obras  doctrinales  y  poe'- 
ticas  dejó  un  testimonio  de  su  extensa  literatura 
y  su  buen  gusto,  y  en  las  novelas  ó  cuentos  de 
que  se  compone  El  Conde  Lucanor ,  la  primera 
colección  de  este  ge'nero  que  se  vid  en  España, 


HISTÓRICO.  1 5 

anterior  sin  duda  al  Decameron  del  Bocacio,  aun- 
que en  el  me'rito  no  le  compita. 

Juan  Ruiz  (16),  Arcipreste  de  Hita,  floreció 
igualmente  en  el  reinado  de  Alfonso  XI,  y  aun- 
que no  escribió  ninguna  pieza  dramática,  imitó 
aquel  genero  en  sus  composiciones,  mezclando  en 
ellas  chistes,  cuentos,  descripciones  y  diálogos  có- 
micos que  le  fueron  geniales.  Este  y  los  demás 
trovadores  de  su  tiempo  usaban  ya  diferentes  com- 
binaciones y  medidas  de  versos  (17)  con  que  La- 
bia ido  enriquecie'nclose  nuestra  poesía,  al  paso 
que  la  música  llegó  también  á  adquirir  el  uso  de 
muchos  instrumentos  (18)  tomados  de  los  ára- 
bes, de  los  italianos  y  franceses. 

Entretanto  la  corte  de  los  reyes  de  Aragón 
disfrutaba  con  mas  segura  tranquilidad  de  las  com- 
posiciones de  sus  poetas  y  de  las  gracias  de  sus 
juglares.  En  la  coronación  de  Alfonso  IV  (19) 
año  de  1328  se  representaron,  cantaron  y  baila- 
ron por  el  infante  D.  Pedro,  conde  de  Ribagor- 
za  hermano  del  rey,  y  por  los  ricos-hombres, 
acompañados  de  algunos  juglares ,  varias  composi- 
ciones poéticas  escritas  por  el  mismo  infante.  De 


1 6  DISCURSO 

esta  noticia  se  deduce  que  la  profesión  de  los  ju- 
glares no  solo  se  hallaba  ya  muy  estimada,  sino  que 
había  adquirido  mayores  aumentos ,  puesto  que 
no  solo  tañían  ,  cantaban  y  bailaban  ,  sino  que 
también  declamaban  razonamientos  y  diálogos. 

Por  los  años  de  1  360  reinando  en  Castilla  el 
rey  D.  Pedro  se  empezaron  á  ver  ( ademas  de 
los  dramas  destinados  al  uso  de  las  iglesias)  algu- 
nas otras  composiciones  teatrales;  y  existe  una  que 
se  ha  creído  de  aquel  tiempo  (20),  en  que  su  au- 
tor supo  reunir  el  baile,  la  música  instrumental, 
la  declamación  y  el  canto.  El  argumento  de  esta 
pieza  inclina  á  sospechar  que  fuese  precisamente 
una  de  las  muchas  que  se  ejecutaban  en  el  tem- 
plo ,  y  en  este  caso  sería  la  mas  antigua  que  se 
conserva  de  aquella  clase. 

D.  Pedro  González  de  Mendoza,  que  apar- 
tándose de  la  obediencia  del  rey  D.  Pedro  siguió 
el  partido  de  D.  Henrique,  del  cual  fue  después 
mayordomo  mayor,  escribió  (21)  piezas  dramá- 
ticas imitando  las  del  teatro  latino,  y  adornán- 
dolas con  estrivillos  y  canciones  pastoriles.  Aten- 
dida la  calidad  del  autor,  puede  creerse  que  com- 


HISTÓRICO.  1 7 

pondría  tales  dramas  en  obsequio  del  rey  para 
privado  entretenimiento  del  palacio. 

Ya  por  este  tiempo ,  y  en  los  reinados  siguien- 
tes de  Juan  el  I  y  Enrique  III ,  ademas  de  la 
constante  lectura  de  los  trovadores  provenzales, 
que  era  común  en  España,  adquirieron  estima- 
ción entre  nosotros  (  22  )  los  célebres  italianos 
Güido  Cavalcanti,  Dante  Aligberi,  Ciño  de  Pis- 
toya ,  y  el  príncipe  de  sus  poetas  líricos  Francis- 
co Petrarca.  Hallaron  sus  obras  en  Castilla  un 
aprecio  particular ,  y  comparándolas  con  las  de 
los  trovadores  antiguos ,  vieron  en  estas  mas  ele- 
vación de  ingenio,  mas  oportuna  erudición,  mas 
cultura  en  la  frase  poética,  y  una  versificación 
mas  variada  y  mas  capaz  de  prestarse  á  las  com- 
binaciones de  la  harmonía.  El  gusto  poético  de 
los  árabes  y  el  conocimiento  de  sus  costumbres 
(que  dieron  origen  á  mucbas  nuestras)  mantu- 
vieron y  perfeccionaron  los  romances  históricos 
ó  amorosos  (23) ,  los  cuales ,  sujetos  del  princi- 
pio al  fin  á  un  solo  consonante ,  se  libertaron 
después  de  esta  enfadosa  monotonía,  y  produje- 
ron el  asonante,  cadencia  peculiar  de  los  españo- 

Tomo  I.  2 


1 8  DISCURSO 
les.  No  puede  asegurarse  si  la  poesía  tealral,  que 
entonces  permanecía  exclusivamente  en  manos  de 
los  eclesiásticos,  adquirió  mayor  perfección  á  vis- 
ta de  los  adelantamientos  que  se  verificaron  en 
el  ge'nero  lírico,  puesto  que  no  nos  queda  pie- 
za ninguna  represcntable  de  aquel  tiempo  para 
juzgar  su  mérito ,  ni  compararla  con  otras  an- 
teriores. 

Al  reinado  de  Enrique  III  siguió  la  menor 
edad  de  Juan  el  II,  durante  la  cual  su  tio  y  tu- 
tor el  infante  D.  Fernando  acreditó  su  consuma- 
da prudencia  en  el  gobierno,  igualmente  que  su 
valor  y  sus  conocimientos  militares.  Sostuvo  el  tro- 
no de  Castilla  quebrantando  el  poder  de  los  mo- 
ros granadinos,  y  reprimiendo  en  el  palacio  las 
maquinaciones  de  la  ambición  y  de  la  envidia.  Sus 
prendas  le  hicieron  digno  de  la  corona  de  Ara- 
gón, que  en  competencia  de  otros  príncipes  le 
adjudicó  el  voto  unánime  de  nueve  electores  (en- 
tre ellos  el  insigne  orador  cristiano  San  Vicente 
Ferrer),  y  en  el  aíío  de  1414  se  coronó  en  Za- 
ragoza con  pompa  magnífica.  Acudió  á  esta  so- 
lemnidad no  solo  la  nobleza  de  aquellos  reinos 


HISTÓRICO.  1 9 

sino  también  la  mayor  parte  de  los  grandes  de 
Castilla.  Fueron  muy  singulares  las  fiestas  que  se 
hicieron  en  tal  ocasión;  y  el  celebre  D.  Enrique 
de  Aragón,  marques  de  Villena,  compuso  (§4) 
una  comedia  alegórica,  que  se  representó  delan- 
te del  rey,  de  la  reina  y  de  aquella  corte  bri- 
llante. 

Desde  entonces  la  etiqueta  del  palacio,  los  usos 
cortesanos,  los  trages,  las  diversiones,  la  lengua, 
la  literatura  y  la  poesía  castellana  acabaron  de  na- 
turalizarse en  la  capital  de  Aragón ,  y  por  con- 
siguiente decayeron  de  su  antiguo  esplendor  el 
gusto  y  cultura  del  idioma  lemosino,  en  que  los 
catalanes  y  valencianos  habían  adquirido  tan  me- 
recida celebridad. 

El  reinado  de  Juan  el  II ,  que  duró  cerca  de 
medio  siglo,  fue  muy  favorable  al  progreso  de 
las  buenas  letras,  cultivadas  en  prosa  y  verso  por 
autores  muy  instruidos,  dotados  de  un  juicio  rec- 
to y  de  una  fecunda  imaginación.  Entre  los  mu- 
chos de  aquel  tiempo  se  distinguió  nuestro  Enio 
cordobés  Juan  de  Mena,  que  no  hallando  sufi- 
ciente el  idioma  patrio  para  la  elevación  de  sus 


20  DISCURSO 

conceptos,  supo  enriquecerle  y  añadirle  sonori- 
dad y  robustez,  atreviéndose  á  adoptar  nuevos 
modos  y  palabras  latinas,  que  han  permanecido 
en  nuestra  dicción  poética,  y  cuyo  uso  siempre 
será  laudable ,  si  saben  evitarse  los  extremos  in- 
mediatos de  la  obscuridad  y  la  afectación. 

Fueron  émulos  de  su  gloria  el  ya  citado  mar- 
ques de  Villena  y  D.  Iñigo  López  de  Mendoza, 
marques  de  Sanl ¡llana,  sin  otros  muebos  que  se- 
ría ocioso  referir.  El  rey  hacia  versos,  los  bacía 
su  gran  privado  D.  Alvaro  de  Luna ,  condestable 
de  Castilla ;  los  mas  ilustres  personages  de  aque- 
lla edad  eran  trovadores  (25).  En  medio  de  las 
turbulencias  políticas  que  agitaron  el  reinado  de 
aquel  monarca,  los  torneos,  los  pasos  honrosos, 
las  justas,  banquetes,  danzas,  músicas  y  juguetes 
cómicos  alegraban  la  corte  ,  distraían  de  sus  mi- 
serias al  pueblo,  que  admiraba  atónito  las  galas, 
la  riqueza ,  el  buen  gusto  ,  la  bizarría  y  el  va- 
lor de  los  que  tan  mal  le  gobernaban.  D.  Alvaro 
de  Luna,  buen  caballero  en  el  campo  y  en  la 
tela,  temido  de  sus  émulos  por  su  extremo  po- 
derío, la  constancia  de  su  fortuna  y  la  energía 


HISTÓRICO.  2 1 

de  su  carácter ,  gralo  á  las  damas  por  su  gallar- 
da presencia,  su  donaire  natural,  su  cortesanía  y 
su  discreción  ,  en  tanto  que  reunia  en  sí  toda  la 
autoridad  que  abandonaba  su  rey  indolente ,  sa- 
bia entretenerle  y  apartarle  de  sus  obligaciones 
con  espectáculos  ingeniosos  y  magníficos ,  dignos 
ya  de  la  cultura  de  aquellos  tiempos. 

En  el  año  de  \  436  se  vieron  en  Soria  el  rey 
D.  Juan  y  su  hermana  la  reina  de  Aragón:  hubo 
grandes  fiestas  (§6) ,  y  los  juglares  y  remeda- 
dores entretuvieron  á  la  corte  con  música  ,  bai- 
les y  acciones  cómicas. 

En  el  de  1440  D.  Pedro  de  Vclasco,  con- 
de de  Haro,  el  marques  de  Santillana  (§7)  ,  y 
D.  Alonso  de  Cartagena,  obispo  de  Burgos,  fue- 
ron á  Logroño  á  recibir  y  acompañar  á  la  infan- 
ta Doña  Blanca  ,  esposa  del  príncipe  D.  Enri- 
que, y  á  su  madre  la  reina  de  Navarra.  El  con- 
de de  Haro,  entre  varias  diversiones  que  dispu- 
so en  Briviesca  para  obsequiar  á  aquellas  seño- 
ras, tuvo  fiestas  de  toros,  juegos  de  cañas,  dan- 
zas y  representaciones  teatrales  (28). 

Enrique  IV  heredó  con  el  reino  la  incapa- 


§2  DISCURSO 
cídad  de  gobernarle.  Entendía  muy  bien  el  latín, 
guslaba  mucho  de  leer,  de  tocar  el  laúd  y  can- 
tar ;  tenía  á  su  servicio  excelentes  músicos  de  ins- 
trumento y  de  voz  que  asistían  á  su  capilla  pri- 
vada, en  donde  pasaba  mucho  tiempo  oyendo  las 
horas  canónicas.  Lo  restante  de  su  vida  se  enl re- 
tenia en  el  monte:  fue  gran  cazador,  y  mientras 
perseguía  las  fieras  en  los  bosques  del  Pardo  y 
de  Balsaín ,  los  grandes  se  apoderaban  de  su  au- 
toridad y  de  sus  tesoros,  allanaban  sus  alcázares, 
se  le  alzaban  con  las  fortalezas,  alborotaban  las 
ciudades  y  mantenían  en  todo  el  reino  la  anar- 
quía mas  espantosa.  Si  algunas  fiestas  permitió  á 
la  corte  el  genio  melancólico  del  rey  en  los  pri- 
meros anos  de  su  administración ,  fueron  solo  al- 
gunas danzas  en  palacio,  y  algunas  justas  y  ejer- 
cicios de  caballería,  como  los  que  dió  en  el  ca- 
mino del  Pardo  D.  Bel  Irán  de  la  Cueva.  Las  ha- 
bilidades mímicas,  que  en  tiempo  de  D.  Juan 
el  II  habían  sido  estimadas ,  en  el  de  su  hijo  de- 
cayeron considerablemente ,  y  hasta  el  nombre 
de  juglar  se  fue  olvidando  en  el  lenguaje  común. 
La  conducta  libre  de  la  reina ,  los  escanda- 


HISTÓRICO.  23 

los  del  palacio,  la  impotencia  física  y  moral  del 
rey  dieron  ocasión  al  atrevimiento  de  muchos  pre- 
lados, grandes  y  caballeros  para  declararle  despo- 
seído de  la  corona,  eligiendo  en  su  lugar  al  in- 
fante D.  Alfonso ,  cuya  temprana  muerte  dejó  á 
su  hermana  Dona  Isabel  la  esperanza  y  el  deseo 
de  reinar.  Entre  los  que  solicilaron  su  mano  eli- 
gió á  D.  Fernando,  príncipe  de  Aragón,  con  el 
cual  se  casó  sin  noticia  del  rey  D.  Enrique  en 
el  año  de  1 469.  Viniendo  D.  Fernando  á  Casti- 
lla ocultamente  para  celebrar  su  desposorio,  le 
hospedó  en  su  casa  el  conde  de  Ureña,  hacien- 
do representar  en  su  obsequio  una  comedia ,  de 
la  cual  se  ignoran  todavía  el  autor  y  el  título  (29). 

Los  males  políticos  siguieron  aumentándose 
durante  los  últimos  años  de  Enrique  IV,  y  una 
de  las  consecuencias  que  produjeron  fue  la  ig- 
norancia que  se  extendió  á  todas  las  clases  del 
estado.  Entre  el  corto  número  de  escritores  que 
florecieron  en  aquella  edad  funesta  á  las  letras, 
se  distinguió  Rodrigo  de  Cota,  autor  de  un  Diá- 
logo entre  el  amor  y  un  viejo  (30),  pieza  reprc- 
sentable,  escrita  con  gracia  y  elegancia:  también 


24  DISCURSO 

compuso  un  diálogo  pastoril  entre  Mingo  Repul- 
go y  Gil  Arríbalo  ,  en  que  pintó  con  una  ale- 
goría bien  sostenida  los  desórdenes  y  calamidades 
de  su  tiempo. 

Los  eclesiásticos  vivían  en  la  mas  crasa  igno- 
rancia y  en  la  corrupción  de  costumbres  mas  es- 
candalosa ,  como  se  infiere  por  los  decretos  del 
concilio  que  mandó  celebrar  en  Aranda  en  el  ano 
de  1473  D.  Alfonso  Carrillo,  arzobispo  de  Tole- 
do. Alli  se  trató  de  mejorar  la  disciplina  y  los  es- 
tudios del  clero  español ,  y  entre  otras  cosas  se 
probibió  (31  )  á  los  clérigos  de  las  catedrales  y 
demás  iglesias  que  celebrasen  ni  permitiesen  en 
las  fiestas  de  Navidad,  de  San  Esteban,  San  Juan, 
Santos  Inocentes  y  misas  nuevas  las  diversiones 
escénicas  en  que  intervenían  máscaras ,  figuras 
monstruosas,  coplas  indecentes,  bufonadas  y  otros 
desórdenes  indignos  de  la  magestad  del  templo, 
que  basta  entonces  se  habían  acostumbrado,  per- 
mitiendo no  obstante  que  continuasen  las  repre- 
sentaciones sagradas  y  bonestas,  que  fuesen  á  pro- 
pósito para  excitar  la  devoción  de  los  fieles. 

El  reinado  de  los  reyes  Católicos  dió  princi- 


HISTÓRICO.  25 

pío  á  una  época  mas  feliz  para  la  monarquía.  La 
autoridad  real ,  única ,  vigilante  y  justa  aseguró 
la  paz  interior  del  Estado ,  ya  reprimiendo  las 
violencias  de  tantos  ilustres  tiranos  que  le  tenían 
sacrificado  á  su  ambición  y  á  sus  venganzas,  ya 
reduciendo  á  moderados  límites  la  libertad  del 
pueblo,  que  solo  es  feliz  en  la  obediencia  de  las 
leyes.  En  vano  el  rey  de  Portugal  quiso  apoyar 
con  las  armas  los  dudosos  derechos  de  la  infanta 
Dona  Juana  su  sobrina:  la  suerte  de  la  guerra, 
que  da  y  quita  los  imperios,  aseguró  el  cetro  á 
Isabel  y  Fernando. 

El  zelo  de  la  Religión  hizo  á  estos  príncipes 
emprender  la  conquista  del  reino  de  Granada:  di- 
fícil empeño ,  que  necesitó  diez  anos  de  fatigas  y 
de  combates,  hasta  que  vencida  la  obstinada  re- 
sistencia de  sus  enemigos,  acabaron  dichosamen- 
te en  las  torres  del  Alhambra  la  recuperación  que 
Pelayo  empezó  en  Cobadonga.  Grande  y  pode- 
rosa la  nación  bajo  su  gobierno ,  dilatados  sus  do- 
minios, y  abierto  el  paso  por  el  mar  á  las  desco- 
nocidas regiones  de  Occidente,  empezó  á  disfru- 
tar los  beneficios  que  traen  consigo  el  estudio  de 


26  DISCURSO 

las  letras  y  de  las  artes,  la  agricultura,  la  indus- 
tria, la  navegación  y  el  comercio. 

En  este  tiempo  dándose  á  conocer  Juan  de  la 
Encina  (32)  con  sus  composiciones  dramáticas, 
mereció  la  asistencia  y  el  aplauso  de  la  corte,  que 
admiró  en  aquellas  fábulas  (aunque  demasiada- 
mente sencillas)  buen  lenguaje,  gracia  natural  y 
versificación  sonora.  Estas  privadas  diversiones,  y 
otras  hechas  á  su  imitación  pasaron  al  pueblo, 
que  desde  entonces  empezó  á  ver  cómicos  de  ofi- 
cio dedicados  á  representar  pequeños  dramas  de 
tres  ó  cuatro  personages,  desempeñando  algunos 
muchachos  los  papeles  de  muger. 

Fue  contemporáneo  de  Juan  de  la  Encina  el 
célebre  Fernando  de  Rojas ,  continuador  de  la 
novela  dramática  intitulada  Celestina  (33),  en  la 
cual  añadió  veinte  actos  al  primero  que  halló  es- 
crito ya  por  autor  no  conocido.  Juan  de  la  En- 
cina en  sus  composiciones  represen tables  sirvió 
de  ejemplo  á  los  que  le  siguieron  y  aventajaron 
después,  cultivando  la  dramática  en  verso;  y  Ro- 
jas ,  aunque  no  hizo  su  obra  para  el  teatro ,  dejó 
en  ella  tan  excelente  diálogo  en  prosa,  que  ha- 


HISTÓRICO.  §7 
biéndole  imitado  muchos ,  fueron  muy  pocos  los 
que  llegaron  á  igualarle.  Con  estos  felices  ensa- 
yos en  el  ge'nero  esce'nico  acabó  el  siglo  XV. 

La  invención  de  la  imprenta,  destinada  á  fi- 
jar y  propagar  verdades  útiles  á  los  hombres,  di- 
fundía ya  por  todas  partes  sus  artífices  á  prin- 
cipios del  siglo  XVI.  Italia,  siempre  maestra  del 
saber,  cultivaba  las  letras  con  éxito  feliz,  buscan- 
do los  ejemplares  de  perfección  en  las  obras  clá- 
sicas de  la  antigüedad ,  imprimie'ndolas ,  tradu- 
ciéndolas é  imitándolas.  La  historia,  la  elocuen- 
cia, la  poesía,  la  erudición  y  todas  las  artes  del 
diseño  empezaron  á  florecer  en  grado  eminente. 
Venecia,  Milán,  Ferrara,  Florencia,  Roma  y  Ña- 
póles eran  las  capitales  mas  cultas  de  Europa  en 
aquella  sazón.  La  plausible  ocupación  de  los  Me- 
diéis, y  el  pontificado  de  León  X,  renovaron  en 
Italia  la  edad  de  Feríeles  y  de  Augusto. 

A  este  tiempo  nuestros  ejércitos  acaudillados 
por  el  que  mereció  el  nombre  de  Gran  Capitán 
aseguraban  la  posesión  de  INápoles,  y  nuestra  in- 
fluencia sobre  todos  los  estados  de  aquella  nación. 
En  vano  el  poder  de  Francia  quiso  oponerse  á  la 


28  DISCURSO 
fortuna  de  nuestras  armas  :  unas  victorias  eran 
presagio  de  otras  mayores:  la  derrota  del  Care- 
liano y  la  rendición  de  Gaeta  anunciaban  para 
después  la  prisión  de  un  rey,  y  el  saqueo  espan- 
toso de  Roma. 

La  comunicación  con  los  italianos  propagó, 
mejoró  y  amenizó  nuestros  estudios-;  y  como  el 
agreste  Lacio  se  había  ilustrado  muchos  siglos 
antes  con  las  artes  y  literatura  de  la  Grecia  ven- 
cida ,  asi  España  supo  aprovecharse  en  igual  oca- 
sión de  las  cjue  halló  tan  florecientes  en  los  paí- 
ses que  sujetaba  á  su  gobierno. 

Tuvo  gran  parte  en  esta  revolución  el  talen- 
to creador  de  Cisneros ,  ayudado  de  la  instruc- 
ción que  había  adquirido  en  sus  viages  y  de  la 
extraordinaria  fortaleza  de  su  carácter,  prenda 
necesaria  para  ilustrar  y  gobernar  á  los  hombres. 
A  principios  del  siglo  XVI  se  erigia  bajo  sus  aus- 
picios la  célebre  universidad  complutense,  y  en 
ella  y  en  las  demás  del  reino  empezaron  á  dis- 
tinguirse muchos  profesores  en  todas  facultades, 
que  sobre  el  conocimiento  de  las  lenguas  sabias 
y  de  una  selecta  erudición,  enseñaron  ciencias  no 


HISTÓRICO.  29 

conocidas  en  España  hasta  aquella  época,  ó  me- 
joraron el  me'todo  y  la  doctrina  de  las  que  antes 
se  enseñaban  mal.  A  los  esfuerzos  de  aquel  gran 
ministro  debieron  sus  adelantamientos  las  letras 
sagradas,  la  jurisprudencia,  la  medicina,  las  hu- 
manidades, la  historia,  las  lenguas  doctas,  la  gra- 
mática y  la  crítica  ,  aunque  no  todos  estos  estudios 
pudieron  prosperar  igualmente ,  porque  no  en  to- 
dos se  adquirían  iguales  recompensas. 

Francisco  de  Villalobos  (34),  erudito  médi- 
co y  buen  prosista ,  dio  á  conocer  el  Anfitrión 
de  Plauto  con  la  traducción  que  publicó  de  aque- 
lla comedia  en  el  año  de  1515. 

Bartolomé  de  Torres  JNaharro  (35),  que  vi- 
ría  en  Italia  por  entonces,  compuso  ocho  come- 
dias en  que  manifestó  mucho  conocimiento  de  su 
lengua ,  facilidad  en  la  versificación  ,  y  talento  dra- 
mático. Apartándose  de  la  manera  tímida  de  com- 
poner que  Juan  de  la  Encina  habia  seguido,  dió 
á  sus  coinedias  mayor  interés  y  extensión ;  las  di- 
vidió en  cinco  jornadas ,  aumentó  el  número  de 
los  personages,  y  pintó  en  ellos  caracteres  y  afec- 
tos convenientes  á  la  fábula ,  adelantó  el  artificio 


30  DISCURSO 

<lc  la  composición,  y  sujetó  algunas  de  sus  pie- 
zas á  las  unidades  de  acción ,  lugar  y  tiempo. 
Representadas  e'  impresas  en  Italia  pasaron  á  Es- 
paña ,  en  donde  sucesivamente  impresas  y  pro- 
hibidas, y  vueltas  á  imprimir  (según  el  influjo 
de  las  circunstancias)  sirvieron  de  estudio  á  los 
que  entonces  se  aplicaron  á  cultivar  la  poesía 
cómica. 

Vasco  Díaz  Tanco  (  36 )  escribió  tres  trage- 
dias (las  primeras  que  se  hicieron  en  España)  to- 
mando sus  argumentos  de  la  historia  sagrada,  las 
cuales  no  han  llegado  á  nosotros. 

Las  graciosas  comedias  (37)  que  Cristóbal  de 
Castillejo  empezó  á  componer  poco  después,  fue- 
ron recibidas  con  mucho  aplauso.  Puede  consi- 
derarse este  poeta  como  el  último  y  acaso  el  me- 
jor de  la  antigua  lírica  española ,  y  en  el  géne- 
ro cómico  el  mas  digno  sucesor  de  Torres  ISa- 
harro.  Fecunda  imaginación,  conocimiento  de  cos- 
tumbres, recto  juicio,  agudeza  satírica ,  expresión 
clara,  versificación  suave,  tales  prendas  hicieron 
estimables  sus  fábulas  cómicas ,  al  mismo  tiempo 
que  las  personas  honestas  las  desaprobaron  por 


HISTÓRICO.  3 1 

su  falta  de  moralidad  y  desenvoltura  de  sus  per- 
sonages  y  situaciones. 

En  el  ano  de  1527  se  celebró  en  Valladolid 
con  la  representación  de  algunos  autos  el  bau- 
tismo de  Felipe  II.  Estos  cortos  dramas,  repre- 
sentados en  las  calles  y  sitios  públicos ,  los  des- 
empeñaban los  cómicos,  que  ya  en  aquel  tiempo 
componían  su  caudal  indistintamente  de  piezas 
sagradas  y  profanas ,  aplicándolas  según  la  oca- 
sión lo  requería. 

Fernán  Pérez  de  Oliva  (38)  tradujo  en  prosa 
el  Anfitrión  de  Plauto,  la  Electro,  de  Sófocles,  y 
la  He'cuba  de  Eurípides.  Su  talento  era  mas  á  pro- 
pósito para  la  gravedad  de  la  tragedia  que  para  los 
chistes  y  ligereza  cómica;  y  asi  es  que  aunque  la 
versión  que  hizo  de  Plauto  es  inferior  á  la  de  Vi- 
llalobos, en  las  dos  tragedias  elevó  la  prosa  castella- 
na á  tanto  decoro  y  robustez ,  que  pudiera  haber 
servido  de  ejemplar  á  los  que  hubiesen  querido 
poner  en  la  escena  argumentos  heroicos ,  pero  no 
tuvo  imitadores.  Estas  piezas  nunca  se  representa- 
ron, y  cuando  llegaron  á  imprimirse,  el  mal  gus- 
to era  ya  general  y  dominante  en  nuestro  teatro. 


32  DISCURSO 

Estos  fueron  los  autores  mas  distinguidos  que 
cultivaron  en  España  la  poesía  escénica  antes  del 
año  de  1540;  pero  no  es  posible  pasar  de  esta 
época  sin  hablar  de  las  causas  que  empezaron  á 
motivar  su  corrupción.  Las  principales  fueron  fal- 
ta de  estímulos  y  recompensa  en  favor  de  los  que 
aplicaban  su  talento  á  este  difícil  género  ;  deci- 
dida afición  á  todo  lo  maravilloso ,  efecto  inme- 
diato de  la  común  lectura  de  los  libros  caballe- 
rescos ;  espíritu  de  mal  entendida  devoción  que 
profanó  los  sagrados  misterios  de  la  fé ,  hacién- 
dolos asunto  de  las  representaciones  histriónicas; 
abusos  de  la  autoridad  censoria. 

Las  universidades  de  España  (39)  aunque  rec- 
tificaron y  amenizaron  sus  estudios,  no  alteraron 
su  organización  antigua  ;  y  en  aquellas  escuelas 
generales  en  que  la  juventud  debió  hallar  ense- 
ñanza elemental  de  todas  las  ciencias,  solo  se  en- 
señaron la  teología,  los  cánones,  la  jurispruden- 
cia y  la  medicina.  Be  estas  facultades  las  tres  pri- 
meras obtuvieron  la  preferencia :  para  ellas  se  es- 
tablecieron colegios  magníficos,  para  ellas  se  guar- 
daron las  mas  altas  dignidades  del  Estado:  la  ul- 


HISTÓRICO.  33 
tima ,  poco  estimada  de  los  que  se  dedicaban  á 
las  otras,  existia  en  razón  de  la  importancia  que 
le  ha  dado  en  todos  tiempos  el  miedo  de  morir; 
pero  el  profesor  mas  eminente  en  ella  no  podia 
aspirar  jamas  ni  al  premio,  ni  al  honor  que  ob- 
tenían un  teólogo,  un  canonista  ó  un  juriscon- 
sulto. Las  demás  ciencias  se  consideraban  como 
auxiliares  ó  secundarias  ,  y  por  consiguiente  ni 
el  estudio  de  las  lenguas ,  ni  la  erudición  histó- 
rica,  ni  la  filosofía  moral,  ni  la  oratoria,  ni  la 
poética ,  ni  la  amena  literatura  obtenían  otra  re- 
compensa que  la  de  facilitar  á  sus  profesores  una 
cátedra  en  que  poder  ensenarlas ;  y  si  estas  que 
servían  mas  inmediatamente  á  las  facultades  pri- 
vilegiadas merecían  tan  escasos  premios ,  ¿  cuál  se- 
ría el  que  se  destinase  á  las  ciencias  naturales  y 
exactas?  ¿y  cuáles  podían  ser  los  progresos  del 
teatro?  ¿ni  quién  habia  de  aplicarse  á  un  estudio 
tan  difícil ,  tan  apartado  de  las  sendas  de  la  for- 
tuna ,  si  desatendido  de  las  clases  mas  elevadas ,  y 
menospreciado  de  los  que  se  llamaban  doctos,  era 
solo  el  vulgo  el  que  debia  premiar  y  aplaudir  sus 
aciertos  ? 

Tomo  I.  3 


34  DISCURSO 

En  otra  edad  habían  merecido  las  rudas  pro- 
ducciones de  nuestra  dramática  mas  favorable  aco- 
gimiento: los  mas  esclarecidos  pcrsonages  la  pro- 
tegieron y  la  cultivaron ,  siendo  igualmente  es- 
timada en  los  palacios  y  en  los  templos  ;  pero 
aquella  época  había  pasado  ya.  Fernando  el  Ca- 
tólico, cuyo  desabrido  carácter  habían  hecho  mas 
melancólico  la  vejez  y  las  dolencias,  nunca  unió 
las  prendas  de  literato  ni  estudioso  á  las  que  tu- 
vo de  buen  caballero,  de  político  y  prudente  rey. 
Germana  de  Fox,  extrangera  á  nuestra  lengua  y 
nuestras  costumbres,  no  era  la  protectora  que 
mas  convenia  para  fomentar  el  teatro.  Felipe  I  y 
toda  su  corte,  venidos  de  Flandes  para  introdu- 
cir en  el  palacio  desconocidas  etiquetas  y  cere- 
monias, hecho  esto,  no  hicieron  mas;  ni  la  tem- 
prana muerte  de  aquel  soberano  permitió  otra 
cosa.  Carlos  V  viajando  (40)  y  guerreando  mien- 
tras reinó  ,  flamenco  ,  y  rodeado  de  flamencos  que 
se  disputaron  con  escandalosa  codicia  las  dignida- 
des y  los  tesoros  de  la  nación ,  ni  contribuyó  al 
esplendor  de  nuest  ro  teatro ,  ni  supo  conocer- 
le :  su  corte  ambulante  y  guerrera  imitaba  las 


HISTÓRICO.  35 

inclinaciones  del  monarca.  Los  tumultos  y  discor- 
dia civil  que  alteraron  las  provincias  en  los  pri- 
meros años  de  su  gobierno,  fueron  incidentes 
poco  favorables  á  los  progresos  de  la  escena  es- 
pañola. 

Los  libros  de  caballerías  que  empezaron  á  co- 
nocerse en  Europa  hacia  el  siglo  XI,  se  exten- 
dieron por  toda  ella ,  y  entretuvieron  el  ocio  de 
los  que  gustaban  de  leer:  apasionados  de  todo  lo 
grande  y  extraordinario ,  suplieron  con  ellos  el 
abandono  de  la  historia.  En  España  imitando  lo 
que  se  habia  escrito  fuera  de  ella,  se  compuso  el 
libro  de  Amadis  de  Gaula  acaso  hacia  la  mitad 
del  siglo  XIV,  y  después  de  él  otros  del  mismo 
ge'nero  aunque  menos  ingeniosos  no  por  eso  me- 
nos desatinados.  Su  crecido  volumen ,  el  coste 
excesivo  de  las  copias  manuscritas  (41),  y  por 
consiguiente  la  escasez  de  sus  ejemplares  man- 
tuvieron escondida  esta  perjudicial  erudición  en 
las  bibliotecas  privadas  de  los  reyes  y  de  los  gran- 
des señores,  y  no  pasaron  á  manos  del  pueblo, 
ni  pudo  hacerse  general  su  lectura  hasta  que  la 
imprenta  economizando  el  tiempo  y  el  coste ,  ha- 


36  DISCURSO 
lió  el  secreto  de  multiplicar  prodigiosamente  los 
escritos  en  copias  ide'nticas.  La  primera  obra  de 
esta  clase  que  se  imprimió  en  España  fue  la  cita- 
da historia  de  Amadis ,  como  la  mas  celebre  de 
todas  ellas  entre  nosotros,  y  antes  de  acabarse  el 
siglo  XV  era  ya  la  común  lectura  del  pueblo. 

En  el  siguiente  se  dieron  muchos  á  imitar 
aquel  genero  de  ficción  y  aquel  estilo  ;  y  como 
apartándose  de  la  verdad  de  la  naturaleza,  en- 
cuentra la  fantasía  espacios  inmensos  en  que  per- 
derse, fue  tal  la  abundancia  de  libros  caballeres- 
cos publicados  en  aquella  centuria  (42),  que  ellos 
solos  compondrían  hoy  una  numerosa  biblioteca, 
si  la  pluma  del  mas  excelente  de  nuestros  nove- 
listas no  hubiera  acelerado  su  exterminio,  deján- 
donos solo  la  memoria  de  que  existieron.  Ellos 
depravaron  el  gusto  de  la  multitud,  presentán- 
dole ficciones  brillantes  y  maravillosas ,  otro  or- 
den físico  y  moral  diferente  de  todo  lo  que  exis- 
te, otro  universo  y  otros  hombres.  Hacinaron 
prodigios  para  exaltar  la  fantasía,  enredaron  las 
fábulas  con  artificiosa  complicación  de  incidentes 
para  sostener  en  movimiento  la  curiosidad,  y  pin- 


HISTÓRICO.  37 

taron  afectos  heroicos  ó  tiernos  para  interesar  el 
corazón.  Damas  hermosísimas,  príncipes,  reyes  y 
emperadores:  ausencias,  zelos,  placeres  de  amor, 
torneos,  divisas,  conquistas,  empresas  temerarias, 
fatigas  sobrehumanas,  torres  de  bronce,  palacios 
de  cristal ,  lagos  hirvientes  ,  desiertos  hórridos , 
islas  nadantes,  carros  aéreos  ,  hechiceros,  fadas, 
genios,  monstruos,  enanos,  gigantes,  dragones, 
hipogrifos ;  todo  esto  fue  materia  de  aquellos  li- 
bros que  llamaron  historias.  ¿  Cómo  el  pueblo 
acostumbrado  á  ellas  sabría  contentarse  en  el  tea- 
tro con  una  ficción  verosímil ,  imitada  de  la  vida 
dome'stica,  animada  con  la  expresión  de  los  carac- 
teres y  afectos  comunes,  complicada  por  medios 
naturales,  desenlazada  con  imprevista  y  fácil  so- 
lución, y  toda  ella  ingeniosamente  dispuesta  para 
ensenar  al  auditorio  verdades  útiles,  inspirándo- 
le horror  al  vicio  y  amor  á  la  virtud?  Ni  el  ar- 
te se  hallaba  tan  adelantado  que  pudieran  espe- 
rarse muchas  obras  dramáticas  con  estos  requi- 
sitos, ni  el  concurso  que  había  de  oírlas  (acos- 
tumbrado en  los  libros  caballerescos  á  invencio- 
nes mas  seductoras)  era  ya  capaz  de  percibir  y 


38  DISCURSO 

eslimar  el  mérito  de  una  pieza  teatral  bien  es- 
crita. Asi  fue  que  apenas  se  empezó  á  cultivar  la 
poesía  escénica,  los  mismos  que  la  adelantaron 
contribuyeron  á  corromperla ,  mezclando  en  sus 
composiciones  personages  é  incidentes  exagerados, 
fantásticos,  imposibles;  y  este  error  propagado  de 
unos  en  otros,  y  alentado  por  el  aplauso  que  re- 
cibía, inutilizó  en  adelante  las  prendas  del  inge- 
nio y  atropello  los  buenos  principios  de  la  fic- 
ción dramática,  cuyo  objeto  es  la  imitación  de  lo 
que  existe,  de  lo  que  ha  existido,  de  lo  que  pue- 
de existir  entre  los  hombres. 

A  las  maravillas  del  género  romancesco  se 
añadieron  las  que  son  inherentes  á  la  Religión; 
y  como  sus  misterios  iban  desterrándose  de  los 
espectáculos  que  el  pueblo  acostumbraba  á  ver 
en  las  iglesias,  fácilmente  pasaron  á  los  tablados 
públicos  ,  y  abrieron  nueva  senda  á  los  poetas 
para  excitar  la  admiración  con  dramas  sagrados, 
en  que  la  creencia  común  hacía  verosímiles  los 
prodigios,  y  el  total  abandono  del  arte  asegura- 
ba los  aplausos.  De  aqui  resultó  la  multitud  de 
comedias  de  santos  y  de  autos  sacramentales  ó 


HISTÓRICO.  39 

natalicios  (43),  que  por  tanto  tiempo  alimenta- 
ron la  equívoca  devoción  del  vulgo,  haciendo  ca- 
da vez  mas  difícil  la  reforma  de  nuestro  teatro. 

La  poesía  lírica  no  sujeta  á  la  censura  de  la 
plebe,  libre  en  sus  argumentos,  bija  de  la  fan- 
tasía ,  inte'rprete  de  los  propios  afectos  ,  emula 
de  los  mas  calificados  originales,  llegó  en  la  plu- 
ma de  Garcilaso  y  de  los  que  le  siguieron  á  un 
alto  punto  de  belleza ,  que  desde  el  dulce  lamen- 
tar de  Salicio  y  Nemoroso  hasta  las  sanias  ceremo- 
nias pías  de  Lupercio,  la  profecía  del  Tajo  de 
Luis  de  León,  y  la  victoria  de  Lepanto  celebra- 
da por  Hernando  de  Herrera ,  produjo  admira- 
bles obras;  pero  tanto  distan  entre  sí  los  gene- 
ros  poéticos,  eme  lo  que  en  uno  es  perfección,  es 
desacierto  en  otro.  El  uso  de  la  pompa  épica  y  de 
los  raptos  y  harmonía  lírica  mal  aplicados  á  las 
ficciones  del  teatro  contribuyeron  á  descaminar 
el  gusto.  La  destemplada  imaginación  de  los  que 
pusieron  en  la  escena  argumentos  y  personages 
ni  históricos  ni  posibles,  mezcló  todos  los  estilos, 
y  adoptó  locuciones  tan  distantes  de  la  verdad, 
que  la  tragedia  y  la  comedia  á  fuerza  de  peregri- 


40  DISCURSO 

nos  adornos  perdieron  aquella  decorosa  sencillez 
que  debe  caracterizarlas. 

Las  nuevas  doctrinas  que  separaron  de  la  co- 
munión católica  una  gran  parte  de  Europa,  y  el 
recelo  de  que  su  introducción  produjese  iguales 
males  y  escándalos  en  España  dieron  ocasión  á 
precauciones  extraordinarias,  eme  quizá  no  se  hu- 
bieran tomado  sin  esta  causa,  imponiendo  restric- 
ciones á  los  ingenios  y  á  la  libertad  de  impri- 
mir ,  y  conteniendo  en  estrechos  límites  las  ar- 
tes de  la  imaginación ,  á  quienes  tal  estado  no  era 
ciertamente  favorable.  La  autoridad  sacrificó  lo 
útil  á  lo  necesario,  y  contuvo  los  vuelos  de  la 
ilustración  en  obsequio  de  la  paz  y  tranquili- 
dad del  reino.  Pero  no  fue  de  tal  modo  que  se 
sofocasen  enteramente  los  esfuerzos  y  lozanía  de 
los  talentos  españoles ;  y  hoy  en  dia  admiramos 
las  producciones  de  los  que  siguiendo  la  sublime 
inspiración  de  las  Musas,  ilustraron  en  aquella 
c'poca  nuestras  letras ,  y  dejaron  modelos  que  la 
edad  presente  procura ,  y  no  siempre  consigue 
imitar. 

En  el  año  de  1548  se  celebró  en  Vallado- 


HISTÓRICO.  41 

lid  ,  ausente  el  emperador  Carlos  V,  el  casamien- 
to de  la  infanta  Doria  María  su  hija  con  el  ar- 
chiduque Maximiliano.  Para  festejar  á  la  corte  se 
representó  en  palacio  una  comedia  adornada  con 
suntuoso  aparato  y  decoraciones  á  imitación  de 
las  que  se  hacían  entonces  en  Piorna.  Ningún  in- 
genio español  mereció  emplear  su  pluma  en  ob- 
sequio de  aquellos  príncipes :  la  comedia  se  re- 
presentó en  italiano,  como  la  habia  escrito  mu- 
chos años  antes  su  autor  Ludovico  Ariosto  (44). 

La  prosa  familiar  aplicada  al  teatro  no  habia 
tenido  hasta  aquella  época  escritores  que  la  culti- 
vasen, y  este  mérito  le  reservó  la  naturaleza  pre- 
cisamente en  favor  del  que  parecía  menos  dispues- 
to á  conseguirle.  Un  sevillano,  hombre  del  pue- 
blo, sin  maestros,  sin  estudios,  aplicado  á  ganar 
la  vida  en  un  ejercicio  mecánico,  hizo  en  la  esce- 
na española  una  innovación  plausible,  y  abrió  á 
los  autores  dramáticos  un  nuevo  camino  que  no 
acertaron  á  seguir.  Tal  fue  Lope  de  Rueda  (45), 
que  antes  de  la  mitad  del  siglo  XVI  apareció  en 
los  teatros  de  su  patria  como  ingenioso  autor  y 
gracioso  representante. 


42  DISCURSO 

La  Celestina  y  las  demás  novelas  en  prosa  que 
se  hicieron  á  su  imitación ,  tenían  dos  defectos 
que  en  la  escena  son  intolerables:  erudición  afec- 
tada y  pedantesca,  y  largos  discursos  de  inopor- 
tunas doctrinas ,  prescindiendo  de  la  excesiva  du- 
ración de  aquellas  fábulas ,  que  no  se  hicieron 
para  ser  representadas  sino  meramente  leidas. 
Piueda,  estudiándolas  con  prudente  discernimien- 
to ,  conoció  sus  defectos,  imitó  sus  primores,  y 
acomodándose  á  la  impaciencia  del  público  (que 
había  de  oirle  en  una  plaza ,  en  un  corral  ó  un 
almacén,  de  pie,  apretado,  y  sujeto  á  continua 
distracción),  escribió  pequeños  dramas  de  tres  ó 
cuatro  personas  con  una  acción  muy  sencilla,  ca- 
racteres naturales,  lenguage  castizo,  diálogo  chis- 
toso y  popular.  Compuso  ademas  algunas  piezas 
de  mayor  extensión  con  mas  interés  y  artificio, 
mezclando  en  ellas  episodios  poco  necesarios,  que 
representaba  separadamente  cuando  le  convenia; 
pero  en  estas  piezas,  queriendo  imitar  el  gusto 
que  reinaba  entonces  en  Italia,  se  apartó  algunas 
veces  de  aquella  inapreciable  sencillez  que  carac- 
terizaba su  talento  dramático.  Todavía  fue  mas 


HISTÓRICO.  43 

estimable  en  los  ingeniosos  coloquios  pastoriles  que 
escribió  en  verso  y  se  imprimieron  después  de  su 
muerte  ;  pero  esta  edición  es  absolutamente  des- 
conocida, y  solo  nos  ha  quedado  uno  entero  y 
un  fragmento  de  otro.  Por  estas  obras  mereció  el 
nombre  de  padre  del  teatro  español ;  y  en  ellas 
mismas,  y  en  el  testimonio  unánime  de  los  hom- 
bres doctos  que  se  las  vieron  representar,  se  ha- 
llará la  razón  que  tuvo  su  patria  para  colmarle 
de  elogios,  y  recomendar  á  la  posteridad  su  me- 
moria. 

El  valenciano  Juan  de  Timoneda  (46),  con- 
temporáneo suyo,  su  amigo  y  editor  de  sus  obras, 
le  imitó  en  algunas  piezas  cómicas  que  compuso 
en  prosa ,  no  desnudas  de  mérito  por  la  facilidad 
de  la  dicción ,  la  rapidez  del  diálogo ,  y  la  regu- 
laridad de  la  fábula.  Las  que  hizo  en  verso  no 
merecen  el  mismo  elogio ,  pues  ademas  de  que  la 
versificación  de  Timoneda  es  trabajosa  y  desali- 
ñada ,  queriendo  darles  novedad ,  se  valió  para 
conseguirlo  (aunque  no  en  todas  ellas)  de  inci- 
dentes imposibles  y  personages  maravillosos,  que 
no  existiendo  en  la  naturaleza,  no  son  á  propó- 


44  DISCURSO 
sito  para  el  leatro.  Hasla  en  esto  quiso  imitar  á 
Lope  de  Rueda  ;  que  los  descuidos  de  un  hom- 
bre celebre  producen  por  lo  común  resultados 
muy  infelices. 

Alonso  de  la  Vega  (47),  representante  y  au- 
tor de  compañía  ,  escribió  algunas  comedias  en 
prosa ,  que  en  su  tiempo  tuvieron  mucha  acepta- 
ción;  pero  la  buena  crítica  halla  tantos  defectos 
en  las  tres  que  han  llegado  á  nosotros,  ya  por  la 
composición  de  la  fábula,  ya  por  los  caracteres  y 
el  estilo,  que  no  justifican  el  aplauso  que  sus  con- 
temporáneos le  dieron. 

A  competencia  de  estos  componían  otros  mu- 
chos, de  los  cuales  se  conservan  algunas  obras, 
ó  la  noticia  de  ellas.  Las  compañías  cómicas  (48) 
vagaban  por  todas  las  provincias  entreteniendo  al 
pueblo  con  sus  comedias,  tragedias,  tragicome- 
dias ,  églogas  ,  coloquios ,  diálogos  ,  pasos ,  repre- 
sentaciones ,  autos ,  farsas  y  entremeses ;  que  to- 
das estas  denominaciones  tenían  las  piezas  dramá- 
ticas que  se  escribieron  entonces. 

La  propiedad  (49)  y  decencia  de  los  trages, 
la  decoración  y  aparato  escénico  se  hallaban  to- 


HISTÓRICO.  45 

davía  en  un  atraso  miserable ;  porque  como  no 
habia  en  ninguna  villa  ni  ciudad  teatro  perma- 
nente ,  y  los  actores  se  detenían  muy  poco  en  ca- 
da una  de  ellas  (no  permitiéndoles  mayor  dilación 
el  escaso  caudal  de  piezas  que  llevaban),  no  era 
posible  conducir  por  los  caminos  ni  decoraciones, 
ni  máquinas,  ni  utensilios  de  escena,  ni  la  pobre 
ganancia  que  les  resultaba  de  su  ejercicio  les  per- 
mitía mayores  dispendios. 

Duraban  todavía  los  abusos  que  el  concilio 
de  Aranda  habia  querido  extinguir.  Seguia  cele- 
brándose en  el  templo  la  fiesta  ridicula  de  los 
Inocentes ,  y  los  dramas  sagrados  cuyo  uso  había 
tolerado  aquel  concilio,  distaban  mucho  de  la  ho- 
nesta y  religiosa  compostura  que  habia  exigido  en 
ellos.  Fue  pues  preciso  que  el  concilio  toledano 
celebrado  en  los  años  de  1565  y  66  tomase 
otra  vez  en  consideración  este  punto ,  prohibien- 
do de  nuevo  el  grotesco  regocijo  de  los  Inocen- 
tes (50),  previniendo  que  no  se  interrumpiesen 
los  oficios  divinos  con  ningún  género  de  diver- 
sión: que  las  representaciones  no  se  hiciesen  den- 
tro de  la  iglesia,  y  que  los  obispos  mandasen 


46  DISCURSO 

examinar  previamente  las  piezas  de  asunto  sagra- 
do que  se  diesen  al  pueblo,  repitiendo  la  prohi- 
bición á  los  cle'rigos  de  vestirse  de  máscara,  ni 
representar  en  los  citados  espectáculos.  En  las  de- 
mas  diócesis  de  España  se  repitieron  sucesivamen- 
te iguales  providencias,  y  todo  fue  menester  para 
desterrar  del  santuario  desórdenes  tan  escandalo- 
sos, y  sujetar  á  sus  ministros  á  no  ser  histriones, 
ni  envilecer  á  vista  del  público  la  dignidad  de 
su  carácter. 

Quedaron  pues  reducidas  las  antiguas  accio- 
nes dramáticas  de  las  iglesias  á  unos  breves  diá- 
logos mezclados  con  canciones  y  danzas  hones- 
tas, que  desempeñaban  los  sacristanes,  mozos  de 
coro,  cantores  y  acólitos  en  la  fiesta  de  Navidad, 
precediendo  á  su  ejecución  la  censura  del  vicario 
eclesiástico.  Ya  no  intervenían  patriarcas ,  profe- 
tas, apóstoles,  confesores  ni  mártires,  sino  án- 
geles y  pastores;  figuras  mas  acomodadas  á  la 
edad  ,  al  semblante  ,  á  la  voz  y  estatura  de  los 
niños  y  jóvenes  que  habían  de  hacerlas.  De  aquí 
tuvieron  origen  las  piezas  cantadas  que  hoy  <1  vi- 
ran con  el  nombre  de  villancicos  (ol),  los  cuales 


HISTÓRICO.  47 

mas  artificiosos  entonces  que  ahora ,  se  compo- 
nían de  representación ,  canto ,  danza ,  acción  mu- 
da ,  trages ,  aparato  y  música  instrumental. 

Los  dramas  sagrados ,  históricos ,  alegóricos 
ó  morales,  que  por  tantos  anos  habían  sido  eger- 
cicio  peculiar  de  los  sacerdotes  ,  desaparecieron 
enteramente.  INada  se  habia  impreso:  los  cabildos 
conservaban  los  manuscritos  de  estas  obras  como 
propiedad  suya  ,  y  asi  les  fue  tan  fácil  destruirlas 
todas.  El  mismo  zelo  religioso  que  las  fomentó, 
acabó  con  ellas  después;  y  aunque  efectivamente 
ganó  mucho  en  esto  el  decoro  del  templo  y  de 
sus  ministros  ,  la  historia  literaria  se  resiente  de 
su  pérdida. 

Esta  prohibición  dio  nuevo  impulso  á  los  tea- 
tros públicos,  en  los  cuales  se  vieron  desde  en- 
tonces con  mayor  frecuencia  composiciones  sa- 
gradas que  atraían  á  la  multitud :  el  número  de 
los  autores  dramáticos  se  fue  aumentando,  corno 
igualmente  el  de  las  compañías  cómicas.  La  emu- 
lación de  los  actores,  su  intere's  y  el  deseo  de  ser 
aplaudidos  les  hizo  adelantar  en  su  arte ,  y  nada 
omitieron  para  añadir  á  sus  espectáculos  el  apa- 


48  DISCURSO 
rato  y  brillantez,  de  que  tanta  necesidad  tenían. 

Un  cómico  natural  de  Toledo  ,  llamado  ]Na- 
harro  (52),  autor  de  compañía  ,  imentó  los  tea- 
tros por  los  anos  de  1570,  que  es  decir,  intro- 
dujo en  ellos  decoraciones  pintadas  y  movibles, 
según  el  argumento  lo  requería:  mudó  el  sitio  de 
la  música,  aumentó  los  trages,  bizo  varias  altera- 
ciones en  las  figuras  de  la  comedia ,  puso  en  mo- 
vimiento las  máquinas,  imitó  las  tempestades,  y 
animó  sus  fábulas  con  el  aparato  estrepitoso  de 
combates  y  ejércitos. 

Ya  se  infiere  de  aqui  que  la  dramática  es- 
pañola iba  apartándose  de  aquella  sencillez  que  la 
había  hecho  estimable  en  las  mejores  composicio- 
nes de  los  autores  precedentes.  Vanos  fueron  los 
esfuerzos  del  docto  anónimo  (53)  que  en  el  ano 
de  1555  publicó  en  Amberes  una  buena  traduc- 
ción de  dos  comedias  de  Plauto.  El  benemérito 
humanista  Pedro  Simón  Abril  (54)  dio  á  cono- 
cer á  sus  compatriotas  en  los  afíos  de  1570  y  77 
el  Pluto  de  Aristófanes,  la  Medea  de  Eurípides 
y  las  comedias  de  Terencio  en  lengua  vulgar: 
nada  de  esto  sirvió  de  ejemplo  á  los  que  escri- 


IIISTÓPtlCO.  49 
bian  para  el  teatro.  Gerónimo  Bermudez  (55)  en 
el  mismo  año  de  1577  presentó  en  su  tragedia 
de  Nise  lastimosa  una  acción  interesante ,  paté- 
tica ,  llena  de  situaciones  verosímiles  y  afectuosas, 
expresadas  con  grave  y  decoroso  estilo.  Las  tra- 
gedias en  prosa  de  Fernán  Pérez  de  Oliva ,  pu- 
blicadas ya  por  Ambrosio  de  Morales ,  se  leían 
con  estimación  de  los  doctos,  pero  ninguno  cui- 
dó de  imitarlas. 

Otros  literatos  escribieron  en  la  misma  e'po- 
ca  comedias  y  tragedias  latinas  con  apreciable  re- 
gularidad: obras  de  mera  erudición,  que  no  pu- 
dieron influir  en  los  adelantamientos  del  teatro. 
D.  Luis  Zapata  tradujo  y  publicó  el  arte  poética 
de  Horacio:  Juan  Pérez  de  Castro  la  de  Aristóte- 
les .  Alonso  López,  llamado  el  Pinciano,  dio  á  luz 
poco  después  una  difusa  y  juiciosa  poética ,  en  que 
reunió  con  buen  gusto  y  elección  los  preceptos 
de  la  dramática:  todo  fue  inútil;  la  depravación 
de  la  escena  española  era  ya  inevitable. 

El  sevillano  Juan  de  Malara  (56)  fue  uno  de 
los  que  mas  contribuyeron  á  ella  escribiendo  dra- 
mas desarreglados  en  que  aplaudió  el  público  mu- 

Tomo  I.  4 


50  DISCURSO 

chas  veces  la  dicción  fácil  y  sonora ,  con  que  su- 
po hermosear  los  extravíos  de  su  brillante  ima- 
ginación. 

Juan  de  la  Cueva  (57),  su  compatriota,  afluen- 
te versificador,  que  cultivando  todos  los  géneros 
de  la  poesía  para  no  ser  perfecto  en  ninguno,  si- 
guió las  huellas  de  Malara ,  empezó  desde  el  afío 
de  1579  á  dar  al  público  sus  comedias  y  trage- 
dias: oidas  primero  con  general  contento  en  Se- 
villa, y  repetidas  después  en  todas  las  ciudades 
del  reino ,  sirviendo  de  modelos  ó  de  disculpa  á 
los  que  con  menos  talento  se  propusieron  imi- 
tarle. 

Entonces  se  vieron  ya  confundidos  los  ge'ne- 
ros  cómico  y  trágico  en  los  argumentos  de  la  fá- 
bula ,  en  los  personages ,  en  las  pasiones  y  en  el 
estilo.  Se  adoptaron  todas  las  combinaciones  líri- 
cas, épicas  y  elegiacas,  olvidándose  de  la  unidad 
y  conveniencia  imitativa  que  pide  la  expresión  de 
los  afectos  y  caracteres  en  el  teatro.  Empezó  á  des- 
atenderse como  cosa  de  poca  estima  la  prosa  dra- 
mática, que  en  ambos  géneros  había  llegado  tan 
cerca  de  la  perfección,  merced  al  estudio  de  al- 


HISTÓRICO.  5 1 

gunos  beneméritos  autores.  Las  comedias  eran  ya 
novelas  en  verso,  compuestas  de  patrañas  inve- 
rosímiles é  inconexas :  las  tragedias  un  enredo 
confuso,  que  se  desataba  á  fuerza  de  atrocidades 
repugnantes  y  feroces,  ó  una  serie  de  situaciones 
faltas  de  unidad  y  artificio,  copiadas  de  la  histo- 
ria, sin  que  el  autor  pusiera  otra  cosa  de  su  par- 
te que  el  diálogo  y  los  versos. 

Asi  hallo  el  teatro  Miguel  de  Cervantes  (58), 
el  cual  bien  lejos  de  contribuir  á  mejorarle,  co- 
mo pudiera  haberlo  hecho,  solo  atendió  á  bus- 
car en  él  los  socorros  que  necesitaba  su  habitual 
pobreza,  escribiendo  como  los  demás,  y  olvidan- 
do lo  que  sabia  para  acomodarse  al  gusto  del 
vulgo  y  merecer  su  aplauso. 

Esta  escuela,  si  tal  debe  llamarse,  siguieron 
después  Cetina,  Virués  (59),  Guevara,  Luper- 
cio  de  Argensola  (60),  Artieda  (61),  Saldaña,  Co- 
zar,  Fuentes,  Orliz,  Berrio,  Loyola,  Mejía,  Ve- 
ga, Cisneros  (62),  Morales,  y  un  número  infi- 
nito de  poetas  de  menor  celebridad,  que  flore- 
cieron en  Castilla,  Andalucía  y  Valencia. 

Hecho  ya  el  teatro  necesidad  del  pueblo ,  y 

# 


52  DISCURSO 
multiplicándose  por  todas  parles  las  compañías  có- 
micas, llegaron  á  establecerse  en  la  corte,  ocu- 
pando los  dos  corrales  (63)  de  la  Cruz  y  el  Prín- 
cipe,  construido  el  primero  en  el  afío  de  1579, 
y  el  segundo  en  el  de  1582. 

En  ellos  empezaron  á  oirse  con  admiración 
los  fáciles  versos  del  joven  Lope  de  Vega,  aquel 
hombre  extraordinario  á  cpiien  la  naturaleza  do- 
lo de  imaginación  tan  fecunda,  de  tan  afluente 
vena  poética ,  que  en  ninguna  otra  edad  le  ha 
producido  semejante.  ISada  estimaba  el  público 
en  los  teatros  si  no  era  de  Lope:  los  demás  poe- 
tas vieron  que  el  único  medio  de  adquirir  aplau- 
sos era  imitarle,  y  por  consiguiente  abandonaron 
el  estudio  de  los  buenos  dramáticos  de  la  antigüe- 
dad, las  doctrinas  de  los  mejores  críticos,  y  aque- 
llos preceptos  mas  obvios  que  dicta  por  sí  solo  el 
entendimiento  sin  necesidad  del  ejemplo  ni  de  la 
lectura. 

Al  acabarse  el  siglo  XVI  (64),  no  cumplidos 
los  cuarenta  arios  de  su  edad ,  ya  había  dado  Lope 
á  los  teatros  mas  de  cuatrocientas  comedias,  im- 
provisadas ,  ya  se  entiende ,  como  todas  las  que 


HISTÓRICO.  53 
hizo  después,  como  todas  las  demás  obras  que  sa- 
lieron de  su  pluma  en  prosa  y  en  verso ;  pero 
si  es  admirable  la  fecundidad  de  su  fantasía,  que 
nunca  supo  sujetar  á  los  preceptos  del  arte ,  no 
es  menos  de  maravillar  que  improvisando  siem- 
pre,  muchas  veces  acertó.  Los  que  prescindien- 
do de  las  infinitas  bellezas  que  se  bailan  esparci- 
das en  sus  composiciones  dramáticas,  gusten  solo 
de  acriminar  sus  defectos,  no  les  fallará  materia 
abundantísima  para  la  censura  ;  pero  si  esta  la 
extienden  hasta  el  punto  de  culpar  á  Lope  como 
corruptor  de  la  escena  española  (65) ,  no  halla- 
rán las  pruebas  que  se  necesitan  para  apoyar  una 
acusación  tan  injusta. 

Lope  no  desterró  el  buen  gusto  del  teatro 
que  ya  estaba  enteramente  perdido  cuando  él  em- 
pezó á  escribir.  Si  algún  cargo  puede  hace'rsele, 
será  solo  el  de  no  haber  intentado  corregirle;  y 
en  efecto  mucho  podia  esperarse  de  un  talento 
como  el  suyo,  de  su  exquisita  sensibilidad,  de  su 
ardiente  imaginación,  de  su  natural  afluencia,  su 
oido  harmónico,  su  cultura  y  propiedad  en  el  idio- 
ma ,  su  erudición  y  lectura  inmensa  de  autores 


54  DISCURSO 

antiguos  y  modernos,  su  conocimiento  práctico 
nc  caracteres  y  costumbres  nacionales.  Si  con  es- 
tas prendas  no  aspiró  á  la  gloria  que  adquirie- 
ron en  Francia  algunos  años  después  Corneille  y 
Moliere,  esta  es  la  sola  culpa  de  que  se  le  puede 
acusar. 

El  teatro  español  que,  como  ya  se  ha  dicho, 
empezó  en  el  templo,  sujetaba  á  la  ficción  escé- 
nica los  misterios  de  la  Religión.  En  el  templo,  y 
después  en  las  plazas  y  corrales,  se  oyó  la  voz  de 
Dios,  la  de  Cristo,  la  de  su  divina  Madre,  la  de 
los  apóstoles  y  mártires:  los  ángeles,  los  diablos, 
los  vicios  y  las  virtudes  eran  figuras  comunes  en 
aquellos  dramas.  Esto  no  lo  inventó  Lope,  ya  lo 
halló  establecido  en  los  teatros  de  su  nación.  Si 
enredó  sus  fábulas  con  inverosímil  artificio,  hu- 
yendo el  orden  natural  en  que  se  suceden  unos 
á  otros  los  acaecimientos  de  la  vida  ,  si  mezcló 
en  ellas  altos  y  humildes  personages,  acciones  he- 
roicas y  plebeyas,  si  pasó  los  te'rminos  del  lugar 
y  el  tiempo,  si  faltó  á  la  historia  y  á  los  usos  ca- 
racterísticos de  las  naciones;  los  poetas  que  le  ha- 
bían precedido  le  dieron  ejemplo.  Si  puso  en  el 


HISTÓRICO.  55 

teatro  lo  que  solo  cabe  en  las  descripciones  tic  la 
epopeya,  lo  que  solo  se  permite  á  los  movimien- 
tos líricos,  si  aduló  la  ignorancia  vulgar  pintan- 
do como  posibles  las  apariciones,  los  pactos  ,  los 
hechizos  y  todos  los  delirios  que  una  vana  credu- 
lidad autoriza ;  otros  antes  que  él  habian  hecho 
lo  mismo.  Si  se  atrevió  á  mezclar  entre  sus  figu- 
ras las  deidades  gentílicas ,  cuya  existencia  es  tan 
absurda  que  destruye  toda  verosimilitud  teatral; 
nada  hizo  de  nuevo,  repitió  solamente  lo  que  ha- 
lló practicado  ya ,  lo  que  el  pueblo  había  visto  y 
aplaudido  por  espacio  de  muchos  anos.  No  cor- 
rompió el  teatro :  se  allanó  á  escribir  según  el 
gusto  que  dominaba  entonces:  no  trató  de  ense- 
nar al  vulgo,  ni  de  rectificar  sus  ideas,  sino  de 
agradarle  para  vender  con  estimación  lo  que  com- 
ponía, y  aspiró  á  conciliar  por  este  medio  (poco 
plausible)  las  lisonjas  de  su  amor  propio  con  los 
aumentos  de  su  fortuna. 

El  examen  de  sus  obras  dramáticas  y  las  que 
escribieron  imitándole  sus  contemporáneos,  las  in- 
novaciones que  introdujo  Calderón  dando  á  la  fá- 
bula mayor  artificio,  los  defectos,  las  bellezas  de 


56  DISCURSO  HISTÓRICO, 
nuestro  Icatro  y  su  influencia  en  los  «lemas  de  Eu- 
ropa durante  todo  el  siglo  XVII,  su  decadencia 
en  el  siguiente ,  los  esfuerzos  que  se  lucieron  pa- 
ra su  reforma ,  el  estado  en  que  hoy  se  halla  y 
los  medios  de  mejorarle  darán  materia  á  quien 
con  mayores  luces  y  menos  próximo  al  sepulcro 
se  proponga  continuar  ilustrando  esta  parte  de 
nuestra  literatura,  que  tanto  puede  influir  en  los 
progresos  del  entendimiento,  y  en  la  corrección  y 
decoro  de  las  costumbres  privadas  y  públicas. 


NOTAS. 


(i)  Los  visogodos.  Al  empezar  el  siglo  V  ocuparon  los  v¡- 
sogodos  una  parle  de  España  ,  y  en  los  sucesivos  (vencidas 
otras  naciones  bárbaras )  la  dominaron  toda.  Cuando  entra- 
ron en  ella  hablaban  con  mas  ó  menos  propiedad  la  lengua 
latina,  puesto  que  habia  ya  mas  de  medio  siglo  que  atrave- 
sando el  Danubio  se  habían  establecido  en  varias  provincias 
del  imperio,  primero  en  calidad  de  refugiados,  después  co- 
mo aliados,  y  por  último  como  enemigos  y  conquistadores. 
La  mayor  parte  de  la  nobleza  gótica  habia  recibido  su  edu- 
cación entre  los  romanos.  Asi  es  que  cuando  llegaron  á  in- 
ternarse en  España ,  su  lengua  y  sus  costumbres  eran  las 
mismas  que  tenían  los  pueblos  vencidos. 

Los  autores  españoles  que  ilorecieron  durante  la  monar- 
quía gótica,  pertenecen  exclusivamente  á  la  baja  latinidad. 
Justiniano,  Elpidio,  Justo,  Nebridio,  Aprigio,  Luciano,  Se- 
vero, Eutropio,  Leandro,  Juan  Biclarense,  Fulgencio,  Má- 
ximo, Isidoro,  Balgasano,  Sisebuto,  Arluago,  Paulo  Eme- 
ritense  ,  Braulio,  los  dos  Eugenios,  Fructuoso,  Ildefonso, 
Orencio  ,  Tajón ,  Juliano ,  Valerio  ;  todos  escribieron  en 
latín. 

Como  los  doctos  y  el  vulgo  tenian  un  mismo  idioma  con 
la  sola  diferencia  de  que  los  unos  le  cultivaban  en  sus  es- 


58  NOTAS. 

rrilos  ron  la  pureza  que  les  era  dable,  en  tanto  que  la  mul- 
titud le.  iba  corrompiendo  rada  vez.  mas,  no  es  de  admirar 
que  no  se  ronserve.  ni  un  solo  documento  de  la  lengua  gó- 
tica. Ha  sido  estudio  particular  de  algunos  eruditos  reunir 
los  vocablos  que  nos  quedan  de  ella,  y  no  hay  mas  que  aña- 
dir á  sus  investigaciones. 

Pudieran  acumularse  citas  sin  número  en  apoyo  de  cuan- 
to se  acalia  de  decir.  D.  Tomas  Sánchez  redujo  á  estas  pocas 
lincas  una  aserción  lan  autorizada  y  tan  evidente.  Cuando 
entraron  en  España  los  godos  y  demás  naciones  del  Norte, 
era  vulgar  y  casi  universal  en  todo  nuestro  continente  la 
lengua  latina  introducida  por  los  romanos.  Pero  como  los 
godos  que  le  dominaron  después  no  aspiraron  á  introducir 
la  suya  ,  se  conformaron  con  la  de  los  romanos  vencidos, 
introduciendo  en  la  latina  muchos  vocablos  de  la  gótica ,  de- 
jando indeclinables  los  nombres  porque  lo  eran  en  su  idioma. 
Usté  fue  el  principio  de  la  corrupción  de  la  lengua  latina  en 
España ,  y  el  origen  del  romance  que  ahora  usamos. 

Solo  el  deseo  de  opinar  al  revés  de  cuanto  han  dicho  los 
demás  pudo  determinar  al  traductor  del  Blair  á  decir  que 
la  lengua,  castellana  es  de  origen  godo:  admitió  con  el  tiem- 
po vocablos  latinos.  Debe  leerse  precisamente  lo  contrario.  La 
lengua  castellana  es  de  origen  latino:  admitió  con  el  tiem- 
po vocablos  godos. 

(2)  Durante  la  dinastía  de  los  visogodos.  Las  naciones 
bárbaras  del  Norte  que  invadieron  á  Europa,  disfrutaron  en 
España  como  en  todas  las  demás  provincias  del  imperio  ro- 
mano, de  los  espectáculos  del  anfiteatro,  del  circo  y  de  la 
escena  que  hallaron  establecidos;  y  ademas  de  los  teatros  de 
madera  que  se  construían  en  ocasiones  particulares,  existían 
usuales  todavía  los  que  habia  de  piedra  en  las  principales 
ciudades  de  nuestra  península:  tales  eran  los  de  Sagunto, 


NOTAS.  59 

Acinipo,  Carteya,  Emérita  Augusta  y  otros  que  yacen  hoy 
desconocidos  en  sus  ruinas. 

Desde  el  siglo  IV  en  que  el  concilio  iliberitano  hizo  men- 
ción de  los  aurigas,  pantomimos  y  cómicos,  hasta  el  VII  en 
que  todavía  existian,  se  advierte  la  continuación  de  los  es- 
pectáculos que  los  godos  adoptaron  y  sostuvieron.  San  Isido- 
ro en  sus  Orígenes  lib.  i8,  cap.  4l  y  59  exhorta  á  los  cris- 
tianos á  que  se  abstengan  de  las  fiestas  del  circo,  del  anfi- 
teatro y  de  la  escena:  lugares  que  según  lo  expresa  aquel 
santo  doctor  infectaba  todavía  la  superstición  gentílica,  y 
ofrecían  á  los  ojos  pompas  y  vanidades  mundanas,  cruelda- 
des feroces,  imágenes  de  lascivia  y  torpezas  abominables.  Por 
los  años  de  620  Sisebuto  depuso  á  Eusebio ,  obispo  de  Bar- 
celona, é  hizo  poner  otro  en  su  lugar,  como  se  entiende  por 
las  mismas  cartas  sujas.  La  causa  que  se  alegaba  fue  que  en 
el  teatro  los  farsantes  representaron  algunas  cosas  tomadas 
de  la  vana  superstición  de  los  dioses  que  ofendían  las  orejas 
cristianas.  Esta  pareció  por  entonces  culpa  bastante  por  ha- 
berlo el  obispo  permitido.  Asi  refiere  Mariana  esta  anécdota 
en  su  Historia  general  de  España  lib.  6.° 

Resulta  de  aqui  que  noventa  años  antes  de  la  irrup- 
ción de  los  árabes  duraban  en  España  los  espectáculos  del 
teatro,  y  puede  inferirse  con  toda  verosimilitud  que  conti- 
nuaron hasta  que  Rodrigo  perdió  en  Jerez  la  corona  y  la 
vida.  Esclava  la  nación  en  poder  de  los  agarenos,  solo  una 
pequeña  parte  de  ella  conservó  su  libertad  al  abrigo  de  mon- 
tañas inaccesibles:  desde  alli  fue  dilatando  progresivamente, 
sus  conquistas,  y  durante  algunos  siglos  no  conoció  mas  ocu- 
paciones que  la  de  pelear,  ni  mas  arles  que  las  necesarias  á 
la  guerra.  Si  en  alguna  de  las  naciones  de  Europa  cesaron 
del  todo  las  diversiones  de  la  escena,  ninguna  tuvo  como  la 
nuestra  tanto  motivo  de  abandonarlas. 


60 


3NOTAS. 


(3)  La  poesía  siguiendo  los  progresos,  fkc.  El  primer  poe- 
ma castellano  de  los  que  hoy  se  conservan  es  el  del  Cid,  es- 
crito por  desconocido  autor  á  mitad  del  siglo  XII,  como  lo 
manifiesta  su  misma  rusticidad.  En  él  todo  es  deforme  :  el 
lenguaje,  el  estilo,  la  versificación  y  la  consonancia.  La  úni- 
ca regularidad  que  se  advierte  (y  no  es  plausible  en  un  poe- 
ma) es  la  de  haber  seguido  en  su  narración  el  orden  de  los 
sucesos  según  los  refiere  la  historia. 

El  clérigo  Joan  Lorenzo,  natural  de  Astorga,  escribió  pur 
los  años  de  i25o  un  poema  de  la  vida  de  Ale  ¡andró  siguien- 
do en  general  la  narración  de  Quinto  Curcio,  añadiendo  á 
veces  circunstancias  y  hechos  fabulosos  que  halló  en  otros 
autores.  El  lenguaje  de  Joan  Lorenzo  es  ya  mucho  mas  cul- 
to que  el  del  poema  del  Cid,  la  versificación  mas  sonora,  la 
consonancia  mas  exacta. 

Por  el  mismo  tiempo  floreció  el  presbítero  Gonzalo  de 
Berreo,  que  compuso  entre  otras  obras  poéticas  la  vida  de 
santo  Domingo  de  Silos,  la  de  san  Millan,  la  de  santa  Oria 
y  el  martirio  de  san  Lorenzo.  En  ellas,  ciñéndose  con  poca 
invención  al  asunto  histórico  que  se  habia  propuesto  desem- 
peñar, manifestó  ilustrado  talento,  sencillez,  fácil  abundan- 
cia, y  líin  puro  y  religioso  candor  (no  desnudo  de  gracia  en 
el  estilo  ni  de  harmonía  en  los  versos),  que  puede  contarse 
entre  los  que  ilustraron  el  primitivo  parnaso  castellano  co- 
mo el  mas  digno  cantor  de  la  devoción  y  la  virtud:  sus  ver- 
sos anuncian  la  inocencia  de  sus  costumbres.  ¿Quién  hay  que 
los  lea  sin  prendarse  del  poeta  que  los  compuso  ? 

Alfonso  X ,  llamado  con  sobrada  razón  el  Sabio  ,  en- 
tre varios  monumentos  que  nos  dejó  de  su  literatura  es- 
cribió algunas  composiciones  poéticas  en  castellano  y  en  ga- 
llego, y  las  que  dedicó  á  celebrar  los  milagros  de  la  Virgen 
se  conservan  con  la  música  que  les  puso  él  mismo.  Asi  se 


NOTAS.  61 

cantaron  durante  algunos  años  en  la  catedral  de  Sevilla. 

Séame  lícito  con  este  motivo  exponer  mi  opinión  acerca 
del  Libro  de  las  querellas,  y  el  de  El  Tesoro.  No  creo  que 
estas  composiciones  sean  de  Alfonso  X.  Cualquiera  que  tenga 
conocimiento  de  los  progresos  de  la  lengua  y  poesía  caste- 
llana les  dará  dos  siglos  menos  de  antigüedad.  Si  las  coteja 
con  las  demás  obras  en  verso  de  aquel  rey  hallará  mas  fun- 
dada esta  aserción,  y  si  reílexiona  que  se  hallaron  entre  los 
manuscritos  del  marques  de  Villena ,  sospechará  quién  pudo 
ser  el  verdadero  autor,  y  á  cual  época  pertenecen. 

Hecha  ya  mención  de  los  primeros  autores  de  nuestra 
poesía  vulgar,  no  es  de  mi  propósito  continuar  la  serie  de 
todos  ellos.  Velazquez  habló  de  esto,  y  después  de  él  D.  To- 
mas Sánchez  añadió  cuantas  noticias  pudo  adquirir  su  di- 
ligencia. 

(4)  Los  yoglares  y  joglaresas.  Juglar  del  lalin  jocula- 
ris ,  músico  de  instrumento  y  voz,  pantomimo  y  represen- 
tante. La  primera  indicación  que  he  podido  hallar  acerca  de 
los  juglares  en  España,  se  encuentra  en  la  crónica  general, 
en  donde  hablándose  del  casamiento  de  las  hijas  del  Cid  con 
los  condes  de  Carrion  (que  debió  ser  hacia  el  año  de  1098) 
se  refiere  que  los  juglares  intervinieron  en  las  fiestas  cele- 
bradas en  Valencia  con  aquel  motivo. 

Lo  mismo  se  verificó  después  cuando  el  Cid  casó  otra  vez 
á  sus  hijas  con  D.  Ramiro ,  infante  de  Navarra ,  y  D.  Sancho, 
infante  de  Aragón,  según  refiere  también  la  citada  crónica. 

En  un  privilegio  dado  en  Burgos  por  Alfonso  VII  en  el 
año  de  1 136  firma  entre  otros  un  juglar  con  estas  palabras: 
Pallea  juglar  confirmat. 

En  los  siglos  posteriores  se  hace,  frecuente  mención  de 
los  juglares,  y  á  este  fin  pueden  verse  las  Leyes  de  Parti- 
da, las  obras  de  Berceo  y  Joan  Lorenzo ,  el  manuscrito  de 


GS  NOTAS. 

cuentas  de  Sancho  IV ,  la  Historia  de  los  reyes  de  Aragón 
por  Montaner,  El  conde  Lucanor ,  las  Obras  del  Arcipres- 
te de  Hila,  la  Historia  del  monasterio  de  Safiagun ,  el  Ce- 
remonial del  rey  D.  Pedro  de  Aragón,  y  las  noticias  que  el 
P.  Liciniano  Saez  sacó  del  archivo  de  Contos  de  Navarra. 

