Google
This is a digital copy of a book that was prcscrvod for gcncrations on library shclvcs bcforc it was carcfully scannod by Google as pan of a projcct
to make the world's books discoverablc onlinc.
It has survived long enough for the copyright to expire and the book to enter the public domain. A public domain book is one that was never subject
to copyright or whose legal copyright term has expired. Whether a book is in the public domain may vary country to country. Public domain books
are our gateways to the past, representing a wealth of history, culture and knowledge that's often difficult to discover.
Marks, notations and other maiginalia present in the original volume will appear in this file - a reminder of this book's long journcy from the
publisher to a library and finally to you.
Usage guidelines
Google is proud to partner with libraries to digitize public domain materials and make them widely accessible. Public domain books belong to the
public and we are merely their custodians. Nevertheless, this work is expensive, so in order to keep providing this resource, we have taken steps to
prcvcnt abuse by commcrcial parties, including placing technical restrictions on automatcd qucrying.
We also ask that you:
+ Make non-commercial use of the files We designed Google Book Search for use by individuáis, and we request that you use these files for
personal, non-commercial purposes.
+ Refrainfivm automated querying Do nol send aulomated queries of any sort to Google's system: If you are conducting research on machine
translation, optical character recognition or other áreas where access to a laige amount of text is helpful, picase contact us. We encouragc the
use of public domain materials for these purposes and may be able to help.
+ A/íJí/iííJí/i íJíírí&Hííon The Google "watermark" you see on each file is essential for informingpcoplcabout this projcct andhclping them find
additional materials through Google Book Search. Please do not remove it.
+ Keep it legal Whatever your use, remember that you are lesponsible for ensuring that what you are doing is legal. Do not assume that just
because we believe a book is in the public domain for users in the United States, that the work is also in the public domain for users in other
countries. Whether a book is still in copyright varies from country to country, and we can'l offer guidance on whether any speciflc use of
any speciflc book is allowed. Please do not assume that a book's appearance in Google Book Search means it can be used in any manner
anywhere in the world. Copyright infringement liabili^ can be quite seveie.
About Google Book Search
Google's mission is to organizc the world's information and to make it univcrsally accessible and uscful. Google Book Search hclps rcadcrs
discover the world's books while helping authors and publishers reach new audiences. You can search through the full icxi of this book on the web
atjhttp : //books . google . com/|
Google
Acerca de este libro
Esta es una copia digital de un libro que, durante generaciones, se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google ha decidido
cscancarlo como parte de un proyecto que pretende que sea posible descubrir en línea libros de todo el mundo.
Ha sobrevivido tantos años como para que los derechos de autor hayan expirado y el libro pase a ser de dominio público. El que un libro sea de
dominio público significa que nunca ha estado protegido por derechos de autor, o bien que el período legal de estos derechos ya ha expirado. Es
posible que una misma obra sea de dominio público en unos países y, sin embaigo, no lo sea en otros. Los libros de dominio público son nuestras
puertas hacia el pasado, suponen un patrimonio histórico, cultural y de conocimientos que, a menudo, resulta difícil de descubrir
Todas las anotaciones, marcas y otras señales en los márgenes que estén presentes en el volumen original aparecerán también en este archivo como
tesdmonio del laigo viaje que el libro ha recorrido desde el editor hasta la biblioteca y, finalmente, hasta usted.
Normas de uso
Google se enorgullece de poder colaborar con distintas bibliotecas para digitalizar los materiales de dominio público a fin de hacerlos accesibles
a todo el mundo. Los libros de dominio público son patrimonio de todos, nosotros somos sus humildes guardianes. No obstante, se trata de un
trabajo caro. Por este motivo, y para poder ofrecer este recurso, hemos tomado medidas para evitar que se produzca un abuso por parte de terceros
con fines comerciales, y hemos incluido restricciones técnicas sobre las solicitudes automatizadas.
Asimismo, le pedimos que:
+ Haga un uso exclusivamente no comercial de estos archivos Hemos diseñado la Búsqueda de libros de Google para el uso de particulares;
como tal, le pedimos que utilice estos archivos con fines personales, y no comerciales.
+ No envíe solicitudes automatizadas Por favor, no envíe solicitudes automatizadas de ningún tipo al sistema de Google. Si está llevando a
cabo una investigación sobre traducción automática, reconocimiento óptico de caracteres u otros campos para los que resulte útil disfrutar
de acceso a una gran cantidad de texto, por favor, envíenos un mensaje. Fomentamos el uso de materiales de dominio público con estos
propósitos y seguro que podremos ayudarle.
+ Conserve la atribución La filigrana de Google que verá en todos los archivos es fundamental para informar a los usuarios sobre este proyecto
y ayudarles a encontrar materiales adicionales en la Búsqueda de libros de Google. Por favor, no la elimine.
+ Manténgase siempre dentro de la legalidad Sea cual sea el uso que haga de estos materiales, recuerde que es responsable de asegurarse de
que todo lo que hace es legal. No dé por sentado que, por el hecho de que una obra se considere de dominio público para los usuarios de
los Estados Unidos, lo será también para los usuarios de otros países. La l^islación sobre derechos de autor varía de un país a otro, y no
podemos facilitar información sobre si está permitido un uso específico de algún libro. Por favor, no suponga que la aparición de un libro en
nuestro programa significa que se puede utilizar de igual manera en todo el mundo. La responsabilidad ante la infracción de los derechos de
autor puede ser muy grave.
Acerca de la Búsqueda de libros de Google
El objetivo de Google consiste en organizar información procedente de todo el mundo y hacerla accesible y útil de forma universal. El programa de
Búsqueda de libros de Google ayuda a los lectores a descubrir los libros de todo el mundo a la vez que ayuda a autores y editores a llegar a nuevas
audiencias. Podrá realizar búsquedas en el texto completo de este libro en la web, en la página|http://books .google .comí
OBRAS DE BRETÓN
i
OBRAS
DE
DON
Di LOS HEIEROS
TOMO II
MADRID
IMPRENTA DE MIGUEL GINESTA
eallt 4* Cam^oeuneii, nia. 8
1883
03
>
I «
OBRAS DE BRETÓN
OBRAS
DE
DON liEL BRETÓN DE LOS HERREROS
TOMO II
MADRID
IMPRENTA DE MIGUEL GINESTA
e«lU 1« Camponaneii, nia, 8
1883
i
TEATRO
II
DON FERNANDO EL EMPLAZADO,
DRAMA mSTÓRICX) EN CINCO ACTOS.
Estrenado «n •! teatro del Principe el dia 30 de NoTiémbre de 1837.
PERSONAS.
D. FERNANDO IV, rby de castilla.
EL INFANTE D. PEDRO.
EL INFANTE D. JUAN.
DOÑA SANCHA.
D. GONZALO CARVAJAL.
D. JUAN CARVAJAL.
D. PEDRO CARVAJAL.
D. JUAN ALFONSO BENAVIDES.
D. JUAN FERNANDEZ DE LEIVA.
D. PEDRO DÍAZ DE CASTAÑEDA.
D. HERNÁN RODRÍGUEZ DE CASTRO.
PELAEZ.
FORTUN.
ROBLEDO.
RUPEREZ.
EL MÉDICO.
EL MERINO MAYOR.
D. MENDO.
UN CARCELERO.
KL VERDUGO.— ALGÜACILBS.— SOLDADOS.— PUEBLO.
La oocion pasa en ICártos y en Jaén.— Año de 1312.
ACTO PRIMERO.
Salón del palacio del Rey en Marios.
ESCENA I.
D. PEDRO CARVAJAL. BENAVIDES.
Benavid, Don Pedro, será mejor
qae olvidéis á doña Sancha. «
jP. Carv. Soy hijodalgo v sin mancha.
Por qné negarla á mi amor?
Tal desaire no esperaba
Ínien ofensa no os ha hecho,
on Jnan , y adorna su pecho
con la cruz de Calatrava.
Benavid. Ornees ^ don Pedro, se dan
menos que á rancia nobleza
al ruego de la pobreza.
P. Carv. Ó al valor de un capitán.
Del mió da testimonio
el agareno andaluz.
Benavid. Harto es llevar una cruz
sin la cruz del matrimonio.
¿Qué es un miserable feudo
en tres hermanos partido
para haberos atrevido
al honor de ser mi deudo?
Muchas victoriosas lides-
han de daros fama y medro
> . .>
8
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
antes de alzaros, don Pedro^
al solar de Benavídes.
P. Carv. Coando la Reina María,
digna de eternos loores ,
puso ñn á los rencores
de vuestra casa y la mía ,
el último Carvajal
en valía os superaba;
mas cuando paz os juraba
. no perjuró desleal.
Riquezas, que no ambiciono,
yo que á la patria las di y
¿cómo despiertan así
de vuestro pecho el encono?
Ni vuestra soberbia es ley,
ni mi demanda es delito
porque seáis favorito
del favorito de un rey.
Benavid, No es favor su confianza;
3ue el lustre no se mancilla
e un infante de Castilla
Sor darme á mí su privanza,
ierto. De él nada dirán
porque os proteja constante;
de vos sí, que aunque es infante....,
es el infante don Juan.
JBmazid. Si una lengua maldiciente
sus blasones
P. Carv. Oh cuan bellos!
No hayáis miedo de que en ellos
la envidia clave su diente.
Contarlos puede el califa
de quien fué siervo villano ;
y si calla el africano,
hable el puñal de Tarifa.
Mas juzgue al Infante Dios,
que aquí es su nombre excusado,
y me mueve otro cuidado,
don Juan, á tratar con vos.
Deponed el odio insano,
que no os pretende agraviar
quien 08 viene á saludar
con el título de hermano.
Por mis hechos y mi cun&
Fernando me da soldada.
Si es corta, tengo una espada
para acrecer mi fortuna.
Si en tierna solicitud
f)ido á Sancha mi ventura ,
a espero de su hermosura
y la fundo en su virtud.
Cuál sea su dote ignoro,
que avaro no fui jamás ,
ni Sancha valiera más
aunque la pesaseis de oro.
Ni que ella averigüe creo
antes del amante nudo
los cuarteles de mi escudo
ó las villas que poseo.
Benavid.Lñ. habláis?
P.Carv. Sí, mas vuestra queja,
don Juan, sería infundada,
yo caballero, ella honrada.
y entre los dos una reia.
Benavid. ¿Qué escucho ! Mujer liviana ! . . . .
JP. Carv. Tened la lengua por Dios.
Ved que os injuriáis á vos
injuriando á vuestra hermana.
Benavid -Y ella ¿os ama? ¿Y para esposo
admite
P. Carv, A vos no. viniera
si primero no me diera
su labio el sí venturoso.
Don Juan, quien de veras ama,
y en algo precia su honor,
sólo le pide al amor
el corazón de una dama.
Benavid. Del amor el desvarío
quede á mujeres sin nombre,
mas la hermana de un rico-hombre
no ha de tener albedrío.
Al lustre se debe toda
del linaje en que ha nacido;
no elige , acepta marido,
y ama después de la boda.
P. Carv. Esa práctica es locura,
y el que iluso la defiende
cuanto más guardarla entiende
tanto más su honra aventura;
que el cielo á todas no dio
las virtudes aue atesora
la incomparaoie señora
que mi pecho cautivó.
Mano que avara ó cruel
los fueros del alma huella
tal vez la casta doncella
convierte en esposa infiel.
Benavid. lE^c\x^^mo% más razones,
que si al ruego no cedí,
menos lograrán de mí
temerarias reflexiones^
P. Carv. Firme y puro es nuestro amor,
no pasajero capricho,
y ese tirano entredicho
más avivará su ardor.
Benavid. Cesarán los devaneos
de Sancha, y si no se humilla,
conventos hay en Castilla
que curen torpes deseos.
P. Carv. Benavidesl.... Vive Dios
que no hay sufrimiento ya
Benavid. raso, que también habrá
calabozos para vos.
P. Carv. Para mí ! Ciño una espada,
y antes que tan vil intento
Mucho os desvanece el viento
de esa corte depravada.
Vuestra amenaza es quimera,
. que el Rey no ha de ser injusto
conmigo por daros gusto,
ni un Carvajal lo sufriera;
'Y aunque es mi fortuna ingrata,
normanos tengo, don Juan,
que mi sangre vengarán
si aleve hierro me mata.
Cien lanzas mantiene fiel
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
Gonzalo, que es el mayor;
el otro es comendador
de Marios, que adora en él.
Mirad, don Joan Mas ¿qué digo?
Vos seréis cuerdo mañana
Ír otorgaréis á la hermana
o que negáis al amigo.
Vos no querréis inhumano
f>rovocar con furia loca
a maldición de su boca,
la venganza de mi mano.
Amor, que es ya frenesí,
la rinde mi corazón ,
y con la misma pasión
el suyo late por mí.
Á entrambos guia una estrella ;
mi herida fuera su herida;
que no queremos la vida
ella sin mí, y yo sin ella.
Benavid.ÜBTo amor! ¡Tanto interés
P. Carv, Vuestro es también.
Benavid. Cómo!....
P, Carv. Adiós.
Ó el altar para los dos.... ,
ó tumba para los tres.
ESCENA II.
BENAVIDES.
I Por Dios que me han irritado
sus fieros! — Mas yo le excuso. •
No hay amante venturoso
Sue no desafíe al mundo,
o á él; sólo á'ti, liviana
mujer aleve , te culpo.
Yo te haré lanzar del pecho
el amor que' te sedujo,
ó antes que el ara nupcial
verás abierto el sepulcro.^—
El Bey.
ESCENA III.
BENAVIDES. EL REY. D.JUAN. CASTAÑEDA.
CORTESANOS.
[El Rey vüne hablando con D, Juan sin re*
farar en Benavides, con el cual se reúnen y
hablan los demos cortesanos,] .
Rey, {Hermosa mujer,
aunque altiva hasta lo sumo !
No aorir á su Rey la puerta!
No sé, tio, como sufro
tal ultraje.
Juan, Doña Sancha
estaba sola, y el vulgo
malicioso *
Rey. Por ventura
¿es mi visita un insulto?
Juan, Sois casado.
Rey, Soy monarca.
Juan, No obstante su ceño adusto,
es grato á altiva hermosura
que se sujete á su yugo
todo un Rey. Acaso teme
á su hermano
Rey. No presumo
que le estuviera tan mal
á ese hecio linajudo
que su esquiva nermana fuese
dama de un príncipe augusto.
Juan. Señor, al tiempo y las dádivas
encomendad vuestro triunfo.
Rey. Oh ! si ella cede á mis ruegos,
poco le valdrán sus humos
al señor don Juan Alfonso
Benavides. Yo le juro
Juan. Mirad no os oiga. Está allí.
Rey. [Reuniéndose á los cortesanos,]
Caballeros , os saludo.
Benavid. Guarde Dios á Vuestra Alteza.
Rey, Buenas nuevas os anuncio.
Don Pedro, mi noble hermano,
estrecha el cerco á los muros
de Aleándote, y presto en ellos
se alzará mi real escudo.
Don Garcilopez, maestre
de Calatrava , redujo
á Cártama, y victorioso
sigue al arráez perjuro
de Málaga, que rehusa
dar el pactado tributo.
Buen soldado es el Maestre.
1 Cómo no siguen su rumbo
los Carvajales?
Do Mártos
es comendador el uno,
V está á su cargo el convento
hasta que al prior difunto
se reemplace.
Mas el otro
Amor de hermano le trujo,
?r negarle por seis dias
icencia no fuera justo,
pues ya se la dio el Maestre.
En buen hora, pero es mucho
3ue de tan bravo guerrero
escanse el brazo robusto
cuando pudiera en servicio
de Vuestra Alteza
No dudo
de su valor y lealtad.
En los pasados disturbios
siempre partieron conmigo
la dicha y el infortunio
los Carvajales.
Señor,
Benavid.
Rey.
Benavid.
Rey,
Benavid.
Rey.
Benavid.
10
DON FERNANDO KL EMPLAZADO.
Rey.
Benavid
Jdey.
Benavid
Rey.
Juan,
8i he de decir lo que juzgo,
su afecto es á vuestra madre
más que á vos. No los acuso,
pero
Hablad.
Cuando dejarla
en Yalladolid os plugo
quedó con ella Gonzalo,
que es su valido.
Muy duro
fuera yo si, aun desterrada,
no le consintiera el gusto
de quejarse y murmurar
con algún criado suyo.
Creed, señor, que mi celo
Decid más bien que iracundo
habla por vos el rencor
mal apagado, aunque oculto.
Yo no soy amigo de ellos ,
porque mi imperio absoluto
tal vez severos reprenden ,
y me molesta su orgullo.
Si en efecto son traidores
sus cuellos daré al verdugo,
mas de pasiones ajenas
no ha de regirme el impulso.
( Soberbio mozo, en las tuyas
toda mi esperanza fundo.)
ESCENA IV.
EL REY. D.JUAN. BENAVIDES. CASTAÑEDA.
CASTRO. CORTESANOS.
Caetro. Vuestra licencia. Señor,
para hablaros pide un nuncio
de la Reina vuestra madre.
Rey. (Tanto mensaje importuno !....)
Llegue. Quién es?
Castro, Don Odnzalo
Carvajal.
ESCENA V.
EL REY. D.JUAN. BENAVIDES. CASTAÑEDA.
CASTRO. D. GONZALO CARVAJAL.
CORTESANOS.
Vuestros augustos
Levantad.
Esta carta.
G. Cart.
pies...
Rey.
, &. Carv.
Rey. Mostrad.
Gr. Carv. ([Con rostro sañudo
la recibe cual si fuese
del mayor contrario suyo ! )
Rey.
G. Carv.
[Ha leido la carta.]
Extraña obstinación la de mí madre!
Tan mal se halla en la corte de Castilla?
Á qué seguir mis bélicos pendones
arrostrando peligros y fatigas?
Allá los pueolos (]^ue mi herencia fueron
con blando imperio su prudencia rija
en tanto que mis huestes vencedoras
auí del moro la arrogancia humillan,
lá pueden dar fruto sus virtudes ;
aquí es ocioso el brazo que no lidia.
Mal se avienen los yelmos y las tocas.
Basto yo á gobernar la Andalucía.
Las agresoras armas depusieron
Portugal y Aragón. Francia enemiga
os reconoce Rey. £1 de la Cerda ,
que arrojaros del solio pretendia,
ya á los tratados de Agreda sumiso,
ó más bien al rigor de su desdicha,
{)reñere á un vano título caduco
a Quieta posesión de algunas villas.
El nno indigno de Femando el Santo,
don Enrique, aquel monstruo de perfidia,
maldecido del cielo y de los hombres ,
hunde ya en el sepulcro su ignominia.
En suelo extraño al turbulento Lara
consume la ambición , roe la envidia.
Ya en venturosa paz Castilla duerme,
y esa paz se la dio doña María.
Sagaz, prudente, valerosa reina
cual madre tierna y viuda sin mancilla,
triunfó de tres monarcas coligados,
y de alevoso acero parricida
cien veces os salvó nuérfano débil.
DON FERNANDO EL EMPLAZADO. 11
Si ana diadema en vuestra frente brilla ,
bien que don Sancho os la legó muriendo,
de vuestra madre fué noble conquista.
Sólo este amor solícito de madre
mueve su afán de veros ; no codicia
de vana autoridad. Ni os agraviara
si de madre á las plácidas caricias
añadiera sus próvidas lecciones ;
que sois , oh Rey! muy mozo todavía,
y aunque holló vuestra madre á los perversos
aun fermenta en el lodo su semilla.
Jley. El tránsito es penoso y dilatado,
la estación rigorosa , ardiente el clima,
y exponer por un frivolo capricho
su preciosa salud
Juan. Cuando sumisa
al mandato real doña Constanza,
bien que esposa del Bey, vive tranquila
en Ávila, estrechando al casto pecho
el niño Alfonso en quien España cifra
su más dulce esperanza, bien pudiera
sufrir sin murmurar doña María
tan breve ausencia.
ff. Carv. El maternal afecto
tal vez consuela, Inhnte, á la afligida
esposa tierna; pero amar á un hijo,
no aspirar á otra gloria ni á otra dicha
que morir en sus orazos; y angustiada
tan léios de él llorar, es cruda espina
que el corazón traspasa; y el inicuo
que aconseja la dura tiranía
de quebrantar los vínculos más santos
sangre de tigres en el seno abriga.
Mas ¿qué consejo que feroz no sea
Íuede dar el verdugo de Tarifa. ?
'emerario I . . . .
JRey, Mirad que yo os escucho.
• Enfrenad, Carvajal, vuestra osadía,
ó si de heraldo traspasáis el fuero,
no os podrá libertar de mi justicia.
G. Carv. Perdonad á la lengua de un soldado
3ue no sabe con bajas cortesías
isfrazar la verdad; mas quien la tema,
no la provoque.
Itey. [Aparte d D. Juan.]
Gis? De vuestra vida
toda la historia lenguaraz contara
si yo no le atajase; y peregrina
fuera la narración , amado tío.
Juan. Señor, ya mi lealtad
Rey. Me es conocida.
Confesadme, don Juan, que largos años
fuisteis muy pecador; mas de rodillas
me demandasteis gracia arrepentido,
y 08 di con ella la confianza mia.
Juan. Mi gratitud sincera
ñey. (No la creo.)
Desde que apoyo en vos mi regia silla
límite á mis deseos no conozco
y entre placeres vaga embebecida
mi ardiente juventud. Sois buen ministro.
(Tú mi venganza llorarás un dia.)
12
O, Carv.
Rey.
G. Carv.
Rey.
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
No reBpondeís, Señor, á mí demanda?
Aun estáis vos aquí? Ved que me irrita
el necio porfiar. Mi augusta madre,
crédula ó recelosa en demasía,
se queja sin razón. Altos motivos
á no atender su ruegt) me precisan.
Ejemplo de obediencia á mis vasallos
si me ama debe dar doña María.
Desista de su empeño. £1 hiio amante
por el público bien se lo suplica
y se lo manda el Rey. ^Es la corona
vano adorno en mis sienes? ¿Ó imagina
que debo yo én tutela perdurable
mis dias consumir? Ta no vacila
mal segura mi planta; ya mi mano
el cetro empuña y el estoaue vibra ;
ya el desvalido infante es nombre adulto,
y sólo al cielo dobla la rodilla.
Yo á vuestros pies la doblo suplicante
para romper el velo que os fascina.
Cuando la gloria de María excelsa
á vulnerar se atreve torpe envidia,
la abandonáis, Señor, en su destierro!
No en vuestro corazón hallen cabida
la negra ingratitud y la soberbia
que á un abismo tal vez os precipitan.
Esa que vos lanzáis del seno esquivo
os albergó en el suyo: y la apellidan
numen celeste los leales pueblos
que á vuestro nombre oprimen y esclavizan
viles tiranos. Por piedad!....
Infante,
oid vos esa plática prolija.
ESCENA VI.
D. JUAN. D. GONZALO CARVAJAL.
BENAVIDES.
Q. Carv. [Levantándose airado.]
De cólera estoy sin mí.
I A un rico-hombre de Castilla
tal afrenta, tal mancilla!....
Mas esto merece, sí,
quien á tiranos se humilla.
Oh Reina á quien sirvo fiel ! ,
sólo por tu amor sufriera
menosprecio tan cruel ,
y otro que tu hijo no fuera
arrepintiórase de él !
¡ El nijo de tus amores
sometido al yugo vil
de infames aduladores!
Ve aquí , mujer varonil ,
el fruto de tus sudores.
Oh iniquidad! oh vileza!
Al ver, Castilla, tu suerte,
¿qué dijera Sancho el Fuerte
si noy alzase la cabeza
desde el lecho de la muerte?
De tanta gloria ¿quó ha sido?
Ta no guardan los Guzmanes
tu dosel esclarecido.
{Tu palacio es torpe nido
de traidores y rufianes!
Juan. Mirad que al Rey represento.
Tened, Carvajal, la lengua,
que es sobrado atrevimiento
Cf. Carv. Probadme, don Juan, que miento,
y mía será la mengua.
Probadme que al Rey defiende
y que leal puede ser
quien torpes lazos le tiende;
probadme que hoy no le vende
quien le destronaba ayer.
Juan. Respetad las intenciones.
Todo hombre tiene pasiones ,
y sea el Rey bueno ó malo,
ni ha menester mis lecciones
ni yo las vuestras, Gonzalo.
Benavid. Sin concederle licencia
de juzgar vuestra conciencia
le hacéis ya sobrada gracia,
y tanto como su audacia
me admira vuestra paciencia.
G. Carv, Si por temor ó por fuero
no venga don Juan su agravio,
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
13
retadme tos, caballero,
y lo que afirma mi labio
sabrá mantener mi acero.
Benavii. £1 mío os hará
Juan. Callad.
Bien qne su ciego furor
ul^aja á la Majestad ,
es Gonzalo embaiador:
su título respetaa.
De vuelta á valladolid
TOS á la Reina decid
que la obediencia es su ley;
mas entre tanto advertid
que sois vasallo del Rey.
G. Carv. Fuílo, y más leal que vos;
harto lo sabéis los dos ;
mas ya no, que el desdichado
desde que sois su privado
está maldito de Dios.
Sírvale el triste pechero:
yo reclamo el libre fuero
que patrias leyes me dan,
y seguir la huella quiero
de Rodrigo y de Guzman.
No sufren tamaño ultraje
los hombres de mi linaje.
A extraño reino me voy;
decídselo, y desde hoy
cesa mi pleito homenaje.
Juan. Diréis á la Reina viuda
G. Carv.'^o, Vos hallaréis sin duda
otro á quien mejor le cuadre
con flecha herir tan aguda*
- el corazón de una madre.
Juan. Pues. ya en el número os cuento
de los Guzmanes y Cides,
el Rey sabrá vuestro intento.
Aquí esperad un momento. —
Seguidme vos, Benavides.
ESCENA VII.
D. GONZALO CARVAJAL.
No, ya no es honra en Castilla
vestir el pesado arnés,
y con fatigas y sangre
comprar bélico laurel
Í>ara que un tirano impío
o aje y lo pise después.
Hasta que alfombra á tus plantas
fuera esa turba rahez ,
sólo á ti. Doña María,
consagrara mi broquel;
mas tú que de tantos héroes ,
bien que en mísera viudez ,
eclipsaste la memoria
en el campo, en el dosel ,
hasta afirmar la diadema
de un hijo ingrato en la sien ,
hoy que eres sola infeliz ,
sólo sabes ¡ser mujer!
¡ Oh, dieras tú la señal,
y cien caudillos y cien
Mas ¿qué veo! Mis hermanos!
Oh. Juan ! Pedro mió !
•/. Cai'v.
P, Carv.
J. Carv.
P, Carv.
G. Carv.
J. Carv.
G. Carv.
P. Carv.
G. Carv.
J. Carv.
P. Carv.
G* Carv.
J. Carv.
G> Carv.
J. Carv.
G* Carv.
J. Carv.
G. Carv.
ESCENA VIII.
LOS TRES CARVAJALES.
[Se adrazan.]
Es él!
Gonzalo !
Dichoso instante !
¿Es posible que te ven
mis ojos?
No te esperaba.
Como repentino fué
mi viaje.....
Lo hemos sabido
por tu escudero Garces,
que á la puerta del alcázar
guardando está tu corcel ,
y afanosos de abrazarte
Será la postrera vez !
¿ Qué dices !
Con fiero orgullo,
y de hijo hollando el deber,
el mensaje de María
oyó de mi boca el Rey.
Yo, que ni adulé jamás
ni á reyes pedí merced,
de hinojos , mengua á mi nombre !
por su madre le rogué;
y la espalda me volvió
con insolente desden ;
I y escarnio fui de juglares
entre el polvo de sus pies!
[Eso hace el Rey de Castilla
con quien le ha servido fiel !
¡Y á tránsfugas fementidos
abandona su poder!
Oh ! si de justa venganza
no ahogara mi honor la sed,
Íro al desenvuelto mancebo
e enseñara á ser cortés ;
mas nunca fueron rebeldes
caballeros de mi prez.
Cuáles son pues tus intentos?
Acogiéndome á la ley,
de su servicio me aparto
y de sus reinos tamoien.
Gonzalo!
No lo aprobáis?
Si es fuerza
Me seguiréis?
En Aragón, en Navarra,
en el suelo portugués,
donde quiera que el valor
y la constancia y la fe
se estimen algo^ hallaremos
14
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
digna acogida los tres.
P, Carv. Yo te siguiera, Gonzalo,
aunque en extraño bajel
cual otro Gnzman bogaras
á los desiertos de Fez ; .
mas invencible pasión
me encadena, y no podré
O, ¿terr.Amor!....
J. Carv. Sí, y amor funesto
que no ha^ de parar en bien.
G. Carv, Indigno de ti?
P, Carv. Eso no,
3ue es muy honesta mujer
oña Sancha Benavides.
G, Carv. ¡Ella, y con fiera altivez
contra mí su aleve hermano
mostró de su alma la hiél !
P, Carv, Centella ha sido mi amor
que al soplo del interés
el odio, por mí olvidado,
hizo en su alma renacer;
pero este amor es mi vida,
y en mi corazón j.uré
alzar una ara de fue^o
á doña Sancha ; y á fuer
de caballero y soldado
mi promesa cumpliré.
G. Carv, Infeliz ! Lástima tengo
de tu flaqueza. ¿No ves
alzada ya contra ti
aleve daga cruel?
P. Carv, No temas. Sancha me adora.
Si el yugo es fuerza romper
del fiero hermano...., la fuga
Acaso te seguiré
pronto ¿Adonde
A Portugal.
Queda tú á velar por ¿1,
amado Juan. Es muy mozo
Ítu apoyo ha menester,
rofeso y comendador
de Calatrava, ya sé
Sue sin orden del Maestre
e tu regla la estrechez
te impide salir de^Mártos.
/. Carv, Al al&r me consagré
y, guerrero sacerdote,
sólo contra el moro infiel
vibrar me es dado el acero
acaudillando mi grey,
gloria del Santo Raimundo,
noble rama del Cister.
Á las humanas pasiones
mi pecho es férreo cancel ;
ni sé temer, ni envidiar,
ni si en Castilla hay un Rey,
y á nadie llamo enemigo
si de Cristo no lo es.
Pues tu partida es forzosa,
favor el cielo te dé,
y él á todos nos alumbre
?or el sendero del bien.
ues delincuentes no somos,
P, Carv
J, Carv.
P, Carv
G. Carv
P.Carv
J, Carv,
G. Carv
Dios velará por los tres.
Idos ahora. Si juntos
en el alcázar nos ven ,
¿quién sabe si atroz calumnia
Aquí del que fué mi Rey
la respuesta aguardo.
. [Adrazdndole.] Adiós I
[Lo mismo,]
Gonzalo mió, deten
la ira si asoma al labio,
pues indefenso te ves.
• No. To á su lado
Es inútil
¿Quién sería osado, quién
Kh! no más
Gonzalo!
Hermano!
. To me sabré contener.
Adiós. Antes de partir
os abrazaré otra vez.
G, Carv,
ESCENA IX.
[Fmfieza d oscurecer,]
D. GONZALO CARVAJAL.
Pobres hermanos ! Me han hecho
llorar como una mujer
No por mí, que á torpe yugo
doblar el cuello no se,
y donde libre respiro
mi patria está v mi placer.
¡ Ay tristes de los que quedan
de un tirano á la merced!
ESCENA X.
D. GONZALO. CARVAJAL. BENAVIDES.
Benavid. El Rey deciros me manda
que sin pesar y sin ira
el homenaje os retira
y accede á vuestra demanda.
Yo, con la ayuda de Dios,
venceré, ha dicho, al inñel
sin vasallos como él.
Sí; los querrá como vos.
Para salir de esta villa
tres dias de plazo os cuenta.
G* Carv, Insigne favor ! Cuarenta
me da la ley de Castilla.
Mas vive el cielo que aun es
dadivoso en demasía:
decidle por vida mia
que sobran dos de los tres.
Se holgará
Y es largo espacio.
G. Carv,
Benavid,
Benavid,
G, Carv.
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
15
Partiré sin dilación ^
no infeste mi corazón
el aire de su palacio.
Fogoso alazán me espera.
Mañana en mejor asilo
libre dormiré y tranquilo
allende de la frontera;
7 aunque agraviado me alejo
no le ofenderé enemigo ,
que si ha menester castigo
en buenas manos le dejo.
ESCENA XI
BENAVIDES.
Yo te diera el que mereces,
mas ya que tú telo impones
con voluntario destierro,
excusa mi saña el golpe.
¿Por qué también no te siguen
tus hermanos y en la noche
del olvido para siempre
no se sepulta su nombre I
ESCENA XII.
BENAVIDES. D. JUAN.
Juan. Partió don Gonzalo?
Bemmd. Sí,
Juan.
Benavid,
Juan,
Benavid.
Juan.
lanzabdo injurias enormes
contra vos, contra Fernando
Dejadle que desahogue
sil rabia
Mejor sería
que los filos de lin estoque
la atajasen.
En Palacio !
Sería atentado enorme,
peligroso Huya en buen hora.
Al enemigo que corre,
puente de plata. Si el centro
de la tierra no le esconde
no temáis que mi venganza
aunque tarde se malogre,
que doquier sobran puñales
cuando hay pro que los compre.
Poco importa ^ue Gonzalo
huya á extranjeras regiones
si aquí en sus hermanos deja
dos aceros*ven^dores.
Pues un Carvajal me insulta
no es mucho que yo los odie
á todos tres ; pero á tos
que los pasaídos rencores
ya en halagüeña concordia
trocado habíais, ¿de dónde
os viene el nuevo furor
que os inspiran esos hombres?
Benavid. Mios son vuestros agravios.
Y á mí también los baldones
de Gonzalo
Juan. Mas primero
yo os oí contra el mas joven
acusaciones amargas ,
que por cierto no muy dócil
escuchó el Rey. Tor ventura
¿media algún lance de amores.
Benavid.Tsl vez
Juan. Amor en mi pecho
embota ya los arpones ;
. mas la venganza nos une,
bien que por distinto móvil.
Si no queréis malograrla
más cauto sed en la corte.
Guardaos de dar consejos
á quien suspicaz los oye.
El Rey es altivo, indómito,
temerario, y otro norte
no le guia que el impulso
de sus vehementes pasiones.
Manejarlas á mi grado,
sin mover otros resortes
Que la astucia y la lisonja,
dorando los eslabones
de la invisible cadena
que amarra su cuello indócil,
he aquí toda mi política.
T cuando así no le dome ,
¿hay más que soltar la rienda
y que él mismo se desboque?
Así un dia su corona
ipi sien ceñirá, y entonces
ESCENA XIII.
D. JUAN. BENAVIDES. LEIVA.
[Es ya de noche. Criados de Palacio iluminan
la estancia.]
Leiva. Tumultuosa conmoción
reina en Mártos. Les rumores
del mensaje de María
y de que el Rey lo desoye
han agitado los ánimos.
Cree A pueblo que en prisiones
gime la madre del Re^.
[ueran, grita, los traidores
y viva Doña María.
Juan. ' ¿ Será cierto
Leiva. Ya las voces
cerca suenan del alcázar.
Juan. Acudid, Leiva. Que doblen
las guardias; que se guarnezcan
las almenas de la torre
16
DON FERNANDO EL EIIPUZADO.
ESCENA XIV.
D. JUAN. BENAVIDES. LEIVA. EL REY.
CASTRO. CASTAÑEDA. CABALLEROS.
SOLDADOS.
[Óyese gritería de gente amotinada.]
Rey, Qué es esto, Infante?
J'uan» Señor
Itey. ¿Por quá airado el yugo rompe
ese pueblo ¿No decíais
que sus fíeles moradores
me adoraban? — Yo no gusto
de tales adoraciones.
Juan. Señor, mi sorpresa
Rey, ¿Quién
ha excitado ese desorden?
Juan. Los indicios Mis sospechas
Entre tanto pecho noble
sólo un Carvajal Gonzalo.. ^.
Pueblo. [Dentro,]
Mueran , mueran los traidores!
Leiva. Antes que el pueblo se alzara,
de Mártos salió á galope
don Gonzalo. Yo le vi.
Mas sus hermanos feroces,
bienquistos con esa plebe
Basta: los aceros obren.
Qué sirven lenguas ahora?
Benatid. Ballesteros , ricos-hombres ,
seguidme. Con su cabeza
Benavides os responde
del triunfo.
Rey.
ESCENA XV.
EL REY. D. JUAN.
Pueblo. [Dentro.] Viva María!
Mueran , mueran los traidores !
Rey.
Juan.
Voces.
Rey.
Juan.
[En el acto de partir con la espada
desnuda.]
Morirán, sí; y á mis manos.
¿Adonde, Señor, adonde
corréis
[Dentro.] Viva el Rey!
Dejadme...
No os aventuréis. La noche
es oscura. Si á su sombra
algún aleve Ya se oye
más apartado el motin.
[Mirando por una ventana. El Rey
se acerca también á ella.]
Vencimos ! Mirad. Se rompen
los amotinados grupos. —
No veis cuál huyen veloces?
Voces. [Mis cerca.]
Viva el Rey !
Rey. [ Volviendo al proscenio.]
¡Oh si en mis manos
viese á los viles autores
de la horrible sedición !
Yo les juro por mi nombre
ESCENA /VI.
EL REY. D. JUAN. CASTRO. LEIVA.
CASTAÑEDA. CABALLEROS. SOLDADOS.
Castro. El tumulto se ha deshecho.
Unos huyen á los montes ^
otros en la calle espiran
ó á los hogares se acogen.
Mas quiere Dios que con sangre
esclarecida se compre
la victoria. Benavides
Rey, ¿Herido
Castro. Muerto !
Juan. ¡Mi pobre
amigo ^el
[Aparte al Rey.]
Dadme albricias.
Ta no hay hermano que estorbe.
Vuestra será doña Sancha. .
Rey. Sus claras cenizas se honren
en suntuoso funeral ,
y los valientes le lloren ;
y pues huérfana ha quedado
su hermana, daréla dote
y mi pupila ha de ser. —
Se han hecho algunas prisiones?
Castro. A don Juan de Carvajsu
y á su hermano
Rey. Ah ! Los felones
¿son ellos?
Castro. Entre los grupos
los han preso y á dos nombres
del pueblo
Rey. Si fueren reos
no esperen que los perdone.
Juan. (Sí, reos serán. Oh gozo!)
Rey. Que los lleven á la torre
de Palacio. Mi justicia
ha de estremecer al orbe.
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
17
ACTO SEGUNDO.
Sala en la torre del palacio de Mar tos ^ inmediata á las prisiones. Puerta en el foro ^ que
es la general de entrada; otra a la derecha del actor y por donde entran y salen el Rey y el
Infante D. Juan, y otra en frente de esta^ que es la que guia a los calabozos^ y al tribunal.
A la parte exterior del foro se deja ver un centinela.
Juan.
Cárcel.
Juan.
Cárcel.
Juan.
Cárcel.
Juan.
Cárcel.
ESCENA I.
D. JUAN. EL CARCELERO.
Qué hace el juez?
Sin descansar
la pesquisa está formando.
Van los presos declarando?
Pronto los van á llamar.
Bien. Traedme (es tiempo aún)
á uno de aquellos dos hombres..
No recuerdo bien sus nombres.
Gil Pelaez y Fortun.
Sí. Cualquiera de los dos.
El otro vendrá después.
(Don Juan pone aquí los pies?
No es para servir á Dios.)
ESCENA II.
D. JUAN.
Tal virtud en baja plebe !
Á precio pongo sus cuellos,
y a declarar contra ellos
sólo un testigo se atreve.
Mas con un solo testigo
condenar no puede el juez.
Esos villanos tal vez
por evitar el castigo
ESCENA III.
D. JUAN. PELAEZ.
^M Carcelero conduce d Pelaez ^ y se retir a. 1
Pelaez. Me envia aquí el Carcelero
Juan. Cómo te llamas y buen hombre?
Pelaez. Gil Pelaez es mi nombre.
Juan. .Y tu oficio?
Pelaez. Soy herrero.
Juan. ¿Quó tal lo pasas en él?
Pelaez. Perramente. El triste pan
apenas gano, don Juan^
11.
Juan.
Pelaez.
Juan.
Pelaez.
Juan.
Pelaez.
Juan.
Pelaez.
Juan.
Pelaez.
Juan.
Pelaez.
y echo en la fragua la hiél.
Aun por eso no es extraño
que aprendas otro mejor.
Cuál?
El de conspirador.
Ese es el que medra hogaño. *
Vos dé alta sangre real
sabéis todo eso al dedillo.,
Villano! ¿Tú '
Soy sencillo
y no lo digo por mal.
Yo perdono á tu ignorancia.
Señor
Y á piedad' me mueve
tu pena. Nunca á la plebe
traté yo con arrogancia.
¿Conque os doléis de mis males?
Y libertarte procuro.
Cierto?
Juan. [Sacando una dolsa.]
Pelaez.
Juan.
Pelaez.
Juan.
Pelaez.
Juan.
Pelaez.
Juan.
Pelaez.
Juan.
Pelaez.
Juan.
Sirvan de seguro
estos doscientos mercales.
Dadme
Paso. No hay presente,
sí no lo ganas primero.
Qué me mandáis?
Sólo quiero
que sepas ser inocente.
Yo, Señor, de buena fe
en la zambra me metí.
Á los del barrio seguí;
gritaron , y yo grité.
Mas al sedicioso enjambre
te condujo
Fué mi guia
mí amor á Doña María
exaltado por el hambre.
Si esa sola confesión
oye de tu boca el juez
no logras por esta vez
ni dinero ni perdón.
Pues ¿qué haré?
Toda la historia
referir
(Ya te comprendo.)
ídmela vos refiriendo
que soy flaco de memoria.
¿No os dijo anoche un compadre
18
DON FERNANDO EL EMPUZADO.
Peltuz.
Juan.
Pelaez.
Juan,
Pelaez.
Juan.
Pelaez.
Juan.
Pelaez.
Juan.
Pelaez.
?[tie aquel insulto á la ley
aá por destronar al Rey
danao el gobierno á sa madre?
Es verdad. (No lo sabía.)
De ese crimen en descargo,
vos ignoráis sin embargo,
Íue es crimen de alevosía.
„!r si me ahorcan, Señor,
aunque ignorante hava sido?
Se perdona al seducido
y se castiga al motor.
Al motor decis? Pues bien,
para hacer aquel entuerto
yo fui seducido; es cierto. —
Ahora vos diréis por quién.
Qué memoria tan fatal 1
¿Quién pudo armar vuestras manos
sino los viles hermanos
Juan y Pedro Carvajal?
(Qué Infante tan embustero!
Has su oro ) Tenéis razón:
ellos los traidores son.
Mi conciencia es lo primero.
Y acaso por sus ardides
feneció ¿Sabes por suerte
ó viste tú quién dio muerte
á don Juan de Bena vides?
Un Carvajal ; mas por Dios
que hoy no puedo recordar
si Pedro ó Juan
Por no errar
Sí; le mataron los dos.
Cárcel. [Á la puerta.]
Pelaez.
Pelaez.
Ta el tribunal
te llama.
De su balanza
dueño sois, que es mi fianza
una bolsa.
[La toma.]
Juan. T un puñal.
[Sequiereel que lleva al pecho.]
Pelaez. No hay para qué. Tengo honor
y vuestra duda me ultraja.
(El Pelaez es alhaja!)
^z. (EIJ " ■ "
Juan
Pelaez
infante es de mi flor!)
ESCENA IV.
D. JUAN. FORTUN.
[SI Carcelero conduce i Fortun, y se retira.]
Fortun. Sois vos quien llama á Fortun?
Juan. Sí, y á sacarte me ofrezco
de la cárcel
Fortun. Lo agradezco.
I
Juan. Si me sirves
Fortun. To? Según.
Juan. Violando anoche la ley
sé que obraste sin malicia.
Fortun, Señor, quien pide justicia
* ni á Dios ofenae ni al Bey.
Juan. Con máscara de lealtad
de un seductor el influjo
Fortun, k mí nadie me sedujo.
Libre fué mi voluntad.
Juan. Falso celo te engañé
Fortun, To sé bien , aunque villano,
tan bien como un cortesano,
lo que es bueno y lo ane nó.
Juan, Fiar suele el hombre bueno
del que virtudes Je miente;
presume obrar libremente,
y obra por impulso ajeno.
¡Cuántos pasan por leales
y en su alma está la traición I
Fortun. Eso es verdad.
Juan, Tales son
los hermanos Carvajales.
Fortun, Qien así los injurió
miente como un marroquí.
Si hay algún Judas aquí,
no es de su linaje , no.
Juan. Autores son del insulto
que anoche
Fortun, Es calumnia atroz.
. Antes su espada v su voz
atajaron el tumulto.
Juan, Convictos los doa están.
Si los defiendes aún ,
tú eres perdido, Fortun ,
y ellos no se salvarán.
Fortun, ¿Yo de falso testimonio
reo vil? Si al cielo plugo,
el cuello daré al verdugo,
{)ero no el alma al demonio.
SI pueblo que hambriento gime
no ha menester consejeros
para demandar sus fueros
al tirano que le oprime.
Los que á lágrimas sin fin
{' ^ara saciar su ambición
e condenan, esos son
los autores del motin.
. Ni el pueblo, si en fiero bando
contra los traidores grita,
su cetro heredado quita
al nieto de san Fernando.
Justicia, Señor, implora,
pues por ella paga pechos ,
y vuelve por Jos derechos
de una Reina á quien adora.
Es ya, más que torpe yerro,
crimen que pide venganza
que esté don Juan en privanza
y ella en injusto destierro.
Juan. Don Juan tan sólo desea.. ...
Fortun. Nunca la cara le vi,
pero tengo para mí
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
1»
Juan.
Fartun.
qne debe de ser muy fea.
Audaz TÍllanoI
Si vos
BU amigo sois por desgracia)
decidle con eficacia
que tenga temor de Dios.
Decidle al Bey que no impío
al Bey de revés enoje ,
y que de su lado arroje
á ese condenado tío.
Y al error y al frenesí
la voz de la sangre venza;
que es una mala vergüenza
tratar á su madre así.
Juan. Basta. En fin, ¿quieres perderte?
Adiós, imprudente mozo.
Fortun. Ni me añige el calabozo
ni me acooarda la muerte.
Juan. Ya que en la horca no mueras
si de ti se apiada el juez,
por diez años y otros diez
remarás en las galeras.
Fortun. Navegaré sin escote,
que el Bey me lo pagará;^
y acaso el juez temblará
mientras ria el galeote.
Cárcel. [Á la puerta,]
Juan.
Rey,
Juan.
Fortun.
Fortun.
El cielo te asista I
Pero haces mal, por mi fe
Ya he dicho á vuesamercá
que á mí nadie me conquista.
Ni el oro me hará mentir,
pues que Dios me quiso dar
brazos para trabajar
y valor para morir.
ESCENA V.
D. JUAN.
¡Qué tesón tiene el villanol
Mas con Pelaez y el otro
me basta, y aun ambos sobran,
pues cuento con el enojo
del Rey. Él se precipita
y yo mi venganza logro.
Xey.
Juan.
Rey.
ESCENA VI.
D. JUAN. EL REY.
Que no se alcanzó á Gonzalol
Es un águila su potro.
¡Ay de el si á pisar se atreve
otra vez mi territorio!
Leiva.
Rey.
Leiva.
Rey.
Leiva.
Rey.
Juan.
Leiva.
Juan.
Rey.
Mas ya que rehenes me deja^
no se me dilate el gozo
de la venganza, i bn qué estado
se halla la causa ?
Muy pronto
la terminará el Merino,
y como el crimen supongo
comprobado
Si lo está,
qué hace ese juez? Es de plomo?
Urge el dar un escarmiento
á mi pueblo, y es forzoso
ESCENA VII.
EL REY. D. JUAN. LEIVA.
Señor
Entrad.
Ya se alojan
en Mártos y sus contomos
las lanzas que de Jaén
envia Bodrigo Osorio,
y del terror dominada
Íace la villa en reposo,
[as, no os4o deba ocultar,
si el cielo oyera sus votos
libres los dos Carvajales
saldrían del calabozo.
Tan queridos son en Mártos?
No os debe causar asombro.
Esta villa es de la orden
de Calátrava: uno y otro
visten su hábito
Qué importa?
Más poder tiene mi trono
Íue esa cogulla insolenten
SI Maestre acosa al moro
con su hueste : sólo quedan
los ancianos y achacosos
en la encomienda , y si el fallo
se apresura
Fuerte escollo
contrariar puede ese intento
si. como yo lo supongo,
rehusan los Carvajales
ser juzgados por el foro
civil. Calatravos son,
y sólo los religiosos
del orden
Se les acusa
de sedición y soborno,
y de homicidio á las puerttis
ael alcázar. No conozco
cuando se juzga á traidores
otro fuero que el del solio.
Si á mi poder soberano
se atreviese á poner coto
el orden de Calátrava,
yo de ese importuno estorbo
fO
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
me sabría libertar;
que más fuertes y orfi^llosos
nieron aver los templarios
y yacen noy en el polvo.
ESCENA VIII.
EL REY. D. JUAN. LEIVA. EL MERINO
MAYOR.
Merino, Los Carvajales , Señor,
escodados con sus votos
y exenciones , se oponian
á declarar, testimonio
pidiendo de lo que llaman
mcompetencia^ despojo
de jurisdicción No en vano
vuestro nombre en fin invoco,
y compelidos por mí
Srotestan que del trastorno
e anoche son inocentes;
que antes con lealtad y arrojo
entrambos lo contuvieron ;
Jue ellos á don Juan Alfonso
>enavides no mataron ;
y aunque era muy justo el odio
que le tenian, le hubieran
combatido rostro á rostro,
á la luz del medio dia ,
sin ventaja , sin desdoro
de su fama; no de noche
cual sicarios alevosos.
Rey. Qué declaran los testigos?
Merino. A serlo se niegan todos,
por temor de que los juzguen
cómplices del alboroto;
Rey.
Merino.
Rey.
mas de tres que han declarado,
dos los acusan; el otro
Basta.
Siguiendo del juicio
los trámites
Son ociosos.
El delito está probado;
la majestad de mi trono
fué hollada: corrió la sang^
de un vasallo generoso;
tal vez peligró la mia
Haced , Merino, que pronto
la mi corte se reúna.
Luego á presidirla corro,
y desde el fallo á la pena
sólo un breve plazo otorgo.
ESCENA IX.
EL REY. D. JUAN. LEIVA.
Leiva. (Desventurados amigos !
No puedo daros socorro.)
ESCENA X.
EL REY. D. JUAN. LEIVA. CASTRO.
Castro. Señor, hablaros desea
una dama
Rey. ¿Quién
Castro. Lo ignoro.
Calla, y el rostro velado
Rey. ¿Si será Dejadme solo.
Sancha.
Rey.
Sancha.
Rey.
Sancha.
Rey.
. ESCENA XI.
EL REY. DOÑA SANCHA.
A vuestros pies
Tened , que la corona
no me excusa el deber de caballero.
To, á quien rinden sumiso vasallaje
tanta y tanta provincia, á la hermosura
me gozo en tributar grato homenaje.
Alzad y señora, el envidioso velo.
No neguéis á mis ojos la ventura
de contemplar sin nubes ese cielo.
Miradme. Sancha soy.
No en vano el alma
me lo anunció desde que al eco blando
de vuestra dulce voz perdió la calma.
Las lisonjas dejad, Rey don Fernando,
que si nunca me engríe su tributo,
hoy es ultraje á mi orfandad llorosa,
hoy es escarnio á mi infelice luto.
El labio á su pesar Perdón, hermosa.
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
Caando anegado en lágrimas el rostro
Íj herido el corazón de dardo aleve
a sangre me pedís de vuestro hermano,
callar sus votos el amante debe
y su imperio ostentar el soberano.
Ora halaguéis con plácida esperanza
mi ardiente amor ó le esquivéis impía ,
no lloraréis , lo juro, sin venganza.
Sancha, Venganza I Ahí no la pide mi amargura.
Justicia sí.
Rey. No viola la justicia
el que venga á las leyes. Si sangriento
como lo fué la culpa es el castigo,
el nombre que le diereis poco importa.
Justa es el nacha si los brazos corta
que osaron desnudar viles puñales^
y con su sangre vengarán la vuestra
en justa expiación los Carvajales.
Sancha. Maldigo con horror al alevoso
que dio la muerte á mi infeliz hermano,
pues abrigó á los dos un seno mismo,
oien que fué para mí crudo tirano.
Mas ni al sagrado altar de la justicia ,
ni á mi acerbo dolor fuera consuelo
de sangre no culpada el sacrificio.
Delincuentes no son los Carvajales
por más aue la calumnia bajo el velo
de lealtaa oficiosa los denuncie.
Yo lo juro, Señor, lo juro al cielo.
X^if' ¿Qu¿ escucho! Doña Sancha los defiend^I
Sancha. Doña Sancha defiende á la inocencia.
Mal quo le pese á la cobarde envidia,
jamás en tan hidalgos corazones
cupieron la vileza y la perfidia.
Sita mi reja en frente del alcázar,
desde ella vi la dolorosa escena,
Ír ya mi hermano el av de la agonía
anzaba, oh Dios I en la sangrienta arena
cuando los dos valientes caballeros
paz gritando á la ciega muchedumbre
en medio se arrojaron del tumulto,
que tal vez á su ruego se deshizo.
Si no es verdad , persígame insepulto
de mi hermano el espectro noche y dia.
Jley. Vos ignoráis tal vez que don Gonzalo
poco antes de su Rey se despedia
en guisa de rebelde y con sañudo,
provocador talante , que á fe mia
me inspiró menos ira que desprecio;
que no alcanza á turbar mi augusta frente
la estéril rabia del orgullo necio.
Si fué Gronzalo audaz , si fué imprudente ,
han de sufrir la pena sus hermanos?
Don Pedro Carvajal es inocente. —
Los dos: también don Juan.
Sey. Más de una causa
muéveme á reputarlos enemigos.
Presos en la asonada entrambos fueron
Íacgrdes los acusan dos testigos,
ienten. Su lengua vil se vende al oro.
No merece más crédito la mia?
¿Tal mi maldad sería y mi desdoro
que de mi sangre misma á los verdugos
81
Sancha.
»
Rejf.
Sancha.
Bejf.
Sancha.
Rey.
Sancha.
Rey,
Sancha.
Rey.
Sancha,
Rey.
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
yo osara defender?
T alma de tigre
tendría el jaez que condenar pamera
á qaien tos defendéis.
iQjxé escacho! Oh gozo!
¿Será Serán absneltos? Infelices!
Sí, saldrán del oscuro calabozo
donde gime aherrojada sa inocencia ,
Í ambos bendecirán , y yo con ellos
endeciré , Señor, yaestra justicia.
Calláis? AJi! no os agravie mi impaciencia. .
Decid: «To los absuelvo; sean libres ,»
ó si ánn dadais, desde el excelso trono
saene la grata voz de la clemencia.
Decid, Señor, decid: «To los perdono.»
Oh Sancha, Sancha! .... £1 corazón te vende.
No inspiran la piedad ni la justicia
esa ardiente elocuencia, ese abandono.
Sólo el amor, y amor profundo, ciego
habla y delira así: ^ el llanto, el ruego
disfraza en vano el labio temeroso
cuando el silencio mismo nos delata,
y amor asoma al párpado lloroso,
y el rubor de la frente lo retrata.
Bien decis : si mi rostro lo descubre ,
si mi amor es legítimo, inocente,
á qué negarlo? Sí, yo amo á don Pedro.
Ó ha de callar mí lengua, ó nunca miente.
Vos á don Pedro amáis !
Feliz le amaba.
Queréis que en la desgracia le abandone?
Oh furor!
Os irrito cuando callo;
sí hablo os irrito más. — Ay de mí triste !
Por la vuestra juzgad si un alma tierna
á la pasión ÜEitídica resiste
en que cifra su bien. Ay ! En mal hora
contemplaron amantes vuestros ojos
á esta infeliz
T en hora más aciaga
encona de mi pecho la honda llaga
la dicha de un rival á quien detesto
aun más que os amo á vos; rival funesto
que de la sangre ahoga el grito santo
en vuestro corazón. Vos, que sin llanto
veis de un hermano la horrorosa herida,
¡lloráis de amor indigno poseída,
y el alma os cubr» de mortal espanto
el peligro del bárbaro homicida!
Faltaba entre los viles detractores
la bastarda ojeriza de los celos,
linaje ruin de impúdicos amores I
¿No caben dos afectos por ventura
dentro de un corazón? Lloro al hermano
y Dios ve mi dolor y mi amargura;
¿mas le habré de inmolar al fiel amante
porque ose denigrarle la impostura?
Si deberes la sangre nos recuerda,
también el corazón tiene sns leyes^
y á contrastar su imperio no es bastante
el tirano capricho de los reyes.
¡Fatal imperio que á la incauta lengua
tales acentos deslumhrado inspira!
DON FERNANDO EL EMPLAZADO. 23
¡Creed al corazón, desventurada,
que en vez de mitigar mi justa ira,
enardecerla más ciego os ordena I
Saneia. Señor ! . . . . ¿Qué he dicho A^ Dios ! Si me enajen a
el dolor que me oprime , sed piadoso,
y no un amante á mi pesar quejoso;
óigame en tos un Rey justo y clemente ;
óigame un caballero generoso.
Jtey. Vos, oh Sancha, que sois tan indulgente
con vuestro corazón , pensad os ruego,
que es vano empeño y loco desvarío
lo que al vuestro negáis pedir al mió.
Oídme y resolved. Si en vuestro labio
halaga á mi pasión dulce esperanza ,
de las leyes el justo desagravio
yo á vuestros pies sacrificar prometo,
Y mi orgullo y mi encono y mi venganza.
Mas qua el amor con halagüeños lazos
os una á mí rival aborrecido
y me escartiezca luég^o en vuestros brazos,
no lo esperéis de mí I Vivo, en buen hora :
vuestro, jamás. Hasta espirar el día
su juez seréis. Si es grande el sacrificio,
na es leve el don.— -Mi dicha^.... ó su suplicio.
ESCENA XII.
DOÑA SANCHA.
Cruel ! No hay dicha para ti en el mundo
si la esperas de Sancha. Y cuando fuera
tanta mi meneua, que á tu vil deseo
mi acrisolado nonor prostituyera,
jamás la vida á precio tan infame
comprara Carvajal. Oh dueño mío!
¡Antes mil veces la segur derrame
tu ilustre sangré, y en tu mármol frío
yo fallezca de amor y de despecho I
Que tú también en mi angustiado pecho
antes quisieras ver punzante daga
que de antojo brutal la torpe huella
en mi llorosa faz. Ay trance amargo!
Ay desdichada la que nace bella !
No temas, no. Si mi dolor inmenso
no me afea á los ojos del tirano,
yo mi cabello mesaré furiosa
y este rostro ajará mi propia mano.
Sólo á tus ojos parecer hermosa
pudiérame halagar, ¡y ya en tus ojos
no me puedo mirar embelesada ! —
Quién abrirá á mi llanto esos cerrojos?
¡ Oh si al menos mi boca enamorada
el postrimer adiós pudiera* darte I —
Mas una idea Sí No desespero.
Oh amor ! , protege mi inocente engaño.
Probamos Ah de casa! Carcelero!
SI
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
ESCENA XIII.
DOÑA SANCHA. FX CARCELERO.
Cárcel.
Sancha.
Cárcel.
Sancha.
Cárcel.
Sancha.
Cárcel.
Sancha.
Cárcel.
Sancha.
Cárcel.
Sancha.
Cárcel.
Sancha,
Cárcel.
Quién llama?
Me conocéis?
Sí. ¿No sois la hermana yos
del difunto Bena vides?
Bien lo muestra mi dolor.
Afán de justa venganza
me conduce á esta mansión.
Sé que ha sido un Carvajal
el asesino feroz ,
mas como el crimen horrendo
niegan tenaces los dos,
mi labio ignora á quién debe
fulminar su maldición.
En esta estailcia no ha mucho
el Rey mia quejas oyó.
Vos lo sabéis.
Á mi oido
llegó el eco de su voz.
( Cíelo !)¿0ÍBteÍ8
No, señora,
que errespeto me alejó ,
y á fuer de buen carcelero
ciego y sordo-mudo soy.
To á los presos he de ver.
Así su propio terror
descubrirá al delincuente.
Señora
El Rey lo mandó.
Creólo así, pero á solas
Temes? Armada no estoy
de puñal, ni me vengara
con él, que es sobrado honor
para un asesino infame.
(Esta mujer es atroz.)
Pues sois la parte contraria,
y hay guarda, y vigilo yo,
y el Rey lo ordena, y no hay riesgo.. .
Pero tened compasión
de ellos, que al cabo son prójimos...
Andad!....
A traerlos voy.
ESCENA XIV.
DONA SANCHA.
) Bien haya un hombre tan necio
Siue no advierte cuánto son
orzados en lengua amante
los acentos del rencor I
ESCENA XV.
DOÑA SANCHA D. PEDRO CARVAJAL.
D. JUAN CARVAJAL.
[D. J. Carvajal se sienta retirado y medita.]
P. ¿7ar&. ¿ Qué veo ! Sancha! ¿Es posible....:
Sancha. Deteneos
P. Carv. I Grato don
de los cielos ! Sancha mia I
¡Sancha. [Se acerca á la puerta de las prisiones
y mira.']
Bajad, don Pedro, la voz.
P. Carv, Nadie nos oye. ¿Qué objeto
te conduce á mi prisión?
Sancha. Ya el Carcelero se aleja. —
¿Quién, Pedro, sino el amor
me trajera aquí?
P. Carv. [Se adrazan,] Bien mió!
Es cierto, ó soñando esto^?
Tú en mis brazos! Luz divina
disipa el lóbrego horror
de mi cárcel, y en ti veo
al ángel de redención.
Sancha. Ay Pedro !
P. Carv. Qué! ¿ya no queda
. esperanza?
Sancha. Sólo en Dios!
P. Carv. Todos nos culpan? ¿No hay ya
justicia en la tierra?
Sancha. No!
Testigos para acusaros
compra el oro corruptor.
Si alguien osa defenderos,
segura es su perdición.
Y cuando el juez es verdugo,
cómo aplacar su rigor?
P. Carv. Si elRey
Sancha. Postrada á sus pies
con elocuente aflicción
defendí vuestra inocencia....,
y su pecho se apiadó.
P. Carv. ¿Cómo pues
Sancha. Mas i qué piedad I
P, Carv. Sancha !
Sancha. La muerte es mejor.
P. Carv. ¿Qué escucho!
Sancha. Pone en mis manos
tu suplicio ó tu perdón.
P. Carv. ¿Y tu respuesta
Sancha. Oh Dios mío!
Nunca fué tanto mi amor,
mas él te ofrece la vida....,
y yo la muerte te doy!
P. Carv. Tiemblo de oirte.
Sancha. El secreto
de mi alma sorprendió,
y este amor que era tu gloria
tu mayor delito es hoy.
P. Carv. Desventurado de mí!
DON FERNANDO EL EMPUZADO.
85
J, Caro.
SaticAa.
Jp Carv.
Sancha.
Acaba. ¿T su labio osó
Sancha. Pacto infame I No mi lengua;
dígatelo mi rubor.
JP. Carv, Y no hay rayos en el cielo?
/. Carv. [Se levanta.]
No acuses, blasfemo, á Dios.
P. Carv. ¡Triunfa ese monstruo execrable
que el negro abismo abortó,
triunfa, y la muerte ó la infamia
nos reserva su furor ;
y no he de quejarme al cíelo?
Ah I no hay en mi corsízon
tanta virtud.
Los arcanos
respeta del Criador.
¡Feliz quien se alza inocente
á la celeste región
y se sienta entre los ángeles*
como Abel y como Job !
Muere sereno y no envidies
el triunfo del pecador.
¿Qué es una vida acosada
de remordimiento atroz ?
Vuela y le aguarda en la tumba
eterna condenación.
Piensa, mi bien, que muriendo
salvas tu famajjr mi honor.
Yes? Débil mujer alienta
al esforzado varón.
(Ah! ¡ Yo serena me finjo
y muerta de pena estoy!)
No es tanta de nuestra estrella
la cruel persecución ,
pues abrazados podemos
darnos el último adiós.
[Se adrazan.]
P, Carv. Sancha, esa dulce ternura
roba á mi pecho el valor
para morir. ¡ Ser amado,
y con tanta abnegación ,
nutrir risueña esperanza,
Í verla agostada en flor!
hl no morirás tú solo;
que yo de mármol no soy.
La tumba nos unirá
ya que los altares no.
P. Carv. Gaán cariñosa y cuan bella!
Mírame así, dulce amor;
roba su presa al verdugo,
y muera en tus brazos yo !
J.'Carv. [Los separa, y queda entre los dos.]
Apartad , desventurados I
No ofendáis al Redentor.
Desterrad de vuestro pecho
toda humana sensación,
¡ que el trance final se acerca
y el tiempo corre veloz I
P. Carv. Mi amor es candido, es puro,
que su virtud lo inspiró,
rdes para amamos nacimos.
y somos libres , y voy
a morir, ¿quién mis halagos
culpará
J. Carv. La Religión.
Apartaos; yo os lo ordeno,
yo, ministro del Señor.
P. Carv. Oh!.... Tü me acuerdas un bien
que en mi horrible situación
ya no esperaba. Señora ,
Enes á mí el cielo os guió,
e aquí mi mano. El que ahora
os la ofrece en la prisión,
os la ofreciera lo mismo,
cumpliendo lo que juró,
si daros pudiera en arras
todo el imperio español.
Sancha. Yo sé despreciar grandezas,
que me basta un corazón.
[Tendiendo la mano.]
Pobre preso, he aquí la mia.
Con orgullo te la doy.
P. Carv. [Á su hermano.]
Sacerdote ! , todo es templo
cuando se alza el alma a Dios.
£1 caballero se humilla :
bendiga el comendador.
[D. P. Carvajal y doña Sancha se
arrodillan.]
J. Carv. Si Dios permite benigno
que de infame delación
triunfe Pedro y libre vuelva
á gozar la luz del sol,
seréisle fiel, doña Sancha?
Sancha. Oh, sí! Eternamente.
/. Carv. ¿Y vos
de caballero y cristiano
cumpliréis la obligación?
P. Carv. Siempre.
/. Carv. En nombre del Eterno,
que vuestros votos oyó,
los acoio yo. su ungido.
Recibió, mi oendicíon.
Si aquel que con soplo leve
hizo polvo á Jericó
del impío rey nos libra
y el juez prevaricador,
oendecídle luengos años
en casta y plácida unión ;
mas si una precaria vida
nos demanda el Salvador, ^
cumplamos su voluntad
como el padre de Jacol).
Y vosotros , ofrecedle
con pia resignación
la suspirada ventura
que os roba muerte precoz.
Mayor será vuestra dicha
en otra vida mejor.
S6
DON FEIN4ND0 EL EMPUZADO.
ESCENA XYL
DOÑA SANCHA. • D. JUAN CARVAJAL. DON
PEDRO CARVAJAL. EL CARCELERO.
\Llega el Carcelero rín ser visto por los demos
interlocutores y y como dominado por el prestigio
del acto que presencia , se arrodilla también.
2>. Juan Carvajal prosiguen]
/. Carv. De ese hamano sacrificio
Dios os dará el galardón ^
y en aquel glorioso edén
Sue á los justos reservó
ores de eternal aroma
brotarán para los dós; —
Alzad.
[D. P. Carvajal y doña Sancha se
levantan y se abrazan, ]
Sancha. Bien mío I
Cwrcel. [Levantándose. ] g Qué escucho !
P. Carv. Esposa mía I
Cárcel. Traición!
¡Engañarme así
[Separándolos.]
Apartad !
P. Carv. Un momento!
Sancha. ¡Por favor
Cárcel. No hay favor.
P. Carv. Adiós!
Cárcel. Ta basta.
Sancha. Adiós!
Cárcel. Ea, ala prisión!
/. Carv. Ta obedecemos. — No más!
P. Carv. Amargo instante !
Sancha. Oh dolor !
Cárcel. [Medio enternecido.]
(Fobrecillos!....) Acabemos.
[Separándolos con violencia.]
Entrad presto. — Salid vos.
ACTO TERCERO.
El teatro representa una parte de la villa de Marios ^ situada en anfiteatro sobre una alta
colina. Á la izquierda del actor habrá una quinta de arquitectura árabe con emparrado^
naranjos y macetas de flores á la entrada. Sobre este edificio y que será de un soto cuerpo ^
habrá una azotea. En lo más alto del cerro se elevará hacia la derecha un áspero y desnu-
do risco y en cuya cima *habrá una meseta y sobre ella un castillo con puerta que á su tiempo
ha de abrirse. Habrá también una loma transitable entre la villa y la fortaleza.
ESCENA I.
EL REY. CASTRO.
[Aparece el Rey voluptuosamente reclinado so*
dre un escaño de junco bajo el emparrado y entre
las flores y frutales que adornan la entrada dé
la quinta. Castro en pié d su lado.]
Rey. Deliciosa quinta es esta.
Los monarcas del oriente
saben serlo, quQ no hay gloria
como nadar en placeres.
Buen alarbe que plantaste
estos amenos verjeles,
si yaces en torno mió
bajo algún florido césped,
séate ligera mi planta ;
que aunque austera me lo vede
más estrecha religión ,
yo también, nieto de reyes,
perdidas cuento ks horas
que no hermosea el deleite.
Castro, ror cierto que vuestro hermano
en el cerco de Aleándote,
entre cascos y ballestas
no tendrá tan buen albergue.
Rey. La esperanza de vencer
le consolará. Es valiente.
To también de tal blasono,
mas acaudille mis huestes
en buen hora; que es locura
arrostrar soles y nieves
por ganar, Castro, una villa
el que tantas villas tiene.
Me hallo bien entre las rosas
y no envidio sus laureles.
Castro. Sólo <aba. Señor,
á vuestra dicha que fuese
menos vana y desdeñosa
doña Sancha.
Rey. Está rebelde ,
mas no pierdo la esperanza ;
que el tiempo todo lo vence.
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
«7
Castro.
Rey,
Castro.
Rey.
Castro.
Rey.
Castro.
Rey.
Castro.
Rey.
Castro.
Rey.
Castro.
Rey.
Castro.
Rey.,
Castro.
OlTÍdadla. Mil bellezas
ansiarán lo que ella pierde;
que los reyes son contados
Y sin cuento las mujeres.
Placen todas caprichosas ^
mas Sancha á todas excede.
¡Desprecia al Rey de Castilla
por un condenado á muerte !
Confieso que al declararlo
su boca 9 como un demente
me enfurecí; mas la calma
otra yez al seno vuelve ;
que si de un placer me priva,
otro más dulce me ofrece ;
la venganza.
Aun no ha vencido.
Fiad en su sexo débil.
Si ama á Carvajal, acaso
cuando el momento se acerque
del suplicio
No está lejos.
Pero ¿qué hace que no viene
mi caro tío?
Sin duda
temeroso de la plebe
dictando está precauciones
¿Qué concepto te merece
mi tio ?
Señor
Te turbas ?
Hablar sin recelo puedes.
Pues le dais vuestra confianza,
digno de ella me parece.
Lindamentel ¿T qué dirias
si de mi gracia cayese?
Señor
Señor!.... To no gusto
de aduladores; entiendes?
¡Que nunca se libre un Bey
de esa maldecida peste I
Si te precias de sincero,
di que es don Juan un aleve ,
un traidor, un ambicioso;
di que España le aborrece
como le aoorrezco yo;
di que me afrenta y me vende.
(Hoy la toma con don Juan?
S^uiremos la corriente. )
Pues queréis, Señor, que os diga
la verdad , mucho se duelen
vuestros subditos leales
de que las riendas se entreguen
del Estado á un hombre odioso,
indigno de su progenie
excelsa , y cu^a maldad
Ía es proverbio entre las gentes.
Is un perverso.
Un hipócrita.
Escrita lleva en la frente
la perfidia y la bajeza.
Bastrero y vil con el fuerte,
tirano con el humilde ;
y sila fama no miente ,
(perdone el señor^don Juan)
tiene sus puntas de hereje.
Rey. To mi privanza le di
mancebo inexperto y débil.
Sus lisonjas me engañaron ,
mas no tardé en conocerle.
Si aun sufro v el pié no pongo
sobre sü cuello insolente,
temor del poder inmenso
que ha usurpado me detiene;
Sie ese infame, aunque rubor
confesarlo me cueste ,
más que yo manda en Castilla.
Mas dia vendrá en que truene
mi reprimido furor
y él caiga y Castilla tiemble.
Castro. (Si así pierde su privanza,
no sea yo quien la herede!)
[Suena un atadal.]
Rey. ¿Qué atabal
Castro. El pregonero,
que recorre los cuarteles
, anunciando la sentencia
Rey. * Así será más solemne.
Pregón. [Gfritando dentro.]
El Rey, y en su real nombre el su
Merino mayor: Visto el juicio forma-
do contra los hermanos don Juan y
don Pedro Carvajal , acusados y con-
victos del crimen de alevosía y trai-
ción y homicidio violento, los con-
dena á ser arrojados por mano del
verdugo de lo alto de la peña de esta
villa de Mártos para escarmiento- de
traidores.
Rey.
Castro.
Rey.
[Suena otra vez el atadal.]
¿T cémo el terrible fallo
ojreron los delincuentes?
don noble serenidad.
Sus almas son de buen temple ,
y me huelgo de saber
que como soldados mueren.
[Corónanse de soldados las almenas
del castillo. Un oficial distribuye otros
or la loma que conduce de la villa á
apena. Otro coloca también centine-
las en varios puntos para tener en
respeto al guedlo, que saliendo de la
vüla va ocupando el cerro,]
í
ESCENA II.
EL REY, CASTRO. SOLDADOS. PUEBLO.
Cattro. Ya los arqaeroB asoman
por las almenas del fuerte.
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
Rey.
Bey.
Rey.
Castro,
Y el populacho curioso
por la colina se tiende.
Castro. \ Que siempre atraigan al vulgo
espectáculos crueles 1
Miradlos. Con menos ansia
asistieran á un banquete.
Singular pasión I T acaso
á los reos compadecen ,
y si librarlos pudieran. :k..
Castro, m haya miedo que lo intenten,
que está el cerro bien guardado
y hay cuatrocientos ginetes
entre la plaza y la yega.
[Sordo rumor y continuo movimiento
de la muchedumbre de ambos sexos y
de todas edades que fugna por coger
puesto. Los soldados los desvian con
aspereza, y procuran imponer silencio.]
Como soy que me divierte
aquel confuso bullicio.
Cubierto con esa verde
espesura nadie os ve.
[Siguen hablando aparte.]
UnamuJ.kye María I No apriete.
Unhom6.B.9Lg9k paso.
Otro. I Mari-NuñOy
por aquí!
Otro. I Niños de leche
á estas funciones 1 ¿No ve
que es fácil que la atrepellen?
ünamuj.íao traigo para que aprenda.
ühhomó.Si apenas tiene seis meses!
ünsold. [Á otro grupo.]
Eh I poca bulla. Ta he dicho
que se callen y se asienten.
Un niño. Madre, dónde está la horca?
ünamuj^io hay horca.
Un niño. Pues ¿cómo mueren ?
una f»f(; .Despeñados !
Unajáv. Virgen madre!
Otra, Qué horror!
Un homd. T son inocentes.
Un sold. [Amenazando.]
Qué ha dicho?
M homd.[Temdlando.] Tonada...., nada
Otro sol. Silencio! Nadie resuelle.
[Zas amenazas de los soldados ater*
ran á la multitud ^ y aunque siguen
los murmullos con muestras de gene^
ral descontento, ya nadie osa alzar la
voz. Quién manifiesta oir i otro con
curiosidad é interés; otros alzan las
manos al cielo y ó con diversas demos'
traciones mudas hacen ver la compa-
sión que les inspiran los sentenciados.
Algunas madres y algunos ancianos
se ponen el dedo en la boca como para
contener á la juventud imprudente. La
variada animación del cuadro, más 6
minos perceptible, no ha de cesar
hasta el fin del acto.]
Castro. Aquí se acerca don Juan.
Rey. Ta me tenía impaciente.
ESCENA III.
EL REY. CASTRO. D. JUAN. CASTAÑEDA,
LE IVA. SOLDADOS. PUEBLO.
[D. Juan, Castañeda y Leiva vienen por la
parte de la villa.]
Rey. Llegó la hora? ¿Es negocio
tan grave
Juan. . Señor, faltaba
al freile de Galatrava
degradar del sacerdocio.
Rey. 8i el prelado resistía
Juan. No, <}ue os ha servido bien '
el obispo de Jaén.
Rey. Le degrada don García !
Juan. Teneisle á vuestra obediencia.
Rey. Gran pena os habrá costado
el conseguir del prelado '
ese acto de complacencia;
que no sin cuenta y razón
á la corona real
su báculo pastoral
rinde mitrado varón.
Juan. No es mucho que lo consienta
y á vuestro querer se dome^
f>ue8 Galatrava le come
os dos tercios de su renta.
[Suena otra vez el atabal, y dentro en
ángulo distinto se repite el pregón: al
oirlo se aumenta el murmullo popun
lar, pero la tropa lo reprima.]
Rey. Ese pueblo es mala g^^ey.
Oye el pregón con tal cara,
que de la peña arrojara
al pregonero y al Rey.
Juan. Señor, vuestra autoridad
Rey. No os hagáis , tio, de nuevas.
Ta sabéis que tengo pruebas
de su buena voluntad.
Siento que el rostro me tuerza,
mas ¿ qué me puede pedir
si yo le dejo elegir
entre el amor y la fuerza?
Doble la fe su rodilla
ó dóblela el torpe miedo,
Íué importa? Contento quedo,
'odo es reinar en Castilla. —
Mas ya el suplicio se apresta,
y pues no acosa el calor,
venid ; desde el mirador
J
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
29
Zeiva.
Rey.
Zeiva.
Rey.
LHvü»
Rey.
?Dzar¿mos de la fiesta,
odrá achacar esa acción
el mundo á cruel deseo.
I Ver un rey la cara al reo
sin concederle el perdón I....
¿Qué os importa a yos el juicio
que el mundo forme de mí?
áeñor, ini celo Creí
£h! callad.
Si e^ deservicio
dar un prudente consejo
Es consejo impertinente,
Leiva, y lo sufro indulgente
Íiorque sois un pobre viejo,
dos si os han de mover
los traidores á piedad ,
y por sus almas rezad,
que bien lo habrán menester.
10, qne privarme no quiero
de escena tan singular,
así el nombre he de ganar .
de monarca justiciero.
Leiva.
ESCENA IV.
LEIVA, SOLDADOS. PUEBLO.
»
¡Justicia, cuál se mancilla
tu santo nombre en la boca
del que así, oh meng^ual te invoca!
Desventurada Castilla I
ESCENA V.
EL REY. D. JUAN. CASTRO. CASTAÑEDA.
SOLDADOS. PUEBLO.
[SI Rey
Soldados
Juan.
Rey.
Un sold.
Otro.
El homb.
Sancha.
Un sold.
y su séquito aparecen en el mirador,]
.Viva el Rey Fernando 1 — ^Vival
[Dos ó (res veces inclina el Rey leve-
mente la cabeza. El pueblo murmura."]
Ved , Señor, cuál se alborozan
al veros
Sí, los soldados.
Viva el Bey I
[Á un hombre,]
Fuera esa gorra.
Viva el Rey I No carita?
[Con voz apagada^ \ Viva
(Mala hora de Dios le coja!)
[Dentro.]
Dejadme ! Yo lo he de hablar.
Justicia!
Tened, señora!
ESCENA VI.
EL REY. D. JUAN. CASTRO. CASTAÑEDA.
DOÑA SANCHA. SOLDADOS. PUEBLO.
[Llega doña Sancha con el rostro pálido, elca*
bello descompuesto y gritando con desesperación:
quiere penetrar en la quinta y los soldados se
lo impiden.]
Sancha. Es una maldad horrible
3ue la venganza provoca
el cielo. Son inocentes !
[Nueva agitación del pueblo reprimida
por los soldados.]
Rey. Qué voz ! r Doña Sancha ahora
Sancha. Crueles! Dejad que el Rey
me vea; dejad que oiga
la verdad
Jwin. Este impensado
accidente
Rey. Más hermosa
la hace el despecho á mis ojos. —
Pero si al pueblo alborota
Sancha. Allí está! Señor, Señor!
Si en algo estimáis la gloría,
si al grito de la justicia
vuestra alma de rey no es sorda,
derogad esa sentencia
atroz , fiera , escandalosa.
Son inocentes!
Soldados t[Á los grupos deljpueblo que se mue-
ven con marcado ínteres hacia donde
se halla Sancha.]
Atrás !
Juan. [Al pueblo.]
El dolor que la acongoja ,
amigos, turba su mente.
Era la hermana amorosa
de Benavides. La misma
que asesinado le llora ,
por sus infames verdugos,
demente, oh dolor! aboga.
Compadeced su delirio.
[El pueblo da muestras de compasión.]
Sancha*, Miente esa lengua traidora.
No deliro: el Rey lo sabe.
Yo lo juro por mi honra,
por mi vida, por mi alma.
Son inocentes. Sus obras
más que mi voz los defienden.
Otros merecen la nota
de asesinos ; ellos no.
Rey. Ea, prended á esa loca,
y conducidla á un encierro
\
so
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
donde en segara custodia
[Los soldados vacilan.]
Obedeced.
[ Varios soldados rodean á Sancha en
acMud de hacerla retirar.]
Sancha, La verdad
ha de sonar en mi boca
mientras respire.
Rey. Soldados!
Un homd, [Á otro que va á embestir á los soU
dados,]
Quieto, que la guardia doblan I
[Acude en efecto más fuerza armada.]
Llevadla I ¡Pesia mi saña.
Bey.
Sancha.
Juan.
¡Apartad I Ah, que me ahoga
el aolor Matadme, impíos ,
si su noble sangre es poca
Sara saciar á ese monstruo,
ladres, hermanas, esposas,
rochad, maldecid Dios mió!
¿y es posible que aun no rompas,
puQblo oprimido, la férrea
cadena vil que te agobia?
Cobardes I
[Al son de atábales y trompetas apa-^
recen por la loma y se dirigen al caS'
tillo újuez, alguaciles j soldados y el
verdugo.]
Ay I El verdugo !
Yo muero.
[Cae desmayada entre los soldados y
se la llevan.]
Llevadla ahora.
ESCENA VIL
EL REY. D. JUAN. CASTRO. CASTAÑEDA.
EL MERINO. EL VERDUGO. ALGUACILES.
ATABALEROS. SOLDADOS. PUEBLO.
Xey.
Castro,
Jtey.
&
Habrá muerto. . .
No. ün desmayo...
Id, Castañeda; volad.
Que velen por su salud. —
^ Es bella...., y no es Carvajal.
ÍSl Merino , alguaciles, Sfc. llegan á
i puerta del castillo ; ábrese ésta, sale
el alcaide con los reos, que visten sim»
pies túnicas sin ningún distintivo;
los entrega al juez y vuélvese al caS'
tillo quedando otra vez cerrada la
puerta. Castañeda baja del mirador,
atraviesa el teatro y desaparece en la
dirección que llevó doña Sancha. Bl
Rey sigue hablando con Castro y el
Infante. Todos fijan la vista en la
peña , el pueblo aa vivas señales de
curiosidad y compasión; los soldados
vigilan con más atención y preparan
sus armas. Bl sol empieza anublarse
y óyese algún trueno lejano,]
ESCENA VIH.
EL REY. D. JUAN. CASTRO. D. PEDRO
CARVAJAL. D. JUAN CARVAJAL. EL MERINO.
EL VERDUGO. ALGUACILES. ATABALEROS.
SOLDADOS. PUEBLO.
Unhomb,kmeM,ii\
ün niw>. Allí I
ünamuj. Qué lástima !
Un homb.kqxiel es Pedro; aquel Juan.
Otro. Ta le han quitado fas órdenes.
Una mt^y.Sacrilegio I
Otra. Iniquidad !
Un sold. Silencio I '
Un homb. T era tan bueno !
Unamnj.Y don Pedro tan galán 1
Unajóv. Qué pena! ¡Morir así,.
Íen lo mejor de su edad !
unto en boca. Vea y calle
quien no los quiera imitar.
JP. Carv. [Abatido.]
Conque ya llegó el momento?
Sancna mía ¿dónde estás?
¿Quién dijera que en mis bodas
fuera esta peña el altar,
y mis preseas de novio
este infamado gabán ,
y áspero derrumbadero
mi tálamo conyugal I
/. Carv. Mostremos, hermano mió,
la noble serenidad
de cristianos y de nobles
en el término fatal ,
y honrará nuestra memoria
la justa posteridad ,*
que sólo al malvado infaman
la cuchilla y el dogal.
P. Carv. No siento por mí la muerte.
Por Sancha Ay Dios I ¿Qué será
de la infeliz? Me ama tantol ....
¡T llora en triste orfandad;
y un tirano
Su virtud
los cielos ampararán.
Allí lauro inmarcesible
guardado á los tres está,
leva el alma al empíreo,
y sobre ese lodazal
de miserias y de crímenes
J. Carv.
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
81
no tiendas la vista más.
. No se diga, Pedro mío,
que espanto ahora nos da
la muerte que en cien batallas
Timos con serena faz.
¿Qué es el dolor de un instante
si se llega á comparar
con la celeste ventura
de toda una eternidad?
P. Caro. Oh I tú confortas mi espíritu.
Tu voz es voz paternal ,
voz de Dios! Te imitaré.
Digno de ti me verás
hasta el postrimer instante.
Rey, \A D. Juan,]
ikxxn no da el juez la señal?
¿A qué aguarda
Merina, Caballeros ,
la hora pasó Acabad.
[Al Verdugo.]
Cumplid vos vuestro deber.
P. Caro. No lleguéis. Un Carvajal
no ha menester vuestro auxilio
Íara morir. — ^Apartad.
*édro! Esa vida* no es tuya.
Tu valor es criminal.
Dios no te manda matarte , .
sino dejarte matar. —
Buen hombre, haced vuestro oficio*
Qué importa un ultraje más?
Así Dios lo ha decretadoJ
Cúmplase su voluntad.
jP. Caro, Dame el abrazo postrero!
y. Caro. Adiós 1 En la eterna paz
tornaremos á abrazarnos.
\Las nuies se condensan por instan-
tes; los truenos, ya muy cercanos, se
multiplican; parte del pueblo se va
retirando á ta víUa huyendo de la
tormenta que amenaza.]
Juan. Horrorosa tempestad
nos amaga. Huid
Rey. [Turbado.] No puedo.
¡ La mano de Satanás
me clava aquí!
ünamvj. Dios piadoso I
27» A(?9n¿. Huyamos del temporal.
[Al desprenderse D. P. Carvajal de
los brazos de su hermano fija la vista
en el mirador y exclarna:]
P. Caro. ¿Qué veol El tirano allí!
Oh colmo de atrocidad!
[Qritando.]
¿Aun quieres en nuestra sangre
los ojos apacentar?
Verdugo de la inocencia ^
nuestra sangre caerá
gota á gota sobre ti.
El sol se niega á alumbrar
tu fiereza, y truena horrible
la cólera celestial.
Rey, [S^orzándose i ocultar su terror.]
No perdono.
[M teatro queda enteramente oscuro;
sólo algún reldmpago deja ver los ob^
jetos por intervalos; arrecia la lluvia;
pocos del pueblo permanecen en la es-
cena; los demás huyen consternados;
el Rey queda solo en el mirador ha*
ciendo vanos esfuerzos para retirarse.]
ESCENA IX.
EL REY. D. JUAN CARVAJAL. . D. PEDRO
CARVAJAL. EL MERINO. EL VERDUGO.
SOLDADOS. PUEBLO.
/. Carv. To tengo de ti piedad ,
y te perdono, infeliz ;
mas mi perdón ¿qué valdrá?
Escucha, y oidme todos!
Mi labio pronto á espirar
mueve inspiración celeste.
Pues tu inaudita crueldad
sin oir nuestra defensa
ni la acusación probar
nos condena, yo te cito
al divino tribunal;
allí donde no hay quien ponga
mordazas á la verdad,
ni son razones las lanzas
cuando falla un juez venal.
Treinta días es tu plazo.
Treinta dias vivirás.
Cuéntalos bien, no los pierdas;
que irán y no volverán.
Cuéntalos bien !
[Al Verdugo.]
Vos, ahora
la sentencia ejecutad.
[Los Carvajales se dan las manos
vueltos hácta el bastidor de la dere-
cha, y en el memento de ser precipi'
tadospor el Verdugo óyese un trueno
espantoso, y un grito universal; el
Éey cae en tierra sin sentido, y baja
él telan.]
I
u
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
ACTO CUARTO
Arboleda en las inmediaciones de Jaen^ que termina en una quinta^ cuya fachada y puerta
principal se ven en el foro. Habrá algunos bancos de césped.
ESCENA I.
EL REY. D. JUAN. EL MÉDICO. CASTRO.
CASTAÑEDA. CABALLEROS.
[El Rey ^ pálido y doliente, melancólico, pasea
lentamente sostenido en los brazos de Castro y
el Médico. D. Juan y los demás cabaJle^^os le
siguen.]
Rey. Más despacio, más despacio.
Hoy apenas tengo aliento
para moyerme.
Castañ. [Aparte d D. Juan.]
Hoy está
de remate. Aquel aspecto
es mortal. Creo que pronto
vacará en Castilla un cetro.
Preparaos......
Juan. ¡Oh si fuera
aquel pronóstico cierto !
Pero es quimera. Jamás
he creido yo en agüeros
ni profecías.
Castro. No obstante,
desde el trágico suceso
de Mártos, un solo dia
de salud j de sosiego
no ha lucido para el Rey,
y su mal es más acerbo
cuanto más se acerca el fin
del terrible emplazamiento.
Rey. Ah! No puedo más
Médico. Sentaos.
Basta por hoy de paseo.
[Ayvrdado por el Médico y Castro se
sienta el Rey en un banco.]
Rey. iTan escasa es vuestra ciencia,
Qoctor, que no halláis remedio
para esta fiebre tenaz
que n;e consume?
Médico. No advierto
síntomas graves aún.
Al contrarío, va en descenso
la calentura. Los aires
de Jaén, á lo que observo,
os mejoran.
Rey. Bien hicisteis
Juan.
Rey.
Médico,
Rey.
Médico.
Rey.
Médico.
Rey.
Médico.
Rey.
Médico.
Rey.
Castro.
Médico.
Rey.
Médico.
Rey.
en sacarme de aquel pueblo
de maldición. Pero ¿adonde,
adonde iré que el siniestro
fantasma de aquella peña
no me aterre?
Esos recuerdos
acrecientan vuestro mal.
Lanzadlos del pensamiento.
Esperáis curarme pronto?
Si no hacéis ningún exceso
y procuráis desechar
esos terrores funestos ,
en breve, mediante Dios,
que os restablezcáis espero.
Cuándo? *
Señor, no es posible
Cuándo?
Eso, lo sabe el cielo.
Y tú nó?
No llega á tanto
mi: ciencia.
Pues ¿qué es .un médico?
¿De qué aprovecha, si ignora
lo que no sabe el enfermo?
La práctica y el estudio
no siempre son del acierto
prendas seguras, que todo
al error estó, sujeto
en el mundo. Conocida
la enfermedad
¡Por san Pedro...
¿Necesito yo un doctor
Sara saber que padezco?
ío os inquietéis.
Dadme pues
licencia, si aquí mi celo
es inútil.
Esperad.
Tenéis entrañas de perro.
Queréis dejarme morir?
Si no domáis ese genio,
vos mismo os daréis la muerte.
Veintisiete años no cuento
todavía, y ¡verme así!....
¡Y envidiar al más abyecto
de mis vasallos, yo Rey;
yo cuyo poder supremo
del mar cántabro se extiende
hasta el gaditano estrecho!
¡Yo para el placer nacido,
yo á quien nadie pone freno.
DOM FERNANDO EL EMPLAZADO.
33
ni lanzar puedo un yenablo
contra el labalí soberbio,
ni sobre dócil bridón
señorearme caballero,
ni alegrarme en los festines,
ni triunfar en los torneos,
ni en voluptuosos delirios
el trono olvidar y el tiempo!
Si fueras tú quien yo soy
y viéraste cual me veo,
tú te desesperarías
como yo me desespero.
Médico. No hay medicina en el mundo
contra ese fatal despecho,
si la razón no lo ahuyenta.
Eey» La razón Bien; te obedezco,
pues mandar al alma quieres
sobre atormentar el cuerpo.
Médico. Yo, Señor...,.
Hey. {Y á los monarcas
llama tiranos el pueblo 1
Nunca fueron tan tiranos
los reyes como los médicos.
Qué me ordenas?
Médico. [Pulsándole.] Por ahora
nada, pues tranquilo os veo,
y el pulso es menos frecuente;
Ír pues no es grata á los siervos
a presencia del tirano,
aquí en libertad os dejo;
mas cuando decline el sol
retiraos, yo os lo ruego;
que en las noches de Setiembre
es peligroso el sereno.
ESCENA 11.
EL REY. D. JUAN. CASTRO. CASTAÑEDA.
CABALLEROS.
Castro. De la boca del doctor
al fin ya salió un precepto
tolerable.
Cosían. Es un inepto.
Castro. Extremado es su rigor.
Castañ. Si él os ha de dar auxilio,
no esperéis
Castro. ¿Cómo podria
curaros de hipocondría
si es más serio que un concilio?
Castañ. Su sistema os empeora
cada dia.
Castro. Y, vamos claros,
acaso para mataros
le pague mano traidora.
Itey. [Cavilando.]
Hov lunes Cuántos del mes?
Castro. ¡ Eq , Señor
Ré^. Cuántos, don Juan?
n.
Juan.
Rey.
Castro.
Castañ.
Castro.
Juan.
Rey.
Juan.
Castañ.
Castro.
Rey.
Castañ.
Juan.
Cuatro.
Cuatro dias van?
Ya sólo me puedan tres I
El jueves! Terrible jueves I....
Desechad
Horas amarga !
¡ para el tormento tan largas,
pai^ la vida tan breves !
Ya la voz de Dios retumba,
ya en mí descarga su brazo,
ya me acuerda el negro plazo
Carvajal sobre la tumba.
Ni esperanza, ni perdón!
I Ni el empíreo, ni el infierno
torrarán del libro eterno
mi dia de maldición !
Vano terror os fascina.
¿Dais crédito
¡Pesia tal
¡ Intérprete un Carvigal
de la voluntad divinal
Si cruel fué la sentencia
horrible la culpa fué.
Yo su crimen no probé
Mejor que ellos su inocencia.
Para obrar tal maravilla
I qué austeros anacoretas I
El tiempo de los profetas
pasó ya para Castilla.
Pienso que tenéis razón.
Como ha dias que no duermo,
delirio, aprensión de enfermo
Pues ¿quién lo duda? Aprensión.
[Aparte d Castañeda.]
Y á qué fin curarle de ella?
Castañ. [Aparte á D. Juan.]
Eh ! si Dios contó sus dias,
ni tristezas ni alegrías
desmentir podrán su estrella.
Rey. Si yo ahora os excomulgo,
qué s^rvirá mi anatema?
Castro. Aquello fué estratagema
para sublevar al vulgo.
Rey. Qué fiaqueza! Sí, me rio
de esas necias predicciones.
Si valieran maldiciones ,
qué fuera ya de mi tio?
[Tocbs ríen menos D. Juan.]
Juan. Recobrad, aunque á mi costa,
la alegría y la quietud.
Castro. Reid. La risa es salud.
Castañ. Os curaréis por la posta.
Castro. Y antes que el vital estambre
os corte, alejad de aquí
á ese doctor oaladí
Íue os está matando de hambre.
^ afiebre.....
Castañ. [Tomándole el pulso.]
Dadme... No hay fiebre.
3
I
34
Rey,
Castañ,
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
Rey,
Castañ.
Juan.
Castañ.
Rey,
Castañ,
Castro,
Rey,
Castro,
Rey,
Castro,
Rey,
Castro,
Cierto?
Al qae de esa manera '
08 engaña, yo*le diera
de comer en un pesebre.
Hay apetito?
Sí; ya
presumo
Sea en hora buena!
Pues esta noche , gnran ceua. —
£1 Infante pagari.
Mi mayor gozo sería
[Aparte con Castañeda,]
Mirad
Os saldrá barata
si y antes que el terror, le mata
una buena apoplejía.
Acepto, que sin placer
no me quiero consumir.
No comer por no morir
es morir de no comer.
Afuera el vano terror.
Si el plazo se cumple, es justo
que yo me muera a mi gusto
y no ¿ gusto del doctor.
Ya estáis mejor; ya se ensancha
ese corazón.
Y luego....,
si hay damas
¡Oh si á mi ruego
se rindiera doña Sancha I
No me asustarían plazos
si tanta fuera mi suerte.
Venga en buen hora la muerte
como yo muera en sus brazos.
Vos la tenéis en prisión^
y oprimir y amenazar
es mal medio de ganar
un altivo corazón.
Fingid que os duelen sus penas ,
Ír cuando libre se juzgue
a lisonja la sojuzgue
y dore amor sus cadenas.
¡ Rogar yo sin esperanza
cuando el orgullo la ciega
Con el silencio se ruega;
con la paciencia se alcanza.
Hazla venir al instante. —
Esa mujer es mi signo I
Sed primero Rey benigno
y después rendido amante.
ESCENA III.
EL REY. * D. JUAN. CASTAÑEDA.
CABALLEROS.
Castañ. Apenas rompéis el yugo
de ese médico maldito,
al rostro vuelve el color,
cobran los ojos su brillo.
Rey. Acertado fué el consejo.
£1 cuerpo siente más brío
y pensamientos más gratos
en el corazón abrígo.
ESCENA IV.
EL REY. D. JUAN. CASTAÑEDA. LEIVA
CABALLEROS.
Leiva.
Rey,
Leita.
Rey.
Castañ.
Leita,
Rey.
Leiva,
Castañ,
Juan,
Rey,
Juan.
Rey.
Albricias, Señor!
¿Qué nueva
Aleándote se ha rendido.
Es cierto?
Olería á Castilla 1
Cansados del largo sitio
ayer dieron el asalto
vuestros guerreros invictos.
Los que osaron defenderse
S asados fuert>n al filo
e la espada triunfadora;
los demás gimen cautivos.
Feliz jornada! T mi hermano?
Cómo no habláis del caudillo?
El Infante mi sefior,
dejando leal presidio
en el fuerte conquistado,
veloz se ha puesto en camina
con su ejército animoso.
To solo le he precedido
corto espacio
No lo veis?
Todos son ya regocijos.
(No para mf , que pudiera
correr ahora peligro
mi prívanza.)
\Se levanta y D, Juan y Castañeda
acuden i sostenerle,]
No. Dejadme.
Ya veis que la planta afirmo
sin que me ayudéis. En tanto
que otros con capa de amigos
quizá contra mí conspiran ,
mi fiel hermano
[Sale Sancha de la quinta, y se dirige
lentamente adonde está el Rey,]
¿Qué miro!
Es Sancha I Dejadme solo.
Señor
Qué molestia! Idos.
Rey.
ESCENA V.
EL REY. DOÑA SANCHA.
Sois VOS, doña Sancha! Os veo
y mi ventura no creo;
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
»!?
que es exceso de indulgencia
honrar con vuestra presencia
á quien se confiesa reo.
Si es vuestro objeto, bien mió,
quejaros de mi rigor,
de amor fué mi desvarío,
y pues sabéis qué es amor
que me perdonéis confío.
ib os vuelvo sin condición
la perdida libertad.
Sólo os* pido en galardón
que miréis mi ceguedad
con ojos de compasión.
Sancha. Sí, no hay duda, estáis muy ciego,
pues en torpe inútil fuego
el alma os dejáis arder,
y á Dios no eleváis el ruego
que desdeña una mujer.
Contra firme voluntad
que la cárcel no amedrenta
iqué vale falsa piedad?
Prefiero vuestra crueldad ,
que ella al menos no me afrenta.
Cuando de prisión salia
juzgué que ^a no os vería,
ni severo, ni clemente ;
ya no creí que esa frente
osara alzarse á la mia.
Libertad es don de Dios,
mas ni eso quiero de vos ;
que el más negro calabozo
sitio es para mí de &^ozo
si nos separa á los dos.
Itey, ¿Eso merece la fe
del que á tus píes rinde un trono?
Es cierto que te agravié,
¿mas será, Sancha, tu encono
mayor que mi culpa fué?
Baste á expiar mi delirio
este horroroso martirio
que me consume letal,
conxo el recio vendaval
seca las hojas del lirio.
Sombra no soy del que fuí;
. doliente y lánguido muero.
Oh I ten lástima de mí,
que solo la vida quiero
para consagrarla á ti.
Sancha. Sí, la imagen de la muerte
veo en tu rostro, y mi suerte
ya no puedo maldecir;
que si amargura es el verte,
consuelo es verte morir.
¡ Y sordo al remordimiento
fundas en mí tu esperanza !
[En mí, que soy instrumento
de la divina venganza,
y me gozo en tu tormento!
Hey. Qué has dicho ? i Tanta ojeriza
Libradme, Dios sempiterno,
de esa mujer que me hechiza.
Ese mirar me horroriza;
esa risa es del infierno.
Quién te trajo á mi presencia?
Tü con vengnoso jugo
me diste mortal dolencia
Sancha. El delito es tu verdugo,
tu veneno es la conciencia.
Jtef/. Mas aun puedo tu traición
castigar
Sancha. Arma tu mano;
traspásame el corazón.
La muerte es el solo don
que acepto yo de un tirano.
Re^^ . [Saca nn puñal. ]
Muere, muere, desdichada
Oh cielo! ¿Qué mano helada
Aparta ! Suelta el puñal ! . . . .
Una sombra ensangrentada
La sombra de Carvajal!....
Oh! Piedad! piedad ! To muero.
[Cae aterrado en un ianco.]
ESCENA VI.
EL REY. DOÑA SANCHA. D. JUAN. CASTRO-
CASTAÑEDA.
[Todos acuden corriendo i socon*er al Itey.]
Juan. Señor!....
Castañ. Dofía Sancha aquí ! . . . .
Castro. T en vuestra mano un acero !
Juan. ¿Qué intentó
Rey . \ Fantasma fiero,
huve!.... Apartadle de mí!
Castro. Débil la imaginación
os finge horrible visión.
Sólo veo á una mujer.
Qué podéis de ella temer?
Hecoorad vuestra razón.
Calla y os mira altanera,
y el corazón rencoroso
descubre su faz severa.
Si importa á vuestro reposo,
muera doña Sancha.
Muera.
No más sangre! Antes mi muerte I
No más !
Infante de España ,
pruebe una mujer tu saña.
Hiérame ese brazo fuerte....,
que es digna de ti la hazaña.
Rey. Ay del que osare ofendella I
Su cabeza haré caer*.
Libre sea esa mujer;
mas lleve lejos su huella
donde no la torne á ver.
Sancha. Triunfo será para mí
que el terror te inspire así.
Si es piedad, no la agradezco,
porque la vida aborrezco
Castañ.
Jvan.
Ca>ítañ.
Rey.
Sancha.
S6
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
como te aborrezco á ti.
Ni la estampa de mi pié
quieres ver 'mas, ay dolor I
¿adonde lo llevaré
si me privó tu furor
de cuanto en el mundo amé?
Triste, errante, peregrina
[Mirando al bastidor de su izquierda.]
Mas un templo veo allí
sobre fragosa colina.
£l sea mi asilo. A ti
me acojo, bondad divina.
ESCENA VIL
EL REY. D. JUAN. CASTRO. CASTAÑEDA.
Jte¡^. Oh cobardía! oh flaqueza!
Vida de afán y de angustias,
?or qué te amo todavía?
or qué me espanta la tumba?
Cosían. Otra vez la negra imagen
de la muerte os atribula?
Castro. Señor,* sin duda la dieta
vuestro cerebro perturba.
Comed , bebed , alegraos ,
ane así al diablo se conjura. —
[irad , vuestro hermano llega,
y su venida os anuncia
más felices horas
ESCENA VIH.
EL REY. a JUAN. CASTRO. CASTAÑEDA.
D. PEDRO. LEIVA. D. MENDO. OFICIALES
DEL SÉQUITO DE D. PEDRO.
Itey. [Levantándose.] Pedro!
Pedro. [Vad arrodillarse y él Rey le abraza.]
Señor, vuestra planta augusta
Rey. Qué haces? No. Ven á mis brazos.
Pedro. Hermano miol
Rey. Oh ventura !
Cuánto tu vista anhelaba!
Ella mis penas endulza
y mi pechó fortalece.
Pedro. No esperaba mi ternura
en tal estado encontrarte.
Rey. Postró mi salud robusta
no sé si obstinada fiebre,
ó terror fatal que nunca
debió triunfar de mi esfuerzo;
mas tu presencia me cura
Pedro.
Juan.
Pedro.
Rey.
Pedro.
Rey.
de fiebres y de aprensiones,
{ oh hermano, oh firme columna
de mi imperio !
En esa dicha
toda mi ambición se funda.
Vos, tio, no me abrazáis?
[Abrazándole tibiamente.]
Mi afecto se congratula
(Fuerza es fingir.)
[Al Rey.] Presos quedan
.en el castillo de Andújar
los freiles de Calatrava
que temerarios acusan
á su Rey
' No me recuerdes
aquel dia de amargura......
Yo, soldado, no examino
si fué justa ó no fué justa
la sentencia. Vos firmasteis,
y vuestra sea la culpa
ó la gloria. El labio mió
ni os aplaude, n\ os acusa.
Basta.
[Á media voz.]
Tu hueste ¿es leal?
aa
Pedro.
Rey.
Pedro.
Rey.
D. Juan habla aparte con Castañe^
, Castro y otros caballeros. Leiva
forma corro con los del séquito de don
Pedro.]
Con mi obediencia y la suya
podéis pontar.-
Está bien.
Si hay algún traidor...
Sí. Escucha.
[Siguen hablando en voz baja el Rey
y D. Pedro.]
Juan. Qué os narece, ricos-hombres?
Porque na vencido á una turba
de cobardes sarracenos
ya don Pedro no os saluda,
y con su altivo ademan
dijérase que os insulta.
Castro. En los fraternos halagos
con preferencia se ocupa;
y si el triunfo le envanece
su mocedad le disculpa.
Cas tan. Mas los nobles <]^ue desprecia,
no en una lid, smo en muchas,
ya habian ganado palmas
cuando él lloraba en la cuna.
Juan. Habla á Fernando en secreto.
Tal vez su labio os calumnia,
y vuestros cargos y honores
quiere dar á sus hechuras.
Tal vez
Rey. Valientes guerreros,
reposad, y á nuevas luchas
preparad los fuertes brazos
que mi dosel aseguran.
[Los de la comitiva de D. Pedro sa*
ludan aparten por la derecha.]
[Á D. Pedro apretándole la mano.]
Adiós 9 caro hermano.
Pedro. El cielo
DON FERNANDO EL EMPLAZADO. 37
la «alud te restituya.
[Vase siguiendo d los suyos.]
Rey. \A los demás caballeros.]
Idos. — Vos 9 don Juan, quedaos.
Castro. (Don Juan, tu poder caduca.)
\Los caballeros entran en la quinta.
, Empieza á oscurecer.]
ESCENA IX.
EL REY. D. JUAN.
Rey. [Sentado,]
Noble infante don Juan, mi amado tio,
mayordomo mayor de mi corona,
TOS grande entre los grandes de Castilla ,
vos mi maestro, mi fanal, mi norma,
oid. De vuestras próvidas lecciones
nunca he necesitado como ahora.
Juan. Procurar vuestro bien es mi conato.
Í Nunca en su labio oí tanta lisonja.)
Ssta dolencia que mi cuerpo aflige
llena el alma de afán y de congoja.
Soy pecador y el cielo me castiga.
' Don Juan, yo debo desarmar su cólera
antes que suelte en la profunda huesa
el peso de esta vida que me agobia.
Juan. Señor, qué habláis de huesa? Largos dias
el cielo os guarda de salud, de gloria
Rey. To daré gracias humillado al cielo
si mi vida benéfico prolonga ,
mas cada hora que el cristíano vive
la debe contemplar su última hora.
Juan. (Si devoto se vuelve, soy perdido.
Por el menor escrúpulo de monja
me ahorcará sin piedad.)
Rey. Los Carvajales
no se apartan , don Juan , de mi memoria.
Juan. Público fué su crimen. Si al proceso
la observancia faltó de leves fórmulas,
vil rebelión alzaba la cabeza
}r rápida justicia aterradora
a debió sofocar.
Rey. I Fallo terrible ,
escarmiento horroroso que la historia
grabará con sangrientos caracteres !
Justo sin duda fuó pues que lo abona
sincero vuestro labio; más, decidme.
[Se levanta.]
¿sólo aquel acto de justicia pronta
me demandaba el cielo? ¿fué la vara
de esajusticia que don Juan invoca
recta siempre en mi mano? ¿es digno de ella
quien ciego ó pusilánime la dobla
al capricho, al temor? ó por ventura
sólo alcanza el poder de mi corona
al flaco, al indefenso, al oprimido?
¿sólo á aquellos hidalgos, cuyas sombras
tal vez han perturbado vuestro sueño,
38
Juan,
Rey»
Jvan,
Rey.
Juan.
Rey.
Juan.
Rey.
Juan,
Rey.
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
la foiua infieles si^bditos pregona?
^no hay ya, don Juan, maWados en Castilla?
¿ya no teméis que la feroz discordia
fíe otra vez sus teas infernales
á alguna mano pérfida y traidora?
¿no hay alguna cabeza que debiera
á mis plantas caer, bien que orguUosa
tal vez se quiere alzar sobre la mia? —
Tembláis! Quien viera, tio, esa zozobra
diria Recobraos.
No Me inquieta
sólo vuestra salud
Mucho os importa;
lo sé, mas la del cuerpo es lo de menos;
la del alma, don Juan, es más preciosa.
El cielo por mis culpas irritado
una víctima pide expiatoria.
Su voluntad se cumpla!
¿T es posible
que así un vano terror os sobrecoja?.
¿De qué puede acusaros la conciencia
No es mi conciencia la que clama ahora.
[El teatro es ocupado por soldados de D, Pedro que
acaudilla D. Mendo.]
Cuál pues? Será la mia? Horrible ceño
anubki vuestra frente ; en iruestra boca
.sonrisa amarga Hablabais de una víctima
La víctima sois vos.
[ Volviendo la cabeza.] Cíelo !.... { Alevosa
traición ! — \ Amigos
Gritaréis en vano.
Señor
A Dios pedid misericordia.
[Entra en la quinta.] .
ESCENA X.
D. MENDO. D. JUAN. SOLDADOS.
Juan. Oh don Pedro, don Pedro!.... Bien temia
Mendo. Dadme , don Juan , la espada.
Juan. ¡En tal deshonra
me he de ver! Dónde están mis lanzas fieles?
¿Dónde Socorro! Todos me abandonan.
Mendo, Daos preso.
Juan. [Desenvainando la espada.]
Antes
Mendo. Matadle si resiste.
Juan. [Entrega la espada.]
Tomad. ¿Dónde
Mendo. Al castillo de Carmena.
Juan, Y allí morir
Mendo. Lo ignoro. Soy soldado.
Sólo callar y obedecer me toca.
[Al retirarse D. Juan por la derecha entre los sóida*
dos de D. Pedro, aparece doña Sancha por la izquier-
da j y lentamente se dirige al centro del teatro ^ alum-
brado por la luna.]
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
39
ESCENA XI.
DOÑA SANCHA.
Adonde voy, desdichada?
Cielos, qué ordenáis de mí?
¡ To 08 he pedido la muerte
y mi súplica no oís !
Debo acatar vuestras leyes :
perdonad si os ofendí ;
mas para un ser condenado
á no ver hora feliz
no hay suplicio comparable
al suplicio de vivir.
|Ay de mí,
que en hora amarga nací!
Muerta al mundo y á mí misma
de mi vida en el Abril ,
ni de amor blandos acentos
me pueden ya seducir;
ni la amistad, ni la sangre
me ligan, oh mundo, á ti;
ni la esperanza me alienta
de más grato porvenir,
y es el mayor de mis males
no ver á mis males fin.
¡ Ay de mí ,
que en hora amarga nací !
Si recuerdo que mi infancia
meció cuna de marfil,
ni aun me sirve de consuelo
el recordar Ij que fui;
que como flor que se agosta *
al brotar en él jardin ,
antes que el aura de vida
la sana del cierzo vi ,
y siempre fué mi destino
esperar, temer, gemir.
¡Ay de mí,
que en hora amarga nací !
Todo es para mí desierto
en este mundo infeliz.
Sol , que doquiera mereces
mil bendiciones y mil ,
yo cual ave de la noche
me escondo al verte lucir ,
y por vivir á lo menos
de la muerte en el conñn ,
entre ruinas y sepulcros
quisiera sólo vivir.
¡Ay de mí,
que en hora amarga nací!
1 Oh peña, peña de Mártos !
Si el esposo que perdí,
víctima de atroz venganza
y de la envidia mis vil,
aun yace á tu pié insepulto,
allí está mi mundo, allí.
Volemos. Dios bondadoso,
vos mi planta dirigid
Ah! las fuerzas me abandonan.
Lejos de él voy á morir !
|Ay de mí,
que en hora amarga nací I
[Cae desalentada sobre un banco. Don
G. Cwi^vajal Uega, vestido de peregri-
no, por el bastidor de la derecha más
inmediato á la quintad]
ESCENA XII.
DOÑA SANCHA. D. GONZALO CARVAJAL.
G. ¿7(7^7. (No ha de estar lejos su huella,
que si el informe no miente
de mi leal confidente
[ Viendo el b^ulto y acercándose i\
Una mujer!.... Será ella?)
Sancha. [Levantándose asestada.]
• Oh DiosI ¿Quién
G. Carv. Solo y sin guia
perdí en la noche el camino.
Soy un pobre peregrino
Sancha. [Reconociéndole. ]
Ah! Gonzalo!
G. Carv. Hermana mia !
[He abrazan. \
Sancha. ¿Sabes Ay!
G. Carv. Todo lo sé.
No bien llegó á mi noticia
la atroz, bárbara injusticia,
cuando á vengarla volé.
Forestes sotos vagando,
á favor de mi disfraz,
juré libertarte audaz
de las garras de Fernando;
mas él me excusó esta tarde
tan loca temeridad
dándote la libertad
arrepentido ó cobarde.
Sancha. Qué es libertad sin ventura?
qué es la vida sin mi esposo ?
Sólo hay para mí reposo
en su yerta sepultura.
Mas, ay! ni de este consuelo
gozarán mis tristes ojos,
que los sangrientos despojos
Íasto de fieras Oh cielo!
alma, Sancha, tu aflicción.
De piadoso el Rey se alaba ,
V no negó á Galatrava
la gracia de un panteón.
Sancha, Allí mi postrer abrazo
10
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
Cf, Carv.
daré con el ay postrero
al bien que ame.
No. Primero
Dios cumpla el tremendo plazo.
* No te anima esa esperanza?
Vive tres dias, no más,
y á la tumba llevarás
el placer de la venganza.
Yo puedo tal vez en tanto,
mensajero de la muerte,
precioso don ofrecerte
que te bañe en dulce llanto.
Sancha. ¿Qué don
Q, Caro. Ven á la ciudad.
Este sitio es peligroso
Ven al asilo piadoso
que prevengo á tu orfandad.
Sacra urna encierra allí
el corazón que te amó. —
También era amado yo.
El tuyo, oh Juan I para mí.
Sancha. Oh cielo 1, yo te bendigo.
G. Caro. Con ambos me quedaría,
mas ¿no eres ya hermana mia?
Partiré mi bien contigo.
Sancha. [2bmanio la mano ie Gonzalo.]
Ahí Guíame ¡Santo Dios,
tiende propicio tus manos
á dos míseros hermanos
que lloran por otros dos !
ACTO QUINTO.
Cámara del Rey en Jaén. La puerta de entrada a la derecha del actor; la del dormitorio
a la izquierda; aliado de ésta^ otra pequeña; en el foro un balcón grande.
Robledo.
Ruperez,
Robledo.
Ruperez.
Robledo.
Ruperez.
Robledo.
Ruperez.
Robledo.
Ruperez.
Robledo.
Ruperez.
ESCENA I.
ROBLEDO. RUPEREZ.
Pues la cámara del Rey
ya está aseada y compuesta,
vamonos, Ruperez.
Larga
parece que va la gresca
de risotadas y brindis.