La  cita  mas  reciente  que  ha  llegado  á  mi  noticia  relati- 
va á  juglares,  es  la  que  copió  D.  Tomas  Sánchez  del  Can- 
cionero de  Iiaena ,  en  donde  se  incluye  una  cantiga  del  poe- 
ta Villasandino  hecha  por  alabanza  c  loores  de  la  redundan- 
te ciudad  de  Sevilla  ,  é  presentóla  en  cavildo  e  fizo  la  cantar 
con  juglares  delante  de  los  oficiales ,  é  ellos  mandáronle  dar 
en  aguinaldo  cient  doblas  de  oro  por  esta  cantiga.  Refiérese 
esto  á  los  principios  del  siglo  XV,  durante  el  cual  aunque 
las  hahilidades  de  los  juglares  permanecieron,  la  denomina- 
ción se  fue  olvidando  y  llegó  á  faltar  enteramente  en  el  uso 
coman  del  idioma  después  de  haher  durado  en  él  por  espacio 
de  mas  de  cuatro  siglos. 

(5)  No  pertenecen  al  género  dramático.  Nasarrc  dijo  en 
el  prólogo  á  las  comedias  de  Cervantes:  Los  árabes  y  moros 
fueron  en  las  representaciones  con  hechos,  gestos  y  palabras 
rnuy  excelentes ,  ayudados  del  genio  poético  y  elegante  len- 
guaje de  su  nación,  como  se  hará  ver  cuando  se  publiquen 
las  reliquias  de  su  literatura ,  que  por  felicidad  grande  se 
han  hallado  poco  ha  en  la  famosa  librería  del  Escorial ,  y 
aun  sin  ellas  se  puede  probar  con  nuestras  historias.  Lo  cier- 
to es  que  en  nuestras  historias  nada  se  halla  que  autorice 
tal  opinión.  En  el  Escorial  no  existe,  ninguna  composición 
de  teatro  escrita  por  los  árahes.  Casiri  que  publicó  la  Biblio- 
teca arábiga  escurialense,  ni  vió  ninguna  ni  adquirió  siquie- 
ra la  noticia  de.  que  entre  los  árabes  se  cultivase  este  gé- 
nero de  poesía.  Jam  vero  árabes  europaorum  more,  nec  tra- 
gvedias  nec  comcedias  agunt ;  an  vero  scripserint ,  altum  apud 


NOTAS.  63 

scriplores  silenlium.  El  erudito  D.  José  Antonio  Conde,  á 
quien  merecí  la  mas  cordial  amistad  y  confianza ,  me  ase- 
guró repelidas  veces  que  entre  los  muchos  manuscritos  que 
habia  leido  y  extractado  para  la  formación  de  su  Historia  de 
los  árabes  en  España  ,  no  habia  encontrado  el  menor  in- 
dicio de  que  en  aquella  nación  se  hubiese  conocido  nunca  la 
poesía  teatral. 

(C)  Llegó  á  ser  común ,  &c.  No  es  dudable  que  la  poesía 
italiana  trae  su  origen  de  la  provenzal  ó  lemosina.  En  cuan- 
to á  la  nuestra  podemos  asegurar  que  tuvo  el  mismo  prin- 
cipio luego  que  abandonó  la  imitación  latina.  De  esta  opi- 
nión fue  el  marques  de  Santillana,  el  cual  dijo:  Extendiéron- 
se ,  creo,  de  aquellas  tierras  y  comarcas  de  los  lemosinos  es- 
tas artes  á  los  gallitos,  é  á  esta  postrimera  é  occidental  par- 
te que  es  la  nuestra  España ,  donde  asaz  prudente  é  fermo- 

sámente  se  han  usado        Los  catalanes  ,  valencianos  y  aun 

algunos  del  reino  de  Aragón  fueron  é  son  grandes  of  da- 
les de  esta  arte       Ovo  entre  ellos  de  señalados  hombres,  asi 

en  las  invenciones  corno  en  el  metrificar. 

D.  Luis  Velazquez  dijo:  Los  poetas  proveníales  de  Es- 
paña de  que  tenemos  noticia ,  suben  hasta  el  siglo  XI.  En 
él  vivia  D.  Pedro  I  de  Aragón  si  acaso  es  á  él  y  no  á  D.  Pe- 
dro II  á  quien  deben  atribuirse  los  versos  provenzales  de  que 
habla  Guillermo  Castel.  En  el  siglo  XII  los  hizo  D.  Alfon- 
so I  de  Aragón,  y  continúa  nombrando  algunos  célebres  poe- 
tas catalanes  y  valencianos  que  cultivaron  la  poesía  en  len- 
guaje lemosino  hasta  el  siglo  XVI.  A  estas  noticias  deben 
añadirse  las  que  recogió  D.  Tomas  Sánchez  relativas  al  mis- 
mo propósito. 

Los  trovadores  de  Castilla  escribieron  en  su  propia  len- 
gua imitando  á  los  provenzales  y  adoptando  la  medida  y  co- 
locación de  sus  versos.  Los  aragoneses  conquisieron  algo  en 


64 


NOTAS. 


lemosino ,  y  la  mayor  parte  en  castellano  que.  era  su  idio- 
ma natural.  Los  portugueses  en  el  suyo  siguieron  también  la 
misma  escuela,  es  decir  que  el  gusto,  la  versificación  y  el 
lenguaje  provenzal  fueron  generales  en  Cataluña  y  en  Va- 
lencia; pero  los  aragoneses,  portnguescs  y  castellanos  culti- 
varon exclusivamente  la  suya  introduciendo  en  ella  las  for- 
mas poéticas  que  tomaron  de  los  provenzales. 

(7)  Fueron  célebres  por  el  estudio  de  la  Gaya  sciencia. 
Desde  el  siglo  XII  empezaron  á  florecer  en  la  parle  meri- 
dional de  Francia  muchos  trovadores  cultivando  la  poesía 
que  se  llamó  provenzal.  Dueños  los  condes  de  Barcelona  de 
grandes  estados  á  la  otra  parte  de  los  Pirineos,  fácilmente 
pasó  á  Cataluña  el  gusto  de  versificar,  siendo  una  misma  la 
lengua  vulgar  en  una  y  otra  parte,  la  cual  en  lo  sucesivo 
se  extendió  a  Valencia  conquistada  por  el  rey  D.  Jayme  I. 

En  el  libro  que  escribió  el  marques  de  Villena  de  la  Gaya 
sciencia ,  hablando  de  los  progresos  que  hizo  en  la  corona  de 
Aragón,  dice:  El  rey  D.  Juan  de  Aragón  primero  de  este 
nombre  ,  fijo  del  rey  D.  Pedro  II,  fizo  solemne  embajada 
al  rey  de  Francia  pidiéndole  mandase  al  colegio  de  trovado- 
res que  viniese  á  plantar  en  su  reino  el  estudio  de  la  Gaya 
sciencia  c  obtavolo  ,  ¿fundaron  estudio  de/la  en  la  cibdad  de 
Barcelona  dos  mantenedores  que  vinieron  de  Tolosa  para  es- 
to,  ordenándolo  de  esta  manera:  Que  oviese  en  el  estudio  ó 
consistorio  de  esta  sciencia  en  Barcelona  cuatro  mantenedo- 
res ■•  el  uno  caballero  ,  el  otro  maestro  en  teología  ,  el  otro 
en  leyes ,  el  otro  honrado  cibdadano  ;  é  cuando  alguno  de  es- 
tos falleciese  ,  fuese  otro  de  su  condición  elegido  por  el  cole- 
gio de  los  trocadores  é  confirmado  por  el  rey. 

En  tiempo  del  rey  I).  Martin  su  hermano  fueron  mas  pri- 
vilegiados é  acrescentadas  las  rentas  del  consistorio  para  las 
despensas  f acederas ,  asi  en  la  reparación  de  los  libros  del 


NOTAS.  65 

arle  é  vergas  de  plata  de  los  vergucros  que  van  delante  de  los 
mantenedores  ó  sellos  del  consistorio ,  como  en  las  jojas  que 
se  dan  cada  mes  é  para  celebrar  las  fiestas  generales ,  é  fi— 
ciáronse  en  este  tiempo  muy  señaladas  obras  que  fueron  dig- 
nas de  corona. 

Después  de  muerto  el  rej  D.  Martin  por  los  debates  que 
fueron  en  el  reino  de  Aragón  sobre  la  sucesión  ,  ovieron  de 
partir  algunos  de  los  mantenedores  é  los  principales  del  con- 
sistorio para  Tolosa ,  y  cesó  lo  del  colegio  de  Barcelona. 

Las  materias  que  se  proponían  en  Barcelona  estando  allí 
D.  Enrique  (habla  de  sí  mismo),  algunas  veces  loores  de  Sán- 
ela María  ,  otras  de  amores  é  de  buenas  costumbres.  É  lle- 
gado el  día  prefigido  congregábanse  los  mantenedores  c  tro- 
vadores en  el  palacio  donde  yo  estaba ,  y  de  alli  partíamos 
ordenadamente  con  los  ver  güeros  delante ,  é  los  libros  del  ar- 
te que  traían  y  el  registro  ante  los  mantenedores  c  llegados 
al  dicho  capítol ,  que  ya  estaba  aparejado  é  emparamentado 
de  paños  de  pared  al  derredor  c  fecho  un  asiento  de  frente 
con  gradas  en  donde  estaba  D.  Enrique  en  medio  é  los  man- 
tenedores de  cada  parte  ,  c  á  nuestros  pies  los  escribanos  del 
consistorio ,  é  los  ver  güeros  mas  abajo,  c  el  suelo  cubierto  de 
tapicería  é  fechos  dos  circuitos  de  asientos  donde  estaban  los 
trovadores ,  c  enmedio  un  bastimento  cuadrado  tan  alto  como 
un  altar  cubierto  de  panos  de  oro ,  é  encima  puestos  los  libros 
del  arte  é  la  joya ,  é  á  la  man  derecha  estaba  la  silla  alta 
para  el  rey ,  que  las  mas  veces  era  presente ,  é  otra  mucha 
gente  que  se  ende  allegaba :  é  fecho  silencio  levantábase  el 
maestro  en  teología  que  era  uno  de  los  mantenedores,  é  facía 
una  presuposición  con  su  tema  y  sus  alegaciones  y  loores  de 
la  Gaya  sciencia  é  de  aquella  materia  de  que  se  había  de 
tratar  en  aquel  consistorio,  c  tornábase  á  sentar.  E  luego  uno 
de  los  vergucros  decía  que  los  trovadores  alli  congregados  es- 

Tomo  I.  5 


66  NOTAS. 

pandiesen  y  publicasen  las  obras  que  tenían  hedías  de  la  ma- 
teria á  ellos  asinada;  ¿  luego  levantábase  cada  uno  é  leia  la 
obra  <¡ue  tenia  fecha ,  en  voz  inteligible ,  c  traíanlas  escritas  en 
papeles  damasquinos  de  diversas  colores  con  letras  de  oro  é 
de  plata ,  é  iluminadoras  fermosus  lo  mejor  que  cada  uno 
podía;  é  desque  todas  eran  publicadas ,  cada  uno  las  presen- 
taba al  escribano  del  consistorio. 

Teníanse  después  dos  consistorios ,  uno  secreto  y  otro  pú- 
blico. Un  el  secreto  facían  todos  juramento  de  juzgar  dere- 
chamente sin  parcialidad  alguna  según  las  reglas  del  arte, 
cual  era  mejor  de  las  obras  alli  esaminadas  ¿  leídas  pun- 
tuadamente  por  el  escribano.  Cada  uno  de  ellos  apuntaba  los 
vicios  en  ella  cometidos,  c  señalábanse  en  las  márgenes  de 
fuera.  E  todas  asi  requeridas ,  á  la  que  era  hallada  sin  vi- 
cio ,  ó  á  la  que  tenia  menos,  era  juzgada  la  joya  por  los 
votos  del  consistorio. 

Tin  el  público  congregábanse  los  mantenedores  é  trovado- 
res en  el  palacio ,  c  D.  Enrique  partía  dende  con  ellos  como 
está  dicho  para  el  capitulo  de  los  frailes  predicadores;  ¿co- 
locados é  fecho  silencio,  yo  les  facía  una  presuposición  loan- 
do las  obras  que  ellos  habían  feclu) ,  c  declarando  en  especial 
cual  de  ellas  merescia  la  joya,  é  aquella  la  traía  ya  el  es- 
cribano del  consistorio  en  pergamino  bien  iluminada  é  encima 
puesta  la  corona  de  oro  y  firmábalo  D.  Enrique  al  pie,  é 
luego  los  mantenedores ,  c  sellábala  el  escribano  con  el  sello 
pendiente  del  consistorio  é  traía  la  joya  ante  D.  Enrique, 
c  llamado  el  que  fizo  aquella  obra,  entregábale  la  joya  é  la 
obra  coronada  por  memoria ,  la  cual  era  asentada  en  el  re- 
gistro del  consistorio ,  dando  autoridad  c  licencia  para  que 
se  pudiera  cantar  é  en  público  decir. 

É  acabado  esto  tornábamos  de  alli  á  palacio  en  orde- 
nanza, ¿  iba  entre  dos  mantenedores  el  que  ganó  la  joya,  é  lie- 


NOTAS.  67 

róbale  un  mozo  delante  la  joya  con  ministriles  y  trompe- 
tas,  é  llegados  á  palacio  hádales  dar  confites  y  vino;  é  lue- 
go partían  dende  los  mantenedores  é  trovadores  con  los  mi- 
nistriles c  joya  acompañando  al  que  la  ganó  fasta  su  posa- 
da, é  mostrábase  aquel  ai'entage  que  Dios  y  natura  ficie- 
ron  entre  los  claros  ingenios  é  los  obscuros.  Orígenes  de  la 
lengua  española  por  Mayans. 

(8)  Los  desposorios  de  sus  principes.  El  docto  Muratori 
en  sus  disertaciones  sobre  las  antigüedades  de  Italia  nos  da 
«na  idea  de  la  pompa  espléndida  de  tales  fiestas.  En  cuanto 
á  los  espectáculos  teatrales  que  empezaron  á  usarse  en  aque- 
lla nación,  merecen  consultarse  entre  muchas  obras  que  tra- 
tan de  esto,  la  Historia  literaria  de  Italia  de  Tiraboschi  y 
la  de  los  teatros  de  Signorelli. 

(9)  Si  del  todo  se  habían  perdido.  A  las  comedias  y  tra- 
gedias griegas  ó  latinas  que  se  representaban  por  toda  la  ex- 
tensión del  imperio  romano  ,  sucedieron  los  mimos  y  pan- 
tomimos, que  durante  los  últimos  emperadores  gentiles  lle- 
garon á  ocupar  casi  exclusivamente  los  teatros  de  Roma  y 
de  las  provincias  sujetas  á  su  dominación. 

La  paz  dada  á  la  Iglesia  por  Constantino  en  el  siglo  IV 
no  hizo  cesar  los  acostumbrados  espectáculos;  apenas  pudo 
contener  la  sangrienta  ferocidad  del  anfiteatro  y  reprimir  en 
la  escena  la  torpe  disolución  de  sus  mimos  y  acciones  mudas. 
Constantino  prohibió  los  gladiadores,  obedeciéndose  tan  mal 
su  decreto  que  al  cabo  de  muchos  años  Arcadio  y  Honorio 
volvieron  de  nuevo  á  prohibirlos.  El  papa  Gelasio  I  se  lamen- 
taba á  fines  del  V  siglo  de  la  celebración  de  las  fiestas  lu- 
percales  ,  que  su  zelo  y  su  autoridad  no  podian  extinguir. 
Tanto  tardan  las  naciones  en  abandonar  sus  costumbres  y 
olvidar  lo  que  las  deleita. 

Duraron  pues  los  teatros  con  mas  ó  menos  esplendor 


68 


NOTAS. 


no  solo  en  el  Oriente  (hasta  que.  en  el  siglo  XV  acabó  aquel 
imperio)  sino  también  entre  las  demás  naciones  de  Europa. 
En  España,  como  ya  se  ha  dicho,  cesaron  con  la  irrupción 
de  los  moros  en  el  siglo  \  111.  Véanse  algunas  pruebas  de 
la  continuación  de  las  fiestas  teatrales  supuesta  siempre  la 
diferente  forma  «pie  debieron  ir  adquiriendo  con  el  trans- 
curso de  los  años  y  la  mudanza  de  las  costumbres. 

Siglo  IV,  concilio  cartaginense  3.°,  año  de  5<j~.  Ut  sce- 
nicis  atque  histrionibus  cecterisque  hujusmodi  ¡n  ¡  sonis  i  el  apo— 
Staticis  conversis  vel  reversis  ad  Dominum  gratiu  reí  recon- 
ciliatio  non  negetur. 

El  poeta  Ausonio,  que  murió  á  fines  del  mismo  siglo,  es- 
cribiendo á  su  amigo  Auxio  Paulo,  le  dice  en  su  epístola  X: 

Dactj  lieos  elegos  cfioriambum  carmen  epodos 
Socci  et  ehoturni  musicam 
Carpentis  impone  tuis:  nam  tola  supellex 
Vatum  piorum  charlea  esl. 

Y  en  la  epístola  XIV  : 

A llamen  ut  citius  venias  leviusque  vehare 
Historiam,  mimos,  carmina  tinque  dorni. 

Siglo  V,  concilio  africano,  año  de  4 '7-  Petendum  ab  im- 
peratore  ut  prohibeat  spectaeula  thcatrorum  in  diebus  Do- 
miniéis  el  aiiis  Sanctorum  festis. 

Siglo  VI.  Teodorico  mandó  hacer  en  el  teatro  de  Pom- 
peyo  en  Roma  las  reparaciones  que  fueron  necesarias,  co- 
mo se  lee.  en  la  epístola  5i  de  Casiodoro  lib.  4-°»  en  que  es- 
cribiendo á  Símaco  le  dice  el  rey:  Et  ideo  theatri  fabricam 
magna  se  mole  solventern ,  consilio  vestro  credimus  csse  ro- 


NOTAS. 


69 


lorandam.  En  el  mismo  lugar  hace  mención  de  la  existencia 
de  los  mimos  y  pantomimos,  y  de  la  perfección  á  que  habían 
llegado  en  sus  dias  aquellas  artes. 

Atalarico  su  inmediato  sucesor,  escribiendo  al  senado  ro- 
mano dice  (lib.  9  epístola  21  de  la  colección  de  Casiodo- 
ro  ) :  Nam  si  opes  nostras  scenicis  pro  populi  oblectatione  lar- 
gimur  et  ea  studiosissirnc  eonsequuntur  ,  qui  ndeo  necessarii 
non  habenlitr ,  quanto  magis  Mis  sirte  dilatione  prcebendcc 
sunt ,  per  quos  et  honesti  mores  proveniunt ,  et  palatio  nostro 
facunda  nuiriuñtur  ingenia? 

En  el  concilio  constantinopolitano,  año  de  536,  contra 
los  hereges  acéfalos  se  dice  hablando  de  Pedro  uno  de  ellos : 
quantum  servavit  voluptuosissimam  affectionem  circa  Stepha- 
nam  scenicam ,  quam  adducendo  persuasione  et  blanditiis  mo- 
nasterio inique  immittit  et  ornni  tempore  privatini  et  continuó 
ipsi  assidet. 

Las  anécdotas  de  la  misma  Teodora,  elevada  por  Justi- 
niano  al  tálamo  y  solio  imperial,  son  tan  conocidas  en  la 
historia  que  sería  ocioso  repetirlas. 

Siglo  VII,  concilio  romano,  año  de  680  :  Statuimus  etiam 
atque  decernimus  ut  Episcopi,  vcl  quicumque  ecclesiastici  reli- 
giosam  vitam  profcssi  sunt,  armis  non  utantur ,  nec  citlia- 
rwdos  habcant ,  vcl  qucccumquc  siniplionia ,  nec  quoscumquc 
jocos  vel  lucios  ante  se  pcrrnittant. 

Concilio  constantinopolitano  III ,  año  de  680.  Omninb 
prohibet  hazc  sánela  et  universalis  sjnodus  eos,  qui  dicuntur 
rnimi ,  et  eorum  spcctacida ,  deinde  venationum  quoque  spe- 
etationes  atque  in  secna  salta/iones  fieri   Nec  quid  liceat  eo- 
rum qui  in  sacerdotali  ordinc  enumerantur  vel  monachorurn 
in  equorum  curriculis  subsistere ,  vel  secnicos  ludos  sustinere. 

Siglo  VIH,  en  los  capitulares  de  Carlo-Magno  (por  los  años 
de  790):  ut  episcopi  ct  abbatcs  et  abbcttisscc  cuplas  canum 


70  NOTAS. 

non  habeont ,  nec  f aleones  ,  nec  accipitres  ,  nec  joculatores. 

Por  el  mismo  tiempo  el  monge  Alcuino  exhortaba  en 
una  de  sus  cartas  á  Angilherto,  yerno  de  Cario  Magno,  á 
que  se  abstuviese  de  asistir  á  los  espectáculos  del  teatro.  Ma- 
billon,  Anales  benedictinos,  lib.  26  núm.  i3. 

Siglo  IX,  concilio  turonense,  año  de  81 3.  Hfstrionum 
quoque  et  obscenorurn  insolentias  jocorum  et  ipsi  animo  cecte- 
visque  sacerdotibus  effugienda  prcedicare  debent. 

Concilio  aquisgranense ,  año  de  816.  Quod  non  oporteat 
sacerdotes  aut  clericos  quibuscumque  spectaculis  in  secnis  aut 
i/i  nuptiis  interesse. 

Concilio  parisiense,  año  de  829.  liare  quippc  a  sanclis 
viris  peni  tus  sunt  propcllenda ,  quibus  magis  convenit  lugere, 
quárn  ad  scurrilitates  et  stulliloquia  et  hislrionum  obscenas 
jocationes  ct  caleras  vandales,  qua:  animum  christianum  a 
rigorc  succ  rectitudinis  cmollire  solent ,  in  cachinnos  ora  dis- 
solvere. 

Siglo  X.  En  la  oración  del  rey  Edgar  de  Inglaterra,  año 
de  <)f>;  ,  se  dice  hablando  de  los  vicios  del  clero.  Dicam  quod 
boni  ¡ugcnl ,  rnali  rident ,  dicam  dolens,  et  si  lamen  dic i  po- 
tes/ quomodo  difjluant  in  comessationibus ,  in  ebrietatibus ,  in 
cubilibus  et  impudicitiis ,  ut  jam  domus  clericorum  putentür 
prostíbulo  rneretricum ,  conciliabulum  histrionum. 

En  este  siglo  Roswila,  religiosa  benedictina  de  Grandes- 
shcim,  compuso  en  latin  bárbaro  seis  dramas  intitulados  Gal- 
licanusi  Dulcitius :  Cullimachus :  Abratiamus  heremita:  Paph- 
nutius,  y  Fides,  spes  et  cháritas.  Los  argumentos  de  tales 
piezas,  y  la  calidad  de  la  autora  hacen  creer  que  las  compuso 
para  representarse  en  el  templo  según  costumbre  de  aquella 
edad,  y  á  vista  de  un  escogido  auditorio. 

Siglo  XII.  Un  monge  de  Canterbury ,  llamado  Guiller- 
mo Stephanides  ó  Fitz  Stepbcn,  que  escribió  durante  el  rei- 


NOTAS.  7 1 

nado  de  Henrique  II  una  obra  intitulada  Descriptio  nobilis- 
simce  civitatis  Londonice ,  dice  en  ella:  ''Londres  en  vez  de 
las  farsas  ordinarias  propias  del  teatro  tiene  dramas  de  un 
asunto  mas  santo,  representaciones  de  los  milagros  que  los 
santos  confesores  obraron ,  ó  de  los  sufrimientos  en  que  la 
gloriosa  constancia  de  los  mártires  se  manifiesta. '>  Biografía 
dramática.  Londres  1782. 

A  este  siglo  se  refiere  en  la  opinión  de  muchos  eruditos 
un  drama  latino  escrito  en  Alemania  intitulado  Ludus  pa- 
schalis  de  adventu  et  interilu  Antichristi.  Son  interlocutores 
el  Papa,  el  Emperador,  los  Soberanos  de  Francia,  de  la  Gre- 
cia y  de  Babilonia,  el  Anticristo,  la  Heregía ,  la  Hipocresía, 
la  Sinagoga  y  el  Gentilismo. 

Siglo  XIII,  concilio  lateranense,  aiío  de  1215.  Clérici  mi- 
mis  joculatoribus  et  histrionibus  non  intendant. 

Concilio  ravenatense,  año  de  1286.  Ne  clerici  joculato- 
res  vel  histriones  a  laicis  transmissos  recipiant. 

Pertenecen  á  este  siglo  las  primeras  noticias  que  se  con- 
servan de  la  existencia  de  piezas  dramáticas  en  España,  orí- 
genes de  nuestro  moderno  teatro.  Nadie  duda  que  de  esta  épo- 
ca en  adelante  continuaron  estos  espectáculos  en  todas  las 
naciones  de  Europa,  y  solo  Grecia  llegó  á  perderlos  á  fines 
del  siglo  XV  como  ya  se  ha  dicho. 

(10)  Los  eclesiásticos,  &c.  Signorelli  en  su  historia  de 
los  teatros,  lib.  3  dice:  "II  clero  cui  importaba  che  i  popo- 
li  non  venissero  distratti  dalla  divozione,  alia  prima  pro- 
scrisse  siffati  spetacoli ,  indi  cangiando  condotta  é  seguendo  lo 
stile  delle  precedenti  ctá  (quando  ad  onta  di  divieti  si  videro 
introdotli  nelle  chiese)  ne  ripiglio  egli  stesso  l'usanza  ,  eser- 
citando  Tarle  istrionica  é  mascherandosi  é  cantando  favole 
profane  nel  santuario. 

(11)  En  las  demás  naciones.  Para  comprobar  esta  aser- 


72  NOTAS. 

cion  bastarán  algunas  ligeras  indicaciones.  El  que  aspire  á 
mayor  nolicia  la  encontrará  en  las  muchas  obras  extranje- 
ras histórico-críticas  que  tratan  de  esto. 

En  1423,  dia  de.  Pascua  de  Resurrección,  se  hizo  una  re- 
presentación en  Padua  en  la  gran  plaza  que  se  llama  Prato 
della  Valle. 

En  1264  se  estableció  en  Roma  la  compañía  llamada  del 
Con/alone,  con  el  objeto  principal  de  representar  los  miste- 
rios de  la  Pasión  de  Jesucristo,  como  en  efecto  lo  verificó  por 
espacio  de  muchos  anos.  En  el  de  1445  representaba  en  el 
coliseo.  En  el  de  1 584  sc  imprimieron  sus  ordenanzas  en 
Roma. 

En  1261  se  estableció  la  compañía  de  Battuti  en  Trevi- 
so,  y  uno  de  sus  reglamentos  dice  que  los  canónigos  de  aque- 
lla iglesia  debían  dar  in  armo  quolibet  dicta:  scholcc  dúos  1 Ir- 
ricos  sufficientes  pro  María  et  Angelo ,  ct  be.nc  instruclos  ad 
canendum  in  fes/o  fiendo  more  sólito  in  die  Annunciationis.... 
Cantores  habeant  sóidos  X  pro  quolibet...  in  die  Annuncia- 
tionis B.  M.  V.  cuín  fiet  rcprajsenta/io. 

En  1298  el  clero  de  Friuli  dió  una  representación  de  la 
Pasión  de  Jesucristo  en  el  dia  de  Pentecostés.  En  el  reino  de 
Nápoles  se  hicieron  representaciones  de  este  género,  y  la 
que  desde  tiempo  inmemorial  se  hacia  en  Lanciano  (provin- 
cia del  Abruzo)  en  la  noche  del  viernes  santo  que  concluía 
con  una  devota  procesión,  duró  hasta  el  año  de  i"4<>  en 
que  fue  prohibida  por  el  gobierno. 

En  i3o4  se  hacia  en  Toscana  una  fiesta  teatral  en  que 
se  imitaba  el  infierno  con  los  diablos  y  los  condenados  que 
daban  ahullidos  espantosos. 

En  el  mismo  año  el  cabildo  y  clero  de  Friuli  representó 
la  creación  de  Adán  y  Eva,  la  Anunciación,  y  el  parlo  de 
nuestra  Señora. 


NOTAS.  73 

Durante  aquel  siglo  se  representaron  por  toda  Italia  la 
conversión  de  la  Magdalena  y  la  de  san  Pablo. 

En  el  siguiente  se  representó  en  Roma  el  drama  sagra- 
do de  san  Lorenzo  y  Paulo,  y  en  la  Semana  Santa  del  año 
de  i452  se  representaron  los  misterios  de  la  Pasión  en  la 
iglesia  de  santa  Clara  de  Nápoles  con  magníficas  decoracio- 
nes y  á  presencia  de  Alfonso  I. 

En  Flandes  y  Alemania  se  usaron  igualmente  estas  fies- 
tas sagradas.  Federico  Landgrave  de  Turingia  asistió  en  la 
ciudad  de  Eisenach  en  el  año  de  1^22  á  una  representación, 
cuyo  argumento  era  las  vírgenes  del  Evangelio. 

En  la  biografía  dramática  citada  ya  se  dice  hablando 
del  teatro  inglés:  el  año  de  1378  los  estudiantes  de  la  es- 
cuela de  san  Pablo  presentaron  una  petición  á  Ricardo  II 
suplicándole  que  prohibiese  al  pueblo  ignorante  representar 
la  historia  del  antiguo  testamento  con  gran  perjuicio  de  la 
citada  clerecía  que  tenia  hechos  grandes  gastos  para  repre- 
sentarla en  la  Pascua  de  Navidad. 

Cerca  de  doce  años  después,  esto  es,  en  el  de.  i3go,  los 
curas  de  las  parroquias  de  Londr  es  se  dice  haber  represen- 
tado farsas  en  Skinncrs-VFcll  el  18,  19  y  20  de  julio ,  y 
en  el  de  i4°9  <'¿  décimo  ano  de  Henríque  IV  representaron 
en  Clerkenvell  ( pozo  de  los  clérigos ) ,  que  tomó  su  nombre 
de  la  costumbre  de  representar  farsas  alli  los  curas  de  las 
parroquias ,  una  farsa  que  se  repitió  por  ocho  dias  consecuti- 
vos,  en  la  cual  se  trataba  de  la  creación  del  mundo ,  y  acu- 
dió á  verla  la  mayor  parte  de  la  nobleza  y  caballeros  del 
reino. 

Consta  que  en  1578  representaron  los  coristas  de  san  Pa- 
blo piezas  dramáticas ,  y  cerca  de  doce  años  después  de  esto, 
se  dice  haber  representado  misterios  los  curas  de  las  parro- 
quias de  Londres  en  Skinners-Well. 


7  U  NOTAS. 

Por  los  años  de  i38o  se  hacian  ya  en  Francia  represen- 
taciones de  moralidades  y  misterios. 

En  1402  los  Hermanos  de  la  Pasión,  obtenida  licencia 
de  Carlos  VI,  establecieron  su  teatro  en  París,  y  represen- 
taron durante  aquel  siglo  farsas  de  la  Pasión  y  misterios  del 
antiguo  Testamento.  En  la  que  se  atribuye  al  obispo  de  An- 
gers  intervenían  el  Padre  Eterno,  Jesucristo ,  Lucifer  ,  Sa- 
tanás, la  Magdalena  y  algunos  de  sus  amantes.  Lucifer  daba 
una  paliza  á  Satanás  por  no  haber  sabido  tentar  á  Cristo 
como  era  menester.  La  hija  de  la  Cananea  con  los  diablos  en 
el  cuerpo  se  desahogaba  diciendo  mil  torpezas  y  desatinos. 
El  alma  de  Judas  no  pudiendo  salir  por  la  boca  que  habia 
besado  al  divino  Maestro,  se  escapaba  por  otra  parte,  lle- 
vándose de  camino  las  entrañas  del  mal  apóstol.  Satanás  vo- 
laba al  pináculo  con  Jesucristo  acuestas.  Esto  se  representa- 
ba en  la  capital  de  Francia  á  mediados  del  siglo  XV,  y  esto 
duró  hasta  pasado  el  XVI. 

Pertenecen  á  esta  última  época,  ademas  de  las  vidas  y 
milagros  de  los  santos  reducidas  á  acción  dramática,  las  mo- 
ralidades y  misterios  intitulados  Encarnación  y  Nacimien- 
to de  nuestro  Señor  Jesucristo.  Misterio  de  la  Pasión.  La  Re- 
surrección de  Cristo.  Misterio  del  caballero  que  dio  su  mugcr 
al  diablo.  Las  actas  de  los  apóstoles.  La  Asunción  de  nues- 
tra Señora.  Combate  de  la  carne  y  del  espíritu.  Misterio  de 
la  Encarnación  de  nuestra  Señora.  El  diluvio  universal.  Mo- 
ralidad del  hijo  de  perdición  que  ahorcó  á  su  padre.  Tra- 
gedia del  nacimiento  y  creación  del  mundo ,  &c.  &c. 

( i  2)    Indicó  á  los  eclesiásticos ,  &c.  Los  clérigos  non  de- 

ben  jugar  dados  nin  envolverse  con  tafurcs  nin  atenerse  con 
ellos ,  nin  deben  entrar  en  tabernas  á  beber ,  fueras  ende  si  lo 
■ficieren  por  premia  andando  camino,  nin  deben  ser  facedores 
de  juegos  de  escarnios  por  que  los  vengan  á  ver  gentes  como 


NOTAS.  75 

se  facen.  É  si  otros  ornes  los  ficieren ,  non  deben  los  clérigos 
lii  venir  por  que  facen  hi  muchas  villanías  é  desaposturas. 
Nin  deben  otrosí  estas  cosas  facer  en  las  eglesias:  antes  de- 
cirnos  que  los  deben  echar  de  ellas  de shonr adámente  á  los  que 
lo  Jicieren:  ca  la  eglesia  de  Dios  es  fecha  para  orar  é  non 
para  facer  escarnios  en  ella ,  ca  asi  lo  dijo  nuestro  Señor 
Jesucristo  en  el  Evangelio  ;  que  la  su  casa  era  llamada  casa 
de  oración ,  é  non  debe  ser  fecha  cueva  de  ladrones.  Pero  re- 
presentación hay  que  pueden  los  clérigos  facer ,  asi  como  de  la 
nacencia  de  nuestro  Señor  Jesucristo  en  que  muestra  como  el 
ángel  vino  ú  los  pastores ,  c  como  les  dijo  como  era  Jesucris- 
to nacido.  E  otrosí  de  su  aparición  como  los  tres  Reyes  Ma- 
gos le  vinieron  á  adorar.  É  de  su  resurrección  que  muestra 
que  fue  crucificado  é  resucitó  al  tercero  día:  tales  cosas  como 
estas  que  mueven  al  orne  á  facer  bien  é  á  haber  devoción  en 
la  fé ,  puedenlas  facer ,  é  demás,  por  que  los  ornes  hayan 
remembranza  que  según  aquellas  fueron  las  otras  fechas  de 
verdad.  Mas  esto  deben  facer  apuestamente  é  con  muy  grand 
devoción  c  en  las  cibdades  grandes  donde  oviere  Arzobispos 
ó  Obispos,  é  con  su  mandado  de  ellos  ó  de  los  otros  que  to- 
vieren  sus  veces,  é  non  lo  deben  facer  en  las  aldeas.  i.a  Par- 
tida, tit.  VI,  Ley  34. 

( 1 3)  El  mismo  Alfonso  X ,  &c.  Otrosí  los  que  son  jugla- 
res é  los  remedadores  c  los  facedores  de  los  zaharrones  que 
publicamente  andan  por  el  pueblo  ó  cantan  ó  facen  juegos 
por  precio,  esto  es  por  que  se  envilecen  ante  otros  por  aquel 
precio  que  les  dan.  Mas  los  que  tañeren  estrumentos  ó  can- 
tasen por  facer  solaz  á  si  mesmos ,  ó  por  facer  placer  á  sus 
amigos  ó  dar  solaz  á  los  reyes  ó  á  los  otros  señores,  non  se- 
rian por  ende  enfamados.  7.a  Partida,  til.  VI,  Ley  /¡. 

Ilust/-es  personas  son  llamadas  en  latín  las  personas  hon- 
radas é  de  gran  guisa  é  que  son  puestos  en  dignidades  asi  co- 


76  NOTAS. 

mo  los  reyes  é  los  que  descienden  de  ellos ,  e  los  rondes ,  f. 
otrosí  los  que  descienden  rlrllos,  c  los  otros  ornes  lutnrados  se- 
mejanies  deslos.  B  estos  titules,  romo  quier  que  según  las  le- 
yes pueden  rrrrbir  las  barraganas ,  tales  rnugeres  ya  que  non 
deben  reci  bir  asi  rumo  la  sierra  o  fija  de  sieroa.  Nin  otrosí, 
la  que  fuese  aforrada  nin  su  fija  ,  nin  juglaresa  nin  sus  fijas, 
nin  tabernera  ,  nin  regatera  ,  nin  alcahueta  nin  sus  fijas, 
nin  otra  persona  de  aquellas  que  son  llamadas  riles  por  ra- 
zón de  si  mismas  ,  6  por  razón  de  aquellas  dó  descendieren; 
ra  non  seria  guisada  cosa  que  la  sangre  de  los  nobles  fuese 
embargada  nin  ayuntada  á  tan  viles  rnugeres.  E  si  alguno 
de  los  sobredichos  friere  contra  esto ,  si  om'ese  de  tal  muger 
fijo  según  las  leyes ,  non  seria  llamado  Jijo  natural,  ante  se- 
ria llamado  spurio ,  que  quier  tanto  decir  romo  fornecino.  E 
demás  tal  fijo  romo  este  non  debe  partir  en  los  bienes  del  pa- 
dre,  nin  es  el  padre  temido  de  criarle  si  non  quisiere.  IV  Par- 
tida, tit.  XIV,  Ley  3. 

(i4)  Tenia  á  su  servicio,  &c.  En  los  libros  de  cuentas 
de  este  rey  pertenecientes  al  año  de  iaqPi  se  hace  mención 
de  los  vestidos  y  raciones  que  se.  daban  en  palacio  á  quince 
tamboreros  ú  ornes  de  los  alambores ,  á  cuatro  tromperos,  á 
dos  saltadores  y  á  los  joglares  ó  músicos  del  tamboret,  del 
ayabeba ,  del  añafil ,  de  la  rola,  y  al  maestro  de  los  órganos. 
Dábase  ración  á  uno  que  tocaba  el  tamboril,  llamado  Juanot. 
Los  saltadores  parece  que  eran  moros,  uno  de  ellos  se  llama- 
ba Fate.  Habia  rnugeres  músicas  de  voz  y  de  instrumentos, 
y  en  una  de  las  partidas  se.  apunta  lo  que  costó  un  asno 
para  las  juglaresas.  Existe  este  curioso  manuscrito  en  la  Real 
Biblioteca  de  Madrid. 

(i  5)  El  ilustre  D.  Juan  Manuel ,  &c.  Floreció  en  los  rei- 
nados de  Sancho  IV,  Fernando  IV  y  Alfonso  XI.  La  histo- 
ria refiere  sus  acciones  militares  y  políticas  ;  la  literatura 


NOTAS.  7  7 

conserva  noticias  de  las  doctas  obras  que  compuso,  si  Lien 
hasta  ahora  solo  se  ha  publicado  por  medio  de  la  prensa  la 
del  Conde  Lucanor.  Escribió  ademas  la  Crónica  de  España: 
el  Libro  de  los  Sabios:  Libro  del  Caballero  y  del  Escudero: 
Libro  del  Infante:  Libro  de  Caballeros:  Libro  de  la  Caza: 
Libro  de  los  Engeños:  Libro  de  los  Cantares:  Libro  de  los 
Ejemplos:  Libro  de  los  Consejos.  Estas  obras  existieron  en  el 
monasterio  de  PP.  Dominicos  de  san  Pablo  de  la  villa  de 
Péñafiél:  alli  estaban  hace  dos  siglos  y  medio.  ¿Quién  sabe 
en  dónde  pararán  ahora,  ó  si  habrán  perecido  como  otras 
muchas  que  la  ignorancia  y  el  total  abandono  de  los  bue- 
nos estudios  ha  dejado  perecer? 

El  docto  alemán  Bouterwek  se  inclinó  á  creer  que  cier- 
tos versos  que  se  hallan  en  el  Cancionero  general ,  fuesen 
compuestos  por  el  que  escribió  el  Conde  Lucanor ;  pero  no 
son  de  él,  sino  de  algunos  de  sus  descendientes,  que  según 
la  cultura  del  lenguage  y  la  corrección  de  los  versos,  debió 
florecer  muy  poco  antes  de  la  publicación  del  Cancionero. 
Una  sola  reflexión  bastará  para  comprobarlo.  En  el  roman- 
ce que  cita  Bouterwek  se  hace  mención  de  los  frailes  del 
Paular.  El  infante  D.  Juan  Manuel  murió  en  el  ano  1 3 4 7  > 
y  el  convento  del  Paular  se  fundó  en  el  de  i44°- 

(íC)  Juan  Ruiz ,  Arcipreste  de  Hila.  Son  muy  escasas  las 
noticias  que  nos  han  quedado  de  este  autor.  Se  cree  que  fue 
natural  de  Alcalá  de  Henares,  y  que  murió  de  edad  avan- 
zada antes  del  ano  de  i3Si. 

De  los  poemas  misceláneos  (dijo  D.  Juan  Antonio  Pelli- 
cer)  de  que  se  compone  este  códice  del  Arcipreste  de  Hita, 
el  mas  principal  es  la  fábula  en  que  se  finge  que  por  con- 
sejo de  la  diosa  P'enus ,  y  con  la  tercería  de  la  vieja  Tro- 
ta-conventos ,  consigue  D.  Melón  de  la  Huerta  casarse  con 
una  viuda  llamada  Doña  Endrina.  Pero  este  poema  no  es 


78  NOTAS. 

parto  original  del  Arcipreste,  sin  embargo  de  su  fecundo  in- 
genio. Hallóle  inventado  por  un  poeta  de  la  baja  latinidad, 
y  de  el  le  adoptó.  Hay  en  efecto  un  poema  jocoso  atribuido  á 
Ovidio  intitulado  de  Velula.  Habla  de  él  Fabricio  (Bifol.  La- 
tina, tomo  i  pág.  277),  y  dice  que  se  atribuye  á  Ovidio  sin 
ningún  fundamento ,  y  que  acaso  es  obra  de  Panfilo  Mau- 
rlliano,  monge  que  floreció  en  la  media  edad.  Hace  mención 
de  dos  ediciones  que  se  hicieron  de  él ,  una  en  el  año  de  1  4  '  o 
y  otra  en  el  de  1471  (no  conoció  otra  de  1  5  t  1  que  he  vis- 
to en  la  curiosa  librería  de  mi  amigo  1).  Manuel  Silbela), 
pero  omite  la  única  que  se  ha  tenido  presente  para  esta  ad- 
vertencia publicada  en  París  año  de  i55o  con  este  título: 
Pamphilus  de  amore  cum  commento  familiari,  en  4°:  cons- 
ta de  treinta  y  cuatro  hojas  con  texto  y  comentario.  El  au- 
tor de  este  es  Antonio  Proto,  que  antes  que  Fabricio  y  otros 
conoció  que  no  era  obra  de  Ovidio  porque  es  fácil  de  cono- 
cer ,  pues  solo  es  semejante  á  las  de  aquel  poeta  en  la  mate- 
ria amatoria  de  que  trata ,  ó  por  mejor  decir ,  antes  que 
todos  lo  descubrió  nuestro  Arcipreste ,  que  habló  de  Ovidio  y 
Pdnflo  como  dos  poetas  distintos,  si  ya  no  es  que  entonces 
no  se  hubiesen  aún  confundido.  Está  escrito  en  hexámetros  y 
pentámetros ,  es  dramático:  introdúceme  en  él  cuatro  perso- 
nas que  son  Venus ,  Pánfilo ,  una  vieja,  y  una  doncella  lla- 
mada Calatea;  divídese  en  cinco  actos   De  este  breve  ex- 
tracto resulta  que  sobre  esta  tela  tejió  el  Arcipreste  de  Hila 
su  poema  exótico  de  las  bodas  de  D.  Melón  de  la  Huerta 
con  la  hija  de  D.  Endrino  y  Doña  liana.  En  él  se  observan 
trasladados  los  pensamientos  y  comparaciones  del  poema  la- 
tino. Pero  esta  traducción  es  tan  libre  y  parafrástica ,  y  el 
interprete  supo  con  la  agudeza  de  su  ingenio  y  amenidad 
de  su  imaginación  añadir  tantas  cosas  ya  de  suyo,  ya  to- 
madas de  Ovidio,  que  hizo  una  como  obra  nueva,  pero  en 


NOTAS.  79 

quien  siempre  se  trasluce  la  trama  agena,  &c.  Véase  la  co- 
lección de  poesías  castellanas  anteriores  al  siglo  XV  por  D.  To- 
mas Sánchez,  tomo  IV. 

(17)  Combinaciones  j  medidas  de  versos,  &c.  Prescindien- 
do de  la  irregular  versificación  del  poema  del  Cid,  en  que  se 
hallan  versos  de  doce ,  catorce ,  quince ,  diez  y  seis  y  diez  y 
ocho  sílabas ,  y  considerando  las  composiciones  posteriores 
escritas  ya  con  mayor  cultura  y  exactitud  por  los  trovadores 
del  XIII  y  XIV  siglo ,  vemos  en  ellas  diferentes  medidas  de 
versos  colocados  con  mayor  artificio. 

De  cuatro  sílabas. 

Madre  de  Dios  gloriosa, 
Virgen  Santa  María 
fija  é  leal  esposa 
del  tu  fijo  Mesía. 
Tú ,  Señora , 
dame  agora 
la  tu  gracia  toda  hora 
que  te  sirva  todavía. 

De  seis  sí/abas. 

Encima  del  puerto 
coidé  ser  muerto 
de  nieve  é  de  frió, 
c  dése  rosio, 
é  de  grand  eluda. 

1L  á  la  decida 
di  una  corrida: 
fallé  una  serrana 


NOTAS. 

fermosa,  lozana, 
¿  bien  colorada. 

Dije  yo  á  ella: 
homillome ,  bella. 
Uis  lú  que  bien  corres , 
aquí  non  te  engorres , 
anda  lu  jornada. 

De  siete  sílabas. 

Sino  es  lo  que  jo  (¡uiero, 
quiera  jo  lo  que  es. 
Si  pesar  he  primera, 
placer  habré  después. 

T ened  esto  por  cierto  : 
ca  es  verdad  probada 
que  honra  j  vicio  grande 
no  han  una  morada. 

De  ocho  sí/abas. 

Muy  fuerte  fue  la  contienda 
Dios  ajuda  á  los  cristianos , 
Kl  Arráz  volvió  la  rienda , 
é  fuió  con  sus  paganos. 

Si  por  el  vicio  ó  folgura 
la  buena  fama  perdemos , 
la  vida  muj  poco  dura; 
denostados  fincaremos. 


NOTAS. 


De  nueve  y  diez  sílabas. 

Por  que  trovar  é  cousa  en  que  yaz 
entendimiento  por  en  quen  ó  faz, 
á  ó  deber  é  de  razón  assaz: 
por  que  entenda  é  sabia  dicer , 
á  que  entend  é  de  decir  lie  praz; 
cá  ben  trovar  assi  s1  á  de  facer. 

En  el  comienzo  debe  orne  monstrar 
á  su  muger  como  debe  pasar. 

De  once  sílabas. 

Non  aventures  mucho  tu  riqueza 
por  conseio  de  orne  que  ha  pobreza. 
Por  falso  dicho  de  orne  mentiroso 
no  pierdas  al  amigo  provechoso. 
Non  castigues  al  moro  maltray  éndole ; 
mas  dile  como  vayas  apiadándole. 
Quiero  seguir  á  ti,  flor  de  las  flores, 
siempre  desir ,  cantar  de  tus  loores. 

De  doce  sílabas. 

Maguer  que  algunos  te  hayan  errado, 
por  eso  non  dejes  facer  aguisado. 
A  esta  mi  danza  trax  de  presente 
estas  dos  doncellas  que  vedes  fermosas: 
ellas  vinieron  de  muy  mala  mente 
á  oir  mis  canciones ,  que  son  dolorosos. 


Tomo  I. 


6 


82 


NOTAS. 


De  catorce  sílabas. 

Era  esta  manceba  de  Dios  enamorada; 
por  otras  vanidades  non  daba  ella  nada; 
ninna  era  de  dias,  de  seso  acabada  ; 
mas  querrie  ser  ciega  <¡ue  veerse  casada. 
Con  paz  é  seguranza  es  buena  la  pobreza , 
al  rico  temeroso  es  pobre  la  riqueza ; 
siempre  tiene  recelo,  v  con  miedo  tristeza; 
la  pobredat  alegre  es  segura  nobleza. 

(18)  Muchos  instrumentos  ,  &c.  En  varias  obras  antiguas, 
y  particularmente  en  las  poesías  del  Arcipreste  de  Hita  se 
hace  mención  de  los  instrumentos  que  se  usaban  antes  de  la 
mitad  del  siglo  XIV  ,  cuyos  nombres  no  será  ocioso  copiar 
aqui.  Arpa,  Alambor,  Ajabeba,  Albogue,  Albogon,  Adedura, 
Añafil,  Albardana  ,  Adufe,  Atabal,  Bibuela,  Biliuela  de  pén- 
dola, Bihuela  de  arco,  Baldosa,  Caño  entero,  Cbirimía,  Ca- 
ramillo, Citóla,  Dulcema,  Guitarra,  Guitarra  morisca,  Gui- 
tarra latina,  Giga,  Galipe  francés,  Laúd,  Mandarria,  Me- 
dio caño,  Ministril,  Odrecillo  francés,  Orabin ,  Organo, 
Pandero,  Panderete,  Babé,  Babé  morisco,  Bota,  Salterio, 
Sinfonía,  Sonajas,  Tamborete,  Trompa,  Zampoña.  En  las 
obras  manuscritas  de  Alfonso  X  existentes  en  la  biblioteca 
del  Escorial  se  bailan  pintados  algunos  de  los  instrumentos 
de  que  va  hecha  mención. 

(19)  En  la  coronación ,  &c.  É  comforen  tots  aseguts ,  en 
Romaset  jutglar  canta  altes  teus  un  serventesch  davant  lo 
senyor  Rey  nooell ,  quel  senjor  Infant  en  Pcre  hach  feit  á 
honor  del  dit  senjor  Rey ,  é  la  sentencia  del  dit  serventesch 
era  aytal  quel  senyor  Infant  li  dix  en  aquell  que  significaba 


NOTAS. 


83 


la  corona,  é  el  pom  é  la  verga  é  scgons  la  signiftcanza  lo 
senyor  Rey  que  debía  fer.  É  apres  com  lo  dit  Romaset  hach 
dit  lo  dit  servcntesch  en  comi  dix  una  canzó  nooella  que  hanch 
fejta  lo  dit  senjor  Infant  en  Pere ,  é  perzó  com  en  corni 
canta  milis  que  nulhom  de  Catalunya ,  dónala  á  ell  que  la 
cantas ,  é  com  la  hach  cantada  é  llevas  en  Novcllet  juzglar, 
é  dix  en  parlant  setcents  versos  rimats  quel  dit  senyor  In- 
fant en  Pere  habia  novellament  feyts.  Montaner,  Crónica  de 
los  reyes  de  Aragón. 

(20)  Que  se  ha  creído  de  aquel  tiempo,  &c.  Véase  el  nú- 
mero 1 ,°  del  catálogo. 

(21)  Escribió  piezas  dramáticas ,  &c.  Pedro  González  de 

Mendoza  mi  abuelo       usó  una  manera  de  decir  cantares  asi 

como  fénicos ,  plautinos  y  terencianos  también  en  estrambo- 
tes  como  en  serranas.  Marques  de  Santillana  en  su  Proemio 
al  Condestable. 

(22)  Los  célebres  italianos,  &c.  Giiido  Cavalcanti  murió 
en  el  año  de  1000.  Dante  en  el  de  i32i.  Ciño  de  Pistoya  en 
el  de  1 3 36 ,  y  Petrarca  en  el  de  1 3 7 4- 

(23)  Los  romances  históricos  y  amorosos.  El  origen  de 
nuestros  romances  se  pierde  en  la  obscuridad  del  tiempo: 
solo  sabemos  que  los  castellanos  tornaron  de  los  árabes  esta 
composición  métrica.  Conde,  en  el  prólogo  de  su  estimable 
historia  de  los  árabes  en  España  dijo:  Como  la  erudición  y 
la  poesía  eran  una  parte  principal  de  la  educación  caballe- 
resca de  nuestros  árabes,  y  sirven  tanto  para  notar  su  inge- 
nio y  sus  costumbres ,  no  he  querido  privar  á  mi  historia  de 
este  ornato  de  gusto  arábigo ,  pues  no  hay  entre  ellos  historia 
alguna  de  mérito  que  no  esté  adornada  de  versos  con  mas 
ó  menos  profusión.  Por  eso  he  insertado  los  que  me  han  pa- 
recido mas  característicos ,  y  que  por  lo  regular  tienen  rela- 
ción con  los  sucesos  históricos.  Aun  en  esta  parte  he  querido 


84 


NOTAS. 


imitarlos  en  la  traducción ,  haciéndola  en  nuestros  versos  de 
romance,  </i/c  es  genero  mas  usado  en  la  métrica  arábiga  de 
donde  procede  sin  (Jada.  Y  los  he  hecho  imprimir  corno  ellos 
los  escriben,  porque  cada  dos  versos  de  nuestros  romances 
equivalen  á  uno  arábigo  aue  ellos  dividen  en  dos  parles.  ^  éase 
por  ejemplo  uno  muy  corto  de  los  que  Conde  incluyó  en  la 
citada  historia:  es  composición  de  uno  de  los  poetas  favo- 
recidos de  Almanzor,  que  le  enviaba  en  el  invierno  un  cesto 
de  rosas. 

Cuando  yo  de  mi  jardín  te  envió  las  rosas  bellas, 

lo  extraña  la  gente  y  dice  con  admiración  de  verlas: 

feliz  se  apresura  el  año,  flor  temprana  el  prado  lleva; 

ó  es  que  el  tiempo  de  Almanzor  es  perpetua  primavera. 

Fernando  III  dió  repartimientos  en  Sevilla  á  dos  trova- 
dores que  le  acompañaron  en  la  conquista  «le  aquella  ciudad, 
llamados  el  uno  Nicolás  de  los  romances ,  y  el  otro  Domin- 
go Abad  de  los  romances. 

Los  romances  mas  antiguos  que  hoy  conocemos  perte- 
necen al  reinado  de  Juan  el  II:  los  anteriores  todos  se  han 
perdido.  Tal  vez  pudieran  hallarse  algunos  entre  las  poe- 
sías manuscritas  de  D.  Juan  Manuel,  si  por  fortuna  llegasen 
á  parecer  algún  dia. 

Este  género  se  fue  perfeccionando  como  las  demás  com- 
binaciones líricas,  y  en  él  se  expresaron  afectos  delicados  ó 
heroicos,  según  los  varios  argumentos  á  que  supieron  apli- 
carle. Góngora  y  los  que  le  imitaron  mejor  desempeñaron 
con  mucho  acierto  esta  parte  de  nuestra  poesía  nacional. 

En  el  siglo  anterior  D.  Vicente  García  de  la  Huerta  y 
D.  Nicolás  Fernandez  de  Moratin  renovaron  la  composición 
de  romances  históricos;  y  en  los  amorosos  manifestó  Me- 
lendez  su  delicada  sensibilidad  y  su  buen  gusto. 


NOTAS.  85 

(24)  Una  comedia  alegórica ,  &c.  Véase  el  núm.  2  del 
catálogo.  Cervantes  no  tuvo  razón  en  decir  que  él  habia  sido 
el  primero  que  representase  las  imaginaciones  y  los  pensa- 
mientos escondidos  del  alma ,  sacando  //guras  morales  al  tea- 
tro. Desde  que  el  nuestro  empezó  á  existir,  incurrieron  al- 
gunos autores  dramáticos  en  este  desacierto.  Ya  se  habia  vis- 
to en  él  la  muerte,  la  justicia,  la  faina,  la  verdad,  la  ra- 
zón, la  fortuna ,  la  misericordia,  el  amor,  la  paz,  el  tiempo, 
el  sueño ,  el  consuelo ,  el  remedio ,  el  mundo  y  la  carne,  an- 
tes que  le  ocurriese  á  Cervantes  hacer  hablar  en  sus  come- 
dias á  la  enfermedad ,  el  hambre ,  la  curiosidad ,  la  guerra, 
la  necesidad ,  la  desesperación ,  el  temor ,  la  ocasión  y  los  zelos. 

(2  5)  Los  mas  ilustres  personages ,  &c.  En  el  Cancionero 
general ,  compilado  por  Hernando  del  Castillo  ,  impreso  en 
Valencia  en  el  año  de  i5ii  se  halla  una  lista  de  ciento 
treinta  y  seis  autores,  cuyas  obras  se  incluyen  en  el  cita- 
do Cancionero.  Muchos  de  ellos  pertenecen  al  reinado  de 
D.  Juan  el  II,  y  los  últimos  al  de  los  reyes  Católicos,  y  aun- 
que no  es  de  este  lugar  mencionarlos  todos,  dará  una  idea 
del  ardor  con  que  se  cultivó  la  poesía  en  aquellos  tiempos 
la  enumeración  de  los  siguientes  poetas  pertenecientes  á  la 
mas  alta  nobleza  de  España. 

Duque  de  Medinasidonia.  Duque  de  Alba.  Duque  de  Al- 
burquerque.  Marques  de  Santillana.  Marques  de  Astorga.  Mar- 
ques de  Villena.  Marques  de  Villa-franca.  Conde  de  Oliva.  Con- 
de de  Benavcntc.  Conde  de  Haro.  Conde  de  Rwadeo.  Conde  de 
Coruña.  Conde  de  Castro.  Conde  de  Feria.  Conde  de  Ureña. 
Conde  de  Paredes.  Conde  de  Ribagorza.  Vizconde  de  Altami- 
ra.  Almirante  de  Castilla.  Adelantado  de  Murcia.  Mariscal 
Sayavedra.  Fernán  Pérez  de  Guzman.  Gómez  Manrique.  Lo- 
pe de  Estúñiga.  D.  Enrique  Hcnriqucz.  D.  Diego  López  de 
Haro.  D.  Iñigo  de  Velasco.  D.  Luis  de  Vivero.  D.  Antonio 


86  NOTAS. 

de  Vclasvo.  D.  Alonso  de  Silva.  I).  Rodrigo  Manrique.  D.  Juan 
de  Meneses.  D.  Alvaro  de  Buzan.  D.  Alonso  de  Cardona. 
D.  Carlos  de  Guevara.  D.  Pedro  de  Acuña,  &c.  Si  hoy  se. 
tratase  de  publicar  una  colección  de  poesías  de  los  que  han 
cultivado  este  arte  en  los  cien  años  últimos,  no  sería  posi- 
ble enriquecerla  con  nombres  tan  ilustres. 

(26)  Hubo  grandes  fiestas  ,  &c.  El  Rey  hizo  gran  fies- 
ta ú  la  Reyna  en  tanto  que  en  Soria  estuvo:  se  hicieron  gran- 
des fies/as  donde  salieron  los  caballeros  ricamente  habillados, 
>  después  de  aquellas  se  hicieron  danzas  y  momos.  Crónica 
de  D.  Juan  el  II. 

(27)  El  Marques  de  Santillana ,  &c.  Entre  las  muchas 
obras  poéticas  de.  este  célebre  literato  se  conserva  una  titu- 
lada Comedida  de  Ponza.  Cualquiera  presumirá  por  este  tí- 
tulo que  fuese  una  pieza  teatral,  pero  ni  es  comedia  ni  diá- 
logo representa  ble  ;  es  un  poema  escrito  en  coplas  de  arte 
mayor  en  que  el  poeta  propone,  invoca,  describe,  rellexio- 
na ,  refiere  y  lleva  al  cabo  su  difusa  narración,  mezclando 
en  ella  varios  razonamientos  de  las  dos  reinas  de  Aragón, 
la  de  Navarra  y  la  infanta  Dona  Catalina.  Bocado  las  con- 
suela, y  la  fortuna  les  promete  la  próxima  libertad  de  los 
reyes  de  Aragón  y  Navarra ,  presos  por  los  genoveses  en  la 
batalla  naval  de  Ponza  el  dia  25  de  agosto  de  1 43 5.  Si  se 
pregunta  por  qué  llamó  comedia  á  este  poema,  podrá  decir- 
se que  tuvo  las  mismas  razones  que  el  Dante  para  dar  igual 
denominación  al  sujo. 

(28)  Y  representaciones  teatrales.  Y  en  los  tres  dias  si- 
guientes hubo  danzas  de  los  caballeros  y  gentiles  hombres  en 
palacio  y  momos  y  toros  y  juegos  de  cañas.  Crónica  de 
D.  Juan  el  II. 

(29)  Se  ignora  todavía  el  autor  y  el  titulo.  Véase  el  nú- 
mero 3  del  catálogo. 


NOTAS.  87 

(30)  Autor  de  un  diálogo,  &c.  Véase  el  núm.  4  del  calálogo. 

(31)  Se  prohibió  á  los  clérigos,  &c.  Ab  ecclesia  ubi  re- 
demplor  noster  Jesús  ,  in  cujas  nomine  omnc  gemiflectitur, 
jugiier  pro  nobis  immolatur ,  turpitudo  quocque  mérito  est  abo- 
lenda.  Quia  vero  quccdarn  tarn  in  Metropolitanis  quam  in  Ca- 
thedralibus  et  aliis  ecclesiis  nostrcc  provincia:  consuetudo  ino- 
levit  et  videlicet  in  festis  Nativitatis  Domini  nostri  Jesu  Chri- 
Sti ,  et  sanctorurn  Stephani,  Joannis  et  Innocentium  aliisque 
certis  diebus  fcstivis  ,  etiam  in  solemnitatibus  Missarum  nova- 
rum  (dum  divina  aguntur)  ludí  theatrales ,  larva:,  monstra, 
spectacula,  necnon  quam  plurirna  inhonesta  et  diversa  figmen- 
ta  in  ecclesiis  introducuntur ,  tumultuat iones  quoque  et  turpia 
carmina  et  derissorii  sermones  dicuntur ,  adeo  quod  divinum 
ofjicium  impcdiunt  et  populum  reddunt  indevotum:  nos  hanc 
corruptelam  sacro  approbante  Concilio,  revocantes ,  hujusmo- 
di  larvas ,  ludos ,  monstra ,  spectacula ,  figmenta ,  tumultúa- 
tiones  fieri ,  carmina  quoque  turpia  et  sermones  itticitos  dici, 
tam  in  Metropolitanis  quam  Cathedralibus  ca:lerisque  nostra: 
provincia:  ecclesiis  dum  divina  celebrantur  pra'senlium  serie 
omnino  prohibcmus :  statuentes  niltilominus  ,  ut  clerici ,  qui 
pramissa  ludibrio,  et  inhonesta  figmenta  officiis  divinis  im- 
miscuerint  aut  immisccri  permiserint ,  si  in  prafalis  Metro- 
politanis seu  Cathedralibus  ecclesiis  Beneficiati  cxtilcrint  ,  ex 
ipso  per  mensem  portionibus  suis  mulctentur ;  si  vero  in  Pa- 
rochialibus  fuerint  Beneficiad  triginla  et  si  Beneficiati  non 
fuerint  quindecim ,  regalium  panam  incurrant  fabricis  eccle- 
siarum  et  lerlio  Sjnodali  a:qualiler  applicandam.  Per  hoc 
tamen  honestas  reprozsentationes,  et  devota  qua:  populum  ad 
devotionem  movent ,  tam  in  prafiatis  diebus  quam  in  aliis ,  non 
intendimus  prohibere. 

(3a)  Juan  de  la  Encina.  Véase  desde  el  número  5  has- 
ta el  17  del  catálogo. 


88 


NOTAS. 


(.Vi)  Intitulada  Celestina.  La  primera  edición  de  la  Ce- 
lestina se  hizo  en  Salamanca  en  el  año  de  i  5oo.  Algún  tiem- 
po antes  corría  manuscrita  entre  los  curiosos  toda  la  parte 
que  compone  el  primer  acto,  que  unos  atribuyen  á  Juan  de 
Mena,  y  otros  á  Rodrigo  de  Cola.  El  bachiller  en  leyes  Fer- 
nando de  Rojas,  natural  de  la  Puebla  de  Montalban,  anadió 
veinte  actos  al  que  halló  escrito,  en  lo  cual  ocupó  quince  dias 
de  vacaciones,  que  á  decir  verdad  no  pudieron  ser  mejor 
empleados. 

Si  él  mismo  ignoraba  quién  había  compuesto  lo  que  ha- 
lló inédito,  difícil  será,  si  no  imposible,  averiguarlo  ahora; 
baste  decir  que  ni  se  reconoce  en  el  primer  acto  el  estilo  de 
Juan  de  Mena,  ni  se  puede  comparar  con  el  de  Cota,  pues- 
to que  solo  se  conservan  de.  estos  autores  composiciones  en 
verso.  El  que  examine  con  el  debido  estudio  el  primer  acto 
y  los  veinte  añadidos,  no  hallará  diferencia  notable  entre 
ellos,  y  si  tíos  fallase  la  noticia  que  dió  acerca  de  esto  Fer- 
nando de  Rojas,  leeríamos  aquel  libro  como  producción  de 
lina  sola  pluma.  Expongo  mi  opinión  apartándome,  de  la  del 
autor  del  Diálogo  de  las  lenguas,  y  de  los  que  le  han  co- 
piado después.  Creo  en  fin  que  el  primer  autor  no  pudo  ser 
muy  anterior  al  segundo,  y  que  el  ignorarse  quién  haya  com- 
puesto una  obra  anónima  nunca  ha  sido  razón  bastante  pa- 
ra suponerla  muy  antigua. 

Como  la  tragedia  griega  se  compuso  de  los  relieves  de 
Homero,  la  comedia  española  debió  sus  primeras  formas  á 
la  Celestina.  Esta  novela  dramática  escrita  en  excelente  prosa 
castellana,  con  una  fábula  regular,  variada  por  medio  de  si- 
tuaciones verosímiles  é  interesantes,  animada  con  la  expre- 
sión de  caracteres  y  afectos,  la  fiel  pintura  de  costumbres 
nacionales,  y  un  diálogo  abundante  de  donaires  cómicos,  fue 
objeto  del  estudio  de  cuantos  en  el  siglo  XVI  compusieron 


NOTAS.  89 

para  el  teatro.  Tiene  defectos  que  un  hombre  inteligente  ha- 
ría desaparecer  sin  añadir  por  su  parle  una  sílaba  al  texto; 
y  entonces  conservando  todas  sus  bellezas,  pudiéramos  con- 
siderarla como  una  de  las  obras  mas  clásicas  que  ha  produ- 
cido la  literatura  española. 

Las  ediciones  de  la  Celestina  de  que  he  podido  adquirir 
noticia,  y  de  las  cuales  la  mayor  parte  he  tenido  presente, 
son  las  que  siguen. 

Año  de  i5oo  Salamanca. =  i5oi  por  Estanislao  Polono, 
Sevilla.  =  1 5o  2  Sevilla. =  1 5 1 4  por  Tanotti  da  Car  troné,  Mi - 
Ian.=  i5i5  Venecia.  =  i  5a3  Sevilla.  =  i  5a5  Venecia. =  i  52g 
por  Juan  Viñao,  Valencia.  =  i  534  por  Eslefano  Sabio,  Ve- 
necia. =i535  Venecia. =  i  538  por  Juan  de  Ayala,  Toledo.= 
i53g  Sevilla.  =  i  553  por  Gabriel  Giolito,  Venecia.  =  1 5  58 
por  los  herederos  de  Juan  de  Sunta ,  Salamanca.  =  1571  por 
Juan  de  Canova,  Cuenca.  =  1  563  por  Francisco  de  Corme- 
llas,  Alcalá.  =  1569  por  Francisco  de  Robles,  Alcalá.  =  «56g 
por  Martin  Mares,  Salamanca.  =  1570  por  Matías  Gast,  Sa- 
lamanca. =  1  5g  1  por  Fernando  Ramírez,  Alcalá. =  i5g5  ofi- 
cina plantiniana  ,  Amberes.=  1  5gg  oficina  plantiniana,  Am- 
beres.  =  1601  oficina  plantiniana,  Amberes.  =  160 1  por 
Andrés  Sánchez,  Madrid.  =  16 ig  por  Juan  de  la  Cuesta, 
Madrid.  =  i633  con  traducción  francesa  por  Carlos  Laba- 
yen,  Pamplona.  =  1 634  Rúan.  =  1644  con  traducción  fran- 
cesa por  Carlos  Osmont.  =  Por  D.  León  de  Amarita,  Ma- 
drid 1822. 

(34)  Francisco  de  Villalobos ,  &c.  Véase  el  número  20 
del  catálogo. 

(35)  Bartolomé  de  Torres  Naharro ,  &c.  Véase,  desde  el 
número  21  hasta  el  2g  del  catálogo.  Tuve  entre  mis  libros 
la  rarísima  edición  de  Roma  de  1  5  1  7  en  folio,  letra  gótica, 
de  la  cual  ninguno  de  nuestros  bibliógrafos  tuvo  noticia. 


90  NOTAS. 

Era  dádiva  de  D.  Gaspar  de  Jovollanos,  que  hahia  ilustrado 
con  ñolas  marginales  de  su  mano  algunos  pasages  del  texto: 
circunstancias  que  añadidas  á  la  singularidad  del  libro,  le 
hacian  para  mí  mucho  mas  precioso.  Las  revueltas  de  los 
tiempos  me  privaron  de  esta  rara  y  apreciable  alhaja,  sin 
que  después  me  haya  sido  posible  averiguar  su  paradero. 

(36)  Vasco  Din z  Tanco.  Véanse  los  números  3o,  .',  i  y 
3 2  del  catálogo. 

(3;)  Las  graciosas  comedias,  &c.  Véase  el  número  35 
del  catálogo. 

(38)  Fernán  Pérez  de  Oliva,  Véanse  los  números  43, 
44  y  4^  del  catálogo. 

(3g)  Las  universidades ,  &c.  D.  Gaspar  de  Jovellanos  en 
un  informe  dirigido  al  rey,  durante  su  ministerio,  le  decia: 
Hubo  un  tiempo  en  que  España  saliendo  de  los  siglos  obs- 
curos ,  se  dio  con  ansia  á  las  letras :  convencida  al  principio 
de  que  iodos  los  conocimientos  humanos  estaban  depositados 
en  las  obras  de  los  antiguos ,  trató  de  conocerlas :  conocidas, 
trató  de  publicarlas  é  ilustrarlas  ;  y  publicadas ,  se  dejó  ar- 
rastrar con  preferencia  de  aquellas  en  que  mas  brillaba  el 
ingenio  y  lisonjeaban  mas  el  gusto  y  la  imaginación.  No  se 
procuró  buscar  en  estas  la  verdad ,  sino  la  elegancia  ;  y  mien- 
tras descuidaba  los  conocimientos  útiles,  se  fue  con  ansia  tras 
de  las  chispéis  del  ingenio  que  brillaban  en  ellas   Vino  des- 
pués otra  época  en  que  los  riesgos  de  la  religión  arrebataron 
toda  su  atención  hdeia  su  estudio.  Vino  el  tiempo  de  las  he- 
regias  y  las  sectas ,  tanto  mas  ominosas  á  los  estudios ,  cuan- 
to entrándose  á  discurrir  sobre  los  derechos  de  los  principes 
y  los  pueblos ,  parecían  atacar  la  autoridad  pública ,  y  pre- 
sentar la  horrible  imagen  de  la  anarquía  y  del  desorden.  Des- 
de entonces  las  ciencias  eclesiásticas  merecieron  todo  su  cui- 
dado ,  y  de  cuantos  progresos  hicieron  en  ellas  pueden  ser 


NOTAS.  91 

ejemplo  el  Concilio  Tridentino ,  y  las  insignes  obras  que  nos 
dejaron.  En  esta  época  nacieron  nuestras  universidades  for- 
madas para  el  mismo  objeto  y  sobre  el  mismo  gusto.  Ellas 
fueron  desde  el  principio  unos  cuerpos  eclesiásticos ;  como  ta- 
les se  fundaron  con  autoridad  pontificia.  Tuvieron  la  prefe- 
rencia en  las  asignaciones  de  sus  cátedras  la  teología  y  el 
derecho  canónico.  La  filosofa  se  cultivó  solamente  como  un 
preliminar  para  entrar  á  estas  ciencias ,  y  aun  la  jurispru- 
dencia y  la  medicina  hubieran  sido  descuidadas ,  si  el  amor 
del  hombre  á  la  vida  y  á  los  bienes  pudiera  olvidar  el  apre- 
cio de  sus  defensores.  No  hablaré  aqui  de  los  vicios  de  esta 
enseñanza ,  que  de  una  parte  eran  derivados  del  estudio  gene- 
ral de  la  literatura  de  Europa ,  y  de  otra  inherentes  á  la 
constitución  misma  de  estos  cuerpos.  En  la  renovación  de  los 
estudios  el  mundo  literario  fue  peripatético ;  y  el  método  es- 
colástico, su  hijo  mal  nacido,  fijó  en  todo  él  la  enseñanza. 
Mas  ó  menos  tarde  fueron  las  naciones  sacudiendo  este  yugo... 
la  nuestra  le  siente  todavía. 

(4o)  Carlos  V  viajando  y  guerreando ,  &c.  Sus  empresas 
políticas  y  militares  le  iuvicron  casi  siempre  ausente  de  Es- 
paña, en  donde  no  habia  corte  ni  residencia  estable  para 
el  soberano  ni  para  los  grandes  caballeros  y  caudillos  que  le 
acompañaban.  Dos  veces  estuvo  en  Africa ,  dos  en  Inglaterra, 
cuatro  en  Francia,  siete  en  Italia,  nueve  en  Alemania  y 
diez  en  Flandes. 

(4  0  El  coste  excesivo,  &c.  En  una  de  las  eruditas  notas 
con  que  ilustró  el  P.  Liciniano  Saez  su  tratado  de  las  mo- 
nedas del  reinado  de  Henrique  III,  se  hallan  noticias  inte- 
resantes acerca  de  la  escasez  de  libros,  y  su  excesivo  costean- 
tes de  la  invención  de  la  prensa.  No  será  inoportuno  resu- 
mir aqui  parte  de  ellas. 

Alfonso  X  en  la  Partida  2.a  Ley  XI  del  título  3i  previ- 


99  NOTAS. 

no  lo  siguiente:  Estacionarios  ha  menester  que  haya  en  Inda 
estudio  general  para  ser  cornplido  que  tenga  en  sus  estaciones 
buenos  libros  é  legibles  é  verdaderos  de  texto  c  de  glosa :  que 
los  loguen  á  los  escolares  para  facer  por  ellos  libros  de  nue- 
vo ,  ó  para  enmendar  los  que  tosiesen  escritos ,  &c.  &c. 

El  Arcediano  de  Alcor  que  vivia  en  el  año  de  dice 
que  había  tanla  falta  de  libros  en  Castilla  que  se.  arrenda- 
ban por  años,  y  vallan  á  las  fábricas  de  las  iglesias  cate- 
drales que  los  lenian  muchos  maravedís       Se  arrendaba  el 

uso  de  ellos  cada  año  públicamente  á  dinero,  á  quien  mas 
daba  á  la  iglesia. 

El  abate  Pluche  en  su  obra  del  Espectáculo  de  la  natu- 
raleza,  dice:  En  un  hermoso  ejemplar  manuscrito  délos  cá- 
nones de  Graciano  que  se  guarda  con  mucho  cuidado  en  la 
biblioteca  de  los  PP.  Celestinos  de  París ,  nos  advierte  el  co- 
piante ( al  mismo  tiempo  que.  nos  dice  su  nombre  y  patria ) 
que  tardo  veinte  y  un  meses  en  acabar  la  copia.  Con  que  en 
esta  suposición  seria  menester  para  sacar  cuatro  mil  ejem- 
plares de  esta  colección  emplear  cuatro  mil  copiantes  cerca 
de  dos  años ,  o  un  copiante  continuado  por  espacio  de  casi 
ocho  mil  años,  cosa  que  puede  hacerse  hoy  en  menos  de  cua- 
tro meses. 

La  librería  mas  copiosa  de  que  pudo  hallar  noticia  el 
P.  Liciniano,  es  la  que  tenían  los  condes  de  Benavente  en 
la  fortaleza  de  aquella  villa  á  mediados  del  siglo  XV.  Todo 
el  catálogo  de  ella  contiene  unos  ciento  veinte  volúmenes, 
debiendo  advertirse  que  muchos  de  ellos  son  duplicados, 
puesto  que.  solo  de  Tito  Livio  había  ocho  copias  mas  ó  me- 
nos completas. 

Mas  numerosa  debió  ser  la  librería  del  marques  de  Vi- 
llena  ,  pues  con  los  lomos  que  se  sacaron  de  ella  se  llena- 
ron dos  carros. 


NOTAS.  93 

Por  el  dinero  que  hoy  cuestan  dos  mil  volúmenes,  ape- 
nas podrían  entonces  adquirirse  cincuenta.  La  lectura  está- 
La  reservada  á  los  muy  ricos;  el  pueblo  no  le/a. 

(42)  La  abundancia  de  libros  caballerescos ,  &c.  Para  dar 
una  idea  del  entusiasmo  con  que  se  recibieron  en  España  las 
ficciones  de  la  andante  caballería  ,  cuánto  debieron  influir 
en  la  opinión  y  en  las  costumbres,  y  qué  gusto  fantástico 
debieron  excitar  en  la  multitud  que  se  entregó  á  tan  perju- 
dicial lectura,  bastará  presentar  una  lista  de  las  que  se  pu- 
blicaron desde  los  últimos  años  del  siglo  XV  hasta  fines  del 
XVI,  suponiéndose  que  en  la  que  he  formado  no  se  incluyen 
todas,  ni  era  posible,  sino  aquellas  únicamente  de  cuya  exis- 
tencia he  hallado  noticia.  Debe  advertirse  que  muchas  de 
estas  obras  se  reimprimieron,  según  la  aceptación  que  ha- 
bían adquirido. 