Dos horas hace que almuerzan.
¡Bravamente se desquita
nuestro buen Rey de la dieta
que ha sufrído!
¿Has visto t6
quién le acompaña en la mesa ?
Hernán Rodríguez de Castro,
Villalobos, Castañeda
Harto será que don Pedro
tome parte en esa ñesta.
No. Ta sabes que le ocupan
los cuidados de la guerra
Sin duda está meditando
otra militar empresa.
Mal gusto tiene el Infante.
Preferir crudas peleas
á placeres y regalos
Ah Robledo ! ¡ Que no fuera
infante yo de Castilla!
No envidiara esa prebenda
si el cielo me reservase
el fía que á don Juan espera.
No sabes que se escapó ?
Robledo.
Ruperez.
Robledo.
Ruperez.
Robledo^
Ruperez.
Robledo.
Ruperez.
Robledo.
Ruperez.
Robledo.
Ruperez.
Buen fin por cierto! Ahora empieza.
Cierto?
El oro puede mucho
y el campo no tiene puertas.
Y adonde?
Nqsé.
Sin duda
á los moros, q¡ae es ya vieja
esa costumbre en don Juan.
Anoche llegó la nueva.
¿Y el Rey
Bramando de cólera
puso á precio su cabeza.
Pero, di: ¿no es un portento
cómo ha cobrado la nierza
y la salud en tres dias?
Con efecto.
Era muy necia
su aprensión. Desde que dijo:
fuera doctor, vida nueva,
venga vino, vengan aves
y echemos á un lado penas,
es otro hombre. Y le ñas de ver
como un rollo de manteca
muy pronto si sigue así.
Y luego dicen que secan
las maldiciones. Bobada!
Y aun habrá sandios que crean
Eorque el otro le emplazó
[oy que se cumplen los treinta
está tan sano y tan tieso
que Vaya, vaya, simplezas.
Mientras el plazo no espire
Ni siquiera lo recuerda.
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
ii
Robledo. Bien pudo hacer Dios intérprete
de su justicia suprema
Rumrez.k un traidor?
Rohledo. La voz del pueblo
atestigua su inocencia ^
y es voz de Dios.
Rnperez. Ó del diablo.
T en ñn no seas babieca.
No puede ser inocente
hombre á quien el Rey condena.
Roiledo. Basta que lo digas t&. —
Mas ¿qué rumor...
Ruperez. [Acercándose d la fiierta de la dep-
recia,]
¿Quién se acerca...
Cielos! el Rey Desmayado
Muerto tal vez Aquí llega
Robledo . T ahora ¿qué dirás, Ruperez?
Ruperez. No sé Las carnes me tiemblan.
ESCENA IIL
ESCENA II.
RUPEREZ. ROBLEDO. EL REY. CASTRO.
CASTAÑEDA. LEIVA. CABALLEROS.
[Fl Rey Uega desmayado entre Castro, Casta^
ñeda y otros dos caballeros, que ayudados por
los dos camareros le colocan en un sillón^
Castro, Ayudad
Ruperez. íobre Señor I
Castro, Qué haremos?
Robledo. No da señales
de vida.
Castro. Traed cordiales
Castañ. Llamad volando al doctor.
[ Vase Ruperez,]
Zeiva. [Llegando.]
ÍQué desgraciado accidente
[irad, Leíval Hace un momento
que estaba sano, contento;
y, ya lo veis, c^e repente
Zeiva. Sin duda es alferecía.
Castañ, Yo presumo que el pulmón
Robledo , Una fuerte indigestión
Castro. Digo que es apoplejía.
Castañ. Conduzcámosle á.su lecho
Robledo. £1 aire libre es mejor.
Zeiva. Alguna reliquia
Castro, Error!
ün baño le hará provecho.
Castañ. Eso es quererle matar.
Zeiva. Ya parece que respira.
Castro, Los ojos abre, y suspira.
Castañ. Ya los ha vuelto á cerrar.
EL REY. CASTRO. CASTAÑEDA. LEIVA.
ROBLEDO. RUPEREZ. CABALLEROS.
EL MÉDICO.
Castro. Ah doctor! Está muy malo.
Vastan. Acudid !
[Fl Médico pulsa al Rey y le observa,']
Zeiva . ¿ Teméis que muera
Castro. ¿ Qué decís
Robledo, ( I Que no le viera
agonizar don Gonzalo I )
Médico, Fiebre mortal le devora.
Si el santo Dios de Israel
no hace un milagro con él ,
no vive el Rey una hora.
Rey. Dónde estoy?. .. Quién es ese hoábre?
Zeiva. El doctor
Rey. [ Con voz muy débil que en vano quiere
esforzar.]
Oh qué porfía !
¿No he dicho que no quería
ni verle ni oir su nombre?
Un leve insulto No temo
á la muerte. Mi salud
Médico. Sí, tal vez. hay plenitud
Una sangría
Rey, Blasfemo!
Ya tu intención adivino.
Sangrarme ! Es una maldad.
De sus garras- me librad.
Prendedle. Es un asesino.
Zeiva. Fiad , Señor, en su ciencia
y en su probada virtud.
No miréis vuestra salud
con tan loca indiferencia.
Médico, I En buena hora por cierto
vuestro labio me insultó ! -
¿Qué interés tuviera yo
en asesinar á un muerto?
Gritoge
neral.
Médico.
■}
bhll!
Quien así me denigra
no merece un desengaño,
mas no quiero vuestro daño.
Rey ! , vuestra vida peligra.
Rey, Impostor !
Médico. Con noble calma
vuestra cólera provoco,
que arriesgar mi vida es poco
porque vos salvéis el alma.
Rey, i Por san Millan
Médico. I Ay de vos
si estos instantes perdéis
y contrito no volvéis
el alma, Fernando, á Dios!
£l sólo en trance tan fuerte
Castro. [Al Rey,]
Permitid que la sangría
IS
DON FERNANDO BL EMPLAZADO.
Médico, [Oiservando de nuevo al Rey.]
Es tarde ya I Seryiría
para acelerar su muerte.
• Ya aquí es ocioso el doctor.
Me dais lástima, y os dejo,
Íero tomad mi consejo,
llamad pronto «d confesor.
Rey. De Lucifer es tu arte ,
mas fuerza habrá que lo enfrene,
y si el sacerdote viene .
será para excomulgarte.
Prended, matad al villano
No obedecéis? ¿nadie habrá
que me vengue? ¿no soy ya
vuestra Rey? Mi propia mano.....
Médico. Tu mano I ¡Prueba siquiera
á levantarte de ahí !
Rey. [Pugna sin fruto por alzarse del
sillón^
Desventurado de mí !
Soy de mármol ! Suerte fiera !
Inmóvil el pié y el brazo
Qué recuerdo ! . . . . Ah ! Muerto soy !
Setiembre... siete... ¡Hov es... ¡Hoy
se cumple el horrendo plazo !
y mi ciego desvarío
Oh, perdón!.... Sángrame, sí.
Haz laque ouieras de mí.
Piedad!.... Dios mió! Dios mió!
Médico. [Á los caballeros.]
Cuidadle. Vuelvo volando.
[ Vase corriendo.]
ESCENA IV.
EL REY. CASTRO. CASTAÑEDA. LEIVA.
ROBLEDO. RUPEREZ. CABALLEROS.
Rey. Confesor!
Castro. Pues lo queréis ,
el vuestro
Rey. No le llaméis.
Yo os lo ruego,* yo os lo mando.
Cortesano, &lso amigo,
sobrado indulgente fué;
I y ahora que morir me ve
será inflexible conmigo!
Robledo. Si Vuestra Alteza prefiere
un buen religioso
Rey. Sí;
que venga.
[Vase apresurado Robledo.]
CasCaií. [Aparte d los dos caballeros.]
jNo estar aquí
don Juan cuando el Rey se muere!
ESCENA V.
EL REY. CASTRO. CASTAÑEDA. LEIVA.
EL MÉDICO. LOS DOS CABALLEROS.
Médico. [Trae una bebida que presenta al Rey]
•
Esta bebida tomad,
Señor, que acaso restaure
vuestras abatidas fuerzas.
Rey. Sí, sí. Dámela al instante.
[La toma.]
Consuelo me da el licor.
Bien me sienta , bien me sabe.
[Lo apura.] •
Mi espíritu se recobra;
más libre el pecho me late *
y la esperanza halagüeña
Jurara que mi semblante
se reanima
Castro. Sí, Señor.
Rey. Ah doctor! Eres un ángel.
Médico. Dad, Señor, gracias al cielo
que por mi mano ignorante
os quiere fortalecer
en este terrible trance.
Rey. No; ya no Mejor me siento
Ta es excusado que llamen
al confesor
[Bl Médico le pulsa.]
Eh? Qué dices?
Médico. Que temo no venga tarde.
Rey. No digo que estoy mejor?
Qué empeño de desahuciarme !
Si esa bebida me alienta ,
otra que tú me prepares
espero que en breves dias
me restablezca y me sane.
Médico. Señor, no basta mi ciencia
á curar un mal tan grave,
tan singular, que ni acierto
siquiera á calificarle.
Mal con que el cielo á los dos
quiere mostrar cuánto es frágil
la humana naturaleza
y cuan pequeño el alcance
del humano entendimiento.
Rey. Mi buen doctor, tú no te haces
justicia. ¡A cuánto infeliz
do los brazos no arrancaste
de la muerte ! Lo que hiciste
por cualquiera miserable,
no lo has de hacer por tu Rey?
Oh! yo haré cuanto. me mandes.
Si he sido hasta ahora indócil,
no culpes á mi carácter:
culpa a esa turba servil
DON FERNANDO EL EMPUZADO.
48
que te calumniaba infame.
[Movimiento de indignación en los
cortesanos.]
Castaü. [Á los otros aparte.]
Aprended!
Jtey. Sé generoso,
olvida injustos desaires,
Íf ynélyeme la salud....,
a vida! Sálvame, sálvame!
¿Quieres riquezas en premio
de beneñcio tan grande ¥
Yo mandaré que á tu voz
se abran las arcas reales.
1 Ambicionas por ventura
honores y dignidades?
Yo haré que los ricos-hombres
te obedezcan y te acaten.
Tú no serás mi vasallo,
sino mi amigo, mi padre
Ah! .... La luz falta á mis ojos.
Otra vez postrados caen....
mis miembros
Robledo. [Anunciando.] El religioso.
Médico. Cortos son ya los instantes
de su vida, y Dios los pide.
' Con su ministro dejadle
en libertad.
[Robledo introduce á un fraile dopii-
nico por la puertecilla inmediata á la
del dormitorio. £1 Religioso, cubierto
con la capucha y con la cabeza bajay
se para i muy corta distancia de la
puerta.]
Leiva . Desdichado !
(Haré que á su hermano llamen.)
[Todos se retiran por la puerta de la
derecha. El Religioso la cierra.]
ESCENA VI.
EL REY. EL RELIGIOSO.
Rey.
Religioso.
Rey.
Religioso.
Rey.
Religioso.
Rey.
Religioso.
Rey.
Religioso.
i
Rey.
Religioso.
Rey.
Morir! No hay ya remedio ni esperanza!
No! Dios te llama al tribunal eterno,
, juez inexorable, en su balanza
os actos pesará de tu gobierno.
Ay del que ha provocado su venganza!
Y la muerte oltidaba y el infierno,
do no hay juez que se venda al depravado
ni púrpura que cubra su pecado.
Presa de la ambición mi cetro ha sido.
£n sangre se tiñó de la inocencia.
Consejos de un traidor me han seducido.
Y nada te decia la conciencia?
¡ Perdón , Dios de bondad , y arrepentido
yo viviré en humilde penitencia!
No aplaca ese terror al Dios que adoro
sino de ardiente contrición el lloro.
Si has de mentir al cíelo, no le nombres.
Tanto vale ultrajarle maldiciente.
Engañar no podías á los hombres,
y engañarás á Dios omnipotente?
Piedad! De mi flaqueza no te asombres.
Viva ó muera, le adoro penitente.
Él te envia á salvarme y yo'contrito
Él me envia á acusarte! Sí, precito!
Mal hijo, mal esposo, rey cruento,
ya decretar tu pena al cielo plugo.
Por mí te acusa el pueblo descontento
que agobiado gimió bajo tu yugo.
Tus víctimas por mí con sordo acento
gritan: execración, muerte al verdugo!
Por mí, cumplido el plazo que te asombra,
te habla de Carvajal la inulta sombra.
Tal vez , ay ! si en mi pecho penetrara
esa sombra cruel se aplacarla,*
ii
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
17 el ministro de Dios que desde el ara
á confortar mi espíritu venía,
en él trance mortal me desampara,
y tal Tez me escarnece en la agonía!
Religioso. No soy quien me ha juzgado tu delirio.
[Desciñese el hábito y se acerca mis al ReyJ]
Mírame bien.
Rey. Gonzalo ! . . . . Atroz martirio !
Q. Carv. No ha permitido Dios que tu cuchilla
abriese á tres hermanos una losa.
Aun late aquí, tirano de Castilla,
sangre de aquella raza generosa.
{Saca un puñal.]
Ves este acero que desnudo brilla?
Venganza le aguzaba rencorosa.
To, fiador de tu tremendo plazo,
la esperaba de Dios y ae mi brazo.
Rey. [Moridundo.]
Clávamelo; no escondas el acero,
que no será...., cual mi dolor, impío.
Buen Dios! .... Acoge mi pesar sincero
Madrel .... Esposa!.... Hijo mió!.... Alfonso mió!....
Nadie me escucha!.... Abandonado muero
Señor, misericordia! En vos confio
[Logrando incorporarse y diriyiéndose d Gonzalo,
grita,]
Perdón I
[Da con el cuerpo en el suelo, y apoya espirante la
caieza en el siUon.]
G. Carv. Sí, desgraciado, que mi encono
contigo espira.
[En alta voz y con tono solemne poniendo la mano
sobre la cabeza del Rey.]
Eey. yo te perdono!
' [Vuélvese i cubrir rápidamente ^ abre la puerta de la
derecha, y se desvia de ella.]
ESCENA VII.
D. GONZALO CARVAJAL. D. PEDRO.
Pedro. [Adelantándose á todos.]
¿Muerto
G. Carv. [Mostrando el cadáver del Rey.]
Mirad! Dioses justo.
[Desaparece por la puertecilla de la
izquierda.]
ESCENA ÚLTIMA.
D. PEDRO. CASTRO. CASTAÑEDA. LEIVA.
EL MÉDICO, R03LED0. CABALLEROS.
CRIADOS.
[Llegan todos apresurados. SI Médico reconoce
el cuerpo.]
Pedro. [Acercándose.]
Fernando mió !
Médico. Ta es muerto.
Pedro. Pobre hermano! j Con mi sangre
quisiera animar tu cuerpo !
SLos grandes forman dos corrillos, y
rodlan entre si muy animados: Castro
y Leiva en el uno; Castañeda en el otro.
D. Pedro y el Médico permanecen si-
Undosos al lado del sillón.^
Castro. [En voz baja d los suyos."]
Era un tirano.
Gastan . [Afarted sus pardales.']
Era un monstruo.
Lriva. T á un niño daréis el cetro ?
Castaü. Proclamemos á don Juan.
Castro. Demos el trono á don Pedro.
Soiledo. [Entrando.]
Á la puerta del palacio
se agrupa impacienl;^ el pueblo
Pedro. [Á Leiva.]
Traed el pendón de Castilla.
[ Vase Leiva corriendo.]
Castro. [Aparte dios de su bando.]
Rey se declara. Esto es hecho.
DON FERNANDO EL EMPLAZADO.
To á su lado.
45
[Castro y sus pardales se dirigen hdda
donde está B. Pedro,]
Castañ. [Aparte d los suyos.]
Usurpador!....
Pedro. [Tomando el pendón de manos de Lriva
que entra con él.]
Abrid el balcón^ Robledo.
[Abre Robledo el balcón, y D. Pedro
, se acerca d él. Óyese sordo murmullo
de multitud curiosa.]
Pueblo I , Don Femando el Cuarto
murió. Dios sólo es eterno.
Mas si Fernando no vive,
vive el Rey en su heredero.
Á Dios , el alma del padre;
al hijOy el dosel supremo.
[Tremolando el estandarte.]
I Real y Real , Castilla , Castilla
por don Alfonso el Onceno!.
QSLSL
I
48
MEDIDAS EXTRAORDINARIAS.
Inés.
Pascual.
Inés.
Pascual.
Inés.
Pascual.
Inés.
Pascual.
Inés.
Pascual.
Inés.
Pascual.
Inés.
Ayunemos, á la usanza ,
cenando, Inés , mucho y bien ;
que Dios nos dará en Belén
un voto de confianza.
¿Y acaso nos faltan méritos
para violarla abstinencia?
Conténtese la conciencia
con los ayunos pretéritos.
Hambre , ¿ has de ser mi verdugo
el dia en que nace Dios? —
Ahí tienes un duro...., dos. —
Lo primerito, un besugo. •
Grato fuera al paladar
rico jamón con Jerez,....
pero no; merca otro pez;
tiempo hay para promiscuar.
De moscatel una azumbre
comprarás al tio Serapio,
y que haya lombarda y apio
y el cascajo de costumbre.
Tucron...., lo que quieras tú.
No h|iy ninguno que me empache;
mazapán, nieve, guirlache,
Jijona, yema, alajú
Por vida de Helisendral....
Lo mejor de la función
se me olvidaba; ¡la con-
sabida sopa de almendral
Tu gusto se cumplirá.
Yo por mi parte, alma mia,
poco te pido. Querria
Qué?
Que me compres un hoi. {*)
Boi! Jamás oí tal plato.
Es carne, ó pescado?
No,
ni de platos hablo yo.
Un toa digo: vulgo, un gato«
Un ^atol Es rara manía.
¿Quién se fía de ladrones ,
ni quién teme á los ratones
con la despensa vacía?
Boá^ ya que no das en ello,
es una piel que está en boga,
así...., en figura de sog^....,
que abriga y adorna el cuello.
Hablaras para mañana I
Bien, ¿y cuánto cuestan esos
Los de cisne, treinta pesos.
Madre de Dios soberana!
No por ellos tengo afán
aunque son de mejor vista.
Con uno negro estoy lista.
En quince duros lo dan.
Trescientos reales! ¿Qué escucho I
Tú estás dada á Barrabas.
Con otro pellizco más,
adiós amado cartucho I
Siempre con capa es fatal
Pascual.
Inés.
Pascual.
Inés,
Pascual.
Inés.
Pascual.
Inés.
Pascual.
Pascual. Peor estoy yo, que carezco
de ese mué ole,.... y pertenezco
á la milicia legal.
Inés. Tú , que vas siendo machucho,
vas bien de cualquier manera,
mas mi verde primavera
Vamos, deshaz el cartucho
Para dijes? No haré tal
con recursos tan escasos.
Cuando cobre mis atrasos
será otra cosa.
Pascual!
Excusados son los dengues.
Mi afán es darte decoro.
Muchas gracias. Dame oro;
yo te daré perendengues.
Oro! Al marido le toca
ganarlo.
Y gastarlo á ti?
Y la dote que te di?
Tú la has consumido, loca.
Y ahora me hablas de g^nar?
Yo trabajara á destajo,
pero es mi mayor trabajo
no tener que trabajar.
Feliz si fuera ebanista,
mas ni tengo beneficio,
ni conozco más oficio,
Inés, que el de oficinista.
Hoy dia no hay propietario
que sus fincas no administre ,
ni procer que, pluma en ristre,
no se ahorre el secretario.
Los franceses dramaturgos
traduzco de cuatro en cuatro;
mas los desecha el teatro
y no me los compra Burgos.
Ni falta quien me avergüence
diciéndome sin empacho
que dejar suelo en gabacho
lo que no vierto en vascuence.
Como no me eche á robar
Tus parientes importunos,
pues pudientes son algunos,
nos pudieran amparar.
Inés. ¿Qué quieres! Dan compasión
esos pueblos. Pobre gente !
Lo que deja el intendente
se lo come la facción.
Pascual. Todos me dan á porfía
dos mil incomodidades ,
; y para estas navidades
nadie un regalo me envial
Inés. Aun no es tarde : algo vendrá.
No les pongas mala fama.
Ambros. [Dentro.]
Dónde está, dónde está el ama?
Inés. Calle ! Ambrosia por acá?
( *) Boa se llama en castellano la serpiente cuyo nombre lleva el abrigo de que aqu( se trata; pero en este sentido
quiere U tirana moda que se pronuncie á la francesa {hoá). Así lo acentúo y lo rimo para que el mayor número de
oyentes y leyentes me comprenda.
ESCENA II.
D. PASCUAL. DOÑA INÉS. AMBROSIA.
{Entra Ambrosia con una cesta colgada del
brazo.]
Ambros. [Abrazando y besando á doña Inés,]
Voto á san!.... Venga un abrazo.
Cómo va? Creí que nunca
nos Tolvíamos á ver.
Inés, Yo buena. Tú tan robusta,
tan rolliza como siempre.
Ambros. ¿Qué quiere usted ! No tiene una
cudiaos Y usted, señor V
Pascual. Bien de salud. De pecunia
Inés. Y mi abuela?
Pascual. ¿Qné hay de nuevo
en Perales de Tajuña?
Ambros. [Rabiando ya con uno, ya con otro.]
La abuelita, tan famosa. —
Hogaño, mala la fruta. —
No pasan dias por ella. —
Pero abundantes las uvas.—
Se acuerda mucho de usted. —
Memorias del señor cura.
Inés. Y mi hermana Petronila?
Pascual, ¿Y qué tal año se anuncia
Ambros. Desmejoradilla está. —
Hay mucha falta de lluvias. —
Creo que anda enamorada. —
Ni hallan las reses vacunas
dónde pastar. — El teniente
de provinciales de Murcia
que tuvimos alojado,
á la cuenta es quien trabuca
su caletre. — Poore alcalde I
Le sacrifican á multas. —
Lo cierto es que no echa luz
desque se fué la coluna.
Yo.Ia he dicho que se venga
á Madrid. Pobre criatura !
Aquí se divertiría,
y ustedes tendrian mucha
sastifacion
Inés, Sí, sí.
Pascual, Pues I
(Quiera Dios que antes se pudra.)
Inés. Y esa cesta?
Ambros. Huevos frescos.
Como sabe que le gustan
á usted
Inés, La pobre abuelital
Pascual, (Vaya en gracial Algo se chupa.)
Son muchos?
Ambros. Una docena.
Ya ve usted, con la trifulca
de la guerra, y viva Carlos
y viva Isabel Segunda
no dejan gallina á vida. —
n.
MEDIDAS EXTRAORDINARIAS. 49
Pero me espera la burra.
Diquiá dempues.
Inés. [Á Pascual en voz baja.]
Tienes suelto?
Pascual. [Sacando plata menuda.]
Inés,
Aquí hay pesetas.
Dame una.
[La toma y se la da d Ambrosia,]
Toma.
Ambros. [Tomando la peseta.]
I Quite usted, señora
Inés, Para alfileres y agujas.
Ambros. Ya,y^,,s.huTf y buenas pascuas.
Pascual. {mhl^ bomoa te destruya!)
ESCENA III.
D. PASCUAL. DONA INÉS.
Inés,
Vamos, ¿qué dices ahora?
Ya ves aue no nos sepultan
mis deuaos en el olvido.
Pascual, Buen regalo, voto á Júdasl
Una docena de huevos
que Ramón se los (nanduca
en un almuerzo. { Y le das
una peseta á la muía
que JOS trajo I Más baratos
* los dan en la tienda.
[Suena la campanilla,]
Inés,
Lúeas.
Inés.
Escucha.
Han llamado.
[Entrando,] Sea Dios .
en esta casa.
Tío Lúeas!
ESCENA IV.
DONA INÉS. D. PASCUAL. LUCAS.
Lúeas. [Sentándose.]
Con permiso, que he venido
á pié desde Valdemoro.
Pascual, (Qué llaneza!')
Inés. Cómo está
mi tío don Cenon ?
Lúeas. Famoso.
Inés, ¿Y sus dos hijos, Mauricio,
Tiburcio
Lúeas, Tiburcio? Gordo
como un lechen , aunque sea
mala comparanza. El otro ,
guitarrista como siempre
4
M
Inés.
Lúeas.
Inés.
Lúeas.
MEDIDAS EXTRAORDINARIAS.
Pascual.
Lúeas.
Pascual.
Inés.
Lúeas.
Í mocero como ¿I solo,
iburcio estará estudiando
Sí.
Con quién? .
Con el demonio.
No hay en taita la comarca
muchacho más revoltoso.
No ha salido de palotes ^
pero hace bailar al trompo
3ue es un primor, y es capaz
e apedrear al susuncordio.
Qué edad tiene el angelito?
Trece años cumplió en Agosto.
Pues promete I
Mas su padre,
f.cómo con tanto abandono
e cria?
Quién? Don Cenon?
Se le cae de puro gozo
la baba. Sus travesuras
le remozan. Está chocho.
Qué buen amo! Ah! verbo en gracia,
en la alforja traigo un pollo
[Sacándolo.]
{»ara que ustedes celebren
a pascua.
Pascual. (Hártate, goloso!)
Inés. iiO estimo mucho.
Pascual. ¿Y usted
• . se volverá
Lúeas. No tan pronto.
Justo es Que el cuerpo descanse
por hoy: Mañana ú esotro
Pascual. (Cielol) Irá usted al mesón..:..
Lúeas. Qué mesón? Estoy yo loco?
Tengo ley á la señora
y aquí en casa me acomodo.
'Pascual. rAhI)Bien Pero el caso es que....
Ifo tenemos dormitorios
Lúeas. No le hace. Yo en la cocina
ó en la sala me compongo. —
Voy á ver qué hace Ramón
y á que me dé por el pronto
de almorzar. Hasta después,
que no quiero hacer estorbo.
Inés. Llévese usted allá dentro
esa cesta.
Lúeas. Sí, y el pollo.
ESCENA V.
D. PASCUAL. DOÑA INÉS.
Pascual. Qué campechano es tu tiol
Inés. Aunque el aguinaldo es corto,
la voluntad
Pascual. i Un polluelo
tísico I Bravo negocio !
¡Y el bruto que lo conduce
llena á mi costa el mondongo I
Le hemos de echar á la calle?
Inés.
Mateo. [Á la puerta.]
Pascual.
Que Dios guarde á ustedes.
Otro!
ESCENA VI.
DONA INÉS. D. PASCUAL. MATEO.
Mateo. [Trae una cesta. ]
Pascual.
Mateo.
Pascual.
Mateo.
Inés.
Mateo.
Inés,
Pascual.
Inés.
Pascual.
Mateo.
Pascual.
Inés.
Pascual.
Inés.
Pascual.
Mateo.
Pascual.
Mateo.
Paecual.
iQuién de ustedes dos se llama
don Pascual García Robles?
Linda pregunta! Yo soy.
Celebro que usted la goce.
¿Y usted
Sov el ordinario
de Boadilla del Monte.
Con esta cesta me envia
doña Quiteria Segorbe
Mi cara primal Está buena?
Tan guapa. Se reconcome
por hallar otro marido.
Ya ves, enviudó tan joven
Qué hay de bueno en esa cesta?
[Xe^yistrdndola.]
Una orza con arrope ,
mantecados de las monjas,
Y tortas de cañamones.
^Todo ello valdrá seis reales.)
[Despidiéndole.]
Dé usted gracias en mi nombre
á esa señora, y mandar.
¿No me paga usted el porte
y los derechos?
Derechos?
Porte? Estamos frescos! ¿Conque...
[Fn voz baja.]
Págale. Qué hemos de hacer?
[Lo mismo.]
Llévese con mil legiones
de diablos lo que ha traido.
Eh! calla; no me abochornes.
Qué dirían de nosotros?
(Ohl....) Cuánto?
Nueve..., catorce...
Catorce reales, señor.
¡Excomul (Dios me perdone.)
Tome usted.
[Tornando el dinero.]
Ea, salud.
(Así saldremos de pobres.)
MEDIDAS EXTRAORDINARIAS.
81
ESCENA Vil.
Inés.
Pascual.
Inés.
Pascual.
Inés.
Pascual.
Inés.
Pascíiai.
Inés.
Pascual.
Inés.
Pascual.
Inés.
Pascual.
Inés.
Pascual.
D. PASCUAL. INÉS.
Qaé ojos I Parecen dos ascuas.
Reniego de tus parientes ,
reniego de sus presentes,
de ti , de mí y de las pascqas.
Harto hacen , siendo notoria
la miseria general ,
y tú debieras, Pascual,
agradecer su memoria.
Si sólo muestran así
su cariñoso interés ,
diles de mi parte , Inés ,
que no se acuerden de mí.
Y amos , hijo, no te enfades ,
que eso es de poco momento,
y si tú no estás contento
tendré malas navidades.
Sí; tu dulce voz me aplaca ,
y no es culpa tuya al fin
si tu parentela es ruin
y mi fortuna bellaca.
A pesar del casto lazo
que nos une , estás hoy tál ,'
?ue no me atrcTOj Pascual,
pedirte
Qué?
Un abrazo.
[Adrazándola.] •
Tómalo. ¿Be cuándo acá
no es mi gloria el darte gusto?
¡Eso dices, hombre injusto,
y no me compras el doáf
Pero, mujer, ¿no te he dicho
que eso es imposible?
Ingrato !
Eh! no llores. Por un gato
Cruel !
¡Vaya, que es capricho
Inés. [Se]f arándose.]
Pascual.
Tú ñame amas!
Sí, mujer,
mas cuando falte el dinero
¿echarás en el puchero
ese bgá de Lucifer?
Inés. ¿Á una mujer que se humilla
aesairas de esa manera?
Bien, yo tendré cuando quiera
bois y pieles de" chinchilla.
Pascual. Qué dices? Oh!.... Me amenazas...
Veremos ( Temblando estoy. )
Galla Palabra te doy
Inés.
Pascual.
Inés.
[Suena la campanilla.]
Bien mió !
(Soy un bragazas.)
Llaman.
y romperle te prometo
sobre el zamarro paleto
que me traiga otro regalo.
Pascual. [Toma su bastón.] -
Sí ? Venga mi palo,
ESCENA VIII.
DOÑA INÉS. D. PASCUAL. DOÑA MACARIA.
PETRONILA.
Lies. Es mi abuelita. Qué gozo I
Pascual. (Esto es mil veces peor!)
Macaría. [Abrazando á doTia Inés.]
.Inés! Hija I
Inés. Madre!
Petronil. [Abrazándola.] Inés 1
Inés. Petronila!
Pascual. ( Voto á briós ! )
Macaria.Eijol Pascual! No me abrazas?
Pascual. [Reprimiendo su disgusto y abrazan^
dala.]
Oh! si, sí (¡Mal torozón )
Macaria.A^rietA más. Qué tibieza!
Pascual. Por no ofender el pudor
Aíacaria.Boh^ddL. Ño soy tu madre?
[A Petronila.]
Abrázale tú, ababol.
Petronil. EstBih^ esperando vez.
^Petronila y D. Pascual se abrazan.]
Macaría. [Á Pascual.]
Tú no me esperabas hoy;
verdad?
Pascual. Cierto. No esperaba
la dulce satisfacción ,
Macarla. Ta ha tiempo que os prevenía
esta prueba de mi amor.
Pascual. (Yo me pasara sin ella.)
Macaria.\\iOT9L veo que cumplió
con mis órdenes Ambrosía.
Así más placer os doy
con la sorpresa Pascual,
acércame ese sillón.
Pascual. (Eso me faltaba I )
[Se lo acerca y se sienta doña Maca^
ria. Todos hacen lo mismo.]
Macaría. Niña ,
tú estás flaca, sin color
Inés. No sé por qué, Yo estoy buena.
Macaría. [En voz baja.]
iHay acaso presunción
ae.... Síntomas.... Tame entiendes.
Inés. ¡Abuela
Macaría. Baja la voz ,
que tu hermana no es de misa.
¿Conque un biznietito
Inés. No.
52
MEDIDAS EXTRAORDINARIAS.
Macar ia.TueB tú estás desmejorada.
Y casi creyendo yoy
que el nucTo estado quizá..
[Á PascvaL]
Sería una sinrazón
no amar á esta criatura,
porque es un ángel de Dios
mi Inés.
Pascual. ¡ Sen ora
Inés. Abuelita I
Macaría.Si te trata con rigor
será mucha iniquidad.
Una moza como un sol
que aun no cumplió veinticuatro
es joya de gran valor.... ..
Pascual. ¿Quién niega
Macaría. Para un marido
que peina cincuenta y dos.
Pascual. Guando la ofrecí mi mano,
¿por ventura oculté yo
mi partida de bautismo?
Ni sé qué motivo doy
Íara que me acuse usted
üs mera suposición
Vamos , sin duda mi ausencia
la entristecia. Al fín soy
su abuela y su única madre ,
poraue la suya Ay dolor!
Acabó mosú Lerruá
con ella.
Pascual. . ( Y contigo no I )
Inés. ¿ Á qué saca usted ahora
tan triste conversación?
A/ocam.Mas consuélate, hija mia.
Gracias al cielo, ya estoy
á tu lado y comeremos
en una mesa el turrón.
Pascual. (Ay de mil)
Macaría. Y aunque abandone
por tu causa la labor,
no me iré tan pronto
Pascual. (Rayo!)
Inés. Yo me alegro mucho.....
Pascual. (Oh!....)
Macaría. Aquí be de estarme hasta el miércoles
de ceniza.
Pascual. (Maldición,!)
Macaría. Ya hablaremos. Correrá
de mi cuenta desde hoy
el gobierno de esta casa ,
y estará como un reloj.
Ya sabes que á gobernosa
nadie me gana.
Pascual. ( Gran Dios ! )
Macaría, k mí debieran nombrarme
ministro de lo interior.
Pascual. No es menester. Donde hay poco
Macaría. Td eres un santo varón.
Pascual. Convengo.*
Macaría. Inés, una niña.
Yo velaré por los dos
Pascual. Gracias.
Macaría.[Á doña Inés.]
Dime: los criados.
Pascual.
Petroníl.
Pascual.
Petronil.
[Sigue hablando con doña Inés en voz
baja.\
(Ya ha tomado posesión!)
[A Petronila.]
¿Y tú qué dices, muchacha?
Yo hablo poco. Aquí me fistoy
al brasero
5 Te hallas bien
en Madrid?
Yo? No, señor.
Como no conozco á nadie
Pues. Y este es un lugaron
que Vaya, vaya, en mi pueblo
estaba mucuo mejor.
Así lo creo. Es decir
que si vale tu opinión
te volverás á Perales
Antes que mañana , hoy.
Eres muy amable.
Mucho.
Muy graciosa.
Eh... Jum... Qué tos!
Te estás riendo de mí?
No tengo tan buen humor,
í Callaré por no exponerme
á cascarla un bofetón.
¡Vaya que nieta y abuela
son dos hembras de mi flor!
Con la una en esta casa
ha entrado la inquisición;
la otra á cada pregunta
responde con una coz.)
ESCENA IX.
DOÑA INÉS. D. PASCUAL. DOÑA MACARÍA.
PETRONILA. DOÑA QUITERIA. ROSITA.
Pascual.
Petronil.
Pascual.
Petronil.
Pascual.
PetroníL
Pascual.
Petronil.
Pascual.
Quiter.
Inés.
Quiter.
Pascual.
Quiter.
Inés.
Quiter.
Pascual.
Quiter.
[Dentro.]
No tiene usted que pasar
recado. Yo soy de casa.
[Entra en la sala con su niña. Lleva
boa.]
[Se levanta, y todos menos doña Ma»
caria.]
Esa voz Quiteria!
[Adrazdndola.] Inés!
(Esta es otra que bien baila.)
Es tu suegro ese señor?
No; mi marido.
Pensaba
(Tengo yo cara de suegro?)
[Se acerca y la airaza.]
¿Qué veo! La tia Macária!
MEDIDAS EXTRAORDlNARrAS.
53
Macaría. AáioSf Quítería.
Quiter. Tan fresca !
tan rozagante T tu hermana !
Peironil.VeLVB, servirte.
Inés. Rosita 1
Ven aquí, ven aquí, alhaja.
[La desa.]
Sentaos. Qué hacéis de pié?
Macaría. Está muy mona.
Petronü. Es muy guapa.
QuiCer. Hija, en el pueblo me aburro,
y vengo á pasar las pascuas
en Madrid.
Inés. Haces muy bien.
Qmter. Aquí tengo muchas casas
donde venir á parar.
Como estoy relacionada
con tanta gente Ya ves ,*
mi marido, que Dios haya ,
estuvo empleado en propios
Pero vaya noramala
todo el mundo. Entre los mios
estaré más á mis anchas;
y si no lo hiciera así,
tú, prima, que eres tan franca,
te quejarías
Inés. Sin duda..*.
QuiCer. Tratadme con confianza ;
lo entendéis ?
Inés. [Aparíe i D. Pascual.]
Un dod/ Lo ves?
Hasta en los pueblos lo gastan !
Pascual. {En voz baja.]
Déjame en paz. ¡Bueno estoy
f)ara bods! De buena gana
a ahorcaría yo con él.
Inés. Vamos, ¿no me dices nada,
niña?
Quiter. Haz. un mimo á tu tía.
Inés. Vamos, sí.
Macaría. Cómo te llamas?
Quiter. Responde : Rosita Suarez.
Si viera usted cómo charla!
¡Tiene un pico
Petronil. Vamos , di .
Quiter. Es milagro que ahora calla. —
Mira que llevas azotes.
Inés. Te daré merengues Nada!
Quiter, Se empeña en dejarme mal.
No quieres hablar? Pues canta.
Para eso se pinta sola.
Vamos , el Lele, 6 el Alza
film.
Inés. Tendrá vergüenza.
Quiter. Pues ¿y bailar! Baila, baila
las manchegas, hija mía.
Pascual. Acaso no tendrá gana
Quiter. Vaya I Y sí nd, la Cachucha.
•
[Tarareando.]
Tara, larira, laraara....<
i/a^area.Propía condición de niños ,
que nunca han de hacer sus gracias
Quiter.
cuando se lo ruegan.
Mira
que me sofocas, muchacha.
Pascual. [Aparte d doña Macaría.]
Ya hará gracias; no hay cuidado.
Verá usted qué poco tarda
en romper un abanico,
llorar, ó pedir la
Vaya!
Otra vez será.
Sin duda
de mi cuñado se espanta.
Pascual. Soy yo alguna fiera?
Quiter.
Petronil.
Quiter.
No,
I
pero como ve esa cara
tan seria
Inés, Dice muy bien. .
Ve que tú no la agasajas ,
ni le das siquiera un beso
Pascual. Qué he de hacer si es tan huraña?
Probaremos sin embargo.
Menina! Un besito
Quiter. Anda.
Dale un beso.
Rosita. No !
Pascual. Qué gusto !
Ya hablé. Hijamia!....
[La da un beso y la niña ro^npe d
llorar.]
(Qué babas!)
Rosita. [Corríendo d refugiarse en los brazos
de doña Quiteria.]
Mamá! Mamá!
Pascual. (No lo dije?
Ya soltó la clarinada.)
Quiter. Calla ! Si te quiere mucho !
Rosita. Me ha pinchado con las barbas.
Quiter. Ven ustedes qué agudeza?
Pascual, Sí tal. Es mucha monada.
Ea, no llores
[Rosita sigue llorando y al mismo
tiempo suena dentro una zambomba.]
(Reniego
de ella y de toda su raza.)
Inés. Le daré para que calle
una torta.
[Saca una de la cesta que trajo el or-
dinario y se ta da.]
Toma, chacha.
[La toma Rosita y dejando de llorar
se la va comiendo al lado de su ma-
dre.— Las mujeres cuchuchean al re-
dedor del brasero.]
Pascual. (Ya es ganga la tal viudita !
Tras de allanar mi morada^
5i
MEDIDAS EXTRAORDINARIAS.
Inés.
su chiquilla se me come
las tortas qae me regala.)
[Suena la campanilla.]
Otra Tez la campanilla 1
Pascual. (Mesón se ha yuelto mi casa.)
ESCENA X.
' DOÑA INÉS. D. PASCUAL. DOÑA MACARÍA.
PETRONILA. DOÑA QUITERIA. ROSITA.
D. CENON. D. MAURICIO. TIBURaO.
[Otra vez se levantan todos minos doña Ma-
caría. D. Cenon y sus hijos adrazan d doña
Inés.]
Centm. Inés I
Maur. . Inés!
Tibur. Inesilla !
Inés. Tanto bueno por acá!
Pascual. (Mesón? Poco he dicho. Este es
el valle de Josafat.)
Cenon. [Abrazdndole.]
Pascual!
Maur. [Lo mismo.]
Pascual !
Pascual. Bien venidos
Tibur. , Felices pascuas, Pascual!
[Toca una enorme zambomba que trae.]
Inés. Tío Cenon!
Pascual. . ( También zambomba !
Hoy me da una enfermedad.)
Cenon t Hola Quiteria ! . . . . Macaria !
Petronila ! ¡ Voto á san
T la chiquilla Me alegro.
Qué dichosa navidad!
Macaria.Genonl
[Eablan todos d un tiempo y se van
sentando.]
Petronil. Tiburcio !
Maur. Rosita!
Tibur. Petronila !
Quiter, ¿Cómo estás,
Mauricio?
Maur. Para servirte,
Quiteria.
Tibur. [Áprovechdndose de la confusión des-
tapa y reconoce la cesta.]
¿A ver, á ver qué hay
en este canasto? Bollos!
[Saca dos y come. En el resto de la es-
cena hará continuos viajes d la cesta.]
Qué mantecosos están !
Cenon. ¿T cómo aquí reunida
la parentela?
Inés. Es casual
Cenon. Vamos, Pascual ha tenido
la humorada singular
de convidaros á todos
para esta festividad.
Pascual. Convidar
Cenon. i T á mí me excluyes
del convite general ,
á mí y á mis hijos ! Pero
sin duda la circular
se ha extraviado. Mejor.
Así me agradecerás
con doble razón el viaje.
Pascual. Sí, señor, mucho, sí tal.
(Así tengas la salud.)
Maur. Inesita! ¡Voto va
[La abraza.]
Otro abrazo. Estás muy bella ;
más bella, que en el lugar.
Inés. Sí; lo mismo se lo dices
á cualquier hija de Adán.
/^fl>(?fw/. (Otra vez?)
[Á doña Quiteria que está d su lado.]
Aficionado
es el tal primo á abrazar.
Quiter. [En voz baja.]
Un poco. T en otro tiempo
fué su novio.
Pascual. I Por san Blas
Quiter. Y ha llegado á mi noticia
que ella no le quiso mal.
Pascual. ¿ Qué escucho ! *
Quiter. Y el parentesco
No le pudiera alcanzar
un galgo.
Pascual. [Se levanta apresurado.]
Sí? Con licencia,
señor primo.— Ven acá.
[D. Mauricio
mano de Inés,
lado de su marido y hailan en voz
baja.]
Inés. Qué quieres?
Pascual. Tienes un primo
muy sobón, cara mitad.
Inés. Nos hemos criado juntos.
Pascual. Ese es un motivo más
Sara apartaros yo ahora.
[i honor es como el cristal.
Pascual. Por lo limpio, ó por lo frágil?
Inés. Qué insulto ! qué iniquidad!
Mereces
Pascual. ¡Y mucho mimo
después! ¡Y cómprame el bod! ....
Inés. Pero, hijo, si
Pascual. Ruega á Dios
cto que tenia asida una
?.?, ía suelta, pasa ella al
MEDIDAS EXTRAORDINARIAS.
5S
Tibur.
Cenon.
Maur,
Tibur.
Maur,
^uiíer.
que, aanque es de canto y de cal,
DO 80 canse mí paciencia.
Macaría. Qué es eso?
Inés. Nada , mamá .
[ Vuelve al corro y se sienta lejos de
D. Mauricio.]
Pascual. [¡Sorprendiendo i Tiburcio en el acto
de sacar una torta.]
Hola, hijito! No eres manco.
Toma! Por qué no me dan?
[Riéndose,]
Ja, ja Dice bien el chico.
Atrácate. Ja, ja , ja.
Cuántas te has comido?
[Con la boca llena.] Ocho.
Vaya otra, sin ejemplar.
[El muchacho saca la. mano llena de
bollos.]
Basta ya, tragón. ¿No quieres
que las prueben los demás?
Pascual. Yo se las daria todas
Ísi fuesen de rejalgar.)
Cosita
Quiler, Ta se ha dormido.
Ay Jesús! Pes$i un quintal.
Dónde la echaré?
Inés. En mi cama.
Pascual. (Ay Dios! Me la va á calar.)
Inés. Dámela. [Toma ta niña.]
Macaria. [Levantándose.]
-Espera, Inesita.
Yo también voy por allá.
Reconoceré la casa
y veré de acomodar
á todos.
ESCENA XI.
D. PASCUAL. PETRONILA. DOÑA QUITERIA.
D. CENON. D. MAURICIO. TIBURCIO.
Quiter. [Á D. Pascual.]
Diablo de tía!
¡ Miren con qué libertad
dispone de casa ajena!
Pascual. En cuanto á eso, muchos hay
que la imitan.
Quiter. Y qué genio !
Nadie la puede aguantar.
Si ella está aquí cuatro dias
no habrá contento ni paz
en esta casa. Oh!
Pascual. (La viuda
tiene lengua de alquitrán.)
Quiter. Pues digo, la Petronila!
Tan fatua, tan ñoña El tal
don Cenon es un mastuerzo,
el muchacho un Barrabas ,
Mauricio vicioso y ganso
Pascuai. Y usted un ángel. Verdad?
ESCENA XII.
D. PASCUAL. PETRONILA. DOÑA QUITERIA.
D. CENON. D. MAURICIO. TIBURCIO. DOÑA
MACARIA. DOÑA INÉS. LUCAS. AMBROSIA.
Inés. Quisiera tener más casa.
Macaria. Bien. Ya formaré mi plan.
[Llega Liicas con un maletón y alfor^
jas, capas y una guitarra. Le sigue
Ambrosia.]
Lúeas. Alabado sea Dios!
Ambros. Ya estamos todos acá.
Pascual. (0\xo refuerzo! Está visto.
Yo tendré que irme al zaguán.)
Lúeas. Dónde acomodo estos chismes?
Maur. Pdnlos sobre ese sofá.
Macaria.Si^ bien. Luego arreglaremos
Quiter. Mis baúles no vendrán
hasta mañana.
Macaria. Los mios
llegan con el mayoral
esta tarde.
Pascual. Sí? Muy bien ! . . . .
(Santísima Trinidad!....)
[ Viendo d Tiburcio que garrapatea en
los papeles que habrá sobre la mesa.]
Muchacho, qué estás hacien'do?
Tibur. Pintaiido monos.
Pascual. Satán!
Me has perdido ! en mi expediente
sobre alfolíes de sal ! ... .
Aparta! ¿Y esto ha de ir
al ministro?
Cenon. [Acercándose d mirar, con rísa es-
túpida.]
Ja, ja, ja.
Ocurrencia como ella!
A ver qué has hecho, rapaz ?
Bien ! Y nadie le ha enseñado.
Digo que es habilidad.
Ja, ja, ja
Pascual. Se rie usted?
Tibur. Es el gigante Ooliat.
[D. Cenen stielta una estrepitosa car^
cajada; D. Pascual encierra lospa-
peles en una cómoda; las mujeres
charlan todas á un tiempo; Maurício
toma la guitarra y la templa.]
Cenon. Este chico es la esperanza
de la familia.
Pascual. (¡Infernal
parent^a ! )
Quiter. i Oh , que tenemos
S6
HEDIDAS EXTRAORDINARIAS.
guitarra ! Baeno será
que cantes alguna cosa,
Petronila.
Petronil, Lo hago mal.
Maur, Vamos, yo acompañaré.
Quiter. Sí. Una voce^ocofa.
Macaría, Canta.
Petronil, Si me da vergüenza !
Ambros. Tío Lúeas, que ya á cantar!
Sentémonos.
Lúeas, Que me place.
[Se sientan,]
Pascual, [A los criados lugareños,]
Bien I Viva la libertad!
Petronil, El aria no.
Inés, Pues bien, canta
otra cosa.
Macaria, El Dulce imán,
Cen,ún\ - T si nó, el Tripili Trápala.
PetroniL^ero Otro diaserá
MauT, Ahora.
Toios* [Menos D, Pascual,]
Que cante ! Que cante !
Petronil. 8i estoy ronca. Fuerte afán!....
Quiter. [A D, Pascual,]
Ta verá usted cómo ahuUa
después de hacerse rog^r.
Maur, Vaya algo nuevo. La Átala.
Pascual, (Virgen de la Antigua!)
Petronil, Mas
Todos. [Menos D, Pascual,]
La Átala/ La Átalaf
Petronil. Vamos :
ustedes perdonarán
[Tos^iendo y escupiendo,]
¡Pero si
Maur. [Punteando la guitarra.]
Vamos, empieza.
Petronil, [Cantando,]
«Triste Chac »
[Hablando,]
No.
[Cantando.]
«Triste Chac....»
[Hablando,]
¡Si digo que hoy
Quiter, [A D, Pascual,] No lo dije?
Maur. Volveremos á empezar.
[Petronila canta con ridicula afecta-
ción y muy desafinada. Todos mani-
* flestan oiría con sum^ gozo, particu-
£'
larmente doña Macaria y D. Cenon.
Doña Quiteria reprime la risa y se
tapa la boca con el abanico, D. Pas-
cual hace gestos de desaprobación,]
Petronil, [ Cantando . ] ( * )
«Triste Chactas! Cuan rápida ha sido
la terrible ilusión de tu dicha !
Sumergido en perpetua desdicha
sólo resta un fatal porvenir.
Bella virgen , tu vida expusiste
ir librarme de muerte funesta.
i canción para siempre será esta:
Sin mi Átala no puedo vivir.»
Pascual, [Mientras todos palmetean.]
(Jesús! ¡Bienaventurados
los sordos ! Qué atrocidad!
Comparada con su voz,
la zambomba es celestial ! )
Macaria. ÉíbiorK y t)ues quiso el cielo ^
por su infinita bondad
reunir la parentela
en casa del buen Pascual ,
ya que esta casucha ofrece
tan poca comodidad
Pascual. Cierto, y yo era de opinión
Macaria. Tú no te debes mezclar
en eso.
Pascual. Yo
Macaria. En tal apuro
dicta la necesidad *
medidas extraordinarias.
Pascual, ( Ay í ¡ Si enviarme querrá
confinado á Filipinas ! )
Quiter, ¿Qué golpe de autoridad
nos prepara usted?
Macaria. Hagamos
cama redonda.
Maur. Cabal.
Todos. [Minos D, Pascual y Petronila,]
Cama redonda!
Pascual, Protesto!
[Oran bulla.]
Petronil.
Pascual,
Petronil.
Pascual,
Macaria.
No permitiré jamás
Pido la palabra.
Corre
peligro mi honestidad.
Soy casado.
Necio, aquí
no se ataca á la moral.
Habrá división de sexos.
Los hombres se acostarán
en la sala ; las mujeres
en la alcoba principal ;
los criados allá dentro.....
Pascual.Vero es una iniquidad
el arrancar á un cristiano
de su lecho conyugal.
(*) Música ratonera y versos Defandos, de que do soy responsable; pero fué muy de moda en su tiempo esta
canción.
MEDIDAS EXTRAORDINARIAS.
57
Maur.
Cenan.
Qaite el maridazo !
i Fuera
prívilegioBl I La igualdad
ante la ley !
Inés.
[Aparte con D, Pascual.]
Eb preciso,
porque en casa no los hay
para tantos
Pascual. Qué ? Reniego
Inés, Pedir á la vecindad
colchones.
Pascual. No quiero. Vayan
noramala.
Inés. . ¿Qué dirán....!
Pascual. Dios, con ser Dios, ya á dormir
esta noche en un portal.
Inés. [ Volviéndose al corro.]
Estamos conformes. Luego
lo arreglaremos, mamá.
Quiter. Soy de parecer que ahora
yayamos á pasear
todos juntos.
[Todos se levantan.]
Maur. Sí , lo apruebo.
Afacaria.YtimoB , sí.
Cenan. Vamos allá.
A bien que todos llevamos
los trapos de cristianar
Inés. [Poniéndose la mantilla.]
Sí. Vienes, Pascual?
Pascual. No.
Tidur. Sí ;
me comprará mazapán.
Pascual. Vayan ustedes con Dios.
Yo me quedo á preparar
la^colacion.
Maur. [Á doña InesA
Venga el brazo.
Pascual. (Ta me la atrapó el galán.)
Tidur. JSsperarse ! Allá voy yo I
Quitó, zopenco. Tú irás
con Ambrosia y el tio Lúeas.
Pues que me dé padre un real
y compraré una chicharra.
[Ddndale cuartos.]
Toma, toma, perillán.
Primita Macaría , tengo
el honor
Maur.
Tidur.
Cenan.
Quiter.
Inés.
Quiter.
Pascual.
[Ofreciendo el brazo y ella la toma.]
(Miren qué par!)
Ea, abur
Cuídeme usted
la niña.
[Salen todos. D. Pascual cae desolado
sobre el sillón.]
No puedo más!
ESCENA XIII.
D. PASCUAL.
[Breve ,pausa.]
Qué noche-buena me aguarda!...
Mas yo merezco la albarda
que me echa encima esa gente,
como á mulo de alquiler,
por ser tan condescendiente
con mi mujer.
Dios poderoso y bendito,
¿cuál ha sido mi delito,
que otro campo de Agramante
ya mi casa viene á ser?
¿No me castigáis bastante
con mi mujer?
Miro á todos con espanto, '
mas nadie me aterra tanto
como esa maldita vieja
que en todo se ha de meter.
jy ese primo que corteja
kmi mujer!
Ó soy de Madrid ludibrio,
ó perdiendo el equilibrio
de patas en el infierno
el crimen me hará caer.
Por quién, por quién, Dios eterno?
Por mi mujer/
Ay pobre paga i Entre todos
me van á comer los codos ;
y esa re-suegra gendarme,
retriato de Lucifer,
ay 1 ni me deja acostarme
con mi mujer.
Soldados, no estéis ociosos!
Quereir perseguir facciosos?
Venid , patriotas valientes ,
venid; yo os he menester.
Acabad con los parientes
de mi mujer.
ESCENA XIV.
D. ANTONIO. D. PASCUAL.
Antonio. Don Pascual I
Pascual. Ay don Antonio !
Antonio. To temo que se me hunda
la casa. Qué baraúnda !
Quién ha entrado aquí?
Pascual. El demonio!
Antonio. ¡Tanto ruido todo el dia
Pascual. Ay vecino!
Antonio. Y cuando oí
HEDIDAS EXTRAORDINARIAS.
Pascual.
Antonio,
Pascual.
Antonio,
Pascual.
Antonio,
Pascual,
Antonio,
Pascual,
Antonio.
Pascual.
Antonio,
Pascual,
Antonio,
Pascual,
Antonio.
Pascual.
Antonio.
Pascual,
Antonio,
Pascual,
Antonio,
Pascual.
Antonio.
Pascual.
gritos, clamores*..., creí
que estaba usté en la agonía.
Sí, señor, ó poco menos.
I Hoy que humilde en un establo
nace Dios
Me lleya el diablo,
y por pecados ajenos.
Cuénteme usted
Qué epidemial
Ta sabe U8t«d que le quiero.
Sí ,* siendo usted mi casero
ni me embarga ni me apremia.
Usté es honrado, yo rico.
Sé que el tesoro está exhausto
Soy de la patria* holocausto !
Por dos mil reales y pico
Hoy que he tomado del arca
una paguita, qué estrella!,
se conjuran contra ella
diez pueblos de lá comarca.
¿Qué dice usted! ¿Con qué título....
Oh villanos trogloditas!
Vaya, cuente usted sus cuitas....
Oiga usted. Primer capítulo.
Mi mujer Ya usted sabrá
que se muere por un dije
Algo
Pues, señor, [me^xige
media paga para un boa!
No es justo, que están muy malos
los tiempos
ttsm. Su abuela
y otros de la parentela
me abruman con sus regalos.
Hombre!....
Oiga usted.
Adelante.
Son tortas negras y duras,
y huevos con galladuras,
y un pollito vergonzante.
Nada menos!
Sí, señor;
Antonio,
Pascual,
y entre propinas y porte
ya me ha hecho dar mi consorte
siete veces su valor.
ítem más. — Los muy beodos....,
lo peor, don Antonio, es esto,
con tan frivolo protesto
se me encajan aquí todos.
¿Qué me cuenta usted!
Sus céspedes
han abandonado en masa,
y está invadida mí casa
Íor una legión de huéspedes,
^obre don Pascual !
La tía,
los primos, la abuela anciana....,
los sobrinitos, la hermana....,
y toda la dinastía.
Antonio. Contra la injusta invasión
de tanto deudo importuno
¿no habrá un medio?
Pascual Sélo hay uno. —
Antonio.
Pascual.
Antonio.
Pascual.
Antonio.
Pascual.
Antonio.
Pascual.
Antonio.
Pascual.
Antonio.
Pascual.
Antonio.
Pascual,
Antonio.
Pascual.
Antonio.
Pascual.
Antonio.
Pascual.
Antonio.
Pascual.
Tirarme por el balcón.
Cómo!.... Pues yo, es cosa cierta,
los cogiera de los cuellos
y los arrojara, á ellos,
si no se van por la puerta.
Por fin ahora el somaten
me ha dejado descansar.
Dónde han ido?
Á pasear.
T la costilla?
También. '
Pensamiento peregrino I
Oh! sí, sí.... To haré el despejo..*.
£h?
Tome, usted mi consejo,
y se salva usted, vecino.
Y á gentes tan temerarias ,
tan gorronas é impolíticas
¿cómo
En circunstancias críticas,
medidas extraordinarias.
A ver? Yo en usted confío
Sin que quede ni un esparto,
desalquilemos el cuarto,
y bájese usted al mió.
Oh qué buena idea!
Así,
cuando vuelvan sus mercedes,
no hallarán más que paredes.
Bravo! Sí,- al instante; sí.
Al avío !
Yo me atonto
Venga el criado
ÍLlamafido.] Ramón!
Fo hay tiempo La confusión...,
ESCENA XV.
D. PASCUAL. D. ANTONIO. RAMÓN.
Antonio. Ah! Baja á mi cuarto. Pronto!
Con mis criados volando
vuélvete aquí, y además
á seis mozos llamarás
de cordel
[llamón duda y mira a su amo.\
Pascual. Ve: yo lo mando.
ESCENA XVI.
D. PASCUAL. D. ANTONIO.
Pascual. Van á alborotar la corte
si ven cerrada la puerta.
Antonio, Yo me quedo. Estará abierta.
Yo les daré pasaporte.
Pascual, Ya de su chasco me rio,
y aun lo merecen mayor;
pero, ¿y mí mujer, señor?
¿Qué ya á ser de ella. Dios mió )
Antonío.Ehl no sea usted tau..... bobo.
Que rabie.
Pascual, Pobre Inesita!
Antonio. También ella necesita
ver las orejas al lobo.
Pascual. Tal vez haciéndola instancias....
Antonio. Nada de eso. Ó no intervengo,
ó á la ley marcial me atengo
que exigen las circunstancias.
No fia usted de un amigo?
Pascual. Sí; omnímodas facultades *
doy á usted. Qué navidades!
Antonio. Las pasará usted .conmigo.
ESCENA XVIL
D. PASCUAL. . D. ANTONIO. RAMÓN.
[Siffuen i. Ramón dos criados y luigo entran
seis mozos de cordel.]
Antonio. Cargad con ese menaje ,
y á mi habitación con él.
Pascual. Y los mozos de cordel?
Ramón. Aquí están.
Antonio. Vivoí
Pascual. Coraje!
[Los criados y mozos empiezan i bar^
gar muebles y llevárselos , yendo y
viniendo hasta quedar desocupada la
kaíitacion.]
Vosotros cuatro, á la alcoba
con Ramón y al comedor.
Ramón. Todo abajo ?
Antonio. Sí, señor.
No ha de quedar ni la escoba.
[ Vase Ramón d lo interior de la casa
con cuatro mozos. Los demos y los dos
criados siguen desocupando la sala.]
Pascual. La zambomba y la guitarra
y esas capas y ese lío,
dejadlo ahí, que no es mió.
Antonio. Ah ! Ta.
Pascual. Es de ellos. ¡Mala. . .
Un mozo. [A otro.] Agarra !
[Los mozos dejan en un rincón lo que
trajeron los lugareños y se llevan el
^ sofá.]
Pascual. Llévíite esa cesta, drope,
que harto cara me ha costado.
[Reconociéndola,]
Ay I apenas han quedado
cuatro tortas y el arrope. —
[Á uno que se lleva la mesa.]
Despacito Anda tUl ayuda. —
MEDIDAS EXTRAORDINARIAS. 89
Con cuidado, que está endeble.
Ramón. [Volviendo con Rosita dormida.]
Qué hacemos con este mueble?
Pascual. Oh! La niña de la viudal
I Por san Francisco de Borja,
que no se despierte I
Antonio. Es guapa.
Pascual. Tiéndela sobre esa capa ,
y por almohada la alforja.
[Lo hace Ramón y vase.]
Antonio. [A un criado.]
Llévate el brasero tú.
Queda aquí algo?
Pascual. Nada encuentro....
Antonio. Pues, vamos, á lo de adentro!
Despachad con Belcebú.
ESCENA XVIIL
D. PASCUAL. D. ANTONIO.
Pascual. Y ahora, Dios mió, este gasto! ....
Antonio» Yo lo abono.
Pascual. Ah! ¿quién te iguala,
hombre insigne
Antonio. ¡ Y en la sala
se nos queda el mejor trasto !
Pascual. Cuál? No veo
Antonio. Usted, demonio!
¿Á qué alejar con empeño
los muebles, si queda el dueño?
Largúese usted !
Pascual. Don Antonio!
Antonio. Pronto, que van á volver.
Pascual. Adiós...., mi tugurio...., adiós!
Inés!.... ¡Reniego de los
parientes de mi mujer!
ESCENA XIX.
D. ANTONIO.
No va á armarse mala zambra
cuando vuelva esa langosta
de parientes. En verdad,
algo pesada es la broma;
pero narto lo han merecido.
¿No hay sino vivir de gorra,
y á título de pariente
y porque envió unas tortas
pe^ar la tostada al prójimo?
¡Ojalá en letras muy gordas
se imprimiera este suceso
para escarmiento de posmas
se circulara á todos
os pueblos de la redonda!
f,
60
MEDIDAS EXTRAORDINARIAS.
ESCENA XX.
D. ANTONIO. RAMÓN. LOS CRIADOS.
DOS MOZOS.
Antonio. Hola! ¿Se ha desocupado
la casa?
Hanum, Sí, señor. Toda.
Antonio. Bien está. Paga á los mozos.
Aquí tienes media onza.
Con mis criados después
repartirás lo que sobra.
Idos abajo; dejadme
aquí solo; y punto en boca.
ESCENA XXI.
D. ANTONIO. ROSITA.
Antonio. Gracias á Dios, nos han dado
bastante tiempo
[Despierta llorando Rosita.]
¿Quién Hora..
Ah! la chiquilla
Rosita. [JSk levanta.] Mamá!
Antonio. Ya ya á venir. Calla, mona.
Rosita. Mamá , mamá 1 . . . •
Antonio. é Q^^ hago yo
con este embeleco ahora?
Mas siento ruido Ta vienen...
Rosita. To quiero tortas.
Antonio. No hay tortas.
Toma dos cuartos y calla.
[Se los da.]
Aquí están. Qué familiota!
ESCENA XXIL
D. ANTONIO. ROSITA. DOÑA INÉS. TODOS
LOS PARIENTES. AMBROSIA. LUCAS.
Inés. Pascual! .... Dónde está Pascual?
Rosita. ¡Mamá
Quiter. Mi niña ! . . . . j Tan sola. . . .
Inés. Don Antonio aquí!
Macaría. Los muebles
Antonio. Beso á usted los pies, señora
Maur, La sala desocupada
Cenon. Qué es esto?
Inés. [Mirando desde la puerta.]
También la alcoba !
Tidvr. Y la cesta? Yo queria
dar un asalto á la orza.
Inés. ¿Me explica usted, don Antonio,
este misterio?
Antonio. Es la cosa
más sencilla. Don Pascual
Eor ahorrarse tranisondas
a desalquilado el cuarto.
Inés. Pero ¿dónde está?
Antonio. Se ignora.
Sólo ha dicho: Los parientes
de mi parienta me acosan ^
y por libertarme de ellos
me iria á las Californias.
Quiter. Qué insulto !
Ambros. Qué picardía!
Cenon. Tiene razón que le sobra.
Ja, ja, ja.
Maur. Qué acción tan baja !
Petronil.GroBeTo !
Tibur. Mal primo !
Macaria. Idiota!
Inés. I Justicia de ese bribón
que á su mujer abandona !
Macaria. ¡Y nuestra noble prosapia
ha de sufrir tal deshonra!
Maur. Me dará satisfacción,
ó por vida de Mahoma! ....
Macaria. [A doña Inés.]
Tt debes quejarte á un jaez....*
Antonio. [A doña Inés.]
Suplico á usted que me oiga
aparte.
[Se la Ueta á un extremo y habla
aparte con ella.]
Aquí ya es forzoso
tomar medidas
No hay otra
que tomar sino marcharnos.
Confesemos que es chistosa
la ocurrencia
Quita allá !
Quiter.
Macaria.
Mi dictamen es que ahora.
[Forman corro los parientes y cónsul'
tan, en voz baja.]
Antonio. Ni hay causa para divorcio
ni diera á usted buena nota
esa idea. A sus maridos
deben seguir las esposas.
Inés. . Y mis parientes? Confieso
que todos aquí [ es historia !
Antonio. Ellos, ó él: elija usted.
Si cede usted, él perdona.
Yo sé dónde está.
Inés. Villano !
Antonio. Con insultos iqué se logra?
Inés. Dónde está? Dígalo usted.
Antonio. Saber primero me importa
si usted quiere paz.
Inés. No. Guerra!
Antonio. (Para que no haya camorras
MEDIDAS EXTRAORDINARIAS.
61
habré de capitular
aunque lo pague mi bolsa.)
Mal le paga usted, ingrata.
Él la ama á usted, él la adora, •
7 quizá en este momento
el dod suspirado compra.
Inés. ¿ Qué escucho I El ¿e^á I Teñiré boáf
Antonio, Yo empeño en debida forma
mi palabra.
Inés. Suya soy.
¿Dónde...
Antonio. En mi cuarto.
Inés. Estoy pronta.
ifacam.Ines, ven á dar tu voto
porque si ahora no se toman
medidas extraordinarias
Inés. La que de honrada blasona
obedece á su marido,....
y yo lo pongo por obra.
ESCENA OLTIHA.
D. ANTONIO. LOS PARIENTES. AMBROSIA.
LUCAS.
Macar ia.Lo oís? Se va! Nieta indigna!
Maur. Marido y mujer se mofan
de nosotros.
Quiter. ' La embustera I
Petronil.li^ descastada I
Macaria. La hipócrita !
Cenan. Ja, ja Tendré qué contar
Maur. Vaya, y ¿qué hacemos ahora?
Quiter. Quedarnos aquí
Antonio. Imposible.
To, casero^ á mucha honra
lo tendría; mas ya corre
por cuenta de otra persona
el cuarto.
Maur. Fuerza es tomar
la resolución heroica
de largarnos.
Quiter. Juntos no,
porque es mucha Babilonia.
Cenoí^, {A sus hijos.]
Volvámonos al lugar.
Macaria.Xo amparador.
Quiter. To á la fonda.—
La culpa ha sido de ustedes ,
aue se entran sin ceremonia
onde nadie los llamaba.
Macaria.Cómo se entiende! Piojosa!
La intrusa eres tú , que Tienes
á comer la sopa boba
á título de cuñada
de un primo tercero.
Quiter, [Tomando de la mano d su niña.]
Rosa,
Tamos de aquí. Tamos, antes
que me arreoate la cólera.
[ Vase con la mna.]
Cenon. [Á doña Macaría,]
Tú también por gobernar
casas ajenas
Macaria. Tío Roñas ,
y á qué has Tenido tú aquí?
Cenon. Eh! yo
Macaría. Á llenar la bartola
con esos dos zangandungos.
Maur. Zangandungos !
Cenon. Está chocha.
Macaria.\0ig9í el muy.....
Cenon . *" Coge esos bártulos,
Lúeas.
Tibur. Venga mi zambomba.
Antonio. (No acabarán?)
Macaria. Vamos, hija.
Petronil. Velones I
Macaría. Vamos, Ambrosia.
[Todos d un tiempo al salir.]
Maur. Canalla !
Macaria. Tramposos !
Tibur. [Tocando la zambomba.]
Bruja !
Macaría.Veleltñ !
Ambros, Bruto I
Lúeas. Facciosa !
[Siguen dentro voceando.]
Antonio. Oué maldita parentela!
Aun se oye la jerigonza. —
Si me caso, de la inclusa
tengo de sacar la noTia.
'-6H-
I
ELLA ES ÉL,
COMEDIA EN UN ACTO.
Estrenada en' el teatro del Principe el dia 15 de Febrero de 1838.
PERSONAS.
CAMILA.
RITA.
D. ALEJO.
D. MARCELO.
BRUNO.
La escena pasa en Valencia, ea casa de D. Alejo. Sala con puerta á la derecha del actor,
otra en el foro y otra á la isquierda.
rfVS^^A«NA^«^^/N/<^«MMA^^^^^^NA^
ESCENA I.
CAMILA. RITA.
[Rita- aparece ocupada en alguna labor de su
sexo. Liega Camila , se sienta y toma también .
algo de costura.]
Camila. Ebl ya he dejado la pluma.
Ahora la aguja.
Rita. Qué afán !
Vida llevas de azacán.
No sé cómo no te abruma.
Camila, ¿Qué quieres! Mi pobre Alejo
* es un bendito de Dios.
Yo trabajo por'los dos
y gozar de Dios le dejo.
Rita. Qué corazón de calandria!
Qué pobre hombre ! Vale más
no casarse una jamás
que casarse con tal mandria.
Camila. Tú que eres de mi marido^
Rita, tan severo juez....,
hablemos claro; tel vez
no le hubieras escupido.
Mas de tu fallo importuno
no me admiro. Es natural
que de todos hable mal
la que no tiene ninguno.
Rita, Ta te picas?.... Qué bobada!
Yo te hablo de esa manera,
Camila,
Rita.
Camila.
Rita.
Camila,
Rita.
Camila.
Rita,
Camila,
Camila, porque Quisiera
verte mejor empleada.
Crees tú en hombres perfectos?
■No lo es mi consorte , no,
pero tiene prendas
Yo
sólo he visto sus defectos.
Con tales ojos le ves!
Tu juicio es aventurado,
que al cabo no le has tratado
más que dos dias ó tres.
Ese tiempo hace que habito
en tu amable compañía,
ma? ya la fama decia
que tu esposo es un bendito.
Qué simpleza ! qué desidia !
qué poquedad ! . . . . claman todas.
roore moza ! tristes bodas!
Y eso..... ¿es caridad...., ó envidia?
Camila!
Error puede haber
en juzgar por la apariencia.
Pues, hija, toda Valencia
Valencia no es su mujer.
Falta de mundo y de trato
tal vez le han hecho indolente;
tal vez por ser complaciente
le acusan de mentecato.
Tiene sobrado caudal
y poquísima ambición;
descuidó su educación
€i
ELLA ES ÉL
Hita.
Camila.
Rita,
Camila.
Rita.
Camila.
Rita.
Camila.
Rita.
Camila.
Rita.
Camila.
Rita.
ciego afecto paternal;
y así, Ríta^ á dulces ocios
más que á brillar ínclinadOy
y algo flojo y desmañado,
no se cuida de negocios.
Su dulzura, no lo niego,
tal yez raya en timidez ;
mármol parece tal Tez ,
y es su corazón de fuego !
No carece de valor,
mas le falta atrevimiento;
no le falta entendimiento,
Íero le sobra candor.
Mgna es en fin de la mia
su alma amorosa y sin hiél ,
y si algo malo hay en él,
es ser bueno en demasía.
Gonfíésame que si pones
en el cielo á tu marido,
sólo es porque ha consentido
que lleves tú los calzones.
Lo que otras envidiarán
yo como carga lo tomo
por ahorrar un mayordomo
que á mis hijos robe el pan ;
y administradora fiel
cual tierna consorte soy,
que un sólo paso no doy
sin consultarlo con él.
No tiene mala prebenda!
Tú trabajas, y el muy zote
Ya que me casé sin dote,
conservar debo su hacienda.
Si es tan débil criatura,
cambiad de una vez los frenos,
y que él se encargue á lo menos
del planchado y la costura.
Rita, la lengua deten.
El que á mi esposo deprima
Esto es una chanza, prima,
Ílo digo por tu bien,
e llama cara mitad I
y miente , que tú eres él,
y eres tú. Ese hombre de miel
¿qué hace?
Mi felicidad..
Y eso ¿quién te lo asegura?
¿Y si esa condescendencia
naciese de indiferencia,
Camila, y no de ternura?
¿Se despoja así un marido
de la autoridad suprema?
Quizá sea estratagema
lo que parece descuido.
No!
Tal vez, mientras el opio
de esa blandura estudiada
te adormece confiada
y fascina tu amor propio
Qué ruin cavilosidad !
Te teme más que te ama ,
y sacrifica su fama
á la dulce libertad.
Camila.
Rita.
Camila,
Rita.
Camila.
Rita.
Camila.
Rita.
Camila,
Rita.
Camila.
Rita,
Camila.
Qué lenfi^üecita de perla!
Calla! Me haces padecer
Quien descuida á su mujer
no está lejos de venderla.
¿Quién sabe si ya se cansa
de tí, y á lo somormujo....,
con ese aire de cartujo
Guárdate del agua mansa!
Oh!
Quizá cuando sin pena
su cetro á tus manos pasa
cuidados no tiene en casa
porque los tiene en la ajena.
Oh cielo! ¡Pagar así
mi tierna solicitud
Ah! no. Tanta ingratitud
no cabe , bien mió, en ti.
¡ Ah, que amor constante y fiel
hogaño ya no se estila!
¿No quisiste tú, Camila,
á otro amante antes aue á él?
Otro amante? Sí Marcelo.
Le hablé dos dias ó tres;
se fué á la guerra, y después
no le he vuelto á ver el pelo.
Entonces era tan tierna
mi edad, tan 8ujeta<.á engaños.,
¿Qué mujer á los quince años
siente una pasión eterna?
Una niña ya sabrás
que suele poner su amor
en el que baila mejor
ó en el que la adula más.
Amor del primer Abril,
aunque otra cosa aparente,
más que un afecto vehemente
es un antojo pueril.
Buscando á ciegas el bien
el corazón nos exhorta
á querer, y poco importa
cómo, hasta cuándo, y á quién.
Cuando se fué á Calahorra
don Marcelo ¿quién dirías
que á los tres ó cuatro dias
me consoló? Una cotorra.
Morir juraste ó jamás
ser de otro dueño, ¡y cruel
te has casado! Y no con él!
Y no me he muerto ! Ahí verás.
£l no me escribió
Ya ves,
la guerra Y un año entero
en Estella prisionero
Pero te escribió después.
Ya era tarde. Como un sueño
se habia ya su memoria
desvanecido, y mi gloria
se cifraba en otro dueño.
Plantar á tan fino amante !
Qué inconstancia! qué desliz!
El te hiciera más feliz
que ese hombre insignificante.
Más feliz que soy ahora?
ELLA ES ÉL.
Rita,
Camila,
Rita.
Camila,
Rita.
Camila,
Rita,
Camila,
Rita.
Camila,
Rita,
Imposible ! ¿Y qué sé yo
si el otro se acuerda ó no
Prima, yo sé que te adora.
¿Quién te ha dicho...
Está en Valencia.
De veras ?
Haciendo alarde
de su constancia, ayer tarde
llegó con la diligencia.
Tú le has yisto?
Á fe de Bita,
cuando de misa salí.
Me ha hablado tanto de ti!....
Vendrá á hacerte una visita.
Á mí una visita I ¿Y cuándo....
Hoy mismo.— ¡Chica, ya tiene
dos charreteras y viene
con la cruz de San Fernando !
En la fonda nueva se halla. —
Recíbele, que harta pena
Como amigo, enhorabuena,
pero
Tu marido ! Calla.
[Se levantan,]
Camila,
Alejo,
Rita,
Alejo.
ESCENA U.
CAMILA. RITA. D. ALEJO.
[Zleffa D. Alejo con caña y demás avíos de
pescar y y al entrar los entrega i Bruno , que se
retira con ellos.]
Al^o. [Llamando.]
Bruno! — Camila adorada! —
Lleva ese matalotaje
allá dentro, y ten cuidado
con los gatos, no se traguen
un anzuelo. — Prenda mia !
Perdona si vengo tarde,
y dame un abrazo.
[Abraza i Camila,]
Hermosa !
Camila. Excusado es preguntarte
qué has pescado, porque siempre
vacío el cenacho traes.
Rita. Ó cuando más una rana
Alyo. Decis bien. No me da el naipe
para la pesca; ni creo
^ue la fortuna me llame
prosperar por el agua.
Bien que ¡por ninguna parte!
Es fatalidad. No emprendo
cosa que no se desgracie.
Para mí es arco de iglesia
lo que para otros muy fácil,
y el dia en que no cometo
diez torpezas garrafales
no quepo en mí; me figuro
que he puesto una pica en Flándes.
n.
Camila,
Alijo.
Camila.
Alejo.
Camila.
Alejo.
Camila.
Alejo.
Camila.
Alejo.
Camila.
Rita.
Camila.
65
Sólo en la elección de esposa
fui feliz , que eres un ángel ,
Camila....; y aun eso fué
Íorque te eligió mi padre,
o estaba muerto por ti,
mas no osaba declararme,
Y si él no pide tu mano
hago, de fe , un disparate.
Hola ! y gracias que soy rico,
que sí hubiera de ganarme
el sustento con mi industria
Ya sabe Dios lo que se hace.
Entonces te hubieran dado
otra educación.....
Qué diaütre!....
Si no sirvo para nada!....
Bueno es que tú lo declares.
Es que por ser lego en todo
no sé ni aun mentir. No obstante,
si ahora me quejo es de vicio,
Eorque hoy he echado un buen lance.
►e veras?
Sí.
Qué has pescado?
Una anguila como un cable.
Una anguila! ¿Y no lo anuncias
con trompetas y timbales?
Qué alegría! Justamente
no hay pez que tanto me agrade.
Voy á que Juana la guise
con la salsa que ella sabe.
No vayas. El caso es que...
Perdona
Qué?
No te enfades.
El caso es que no la traigo.
Llegó un pobre vergonzante
á pedirme una limosna ,
y para aplacar su hambre
se la di.
Válgame Dios!
¿ Qué quieres ! Por no arriesgarme
á malgastar el dinero,
y porque no me lo estafen
mis amigos , hace dias
que no llevo ni dos reales
gi el bolsillo.
Haces mal.
Una vez que eres tan frágil ,
lleva poco, mas no vuelvo
á consentir que te marches
sin nada; que hay ocasiones
en que no se excusa nadie
de tirar un peso duro,
y yo no quiero que pases
por mezquino.
Con decir:
mi mujer tiene la llave
¿Por qué no diste las señas
do casa á aquel miserable?
Le hubiéramos socorrido,
que nadie de mis umbrales
se aparta desconsolado;
6(
ELLA ES ÉL.
Alejo.
Cafnila.
Alejo.
Camila.
Alejo,
Camila.
Rita.
Alejo.
Camila.
Alejo. .
Camila.
pero eso de regalarle
la anguila sin más ni más
No es una lástima?
T grande I
¡Si supieras qué tral»ajo
me costó el sacarla al aire !
Tira de este lado, aprieta
del otro, y dale que dale
Sudando estoy todavía
[Buscando el pañuelo en los bolsillos.]
Y el pañuelo? ¡Virgen madre
Lo perdí I me lo han birlado!
Vamos y soy un badulaque.
¿Quién habrá sido
Tal Tez
el mismo á quien regalaste
la anguila.
Fatalidad !
T nueyecito ! flamante 1
Dos van en esta semana.
Con efecto, y es hoy martes!
Vaya, sacaremos otro.
Bueno será aue se lo ates
al ojal de la levita.
No. To tendré en adelante
más cuidado. Bay tanto pillo!
Infeliz del que yo atrape j
Del primer palo
¡ Cuidado
no te suceda el percance
del otro
¿Cerno
Oye un cuento
que referia mi padre.
Érase un pobre demonio
que un dia...., también fué martes,
salió á comprar en la plaza
no sé si pescado ó carne.
Como siempre en el mercado
hay bulla y sobran truhanes,
sacáronle del bolsillo
del pantalón , ó del fraque ,
el dinero que llevaba,
que eran diez ó doce reales.
Volvióse sin el recado,
contó á su mujer el lance,
pidióla otra vez dinero,
y sacando del estante
el sable de su cuñado,
sargento de provincisJes,
la dijo: «Á la plaza vuelvo.
Veremos si otro tunante
me viene á robar ahora. »
Diez minutos no cabales
tardó en volver. La consorte
le pregunta: vaya, ¿traes
la compra? — ^No he de traerla?
responde mi hombre muy jaque.
Figúrate Aquí es preciso
imitar sus ademanes.
Figúrate que el dinero,
que me abultaba bastante....;
era un cartucho de cuartos ;
lo llevaba casi casi
fuera del bolso derecho
del pantalón , y á esta parte
entre el brazo y la tetilla
mi serrucho formidable.
Iba así...., de media anqueta,
como quien mira á levante,
mas con el rabo del ojo '
observaba la otra margen.
Llego pues, compro mi avío,
y con el mismo talante
vuelvo á casa , deseando,
así san Pedro me salve,
que al bolsillo tentador
se atreviese algún pillastre,
f>oxque entonces, no hay recurso!
e aoro en canal
[Figurando tirar del sable. \
Voto á sanes !
No me han quitado el dinero....,
pero ¡ me han quitado el sable !
ESCENA III.
CAMILA. HITA. D. ALEJO. RRÜNO.
Bruno. Ahí está el procurador
don Bonifacio Pelaez,
que viene á tratar del pleito.....
Alejo, [A Camila.]
Sí : será aquel que entablaste
sobre el melonar de Alcira
[A Bruno.]
Á mí no tienes que darme
tales recados; entiendes?
Mas ya veo que no sabes,
como ha poco que nos sirves,
que esos negocios atañen
á mi esposa.
Bruno. To creia,
salvo superior dictamen,
que el hombre , y no la mujer,
era aquí v en todas partes
el jefe , el rey de su casa.
Alejo. Sí, pero yo dias hace
que abdiqué. Tenlo entendido.
Camila. Di al procurador que pa^
al despacho y que me espere
un poco. Voy al instante.
ESCENA IV.
CAMILA. RITA. D. ALEJO.
Camila. Vas tú á salir?
Alejo. Sí, querida;
á no ser que tú me mandes
ELLA ES ÉL
67
Camila.
Alejo,
otra cosa.
9
¿Adonde piensas
Camila,
Alejo.
Camila.
Alejo.
Camila.
Alejo,
Camila.
Sita:
Alejo,
Rita.
Algo,
Bita.
nri
AI café: ya se sabe.
Allí me estoy- como un santo
jugando á las damas gratis,
6 leyendo la ffaeeta,
hasta las tres de la tarde.
Hoy es el último dia
para elegir concejales.
Ya olvidabas
Como yo
no pretendo ser alcalde
T qué importa? Es tu deber
procurar en cuanto alcances
S[ue caigan en buenas manos
os cargos municipales.
Qué I ¿serás indiferente ,
como tantos holgazanes ^
al más precioso derecho
Bien, yo votaré. Sí, antes
de ir al café
Cuídaditol
No hay que alterar en un ápice
la lista de candidatos
Sue te dio don Pedro Sánchez,
ien , yo estaré sobre aviso
para que otro no me engañe;
más si por una de tantiS
funestas casualidades
lo echase á perder Yo siento
Sue no puedas tú encargarte
e esa comisión.
Calla, hombre!.
No sé cómo no te caes
n^uerto de vergüenza Vamos,
anda á vestirte ;. no tardes.
ESCENA V.
RITA. D. ALEJO.
Oye una palabra , Alejo.
Vamos, ¿qué quieres?
Hablando
con franqueza, eres muy blando
y quiero darte un consejo.
Lo que dentro de aquí pasa
tiene eco fuera de aquí.
Todos se burlan de ti
Eorqoe eres cero en tu casa,
a respuesta que yo doy
al zumoar de tanto tábano
es que á nadie importa un rábano
si soy cero ó no lo soy.
Malos principios son esos :
dígolo porque te estimo.
No seas tan calvo, primo,
que se te vean los sesos.
Bien que el popular murmullo
culpa menos en verdad
del marido la bondad
Alejo»
Hita.
Alejo.
Rita.
Alejo.
Rita,
Alijo.
Rita.
Alejo.
que de la esposa el orgullo, .
malo es que una y otra lengua
formen juicios temerarios
y hagan de ti calendarios
que al fin peden en tu mengua ;
tanto que al ver tu aparejo
de pescar dicen por vicio:
hace bien , que ese es oficio
de Ya me entiendes, Alejo!
Pero, seüor, si es hon-rada,
si es discreta mi mujer,
¿por qué quitarme el placer
de quererla y no hacer nada?
¿ Qué logro yo si reclamo
un manao aue me molesta?
Ningún traDajo me cuesta
obedecer á quien amo.
El mandar me toca , sí,
pero, si vo no me amaño,
¿he de llamar á un extraño
Sara que mande por mí?
^ios me hizo así...., no sé cómo,
y pues quiso darme en ella
a un tiempo consorte bella
y excelente mayordomo,
quiero que mande sin tasa
y de sátiras me rio,
que hago su gusto y el mió....,
y todo se queda en casa.
Pero verte esclavizado
como un ilota á sus pies
No tal. Su gobierno es
un despotismo ilustrado.
Ese dulce despotismo ^
pudiera serte fatal ,
que tal vez bajo un rosal
se oculta, Alejo, un abismo.
A nosotras....,' es verdad
que puedes , primo, creer,
pues lo dice una mujer, —
nos daña la libertad.
T la que hoy se muestra ufana
de gozarla tan entera,
pobre Alejo ! bien pudiera
abusar de ella mañana.
El amor propio es muy necio.
Creerá, si se juzga bella
y no tienes celos de ella ,
que la miras con desprecio.
Camila es muy buena esposa,
mas comt) de esas se han visto....
En fin , el diablo anda listo
y la venganza es sabrosa.
Calla, calla. Eso es demencia.
Ella hacer tal felonía !
{ Guarda, no seas un dia
la fábula de Valencia I
Ahí no lo sería, no.
Si hiciera tal desvarío
La mataras?
No. Bien mió !
Pero moriría yo.
No hay* amor sin confianza.
68
ELLA ES ÉL.
Hita.
Alejo.
Rita.
Alejo.
Rita,
Alejo,
Rita,
Alejo.
Rita.
Alejo.
Rita.
Alejo.
Rita:
Alejo.
Rita.
Alejo.
Ritdí.
Alejo.
mas no hay vida 8in honor.
Mataríame el dolor
antes que á ella mi venganza.
Bueno es prevenir el mal
antes que se ven^a encima.
Si ella no fuese mi prima
diria
Mientes. No hay tal.
¡Hombre 9 mientras no me explico...
No falta ya quien la ronde ,
y aunque ella no corresponde
todavía
Cierra el pico !
Cómo! ¿no te causa susto
que otro hombre á amarla se atreva?
Antes me alegro. Eso prueba
que yo he tenido buen gusto.
Mas si ella por un antojo
Basta. No seas mordaz.
Tengamos la fiesta en paz.
Pero
Calla , que me enojo !
I Tú también aquí pretendes
regentar? Marido tierno,
cedo á Camila el gobierno;
pero ¡á ella solal Lo entiendes?
No te irrites. Sabe Dios
Anda, que eres mala prima!
£1 bien de los dos me anima
Muchas gracias por los dos.
No me oyes? Pues te sentencio
Lo que tú ño has de comer
déjalo, Rita, cocer.
Yo
[Alzando la voz.]
Dale!.... dale!.... Silencio!
Vive Dios que ya me canso
Sepa la prima atrevida
que yo no consiento brida
aunque parezco tan manso.
T pues con tanto despejo
me aconsejó, nada bien,
á la tal prima también
quiero yo dar un consejo.
Cuando en casa ajena se halle,
sepa agradecer el pan
y el albergue que Te dan ,
y oiga , y vea, y coma, y calle.
ESCENA VI.
RITA.
¡Necio, de'oirme te enojas
cuando te quiero salvar!
Eso se llama tomar
el rábano por las hojas.
Mas ya que eres tan jumento
que.no entiendes la razón,
yo he de darte unajieccion
que te sirva de escarmiento.
T esa prima del demonio,
esa fatua, presumida
¡qué ufana está, qué engreída
con su feliz matrimonio !
Diez y siete años tenía
al casarse...., mal pecado!....
y yo á los treinta he llegado
¡ sin pisar la vicaría !
ESCENA VII.
RITA. BRUNO. D. MARCELO.
Bruno. [Anunciando,]
Don Marcelo...
Rita. Ah! Que entre, que entre.
Bruno, Entre el señor militar.
[Entra D, Marcelo,]
Rita. Pasa el recado á mi prima.
[Se va Bruno.]
Marcelo, Acaso es temeridad
el entrar yo en esta casa;
aue para siempre jamás
aebiera huir de esa pérfida
Mas una mano fatal
me arrastra Sí, verla quiero
y maldecir
Rita. Satanás!
¡Que está el marido
Marcelo. Que esté.
No le vengo á disputar
su conquista. Mas la ingrata
mis justas quejas oirá.
Rita. Prudencia! ¿Quién sabe... Acaso..;
Marcelo. ¿Qué escucho! ¿Podré esperar
Rita, Tal vez El primer amor
no suele borrarse tan
Nada de quejas. £1 tiempo
Marcelo. Pero ese feliz rival,
ese marido
Rita, Es un sandio,
marido de mazapán.
Marcelo. ¿Cómo
Rita. Aquí ejerce mi prima
la suprema autoridad.
Marcelo. CijBrto?
Rita. Que^ viene! Hable usted
como amigo y nada má6.
ESCENA VIII.
CAMILA. RITA. D. MARCELO.
Camila, Bien venido, don Marcelo.
Marcelo, Señora (Qué hermosa está!)
Camila. Doy á usted la enhorabuena
por su ascenso.
Marcelo. Esa bondad
agradezco mucho, pero
ELLA ES ÉL.
Camila.
Marcelo.
Rita,
Camila.
Marcelo.
Marcelo.
Camila,
Marcelo.
No se quiere usted sentar?
Gracias...
Hasta luego...
Aguarda...
[En voz baja.]
Yo me voy si tú te vas.
\Á D. Marcelo.]
¿Y viene usted á Valencia
de asiento?
(Qué frialdad!)
Creo que sí. Yo también
debo á usted felicitar '
por sú casamiento.
Camila. Estimo
la atención. Es natural
que tan buen amigo tome
parte en mi felicidad.
(Y me insulta I) ¿Tan dichosa
es usted?
Hasta no más.
Ya se ve , cuando se lleva
contenta el alma al altar
y no perturba ningún
remordimiento su paz
\A D. Marcelo en voz laja.]
I Por Dios....
No comprendo á usted.
Esa es ya mucha crueldad.
¿Olvida usted:....
Don Marcelo,
no me quiera usté obligar
á un desaire. Cualesquiera
que fuesen cuatro años ha
nuestras relaciones, lazos
que debe usted respetar
me impiden oir sus quejas ,
que son inútiles ya.
Si usted perdió la memoria
cambiando la voluntad,
la mia es fiel por desgracia
como mi pasión fatal.
Pero usted por su alma juzga
el alma de los demás ,
y falsa
Ni juzgo á nadie,
ni nadie me na de juzgar
sino mi marido. Beso
á usted la mano.
Rita.
Camila.
Marcelo.
Camila.
Marcelo.
Camila.
'Marcelo.
ESCEÑA IX.
RITA. D. MARCELO.
Qué tal?
Se trata á un negro peor?
Y no poderme vengar!
I y ella Estoy desesperado.
Rita. No ha sido ustM tan sagaz
como debia. De buenas
á primeras ¡allá va!
Marcelo.
Rita,
Marcelo.
Rita,
Marcelo.
Rita.
Marcelo.
Rita.
Marcelo.
69
¿Cómo reprimir el labio
cuando el pecho es un volcan?
No pierda usted la esperanza.
El león se amansará.
Antes moriré de celos.
No dejarme á m'í marchar,
evitar explicaciones,
huir en fin
Desleal !
Ella se teme á sí misma,
y si usted muda de plan ....
¿Qué plan Me ciega la cólera,
y ahora me siento incapaz
de oir consejos
[Mirando adentro.] Se acerca
el marido. ¡Por piedad
No tema usted. £l no tiene
la culpa
ESCENA X.
RITA. D. MARCELO. D. ALEJO.
Marcelo. Hola! Es muy galán!
Alejo. (Bien ! ¡ Mano á mano mi prima
con un bizarro oficial !
¡Si la sacase de penas
y de mi casa ! )
Rita. (Ya están
frente á frente. Habrá tal vez
camorra Esto marchará.)
ESCENA XI.
Alejo.
Marcelo.
Alejo.
Marcelo.
Alejo.
Marcelo.
Alejo.
Marcelo.
Alejo.
Marcelo.
D. ALEJO. D. MARCELO.
Caballero
Señor mió
Si usted no lo toma á mal
quisiera saber á quién
tengo la honra de hablar.
Mi nombre es Marcelo Estrada ;
soy
Ytt veo: capitán
de infantería.
Conozco
desde su más tierna edad
á su señora de usted
Ah! bien. Usted me tendrá
por su servidor y amigo
La he venido á visitar
y á darle mi parabién
por su coyunda nupcial.
Yo soy el favorecido
Si no fuera necedad
dar crédito á las hablillas
del público lenguaraz,
dijera yo como todos
que el buen don Alejo Prats
ha sido, entre los amantes
de tan perfecta beldad ,
70
ELLA ES ÉL
Alejo.
Marcelo.
Alejo.
Marcelo.
Alejo,
Marcelo.
Alejo.
Marcelo.
el aue merecia menos
j el que ha conseguido más.
Dios se lo pague a Camila
que gracia tan especial
me dispensó. Sin embargo,
puesto que dice el refrán ,
de gustos no hay nada escrito,
7 que yo nino^un puñal
puse á su pecho, pudiera
responder sin vanidad
que Talia más que todos
los candidatos quizá,
pues sentenció en mi favor
competente tribunal.
Usted Sabe con auién habla?
No me lo ha dicno usted ya?
¿T que ten^o malas pulgas
y no me dejo sobar
de nadie?
Y eso ¿á qué viene?
To hablaba aquí en sana paz
No hay paz. Yo amaba á Camila.
Sépalo usted
tSonriiniose.^ Voto á san ! . . . .
Jsted la amaba? Lo siento,
pero usted ve que ya no hay
remedio Ya está casada
Yo me figuré al entrar
que era su dama de usted
la prima, y si le es igual
Qué insulto! Á mí! ¡Vive Dios...
Pero no es este el lugar
conveniente Nos veremos.
ESCENA XIL
D. ALEJO.
¿Está dado á Barrabas
ese hombre? Según las trazas,
me quiere desafiar.
Es delito el ser marido?
Buena está la sociedad !
No basta el amor, no basta
la bendición del altar,
ni constar como casaao
en el padrón vecinal.
No^ señor, no; que , amén de eso,
tiene uno que conquistar
á estocadas la pacífica
posesión de su mitad.
Alejo.
Camila.
Alejo.
Camila.
Alijo.
Camila.
Alejo,
Camila,
Alejo.
Camila.
Alejo,
Camila.
Alejo.
Camila.
Alejo.
Camila.
Alejo,
ESCENA XIII.
D. ALEJO. CAMILA.
Camila. No has salido todavía!
AJyo. (No la diré lo que pasa.)
' Camila
Camila. Fuera de casa
ya ha tiempo te suponia.
(Maldito procurador!....
Se habrán visto )
Aún no he salido.
Como te vi ya vestido
salir por el corredor
La hija de mis entrañas
me vino á pedir un beso,
y el paternal embeleso
me entretuvo. Qué! lo extrañas?
Ahí no.
Al marcharme después
oigo hablar, entro Era Itita
que estaba aquí con visita
6í^ Vas á saber quién es
Habéis hablado los dos?
Muy poco. Yo no averiguo
Dijo que era amisto antiguo
¿Qué sé yo Vaya con Dios.
La verdad clara y sencilla
de mi boca has de saber :
lo exige así mi deber. —
Cuando era yo una chiquilla
j^Vas á decir que te quiso,
y tú también le quisiste,
y se fué, y la%s tidi, CAriste
Bien ! Dios le dé el paraíso.
Lo que yo por él sentí
al iniciarme en el mundo,
no fué amor tierno y profundq
como el que te tengo á ti ;
fué capricho fugitivo
Si al cabo yo he sido el rey,
qué mé importa? En buena ley
no hav efecto retroactivo.
Bobadas de mi niñez
osó recordarme necio;
mi respuesta fué el desprecio,
y no volverá otra vez.
Bien hará si es importuno,
mas te juro por los cíelos
que yo de él no tengo celos ,
Camila, ni de ninguno.
Yo te juro
Cierra el labio.
Sé que eres fiel y sincera.
Si tus disculpas oyera
creería hacerte un agravio.
Jamás
Baslá! ¿Siempre vos
habéis de mandar, señora?
Silencio! Yo mando ahora.
Venga un abrazo, y ¡adiós!
ESCENA XIV.
CAMILA.
Qué índole tan hermosa !
Si el más leve pensamiento
contra su honor y su dicha
osara abrigar mi pecho,
la más infame mujer
ELU ES ÉL.
71
sería del universo.
¡Caán diversos caracteres
el suyo y el de Marcelo !
¡Yenír ahora ese loco
á acibarar mi contento !....'
Niñadas sin consecuencia
no le dan ningún derecho
para atreverse Qué traes?
ESCENA XV.
CAMILA. BRUNO. *
Bruno. [Con nna esquela en la mano.]
Traigo esta esquelita, pero
no sé qué he de hacer con ella.
Dice el sobrer «A don Alejo,»
y que se la dé en su mano
me ha encargado el mensajero.
Él no está en casa, y usted
es el alma de su cuerpo.
El sobre por una parte,
usted por otra Me veo
confuso y comprometido
como burro entre dos piensos.
Pelmazo, dame esa esquela.
En obedecer no yerro.
Tome usted.
{Tomándola.] Quién la ha traido?
Jn militar.
(Ah! sospecho....)
Bien está. Yete.
Camila.
Bruno.
Camila,
Bruno,
Camila.
ESCENA XVI.
CAMILA.
[Abriendo la esquela.]
Veamos
Don Marcelo firma Tiemblo
[Lee para si.]
Bien mi corazón temia
Hombre temerario!.... Un duelo!
¡T no ha empuñado jamás
una arma mi pobre Alejo !
Dicha ha sido que en mis manos
caiga este papel funesto,
y no en las suyas , a ue al fin
me adora y es caballero,
y por su amor y su honra
matar se deiara. Oh cielo!
Mas ocultarle esta carta
¿de qué servirá si luego.... «
Desventurada I ¿Qué haré
Rita.
ESCENA XVII.
CAMILA. RITA.
Rita. Aquí sólita? Qué es eso?
cómo estás tan agitada?
Camila. (Dios mió, inspiradme ! )
Rita. ¿Puedo
saber
Camila. No es nada
Rita, ¿Es acaso
ese papel el objeto
de tu mquietud?
Camila. No. .... ( Qué idea ! )
Te aseguro
[Toca la campanilla.]
(Aquí hay misterio.)
ESCENA XVIII.
CAMILA. RITA. BRUNO.
[Á Bruno aparte saliéndole al en*
cuentro.]
¿Sabes dónde está la fonda
nueva?
(No digo? Secretos....)
Dos pasos de aquí.
Pues corre.
Pregunta por don Marcelo
Estrada
(Qué será?)
YdUe
que se llegue aquí al momento,
que tu amo se lo suplica.
El amo es usted : entiendo.
No, torpe I Tú has de decirle
que le llama don Aiejo
Prats. No me nombres á mí
para nada.
Ya.
T silencio!
Nadie ha do saber en casa
Ni el amo?
Tampoco.
Bueno.
Camila.
Rita.
Bruno.
Camila.
Rita.
Camila.
Bruno.
Camila.
Bruno.
Camila.
Bruno.
Camila.
Bruno.
Rita.
Camila.
Rita.
Camila.
Rita.
Camila.
ESCENA XIX.
CAMILA. RITA.
¿De cuándo acá esas reservas
conmigo que me intereso
tanto por ti?
No lo dudo.
Has perdido acaso el pleito?
Ó ¿qué accidente imprevisto...
No es ningún negocio serio....
Si no te ñas de mí
Ya lo sabrás con el tiempo.
7«
ELLA ES ÉL.
Bruno.
ESCENA XX.
RITA.
8í, 8í, aquí hay gato encerrado,
mas me deyano los sesos
y en un ciego laberinto
de conjeturas me pierdo.
¿ Si será del capitán
la carta? Qué! no lo creo
¿Qué le habrá dicho mi prima
al criado^ que corriendo
salió Sí, sonó la puerta
¿Adonde Me desespero.
¿Adonde irá Yo daría
una oreja por saberlo.
Estaré alerta, y si el hilo
llego á coger de este enredo
ESCENA XXI.
RITA. BRUNO.
[Lleffa acelerado y se dirige á Rita,
que está de espaldas.]
Antes de veinte minutos
Tendrá el señor don Marcelo.
[ Volviendo la cabeza.]
Hola ! ¿Qué escucho !
No es ella !
Mal haya mi aturdimiento.
Por Dios, que no diga usted
á su prima Está allá dentro? '
Sí. •
Voy á darle el recado.
I Señorita , por san Pedro
No temas.
¡ Ser yo chismoso
sin comerlo ni beberlo !
ESCENA XXIL
RITA.
Una cita misteriosa
Lindamente! Esas tenemos?
Miren la mosquita muerta !
¡ En público tanto ceño
para maquinar después
semejante gatuperio!
ESCENA XXIII.
CAMILA. RITA.
Camila. (Cómo la echaré de aauí?J
Aun no hemos visto al enfermo
de arriba Si de mi parte
Rita.
Bruno.
Rita.
Bruno.
Rita.
Bruno.
quisieras subir..,..
Rita, (Comprendo.)
Camila. Doña Paulita está sola,
y es regular ofrecernos
Rita. Bien , yo la haré compañía
si quieres. ^Disimulemos.)
Camila. P^s amiga. Aunque te subas
la calceta
Rita. Estoy en eso.
(Primita! primita! ¿Quieres
quitar estorbos de en medio?
10 te serviré.) Ta subo.
( Se colmaron mis deseos.)
ESCENA XXIV.
CAMILA.
I Anda en ñial hora, fisgona
insufrible ! Mis proyectos
ignora, y para cumplirlos
conviene tenerla lejos.
{Mirando adentro.]
Bien. Ya sale. El capitán
no puede tardar. Alejo
no volverá hasta la hora
de comer. A cualquier precio
[Toca la campánula.]
es necesario impedir
que se verifique el duelo.
ESCENA XXV.
CAMILA. BRUNO.
Camila. Cuando venga el capitán
le dirás que tome asiento
y espere aquí.
Bruno. Bien , señora.
Camila. T entra á avisarme ligero.
Bruno. Pero él vendrá preguntando
por el señor don
Camila. Mastuerzo,
calla y haz lo que te he dicho.
Bruno. Lo haré así^ ni más, ni menos.
ESCENA XXVI.
BRUNO.
Esto ya pica en historia; *
esto me huele á cortejo;
pero ¿qué se me da á mí
si otro ha de llevar los Siento
abrir la puerta
[Acercándose ala déla derecha.]
Aquí está. —
Adelante, caballero.
ELLA ES EL.
ESCENA XXVII.
BRUNO. D. MARCELO.
Marcelo, ¿ Don Alejo
Bruno, Ruego á usted
que espere Voy en un vuelo
Siéntese usted
Marcelo. No está tu amo?
Bruno. Sí tal. (Ella es él. No miento.)
ESCENA XXVIII.
D. MARCELO.
( Llamarme lese hombre á su casa
euando yo fuera le reto!
Vamos", querrá transigir.
£l no es nombre á lo que too
de armas tomar. Seró inútil,
porque estoy hecho un veneno.
Ó riñe y muere á mis manos,
ó en el teatro, en paseo....,
donde le vea, le escupo
y le Camila! Qué es esto?
ESCENA XXIX.
Marcelo.
Camila.
Marcelo,
Camila.
Marcelo.
Camila.
Marcelo.
Camila.
Marcelo.
Camila.
Marcelo,
• .
Camila.
Marcelo,
Camila.
Marcelo,
CAMILA. D. MARCELO.
Sepa usted, señora mia,.
por si me quiere culpar,
que aquí vengo á mi pesar.
Cierto asunto me traia
Don Alejo
Con él no;
conmigo; y ahora, al punto,
se ha de zanjar ese asunto.
La cita la he dado yo.
Cómo! ¿Usted
Yo recibí
la esquela de desafío.
El honor de Alejo es mió.
Aquí me tiene usté á mí.
£s posible!....
Sí, señor.
¡Usted lidiar
Sí, en su nombre.
Entre una bella y un hombre
sólo hay combates de amor.
No se entiende eso conmigo.
VentorQSo yo si lucho
con la deidad
Eh ! no escucho
lisonjas de mi enemigo.
¿ Qué extraño acceso de bilis
lo ha dado á usted? Pero veo
que es chanza
No me chanceo.
Vamos , ya entiendo el busilis.
Camila.
Marcelo,
Camila,
Marcelo.
Camila.
Marcelo.
Camila.
Marcelo,
Camila,
Marcelo.
Camila.
73
Don Alejo se acoquina ,
huye al riesgo las espaldas ,
y al sagrado de las faldas
apela como un gallina.
Alejo no sabe nada;
lo juro. Si así no fuera,
antes mil veces muriera
que ver su honra mancillada.
Mas yo tengo honra también,
yo también tengo una vida,
y doila al hierro homicida
por salvar la de mi bien.
Qué mucho? Él me hace dichosa,
y yo le quiero constante
con el delirio de amante ,
con la ternura de esposa.
No lo tome usted á agravio
recordando que tal vez
oí grata en mi niñez
alaoanzas de ese labio;
que las mujeres honradas
quieren amar de solteras,
mas quizá no aman de veras
hasta después de casadas.
Ceda esa saña cruel ,
ó yo la reclamo toda,
que si hubo culpa en mi bodaí
Ío la cometí; no él.
unda oficial veterano
en las armas su blasón :
él , de blanda condición,
jamás las tomó en la mano.
Si porque usted no le afrente
combate con tal maestro,
morirá por menos diestro
y no por menos valiente.
jT usted después muy ufano
dirá: vencí en la pendencia;
robé un padre á la inocencia
y á la patria un ciudadano!
Si con tales regocijos
esa alma cruel se exalta,
r muera yo, que menos falta
naré yo á mis pobres hijos !
Oh Camila! Oh dicha inmensa!....
Ea pues, luzca ese acero,
y si es usted caballero
Contra una dama indefensa ! *
Armas tengo.
Yo no advierto
cuáles
Mi propia flaqueza ,
mi fe...., quizá mi belleza
y estas lágrimas que vierto.
iBasta. El alma más proterva
no osara
Si aun no he triunfado,
triunfaré. Tengo emboscado
mi ejército de reserva.
¿Cuál
¡Mis hijos, mi consuelo!
Mi Alejito, mi Isabel!
¡ un niño como un clavel
74
ELLA ES ÉL
7 una niña como un cielo I
I
Maréelo. [Cayendo i los pies de Camila.]
Ah I No más I
Camila. Gracias áDiosI
Así quiero yo; á mis pies!—
Ahora digpa usted: ¿quién es
múÁ yaliente de los dos?
Marcelo, Mi loca pasión, señora,
me cegó. Siempre amaré
á Camila...., pero sé
cuál es mi deber ahora'. —
Hoy parto para Murriedro
ESCENA XXX.
CAMILA. D. MARCELO. RITA. D. ALEJO.
la no merecida injuria.
Amela usted satisfecho,
pues juro que es inocente....,
y ni es cobarde ni miente
quien lleva esta cruz al pecho.
Ál(¡f0.
Hita.
[Entran apresurados.]
¿Qué veo! Infamial....
Aquí está !
Camila. [Riéndose.]
¡El rico-hombre de Alcalá
Alejo,
Camila.
Alejo.
Camila.
i los fUs del Rey don Pedro!
¿Así respetas los lazos
¿Qué más quieres si le yes
arrepentido á mis pies
Pero
[AhrazindoU. — D: Marcelo se le-
vanta,]
T él me ye en tus brazos?
Alejo, Mujer,.... yo Mi confusión
Mas si mereces mi gracia,
no el señor, y de su audacia
me dará satisfacción.
Marcelo. Pasó mi loco arrebato.
Tanta yirtud lo aniquila.
Ángel celeste es Camila
Íyo he sido un insensato,
iéntras injusto y celoso
su esposo la perseguía,
ella su sangre ofrecia
por la sangre de su esposo.
Camila !
Alejo.
Camila.
Rita,
Marcelo,
[Dándole la esquela. D, AUjo la lee
para si rápidamente.]
Toma, lee y calla.
(Qué es esto?)
Una dama yió
temblar á quien no tembló
en los campos de batalla. .
To parto, y al que en mi furia
reté desmedido y ciego
que me perdone le ruego
ESCENA XXXI.
CAMILA. RITA. D. ALEJO.
Alejo , Ah I y o también á tus pies
Camila. [Deteniéndole.]
Tonto ! Ese no es tu lugar.
A lejo . ¿Cómo has podido triunfar
Camila. Yo te lo diré después.
Alejo. Sentí en el honor cosquillas,
y á poco la acción más yil
Un chisme de ese reptil
me sacó de mis casillas.
Camila. Pues yo su soplo bendigo,
porque redunda en mi gloría,
y de mi noble yictoria
te ha llamado á ser testigo.
Alejo. Oh, sil— Te rue^, no obstante,
por mi amor sumiso y tierno,
que las riendas del gobierno
me fies por un instante.
Camila. Eh! calla 1 ¿Acaso un marido
necesita aue le den
Alejo. Si tú no dices amén,
nada haré.
Camila. Pues concedido.
Alejo. Gracias. Ahora bien , usando
de mis facultades Toma
la puerta, Rita. No es broma.
To lo exijo; yo lo mando.
Rita. Bien. (Estoy hecha una brasa.)
Con muchísimo placer
Alejo. Es que ahora mismo ha de ser.
No más. chismes en mi casa!
Rita. Sí , sí, aunque pjda por Dios
limosna, me quiero ir....,
porque no os puedo sufrir
a ninguno de los dos.
ESCENA OLTIHA.
CAMILA. D. ALEJO.
Camila. Lo creo; se irá sin pena,
pue» vana fué su perfidia ,
y es do^l para la enyidia
presenciar la dicha ajena.
EL POETA Y LA BENEFICIADA.
COMEDIA EN DOS ACTOS.
Se estrenó en el teatro del Principe el dia 15 de Mano de 1838«
PERSONAS.
LA BENEFICIADA. I EL POETA.
DOÑA ISABEL. I D. AMBROSIO.
D. PRÓSPERO.
La aicena es en HacLrid. Sala con tres puertas. Mesa de despacho con recado de escribir.
libros y papeles revneltos. Habrá también un piano.
^^^^^^^^^^^^^^kf^^^^^f^^^
ACTO PRIMERO.
ESCENA I.
EL POETA.
[Aparece senado á la mesa de despacio con la
pluma en la mano y meditando.]
Ni un pensamiento siquiera
gira la última estancia I-
h creación de mis sueños !
oh fíat de mi esperanza 1
¡otra inspiración tan sola,
y acaso á más de una dama
viva y real cause envidia
mi Belisa imaginaria!
Quizá mi ruego desoyes
porque no comparo al nácar
tu frente, al oro tus trenzas,
tu suave aliento al ámbar,
y no juro que si lloras
una perla es cada lág^ma;
que aunque el ocio de un poeta
te engendró, bello &ntasma ,
basta que mujer te llames
para ser interesada. —
Repasemos la canción
á ver si me templo.
[Leyendo.]
«Sábanas
Navajeros Calcetines....»
Qué es esto? Hay mayor infamia?
I Al respaldo de mis versos
la cuenta sucia yjprosaica
de la lavandera I Oh ! sea
mil veces excomulgada
la sacrilega patrona
que su mano temeraria
puso aquí Pero tal vez
mi pluma fué la culpada,
que tocante á distracciones
nadie á los poetas gana.
Paciencia. Vuelvo la hoja
j que lo averigüe Vargas.
[Lee para si.]
ESCENA II.
EL POETA. DOÑA ISABEL.
Isabel. El almuerzo está servido.
Cuando usted guste
Poeta. [Corrigiendo.] ¡Malhaya
el asonante!
Isabel. No me oye.
Ni oyera trompas y cajas
76
Poeta,
Isabel.
Poeta.
Isabel,
Poeta.
Isabel.
EL POETA T LA BENEFICIADA.
Poeta.
Isabel.
Poeta,
Isabel.
Poeta.
Isabel.
Poeta.
Isabel.
Poeta.
Isabel.
Poeta.
Isabel.
Poeta.
cuando le sopla la musa.
Ah! Soy feliz!
[Escribe.]
Se entusiasma
de un modo.....
[Eser,ib^.] «Pero los ojos
¿lenguas no son?;>
(Con quién habla?)
[Escribiendo.]
«Mírame, hermosa...»
(Requiebros!
Quién será la afortunada? —
Mas tan tarde y en ayunas
Yo me acerco. Me da lástima )
[Acercdnáose.]
Deje usté eso, que ya es hora
deilmorzar.'^
\Distraido.] No tengo gana
Pues; y luego ¡qué dolor
de estómago! Cataplasmas!....
Cataplas r Vocablo horrible
que asusta á las nueve hermanas!
Vamos... y tiempo hay... Lo primero
es comer
Voy sin tardanza,
dona Isabel. Pronto acabo.
Suplico á usted que se vaya.
Muy bien. No seré importuna. —
Diga usted: ¿cuándo me saca
de su cabeza unas coplas
para mí? Teniendo en casa
el fabricante, es razón
(Yo Tersos á una tarasca!)
Ka, no me voy de aquí
si usted no me da palabra
(Qué suplicio!....) Bien, señora.
Quiero unas décimas que ardan
en un candil.
Sí Ya he dicho
Corriente. Abur.
(La matara!)
ESCENA III.
EL POETA.
Santo Dios, qué pesadilla!
Ya se me fué el pensamiento,
la vena Incapaz me siento
de hacer una redondilla.
¡Que nunca he de verme libre
de gente necia y moscona !
Y á f e que la tal patrona
lo es y de grueso calibre.
Todo el mundo me molesta
con obstinada porfía,
j Mal haya mi nombradía
Prósp.
Poeta.
que tanto pesar me cuesta!
Ya un musiquillo á su pauta
quiere esclavizar mi musa,
y á la corchea ó la fusa
que me chilla con la nauta.
Quién piensa que me espeluzno
cuando me propone ufano
que le encuentre en castellano
un consonante á rebuzno.
A rebuzno un consonante?
Para eso mi ciencia es poca,
respondo. Abre tú la boca
y lo hallarás al instante.
Quién , tocando otro registro,
viene á que ]e ponga en verso
un memorialon perverso
que piensa dar al ministro;
y añade que es menester
versificarle asimismo
la partida de bautismo
y el grado de bachiller.
Ya con urgentes instancias
á cualquier aniversario
me encomienda el empresario
un drama de circunstancias.
Ya me hacen perder el juicio
cinco actrices que á la par
acuden á mi tetar
Sara hacer su beneficio,
tro dice muy formal :
Rime usted en un acróstico
el natalicio y pronóstico
de don Fulano de tal.
Ya me encarga el Ateneo
nn apéndice al Rengífo.
Ya me pide un logogrifo
el director del Liceo.
Si en un convite me hallo,
otro quiere que improvise
un madrigal á su Nise
y un soneto á su caballo. —
Grita una voz de zambomba :
vaya una bomba ! y beodos
gritan á su ejemplo todos:
vaya una bomba ! una bomba !