Cárcel  de  Amor ,  por  Diego  Hernández  de  San  Pedro,  en 
Burgos  año  de  1 4o*J- 

El  Baladro  del  sabio  Merlin  con  sus  profecías ,  en  Bur- 
gos 1498. 

Merlin  y  Demanda  del  Santo  Grial ,  Sevilla  iSoo. 

Historia,  de  los  nobles  caballeros  Oliveros  de  Castilla  y 
Artús  de  Algarve ,  Sevilla  1507. 

El  sexto  libro  de  Amadis  de  Gaula ,  en  que  se  cuentan 
los  grandes  hechos  de  Florisando ,  principe  de  Cantuaria ,  su 
sobrino ,  fijo  del  rey  Flor  están,  por  Paez  de  Bivera,  Sala- 
manca 1  5  1  o. 

Tirante  el  Blanco  de  Rocasalada ,  caballero  de  la  Jar- 
retiera ,  que  por  su  alta  caballería  alcanzó  á  ser  príncipe  y 
Cesar  de  Grecia,  Valladolíd  1  5  1  1 . 

Historia  amorosa  de  Flores  y  Blancaflor ,  i5i2. 

Crónica  del  caballero  Cifar ,  Sevilla  i5i2. 

Libro  del  esforzado  caballero  conde  Pantinoples ,  que 


94  NOTAS. 

fue  emperador  de  Constantinopla ,  Alcalá  de  limares  i  5 1  5. 

Historia  del  valeroso  caballero  Polisman  Florido ,  que 
por  olro  nombre  se  llamó  el  caballero  del  desierto,  el  cual 
por  su  gran  esfuerzo  y  mucho  saber  alcanzó  á  ser  rey  de  Bo- 
hemia ,  por  Fernando  Bernal,  Valencia  1 5 1 7 . 

Libro  del  esforzado  caballero  Alderique  traducido  en  len- 
gua española,  Valencia  1  5  1 9. 

Libro  del  muy  esforzado  caballero  Claribalte ,  nuevamen- 
te venido  á  esta  lengua  castellana ,  por  Gonzalo  Fernandez 
de  Oviedo,  Valencia  i5ir). 

Los  cuatro  libros  del  caballero  Amadis  de  Gaula ,  por 
García  Ordoñez  de  Montalvo,  impresos  por  Antonio  de  Sa- 
lamanca 1  5  1  g. 

Crónica  del  emperador  Clarismundo ,  por  Juan  de  Bar- 
ros, Coimbra  i52o. 

Historia  de  D.  Olivante  de  Laura,  por  Antonio  de  Tor- 
quemada. 

El  séptimo  libro  de  Amadis,  en  el  cual  se  trata  de  los 
grandes  fechos  en  armas  de  Lisuarte  de  Grecia ,  fijo  de  Es- 
plandian ,  y  de  Perion  de  Gaula,  Sevilla  i52j. 

Libro  del  noble  y  esforzado  caballero  Reinaldos  de  Mbn- 
talban,  y  de  las  grandes  proezas  y  cstraños  hechos  en  ar- 
mas que  él  y  Roldan  y  todos  los  doce  pares  Paladinos  hi- 
cieron, Sevilla  i5a5. 

Historia  de  la  linda  Magalona ,  hija  del  rey  de  Ñapóles, 
y  de  Pierrcs,  hijo  del  conde  de  Procenza ,  Toledo  1526. 

Historia  de  Gresil  y  Mirabella ,  con  la  disputa  de  Tor- 
rellas  y  Branzayda ,  por  Juan  de  Flores,  Toledo  1.S26. 

Libro  del  famoso  caballero  Pa/mcrin  de  Oliva ,  que  por 
el  mundo  grandes  hechos  en  armas  hizo,  sin  saber  cuyo  hijo 
fuese.  Venecia  i5a6. 

Historia  del  caballero  D.  Polindo,  Toledo  1526. 


1N0TAS.  95 

Libro  de  caballería  celestial  del  pie  de  la  rosa  fragante, 
por  Gerónimo  de  San  Pedro. 

Libro  primero  del  esforzado  caballero  D.  Ciarían  de  Lan- 
danis,  hijo  del  noble  rey  Lautedon  de  Suecia ,  por  Gerónimo 
López,  Sevilla  1527. 

La  cuarta  parte  de  D.  Ciarían,  en  la  cual  se  tratan  los 
grandes  hechos  de  Lidaman  de  Ganail ,  hijo  de  Rivamon  de 
Ganail  y  de  la  princesa  Daribea ,  Toledo  i5a8. 

Libro  del  esforzado  caballero  D.  Tristan  de  Leonis ,  y  de 
sus  grandes  hechos  en  armas,  Sevilla  1528. 

Historia  de  Lanzarole  del  Lago. 

Historia  del  emperador  Carlo-Magno  y  de  los  doce  pares 
de  Francia,  por  Nicolás  de  Piamonle,  Sevilla  1528. 

Los  tres  libros  del  caballero  Primalcon ,  Toledo  1528. 
Libro  del  caballero  Florindo,  1S28. 

Crónica  llamada  el  triunfo  de  los  nueve  preciados  de  la 
fama,  en  la  cual  se  contienen  las  vidas  de  cada  uno,  y  los 
excelentes  hechos  en  armas  y  grandes  proezas  que  cada  uno 
hizo  en  su  vida ,  con  la  vida  del  muy  famoso  caballero  Bel- 
tran  de  Guesclin ,  condestable  que  fue  de  Francia  y  duque  de 
Molina,  nuevamente  traducida  de  lenguaje  francés  en  nues- 
tro vulgar  castellano ,  por  el  honorable  varón  Antonio  Ro- 
dríguez Portugal ,  principal  rey  de  armas  del  rey  nuestro 
señor,  Lisboa  iS3o. 

Crónica  del  muy  valiente  caballero  Plalir ,  hijo  del  em- 
perador Primaleon ,  Valladolid  1  5 3 3. 

Historia  de  Henrique ,  hijo  de  Doña  Oliva,  rey  de  Je- 
rusalcn  y  emperador  de  Constant inopia ,  Sevilla  1  533. 

Historia  de  los  caballeros  Tablante  de  Ricamonle  y  Jo- 
fre,  hijo  del  conde  Donaron,  por  Ñuño  de  Garay. 

Libro  primero  y  segundo  de  Mor  gante  y  Roldan  y  Rei- 
naldos, Valencia  i535. 


96  NOTAS. 

Crónica  del  muy  valiente  Arnadís  de  Grecia ,  llamado  el 
caballero  de  la  ardiente  espada ,  Sevilla  \jL,i. 

Crónica  del  principe  D.  Florando  de  Inglaterra ,  Lisboa 
i545. 

Los  cuatro  libros  del  valeroso  caballero  D.  Cirongilío  de 
Tracia ,  hijo  del  noble  rey  Elesfron  de  Macedonia ,  según  los 
escribió  Novarco  en  griego  y  Promusis  en  latín ,  por  Ber- 
nardo de  Vargas,  Sevilla  i545. 

Historia  de  los  altos  hechos  de  Silvis  de  la  Selva ,  hijo 
de  Amadis  de  Grecia. 

Libro  de  los  honestos  amores  de  Peregrino  y  de  Ginebra, 
por  Hernando  Diaz,  Salamanca  1  548. 

¿05  cuatro  libros  del  muy  noble  y  valeroso  caballero  Fé- 
lix Magno ,  hijo  del  rey  Falangrés  de  la  Gran  Bretaña  y  de 
la  reina  Clarinea,  Sevilla  i  5 43. 

Historia  de  los  amores  del  caballero  París  y  de  la  in- 
fanta Viena. 

Historia  del  caballero  Florimon. 

Espejo  de  caballerías ,  en  el  cual  se  trata  de  los  fechos 
de  D.  Roldan  y  de  Reinaldos ,  Sevilla  i55o. 

Segunda  parte  del  esforzado  caballero  D.  Ciarían  de  Lan- 
danis  y  de  su  hijo  Floramante  de  Colonia ,  por  Gerónimo 
López,  Sevilla  i55o. 

Crónica  de  Palmerin  de  Inglaterra ,  primera  y  segunda 
parte. 

Historia  del  famoso  principe  Steramundi  de  Grecia. 

Historia  de  la  reina  Sevilla,  Burgos  i55i. 

La  primera  parte  de  la  cuarta  de  la  Crónica  del  exce- 
lentísimo principe  I).  Florisel  de  Nif/uea ,  que  fue  escrita  en 
griego  por  Galersis ,  y  sacada  en  latín  por  Filastrcs  Campa- 
neo,  por  Feliciano  de  Silva,  Salamanca  i55i. 

Libro  segundo  de  la  cuarta  parte  del  excelente  principe 


NOTAS.  97 

D.  Flor  ¡sel  de  Niquea ,  en  que  se  trata  principalmente  de  los 
amores  del  principe  D.  Rogcl  y  de  la  muy  hermosa  Archi- 
sidea ,  por  Feliciano  de  Silva,  Salamanca  iS5i. 

Caballerías  de  Ciar  indo  de  Grecia  ,  por  Tris  tan  Gómez 
de  Castro. 

Historia  de  los  amores  de  Clareo  y  Florisea  con  los  tra- 
bajos de  Isea ,  por  Alonso  Nuiiez  de  Reinoso,  Venecia  i55  2. 

Historia  del  principe  Félix  Marte  de  Hircania ,  tradu- 
cida de  lengua  toscana  por  Melchor  Ortega ,  Valladolid  i556. 

Libro  undécimo  de  Amadis ,  en  el  cual  se  trata  prin- 
cipalmente de  los  hechos  de  Rogel  de  Grecia  y  de  Agesilao 
de  Coicos. 

Trapisonda.  Historia  de  D.  Reinaldos  de  Montalban ,  em- 
perador de  Trapisonda ,  primera ,  segunda  y  tercera  parte, 
por  Luis  Dominguez,  Toledo  i558. 

Leandro  el  Bel  según  le  compuso  el  sabio  rey  Artidoro 
en  lengua  griega,  Toledo  i563. 

Libro  del  invencible  caballero  Lepolemo ,  hijo  del  empera- 
dor de  Alemania ,  y  de  los  hechos  que  hizo,  llamándose  el 
caballero  de  la  Cruz,  Toledo  i56í. 

Libro  segundo  del  emperador  Palmerin  de  Oliva  ,  en  que 
se  cuentan  los  hechos  de  Primaleon  y  Polendos  sus  hijos, 
Medina  del  Campo  i563. 

Tercera  y  cuarta  parte  de  Palmerin  de  Inglaterra ,  por 
Diego  Fernandez  de  Lisboa. 

Historia  del  invicto  y  magnánimo  caballero  I).  Crist alian 
de  España  ,  principe  de  Trapisonda ,  y  del  infante  Luccs- 
canio  su  hermano  ,  hijos  del  emperador  Lindelel ,  enmenda- 
da por  Doña  Beatriz  Bernal ,  Alcalá  de  Henares  i566. 

La  Crónica  de  los  muy  valientes  caballeros  D.  Florisel 
de  Niquea  y  el  fuerte  Anaxartcs ,  hijos  del  excelente  princi- 
pe Amadis  de  Grecia,  enmendada  del  estilo  antiguo  según 

Tomo  I.  7 


98  NOTAS. 

la  escribió  Zirfea  reina  de  Argines,  por  el  noble  caballero 
Feliciano  de  Silva,  Lisboa  i  566. 

Historia  del  valiente  caballero  Flora/nbel  de  Lucea ,  hijo 
del  rey  Florirteo  de  Escocia. 

Historia  del  principe  Erasto,  hijo  del  emperador  Diocle- 
ciano ,  por  Pedro  de  la  Vega,  Amberes  i  5  7  3 . 

Libro  primero  del  valeroso  é  invencible  principe  D.  Be- 
lianis  de  Grecia,  sacado  de  la  lengua  griega,  en  la  cual  le 
escribió  el  sabio  Friston ,  por  un  bijo  del  virtuoso  varón  To- 
ribio  Fernandez,  Burgos  i5;q. 

Selva  de  aventuras,  por  Gerónimo  de  Contrcras,  León 
de  Francia  i  58o. 

La  bella  Clotalda  y  cerco  de  París ,  por  Bernardo  de 
la  Vega. 

El  espejo  de.  principes  y  caballeros.  Parte  primera  divi- 
dida en  tres  libros ,  en  los  cuales  se  cuentan  las  inmortales 
proezas  del  caballero  del  Febo  y  de  su  hermano  Rosicler ,  hi- 
jos del  gran  Trebacio  emperador  de  Omstantinopla ,  con  las 
altas  caballerías  y  amores  de  la  hermosísima  y  valerosa 
princesa  C/aridiana ,  y  de  otr  os  grandes  principes  y  caballe- 
ros,  por  Diego  Ordoñez  de  Calahorra,  Pedro  de  la  Sierra, 
Marcos  Martínez  y  Feliciano  de  Silva,  Zaragoza  i58o. 

Libro  primero  de  los  famosos  hechos  del  principe  Celidon 
de  Iberia,  por  Gonzalo  Gómez  de  Loque,  Alcalá  de  Hena- 
res i584- 

Las  sergas  de  Esplandian ,  quinto  libro  de  Amadis  de 
(Jaula,  por  García  Ordoñez  de  Montalvo,  Zaragoza  1 51 8 7 . 

Libro  de  caballerías,  por  Simón  de  Silveira. 

Historia  de  Luzman  y  Arbolea,  por  Gerónimo  de  Con- 
treras. 

Florando  de  Castilla,  lauro  de  caballeros,  por  Gerónimo 
de  Huerta,  Alcalá  de  Henares  i  588. 


NOTAS. 


99 


(43)  Comedias  de  Santos.  ¿Pues  qué  si  venimos  á  las  co- 
medias divinas  ?  ¿  Qué  de  milagros  falsos  fingen  en  ellas ,  qué 
de  cosas  apócrifas  y  mal  entendidas?  atribuyendo  á  un  san- 
to los  milagros  de  otro,  y  aun  en  las  humanas  se  atreven 
á  hacer  milagros  sin  mas  respeto  ni  consideración  que  pa- 
r caerles  que  alli  estará  bien  el  tal  milagro  y  apariencia ,  co- 
mo ellos  llaman ,  para  que  gente  ignorante  se  admire  y  ven- 
ga ú  la  comedia :  que  todo  esto  es  en  perjuicio  de  la  verdad 
y  en  menoscabo  de  las  historias ,  y  aun  en  oprobio  de  los  in- 
genios españoles.  Cervantes.  D.  Quijote.  Parte  i.a  cap.  48. 

(44)  autor  Ludovico  Arioslo.  Sandoval  en  la  Historia 
de  Carlos  V  dice :  Y  al  cabo  de  tres  ó  cuatro  días  que  fue- 
ron casados ,  se  representó  en  palacio  una  comedia  de  Ludo- 
vico  Ariosto  en  la  forma  de  teatro  y  cenas  ( escenas )  que 
los  romanos  solían  representar ,  que  fue  cosa  real  y  suntuosa. 
Calvete  refiere  lo  mismo  en  su  P'iage  del  principe  D.  Felipe. 

(45)  Tal  fue  Lope  de  Rueda ,  &c.  Véanse  en  el  catálogo 
los  números  66  hasta  73,  desde  7S  hasta  78,  desde  el  80 
al  82,  y  desde  89  al  g3. 

(46)  El  valenciano  Juan  de  Timoneda.  Véanse  los  nú- 
meros g5  y  96,  y  desde  el  106  hasta  el  118  del  calálogo. 

(47)  Alonso  de  la  Vega,  &c.  Véanse  en  el  catálogo  los 
números  100,  104  y  10 5. 

(48)  Las  compañías  cómicas ,  &c.  A  las  reducidas  com- 
pañías de  farsantes  que  empezaron  á  conocerse  en  Castilla  á 
principios  del  siglo  XVI  sucedieron  otras  mas  numerosas, 
en  las  cuales  ya  habia  músicos  y  cantores,  y  mugeres  que 
representasen.  En  la  pragmática  de  Carlos  V  y  Doña  Juana 
su  madre,  hecha  en  Toledo  en  el  año  de  1  534 ,  se  dice :  Man- 
damos que  lo  que  cerca  de  los  trages  está  prohibido  y  man- 
dado por  las  leyes  de  este  titulo,  se  entienda  asimismo  con 
los  comediantes  hombres  y  mugeres ,  músicos  y  las  demás  per- 


100 


NOTAS. 


sorins  que  asistan  en  las  comedias  para  cantar  y  tañer ,  los 
cuales  incurran  en  las  mismas  penas  <¡ue  cerca  de  esto  están 
impuestas. 

Las  diversiones  leal  rales  pasaron  de  Castilla  á  Portugal, 
y  el  rey  D.  Manuel  asistió  con  su  familia  y  su  corte  á  las 
representaciones  que  daba  en  Lisboa  el  célebre  farsante  y 
poeta  portugués  Gil  Vicente,  autor  de.  muchas  piezas  cómi- 
cas portuguesas  y  castellanas.  Ayudábale  á  componerlas  y  re- 
citarlas su  bija  Paula  Vicente,  insigne  actriz,  que  fue  en  su 
tiempo  la  admiración  de  Lisboa  no  menos  por  su  ingenio 
felicísimo  y  sus  gracias  y  hermosura,  que  por  su  conduela 
honesta  y  virtuosa.  Continuaron  los  portugueses  en  todo  aquel 
siglo  cultivando  el  arte  dramática,  y  entre  ellos  merecen 
particular  mención  Francisco  Saa  de  Miranda,  autor  de  dos 
comedias  Os  Estrangeiros ,  y  Os  Vilhálpandos ,  Antonio  Fer- 
reyra  que  escribió  la  tragedia  intitulada  Castro,  y  el  gran 
Luis  de-Camoens,  de  quien  se  conservan  dos  comedias,  una 
O  Rey  Scleuco ,  y  otra  Os  Amfitrioens.  La  enumeración  de 
los  demás  poelas  dramáticos  portugueses  y  el  examen  de  su 
mérito  ni  pertenecen  á  nuestra  historia  literaria,  ni  al  plan 
de  esta  obra. 

(4'.))  La  propiedad  y  decencia  de  los  trages,  &c.  Todos 
los  aparatos  de  un  autor  de  comedias  se  encerraban  en  un 
costal ,  y  se  cifraban  cu  cuatro  pellicos  blancos  guarnecidos 
de  guadamecí  dorado  ,  y  en  cuatro  barbas  y  cabelleras  y 
cuatro  cayados  poco  mas  ó  menos.  Componían  el  teatro  cua- 
tro bancos  en  cuadro  y  cuatro  ó  seis  tablas  encima  ,  con  que 

se  levantaba  fiel  suelo  cuatro  palmos        El  adorno  del  teatro 

era  una  manta  vieja  lirada  con  dos  cordeles  de  una  parte 
ti  otra  que  hacia  lo  que  llaman  vestuario,  detras  de  la  cual 
estallan  los  músicos  cuidando  sin  guitarra  algún  romance 
antiguo.  Cervantes,  en  el  prólogo  de  sus  comedias. 


NOTAS.  1  0 1 

Agustin  Je  Rojas  hablando  de  la  misma  época,  dice  en 
su  f'iagc  entretenido; 


Ta/lian  una  guitarra , 
y  esta  nunca  salia  fuera  , 
sino  adentro  y  en  los  bancos , 
muy  mal  templada  y  si/i  cuerdas. 
Baylaba  á  la  postre  el  bobo; 
y  sacaba  tanta  lengua 
todo  el  vulgacho  embobado 
de  ver  cosa  como  aquella. 

(5  o)  Prohibiendo  de  nuevo ,  &c.  Prohibct  sánela  Synodus 
in  posterum  turpetn  illum  abusurn  quod  die  Innocentium 
intra  ecclesiam  thealrales  quídam  ludi  edi  publicc  consueoere 
magna  cum  ordinis  ecclesiastici  ignominia ,  necnon  et  divinos 
majestatis  ofensa  ;  quippe  qui  christianorum  oculos ,  quos 
oportct  ad  spiritualia  provocan' ,  ab  his  ad  peccandi  libidi- 

nem  avertant        spectacula  vero,  ludi  quicumque  et  chorea: 

quee  alioqui  prcemisso  examine  permitiente  ordinario  non 
alias  in  aliquot  solemnitatibus  ac  processionibus  agenda  sint, 
millo  modo  dum  divina  ofjicia  vel  celebrantur  vel  dicuntur, 

intra  ecclesiam  ipsarn  agi  permittantur        Caveant  lamen 

episcopi  et  eorum  Pican'/'  nedum  solemnilatis  divina-  causa 
ludas  aliquot  et  spectacula  edi  publicc  permitiere  velint ,  ea 
permittant  quaz  vel  in  mínimo  christianain  religionem  ofen- 
deré vel  spectantium  ánimos  in  pravos  mores  quoquomodo  in- 

ducere  valeant        Dccern/'t  ctenim  sancta  Synodus  non  alios 

ludos  ,  non  alia  spectacula  perrnittenda  ab  Episcopo  fore, 
quám  qua:  ad  pietatem  spectantium  ani/r/os  moveré ,  et  á  pra- 
vis  moribus  deierrere  possint. 

Et  ne  quid  f/at  quod  ordini  ecclesiastico  sil  indecens ,  pro- 


109 


1NOTAS. 


hibet  sancta  Synodus  quoscumque  in  surt  ís  constituios  aut 
beneficium  ecclesiaslicum  liul/enles ,  ne  in  quocumque  loro  et 
tempore  taréis  personati  incedant  aut  cujusque  in  quibuscum- 
que  spectaculis  ac  Indis  personam  agant ,  &c. 

Pueden  verse  ademas  el  Concilio  Compostelano  celebrado 
en  los  años  de  i565  y  66,  el  Toledano  del  año  de  1582,  el 
Valentino  de  1590,  y  el  Tarraconense  de  i5qi. 

(5  i)  Con  el  nombre  de  villancicos.  Véase  el  mira.  102 
del  catálogo.  El  uso  de  los  villancicos  era  ya  común  en  el 
siglo  XV.  Esta  composición  constaba  de  una  ó  mas  coplas 
de  versos  octosílabos  con  un  estrivillo  que  se  repetía  al  fin 
de  cada  una  de  ellas.  Algunas  veces  se  aplicaban  a  asuntos 
de  devoción,  y  en  general  á  los  amorosos.  De  esta  clase  son 
los  que  se  bailan  en  el  Cancionero:  véanse  por  ejemplo  los 
siguientes: 

¿ Qué  sentís ,  corazón  mió? 
¿no  decís 

qué  mal  es  el  que  sentís  ? 

¿Qué  sentísles  aquel  día 
mundo  mi  señora  vistes , 
que  perdistes  alegría 
y  descanso  despedistes  ? 

¿Cómo  á  mi  nunca  voloistes? 
¿no  decís 

donde  estáis  que  no  venís? 

¿  Qué  es  de  vos ,  que  en  mi  no  os  hallo , 
corazón,  quién  os  agena? 
¿  qué  fue  de  vos  que  aunque  callo , 
vuestro  mal  también  me  pena? 

¿Quién  os  ató  tal  cadena? 
¿  no  decís 

qué  mal  es  el  que  sentís? 


NOTAS. 


103 


Llorad  ojos  noche  j  dia  ; 
no  os  canséis, 
que  algún  tiempo  gozareis. 

Llorad  mi  mal  j  tristura 
con  tal  fé ,  tal  confianza, 
que  si  os  vence  desventura 
no  se  pierda  la  esperanza. 
No  os  canséis , 
que  algún  tiempo  gozareis. 

No  os  canséis  de  tal  pasión, 
pues  vosotros  merecistes 
que  sufriese  el  corazón 
lo  que  vosotros  hicistes. 

Llorad  j  sufrid  muy  tristes; 
no  ceséis , 

que  algún  tiempo  gozareis. 

Juan  de  la  Encina  ,  Naharro  ,  Castillejo ,  Timonera  y 
otros  acostumbraron  á  concluir  sus  fábulas  teatrales  con  un 
villancico.  En  las  iglesias  se  cantaron  también,  sirviendo  de 
adorno  al  diálogo  que  se  recitaba  entre  ángeles  y  pastores, 
celebrando  el  misterio  de  la  Eucaristía,  y  mas  comunmente 
el  nacimiento  de  nuestro  Señor  Jesucristo. 

Todavía  dura  este  género  de  composiciones,  aunque  no 
siempre  exentas  de  frialdades  ,  bajezas  y  chocarrerías  poco 
convenientes  á  la  magestad  del  culto.  Tal  vez  las  han  can- 
tado los  ciegos  á  las  puertas  de  las  tabernas  al  mismo  tiem- 
po que  se  entonaban  con  solemnidad  en  la  iglesia.  Véanse 
algunas  colecciones  impresas  délos  villancicos  y  moteles  que 
se  han  cantado  de  dos  siglos  á  esta  parte  en  las  catedrales  de 
España,  y  se  hallará  cuán  importante  es  que  la  autoridad 


104  NOTAS. 

eclesiástica  ejerza  su  vigilancia  para  la  corrección  de  seme- 
jantes abusos 

(fía)    Llamado  Naharro ,  &e.  Sucedió  á  Lope  de  Rueda 

Naliarro,  natural  de  Toledo  Este  levantó  algún  tatito  mas 

el  adorno  de  las  comedias,  y  mudo  el  costal  de  vestidos  en 
cofres  y  baúles:  sacó  la  música  que  (tutes  cantaba  detras 
fie  la  manta  al  teatro  público:  quilo  tas  titubas  de  ¡os  f tu- 
santes ,  que  hasta  entonces  ninguno  representaba  sin  barba 
postiza  ,  é  hizo  que  todos  representasen  á  cureña  rasa  ,  si  no 
era  los  que  habían  ele  representar  los  viejos  ú  otras  figuras 
que  pidiesen  mudanza  de  rostro.  Inventó  tramoyas  }  nubes, 
truenos  y  relámpagos,  desafios  y  batallas.  Cervantes  en  el 
prólogo  de  sus  comedias. 


C  *)  Oigamos  sobre  esta  materia  el  testimonio  de  un  escritor  del  siglo  pasado,  de. 
cuya  religiosidad,  patriotismo  y  *do  de  las  glorias  de  España  no  puede  dudar  nadie. 
El  célebre  FcíjoV)  en  su  discurso  sobre  la  música  de  los  templos  (tomo  i.°  dlfC-  i4)  dice: 

«Kn   España         está  la  poesía  en   un  estado   lastimoso         Esto  en  general  de  la  poesía 

^española  moderna;  pero  la  peor  es  la  que  se  oye  en  lns  cantinelas  sagradas.  Tales  son, 

»qae  fuera  mejor  cantar  coplas   de  ciegos        Toda  la  gracia  de  las  cantadas  que  b<>y 

asuenan  en  las  iglesias,  consiste  en  equívocos  bajos,  metáforas  triviales,  retruécanos 
»pneriles.  Y  lo  peor  es  que  carecen  enteramente  de  espíritu  y  moción  ,  que  es  lo  principal 

»0*  lo  único  que  se  debiera  buscar.  En  esta  parte  batí  pecado  aun  los  buenos  poetas  

»Greo  que  esto  ha  dependido  de  que  así  Solís  como  otros  poetas  de  babilidad  á  estas 
^letrillas  que  se  hacen  para  las  festividades  las  ban  mirado  como  cosa  de  juguete,  siendo 

»asi  que  ninguna  otra  composición  pide  atenderse  ron  tanta  seriedad         Este  no  es  juego 

»de  niños  (dice  nuestro   Mabillon  baldando  de  la  poesía):  mucho  menos  srrá  juego  de 

>iniños  la  poesía  sagrada.  Con  todo  la  que  se  canta  en  nuestras  iglesias  no  es  otra  cosa  

>iPero  aún  no  be  dicho  lo  peor  que  hay  en  las  cantadas  á  lo  divino;  y  es  que  ya  que  no 
ntodaSj  muellísimas  están  compuestas  al  genio  burlesco.  Con  gran  discreción  por  cierto, 
t> poique  las  cosas  de  Dios  son  cosas  de  entremés.  ¿  Qué  concepto  darán  del  inefable 
»  misterio  de  la  Encamación  mil  disparates  puestos  en  las  bocas  de  Gil  y  Pascual?  Dejólo 
naqnl  ,  porque  me  impaciento  de  considerarlo.  Y  á  quien  no  le  disonare  tan  indigno  abuso 
»por  sí  mismo,  no  podré  yo  convencerle  con  argumento  alguno." 

La  Arademia  hn,  creído  oportuno  confirmar  con  esta  prueba  la  aserción  de  MoaariV, 
para  que  no  parezcan  demasiado  duras  las  expresiones  de  que  éste  se  vale  para  censurar 
tal  abuso.  TÍOla  de  la  Academia  de  la  Historia. 


NOTAS. 


105 


En  el  F'iage  entretenido  dice  Aguslin  de  Rojas : 

Después  como  los  ingenios 
se  adelgazaron ,  empiezan 
á  dejar  aqueste  uso: 
reduciendo  los  poetas 
la  mal  ordenada  prosa 
en  pastoriles  endechas , 
hacían  farsas  de  pastores 
de  seis  jomadas  compuestas 
sin  mas  hato  que  un  pellico, 
un  laúd ,  una  vihuela , 
una  barba  de  zamarro  , 
sin  mas  oro  ni  mas  seda. 
Y  en  efecto  poco  á  poco 
barbas  y  pellicos  dejan , 
y  empiezan  á  introducir 
amores  en  las  comedias , 
en  las  cuales  ya  había  dama , 
y  un  padre  que  aquesta  zela ; 
había  galán  desdeñado , 
y  otro  que  querido  era  ; 
un  viejo  que  reprendía , 
un  bobo  que  los  acecha , 
un  vecino  que  los  casa 
y  otro  que  ordena  las  fiestas. 
1[  a  había  saco  de  padre , 
había  barba  y  cabellera , 
un  vestido  de  inuger  , 
porque  entonces  no  lo  eran 
sino  niños:  después  de  esto 
se  usaron  otras ,  sin  estas  , 


NOTAS. 

de.  moros  y  de  cristianos , 
con  ropas  y  tunicelas. 
Estas  empezó  Uerrio , 
luego  los  demás  poetas 
metieron  figuras  graves, 
como  son  reyes  y  reinas. 
Fue  el  autor  primero  de  esto 
el  noble  Juan  de  la  Cueva,  &c. 

(53)  El  docto  Anónimo,  &c.  Véanse  los  números  86  y 
87  del  catálogo. 

(54)  Pedro  Simón  de  Abril.  Véanse  los  números  120, 
131,   ia3  hasta  el  128  del  catálogo. 

(55)  Gerónimo  Bermudez.  Véase  el  número  129  y  i3o 
del  catálogo. 

(50)  Juan  de  Matara.  Véanse  los  números  ;4,  88  y  ioi 
del  catálogo. 

(57)  Juan  de  la  Cueva.  Véanse  en  el  catálogo  desde  el 
número  ijj  hasta  el  1 3g,  desde  el  142  hasta  el  1 45,  y  ade- 
mas los  números  147  y  i5o. 

(58)  Miguel  de  Cervantes.  Véanse  en  el  catálogo  los  nú- 
meros  i55,  157,  i58,  i5g,  160,  164,  i65,  166  y  167. 

(5f))  Virués.  Véanse  los  números  i4°i  14I»  '46»  1 4^ 
y  149  del  catálogo. 

(60)  Lupercio  de  Argensola.  Véanse  los  números  161, 
1C2  y  1 63  del  catálogo. 

(Ci)    Artieda.  Véase  el  número  i5i  hasta  el  1 5 4- 

(62)    Cisneros.  Véase  el  número  122  del  catálogo. 

(03)  Los  dos  corrales.  Las  compañías  cómicas  se  detenían 
en  Madrid  y  en  las  demás  poblaciones  considerables,  según 
el  acogimiento  que  les  hacian  y  el  caudal  de  piezas  que  lle- 
vaban. Arrendaban  para  esto  algunos  patios  ó  corrales,  y 


106 


NOTAS.  107 

en  ellos  armaban  sus  tablados  y  disponian  los  asientos  para 
el  concurso.  El  nombre  de  patio  y  corral  llegó  á  ser  sinóni- 
mo de  teatro.  Aún  dura  en  los  modernos  la  denominación  que 
se  dió  en  lo  antiguo  á  las  tablas,  patio,  gradas ,  corredor- 
cilio,  aposentos,  barandilla,  degolladero,  cazuela  y  aloje- 
ros. La  que  hoy  es  luneta  se  llamó  al  principio  bancos,  y 
la  parle  alta  que  hoy  es  tertulia  y  palcos  terceros,  se  llamó 
desvanes  ,  porque  en  electo  lo  eran. 

Luis  Quiñones  de  Benavente  dijo  en  una  de  sus  loas : 


Lorenzo         Piedad ,  ingeniosos  bancos. 

Cintor   Perdón,  nobles  aposentos. 

Linares   Favor ,  belicosas  gradas. 

Bernardo.  . .  Quietud ,  desvanes  tremendos. 

Pinelo   Atención ,  ruis  barandillas. 

Pinero   Carísimos  mosqueteros , 

granujas  del  auditorio , 

defensa ,  ayuda ,  silencio. 
Lorenzo          Damas  en  quien  dignamente 

cifró  su  hermosura  el  cielo. 
Inés   Asi  el  abril  de  los  anos 

sea  en  vosotras  eterno , 


y  que  el  tiempo  que  tenéis 
no  se  sepa  en  ningún  tiempo, 
Margarita.  .  Que  piadosas  y  corteses 
pongáis  perpetuo  silencio 

Inés   A  las  llaves  y  á  los  pitos, 

silva  de  varios  sucesos. 
En  el  año  de  1 568  se  representaba  en  un  corral  de  la 
Puerta  del  Sol,  en  otro  de  la  calle  del  Príncipe,  propio  de 
Isabel  Pacheco ,  y  en  otro  de  la  misma  calle  de  un  N.  Bar- 
quillos. Después  hubo  comedias  en  olro  de  la  calle  del  Lobo, 


108  NOTAS. 

de  quien  era  dueño  Crístoval  de  la  Puente.  Hubo  también 
otro  corral  llamado  de  la  Valdivieso,  en  que  algunas  veces 
se  representó.  En  el  año  de.  iS-t)  y  en  el  de  1582  estable- 
cieron las  cofradías  de  la  Pasión  y  Soledad  dos  corrales:  el 
primero  en  la  calle  de  la  Cruz,  y  el  segundo  en  la  del  Prín- 
cipe. Estos  mismos  son  los  que  transformados  ya  en  teatros 
conservan  todavía  el  uso,  el  sitio  y  el  nombre.  Pellicer  en  su 
tratado  sobre,  el  Origen  de  la  comedia  y  del  histrioni&mo  en 
España  ,  tomo  recogió  varias  noticias  curiosas  acerca  de 
los  teatros  materiales  de  Madrid. 

(64)  -di  acabarle  el  siglo  XVI ,  &c.  El  crecido  número 
de  las  composiciones  dramáticas  de  Lope,  de  Vega  no  es  una 
tradición  obscura:  está  apoyada  en  testimonios  irrecusables. 
Véanse  aqui  reunidos  algunos  de  ellos. 

En  el  año  de  iGo3  corrían  ya  impresas  trescientas  trein- 
ta y  seis  comedias  suyas,  de  las  cuales  puso  una  lista  en  su 
obra  intitulada  El  Peregrino ,  y  alli  mismo  dijo  que  sin  ha- 
cer mención  de  los  autos  y  de  algunas  comedias  que  no  se 
acordaba,  llevaba  ya  compuestas  cuatrocientas  sesenta  y  dos. 
En  el  Arte  nuevo  de  hacer  comedias,  publicado  en  i6oq,  dijo 
que  tenia  escritas  cuatrocientas  ochenta  y  tres.  Francisco 
Pacheco  en  el  discurso  que  imprimió  en  el  mismo  año  de  1609 
sobre  el  retrato  de  Lope,  afirmó  que  las  comedias  de  aquel 
poeta  llegaban  á  quinientas.  Cervantes  en  el  prólogo  de  las 
.suvas,  dadas  á  luz  en  i6i5,  dijo  que  Lope  llevaba  escritas 
mas  de  ochocientas.  Dedicando  el  mismo  Lope,  á  su  hijo  la 
comedia  de  El  verdadero  amante ,  en  el  año  de  1620,  le  dice 
que  habia  compuesto  ya  novecientas.  En  el  prólogo  á  la  vi- 
gésima parle  de  ellas,  impreso  en  1627,  asegura  tener  ya 
escritas  mil  setenta.  En  la  égloga  á  Claudio,  escrita  antes  del 
año  de  if>?>?. ,  dice  Lope  hablando  de  sus  comedias  que  has- 
ta entonces  habia  hecho  mil  quinientas. 


NOTAS. 


109 


Juan  Bodino  en  su  epístola  latina  dirigida  á  León  Allac- 
ci  en  el  año  1 63 6 ,  muerto  ya  Lope,  le  atribuye  mil  qui- 
nientas. Fernando  Cardoso  en  la  oración  fúnebre  de  aquel 
poeta  fija  el  número  de  sus  comedias  en  mil  quinientas.  El 
P.  Mtro.  Avalos  en  su  elogio  de  Lope  dice  que  babia  escrito 
mil  setecientas.  El  licenciado  Antonio  de  Leda  en  su  poema 
intitulado  El  Fénix  mantuano ,  alabando  á  Lope,  le  reco- 
noce por  autor  de  mil  ochocientas.  El  caballero  Juan  Bautis- 
ta Marino  dijo  en  el  panegírico  de  Lope  que  babia  compues- 
to dos  mil.  D.  Juan  Antonio  de  la  Peña  en  la  dedicatoria  de 
su  égloga  elegiaca  intitulada  Bclartlo  dice  que  Lope  escri- 
bió mil  seiscientas  comedias,  y  en  el  prólogo  que  precede  á 
la  misma  obra  dice  que  fueron  sus  comedias  mil  seiscientas, 
y  los  autos  sacramentales  mas  de  doscientos,  que  es  decir,  le 
atribuye  mil  ochocientas  obras  de  teatro.  El  doctor  Juan  Pé- 
rez de  Montalban,  testigo  de  toda  excepción,  en  su  libro  in- 
titulado Para  todos,  dice  de  Lope  que  en  el  año  de  i632 
llevaba  impresos  veinte  tomos  de  comedias,  y  mil  quinientas 
que  se  habian  representado,  sin  contar  los  autos.  El  mismo 
en  la  Fama  postuma  de  Lope  dice  que  las  comedias  que  se 
habian  representado  de  aquel  autor  llegaban  á  mil  ochocien- 
tas, y  que  pasaban  de  cuatrocientos  los  autos  sacramenta- 
les ,  en  todo  dos  mil  doscientas  piezas  dramáticas.  D.  Nico- 
lás Antonio,  en  vista  de  tales  aserciones  dadas  por  íntimos 
amigos  de  Lope,  publicadas  en  el  mismo  año  que  murió,  no 
desmentidas  por  ninguno  de  los  muchos  émidos  que  tuvo, 
y  que  el  mismo  D.  Nicolás  Antonio  pudo  verificar  por  los 
informes  de  los  que  alcanzaron  los  últimos  años  de  Lope  de 
Vega,  y  mas  que  todo  por  las  mismas  obras  que  entonces 
debian  existir,  no  dudó  asegurar  en  su  Biblioteca  que  aquel 
poeta  habia  compuesto  mil  ochocientas  comedias  y  cuatro- 
cientos autos  sacramentales. 


1 1 0  NOTAS. 

(G5)  Como  corruptor  de  la  escena,  &e.  El  prólogo  que 
puso  D.  Blas  Nasarre  á  las  comedias  de  Cervantes  contiene 
exrelentes  doctrinas  acerca  del  arte  dramática;  pero  aquel 
literato  se  dejó  llevar  muchas  veces  de  sus  propias  imagi- 
naciones, de  un  espíritu  de  patriotismo  mal  entendido,  \  de 
un  empeño  no  disculpable  en  desacreditar  á  Lope  y  Calde- 
rón, suponiéndolos  corruptores  de  nuestro  teatro,  como  si 
le.  hubieran  hallado  menos  defectuoso,  como  si  alguno  de  sus 
contemporáneos  hubiera  escrito  con  mayor  acierto.  Véanse 
aqui  los  errores  que  me  han  parecido  mas  notables  en  el  ci- 
tado prólogo,  relativos  á  nuestra  historia  literaria  y  á  otras 
materias  de  buen  gusto  y  discernimiento  crítico. 

Los  árabes  y  moros  fueron  excelentes  en  las  representa- 
ciones dramáticas.  -  Los  trovadores  proeenzales  fueron  los 
primeros  que  escribieron  comedias.  =  En  las  obras  poéticas 
de  Alfonso  el  Sabio  ,  en  las  de  Gonzalo  de  Berceo,  y  roman- 
ces antiguas  se  conservan  testimonios  auténticos  de  nuestras 
composiciones  teatrales ,  con  muchos  siglos  de  anterioridad  á 
las  piadosas  farsas  de  los  italianos  y  franceses.  =Los  pe- 
regrinos que  iban  á  Santiago  cantaban  y  representaban  al 
rico  los  misterios  de  la  religión  y  las  historias  sagradas  ,  <  'e 
cuya  costumbre  quedaron  las  relaciones  de  ciegos  y  los  au- 
tos sacramentales.  — Cervantes  compuso  sus  comedias  con  la 
misma  idea  que  el  Quijote ,  haciéndolas  de  intento  desarre- 
gladas y  llenas  de  desatinos  á  fin  de  purgar  del  mal  gus- 
to y  mala  moral  el  tea  ti o.  =  Cuando  Lope  empezó  á  escri- 
bir, eran  ya  las  comedias  adultas  y  perfectas,  y  él  ¡as  vol- 
vió á  las  mantillas.  =  Calderón  fue  el  segundo  corruptor  del 
teatro.— Moliere  puso  en  la  escena  algunas  de  las  comedias 
de  este  autor,  que  tuvieron  y  tienen  mucho  aplauso  y  apro- 
bación entre  los  franceses.  =  Guillen  de  Castro,  Hojas  y  So- 
lis  guardaron  la  moderación  que  pide  el  estilo  de  las  come- 


NOTAS.  1 1 1 

días.  =  Tenemos  mayor  número  de  comedias  perfectas  y  se- 
gún arte  que  los  franceses  ,  italianos  é  ingleses  juntos.  =  Te- 
nemos comedias  ajustadísimas  á  la  razón  y  al  arte ,  que  en 
nada  son  inferiores  d  las  de  Moliere  ,  IJ'icherley ,  Maffei  y 
Tticcobon>.  =  D.  Esteban  Manuel  de  P'illegas  es  comparable  á 
los  mejores  poetas  griegos. 

Si  me  preguntasen  mi  opinión  acerca  de  los  artículos 
precedentes,  responderia  sin  peligro  de  ser  desmentido ;  todo 
es  falso. 


CATÁLOGO 


HISTÓRICO    Y   CRÍTICO   DE   PIEZAS    DR A. M ÁTICAS 
ANTERIORES  Á   L-OPE  DE  VEGA. 

Ano  DE  1356. 

i.  Anónimo.  Danza  general  en  que  entran  lodos  los  rs- 
tados  de  gentes.  Esta  obra  existe  en  la  biblioteca  del  Esco- 
rial manuscrita  de  letra  antigua  en  un  tomo  en  cuarto.  Se 
creyó  que  el  autor  de  ella  fuese  Rabí  D.  Santo,  judío,  que 
floreció  en  tiempo  del  rey  D.  Pedro  de  Castilla;  pero  exa- 
minado el  Códice  con  mayor  atención,  se  ha  visto  que  no 
es  composición  del  citado  Rabí.  El  que  escribió  la  Danza  ge- 
neral es  absolutamente  desconocido  ,  y  solo  puede  inferirse 
que  vivió  á  mediados  del  siglo  XIV. 

Su  obra  es  una  pieza  dramática  escrita  en  coplas  de  arte 
mayor.  No  es  fácil  decidir  si  los  versos  se  cantaban  ó  se  re- 
presentaban ;  pero  no  cabe  duda  en  que  á  lo  menos  alter- 
narían con  ellos  las  mudanzas  del  baile  ejecutadas  al  son  de 
la  música.  La  muerte,  «pie  es  uno  de  los  personases,  dice: 

Yo  só  la  muerte  cierta  á  todas  criaturas 
que  son  y  serán  en  el  mundo  durante ; 
demando ,  é  digo ;  Oh  !  horne ,  por  qúé  curas 
de  vida  tan  breve  en  punto  pasante? 
Pues  no  hay  tan  fuerte  nin  recio  gigante 
que  di  ste  mi  arco  se  pueda  amparar , 
conviene  que  mueras,  quando  lo  tirar 
con  esta  mi  f recita  cruel  traspasa/de. 


CATÁLOGO  1 1 3 

Síguense  á  esta  otras  octavas,  y  luego  se  introduce  á  un 
predicador  que  intima  á  todos  la  necesidad  de  morir,  acon- 
sejando la  práctica  de.  las  buenas  obras  á  fin  de  disponerse 
para  entrar  en  una  danza  que  tiene  prevenida  la  muerte,  y 
dice  ésta: 

A  la  danza  mortal  cénit  los  nacidos 
que  en  el  mundo  sois  de  cualquier  estado; 
el  que  non  quisiere,  á  fuerza  é  amidos 
facerle  he  venir  muy  tosté  parado. 
Pues  que  ja  el  frajre  vos  ha  predicado 
que  todos  ajades  á  facer  penitencia  ; 
el  que  non  quisiere  poner  diligencia, 
non  puede  ja  ser  ja  mas  esperado. 

Llama  á  su  danza  á  dos  doncellas,  y  dice: 

A  esta  mi  danza  trax  de  presente 
estas  dos  doncellas  que  vedes,  fermosas ; 
ellas  vinieron  de  muj  mala  mente 
á  oir  mis  canciones  que  son  dolorosas. 
Mas  non  les  valdrán  flores  ni  rosas, 
nin  las  composturas  que  poner  solían: 
de  mi  si  pudiesen  partirse  querrían  ; 
mas  non  puede  ser ,  que  son  mis  esposas. 

Véanse  el  i.°  y  tomo  de  la  colección  de  poesías  caste- 
llanas anteriores  al  siglo  XV  por  D.  Tomas  Sánchez. 

1414. 

2.  D.  Enrique  de  Aragón,  marques  de  Villena.  Comedia 
alegórica,  representada  al  rey  D.  Fernando  de  Aragón. 

Tomo  I.  8 


1 1 4  CATÁLOGO 

D.  Enrique  de  Aragón,  marques  «le  Villena,  nielo  de  En- 
rique II  rey  de  Castilla,  y  biznieto  del  infante  1).  Pedro  de 
Aragón,  floreció  en  el  reinado  de  D.  Juan  el  II  de  Castilla. 
Fue  hombre  de  mucho  ingenio,  muy  estudioso  é  instruido 
tanto  en  letras  humanas  como  en  las  ciencias  físicas  y  ma- 
temáticas, que.  le  adquirieron  entre  el  vulgo  la  opinión  de 
mágico.  Murió  en  el  año  de  i  4^4-  D('jó  sl,s  libros  al  rey,  y 
con  ellos  se  llenaron  dos  carretas.  Fray  Lope  de  Barrienlos 
comisionado  por  el  rey  para  examinarlas  fizo  quemar  mas 
de,  cien  libros  (como  refiere  Fernán  Gómez  de  Cibdareal) 
que  no  los  vió  él  mas  que  el  rey  de  Marroecos  ni  mas  los  en- 
tiende que  el  Dean  de  Cidarodrigo  ;  ca  son  muchos  los  que 
en  este  tiempo  se  jan  dolos ,  faciendo  a  otros  insipientes  é  ma- 
gos; ¿peor  es  que  se  facen  beatos,  faciendo  á  otros  nigro- 
mantes. 

Escribió  el  marques  varias  poesías,  canciones  y  diálogos 
que  se  representaron,  un  poema  de  los  trabajos  de  Hércu- 
les, una  traducción  de  la  Eneida,  otra  déla  Divina  comedia 
de  Dante  ,  y  otra  del  tratado  de  üratore  de  Cicerón.  Com- 
puso un  libro  de  la  Gaya  sciencia  ,  otro  del  Arte  cisoria ,  y 
varios  opúsculos.  Vivió  muy  estimado  asi  en  la  corte  de  Casti- 
lla como  en  la  de  Aragón  ,  y  para  esta  escribió  la  comedia  ale- 
górica que  va  mencionada.  Hacian  papel  en  ella  la  Justicia,  la 
f'erdad,  la  Paz  y  la  Misericordia.  Nasarre  en  el  Prologo  ú 
las  comedias  de  Cervantes ,  y  Velazquez  en  los  Orígenes  de 
la  poesía  castellana  hacen  memoria  de  esta  comedia,  refi- 
riéndose á  Gonzalo  García  de  Santa  María  en  la  crónica  que 
escribió  del  citado  rey  D.  Fernando  I  de  Aragón. 

U69. 

3.  Anónimo.  Comedia  representada  en  casa  del  conde  de 
Ureña  para  obsequiar  al  infante  D.  Fernando  de  Aragón 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.      1 1 5 

con  motivo  de  su  desposorio  con  la  infanta  Dona  Isabel, 
hermana  del  rey  Enrique  IV  de  Castilla.  Se  ignora  si  esta 
comedia  existe.  Nasarre  da  noticia  de  ella,  atribuyéndola  á 
Juan  de  la  Encina;  pero  en  el  año  de  1469  en  que  se  casa- 
ron los  reyes  Católicos,  Juan  de  la  Encina  lloraba  en  la  cuna. 

U70. 

4-    Rodrigo  de  Cola.  Diálogo.  Comienza  una  obra  de 

Rodrigo  de  Cota  á  manera  de  diálogo  entre  el  amor  y  un 
viejo,  que  escarmentado  de  él,  jnuy  retraído  se  figura  en  una 
huerta  seca  y  destruida ,  do  la  casa  del  placer  derribada  se 
muestra,  cerrada  la  puerta,  en  una  pobrecilla  choza  metido, 
al  cual  súbitamente  paresce  el  amor  con  sus  ministros :  y  aquel 
humildemente  procediendo ,  j  el  viejo  en  áspera  manera  repli- 
cando, van  discurriendo  por  su  fabla ,  fasta  que  el  viejo  del 
amor  fue  vencido:  y  comenzó  á  hablar  el  viejo  de  la  mane- 
ra siguiente.  Asi  se  anuncia  esta  obra  en  el  Cancionero  ge- 
neral de  Hernando  del  Castillo ,  impreso  en  Valencia  por 
Cristoval  Hoffman,  natural  de  Basilea,  año  de  i5ii. 

Este  diálogo  es  una  representación  dramática  con  acción, 
nudo  y  desenlace:  entre  dos  interlocutores  no  es  posible  exi- 
gir mayor  movimiento  teatral.  Supone  decoración  escénica, 
máquina,  trages  y  aparato:  el  estilo  es  conveniente,  fácil  y 
elegante:  los  versos  tienen  fluidez  y  harmonía. 

Poca  noticia  nos  ha  quedado  del  autor:  se  sabe  solamen- 
te que  existieron  en  el  siglo  XV  dos  parientes,  vecinos  de 
Toledo,  con  el  nombre  de.  Rodrigo  de  Cota,  y  que  al  mas  an- 
tiguo de  ellos  llamaron  el  Tio. 

A  este  se  le  atribuyen  las  coplas  de  Mingo  Repulgo , 
y  no  con  bastante  seguridad  el  primer  acto  de  la  Celestina. 
Francisco  del  Canto  que  reimprimió  en  Medina  del  Campo 
en  el  año  de  i56g  el  Diálogo  del  amor  y  un  viejo,  le  amm- 


1  1 6  CATÁLOGO 

rió  <lc  osle  modo:  Diálogo  hecho  por  el  famoso  autor  Ttodri- 
go  <■'<■  Cola,  el  Tío,  /talara!  de  Toledo,  el  cual  compúsola 
égloga  de  Mingo  Reoulgo,  &c.  Si  esla  indicación  es  segura, 
puede  decirse,  que  Rodrigo  de  Cota  ,  el  Tio,  floreció  durante 
los  reinados  de  Juan  el  II  y  ríe  Enrique  IV.  Las  coplas  de 
Revulgo  son  una  sátira  de  los  desórdenes  ocurridos  en  tiem- 
po de  este  ultimo  rey.  Los  que  han  creido  que  aludia  á  los 
de  su  antecesor,  no  han  leido  detenidamente  las  citadas  co- 
plas, en  las  cuales  se  pinta  muy  al  vivo  el  carácter  de  1).  En- 
rique, sus  inclinaciones,  sus  vicios,  su  retraimiento,  su  ab- 
soluto abandono  y  su  escandalosa  pasión  á  la  portuguesa 
Doña  Guiomar  de  Castro,  dama  de  la  reina. 

1492. 

5.  Juan  de  la  Encina.  Égloga  representada  en  la  noche 
de  la  Navidad  de  nuestro  Salvador ,  á  donde  se  introducen 
dos  pastores,  uno  llamado  Juan,  é  otro  Maleo:  é  aquel  que 
Juan  se  llamaba  entró  primero  en  la  sala  á  donde  el  du- 
que é  duquesa  estaban  ,  é  en  nombre  de  Juan  del  l'.ni  ¡na 
llegó  á  presentar  cient  coplas  de  aquesta  fiesta  á  la  señora 
duquesa ;  é  el  otro  pastor  llamado  Maleo  entró  después  de 
esto,  é  en  nombre  de  los  detractores  c  maldicientes  comenzóse 
tí  razonar  con  él,  é  Juan  estando  muy  alegre  é  ufano,  por- 
que  sos  señorías  le  habían  )a  recebido  por  sujo,  venció  la 
malicia  <'<!  otro.  A  donde  prometió  que  venido  el  mayo  sa- 
caria  la  compilación  de  todas  sus  obras  ,  pon/ue  se  las  usur- 
paban é  corrompían ,  é  porque  no  pensasen  que  toda  su  obra 
era  pastoril,  según  algunos  decían,  mas  antes  conosciesen 
que  á  mas  se  estendia  su  saber.  Diálogo  en  verso  sin  arti- 
ficio dramático. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.     1  17 


1492. 

6.  Égloga ,  representada  en  la  misma  rinche  (Je  Navidad, 
á  donde  se  introducen  los  mesmos  pastores  de  arriba :  é  es- 
tando estos  en  la  sala  adonde  los  rnay  fines  se  decían,  entra- 
ron otros  dos  pastores,  que  Lucas  é  Marco  se  llamaban  ,  é 
todos  cuatro  en  nombre  de  los  cuatro  Evangelistas  de  la  Na- 
tividad de  Cristo  se  comenzaron  á  razonar.  Consiste  on  un 
diálogo  en  verso  sin  acción,  y  concluye  con  un  villancico 
cantado.  Se  infiere  por  esta  pieza  que  en  alguna  sala  de  casa 
del  duque  de  Alba  se  disponía  un  nacimiento  (como  es  toda- 
vía costumbre  en  España) ,  se  rezaban  delante  de  él  los  may- 
tines  con  asistencia  de  los  duques  y  de  su  familia,  y  acaba- 
do este  acto  religioso  seguian  las  diversiones  de  representa- 
ción y  de  música. 

1 494. 

7.  Representación  á  la  muy  bendita  pasión  y  muerte  de 
nuestro  precioso  Redentor ,  a  donde  se  introducen  dos  ermi- 
taños, el  uno  viejo  y  el  otro  mozo ,  razonándose  como  entre 
padre  é  hijo  camino  del  santo  sepulcro,  é  estando  ya  delante 
del  monumento ,  allegóse  á  razonar  con  ellos  una  rnuger  lla- 
mada Verónica ,  á  quien  Cristo  cuando  Je  llevaban  á  crucifi- 
car dejó  imprimida  la  figura  de  su  rostro  en  un  paño  que 
ella  le  dió  para  se  alimpiar  del  sudor  y  sangre.  Va  eso  mes- 
mo  introducido  un  ángel ,  que  vino  á  contemplar  en  el  mo- 
numento é  les  trajo  consuelo  c  esperanza  de  la  santa  resur- 
rección. Diálogo  sencillísimo  en  verso,  con  buen  lenguaje  y 
estilo.  Se  infiere  de  su  contenido  que  se  representó  en  casa  de 
los  duques  delante  del  monumento  que  se  pondría  el  jueves 
santo  en  el  oratorio. 


CATÁLOGO 


1494. 

8.  Representación  á  la  santísima  resurrección  de  Cristo, 
á  donde  se  introducen  José/  é  la  Madalena  é  los  discípulos 
que  ¡lian  al  castillo  de  Ernaus  ;  é  primero  Josef  comienza 

contemplando  el  sepulcro       ¿  en  fin  vino  un  ángel  á  ellos  por 

les  acrescentar  el  alegría  é  fe  de  la  resurrección.  Concluye 
este  diálogo  en  verso  con  un  villancico.  Es  rreible  que  se  re- 
presen lase  también  en  el  oratorio  Je  los  duques. 

1 495. 

g.  Égloga  representada  en  la  noche  postrera  de  Carnal 
( i/ue  dicen  de  Antruejo  ó  Carnrstollendas)  á  donde  se  intro— 
ducen  cuatro  pastores  llamados  Beneyto ,  i:  Jiras,  Pedrueto, 
c  Llórente,  E  primero  Benej  lo  entró  en  la  sala  á  donde  el 
duque  e  duquesa  estaban  e  comienzo  mucho  d  dolerse  é  acui- 
tarse porque  se  sonaba  que  el  duque  su  señor  se  habia  de 
partir  (i  la  guerra  de  Francia:  é  luego  tras  él  entró  el  que 
llamaban  Bras  preguntándole  la  causa  de  su  dolor,  é  des- 
pues  //timaron  tí  Pedruelo ,  el  cual  les  dio  nuevas  de.  paz,  é 
en  fin  vino  Llórenle  que  les  ayudó  d  cantar.  Esta  égloga  es- 
crita cu  verso  puede  considerarse  como  un  pequeño  drama 
con  nudo  y  solución,  en  el  cual  oportunamente  introdujo  el 
autor  los  elogios  del  duque  de  Alba.  La  expresión  de  caracte- 
res y  afectos  son  convenientes  á  los  personajes  de  la  fábula. 

1 195. 

io.  Egloga  representada  la  rnesma  noihe  de  Antruejo  ó 
Carnestolendas  ,  á  donde  se  introducen  los  rnesmos  pastores  de 
ti  criba  llamados  Beneyto,  c  Bras,  é  Llórente,  é  Pedruelo. 
E  primero  Beneyto  cidro  en  la  sala ,  á  donde  el  duque  é  du- 
quesa estaban ,  é  tendido  en  el  suelo  de  gran  reposo  comenzó 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.     1 1 9 


á  cenar ,  é  luego  Bras  que  ja  había  cenado  entró  diciendo: 
carnes  fuera;  mas  importunado  de  Beneyto  tornó  otra  vez  á 
cenar  con  él ,  é  estando  cenando  é  razonándose  sobre  la  ve- 
nida de  cuaresma  ,  entraron  Llórente  é  Pedruelo ,  é  todos 
cuatro  juntamente  enmiendo  j  cantando  con  mucho  placel- 
dieron  fin  á  su  festejar.  Diálogo  en  verso  desnudo  de  acción, 
que  se  acaba  con  un  villancico. 

1495. 

11.  Égloga  representada  en  recuesta  de  unos  amores,  á 
donde  se  introduce  una  pastorcilla  llamada  Pascuala ,  que 
yendo  cantando  con  su  ganado  entró  en  la  sala  á  donde  el 
duque  é  duquesa  estaban ,  é  luego  después  de  ella  entró  un 
pastor  llamado  Mingo,  é  comenzó  d  requerilla.  É  estando 
en  su  recuesta  llegó  un  escudero  que  también  fue  preso  de  sus 
amores.  Recuestando  é  altercando  el  uno  con  el  otro  se  la 
sonsacó ,  é  se  tornó  pastor  por  ella.  En  esla  égloga  escrita  en 
verso  se  advierte  un  poco  de  artificio  dramático:  el  lenguaje 
y  estilo  son  acomodados  á  los  caracteres  que  en  ella  se  in- 
troducen. El  de  Mingo  le  representó  Juan  de  la  Encina,  co- 
mo se  infiere  por  el  contexto  de  la  pieza  siguiente. 

1496. 

1 2.  Égloga  representada  por  las  mesmas  personas  que 
en  la  de  arriba  van  introducidas ,  que  son  un  pastor  llama- 
do Gil ,  é  Pascuala  é  Mingo  ,  é.  su  esposa  Menga  ,  que  de 
nuevo  agora  aqui  se  introducen.  TÍ  primero  Gil  entró  en  la 
sala  á  donde  el  duque  c  duquesa  estaban ,  é  Mingo  que  iba 
con  él,  quedóse  á  la  puerta  espantado  que  no  osó  entrar ,  é 
después  importunado  de  Gil  entró ,  é  en  nombre  de  Juan  de. 
la  Encina  llegó  á  presentar  al  duque  é  duquesa  sus  señores 
la  compilación  de  sus  obras ,  c  al/i  prometió  no  trovar  mas, 


190  CATÁLOGO 

Salvo  lo  (¡iic  sus  sentirías  le  mandasen ,  é  después  llamaron  á 
Pascuala  é  á  Menga,  é  cantaron  é  bailaron  con  ellas.  E  otra 
vez  tornándose  <i  razonar  allí ,  dejó  (¡il  el  hábito  de  pastor 
que  había  traído  un  año,  é  tornóse  del  pal 'ocio ,  é  con  él  jun- 
tamente la  su  Pascuala ,  é  en  fin  Mingo  é  su  esposa  Men- 
ga viéndolos  mudados  del  palacio  crecióles  envidia ,  é  aunque 
recibieron  pena  de  dejar  los  hábitos  pastoriles ,  también  ellos 
quisieron  tornarse  del  palacio ,  y  probar  la  vida  dé/.  Asi  i/ue 
lodos  cuatro  juntos  muy  ataviados  dieron  fin  á  la  represen- 
tación cantando  el  villancico  del  cabo.  La  composición  de 
este  diálogo  en  verso  no  tiene  mérito  particular  ;  pero  la 
expresión  de  los  caracteres,  el  estilo,  la  versificación  y  el  si- 
guiente  villancico  merecen  elogio. 

Al  Amor  obedezcamos 
con  muy  presta  voluntad  ; 
pues  es  de  necesidad , 
de  fuerza  virtud  hagamos  : 
al  Amor  no  resistamos , 
nadie  cierre  á  su  llamar 
que  no  le  ha  de  aprovechar. 

Amor  amansa  al  mas  fuerte, 
é  al  mas  jl acó  fortalece  ; 
al  que  menos  le  obedece 
mas  le  tu/neja  con  su  muerte; 
á  su  buena  ó  mala  suerte 
ninguno  debe,  apuntar , 
i/ue  no  le  ha  de  aprovechar. 

Amor  muda  los  estados, 
las  vidas  y  condiciones , 
conforma  los  corazones 
de  los  bien  enamorados: 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  121 

resistir  á  sus  cuidados 

nadie  debe  procurar , 

que  no  le  ha  de  aprovechar. 

Aquel  fuerte  del  Amor 
que  se  pinta  niño  j  ciego , 
hace  al  pastor  palaciego , 
j  al  palaciego  pastor: 
contra  su  pena  c  dolor 
ninguno  debe  lidiar , 
que  no  le  ha  de  aprovechar. 

El  que  es  Amor  verdadero 
despierta  al  enamorado , 
hace  al  medroso  esforzado , 
é  muy  polido  al  grosero  : 
quien  es  de  Amor  prisionero 
no  salga  de  su  mandar, 
que  no  le  ha  de  aprovechar. 

El  Amor  con  su  poder 
tiene  tal  jurisdicion , 
que  cativa  el  corazón 
sin  poderse  defender, 
nadie  se  debe  asconder 
si  Amor  viniere  á  llamar , 
que  no  le  ha  de  aprovechar . 

1496. 

i3.  Aucto  del  Repelón,  en  el  cual  se  introducen  dos  pas- 
tores, Piernicurlo  é  Johan  Paramas ,  los  cuales  estando  ven- 
diendo su  mercadería  en  la  plaza,  llegaron  ciertos  estudian- 
tes que  los  repelaron ,  faciéndoles  otras  burlas  peores.  Los  al- 
deanos,  parí  idos  el  uno  del  otro  por  escaparse  de  ellos,  el 
Johan  Paramas  fuese  á  casa  de  un  caballero :  en  entrando 


122  CATÁLOGO 

en  la  sala ,  fallándose  fuera  del  peligra ,  comenzó  á  contar  la 
</ue  le  acaesció.  Sobreviene  Piernicurlo  en  la  rezaga,  que  le 
dice  corno  todo  el  hato  se  ha  perdido ,  c  entró  un  estudiante 
es/ando  ellos  fallando  á  refacer  la  chaza,*  al  cual  como  le 
rieran  solo,  echaron  de  la  sala.  Sobrevienen  otras  dos  pastores, 
<•  levanta  Jóhan  Paramas  un  villancico.  No  se  alcanza  por 
«pié  Juan  de  la  Encina  llamó  auto  á  esta  pieza,  y  no  égloga 
ó  representación,  como  hizo  con  las  otras.  La  presente  es 
un  diálogo  en  verso  sin  acción,  en  que  hizo  hablar  á  los  in- 
lerlocutores  un  lenguaje,  extremadamente,  grosero  y  rústico, 
como  puede  verse  en  los  siguientes  versos. 


Estudiante.  .  Pues  que  ja  te  ¡o  he  jurado, 
ven  acá ,  dimelo  tú. 

Joiian   ¿Quieres  saber  lo  que  hú? 

Engañónos ,  mal  pecado, 
que  stavamos  nel  mercado 
Tía  aquella  praza  denantes  ; 
un  rebaño  de  studianles 
nos  hizón  un  mal  recado. 
Aqueste ,  yo  os  dó  la  fé 
que  bonico  lo  pararen. 

Piernicurto.  ¿Y  á  mí  ño  me  repeloren? 

Johan   Asi ,  hizón  te,  ño  sé  que. 

Piernicurto.  No  ,  que  jo  bien  me  guarde'. 

Johan   Bien  que  el  rabo  lo  pagó. 

¿Cuidas  que  ño  lo  sé  jó? 

Piernicurto.  Cocorrón  que  te  daré. 

1496. 


14.  Representación  por  Juan  del  Encina  ante  el  muy 
esclarecido  c  muy  ilustre  principe  D.  Juan  nuestro  soberano 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  123 

señor.  Introdúceme  dos  pastores ,  liras  c  Juanillo ,  c  con  ellos 
un  escudero  que  á  las  voces  de  otro  pastor ,  Pela  jo  llamado, 
sobrevinieron;  el  cual  de  las  doradas  frechas  del  amor  mal  he- 
rido se  quejaba,  al  cual  andando  por  dehesa  vedada  con  sus 
frechas  é  arco  de  su  gran  poder  ufanándose  el  sobredicho 
pastor  había  querido  prender.  No  carece  de  mérito  en  esta 
pieza  el  soliloquio  del  amor,  en  que  describe  la  extensión  de 
su  poderío.  Está  escrita  en  verso. 

1497. 

i5.  Égloga  trovada  por  Juan  del  Encina,  en  la  cual  se 
introducen  tres  pastores,  fileno,  Zambardo  c  Cardonio,  don- 
de se  recuentro  como  este  Fileno  preso  de  amores  de  una  mu- 
ger  llamada  Zéfira ,  de  cujos  amores  viéndose  muj  desfavo- 
recido, cuenta  sus  penas  á  Zambardo  j  Cardonio,  el  cual 
no  fallando  en  ellos  remedio,  por  sus  propias  manos  se  ma- 
ta. El  autor  de  El  Diálogo  de  las  lenguas  cita  con  elogio 
una  comedia  intitulada  :  Fileno  j  Zambardo ;  pero  no  es  de 
creer  que  aludiese  á  la  presente  composición,  á  la  cual  su 
autor  llamó  égloga,  y  no  comedia.  Fileno  después  de  quejarse 
largamente  de  la  ingratitud  de  su  pastora,  concluye  quitán- 
dose la  vida:  sobrevienen  dos  amigos  suyos,  cargan  con  el 
cuerpo  y  se  le  llevan  á  enterrar  :  no  bay  mas  fábula  que  es- 
ta. Escribió  su  obra  Juan  de  la  Encina  en  coplas  de  arle  ma- 
yor,  á  diferencia  de  todas  las  otras.  La  pureza  del  lenguaje, 
el  estilo  y  los  versos  tienen  mérito.  Véase  este  pasaje  en  que 
declama  Fileno  contra  los  vicios  de  las  mugeres. 

Desde  el  comienzo  de  su  creación 
torció  la  muger  del  vero  camino: 
que  menospreciando  el  mando  divino, 
á  sí  y  á  nosotros  causó  perdición: 


CATÁLOGO 

de  aquella  en  las  til  ras  pasó  succesion , 
soberbia  ,  codicia  é  desobediencia  , 
y  el  vicio  dó  halla  mayor  resistencia 
aquel  mas  seguir  su  loca  opinión. 

Discretas  son  todas  á  su  parescer  : 
si  yerran  ó  no  sus  obras  lo  digan: 
¿dirne  si  l  iste  en  cosa  que  sigan 
mudanzas  é  antojos  jamas  fallescer  ? 
si  áborresciendo  nos  muestran  querer , 
¿  si  penando  nos  muestran  folganza , 
yo  c  los  que  en  ellas  han  puesto  esperanza 
te  pueden  de  aquesto  bien  cierto  hacer. 

El  tiempo  no  sufre  que  en  esto  me  estienda , 
el  cual  faltaría,  mas  no  que  decir: 
sus  arles  cubiertas,  su  claro  mentir , 
huirse  debia ,  mas  no  llena  enmienda  ; 
y  aunque  de  todas  aquesto  se  entienda, 
sola  Zefira  á  todas  excede, 
cuya  crueza  no  sé ,  ni  se  puede 
pensar ,  ni  ella  misma  creo  la  comprenda. 

¿En  cual  corazón  de  muy  cruda  fiera 
pudiera  caber  tan  gran  crueldad , 
que  siendo  señora  de  mi  libertad 
por  otra  no  suya  trocarla  (¡uisicra  ? 
Oh!  condición  mudable  ligera: 
oh!  triste  Fileno  en  que  eres  venido, 
que  ni  aprovecha  llamarle  vencido, 
ni  para  vencer  remedio  se  espera. 

La  sierpe  y  el  tigre ,  el  oso  y  león , 
á  quien  la  natura  produjo  feroces, 
por  uso  de  tiempo  conocen  las  voces 
de  quien  los  gobierna  y  humildes  le  son ; 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.     1 25 


mas  esta,  do  nunca  moró  compasión , 
aunque  la  sigo  después  que  sojr  hombre , 
j  soj  hecho  ronco  llamando  su  nombre; 
ni  me  oje  ni  muestra  sentir  compasión. 

1498. 

1 6.  Égloga  trovada  por  Juan  del  Encina  representada 
la  noche  de  Navidad ,  en  la  cual  á  cuatro  pastores  Miguclle- 
jo ,  Juan,  Rodrigacho  ¿Antón  llamados,  que  sobre  los  in- 
fortunios de  las  grandes  lluvias  é  la  muerte  de  un  sacristán 
se  razonaban,  un  ángel  aparesce ,  c  el  nascirniento  del  Sal- 
vador les  anunciando ,  ellos  con  diversos  dones  tí  su  visitación 
se  aparejan.  Es  un  diálogo  en  estilo  rústico,  que  se.  acaba 
con  la  inoportuna  aparición  de  un  ángel.  Cuéntales  á  los  pas- 
tores el  nacimiento  del  hijo  Je  Dios,  y  ellos  se  encaminan  á 
Belén  para  adorarle;  pero  como  los  tales  pastores  no  son  los 
del  Evangelio,  sino  unos  cabreros  cristianos  y  españoles  que 
hablan  de  los  aguaceros  y  avenidas  del  año  de  1 49^ ,  resul- 
ta demasiado  absurdo  el  anuncio  del  ángel  y  el  desatinado 
viaje  que  emprenden. 

15)3. 

17.  D.  Pedro  Manuel  de  Urrea.  Égloga  de  la  tragicome- 
dia de  Calixto  y  Melibea,  de  prosa  trovada  en  metro,  por 
D.  Pedro  Manuel  Urrea,  dedicada  á  su  madre  la  conde- 
sa de  Aranda.  Está  inserta  esta  pieza  entre  las  varias  poe- 
sías de  que  se  compone  el  Cancionero  del  mismo  autor  im- 
preso en  Logroño  á  costa  j  expensas  de  Arnao  Guillen  Bro- 
car,  maestro  de  la  emprenta  en  dicha  ciudad:  le  acabó  en 
nombre  de  la  santísima  Trinidat  á  siete  dios  del  mes  de  ju- 
lio de  1  5  1  3  ,  en  folio. 

El  autor  dice  en  el  argumento:  Esta  égloga  ha  de.  ser 


126  CATÁLOGO 

hecha  en  dos  veces.  Primeramente  entra  Melibea  y  después 
Cutir  tu,  y  pasan  allí  las  racones  que  aquí  parescen ,  y  al 
i  ntuí  despide  Melibea  á  Calixto  con  enojo,  y  sálese  el  primero, 
y  después  luego  se  va  Melibea.  Y  torna  presto  Calixto  muy 
desesperado  á  buscar  á  Sempronio  su  criado,  y  los  dos  que- 
dan hablando  hasta  que  Sempronio  ra  á  buscar  á  Celestina 
para  dar  remedio  á  su  amo  Calixto.  Está  trovado  esto  hasta 
que  queda  solo  Calixto ,  y  allí  acaba,  y  por  no  quedar  mal, 
vanse  cantando  el  villancico  que  va  al  cabo.  Por  esta  ad- 
vertencia preliminar  se.  ve  que  Urrea  no  aspiró  al  mérito  de 
la  invención:  puso  en  versos  cortos  la  prosa  que  halló  en  el 
primer  acto  de  la  Celestina,  y  advirtiendo  que  no  le  resultaba 
una  fábula  entera,  añadió  un  villancico  por  no  quedar  mal. 

1514. 

i 8.  Juan  de  la  Encina.  Farsa  de  Plácida  é  Viloriano 
Esta  obra,  de  la  cual  solo  queda  la  noticia,  se  imprimió  en 
Roma  en  el  año  de.  i  5  1 4-  El  citado  autor  de  El  Diálogo  de 
las  lenguas  habla  de  ella  con  elogio,  prefiriéndola  á  todas  las 
demás  del  mismo  poeta.  La  inquisición  la  prohibió  en  el  ano 
de  1559. 

Juan  de  la  Encina  nació  en  Salamanca  (ó  en  algún  pue- 
blo inmediato  á  ella)  en  el  año  de  1468.  Estudió  en  aquella 
universidad,  protegido  del  maestrescuela  D.  Gutierre  de  To- 
ledo, hermano  de  D.  García  de  Toledo,  conde  de  Alba.  Siguió 
después  la  corte,  y  á  los  veinte  y  cinco  años  de  su  edad  se  ha- 
llaba colocado  en  la  casa  y  lamilia  de  D.  Fadrique  de  Toledo, 
primer  duque  de  Alba,  y  de  su  esposa  Doña  Isabel  Pimentel. 
Publicó  la  colección  de  sus  obras  con  el  título  de  Cancionero, 
que  dividió  en  cuatro  partes,  dedicándola  á  los  Reyes  Católi- 
cos, al  duque  y  duquesa  de  Alba,  al  Príncipe  D.  Juan,  y  á 
D.  García  de  Toledo,  primogénito  de  los  duques,  el  «pie  mu- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  127 

rió  en  la  funesta  jornada  de  los  Gelves.  En  la  cuarta  parte 
de  esta  colección  incluyó  sus  obras  dramáticas.  El  duque  y 
duquesa  de  Alba ,  D.  Fadrique  Enriquez  almirante  de  Cas- 
tilla,  D.  Iñigo  López  de  Mendoza  duque  del  Infantado,  el 
Príncipe  D.  Juan,  y  los  mas  ilustres  caballeros  y  damas  de 
aquella  corle  asistieron  á  estos  privados  espectáculos,  en  que 
Juan  de  la  Encina  se  distinguió  como  poeta  y  gracioso  cómi- 
co. Ignórase  con  qué  motivo  ni  en  qué  tiempo  pasó  á  Roma : 
solo  se  sabe  que  permaneció  algunos  años  en  aquella  capital, 
cultivando  las  letras  y  la  música,  en  la  cual  llegó  á  ser  emi- 
nente profesor.  Ordenado  de  sacerdote,  en  el  año  de  i5¡9  la- 
zo un  viaje  á  Jerusalen  en  compañía  de  D.  Fadrique  Enri- 
quez de  Ribera,  marques  de  Tarifa:  volvió  á  Roma  en  el  mis- 
mo año,  y  en  el  de  i52i  publicó  en  aquella  ciudad  un  poe- 
ma que  intituló  Tríbagia ,  refiriendo  en  él  menudamente  su 
devota  peregrinación.  León  X  le  dió  la  plaza  de  maestro  de  la 
capilla  pontificia,  y  el  mismo  (ó  alguno  de  sus  inmediatos 
sucesores)  premió  sus  méritos  con  el  priorato  de  León.  Res- 
tituido á  España  murió  en  Salamanca,  cumplidos  65  años  de 
su  edad,  en  el  de  1 534 >  Y  fue  sepultado  en  aquella  iglesia 
mayor. 

La  colección  de  sus  obras  (mas  ó  menos  completa)  se  im- 
primió en  Salamanca  en  los  años  de  i  49^>  y  iSog,  y  en  Za- 
ragoza en  los  de  1 5  i  2  y  i  5 1 6. 

1514. 

io.  Anónimo.  Égloga.  Personas:  Torino.  — Guillarán.  ==• 
QuirüI.==Bemta.=  Illana.  En  la  novela  histórica  intitulada 
Cuestión  de  Amor,  en  la  cual  bajo  nombres  fingidos  intro- 
dujo su  ingenioso  autor  á  los  mas  distinguidos  caballeros  y 
damas  de  la  ciudad  de  Ñapóles ,  supone  que  la  presente  églo- 
ga fue  representada  delante  de  aquella  reunión  ilustre.  Como 


128  CATÁLOGO 

en  la  citada  novela  se  habla  de  lo  ocurrido  en  Italia  desde 
el  año  de  i5o8  hasta  el  de  1 5  <  2  ,  lie  creído  poder  fijar  la 
composición  de  ella  hacia  el  año  de  1514,  y  todo  su  contexto 
anuncia  haberse  escrito  y  publicado  en  Ñapóles.  La  edición 
que  he  tenido  presente,  es  la  que  It izo  Martin  Nució  en  Am- 
beres,  en  el  ano  de.  1598. 

Sus  prendas  de  lenguaje,  estilo  y  versificación  hacen  muy 
estimable  la  mencionada  égloga,  que  puede,  considerarse  co- 
mo una  de  las  mejores  piezas  impresentables  de  aquel  tiempo. 

1515. 

20.  Francisco  de  Villalobos.  Comedia  de  Plaulo  ¡Jamada 
Anfitrión.  En  esta  traducción  se  omite  el  prólogo  del  autor 
latino,  se  acorta  el  monólogo  de  Mercurio  en  el  acto  prime- 
ro en  cuanto  es  relativo  á  informar  á  los  espectadores  de  lo 
que  sucederá  en  el  progreso  de  la  fábula:  también  se  supri- 
me el  monólogo  de  Júpiter  en  el  acto  tercero.  La  traduc- 
ción eslá  muy  bien  hecha,  á  excepción  de  uno  ú  otro  pasa- 
ge  mal  entendido  por  el  traductor.  Los  demás  defectos  que 
en  ella  se  advierten  deben  atribuirse  menos  á  él  que  á  las 
malas  ediciones  que  pudo  tener  á  la  vista.  Todas  las  que  se 
habian  publicado  hasta  el  tiempo  en  que  Villalobos  hizo  esta 
versión,  estaban  llenas  de  faltas  y  errores,  ya  fuesen  sacadas 
de  los  originales  de  la  biblioteca  de  Florencia,  ó  de  la  Pala- 
lina,  porque  unos  y  otros  (y  en  especial  los  primeros)  eran 
en  extremo  defectuosos.  Hasta  el  siglo  XVII  no  se  conoció  el 
texto  genuino  de  Planto,  y  por  consiguiente  merece  mucha 
indulgencia  el  que  se  atrevió  á  traducirle  á  principios  del 
siglo  anterior. 

Por  los  siguientes  pasages  puede  formarse  idea  del  buen 
lenguaje  y  cultura  de  estilo  de  esta  traducción:  el  que  guste 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  129 

de  cotejarla  con  el  original  hallará  que  en  punto  á  la  fideli- 
dad no  es  menos  estimable. 


Alcümena.  =  Anfitrión.  —  Sosia. 


Alci'mena.  Harta  poca  cosa  es  el  placer  que  se  pasa  en 
esta  vida  y  en  todas  sus  edades  para  con  las  tristezas  y 
molestias  de  ella :  asi  se  compra  bien  lo  uno  por  lo  otro  en  la 
edad  de  los  hombres.  Asi  ha  placido  á  los  dioses  que  siem- 
pre tras  el  deleite  se  siga  la  compañía  del  dolor ;  que  si  al- 
gún bien  se  alca/iza,  sea  mayor  el  daño  y  el  mal  que  de  allí 
redunda.  Esto  tengo  yo  agora  por  experiencia  en  mi  casa ,  y 
por  mi  misma  lo  sé:  que  se  me  dio  un  ralo  de  deleite  cuan- 
do pude  alcanzar  de  ver  á  mi  marido  por  espacio  de  una  no- 
che,  y  este  se  me  partió  luego  antes  que  amaneciese.  Parcscc 
que  quedo  sola  sin  alguna  compañía  en  apartarse  de  aqui 
aquel  á  quien  yo  amo  sobre  todos.  Mas  pasión  me  queda  de  la 
ida  de  mi  marido,  que  placer  me  dio  su  venida;  mas  esto  me 
hace  bienaventurada ,  que  á  lo  menos  venció  por  batalla  á  los 
enemigos ,  y  en  volver  él  á  su  casa  con  mucha  honra  me  da 
consolación.  Sea  de  mi  absenté  con  tul  que  alcanzada  la  glo- 
riosa alabanza  se  reír  aya  á  su  casa.  Yo  sufriré  mucho  el  ab- 
sencia  suya  con  fuerte  y  firme  ánimo,  pues  que  tal  galardón 
se  me  da ,  que  vuelva  mi  marido  vencedor  de  la  batalla:  esto 
habré  yo  por  gran  bien,  porque  la  virtud  es  muy  buen  pre- 
mio de  los  trabajos.  La  virtud  en  verdad  á  todas  las  co- 
sas precede.  Jm  libertad ,  la  salud ,  la  vida ,  la  hacienda ,  los 
padres,  la  patria  y  los  hijos  con  la  virtud  se  defienden  y  se 
guardan ;  la  virtud  contiene  en  si  todas  las  cosas ;  todos  los 
bienes  están  en  quien  está  la  virtud  

Anfitrión.    Anfitrión  muy  alegre  saluda  á  su  deseada 

Tomo  L  9 


130  CATALOGO 

mwer ,  á  la  cual  sola  estima  por  la  mejor  de  todas  cuantas 
hay  en  Tcbas ,  cuya  bondad  es  famosa  entre  todos  los  ciuda- 
danos. ¿Has  estado  buena,  has  deseado  mi  venida? 

Sosia.  Nunca  vi  cosa  mus  deseada.  Ninguno  le  saluda 
mas  <¡uc  á  un  perro. 

Anfitrión.  Y  como  te  veo  preñada ,  y  como  te  veo  em- 
barnecida ,  alegróme. 

Alcumena.  Ruégale  por  Dios  que  me  digas  ¿por  qué  me 
saludas  para  burlar  de  mi,  y  me  hablas  tan  amorosamente 
como  si  de  poco  acá  no  me  hubieses  visto ,  como  si  agora  fuese 
la  primera  vez  que  llegas  á  tu  casa  viniendo  de  la  guerra  ? 
Asi  me  hablas ,  como  si  de  mucho  tiempo  acá  no  me  vieras. 

Anfitrión.  Antes  te  certifico  que  yo  no  te  haya  visto  en 
alguna  parte ,  si  agora  no,  después  que  me  partí  ú  la  guerra. 

Alcumena.    ¿Por  qué  lo  niegas? 

Anfitrión.     Porque  deprendí  á  decir  verdades. 

Alcumena.  No  hace  cosa  justa  el  que  desaprende  lo  que 
aprendió.  ¿Probaismc  quizá  por  ver  lo  que  tengo  en  el  cora- 
zón? Mas  dirne ,  ¿por  qué  os  volvisteis  tan  presto?  ¿Hubo 
algún  agüero  que  te  hiciese  tardar ,  ó  detenerte  alguna  tem- 
pestad que  no  te  fueses  á  tus  huestes  como  poco  ha  me  di- 
jiste ? 

Anfitrión.    ¿Poco  ha?  ¿Qué?  ¿Tan  poco? 
Alcumena.    Tiéntasme;  poquito  ha,  muy  poquito ,  agora. 
Anfitrión.    ¿Cómo  puede  ser  esto  que  dices,  poquito  ha, 
y  agora? 

Alcumena.  ¿Qué  piensas  que  tengo  de  hacer  sino  burlar 
de  ti,  pues  que  burlas  de  mi?  Que  dices  que  llegaste  agora  de 
nuevo,  y  aun  agora  partiste  de  aqui. 

Anfitrión.    Esta  mugar  desvariando  está. 


El  doctor  Francisco  de  Villalobos,  médico  de  Feriian-lo 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS. 


131 


el  Católico  y  de  Carlos  V,  ademas  de  algunos  comentarios 
latinos  que  escribió  sobre  la  historia  natural  de  Plinio,  y 
otros  tratados  y  epístolas  eruditas,  compuso  en  castellano  sus 
problemas,  discursos  y  diálogos  familiares  sobre  puntos  de 
física,  medicina,  política  y  moral  con  puro  lenguaje  y  es- 
tilo lacil,  gracioso  y  correcto.  La  comedia  de  Anfitrión ,  ilus- 
trada con  anotaciones ,  se  imprimió  en  Zaragoza  en  el  año 
de  i  5  i  5  ,  en  Zamora  en  el  de  i  5 4 3  ,  y  en  Sevilla,  junta- 
mente con  las  demás  obras  castellanas  del  mismo  autor,  en 
el  de  i  5 7 4-  Murió  de  edad  muy  avanzada,  reinando  ya  Fe- 
lipe II,  pero  se  ignora  el  año  de  su  muerte. 

1517. 

2  i.  Bartolomé  de  Torres  Naharro.  Comedia  Serafina.  Pre- 
ceden á  esta  comedia  (como  á  todas  las  demás  del  mismo 
autor)  el  introito  y  el  argumento.  El  introito  es  generalmen- 
te una  relación  en  verso,  escrita  en  lenguaje  y  estilo  rústi- 
co acomodado  al  personage  grosero  que  la  representa.  En 
ella  pide  silencio  y  atención  á  los  oyentes:  refiere  sus  bue- 
nas cualidades,  sus  amores  y  sus  zelos,  y  algunos  lances  que 
ha  tenido  con  las  mozas  de  su  pueblo,  en  todo  lo  cual  hay 
expresiones  y  pinturas  poco  decentes.  Acabado  el  introito  si- 
gue el  argumento,  en  el  cual  se  da  razón  de  la  fábula  que  va 
á  representarse.  La  comedia  Serafina  (como  todas  las  obras  de 
Naharro)  está  escrita  en  verso  y  dividida  en  cinco  jomadas. 

Floristan  habia  vivido  mucho  tiempo  con  Serafina  bajo 
palabra  de  casamiento :  disgustado  de  ella  y  cediendo  á  la  vo- 
luntad de  sus  padres  se  casa  con  Orfea  ,  muger  honesta  y  vir- 
tuosa. Serafina  lo  sabe,  le  acusa  de  inconstante  y  pérfido,  y 
él  reconociendo  su  primera  obligación  resuelve  matar  á  Or- 
fea para  quedar  libre  y  poderse  casar  con  Serafina.  Consul- 
ta esta  idea  con  un  fraile  ermitaño  llamado  Teodoro ,  el 

# 


132 


CATÁLOGO 


cual  le  responde  que  baga  lo  que  guste,  y  que  él  se  lava  las 
manos  como  Pílalos.  Orfea  al  saber  de  boca  del  mismo  Fio 
ristan  que  le  va  á  quitar  la  vida,  llora  sus  culpas,  perdona  á 
su  ofensor  y  pide  á  Dios  misericordia.  El  fraile  sin  cuidar  de 
otra  cosa  trata  solo  de  confesarla  para  que  muera  cristiana- 
mente, yá  este  efecto  se  la  lleva  á  su  casa.  Consultan  de  nue- 
vo Floristan  y  el  fraile,  y  éste  le  sugiere  el  arbitrio  de  ca- 
sar á  Orfea  con  Policiano,  bermano  de  Floristan,  que  acaba 
de  llegar  después  de  una  larga  ausencia  ,  para  lo  cual  no 
bailan  inconveniente,  asegurando  Floristan  que  no  ba  con- 
sumado el  matrimonio  con  Orfea.  Llega  pues  Policiano,  y 
felizmente  se  descubre  que  era  amante  de  Orfea,  con  lo  cual 
todo  se  facilita  y  quedan  ajustados  á  placer  ambos  casa- 
mientos. 

El  carácter  de  Serafina  está  bien  sostenido.  Orfea  intere- 
sa en  la  tercera  jornada,  cuando  se  lamenta  como  una  mu— 
ger  inocente,  enamorada  é  infeliz.  El  carácter  de  Floristan 
es  abominable,  supersticioso,  cruel,  disoluto,  inconsecuente, 
y  ademas  hablador  insulso  y  empalagoso  pedante.  Resuehe 
matar  á  Orfea,  porque  dice  que  ella  ó  él  deben  morir  pre- 
cisamente: que  si  él  se  mata,  como  Serafina  y  Orfea  le  quie- 
ren tanto,  se  morirán  de  pesadumbre,  y  para  evitar  tres  muer- 
tes determina  asesinar  á  su  inocente  esposa.  En  medio  de  es- 
ta barbarie  se  encomienda  á  Dios  como  pudiera  el  hombre 
mas  penitente,  diciendo: 

Mas  Señor,  por  tu  pasión 
redime  mi  alma  triste  , 
tú  que  también  redimiste 
captivitatern  Sion. 
Que  si  en  juicio  perfecto 
con  tu  siervo  entras  de  grado, 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS. 


133 


no  será  justificado 
ningún  Jiornbre  en  tu  conspecto. 
Del  mi  pecado  secreto 
mándame ,  Rey  Nazareno  ,  &c. 

El  fraile  es  un  ente  ridículo,  siempre  hablando  en  latín 
macarrónico,  siempre  echando  sentencias,  estropeándola  Es- 
critura, y  corriendo  de  una  á  otra  parte  muy  diligente  sin 
hacer  nada.  Un  leguillo  que  le  acompaña,  habla  también  en 
latin,  hace  gestos  á  Dorosia,  criada  de  Serafina,  y  le  ofre- 
ce regalos. 

El  latin  que  gasta,  todo  es  parecido  á  este: 

Maneo  solas  in  boscorum , 
sicut  fnulus  sine  albaida, 
mortis  mea  non  se  tarda 
propter  meus  peccatorum. 

La  variedad  de  idiomas  que  hay  en  esta  comedia  produ- 
ce la  mas  extravagante  contusión  que  puede  imaginarse.  Se- 
rafina y  Dorosia  hablan  en  valenciano,  el  fraile  y  su  lego 
les  responden  en  latin,  Orfea  y  Brúñela  su  criada  se  que- 
jan en  italiano,  y  Floristan  las  consuela  en  castellano. 

1517. 

22.  Comedia  Trofeo.  Introito  j  argumento.  La  Fama  ce- 
lebra las  glorias  del  rey  D.  Manuel  de  Portugal ,  y  asegura 
que  obscurecerla  el  nombre  de  Plolomeo ,  pues  ha  ganado 
mas  tierras  que  el  geógrafo  describió.  Sale  Ptolomeo  con 
licencia  que  dice  haberle  dado  Pluton,  y  se  queja  de  lo  que 
ha  dicho  la  Fama  en  mengua  suya.  Ella  le  hace  una  larga 
relación  de  las  provincias  y  ciudades  conquistadas  en  África 


134  CATÁLOGO 

y  en  Asia  por  D.  Manuel,  y  le  convida  á  que  vea  como  se  le 
postran  los  reyes  vencidos.  Cascolacio  y  Juan  Tomillo  bar- 
ren el  salón  donde  está  la  silla  del  rey:  uno  de  los  dos  se 
sienta  en  ella,  é  imita  al  cura  de  su  lugar  cuando  anuncia  las 
fiestas  el  domingo:  se  entretienen  después  en  echarse  mal- 
diciones el  uno  al  otro:  un  page  los  pone  en  paz  y  les  man- 
da apresurar  el  barrido:  hácenlo  asi,  y  entretanto  cantan 
coplillas  y  cuentan  cuentos.  Salen  veinte  reyes  orientales  á 
prestar  obediencia  á  D.  Manuel,  que  los  recibe  sentado  en 
su  trono:  y  aunque  ni  él  ni  ellos  baldan  una  palabra,  el  in- 
térprete suple  por  todos  con  un  largo  razonamiento  en  que 
va  nombrando  á  los  reyes  que  están  presentes  de  Gelof,  Can), 
Narsinga,  Mandinga,  Monicongo,  &c. ,  y  dice  por  último  que 
todos  desean  bautizarse,  y  ser  gobernados  por  leyes  que  es- 
peran recibir  del  rey  de  Portugal,  su  dueño  y  natural  señor. 
Este  se  levanta  luego  que  el  intérprete  ha  concluido,  y  se  va 
sin  responder.  Vuelve  después  el  rey  á  ocupar  el  trono,  y  re- 
cibe á  Cascolucio,  Gil  Bragado,  Juan  Tomillo,  y  Mingo  Ovejo, 
que  después  de  haber  echado  pajitas  para  saber  quien  ha  de 
hablarle  primero,  le  presentan  una  zorra,  un  gallo,  un  cor- 
dero y  un  águila,  explicándole  la  alusión  política  y  moral 
de  aquellos  presentes.  El  rey  como  lo  tiene  de  costumbre  no 
les  responde  nada,  y  se  va.  Apolo  entrega  á  la  Fama  unos 
versos  que  ha  compuesto  en  elogio  del  rey,  y  le  manda  que 
dilate  su  nombre  por  toda  la  tierra,  y  alabe  á  la  reina  y  al 
príncipe.  La  Fama  esparce  varios  papeles  (sin  duda  al  audi- 
torio). Mingo  Oveja  le  pide  uno  para  él,  ella  no  quiere  dár- 
sele y  altercan  sobre  esto.  Mingo  se  ofrece  á  publicar  por  el 
mundo  las  glorias  del  rey  D.  Manuel  como  la  Fama  le  pres- 
te las  alas  para  el  viage.  Ella  se  lo  concede;  y  luego  que  Min- 
go las  tiene  puestas,  queriendo  volar  cae  por  el  suelo  y  se. 
rompe  la  cabeza:  vuelve  sus  alas  á  la  Fama  llamándola  he- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  135 

cñicera  y  puta;  y  ella  á  fin  de  consolarle  le  da  un  villancico, 
que  cantan  después  entre  todos  para  concluir  el  drama.  Esta 
comedia  es  un  diálogo  insípido,  dilalado  con  episodios  imper- 
tinentes, inconsecuencias  y  chocarrerías. 

1517. 

23.  Comedia  Soldadesca.  Introito  y  argumento.  La  esce- 
na es  en  Roma.  Guzman  se  queja  de  su  mala  fortuna:  há- 
llale, un  capitán  conocido  suyo,  le  dice  que  tiene  encargo  de 
reclular  quinientos  peones  para  el  ejército  del  papa ,  y  le 
ofrece  el  grado  de  sota  capitán.  Viene  un  tambor,  queda  ajus- 
tado también;  y  el  capitán  le  manda  publicar  la  recluía.  Men- 
doza, Pero  Pardo  y  Juan  González  hacen  varias  preguntas  al 
tambor  sobre  las  condiciones  del  enganche.  El  capilan  habla 
á  sus  nuevos  soldados :  les  acuerda  stis  obligaciones  ,  y  les 
promete  por  su  parle  buena  paga  y  buen  trato.  Manrique 
y  Mendoza  se  repuntan  de  palabras,  el  capilan  los  pone  en 
paz.  Un  fraile  apóstata  se  presenta  á  sentar  plaza  de  solda- 
do, y  queda  recibido  bajo  el  nombre  de  Liaño.  Juan  Gonzá- 
lez, Liaño  y  Pero  Pardo  van  á  alojarse  á  casa  de  un  labra- 
dor llamado  Cola :  éste  habla  en  italiano  ;  los  soldados  no  le 
entienden,  y  resultan  equivocaciones  continuas  entre  unos  y 
otros.  Mándanle  que  les  prepare  una  buena  comida,  y  entre- 
tanto le  requiebran  la  criada:  él  se  desespera,  pide  favor  á 
Juan  Francisco  su  paisano  y  amigo  ,  y  traían  de  dar  una 
buena  paliza  á  los  españoles.  Guzman  y  Mendoza  murmuran 
del  capitán  :  se  proponen  hurtarle  una  docena  de  pagas,  com- 
prar dos  yeguas,  desertar,  llevarse  dos  mugeres  para  sí,  y 
otras  para  hacer  torpe  tráfico  de  ellas.  Cola  se  queja  al  ca- 
pitán de  que  los  soldados  que  han  entrado  en  su  casa  se  han 
comido  cuanto  había  en  ella,  y  le  han  hecho  mil  insultos:  el 
capilan  los  apacigua  á  lodos,  y  propone  á  Cola  y  á  Juan 


I3G 


CATÁLOGO 


Francisco  que  sienten  plaza  también:  admiten  el  partido,  y 
se  concluye  la  comedia  con  un  villancico,  que  cantan  todos 
marchando  en  ordenanza. 

Esta  pieza,  meramente  episódica,  no  tiene  particular  in- 
terés, ni  se  busque  en  ella  objeto  moral,  idea  de  la  cual  el 
autor  estuvo  distante :  quiso  únicamente  hacer  una  pintura 
exacta  de  las  costumbres  corrompidas  de  una  soldadesca  di- 
soluta, y  supo  desempeñarlo  con  facilidad  y  ligereza  cómica. 

1517. 

24.  Comedia  Tinelaria.  Introito  y  argumento.  La  escena 
es  en  Roma  en  casa  de  un  cardenal.  La  acción  se  reduce  á 
que  sus  criados  con  lo  que  le  hurtan  comen  y  gastan  y  vi- 
ven en  la  mayor  disolución  y  abandono.  Al  acabar  la  pri- 
mera jornada  se  van  á  almorzar:  la  tercera  se  gasta  toda  en 
comer:  en  la  quinta  cenan  y  se  emborrachan.  Desde  el  pri- 
mero al  último  de  los  persona ges  (que  llegan  á  veinte  y  dos) 
todos  son  ladrones,  glotones,  borrachos,  maldicientes,  blas- 
femos, provocativos  y  disolutos.  El  autor  acudió  al  arbitrio 
infeliz  de  introducir  diferentes  idiomas  para  animar  el  diá- 
logo: uno  habla  en  lalin,  otro  en  francés,  otro  en  italiano, 
otro  en  valenciano,  otro  en  portugués,  y  los  demás  en  cas- 
tellano. Esta  greguería  poliglota,  y  el  número  excesivo  de  per- 
sonages  que  pone  á  un  tiempo  en  la  escena,  producen  una 
confusión  intolerable.  A  pesar  de  tantas  nulidades  no  deja 
de  hallarse  uno  ú  otro  pasage  escrito  con  inteligencia.  Véase 
el  siguiente  diálogo  entre  el  despensero  del  cardenal  y  la  la- 
vandera su  amiga. 

Lucrecia..  Buenos  días  Ir  de  Dios. 
Barrabas.  Oh  ¡qué  milagro  tamaño.' 
Y  buenas  noches  ú  vos 
porque  es  la  mitad  del  ano. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS. 

Lucrecia..  ¿He  tardado? 

Barrabas.  Tanto  que  me  has  enojado 
para  hacer  maravillas. 

Lucrecia..  Por  tu  vida  que  he  esperado 
que  tocasen  campanillas. 

Barr ab a's.  /  Qué  placer  ! 

JDirne ,  ¿  quién  debe  atender , 
si  presumes  como  sueles , 
los  manteles  al  comer , 
ó  el  comer  á  los  manteles? 

Lucrecia..  No  sé  nada ; 

como  quicr  que  fui  criada 
donde  siempre  fui  servida 
sé  muy  poco  de  colada  , 
y  menos  de  aquesta  vida. 

Barraba's.  ¡Guay  de  mi! 

Diez  años  ha  que  te  vi 
morar  en  el  Burgo  viejo, 
y  siempre  te  conocí 
lavandera  de  concejo. 

Lucrecia..  ¿Cómo  que? 

Pues  no  ha  mas  que  me  casé. 
Mira  si  bien  has  mentido, 
pues  harto  estuve  á  la  fe 
con  el  ruin  de  mi  marido. 

Barraba's.  Si  querrás, 

dirne  cuantos  anos  has; 
no  me  niegues  la  verdad. 

Lucrecia..  Veinte,  por  Dios,  y  no  mas 
he  hecho  por  Navidad. 

Barraba's.  Ora  pues 

no  quiero  ser  descortes; 


138  CATÁLOGO 

pero  asi  me  ayude  I)io.<¡ , 
<¡ue  creo  que  ha  veinte  y  tres 
rjue  dices  que  fias  veinte  y  dos. 
Lucrecia..  Di,  pues,  ea , 

que.  aquella  que  en  ti  se  emplea 

se  puede  contar  por  han  . 

nunca  yo  fui  vieja  y  fea  , 

sino  en  tu  maldita  boca. 

¡  Ay  perdida  .' 

que  de  nadie  en  esta  vida 

nunca  fui  tan  mal  tratada  , 

ni  de  hombre  menos  querida 

ni  menos  acariciada. 

Y  aun  ayer, 

por  quererte  á  ti  querer 

( cosa  que  no  me  condene ) , 

he  dejado  un  mercader 

que  me  diera  cuanto  tiene: 

y  aun  hiciera 

que  en  llegando  me  vistiera, 

y  hoy  me  ruega  de  hora  en  hora , 

y  en  su  casa  me  tuviera 

servida  como  señora. 

¡  Desgraciado  ! 

Dirnc ,  ¿  dónde  has  tú  hallado 

otra  boba  como  yo , 

que  hobiera  por  ti  negado 

la  madre  que  me  parió? 

Dicn  me  miembra , 

que  quien  en  ruin  tierra  siembra 

diz  que  coge  mal  y  tarde. 

j  Maldita  sea  la  hembra 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  139 

que  se  fia  de  un  cobarde  ! 
Barrabas.  Calla  ,  esposa : 

por  una  tan  poca  cosa 

no  tomes  esos  enojos, 

que  no  hay  dama  mas  hermosa 

si  preguntan  á  mis  ojos. 

¿Qué  mas  quieres? 

Vieja  ó  moza ,  cual  tú  eres, 

quiero  jo  mas  tu  gcrvilla 

que  á  todas  cuantas  mugeres 

han  salido  de  Castilla. 

2  5.  Comedia  Himeneo.  Introito  y  argumento.  Jornada 
primera.  Himeneo ,  amante  de  Febea,  ronda  de  noche  las  puer- 
tas de  su  dama  acompañado  de  sus  criados  Eliso  y  Bóreas, 
á  quienes  manda  guardar  el  puesto  mientras  va  á  disponer 
una  música:  quedándose  solos  manifiestan  uno  y  otro  su  co- 
bardía :  llega  el  marques,  hermano  de  Febea  ,  seguido  de  Tur- 
pedio  su  page:  los  criados  de  Himeneo  huyen:  el  marques, 
receloso  de  su  hermana  porque  sabe  la  frecuencia  con  que 
Himeneo  le.  da  músicas  y  alboradas,  quiere  entrar  á  verla; 
pero  Turpedio  le  disuade  con  buenas  razones,  y  ambos  se  re- 
tiran.  Jornada  segunda.  Vuelve  Himeneo  acompañado  de  sus 
criados  y  algunos  músicos,  que  cantan  al  son  de  instrumen- 
tos algunos  versos  amorosos.  Febea  se  asoma  á  la  ventana  y 
habla  con  Himeneo,  á  quien  promete  obligada  de  sus  instan- 
cias que  á  la  noche  siguiente  le  permitirla  la  entrada  en  su 
cuarto.  Himeneo  se  va  lleno  de  lisonjeras  esperanzas  ,  el  mar- 
ques y  Turpedio  ven  á  lo  lejos  á  los  que  se  retiran:  el  mar- 
ques quisiera  embestir  con  ellos,  pero  el  page  le  dice  que  será 
mejor  remitir  su  venganza  á  otra  ocasión  en  que  vengan  mas 
bien  armados.  Aprueba  el  marques  las  reücxiones  de  su  cria- 


140  CATÁLOGO 

do,  y  quedan  en  volver  á  la  noche  próxima.  Jornada  terce- 
ra. Bóreas  reprende  á  Eliso  su  compañero  porque  no  quiso 
recibir  unos  regalos  que  su  amo  Himeneo  quería  hacer  á  los 
dos.  Sale  Doresta,  criada  de  Febea,  á  la  ventana:  Bóreas  la 
requiebra  y  le  pide  que  á  la  noche  cuando  Himeneo  vaya  á 
ver  á  su  señora  le  permila  entrar  con  él:  Doresta  se  lo  con- 
cede, y  ellos  se  van.  Turpedio  el  page  del  marques  habla  á 
Doresta,  y  ella  le  desprecia:  ambos  se  repuntan  de  palabras, 
se  injurian  y  amenazan  recíprocamente.  Jornada  cuarta.  Hi- 
meneo encarga  á  sus  criados  que  guarden  la  puerta,  y  se  en- 
tra en  casa  de  Febea:  quedan  en  la  calle  Bóreas  y  Eliso  tem- 
hlando  de  miedo:  sobreviene  el  marques  con  su  page,  y  ellos 
huyen  inmediatamente  dejándose  Bóreas  la  capa  en  el  suelo: 
por  ella  infiere  el  marques  que  Himeneo  estará  dentro  con 
su  hermana;  rompe  las  puertas  y  va  á  buscarle  lleno  de  fu- 
ror. Jornada  quinta.  Sale  Febea  huyendo  de  su  hermano, 
que  la  persigue  con  la  espada  desnuda  ;  ella  le  suplica  que  no 
mate  á  su  amante,  confiesa  el  amor  que  le  ha  tenido,  y  no 
se  juzga  culpada  sino  infeliz  en  haherle  amado.  El  marques 
imagina  que  solo  con  matarla  satisface  la  injuria  que  ha  re- 
cibido: va  á  ponerlo  en  ejecución  cuando  sale  Himeneo,  que 
con  ruegos  corteses  va  mitigando  el  enojo  del  marques,  has- 
ta que  persuadido  de  sus  razones  y  las  de  su  hermana,  los 
perdona  y  aprueba  gustoso  su  casamiento.  Fábula  muy  sen- 
cilla, bien  conducida,  animada  con  situaciones  y  afectos  na- 
turales y  oportunos.  La  acción  consiste  en  la  solicitud  de  Hi- 
meneo á  la  mano  de  Febea;  el  tiempo  no  excede  de  veinte  y 
cuatro  horas;  el  lugar  de  la  escena  es  invariable.  Tiene  de- 
fectos, pero  se  compensan  sobradamente  con  el  mérito  par- 
ticular que  la  recomienda  y  la  distingue. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  141 


1517. 

26.  Comedia  Jacinta.  Introito  y  argumento.  La  escena  es 
en  un  camino  cerca  de  Roma.  En  la  primera  jornada  sale 
Jacinto  quejándose  en  un  soliloquio  del  mal  tratamiento  que 
dan  los  señores  á  quien  los  sirve.  En  la  segunda  sale  Precio- 
so despechado  al  ver  la  falsedad  de  los  que  se  venden  por 
amigos.  En  la  tercera  Fenicio  llora  la  vanidad  del  mundo, 
y  el  engaño  de  los  hombres  que  se  olvidan  del  fin  para  que 
fueron  nacidos,  y  va  resuelto  á  meterse  fraile  y  hacer  pe- 
nitencia. Pagano,  criado  de  una  principal  señora  llamada  Di- 
vina (que  vive  en  un  castillo  ó  palacio  poco  distante  del  ca- 
mino, y  tiene  de  costumbre  detener  á  los  pasageros  para  aga- 
sajarlos y  saber  de  ellos  novedades)  les  manda  esperar  y  va 
á  dar  cuenta  á  su  ama  de  la  venida  de  los  tres:  quedan  so- 
los en  la  cuarta  jornada  discurriendo  sobre  la  bondad  de  aque- 
lla señora,  y  con  este  motivo  alaban  en  general  las  buenas 
prendas  de  las  mugeres.  En  la  jornada  quinta  viene  Divina: 
les  hace  preguntas  sobre  las  causas  que  les  han  movido  á  via- 
jar, y  por  último  prendada  de  la  buena  gracia  de  Jacinto 
le  escoge  por  marido,  y  á  los  otros  dos  les  ofrece  hospedage 
y  todo  buen  tratamiento. 

La  falta  de  acción,  la  distribución  simétrica  de  las  esce- 
nas, los  largos  soliloquios,  la  semejanza  de  situaciones,  el 
poco  interés,  lo  ati'opellado  é  inverosímil  del  desenlace  son 
los  defectos  principales  de  esta  comedia.  Su  mérito  consiste 

en  el  decoro  de  los  caracteres,  la  solidez  filosófica  de  las  má- 

t 

ximas  en  que  abunda,  la  pureza  del  lenguaje,  la  elegancia 
de  estilo,  la  lluidez  de  su  versificación.  Véanse  los  siguientes 
trozos  que  confirmarán  esta  aserción  en  el  dictamen  de  los 
inteligentes.  Jacinto  dice  en  la  primera  jornada: 


CATÁLOGO 

¿Quieres  saber  mi  fortuna? 
yo  te  la  quiero  decir: 
que  por  morir  ni  vivir 
no  me  da  cosa  ninguna. 

Sabrás  t/ue  desde  la  cuna , 
sin  un  panto  de  reposo, 
no  me  acuerdo  vez  alguna 
poderme  llamar  dichoso; 
de  servir  muy  codicioso , 
no  de  vivir  vagabundo , 
mas  ir  al  cabo  del  mundo 
tras  un  señor  virtuoso. 

Sabe  Dios  cuanto  ho/gdi ra 
de  saber  algún  oficio, 
porque  en  tan  ruin  ejercicio 
tan  buen  tiempo  no  gaslára: 
pero  quién  jamas  pensara  , 
donde  son  tantos  señores , 
que  un  señor  no  se  hallara 
para  buenos  servidores. 

Aquellos  son  los  traidores 
que  decimos  las  verdades  , 
y  los  que  ensayan  maldades 
suceden  en  los  favores. 
Todos  están  concertados 
de  traer  todas  sus  vidas , 
las  bestias  muy  guarnecidas 
y  los  siervos  despojados. 

Tii  nen  puestos  sus  cuidados 
en  continuo  atesorar, 
sacando  algunos  ducados 
que  se  gastan  en  cazar ; 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  143 


y  si  quieren  algo  dar, 
no  lo  dan  á  pobre  cieos , 
sino  á  aquellos  que  son  ricos, 
que  es  echar  agua  en  el  mar. 

Feiiicio  en  la  jornada  tercera  halda  asi  contra  la  codicia: 

Pues  oh!  ciega  criatura, 
que  con  este  mundo  vives , 
que  en  cabo  de  él  no  recibes 
sino  solo  sepultura; 
¿no  miras  que  es  gran  locura 
si  deja  tu  pensamiento 
lo  que  para  siempre  dura 
por  lo  que  dura  un  momento  ? 
Que  este  mundo  todo  es  viento; 
pues  de  pobres ,  ni  de  ricos , 
ni  de  grandes ,  ni  de  chicos, 
ninguno  vive  contento. 
Oh!  loco  el  hombre  y  muger 
con  cuanto  puede  afanarse, 
que  piensa  de  contentarse 
por  mas  haberes  haber! 
que  si  bien  por  carecer 
se  duele  la  pobre  gente , 
no  veo  que  por  tener 
algún  rico  se  contente: 
porque  en  el  siglo  presente 
muy  mas  grande  ser  conviene 
el  temor  que  el  rico  tiene, 
que  el  dolor  que  el  pobre  siente. 


144  CATÁLOGO 

Jacinto  m  la  jornada  cuarta  dice  hablando  de  las  mu- 
jeres : 

Pues  esto  digo  en  favor 
de  las  que  corren  fortuna , 
pero  digamos  de  alguna 
que  tiene  un  poco  de  amor. 
Con  cuanta  pena  y  dolor , 
por  poco  mal  que  sintáis, 
anda  y  torna  en  derredor 
demandándoos  cómo  estáis, 
diciéndoos  qué  le  mandáis , 
consolándoos  como  suele, 
preguntándoos  dónde  os  duele , 
porf i  dudóos  que  comáis. 
Hela  i>a  muy  afligida 
á  decir  misas  por  vos, 
y  á  rogar  contino  á  Dios 
que  os  mande  salud  y  cida  ; 
su  comer  y  su  bebida 
sospiros ,  lágrimas  son; 
llora,  gime,  plañe  ,  y  crida 
de  todo  su  corazón. 
No  puede  ningún  varón 
pagalle  complidamente 
las  lágrimas  solamente 
que  deja  en  cada  rincón. 
Pues  de  esto  bien  informados , 
que  otro  bien  no  hobiere  en  ellas, 
á  todas  y  á  cualquier  dellus 
somos  todos  obligados : 
cuanto  mas  que  sus  cuidados , 
sus  grandezas ,  sus  hazañas 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  145 

son  servir  á  sus  amados 
con  obras  y  lindas  mañas; 
y  en  los  tiempos  de  sus  sañas, 
cuando  os  partís ,  ellas  lloran; 
cuando  tornáis,  os  adoran 
con  el  alma  c  las  entrañas. 


/  Qué  gloria  de  nuestra  pena , 
t/uc  aliño  de  nuestro  afán ! 
sin  duda  no  hay  cosa  buena 
donde  mugeres  no  van. 
La  gente  sin  capitán 
es  la  casa  sin  muger , 
y  sin  ella  es  el  placer 
como  la  mesa  sin  pan. 

1517. 

27.  Comedia  Aquilana.  Introito  y  argumento.  En  esta  co- 
media hay  un  D.  Bermudo,  rey  de  León,  cuya  hija  Felicina 
está  enamorada  de  Aquilano,  joven  extrangero  y  muy  que- 
rido del  rey.  Va  á  verla  de  noche  á  su  jardin,  le  dice  amo- 
res, y  ella  disimula  cuanto  puede  su  pasión  con  desdenes  ho- 
nestos: suena  ruido,  él  quiere  ocultarse  entre  las  ramas  de 
un  árbol,  pero  cae  al  suelo  y  queda  lastimado  del  golpe.  Este 
accidente,  y  el  desconsuelo  de  verse  despreciado  alteran  su 
salud.  Bermudo  encarga  á  sus  médicos  que  le  asistan,  y  uno 
de  ellos  dispone  que  salgan  varias  damas  y  se  presenten  á 
Aquilano  por  si  esto  puede  distraerle:  salen  las  damas  y  con 
ellas  la  infanta  Felicina:  luego  que  Aquilano  la  ve,  se  altera 
y  se  turba,  lo  que  da  á  conocer  al  médico  que  sin  duda  está 
enamorado  de  ella:  sabido  estopor  el  rey  determina  matar  á 
Aquilano,  y  de  orden  suya  le  llevan  á  degollar  á  un  palio 

Tomo  I.  1 0 


146  CATÁLOGO 

de.  palacio:  Felicina  desesperada  en  su  desventura  sale  al  jar- 
din  con  propósito  de  ahorcarse,  pero  los  criados  se  lo  estor- 
ban. Descúbrese  entretanto  que  Aquilano  es  hijo  del  rey  de 
Hungría,  y  Bennudo  le  casa  con  la  infanta. 

En  esta  comedia  se  muda  el  lugar  de  la  escena  con  mu- 
clia  frecuencia  :  la  acción  en  unos  pasages  desfallece  (como 
sucede  en  la  segunda  jornada  (pie  toda  es  inútil),  y  en  otros 
está  atropellada  y  viólenla.  Dos  jardineros,  que  pudiera  ha- 
ber omitido  el  autor,  ocupan  una  gran  parte  del  drama  con 
necedades  impertinentes:  lo  mismo  hacen  la  criada  de  Feli- 
cina y  el  criado  de  Aquilano.  El  reconocimiento  de  éste  por 
príncipe  de  Hungría  no  está  preparado,  y  hace  inverosímil 
y  forzada  la  solución.  El  estilo  es  muy  desigual,  y  por  lo 
común  trivial  é  indecoroso  en  los  personages  mas  elevados: 
falló  el  aulor  al  respeto  que  se  debe  á  la  historia,  suponien- 
do un  príncipe  Aquilano  de  Hungría  yerno  de  un  rey  D.  Ber- 
mudo  de  León  y  heredero  de  su  corona.  Las  libertades  poé- 
ticas no  permiten  tanto. 

1520. 

28.  Comedia  Calamita.  Introito  y  argumento.  Floribun- 
do hijo  de  Euticio,  enamorado  de  una  joven  llamada  Cala- 
mita (supuesta  hija  de  Trapaneo)  se  vale  de  la  mediación 
de  Libina  criada  de  Calamita  para  que  su  señora  corres- 
ponda. No  sin  mucha  dificultad  se  consigue  vencer  la  esqui- 
vez de  la  doncella;  pero  al  fin  se  logra  que  reciba  la  visita 
de  Floribundo,  y  á  presencia  de  los  criados  los  dos  amantes 
se  dan  las  manos,  y  se  abrazan  en  señal  del  íuturo  consor- 
cio. Floribundo  gozoso  de  su  mucha  ventura  alaba  en  un  so- 
liloquio las  prendas  de  su  amada,  y  discurriendo  sobre  la 
dificultad  de  hacer  una  buena  elección  en  el  matrimonio, 
añade  estos  bellos  versos: 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  147 


Quien  ha  de  tomar  muger 
por  su  vida, 
tome  la  mas  escondida 
para  su  seguridad  ; 
la  que  en  virtud  y  bondad 
fuere  criada  y  nacida. 
La  muy  en  mucho  tenida 
por  hermosa , 
esta  diz  que  es  peligrosa , 
la  muy  sabida  mudable, 
Ja  muy  rica  intolerable , 
soberbia  la  generosa; 
la  cornplida  en  cualquier  cosa 
y  acabada 

menos  que  todas  me  agrada , 
porque  según  mi  pensar  , 
mala  cosa  es  de  guardar 
la  de  todos  deseada. 

Euticio  irritado  de  que  su  hijo  trate  de  casarse  con  Cala- 
mita da  orden  á  un  criado  para  que  le  aceche ,  y  cuando  le 
vea  salir  de  casa  de  su  querida  le  mate;  pero  después  de  esta 
resolución  hallando  á  Trapaneo,  le  ruega  con  instancia  que 
le  diga  francamente  de  quién  es  hija  Calamita.  Trapaneo  le 
asegura  que  el  padre  de  aquella  joven  fue  un  señor  muy  prin- 
cipal de  la  ciudad  de  Trápana,  y  que  él  recogió  aquella  niña 
y  la  crió  como  hija  suya  para  evitar  la  cólera  del  padre, 
que  habia  amenazado  á  su  esposa  de  matar  la  criatura  que 
pariese  si  no  era  varón.  Satisfecho  Euticio  con  esto,  hace  ve- 
nir á  los  dos  amantes,  los  perdona  y  los  casa. 

La  acción  es  mucho  mas  animada  en  esta  comedia  que 
en  las  anteriores  del  mismo  autor;  merced  á  los  incidentes 


148  CATÁLOGO 

episódicos  de  que  abunda.  La  escena  es  en  una  calle  delante 
de  la  casa  de  Calamita:  la  duración  puede  considerarse  como 
de  veinte  y  cuatro  horas  :  el  estilo  y  la  versificación  no  ca- 
recen de  mérito,  los  zelos  de  Torcazo  marido  de  Libina,  el 
carácter  de  ésta  y  su  excesiva  familiaridad  con  un  escolar  ves- 
tido de  muger  dan  lugar  á  situaciones  y  discursos  muy  in- 
decentes :  la  resolución  de  Euticio  de  matar  á  su  hijo  para 
estorbar  el  casamiento  es  atropellada  y  brutal:  las  circuns- 
tancias «pie  dan  lugar  al  desenlace  y  al  reconocimiento  de 
Calamita,  ni  están  preparadas  ni  son  verosímiles. 

1520. 

29.  Diálogo  del  nacimiento.  Introito  y  argumento.  Dos 
peregrinos  que  vienen  el  uno  de  Santiago  y  el  otro  de  Je- 
rusalen,  se  encuentran  en  la  noche  de  Navidad  cerca  de  Ro- 
ma. Hablan  largamente  del  nacimiento  de  Cristo,  y  ventilan 
cuestiones  teológicas  de  las  mas  intrincadas  y  sutiles:  cansa- 
dos de  hablar,  tratan  de  proseguir  su  viage  esperando  alojar- 
se en  el  hospital  de  los  españoles,  y  ambos  cantan  un  ro- 
mance que  empieza ; 

Triste  estaba  el  padre  Adán 
cinco  mil  anos  había, 
cuando  supo  que  en  Bellcn 
era  parida  María  , 
y  en  el  limbo  donde  estaba 
de  contento  no  cabía; 
para  los  unos  andaba, 
para  los  otros  corría,  &c. 

Acabado  el  romance,  llegan  Hernando  y  Garrapata,  dos 
pastores  zafios ,  que  convidan  á  los  peregrinos  á  la  misa  del 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  149 

gallo,  y  se  van  todos  cantando  un  villancico.  El  diálogo  de 
los  peregrinos  no  es  mas  que  fatigoso,  pesado  y  pedantesco: 
el  que  sigue  de  los  pastores  necio  y  rudo  en  demasía,  y  lle- 
no de  desvergüenzas  y  vaciedades. 

Bartolomé  de  Torres  Naharro,  natural  de  la  Torre  cer- 
ca de  Badajoz ,  vivió  en  Boma  después  de  haber  sido  rescata- 
do de  las  prisiones  de  Argel:  se  sabe  que  era  eclesiástico,  y 
pertenecía  á  la  familia  de  Fabricio  Colona,  general  del  Papa. 
La  primera  edición  de  sus  obras  líricas  y  dramáticas  que  in- 
tituló Propaladla ,  se  publicó  en  Roma  en  el  año  de  i  5  i  7 
con  privilegio  que  le  dió  para  ello  León  X,  y  se  las  dedicó 
á  D.  Fernando  Dávalos,  marques  de  Pescara,  yerno  de  Fa- 
bricio Colona.  En  la  citada  edición  solo  hay  siete  comedias, 
faltando  la  Calamita,  que  su  autor  publicó  después.  Divulga- 
da la  Propaladla  en  Boma,  se  prohibió  inmediatamente  á 
causa  de  la  amarga  censura  que  liizo  el  poeta  en  algunas  de 
sus  obras  de  algunos  vicios  de  aquella  corte.  La  persecución 
suscitada  contra  él  debió  de  ser  tan  grande  que  huyó  á  Ña- 
póles, y  alli  permaneció  bajo  la  protección  de  los  citados  Co- 
lona y  Dávalos.  Se  ignoran  otras  circunstancias  de  su  vida, 
como  también  el  año  en  que  murió. 

Sus  comedias  han  dado  ocasión  de  discordia  á  los  litera- 
tos nacionales  y  extrangeros ,  en  cuyos  dictámenes  se  nota 
demasiado  espíritu  de  parcialidad ,  incompatible  con  la  buena 
crítica.  Nasarre  dijo  que  las  comedias  de  Naharro  se  repre- 
sentaron en  Roma  y  en  Ñapóles  con  indecible  aplauso,  que 
enseñaron  á  los  italianos  á  escribir  comedias,  y  que.  se  apro- 
vecharon poco  de  su  enseñanza.  Lo  cierto  es  que  en  la  época 
en  que  Naharro  escribió  se  hacian  en  Italia  tan  buenas  y 
mejores  y  peores  comedias  que  las  suyas.  Signorelli  no  solo 
niega  esta  enseñanza,  sino  que  supone  que  tales  obras  no  se 
imprimieron  ni  se  representaron  jamas  en  Italia.  No  es  de 


150 


CATÁLOGO 


admirar  que  aquel  docto  crítico  no  hubiese  visto  la  edición 
de  Roma  de  i  5  i  7  ;  ¡ici  o  ¿cómo  se  olvidó  de  haber  leido  en 
Cualquiera  de  las  ediciones  posteriores  estas  expresiones  del 
aulor  dirigidas  al  marques  de  Pescara?  Si  algún  tiempo  este 
mi  bu  jo  libro  en  los  altos  reinos  de  la  poderosa  España  per- 
viniese  ,  supiese,  decir  á  los  grandes  de  ella  cuan  buen  her- 
ma mi  y  procurador  tienen  acá  en  V.  S.  ¿Cómo  no  hizo  re- 
paro en  estas?  Ansimesmo  hallarán  en  parte  de  la  obra  al- 
gunos vocablos  italianos  ( especialmente,  en  las  comedias ) ,  de 
los  cuales  convino  usar  habiendo  rcs/ielo  al  lugar  y  á  las  per- 
sonas á  quienes  se  recitaron.  Esto,  y  la  lectura  de.  las  mis- 
mas comedias  (especialmente  la  Soldadesca ,  la  Serafina,  la 
'i unlitria  y  la  Jacinta)  ¿no  era  bástanle  á  convencerle  de 
que.  las  comedias  de  Naharro  se  imprimieron  efectivamente 
en  Italia,  que  se  representaron  en  Italia,  y  que  los  especta- 
dores, ó  gran  parle  de  ellos,  fueron  italianos? 

Después  de  la  edición  de  Roma  hay  noticia  de  las  que  se 
hicieron  en  Sevilla  en  los  anos  de  1  ,>2o,  i533  y  1  5 4 5,  como 
también  de  la  de  Madrid  en  el  de  i  5 7 3 ,  aunque  muy  estro- 
peada con  las  omisiones  y  enmiendas  que  mandó  hacer  la 
inquisición.  En  esta  dice  el  editor:  La  Propaladla  de  Tor- 
res Naharro  ,  obra  singular  y  extremada  en  el  donaire  y 
gracia  de  la  lengua  ,  aunque  estaba  prohibida  en  estos  rei- 
nos años  había  ,  se  leía  é  imprimía  de  ordinario  en  los  ex— 
trangeros.  Esto  supone  la  existencia  de  otras  ediciones  que 
no  he  tenido  presentes.  Véase  la  Biblioteca  de  D.  Nicolás  An- 
tonio: El  prólogo  á  las  comedias  de  Cervantes  por  Nasarre: 
Yelazqucz  Orígenes  de  la  poesía-  castellana:  Signorelli  His- 
toria critica  de  los  teatros;  y  Lampillas  en  el  tomo  4-°  de 
su  Ensayo  apologético. 

1520. 

3o.    Vasco  Diaz  Tanco  de  Fregenal.  Tragedia  de  Absalon. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  151 


1520. 

31.  Tragedia  de  Aman. 

1520. 

32.  Tragedia  de  Joña  tas. 

Vasco  Diaz  Tanco,  natural  de  Fregenal  en  Extremadu- 
ra, dedicó  á  Felipe  II  siendo  principe  una  historia  de  los 
turcos,  sacada  de  lo  que  escribieron  sobre  esla  materia  Pau- 
lo Jovio  y  otros  autores,  y  la  intituló  Palinodia.  Publicó 
ademas  otra  obra  intitulada  Los  veinte  triunfos:  otra  sobre 
los  títulos  de  dignidades  temporales  y  mayorazgos  de  Espa- 
ña: otra  con  el  título  de  Jardín  del  alma  cristiana ,  impre- 
sa en  Valladolid  año  de  i552,  y  en  esta  dice  que  siendo  jo- 
ven escribió  las  tres  tragedias  mencionadas  de  Absalon,  Aman 
y  Jonatás.  Nadie  asegura  haberlas  visto :  se  ignora  si  se  im- 
primieron ó  se  representaron;  pero  no  pudiendo  dudar  que 
el  autor  las  compuso,  he  creido  poder  suponer  su  existencia 
con  alguna  probabilidad  hacia  el  ailo  de  i52o,  aunque  no 
con  una  absoluta  certeza.  Puede  creerse  que  Vasco  Diaz  mu- 
rió por  los  años  de  i56o.  D.  Nicolás  Antonio,  Montiano, 
Velazquez  y  Signorelli  trataron  acerca  de  este  autor  en  sus 
respectivas  obras  citadas  ya  otras  veces. 

1521. 

33.  Anónimo.  Comedia  llamada  Hipólita  ,  nuevamente 
compuesta  en  metro.  Argumento.  Hipólito,  caballero,  man- 
cebo de  ilustre  y  antigua  generación  de  la  Celtiberia  ( que  al 
presente  se  llama  Aragón )  se  enamoró  en  demasiada  mane- 
ra de  una  doncella  llamada  Florinda ,  huérfana  de  padre, 
natural  de  la  provincia  antiguamente  nombrada  Bélica  ( que 
al  presente  llaman  Andalucía )  ;  y  poniendo  Hipólito  por  in~ 


159  CATÁLOGO 

tercesor  cí  un  pagc  suyo  llamado  Sálenlo ,  estorbaba  cuanto 
podía  porque  Florinda  no  cumpliese  la  voluntad  de  Hipólito: 
pero  ella  competida  de  la  gran  fuerza  de  amor,  r/ue  a'  la  (  tin- 
tinad le  atormentaba  ,  concedió  en  lo  <¡uc  Hipólito  con  tanto 
ahinco  la  importunaba,  j  asi  ooieron  cumplido  efecto  sus  ena- 
morados deseos,  intercediendo  ansirnesmo  en  el  proceso  Soli- 
sico  pagc  <le  Florinda ,  y  discreta  mas  que  su  tierna  edad 
requería,  y  Jacinto  criarlo  de  Hipólito,  na/lino  de  condición, 
repintó  siempre  ,  y  Car/iento  criado  ansirnesmo  de  Hipólito 
(nombre  arrof lanado)  por  complacer  rí  Hipólito  no  solamen- 
te le  parecían  bien  los  amores,  pero  denoto  que  el  negocio 
se  pusiese  á  las  manos:  c  asi  todas  las  cosas  ovicron  alegres 
Jines,  vistiendo  Hipólito  11  todos  sus  criados  de  brocado  y  se- 
das ,  por  el  placer  que  tenia  en  asi  haber  Florinda  ( doncella 
mu  ida  de  ilustre  familia )  concedido  en  su  voluntad ,  seyen- 
do  la  mas  discreta  y  hermosa  ,  y  dotada  en  lorio  genero  de 
virtud  que  ninguna  doncella  ríe  su  tiempo.  Después  de  este 
extravagante  anuncio  sigue  la  comedia  dividida  en  cinco  es- 
cenas. La  acción  es  lánguida,  y  la  entorpecen  impertinentes 
discursos,  sentencias  pedantescas  y  rasgos  de  erudición  liis- 
tórica  puestos  en  boca  de  los  criados  de  Hipólito  y  en  la  de 
Florinda,  que  estimulada  de  indomable  apetito  habla  de  Po- 
pilia,  Medea,  Penélope,  Sansón,  Electra,  David,  Clodio,  Sa- 
lomón, Lamec,  Masinisa,  y  el  rey  D.  Rodrigo,  lodo  para 
venir  á  parar  en  abrir  aquella  noche  la  pucrla  á  su  amante. 
Esta  indecente  farsa  está  escrita  con  muy  mal  lenguaje,  y 
muchos  defectos  de  consonancia  y  medida  en  los  versos. 

1591. 

?>4-  Comedia  nuevamente  compuesta  ,  llamada  Serafina. 
Argumento.  Evandro ,  caballero,  natural  del  reino  antigua- 
mente Lusilania  llamado ,  y  al  presente  Portugal,  se  cna- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.     1  53 

moró  de  una  señora  Serafina  llamada,  de  extremada  ma- 
nera hermosa  y  dotada  de  todo  género  de  virtud,  natural 
del  reino  de  Castilla ,  y  era  casada  con  un  caballero  Filipo 
llamado ,  el  cual  era  de  natura  frió ,  y  fue  causa  principal 
para  se  enamorar  de  Evandro  ;  pero  Artemia ,  madre  de  Fi- 
lipo ,  en  gran  manera  la  guardaba  ,  á  cuya  causa  Pinardo, 
criado  y  page  de  Evandro ,  fue  en  hábito  de  muger  en  casa- 
de  Serafina  ,  y  concertó  con  ella  que  hablase  á  Evandro ,  y 
asi  tornó  á  casa  muy  próspero.  Pero  Popilia  sirviente  de 
casa  de  Evandro ,  y  Davo  criado  suyo  mucho  y  largamen- 
te informaron  á  Evandro  de  como  Artemia  era  dueña  de 
malas  costumbres,  de  lo  cual  maravillado  Evandro  fue  en  casa 
de  Serafina  disfrazado  ,  solamente,  acompañado  de  Pinardo, 
donde  se  efectuó  su  propósito ,  y  asi  todo  ovo  próspero  y  agra- 
dable fin.  Esta  comedia  escrita  en  prosa  se  divide  en  seis  es- 
cenas: en  la  cuarta  y  la  sexta  hay  situaciones  de  la  mayor 
obscenidad.  Es  de  presumir  que  una  composición  de  tal  na- 
turaleza no  se  haya  represenlado  nunca;  pero  el  autor  hubo 
de  suponer  que  podria  ponerse  en  el  teatro,  pues  al  concluir 
dice  uno  de  los  personages :  Quedad  y  holgaos  entre  esa  gen- 
te de  palacio,  é  regocijaos  bien,  que  yo  Pinardo  acabo  de 
representar  la  comedia  Serafina  llamada.  El  estilo  es  en  ge- 
neral alectado  ,  obscuro ,  pedantesco  y  redundante.  Popilia 
criada  de  Evandro  ,  Cratino  ,  Davo  y  Pinardo  criados  del 
mismo,  abundan  en  máximas  y  sentencias  filosóficas  que  no 
hay  quien  los  sufra.  Sus  autores  predilectos  son  Aristóteles, 
san  Gerónimo,  san  Bernardo,  Platón,  Salustio,  san  Grego- 
rio, Cicerón,  Salomón,  san  Agustin,  Séneca  y  Pitágoras. 

El  autor  de  estas  comedias  es  desconocido ,  y  rarísima 
la  única  edición  que  de  ellas  se.  hizo  en  Valencia  por  Jorge 
Costilla,  año  de  i;5ai. 

Precede  á  las  dos  comedias  citadas  otra  llamada  Tebai- 


154  CATÁLOGO 

da,  dedicada  por  el  autor  a]  duque  de  Gandía.  No  se  inclu- 
ye en  esle  catálogo,  porque  no  es  un  drama  representadle, 
sino  una  novela  dramática  escrita  en  prosa  y  dividida  en 
quince  escenas,  ni  menos  larga  que  la  Celestina  ni  mas  ho- 
nesta, pero  muy  inferior  á  aquel  excelente  origiifal  en  las 
prendas  de  lenguaje  y  estilo. 

1 522. 

35.  Cristóbal  de  Castille  jo.  Farsa  de  la  Constanza.  Prece- 
de á  la  ol>ra  un  introito  y  argumento  escrito  en  latín  y  en  co- 
pl  i  lias  de  pie  quebrado:  el  dios  Himeneo  es  el  actor  de  este 
prólogo,  cuya  composición  es  en  extremo  fastidiosa.  La  farsa 
se  divide  en  siete  actos:  los  personages  son  Antón.  Marina, 
Gil,  Constanza,  un  cura  y  un  fraile.  Los  dos  primeros  actos 
contienen  dos  escenas  en  extremo  lúbricas  y  groseras  entre 
dos  distintos  matrimonios,  en  que  maridos  y  mugeres  se 
echan  recíprocamente  en  cara  sus  defectos.  No  menos  cho- 
cantes son  los  dos  actos  siguientes  en  que  hablan  un  cura 
\  un  fraile,  y  éste  á  instancia  del  cura  predica  un  sermón 
infame,  digno  de  un  rufián,  con  expresiones  muy  semejan- 
tes á  las  de  la  madre  Celestina  en  la  famosa  tragicomedia 
de  su  nombre.  En  los  actos  restantes  los  dos  maridos  tratan 
de  descasarse  y  trocar  sus  mugeres,  y  se  da  el  espectáculo  tan 
de  mal  ejemplo  como  inverosímil  de  que  los  personages  del 
segundo  y  tercer  acto  aprueben  y  formalicen  el  proyecto. 
Continuándola  extravagancia,  todo  concluye  con  un  Oremus 
en  latin  bárbaro,  y  un  villancico  que  se  canta  entre  todos 
los  personages. 

Se  advierte  en  esta  farsa  poca  acción,  demasiada  seme- 
janza en  algunas  situaciones,  episodios  mal  unidos  á  la  fá- 
bula, pinturas,  expresiones  y  máximas  sumamente  licencio- 
sas é  inmorales.  Al  mismo  tiempo  se  encuentra  mucha  gra- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  155 

cia  cómica ,  maestría  en  el  uso  del  idioma,  y  en  la  versifica- 
ción facilidad  y  dulzura.  Lástima  es  que  tan  buenas  cualida- 
des estén  afeadas  con  tan  grandes  y  reprensibles  defectos. 
El  original  de  esta  pieza  que  tuve  presente  existe  manuscri- 
to en  la  biblioteca  del  Escorial. 

Cristóbal  de  Castillejo  nació  en  Ciudad-Rodrigo  por  los 
años  de.  i  494-  Antes  de  cumplir  los  quince  de  su  edad  entró 
á  servir  de  paje  al  infante  D.  Fernando.  Se  halló  en  los  via- 
ges  que  hizo  el  rey  Católico  á  Córdoba  en  el  año  de  i5o8, 
y  á  Extremadura  en  el  de  i5i6.  Fue  secretario  del  mencio- 
nado infante  D.  Fernando,  electo  rey  de  romanos  en  i53i  ,  y 
permaneció  mas  de  treinta  años  en  su  corte:  estuvo  algún  tiem- 
po en  Venecia,  pero  se  ignoran  la  época  y  el  objeto  de  su 
viage.  El  año  de  i  5 4  i  se  hallaba  preso  en  Viena,  aunque  no 
se  sabe  el  motivo.  Poco  medrado  y  muy  lleno  de  desengaños 
se  retiró  de  aquella  corte  y  volvió  á  España  tan  harto  del 
mundo,  que  tomó  el  hábito  cisterciense  en  el  monasterio  de 
san  Martin  de  Valdeiglesias,  en  donde  murió  de  edad  muy 
avanzada.  Escribió  con  gracia,  pureza  y  facilidad  en  versos 
cortos ,  preferibles  en  su  opinión  á  los  endecasílabos  que  se 
introdujeron  en  su  tiempo:  enriqueció  con  chistes  satíricos 
sus  composiciones,  en  cuyo  artificio  poético  si  hay  algo  que 
reprender,  es  la  lozanía  y  excesiva  abundancia  que  las  ca- 
racteriza. El  privilegio  dado  en  el  año  de  1S73  á  Juan  Ló- 
pez de  Velasco  para  imprimir  las  obras  de  Castillejo,  que 
según  dice  el  editor,  andaban  derramadas  y  perdidas  de  mal 
escritas  ,  j  con  riesgo  de  prohibirse  por  algunos  respetos ,  prue- 
ba que  ni  hasta  entonces  se  habian  publicado,  ni  el  autor 
(si  vivia)  cuidaba  de  hacerlo.  En  cuanto  á  sus  comedias, 
que  se  suponen  fruto  de  su  juventud,  ni  se  sabe  cuantas 
compuso,  ni  si  alguna  vez  se  representaron. 


156 


CATÁLOGO 


1523. 

?>6.  Pedro  Altamira.  Auto  de  la  aparición  que  nuestro 
Señor  Jesucristo  liizo  á  los  dos  discípulos  que  iban  á  Kmutts, 
en  metro  de  arle  mayor  compuesto  por  Pedro  Altamira ,  el 
mozo,  natural  de  Hont  ¡ceros ,  impreso  con  licencia  en  Bur- 
gos año  de  i  5 23. 

Un  ángel  hace  el  prólogo  diciendo  cuanto  ha  de  verse  en 
la  representación:  Lucas  y  Cleofás  van  camino  de  Emana  ha- 
blando de  la  muerte  de  Jesucristo,  de  su  vida  admirable,  de 
su  doctrina  y  sus  milagros  ;  pero  dudan  no  obstante  si  será 
el  Mes/as  prometido.  Cristo  se  les  aparece  en  forma  de  pere- 
grino, y  van  en  su  compañía  discurriendo  sobre  el  mismo 
propósito.  Uno  y  otro  admiran  la  sabiduría  y  elocuente  per- 
suasión del  peregrino,  y  llegando  á  Emaus  le  convidan  á  ce- 
nar. En  el  siguiente  pasage  que  sirve  de  solución  á  la  fábu- 
la podrá  verse  una  muestra  del  buen  estilo  y  versificación 
en  que  está  escrito. 

LUCAS  Hasta  en  la  forma  de  la  bendición , 

Señor ,  tú  paresces  al  Santo  Jesú. 

Cleofa's.  .  .  Algún  señalado  varón  eres  tú 

que  tanto  le  imitas  en  conversación. 

LUCAS  La  gran  soledad,  la  pena  y  pasión 

que  por  él  tenemos,  en  solo  mirarte 
paresce  que  amansa.  Rabí,  tú  nos  parte 
el  pan  con  tus  manos  de  consolación. 

Peregrino.  Tomad. 

Lucas   ¿Tú  no  miras  qué  bien  parescia 

él  pan  en  su  corte  que  está  rebanado? 

Cleofa's.  .  .  Verdad  es  por  cierto ,  é  ansí  está  quebrado 
según  que  el  nuestro  Maestro  partía. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  157 


Lucas  Él  es. 

Cleofa's.  .  .  j  Buen  Jesús.' 

Lucas   ¡Mi  bien! 

Cleofa's.  .  .  /  Mi  alegría ! 

Lucas  ¡Maestro! 

Cleofa's.  .  .  ¡Buen  padre! 

Lucas.  ....  /  Mi  dulce  Señor  ! 

Cleofa's.  .  .  /  Mi  Dios  y  mi  gloria  ! 

Lucas   /  Mi  buen  Redentor  ! 

Cleofa's.  .  .  ¡Mi  firme  remedio! 

Lucas   ¡Esperanza  mia! 

Cleofa's.  .  .  ¡Oh  dulce  consuelo  de  desconsolados ! 

Lucas  ¡  Oh  gozo  gozoso  de  nos  afligidos  ! 

Cleofa's.  .  .  /  Oh  firme  remedio  de  nos  ya  perdidos  ! 

Lucas  /  Amparo  suave  de  desamparados  ! 

Cleofa's.  .  .  Pedírnoste ,  Padre ,  por  tierra  postrados 
la  tu  bendición. 

(Cristo  los  bendice  y  desaparece). 

Lucas   Pues  qué,  ¿ya  te  vas? 

Cleofa's.  .  .  Señor ,  ¿ya  nos  dejas? 

Lucas   ¿  Qué  es  esto ,  Cleofás  ? 

Cleofa's.  .  .  ¡Qué  gozos  excelsos! 

Lucas   ¡Y  cuan  señalados  ! 

Cleofa's.  .  .  ¿  Por  qué  nos  has,  Padre,  tan  presto  dejado? 

Lucas  ¡Oh  gloria!  ¿tan  presto  desapareciste? 

Cleofa's.  .  .  ¿Porqué  los  tus  rayos  tan  presto  escondiste 

do  queda  tu  cuerpo  tan  glorificado  ? 
Lucas  Agora  te  digo  que  verificado 

está  nuestro  bien  con  mucha  firmeza. 
Cleofa's.  .  .  ¡  Oh  Padre !  perdona  la  nuestra  dureza , 

que  tanto  dudamos  ser  resucitado. 


158  CATÁLOGO 

Lucas  ¡Oh  alto  misterio! 

Cleofa's.  .  .  ¡Oh  dulce  visión! 

Lucas  ¡Oh  ciegos  nosotros  de  turbios  sentidos! 

¡y  no  conocellc! 

Cleofa's.  .  .  ¡Oh  endurecidos , 

que  nunca  creímos  su  resurrección ! 

Lucas  Debiérumosle  sacar  por  razón: 

¿qué  hombre  pudiera  tener  en  el  mundo 
tal  voz  ,  tal  presencia ,  tal  rostro  jocundo , 
tan  altas  palabras  de  contemplación  ? 

Cleofa's.  .  .  ¡Oh  santo  Maestro  Jesú  que  te  vimos! 

Lucas  Hermano  Cleofús ,  verdad  nos  decían 

las  santas  mugeres  que  visto  le  habían  ; 
maguer  que  nosotros  las  nunca  creímos. 

Cleofas.  .  .  ¿Mas  cómo  en  oírle  nos  embebecimos 
por  el  camino  cuando  nos  hablaba, 
y  las  escripturas  ansí  declaraba , 
que  todo  aquel  tiempo  no  le  conocimos? 

Lucas  Agora  podemos  decir  que  tenemos 

cierto  el  remedio ,  la  gloria  y  el  bien. 

Cleofa's.  .  .  Razón  es  que  vamos  á  Jerusalcn 

y  á  nuestros  hermanos  at/ucsto  contemos. 

1527. 


3  7.  Anónimo.  Auto  del  bautismo  de  san  Juan  Bautista. 
No  hay  otra  noticia  de  esta  composición  que  la  que  dio  San- 
doval  en  su  Historia  de  Carlos  V,  libro  16,  refiriendo  el 
aparato  que  se  hizo  en  Yalladolid  para  el  bautismo  de  Fe- 
lipe II  celebrado  en  5  de  junio  del  año  de  1027.  Dice  alli 
que  desde  la  casa  de  D.  Juan  de  Mendoza  donde  posaba  la 
emperatriz  hasta  el  altar  mayor  de  la  iglesia  de  san  Pa- 
blo se  hizo  un  pasadizo  muy  enramado  y  con  muchas  jlo- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  159 

res  y  rosas,  limones  y  naranjas ,  y  otras  frutas.  Había  en 
los  arcos  triunfales  y  en  cada  uno  de  ellos  muchos  retablos. 
En  el  primero  hicieron  su  auto,  en  el  segundo,  tercero  y 
cuar  to  otro  auto.  El  quinto  estaba  á  la  puerta  que  está  den- 
tro del  patio  de  la  iglesia :  este  era  mas  alto  que  alguno  de 
los  otros:  estaba  en  él  un  altar ,  á  manera  de  un  aparador , 
de  muchas  gradas.  En  estas  estaban  ricas  imágenes  de  bulto 
de  plata  doradas ,  y  algunas  de  oro ,  con  otras  piezas  de  gran 
valor.  Estaban  puestos  en  dos  candeleros  dos  cuernos  gran- 
des de  unicornio :  estos  y  todo  lo  que  había  era  del  empera- 
dor. Aquí  se  representó  el  bautismo  de  san  Juan  Bautista. 
Se  ignora  el  argumento  de  los  otros  autos. 

1528. 

38.  Esteban  Marlinez.  Auto  de  como  san  Juan  fue  con- 
cebido,  y  ansimesmo  el  nacimiento  de  san  Juan.  Entran  en 
él  las  personas  siguientes.  Primeramente  un  pastor,  Zaca- 
rías, santa  Isabel ,  un  ángel  llamado  Gabriel,  dos  vecinos 
del  pueblo ,  un  muchacho ,  Josef ,  nuestra  Señora ,  una  pa- 
rienta  de  Zacarías ,  una  comadre ,  una  rnuger ,  un  bobo ,  un 
sacerdote.  Agora  nuevamente  hecho  por  Esteban  Martínez, 
vecino  de  Caslromocho.  Burgos,  en  casa  de  Juan  de  Junta 
año  de  No  queda  otra  noticia  del  autor  de  esta  obra, 

ni  hay  en  ella  mérito  particular. 

1528. 

3  9.  Juan  Pastor.  Auto  nuevo  del  santo  nacimiento  de 
Cristo  nuestro  Señor ,  compuesto  por  Juan  Pastor.  Son  inter- 
locutores de  la  obra  el  emperador  Octaviano ,  un  secretario 
suyo ,  un  pregonero ,  un  viejo  llamado  Blas  Tozuelo ,  un  bobo, 
su  hijo  llamado  Perico ,  san  Josef ,  santa  María,  pastores, 
Miguel  Recalcado ,  Antón  Morcilla ,  Juan  Relleno ,  un  an- 


160  CATÁLOGO 

gel.  Impreso  en  Sevilla  año  de  1J28.  Esta  composición  es- 
crita con  poco  ingenio  y  absoluta  ignorancia  del  arte,  nada 
contiene  que  merezca  elogio. 

4  o.  Farsa  de  Lucrecia .  Tragedia  de  la  castidad  de  Lu- 
crecia, agora  nuevamente  compuesta  en  metro  por  Juan  Pas- 
tor ,  natural  de  la  villa  de  Morola,  en  la  cual  se  introducen 
las  personas  siguientes.  El  rey  Turquino ,  su  lujo  Sexto  Tur- 
quino ,  un  negro  sujo  ,  Colatino  duque  de  Colada  ,  Lucre- 
cia su  muger ,  un  bobo  criado  sujo ,  Espurio ,  Lucrecio  pa- 
dre de  Lucrecia  ,  Junio  Bruto  j  Publio  Valerio  parientes  de 
Colatino.  Impresa  en  4-°t  sm  lugar  de  impresión,  letra  gó- 
tica. Está  escrita  en  quintillas  con  pie  quebrado,  mala  ver- 
sificación, insufribles  impertinencias  del  negro  y  del  bobo. 

41.  Farsa  llamada  Grimaltina. 

42.  Farsa  llamada  Clariana.  No  hay  otra  noticia  de 
estas  dos  piezas  que  la  que  da  el  mismo  autor  al  fin  de  la 
farsa  de  Lucrecia. 

1529. 

4?>.  Fernán  Pérez  de  Oliva.  Comedia  de  Anfitrión.  Esta 
comedia  que  intituló  asi  Fernán  Pérez  de  Oliva:  Muestra  de 
la  lengua  castellana  en  el  nacimiento  de  Hércules ,  ó  come- 
dia de  Anfitrión  ,  tomando  el  argumento  de  la  latina  de  Plan- 
to,  está  escrita  en  buen  lenguaje  y  estilo.  Suprimió  Pérez  de 
01i\a  entre  los  personages  de  la  comedia  los  de  Tésala  y 
Bromia,  criadas  de  Alcumena,  y  añadió  el  de  Naucrates,  ami- 
go de  Anfitrión.  Como  no  se  propuso  hacer  una  traduci  ion 
literal,  no  puede  culpársele  de  haber  omitido  el  prólogo  que 
precede  al  drama  en  su  original,  el  soliloquio  de  Mercurio 
en  el  acto  primero,  y  los  de  Mercurio  y  Júpiter  en  el  terce- 
ro, porque  en  realidad  no  son  necesarios  á  la  fábula.  En 
las  demás  alteraciones  que  hizo  fue  poco  leliz. 

Parece  que  huye  voluntariamente  de  las  gracias  de  Plan- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  161 


to,  y  en  lo  que  añade  manifiesta  poco  gusto  dramático,  nin- 
gún talento  cómico ,  y  mucho  deseo  de  filosofar  y  disertar 
lucra  de  sazón  ,  dilatando  ó  debilitando  las  situaciones  de 
mayor  interés.  ¿Quién  ha  de  aprobarle  que  convierta  la  es- 
cena sencilla  y  afectuosa  del  acto  primero  entre  Júpiter  y 
Alcumena  en  una  sesión  académica,  en  que  se  trata  del  ori- 
gen de  la  guerra,  los  males  que  produce,  la  política  de  los 
príncipes  en  formar  ejércitos  con  la  gente  mas  perdida  de  la 
república,  para  que  pereciendo  en  los  combates  gocen  quie- 
tud los  hombres  virtuosos,  con  otras  máximas  de  igual  so- 
lidez ,  y  todas  inoportunas  cuanto  es  imaginable?  ¿Quién 
le  ha  de  perdonar  el  cuento  intempestivo,  insípido  y  largo 
que  puso  en  el  segundo  acto  en  boca  de  Sosia,  del  cual  solo 
resulta  haber  echado  á  perder  una  de  las  mejores  situacio- 
nes del  original?  ¿Quién  le  disculpará  la  alteración  de  todo 
el  acto  quinto,  la  supresión  del  excelente  monólogo  de  Bro- 
mia  con  que  principia,  y  la  aparición  de  Júpiter,  máquina 
absolutamente  necesaria  para  dar  á  la  fábula  el  único  des- 
enlace, que  le  conviene?  Esta  la  concluyó  Planto  con  la  su- 
misión religiosa  de  Anfitrión  debida  á  tanto  numen,  y  en 
la  de  Oliva  se  le  hacen  decir  blasfemias  contra  todos  los  dio- 
ses, y  aun  profecías  alusivas  á  la  venida  de  Jesucristo,  cosa 
impertinentísima  sobre  toda  ponderación.  Son  muchos  los 
ejemplos  que  pudieran  citarse  de  la  culpable  libertad  con  que 
el  imitador  español  estropeó  las  bellezas  del  poeta  latino;  pero 
bastará  uno  solo  lomado  del  acto  4-°  en  1ue  se  pinta  la  si- 
tuación desesperada  del  esposo  de  Alcumena. 

 Perii  jniser ! 

.Quid  ego ,  i/uem  advocati  jarn  etique  amiei  deserunt? 
Numquam  edepol  me  inultus  istia  ludificabit  quisquís  est. 
Nam  ad  ftegern  recta  me  ducam,  resque  ut  /acta  est  eloquar. 

Tomo  I.  1 1 


1 62  CATÁLOGO 

Ego  pol  illum  ulciscar  hodie  Thessalum  venefician, 
(¿ni  perverse  perturbavit  familias  mentem  mece. 
Sed  ubi  Ule  cst?  iri/ro  edepol  ábiit  credo  ad  uxorern  meam. 
(¿ui  me  Thebis  aller  vwil  miserior?  quid  nunc  agarn? 
Quem  ornnis  mortales  ignorant ,  ct  ludijicanl ,  ut  lubet. 
Cerlurn  est  introrumpam  in  cedibus  ubi  quemque  hominem  as- 
pexero  ; 

Swe  ancillam,  swe  scrvum,  swe  uxorem ,  s'we  adulterum, 
Seu  patrem ,  sive  avian  videbo,  óbtruncábo  in  cedibus. 
Ñeque  me  Juppiter,  ñeque  dii  omnes  id  próhibebunt,  si  volent. 
(¿uní  sic  faciarn  uti  constituí :  pergam  in  cedibus  nunc  jam. 

Véase,  lo  que  el  maestro  Oliva  substituyó. 

¿  Qué  es  esto  ?  ¿  Heme  tornado  por  ventura  loco  que  asi 
me  siento  conturbado?  Todas  mis  partes  son  alteradas:  el 
alma  con  espanto ,  el  cuerpo  con  temblor ,  y  con  ira  el  cora- 
zón. En  la  boca  siento  hiél,  en  los  dientes  rabia,  mostaza 
en  las  narices ,  rumor  en  los  oídos ,  y  relámpagos  en  los  ojos. 
Impetus  me.  vienen  de  quebrar  ,  de  saltar ,  de  herir  ,  de  ha- 
cer mayores  cosas  que  mis  fuerzas  pueden.  No  pienso  que  po- 
drán mis  miembros  reposar  sino  cansados.  Ya  no  podrá  mi 
ira  amansarse  sino  harta.  El  fuego  que  en  mi  arde  no  se 
puede  apagar  sino  con  sangre,  &c. 