Y alza su cuello de yeg^a
doña Inés, y rumia, y tose,
y para que yo lo glose
me da un pié de media legua.
Reniego do tal belén
que ni honra da ni pesetas.
Por Dios! por Dios!.... Los poetas
somos prójimos también (*).
ESCENA IV.
EL POETA. D. PRÓSPERO.
Beso á usted la mano, amigo.
Beso No tongo la honra
(*) Hay macho de histórico en este monólogo.
EL POETA ¥ U BENEFICIADA.
77
Prósp.
r
Poeta.
Prósp.
Poeta .
Prósp.
Poeta.
Prósp.
Poeta,
Prósp.
Poeta.
Prósp.
Poeta.
Prósp.
Poeta.
I Prósp.
Poeta.
Prósp.
de conocer
Con efecto,
presumo que mi persona
no le es á usted conocida.
Mi nombre...., ya es otra cosa!
Pues dígame usted, si gusta,
cómo es su gracia
Pantoja.
Próspero Pantoja.
Muy
señor roio. Mi memoria
no recuerda
Es marayilla.
Mas dejemos ceremonias
aoarte. Entre literatos
Ah! ¿Conque usted
Es notoria
mi decidida pasión
á las bellas letras.
Hola !
En todas las sociedades
literftrias se me nombra.
Celebro mucho
He comido
Tarias veces en la fonda
de Genieys con los autores
dramáticos de más nota;
frecuento las librerías,
Íme saludan las cómicas,
ero ¿qué objeto
Mi flaco
68 el amor á la gloría,
y, sin vanidad, espero
que he de lograr fama postuma.
(Es muy modesto.) Habrá usted
Sublicado algunas obras
íinguua. Yo me he propuesto
inmortalizarme á cos&
de los demás.
De qué suerte?
Diré : siguiendo la moda
me he mandado hacer un áibum,
[Enseñando uno que trae.]
Vea usted : qué bella forma I
Soberbia encuademación!
Qué dibujos! Eb? Qué orlas!
Alegría ha echado el resto.
Oh I bien vale las dos onzas
que me ha costado. Este álbt(m
corre de una mano á otra
cual si fuera peso duro,
y todo escritor que goza
do algún nombre contribuye
con algo para mi gloria.
Ya una sentencia moral,
ya un soneto, ya la glosa
de una máxima de Horacio,
Ía un fragmento . . . Ahora está en boga
acér fragmentos adrede (*).
Poeta.
Prósp.
Poeta.
Prósp.
Poeta.
Prósp.
Poeta.
Prósp.
Poeta,
Prósp,
Poeta.
Prósp,
Poeta.
Prósp.
Poeta.
Prósp.
Poeta*
Prósp,
Poeta,
Prósp,
Ya un trozo de buena prosa
Véalo usted..... ¡Y mi nombre
campea en todas las hojas !
[Leyendo.]
« Á Pantoja. »
Sí.
«A don Próspero. —
A don Próspero Pantoja.»
Repáselo usted después
y verá cómo me elogian.
Y qué firmas ! — Todas ellas
podrán valer en la Bolsa
treinta reales ; pero son
de alto precio en Helicona.
Así me nago popular;
y si un dia se me antoja,
imprimo el álbum y pongo
en la portada: «Curiosa
y auténtica miscelánea
de retales y rapsodias
literarias, que cien plumas
coetáneas españolas
escribieron en elogio
de don Próspero Pantoja,
con sus firmas Qn facsímile
por apéndice á la obra ,
y el retrato del autor.;»
(Del autor!)
Así en la historia •
mi nombre será famoso
hasta la edad más remota.
Quedo enterado.
Ahora bien,
yo quiero que usted me ponga
unos versos
Es inútil
Ya los tiene usted de sobra.
Por una muestra de usted
daria diez de las otras.
Usted me honra mucho, pero
No lo digo por lisonja. —
Vamos , usted me ha dé hacer
este favor. Una copla
siquiera.
No tengo tiempo.
Hombre, para una bicoca
De un hombre á quien no conozco
¿qué he de decir
Cualquier cosa.
Dale!....
Diga usted que soy
aficionado á las ostras.
Perdone usted
No hay excusa.
Ahí queda el álbum,
(Qué posma ! )
Ea, ahur. Volveré pronto. —
Quieto !— Dentro de una hora. /
( ') Esto también es histórico.
. 7«
EL POETA T LA BENEFICIADA.
ESCEItA V.
EL POETA.
¡Mal tabardillo... ¿Habrá un hombre
más ridículo? Me asombra
la infinita variedad
que ostenta Dios -en sus obras,
¿endito seal Á millares
cuenta los tontos Europa,
I y no hay dos que se parezcan!—
No me sacudo la mosca
si no consiento
[Se sienta y discurre.]
¿Qué diablos
he de escribir Aiil La cólera
me ha inspirado un epigrama
con honores de ventosa.
[Escribe en el álbum.]
Así. — Quiero que escarmiente. —
Duro ! — T más que haya camorra
después. — Bien. — Y con mi firma. —
Toma esa y vuelve por otra I
[Deja el álbum y vuelve á tomar el
papel de antes]
Ahora á mi canción. [Á ver
si acabo la última estrofii!
[Repensando.]
Fuera este verso, que infringe
las leyes de la prosodia. —
Ah! ¡Bella idea Mi pluma
correrá veloz ahora.
[Breve silencio. Escribe con rapidez.]
Sólo faltan cuatro versos
y el estribillo. — Zozobra
No. Palpitación
[Escribe.]
Sí. Bien !
Ahora cambiando la glosa
Bravo I Cálamo cúrrente
[Otro momento de silencio.]
Ta está. Leámosla toda.
[iSe levanta y lee.]
AMOR MUDO.
Á BBLI8A.
Si mi silencio elocuente
no revela mi pasión ,
nunca sabrás lo que siente,
Belisa, mi corazón.
Con tanto gozo
te miro yo
como á la aurora
lánguida flor;
y á veces creo,
tan ciego estoy !
que sólo hay mundo
para los dos.
Hablas? Del cíelo
viene tu voz.
Tierna me miras?
Perdido soy I
T ora gozando
dicha mayor
miro á los ángeles
con compasión;
ora en tus ojos
{)re8umo, ay Dios !
eer mi eterna
condenación.
Ves abrasada mi frente,
ves mi afán, mi agitación;
¡y preguntas lo que siente,
Belisa , mi corazón !
«
Soñando dichas,
«habla; valor I»
dice á mi labio
blanda ilusión.
Mas la esperanza
se huye veloz ,
. y dice el miedo
que viene en pos:
calla, atrevido.
Quién te engañó? —
¿Culpas, Belisa,
mi indecisión?
Así un mañana
me queda hoy.
¡También es vida
la del temor!
Mas si provoco
terrible no,
yo propio busco
mi perdición.
Tú de la voz solamente
me harás recobrar el don
si me muestras lo que siente,
Belisa, tu corazón.
Que hables no pido,
pues callo yo;
pero los ojos
Í lenguas no son ?
tírame, hermosa,
con dulce ardor,
Y en tus ojuelos
luzca mi sol;
y nuevo encanto
5 reste el pudor
e tus mejillas
al arrebol.
Dame la mano,
EL POETA T LA BENEFICIADA.
7Í
Itabel.
m
Poeta,
hotel.
Poeta.
Isabel.
Poeta.
Isabel.
Poeta.
Isabel.
prenda de amor,
que con la mía
buscando Toy.
No de tu pecho
me ocultes, no,
la deliciosa
palpitación. —
Y el gozo me hará valiente,
7 ansioso del galardón....,
Ío te diré lo que siente^
ielisa, mi corazón.
ESCENA VI.
EL POETA.. DOÑA ISABEL.
Isabel. [Con un plumero de Umpiar.]
Almuerza usted, ó no almuerza?
Qué furia de trabajar!
Poeta. [Repasando su composición.]
Voy, sí.
Isabel. Dará usted lugar
á que la leche se tuerza.
Poeta. [Levantándose,]
Me detenía este parto
de mí musa Usted se queda?
[Limpiando y arreglando los muebles.]
• ■
Sí, que usted todo lo enreda.
Voy á arreglar este cuarto.
Déjeme usted como estén
los papeles
Sí. To salgo
dentro de un instante. Si algo
le ocurre á usted
Nada.
Bien.
A la calle de Hortaleza
voy en un instante y vuelvo.
Ta ve usted , como revuelvo
mil cosas en mi cabeza
Tengo muebles de alquiler,
huéspedes y mil tramoyas.
El uno me empeña joyas;
el otro
¿Cómo ha de ser!
Mi industria con honra ejerzo..
mas como sola me ven
y viuda, no falta quien
Hay malas lenguas. Mi almuerzo...
Más de un galañ impdHuno
de matrimonio me habló,
pero dar mi mano yo
sin amar
Poeta. Mí desayuno!
Isabel. Dicen que el vital estambre
les corto con mi rigor
Poeta. Ellos se mueren de amor,
y yo...
Isabel. [Con ternura.]
Usted!...
Poeta, [Con despecho,] Me muero de hambre.
Isabel. Ahí sí. Usted perdone. — Hoy día
á la mujer más honrada
- le pegan una tostada
Poeta. Voy á comerme la mia.
ESCENA VII.
ISABEL.
No extraño que así me deje ,
aunque me estima. Al fin es .
el. hambre muy descortes
y tiene cara de hereje.
¡También yo he sido tan plomo
Quizá me engañe el deseo,
pero ese muchacho creo
que me mira no sé cómo.
Ya se ve , como es poeta ,
no sabe una..., pues! si... cuando...
Los versos que está hilvanando
le trastornan la chabeta.
[Tomando la canción.]
Pues soy mujer, y es precisa
la curiosidad en mí,
yo voy á leer. — Aquí
dice: «Amor mudo. Á Belisa.»
Sí, sí, que obras son amores. *
[ Va leyendo para si los versos.]
Bien! Qué lindo! qué dulzura! —
Admirable! qué ternura! —
Estos son mucho mejores. —
¿Es su dama alguna esfinge,
que siendo tal su pasión
la tiene miedo? — Bribón!
No tiene miedo; lo finge.
Hola! — Ta entiendo la misa
Este hombre merece un trono.
Ay qué amor mudo tan mono !
Ay ! quién será está Belisa?....
Mas I oh memoria feliz !
Yo soy, yo soy ! La manía
se me acuerda que tenía
mi huésped don Diego Ortiz.
Dando a las letras tormento
de todo hacía amalgamas
No es eso. ¿Cómo.... Antidramts...
Anagramas! Qué talento!
Yo también en su pesquisa
tuve parte. Era mucho hombre!
Recuerdo que de mi nombre
hizo dos , Lesbia y Belisa.
80
EL POETA Y LA BENEFICIADA.
Amdr.
Isabel,
Ambr.
Isabel.
Ambr.
Isabel.
Soy yo Isabel? Sí, ó nó?
¿I ese nombre de Belisa
con el mió no se guisa?
Luego Belisa soy yo.
£n mí hay un Isa y un Bel;
pon el Bel antes del Isa,
y es consecuencia precisa
que Belisa es Isabel,
Yo soy la dichosa dama
del poeta. Él, que es discreto,
dice y calla su secreto
en embozado anagrama.
Su timidez, su modestia
son pruebas Oh cielo santo f
¿Y cómo he^ardado tanto
en conocerlo? Qué bestia!
[ Volviendo el papel.]
También hay Tersos aquí?
[Leyendo.]
«Dos pañuelos de batista.
Enaguas, uno.» — ¡Es mi lista
de la lavandera! Sí.
Por alguna distracción
aquí la hube de dejar
Ya no es posible dudar
Que es para mí la canción.
Qué indirecta tan galante!
¡ Qué modo tan peregrino,
tan delicado y tan fino
de declararse mi amante!
[Lependo.]
<cAmor mudo » Ah! sin razón
temes tanto mis enojos;
mas si lenguas son los ojos ,
yo aprenderé la lección.
ESCENA VIII.
DOÑA ISABEL. D, AMBROSIO.
Beso á usted los pies, señora.
[ Volcándose.]
¿Quién Ah! Servidora
* • Está?
Me dijo usted que á las doce
No ha acabado de almorzar.
Sírvase usted esperarle
un momento. Ahora vendrá.
Muy bien. Yo no tengo prisa.
[Guardando en el pecho el papel.]
Bel-isal.... Oh felicidad!
Poeta.
Ambr.
Poeta.
Ambr.
Poeta.
Ambr.
Poeta.
Ambr.
Poeta.
Ambr.
Poeta.
Ambr.
Poeta.
Ambr.
ESCENA IX.
D. AMBROSIO.
Si es favorable su voto
como espero Lo será;
sí, señor! Si no me aplaude
diré que es un animal. —
Es que ¡es mucho drama el mío!
¡ Á mí me hace horripilar,
Ír soy su autor ! Sobre todo
a escena del alquitrán
Aquí viene. — CaDallero
ESCENA X.
D. AMBROSIO. EL POETA.
[Saludando.]
Qué tiene usted que mandar?
Soy para servir á usted
don Ambrosio Barragan
Muy señor mió.
Sintiera
causar incomodidad
Ninguna. Tome usté asiento.
Pues, señor, vengo á tratar
con usted de cierto asunto
^Malo ! ¿ Si me pedirá
dinero?;
Yo soy cesante
ÍNo digo? Me va á atacar.)
Gomo estoy desocupado
y no cobro un solo real
Y eso que en punto á servicios
Treinta años fui militar;
llegué á l^argento segundo,
y hallándome en Alcaraz
disfrutando mi retiro,
logré por gracia especial
un fielato
Bien. Sepamos. ....
Pues, señor, para abreviar,
sin embargo de mis méritos
y mi mucha probidad,
uno de los cien ministros
que al año vienen y van ,
para acabar con don Carlos
Y su facción pertinaz
halló el ingenioso arbitrio
de dejarme á mí sin pan.
Lo siento, mas yo no soy
ministro ni tribunal
Qué! .... ¡ Si yo no quiero empleos,
ni tengo necesidad
Guando uno es así...., mañoso
Yo he sido cuarto galán
en un teatro casero,
y harto ya de recitar
EL POETA Y LA BENEFICIADA.
81
dramas , he dado otro giro
á mí genio teatral.
Eu fin , yo he compuesto un drama
romántico, singular,
terrible Cosa de gasto;
f)ero si usted no me da
a mano
Poeta. Yo
Amh\ Sí, señor.
Yo sé que hay mucha amistad
entre^usted y el empresario,
Íle vengo á suplicar
ara esas cosas no sirTen
empeños. Poco valdrá
que usté haya sido sargento,
y abono la vecindad
su conducta, si del drama
opina la empresa mal.
Amhr, Yaya, vaya, que si usted
me quiere recomendar
Poeía. Dado caso que yodeba
mirar con más caridad
á un extraño que á un amigo,
y que consien^ en votar
contra mi propia conciencia ,
al cabo no es un costal
el empresario; él entiende
la aguja de marear;
no me consulta á mí solo;
su voto es de calidad,
y aunque aprecie mi dictamen
aprecia más su caudal.
Amir. Aunque el drama sea malo,
poco puede aventurar,
que el primer dia á lo menos
el teatro llenará.
Con plantar en cada esquina
cartelon descomunal
con letras como melones
y un anuncio charlatán
en que, afectando modestia,
resignación y humildad ,
se pone el drama en las nubes....,
no se necesita más.
Poeta, Se pierde un tiempo precioso
en aprender y ensayar
el drama malo lo mismo
que el muy bueno; y es crueldad
exigir del pobre actor
que haga un mes el azacán
Ír g^ste en un traje nuevo
o que no tiene quizá,
para hacer luego costillas
al espantoso huracán
que silbando se desata
contra el drama criminal.
Amir. Yo tomaré precauciones
contra el furor popular.
Tendré amigos que piadosos
conjuren el temporal ,
y rezaré á san Óines ,
Íatron de la facultad,
[i mujer y sus amigas
IL
la cazuela invadirán.
Imploraré en el cartel
la pública caridad.
Apelando al expediente
de una esquela circular
haré que se haga la entrada
?or reparto vecinal,
ntervendrá en mi favor
la municipalidad.
T si aun así no aseguro,
ya que no el triunfo, la paz r
pediré cooperación
á la milicia local.
Poeta, Déjese usted de ilusiones,
que eso es hablar de la mar.
Amln', Supongamos que me silben.
¿Qué grande calamidad
es esa para un pobrete ,
hoy que se hace rechiflar
en el teatro político
tanta notabilidad?
Cobre yo mi .contingente,
y no importa lo demás.
Poeta. I^ero el caso es que la empresa
no se querrá aventurar
Amir. No la ha de arruinar mi drama.
Lo daré con equidad.
Poeta. El autor es lo de menos.
También cuesta un dineral
el servicio de la escena.
¿ Usted sabe cómo están
ios teatros
Ambr. Sólo sé
que el hambre es fiero animal;
que los fondos han bajado
y que se ha subido el pan ;
que, sobre estar yo cesante, •
mi mujer nunca lo está,
y no hay ejemplo en la historia
do un parir tan contumaz ;
que el casero me despide ,
y nadie me fía ya....,
porque dicen que he perdido
toda la fuerza moral.
Poeta. Ese cuadro lastimoso
¿á quién no mueve á -piedad?
El empresario no tiene
corazón de pedernal ;
mas porque usted se socorra
con mezquina cantidad
Sha de perder á sabiendas
icz ó doce veces más?
Amir. Pero, señor, ¡si lo pido
con mucha necesioad ! ....
Poeta. Pero, señor, el teatro
jLes por ventura hospital?
Amir. Si digo que el drama es bueno !
si sé que va á alborotar !
¡si me han dicho mis amigos
que es producción magistral !
Poeta. Sí? Pues entonces
Amir. Aquí
lo traigo. Usted juzgará
6
I
EL POETA Y LA BENEFICIADA.
Poeta.
Ambr.
Poeta.
íf,
Aun^.
Poeta.
Ambr,
Qa¿ va á ser de mí , gran Dios ! )
o es necesario
Sí tal.
Usted me ha de dar su voto
con toda sinceridad
( I Ay de mi y que el manuscrito
abulta como un misal I)
Bien, déjelo usted ahí
La patrona lo leerá.)
o; lo oirá usted de mi boca ,
porque la letra es fatal
m importa (Perdido soy!)
Siempre uno mismo le da
más sentido Dice así.
íj
Poeta. [Conprontitvd.]
Si usted pudiera excusar
Íor hoy Tengo aquí una cita.
Ispero á una actriz Verdad!
No es pretexto.
Amir. Ya supongo
Poeta. Antes que entre el carnaval
quiere hacer su beneficio,
y me Tiene á consultar
sobre una pieza dramática
Amdr. Quién sabe cuándo Tendrá?
Vamos leyendo entre tanto
Poeta. Pero
Amdr. Tengo tanto afán
• de que usted conozca el drama....
Poeta. Por la Virgen del Pilar! ....
Amdr. Suspenderé la lectura
cuando Teiiga esa beldad.
Poeta. Hombre!....
Ambr. Siquiera una escena!
Poeta. Es mucha temeridad !
Ambr. Este drama se intitula:
[Leyendo.]
«La feria de Trafalgar.;»
Poeta, (Cíelos!)
Ambr. «T el bandido honrado,
y montes del Paraguay »
Poeta. (No hay quien me socorra?)
Ambr. «Ó sea:
Todos son hijos de Adán.
Drama de grande espectáculo,
heroico, sentimental,
en prosa, en siete jomadas
y en once cuadros.»
Poeta. No más!
Ambr. aPersonas. El Rey de Hungría,
doña Urraca, un capellán ,
don Rodrigo Calderón,
san José de Cidasanz,
Jaime el Barbudo, un ventero
don Luis, don Pedro, don Blas,
don Cosme »
Poeta. [Se levanta.] ( Misericordia ! )
Cuál sudo ! Voy á tomar
un pañuelo
[Se dirige á la puerta del foro, y don
Ambrosio le sigue leyendo.] -
Ambr. « Doña Elvira ,
el ministro Macanaz ,
una sombra, diez mendigos,
el prior del Escorial »
Poeta. Vuelvo
Ambr, Allá voy. «Una bruja. , . »
Poeta. Yo fallezco!
Ambr. «El Preste Juan ,
el corregidor de Vélez
y el alma de Garibay.»
ACTO SEGUNDO.
ESCENA I.
EL POETA. D. AMBROSIO.
[Aparecen sentados d la mesa de despacho; don
Ambrosio leyendo su drama, el Poeta dando
cabezadas.]
Ambr. [Leyendo.]
^Don .ff/íw.— Matadla l—Fl Prior.—
Misericordia! — Don Pedro. —
Aquí de mis fuertes puños ! —
Se oyesi gritos i lo lejos. —
Elvira. — Favor, socorro ! —
El Corregidor. — Silencio! —
Los solamos. — Cierra España! —
Poeta,
Ambr.
La Bruja, — (Dios del infierno,
salgu de su centro el mar
y crujan los elementos! —
TabU. Dase la batalla
entre el granizo y los truenos;
desmáyase doña Elvira ;
el Prior canta el Te Deum ;
la fragata se va d pique;
la Bruja baila el jaleo;
arde la ciudad, y baja
el telón. — Cuadro tercero.* —
Se duerme usted?
y%stezando.] No, señor,
stoy absorto, suspenso
(Qué suplicio!)
Este final
hace erizar los cabellos.
EL POETA T LA
Qué le ha parecido á usted?
Poeta. Espantoso.
Amir. Oh I yo lo creo.
Paes ahora ya lo mejor.
Oiga usted. — «Cuadro tercero.
El AsesiDO.»
Poeta. [Entre dientes.]
Eres tü 1
Amir, ¿Cómo...
Poeta. Adelante. (T yo el muertol)
Ambr. Atienda usted. «El teatro
representa un cementerio....»
An! se olyidó el corregir
esta escena Aquí en un yerbo...
(Ton el permiso de usted
Poeta. Aquí hay pluma. (Respiremos.)
[Leda una pluma y D. Ambrosio se
pone d corregir su drama.]
ESCENA 11.
EL POETA. D. AMBROSIO. DOÑA ISABEL.
Isaóel. [Á la puerta.]
Aun está aquí ese importuno
y me retarda el momento
de mi dicha. )Qué impaciente
estará mi dulce dueño 1
¡T volver yo á mis asuntos
sin que sepa que le quiero
. es doloroso! — Él pasea....;
aquel hombre está escribiendo
Entraré
[Entra.]
Poeta. [Saliendo al encuentro de doña Isabel,]
Doña Isabel 1
Usté ha venido del cielo.
Sálveme usted!
Isabel. (No lo dije?
Está perdido, está ciego
por mí.) Baje usted la voz
Qué anagrama! He visto aquello.
Poeta. ¿Cómo
Isabel. [MirdndoU con ternura.]
La lengua es inútil.
Harto dice mi silencio.
Poeta. Pero.....
Isabel. Me he puesto encarnada?
Poeta. (Lléveme el diablo si entiendo....)
Isabel. [Suspirando.]^
Ay!
Poeta. Qué tiene usted ?
Isabel. Presumo
Íue estamos los dos enfermos
el mismo mal
Poeta. ( Qué visajes ! )
BENEFICIADA.
Qué! ¿le ha dado á usted tormento
con su lectura algún
Isabel. [Suspirando.} Sí,
pero ¡qué dulce veneno!
Poeta, Señora!
Isabel. No digo más y
que ya en los ojos revelo
Poeta. Hable usted claro.
Isabel. [Con visible off ilación y alargando la
mano.]
. No; á usted
le toca ser el primero
(Cómo no coge mi mano?)
[Suspirando \
Ay!
Poeta. (Qué demonios es esto?)
Doña Isabel!....
[La patrona sigue haciendo monadas.]
Ambr. [Dejando de escribir.]
Continúo
¡Se ha largado ! . . . . Ah ! ya le veo.
Le ha embarjg^o la patrona.
Poeta. Señora! ¡Con mil
Isabel. Más quedo!
No me comprometa usted y
que mi honor es lo primero.
Voy á ver á cierto amigo
que me empeñó unos cubiertos
Si no me paga, ¡por vida
de Isabel) que se los vendo! —
No será larga mi ausencia,
que aqiií la vida me dejo.
[ Vuelve d hacer muecas.]
Entretanto Ya ve usted
Creo que estamos de acuerdo.
Sé descifrar anagramas
y traducir pensamientos. —
Mis ojos están hablando,
mis mejillas son de fuego,
mi mano quieta se está,
late agitado mi pecho;
y pues ya me entiende usted •
y yo guardo el documento....,
no hay más que hablar por ahora.
Sírvale á usted de gobierno.
ESCENA III.
D. AMBROSIO. EL POETA.
•
Poeta. (Sin duda está esa mujer
atacada de los nervios.
Qué horrorosas contorsiones!
¡ Qué risible desconcierto
de ideas T juraría
por el alma de mi abuelo
que me quiere enamorar.
%i
EL POETA T LA BENEFICIADA.
Amir.
Poeta,
Ambr.
Poeta.
Ambr.
Poeta*
Ambr,
Poeta.
Ambr.
Poeta.
Ambr.
Actriz.
Poeta.
¿Mas dónde está el fundamento
de esa grotesca alegría
que me anunciaban sus gestos?
Sólo me faltaba ahora
que esa infeliz....)
Vamos? Leo?
Soy con usted (Ya olvidaba
á ese pobre majadero.)
Parece que la patrona
Eh?.... Digo algo?
No por cierto.
Todos somos pecadores,
fr, como dice el proverbio,
a ocasión hace el ladrón.
Juro á usted que ni por pienso....
Pues ella hacía unos dengues
que Vamos» soy perro viejo,
y la que á mí se me escape
No es mi gusto tan perverso
Hágame usted más favor.
Pues si es así lo celebro,
que mujer de ese volumen
y de esa fecha, confieso
que será mujer, mas no
pertenece al bello sexo. —
rrosigo pues mi lectura
¿No es mejor que lo dejemos
Hombre , ; si le digo á usted
que ahora entra lo más selecto !
[LeyenioJ]
«Cuadro tercero. — El teatro
representa un cementerio....»
[Dentro,"]
Da usted permiso?
[Saliendo á recibirla.] Es mi Actriz!
Adelante, señorita.
*
[D, Ambrosio se levanta,]
ESCENA IV.
EL POETA. D. AMBROSIO. LA ACTRIZ.
Actriz.
Poeta.
Actriz.
Poeta.
Ahí si tiene usted visita
No, no imnorta. (Soy feliz.
Ahora al nn conseguiré
que ese lector pertinaz
se vaya y me deje en paz. )
Vengo
[Presentándola una silla.]
Qué hace usted de pié?
Actriz. [Sentándose, y hacen lo mismo el^
Poeta y D. Ambrosio,]
Gracias.
Ambr. Se continuatá.
[Á la Actriz.]
Yo no estorbaré, supongo
Actriz. ' No, señor.
Ambr. [Corrigiendo en su drama.]
Este diptongo
me disuena.
Poeta. (No se va!)
Aetnz. Siento mucho ser molesta.
Poeta. Nada de eso. Usted disponga
Actriz. Ruego á usted que me componga
aunque sea unjin de fiesta.
Poeta. Ese es muy leve servicio.
Si usted mis versos recita,
más que de usted, se&orita,
será mió el beneficio.
Actriz. A cumplido tan galante ^
que no creo merecer,
sólo puede responder
el ruDor de mi semblante.
Poeta. ¿Esta ya fijado el dia
de la función?
Actriz. Sí.
Poeta. Cuál es?
Actriz. Para mediados del mes. (*)
Poeta. Corto es el plazo á fe mia.
Pero á usted desde hoy consagro
mi vena
Actriz. Bien sabe Dios
cuánto estimo
Poeta. Entre los dos
hemos de hacer el milagro.
Actriz. Mi habilidad es tan poca
Poeta. No hay versos duros ni flojos
si los dictan esos ojos
y los pronuncia esa boca:
Ambr, [Dejando de escribir.]
Si no es errado mí juicio,
lo que desea esa dama
son las primicias de un drama
para hacer su beneficia).
Actriz. Justo.
Ambr. Pues ocioso es
que el amigo se moleste.
Remedióse usted con este
[Presentando el suyo,]
que humilde pongo á sus pies.
Actriz. Mil gracias. To me limito
Ambr. Tómelo usted...., con la expresa
condición de que la empresa
pague bien el manuscrito.
Actriz. (Qué formidable proceso ! )
Ambr. Es un gran Tlrama.
Actriz. Ya, ya I
Carito le costará
si lo ha do pagar al peso.
(*) Gira circunstancia histórir>a. Ya se ha visto que esta comedia se estrenó en 15 de Marzo de 4838, y bien sería
el 6, ó el 6 del mismo cuando el autor se encargó de componerla. ^
EL POETA Y LA BENEFICIADA
83
Ambi\ La dama tiene un papel
de veinte plieo^os y pico.
Actriz, Virgen santa ! Ni un borrico
pudiera cargar con él.
Ambr, No importa. Hay lances soberbios.
Tres batallas, un naufragio,
brujas 8e reza el trisagio
Bombas
Actriz. Piedad de mis nervios I
Ambr. Oiga usted. Leeré un pedazo
Actriz, No! Tanta prosa Es muy flaca
mi memoria (Qué machaca!)
Largo el papel, corto el plazo
Ambr. Sin embargo, yo respondo
Actriz. Mil gracias he dicho ya....,
y usted no me obligará
á decirle un nó redondo.
Ambr. (Qué tonta! La hago un favor )
Poeta. [Á la Actriz."]
Si usted me diese una idea
del papel que hacer desea,
del que le cuadre mejor
Actriz. Si aun los actores perfectos
no están libres de un desliz ,
¿qué haré yo^ pobre aprendiz,
siendo tantos mis defectos?
Yo no tengo plaza fija.
Ya soy dama, ya graciosa,
ya soy seria, ya jocosa,
ya sov madre, ya soy hija.
Fapeles buenos y malos,
de todo hago, y soy en ñu
especie de comodin
que juega en todos los palos.
Agradecida me siento
á Ta pública bondad ,
y mi buena voluntad
suple á mi pobre talento.
Mas si en medio á tanto juez
que ven por distinto prisma
puedo ser juez de mí misma
sin presunción ni altivez ,
no es mi genio el de Artemisa,
que flores quiero y no abrojos.
Mejor que el llanto en mis ojos .
sienta en mi boca la risa.
Poeta. Algún carácter travieso
de muchacha pizpereta
Actriz. Sí, señor.
Poeta. ' Algo coqueta
Actriz. No reñiremos por eso.
Nunca tuve Inclínacicm
á variar sino en las modas ,
Eero ese es papel que todas
acemos con perfección.
Poeta. Si para inflamar mi vena
y hacerla más elocuente
fuera usted tan complaciente
que recitase una escena
Actriz. Una escena
Ambr. ( I A.y cuál te pierdo
tiempo precioso y preciso ! )
Actriz. Quisiera Mas de improviso
¿qué he de decir? No recuerdo
Ambr. Ya que esta niña se arredra,
sus ! yo voy á recitar
una que haria saltar
al Convidado de piedra.
Poeta. Por la Virgen del Rosario ! ....
¿Qué chiste ó qué travesura
me ha do inspirar la lectura
de un drama patibulario?
Actriz. Gomo tengo en la cabeza
tantos papeles diversos
Ah! recitaré unos versos
No me acuerdo cómo emnieza
La escena es en carnaval.
Poeta. Muy bien I
Actriz. Es una pasiega
que con todo el mundo pega;
hasta con su esposo.
Am^br, Hay tal!....
Actriz, Repasar quiero un instante
[Queda en actitud de recordar los ver*
sos que ha de recitar,]
Ambr. Mientras repasa la dama
seguiremos con mi drama
Poeta, Hombre, basta!... No hay aguante....
Ambr. Este cuadro es joco-serio.
Sólo hay tres muertes ó cuatro.
Poeta. Por Dios I por Dios ! . . . .
Ambr. [Leyendo.] «El teatro
representa un cementerio )>
Poeta. Oh!.... •
Actriz. [Al Poeta,]
¿Creerá usted que me da
vergüenza
Poeta, Eh ! solos los tres
Actriz, Por lo mismo. — Vaya pues.
Atención, que empiezo ya. —
Entre mujer y marido
va á dar principio la fiesta,
con careta la mujer
y el consabido sin ella.
Habla el marido.
[Para' marcar el diálogo cambia de
puesto y de voz alternativamente.]
Bien haya
el garbo de esa chaqueta,
plus-ultra de terciopelo
que dos globos contornea.
Éíen haya ese guarda-piés
que apenas es guarda-piernas ,
y ese collar que me prende,
y ese pañuelo de yernas,
y ese delantal Jesu»!....
y esa cinta que te cuelga.
Qué mano...., si fuera mía!
Si fuera tu va...., qué trenza! —
Mira que el traje te engaña,
le responde la pasiega.
{ Qu^ chasco vas á llevar
S6
EL POETA Y LA BENEFICIADA.
8i me quito la careta!-—'
Sobre un cuerpo tan donoso
no puede haber cara fea,
y sea cual fuere en fin ,
yo la recibo pin verla;
que aunque yo no te lo ruegue
ni el calor te dé jaqueca,
tú misma te quitarás
: la máscara si eres bella ;
y si guardas el incógnito
por horrible 6 por modesta ,
tanto da que seas linda
como que yo me lo crea.^—
Si yo te creyera á ti
fuera muy loca ó muy necia.
¿No sé yo que eres casado,
y si á mí me galanteas
todo eso es pura lisonja
Íamor de carnestolendas?—
ácil te es ayeriguar
si te quiero ó nó de veras. —
No merece tu consorte
que infiel y traidor le seas.
Ella te ama; yo lo sé. —
Sí , pero ya me molesta.
Un variar está el deleite.
Hombres hay que en su bodega
tienen el vino de sobra
y se van á la taberna. —
No tiene perdón de Dios
el que á otra mujer corteja
si es fiel y hermosa la suya.
La tuya tiene esas prendas,
y mal pudiera negarlo
cuando á una voz lo confiesan
las mujeres que la envidian ,
los hombres que la desean. —
£h!.... Sí No digo que asul^te,
pero es fastidiosa y terca —
I Fementido ! .... Ésto es aparte, —
Muchos la juzgan perfecta ,
pero tiene ciertas faltas
?ue yo callo por prudencia. —
Insolente ! Le ahogaria )
Faltas ! Qué faltas son esas? —
No todo se ha de decir.
Ya sabrás tú que las hembras
son unas en sesión pública
y otras en sesión secreta. —
{Al concluir este verso se halla la Ac-
triz muy cerca de D, AwJ^osio y se
(balanza á él.]
No puedo más I Embustero I
Til 1 traidor I . . . .
Amdr. Eh! Que me pela!
Poeta. Bienl Bravo!
Amdr. Aparta, demonio!
Actriz. Perdone usted. Creí que era
el susodicho marido
de la citada pasiega.
Poeta, [Aparte i la Actriz]
I £Uen haya amén esa mano
Íue con tal gracia me venga !
[e poseí del papel.. ..T
Awlfr. Sí por cierto, y de mis greñas !
Actriz. Prosiguen las aventuras
de la máscara traviesa.
Cierto galán la equivoca
con la dama á quien obsequia
y le embroma de este modo
ya con mimos, ya con quejas. —
[Indicando al Poeta.]
Aliora le toca al señor.
Ambr. Eso es ! Para mí las felpas
y para él los arrullos.
Qué arbitrariedad 1
Actriz. [Discurriendo.] Quisiera
acordarme
Poeta. Sí!
Actriz. Un instante.
Recogeré las ideas
Amir. Aprovechemos el claro.
^ [Leyendo,]
«:E1 teatro representa >
Poeta. [Levantándose.]
Déjeme usted, don Ambrosio, -
con mil legiones
Amdr. ( Paciencia I )
ESCENA V.
EL POETA. D. AMBROSIO. LA ACTRIZ.
DOÑA ISABEL.
IsaM. [Á la pujsrta.]
( jQaé veo! Aquí una muier!
Oigamos desde la puerta.;
Actriz. Allá voy. — Si fuera cierto
lo que me dice, tu lengua,
quién más que yo venturosa?
Tú sólo, amor mío, reinas
en mi corazón.
Isaiel. (¿ Qué escucho ! )
Actriz. ' Mas yo sé que galanteas
á otra mujer, y ese pago
• no merece mi firmeza.
Isaiel. ( una rival I )
Actriz. To mi puesto
resignada la cediera ,
aunque tanta ingratitud
me hiciese morir de pena,
si en discreción me igualara
ó me venciese. en belleza;
mas la que así te cautiva
no es una dulce sirena,
sino una furia infernal
Isabel. [Entrando.]
Ufl ..«. La he de arrancar la lengua.
i
EL POETA Y Ik BENEFICIADA.
87
ísadel.
Poeta. La patronal
Actriz. • (Esa mujer
me yiene ahora de perlas.)
¿Es esta, traidor amante^
nombre sin pador, es esta
la mujer por quien me vendes?
Una marmota! una vieja!
Isabel. \ Miente la m uy
Actriz. No sé cómo
no te mueres de vergüenza.
Poeta. Bien I
Isabel. Oiga usted!
Actriz. Quite allá!
Ambr. (La otra lo toma de veras ! )
Actriz. Dejarme por ese tomo !
Isabel. Desollada! mala pécora !
Actriz. {Riindose.]
Qué bien lo hace! ¿Sabe usted
de memoria la comedia?
Qué comedia ni qué diablo ?
Buena estoy yo para fiestas !
Sí usted no se va á la calle
será trágica la escena.
He aquí una buena actriz
si la aiustara la empresa.
Para nacer características
} sobresaliente ! soberbia!
Qué está usted disparatando?
La que disparata es ella.
Ella es la escoba. ¿Hase visto
la atrevida, mocosuela
Si esto es ficción, pasatiempo
o valen estratagemas.
Mi casa es casa de honor,
y si usted no la respeta
Oiga usted. Esta señora
Es infamia ,' es desvergüenza
entrarse aquí de rondón
mujeres aventureras.^
Oiga usted!.... Esto ya es serio.
Es preciso que usted sepa
{Afarte al Poeta.]
Ingrato !
Actriz.
Isabel.
Actriz.
Isabel.
Poeta.
Isabel.
Poeta.
Isabel.
Actriz.
Isabel.
Poeta.
Isabel.
í
Actriz.
Isabel»
Ambr.
Señora!
Yo
tomaré una providencia
[Aparte al Poeta.]
Traidor !
Aquí no me traen
los motivos que usted sueña,
ni con brujas como usted
entrara yo en competencia.
Bruja!
Pido la palabra
para que ustedes se entiendan.
[Á doña Isabel.]
¿Quiere usted creerme á mí,
supuesto que en la contienda
no paso de ser un simple
espectador?
Isabel. Norabuena.
[Hablan aparte.]
Actriz. [Al Poeta.]
Si hubiera sabido yo
que tenía usted por huéspeda
á esa rabiosa energúmena
Perdone ijsted que la ofenda
siendo su dama.
Poeta. Por Dios!
Posible es que usted lo crea?
No sé por qué extravagancia
ha dado hoy en esa tema^
mas juro á usted
Isabel. Acabáramos ! —
Ta basta. Estoy satisfecha.—
Señorita, mil perdones.
Ya ve usted , las apariencias
me engañaron
Actriz. Está bien.
[Al Poeta.]
Vamos á lo que interesa.
Cultivo un poco la música
. sin echarla de maestra,
y deseo, confiada
en la pública indulgencia,
cantar en mi beneficio
alguna jácara nueva.
[Sacando un papel de música.]
Vea usted; aquí traigo una....,
mas no me gusta la letra.
¿No- me hará usted unos versos
que á esta música convengan ?
Poeta. Veamos
[Un momento de silencio mientras re*
corre con la vista el papel.]
Yo tengo escrita
alguna letrilla inédita
[Registrando sus papeles.]
de este metro Esta no es.
«Los celos i> Tampoco es esta*
Ah! «La aldeana.» Aquí está.
Vea usted.
Actriz. [Breve pausa mientras lee para si la
primera estrofa.]
Buena, muv buena.
Ah ! sobra en el estribillo
uña sílaba.
Se enmienda.
Poeta.
[SI Poeta escribe y la Actriz talar ea
entre dientes.]
Ambr. [Á doña Isabel.]
Me parece que usted tiene , *
8S
EL POETA Y LA BENEFICIADA.
señora, grande inflaencia
con su huésped
Isabel. [Haciendo dengues.]
Ya ve usted.,
El alma de los poetas
es tan sensible Y al cabo
tampoco soy yo de piedra. —
Pero aquí se juega limpio,
y hasta que la santa iglesia
nos eche la bendición
Amir. Ya sé yo que usted no fuera
capaz Ahora bien, deseo
que él recomiende á la empresa
del teatro eficazmente
esta obra que gime huérfana ;
mas no hará nada, está visto,
como usted no me proteja.
Es un drama funeral
Isabel. [Con aire de protección,]
Bien. Se hará lo que se pueda.
Ambr. Ahora que está entretenido
permita usted que la lea
un par de actos.
Actriz. Si, señor:
la cantaré.
[-á ¡apatrona.]
Con licencia
Está el piano corriente?
Isabel. Como lo tengo de venta, ^
bueno es que puedan probarlo.
Cada ocho dias lo templan.
Actriz, [Sentada al piano y preludiando.]
Canto pues.
Poeta. Silencio!
Isabel. Oigamos..
Amir. (Y para mí no hay orejas!)
Actriz. [Canta.]
I Tanto amor y tanta prosa
Íara una pobre aldeana !
[oy me llama usted su diosa,
y acaso dirá mañana :
no me acuerdo si te vi.
Ya, ya! Sí, sí!....
Ji,ji! Ja, ja!....
Qué risa me da!
Ya que usted jura y perjura
que trata de casamiento,
6 nones, ó venga el cura.
Palabras que lleva el viento
no me camelan á mí.
Ya, va! Sí, sí!....
Ji, ji! Ja, ja!....
Qué risa me da !
•
Con eso engañó á mi tia
' un galán almib^irado,
y clamaba al otro día:
ay triste , que me ha engañado !
Ay tonta, que le creí !
Poeta.
Ambr.
Isabel.
Poeta.
Actriz.
Poeta.
Ya, ya! Sí, sí!....
Ji, ji! Ja, ja!....
Qué risa me da !
Bravo!
Bien!
Tal cual
Divina!
No vale nada. Es favor
No tal, que ha cantado usted
con suma gracia, y su voz
Isabel. [En voz baja al Poeta.]
Actriz.
Isabel.
i
Actriz.
Isabel.
Poeta.
Isabel.
Poeta.
Isabel.
Actriz.
Basta, basta de alabanzas.
La gracia está en la canción,
y á tan singular fineza •
muy ag^radecida estoy.
j Miren cómo se envanece
or una mera atención
e cumplimiento, y rogada;'
Eor una coplilla ó dos
echas por pasar el tiempo
sin designio y sin pasión !
Qué mujer!....
Si yo estuviera
engreida, anda con Dios!
(Esta es otra!)
Enseñe usted ,
como puedo hacerlo yo,
unas décimas escritas,
como dijo el otro, ad hoc;
para mí.
¿Cuándo
Y en ellay
toda yna declaración
con mi nombre en anagrama
y la firma del autor.
Qué desesperada pluma
tan gravemente pecó?
Isabel. [Al Poeta.]
Actriz.
Isabel.
Poeta»
Perdóname si descubro
el dulce secreto
[Á la Actriz buscando la canción en
el pecio.]
Voy,
voy á confundir á usted.
[Enseñando el papel y acercdtidoselo á
la Actriz para que lo lea.]
Aquí está.
[Breve pausa.]
Tiene razón !
Vea usted la firma.
Cómo!....
EL POETA Y LA BENEFICIADA.
89
No he perdido yo el pudor
hasta el punto
[Acercándose á leer el papel,]
Á ver? — Delirio!
Son mis Tersos, mi canción
áBelisa
Isabel. Sí, Belisa;
Isa-bel en español.
Poeta. Protesto
Actriz, Sea en buen hora.
Poeta. Juro á usted que mi intención
Ambr. Doy á usted mil parabienes....
Poeta. Doña Isabel I . . . .
Isabel, [Sin dejar hablar al Poeta,]
Ya , ya estoy. —
No abusaré de mi triunfo,
que harta es ya su confusión.
.Poeta. Ese papel
Isabel. Ya lo guardo.
Poeta. Pero
Isabel. Bien sé que la doy
cordelejo, pero es justo
' castigar su presunción. —
No porque yo tenga celos
de tol arrapiezo, no.
[Interpretando mal un adevian de im"
paciencia que hace el Poeta,]
•Entiendo. Seré prudente.
Poeta. ¿Cuándo ha habido entre los dos
Isabel. No se justifique usted.
Ya sé que su corazón
es todo mió.
Poeta, El demonio
me lleve
Isabel. Basta. Yo S07
tolerante. Mi presencia
tal vez la cause rubor^....
Galle usted. Ya tne retiro.
[Á la Actriz con mofa.]
Beso á usted la mano.
[Al Poeta con ridicula delectación,]
Adiós !
ESCENA VI.
LA ACTRIZ. EL POETA. D. AMBROSIO.
Actriz, Vamos, tiene usted buen gusto.
Poeta. ¿Gustar yo de una Qué horror I
Esa mujer está loca.
La trova que me usurpó
no se ha escrito para ella.
Esa Belisa, ese amor
son entes imaginarios, -
y la casa va á arder hoy
si no me vuelve el papel
Ambr, Y el anagrama?
Poeta, Es error.
Belisa es nombre poético,
y al ponerlo en mi borrón
ni yo pensé en anagramas
ni en esa mujer feroz.
Actriz. \ Lástima fuera por cierto
Ambr. Bueno ha estado el quid pro quo!
Actriz. Pues poco ufana está ella !
Poeta, r Y luego dicen que son
locos los poetas ! Juro
por mi nombre y el de Dios
que hoy no han pisado esta casa
desde que ha salido el sol
más personas racionales
que usted, señorita, y yo.
Ambr. ¿Yo también......
Poeta. usted no es loco.
Ambr. Pues qué?
Poeta. Otra cosa peor.
ESCENA OLTIHA.
LA ACTRIZ. EL POETA. D. AMBROSIO. DON
PRÓSPERO.
Prósp.
Actriz,
Prósp.
Poeta.
Actriz,
Prósp.
Poeta.
Saludo Perla! Aquí usted?
Servidora , señor don
No recuerdo el nombre
Próspero;
y ahora dos veces lo soy.
[Al Poeta.]
Se hizo aquello?
Sí. (Este necio
va á pagar mi mal humor.)
Tome usted su álbum.
¿También
tiene usté álbum?
Por qué no?
[Abriendo el álbum.]
Leamos
[Á la Actriz aparte,]
Sí; su alegría «^^
va á convertirse en furor.
Pide elogios, y le he puesto
una banderilla atroz.
Prósp. [Leyendo.]
«Adon Próspero Pan toja,
epigrama.» — Hola I — Atención.
« Si cada escritor severo
viene á pedirle una hoja,
y en el forro se le antoja
poner su nombre al librero,
^ué le queda al buen Pantoja?
mera de los nueves, cero.;»
í
1
1^
90
Poeta.
Prósp.
Amir.
Prósp.
EL P0ET4 Y LA BENEFICIADA.
Poeta.
Próep.
Poeta.
Prósp.
Poeta.
Áetrie.
Poeta.
Prós^.
Actnz.
Próep.
Poeta.
Ambr.
Poeta.
AwAt.
Poeta.
Ambr.
Poeta.
No me ha ocurrido otra idea.
Perdone usted.
Qué perdón?
Si esto es magistral I
¡Hombre, hombre...
Para que corra veloz
mi fama cual yo deseo
no hay una cosa mejor.
Sólo se hacen epigramas
á los grandes hombres. Oh !
Yo sería muy dichoso
con uno en cada renglón.
¡ Cuántos franceses ilustres
yacieran sin ver el sol
entre vil polvo si en Francia
no hubiera habido un BoiUau!
[Aparte i la Actriz.}
Qué dije á usted? ¡ Todos locos!
Gracias, gracias. Loco estoy.
[Á la Actriz.]
Él lo confiesa.
Ea, abur.
Á los pies de usted, primor.
Espere usted un instante. —
[A la Actriz.]
Cuente usted con la función
que pide. Ya tengo asunto.
Pongo en escena lo que hoy
ha ocurrido en esta casar
que lo hago en un dia ó dos,
y salimos del apuro.
Aprobado.
Y será actor
don Próspero en mi comedia ,
Sues tiene tanta ambición
e fama.
(Comedia,....
Sí.
Yo la interesada %oj.
Es para mi beneficio,
y no rae dirán que no
tan galantes caoalleros.
Qué dichai Tanto favor!
Capaz soy de tomar parte
en la representación.
Y usted 1 dará su permiso
Con mucho gusto lo doy
por obsequiar á una bella,
mas con una condición.
Cuál?
Haga usted que mi drama
se represente
Por Dios!
¡Si es imposible Primero
consiento en pagarlo yo.
Pero ¿es malp?
Ya es forzoso
hablar claro, fií, señor.
Amir. Triste de mí! Y yo creía
Como es tanta mi afición
al teatro ¡He aquí perdido
el fruto de mi sudor!
Si yo pudiese lograr
alguna colocación
Poeta. Ah! sí. ¿Quiere usté una plaza
de segundo apuntador?
Amlfr. Aunque sea de tercero.
Poeta. Justamente ayer vacó,
y mi amigo el empresario
me ha dado la comisión
de buscarle quien la sirva.
Usted tiene buena voz ,
y ha mostrado en la lectura
el más heroico tesón. —
Puede usted contar con ella.
Ambr. Yo apuntaré con fervor
y el empresario dará:
^a está completo el reloj,
uándo envío por la pieza?
Poeta. El martes; pero aquí no;
que hoy mismo cojo el petate,
aunque duerma en un mesón ,
huyendo de mi patrona.
Yo mismo tendré el honor
de poner en esas manos
mi pobre composición. —
Ah! ¿Querrá usted, por supuesto,
una especie de rondó
final pidiendo indulgencia
al benigno espectador
Prósp. Claro está. La consabida
décima y baja el telón.
Actriz. Ya la tengo yo compuesta.
Poeta, i Cómo es
Actriz. A ensayarla voy.—
Mas primero es necesario
ponernos en situación.
Usteáes forman un grupo;
^ por otro nombre tableau;
yo me adelanto tres pasos
con aire de sumisión,
y exclamo de esta manera
alzando un poco la voz :
Después de tantos favores
y la molestia que os causo,
pedir también un aplauso
no fuera justo, señores.
Si perdonáis mis errores
quedaré recompensada;
pero si alguna palmada
debe resonar aquí. . . . ,
el darla me toca á mí,
que soy la beneficiada.
[Palmotea la Actriz y cae el telón.]
i
EL PRO Y EL CONTRA,
COMEDIA EN UN ACTO.
Bstr^nada «n •! Uatro dal Principa al dia 24 da Mano da i8S8.
PERSONAS.
CECILIA.
DOÑA JOSEFA.
ROSA.
D. LUIS.
D. JULIÁN.
D. SANTIAGO.
■ D. AQUILINO.
La aaee&a es en ICadrid.— El teatro representa un jardín con arbolado. Á la dereeh* d^ aetor,
pnerta con gradas que es la que conduce á lo interior de la casa. Una yeija en el foro.
Sn el proscenio un banco.
ESCENA I.
D. LUIS. D. JULIApN.
[Aparecen Jiimando.]
Julián. Mucho es venirte al jardín
dejando á Cecilia hermosa
por allá dentro.
Luis. ¿Qué quieres I
Por fumar
Julián. Siendo tu novia»
y prima nuestra además,
creo que esas ceremonias
son excusadas.
Luis. Con todo,
no es razón que de una boca
. salgan simultáneamente
la saliva y la lisonja
y entre humaradas horribles
palabras de miel y rosa.
Julián. Bi te has de casar con ella y
mejor es qae desde ahora '
la acostumbres Pero hablemos,
puesto que estamos á solas,
con la franqueza de hermanos.
lEs cierto que te enamora
la primita?
Luis. Sí y Julián.
No diré que es una loca
pasión la que me ha inspiradoi
pero me gusta, que es cíe honra
y provecho esa muchacha.
Tiene unos ojos que roban
el corazón , y un gracejo
singular. Es, como todas
las doncellas de su edad ,
frivolillav caprichosa, *
Seró amable cual ninguna ,
espejada como pocas,
aseada sin ser pobre ,
rica sin ser orguUosa.
Julián. Y á mí me parece que es
una linda perinola
sin juicio y sin fundamento,
que ama...., qué sé yo?.... Por moda.
Se cansé de fas muñecas
y ya apetece otra cosa.
Quiere casarse , y no tanto
por complacerse á sí propia
con el nuevo estado, como
Sor causar envidia á otras.
[ás que salir de soltera
02
EL PRO Y EL CONTRA.
LuU.
Julián,
Luis.
Julián,
Luis.
Julián.
Luis.
Julián.
Luis.
Julián,
Luis,
Julián,
quiere el ruido de las bodas ,
y las galas , y el ascenso
de señorita á señora.
Si tú eres el preferido
es sólo porque te doblas
con resignación humilde .
á su voluntad despótica.
Créeme, y no extrañes que yo
mejor que tú la conozca;
que yo sin pasión la juzgo^
y tú sin juicio la adoras. •
No puede ser imparcial
tu voto siendo notoria
tu aversión al matrimonio.
Es cierto. Me dan congojas
sólo de pensar en él.
¡Es tan buena, es tan sabrosa
la libertad de soltero I . . . .
Conozco á tantas bribonas ! ....
Tú tienes mala opinión
del bello sexo^ y quien te oiga
no se casará jamás.
Á la viva llamas loca,
á la sensible embustera ,
á la bella peligrosa;
una te choca por alta
Íotra te enfada por gorda,
¡n fin, ninguna te gusta
No, que antes me gustan todas,
y por eso cabalmente
no me caso.
Si esa norma
siguieran todos los hombres.^...
En fin, allá te compongas
con tu sistema insocial,
que tal vez, aunque lo elogias^
tiene más inconvenientes
Íue el yugo de que te mofa».
lUis, ya que el cielo te inspira
esa vocación heroica,
no digo que no te cases;
pero ántes^ es un axioma,
mira lo que te haces, Luis;
que la más perfecta moza
tal vez después de casada
es la caja de Pandora.
Míralo bien. Tú eres joven,
y mujeres hay de sobra.
Aún no es cosa tan formal
que Todavía lo ignora
su madre, y Vamos, también
tengo yo acá mis zozobras
Pues aún es tiempo. Ojo alerta!
Mira, hermano, que no es broma
el casarse
Sí; prometo
Pesa bien el pro y el contra.
[Tirando ¿I cigarro.']
Ella viene. Si quisieras
Ya, sí..... A ver cómo te portas!
[Se retira por entre los árboles,]
ESCENA II.
CECILIA. D. LUIS.
Luis, [Saliendo ai encuentro de Cecilia,]
Ta volvia yo á la sala,
pero pues vienes aquí,
me alegro
Cecilia, [Se sienta en el banco suspirando,]
Triste de mi !
Luis, Qué te sucede? Estás mala?
Cecilia. No.
Luis. Estás enojada?
Cecilia, Yo?
Con quién?
Luis, Acaso conmigo. -^
Cecilia, No.
Luis, Sintiera <
Cecilia, Que nó digo.
Luis. Con tu madre?
Cecilia, Dale! No.
Luis. Pues ¿ qué tienes ? No comprendo
la causa de esa importuna
seriedad.
Cecilia. No ha de estar una
á todas horas riendo.
Luis. En la mesa estabas loca
de contento, y ahora
Cecilia. Qué?
Tengo esplín.
Luis. Apostaré
á que es por una bicoca.
Cecilia. Pues ya! Merezco uua jaula.
Yo no sé lo que me pesco
Tengo un genio muy sardesco
Soy una loca, una maula.
Pero, Cecilia, ¿es posible
Cuándo he dicho tal de ti?
Lo das á entender.
No.
Sí.
Pero
Hoy estás insufrible.
Si mi aspecto te contrista,
yo me iré porque no creas
Eso es lo que tú deseas,
eso; perderme de vista I
No; j amas I Pero soy franco :
esa extraña displicencia
me aburre ¿Me das licencia
para sentarme en el banco?
Cecilia, De vetas? Bien caben dos.
A qué pedirme permiso?
¿De cuándo acá tan sumiso
Siéntese en gracia de Dios.
Luis, [Sentándose,]
Ea pues, mi bien, no haya
desazón. Si alguien te irrita,
yo no soy. Esa manita
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
EL PRO Y EL CONTRA.
93
Cecilia. [Se la d&ja tomar.]
Luis.
Cecilia,
Luis.
Cecilia:
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Ceíilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Rosa.
Luis.
Rosa.
Cecilia.
Luis.
Rosa.
Cecilia,
Luis. '
También la manita? Vaya!
Tras de llevar los azotes
te pido perdón. Soy loco.
\yaá hesar la mano, y día la retira.']
No es verdad?
Ehl poco apoco.
Besarla y no. Y con bigotes í
Te asustas?
No es que me asusto.
Por ventura te dan asco?
Tampoco.
Sería chasco
Es que no son de mí gusto.
¿De veras! Confuso estoy.
Ya hace dos meses ó tres
que á todas horas los ves^
y nada has dicho hasta hoy.
Primo, quien de veras ama
tiene la nariz más ñna ,
Ír por instinto adivina
o que no gusts á su dama.
Como el bigote es de moda
y eres tú tan elegante,
creí Me gusta bastante,
pero si á ti te incomoda
¡ Hacen la cara tan lacia
esas cerdfts
• No hava pleito
?or eso. Pronto me afeito
ues! Ahora no tiene gracia.
Rapado cual los carrillos
q\jed6 el labio delincuente.
Soy galán condescendiente
y DO reparo en pelillos.
No; así estás mejor.
(Qué chinche!)
Otra dirá que son bellos
tus bigotes y pero en ellos
no seré yo quien me pinche. •
[Enfadado.]
Pues bien ^ si nunca se acierta
con usted
ESCENA in.
CECILIA. D. LUIS. ROSA.
Ay señorita!
No parece. Pobrecital
¿Cómo
Ni viva ni muerta.
Ah ! Qué haré sin mi Celinda !
¡ Tan viva , tan juguetona
¿Qué escucho! Ha muerto la mona?
Se ha perdido. Era tan linda! ..'..
Díme ahora 9 ay cielos!.... di
que sin causa estaba triste.
Pero ¿por qué no dijiste
Cecilia. Ay mona mia! ay de mí!
Rosa. Se olvidó echar el candado
que afianzaba la cadena;
saltó el animal
Cecilia, Qué pena!
Rosa. Y de uno en otro tejado
Luis. Bien; buscarla. Se pregunta
Rosa. Se ha andado todo el cuartel ,
y ¡nada!
Cecilia. Suerte cruel !
. La han robado, ó ;ya es difunta!
Luis. ¿Quién sabe si algún vecino
Rosa. Aun va indagando su huella
y da dos onzas por ella
el señor don Aquilino.
Cecilia. Lo creo. Esta sí que es prueba
do amor, ¡y frió desden
es su premio!
Luis. Yo también
á saber la triste nueva
Cecilia. Era el cigarro primero
que estar en mi compañía.
Luis. Válgame Dios ! ¿ Quién podia
presumir
Cecilia. Mal caballero !
Luis. Yo también si es necesario
la anunciaré por carteles,
y en los públicos papeles ,
y avisare al Comisario
¿Qué no haré yo porque halles '
esa mona por quien mueres?
Hasta los ciegos , si quieres,
la gritarán por las calles.
Cecilia. Bien, muy bien! Búrlate ahora!
Luis. Oh ! no hay tal. De veras hablo.
Cecilia. Qué insulto !
Luis. i Lléveme el diablo
Cecilia. Oh!
Luis. ¡Prima
Cecilia. Basta
Luis. Señora!
¿Puedo yo volverme gato.....
Cecilia. No la busques. Lo prohibo.
Luis. Pero, hija
Cecilia. No la recibo
de ti. Primero la mato.
Luis. Pero
Cecilia. Me has hecho una herida
que nunca podré olvidar.
Luis. ¿Yo
Cecilia. No me vuelvas á hablar
en los dias de tu vida.
[Se interna en el jardín y desaparece.]
ESCENA IV.
D. LUIS. ROSA.
Luis. Ingrata! Dejarme así!
¿Qué dices de esa manía,
Rosa mia?
Rosa. Rosa mia!
96
Josefa.
Cecilia.
Josefa.
EL PRO Y EL CONTRA.
Cecilia.
Josefa.
Cecilia.
Josefa.
Luis.
Josefa.
Cecilia.
Josefa.
Luis.
Josefa.
Cecilia.
Bien. Sea en gracia de Díob.
Supongo que usted me deja
el derecho de elección.
Es muy justo, porque al fin
tú has de casarte ; no yo.
No obstante , debes tomar
mi consejo
En eso estoy.
Hágame usted de mis novios
una exacta relación.
Uno es , y yo te confieso
que su apasionada soy,
don Juan Grisóstomo Rubio, .
Barreneche y Albornoz ,
fiscal
No quiero fiscales.
La toga asusta al amor.
En mis brazos soñaría
alguna conspiración;
respondiera a mis halagos :
otro si — Por cuanto tos..., y
T en mi acción más inocente
vería un crimen atroz.
Me convenzo.
Despedido
y autos.
Don Blas Obregon,
teniente de granaderos.
Gran nobleza y gran valor!
Militares? No en mis diasl
ó en Madrid quieta me estoy,
<5, nueva amazona, sigo
la suerte del batallón.
Si me quedo, me someto
á viudez triste y precoz ;
si le sigo, qué de afanes!
Sobre un burro matalón,
calado el mugriento gorro
de indefinido color,
con dos plumas que parecen
emblema de la nación;
pues, ambas á dos pelonas
y tercas ambas á dos,
cuando una dice que sí
su hermana dice que no;
á merced de un asistente ,
sin abrigo y sin ración ,
y expuesta siempre á apearme
por las orejas...., qué horror!...
perdiera mi juventud
Sor esos trig'os de Dios.
10 habia yo dado en eso.
Soy de tu misma opinión.
Calabazas al teniente.
El que á proponerte voy
merece la preferencia.
Es un dije, es un primor
don Aquilino Carranque.
Qué apacible condición !
qué fino, qué petimetre I
Yaya, es la nata ^ la flor
Pero es muy afemmado,
y BO me remedio yo,
Josefa.
Luis.
Josefa.
Cecilia.
Josefa.
Luis.
Josefa.
Cecilia.
Jostfa.
Luis.
Josefa.
Cecilia.
Josefa.
Cecilia.
Luis.
Josefa.
Lilis,
Cecilia.
Jostfa.
Luis.
Josefa.
Luis.
Josefa.
madre mia, con maridos
de quincalla y de charol.
Bien dices. Su robustez
no es gran cosa. Aquella tos
Desahuciado y otro al puesto.
Bien. Don Santiago Querol,
propietario y fabricante,
es todo un hombre de pro.
De propósito he dejado
para el último
Al peor.
Metódico y calculista,
esclavo de su reloj,
de todos mis pensamientos
Sedirá cuenta y razón.
[e sisará receloso
hasta loa rayos 'del sol.
Por ahorrar un dependiente
me pondrá en el mostrador,
6 me tendrá almacenada
como un fardo de algodón.
Y es verdad!.... Bien dijo el otro:
más ven cuatro ojos que dos.
Cero, y van cuatro.
Pues, hija,
ya el catálogo finó.
El de usted , pero no el mió.
Pues no acierto, como soy
Josefa Ta te he nombrado
á todo bicho varón
que entra en mi casa. — Á no ser
que tus primos
Voto á bríos!
Los primos ¿no somos hombres?
Ya caigo Buena elección! .
Y todo se queda en casa.
Pobre Julián ! Yo le dov
desde ahora
No es Julián.
No es Julián?
' Es Luis.
Soy yo.
Mejor. Y cuándo la boda?
Por mí que se firmen hoy
los contratos.
Bien.
Corriente.
Á qué hora?
Á la oración.
Sí? Pues voy á preparar
Yo también corro veloz
Cite usted al escribano;
yo áloB testigos
Sí, voy
Cecilia. [Á su madre.]
Oiga usted
[i D. Luis.]
Espera un poco
[Habla aparte con su madre.] .
EL PRO T EL CONTRA.
^ 97
Luis.
Cecilia.
(Esto es hecho ! Amor triunfó.
Seré feliz....)
Tome usted
la llave del tocador.
[Da una Uavecita i su madre, y ésta
entra en la casa.\
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia,
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis,
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
ESCENA X.
CECILIA. D. LUIS.
Serás mi esposo. Qxxé dicha!
Verás con qué gusto bailo
esta noche
Hay baile en casa?
No. En casa de don Hilario
Si tú no bailas no vives.
¿Qué quieres ! Me ha convidado
don Aquilino
Bastaba
ser convite de ese trasto
para disgustarme á mí.
No es justo...
Es que, hablemos claro,
siempre ere^btú su pareja,
y eso ya me va enfadando.
Suele dirigirse á mí, •
y como con él me* amaño
mejor que con otro
Pues!
Te da celos?
Me da empacho.
Pues sácame tú á bailar
y verás cómo le planto.
A mí no me gusta el baile ,
ni jamás
Buenos estamos I
Ni quieres bailar conmigo,
ni sufres que luzca el garbo
con otro.
Yo
Aquí tenemos
al perro del hortelano.
Pero
Pues una de dos ;
contigo, ó con él.
\ Cuidado
qae es manía
Más ridicula
es la tuya. Ingrato ! ingrato !
Lloras?
Ni bailar me deja !
Pero ¿á qué viene ese llanto?
SÍ41SÍ me tratas de novio,
qué harás después de casado?
Tengo á ese hombre antipatía
No á él , sino á mí.
Hazte cargo
Ah ! ¡ Le he preferido á todos
para que me dé este pago !
11.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Por Dios, óyeme ! No es falta
de amor; todo lo contrario.
Está muy bien. No iré al baile.
Oh!
Me encerraré en mi cuarto
Vamos, no llores
Mejor
sería entrar en un claustro
que casarme con un hombre
tan injusto y tan tirano.
Basta. Baila con quien quieras,
aunque á mí me lleve el diablo. —
Pero el vals...., de ningún modo.
[El vals que me gusta tanto
Bien. Yo valsaré contigo.
Sí?
Soy ágil como un sapo,
mas no importa. Aunque reviente,
no quiero verte en los brazos
de un títere.
[Saca la petaca.]
Me darás
sumo gusto Otro cigarro?
Qué vicio tan asqueroso I
Bien. No te enfades. Ya guardo
la petaca.
Sí; y después
Maldito sea el tabaco !
No es tan fácil desechar
costumbre de muchos años.
No? Dame esa cigarrera.
Pero, mujer
Yo lo mando.
[Con ternura.]
Yo te lo suplico.
Con un suspiro.] Toma.
^¡niero saber lo que valgo.
no vuelves á fumar,
ó contigo no me caso.
¿Qué he de hacer! Me gusta el humo,
pero prefiero tu mano.
ESCENA XI.
CECILIA. D. LUIS. ROSA.
[Cecilia sale al encuentro de Xosa, toma de ella
loque indicará el diálogo^ y lo cubre con el
pañuelo.]
Luis. (Hará de mí cuanto quiera, "*
sí. Sov un alma de cántaro.)
Cecilia. Muy bien. Ahora llévate eso.
[Da d Rosa la petaca después de tirar
los cigarros.]
Luis. Ah qué lástima de habanos !
7
» j
si ^
t J '
98
EL PRO T EL CONTRA.
ESCENA XII.
CECILIA. D. LUIS.
Cecilia. Luis mió, acabas de hacer
tin gran sacrificio.
Luis. Sí; algo
Cecilia. [Le ia un retraía.]
He aqaí mi recompensa.
Luis. [Mirando con gozo la miniatura.]
Oh yentural Tu retrato!
Mil Teces lo he de besar.
Cecilia. Basta ya, que me estás dando
envidia
Luis. ¿Qué oigo ! Pues ven .... .
Cecilia. [Despidndose.]
Guando nos case el vicario.
Luis. Taimada I — Será razón ,
aunque pierdas en el cambio,
que yo te ofrezca también
mi imagen
Cecilia. Es excusado.
Ta la tengo.
Luis. jCómo
Cecilia. [Enseñándole otro retrato.]
Mira.
Luis. Pues iquién . . .Oh sorpresa! ¿Cuándo...
Cecilia. Te admiras ! ¿No sabes tt
que amor sal^ hacer milagros?
Ji a ha tiempo que de orden mia
seguia un pintor tus pasos.
Luis. ¿Qué escucho ! ¿Será posible
Cecilia. Oro, paciencia y trabajo
¿qué no alcanzan ?
Luis, Dueño mió !
Cecilia. Luis, ¿me perdonas el rapto?
Luis. \ Perdón me pides, y el júbilo
me enloquece I
Cecilia. Si este rasgo
no es prueba de amor
Luis. Sí, hermosa.
T yo vacilé Insensato!)
"^yá citar Cada instante
ue la ventura retardo
e llamarte mia, un sisólo
se me hace. Vuelvo volando.
[Besa tiernamente la mano i Cecilia
y vasefor la verja.]
9
3
ESCENA XIII.
CECILIA,
Mi pobre Luis ! Está loco.
Mucho le quiero, y es justo....;
aunque á veces me da gusto
hacerle rabiar un poco.
ESCENA XIV.
CECILIA. D. SANTIAGO.
[J9. Santiago viene de la casa.]
Sant. Á los pies de usted, Cecilia.
Cecilia. Abur, don Santiago.
Sant. Al fin
la hallo á usted en el jardin.
Bueno I T lejos la familia.....
Mejor. La hermosa á quien amo
es usted,* á la hora de esta
no he recibido respuesta
á mi instancia, y la reclamo.
Cecilia. Pero
Sant. Un hombre como yo ^
jamás el tiempo malgasta ,
y usté ha tenido el que basta
para decir sí ó nó.
Aunque el alma me destroce
la contestación que busco
Cecilia. (Se ha visto amante más brusco?)
Sant. [Mirando su reloj.]
Ahora son las cinco .y doce.....
Cecilia. T eso ¿qué me importa á mí?
Yaya, qu^es cosa de risa
Sant. Hija, usted no tendrá prisa;
lo entiendo, pero vo sí.
Mañana parto á Valencia,
y sin que sepa mi suerte,
ya ve usted que es cosa fuerte
soplarme en la diligencia.
No tome usted, niña, á mal
mi urgencia. Si me hago el lerdo,
los momentos que yo pierdo
los ganará algún rívah
Y pues aborrezco el ocio
porque á Dios he de dar cuenta,
y ya sabe usted mi renta ,
zanjemos este negocio.
Cecilia. ¿ Si creerá usted
Sant. Ya estoy harto. . .
Cecilia. Que vivo desesperada,
y lloro
Sant. No creo nada. .....
[ Vuelve d mirar el reloj.]
Pero son las cinco y cuarto.
Esta ocasión aprovecho
recelando alguna intriga;
y para que usted no diga
que uñ puñal pongo á su pecho
Cecilia. Oiga usted
Sant. Entre esos frutos
dar una vuelta resuelvo
y por la respuesta vuelvo
en pasando ocho minutos.
Cecilia. No. Ahora mismo, sin ribete
\
EL PRO Y EL CONTRA.
99
ningunoi sin embarazo,
[Aparece D. Luis por la puerta de la
verja.]
digo... (Ahí Luis...)
Sanú. Éh?
Cecilia. Acepto el plazo.
Sa7it. [Mirando el reloj.]
Bien. — Las cinco y diez y siete.
¿T si obligado me yeo.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis,
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
ESCENA XV:
CECILIA. D. LUIS.
Cecilia
Á baena ocasión
llegas. (La ira me enciende.)
Don Santiago me pretende
y espera contestación.
Te habrá escrito. ¿Ayer la carta
No hay carta.
¿Cdmo...
Me ha hablado;
voWerá aquí. De mí lado
ahora mismito se aparta.
¿T por qué con Befcebü
no le has dicho ya que no?
No he de decírselo yo.
Pues ¿quién?
Tú.
Yo?
Tú.
- iX Bi UUil^^UU IUC7 VOU
Cecilia. Es un pobre hombre. No creo
Sue llegue la sangre al rio.
o lo digo por cobarde.
Sabe Dios que no lo soy; .
pero.....
[Aparece á lo lejos D. Santiago^ mira
el reloj y -se encamina al proscenio.]
Cecilia. Allí viene. Me voy
á vestir, que se hace tarde.
Yol
Tú!
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Luis.
Aunque un nó jamás fué grato,
sí lo oye de ti , tal cual ,
mas decírselo un rival
Eso es un asesinato.
Su fatuidad es inmensa,
?r merece ese castigo.
Su fin , haz lo que te digo.
Pero sepamos qué ofensa
Como si fuera mí mano
mercancía baladí
me ha exigido el nó ó el sí
con el reloj en la mano.
Es genio suyo, querida ,
Ísi el amor que le inflama,
j atosiga
Eso se llama
Sedir la bolsa 6 la vida.
^eja estar al don Santiago.
No turbe mí regocijo
Despídele: yo ío exijo.
Vaya en gracia ! Y cómo lo hago ?
De mi parte le dirás
que maridos de su laya
no me gustan ; que se vaya
y no vuelva aquí jamás.
Y si luego hay desafío?
ESCENA XVL
«
D. LUIS. D. SANTIAGO.
Luis. (Darme á mí tal comisión!
Él antojo es como suyo.)
Sant. Señorita , ya los ocho
Ah! No es usted á quien busco.
Luis. Sí ; usted buscaba á Cecilia
Sant. Sí, señor.
Luis. . Pues yo la suplo.
Sant. Oiga !
Luis. Me ha dado un encargo
que con mucha pena cumplo.
Sant. . Calle! Tenemos intérprete?
Luis. Usted ha ajado su orgullo
Sant. Al grano, que tengo prisa.
Luis. No es usted muy de su gusto....,
y le hace á usted un agravio,
porque al fin
Sant. Menos dibujos.
Sí, ó nó. Qué ha dicho?
Luis. Que no;
y lo peor del asunto
es que le despide á usted
para siempre.
Sant. A mí? Qué insulto!
I Echarme á la calle á mí
como á un ladrón , ó al verdugo ! . . . •
lío puedo vengarme de ellai...,
porque es mujer; mas barrunto
que es usted el venturoso
que me ha arrebatado el triunfo,
y es preciso que me dé
satisfacción
Luis. No rehuso
(Si lo dije!)
Sant. Muy bien. Armas?
Luis. Florete.
Sant. Dos bien agudos
tengo en casa. Andando.
Luis. Ahora?
Sant. El llanto sobre el difunto.
Luis. Mañana. Hoy tengo que hacer.
Sant. Mañana tomo yo el rumbo
de Valencia, y no me voy
sin venganza; conque, aí^unto
Luis. Mucha prisa tiene usted
de saludar el sepulcro.
100
Sant.
EL PRO Y EL CONTRA.
Luu.
Sant.
Luis.
Sant.
Luis.
Sant.
Sígame usted, y veremos
quién hace antes el saludo.
Es la cosa más sencilla
En menos de diez minutos
acabamos. Vivo cerca.
Mientras á mí casa subo
y bajo con los floretes
pasan cuatro, y die^o mucho;
en otros dos nos plantamos
desde la calle del^urro
en las ruinas del convento
de la Merced : no soy zurdo:
usted no es manco; otros tres
prudentemente calculo
para que uno de los dos
viaje en posta al otro mundo.
Ea , vamos.
[Mira el reloj.]
Son las seis
menos cuarto, y tres segundos.
Digo que hoy no me acomoda.
Eso es bnpcar subterfugios
Soraue usted me tiene miedo,
liedo yo? De nadie sufro
Guie usted. Pronto !
Volando I
{Asoma Rosa por la puerta de la de-
recAa.]
Rosa!.... Importa el disimulo.
[Fn alta voz.]
El brazo.
Ah! Sí Caro amigol....
[Se dan el brazo y se tan por la verja.]
(¡Cuántos habrá de este cuño,
que se hacen mil cumplimientos
y se aborrecen i dúo!)
ESCENA XVII.
ROSA.
Por este lado han de estar
aquellos cigarros puros
[Los busca por entre los árboles ^ y
los va recogiendo]
Es lástima que se pierdan
ó los coja el zamacuco
de Bartolo. Á mi barbero
le vendrán de perlas. — Uno.
Bien. Otro! Allí veo dos
Otro aquí... No hay más. (Qué chusco
estará con uno de ellos
en la boca! — Él es un tuno,
un borrachuelo, un pelón....,
pero no hay otro recurso.
Julián.
Rosa.
Julián.
Rosa.
Julián.
Rosa.
Julián.
Rosa.
í
Julián.
Rosa.
Julián.
Rosa.
Julián.
Rosa.
Julián.
Rosa.
Julián,
Rosa.
Julián.
Rosa.
Julián.
ESCENA XVIII.
ROSA. D. JULIÁN.
[D. Julián viene de la casa.]
Por dónde andará esta gente?
A Dios, salada.
Pues ya !
En casa no he visto á nadie;
ni á la madre angelical,
ni á la hija
Es que las dos
poniéndose ahora están
de veinticinco alfileres.
Y mi hermano?
Poco ha
ue salió con don Santiago
el brazo.
Con un rival !
Mucho me admiro
Presumo
que poco podrá tardar.
Si esta noche se ha de hacer
la cosa
La cosa! Cuál?
Cómo ! Usted no sabe nada ?
Tenemos gran novedad.
Esta noche es el dichoso
contrato matrimonial.
Se casa al fin? ¡Malogrado
joven !
Malogrado? Quiá!
Él hace su gusto
Él hace
una insigne necedad.
Necedad porque se casa?
Por eso en primer lugar,
y en segundo por casarse
con mi prima.
Pues ¿quó mal
ha de estarle el ser marido
de moza tan linda y tan
No gusta usted de su prima?
Tú me gustas mucho más.
Que si quieres! .... Á otro perro
con ese nueso.
Sí tal.
¡Usté á una pobre criada
Te quiero, á fe de Julián ;
y para darte una prueba
de mi cariño
[Intenta abrazarla y Rosa le repele.]
Rosa. Arre allá !
No me quiere quien no guarda
respeto á mi honestidad.
Julián. Un abrazo más ó monos
¿qué importa
Rosa. [Con aire teatral.]
Jamás! Jamás!
Julián. Eh? ¿De quién has aprendido
:• •:
•"•
EL PRO Y EL CONTRA.
101
ese tono sepulcral ,
así...., á manera de Huérfana
de Bruselas? ¡Voto á san
A un lado dengues postizos ,
y dájate acariciar.
[Intenta abrazarla otra vez.]
Rosa, [Retrocediendo.]
Si es cierto que usted me quiere...,
Julián. Furiosamente.
Rosa. Sólo hay
nn medio
Julián, Cuál, vida mia?
Rosa. El vicario y el altar.
Julián. Altar! Vicariol Qué has dicho?
Hablas con formalidad?
Rosa. Pues ¡ qué ! ¿se figura usted
oue sería yo capaz
Quien su marido no sea
no abraza á Rosa Pascual.
Julián. A mí matrimonio I ¿ Sabes
y que has nombrado á Satanás?
r vive Dios que el bodorrio
8 que yo
Julián. Vete á fregar.
[La vuelve la espalda y se pasea.]
Rosa. [Sqfocada.]
Oiga usted; no soy fregona,
sino doncella
[Suena en la casa una campanilla.]
Ya van! —
De labor; y me he criado
en buenos pañales; mas
yo tengo la culpa, que
por la política y la....,
I pues! le he tratado á usted con....
tanta familiaridad.
ESCENA XIX.
D. JULIÁN.
¡Bueno fuera que después
de tanto merodear
sin doblar mi erguido cuello
á la coyunda nupcial ,
una criaduela zafia
me hiciera al fin hocicar !
ESCENA XX.
D. JULIÁN. D. LUIS.
[D. Luis trae la mano derecha vendada.]
Luis. Julián.
Julián* [Volviéndose.]
¿Quién?... Es Luis. ¿Qué veo!
Por qué esa mano vendada?
Estás herido?....
Luis. No es nada.
Gajecillos del empleo.
Julián. ¿A ver
Luis. Un leve pinchazo
que apenas rasgó el pellejo.
Julián. De veras?
Luis. Mira: manejo
sin dificultad el brazo.
Julián. Algún duelo?
Luis. Sí.
Julián. Con quién?
Luis. Con don Santiago.
Julián. El motivo?
Luis. Un antojo vengativo
Julián. Tuyo?
Luis. De mi dulce bien.
En vez dp darle un sofión
Juiso que yo se le diera.
II otro, que no es de cera^
me pidió satisfacción;
más diestro^ no más valiente ^
mi rival me ha herido, y ¡ zas !
me ha desarmado, ítem más,
y es milagro que lo cuente ;
pero con cara de risa
mira el reloj , pega un brinco
y exclama: «seis menos cinco!
Ya basta. Abur. Tengo prisa.»
Julián. ¿Y después de esa aventura
. te casarás Tontería!....
Luis. Deja, hombre, que todavía
no nos ha velado el cura.
Quiero hacer la última prueba.
La has de decir «...*
Julián. . Estás lelo?
Luis. Que tengo pendiente un duelo....
A ver cómo oye la nueva.
Julián. Pero, hombre
Luis. De mi enemigo
pinta bien la saña atroz
[Cecilia talarea dentro.]
Ella viene. Oyes su voz ?
Me escondo. Haz lo que te digo.
[jSe oculta entre los árdeles.]
ESCENA XXL
D. JULIÁN. CECILIA. D. LUIS.
[JSmpieza d oscurecer.]
Cecilia. Adiós, Julián. Y tu hermano?
Ta pronto va á anochecer,
Ír si se han de celebrar
os contratos
Julián. Cielos !
Cecilia. Eh?
¡Suspiras
Julián. Tú hablas de boda
108
Cecilia.
Julián.
EL PRO T EL CONTRA.
Cecilia*
Julián.
Cecilia.
Julián.
Cecilia.
Julián.
Cecilia.
Julián.
Cecilia.
Julián.
Cecilia.
Julián.
Cecilia.
Julián.
Cecilia.
Julián.
Cecilia.
Julián.
Cecilia.
Julián.
Cecilia.
Luis.
Cecilia.
Julián.
cuando á estas horas tal vez
Qué ocurre? Me haces temblar
Qué es de tu hermano? ■
No sé
Con don Santiago me han dicho
que salió de este verjel
y que iban los dos furiosos
con trazas al parecer
de irse á batir
Justo Dios!
Hi amigo Pepe Rangel ,
que acertó á pasar entonces ^
oyó hablar
Hablar De qué?
De pistolas.
De pistolas !
Ay Virgen Santal Y después?
Tuvo intención de seguirlos ^
pero pensándolo bien
f refirió buscarme' á mí
or Dios te pido que estés
á la mira. No consientas
Ya ves tú si yo querré
Pero le he buscado en balde ^
Íá don Santiago también,
on Santiago fué á su casa,
bajó un envoltorio
Pues!
Las pistolas !
Ah! se baten
como cuatro y dos son seis.
Triste de mí! — Aun será tiempo....
Por Dios y corre
Adonde iré?
Qué flema I Y eres su hermano !
Sí, pero
Pregunta
• A quién?
Ya es tarde.
Si tú le amaras
como yo le amo
Pardiez I
¡Me reconvienes ahora....,
cuando el riesgo en aue se ve
quizá á algún capricno tuyo
lo tiene que agradecer!
Ahí tú me recuerdas Sí
Mi imprudencia, mi altivez
Loca estuve. Yo el funesto
desafío provoqué.
Ahora lloro arrepentida
Á buena hora !
¿Hay mujer
más ípfeliz
(Prenda amada ! )
{Hace un mowntiento para salir,
D, Julián le detiene,]
¡Mal haya, mal haya, amén,
mi locura
¡ Y si supieras,
desventurada^ quién es
don Santiago Si sucumbe
Luís, con esta serán diez
las muertes que pesarán
sobre su alma.
Cecilia. \ San José
' me valga I
[Intenta salir otra tez D. Luis y le
contiene su hermano,]
Julián. No le hay más diestro
para la pistola que él.
Cecilia. Yo muero !
Julián. Á cuarenta pasos
hace añicos una nuez.
Cecilia. Ah!
[Se desmaya en brazos de D. Julián.
D. Luis saU precipitado d socorrerla.]
, Favor! ¡Bien mió
¡Calla
No puedo más. ¡Qué interés
¡Qué amor vuelve, vidamia
Yo te perdono
Deten
la lengua. Ya vuelve.....
[Cecilia suspira. D. Julián hace que
su hermano se oculte otra tez.]
Aparta.
Cecilia. ¿Dónde estoy Cielos! ¿Porqué,
por qué á mis ojos la luz
aborrecida volvéis?
Julián. ¿Quién sabe Quizá el cómbate
se transija en el ¿eié.
Cecilia. ¡Pobre Luis del alma mia,
^tan cariñoso, tan fiel!....
' Yo le seguiré á la tumba,
¡ y oh si probarle mi fe
pudiera aando mi vida
por salvar la suya !
Luis. [Á D. Julián en voz baja, ya resuelto,
d salir; pero tiendo d doña Jostfa se
detiene.]
Ves?
Luis.
Julián.
Luis.
Julián.
ESCENA XXII.
D. JULIÁN. CECIUA. D. LUIS. DOÑA JOSEFA.
■m
Josefa. Albricias !
Julián. Qué es eso?
Josefa, Albricias!
Ya ha parecido. Oh placer!
Cecilia. Mi Luís?
Josefa. La mona !
Cecilia. Mi mona!
Qué dicha! Y dígame usted,
quién la ha traido? El hallazgo
que me pida le daré.
Luis. (Medrados estamos ! )
EL PRO ¥
ESCENA XXIII.
CECILIA. DOÑA JOSEFA. D. JULIÁN. D. LUIS.
D. AQUILINO.
Aquil. [Saliendo de la cq^a^ To
reclamo el lauro y el prez
de esta empresa. Sí, Cecilia,
que hoy he sudado la hiél.
Buen Dios, lo que yo he corrido!
Y estando, ustedes lo ven,
delicado
Cecilia. Qud fineza I
Josefa. Eso es más de agradecer.
Aquil. [Á D. Julián,]
¿Creerá usted que vengo ahora
desde la calle del Pez
Julián. Eh I ¿qué me importa...
Aquil. VA Cecilia.'] El hallazgo!
Cecilia, bí, sí. Mi palabra es ley,
don Aquilino.
Aquil. Quisiera
pedir más alta merced ,
pero mis escasos méritos....^
mi natural timidez
Por no abusar
Julián. (Mentecato!)
Luis. ( Mueble ! )
Aquü. . Me limito pues
á que usted me dé á besar
su mano de rosicler.
Cecilia. Si mamá me lo permite
Josefa. Concedido.
Cecilia. ' Bese usted.
[Presenta la mano y D. Aquilino la
besa]
Aquil. Oh júbilo !
[Se presenta D. Luis ocultando la
mano herida^ Al verle da un grito
Cecilia.]
Cecilia. Ahí
Luis. Buen provecho.
Doy á usted mi parabién.
Cecilia. [Xecoirada del susto.]
Eres tú! El novio...., la mona
Cuántas dichas á la vez !
Aquil. [Suspirando.]
(El novio!)
ESCENA XXIV.
CECILIA. DOÑA JOSEFA. D. LUIS. D. JULIÁN.
D. AQUILINO. ROSA.
Xosa. En la sftla espera
el señor don Bernabé.
EL CONTRA.
Josefa. Sí, el escribano.
Cecilia.
á pedir de boca.
103
Ha venido
[i D. Luü.]
Ven
Luis. Pueden ustedes decirle
que se vaya
Cecilia. ¿Cómo
Luis, Á pié,
si no ha traido carruaje.
Cecilia. ¿Qué oigo! ¿Te quieres volver
atrás
Jiosa. Ya ha puesto en la mesa
media resma de papel
Luis. Es inútil. To no puedo •
firmar
Cecilia. No puedes ! . . . . Por qué ?
Luis. [Enseñando la mano derecha.]
Porque estoy manco.
Cecilia. Dios mió !
Jostfa. Muchacho !
Aquil. Qué horror !
Josefa. Traed
bálsamo
Luis. No hay que asustarse»
Es un rasguño en la piel.
Cecilia. Respiro.
Luis. Un aviso al novio
Cecilia. Ah Luis ! ... .
Luis. Que yo no echaré
en saco roto.
Cecilia. ¿Qué quieres
decir
Luis. Lo vas á saber. .
Eres muy linda muchacha,
cautiva el alma tu sal,
tu cara no tiene igual,
tu cuerpo no tiene tacha.
Más fina que el pensamiento,
más dulce que una colmena,
cantas como una sirena ,
y bailas que es un contento.
Tu índole es buena, si tal,
pero, hablando con perdón
de tía, tu educación,
dulce primita , es fatal.
Tú eres sensible
[ Viendo que va i interrumpirle Ce-
cilia.]
Ten calma. —
Pero tienes en verdad
tan^ sensibilidad
Jue no te cabe en el alma.
>e aquí nacen tus arranques,
tu viveza singular,
y tu afición á bailar
con Aquilinos Carranques.
lOi
Áquil. [Picado.]
EL PRO Y EL CONTRA.
¡Oiga
Julián. [Á D. Aquilino con imperio.]
Calle !
Luis. T tos caprichos
de carácter tan diverso,
y andar tu amor tan disperso
entre hombres ^ dijes y bichos.
Te he sufrido mil desbarros ^
y he podido sin enojo
sacrincar á tu antojo
mi bigote y mis cigarros;
mas con imperio absoluto
echarme á cuestas, sin viso
de razón 9 el compromiso
de matarme con un bruto;
y á fuer de amante leal
Tolver á tus pies lisiado
para yerme postergado
a un asqueroso animal....;
esto pasa de castaño
oscuro, esto es ya muy negro;
y de recibir me alegro
tan á tiempo el desengaño.
Nadie perfecto nació.
Sé ^ue en la humana familia
mujeres y hombres , Cecilia,
tienen su contra y su pro;
• mas si tu cuenta se ajusta
y á hablar claro me resigno,
ni de tBJiiopro soy dig^o
ni tanto contra me gusta;
y pues te sobran amantes
más indulgentes , más bellos ,
cásate con uno de ellos....,
y tan amigos como antes.
Aquil. Ah ! si tan alta belleza
me admitiera por esposo*.
Julián, [Aparte i D. Luis.]
Bravo, Luis!
Cecilia. (Aquí es forzoso
sacar fuerzas de flaqueza.^
Es cierto; puesto en el fiel
pro y contra, declaro aquí
que ni él nació para mi
ni yo nací para él.
Josefa. Bien dicho.
Cecilia. k bien que el casorio
no es para mí tan urgente.
Aquil. Con todo, si usted consiente
Cecilia. Queda usted de meritorio.
Aquil, [Á ^osa.]
Por ella estoy en los huesos !
Cecilia. Tú eres la que vences hoy,
mónita del alma Voy,
voy á comérmela á besos.
ESCENA ULTIMA.
DOÑA JOSEFA. D. LUIS. D. JULIÁN. ROSA,
D. AQUILINO.
Julián. Anda bendita de Dios 1
No sé yo, á fe de imparcial
entre ella y la mona...., cuál
es más mona de las dos.
EL HOMBRE PACÍFICO,
COMEDIA EN UN ACTO.
Representada por primera ves en el teatro del Principe el dia 7 de Abril de 1838.
PERSONAS.
DOÑA RAMONA.
CASILDA.
D. BENIGNa
D. MAMERTO.
Td. lorenzo.
un alcalde de barrio,
D. SIMÓN.
MATEO.
Madrid.— Sala con puerta é, la derecha del actor; dos en el foro, una de ellas con vidrieras
7 un balcón á la izquierda. Entre los muebles babrá, sobre un velador, una pecera con agua,
7 en ella un pez. La puerta con vidrieras es la del dormitorio de D. Benigno.
^rf'^^k^MMA^^W^^^A^^M^^^^k/V
ESCENA I.
MATEO. D. BENIGNO. DOÑA RAMONA
[Aparece Mateo tendido en un sqfd y roncando.
El teatro está únicamente alumdrado por la
luz y ya agonizante, de una lamparilla puesta
sobre una mesa. Al levantarse el telón suenan
dentro fuertes campanillazos,]
Benigno. [Dentro^ gritando,]
Mateo!
llamona. [Lo mismo.]
Jesús!.... Mateo!
Mateo. [Levantándose sobresaltado.]
¿Quién Allá van!
Ramona. [Dentro.] Vamos , plomo!
[Mateo bosteza esperezándose, y con
mucha soma sale por la puerta de la
derecha.]
Benigno. [Dentro.]
Por Dios, hombre, date prisa!
Ramona. [Dentro.]
Abre con dos mil demonios !
Benigno. [Dentro.]
Gracias a Dios!
Ramona. [Dentro.] ¡Qué dormir
tan bestial! Echa el cerrojo.
[Entran en la escena D. Benigno y
doña Ramona; aquel vestido demoro,
' y ésta de vestal, y soltando al entrar
. D. Benigno un capote viejo, y doña
Ramona su capa. Cada cual trae una
careta eH la mano. Poco después vuelve
Mateo.]
Benigno, Ah ! Ya me veo en mi casa.
Gracias á Dios poderoso!
El sillón No puedo más!
[Se deja caer en una poltrona.]
Ramona. No te hacía vo tan floio.
Por una noche de baile
Yo estoy lista para otro
si se ofrece.
Benigno. Sea Dios
loado que al alboroto
puso ñn del carnaval ,
y aunque el ayuno es penoso,
bien venga el miércoles flaco
y mal haya el martes gordo,
¿acanales y chacotas ,
106
EL HOMBRE PACÍFICO.
bailotcos y retozos
y ballicios, do se han hecho
?ara hombres de tomo y lomo.
*or darte gusto. Ramona ,
he sido una nocne loco,
pero ¡ una y no más !
Sanuma. ¿ Qué valen
pocas horas de reposo
perdidas por un placer
que es el compendio de todos?
Qué variedad de disfraces !
qué universal alborozo!
qué musical ¡qué salón....,
y qué olvido venturoso
de los años y las penas!
¿Quién
Benigno. Hermana, yo perdono,
como se suele decir,
por el coscorrón el bollo.
A vosotras las mujeres,
aunque tengáis más otoños
que un palmar, os vuelve el* juicio
la danza, y vo no me asombro;
que , hablando en la jerigonza
política , el sexo hermoso
siempre se inclina al partido
del movimiento. Nosotros
nos conocemos mejor;
y dejamos á los mozos
esas locuras. Buen vino,
I buena mesa, buenos troncos
en mi chimenea, j paz,
\ y de la cama al birlocho....;
y más que el vulgo me llame
estacionario ó retrógrado.
Mateo. ¿No se ha divertido usted,
señor?
Benigno. Ahí está el negocio.
No hubiera sufrido tanto
toda la noche en un potro.
Antes de salir de casa
ya habia sudado el hopo
abigarrando mi cuerpo
con todos estos engorros.
Compromisos de mi hermana
nos agregan cuatro tomos....,
y yo pago los billetes
y el carruaje á peso de oro;
y aun esto poco importara,
que nunca he sido roñoso,
pero á mitad del camino
vuelca el simón en el lodo.
Medio á nado, medio á rastra,
misto entre reptil y congrio,
salgo al fin de la escotilla
cuando Dios llovia á chorros.
El albornoz y el turbante
como puedo me compongo;
para entrar en el salón
me hago paso con los codos ,
y ya entonces señalaba
treinta grados el termómetro.
Qué confusión ! qué apreturas !
Ta me dislocan este hombro
de un pechugón ; ya me. pisan
en el callo más hermoso;
ya en un reflujo violento
de aquel agitado golfo
aturdida una chufera
me mete en la boca el moño;
quiero ver bailar, y dice
el bastonero que estorbo; «
busco asiento, y no lo hallo;
resuelvo tomar un polvo,
Ír I adiós caja ! Otro empellón
a envia echando demonios.
Salgo al pasillo, y me hielo;
vuelvo al salón, y me ahogo.
La marea, á mi pesar,
me lleva después á un corro
donde al verme unos mozuelos
tan campante ytan orondo,
gritan: un moro, muchachos!
Somos felices. Un moro!
Quién me soba, quién me abraza,
quién me da paz en el rostro,
juegan al tieso conmigo,
me ponen mazas de á folio
Sigo la broma, y repiten;
me queio, y me llaman tonto;
que cada cual interpreta
la libertad á su modo,
y al paso que ellos son libres
para triturar al prójimo^
si su talle ó su disfraz
no parecen de buen tono,
no le es lícito á un Cristiano
el disfrazarse á su antojo.
Entre tanto la careta
me lacera entrambos ojos,
el turbante me derriba ,
me duelen los hipocondrios,
una beata me hiere
con un alfiler de á ocho,
pierdo á mi dama , y me roban
el pañuelo de los mocos.
Voy al ambigú : ya es tarde ;
sólo queda medio pollo,
y ese flaco, y ese rrio,
y el pan cociendo en el horno,
y el agua tarda una hora....,
y me la suben del i)ozo.
Bajo á las salas de juego;
me encuentro sin saber cómo
entre dos pugiladores
que se sacuden el polvo
sobre un «r venga acá ese duro»
y un «quítese allá el tramposo;»
y sin ponerlos én paz
salgo abofeteado y roto.
Harto de tantos percances,
y mustio, y manido, y sordo
de tal guirigay, de tanto
me conoces y te conozco;
decido volverme á casa,
y en aquel pasillo lóbrego
i
EL HOMBRE PACÍFICO.
107
espero mi capa en vano
tres cuartos de hora redondos.
Al fin tomo en su lug^r
un balandrán asqueroso;
salgo á buscar mi simón;
no parece : fui tan bobo
que adelantado pagué
Y he aquí el premio que logro:
a la ida, batacazo
y á la vuelta, á pié.' Si cojo
tras de esto una pulmonía
hago un pan como un bizcocho.
Mateo . Pobre señor !
Ranuma, Ya se ve,
como criado en Pancorvo,
tú no sabes los estilos
de Madrid
Benigno. Por san Ambrosio,
no hablemos ya del asunto,
que no es hora de coloquios.
Mateo, enciende una vela,
que quiero acostarme pronto.
Mateo. [Tomando' una vela, y dirigiendo^
adonde eetd la lamparilla.]
Voy al instante.
[Al encender la tela apaga la lam^
parilla.']
¡Por vida
JRamona.En qué estás pensando, topo?
Benigno.Sevi por amor de Dios!
liamona. ¡ Dejarnos ahora ese trompo
á oscuras !
Benigno. ¿Cémo ha de ser!
Trae la caja de los fósforos
Íue está sobre mi mesilla
e cama. Ve poco á poco.
[Mateo entra d tientas en la alcoba.]
Samona.'DioB ponga tiento en sus manos.
Benigno. Los encuentras?
Mateo. [Dentro.] Ya los topo.
[Sale de la alcoba desatentado.]
Dónde -está usted?
Benigno. Por aquí.
Mateo. [Tropieza en el telador y derriba la
pecera.]
•
Jesucristo I
Ramona. ¡ Malos lobos
te coman !
Benigno. Yaya por Dios !
Te has hecho mal?
liamona. ¡Ya me ha roto
la Jaecera !
Mateo. Tropecé
liamona. Mdliito I No tienes ojos?
Mateo. Sí tengo, pero no son
de mochuelo.
Jtamona. Alma de chopo !
Benigno. Vor las ánimas benditas,
no riñáis ahora vosotros.
Sin moverte de tu sitio,
Mateo, enciende en el forro
de la caja una cerilla;
Mateo. [Abriendo d tientas la caja.]
. Sí, señor, voy
llamona. [Se dirige al balcón tentando laspa^
redes.]
Es ocioso.
Yo abriré el balcón , que el alba
es ya, si no me equivoco.
[Abre el balcón y empieza d rayar el
dia, aumentándose la luz por grados.]
Benigno. [Santiguándose.] *
Bendito sea por siempre
y alabado
Samona. Qué destrozo I
Bruto!
Benigno. La redoma , pase ;
{ mas mi pes» de grana y oro
palpitando por el suelo
separado de su undoso
elemento Y es milagro
no andar por'aquí el morroño,
que á haberlo olido, ya fuera
sepulcro del pez su estómago.
Metedle en otra vasija,
que es animal en quien pongo
mi cariño por callado
y pacífico.
Ram^ona. Sí, corro
á traer la palancana. "*
ESCENA II.
^ D. BENIGNO. MATEO.
J?^e^^(7. Desnúdame tú, bolonio.
Mateo. [Le empieza á desnudar,]
Vamos allá.
Benigm. Lo primero,
Juítame este promontorio
e la cabeza. — Por fin
no ha sido pesares todo,
Íue al atravesar la pieza
onde estaban los periódicos
tuve el gusto de abrazar
á don Lorenzo del Olmo,
mi buen amigo y paisano.
Mateo. Sí?
Benigno. Desde el año diez y ocho
no le veia. Ha sufrido
mil reveses, mil trastornos,
cárceles, emigraciones....,
mas hoy está fuerte, gordo,
opulento, y muy bien quisto.
108
EL HOA(BRE PACÍFICO.
7 es coronel Mucho gozo
tuTe en verle.
Mateo . Y yo celebro . ,
BerUffno. Hoy comerá con nosotros.
ESCENA III.
D. BENIGNO. DOÑA RAMONA. MATEO.
[Doña Ramona trae una palancana €<m agua,
echa el pez en ella y recoge los cascos de la re*
doma.]
Benigno, [Ta medio desnudo.]
Cuidado, no me le estrujes! —
Sigúeme tú al dormitorio^
y, por Dios, mucho silencio,
que quiero dormir un poco.
ESCENA IV.
DOÑA RAMONA.
No hay duda. Era don Mamerto.
Su misma cara, su voz
O fil me conoció sin duda
-^y tomó pipa. Traidor!..,,
Si te echo la vista encima,
falso, no he de ser quien soy,
ó me has de pagar
ESCENA V.
DOÑA RAMONA. MATEO.
Afateo. [Cerrando las vidrieras de la aicoia,]
Y usted
¿no piensa acostarse?
llamona. No,
que hoy tetiemos convidado.
Mateo. Sí,' me lo ha dicho el señor.
Ramona, Y es mi cumpleaños, y hay mucho
\ que trajinar. Ahora voy
á quitarme estos arreos
virginales, y los dos
acordaremos después
los platos que ha de haber hoy.
ESCENA VI.
MATEO. D. BENIGNO.
[D. Benigno permanece en la alcoba.]
Mateo. Quien de la noche hace dia
se acuesta al salir el sol :
es natural. Esa bruja,
con más años que la tos ,
aun quiere folias ; y ella
es la que al santo varón
de don Benigno ha sacado
>. de quicio. Al diablo te doy,
'^cotorrona con tus
[Suena música dentro y hada la al-
coba de D. Benigno.]
¿Qué oigo!
Música en casa? i Y per Dios
2ue están tocando de perlas!
émo que me gusta el son,
y casi me baila el cuerpo
Benigno. [Dentro tocando la vidriera,]
Mateo!
Mateo. [Acercándose,]
Se despertó !
Mándeme usted.
Benigno. i Qnó jolgorio
es ese? Ó soñando estoy,
ó creo que aun no he salido
de aquel maldito salón.
Mateo. Es música.
Benigno. Ya la oigo.
Mas i qué vecina parió?
¿Quó novedad Y á estas horas....
Aun no apunta mi reloj
las siete.
Mateo. Como no sea
que la señora
Benigno, El fagot
me está zumbando en los sesos.
Llama á mi hermapa.
Mateo. Ya voy.
[Desde la puerta de la izquierda,]
Señora !
Benigno. ¡La hora es cómoda
para un do-re-mi-&-8ol! ^
ESCENA VII:
DOÑA RAMONA MATEO. D. BENIGNO.
Ramona,
Mateo.
Benigno.
Ramona.
Benigno,
Ramona.
Benigno.
[Ya vestida de casa,]
Qué quieres?
Yo, nada. El amo...
[Todavía dentro de la alcoba.]
¿Puedes tú darme razón
del objeto de esa murga?
Hoy cumplo años
Pecador 1....
¡Maldito si me acordaba
üabrá corrido la voz
Aunque tú no eres duquesa
EL HOMBRE PACÍFICO.
109
Jiamona.
Benigno,
Ramona.
Benigno,
Ramona.
Benigno.
Ramona,
Benigno.
ni jefe de batalloD ,
pase la música, pero
¡tan temprano! £¡8 un horror.
Aunque estimo él agasaja ^
no los he llamado yo.
Ya escampa I
Voy á decirles
que se vayan.
Sí, por Dios!
Habrá que darles un duro
Eso más? Quién los llamó?
Justóos...
Bien; con tal que callen^
dales aunque sean dos.
Voto á briós !
ESCENA VIII.
MATEO. D. BENIGNO.
[Un momento después de salir doña Ramona
cesa la música, b. Benigno permanece en la
alcoba."]
Benigno. \ Señor, que no ha de poder
dormir un hombre de honor
á quien no desvelan trampas ,
ni mujer, ni
Mateo. Ya cesó
la música. Cojo ahora
la ropa, cierro el balcón ,
y pase usted buena noche.
[Dentro gritería de mujeres.]
Mas ¿qué gritos..
Benigno.
Unamuj. [Dentro.]
Embustera!
Ramona. [Dentro.] Lechuzoua !
Otramuj. [Dentro.]
Deslenguada !
[Sigue el vocerío.]
Benigno. Es maldición.
Está visto. Ven aquí.
Voy á vestirme.
[Desde la puerta da ropa Mateo d su
amo para que se vista.]
I Qué atroz
quimera!
Mateo. La vecindad
toda está en revolución.
Alcalde. [Dentro.]
Silencio !
Ramona. \ Dentro.] Cómo se entiende?
Yo no callo. Soy quien soy,
y ella es una
Benigno. [Saliendo d la escena en bataygon^o.]
La heroína
de esa trágica función
es mi hermana. ¿Oyes, Mateo?
Por la Virgen de la O, ^
anda á ver si la apaciguas.
[Mateo sale corriendo.]
Alcalde. [Á lapuerta.]
Sí, señora.
Ramona. [Entrando.] No, señor.
ESCENA IX.
D. BENIGNO. DOÑA RAMONA. EL ALCALDE.
[Bl Alcalde viene con levita de nacional ^ in-
signias de sargento primero y gorra de cuartel.]
Alcalde. ¡Después que el barBÍo alborota^ ^
á la autoridad insulta !
Ramona,
Alcalde.
Ramona,
Benigno.
Ramona,
Alcalde.
Benigno.
Ramona.
Ocho ducados de multa,
ó I á la cárcel la marmota'!
Hermano, vuelve por mí,
Íue este savon me atrepella,
ja atropelladora es ella.
No doy un maravedí.
Qué es esto? Señor ! Qué es esto?
Aquella infame mujer,
maldecida de cocer,
culebrón, cara de cesto
Oye usted? Ya se desata
otra vez en desvergüenzas.
Tiene razón. Mal comienzas.
Al grano. Deque se trata?
Ahí encima, en las guardillas,
una vecina soez
al son de rudo almirez
entonaba seguidillas.
Oigo el destemplado estruendo,
me asomo por la cocina,
y digo: ¡Por Dios, vecina,
que mi hermano está durmiendo !
Kesponde por la ventana:
Qué es dormir? Á buena hora!
Yo guiso y canto, señora ,
cuando me da la real g^na.
Canario con los señores !
si tales son, vaya, vaya!,
múdense donde no haya
vecinos madrugadores. —
Yo replico, y hecha un ascua
dándome donde me duele,
me pone, como se suele
decir, de ropa de pascua.
Y vuelve con más ahinco
al canticio y al mortero;
de oiría me desespero;
le digo cuántas son cinco
Ya la casa alborotada,
todos hablan por los codos,
110
EL HOMBRE PACÍFICO.
f.
uno á uno salen todos
ios trapos á la colada.
En esto el señor se acerca
y me multa á fuer de alcalde
sobre injuriarme de balde
una grandísima puerca.
Alcalde. Aunque usted así lo cuente
atenuando la cuestión ,
por su propia relación
se confiesa delincuente.
Ningún código español
ni privilegio enriqueño
manda que se guarde el sueño
á quien se acuesta con sol.
La vecina, — estos son hechos, —
con su salsa y su canticio
estaba en el ejercicio
de sus civiles derechos.
Fuera injusta tiranía
consentir que á troche y moche *
bailen .ustedes de noche
y ella no cante de dia.
Paso lo de puerca , paso
lo de culebrón , que soy
tolerante; pero voy
á lo sustancial del caso.
Si á la casa se consulta,
usted turbó su sosiego,
no las seguidillas; luego....,
debe usted pag^r la multa.
Ramona.'PeTo ella
Benigno, [Abriendo una gaveta y sacando di-
dinero.]
La autoridad
del barrio tiene razón.
Ranwna.'PeTo
Benigno. Ocho ducados son?
Tome usted.
Bamona.
Benigno.
Ramona,
Benigno.
Ramona»
Benigno.
[Da el dinero al Alcalde.]
Qué iniquidad!.
Mujer!....
Por tu causa riño
con la vecindad
Mujer!
No lo eches más á perder.
Así pagas mi cariño!
Bien me estaba yo sin él ,
y excusármelo debias
si para mostrarlo habias
de alborotar el cuartel.
Ten de mí más caridad
cuando en caso igual me vea....,
y que el remedio no sea
peor que la enfermedad.
Ya con patriarcal pachorra
me dormía, y si tal vez
me arrullaba el almirez,
me despertó la camorra;
y de todo esto resulta,
Ramona^ que no he dormido,
y tuya la culpa ha sido....,
y yo he pagado la multa!
Alcalde. Ahora es preciso que toque
otro punto, porque soy, —
lo dice el traje en que voy, —
autoridad in utroque.
Si usted no lo toma á mal ,
que me reconozca espero
por su sargento primero
en la milicia local.
Benigno. Y k mí ¿qué ley me sujeta
Alcalde. Es usted desde este dia ^
miembro de mi compañía.
Tome usted la papeleta.
Benigno.
Alcalde.
Benigno,
Alcalde.
Benigno.
Alcalde.
Benigno.
Alcalde.
Benigno.
Alcalde.
Benigno.
Alcalde.
Benigno.
Alcalde.
Benigno.
Alcalde.
Benigno.
Alcalde,
Benigno,
Alcalde,
Benigno.
Alcalde.
[Examinándola.]
Mi nombre es este , es verdad ;
pero, hombre, yo estoy exento
Lo manda el Ayuntamiento.
Es una arbitrariedad.
T para que usted trabaje
ahí le dejo en la antesala
los diez cartuchos con bala,
y el fusil, y el correaje.
No á la voz sea usted sordo
de la patria
Eso es magnífico,
mas ¡yo que soy tan pacífico
y tan grandevo y tan gordo!.... '.
No hay excusa.
Hombre!...
íEa,pues...
¡Silaley
Estacionario!
Exime al quincuagenario,
y peino cincuenta y tres !
XJstó es hombre de vi^or,
recio, de firme estructura,
y á tener más estatura
pudiera ser gastador.
Aunque en la apariencia sano,
porque me cuido con tónicos,
poseo alifafes crónicos
como cualquier ciudadano,
y en fin la edad...
Eh!....
Por Dios!...
Habrá errado usted la cuenta.
La edad que usted representa
es de treinta á treinta y dos.
No hay tal, y probar espero
Bien, eso...., á quien lo mandó. —
Mañana, de guardia.
Yo?
Cielo!... ¿Adonde...
Al Saladero (*).
Oh! Pero
Si usted rehusa
i
(*) El ediñcto habiliUdo hace años para cárcel de Villa sirvió aoteriorroenle para la salazón del ganado de cerda,
y aun conserva su nombre primitivo.
EL HOMBRE PACÍFICO.
11!
Benigno,
Alcalde.
Benigno.
Alcalde.
Benigno.
Xafnona.
Benigno.
Ramona.
Benigno.
Ramona.
Sin aprender el oficio
Caancio es penoso el servicio
ningan patriota lo excusa.
¿Y si yo pruebo aquí mismo
Íue sólo sirvo de estorbo
.h I ¡No traje de Pancorvo
mí partida de bautismo !
Ya ne dicho que yo no entiendo.
Mas con la fe de mi hermana,
que es tres años más anciana,
probaré Tráela corriendo.
\SqfocadaJ\
Tres años f No puede ser,
y hablar de edades aquí
Tráela, y verás...:.
La perdí.
Pero
Abur. Tengo que hacer.
ESCENA X.
D. BENIGNO. EL ALCALDE.
Benigno. Oh sexo frágil y vano!
Por no confesar que es vieja,
consentirá esa peliej^^^^
que fusilen á su hermano.
Alcalde. [Yéndose.]
Lo dicho.
Dios me es testigo.,
No hay recurso.
Benigno.
Alcalde.
Benigno. {Cuadrándose y llevando la mano al
gorro militarmente.']
¡Mi primero
Alcalde. Ó mañana al Saladero,
ó tres guardias de castigo.
ESCENA XI.
D. BENIGNO.
¡ Oh Dios de los ejércitos
que en el cielo me oís I ,
¿hay más calamidades
que. lluevan sobre mí?
Ni el sufrido Tobías
ni el humilde David
tantas tribulaciones
pudieran resistir.
Ayl ¡En hora menguad^, ''
me vine yo á Madrid!
ESCENA XII.
Lorenzo.
Benigno.
Lorenzo.
D. BENIGNO. D.XORENZO.
Benigno, amigo!.... Abrázame*
Con mucho gusto, sí
Antes .que tu comida
Benigno.
Lorenzo.
Benigno.
Lorenzo.
Benigno.
Lorenzo.
Benigno.
Lorenzo,
mo.
Lorenzo.
Benigno.
sazone el perejil,
te vengo a ver, que siempre
tu apasionado fui.
Gracias.
¿Cómo tan triste,
Benigno?
Ay infeliz!
Mal haya la galera
que me trajo á Madrid.
rúes ¿qué te pasa?
Prófugo
del pueblo en que nací,
temiendo los estragos
de la guerra civil ,
y va viudo, á Dios gracias,
del bello serafin
cuyo rabioso genio
tanto me hizo sufrir,
por la paz suspiraba;
y la busqué en Madrid/
Seis dias hace hoy miércoles
que el Manzanares vi ,
y ya en ellos fui blanco
de desventuras mil.
Anoche, sobre todo,
lució desde er zenit
el astro que me aflige,
más negro que un candil;
y si mal en Pancorvo,
peor me va en Madrid.
Siquiera allí no hay máscaras
como las hay aquí,
ni hermanas que su Enero
transformen en Abril,
músicas, ni almireces,
ni vecinal motín ,
ni jefes in utroque,
ni multas, ni fusil
Amigo ¡ es mucho cuento
la corte de Madrid!
Si no eres más explícito,
no entiendo, por san Gil
Me explicaré despacio.
Ahora baste decir
que tantas desventuras,
ah, nunca lo creí!
mi proverbial paciencia
han puesto ya en un tris
ÍY aun habrá quien celebre
a villa de Madrid?
Somos amigos íntimos:
si de algo sirvo, di....»
El golpe más terrible
de mi fortuna ruin
és haberme alistado
en la milicia
A ti?
Las leyes no me imponen
tal carga concejil,
?r aunque mis años cuento....,
os niegan en Madrid.
Mientras presento auténtica
la fe de que nací,
112
EL HOMBRE PACÍFICO.
Lorenzo,
Benigno.
Lorenzo,
qae la facción rebelde
no dejará venir,
soldado soy, Lorenzo,
y este coerpo gentil
irá mañana adonde
diz qne solian ir
\^ antaño los que llaman
gorrinos en Madrid.
¿La papeleta
Mírala.
[Se la da.]
Fácil es conseguir,
Benigno, que te excusen
de caja y de clarin.
La ley te exime, y basta
Jue salga yo por ti.
.dios, que el tiempo yuela.
ESCENA XIII.
D. BENIGNO.
¡ Gracias á Dios que al fin
un rayo de consuelo
me amaneció en Madrid!
ESCENA XIV.
D. BENIGNO. DOÑA RAMONA. CASILDA.
i2a)»(7^a. Adelante, señorita,
adelante sin recelo,
que mi hermano es muy benigno,-
su nombre lo está diciendo, —
y no podrá rehusar,
a fuer de buen caballero,
el amparo que le pide
en su amargo desconsuelo
menesterosa doncella
blanco del furor paterno.