Cuando  Moliere  puso  en  el  teatro  francés  esta  comedia, 
se  apartó  muchas  veces  del  texto  original,  y  siempre  para 
mejorarle.  Oliva  al  contrario,  cada  vez  que  se  separa  de  lo 
que  Planto  escribió,  desatina. 

1530. 

44-  Tragedia.  La  venganza  de  Agamenón.  Traducción 
muy  libre  de  la  Eleclra  de  Sófocles.  Siguió  Pérez  de  Oliva  la 
disposición  de  la  fábula  original  y  el  orden  de  las  escenas 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  163 

con  poca  alteración;  pero  suprimió  mucha  parte  del  diálogo, 
sin  duda  para  que  resultase  el  progreso  de  la  acción  mas  rá- 
pido, aunque  por  este  medio  la  desnudó  de  muchas  bellezas. 
Baste  citar  por  ejemplo  la  relación  de  la  supuesta  muerte  de 
Orestes,  diminuta  y  pobre  en  la  traducción,  y  tan  inferior 
á  la  de  Sófocles  que  no  es  disculpable  la  mutilación  que  hizo 
en  ella  el  traductor  español:  conservó  los  coros,  y  con  ellos 
la  inverosimilitud  que  constantemente  producen,  suprimien- 
do sin  embargo  todos  los  excelentes  trozos  líricos  del  origi- 
nal, que  pueden  considerarse  como  entreactos  de  la  tragedia 
y  la  parte  mas  brillante  y  harmoniosa  de  su  composición :  no 
acertó  en  sacar  á  la  escena  un  ataúd  con  un  cadáver  embal- 
samado dentro,  en  lugar  de  la  urna  manejable  y  ligera  en 
que  supone  Sófocles  que  podian  contenerse  las  cenizas  de  Ores- 
tes  :  esta  alteración  hecha  por  Oliva  ni  es  conveniente,  ni 
teatral,  ni  conforme  á  la  imitación  de  costumbres:  en  lo 
que  añadió  al  texto  original  peca  muchas  veces  contra  el 
buen  gusto,  se  aparta  de  aquella  grave  sencillez  que  piden  la 
situación  y  los  personages,  y  les  hace  decir  expresiones  dig- 
nas de  la  férula.  Principalmente  (dice  Electra)  que  jo  os 
ruego  me  digáis  ¿qué  lluvia  pensáis  que  tengo  jo  en  mi  cuer- 
po donde  se  consumiesen  tantas  lágrimas  como  vierten  mis 
ojos?  ¿O  qué  capacidad  es  la  de  mi  pecho  para  detener  en 
él  la  muchedumbre  de  mis  gemidos  ,  que  salidos  fuera  no  ca- 
ben en  los  aires?  Habed ,  jo  os  ruego ,  de  mi  compasión :  no 
queráis  atapar  con  vuestros  consejos  los  respiraderos  de  las 
hornazas  de  fuego  que  dentro  me  atormentan.  Pregunta  Elec- 
tra á  Orestes  quién  es ;  y  su  hermano  le  responde :  Soj  un 
hombre  que  navega  en  su  sepulcro  por  las  ondas  de  la  fortu- 
na. Estos  y  algún  otro  rasgo  de  estilo  alambicado,  metafó- 
rico y  pedantesco  no  son  de  Sófocles :  son  añadiduras  im- 
pertinentes de  su  traductor. 


164 


CATÁLOGO 


1 530. 

45.  Tragedla.  Hécuba  triste.  En  la  traducción  de  esta 
pieza  de  Eurípides  usó  el  maestro  Oliva  de  igual  libertad  que 
en  la  antecedente.  Suprimió  el  personage  de  Tal  tibio  (dema- 
siado episódico  en  el  original),  puso  en  boca  de  una  parle 
del  coro  la  relación  de  la  muerte  de  Polixena,  é  igualmente 
omitió  la  escena  de  Agamenón  y  Hécuba,  para  lo  cual  no 
pudo  bailar  una  razón  plausible.  Las  mugeres  troyanas  abren 
un  hoyo  en  la  arena  para  sepultar  á  Polidoro,  cosa  que  ni 
se  baila  en  el  texto  de  Eurípides,  ni  es  conforme  á  las  cos- 
tumbres griegas:  en  el  original  se  propone  Hécuba  quemar 
en  una  misma  hoguera  los  cuerpos  de  Polixena  y  Polidoro 
y  darles  un  mismo  sepulcro.  Al  fin  de  la  tragedia  suprimió 
las  predicciones  de  Polimnestor,  y  echó  á  perder  el  desenla- 
ce. Aquellos  terribles  anuncios  y  el  diálogo  á  que  dan  lugar, 
dan  á  la  catástrofe  toda  la  luerza,  movimiento  y  pertur- 
bación trágica  que  en  tales  casos  se  necesita.  Entre  las  ana- 
diduras  que  se.  atrevió  á  hacer  Pérez  de  Oliva,  es  bien  ridi- 
cula la  siguiente  en  el  diálogo  de  Polixena  y  Hécuba. 


Polixena.  ¿Qué  es  esto,  madre,  que  lloras  con  tan  tristes 
gemidos  ?  ¿  Qué  quieren  estos  hombres  armados  ? 

HÉCUBA. . .  llenen,  hija,  por  ti.  ¡Oh  hija  triste,  ú  qué  tála- 
mo te  han  de  llevar/ 

Polixena.  ¿Cómo,  di,  madre,  entre  tantas  desventuras  me 
quieren  casar  ? 

HÉCUBA...  Si,  hija  Polixena ,  adonde  nunca  me  veas. 

Polixena.  El  esposo  ¿quién  es?  ¿á  dónde  está? 

HÉCUBA. . .  Está  con  los  muertos. 

Polixena.  ¡ Ay  madre  mia!  ¿con  hombre  muerto  me  quie- 
ren casar? 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  165 


Hécuba   Sí ,  hija  mia  ,  con  muerto  muerta  te  han  de 

casar. 

Ni  esta  es  Hécuba  como  e]  poeta  la  pintó,  ni  esta  es  Po- 
lixena,  cuyo  carácter  (digno  de  la  hermana  de  Hedor)  es  de 
lo  mas  excelente  de  la  tragedia  griega.  Hécuba  en  la  traduc- 
ción entretiene  su  dolor  hablando  á  su  hija  en  estilo  enig- 
mático; y  Polixena  parece  una  niña  de  colegio  con  mucha 
gana  de  casarse,  y  tan  simplecita  que  se.  atemoriza  creyendo 
que  la  van  á  casar  con  un  muerto.  Entienda  quien  pueda 
las  siguientes  expresiones  de  Hécuba.  ¡Oh  mugeres!  agora 
siento  que  los  dolores  de  nuestros  pai  tos  son  dolores  que  pa- 
rimos ,  que  nos  quedan  guardados  para  cuando  los  graves 
casos  de  nuestros  hijos  sabemos.  Mas  adelante  dice:  De  los 
leones  y  dragos ,  y  otras  bestias  fieras  se  cuenta  que  am- 
paran á  aquellos  que  sienten  de  ellos  quererse  favorescer ,  y 
este  hombre  ( peor  que  drago  y  león )  mató  á  mi  hijo ,  de 
quien  el  por  su  voluntad  se  había  encargado.  Esta  erudición 
zoológica  no  es  de  Eurípides,  ni  de.  la  situación,  ni  de  la  per- 
sona que  habla:  parece  un  retazo  de  sermón  gerundio. 

A  estos  defectos  podrá  añadir  algunos  oíros  la  crítica  im- 
parcial de  quien  examine  estas  dos  tragedias  cotejándolas  con 
sus  originales;  pero  al  mismo  tiempo  resallará  de  su  lectu- 
ra un  concepto  muy  favorable  á  Pérez  de  Oliva,  el  primero 
que  dio  á  conocer  entre  nosotros  el  teatro  griego.  Su  lengua- 
je es  puro,  su  estilo  en  general  grave,  elegante  y  numero- 
so: nadie  antes  de  él  habia  dado  á  la  prosa  dramática  tanto 
decoro  y  magestad,  y  después  ninguno  le  imitó. 

Nació  Fernán  Pérez  de  Oliva  en  Córdoba  por  los  años 
de  1 494  :  estudió  en  Salamanca  y  Alcalá  de  Henares,  en  Pa- 
rís y  en  Roma,  donde  permaneció  algún  tiempo.  Volvió  á 
París,  enseñó  filosofía  en  aquellas  escuelas,  y  restituido  á 
España  en  el  año  de  i5s4t  obtuvo  en  Salamanca  las  cáte- 


1 GG  CATÁLOGO 

dras  de  filosofía  y  teología,  y  el  cargo  de  rector  de  aquella 
célebre  universidad.  Su  extensa  erudición  en  las  lenguas  sá- 
bias,  sus  prolundos  conocimientos  en  las  ciencias  morales  y 
exactas,  su  aplicación  á  las  buenas  letras,  juntamente  con 
las  prendas  estimables  de  su  carácter ,  después  de  haberle 
merecido  el  favor  de  los  Pontífices  León  X,  Adriano  VI  y 
Clemente  VII  determinaron  á  Carlos  V  á  elegirle  por  maes- 
tro del  príncipe  su  hijo,  empleo  que  no  llegó  á  servir,  ha- 
biendo muerto  en  el  año  de.  i533  antes  de.  cumplir  los  cua- 
renta de  su  edad.  Sus  obras  castellanas  en  prosa  y  verso 
permanecieron  manuscritas,  hasta  que  su  sobrino  Ambrosio 
de  Morales  las  dio  á  la  prensa  en  el  año  de  i  585.  Véase  la 
Biblioteca  de  D.  Nicolás  Antonio,  y  el  tomo  VI  del  Par- 
naso español. 

1530. 

46.  Anónimo.  Farsa  sobre  el  matrimonio  para  represen- 
tarse en  bodas  ,  en  la  cual  se  introducen  un  pastor  y  su 
muge?,  y  su  hija  Mencia  desposada ,  un  fraile  y  un  maes- 
tro de  quebraduras.  Es  obra  muy  apacible  y  provechosa.  Im- 
presa en  Medina  del  Campo  con  licencia  en  casa  de  Juan 
Godinez  de  Millis,  ano  de  i53o.  Se  ignora  el  mérito  de  esta 
obra  citada  por  Pellicer  en  su  Tratado  histórico  sobre  el  ori- 
gen y  progresos  de  la  comedia  y  del  histrionismo  en  Espa- 
ña ,  tomo  i.° 

1531. 

4;.  Jaime  de  Huele.  Comedia  llamada  Tesorina ,  hecha 
nuevamente  por  Jaime  de  Huete.  Se  incluyó  esta  obra  en  el 
índice  de  libros  prohibidos  por  la  Inquisición  en  el  año  de 
i55<j.  No  hay  otra  noticia  de  ella  ni  de  su  autor. 

1532. 

48.    Ausias  Izquierdo  Zcbrero.  Lucero  de  nuestra  salva- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS. 


167 


cion  al  despedimiento  que  hizo  nuestro  Señor  Jesucristo  de  su 
bendita  madre,  pasos  muy  devotos  y  contemplativos  estando 
en  Betania.  Por  Ausias  Izquierdo  Zébrero:  en  Sevilla  por 
Fernando  Maldonado ,  año  de  iS32.  Figuras  del  auto.  Hijo 
y  madre ,  Angel  con  cartas  de  Adán ,  David ,  Moisen ,  Hie- 
remias ,  Abr alian ,  Magdalena.  El  nombre  de  este  autor  ha- 
ce sospechar  que  fuese  catalán  ó  valenciano.  Jimeno  en  su 
estimable  obra  de  los  Escritores  del  reino  de  falencia,  ha- 
bla de  un  Ausias  Izquierdo  que  publicó  algunos  opúsculos, 
y  entre  ellos  una  Representación  ó  auto  sacramental  de  un 
milagro  de  la  Virgen  del  Rosario ,  impreso  en  Valencia ,  año 
de  i58g.  Sin  embargo  de  la  identidad  del  nombre  y  apelli- 
do, no  es  de  creer  que  sea  el  mismo  que  dio  á  luz  en  i53a 
el  auto  que  se  incluye  en  este  catálogo,  cuyo  corlo  mérito 
quita  el  deseo  de  toda  investigación  acerca  del  autor  que  le 
compuso. 

1532. 

4g.  Gil  Vicente.  Auto  hecho  por  Gil  Vicente  sobre  los 
muy  altos  y  muy  dulces  amores  de  Amadis  de  Gaula  con 
la  pi'incesa  Oriana ,  hija  del  rey  Lisuartc. 

50.  Comedia  Rubena. 

51.  El  templo  de  Apolo,  tragicomedia. 
5a.  Romería  de  agraviados ,  comedia. 
53.    La  nao  de  amores,  comedia. 

54-    Al  parlo  de  la  reina,  tragicomedia. 

55.  La  fragua  de  amor ,  tragicomedia. 

56.  La  floresta  de  engaños,  comedia. 

La  primera  de  estas  piezas  se  halla  prohibida  en  el  ín- 
dice de  la  Inquisición  de  i55g:  todas  las  que  van  citadas 
están  escritas  en  castellano,  á  escepcion  de  otras  que  com- 
puso el  mismo  autor  en  portugués.  No  he  visto  la  edición 
que  hizo  de  todas  ellas  su  hijo  Luis  Vicente  en  el  año  de  1 5 5  7 . 


1 68  CATÁLOGO 


1534. 

57.  Anónimo.  Comedia  llamada  Orfea  ,  dirigida  al  muy 
ilustre  y  magnifico  señor  D.  Pedro  de  Avellano ,  conde  de 
Aguilar.  Este  caballero  fue  uno  de  los  que  acompañaron  á 
Carlos  V  en  la  espedicion  de  Túnez.  La  comedia  se  prohibió 
por  el  sanio  Oficio  ,  y  es  una  de  las  obras  inserías  en  el  ín- 
dice que  se.  ha  citado  ya. 

1535. 

58.  Francisco  de  las  Navas.  Comedia  llamada  Fidea , 
compuesta  por  Francisco  de  las  Nacas.  No  hay  mas  noticia 
de  esta  comedia  sino  la  de  haberla  incluido  la  Inquisición 
en  el  mencionado  índice. 

1537. 

5f).  Andrés  Prado.  Farsa  llamada  Cornelia ,  en  la  cual 
se  introducen  las  personas  siguientes :  un  pastor  llamado  Be- 
nito,  y  otro  llamado  Antón ,  y  un  rujian  llamada  Panduljo, 
y  11  un  muger  llamada- Cornelia,  y  un  escudero  su  enamora- 
do, donde  hay  cosas  bien  apacibles  para  oir :  hecha  por  An- 
drés Prado,  estudiante.  Medina  del  Campo,  por  Juan  Go- 
dincz  de  Millis,  año  de  1 53 7.  Nada  se  sabe  de  esle  autor: 
la  farsa  contiene  algunas  situaciones  de  bajo  cómico,  no  mal 
sostenidas  con  las  gracias  del  diálogo. 

1539. 

fio.  Anónimo.  Tragicomedia  alegórica  del  paraíso  y  del 
infierno  ,  moral  representación  del  diverso  camino  que  hacen 
las  almas  partiendo  de  esta  presente  vida ,  figurada  por  los 
dos  nacías  que  aquí  parescen  :  el  uno  del  cielo,  y  el  otro  del 
infierno ,  cuya  subtil  invención  y  materia  en  el  argumento  de 
la  obra  se  puede  ver.  Son  interlocutores  un  ángel ,  un  diablo, 
un  hidalgo,  un  logrero,  un  inocente  llamado  Juan,  un  firai- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  169 


le,  una  moza  llamada  Floriona ,  un  zapatero ,  una  alcahue- 
ta, un  judio ,  un  corregidor ,  un  abogado ,  un  ahorcado  por 
ladrón,  cuatro  caballeros  que  murieron  en  la  guerra  contra, 
moros ,  el  barquero  Carón.  Fue  impresa  en  Burgos  en  casa 
de  Juan  de  Junta,  á  veinte  y  cinco  dias  del  mes  de  enero, 
aiio  de  i53y.  Estos  personages  se  van  presentando  sucesiva- 
mente para  entrar  en  la  barca  del  paraíso,  pero  solo  llegan 
á  conseguirlo  el  bobo  Juan  y  los  cuatro  caballeros:  los  de- 
mas,  aunque  altercan  y  lo  resisten,  van  á  parar  á  manos 
del  diablo,  que  los  embarca  para  el  infierno:  las  situaciones 
son  idénticas:  no  hay  desenlace  ni  enredo.  Con  la  introduc- 
ción de  tan  diferentes  clases  de  gentes  se  pintan  no  sin 
gracia  las  costumbres  de  aquella  edad. 

Esta  obra  es  una  imitación  de  la  que  escribió  el  portu- 
gués Gil  Vicente  por  los  años  de  i5ig,  y  se  representó  de- 
lante de  los  reyes  D.  Manuel  y  Doña  Leonor,  cuyo  título  es: 
Auto  de  moralidade  composto  per  Gil  Fícente ,  per  contem- 
plación da  serenissima  é  muyto  católica  Iieynha  Donha  Lio- 
nor  nossa  señora,  é  representada  per  seu  mandado  á  ó  po- 
deroso Príncipe  é  muy  alto  Rey  D.  Manoel  primeiro  de  Por- 
tugal desle  nome.  Una  y  otra  composición  existian  pocos  años 
ha  en  la  escogida  librería  del  marques  de  Campo-Alange. 

1540. 

6  i .  Anónimo.  Coloquio  de  Fcnisa.  Hablan  en  él  Valerio, 
Marsilio ,  Silvio,  Bobo,  Fenisa.  Fue  impreso  en  Sevilla  año 
de  i54o.  Esta  obra  escrita  en  verso  con  poca  invención  y 
ninguna  elegancia  no  merece  particular  examen. 

1540. 

62.  Anónimo.  Coloquio.  En  las  presentes  coplas  se  trata 
como  una  hermosa  doncella  andando  perdida  por  una  mon- 


170 


CATÁLOGO 


tarla  encontró  un  pastor ,  el  cual  vista  su  gentileza  se  ena- 
moró de  ella,  y  con  sus  pastoriles  razones  la  requirió  de 
amores,  á  cuya  recuesta  ella  no  quiso  consentir,  y  después 
viene  un  salvage  á  ellos,  y  todos  tres  se  conciertan  de  ir  d 
una  ermita  que  alli  cerca  estaba  á  hacer  oración  á  nues- 
tra Señora,  teístas  y  examinadas ,  y  con  licencia  impresas 
en  Valladolid  año  de  1S40.  Ya  se  ve  por  lo  que  antecede 
que  en  esta  obra  no  hay  composición  dramática:  la  pintura 
de  los  afectos  y  el  estilo  en  que  está  escrita  no  carecen  de 
mérito. 

1541. 

63.  Anónimo.  Farsa  llamada  Custodia.  Se  halla  prohi- 
bida en  el  citado  índice  de  la  Inquisición.  No  hay  otra  noti- 
cia de  ella  ni  del  autor  que  la  compuso. 

1542. 

64.  Anónimo.  Farsa  de  los  enamorados.  Se  halla  su  ti- 
tulo entre  las  obras  prohibidas  por  el  santo  Oficio  en  el  ín- 
dice mencionado. 

1543. 

65.  Anónimo.  Farsa  llamada  Josefina.  Prohibida  igual- 
mente en  el  mismo  índice  de  la  Inquisición. 

1544. 

66.  Lope  de  Rueda.  Paso  en  el  cual  se  introducen  tres 
personas  :  Luqui/as  page  ,  Alameda  simple  ,  Salcedo  amo. 
Luquitas  y  Alameda  se  han  entretenido  en  comer  buñuelos 
y  pasteles:  su  amo  Salcedo  que  los  ha  estado  esperando  mu- 
cho tiempo,  les  pide  cuenta  de  aquella  tardanza:  Luquitas 
se  disculpa  echando  mentiras,  pero  Alameda  contradice  con 
su  simplicidad  los  artificios  de  su  compañero,  y  sin  querer 
los  inutiliza.  El  amo  persuadido  de  que  ellos  comen  y  se 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  171 

divierten  con  lo  que  á  él  le  sisan,  los  castiga  á  entrambos. 
En  prosa. 

1544. 

67.  Comedia  Eufemia.  A  esta  comedia  escrita  en  prosa 
y  dividida  en  ocho  escenas  precede  un  corto  prólogo.  Leo- 
nardo caballero  joven  se  despide  de  su  hermana  Eufemia 
deseoso  de  ver  mundo  y  buscar  fortuna  :  halla  en  Valencia 
á  Valiano  príncipe  ilustre  y  poderoso,  que  le  recibe  por  se- 
cretario y  le  da  toda  su  confianza.  Leonardo  le  refiere  las 
calidades  de  su  hermana  Eufemia,  y  Valiano  enamorándose 
de  oidas,  determina  hacerla  venir  á  Valencia  y  casarse  con 
ella:  Paulo  criado  antiguo  de  Valiano,  envidioso  de.  la  pri- 
vanza que  disfruta  Leonardo,  parte  en  diligencia  á  donde 
Eufemia  está;  y  siéndole  imposible  el  verla  por  mas  que  lo 
procura,  logra  únicamente  que  una  criada  le  dé  algunos  ca- 
bellos de  un  lunar  que  tiene  su  señora  en  un  hombro :  con 
esto  vuelve  á  Valencia  y  dice  á  Valiano  que  ha  merecido  los 
favores  de  la  hermana  de  Leonardo,  presentando  como  prue- 
ba de  lo  que  asegura  los  cabellos  del  lunar :  el  príncipe  irri- 
tado contra  Leonardo  le  da  pocos  dias  para  que  se  justifi- 
que, y  al  cabo  de  ellos  si  no  lo  hace  se  propone  quitarle  la 
vida:  avisada  Eufemia  por  su  hermano  de,  la  acusación  que 
se  hace  contra  ella  y  del  peligro  en  que  él  está,  va  á  Valen- 
cia, confunde  al  impostor  Paulo,  á  quien  el  príncipe  man- 
da llevar  al  suplicio  que  estaba  preparado  para  Leonardo ; 
hace  poner  á  éste  en  libertad ,  le  restablece  en  su  gracia ,  y  se 
casa  con  Eufemia.  Esta  fábula,  mas  interesante  que  verosímil, 
tiene  unidad  en  la  acción,  no  en  el  lugar  ni  en  el  tiempo. 
En  los  caracteres  de  Eufemia  y  Leonardo  hay  oportuna  ex- 
presión de  afectos,  y  locución  pura  y  elegante:  los  de  Va- 
llejo  lacayo  baladron,  Polo  su  compañero,  Grimaldos  page, 
Eulalia  negra ,  y  Ana  gitana  abundan  en  chistes  cómicos, 


172 


CATÁLOGO 


y  producen  incidentes  graciosos,  aunque  no  necesarios  á  la 
integridad  de  la  composición. 

1545. 

68.  Paso  en  el  cual  se  introducen  dos  personas:  Alame- 
da simple,  Salcedo  amo.  Alameda  halla  en  el  monte  una 
máscara,  se  la  enseña  á  su  amo  Salcedo,  y  éste  por  hurlarse 
le  dice  que  aquella  es  la  cara  de  Diego  Sánchez,  un  santero 
á  quien  habían  muerto  y  desollado  pocos  dias  antes  unos  la- 
drones: añade  que  la  justicia  anda  en  busca  de  los  delin- 
cuentes, que  si  tropieza  con  ella  es  perdido,  y  que  lo  mejor 
será  que  se  vaya  á  la  ermita  de  san  Antón  y  se  haga  san- 
tero: Alameda  le  deja  la  máscara  y  se  va  á  la  ermita:  Sal- 
cedo envuelto  en  una  sábana  con  la  máscara  puesta,  le  lla- 
ma en  voz  lamentable,  y  le  hace  creer  que  es  el  alma  de 
Diego  Sánchez:  le  encarga  que  á  media  noche  vaya  á  un  ar- 
royo donde  está  su  cuerpo  insepulto  y  le  lleve  al  cementerio 
de  san  Gil.  Alameda  lleno  de  miedo  echa  á  correr,  y  el  fin- 
gido muerto  le  sigue  y  le  acosa  por  todas  parles.  Diálogo  en 
prosa  con  buen  estilo,  animado  y  gracioso. 

1545. 

69.  Comedia  Armelina.  Pascual  Crespo  herrero  tuvo  en 
su  juventud  un  hijo  en  una  amiga  suya,  la  cual  se  fue  con 
un  capitán  á  Hungría  llevándose  al  niño:  éste,  muerta  su 
madre  y  también  el  capitán  (que  le  dejó  heredero  de  sus 
bienes),  fue  criado  por  un  caballero  de  aquella  tierra  lla- 
mado Viana,  el  cual  tenia  una  hija  pequeña  llamada  Flo- 
rentina, á  quien  daba  muy  mal  trato  su  madrastra;  por 
lo  cual  un  pariente  suyo  se  la  robó,  y  hallándose  embar- 
cado con  ella  á  vista  de  Cerdeña  le  asaltaron  corsarios:  la 
niña  quedó  cautiva;  después  la  vendieron  en  Cartagena  á  un 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  173 


hermano  de  Pascual  Crespo,  y  éste  por  último  la  recibió  en 
su  casa  dándole  el  nombre  de  Armelina.  Crespo  y  su  mu- 
ger viéndola  ya  en  edad,  tratan  de  casarla  (aunque  ella  lo 
repugna)  con  el  zapatero  Diego  de  Córdoba.  Llega  en  esto 
á  aquella  ciudad  Viana  acompañado  de  Justo  su  hi  jo  adop- 
tivo, y  habiéndole  asegurado  un  griego  que  alli  encontraría 
á  su  hija  Florentina,  no  omite  diligencia  para  conseguirlo. 
Consulta  con  Muley  Bucar  moro  granadino,  grande  hechi- 
cero, el  cual  hace  un  conjuro  espantoso,  invoca  á  Medea,  y 
sale  en  efecto  Medea  de  los  infiernos  para  decirle  que  la  niña 
que  se  busca  eslá  en  aquella  ciudad :  entretanto  Justo  ena- 
morado de  Armelina  ronda  su  casa  :  ella  apurada  por  Cres- 
po y  su  muger,  que  traían  de  reducirla  á  que  se  case  con  el 
zapatero,  se  va  desesperada  á  las  orillas  del  mar  con  reso- 
lución de  tirarse  al  agua  desde  un  alto  peñasco:  al  ir  á  eje- 
cutarlo sale  el  dios  Neptuno  y  lo  estorba:  llévala  á  su  casa, 
y  alli  delante  de  todos  les  hace  saber  que  Justo  es  hijo  del 
herrero  Crespo,  y  Armelina  es  la  Florentina  hija  de  Viana 
que  con  tanto  empeño  se  busca:  conciértase  la  boda  de  Flo- 
rentina y  Justo:  Neptuno  en  calidad  de  padrino  se  entra  con 
ellos  á  celebrarla.  Por  este  extracto  se  echará  de  ver  lo  com- 
plicado, romancesco  é  inverosímil  de  esta  fábula,  en  la  cual 
apenas  puede  alabarse  otra  cosa  que  el  buen  lenguaje  y  la 
viveza  del  diálogo.  Puede  citarse  como  la  primera  pieza  de 
magia  que  se  conoce  en  nuestro  teatro:  está  escrita  en  prosa 
y  se  divide  en  seis  escenas. 

1546. 

70.  Paso  en  el  cual  se  introducen  las  personas  siguien- 
tes: Lucio  doctor  médico,  Martin  de  Villalba  simple,  Bár- 
bara su  muger,  Gerónimo  estudiante.  Martin  de  Villalba 
es  objeto  de  las  burlas  de  su  muger,  que  tiene  en  casa  con 


174  CATÁLOGO 


nombre  de  primo  al  estudiante  de  quien  está  enamorada:  se 
finge  enferma ,  y  el  pobre  Martin  va  y  viene  á  casa  del  mé- 
dico, le  regala  pollos  para  tenerle  grato,  y  se  bebe  todas  las 
purgas  que  aquel  receta  á  su  muger,  porque  ésta  le  asegura 
que  le  aprovecharán  infinito  si  él  se  las  toma.  Por  último  la 
muger  se  va  de  casa  acompañada  del  estudiante,  diciendo 
á  Martin  que  va  á  cumplir  unas  novenas:  le  encarga  que 
ayune  á  pan  y  agua  en  tanto  que  vuelve,  y  él  promete  cum- 
plirlo, aviniéndose  á  que  el  médico  siga  curándole  para  que 
ella  se  restablezca  culeramente.  Argumento  cómico,  buena 
prosa ,  perniciosa  moral. 

154G. 

7  i .  Puso  en  el  cual  se  introducen  las  personas  siguien- 
tes: Caminante ,  licenciado  Jáquima,  bachiller  Brazuelos. 
El  caminante  se  baila  sin  dinero,  y  no  teniendo  conocimien- 
tos en  la  ciudad  ,  le  ocurre  buscar  al  licenciado  Jáquima  ,  para 
el  cual  trae  una  carta:  éste  que  vive  en  compañía  del  bachi- 
ller Brazuelos,  recibe  muy  bien  al  caminante  y  le  convida  á 
comer:  quedan  solos  el  bachiller  y  el  licenciado,  y  como 
éste  no  tiene  un  cuarto  para  obsequiar  al  huésped,  pide  al 
otro  que  le  preste  lo  necesario  para  salir  de  aquel  empe- 
ño, pero  Brazuelos  que  se  halla  en  el  mismo  caso,  nada  pue- 
de darle.  Sin  embargo  para  salir  del  apuro  con  menos  alien- 
ta discurre  que  el  licenciado  se  oculte  entre  la  manta  de  la 
cama  cuando  el  huésped  venga,  y  que  él  le  dirá  que  de  or- 
den del  arzobispo  ha  tenido  que  salir  de  la  ciudad  á  toda 
priesa  con  el  encargo  de  publicar  unas  bulas :  acordado  esto, 
llama  el  caminante:  el  licenciado  se  esconde  y  tapa  con  la 
manta,  y  admirado  el  huésped  de  no  hallarle  en  casa ,  le  dice 
el  bachiller  que  sí  está,  pero  que  ha  sido  tanta  la  vergüenza 
que  ha  tenido  de  hallarse  sin  dinero  para  darle  de  comer, 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  175 


que  se  ha  metido  debajo  de  la  manta,  y  diciendo  esto  tira  de 
ella  y  se  le  descubre  :  salta  el  licenciado  de  la  cama  lleno 
de  enojo  contra  el  bachiller,  resulta  una  quimera  muy  aca- 
lorada entre  los  dos,  y  el  caminante  viendo  que  alli  no  hay 
disposición  de  comida,  se  aburre,  los  deja  rifiendo  y  se  va. 
Prosa  ligera  y  fácil:  la  malicia  del  bachiller  produce  buen 
efecto  cómico. 

1547. 

72.  Paso  en  que  se  introducen  las  personas  siguientes: 
Honciguera  ladrón ,  Panarizo  ladrón ,  Mendrugo  simple. 
Panarizo  y  Honciguera  esperan  á  Mendrugo  que  lleva  una 
cazuela  de  comida  á  la  cárcel  en  donde  está  presa  su  muger: 
le  salen  al  paso,  le  meten  en  conversación,  y  entre  otras 
cosas  le  hablan  de  la  tierra  de  Jauja,  abundantísima  y  feliz 
sobre  todo  lo  descubierto :  Mendrugo  quiere  saber  las  ma- 
ravillas que  le  anuncian  de  ella:  le  hacen  sentar  en  el  suelo, 
y  empiezan  á  referirle  los  rios  de  leche,  los  puentes  de  man- 
tequillas, los  árboles  cuyos  troncos  son  de  tocino,  la  miel, 
los  pasteles,  las  aves  y  viandas  exquisitas  que  se  hallan  pre- 
paradas y  de  balde  en  aquel  delicioso  pais  :  Mendrugo  los 
oye  absorto,  y  ellos  aprovechándose  de  su  aturdimiento  ar- 
rebatan la  cazuela  y  desaparecen.  Ficción  sencillísima  ,  en 
prosa. 

1547. 

73.  Paso  en  el  cual  se  introducen  las  personas  siguien- 
tes :  Brezano  hidalgo ,  Cebadon  simple ,  Samadel  ladran. 
Brezano  da  quince  reales  á  su  criado  Cebadon  para  que  se 
los  lleve  al  casero :  Samadel  se  hace  encontradizo  con  el  cria- 
do, y  sabiendo  la  comisión  que  lleva,  finge  que  es  el  casero 
mismo:  recibe  los  quince  reales,  y  le  da  por  carta  de  pago 
una  carta  particular  que  lleva  consigo:  vuelve  Cebadon  á  ver 
á  su  amo,  y  por  el  contenido  de  la  carta  y  las  senas  que  da 


176 


CATÁLOGO 


el  mozo  del  fingido  casero,  conocen  uno  y  otro  el  engaño 
que  les  ha  hecho:  van  en  husca  del  ladrón,  le  encuentran 
en  la  calle,  riñen,  y  Cebadon  y  su  amo  corren  tras  él.  En 
prosa,  buen  diálogo. 

1548. 

7  4.  Juan  de  Malara.  Comedia  llamada  Locusta.  Se  ig- 
nora el  argumento  de  esta  comedia. 

1548. 

;íj.  Lope,  de  Rueda.  Paso  en  el  cual  se  introducen  las 
personas  siguientes:  Torrubio  simple  viejo,  Agueda  de  To- 
ruégano  su  muger ,  Mencigüela  su  hija,  Aloja  vecino.  Tor- 
rubio viene  del  campo  con  una  carga  de.  leña:  Agueda  su 
muger  le  pregunta  si  ha  plantado  el  renuevo  de  olivo  que  él 
llevó:  él  dice  que  sí,  y  ella  supone  que  dentro  de  seis  ó  siete 
años  ya  llevará  cuatro  ó  cinco  hanegas  de  aceitunas,  y  cor- 
tando de  él  otros  renuevos  podrá  plantarse,  un  olivar:  ella 
cogerá  las  aceitunas,  el  marido  las  llevará  en  el  asno  á  la 
plaza,  y  Mencigüela  las  venderá:  aqui  empieza  lo  mas  agila- 
do  de  la  acción,  porque  Águeda  no  quiere  que  la  chica  ven- 
da el  celemín  de  aceitunas  en  meuos  de  dos  reales,  y  su  ma- 
rido dice  que  bastará  venderlas  á  catorce  ó  quince  dineros: 
Mencigüela  recibe  órdenes  contrarias  de  su  padre  y  de  su 
madre,  y  á  cada  uno  de  ellos  promete  hacer  lo  que  le  man- 
dan: esta  docilidad  le  perjudica  mucho  porque  solo  sirve  de 
excitar  la  cólera  de  entrambos,  que  la  castigan  allernalua- 
mente:  sale  al  ruido  Aloja  su  vecino:  pregunta  la  causa  de 
aquella  desazón,  y  viendo  que  todo  ello  es  sobre  fijar  el  pre- 
cio á  ([lie  han  de  venderse  las  aceitunas  que  deben  nacer  de 
alli  á  treinta  años,  procura  ponerlos  en  paz  y  concluir  aque- 
lla ridicula  contienda.  Motivo  cómico  muy  gracioso  sosteni- 
do  con  un  buen  diálogo  en  prosa. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.     1  7  7 


1549. 

76.  Farsa  del  Sordo.  Esta  pieza  escrita  en  verso,  atri- 
buida á  Lope  de  Rueda,  no  tiene  mérito  particular. 

1550. 

77.  Comedia  Medora.  Introito.  La  comedia  está  escrita 
en  prosa  y  distribuida  en  seis  escenas  :  la  acción  se  supone 
en  Valencia.  Acario  luvo  una  bija  y  un  hijo  en  extremo  pa- 
recidos el  uno  al  otro-,  siendo  muy  chicos  los  dos,  una  gi- 
tana robó  al  niño,  dejando  uno  suyo  en  su  lugar  que  mu- 
rió de  alli  á  poco  tiempo  :  crió  Acario  á  su  bija  llamada 
Angélica,  y  llegando  a  edad  juvenil  se  enamoró  de  ella  Ca- 
sandro  ,  mancebo  acomodado  de  aquella  ciudad:  la  gitana 
vuelve  á  Valencia  trayendo  consigo  a  Medoro  vestido  de  mu- 
ger:  resultan  lrecuentes  equivocaciones  nacidas  de  la  seme- 
janza de  Medoro  y  Angélica  hasta  que  la  gitana  descubre  la 
verdad,  refiere  el  hurto  que  hizo  del  niño,  pide  perdón  y 
fácilmente  se  le  conceden,  verificándose  el  casamiento  de  Ca- 
sandro  con  Angélica.  Esta  fábula  en  que  Lope  repitió  lo  que 
ya  había  puesto  en  otra  (y  no  ciertamente  para  mejorarlo), 
se  entorpece  y  confunde  con  episodios  inútiles,  y  carece  de 
verosimilitud.  Los  amores  del  viejo  Acario  con  Estela,  los 
disfraces  que  se  pone,  los  palos  que  recibe,  la  salida  de  Bar- 
harina  su  muger,  que  se  va  en  camisa  á  media  noche  al  ce- 
menterio á  buscar  tierra  de.  siete  muertos,  y  otras  imperti- 
nencias de  esta  clase  son  incidentes  de  farsa  grosera  y  tri- 
vial. Las  baladronadas  de  Gargullo  y  el  chasco  que  le  da  la 
gitana  no  carecen  de  gracia  cómica:  el  diálogo  en  general 
es  animado  y  fácil. 

1551. 

78.  Coloquio  de  Camila.  Introito.  Sigue  el  coloquio  en 

Tomo  I.  1^ 


178 


CATÁLOGO 


prosa  sin  división  de  actos  ni  de  escenas.  La  acción  parece 
«pie  se  supone  en  las  cercanías  de  Valencia:  Socrato  perdió 
un  hijo  pequeño  que  tenia,  y  poco  después  halló  en  su  puer- 
ta una  niña  de  pecho,  á  quien  crió  con  nombre  de  Cami- 
la, hasta  que  llegando  á  edad  de  diez  y  siete  años,  trató 
de  casarla  con  el  barbero  Maese  Alonso,  viudo  y  viejo:  Ca- 
mila enamorada  del  pastor  Quiral  repugna  el  matrimonio 
que  se  le  propone,  y  viéndose  hostigada  de  las  instancias  de 
Socrato  se  huye  de  casa,  se  va  al  monte,  y  en  él  quiere  qui- 
tarse la  vida,  pero  la  Fortuna  se  le  aparece  y  le  promete 
su  protección:  sospéchase  que  Quiral  haya  sacado  de  su  casa 
á  Camila,  y  él  desesperado  de  haberla  perdido,  viendo  (pie 
le  piden  cuenta  de  ella,  dice  que  en  electo  la  ha  robado  y 
después  la  ha  muerto:  en  consecuencia  de  esta  declaración 
tratan  de.  ahorcarle:  la  Fortuna  encargándose  de  desenredar 
esta  maraña  lleva  consigo  á  Camila,  y  hace  saber  á  los  inte- 
resados en  ello  que  aquella  niña  criada  por  Socrato  es  Ca- 
latea, hija  del  barbero  Maese  Alonso:  declara  también  como 
Socrato  es  Anastasio,  natural  de  Roscllon,  el  cual  mudando 
de  residencia  tuvo  por  conveniente  mudar  de  nombre,  y 
•por  último  dice  también  que  el  pastor  Quiral  es  el  hijo  de 
Socrato,  á  quien  halló  pendiente  de  las  mantillas  en  un  ár- 
bol un  hostalero  del  Coll  de  Balaguer:  esto  sabido  sale  Qui- 
ral de  la  cárcel  y  le  casan  con  Camila.  Tal  es  el  embrollo  que 
sirve  de  acción  de  esta  pieza.  La  confusión  que  resulla  de 
la  discorde  unión  de  tan  opuestos  caracteres  y  personages  es 
extravagante  en  demasía:  el  lenguaje  siempre  es  bueno:  el 
estilo  muy  desigual,  á  veces  propio  del  bajo  cómico,  y  á 
veces  cuando  quiere  ser  culto  degenera  en  pedantesco,  ca- 
dencioso, lleno  de  perífrasis  y  trasposiciones  violentas. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  179 


1551. 

79.  Juan  de  Rodrigo  Alonso.  Comedia  hecha  por  Juan 
de  Rodrigo  Alonso  ( une  por  otro  nombre  es  llamado  de  Pe- 
drosa ) ,  vecino  de  la  ciudad  de  Segovia ,  en  la  cual  por  in- 
terlocución de  diversas  personas  en  metro  se  declara  la  his- 
toria de  santa  Susana  á  la  letra ,  cual  en  la  prosecución  cla- 
ramente parescerá:  hecha  á  loor  de  Dios  nuestro  Señor:  ai/o 
de  1  5  5  1 .  Son  inte/ locutores  de  la  presente  obra  los  de  suso 
contenidos  :  santa  Susana,  sus  doncellas  Orisia  y  Patricia, 
su  padre  Elquias,  su  n/adre ,  Joaquín  su  marido,  dos  cria- 
dos suyos,  voz  popular ,  los  dos  inicos  viejos,  s//s  dos  minis- 
tros, los  substitutos  Elifaz  y  Manases,  Daniel  ,  carcelero, 
pregonero.  Esta  comedia  escrita  en  redondillas  (en  la  cual 
110  hizo  mas  el  autor  que  poner  en  diálogo  lo  que  refiere  la 
historia)  tiene  sin  embargo  interés  drama I ico,  situaciones 
y  alectos,  enredo,  solución  y  moralidad.  El  ejemplar  que 
tuve  presente  existe  en  la  biblioteca  Real  de  París.  En  la  de 
Madrid  hay  otro. 

1551. 

80.  Lope  de  Rueda.  Coloquio.  Se  ignora  si  estaba  escrito 
en  prosa  ó  verso:  los  interlocutores  son  dos  pastores,  dos 
pastoras  y  el  Amor.  Lorenzo  Gradan  en  su  tratado  de  la 
Agudeza  ó  Arte  de  ingenio  recomendó  el  artificio  dramáti- 
co de  este  coloquio  diciendo:  Comenzó  el  prodigioso  Lope  de 
Rueda ,  á  quien  llamó  el  Jurado  de  Córdoba  Juan  Rufo 
inimitable  varón  con  verdad:  tuvo  excelentes  invenciones :  sea 
bastante  prueba  aquella  en  que  introduce  cuatro  amantes  en- 
contrados, dos  pastores  y  dos  pastoras ,  apasionados  ei/trc  si 
con  tal  arte  que  ninguno  correspondía  á  quien  le  amaba :  pi- 
dieron al  Atnor  en  premio  de  haberle  desatado  de  un  árbol, 
á  que  le  habían  amarrado  la  Virtud  y  la  Sabiduría ,  que  les 


180  CATÁLOGO 

trueque  las  voluntades  y  haga  el  Amor  que.  ame  cada  uno  a 
quien  le  ama;  y  cuando  parece  que  se  desempeña ,  entonces 
si-  enreda  mas  la  traza  ,  porque  pregunta  Amor  qué  volun- 
tades quiere  que  violente  y  mude,  las  de  los  hombres  ó  las  de 
las  pastoras:  que  se  concierten  entre  si:  aquí  entra  la  mas 
ingeniosa  disputa  ,  dando  razones  ellos  y  ellas  por  parte  de 
cada  sexo ,  que  es  una  muy  ingeniosa  invención. 

1552. 

8  i .  Coloquio  en  verso.  Nada  se  sabe  acerca  del  argumen- 
to y  personages  de  este  coloquio,  citado  por  Cervantes  en  la 
comedia  de  Los  baños  de  Argel ,  donde  incluyó  el  fragmento 
«pie  sigue. 

Si  el  recontento  que  trayo 
venido  tan  de  rondón , 
no  me  lo  abraza  el  zurrón , 
¿cuáles  nesgas  pondré  al  sayo, 

0  qué  ensanches  al  jubón? 

1  si  al  contarlo  Es/ remello , 
con  un  donaire  risueño 
ayer  me  miro  Constanza , 
¿qué  turba  habrá  ya  ó  mudanza 
que  no  la  pase  por  sueño? 
Esparcios  las  mis  corderas 

por  las  dehesas  >  ¡irados, 
mordey  sabrosos  bocados; 
no  temáis  las  venideras 
noches  de  nubros  airados , 
antes  os  anday  esentas 
brincando  de  recontentas , 
no  os  aflija  el  ser  mordidas 
de  las  lobas  desumbridas , 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  181 


tragantonas  ,  mal  contentas ; 
y  al  dar  de  los  vellocinos 
venid  siempre  no  ronceras 
rumiando  por  las  laderas 
á  jornaleros  vecinos 
ó  al  corte  de  sus  tijeras , 
que  el  sin  medida  contento 
cual  no  abarca  el  pensamiento 
os  librará  de  lesión 
si  al  dar  el  bronco  vellón 
barruntáis  el  bien  i/ue  siento. 
¿  Mas  quien  es  este  cuitado 
que  asoma  acá  entellerido , 
cabizbajo,  atordecido , 
barba  y  cabello  erizado, 
desairado  y  mal  erguido? 

82.  Coloquio  de  Timbria.  Introito.  Este  coloquio  no  tie- 
ne división  de  actos  ni  de  escenas:  está  escrito  en  prosa:  su 
fábula  es  en  extremo  complicada  y  absurda,  y  el  empeño  de 
referirla  causaría  laslidio  al  lector,  no  instrucción  ni  deleite. 

1553. 

83.  Anónimo.  Comedia  de  Peregrino  y  de  Ginebra.  Se 
lialla  entre  las  obras  prohibidas  del  citado  índice  de  Inquisi- 
ción. Probablemente  el  autor  de  esta  comedia  redujo  en  ella 
á  acción  dramática  el  argumento  de  una  novela  que  se  ha- 
bía publicado  en  el  año  de  1 548  con  este  título:  Libro  de 
los  honestos  amores  de  Peregrino  y  Ginebra ,  fecho  por  Her- 
nando Diaz. 

1553. 

84.  Francisco  de  Avendaño.  Comedia  nuevamente  com- 


182  CATÁLOGO 

puesta  por  Francisco  de  Avendaño ,  muy  sentida  y  graciosa, 
en  la  cual  se  introducen  las  personas  siguientes :  la  Fortuna, 
un  caballero  quejoso  de  ella  llamado  Muerto ,  otro  caballero 
herido  de  amor  llamado  Floriseo  ,  una  doncella  llamada 
Blancaflor  ,  dos  pastores  el  uno  llamado  Salaver  y  el  otro 
Pedrucio ,  un  page  llamarlo  Lislino:  dirigida  al  muy  noble 
y  Valentísimo  señor  D.  Juan  Pacheco,  capitán  general  de  la 
gente  del  iluslrisimo  señor  marques  de  Villena,  año  de  i  553, 
sin  lugar  de  impresión. 

En  el  introito  que  le.  precede  se  alalia  el  autor  de  ser 
esta  la  primera  pieza  de  teatro  escrita  en  tres  jornadas.  Vi- 
riles, Cervantes  y  Artieda  que  llorecieron  muchos  años  des- 
pués, creyeron  ser  inventores  de  esta  novedad. 

La  obra  citada  está  escrita  en  coplas  de  pie  quebrado. 

1554. 

8f>.  Luis  de  Miranda.  Comedia  Prodiga.  Dirigida  al  muy 
magnifico  señor  Juan  de  J  ¡11  alba ,  de  la  cibdad  de  Plasen- 
cia ,  compuesta  y  moralizada  ¡>or  Luis  de  Miranda  placen- 
tino  ,  en  la  cual  se  contiene  ( demás  de  su  agradable  y  dulce 
estilo)  muchas  sentencias  y  avisos  muy  necesarios  para  man- 
cebos t/ue  van  por  el  mundo,  mostrando  los  engaños  y  burlas  que 
están  encubiertos  en  fingidos  amigos  ,  malas  mugeres  y  trai- 
dores sirvientes.  Impresa  en  Sevilla  en  casa  de  Martin  de 
Monlesdoca :  acabóse  á  diez  dias  de  diciembre  año  de  1 5  5  4  ■ 
En  unas  coplas  que  se  hallan  al  fin  de  la  obra  dice  el  au- 
tor que  después  de  haber  servido  algunos  meses  en  la  mili- 
cia se  habia  hecho  clérigo,  y  esto  es  lo  único  que  se  sabe 
acerca  de  él.  La  comedia  está  escrita  en  redondillas  ,  y  se 
divide  en  siete  actos  cortos.  Acto  primero.  Publícase  á  son 
de  tambor  una  recluta  de  gente  para  la  guerra:  Prodigo  de- 
seoso de  salir  de  la  sujeción  doméstica  resuelve  seguir  la  mi- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  183 


licia  en  calidad  de  caballero  aventurero:  pide  á  su  padre  La- 
dan  la  legítima  que  le  corresponde:  el  padre  lo  repugna  mu- 
cho, pero  al  fin  cediendo  á  sus  instancias  le  entrega  dos  mil 
ducados  en  oro  y  tres  mil  en  una  letra  de  cambio,  le  da 
muy  buenos  consejos,  le  despide  y  le.  deja  ir  acompañado  de 
Fclisero,  criado  de  toda  su  confianza:  júntanse  en  el  camino 
con  Sil  van  y  Orisento,  soldados  viciosos  y  estafadores  :  lle- 
van á  Pródigo  á  una  venta  cerca  de  Sevilla:  él  paga  por  to- 
dos, se  aficiona  de  una  moza  llamada  Sirguera,  y  con  ella  y 
los  demás  prosigue  su  viage.  Acto  segundo.  Llegan  á  un  pue- 
blo donde  hay  feria :  gasta  Pródigo  mil  ducados  en  cadenas 
y  medallas  que  regala  á  Silvan  y  Orisento:  su  criado  Felise- 
ro  quiere  irle  á  la  mano,  pero  él  no  hace  caso  y  se  va  con 
la  moza  :  Olivenza  rufián  baladron  y  cobarde  con  quien 
ella  vivia  ,  la  anda  buscando:  Alfenisa  y  Grimana  mugeres 
públicas  le  dan  noticia  de  que  esta  en  poder  de  Pródigo: 
conciertan  Olivenza,  Silvan  y  Orisento  lo  que  ha  de  hacer- 
se para  quitar  á  Pródigo  la  gorra  guarnecida  y  el  rico  jo- 
yel de  oro  que  lleva  al  cuello :  luego  que.  viene ,  sale  Olivenza 
con  la  espada  desnuda  pidiendo  la  moza  á  los  soldados  ha- 
ciendo grandes  amenazas:  ellos  embisten  con  él,  Pródigo  se 
mete  en  medio  para  apaciguarlos,  y  en  la  fingida  quimera  le 
atropellan,  le  tiran  al  suelo,  le  hieren  en  la  cara,  le  quitan 
el  joyel  y  la  gorra,  y  todos  desaparecen:  la  madre  de  las  mo- 
zas viéndole  tan  mal  parado  le  recoge  en  su  casa.  Acto  ter- 
cero. Un  alguacil  lleva  preso  á  Pródigo  como  también  á  Gri- 
mana y  su  madre  para  que  en  la  cárcel  declaren  lo  que  ha 
sucedido:  Fclisero  va  á  verse  con  su  amo,  habla  después  con 
el  alguacil  y  el  carcelero,  y  á  fuerza  de  gratificaciones  con- 
sigue que  suelten  á  Pródigo  y  á  las  dos  mugeres :  los  dos  mil 
ducados  en  oro  se  consumieron  enteramente ,  y  Pródigo  en- 
carga á  su  criado  que  vaya  á  cobrar  la  letra  de  cambio:  es- 


184 


CATÁLOGO 


lando  en  la  prisión  había  visto  en  unas  ventanas  de  enfren- 
te á  una  herniosa  doncella  de.  la  cual  quedó  enamorado:  lue- 
go que  se  ve  libre  y  solo,  se  pasea  delante  de  la  casa:  ve  sa- 
lir de  ella  á  una  criada  llamada  Florina,  de  la  cual  se  infor- 
ma acerca  del  nombre  y  circunstancias  de  aquella  dama:  Flo- 
rina le  dice  que  seria  muy  conveniente  que  diese  una  albo- 
rada á  su  señora  ,  y  él  promete  hacerlo  asi  en  la  mañana 
próxima :  llega  Felisero  y  le  cuenta  que  los  pages  que  había 
recibido  se  han  escapado,  y  que  los  soldados  sus  amigos  se 
le  han  llevado  los  caballos,  el  sayo  y  la  capa:  le  da  el  dine- 
ro de  la  letra ;  y  él  lleno  de  esperanzas  amorosas  olvida  sus 
pérdidas  ,  y  solo  piensa  en  la  música  que  ha  de  dar  á  su 
dama,  sido  cuarto.  Dada  la  música,  proporciona  Florina  que 
Pródigo  pueda  ver  á  su  señora  Alcanda  escondido  en  la  huer- 
ta,  de  lo  cual  resulta  el  siguiente  diálogo. 

Pródigo..  ¿Hora  dónde  me  porrtia 


para  ver  si  ser  pudiese 
lo  que  hace  ó  respondiese 
mi  señora  ai/ues/e  dia? 
Aquí  me  pongo  en  parada 
por  estar  mejor  alerta. 


Alcanda. 


Florina,  cierra  esa  puerta. 
Señora,  ja  está  cerrada. 
¡Oh  mi  remedio  y  mi  amada! 
Tras  sus  pisadas  me  voy 
por  ver  lo  que  por  mi  hoy 
hace  ó  dice  su  criada. 
¿  Qué  te  paresció ,  señora , 
del  cantar  de  esta  mañana  ? 
Tan  bien,  que  de  buena  gana 
le  escucharía  hasta  agora. 


Florina. 


Pródigo. 


Florina. 


Alcanda. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  185 

Florina.  ¿  Parésccte  que  do  mora 

tal  virtud  que  habrá  verdad? 

Pues  sabe  que  en  la  ciudad 

solo  á  tí,  señora,  adora. 

Esto  tingólo  encendido 

( aunque  no  pense  decillo ) 

en  que  ayer  me  dio  este  anillo 

j  una  saja  ha  prometido. 
Alcanda.  ¿Aquesto  me  has  escondido  ? 

Muestra  el  anillo ,  veremos. 

Vos  ni  jo  no  le  tendremos , 

vuelva  allá  donde  ha  venido. 

Y  otra  vez  de  esta  manera 

con  nuevas  no  me  vengáis , 

si  malas  pascuas  ha  jais , 

dona  sucia  j  hechicera. 

¡Mira  si  jo  soj  ramera 

de  extraños  j  forasteros , 

ó  si  me  faltan  dineros 

para  que  precie  á  un  cualquiera! 
Florina.   No  pensé  que  la  eno/ára  : 

perdóneme  tu  merced. 
Alcanda.  /  Gentil  pensar  !  Entended. 

¿Pensabais  que  me  holgara? 
Florina.  A  lo  menos  que  burlára 

de  velle.  asi  enamorado. 
Alcanda.  ¿  Y  por  qué  si  tú  le  has  dado 

á  sus  hablas  buena  cara? 

¡Mal  pecado.'  Ya  le  habrás 

dado  cuenta  de  quien  soj , 

de  lo  que  hago  j  á  do  voj , 
j  de  todo  lo  demás. 


186  CATÁLOGO 

Fr.oniNA.  Por  cierto,  nunca  ¡amas 

d  él  ni  ú  nadie  tal  di. 
AlCANDA.  llora  quilate  de.  ahí: 

no  hablemos  en  esto  mas. 
PnÓDIGO.  Ya  jo  rnc  maravillaba 

de  suerte  tan  favorable. 

j  Oh  mi  ventura  mudable  ■' 

y  cudn  engañado  estaba. 

Fclisero  aconseja  á  Pródigo  que  desista  de  aquella  solici- 
tud ;  ]>ero  Florina  á  pesar  de  lodo  lo  ocurrido  anima  su  es- 
peranza, y  le  dice  que  no  liaría  mal  en  valerse  de  la  media- 
ción de  una  vieja  alcahueta  (pie  vive  alli  cerca  :  Pródigo  des- 
pués de  regalará  Florina,  \a  ;i  \ersc  con  Briana  (que  asi 
se  llama  la  alcahueta),  la  cual  en  fuerza  de  las  dádivas  que 
recibe,  se  pone  en  camino  para  favorecer  los  amores  de  Pró- 
digo. Acto  quinto.  Felisero,  vista  la  perdición  inevitable  de 
SU  amo,  y  no  atreviéndose  á  volver  á  casa  de  Ladan  ,  se  1,1 
con  resolución  de  hacerse  ermitaño:  Alcanda  hace  echar  á  la 
Briana  de  su  casa  á  palos  y  golpes  que  le.  dan  sus  criados: 
Lizan  y  Cerbero  rufianes,  amigos  de  la  vieja,  la  encuentran 
en  la  calle  y  la  llevan  á  su  casa  ,  en  donde  Pródigo  la  estaba 
esperando:  refiérele  el  mal  éxito  de  su  mensage,  y  se  lamen- 
ta de  que  los  criados  de  Alcanda  le  han  quitado  todo  el  di- 
nero que  tenia:  Pródigo  para  consolarla  la  socorre  con  do- 
blada cantidad,  y  «"i  instancias  de  la  Briana  recibe  en  su  ser- 
vicio á  Lizan  y  Cerbero  :  va  con  ellos  á  rondar  la  calle  de 
Alcanda,  y  signe  este  diálogo. 

Pródigo.   T'enid  conmigo  los  dos: 
lleguemos  aqui ,  veamos; 
a  propio  tiempo  llegamos. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  187 

Labrando  está  me  parece , 

dejadme  ver  qué  se  ofrece. 
Lizan.  . . .  Al  propósito  topamos. 
Alcanda.  ¿Do  vas,  negro?  ven  acá, 

ve  y  llama  á  aquel  caballero 

que  parcsce  forastero  ; 

veremos  qué  nos  dirá  , 

que  por  ventura  vendrá 

de  Flandes ,  do  está  mi  padre : 

que  todo  el  mal  de  mi  madre 

es  por  no  saber  do  está. 
Negro...  Allégate  acá ,  señor, 

que  te  llama  mi  señora. 
Pródigo.   No  vengamos  en  mal  hora , 

mas  la  muerte  me  es  favor. 
Negro.  . .  Entra  dentro  al  corredor , 

que  hora  se  pone  á  labrar. 
Alcanda.  ¿Osado  sois  de  aquí  entrar , 

deci ,  don  perro  traidor? 

¿  Paréceos  bien  enviarme 

una  rapaza  indiscreta. , 

y  una  pública  alcahueta , 

que  eran  para  disfamarme? 

¿  Habia  jo  de  fiarme 

á  humo  muerto  en  cualquiera  ? 
Pródigo.  Quien  tal  ha  hecho  que  muera : 

no  quiero  mas  disculparme. 
Alcanda.  Diréis  no  haber  conocido 

por  no  ser  de  la  ciudad; 

mas  donde  hay  sagacidad , 

todo  en  un  hora  es  sabido. 

Otro  aviso  he  yo  tenido 


188  CATÁLOGO 

algo  mas  disimulado , 

que  á  la  muchacha  he  mesado 

y  á  la  vieja  he  sacudido. 

Sabe  Dios  cuanto  pesar 

que  me  quedaba  por  vos. 

Mira  si  debéis  á  Dios 

con  tal  esclava  topar. 
Pródigo.   Imagen  para  adorar 

he  yo ,  señora ,  topado. 
Ai.canda.  No,  sino  sierva ,  mi  amado. 

Dejemos  hora  el  hablar , 

y  esta  noche  con  la  escala 

vuelve ,  señor ,  muy  secreto  ; 

que  sin  falta  te  prometo 

de  te  esperar  en  la  sala, 

porque  la  puerta  es  tan  mala 

que  rechina  que  es  espanta. 

Hora  ve ,  descansa  en  tanto , 

Dios  nuestro  Señor  te  va  tu. 
Prodigo.  ¿Es  posible  que  soy  yo 

quien  tanto  bien  ha  alcanzado  P 

f  Oh  yo  bienaventurado 

mas  que  cuanto  Dios  crio .' 

Quien  no  se  determinó 

no  sabe  lo  que  ha  perdido, 

que  mas  que  fortuna  ha  sido 

el  que  nunca  la  temió. 

Vuelve  Pródigo  á  casa  de  la  Briana,  le  cuenta  todo  lo 
que  le  acaba  de  suceder,  y  ella  dice: 

Al  diablo  yo  las  doy 
aquestas  muy  desdeñosas , 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.     1 89 

que  estas  son  las  mas  mañosas; 
Jesú ,  fuera  de  mi  estoy. 
Entra  agora  allá,  señor, 
dirás  estas  maravillas 
ti  aquellas  mozas  bobillos 
porque  sepan  qué  es  amor , 
y  sepan  qué  es  dar  dolor , 
y  después  á  manos  llenas 
concediendo  tras  las  penas 
el  descanso  y  el  favor. 
Hora  yo  estoy  espantada 
de  ver  la  sagacidad , 
la  malicia  y  la  maldad 
de  esta  edad  desventurada. 
¡Que  una  muchacha  encerrada 
tuviese  tales  rodeos.' 
Mira  quien  vio  sus  jneneos , 
y  la  vio  tan  enfadada. 
Maldito  el  que  es  menester 
bienquerencias  ni  terceras, 
que  ellas  tienen  sus  maneras 
con  que  se  dan  á  entender: 
todas  saben  no  querer , 
mas  no  todas  defensor  se  ; 
y  todas  saben  negarse, 
pero  pocas  fuertes  ser. 
Rapazas  que  aun  alimpiarsc 
no  saben  ni  son  criadas , 
las  veréis  ya  requebradas 
á  las  ventanas  pararse, 
de  los  que  pasan  burlarse 
con  sus  risitas  y  señas; 


190 


CATÁLOGO 


y  no  son  tan  duras  penas 
que  no  vengan  á  quebrarse. 

La  Briana  concierta  con  Lizan  y  Cerbero  que  á  la  noche 
cuando  vaya  Pródigo  á  ver  á  Alcanda  le  hagan  caer  de  la 
escala  al  subir  ó  bajar  por  ella,  y  aprovechando  la  acción  le 
roben  cuanto  tiene  para  repartirlo  entre  los  tres.  Acto  sex- 
to. Pródigo  disfrazado  con  un  mal  vestido  que  le  ha  dado  la 
Briana  (para  quitarle  el  suyo)  va  á  la  cita  acompañado  de 
sus  nuevos  servidores:  ponen  la  escala,  y  entra  Pródigo  por 
una  ventana  al  cuarto  de  Alcanda:  después  de  un  diálogo  en 
que  Cerbero  y  Lizan  tratan  de  la  bellaquería  que  tienen  re- 
suelta, sale  Pródigo,  y  al  bajar  por  la  escala  le  dejan  caer  al 
suelo,  le  quitan  el  bolsón  del  dinero  disimuladamente,  y  le 
conducen  á  casa  de  Briana:  fingen  que  van  á  buscará  un  ci- 
rujano y  desaparecen  para  no  volver:  Pródigo  quejándose  de 
su  caida  y  echando  de  ver  que  aquellos  picaros  le  han  quita- 
do el  dinero,  pide  á  la  Briana  que  le  disponga  una  cama;  pe- 
ro ella,  que  ya  nada  tiene  que  esperar,  le  echa  de  su  casa  y  le 
deja  en  la  calle,  solo,  á  media  noche,  lloviendo,  desfallecido, 
sin  un  cuarto,  y  Heno  de  dolores  en  todo  su  cuerpo:  ve  á 
un  caballero  que  va  á  entrar  en  su  casa;  le  pide  limosna,  y 
el  caballero  manda  que  le  den  un  pan:  de  alli  se  encamina 
al  hospital,  y  no  le  quieren  recibir:  vuelve  á  buscar  al  caba- 
llero, ruégale  encarecidamente  que  le  admita  por  criado  de 
su  casa  y  queda  recibido  para  guardar  los  puercos.  Acto  sép- 
timo. Pródigo  reducido  á  la  mayor  miseria  se  pone  en  ca- 
mino para  volver  á  casa  de  su  padre:  halla  una  ermita  y  en 
ella  á  su  criado  Felisero,  que  está  haciendo  vida  solitaria,  el 
cual  le  confirma  en  su  resolución  y  le  acompaña  hasta  que 
llegan  á  casa  de  Ladan:  Pródigo  se  echa  á  sus  pies,  le  pide 
perdón,  y  el  padre  amoroso  todo  lo  olvida  al  verle  tan  arre- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.     1 9 1 

peni  ¡do:  le  hace  poner  ricas  vestiduras  y  manda  que  se  ba- 
gan fiestas  y  alegrías  en  celebridad  de  haber  recobrado  un 
hijo  por  quien  habia  derramado  tantas  lágrimas. 

Está  muy  bien  desempeñado  el  fin  moral  de  esta  fábula, 
que  es  sin  duda  una  de  las  mejores  del  antiguo  teatro  espa- 
ñol,  bien  pintados  los  caracteres,  bien  escritas  algunas  de 
sus  escenas:  las  situaciones  se  suceden  unas  á  otras,  aunque 
no  con  particular  artificio  dramático,  siempre  con  verosimi- 
litud y  rapidez.  La  duración  del  suceso  es  indeterminada :  el 
lugar  de  la  escena  varía  continuamente,  y  no  pudiera  sin 
mucha  violencia  ponerse  ahora  en  el  teatro,  pero  en  el  tiem- 
po en  que  esta  pieza  se  compuso,  la  imaginación  de  los  es- 
pectadores todo  lo  suplia.  Existe  en  la  biblioteca  Real  de 
París. 

1555. 

86.  Anónimo.  Comedia  de  Plaulo  intitulada:  Milite  glo- 
rioso, traducida  en  lengua  castellana.  Amberes  1 5 5 5. 

1555. 

87.  Comedia  de  Plauto  intitulada:  Meneemos ,  traduci- 
da en  lengua  castellana.  Amberes  i555.  En  estas  dos  traduc- 
ciones merecen  alabanza  el  lenguaje  y  el  estilo.  Véanse  los 
dos  siguientes  trozos  sacados  de  la  primera. 

No  estás  bien  en  los  negocios ,  porgue  en  la  mala  muger 
y  en  el  enemigo  todo  cuanto  se  gasta  es  perdido ;  pero  con  el 
huésped  y  con  el  amigo  ganancia  es  lo  que  se  gasta ,  y  tengo 
por  buena  dicha  topar  con  huéspedes  de  mi  condición  ú  quien 
reciba  en  mi  casa :  come  y  huelga  y  bebe  conmigo ,  y  alégra- 
te de  mi  compañía :  libre  te  es  mi  casa  y  jo  también  soy  li- 
bre ,  quiero  gozar  de  mi  con  libertad ,  porque  por  la  miseri- 
cordia de  los  dioses  y  por  las  riquezas  que  me  concedieron, 
pude  muchas  veces  casarme  con  alguna  de  muchas  mugeres 


192  CATÁLOGO 


que  se  me  ofrecieron  de  muy  buena  casia  y  con  muc/to  dote; 
pero  no  quise  meter  en  mi  cusa  una  gruñidora  con  quien  per- 
diese mi  libertad  

Como  tengo  muchos  parientes ,  no  rne  hacen  falla  los  hi- 
jos: agora  vivo  á  mi  voluntad  y  dichosamente  siguiendo  lo 
que  se  me  antoja :  cuando  me  muriere ,  dejaré  mis  bienes  á 
mis  deudos  que  los  parlan  entre  si:  ellos  comen  conmigo ,  cu- 
ran de  mi  salud ,  vienen  á  ver  qué  hago,  si  mando  alguna 
cosa:  antes  que  amanezca  ya  están  en  mi  cámara  :  pregún- 
tateme si  he  dormido  bien  aquella  noche ,  tcngolos  en  lugar  de 
hijos:  enciunnie  presentes  y  regalos:  si  hacen  sacrificios ,  dan 
de  ellos  mu)  or  parte  á  mi  que  á  sí:  sácanme  de  mi  casa, 
llévanme  á  las  suyas  á  comer  y  cenar :  aquel  se  tiene  por 
mas  desdichado  que  me  envió  menos:  ellos  debaten  entre  si 
con  sus  presentes:  yo  callo  y  recíbalos:  desean  mis  bienes, 
pero  entretanto  consérvarilos  y  acreciéntanlos  con  los  suyos. 

Si  en  la  traducción  de  estas  coinedias  se  advierte  a  las 
veces  error  de  inteligencia  en  algunos  nasales,  omisiones  en 
otros,  expresiones  que  pertenecen  a  varias  personas  en  boca 
de  una  sola,  debe  considerarse  cuáles  serian  los  ejemplares 
latinos  que  pudo  tener  présenles  el  traductor.  Ya  se  ba  di- 
cbo  en  otra  ocasión  cuan  viciadas  iueron  las  ediciones  de 
Plauto  durante  el  siglo  XVI.  Ignórase  basta  ahora  quién  fue 
el  traductor  de  eslas  dos  piezas,  y  solo  se  infiere  por  la  de- 
dicatoria que  hace  de  ellas  al  secretario  Gonzalo  Pérez,  que 
.se  hallaba  en  Lila  empleado  en  la  Real  Hacienda. 

1556. 

88.  Juan  de  Malara.  Tragedia  de  Absalon.  No  hay  otra 
noticia  de  esta  pieza  que  la  que  dió  su  mismo  autor  en  la 
obra  intitulada  Filosofía  vulgar,  donde  dice  que  hania  com- 
puesto una  tragedia  de  Absalon. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  193 


1556. 

89.  Lope  de  Rueda.  Paso.  Introdúcense  en  él  Sigiienza  la- 
cayo, Sebastiana  mundana,  Estepa  lacayo.  Sebastiana  cuen- 
ta á  Sigiienza  una  riña  que  lia  tenido  con  otra  moza  amiga 
de  Estepa,  diciéndole  entre  otras  cosas  que  habló  muy  mal 
de  él  llamándole  ladrón  desore  jado :  Sigiienza  se  enfada  so- 
bremanera, refiere  un  caso  de  honra  en  que  se  vio  precisado 
á  deshacerse  de  las  orejas  para  defenderse  de  sus  contrarios: 
amenaza  á  todo  el  mundo  y  promete  vengar  con  estrago  es- 
pantoso las  ofensas  que  á  su  amiga  y  á  él  les  han  hecho: 
sale  Estepa,  insulta  á  Sigiienza  y  á  Sebastiana,  y  exige  que 
Sigiienza  se  desdiga  de  cuanto  ha  dicho  :  Sigiienza  lo  hace 
diciendo  que  estaba  borracho  y  que  mintió  como  un  taca- 
ño: Estepa  añade  que  se  ponga  de  rodillas  y  se  deje  dar  por 
mano  de  Sebastiana  tres  pasagonzalos  en  las  narices:  luego 
que  esto  se  hace,  Estepa  le  toma  la  espada  y  se  va  con  la 
moza.  Gracioso  diálogo  en  prosa,  buena  imitación  de  carac- 
teres y  costumbres. 

1556. 

90.  Paso.  Introdúcense  en  él  las  personas  siguientes:  Da- 
lagon,  Pancorbo  simple,  Periquillo  page ,  Peiruton  gascón, 
GuiUelmillo  page.  Dalagon  echa  de  menos  una  caja  de  turro- 
nes de  Alicante  que  tenia  sobre  el  escritorio :  llama  con  se- 
paración á  sus  criados  y  les  pregunta  quién  se  los  ha  comi- 
do :  ninguno  le  da  razón  y  se  acusan  recíprocamente :  el  amo 
se  enfada  y  les  va  dando  de  palos  uno  á  uno :  después  de  es- 
to se  acuerda  GuiUelmillo  el  page  de  que  su  amo  se  los  pi- 
dió y  los  guardó  en  el  escritorio:  Dalagon  reconoce  que  es 
cierto  lo  que  el  page  dice,  y  para  contentar  á  sus  criados 
les  promete  repartir  entre  ellos  todos  los  turrones:  consultan 
los  criados  entre  sí,  y  determinan  portarse  con  el  amo  ge- 

Tomo  I.  13 


194 


CATÁLOGO 


nerosamcnte  no  tomando  los  turrones  que  les  ofrece,  y  res- 
tituyéndole ron  puntualidad  los  palos  que.  les  dio:  asi  lo  ha- 
cen, y  Dalagon  experimenta  bien  á  su  despecho  el  desinte- 
rés de  sus  criados  recibiendo  una  gran  paliza  (pie  le  dan  en- 
tre todos.  Tiene  agudeza  la  solución  de  esta  pequeña  fábulá: 
está  escrita  en  prosa. 

1556. 

f)  i .  Comedia  de  los  engaños.  Está  escrita  en  prosa  y  di- 
vidida en  diez  escenas.  Virginio  ciudadano  romano  tuvo 
un  hijo  y  una  bija  gemelos:  perdió  al  hijo  en  la  confusión 
del  saqueo  de  Roma  en  el  aíio  de  1527,  y  se  fue  con  su 
hija  Lelia  á  vivir  á  Módena:  alli  se  enamoró  de  ella  un  man- 
cebo llamado  Lauro,  pero  después  se  aficionó  de  Clávela  hija 
de  Gerardo:  Lelia  (á  la  cual  habia  dejado  su  padre  en  un 
convento  mientras  él  iba  á  Roma  á  recuperar  alguna  parte 
de  sus  bienes)  ofendida  de  la  ingratitud  de  Lauro  se  sale 
del  convento,  y  vestida  de  hombre  entra  á  servir  de  page 
á  su  amante  con  el  designio  de  introducir  desconfianza  en- 
tre él  y  Clávela:  vuelve  Virginio  de  Roma,  halla  que  su  hija 
110  parece :  llegan  á  este  tiempo  á  Módena  un  joven  roma- 
no llamado  Fabricio  con  su  maestro  y  un  criado:  este  Fa- 
hricio  es  precisamente  el  hijo  que  Virginio  perdió  y  llora- 
ha  por  muerto,  tan  semejante  á  su  hermana  Lelia,  que  de 
esta  circunstancia  resultan  frecuentes  engaños,  confusión  y 
disturbios,  hasta  que  llega  á  declararse  quién  es  Fabricio,  y 
quién  el  fingido  page  de  Lauro ,  resultando  los  casamientos 
de  Lauro  con  Lelia  y  de  Fabricio  con  Clávela.  Esta  comedia 
en  <pie  se  hallan  algunas  lelices  imitaciones  de  Planto,  es 
muy  artificiosa  é  interesante,  aunque  en  sus  incidentes  no 
hay  toda  aquella  verosimilitud  que  pide  el  teatro.  Siguió  Lo- 
pe en  la  composición  de  esta  fábula  una  de  las  novelas  de 
Bandello,  que  se  habian  impreso  eu  Luca  en  el  año  de  i554, 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  195 

alterando  los  nombres  de  personages  y  ciudades  según  le  pa- 
reció conveniente:  en  lo  demás  imitó  mucho  el  original  ita- 
liano. Está  escrito  con  buen  lenguaje,  y  entre  las  partes  epi- 
sódicas es  muy  gracioso  el  papel  de  la  negra  Guiomar,  criada 
de  Clávela. 

1556. 

92.  Coloquio  llamado  Prendas  de  amor.  Personas  :  Me- 
nandro  pastor,  Simón  pastor,  Cilenia  pastora.  Altercan  Me- 
nandro  y  Simón  sobre  cuál  de  ellos  ha  sido  mas  favorecido 
,de  Cilenia,  la  cual  ba  dado  á  Simón  uno  de  sus  zarcillos,  y 
á  Menandro  una  sortija:  viene  Cilenia  apacentando  su  gana- 
do, y  ambos  le  ruegan  que  declare  á  cuál  de  ellos  ha  enten- 
dido favorecer  mas :  ella  rehusa  declararse  y  se  va ,  dejando 
en  manos  de  Simón  su  retrato  con  esta  letra: 

Mira  y  verás 
en  mi  cuanto  tú  querrás. 

y  en  las  de  Menandro  un  corazón  pintado  con  un  mole  al- 
rededor que  dice: 

Ya  no  tengo  mas  que  dar , 
pues  te  doy  el  corazón. 

Cada  uno  de  ellos  imagina  por  la  dádiva  y  la  letra  que 
le  acompaña  ser  el  mas  venturoso,  y  con  esta  lisonjera  pre- 
sunción ambos  quedan  contentos  y  amigos.  Está  escrito  en 
quintillas. 

1558. 

g3.  Paso.  Introdúcense  en  él  las  personas  siguientes :  Ma- 
drigalejo  lacayo  ladrón,  Molina  lacayo,  un  alguacil,  un 
page.  Madrigalejo  se  entretiene  con  Molina  refiriéndole  al- 


1 96  CATÁLOGO 

gnnos  trabajos  que  ha  pasado  con  la  justicia:  viene,  en  su 
busca  un  alguacil  á  instancias  «le  un  pagé  á  quien  Madriga- 
lejo  había  hurlado  un  libro  de  devociones:  les  hace  varias 
preguntas  y  descubre  un  lio  de  ropa  que  ocultaba  Molina 
por  encargo  de  Madrigalejo  :  los  hace  atar  á  entrambos  y 
los  lleva  á  la  cárcel  prometiéndoles  que  saldrán  muy  pron- 
to de  allí  para  las  galeras.  Diálogo  en  prosa. 

Lope  de  Rueda,  natural  de  Sevilla,  lúe  batidor  de  oro: 
cediendo  al  impulso  que  le  inclinaba  al  teatro,  se  hizo  actor 
y  autor,  y  formando  una  pequeña  compañía  corrió  las  pro- 
vincias y  principales  ciudades  de  España.  En  Sevilla,  Cór- 
doba, Granada,  Valencia,  Toledo,  Madrid,  Segovia  y  Valla- 
dolid  representó  con  extraordinario  aplauso  del  público  sus 
mismas  obras.  Todas  las  hizo  imprimir  después  de  su  muer- 
te su  amigo  Juan  de  Timoneda.  Se  ha  perdido  la  edición  de 
sus  Coloquios  en  verso,  que  en  aquel  tiempo  se  eslimaron 
como  lo  mejor  que  salió  de  su  pluma  ,  y  solo  ha  quedado 
el  de  las  Prendas  de  amor.  Las  cuatro  Comedias,  los  dos 
Coloquios,  los  diez  Pasos  (todo  en  prosa)  y  el  Coloquio  en 
verso,  se  publicaron  en  Valencia  por  el  citado  Timoneda 
en  los  años  de  1567  y  1S70.  Parte  de  estas  obras  se  impri- 
mieron en  Sevilla  y  en  Logroño.  Floreció  Lope  de  Rueda 
desde  los  años  de  1 5 4 4  en  qi,e  empezó  á  darse  á  conocer, 
hasta  el  de  1  S60,  en  que  probablemente  murió.  En  el  de  1  558 
representó  en  Madrid  y  en  Segovia,  y  en  aquel  año  le  vie- 
ron sin  duda  en  la  corle  Miguel  de  Cervantes  y  Antonio  Pé- 
rez, haciendo  ambos  mención  de  haber  sido  testigos  de  su 
habilidad  y  de  sus  aplausos.  Murió  en  Córdoba,  y  el  Cabil- 
do de  aquella  catedral  le  hizo  enterrar  en  la  nave  principal 
de  ella  entre  los  dos  coros:  honor  concedido  á  un  cómico, 
y  en  aquel  tiempo,  que  manifiesta  cuánta  lúe  la  estimación 
que  hicieron  de  él  sus  contemporáneos;  pero  la  posteridad 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  197 

mas  injusta  ha  dejado  perecer  y  olvidar  el  depósito  de  sus 
cenizas,  que  ocupan  ya  desconocido  y  común  sepulcro. 

1558. 

94.  Anónimo.  Farsa  llamada  Róstela,  nuevamente  com- 
puesta ,  en  la  que  se  introducen  las  personas  siguientes:  Pa- 
lomeo padre  de  Floriseo ,  liosiela  dama ,  Floriseo  galán,  Jus- 
tina criada  ,  Cambano  padre  de  Benito  bobo ,  Pitiamarte 
criado  de  Palomeo,  Marigreja  y  Pablos  Gil.  Cuenca  i55  8. 

Amores,  diálogos  pastoriles,  gracias  del  Lobo,  niños  ro- 
bados en  la  cuna  ,  reconocimientos  y  otros  incidentes  ro- 
mancescos muy  usados  por  los  dramáticos  de  aquel  tiempo. 
La  versificación  es  bástanle  buena. 

1559. 

g5.  Juan  de  Timoneda.  Comedia  de  los  Meneemos ,  pues- 
ta en  gracioso  estilo  y  elegantes  sentencias.  Valencia  i55g. 
Timoneda  tradujo  libremente  en  prosa  esta  comedia  de  Plan- 
to:  suprimió  con  inteligencia  dos  personages  poco  necesarios, 
varió  el  prólogo  ,  quitó  los  soliloquios  inútiles  de  Penículo 
en  el  primer  acto,  y  en  el  tercero  el  de  Meneemos,  casa- 
do en  el  cuarto  ,  y  el  de  Mcsenio  en  el  quinto.  Dió  muy 
oportunamente  mayor  extensión  á  algunas  escenas,  á  otras 
mas  naturalidad,  mejoró  el  desenlace  y  conservó  en  toda  la 
pieza  la  gracia  y  ligereza  cómica  del  autor  latino.  Precede  á 
la  comedia  un  prólogo  en  que  hablan  el  dios  Cupido  y  tres 
pastores. 

1559. 

96.  Comedia  llamada  Cornelia  :  es  muy  sentida  ,  gra- 
ciosa y  regocijada.  Valencia  1559.  Esta  comedia,  por  el  gus- 
to de  las  que  entonces  se  admiraban  en  Italia ,  tiene  algunas 
situaciones  imitadas  de  El  Nigromante  de  Ariosto.  Está  es- 


198  CATÁLOGO 

crila  en  prosa  con  muy  buen  lenguaje,  el  diálogo  es  rápido 
y  natural,  abunda  en  chistes  cómicos  no  siempre,  decentes, 
pero  en  las  costumbres  libres  de  aquella  edad  hallaban  aplau- 
so. La  exposición  de  esta  pieza  es  muy  defectuosa  ,  y  sin  el 
prólogo  separado  que  le  precede  nada  se  sabria  de  los  ante- 
cedentes que  motivan  la  fábula.  Poseía  un  ejemplar  impreso 
de  eslas  dos  comedias  D.  Ramón  Cabrera,  individuo  de  la 
Real  Academia  española. 

1560. 

97.  Anónimo.  Paso.  Interlocutores:  Monserrale  simple, 
Coladilla  page ,  Valverde  doctor  ,  Jumilla  muger ,  alguacil 
Porqueron.  La  escena  es  en  Valencia.  Coladilla  sabiendo  que 
va  á  venir  una  muger  de  Rusafa  á  consultar  á  su  amo  el 
médico  sobre  una  dolencia  que  padece  su  madre,  persuade 
á  Monserrale  su  compañero  á  que  se  vista  las  ropas  del  doc- 
tor que  aún  está  durmiendo  y  finja  ser  el  mismo,  á  fin  de 
recibir  dos  reales  y  un  bollo  que  sabe  que  traerá  la  muger : 
viene  ésta,  y  Monserrate  sentado  y  Coladilla  detras  que  le 
va  dictando  lo  que  ha  de  decir,  le  preguntan  sobre  la  enfer- 
medad de  su  madre,  y  Monserrate  le  prescribe  los  remedios, 
equivocando  con  disparates  cuanto  Coladilla  le  dice  al  oido. 
La  muger  da  los  dos  reales  y  el  bollo,  y  Monserrate  la  hace 
llevar  una  redoma  de  bebida  blanca  que  estaba  debajo  de  la 
cama  de  la  médica,  encargándola  que  se  la  haga  beber  á  la 
enferma:  se  va  la  muger,  viene  el  doctor  Valverde,  y  ha- 
llando á  Monserrate  vestido  con  sus  ropas  se  enfada  y  riñe: 
vuelve  la  muger  acompañada  de  un  alguacil  lamentándose  de 
que  por  haber  dado  á  su  madre  un  poco  de  lo  que  contenia 
la  redoma  acaba  de  espirar.  La  supuesta  bebida  era  una  di- 
solución de  solimán  con  que  se  lavaba  la  médica :  el  algua- 
cil se  lleva  á  la  cárcel  á  los  criados  del  doctor  y  al  doctor 
con  ellos.  Diálogo  en  prosa. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  199 


1560. 

98.  Paso  de  los  ladrones  en  el  cual  se  introducen  las 
personas  siguientes:  Cazorla  viejo  ladrón,  Buitrago  ladrón 
nuevo,  Salinas  ladran  nuevo ,  Joan  de  Buenalma  simple.  Es- 
tá escrito  en  prosa:  parece  que  se  quiere  figurar  la  escena  en 
Valencia:  Salinas  y  Buitrago  se  recomiendan  á  Cazorla  para 
que  les  instruya  en  el  oficio  de  que  son  principiantes:  Ca- 
zorla les  da  varios  consejos  sobre  lo  que  deberán  practicar 
si  llegan  á  caer  en  manos  de  la  justicia  para  salir  menos  mal 
de  los  interrogatorios ,  de  los  careos  y  del  potro :  les  refiere 
varios  ardides  de  que  ha  usado  durante  su  larga  carrera,  y 
les  da  alguna  noticia  de  la  nomenclatura  germanesca  usada 
entre  los  de  su  ejercicio:  sale  Joan  de  Buenalma  con  una 
cesta  de  huevos,  traman  conversación  con  él  Buitrago  y  Sa- 
linas: éste  le  desafia  á  saltar  á  pie  juntillas,  y  como  Joan 
de  Buenalma  le  desprecia  y  dice  que  en  conciencia  no  puede 
apostar  con  él  por  la  conocida  ventaja  que  le  lleva,  dispo- 
nen que  salte  con  los  pies  y  los  brazos  atados:  él  se  aviene  á 
ello,  y  al  ir  á  dar  el  sallo,  ve  que  Salinas  se  escapa  lleván- 
dose el  dinero  apostado:  Buitrago,  á  quien  dió  á  guardar  el 
capote,  se  va  en  seguimiento  del  otro:  Cazorla  con  la  cesta 
de  los  huevos  echa  é  correr  detras  de  los  dos,  y  Joan  de 
Buenalma  se  queda  atado  de  brazos  y  pies,  sin  dinero,  sin 
capote  y  sin  cesta.  El  juego  de  teatro  suple  en  esta  pieza  la 
falta  de  acción. 

1560. 

99.  Paso:  introdúceme  en  él  las  personas  siguientes:  Gu- 
tiérrez de  Santibañez  lacayo  mozo :  Inesa  López  fregona :  Ro- 
drigo del  Toro  simple:  Salmerón  amo.  Está  escrito  en  prosa. 
Gutiérrez  á  quien  Bodrigo  del  Toro  tiene  encargado  que  le 
busque  una  novia,  concierta  con  Inesa  hacerle  una  burla,  y 


200 


CATÁLOGO 


viéndole  venir  con  un  pialo  de  confitura  que  lleva  á  nnas 
monjas,  Gutiérrez  le  dice  (enseñándole  á  Inesa)  que  aquella 
es  la  novia  que  ha  encontrado  mas  á  propósito  para  él:  Ro- 
drigo conviene  desde  luego  en  casarse  con  ella,  y  á  Calta  de 
colación  para  celebrar  el  contrato  Gutiérrez  le  propone  que 
puede  suplir  el  plato  de  confitura,  dando  después  á  su  amo 
cualquiera  disculpa  de  haberle  perdido;  y  esto  dicho,  se  lle- 
va Gutiérrez  el  plato,  Inesa  enamora  á  Rodrigo,  y  él  lleno 
de  empacho,  solo  acierta  á  decir  simplezas:  estando  en  esto, 
viene  Gutiérrez  disfrazado  de  muger,  reconviene  á  Rodrigo 
de  que  la  deja  por  otra  olvidando  las  obligaciones  que  le 
debe:  Rodrigo  se  embrolla  con  las  voces  y  altercaciones  de 
las  dos:  sale  su  amo,  averigua  el  caso  y  trata  de  oir  á  en- 
trambas, para  decidir  cual  tiene  razón:  por  ultimo  deter- 
mina que  debe  casarse  con  la  disfrazada:  Rodrigo  fastidiado 
de  una  y  otra  no  quiere  ser  marido  de  ninguna:  toma  el 
bastón  de  su  amo,  embiste  con  ellas  y  desenlaza  a  palos  la 
fábula. 

Timoneda  publicó  los  tres  pasos  precedentes  en  una  co- 
lección que  intituló  Registro  de  Representantes. 

1560. 

loo.  Alonso  de  la  Vega.  Comedia  llamada  Tolomea.  Ar- 
gumento. En  la  ciudad  de  Alejandría ,  muy  magníficos  au- 
ditores,  había  dos  mercaderes,  el  uno  llamado  Cosme  Ale- 
jandrino, y  el  otro  Marco  Cesar:  el  Marco  Cesar  tenia  un 
hijo ,  y  Cosme  Alejandrino  un  hijo  y  una  hija  dicha  Argen- 
tina: estos  dos  hijos  fueron  criados  por  una  ama,  la  cual 
adrede  los  trastrocó ,  que  dio  á  cada  cual  padre  el  que  no  era 
su  hijo  y  fueron  llamados  los  dos  por  un  nombre  dichos  To- 
lomeos:  semejáronse  tanto  en  estatura  y  gesto,  que  cualquie- 
ra que  los  veia  lomaba  el  uno  por  el  otro:  allegándose  á  edad 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §01 

de  casarse ,  el  Marco  Cesar  pensando  que  era  su  hijo  el  que 
tenia ,  trató  casamiento  para  que  casase  con  Argentina  hija 
de  Cosme  Alejandrino ,  y  por  ser  forzado  de  ir  á  Florencia 
diéronse  los  viejos  tan  solamente  las  manos :  Tolomeo  hijo  de 
Marco  Cesar,  que  estaba  en  casa  de  Cosme  Alejandrino ,  ha- 
bíase ja  juntado  con  Argentina  y  la  tenia  preñada :  ella  de 
pensar  que  de  su  hermano  ( no  lo  siendo )  se  había  empreña- 
do ,  y  que  de  otra  parte  el  casamiento  estaba  efectuado  con 
Tolomeo  de  Marco  Cesar ,  no  sabia  que  medio  se  tomase.  Al 
fin  ( si  están  vuestras  mercedes  atentos)  verán  corno  pare,  y 
en  cuantos  infortunios  se  ve  el  pobre  niño ,  y  de  qué  arte  y 
suerte  se  viene  á  descubrir  cuyo  hijo  es  cada  uno,  con  lo  de- 
mas  que  la  comedia  pretende  representar  delante  tan  agra- 
decidos señores.  Y  queden  con  Dios.  Esta  comedia  es  por  ex- 
tremo desatinada:  son  interlocutores  en  ella  un  nigromante, 
un  endriago,  el  dios  Febo,  el  dios  Cupido,  Orfeo,  Medea  y 
un  diablo  :  la  escena  es  en  Alejandría  y  en  los  montes  de 
Armenia:  el  tiempo  ilimitado:  la  acción  inverosímil,  inde- 
cente, confundida  con  episodios  inconexos:  el  lenguaje  y  es- 
tilo nada  tienen  que  disculpe  sus  faltas.  Está  escrita  en  pro- 
sa y  distribuida  en  ocho  escenas. 

1561. 

ioi.  Juan  de  Malara.  Comedia  (se  ignora  el  título)  en 
elogio  de  la  villa  de  Utrera. 

Juan  de  Malara,  maestro  de  humanidades  en  Sevilla  su 
patria,  escribió  entre  varias  obras  que  le  dieron  estimación 
la  Filosofía  vulgar ,  que  contiene  mil  refranes  glosados,  un 
poema  en  octavas  intitulado  Hércules,  otro  en  verso  suelto 
dividido  en  doce  libros  que  intituló  Psique ,  y  otro  del  mar- 
tirio de  santa  Justa  y  Rufina  en  versos  latinos  y  castella- 
nos. El  mismo  da  noticia  en  su  obra  de  la  Filosofía  vulgar 


202  CATALOGO 

«le  haber  compuesto  una  tragedia  de  Absalon ,  y  una  come- 
dia intitulada  Locusta,  que  se  représenlo  en  las  escuelas  de 
Salamanca  en  el  año  de  1 548 ,  de  las  cuales  se  ha  lieclio  ya 
mención  en  esle  catálogo.  En  cuanto  á  la  presente  comedia, 
no  liay  otra  indicación  de  ella  que  la  que  dio  Rodrigo  Caro 
en  las  Antigüedades  de  la  villa  de  Utrera,  diciendo  que  en 
el  año  de  i56i  se  representó  en  Utrera  una  comedia  en  ver- 
so del  maestro  Juan  de  Malara,  que  tal  vez  fue  la  primera  que 
se  escribió  en  verso  en  España  (en  lo  cual  se  equivocó)  y 
que  principiaba  asi : 

Villa  de  Utrera  ,  noble  y  venturosa. 

No  se  sabe  si  esta  y  las  demás  piezas  dramáticas  de  Ma- 
lara llegaron  á  imprimirse.  Juan  de  la  Cueva  su  compatrio- 
ta le  llama  Menandro  bélico,  y  dice  que.  compuso  mil  trage- 
dias, y  mereció  mucha  alabanza  por  haber  alterado  el  uso 
antiguo  conformándose  con  el  nuevo:  expresiones  que  redu- 
cidas á  su  justo  valor  quieren  decir  que  Malara  compuso 
muchas  piezas  dramáticas  poco  arregladas  á  los  principios 
del  buen  gusto  y  muy  aplaudidas  en  su  tiempo.  No  hay  otra 
noticia  de  este  autor:  la  época  en  que  dió  sus  obras  al  tea- 
tro debió  ser  desde  el  año  de  1548  hasta  el  de  1570  con 
poca  diferencia. 

1561. 

101.  Pedro  Suarez  de  Robles.  Danza  del  santísimo  na- 
cimiento de  nuestro  Señor  Jesucristo ,  al  modo  pastoril,  com- 
puesta por  Pedro  Suarez  de  Robles ,  clérigo  de  evangelio,  na- 
tural de  Ledesma.  Son  interlocutores  un  ángel  y  ocho  pasto- 
res ;  el  primero  se  llama  Antón ,  el  segundo  Rebanado ,  el 
tercero  Pascual,  el  cuarto  Toral,  el  quinto  Ptl/ejon ,  el  sex- 
to Peí  ayo,  el  séptimo  Rebollo,  el  octavo  Tereso,  san  José  y 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §03 

nuestra  Señora  ,  y  el  niño  Jesús  ( este  no  habla )  y  otros 
cuatro  ángeles  que  estarán  con  cuatro  ciriales  junto  al  naci- 
miento, y  á  su  tiempo  cantarán  un  villancico.  Impreso  en 
Madrid  aüo  de  i56i.  Nada  se  sabe  de  este  autor.  La  compo- 
sición citada  es  muy  curiosa  por  cuanto  en  ella  se  ve  la  dis- 
posición de  estos  dramas  sagrados,  cuyo  uso  duró  tantos 
años  en  las  iglesias  de  España.  Al  empezar  la  obra  se  ex- 
plica la  situación  y  movimientos  de  los  personages  en  esta 
forma:  Han  de  salir  los  pastores  en  dos  hileras  repartidos; 
delante  de  ellos  el  que  tañe  el  psalterio  ó  tamborino:  al  son 
irán  danzando  hasta  en  medio  de  la  iglesia ,  y  allí  harán 
algunos  lazos ,  y  tras  de  los  pastores  irán  los  ángeles  con  los 
ciriales,  y  si  hubiere  aparejo  ocho  ángeles  que  llevan  el  pa- 
lio del  Santísimo  Sacramento ,  y  debajo  irá  nuestra  Señora 
y  san  José ,  y  llegarán  hasta  las  gradas  del  altar  mayor, 
y  allí  estará  una  cuna  á  modo  de  pesebre ,  y  allí  pondrán  al 
niño  Jesús ,  y  de  rodillas  nuestra  Señora  y  san  José  puestas 
las  manos  como  contemplando ;  los  ángeles  repartidos  á  un 
lado  y  á  otro ,  y  mirando  hacia  el  niño ,  y  estando  de  esta 
manera  acabarán  los  pastores  de  danzar :  y  luego  saldrá 

un  ángel  al  pulpito  y  dirá  lo  siguiente  y  los  pastores 

oyendo  la  voz  mostrarán  espantarse  mirando  para  arriba  á 
una  y  otra  parte.  El  orden  con  que  está  dispuesto  el  diálo- 
go, la  danza  y  música  es  este.  Anuncia  el  ángel  el  nacimien- 
to de  Jesucristo  á  los  pastores  y  desaparece  :  los  ángeles  del 
nacimiento  cantan  un  villancico  en  alabanza  del  hijo  de  Dios: 
oyen  los  pastores  aquella  música  y  determinan  ir  á  adorar 
al  recien  nacido,  y  se  van  danzando  á  donde  está  el  pese- 
bre: sigue  después  un  villancico  entre  los  ángeles  y  los  pas- 
tores: llegan  éstos,  y  san  José  les  da  la  bienvenida:  cada  uno 
de  ellos  dice  un  par  de  coplas,  ofrece  su  presente  al  niño,  y 
danza:  san  José  agradece  sus  dones:  la  Virgen  ruega  á  su 


20.* 


CATÁLOGO 


hijo  que.  favorezca  á  aquellos  pastores,  y  ella  por  su  parte 
les  promete,  ampararlos  y  ser  abogada  suya.  Concluye  la 
fiesta  con  otro  villancico  en  que  cantan  y  bailan  los  ángeles 
y  los  pastores,  alternando  las  coplas  con  este  estrivillo: 

Acá  en  Belén  nace  nuestro  Dios: 
nace  de  María  para  bien  de  nos. 

1562. 

103.  Anónimo.  Comedia  llamada  Feliciana.  Juan  de  Ti- 
moneda  en  su  colección  de  novelas  intitulada  Patrañuelo, 
impresa  en  Valencia  año  de  i566,  al  fin  de  la  patraña  XIII 
dice :  De  este  cuento  pasado  hay  hecha  comedia  que  se  llama 
Feliciana.  No  se  sabe  otra  cosa  de  esta  pieza  ni  del  autor 
que  la  compuso. 

1562. 

104.  Alonso  de  la  Vega.  Tragedia  llamada  Serafina. 
Argumento.  La  pieza  se  divide  en  ocho  escenas  y  está  escri- 
ta en  prosa.  Serafina  hija  de  un  Cardenal  y  de  una  matro- 
na romana  vive  en  Ñapóles  en  casa  de  Alberto,  á  quien  su 
padre  la  envió  siendo  niña  para  que  la  educase  :  joven  ya, 
hermosa  y  rica,  la  solicitaron  varios,  y  entre  ellos  dos  prín- 
cipes de  Italia  que  se  hacen  por  sus  amores  una  guerra  cruel  t 
Marco  Atanasio,  hijo  de  Alberto,  está  igualmente  enamora- 
do de  ella,  pero  solo  recibe  desprecios:  sueña  Serafina  que 
habia  de  ser  casada  con  el  hombre  mas  bello  del  mundo: 
consulta  sobre  esto  á  un  nigromante,  y  le  dice  éste  que  el  mas 
helio  hombre  del  mundo  es  el  Amor:  esto  sabido  no  aspira 
á  mas  la  doncella  que  á  conocerle,  verle  y  tratarle,  y  ofre- 
cerse á  su  voluntad:  solo  ama  al  Amor,  todos  los  hombres 
son  para  ella  indiferentes:  buscando  al  Amor  se  le  aparece 
una  ninfa,  y  en  su  compañía  Paris  y  Narciso:  la  ninfa  le 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §05 

dice  que  viene  de  parte  del  dios  Cupido  á  presentarle  aque- 
llos dos  jóvenes  los  mas  hermosos  que  ha  visto  el  mundo 
para  que  elija  entre  los  dos  el  que  mas  le  guste:  Serafina  in- 
siste en  que  solo  quiere  al  Amor,  y  las  visiones  desaparecen: 
entretanto  Alberto  echa  de  su  casa  á  su  hijo  Atanasio  por- 
que se  obstinaba  en  ser  amante  de  su  pupila:  el  hijo  valién- 
dose de  un  criado  roba  á  su  padre  el  cofre  del  dinero  para 
atender  á  sus  urgencias:  la  justicia  le  coge  con  el  hurto:  el 
padre  conviene  desde  luego  en  que  será  menester  ahorcarle, 
pero  á  ruegos  de  Serafina  todo  se  compone  :  ésta  agitada 
siempre  de  la  manía  de  buscar  y  conocer  al  Amor,  ve  apa- 
recerse repentinamente  dos  salvages  que  le  enseñan  en  un 
escudo  la  pintura  de  Cupido:  queda  absorta  á  vista  de  tanta 
hermosura,  y  los  salvages  le  echan  una  cadena  al  cuello  y 
se  la  llevan  presa  á  la  lloresta  solitaria  por  el  atrevimiento 
de  haberse  querido  igualar  con  un  dios,  de  quien  solo  pue- 
de aspirar  á  ser  esclava:  Marco  Atanasio  se  va  por  los  mon- 
tes quejándose  de  la  ingratitud  de  su  señora,  é  invoca  á  Cu- 
pido para  que  le  favorezca  :  viene  Cupido  inmediatamente  y 
le  da  su  arco  y  una  Hecha  para  que  en  caso  necesario  se  la 
dispare  á  Serafina  :  muda  Atanasio  su  vestido  en  otro  pas- 
toril, sale  al  encuentro  de  su  querida,  le  habla  amorosamen- 
te, y  ella  sigue  despreciándole:  él  entonces  le  dispara  la  sae- 
ta, y  cae  Serafina  sin  sentido:  viendo  Atanasio  que  no  se 
mueve  ni  responde  la  cree  muerta,  saca  un  puñal  y  se  quita 
la  vida:  Serafina  vuelve  en  sí,  y  enamorada  ya  de  Atanasio 
le  halla  muerto,  sácale  el  puñal  que  tiene  clavado  en  el  pe- 
cho y  con  él  se  mata.  Todo  lo  que  sigue  á  esto  en  la  escena 
octava  es  un  conjunto  de  impertinencias  añadidas  á  la  mons- 
truosa y  extravagante  fábula  que  el  autor  se  atrevió  á  lla- 
mar tragedia. 


206 


CATÁLOGO 


1563. 

10 5.    Comedia  de  la  duquesa  de  la  Rosa.  Preceden  á  esta 
comedia  el  introito  y  el  argumento.  El  intróito  escrito  en 
prosa  por  el  gusto  de  Lope  de  Rueda  es  muy  ingenioso,  y  el 
estilo  llorido  y  elegante.  La  comedia  igualmente  en  prosa 
no  tiene  división  alguna  de  actos  ni  de  escenas.  Una  infanta 
de  Dinamarca  se  aficionó  en  su  juventud  á  un  infante  de 
España  llamado  Dulcelirio,  que  estuvo  algún  tiempo  en  la 
corle  del  rey  su  padre:  al  despedirse  Dulcelirio  le  dio  la  in- 
fanta un  anillo  para  memoria  de  su  inclinación:  casó  des- 
pués la  infanta  en  Francia  con  el  duque  de  la  Rosa:  empezó 
a  enfermar  de  grave  dolencia,  y  le  aconsejaron  que  fuese  en 
peregrinación  á  Santiago  de  Galicia  para  implorar  del  santo 
Apóstol  el  restablecimiento  de  su  salud  :  hizo  en  efecto  su 
romería;  sus  achaques  desaparecieron,  y  á  la  vuelta  pasan- 
do por  Burgos  la  hospedó  en  su  palacio  (sin  darse  á  cono- 
cer) el  infante  Dulcelirio;  pero  al  despedirse,  dándole  de  be- 
ber, le  echó  en  la  copa  el  anillo  que  habia  recibido  de  ella 
en  Dinamarca:  la  duquesa  le  reconoce,  pero  no  dándose  por 
entendida  sigue  su  camino  y  llega  felizmente  á  la  presencia 
de  su  esposo  :  un  mayordomo  del  duque  enamorado  de  su 
ama  se  atreve  á  declararle  su  pasión:  ella  le  reprende  áspe- 
ramente d  ¡riéndole  que  si  no  desiste  de  aquella  indecente  so- 
licitud dará  cuenta  de  ello  á  su  marido.  El  mayordomo  en- 
gañando á  un  hermano  suyo  hace  que  vaya  á  esconderse  de- 
tras de  las  cortinas  de  la  cama  de  la  duquesa,  y  entretanto 
avisa  al  Duque  de  que  la  señora  le  es  infiel,  y  le  hace  ma- 
leficio: van  todos  allá,  sale  de  entre  las  cortinas  el  hermano 
del  mayordomo,  y  éste,  antes  que  el  otro  pueda  hablar  pa- 
labra, le  mata  á  puñaladas:  queda  presa  la  señora  y  conde- 
nada á  muerte  si  en  el  término  de  tres  meses  no  se  presen- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §07 

ta  algún  caballero  que  la  defienda:  ella  escribe  á  Dulcelirío 
lo  que  le  pasa-,  llega  el  mensagero  á  Burgos  en  cosa  de  un 
minuto:  el  infante  le  responde  que  no  puede  encargarse  de 
su  defensa;  pero  sin  embargo  se  viste  de  fraile,  va  a  Fran- 
cia en  otro  minuto,  halla  modo  de  introducirse  con  la  du- 
quesa, y  ésta  sin  reconocerle  se  confiesa  con  él:  satisfecho 
por  lo  que  resulta  de  la  confesión  de  la  inocencia  de  su  pe- 
nitente, se  presenta  armado  en  el  campo  al  tiempo  que  la 
sentencia  va  á  ejecutarse :  pelea  con  el  mayordomo  y  le  ma- 
ta: el  duque  da  gracias  al  cielo  por  tan  señalado  favor,  pero 
de  alli  á  pocos  instantes  le  da  calentura  y  se  muere  y  le  en- 
tierran :  Dulcelirio  declara  á  la  duquesa  que  él  ha  sido  el 
fraile  que  la  ha  confesado  y  el  caballero  que  la  ha  defendi- 
do; y  esto  dicho  se  casan  los  dos.  Los  que  no  gustan  de  fá- 
bulas sencillas  y  prefieren  el  género  romancesco  ( lleno  de  si- 
tuaciones tan  inesperadas  como  imposibles ),  hallarán  en  esta 
comedia  lo  que  apetecen:  la  verdad,  el  consuelo  y  el  reme- 
dio cantan  á  coros  y  dan  conversación  á  la  duquesa  cuando 
está  encerrada  en  la  torre  esperando  la  muerte  :  un  portu- 
gués muy  enamorado,  un  Tomé  Santos  bobo,  y  un  bachi- 
ller Valentin  (personages  inútiles  y  pegadizos)  son  insopor- 
tables cada  cual  en  su  género. 

Alonso  de  la  Vega  murió  en  Valencia  antes  del  año  de 
i  566.  Timoneda  imprimió  las  tres  piezas  de  que  se  ha  hecho 
mención,  y  dice,  hablando  con  el  lector  en  un  soneto  que 
las  precede : 

Tres  farsas  ó  comedias  nos  compuso 
en  prosa  castellana  tan  sentidas 
con  que  tu  pensamiento  recrease. 
Y  aquí  en  nuestra  V alenda  Dios  propuso 
sus  dias  para  él  fuesen  cumplidos , 
y  para  el  cielo  fue  do  descansase. 


208  CATÁLOGO 
1563. 


106.  Juan  de  Timoneda.  Entremés  de  un  ciego,  un  mo- 
zo y  un  pobre.  Está  escrito  en  coplas  de  pie  quebrado.  Un 
ciego  acompañado  de  su  lazarillo  va  pregonando  coplas  y  ora- 
ciones: quéjase  de  que  nadie  le  da  limosna,  ensaya  la  voz 
para  las  coplas  que  se  propone  cantar,  y  sobreviene  un  po- 
bre cuyas  plegarias  le  incomodan  mucho  ,  conociendo  que 
con  ellas  atraerá  la  gente  y  él  se  quedará  sin  que  nadie  le 
dé  limosna:  repúntanse  de  palabras  el  ciego  y  el  pobre,  se 
insultan  á  cual  mas  puede,  y  el  diálogo  se  concluye  á  palos. 
Es  la  pieza  mas  antigua  de  teatro  que  se  llama  entremés. 

1563. 

107.  Paso  de  dos  clérigos  cura  y  beneficiado ,  y  dos  mo- 
zos suyos  simples.  En  coplas  de  pie  quebrado.  Se  reduce  á 
una  altercación  muy  reñida  entre  el  beneficiado  y  el  cura 
sobre  que  cada  uno  de  ellos  quiere  para  sí  el  pie  de  altar,  las 
ofrendas  y  los  responsos:  se  tratan  de  majaderos,  de  igno- 
rantes en  el  lalin,  y  llegan  á  punto  de  darse  de  palos,  con- 
tando el  uno  y  el  otro  con  que  sus  mozos  les  darán  auxilio; 
pero  el  beneficiado,  no  fiándose  demasiado  en  el  valor  del 
suyo,  se  acobarda,  evita  la  paliza  huyendo,  y  el  cura  se  que- 
da por  dueño  del  campo. 

1563. 

108.  Paso  de  dos  ciegos  y  un  mozo  muy  gracioso  para 
la  noche  de  Navidad.  Escrito  en  coplas  de  pie  quebrado.  Pa- 
lillos, mozo  travieso  y  apicarado,  desearía  aplicarse  á  algún 
oficio,  para  lo  cual  refiere  al  auditorio  sus  buenas  cualida- 
des, y  entre  ellas  cuenta  haber  robado  ciertos  dineros  á  un 
ciego  de  quien  había  sido  lazarillo:  Martin  Alvarez  ciego  sa- 
le por  un  lado  pregonando  sus  oraciones,  y  por  otro  Pedro 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  209 

Gómez  ciego  también  sale  anunciando  las  suyas  :  salúdanse 
entrambos,  y  creyendo  que  están  solos  bablan  con  entera 
confianza :  Alvarez  cuenta  al  otro  que  su  lazarillo  le  robó 
seis  ducados  que  tenia  escondidos,  y  escapó  con  ellos :  Gómez 
le  aconseja  que  en  adelante  lleve  el  dinero  encima  de  sí,  co- 
mo él  lo  hace,  y  en  prueba  de  ello  le  dice  que  lleva  cosidos 
alrededor  del  bonete  los  ducados  que  va  recogiendo,  y  asi 
está  seguro  de  que  nadie  se  los  quite:  esto  dicho,  Palillos  que 
todo  lo  ha  estado  oyendo,  le  arrebata  el  bonete  de  la  cabeza 
y  echa  á  correr:  Gómez  cree  que  es  Martin  Alvarez  el  que 
le  ha  hecho  aquella  burla ,  y  le  pide  el  bonete  :  el  otro  que 
ignora  lo  que  ha  sucedido  no  sabe  qué  decirle,  ni  halla  ma- 
nera de  justificarse:  enladanse  los  dos,  y  se  sacuden  una  gran 
paliza. 

1563. 

109.  Paso  de  un  soldado ,  y  un  moro,  y  un  ermitaño. 
El  soldado  engaña  al  moro  diciéndole  que  es  despensero  de 
unos  frailes,  y  con  este  pretexto  le  toma  dos  gallinas  que 
llevaba  el  moro  para  vender:  llama  al  ermitaño,  le  dice  en 
secreto  que  aquel  hombre  se  quiere  confesar,  y  el  ermitaño 
dice  al  moro  que  se  aguarde  mientras  vuelve,  ofreciendo  des- 
pacharle muy  pronto:  persuadido  el  moro  con  esto  de  que 
se  trata  de  pagarle  de  alli  á  un  rato,  deja  ir  al  soldado  con 
las  gallinas  y  se  espera  á  que  salga  el  ermitaño :  vuelve  éste 
en  efecto,  y  resulta  entre  los  dos  una  altercación  muy  acalo- 
rada. Por  último  ni  el  moro  se  confiesa,  ni  el  ermitaño  le 
paga ,  y  todo  finaliza  con  una  solemne  tunda  de  garrotazos  y 
mojicones.  Está  escrito  en  coplas  de  pie  quebrado. 

1563. 

1 10.  Paso  de  la  Razón ,  la  Fama  y  el  Tiempo.  No  hay 
nada  de  acción,  todo  es  mero  diálogo  alusivo  al  nacimiento 

Tomo  I.  1 4 


210  CATÁLOGO 

de  nuestro  Señor  Jesucristo:  está  escrito  en  quintillas:  el  es- 
tilo y  la  versificación  no  carecen  de  mérito. 

1564. 

iii.  Tragicomedia  Humada  Filomena.  Preceden  á  la  obra 
un  introito  y  un  argumento  en  que  se  refiere  la  fábula  de 
Progne  y  Filomena,  y  se  pide  atención  al  auditorio.  La  tra- 
gicomedia está  dividida  en  siete  escenas,  y  escrita  en  quinti- 
llas con  algunos  trozos  de  muy  buen  estilo  y  fáciles  versos: 
se  muda  frecuentemente  el  lugar  según  la  acción  lo  pide,  que 
unas  veces  se  supone  en  Atenas  y  otras  en  Tracia:  se  habla 
en  este  drama  del  puerto  de  Denia  y  del  castillo  de  Alarcon: 
hay  títulos  de  alteza  y  empleo  de  mayordomo:  se  elogia  el 
vino  de  Roda  y  de  San  Clemente,  y  Filomena  dice  ¡Jesús? 
un  bobo  criado  de  Tereo  que  se  mete  en  todo  y  todo  se  lo 
habla,  es  tan  excesivamente  necio  y  pesado  que  no  se  puede 
sufrir. 

1564. 

1 1  2.  Farsa  llamada  Paliana.  Precede  á  la  farsa  un  in- 
troito. Está  escrita  en  coplas  de  pie  quebrado:  no  tiene  divi- 
sión ninguna  de  actos  ni  de  escenas  :  Filomena  muger  de 
Paliano  refiere  haber  sonado  que.  salia  fuego  de  sus  entra- 
ñas, y  que  después  veniaii  dos  salvages  y  le  apagaban:  este 
sueno,  por  la  circunstancia  de  hallarse  Filomena  en  cinta, 
atemoriza  á  Paliano,  que  envia  un  criado  á  la  Seo  para  que 
busque  á  un  nigromante  y  se  le  traiga,  á  fin  de  preguntarle 
lo  que  puede  significar  el  sueño  de  su  esposa:  venido  el  ni- 
gromante se  informa  de  todo,  y  le  dice  á  Paliano  que  le  na- 
cerá un  hijo  que  abrasará  como  el  fuego,  y  que  hasta  que  se 
cazen  dos  salvages  en  el  monte,  aquel  fuego  no  tendrá  fin:  le 
aconseja  que  se  vaya  de  la  ciudad,  y  lleve  á  su  muger  á  la 
majada,  y  cuando  haya  parido  haga  conducir  el  niño  al  mon- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.     21 1 

te,  y  dejarle  alli  atándole  primero  un  cordón  para  que  sirva 
de  señal.  Todo  se  hace  segun  el  nigromante  lo  dispuso:  ha- 
llan dos  salvages  al  niño  en  lo  mas  áspero  de  la  montaña, 
se  proponen  darle  á  criar,  y  á  pocos  versos  después  sale  tan 
destetado,  tan  crecido  y  robusto,  que  ya  está  enamorado  de 
su  madre,  á  quien  ha  visto  casualmente  por  aquellos  cerros: 
los  salvages  que  desean  complacerle  en  todo,  van  con  él  á  la 
casa  de  campo  de  Paliano :  roban  á  Filomena  y  se  la  llevan 
á  la  montaña.  Llega  Paliano  á  su  casa,  y  sabido  el  suceso,  va 
á  ver  si  puede  hallar  á  su  esposa  ó  á  los  salvages  ó  á  Infan- 
tico (que  asi  se  llama  el  joven)  y  los  encuentra  á  todos  jun- 
tos :  quiere  matarlos,  ellos  se  defienden,  y  la  muger  (para  des- 
vanecer los  justos  zelos  de  su  marido  )  le  dice  con  el  mavor 
candor  que  no  hace  mas  que  ocho  dias  que  la  robaron.  Pa- 
liano en  medio  de  sus  furores  se  acuerda  repentinamente  de 
lo  que  el  nigromante  le  pronosticó,  y  halla  que  aquel  man- 
cebo debe  de  ser  su  hijo,  y  aquellos  salvages  los  que  vio  en 
sueños  su  muger:  asi  se  confirma  todo  en  muy  breves  pala- 
bras: se  abrazan  y  se  concluye  la  fábula.  Ya  se  ve  por  este 
extracto  lo  que  ella  será:  baste  añadir  que  en  cuanto  á  los 
caracteres,  afectos,  situaciones,  estilo  y  versos,  nada  hay 
tampoco  que  merezca  alabanza. 

1564. 

1 13.  Comedia  llamada  Aurelia.  En  el  introito  de  esta  co- 
media se  dice: 

y  sabrán,  cierto ,  que  fue 
la  intención 
del  autor  y  su  opinión , 
en  su  comedia  ,  señores , 
esquivar  pasos  de  amores , 
y  tomar  nueva  invención. 


212 


CATÁLOGO 


La  invención  que  tomó  no  fue  ciertamente  de  las  mas 
felices.  Salucio  y  Aurelia  hermanos  cuentan  como  su  padre 
había  sido  muy  rico;  y  hallándose  sin  hijos,  trató  de  guardar 
«u  dinero  de  modo  que  nadie  pudiese  hallarle:  valióse  para 
esto  de  un  nigromante  y  por  su  consejo  hizo  una  torre,  me- 
tió en  ella  sus  riquezas ,  cerróla  muy  bien ,  y  colocada  la  fuer- 
za del  encanto  en  un  anillo  (dádiva  del  mágico)  le  partió  por 
en  medio:  quedóse  con  la  mitad  de  él  y  la  otra  la  tiró  al  mar: 
hecho  esto,  la  torre  quedó  invisible:  tuvo  después  los  dos 
hijos  mencionados,  á  los  cuales  solo  pudo  dejar  en  herencia 
la  mitad  de  aquel  fatal  anillo,  y  murió  bien  arrepentido  de 
su  disparale.  Salucio  se  va  á  correr  mundo,  dejando  el  me- 
dio anillo  á  su  hermana  Aurelia  que  le  hace  colgar  sobre  la 
puerta  por  si  acaso  llegase  alguno  que  tenga  la  otra  mitad, 
puesto  que  apenas  los  dos  pedazos  se  junten,  el  encanto  que- 
dará deshecho.  No  hay  para  que  seguir  la  trama  irregular  y 
absurda  de  esta  pieza;  baste  decir  que  después  de  muchas 
situaciones  impertinentes,  Salucio  halla  en  su  viaje  á  dos  pe- 
regrinos, de  los  cuales  el  uno,  entre  varias  reliquias  y  dijes 
curiosos  que  le  enseña,  le  hace  ver  un  medio  anillo  que  lue- 
go reconoce  ser  el  mismo  que  le  ha  de  restituir  las  perdidas 
riquezas  :  cuenta  al  peregrino  el  estraño  caso  de  la  torre 
encantada:  vanse  juntos  á  casa  de  Salucio,  hacen  la  prueba 
de  unir  los  dos  pedazos  del  anillo,  y  sonando  un  espantoso 
estrépito  se  deshace  la  torre,  quedan  manifiestos  los  tesoros 
de  su  padre,  y  Aurelia  se  casa  con  el  peregrino.  Esta  come- 
dia se  divide  en  cinco  jornadas,  y  está  escrita  en  coplas  de 
pie  quebrado. 

1565. 

ii  4.  Fuma  llamada  Trapacera.  Introito  en  el  cual  se 
dice  hablando  del  drama  que  sigue  después : 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.    §  1 3 


El  nombre  de  ella  será 
Trapacera  ; 

por  ser  en  Parte  y  manera 
hecha  á  modo  de  far salía, 
corno  se  usa  en  Italia 
y  por  toda  su  ribera. 

Flavio  mancebo,  acompañado  de  su  lacayo  Corbalo,  va 
á  casa  de  Rufina  muger  de  Rodrigo  carretero ;  la  cual  le  lia 
prometido  que  le  tendrá  en  su  casa  una  linda  doncella  lla- 
mada Licea,  hija  de  Fació  rico  labrador,  que  se  la  envia 
diariamente  para  que  la  enseñe  algunas  labores.  Recíbelos  Ru- 
fina asomada  á  la  ventana:  pregunta  á  Flavio  si  trae  los  di- 
neros en  que  se  habían  concertado,  y  éí  dice  que  no:  Rufi- 
na le  despide  diciéndole  que  no  entrará  ni  verá  á  la  donce- 
lla hasta  que  los  traiga:  Flavio  se  desnuda  las  ropas  de  ga- 
la que  lleva  puestas,  se  las  da  á  Corbalo  para  que  las  empe- 
ñe y  le  traiga  dinero ,  con  lo  cual  Rufina  se  ablanda  y  le 
deja  entrar:  esta  se  va  después  á  casa  de  Fació,  á  quien  echa 
en  cara  su  mala  correspondencia ,  pues  habiendo  enseñado  á 
hacer  mil  delicadas  labores  á  su  hija  Licea,  piensa  pagarla 
con  una  estrecha  habitación  que  le  da,  y  un  ducado  al  mes 
en  dinero  por  única  gratificación:  se  apartan  muy  mal  con- 
tentos el  uno  del  olro,  y  el  viejo  para  dar  pesadumbre  á 
Rufina  trata  de  fingir  que  vende  la  casa  en  que  ella  vive: 
insta  Rufina  á  Corbalo  pidiéndole  el  dinero  que  se  le  ha  pro- 
metido, y  él  se  excusa  diciendo  que  aún  no  le  ha  podido  ad- 
quirir. De  orden  de  Fació  van  á  medir  y  tasar  la  casa  de 
Rufina  :  ella  y  los  que  están  dentro  se  llenan  de  consterna- 
ción, porque  hallándose  allí  oculto  y  despojado  de  sus  vesti- 
dos el  joven  Flavio  en  compañía  de  Licea,  va  á  suceder  un 
escándalo  si  dan  con  ellos:  para  evitar  este  peligro  melen  á 


§U  CATÁLOGO 

Flavio  dentro  de  una  cuba;  pero  hecho  esto  sobreviene  An- 
tolin  dueño  de  la  cuba  acompañado  de.  un  alguacil,  y  resuel- 
to á  llevársela,  porque  habiéndola  vendido  á  Rodrigo  ma- 
rido de  Rufina,  no  se  la  paga  habiéndose,  pasado  el  término 
que  le  dio.  Rodrigo  no  quiere  entregar  la  cuba:  Antolin  se 
empeña  en  llevársela,  Rufina  la  reclama,  diciendo  que  todo 
cuanto  hay  en  la  casa  es  dote  suyo  y  la  cuba  también.  Fació 
para  ponerlos  en  paz  dispone  que  se  lleve,  la  cuba  á  su  casa 
y  allí  esté  depositada  hasta  que  se  averigüe  á  quién  pertene- 
ce: llévansela  en  electo,  y  á  Flavio  dentro  de  ella:  Corbalo, 
valiéndose  de  Rodrigo  y  de  otros  dos  camaradas  suyos,  urde 
un  enredo  al  viejo  Hilario,  padre  de  Flavio,  á  fin  de  discul- 
par la  ausencia  del  hijo  y  sacarle  algún  dinero  para  conten- 
tar á  la  codiciosa  Rufina.  El  pasage  siguiente  dará  una  idea 
de  las  astucias  que  Corbalo  usa  con  Hilario,  como  también 
del  estilo  y  diálogo  de  esta  pieza. 


Hilario..  ¿Corbalo,  Flavio  do  está, 
di  traidor  , 

mentiroso ,  trampeador , 
por  qué  me  traes  engañado? 
Dime ,  ¿dónde  está  encerrado , 
falso  danmificador  ? 

Corbalo.  Señor,  ruegoos  por  mi  amor, 
si  mandáis 
que  el  enojo  despidáis, 
que  si  os  mentí  no  era  engaño, 
sino  deshacer  el  daño 
y  el  gran  peligro  en  que  estáis. 

Hilario..  ¿Cómo?  di. 

Corbalo.  Si  me  escucháis 

lo  diré'. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS. 


215 


Sepa  pues  vuesa  mcrcé. 

Rodrigo.  Salí  acá,  Flavio,  ¿do  estáis? 
si  el  dinero  no  me  dais 
aqui  la  muerte  os  dar  é. 

Hilario..  ¿Y  qué  es  aquello P 

Corbalo.  Oigame. 
Que  ha  tomado 
con  su  muger  acostado 
Rodrigo  á  Flavio ,  y  de  vero, 
á  promesa  de  dinero 
le  ha  la  vida  otorgado. 

Hilario..  ¿Y  Rodrigo? 

Corbalo.  Feislo  armado 

de  un  lanzan. 

Hilario..  ¿Y  los  otros  dos  quién  son? 

Corbalo.  Dos  primos  de  su  muger 
que  le  han  venido  á  valer 
como  vieron  la  cuestión. 

Hilario..  ¿Y  Flavio? 

Corbalo.  De  un  paredón 

que  saltó, 

muy  ligeramente  entró  

Hilario..  ¿Dónde?  dilo. 

Corbalo.  En  el  palacio 

de  casa  del  señor  Fació. 
Hilario..  En  fin,  ¿qué,  ya  se  salvó? 
Corbalo.  A  Rodrigo  querría  yo 

que  le  demos 

los  dineros. 
Hilario..  ¿Cómo  haremos? 

Corbalo.  ¿Cómo  qué?  traer  contados 

los  veinte  y  cinco  ducados, 


216 


CATÁLOGO 


Hilario.. 


y  por  ahí  concluiremos. 
Muy  mejor  es  que  busquemos 
donde  está 

Fació,  que.  él  le  librará, 
que  es  amo  de  ese  bcstiaso. 


Corbalo.  Qué,  no  señor,  que  es  mal  taso, 
que  también  se  agraviará. 

Hilario..  Pues  di  tú  cómo  será, 
que  no  sé. 

Corbalo.  Yo,  señor,  se  lo  diré, 
que  por  popar  el  dinero 
la  vida  puesta  al  tablero 


Dicho  esto,  Corbalo  despide  á  Rodrigo  y  á  sus  eamara- 
das.  Fació  al  registrar  la  cuba  que  tiene  en  depósito  baila 
dentro  al  joven  Flavio ,  y  á  las  sospechas  que  concibe  se 
añade  el  aviso. que  le  da  Dominica  criada  de  Rufina,  refi- 
riéndole que  ha  visto  en  casa  de  su  ama  á  Flavio  y  Licea 
que  se  estaban  abrazando:  desesperado  Fació  con  esta  noti- 
cia se  queja  muy  sentidamente:  Hilario  procura  mitigar  su 
cólera,  pero  el  ofendido  padre  no  halla  consuelo  

Hasta  aqui  llega  el  ejemplar  incompleto  que  poseía  el 
erudito  D.  Pedro  Caro,  marqués  de  la  Romana.  Si  se  atiende 
al  estado  de  la  fábula,  poco  puede  ser  lo  que  falte.  Parece 


Corbalo. 


Hilario.. 


no  es  justo,  señor ,  que  esté. 

Muy  bien  dices ;  pero  vé 

y  el  lanzon 

quitarás  á  ese  cabrón, 

y  prométele  de  dallos. 

¿ Cuándo f 


Hilario.. 


Luego,  que  á  sacallos 
voy  á  casa,  de  un  cajón. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §17 

verosímil  que  el  desenlace  consista  en  que  Licea  se  case  con 
Flavio,  los  viejos  queden  amigos  y  perdonen  las  picardías 
de  Corbalo  y  de  Rufina,  causa  principal  de  tanto  disgusto. 
Hay  en  esta  pieza  una  acción  cómica  bien  conducida  ,  sin 
episodios  inútiles  que  la  dilaten  ó  la  compliquen,  caracteres 
bien  desempeñados,  enredo  verosimil ,  progresivo  interés, 
diálogo  animado  y  gracioso.  Puede  contarse  entre  las  mejo- 
res fábulas  dramáticas  que  se  compusieron  en  aquel  tiempo. 
Está  escrita  en  coplas  de  pie  quebrado,  sin  división  de  actos 
ni  de  escenas. 

1565. 

1 1 5.  Farsa  llamada  Rosalina ,  muy  apacible  y  gracio- 
sa, con  introito.  Está  escrita  en  coplas  de  pie  quebrado,  sin 
división  ninguna  de  actos  ni  de  escenas.  Antonio  Pomar  y 
Leandro  Pisano  mercaderes  reflexionando  sobre  la  vanidad 
de  las  cosas  humanas,  y  desengañados  del  mundo,  determi- 
nan retirarse  á  un  convento:  Leandro  tiene  una  bija  llama- 
da Rosalina  ,  y  el  considerar  que  ha  de  abandonarla  si  se 
mete  fraile  le  hace  vacilar  en  su  propósito,  bien  que  des- 
pués advierte  que  mientras  viva  Lucano  su  suegro  nada  pue- 
de fallar  á  su  hija:  resuelven  pues  los  dos  amigos  poner  en 
ejecución  su  designio  sin  dar  cuenta  á  nadie,  y  este  diálogo 
se  interrumpe  mas  de  una  vez  con  las  simplezas  de  Joan 
criado  de  Leandro,  que  entra  y  sale  muy  fuera  de  propósito, 
y  entre  él  y  Lorenzo  otro  criado  tonto  dicen  después  mil 
boberías  que  ocupan  una  larga  escena :  el  viejo  Lucano  da 
cuenta  á  su  nieta  Rosalina  de  que  Leandro  falta  de  casa  y 
no  se  sabe  adonde  ha  ido  ni  cuándo  volverá:  los  criados  sa- 
len á  cada  instante  con  varios  pretextos  á  interrumpir  la 
conversación  y  decir  frialdades.  No  es  menos  inútil  el  diá- 
logo de  Rosalina  con  su  criada  Marisanchez  ,  y  el  que  se  si- 
gue de  un  portugués  muy  enamorado  y  muy  hidalgo  que  re  - 


218  CATÁLOGO 

quiebra  á  Rosal  ¡na:  Marisanchez  le  despide,  él  no  hace  caso 
y  sigue  ponderando  su  pasión  amorosa  y  el  luego  que  le  con- 
sume las  entrañas,  lo  cual  oido  por  Marisanchez  coge  un 
barreño  lleno  de  agua  y  se  le  echa  encima:  Antonio  y  Lean- 
dro buscan  en  un  desierto  á  un  ermitaño  venerable,  á  quien 
piden  les  dé  el  hábito  de  penitencia  y  les  permita  vnir  rn 
su  compañía:  el  ermitaño  aplaude  su  resolución,  y  les  dice 
que  cuando  oigan  sonar  la  campanilla  de  la  ermita,  vayan 
allá  y  les  tendrá  prevenida  la  cena  y  los  hábitos  que  piden : 
apenas  quedan  solos,  cuando  se  les  aparecen  el  Demonio,  el 
Mundo  y  la  Carne  ,  procurando  todos  tres  disuadirlos  de 
abrazar  aquel  estado  tan  lleno  de  aspereza  y  alliccion,  pero 
ellos  se  mantienen  firmes,  se  encomiendan  á  Dios,  hacen  la 
señal  de  la  cruz,  desaparecen  aquellas  visiones,  suena  la  cam- 
panilla, y  se  van  en  busca  de  los  hábitos  y  la  cena.  Lucano  re- 
fiere á  su  nieta  que  ha  recibido  una  caria  de  Leandro  en  que 
le  dice  que  ha  ido  á  servir  á  Dios:  Rosalina  oye  esta  noticia 
con  mucha  resignación,  y  exhorta  á  su  abuelo  á  que  se  con- 
suele: vuelven  los  criados  con  sus  acostumbradas  tonterías, 
y  luego  que  han  dicho  bastantes,  le  ocurre  á  Lucano  la  idea 
de  hacerse  fraile  tamhien  y  meter  monja  á  Rosalina:  ella 
recibe  la  proposición  de  muy  buena  voluntad,  y  ambos  se 
van  á  poner  en  ejecución  sus  santos  deseos:  quedan  solos  los 
criados  y  despiden  al  auditorio. 

1565. 

11 6.  Farsa  llamada  Floriona.  Introito.  Escrita  en  co- 
plas de  pie  quebrado.  No  he  podido  formar  juicio  de  esta  pie- 
za porque  solo  se  conservaba  una  hoja  de  ella  en  el  ejem- 
plar que  tuve  presente. 

1566. 

117.  Auto  de  la  oveja  perdida.  Esta  pieza  de  Juan  de 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  219 


Timoneda  se  imprimió  en  Valencia  en  el  año  de  1 5g  7  en  un 
libro  intitulado:  Cuaderno  espiritual  al  Santísimo  Sacramen- 
to ,  y  á  la  Asunción.  Auto  de  la  oveja  perdida  y  otras  cosas. 
Lo  considero  como  reimpresión. 

1567. 

118.  Coloquio  pastoril.  No  le  he  visto.  Le  imprimió  en 
Valencia  Pedro  Mey,  año  de  1S67. 

Juan  de  Timoneda,  natural  de  Valencia,  adquirió  mucha 
celebridad  no  solo  por  las  obras  de  honesto  entretenimiento 
que  publicó  á  su  costa,  sino  por  las  que  él  mismo  compuso, 
y  le  acreditaron  de  hombre  de  buen  ingenio  y  de  no  vulgar 
erudición:  vivió  en  Valencia  junto  á  la  Merced,  y  allí  tenia 
su  tienda  de  libros.  Se  ignoran  las  circunstancias  de  su  vida, 
como  también  el  año  de  su  nacimiento  y  el  de  su  muerte:  la 
primera  obra  que  publicó  intitulada  Silva  de  varias  cancio- 
nes ,  se  imprimió  en  Sevilla  en  el  año  de  i5i  1  :  llegó  á  edad 
muy  avanzada,  como  lo  comprueba  un  retrato  suyo  que  con- 
servo, y  aun  mucho  mas  otro  que  vi  en  la  biblioteca  real 
de  París  que  sirve  de  adorno  á  la  primera  llana  de  su  obra 
intitulada  Memoria  hispánica.  Alli  le  representó  el  artífice 
con  barba  larga  y  crecida ,  y  coronada  la  frente  con  una 
guirnalda  de  yedra.  Cervantes  aludió  á  la  vejez  de  este  bene- 
mérito li  terato ,  diciendo  en  la  comedia  de  Los  Baños  de 
Argel: 

Antes  que  mas  gente  acuda 
el  coloquio  se  comience , 
que  es  del  gran  Lope  de  Rueda, 
impreso  por  Timoneda 
que  en  vejez  al  tiempo  vence. 


La  mayor  parle  de  sus  obras  dramáticas  (de  las  cuales, 


§20  CATÁLOGO 

á  excepción  de  dos,  no  tuvo  noticia  Jimeno)  la  publicó  el 
autor  en  Valencia,  impresa  por  Joan  Mey  con  este  título: 
Twriana  en  la  cual  se  contienen  diversas  comedias  y  farsas 
muy  elegantes  y  graciosas ,  con  muchos  entremeses  y  pasos 
apacibles,  agora  nuevamente  sacadas  á  luz  par  Joan  Dia- 
monte, (anagrama  de  Joan  Timoneda)  dirigida  al  muy  ilus- 
tre señor  D.  Joan  de  Villarrasa  ,  gobernador  y  teniente  de 
visorey  y  capitán  general  del  reino  de  Valencia ,  mi  señor.— 
Impresa  en  Valencia  en  casa  de  Joan  Mey ,  can  licencia  del 
santo  Oficio.  Con  privilegio  real  por  cuatro  anos.  Debe  adver- 
tirse que  aunque  las  piezas  de  que  se  compone  la  Turiana 
tienen  las  diferentes  fechas  de  i  563,  i  564  y  '565,  todas  jun- 
tas forman  una  sola  colección,  como  lo  indica  el  titulo. 

1570. 

iig.  Gaspar  Vázquez.  Comedia  de  la  Constanza.  Alcalá 
de  llenares,  año  de  iSjo. 

El  autor  de  esta  pieza  fue  comediante.  D.  Tomas  Tama- 
yo  de  Vargas  hace,  mención  de  él  en  su  Biblioteca  manuscrita. 

1570. 

no.     Pedro  Simón  de  Abril.  El  Pluto ,  de  Aristófanes. 
131.     Medea ,  de  Eurípides. 

Hace  mención  de  estas  dos  traducciones  D.  Nicolás  Anto- 
nio en  su  Biblioteca. 

1573. 

12  2.  Alonso  Cisneros.  Comedia  intitulada:  Callar  hasta 
la  ocasión. 

Alonso  Cisneros  autor  de  esta  comedia  (que  no  he  teni- 
do presente)  fue  natural  de  Toledo,  comediante  y  autor  de 
compañía,  después  de  haber  representado  cuando  joven  en 
la  de  Lope  de  Rueda.  En  los  libros  de  la  contaduría  del  hos- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  221 

pital  general  de  Madrid  hablando  de  las  limosnas  que  se 
dieron  para  edificar  el  corral  de  la  Cruz  en  el  año  de  i5j9, 
se  halla  esla  partida:  Miércoles  19  de  octubre  dio  Cisneros 
una  comedia  de  limosna  para  ayuda  á  la  obra  del  teatro 
que  las  obras  pías ,  Pasión  y  Soledad  labran  en  la  calle  de 
la  Cruz:  é  valió  el  aprovechamiento  de  la  entrada  de  la  puer- 
ta que  pertenecía  al  dicho  Cisneros ,  doscientos  treinta  y  tres 
reales ,  y  para  las  cofradías  hubo  aquel  día  de  entramos  ta- 
blados ,  corredor  y  ventanas  ciento  setenta  y  cuatro  reales. 
Luis  de  Cabrera  en  su  Historia  de  Felipe  II ,  libro  VII ,  tra- 
tando del  carácter  violento  é  iracundo  del  príncipe  D.  Carlos, 
dice:  Había  mandado  que  le  representase  una  comedia  Cis- 
neros ,  excelente  representante  ;  y  por  orden  del  cardenal  Es- 
pinosa impedido  y  desterrado ,  no  osó  venir  á  palacio.  Indig- 
nóse contra  el  cardenal  ( á  quien  sumamente  aborrecía  por 
su  imperioso  gobierno  y  gracia  que  tenia  con  el  rey )  ;  y  vinien- 
do á  palacio  le  asió  del  roquete ,  poniendo  mano  á  un  puñal 
y  le  dijo:  Curilla  ¿vos  os  atrevéis  á  mi ,  no  dejando  venir  á 
servirme  Cisneros?  Por  vida  de  mi  padre,  que  os  tengo  de 
matar.  Del  cardenal  arrodillado  y  humilde  fue  detenido  y 
satisfecho. 

1577. 

1 2  3.    Pedro  Simón  de  Abril.  Comedias  de  Tercncio.  Andria. 

124.    El  Eunuco. 

12  5.    El  Heautontimorúmenos. 

126.    Los  Adelfas. 

1 2.7.    La  Hecira. 

128.    El  Formion. 

Pedro  Simón  de  Abril,  natural  de  Alcaráz,  fue  uno  de 
los  literatos  mas  sobresalientes  de  su  siglo:  enseñó  lengua 
griega  en  la  universidad  de  Zaragoza,  y  letras  humanas  en 


222  CATÁLOGO 


Otras  escuelas  de  Aragón:  se  ignora  el  año  de  su  muerte, 
que  debió  ser  después  del  de  1 5 89.  Puede  verse  el  crecido 
número  de  sus  obras  en  la  Biblioteca  de  D.  Nicolás  Antonio, 
de  las  cuales  algunas  se  han  perdido  manuscritas,  y  entre 
ellas  la  traducción  del  Piulo,  puesto  que  la  de  Medea  ase- 
gura Velazquez  haberse  publicado  en  Barcelona  en  el  año 
de  1599.  Merece  mucho  aprecio  su  traducción  completa  de 
Terencio,  que  después  de  impresa  en  Zaragoza  en  el  año  que 
indica  este  catálogo,  se  reimprimió  por  el  autor  en  Alcalá 
de  Henares  en  el  año  de.  1 583  mas  corregida  que  la  prime- 
ra, y  arreglado  el  texto  latino  por  el  que  Gabriel  Faerno  pu- 
blicó en  Florencia,  valiéndose  también  de  las  observaciones 
que  le  comunicó  su  amigo  Francisco  Sánchez  de  las  Brozas, 
catedrático  de  retórica  en  la  universidad  de  Alcalá.  Esta  ver- 
sión de  Terencio  se  reimprimió  en  Barcelona  en  iSgg  y  en 
Valencia  en  1762,  recomendada  como  lo  merece  por  el  eru- 
dito Maya  lis,  circunstancia  que  fue  bastante  para  inspirar  á 
D.  Juan  de  Iriartc  un  epigrama  insípido,  en  que  quiso  des- 
acreditar el  mérito  de  la  traducción  y  desairar  de  camino  al 
editor,  con  quien  tenia  resentimientos  particulares.  Obras  de 
tal  naturaleza  no  se  deslucen  con  un  equívoco  chavacano  di- 
suelto en  cuatro  versos  frios,  y  siempre  se  estimará  la  tra- 
ducción de  Abril  como  una  de  las  mejores  entre  las  pocas 
que  se  han  hecho  en  España  de  los  clásicos  latinos.  Pondré 
una  muestra  (  sin  particular  elección  )  sacada  de  la  Hecyra 
para  que  por  ella  se  vea  la  fidelidad  del  traductor,  su  len- 
guaje y  su  estilo.  Es  la  escena  segunda  del  acto  cuarto. 

Sostrata.  =  Panfilo. 

Sostrata.  Bien  sé  jo,  hijo  mió,  que  tú  tienes  de  mi  sos- 
pecha que  tu  muger  se  ha  ido  de  casa  por  mi  terribhz  y 
malas  costumbres ,  aunque  lo  disimulas  cuerdamente.  Pero 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §§3 

asi  los  dioses  me  amen ,  y  asi  vea  de  ti  aquel  gozo  que  deseo, 
como  nunca  ( que  jo  sepa )  he  merecido  que  ella  me  aborre- 
ciese con  razón.  Y  aquel  grande  amor  que  jo  has/a  aqui  creía 
que  me  tenias,  agora  por  la  experiencia  lo  has  mostrado,  por- 
que tu  padre  me  ha  contado  allá  dentro  como  me  lias  pre- 
ferido á  tu  amor.  Y  jo  agora  estoj  determinada  de  darte 
por  ello  el  galardón,  para  que  sepas ,  Panfilo ,  que  tengo  con 
qué  premiarle  ese  maternal  amor.  Hijo  mió,  jo  entiendo  que 
esto  es  lo  que  á  vosotros  cumple  j  á  mí  honra :  jo  esloj  de- 
terminada de  irme  de  aqui  con  tu  padre  al  alquería  porque 
mi  presencia  no  os  haga  estorbo ,  ni  quede  excusa  ninguna 
para  que  no  vuelva  á  casa  tu  Filomena. 

Panfilo.  ¿Qué  determinación  es  esta ,  madre  mía  ?  ¿Por 
su  necedad  de  ella  te  has  de  ir  á  morar  de  la.  ciudad  al 
alquería?  No  harás  tal,  ni  jo  daré  lugar  que  los  que  mal 
nos  quieren  digan  que  eso  lo  ha  causado  mi  porfía  j  no  tu 
comedimiento ;  demás  de  esto  jo  no  quiero  que  tú  por  mi  res- 
peto dejes  tus  amigas  j  tus  parientas  j  tus  días  de  regocijo. 

Sostr  ATA.  Ninguna  cosa  de  esas  me  da  ja  contento  nin- 
guno :  mientras  mis  años  lo  sufrieron ,  ja  jo  me  he  gozado 
harto  de  eso;  ja  agora  todos  estos  ejercicios  me  cansan:  lo 
que  jo  agora  mas  procuro  es  que  mis  muchos  afios  no  den 
pena  á  nadie ,  ni  que  nadie  desee  ver  el  fin  de  mis  dias.  Yo 
veo  que  aqui  sin  razón  soj  aborrecida:  tiempo  es  ja  de  dar 
lugar.  De  esta  manera  entiendo  que  quitaré  á  todos  las  oca- 
siones ,  j  jo  me  libraré  de  esta  sospecha  ,  j  á  ellos  les  daré 
contento.  Dame  por  tu  vida  lugar  de  librarme  de  esta  mala 
fama  que  comunmente  tienen  las  mugeres. 

Panfilo.  Cuan  dichoso  soj  con  todo  lo  demás,  si  no  fue- 
ra por  esto ,  en  tener  tal  madre  como  esta  j  tal  rnuger  como 
aquella. 

Sostrata.    Hijo  mió,  jo  te  ruego  que  no  se  te  haga  de 


224  CATÁLOGO 


mal  sufrir  este  inconveniente ,  como  quiera  que  él  sea.  Si  en 
todo  lo  demás  ella  es  ú  tu  gusto,  y  corno  yo  creo  que  lo  es, 
hijo  mío ,  hazme  este  placer  y  hazla  volver  ú  casa. 
Panfilo.  ¡  Ay  desdichado  de  mi! 

Sostrata.  Y  también  de  mi.  Porque  eso  no  menor  pena  me 
da  á  mi  que  á  ti ,  hijo  mió. 

1577. 

129.  Gerónimo  Bermudez.  Tragedia  de  Nise  lastimosa. 
Está  escrita  en  varios  metros,  verso  suelto  de  once  y  siete 
sílabas,  sáficos  y  ailónicos ,  liras,  sestinas  y  sonetos.  Acto 
primero.  Después  de  un  monólogo  del  infante  D.  Pedro  (que 
110  tiene  menos  de  ciento  treinta  y  seis  versos  endecasílabos) 
sale  el  secretario,  y  quiere  persuadirle  á  que  se  aparte  de  la 
linda  Inés.  El  infante  indignado  de  tal  propuesta  exclama 
con  vehemente  pasión: 

Hombres  de  entrañas  fieras  y  dañadas, 
¿qué  me  queréis?  ¿Qué  sinrazón  os  hago 
en  amar  de  esta  suerte  á  quien  me  paga 
con  otro  tal  amor?  A  quien  el  mundo, 
á  quien  lodo  este  reino ,  á  quien  vosotros 
que  asi  me  perseguís ,  debéis  servicio , 
y  gracias  á  los  cielos  que  quisieron 
de  cosa  tan  divina  enriqueceros. 
Hombres  que  procuráis  mi  mal  y  muerte , 
poned  los  ojos  donde  yo  los  mios , 
y  el  alma  y  corazón,  y  veréis  luego 
la  ceguera  en  que  están.  ¿  Qué  monarquía 
de  aquel  acatamiento  glorioso 
colgada  no  estará?  Y  aquella  cara 
que  tanto  aborrecéis ,  ¿no  es  mas  que  humana? 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  225 


En  cuerpo  tan  hermoso,  al  alma  hermosa, 
discreta  ,  noble ,  honesta  ,  casta  y  pura , 
¿  qué  tacha  podéis  dar  ? 

Sigue  el  primer  coro  de  coimbresas ,  y  á  este  el  segundo, 
en  el  cual  se  dice  hablando  del  poder  de  amor, 

También  el  mar  sagrado 
se  abrasa  en  este  fuego: 
también  allá  Neptuno 
por  Menalipe  anduvo 

y  por  Medusa  ardiendo  

También  las  voladoras 
y  las  músicas  aves, 
y  aquella  sobre  todas 
de  Júpiter  amiga, 
no  pueden  con  sus  alas 
huir  de  amor ,  que  tiene 
las  suyas  mas  lijeras. 
¿Qué  cosa  hay  en  el  mundo 
que  del  amor  se  libre? 
Antes  el  mundo  todo 
visible  y  que  no  vemos , 
no  es  otra  cosa  en  suma , 
si  bien  se  considera 
que  un  espíritu  inmenso, 
una  dulce  harmonía , 
un  fuerte  y  ciego  nudo 
de  amor  con  que  las  cosas 

están  trabadas  todas  

Amor  puro  las  cria, 

amor  puro  las  guarda  

Seriamos  peores 

Tomo  I.  1 5 


226  CATÁLOGO 


los  hombres  que  las  fieras 
si  amor  no  fuese  cebo 
de  nuestros  corazones. 

Acto  segundo.  Pacheco  y  Coello  aconsejan  al  rey  Alfonso 
que  mate  á  Inés:  queda  solo  el  rey,  se  queja  de  los  afanes 
del  reinar,  y  pide  favor  á  Dios  en  la  tribulación  que  padece: 
el  coro  primero,  habiendo  observado  las  agitaciones  del  rey, 
dice : 

Triste  pobreza  nadie  la  desee, 
ciega  riqueza  nadie  la  procure , 
la  bienaventuranza  de  esta  vida 
es  medianía. 
Príncipes,  reyes  y  monarcas  sumos, 
sobre  nosotros  vuestros  pies  tenéis; 
sobre  vosotros  la  cruel  fortuna 
tiene  los  suyos. 
Sopla  en  los  altos  montes  mas  el  viento, 
los  mas  crecidos  árboles  derriba , 
rompe  también  las  mas  hinchadas  velas 
la  tramontana. 
Como  sosiegan  en  el  mar  las  ondas, 
asi  sosiegan  estos  pechos  llenos; 
nunca  quietos,  nunca  satisfechos , 
nunca  seguros. 

Acto  tercero.  Inés  con  sus  tres  hijos  (que  no  hablan)  sa- 
le asombrada  y  refiere  á  su  ama  un  sueño  espantoso,  en  que 
vio  que  tres  leones  la  despedazaban  á  vista  de  sus  hijos:  el 
ama  procura  consolarla  y  distraerla;  pero  el  coro  le  anun- 
cia que  vienen  á  matarla:  crecen  la  perturbación  y  el  ter- 
ror, y  acaba  asi  este  bellísimo  acto. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  227 


Coro.  Cerca  viene 

la  muerte  que  te  busca.  Ponte  en  salvo. 
Huye,  cuitada,  huye,  que  ya  suenan 
las  duras  herraduras :  gente  armada 
corriendo  viene  aqui ;  viene  á  buscarte 
el  rey  determinado  ¡oh  desdichada! 
á  descargar  su  saña  en  ti.  Tus  hijos 
esconde  si  hallas  donde ,  no  les  quepa 
de  estos  tus  hados  parte. 

Inés.  /  Oh  sin  ventura  ! 

¡Oh  sola  sin  abrigo!  Señor  mió, 
¿dónde  estás  que  no  vienes?  ¿Quién  me  busca? 

Coro.  El  rey. 

Inés.  ¿  Pues  qué  me  quiere  ? 

Coro.  Rey  tirano, 

y  tales  los  que  tal  le  aconsejaron. 
Por  ti  pregunta ,  y  á  tus  tiernos  pechos 
con  duro  hierro  traspasar  pretende. 

Ama.  Cumpliéronse  tus  sueños. 

Inés.  Ama ,  huye , 

huye  de  esta  ira  grande  que  nos  busca; 
yo  sola  quedo ,  sola  aunque  inocente. 
No  quiero  mas  socorro:  venga  luego 
por  mí  la  muerte ,  pues  sin  culpa  muero. 
Nosotros,  hijos  rnios ,  si  ella  fuese 
tan  cruda  que  de  mí  apartaros  quiera  , 
por  mi  gozad  acá  de  aqueste  mundo. 

Socórrame  hora  Dios  y        socorredme  , 

mugeres  de  Coimbra       ¡Oh  caballeros , 

ilustre  sucesión  del  claro  Luso, 

pues  veis  esta  inocente  en  tal  estrecho, 

amigos,  socorredla  


228  CATÁLOGO 


Mis  hijos ,  no  lloréis,  que  tiempo  os  queda: 
gózaos  de  esta  madre  en  cuanto  os  viva  ; 
y  vosotras  ,  amigas ,  rodeadme , 
aereadme  en  torno  todas,  y  pudiendo, 
libradme  aliara  ,  porque  Dios  os  libre. 

Acto  cuarto.  Alvar  González  y  Pacheco  instan  al  rey  para 
que  apresure  la  nmerle  de  Inés:  ésta  se  le  presenta  acompa- 
ñada de  sus  hijos  y  de  las  mugeres  de  Coimbra  en  la  escena 
segunda  ,  en  la  cual  se  admiran  con  razón  los  trozos  si- 
guientes: 

Venid  también  vosotras ,  á  tal  punto 
no  me  dejéis.  Pedid  misericordia , 
pedid  misericordia  para  aquesta 
tan  inocente  cuanto  desdichada  : 
llorad  el  desamparo  de  estos  nií/os 
tan  tiernos  y  sin  madre.  Mis  amores, 
el  padre  veis  aquí  de  vuestro  padre , 
la  mano  le  besad ,  á  su  clemencia 
os  entregad,  pedidle  que  la  emplee 
en  esta  vuestra  madre,  cuya  vida 

os  vienen  á  robar  

¿  No  me  oyes ,  señor  mió  ?  ¿  Asi  le  dejas 
llevar  de  la  pasión  y  del  engaño? 
¡Oh!  mis  amigos,  llámame  ti  vosotras, 
hablad  al  rey  por  mi,  favoreced rne , 
pedidle  piedad:  si  en  algún  tiempo 
entró  en  vuestras  entrañas,  ó  si  dulce 
amor  de  hijos  pudo  enterneceros , 
que  si  no  me  valéis  pudiendo  ahora, 

vosotros  me  matáis  

¿Pecados  contra  ti?  ¿Tan  gran  pecado 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  229 


es  bien  querer  á  quien  á  mí  me  quiere? 

Si  amor  cotí  muerte  pagas  ,  ¿  con  qué  piensas , 

señor ,  pagar  el  odio?  Amé  á  tu  hijo, 

no  le  maté,  que  amor  amor  merece. 

¿  Y  estos  son  mis  pecados  ?  ¿  estos  quieres 

con  muerte  castigar?  /Cruel  castigo/ 

El  rey  se  enternece  y  quiere  que  viva,  pero  Coello,  Gon- 
zález y  Pacheco  quedando  solos  con  él ,  le  culpan  de  excesi- 
vamente débil. 


Rey   No  veo  culpa  que  merezca  pena. 

González.  ¿Aun  hoy  la  viste  y  no  la  ves  ahora? 

Rey   Mas  quiero  perdonar  que  ser  injusto. 

González.  No  se  consiente  al  rey  pecar  en  nada. 

Rey   Soy  hombre. 

González.  Pero  rey. 

Rey   El  rey  perdona. 


Insta  de  nuevo  Alvar  González,  el  rey  vacila;  y  dicien- 
do que  no  quiere  intervenir  en  aquella  muerte,  los  deja  en 
libertad  para  que  si  lo  creen  necesario  y  justo  quiten  la  vida 
á  Inés.  Coro  primero ,  coro  segundo ,  que  refiere  haberse  eje- 
cutado aquella  atrocidad  lamentable. 

Yace  en  su  sangre  envuelta  la  cuitada 
ú  los  pies  tiernos  de  sus  tristes  hijos, 
que  d  ellos  acudió  la  sin  ventura; 
mas  ellos  no  pudieron  guarecella , 
porque  los  tiernecitos  no  tenían 
fuerzas  para  quitar  los  duros  hierros 
á  manos  tan  crueles ,  que  á  sus  ojos 


230  CATÁLOGO 


tan  delicadas  carnes  traspasaban. 
¡Oh  manos  crudas! 

Acto  quinto.  Después  de  un  soliloquio  del  infante  viene 
un  mensajero  que  le  refiere  la  muerte  de  Ine's:  el  infante  pror- 
rumpe en  un  largo  discurso,  en  que  á  pesar  de  algunos  ex- 
travíos hay  afectos  oportunos  y  bien  expresados,  y  asi  con- 
cluye la  tragedia. 