Benigno, una doncella en mi casa !
Señorita, yo no tengo
el honor de conocer
Casilda. Ahí sí, señor, es muy cierto.
Pero en tal apuro...., á título
de vecina...., aquí me vengo.
He debido á esa señora
mil corteses cumplimientos
de su ventana á la mia;
y además, el buen concepto
que en el barrio goza usted
me ha decidido
Benigno. Agradezco
tanto favor; pero, hablando
con la franqueza que suelo,
aun agradeciera más
que usted me excusara el riesgo
' de hospedarla, por razones
que se ocurren al más lerdo;
Casilda.
y entre ellas porque, á Dios gracias,
aun tengo mi alma én mí cuerpo,
y para mí no es costal
una niña de ojos negros.
Casilda, Me arroja usted de su casa !
Me niega el agua y el fuego! ....
Maldición!.... Se cumplirá
mi atroz destino funesto.
« Sí , que la misión fatídica
de este ser perecedero
que llaman mujer, y es flor
¡[ue besa y destruye el cierzo,
ósforo que alumbra y muere,
ráfaga que pinta ^n sueños
el delirio del amor,
y fantástico compendio
de tinieblas y de luz ,
de triaca y de veneno
Benigno. \TÍ\x i tu, tu ¡Qué algarabía
Déjese usted de retruécanos ,
que, á Dios gracias, ya acabaron
las- máscaras.
Justo cielo !
El alma de ese hombre es clásica ^
como es compacto y obeso
su material individuo....,
y no es posible entendernos.
Su misión sobre la tierra
es comer como un mostrenco,
dormir como un ganapán....,
y al fin morirse de viejo.
Oiga usted, niña! ....
En sus ñbras
nada responde al acento
del trovador melancólico,
ni su embotado intelecto
analiza los latidos
¡ay!.... de un corazón enfermo.
[Se sienta con muestras de abati-
miento,]
Benigno. [Á doña Ramona.]
¿Qué diablos de jerigonza
es esa, que no comprendo
ni una sílaba?
Sin 4uda
perdió la infeliz el seso
víctima de alguna ardiente
pasión
Pues estamos frescos!
¿Por qué has abierto mi casa
á semejante embeleco ?
Casilda. [Levantándose,]
Resuelta estoy. ^Qué es la vida,
sino un vegetal mñerno
Qué dice?
Quiere matarse!
Un hierro Un lazo — Prefiero
la estrangulación. — Adiós!
Qué lástima!
¡ Y plegué al genio
de las tumbas que algún día
Benigno.
Casilda.
Ramona.
Benigno,
Benigno,
Ramona.
Casilda,
Ramona,
Casilda.
no te maldiga en el lecho
con infernal carcajada
mi descarnado esqueleto I
BL HOMBRE PACÍFICO.
Hamona, Mamerto se llama?
lis
Benigno. [Deteniéndola,]
Espere nsted Pobrecillal
Capaz será en el acceso
de su demencia Ea^ vamos,
recobre usted el sosiego,
y contando con mi apoyo
dígame, sin aspavientos,,^'^
lo que siente y lo que busca.
'Casilda. Siento en mis venas el fuego
del amor, amor romántico,
inescrutable y eterno.
Benigno »E}i I Ya presumía yo
Íue habría amor de por medio.
' busco hospitalidad
y favor contra un protery^
tirano
Benigno. Y quién es?
Casilda. Mi padre.
Benigno. Cómo ! ¡ Un padre
Casilda. Sí ^or cierto.
¿Y qué padre, 6 qué marido,
ó qué tutor, ó que suegro,
hermano, ó tío, no son
tiranos del bello sexo?
Benigna. [Á doña Ramona.]
Ay I loca de atar.
Ramona. No va
tan descaminada en eso.
Casilda. Amo, porque la misión
de la mujer
Benigno. Bueno, bueno:
lo sé. Al grano.
Casilda. Soy amada ;
quiero casarme
Benigno. Acabemos!
Casilda. Mi padre...., bárbaro padre!,
no quiere admitir el yerno
que yo le elegí, y furioso
pone mi amor en secuestro,
y ya que no á la Siberia....,
me envía á Navalcamero !
^ Yo, como aquel general ,
á la estratagema apelo
de la fuga, y aquí aguardo
á mi querido Mamerto.
Jíamo^a. Mamerto ha dicho!
Benigno. Eso es dar
un escándalo, y no puedo
permitir Dígame usted
quién es su padre, y yo espero
convencerle
Casilda. No. Imposible !
Benigno.Y aun mejor en mi concepto
será que se vuelva usted
á su casa. Yo me ofrezco
á acompañarla y
Casilda. Jamás I
Antes iré al cementerio.
II.
Casilda. Sí.
Ramona. Su apellido?
Benigno. Vamos presto;
si nó^ doy parte
ESCENA XV.
D. BENIGNO. DOÑA RAMONA. CASILDA.
D, MAMERTO.
Mamerto. Casilda !
Ramona. Es él 1
Casilda. Dueño mió!
Ramona. Perro !
Mamerto. (Doñh Ramona ! Perdido
soy!)
Ramona. Traidor !
Casilda. ¿Qué oigo!
Benigno. Qué es esto?
Ramona. Ese hombre me pertenece.
Casilda. ¿En qué fundas tu derecho,
Ramona.
senectud?.'^
"^^^
Hay tribunales ,
y yo tengo documentos.
Mamerto.iííi hien.... (Maldicipn!) Señora....
(Condenación!)
Benigno. Eh! Silencio.
No alborotemos el barrio.
Señorita Caballero
Ramona. Diez años ha que me díó
Ealabra de casamiento;
uyó después el malvado
y no he vuelto á verle el pelo
hasta anoche
Casilda. Fementido !
Después que por ti atropello
Ramona. Villano ! Por él vendí ^
mis viñas y mis majuelos^...
Mamerto.Yo diré
Benigno. Paz , por Dios , paz !
No he dormido. Estoy enfermo...
Casilda. Los más sagrados deberes; ^
después que por ti me he expuesto
á una horrible emigración
Benigno. Si hablamos todos á un tiempo
Ramona. Comerme mí patrimonio! ....
Benigno. Cómo es posible entendemos?
Ramona. AhuBSíT de mi candor!
Dar un cuarto al pregonero
Casilda. Abominación! infamia!
Benigno. Basta !
Mamerto. [Á Casilda.]
Miente.
[Á doña Ramona.]
Yo no niego
o»
a:
Ramona.TAi honra!
Casilda. Tu mano, ó la muerte!
Benigno. No hay quién me ampare? Mateo!
. ^8
114
Mamerio.Qué situación I
Jtamona. Hiena I
Casilda. Monstruo I
Itamcma. Ahí No puedo más!
[Se desmaya en brazú^ de D. Ma-
merto.']
Casilda. Yo muero!
{Se desmaya en brazos de D. Benigno.]
i/ain^^o.Maldita! ¡Si te murieras
Benigno. Pues, señor...., del mal el menos.
Mamerto.^0 vuelve.
Benigno. Qué haré? Socorro I
EL HOMBRE PACÍFICO.
ESCENA XVI.
D. BENIGNO. DOÑA RAMONA. CASILDA.
D. MAMERTO. MATEO.
Mateo. Don Simón Tañez del Fresno
pregunta
Mamerto. ( Su padre ! Malo ! )
Benigno. Que entre.
Mamerto. (Piés^ para qué os quiero?)
[Suelta i doña Ramona en el sillón, y
huye por la puerta del foro que guia i
lo interior de la casa.]
Mateo. [Á la puerta de la derecha.]
Que pase usted adelante.
Benigno. kgw^ y vinagre! Corriendo!
[ Vase Mateo corriendo y vuelve poco
después con agua y vinagre.]
ESCENA XVII.
D. BENIGNO. DOÑA RAMONA. CASILDA.
D. SIMÓN. MATEO.
Simón.
Benigno.
/Simón.
Benigno.
Simón.
Benigno.
Mateo.
Benigno.
Mateo.
No me engañé la tendera.
Aquí está. -^¿ Qué veo! Usted
es el raptor.
To raptor!
I Con más años que Noé
seducir á una doncella!
No me queda más qué ver.
Otro diaolo ! Usted se engaña.
¡Aun me lo niega el cruel
con el cuerpo del delito
entre sus brazos !
Pardiez,
si este cuerpo es delincuente,
no he delinquido yo en él.
Agua y vinagre.
Por Dios^
acude
Á dos de una vez?
Simón.
Benigno.
Benigno. Socorre á esa malapécora :
yo entre tanto Espera; ven;
mojaremos el pañuelo
en vinagre.....
[£o hace asi, y lo aplica i la nariz
de Casilda. Mateo procura que vuelva
en si doña Ramiona.]
\ Avilantez
como ella ! ¡ Hya vil
Cachaza !
Ahora lo que es menester
es
Simón. Que se muera 1
Benigno. \ Un cristiano
dice eso !
Simón. Infiíme I
Benigno. Y á quién I
A. su hija!
Simón. Usted la defiende !
Qué más prueba?
Benigno. Hombre de hiél ! —
Pobre criatura!
[Casilda se remueve.]
Mateo. Nada!
¡ Se aprieta tanto el corsé
Casilda. [Suspirando.]
Ay!
Benigno. Hespirá.
Simón. Sin perjuicio
de acudir mañana á un juez ,
hoy nos veremos las caras
usted y yo.
Benigno. San Miguel i
Esto me faltaba ahora.
Ramona. kj Dios! To fallezco.
Mateo. (Amén.)
SUmon. Armas , hora , sitio Pronto I ,
que (quiero abrevar la sed
de mi venganza.
Benigno. Dios mió !
Le juro á usted por mi fe
3ue soy la primera víctima
e ese rapto. Otro doncel
Casilda. Ah! Mi padre
Simón. Usté es su cémplice .
Casilda. Padre!....
Benigno, [Irritado.] Hay hombre más soez?
[i Casüda.]
Ta no hay paciencia Alma mia,
ya que su mal proceder
me trajo el infierno á casa ,
¡ defiéndame usted con cien
demonios que se la lleven !
Casilda. [De rodillas.]
Sí, padre mió, á esos pies
conneso
Simón. Aparta!
Benigno, [A doña Ramona.] Habla tú ,
EL HOMBRE
qae bien lo sabes hacer.
Xamona. [Sin moverse. ]
Ah!
Casilda. Padre I
Benigno. Mil cogotone^'
me diera en esa pared.
Casilda. Perdón , perdón, padre miol
ün hombre sin I)i08, sin ley
Don Mamerto Él y sus versos...,
y el abate Loñnennais, . . . ,
y Bug^Jargal. .... Miserable I
Í Cuasimodo Pequé
i corazón era nn tonto^
j mi cabeza un Babel.
Siman. [Algo aplacado.]
Hija ingrata! {Deshonrar
á un padre qae por tu bien
se desvelaba
Casilda. Por dicha,
tardío, padre , no es
. mi arrepentimiento.
Ramona. ( Ay cielos !
Y el mió?)
Siman. Alza , mala piel
Guando tú veas el sol
Casilda. Papal No lo haré otra .vez.
Siman. No obstante , irás á un convent9
hasta que curada estés
de esa romántica fiebre.
Benigno. I&xx&dlo fuera que también
la acompañase mi hermana.
Ramana.Yo'i
Benigna. '\ Quítese [ Á la vejez
viruelas I
Siñnan. [Á D. Benign^o.]
Usted perdone ,
que la ira
Benigno. No hay de qué ;
pero ya estoy tan mohino —
que me importa un alfiler
morir, matar ¡Voto á briós
ESCENA XVIII.
D. BENIGNO. DOÑA RAMONA. CASILDA.
D.SIMÓN. EL ALCALDE. MATEO.
Alcalde. [Á L. Benigno.]
Dése usted preso.
Benigno. Yo?
Alcalde. Usted.
Benigno. T quién me prende? ¿El alcalde
de oarrio, el sargento.... , ó quién?
Alcalde. El alcalde y el sargento.
Benigno, Pero sepamos por qué.
AlceUde.' Por encubridor de prófugos ^
malhechores.
PAGÍFIGO. ns
ESCENA XIX.
D. BENIGNO. DOÑA RAMONA. CASILDA. DON
SIMÓN, EL ALCALDE. MATEO. D. LORENZO.
•
Lorenzo, [Entrando,] ¿Qué oigo I
Benigno. [Viéndole,] Ven ;
sácame de este conflicto;
ó sí nó, dame un cordel
para ahorcarme.
Alcalde. De esta casa
ha salido habrá unos diez
minutos un perillán
que ha conseguido prender
mi ronda; un tal don Mamerto
llamona.)
Simón. JDon Mamerto!
Casilda. I
Benigno , Calle I ¿ Aquel
Casilda. El seductor I
Bamona. El perjuro 1
Benigno. 'Pero ¿por dónde se fué?
Alcalde. Se descolgó por el patio.... ,
Y usted le ayudó tal vez.
Benigno. No es verdad. Aquí se entró
de rondón
Casilda. Cierto.
JRamona. ' Sí.
Mateo. Pues.
Simón. Alcalde, yo lo aseguro;
y pues ya cayó en la red,
vamos, Casilda, que aquí
nada tenemos que hacer.
Casilda. Muchas gracias, don Benigno.
Románticas, aprended I
ESCENA XX.
D. BENIGNO. DOÑA RAMONA. D. LORENZO.
MATEO. EL ALCALDE.
Ramona. Sobre don Mamerto caiga
la cuchilla de la ley,
que es el hombre más perverso
que come pan.
Alcalde. Ta lo sé;
y por eso la justicia
dias ha andaba tras él ;
pero es fuerza que el señor
sea arrestado también
hasta que pruebe
Benigno. Sargento ,
ya he probado hasta la hez
el cáliz de la paciencia,
y por vida de Luzbel
. que estoy harto hasta no más
de ser tan hombre de bien ;
y á mí no me prende nadie,
ó ¡voto á y por vida de
que hago antes una de pópulo
bárbaro y arde el cuartd....;
116
EL HOMBRE PACÍFICO.
Alcalde.
Lorenzo.
Alcalde.
t
\
Benigno.
j me prenderá por algo
el que me qaiéra prender.
Lorenzo. No lo hará el señor alcalde
cuando sepa el ínteres
que yo tomo.....
Don Lorenzo!
En medio de este Babel
no había visto
Si basta
ue yo mí caución le dé
o ha de bastar? Un sujeto
de conocida honradez
y de arraigo, un defensor
de la patria, un coronel
To, llevado de mi celo
patriótico.... Ta se ve....,
como el preso entre otras gracias
tiene también la de ser
faccioso, y estaba fresco
el lance del almirez,
y ese señor repugnaba,
no ha mucho, pertenecer
á la milicia
Ta he dicho
que me exceptúa la ley.
Yo puedo amar á mi patria
y á Cristina y á Isabel
sin dar que reír al pueblo
en la guardia, en el reten ,
con mis remos de galápago
y mi panza de tonel.
Pago mis contribuciones ,
que no lo hacen más de seis;
si comercio, abono siempre
los derechos de arancel;
respeto á la autoridad;
de nadie recibo prest;
voto según mí conciencia;
no consagro en el papel
sentimientos filantrópicos
que he de desmentir después;
ni voceo, ni conspiro,
pero no adulo al poder;
por la causa nacional
cualquier sacrificio haré;
Sero despojar no puedo
e las canas á mi sien,
de la tos á mis pulmones,
ni de la gota á mis pies ;
ni puedo volverme mozo
siendo ya Matusalén ;
ni para ponerme flaco
me he de quedar sin comer.
Alcalde. Todo ^so será muy cierto,
pero mañana hará usted
centinela
No la hará.
Tome usted su baja.
[Le da una papeleúa.]
Alcalde. lExamindndola.]
£¡stá en regla.
verr
Benigno. [Abrazando d D. Lorenzo.]
Amigo mió!
Alcalde. Haré que el cabo furriel
nombre á otro, y que recojan
los chismes
Benigno. No es menester.
Mateo los llevará.
Mateo. Con mucho gusto. *
Alcalde. Ea pues,
ya no hay nada de lo dicho.
Que ustedes lo pasen bien.
Lorenzo,
ESCENA ÚLTIMA.
D. BENIGNO. DOÑA RAMONA. D. LORENZO.
Lorenzo. Pobre amigo I Tan honrado,
tan bueno
Benigno. ¿Adonde me iré
que lo sea impunemente?
Lorenzo. Qué se yo? Difícil es;
que aquí y en todo paítf
- si el hombre se hace de miel,
moscas le comen.
Benigno. [Caeiloso.] Si hubiera
monjes cartujos, á fe
que con ellos — En Madrid
Ío no he de acabar el mes. —
lOS cuacaros Entre cuacaros
estaría como un rey.
Lorenzo. Despacio lo pensaremos
cuando más sereno estés.
Ramona.Yoy víctima desdichada
de la más negra doblez ;
Ío, que te amo tan de veras,
ienigno, te seguiré
adonde quiera que vayas,
á fuer de hermana y á fuer
de criatura sensible
y de compañera fiel.
Benigno.Tt conmigo? Vade retro/
Ya tu cariño probé,
y todas mis desventuras
acaso han nacido de él.
Ramona. Bien sabe Dios
Benigno. No te canses ,
porque hablas con la pared.
Nuestros genios son opuestos;
y, acabando de una vez,
\ yo suspiro por la paz ;
este es mí supremo bien....,
y no es posible gozarla
al lado ae una mujer.
FLAQUEZAS MINISTERIALES,
COMEDIA EN CINCO ACTOS.
Estrenada en el teatro del Principe el dia 26 de Octubre de 1838.
PERSONAS.
VIOLANTE,
ROMERO.
MARTA.
PEREDA.
RAMIRA.
CASTRO.
F.Ti MARQUÉS.
-
MONZÓN.
EL BARÓN.
SOLIS.
FONSECA.
«
MARTIN.
ÜN
SARGENTO.
OFICIALES.— BSCBIBIBNTB8.—P0BTBB0S.-
—PBETBNDIENTB8.— VIUDAS. — SOLDADOS
La esoeaa se supone en Madrid.
W»^^^^^^^^<MW<^»V^MM»^<WW»»
ACTO PRIMERO.
Sala en casa de Violante. La puerta principal a la derecha del actor: en frente la que
guia a lo interior de la casa entre una chimenea francesa y una puertecilla secreta. En el
foro un balcón. La habitación estará amueblada con lujo.
ESCENA I.
VIOLANTE. PEREDA.
Pereda. No hay remedio, prima mia.
Ó el dinero desemools^s,
que te he pedido, ó veamos
si an buen empleo me logras.
ViolanU.'^o me hables más de dinero.
Con tanto pedir me acosas.
Tengo acaso alguna mina?
Quieres que venda mis joyas
Íara ^ue pagues tas vicios?
[is vicios?.... La virtuosa!
Violanté.^HQ yo, ó no lo sea,
t6 no eres juez de mis obras.
Bastante hago en mantenerte.
Pereda. ¿Y basta la triste sopa
para un hombre como yo?
ino he de vestir á la moda? .
hay en la corte billares ,
¿y no he de coger las bolas?
¿preguntaré en el café
81 Ya gustado 6 no la ópera?
¿no he de dar á mis amigos
una comida de fonda?
Con tantas obligaciones,
y no hago mérito de otras,
no debes maravillarte,
prima, si deudas me agobian.
Violanie.^i has de vivir á lo duque
siendo un cualquiera...
Pereda. Ay señora! ....
Ved que mal puede brillar
118
FUQUEZAS HINISTEUALES.
qaien á los sayos no abona.
Si os dice prima un cualquiera ^
¿quién ha de creer, señora ,
que sois condesa? Violante,
ten presente nuestra historia.
Note olvides
Violante. [T te atreves ,
Yil autor de mi deshonra,
á recordarme
Pereda. Violante,
dejémonos de parodias
sentimentales. Nacimos
ambos á dos, no lo ignoras,
con propensión admirable
Ío á ser tuno, tú á ser loca,
o aborrecía los libros,
y tú la aguja y la escoba.
10 hidalgo, pero sin bienes;
tú plebeya, pero hermosa;
yo emprendedor, tú coqueta;
yo baroilindo, tú moza;
tu. espejo por una parte
Ír mi ociosidad por otra....,
os dos perdimos á un tíempo,
Violante, la j)oca cholla
que nos queaaba, y ni tú
puedes acusarme ahora
de seductor, ni aplaudirme
debo yo de la victoria.
Violante.Tti me robaste, perjuro,
del hogar paterno
Pereda. Lloras?
Bien por Dios !
Violante. T , sin cuidarte
de promesas ni parroquias,
me abandonaste en Sanlúcar
Pereda. Y por no afligirte sola,
te dejaste consolar
por el cónsul de Liorna ;
y mientras yo fugitivo
por más de una trapisonda
andaba de ceca en meca,
Í aseabas tú en carroza,
^ios me ha dado un corazón
amante, sensible, y todas
mis faltas y mis flaquezas,
primo Pereda, son propias
de mi frágil condición
mujeril. Soy que me sopla
más que á ti próspero el viento,
no es justo que tu me expongas
á que naufrague contigo
porque tu nave zozobra.
Pereda. No te quiero yo tan mal;
pero desde la alta popa
puedes darme sin peligro
un cable que me socorra.
Capitulemos, Violante.
Yo respetaré en buen hora
tu condado artificial
Í' tu viudez de tramoya.
Sres ambiciosa y vana;
sé que á tos planes estorba
Pereda.
un comensal de mi temple
y un pariente de mi estofa;
mas también tengo yo acá
mi orgullo, y ya me abochorna
el reciDir á hurtadillas
una ración de limosna.
Sácame pues un destino.
Violante . un empleo de honra
^provecno, que te es fácil
oy que un ministro te ronda.
Así con sólo una firma
ganas el pleito y las costas ,
y emancipando la tuya
autoriz&s mi persona.
Violante.VL^ preguntará el Marqués
en qué méritos se apoya
tu pretensión
Si los mios
le parecen poca cosa,
iJega en mi obsequio, prima,
los muchos que á ti te sobran.
T más que di^n después
Que yo no entiendo una jota
de negocios y expedientes;
que como de esos idiotas
están mandando provincias ,
y donde es tal la langosta
de empleados ignorantes ,
Íue haya uno más poco importa,
iien está. Haré lo que pueaa,
pero es condición forzosa
que has de salir de la corte.
Pereda. Con mil amores; y en posta,
que si no me largo pronto
podrán meterme en chirona.
.Veremos Aun no te doy
palabra
Deja esa prosa
ministerial , y acabemos.
Ó mañana me colocas,
ó sin más contemplaciones
canto claro y arde Troya.
Violante
Pereda.
ESCENA 11.
VIOLANTE.
T lo hará como lo dice.
Es preciso á toda costa
apartarle de mi lado
SI he de vivir sin zozobra.
ESCENA III.
VIOLANTE. MARTA. RAMIRA.
Marta. Condesa y señora mia,
perdóneme Vuecelencia
que haya entrado sin licencia....
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
119
Violante, 'Eqj no hay costura. Otro día
Marta, Lo siento, que de eso cómo,
porque donde no hay arraigo
rero esta cuenta que traigo
Violante. ^ViT^ eso está el mayordomo.
Habrá gentes más groseras?
Quién tinto fuero les dio?
No me comunico yo
con humUdes costureras.
Marta. Si hay otras de mala nota,
yo no, y aunque poco valga,
soy honesta, soy hidalga,
y soy viuda de un patriota.
10 pido una friolera,
la cuentecilla es corriente ,
el mayordomo está ausente....,
y el comer no tiene espera.
Violante.^o tengo yo más asunto
en que entender
Marta. Suerte avara!
Otro gallo me cantara
8i viviera mi difunto.
Bica me vi y regalada
cuando él manejaba el pósito
Pero se murió á propósito _
?9ira hacerme desdichada,
anta chachara me irrita.
Vuelva la viuda más tarde
ó en la antesala me aguarde,
que ahora espero yo visita.
jRamira. Sí, madre, vamos de aquí.
Vale más en mi opinión
morir de hambre en un rincón
que verse tratada así.
Violante.OigíLl Se ofende la niña?
Vayal
Marta. Alto I Ni rey, ni Roque ,
nadie sufro qu.e le toque
al pelo de la oasquiña.
Si lucís tan lindo talle
lo debéis á nuestro esmero,
¡y así premiáis El dinero,
ó aturdo á gritos la calle.
Violante.BBst^y basta! Venga pues
esa cuenta, que da gnma
^ [Se la da Marta.],
(Quiero echármelas de encima,
que va á venir el Marqués.)
[Examinando la cuenta se dirige i su
tocador y saca dinero de un cajón.
Entre tanto hablan aparte Marta y
Bamirai\
•
Marta. Ramira , qué mala estrella !
Lo que va de ayer á hoy!
Ramira. Aunque hie maten , no aoy
más puntada para ella.
Marta. Qué orgullo! qué malos modos!
Yo también , a fe de Marta,
de sufrirla estoy tan harta ,
que aunque me coma los codos.
Ramira. Ya lo he dicho. Ni un repulgo.
Marta. Mal con su alta calidad
se aviene ¿Será verdad
lo que anda diciendo el vulgo?
¡Pobre de ella si averiguo
Violajite. [Dando dinero i Marta.]
Tome su cuenta
Marta. [Contando el dinero.]
Cabal.
Violante. kxxnqxjiQ el vestido está mal
y su corte es muy antiguo.
Marta. Por el figurín francés
más bonito y más flamante
se cortó......
ESCENA IV.
VIOLANTE. MARTA. RAMIRA. EL MARQUÉS.
Marq.
Maria.
Violante
fiella Violante!
Aquí el ministro !
Marqués !
Disimulad Estas gentes
Vayanse. Qué hacen aquí?
Marta. Perdonad, que, pues el cielo
me depara tan feliz
coyuntura. Su Excelencia
mis cuitas habrá de oír.
Violante. Patk audiencia de importunos
no se hizo mi camarín ,
y es extraño
Marq. Perdonad
Yo no puedo prescindir
[En voz baja.]
Las despacharé al momento.
(La chica es un serafin.)
Violante.Qxxé fastidio!
Marta. Mi consorte'
Domingo VíUacastin,
administrador de pósitos ,
murió en la guerra civil
Marq. Esperad.
[Mirando d Ramira.]
( Qué. ojos ! qué talle ! )
Gomo tengo sobre mí
tanto negocio, olvidaba
[Á Violante.]
Dadme licencia.
[Acercándose i la puerta de la ante*
sala.]
Martín I
IfO
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
ESCENA V.
VIOLANTE. MARTA. RAMIRA. EL MARQUÉS.
MARTIN.
Martin. Mande Ucencia.
Marq, {En voz baja.] k esas mojeres
con cautela has de seguir.
Averigua dónde viven
y I silencio!
Martin. Lo har¿ así.
ESCENA VI.
VIOLANTE. MARTA. RAMIRA. EL MARQUÉS.
Marq, {Á Marta.]
Decíais
Violante. Qué impertinencia!
Al ministerio acudid
Marta. Como s^ que las palabras
se lleva el viento sutil ,
siempre vengo prevenida,
por lo que pueda ocurrir,
con un memorial en regía.
[Saca uno y se lo entrega.]
Tomad. Con este son mil
, los que tengo presentados,
y un solo maravedí
á cuenta de mis haberes
no he logrado recibir.
Si sobre ser tan escasa
mi viudedad
Violante.[Al Marqués eon impaciencia.]
Concluís?
Cuántas mesadas os deben ?
No he cobrado desde Abril
Vamos
Del año pasado.
No hay fondos
Bien los hay, sí ,
para más de cuatro tunos
que viven sobre el país.
Ya veis, las clases pasivas
Sin comer pueden vivir,
por supuesto. No inventó
nomenclatura tan ruin
ninguna viuda indigente,
ningún exclaustrado, ni:....
Basta. Yo haré que os socorran.
Si esa palabra cumplis
mi gratitud será eterna ,
y á san Pedro y á san Gil
rezaré
La letanía
será larga si la oís.
Tengo otro asunto pendiente.
Esta doncella gentil
Marq.
Marta.
Marq.
Marta.
Marq.
Marta.
Marq.
Marta.
Marq.
Marta.
Violante
Marta.
es mi hija
Ramira. T vuestra humilde
criada.
Marta. Y quiere
Marq. Decid.
Vioíante.(Tíe consumo.)
Marta. Lo que todas ;
casarse. Para este fin
las cria Dios. Pero el novio,
aunque es muy patriota y muy...
Violante.Y$L no hay paciencia. Marqués!
Marta. No ha podido conseguir
que le coloquen
Marq. Veremos
Id al ministerio. Allí
Marta. Es muchacho de carrera..
Violante.Ohl
Marq. Basta.
Marta. En más de una lid
defendió la libertad
Marq. Bien.
Marta. Contra el bando servil
ViolanU.[Irritada.]
Marqués, no soy nadie yo?
No habrá audiencia para mí?
Marq. [Á Marta despidiéndola.]
No más. Yo os oiré despacio
Marta. No quiero ser incivil.
Beso á Vuecencia
Violante. [Echándola.] Acabemos.
Ramira. Guárdeos el cielo.
Violante. Salid !
ESCENA VII.
VIOLANTE. EL MARQUÉS.
Violante.BiOj estáis muy filantrópico.
ífarq. Es deber inseparable
de mi cargo el escuchar
con apacible semblante
á todo el mundo, y sin mengua
de Ijis arcas nacionales
Juedo dar buenas palabras
una viuda miserable.
Violante.Ohl las viudas siempre fueron
para un ministro galante .
beneméritas
Marq. Sin duda,
y más si son tan amables
como vos.
Violante. Y más si vienen
con niñas interesantes.
Marq. Celos, Condesa?
Viotante. No sé,
pero más os humanasteis
á las gracias de la hija
que á los ruegos de la madre.
Marq. Aprensiones. No os hacéis
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
121
lusticia, hermosa Violante.
Damas del mérito vuestro
no tienen celos de nadie.
Violante.YsL que celos no, pudieran
mostrar quejas de un desaire
como el qne yos me habéis hecho.
Marq. No fué mi ánimo agraviarte;
pero ¿adonde irá un ministro
que importunos no le asalten?
¿Qué sagrado les liberta
de una viuda vergonzante?
No hablemos más del asunto
Y hagamos 9 mi bien, las paces.
Violante J&n buen hora, mas con una
condición.
Aíara. Cuál es?
Violante. Que pague
como ministro Vuecencia
lo que pecó como amante.
Marq. El amante j el ministro
son tus siervos; ya lo sabes.
Violante, TfímhiQn yo soy pretendiente,
y si alguna cosa valen
mis méritos
Marq, Esos ojos
no han menester memoriales.
Decid pues.
Violante, Yo tengo un primo...
Marq, Primo? Me tiemblan las carnes.
Violante, TAüáxAoBO !
Marq, Es joven?
Violante, Sí,
^ pero no se sobresalte
Vuecencia, porque le miro
con odio irreconciliable,
Í^ á no hablarme en su favor
os vínculos de la sangre
Es un tronera, un perdido.
Sobre darme mil pesares
me come un lado.
Marq. Qué alhaja!
Violante.Tio tiene madre, ni padre,
ni oficio, ni beneficio
Es forzoso colocarle.
Marq. k un vago! Qué dirá el mundo? '
Ya que amor tan entrañable
el tal primo os ha inspirado,
tno será mejor echarle
un presidio?
Violante, ¿Y el borrón
Jue caería en mi linaje?
ero si él no sabrá nada ! . ...
¿En qué carrera
Violante, Qué diantre !
Si le dais un buen empleo
y así...., de cierto carácter....,
no tengáis cuidado, que él
sabrá salir adelante ;
que teniendo subsdternos
en cuyos hombros descanse
el peso de los negocios,
y aprendiendo cuatro frases
de mtina expedientíl;
poner decretos al margen,
firmar como en un barbecho.
Marq,
quitar la vara á un alcalde,
imprimir una proclama
patriótica cada martes ,
• cobrar el sueldo corriente ,
ir á la oficina tarde,
exigir el tratamiento
á porteros y oficiales,
y mandar sin ton ni son ,
y no obedecer á nadie,
no es cosa del otro mundo;
eso cualquiera lo sabe.
Marq, Linda sátira habéis hecho.
Vioídnte,Yos me dais los materiales.
Soy dama vuestra, y no es mucho
3ue algo entienda yo de achaques
e administración.
Marq, Veremos
Viofante.EBo no me satisface.
Marq. En Madrid es imposible
Vioiante,fxxeB bien, en cualquiera parte;
cuanto más lejos , mejor.
Está bien. Ahora hay vacantes
Que haga la solicitud,
y venga á verme
[Mirando el relej.]
Ya es tarde.
Violante.OB vais?
Marq. Volveré á la noche.
Ocupaciones muy graves
Violante.iíhl hayan ellas , ^ue así
me escatiman los mstantes
de mi ventura.
Marq. El bien público
Viocante.Es un tirano insociable.
Marq. [Besándola la mano.]
Adiós.
Violante. Adiós.
Marq, (No me puedo
olvidar de ella. Es un ángel.)
ESCENA VIII.
VIOLANTE.
Con tanto extremo me quiera,
Íue hará cuanto vo le mande.
*or fin me libro de ti,
primo Pereda. No sabe
el llarqués hasta qué punto
le agradezco
ESCENA IX.
VIOLANTE. EL BARÓN.
[Ábrese la fnertecilla secreta, y entra el Barón,]
' Barón, Pios os guarde.
in
FLAQUEZAS MINISTERIALES:
ViolanU.\I)ando un ff rito.]
Ahí... ¿Quién .. Baronl...
Barón, No tan alto.
ViolanUy 08 aqaíl ¿Con qué licencia
Barón. ¿De cuándo acá mi presencia
08 causa tal sobresalto?
Violante. Tero entrar por esa puerta
Barón. Es cierto : parece mal
teniendo la principal
á todas horas abierta;
mas no es delito tan grave
el abrirla yo atrevido,
que mayor lo ha cometido
quien vende así vuestra Uave.
Violante.¿ Qué oigo I
Barón. Otra vez de este templo
ñad, condesa y el cancel
á otro iniciado más fiel
Violante.IntsimisL I . . . .
Barón, Á mí, por ejemplo.
ViolanU.k vosl
Barón. Pues; por mi destino,
si no por mi amor, Violante;
que soy guarda vigilante
de todo honrado vecino.
Ni es tan rara anomalía
en un siglo pecador
que por donde entra el amor
se cuele la policía;
que él buscando regocijos
y ella á caza de pecados,
ambos son aficionados
á misterios y escondrijos.
Fiolante.BHTon , esa demasía
perjudicial á mi honor
ni es fina prueba de amor
ni abona a la policía.
Pero ¿qué queréis en fin?
Por ventura algún registro
Barón. No hace mucho que un ministro
salió de este camarín.
Violante.Bien por Dios! ¿Me está vedado
Barón. No, ni es cosa extraordinaria
. que vos seáis secretaría
de un secretario de Estado.
Violante.Vo hay ningún secreto aquí,
L estáis sqbrado importuno
ecis bien , que si hay alguno,
no es secreto para mí.
ViolantéJYx).....
Barón. Vos obráis sin malicia:
lo creo así y lo divulgo;
pero recelo que el vulgo
08 haga menos justicia.
Violanúe.Y qué dirá en conclusión?
¿Dirá que el Marqués me adora,
y que yo le amo? En buen hora.
No es libre mi corazón?
Barón. Bien pudiera haber, no obstante,
quien culpase su perfidia
Violante.Poco me importa la envidia
de algún desdeñado amante.
Barón. Perdonad si no me cuento
entre ellos. Sabéis muy bien
que hay lances en que al desden
se anticipa el escarmiento.
Violante.CéloBo estáis, y eso basta
Barón. No hay celos cuando al mejor
entre uno y otro postor
se adjudica la subasta.
Respetuoso subalterno
del Marqués y de Vuecencia,
no he de entrar yo en competencia
con el timón del gobierno.
Violante. }ÍM.BeLhienáo que él. me ama
no meditáis, y es muy raro,
que 08 puede costar muy caro
el injuriar á su dama.
Barón. Ebí dama no querría,
por razones que no digo ,
de amigo hacerse enemigo
al jefe de policía.
Violante. Cómol....
Barón. Yo sé vuestra historia
Violante.Bien (Si no cedo me pierde.)
Barón. Permitid que os la recuerde
si sois fiaca de memoria.
Violante. ¡ Eh , no
Barón. Conozco el imperio
de vuestros hechizos
Violante. Bal..,.
Barón. Pero la cárcel está
más cerca que el ministerio.
Violante.BKtonl....
Barón. Oid: no hay testigos.
Pues á entrambos nos conviene,
por la cuenta que nos tiene
seamos buenos amigos.
Violante.ConAenixi.
Barón. Vuestra beldad
es político. resorte,
porque ya sois en la corte
una notabilidad. {*)
Quien no cede á vuestro influjo
porque el amor se lo inspira,
á vuestro favor aspira
por vanidad y por lujo.
Hecha esta salva, garante
de mi conducta ulterior,
por si os falta un protector,
ganaos otro, Violante.
Vos valéis una corona.
Feliz el Marqués os ama,
mas tanto como la dama
le envidio yo la poltrona.
No 08 oculto mi ambición.
(*) NoiabUiáad, persona importante y notable en cualquier línea. Este es uno de los muchos vocablos franceses
qué van iotroduciéndose en nuestra leog;ua ¡ y ha podido dársele pasaporte con menos inconveniente que á otros, pues
tiene gracia y energía en Su significación, y no hay otro equivalente en castellano.
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
IM
porque si á colmarla llego
es para inmolarme luego
?oi; el bien de la nación,
a hace dias que trabajo
en mi plan con buena estrella.
Si Yos me ayudáis , la bella,
pronto el Marqués viene abajo.
Violante.ioí Si no hablarais tan serio
diria..... ¿ Qué pretendéis
Barón, Vos un ministro queréis
y yo quiero un ministerio.
ViolanU.iX queréis unirme á yos
para lograr
Barón. Eso es.
Si yo suplanto al Marqués^
nos remediamos los dos.
Viohnte.Y. qué he de hacer?
Barón' * Emplead
vuestras artes de mujer
y "acabará de perder
Violante, ñi^ la popularidad.
Barón, Lograi^ por mil caminos
mujer tan sagaz y bella
que haga un ministro por ella
garrafales desatinos.
vuestros dengues sean lazos
que aprisionen su virtud.... ,
y I adiós pública salud
si os desmavais en sus brazos I
Violante, ^\ de mi pobre talento
tanto esperáis 9 vuestra soy.
Barón, Pues ya el parabién me doy.
Manos á la obra.
Violante, Al momento.
Barón. Dadme ahora esa mano y ; chito!
No os olvidéis, alma mia
VÍolante,'De quién?....
Barm. [Abriendo la puerta secreta.]
De la policía.
[Con amable sonriea.]
Adiós , hermosa !
[Desaparece,]
Violante, Malditol
ACTO SEGUNDO.
Salón en el ministerio. Puerta a la derecha del actor ^ que es la mas próxima a la calle.
Otras dos a la izquierda ; la primera guia al despacho del ministro y y la segunda á la
secretaría: en el foro una chimenea francesa y un balcón: junto ala puerta de la derecha la
mesa del portero; sobre la cual habrá escribanías pliegos cerrados , registros^ periódicos^ &c.;
sillas decentes al rededor de la sala.
ESCENA I.
MONZÓN.
[Aparece sentado i la mesa de la portería,
suspendiendo la lectura de un periódico.]
Pues I El pan de cada dial
La oposición no descansa.
Injurias y más injurias ,
y sátiras sobre sátiras.
Hoy las fulmina el progreso,
el statu quo mañana
Asi los pobres ministros
se aburren, sueltan la carga ,
y como sombras chinescas
asomiin , bullen y pasan;
así al portero impasible
que es eco del que le manda,
6 más bien trasto oficial
adyacente á una mampara,
el tiempo le alcanza apenas
en tan vario panorama
para estudiar tantos genios
y analizar tantas caras;
así, apenas se publica,
miente como una bellaca
la Guia de forasteros ;
y así en confusa baraja
multiplica mi cartera
los pésames y las pascuas.
ESCENA II.
MONZÓN. MARTA.
Marta. Señor Monzón, buenos dias.
Monzón. [Casi sin mirarla y volviendo d su
diario.]
Qué se ofrece?
Marta. To soy Marta.
»...»»
I
Afanzan.
Markt.
Monzón.
Marta.
Monzón,
Marta,
Monzón.
Marta.
Monzón.
PLAQDÍ9EAS MINISTERIALES.
Marta.
Monzón.
Marta.
Monzón.
Marta.
Monzón.
Marta.
Monzón.
Marta.
Monzón.
Marta.
Monzón.
Marta.
Monzón.
Marta.
Monzón.
Marta.
Está bien.
¿Podré decir
al ministro dos palabras?
No ha venido.
Vendrá pronto?
No sé, pero es excusada
la pregunta.
Es que
No damos
audiencia por la mañana.
Su Excelencia, más amable
que su portero
Qué audacia I
Hábleme con más respeto '
la exponente, y no se salga
de la cuestión.
El ministro
se duele de mis desgracias.
Esta mañana tomó
de mis manos una instancia
con suma afabilidad,
7 me prometió
Bobada !
Escucharme
Ba!
En audiencia
particular
No me bastan
esos recados yerbales,
ün decreto: esa es la práctica.
Pero I si él me dijo •
Yal
Siempre ellos dan esperanzas
Por supuesto Tase ye
Gomo eso no cuesta nada
Mas yo, que estoy dispensado
de atenciones cortesanas,
oficialmente os respondo:
No ha lugar á la demanda.
Veremos. Yo esperaré
En la primera antesala;
no aquí. El portero inferior
ha cometido una falta
imperdonable en dejaros
penetrar
Soy ciudadana,
soy viuda, soy bello sexo,
y donde entran otras damas
puedo entrar yo.
Mi consigna
Eh I no hay consigna que valga.
Os iréis.
Que no.
• Por qué?
Porque no me da la gana.
ESCENA III.
MONZÓN. MARTA. ROMERO.
Romero. [Saliendo de la secretaria.']
Quién disputa aquí? Qué es esto?
Monzón. Esa tía
Marta. Ese fantasma.
Qué veo! Señor Romero!
Romero.
Marta.
Romero.
Marta.
Romero.
Marta.
Romero.
Marta.
Romero.
Marta.
Romero.
Marta.
Romero.
Marta.
Romero.
Marta.
Romero.
Marta.
Romero.
Marta.
Romero.
Marta.
Romero.
MarUi.
Romero.
Marta.
[Va i su encuentro y hailan lijos del
portero, que sigue leyendo.]
¿Quién sois vos..... Ah! Doña Marta!
Estáis empleado aquí?
Sí tal.
No sabía nada.
Jefe de sección.
Me alegro.
Sea por cien años.
Gracias;
aunque seffun nos relevan
desde que hay leves y cámaras ,
todos somos ya efemérides
sin ayer y 8in*mañana.
Razón mas para que vos
me dispenséis sin tardanza
vuestra protección.
Contad
conmigo, aunque es muy escasa
mi inñuencia.Tué mi amigo
vuestro esposo que Dios haya
T qué tal? La viudedad
Un siglo ha que no me pagan.
Ta veremos
Por fortuna
mi Ramira es una alhaja......
Oiga! Ta estará crecida.
Es una linda muchacha....,
mejorando lo presente.
La pobrecilla trabaja
dia y noche , y con su aguja
y su tijera y su plancha
vamos tirando. El Marqués,
á quien hoy por una rara
casualidad hemos visto,
promete enjugar mis lágrimas.
Ya ha tomado el memorial
Ah ! No sabéis que se casa
la chica?
Bueno! Con quién?
Es joven de circunstancias
Vos debéis de conocerle.
Veamos. ¿Cómo se llama?
Alfonso de Castro
Mucho.
El hijQ de doñafiraulia
El mismo.
Es mozo de mérito.
T quizá por esa causa
so halla sin colocación.
El que no llora no mama.
Un memorial
Aquí está.
Bien. Qué pretende?
Una plaza
de secretario.....
Romero. [Ibma el memorial y lo examina.]
Veamos
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
1S6
8i viene en regla la instancia.
Marta. En un Gobierno político
Homero. Muy bien. Felizmente hay varias
vacantes ; tiene talento,
y es destino que le cuadra.
¿Está informado el ministro
Marta. Ta le tiré una puntada. . . . ,
y ahora venía a entregarle
. el memorial Cuánto tarda !
Romero, Justamente es negociado
de mi sección y á ella pasan
todas estas pretensiones.
Le hablaré con eficacia y
y si 08 recibe benévolo,
tanto mejor.
Marta. Él me trata
con bondad y cortesía ,
mas el porteh) me ataja
porque dice que está exento
de tener buena crianza.
Romero. Cómo!....
Marta. T ni esperar me deja
al ministro en su antesala.
Romero. Tiene órdenes generales.... ,
pero esas con vos no hablan.
\Á Monzón.]
Permitid á esta señora ,
pues pide tan leve gracia,
que espere al señor Marqués.
Bien, mas si ella se desmanda....
No lo hará.
Soy funcionario
fiúblico
A Marta.] Si esta mañana
no le veis, para la audiencia
de esta.nocae no hagáis folta.
Se os pondrá en la lista.
Marta. Estimo
la bondad
Romero. Ahora me llaman
mis tareas. Soy muy vuestro.
Marta. To vuestra humilde criada.
Monzón.
Romero.
Monzón.
Romero.
ESCENA IV.
MARTA. MONZÓN.
Marta. Una vez que el marinero
no manda donde hay patrón,
me siento, señor Monzón.... ,
sin permiso del portero.
Monzón. Déjeme en paz.
Marta. ( Chúpate esa I )
T no toméis pesadumbre
{morque me ofrezca su lumbre
a chimenea francesa.
«
[Se sienta i la chimenea.]
Monzón. \iijxé desacato I) El Marqués
tardará
Marta. En paz y sosiego
me estaré al amor del fuego
otras dos horas ó tres. —
Si me dais una Gaceta
Monzón. No la dov; y es mucho exceso.
Marta. No me aburriré por eso,
seor Monzón. Haré calceta.
[La saca ie su iolso.]
Monzón. Calceta aquí! ¡Cosa extraña....
Marta. Ta que tanto se ha deshecho,
diga el mundo satisfecho
que hacemos algo en España.
[Queda haciendo calceta.]
ESCENA V.
MONZÓN. MARTA. FONSECA.
[Entra Fonseca con marcial desembarazo y
vestido con ridicula (afectación.]
Fonseca. [Llegándose familiarmente i la mesa
del portero.] ^
Amigo Monzón !
Monzón. [Se levanta y le hace una prqfunda
reverenda.]
¡Magnífico,
don Crisóstomo Fonseca I
Fonseca. Se ha quitado la jaqueca?
Monzón. Sí, con aquel específico.....
Vos ¿tan famoso?
Fonseca. Tal cual.
Monzón. Risueño siempre y contento
Pero i no tomáis asiento?
Fonseca. [Yendo i tomar una silla.]
Sí tomaré.
Monzón. En mi sitial.
[Se lo qfrece; Fonseca lo toma y Mon^
zon ocupa una silla.]
Fonseca. [Sacando la petaca.]
Gracias. Ni un bajá del Bosforo
más á gusto se arrellana.
Yaya un puro de la Habana.
[Da d Monzón un cigarro y il toma
otro.]
Monzón. [Enciende unfórforo y se le da.]
Estimando. Vaya un fósforo.
[Enciende cada cual su cigarto.]
Marta. ( ¡ Miren qué arbitrariedad
tan propia de un hombre bajo I
Al neo mucho aguaje,
Ibnseea.
Monzón.
Ponseea.
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
Monzón.
Ponseca.
Monzón.
Fonseea.
Monzón.
Fon^eea.
Monzón.
Ibnseea.
Marta.
Fonseea.
Monzón.
Y al pobre..... una sequedad.)
No, como otros dias, hoy
Yengo aquí á matar el ocio.
Qué ! traéis algún negocio?
Serviros deseo. Soy
Para mi chico Eleuterio^
que es la gloria de^su raza,
vengo á pedir una plaza
de oficial del ministerio.
lái patrimonio es enorme
y no busca emolumento;
pero tendrá tratamiento
y es bonito el uniforme.
El caso es que no hay vacante..
Eso no importa.
[Fiffurando escribir.]
Zis, zasl
Se crea una plaza más
ó se improvisa un cesante.
To sé bien de qué registro
me he de valer para el casO|
mas soy pretendiente raso
y no conozco al ministro.
m á eses señores se va
con ciertas proposiciones;
pero hay otros escalones
¡pues! Monzón me insinuará,....
Yo soy puro, incorruptible^
y las manos no me unto.
Es delicado el asunto.
Pero se hará lo posible
Sé que el joven tiene méritos
La ciencia
Le es antipática.
En cuatro años de gramática
no pasó de los pretéritos.
Eh I siendo joven
Cumplid
por Febrero diez y siete.
Quiere decir que promete
El que promete soy yo.
(Tanto tardar me da empacho.
¡Que cueste tales sudores
el hablar á esos señores
secretarios del despacho I )
Dejando ahora, Monzón ,
negocios tan neliagudos,
¿habéis visto los escudos
de la nueva acuñación?
N0| señor. De plata , 6 de oro?
Fonseea.
Monzón.
Fonseea.
Monzón.
Fonseea.
Monzón.
Fonseea.
2ue , aunque á los carlistas pese ,
falta de pies te bese
la linda y augusta cara.
[Besa las monedas.]
¿Tanto 08 alegra , Monzón ,
su busto
Si es fanatismo !
Ohl....
(Siendo de oro, lo mismo
besaría el de Nerón.)
Tomad
To no. La avaricia....,
No como dinero; (el místico 1)
sino como objeto artístico.
Las artes son mi delicia.
Guardad pues esa memorial
Monzón.
Ibnseea. [Saca el bolsillo y pone sobre la mesa
alffunas monedas de oro. Ambos inter-
locutores dan la espalda d Marta.]
De oro. Qué buril ! qué gusto I
Mirad
Monzion. [Ewamindndolas.]
Sí. Qué bello bustol
T es de la Heina que adoro.
Permite, Reina preclara ,
Monzón. [Recogiendo las monedas.]
Replicar no es justo;
basta que tengan el busto
de la Reina que es mi gloria;
[Fonseea sesepara de Monzón y pasea.]
que subdito más leal
es imposible (Se aleja
después que el oro me deja.
Yaya un hombre orig^pal I )
[Se sienta y tuelve d leer el periódico.]
Fonseea. [Acercándose d la chimenea.]
Gomo soy, que hace fresquillo. —
Señora, os beso los pies.
[Tomando una süla.]
Si permitís
Marta. Por qué no?
Siéntese vuestra merced.
Fonseea. [Sentándose á la chimenea.]
El remusguillo convida
Vos sois de casa?
Marta. ¿Por qué
lo decis?
Fonseea. Esa calceta
Marta. En algo he de entretener
el tiempo. T no es infundada
vuestra pregunta cortés ,
que aquí vive....; mal he dicho;
aquí muere por la fe
el infeliz pretendiente;
y más si en triste viudez
ni tiene dos lindos ojos
que paso franco le den,
ni ablandar puede con dádivas
á un bárbaro como aquel.
Fonseea. [Riéndose.] .
Pobre Monzón I T en efecto
su cara es bruta y soez ,
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
m
pero tama tanto las artes
[AMendo una caja y ofreciéndosela,]
Vaya uq polvo de rapé.
Marta. [Ibmd7idolo,]
Fonseca.
Marta,
Fonsecd.
Marta.
Fonseea.
Marta.
Fonseca.
Muchas gracias. Ta me estaba
durmiendo, y me viene bien.
Ya se ve, las malas noches
Gomo vivo de coser
Diez y ocho meses sin paga 1
Año y medio! Esto es cruel.
I En qué ha venido á parar
a^uel regalo, aouel tren
Si viviera mi difunto
Por supuesto Ta se ve
Si el difunto se murió 1
Y yo, como viuda fiel ,
no he querido reemplazarle ,
aunque no ha faltado quien
No es maravilla. Estáis tiesa
todavía y esa tez
Entre otros me pretendió
un teniente coronel
Algo cascado, es verdad,
pero al ñn y al cabo
Pues,
No lo tome usted á chanza.
Sí no nos casamos, fué
(Porque él no quiso.)
[Siffuen hablando en voz hoja.]
ESCENA VI.
MARTA. MONZÓN. FONSECA. VIOLANTE.
[Ábrese la mampara y entra Violante aeompa"
nada de un portero que se retira saluddnaola
respetuosamente.]
Monzón. [8e levanta apresurado y la hace una
profunda reverencia.]
Señoral....
Violante.iMU no ha venido el Marqués!
Monzón. Sin duda estará en las Cámaras.
Violante.'ñieii está. Le esperaré.
[8e dirige d la chimenea y viendo d
Marta se detiene.]
(En la chimenea Marta I)
[Alportero.]
Qué trae aquella mujer?
Monzón. Espera al señor ministro
y pretende no sé qué.
Violante.Qxxe le espere en la escalera.
¡Vaya que es avilantez
Monzón. Así se lo dije , -pero
me dio contraorden
Violante. Quién?
Monzón. El señor Romero.
Violante. \ Abuso
torpe I ¡ Elevar al nivel
de personas distinguidas
á gente de ese jaez I
Yo haré que ponga remedio
el ministro.
Monzón. Bien haréis.
La digo que se levante?
Violante.Ho; dejadla. Aquí estoy bien.
[Se sienta lijos de la chimenea.]
Monzón. Señor de Fonseca I
Fonseca. Voy.
[Se levanta.]
Doña Marta , hasta más ver.
Marta. Soy muy atenta
Fonseca. ( ¡ Demontre
de viejal habla más que seis.)
Qué hay Monzón?
[Se Uega i la mesa del portero y éste
le habla en voz baja.]
Marta. f Nada 1 no viene !
Acabemos este pié.)
[Sigue haciendo calceta ; d poco rato
empieza á dar cabezadas , y poco des*
pues se duerme.]
Fonseca. [En voz baja con Monzón.]
De veras? Oallarda moza!
Soberbia!
Monzón. No la flechéis.
con el lente. Es cosa hecha
si ella os quiere proteger,
mas será preciso
Fbnseca. Entiendo.
No soy pájaro novel.
Monzón. Si os parece que yo sirva
de introductor
Fonseca. Para qué?
No hay que andarse por las ramas.
[Acercándose d Violante^ y saludan'
dola.]
Yo me doy el parabién
de conocer á la hermosa
condesa del Rosicler.
Violante.^ MQü^tn^ humilde servidora,
caballero, aunque no sé
quién
. Fonseca. Grisóstomo Fonseca ,
propietario en Santander
Ísioarita en Madrid,
onde el fausto de un virey
ostento, y sin que me engría
de alta alcurnia el oropel ,
soy rico-hombre porque soy
hombre rico: lo entendéis?
Violante. GvísAmb buen humor. Sentaos. •
128
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
FoMeea. \Se sienta al lado ie Violante.]
Fot gastar no sé qné hacer.
[Abriendo una cajita de oro,]
¿Me atreyeria á ofreceros
confites?
Violante\Tomando dos 6 tres.]
Bonita es
esta caja.
Fonseca. Más bonita
sois vos.
Violante. Favor que me hacéis.
Fonseca. Gnardadla.
Violante. Oh! no.
Fonseca. Bagatela I
Porque es de oro, ese desden?
Perdonadme; no las gasto
de otro metal.
Violante. No os privéis
de tan preciosa cajito.
Fonseca. En casa tengo otras diez. —
Si algnn escrúpulo os queda ,
hagamos un cambio.
Violante. Eh?
Según como sea el cambio.
Fonseca. Aunque os pida un alfiler
saldré siempre ganancioso.
Violante.Qné galante I
Fonseca. Dadme. pues
esa rosa del cabello.
Violante. V,ííS ¿qué dirán si lo ven?
Fonseca, Es verdad. Decid q\^e«es mia
y luego me la daréis.
ViolanteMn hora buena. Negaros
tan corto favor no es ley.
Fonseca. Corto? Vos podéis hacerme
otro mayor si queréis.
Violante, f 000 á poco I ....
Fonseca. Sosegaos.
Ya no soy ningún doncel.
Sois muy dama para mí;
yo tengo pudor también
á mi modo; y aunque admiro
ese garbo y esa tez
para deshancar á un procer
es muy poco mi poder....,
y inuy largos mis colmillos
nara s^ chulo de á pié.
Violante.ao es el Marqués mi galán ^
sino mi novio, y creed
Fonseca. Sí creo.
Violante. Y de otra manera
yo no sufriría... r.
Fonseca. Amén.
Dios 08 haga bien casada
y colmado fruto os dé
de bendición conyugal.
Violante.Os agradezco
JPbnseca. Ahora bien,
suponiéndoos grande influjo
sobre el ministro
Violante. Tal vez
Fonseca. [Binando la voz, y Violante hará lo
mismo.]
k un rapazuelo hijo mió
os ruego que coloquéis
Violante.J^6uáo ?
Fonseca. En la secretaría.
Violante.kxxxi^\xo es alta la merced ,
ya supongo que el muchacho
será digno de ella
Fonseca. Pche!....
No me toca á mí alabarle.
Violante.'^i otro informe ha menester
que ser hijo vuestro.
Fonseca. Gracias.
Violante.'?oTo es difícil Ta veis
La plaga de pretendientes
Tanto varón de honra y prez
sin empleo Será fuerza
hacer inclinar el fiel
de la balanza
Fonseca. Con oro.
Violante.^o creáis que mi interés
personal
Fonseca. Qué disparate!
Dama de alto chapitel
¿cómo es posible Son fondos
reservados
Violante. Eso es.
Fonseca. Para fomentar Eh?
Violante. Sí.
Fonseca. Pues ya! Para objetos de
Violante. G^ihú..
Fonseca. \ Proyectos. . .
Violante. ¡Oh...
Fonseca. ¡Cosas...
Caánto reza el arancel?
Violanie.l&\L\ no hay prisa Lo que urge
es poner pies en pared
hasta lograr el destino.
FoTiseca. Ya, por supuesto.
Violante. Y después
Fonseca. Ya traía el memorial
Violante.Bion, Dadme acá ese papel.
Descuidad , que así que vea
al ministro le hablaré
Fonseca. Corriente. ¿Y será del caso
que me presente al Marqués
Violante. oí. á la noche. Dadme tiempo
para prepararle.
Fonseca. Bien.
¿Cuándo sabremos
Violante. Hoy mismo.
Fonseca. k qíxé hor^^
Violante. Al anochecer.
Fonseca. ¿Qué seña
Violante. [Le da una tarjeta.]
En esta tarjeta
las de mi casa tenéis.
Con ella
Fonseca. Enterado. Abur.
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
Iré á besar vaestros pies.
[Cantando al irse con marcialidad.]
Oh che volpe sofr afina!
Violante,{Y2Ly9L en gracia! No es mal pez.)
m
ESCENA VIL
MONZÓN. VIOLANTE. MARTA.
Monzón, (Alegre va don Crisóstomo.
Propina habrá.)
Marta. [Despertando.] Me he dormido I
[A Monzón.]
Ha venido Su Excelencia?
Monzón, No, señora.
Marta. [Se levanta recogiendo la labor.]
Ya hace an siglo
qne espero Doña Violante!
Vos por aquí I ¿Qué motivo
Violante.^o os importa.
Marta. ¿Aun me guardáis
el rencor? Ea, pelillos
á la mar.
Violante. Eh, calle; apártese
la impertinente.
Marta. Aspacito,
que la palabra de Dios
. á nadie, ni á los judíos
se niega; y no estáis ahora
en vuestra casa. {Pues digo
¿Querrá también la Excelencia
echarme de este recinto?
Si allá me vino con fueros
porque pedí lo que es mió,
no aquí
Violante, Jesús , qué mujer !
Marta. Y los sordos han de oirnos
si siíelto la de sin hueso.
Violante.'Pof no hacer un desatino
me voy.
SAlportero.]
. esa tarjeta
al Marqués. Yo me retiro.
Ved aquí los resultados
de admitir en este sitio
. á mujeres de
Marta. Deque?
de qué?
Violante. De bajos principios.
ESCENA VIIL
MARTA. MONZÓN.
Marta. Cómo se entiende!.... Oiga, espere;
le diré cuántas son cinco.
Monzón. [Recogiendo la tarjeta, los periódicos
y algunos pliegos \
Señora, ved que no estáis
n.
Marta.
en la plaza. Yo os prohibo
¡La muy Bien ; tenéis razón.
Me contengo, me reprimo
Pero yo no me he criado
en las malvas, y si digo
lo que sé de ella
[Monzón entra, sin hacer caso de
Marta, en el despacho del ministro.]
Que á fe
que me ha contado un vecino
maravillas ; y ojalá
las hubiera yo sabido
esta mañana temprano,
que ¡voto va, no va á Cristo
Pereda.
Marta.
Pereda.
Marta,
Pereda.
Marta.
Pereda,
Marta.
Pereda.
Marta.
Pereda.
Marta.
Pereda.
Marta.
Pereda.
Marta.
Pereda.
Marta,
ESCENA IX.
MARTA. PEREDA.
Ha venido Su Excelencia?
Qué insulto I qué despotismo I —
¿Conocéis á esa señora
que en la escalera habréis visto?
A la condesa Violante?
Esa. El título es postizo.
Mirad
Es una embustera.
Señora
Y en el hospicio
las hay mucho mar honradas.
Cómo!
Y si el jefe político
supiera lo que se pesca,
la pondría
Qué vestiglo!
Escuchad
Donde merece. '
Sí, señor, á ella, y á un primo
que tiene...
¿Qué...
A un tal Pereda...
Mirad lo que
Que es un picaro.
Yo no le conozco, pero
¡qué lástima de presidio I
Deslenguada! Si supierais
quién soy
Me importa un pepino
el saberlo.
ESCENA X.
PEREDA. MARTA. MONZÓN.
Monzón.
Marta,
¡Con mil diablos,
señora.
Y digo, y repito.
9
130
Una voz
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
*í¿í'iSuExcelenciaI
Otra voz \
más >
cerca, 5
Sa Excelencia!
Monzón. [Abriendo la mampara.] -
Silencio !
[Apartando d Marta y d Pereda,]
Á un lado ! El Ministro I
ESCENA XI.
PEREDA. MARTA. EL MARQUÉS. MONZÓN.
Marg.
Pereda.
Marq,
Monzón.
Marta.
Marg.
Monzón.
Señor.
\Á Pereda.]
Mande Ucencia.
Un momento
Excelentísimo
seuor.
[Dando un papel d Monzón.]
Tomad esta nota,
7 que el jefe del archivo
os entregue sin tardanza
los documentos que pido.
ESCENA XII.
EL MARQUÉS. MARTA. PEREDA.
Marta. [Á guien toma la delantera Pereda.]
Señor (Se puso delante I)
[Á Pereda tomando su memorial.]
Qué queréis ?
Marg.
Pereda.
Marg.
Yo solicito
que Vuecencia me coloque
Todos pretenden lo mismo,
7 para acallar á todos
veo que será preciso
establecer en el reino
para cada hombre un destino.
Pereda. Va debe de estar Vuecencia
informado Soy el primo
de Violante.
Marg. Ah I Lo celebro.
Marta. ( Qué escucho I )
Marg. Seréis servido.
[Siff'Uen hablando en voz baja.]
( I Y yo entre oreja y oreja
mil tempestades le he dicho
sin conocerle! Me alegro.)
Id
No tengo más padrino
Marta.
Marg.
Pereda.
que Vuecencia
Marg. Id descuidado.
' (Tiene una traza de pillol....)
Pereda. Dios guarde á Vuecencia
Marg. [Con afabilidad.] Adíes,
ESCENA XIIL
EL MARQUÉS. MARTA.
[El Margues se dirige d su despacho y ie de-
tiene Marta.]
Marta. Señor I....
Marg. No os había visto.—
Ahí Sois Yos!
Marta. Os yetago á hablar
sobre aquel memoríalito
Marg. Tengo prisa
Marta. Y á entregparos
este otro sobre el destino
para mi yerno futuro.
[El Margues lo toma con la' mano
izguierda y lo conserva en ella sin
desdoblarlo f teniendo en la derecha el
de Pereda.]
Marg. ( Para su yerno I ¡ Maldito
sea su yerno I ) Id con Dios.
Marta. ¿Y así...., con ese desvío
me despedís?
Marg. No hay un cuarto.
Marta. Pero
Marg. No puedo serviros.
(¡Sólo falta que la madre
me dé ahora un tabardillo I)
Marta. Esta mañana me disteis
^palabra
Marg. ' Fué un compromiao
Marta. Ni media paga siquiera 1
Marg. Qué importunidad I Ya he dicho
Marta, Si á lo menos me emplearais
al muchacho
Marg. Y ¿con quS títulos
viene á pretender
Marta. Mayores
los tendrá tal vez el primo
de Violante.
Marg. .Qué decís?
Marta. Vale mucho un buen palmito!
Marg. Qué osadía! Retiraos.
No volváis más á este sitio.
Tomad vuestro memorial.
[lira al suelo hecho pedoífos el me*
morial de Pereda y dobla un pico al
de Castro.]
Marta. Qué injusticia!
Marg. [Entrando en su despacho.]
Así castigo
á insolentes.
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
131
ESCENA XIV.
MARTA.
Yo ¡Me ha dado
con la puerta en los hocicos !
ESCENA XV.
MARTA. CASTRO.
Castro.
Marta.
¡Señora
[ Volviéndose.]
¿Quién Pobre Castrol
En hora menguada vienes.
Maldiciendo aquí me tienes
la triste vida que arrastro.
Confiado en tu virtud,
Tendrás á saber ansioso
el resultado dichoso
de aquella solicitud.
Hijo mió, no hay consuelo
Sara ti ni para mí.
[ira el memorial allí
hecho trizas en el suelo.
Qué horror, ánimas benditasl....
Y eso que. en cas de Violante
di<5 palabra termipante
de dolerse de mis cuitas.
¡Ahora tanta displicencia,
. y antes brindaba mercedes !
Explícame tú si puedes
tan extraña inconsecuencia.
Ó ha perdido su cordura
en un romántico acceso,
ó le ha baldado el Congreso
con un Yoto de censura.
Castro. Otra es la causa, señora,
de su rabia y su despecho.
y el desaire que os ha hecno,
no. á vos, á él sólo desdora.
No mendigo su favor,
porque ya le conocí.
Vengo a arrancaros de aquí
para salvar vuestro honor.
Marta. Cómol....
Castro. Tan noble en su ira
como en su amor de visir,
ha querido sedacir
á mi adorada Ramira.
Se introdujo en vuestra casa
un agente de sus vicios.
No es mucho; tales servicios
se suelen premiar sin tasa.
Aventuró su osadía
la infame proposición ,
que con casta indignación
rechazó la prenda mia.
Porfiaba temerario,
llego entonces , oigo, acudo,
y fué mi primer saludo
un puntapié -al emisario.
Entonces el perillán
me amenazó con su amo,
y de un tramo en otro titimo
le eché rodando al zaguán.
Marta. ¡Traidor Ahí está el busilis I
.¡Y teniendo ya otra moza
que se pierde una coroza
iHum Se me enciende la bilis.
Estoy hecha un Satanás,
y si le pillase ahora
Castro. Huyamos de aquí, señora,
y no volvamos jamás.
Marta, río volver? No vuelvas tú,
que eres hombre, y no conviene;
mas yo ¡perene y perene,
)or vida de Belcebú I
lO que yo vengo á pedir
es mió, y mió, y remio;
si, señor, y el monte-pio
no me dejará' mentir.
Yo pido justicia neta,
y para instalarme aquí
me traeré la cama, sí,
como hoy traje la calceta.
Eso faltaba I üola , hola I
En casa la niña, tatel
Yo estoy fuera de combate
y ya puedo andarme sola.
ou raoia será completa
cuando vea de contíno
en vez de un rostro divino
una cara de vaqueta.
Castro. Basta I....
Marta. [Jamando el brazo de Castro y yin-
dose.]
Y prontito
Castro. Venid
Marta. Ha de darme la mesada,
ó esta noche hay asonada
Castro . i Vamonos
Marta. Y arde Madrid. '
[ Vansepor donde entraron,]
L
ISS
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
ACTO TERCERO.
Despacho del ministro ricamente adornado. Gran mesa de escritorio con papeles^ expedien-
tes, libros, éic. A la derecha del actor la puerta de la antesala. Enfrente de esta dos bair
conesy y entre ellos una chimenea. Puerta en el foro que da paso a loi secretaría, y otra
mas pequeña en la misma línea.
ESCENA I.
EL MARQUÉS. ROMERO.
Marq, [Sentado en un elegante sillón delante
de la mesa, con un periódico en la
mano.]
Otra personalidad !
¿Qué tienen que yer el trono,
ni la patria ni la ley
con 81 yo cómo ó no cómo,
si me yisto ó no me visto
con este sastre ó el otro,
si es bella ó no mi querida,
si madrugo ó si trasnocho,
si gasto ó no carretela,
si estoy flaco ó si estoy gordo?
Somero. [Con un legajo en la mano.]
Siempre fué la comidilla
de eso^ papeles periódicos
satirizar al que manda,
á no mediar Pues! Supongo
3ue me entendéis. Pero el hombre
e estado, á fuer de filósofo,
mira con igual desden
las pullas y los encomios.
Marq. Las personales diatribas,
bien, pasen: yo las perdono;
¡ pero sumar, como lo hacen
en este artículo anónimo,
con mi sueldo do ministro
lo que de mis tierras tomó,
y en la partida de data
acumular á su antojo
guarismos sobre guarismos
con el intento piadoso
de insinuar que cubro el déficit
enorme con lo que robo I
Romero. Acaso no ha pretendido
sino acusaros de pródigo
Marq. Qué sabe él lo que yo gasto?
Qué sabe él le que yo cobro?
Robar De dónde? Imposible.
Manejo yo acaso fondos?
Arruinarme.:.., puede ser;
Homero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
¿mas qué le importa á ese zoilo,
pues yo no le pido nada,
que me Ueyen los demonios?
Ea, no hay que sofocarse,
señor Marqués. — Vaya un polvo.
[Saca la caja y se lo ofrece.]
No lo gasto. — Y, no hay remedio,
de ese falso testimonio
iqué infiere el vulgo maligno?
Que soy ladrón ó tramposo,
y esto, ya pasa de injuria
personal.
Ehl.... Según cómo
No hay según. Aquí se ataca
al Gobierno.
En cierto modo
T es preciso denunciar
el escrito.
No me opongo
Al momento. De real orden.
Como artículo injurioso?
Como subversivo. -
Pero
¿Dudáis
No, ni por asomo
(Cómo ciega la pasión I )
Pero el jurado
Es negocio
concluido. ¿Hay algo mas
que despachar? Venga pronto.
Nada por hoy. — No me atrevo,
como os veo en tal enojo,
á preguntaros si aquel
proyecto de ley famoso
El de las medidas?
Ese.
Desechado por cien votos
contra veintinueve.
Malo !
Contaba con el apoyo
del centro, y se me desfila
á la izquierda.
Sí? Malórum!
T esa oposición terrible
¿contra vos se ha alzado sólo,
ó se extiende á los demás
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
133
Marq.
Romero.
Marq,
Romero.
Mam,
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
compañeros?
Sí y sí. á todos.
Vaya por Dios. Mal de muchos
diz que es consuelo
De tontos.
Aunque no estáis para gracias,
os recuerdo respetuoso
las plazas de secretarios
que Tacan
Hoy me propongo
proveerlas.
Bien sabéis
que tengo el genio algo corto
y nunca os pedí mercedes
para mí ni para otros ;
mas hoy por primera vez
vuestra protección imploro
en favor de un pretendiente
que juzgo muy á propósito
para una de esas vacantes.
Es un excelente mozo.
Lo creo, mas
Muy honrado
No obstante
Muy estudioso,
y sus principios
Hay muchos
empeños Cada neófito
tiene sus mecenas
Yo
He aquí el mayor escollo
de un ministro, el personal.
Sujeto por quien yo abogo,
poaeis creer
Otro tanto
dicen los demás patronos^
pero las plazas son cinco,
y tengo ya un promontorio
de memoriales.
Si al ñn
ha de haber tantos quejosos,
¿quó más da
Si es una peste !
Como buitres, como lobos
al olor de una vacante
se abalanzan de ocho en ocho.
Qué digo vacante? Ayer
fué acometido de un cólico
el contador de correos,
y al salir del dormitorio
me pidieron hoy' su plaza
media docena de prójimos.
No lo extraño. Pero el mérito
de mi ahijado... Habrá muy pocos..
En fin, veremos Se hará
lo que se pueda.
Yo 08 cojo
la palabra
' Monzón. [Anunciando desde la puerta de la de-
recha.]
La condesa
del Rosicler.
Jlomero. ( Un estorbo ! )
Marq, Adelante. Permitid
Romero. (Faldas! Mi gozo en un pozo.)
[Saluda al Ministro y d Violante y se
retira por la puerta de la secretaría.]
ESCENA II.
VIOLANTE. EL MARQUÉS.
Marq. Violante !
Violante. [Sentándose al lado del Marqués.]
\ Gracias á Dios
que al fin nos vemos los dos !
Marq. Vuelto me tienen el juicio
los asuntos del servicio.
Violante.l^o hay forma de hablar con vos.
Hoy me sequé en la antesala
con gente soez y espuria,
y después, oh mengua! oh furia!
Marq. Qué es eso?
Violante. Me siento mala.
Marq. Qué te duele?
Violante. Atroz injuria !
Marq. Cómo!
Violante. . La esposa altanera
del vizconde de la Riya
suelta al verme la saliva
y tomando la otra acera
me mira de abajo á arriba.
Marq. Eh! ¿qué importa
Violante. k un estropajo
no se trata
Marq. Eso no es nada.
Aprensión
Violante. Estoy medrada!
Aprensión? Y el salivajo?
Marq. Puede que esté embarazada.
Violante, "E^ muy justa mi querella
y el alma se me destroza
Marq. No hagas caso. Así resuella
porque eres tú mejor moza
y más elegante que ella.
Violante^2L\ creo, mas sin castigo
no ha de quedar el insulto.
Marq. Si tiene envidia, consigo
lleva la pena.
Violante. Hay indulto?
Pues no vuelvo á hablar contigo.
Marq. Niñadas ^
Violante. k ti te alcanza
el desaire que me aflige.
Ella, ó yo. No hablo de chanza.
Marq. Pero, hija mia
Violante.[Se levanta.] Ó venganza,
ó hago dimisión. Elige.
Marq. [Levantándose.]
Yo soy tu esclavo, Violante,
IM
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
mas, ya yes, la ÍDinria ha sido
de mujer, y no es oastante
Violante. Phgue la pena el marido.
Marq, ¡Cómo
Violante. Déjalo cesante.
Marq.^ Pero, hija, has perdida el seso?
I A un director general
dejar cesante por eso !
Qué dirian? No haré tal.
T sin forma de proceso !
Violante.T^Q eso no me cuido yo,
mas ya dije mí ultimato.
Le depones? Sí, ó no.
Marq. Es una injusticia.
Violante. Ingrato !
Marq. Pei^o, mujer
Violante. [ Yéndose^ Se acabó I
Marq. Quélteyas?
Violante. Quién lo creyera !
I Mantener á ese iombre en zancos
después de injuria tan fiera I
iT quizá Tota en los bancos
de la oposición i
Marq. Espera.
Con efecto, hoy desertó
de las ñlas del Gobierno.
¿Y por qué mi subalterno
no na de votar como yo?
Mas se va á armar un infierno
Violante. [Llorando. '\
Basta. ¡Adiós...., adiós,
Solie.
Marq.
Solis.
Marq.
iBstá bien.
[Ojeando la minuta.^
[Exoneráis
de su destino al Vizconde !
Sí.
(Qué injusticia!) ¿De dónde
viene el golpe
No 08 metáis
en lo que no os corresponde.
Marq. Detente,
Todo por ti lo atropello.
[Toca la campanilla y se sienta y
escribe rápidamente. Al portero, que
asoma.]
Que venga aquí don Clemente
Solis inmediatamente.
Violante. [ Sentándose. ]
Gracias. Mi honor iba en ello.
(Es mucha mi autoridad.
Con cuanto quiero me salgo.)
Marq. Lo siento, que es buen hidalgo.
[Escribiendo.]
«De orden de Su Majestad,
et catera. »
ESCENA IV.
EL MARQUÉS. VIOLANTE.
Marq.' Quieres más? estás contenta?
Violante, Si, mi bien.
Marq. Por darte gusto
ha^o un descontento más.
VsLle Dios que no son muchos!
Violante.TvLiñhien ganas un amigo
en el director futuro,
y la misma cuenta sale.
Marq. ¿Quién sabe
Violante. Vayase el uno
por el otro.
Marq. Cuando sepan
que por un antojo tuyo
Violante.[Con ealameria.]
No te enfades, que aun estoy
afectada de los músculos,
y de ver ese entrecejo
me estremezco y me atribulo.
En premio de esa fineza,
que agradezco hasta lo sumo,
exige de mí imposibles,
que no puede haber ninguno
para el amor que te tengo;
y si aun es débil tributo
mi honor por ti abandonado
á los sarcasmos del vulgo,
pide mi sangre, mi vida,
y contenta iré al sepulcro.
Marq. No más! Qué dices? Yo soy
tu amante, no tu verdugo.
ESCENA III.
EL MARQUÉS. VIOLANTE. SOLIS.
Solis. Queréis algo?
Marq. Esta minuta interesa.
Haced que sin dilación
venga copiada á mi mesa.
' Violante. X'So dirá el señor Barón
que he faltado á mi promesa.)
ESCENA V.
EL MARQUÉS. VIOLANTE. SOLIS.
Solis. [Dándole un oficio.]
Aquí tenéis puesta en limpio
la real orden
Marq. [Después de firmarla.]
Dadle curso.
FLAQUEZAS ftlIlSISTBHIALfiS.
135
ESCENA VI.
El. MARQUÉS. VIOLANTE.
ViolanU.Si no temiera abosar^
hablaría de otro asante
Marq. Qaé asunto?
Violante. Un empeño mió.
Nunca faltan importunos
Marq, Bien. Qué quieres?
Violante. Una plaza
de oficial ; se entiende, de último
oficial del ministerio
Marq. Para quién?
Violante, Para un alumno
de no sé qué seminario.
Dicen que promete mucho
Marq, Algún niño que tal vez
está estudiando gerundios.
Violante.Yo no sé, per9 su padre
es hombre rico y de influjo
Le he dado ya mi palabra,
Í, ya veis, si no la cumplo
ero, hija, si no hay Tacante I
Viofante.^o le hace. Se quita á alguno
Marq. No más alcaldadas, no.
Violante, ¥\xeQ bien, tomad otro rumbo.
Dad la plaza del vizconde,
plaza de honor y de lucro,
á uno de esos caballeros ;
los ascensos por su turno
á los demás , y á mi ahijado
la resulta; así á ninguno
se agravia
Marq, Y los pretendientes?
jY' qué dirá luego el mundo
si el agraciado es un tonto
sin practica, sin estudios
Violante.YvL se irá soltando aquí
poco á poco. Otros más rudos
Marq, vaya que hov tienes caprichos
originales, absurdos.
Violante, ¿Rtiy más que dejarle luego
cesante? Vaya un apuro I
^ Salga yo del compromiso
en que su padre me puso,
y lo demás
Marqi De ese modo
Viotante^^ te admira mi discurso?
[Sacando un pa¡>el que pone sobre la
mesa,]
Aquí queda el memorial.
Cuando tengas dos minutos
de tiempo dictas las órdenes
Marq. Eso es I así! de barullo!
Vioiante.'He envias el nombramiento
Marq.
Violante,
Bien está, pero te anuncio,
que si es necio, á las primeras
ae cambio le destituyo. —
Y, por Dios, mira otra vez
por quién te empeñas.
Te juro
no Tolver á molestarte. —
Sólo falta que á ese tuno
de mi primo ¿No ha venido
á presentarse
Marq. Aquí estuvo;
me entregó su memorial;
yo doblé, -como acostumbro, *
un pico
[Lo busca en la mesa,]
Violante. Ya entiendo. En muestra
de favor.
Marq, Pues es el único
que hoy he doblado Aquí está.
Voy á decretarlo al punto.
[Escribiendo.]
«Concedido.» Puedes darle
el parabién.
Violante, Te aseguro
que es mia la enhorabuena,
porque me da mil disgustos,
y hasta perderle de vista
Pero adiós, adiós, q^ue abuso
de tu bondad demasiado.
Si lo permite el bien público,
¿irás á verme esta noche
al palco?
Marq, Lo dificulto.
Hay consejo de ministros;
tengo entre manos un cúmulo
de negocios
Violante. Jesús! ¡Siempre
negocios! Yo me consumo.
¿Sabes (}ue ya tengo celos
del Gobierno?
Marq. Son injustos.
Adiós.
Violante. ( He aquí un grande hombre !
Pobretes ! Todos son unos.)
ESCENA VIL
EL MARQUÉS.
Ya se ha ido. Respiremos.
¡ Es singular el influjo
de esa mujer sobre mí !
Si á mi corazón pregunto
la causa, nada responde,
y si en mi razoh la busco,
de mi flaqueza me acusa
y romper me manda el yugo.
A ser yo supersticioso
diria que algún conjuro
Cuando de ella me separo
tengo vehementes impulsos
de olvidarla para siempre ;
la vuelvo á ver, y sucumbo.
¡Pero es tan sagaz, tan bella,
tan nombrada en el gran mundo !
ün banquero, un par de Francia,
136
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
un lord , un príncipe ruso
dispotaban sus favores,
y al cabo fué mió el triunfo !
Esto es fflorioso! No obstante ,
por satisfacer un lujo
pueril arruino mi casa
y mi opinión aventuro.
Aquella preciosa niña
Por sólo un halago suyo
daría Mas ¿q^uién creyera
que aquel yestidiUo oscuro
cobijara una virtud
tan tenaz, tan fuera de uso?
Ya se ve , yo no esperaba
Sie defendiese aquel muro
temerario galán
que á Martin dejó contuso.
¿Cómo ha de ser I Soy ministro,
no gladiador; ^ renuncio
i esa beldad si es forzoso
ganarla á fuerza de puños.
ESCENA VIII.
EL MARQUÉS. EL BARÓN.
Barón. [Sntrando.]
Dais vuestro pei^miso?
Jíarq. Entrad,
señor Barón. Adelante. —
No venís de buen talante.
Hay alguna novedad?
Barón. Temo Todo está tranquilo. ...
Nada se confirma aún
pero sí es cierto el run, run,
tenéis la vida en un hilo.
Jk(arq. La vida I ¿ Cómo
Barón. To os hablo
de vida ministerial.
La cosa se pone mal
?' no se descuida el diablo.
^ ntrí^as de ciertas gentes;
pandillas
Barón. Sí , yo confieso
pero, como ya el Congreso
os ha enseñado los dientes
Marq. Eso me da en qué pensar.
Barón. La derrota de este día
despopularizaría
al hombre más popular.
Marq. Ta recobrará su imperio
el gabinete.
Barón. Tal vez,
pero desde hoy á las diez
se habla de otro ministerio.
Marq. To deseo mi retiro,
que es duro el vivir así. —
Pero ¿qué dicen de mí?
De dónde me viene el tiro?
Barón. No sé. Cada cual se escuda
con la opinión nacional
Marq. Y la entiende cada cual
á su manera.
Barón. Sin duda.
Ello es que va progresando
la pública antipatía.
Dicen que os falta energía
y no os sobra el don de mando,
nay quien os llama indolente.
Otro dice «cNo hay más ley
que su capricho; es un bey;
es un sátrapa de Oriente.;»
Dice otro, que en lo privado
impertinente se interna:
« Quien su casa no gobierna
mal gobernará el estado.)»
Ouerra igual, el mismo enojo
en los dos baudos se advierte;
éste os acusa de fuerte
y aquél os tilda de flojo.
Otro dice: «En sus espaldas
sustentar no puede el solio.»
Otro habla de monopolio,
y si hay faldas ó no nay faldas.
Ya el culparos es precepto
general, según parece,
y el que m& os favorece
dice que sois un inepto.
Marq. Al oiros me confundo.
Sois mi juez , ó sois mi amigo?
Barón. Yo no os digo lo que digo;
digo lo que dice el mundo.
Marq. Sí, los de la otra bandera
y cuatro amigos ingratos,
Eero los hombres sensatos
ablarán de otra manera.
Barón. No basta obrar con justicia,
que, si callan los prudentes,
siempre hallan los maldicientes
alimento á su malicia.
Marq. Es verdad.
Barón. Un golpe en falso
disteis ayer, y hay patriota
que como crimen lo nota
y os llevaría al cadalso.
Marq. Y qué ha sido?
Barón. Un desacierto,
una leve distracción :
dar una administración
provincial...
Marq. ' A quién?
Barón. Á un muerto.
Marq. Cómo!
Barón. Don Pascual Vadillo
Marq. Ese el «graciado es.
Barón. Murió del tifus ha un mes
en la ciudad de Trujillo.
Marq. De veras? Con tanto asunto....
[Riéndose.]
El bueno de don Pascual
me remitió el memorial
y no la fe de difunto.
Dios le dé la gloría, amén.
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
137
Aunque siento el lapsus linguey
al caooi la plaza, es pingüe
y á otro le vendrá muy bien.
Barón, rero lo que más aviva
la saña de esa facción
es.
Marq.
Barón.
Marq,
Barón.
Qué?
La destitución
del vizconde de la Riva.
¿Qué decís I Hace un instante
que firmé el decreto, ly ya
T añaden: «Bravo! Ya está
vengpada doña Violante.»
Marq.
Barón.
Marq,
Barón.
Marq.
Barón,
Marq.
Barón.
Marq.
Marq. [Sonriindose.]
De veras? Por vida mia
que sois un argos, un lince ,
y á Fouché dais falta y quince
en eso de policía.
Barón. No alabéis mi perspicacia,
que aunque yo no me descuido,
todo el pueblo lo ha sabido
antes que yo.
Vaya en gracia !
Con público tan profeta
Í quien respira sin que suene
'ambien el público tiene
su policía secreta.
¿Conque es inminente el riesgo?
Aprovechad el aviso.
Pues conjurarle es preciso,
qué opináis? Á ver qué sesgo.....
No sé Disolver las Cortes
Habrá reelección.
Lo temo.
T ese es un partido extremo
Busquemos otros resortes.
Destierro la policía
al que esos planes concierta
y á sus secuaces
Barón. ( Desierta
la capital quedaria.)
Aun está la trama oculta.
Dias ha que sudo el quilo
hasta descubrir el hilo
Veremos lo que resulta.
Marq, Mientras gastáis tanta flema
descargar puede el nublado.
Barón, . Si dais un golpe de estado
mayor será el anatema.
Atacar la libertad
del ciudadano, es exceso,
y no esperéis del Congreso
un voto de indemnidad.
Marq. No, que es ya contrario mió,
y dura todo un trienio !
Barón, aquí del ingenio I
Sólo en ef vuestro confío.
Alguna farsa inventad , —
yo pagparé al corifeo — ,
y volvedme al apogeo
de mi popularidad.
Barón. Entiendo el maquiavelismo.
Pues el enemigo mina,
Vuecelencia determina
contraminar
Marq. Eso mismo.
'Hacéis que de pronto estalle
una facción
Barón. De qué gente?
Marq. De adictos al Pretendiente.
Cuatro tiros en la calle
Generala y mucha bulla,
cargas, prisiones, metralla....;
se dispersa la canalla;
la persigue una patrulla;
cogemos en el garlito
con teatral aparato
á algún pobre mentecato
de los que dieron el grito
Con esto, y una proclama,
y un bando, y una justicia,
y una cruz á la milicia,
sube al cielo nuestra fama.
Barón. Basta. Si vuestro ínteres
lo pide
Marq. Sí.
Barón. Habrá bullanga.
Marq. Sí ; un motin de mojiganga
Barón. Seréis servido. Marqués.
ESCENA IX.
EL MAUQUÉS.
Lo hará á las mil maravillas ,
porque. es astuto y sa^z
como él solo. Si yo caiRo,
también el Barón caerá.
Mi garante es su effoismo
que le obliga á ser leal.
[Mira el reloj y toca la campanilla.]
Ya es tarde y tengo consejo
de gabinete. — Estarán
esperándome. — Monzón !
Monzón, [Junto d la puerta.]
* Mande Vuecencia.
.Llamad
á.Romero.
Voy
Volando.
[Entra Monzón en la secretaria.]
Esta crisis ya es fatal,
mas yo espero que Cristina
me apoye.
Marq.
Monzón.
Marq.
ESCENA X.
EL MARQUÉS. ROMERO.
Romero, Qué itie mandáis?
Marq. Tomad esos expedientes
138
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
que están decretadoB ya.
Estos otros, á la noche.
Mañana se nombrarán
los secretarios vacantes.
Homero* Y entre ellos ¿tendrá lagar
mi ahijado?
Marg. Hoy estáis, Romero,
importuno por demás.
Hay otros más beneméritos.
Ta os he dicho
Homero . , Perdonad .
Yo creí..... Como dijisteis
ifarg. Bien, bien. Otra Tez será.
ESCENA XI.
ROMERO.
Mal humor lleva. Sin duda
la crisis ministerial ,
que se va haciendo muy sería ,
le da mucho en que pensar.
Llevemos estos papeles
alas mesas Aquí hay
un pico doblado. A ver?
tSerá cosa de entidad
eamos. Alfonso Castro
¿Qué veo ! Es el memorial
de Marta. La ipisma letra ,
el mismo papel: no hay más !
Pues ¿cómo el Marqués... Veamos
el decreto marginal.
\Lee.\
«Concedido.» [Y Su Excelencia
le acaba de desahuciar I
Qué sorpresa! { Extraño modo
de mostrarme su amistad I
Pero, señor, ¿es posible
¿Lo habrá cambiado quizá
por otro? Qué ! no. Y el pico?
Es cosa particular.
Ni siquiera oyó su nombre,
Íi ahora Habrá sido tal
a porfía de la vieja
Algún empeño eficaz
Pero en fin mi protegido
se coloca, y tendrá pan
su familia, y habrá ooda,.
y yo seré en el altar
su padrino Y siendo así,
¿á qué hilarme con afán
el seso Hágase el milagro
y aunque lo haga Satanás.
[Sntra en la secretaria,]
ACTO CUARTO.
La decoración del acto segundo ^ — Es de noche.
ESCENA I.
MARTA. MONZÓN. PRETENDIENTES.
[Mar la f multitud de viudas y huérfanas y otros
dos ó tres pretendientes ocupan la chimenea.
Los demás nombres pasean por la sala ó hacen
corrillos. Todos charlan á un tiempo, especial-
mente las mujeres.]
Monzón. Señoras! Por Dios! Silencio!
Este es ya mucho desorden.
Mujer T Ni aun hablar nos dejarán ?
Mujer 2" Miren el bruto I
Mujer 3* El bodoque !
[Siguen charlando las mujeres.]
Homi.T [AlsegundOy mostrándole sus pageles.]
Ya veis si tengo servicios.
Ya veis qué buenos informes.
Aquí certifica el cura,
aquí cinco regidores
Pues si me dan el destino,
clávenmelo en el cogote.
E'omd^&'Ysi me canso de esperar.
Caballeros, buenas noches.
[Vase.] .
Marta. [JEn voz hdja á las mujeres.]
Si esta noche no co'bramos
y seguis mis instrucciones,
va á haber aquí, sin recurso,
mostrencos y capirotes.
Oid
[Cuchichean con gestos y manotees ex-
presivos.]
Homh.3^[En un corrillo.]
¿Se trata de nuevo
ministerio?
HomJf. T Sí ; no se oye
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
1»9
otra cosa.
Eómd. y ¿Y quiénes son
los qae
ffoiííd.7* Hay varias opiniones.
ffomi.yñoy han estado-terribles
los diputados á Cortes.
ffomd.7'*L2L oposición es compacta.
ffomd.ySs, habido interpelaciones.
Homb.T k\ paso que de ñora en hora
pierden terreno esos hombres,
el descontento del pueblo
crece , y las tocos que corren
son para inquietar, y mucho,
. á los ministros.
Eómd. 4t Señores ,
perdida está la nación.
No hay que formar ilusiones.
Mientras las cosas no cambien,
qué sirve mudar los nombres?
J?b4n¿.3"Gon todo
n(mb,4^ Nunca saldremos
de galeras y de azotes.
ESCENA II.
FONSECA. MONZÓN. MARTA.
PRETENDIENTES.
Fonseca.
Monzón,
Fo^iseca.
Monzón.
Fonseca.
Monzón.
Fonseca.
Monzón.
Fmseca.
Monzón.
Fonseca.
Monzón.
Fonseca.
Monzón.
Fonseca,
Salud, amigo Monzón.
Dios os guarde y os corone
de gloria, señor Fonseca.
Hoy se ha despoblado el orbe
Sara haceros la tertulia.
)h qué guirigay! Me rompen
la cabeza.
i Cómo charla
la femenina cohorte I
Muy temprano habéis venido.
Ya lo veo. Se conoce
que el Marqués no es pretendiente.
Sentiré que os incomode
el esperar
Nada de eso.
Ya sabéis mis aprensiones.
La antesala de un ministro
me divierte mucho. ¿Dónde
pudiera pasar el rato
mejor que aquí?
Y el adonis
¿logrará
Mi chico? Vaya!
El que á buenos aldabones
se agparra La condesita ,
aunque bocado de procer,
es humana y accesible.
Cum quibus eí nostras voces
Entiendo.
Mañana mismo
recibiré la real orden.
De veras?
Toma! Ya el sastre
está haciendo el uniforme.
Monzón. Recibid mi enhorabuena,
y que mil años la goce
Fonseca. Os daré buenas albricias.
Monzón. Gracias por tantos favores.
Fonseca. [Al Hombre i% apartándose de la mesa
del portero.]
Martínez! Vos por acá!
ffomd. r Ya lo veis.
Fonseca. Pues ¿no .erais dómine
en la Alcarria
Honib.t Sí, señor;
pero tronaron los monjes
y tras de ellos la obra pia,
y me quedé á buenas noches.
Fonseca. Pediréis colocación
Howib. T Qn destinillo mediocre.
Tengo pocas esperanzas
Fonseca. Yo lograré que os coloquen.
Espero tener en breve
grande favor en la corte.
Homb. r I Ah señor
Fonseca. Ya nos veremos.
[Á los del corrillo, pasando á la chu
menea.\
Vuesarcedes me perdonen.—
Señoras Oh doña Marta!
Qué tal?
Marta. Firme como un roble.
Fonseca. [Sacando la caja.]
ün polvito?
Marta. [Lo toma.] Venga pues.
Fonseca. [Dando la caja i Marta ^ y cada vieja
toma un polvo.]
Á esas señoras, que tomen
si gustan
Mujer T Cucarachero 1
Mujer 2" Qué bien huele !
Fonseca . ( Cómo sorben ! )
Mujer 5" Yo no lo gasto.
Fonseca. Confites
querrá más bien esta joven.
[Saca la caja de los confites y obse-
quia i las jóvenes.]
Mujer 5" Por no despreciar
Fonseca. Y vos?
Mujer & Vaya.
Fonseca. Son de los mejores.
Mujer 3" Yo, sin perjuicio del polvo
Fonseca. (Esta es golosa in utroaue.J
Vos ahora Vos tamoien
Mujer T Si ya no hay más !
Fonseca. Qué demontre !
Lo siento.
Mujer t
[Guarda la caja de confites.]
Tomad la caja.
[Le da la del tabaco.]
lio
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
Fonseca. [Á^ uno de los préUfidientes que están
sentados.]
Llena estaba hasta los bordes ,
y también yuelve yacía.
Mas ¿ qué importa? Á poco coste
gano fama de galante
y doy un recreo pobre
á la nariz de las yiejas
y al paladar de las jóvenes.
[ Vuelve á encararse con el Hombre F
y hdSla con él en voz baja. La con'-
versación se anima otra vez en la chi-
menea y en los corrillos.]
ESCENA ni.
FONSECA. MONZÓN. MARTA. PEREDA
PRETENDIENTES.
Pereda. [Acercándose al portero.]
Pasad recado al instante
al señor Romero.
(Bien,
por cierto! T quién sois tos? ¿Quién...
Soy el primo de Violante.
T por eso tanto fuero?
Vengo
Qué Violante es esa?
Vaya, vaya I....
La Condesa
del Rosicler.
Monzón.
Pereda,
Monzón.
Pereda.
Monzón.
Pereda.
Monzón. [Con dulzura y sumisión poniéndose
en pié.]
Caballero
Perdonad No os conocía
Voy á llamarle al momento.
(Bárbaro!)
Tomad asiento.
Sentaos por vida mia.
[Entra en la secretaria.]
Pereda.
Monzón.
ESCENA IV.
FONSECA. MARTA. PEREDA.
PRETENDIENTES.
Pereda. Bien estoy. ( ; Miren qué listo
mudó de tono el cerbero !
Si vuelve á hablarme altanero,
le sacudo, vive Cristo.)
[Llega paseando adonde está Fonseca,
y este le mira.]
Fonseca, Perdonad. Yo creo que esa
Sí, esa cara
Pereda. Dios os guarde.
¿No estabais vos esta tarde
en casa de la Condesa
( Catadura extravagante ! )
Con efecto, estaba allí
Sois de su tertulia?
Sí
Yo soy primo de Violante.
(Este será el camarada )
Si de alguna cosa valgo,
podéis
Gracias.
¿Sabéis algo
de mi asunto
Pereda. [ííaliendo al encuentro de Homero.]
No sé nada.
Fonseca.
Pereda.
Fonseca.
Pereda.
Fonseca.
Pereda.
Fonseca.
ESCENA V.
FONSECA. MONZÓN. ROMERO. MARTA.
PEREDA. PRETENDIENTES.
Fonseca.
Pereda.
JRomero.
Pereda.
Romero.
Pereda.
Romero.
Pereda.
Romero.
Pereda.
Romero.
Pereda.
Romero.
Pereda.
Romero.
Pereda.
Romero.
Pereda.
(¿Habrá zanguango )
[Habla en voz baja con Monzón ^ que
vuelve á su sitio.]
Salud.
Servidor.
Venfi^o afanado «
á saber el resultado
de aquella solicitud.
Qué solicitud ? Hay mil
Vos debéis tener la mia.
Pido una secretaría
de gobernación civil.
Como hay más de una vacante,
no sé
El despacho interesa.
Soy primo de la Condesa....,
de*^la condesa Violante.
(La querida del Marqués ! )
El Marqués, bello sujeto!—
puso al margen el decreto:
«Concedido » Eran las tres.
(¿Qué oigo!)
Ya veis que me explico.
Ella que lo víó^ al momento
ítem más: el documento
tenía doblado un pico.
(Pecador! Ya no nay recurso!
¿ien dije, una trocatinta
La cosa es ya muy distinta )
Está bien. Se dará curso
( I Y yo que á la pobre viuda
Ía iba á dar el parabién )•
[irad que urge...
[Distraido.] Bien, sí..., bien...
Mañana
Sí tal, sin duda
Vos tenéis el negociado.
\
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
141
Somero. Sí.
Pereda. La instancia ya depende
tan sólo de tos....*.
Romero. Se entiende.
Pereda. Yo
Romero, La del pico doblado.
Id tranquilo. (Y es nn tonto I)
[Con la mano en el corazón,]
La tengo clavada aqní.
Pereda. \En tono de agradecimiento.]
Ohl
Romero, Y como penda de mí,
se despacha oien y pronto.
Pereda, [Afretándole la mano.]
Basta. Mi amistad desea
manifestaros qne soy
muy
Romero. ^ Gracias, gracias (Me voy
antes qne Marta rae vea.)
[Entra en la secretaria.]
Pereda. (Allí está Sí, aquella es
la farotona de marras.
Voime huyendo de sus garras.)
[A Monzón con petulancia.]
Expresiones al Marqués.
ESCENA VI.
MONZÓN. FONSECA. MARTA.
PRETENDIENTES.
Marta, [Á la viuda que tiene i su lado, d me-
dia voz. Todas la oyen con atención é
interés.]
Sí, señora, me la quiso
seducir.
Mujer t Qué picardía !
Mujer 2" Qué Tarquino I
Marta. Ya se ve,
como la muchacha es linda
[Baja más la voz y no se la oye.]
Mujer y {Qué suerte tienen algunas !
Mi Ramona es más ígnita ,
y nadie le dice nada I )
Mujer 4t Qué horror I
Marta. Pero mi Ramira
le puso de oro y azul ,
que aunque tierna corderilla
el honor le dio coraje.
Mujer y [A la que está d su lado.]
EmhustesI gazmoñerías!
Marta, Y eso que llegó el atilite.
cuando ella estaba sólita;
pero luego
^diitlT. \ S^ Excelencia !
[Suenan mamparas.]
Monzón. [Adriendo la suya.]
Su Excelencia I
" I Arriba ! — Arriba !
[Murmullos, codadfls, confusión,]
Monzón, óráeu^ orden 1 Abrid paso.
Orden! Silencio! En dos ñlas
[Se colocan los pretendientes d ambos
lados de la puerta: las mujeres en una
fila; tos hombres en otra.]
Las mu-
jeres
ESCENA Vil.
EL MARQUÉS. MONZÓN. MARTA. FONSECA.
PRETENDIENTES.
[El Ministro se coloca de pié junto d la chime-
nea y van Segándose á él los pretendientes,]
Fonseca. (Ehí Lé hablaré después que haya
despachado á esa cuadrilla?)
[Se separa d un lado y habla aparte
con Monzón,] ^
ffomb, T [Entregando al Ministro su memorial.
Todos hacen á su tiempo lo mismo.]
No desestime Vuecencia
esta súplica. Es la quinta.
Marq, Ya os conozco. No hay vacantes
Homb. T Si, señor; una en Sevilla,
de oficial cuarto
Marq. Está bien.
Como ya no esté provista,
se os dará.
Homb. T ( Fecha atrasada
y un ahijado me la birla.)
[ Vase.]
¿row¿.2*'Señor, cargado estoy ya
de razón y de familia.
Soy cesante
Marq. Desde cuándo?
Homb, S'^Un año hará por Ceniza.
Marq. Yo no era ministro entonces.
Esa fecha es muy antigua
Sara el siglo en q^ue vivimos,
[e hicieron una injusticia.
Marq. ¿Y yo la he de reparar
con otra?
Hornb, 2" Yo no decia
142
FUQUEZAS MINISTERIALES.
Marq, Tened paciencia. Veremos
¿Vos...
H(mi, 2" (No hay remedio. Me archival)
ff(md,y[B(^íando la voz.]
Yo soy el recomendado
del marqoés de Alga-florida
Marq, Ahí sí
Homi.3* Me ha dado expresiones
para vos, y esta esqnelita
[8e la da.]
Marq. Dadme Celebro (Con este
es más fácil la salida.)
Dad un recado al Marqués ,
y á los tres ó cuatro dias
él os dará mi respuesta.
Homb. 3" Por supuesto
Marq. (Negativa.)
Por supuesto
Homb. y Dios os guarde.
[Vaie.]
Marq. Ahur. (Á mí con epístolas!)
Homi.T K.(ixxi presento á Vuecencia
este plan
Marq.^ Oh I Proyectista?
Homb.Tñiy señor. Soy consumado
en metalurgia y en química.
Marq. Sea en buen hora.
Homb.T Y prometo,
si el Gobierno me anticipa.... ,
poca cosa, tres mil duros,
descubrir en mi provincia
Marq. Alguna conspiración?
Homb.T \]ií venero de platina.
Marq. ¿Tres mil duros habéis dicho?
Homb.T* Si f señor. Se necesitan
para las primeras obras
Marq. (No valdrá tanto la mina
si la encuentra.) Os llamaré
cuando haya en tesorería
fondos sobrantes. ( Primero
se comerá la polilla
tu proyecto.)
Homb.T* Sin embargo,
pase Vuecencia la vista
Í)or ese escrito, y verá
as brillantes teorías
Marq. Yo estoy por lo positivo.
Homb.T^Pero
Marq. [Entre dientes.]
Oh Dios! Qué pesadilla!
J?bwí.7''Yoharé
Marq. Ha^ otros esperando^
Íaquí no estáis de visita,
ermitid
Homb. T ( Por no escucharme
se pierde la monarquía! )
[Vase.]
Homb.S^'Ño quiero ser importuno,
que Vuecencia está de prisa.
Ahí está mi memorial.
Obre Vuecencia en justicia,
y ¡ salud !
[ Vase.]
[Doblando el memorial.]
Marq.
(Le atenderé.
Su franqueza me cautiva.)
Homb. ¡y [Con tono de amenaza.]
Si Vuecencia no me emplea
Marq. Cómo!...
HomJf. 9* No me ando en chiquitas.-
Me pego un tiro.
[ Vase.]
Marq. ( ¡ Demonio !
Pero, en fin , peor sería
que me lo pegase á mí.)
jETíwií.fl* Señor, yo soy periodista..;..
Marq. Sí; ya me consta
Homb. 3* Y acérrimo
defensor de las doctrinas
del ministerio.
Marq. Lo mismo
al de antaño defendíais.
Homb. 3*^^ verdad, mas cura el tiempo
los yerros de la política.
Marq. Qué queréis?
Homb. 5* ün sueldecito
La suscripción es mezquina
Marq. Justo castigo de Dios
al crimen de apostasía.
Homb. 5* Y sois vos quien lo decis?
Ingratitud-inaudita I
Marq. No quiero camaleones.
Hom¡b.5*V\xQ^ 08 haré la más rígida
oposición
Marq. No os creerán.
Homb.S^lAolKTé en sangre, no en tinta,
mi pluma.
[ Vase.]
Marq. Es arma embotada
que ya ni corta ni pincha.
Homi. 4* Yo, señor, aunque cesante,
no tengo horror á la vida
como el otro majadero
que iba á hacer la tontería
de matarse. Haced de modo
que yo vuelva á mi oficina,
ó desde hoy soy comensal
de Vuecelencia Ilustrísima.
Marq. No cómo en casa.
Homb. 4* No importa.
Yo os sabré seguir la pista,
y vos que sois tan galante
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
143
no me haréis la grosería
de rehusarme un cubierto.
Marq, La ocurrencia es peregrina!
Nueyo modo de sitiar
por hambre.
Homb, 4t Mi artillería
es esa.
Marq, Á tal embestir
no hay plaza aue no se rinda.
Id con Dios. Mañana mismo
cesará la cesantía.
[ Vas€ él Hombrt 4/]
Vos y señora
[Ala Mujer!.']
Mujer r Yo no traigo
memorial, ni estas amigas
tampoco. Viudas y huérfanas ,
todas una cosa misma
pedimos; dinero, pan;
y pues nos sobra justicia ,
no pidáis más expediente
que estas caras afligidas.
Mujer 2^ Diez y ocho meses nos deben.
Mujer y Tened de estas pobrecitas
compasión
Mujer 4t Una mesada !
Todas. Piedad I Piedad!
Marq, Pero, hijas,
si no hay fondos Un poquito
* de paciencia. Me lastima
7 uestra suerte, pero
Mujer 5" Vamos ,
que si ponéis vuestra firma
Marq, ¿Qué importa que yo la ponga
si están las arcas yacías?
J/íy^4"Señor!....
Marta. [Con acento grave y varonil,]
Basta, sexo débil!
Esas lágrimas me irritan.
Marq. * [Fncardndose hacia donde suena la
voz.]
Eh? ¿Quién es ese insolente
Marta. Yo.
Marq, (Marta! Dios nos asista.)
Marta. No supliquéis á un tirano.
Valor! constancia! energía!
Mujer f Tiene razón. Que nos paguen !
Todas, Que nos paguen!
Fonseea. Cómo gritan !
Marq. Silencio ! No me obliguéis
Todas. Pan ! pan ! pan !
Fonseea. Qué sarracina!
Marq. Yo hablaré con el ministro
de Hacienda...
Mujer 2" Excusas ! . . .
Marta. • Mentiras!
Unas. Pan! pan!
Otras. Que nos matan de hambre!
ESCENA VIH.
EL MARQUÉS. FONSECA. MONZÓN. MARTA.
MUJERES. SOLIS. OFICIALES. ESCRIBIENTES.
PORTEROS.
Marq. Despejad !
Marta. Así , hijas mías I
Firmes y [viva el escándalo!
Marq. Echad á esa foragida !
Llevadla á una corcel
[Los porteros se disponen d obedecer,
y el arrojo de Marta los detiene,]
Marta, No !
Primero han de hacerme trizas.
Defendedme , compañeras.
No abandonéis á esta víctima
de la castidad filial.
Mujer í* ¿Y quién tendrá la osadía
de poner cobardes manos
sobre ancianas desvalidas?
Marta. Que vengan ! Uñas tenemos
y dientes de hambre canina.
Guerra !
Dinero !
Socorro! •
Basta!
Ó no salimos vivas^
Unas.
Otras.
Oirás.
Marq.
Mujer 1*
6 nos pagan.
Marq. Bien. Mañana ,
aunque venda mi vajilla.
Marta. Hoy ha de ser!
Todas. Hoy I
Solis. Señoras !
Fonseea. fot las ánimas benditas
Monzón. [Á un portero,]
Corred ; llamad á la guardia.
[ Vase el portero. Todos procuran apla-
car i las mujeres.]
Marq. [Yéndose.]
(¿Por dónde me escaparía )
Miiyer 6" Que se va !
Mujer 2" Guerra !
Marta. \ Arañadle
[Las mujeres se disponen i la embes-
tida sin poderlas contener los hombres.
Fonseea da un salto y se pone al lado
del Marqués.]
Fonseea. Á defenderos me obliga
la gratitud. Alto ahí!
[Su grito restablece el silencio. ]
Sois mujeres, 6 sois víboras?
El Marqués está inocente ,
que no es ave de rapiña.
[Murmullo sordo de las mujeres.]
Marq. ' ( Oh qué idea!) Yo deseo
144
Mujtr T
dar remedio á Taestras cuitas,
pero el nnevo pagador
es un hebreo agiotista ,
7 aunque reciba dinero
para las clases pasivas,
yo recelo...
Se lo come!
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
Solis, \A los de la secretaria, y todos entran
en ella siguiendo á Solis.]
Adentro I
Mujeres. [A los soldados.] Sayones I
Otras, Nuestra vida !
Marg. Ahora bien, ¿es el ministro
quien merece esa ojeriza,
ó el pagador que no paga?
Todas, El pagador !
Afarq. Pues, malditas,
[Mostrando d Fonseea.]
ahí tenéis al pagador.
Saciad en él vuestras iras.
[Las mujeres embisten d Ibnseea, y
aprovechando la ocasión entra rápi-
damente el Margues en su despacho.
Los oficiales, porteros, ^c, todos rien,
i excepción de Fonseea y Monzón,
Llegan el Sargento y ocho soldados,]
ESCENA IX.
FONSECA. MONZÓN. MARTA. MUJERES.
SOLIS. OFICIALES. ESCRIBIENTES.
PORTEROS. EL SARGENTO. SOLDADOS.
Fonseea, Embuste I
Mujeres, Traidor!
Otras. A él!
Fonseea . Soldados I . . . . Monzón ! . . . . Arpías I
Monzón, Dejadle, que está inocente.
iS^r^^n^o. Apartad !
[La guardia pone en salvo d Fonseea
y separa no sin trabajo i las mujeres,]
Fonseea, [Álos oficinistas, que siguenriéndose,]
I Vaya una risa
impertinente v bestial ,
que me da dolor de tripas !
[Se redoblan las carcajadas,]
Mujer ff El que nos daba conñtes !
Fonseea, T así me pagáis, inicuas I
Mujeres, [Queriendo acometer de nuevo d Fon-
seca,]
¡Perro
iShlis, Haced vuestro deber.
Sargento.
Fonseea, ¡ Y á la oficina
los bufones, ó desnuco
al primero que se ria I
Marta. [Con tono declamatorio,]
Oh atrocidad! oh ignominia!
Esas armas que la patria,
ciudadanos , os confía
para amparar á los débiles
contra tiranos califas,
¿las volvéis contra nosotras
y equivocáis la consigna?'
Defendednos ! Rebelaos ! ^
L La Constitución peligra!
la patria se hunde!
Sargento. Ea, basta!
* Afuera! Aquí no se chilla.
Monzón, Afuera!
Fonseea, Vayan á hilar !
SargentcCslen arr!
[Los soldados calan bayoneta.]
Mujeres, [Huyendo.] Virgen Santísima!
Mujer 5" Yo no he sido 1 yo na he sido!
Otras, Hayamos !
Otras, Por Dios !
Marta. Gallinas!
Dejarme sola! Mal h^a *
quien de mujeres se íia.
Fonseea,
Monzón,
Fonseea.
Monzón,
Fonseea.
Monzón,
Fonseea,
Monzón.
Fonseea,
Monzón ,
ESCENA X.
MONZÓN. FONSECA.
Gracias á Dios! Qué garduñas!
¡T á mí, que soy una malva....
Si el Sargento no me saWa,
hoy espiro entre sus uñas.
Qué furias ! qué rebelión !
Sabe Dios que lo sentí
cual si hubiera sido á mí.
Un poco menos, Monzón.
Mas vo, que mi propia renta
no administro, ¡pagador
del ministerio! Qué horror!
El Marqués me dará cuenta
Ya veis, en apuro tal
¡Conmigo inocente pega
y al brazo seglar me entrega
de una legión infernal!
Ha sido una chanza.
Chanza?
No, sino atroz despotismo
No os conoce
Por lo mt&mo
choca más la confianza.
Ya os dará satisfacción
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
145
Fonseca. Sí no estuviera al despacho
el destino del inuchacno,
le juro
ESCENA XI.
FONSECA. MONZÓN. MARTIN.
Martin,
Monzón.
Martín.
Fonseca.
Martín.
Monzón.
Martín.
[Entra acelerado.]
Monzón I . . . . Monzón !
Sudas...., corres como un gamo
jQué ocurre
Voces tremendas
Hay grupos... Cierran las tiendas...
Jarana?
Dónde está mi amo?
En su despacho.
Entro pues y
que quizá no sabe nada.
Monzón.
Fonseca.
Monzón.
Fonseca..
Monzón.
Fonseca.
Monzón.
Fonseca.
ESCENA XII.
FONSECA. MONZÓN.
¡Nos faltaba una asonada
para ñn del entremés!
[Se asoma al dalcon.]
T en una noche tan fresca
¿qué diabólico proyecto
Venid.
[Se asoma Fonseca.]
Oís?
Con efecto,
se oye á lo lejos la gresca
To me marcho, que esto es serio.
Esperad
Cuando hay bullangas,
Monzón, no se cogen gangas
en donde está el ministerio.
Adiós. Guardemos el bulto
Cerca voy.
Triste de mil
Yo volveré por aquí
si se apacigua el tumulto.
ESCENA Xni.
MONZÓN. MARTIN. EL MARQUÉS.
Monzón. Qué ha dicho el Ministro?
Martin. Nadal
Monzón. ¡Cómo
Martin. Se rie I
Marg. [Saliendo de sudespachoconvnplieffo.]
Martin.
II.
Monzón. (Reirse cuando hay motin !
Vaya, que es buena humorada!)
Marq. Á la Condesa este pliego,
volando.
Martín. Estará asustada
Marg. Bah ! Dile que eso no es nada.
Martin. Bien.
Marg. Que duerma con sosiego.
ESCENA XIV.
MONZÓN. EL MARQUÉS.
[ Óyese vocear confusamente i lo lijos.]
Monzón. Señor! No oís el bullicio?
Si aquí la chusma se encaja
Marg. (El mron es una alhaja.)
Monzón. Jesús, qué dia de juicio I
Ved que cunde el movimiento
Sor las' calles y las plazas,
[irad Eso tiene trazas
Marg. De qué?
Monzón. |De xm pronunciamiento !
[Acuden azorados Romero y Solis y
demás oficiales y dependientes.]
ESCENA XV.
EL MARQUÉS. MONZÓN. ROMERO. SOLIS.
OFICIALES. ESCRIBIENTES. PORTEROS.
Todos.
Marg.
Romero.
Marg.
Romero.
Marg.
Señor!....
[Enojado.] Qué es esto? qué es esto?
¿No sabéis Temo un insulto
No oís?.... Horrible tumulto
Y qué? Todos á su puesto!
No esa gentuza os inquiete
pagada por la facción,
que es leal la guarnición
y triunfará el gabinete.
Pero, señor, yo contemplo
No hay contemplación que valga.
Á trabajar ! Nadie salga,
nadie. To os doy el ejemplo.
[Se vuelven por donde vinieron, mu^"
murando unos entre si, y otros enco'
giéndose de hombros.]
ESCENA XVI.
EL MARQUÉS. MONZÓN.
[Se oye mucho más cerca el tumulto y algunos
tiros.]
Monzón, ün tiro! ¡El cielo nos traiga
á puerto de salvación!
10
146
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
i Escachad
Voces. [Dm^o.] Traición ! — Traición I
Oúras. Caiga el ministerio I — Caiga !
Monzón. Se "va á hundir el hemisferio.
El pueblo está encarnizado
Marq. (Esto ya no es lo tratado.)
Voces. [Dentro,]
Caiga, caiga el ministerio!
Afarq. (Pero el Barón ¿ á qué espera; ....
No sé qué pensar....)
Monzón. Qué infierno I
Mujeres. Wentro.]
Libertad I Muera el gobierno !
Caiga el ministerio !
Somdres) jjueral
y Mvj. )
Monzón, ¿También entran en la danza
mujeres? Ay san Fulgencio!
[Cesan de pronto los tiros y los gritos.]
Marq. ' Qué repentino silencio !
(Recobremos la esperanza.)
Monzón. No os neis porque nan callado.
Quizá tras de esa imprevista
bonanza, — Dios nos asista ! —
arrecie más el nublado.
Marq. [ Después de una breve pausa.]
(Bien ! Ha triunfado el Barón ,
y la chusma fugitiva...*.)
Voces. [Dentro y más distantes. Las últimas
se perciben apiñas]
Que viva la Reinal — Viva!
Viva la Constitución I —
Viva! — Vi va I....
Monzón. Que me place !
Eso ya tiene otra cara.
Pero, señor, ¿quién pensara
que tan feliz desenlace
Marq. [Á Monzón, y éste entra en el despacho
del ministro.]
Sombrero y bastón. — Ahora
Ía la frente alzo serena,
eciba mi enhorabuena
la Reina Grobemadora.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
ESCENA XVIL
EL MARQUÉS. EL BARÓN.
Barón I
[Dándole la mano.]
Qué hay?
Todo está en calma.
Cuánto os debo !
No, señor;
á mí, nada
Este favor
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Báron.
Marq.
Barón,
Marq.
Barón.
Marq.
vivirá eterno en mt alma.
Perdonad : yo no os oculto.
Marqués , lo que ha sucedido.
Pues decid
La Reina ha sido
quien ha aplacado el tumulto.
£h I reservad la modestia
para el lenguaje de oficio,
mientras yo os premio el servicio...
No os toméis esa molestia.
[ Vuelve el portero con el sombrero y el
bastón , y los toma el MarquésS]
¡Cómo
La Reina, os repito,
lo ha hecho todo, y satisfecho
el pueblo
Pero ¿qxié ha hecho?
Qué! ¿no escuchasteis el grito
[Á Monzón, y éste sale por la puerta
de la derecha.]
El coche.
[Al Barón.]
Hablad sin misterio.
Viendo que el actual no gusta,
promete Cristina augusta
nombrar otro ministerio.
¿Qué decis! ¿No armasteis vos
el motín
(Ya está convulso.)
Sí, pero dado el impulso.....
Qué os diré? Estaba de Dios!....
Del diablo!
Tomó otro rumbo
el popular somaten ,
y mi plan
Estamos bien I
Creí triunfar, y sucumbo I
No temáis. En el portaf
segura escolta os espera,
Sor si hay algún calavera
[as ¿qué accidente fatal
Se hizo demasiado serio
el tumulto popular.
Dieron todos en gritar:
«Caiga, caiga el ministerio I.... j»
Oh!....
¡T allí fué la de Dios
cuando vi llegar un grupo
de viejas , y el pueblo supo
que se quejaban de vos !
Ah! Las viudas!...
Desde entonces
ya uo hubo freno ni valla;
ya era inútil la metralla,
Ílos sables , y los bronces,
ás de cien mil insurgentes
Nuevo ministerio I
Sí.
La Reina lo ha dicho.
¡Así
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
147
Barón,
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.-
Barón.
Marq.
Monzón.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
me sirven mis dependientes!
rSi estáis desacreditado
xa 08 lo dije... En fin,... paciencia!
Yo no sirvo á Vuecelencia ,
sino á la Reina; id estado.
Qué audacia ! Su Majestad
sabrá de mi boca quién
sirve mal y sirve bien.
Vuelo á sus pies
Escuchad.
3aeno será que de paso
llevéis vuestra dimisión.
Eso no. Tengo tesón.
Ni la Reina baria caso
En colchón de plumas lleno
podéis caer si me oís;
pero si vos preferís
caer sobre duro...., bueno!
ik quién fía la Corona
la formación de ese nuevo ,
gabinete?
No me atrevo
Vaya!
A mi indigna persona.
Ah ! ¿Luego habéis conspirado
por vuestra cuenta esta noche?
Qué horror!
[Entrando.] Os espera el coche.
[Se queda i una distancia respetuosa.]
Nunca lo ajeno he jugado.
[Á media voz, y el Barón contesta del
mismo modo.]
¿T tenéis la presunción
de suplantarme
Así es.
Todos tenemos, Marqués,
nuestro poco de ambición ;
y sería un desatino
con honores de simpleza
arriesgar yo mi cabeza
or laurear la del vecino.
o cantéis victoria, no.
De vuestro orgullo me rio,
3ue en la rectitud confio
e Su Majestad.
Y yo.
Guarde Dios al arrogante;
al de la alta policía.
[Yéndose. Monzón le adre la mam"
para.]
Mañana será otro dia.
(Mañana serás cesante.)
E
de destitución airada ,
y el pobre no ha de creerlo
todavía. — Pero yo,
•que le critico severo,
tras de haberle derribado
sin reparar en los medios ,
¿tendré menos afición
á las riendas del gobierno?
¿Las empuño por ventura
todavía? Otro más diestro
se pudiera aprovechar
de mi afán y mis desvelos. —
Ah ! Volvamos á palacio.
Son preciosos los momentos.)
[ Vase por la puerta de la derecha sin
cuidarse de Fonseca que entra por
ella al mismo tiempo y le hace rete»
renctas.]
Monzón.
Fonseca.
Monzón.
Fonseca.
Monzón.
Fonseca.
Monzón.
Fonseca,
Monzón.
Fonseca.
Monzón.
Fonseca.
Monzón.
ESCENA XVIII.
EL BARÓN. MONZÓN.
Barón. (Tanto amor á la poltrona!
Tendrá en la mano el decreto
Fonseca.
Monzón.
ESCENA XIX.
FONSECA. MONZÓN.
¿De cuándo .acá saludáis
con tan profundo respeto
al Barón
Pues ¿no sabéis
lo que sabe todo el pueblo?
Qué hay?....
Es el hombre del dia.
El hombre del dia!
Miento.
Es el hombre de la noche.
¿Qué escucho I
Está en candelero.
Tendrá plaza, de seguro,
en el gabinete nuevo.
Yo lo sé de buena tinta.
¿Conque cayó el ministerio?
Sí. ¡I un portero mayor
no lo sabe ! Eso es ya viejo.
Voto á briós Baco! ....
Mañana
será tal vez jefe vuestro.
¡ Pecador, que no le abrí
la mampara! Y aun por eso
al salir de aquí el Marqués
llevaba tan agrio el gesto,
Y el Barón se sonreia
Mas como hablaban tan quedo
¡Qué diablo ¿Conque otro jefe?
Cero, y van mil y doscientos.
Harto me pesa, que ya
solté parto del dinero,
y el empleo, del muchacho
se me va á volver, lo temo,
agua de cerrajas.
No,
que si aprovecháis el tiempo
148
FLAQUEZAS MINISTERIALES..
aun os queda una esperanza.
Fonseca. Qué esperanza?
Monzón. El testamento.
Fonseca. Decís bien. Por esta noche •
aun tiene vida el enfermo.
Monzón. Pues.
Fonseca. T además, los ministros
son hombres de privilegio
que siempre mueren en gracia.
7 testan después de muertos.
ACTO QUINTO.
La decoración del acto tercero.
ESCENA I.
EL MARQUÉS.
[Entrando.']
Ni un portero para abrirme
la mampara ! j Qué insolente
canalla ruin! No lo extraño.
Ya por cesante me tienen,
y con el nuevo ministro
temerán comprometerse.
Yo les juro que si logro
afirmarme en el bufete
Y quizá ¿Quién sabe Anoche
me recibió como suele
la Reina, muy afectuosa,
y aunque puse reverente
mi dimisión á sus pies,
puede ser que no la acepte.
En el diario oficial
ningún decreto aparece,
ni un solo renglón que anuncie
mudanza de gabinete.
De crisis más apuradas
ha salido muchas veces
sano y salvo un ministerio,
y aunque hay síntomas de muerte ,
no desespero
ESCENA 11.
EL MARQUÉS. MARTIN.
Martin. [Con un impreso en la mano.]
Señor
Marq. Qué traes? Qué papel es ese?
Martin. La Gaceta extraordinaria
que acaba de
Marq. (Mal me huele.)
Dame acá.
! Leyendo.] «Reales decretos »
Continúa leyendo para si y hablando
alternativamente.]
Aquí yace el presidente
del Consejo. — Aquí el ministro
de la Guerra. — Este otro réquiem ^
para el ministro de Hacienda. —
Aquí sigue — El mió es este.
Em... Em... Em... «Su quebrantada
salud » Pues, sí; lo de siempre!
Jamás me sentí mejor; —
esto es; corporalmente.
En cuantq á salud política
estoy para que me entierren. —
- «Quedando muy satisfecha
de su lealtad y eminentes
servicios )» ¡Lindo epigrama,
linda música celeste ,
y linda ayuda de costa
para el <^ue todo lo pierde ! —
Veamos qué sucesor
me nombra. — El Barón! .... Aleve!
Martin. Si algo os puede consolar,
señor, en trance tan fuerte ,
una noticia os daré
Marq. [Con viveza.]
Qué noticia? ¿se conmueven
las masas? ¿hay reacción ?
Martin. No^ todo el mundo está alegre
y tranquilo. La noticia
es más casera. Se entiende...'..
Marq. Acaba.
Martin. Anoche , poco antes
que se agitara la plebe,
viendo entrar en una casa
al osado mozalbete,
novio, hermano, 6 lo que sea,
de aquella niña rebelde,
al que dio tan mal despacho
á mi embajada solemne,
me escurro á la policía ,
vuelvo con cuatro corchetes ,
y doy con él en la cárcel.
¡ Que nos la eche de valiente
ahora !
Marq. Eso es una infamia
que mi opinión compromete.
Martin. Señor, yo creí servir
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
liíí
Marq.
Martin.
Marq,
MarUn.
Marq.
Martín,
Marq.
Martin.
Marq.
á Vaecencía
De esa snerte
no quiero yo que me sirvan.-
No acostumbro á que me venguen
esbirros y carcfeleros
de un rival, sea quien fuere.
Sea mia la venganza.
No es necesario que suene
Vuecencia. Yo soy plebeyo,
y me quejaré á los jueces
Tú ¿de qué?
Buena pregunta !
¿Pues no me hartó de cachetes
y puntapiés? ¿No es milagro
que ánn tenga en la boca dientes?
Eso no puede injuriar
á villanos tan soeces
como tú.
Ya....; no me injuria....,
es verdad...., pero me duele.
Cobarde animal!.... Volando,
á desdecirte, y que suelten
al preso.
Señor, yo siento
Vete, ó ¡vive el cielo Vete.
ESCENA IIK
EL MARQUÉS. MONZÓN.
Marq.
Todo el mundo contra mi !
Hasta ese bruto me vende
con BU celo temerario.
¿ Quién le mandaba. . . . .' ¡ Parece
?[ue lo hace el diablo I
Entrando.] Este pliego
para
Marq. Démelo, y despeje.
Monzón. Tome Ucencia, (i la no es nadie,
y aun la está echando de jefe I)
ESCENA IV.
EL MARQUÉS.
[Rompe el sobre, y lee para si rápidamente.]
Puesl El mismo real decreto.
Para qué tantos papeles?
El suplemento bastaba.
¡Qué empeño de que me entere....
Ehl son golpes de fortuna
Paciencia. — ¿Seré tan débil
que al soltar el cartapacio
me aflija y me desespere?
Hay ya tantos camaradas 1
Esa carrera es tan breve ,
3ue debo maravillarme
e haber durado seis meses.
Si el mandar tiene atractivos,
también tiene inconvenientes;
y pues todo es ilusión,
y los vientos van y vuelven ,
mirándolo á sangre fría
y filosóficamente ,
de un ministro á un ex-ministro
¿qué va? Una e y una equis.
[Sentándose.]
Ahora bien , antes que venga
el Barón y nos releve ,
hagamos el codicilo
de costumbre.
[Recapacitando.]
Qué hay pendiente?
Se reemplazó al director
Aquel Fonseca ya tiene
el despacho en su poder
¡Por vida Lo más urgente
se quedaba en el tintero.
Aun están sin proveerse
las plazas de secretarios
Pondré en lista á los clientes.
[Consultando apuntes.]
El yerno de mi nodriza
Sí, que es hermano de leche
como quien dice.
[Escribe los nombres.]
Juan Robles. —
Aquí tengo este billete
del embajador inglés.
Quién desaira á los ingleses?
Baltasar Tudela. — Bueno. —
El tercero, Ambrosio Méndez. —
Quedan dos. Una, al hermano
de la vecina de enfrente. —
Luis Magallon. — ^Y la otra
es razón que se reserve
para el primo de Violante.
Quitémonos ese duende
de encima. Y ¿cómo se llama?
Voto va al chápiro verde! ....
No lo sé.
[Recorriendo papeles.]
Su memorial
¿dónde Romero lo tiene.
[Toca la campanilla.]
Él dirá
Marq.
ESCENA V.
EL MARQUÉS. MONZÓN.
Al señor Romero
que venga inmediatamente.
150
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
Monzón. No está.
Afarq. Pues á otro oficial
Monzón, No hay ningano. Todos vienen
más tarde
Marq. [Mirando el reloj.]
Tenéis razón.
Son las doce menos veinte
Monzón. Pues! Ya veis
Marq. Yo he madrugado.
Monzón. (Oh I no hay cosa que desvele
como una destitución.)
Marq. . (Es tarde; el tiempo se pierde.
Yo tengo que despedirme
de la Reina. Mis deberes
de subdito y caballero
lo exigen. Tengo papeles
en su despacho... Y... ¿quién sabe...
Si acierto á estar elocuente
Aun es tiempo. Si á lo menos ,
Íra (}ue yo no recupere
a silla ministerial ,
consigo que no la herede
ese pérfido )
[Á Monzón que se retiraba.]
Esperaos.
(Á fuer de buen pretendiente,
ya habrá hablado con Romero
el tal primo. Lo más breve
es escribir
[Escribe.]
«Para el primo
de Violante.»— Y por apéndice;....
[Escribe.]
« £!1 del memorial doblado
por el pico.)> Lindamente!)
[Pone un sobre i lo que ha escrito.]
Monzón, (¿Qué hará, que escribe y cavila,
y... Bahl qué ha de hacer? Pasteles.)
Marq. [De 'pié y tomando sombrero y bastón.]
( Ahora por la puerta falsa,
no haga el diablo que me encuentro
al Barón )
[Á Monzón dándole el pliego.]
Para el señor
Romero. Pronto! Es urgente.
Ni aun á mandar que un muchacho
vaya á entregarlo me atrevo
hoy que esperamos al nuevo
secretario del despacho.
Con toda mt comitiva
le he de saludar galante.
Primero es que la cesante
la autoridad efectiva.
Y nadie lo extrañará,
porque mi conducta expL'ca
que el que viene gratifica
y maldice el que se va.
[Entra Romero.]
¿Quién entra? Romero. Bien.
ESCENA VII.
ROMERO. MONZÓN.
Remero.
Monzón.
Monzón.
Romero.
Monzón.
ESCENA VI.
MONZÓN.
Ya ni sabe dónde pisa.
Mucho es que da con la puerta.
Se aturde, se desconcierta
El pliego no corre prisa.
Ha venido el jefe?
Debo
suponer que habláis del nuevo
Íara darle el parabién.
Fno solo tengo yo;
lo es el Müarqués todavía,
y á ver al Marqués venía;
I a. Pues el Marqués salió
Muy bien.
Dejando este pliego
que ha escrito muy azorado,
y en mano propia me ha dado»
y en propia mano os entrego.
ESCENA VIIL
ROMERO.
[Abriendo el pliego.]
Veamos de qué se trata.
De alguna disposición
testamentaria
[Lee para si rápidamente.]
No digo ?
Ya se sabe ; es de rigor.
Los nombramientos me manda
extender sin dilación
de aquellas secretarías
que vacaban. Uno, dos
Cinco son los agraciados
y cinco las plazas son.
El pobre Castro!.... En su apoyo
alcé sin fruto la voz.
[Recorriendo la lista.]
Puesl Todos son paniaguados.
¿Qué dice en este renglón?
[Lee.]
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
151
«Qainto. — El primo de Violante.»
No fué vano mi temor.
[ Vuelve á leer,]
« El del memofrial doblado
Sor el pico.» — Ya, ya estoy
[as icómo se llama ese hombre?^
cae a esta hora no lo sé yo.
Y el Marqués, por lo que veo,
también lo ignora. ¡Por Dios,
que estamos medrados i 4 Quién
me dará ahora razón
de su nombre? j Tanto pueden
la intriguilla y el favor,
que logra un quídam anónimo
lo (jue un buen patricio no !
Quién me alumbra en este caos?
Por vida del gran Mogol I ....
Que Violante tiene un primo
y es el que anoche me habló,
es evidente , y también
que la Violante en cuestión
es dama de Su Excelencia.
Tantas razones eñ pro
¡Pero el nombre Poco á poco.
Si en lugar de ese bribón
yo empleara al pobre Castro
que ha dias lo mereció
La instancia recomendada
¿no es de Castro? Sí, señor.
Luego si á Castro coloco
obediente al jefe soy. —
Mas lo de primo v Violante
está claro como el sol,
y la conciencia me dice
que ha habido aquí algún error. —
Lo malo es que apura el tiempo,
y si pierdo esta ocasión
Qué diablo I El Marqués se va,
y no es crimen tan atroz ,
siendo postuma la orden ,
glosarla á mi gusto yo.
omo consiga cubrir
el expediente por hoy
Ah, qué ideal Doña Marta,
que ripio nunca perdió,
para contarle sus cuitas
está esperando al Barón.
La llamaré.
[Desde la puerta,]
Doña Marta !
Venid , venid.
Marta. [Dentro,] Allá voy.
ESCENA IX.
ROMERO. MARTA.
Marta, ¿Leisteil^ la extraordinaria?
Romero. Sí.
Marta. Qué gusto! Ta cayó.
Romero. No hablemos de eso, señBra.
Escuchad. ¿Conocéis vos
á la familia de Castro?
Marta. Mucho. Su padre nació
Romero. Tiene primos?
Marta. Cuatro ó cinco....;
sí, cuatro hembras y un varón.
Romero. Nombradlos.
Marta. Boque...
Romero. Las hembras.
Marta. Mariquita de la O, «
Juana, Rosa y Petronila.
Romero. Eh I por las cuatro no doy
un chícharo.
Marta. Perdonad.
Todas son como una flor.
Romero. Otras, otras , aunque sean
tan remotas, que veloz
no pueda alcanzar un galgo
el parentesco.
Marta. Leonor
Romero, No me sirve.
Marta. Para qué?
Romero. [Impaciente.]
No hay más?
Marta. Es rara aprensión
No recuerdo Ah! sí; su tia
doña Gervasia Laboz
tiene dos niñas; Violante
Romero. Basta.
Marta. T Carmen
Romero. Basta. Adiós.
Recibid mi parabién.
Marta. Pero ¿de qué?
Romero. Loco estoy
de contento.
[Dentro ruido de mamparas.]
Una voz. [Dentro.] Su Excelencia !
Roptero. [ Corriendo hacia la secretarla.]
Idos. Ta está aquí el Barón.
Marta. Mejor. Aquí le nablaré
Romero. Pero
Marta. Nada ! No me voy.
[Romero entra en la secretaria. Marta
se retira d un lado.]
ESCENA X.
. EL BARÓN. MARTA.
Barón, ¡No ha venido mi glorioso
predecesor todavía ! . . . .
[VieTido d Marta.]
¿Quién sois vos, señora mia,
que entráis á roso y velloso..,
Marta. Viendo la antesala llena,
158
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
(ftié hago? Me escurro... Aquíestoy^
y así la primera soy
en daros la enhoraouena.
Barón» Machas gracias, pero ahora
Marta. Yo soy una pobre viuda,
Ísi Ucencia no me ayuda
ero aun no es tiempo, señora
Antes de instalarme aquí
y de tomar posesión
del ministerio, ¿es razón
que Y08 la toméis de mí?
Marta. Señor, el hambre me hostig^.
Ya veis; sin cobrar un mes
en año y medio El Marqués,
ese hombre que Dios maldiga
Barón. Si aspiráis á mi favor
no me habléis de nadie mal.
Yo no vengo á ser fiscal
del ministro antecesor.
[Dentro sollozos de mvjer y rumor
confuso.]
Mas si yo me enciendo en ira,
motivo me sobra y mucho
Qué es esto? ¡Llantos...
¿Qué escuchol
No es la voz de mí Ramira?
María.
Barón,
Marta.
Barón.
Marta.
Monzón.
[Toca la campanilla y acude Monzón,]
Quién grita? Qué es eso?
Ah!
La hiia de esa señora
Por ella pregunta; llora
Ramira. [Dentro.]
Venganza! favor! mamá!
Marta. [Dirigiéndose d la puerta.]
En mi alma resuena el grito!
Que entre esa joven.
[A la puerta.]
Barón,
Monzón.
Entrad.
ESCENA XI.
EL BARÓN. MARTA. RAMIRA.
Ramira. Qué infamia! qué iniquidad!
Marta. [Con terror.]
Oh! Se consumó el delito?
Feroz Marqués I Hoy le arrastro.
Ramira. No le he visto.
Marta. Ay perla mía!
Pues ¿qué hay?
Ramira. Que la policía
ha preso á mi novio.
Marta. A Castro !
Cuándo?
Ramira. Anoche. Pobrecito !
Barón, Ah! ya sé
Ramira. Sin más ni más
Marta,
Ramira,
Barón.
Ramira.
Marta.
Barón,
Ramira.
Barón,
Marta.
Barón.
Marta.
Barón.
Marta,
Barón,
le cogieron cuatro, y ¡zas
Desde' la cárcel me ha escrito.
Infamia!.... Ya no hay aguante...
Por ser yo constante y pura
No os aflijáis, criatura.
Yo os volveré vuestro amante.
Ah ! Mi eterna gratitud
Mas ¿cómo
ÍÁ Ramira.] Fui sorprendido.
)e8pues todo lo he sabido
V aplaudo vuestra virtud.
Ya está libre Castro.
Sí?
El cielo os lo premiará.
Vamos á verle, mamá.
No hay para qué. Vendrá aquí.
Me han dado Dueños informes
de ese mozo, y verle quiero.
Es patriota verdadero,
y con méritos enormes.
río dudo
Y leal .
Lo sé ;
mas dejadme solo, os ruego
Si dais palabra
Bien.... Luego.
A su tiempo os llamaré.
ESCENA XIL
EL BARÓN.
El Marqués no se apresura
á resignar la cartera.
No me admiro; ¡y en mis manos
que ayer fueron subalternas !
Estaró muy resentido ;
mas la política guerra
tiene su táctica aparte
y su especial estrategia.
Lo que el vulg^ llama intriga,
dolo, perfidia, vileza,
{morque no están á su alcance
os misterios de la ciencia,
entre los hombres del gremio
es penetración, cautela,
sagacidad, previsión,
tacto, genio, inteligencia,
y por fin razón de estado
y diplomacia moderna. —
Pero es ya mucha tardanza
¿Si revocará la Reina
el decreto Eh! no es posible
Vamos á dar una vuelta
Eor esa secretaría,
arto codiciada, mientras
mi asendereado rival
viene á despedirse de ella.
[Sntra en la secretariay y al cerrarse
la mampara adre el Marqués por den-'
tro la puerta secreta.]
1
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
15S
ESCENA XIII..
EL MARQUÉS.
[Tocando Ja campanilla.]
Golpe en yago ! Despachemos
pronto.
[Á Monzón que entra.]
Á Romero, que venga.
[Entra Monzón en la secretaria.]
Sa Majestad no* desiste
y es forzoso
ESCENA XIV.
EL MARQUÉS. ROMERO.
Romero. Dais licencia?
Marq. Traéis eso ?
Romero. Sí. — Ha venido
el Barón
Marq. [Sentándose.]
Sea en hora buena.
Dadme: firmaré
[Romero va presentando oficios y los
firma el Marqués después de leerlos
rápidamente.]
Corriente. —
Ahí está la salvadera. —
[Romero va recogiendo los oficios des-
pues de echarles polvos.]
(Si Dios me saca con bien....)
A den Baltasar Tudela
Bien. Tomad. — Ambrosio Méndez...
La lista ha sido mi regla.
Magallon Está conforme.—
Alfonso de Castro y Léiria
Supongo qae este es el primo
de Violante.....
Pues; y en prueba
aquí está su memorial,
y de vuestro puño y letra
el decreto
Marq. [Echando una ojeada al memorial.]
Sí, es el mismo
Cuando os escribí la esquela
no recordé Que se cierren
volando.
Barón. [Á la puerta de la secretaria.]
Con vuestra venia
Romero.
Marq.
Romero.
Marq.
Romero.
ESCENA XV.
EL MARQUÉS. EL BARÓN. ROMERO. .
Marq. [Levantándose y afectando joviali-
dad^
Señor Barón! Adelante.
Romero. (Gracias á Dios! Aun me tiemblan
las carnes.)
ESCENA XVI.
EL MARQUÉS. EL BARÓN.
Barón. Qué hacéis? Sentaos.
Marq. Bien estoy. La silla es vuestra.
Barón. Oh! yo no la admitiré
estando en vuestra presencia.
Marq. No la hagáis ascos ahora.
Arrellanaos en ella.
Barón. Si como dicen las gentes
es potro con oro y seda
Marq^ Vos no lo creéis así.
Barón. No lo sé por experiencia,
pero temo que en efecto
sea carga muy molesta
Marq, Como son flacos mis hombros
!j no pueden sostenerla,
a tomáis sobre los vuestros.
Mil gracias por la fineza.
Barón. Señor Marqués
Marq. Dispensadme
de haceros formal entrega.
[Abriendo un cajón de la mesa.]
Los papeles reservados
están en esa carpeta.
Ya os dirán los oficiales
la marcha que aquí se lleva.
Barón. No más; basta.
Marq. Adiós. Veremos
si es mejor vuestro sistema
que el mió.
Barón . Sin agraviaros . . . . ,
Írocuraré que lo sea.
¡1 ramo de policía
estará al menos en regla.
Barón. Marqués...., no quiero humillaros
ofreciéndoos mi indulgencia.
Marq. Entiendo. En este lugar
fueran pueriles mis quejas.
En la Cámara os aguardo.
Barón. No rehuso la palestra.
Marq. Mi venganza será noble
más que lo ha sido la ofensa.
Pero si yo no conspiro,
otros seguirán la senda
que habéis trazado.
Barón. Tal vez
151
Marq.
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
Tenga presente Vuecencia
lo de «quien á hierra mata
no es mucho que á hierro muera.»
[ Vase por la puerta secreta.]
ESCENA XVII.
EL BARÓN.
[SonrUndose.]
\ Qué mosca lleva el Marqués.
[Pensativo,]
Pero ¡ qué mosca me deja I
ESCEtf A XVIII.
«
EL BARÓN. MONZÓN.
Monzón. Señor, don Alfonso Castro
vuestras órdenes espera.
Barón. Que entre. ,
Monzón. ¿También las señoras. . . .
Barón. También. (Dios me dé paciencia.)
ESCENA XIX.
EL BARÓN. MARTA. RAMIRA. CASTRO.
Castro, Señor Barón
Barón, Engañado
por una infame denuncia
anoche os hice encerrar
en una cárcel oscura ,
pero informado después
de vuestra honrada conducta ,
os he puesto en libertad.
Castro, Las cárceles no me asustan ,
que está sana mi conciencia ,
7 si un tribunal me juzga ,
sabrá Madrid
Barón. Es inútil,
porque ya nadie os acusa.
Vuestra novia se ha quedado
con su honra ilesa y pura,
el amo con sus deseos
y el lacayo con su zurra.
Falta ^ue yo os desagravie
de mi involuntaria culpa.
Si en algo puedo serviros
Marta, Que si podéis? Quién lo duda?
Dias ha que solicita
con más razón que ventura
la plaza de secretario
Castro, ¡Señora
Marta, No callo. De una
Barón,
Marta.
Castro.
Marta,
Barón.
Monzón.
Marta.
Monzón.
Barón.
Monzón,
Ramira,
Castro.
Bailón.
Marta.
De un gobierno de
Si en eso
toda su ambición se funda
pues su mérito me consta ,
yo 06 prometo
{Toca la campanilla y acude Monzón,]
Ah! Qué fortuna!
Señor
[En voz baja.]
Tontazo! Aprovéchate
de tan buena coyuntura.
[Á Monzón,]
J Quién es aquí el encargado
el personal?
[Dmoso.] 4 Quién
Pregunta
S[)r don Hilarión Homero,
í; él es...
Que venga.
[Mirando de reojo á Marta.]
(¡Esa bruja...)
[JSntra Monzón en la secretaria,]
¡Qué diferencia del otro,
que hizo pedazos tu súplica
Excusad á esa señora.....
La pretensión es muy justa.
A tres personas haréis
felices con una rúbrica.
ESCENA XX.
EL BARÓN. CASTRO. MARTA. RAMIRA.
ROMERO.
Marta,
Somero,
Ahí está el señor Romero.
Veréis como él asegura
Qué mandáis, señor Barón?
[Fn voz baja i Castro dándole un
oficio.]
Tomad , amigo, y con mucha
Marta,
[Acercándose á Castro,]
Barón,
Romero,
Barón.
Romero.
Qué papel es ese?
Tendré complacencia suma
en colocar á ese joven.
Guando una vacante ocurra,
avisad
Ta está servido.
Cómo es eso?
Ta disfruta
el empleo que pretende.
Castro,
[Rasgando el oficio después de leerlo,]
No ! Primero me consuma
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
156
de hambre y de pesar.
Somero. Qué hacéis?
(Adiós fruto de mi industria ! )
Barón. Qué rompéis?
Romero. Su uombramionto I
Se ha visto mayor locura?
Barón . ¿Qué causa
Castro. Señor Barón ,
hay gracias que son injurias.
Barón. Pero
Castro. Es mala credencial
una firma que me insulta.
No quiero deber favores
á quien mi afrenta procura.
Quiero vijrir pobre , oscuro,
pero deshonrado, nunca I
Romero. Hombre!...
Barón. Bien hecho y bien dicho.
Ese rasgo os asegura
mi amistad , y pues ahora
soy yo el dueño de la pluma,
señor de Castro, y supongo
que mi ñrma no os repugna
Castro. Oh! no.
Marta y')
Ramira'.]
No!
Barón. [Á Romero.] Nueva edición
hágase de la minuta.
Dios perdone á la primera;
yo firmaré la segunda.
Romero. Volando!
[Fntra corriendo en la secretaria.]
Marta. El cielo os conserve
para consuelo de viudas.
ESCENA XXK
EL BARÓN. MARTA. RAMIRA. CASTRO.
MONZÓN.
Monzón. Don Crísósfbmo Fonseca
Barón. .Fonseca... Me alegro...
Monzón. Os busca...
Barón. Decidle que entre.
Monzón. [Adriendo la mampara.]
Adelante.
Barón. ( Extraña caricatura ! )
ESCENA XXn.
EL BARÓN. MARTA. CASTRO. RAMIRA.
FONSECA.
Fonseca. Agradeciendo la audiencia,
con la mayor reverencia
y con sumo regocijo
doy gracias á Y uecelencia
Barón.
Fonseca.
Barón.
Fonseca.
Barón.
Fonsfca.
Barón.
Fonseca.
Barón.
Fonseca.
Barón.
Fonseca.
Barón.
Eor el empleo de mi hijo,
é que le han hecho oficial,
pero ¿ntes que la Corona
me confíase
Es igual.
Ha variado la persona,
pero no el ente moral.
Esto sea sin perjuicio
de saludar al Barón
y ofrecerme á su servicio
como está puesto en razón.
[Presentándole la petaca.]
Gustáis?
No tengo ese vicio.
Yo una tercena consumo.
[Á Marta."]
Hola! Aquí estáis, buena alhaja?
[Al Barón.]
Ah ! si preferís al humo
rapé exquisito, mi caja
[Saca la caja del rapí.]
Ni tomo polvo, ni fumo.
Perdonad , señor Barón ,
si el muchacho todavía
no ha tomado nosesion.
Está malo el alma mia.
Sí? Qué tiene?
Sarampión.
Luego que pase la peste
Angelito !
Ya vendrá
No es razón que se moleste
y otra enfermedad le cueste.
Está reemplazado ya.
Eh ! no lo puedo creer.
Sois chancero
No lo soy.
Fonseca. {Sacando un papel.]
La orden no puede ser
más fresca. Fecha de aver
Barón. No es más fresca la de hoy?
Fonseca. Sí tal, pero ¿quién diría
Barón. Que estudie y que se haga grande.
En esta secretaría
no entrarán mientras yo mande
niños de la Escuela Fia.
Fonseca. ¡También es mucho pesar
que sea mi hijo el primero
con quien se naga un ejemplar!
Y el dinero? y mi dinero?
Ahur! Tirado á la mar.
Barón. ¡Justo castigo de Dios
á tan ilícito tráfico I
Fonseca. Sea dicho entre los dos.
Barón, ¿sois ministro vos,
ó capuchino seráfico?
Barón. Habéis pecadp, no obstante,
por ignorancia, y me pesa
156
FLAQUEZAS MINISTERIALES.
Fonseca.
Barón.
Si mi suerte os interesa,
la estafadora es Violante
Sí, la fingida condesa.
Ya ha salido de la corte,
condenada á reclusión.
Marta. Bien! T el primo? Aquel bribón.
Barón. Á Ultramar, franco de porte,
remando en nn galeón.
Fonseca. Vamos, eso me conforta.
Annque es duro el escarmiento,
la chulada es lo que siento:
el dinero no me importa.
ESCENA XXIII.
EL BARÓN. MARTA. FONSECA. CASTRO.
RAMIRA. ROMERO.
Barón. Traéis ese nombramiento?
Somero. [Dándole un oficio.']
Sí, señor.
Barón. Dadme.
[Dándoselo i Castro después de fir*
marlo.]
Tomad.
Castro. Ah señor! Tanta bondad
Marta. Permitid que á vuestros pies
Barón. Alzad.
[A Jlomero.]
Volveré después.
Me espera Su Majestad.
[Vasepor la puerta secreta.]
ESCENA ÚLTIMA.
FONSECA. MARTA. CASTRO. ROMERO.
RAMIRA.
Marta. Oh qué amable, qué benigno!
Con qué dulzura nos trata!
Jesús!.... Este sí que es digno
de que le den serenata
y le compongan un Aifno.
|Eh
¡Tan generoso
Ya
Tan justo!.... Lo que se llama
un buen ministro.
Quizá
T si programa nos da,
qué bueno será el programa !
Fonseca. Programa? Eso es lo de menos.
Todos dan , señoras mías ,
Írogramas y garantías,
'odos son buenos, muy buenos....
los primeros quince días.
Fonseca*
Bamira.
Fonseca.
Marta.
Fonseca.
Marta.
EL QUÉ DIRÁN
EL QUÉ SE ME DA A MÍ,
COMEDIA EN CUATRO ACTOS.
La poto en «scena por primera ves la compañía del teatro del Principe en 29 de NoTiembre de 1838.
PERSONAS.
CAMILA.
DOÑA ROSALÍA.
LORENZA.
JUANA.
EL BARÓN.
D. TORIBIO.
D. IGNACIO.
EL MARQUÉS.
BLAS.
UN ESCRIBANO.
ALQUACILE8.
La escena es en Madrid.
«^^^w^^^^^^AA^MM^^^^^^^^
ACTO PRIMERO
Sala con puerta en el foro ^ que es la de la antesala; otra a la derecha del actor; otra a la
izquierda.
ESCENA I.
EL BARÓN. CAMILA.
\El Barón aparece seniado.]
Barón. Oradas á Dios I
Camila. [Llegando.] Mande usted.
Barón. Diablo de mujeres I ; Nunca
se ha de acabar su tocado I
Camila. Pero ¿he de venir desnuda?
Barón. Vamos á cuentas, Camila ,
[Camila toma una silla y se sienta
junto al Barón.]
pues ahora no nos perturba
esa loca de mi hermana,
Srototipo y non plus ultra
e la humana insensatez ,
y tal vez hasta la nna
no Tolverá.
Camila. ¿T á qué viene
'ese preámbulo
Barón. Escucha.
Las niñas bien educadas
á un tierno padre no ocultan
sus sentimientos.
CamÜa. (Oh Dios 1
¿Si sabrá )
Barón. Callas! te turbas!
r Sí, tá estás enamorada.
15S
Camila.
Barón.
EL QUÉ DIRÁN.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Ese silencio te acusa.
Padre!....
No te dó vergüenza^
que no te pido disculpas.
To también he sido mozo,
y á pesar de la peluca,
y del reuma, y de la tos,
no creas que me disgustan
ni la sal do las morenas
ni la crema de las rubias.
Más de una vez me ha ocurrido
reemplazar á la difunta,
pero darte una madrastra
es cosa que me repugna;
y además el qué dirán ,
el temor de una importuna
cencerrada No, no quiero
contraer segundas nupcias. —
£a, pues, habla. No temas
que sea tan absoluta
mi paterna autoridad
como tú acaso lo juzgas;
y pues la elección que has hecho
no desdora mi alta cuna
(¿Quéoigol ¿Aprobará...)
Y es joven
de talento y de conducta
Oh! crea usted
Y de un tipo
que hermosos nietos me anuncia
[Entre avergonzada y gozosa.]
¡Vaya
En fin , rico en virtudes
como en bienes de fortuna
Ah! Me engañé! no es Ignacio!)
ué tienes? Habla; articula
con claridad las palabras.
Di de una vez que te gusta ,
que le amas
Pero ¿de quién
me habla usted?
Buena pregunta I
Del que pasea tu calle
en una jaca andaluza,
del satélite que sigue
al astro de tu hermosura
en la ópera, en el Prado,
en la iglesia, en la tertulia;
del marqués de Pozo-frio.
Cierto, sí Le debo muchas
atenciones. Me distingue
entre otras damas, me adula;
pero
Y tú le das oidos
No respondo con injurias
al que me dice lisonjas ,
que eso es cosa de palurdas ;
pero
No hay pero que valga.
Él te quiere hasta las uñas.
No dudo
Y te habrá* insinu&dcr
lí
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
algo de dulce coyunda
Creo que sí
Y á los padres
no es posible que se encubran
esas cosas. Yo le he dicho
que sí es boda lo que busca,
6 pasatiempo, y
Mal hecho.
Perdone usted que interrumpa
sudiscurso. Pensará
que rabio como energúmena
por casarme.
No. A Dios gracias,
no te pasas de madura
todavía. Ni la mano
de una hija amada y única
iría yo á pregonar
como banasta de fruta
perlas calles. ¿Qué dirían!
Pero yo entiendo la brújula,
soy perro viejo, y vigilo
Sara que no te seduzcan,
[il gracias. ¿ Soy yo tan frágil
Íue teme usted que sucumba
'or vicio, no, pero, al cabo,
tú eres una críaturá
candorosa y hay bribones
que con el demonio estudian
No el Marqués. Le hago justicia.
Anoche junto á la estufa
le eché una indireciüa...., pues I,
y no esperé la segunda.
Me confesó que te amaba,
mas con intención muy pura.
Yo le oí, como es razón,
con benevolencia suma,
y hoy aquí sobre la boda
tendremos los dos consulta.
Sin contar conmigo? Bueno I
Como está fuera de duda
el mérito del Marqués ,
y aunque no es rancia su alcurnia
es un creso americano,
y tiene ingenio de azúcar,
y cafetales y negros,
no esperaba yo repulsas
de tu labio, sino albricias,
parabienes y aleluyas..
Y mi albedrío?
I Palabra
impertinente y absurda!
A veinte años albedrío !
Y en buen hora entre la chusma
de doncellas populares,
que poco ó nada aventuran ,
sea lícito que escoja
á su cuyo cada cuya;
pero hija tú de un barón
con b, sería locura
casarte de motu propio
como la plebe acostumbra.
No son de este siglo máximas
tan fatales , tan injustas.
EL QUÉ DIRÁN.
Barón.
Camila,
Barón,
Camila,
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
To conozco mis derechos ,
y no seré tan estúpida ,
que á la ambición y al capricho
sacrifique mi ventura.
\Letantaniost. Camila se levanta
también.]
¿Qué escucho! Qué dirá el mundo?
¡Vea usted cómo fecundan
las ideas de Rousseau!
¡TesublevaS) íq pronuncias
contra un padre, y anarquista
te subes á la tribuna
para reclamar derechos
y para decirme pullas I
To no conozco á Rousseau
ni entiendo esas baraúndas,
mas yo he de elegir el novio;
claro, ó no me caso nunca.
¡Cómo.... ¿Qué.... Qué tono es ese?
¿Sabes que ya se me atufan
las narices y ¡Por vida
Aplaque usted esa furia.
Anl bien quisiera
¿No sabes
que yo tengo malas pulgas?
10 confio en mi justicia
y en la paternal ternura
Zalamerías ahora I —
Te casas, ó no?
Qué angustia !
Es bello mozo el Marqués ,
mil cualidades le ilustran ,
pero...».
Vamos, qué?
No le amo.
Eh I para que os case el cura
basta que no le aborrezcas.
Ta madurarán las uvas.
Pero, señor
Nada, nada!
No te admito la renuncia.
ESCENA II.
EL BARQN. CAMILA. D. IGNACIO.
Ignacio.
Éaron.
Ignacio.
Barón.
Camila.
Barón.
Tío
Tú vienes, Ignacio,
en buena ocasión. ¡Á ver
si me ayudas á vencer
ese carácter rehacíol
Pues ¿qué ocurre?
Que tu prima
niega su mano á un buen mozo;
á todo un marqués de Pozo'.....
Ahí
Fría. No te da grima?
Bico^ galán, opulento,
buen Únete, y ¿qué se yo....,
y la llevará en lando
Ignacio.
Barón.
Ignacio.
Barón.
Ignacio.
Barón,
Camila.
Barón.
Ignacio.
Barón.
Ignacio.
Barón.
Ignacio.
Barón,
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Ignacio.
Barón.
159
Vaya, vaya Es mucho cuento!
Y ella
¡Cuántas en Madrid*
cuántas su feliz estrella
envidiarán
Pero ella
No le quiere. Ahí está el quid.
Será cierto?
Es una loca.
Para amigo, eternamente;
para esposo, no.
Insolente!
(Bendita sea tu boca I)
Confieso que no es cordura
despreciar tan buen partido;
mas si no gusta un marido,
es también cosa muv dura
Así me apoyas, bribón?
¿No quiere usted que sincero
le diga mi labio
Quiero
que seas de mi opinión.
(Si estarán de inteligencia?)
Pues yo debo declarar
que casarla á su pesar
es un cargo de conciencia.
( Hum I se miran I ) Bueno I bravo I
Mas ¿qué entiende una doncella
sin mundo y sin ¿Sabrá ella
ijnejor que yo Pues alabo!
Si en apariencia la oprimo
porque su bien me interesa,
nunca (Otra mirada; y esa
es algo más que de primo.)
Y es que ella ha perdido el seso,
ó tal vez el matrimonio
la asusta como el demonio.
La inexperiencia
No es eso.
Por tu causa me malquisto
Pues entrar monja es quimera ,
que este siglo no tolera
esposas de Jesucristo.
Ni á mí me ha inspirado el cielo..
Pues tú para algo has nacido;
y veinte años has cumplido;
y yo quiero ser abuelo.
£¡H buen hora, pero no
Á qué hablarme de albedrío?
Ya que no buscas tu avío,
deja que lo busque yo.
¿Quién sabe si ya su pecho
late amoroso, y la arredra
el temor
Soy yo de piedra?
(Saldrá lo que yo sospecho.)
La trato yo como esclava?
No me vio siempre propicio?
Iba á casarla de oficio,
porque ella no se casaba.
hi amara su corazón,
ya el asunto era diverso,
y á no ser ruin y perverso
160
Ignacio.
Camila.
Barón.
EL QUÉ DIRÁN.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Ignacio.
Barón.
Ignacio.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Ignacio.
Camila.
Barón.
Ignacio.
Barón.
el blanco de sa pasión
(Ahí)
(¿Diré....)
Pero no hay tal.
Guando ella no dice nada,
de nadie está enamorada.
Corazón de pedernal !
Ahí no; qne, sensible y tierno,
de amor las leyes supremas '
ya, señor
Vaya I no temas.
Acaba. Quién es mi yerno?
Por ser tu amor tan oculto
traté con otro galán
y me expongo al qué dirán,
?ero cuenta con mi indulto,
adre miol
Sólo exijo
que sea buen caballero,
porque en esto soy severo.
Con la plebe no transijo.
Sí, BU nobleza es notoria
Bien.
T no cede á ninguna.
¡ Así tuviera fortuna
como tiei^e ejecutorial
Los tiempos no están muy buenos ,
mas ¡ todo sea por Dios I
Al fin, si 08 queréis los dos,
todo lo demás es menos.
Conque acabemos. Quién es?
[Camila y D. Ignacio se miran como
indecisos. El Barón se hace el dis»
traido y los observa con disimulo.]
(Qué haré?)
(Yo tiemblo.)
(No digo?)
Camila!
Ignacio I
[B. Ignacio y Camila se animan mu-
tuamente con una mirada, danse las
manos y se arrodillan delante del
Barón.]
Eh?
Conmigo
le tiene usted á sus pies.
Ah! Caísteis en la trampa!
Alzad. Voto á briós!.... Alzad
[Separándolos.]
Fuera esas manos! Soltad^
ó ¡por vida de mi estampa
¡Padre...
¡Cómo.....
•Usted decia.
Calle esa boca blasfema.
Ha sido una estratagema.
Ha sido una felonía.
Calla, libertino! ¿Así
pagas mi hospitalidad?
Ignacio. Pero...
Barón.
Camila.
I Padre,
Barón.
Camila.
Calla!
Qwé crueldad!
Silencio !
Ay de mí!
ESCENA III.
EL BARÓN. CAMILA. D. IGNACIO. D. TORIBIO.
Toribio.
Barón.
Ignacio,
(jámila.
Barón.
Ignacio.
Toribio.
Barón.
Ignacio.
Toribio.
%
Barón.
Toribio.
Barón.
Ignacio.
Éaron.
Ignacio,
Barón.
Qué es esto, señor Barón?
Oh ingratitud ! oh maldad !
Seducir á una inocente
Yo
Perdone usted. No hay tal.
No puede liaber seducción
donde hay libre voluntad.
Calla!
Nuestro amor es puro
Ah!.... Se quieren? Eso hay?
Ya se ve; primos y mozos
No hay cosa más natural.
Hola, y no han perdido el tiempo !
Tres días hace no más
que don Ignacio ha venido,
y se ha emparejado ya.
Abusando mdignamente
de mi excesiva bondad.
Tío!....
Y bien, si ellos se adoran,
ué sirve tomarlo á mal ?
ue se casen , y laus JDeOj
y pelillos á la mar.
Y á usted ¿quién le llama aquí? •
Nadie. Mi amor á la paz
Que se casen? No ha de ser
con mi aprobación jamás. '
¡ Entregar mi única prole
á un pobre pelafustán
sin beneficio ni empleo
Y aun lo de pobre, tal cual ;
pero haberse degradado
a tal punto Atrocidad!
¡ Haber empañado el brillo
de mi gótico solar
con un borrón Santos cielos!
¿Cómo borrón
¿Qué dirán!
Mi conciencia está tranquila,
Ír aunq[ue desde tierna edad
a ojeriza de la suerte
me ha perseguido tenaz ,
de ninguna acción villana,
tio, me puedo acusar.
Eso dices, mal sobrino?
¿No sé yo de pe á pa
toda tu vida y milanos
desde que en hora fatal
te metiste á campeón
de patria y de libertad.
£l qué dirán.
Toribio.
Barón.
Toribio,
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Ignacio.
Barón.
Ignacio.
Barón,
Ignacio.
Barón.
Ignacio.
Toribio.
Barón.
Toribio.
Camila.
y ya te iban á prender , *
y tuviste que emigrar?
Y ese es todo su delito ?
Vaya! porque es liberal
Hace bien
Seor mayordomo,
vayase usted á cuidar
de la despensa.
Es que yo
No le juzgo criminal
porque piense como quiera,
que yo también tengo acá
mi sistema, y mi opinión ,
y en todo ese guirigay
de derechos^ uno solo
me puede, el de la igualdad.
Pues ¿quéle echa usted en cara?
Qué horror I
Me hace usted temblar.
La bastardía mayor,
la mayor iniquidad
¿Es posible
¡ Haber vendido
gercales en Gibraltar! —
s reís? — Se rie usted? —
T en mostrador de nogal !
y vara á vara, Dios mió!
y recibiendo quizá
triste y mezquino salario
de algún nieto de Caifas !
Huérfano, expatriado, pobre,
qué habia de hacer? Robar?
No.
¿Implorar de puerta en puerta
la pública caridad,
ó pedir al extranjero
la sopa de un hospital?
¿No es esto más vergonzoso
que ejercer con probidad
una profesión honrada?
Ya, sí, pero el qué dirán....,
tu cuna Si fueras hijo
de algún fulano de tal,
si no tuvieras parientes
Cuando estaba por allá
ni á mis cartas respondieron
ni me enviaron un real.
Yo no escribo á calaveras.
Y es cosa muy singular
que me reprendan ahora
porque, á solas con mi afán, ''
pedí á la razón consejo
antes que á la vanidad.
Con el sudor de tu frente
el sustento ganarás,
dijo Dios al primer hombre
Dale I Quiere usted callar?
Es mucho moscón I
Y todos
¡pues I somos hijos de Adán.
Pero, padre, usted procede
con mucha parcialidad.
Si el dedicarse al comercio
II.
Barón.
Ignacio.
Toribio.
Ignacio.
Barón.
s
Ignacio.
Barón.
Ignacio.
Toribio.
Barón.
Toribio.
Barón.
Camila.
Barón.
161
parece á un barón tan mal ,
¿cómo con un comerciante
me pretende usted casar?
ün comerciante marqués!
¡Una notabilidad
mercantil ! Ya no desdeña
la aristocracia feudal
á la pecuniaria. Á veces
se hace preciso cruzar
las castas, y á casa vieja
viene de molde un puntal;
mas de un hortera á un marqués
¡ ahí es nada lo que va!
No me ha sido á mí tan próspera
la suerte. Con el caudal
que en cuatro años de desvelos
y ahorros llegué á juntar
fleté un barco para América,
mas naufragó el capitán,
que era también socio mió,
y sólo pudo salvar
la vida. Amigo infeliz !
Y qué es de él?
Tres años ha
que no me escribe
Ahora bien,
¿no es una temeridad
ue hombre fallido se case?
tú no eres racional ,
ó á la mano de Camila
desde hoy. debes renunciar.
Renunciar! ¿Por qué, si el alma...
El alma no come pan ;
convengo, pero el estómago
es un terrible animal,
y sine Cérere eú Baco
Ya sabes tú lo dema?.
Mis méritos y servicios
el Gobierno premiará,
y entre tanto, pues no soy
ni un zote, ni un holgazán,
trabajaré
Y á qué asunto?
Vaya, no faltaba más!
Con el dote de la novia
Don Toribio, ó don Satán,
no me sea entrometido ,
que si mi hermana le da
más alas que ha menester
un mayordomo incapaz ,
á mí no me mayordoma
ningún bigardo.
Es verdad,
Íero vamos al decir
[e parece regular
[Á B. Ignacio.]
Hasta que yo cierre el ojo,
no hay dote.
Padre!....
No lo hav-
Lo entendéis? Y como pueda
viviré más que Abraham.
11
162
Camila.
EL QUÉ DIRÁN.
Barón.
ToriHo.
Barón.
Camila.
Barón,
Camila.
Barón.
Camila.
Barón.
Ignacio.
Barón.
Camila.
Barón.
Ignacio.
Barón.
Torihio.
Camila.
Barón.
Toribio.
Barón.
Toribio.
Barón.
Toribio.
Pues bien, ya que llega á tanto
la injusticia y la craeldad
de mi padre ^ está tomada
mi resolución.
Qué harás?
Toma I Qué ha de hacer? Casarse,
que después Dios proveerá.
Hum!
N0| señor, no resisto
la paterna autoridad ;
mas mi yida será corta.
¿Cómo
Á falta de puñal
ó de tósigo violento 9
el dolor me matará,
y usted y que viva me aflige,
mañana en mi funeral
verterá tardías lágrimas
Jesús, qué barbaridad!
Mas no lo creo; |Á veinte años
morirse sin más ni más I
Sí señor, mas sin venganza
no veré la eternidad.
Conato de parricidio !
Camila !
Venganza Cuál?
Porque es poore y fué tendero,
por un vano qué dirán
no quiere usted que á mí primo
llame esposo en el altar.
Pues bien, si virgen y mártir
muero en la flor de mi edad,
ese primo, ese tendero,
ya que no yerno, será
del harón que le desprecia
heredero universal.
ÍQué oigo! No habia pensado
ntriga de Barrabas !
Mas yo intrigaré también
para que ese perillán
no me herede. La vacante
de mi tálamo nupcial
ocupará una maarástra,
y si fruto no me da
de bendición masculina ,
vive Dios que soy capaz
¡Tío
Vete de mi casa
y no vuelvas á su umbral
en los días de tú vida.
Eh, señor! No sea tan
Padre!
Afuera! Afuera digo!
Sí? Pues se irá, y no se irá.
Eh? Qué quiere decir eso?
Este piso principal
es de usía y de su hermana,
porque paga la mitad;
y si usía echa de un lado
a su sobrino camal ,
yo le recibo en el otro.
Cómo? Con qué autoridad?
En nombre de mi señora.
Barón. Habrá idiota más audaz?
Toribio. T si no, en mi nombre propio,
que ya me canso de andar
con repulgos de empanada.
[Mientras disputan el Barón y don
Toribio, hablan en secreto D. Ignacio
y Camila.]
Toribio.
Barón.
Barón. Insolente ! Ta sabrá
mi hermana
Cuando yo lo bago
sé lo que me hago, y tres más,
y se acabó. En esta sala,
3ue es el terreno neutral,
ofendamos el común
derecho de vecindad.
Mande usía en la derecha
y déjeme á mí mandar
el ala izquierda, y
Bergante !
Toribio. Tengamos la fiesta en paz.
Barón. Ta se me sube á las barbas !
¿T no ha de haber tribunal
que tanta audacia castigue?
[Á D. Ignacio y á Camila.]
Qué hacéis? ¡Por vida Apartad!
[Á D. Ignacio.]
Afuera !
\Mostranio la puerta de la izquierda.]
Adentro.
Mil gracias.
Le obedeces? No te vas?
¿ Qué quiere usted ! Soy amante,
y pues á escoger me dan
entre no ver á mi prenda
y verla
No la verás.
[Á Camila,]
Anda á estudiar tu lección
de geografía.
¡Papá
Y si sales de tu cuarto
sin mi permiso especial,
te encerraré en la guardilla.
No , señor. Eso seró
si quiere quien puede.
¿Cómo!
La guardilla es propiedad
de ambos sexos; es decir,
de usía y de
¡Voto á san
Y de su hermana y señora
mia.
Malditos seáis
mi hermana y tú.
Adiós !
Adiós!
I
Toribio.
junado.
Éaron.
Ignacio.
Barón,
Camila.
Barón.
Toribio.
Barón.
Toribio.
Barón.
Toribio.
Barón.
Camila.
Ignacio,
EL QUÉ DIRÁN.
163
Barón . [Smfujando á Camila hici^ la purria
de la derecha.]
Vete!
Camila. i Mí bien
Ignacio. \ Dalce imán
Barón, Anda I — Vamos !
Ignacio. Serás fiel?
Camila. Siempre!
Barón. ¡Vive Dios ,
Camila. Ahí
Ignacio. Ah I
ESCENA IV.
■
EL BARÓN, D. TORIBIO.
Barón. Ahora canta usted yictoria
porque yo no quiero dar
escándalo; pero luego
ya veremos si usted
ToriUo. . Bahl
Querrá usted desafiarme?
Barón. No, que hombres de calidad
no se baten con villanos ;
pera un juez
ToriUo. Quite usté allá !
Lo que no haffa la prudencia ,
lo hará un falTo judicial?
Bah I ¡ Si hemos de ser al fin
muy amigos
Barón. ¿Cómo
Toribio. Bah!
Barón. To amigo de usted?
Toribio. Sí, hombre.
Y ¿quién sabe si algo más?
[Ri¿fídose.\
Ja, ja Abur, Barón. Je, je....
Barón. ¡Hem
Toribio. Que no haiga novedad.
ESCENA V.
EL BARÓN.
¡Y se me rie el mastuerzo
cuando estoy hecho un volcan I
Ah hermana ! .. . Estamos medrados I
¿Ya no puedo yo mandar
en mi casa? No hay remedio:
6 esa gente contumaz
me hace escarnio de Madrid ,
ó me tenc^ que mudar.
Preciso! Hoy tomo otro cuarto
Válgame Dios! ¿Qué dirán! ....
Y si en Madrid no lo encuentro
me empadrono en Fuencarral.
ACTO SEGUNDO.
Sala diferente de la del acto primero. Puerta a la derecha y otra a la izquierda. Entre
otros muebles habrá una mesa con recado de escribir.
ESCENA I.
EL BARÓN. DOÑA ROSALÍA.
[Aparecen sentados.]
Barón . Esto ha pasado en tu ausencia.
No creo, ni por asomo,
que del zafio mayordomo,
apruebes tú la insolencia;
y si quieres aue no estalle
una guerra fratricida,
te aconsejo por, tu vida
que le plantes en la calle.
Rosalia. Ño es tan grave su delito
?ue merezca ese rigor,
roteger á un seductor! ....
Rosalia. Vaya, eso no vale un pito.
Prescindo de tu injusticia
como padre y como tío;
dejo aparte el desvarío
de tu orgullo y tu codicia;
que, aunque tú tanto reparas
en lo que nacen los demás,
yo no me meto jamás
en camisa de once varas;
mas también me llama tia
Ignacio, y pues tú le arrojas
de tu casa, ¿á qué te enojas
si yo le amparo en la mia?
Barón. Es una casa , y son dos ,
mujer: np lo consideras?
Si en otra parte vivieras....;
muy lejos...., anda con Dios!
Rosalia. El remedio es fácil.
Barón. Sí?
Cuál?
Rosalia. ¿Quién te estorba el mudarte. • i
161
Barón.
Jtosalia.
Barón.
Jtosalia.
Barón.
Rosalía.
Barón.
EL QUÉ DIRÁN.
Rosalía.
Barón.
RosaUa.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Adonde?
Á cualquiera parte.
Yo me encuentro bien aquí.
En hora menguada y triste
me vine á yiyir contigo,
descastada!
Pues , amigo,
Tete por donde viniste.
Veinte años lejos de ti,
mal te conocia vo.
Aquí nadie te llamó.
Ni yo quiero estar aquí.
Mas mientras hallo vivienda ,
pues no es justo que á un mesón
se vaya todo un barón ,
dirimamos la contietida.
Yo no
Deja que me explique.
[Mostrando la puerta de la izquierda.}
Un tabique en esa pieza ,
que costará una simpleza,
y en mi alcoba otro tabique.....
I las luces? Y el balcón?
Yo SOY el que á oscuras quedo.
Nada! yo no me emparedo
por una necia aprensión.
!>
ero, mujer.
Rosalía.
Barón,
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
No hay que hablar
de tal cosa.
Escucha
No.
Encierra á tu hija, que yo
no me quiero apelillar.
Bien , no tengamos quimera ,
mas despide á ese criado
Íue al respeto me ha faltado,
^ame ese gusto siquiera.
Eh! no hay respeto que valga.
Tü no le pagas salario.
Pero es hombre mercenario
y debe á mi sangre hidalga
Nada.
¿Qué oigo! Oh! ¿qué dirán
No importa.
A un bruto defiendes !
No me le ultrajes; entiendes?,
ó los sordos nos oirán.
Aunque humilde, es bien nacido.
Pero ¿.qué ínteres
Lo extrañas ?
Es tu amante?
No te engañas.
Cielo!
Y será mí marido.
Mleirido tuyo ese abanto?
Que así una pasión te venza I
No te mueres de vergüenza?
Bobada !
Qué horror! qué espanto!
Aunque no te agrade a ti,
su amor será mi placer.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía,
Barón.
Rosalía.
Pero ¿qué dirán, mujer!
Pero ¿qué se me da á mí?
Yo le conocí lacayo !
Así tu blasón injurias 1
Toribio nació en Asturias.
Quizá es nieto de Pelayo.
Funesto afán de marido !
Harás que Madrid se asombre.
Yo me caso con un hombre ,
Íno con un apellido,
ero I qué hombre!
Yo me entiendo.
Soy mayor de edad , y es justo
que haga yo mi santo gusto,
pues ni á Dios ni al mundo ofendo.
Casamiento baladí !
Un idiota
Están galán!.... '
Pero, mujer, ¿qué dinin!
Pero ¿que se me da á mi?
Ya veo que te aburrías
de vivir en soledad,
y conozco que á tu edad
no hay que pedir gollerías;
mas si anhelabas tan pronto
cambiar el luto en bureo,
casáraste con un feo,
con un pobre , con un tonto;
pero, que fuese siquiera
un hidalgo segundón ,
y no ese guardacantón
rústico y de baja esfera.
¿Querías que me casase
por ventura con un mono
sin más título de abono
que ser de elevada clase?
¿Con un fatuo libertino
que mis rentas consumiera
en vestir á una ramera,
y en la ópera y el casino?
10 prefiero, pues me adora,
á un hombre honrado y sencillo,
y si en la corte no brillo,
seré en mi casa señora.
En esto mi dicha fundo.
Y al mundo no temes? Di.
Yo me caso para mí;
no me caso para el mundo.
Tranquila está mi conciencia,
soy libre y tengo dinero;
¿y no he de hacer lo que quiero
sin pedirte á ti licencia?
Ni pongo rey, ni lo quito.
Quien no apruebe este sistema,
que me deje con mi tema ,
que yo á nadie necesito.
¡Yo llamar á un oso astur
cuñado !
Lo dicho, dicho.
Torpe y bárbaro capricho !
Basta de sermón. Abur.
Blas.
Barón.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq,
ESCENA 11.
EL BARÓN.
¡Oye, escacha Rosalía!..
Se ya la zaina en sus trece.
Yaya, imposible parece
3De ella sea hermana mia.
esus, Jesús, qué demencia!
dar su mano á ese menguado !-
Pero á bien qae en el pecado
llevará la penitencia.
Hay mujer más mentecata?
Antes que se acabe el mes,
dejará de ser quien es
Toribio, ó saca la pata.
Ahora sí que es honor mió
alejarme de su lado,
y más cuando me han jugado..
EL QUÉ DIRÁN.
Barón.
Marq.
Barón.
• •i
ESCENA ni.
EL BARÓN. BLAS.
El marqués de Pozo-frio.
Dile que entre. — i Voto á san.....
[ Vase Blas.]
Ya olvidaba Esa chiquilla....
¿Qué diré La negra honrilla.
Mi palabra El qué dirán
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
ESCENA IV.
EL BARÓN. EL MARQUÉS.
Marq. Señor Barón !
SiUas.
Oh Marqués I —
Barón.
Marq.
[ Vuelve Blas, acerca sillas y se retira.
El Marqués y el Barón se sientan.]
(To no doy mi brazo
á torcer.) Qué tal, amigo?
¿Se va usted aclimatando
en Madrid?
To me hallo bien
en todos los climas.
Bravo I
Acostumbrado á viajar
iHa llegado ya aquel barco
xa está surto en Cádiz , libre
de piratas y naufragios ,
y con él lo que restaba
de mi capital , pues trato
de abandonar el comercio
Bien I
T hacerme propietario.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
165
Mejor! (¿Y un yerno como este
se me irá de entre las manos 1 )
¿Ha hablado usted con Camila
de aquel asunto
Sí, algo
le he dicho. La chica f¿Cdmo
saldré yo de este pantano?)
La chica le aprecia á usted ,
y le haria mucho agravio
en no apreciarle.
Ese aprecio
me envanece. Sin embargo,
es natural que yo aspire
á un afopto menos vago,
más tierno; al amor sincero
que me inspiran sus encantos.
Lo que es la palabra amor,
no sé si la ha pronunciado.
Ta ve usted, el ruborcíUo
Como tiene pocos años
Bastantes son para amar.
No digo yo lo contrarío,
mas yn padre siempre impone j,
y cuesta...., así...., cierto empacho
el confesar Pero yo
soy fisonomista práctico^
y en sus ojos conocí
que no oyó con desagrado
la proposición.
Los ojos •
no hablan en buen castellano,
señor Barón. Yo prefiero
el lenguaje de los labios.
jEs tan elocuente á veces
el silencio ! Hay un adagio
que dice : quien calla otorga.
Señor Barón ^ vamos claros.
Quien calla no dice nada.
A tener ella reparo
en casarse con usted,
lo hubiera manifestado;
mas lejos de ser así,
conozco, y puedo jurarlo,
?ue la cnica le ama á usted.
Yo miento como un bellaco,
pero el qué dirán ) Y en fin,
basta que sea el contrato
de mi g^sto para que ella
no rehuse á usted su mano;
que es obediente y humilde
rotro embuste diplomático.)
No quisiera que cediese
á ningún respeto humano;
que yo también tengo orgullo,
y aunque es poco lo que valgo,
para unirme a una mujer
con indisoluble lazo
he menester algo más
que la firma del vicario.
Pero si ella Cuando digo
(¡Ese picaro de I^acio )
Usted quizá...., sin que yo
le tenga por un avaro,
166
EL QUE DlRÁiN.
Barón.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón,
Marq,
Barón.
Marq.
Sarqn.
tendrá empeño en esta boda
porque se habrá figurado
que estoy nadando en millones.
No soy ningún perdulario,
y no echaría de menos
su hija de usted á mi lado
ni de su padre el cariño,
ni de su casa el regalo;
pero ha de saber usted
que no soy tan millonario
como parece, y que yo
Por Dios , Marqués I Dónde estamos?
¿Piensa usted que el interés
Yo también voy á ser franco.
Á pesar de ser quien soy,
y de todo mi boato,
mis rentas, amigo mió,
están en pésimo estado,
y los pleitos me devoran.
Cosa rara ! ; y entre tanto,
mantengo administradores
que gastan, sólo en el plato,
más que yo en mesa, carruaje,
sastre, casero y teatro.
Pero mis bienes radican
en Soria y tierrii de Campos,
y yo resido en Madrid.
Quién vive en aquellos páramos?
Y luégo^ á mí no se me hable
de presupuestos, ni cálculos,
ni reformas, ni ¡Es todo eso
tan plebeyo, tan prosaico!...;
No, señor. ¿Qué se diría
¡ Sobre que yo no me amaño
para esas cosas! .... \Y tengo
tanta afición al descanso!....
Así usted no extrañará,
si medita este preámbulo,
que el dote de la muchacha
sea
En eso'lio reparo,
mas quisiera averiguar
si soy ó no soy amado.
¿Quién duda
Que de otro modo
me expongo á un terrible chasco.
Ya que usted, padre solícito,
el desenlace ha forzado
del drama y, contra las reglas,
nos casa en el primer acto,
llame usted á la futura
y de su boca sepamos
Dispénsela usted por hoy.
Está indispuesta. Un catarro
Hay calentura? Está en cama?
Sí, señor, mas no hay cuidado.
Se ha puesto unos sinapismos
Va mejor. .... Está sudando
(Quien suda soy yo.)
Pues siento
sobremanera
Un espasmo
ESCENA V.
EL BARÓN. EL MARQUÉS. BLAS.
1
Blas.
Barón.
Blas.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
Ahí está el procurador
¡Venir ahora á estorbarnos
Que vuelva
Dice que es cosa
urgente, y que es necesario
aue le oiga usía un momento;....
despáchele usted.
Qué diablo!....
Usted me ha de perdonar
No hay de qué
Vuelvo volando.
Marq.
Camila.
-Marq.
Camila.
Marq.
Camila.
Ma/rq.
Camila.
Marq.
Camila.
ESCENA VL
EL MARQUÉS. CAMILA.
No he visto en todos mis viajes
hombre más estrafalario.
[Saliendo de puntillas por la puerta
de la derecha.]
Marqués
Señorita ! ^ Cómo
Se cura usted por ensalmo?
[Á media voz.]
No hay tal catarro, ni tales
sinapismos.
Mucho extraño
que el Barón
Tengo que hablar
con usted
Bien está. ¿Cuándo
Pronto. Si sale mi padre,
vuelva usted...
Sí, mas no alcanzo. . .
Que viene I Silencio I Adiós.
[ Vase corriendo por la mismaptterta.]
Marq. Ayl Esto se pone malo.
ESCENA VIL
EL MARQUÉS. EL BARÓN.
Barón . Malditos sean los pleitos
Hoy va á pronunciarse el fallo
sobre el más interesante
de los mios, que son cuatro,
y como de esas mecánicas
EL QUÉ DIRÁN.
Marq.
Barón.
Marq,
Barón,
Marq,
Barón,
yo nunca me cuido, el santo
se me fué al cielo Ese tio
ha Tenido á recordármelo
Los momentos son preciosos.
La parte contraria es pájaro
de cuenta Perdone usted.
[Toma el sombrero y el bas6<m,]
Mi defensor está abaio
Tengo que hablar á los jueces ,
aunque, á la verdad , es paso
que me repugna
Por mí
no hay que detenerse. Vamonos.
To siento Pero otro dia
hablaremos más despacio. —
8i usted quiere honrar mi coche.
No. Yo voy por otro lado.
Pase usted
No. Usted primero.
Pues los dos á un tiempo. El brazo.
[Toma el brazo del Marqués y vanse
juntos, y al mismo tiempo asoma
Camila.]
ESCENA VIII.
CAMILA.
Los dos se van. Qué manía!
I Qué empeño tan temerario
de casarme con ese hombre I
Pues ¿no le he dicho bien claro
que no puedo, que amo á otro
¿Áqué con esos engaños
alimentar la esperanza
del Marq ués , si al fin y al cabo
ha de saber la verdad?
To tendré que darle el traRo.
¿Qué he de hacer! Si es caballero
no lo tendrá por agravio,
y antes me agradecerá
2ue le libre del escarnio
que mi padre le expone ^
por terquedad, por un falso
pundonor i No hago bastante
en renunciar á mi Ignacio
hasta que luzca Qtro sol
más dichoso para entrambos,
sino que también La puerta
me parece que ha sonado.
[Acércase d la dé la izquierda.]
Él es Pobre caballero !
Le voy á dar un mal rato.
Marq.
Camila,
Marq,
Camila.
Marq,
Camila,
Marq,
Camila.
Marq.
Camila,
Marq,
Camila.
Marq,
Camila.
Marq.
Camila,
Marq.
Camila.
ni
ESCENA IX.
CAMILA. EL MARQ.UÉS.
Ya lo ve usted, en un verbo
doy vuelta y cumplo la cita.
¿Qué manda usted, señorita,
á su más humilde siervo?
Marqués , quien ruega no manda.
¡usted rogarme
Sí, áfe,
y por feliz me tendré
si usté accede á mi demanda.
Á la bella que es mi encanto
desairar fuera delito
cuando
Es que yo solicito
que usted no me quiera tanto.
Extraña solicitud!
Sí, que exponerme no quiero
á que tan buen caballero
me acuse de ingratitud.
Entiendo.
Usted no se asombre,
pero ha llegado la hora
Eso se llama, señora,
dar calabazas á un hombre ,
pero con tanto primT>r
y tan natural donaire,
que viste usted el desaire
con las galas del favor.
Aunque quejarme quisiera
me quita usted la ocasión;
mas ¿cómo con el Barón
no ha sido usted tan sincera?
Bien que ya mi inicio alcanza
que usted lo ha necho quizás
Sor darme esa prueba más
e amistosa confianza.
Mi señor padre no quiso,
cual pudo y lo sabe Dios ,
evitarnos á los dos
este duro compromiso.
Sólo mi dicha pretende ;
de ahí nace su error fatel ,
y yo me he explicado mal
ó mi papá no me entiende.
Él procede sin malicia.
No le culpe usted, ah! no,
que la culpada soy yo
en no hacerle á usted justicia.
Otra dedada de miel.
Usted merece la palma,
pero amor manda en el alma,
y el alma no manda en él.
X a.
Crea usted que es mi anhelo
ser su amiga.
¡Eso es tan soso
T usted será muy dichoso
si oye mis votos el cielo.
168
EL QUÉ DIRÁN.
Marq.
Camila.
Marq.
Camila.
Marq.
Camila.
Marq.
Camila,
Marq.
Camila.
Marq.
Camila.
Marq.
Camila.
Marq.
Camila.
Marq.
Camila.
Marq.
Camila.
Marq.
En pedinne para esposa
usted me hace samo honor,
lo confieso con rubor. — •
No puedo hacer otra cosa.
T SI á usted ya no rendí
mí corazón, no es desden;
es que le trata muy bien
el galán á quien le di.
Esa es razón concluyente.
Y ¿quién es ese buen mozo?
Dígalo usted sin rebozo
á un amigo...., á un confidente.
Fuera infiel si le negara.
Sin blasonar de ricoshombre,
es noble, honrado
Su nombre?
Don Ignacio de Guevara.
¿Qué oigo! Guevara? Está aquí?
Tres dias ha que ha llegado.
¿Sí será Estaba emigrado?
Sí.
[Enseñando i Camila un papel.]
Es esta su firma?
[Reconociéndola.] Sí.
Don Ignacio es primo mió;
mi apellido es el que lleva.
Sólo por barón de Nieva
conocía yo á su tío.
No es mucho { Gracias á Dios
que pareció! Nos veremos
Pero ¿qué asunto
Tenemos.'....
que ajustar cuentas los dos.
nTo no sé lo que me pasa.)
Pero ¿no podré saber
Ahora no. No es menester
Dónde vive?
Aquí.
Está en casa?
Tengo que darle un aviso
Salió. Pero ¿qué intenciones
Le pondré cuatro renglones
si usted me da su permiso.
Está bien.
[El Marqués se sienta i la mesa y es-
cribe.]
Mas ¿no pudiera
decirle y o
Necesito
explicarme por escrito.
[Ohservindola.]
¿Si será enemigo suyo
este hombre y querrá....)
Marq. Concluyo,
que no quiero ser molesto.
Camila.
Marq.
Camila.
Marq.
Camila.
Marq.
[Cierra la esquela y se letanía.]
(La vida tengo en un hilo.)
Pero, señor, ¿qué misterio
Señora, es asunto serio
y exige mucho sigilo.'
Yo soy prudente. Marqués,
y
Ya es larga la visita.
Déle usted esta esquelita.
Pero
Beso á usted los pies.
(Blanca está como la cera.)
Camila. (Dios mío! Qué será esto?
ESCENA X.
CAMILA.
¿Qué le dirá en esta carta
que no me es lícito abrir?
Un desafío...., ó ¿quién sabe
si otra venganza más ruin
Cuando el nombre de mí Ignacio
me oyó pronunciar, le vi
tan turbado, tan inquieto
Y no dijo con buen fin :
«Tenemos que ajustar cuentas
los dos....» Ay triste de mí!
No hay duda; aquí le provoca
á injusta, sangrienta lid.
¿En oué ha podido ofenderle
mi pobre Ignacio, que así
le persigue su rencor?
Yo no sé qué presumir.
Pero está celoso, y basta.
Hombre inhumano, hombre vil!..
De mi desden, vida mía,
se quiere vengar en tí.
Ay I yo tiemblo. ¡Cuántas veces
del valor triunfa el ardid !
Tu sangre ¡Primero yo
muera mil veces y mil!
Oh dolor ! oh duda amarga !
[Mirando la caria.]
No me atrevo Él no está aquí.
[Cayendo desconsolada en una silla.]
I Santo Dios, tened piedad
de esta mujer infeliz!
j
EL QUÉ DIRAN.
169
ACTO TERCERO.
Sala en la parte de habitación que corresponde a doña Rosalía. Tuerta a la derecha^ que
es la misma que estaba a la izquierda en el acto primero^ otra en frente y otra en el foro.
ESCENA I.
DOÑA ROSALÍA. D. TORIBIO.
[Doña Rosalía está en traje de calle.]
JtosaUa.
Toribio.
Rosalia,
Toríüo.
Roealia.
Toribio.
Rosalía.
Toribio.
Rosalia.
Mañana, mañana mismo.
Ahí queda sobre la cómoda
mi partida de bautismo;
Ír pues ya por el correo
a tuya ha venido, cúmplase,
Toribio, nuestro deseo.
Por mi parte, ahora, al punto;
mas todavía está próximo
el entierro del difunto.
Y qué importa ?
Sí por cierto.
Cuatro meses hizo el sábado
que San Luis tocóle á muerto;
y la gente, que presume
que eres un valle de lágrimas
y la pena te consume,
qué dirá? Que ambos á dos
ni amor tenemos al prójimo
ni justo temor de Dios.
Eso me dices, Toribio?
Debieras brincar de júbilo ^
y te me muestras tan tibio?
Tibio? No tal
Si de mí
naciera ese vano escrúpulo,
Ía entiendo ; pero ¡ de ti !
or tibieza no lo digo,
mas temo que en los periódicos
la tomen luego contigo.
Lo que es yo , no tengo miedo
de vivir como un canónigo
de Sevilla ó de Toledo»
ni de que el vulgo se ria
y diga que soy un zángano ;
mas ¡tu opinión, Rosalía
Tampoco á mí me incomoda
que la envidia me haga sátiras
cuando publique mi boda.
Ni me (][uitau ni me daii.
Harto tiempo he sido víctima
de ese pueril quó dirán.
Por él me casé á disgusto
con un marido antipático
en el genio y en el busto.
Me dio una vida de perros,
i
I mas me precio de católica
y le perdono sus yerros.
Qué más he de hacer, Toribio?
¿Me he de encerrar en su túmulo
siendo su muerte mi alivio?
Cuando el corazón se alegra
¿no es una farsa ridicula
cubrirse de saya negra?
Aunque ellas digan que no,
más ae dos viudas hipócritas
harian lo que hago yo.
Que me miren de soslayo,
que murmuren. ¿No me es lícito
hacer de mi capa un sayo?
En fin, me quiero casar.
Ni las leyes ni los cánones
me lo pueden estorbar;
así que te dé la mano
[e hemos de cantar un trágala
al quijote de mi hermano.
Toribio. Yo de otra suerte discurro ,
pero con esas retóricas
me haces caer de mi burro.
Cumple tu gusto y tu sino.
Si Madrid te importa un rábano,
á mí n;e importa un pepino.
Dios nos dé mucha salud,
á nosotros en el tálamo
y al muerto en el ataúd.
Pero antes vamos á cuentas ;
no nos casemos el miércoles,
y el domingo te arrepientas.
Ten presente , dulce amor ,
que tú eres hija de un título
y yo de un tosco aguador.
Y mira, antes que me encumbres,
si cuando nos case el clérigo
casará^ nuestras costumbres.
Rosalia. Eso no te dé temor,
que de mavores obstáculos
sabe triunfar el amor.
Si tenemos fe y constancia,
nuestra indulgencia recíproca
allanará la distancia.
Si alzo yo el vuelo atrevido,
me recuerdas, sin escándalo,
tus derechos de marido;
y vo con. una palabra
sabré moderar tus ímpetus
si tira al monte la cabra.
Mas pronto conseguiré
170
EL QUÉ DIRÁN.
Taridio.
que te afines y te
Cispíta !
Eso es lo que yo no sé.
Ya soy muy duro de casco
para maestros y dómines ,
Í tengo al estadio un asco!
eo corriente y escribo ,
y si se trata de números ,
no me engaña ningún chivo;
mas yo no entiendo ese engorro
cortesano, esas políticas,
esas Cal ni por el forro,
y lo que ya no aprendí,
desde hoy al sieviwm sécula
[Con los dedos en la/rente.]
no me lo encajan aquí.
Rosalia. Tus principios son muy buenos ,
y las elegantes fórmulas
son para mí lo de menos.
. Tú no has de ser dipuüido
y ni á tribunas ni á pulpitos
te tengo yo reservado.
Todos , del rey al pastor,
saben bien sin ir a cátedras
el lenguaje del amor.
Habla de amor noche y dia,
sin rodeos ni metáforas,
á tu dulce Bosalía;
y aunque no sepas la j^,
ni Cicerón ni Anstóteles
hablarán mejor que tú.
Toribio. Por amor no quedará.
Ya sabes.... (i Vieja más cócora...
que mi pecho Te vas ya?
Sí, voy
(Ya respiro.)
Qué?
Nada.
Á comprar unos géneros...
Pero pronto volveré.
Entre tanto , di á Pascual
que en el teatro del Príncipe
tome un palco principal^
Teatro I
O
Rosalía.
Toribio.
Rosalía,
Toribio.
Rosalía,
• Tonbio.
Rosalía.
Toribio.
Rosalía.
Toribio.
Rosalía.
Si.
Y la tertulia?
I No esperabas á don Plácido ,
á Inesita, á doña Obdulia
Y qué?
Dirán que desprecias
¿Me he de privar de la ópera
por cumplir con cuatro necias?
Mire usted que es buen negocio !
Me la echan de amigas íntimas,
Íá matar vienen el ocio.
a doña Inés, qué prebenda I
como es tan débil de estómago,
siempre á mi costa merienda:
Bárbara es menos endeble,
y un mueble me rompe Bárbara
por bailar con otro mueble :
por jugar otra un entres
hace conmigo un empréstito....,
y no me paga después :
otro toma la guitarra
y canta, ay Dios! como un búfalo
y el oido me desgarra :
allá una dulce pareja
cuchichea hasta el crepúsculo ,
y acullá duerme una vieja:
a^uí un progresista eterno
disputa con un retróg^rado
y mi casa es un infierno ;
y después que esto me pasa,
desde el primero hasta el último
. diián pestes de mi casa.
Y porque la han escogido
como la máB á propósito
para holgar y meter ruido ,
¿yo he de ser esclava aquí;
yo, Toribio, cuya máxima
es el qué se me da á mí?
Tras que mi casa les doy,
sin pedir su beneplácito
¿no podré decir: me vov?
Por qué vienen? quién los llama?
¿ Ó quieres que todo picaro
mande aquí, menos el ama?
No, ya basta; no, señor;
y si se pican, bravísimo!,
y si no vuelven , mejor !
Toribio. Tienes razón para cuatro ,
?' has hablado como un Séneca. —
remos pues al teatro.
Rosalía. Conque, abur Ah! la cocina
dos dias ha que está huérfana
Eorque se fué Ceferina.
i acaso viene en mi ausencia
una muy limpia y muy práctica
que me envían de la agencia,
recíbela tú.
Está bien.
Adiós, mi vida.
Adiós, ídolo
( Maldita seas , amén ! )
Toribio.
Rosalía.
Toribio.
ESCENA IL
D. TORIBIO.
{Dale con la boda, y dale
con el amor! {Si no piensa
la inaldita en otra cosa 1
Y aunque yo me hago de pencas,
ella (firme!, y no hay tu tia,
y erre que erre, y ni por esas.
I Si yo con ser mayordomo
estoy contento! Qué tema !
Manejar su hacienda, pase,
?ero I manejarla á ella 1
o no he cumplido veintiocho,
y ella pasa de cincuenta;
ella usía, y yo plebeyo
EL QUÉ DIRÁN.
171
Haremos linda pareja!—
Ya se ve . yo agradecido
le he dicno algunas simplezas ,
y como ella me quitó
de los hombros la librea ^
y por ella es don Toribio
el que era Toribio á secas,
y me mima, y me agasaja ,
y ¡pues! A tanta indirecta
¿quién resiste ? Era preciso
tener cara de vaqueta.
Y cáteme usted su novio 9
y me llevará á la iglesia,
y ¿cómo le digo nones
después de tantas pamemas? —
Qué lástima! Un moceton
de pelo en pecho, en la fuerza
de la edad Y ahora que tengo
ahorradas cuatro talegas .^ . . .
Si me caso, todo és mió,
y mejor cuando se muera
¿Y si ella me mata á mí
primero? Maldita viejal
No temo que me domine,
y es muy tonta si lo piensa;
que si ahora, porque aun es ama,
callo y bajo las orejas,
luego que estemos casados
ya la haré entrar por vereda;
mas, ay! lo que temo yo
más que una nube de piedra
es su amor desaforado,
y sus caricias horrendas ,
y su aceite de Garaiy
y su bebida antistérica.
ESCENA IIL
D- TORIBIO. JUANA.
Juana. Don Toribio !
Toribio. Qué hay, Ju anilla?
Juana. (Que á mí me mande ese bestia I )
lina moza que pretende
la plaza de cocinera
pregunta por la sefiora
Toribio. bí, ya sé Dile que venga.
ESCENA IV.
D. TORIBIO.
Vamos, no nuedo olvidarme
de aquella maldita pécora.
Yo sí que podré decir,
mejor que el otro babieca:
si buena ínsula me dan ,
buenos azotes me cuesta.
[So sienta.]
ESCENA V.
D. TORIBIO. LORENZA.
[Ál principio de la escena Aabla D. Toribio en
tono de amo, medio reclinado en el sqfd y sin
mirar fijamente i Lorenza.]
Lorenza. [Á la puerta.]
Da usted permiso?
Toribio. Adelante.
Lorenza.[Ácercdndose algunos pasos.] .
Acá me envía la agencia
Toribio. Sí. Dónde ha servido usted?
Lorenza. En tres casas
Toribio. La postrera.
Lorenza. En casa de un proveedor
de la tropa
Toribio. Buena mesa!
£h?
Lorenza. Sí, señor.
Toribio. I Así engordan
los soldados que alimenta! —
¿Y por qué ha perdido usted
una proporción como esa?
Lorenza. Por chanzas del señorito
y chismes de la pasiega.
Toribio. Qué ganaba usted?
Lorenza. Cien reales.
(Esa voz )
Toribio, Aquí, sesenta,
3ue no somos proveedores
e cebada y de galleta.
Lorenza. n&B2L cara..... Juraría....)
Bien. Aquí hav menos faena
Toribio. Poca. En dando gusto al ama....,
y á mí primero que á ella.....
Lo9*enza.meu.
Toribio. Es usted respondona?
Lorenza. No, señor.
Toribio. Es usted puerca?
Lorenza. Qué pregunta I Limpia soy
como el oro.
Toribio. Norabuena.
Cuántos años?
Lorenza. Veintitrés.
Toribio. ¿Su gracia de usted
Lorenza. Lorenza,
para servirle.
Toribio. Enterado.
Lorenza. (No hay duda. Él es.)
Toribio. De qué tierra?
Lorenza. Soy asturiana.
Toribio. [Levantándose.] Asturiana!
(Oiga! y es como una perla
I ese carácter de cara
no es para mí cosa nueva.)
Acerqúese usted un poco.
[Lorenza da un paso,]
Un poquito más Es ella!
172
EL QUÉ DIRÁN.
Lorenza. [Con ahgHa,]
Ah I Toribio !
Lorenza.
Toribio,
Lorenza,
Toribio,
Lorenza,
[Con respeto,]
Don Toribio I
Toribio, [Con abandono,]
Oh! Lorencital....
[Con dignidad,]
Lorenza I —
Hafl dado un buen estirón ,
muchacha, y estás más gruesa.
Es favor que me hace usted.
Y qué guapa! (Ahí si no fuera
por el qué dirán )
Siete años
hará por carnestolendas
que nos conocimos
Sí.
Tú eras entonces niñera
Sí, señor. Murió la cria,
me despidió la Condesa ,
7 en otra casa después
me ajusté de cocinera.
Toribio, Las muchachas de talento,
como tú, nunca se quedan
sin acomodo. Hola! ¿sabes
que has hecho buena carrera?
Lorenza, Pues ¿y usted? Caramba! ¡Usted....
Toribio, [Con petulancia,]
¿Yo... Tal cual... No tengo queja...
Lorenza, Cuando iba usted tan tieso
detras de la carretela
Toribio, Sí, en efecto Todo es coche.
Qué más da dentro que fuera?
Lorenza. Cuando iba usted por la compra
Toribio, Me daban aquella prueba
de confianza.
Lorenza, ¡Y qué listo
servía usted á la mesa!....
Toribio. Siempre he sido servicial.
Lorenza. Y limpiaba
Toribio, Eh 1 la modestia
El noviciado (Qué hermosa ! )
Lorenza. Vamos, si por más que quiera
no me podré acostumbrar
Toribio, Pues es preciso que tengas
filosofía. Me entiendes?
Y que calles lo que sepas ,
y que te olvides de todo
menos de guisar en regla.
Lorenza, Bien, señor.
Tonbio. (Qué alhaja! ¡Y yo
la trato de esta manera !
Mas mí posición social
Las leyes de la etiqueta )
Lorenza, Conque i quedo recibida,
don Toribio?
Toribio, [Con cariño.] Sí, morena.
[Reprimiéndose,]
Sí tal. (Se me va la burra.)
[Tocando la campanilla.]
Y ha de ser (Bendita sea!....)
desde ahora mismo.
Lorenza. Está bien,
señor. (Gallarda presencia!)
ESCENA VI.
D. TORIBIO. LORENZA. JUANA.
Juana, Mande usted.
Lorenza. (Pero mejor
le sentaba la librea.)
Toribio. Reconoce á la señora
Íor tu amiga y compañera,
istamos?
Juana. Bien.
Toribio, Y por jefe
del fogón y la alacena
en los actos del servicio.
Juana. Corriente.
Lorenza, LÍ Juana.] Usté es la doncella?
Juana. Y muy servidora
Tf^i^o, Adentro
Eso, adentro
Lorenza, Con licencia
Toribio, (Ay chusca!....) Vayan con Dios,
y que no haiga peloteras.
ESCENA VII.
D. TORIBÍO. .
Qué rolliza! qué frescota!....
¿No es un cargo de conciencia
no haberle dado un abrazo....,
ni un mal pellizco siquiera?
Vergüenza con la criada
y con el ama vergüenza
¡Qué situación tan , así ,
tan mestiza y tan violenta !
ESCENA VIII.
D. TORIBIO. D. IGNACIO.
Ignacio. Don Toribio
TonUo, Hola! Qué tal?
Ignacio, Después de tanta promesa,
rodando dé mesa en mesa
se ha perdido el memorial.
Toribio. Se hace otro. ¿Cómo ha de ser!
EL QOÉ DIRÁN.
173
Ignacio. Qué ! ya Como Boy novicio
en el arrastrado oficio
de adular y pretender,
renegando en la antesala
del portero v del ministro,
al oficial del registro
he mandado noramala.
Toridio. Hombre!
Ignacio. Me sobró razón
y me faltó sufrimiento.
Por mi Camila lo siento.
Dónde está? Salió el Barón ?
Toribio. Sí, señor, ya hace buen rato.
Voy á mandarla llamar
sólo por hacer rabiar
á aquel viejo mentecato.
Que lástima de ataúd!
T yo si fuera que usted
ponia pies en pared ,
y me casaba, y \ salud !
Mas ya la veo llegar
?á usté se le cae la baba
elen ustedes la pava,
y buen provecho, y ¡andar!
ESCENA IX.
D. IGNACIO. CAMILA.
Camila. Ahí Te veo al fin, bien mió I
¿No sabes Estoy temblando. . . . .
¿Dónde has conocido ^ cuándo
al marqués de Pozo-frio?
Ignacio. To? No le he visto jamás.
Camila. ¿Cómo ¿ Ks posible
Ignacio. No, á fe.
Pero ¿qué tienes? ¿Por qué
tan atribulada estás?
Camila. Nuestro amor constante y fiel
mi labio le reveló.
y cuando tu nombre oyó
no sé qué pasó por él.
Ignacio. Es cosa muy natural,
que para un celoso adusto
nunca fué plato de gusto
el nombre de su rival.
Camila. Más antiguo es su rencor
por lo que yo colegí.
Ay ! se despidió de mí
con tono amenazador.
Dejó este billete, escrito
con veloz trémula mano,
cual si entonces, inhumano,
meditara algún delito.
Cuánta ha sido mi inquietud I
[Enseñando el billete.]
Pero mira. No está abierto.
Ignacio. Mujer y amante Por cierto
que asombra tanta virtud.
Camila. Ya que es tal tu admiración
Ignacio.
Camila.
Ignacio.
Camila.
Ignacio.
Camila.
Ignacio.
Camila.
Ignacio.
Camila.
Ignacio.
Camila.
porque he triunfado de un vicio,
tan heroico sacrificio
bien merece galardón.
Dime pues lo que deseas ,
que servirte es mi placer.
Esta carta he de leer
antes de que tú la leas.
De buen grado lo consiento,
aunque me haces un insulto
sabiendo que no te oculto
ni el más leve pensamiento.
Tengo celos, y si aquí
por mi desgracia averiguo
Boba!
Algún pecado antiguo
Sólo pecara por ti.
[Abriendo la carta.]
Pronto satisfecha estoy.
Que así me ofendas !
(Dios mío!
Si es carta de desafío,
la rompo y no se la doy.)
[Lee fara si.]
(Si no hay trato entre los dos,
qué carta puede ser esa )
\ Es posible Qué sorpresa ! . .
\
.)
ESCENA X.
D. Ignacio; Camila, juana.
Juana. [LUga corriendo por la derecha.]
El Barón !
Camila, Cielos I Adiós !
[JTuyepv" el foro. Juana la siffue.]
ESCENA XI.
D. IGNACIO.
El billete ! . . . . Échala un galgo !
Si voy tras de ella y me encuentro
al Barón por allá dentro
Qué querrá de mí el hidalgo?
Sospechoso es el papel.
Sin duda á lidiar me llama
quejoso de que una dama
me naya preferido á él.'
Buena ceguedad por cierto !
Suponiendo que él me rinda,
Íserá su cara más linda
espues que yo me haya muerto?
Y á fe que gran calavera
mi rival debe de ser
si para eso á una mujer
174
EL QUÉ DIRÁN.
elige por mensajera.
¿Á (jué dar an sobresalto
á mi Camila? Eso es tonto.
Mas si me busca , estoy pronto,
que al pundonor nunca falto.
ESCENA XII.
D. IGNAQO. EL BAReN.
Barón.
[Uegafor la puerta dé la derecha*']
Veamos si Rosalía
Hola I Aquí estás, mal vasallo?
Ignacio, No me insulte usted. To callo.
Barón. Mire usted qué hipocresía!
ficbate ahora en el surco
para que yo no te riña ,
después que i mi incauta niña
Se niciera más con un turco?
Ignacio. ¡Tio...., por Dios
Barón . ¿ Con qué cara
tender osaste la red
Ignacio. Mejor es irme
[Al irse le sale al encuentro el Mar^
qués.]
Marq.
Barón.
Ignacio.
Barón.
Marq.
Barón.
ESCENA Xni.
EL BARÓN. D. IGNACIO. EL MARQUÉS.
Marq.
Barón.
Ignacio.
Marq.
Ignacio.
Barón.
Marq.
Ignacio.
¿Es usted
don Ignacio de Guevara?
Oh Marqués I
[Al Maraués.] Ese es mi nombre.
(MI rival! Esto promete.)
¿Le han dado á usted un .billete
No, señor.
(Qué querrá este hombre?)
¿Cómo
[En voz baja.]
Lo estorbé mi tio
con su llegada importuna.
[Siguen hablando aparte D. Ignacio
y el Marqués.]
Barón. (Hablan quedo. Qué fortuna!
Esto para en desafío.
El pastel se ha descubierto,
ya no vale hacerse el sordo,
?' si el Marqués le habla gordo,
gnacio se da por muerto.
Primero que irse á batir
renuncia á su cara prima,
que no se aprende la esgrima
con la vara de medir.
Bravo! Qué buen expediente!
Ta baja los ojos Miedo!
Ignacio.
Marq.
Barón.
Ignacio,
Marq.
Barón.
Ignacio,
Barón.
J^nacio,
Éaron.
Marq.
Barón.
Marq.
Barón.
I A. ver si hoy me desenredo
de un sobrino impertinente!)
[Á inedia voz.]
Es larga historia. En mi casa
hablaremos más despacio.
Sígame usted.
( Pobre Ignacio ! )
(Cielos! Qué es lo que me pasa?
To tanto dinero junto ! )
[Poniéndose en medio.]
Eh! qué es eso? desafío?
Es sagrada, amigo mió,
la voluntad de un difunto.
(¿Qué oigo! Ta muerto le cuenta
y se encarga \ qué piedad !
de su postrer voluntad.
No, no es justo que consienta )
Haya paz, haya concordia,
señores.
[A D. Ignacio.]
Teme á la muerte,
Ignacio.
[Al Marqués.]
Usted , T^ue es más fuerte ,
tenga de él misericordia.
Usted sueña
Usted delira
[Al Marqués.]
Vamos, yo sé lo que digo.
Contra un débil enemigo
no es generosa la ira.
Por orgullo y por tesón
él á morir se dispone,
pero si usted le propone
alguna indemnización
¿Cómo
Oigamos.
¿De qué vale
llevarlo por la tremenda?
Dirimamos la contienda
Si no hay tal contienda! Dale!
Matarse por una bella
es una majadería,
y no es menor tontería
morirse de hambre con ella;
y pues ustedes son dos
y la novia es una, opino
que la ceda mi sobrino
y que lo lleve por Dios.
Cederla? Jamas ! Primero
Temerario! Horrible trance!....
To sé lo que en este lance
debe hacer un caballero.
Gran Dios! Un tiro en la frente
Una estocada en el bazo
Qué! no es mejor un abrazo?
[Se abrazan.]
¿Cómo Vaya , él lo consiente. . . .
Es decir que ya amainé.
EL QUÉ DIRÁN.
17S
tanto la pobreza agobia !
y le cede á usted la novia
Márq. El que la cede soy yo.
Barón. ¡ Cederla usted , mal galán ,
indigno de Calderón I
Y á un primo de munición?
Válgame Dios ! ¿Qué dirán I
Marq. Dirán y amigo Barón ,
que sé hacer por mi quietud
de necesidad virtud
y de tripas corazón.
Dirán que el bello prodigio
por quien perdí mi reposo
Ía en favor del más dichoso
a sentenciado el litigio.
Dirán que, pues ya me afeito,
debo proceder con calma,
y no perder vida y alma
después de perder el pleito.
Mas sabiendo quién soy yo
no lo achacarán á mieao;
que á la razou siempre cedo,
. pero ¿á la fuerza? Eso no.
Barón. Pero hombre, ¿áquiéu se le ofrece..
Ignacio. [Al Marqvés,']
T dirán que usted triunfara
sí mi prima se prendara
del que mejor la merece.
Sí , ^ue es usted un modelo
de virtud, pues liberal
aun con su propio rival...;.
Marq. No, sino justo.
Barón . . El trastuelo I . . . .
Marq. Vamos
Barón. Y dirán que , al cabo,
obra usted como quien es.
Marq. Eh?
Barón. Como un recien-marqués
que se apea por el rabo.
Marq. Y añadirán que me alegro,
como hay bios , de no casarme ,
por no desacreditarme
con tan ridículo suegro.
con marqueses de aluvión.
¡Verme ahora desairado
cuando creí ¡ Voto á briós..
jVaya, que hay dias fatales,
y uno de ellos es el de hoy !
La chica se me enamora
de un ex-hortera pelón;
echo al pelón de mí casa,
y mi hermana dice ; nó I
y l^bré de aguantar la mecha
ó mudarme á un parador;
y pierdo después un pleito .
que vale medio millón ,
y amén de eso me condenan
én costas , que es lo peor ,
y subirán á las nubes ,
porque soy hombre de pro ;
vuelvo á mi casa mohino ,
y alzando el Marqués la voz
para apoyar al menguado
que la dama le birló ,
le da la mano , y compinches
se burlan de mí los dos.
Ahora falta que mi hermana...
ESCENA XIV.
EL BARÓN.
[Á la puerta.]
Oiga usted!.... Yo soy Guevara,
y CarvfLJal, y Daóiz;
y dé matrona en matrona,
y de varón en varón
desciendo del rey don Fruela;
y esto es claro como el sol.
Vea usted mi ejecutoria
[ Volviendo al proscenio. ]
No tiene él la culpa, no.
Yo la tengo por rozarme
ESCENA XV.
EL BARÓN. D. TORIBIO.
[Don Toribio viene por el foro en dirección de
la puerta de la izquierda.]
ToriUo. Alto! A quién busca el Barón?
Barón. Á mí hermana.
Toribio. [Siguiendo su camino.]
No ha venido.
Barón. Vendrá pronto?
Toribio. [Con íMU modo.] Qué sé yo?
[Entra y cierra ffi puerta.]
ESCENA XVL
EL BARÓN.
Bárbaro! ¿Así se responde
Lo celebro como hay Dios.
Para remachar el clavo
viene de molde esa coz.
i Por vida..... lY yo he de sufrir
tal afrenta? ¿Y no le doy
una paliza y le rompo
los hombros y el esternón?
Mas... dejarlo. Qué dirían?
Es quien es, y soy quien soy ;
?r aunque tengo de mí parte
a justicia y el valor,
zape! es asturiano y tiene
mejores puños que yo.
[rase por la puerta de la derecha.]
17C
KL QUÉ DIRÁN.
ACTO CUARTO
I^ decoración del acto tercero.
ESCENA I.
D. TORIBIO.
[Sale por la puerta de la izquierda.]
Por fín se íxxé al tocador
y tiene para ana hora.
Respiremos. ¡ Ay qué vida
me espera! Maldita boda!
Si fuese yo tan feliz
que tomase por la boca
esa bruja la mitad
del solimán con que frota
su cara atroz Condenada!
De qué valen esas drogas ?
Sin quitarte un año solo
te ponen más espantosa.
¡ Compare usted ese gesto
de barniz y de tramoya
con la cara de Lorenza
tan colorada y sanotal
¡ Como soy Toribio Pando
que es una gallarda moza!
¡T yo que la vi denántes
en el centro de su gloria;
en la cocina I Qué brío !
Con qué despejo maniobra!
Ta apartando la sartén
quiefB espumar una olla ,
y al alzar la cobertera
se quema, reniega y sopla;
ya carga con un barreño ;
ya alcanza una cacerola;
ya á los gatos escarmienta
con el psuo de la escoba.
Todo se lo encuentra hecho;
nunca está su mano ociosa;
ya el papel de los cominos,
ya un manojo de cebollas,
ya la mano del mortero ,
va el cucharon de la sopa
Y siempre cantando I y dale !
y una seguidilla ahora,
y una rondeña después ,
y entre col y col la jota,
con un dejillo asturiano
que arrebata, que enamora;
y vuelta á las seguidillas,
y j fuego de Dios, qué coplas!
Y si en la cocina es esto ,
que tiene su pro y su contra,
¿qué será cuando jabone
remangada y frescachona ,
y aquellos cuartos traginen ,
y se descuaderne toda,
V ¡Téngame de su mano
la Virgen de Covadonga!
Lorenza.
Torióio.
Lorenza.
Tbribio.
Lorenza.
Torihio.
Lorenza.
Toribio.
Lorenza.
Toribio,
Lorenza.
Toribio,
Lorenza.
Toribio.
Lorenza.
Toribio.
Lorenza.
Toribio.
Lorenza.
Toribio.
ESCENA II.
D. TORIBIO. LORENZA.
Cuando usted quiera tomar
I9S bizcochos y la copa
Eres tú , desventurada I
¿Por qué vienes en persona
á aumentar los reconcomios
que el corazón me destrozan?
¿Qué dice usted, don Toribio!
¿Sabes, Lorenza, que hay horas
fatales
Está usted malo?
Ay Lorenza! Ó tengo el cólera...-
Virgen Santa!
Ó tengo amor.
Bah! creí que era otra cosa.
Pero no es amor venial
el mió: es una carcoma
que dará al traste conmigo
como tú no me socorras.
¿Qué escucho! ¿Conque soy yo..,
Chito !
Usted me habla de broma.
Atiende...., y habla más bajo,
Eorque hay moros en la costa,
o primero y principal,
déjate de ceremonias
y apéame el tratamiento.
Y qué dirá la señora
o digo que me tutees
delante de ella, no. Á solas
Usté es amo y yo criada
Qué amo, ni qué zanahoría?
Yo soy un señor muy llano.
Déjate querer, tontona.
Si fuéramos compañeros
como años atrás
No importa.
Los dos somos ciudadanos,
i
EL QUÉ
y entre amantes y patriotas
debe reinar la igualdad
sin privilegios ni andróminas.
Zorenza.VerOy hombre Pero, señor
Piensa usted que yo soy tonta?
¿CkSmo ha de quererme á mí
si está enamorado de otra?
TMUo. No creas
Lorenza. Bah I la doncella
me ha contado ya la historia
¿No sé yo que usted se casa
¡pues I y que el ama es su novia
Tariiio. Áhy calla!
Lorenza, ¿T que se alza usted
con el santo y la limosna?
Toridio, No me toques esa Haga!
Es verdad, cierta es la boda;
mañana es el dia aciago ;
se ha avisado á la parroquia
No puedo llamarme andana
Esa tarasca me acosa
Lorenza! ¡Soy una víctima
Ten de mí misericordia I
Mas conténtese la vieja
con el título de esposa;
que mi alma y mi corazón
y mi dinero , y sus joyas
inclusive , todo es tuyo
si me haces la baena obra
de quererme.
Lorenza . Yo quererte
Sí, señor; pero mi honra
Toribio. Tu honral.... Otra víctima es esta,
otra víctima forzosa
que reclaman las actuales
circunstancias. Esa prójima
me obliga á ser inmoral.
¿Qué se ha de hacer I ¡ Sé filósofa,
mujer I Marcha con el siglo I
Zor^^a. Yaya, todo eso es parola,
y yo no quiero
Toribio, Lorenza !
No seas bestia, y perdona.
Ponte en la razón
Rosalía. {Dentro.] Toribio!
Toribio. Vete! Corre! La marmota
Se continuará.
Lorenza. Es que yo
DIRÁN.
177
ESCENA III.
D. TORIBIO. DOÑA ROSALÍA. LORENZA.
Toribio. [Mudando de tono.]
Sí , á las cuatro en punto. Sopa
de arroz.
Lorenza. Muy bien.
Toribio. Y que traigan
limones para las ostras.
n.
ESCENA IV.
DOÑA ROSALÍA. D. TORIBIO.
Toribio, Ah! estabas aquí Ha venido
á preguntarme á qué hora
comemos. Llamabas?
Rosalía. Sí.
Toribio, Qué querías?
Rosalía, Que me pongas
esta pulsera.
[Le da una que trae en la mano y don
Toribio se lapone.\
Toribio. Sí haré. .
Rosalía. Juana la ha dejado floja.
Toribio. [Soltando el brazo.]
Está bien?
Rosalía. Perfectamente. —
Cómo es eso? Ni me tomas
la mano
Toribio. [Tomándola.]
Ahí...
Rosalía. Ni me la besas.
Toribio. [Después de besar la mano á doña Ro'
salía,]
(Maldita sea mi boca!)
ESCENA V.
DOÑA ROSALÍA. D. TORIBIO. EL BARÓN.
Barón. Bosalía
Rosalía, Qué hay, Lupercio?
Barón . Tenía que hablarte
Rosalía. . Ahora?
Barón. Si lo permite el señor
Toribio. El que se larga no estorba.
[ Vase por el foro.]
ESCENA VI.
DOÑA ROSALÍA. EL BARÓN.
Barón. Por él qué dirán , hermana ,
y nuestro mutuo interés,^
antes de entrar en materia
quiero proponerte
Rosalía. Qué?
Barón. Que hagamos un armisticio.
Rosalía, En baen hora, pero ten
entendido que á mí nadie
12
178
Barón,
EL QUÉ DIRÁN.
Rosalía.
Barón.
Rosalía,
Barón,
Rosalía,
Barón,
Rosalía,
Barón,
Rosalía,
Barón.
Rosalía,
Barón.
Rosalía,
Barón.
Rosalía.
Barón,
Rosalía,
Barón.
Rosalía.
Barón.
me da en mi casa la ley.
Ni yo te la qaiero dar,
ni sufro qne me la des.
T6 seguirás con ta tema
y yo con la mia.
Bien.
Y si yerras el camino
y te lleva Lucifer,
allá te las hayas.
Bueno.
Lo mismo te digo.
Amén.
Vamos ahora á mi negocio.
Tenía un pleito
Lo sé.
Sobre el cual se habrán escrito
sus diez resmas de papel.
Á juicio de mi abogado
era artículo de fe
la justicia de mi causa,
y yo descansaba en él ,
y ya amigos y curiales
me daban eU parabién;
pero el tribunal ha sido
de distinto parecer.
Es decir en castellano
que has perdido el pleito.
Pues.
Y van dos en poco tiempo,
y perderé hasta la piel.
Yo siento infinito
Gracias.
¿Por qué no apelas
Á quién?
Ya no hay más apelación.
Pues, Jiijo...., cómo ha de serJ
Paciencia, filosofía.
Nunca tan del caso fué
tu acostumbrado estribillo
<ir^qué dirán!» como esta vez.
Oh I por eso no he de echarme
á la garganta un cordel ;
que si he perdido ese vínculo
aun me quedan otros diez,.
y si no estuviera yo
tan empeñado, ó si un buen
administrador
Si quieres,
lo tendrás.
No he de querer?
Nadie gusta de arruinarse.
Pero ¿dónde encontraré
ese fénix, si de encargo
no me le hace un tirolés?
Sélo tú mismo.
Imposible !
¡ Haría lindo papel
un barón oficinista!
Pues bien, quien tenga interés
en conservarte la hacienda
como le puedes tener
tú propio: un hijo.
Ya, un yerno
Rosalía.
Barón,
Rosalía,
Barón.
Rosalía.
Barón,
Rosalía,
•
Barón.
Rosalía,
Barón.
Rosalía,
Barón,
Rosalía.
Barón,
Rosalía,
Barón.
Rosalía.
Barón.
Rosalía,
Barón.
Rosalía,
Barón.
querrás decir.
Eso es.
Ese era otro pleito, hermana,
y le he perdido también.
No tal
¡Sí tal, que me ha dado
calabazas el Marqués I
Oh! ¿qué dirán
Yo te hablaba
de Ignacio
¿Qué oigo! Deten
la lengua, ün perdido, un vago
No quiero nada con él.
Es tan honrado Y al fin
nuestro hermano le dio el ser.
No transijo con horteras.
Pero
Nada! No hay cuartel.
Te acbnsejo como hermana.
Otra cosa he menester;
no consejos. He perdido
el pleito...., suerte cruel!
y habré de pagar las costas
ó me embargarán mi tren,
mis muebles, mi cruz de Alcántara,
mi ejecutoría tal vez ! ;
y como al que está por tierra
todos le dan con el pié,
me lloverán acreedores
y yo, aquí donde me ves ,
estoy tronado, no tengo
un maravedí. Ahora bien ,
? réstame un par de talegas
lo puedo
Dentro de un mes
te las vuelvo. -
Es imposible.
Tengo mil glastos que hacer.
Voy á casarme
Aunque sea •
con usura, y aunque dé
más que decir nuestro empréstito
que el de Onethard,
Qué moler!
Ya he dicho que no.
¡ Por Dios,
hermana!.... Ten piedad, ten....
¡Vea usted las consecuencias
del fausto, del oropel,
del desorden
¡Rosalía
¡Y aun nos la echará después
de persona !
Voto abrios!....
Rosalía, [Conmqfa,]
Y ahora ¿qué dirán!
Barón, * Mujer!..
Si no mirara
Rosalía. No digo?
Barón, Hum!....
EL QUÉ DIRÁN.
ESCENA Vir.
. EL BARÓN. DOÑA ROSALÍA. JUANA.
Juana, [Llega apresurada y llama con mis-
terio d doña Jiosalia,]
Señora I Escache usjied.
Eosatta. Qaé se ofrece ?
[Juana habla aparte con su ama, y
esta la oye con suma agitación,]
Barón. ( ¡ Lo que puede
una inclinación soez I)
üosalia. ¿Qué oigo! Vamos...
Juana. De puntillas...
[Vansepor el/oro.]
ESCENA VIH.
EL BARÓN.
•
Ni á su hermano tiene ley !
Pero yo tengo la culpa,
porqiié sabiendo quien es .
le descubro mis miserias
y provoco su desden.
Rosalía, [Dentro,]
Bribona 1
I
Rosalia. [Dentro,] Infames!
Á la calle I pronto I — Infiel I
[Siguen gritando dentro los tres,]
Barón . Qué es esto? ¿Qué gritería. ....
üosalia, [Ya casi en la escena,]
Qué insulto! qué avilantez!
[ Viene riñendo con D. Torilio.]
ESCENA IX.
DOÑA ROSALÍA. EL BARÓN. D. TORIBIO.
Toribio,
Rosalia.
Barón.
Toribio.
Rosalia.
Toribio.
Rosalia.
Toribio.
Rosalia.
Toribio.
Vamos, prudencia, prudencia....
Retozar con la criada !....
Oiga!....
Si no ha sido nada!....
Habrá mayor insolencia?
No te incomodes por eso.
La trato con confianza
Ha sido una chanza
Chanza !
To te he visto darle un beso I
No tal
T con qué delicia!
No es cierto. Le anduvo cerca...
Rosalia.
Toribio.
Barón,
Rosalia.
Toribio.
Barón.
Toribio.
Rosalia.
Toribio.
Rosalia.
Toribio.
Barón.
Rosalia.
Barón.
Rosalia.
Toribio.
Rosalia.
Toribio.
Rosalia.
Toribio.
Rosalia.
Toribio.
Rosalia,
Barón.
Toribio.
Rosalia.
Toribio.
Rosalia.
M9
Sí la has besado. Á una puerca!
Habrá sido sin malicia.
(Ese asno me venga.)
Mientes.
Á título de paisanos
Somos los dos asturianos....,
y hemos salido parientes,
r ero ella es una infeliz ,
y así...., sin mala intención
Bien 1 I La hija de un barón
rival de una fregatriz !
T, si la verdad te digo,
una copa me bebí....,
y estaba pensando en ti
?' la equivoqué contigo,
nsolente! ¡vil
(¡Malhaya )
¿Puedo compararme yo
con esa pindongas-
No...^,
(que ella es más bonita; vaya!)
Toma la filosofía !
Toma el qué se me da á mí !
Calla ! Quién te llama aquí?
Te has lucido, Rosalía !
Hum! Haria un desatino
¡Yo alimentaba, imprudente,
en mi pecho á una serpiente!
Yo no la truje. Ella vino
Se irá con mil de á caballo.
Sin comer? Pobre doncella!
¿Aun intercedes por ella
cuando de cólera estallo?
Bien (Mujer de Barrabas!....)
Ah! no es ella la traidora,
sino tú
¡Vamos, señora,
vamos...., que no lo haré más!
Hipócrita!
( ¡ Qué buen rato
me están dando entre los dos! )
Mi amor
Ea, aparta!
¡Adiós....
(Quemada te vea!)
Ingrato !
[Se deja caer afligida en un sillón.]
Baron^
Rosalia.
Barón.
Rosalia.
Barón,
ESCENA X. •
DOÑA ROSALÍA. EL BARÓN.
¿Cómo te pones tan fosca
?or frivolas chanzonetas?
a he dicho que no te metas
en mis asuntos. Qué mosca !
Ello, es verdad que el amigo
no es corto de genio. Eh?
Jesús!....
Pero ya se ve,
si la equivocó contigo !
180
HosaHa. Paede que sí.
Barón. Beso inmundo!
Pero ¿qué importa?
Jiosalia. Hum!... Me abrasas;
me corrompes.
Barón. [Con soflamaJ] Tú te casas
£ara ti; no para el mundo,
^irán que tu mano ofreces
á un torpe animal anfibio,
mas vale mucho un Toribio
Rosalia. [Levantándose, '\
Vale más que tú cien veces.