Su  defecto  principal  es  la  falla  de  acción  y  enredo  dra- 
mático: el  acto  quinto  es  inútil:  el  personage  del  infanle  es 
de  absoluta  nulidad:  el  del  rey  mal  desempeñado  por  inde- 
ciso y  débil.  Entrega  á  Inés  en  manos  de  sus  asesinos  al  mis- 
mo tiempo  que  la  reconoce  inocente  :  el  interés  que  hace  co- 
meter tanta  crueldad  á  Coello  ,  Pacheco  y  González  no  se 
manifiesta:  la  ausencia  del  infante  ni  se  motiva  ni  se  discul- 
pa: la  escena  es  en  Lisboa  y  en  Coimbra  :  la  versificación  es 
Hoja  y  desaliñada  no  pocas  veces.  El  estilo  ,  prescindiendo  de 
uno  ú  otro  descuido,  no  carece  de.  elevación  y  afectos  trá- 
gicos. Los  coros,  en  que  hay  muy  buenos  trozos  de  poesía, 
son  tan  inverosímiles  como  en  las  tragedias  griegas  y  lati- 
nas, y  en  las  que  los  italianos  hacían  entonces. 

1577. 

i3o.  Tragedia  de  Nise  laureada.  Está  escrita  en  variedad 
de  metros  como  la  antecedente.  Acto  primero.  Diálogo  pesa- 
dísimo entre  el  rey  y  el  obispo:  el  rey  se  lamenta  de  la  muer- 
te de  Inés,  y  el  obispo  en  ciento  noventa  y  cuatro  versos  en- 
decasílabos hace  lo  que  puede  por  consolarle,  contándole  la 
creación  del  mundo  y  el  pecado  de  Adán,  y  hablándole  de 
Moisés  y  de  Agamenón :  el  rey  se  lo  agradece  y  le  llama  Pa- 
dre en  Cristo,  pero  tan  triste  se  queda  como  se  estaba.  Sale 
el  alcaide  y  le  entrega  las  llaves  del  castillo  de  Coimbra  :  pre- 
séntamele sus  hijos:  el  rey  se  enternece  al  verlos,  y  dice: 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  231 

Rey.  Hijos  de  mis  entrañas,  ¿conoceisme? 

Amores,  ¿dónde  es  ida  vuestra  madre? 

¿Por  qué  se  fue?  ¿por  qué  os  dejó  tan  solos? 
Ama.  Su  madre  desde  el  cielo  los  bendice. 

Si  toda  la  pieza  se  pareciese  á  esto,  ¡cuánto  habria  que 
admirar  en  ella!  Un  camarero  que  se  presenta  sin  necesidad, 
empieza  á  dar  consejos  al  rey,  y  á  decirle  sentencias  para 
que  se  consuele  de  la  pérdida  de  Inés:  el  rey  con  mucha  ra- 
zón exclama: 

¡Pesado  aviso  de  filosofía! 
sin  la  causa  quitar  de  las  tristezas 
querellas  hacer  dulces  y  suaves. 

El  coro  primero  canta  un  soneto,  acabado  el  cual  ase- 
gura el  rey  que  castigará  cruelmente  á  los  tres  matadores 
de  Inés,  trocándolos  por  otros  tantos  foragidos  de  Castilla 
que  tiene  en  su  poder.  El  coro  segundo  canta  una  canción 
en  que  hay  muy  buenos  versos.  Acto  segundo.  El  condesta- 
ble dice  á  solas  un  par  de  octavas:  después  canta  el  coro. 

¡Oh  corazones 
mas  que  de  tigres  ! 
¡Oh  manos  crudas 
mas  que  de  fieras! 
¿Cómo  pudistes 
tan  inocente, 
tan  apurada 
sangre  verter? 
¡ Ay  que  su  grito! 
¡oh  Lusitania! 
¡patria  mia! 


232  CATÁLOGO 


trae  los  rajos 
del  vivo  fuego, 
que  purifica 
toda  la  tierra , 
contaminada 
de.  la  crueza 
que  cometiste. 

Sigue  á  estos  buenos  versos  una  enfadosa  escena  entre  el 
rey,  el  embajador  de  Castilla  y  el  condestable,  el  cual  no 
lleva  á  bien  que  se  entreguen  los  tres  fugitivos  castellanos  en 
cambio  de  los  tres  portugueses,  sobre  lo  cual  altercan  él  y  el 
rey.  Los  siguientes  versos  darán  alguna  idea  del  pedantismo, 
la  garrulidad  y  redundancia  del  condestable.  Habla  de  cuan 
excelente  virtud  es  la  justicia,  y  dice: 

Ella  es  la  fuente  mas  que  pegasea 
de  todos  los  arreos  y  grandezas 
que  en  los  humanos  peclios  se  atesoran : 
ella  es  el  cuento,  el  peso  y  la  medida 
en  que  consiste  el  ser  de  los  vivientes: 
ella  es  la  madre  pía  del  sentido, 
el  nervio  del  sentido  y  del  juicio , 
de  la  tranquilidad  y  del  descanso 
de  todos  los  ilustres  pensamientos. 
Ella  es  aquel  ambrosia  regalado 
y  aquel  suave  néctar  de  los  dioses, 
aquel  sagrado  cuerno  de  Amaltea 
que  está  vertiendo  siempre  los  tesoros, 
y  enriqueciendo  los  dorados  siglos 
de  gracias  y  virtudes  inefables. 
Asi  prosigue  disparatando  hasta  que  logra  enfadar  al 
rey  como  es  natural:  queda  resuelto  que  se  haga  sin  dila- 
ción el  cambio  de  los  delincuentes:  el  condestable,  acompaña- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  233 

do  del  coro  dice  un  soneto:  sigue  el  coro  después  cantando 
unas  estrofas  que  no  valen  mucho.  Acto  tercero.  El  camare- 
ro á  solas  y  después  el  coro  anuncian  en  muy  buenos  ver- 
sos la  próxima  coronación  de  Inés :  sigue  un  diálogo  simétri- 
co entre  el  camarero  y  el  rey :  cada  uno  de  ellos  dice  una 
sentencia  de  dos  en  dos  versos ,  de  tres  en  tres  y  de  cuatro 
en  cuatro.  La  escena  siguiente  no  es  menos  ridicula  :  ha- 
blando el  rey,  y  respondiendo  el  eco  las  últimas  sílabas  Ida  

Es       Sombra       Es.  El  coro  intenta  consolar  al  rey,  que 

prorrumpe  en  una  larga  lamentación,  y  asi  que  acaba,  toma 
la  palabra  el  obispo  y  le  echa  una  plática  de  cosa  de  ochen- 
ta versos  sobre  las  excelencias  de  la  tierra.  Viene  el  condes- 
table, y  entre  él  y  el  rey  sigue  otro  diálogo  simétrico  é  im- 
pertinente: descúbrese  el  trono,  y  en  él  adornado  de  vesti- 
duras reales  el  cadáver  de  Inés:  el  rey  la  corona,  y  el  con- 
destable le  da  las  gracias  por  haber  concedido  á  Portugal 
tan  excelente  reina:  el  coro  primero  canta  una  oda  en  sáli- 
cos y  adónicos  :  sigue  el  coro  segundo  y  canta  otra  en  ver- 
sos cortos  menos  buenos  que  la  anterior.  Acto  cuarto.  Apa- 
recen presos  en  la  cárcel  González,  Pacheco  y  Coello  :  un 
guardia  les  escupe  en  la  cara,  el  verdugo  les  da  la  enhora- 
buena de  que  hayan  venido  gordos  y  frescos  :  insultos  de 
una  y  otra  parte:  viene  el  alcaide,  alterca  con  ellos,  y  por 
último  manda  que  les  den  tormentos  crueles  durante  la  no- 
che, hasta  que  al  dia  siguiente  se  les  remate.  El  verdugo  en- 
terado de  la  orden  dice : 

Un  ralo  al  potro  y  otro  rato  al  brete. 

Los  coros  primero  y  segundo  cantan  dos  composiciones 
de  ningún  mérito.  Acto  quinto.  Monólogo  inútil  del  alcaide: 
sale  el  rey  acompañado  de  grandes  y  caballeros ,  guardias  y 


234  CATÁLOGO 


pueblo:  preséntame  los  reos:  el  rey  levanta  un  látigo  que 
tiene  en  la  mano  y  cruza  la  cara  á  Coello:  empieza  la  ejecu- 
ción: el  coro  alterna  en  el  diálogo  con  los  personajes  del 
drama:  saca  el  verdugo  el  corazón  por  las  espaldas  á  Alvar 
González,  y  le  muestra  al  rey  y  á  toda  la  corte,  diciendo: 

Si  alguno  está  tocado  de  la  rabia, 
podrá  quemalle  y  deshacelle.  en  polvos, 
que  asi  bebidos  son  de  grande  efecto. 

Después  hace  lo  mismo  con  Pacheco  y  Coello  sacándose- 
los por  el  pecho.  Manda  el  alcaide  que  lleven  á  quemar  los 
cuerpos,  el  rey  lo  aprueba,  y  concluida  esta  matanza  atroz 
sigue  un  largo  discurso  del  rey,  tan  lleno  de  amor  de  Dios, 
de  arrepentimiento  de  sus  culpas,  de  vehementes  deseos  de 
penitencia  para  merecer  por  ella  el  eterno  descanso,  que  no 
hay  mas  que  pedir:  los  coros  primero  y  segundo  reflexionan 
sobre  la  vanidad  de  las  cosas  humanas,  y  la  necesidad  de 
que  el  hombre  se  convierta  á  Dios  y  abomine  los  vicios. 

No  hay  fábula  en  esta  pieza,  ni  interés,  ni  enredo,  ni 
desenlace,  ni  afectos,  ni  caracteres,  ni  situaciones:  todo  es 
languidez,  desaliño,  impertinencia,  atrocidad  feroz,  olvido 
continuo  de  los  preceptos  que  dicta  el  buen  juicio  en  esta 
clase  de  composiciones.  Si  se  exceptúan  algunos  pedazos  dig- 
nos de  estimación  que  ya  se  han  citado  en  su  lugar,  todo  lo 
restante  es  en  extremo  defectuoso. 

Fr.  Gerónimo  Bermudez ,  natural  de  Galicia ,  religioso 
dominicano,  catedrático  de  teología  en  Salamanca,  nació,  se- 
gún la  opinión  del  colector  de  El  Parnaso  español ,  pasado 
el  año  de  i53o,  y  aún  vivia  en  el  de  i58a.  Fue  muy  erudi- 
to en  las  lenguas  sábias  y  en  el  estudio  de  las  buenas  letras: 
compuso  entre  otras  obras  las  dos  tragedias  mencionadas  en 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  235 


este  catálogo,  y  las  dió  á  luz  en  Madrid  año  de  i5;7  con 
el  nombre  supuesto  de  Antonio  de  Silva  :  la  primera  de  ellas 
no  es  original,  sino  traducción  libre  de  la  que  escribió  an- 
tes del  año  de  iS58  el  portugués  Antonio  Ferreira,  intitula- 
da Castro.  La  acción  de  la  Nise  lastimosa  (dice  Signorellicn 
la  Historia  de  los  teatros )  se  representa  parte  en  Lisboa  y 
parte  en  Coimbra  como  la  Castro  del  portugués ,  á  la  cual 
sigue  servilmente  de  escena  en  escena  la  tragedia  castellana. 
Empieza ,  prosigue  y  concluye  de  la  misma  manera ,  copian- 
do las  situaciones ,  los  pensamientos  y  las  palabras  ■■  en  suma 
Bermudez  siguió  á  Ferreira  como  la  sombr  a  al  cuerpo ,  co- 
piándolo y  traduciéndolo  todo ,  hasta  los  defectos ,  los  ador- 
nos líricos ,  y  los  pensamientos  demasiado  sutiles  en  boca  del 
príncipe.  Montiano  y  Lampillas  hablaron  de  las  dos  trage- 
dias de  Bermudez  con  excesiva  parcialidad. 

1578. 

i3i.  Anónimo.  Comedia  intitulada  Metarnorfosea  ,  en 
tres  jornadas,  escrita  en  verso.  Belisena  amante  despreciada 
de  Medoro  ,  Eleno  amante  despreciado  de  Belisena,  Albina 
amante  despreciada  de  Eleno,  Bovina  amante  despreciada  de 
Alisio:  unos  suplican  y  otros  despiden,  hasta  que  llegán- 
dose á  cansar  los  desdeñados  de  su  mala  suerte  resuelven  po- 
ner su  afición  en  los  que  antes  los  querían ;  pero  como  estos 
se  habian  cansado  también  de  rogar,  ya  no  los  quieren,  de 
modo  que  se  renueva  la  misma  dificultad  que  hubo  al  prin- 
cipio, aunque  en  sentido  contrario,  y  la  fábula  se  acaba  sin 
desenlazarse.  Todos  los  personages  hacen  y  dicen  lo  mismo: 
los  seis  interlocutores  pudieran  reducirse  á  dos,  y  las  tres 
jornadas  á  tres  escenas.  El  estilo  es  incorrecto  y  trivial.  Se 
halla  esta  pieza  en  la  biblioteca  del  convento  de  santa  Cata- 
lina de  Barcelona. 


236  CATÁLOGO 

1579. 

i3í.  Juan  de.  la  Cueva.  Comedia  de  la  muerte  del  rey 
1).  Sancho  y  reto  de  Zamora ,  por  D.  Diego  Ordoñcz.  Esta 
farsa  fue  representada  la  primera  vez  en  Sevilla  ano  de  i5;9 
siendo  asistente  de  ella  D.  Francisco  Zapata  de  Cisneros.  Re- 
presentóla Alonso  Rodríguez ,  autor  de  comedias  ,  en  la  huer- 
ta de  Doña  Elvira.  Esta  y  las  «lemas  piezas  dramáticas  de. 
Juan  de  la  Cueva  están  divididas  en  cuatro  jornadas,  y  su 
diálogo  es  una  mezcla  continua  de  estrofas  líricas,  endeca- 
sílabos sueltos,  redondillas,  tercetos  y  octavas.  La  fábula  ca- 
rece de  artificio  dramático  :  los  sucesos  se  representan  en 
acción  unos  después  de  otros  como  la  historia  los  refiere. 
No  se  comprende  cómo  pudo  verificarse  en  ningún  teatro 
la  mudanza  continua  de  lugar  sin  que  el  diálogo  de  los  per- 
sonages  se  interrumpa.  ¿Cómo  se  han  de  representar  con  ve- 
rosimilitud los  paseos  del  rey  y  Bellido  Dolfos,  la  fuga  pre- 
cipitada de  <;sle,  la  muerte  de.  su  caballo  herido  por  el  Cid 
que  le  sigue  corriendo,  la  batalla  de  D.  Diego  Ordoñez  y 
los  tres  hijos  de  Arias  Gonzalo  combatiendo  todos  á  caba- 
llo, el  ej(;rcito  castellano  rodeando  la  valla,  Zamora  á  la  vis- 
la,  y  sus  muros  coronados  de  pueblo,  y  hablando  todos  des- 
de lugares  tan  distantes?  El  autor  contó  sin  duda  con  que 
la  imaginación  de  los  espectadores  supliria  todo  lo  que  fal- 
taba á  la  imitación  teatral.  El  estilo  de  Juan  de  la  Cueva  es 
fácil  y  abundoso  ,  descuidado  muchas  veces  ,  otras  humil- 
de en  demasía,  otras  magnífico  y  muy  próximo  al  tono  de 
la  epopeya,  pero  casi  nunca  afectuoso  ni  dramático.  Cuando 
el  rey  admite  en  su  favor  á  Bellido  Dolfos  y  va  con  él  re- 
conociendo los  muros  de  Zamora,  uno  de  los  que  están  de 
guar«lia  grita  desde  las  almenas,  avisando  al  rey  que  no  se 
fie  de  arpiel  malvado.  El  poeta  intercaló  en  este  discurso  al- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  237 


gunos  trozos  de  un  antiguo  romance,  artificio  ingenioso,  que 
siempre  produce  muy  buen  efecto  en  la  escena  si  se  aplica  con 
oportunidad  como  él  lo  hizo.  Los  versos  tomados  del  ro- 
mance son : 

Rey  D.  Sancho,  rey  D.  Sancho, 
no  dirás  que  no  te  aniso 
que  del  cerco  de  Zamora 
un  traidor  habia  salido. 
Bellido  Dolfos  se  llama, 
hijo  de  Dolfos  Bellido, 
cuatro  traiciones  ha  hecho , 
y  con  esta  serán  cinco. 

1579. 

i33.  Comedia  del  saco  de  Roma  y  muerte  de  Borlón ,  y 
coronación  de  nuestro  invicto  emperador  Carlos  P .  Fue  re- 
presentada esta  farsa  la  primera  vez  en  Sevilla  por  Alonso 
Rodríguez ,  famoso  representante ,  en  la  huerta  de  Doña  Fl~ 
vira,  siendo  asistente  D.  Francisco  Zapata  de  Cisncros ,  con- 
de de  Barajas.  Juan  de  la  Cueva  fue  el  primero  entre  nos- 
otros que  se  atrevió  á  hacer  una  comedia  del  asalto  y  sa- 
queo de  una  ciudad :  la  pintura  que  presenta  en  ésta  de  la 
insaciable  codicia,  las  violencias  y  el  brutal  desorden  de  un 
ejército  vencedor,  es  muy  conforme  al  original  que  imita.  El 
lugar  de  la  escena  se  supone  en  las  cercanías  de  Roma,  en 
sus  muros,  en  sus  plazas  y  calles,  en  las  inmediaciones  de 
Bolonia,  dentro  de  ella,  y  en  el  presbiterio  de  la  iglesia  de 
san  Petronio.  La  acción  dura  desde  el  mes  de  mayo  del  año 
de  1527  hasta  el  de  febrero  de  i53o:  las  desigualdades  de 
versificación  y  estilo  corresponden  a  la  desatinada  estructura 
de  la  pieza. 


238  CATÁLOGO 


1579. 

1 34-  Tragedia  de  los  siete  infantes  de  Lar  a.  Esta  tra- 
gedia representó  la  primera  vez  en  Sevilla  en  la  huerta  de 
Doña  Elvira  Alonso  Rodríguez ,  siendo  asistente  D.  Fran- 
cisco Zapata,  &c.  Montiano  tuvo  razón  en  decir  que  esta 
pieza  no  debió  intitularse  Los  siete  infantes  de  Lara ,  y  en 
efecto  antes  que  empiece  la  acción  ya  están  muertos  los  ta- 
les infantes.  Con  cualquiera  título  que  se  la  ponga,  la  tra- 
gedia quedará  siempre  mala.  La  escena  es  en  Córdoba  ,  en 
Salas  y  en  Barbadillo  :  dura  la  acción  unos  veinte  años:  to- 
da se  compone  de  situaciones  sueltas  siguiendo  el  orden  his- 
tórico. La  infanta  Zaida  aficionada  á  hechicerías  ,  acompa- 
ñada de  su  criada  Hala  diestra  en  estas  artes  hace  un  con- 
juro para  que  Gonzalo  Bustos  no  se  vaya,  invocando  á  los 
ministros  de  Averno  á  fin  de  que  estorben  su  viaje;  pero  los 
ministros  de  Averno  se  están  quietos:  el  conjuro  no  tiene 
efecto  (cosa  muy  verosimil)  y  Bustos  se  va:  queda  Mudaría 
en  el  vientre  de  su  madre  al  fin  de  la  segunda  jornada,  y 
al  acabar  la  tragedia  mata  á  Buy  Velazquez  (después  de  ha- 
ber recibido  el  santo  bautismo)  y  hace  quemar  viva  á  Doña 
Lambra  dentro  de  su  casa.  En  cuanto  al  estilo  debe  adver- 
tirse que  entre  la  magnificencia  y  pompa  de  algunos  diálogos, 
hay  expresiones  que  distan  demasiado  de  la  gravedad  del  co- 
turno. Por  ejemplo  las  siguientes  cuando  Gonzalo  Bustos  es- 
tá comiendo  con  el  rey  Almanzor. 

Almanzor.  ¿Coméis  asi  por  allá? 
Bustos.  ...  Si  señor ,  del  mismo  modo 

se  sirve  y  se  come  todo, 

no  en  el  suelo  como  acá. 
Almanzor.  Bueno  ha  estado  este  guisado. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  239 


¿Hate  dado  gusto,  Bustos? 
Bustos.  . ..  Es  tal,  que  á  todos  los  gustos 

será  por  fuerza  extremado. 
Almanzor.  ¿Ha  fallado  alguna  cosa? 
Bustos.  .  ..  Señor ,  á  lo  que  imagino , 

tener  sabor  de  tocino. 
Almanzor.  ¡Oh  qué  comida  enfadosa! 

No  sé  por  qué  los  cristianos 

tan  sucia  comida  usáis, 

si  no  es  porque  gustáis 

de  comer  cieno  y  gusanos. 

No  sin  causa  el  dios  Mahoma , 

so  pena  de  grande  afán, 

nos  veda  por  su  alcoran 

que  ningún  moro  lo  coma. 

1579. 

i35.  Comedia  de  la  libertad  de  España  por  Bernardo 
del  Carpió.  Esta  farsa  fue  representada  la  primera  vez  en 
Sevilla  por  Pedro  de  Saldaña ,  famoso  autor  y  excelente  re- 
presentante. Representóse  en  las  Atarazanas ,  &c.  Esla  fá- 
bula empieza  ab  interitu  Meleagri.  En  las  primeras  escenas 
se  pintan  los  amores  del  conde  de  Saldaña  y  la  infanta  Doña 
Jimena,  y  en  las  últimas  la  gran  victoria  de  Roncesvalles 
debida  al  prodigioso  valor  de  su  hijo  Bernardo  del  Carpió: 
asi  es  que  su  duración  viene  á  ser  unos  veinte  años:  la  es- 
cena es  en  León,  en  Saldaña  y  en  los  Pirineos.  A  pesar  de 
tanta  materia  como  eligió  el  poeta  para  su  obra  ,  todavía 
hay  en  ella  episodios  y  personages  inútiles  :  el  número  de 
éstos  llega  á  veinte  y  tres ,  sin  contar  los  dos  ejércitos  com- 
batientes. Alfonso  el  Casto  es  feroz,  pusilánime,  caviloso,  in- 
consecuente y  nulo:  Bernardo  un  baladron  temerario  que 


240  CATÁLOGO 


insulta  al  rey  su  tio  y  amenaza  á  todo  el  universo.  Véanse 
algunos  rasgos  de  su  carácter,  y  de  camino  los  descuidos  de 
estilo  y  decoro  en  que  incurrió  el  autor. 


¿Esto  me  encubrías,  cielo? 
¿Oh  cielo.'  ¿tal  me  encubridle? 
¿Qué  fue  la  causa?  ¿Temiste 
verme  destruir  el  suelo? 
Si  haré ,  y  el  mundo  y  mundos  : 
si  hay  mil  mundos,  mil  espero 
asolar  con  brazo  fiero, 
y  mil  horribles  profundos. 
¿Oh  rey  fiero. !  ¡Oh  rey  tirano! 
Rey  injusto ,  rey  cruel , 
rey  soberbio,  rey  infiel, 
rey  sin  ley,  rey  mal  cristiano. 
¿  En  qué  fundas  tu  locura  ? 
¿  En  las  armas  ?  Sus ,  al  arma  , 
al  arma  ;  mas  no  te  arma 

de  armas  el  armadura  

Id  presto  con  diligencia 

y  decid  que  esta  es  sazón 

de  conseguir  el  blasón 

de  su  ilustre  descendencia. 

Que  domen  el  arrogancia 

del  enemigo  y  su  saña, 

porque  vean  que  es  España 

España ,  y  no  Esfiaña  Francia. 

Si  en  el  centro  del  mar  por  mas  seguro , 

Carlos,  á  ti  y  tus  doce  lleva  el  miedo, 

ó  al  reino  horrible  del  Erebo  obscuro, 

temiendo  lo  que  en  todos  hacer  puedo; 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  241 

en  su  profundidad  no  os  aseguro 
que  allá  os  irá  buscando  mi  denuedo: 
y  si  al  cielo  os  subís ,  allá  la  muerte 
os  iré  á  dar  con  este  brazo  fuerte. 

La  gran  victoria  que  obtiene  Bernardo  en  que  él  solo 
combate  y  vence  á  los  doce  pares,  haciendo  en  el  ejército  una 
espantosa  carnicería,  no  es  menos  admirable  que  las  baza- 
ñas  de  Amadis,  de  Morgante  ó  de  D.  Cirongilio,  ni  menos 
distante  de  la  verosimilitud  dramática.  El  dios  de  la  guerra 
(maravillado  de  tanto  valor)  baja  del  olimpo,  corona  á  Ber- 
nardo, y  le  dice  al  acabar  esta  descabellada  composición: 

lo  so  el  dios  Marte,  que  tan  alto  hecho 
quici  o  remunerar ,  tu  esfuerzo  y  maña ; 
y  esta  corona  de  laurel  te  endono , 
y  por  segundo  Marte  te  corono. 

1579. 

i36.  Comedia  del  Degollado.  Esta  comedia  representó  la 
primera  vez  en  Sevilla  Pedro  de  Saldaña.  Recitóse  en  la 
huerta  de  Doña  Elvira,  &c.  La  fábula  de  esta  comedia  está 
dispuesta  con  tan  poca  economía,  que  de  cuatro  jornadas  que 
tiene  pudiera  reducirse  fácilmente  á  dos.  La  escena  se  finge 
en  las  cercanías  de  Velez  de  la  Gomera,  y  en  una  ciudad  de 
Africa  que  no  se  nombra:  los  amores  del  príncipe  moro  con 
su  esclava  Celia  están  pintados  sin  la  menor  inteligencia  del 
arte,  y  tanto,  que  para  expresar  el  poeta  cuan  excesiva  era 
su  pasión,  le  convierte  de  repente  en  un  personage  ridículo 
de  entremés,  y  á  la  ilustre  y  castísima  Celia  en  una  moza 
cbocarrera  y  descocada.  Le  dice  el  príncipe  que  le  trate  como 
á  un  criado  suyo,  que  ella  debe  mandar  y  él  obedecerla;  Ce- 

Tomo  I.  1  6 


242  CATÁLOGO 

lia,  haciendo  el  papel  de  señora,  le  llama  indiscreto,  barbil- 
la ,  majadero  y  badajo:  le  deslina  á  servir  al  mozo  de  la 
cocina,  y  a  ser  ayudante  del  barrendero :  le  hace  bailar  y  dar 
salios,  y  luego  manda  que  se  vaya  á  acostar.  A  vueltas  de 
estos  desatinos  hay  sin  embargo  algunas  situaciones  no  mal 
desempeñadas,  entre  las  cuales  merece  estimación  la  última 
escena  de  la  jornada  cuarta. 

1579. 

i?>;.  Tragedia  de  la  muerte  de  Ayax  Telamón  sobre  las 
armas  de  Aquiles.  Representó  esta  tragedia  Pedro  de  Salda- 
ña,  haciendo  él  mismo  la  /¡gara  de  Ayax  admirablemente. 
Recitóse  la  primera  vez  en  Sevilla  en  la  huerta  de  Doña  El- 
vira, &c.  La  escena  es  en  Troya  en  el  monte  Ida,  y  en  el 
acampamento  de  los  griegos:  la  acción  no  empieza  hasta  lo 
Último  de  la  segunda  jornada,  resultando  inútil  todo  cuanto 
precede,  y  por  consiguiente  inútiles  también  los  personages 
«le  Eneas,  Anquises,  Acates,  Venus,  Elena,  Andrómaca  y 
Canopo.  imitó  Cueva  en  las  primeras  escenas  á  Virgilio,  po- 
niendo en  acción  mucha  parle  de  lo  que  se  refiere  en  el  se- 
gundo libro  de  la  Eneida:  imitó  á  Ovidio  en  los  discursos  de 
Ayax  y  Ulises  reduciéndolos  mucho  como  convenia  á  la  for- 
ma dramática,  pero  hubiera  debido  no  apartarse  del  poeta 
latino  en  la  conclusión  del  razonamiento  ele  Ulises. 

 aut  si  mihi  non  datis  arma 

huic  date :  et  ostendit  signum  fútale  Minerva:. 
A  esta  situación  verdaderamente  teatral  hace  Ovidio  se- 
guir la  adjudicación  de  las  armas  de  Aquiles  en  favor  del 
elocuente  Ulises,  y  á  esto  la  desesperada  muerte  de  Ayax. 
Cueva  en  vez  de  imitar  aquella  rapidez,  gasta  otra  jornada 
en  diálogos  impertinentes  de  Agamenón  y  Menelao  que  es- 
tán discordes  en  su  opinión.  Ulises  y  Ayax  vuelven  á  com- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §43 

parecer  para  ser  juzgados,  y  se  repite  inútilmente  una  mis- 
ma situación,  se  entorpece  el  progreso  de  la  fábula  y  el  in- 
terés se  debilita  :  convienen  todos  los  reyes  y  caudillos  en 
que  Néstor  decida,  y  se  publica  esta  ridicula  sentencia: 

Visto  todo  lo  alegado 
de  Telamón  el  valiente 
y  de  Vlises  elocuente 
sobre  lo  que  han  demandado , 
fallamos  que  á  Ulises  den 
las  armas  porque  es  razón, 
y  esto  firma  Agamenón , 
Diomedcs  ,  Néstor  también. 

Ayax  se  mata  al  oir  esto:  se  apai-ece  la  Fama  y  dice  que 
nadie  toque  el  cuerpo  de  Ayax,  porque  Júpiter  quiere  que 
se  convierta  en  una  flor. 

Y  porque  el  auditorio  circunstante 
que  oido  ha  la  tragedia  doloroso  , 
se  vaya  á  reposar ,  pido  en  descuento 
que  muestre  con  aplauso  el  ir  contento. 

Montiano  dijo  hablando  de  esta  pieza  ,  que  abunda  de 
sentencias ,  y  en  toda  la  fábula  es  admirable  la  dicción.  No 
á  todos  parecerá  admirable  ,  pero  puede  decirse  que  aun- 
que el  estilo  serpit  humi  en  muchas  ocasiones  ,  en  general 
es  una  de  las  piezas  mejor  escritas  de  Juan  de  la  Cueva. 

1579. 

i38.    Comedia  del  Tutor.  Fue  representada  esta  comedia 

la  primera  vez  en  Sevilla  en  la  huerta  de  Doña  Elvira  por 

# 


244  CATÁLOGO 

Pedro  de  Solitaria,  &c.  La  escena  es  en  Sevilla  y  en  Sala- 
manca: los  personajes  van  y  vienen  de  una  parte  á  otra  á 
pesar  de  tan  larga  distancia  con  imposible  facilidad:  la  ac- 
ción dura  unos  siete  ú  ocho  meses:  Leotacio  que  se  ena- 
mora por  un  retrato,  y  solicita  ser  correspondido  de  Aure- 
lia, es  una  figura  inútil  que  solo  sirve  de  duplicar  la  acción 
y  confundirla:  el  episodio  de  la  tercera  jornada  en  que  Li- 
cio vestido  de  diablo  espanta  á  Leotacio  y  Astropo,  no  solo 
es  inoportuno,  sino  contrario  á  los  fines  que  Licio  se  lia  pro- 
puesto. Con  mas  estudio  y  meditación  hubiera  podido  el  au- 
tor simplificar  su  fábula  dándole  mayor  unidad,  interés  y 
verosimilitud,  pero  nada  de  esto  hizo.  Sin  embargo  hay  en 
ella  un  fin  moral,  algunas  situaciones  cómicas  y  facilidad  en 
el  diálogo. 

1579. 

í.li).  Comedia  de  la  constancia  de  Arcelina.  Fue  repre- 
sentada esta  comedia  con  grandísimo  extremo  en  la  lati  rla 
de  Dona  Elvira  />nr  Pedro  de  Saldaría  ,  &c.  Nada  omitió  en 
esta  comedia  Juan  de  la  Cueva  para  hacerla  agradable  á  los 
ojos  del  vulgo:  amores,  zelos,  venganzas,  disfraces,  homi- 
cidios, reo,  alguaciles,  verdugo,  horca,  magia,  conjuros,  es- 
píritus, pastores,  magistrados,  caballeros,  montes,  cabanas, 
buen  lenguaje,  sonoros  versos.  Si  hoy  se  repitiese  en  el  tea- 
tro, hoy  la  desaprobarían  los  doctos  y  la  aplaudiría  la  mul- 
titud. La  escena  es  en  Colibre  y  en  sus  cercanías  Menali  io 
está  enamorado  á  un  tiempo  de  las  dos  hermanas  Arcelina 
y  Crisea :  igualmente  enamoradas  de  él,  echan  suertes  para 
saber  cuál  de  las  dos  ha  de  quererle  exclusivamente:  Arce- 
lina  mata  á  su  hermana  para  quedar  sola  en  el  cariño  de 
Menalcio:  Fulcino  amante  de  Arcelina  trata  de  matar  á  Mc- 
nalcio  para  que  Arcelina  le  quiera,  y  si  no  lo  consigue  ma- 
tar á  las  dos  hermanas.  Suposiciones  todas  tan  inverosími- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  245 


les  y  viólenlas,  que  cuanto  resulta  de  ellas  es  repugnante 
confusión,  no  enredo  dramático.  Son  inútiles  los  persona- 
jes de  Fulcino,  Gelcino  ,  Ornante,  Tesífonc,  Zoroastres,  Aqui- 
les,  Egisto,  Ifis,  Dido,  Pastulcio,  Olimpo,  D.  Porcelo  y  D.  Cris- 
lino:  quitados  todos  estos,  y  cuanto  hacen  y  dicen,  todavía 
puede  quedar  la  fábula  en  toda  su  integridad:  la  jornada  se- 
gunda es  ociosa  y  absurda  á  pesar  de  la  excelente  versifica- 
ción en  que  está  escrita.  Véase  una  prueba  de  talento  perdi- 
do en  las  siguientes  octavas. 

Orbante  ¿Del  dulce  fuego  del  amor  que  aspira 

tu  firme  pecho  eres  conmovido , 
fiel  Fulcino,  á  despreciar  la  ira 
del  reino  horrible  del  eterno  olvido? 
¿  Y  quieres  ser  ( que  su  crueldad  no  admira 
tu  excelso  corazón  de  amor  regido ) 
los  que  habitan  el  triste  rio  Aqueronte 
y  los  del  encendido  Flcgetonte? 
¿  Y  quieres  por  mi  apremio  poderoso 
que  parar  haga  de  Ixion  la  rueda  , 
que  tenga  Ticio  de  su  mal  reposo , 
que  Sisifo  en  descanso  verse  pueda , 
que  deje  el  Can  trifauce  el  espantoso 
ladrido,  y  salir  fuera  les  conceda 
á  las  terribles  Furias  y  á  mi  mando 
vengan,  el  reino  de  Pluton  dejando? 

Fulcino  Cuando  por  mi  amistad ,  amigo  Orbante, 

hicieres  que  pervierta  el  movimiento 

el  sol ,  que  no  se  mueva  el  cielo  errante , 

que  del  infierno  pare  el  cruel  tormento , 

entenderé  de  tu  amistad  constante 

que  es  poco,  y  esto  ha  dado  atrevimiento 


246  CATÁLOGO 

tí  mi  necesidad  pedir  tu  amparo, 

por  entender  que  no  has  de  serme  avaro. 

Orbante  Para  que  se  confirme  en  esta  parte 

lo  que  entiendes  de  mi,  Fulcino  amigo, 
y  cuanto  gusto  mió  es  agradar/e 
y  verte  libre  de  cruel  castigo, 
tí  aquella  parte  cumple  desviarte , 
en  tanto  que  con  mago  apremio  ligo 
al  rey  Esligio  del  sulfúreo  infierno, 

y  á  los  ministros  del  castigo  eterno  

Agora  es  tiempo  ¡oh  tú  Pluton  potente! 
que  des  lugar  al  fuerte  encanto  mió 
sin  que  impida  ningún  inconveniente 
lo  que  demando  y  lo  que  ver  confio: 
y  es  que  envíes  con  priesa  diligente 
un  alma  de  tu  esligio  señorío 
á  ver  la  luz  del  mundo  que  aborrece , 

y  á  declarar  un  caso  que  se.  ofrece  

Si  asi  no  lo  hicieres,  dura  guerra 

á  tu  reino  daré  con  nuevos  males: 

con  luz  heriré  el  centro  que  te  encierra 

mostrando  tus  cavernas  infernales ; 

tus  tres  jueces ,  que  á  aquel  que  en  vida  yerra 

condenan  á  las  penas  eternalcs , 

quitaré  de  su  asiento  y  duro  mando, 

si  no  me  das,  Pluton,  lo  que  demando. 

Tesifone  Potente  Orbante,  cuyo  fuerte  encanto 

el  reino  de  Pluton  todo  ha  movido 

de  tal  suerte ,  que  puesto  en  grave  espanto , 

el  uso  del  tormento  ha  suspendido : 

mira  qué  pides ,  no  te  tardes  tanto, 

que  solo  ú  que  tu  mando  sea  cumplido 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §47 

me  eiwia  el  rey  de  la  región  obscura 
á  ver  la  luz  á  los  dañados  dura. 

A  estos  rasgos  épicos  desatinadamente  inoportunos  su- 
ceden situaciones  y  afectos  mas  verosímiles,  mas  convenien- 
tes a  la  buena  comedia:  véase  este  corto  excelente  monólogo 
en  que  Arcelina  fugitiva  ,  oculta  en  la  aspereza  de  los  mon- 
tes, manifiesta  la  inquietud  y  los  temores  que  la  agitan. 

Injusto  y  severo  amor , 
que  me  traes  á  tal  extremo, 
que  ausente  la  vida  temo 
porque  vivo  en  tal  dolor. 
¿Que  puedo  hacer  ¡ay  cuitada! 
del  cielo  tan  perseguida , 
y  del  mundo  aborrecida , 
y  de  Menalcio  apartada  ? 
Huyendo  la  cruda  muerte 
que  á  mi  hermana  di  /ay  cruel.' 
ausente  vivo  de  aquel 
que  causó  mi.  acerba  suerte. 
JEn  estas  malezas  moro, 
sola ,  entre  animales  brutos, 
comiendo  silvestres  frutos , 
bebiendo  el  agua  que  lloro. 
Paso  el  dia  suspirando , 
de  ansias  y  recelos  llena , 
revuelta  en  mi  culpa  y  pena , 
la  noche  en  vela  llorando. 
Miro  ¡ ay  sin  ventura!  al  cielo 
á  quien  enemiga  soy , 
cuéntole  el  mal  en  que  estoy, 


248 


CATÁLOGO 


y  no  hallo  en  él  consuelo  

Es  tal  el  temor  que  tengo 

y  el  amor  tfue  en  rni  alma  está, 

que  acometo  á  ir  al/tí, 

y  queriendo  ir  me  detengo. 

Con  sobresaltos  resut  loo 

esconderme  en  la  espesura  , 

donde  nada  me  asegura  , 
y  á  mi  acerbo  llanto  vuelco. 

Del  silbo  del  ganadero , 

del  canto  del  ruiseñor , 

del  aire  si  litare  rumor, 

me  sobresalto  y  me  altero. 

Menalcio  manifiesta  una  vileza  que  horroriza,  instando  á 
qiio  muera  Arcelina  que  acaba  de  declararse  delincuente  para 
salvarle  la  vida  á  él :  hay  artificio  en  el  desenlace,  y  es  opor- 
tuna la  astucia  del  gobernador,  encaminada  á  que  el  padre 
de  Arcelina  perdone  á  quien  quitó  la  vida  á  Grísea. 

1579. 

í^n.  Cristóbal  de  Virués.  Tragedia.  La  gran  Semiramis. 
Prólogo  en  verso  suelto  en  el  cual  se  dice: 

Y  solamente  porque  importa  advierto 
que  esta  tragedia  con  estilo  nuevo 
que  ella  introduce,  viene  en  tres  jornadas 
que  suceden  en  tiempos  diferentes. 
En  el  sitio  de  Batra  la  primera , 
en  Ni/tice  famosa  la  segunda, 
Ja  tercera  y  final  en  Babilonia , 
formando  en  cada  cual  una  tragedia 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  249 


con  que  podrá  toda  la  de  hoy  tenerse 
por  tres  tragedias ,  no  sin  arte  escritas. 

Jornada  primera.  Niño  tiene  sitiada  la  ciudad  de  Batra: 
Semíramis  sugiere  á  su  esposo  Menon,  general  de  Niño,  un 
medio  seguro  de  ganarla ,  y  en  efecto  se  logra :  el  rey  agra- 
dece á  su  general  la  victoria ,  y  él  presenta  á  Semíramis  di- 
ciendo como  se  casó  con  ella  en  Ascalon ,  como  se  la  llevó 
después  á  Nínive ,  &c. :  quedan  solos  Semíramis  y  Niño :  éste 
le  hace  una  declaración  amorosa ,  y  le  propone  que  se  casa- 
rá con  ella,  dando  á  Menon  su  hija  por  muger:  Semíramis 
resiste,  llega  Menon,  el  rey  le  hace  el  mismo  partido  y  le 
rehusa:  irritado  Niño  le  amenaza  y  se  lleva  por  fuerza  á  Se- 
míramis: hace  Menon  gran  sentimiento,  determina  ahorcar- 
se, despídese  de  su  esposa  ausente  en  una  larga  canción  de  es- 
tilo lírico,  llorido  y  redundante,  y  se  ahorca  en  efecto:  salen 
dos  soldados,  le  descuelgan  y  se  le  llevan  á  enterrar.  Jorna- 
da segunda.  De  la  primera  á  la  segunda  jornada  pasan  diez  y 
seis  años.  Manda  Niño  llamar  á  los  grandes  del  reino  á  ins- 
tancias de  Semíramis,  y  la  corona  en  su  presencia,  dándole 
ahsoluto  poder  en  todos  sus  estados  por  término  de  solos 
cinco  dias,  en  los  cuales  nada  podrá  él  mandar  y  nadie  de- 
berá obedecerle:  Semíramis  da  sus  órdenes  secretas  á  Zelaho 
y  á  Zopiro,  del  cual  está  enamorada,  como  se  lo  declara  des- 
pués con  harta  impudencia:  Zelabo  en  cumplimiento  de  lo 
que  se  le  ha  encargado,  viene  diciendo  que  ha  sorprendido 
al  rey  y  le  deja  encerrado  en  la  torre:  Zopiro  anuncia  des- 
pués á  Semíramis  rjue  ya  ha  llevado  á  su  hijo  Ninias  al  tem- 
plo de  Vesta,  en  donde  queda  con  el  trage  de  virgen  vestal: 
á  continuación  de  un  soliloquio  de  Zopiro  y  un  diálogo  insí- 
pido entre  éste  y  Zelabo  se  junta  el  consejo:  preséntase  á  él 
Semíramis  con  las  vestiduras  de  Ninias  (por  quien  todos  la 


250  CATÁLOGO 

tienen,  atendida  la  semejanza  idéntica  (le  hijo  y  madre)  les 
ila  una  carta  escrita  y  firmada  por  ella  misma,  y  al  irla  á 
leer  dicen  entre  todos  esta  ridicula  octava. 

Janto  De  la  reina  es  la  letra  y  firma  y  sello. 

Creon  Suyo  es  el  sello  y  suya  es  firma  y  letra. 

Troilo.  .  .  .  Bien  conocida  es  letra  y  firma  y  sello. 

OrÍSTENES.  No  hay  que  dudar  en  sello  firma  ó  letra. 

Semi'kamjs.  Pues  conocéis  la  letra  y  firma  y  sello, 
dejad  el  sello  y  firma  ,  oíd  la  letra  , 
leed  y  oid  la  letra  de  esta  carta  , 
de  esta  importante  cuanto  triste  carta. 

La  carta  dice  en  suma  que  Belo  y  Juno  se  aparecieron 
en  un  carro  tirado  de  cisnes,  entrando  en  la  sala  donde  es- 
tallan Semíramis  y  Niño,  y  asiendo  á  éste  de  las  manos  y 
sentándole  en  un  solio  de  cristal,  le  arrebataron  consigo,  di- 
ciendo á  Semíramis  que  era  su  voluntad  que  el  trono  de  Asi- 
ría pasase  á  su  hijo  Ninias,  y  que  ella  se  hiciese  vestal:  con- 
cluye la  carta  mandando  la  reina  que  coronen  á  su  hijo,  y 
firma  en  el  templo  de  Vesta,  en  donde  finge  que  está  ya  re- 
tirada: los  del  consejo  creen  de  buena  fe  cuanto  la  carta  dice» 
y  resuelven  coronar  al  rey  en  el  siguiente  dia:  queda  sola 
Semíramis  y  hace  traer  encadenado  á  su  esposo  Niño,  que 
no  la  reconoce,  y  creyendo  que  habla  ron  su  hijo  sospecha 
que  haya  muerto  á  Semíramis:  ésta  le  hace  beber  un  vaso 
de  veneno  y  se  retira:  llora  el  rey  la  suerte  de  su  esposa  que 
supone  muerta  por  orden  de  Ninias,  pero  contándole  los  asis- 
tentes la  verdad  del  caso  espira  lleno  de  desesperación  y  an- 
gustias. Jornada  tercera.  De  la  segunda  á  la  tercera  jornada 
pasan  seis  años:  Semíramis  declara  á  los  grandes  como  ha 
estado  reinando  todo  aquel  tiempo  en  hábito  varonil:  nom- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  251 

bra  por  rey  á  su  hijo,  se  despoja  de  toda  su  autoridad,  y 
quedándose  á  solas  con  él  le  manifiesta,  como  ya  parece  que 
lo  habia  hecho  otras  veces,  su  pasión  incestuosa:  la  resisten- 
cia del  hijo  no  la  contiene:  insiste  una  y  otra  vez  en  su  pro- 
pósito. Véase  una  muestra  de  la  manera  con  que  expresó  el 
poeta  la  vehemente  pasión  de  Semíramis. 

Mayor  dolor  que  la  muerte 
me  causará  el  alejarte , 
que  mi  tormento  mas  fuerte 
será  no  poder  mirarte, 
pues  mi  mayor  gloria  es  verte. 
Muera ,  y  sea  en  tu  presencia 
( que  muerte  será  gustosa) 
y  no  viva  yo  en  ausencia  , 
que  es  muerte  mas  rigorosa 
y  mas  áspera  sentencia. 
No  puedo  sin  ti  pasar , 
no  puedo  sin  ti  vivir: 
por  fuerza  te  he  de  buscar , 
por  fuerza  te  he  de  seguir , 
por  fuerza  te  he  de  alcanzar. 
No  puedes  huir  de  mi, 
que  he  de  correr  mucho  yo , 
pues  quiere  que  sea  asi 
el  cruel  que  me  hirió, 
dejándote  sano  ú  ti. 

Duda  Ninias  en  un  soliloquio  sí  matará  á  la  reina  en  ven- 
ganza de  su  padre  y  castigo  de  su  desenfreno  y  sus  vicios: 
ella  vuelve  á  instar  y  él  á  despreciarla:  Zelabo  en  un  monó- 
logo insufrible  de  doscientos  versos  se  queja  de  la  corrup- 


CATÁLOGO 


rion  dr  las  corles,  la  ingratitud  que  reina  en  ellas,  la  adu- 
lación, la  envidia:  mas  dijera  si  no  le  interrumpiese  Diarco, 
que.  viene  muy  afligido  de  haber  visto  el  trágico  fin  de  Se- 
míramis  muerta  á  manos  de  su  liijo,  y  repite,  en  dos  can- 
ciones las  palabras  que  oyó  decir  á  la  reina  moribunda.  Con 
este  motivo  conversan  muy  despacio  los  dos  refiriendo  que 
era  bija  de  una  ramera;  la  crianza  que.  las  aves  le  dieron,  y 
los  principales  hechos  de  su  reinado  •  SU  lujuria  feroz ,  la 
muelle  de  sus  amantes  (y  entre  ellos  Zopiro),  sus  victorias, 
la  sedición  apaciguada  en  Babilonia,  la  fábrica  de  sus  muros, 
los  huertos  pensiles  y  otras  particularidades  con  que.  dilatan 
una  larga  escena,  en  la  cual  el  poeta  se  olvidó  enteramente 
del  arte:  Ninias  cuenta  á  los  grandes  que  Semíramis  acaba 
de  convertirse  repentinamente  en  paloma,  volando  al  ciclo, 
en  donde  la  recibieron  Belo,  Niño  y  Juno:  los  consejeros  y 
magnates  acostumbrados  á  creer  patrañas,  reciben  esta  con 
la  misma  candidez  que  las  anteriores:  el  rey  rpiedándose  á 
solas  con  Zelabo  y  Diarco,  les  confiesa  de  buena  fe  que  todo 
cuanto  acaba  de  decir  lia  sido  un  embrollo,  y  que  él  es  en 
efecto  el  que  lia  quitado  la  vida  á  su  madre:  esto  dicho  les 
ruega  que  le  acompañen  para  quemar  el  cuerpo.  La  tragedia 
se  presenta  después  al  auditorio,  y  dice  una  octava  que  pu- 
diera haberse  omitido. 

Si  la  Scmirainis  es  una  tragedia,  tiene  tres  acciones,  sin 
unidad  de  lugar  ni  de  tiempo,  y  sea  una  ó  tres  (como  el  au- 
tor lo  indicó  en  el  prólogo)  la  economía  y  distribución  de  la 
fábula  de  cada  una  de  ellas  es  muy  defectuosa.  En  unas  par- 
les los  incidentes  se  alropellan  y  confunden,  y  en  otras  se 
entorpece  el  movimiento  de  progresión  con  dilaciones  im- 
pertinentes: en  la  segunda  jornada  se  verán  ejemplos  del  pri- 
mer defecto,  y  en  la  tercera  del  segundo.  La  muerte  de  Me- 
non  produce  una  catástrofe  mezclada  de  horror  y  ridiculez: 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  253 

la  de  Niño  es  mas  teatral,  la  de  Semíramis  del  todo  repug- 
nante, ni  es  necesaria  ni  cslá  preparada  con  arte  :  algunas 
situaciones  afectuosas  están  desempeñadas  con  oportuna  ex- 
presión': el  estilo  es  muy  desigual,  rara  vez  dramático,  y 
cuando  se  eleva  mas,  degenera  en  lírico:  contribuye  no  poco 
á  la  impropiedad  del  diálogo  el  estar  escrita  esta  obra  (como 
las  restantes  del  mismo  autor)  en  sonetos,  quintillas,  redon- 
dillas, estrofas  líricas,  verso  suelto,  tercetos  y  octavas,  mez- 
cla monstruosa  y  extravagante. 

1579. 

1 4 1  •  Tragedia.  La  Cruel  Casandra,  Prólogo.  Esta  pieza 
está  dividida  en  tres  parles:  hay  en  ella  tres  ó  cuatro  accio- 
nes, siendo  por  consecuencia  su  plan  complicado  en  extremo 
é  incomprensible;  los  caracteres  inoportunos,  inverosímiles; 
las  costumbres  depravadas  en  lodos  los  personages  principa- 
les: si  se  exceptúan  uno  ó  dos  (que  apenas  tienen  parte  en 
la  fábula),  el  príncipe,  Fulgencio,  Alberto,  Fabio,  Tancredo, 
Filadelfo  ,  Casandra  ,  y  basta  un  pagecillo  llamado  Matías, 
todos  son  malvados,  y  cuanto  hacen  y  dicen  es  un  conjunto 
de  indecencias,  atrevimientos  y  picardías:  la  catástrofe  es  bru- 
tal, y  como  todo  lo  restante  complicada  y  violenta:  los  muer- 
tos son  ocho,  y  al  desenlace  aparecen  cinco  cadáveres  en  la 
escena:  solo  queda  vivo  el  rey  y  unos  criados.  Ni  en  el  estilo 
ni  en  la  versificación  hay  cosa  tolerable,  todo  es  desaliño, 
puerilidades  y  bajezas:  es  verdad  que  todo  sucede  en  un  sa- 
lón y  en  una  mañana. 

1580. 

142.  Juan  de  la  Cueva.  Tragedia  de  la  muerte  de  Vir- 
ginia y  Apio  Claudio.  Representóse  esta  tragedia  en  la  huer- 
ta de  Doña  Elvira  por  el  excelente  c  ingenioso  representan- 
te Pedro  de  Saldaría,  &c.  La  escena  es  eu  Roma  y  en  Al- 


§54  CATÁLOGO 


gido:  la  duración  de  la  fábula  indeterminada  y  de  pocos  días: 
la  acción  acaba  en  la  tercera  jornada,  y  se  dilata  inútilmente 
en  la  que  sigue,  con  detrimento  de  la  unidad  y  del  interés: 
la  pintura  de  los  alectos  es  generalmente  débil:  Marco  Clau- 
dio ,  confidente  del  deceinviro ,  habla  á  veces  con  el  decoro  que 
corresponde  al  género  trágico,  y  á  veces  incurre  en  bajezas 
imperdonables.  Entre  los  personages  hay  un  escribano  que 
ni  por  el  nombre  que  se  da  á  su  oficio,  ni  por  el  estilo  qui' 
usa  en  sus  escritos,  pertenece  á  la  tragedia  ni  á  las  costum- 
bres romanas.  Véase  como  se  explica. 

Preguntado  Apio  Claudio,  que  presente 
está  en  la  cárcel  en  prisiones  puesto , 
si  conoce  á  Virginio  que  está  ausente, 
dice  que  si:  y  replicando  en  esto 
qué  tiempo  habrá  ,  responde  llanamente 
que  no  le  fue  tal  hombre  manifiesto , 
sino  desde  que  Marco  su  criado 
la  esclava  ante  él  por  pleito  ha  demandado. 
T ornado  á  preguntar  si  conocía 
d  Virginia ,  declara  que  en  su  vida 
la  vio,  &c. 

Sentencian  los  jueces  que  Apio  Claudio  muera  en  la  pri- 
sión, y  después  sea  arrojado  su  cuerpo  al  Tiber,  y  cometen 
la  ejecución  de  la  sentencia  no  menos  que  á  un  edil.  Esto 
supone  demasiado  olvido  de  la  historia  y  de  las  costumbres 
de  las  naciones.  A  pesar  de  estos  y  otros  defectos  puede  ase- 
gurarse que  esta  tragedia  es  la  menos  mala  de  las  cuatro  que 
existen  de  Juan  de  la  Cueva. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  255 

1580. 

i/{3.  Comedía  de  El  Principe  Tirano.  Representóse  esta 
comedia  la  primera  vez  en  la  huerta  de  Doña  Elvira  en 
Sevilla  por  Pedro  de  Saldaña ,  &c.  Fábula  llena  de  atrocidad 
y  absurdos.  Las  parcas  hilan  la  vida  de  la  princesa  en  un 
rincón  del  jardín,  mientras  el  príncipe  hace  á  Trasildoro  que 
abra  una  sepultura  profunda  para  enterrar  en  ella  á  su  her- 
mana luego  que  la  male.  Viene  la  princesa,  el  príncipe  la  da 
de  puñaladas,  las  parcas  cortan  el  hilo  de  su  vida,  pero  no 
se  acuerdan  de  hilar  ni  corlar  el  de  Trasildoro,  que  muere 
también  á  manos  del  príncipe  y  le  ent ierra  con  su  hermana, 
todo  á  visla  del  espectador:  la  furia  Alelo,  los  tormentos  que 
da  el  príncipe  á  su  amo  y  á  su  ayo  para  que  declaren  lo  que 
ignoran,  la  mina  que  hace  Gracildo  en  pocas  horas  para  salir 
por  ella  de  la  prisión,  las  sombras  de  la  princesa  y  Trasil- 
doro que  persiguen  al  rey  y  al  príncipe,  los  conjuros  de  Cra- 
tilo  (mágico  y  grande  del  reino  de  Coicos)  que  las  hace  de- 
clarar á  qué  son  venidas,  todo  es  atropellado,  inconsecuen- 
te, inverosímil,  imposible,  horrendo,  ageno  del  teatro:  el 
rey  manda  que  saquen  de  la  prisión  al  príncipe,  y  puesto 
en  un  serón  tirado  de  dos  caballos  le  lleven  arrastrando  por 
las  calles  de  la  ciudad  con  el  pregonero  delante,  y  llegado  al 
suplicio  le  corle  el  verdugo  los  pies,  las  manos  y  la  cabeza, 
que  le  descuartice,  y  dejando  clavada  en  un  palo  la  cabeza 
en  medio  de  la  plaza,  se  coloquen  los  cuartos  en  los  caminos 
públicos  de  donde  nadie  pueda  quitarlos  pena  de  la  vida.  Des- 
pués de  arreglado  por  el  rey  este  ceremonial  se  escapa  el  prín- 
cipe de  la  cárcel:  los  grandes  instan  al  rey  en  su  favor,  y 
éste  por  no  quedar  sin  sucesión  todo  lo  olvida,  le  perdona 
con  imprevista  clemencia  ,  y  le  hace  jurar  como  heredero  le- 
gitimo del  trono:  cegri  somnia. 


256 


CATÁLOGO 


1580. 

i  44-  Tragedia  de  El  Príncipe  Tirano.  Esta  tragedia  re- 
presentó Pedro  de  Suldaña  la  primera  vez  en  Sevilla  en  la 
huerta  de  Doña  Elvira,  &c.  Esta  pieza  es  ana  segunda  par- 
te de  la  anterior:  en  ella  se  abandonó  el  autor  á  todo  géne- 
ro de  extravíos:  el  carácter  del  príncipe  es  uno  de  aquellos 
que  no  existiendo  en  la  naturaleza,  no  son  admisibles  en  el 
teatro.  Los  retratos  del  vicio  (dice.  Montiano  hablando  de  este 
personage  fantástico)  han  de  ser  adaptables  á  lo  que  se  ve, 
á  lo  que  se  oje ,  ó  á  lo  que  puede  haberse  leido;  porque  si 
trascienden  de  estos  limites  conocidos  y  trillados ,  todo  lo  que 
se  arrima  al  exceso  ó  á  la  ponderación ,  hace  perder  la  jus- 
ta medida  que  requiere  la  fábula  en  sí  y  en  cualquiera  de  sus 
partes  para  ser  proporcionada  á  las  respectivas  pasiones  de 
lástima  y  terror  ,  sin  cuyos  requisitos  corre  aventurada  la 
tragedia,  y  expuesta  á  que  se  malogre  su  fin,  engendrando 
en  lugar  de  aquellos  afectos  incredulidad  é  indiferencia,  que 
son  los  contrarios  que  mas  la  destruyen.  La  aparición  del 
reino  de  Coicos  es  uno  de  los  delirios  mas  absurdos  en  que 
pudo  incurrir  el  autor,  usurpando  esta  ficción  á  la  poesía  lí- 
rica y  aplicándola  al  teatro,  en  donde  nada  se  sufre  que  sea 
imposible  de  suceder.  Si  en  otras  piezas  de  Juan  de  la  Cue- 
va suele  hallarse  entre  muchos  defectos  alguna  cosa  digna 
de  elogio,  en  la  presente  todo  está  mal  imaginado,  mal  com- 
binado y  mal  escrito.  Adviértase  que  en  Coicos  se  usaban 
pages ,  contadores,  maestresalas,  secretarios  y  letrados:  al 
rey  se  le  daba  el  título  de  magestad ;  se  celebraban  cortes 
cuando  convenia ,  y  en  palacio  habia  besamanos.  ¿Por  qué 
habia  de  respetar  la  historia  el  poeta  que  atropello  con  todo 
lo  demás? 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §57 


1580. 

145.  Comedia  de  El  Piejo  enamorado.  Esta  comedia  re- 
presentó Pedro  de  Saldaña  la  primera  vez  en  Sevilla  en  el 
corral  de  D.  Juan   Es  comedia  digna  de  mucha  memo- 
ria, considerada  la  moralidad  de  ella,  &c.  Las  primeras  es- 
cenas de  esta  comedia  anuncian  una  fábula  regular,  pero 
antes  de  acabarse  la  primera  jornada  ya  se  ecba  de  ver  que 
el  autor  perdió  el  tino  y  acudió  al  acostumbrado  registro  de 
sus  nigromantes,  furias,  deidades  y  fantasmas  alegóricas,  en- 
cantos ,  vuelos,  transformaciones,  hundimientos  y  cuantos 
desatinos  de  este  género  pudo  sugerirle  su  destemplada  fan- 
tasía. Las  desigualdades  y  extravíos  del  estilo  corresponden 
perfectamente  á  la  irregularidad  de  la  pieza. 

1580. 

146.  Cristóbal  de  Virués.  Tragedia  de  Atila  furioso.  Se 
divide  en  tres  jornadas.  La  reina,  muger  de  Atila,  perdida 
de  amores  por  Flaminia  (dama  del  rey  en  trage  varonil  con 
nombre  de  Flaminio):  Gerardo  amante  de  la  reina:  otra 
reina  prisionera,  llamada  Celia,  de  quien  Atila  se  enamora: 
Flaminia  que  trata  de  perder  á  la  reina  muger  de  Atila  pa- 
ra casarse  con  él  después  :  diálogos  de  amor  y  situaciones 
cómicas,  ronda  nocturna,  balcón  y  escondites.  Atila  avisa- 
do por  Flaminia  sorprende  á  la  reina  en  un  mal  paso,  y  á 
ella  y  á  Gerardo  los  mata,  casándose  inmediatamente  con  Ce- 
lia su  prisionera :  Flaminia  zelosa  da  un  veneno  al  rey  que 
le  vuelve  loco,  y  en  sus  primeros  furores  mata  á  Celia  su 
nueva  esposa:  sale  frenético  á  la  escena,  ahoga  á  Flaminia  y 
él  cae  muerto.  De  estas  situaciones  y  afectos  se  forma  el  com- 
plicado enredo  de  esta  fábula,  que  ni  es  comedia,  no  obstan- 
te las  muchas  ridiculeces  que  contiene,  ni  es  tragedia,  aunque 

Tomo  I.  1  7 


258  CATÁLOGO 


en  el  curso  Je  ella  perecen  unas  cincuenta  y  seis  personas,  sin 
contar  en  este  número  la  tripulación  tle  una  galera  quema- 
da, de  la  cual  no  se  dice,  cuántos  individuos  iban  en  ella.  El 
carácter  de  Atila  es  de  aquello  que  no  se  ve  jamas:  al  capi- 
tán y  tripulación  de  una  galera  apresada  por  los  suyos  los 
manda  meter  en  otra  galera  y  que  le  peguen  fuego  en  medio 
del  rio  para  que  sirva  de  diversión  al  pueblo:  á  un  goberna- 
dor de  Ratisbona,  que  había  sido  visitador  de  Nuremberga, 
le  manda  ahorcar  de  una  almena:  á  tres  hermanos  que  ha- 
bian  hallado  medio  de  sacar  á  su  padre  de  la  cárcel ,  donde 
hacia  seis  años  que  estaba  por  no  poder  pagar  seis  mil  duca- 
dos que  debia  á  la  real  cámara,  los  manda  descuartizar:  á 
un  embajador  romano  que  le  había  hablado  con  poco  respe- 
to le  manda  cortar  las  orejas  y  las  narices,  y  á  unas  cuaren- 
ta y  cinco  mugeres  que  se  habían  defendido  en  un  fuerte 
hasta  que  el  hambre  les  obligó  á  rendirse  ,  las  manda  atar 
de  dos  en  dos  y  ponerlas  en  lo  alto  de  una  torre  para  que 
se  mueran  alli  de  necesidad.  Presentándole  á  Guillermo  rey 
de  Esclavonia  vencido  y  prisionero,  Atila  deseoso  de  que  mue- 
ra como  corresponde  á  su  alta  dignidad,  manda  que  le  echen 
á  los  leones:  Guillermo  le  pide  misericordia,  pero  inútilmen- 
te, y  el  alcaide  le  conduce  á  la  leonera.  A  estos  rasgos  de  bru- 
talidad y  á  los  ridículos  é  indecentes  amores  de  la  reina,  de 
Flaminia,  de  Gerardo  y  de  Atila,  sigue  la  furia  de  éste,  que 
á  Montiano  pareció  que  está  pintada  con  viveza  y  naturali- 
dad, siendo  á  mi  entender  lo  mas  necio  de  todo.  El  que  en- 
tienda el  arte  podrá  decir  si  los  siguientes  versos  declama- 
dos en  el  teatro,  no  son  mas  á  propósito  para  excitar  la  risa 
de  los  oyentes,  que  para  inspirarles  maravilla  y  terror. 

Formados  escuadrones  representen 
al  enemigo  la  batalla,  y  talen 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS. 


259 


el  campo  todo  donde  están  las  naces, 
y  la  caballería  en  tropas  trote 

por  el  inmenso  globo  de  la  luna  

Mis  entrañas  son  fuego  del  infierno, 
el  vino  es  el  amor  de  nuestras  bodas, 
la  dulce  copa  ja  no  es  copa ,  es  capa , 
y>  es-capa-se  del  alma  y  del  infierno, 

y  del  fuego ,  y  de  amor  ,  y  de  la  boda  

trinas  son  esas  para  mi  ridiculas: 

¿"  vivoras  me  arrojáis ,  culebras  y  áspides  ? 

con  el  aliento  solo  yo  consumólas. 

Ministros  fuertes  de  mi  esfuerzo  y  ánimo , 

capitanes ,  soldados ,  armas ,  máquinas , 

militares ,  bravísimos  ejércitos, 

anlrófagos ,  lestrigones  y  ciclopes , 

mundos ,  infiernos ,  manos  mias  sólidas 

mas  que  diamantes ,  'y  mas  fuertes  y  ásperas, 

dadme  aqui  montes  de  pesantes  pórfidos 

con  que  sepulte  estos  gigantes  pérfidos. 

Viértase,  corra  la  sangre, 

no  quede  persona  viva  : 

todos  mueran,  nadie  viva: 

todo  el  mundo  se  desangre. 

No  dude  el  lector  que  en  trescientos  cincuenta  versos  que 
recita  el  furibundo  Atila,  hallará  iguales  ó  mayores  dispara- 
tes que  los  que  acaban  de  citarse. 

158). 

147.     Juan  de  la  Cueva.  Comedia  de  La  libertad  de  Roma 

por  Mucio  Scévola.  Esta  farsa  representó  Alonso  de  Capilla, 

ingenioso  representante ,  en  las  Atarazanas  en  Sevilla,  &x. 

# 


2G0 


CATÁLOGO 


De  cuatro  jornadas  que  tiene  esta  comedia  sobran  las  tres: 
por  consiguiente  la  aparición  del  dios  Quirino,  las  iurias,  el 
desafío  de  Espurio  y  Bruto,  la  operación  de  cortar  á  Sul- 
picio,  corar/i  populo,  las  orejas,  una  mano  y  las  narices;  su 
muerte,  la  (pierna  de  su  cuerpo  («pie  se  hace  en  el  teatro),  la 
conservación  de  sus  cenizas  en  una  urna  de  oro,  los  viajes  del 
rey  Tarquino  y  aun  su  existencia,  lodo  es  inútil.  I\lRcio  Scé- 
vola  protagonista  de  la  fábula  no  aparece  hasta  la  cuarta  jor- 
nada, y  en  ella  se  precipita  la  acción  y  se  concluye.  El  estilo 
unas  veces  toca  en  gigantesco  y  ampuloso,  y  otras  en  prosaico, 
desaliñado  y  ridículo. 

1581. 

148.  Cristóbal  de  Virués.  Tragedia,  La  infeliz  Marcela. 
Está  dividida  en  tres  partes,  que  asi  llamó  el  autor  á  las 
jornadas.  Parle  primera.  \  'na  tempestad  hace  barar  en  la 
costa  de  Galicia  el  navio  en  «pie  iba  Marcela,  prometida  es- 
posa del  príncipe  Landino:  saltan  en  tierra  Marcela,  el  con- 
de Alarico,  Tersilo  su  amigo  é  Ismeno:  éste  por  orden  de 
Alarico  va  á  Compostcla  á  buscar  un  coche  para  llevar  á  la 
princesa,  la  cual  se  queda  dormida  en  unos  peñascos.  En- 
tretanto apartándose  á  un  lado  Alarico  dice  á  Tersilo  que 
está  enamorado  de  Marcela,  y  que  espera  que  en  aquella  oca- 
sión le  ayude:  Tersilo  le  reprende  su  mal  proceder,  sacan  las 
espadas  y  queda  Tersilo  herido  de  muerte:  al  ruido  despierta 
Marcela  ,  huye  y  Alarico  va  detras  de  ella.  Tersilo  en  vez 
de  quejarse  de  sus  heridas  se  pone  á  recitar  una  jácara  mo- 
ral de  mas  de  cien  versos  llena  de  metáforas  ingeniosas  y 
reflexiones  profundas:  llega  Ismeno  su  hermano  que  trae  un 
carro  para  llevar  á  Marcela,  halla  á  Tersilo  moribundo,  y  le 
conduce  al  carro,  prometiéndole  el  herido  que  por  el  camino 
le  contará  todo  el  suceso:  sale  Alarico  persiguiendo  todavía 
á  la  princesa,  con  la  cual  hubiera  logrado  su  dañada  baten- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  261 


cion,  sí  las  voces  de  los  salteadores  de  aquel  monte  no  se  lo 
estorbaran :  suelta  á  Marcela  y  huye :  los  salteadores  corren 
tras  de  él:  Formio  capitán  de  todos  ellos  llama  á  Felina  (mu- 
gcr  perdida  que  vive  con  él),  le  encarga  que  cuide  de  Marce- 
la ,  y  se  va  con  los  demás  en  busca  del  conde,  fugitivo :  que- 
dan solas  Marcela  y  Felina,  y  ésta  al  ver  las  galas  de  la  prin- 
cesa se  alegra  infinito,  y  dice: 


Felina        Muy  á  mi  gusto  ha  venido 

la  presa  esta  vez  á  fe : 
con  ella  renovaré 
este  mi  viejo  vestido  ■■ 
¿y  de  joyas  y  dinero 
cómo  va  la  bolsa,  dama? 
Conforme  la  gala  llama , 
en  gran  cantidad  le  espero. 
Marcela..  Solo  lo  que  ves,  amiga, 
es  lo  que  pude  sacar 
de  una  tormenta  del  mar 
con  harta  pena  y  fatiga. 
Esa  es  muy  grande  mentira , 
y  yo  sé  que  de  ella  habré 
mas  de  dos  joyas  á  fe. 
Toda  me  busca  y  me  mira. 
Ahora  bien  ,  en  mi  presencia 
se  desnude  en  carnes  luego , 
que  esotro  buscar  es  juego. 
Ka,  dama,  diligencia. 
Quite  la  ropa ,  y  no  crea 
que  es  donaire,  el  desnudar , 
que  no  me  he  de  contentar 
hasta  que  en  carnes  la  vea. 


Felina.  . 


Marcela. 
Felina.  . . 


262  CATÁLOGO 


Después  «le  este  diálogo,  poco  digno  de  Melpómene,  sale 
muy  ;i  propósito  Oronle,  señor  de  un  castillo  que  está  en 
aquellas  montañas:  Marcela  le  pide  protección,  y  él  lleván- 
dosela consigo,  amenaza  á  Felina  y  á  los  salteadores  que  vi- 
ven con  ella:  los  incidentes  de  esta  primera  parte  son  imi- 
tación del  episodio  de  Isabela,  que  se  halla  en  el  canto  XIII 
del  Orlando  de  Ariosto.  Parte  segunda.  Landino  seguido  de 
unos  criados  se  lamenta  en  tercetos  elegantes  de  la  tardan- 
za de  Marcela:  los  criados  le.  determinan  á  que  se  v  uelva  á 
la  ciudad,  y  al  retirarse  les  advierten  unos  pastores  el  cami- 
no que  han  de  llevar  para  no  encontrarse  con  los  salteado- 
res que  andan  por  aquellas  asperezas:  después  de  una  escena 
inútil  de  los  pastores,  vienen  los  ladrones  que  traen  alado  al 
conde  Alarico,  y  dicen: 

Foumio...  Por  cierto  muy  buen  galán: 

dejar  la  da/na  y  huir. 
FRACASO.  Digo  que  puede  servir 

la  hija  del  Preste  Juan. 
Brando..  Si  le  ha  de  servir  huyendo, 

nadie  en  el  mundo  mejor. 
Zambo...  Y  podrá  alcanzar  sú  amor, 

si  le  ha  de  alcanzar  corriendo. 
Rumbo...  ¡Oh  hideputa  el  hidalgo 
y  qué  ligero  es  de  pies.' 
Trinco...  Cierto,  gran  lástima  es 

que  el  señor  no  sea  galgo. 
Acabadas  estas  necedades,  Formio  encarga  á  los  pasto- 
res que  les  lleven  la  comida  por  la  boca  de  la  cueva  que  cae 
al  mar:  promete  á  Felina  que  traerá  preso  á  Oronle,  y  la 
deja  en  compañía  de  Alarico:  éste  le  cuenta  que  es  conde  y 
muy  favorecido  del  príncipe  Landino,  con  el  cual  hizo  un 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  263 


viaje  á  Inglaterra,  en  donde  el  príncipe  se  casó  con  Marcela 
hija  del  rey  inglés :  que  Landino  hubo  de  volverse  á  España 
á  combatir  con  los  moros ,  y  que  habiéndolos  vencido  le  en- 
vió á  él  para  que  trajese  á  la  princesa:  que  á  su  vuelta  tu- 
vieron una  gran  tempestad,  y  en  esto  llega  Formio  trayen- 
do presos  á  Oronte  y  Marcela.  Después  de  una  escena  inútil, 
quedándose  á  solas  con  ella  (y  escuchando  Felina  escondida) 
hace  Formio  á  la  princesa  una  declaración  amorosa:  ella  le 
llama  fiero  monstruo  y  fiera  dura,  y  él  á  ella  loca  altiva, 
arrogante ,  bárbara ,  indiscreta  é  ingrata:  Felina  en  un  mo- 
nólogo resuelve  envenenar  á  Formio  con  una  rosquilla  ó  ma- 
zapán para  entregarse  después  á  Alarico,  de  quien  está  per- 
didamente enamorada:  sale  éste,  ella  le  pregunta  si  querrá 
pagarle  el  cariño  que  le  tiene,  él  se  lo  promete  y  se  dan  la 
mano  de  amigos.  Formio  que  lo  ha  visto,  todo  se  desespera, 
y  en  otro  monólogo  (ni  mas  ni  menos  que  el  anterior  de  Fe- 
lina) se  propone  darle  veneno,  con  la  diferencia  de  que  no 
será  en  mazapán,  sino  en  un  Irasco  de  agua  fria:  los  pas- 
tores determinan  ir  á  Compostela  á  dar  aviso  al  príncipe  de 
que  Marcela  está  en  poder  de  los  salteadores.  Parte  tercera. 
Diálogos  inútiles  entre  Formio  y  su  gente:  queda  solo  y  dice 
que  ya  tiene  prevenido  el  tósigo  para  Felina;  llega  ésta,  le 
dice  amores,  saca  la  rosquilla  emponzoñada  y  le  insta  á  que 
se  la  coma:  él  por  su  parte  le  convida  á  beber  del  frasco, 
altercan  sobre  ello,  y  por  último  ni  ella  bebe  ni  él  come,  y 
lo  dejan  para  mejor  ocasión.  Sigue  un  soliloquio  del  pastor 
Montano:  el  príncipe  Landino  acompañado  de  criados  y  pas- 
tores determina  asaltar  la  cueva  en  que  se  recogen  los  ban- 
didos. Otro  soliloquio  de  Formio,  que  trae  el  frasco  de  agua 
envenenada,  y  al  irse  le  deja  á  un  lado:  halla  á  Marcela  y 
le  presenta  la  fatal  rosquilla  que  le  dió  Felina,  exhortándo- 
la á  que  se  la  coma ,  y  añade : 


264 


CATÁLOGO 


Que  es  cordial  medicina 
pura  el  triste  corazón. 

Quedando  sola  Marcela,  empieza  á  comerse  la  rosquilla: 
ve  el  Irasco,  se  echa  unos  cuantos  tragos,  y  con  este  moti- 
vo trae  á  la  memoria  aquel  tiempo  dichoso  en  que 

Una  dama,  de,  este  lado 
y  otra  de  estotro  tenia , 
cuando  en  mi  estrado  quería 
beber ,  comiendo  un  bocado. 
Que  el  menino,  que  la  dueña, 
que  el  mayordomo  acudía 
á  cuanto  yo  apetecía 
haciendo  sola  una  seña. 
Que  con  tanta  reverencia 
le  traían  á  Marcela 
con  el  agua  de  canela 
las  conservas  de  f  alencia. 

Hechas  estas  consideraciones,  apurada  la  rosquilla  y  he- 
ñida la  pócima  del  frasco,  le  da  un  sueño  profundo  del  cual 
no  vuelve  la  desventurada  princesa.  Suena  dentro  gran  ru- 
mor de  pelea,  y  es  el  caso  que  el  príncipe  Landino  con  los 
que  le  acompañaban  ha  vencido  y  muerto  á  cuantos  habia 
en  la  cueva,  esto  es,  Alarico,  Felina,  Oronle,  Formio,  Fra- 
caso, Brando,  Trinco,  Zambo  y  Rumbo,  y  otros  ladrones 
anónimos,  añadiéndose  á  tantas  muertes  la  de  Marcela ,  cuyo 
cadáver  se  lleva  el  príncipe  para  darle  honrada  sepultura. 
Esta  composición  no  es  una  tragedia,  es  una  novela  en  diá- 
logo escrita  en  versos  buenos  y  malos,  heroicos  y  ridículos: 
personages  inútiles,  episodios  inconexos,  ripio  y  distraccio- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §65 


nes  continuas,  y  el  agua  de  canela ,  y  la  rosquilla,  y  las  con- 
servas, la  dueña,  el  menino,  el  mayordomo ,  el  Preste  Juan, 
y  el  hidalgo ,  y  el  galgo ,  y  el  hideputa. 

158). 