Si un desliz ha cometido
Barón. Juzga lo que hará después.
Rosalia. Amor le traerá á mis pies,
pesaroso, arrepentido.
V acaso es verdad, ¿quién sabe....,
lo que en disculpa alegó;
y un beso,.... no creo yo
que es un delito tan grave
Y quizá con mis injurias
castigo injusto le doy^....
porque informada no estoy
de las costumbres de Asturias.
T en fin, aunque sea infiel
y me lleve Belcebú,
sólo porque rabies tú
haré las paces con él.
ESCENA XI.
EL BARÓN. CAMILA. DOÑA ROSALÍA.
[Camila Uega acelerada for la fuer la de la
derecAa.]
Camila. Ay, papá! Ay, tial
Barón. Qué es eso?
Rosalia. Qué jiucede?
Camila. El escribano
Alguaciles
Barón. Bien temia
Qué dicen? ¿Cosa de embargo
Camila. No sé. De miedo á sus caras,
que parecen las del diablo,
me vengo huyendo. Preguntan
por usted
Barón. La hemos logrado !
Camila. Ta están aquí I
EL QUÉ DIRÁN.
ESCENA XII.
EL BARÓN. CAMILA. DOÑA ROSALÍA.
ESCRIBANO. ALGUACILES.
Escrib . Con licencia
¿El barón de Nieva
Rosalia. . (Malo!)
Barón. Yo soy. No niego mi nomT)re
á nadie.
Eseril. Pues yo reclamo
EL
de usfa catorce mil
reales á que ascienden , salvo
error de pluma 6 de suma,
las costas
Barón. Vamos despacio.
¿Conque hoy he perdido el pleito,
y ya..... No es muerte de ahogados.
Escrib. I Si yo no hablo del de hoy,
sino de otro, cuyo fallo
Barón. ¿ El de la huerta
Escrib, Ese mismo.
Ta hace un mes...
Barón. No doy un cuarto.
Escrib. Cómo I ¿se rebela usfa
Barón, To no digo eso.
Escrib. ¿Al mandato
del tribunal?
Barón. Oiga usted
Yo deseo
Escrib. [Mostrando un papel.]
Aquí está el auto.
Barón. Que me dejen, respirar
Escrib. [Mostrando otro papel.]
Y aquí están por inventario
.las costas , que pido, et calera^
con la tasación al canto
de los peritos.
Barón. Peritos.
Hable usted en castellano.
Escrib. Pague usía en español.
Barón. Lo haré. Que me den un plazo.
Escrib. Eso, al tribunal.
Barón. Lo entiendo,
sí, señor; mas, sin embargo
Escrib. No; el embargo es de rigor,
y embargaré hasta los clavos.
Camila. Dios mió ! ... .
Escrib. Reclame usía
después á Poncio Pilato.
Barón. Pero, hombre
Escrib. Soy inflexible.
Barón. ¡ Qué grosería y qué bárbaro
proceder!
Camila. Véngase usted
á la razón. ( ¡Éste Ignacio
que no viene )
Escrib. Ea, que es tarde!
Manos á la obra, muchachos!
Barón. Ah! ¿qué dirán
Escrib . Principiemos
por los muebles de este cuarto.
Rosalia. Alto! Á mí nadie me embarga.
Aquí no habita mi hermano.
Su habitación es aquella.
Eso faltaba! Mis trastos
son inocentes, y yo
lo que no cómo no pago.
Escrib. Eso...., se verá después.
Yo embargaré mientras tanto
Rosalia. ¿Cómo se entiende! Primero
Barón. No sea usted temerario:
Camila,
Rosália.
Camila,
Rosalía,
Camila,
Escrib.
Rosalía,
Escrib,
Camila,
Barón.
Camila.
Escrib.
Barón.
Escrib,
Camila,
EL Ql^É
Mi hermana tiene razón ,
lo caal suele ser muy raro,
y es que usted la coge ahora
en un lúcido intervalo.
Querida tia , usted puede
conjurar este nublado.
Cómo?
Prestando á mi padre
esasuma
Ni un ochavo.
Por poco tiempo será ,
que yo espero....
En qué quedamos ?
Ya he dicho que no. | Que purgue
su orgullo y su despilfarro,
y que escarmiente, y que sepa
que Dios castiga sin palo,
y no se vuelva á meter
á predicador el diablo.
Sí , ¡ pues está la madera
Í)ara nacer cucharas!
A los alguaciles.] Vamos
Un momento!....
[A Doña Rosalía,] Ya no quiero
nada de ti, nada; y si algo
me pesa en el corazón
es el haberme humillado
á una No te digo más *
por no dar aquí un escáncfedo. —
Hagan ustedes su oficio,
y despachen con mil santos.
No, no! Deténganse ustedes.
Se les pagará. Yo salgo
garante
Linda hipoteca !
Bien sé yo que más de cuatro
la admitirían gustosos....,
mas yo prefiero el metálico.
(Caribef....)
Soy hombre, pero
Pero es usted escribano!
DIRÁN.
ESCENA XIII.
EL BARÓN. CAMILA. DOÑA ROSALÍA. DON
IGNACIO. EL ESCRIBANO. ALGUi^CILES.
•
Ignacio, Qué es esto?
Camila. Ah ! Gracias á Dios !
Ese hombre viene á embargarnos ;
mi padre no tiene fondos ,
y en un trance tan amargo
mi tia nos abandona;
mas yo contaba, no en yano^
con tu generosidad.
Sí , no recuerdes agravios ;
salva el honor de mi padre
Barón. Qué ha de hacer ese cuitado?
¡ A buen puerto me remolcas
{»ara evitarme un naufragio !
Al Escribano.]
¿ Cómo se podrá excusar
Escrib.
Ignacio.
Escrib,
Ignacio.
Camila.
Rosalía.
Ignacio.
Barón.
Escrib,
Barón.
Escrib.
Ignacio,
Barón.
Ignacio.
181
que tome usted por asalto
esta respetable casa?
Buena pregunta ! Pagando.
[Sacando una cartera,]
Cuánto?
Catorce mil reales,
según minuta que traigo
[Sacando billetes,]
Basta.
Ah bien mió !
¿Es posible!....
[Dando algunos billetes al Escribano.]
Tome usted.
Estoy soñando?
[Examinando los billetes.]
Ocho, diez, doce, y este otro
[Acercándose i ver los billetes.]
Sí, son billetes del Banco!
Cabal. Estamos solventes.
Si hay más créditos, yo pago.
Tú!
Véase usted conmigo.
Yo soy el apoderado
del Barón.
Rosalía, [Aparte con el Barón.]
Eso es portearse
con nobleza. He aquí un rasgo
Barón, De que tú no eres capaz.
Escrib. Muy bien , enterado , y autos.
Señores , muy servidor
Beso á usías pies y manos ,
respective y y perdonar.
Son deberes de mi cargo
Y si usías necesitan
algún poder, ó contrato
conyugal
Camila. (Ah ! ¡ Quiera Dios. . . .)
Escrib, [Al Barón.]
Ó testamento
Barón, Mal rayo
le confunda á usted primero.
Escrib. Esto no es decir
Barón. |Eh Largo!
ESCENA XIV.
EL BARÓN. CAMILA. D. IGNACIO. DOÍíA
ROSALÍA.
Rosalía. Qué sorpresa!
Barón.
(Qué bochorno!)
l¿íe aparta d un lado cabizbajo
pensativo.]
Rosalía. Esta mañana temprano
^
m
EL QUÉ DI1Í5.
CkwUla.
RosaUa.
Ignacio.
tan polireetto, ¡y alioia
Vea usted!
¿Ddnde hi» hallado
eaamina?
En doe palabras
Toy i explicar el mOa^ro.
La bancarrota, del socio
i quien confié mi barco ,
faé snpaesta; en Yeracrox
se hizo despees millonario;
atacado de la fiebre
que hace allí tantos estragos
sintió próximo sa fin ,
y al iróho mortal llamando
al marqués de Poxo-firío,
que es su deudo más cercano,
le descubrió su secreto
ordenándole, en descargo
de su conciencia oprimida,
que sin tregua ni descanso
me buscara, y que la herencia
partiáKmos como hermanos;
y el Marqués me abre sus arcas
y antepone entre mis brazos
á'las iras del celoso
los deberes del hidalgo.
Camila. T yo, temblando por ti
como la hoja en el árbol ,
contra tu Tida, que es mia,
creí su rencor annado.
Dios mi injusticia perdone!
Jtosalia. Jesvs, qué Marqués tan guapo!
Vaya , siento un r^ocijo
[Al Barón,]
Qué haces tú tan cabizbajo? —
No responde. Ta se ve,
la Te^ñenza No lo extraño,
Ignacio. Rico soy, mas no me engríen
las riquezas, sino el lauro
de emplearlas en obsequio
de un tío á quien amo tanto.
(Ahí)
Ese tio puede darte
mucho más que tú le has dado ;
lo que vale para ti
más que Méjico; mi mano;
y no te la negará
sabiendo que te idolatro ,
y entre un padre y una hija
ya no se alzará inhumano
ese yerto qué dirán ,
fuente para mí de llanto.
(Oh !)
Lo enjugará piadoso,
y cuando á escoger le damos
entre perder á su hija
ó ser el padre de entrambos,
no hay que temer su elección ,
que su pecho no es de mármol.
AuQ vacilas! •
Eh! Dejadme..
(Quisiera estar siete estados
Barón.
Camila.
Barón.
Camila.
Rosalía.
Barón.
bajo tierra.^ T bien , yo he
un inicoo, un mentecato.
[i D. lgumeio.\
Mi preocopadon ridicula
me pintaba con ne&ndos
colores ta mostrador
de Gibraliar. Tu bizarro
proceder me ha confondido,
me ha hecho caer de mi asno.
Para expiar mi locara
y probar mi desengaño,
me haré, si queréis, tendero;
p<Hidré en la calle un tinglado
y gritaré: «¡ buenos fósforos
y papel para cigarros!»
Queréis más?
Ignacio. Ah tio !
Camila. Ah padre !
Barón. Pero si ahora me ablando
y aquel injusto desTÍo
conTÍerto en dulce agasajo,
de tan brusca peripecia
iqaé dirán los aristarcos?
No dirán que me ha rendido
la Tirtud de ese muchacho;
dirán que el yil interés
Camila. Qué temor tan infundado !
Ignacio. Otra Tez el qué dirán!
Camila. ¡Yaya que es fuerte trabajo
¿Conque antes porque era pobre,
y ahora poroue es propietario
¿Cómo templar esta gaita,
Dios mió !
Barón. \ Lleven los diablos
mi Te^^enza Tergonzosa!
El qué dirán es un fatuo
si en el deber no se funda
y si al bien sirve de obstáculo.
Venid, venid, hijos mios
Abrazadme y abrazaos!
[Lo hacen aH.]
Camila. Ah! Soy feliz!
Ignacio. \ Oh placer
inefieible!
Bosalia. Hermoso cuadro ! —
¡ ün ^lan , unnlan Las dos bodas
en mi casita de campo
ESCENA XV.
EL BARÓN. CAMILA, DOÑA ROSALÍA. DON
. IGNACIO. D. TORIBIO. LORENZA.
[Llega D. Toriiiopor el foro dando el brazo d
. Lort
*enza.]
Toritio, Con permiso
mi
Rosalía. [ Volviendo la cabeza.]
¿Quién ¿Qué veo!
EL QUE DIRÁN.
189
Rosalía.
Toriiio.
Rosalía,
Ignacio,
Camila.
Barón,
Toribio, Nada de particular.
Usted despide á Lorenza
y yo , que soy muy galán ,
la acompaño
Horror! infamia!
No lo tome usted á mal.
T09 usted ^ ella; ambos á tres
somos mayores de edad ;
y la ley nos hace libres ;
y se acabó; y la moral
no se ofende, porque aquí
se juega limpio...... y no haymás...;
y yo me caso con ella,
y ella conmigo, y cabal.
[Dejándose caer en un sillón,]
Desventurada de mí I
¿Quién había de pensar
Ahora salimos con eso ?
Eh!Nolodecia?Paf!
Se apeó por las orejas.
[Don Ignacio y Camila se acercan i
consolar d su tia.]
Llora usted porque se va I
Dejadme! Venganza! Monstruo!
Antes se debe alegrar
¿Pudiera usted ser feliz
con semejante animal?
¿Cómo
Prudencia!
Sí; vamonos,
que haré una bestialidad.
Ingrato! vil!....
Somos frágiles ,
un cuarto de hora fatal
j!l amor Yo bien quisiera
tener otra ley al pan
que cómo, pero esa joven
iba á ser víctima ya
de mi indisciplina, y yo
ÍQué quiere usted! Vi su afaU;
a vi llorar de ambos ojos
en deshecha tempestad ,
y tirarse de las greñas ,
y romper el delantal
Ella hermosa y afligida ,
yo que soy un mazapán
En fin...., ^quó remedio? Fuá
preciso capitular.
iDejarme por una zafia
cocinera, t...
Bien, ¿y qué hay?
Ignacio.
Rosalía.
Ignacio.
Camila,
Toribio.
Lorenza.
Toribio,
Rosalía.
Toribio,
i
Rosalía.
Lorenza.
Toribio.
Cocinera, pero
Tente.
Déjame á mí contestar.
Casarme yo con usted
era una calamidad.
De una señora á un lacayo
mayor diferencia va
que de un ex-lacayo ¡pues!
á una Estamos? Cada cual
con su cada cual...... y ahur....
[Al Barón.]
Dígale usted lo demás.
ESCENA XVI.
EL BARÓN. DOÑA ROSALÍA. D. IGNACIO.
CAMILA.
Rosalía. Villano ! ruin ! miserable !
Miren qué pago me da!
Ah! si mi furor
Barón. Terrible
es la lección en verdad ,
aunque bien la has merecido.
Culpabas mi qué dirán ,
pero
Rosalía. [Levantándose.]
No quiero sermones !
Barón. Escucha
Rosalía, Déjame en paz.
[Se va por la izquierda dando un por-
tazo.]
ESCENA ÚLTIMA.
KL BARÓN. CAMILA. D. IGNACIO.
Camila. Pobre tia !
Barón . Incorregible !
Es inútil predicar;
porque el ralsq pundonor
y la necia vaniaad
son males que con el tiempo
la razón suele curar,
mas quien pierde la vergüenza.
no la recobra jamás.
UN día de campo
EL TUTOR Y EL AMANTE,
COMEDIA EN TRES AGTOS.
Se estrenó en el teatro del Principe el dia A de Harzo de 1839.
PERSONAS.
SABINA.
DOSa CELEDONIA.
DONA RÜPERTA.
DOÑA LUCÍA.
DOÑA MELCHORA.
JESUSA.
MERCEDES.
D. ANTONIO.
CRIADOS.-
I D. AGUSTÍN.
D. SIMÓN.
D. TOMÁS.
D. LIBORIO.
D. FRUTOS.
D. ENRIQUE.
D. JOAQUÍN.
BELTRAN.
TESTIGOS.
El acto primero y el tercero pasan en Madrid en casa de D. Antonio; el segundo en el campo.
<^rf^*^^wv^i^<rfw^^v^i«/s/w^^s/^/^/v^*
ACTO PRIMERO.
Jardín con arbolado. Tapia en el foro y en medio una verja abierta. A la parte de fuera
se verá de costado un coche de colleras^ con la trasera a la derecha del espectador. Á la
izquierda del actor la puerta que conduce a lo interior de la casa.
ESCENA I.
D. ANTONIO. DOÑA CELEDONIA.
\Ai^aTectn sentados d un velador de piedra oca-
bando de tomar chocolate^]
Antonio, Está todo prevenido?
Celed,. Sí, señor. Ya sólo falta
que vengan los convidados.
Antonio, Ta no tardarán.
[Á una criada que está detras con ta-
sos de agua en una bandeja,']
El agua.
[La criada presenta la bandeja, y
luego que han bebido D. Antonio y
doña Celedonia, desocupa el velador y
entra en la casa,}
Celed, La comida será espléndida.
IW
UN DÍA DE CAMPO.
^Antonio.
Celed.
Antonio.
Celéi.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio,
Celed.
Antonio.
Celed.
Ha sido baena humorada
celebrar usted bus días
en el campo.
La mañana
está hermosa.^ — Que no olviden
las botellas de Champaña.
JBsas irán en la arquilla
de uno de los coches; no haga
el demonio que se rompan
Muy bien pensado.
T la plata
y la loza. Los demás
cachivaches y las viandas ,
en una acémila.
Bueno.
De su conducción se encarga
el- amigo don Liborio.
Gomo tiene tanta maña
para todo, y es tan vivo,
y tan decidor, y Vaya,
para una broma no hay otro.
¿k quién no alegran sus chanzas...
Algo pesadas á veces.
No tal. Si tiene una gracia!...
j Qué manos para guisar
arroz á la valenciana!
¡ Qué profunda erudición
en materia de charadas,
juegos de prendas, y cuentos ,
y suertes con la baraja!
Y bombas? Qué bombas echa!
Pues si toma la guitarra
£l solo va á hacer el gasto.
Está usted eauivocada,
que quien lo nace es mi bolsillo.
Yo de dinero no hablaba,
sino de la broma.
Ya.
Porque don Frutos Linaza,
el boticario,..., qué mosca!....
ni un momento se separa
de la dengosa Lucía,
y los dos charlan y charlan
Por ahí dicen malas lenguas
que es cortejo de madama :
yo, más piadosa, presumo
que la enseña la farmacia.
En tanto, el buen don Simón,
Sor no hacer una alcaldada
isimula y se repudre,
y aquella afligida cara,
ya se tuerce, ya se anubla,
ya se frunce, ya se alarga,
gesticulando furores
Í mascullando venganzas,
a amante doña Ruperta
se pega como una lapa
á don Tomás su marido,
hombre de excelente pasta ;
mas yo tengo para mí,
aunque él se sonríe v calla,
que tanta dicha le abruma
y tanto amor le empalaga;
porque amor es una droga
de propiedades tan raras ,
que según sea la désis
nos da la vida ó nos mata.
Resta , en fín , doña Melchora
con su perrito de faldas,
y su reuma, y sus sandeces,
y sus dos hijas del alma,
pollos en rifa, ambulantes
almacenes de quincalla,
con sobrada presunción
y poquísima sustancia;
y no iiay que contar con ellas,
que sólo ven, sólo hablan
una á su lindo don Diego
y otra á su galán fantasma.
Antonio. oLny bien, doña Celedonia!
¿T cómo en la repasata
no entramos Sabina y yo?
Celed. Porque ustedes son de casa ,
y el cariño que les tengo
embota el fílo á mi sátira.
Mi sobrinita es un ángel;
de ella no hay que decir nada;
pero usted , tutor severo,
na dado en mortificarla
Antonio. Mortificarla! ¿Qué padre
con más amor la mirara?
{De (}ué honesta diversión
a privo? ¿Qué nueva gala
llega á casa de Gines ,
ó qué ioya inventa Francia
que ella no luzca en los bailes
con envidia de otras damas?
Si alguna vez la reprendo
por caprichosa ó por vana,
que aunque inocente paloma
al cabo es niña mimada,
tal vez desmiente mi rostro
el rigor de mis palabras,
y ella siempre está segura
de conjurar la borrasca;
que ó sus gracias me embelesan,
ó su llanto me desarma.
Celed. ¿Qué vale todo ese mimo
sin la libertad del alma?
Pobre niña! Tiene un novio,
¡y sin formación de causa
le planta usted en la calle !
Antonio. [Se levanta.]
Miren qué acción tan villana!
¡ Impedir que la seduzca
un libertino, un canalla,
sin juicio, sin patrimonio,
sin carrera
Celed. [Levantándose.] •
Á usted le engañan.
¡ Sí es un muchacho tan fino,
tan amable Y qué elegancia!
y qué alma de fuego aquella !
y qué bien pone una carta !
r
UN día de campo.
Antonio,
Celed,
Antonio.
Celed.
Antonio.
\
Cded,
Antonio.
Céled,
Antonio.
Celed.
Antonio,
Cekd,
Antonio,
Cekd.
Antonio.
Cekd.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Todas Ueyan hoy al campo
marido ó galán. ¿No es lástima
qae sólo esa pobrecíta
yaya desacomodada?
To serd so caballero.
PaesI T á mí ¿quién me acompaña?
Daré un brazo á cada una.
(Esta tia me da náuseas.)
Fero
Si vuelve á pisar
los umbrales de mi casa
ese hombre, haré un desatino. —
Sabinita es una malva
y cederá á mis consejos.
Ta se ve , doncella incauta
que apenas conpce el mundo
I Si aun no hace siete semanas
que ha salido del coleg^io 1
Eh! no demos importancia
al capricho de una niña
que como viene se pasa.
Pero , señor don Antonio ,
¿no es antipatía extraña
la que ustea tiene á ese joven?
^Y no es más extraordinaria
la obstinación con que usted
le patrocina y le ensalza?
Esto es hacerle justicia.
¿Es usted la enamorada
6 mi pupila?
Ayl
Qué es eso?
I No me toque usted la llaga
que el corazón me lacera I
(Esta es otra que bien baila!)
¿Es posible
I No á mi rostro
asome la oculta llama
y mi recato fluctúe
en el mar de la esperanza I
¿Conque ama usted T en efecto,
¿es don Agustin
i Amarga
reguntal ¡Y venir, Dios mió,
e quien menos la esperaba!
Señora
Soy yo de mármol?
Eh!
Tiene usted cataratas?
No, pero ¿qué significa
Soy mujer!
Lo creo. Basta
que usted lo diga.
Y señora.
Quién lo duda?
Y aunque flaca
[F]ju^, y pesa usted lo menos
ocho arrobas !
Bufonadas
á un lado , que aquí la carne
no viene á cuento
Pensaba
Á no ser que usted la cite
Antonio,
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
5
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
1Í7
como enemigo del alma.
Dios nos libre.
De mí honor ^
de mi decoro se trata,
y es inaudita crueldad,
y es acción ruin y bastarda
reservar la iniciativa
á una mujer desdichada.
(Cielos! ¿querrá..... seducirme
esta mujer?) Vaya, vaya.,
usted me está bromeando.
Como es dia de jarana
No , que el oorazon
Es tarde
y aun estov en gorro y bata
Qué! ¿no ha comprendido usted
(Demasiado , buena maula!)
Como no hable usted más claro
Preciso es tener entrañas
de pedernal Estar viendo
que el corazón se me arranca ,
Ír en vano calla la lengua
o que los ojos delatan ,
¡ y obligarme todavía
Quién la obligfa á usted á nada?
¡Verme padecer así
Ah! Vamos Está usted mala?
Estremecida , convulsa
Con efecto , y algo pálida
Cuídese usted.
Don Antonio!
Friegas, un vaso de horchata ;
y si no se alivia usted...;,
sinapismos y á la cama.
[Fntra en la casa.]
ESCENA 11.
DOÑA CELEDONIA.
Malo ! Ó no me ha comprendido ,
6 se ha mofado de mí. —
Mas quizá por prematuro
no ha dado lumbre mi &rdid.
No- perdamos la esperanza,
y para lograr mi fin,
hagamos que la pupila
se case pronto : sí. sí.
El don Antonio está cnocho
con la gracia juvenil
de Sabina, y si hasta ahora
la amó como á un serafin ,
bien pudiera á su cariño
dar mañana otro matiz.
Yo aspiro al mando supremo,
y mientras ella esté aquí,
mi postergada hermosura
no podrá alzar la cerviz ;
que, al cabo, yo soy jamona,
y ella en la flor de su Abril...,.
1^
UN día de CAMro.
Pero él es una alma candida,
nn pobre hombre , un infeliz ,
y frente á frente los dos
no es tan dudosa la lid.
ESCENA III.
DOÑA CELEDONIA. D. AGUSTÍN.
Agustín,
Celed.
Agustín,
Celed.
Agustín.
Celed.
Agustín.
Celed.
Agustín.
Celed.
Agustín.
Celed.
Á la par de Dím !
[Volviéndose.] * ¿Quién viene,
Ahí ya El calesero
^Acercándose.] ¡Chit..
Ya no me conoce usted?
¿Cómo ¿Qué veo! Agustín!
También soy de la partida,
aunque el tutor incivil
no ha querido convidarme, y
¿Y sí llega á descubrir
Qué temeridad!
Eh! ¿quién
me reconoce en Madrid?
Entre esta airada patilla,
y este verde chupetin,
y este pardo marselles
con el vivo carmesí,
y este sombrero chambergo ,
y esta polaina gentil ,
¿quién descubre á un elegante
que viste por figurín?
Eres el mismo demonio .
Eso es poner en un tris
De toda la turbamulta
que me arriesgo á conducir,
sólo ustedes y el tutor
me conocen.
Siendo así
Yo le guardaré las vueltas
¿Aun no ha bajado al jardin
Sabina?
Estaba vistiéndose.
Muy pronto Mírala allí.
ESCENA IV. .
D. AGUSTÍN. DOÑA CELEDONIA. SABINA.
Sabina. Tia
Celed.
Ven aquí.
[Se acerca Sabina.]
Adivina
quién es este caballero.
Sabina. [En toz baja á su lia.] '
Cómo ! Un rudo calesero I . ,
Agustín. Me has mirado bien , Sabina?
Sabina.
Celed.
Agustín.
Celed.
Agustín.
Sabina.
Agustín.
Sabina.
Agustín,
Celed.
Ahí tú Pero ese disfraz.
Por Dios estemos alerta!....
Ardid de amor.
Esa puerta
Si nos sorprende es capaz..'...
No hay cuidado, que el ramaje
me cubre , y no me verá. —
Mi bien , ¿no me quieres ya
porque estoy en este traje?
Ahí ¿cómo no he de quererte,
si con él pruebas tu fe?
Y por ti me vestiré
hasta el saco de la muerte.
Hasta la jerga es tisú
si amor halaga al deseo.
Ta me gusta ese chapeo ,
porque te lo pones tú.
Ah bien mió! El alma absorta...
Bien! lindo! Qué par de topos!
Basta ahora de piropos
y vamos á lo que importa. '
[Á Sabina.]
Esperar que á don Antonio
g^ste tu novio , es en vano ,
que antes de darle tu mano
se la daría al demonio.
Hoy mismo en larga porfía
de vuestra parte me he puesto;
y qué he logrado con esto?
Aumentar su antipatía.
Sabina. [Á D. Agustín.]
T todo es porque tal vez
algún oculto rival
de tí le ha informado mal.
Qué bajeza y qué sandez I
Agustín. ¿Y qué traidor en mí mengua
la vil calumnia empleó?
; No le conociera yo
para arrancarle la lengua!
Ah! mi saña
No te alteres ,
que tiemblo de verte así.
Mas mi honor
Sí solo á ti
creo y amo, qué más quieres?
Agustín. Si la pobreza es baldón,
confieso mi mala estrella,
mas ¿no he de amar á una bella
porque nací segundón?
Sabina. Y, porque es'Tica mi dote,
¿me he de Quedar como estoy,
sí mano y alma no doy
á algún ricacho hotentote?
Agustín. No tiene empleo, dirái;.
Bien sé que lo necesito;
por eso lo solicito ;
pero ¡ si no me le dan !
¿ien que tal anda la danza
y es tan continuo el trasiego
de empleados , que el más lego
Sabina.
Agustín.
Sabina.
I3N día de campo.
189
Sabina.
Agustín.
Sabina.
Agustín.
Celed.
Sabina,
Agustín.
Salciña.
Agustín.
no renuncia á la esperanza.
Si hoy la suerte me abandona,
mañana , cuadre ó no cuadre,
ó mi amigo 6 mi compadre
ocuparán la poltrona.
¿Quién sabe Quizá yo mismo
algún día me la ferie
que de ministros la serie
ya excede á todo guarismo,
y si la guerra civil
dura, se abrirá un registro,
y el empleo de ministro
será carga concejil.
Ó mi tutor pierde el seso,
6 no está de buena fe
cuando te acusa
De qué?
De jugador.
(Algo hay de eso.) •
Jugar? Cómo?.... Aunque quisiera,
si nunca tengo un doblón,
¿qué diablos
Tiene razón.
Eso convence á cualquiera.
¡Y gracias que no me den
de libertino la fama!
Pues así también te llama.
(Pues algo hay de eso también.)
villana, atroz impostura!
¡Á mí que al verte me arrobo,
y mudo me quedo y bobo
contemplando tu hermosura,
y á tu divino portento
alzo en el alma un altar,
y temeria empañar
tu pureza con mi aliento !
Oh dicha! ¡Bien hayan, sí,
los que contra ti murmuran,
pues la gloria te procuran
de justificarte así!
En siglo tan pecador,
do no hay pudor que se aprecie,
dime tú : ¿no es una especie
de anacronismo mi amor?
¡ Libertino, y de tu fe
ni aun te pido prenda leve
en esa mano de nieve
ÍSin la dote, para qué?)
Qué virtud! Lo oye usted, tia?
{ Dominar hasta un deseo
tan venial! Oh! pues yo creo.....
que no se la negaría.
Agustín. \Tomando una mano d Sabina.]
Eso sí; con tu permiso
Celed. Dulce recíproco amor !
Pero el diaolo del tutor
nos pone en un compromiso.
Qué mancebo tan cabal!
Y le injuría, y le aborrece I....
Y to(Jo es porque le escuece
soltar la dote: sí tal.
Sabina. Es extraño En todo suele
s
Sabina.
Agustín.
Sabina.
darme gusto, lo confieso
Celed. Él se entiende.
Sabina. Sólo en eso
Celed. Porque eso es lo que le duele.
Te compra cuanto deseas ,
te mima, te halaga, pero
¿de dónde, sino del cuero,
han de salir las correas?
• Sólo mira á su interés ,
y, no lo dudes , serán
cuentas del Gran Capitán
las que te ponga después.
Agustín. Y eso, mi DÍen,.no te asombre.
Yo no hablo de nadie mal ,
pero, regla general .
un tutor es un mal nombre.
Sabina. Qué picardía! Y lo creo,
aunque ese me hace regalos,
porque todos son muy malos
en los libros que yo leo..
Mas no me infunde temor,
que sabré romper su yugo,
antes que él sea verdugo
de mi dote y de mi amor.
Agustín. Contra un tirano cruel
ra rebelarse es preciso,
fo nos otorga el permiso?
Pues casémonos sin él.
Celed. Alto! No seáis tan vivos.
Siempre es duro un rompimiento..,
Y no es cosa del momento.
Hay que hacer preparativos
Ganar tiempo es necesario
para dar el golpe bien.
[Á Sabina.]
Tú no le hables con desden,
sino todo lo contrario.
Si otra vez contra tu chulo
. echar venablos le oyeres ,
finge que ya no le quieres ,
porque importa el disimulo.
Si te saliere al encuentro
con otro novio, sumisa
le oyes con cara de risa
aunque te quemes por dentro.
Más te pudiera decir,
pero basta ; eres mujer,
y ninguna ha menester
que la enseñen á fingir.
Sabina. Cuenten ustedes conmigo.
Yo le sabré deslumhrar.
Celed. En fin , es preciso obrar.....
Agustín. Como en país enemigo.
Celed. Y vayase el calesero,
no hagamos
[Mira i lo interior de la casa.]
Agustin . Otro ratito . .
Celed. Aparta de aquí, maldito,
que ya viene el cancerbero.
190
UN día de campo.
ESCENA V.
DONA CELEDONIA. SABINA. D. ANTONIO.
Antonio, [Ya en traje de campo.]
Cómo es esto? ¿No han venido
todavía?
Celed. No, señor.
Antonio, Hola! ya está usted mejor?
Celed. No ha sido nada. Un vahído
Voy á dar disposiciones
para que acomoden bien
todo aquel vasto almacén *
de enseres y provisiones.
[Fntra en la casa.]
Sabina.
Antonio,
Sabina,
Antonio,
Satina,
Antonio.
Sabina.
Antonio,
Sabina,
Antonio,
Antonio.
ESCENA VI.
D. ANTONIO. SABINA.
¿Por qué, Sabina amada,
tan abatida estás?
No turbe la tristeza
. ta júbilo y tu paz;
que aunque con ella y todo
tu cara es celestial ,
alegre la hermosura
brilla y halaga más.
Triste no estoy. Mi mente
gozaba en recordar
el apacible asilo
do pocos dias ha
Te acuerdas del colegio?
Es cosa natural;
que siempre á una alma tierna
{)resentes estarán
os juegos inocentes
de la primera edad.
Mire usted; ya sonrio.
Grata, pero fugaz ,
pasó como un relámpago
mi distracción mentaR
Más dulce pejisamíento
me ocupa sm cesar.
Cuál?
Las pruebas continuas
que usted, señor, me da
de plácida indulgencia,
de amor y de bondad.
(Para el tiempo que tengo....,
vamos, no lo nago mal.)
Dios te premie, Sabina,
el gozo que me das.
Ah I si ingrata olvidases
mi afecto paternal
Sabina.
Antonio,
Sabina,
Antonio,
/Sabina,
Antonio,
Sabina,
Antonio,
Sabina,
¡Yo, señor
No podría
consolarme jamás.
To que no he conocido
ni papá, ni mamá,
y perdí siendo niña
á mi tio carnal .
¿en quién halle el consuelo
de mi triste orfandad
sino en usted , que ha sido
mi numen tutelar?
Mi corazón sería
de duro pedernal
si beneficios tantos
pudiera yo olvidar.
Angelí.... (Nunca la he visto
tan tierna y tan jovial.)
Tú lo mereces todo.
Guando don Pedro Aznar,
tu buen tio y mi amigo,
en el lecho mortal
tan sagrado depósito
fió de mi amistad,
le prometí, no en vano,
que nunca fui falaz,,
anteponer lá tuya
á mi felicidad.
(¡Que un hombre tan almíbar
haya de ser capaz )
Tú sabes si he cumplido
mi promesa.
Es verdad.
Sola una vez, Sabina,
y aun esa á mi pesar,
severo he combatido
tu libre voluntad;
porque antes á tu enojo
me quiero aventurar
que verte triste víctima
de una pasión fatal.
(Ta al guid hemos llegado
de la dificultad.)
Y un dia, yo lo espero,
me lo agradecerás,
si en secreto ho^ murmuras
contra mi autoridad.
Yo sé que no merece
tu mano ese truhán,
aunque de amor le cubra
el seductor disfraz.
Yo sé
(Vaya de embuste.) ,
No se canse usted más
en hablarme de ese hombre,
que no le quiero ya.
¿Qué dices...
Fué un capricho...
(Perdona, dulce imán.)
¿Qué sé yo..... La costumbre
de verle en sociedad
Mas los buenos consejos
de usted y el qué dirán
Sé que anda en malos pasos
UN día de campo.
Antonio.
Sabina,
Antonio,
Sabina,
Antonio.
Sabina.
Antonio.
Sabina.
Antonio.
Sabina^
Antonio.
Sabina.
Antonio.
Sabina.
(Ah! miento: no sé tal.)
Ta no hay nada. Le he dicho
que no me vuelva á hablar.
De véraa?
Muy de veras.
Sabina !
Y además,
soy pupila obediente,
y vicia y libertad
¿á quién mejor pudiera
que á mi tutor nar?
Bien haya tu boquital
Esa docilidad
me encanta.
Y á mis solas
decía yo poco ha:
voy á cumplir veinte años
antes de Navidad.
Acaso don Antonio
(ahora sabré su plan)
me quiera dar marido
de su mano.
Quizá
Ese deber me impuso
tu tío al espirar;
deber grato y terrible
para mí.
• Porqué?BahI
¿Teme usted que yo falte
al respeto filial
Respeto I.... ¿Y por respeto
te has de sacrificar
Debí decir cariño,
confianza
Eso...., tal cual.
Mi corazón es libre:
usted lo guiará.
¿Sé yo, incauta I á quién debo
aborrecer ó amar?
(¿Me atreveré Qué hermosa
Me tienta Satanás )
Eh?
I
Antonio. [Cavilando.]
Nada
Sabina. ( Nunca tuve
tanta curiosidad.)
Adiviné ? ¿ Hay proyecto
de boda?
' [Indeciso.] Sí.
Formal?
¿Y si no es de tu gusto
el novio?
Sí será.
Nómbrele usted.
ÍAl cabo
.)
No te diré, Sabina,
que es hombre de caudal ,
porque eso
Sabina. Eh I no por eso
le hemos de despreciar.
Sabina.
Antonio.
Sabina.
Antonio.
Antonio.
Sabina.
Antonio.
Sabina.
Antonio.
Sabina.
Antonio.
Sabina.
Antonio.
Sabina.
Antonio.
Sabina.
Antonio.
Sabina.
Antonio.
191
(Cuarenta años y pico
no es un exceso tan....)
Nobleza, ya se entiende,
y en cuanto á probidad
aien. Su nombre?
(Esto es hecho.
Ya no me vuelvo atrás.)
Y afable y amoroso
en ti se mirará,
y si llamarte suya
merece en el altar,
los ángeles áéh cielo
su dicha envidiarán.
Conque tanto me quiere?
Sí , hermosa , pero
(Ay, ay!
Cuando él le pone peros ,
qué tal será el galán?)
Hable usted sin empacho.
Yo sé que no hay ñiortal
perfecto, que al fin todos
somos hijos de Adán.
Acaso su cabello
que empieza á blanquear,
guirnaldas no consiente
de rosa y arrayan.
(No dije? Algún decano....)
Flor es la mocedad
expuesta á los embates
de recio temporal;
pero la adulüi encina
no teme al huracán ,
y la virtud Por último
Yo no me sé explicar,....
y si usted no me saca
de este berengenal
(Qué gracia I qué inocencia!
Y aun puedo vacilar?)
Pues bien, el que te adora
No lo adivinas ya?
No sé. Como no sea
don Anacleto Sanz,
el director cesante
No, que fuera crueldad
casarte yo, hija mia,
con ese carcamal.
No obstante, si lo exige
mi tutor
Oh I no más.
Si tu virtud es tanta ,
angélica beldad,
que aun esa triste crónica
no te parece mal ,
bien puedo ^o llamarte
mi amor, mi bien, mi afán,
y estrechar en la mia
tu mano virginal.
[Se la toma.]
¿Cómo... ¡Es usted.. .(¿Quién diablos
habia de pensar. . . . )
Sí, perla, yo te adoro
1
192
Sabina.
Antonio.
Sabina.
UN día de campo.
Antonio.
Sabina.
(Virgen del Tremedal !
¿Qué le diré!)
Sabina !
No me respondes?
Ah!....
Mi sorpresa Mi El alma....
({Pues hemos hecho un pan
como unas hostias 1 )
Dime
Qué he de decir? Me da
tanta yergüenza
[Entra por la verja D. Frutos
do el brazo á doña Lucia.]
Cielos !
Gente viene. Ahí están !
[Suelta la mano de D. Antonio.]
Antonio. (Ahí soy feliz. Me quiere.)
Sabina. (Ya puedo respirar.)
ESCENA VII.
D. ANTONIO. SABINA. D. FRUTOS. DOÑA
LUCÍA.
Antonio. Señora I Señor don Frutos !
Lucia. Don Antonio! Sabinita I
[Besa á ¿íábina sin soltar el brazo de
D. Frutos.]
Frutos. [Mirando su reloj.]
Antonio.
Sabina.
Antonio.
Luda.
Antonio.
Frutos.
Antonio.
Frutos.
Sabina.
No hemos tardado á la cita.
Las ocho 7 cuatro minutos.
Cierto. Los primeros son
ustedes.
(¡Siempre cosido
á los autos I )
Y el marido?
Qué se ha hecho don Simón?
Para hablarle de un asunto
le detuvo no sé quién.
(Y le ha venido muy bien
al farmacéutico adjunto.)
Qué tal el tresillo anoche?
Perdí tres duros al fin. —
Trae usted el botiquín?
Sí, ya lo he puesto en el coche.
[Á D. Antonio en voz baja.]
Ya llega doña Melchora
con sus dos hijas canijas y
y los novios de sus hijas,
y el perrito en quien adora.
ESCENA VIII.
D. ANTONIO. SABINA. D. FRUTOS. DOÑA
LUCÍA. DOÑA MELCHORA. JESUSA. MERCE-
DES. D. ENRIQUE. D. JOAQUÍN. D. LIBORIO.
[D. Liborio da el íraeo d doña Melchora ^ don
Mnrique d Jesusa y D. Joaquin d Mercedes.
Doña Melchora viene con un perrito en brazos
y 2>. Liborio trae una guitarra. Luego qut se
entabla la conversación general ^ se hablan en
voz baja doña Luda y D. Frutos y mientras
estén en escena hardn casi siempre lo mismo.]
Los que \
estaban )Bien venidos I
en esc.'' )
Buenos dias I
Los que
llegan.
Mekh. Qu^ tal?
Antonio. Famoso. Y ustedes?
Melch. Muy bien.
Jesusa. Sabina !
Sabina. Mercedes!
[Guirigay confuso de cumplimientos
y salutaciones, desprendiéndose todas ^
manos doña Luda, del brazo de su
respectivo acom)fañante.]
Antonio. (Qué flujo de cortesías!)
Sabina. [Aparte d doña Luda.]
Liborio,
Antonio.
Liborio.
Sabina.
Melch.
Sabina.
Melch.
Sabina.
Jesusa viene muy charra.
Qué buen día de jolgorio !
Hola , insigne don Liborio !
También traemos guitarra?
Nunca me faltan á mí
alegría y apetito.
Qué formal está el perrito f
Cómo se llama?
Zegrí.
Siempre en brazos I
Desde niño
le he dado esta educación.
Es débil de complexión y
y yo le tengo un cariño
Es muy mono. ¡Qué ladrar
si oye de noche algún grito I
Y lame tan suavecito
No le falta más que hablar.
[Á D. Antonio en voz baja.]
Ya empezaron el palique
Lucía y su comodín ,
Mercedes con don Joaquin ^
Jesusa con don Enrique.
Antonio, Déjalos, niña, vivir,
que luego, mediante Dios ,
lo mismo haremos los dos.
Sabina. (Pues me voy á divertir I)
UN día de campo.
193
Liborío. [Á D. Antonio.]
Hoy Tamos á echar el resto.
Broma y baile Usted verá.
[Zleffa de lo interior de la casa doña
Celedonia con tres criados q'i/Le llevan
cestos cubiertos con servilletas,^
ESCENA IX.
D. ANTONIO. SABINA. DOÑA LUCÍA. DON
FRUTOS. DOÑA MELCHORA. JESUSA. MER-
CEDES. D. JOAQUÍN. D. ENRIQUE; D. LIBO-
RIO. DOÑA CELEDONIA.
Lihorio. Hola! los víveres ya!
Celed. [Á un criado.]
Cuidado con ese cesto. .
Libario, Viva doña Celedonia I
Unos. Viva I
Otros. Felices!
Celed. Dios guarde.
Liborio. £a, ^ avío, que es tarde
para tanta ceremonia.
Allí está la borriquilla,
que es mí bridón de batalla.
Coloquemos la vitualla
en una y otra angarilla.
En los coches lo demás.
[Á doña Celedonia.]
Ande usted, y en un momento
[Á D. Joaquin dándole la guitarra.]
Ahí te dejo ese instrumento
Después me lo volverás.
[Salen los criados con su carga por la
veríay y quedan junto á ella doña C%-
ledonia y D. Liborio figurando dar
disposiciones para acomodarlos comes*
tibíes y demás tfectos en la bestia, en
. el coche que se ve y en otro que se su-
pone estar más allá i la izquierda de
la verja.]
Jesusa. {Aparte á D. Enrique^ que i hurtan
diHas la quiere tomar la mano.]
' ¡NOy que si lo ve esa gente
Joaquin. \A Mercedes en voz baja.]
Por ti falto á la oficinal
Melch. ¿No habrá un bizcocho , Sabina,'
para este bicho inocente?
Antonio. [ QMe iba i hablar con Sabina y se ve
interrumpido.]
(Maldita sea su piel!)
IL
Sabina. Sí. Ya lo voy á buscar,
(l Lástima de rejalgar
para ella y para él !)
{Entra en la casa.]
ESCENA X.
D. ANTONIO. DOÑA LUCÍA. D. FRUTOS. DOÑA
MELCHORA. JESUSA. MERCEDES. D. JOAQUÍN.
D. ENRIQUE. D. LIBORIO.
[ Vuelven los criados y entran en la casa.]
Liborio. [ Volviendo al proscenio con doña Ce*
íedonia.]
Ta está listo. La vihuela.
[La toma.]
Qué hacemos? Se espera á alguno?
ESCENA XI.
D. ANTONIO. DOÑA LUCÍA. D. FRUTOS. DOÑA
.MELCHORA. JESUSA. MERCEDES. D. JOAQUÍN.
D. ENRIQUE. D. LIBORIO. SABINA. D. SIMÓN.
Simón. [Llega jadeando.]
\ Reniego del importuno
y toda su parentela ! *
[Á la tertulia.]
Salud ! (Hombre temerario !)
Todos. Don Simón !
Antonio. Oh! Cómo va?
Simón. Bien. — Mi mujer (Allí está,
y al margen el boticario!)
Lucia. Hola ! aquí estás I Me tenías
^ con cuidado.
Stmon. Sí? Ya veo
[A 2>. Liborio que puntea en la gui-
tarra.]
Deje usté ese cencerreo ,
que no estoy para folias.
Liborio. I Pues y hombre
Antonio. Bien dice. Luego....
En el campo habrá ocasión
[Deja de tocar D. Liborio y habla
con doña Celedonia,]
Simón. I Voto á
Antonio. (Pobre don Simón !)
Simón. Vaya si es mosca el don Diego !
¡Poner á mi marcha obstáculo
para hablarme de su pleito!
^Mirando i su mujer y á D. Frutos.]
13
194
UN día de campo.
(T ahora ¡ cómo me deleito
con ese dalce espectácolo!)
SaHna, [ Vuelve con unos bizcochos, que da á
doña Melchora^ y ésta i su perro.]
Tome usted.
Simón, (Y no la suelta !)
Antonio. Don Tomás y su señora
faltan. Daremos ahora
por el jardín una vuelta.
[Vad dar el brazo i Sabina y se lo
toma doña Melchor a.]
Melch, Sí; yenga el brazo.
Antonio. (Ah I qué horror I)
Ziborio. Sabina
[Da el brazo d ¿íabina.]
Antonio. (¡Qné mala obra
me hace !)
üimon, [Á su mujer.]
El brazo que te sobra
con permiso del señor.
[Doña Luda toma el brazo de D. Si-
món sin soltar el de D. Frutos. Zas
parejas van desapareciendo for el ar-
bolado de la izquierda.]
*
Frutos- Se pasa usted de cortés
Siman. [Con risa forzada.]
Es muy justo (Estoy furioso.)
Vamos, niña. ¡Qué donoso
grupo formamos los tres !
Ziborio. [Q^se ha quedado el último con So-
bina,]
Si usted se quiere amparar
de este otro orazo
Celed, Me quedo
para recibir No puedo
Sabina. Vuelvo. Tenemos que hablar.
ESCENA XIII.
ESCENA XII.
DOÑA CELEDONIA.
¿Qué novedad importante
tendremos? Largo coloquio
tuvo aquí con el tutor.
iLa haorá propuesto otro novio?
Mejor. Con dos pretendientes
es más seguro el consorcio.
Si se casa, tanto da
con uno como con otro^
y si puedo en paz y en gracia
quitar de en medio el estorbo,
me alegraré.
DOÑA CELEDONIA. D. TOMÁS. DOÑA
RUPERTA.
Ruperta. [Zlega apoyada en el brazo de D. To'
más y disputando á media voz con ü.]
No lo niegues.
Yo lo he visto por mis ojos.
Tomás. Bien*, mujer, y porque mire
á un balcón
Ruperta. No es á uno solo,
que si hay niñas asomadas ,
Sérfído! miras á todos,
uriosidad Distracción
Ruperta.'So^ traidor! Yo te conozco
Cualquiera te gusta más
que tu mujer.
Tomás. \ Por san Próspero
bendito
Ruperta. Ingrato I cruel !
Tomás. Oh ! . . . . Si sabes que te adoro
Ruperta. Y gracias que no te dejo
ásol ni á sombra, alevoso; .
que si nó
TomÁs. Pues siendo así,
cuándo he de pecar ni cómo?
Celed. (Qué feliz pareja!)
Ruperta. Mira
que nos oirán los sordos
si otra vez
Celed. l)oña Ruperta !
Rwperta.xAh Cómo va? Y don Antonio?
Celed. Todos buenos.
Tomás. Muy atento
servidor
Ruperta. ¿Somos nosotros
los primeros?
Celed. Al contrario.
Ruperta. Ah! ¿Dónde andan . . .
Celed. Ahora poco
desfilaban de paseo
por el jardin
ESCENA XIV.
DOÑA CELEDONIA. DOÑA RUPERTA,
D. TOMÁS. D. SIMÓN.
Simón. . Mil demonios
y otros mil carguen conmigo ,
y con ella, y con el socio
Ruperta. Qué es eso?
Tomás. ¿ Adonde va usted ,
don Simón
Simón. ¡Ah, qué dichoso
es usted , y lo que va,
don Tomás, de matrimonio
á matrimonio I
Tomás. En efecto.
UN día de campo.
195
Celed,
Simón,
Siman,
L
don Simón , yíyo en el colmo
de la dicha.
[Á su mujeril
No es verdad?
(El mejor dia me ahorco.)
Bien , pero ¿ adonde va usted
tan azorado
A un negocio
de mi muier. Ha olvidado
la sombrilla.
Ruperta. ¡ T tanto enojo
poroso
Es que mientras yo
voy por ella, el otro mono
Ya se ve, parece mal
que un hombre sea celoso
Y coma él no falta nunca
á las leyes del decoro
Por vida I.... Y la ilustración,
y las leyes del buen tono,
pues I y la etiqueta mandan
que un marido sea tonto
Está usted? Rabio de celos
aparte, y callo y otorgo.
[i D. Tomás.]
Todo'ello es galantería,
pasatiempo, amor platónico,
si se quiere, pero es cosa
de tirarse un nombre al pozo....
Pecador I...... El tiempo vuela
y vo me estoy hecho un bobo,
Abur, abur! Cuide usted
de mi hacienda. Vuelvo pronto.
L
ESCENA XV.
DOÑA CELEDONIA. D. TOMÁS. DOÑA RUPERTA.
Celed. ' Allá va echando centellas I
El pobre se vuelve loco.
Ruferta. Aprende, Tomás, y alaba
á JDíos todopoderoso
que te ha dado una majer
como yo.
Tomás. Sí, sí, pimpollo.
Contigo no echo de menos
(las penas del purgatorio I)
[8e internan en el jardín.]
ESCENA XVI.
DOÑA CELEDONIA. *
Peor es esa que aquella,
y ese más necio que el otro.
ESCENA XVII.
DOÑA CELEDONIA. SABINA.
Sabina. Tia
Celed. Vamos, qué ha ocurrido?
Sabina. Lo que yo ni por asomo
me figuraba
ESCENA XVIII.
DOÑA CELEDONIA. SABINA. D. AGUSTÍN.
Agustín.
Celed.
Agustín.
Sabina.
Agustín,
Sabina.
CeM.
Sabina.
Agustín.
Celed.
Sabina.
Agustín.
• Sabina.
Celed.
Agustín.
Celed.
Sabina
Habla. Dime
Estamos solos?
Ahora sí. — ^Rival tenemos,
y rival temible I
¿Qué oigo!
Ya se descubrió el enigma.
Gayó en mis lazos el tordo.
Con efecto, el buen señor
me destinaba otro novio
¿A ver si aciertas
Acaba.
El mismito don Antonio .
en cuerpo y alma.
Es posible?
Oh iniquidad ! Oh fenómeno
de horror I Casarse y contigo I
ÍSe fué mí esperanza á fondo I )
<a codicia de tu dote
¡Tutor al ñn, que es sinónimo
de tirano I
¿Y qué dijiste
Nada. Fue tanto mi asombro
Vino gente Convenía
disimular
Por el sórdido
ínteres ¡Y yo me andaba
perlas ramas
Ya es forzoso,
ya es urgente recurrir
á los remedios heroicos.
Sil venganza No. Esperemos....
Van á venir, y de pronto
es imposible Dejadme
obrar á mí. Yo lo tomo
Eor mi cuenta, y puede ser
.e haré un interrogatorio ;
le interpelaré Ya vienen.
[i D. Agustín.]
Huye tú.
\A Sabina.]
Sigúeme. (Monstruo I)
[ Vase D, Agustín. Doña Celedonia y
Sabina salen al encuentro de los que
vienen paseando.^ . ^ .^, > -
- * * * *- **•
« •
*- -.* -
i
)
k
196
UN DÍA DE CAMPO.
ESCENA XIX.
DOÑA CELEDONIA. SABINA. D. ANTONIO.
DOÑA MELCHORA. D. FRUTOS. DOÑA LUCÍA.
D. TOMÁS. DOÑA RUPERTA. D.- ENRIQUE.
JESUSA. D. JOAQUÍN. MERCEDES. D. LIBORIO.
[D. Zidarío viene tacando la guitarra.]
Antonio. Ánn no vuelve don Simón I
Liborio. i Canto el aria del Fac tótum
mientras viene?
Melch. ¡Qué pesado
es el hombre! Por mi voto
nos iríamos sin él.
Antonio, No sería jnsto
Frutos, (Apoyo.)
[Llega acelerado D. Simón con una
sombrilla.]
ESCENA XX.
DOÑA CELEDONIA. SABINA. D. ANTONIO.
DOÑA MELCHORA. D. FRUTOS. DOÑA LUCIa.
D. TOMÁS. DOÑA RÜPERTA. D. ENRIQUE.
JESUSA. D. JOAQUÍN. MERCEDES. D. LIBO-
RIO. D. SIMÓN.
Celed.
Melch.
Liborio.
Siman.
Lucia.
Simón.
Ya está aquí.
Gracias á Dios I
No he visto an hombre más plomo.
¡Voto á sanes Conque vengo
echando los hipocondrios ^
Toma tu sombrilla.
[Tomándola.] Gracias.
Y otra vez, por san Ambrosio,
ten memoria.
Ea, partamos,
que ya es tarde.
[Se agolpan todos i la verja.]
Liborio. [Poniéndose delante.]
Poco á poco.
A mí me toca ordenar
la marcha. Catorce somos.
Don Enrique y don Joaquín
traen sus caballos, supongo.
[Mirando afuera.]
Sí , allí los veo. A montar.
Enrique. [Á Jesusa en voz baja.]
Adiós !
Joaquin. [Á Mercedes^ lo mismo.]
Adiós, dueño hermoso I
[ Vanse D. Joaquin y D. Enrique.]
Liborio. Rebajados los jinetes,
quedamos doce. To monto
en la borrica, que soy
despensero y mayordomo.
Nos restan pnce volúmenes
Seis á un coche y cinco á otro.
Llenemos primero aquel.
[El que se supone estar delante del que
se ve.]
Doña Melchora y su dogo.
Mdch. Voy, voy.
[Vase for fuera de la verja, d la iz-
quierda, y un momento después dice
dentro:]
Con tiento, zafi^al,
que tengo reuma en est^ nombro.
Liborio. Ahora Jesusa y Mercedes.
Jesusa. Obedezco.
Mercedes. * Me conformo.
[Siguen i doña Melchora.]
Liborio. Doña Lucía.
[Parte doña Lucia en la misma di*
reccion.]
Simón. Allá vamos
Liborio. Quieto ! Primero coloco
á las señoras.
Simón. Pero, hombre,
no sea usted tan despótico
Liborio.' Sabinita
Sabina. Hasta después.
(Allí está el bien de mis ojos.)
[ Vase siguiendo á las otras señoras.]
Liborio. Queda un asiento.
Simón.
Antonio.
Liborio.
Tomás.
Ruperta.
Yo.
Yo.
Liborio.
Frutos.
Antonio.
Simón.
Liborio.
¡Simón.
Liborio.
••• «•.
No. Doña Ruperta
(Oh gezoTt )
No, que yo no me separo
de mi idolatrado esposo.
Muy bien. Pues será preciso....
[Ádoña Celedonia.]
Porque usted es mucho tomo. —
Uno de ustedes. Cualquiera '
Sí? Pues adentro me soplo.
[ Vase corriendo en la dirección indi'
cada.]
(jEse títere....)
Reclamo
Ehl ¿qué más da Arrea, mozo!
Quién le dio á usted facultades
para improvisar divorcios ?
[Á D. Sim^n.]
Mejor está allí don Frutos
por si ocurre algún soponcio
UN día de campo.
197
Simón.
Vozietí'
tro.
Sifiton.
Lidorio,
¡Reniego del.
Valerosa !
Simón.
Celed,
Antonio.
[Ruido dentro, de campanillas, litigo
y ruedas.]
Eb! ya va echando demonios
el coche.
A ese ustedes cinco.
Yo Yoy á oprimir el lomo
de mi asnal cabalgadura.
Ea, al avío!
[Vase.]
¡Mal tósigo
Simón.
(Disimolemos ahora,
pero si luego le cojo
á solas )
(Sí y sus miradas
de 'gratitud , su alborozo
Ya no hay duda. Voy á ser
el hombre más venturoso )
Ea, qué hacemos aquí?
[Se acerca al estribo.]
• Yo supliré á don Liborio,
ya que nos deja plantados
después de embrollarlo todo.
Venga usted, doña Buperta.
Jtuperta. Gracias. Yo sólo me apoyo
en el brazo de mi dueño.
Tomás. [Ayudándola á sudir.]
Sí, hija mia.
Ruperta. , Y ahora ¡ pronto !
sube tú detrás de mí.
Tomás. [Entrando en el coche ayudado de
D. Simón.]
(Esta mujer me echa al hoyo.)
Simón, i Oh virtud matrimonial
desconocida en el globo! —
Vamos, doña Celedonia.
Celed. [Subiendo al coche.]
Gracias.
Simeón. [Dándole el brazo.]
Vamos, don Antonio.
Antonio. Primero usted
Siman. No. Yo el último.
[Entra D. Antonio en el coche.]
Ahora, dame tú socorro.
[El zagal le ayuda á subir.]
\ Ay desdichado el prójimo
que en el signo nació de Capricornio!
*
[Entra en el coche, el zagal cierra la
portezuela^ da un latigazo i las mu^
las, rueda el coche, y caed telón.]
ACTO SEGUNDO.
Frondosa arboleda a la inmediación de una casa de campo que se supone situada & la
derecha del actor.
ESCENA I.
D. 4NTONIO. DOÑA CELEDONIA. D. TOMAS.
DOÑA RUPERTA. D. LIBORIO. DOÑa'lUCIA.
D. FRUTOS. SABINA. D. SIMÓN. JESUSA.
D. ENRIQUE. MERCEDES. D. JOAQUÍN. DOÑA
MELCHORA. BELTRAN. UNA CRIADA.
[Aparecen sentados en sillas rústicas cada uno
i (a izquierda del que le siguCy y según están
nombrados y al rededor de una mesa, cuyo des-
orden manifestará haber sertddo para una co-
milona de campo. Sobre ella habrá botellas,
copas, vasos y algunos postres. Los cuchicheas
entre los amantes y cierta algazara generáis
propia de semejantes reuniones y no cesarán du-
rante esta escena. Beltran y la criada estarán
de pié cerca de la mesa.]
Melch. [Á los criados.]
Cuidad bien de mi doguito.
Antonio. ( ¡ Aun no he tenido ocasión
Enrique.
Joaquin.
Liborio.
Celed.
Ruperta.
Tomás.
Ruperta.
Tomás.
de hablar despacio á Sabinal)
[Doña Melchora charla con D. Anto*
niOy y este la oye con fastidio.]
[Á Jesusa.]
Ay, mi vida !
[A Mercedes.] Ay, dulce amor!
[Á Beltran y este le sirve.]
¿A ver, chico Esa botella
Otra copa de noyó.
Í Mucho reprimo mi bilis,
[e va á dar un torozón.)
No dices nada, Tomás?
Qué desabrido estás hoy !
Tengo sueño. He madrugado
He comido mucho
Ahí no.
Esa es frívolajdisctilpa.
Tú no me tienes amor!
Sí tal
[Siguen disputando en voz baja.]
J 4
198
Simou,
[Á media vos.]
Lo ye usted, Sabina?
No cesan de hablar los dos.
Yo me consumo
SaMna, Mal hecho.
Simón. Qué opina usted?
SaMna, Qué sé yo?
Simón. Ta se ye , los puso juntos
don Liborio Casi voy
sospechando que es su cómplice.
Sabina. Eh! todo es conversación.
Simón. Ya...
Sabina. (¿Pues no ha dado en contarme
sus cuitas el buen señor?)
Frutos. [Á doña Lucia en voz baja.]
Ah! ¿V cuándo será aquel dia
Lucia. I Por Dios , don Frutos, por Dios
Mire usted que nos observa.
^ Frutos. Ehl Si es un santo varón !
Melch. [Á D. Antonio.]
Sí , señor. Ya están en casa
las vistas. Ya se arregló
todo. De hoy en quince dias
las dos bodas. Ambos son
muy buenos chicos. El uno
tiene fábrica en Olot
Antonio. Ya los conozco, señora.
Mekh. Aunque siempre voy en pos '
por lo que pueda ocurrir....,
qué tengo de hacer?, les doy
un poco de libertad,
porque son hombres de pro
y es justo... Ya ve usté, en vísperas
de casarse
Simón. [Viendo cómo charlan su mujer y
D. Frutos.]
( I Voto á briós )
Melch. Cada edad tiene sus
Antonio. v Ya.
Melch. Yo también allá en la flor
de mi juventud
Antonio. Señora I
Melch. Ahora toda mi pasión
son los bichos. Tengo un gato
que me regaló el prior
de la Merced...^.
TomÁs. [Levantándose y alargando el brazo.]
Sabinita^
esta pastilla de ron
Sabina. [limándola.]
Muchas gracias.
[D. Tomás vuelve á sentarse.]
Rupertd. [Fn voz baja dándole un pellizco.]
¿Quién te manda
hacer finezas, traidor?
UN DIA OE CAMPO.
Tomás. Ay!
Ingrato!
Todos. Qué es eso?
Tomás. [Sonriindose. ] Nada. . .
Ruperta. \Fn voz baja.]
TomÁs. Un calambre en el talón
Ya se pasó (Allá fie van
mi paciencia y la de Job.)
Simón. [Levantándose.]
¡No puedo más
Bomba 1 bomba!
Siéntese usted, don Simón.
Oigamos
Silencio!
Liborio.
Unos.
Otros.
Simón. [Á Sabina sentándose.]
Gracias
á la bomba, que si nó
Liborio. [Levantándose.]
Con una copa en la mano
y otras catorce en el buche,
y con perdón de quien me escuche ,
diré en verso castellano,
muy contento y muy ufano, -
y á manera de telonio,
mas que le pese al demonio,
que deseo, sin espanto,
felices dias de su santo
á mi estimado amigo el Sr. D. Antonio.
[Apura su copa y se sienta muy satis-
fecho. D. Enrique, D. Joaguin y to-
'das las mujeres, menos Sabina, pal'
motean.]
Joaquin. BrSiyol
Melch. Sublime I
Lucia. . Admirable!
Antonio. (Qué mentecato!)
Simón. [Á Sabina en voz baja.]
Hombre atroz !
orejas de cal y canto! •
coplero de munición !
Liborio. Yo de todo entiendo un poco.
Sabina. [Á D. Simón.]
Y de todo, mal.
Simón. [A Síibina.] ¡Cajón .
de sastre; Petrus in cunctis;
mequetrefe !
' Liborio. [Haciendo pelotillas que tira á don
Simon^
Y eso que hoy
no me siento yo con vena.
Sabina. (Me alegro.)
Liborio. Ni tengo humor
como otras veces. No obstante
Simón. [Rascándose la oreja.]
Por aquí me anda un moscón....,
Liborio. Déme usté un pié, don Tomás,
•• •
•'•
• •
UN blk DE CAMPO.
199
Antonio.
Simón,
Joaquin.
Ziborio,
Sifnon,
Liiorio,
Simón,
Liiorio.
Simón,
Lidorio,
Tomás.
Antonio.
Melch,
iSimon.
Ziborio.
Mekh,
Liborio,
Simón,
Liborio,
¿íimon.
Liborio.
Simón.
y intes qae marque el reloj
seis minutos
No. Ya basta
Yo sería de opinión
[Con la mano en la nariz y mirando
i todos lados.]
5 Quién se divierte en tirarme
pelotillas?
Yo no soy
[Á doña ütiperta.]
Qué cara ha puesto!
Qué gracia!
[Encarándose con D. Liborio.]
Apostaría un doblón
á que usted....
No hay que enfadarse.
Ha sido chanza
No estoy
para chanzas. Esos juegos
son de mala educación.
En el campo todo pasa.
[Levantándose. Todos hacen lo mismo,]
Las majaderías , no.
¿Cómo...
Don Simón!....
Señores!....
Vamos, no haya disensión
Harta paciencia he tenido
en no levantar mí voz
contra aquella copla infame
Infame?
Qué sinrazón I
|Y una copla más bonita
no se ha escrito en español!
¿Conque mi décima es mala?
JDetestable. sí, señor.
Si un renglón es chabacano,
es necio el otro renglón,
que renglones son , no versos,
y no hay galgo tan veloz
que pueda seguir al último,
pues, sin exageración,
más letras tiene <^ue hay leguas
de Madrid á Badajoz.
Calle el viejo mamarracho!
[Snarbolando una botella,]
¿Mamarracho! ¡Vive Dios
[Fn actitud de embestir d D, Simón.]
¿Qué se entiende... ¡Á mí botellas...
Sí, la pena del talíon.
Sea el vino su castigo,
pues por el vino pecó.
[D, Tomás sujeta á D, Liborio y don
Enrique á D, Simón, Los demás hom-
bres se esfuerzan á poner paz. Las
mujeres se desvian chillando,]
Liborio. Si no mirara
Simón. Dejadme
desfogar mi indignación
en ese trasto
Antonio, ' Eh I Señores ! . . . .
Melch. Ay! un combate Qué horror! ••••
Yo fallezco.
[Cae desmayada en una silla. Sus
nijas y otros interlocutores acuden á
su socorro,]
Antonio. Esto faltaba!
Jesusa, Ay mamá !
Mercedes. Se desm^ó !
Antonio, Acuda el señor don Frutos
á ejercer su profesión.
Frutos. No tengo aquí el botiquin
No obstante, voy...., allá voy.
[Suelta el brazo de doña Ludayacu-
de también d socorrer á doña MeU
chora, haciindola oler unfrasquillo
que saca de la faltriquera. Los criados
retiran las sillas,]
Simón,
[Corriendo á tomar el brazo de doña
Lucia.]
Ah! mi mujer queda sola
Tomaremos posesión.
Antonio, (jCómo entiende ese pobre hombre
las leyes del pundonor!
¡ Mientras por una simpleza
se muestra airado y feroz ,
no se atreve á ser marido
sino por sustitución ! )
Jesús ! • . . .
Ya vuelve y por fin
la paz se restableció. ^
Ahora ¿qué hacemos?
Bailar.
Un rigodón !
Aíelch,
Tomás.
Liborio,
Joaquin,
Los 'dC"
mas jó'
venes.
Simón.
Lucia,
Melch.
Antonio,
Beltran.
Rigodón !
(Don Frutos vendrá )
[Á su mujer en voz baja,]
Si quieres,
bailemos juntos los dos,
esposa del alma.
Bien.
[Á doña Melchora,]
Pasó?
Sí, ya estoy mejor.
Beltran , retira esa mesa.
Bien. Ayuda tú, Asunción.
[Retiran la mesa Beltran y la criada^
y desaparecen por la derecha,]
200
UN día de
ESCENA IL
D. ANTONIO. DOÑA CELEDONIA, b. TOMAS.
DOÑA RUPERTA. D. LIBORIO. DOÑA LUCÍA.
D. FRUTOS. SABINA. D. SIMÓN. JESUSA.
D. ENRIQUE. MERCEDES. D. JOAQUÍN.
DOÑA MELCHORA.
Frutos. [Á doña Lucia dejando sentada d doña
Mmhora,]
Señora , si usted se digna
de bailar conmigo
Lucia. Estoy
comprometida.
[Se ponen en haile Mercedes y Jesusa
con sus novios,]
Jesusa. Nosotras
ya estamos en baile.
Simón. [Entrandoen la dama condoña Lucia.]
Y nos.
[D. Liborio toma la guitarra, que estd
al pié de un árbol, y la templa sentado
junto i doña Melchor a»]
Frutos, [Á doña Jtuperta.]
Señora, si gusta usted
de favorecerme
Ruperta. Oh í
yo no dejoá mí marido.
Tomás, Gracias por tanto favor,
mujer, pero estoy seguro
de dar cada tropezón
Ruperta, No importa.
Tomás, Si yo no entiendo
[Siguen hablando entre si D, Tomás,
doña Ruperta y D. Frutos.]
Liborio. T Sabina, que es el sol
de Madrid, no ha de bailar?
Melch, Que la saque su tutor.
Antonio. [Acercándose á Sabina.]
Aunque ha siglos que no bailo,
tendré mucho gusto.....
Sabina, Y yo.
SDoña Ruperta y su marido salen d
ailar; D, Fnttosse dirige á Sabina,]
Frutos. Sabinita, gusta usted.. A.
Sabina. [Saliendo á bailar con D, Antonio,]
Agradezco la atención,
• mas ya estoy comprometida. "
CAMPO.
Simón. (Todas le dicen que no.
Oh delicia!)
Ruperta. [Á D. Liborio.]
Vamos
Liborio. Falta
una pareja.
Frutos. [Á doña Celedonia.]
Si soy
tan dichoso que merezco
Celed. Hago falta?
Frutos. Está de non
una pareja.
Celed, Corriente.
Por ser el dia que es hoy
[Se ponen también en baile colocándose
enfrente de D, Simón y dona Luda,]
Tomás, [Á su mujer.]
Tú quieres que haga el payaso!
Sea por amor de Dios 1
Simón, (A cada paso, de fijo,
voy á hacer un quid pro quo,
mas se la juego de puño
al consabido gachón.)
Liborio. Estamos?
Joaquin. Sí.
Liborio. [Tocando rigodón.]
Pues ¡i una!
[Rompen el baile las dos mrejas que
forman Jesusa y Mercedes con don
Enrique y D, Joaouin, una mirando
al publico y otra adndole la espalda.
lias demos hablan aparte.]
Melch, [Á D, Liborio.]
I Mire usted con qué primor
lailan mis niñas!
Liborio. ¿ Han sido
discípulas de Avrillon? (*)
Melch, No, señor. Ellas entre ellas
con su talento precoz
Antonio. [En voz baja.]
¿Recuerdas, Sabina mia,
aquella conversación
Sabina. Cuál?
Antonio. La del jardin
Sabina. Ah! Sí
Antonio. Vaya, y qué dices? ¿Me doy
el parabién
Sabina, Que nos oyenl
Íue nos miran! Mi rubor
ero, hija
Sabina, Si sabe usted
que yo...., pues Mi corazón
( *) Famoso domador de caballos y director de una compafiía de ejercicios ecuestres, que por espacio de bastantes
afios estuvo muy en boga en Madrid.
• •
UN día de campo.
Antonio.
Sabina.
Ruperta.
Tornas,
Liborio,
Frutos.
Rmerta.
Lioorio.
Celed.
Simón.
Tomás.
Sabina.
Simón.
Tomás,.
Ziborio.
Oh! es preciso que me digas
sí) 6 no.
Pues sí; señor.
[Á media voz á su mürido.]
No quitas ojo á Mercedes.
Oh ! .... Por san Pascual Bailón,
mujer
Ustedes ahora.
[Rompen el baile las parejas de los
costaaos, y B. Simón y B. Tomás lo
embrollan todo.]
[A B. Simón.]
No va usted bien.
Así no!
Compás ! compás !
[A B. Tornas^ Esa mano
Mi pareja
Dónde estoy?
Por aquí Cadena inglesa
Ta hemos hecho un fricando^
que ni el diablo...
Rentándose.] Eh ! To me canso.
Y ahora ha saltado el bordón !
Cesó el baile.
[Se levanta sin dyar la guitarra.]
Ruperta.
Ziborio.
Melch. [Levantándose.]
Pues daremos
un paseo.
Eso es mejor.
Vaya el brazo, Sabinita.
[Sabina lo toma. Boña Jfelchora se
apodera del de B. Simón, aue en la
confusión del baile Aadia quedado cerca
de ella y lejos de su mujer. Los demás
interlocutores se reúnen d sus pare-
jas acostumbradas, menos doña Cele-
donia y B. Antonio.]
Melch. Venga el brazo, don Simón.
Simón. Señora (Maldita! — ^Bravo!
Otra vez me suplantó!....)
Antonio. (Ahora también se la llevan
Es mucha persecución ! )
Celed. [Beteniéndole.]
Quédese usted, don Antonio.
Tenemos que hablar los dos.
[Vanse lo^ demos por la izquierda.]
ESCENA III.
D. ANTONIO. DOÑA CELEDONIA.
Celed. 1 Conque también en la red
ha caído don Antonio?....
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Celed.
201
¿Ó es un falso testimonio
que le han levantado á usted?
Hable usted claro.
• Es capricho
que ni el diablo lo imagina.
Casarse usted con Sabinal
Quién lo ha dicho?
Ella lo ha dicho.
Y usted no lo aprueba?
No,
que es una boda fatal
Mío será el bien ó el mal,
que quien se casa soy yo.
Usted verá cómo llora
su locura. Cuando menos
Antonio.
Celed.
piense
Cuidados ajenos
matan al asno, señora.
Quitarle su libertad !
{Oprimir á una hermosura
inocente!....
Por ventura
¿fuerzo yo su voluntad?
Pero ¿es posible que cuadre
á moza que no ha cumplido
los veinte años un mando
que pudiera ser su padre ?
Antonio. Padre y marido seré,
si padre he sido hasta hoy.
Celed.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
CeUd.
Tanto mejor si le doy
doble prenda de mi fe.
Pasión temeraria y loca !
Nunca su boca podrá
pronunciar el sí
Pues ya
lo ha pronunciado su boca.
Podrá ser; yo lo concedo
Pues bien, ¿qué más quiero yo.
Pero no lo pronunció
el amor, no, sino el miedo.
¿Miedo á mí que no la riño
ni en chanza y, usted lo ve ,
no hay dia que no le dé
mil pruebas de mi cariño?
Quizá me engaña el deseo,
quizá el amor me fascina;
podrá no amarme Sabina ;
mas ¿temerme? No lo creo.
T usted no la teme á ella?
No, que es paloma sin hiél.
¿Sa\)o usted si será fiel
como sabe usted que es bella ?
Cuando tienta Satanás
el alma de una mujer,
lo mismo vienen á ser
veifate años que veinte más.
Quien tiene te en la fortuna
no teme á Juana ni á Menga;
se casa Quien no la tenga,
no se case con ninguna.
Pero el público cavila,
y murmura sin pudor
de todo humano tutor
sos
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
m día de campo.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celsd.
que casa con su pupila,
válgate Dios!
Es una hacha
la lengua de algunos. ^
Pues!
Lo achacarán á interés
Sí; el dote de la muchacha
¿T no pago yo mi escote
en el contrato nupcial?
¿No monta mi capital
diez Teces más que su dote?
Ta sé yo que la codicia
no cabe en usted. Con todo,
lo mirarán de otro modo
los que piensen con malicia.
Usted teme que la hermosa
se case mal , y por eso
en un paternal acceso
quiere que sea su esposa.
A usted le hace mucno honor
ese pensamiento estoico
de lleyar á un grado heroico
los deberes de tutor;
pero, sin esa extremada
funesta medida, hay mil
f>ara que yuelva al redil
a ovejilla descarriada.
Si no acomoda el doncel
que ella eligió
Le detesto.
Pues... r buen apuro! Otro al puesto.
Ta no aooga usted por él?
No, señor; ni me avergüenzo
de cantar la palinodia.
Cuando usted tanto le odia ,
malo será: me convenzo;
y pues cede ella también,
no hay que ponerla en un potro.
Ta le Duscaremos otro
que á todos parezca bien.
(Bueno será el que tú escojas !)
JSs cosa muy singular
que ahora Pero eso es tomar
el rábano por las hojas.
No VOY á casarme, no,
téngalo usted entendido,
porque ella tenga marido,
sino para serlo yo.
¡Qué mal hace, don Antonio,
el que en edad ya madura
á navegar se aventura
Eor el mar del matrimonio! —
[as ¿qué digo? Hablar yo así!
¡To, que me abraso en secreto,
á dar consejos me meto
Íue he menester para mí !
ero al menos mi cariño
es algo más racional,
que quiero á un tal para cual ;
no á ningún barbilampiño.
Í Fastidiado.]
*ero
T como dias ha
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
Antonio.
Celed.
que él conñesa y yo comulgo,
y..... {pues! ¿quién sabe si el vulgo
por comido nos lo da?
El vulgo será muy tonto
T mi honor acrisolado
peligra
Ca! no hay cuidado.
¿Cómo ¡To
Acabemos pronto.
¿Á qué á la tema volver
si, lo digo sin reparo,
aanque usted me hable más claro
yo no la quiero entender?
Si es broma, basta de broma;
si ese venerable pecho
arde de amor, buen provecho
y con su pan se lo coma.
Si es usted fatua 6 demente ,
cordial pésame le doy;
si piensa que yo lo soy, *
se engaña completamente.
En cuanto á mí, sólo trato
de casarme con mi bella
pupila; sólo convelía,
ó muero en el celibato.
Cierto? ( Vaya , eso ¡ tal cual I )
[Jliefído.]
Ja, ja ¿Conque usted creyó
que hablaba de veras yo?
Antonio. Créalo, ó no, me es igual.
Pero yo no hablo de chanza.
Ó Sabina es mi mujer,
ó vo sé lo (jue he de hacer
si se irustra mi esperanza.
La culpa, ya es evidente,
no será de ella ni mia,
|iino
Celed. De quién?
Antonio. De su tia.
Celed. Jesús ! Quien lo digfa miente.
Antonio. No alborotemos el valle.
Claro: ó con mi dulce encanto
me casa usted , ó la planto
de patitas en la calle.
[ Vase por la izquierda.]
ESCENA IV.
DOÑA CELEDONIA.
Oiga usted! .... Me ha sofocado.
Con ese genio tan dulce
es un lagarto Ta, ya!
Ni lágrimas le seducen ,
ni valen las indirectas,
ni aprovechan los embustes.
En qué conflicto me pone !
Mala bomba le sepulte !
Ó la pupila le acepta
UN día de campo.
203
por marido, y da de bruces
mi autoridad y en la casa
Yoy á ser un trasto inútil;
ó dice que nó el domingo
Y soy despedida el lunes.
Espantosa alternativa 1
No es posible que renuncie
la mucnacha á su gálan ,
que harto ha prendido la lumbre
para que el tutor la apague
con el cierzo de su Octubre.
Si yo vuelvo por pasiva
mis consejos de costumbre
y la digo que aborrezca
al que ayer puse en las nubes ,
la muchacha, que no es boba
ni, como tantas, voluble,
conocerá mi artificio,
y unida con su querube
me enviará noramala;
y entonces ^á quién acudes,
Celedonia? río hay remedio.
Ta es faerza que me aventure
á seguir su suerte. Así
no queda al menos impune
el desprecio soberano
con que oyó mis pesadumbres
ese caribe. Veremos,
y pronto será , quién sufre
mayor tormento; él, ó yo. —
Allí mis ojos descubren
á Agustín.... Me ha visto. Viene..
Mejor. Sin que yo le busque
Celed.
ESCENA V.
DOÑA CELEDONIA; D. AGUSTÍN.
Celed, Ya llegó el momento crítico,
Agustín.
Agustín. Cómo? Qué ocurre?
Celed, Por más que le he predicado^
I>or más que con tono lúgubre
e be pintado los peligros
á que su amor le conduce,
si cabe aqior en un alma
que la avaricia consume,
no hay forma de que el tutor
se convenza y capitule.
Ta no hay que andarse con paños
calientes.' La cosa urge
Agustín. Pues ¿cómo
Celed. Ha sido preciso
que Sabinita pronuncie
un sí falaz , pero ese hombre ,
que ya se juzga en la cumbre
de la gloria , porque todo
en su favor lo traduce ,
tiene empeño en que la boda
al momento se efectúe. .
Agustín. ¿Y qué importa, si Sabina
me mira como á su numen
tutelar, y solo á mí
la unirán indisolubles
los lazos del matrimonio?
No creas, no, que yo dude
de su amor, pero hasta el hierro
se quebranta sobre el yunque
á fuerza de machacarlo;
y don Antonio Bermudez
es muy machacón, y astuto
más de lo que tú presumes.
Á todas horas la ve ,
y, al fin y al cabo, algo influye
la autoriaad de tutor;
y tú, aunque eres tan ilustre,
sólo puedes á Sabina
ofrecer suspiros fúnebres,
y promesas , y lisonjas ,
y otros lugares comunes;
mientras el tutor, abriendo
sus gavetas y baúles,
con mejor artillería
será más fácil que triunfe.
Me hace usted temblar.
Quizá
. sin justa razón injurien
mis sospechas á Sabina,
pero hay tan poco chirumen
en las chicas de su edad,
que, en verdad, no me haré cruces
si á la intriga y á las dádivas
tarde ó temprano sucumbe.
Agustín. Ha hablado usted como un libro,
que este siglo de las luces,
con perdón del bello sexo,
ni Heros ni Tisbes produce,
y pocas Dánaes cuenta
que, si en refulgente nube
llueve doblones de á ocho,
cierren el balcón á Júpiter.—
Mas no es la mitología
en este caso tan útil
como burlar al tutor
antes que el tutor nos burle.
Pues
Agustín.
Celed.
Celed.
[Mirando d la izquierda."]
Pero aquella es Sabina.
[Á D. Agustín que se retírada,]
Viene sola. No te ocultes.
ESCENA VI.
DOÑA CELEDONIA. D. AGUSTÍN. SABINA.
Celed. Sabina, estamos seguros?
Sabina. No hay temor de que nos oigan.
Reunida la tertulia
204
UN DÍA DE CAMPO.
está de gresca y de broma
Dichosos ellos !
Celed, Qué tienes?
Agustín. Vienes pálida, llorosa
Celed. Te ha hablado el tutor?
Sadina, Ah! sí.
Celed. Te ha dicho algo de la boda?
Sabina. Sí. Pobre señor !
Agustín. ¿Qué escucho!
¿Tienes tú misericordia
de ese Nerón?
Sabina. ¿Y si es cierto
que el desdichado me adora?
Me ha hablado con tal ternura I....
Ah ! cuando los ojos lloran
como los suyos lloraban ,
no puede mentir la boca.
Agustín. Sabinal
Celed. Sabina !
Sabina. ,A1 ver
su inquietud y su congoja,
yo también me he conmovido.
Celed. Cómo!....
Sabina. Y no sé qué zozobra
interior «Sabina amada.
me ha dicho, mi bien /mi gloria
cifro en aspirar á darte
el dulce nombre de esposa;
pero tu ventura anhelo
aun más que la mia propia.
Si no la esperas de mí,
aun tienes tiempo; revoca
aquel sí de bendición
que con risa encantadora
articulaste no ha mucho,
y mi flaqueza perdona,
numo mi dicha habrá sido,
sueño, locura Qué importa?
¿No vale más que me aflija
alguna amarga memoria,
que maldecir nuestro nudo
y á Dios rogar que lo rompa
con mi muerte?)»-» Yo le oía
muda, estremecida, absorta
Ah qué escena !
Celed. [En voz baja d D. Agustín.]
No lo dije?
[Á Sabina.]
Eres una pobre tonta.
¿Y qué has respondido
Sabina. Yo
¿Qué sé yo, tia Celedonia!
Ni sabía dónde estaba ,
ni qué hacía, ni
Agustín. Esta es otra !
Sabina. Mas pienso que mi respuesta
ha sido satisfactoria ,
pues me ha besado la mano
muy contento y muy
Agustín. Traidora !
Sabina. Pues ! Ahora me acusas tú !
Agustín.
Celed.
Oh I van á volverme loca
entre los dos.
Celed. Pero, niña,
tan perspicaz hasta ahora ,
tan taimada, tan resuelta,
I y á lo mejor te abandona
la estrategia mujeril I
Sabina. Es que como soy bisoña
Y él apuraba Dios mió!....
Aquí me caigo redonda
si nos sorprende.
[Se aparta un poco y mira adentro
con mucha inquietud.]
Sabinal
[Aparte con doña Celedmiia.]
Mucho temo una derrota.
Apelemos á los grandes
recursos de la oratoria •
sentimental.
Sabina. [ Volviendo á la escena.]
Nadie viene,
mas teng^ miedo á mi sombra.
Qué haré. Dios mió?
Agustín. Qué harás?
Lo que suelen hacer todas.
Sacrificar á tu amante
porque interés y lisonja
triunfaron de la constancia
que prometiste engañosa,
y decir «roros son triunfos»
camino de la parroquia,
tú que decías ayer
«contigo pan y cebolla.»
Sabina. Por Dios, no me digas eso,
que mi amargura redoblas.
Yo te adoro, pero al cabo,
no es mi corazón de roca,
y ver penar por mi causa
á un infeliz ¡En mal hora
con mi culpable mentira
turbé su paz y en. la copa
que deleites le brindaba ,
ay ! le di mortal ponzoña!
Agustín. ^wQíí bien , ingrata*, áuB no es tarde
para que tú le socorras.
Qué dudas? ¿Por qué á sus pies
desolada no te postras
y le ofreces por antídoto
el afecto que me robas?
Agustín !
Mejor sería
darle jarabe de goma
para curarle la tos
que por la noche le ahoga,
amén de otros alifafes
y, los síntomas de gota.
Tía!
Arrójate en sus brazos,
víctima propiciatoria,
y el ébano de tus rizos
i
Sabina.
Celed.
Sabina.
Agustín.
V
m día de campo.
sos
Sabina,
Celed.
Sabina.
Agustín,
Celed,
Agustín.
CeUd.
Sabina.
Celed.
Sabina.
Agustín.
Sabina.
Celed,
Agustín.
Celed.
Agustín.
Sabina,
Agustín.
Sabina.
Celed.
Sabina.
Agustín.
Celed.
en 8Q pelo gris embosca,
y hunda su marchito labio
en tus mejillas de rosa.
Horrorl..,.
Y sufre que el mundo
infiel te llame y apóstata.
Jamás !
Y sirve de ripio
á las columnas periódicas.
Y de escándalo á los ciegos.
Y ¡ ay de ti si te hace coplas
A Estudiante! {")
I Ay de ti
si por su cuenta te toma
Fray Gerundio!
¡Por piedad
Pasará el pan de la boda
quizá demasiado pronto,
y empezará la carcoma
de los celos Porque, al fin,
eres niña, eres hermosa,
y el tutor
No más!
¡ Qué vida
te espera ! qué amargas horas !
adiós paseo y teatro !
adiós, vestidos y joyas !
Por Dios!.... Si yo
Ni aun á misa
podrás salir sin escolta.
Tu risa será traición,
tus lágrimas sospechosas.
Y en tu acción más inocente
pensará ver su deshonra.
Te matará á pesadumbres,
v así acabará la historia.
Válgame Dios I . . . . ¿ Quién ha dicho
que yo he pensado tal cosa
Mas no seré yo quien vierta
sobre el nicho que te esconda
llanto inútil ; que primero
cubrirá la fría losa
mi cadáver
No! Dios mió!....
Haré lo que t6 dispongas.
Tuya soy.
• Basta. El amor
sus santos fueros recobra. —
¿Eres tú capaz, Sabina,
de una acción sublime, heroica?
Sí. Ya he dicho
Siento pasos
Apártate de nosotras
y ligúenos con la vista.
[DonAgustin desaparece por éntrelos
árboles Adeia el ültímo bastídar de la
derecha.]
ESCENA Vil.
DOÑA CELEDONIA. SABINA.
Sabina. Será el tutor?
Celed. No. Es el posma
de don Simón.
Sabina. Aquí llega.
Celed. [Tomándola del brazo.]
Sí? Vamos.
Sabina. (Virgen de Atocha I
Qué va á ser de mí? Yo tiemblo.)
Celed. (Ya puedo cantar victoria.)
[Vanse por la derecha, y al mismo
^or la i
Jimon.]
tiempo llega por la izquierda
D. Sü
ESCENA VIII. .
D, SIMÓN.
Por fin ya me veo libre
de la atroz doña Melchora ,
y para mayor consuelo
se agarra sin ceremonia
al brazo del farmacéutico, .■
que á su pesar la remolca
oyendo el largo catálogo
y la nauseabunda historia
de sus partos y su reuma,
de su dogo y su cotorra;
y pues mi cara Lucía,
ya que mi brazo no toma ,
al de don Tomás se cij^elga ,
que es casado y está en gloria;
celos, dejadme un instante
respirar en otra atmósfera
más serena; y si aun aquí
queréis que haga la parodia
del Ótelo eñ pantomima ,
al menos la haré á mis solas
sin necios y sin coquetas
que se rian á mi costa.
ESCENA IX.
D. SIMÓN. D. ANTONIO.
Antonio. [ Viene por la izquierda.]
¿Ha visto usted
Simón. (Dura estrella! )
(*) Pseudónimo adoptado por el Sr. D. Ánlímio Maria Segoma eñ sus escrilos festivos. Con el de Fray Gerundit
que más abajo se cita, ha sido también más conocido que con su propio nombre el Sr, D. Modesto Lafuente.
206
Antonio,
Simón.
UN día de campo.
Antonio.
Sitnon*
Antonio.
Simón.
5
Antonio,
Simón.
Antonio,
ISimon,
Antonio.
Simón.
Antonio.
Simón.
Antonio.
Simón.
Antonio.
Simón.
Antonio.
Simón.
Antonio.
Simón.
Antonio.
Simón.
Antonio.
Simón.
Antonio.
Simón.
A mi papila?
Poco ha
que crazaba por allá^
su tia iba con ella.
Segaro estoy de la niña.
a tia tendrá paciencia.
Ya no temo su influencia,
ue el miedo guarda la viña.)
ué tiene usted, don Antonio?
¿Qué extraña cavilación
¡Soy tan feliz, don Simón....
Voy á casarme.
Demonio !
Qué hace usted? ¿No se horripila
sJ yer este triste ejemplo,
y antes de pisar el templo
íEh
Con quién ?
Con mi pupila.
Con la pupila? A^ , amigo !
La amable doña xucía
también fué pupila mia
antes de casar conmigo ;
y pues sabéis lo que soy
y no ignoráis lo que fui ,
/aprended, tutor , de mi
lo que ta de ayer d hoy!
Oh I la suerte no es igual.
No me ciega el egoísmo.
Yo soy amado.
Lo mismo
Íensaba yo , y pensé mal.
•a mia es un serann ,
y cuando el sí pronuncié
El sí de las niñas. Oh!
Lea usted á Moratin.
Ella es libre
Ella es mnjer.
Y honrada y , seguro estoy ,
no es capaz
Si no lo es hoy,
mañana lo puede ser.
La colmaré de regalos
No sirve eso con la mia;
¡y quizá me adoraría
si la derrengase á palos I
Sin dar ese trato indigno
á la que mi dicha labra,
yo se..... y, en nna palabra,
cada cual tiene su signo.
^Dichosa el alma tranquila
Yo sé bien, por lo que vi,
lo que va de nsted a mí,
y de pupila á pupila.
¿Qué escucho!
Usted no se asombre.
Pero¿á quién no escandaliza
Si la mujer se desliza,
siempre es la culpa del hombre.
¿Culpa yo porque pretenda
un osado farmacéutico
ser poseedor enfltéutico
de mi legítima hacienda!
Antonio
SimofL
Antonio.
Simón,
Antonio.
Simón.
Antonio.
Simón.
Antonio.
Simón.
. Oir eso causa tedio.
Pues siendo así, ¿qué hace usté
que no le da un puntapié
y se le quita de en medio?
Eso lo dice muy pronto
quien no está comprometido;
pero en llegando á marido,
el más sabio es el más tonto.
Hasta el dia de la fecha.
En qué mi querella fundo?
en qué su malicia el mundo?
En una leve sospecha.
Mas si despido al galán
con dicterios y amenazas,
adiós, honra! Por las plazas
las gentes me silbarán.
Y así peligra el marido '
mucho más, porque un amante
nunca es tan interesante
como cuando es perseguido.
¿ Qué recurso el mundo deja
a quien con celos batalla?
Es ridículo si calla,
y mucho más si se queja. —
Sí, señor, yo estoy celoso
y nunca la soltaria,
pero como esto en el dia
dicen que es hacer el oso....^
y el ami^uito es tan pulcro,
y mi mujer tan taimada
Está visto, no haré nada,
y me echarán al sepulcro!
Entonces...., conformidad.
Sí, pero es mucha fatiga
Y ¿quiere usted que le diga
francamente la verdad?
Diga usted
Pues tengo miedo
á don Frutos.
(Qué menguado!)
Y eso que él es un cuitado,
y mano á mano, le puedo.
Mas aunque yo no soy rana,
puede emplear nii rival
un arma terrible
Cuál?
La farmacopea hispana. •
Antonio. [Jliéndose.]
Entre Caríbdis y Escila
Qué trance !
Simón. ¡Abra usted el ojo ,
y eche la barba en remojo >
y una cruz á la pupila!
Antonio. Oh qué' moler! Don Simón ,
cada cual mire por sí.
Yo sé muy bien Pero aquí
viene ya la reunión.
[Empieza d oscurecer,]
\
UN día de campo.
ESCENA X.
D. ANTONIO. D. SIMÓN. DOÑA LUCÍA. DON
FRUTOS. DOÑA RUPERTA. D. TOMÁS. JESUSA.
D. ENRIQUE. MERCEDES. D. JOAQUÍN.
D. LIBORIO.
[Todos vienen por la izquierda dando el brazo
á sus parejas de costumbre. B, Liborio solo,
con la ffuitarra.]
Tomás. Qué hacemos? Todos se aburren ,
y ya la noche se acerca ,
y el aire anuncia tronada,
S 'Madrid dista una legua,
os iremos Y Sabina?
Frutos. En la granja. Entraba en lella
« con su tia cuando yo
acompañé hasta la puerta
á doña Melchora.
Simón. (¡Cielos,
8ué perdurable pareja !
•travezl)
Liborio. Vaya, pongamos
un jueguecito de prendas
mientras vienen.
Antonio, No. Ta es tarde.
Yaya usted : que se den priesa
á enganchar.
Liborio, Voy.
Antonio. T de paso
. dé usted una yoz Que .vengan
esas señoras
Liborio. Corriente.
ESCENA XI.
D. ANTONIO. D, SIMÓN. DOÑA LUCÍA. DON
FRUTOS. DOÑA RUPERTA. D.^TOMAS. JESUSA.
D. ENRIQUE. MERCEDES. D. JOAQUÍN.
Tbmás. ¡Buena ha estado la ocurrencia
del certamen borrical!
Siman . Certamen ?
Tomás. Si ; en la pradera
ha habido juegos ecuestres.
[Á doña Lucia.]
Siman.
Frutos.
Tomás.
Jesusa.
Tomás.
Has entrado tú en la fiesta?
No, señor. Es delicada
de nervios, y se marea.
Todos hemos cabalgado
un poquito , menos ella.
Cómo chillaba Jesusa I
Pero Mercedes , tan tiesa I
Porque la iba sosteniendo
Joaquinito.
Mi Ruperta
Siman.
Tomás.
Ruperta.
Tomás.
Jesusa.
Tomás.
Enrique.
Ruperta.
no me quiso abandonar
á merfed de aquella ñera.
To delante, ella á la' grupa ,
y así en forma de una etcétera,
nuestro conyugal amor
trotaba de ceca en meca;
pero es carga, por lo visto,
superior á asnales fuerzas
un matrimonio feliz ,
pues pronto dimos en tierra ;
mi mujer,.... Dios sabe cómo
Y usted?
To...., por las orejas.
No le hagan ustedes caso.
Yo caí, mas con decencia.
Peor libró Jesusita.
¡Vamos, que me da vergüenza
Por sujetarse el sombrero,
da fondo en una aguadera;
grita, pierde el equilibrio;
mitán bracos, sobran piernas
Vaya, ¡cosa más graciosa
Eh ! no diga usted simplezas.
[En voz baja á su marida.]
Cómo la mirabas , picaro!
Yo te ajustaré la cuenta.
ESCENA XII.
D. ANTONIO. D. SIMÓN. DOÑA LUCÍA. DON
FRUTOS. DOÑA RUPERTA. D. TOMÁS. JESUSA.
D. ENRIQUE. MERCEDES. D. JOAQUÍN.
BELTRAN.
Beltran.
Antonio.
Beltran.
Frutas.
Beltran.
Antonio.
Merced.
Beltran.
Antonio.
Simpan.
Frutos.
Dios guarde á ustedes. De parte
de aquella señora seca
La del perrito
Qué quiere?
Que vaya y no se detenga
el boticario
Qué ocurre?
Ay, señor! Es cosa sería.
¿Cémo
Dios miol...*
Al perrito
le ha dado una pataleta.
Bah I creí que era otra cosa.
[Á D. Frutos.]
Sí, vaya usted
Soy yo albéitar?
[Óyese rodar y parar un coche á la
izquieraa del actor.]
Tomás. No obstante, es preciso
Jesusa. Sí,
¡por Dios
Simón. Corazón de piedra,
sos
UN día de campo.
salve usted á aquella víctima....,
talyez.ádos!
Frutos. [Soltando el brazo de doña Lncia.]
É
Será fuerza
Hasta luego.
[Vase corriendo.]
Simón, [Tomando el brazo de su mtyer.]
Acoto el brazo.
(No hay mal que por bien no venga.)
ESCENA XIIL
D. ANTONIO. D. SIMÓN. DOÑA LUCÍA. DOÑA
RUPERTA. D. TOMÁS. JESUSA. D. ENRIQUE.
MERCEDES. D. JOAQUÍN. BELTRAN.
D. LIBORIO.
Liborio. Ta á la orilla del camino
¿ la comitiva esperan
ensillados los caballos,
albardada la jumenta ,
y de dos coches el uno
con su tiro de colleras.
Simón. Pues i y el otro?
Liborio. No lo he visto.
Se habrá roto alguna rueda
Beltran. Cal no, señor. Ya hace rato
rompió como una saeta
de vuelta á Madrid.
Antonio. l Qué escuchol
T ahora lo dices, babieca?
Beltran. Toma I Y quién lo ha preguntáo?
To no me meto en la renta
del escusáo. Aunque soy
paleto, tengo prudencia.
Antonio. Pero ¿quién iba én el coche?
Beltran. Cáncia la parte de ajuera
las seis muías y el zagal;
y adrento, sigun las señas ^
doña Sabinita
Antonio. Cielos !
Beltran. T su tia, doña Esa
Doña Ciliofia.
Sim,on. ¿Qué oigo!
Rmerta. Sabina I
Zioorio. . ¿Cómo
Tomás. ¿Qué idea
[Murmullo general de admiración.]
Beltran. Ah! .... También se coló drento,
sin cudiarse de entiquetas
el calesero.
Antonio. Borracho!...,
que estás diciendo?
Beltran. La mesma
verdad. Y la señorita
arrancó de su cartera
un peazo de papel,
y puso al pié de la letra
este dicumento.
[Saca un papel y se lo da.]
Ah I Dame.
Simón. El mozo es todo lo bestia
que puede ser.
Antonio. ¿Es posible
Estoy soñando? ¡La pérfida
[Lee.]
« Soy libre ; soy amante. — Si hay
tutores, hay leyes. — Huyo con Agus-
tin y con mi tia.r-Si me voy como
Dios quiere, me casaré como Dios
manda. — Culpe usted á su tiranía, y
no á mi liviandad.— Sabina.»
Ah falsa, traidora, ingrata!
¿Así pagas mis finezas,
mi amor, mi bondad ¡Infame
seductor! Tia perversa!
¡ Oh necia credulidad
la mia! oh traición horrenda!
¡jurarme sincero amor,
fingir candida inocencia,
y venderme así Dios mió!
Dios miol ¡ En edad tan tierna
tanta maldad! Ya no hay fe,
ya no hay virtud en la tierra.
Venganza!... Un caballo!
Enrique. El mió..
Antonio. Lo acepto. Dios me reserva
un consuelo....: la venganza!
Ah ! yo haré que te arrepientas,
infeliz ; y será tarde !
Tu boda será funesta,
lo juro. ¡ Á mí la victoria,
á ti el llanto y la vergüenza!
[ Vase corriendo por la izquierda.]
ESCENA XIV.
D. SIMÓN. DOÑA LUCÍA. DOÑA RUPERTA.
D. TOMAS. JESUSA. D. ENRIQUE. \lERCEDES.
D. JOAQUÍN. BELTRAN. D. LIBORIO.
Ru^rta. Qué lance!
Liborio, ¿Quién lo diria
Simón. Pues yo sé de alguu profeta
que le anunciaba
Tomás. Una gota
me ha caido en esta ceja.
[Se oye tronar.]
Lucia. La tempestad está encima. ....
UN día de campo.
m
Lihorio. Oven nstedes? Ta truena.
Ruperta. Al coche I
Al coche I
Y don Frutos?
.Al
Simón.
Lucia.
Jesusa. T mamá?
Tomás. Al coche • Raperta !
[Desaparecen corriendo por la iz'
quierda.]
Simón. (Ahora es la mia.) Corramos
Zuda. Pero
Simón.
Al coche los que quepan.
Puto el postre !
[ Vase con doña Lucia.]
Vamos, niñas
Liborio.
Merced. Pero mamá que se queda
Liborio. Vamos, que llueye. Después
dará el carruaje la vuelta.
Siete cabremos.
Jesusa. Mamá!....
Enrique. [Á D. Joaquin, y se va con il.]
Llévame á tu grupa.
Liborio. Ahí queda
don Frutos....
Merced. \Ta dentro. \ Mamá I . . .
Liborio. [Lo mismo.]
[Arranca con ellas.]
Volemos-
ESCENA XV.
BELTRAN. D. FRUTOS. DOÑA MELCHORA.
Beltran. [Guarecido de un árbol.]
No se ha armado mala ^esca 1
[Llega por la derecha D. Frutos con
el botiquin bajo el brazo izquierdo y
dando el derecho á doña Melchora, que
trae consigo el perrito. Menudeantes
truenos y relámpagos, crece la lluvia
y ciérrala noche.]
Frutos. Vamos, que se van.^...^
Melch. [Acariciando al perro.] Jesusa I . . .-.
Animalitol.... Este reuma
Frutos. \ Corra usted. . .
Melch. Jesús!...
Beltran.
Melch.
Frutos.
Melch.
Beltran.
Frutos.
Beltran.
Frutos.^
Melch.
Frutos.
Beltran.
Frutos.
Melch.
Frutos.
Melch.
Frutos.
[fSe oye rodar el coche,]
Ta es tarde.
Ya va por la carretera
echando chispas el coche.
Av, válgame santa Tecla!
Lloviendo á mares £1 perro
El botiquin
¿Quién nos lleva
á Madrid?
La borriquilla •
se tomará esa molestia.
Allí está
¡Bravo refuerzo,
y está lloviendo á fanegas !
(Ay Lucía!....) Otro carruaje
Aunque sea una carreta
No hay amparo. Pero el coche
volveiíl
(^(También me llega
mi San Martm!)
Á la granja!
Cuánto tardará?
Hora y media.
Ahí es nada!
Vamos, hijo.
En tanto cobrará fuerzas
el perrito, y en el hombro
me dará usted unas friegas.
¿Qué friegas, ni qué
Volemos.....
Maldición !....( Qué diferencia ! )
[ Vuélvese corriendo hacia la casa.]
Beltran. [Siguiéndolos.]
Estas junciones de campo
siempre acaban en trigedia.
ACTO TERCERO.
Sala en casa de D. Antonio. Puerta en el foro y otras dos laterales. Entre otros muebles
habrá una mesa con recado de escribir.
ESCENA I.
D. ANTONIO. D. SIMÓN. D. TOMÁS.
Simón. Al tocador de Sabina
se ha marchado mi mujer,
IL
y ahora, señor don Antonio,
3ue estamos solos los tres , '
íg^nos usted, si gusta,
en qué paró lo de ayer;
y cómo las desertoras
volvieron á su cuartel ;
14
210
UN día de campo.
y cómo er qae están ustedes
tan en paz^ al parecer,
y la niña se engalana,....
y no la ha matado asted.
Aquí hay misterio
Antonio. Ninguno.
En dos palabras diré
lo ocurrido. Cuando supe
que de un pillo á la merced
y engañada por su tia,
que es el mismo Lucifer,
la ingrata pupila huyó,
mí primer impulso fué
perseguirla, y del amante
tomar venganza cruel.
Metí espuelas al caballo;
pero pensando después
que hecha estaba la locura
y yo sería tal vez
menos digno de indulgencia
perdiendo el juicio también , •
{mse todo mi conato
uógo que á Madrid llegué,
en salvar, si era posible ,
después de tal proceder,
el honor de mi pupila.
Hasta cerca de las diez
corrí sin fruto en su busca,
y por fin los encontré
en el gobierno político,
cuando en nomore de la ley
ya la licencia obtenian
de que habian menester.
Respeté la providencia,
mas, jurando por la fe
de hombre honrado no forzar
la voluntad de esa infiel ,
pedí'que en mi propia casa
ía depositase el juez,
y en atención á que el dote
es cantidad de interés,
se firmara aquí el contrato
y mi solvencia con él.
Aceptóse mi propuesta,
que ¿ todos estaoa bien
para evitar comentarios
de tertulias y cafés ;
el notario tendrá luego,
vendrá el amante doncel
y Dios los haga felices.
Simón. Amén. Diga usted: amén.
Por vida del otro Dios I ... .
¿Conque se hace usted de miel
después de acción tan inicua?
No me queda más qué ver.
¿T es usted el que culpaba
mi paciencia y mi sandez?
To al fin gimo, y refunfuño,
y negra como ía pez
tengo la sangre, y reniego
del dia en que me casé,
y si pillo á mi consorte
en algún renuncio...., puesl....
Antonio,
Tomás.
Simón.
Antonio.
Tomás.
Antonio.
soy capaz Pero usted tiene
alma de ¿qué sé yo qué?
¡Dejarse robar la novia,
traerla á casa después ,
y presenciar el contrato,
y soltar de bien á bien
el dote Por lo que veo,
tendría este hombre placer
hasta en servir de padrino
á su rival. Voto á quién! ....
Note usted que era Sabina
mi amada; no mi mujer.
La prudencia es gran virtud.
Ella es ella; él es quien es.
Llorar con la cruz al hombro
á cada paso se ve,
pefo ¿por librarse de ella?
Sería ridiculez.
Sé lo que pesa la mia,
y le doy el parabién.
Pero, señor, ¿es posible
Señor don Simón , yo sé
lo que me hago. Su permiso
ruego á ustedes que me den.
Tengo que arreglar papeles....
Oh I no se incomode usted
por nosotros.
Hasta luego.
[Bntra en la habitación ie ladirecha.]
Simón. Ya á hacer un lindo papel!
ESCENA II.
D. SIMÓN. D, TOMAS.
Tomás. I Vaya, que no tiene precio
lo del rapto y lo del coche,
y al abocarse la noche
caer chubasco tan recio!
Simón, Por fin el signo de Acuario, .
ya que otro signo mé acosa,
me dio venganza sabrosa
del insigue boticario.
Llorando entre aquellos berros
la ausencia de su Lucía ,
¡qué buen rato pasaría
dado á Melchoras y á perros!
Vaya, lo que yo reí
anoche por el camino
Mientras el coche fué y vino,
tres horas estuvo allí.
Muerto de angustia y de miedo
llegó por fin a deshora
con su dogo y su Melchora
á la puerta de Toledo,
y sin más cama que el frac ,
si tarda cuatro minutos
el delicioso don Frutos
pasa la* noche al vivac.
UN día de campo.
Tomás.
Simón,
Tomás.
Simón.
Tomás.
Simón.
Tomás.
Tomás. ¿No ha venido aquí...
Siman. Algún pasmo,
que curará con meconio,
hoy libra á mi matrimonio *
de ese eterno pleonasmo.
Qué gozol ¿Y usted no sabe ,
caro amigo, la chuscada
que tengo ya preparada
á ese galán de jarabe?
No.
Me voy con mi consorte
Íara verme libre de él.
^ónde?
A la Seo de Urgel.
Ya tengo aquí el pasaporte.
Tantas leguas de arrecife !
Aun son pocas á fe mía,
que por no verle me iria
al pico de Tenerife.
Vaya usted, y Dios lo ampare,
mas ¿dénde no habrá un galán?,
ó, como dice el refrán,
dónde irá el buey, que no are?
Simón, Ehl .... Por hoy, lo que me urge
es huir de la farmacia,
' porque no tendria gracia
que me diesen un menjurje
Mas ¿cómo usted no ha traido
á la esposa?
Estaba en misa,
y como vine de prisa
¿Qué escucho! Tan buen marido
Yo me encuentro bien sin ella.
No es posible. ¿A quién no halaga
el dulce amor
Más aciaga
que la de usted es mi estrella.
Puesl, y lleva usted la palma
Del martiriol
No. Esa es grilla.
Yo sé
Todo lo que brilla
no es oro, amigo del alma.
¿No es ejemplo de ternura
oí, pero con tal exceso,
3ue ya me derriba el peso
e mi conyugal ventura.
Yo no soy dueño de mí
ni una hora, ni un instante.
I Mal haya amor semejante ,
si es amor el frenesí 1
Simón. Yo creia á usté en el centro
de la gloria
Tomás. Sufro, rio,
callo...., pero, amigo mió,
laprocesion va por dentro.
¿Hay tormento tan cruel
como una mujer llorona,
y suspicaz, v sobona
Oh ! me hará soltar la piel.
Simón. De veras? Está usted loco?
¿Es posible
Tomás. Me impacienta.
Tomás,
Simón.
Tomás.
Simón.
Ton^.
•
Simón.
Tomás.
Simón.
Tomás.
Simón.
Tomás.
Sil
me fastidia , me revienta ,
me pudre...., y aun digo poco.
¡Y cada vez más me capto
el amor de ese demonio!
No fuera yo don Antonio!....
Cuánto envidio lo del rapto!
Simón. Si está tan enamorada,
¿cómo tendría el descoco
de
Tomás. ¡Ni ella vale tampoco
la pena de ser robada!
Simón. ¡Este pobre don Tomás
¿Conque ya encontré un casado
más que yo desventurado?
Tomás. Sí, señor, mil veces más.
Simón. ¡Hombre, hombre, qué bueno fuera
si para mutuo consuelo
cambiásemos. . . ... pelo á pelo !
Tomás. Yo la cambio por cualquiera.
Simón, Puede que yo me equivoque,
mas si se hiciera el mercado,
yo quedaria obligado
a pagar el alboroque.
Tomás. Amigo, usted no lo acierta.
No la hay peor que la mia.
Simón. Sí, mientras viva Lucía.
Tomás. No, mientras viva Ruperta.
Simón, Pues, á fuer de hombres sesudos,
suframos ambos á dos
y supliquemos á Dios
que pronto nos haga viudos,
porque allá se van, mutátis
' mutándis j, en mi opinión ,
quien supiera lo que son
no las querria ni gratis.
Tomás, No, por cierto. Qué prebenda!
Al más pintado le doy
[Baja la voz viendo entrar á su mujer
por la puerta del foro.]
¡Mi mujer Perdido soy!
Dios me asista y me defienda!
I-
ESCENA III.
«
D. SIMÓN. D. TOMÁS. DOÑA RUPERTA.
Ruperta. kh pérfido!.... Al fin te veo
Tomás. Estabas en Santa Cruz
Me llamaba don Antonio
de prisa
Xupeí'ta. ¿Y no sabes t6
que entre marido y mujer
todo debe ser común?
Tomás. Yo creí que no importaba
Ruperta. \ Sin decir siquiera abur
á una mujer que te adora!
Alguna entruchada, algún
Tomás. Cálmate, dulce Ruperta,
y no te dé un patatús.
818 ^
UN día de campo.
qae si te mueres, á entrambos
nos harán el atand.
Ruperta, No te creo, que conmigo
procedes como tahúr,
y tras de alguna pindonga
te habrás venido. Jesús 1
Me yas á quitar la vida.
Tomás, Por David y por Saúl
juro
{En voz baja d D, Simón,']
Qué tal?
Simón, [Lo mismo,] Buena hembra 1
Así tenga la salud !
Huperta. Qué le dices al oido?
Tomás. Nada. Que vale un Perú
mi mujer y no me cambio
ñor el mismo Mahamud.
Ríiperta.^o. Alguna Intriga......
Simón, Señora ,
míreme usted á la luz.
¿Tiene usted celos también
de mi rancia senectud?
Tomás, i Quién sabe
Simón. Usted se ha dejado
los ojos en el baúl.
Ruperta. i'Él me habla de ojos, Dios mió,
y no ve los rendivüs
que prodiga á su mujer
el boticario gandul !
Simón. Señora, eso es ya salirse
de la cuestión.
Ruperta. Yo, según
se me habla
Simón. [A D. Tomás,] Llámela usted
al orden.
Ruperta. [Á B. Tomás.]
Qué ingratitud 1
¡Escapárseme de casa
Tomás. Mujer, eres el non plíis
Affp^r/a.De qué?
Tomás. De nada; perdona;
• mas calla con Belcebú,
que viene gente, y yo solo
debo cargar con la cruz.
[Doña Ruperta toma el brazo de su
marido,]
ESCENA IV.
DOÑA RUPERTA. D. TOMAS. DOÑA LUCÍA.
SABINA. DOÑA CELEDONIA. D. SIMÓN.
[Llegan por la puerta de la izquierda.]
Celed. Oh amiga doña Ruperta !
Rítperta. Servidora
• [i D. Tomás.]
No te sueltes.
Celed. [Á doña Ruperta,]
Ruperta.
Lucia.
Sabina.
Simón.
Sabina.
Celebro que usted también
asista al acto solemne
de la boda de Sabina.
No tenía antecedente
Sí, señora. Ya está todo
arreglado. El cielo vuelve
por la oprimida inocencia. >
(Bien ! Mi mujer la protege.
I a se ve, la simpatía )
Don Antonio se convence
No me maravillo. Un rapto
es razón muy convincente.
Era el único recurso
que me dejaba la suerte
Mas recordar lo pasado
ya no es útil ni prudente,
y basta que mi tutor
su clásico error conñese
en el hecho de traernos
segunda vez á su albergue,
para transigir nosotros '
también amistosamente
Pues, por mi voto., la chica
se mantendría en sus trece.
No la casan con su amante?
Sí, señor.
Pues ¿qué más quiere?
Pero en casa del tutor
y cubriendo el expediente,
como se suele decir.
Así no será tan célebre
el aviso á los tutores
y el triunfo de las mujeres.
Muy bien. (Padres de familia,
he aquí una aya excelente
para vuestras nijas.)
[i Sabina.]
Holal
De veinticinco alfileres !
Sea en hora buena. Pero
¿cómo es que el novio no viene?
Sabina,. No tardará.
Simón, Vaya en gracia.
Ta deseo conocerle.
Celed.
Simón.
Celed.
Simón,
Celed.
Simón,
ESCENA V.
DOÑA CELEDONIA. SABINA. DOÑA RUPERTA.
DOÑA LUCÍA. D. SIMÓN. D. TOMAS.
D. ANTONIO.
Antonio, Señoras, si ustedes gustan
de pasar al gabinete
Lucia, Bueno.
Ruperta. Gomo usted disponga.
UN DÍA DE CAMPO.
213
Antonio, Aqaello está más alegre ^
y basta qne venga el Notario
vamos pues
Soy coü ustedes. —
No te vayas tú , Sabina.
Muy bien.
[Al oido.] Firme I No te dejes
seducir.
Sabina. [Lo mismo.']
Seré inflexible.
Simón, (Don Antonio es un imbécil.)
[ Vanse por la puerta de la derecha,]
Celed,
Antonio,
ííabina,
Celed,
ESCENA VI.
D. ANTONIO. SABINA.
Antonio. Cuando se acerca el instante
que decidirá tu suerte,
no creas qne voy á hacerte
reconvenciones de amante.
Dio» te ha dado un albedrío
que yo siempre he respetado,
y bien sé que no me es dado
' quejarme de tu desvío,
y si al menos tu lenguaje
franco hubiera sido y fiel,
yo te absolvería de él,
que el desamor no es ultraje ;
mas el honor de un desden
tu ingratitud no me quiso
otorgar. \ Era preciso
' burlar á un hombre de bien;
que para quien sólo aspira
á novelesca opinión
ni es culpable la traición,
ni es infame la mentira !
Sabina, Confieso que ciega anduve
Cuándo no es ciego el amor?
Para huir tuve valor
y para hablar no lo tuve.
No debí ser tan cobarde ,
sino postrada á esos pies,
decir la verdad. Después
lo pensé , mas era tarde.
Entre un novio y un tutor,
débil, incauta mujer,
yo no sabía qué hacer....,
y al fin hice lo peor.
Antonio, Pues lo has confesado así
y en mi alma no cabe encono,
Sabina, yo te perdono,....
y perdóname tú á mí.
Señor!....
No es cnerdo en mis años
pedir al amor primicias,
y antes que soñar delicias
debí temer desengaños.
Antonio,
Sabina,
Sabina,
Antonio.
Ta no aspiro á tu hermosura;
te lo digo sin despecho;
mas aun reclamo el derecho
de mirar por tu ventura.
Créeme, Sabina; ten juicio.
Aun es tiempo. Esa pasión
destierra del corazón ,
aunque es duro el sacrificio.
Mira no llores un día
¡sin razón! tu amarga suerte.
¡ Mira que van á perderte
ese amante y esa tia !
Sabina. No se canse usted en vano,
que son calumnias En fin ,
tal como sea Agustín ,
le amo y le daré mi mano.
Ah Sabina!
Sea yo
en quien pruebe usted su ceño,
pero injuriar á mi dueño....;
perdone usted : eso no.
Antonio, Sabina, un recuerdo triste
me has de oir aunque te aflija.
Tu tio tuvo una hija,
á quien tú no conociste.
Ella también sus hogares
mal casada abandonó,
y á los tres años murió
consumida de pesares.
Víctima de aquel desliz ,
el padre murió también.
Sólo para hacerte bien
sobrevivió á la infeliz.
To te recibí en mis brazos
cuando con dolor profundo
recordaba moribundo
aquellos fatales lazos.
«Vela por ella, me dijo.
La he dotado generoso.
De ti reciba un esposo.
De su gratitud lo exijo.» —
Si la postrer voluntad
tu corazón no domina
del que te amparó, Sabina,
en la mísera orfandad,
cúmplase tu ciego antojo;....
mas sea dentro de un año.
Si entonces ya el desengaño
no te cubre de sonrojo
Sabina. La memoria de mi tio
respeto mucho; es sagrada,
pero estoy enamorada.
Ya este corazón no es mió.
Mi boda no ofende á Dios;
de ella mi ventura aguardo,
y si un dia la retardo,
vamos á morir los dos !
Antonio, (Locura! ....) Vete. No más!
Toda reflexión es vana.
Si te arrepientes mañana
Sabina, ¿To arrepentirme I Jamás.
21i
UN día de campo.
ESCENA VII.
D. ANTONIO.
Merecía la insensata ,
ya que así me desespera,
que yo vengativo fuera
tanto como ella es ingrata.
[Saca del bolsillo unfUeao cerrado y
lo guarda en, un cajofi de la mesa.]
ESCENA VIH.
D. ANTONIO. D. AGUSTÍN.
Agustín, Saludo á usted, don Antonio.
Antonio. Bien venido, caballero.
Agustín. Ya es la hora convenida
Antonio. Lo sé. Tome usted asiento.
Agustín. Estoy bien.
Antonio. Aun no ha venido
el Notario.
Agustín. Vendrá presto. —
Siento mucho la ocurrencia
de ayer, pero á tal extremo
nos redujo usted mostrando,
por causas que no comprendo,
tan injusta oposición
á nuestros justos deseos.
Antonio. Más que yo manda la ley,
y pues su fallo venero,
no hablemos de lo pasado.
Use usted de su derecho.
Agustín. No obstante, me pesar ia
de que algún resentimiento
Antonio. Con evitar el escándalo
yo me doy por satisfecho,
y tal vez níe olvidaré
de ofensas que no merezco
si Dios quiere bendecir
el tratado casamiento
y usted logra hacer dichosa
á mi pupila.
Agustín. Mi anhelo
no es otro, y debe esperarlo
del amor que la profeso.
Antonio. Está bien.
Agustin. Mas no será
mi regocijo completo
hasta haberme granjeado
con pruebas del más sincero
cariño jr la más profunda
veneración el aprecio
de usted.
Antonio. No soy rencoroso.
Dejemos obrar al tiempo
(Para el necio que te crea!)
Agustin. (Nada cuesta un cumplimiento.)
ESCENA IX.
D. ANTONIO. D. AGUSTÍN. EL NOTARIO.
TRES TESTIGOS.
Notario. Felices dias, señores.
Puntual á la cita vengo
con los testigos
Antonio. Muy bien.
Sentarse. Al instante vuelvo.
ESCENA X.
D. AGUSTÍN. EL NOTARIO. LOS TESTIGOS,
Agustín.
Notario,
Agustin.
Notario.
Agustin.
Notario.
Agustín.
Notario.
Agustin.
Ya traerá usted extendido
el contrato
Con efecto.
El memorial en cabeza
con el marginal decreto
de la autoridad civil;
las declaraciones luego
de cónyuges y testigos,
con los oportunos huecos
para las firmas.
Corriente.
Yeldóte?,
Al folio vigésimo
se estampa la diligencia
Digo, el encabezamiento
y demás, porque la suma
está en blanco, por supuesto.
De quince á veinte-mil duros
debe de ser por lo menos.
El mismo tutor lo ha dicho...
Era el difunto don Pedro,
tio de la contrayente ,
hombre de mucho dinero.
(Qué vida me voy á dar!
Iré á París el invierno )
Ya están aquí. La futura?....
Aquella. Feliz momento!
ESCENA XI.
D. AGUSTÍN. EL NOTARIO. LOS TESTIGOS.
SABINA. DOÑA CELEDONIA, D. ANTONIO.
D. TOMÁS. DOÑA RUPERTA. D. SIMÓN.
DOÑA LUCÍA.
Antonio, Siéntense ustedes.
[Todos se sientan: D. Agustín lo hará
al lado de los testígos. El Notario d
la mesa de escritorio.]
Ya es hora
de poner dichoso término
á un lance desagradable
UN DÍA DE CAMPO.
815
7 de cumplir los deseos
de mi papila y sa uoyío.
Sea cual faere el concepto
que yo forme de esa boaa ^
harto hago cuando me presto
¿ que en mi casa se firme
el contrato, y desde luego
Notario. Pues, con permiso de usted
y la asamblea, comienzo.
Antonio.
Notario.
Agustín.
Antonio.
Notario.
Antonio.
Affustin.
Simón.
[Dándole unos autos.]
Antes que el acto principie ,
tome usted el testamento
del señor don Pedro Aznar,
Ír lea en el folio sexto
a cláusula en que á Sabina
dotó con veinte mil pesos.
Eso después. Es preciso
Íue procedamos con método,
eeré el decreto del jefe
político
Sí. Lo de menos
es la dote
Yo suplico
al señor Notario, y tengo,
como se verá, razones
poderosas para ello,
que anticipe la lectura
de ese legal instrumento.
No es el orden ; pero, en fin ,
pues usted lo j^ide, leo.
[Leyendo,]
<íítem. Dejo á mi sobrino
don Gregorio Aznar
[Acercándose y señalando al Notario
lo que ha de leer.]
No.ea eso.
Más abajo. Aquí principia.
Oigamos.
(Qué será esto?)
Notario. [Leyendo.]
<íítem. Señalo á mi sobrina Clau-
dia Sabina Micaela Aznar, hija de
mi amado hermano don Nicolás y de
doña María del Pilar Atienza, que
estén en gloria, por Tia de dote, y
para sus alimentos hasta que llegue
a edad nubil y (quiera tomar estado,
cuatrocientos mil reales )>
Antonio. Perdone usted. To declaro
que ni ahora ni nunca Quiero
reclamar ni un solo real
por once años de alimentos
que ha disfrutado Sabina;
antes respondo del rédito
del capital , á razón
anual de cinco por ciento.
Satina. ¿Qué oigo! Señor don Antonio!
(Yo sueño.)
Agustin, (¿ Será posible )
Celed.
jRuperta.Qwé nobleza!
Notario. Es usté el fénix
de los tutores modernos.
Tomás
Simón.
(Y decian que era avaro!)
is. Q\
ué generoso!
(Qué necio!)
Agustín. [Á D, Antonio^ levantándose.]
Ah ! ese rasgo me confunde
Antonio. [Con seriedad.]
Bien, bien
[Al Notario,]
Sig^a usted leyendo.
Notario. «Cuatrocientos mil reales; pero con
la bien entendida, forzosa é invaria-
ble condición »
Celed. [ Con inquietud.]
Condición ha dicho usted?
Notario. Condición.
Antonio. Lea usted.
Agustín . ( Cielos !....)
Notario. «De aue ha de preceder á su boda
el explícito y formal consentimiento
de mi albacea y tutor de Sabina,
don Antonio Bermudez.»
[Murmullo general de sorpresa.]
m
Sabina. ¡Ah, tia
Agustín. (Perdido soy!)
Celed. ^Cómo lo callaba el pérfido!
Ah! si yo hubiera sabido....)
Siman. (Esto ya muda de aspecto.)
Notario. «Y si, enterada oportunamente de
esta mi postrera irrevocable volun-
tad, prefiriese un marido de su sola
¡r exclusiva elección al que mereciere
a aprobación de dicho don Antonio
Bermudez, quiero que la consabida
suma, luego que se realice el casa-
miento, sea proporcionalmente apli-
cada á los otaros legatarios.»
[Nuevo murmullo,]
Celed, Qué traición 1
Agustín. ( Qué compromiso! )
Antonio. He aquí el justo fundamento
que tuve para pedir
que se leyese primero
lo que ustedes han oido.
Ahora bien; sin que mi intento
sea injuriar al señor
don Agustín . yo no puedo
dar á esa boaa, ni nunca
daré mi consentimiento.
216
üN día de campo.
Agustín. (Me ha burlado!)
Sabina. Oh Dios!..
Celed. [Sofocada.] ¡Indigno
tutor, aleve!
Simón. [Levantándose.] ¡Bienhecho,
Toto á bríos! sublime! heroico!
santo! Toque usté esos huesos,
camarada.
Antonio. Don Simón,
siéntese usted. Esto es serio.
[Vuelve d sentarse D. Simón,]
Aguslin. ¡Y para salir con esa
embajada, tanto empeño,
tanto afán de levantar
el depósito, y traernos
Antonio. Quise al menos impedir
que fuese escarnio del pueblo
esa infeliz
Celed. [Levantándose furiosa. ]
Quiso usted
con intrigas y embelecos
obligarla á transigir.
Sepan ustedes , — y pienso
publicarlo en los periódicos, —
que si niega como un perro
su aprobación á la boda,
no es porque sea con Pedro
ni con Juan; es porque aspira
á la novia y al dinero.
I^a muchacha no le quiere
por ridículo y por viejo;
no la ha podido engañar,
y ahora busca impedimentos
y tranquillas ¡y la sitia
por hambre! He aquí el secreto.
Antonio, k esa indigna acusación
yo responderé á su tiempo,
y la postrera será
que oiga de usted : lo prometo.
[Al Notario.]
Ahora puede usted, si gusta,
formalizar el concierto,
señor Notario. Una vez
que ya permiso les dieron ,
tanto da que se haga aquí
como en otra parte.
Notario* Bueno.
Sabina. [Levantándose.]
Yo no vacilo. Estoy pronta ,
que mi amor no está sujeto
á mezquinos intereses,
y si tocio el universo
no sería poderoso
á apagar tan dulce fuego,
¿yo, viva, me he do rendir
á los caprichos de un muerto?
Por el bien que el alma adora
renunciara con desprecio
á las minas del Perú
Simeón.
Sabina.
Agustin.
Notario.
Agustin.
Notario.
Sabina.
m
Agustin.
5á los tesoros de Creso,
asta á nuestra fe recíproca
5 arca mesa y pobre lecho,
rabajando, si es forzoso,
ganaremos el sustento,
y aunque el mundo corrompido
nos rechace de su seno,
qué importa? No ha de faltarnos
una choza en un desierto.
¡Oh Providencia, que cuidas
del pájaro y del insecto,
no podrás abandonarnos
al hambre y al desconsuelo!
(Bien! ¡Con ese rasgo heroico
hará buen caldo el puchero!)
¿Callas, Agustin! Qué dudas?
He aquí mi mano. — Firmemos.
Diga usted , señor Notario,
ese papel ¿es auténtico?
Y fenaciente.
Esa cláusula
¿es legal?
Pues ¿no ha de serlo?
Que lo sea! La ventura
conyugal no tiene precio,
y el éxtasis del amor
Sí, bien mió, yo comprendo
sus iuefables dulzuras ;
pero entre el alma y el cuerpo
hay relaciones tan íntimas
de amistad y parentesco,
que si este desmaya, aquella
no está para jubileos.
Agustin !
La medianía
es soportable , convengo;
pero la indigencia tiene
una cara que da miedo.
Si tú sola fueses pobre,
no repararía en eso,
pero yo lo soy también ,
y nada y nada son cero.
Si nos casamos los dos
tú te pierdes, yo me pierdo,
y échale un galgo á la dote!
Al son de nuestros lamentos
los herederos restantes
entonarán el Te Deum.
Sabina. [Cubriéndose el rostro con las manos,
Ah!
Simón. ( Era hombre que lo entendía
el tío que está pudriendo.)
Agustin. Renuncio pues á tu mano.
Sabina. Dios mío!....
Agustin. Y harto lo siento;
mas, si no mi bien, el tuyo
• reclama tamaño esfuerzo
de mi corazón amante;
porque eso del menosprecio
de las riquezas, y el bosque,
y el pájaro y el insecto,
son famosos materiales
Sabina.
Agustin.
para haoer bositos versos ,
pero el estómago En fín,
10 dicho, dicho y laus Deo.
UN DÍA DE CAMPO.
Antonio,
Notario.
217
Zuda.
Tomás.
Ruperta
Celed.
Antonio.
ESCENA XII.
SABINA. DOÑA CELEDONIA. DOÑA RUPERTA.
DOÑA LUCÍA. D. ANTONIO. D. SIMÓN. DON
TOMÁS. EL NOTARIO. LOS TESTIGOS.
Sabina. T la tierra no me trag^I
Traidor! ingrato! protervo!
[Se sienta abatida y avergonzada.
D. Antonio acude á consolarla.]
Simón. T aquí acaba la novela.
Perdonad sus mnchos yerros.
Mire usted !
( Este es el mundo! )
.¿Quién diría
( Estamos frescos ! )
Criatura, no te aflijas;
antes , da gracias al cielo
que te libra del abismo
?ue á tus pies estaba abierto. -
or dicha tuya, infundado
no fuá mi presentimiento,
y conocerás ahora
Sabina, kh, señor! Yo no me atrevo
á mirar á usted siauiera.
Qué injusta fui! tlte avergüenzo
de mi flaqueza y mi error,
mas , ay de mí ! fué el primero
que me dijo: yo te amo^
y el corazón inexperto
Me cegaron sus lisonjas ,
sus falaces juramentos ,
sus lágrimas Sí, lloraba!
Lo creyera usted? Perverso!....
Mas no hay para, mí disculpa.
De rodillas lo confieso.
[Se arrodilla i los pies de D. Antonio
y este la levanta.]
Oh ! no me perdone usted,
no, señor. No lo merezco!
Antonio. [La hace sentar.]
Basta. Siéntate, hija mia.
Te he salvado. Estoy contento.
Ahora voy á contestar
á tu tia.
Celed. A mí?....
Antonio. [Al Notario.] Hay un pliego
cerrado en ese cajón
[Indica el que lo contiene^ y lo saca
el Notario.]
Notario. ¿Es éste que tiene un sello
Sí, señor. Ábralo usted.
[Rompe el sobre y mira el papel que
cubría.]
Tiene una escritura dentro
Antonio. [Señalando lo que ha de leer.]
Aquí está lo sustancial.
Léalo usted.
Notario. [Lee para si.]
Hum hum
Antonio.
Notario.
Recio.
[Leyendo en alta voz.]
«Declaro que si dicho don Agus-
tín es tan fino amante y tan buen
caballero, que no titubea en casarse
con mi pupila, aun después de saber
que pierde todo derecho á la dote
referida, me obliga yo á dotarla
én igual cantidad, y para ello hipo-
teco;»
Antonio. Et calera. Así respondo
á los infames denuestos
de esa mujer.
Sabina. Ah , señor ! . . . .
Ah, tia!
Tomás, ¡ Admirable ejemplo
de bondad!
Simón. Virtud magnánima!
Yo lloro como un muñeco.
Antonio. [Á doña Celedonia tomando la escri"
tura.]
Ahora puede usted, señora,
llevar ese documento
á^u protegido
Celed. [Dando un manotón al papel.]
\ Al diablo,
que mueve todo el infierno
contra mí! (Oh rabia En el moño
no me' ha de quedar un pelo.
[Se va por el foro. Todos se levantan
como para contenerla.]
ESCENA ÚLTIMA.
SABINA. DOÑA RUPERTA. DOÑA LUCÍA.
D. ANTONIO. D. SIMÓN. D. TO.MÁS. EL
NOTARIO. LOS TESTIGOS.
Tomás. ¡ Señora
Antonio. No, no hay cuidado.
Es peluca.
[Á Sabina.]
Ya no debo
21H
UN día de campo.
tenerla más en mi casa.
La mantendré ; pero ¡ lejos ,
lejos de mil Tú, hija mia,
si después de este escarmiento
le niegas tu confianza,
y o^es dócil mis consejos,
mejor esposo tendrás....,
sin que yo pretenda serlo.
Sabina. Ah! ¿quién me hiciera dichosa
como usted? ¡Pluguiera al cielo
que no fuese indigna yo
de enlace tan halagüeño!
Antonio. ¿Qué dices! ¿Podre aspirar
todavía ¿Será cierto
Tomás. [Acercándose con precipitación y ha'
blándole ai oido.\
•
¡Por Dios, no se case usted.
Sor Dios,.... que corre usted riesgo
e que su mujer le adore,
y este es el mayor tormento
Huperta. [Á media voz asiéndole del brazo.]
Qué le dices , fementido?
Ibmás. Nada, mujer
Superta. Embustero.
[Siffííen disputando en voz baja, y
D. Antonio muy pensativo al lado del
Notario.]
Simón. [Acercándose á D. Antonio]
Por Dios, no se case usted!
Mírese usted en mi espejo!
Si otro don Frutos Linaza
Notario. To conozco á ese sujeto.
Simón. Bien, y qué?
Notario. Somos amigos.
En la calle de Tudescos
le encontré viniendo aquí.
Me dijo que iba corriendo
á sacar un pasaporte
Simón, [Sobresaltado.]
Para dónde?
Lucia. [Inquieta, acercándose.]
' (Ah!..)
Notario.
Lucia.
Simón.
Notario.
Simeón.
Lucia.
Simón.
Lucia.
Notario.
No me acuerdo...
[Haciendo señas al Notario^ que no
las ve.]
(Qué fatalidad!)
[Observándola.] Lucía!
Ya caigo. Para la Seo
de ürgel.
¿Qué oigo! Horror! terror!!
furor! II
(Buena la hemos hecho! )
Oh ! qué mayor desengaño?
Esto pasa de castaño
oscuro; ¡ ésto ya es muy negro,
Lucía!.... Bravo! me alegrol
Por no matarte , me araño.
Conque me voy de la corte ,
conque saco el pasaporte ,
¿y se lo avisas, y salta
también de aquí ¡ Soto falta
que le paguemos el portel
Simón I
[Á los testigos.]
No le conocia
Fatal imprudencia mia!
Simón. ¡Maldito, amén, mi consorcio
[Al Notario.]
Oiga usted. Yo me divorcio.
(Eso es lo que yo queria.)
Hoy mismo.
(Yo iré detras.)
¡ Ah, don Simón,.... don Tomás.. ..4
Sabina, mucho te quiero
y tú lo mereces; pero
¡no me casaré jamás!
Líwia.
Simón.
Tomás.
Antonio.
1
EL NOVIO Y EL CONCIERTO,
COMEDIA-ZARZUELA EN UN ACTO (*).
MÚSICA DEL MAESTRO DON BASILIO BASILI.
Representada por primera ves en 22 de Marso de 1839, en el teatro del Principe.
PERSONAS.
REMIGIA.
LAURA.
D. LUIS. ^
D. LUPERCIO.
D. ALEJO.
D. CASIMIRO.
D. DONATO.
BLAS.
La escena es en MadricU en casa de D. Aleio. Puerta en el foro, que es la de la antesala y también
conduce á lo interior de la ceusa; otra á la derecha y otra á la izquierda. Entre otros muebles
habrá un piano.
i^^^rs^i^^^»^i^^^'<^^k^^^^^^^^>^^t
ESCENA I.
LAURA.
[Fsúd acabando de coser un vestido.]
m
Coser y vegetar! He aauí mi suerte! (**)
Desde que alambra el sol al universo,
gobernando una casa, que no es mia,
con las agujas y las planchas brego,
y entre hamildes mecánicas consumo
mis verdes años. Perdurable tedio
me fastidia, me aburre Ay infelice!
¿Y qué es lo que ejecuta en este tiempo
esa prima gentil que tanto alaban?
Ella entonando itálicos acentos,
ó mimosa en la cama reposando,
despierta, v todo se lo encuentra hecho.
Darán las aos y con su imbécil padre
( * ) Más tiene de comedia que de zarzuela; pues, ausque hecha de encargo, y sujeta hasta cierto punto á las indi-
caciones del maestro compositor y á las particulares circunstancias de cada aqtor, el poeta combinó su fábula de
modo que estuviesen motivadas todas las piezas de canto.
(*') Este monólogo es parodia del que, en boca de Cain, da principio á la tragedia francesa La muerte de Abd,
traducida por D. Antonio Sabifion.
220
EL NOVIO Y EL CONCIERTO.
irá á ser la heroína del concierto,
del concierto yedado á mis canciones !
Y Yolverá atracada de requiebros
y bizcochos sin fin; y yo entre tanto,
¡yo que hago para ella el traje nueyo,
segunda Ceneréntola olyidada,
cantando el Chairo espumaré el puchero I
ESCENA 11.
LAURA. D. LUPERCIO. D. LUIS.
Luperc.
Laura.
Señorita
[Dejando la costura y levantándose.]
" ¿Quién Señores
Luis. [En Doz taja i D. Lupercio.]
Bella, pero no es mi novia ^
ó al ansiado original
no se parece la copia.
Zuperc, No está el señor don Alejo?
Laura. Está entretenido ahora
en copiar á toda prisa
unos papeles de solfa.
Como hoy tenemos concierto
Lupere. Concierto!
[Jtecitando,]
Che bella cosa!
Luis. Aquí?
Laura. En el cuarto de enfrente.
Son academias periódicas
Luperc. Nocturnas?
Laura. No. Por las tardes
Así son más económicas.
Luperc. Á buen tiempo hemos llegado.
Oiremos á esa cantora
superlativa.
Luis. Sin duda ,
Cómo hemos llegado en posta
y quedó atrás el correo,
nuestra venida se ignora.
Luperc. Este es mi sobrino Luis.
Luis. Servidor
Laura. ( Bella persona ! )
Luperc. Y yo
Laura. Usted será su tio.
Luperc. Sí , don Lupercio CantoUa,
ciudadano de Marbella
y hacendado en Estepona.
Laura. A tomar baños de mar,
si no miente mi memoria,
fué allí el verano pasado
mi señor tio.
Luperc. ; Qué bromas
corrimos ! Si usté es de casa,
sabrá ya toda la historia.
Laura. Yo? No, señor. — Soy sobrina.
Luperc. Allí se trató la boda
de Remigia y mi sobrino.
Viéndola tan buena moza....;
en un retrato, se entiende,
el muchacho se enamora;
yo, con saber que la niña
es cantarina famosa,
á la propuesta del padre
accedo sin ceremonia;
porque ha de saber usted
que entiendo también las notas
musicales, y cantando
me llevan á mí hasta Roma.
Cerróse el trato y venimos
I pues ! á ponerlo por obra.
Laura. í Ella se casa y yo no ! )
Luis. Ahora bien, si usted se toma
la molestia de avisar
Laura. Soy humilde servidora
de ustedes, pero Remigia
está en la cama.
Luis. Á estas horas !
Vaá dar la una!
Luperc. Tal vez
se acostaria algo ronca,
y como hoy ha de cantar
Denle pastillas de goma.
Laura. No, señor. Si está muv buena I
Pero como es tan gacnona ,
y ella no hace nada en casa,
que yo la gobierno sola
Luis. ¿ Qué me dice usted I
5 Don Lupercio se acerca al piano y
\ojea los papeles de música que habrá
sobr^ él.]
.
Laura. Ahí miento. .
Da de comer á las tórtolas,
y pasa las horas muertas
sólo en prenderse una blonda;
y luego...., los ejercicios
de voz, y los
Remigia. [Dentro.] Laura !
[Laura coge el vestido y se levanta.]
Laura. Hola !
Ya llama. Voy á vestirla.
Luis. ( Mimadita y dormilona I )
Laura. Siéntense ustedes. Bien pueden
perdonar., ,
Luperc. No hay de qué, hermosa.
1
EL NOVIO y EL CONCIERTO.
ül
ESCENA ni.
D. LUPERCIO. D. LUIS.
Luis, [Cavilando m un extremo del teatro.]
Dormir toda la mañana!
Señor !...., qué gobierno es este?
Luperc, [Recorriendo papeles de música y can-
tando á media voz.]
<iiNel furor delle tempeste »
Toda es música italiana.
Luis. I Mucho vamos á medrar
si duerme también la siesta !
Luperc. ^ Come fólgore funesta y
mille mor ti a disjldar,»
Luis. Bueno es cantar, sí, señor,
pero ese extraño abandono
Luperc. mLa speranza del perdono
sol mi regge in vita ancor, y^
Luis. No dar nunca una puntada 1
Luperc. <LSd il voto del amante »
Luis. Cuando esa niña no cante,
de qué servirá? De nada.
Luperc. <i:Solo desto al mormorio
deUafonte e del ruscellof
alia donna del castello »
Luis. [Acercándose.]
¿Qué opina usted, caro tío
Luperc. [Sinoirle,]
« Vieniy oh caro: é in del la luna;
tutto tace intornOj intomo:
fin che in cielo spunti ilgiomo »
Luis. Reniego de mi fortuna !
I Por san Francisco de Paula,
óigame usted
Luperc. ¿ Qué se ofrece ,
iiobrinito?
Luis. Me parece
que mi novia es una maula.
Luperc. No tal, que es^mucho primor
si se parece al retrato.
[Tomando otro papel y cantando.]
<iiNon v'a sguardo cui fia dato
penetrare in questo cor.»
Luis. ¡Por Dios
Luperc. ¡ Pero ni una sola
pieza bufa! Es muy extraño
Luis. Aquí nos tendrán un año
Luperc. Ni una canción española!
Pues tendremos mucha guerra
si preñere lo extranjero
á lo español, que me muero
por las cosas de mi tierra.
Luis. Qué importa? Libre la dejo
entre un polo y un rondó.
Lo que no quisiera yo
Luperc. Calla. Aquí está don Alejo.
ESCENA IV.
D. LUPERCIO. D. LUIS. D. ALEJO.
Alejo. Bien venidos ! { Voto á cribas
Un abrazo , don Lupercío !
Luisito !
Luperc. ¿Usted tan famoso!
Alejo. Voy pasando.
Luis. Don Aiejo !
Alejo. ¿Conque les han hecho á ustedes
esperar? ¡Voto á Lo siento
Andamos tan ocupados
Como es dia de concierto
To estaba copiando un dúo
Remigia se está vistiendo
Luis. No gusta de madrugar,
eh?
Alejo. No, señor, ni por pienso.
El aire de la mañana
suele afectar á los nervios
y empaña la voz. Como ella
es tan delicada Y luego,
como descansa en su prima
?ara todo lo doméstico
orque mi chica no entiende
de esas cosas , ni yo quiero
que en faenas tan prosaicas
se malogre su talento.
Luis. Sin embargo
Alejo. Es profesora!
T la inspiración, el genio
Luis. El suyo debe de ser
muy pacíñco.
Alejo. " No es eso.
Hablaba de genio artístico.
Luis. Ta.
Alejo. Qué mujer! Yo no debo
celebrarla: al fin soy padre
Pero Vaya, es mucho cuento.
Luperc. Ya tengo gana de oiría ;
¡y ojala fuese un jaleo
de mi país
Alejo. Bagatela 1
Ella está por lo patético ,
por lo sublime.
Luis. (Sublime
tonto parece mi suegro.)
Luperc. Usted dirá lo que quiera,
pero un aire de bolero
Alejo. xa está aquí.
Luperc. No la ha adulado
el pintor.
Luis. (Al fin la veo!)
8»
EL NOVIO Y EL CONCIERTO.
ESCENA V.
D. LUPERCIO. D. LUIS. D. ALEJO. REMIGIA.
Semiffia.BeBo las manos
Alejo, ¿No sabes
quién es este caballero?
Remigia, Sí; ya me ha dicho mi prima
No le esperaba tan presto.
Luis, (Qué baena moaa 1) El amor
pnso alas á mi deseo
para yolar á esos pies.
Remigia,^o está bien, don Luis, en ellos,
sino en escala mayar
quien Ta á ser mi amado dueño.
Luis, (No se explica mal.) Remigia
Alejo, Voy á Ter cómo anda aquello,
que estaba ronco el tenor
y el corno inglés indispuesto ,
6 si yo no estoy en todo
asta luego 9 amado yerno.
Traeré de paso billetes
para ustedes.
Luyere. Lo agradezco ^
que yo por oir cantar
iré aunque sea á un entierro.
Luis, El caso es que el equipaje
no ha Tenido , y no podremos
presentarnos
Alejo, Sí, señor.
No es cosa de cumplimiento.
Concierto de vecindad
Vaya, que es tarde. Hasta luego.
ESCENA VI.
D. LUPERCIO. REMIGIA. D. LUIS.
Remigia,
Luis,
Remigia.
Luis,
Remigia^
Luis,
Remigia,
Luis,
Remigia.
[Á D, Luis,]
listé es también filarmónico?
dihUante f Esto es
Entiendo.
Apasionado á la música?
No puede dejar de serlo
quien tiene un'alma sensible ,
y lo es la mia en extremo.
Usted cantará En qué cuerda?
Si querrá darme tormento?)
n ninguna, señorita.
No tengo voz para eso.
Es lástima. Pero usted
tocará algún instrumento
Tuve afición á la flauta
cuando estaba en el colegio ,
pero la dejé muy pronto
?or no afectarme del pecho.
Sómo ha de ser ! Pero basta
que sea usted á lo ménós
un buen orecchiante. Así
habrá compás y concierto
i
en nuestro enlace, y unisonas
nuestras voluntades , creo
que sujetos á una clave
no nos desafinaremos.
Luis, i Qué puedo yo responder,
señorita? Soy muy lego,
y hasta que vaya instruyéndome
en ese lindo dialecto
Remigia,0\i\ con el tiempo
Luis. (Más fácil
sería aprender el griego.)
Luperc. Sí, que el amor vocaliza
principiando por arpegios,
y si hay buena lesstiura
en Ib frase, y se entra d tiempo,
se pasa en una volata,
con auxilio del maestro,
desde un adagio maestoso
á un tfogato crescendo.
Remigia*Qué escucho 1 Grata sorpresa!
Quien debuta en esos términos
sin duda es facultativo
Luperc. No, carina , nada de eso:
aficionado.
Luis, No tal;
que es musicon estupendo.
Luperc. Debolezze!
Remigia. Ya es inútil
que se haga usted el modesto,
que hasta A parlante descubre
la escuela y Aportamento,
Luis, (¡ Lleve el diablo esa manía
Íesos dicharachos técnicos
ero es tan guapal )
Remigia, ¿Tenor
bajete?
Luperc. No. Soy un mero
partichino bujfo.
Remigia, Vamos ,
no se eche usted por el suelo.
¿Quiere usted cantar un aria
Luperc, Si usted no me da el ejemplo,
no me atreveré Non oso
Luis. Ah, sil Tengo tal deseo
de oirá usted
Remigia, Por ahora
no es posible. Me reservo
para después, que la voz
si no hay sobriedad y método
Luis, Vamos, sea usted amable.
Remigia, kx^xai se pierden los ecos;
sin auditorio, sin Vamos,
otra vez será. No puedo.
Luis. Ea, no se canse usted.
Ta que son vanos mis ruegos
(Dengosa también!)
Remigia. No obstante,
cantaré el romance nuevo
Luperc, Bravo ! Mil gracias.
Luis, (Ahora
que ha cesado nuestro empeño ,
quiere ella cantar.)
Luperc. Oigamos.
EL NOVIO Y EL CONCIERTO.
SS3
Luis. Tanta fineza
Luperc, Silencio I
Remigia,[Canta. D, Luis la oye emielesado.]
^¡Com'é bello! ¡Quale iucanto (*)
in quel volto onesúo e altérol
No; giamai leggiadro tanto
non selpinse il mió peTisiero.
L^alma mia di gioja é piena
or che al fin lo pub mirar.
Mi risparmiay oh eiel, la pena
cKei mi debia un di ^rezzar.
Mentregeme il cor sommesso^
mentre piange a te d'appressOy
dormi e sogna^ oh dolee oggetto
sol di gioja e di diletto,
ed un angiol tutelare
non ti desti che alpiacer.
Triste notti e vegíte amare
debbo sola sostener.
Luis. Ah I No cabe más !
Luperc. Bravísima !
Luis. Divina!
Remigia. Mucho celebro
haber agradado á ustedes.
Luis. (¿Quién no olvida sus defectos
después de oiría cantar I )
Ah^ Remigia! £1 universo
<ne va á envidiar tanta gloria.
¿Posible es que yo merezco
esta mano?
[Se la toma y la besa.]
Ah ! yo estoy loco.
Perdone usted si la beso
enajenado de amor.
¿Cuándo llegará el momento
Hemigia. 10 seré la más dichosa.
Luperc. [Llamándole aparte.]
Deja ahora esos extremos
y ve á cobrar esa letra ^
porque un novio sin dinero
Luis. Sí. — Déme usted su permiso
Remigia. Se va usted?
Luis. Vuelvo al momento.
ESCENA VIL
REMIGIA. D. LÜPERCIO.
Remigia. Áhor^L ya no tiene usted
excusa alguna.
Luperc. Mi género
no será acaso del gusto
de usted. Resido en un pueblo
de provincia hace cuatro años,
y ya ve usted, los progresos
del arte En fln, allá va,
y perdone usted mis yerros.
[Canta.]
To no temo á la ronda de capa,
que soy hombre de brío y de chapa,
y en echando á la cara el retaco
Por vida de dios Baco!....
Vaya un pisto!
se arma la de Dios es Cristo,
y naide tose después,
pues !
en toito el Avapiés.
Sólo temo el coraje
de mi morena
cuandp se pone en jarras,
jura y patea;
que si se enfada,
no valgo nada ;
soy un gallina,
soy un chaval,
soy un peal
Ay arrastráa ! ay ondina ! . . . .
Bendita sea tu sal !
Remigia. Bien, don Lupercio, muy bien I
Mas si digo lo que siento
Qué? Vaya
Lástima da
que quien tiene tantos medios
^^xvi/hacer furor cultive
género tan subalterno.
Luperc. ¿Subalterno I Poco á poco,
que también tiene su mérito
el canto bufo.
Tal vez ,
1)ero donde está lo serio,
o spianatOy lo terrible
Luperc. En gustos no hay nada cierto,
y aunque á mí todo me agrada
. en la línea de lo bueno,
y así aplaudo una preghiera
como bendigo un jaleo,
sin duda de la alegría
nació el do^re^mi primero.
Díganlo losmiarillos
cuando con dulces gorjeos
saludan la luz del alba
y los halagos del céfiro.
Sí, el amor y la alegría
crearon el arte ameno,
amable, embelesador
Íue yo, aunque indigno, profeso.
a ciencia lo ha refinado
más tarde, y en sus progresos
ha llegado á ser, y nada
hemos perdido por esto,
lenguaje convencional
de todos los sentimientos.
Luperc.
Remigia.
Remigia.
ae ustea. uesiao en un pueoio ae toaos ios seniimien
(*) Romanza qae utilizó el Sr. BasiH para esta pieza, y quo puede snalituirse por otra cualquiera.
m
EL NOVIO Y EL CONCIERTO.
Hemiffia.TJQÍeá dirá lo que quiera ,
mas lo iíiffo es tan plebeyo
No hay pasión, no nay entusiasmo;
dice una mil adefesios
ESCENA VIII.
REMIGIA. D. LUPERCIO. D. CASIMIRO.
Xemiffia.iAh. qué o¡)ortuno es usted,
don Casimiro! Celebro
Casim. Oportuno! Esa palabra
llena mi alma de consuelo,
y excúseme usted si en toda
su latitud la interpreto.
Ponga usted, cara Rpmigia,
á prueba de agua y de fuego
la fiel amistad sincera
de este diUttanU siervo
que anhela
Remigia. Gracias. Ahora
sea usted juez de mi pleito
con el señor.
Casim. [Saludándole, 1 ídem mió.
Zuperc. Servidor ( Ente grotesco I )
Semiffia.l&s disputa musical.
Casim. Ahí . . . ¿Conque el señor. ...
Zuperc» Entiendo
un poco.
Casim, [En voz baja i Remigia.]
Será organista
de Hortaleza ó de Pozuelo.
RemigiaMl señor da la ventaja
á lo ImffOy y yo á lo serio.
Casim. Pues usted tiene razón
y el señor no entiende un bledo
de geneufonia.
Zuperc. Usted
debe de ser muy maestro
cuando
Casim. No leo una nota,
mas basta tener criterio
y cierta organización
melogrdffica en los nervios
Zuperc. ¿Y usted no está organizado
para lo alegre y risueño?
Pues es mucho, porque al verle
me retoza á mi en el cuerpo
la risa.
Casim. k un genio sublime ,
sobre todo si es del sexo
femenino, sientan mal
las jácaras de un barbero.
Zuperc. Vuelvo á decir que no soy
exclusivo, mas sostengo
Remigia
Casim.
Zuperc.
Casim,
Zuperc.
Remigia
Zuperc.
?[ue la alegría y el canto
ueron hermanos gemelos;
?[ue el primer cantor del mundo,
uese Juan ó fuese Pedro,
fué un hombre de buen humor
y no ningún epiléptico ;
y si es verdad que á las fieras
domó con la lira Orfeo,
})robablemente cantó
a Cachucha y el Bolero.
.Horror!..,.
Blasfemia execrable !
herejía! sacrilegio!
I y usted sostendrá también
que el idioma patrio es bueno
para cantar!
Por qué no ?
Si se ha cultivado méños
que el de Italia para el canto,
no deja de ser por eso
grato, variado, armonioso....,
y en fin, acá lo enteademos;
y cuando en su lengua cantan
los franceses y los suecos,
^por qué no han de hacer lo mismo
castellanos y extremeños?
Confúndale usted, Remigia,
cantando dulces acentos
del país que Apenin parte
e il mar circonda.
Prometo-
escucharla con placer,
pero ustedes no hagan gestos
si yo también , en la lengua
de mi padre y de mi abuelo,
con andaluz desenfado
doy al alma un refrigerio.
•Acepto, y calzo el coturno.
To la polaina, y acepto.
Remigia. [Canta.]
Casta Dita che inargenti (*)
queste sacre antiche piante,
a noi volgi il bel sembiante
sema nube e sema tel.
Zuperc. Admirable!
Casim, Inimitdbile/
Deliziosa!. . . . To fallezco. *
Zuperc. Scusate Allá voy yo
con mi andante macareno.
[Canta.]
t Ay gitana, gítanilla,
que me robas vida y alma !
Tú te llevas, ayl la palma
en el barrio del Perchel.
(*) Para probar el maestro compositor qae entre la música italiana, aun del género serlo, y los aires espafioles
hay más analogfa de la que vulgarmente se piensa, formó un dúo con la famosa cavatina de Norma en la ópera de
este nombre y el polo que aquf se pone en boca de D. Lupercio, resultando perfectamente hermanados ambos moLivoit
aunque cantados separadamente parezcan de muy diverso carácter. »
EL NOVIO Y EL CONCIERTO.
225
¡Ay presidio de Melilla,
purgatorio de un cristiano !
I Ay, mal haya el escribano
que me tiene preso en 'di I
Eemiffia,Bien cantado.
Casim. Sí , tal cual. ... y
pero el teína es tan plebeyo
Remiffia.iQuién resiste
Luperc. ¿Quién no aplaude...
Semigia . Este encanto
Luperc, Este salero
Remigia, [Cantando.]
Tempra tu de^ cori ardenti,
' tempra ancor lor zelo audace;
spargi in térra guella pace
che regnar tufai nel del,
Luperc, [Cantando.]
¡Ay gitana, giteniUa, ^¿
que me robas vida y alma!
Tá te llevas, ay I la palma
en el barrio del Perchel.
¡ Ay presidio de Melilla,
purgatorio de un cristiano!
¡ Ay, mal haya el escribano
que me tiene preso en él I
I
Remigia, Oig^ usted la cabaletta.
Qué gracia I qué amor! qué fuego!
[Canta.]
Ai bello/ A me ritoma
deljldo amor primiero,
e centro al mondo intiero
difesa a te saró.
Ah helio! A me ritoma
del raggio tuo sereno,
e vita nel tuo seno,
e patria e cielo avrb.
Casim. I Piedad , Remigia , piedad ,
Íue soy de carne y de hueso!
lien , pero oiga usté esta jácara,
y se chupará los dedos.
[Canta,]
Ay! sal de chirona,
churrú ! cuerpo endino,
si alcanza á mi sino
la gracia de Dios.
Ay! dame, gachona,
tu sal y tu dengue ,
ay Chula!.... ¡y el mengue
nos Heve á los dos !
Es esto moco de payo?
Casim. Galle usted! Donde está aquello,
Xemigia.PíieB aun ftilta lo mejor.
II.
Lvperc. Oiga usté y caígase muerto.
[Repiten á dúo su cabaletta y jácara
respectivas, añadiendo al Jinai los ver*
sos siguientes:]
Remigia.
Lupei'c.
Ah! riedi ancora
qual eri allora,
guando, ah! guando
il cor ti dié.
Ay tana mia«l
te comería.
Ole con ole!
te comeré.
[Áduo.
Casim. Confirmo mi providencia,
y con costas.
Luperc. Pues yo apelo
Casim. No ha lugar; y apercibido.
Luperc. Yo recuso
Casim. [Á Remigia.] Oh qué portento!
Remigia. [/Sentándose. D. Casimiro se sienta á
su lado, y hablan aparte.]
Le he confundido. Pobre hombre !
Luperc. (Qué pedante y qué grosero!)
Casim. Oh ! Quién es ese balordo?
Remigia. Eb una especie de suegro
en cierne.
Casim. ¿Cómo
Remigia. Es el tio
de mi novio.
Casim. Será cierto?
Se casa usted?
Remigia. Sí , «eñor.
Casim. Tal vez con algún mastuerzo
Luperc. (No me hacen caso.)
Casim. Antíarmónico,
antiespasmódico, inepto,
con orejas de Beocia,
V el alma á seis bajo cero.
RemigiaJjizA^^ de eso. Es dilettante
á su modo, y me prometo
ESCENA IX;
REMIGIA. D. LUPERCIO. D. CASIMIRO. BLAS.
Blas. [Á D. Lupercio.]
Por usted pregunta un mozo
con unas maletas
Lwperc. Bueno.
Voy á colocarlas. Tú
dime cuál es mí aposento.
15
¿tí6
KL NOVIO V EL CONCIERTO.
Remigia.
G
ESCENA X.
REMIGIA. D. CASIMIRO.
Casim, Casarse usted! Qaé craeldad!
Eso es poner en secuestro
la admiración de Madrid ,
{morque ¡son tan aTarientos
08 maridos
Remigia, Mi futuro
es mu^amable , y no temo
Sie condene mi afición
andante y al allegro.
Coiim. Pero encerrará tal vez
en el ámbito dotnéstico
esas dulces melodías;
querrá ejercer un funesto
monopolio Y además
¡ á cuantos y cuántos riesg^os
aventura usted su yozl
La maternidad.... y oh cielos!
La lactancia!....
No me afano
\f casarme, no por cierto.
[e es grata la libertad
y no se me pasa el tiempo;
mas la boda es ventajosa,
di ya mi consentimiento,
y por cantar no renuncio
a ios demás privilegios
de mujer.
Mujer! Qué error!
Usted mujer? No, que el genio
es incorpórea sustancia.
La gloria no tiene sexo.
[Siguen hablando en voz baja.]
ESCENA XI.
REMIGIA. D. CASIMIRO. D. LUIS.
¿m. [Parándose al entrar.]
(Oiga! ¿Quién será ese quidam
que tan galante y risueño
coloquia con mi futura?)
Remigia. [Levarüindose.]
Ah! Mi novio.
Casim. [En voz baja levantándose.]
Ese es el reo?
Luis. No venga yo á interrumpir
á ustedes
Casim. Oh! nada do eso.
Se hablaba de bagatelas.
Soy un amigo sincero
de esta señorita y justo
apreciador de su mérito.
Luis. Sea muv en hora buena.
Casim.
Remigia.Es tarde, vendrá el maestro,
y no me he desayunado.
Ruego á ustedes Pronto vuelvo.
ESCENA XII.
D. LUIS. D. CASIMIRO.
Casim. Av amigo, amigo mió!....
Luis. ¿Desde cuándo
Casim, í Qué feliz
será usted I Qué cantatriz !
Qué capacidad, gran Dio!
Luis. De veras?
Casim. Qué maravilla !
Luis. Cuando usted lo dice (¡El diantre
del hombre...) ¿Es usted sochantre,
ó maestro de capilla?
Casim. No, señor, pero mi tacto
y mí sensibilidad
Soy voto de calidad
en concreto y en abstracto.
¿Y es posible.... j Usted, oh cielos,...
Elegantes de Madrid ,
Ecco ilvincitor Morid,
de angosciay y cordoglio, y celos.
Luis. Tan adorada es Remigia?
Casim. Con prendas tan relevantes,
tendria tiernos amantes
hasta en la laguna Estigia.
Luis. Y entre tanto adorador,
usted no será el postrero.
Casim. Okimé! El primero, el primero.
Bien lo dice mi dolor!
Luis. ¿Y su corazón ingrato
rehusa á usted por marido!
Casim, Si yo no la he pretendido!
Mi fuerte es el celibato.
Luis. Bien por cierto!
Casim. No lo oculto.
Pero casada, ó doncella,
su canto será mi estrella,
su beldad será mi culto.
Luis. Oh ! falta que á mí me cuadre
Casim. Le daré fama y prestigio,
y cuando pára*^un Remigio,
, será ¡gran Dios! mi comadre.
Luis. Pero
Casim. Y seré tan platénico,
que á usted también de soslayo
Sodrá alcanzar algún rayo
e mi influjo filarmónico.
[ Vase talareando.]
ESCENA XIII.
D. LUIS.
¡Oiga usted, seor botarate,
I Pues voy á pasarlo bien
si Remigia ¿Pero quién
EL NOVIO Y EL COiNCIERTO.
m
hace caso de un orate?
To seré en mí casa jefe,
y aunque desprecio su charla ,
no conseguirá pisarla
semejante mequetrefe.
ESCENA XIV.
D. LUÍS. D. ALEJO.
Alejo. Querido yerno, salud.
Qué es de Remigia?
Luis. Almorzando..
Alejo. Ya es hora de ir al concierto
No ha venido don Donato?
fjféis. No conozco á ese señor.
Alejo. Es su maestro de canto.
Gran profesor I celebérrimo!
[D, Donato tálarea dentro,]
Pero esa voz No me engaño.
BséL
ESCENA XV.
D. LUÍS.* D. ALEJO. D. DONATO.
Dotiato . Bon giomo.
Luis, (Otro apunte
traducido al italiano.)
Alejo. Felices días, maestro.
Presento á usted el bizarro
don
Donato, Servitore umilissimo,
¿Es este amigo el soprano
que viene de
Luis. [Con voz de trueno.]
No, señor.
Donato. Ah! no; la voz es de bajo.
Perdone usted.
Alejo. Es mi yerno
futuro, don Luis del Carpió
Luis. Ya ve usted !
Donato. Sea en buen hora.
Y Remigia? Está en su cuarto?
Alejo. No sé
Donato. Voy allá
Alejo. Aquí viene.
ESCENA XVI.
D. LUIS. D. ALEJO. REMIGIA.
Donato [Besando la mano á Remigia.]
Oh, la bella!
Luis. (Pues alabo ! )
Alejo.
Donato.
Luis.
Donato,
Luis.
Donato.
i2^^»^ía. Maestrísimo, buenos dias.
Donato. Qué tal de voz ?
Remigia. Bien.
Donato. Veamos.
Una escala.
[La hace Remigia.]
Brava! Ahora,
otra en/« mayor y trinando.
[Remigia hace otra escala.]
Superia/ Será preciso
dar el último repaso
ala cavatina.
Es tarde
Qué importa? ¿Hemos de hsxieTjlaseo
por minutos más ó menos ?
Oh, sí» que la cante. Oigamos
Perdone usted, caro amico.
En presencia de profanos
no ejerzo yo mi sublime
magisterio.
¿Y qué reparo
Suede haber No soy su novio?
[e parece
Sin embargo ,
yo no puedo permitir
[Á Remigia.]
Vamos al otro piano. .
Yo reclamo mis derechos.
Los mios son más sagrados.
La voz de esta señorita,
que es de Madrid el encanto,
su laringe , su faringe,
y en fin , todo su aparato
cantífero y auditivo,
desde el pulmón hasta el cráneo^
me pertenece , y no sufro
que venga usted con sus manos
lavadas á despojarme
de mi propiedad,* estamos?
Mire usted que yo no vengo
de arar, y bromas á un lado,
señor solfista
¿Qué escucho!
¿Á mí •
No demos escándalo.
El maestro ha hablado así
movido del entusiasmo
artístico, pero Vaya,
no lo decia por tanto.....
Si es cierto que me ama usted,
modere por breve rato
su impaciencia, y cou usura
recompensaré ese rasgo
de amable docilidad.
Pero
Basta. Vuelvo. Vamos.
Luis.
Donato.
Luis.
Donato.
Remigia
Luis.
Remigia
228
EL NOVIO Y EL CONCIERTO.
ESCENA XVII.
D. ALEJO. D. LUIS.
Zuü. Habrá igual impertinencia?
¿Es ese hombre cirujano ,
ó músico? ¡Qué ridicula
disección, y qné tiránico
proceder ! Pues yo no quiero
que su escalpelo nefanao
me usurpe media mujer.
Venga toda, 6 no me caso.
Alejo., Él hablaba de Ift parte
intelectual, ó digamos
No se enfade usted. Son fueros
de la profesión
Zíiis. ¿Quién, diablos,
tolera
Alejo. k mí, con ser padre,
y dilettante fanático ,
tampoco me es permitido
asistir á los ensayos.
^ Ella, ya se ve , discípula
* obediente, no es extraño
Mas tiene un fondo excelente.
Luis.. Lo creó, pero; soy franco,
quizá lo han yiciado un poco
las lisonjas de los fatuos. (*)
Alejo, Ca! no crea usted
Luis. Confieso
que me arrebata cantando ,
pero
Alejo. Quiere usted oiría?
Luis. i Cómo , si aquel Sardanápalo
Alejo. [Llevándole i lapuerta de la izquier*
da.]
Vaya, entre usted por aquí.
Al concluir ese largo
{casillo está á la derecha
a pieza de los armarios.
Desde allí Pero silencio,
y cuidado con los trastos
Luis. ¡Los trastos Descuide usted.
Ta me vov acostumbrando.
Oigamos a esa sirena...'..
Diga usted, ¿podré ver algo
también?
Alejo. Sí; por la cortina
Luis. (Me alegro, porque no es manco
el maestro, y la costumbre
de estar siempre tecleando )
Alejo, Vaya usted
Luis'. [Yéndose,] Sí, sí.
Alejo, Que ya
estarán en el adagio.
ESCENA XVIII.
D. ALEJO.
Algo cerril es el mozo.
No me maravillo : hidalgo
de provincia.... Pero aquí
le iremos domesticando.
ESCENA XIX.
D. ALEJO. D. LUPERCIO.
Lupere. Ha vuelto Luis?
Alejo. Sí, señor.
Oyendo está embelesado
á Kemigia, que repasa
con el señor don Donato
una cavatina nueva.
Lupere. Canta meior que un canario,
es una alhaja la niña;
Sero eso de hacer escarnio
e la música española
Alejo. Su genio pica muy alto,
y no es razón que se bnmille
á julepes y fandangos.
ESCENA XX.
D. ALEJO. D. LUPERCIO. D. LUIS.
Luis. Divina !
Alejo. Era tiempo aún ?
Luis, Cuatro notas he pescado ,
Íero {qué expresión, qué gracia!
^ues eso lo hace jugando.
Luego
ESCENA XXI.
D. ALEJO. D. LUIS. D. LUPERCIO. D. DONATO
REMIGIA.
Donato. Digo á usted que Aard
furor.
Remigia. Cierto?
Donato. Sí.
Remigia. El milagro
será de usted.*
Donato. Üervitore
de tutti quanti.
(*) Mimos y lisonjas fuera de medida qae el autor ha visto prodigar á muchas cantatrices de teatro 7 de sociedad:
no han sido tampoco invención del poeta la tiranía de más de un maestro de canto y las ridiculas adoraciones de más
de dos diltltanti.
EL NOVIO Y EL CONCIERTO.
229
ESCENA XXII.
D. ALEJO. D. LUIS. D. LUPERCIO. D. DONATO.
REMIGIA, LAURA.
Laura, ' Un recado
del maestro director.
Están todos aguardando
hace una hora
Ah! CospeUo!
¡T nosotros principiamos
Via di qua!
[Tomando el sombrero.]
Vamos, tío.
Vamos 9 don Lupercio.
£1 brazo.
[Toma él brazo de Remigia.]
(Maldito!)
¿Se qaeda usted,
don Luis?
[De mal Aumor.]
No, señora. Vamos.
Donato.
Luis.
Alejo.
Dónalo.
Luis.
Remigia
Luis.
ESCENA XXIII.
LAURA.
Ya se van , y yo , infeliz,
aquí me quedo entre cuatro
paredes. T sabe Dios
si echaría yo mi' cuarto
á espadas de buena gana,
que también entiendo yo algo
de corcheas y áefusasy
de bemoles y becuadros;
pero como soy sobrina
y huérfana, sólo valgo
para ama de llaves. Ah I
Yo también lograba aplausos
cuando mi padre Vivia,
y aunque nunca he cultivado
ese género que llaman
noble, sublime, simpático,
celebraban mi donaire
los tirios y los troyanos.
ESCENA XXIV.
LAURA. D. ALEJO.
Laura. Qué trae usted? qué ha ocurrido?
Alejo. Nada Me deje olvidado
encima de mi pupitre
el dúo del Belisario.
Anda por él.
Laura. Al instante.
Laura.
Alejo.
Laura.
Alejo.
Laura.
Alejo.
Laura.
Alejo.
.
Laura.
Alejo.
ESCENA XXV.
D. ALEJO.
Cielos ! Ya estará triunfando
Remigia Pero es preciso
que no se alargue el entreacto,
porque si no, don Liborio
se marcha, y será petardo.
ESCENA XXVI.
LAURA. D. ALEJO.
Aquí tiene usted el dúo.
[Le da un papel de música.]
[Mirándolo.]
¿Á ver si has equivocado
Ya sabe usted que conozco
la música
Un tanto cuanto,
pero eres tan torpe. >•«.
Tío!
£h! no me repliques.
Callo.
Tras de estarla manteniendo
No hay animal tan ingrato
como un sobrino.
(Paciencia.)
Huml
[Yéndose cantando.]
<cMisto de ijtgli alpianto
ESCENA XXVII.
LAURA.
Qué tio tan sarraceno I
Por no ver su gesto aciago,
Jesús 1 sería capaz
de irme al hospicio. Ah ! bien gano
el triste pan que me da,
pobre de mí ! Mas ¿qué saco
con afligirme y gemir?
Ea, cantemos, y el diablo
sea sordo, que las penas
diz que se alivian cantando.
[Canta.]
Viva Dios y arda Navarra (*)
y arda la guerra civil.
(*) Esta letra babfa sido ya puesta en música por el mismo maestro Basüi, para la sefiora Doña ÁtUimia Montene-
gro, que la cantó en el Liceo do Madrid algunos años entes de ejercer como profesión en varios teatros de Europa, dis-
Uoguióodose mucho en ellos, el arte del canto que como aficionada cultivó con suma aceptación en esta corte y en
Valencia.
230
EL NOVIO Y EL CONCIERTO.
Con mí botija y mi jarra
naide me tose en Madril. —
Otro Tasito , señora.
La aguadora !
Quién la bebe? auién la bebe?
Fresquita como la nieve!
Señor, no me guiñe el ojo,
y beba si tiene sed ;
que no estoy puesta en remojo
para un mueble como usted.
¡El demonio del usía
Agua fría!
Quién la beoe? Quién la bebe?
Fresquita como la nieve !
[Al segundo verso de la siguiente co»
pía llega D. Luis con mal gesto y oye
á Laura, se para admirado^ y ella
prosigue sin verle.']
ESCENA XXVIII.
LAURA. D. LUIS.
Laura. [Cantando.]
Mas con tanto ir y venir
el botijo...., yo no sé
Denguno puede decir
de esta agua no beberé.
No es verdá, tia Salvadora?
La aguadora!
Quién la bebe? quién la bebe?
Fresquita como la nieve!
Luis. [Entrando.]
Viva esa boca de sal !
Laura. [ Volviendo la caieza. ]
Ahí ¿quién... Don Luis!
Luis. ¡Y ese garbo,
. todo español !
Laura. Yo creia
que estaba sola
Luis. Bufando
venía yo del concierto ,
y esa voz ha sido el bálsamo
;ie mi herida.
Laura. Vaya en gracia !
Pero, ¿qué viento contrario
le obliga á usté á retirarse
de la función tan temprano?
Luis. Ya iba yo un tanto mohíno,
por más de un triste presagio,
y aunque no me divertia
3ue otro me estafase el brazo
e mi novia , consentí
en servirla de lacayo ;
] tanto pudo mi deseo
de escuchar su dulce canto I
Entro en la sala , y un títere ,
que llamaban comisario
de orden, me manda sentar
á diez varas del tablado,
al cual asciende mi novia
guiada por don Donato.
Concluye su cavatina
entre una nube de aplausos.
Para bajar cuatro gradas
la ofrecen cuarenta manos.
Qué de mujeres la besan !
y algunas, si no me engaño,
quisieran llevar ponzoña
en el borde de sus labios.
Ya sobada y babeada,
cual si fuera relicario ,
atrepellando á las hembras
entran en turno los machos.
Uno suspira , otro brama ,
otro la contempla extático ,
otro le da un caramelo,
otro ofrece en holocausto
de la amable filomela
su vida y su alma de cántaro.
Yo, aunque indigno, también quise
tomar parte en el sufragio
universal , pero fueron
todos mis esfuerzos vanos,
que no bastaron mis codos,
ni bastaran cañonazos
para quitar de delante
aquella legión de zánganos.
Viendo que todo Madrid
se declara propietario
de mi presunta consorte ,
dije yo para mi saco :
¿y si después de la boda
me sucediera otro tanto?
Zape ! No me caso yo
con el bien público. Y qué hago?
Doy medía vuelta á la izquierda,
me escurro pian , piano,
y haciendo coro al rumor
de los vivas y los bravos,
decia yo en retirada :
no me caso, no me caso!
Laura. ^Y usted renuncia á la gloria
de poseer ese raro
tesoro !
Luis. Sí.
Laura. ¿Qué dirán
luego que sepan el chasco
Luis, Y si yo me lo llevase,
no sería más pesado?
Señorita , estoy resuelto,*
y de mi fuga me aplaudo,
pues debo á ella el placer
de haberla á usted escuchado.
¿aura. Gracias por tanto favor,
pero yo no me comparo
con mi prima. Canto un poco,
así...., por pasar el rato....,
mas no tengo pretensiones
EL NOVIO Y EL CONCIERTO.
-23 1
Luis.
de profesora, uí rapios ,
ni éxtasis, ni crispatoras,
ni en el fogoso arrebato
de una inspiración armónica
echo á rodar el canastp
de la costura, y me olvido
de la misa y del planchado.
Ah , que es' nstcd adorable !
celestial! ¡Ah (Voto al chápiro!. . .
Estaba por )
[Entra D. Lupercio.]
ESCENA XXIX.
D. LUIS. LAURA. D. LUPERCÍO.
Luis. Tío, tio!
Si supiera usted qué hallazgo
Luperc. Te eché de menos Pensaba
que tehabias puesto malo....:
Luis. No, señor; me fastidié
Me fu^ué. Estaba tan harto
del concurso, de mi novia,
de todo el género humano
Pero aquí también hay música,
y qué música ! Es un pasmo
esta muchacha.
Luperc. De veras?
Luis. Ah! sí, y canta en castellano,
y en el género sabroso
que usted cultiya.
L uperc. Muchacho !
Qué me dices? [Pues me voy
á volver loco I
Laura. No valgo
tanto yo
Luis. Pura modestia.
Luperc. Sabrá usted cantar el Chairo ^
la Manola i la Aguadora
Luis. Justamente la ha cantado
ahora poco, y con un brio
Laura. Lo poco que me enseñaron.
También canto algunos dúos....
Luprc. Dúos? ¿A ver si cantamos
uno los dos? ¿Sabe usted
este de bajo y contralto
[Cantando d media vos.]
«Yo quiero mujer humilde »
Laura. Sí, señor.
Luperc. Pues á cantarlo.
Laura. Ya que lo haga mal , no quiero
ser dengosa. Vamos.
Luperc. Vamos.
Yo quiero mujer humilde,
que no se aparte una tildo
de mi supremo q^uerer.
Laura. Pobre mujer!
Luperc. Y fuera de lo preciso,
sin permiso
no me gaste un alfiler.
Laura. Pobre mujer !
Luperc.
Laura.
Luperc.
Laura.
Luperc.
Laura.
Luperc.
Laura.
Luperc.
Laura.
Los dos.
Luis.
Luperc.
Luis.
Luperc.
Luis.
Luperc.
Luis.
Laura.
Luis.
Lau^a.
Luperc.
Laura.
Yo quiero mandar en casa,
yo quiero lujo sin tasa
y carruaje de alquiler.
Ay qué mujer I
Y si no es condescendiente
mi pariente,
yo sabré lo que he de hacer.
Ay qué mujer!
J> • •
ijjí
Jo, jo •
Que sí?
Que no.
Que sí?
Que no.
Otro tanto digo vo.
Pues sé acabó.
iPues se acabó.
Ni tú sirves para mí,
ni yo sirvo para ti.r—
Pues se acaoó. — Ji , ji ,— jo , jo
Que no, que no. — Quono,que no.
¡Bendita sea esa boca
Tío , óigame usted un párrafo
aparte.
[Se aparta d un lado y hablan en coz
baja.]
Bien. Dime
Digo
ue esa muchacha es el máximum
e la gracia y la virtud;
que, como dice unadagio,
con la observación y el tiempo .
muda de consejo el sabio ,
y que me caso con ella
si da usted su beneplácito.
Más me agrada que Remigia ,
pero de golpe y porrazo
Sí arma después don Alejo
mhkÍíq pópulo bárbaro:..,.
Nada! Diga usted que sí:
lo demás queda á mi cargo.
Pues digo que sí, aunque salga
Íor la puerta de los carros,
■aura , ¿podré sin temor
ofrecer á usted mi mano?
Qué escucho! Se burla usted?
o, hermosa. De veras hablo.
Pero así...., tan de improviso
Vaya! esto es un trabucazo.
Yo sería muy dichosa
con marido tan gallardo,
mas soy una pobre huérfana
Tanto mejor. Yo me encargo
de dotarte.
Dirá luego
I
i
232
Litis.
Laura.
Luis.
mí prima que la desbanco ;
pero la culpa no es mía:
Yerdad, don Luis? To me lavo
las manos
Bcsuelva usted.
Señor (Cuando pasan rábanos,
comprarlos.) Otorgo.
[Tomándola la mano.] Oh dicha!
EL NOVIO Y EL CONCIERTO.
Luis. ítem. Renunciando al aura
Luperc. Dios os haga bien casados.
ESCENA ÚLTIMA.
D. LUIS. D. LUPERCIO. LAURA. D. ALEJO.
D. DONATO. REMIGIA. D. CASIMIRO.
Remigia,'Ro\^\ Ustedes por aquí?
Como no nos hemos visto
en la función
Luis. ([Vive Cristo
Que aun me Tcnga hablando así!)
Como estaba usted tan alta^
no me vio : no es maravilla.
Dejé vacante mi silla
porque allí no hacía falta.
Remigia, i Cómo
Luis. T salí persuadido
de que para una beldad
de tal notabilidad
soy yo muy pobre marido.
Alejo. Pero
Luis. Y en un arrebato
de negra melancolía
recordé la anatomía
que me anunció don Donato.
Donato. Galle!
Luis. T con gesto sardónico
me acordé dando un suspiro
del señor don Casimiro
?' su influjo filarmónico.
Sh?
Luis. En fin , cedo la diadema
á más digno campeón ^
y me dará la razón
quien lo medite con ffema.
Alejo. ¿Cómo ¡Repulsar á un suegro
como yo
Remigia. Vaya con Dios.
No congeniamos los dos.
Ya quedo libre, y me alegro.
ponular, pues cada oveja
se nalla bien con su pareja,
he dado la mano á Laura.
A ese arrapiezo! ¡Locura....
Alejo.
Remigia.[Aparte d D. Alejo.]
Disimule usted , papá.
[Con risa forzada.]
Lindo consorcio! Ja, ja
Digna de él es la futura.
Laura. [Picada.]
Esa risa no me agravia ,
porque yo
Luperc. Paz sobre todo !
Luis. [Aparte d Laura.]
Déjalos, que de algún modo
han de desfogar su rabia.
Alejo. [Á Remigia.]
Da BU perfidia al olvido.
Tú te emplearás mejor;
que entre tanto adorador
no ha de faltarte un marido.
Donato. Y para que otro contrato
ño quede también deshecho
yo me reservo el derecho
de elegir el candidato.
Casim. Y yo al dichoso varón
que mereciere, o A diletof
tan bella mano , prometo
generosa protección.
Luis. Pues no haya resentimientos
y alabado sea Cristo ,
ya que este lance imprevisto
nos deja á todos contentos.
[Cantan Remigia y D. Lupercio y
Laura dirigiéndose al público.]
Suene ahora un aplauso
con tres bemoles ,
siquiera porque somos
tres españoles.
Anda, salero!,
que esa fineza á nadie
cuesta dinero.
I
NO GANAMOS PARA SUSTOS,
COMEDIA EN TRES AGTOS.
Fué representada la primera ves en 12 d6 Mayo de 1839 por los actores del teatro del Principe.
PERSONAS.
SERAFINA.
MANUELA.
BLASA.
D. FÉLIX.
D. JUAN.
GASINO.
UN SARGENTO.
TOMÁS,
BERNABÉ.
DOS SOLDADOS.
La escena pasa en Jadraque, villa de la Alcarria, en Diciembre de 1710.
*^^^^^^^^^^^^<^^^kt*0^tWV^^
ACTO PRIMERO.
Sala en casa de D. Félix con puerta en el foro que conduce por un lado a la escalera y por
ambos a las piezas interiores: otras dos puertas a la derecha del actor y un balcón a la
^ izquierda. Empieza a anochecer.
ESCENA I.
D. FÉLIX. SERAFINA. D. JUAN.
[SenUuhs al rededor de un brasero de cobre en
forma de eopa.--D. Juan está vestido de la*
briego.]
m
Félix. Eso sí , señor don Juan t
Bien se ye que tenéis sangre
castellana.
Serafina. Mas fué tanta
la que perdió en el combate
Félix. Sí, con mucho honor.
Juan, Merced
al generoso hospedaje
que os debo, ya he recobrado ,
si no toda, la bastante
para lidiar otra vez
bajo el glorioso estandarte
de Felipe.
Félix, Perdonad,
que la merced fué más grande ,
señor don Juan , para mí ,
porque con huéspedes tales
como vos se honra una casa.
Si al transitar por Jadraque ,
• mal herido y rezagado
de las banderas leales,
en mí casa os acogí
con el afecto de padre,
en esto serví á mi patria ,
y á mi Re^, que el cielo guarde,
y á la obligpacion de hidalgo ,
que debí decirlo antes.
Cumplido fuera mi gozo
si las leyes militares
os permitieran pasar
conmigo estas navidades;
231
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
mas ya qae en mejor salad
podéis hacer nuevo alarde
de lealtad y do valor
contra ese maldito enjambro
de tudescos descreidos ,
no seré yo quien retarde,
capitán, vuestra partida.
Jvian, Ta la fatiga del viaje
puedo sufrir. Será corto,
pues están cerca los reales
de Felipe; y otra causa,
no mdños justa ni grave
que el pundonor militar,
ya me precisa á ausentarme.
Pueden de un momento á otro
ocupar los alemanes
este pueblo , y si descubre
algún delator infame
que á un oñcial castellano
alber^n vuestros umbrales,
corréis peligro
Filiic, Peligros
que de noble causa nacen,
ni se temen ni se excusan
entre hombres de mi linaje.
Algo he de hacer por la patria,
ya que mosquete ni alfanje
no me dejan empuñar
mis años v mis achaques.
Ni puede haber delatores
en los fíeles habitantes
de Castilla, que aborrecen
al austriaco y sus parciales.
Además , en esta villa
nadie os conoce, ni sabe
que estáis aquí, y os disfraza
«erfectamente ese traje,
[anana pues partiréis
Serajind, (Mañana I)
Féliw. Al caer la tarde
con ^uia de confianza
que hasta el campo os acompañe
de Felipe, que asociado
de Vandoma, nuevo Marte
invencible, y Valdecañas,
Aguilar, Moya, Armendariz
y tanto noble caudillo,
sigue animoso el alcance
de las huestes coligadas
hasta vengar los desastres
de Almenara y Zaragoza .
y humillar el arrobante
orgullo de Staremberg,
si osa aceptar el combate.
Juan . Sí , sí , partiré mañana
ESCENA II.
D. FÉLIX. SERAFINA. D. JUAN. GABINO.
Gabino, ^ Quién, si usarcedes lo'sabcn,
es don Félix de Avendaño
í
Félix,
iíabino.
Félix,
Gabino,
Félix.
y Estremoz
Yo soy. Qué traes?
[Sacando una carta.]
Soy arriero de Almazan ,
y don Jerónimo Sánchez
me ha mandado que os entregue
en propia mano esta
t Tomando la carta,] Dame,
üsta carta.
^ Me hablará
del censo.
Gabino. [Sacando dinero,]
Y quinientos reales.
Tomad.
[Le da el dinero,]
Félix*
[Levantándose. D. Juan y ¡Serafina
hacen lo mismo?]
Bien venidos sean.
Aguarda afuera un instante ,
y que te den de beber.
Gabino. Gracias. Ya mojé el gaznate
en la posada. (Ay, Manuela!)
Félia» [Acercándose á Id puerta del foro,]
Hola! Luces!
Gabino. (Dios me saque
con bien.)
ESCENA ni.
n. FÉLIX, D. JUAN. SERAFINA. MANUELA.
[Al entrar Manuela con dos velones encendidos
repara en Gabino y da U7i grito.]
Manuela. Ay !
Gabino. [En voz baja yéndose.]
C^lla. .
Félix, Qué es eso?
Manuela,(inQ me ha pisado ese diantre
Félix. Y por eso chillas ?
Manuela. Digo!
Pues mis pies ino son de carne?
Félix. Entra esa luz a mi cuarto.
Manv.ela, [Blando uno de los velones sobrs'una
mesa.]
Está bien.
Félix. Y á ver cómo haces
mi cama y la mulles bien , «
que es vergüenza ya tan tarde
tenerme sala y alcoba
como escuela de danzantes.
Maníiela.T^o he podido
Félix. Eh! no repliques. —
Antes andabas más ágil,
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
233
Sero eres una ave zonza ■
e tres dias á esta parte.
i Si estarás enamorada
de algún bribón
Manuela. To? De nadie.
No, señor.
Félix, Si lo averiguo
te hago tomar el portante ;
que no gusto yo de amores
en mi casa.
Manuela. Pero
Félix. Calle 1
Manuela.( i Si supiera. . . .)
[Entra con la otra luz en el cuarto
de D, Félix y que es de los dos de la
derecha el más cercano al foro.]
ESCENA IV.
D. FÉLIX. SERAFINA. D. JUAN.
iSeraJlna.[Afarte i D, Juan,]
¡Si supiera..
Félix, [Á D, Juan.]
Entrad luego que despache
á ese hombre, j acabaremos
de disponer vuestro viaje.
ESCENA V.
Serafina.
Juan,
Serafina.
Juan.
Serafina.
Juan.
Serafina.
Juan,
- k
Serafina.
SERAnNA. D. JUAN.
Que al fin te apartas do mí!
Serafina, es mi deber.
Ay desdichada mujer!
No podré vivir sin ti.
Mengua fuera de mi nombre
Di que te cansa mi trato;
di que eres infiel, ingrato
y di por fin que eres hombre.
Yo perdono tus ofensas
por ser hijas del amor.
Qué mujer quiso mejor?
Y tú así me recompensas!
Tu amor es mi bien, mi vida,
mas sin nota de cobarde
no es posible que retarde
mi dolorosa partida.
Pues lo ordena así la suerte
y noble sangre te alienta,
entre mi muerte y mi afrenta
debes preferir mi muerte.
Tú cobarde! tú lo dices!
Qaien dude de tu valor
pregúntelo á mi dolor
á tus nobles cicatrices.
o quiero yo tu mancilla,
que aunque el dolor lo combate,
también en mi pecho late
i
1^
£ura sangre de Castilla,
(as sin vigor, sin salud «
tanto peligro arrostrar
Ah ! morir sin pelear
es locura, no es virtud.
Pocos dias más , y luego
parte..... aunqueVenezca yo.
Si por mi cariño no,
)ov tu vida te lo roego.
^•n un Diciembre, Dios mió!
cruzar esa helada cumbre
; Si aun al amor de la lumbre
está una muerta de frió !
Aun no te has curado bien.
Suspende el viaje , mi amor,
que te engaña tu valor
y el cirujano también.
Qué va á ser de ti, don Juan?
No luches contra el destino.
Es peligroso el camino,
las fuerzas te faltarán....,
y al rigor de la estación
otra vez tu herida rota ,
¡ ay, verterá gota á gota
sangre de mi corazón I
Juan, Por Dios, tu llanto serena,
que es inútil y te vende.
Si tu padre nos sorprende
Serafina,'Tíímh\QVL he de ahogar mi pena!
Juan. Ignora nuestros amores
y, sea afecto 6 capricho,
no quiere, tú me Jo has dicho,
que de nadie te enamores.
Mucho es habernos dejado
hablar solos un instante.
Le asusta más un amanto
que hambriento lobo al ganado.
¿Qué diria si supiera
que el mismo á quien daba ¿silo...
Tiempo vendrá más tranquilo,
y entonces
Serafina. Ah! Dios lo quiera.
Juan. Sé constante y serás mía;
Serafina.^ij mi padre es como un niño.
De un exceso de cariño
nace su rara manía.
Sólo me aqueja el afán
de separarme de ti
cuando....
Juan, [Bajando la voz.]
Abren la puerta.
Sí.
Serafina,
ESCENA VI.
SERAFINA. D. JUAN. .MANUELA.
Manuela.[Con una carta en la mano,]
Mí señor llama á don Juan.
Juan, Voy al instante. Señora
[Saluda , y entra en el cuarto de don
Félix,]
236
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
Ser afina. BioB os guarde.— ¿Tengo ya
luz en mi cuarto^ Manuela?
ManuélaMy señora. Qué mandáis?
Ser(^fina,^^iK.
[ Vase por la izquierda del/oro.]
ESCENA VH.
• MANUELA.
Se guarda de mí
y yo de ella. Bueno va. —
Veamos , ya que me dejan
un momento en libertad,
& ese loco de Oabino
ESCENA VIII.
MANUELA. GABINO.
Gahino, [Á la puerta del foro.]
Estás sola?
Manuela. Yon acá.
Qabino, Ay perla mia!
Manuela. ' k qué vienes?
Estás dado á Barrabas?
Oaiino. Un abrazo á buena cuenta.
Luego te diré lo que hay.
Manuela. [Deteniéndole. ]
Alto!
GaHno. A casa de mi primo
ha llegado de Almazan
con recado para tu amo
el hijo del tío Gaspar.
Como es paisano y compadre,
y de todo soy capaz
por verte ¡ay sol!...., no he perdido
tan buena oportunidad,
y endosándome su epístola
el consabido gañan ,
me entro aquí, con el crepúsculo,
murciélago conyugal.
Manuela,L exponerte y exponerme.
Qué loca temeridad !
GaHno. No dirán en todo caso
que ultrajamos la moral.
No soy tu esposo legítimo?
no eres mi cara mitod?
Manuela.Y si el amo lo supiera
me enviaría á escardar;
que a(][uí no sufre ninguna
tentación matrimonial ,
ne sea que caiga en ella
su hija, y poco le valdrá;
que aunque se guarda de mí,
y por cierto hace muy mal.
i
no se oculta á mi malicia
que suspira por don Juan. —
Vete.
Gadino. Un momento ! Lo pido
con mucha necesidad.
¡ Maldición al Archiduque
y á todo bicho alemán!
Herejes ! [ Quintar á un hombre
casado, sin más ni más!
Manuela.YB, habian echado el bando
cuando fuimos al altar.
GaHno. ¿Quién oye bandos ni truenos
cuando está muerto de afán
por una moza ojinegra
con diez fanegas de sal?
Crueles ! [ Quintarme á mí ,
que estudié latinidad
sacrilegio ! . . . . y á estas horas
sería ya sacristán
si no me hubieran echado
el guante ¡Barbaridad
m& bárbara ¿T para qué,
si no habia de lidiar
lor ellos? Para comerles
le reojo el prest y el pan
hasta que pude largarme
con arcabuz y morral.
i/09»t^a.Desertor! ¡Pobre de ti
si te llegan á atrapar!
GaHno. Harto lo temí buscándote
por las calles de Alcalá
sin saber que ya te hallabas
sirviendo en este lugar;
mas ya no, que el regimiento
ha marchado al Ampurdan.
Mantisla.Vero ¿á qué arriesgarte ahora
sin tener necesidad
¿No nos veremos después
cuando te haga la señal?
GaHno. Como soy recien casado....,
qué quieres! Debilidad,
miseria humana Estoy loco,
y es cosa muy natural. —
Ya pasará el noviciado,
y entonces en santa paz
Manuela!Ñoyic\9Ao\ Eso me dices?
T cuánto podrá durar?
Gabina. En ti consiste. Veremos
lo que reza el almanak.
Manííela.'K^Lj toma la respuesta '
á la carta de Almazan ,
{La toma Gábino.]
y vete. Por hoy te absuelvo,
mas sea sin ejemplar;
?orque si no, mi castigo
a me entiendes.
GaHno. No hagas tal,
que yo tendré juicio. ¡Adiós,
reina mia !
•Manuela. Adiós, galán!
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
237
ESCENA IX.
MANUELA.
Ay Gabino de mi vida!
Ve aquí un marido ejemplar.
Por mí le cogió de leva
aquella gente infernal.
Por mí desertó el pobrete ,
Bolo por mí! — Ello es verdad
que de valiente no peca,
y aunque cristiano y leal,
nunca tomarla cartas
ni por Diego ni por Blas,
f morque es de aquellos que dicen
o que el antiguo cantar :
«mate moros quien quisiere,
que á mí no me han necho mal;»
mas huye de las batallas
y á mayor riesgo quizá
se expone; que el desertor
tiene pena capital ,
y si un austríaco le pesca,
Virgen santa del Pilar! —
¡Y con ser tan cobardon
Íor mí se pasa de audaz !
üen dicen : del más cuitado . ,
hace el amor un Roldan.
Dígalo yo, que atrevida
{Miraníio fOT la puerta del faro.]
Pero ^ qué traerá Tomás
que viene tan azorado? —
Hay alguna novedad?
ESCENA X.
MANUELA. TOMÁS.
Tomás, Ahí es nada ! Los tudescos
que entran ya por el lugar.
Manuela. 8B,ntSi Bárbara!
[Llamando.]
Señor !
Tomás. Dicen que vienen de paz.
[/Suenan cajas.]
ESCENA XI.
MANUELA. TOMAS. SERAFINA. D. FÉLIX.
D. JUAN.
Félix. Qué es esto?
Manuela. Los enemigos !
Serqfina. Ay de mí I
Juan, Tal vez irán
de paso
Félix. [Asomándose al balcón.]
No, que hacen alto.
[Cesan las cajas. 1
Enciende otra luz, Tomás,
y vuelve pronto con ella.
[ Vase Tomás por la puerta del foro y
-vuelve con otro velón encendido.]
Manuela.( Ajj Gabino! ¿Si será
su regimiento ) Qué haremos?
Félix. Qué? Tener serenidad
y ver venir. La prudencia
os encargo, capitán.
Pasaréis por mi criado
Serafina, [Al ialcon.]
Ya se empiezan á alojar
por las casas. Ay, Dios mió!
Félix. Si queda algo de don Juan
en su cuarto, al escondite
de las alhajas. Volad.
[Manuela y Tomás entran con luz en
el cuarto de la derecha más inmediato
al proscenio.]
m
Juan. I Tanto riesgo por mi causa
Félix, No habléis de eso, voto á san ,
que soy quien soy.
[Al balcón.]
No dan muestras
de ninguna hostilidad.
Tanto mejor para todos.
De bien á bien se les da
lo que sea de razón;
[Aparte á D. Juan.]
si nó, morir y matar. —
Daos prisa.
[ Vuelven Tomás y Manuela con una
maleta, una casaca y otros (¡fectos mi"
litares, y se van por la izquierda del
foro.]
Juan. [Retirándose del halcón.]
Uno viene aquí.
Bien. Será algún oficial.
Si viene solo
{Al balcón.] En efecto,
labra más seguridad.
La tropa no será mucha
cuando
Ta entra en el zaguán.
To me entenderé con él.
Idos adentro.
Ah!....
Marchad.
félix.
Juan.
Félix.
Juan.
Félix.
ÁWqfina
Félix.
s:{8
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
ESCENA XII.
Félix.
Hargeni,
Félix.
Sargent,
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
D. FÉLIX. EL SARGENTO.
Habremos de recibirle
con agrado, porque el hombre
manos besa muchas veces
que quisiera
{Con espada y alabarda.]
Buenas noches,
señor patrón.
Dios os guarde.
¿Hay aquí donde se aloje
con el regalo debido
un sargento de mi porte?
[Mostrando la habitación de D. Juan,]
Aquel cuarto (Es renegado.
Estos suelen ser peores.)
Os advierto que acostumbro
á obsequiar á mis patrones.
Cómo?
Aceptando su mesa.
(Mala bomba te destroce I )
Tendré mucho honor
¿Á qué hora
cena Jadraque?
Es conforme.
En mi casa, un poco tarde.
¡Voto á Pues yo tengo un bóquis
de mil diablos; que seis leguas
á pié por peñas y bosques
En? — Por hoy cenaré solo.
No quiero que se trastornen
las horas por mí.
Decid
cuándo queréis Daré orden
Al momento. — Que me traten
con llaneza. Unos pichones,
tortilla con magras Cosa
ligera. Ensalada, postres
De vino no digo nada ,
porque con poco que sobre
Dasta.
(Animal!) ¿Cuánta tropa
Sobre quinientos peones.
(Lo menos aumenta un cero.)
Y qué mozos! Como robles;
De guarnición?
No. Venimos
á cobrar contribuciones.
(Otra noticia agradable I )
Todos somos españoles;
gente cruda, pero honrada.
Sí. (Tránsfugas y traidores!)
Guerra á todo el que sostenga
la causa de los Borbones ;
paz al paisano indefenso
cuando es pacífico, y dócil,
y dadivoso. — Vos sois
al parecer un buen hombre.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Presumo que sí.
De aquellos
que dicen: ni Rey, ni Roque,
y obedecen al que manda,
y pagan, y ora pro nóhis.
¿Qué ha de hacer un pobre viejo.
Pues! ir trampeando Conque.
[Acompañándole hasta la puerta.]
Llamad si algo se os ofrece.
Sargent. Estimando. Yo á lo pobre;
lo preciso y nada más
(Todo lo que se me antoje.)
[Entra en la habitación de D. Juan.]
ESCENA Xin.
D. FÉLIX.
De buena gana le hubiera
hartado de bofetones.
Qué descarado ladrón !
; Con qué llaneza dispone
de lo mió! ¡Y aun parece
que me hace favor el drope !
Pues si dura mucho en casa
hasta los pies se nos come.
Y gracias si se contenta
con comer como un preboste.
[Tomás y Manuela atraviesan por el
foro de izquierda á derecha.]
Manuela!
Manuela
Félix.
Manuela
Félix.
Manuela
Félix.
ESCENA XIV.
D. FÉLIX. MANUELA.
Señor.
Di á Blasa
que haga de cenar á ose hombre
Al Sargento.
Es un sargento?
Sí, un pedazo de alcornoque
que sólo piensa en tragar.
Tratadle oien , no alborote
la casa y sea preciso
arrancarle los bigotes.
.Qué! tan malas pulgas tiene?
Hasta ahora, Dios se lo tome
en cuenta, parece manso,
mas ta cabra tira al monte,
y á la primer negativa
nos plantará un par de coces.
[ Vase Manuela por la derecha del foro
jfpor el mismo lado llega Tomás.]
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
239
ESCENA XV.
D. FÉLIX. TOMAS.
Tornea. Soñor, ahí abajo está
Joan Garrido; por mal mote ,
Calzorras. Viene á saber
si el capitán
\ No le nombres ,
zoquete I
Ah! No me acordaba.
que yo no soy galeote !
Me precio de muy galán,
y habéis de oír cuatro ñores ....
>&rff^»a. Dejadme (Don Juan!....)
Félix.
Tomás.
Félix.
[Yéndose por la derecha del foro.]
Vov..... Silencio.
ESCENA XVI.
tomAs. serafina.
Toníds. Como uri poste
callaré. — Tiene razón ,
que si el Sargento nos oye
SerOffina.Y mi padre?
Tomás. Está allá abajo.
(Yo voy á esconder mi cofre.)
ESCENA XVII
SERAFINA.
Enemigos en Jadraque !
Ah I tiemblo como el azogue ,
no descubran á don Juan
ESCENA XVIIL
SERAFINA. EL SARGENTO.
Sargent. [Sin alai arda.]
Voy á ver qué inundo corre
(Bola I Qué linda muchacha!)
[Se acerca á ella.]
Serajtna. {Sohresallada.]
• Ah!
Sargent. Niña, no se acongoje ,
que soy un pilón de azúcar
aunque llevo este uniforme.
Es voacé fruta de casa? .
Serafina. Bi^ señor; hija Perdone,
señor militar
[ Ya á retirarse y el Sargento ¡a de*
tiene.]
Sargent. \ Aspacio , ,
ESCENA XIX.
SERAFINA. EL SARGENTO. D. JUAN.
Juan. (¿Qué veo! )
Sargent. Más de cuatro corazones
{)or esa Alcarria de Dios
levan el mió á remolque,
pero el de usarcé es el único
que me viene á mí de molde.
Juan. [Acercándose.]
?S3e hombre me va á perder.)
^ por vida de mi nombre,
que habéis de darme esa mano
para que me envidie el orbe.
[Al ir á tomar la mano á Serafina se
interpone D. Juan y le abraza; iSera-
fina va á salir por la puerta del foro ^
al mismo tiempo entra D. Félix.]
ESCENA XX.
SERAFINA. D. JUAN. EL SARGENTO.
D. FÉLIX.
Juan. Bien venido, voto á sanes !
Que viva el sargento Ponce!
Félix. Qué es esto?
Sargent» Aparte el gañan.
Yo no soy el que supone.
Juan. Paisano !
Sargent. No apriete tanto,
voto á briós! que echo los bofes.
Serafina.[Fn voz baja.]
¡Ah, padre
Félix. Qué ha sucedido?
Juan. [Soltando al Sargento.]
Me equivoqué. No se enoje
vuestra mercé
Sargent. Pues cuidado
con que otra vez se equivoque,
é le abro en canal.
Félix. Sargento !
Juan. ¡Mire, no sea que tope
con la horma de su zapato!
Serafina.{\)\oñ mió! )
Sargent. Nadie me tose
á mí, ó por menos de nada
SiO
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
desenvaino el chafarote.
[Lo va i hacer, D. Juan coge una
silla, D. Félix y Serafina se inter-
ponen.]
Serafina. Ah\.,. ¡Por Dios, señor Sargento...
Félix, [Al Sargento.]
No le hagáis caso. Es un torpe
[Á D. Juan.]
Yete de aquí.
Juan. ¡Señor.
S^afina.
Vete!
[Vase D. Juan.]
Y Yuesa merced repórtese ,
que herir á un pobre criado
no es digno de un brazo noble.
Sargent. Mi reina, ucé me desarma;
y no digo yo el estoque,
vida y alma rendiría
Mas voy á tomar la orden.
Prontito daré la vuelta;
y diga usarcé á ese joven
que no se encare conmigo ,
ó por vida de san Jorge
que he de pagarle el abrazo
haciendo de él un jigote.
ESCENA XXL
D. FÉLIX. SERAFINA. D. JUAN.
Félix. Buenos estamos I
Juan. [Á la puerta.] Se fué?
Félix. [Mirando por la del foro.]
Sí; ya va por el zaguán.
fSír(ifina. Áhl
Félix. Qué ha sido eso, don Juan?
Serafina.^o^ señor, os lo diré.
Á buscaros impaciente
venía yo de alíá dentro ,
cuando me sale al encuentro
ese soldado insolente.
Requebrábame el villano
cortando el paso á mi huida,
y ya su mano atrevida
osaba afrentar mi mano ;
ve don Juan mi compromiso,
quiere evitar mi balden,
y abrazando al vil sayón
se interpone de improviso.
Félix. Yo agradezco
Juan. Y entregara
el temerario Sargento
Félix.
Juan.
Félix.
Juan.
Félix.
Serafina
Félix.
Juan.
Félix.
Juan.
Serafina
Félix.
Juan.
Serafina
Juan.
Serafiría
Félix.
Serafina
Félix.
entre mis brazos su aliento
si sólo yo peligrara.
¿Qué habéis hecho! Su rencor
Cuando peligra una dama,
á quien nidalgo se llama
no arredra infame temor.
Sospechosa fué la chanza,
ya habéis oido sus fieros ,
y no es razón exponeros
al furor de su venganza.
Yo me sabré contener
Don Juan, ya el mejor remedia
es poner tierra por medio
.(Cielos! )
Y esto se ha de hacer.
Ahora está en casa el paisano
á quien mi amistad os fia
Eara que os sirva de guia
asta el real castellano.
No perdamos un momento.
Es hombre alentado y fiel.
Capitán , idos con él
antes que vuelva el Sargento.
Estoy pronto, pero vos
Sólo hay riesgo para mí
mientras vos estéis aquí.
Marchad. Es forzoso
Adiós!
. Qué I de noche ha de marchar?
Ved que el enemigo vela
y si le ve un centinela
Sí, podrian sospechar
Bien. Parte con él su lecho
el guia ; el alba despunta ;
con el arado y la yunta
se dirigen á un barbecho;
y fuera ya de la villa
con muías , que valen algo,
valor y fe, ¡echadle un galgo,
enemigos de Castilla!
(Cruel momento!)
(Y me deja!)
Ya os sigo. — Guárdeos el cielo ,
Serafina.
(Oh desconsuelo !)
£l os guarde y os proteja.
Le hablas con ese desden ?
Bien puedes sin ser liviana
darle un abrazo de hermana.
.Yo...'^.
Vaya !
[D. Juan y Serafina se abrazan y se
hablan en voz baja.]
Juan. Mi amor!
Serafina. Mi bien!
Félix. Vamos , que vale un tesoro
cada momento perdido.
Valor!
Serafina. (Yo pierdo el sentido !)
Félix. (Valor le digo y yo lloro !)
•N
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
211
ESCENA XXII.
SERAFINA.
[Dejándose caer en una silla,]
¡Y parte, y yo en mi pecho
ahogaba los*^8ollozos !
Ay amarga partida !
Ahora que nadie os ve, llorad, mi» ojos !
Nítido espejo fuisteis
do extático de gozo
sin tregua se miraba ,
el dueño á quien adoro.
Él 08 llamaba soles
del cielo de mi rostro.
Hoy 08 anubla impío
el llanto en que me ahogo.
¡Y no osaron mis brazos
con vínculo amoroso
tenerle...., aprisionarle
Ayl no me lo perdono.
¿Quién vuestro dulce fuego,
quién ya verá en vosotros
del corazón amante
el latir afanoso?
Ay I una voz secreta
en son doliente v ronco
me dice : sueño na sido
tu preciado tesoro.
Hoy ausente, mañana
quizá yerto despojo
Ay I aunque amor os ciegue ,
llorad Ya no le veis!.... Llorad, mis ojos!
ESCENA XXIII.
SERAHNA. D. FÉLIX.
Félix. Serafina.
[8er(^/lna se levanta enjugándose los
ojos.]
Serafina, ( Ah I ) Qué mandáis?
Mlix. Qué es eso? Estabas llorando?
Serí^flna.Yo
Félix, No lo ocultes. Son lágrimas
de amistad ; yo las aplaudo.
Hombre y todo, yo también
al despedirme allá abajo
Él lo merece, eso sí.
Como á huésped, como á hermano
no me ofende que le estimes,*
Sero si fuese tu llanto
e amor Eh I yo no lo creo.
Los tiempos son muy aciagos
para pensar en .casorios,
y me darlas un trago
mortal si en eso prensaras ,*
que sólo de imaginarlo
II.
me da pena. Tá eres sola
el apoyo y el encanto
de mi vejez, y venir
á arrancarte de mis brazos
un boquirubio, tal vez
mal yerno y peor cristiano
¡Y los cuidados domésticos,
los sinsabores, los partos
Ya lo he dicho. Hasta que cumplas
lo menos veinticinco años
no me pienses en marido;
que no daré el exsequdtur
aunque su mano te ofrezca
el duque del Infantado.
Serafina,{Ay tfistel) Señor, soy hija
obediente, y mi conato
será siempre
Félix, Basta, basta.
Ya sé que eres un dechado
de sumisión y modestia. —
Volviendo á nuestro bizarro
capitán , ya no hay peligro
de que haya un lance pesado
con el soez sargenton^
y mañana muy temprano
16
su
NO GANAMOS PABA SUSTOS.
emprenderá su camino
Ahí ya me había olvidado
[Llamando.]
Manuela! Aunque nada temo,
bueno Ber&j por si acaso
ESCENA XXIV.
SERAFINA. D. FÉLIX. MANUELA.
Féliaí. Yo quiero que Serafina
duerma en lo más retirado
de la casa, y es preciso
que las dos cambiéis de cuarto.
Maníiela,(lAiTen qij^ aprensión ahora!)
Félix. [Á Manuela.]
El suyo está muy cercano,
y aunque estoy yo de por medio,
y no me asustan soldados,
y hay buen cerrojo en la puerta,
no es decente, sin embargo,
que pueda oír Serafina
los resoplidos de un zafío.
Ser({fina.8e hará como vos mandáis.
Félix. Andad á mudar volandp
las camas
Manuela. Pero, señor,
ppr un escrúpulo vano,
trastornar ahora
Félix. i Calle ,
y hágase lo que yo mando I
Manvela.[Yéndose por la izquierda del foro con
Serafifia.]
( ¡ Mal haya el viejo y mal haya
su mutación de teatro!)
ESCENA XXV.
D. FÉLIX.
Por dicha, breve será
la mansión de esos bellacos
en Jadraque. Corren voces
de que se están preparando
á emprender la retirada,
Íf ya su príncipe austríaco
a vuelta de Barcelona
tomó con dos mil caballos.
¡Quiera el cielo
ESCENA XXVI.
D. FÉLIX. EL SARGENTO.
Sargenl. [ Viene un poco alegre.]
Hola, patrón!
Félix. (No se hace esperar el bárbaro.)
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
¡Sargent.
Félix..
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Cómo tan pronto?
Estoy hecho
á recogerme temprano,
que soy hombre ae conducta.
Tomé la orden y un trago,
y acá estamos todos.
Bien;
lo celebro. Queréis algo?
(Lo del trago es evidente.)
¡Unas agujetas traigo
Dónde está la patroncíUa?
Allá dentro.
Estoy picado
con ella, que es mucha injuria
poner hocico de i palmo
á un hombre de mi calibre.
(No digo que está borracho?)-
No lo extrañéis. Es muy tímida,
y la vista de un soldado
Hable usarcó con más modo.
Soy sargento.
Ya, ya estamos
Militar quise decir.
Y no soy yo tan zamarro,
que no sepa camelar
á la hija de un hidalgo,
ni tan atroz que me quiera
apoderar por asalto
de bellezas que á la larga
sabe rendir este garbo.
Mirad que habláis con su padre.
(Dios me tenga de su mano.)
Su padre, pues! Ya lo sé.
I Si por eso mismo os hablo
con la franqueza de amigo I
(Vive Dios I....) Yo
Es necesario
que la criéis más humana
ó la metáis en un claustro.
Yo sabré
Lo que es á mí,
ni su ceño ni su halago
me importan un caracol.
Así nos parta aquí un rayo....
Á mí, no.
Como es verdad
lo que digo.
Y yo lo aplaudo.
Damas de tanta prosodia
nunca fueron mi bocado
favorito, que me muero
Í)or una moza de cántaro,
arga trenza, medía azul,
y á medía pierna el refajo;
de esas que levantan piedras
cuando bailan el fandango,
y no se andan con melindres,
y saben dar sin empacho
al que peta un consuelillo
y al que no peta un sopapo. —
Pero vamos al decir.
Decia
Estoy enterado.
s
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
813
Sargtnt, Am¿n. Vengan esos cinco
Félix, (Hum !....) Sí.
\Lt da la mano,]
Sargent. [Apretándosela y dándole una palma-
da en el hombro.]
Hasta laégo, paisano. *
[Fntra en su habitación.]
ESCENA XXVII.
D. FÉLIX.
Señor I ¿qn¿ pecado añejo
estoy ahora purgando?
Pnes ¿no me la echa de amigo
y camarada esét:... sátiro!
ESCENA XXVIII.
D. FÉLIX. SERAFINA.
Serafina. Ya se han mudado las camas.
Sin dada es el alojado
el que entró.. i..
Filix. Sí. ¡ Mal trabuco
le haga salir hecho tacos 1
Serafina.VoT J)ios, no os oiga!
Félix. i Qué importa ,
si al cabo, tarde <5 temprano,
será preciso arrojarle
por un balcón?
Serafina . Ah ! más bajo
Qué ha dicho? Viene furioso?
Félix. No tal; todo lo contrario.
Trae un vino muy pacífico,
muy donoso el condenado;
pero su sorna, y su risa,
y el amistoso agasajo
que me muestra me enfurecen
más que si echara Tenablos
for la boca.
Yénébse.] Abre la puerta.
Félix, [Deteniéndola.]
Quieta. Quédate á mí lado.
Peor es irte.
ESCENA XXIX.
SERAFINA. D. FÉLIX. EL SARGENTO.
Sargent. Señor huésped
[Mirando á Serafina.]
( Suyol Clavada I )
[Á D. Félix.]
Aquí 08 traigo,
Serafina.
Félix.
Sargent.
Félix.
Serafina.
Sargent.
Eara que veáis que soy
ombre á toda ley honrado,
una joya que, sin duda
por descuido involuntario,
debajo de una almohada
se trasconejó en mi cuarto.
(Ahí)
(¿Quesera )
Yo al principio
me figuré que era un santo,
y ya iba á rezarle un credo
cuando vi que era un retrato.
Un retrato!
(Ah!.... Soy pérdida!)
[Dándole el retrato.]
Tomad. Es vivo traslado
de esa linda desdeñosa.
Félix. [Mirando el retrato.]
Sargent.
(Cielos! ¿Qué veo!)
Al respaldo
hay una especie de cifra,
y entre una flecha y un lazo
dos corazones ardiendo,
que da compasión mirarlos.
Ya veis que la señorita
no es para todos de mármol.
Félix. (Hija indigna!....) No hay misterio
en eso. Era de su hermano
el que estudia en Salamanca
Sargent. Sea de Poncio Pilato.
Qué me importa á mí? Maldita
de Dios la cosa. Otro ganso
se apropiaría el favor
y diria: Hola! Esto es algo;
mas yo no me mamo el dedo,
que soy zorro veterano,
y veo que ni el dibujo
ni esos bellos garabatos
. se han formado para mí ;
que , como dice el adagio,
la dulce miel no se hizo
para la boca del asno.
Y en fin , hablemos en plata.
Qué hago yo con un retrato?
Si fuera el original , . . . .
pues! Yo no soy ermitaño. «
ESCENA XXX.
D.. FÉLIX. SERAFINA.' EL SARGENTO.
TOMÁS.
Tomás. [Al Sargento . ]
La cena está preparada.
Sargent. Eso sí, cuerpo de Baco!,
que el mió parece ya
cañón de órgano. Muchacho,
244
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
guíame tú á la pitanza.
Tomás. Seguidme.
Sargent. Habrá vino largo?
Tomás. Cnanto queráis.
Sargent. Queme place!
Si uc¿8 gustan de mi rancho
Füix. Muchas gracias.
Sargent Con franqueza.
Füix. Id con Dios.
Sargmt. Vamos andando.
[Vase cen Tomás por la derecha del
foro.]
ESCENA XXXI.
D. FÉLIX. SERAFINA.
Félix, Oh I no sé cómo he podido
reprimir mi justa saña.
¿Así^ traidora, se engaña •
á un padre
Sere^fina. Perdón os pido.
Félix. Perdón? Jamás.
Serq/lna. ¿Quién es dueño
de querer ó no querer?
Él me adora. Soy mujer
Deponed, señor, el ceño
Félix. Sella la boca importuna,
hija ingrata. Oh cielol ¿Es esta
la sumisa, la modesta?
Quién se fia de ninguna?
Seri^na.Yo me propuse cerrar
el pecho á su imagen fiel ,
pero va reinaba en él
cuando quise recordar.
Mal de mi grado, testigo
es Dios, falté á mi promesa;
mas cuando entra de sorpresa
¿quién resiste al enemigo?
No es mia la culpa, no.
Para no amar á don Juan
debió ser menos galán ,
ó menos sensible yo.
Félix. Le doy un hogar, un lecho....,
la vida!, y huésped ingrato
Quién ha hecho este retrato?
Serci/lna.'EntTe él y el amor lo han hecho.
Félix. Ay perfidia ! ay deshonor !
jSíraflna.TiOt yo os juro por mi vida
Félix, i Mientras curaoa su herida
él me hacía otra mayor I
fíerc^na.liohle y cristiana piedad
en mí su herida despierta ,
y el amor abre la puerta
por mano de la amistad.
Pero amor todo del alma,
sólo con amar contento,
sin liviano pensamiento
que altere su dulce calma.
Ñí podréis dudarlo, no,
si advertis, aunque severo,
que es don Juan muy caballero
y soy vuestra sangre yo.
Félix. No es hidalgo, ni lo piensa ,
quien insidia tu virtud ,
y con tal ingratitud
tanta amistad recompensa.
Aun puedo el luciente acero
blandir. Con él , vive Dios ,
le haré ver cuál de los dos
ha sido más caballero.
Ser<^fina. Padre mió! ... .
Félix. Mas mi saña,
hoy que es su peligro inmenso,
puede entregarle indefenso
á los verdu^s de España.
No; mi palabra empeñé^
de ampararle en este trance ,
y no hay ofensa que alcance
á la altura de mi fe.
Vaya en paz ; su bien deseo;
pero renuncie á tu amor,
y en el campo del honor
Dusque más digno trofeo.
Sera^na.Qnéf señorl ¿será delito
Félix. No me le nombres jamás ,
si no quieres Cuanto más
le defiendes, más me irrito.
Serq/lna.Yo moriré de pesar.
Félix. Y yo primero! (Me voy
antes que vea que estoy
reventando por llorar.)
[Fntra en su cuarto,]
ESCENA XXXn.
r
SERAFINA.
Ay triste de mí ! Se aleja
mi idolatrado don Juan
y no sabe el crudo aían
á que entregada me deja.
¿Quién sabe si entre los dos
será ya eterna la ausencia?
¿Y se irá, cruel sentencia!
sin darle el último adiós?
Ni á su tierna amante fiel
sabrá cómo ha de escribir;
ni si me llego á morir,....
sabrá que muero por él!
Qué haré? ¿Me he de aventurar
á otro mayor compromiso
Sí, estoy resuelta. Es preciso
Esta noche le he de hablar.
[Se dirige d la izquierda del/oro.]
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
2i5
ACTO SEGUNDO.
Una sala con alcoba en el foro, y una puerta en la misma linea , a la izquierda del actor:
en cada costado un balcón : inmediato al de la derecha un brasero , ya apagado , de la misma
forma que el del a^to primero ; junto a el, «^^ mesilla, sobre la cual arde una vela: cor-
tinas de indiana á la entrada de la alcoba.
ESCENA I.
SERAFINA. MANUELA.
[Serafina aparece sentada: Manuela de pié.]
tSeraflnaAOií qué importuna mujer!)
Vete. Ya el sueño me rinde.
Manuela, kjxnq^xQ está tan retirado
este cuarto, y el caribe
del Sargento, después que hubo
devorado como buitre
cena que bastara á nueye
con Tino para otros quince,
cuatro horas hace , lo menos ,
que duerme como un pontífice ,
y no le despertarían
¿tambores y clarines ,
tendréis miedo aquí lán sola....
íSerafina.^o, Márchate
Manuela. . Permitidme
que me quede á acompañaros.
Yo velaré como lince
Serafina, Es inútil. Cerraré
bien la puerta. No es posible
que se mueva de su cuarto
el Sargento sin oirle
mi padre. No temo nada.
Manuela.Con todo eso \
Serafina, No porfíes.
Yete , que has de madrugar.
Manuela .{Encendiendo una cerilla,]
Pues mandáis que me retire ,
adiós Queréis que os desnude?
¡:¡erafina,i^Q lograré verme libre.)
Pienso acostarme vestida.
ManuélaMxchA que el frió 98 terrible.
Serafina, [Zevanidndoee.]
Me arroparé. Vete ya
con Dios.
Manuela. Quedad con la Virgen. —
Pero en verdad que me duele
dejaros. Estáis tan triste
Serafina, Oh ! No lo creas.
Manuela , ( La ausencia
de su capitán la aflige.)
Si 08 ocurre algo, llamad.
Serafina.^v&T^,... No tienes que advertirme....
Manuela,[Téndose,]
Hasta mañana. (Ay, Gabino!)
Serafina. [ Viéndola salir.]
• Gracias á Dios que te fuiste !
ESCENA II.
SERAFINA.
Cuánto me cansaba ya 1
¡ Si parece que conspira
contra mí! Jesús! Mentira
me parece que se va.
[Mirando por la cerradura de la
puerta.]
Viéndola estoy desde aquí
dirigirse á mi aposento. —
Ya ha entrado. Bien. — Ya la siento
cerrarse por dentro Sí. —
Si ahora padre se desvela
No, que está del otro lado
su cuarto. — Pero acertado
será apagar esa vela.
[Se dirige adonde estd la lúe.]
Qué voy á hacer? Si me quedo
á oscuras, el riesgo crece.
Será fácil que tropiece
Ah! temblando estoy de miedo.
[ Vuelve á la puerta y aplica el oido,]
Nada siento. Estoy segura. —
Pero pueden despertar
No, no le quiero llamar.
Es liviandad , es locura.
Me pesa de haberle escrito
Pero es pura mi. intención
y clamaba el corazón.. t..
Fué forzoso oir su nito. —
Tomás , que llevó el papel ,
callará. Además, ignora
2i6
NO GANAMOS PARA SDSTOS.
qae á este sitio y á esta hora
citaba á don Jaan en él. —
Y acaso isola soy yo
quien peligra? Si don Jnan
es sorprendido Ay afán!
Nodeoo llamarle, no.
Poco es qae el hado destruya
mi ventura apetecida;
nada me importa mi vida;
mas [comprometer la suya! ....
Si ya en la calle me aguarda,
su riesgo en ella es mayor.
Ay I antes no vi el error,
y ahora todo me acobarda.
Abriré Si abajo está
[Aire con tiento el balcón de la dere*
chai y ^i^^ por él.]
Qué espantosa lobreguez !
Nada distingo. — Otra vez.
[ Vuelve i escuchar desde la puerta, ]
Nada.— Voy Qué espero ya?
{Da un paso hacia el ialcon y se pdra.]
Cerrar primero la puerta
por dentro será mejor.
[Va d echar el cerrojo y se detiene.]
No, que es cerrarla á mi honor !
Prefiero que quede abierta. —
Oh cielo! si sufre tanto
quien con el alma inocente
se arriesga así, el delincuente
¿cómo no muere de espanto?
[Encaminándose otra vez ai ialcon de
la derecha.]
Ánimo! Al balcón!....
[ Vtiehe d detenerse,]
Son dos,
y á distintas calles dan ,
y no previne á don Juan
cuál de ellos Válgame Dios!....
Qué haré? Fatal compromiso!
necio descuido! ¿Por cuál
le hago ahora la señal?
Abrir el otro es preciso.
[Abre el balcón de la izquierda.]
Ahora entre este y el de enfrente
me coloco
[Se sitúa en medio del teatro.]
Bien estoy.
DoiJ tres palmadas
[ Va d darlas y se detiene.']
Las doy?
Pese al miedo impertinente!
No confio eñ él y en mí?
no es forzoso lo que intento?
Le hablaré sólo un momento.
[Da las tres palmadas.^
No hay remedio. Ta las di. —
AyDios! ¡Con cuánto trabajo
subirá Mi corazón
tiembla No; cada balcón
tiene una reja debajo. —
Quisiera ayudarle yo
Nada siento.
[Mirando por el balcón de la derecha.]
Por aquí
tal vez
[Oyendo ruido en él otro balcón se
vuelve de repente, y tropezando con la
vela la deja caer y se apaga.]
Ah ! no. Por allí,
Ay, Dios mió! Se apagó!
ESCENA in.
SERAFINA. GABINO.
Gabino. [Entrando por el balcón de la izmiet"
da y hablando d media vozT]
Prenda mia, estás á oscuras?
Ser(ifina.[Á media voz.]
Mi bien
Gabino. ¿Por dónde No veo....
[ Va tentando hasta dar con Ser({fina.]
Ah! ya te cogí. Un abrazo
Ser o Jiña. [Desviándose y alzando la voz.]
Apartad, mal caballero
Gabino. Oiga ! ¿Disfrazas la voz
y con tono palaciego
• me la echas de desdeñosa?
No es mala humorada !
Serafina. (Cielos!
Esa voz )
Gabino. Chanzas aparte ,
morena, que vengo yeH»
de frió
Serafina. Apartad. Huyamos
[Gabino logra asirla de un brazo.]
Daré voces
Gabino. No te suelto.
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
U7
ESCENA IV.
SERAFINA. GABINO. D, JUAN.
Juan. {Entrando por el otro balcón.]
La Toz de un hombre! Oh traición!
Gabina, Cómo! Otro galán tenemos?
Ser afina. \Ao^ y villano, insolente
Gabina, [Soltándola,]
(Huy I No es ella. — Ta no encuentro
el balcón )
Juan. Mujer traidora,
me citabas para esto?
Serafina.[A Gabino.]
Ay, don Juan! Soy inocente
Gabina, No soy don Juan ni don Pedro,
sino un marido lechuza -
Íue halla ocupado su puesto,
[orirá tu infame cómplice
ámis manos
■
[Gabino se quita el sombrero y lo ade-
tanta i su cuerpo como para guardar"
se con él de algún golpe]
¡Serafina, Oh ! más quedo
Por Dios I No puedo , don Juan ,
explicar este suceso,
mas vuestro amor, que es mi vida,
me falte si yo os ofendo.
Juan. Calla, fementida. Deja
que mate á ese hombre primero
[Llega d coger el sombrero de Gabina,
huyendo éste lo suelta ^ D. Juan la
arrojay tai parar debajo de la mesa.]
Gabino, (Zape! )
Juan. ¿Dónde estás, villano....
Serc^fina.khy Dios mió!..
Gabino.
ESCENA V.
SERAFINA. D. JUAN. MANUELA. GABINO.
Juan.
Gabina.
(Aquí perezco !)
[Logrando asir i Gabina.]
Ah! ya eres mió!
Piedad !
Si hay aquí algún gatuperio ,
no es el que vos presumis ; '
ó más bien , á lo que entiendo ,
los gatuperios son dos.
No codicio el bien ajeno ,
sino el mió. Echaré yescas,
y veréis
[Suena el picaporte y entra Manuela
can luz.]
Serafina. La puerta abrieron.
Perdida soy !
Manuela,
Señorita!.
Serafina. [Poniéndose al lado de D. Juan.]
De vos me amparo.
Manuela. ¿ Qué veo !
Gabino!
Gabino, Esposa del alma !
Juan, Su esposa!
Serafina. Oh ! ya lo comprendo
todo.
Manuela. Es mi marido, sí.
Juan. ¿Cómo
Manuela. Perdonad, os ruegp,
mi flaqueza.
Serafina. Ah! ¿no es mayor
la mia? ¡ Y ya estoy sufriendo
el merecido castigo I
Manuelajíor el cambio de aposentos
Juan. [Á Serafina,]
Sí, en tu carta me decias
Gabino. Yo nada sabía de eso
Manuela.Si me hubierais confiado,
señora, vuestro secreto,
yo, que ya lo barruntaba
y tanto motivo tengo
para callarlo
Serafina. • Ay ! en todo
yerra un infeliz.
Gabino. Si al menos
me hubieras tú prevenido
Manuela.^xxyt ocasión para hacerlo ?
Pero tú ¿cómo has osado
subir aquí?
Gabina. Soy yo lerdo?
Al oir las tres palmadas
me apoyo en la reja y trepo
i/iz»f¿e/¿K.Diablura ! '
Serafina. Con esa seña
quedé en llamar á mi dueño.
Manuela. 1 era la nuestra también !
Serafina. Y como los dos la oyeron ,
cada cual desde su calle ,
porque la di puesta en medio
de la sala
Juan, Ambos subimos
Gabino. Y si no llegas tan presto
ya tu Gabino estaría
en la lista de los muertos.
Serafina. lY mi padre! ¿Habrá sentido
Mamiela.No debe de este.r despierto.
Como su sueño es profundo
y este cuarto está tan léios
del suyo Perded cuidado.
No se estaria tan quieto
si la más leve sospecha
Yo misma, aue estaba menos
distante, nada sentí,
St8
NO GANAMOS
os lo afirmo 9 hasta el momento
de atravesar el pasillo
éS$r(\fina.'PneB ¿cxxÁl ha sido el objeto
de yenir t6 aquí
Manuela. Ay , señora !
Estaba muerta de miedo.
Skrc^fina.'Mieio I De qué?
Manuela. Cuando entré
con más angustia que sueño
en vuestra ucoba y vestida '
me iba á tender en el lecho ,
parecióme oir pisadas
en el cuarto del Sargento ;
poco después le oigo abrir
el balcón
/Serafina, Ay santo cielo!
[A D. Juan,]
Te habrá visto
Manuela. Yo temblaba,
y mi primer pensamiento
fu¿ que intentaba robamos ,
y que, obrando de concierto
con algunos camaradas ,
les daba entrada el perverso
por el balcón. Presurosa
salgo de aquel aposento
y á llamar á vuestro padre
iba^a, cuando sintiendo
hacia esta parte rumor,
acudo azorada, y veo
lo que menos presumía.
Jvan. [Á Serafina.]
Vano ha sido tu recelo ;
ya lo ves. Toda la casa
está en profundo silencio.
[Manuela coge la tela que estaba en
el suelo y la pone sadré la mesa.]
Gabina. Ó tú has soñado despierta,
6 , borracho como un cuero
el sayón, quiso salir
con estrellas á paseo.
Manuela.'&l cenó bárbaramente
y tal se puso aquel cuerpo
de vinazo'.....