1 49-  Tragedia  de  Elisa  Dido.  Está  dividida  en  cinco  ac- 
tos. Acto  primero.  Dido  acompañada  de  senadores  y  grandes 
de  Cartago  da  respuesta  en  el  templo  de  Júpiter  á  Abenami- 
da,  embajador  de  Yarbas,  prometiéndole  que  se  casará  con 
el  rey  su  amo.  Ido  el  embajador  se  disputa  á  presencia  de 
la  reina  sobre  si  es  acertada  ó  no  su  resolución :  Fenicio  y 
Falerio  la  aprueban,  Carquedonio  y  Seleuco  la  contradicen: 
estos  últimos  enamorados  ambos  de  Dido  quieren  estorbar 
su  casamiento  con  Yarbas;  pero  Seleuco  (mas  tímido  que  el 
otro)  nada  resuelve.  Delbora  prisionera  en  Cariago,  pregun- 
ta á  Ismeria  los  sucesos  de  Dido,  y  ella  en  ciento  diez  y  sie- 
te versos  le  refiere  la  muerte  de  Siqueo  por  Pigmalion,  el 
sueño  de  Dido  en  que  se  le  apareció  su  esposo  ,  le  aconsejó 
que  huyese  con  sus  riquezas,  &c.  Carquedonio  interrumpe  la 
narración  ,  y  se  queja  con  Ismeria  de  lo  mal  que  la  reina 
paga  el  amor  que  le  tiene:  ruega  á  Ismeria  que  interceda  por 
él,  y  ella  promete  hacerlo :  concluye  el  acto  con  el  coro.  Ac- 
to segundo.  Seleuco  determina  declarar  su  amor  á  la  reina : 
Ismeria  (que  está  enamorada  de  él  )  le  pregunta  la  causa  de 
sus  melancolías,  y  él  después  de  varios  rodeos  le  dice  haber 
sido  fingido  el  cariño  que  hasta  entonces  le  habia  manifesta- 
do, que  está  prendado  de  la  reina,  y  ruega  á  Ismeria  que  le 
mate  en  castigo  de  su  perfidia,  pero  ella  no  quiere  matarle, 
y  se  va  desesperada.  Delbora  declara  en  un  soliloquio  que 
está  enamorada  de  Carrpiedonio,  al  cual  parece  que  se  lo  ha 
dicho  ya  algunas  veces,  pero  sin  fruto,  y  trae  después  á  la 
memoria  como  la  hizo  prisionera  ,  le  ofreció  libertad  y  ella 


266  CATÁLOGO 


la  rehusó,  y  como  por  último  vino  á  Cartago.  Después  hablan- 
do con  [smeria  vuelve  á  sacar  la  conversación  <le  Dido,  y  la 
otra,  sin  hacerse  mucho  de  rogar,  le  cuenta  lo  que  Dido  res- 
pondió á  su  esposo  ruando  le  vio  en  sueños.  Carquedonio  las 
interrumpe,  y  quedándose  á  solas  con  Delbora  le  insta  ella 
á  que  declare  el  pesar  que  su  semblante  manifiesta ,  y  él  la 
desengaña,  diriéndole  que  no  puede  corresponderá,  porque  es- 
tá enamorado  de  Dido,  y  con  este  motivo  le.  refiere  parte  de 
la  historia  de,  aquella  reina,  empezándola  precisamente  en  el 
punto  en  que  [smeria  la  dejó.  Delbora  le  oye  hasta  que  él 
mismo  se  cansa  de  hablar  y  se  despide:  acaba  el  acto  con  el 
coro,  que  pondera  en  cultos  versos  los  peligros  de  amor. 
¡Oh  míseros  mortales 

que  seguís  del  amor  el  bando  injusto , 

por  infinitos  males 

pasando ,  tras  un  breve  y  falso  gusto  ! 

¿dónde  vais  tras  un  ciego 

sino  ú  dar  una  mísera  caída? 

¿A  qué  dulce  sosiego 

quien  rucia  alado  tristes  os  convida  ? 

¿Qué  premio  soberano 

esperáis  de  un  desnudo  y  de.  un  tirano? 

Insufribles  tormentos 
los  premios  son  que  el  fiero  amor  reparte  : 
mil  varios  descontentos 
son  los  sosiegos  de  que  os  hace  parte: 
siguiéndole  es  muy  cierto 
ir  do  no  hay  quien  levantarse  pueda 
sin  quedar  preso  ó  muerto; 
y  al  que  menos  mal  que  esto  le  suceda 
será  virtud  divina, 
que  solo  contra  amor  es  medicina. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  267 

El  favor  empleando 
de  virtud  fuerte ,  fuertemente  armada  , 
huid  del  fiero  bando, 
de  esta  furia  infernal  que  disfrazada 
en  blando  niño  afable , 
tras  sus  falsos  halagos  y  dulzuras , 
con  vida  miserable , 
con  amargas  y  tristes  desventuras , 
duramente  persigue 
al  desdichado  que  su  bando  sigue. 

Virtud  divina  emplee , 
pidiendo  al  cielo  su  favor  de  veras, 
quien  arrastrar  se  i  ce 
tras  las  falsas  divisas  y  bander  as 
del  falso  amor  tirano, 
si  verse  libre  de  su  imperio  quiere ; 
que  no  menos  que  mano 
de  tal  virtud  importa  y  se  requiere 
según  es  de  gigante 

la  fuerza  del  desnudo  y  tierno  infante: 

solo  virtud  divina 

al  fiero  mal  de  amor  es  medicina. 
Acto  tercero.  Abenamida  vuelve  del  campo  de  Yarbas,  y 
présenla  en  nombre  de  ésle  á  la  reina  una  espada,  una  co- 
rona y  un  anillo:  admite  Dido  agradecida  estas  dádivas,  y 
quedando  á  solas  con  Ismeria,  recuerda  las  memorias  de  Si- 
queo.  Ismeria  en  un  monólogo  dice  que  la  noche  anterior  la 
luna  estaba  sangrienta,  que  se  apareció  un  cometa  y  tembló 
la  tierra:  ruega  á  los  dioses  que  aparten  de  Cartago  la  des- 
gracia que  aquellos  prodigios  anuncian:  viene  Delbora,  y  siu 
aguardar  Ismeria  á  que  la  otra  se  lo  suplique,  vuelve  á  to- 
mar el  hilo  de  la  historia  comenzada,  y  le  refiere  como  la 


268  CATÁLOGO 

reina  huyó  de  Tiro  con  sus  riquezas.  Pirro  corta  la  relación 
y  les  ilice  que  Carquedónio  y  Selenco,  seguidos  de  varias  tro- 
pas, han  embestido  los  reales  de  Yarbas,  donde  se  ha  traba- 
do gran  pelea,  sin  conocida  ventaja  de  una  ni  otra  parte:  el 
coro  da  fin  al  acto.  Acto  cuarto.  Escena  inútil  entre  Man- 
gonlio  y  Clenardo.  Ismeria  de  orden  de  la  reina  manda 
abrir  las  puertas  de  la  ciudad  pora  que  introduzcan  á  Yar- 
bas, y  le  encaminen  ;il  templo:  Delbora  é  Ismeria  alaban  la 
prudencia  de  Dido,  que  admite  á  Yarbas  por  esposo,  á  fin 
de  procurar  la  paz  á  su  pueblo:  Ismeria  concluye  felizmente 
la  interrumpida  narración  de  los  hechos  de  Dido:  avisa  el 
coro  que  se  retiren,  porque  viene  mucha  gente  hacia  aquel 
sitio.  Abenamida  cuenta  á  Clenardo  como  después  de  un 
reñido  cómbale  han  quedado  muertos  Seleuco  y  Carquedo- 
nio,  recurso  plausible  del  autor  para  deshacerse  de  persona- 
jes tan  inútiles:  coro.  Acto  quinto.  Ismeria  y  Delbora  anun- 
cian los  preparativos  de  la  reina  para  recibir  á  Yarbas:  ha- 
cen gran  sentimiento  por  la  muerte  de  Carquedonio  y  Se- 
leuco: avisan  los  coros  que  Yarbas  ha  entrado:  ellas  se  reti- 
ran, los  coros  se  quedan  para  abrir  las  puertas  de  la  estan- 
cia de  Dido,  y  en  tanto  dan  gracias  al  cielo  por  la  paz  que 
envia  á  su  nación,  y  anuncian  prosperidades  á  Cartago  y  á 
su  reina.  Viene  Yarbas:  se  abren  las  puertas,  y  aparece  Dido 
muerta  con  la  espada  de  Yarbas,  la  corona  que  le  envió  ar- 
rojada á  sus  pies,  y  un  papel  en  la  mano.  Léese  el  escrito  en 
que  dice  haber  jurado  eterna  fidelidad  á  Siqueo,  y  que  por 
no  faltará  ella  se  ha  dado  la  muerte.  Ismeria  y  Delbora  llo- 
ran la  desgracia  de  su  señora:  Yarbas  las  consuela,  dispone 
dar  sepultura  al  cuerpo,  deja  en  libertad  á  Cartago,  propo- 
ne á  sus  moradores  que  adoren  por  diosa  á  su  difunta  reina, 
y  se  despide  de  ella  para  siempre.  Coro  final. 

Lampillas  ,  arrebatado  del  furor  apologético,  no  dudó  ase- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  269 

gurar  que  esta  era  una  tragedia  perfecta:  Montiano  hallo  en 
ella  muy  poco  que  censurar.  En  mi  opinión  es  la  tragedia 
menos  defectuosa  de  cuantas  se  habían  escrito  hasta  enton- 
ces en  España:  el  autor  supo  sujetarla  a  las  unidades  de  lu- 
gar, de  tiempo  y  de  acción  que  tanto  se  han  recomendado 
después.  Las  dos  primeras  están  observadas  sin  violencia,  pe- 
ro la  última  padece  muchas  excepciones,  y  tantas,  que  de 
cinco  actos  de  que  consta  la  tragedia  (sin  que  la  integridad 
de  la  fábula  se  alterase)  pudieran  reducirse  á  dos.  ¿Qué  tie- 
nen que  ver  con  ella  los  amores  episódicos,  insípidos,  idén- 
ticos de  los  dos  capitanes  Seleuco  y  Carquedonio  ?  ¿  De  qué 
sirve  el  ataque  del  campo  de  Yarbas  sino,  como  ya  se  ha  di- 
cho, de  hacer  que  desaparezcan  aquellos  dos  personages  que 
nunca  debieron  existir?  ¿De  qué  sirven  Ismeria  y  Delbora 
sino  de  helar  toda  la  pieza  con  sus  amores,  sus  exclamacio- 
nes, sus  quejas,  y  sobre  todo  con  la  inoportuna,  enfadosa  y 
larga  relación  de  las  aventuras  de  Dido,  la  cual  entre  los  va- 
rios trozos  de  que  se  compone  llega  á  cuatrocientos  veinte  y 
siete  versos?  Los  demás  personages  con  sus  monólogos  y  sus 
sentencias  contribuyen  á  entorpecer  el  movimiento  dramático 
y  prolongar  el  fastidio:  Dido,  figura  principal,  despacha  to- 
do su  papel  en  ciento  setenta  versos  poco  mas  ó  menos,  cuan- 
do las  otras  subalternas  y  enteramente  inútiles  se  lo  hablan 
todo  y  no  saben  dejai-lo:  Yarbas  solo  sirve  de  leer  la  carta 
de  Dido  y  de  disponer  el  entierro.  En  el  primer  acto,  en  el 
tercero  y  el  quinto  hay  situaciones  interesantes,  acompaña- 
das de  la  pompa  y  aparato  escénico  que  son  convenientes  á 
la  tragedia:  la  catástrofe  es  de  mucho  efecto  teatral:  el  esti- 
lo, aunque  no  siempre  llega  á  la  grandeza  que  necesita  este 
género,  es  sin  duda  mucho  mas  decoroso  y  correcto  que  el 
de  las  otras  piezas  del  mismo  autor:  en  los  coros  hay  buen 
lenguaje,  facilidad  y  harmonía. 


270 


CATÁLOGO 


Cristóbal  de  Virués  nació  en  la  ciudad  de  Valencia  poco 
antes  del  año  de  i5jo:  fue  hijo  de  un  docto  médico,  á  quien 
debió  una  esmerada  educación  literaria:  siguió  la  carrera  mi- 
litar, se  bailó  en  la  batalla  de  Lepanto,  obtuvo  el  grado  de 
capitán,  y  sirvió  después  en  el  estado  de  Milán  con  gran  re- 
putación de.  valor  y  prudencia.  Dice  él  mismo  en  el  prólogo 
de  sus  tragedias  (  impresas  mucho  tiempo  después  de  haberse 
escrito  y  representado)  que  él  fue  el  primero  que  las  redujo 
á  tres  actos  de  cuatro  que  antes  tenían.  Cervantes  empezó  á 
hacer  lo  mismo  en  sus  comedias,  y  Juan  de  la  Cueva,  con- 
temporáneo de  los  dos,  adoptó  igualmente  esta  novedad,  aun- 
que uo  se  conserva  ninguna  de  las  piezas  en  que  la  practicó. 
Andrés  rey  de  Arlieda  solicitó  este  honor  para  sí,  y  mucho 
antes  que  todos  le  obtuvo  Francisco  de  Avendaño,  como  pue- 
de verse  en  el  número  84  de  este  catálogo.  Las  tragedias  de 
\  irués  no  se  imprimieron  hasta  el  año  de  i6oy  juntamente 
con  varias  poesías  del  autor.  Su  muerte  debió  de  verificarse 
poco  después. 

1581. 

1  5o.  Juan  de  la  Cueva.  Comedia  de  El  infamador.  Fue  re- 
presentada esta  comedia  la  primera  vez  en  Sevilla  por  el  ex- 
ilíenle y  gracioso  representante  Alonso  de  Cisneros  en  la  huer- 
ta de  Doña  Elvira,  &c.  La  escena  es  en  Híspalis  (que  otras 
veces  se  llama  Sevilla)  y  en  los  montes  Cimerios  de  Escitia: 
las  costumbres  y  los  personages  pertenecen  á  tiempos  muy 
modernos,  y  tanto  que  se  citan  las  novelas  dramáticas  de  Ce- 
lestina y  Claudina,  las  espadas  de  Joanes,  las  obras  del  ar- 
cipreste de  Talavera  y  las  de  Cristóbal  de  Castillejo.  A  pesar 
de  esta  suposición  la  pieza  es  toda  mitológica,  interviniendo 
en  ella  Némesis,  el  Sueño,  Morl'eo,  el  rio  Betis,  Diana  y  Ve- 
nus :  Leucino  es  una  especie  de  D.  Juan  Tenorio,  y  Eliodora 
una  santa  virgen,  á  cuyo  favor  se  hacen  milagros,  perseguí- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS. 


271 


da  de  Venus  y  protegida  de  Diana.  Véase  un  trozo  de  buen 
estilo  cómico  en  boca  de  la  alcahueta  Teodora,  refiriendo  el 
mal  despacho  que  recibió  de  sus  tercerías. 


Pensando  el  caso  contar 
se  me  renuevan  mis  penas , 
y  la  sangre  por  las  venas 
siento  de  temor  helar. 
Mas  siendo  de  ti  mandada , 
aunque  huye  la  memoria 
renovar  la  triste  historia  , 
de  mi  te  será  contada. 
Sabrás ,  Leucino ,  qué  fue. 
Vóime  á  casa  de  Eliodora , 
y  siendo  oportuna  hora 
á  hablar  con  ella  entré. 
Hállela  en  un  corredor 
de  muchas  dueñas  cercada , 
ricamente  aderezada , 
revuelta  con  su  labor. 
Levantáronse  en  el  punto 
que  yo  entré,  y  ella  alargando 
su  mano  y  la  mia  tomando 
me  sentó  consigo  junto. 
Quedando  solo  con  ella 
( que  era  lo  que  deseaba ) , 
queriendo  hablar  no  osaba, 
y  osando  paraba  al  vella. 
Al  fin  sacudí  el  temor 
y  apresté  la  lengua  muda , 
viendo  que  al  osado  ayuda 
fortuna  con  su  favor 


272 


CATÁLOGO 


Dijéla:  bella  Eliodora  , 
mi  bien  y  señora  mía , 
perdonalde  esta  osadía 
á  vuestra  siervo  Teodora, 
i  o  vengo  ú  soto  deciros 
i/ue  deis  lugar  que  Lcucino 
( pues  cual  sabéis  es  tan  diño ) 
ose  ocuparse  en  serviros. 
Notoria  es  su  gentileza, 
discreción  y  cortesía , 
su  donaire  y  bizarría , 
su  hacienda  y  su  franqueza. 
No  tenéis  en  que  dudar , 
bien  podéis  corresponder , 
que  tan  ilustre  rnuger 
tal  varo/i  debe  gozar. 
Ella  que  es/aba  aguardando 
el  fin  de  mi  pretensión  , 
en  oyendo  esta  razón 
dio  un  grito  al  cielo  mirando. 
Y  dijo :  dime ,  traidora , 
¿  qué  has  visto  en  mi ,  qué  has  oído , 
ó  qué  siente  ese  perdido 
del  nombre  y  ser  de  Eliodora  ? 
Si  las  cosas  que  contemplo 
no  impidiesen  mi  ira  fiera , 
d  bocados  te  comiera, 
¡lando  de  quien  soy  ejemplo. 
En  diciendo  esto  se  fue , 
y  las  dueñas  acudieron , 
y  de  mi  todas  asieron, 
que  sola  entre  ellas  quedé. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.     §7  3 


Las  unas  me  destocaban , 
las  oirás  me  descubrían , 
otras  recio  me  herían 
con  mil  golpes  que  me  daban. 
Después  de  estar  muy  cansadas 
de  tratarme  como  digo  , 
dijeron :  este  castigo 
no  nos  deja  bien  vengadas. 
Los  cabellos  me  cortaron 
con  crueza  que  da  espanto, 
y  sin  tocado  ni  manto 
en  la  calle  me  arrojaron. 

Esta  misma  vieja  alcahueta,  acompañada  de  otra  coma- 
dre suya,  hace  un  conjuro  en  favor  de  Leucino  y  entram- 
bas hablan,  no  como  conviene  á  dos  mugercillas  miserables 
del  pueblo,  sino  como  pudieran  explicarse  Medea,  Circe  ó 
Armida. 

Teodora   Pon  la  vista  al  oriente 

en  tanto  que  aderezo 

estos  lizas  mojados  en  la  onda 

de  Flegeton  ardiente  , 

y  pongo  el  aderezo 

para  que  el  triste  víverno  me  responda. 

Si  de  la  estancia  honda 

donde  tiene  su  asiento 

del  Erebo  la  reina  poderosa , 

espíritu  saliere  ú  otra  cosa , 

ten  cuenta ,  y  mira  al  viento 

si  cuervo  ó  si  paloma  pareciere , 

ó  siniestra  corneja  se  ofreciere. 

Tomo  I.  18 


27  4  CATÁLOGO 

Terencina        Con  prósperas  señales 

de  fatídico  agüero 
se  nos  demuestra  el  cielo  generoso 
en  ocasiones  tales  ; 
si  en  esto  es  verdadero 
el  disponer  del  hado  venturoso, 
hoy  será  victorioso 
Leucino  desdeñado  : 
que  en  este  punto  con  ligero  vuelo 
dos  palomas  bajar  vide  del  cielo 
que  Venus  ha  enviado , 
y  sobre  un  verde  mirto  se  pusieron , 
y  cogiendo  dos  ramos  de  el ,  se  fueron. 

Teodora   Tiende  entorno  esos  lizos 

por  donde  yo  derramo 
estas  cenizas  del  trinacrio  monte , 
y  con  fuertes  hechizos 
á  responder  me  llamo 
los  espíritus  negros  de  Aqueronte. 
Antes  que  el  horizonte 
se  cubra  ¡oh  triste  Huerco! 
ti  quien  con  ronca  voz  fuerzo  y  apremio , 
dale  á  mis  obras  el  debido  premio, 
y  ponme  en  este  cerco 
una  señal  que  el  fin  que  intento  aclare 
por  donde  yo  lo  que  será  declare. 
Terencina.  . . .  Por  la  virtud  que  tiene 
esta  esponjosa  piedra , 
desde  el  nevado  Cüucaso  traída , 
que  en  este  vaso  viene, 
por  esta  blanda  yedra, 
que  en  la  cumbre  del  Hemo  fue  cogida , 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.     27  5 

que  luego  sea  movida 

tu  voluntad  al  ruego , 

¡oh  Pintón.'  ¡oh  Prosérpina  hermosa! 

y  sin  negarnos  al  intento  cosa , 

nos  deis  aviso  luego 

si  la  demanda  mia  y  de  Teodora 

moverán  hoy  el  pecho  de  Eliodora. 

Si  á  estos  dos  trozos  bien  escritos  entrambos,  aunque  tan 
diferentes  entre  sí,  y  el  último  tan  impropio  de  la  buena  co- 
media,  se  añadiesen  otros  enteramente  prosáicos,  sin  correc- 
ción ni  harmonía  y  afeados  con  descuidos  imperdonables,  se 
llegada  á  conocer  la  precipitación  y  el  abandono  con  que  el 
autor  compuso  sus  piezas  dramáticas,  en  las  cuales  son  ca- 
sualidades los  aciertos. 

Juan  de  la  Cueva  nació  en  Sevilla  de  familia  ilustre  en  el 
año  de  i55o  con  poca  diferencia.  Dotado  de  ingenio  y  afluen- 
te vena  compuso  varias  obras  líricas,  épicas  y  dramáticas  que 
le  adquirieron  general  estimación :  muchas  hizo  imprimir  y 
algunas  quedaron  manuscritas,  que  se  conservaban  pocos  años 
hace  en  poder  del  conde  del  Águila.  Publicó  la  primera  par- 
te de  sus  comedias  en  la  misma  ciudad  en  el  año  de  1 588, 
y  sin  duda  se  proponia  dar  á  luz  las  demás  que  había  com- 
puesto, pero  no  parece  que  llegó  á  verificarlo.  Murió  en  su 
patria  pasado  el  año  de  1604 :  puede  verse  en  el  tomo  8.° 
de  El  Parnaso  español  la  noticia  que  allí  se  da  de  este  céle- 
bre poeta  y  de  sus  escritos. 

1581. 

151.  Andrés  Rey  de  Artieda.  Los  amantes.  Tragedia. 

152.  Amadis  de  Gaula.  Comedia. 

1  5 3 .     El  Principe  vicioso.  Comedia. 


276 


CATÁLOGO 


i54-  Los  encantos  de  Mcrlin.  Comedia. 
Micer  Andrés  Rey  de  Arlieda,  infanzón  de  Aragón,  na- 
ció en  Valencia  en  el  año  de  i54í):  esludió  en  aquella  uni- 
versidad y  en  las  de  Lérida  y  Tolosa ,  y  graduado  de  doctor 
enseñó  astronomía  en  Barcelona.  Dejó  la  carrera  de  las  le- 
tras y  siguió  la  de  las  armas,  se  halló  en  el  socorro  de  Chi- 
pre, recibió  tres  heridas  en  la  batalla  naval  de  Lepanlo,  y 
en  otra  ocasión  pasó  á  nado  el  Elba  con  la  espada  en  la  boca 
á  vista  del  ejército  enemigo:  obtuvo  el  grado  de  capitán  de 
infantería,  y  murió  en  su  patria  en  el  año  de  161  3:  publi- 
có sus  obras  sueltas  en  Zaragoza  año  de  i6o5  con  este  títu- 
lo :  Discursos  ,  epístolas  y  epigramas  de  Arlemidoro.  De  las 
dramáticas  (y  entre  ellas  la  tragedia  de  Los  amantes ,  im- 
presa en  Valencia  año  de  i58i)  solo  ha  quedado  la  noticia. 
Véanse  las  notas  de  Cerda  á  la  Diana  enamorada  de  Gil 
Polo,  y  los  Escritores  del  reino  de  falencia  por  Jimeno. 

1582. 

i55.  Miguel  de  Cervantes  Saavedra.  Comedia.  Los  tratos 
de  Argel.  En  cinco  jornadas,  escrita  en  octavas,  redondillas 
quintillas,  liras,  tercetos,  verso  suelto  y  rima  encadenada. 
Jornada  primera.  Zara ,  muger  del  renegado  Izuf,  está  ena- 
morada de  Aurelio,  cautivo  español;  pero  ni  sus  ruegos  ni 
los  de  su  amiga  Fátima  pueden  reducir  al  esclavo,  que  llora 
la  ausencia  de  su  querida  Silvia.  Saavedra  se  lamenta  de  los 
trabajos  que  pasa  en  la  esclavitud:  Pedro  Álvarez  está  con- 
tento en  ella,  es  amigo  de  su  ama  y  le  va  muy  bien:  los  si- 
guientes versos  puestos  en  boca  de  Saavedra  son  de  los  me- 
jores de  esta  comedia. 

Cuando  llegué  vencido  en  esta  tierra 
tan  nombrada  en  el  mundo ,  que  en  su  seno 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS. 

tanto  pirata  encubre ,  acoge  y  cierra , 
no  pude  al  llanto  detener  el  freno, 
que  á  pesar  mió  sin  saber  lo  que  era , 
me  vi  el  marchito  rostro  de  agua  lleno. 
Ofreciendo  á  mis  ojos  la  ribera 
y  el  monte  donde  el  grande  Carlos  tuvo 
levantada  en  el  aire  su  bandera. 

Y  el  mar  que  tanto  esfuerzo  no  sostuvo, 
pues  movido  de  envidia  de  su  gloria, 
airado  entonces  mas  que  nunca  estuvo. 

Y  estas  cosas  volviendo  en  mi  memoria , 
las  lágrimas  trujeron  a  los  ojos, 
forzadas  de  desgracia  tan  notoria  ; 
pero  si  el  alto  cielo  en  darme  enojos 

no  está  con  mi  ventura  conjurado , 
y  aqui  no  lleva  muerte  mis  despojos; 
cuando  me  vea  en  mas  feliz  estado , 
ó  si  la  suerte  ó  si  el  favor  me  ayuda 
á  verme  ante  Filipo  arrodillado , 
mi  temerosa  lengua  cuasi  muda 
pienso  mover  en  la  real  presencia , 
de  adulación  y  de  mentir  desnuda  , 
diciendo :  alto  señor ,  cu ya-  potencia 
sujetas  trae  las  bárbaras  naciones 

al  desabrido  yugo  de  obediencia  

Todos  de  allá ,  cual  yo ,  puestas  las  manos 
las  rodillas  por  tierra ,  sollozando , 
cercados  de  tormentos  inhumanos , 
poderoso  señor,  te  están  rogando 
vuelvas  los  ojos  de  misericordia 
á  los  suyos  que  están  siempre  llorando; 
y  pues  te  deja  agora  la  distwdia 


27  8  CATÁLOGO 

que  tanto  te  ha  oprimido  y  fatigado  , 
y  á  rnas  andar  te  sigue  la  concordia , 
haz ,  buen  rey ,  que  por  ti  sea  acabado 
lo  que  con  tanta  audacia  y  valor  tanto 
fue  por  tu  amado  padre  comenzado. 
Con  solo  ver  que  vas  pondrás  espanto 
á  la  bárbara  gente,  que  adivino 
ya  desde  aqui  su  pérdida  y  quebranto. 
Sobreviene  otro  cautivo,  y  en  una  relación  de  cerca  de 
doscientos  versos  les  cuenta  el  martirio  que  acaban  de  dar 
los  moros  á  un  clérigo  valenciano.  Jornada  segunda.  Izuf  en- 
carga á  Aurelio  que  se  vea  con  una  hermosa  esclava  españo- 
l.i  llamada  Silvia,  y  que  le  persuada  á  que  sea  menos  esqui- 
va con  él:  Aurelio  disimula  y  se  encarga  de  hacerlo  asi.  Saca 
el  pregonero  á  la  plaza  dos  muchachos  llamados  Juan  y  Fran- 
cisco juntamente  con  su  padre  y  su  madre-,  los  pregona,  los 
vende  á  dos  mercaderes,  y  despidiéndose  de  sus  padres  se  va 
cada  uno  de  ellos  con  su  amo.  Jornada  tercera.  Procura  Izuf 
vencer  con  halagos  y  promesas  el  desden  de  Silvia  presen- 
tándosela  á  su  muger  Zara,  y  ésta  quedando  á  solas  con  ella 
le  refiere  como  está  enamorada  de  Aurelio,  y  le  ruega  que 
sea  medianera  en  sus  amores.  Jornada  cuarta.  Pedro  Alva- 
rez,  que  al  principio  de  la  fábula  estaba  regalado  y  contento 
con  su  suerte,  ha  resuello  escaparse  y  encaminarse  á  Oran: 
ron  esta  determinación  se  despide  de  su  camarada  Saavedra. 
Ignorábase  que  Fátima  fuese  hechicera,  pero  en  efecto  lo  es, 
v  hace  un  conjuro  en  favor  de  su  amiga  Zara  para  que  Au- 
relio le  corresponda:  luego  que  ha  dicho  estos  versos ,  que  de- 
ben de  ser  muy  eficaces  para  el  caso, 

Rápida,  ronca,  run ,  ras,  parisforme , 
grandura  ,  denclifaz,  pant asilante  ; 
sale  una  Furia,  y  le  dice  que  la  indiferencia  de  Aurelio  solo 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §79 

la  podrán  vencer  la  Necesidad  y  la  Ocasión.  Fátima  le  man- 
da que  se  las  envié  cuanto  antes  y  tratará  con  ellas  lo  que 
debe  hacerse.  Se  ven  á  solas  Aurelio  y  Silvia,  y  hallándose 
ella  solicitada  de  Izuf  y  él  de  Zara,  acuerdan  lisonjear  con 
alguna  esperanza  al  moro  y  á  la  mora  en  tanto  que  escriben 
á  España  para  solicitar  su  rescate.  Pedro  Alvarez,  fatigado, 
roto  y  hambriento  va  caminando  á  Oran :  échase  á  dormir 
á  la  sombra  de  unas  matas ,  y  cuando  despierta  se  halla  con 
un  león  á  su  lado  que  le  está  haciendo  compañía :  levántase 
Heno  de  miedo,  sigue  andando  y  el  león  se  va  detras  de  él 
como  un  perrito.  Jornada  quinta.  Alvarez  prosigue  su  viaje 
en  compañía  del  león,  y  se  halla  felizmente  muy  cerca  de 
Oran:  la  Necesidad  y  la  Ocasión  invisibles  á  Aurelio,  le  van 
persuadiendo  á  que  corresponda  agradecido  al  amor  de  Zara, 
pero  sin  saber  por  qué  le  dejan  solo,  y  no  lo  aciertan,  por- 
que entonces  cobra  él  todo  su  esfuerzo  y  se  propone  no  ce- 
der jamas  á  las  instancias  de  la  mora.  El  muchacho  Juan 
sale  vestido  de  turco  muy  contento  de  serlo  y  de  que  ya  no 
se  llama  Juanilo  sino  Solimán :  su  hermano  T Y,me>*i  o  se  hor- 
roriza, y  Aurelio  lamenta  la  suerte  de  los  niños  cristianos 
que  viven  en  poder  de  moros.  Silvia  y  Aurelio  se  encuentran, 
se  dan  un  abrazo,  y  Zara  é  Izuf  los  sorprenden:  Zara  acusa 
á  la  esclava,  Izuf  al  esclavo,  y  ellos  se  disculpan  de  mala  ma- 
nera. El  rey  de  Argel  en  audiencia  pública  manda  á  Izuf  que 
le  entregue  al  cautivo  y  á  la  cautiva  que  tiene  en  su  poder: 
él  lo  repugna  mucho ,  y  el  rey  dispone  que  le  lleven  de  alli  y 
le  harten  de  palos:  traen  á  su  presencia  á  un  malagueño  que 
se  habia  escapado,  y  el  rey  dice: 

¿Oh  tú.'  Raja  Caud ,  dahle  seiscientos 

palos  en  las  espaldas,  muy  bien  dados , 

y  luego  le  daréis  otros  quinientos 

en  la  barriga  y  en  los  pies  cansados. 


§80  CATÁLOGO 

Y  responde  el  malagueño: 


¿Tan  sin  ley  ni  razón  tantas  I armenios 
tienes  para  el  que.  huye  aparejados? 

Y  añade  el  rey: 

Cfiito.  Chifuz,  Breguede ,  al  punto  atalde , 
abrilde ,  desollaldc  y  aun  rnatalde. 

Decretadas  estas  palizas,  se  presentan  Silvia  y  Aurelio:  el 
rey  les  indica  el  rescate  que  han  de  enviarle  desde  España,  y 
les  concede  libertad  bajo  su  palabra:  dan  aviso  de  que  ha  lle- 
gado un  navio,  y  en  él  Fr.  Juan  Gil,  religioso  trinitario  que 
viene  á  rescatar  :  los  cautivos  regocijados  en  extremo  dan 
gracias  á  la  Virgen  por  su  infinita  misericordia. 

Esta  comedia  es  un  drama  episódico ,  en  el  cual  si  se 
quiere  decir  que  hay  una  acción,  solo  puede  hallarse  en  los 
amores  pareados  y  simétricos  del  renegado  Izuf  y  su  muger 
Zara  que -solicitan  á  Silvia  y  Aurelio,  sirviendo  de  atrope- 
llado desenlace  la  paliza  de  Izuf.  Lo  restante  todo  es  perso- 
nages  y  situaciones  sueltas  sin  enlace  ni  composición  dra- 
mática: los  conjuros  de  Fátirna,  la  Furia,  la  Ocasión  y  la 
Necesidad,  y  el  león  que  sirve  de  escudero  á  Pedro  Alvarez, 
son  desatinos  imperdonables:  el  estilo,  que  á  veces  tiene  al- 
gún decoro  y  corrección,  es  en  general  desaliñado  y  prosáico. 

1582. 

i56.  Joaquin  Romero  de  Zepeda.  Comedia  Selvage  (en 
cuatro  jornadas)  en  la  cual  por  muy  delicado  estilo  y  arti- 
ficio se  descubre  lo  que  de  las  alcahuetas  á  las  honestas  don- 
cellas se  les  sigue,  en  el  proceso  de  lo  cual  se  hallarán  mu- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §81 

chos  avisos  y  sentencias.  Por  Joaquín  Romero  de  Zepeda. 
Sevilla  1582.  En  la  primera  y  segunda  jornada  no  hizo  el 
autor  otra  cosa  que  extractar  en  versos  fáciles  (y  no  desnu- 
dos de  elegancia)  los  cuatro  primeros  actos  de  la  Celestina. 
En  la  tercera  jornada  apartándose  de  aquel  excelente  origi- 
nal, atropello  los  incidentes,  añadiendo  no  pocas  extravagan- 
cias. Lucrecia  acompañada  de  la  vieja  alcahueta  Gabrina,  aban- 
dona la  casa  de  sus  padres  y  se  va  á  la  de  Anacreo  su  aman- 
te :  los  padres  de  Lucrecia  echándola  menos  van  á  casa  de 
Gabrina  con  la  justicia,  y  de  alli  á  la  de  Anacreo, pero  éste  y 
Lucrecia  han  huido  descolgándose  por  una  ventana.  Presos 
Gabrina  y  el  criado  Rosio  los  llevan  á  la  plaza:  alli  apare- 
ce la  horca  á  vista  del  auditorio,  suben  al  reo  y  le  cuelgan: 
á  Gabrina  la  empluman,  le  ponen  una  coroza,  y  sentándola 
en  la  escalera  del  suplicio  queda  abandonada  á  merced  de  los 
muchachos  que  á  porfía  le  tiran  brevas,  berengenas  y  to- 
mates, le  remesan  los  pelos  y  le  dan  puñadas:  hecho  esto 
dice  el  juez: 

Quiten  luego  á  esa  muger , 
y  enlierrcn  al  ahorcado. 

En  la  cuarta  jornada  sale  por  un  monte  Lucrecia  con 
arco  y  saetas,  y  llora  la  mala  ventura  de  sus  amores:  lue- 
go que  se  retira,  sale  por  otro  lado  Anacreo  lamentándose 
igualmente  de  la  desdicha  en  que  se  ve.  Salen  después  Al- 
bina y  Arnaldo  padres  de  Lucrecia ,  vestidos  de  peregrinos 
en  busca  de  su  hija:  descansan  un  rato  de  la  fatiga  del  ca- 
mino ,  y  al  querer  proseguirle  los  sorprenden  dos  ladrones 
llamados  Tarisio  y  Troco :  el  viejo  Arnaldo  quiere  defenderse 
y  muere  á  sus  manos  :  sobreviene  al  ruido  Anacreo  y  mata 
á  Tarisio :  su  compañero  Troco  se  va  huyendo:  sigue  el  re- 
conocimiento de  Anacreo  y  Albina,  y  cuando  tratan  de  en- 


282  CATÁLOGO 

torrar  o]  cadáver  de  Arnaldo,  vienen  dos  salvajes  entre  los 
cuales  se  ve  Anacreo  en  mucho  peligro  de  perder  la  vida; 
pero  Lucrecia  que  se  aparece  muy  oportunamente,  dispara 
una  (lecha  .y  cae  muerto  uno  de  los  salvages.  Anacreo  en 
tanto  consigue  matar  al  segundo:  la  madre  y  el  amante  sin 
reconocer  á  Lucrecia  le  agradecen  el  socorro  que  les  ha  dado: 
ella  al  fin  se  descubre,  y  con  el  regocijo  de  los  tres  acaba  la 
fábula.  Composición  romancesca,  mal  ordenada  y  llena  de 
inverosimilitud.  Existe  un  ejemplar  en  la  librería  del  con- 
vento de  santa  Catalina  de,  los  dominicos  de  Barcelona. 

1r>83. 

157.  Miguel  de  Cervantes  Saavedra.  Tragedia  de  Numan- 
cia.  Véase  la  lista  de  los  interlocures  de  esta  pieza.  Esciplon, 
Yugurta,  Cajo  Mario,  embajador  primero,  embajador  se- 
gundo ,  soldado  primero  ,  soldado  segundo  ,  Quinto  Fabio, 
España,  el  rio  Duero,  Teógenes ,  su  muger ,  un  hijo  suyo, 
Corábino,  numantino  primero,  numanlino  segundo,  numan- 
tino tercero,  numantino  cuarto,  Marquino ,  Mor  andró ,  Leon- 
cio ,  sacerdote,  primero,  sacerdote  segundo,  uno  del  pueblo, 
Mi/vio,  un  cuerpo  muerto,  Lira ,  muger  primera ,  muger  se- 
gunda ,  muger  tercera ,  una  madre ,  un  hijo ,  un  hermano, 
la  Guerra  ,  la  Enfermedad ,  el  Hambre  ,  Viriato ,  Servio , 
Emilio,  la  Fama.  Está  dividida  la  obra  en  cuatro  jornadas, 
escrita  en  tercetos,  octavas,  redondillas  y  verso  suelto.  Jor- 
nada primera.  Escipion  reprende  á  sus  soldados  la  vida  re- 
galada, lasciva  y  glotona  que  traen,  advirtiendo  con  sobra- 
da razón  y  poquísimo  decoro  trágico 

Que  mal  se  aloja  en  las  man  íales  tiendas 
quien  gusta  de  banquetes  y  meriendas. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  283 

A  estos  vicios  atribuye  el  no  haberse  ganado  á  Numancia 
después  de  diez  y  seis  años  de  guerra :  manda  que  salgan  del 
campo  las  meretrices,  que  se  reformen  las  cocinas  y  se  des- 
tierre  todo  regalo  y  blandura.  Dos  embajadores  numantinos 
proponen  á  Escipion  paz  y  amistad,  pero  él  se  niega  á  cuan- 
to no  sea  entregarse  á  discreción:  dispone  que  se  cerque  á 
Numancia  con  grandes  fosos,  y  en  la  escena  siguiente  ya  está 
concluida  toda  la  obra.  España  viendo  rodeados  á  los  nu- 
mantinos con  trincheras  y  fosos  profundos,  exceptuando  solo 
la  orilla  del  Duero,  habla  con  el  rio  invocándole  en  los  si- 
guientes versos  que  son  de  los  mejores  de  toda  la  pieza. 

Duero  gentil  que  con  torcidas  vueltas 
humedeces  gran  parte  de  mi  seno , 
ansi  en  tus  aguas  siempre  veas  envueltas 
arenas  de  oro  como  el  Ta  jo  ameno, 
y  ansi  las  ninfas  fugitivas  sueltas, 
de  que  está  el  verde  prado  y  bosque  lleno, 
vengan  humildes  á  tus  ondas  claras, 
y  en  prestarte  favor  no  sean  avaras; 
que  prestes  d  mis  ásperos  lamentos 
atento  oido ,  ó  que  á  escucharlos  vengas , 
y  aunque  dejes  un  rato  tus  contentos , 
suplicóle  que  en  nada  te  detengas. 
Si  tú  con  tus  continuos  movimientos 
de  estos  fieros  romanos  no  me  vengas, 
cerrado  veo  ya  cualquier  camino 
á  la  salud  del  pueblo  numantino. 

El  Duero  (acompañado  de  tres  muchachos  que  son  oíros 
laníos  riachuelos  que  desaguan  en  él)  anuncia  á  España  que 
la  ruina  de  Numancia  es  infalible,  pero  que  su  gloria  será 


28  4  CATÁLOGO 

inmortal,  y  en  los  siglos  futuros  Atila,  Borbon  y  el  duque 
de  Alba  la  vengarán  de  Roma.  Añade  también  que  los  reyes 
de  España  adquirirán  el  dictado  de  Católicos,  y  qne  en  tiem- 
po de  un  rey  llamado  Felipe  II  (sin  segundo)  el  girón  lusi- 
tano que  se  cortó  de  los  vestidos  de  Castilla ,  ha  de  zurcirse  de 
nuevo  y  unirse  ti  su  estado.  Jornada  segunda.  En  una  asam- 
blea de  numantinos  se  resuelve  que  Corabino  salga  á  desafiar 
á  cualquier  romano  que  se  atreva  á  combatir  con  él,  pac- 
tando primero  que  si  Corabino  vence,  los  romanos  levanta- 
rán el  sitio,  y  si  él  queda  vencido,  se  entregará  la  ciudad: 
proposición  muy  imprudente  y  poco  numantina.  Resuelven 
también  que  se  bagan  sacrificios  á  Júpiter,  y  que  el  mago 
Marquino  por  medio  de  sus  bechizos  y  conjuros  averigüe 
los  liados  de  Numancia.  Leoncio  reprende  á  Morandro  vién- 
dole muy  enamorado  de  Lira  en  tiempo  de  tanta  calamidad, 
y  en  electo  Leoncio  tiene  sobrada  razón.  Se  empieza  el  so- 
lemne sacrificio  con  tristes  agüeros:  la  llama  arde  mal,  se 
ven  águilas  en  el  aire  que  persiguen  á  otras  aves,  las  aco- 
san y  las  cercan:  suena  ruido  subterráneo:  cruza  una  cente- 
lla por  el  templo,  y  al  ir  á  degollar  la  víctima  sale  un  de- 
monio, se  la  lleva  y  trastorna  de  paso  las  aras  y  utensilios. 
Después  de  un  diálogo  inútil  entre  Leoncio  y  Morandro  sale 
Marquino  y  bace  sus  conjuros  sobre  una  sepultura,  invo- 
cando á  los  ministros  infernales,  llamándolos  canalla  vil,  y 
á  Pintón  cornudo:  ceba  de  sí  la  sepultura  un  cuerpo  muer- 
to, al  cual  bace  hablar  el  nigromante  á  fuerza  de  aspersio- 
nes y  latigazos:  el  muerto  anuncia  la  ruina  que  amenaza  á 
la  ciudad  ,  y  Marquino  desesperado  al  oirle  se  arroja  con 
él  á  la  sepultura  ,  quedando  enterrados  los  dos.  Jornada 
tercera.  Corabino  desde  el  muro  de  Numancia  propone  el 
desafio  de  que  ya  se  ha  hecho  mención ;  pero  Escipion  no 
asiente  á  ello  y  le  vuelve  la  espalda.  Corabino  irritado  de 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §85 

aquel  desprecio  se  desahoga  en  injurias  contra  los  roma- 
nos llamándolos  cobardes  ,  pérfidos ,  tiranos ,  villanos  ,  fe- 
mentidos ,  ingratos ,  feroces  ,  revoltosos  ,  desleales  ,  crueles, 
mal  nacidos  ,  codiciosos  ,  infames  ,  pertinaces  ,  adúlteros , 
canalla  y   liebres.  Teógenes  quiere  asaltar  los  atrinchera- 
mientos, pero  las  mugeres  con  sus  reflexiones  y  lágrimas  se 
lo   estorban  :  resuélvese  quemar  en  la  plaza  todo  lo  mas 
precioso  que  cada  uno  tenga,  descuartizar,  los  romanos  que 
están  prisioneros,  é  írselos  comiendo.  Morandro  siempre  lle- 
no de  amor  requiebra  á  Lira  ,  y  ella  le  dice  que  se  está 
muriendo  de  hambre  y  es  imposible  que  viva  una  hora  se- 
gún lo  desfallecida  que  se  siente:  él  determina  escalar  aque- 
lla noche  las  trincheras  del  enemigo  para  traerle  algo  que 
cenar,  y  su  amigo  Leoncio  se  ofrece  á  acompañarle.  Dos  nu- 
mantinos  refieren  que  en  la  hoguera  de  la  plaza  (cuyas  lla- 
mas suben  hasta  la  cuarta  esfera )  se  están  quemando  todas 
las  riquezas  de  la  ciudad :  dicen  también  que  se  ha  mandado 
quitar  la  vida  á  las  mugeres  y  á  los  niños:  sale  una  niuger 
con  dos  chiquillos  que  no  cesan  de  pedirle  pan,  y  ella  se 
atlige  sin  poder  hacerles  entender  que  no  le  tiene  ni  sabe 
dónde  hallarle.  Jornada  cuarta.  Penetran  en  el  acampamen- 
to de  los  romanos  Morandro  y  Leoncio:  este  último  queda 
muerto  en  la  empresa,  el  otro  vuelve  á  Numancia  con  un 
poco  de  bizcocho  en  una  ceslilla:  se  le  presenta  á  Lira  para 
que  coma  y  cae  muerto  de  resultas  de  las  muchas  heridas  que 
ha  recibido.  Un  niño  hermano  de  Lira  sale  cayéndose  de 
hambre:  dice  que  su  padre  y  su  madre  acaban  de  morir,  y 
él  no  teniendo  ya  fuerzas  para  mascar  ni  tragar  el  pan ,  es- 
pira á  los  pies  de  su  hermana.  Se  presentan  el  Hambre,  la 
Enfermedad  y  la  Guerra:  ésta  excita  á  las  otras  dos  á  que 
apresuren  la  total  asolación  de  Numancia,  incidente  inútil 
como  los  personages  de  él.  Teógenes  lleva  á  su  muger,  dos 


286  CATÁLOGO 

hijos  y  una  hija  al  templo  de  Diana  y  allí  los  mata:  vase 
después  á  la  plaza  y  se  tira  á  la  hoguera  :  el  liumo  (pie  sale, 
de  Numancia  y  el  silencio  que.  se  observa  en  ella  determinan 
á  Escipion  á  enviar  exploradores,  que  vuelven  refiriendo  la 
mortandad  y  ruina  espantosa  que.  lian  visto.  De  toda  la  po- 
blación solo  queda  un  muchacho  que  aparece  en  lo  alto  de 
una  torre:  Escipion  le  promete  vida  y  libertad,  pero  él  des- 
precia sus  ofrecimientos  y  se  tira  de  la  torre  al  suelo:  viene 
la  Fama  por  el  aire,  y  elogia  la  heroicidad  de  Numancia. 

La  elección  de.  argumento  en  esta  pieza  es  poco  feliz:  la 
destrucción  de  una  ciudad  con  la  de  todos  sus  habitantes  pres- 
ta materia  á  la  narración  épica,  pero  no  es  para  el  teatro. 
En  él  no  se  deben  presentar  como  objeto  primario  las  em- 
presas militares,  sino  las  acciones  y  alectos  heroicos:  en  to- 
da fábula  escénica  se  promueve  el  interés  concentrándole:  si 
se  divide  se  debilita:  Cervantes  creyó  producir  mayor  efecto 
trágico  poniendo  á  la  vista  muchas  situaciones  de  calamidad 
y  aflicción,  y  no  advirtió  que  resultarla  necesariamente  una 
acción  episódica,  dispersa  y  menuda.  Los  personajes  fantás- 
ticos que  introdujo  lo  acaban  de  echar  á  perder. 

Si  es  contraria  esta  opinión  á  la  que.  formaron  de  esta 
pieza  los  alemanes  Bouterwek  y  Schlegel,  puede  considerarse 
cuál  habrá  sido  mi  sentimiento  no  pudiendo  suscribir  á  los 
elogios  que  de  ella  hicieron  aquellos  doctos  críticos:  resulta 
necesaria  de  la  absoluta  imposibilidad  de  conciliar  sus  prin- 
cipios con  los  mios  acerca  de  la  composición  dramática. 

1584. 

i58.  Comedia  de  la  batalla  naval.  Nada  se  sabe  de  esta 
obra  sino  el  título.  Si  el  argumento  que  desempeñó  el  poeta 
fuese  (como  parece  muy  probable)  la  célebre  victoria  naval 
de  Lepanto,  es  de  inferir  que  nuestra  literatura  no  habrá 
perdido  nada  en  perderla:  la  escribió  en  tres  jornadas. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §87 


1581 

i5g.  Comedia  de  La  gran  Turquesca.  Cervantes  la  citó: 
nadie  la  ha  visto  hasta  ahora,  y  no  es  posible  conjeturar  lo 
que  sería. 

1584. 

160.  Comedia  de  La  Jerusalen.  Habiendo  escrito  el  mis- 
mo autor  un  drama  trágico  del  sitio  y  ruina  espantosa  de 
Numancia,  no  sería  mucho  que  hubiese  caido  en  el  error  de 
poner  en  acción  teatral  la  destrucción  de  Jerusalen  por  Ti- 
to, ó  que  fuese  argumento  de  esta  comedia  la  conquista  de 
aquella  ciudad  por  los  cruzados.  A  estas  conjeturas  da  lugar 
la  falta  de  noticias  que  tenemos  acerca  de  esta  composición 
dramática. 

1585. 

161.  Lupercio  Leonardo  de  Argensola.  Tragedia  de  La 
Isabela.  Se  divide  en  tres  jornadas:  está  escrita  en  octavas, 
verso  suelto,  quintillas,  tercetos  y  estrofas  líricas:  la  Fama 
hace  el  prólogo.  Jornada  primera.  Alboacen  rey  moro  de 
Zaragoza,  enamorado  de  Isabela  doncella  cristiana,  manda 
salir  desterrados  á  todos  los  cristianos,  creyendo  por  este 
medio  humillarla  y  atraerla  á  su  voluntad.  Muley  amante 
favorecido  de  la  misma  doncella  (  que  acaba  de  recibir  el  bau- 
tismo en  el  campo  enemigo)  se  propone  dilatar  la  ejecución 
del  decreto,  y  facilitar  entretanto  los  medios  convenientes 
para  que  el  rey  D.  Pedro  se  apodere  de  Zaragoza.  El  viejo 
Audalla  en  un  monólogo  da  parte  al  auditorio  de  que  él  tam- 
bién está  enamorado  de  Isabela,  y  luego  que  lo  ha  dicho  se 
va.  Sospechoso  el  rey  de  la  conducta  de  Muley  hace  que  le 
prendan.  Jornada  segunda.  Lamberto  y  Engracia  padres  de 
Isabela,  Ana  su  hermana  y  muchos  cristianos  vienen  á  pe- 
dirle que  interceda  por  ellos  con  el  rey.  Véanse  (prescindien- 


§88  CATÁLOGO 

do  de  la  poca  delicadeza  del  padre  de  Isabela)  las  prendas  del 
lenguaje,  estilo  y  harmonía  que  embellecen  esta  situación. 


Isabela...  ¡Oh  padres  á  quien  debo  reverencia f 
¡Oh  santa  perseguida  comfiuñia, 
postrada  sin  razón  en  mi  presencia , 
espectáculo  triste  de  este  dia! 
¿De  qué  manera  puedo  dar  audiencia 
( ni  quien  seso  tuviese  la  daría ) 
viendo  vuestros  aspectos  venerados 
á  mis  indignos  pies  asi  postrados? 
Las  rodillas  alzad  del  duro  suelo , 
ó  revolved  los  ojos  hechos  rios 
al  sumo  plasmador  de  tierra  y  cielo , 
y  dirigid  allá  los  votos  pios , 
y  pues  que  mis  entrañas  no  son  hielo, 
ni  los  hircanos  tigres  padres  jiiíos , 
probad  á  conquistar  otra  dureza 
con  estos  aparatos  de  tristeza. 
Que  yo  sin  espectáculo  presente 
cuando  fuese  mi  muerte  necesaria 
padeceré  las  penas  obediente. 
¡Obediente!  ¿qué  dije?  voluntaria; 
y  por  el  bien  común  de  nuestra  gente 
y  daño  de  la  pérfida  contraria , 
una  muerte ,  mil  muertes ,  y  si  puedo 
muchas  mas  pasaré  sin  algún  miedo. 

Lamberto.  Pues  oye.  Bien  sabemos  cuán  rendido 
en  amorosas  llamas  al  rey  tienes, 
y  cuán  desesperado  y  ofendido 
con  tus  castas  repulsas  y  desdenes; 
pero  si  tú  con  un  amor  fingido 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS. 


289 


sus  locos  pensamientos  entretienes 
y  cebas  la  esperanza  lisonjera, 
al  yugo  volverá  la  cerviz  fiera. 
Asi  que  con  hacer  lo  que  le  digo, 
queda  la  voluntad  del  rey  por  tuya: 
harás  que  no  prosiga  su  castigo 
ni  de  la  dulce  patria  nos  excluya. 
Puedes  asi  vencer  al  enemigo, 
ó  darnos  ocasión  que  se  atribuya 
á  sola  tu  dureza  nuestra  pena, 
y  digan:  Isabela  nos  condena. 
Al  rey  por  cierto  tiempo  fingir  puedes 
precisa  castidad  tener  volada, 
y  que  cuando  del  voto  libre  quedes 
la  prenda  le  darás  tan  deseada. 
En  este  medio  tiende  astutas  redes, 
suspiros,  llantos,  vistas  regaladas , 
palabras  tiernas,  cebo  de  estas  cosas, 
y  lágrimas  si  puedes  amorosas. 
Si  ves  la  perdición  de  los  cristianos 
no  basta,  que  bastar  sola  debía, 
ni  la  muerte  cruel  de  tus  hermanos , 
la  de  tu  vieja  madre ,  ni  la  mía  : 
por  el  que  puso  en  cruz  las  santas  manos 
(hijo  del  Padre  Eterno  y  de  María ) 
te  conjuro,  te  ruego,  pido  y  mando 
que  muestres  á  mis  ruegos  pecho  blando. 
Engracia.  ¿Por  qué  dilatas  tanto  la  respuesta.'' 
¿  Aguardas  por  ventura  que  te  pida , 
besándote  los  pies  y  descompuesta , 
merced  á  voces  de  mi  corta  vida  ? 
¿O  gustas  de  mirar  ante  ti  puesta 

Tomo  I.  19 


290 


CATÁLOGO 


esta  mísera  gente  perseguida? 

iJi ,  (¡ue  solemnidad  del  pueblo  quieres 

que  tanto  la  respuesta  nos  difieres. 

Mira  que  si  salimos  de  los  muros , 

por  el  segundo  Cesar  fabricados , 

( á  mas  que  no  saldremos  muy  seguros 

de  ser  todos  ó  muertos  ó  robados, 

porque  ¡amas  los  bárbaros  perjuros 

observan  ley  ni  pactos  concertados ) 

la  sagrada  ciudad  queda  desierta 

y  nuestra  religión  en  ella  muerta. 

El  templo  de  la  Urgen  quedaría , 

si  no  por  los  cimientos  derribado , 

á  lo  menos  con  vicios  cada  día 

de  los  odiosos  moros  profanado , 

y  todo  su  tesoro  se  daría 

en  manos  del  sacrilego  malvado , 

reliquias  y  devotos  simulacros , 

todos  los  ornamentos  al  fin  sacros. 

liarán  de  las  dalmáticas  jaeces 

á  los  fieros  caballos  andaluces , 

con  las  borlas  pendientes ,  que  mil  veces 

acompañaron  clérigos  y  luces, 

y  para  refirmar  los  pies  soeces 

'el  oro  servirá  de  nuestras  cruces , 

haciendo  de.  él  labradas  estriberas 

quizá  con  las  historias  verdaderas. 

¿Será  posible  pues  que  tú  permitas 

con  daño  de  los  tuyos  infelices, 

que  solas  permanezcan  las  mezquitas 

y  que  sus  ignominias  autorices  ? 

Tú ,  tú  de  la  ciudad  sagrada  quitas 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS. 


la  religión  cristiana  y  sus  raices; 
tu  dura  pertinacia  nos  destierra , 
y  no  la  del  tirano  de  la  tierra. 

Isabela.  . .  No  mas ,  no  mas ,  queridos  padres ,  basl 
si  no  queréis  sin  vida  verme  luego , 
que  donde  la  razón  asi  contrasta 
poca  necesidad  hay  de  tal  ruego. 
Yo  pues  con  intención  sincera  y  casta 
( solo  por  procurar  nuestro  sosiego ) 
al  fiero  rey  daré  de  amor  señales 
fingidas ,  si  fingirse  pueden  tales. 

Lamberto.  La  bendición  de  Dios  omnipotente 

y  la  nuestra  también  recibe  ahora: 
tu  nombre  se  di/ate  y  acreciente 
en  cuanto  mira  el  cielo  y  el  sol  dora  ; 
y  si  es  ya  de  creer  que  alguna  gente 
debajo  del  ignoto  polo  mora  , 
allá  tus  alabanzas  se  dilaten 
y  con  admiración  todos  la  traten. 

Engracia.  Estos  maternos  brazos  lo  primero 
recibe  por  señal  de  lo  que  siento , 
sírvante  de  collar ,  bien  que  grosero, 
pero  lleno  de  amor  y  de  contento: 
que  en  otro  tiempo  mas  feliz  espero, 
con  mayor  aparato  y  ornamento , 
mejorar  estos  dones,  y  tu  cuello 
ceñirle  del  metal  de  tu  cabello. 

Un  viejo..  Tus  obras  cantaremos  excelentes, 
si  bien  á  la  desierta  Libia  vamos , 
ó  bajo  de  la  zona  los  ardientes 
y  no  sufribles  rayos  padezcamos ; 
y  nuestra  sucesión  y  descendientes 


292 


CATÁLOGO 


darán  las  mismas  gracias  une  te  damos : 
los  niños  con  su  lengua  ternezuela 
repetirán  el  nombre  de  Isabela. 

Después  de  esla  afluencia  épica,  Adulce  moro  valenciano 
sale  á  contar  á  los  árboles,  en  muy  buenos  versos,  tomo 
habiendo  venido  á  Zaragoza  á  pedir  socorros  para  recnpe  - 
rar  el  trono  que  le  han  usurpado,  se  enamoró  de  la  infan- 
ta Aja  hermana  del  rey,  y  (pie  hace  ya  tres  ailos  (pie  él  se 
lamenta  y  ella  no  le  escucha. 

Tres  veces  os  he  visto ,  verdes  plantas, 
de  vuestras  frescas  hojas  adornadas : 
tres  veces  descompuestas ,  y  otras  tantas 
de  flores  y  de  frutos  coronadas , 
después  que  la  soberbia  sobre  cuantas 
han  sido  por  hermosas  celebradas , 
Aja  cruel  (origen  de  mi  pena) 
á  mi  dura  cerviz  puso  cadena. 

El  rey  se  entristece  viéndose  precisado  á  quitar  la  vida 
á  Muley,  pero  su  confidente  Audalla  procura  tranquilizarle, 
y  le  anima  á  que  apresure  la  ejecución.  Isabela  pide  al  rey 
que  revoque  el  decreto  de  destierro  contra  los  cristianos:  el 
rey  se  disculpa  diciéndole  cpie  ha  consultado  sobre  ello  á  un 
santo  Alfaqui,  del  cual  hace  esta  bella  pintura. 

Yo  vi  con  apariencia  manifiesta 
que  no  fue  la  respuesta  por  él  mismo, 
mas  por  algún  espíritu  compuesta , 
como  si  alguna  furia  del  abismo 
al  sabio  las  entrañas  le  royera, 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  293 


ó  como  que  le  toma  parasismo. 
Con  los  mismos  efectos  y  tal  era 
la  presencia  del  viejo  cuando  vino 
á  darme  la  respuesta  verdadera. 
Andaba  con  furioso  desatino 
torciéndose  las  manos  arrugadas , 
los  ojos  vueltos  de  un  color  sanguino. 
Las  barbas,  antes  largas  y  peinadas, 
llevaba  vedijosas  y  revueltas 
como  de  fieras  sierpes  enroscadas. 
Las  tocas  que  con  mil  nudosas  vueltas 
la  cabeza  prudente  le  ceiíian , 
por  este  y  aquel  hombro  lleva  sueltas. 
Las  horrendas  palabras  parecían 
salir  por  una  trompa  resonante , 
y  que  los  yertos  labios  no  movían. 
Si  quieres  que  tu  dios  ¡oh  rey!  levante 
la  rigurosa  diestra ,  dijo ,  mira 
el  medio  que  será  solo  bastante. 

Isabela  oyendo  decir  al  rey  que  la  muerte  de  Mu  ley  eslá 
decretada,  se  ofrece  á  morir  por  su  amante,  lo  cual  solo  sir- 
ve de  irritar  la  cólera  del  rey  que  la  manda  llevar  á  una  pri- 
sión. La  infanta  Aja  sale  á  decir  en  un  soliloquio  que  está 
enamorada  de  Muley  á  quien  el  rey  su  hermano  va  á  qui- 
tar la  vida.  Llega  Adulce,  y  ella  reconociendo  cuan  ingrata 
ha  sido  á  su  amor,  le  pide  que  liberte  á  Muley  del  peligro 
que  le  amenaza  ,  y  Adulce  promete  complacerla.  Jornada 
tercera.  El  viejo  Audalla  despreciado  de  Isabela  acelera  su 
muerte  y  la  de  Muley:  la  hoguera  en  que  han  de  ser  quema- 
dos está  ya  dispuesta,  ella  le  pide  que  le  permita  ver  á  sus 
padres  y  á  su  hermana:  Audalla  se  lo  concede,  y  se  descu- 


§94 


CATÁLOGO 


bren  Iros  cadáveres  que  son  los  de  Lamberto,  Engracia  y 
Ana,  sobre  los  cuales  liare  Isabela  exiremos  de  dolor.  Aja 
desde  un  aposento  de  las  torres  del  alcázar  descubre  á  lo  le- 
jos el  lugar  del  suplicio  y  el  gentío  que  acude  á  ver  morir  á 
Muley  é  Isabela:  todavía  espera  que  Adulce  cumplirá  su  pa- 
labra, pero  sobreviene  un  nuncio  y  le  refiere  la  muerte  de 
los  amantes.  Aja  desesperada  premedita  matar  al  rey.  Vzan 
y  Zan'cala  se  cuentan  el  uno  al  otro  la  muerte  de.  Audalla 
por  haber  sabido  el  rey  que  estaba  enamorado  de  Isabe- 
la: Azan  descubre  la  cabeza  de  Audalla  destinada  á  ser  pas- 
to de  los  lebreles:  Aja  sale  por  un  lado  con  un  puñal  y  una 
luz  en  las  manos,  y  por  otra  parte  Selin  que  le  refiere  como 
su  señor  Adulce  acaba  de  matarse,  no  habiéndose  atrevido  á 
ser  ingrato  á  los  beneficios  del  rey,  ni  volver  á  la  presencia 
de  Aja  sin  haber  cumplido  lo  que  le  prometió.  Dicho  esto 
presenta  la  cabeza  de  Adulce  para  que  no  dude  la  infanta  de 
qne  su  relación  es  verdadera:  ella  «mi  cambio  le  cuenta  que 
acaba  de  matar  á  puñaladas  á  su  hermano  el  rey  y  que  está 
resuelta  á  morir,  para  lo  cual  ruega  á  Selin  que  se  encargue 
de  ejecutarlo  ;  pero  al  ver  que  de  ninguna  manera  quiere 
prestarse  á  ello,  corre  precipitada  y  se  tira  desde  lo  alto  de 
una  torre  á  un  profundo  estanque.  Aparccese  glorioso  el  es- 
píritu de  Isabela:  dice  que  ha  renacido  como  el  fénix,  y  pi- 
de aplauso. 

Carece  esta  fábula  de  unidad,  sencillez,  distribución  y 
verosimilitud,  y  por  consecuencia  de  interés.  El  rey,  Auda- 
lla y  Muley  enamorados  de  Isabela;  Aja  é  Isabela  enamora- 
das de  Muley;  Adulce  enamorado  de  Aja,  complican  y  em- 
brollan la  acción:  ni  el  suplicio,  ni  la  hoguera,  ni  tres  ca- 
dáveres  y  dos  cabezas  sangrientas  en  el  teatro,  ni  el  luror 
recíproco  de  morir  y  matar  que  reina  en  todo  el  drama,  son 
medios  suficientes  á  producir  la  compasión  trágica:  solo  pue- 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §95 


den  excitar  el  repugnante  hastío  del  horror.  Algunas  escenas 
están  muy  bien  escritas,  pero  en  composiciones  de  esta  na- 
turaleza el  lenguaje  castizo,  el  estilo  elegante ,  la  versificación 
fluida  y  numerosa,  aunque,  son  partes  muy  necesarias,  no 
son  las  únicas. 

1585. 

162.  Tragedia  La  Alejandra.  La  escribió  el  autor  en 
verso  suelto,  quintillas,  tercetos,  cuartetas  y  octavas.  La 
Tragedia  hace  el  prólogo.  Los  antecedentes  de  la  acción  son 
estos.  Acoreo,  capitán  de  Tolomeo  rey  de  Egipto,  se  rebeló 
contra  su  señor,  le  mató  y  se  apoderó  del  reino:  pudo  es- 
capar felizmente  del  estrago  el  niño  Orodante  hijo  de  Tolo- 
meo,  á  quien  crió  Rémulo,  y  llegado  á  edad  juvenil  le  in- 
trodujo en  palacio  y  le  hizo  copero  de  Acoreo:  éste  habien- 
do hecho  morir  á  su  primera  esposa,  se  casó  con  Alejandra, 
muger  dotada  de  singular  hermosura,  de  obscura  familia  y 
depravadas  costumbres.  Lupercio  íntimo  privado  de  Acoreo 
y  esclarecido  capitán,  adquirió  gran  poder  en  el  reino:  Ale- 
jandra estaba  enamorada  de  él,  pero  Lupercio  despreciaba  su 
amor  por  el  de  la  princesa  Sila  hija  de  Acoreo  y  de  su  pri- 
mera esposa.  Jornada  primera.  Rémulo  y  Ostilo  se  propo- 
nen hacer  caer  á  Lupercio  de  la  gracia  en  que  está:  Alejan- 
dra le  solicita,  él  se  resiste,  ella  le  acosa,  y  solo  la  fuga  pue- 
de salvarle  de  las  instancias  poco  decentes  de  la  reina.  Os- 
tilo y  Rémulo  declaran  al  joven  Orodante  su  nacimiento 
ilustre  con  todas  las  circunstancias  de  la  muerte  de  Tolomeo 
su  padre,  cuya  camisa  ensangrentada  le  presentan:  Orodan- 
te jura  venganza  y  dice: 

Por  bandera  real ,  por  estandarte 
llevar  quiero  contino  esta  camisa. 

Jornada  segunda.  Ostilo  y  Orodante  hablan  de  concierto 


296  CATÁLOGO 

á  Acorro:  rl  primero  le  hace  creer  que  Lupercio  junta  sus 
parciales  para  rebelar.se  y  quitarle  la  corona:  el  segando  le 
dice  < | •!<■  Alejandra  le  ha  encargado  que  cuando  sirva  la  copa 
le  dé  un  veneno  en  ella  :  Rémulo  confirma  á  Acoreo  cuanto 
los  oíros  le  han  dicho.  Lupercio  va  á  entrar  al  cuarto  del 
rey  y  le  detienen  á  la  puerta,  le  hacen  entregar  la  espada  y 
le  atan  las  manos  con  un  cordel.  Sale  Acoreo,  le  habla  sa- 
ñudo y  manda  á  los  guardias  que  se  le  quiten  de  alli:  luego 
que  se  recitan  diez  versos  de  ocho  sílabas  viene  el  nuncio  re- 
firiendo la  muerte  de  Lupercio,  con  tales  circunstancias  que 
para  verificarse  hubieran  sido  menester  muchas  horas:  alli 
traen  la  cabeza  y  los  cuartos  de  Lupercio  envueltos  en  un 
paño  y  la  sangre  en  un  cangilón.  Hace  Acoreo  que  llamen  á 
Alejandra,  y  luego  que  viene  le  dice  que  ha  tenido  sueños 
terribles,  y  que  acaba  de  sacrificar  un  toro  á  los  dioses  para 
tenerlos  propicios:  dicho  esto,  le  hace  que  se  lave  las  manos 
en  la  sangre  que  contiene  el  barreño:  alzan  el  paño  y  reco- 
noce Alejandra  la  cabeza  de  Lupercio  juntamente  con  el  cuer- 
po hecho  ta  jadas.  Vase  Acoreo  y  envia  á  Orilo  su  criado  con 
un  puñal,  un  cordel  y  una  ponzoña  para  que  Alejandra  esco- 
ja lo  que  mas  le  convenga:  toma  el  veneno  y  se  lo  bebe:  Ori- 
lo avisa  á  Acoreo  que  viene  inmediatamente  para  ver  morir 
á  la  reina:  ella  le  dice  mil  injurias,  se  parte  la  lengua  con 
los  dientes,  se  la  escupe  al  rostro  y  muere.  Suena  rumor  de 
guerra:  Orilo  cuenta  al  rey  que  Ostilo  y  Rémulo  han  amo- 
tinado al  pueblo:  Acoreo  se  dispone  á  la  defensa :  a parécesele 
el  alma  de  Tolomeo  y  le  anuncia  próxima  muerte.  Jornada 
tercera.  Sitiado  Acoreo  en  el  castillo  degüella  con  su  espada 
á  vista  del  auditorio  unos  niños  (no  se  sabe  cuantos)  hijos 
de  los  principales  ciudadanos  de.  Menfis,  y  tira  las  cabezas  á 
los  sitiadores.  Dado  el  asalto  se  rinde  el  castillo:  Orilo  y  Fa- 
llió matan  á  Acoreo  y  llevan  la  cabeza  á  Orodante,  el  cual 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  297 


los  manda  morir  por  traidores.  La  princesa  Sila  se  asoma  á 
una  torre:  Orodanle  le  dice  desde  abajo  que  está  enamorado 
de  ella,  y  le  ruega  que  le  admila  por  esposo:  Sila  le  dice  que 
suba :  él  va  en  electo  lleno  de  dulces  esperanzas ,  y  cuando 
llega  á  abrazarla,  cae  muerto  á  puñaladas  por  ella:  becho  es- 
to y  viendo  la  princesa  que  los  parciales  de  Orodante  van  su- 
biendo á  la  torre  y  que  no  le  quedan  medios  para  la  luga, 
se  precipita  de  la  torre  abajo.  La  Tragedia  vuelve  á  presentar- 
se: recuerda  á  los  espectadores  la  moralidad  de  la  fábula  y 
pide  aplauso. 

Esta  pieza  es  aún  peor  que  la  antecedente,  porque  á  la  ir- 
regularidad de  su  plan  y  á  la  inverosimilitud  de  sus  atroces 
caracteres  y  situaciones,  se  añade  mayor  desaliño  en  el  estilo 
y  en  los  versos:  tan  mala  es,  que  Lampillas  no  se  atrevió  á 
disculparla  en  su  Ensayo  apologético  ,  no  obstante  haber 
aplicado  todo  su  ingenio  sofístico  á  defender  los  desaciertos 
de  la  Isabela.  Sedaño  y  Signorelli  hablaron  con  imparciali- 
dad de  estas  dos  piezas  en  el  Parnaso  español  y  en  la  His- 
toria de  los  teatros. 

1585. 

1 63.  Tragedia  La  Filis.  No  ha  visto  la  luz  pública  toda- 
vía: si  llegase  á  parecer  sería  de  desear  hallarla  menos  im- 
perlecta  que  las  otras  dos,  y  mas  digna  de  los  elogios  que  á 
todas  tres  prodigó  Cervantes. 

Lupercio  Leonardo  de  Argensola  nació  en  Barbaslro  de 
noble  familia  en  el  año  de  i565:  estudió  juntamente  con  su 
hermano  Bartolomé,  y  en  sus  obras  líricas  manifestó  su  mu- 
cho talento,  su  erudición  y  delicado  gusto.  Fue  secretario  de 
la  emperatriz  María  de  Austria,  gentil-hombre  de  cámara 
del  archiduque  Alberto,  y  coronisla  de  Aragón.  Pasó  á  Ñapó- 
les con  su  familia  y  su  hermano,  sirviendo  al  lado  de  D.  Pe- 
dro Fernandez  de  Castro,  conde  de  Lemos,  la  secretaría  de 


298 


CATÁLOGO 


estado  y  guerra  de  aquel  vireinato  :  alli  murió  en  el  año 
ríe  1 6 1 3.  Sus  composiciones  poéticas  corren  impresas  con  las 
de  Bartolomé,  y  unas  y  otras  son  de  lo  mejor  que  han  pro- 
ducido las  musas  españolas.  Tenia  veinte  años  cuando  en  el 
de  i585  se  representaron  en  Zaragoza  y  en  Madrid  las  tra- 
gedias de  que  se  ha  hecho  mención,  pero  no  se  imprimieron 
entonces.  Sedaño  en  la  citada  colección  de  El  Parnaso  espa- 
ñol, tomo  6.°,  da  mas  larga  noticia  de  la  vida  y  circunstancias 
de  este  poeta,  y  á  él  se  dehe  la  publicación  de  la  Isabela  y 
la  Alejandra ,  que  hasta  su  tiempo  estuvieron  desconocidas. 

1586. 

164.  Miguel  de  Cervantes  Saavedra.  Comedia  de  La  Arna- 
ranta  ó  la  de  Mayo.  Es  una  de  las  veinte  ó  treinta  comedias 
que  compuso  el  autor  antes  del  año  de  i588. 

1 586. 

1  6 5.  Comedia  de  El  Bosque  amoroso.  Pertenece  á  la  mis- 
ma época,  y  solo  nos  ha  quedado  la  noticia  de  su  título. 

1587. 

166.  Comedia  de  La  única  y  bizarra  Arsinda.  Nada  se 
sabe  tampoco  acerca  de  esta  comedia.  Cervantes  hizo  mención 
de  ella  como  de  las  otras. 

1587. 

167.  Comedia  La  Confusa.  De  esta  comedia  dijo  su  au- 
tor que  podia  tener  lugar  por  buena  entre  las  mejores  de 
rapa  y  espada  que  hasta  entonces  se  habían  representado,  y 
en  otra  parte  dijo  también,  hablando  de  sí: 

Soy  por  quien  la  Confusa ,  nada  fea , 
pareció  en  los  teatros  admirable , 
si  esto  á  su  fama  es  justo  que  se  crea. 


DE  PIEZAS  DRAMÁTICAS.  §99 

Tales  elogios  (aunque  en  Loca  del  mismo  autor)  hacen 
muy  probable  que  si  no  era  una  composición  excelente  ,  sería 
á  lo  menos  la  mejor  de  todas  las  comedias  que  dió  al  teatro. 
Las  que  imprimió  en  el  año  de  i6i5  no  pertenecen  al  pre- 
sente catálogo. 

Miguel  de  Cervantes  Saavedra  nació  en  Alcalá  de  Hena- 
res en  el  año  de  1 547»  Y  murió  en  Madrid  en  el  de  1616: 
estudiante  en  la  corte,  soldado  en  Lepanto,  cautivo  en  las 
prisiones  de  Argel,  soldado  otra  vez  en  Portugal  y  en  las  is- 
las Azores;  papelista,  recaudador,  pretendiente  desatendido, 
escritor  ingenioso,  ameno  y  elegante,  en  una  palabra,  autor 
del  Quijote;  vivió  en  habitual  pobreza,  y  lleno  de  años,  de 
achaques,  de  obligaciones,  de  pundonor  y  de  justos  resenti- 
mientos, dejó  muriendo  á  su  patria  ingratísima  una  acusa- 
ción de  que  no  han  podido  sincerarla  los  esfuerzos  tardíos 
con  que  la  posteridad  ha  querido  honrar  su  memoria.  En  el 
siglo  anterior  se  ocuparon  en  reunir  y  publicar  las  noticias 
de  su  vida  algunos  beneméritos  literatos,  y  entre  ellos  Ma- 
yans,  Ríos  y  Pellicer.  Después  de  ellos  D.  Martin  Fernan- 
dez de  Navarrete  ha  dado  á  luz  con  el  auxilio  de  nuevos  do- 
cumentos la  vida  de  aquel  célebre  novelista,  obra  de  mucha 
erudición,  que  ha  merecido  justamente  el  aprecio  de  los  afi- 
cionados al  estudio  de  nuestra  historia  literaria,  y  de  cuan- 
tos admiran  el  ingenio  y  los  escritos  del  inmortal  Cervantes. 

1587. 

168.  Gabriel  Laso  de  la  Vega.  Tragedia  La  honra  de 
Dido  restaurada.  Se  infiere  por  el  título  que  el  autor  si- 
guiendo el  ejemplo  de  Virués,  se  atuvo  á  la  historia  comun- 
mente recibida  de  aquella  reina,  apartándose  de  la  ficción 
de  Virgilio. 


300  CATÁLOGO. 


1587. 

169.  Tragedia  de  La  destrucción  de  Constan! inopia.  No 
he  visto  esta  pieza  ni  la  anterior.  Montiano  dio  noticias 
de  entrambas:  se  imprimieron  en  Alcalá  de  Henares,  año 
de  i58j  en  una  colección  intitulada:  Romancero  de  Gabriel 
Laso  de  la  Vega. 

Poca  noticia  se  conserva  de  este  autor:  solo  se  sabe  por 
lo  que  dice  D.  Nicolás  Antonio  en  su  Biblioteca,  que  fue 
natural  de  Madrid,  que  ademas  del  libro  citado  ya,  publicó 
un  poema  épico,  intitulado  Cortés  valeroso  ó  La  Mexicana, 
y  que  también  escribió  otras  obras  elocuentes  é  históricas, 
de  las  cuales  la  mayor  parte,  quedó  manuscrita. 

Entró  luego  el  monstruo  de  naturaleza ,  el  gran  Lope  de 
Vega ,  y  alzóse  con  la  monarquía  cómica ,  avasalló  y  puso 
debajo  de  su  jurisdicción  á  lodos  los  farsantes:  llenó  el  mun- 
do de  comedias  propias ,  felices  y  bien  razonadas  y  si  al- 
gunos ('¡ue  hay  muchos )  han  querido  entrar  á  la  parte  y 
gloria  de  sus  trabajos,  todos  juntos  no  llegan  en  lo  que  han 
escrito  ú  la  mitad  de  lo  que  él  solo.  —Cervantes.