Serafina. No perdamos
en vanos juicios el tiempo.
Idos , don Juan ; no tardéis.
0
[A Odbino.]
Vos también. — Todo lo temo.
[Á D. Juan.]
Ya os he escrito que mí padre
nuestro amor ha descubierto ,
si os sorprendiera aquí
le pensarlo me estremezco I
[Saca un papel y se le da.]
Tomad. En este papel
veréis , don Juan , por qué medio
s.
PARA SUSTOS.
podéis escribirme. Adiós!....
Mannela.^ienUi pasos
[Hablan todos en taz baja.]
Serafina. Ah ! corriendo ,
el cerrojo
■
Manuela.[Tenio hicia la puerta.]
\ No ganamos
para sustos !
Gabina. Mi sombrero
[Buscándolo sin dar con ¿I, trapista
* con D. Juan y le embaraza el paso.]
Jnan. Apartad
[Llaman á la puerta.]
Manuela. Oís llamar?
Félix. [Dentro.]
Serafina !
Manuela. Ya no debo
echar el cerrojo.
Serafina. Huid !
Manu€la.[Oyendo levantar el picaporte.]
Que abre !
Serafina.[Apagando rápidamente la cerilla de
Manuela.]
Esa luz ! — Escondeos.
[Bntra D. Juan en la alcoba y Gabi-
no se refugia en el balean de la iz^
quierda.]
ESCENA VI.
SERAFINA. D. FÉLIX. MANUELA.
•
Félix. iGómo! No tenías luz?
Mannela.ooñor f la ha apagado el viento
cuando iba á aoriros la puerta.
Félix. ¿Qué oigo ! ¡ Aquí Manuela...
Manuela. El miedo . . .
Félix. Trae la que yo me he dejado
en el pasillo.
Manuela. Corriendo.
[Anda como atontada y sin direcciuu .]
(Ay, (Jabino!)
Félix. ¿Dónde estás,
Serafina?
Serafina. Aquí
Manuela. Me pierdo
Ah I ya he dado con la puerta.
[Sale y vuelve luego con otra luz.]
Félix. Te has levantado del lecho?
Serafina. Y ^^i\ÍK me recosté
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
319
un instante^ y cuando el sueño
me rendía, entra Manuela
asustada, sin aliento
Afanuela.Oí pasos en el cuarto
del alojado
Filiw. En efecto
Manuela.Oüe abrir el balcón;
no presumí nada bueno ,
y me vine Aun no he podido
echar el sasto del cuerpo.
(Y qué verdad I)
Félix. Yo no sé
qué habrá ocurrido á ese perro
tan á deshoras. Salia
de su cuarto echando ternes
cuando yo me desperté;
voy entonces á su encuentro
Qué se ofrece , le pregunto ? —
Abridme la puerta luego,
me responde. — Adonde vais?
replico. — A tomar el fresco.
Qué os importa? — Volvereis? —
Sí, señor. — Cuándo? — Veremos. —
Disimulando mi enojo ,
Jorque era preciso hacerlo,
ajo con él al zaguán ,
le abro la puerta^ y observo
que va á la reja de. enfrente
y llama á algún compañero
sin duda; cierro y me sudo;
hacia este lado me vengo
Sor si habías despertado:
istingo luz, llamo y entro.
Esto es todo lo que pasa. —
Mas no temáis. Duerme el pueblo
en paz , y no hay apariencias
de que turben su sosiego
esos hombres. Yo presumo
que habrá salido el Sargento
para hacer algún servicio;
ó más bien , que hecho un pellejo
va donde los pies le llevan
sin consultar al cerebro^
como barco sin timón
que boga á merced del viento.
Serí^/lna.Bien decís. Vuestras razones
calman mi inquietud... (Yó tiemblolj
Félia. Creo que hasta ser de dia
no volverá. Recogeos
y descuidadas dormid,
Íue en todo caso yo velo
lO haré^ pues vos lo mandáis.
y para pedir por ellos
favor á la vecindad
si mi temor era cierto.
Félix, Corradlos ya con mil santos ,
que si hay ahora algún riesgo,
es sólo contra el pulmón.
[Á Manuela.]
Cierra aquel mientras yo cierro
estotro.
[Cierra Manuela el balcón de la dere-
cha^ y acercándose D. Félix al de la
izquierda, halla escondido en él A
Gadino.] .
¿Qué veo! Un hombre!
iSle'r(ifina.{Ahl)
Manuela . ( No bajé ! )
Serafina
Füix. Pues adiós
Serafi^na.
Félix.
(Se val)
Qué es eso?
Con tanto frío, ¿tenéis
los dos balcones abiertos?
Serafina, [Turbada.]
Es verdad. Yo
Manuela. Los abrimos
para observar con (^ué intento
abrió el suyo el alojado.
ESCENA Vil.
D. FÉLIX. SERAFINA. MANUELA. GABINO.
Félix, [Asiéndole.] ¡Vil
Gabino. [Saliendo del balcón y arrodillándose, |
Teneos !
Soy un infeliz....,* un nadie;
y me arrodillo; y me entrego
a discreción.
Félix. Serafina!
Manuela!
Las dos. Señor!....
Füix. Qué es esto?
Serafina.'^^ ^i
Manuda. No conozco á ese hombre.
Serafina.X^ tampoco
Félix. Ya lo infiero.
No habías tú de tener
tan villanos pensamientos. —
¿Qué hacías tú e.n el balcón,
mal nacido? — Alza del suelo.
Gabim. [Levantándose.]
Yo, señor, os lo diré.
Dejadme tomar aliento.
Vuésarced habrá extrañado....,
eso se cae de su peso,
verme , sin ser alcarraza ,
estar tomando el sereno;
pero hay lances apurados
en que uno Vamos al hecho. —
Ante todas cosas, juro
que no sé dónde me encuentro,
ni conozco á esas señoras,
ni he traslimitado el hueco
del balcón.
Félix, Menos palabras.
S50
NO GANAMOS PARA SDSTOS.
Oabino^ Es que no es justo, ni quiero
que pague nadie por mí. —
rúes, señor, yamos al hecho. —
Sepa usarced que yo soy
en Jadraque forastero;
sepa también que me asusto
de mi sombra. Esto supuesto,
no es maravilla
FéUx. Acabad.
Gabina, (iCdmo forjaria un cuento )
]líanuela.{DioB pong^ tiento en su lengua.)
Félix. No habláis?
Gabina. Sí. Vamos al hecho. —
El hecho es que yo yolvia
de cenar un poco lejos
de la casa donde paro; —
es decir, donde me hospedo;
que no conozco las calles;
que es de noche...; este es un hecho; —
que por ese laberinto
de callejones horrendos
perdíme, y se perdería
el que no fuera Teseo.
Filix. Teseo no tiene aquí
nada que ver.
Gabina. Es un hecho;
. pero quise con un símil
Félix. fVoto á mi padre Acabemos.
Gabina. Pues , señor, yo andaba á tientas;
aquí caigo, aquí tropiezo,
y al revolver esa calle
acierto á ver, si es acierto
ver lo que no se quisiera,
¿ una patrulla. Detengo
el cansado pié. Preguntan :
«quién vive?» — Yo estaba muerto.
Qué habia de responder? —
Gallo el pico; retrocedo;
me siguen...., ó no me siguen,
pero yo lo doy por hecho;
gritan...., ó yo lo imagino:
« preparen ! apunten I fuego!; »
tiento una reja; la escalo;
desde la reja me cuelo
á un balcón...., á ese balcón
que no me dirá que miento;
oigo voces ; me acurruco;
me atrapáis Este es el hecho.
Félix. El hecho es que eres un pillo,
un ladrón y un embustero;
que ahora mismo te hago atar
codo con codo y te llevo
á la guardia
Manuela. ( Santo Dios ! )
/SfTíyfíttf. ¡Señor....
Gabina. ¡Piedad....
Félix. No hay remedio.
[Á Manuela,]
Llama á Tomás.
Manuela. Perdonadle.
No tiene traza ni gesto
Félix.
Gabina.
Félix.
de ladrón
Nadie replique.
No transijo con rateros.
Ratero? Eso no! Diré
la verdad , aunque me pierdo.
Soy desertor.
Desertor!
Aun es delito más feo
que el de ladrón. Y en campaña!
Ahora sí que no te absuelvo.
¡ Desertar de sus banderas*
cuando el aleve tudesco
Gabina. Qué decis? No son las filas
de Felipe á las que vuelvo
la espalda, ni tal hiciera
quien siente hervir en el pecho
sangre castellana, humilde,
pero leed. Me cocieron
de leva los enemigos;
al prestarles juramento
hice restricción mental....;
son herejes y no peco;
llevé por Dios que me diesen
el equipaje completo,
y á las primeras de cambio
tomé las de Villadiego.
Aun me hará reir el picaro. —
Falta saber si eso es cierto.
Lo puedo justificar.
En Jadraque mismo tengo
personas.
Félix.
Gabina.
....
Félix. [Mirándole can aUncian.]
Ahora reparo....
Sí tal. Tú eres el arriero
de Almazan
Manuela. (Malo!)
Gabina.
Félix.
Gabina.
Félix.
(Cogióme.)
Y vos sois...., raro portento!
don Félix
¿Cómo afirmaste
que no sabías , cuatrero,
dónde estabas?
¿Pues no dije
que habia perdido el .tiento
Pero en fin, probado está
que no he pensado ni pienso
quebrantar, señor don Félix ,
el séptimo, mandamiento;
pues si fuera yo inclinado '
á ese ramo de comercio,
Í quién me impedia embolsar
os consabidos quinientos?
Dices bien. — Mas todavía
tengo sospechas
[Derramanda la vista par la habita^
dan repara en el sambrera de Gabina
y la cage.\
¿Qué veo!
Si en el balcón te quedaste ,
cómo hallo aquí tu sombrero?
NO OANAMOS
J/ai»«^a.(Ab!)
Serafina. ( Fatalidad ! )
Gaizno. (Señor
Félix. Niega que es tuyol
Gabino. No niego;
pero
Füix. Esto prueba qne entraste
en el cuarto.
Gabina. El argumento
no es exacto; perdonad.
Si eso prueba algo en efecto,
no prueba que he entrado vo,
sino que ha entrad/) el somorero.
Félix. ¿ Cómo, traidor
Gwbino. Es el caso
Íue hacía un aire muy recio
¡h ! calle; basta; que ya
se apura mi sufrimiento.
T vosotras ¿qué decís
ahora? ¿Qué infame enredo
es este?
ííeri^fina. Señor, yo os juro
'Félix. Aclarad este misterio,
ó mi cólera
Sercfflna. [En voz baja y con tono suplicante.]
Manuela I
Manuela.kh, señor! Ta no lo puedo
ocultar, ni fuera justo
que otra pagase mis yerros.
Ese infeliz es mi esposo.
Félix. Tu esposo!
Gabina. Ni más ni menos.
Félix. I Vi ve Dios
Manuela. No os irritéis.
De rodillas os lo ruego.
[Se arrodilla.]
Gabina. Sí, señor! Es mi pariental
[Se arrodilla también.]
Félix. Villanos! .... Quitad de en medio
. Manuela.'íío sabia el pobrecito
que yo cambié de aposento
y Qué queréis!.... El amor
conyugal
Félix. Calla, ó te estrello.
¡Matrimonios clandestinos
en mi casa!....
[Manuela se levanta atemorizada.]
Galino. Yo protesto
que mis fines
Jfíílix. Temerario!
Te voy á romper los huesos.
Gabina. [Se levanta y se dirige temblando hi^
da la alcoba.]
Misericordia!....
Félix. Una tranca
PARA SUSTOS. 251
La badila del brasero.
[La coge y persigue con ella d Gabina.]
z,.' is«»«"
Félix. (Infame....
Gabina. [Á la puerta de la alcoba.]
¡Amparadme,
señor!
Serafina. Ah !
Manuela. Buena la has hecho !
ESCENA VIH.
D. FÉLIX. SERAFINA. MANUELA. GABINO.
D. JUAN,
Füix. ¿Qué escucho!
Serafina . Sin alma estoy I
¡Ah, padre
Félix. Otra infamia! ¿Dónde
tu vil cómplice se esconde?
[Al entrar D. Félix en la alcoba sale
D. Juan.]
Juan. Tened , don Félix. Yo soy.
Füix. Vos! Don Juan! ¿Qué hacéis aquí,
verdugo vil de mi honor?
Juan. Deponed vuestro furor
y no me ultrajéis así.
Félix. Traidor, quién ultraja i quién?
Juan. Aunque reo en la apariencia,
juro á Dios y á mi conciencia
Félix. Callad. Perjuro también!
Juan. Perdonad
Füix. No, vive Dios!
¿Así honráis vuestros blasones
escalando los balcones
de quien es mejor que vos?
Juan. Don Félix, sabéis que adoro
i vuestra hija
Füix. Mentís.
Si la amarais cual decis,
respetarais su decoro.
Juan. Pruebo que la adoro, y mucho,
pues de alta sangre desciendo,
y me insultáis...., y estáis viendo
con qué paciencia os escucho.
Yo respeto vuestras canas;
mas, perdonad que os lo advierta,
quien cierra al amor la puerta
abre al error las ventanas.
Erré, señor; no- lo niego,
mas ¿cuándo el amor no ha errado?
¿Y qué hará desesperado,
si aun siendo dichoso es ciego?
Mas nunca mi desvarío
á vuestro honor se atreviera;
creedlo. ¿Y cómo pudiera
si ya lo tengo por mió?
/
852
Y por fíu, aauqae os ofenda
mi sinceridad y señor ,
mirad qne yerros de amor
sólo el amor los enmienda.
Félix, Entre nobles qne se alaban
de serlo y honra desean ,
manchas que la honra afean
sólo con sangre se layan.
iSer(i^na.\h\í^ padre
Félix. Galla y traidora!
Gaiino. (El viejo le desafía I )
Félix. [Dando un paso hada la puerta,]
Mi espada
Juan, Tomad la mia.
[La desenvaina.]
Manuela.(Jesxxnl Un combate ahora I )
Juan. Mi sangre os doy en ofrenda
si eso os deja satisfecho.
Tomadla: herid este pecho.
No esperéis qne me defienda.
[Arroja la espada i los pies de don
Félix.]
Félix. Vos me haréis perder el tino.
Serc^na.tihl su humildad os desarme.
Félix. ^Queréis también deshonrarme
con la nota de asesino?
Juan, T en sanguinaria palestra
¿he de ser yo parricida?
Yo os debo, señor, la vida ,
5 he de atentar á la vuestra!
h! no os mostréis tan humano,
que el peligro es para vos.
Viejo soy, mas | vive Dios
Aun no me tiembla la mano.
fferafina.Y ¡qué! ¿otro medio no alcanza
un padre
Félix, Aun osas hablari
TúI....
Serafina. ¿Sólo habéis de escuchar
el grito de la venganza?
Félix. Venganza, sí! y la primera
tú has de sentir
[Toma la espada y D. Juan se pone
delante de Serafina,]
Juan. Eso no.
Ved que la defiendo yo.
Félix. [Cubriéndose el rostro con las rmnos
y dejando caer la espada,]
(Ohl)
Serqfina.[Á D, Juan,\
Dejadle que me hiera!
Félix. [Enternecido.]
( Es mi orgullo, es mi tesoro. . . . ,
y yo matarla queria!
Ah , loco estoy I )
Jtf.aH . ( Suerte impía ! )
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
Sercfin4i.lé\ot9ÁAj señor!
Félix. [Enoíado,] Eh ! . . . . no lloro. . . . ;
ó si lloro, es de despecho
e>r no poderme vengar,
o es más dulce el perdonar?
Gabino. [Á Manuela en voz baja,]
Bien dice. Á lo hecho, pecho.
Félix, No hay perdón á tal afrenta.
Juan. Dadme su mano.
Félix. No os quiero
por yerno. Lo oís? Primero
me entienien que lo consienta.
Juan, Mirad
Félix. No miro.
Serafina, Señor,
advertid
Félix. No advierto nada.
Serafina.k vuestros pies humillada
Félix. Alza , aparto , 5 mi furor
Juan, Pero ¿cuál es vuestro intento
si os negáis.....
F£Ux. Veréislo ahora.
[A Manuela,]
Tú á la calle en mala hora,
[Á Serafina.]
y tú, liviana, á un convento.
[A D. Juan, dándole la espada,]
Cobrad vuestra espada vos,
y advertid cuando la tomo
que os la vuelvo por el pomo
porque así lo quiere Dios. —
Ahora, partid. * .
Serafina. ( Estoy muerta ! )
Juan, Pues vos, señor, lo mandáis, •
Dios os guarde.
[Se dirige d la puerta y le detiene don
Félix.]
Félix. Adonde vais?
No habéis de iros por la puerta.
Juan, iQué, señor
Félix. Por el balcón.
Juan, ¡Yo
Félix. Por el balcón , os digo.
No ha de salir como amigo
el que entró como ladrón.
Sercfina.Phire mió!....
Félix. [A Gabino.] Vos
Gabino. Entiendo.
Yo por el otro. Es ínuy justo.
Fiflix. Que esperáis ?
Gabino, [Mirando por el balcón déla izquierda.]
Con mucho gusto
Ay, santo Dios! ¿Qué estoy viendo!
[Se retira del balcón.]
i
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
2»S
Gente armada !
Félix. [Mirando por el mismo btUcon.]
¿Cómo
[ReHrdndose y entornando el balcón.]
Sí.
3íanuela.[Mirando por el otro balcón, y lo en-
torna tamUen.]
Y en la otra calle también !
Oabino. Queréis que muerte me den ?
To no me muevo de aquí.
Juan. [Moviéndose hacia el balcón de la de-
recha.]
Yo sí, 7 tan alta merced
agradezco á Dios
Ser<0lna.\l>eteniéndole.] Don Juan !
Jíian. Pues de una vez cesarán
mis desventuras.
Félia:. [Asiéndole fuertemente del brazo . ]
Tened !
Si yo ahora al enemigo
por ruin venganza os entrego,
qué diría el mundo luego?
Soy quien soy, y estáis conmigo.
Tan infame bastardía
no es digna de un caballero,
señor don Juan, y primero
Primero os perdonaría I
Quedaos aquí y abre Dios.
Si la veo perseguida,
yo salvare vuestra vida....,
• ó moriremos los dos.
Jnan. Pues mi amistad no queréis
ni mi humildad os rindió,
no está bien que acepte yo
el favor que me ofrecéis.
Félix. Si no de amistad el lazo,
el de la patria nos liga,
y á la venganza enemiga
no os ha de arrojar mi brazo.
Jvan, Cesó vuestra obligación.
No soy vuestro huésped ya,
ni ese título se da
al que entra por un balcón.
Félix. Nadie, don Juan, atrepella
á quien en mi casa mora.
Basta. No recuerdo ahora
cómo habéis entrado en ella.
Juan. ¿T otra vez, huésped ingrato,
os he de exponer Oh! no.
Félix. [ Volviendo i detenerle.]
■ Teneos, ó salto yo
tras de vos y me delato.
Juan. Cedo á mi pesar.
[Se oyen golpes como de llamar i una
puerta.]
Serafina. Oís?
Llamando á la puerta están.
Manuela.Áy , mi Gabino !
Serafina. Ay, don Juan !
Gabino. Nuestra vida está en un tris.
Félix. Valor v serenidad.
No os ha de faltar asilo.
Os recomiendo el sigilo
Estoy sin armas
Jimn . [Ddndole una pistola.]
Tomad.
Tomás, [Dentro.]
Señor!
Félix. Es Tomás ?
Tomás. [Dentro.] Soy vo !
Félix. Entra.
ESCENA IX.
D. FÉLIX. SERAFINA. MANUELA. D. JUAN.
GABINO. TOMÁS.
Tomás. [Entrando.]
Están llamando
Félix. Quién?
Tomás. Soldados sin duda
Félix, Bien.
Tomás. Abro?
Félix, Después : ahora no. —
Los dos al cuarto secreto.
[Á Manuela. — Serafina enciende la
vela y la toma.]
Y cierra tú bien la trampa.
Serí^fina.Yeniá
Jfían . Don Félix !
[ Vuelven á llamar con más fuerza,]
Gabino. Ya escampa.
Félix. [Empujándolos.] ,
Volad!
Serafina. Qué angustia I
Gabino. Qué aprieto I
Tomás.
Félix.
ESCENA X.
D. FÉLIX. TOMÁS.
Romperán la puerta Ay! ¡Ave
María! Si de rondón
subieran
Sal al balcón.
254
Tomás,
Di qne no encuentras la llave. —
[Tomás aire el balcón de la izquierda
y entra por él la luz del aÜa.\
Vamos , responde.
[Asomándose al balcón,']
Allá voy! —
allá voy I — Me estoy vistiendo* —
Bnsco la llave.
[Siguen los golpes,]
Qué estruendo I
[Se aparta del balcón. D, Fflix mira
adentro desde la puerta,]
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
(Temblando de miedo estoy.)
Félix. [Dándole la otra luz,]
Ahora bien puedes abrir ,
que ya vuelve Serafina
Tomás, Señor!
Félix, [Empujándole hacia afuera,]
No temas, gallina.
Yo los voy á recibir. •
[Sale detras del criado.]
ACTO TERCERO. '
La decoración del acto primero.
ESCENA I.
D. FÉLIX. SERAFINA. EL SARGENTO. DOS
SOLDADOS.
Sargent. [Con espada y alabarda.]
Patrón , no vale negar.
Vos tenéis un hombre oculto ,
y si no doy con el bulto ,
mal lo vamos á pasar.
Félix. Ya he dicho que nd, Sargento^
y aunque me matéis aquí
no me sacareis un sí;
que yo nunca me desmiento.
Pues yo tengo comisión
de buscarle
Es excusado.
La casa habéis registrado
hasta el último rincón.
Sargent. Yo sé lo que en guerras pasa.
Pájaro hay tan escondido
que sólo se encuentra el nido
pegando fuego á la casa.
Félix. Mas de un soldado valiente ,
como vos I nunca creeré
que hagáis un auto de fe
con esta casa inocente.
Sargent. Podéis creer eso y todo ;
que, como ocasión me den,
lo que no de bien á bien ,
lo hago yo.... de cualquier modo. —
Mas no será necesario
hacer una aquí que suene ,
pues, por la cuenta que os tiene ,
no seréis vos temerario.
Sargent.
Félix,
Félix,
El negar es nuevo exceso
cuando os aseguro yo
que ya estáis Convicto..
No.
Ni convicto ni confeso.
Sargent. Puede ser que hava quien abra
de noche á un galán , y vos
estéis gozando de Dios
sin saber de ello palabra; •
que más de una travesura
inventa la mocedad
cuando el amor
[Á Serafina.]
¿No es verdad y
dulce y esquiva hermosura?
¿Sabéis vos, cara de flores,
dónde está
Serafina. Yo no sé nada.
Sargent. Eh I no os pongáis colorada.
Todos somos pecadores.
Félix, i k qué preguntar á ella. ....
Sargent. Yo sé bien á quién pregunto ,
patrón. Vamos al asunto,
* y perdone ucé , la bella.
Que un hombre esta noche entró
por el balcón , es constante,
y que ese hombre es vuestro amante
con razón lo infiero yo. —
No vale hacer la deshecha,
Sie en prueba de lo que digo
retrato es buen testigo
con la cifra y con la flecha.
ítem. Como no ha faltado
quien leal me participe
que un capitán de Felipe
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
SS5
Serafina
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Sargent.
estuvo aquí refugiado ,
saco yo por consecuencia
que el dichoso capitán
es el oculto galán
que busca mi diligencia;
■y así no admite reproche
mi juicio si conceptúo
que , huyendo el sol como buho ,
08 viene á ver cada noche.
Ahora bien , si convencida
le entregáis , yo seré humano :
^i negáis y le echo mano
corre peligro su vida.
.Pues á tal conflicto llego,
sabed que hembras de mi raza
no ceden á la amenaza
cuando no las vence el ruego.
Ó cierto es el hecho , ó no.
Si en vuestro juicio hay engaño,
por dar apoyo á un extraño
no es justo que mienta yo.
Si un hombre se oculta aquí,
sea amante 6 no lo sea,
venderle es acción muy fea,
y no la espereirde mí.
Bien haya tu boca , amén I
Valiente estáis, ángel mió,
mas ya cederá ese brío.
Veremos quién vence á quién.
Nadie entró por el balcón ;
á nadie encontrado habéis;
ninguna prueba tenéis
para tal acusación.
Si no obráis de mala fe,
¿por qué...., os voy á confundir,
tardasteis tanto en abrir
cuando á la puerta llamé?
Rayaba apenas el alba ;
todos en casa dormian ;
las llaves no parecían
Esa disculpa no os salva.
Luz habia, y los balcones
Mas, vuesarcé lo confíese,
¿no era justo que temiese
que me asaltasen ladrones?
Digo que un hombre se encierra
aquí, pues entrar aquí
con estos ojos le vi
que se ha de comer la tierra.
¿Cómo
A tomar el sereno
salí á mí balcón y á echar
el alma, porque á cenar
Suiza me disteis veneno,
o lo creáis, por Santiago.
Decid que el vino era fuerte
y bebistds de tal suerte ,
que hizo con vos un estrago.
Será así. Siempre he tenido
afición á esas borrascas.
Pero ¡qué angustia! qué bascas I....
Creí dar un estallido.
Fresco ya como una rana
me volvía á mi tablado,
que el airecillo colado
me sirvió de ipecacuana ,
cuando veo un figintasmon
que de una casa vecina
á la vuestra se encamina
y asalta luego el balcón.
En un santiamén me visto,
callando lo que resuelvo,*
os llamo, abrís, salgo, vjielvo....,
y alabado sea Cristo.
Félix. I en el tiempo que pasó,
sí es verdad , que yo lo dudo,
que subió un hombre, ¿no pudo
bajar por donde subió?
Sargent. No, que mientras yo corría
á dar parte y traer gente,
al camarada de enfrente'
dejé puesto de vigía.
£l, viendo que á poco rato
un hombre al balcón asoma,
sin decir punto ni coma
amartilla el pié de gato;
pero es homl^e de cachaza,
ve que el otro se detiene,
y dice entre sí: conviene
que no espantemos la caza.
Vuelve adentro el fugitivo,
llego entonces y el asedio
formalizo. No ba¿ remedio:
le atraparé muerto ó vivo.
(Ay, Dios ! ) *
Ahora ¿qué docis?
Nada.
Qué terco es el viejo!
Pues bien , por vuestro pellejo
no doy seis maravedís.
Dejémonos de dibcgos,
porque yo Mas los criados
no se creerán obligados
á ser como vos cartujos. —
Que vengan á este aposento.
Es inútil (Otro apuro!)
(Qué haré? Á mí padre aventuro
si á mi don Juan no presento.)
Qué hacéis? Idlos á llamar.
Voy al instante.
[Yéndose.]
(Es peor
que no le vea. Ay dolor!....
Mas todos sabrán callar.)
[Vasepor la izquierda del/af*o.]
ESCENA 11.
D. FÉLIX. EL SARGENTO. LOS SOLDADOS.
Félix. (Qué hará?)
Sargent. [Aparte á los soldados.]
No va muy resuelta.
Serafina.
Sargent.
Félix.
Sargent.
Félix.
Serafina.
Sargent.
Serafina.
256
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
VHix.
Ya yereis como esa gente
declara.
ÍLo más prudente
lasta su vuelta.)
Sargent. [Á D. Félix.]
Aun tenéis en vuestra mano
el librar vuestra cabeza
si no 08 picáis de nobleza,
patrón, y cantáis de plano.
Por las ánimas benditas,
ved que la cosa es notoria,
que aquí no hay escapatoria,
y yo no me ando en cniquitas.
Félix. Dadme -si queréis la muerte ,
ya que en esta disensión
ceden justicia y razón
al derecho del más fuerte :
mas dejad de porfiar,
porque yo nunca podré
revelar lo que no sé
ni lo que debo callar.
Sfirgent, Más reo os hacéis así,
y va que tentáis á Dios ,
echaos la culpa á vos
y no me la echéis á mí. —
Pero mucho se detienen
los criados. A qué aguardan?
Iré yo á ver por qué tardan
en presentarse..... Ya vienen.
ESCENA IIL
n. FÉLIX. EL SARGENTO. SERAFINA. DON
JUAN. MANUELA. TOMAS. BLASA. LOS
SOLDADOS.
Sargent. Adentro, y avance uno,
Cualquiera.
\ISe adelanta Blasa.]
Blasa.
Sargent.
Blasa.
Sargent.
Blasa.
Sargent.
Blasa.
Tu nombre?
Blasa
Cuál es aquí tu incumbencia?
Guisar, hacer la colada
Bien está. Vas á decirme
la verdad lisitay llana,
6 por vida
Preguntad.
¿Dónde está y cómo se llama
el que anoche se coló
por un balcón á esta casa?
Yo no sé de quién me habláis,
ni he visto ni oido nada.
Mi cuarto está retirado
de balcones y ventanas,
y en fin , fuera del fogón ,
nunca sé yo lo que pasa.
Sargent. Cuidado con lo que dices.
Blasa. Digo la verdad y basta.
Sargent. [Á Manuela.]
Tú, ¿qué eres aquí?
Manuela. Doncella.
Sargent. Dios te provea, muchacha.
Manuela.A.méu.
Sargeiit. Tendrás en la uña
los secreticos del ama.
Mannela.Yo no soy su confesor.
Sargent. Me pareces linda maula.
Que sabes de sus amores?
MantffIa.YOf señor, ni palotada,
que no acostumbro á meterme
en camisa de once varas.
Preguntadme por los mios....,
y puede que os satisfaga.
Sargent. ¡Oigan la chusca Mejor
que la doctrina cristiana
sabes tú quién es el mozo
que busco, cara de pascua.
Manuela.^o sé tal.
Sargent. Y que entró anoche
á manera de fantasma..'...
Manuela MenixTK !
Sargent. Po r un balcón ....
Manuela. C9, !
Sargent. Embozado
Manuela. Patarata!
Sargent. Te estás burlando de mí?
Ma7inelaMe hace usarcé mucha gracia.
Sargent. De veras? Mira que puedo
llevarte al cuerpo de guardia...
Mannela.Sois demasiado galán
para prender á una dama ,
y no es gloria de valientes
un prisionero con faldas.
Sargent. Niñal.... (Conoce mi flaco.
Lo mejor será dejarla ;
que si me echa otro piropo....,
se acabó: soy hombre al agua.")
[Á 2). Juan.]
Juan.
Sargent,
Juav.
Sargent.
Juan.
I
Sargent.
Y tú — Calle! Aquí tenemos
al del abrazo de marras.
Cómo te llamas?
Alonso.
Qué haces aquí?
Lo que mandan
los amos ; y nada sé
de lo que ucé preguntaba;
conque á otro con la música;
que yo no diré palabra.
Voto á briósl.... ¿Así respondes,
zanguango?
No se me alcanza
otra cosa. Cada uno
es como es y habla como habla.
No es verdsid?
Ó tú eres tonto,
ó tuno de mucha marca.
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
2S7
Jíian,
Sargmt.
Tomás.
No sé si echarte en mal hora
ó romperte las espaldas.
Escoja ucé lo primero
y lo estimaré en el alma.
A ver tú?
Yo soy Tomás.
Cuido de las alimañas ,
traigo leña si se ofrece ,
voy á la huerta, á la plaza
Sargent. Basta ya de tus empleos,
que la retahila es larga,
por lo visto. Ten conciencia ,
y lo que sepas declara.
Qué oíste anoche? Qué viste?
Tomás, (No lo diré si me matan.) ^
Nada pude ver ni oir
de lo que usarcé demanda.
Soy criado de escalera
abajo y duermo en la cuadra.
¿Hargenú, Eso está muy en el orden.
Mas siendo tal la jarana,
¿cómo es posible
Lo dicho.
Guando yo ronco en la cama
ni veo tres sobre un asno,
ni me despiertan campanas.
Sargent. ¿Conque todos lo negáis?
¿Creéis que es cosa de chanza
ocultar á un enemigo
de su Rey y de su patria?
[D, Juan hace un gesto de cólera.]
¿fajina. {En voz muy laja.]
Tomás.
Sargent,
Don Jimn !
Oís? Aun es tiempo.
Mirad que ya se me cansa
la paciencia. No os podréis
defender; estáis sin armas,
y nadie saldrá de aquí,
que están las calles guardadas.
Si el criminal no parece,
la ley tomará venganza
de todos, y en la milicia
la ley no suele ser blanda.
Ea, el* que ame su individuo
cante claro.
[Brete pausa.]
Todos callan !
¡Voto á ¿Queréis obligarme
á hacer aquí una sanfrancia?
Pues bien está: sin perjuicio
de las medidas á que haya
lugar, yo buscaba á un nombre ,
y pues no le echo la zarpa,
otro hombre me he de llevar;
que sargentos de mi chapa
no se vuelven de vacío
cuando emprenden una hazaña.-
Patron ,'l[>reso por el Rey I
. n.
Juan. No sufriré tal infamia.
Yo
Señor I
Silencio !
s
JSer(^fina.[Fn voz laja.]
Por Dios!.
Los demos)
criados. ]
Félia.
. Será blanco de mi saña
el que respire. Llevadme,
Sargento.
Juan. Primero caiga
mi cabeza. Yo
Ser ajina. [Interrumpiéndole y adelantándose.]
Sargento,
'0 entregaré á quien buscabais,
o sé dónde está escondido,
y aquí vendrá sin tardanza.
Sargent. Hola! hizo efecto la pildora.
Serafina.SMTdkémQ á Dios y á esa espada
respetar su vida.
Sargent. Juro,
que entre valientes se acatan
los derechos de la guerra.
De prisionero no pasa.
Ser afina. [Mirando de soslayo á D. Juan.]
Ya lo oís , padre.
Manuela. ( Ay de mí I )
Sargent. No estáis muy enamorada
cuando entregáis al amante.
Ser({fina.Así mi padre se salva.
Entre dos obligaciones
la de hija^s la más sagrada.
Manuela. [Apar te con Serafina.]
Señora, ¿qué vais á hacer?
Mi pobre marido
Serafina. Calla.
Primero soy yo que nadie.
Manuela.l^&to si yo declarara
Ser afina. VtvbXovlqto y capitán ,
estará como un monarca,
aunque preso; desertor,
le pasarán por las armas.
Elige tú.
Manuela. Prisionero.
[Se separan.]
Sargent. Qué os decia esa taimada?
Ser(^na.Qomo ella no tiene padre,
mi resolución culpaoa.
Sargefit. Bien, pero lá qué os detenéis?
Venga ese hombre.
[A los soldados.]
«
Acompañadla.
Serafina.Tío he menester esa escolta,
ni me está bien tolerarla.
Inútil será el rigor
como yo no le persuada.
No se rendirá, os lo fio,
17
S38
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
si soldados me acompañan ;
antes morirá matando;
y ya oue por mi desgracia
de la libertad le privo,
no he de ser tan inhumana,
que arriesgue también la vida
del que es mi vida y mi alma.
Sargent, ¡Fuego de Dios y qué amores
se crian en esta Alcarria !
Serafina J&n fin, ó sola he de ir,
á de lo dicho no hay nada.
Sargent. Ea, pues, tráigale pronto,
y acabemos con mil sartas
de diablos.
f Vase Serafina por la izquierda del
foro.]
Félix,
Sargent,
Félix.
ESCENA IV.
D.FÉLIX. D.JUAN. EL SARGENTO. MANUELA.
TOMÁS. BLAS A. LOS SOLDADOS.
Sargent. Extraños son
los caprichos de las damas.
¿No iba mejor con la tropa,
pues aspira á capitana ?
No consiente su decoro
Qué decoro ni qué gaita?
Ño era el peligro tan grande,
que tienen buena crianza
mis soldados; y yo os digo,
sin andarme en filigranas,
que á solas con un galán
mejor el diablo las carga
que en presencia de testigos.
Esa malicia es villana ,
que el capitán es su esposo.
Sargent. Y qué?
Juan, [Á A Félix en voz baja,]
Os cojo la palabra.
Sargent. Venga en fin el prisionero,
y en hora buena, ó en mala ,
sea esposo ó no lo sea ;
mas sabed que no se maman
el dedo hombres como yo.
Haré registrar la estancia
donde el capitán se oculta ,
que tal vez toda esa farsa
es porque también allí
escondéis pólvora y balas.
Félix. [Aparte al Sargento.]
Registradla si es forzoso.
Sólo encontrareis la plata
y algunas joyas que estimo,
no tanto por lo que valgan
sino porque prendas fueron
de mi mujer, que Dios haya.
Es precaución natural
en una guerra obstinada.
Sargeni. Cierto.
Félix. No temo de vos
nna acción indigna
Sargent. Basta.
Aquí no somos ladrones. — *
Mas vive Dios que ya tarda
Ahí Bien. Cumplió su promesa.
ESCENA V.
D. FÉLIX. D. JUAN. EL SARGENTO. MANUELA.
TOMAS. BLASA. SERAnNA. GABINO.
LOS SOLDADOS.
[Gabino se Aa puesto sobre su vestido casaca ^
espada y sombrero de capitán de infantería.]
Sargent. Acercaos. (Mala traza
tiene el capitán.) Sois preso.
Gabino, {Afectando gravedad.]
Está bien.
Sargent. Rendid la espada.
Gabino. [Dándosela.]
Tomad.
Sargent: [Á los soldados.]
Ahora vosotros
seguid al amo de casa.
Registrad la madriguera
donde este hombre 8e ocultaba.
Si algo encontráis sospechoso....,
ya me comprendéis, se embarga;
pero todo lo que sea
dinero, ropas, alhajas
* quieto allí ; no hay que tocarlo.
Si os pringáis en nnablanca,
llorarán vuestras costillas
las penas de la ordenanza.
Cuando no hace resistencia
no se entra á saco una plaza. *
Comer y beber á costa
do un patrón amigo...., vaya;
robarle, no. Conque andad,
y ojo avizor, camaradasl
ESCENA Vi.
D. JUAN. SERAFINA. EL SARGENTO.
MANUELA. GABINO. TOMÁa BLASA.
Sargent. Ta lo veis, señora mia.
Crudo soy como un agraz ,
tremendo; pero incapaz
de hacer una bastaraía.
Eso sí, á todo enemigo
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
SS9
Gabino^
SargtíiL
Juan,
SargenU
Oabino,
de mi Rey declaro guerra,
7 sí le esconde la tierra
como un buron le persigo. —
Yo siento, mi capitán ,
no haberos preso en campaña.
Yo no os envidio la hazaña.
Yo á' vos tampoco el desván.
No se escondió por cobarde.
Quién os mete á vos en eso?
Dice bien. Calle el camueso
y más respeto nos guarde.
Sin una espada en el cinto,
fuera cosa impertinente
exclamar: yo soy valiente ,
y I viva Felipe quinto !
¿Qué sirve, pues yo no puedo
hacer callar al señor,
decirle Que hizo el amor
lo que él atribuye al miedo?
Sí á un caballero español
. no presta el Sargento fe,
si mi disculpa no ve
[Mostranio i Serafina.]
en esa cara de sol,
toda discusión es vana;
le diré que me escondí
porque Dios lo quiso así....,
y porque me dio la gana.
Manvela.(k^l Aun ae está chanceando ! )
Sargent, JBíen, capitán. Voto á Crispo
que habláis mejor que un obispo.
ESCENA Vn.
D. JUAN. SERAFINA. EL SARGENTO.
MANUELA. GABINO. TOMÁS. BLASA.
D. FÉLIX. LOS SOLDADOS.
Sold. V No hay nada de contrabando.
Sargént. Pues largo de aquí^ que quiero
dar cuenta sin dilación
de mi feliz comisión,
y sígame el prisionero.
Manuela.[Á Tomás y Blasa en voz baja.]
Ay ! Le quitarán la vida 1
Oabino. Deteneos un instante.
Soy sensible, soy amante!
No queréis que me despida?
Sargent. Bien , pero pronto ha de ser.
Oabino. Tengo el corazón tan negro
Sargent. Un abrazo al señor suegro
y otro abrazo á la mujer.
Oabino. [Abraza i D. Féliw.]
Quedad con Dios, padre amado.
Félia. Adiós
Oabino. El llanto me ahoga
[Bajando la voz.]
Sargent.
Oabino.
Salvadme, ya que la soga
quebró por lo más delgado.
[Á Serafina.]
Y tú, mi bien
[Á D. Juan dest>iándole y abrazando
á Serafina.]
Quitad vos. —
No llores !
Ser afina. [Con forzado dolor.]
Querido esposo!
Oabino. [Con maUcia.]
Prenda mial Esto es forzoso.
Llévalo por Dios y ¡adiós!
[La suelta. Serafina se sienta fing ¿en'
do llorar.]
Ea, partamos
Dos breves
momentos
[Á Serafina.]
Adiós, mi gloria!
[Á D. Juan con segunda intención.]
No eches tú de la memoria
esos cuartos que me debes.
[Á los demos criados.]
Adiós
[Á Manuela.]
Adiós , picaruela.
[Va i ma/rchar y se detiene.]
(¿Y he de partir, ¡qué crueldad!
sin abrazarla?....)
[Al Sargento.]
Esperad
Dame un abrazo, Manuela.
[Manuela y Oabino se abrazan.]
Manuela.Dios os guarde
[Bajando la voz.]
Pobrecito !
Oabino. Cuida mucho á tu señora.
[Bajando la voz.]
Ay prenda que el alma adora!
Sargent. Qué abrazar tan inñnito !
[Separándole de Manuela.]
Basta. Me haréis que sospeche
que sois mal casado.
Oabino. No.
Qué locura! Es que ella y yo.
sotnos hermanos de leche.
260
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
Sargent. Vamos.
Serafina. [Levantándose.]
Ahí
Gabino. [ Volviéndose. 1 Vuelvo á abrazarte. . . .
Sargent. [Irritado y empujando d Gadino.]
No I Andad!
Qabino. [Desaparece por la izquierda del foro
con uno de los soldados.]
Ah!
Sargent. Tanto moler
[Al otro soldado en voz baja,]
Ahora tenemos que hacer
pesquisas en otra parte.
ESCENA VIII.
D. FÉLIX. SERAFINA. D. JUAN. MANUELA.
TOMÁS. BLASA.
JSkrafina. Ah I De buena hemos salido I *
Manuela. \Bi y sí; todos, menos yo
y mi marido infeliz 1
Filix. Todo será un mes ó dos
de cómodo cautiverio,
fiorque nada en la prisión
e faltará: yo lo fio.
Juan. Y yo también , que le estoy
muy obligado.
Serafina. Perdona ,
que otro recurso no halló
mi ingenio; y , á la verdad ,
tan egoista no soy
como piensas; que el Sargento
no es a don Juan á quien vio,
sino á Gabino , subir
desde la reja al balcón.
Manuela.k ser pleito, yo tendria
tanta razón como vos ,
señora...., si fuera lícito
á un pobre el tener razón;
pero , pues ya no hay remedio ,
sea por amor de Dios I
Juan. Si su vida peligrase
yo no consintiera, no,
[ue ocupase mi lugar,
"a reconozcan su error,
ya por capitán le tengan^
yo mi palabra te doy
de que por canje ó dinero
logrará su redención.
Corre además de mi cuenta
vuestra suerte desde hoy.
Manuela.Ah, señor! ¿Y si averiguan
Félia. Eh ! ¡ Tanta lamentación
¿Y si yo le hubiera muejrto
ayer noche por su atroz
f.
' desacato, y á ti misma
y á alguno más? ¡Voto á briós
Vete y déjanos en paz.
[Á los demos criados , y se retiran.]
Vosotros también.
Manuela. Perdón
Félix. Haremos lo que se pueda.
Lo hemos dicho.
Manuela. Bien , señor.
Serafina
Félix.
ESCENA IX.
D. JUAN. SERAFINA. D. FÉLIX.
Félix. Basta ya de compromisos.
Ahora es forzoso que vos
os alejéis de mi casa,
no sea que el sargenton
averigüe la verdad
.Ya creo que no hay temor
Gomo ha llegado á saberse
que en mi casa se albergó
un capitán de Felipe ,
bien puede el mismo soplón ,
careaido con el preso,
deshacer luego el error.
Ya no habrá en la calle tropa;
que al partir aquel sayón ,
satisfecho de su empresa ,
depuso el ceño feroz
y en completa libertad
al parecer nos dejó.
Marchad, que crece el peligro
y el tiempo corre veloz.
Juan. \ Irn^e y dejaros expuesto
á nueva persecución !
Si el engaño se deshace
y yo cobarde me voy.
¿quién sino vos será olanco
del enemigo furor?
Félix. Y qué cargo me han de hacer?
Hombre piden, y hombre doy.
Sólo acusarme pudieran
si reclamasen á dos.
Juan. Piden un hombre , es verdad ;
mas ¿ quién es el hombre? Yb.
Félix. Cuando entrasteis en mi casa
pudisteis por precaución
mudar de nombre
Juan. ¿Olvidáis
que aquí mismo en alta voz
dijisteis que el refugiado
era yerno vuestro?
Félix. No.
Juan. Ahora bien, ¿será creíble
que infamando así el crisol
de su nobleza , un don Félix
de Avendaño y Estremoz
haya entregado una hija
sin ninguna información,
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
261
al primer aventurero
Íue su mano le pidió?
o sabré, si llega el caso,
responder á esa objeción.
¿ier^fina. De^diále obrar, padre mió,
como ordenan su valor
y su sangre; y pues el cíelo
nuestros destinos unió ,
sea común el peligro
y confiemos en Dios.
Juan, Decidme^ si nó, ¿qué haríais
vos en mi lugar*, señor?
Félix. No sé No quiero decirlo.
Quiero que os vayáis. ¿No soy
dueño de mi casa?
Juan» Sí,
mas no lo sois de mi nonor.
I91ÍX. i Idos, y Dios os perdone
como yo os perdono á vos !
Juan. No exijáis esa bajeza
de un capitán español.
Serafina, [Á su padre.]
Ceded. Ta estamos seguros.
Me lo dice el corazón
[ifirapor el dalcon.]
Ah ! I Todavía en la calle
soldados 1 ¡ T aquel traidor
vuelve
[ííe aparta del dalcon.]
Félix. Veis? Ya es imposible
esconderos
Serafina. * ¡Feneció
-mi esperanza !
Juan. No. ¿Quién sabe...
Félix. Ta llega.
Serafina. Sin alma estoy !
ESCENA X.
■
D. FÉLIX. SERAFINA. D. JUAN. EL SARGENTO. BERNABÉ.
EL SOLDADO V
€
Sargento. Patrón , no os cause espanto
esta nueva visita. Os quiero tanto, •
que sin vos no me encuentro.
[i D. Juan.l
Hola! Tú por aquí! Sea en buen hora.
[Al Soldado 1."* viéndole llegar.]
Sube el otro?
ESCENA XI.
D. FÉLIX. SERAFINA. D. JUAN. EL SARGENTO. BERNAB É.
TOMÁS. LOS DOS SOLDADOS.
Soldado V [Entrando.] Aquí está.
Sargento. Vamos adentro.
[Entra Tomás.]
Perdonadme, señora.
Son cosas del servicio
Si á las gentes asusto, ese es mi oficio.
^Y cuál es vuestro intento,
que en mi casa otra vez
Estadme atento.
Mientras en buen recaudo
ponen al capitán mis compañeros ,
yo que de activo y de sagaz me aplaudo, —
sin vanidad lo digo, caballeros,—
á la casa derecho me encamino
. de este honrado vecino.
Félix.
Sargento.
.'02 m GANAMOS PARA SDSTO&
porque do ella salía,
y fiel ha sido la memoria mía,
el embozado bulto
que anoche entró esta casa por asalto.
Comparece el patrón , y dígole: alto!
Vos teníais oculto
en esta casa á un hombre, y es el mismo
que acabo de prender en la de en frente.
Aquí voy á romperos el bautismo,
ó habéis de declarar incontinente
quién es, de dónde vino y á qué intento,
y por quó en vuestro hogar de tapadillo
le disteis sospechoso alojamiento.
El hombre atortelado y amarillo
ni responder sabía ,-
mas tanto puede la elocuencia mia,
y un revés con que airado le santiguo,
que al instante averiguo
aun más de lo que yo me prometía ;
es á saber, que el huésped de ese espía
es desertor ¡ no es nada lo del ojo I
del Archiduque y Archirey de España.
Bev7iadé, Fué mi mujer, no yo; que me sonrojo
de tan ruin proceder, la que á mi primo
denunció por temor á vuestra saña.
Sargento, Es verdad, así fué; mas yo suprimo
lo que no es esencial á mi propósito.
Ahora bien , careado
con el otro individuo en su depósito,
que él sea vuestro primo habéis negado;
este señor le reconoce yerno;
su marido le llama
esta graciosa dama;
yo presencié no ha mucho el paso tierno
de lágrimas y abrazos y clamores ;
yo sabía por datos anteriores,
que nunca falta un Judas que nos vende,
que el tal es capitán como se nombra;
luego, no cabe sombra
de duda; en esta casa hay otro duende.
Félix. Sargento, esto ya pasa de la raya.
No la habéis registrado?
Sargento. Vaya, vaya,
excusado es negar. No necesito
forzaros á mentir. Ya estoy seguro
de cogeros, patrón, en el garlito.
Serafina. (Oh Dios!....)
Sargento. Sólo un criado
tenéis : la vecindad lo ha declarado;
luego entre dos que están de manifiesto,
uno es real y efectivo; otro, supuesto;
y ese es el desertor.
Félix. Ninguno
Sargento. Calle!
Yo nada le pregunto.
Otro responda y por su boca falle.
[Á Bernabé.]
Antes de un padrenuestro sois difunto,
ó entre esos dos galanes
mostradme el desertor.
Bernabé. (Oh! |Votoá sanes.
Si descubro elsecreto
NO GANAMOS PAKA SUSTOS. 863
pierdo á mi primo.)
Sargento. Hablad.
Bernabé. (Terrible aprieto ! )
Sargento. Acabe de una vez, no se distraiga,
ó por Dios, que echo mano
Bernabé. (Ño; yo le he de salvar, caiga el que caiga.)
\Mo$tTanio á D. Juan.]
Ese es el desertor.
Féliw. Mieutes, villano!
Serafina. Ab I No creáis
Sargento. Sí creo.
Bien maliciaba yo que este era el reo.
Serafina. Es vil calumnia
Félix. Os juro por mi nombre
Sargento. No hay ya jurar que valga.
Mírelo bien el que á su aoono salga,
que pagará por él
Féliw. No lo resisto.
Serafina . Piedad ! . . . .
Juan. No. Yo declaro
Sargento. Atad á ese hombre.
Juan. Eso no, vive Cristo !
Primero que mis brazos
opriman afrentosas ligaduras
me haréis aquí pedazos.
Serafina. Cielo I ¿Hay más desventuras !
Juan. Preso me doy. Mi suerte •
lo quiere así. Mi fuga es imposible.
Si intento resistir, dadme la muerte.
Su rostro á los cobardes tan terrible
más de una vez he visto combatiendo.
Herid, no me defiendo;
f^ero mi altiva frente
a vergonzosa mancha no consiente
de infame desertor. Noble he nacido,
Felipe recibió mi juramento,
y antes que yo violarlo fementido
faltaria la luz del firmamento.
Sargefito. Oigan ! Y yo le tuve por salvaje !
No es de torpe recluta
ni de tosco gañan ese lenguaje.—
Mas ahora va á nacer otra disputa.
Si no sois vos el capitán que busco
[Señala i Bernabé.]
Luego con ese chusco
ajustaré mis cuentas.
Bernabé. Yo
Sargento. Silencio I
[A D. Juan.]
Quién sois vos?
Juan. Soy don Juan Villavicencio.
Serafina. ¡ Callad
Bflia. éQné hacéis
Sargento. El capitán de marras?
Juan. [Sacando un despacho y mostrándoselo.]
El mismo^ sí. Leed.
Sargento. [Después de recorrer con la vista el papel.]
Es evidente.
[A Bernabé.]
864
Bernabé,
Sargento.
Serafina,
Sargento.
Serafina.
Sargento.
Félix,
Sargento,
Félix.
Sargento,
Serafina,
Sargento.
Bernabé.
Sargento.
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
Pues, según eso, el otro penitente
que antes cayó en mis garras
será
No sé quién es.
Un desvalido
á quien yo debo estar agpradecido.
Quizá aparezca reo,
mas sólo de ignorancia habrá pecado.
Libradle; es un pobre hombre; está casado.
Yo en rescate os daré cuanto poseo.
Librarle!
Ay ! Á los dos. Sed compasiyo.
Sin rendirle lidiando en lucha impía,
qué gloria puede daros un cautivo?
Y ese pobre cautivo es gloria mia !
¿Qué gloria
Dios eterno!....
Yo en actos del servicio
ni recuerdo la gloria ni el inñerno.
Cid. Si sois propicio....;
y bien podéis sin riesgo »
darles la libertad, toda mi hacienda
será
No escucho
Yo
Callad, os digo!
Veis que con rostro avinagrado y sesgo
las súplicas rechazo de una bella ,
que tanto no creí poder conmigo,
Y pretendéis que el oro me haga mella?
No hay piedad, no hay perdón!
[Señalando i D. Juan.]
Es mí enemigo.
No más llorar; no más arenga.
[Al capitán.]
Vamos ya.
[Á Bernabé.]
m
TÚ también.
, Yo
[A Bernabé.] Vamos.
[Al capitán.]
Venga!
[Óyese tocar d rebato y se va alejando el son de las
cajas hasta perderse,]
Señor!
ESCENA XII.
D. FÉLIX. SERAFINA. D. JUAN. EL SARGENTO.
BERNABÉ. LOS DOS SOLDADOS. MANUELA.
Sargent, [Á los soldados.]
Oís? Tocan á rebato.
Manuela.GoTTQ á la plaza la tropa
Sargent. ¿Qué será
Félix, ( Si Dios quisiera )
Sargent. [En voz baia con los soldados,]
¿Qué diablos de trapisonda
repentina
Sold. 1." El enemigo
tal vez
Sargent. Los presos me estorban,
pero dejarlos aquí
Serafina . (Cielo ! .... )
Manuela.{Bajo á D. Félix.]
El pueblo se alborota....
NO GANAMOS
Sargmt. \Al soldado i.°]
Corre á ver lo que ea^ y vuelve.
Sold. 1/ Voy volando.
[ Vase corriendo por la puerta del
foro.]
Vocee, [jfi"» /a (;a/¿^.] Que nos cortan!
[El Sargento se dirige al balcón.]
Félix, [En voz baja, apretando la mano d
D. Juan, y echando una mirada pe*
netraíite á Bernabé y Tomás.]
Ah!....
Juan. [Lo mismo.]
Sil
Sold. 2." [Al Sargento.]
Qaé esperáis 1^
Félix.
Á ellos !
[Don Félix y D. Juan se abalanzan
al ¡Sargento : al mismo tiempo hacen
lo propio con el soldado Bernabé y
Tomás.]
Sargent. Traición!
Sold. 2.'' Traición !
Félix. Punto en boca^
6 sois muertos. Aun guardaba
para un lance esta pistola.
[La saca y apunta al Sargento.]
Tomás. ¡Chit
Sold. 2." ¡Voto á
Bernabé. [Sacando una navaja y amenazan'
dolé.]
¡Chito
Juan. ¡Rendid
las armas !
[/% apodera de la espada del ¡Sargento,
y D. Félix de su alabarda.]
Bernabé. [Bando el arcabuz del soldado á Sera-
Jlna.]
Tomad 9 señora.
Serafina. [Asustada.]
Yo! Dios miol
Manuela.[Tomando el arcabuz.]
Venga acá,*
que no me asusta la pólvora
(Yo tiemblo!)
SoU.2.^ Cuartel!
Sargent. \ Reniego
Tenle tú.
PARA SUSTOS. 265
de mi sino!
Bernabé. [Soltando al soldado y tomando él ar^
cabuz.]
Venga ahora,
[i Tomás.]
[A D. Juan.]
Mi capitán ,
si os hice antes mala obra
por salvar á mi pariente,
ahora ya es otra cosa.
Vuestro soy.
Sargent. Soltadme ya.
Qué he de hacer sin mi tizona?
Juan. [Soltándole.]
Bien.
[A Tomás y y este suelta al soldado.]
Suelta tú, pero ¡quietos,
que ha llegado vuestra ñora
si os movéis !
Sei*afina. Don Juan !
Félix. [Dándole la alabarda.] Tomás !
Ármate también.
Serafina. \ Qué loca
temeridad! Ah! dejadlos.
Que se vayan !
Sargent. La patrona
dice bien. Mirad que luego
pueden volverse las tornas.
Si vienen miscamaradas
Juan. Que vengan. Ya nada importa*.
Félix. Sí, ya hemos echado el resto ,
y moriremos con honra
si es preciso.
Sargent. ¡Sorprenderme
á mí que tengo más conchas
que nn galápago! ¡Por vida
Félix. ¡Callad
Sargent. [Bajando la voz.]
No grito. Á mis solas
dejad que vote y blasfeme
y que los puños me coma
de coraje.
' [Suenan tiros á lo lejos.]
Serafina. Suenan tiros!
Ay!
Félix. Mejor.
Manuela. Dios nos socon^^i!
¿Si habrán matado á mi pobre
marido ! Virgen de Atocha !
Juan. Los tiros suenan distantes.
Sargent. Veis? Ya se ha armado la broma.
iNo os decía Ira de Dios!
Y yo aquí papando moscas ! —
Dadnos suelta, y si vencemos
libres os dejo y sin costas.
S6tt
iNO GANAMOS PARA SUSTOS.
Félix, ¿ Q ué es soltar !
J%an. Ya no.
Serafina. Dios mió I
Mirad que os ciega la cólera. —
jDe üD peligro se libertan,
y á otro más grave se arrojan I
Juan. Ifo. Castilla vencerá.
Félix. Si; y en todo caso, boba,
no es malo tener rehenes
por si el triunfo no corona
nuestras armas.
Bernabé. Ta ha cesado
el tiroteo.
Manuela. ¡Dios oiga
mis ruegos !
Serafina. {Virgen, sacadme
con bien de tanta zozobra !
¿Quién habrá vencido!
Félix. Qui¿n? .
Esa duda me sonroja.
Castilla!
Sargent. Ya lo veremos,
señor natrón. No eche roncas
fuera ae tiempo.
[Se oye confuso rumor de gente d lo
lejos,]
Serafina. Escuchad
Suenan voces
Sargent. Puede que otra
chamusquina
Félix. [A Manuela,] Abre el balcón.
Manuela. [Acercándose con miedo,]
Señor
Félix. Ábrelo.
[Lo aire Manuela con precaución,]
Voces, [Sn la calle.] Victoria !
Sargent. Si lo dije yol Vencimoe.
Voces. Viva Felipe!
Sargent. ¿ Quién
Félix. Hola!
Oís bien?
Voces, Viva Castilla !
Félix. Qué decis?
[Suenan cajas y pífanos , y campanas
d vuelo,]
Sargent. Que mala bomba
me aplaste.
Voces. [Mds lejos.] Viva Felipe !
Manuela,[Al ialcon.]
Viva I La gente se agolpa
á la plaza.
Juan. [Asomándose.]
Á recibir
á las huestes vencedoras
ESCENA XIIL
D. JUAN. SERAFINA. D. FÉLIX. MANUELA.
EL SARGENTO. BERNABÉ. EL SOLDADO.
TOMÁS. GASINO.
Qabino. [Entra acelerado y vestido como cuan*
do se fué.]
Manuela!
[Todos salen á recibir á Gabino oyen^-
do su voz,]
Manuela. Esa voz Gabino !
[Se abrazan.]
Gabino. Ven á mis brazos, cachorra!
Bernabé ! [Le abraza.]
Bernabé, Primo del alma !
Gabino. Capitán I
[i D, Félix,]
Señor!
[Á Sert^fina riéndose.]
Esposa !
mdos. [Menos el Sargento y el soldado,]
Bien venido !
Manuela. \ Si lo veo
y no lo creo 1
Sargent. Ponzoña!
Félix. Cómo has podido salvarte?
Gabino. Voy á contaros la historia.
Sorprendida una avanzada,
los castellanos asoman
de repente ; el enemigo
tiembla, se aturrulla ; tocan
á rebato ; todos mandan
Qué confusión ! qué Liorna I
Tomo pipa en el oaruUo
y les hago la mamola.
Aturdido y azorado ,
porque llevaba esta ropa,
corria yo sin saber
dónde dar con mi persona.
Ya á la salida del pueblo
me ampara una alma piadosa
y presencio la algarada
detras de una claraboya.
Se retiran los rebeldes,
los leales los acosan,
huyendo de una columna,
otra columna los corta,
corre disperso el que puede ,
el que resiste, ¡per omnia
sacula/y y los más se rinden
cantando la palinodia.
Sercifina. Oh dicha!
Gabino, Escuchad. Aun falta
lo principal. ¡ Dos victorias
decisivas! Todo el mundo
NO GANAMOS PARA SUSTOS.
2(i7
lo sabe ya y lo pregona. —
Las armas de don Felipe
dirigidas por Vandóma
han sorprendido en Brihuega
á un inglés, á un tal Estopa'
viene á ser, ó así
Juan. * Síanhope.
Qabino. Eso. — Qué dia de gloria 1
Seis mil hombres entre muertos
y prisioneros. — La otra
ha sido también en grande. —
Cerca de Villa viciosa. —
Kl Rey se halló en la función.—
Huye el austríaco en derrota. —
Yiíiacañas se ha lucido. —
Cuentan acciones heroicas
En ñn , ya dan por segura
la paz.
(Mal lobo te coma !)
Viva Castilla 1 En albricias
de nueva tan venturosa
cien ducados te prometo.
Gabino. Con ellos y mi gachona
no me cambio por un príncipe.
Féliw. [A Tomás y Bernabé.]
Llevaos de aquí en mal hora
á esos hombres , y entregadlos
al jefe de nuestra tropa.
Sargent. Ay fortuna, fortunilla!
Vamos
[A Manuela,]
Adiós, buena moza.^
Hoy agacho las orejas ,
pero el mundo es una bola,
y yo volveré triunfante,
y esta casa será Troya.
ESCENA ÚLTIMA.
D. FÉLIX. SERAFINA. D. JUAN. MANUELA.
GABINO.
Sargent,
Félix.
Juan,
Félix.
Juan.
Félix.
Serafina. Sueño parece. \ Dichoso
término á tantas congojas !
Más lo será si tu padre
con dulce consorcio colma
nuestros deseos
¿Volvemos
á la tema?
Haced memoria
No supe lo que me dije. —
Pero lo pondré por obra.
No suelta prendas en balde
el que de hidalgo blasona ,
ni ha de ser adusto el labio
cuando el alma se alboroza.
Daos las manos.
Juan. [Tomando la mano de Serafina.]
Oh ventura !
Félix. Y abrazadme !
[Lo hacen.]
Á la parroquia
mañana.
Qabino. Así !
Serafina.
Manuela.k\hr\z\2i& !
Gabino. Viva la novia!
Félix. El triunfo de nuestras armas
tal me alegra y me remoza ,
que... rviveDios!...suegroy todo...
he de bailar en la boda.
Padre mió I
,^
UNA VIEJA!
COMEDIA EN CUATRO ACTOS.
Se estrenó en el teatro del Principe el dia 30 de Noviembre de 1839.
PERSONAS.
doSa damiana.
doSa luisa.
JACINTA.
D. ALBERTO.
D. JOAQUÍN.
MATEO.
La escena pasa en Carabanchel de arriba.
^>«>^v>^^'v^%/^>^^>^^^^w^>^'v>'ww
ACTO PRIMERO.
Sala baja medianamente amueblada. Forillo de antesala^ y en su fondo una verja que da a
un jar din. Puerta a la derecha^ que es la del cuarto de doña Luisa. Otra á la izquierda^
que conduce a la habitación de doña Damiana. A la derecha habrá un espejo.
ESCENA I.
DOÑA DAMIANA D. JOAQUÍN.
Dwm. Vuelve á abrazarme , Joaquín.
Válgame Dios^ qué buen mozo!
Joaquín* Favor que usted
Lam, No es favor.
Y qué encamado, qué gordo!
Y qué bígotazol ¿ Es este
aquel alférez bisoñe
que en su cara, ha pocos años,
apenas tenía bozo,
y tan delgado y enclenque
se criaba, que de un soplo
le podían derribar?
Vaya, sí esto es un asombro!
Y mandas va nn escuadrón I
Pues no salta más un corzo.
Desde el año treinta y tres
Joaquín, Y cuántos han ido al hoyo!
La fortuna en las batallas
rueda, se venda los ojos
y, madrina del bateo,
así regala á su antojo
grados, veneras y fajas
como agasajos de plomo.
Mi lote no ha sido malo,
I>orque habiendo visto al lobo
as orejas tantas veces ,
vuelvo ascendido y orondo
y fuerte salvo el percance
de una lanzada en este hombro.
[Señala el izquierdo.]
Dam. Una lanzada! Dios mío!
Joaquín. En ella tengo un barómetro
infalible que me anuncia
los aguaceros de otoño,
y las escarchas de Enero,
y los ardores de Agosto.
Dam.
Joaquín.
¡Válgate Dios.
Eh ! 9on gajes
del oficio. — Mas tan pronto
no esperaba ver á usted,
querida tia. Mi gozo
ha igualado á mi sorpresa.
Llego á este aciago villorro
á reponer mi escuadrón;
en frente de aquí me alojo;
270
UNA VIEJA!
Dam.
Joaquín.
Dam,
Joaquín,
Dam.
Joaquín.
Dam.
Joaquín,
Dam.
Joaquín.
Dam.
huyendo de la patrona
á una ventana me aflomo,
Yeo tan cerca las torres
de Madrid y que casi lloro
de verme aquí desterrado;
y cuando á Satán invoco,
se me aparece
Una vieja !
Puntual ha sida el demonio.
4 Por Dios santo, tía Damiana
Mene usté unas cosas ¿Cómo
piensa usted que puedo yo
comparar
Para vosotros
los muchachos Lucifer
y una vieja son sinónimos.
Oh! no para mí, que nunca
falté yo ni por asomo
al respeto
Si es verdad ,
en eso te imitan pocos.
¿Por qué me confunde usted
con la caterva de monos
que cifran todo su mérito
en ser groseros y tontos?
Defensor del sexo débil ,
aunque no siempre es hermoso,
á las ancianas venero,
y á las jóvenes adoro.
Y, por cierto, si yo hubiera
de raltar, ó necio ó loco,
alguna vez á los nobles
principios de que me honro,
lamás á mi buena tía
hlauco hiciera de mi encono,
ni ingrato á sus beneficios,
y para eterno sonrojo
de mi frente , á costa suya
la ecbaria de gracioso.
Chanza ha sido; no te enfades.
Siempre tuviste buen fondo.
Eres un buen caballero,
y no como tantos otros
que aunque se dan ese nombre
no lo son , ni por el forro.
Pero hágase usted justicia.
Ta no es usted un cogollo
florido, mas no tan vieja
que por temor á los zoilos
se deba apartar del mundo.
Tendrá usted cuarenta y ocho
Cincuenta y nueve cumplidos.
Cincuenta y nueve? ¡Fenómeno
singular! Nadie diria
Pues harto lo dice, al folio
no sé cuantos, en la iglesia
del señor san Pedro apóstol
el libro de bautizados;
y harto las patas de pollo
que mis párpados bloquean ;
Dam.
Y en renglones tortuosos
harto lo dicen también
las arrugas de mi rostro;
y poblada mi cabeza
por estos rizos anónimos ;
y despoblada mi boca
como castillo de moros.
Joaquín. Siempre zumbona y alegre I
Pero si tales piropos
se dice usted á sí misma,
¿por qué ha de causarle asombro
Porque unja cosa es que á mí
no me ciegue el amor propio,
y otra cosa tolerar
que con indigno descoco
se mofe nadie de mí. '
No está lejos de nosotros
cierta viuda pedautuela
que me ha tomado entre ojos,
y con sus pullas me abrasa
Íme tiene aquí en un potro,
odo es envidia , porque ella ,
aunque quiere darse tono,
ni paga lo que yo pago,
ni come lo que yo cómo,
ni oscurece mis brillantes
con sus dijes de abalorio.
Ya se ve , como ella al cabo
no es fea , y hay tantos bobos
que le hacen la corte
Aquí?
¡ Si en verano es un emporio
Uarabanchel ! Media Corte
viene aquí huyendo del polvo
y del calor, porque dicen
Siue esto es más fresco y más cómodo.
iillo es verdad que la vista
apenas descubre un olmo;
que las calles son barrancos,
y las casas calabozos;
que no hay ventana que cierre
ni mueble que no esté cojo;
que si algo bueno se come
se paga al peso del oro;
que si á la izquierda bav basura
á la derecha hay escombros;
que dia y noche clamando
dejan á un cristiano sordo
grillos, tábanos, gallinas,
pordioseros y abejorros;
que aquí se pasan, en fin,
las penas del purgatorio;
{>ero ¡qué quieres! La moda
o exige, y punto redondo.
Joaquín. ¡Y usted también, tía Damiana,
paga tributo á su trono!
Dam, ¿Qué sé yo.... Por mudar de aires....
Me hicieron tantos elogios
de este maldito lugar (*)
Mas volvamos al neg^io
Joaquín.
Dam.
{*) De algunos afios á esta parte se han construido varías casas de recreo en ambos Carabanchclea* se han reedi-
cado otras, y ha mejorado mucho el aspecto de aquellas poblaciones.
UNA VIEJA!
de la viudita. A^'er tarde,
por inqníetar mi reposo,
toda la siesta de Dios
-cantó, y con un desentono
tan cruel , que á poco rato
la hicieron ladrando el coro
tres perros que hay en la fonda
y todos los del contorno.
No paró en esto la gracia.
Llega la noche y dispongo
bañarme como acostumbro;
Íra medio desnuda, tomo
a precaución de graduar
el agua con el termómetro;
{»ero, por más que los caños
a derramaban á chorros,
el baño no se llenaba.
¿Qué es esto, Dios bondadoso,
exclamó^ qué es esto? Y ya
los pies tenía en remólo.
El agua crece ; me subo
al soiá; pido socorro
La doncella que me asiste
tse desmaya I Ay, san Antonio!
[adié me oía; los Caños
desatados Era un golfo
aquello Por fin acuden
el fondista, el mayordomo,
los criados, y á remolque
me sacaron entre todos.
Ah ! si tardan dos minutos ,
no hay remedio; allí me ahogo.
Joaquín. Mi poore tía!.... Sin duda
estaria el baño roto
por alguna parte
Sí,
taladrado por el fondo,
y adrede. ¿Y quién sino ella,
que me mira con tal odio,
fuera capaz
Esa triuda
es de la piel del demonio.
Oh ! le pesará.
Es mujer,
que si nó< mi justo enojo
No es malo que estés aquí
por si he menester tu apoyo;
mas sabré yengarme sola,
y la he de ver en el colmo
del despecho, aunque por ella
arruine mi patrimonio.
Dam,
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
ESCENA W.
DOÑA DAMIANA. D. JOAQUIN. MATEO.
MaUo. [ Viniendo del jardín.]
Aquí estoy con la frambuesa. •
De cogerla vengo ahora.
Cuando usted guste, señora.
Dam.
Mateo.
Dam.
Mateo,
Dam.
Mateo,
Dam.
Mateo.
Dam.
Mateo.
Dam.
Joaquín.
Dam.
JoaquÍJi.
Dam.
271
puede sentarse á la mesa,
vamos á almorzar, Joaquín.
¡Si supiera usted — ¡qué clavo
para mi alma! — lo que acabo
de escuchar en el jardin !
Dime
Allí está la viudita
sentada junto al rosal
mano á mano con un tal
don Alberto Piedrahita.
Galla ! ¿ Está en Carabanchcl
Desde anteayer, y la viuda ,
á lo que veo, sin duda
se ha decidido por él.
Pero yo no me santiguo
por eso, que según habla,
aunque hoy de nuevo se entabla,
el negocio es más antiguo.
Por detras de la pared
de la noria, sin ser visto,
he escuchado y Jesucristo!
Cómo la ponen á usted !
También el galán?
Los dos.
Dirán que soy una arpía
Y estampa de la herejía ,
y bruja y Válgame Dios!
En poco estuvo — ¡mal año! —
que no les tiré la cesta.
¡ Qué reír lo de la siesta
y la aventura del baño!....
Y por fin , — ¡ qué hambre y qué sed
de hacer mal ! , — el consabido
escribir ha prometido
unas coplas contra usted.
Eso más !
Si es tan villano,
ya que no puedo sin mengua
cortarle á ella la lengua,
á él le cortaré la mano.
No quiero yo tan sangrienta
venganza , ni él la merece.
Otra mejor se me ofrece
y esa corre de mi cuenta.
&in que él me conozca á mí,
de lo cual me doy albricias,
tengo yo largas noticias
del tal don Alberto.
Sí?
Es un insigne tronera,
un perdido, un jugador,
y á esa viuda hace el amor
como lo haria á cualquiera.
Sin duda sufrió reveses
en el juego, aunque ladino,
Y á Carabanchel se vino
huyendo de los ingleses. —
Vamos, vamos á almorzar.
Pronto, aunque pese á la viuda ^
has de ver, si Dios me ayuda,
cosas que te han de asombrar.
Í7Í
UNA VIEJA!
ESCENA III.
MATEO.
Esa vieja es muy sutil.
Quizá
sabe más que un alguacil ;
mas la .viudita gentil
ya, ya!
Puede arder en nn candil.
Ello dirá.
Ya se verá.
El oro es buen ministril ^
pero un hermoso perfil
¡ Qué trapisonda
se va á armar en esta fonda I
Huyl.... Otra guerra civil.
[Entra en la habitación de doña Da-
miaña, y al mismo tiempo lleaan por
el jardín doña Luisa y D. Alberto.]
ESCENA IV.
DOÑA LUISA. D. ALBERTO.
Luisa. Muy picante. Lo oye usted?
Alberto. Sí, como mia.
Luisa. Á este precio
olvidaré las perfidias
de usted, y absoluto dueño
será de mi corazón
como lo fué en otro tiempo.
Alberto. Usted me habla de perfiaias,
y lleva aquí al retortero
diez galanes
Luisa. Si ellos son
unos fatuos, yo no tengo
la culpa. Si usted no hubiera
faltado á sus juramentos,
nadie le disputaría
Alberto. Fué venganza, fué despecho,
fué no quererme morir
de una indigestión de celos.
Aun tengo aquí atravesado
al guardia
Luisa. No hablemos de eso,
que si ajustamos la cuenta
no sé quién saldrá debiendo.
Anoche me decidí
Eor usted. Todos lo vieron,
^igo! si no es preferencia
dos horas de cuchicheo
con usted , y no querer
bailar con ninguno de ellos,
y al salir de la tertulia
otorgar el privilegio
de darme el brazo á usted solo
entre tantos caballeros
Y por cierto que , perdida
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Luisa.
Alberto.
la esperanza, als^n mancebo
murmurando maldiciones
se tiraba de los pelos.
Si esto no es amar de veras
diga usted que no lo entiendo.
En verdad
Volviendo ahora
á esa vieja que detesto,
es fuerza que la haga usted
mofa y escarnio del pueblo.
Qué no haré yo por mi Luisa?
Sin nombrarla, por supuesto,
que eso tiene inconvenientes
y nos expondría á un pleito.
&asta que usted la retrate
Alberto. Pues ya, con todos sus pelos
y señales , de manera
que la reconozca un cie^o.
En cuanto á pelos Mejor
diría usted los ajenos.
Usted perdone: son suyos,
que los compró al peluquero.
Luisa. [Riendo.]
Bravo! Así, por ese estilo
Y no basta que los versos
se lean en la tertulia
y circulen por el pueblo,
aue en todos los folletines
e los periódicos quiero
que se impriman.
Sí, señora;
Íj á mayor abundamiento,
uégo que vuelva á Madrid
hago ánimo de leerlos
Dónde? En el café del Príncipe
Eso es poco. En el Liceo.
Bien pensado. — Mas ya es hora
de que nos den el almuerzo.
[Tira de un cordón y suena dentro una
campanilla.]
Hoy me he propuesto obsequiar
á usted
Alberto. Mil gracias.
[Sale Mateo del cuarto de doña Da-
miaña.]
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
ESCENA V.
DOÑA LUISA. D. ALBERTO. MATEO.
Luisa. Mateo
Mateo. Mande usted.
Luisa. El desayuno
en mi cuarto. Dos cubiertos. —
•Lo mejor que haya en la fonda:
estás? — Vino de Burdeos,
agua de nieve
Mateo. (Ahora es ella.)
m\ VIEJA!
273
Luisa,
Mateo.
Luisa.
Mateo.
Luisa.
Mateo.
Alberto.
Mateo.
Luisa.
Alberto.
Mateo.
Luisa.
Alberto.
Mateo.
Luisa.
Mateo.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Señora mía, no puedo
servir á usted.
Eh?
No hay nada
que comer.
Qué estás diciendo ?
La despensa y accesorios
son propiedad de otro dueño.
Desde cuándo?
Hace una hora
que la compró
Quién, mastuerzo?
Dona Damiana.
La vieja!
Tu te burlas.
Nada de eso.
Aves, jamones, legumbres,
verduras, aceite, huevos,
pan, vino, frutas, conservas,
vaca, tocino, carnero,
y hasta el pimiento y los ajos ,
y el perejil y el orégano.
Será cierto?
Estás bebido?
Lléveme el diablo si miento.
Ella tiene ya las llaves
de todo y mi amo el dinero.
¿Conque esa bruja me sitia
por hambre?
Así lo comprendo.
{En voz baja.]
Qué qufere usted! Represalias
No puede ser. Don Alberto ,
hable usted con el patrón.
Él dirá
Voy al momento.
[ Vasepor la derecha del foro.]
Mateo.
Luisa.
Mateo.
ESCENA VI.
DOÑA LUISA. MATEO.
Querrá dar algún convite ,
ó dedicarse al comercio
por menor, 6 ^qué sé yo?
Ello es que todo el repuesto
es suyo y que lo ha pagado
á cuatro veces su precio.
¿Porque vo no almuerce aquí!
Pues no logrará su objeto,
á no ser que haya cargado
también por darme tormento
con todas las provisiones
del lugar.
No sé De menos
nos hizo Dios,* porque, al fin,
si hay , como dice el proverbio ,
gustos que merecen palos,
n.
Luisa.
también dice otro discreto
refrán español: más vale
un gusto que cien panderos,
y sarna con gusto
CaUa!
Cuando estoy hecha un veneno
¿me vienes tú con refranes?
ESCENA VII.
DOÑA LUISA. D, ALBERTO. MATEO.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Mateo.
Luisa.
Mateo.
Luisa.
Mateo.
Alberto.
Luisa.
Mateo.
Luisa.
Mateo.
Alberto.
Mateo.
Albei'to.
Luisa.
Mateo.
Que dice ese hombre?
Que es cierto.
Infamia! Habré de mandar
que compren algo , y lo haremos
guisar
Aquí ? No es posible.
Paes ¿cómo
No hay cocinero.
Le ha tomado á su servicio
doña Damiana.,
¡ Qué horrendo
despotismo !
En ñn, señora,
víveres , fogón , cubiertos ,
vajilla, criados,* todo ,
todo es suyo.
Estamos frescos !
Yo no sé quién me contiene
que no la araño y la muerdo ,
y la Jesús! Me vaá dar
una convulsión de nervios.
Ha sido un traspaso en forma
Un traspaso? Según eso ,
si se le antma , también
me echará de mi aposento.
No hará tal. En todo caso
tendria que dar el tiempo
de la ley
Allá el fondista
se avenga con ella, pero,
pues casa pública es esta,
tiene que servirnos
Niego.
Ya no es pública, que el amo
Juitó la muestra, y laus Deo.
¡80 es engañar al público,
y si toma mi consejo
esta señora, demanda,
V)leito al canto, y veremos
entre jueces y aoogados
gastaré lo que no tengo,
y lo perderé con costas
y mientras tanto no almuerzo !
Todo puede componerse ,
que no es el león tan fiero
como lo pintan. Mi ama,
qoe ya como á tal la cuento ,
está un poco resentida
. 18
274
UNA VIEJA!
Luisa.
Mateo.
Luisa.
Mateo.
Luisa.
Mateo.
por lo de anoche y, hablemos
en plata , confíese usted
qae es oon harto f andamento;
mas ahora poco decía:
si reconoce sas yerros
doña Luisa v me promete
respetar de hoy más mi sueño ^
y mis baños, y mis años ,
y maestra arrepentimiento
Pues ! La pediré perdón
de rodillas
No. Con menos
se contenta. Con cualquiera
disculpa, y alza el secuestro
de la cocina, y pelillos
á la mar.
No , no. Primero
morirme de hambre.
[Llaman en el cuarto de doña Da-
miaña haciendo sonar un vaso.]
Allá voy. —
¿Conque guerra á sangre y fuego?
Sí, guerra á muerte.
Si usted
engorda así, buen provecho.
[Bntra en el cuarto de doña Da*
miaña.]
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
ESCENA VIII.
DOÑA LUISA. D. ALBERTO.
Hay vieja más insurgente?
Ah I de cólera me abraso.
Yo voy
• Eh, no haga usted caso,
Íue sin duda está demente. —
fas yo presumo que todo
es farsa.
Farsa?
Sí taL
Por motivo tan trivial
¿quién se arruina de ese modo?
No será tan temerQ.ria.....
No se arruina á dos tirones,
que tiene muchos doblones.
(Oiga!) Es rica?
Millonaria.
¿Conque sus bienes
Inmensos.
Quince casas en Madrid ,
hacienda en Yalladolid,
y los juros y los censos
Oh I y en Teruel y en Sigüenza
¡Tanta renta
Y yo ninguna!
Está visto. La fortuna
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto,
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto,
Luisa,
Alberto,
Luisa,
Alberto.
Luisa.
ha perdido la vergüenza.
Es un horror!
Un absurdo.
Que clama al cielo!
Pues ya! —
¡ Y su marido será
algún ricacho palurdo !
No. También es viuda.
(Hola!)
No es esto decir que yo
tenga envidia de ella
Oh! no.
Sesenta años á la cola.....
Digo , si es larga la fecha !
Y usté en su Mayo florido,
y tan bella (Éste año ha sido
asombrosa la cosecha.)
Mírela usted con desprecio
Sí, pero á punta de lanza
quiero llevar mi venganza,
y usted
Sí. (No soy tan necio.)
La sátira
Sí, muy bien.
Si usted no vuelve por mí
La hará usted?
Digo que sí.
(Más ño digo contra quién.)
Ahora la vieja me obliga
con el rigor de su asedio
á almorzar — ¡no hay más remedio!-
en casa de alguna amiga.
Bufando estoy de coraje.
Vendrá usted conmigo?
Sí.
Espéreme usted aquí
mientras me mudo de traje.
ESCENA IX.
D. ALBERTO.
Vamos á cuentas, Alberto.
¿Con qué razón, con qué ley
á esa señora mayor
barias guerra cruel?
¿Qué pasión acrisolada,
ó qué gloria, ó qué interés
te precisa á inocularte
de una envidiosa la hiél?
Por una coqueta frivola,
que te plantará tal vez
mañana , si caprichosa
te dio su privanza ayer,
¿has de esgrimir lengua y pluma
contra una vieja de bien?
¿No sería más prudente
acaso obrar al revés,
y campeón declararte
de la ultrajada vejez?
ONA VIEJA I
275
Mateo.
¿Quién sabe si todavía
será de buen parecer ^
ó si es tanto de sus prendas
morales el almacén,
que haga olvidar las arrugas
de su venerable tez?
Ahí es nada ! ¡ Quince casas
en la Corte, y en Teruel
propietaria, y en Sigüenza,
y en Valladolid también I
Pues aunoúe cuente más años
que tuvo Melquisedec,
¿cómo no ha de ser amable
tan opulenta mujer?
Qué ae onzas tendrá! La boca
se me hace toda una miel.
Nunca don Félix Utroque
ni feo ni viejo fué;
y esto no es adulación ,
que no me trato con él
hace dias, (de resultas *
de aquel infernal entres!
Mas si cortejo á esa crónica,
Luisa me va á aborrecer.
£h ! si logro mi deseo,
qué me importa su desden? —
Y Jacinta? Más pesar
tendria de ser innel
á aquella inocente niña.
Me quiere con tanta fe ! . . . .
Yo también la ouiero un poco,
aunque apenas nace nn mes
que la trato. — Pero vive
en casa de poco tren.
Galle del Rubiol.... No doy
por su dote un alfiler.
Alberto.
Mateo.
Alberto.
Mateo.
Alberto.
Mateo.
Alberto.
Mateo.
ESCENA X.
D. ALBERTO. MATEO.
(Solo ha quedado. Esta es buena
ocasión.)
[Acercándose.]
Dios guarde á usted.
Qué quieres?
Doña Damiana
me ha entregado este papel
[Le da una esquela.]
Para mí?
Lea usté el sobre
«Señor don Alberto »
Pues.
Te manda esperar respuesta?
N0| señor. Hasta más ver.
ESCENA XK
D. ALBERTO.
Carta á mí! ¿Qué me dirá.
Leyéndola lo sabré.
[Abre la esquela y lee.]
«Muy señor mió y amigo:
Si se precia usted de ser
como entendido prudente
y como galán cortés,
tómese usted la molestia
de visitarme á las diez ,
Ír no se arrepentirá ,
o espero, de complacer
á su atenta servidora
Damiana Pérez Mallen.» —
Una cita I Qué sorpresa!
Ella misma me da pié
Esto es hecho. Me declaro
su amante Qué voy á hacer ?
Me silbarán mis amigos
Bobada! les taparé
la boca con sendas copas
de Champaña y de Jerez.
¿Quién no aplaude á un hombre rico
cuando es dadivoso, quién?
Para uno que me censure
me tendrán envidia seis.
Pecho al agua Mas Luisita
sale ya. Guardo el papel.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa..
Alberto.
Luisa.
Alberto.
ESCENA XII.
DOÑA LUISA. D. ALBERTO.
Qué hora tenemos?
ÍMira su reloj.] Las nueve,
{ué temprano I Ya se ve,
se madruga tanto aquí!
[Distraido.]
Mucho (Pues yo he de volver...)
Vamos. Déme usted el brazo.
Dónde?
Á casa de Isabel. —
Qué distraído!....
No. Estaba
meditando un plan
Tasé.
El de la sátira.
Sí,
mas sin perjuicio de aquel,
estaba pensando en otro
que ni el mismo Lucifer
. S76
Luisa.
Alberto.
Luisa,
Alberto.
mk VIEJA I
Sí? Cuál? Sepamos,
qae adoro á la yieja.
Fingir
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Bien.
Con mucho fervor^ aunque haga
el saórifício cruel
de suspirar y gemir ^
V arrodillarme á sus pies,
hasta lograr que me escriba
ó alguna prenda me dé
Entiendo, sí, y hacer de ella
cruel recnifla después.
No. Mejor será dejarlo,
que me expongo á su desden
Qué importa, si es una burla?
Pero es tanta su sandez
Lo creerá á puño cerrado.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Hagamos un entremés
con ella.
Es chanza pesada
Que lo sea. No hay cuartel.
Yo lo exijo.
Pues corriente.
Los tontos^ dijo un francés,
están aquí bajo para
nuestro menudo placer {*).
(Traducción libre!)
Riamos
y ria Carabanchel
Bravo!....
Á costa de una tonta.
Sí, sí Cuento con usted.
[ Vansepor la derecha del foro.]
ACTO SEGUNDO.
ESCENA I.
DOÑA DAM1ANA.
[Sale de su cuarto vestida con mucho lujo y con
afectada elegancia . ]
Las diez van á dar: la hora
del desengañó ó del triunfo.
¿Vendrá á la cita el señor
don Alberto? No lo dudo.
Mi carta debió picar
su curiosidad , y mucho.
Como todo se chismea
en los lugares, alguno
le habrá dicho ya á estas horas
3ue poseo diez mil duros
6 liore renta, y no es hombre
de haber echado el anuncio
en saco roto. — T en ñn,
si no viene, ¿qué aventuro?
Poco ó nada. Podrá ser
que entre cuatro boquirubios
y otras tantas coquetuelas
glose con maligno estudio
mi carta, y que á costa mia
gane concepto de agudo,
y que escriba contra mí
una sátira en esdrújulos;
mas sin darle yo ocasión
para ataque tan injusto,
• ¿no prometió denunciarme
a la censura del vulgo? —
Pero si acude goloso
al cebo con que le busco;
si desbanco á doña Luisa
y abato su necio orgullo,
¡qué satisfacción, qué lauro
Sara mí I ; Tendría gusto
e verla trinar de ira
y retorcerse los puños
No ha bastado á mi venganza
embargarle el desayuno.
Le he de quitar el amante,
y lo sabrá todo el mundo,
y aprenderá á respetar
¡ la fatua ! mis doce lustros. —
Qué tal estaré prendida?
¿Deslumhraré con mi lujo
al perdulario galán?
Veamos
\Se mira al espejo.]
HuyI Abrenuncio!
Nunca estuve más horrible
ni más vieja. ¡Qué de surcos
en mi ultrajado semblante!
Galas mi cuerpo caduco?
¿Rosas mi pálida frente,
que si bien la cuenta ajusto
es casi contemporánea
de Federico Segundo?
¿Quién vio la pascua florida
en vigilia de difuntos?
Ahí si yo fuera tan tonta
como otras viejas al uso
del dia, ¡cómo llorara
cuando al espejo consulto!
(*) le% sots sonl ici bas pour nos ímhus plaiiirs. (GrbssktJ
Mas, por dicha, me conozco,
y sin ensayar repulgos
de postiza juventud,
dejo al tiempo lo que es sayo,
y yo la primera soy
qne me río de mi busto.
ESCENA II.
DOÑA DAMIANA. D. ALBERTO.
Alberto. [LUga por la derecha del foro.]
Señora, beso los pies
Dam . Caballero. .... la visita
estimo (Lo dije. Él es.
Qué poco faltó á la cita! )
[Sentándose.]
Ruego á usted que tome asiento.
Alberto. Aquí?
Dam. Sí, que es esta sala
más fresca que mi aposento.
Alberto. [Sentándose.]
(La vejez está de gala.)
Dam. ][)irá usted que es singular
la libertad que me tomo
Alberto. Nada de eso. (Qué collar!
Vive Dios que no es de plomo.)
To ruego á usted que me excuse
si antes , viviendo pared
de por medio, no me puse ,
señora, á los pies de usted.
Esperaba mi equipaje
Estaba un poco indispuesto
(Qué pulsera! Y el encaje?)
El temor de ser molesto
Dam. El temor! Ja, ja qué risa!
Alberto. Crea usted, señora
Dam. Ba !
Eche usted á doña Luisa
la culpa , y no mentirá.
Alberto, k doña Luisa? No. Es cierto
que soy su amigo
Dam. ' Su amigol
Un poco más , don Alberto.
Sea usted franco conmigo.
Alberto. Cumplimientos de cartilla
le habré dicho. . . . Ella no es monja. . . .
Mas con intención sencilla
Íasí...., por mera lisonja,
ues yo sé que de otro modo
lo entiende ella.
Alberto. Qué jactancia!
Vaya, hay mujeres que todo
lo convierten en sustancia.
Amor es de comodín
el que ella reputa fiel,
amor transeúnte....; en fin,
amor de Carabanchel,
UNA VIEJA f
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Í77 .
Amigo, no es usted justo.
Bella, joven y graciosa, '
la viuda éd plato de gusto.
Bobada! No vale cosa.
Alegre, viva
I Si yo
soy hombre de mucha calma!
Sus prendas físicas
Oh!
Más precio yo las del alma.
Su elegancia
No la abono.
Su talento
Es una fatua.
Su donaire
De mal tono.
Su garbo
Si es una estatua!
Según eso, ha de tener
un mérito extraordinario
la venturosa mujer
que agrade á usted
Al contrario.
Soy filósofo, y prescindo
de esas bellezas así
Lo que para otros es lindo
es horrible para mí.
Cosa extraña! ¿Es usted fiera,
ó pico de Guadarrama?
An ! no.
Pues ¿cómo quisiera
usted que fuese su dama?
(Llegó el crítico momento.)
Fues ya que usted lo desea
voy á decir lo que siento.
(Para el tonto que te crea!)
No son para mi servicio
damas de lozano Abril,
Eorque si una tiene juicio
ay fuera de juicio mil;
ni graciosa me la ofrezcan
y linda como unas pascuas
para aue otros la apetezcan
y me hagan vivir en ascuas:
Eso no! ¿Cuánto más vale
una mujer ya madura
que me cuide y me regale
con amorosa ternura?
La juventud! Es tan breve
El tiempo corre que vuela;
¿y*á que cara no se atreve
descortes erisipela?
¿Cuántas en fior no perecen
víctimas de la farmacia?
Pero jamás envejecen
talento, virtud y gracia.
Denme mujer de experiencia; ,
lo demás importa un pito.
Si ha menester indulgencia,
yo también la necesito;
y por fin la que en su red
me prenda ha de ser ( audacia ! )
verbigracia , . . . . como usted.
278
UNA VIEJA !
Dam. Qq¿ gracioso verbigracia !
Alberto. Lo digo como lo pienso.
Dam, \ Despreciar viudita fresca
y cargar con este censo!
Sabe usted lo que se pesca?
Alberto, No hay que hablarme de esa viuda.
Sólo usted mi dicha labra
SI su mano.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
[Doña Damiana se rie.]
Usted lo duda?
Pues cójame la palabra.
¡To inspirar, poore de mí,
un amor tan repentino!
Siempre el amor entra así.
Vamos, es un desatino.
¡Oh qué dicha si los dos
lY usted (Oh infame codicia!)
Míreme usted bien , por Dios.
La miro á usted con delicia.
Yaya, hay capriphos extraños.
(Juro á Dios que es un vestiglo.)
Dam. [Con tono trágico.]
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam*
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Temerario! Hace diez años
Quó?
Que cumplí medio siglo.
Tan fresca, tan colorada!....
Ó usted aumenta el guarismo
No tal.
Ó está equivocada
la partida de bautismo. —
Ni la diferencia es tanta.
Yo tengo cuarenta y tres
Í Catorce de más se planta.
lO que puede el interés !)
Mire usted que, aun siendo cierto
lo que dice, soy caduca
para usted.
No
Don Albertol
[Tocándose los rizos.]
Observe usted Us peluca!
Poco influye un peluquero
en corazones sencillos.
Cuando amor es verdadero
nunca repara en pelillos.
Mire usted que estoy cascada;
mire usted que tengo tos
Íerenne, y dolor de ijada
¡hl todo sea por Dios.
Mire usted
(Otro alifafe!)
Que cuando el tiempo se muda
y viene airo de Jetafe
Eh! son achaques de viuda.
(Esta vieja es el demonio.)
Ningún remedio me prueba.
Con un mes de matrimonio
se pone usted Qomo nueva.
Dam. [Dengosa.]
Ah! De veras?
Atterto. Oh! de fijo.
Dam* Sería mucha ventura
para mí y un regociio....,
vna pero ¡si es locura!
Alberto, Diga usted que no me quiere
para su consorte...., y auto.
Ingrata! ¡Después que hiere
este corazón incauto!
Dam. (Hay pillo más embustero?)
No soy tan ingrata, no,
pero mi rubor Sí quiero; —
es decir, yo
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
[Bajando los ojos con gazmoñería.]
Qué sé yo?
(También coqueta? No es cosa!
Yo pondré coto á sas dengues
si nos casamos. ¿Golosa,
y hace asco de los merengues ! )
Basta ! Adiós ! Ya no resisto
á mi desventura.
[Con aflicción.] Qué !
Se marcha usted !
Está visto
que obra usted de mala fe..
¡ Exagerar á sabiendas
sus años y sus defectos !
Otro galán hay en prendas.
Usted tiene otros proyectos.
No; libre es mi corazón
Digo mal; lo era no ha mucho. —
Pero esa ardiente pasión
Ay, don Alberto!
¿Qué escucho!
Si usted, su juicio anegó
y amor es dulce contagio,
Íes maravilla que yo
e acompañe en el naufragio?
Oh dicha mia! (¡ Ay, cuan cara
la compro!)
¡ Ay fragilidad
punible! Ay! Quién lo pensara!
quién lo dijera! Á mi edad!
La quiero á usted y me quiere
Basta. Qué importa la fecha?
(Menos valor se requiere
para asaltar una brecha. )
¿Quién te niega su albedrío,
Dios de amor omnipotente?—
Pero mire usted, bien mió,
qnie yo soy muy exigente.
(Peor es esto que la tos.)
Yo le haré doblar el cuello.)
(Qué exigirá, santo Dios!
a se me eriza el cabello.)
Qué exige usted? Vaya.
Hijo,
si usted me ama tanto
Sí.
En primer lugar, exijo
(jue me (Quiera sólo á mí.
I
UNA VIEJA!
Alberto, Por supuesto, ya se entiende.
Mi tierna solicitud
Dam. Hay por medio cierto duende
Jue me da mucha inquietud,
lona Luisa
Alberto, La olvidé.
Dam. No me consta. Es mi capricho
que lo j ustifique usté. . . . ,
[Se levanta.]
6 no hay nada de lo dicho.
Alberto. [Levantándose.]
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam,
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Bien, pero
Á Roma por todo.
¿No basta que un hombre blanco
jure
No.
Mas ¿de qué modo....
Herrar ó quitar el banco.
Á una linda zagaleja
se le hace perder el seso
con lisonjas ; una vieja
no se contenta con eso.
Tengo miedo á aquel palmito.
No palabras de manteca ,
hipoteca necesito.
ÍNo eres tú mala hipoteca!
Estoy por echarla al diablo
Si es tan exigente ahora ^
qué hará luego? Guarda, Pablo!)
Vacila usted?
[Indeciso.] No, señora
8í! No vale el disimulo.
Usted me engaña. Oh pudor!
Transijo, ay Dios!-, capitulo,
y me abandona el traidor!
Eso no
Á un claustro me iré
á esconder, ay Dios! mi afrenta ,
y con ella esconderé
mis diez mil duros de renta.
Alberto. [Entusiasmado.]
Jamás! jamás! (Diez mil duros!)
Qué despecho tan pueril !
ÍY yo con tantos apuros!)
Antes muera yo! (Diez mil!)
Quiere usted pruebas? Pues bien,
será usted servida, y pronto,
r Maldita seas amén ! )
Dam. íTan avaro es como tonto.)
Alberto, voy
Dam. Adonde?
Alberto. k mi aposento.
Yo traeré datos seguros,
!>ruebas que Vuelvo al momento.
Dipz talegas ! diez mil duros !)
[ Vase por la derecha del foro.]
«79
ESCENA III.
DOÑA DAMIANA.
No lo dije? El oro, el oro!
Los diez mil duros de renta
son milagroso Jordán
Iue restaura mi belleza,
iástima y risa me daba
el verle poner en prensa
su ingenio para probarme
que soy una primavera.
Sacrificarme la viuda
algún trabajo le cuesta
Tanto mejor. Mi victoria
así será más completa. —
Mas ¿si le habré conquistado?
mas ¿si me querrá de veras?
¿mas si no le ha parecido
mi cuerpo saco de tierra?
¿¡Quién sabe Todos me dicen
que estoy tan gr^apa, tan tiesa
ESCENA IV.
DOÑA DAMIANA. D. ALBERTO.
Alberto. [Llega apresurado.]
Señora
Dam. (Qué listo vuelve I
No quiere que me arrepienta.)
Alberto, Aquí estoy. Dice el adagio:
al buen pagador Et cestera.
Usted quiere reinar sola,
y va á quedar satisfecha.
Usted me pide una víctima
y que esa víctima sea
doña Luisa
Dam. No es pedir
gollerías.
Alberto. Norabuena.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
. [Sacando una cartera.]
Hela aquí sacrificada
Eh?¿ Dónde
En esta cartera.
Contiene varias epístolas
de doña Luisa, y en ellas
un ciento de peticiones
Íun millón de impertinencias,
ome usted.
[Toma la cartera y saca un papel y
lee.]
A 'verí-'tUtrillaf
maestro sastre »
Ah ! la cuenta
de un fraque y seis pantalones
Ta no me acordaba de ella.
280
Dam.
Alberto*
UNA VIEJA!
Dam.
Alberto,
Dam,
Alberto.
Dam.
(Él es quien ha de acordarse.)
Algo atrasada es la fecha.
Puede Yo suelo pagar
en tres plazos esas aeudas.
(Tarde, mal y nunca.)
[Examinando otro papel, y leyéndolo
para si.]
Y esto?
({Por vida ) Una bagatela
Le citan á usted á un juicio
de conciliación.
Sí, quejas
infundadas de un casero
irracional que se empeña
en cobrar todos los meses ,
y no tapa las goteras ,
ni blanquea la^ alcobas ,
ni limpia la chimenea.
(Con la prisa de volver
no he quitado Pues si viera
el librito de memorias
Allí hay sapos y culebras.)
[Examinando otro papel.]
Un billete perfumado. —
Rico papel de vitela. —
Grabadas dos iniciales:
L. G.
Luisa Ginebra.
Y está escrito de su puño,
qae ya conozco la letra.
Y abajo estará la fírma.
Cierto.
¿Quiere usted más pruebas
de mi amor ?
No; por ahora
bastante tengo «on esta.
[ Vuelve d poner el billete en la car-
lera.]
Alberto. Si la cartera contiene
cartas de otra dulcinea,
que no lo sé á punto fijo ,
tal aprecio hago yo de ellas,
también las doy de barato.
Gracias. Es mucha ñneza.
Si esto no es amar á usted,
que venffa Dios y lo vea. —
Mas también será razón
que exija yo alguna prenda
de usted
Usted todavía!
Ingrato ! ¿ No me tuteas !
Ah! sí. El respeto Es decir,
la (Se me anuda la lengua.)
Tuyo soy , Damiana mia ,
tuyo... (Hasta el nombre es de vieja.)
Digo , pues , que yo también
soy exigente, y es fuerza
Ah 1 Qué osa usted proponerme ?
Temerario! ¿Qué exigencias
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
son las de ustedf
Alberto. (Esta es otra !)
Dam. Yo soy mujer de vergüenza.
Alberto. Señora!.....
Dam. Y tengo respeto
á la moral y á la iglesia
Alberto. Eh! tranquilícese usted.
¡Que me parta una centella
si pienso yo, ni por pienso,
señora, lo que usted piensa
que estoy pensando !
Dam. Respiro.
Alberto. Pero bien puedo, sin mengua
de la cristiana moral ,
exigir en recompensa
alguna prenda de amor.
Esta fue sólo mi idea
Dam. Hijo mió, yo no puedo
presentarte por ofrenda
trofeos de otros amores;
que si en horas más serenas
cuando no eras tú nacido
y yo ¡av Dios! tenía muelas,
no me laltaron epístolas
llenas de dulces simplezas
con orlitas de colores ,
y un Cupido á la cabeza ;
ese papel ya no tiene
curso en la plaza. Quisiera,
no obstante , de mi cariño
ofrecerte alguna muestra,
mientras te lo juro eterno
en la santa madre iglesia.
Qué te daré yo? Si fuese
de tu agrado 'esta cadena
[Se quita una de oro que lleta al
cuello.]
Alberto. No por su valor metálico
Dam. Costó seis onzas y media.
Alberto. No por su valor, repito,
sino por ser el emblema
del cautiverio feliz
qu^ á tu imperio me sujeta ,
la acepto.
Dam. Cautivo mió?
No lo creo. Si lo fueras,
me dirias eso
Alberto. Cómo?
Dam. Con una rodilla en tierra.
Alberto. Ah! Sí (Maldición! Será
forzoso Atroz penitencia!)
[jSe arrodilla.]
Dam. Bien ! muy bien ! Eso se llama
hacer las cosas en regla.
[Poniéndole la cadena.]
Ahora te cuelgo amorosa
la simbólica presea,
y te permito besar,
UNA
si es con intención honesta ,
la mano que ha de ser tnya.
Alberto. (Esto más! Dios me proteja.)
[Al besar Z>. Alberto la mano á doña
Damiana , entra doña Luisa por la
derecha del foro con otras dos damas
y dos caballeros. Todos sueltan la car-
cajada y no cesan de reir hasta que
desapar ece7i,]
ESCENA V.
DOÑA DAMIANA. D. ALBERTO. nOÑA LUISA.
DAMAS. CABALLEROS.
Luisa. Bravo! lindo! delicioso!
Alberto. [Levantándose.]
(Cielos!)
Ltiisa. Sea en hora buen^.
Dam. [En voz baja á D. Alberto.]
Ahora qaiero ver á un hombre !
[Á doña Luisa.]'
VIEJA! 281
Otro aplauso!
[ Vuelven i palmetear.]
Dam. Adiós !
Alberto. [Besando la mano á doña Damiana.]
Adiós !
Mirad ! . . . . Qué graciosa escena !
[Riéndose también.]
Sí por cierto; muy graciosa.
[Aparte i D. Alberto que pasa junto á
ella al retirarse por la derecha del
foro.]
Bravo! Lo hahecho usted... jde perlas!
Alberto. [Con malicia.]
Eh ! tal cual.
Luisa»
Qué carcajadas son esas ?
¿Es cosa del otro jueves
ue mujer y hombre se quieran?
ue viva !
%
[Pahnotean los del séquito de doña
Luisa.]
Cuándo es la boda ?
Dam. Ya pasaré papeletas.
[En voz baja á D. Alberto.]
YdkjB, y hable usted !
A Iberto . (Ya ^s forzoso
quemar las naves : no queda
otro recurso.)
[En voz alta.]
La boda?
Deseo con impaciencia
que se celebre. Mañana ;
hoy mismo
Luisa. Ó antes si espera
peligro de muerte. Víctor!
Podremos bailar en ella?
Dam. Por qué no?
Alberto. [A doña Damiafut.]
Adiós, vida mia.
Luisa. [Á sus amigas.]
Oís cómo la requiebra?
Luisa.
Dam.
ESCENA VI.
DOÑA DAMIANA. DOÑA LUISA. DAMAS.
CABALLEROS.
Lnlsa. [Á su gente en voz baja.]
^ Se va Sin duda
para otra ocasión reserva
el golpe de gracia. Entremos.
Él nos dirá cuando vuelva
¡ divinidades !
[Haciendo reverencias i doña Damior
na, y siguiendo su ejemplo la com-
parsa.]
Repito
mi parabién, y que sea
por muchos años
Dam. ( La tonta ! )
Luisa. Y si hay sucesión
Dam. (La necia!)
Luisa. Cuidaré de que el fenómeno
se publique en la Gaceta.
[Nueva eívplosion de risa y entra en
'SU cuarto con la comitiva.]
ESCENA VII.
DOÑA DAMIANA.
Ve rendido á mis plantas
su tierno amante,
¡y no ve mi victoria
ni su desaire !
Y rie , Jesús!
Esa mujer no tiene
sentido común.
S82
UNA VIEJA!
¿Mas si estarán de acuerdo
galán y dama
Sara hacerme el escarnio
e la comarca? —
Vana sospecha,
ue es mi triunfo el dominio
e esta cartera.
Yaelvo á mirar
i
[Saca de la cartera una caria y la
examina.]
«Querido...»
La letra es suya. —
«Querido de mis ojos »
No cabe duda. —
« Si eres constante ,
esta noche te espero
donde tú sabes.»
Lindo! Le da una cita
Qué documento!
Para abatir su orgullo
vale un imperio.
Cuando lo sepa ,
no dirá que lo pongan
en la Gaceta.
Fatua! ¿Será preciso
que al santo yugo
me doble para que ella
caiga del burro? —
Y no es negocio
de despreciar casarse
con un buen mozo.
Si es cierto que me quiere,
qud buena boda ! —
Ay Damiana, Damiana!...
No seas loca.
Y la peluca?
y los sesenta Eneros?
y las arrugas ?
Satanás , no me saques
de mis casillas ,
que me saldria cara
la golosina.
No. Qué desorden !
Jesús L... /Ne nos inducas
in tentationemf
Joaquín.
Dam.
Joaquín,
Dam.
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
ESCENA VIII.
DOÑA DAMIANA. D. JOAQUÍN.
Joaquín. [Entrando por la derecha del foro.]
Sed libera nos a malo. —
Está usted rezando, tia?
Dam. Eres ttfl Ven [Qué alegría,
qué placer y qué regalo!
Joaquín . ¿ Cómo
Dam. £1 señor don Alberto,
que antes era mí enemigo.
se quiere casar conmigo. i
Cierto?
Sí, cierto y muy cierto.
Me temo algún entremés
Lo habrá , sí ; pero la risa
será nuestra. Doña Luisa
le ha yisto, oh gloria! á mis pies.
Pero
Mi triunfo es cabal.
Hoy la confundo y me vengo.
Peroles posible
Aquí tengo
las cartas de mi rival.
Si él mismo las entregó
Sin vacilar un momento.
Quién resiste á ese argumento?
No te lo decia yo?
Y ¿tendremos matrimonio?
No me lo mientes siquiera ,
que ya con fe verdadera
hice la cruz al demonio. —
Pero tengo, á la verdad,
lástima del pretendiente;
que engañar así á la gente
es falta de caridad.
I Suplantar á la vecina
y luego dejarle
Ba!
Bien lo merece.
Qué hará?....
Que se cuelgue de una encina.
Justo es darle una lección
por codicioso y villano.
Vender un hombre su mano!
Qué infame prostitución !
Eh ! su pobreza le abona.
Qué hace un hombre sin camisa?
Pero {la tal doña Luisa
Sue aun me la echa de persona!....
ih! debiendo echar las muelas,
¡ reírseme en los bigotes
con dos ó tres monigotes
y otras tantas mocosuelas,
y tomarlo todo á farsa,
y dale , y vuelta á reir,
cuando puedo confundir
á ella y á su comparsa !
[Abriendo la cartera.]
Yo la pondré un sambenito -
con esta cartera.
[Dando una carta d D. Joaquín.]
Ten,
que vas á reirte bien
con las bobadas que ha escrito.
[Mientras D. Joaquín lee para si la
carta que ha tomado, recorre otra con
la vista doña Damiana]
Oiga ! Esta es letra distinta.
Yo la quiero conocer,
i
UNA VIEJA!
283
Joaquín,
Dam,
Joaquín.
Datn.
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
pero no recuerdo ¿A ver
quién firma? — Cielos! «Jacinta.)»
Qué es eso?
Nada le arredra;
está visto. Ese galán
es peor que aquel don Juan
del Convidado de piedra.
Otra dama?
Me arrepiento
de mí sandia compasión.
Otra dama , si. Bribón I
Tu prima !
Cuál? Tengo ciento.
La que he criado en mi casa,
Jacinta 9 vivo retrato
de su padre don Torcuato
y su madre doña Blasa.
Ya.
Murió tu pobre tío,
y Blasa — \ qué desventuras ! —
quedó con tres criaturas
sm más amparo que el mió.
Tanto chiquillo me empacha,
y más cuando son llorones.
La dejé con los varones
y me traje á la muchacha.
Pero los mantengo á todos.
Siempre generosa y buena!
Teniendo yo el arca llena
¿se habrán de comer los codos?
Enfermó Blasa hace un mes
con una fluxión prolija;
envié entonces á su hija
para cuidarla. Ya ves
Era justo.
Y en su nuevo
domicilio, por lo visto,
el demonio ha andado listo*
en figura de mancebo.
No me es fácil conocerla.
La dejé muy niña ¡y ya
tiene amores ! Estará
muy linda.
Como una perla.
j Y ha creido los engaños
de un quídam, de un libertino!
Ó es tonta, ó él es muy fino.
Qué quieres! Diez y siete años !
Mas la carta aun no leí.
Veamos lo que contiene
y sabremos si conviene
Sí, lea usted.
Dice así :
[Lee.]
«Mamá no recibe, porque está
mala, y no parece bien que usted
me visite sin estar su merced de-
lante. Salir yo sola,.... imposible!,
y aunque pudiera no lo haría. ¿Por
qué ix^ lo propone usted, si es cierto
que me quiere y que desea ser mi
es
oi^poso? Para exigir de mí cosas tan
extrañas, ¿por qué ha sorprendido
usted mí corazón, ingrato?;>
[Suspendiendo la lectura.]
Bribonazo!.... Pobrecillal....
Tender lian infame red
á su honor
Joaquín. ¿No opina usted
que le rompa una costilla?
Dam. [Lee.]
«Verme por una reja es poco para
usted; pero yo no puedo hacer más.
¿Quiere usted que se le abra la puer-
ta? Para esto h^ un medio muy fá-
cil, pero único. Es usted caballero y
no necesita ni debe decir á usted
más su fiel
Jacinta.»
[Doblando la carta.]
Bravo! Esto vale mil pesos.
Joaquín. Bien la niña respondió!
Dam. [Con orgullo.]
Es que la he criado yo.
Me la comería á besos ! —
Ah qué idea ! Joaquinito,
[Hace sonar la campanilla.]
tú vas á Madrid.
Joaquín. Ahora?
Dam. Sí.
ESCENA IX.
■
DOÑA DAMIANA. D. JOAQUÍN. MATEO.
Mateo. Qué manda usted , señora?
Dam. Que ponga el coche Benito.
ESCENA X.
DOÑA DAMIANA. D. JOAQUÍN.
•
Joaquín. Pero ¿á qué voy yo á Madrid?
Dam. Á traerme esa muchacha.
Joaquín, L Jacinta?
Dam. Sí; despacha.
Tráemela
Joaquín. ¿Qué nuevo ardid.
Dam. Calle del Rubio Ta sabes.
Si su madre sigue mala ,
284
qae la acompañe Pascuala,
ó Rita, mi ama de Hayos.
Pues son casadas las dos,
bien puede en ellas y en mí
fiar.
Joaquín. Y en el primo.
Dam. En ti ?
Perillán ! Sábelo Dios.
Á la hora de la siesta
cuando el pueblo esté tranquilo
entráis con mucho sigilo ;
os apeáis en la cuesta
Joaquín. Sí.
Dam. Dando un corto rodeo
UNA VIEJA !
por las tapias
Joaquín. Ya.
Dam. • No os ven. —
Por la puerta falsa.
Joaquín. Bien.
Dam. Saldrá á buscaros Mateo.
Joaquín. ¿Y qué he de decir en casa
de mi tia?
Dam. Dirás No.—
Ven. Mejor será que yo
ponga dos letras á Blasa.
{Bntran en el cuarto de daña Z>a-
miana. ]
ACTO TERCERO.
ESCENA I.
DONA DAMIANA. MATEO.
Mateo. [Llega por la izquierda del foro.]
\Dam.
Mateo.
Dam.
Mateo.
Dam.
Mateo'.
Dam.
Mateo.
Dam,
Mateo.
Dam.
El cuarto está prevenido.
Me alegro. Vuelvo á encargarte
el mayor sigilo.
Pierda
usted cuidado, que nadie
sabrá nada, y si es preciso
que hasta á los amos lo calle
Nada importa que lo sepan
siempre que el secreto guarden,
y ninguno de los huéspedes
oiga ni vea
Eso es fácil ,
porque el cuarto es retirado
y sin vistas á la calle.
Entran por la puerta falsa,
suben, se cierran con llave
Bien. Dónde está doña Luisa?
En su cuarto.
Pues ¿no sale
á comer?
Aquí ha comido.
Se ha compuesto con fiambres
y golosinas
Ya basta.
Para la noche , que se alce
el embargo de la fonda,
porque ya para vengarme
no necesito apelar
á la estrategia del hambre.
En hora buena. Aquí sólo
se ha de hacer lo que usted mande.
Le diré al amo
Después.
Ahora corre, que es ya tarde ,
á la puerta falsa
Mateo. Voy
Dam. Yo no quiero separarme
de aquí porque no sospechen..
Así que las acompañe
al consabido aposento
don Joaquin , dile que baje ,
que le espero aquí.
Mateo. Muy bien.
Dam. [Dándole dos duros.]
Toma para que los gastes
á mi salud.
Mateo. Muchas gracias.
[Yéndose por la izquierda del foro.]
(Qué generosa y qué amable!)
ESCENA II.
DOÑA DAMIANA.
No he vuelto á ver á la insigne
doña Luisa desde el lance
de esta mañana , y deseo
que se me ponga delante
para aplanarla de un soplo
como á castillo de naipes.
Casi estaba por entrar
en su aposento, aunque extrañe
la visita; que no vivo
ni sosiego nasta que{>ague
sus groseras risotadas
UNA VIEJA!
S85
llorando gotas de sangre.
No tengo mal corazón .
peroy pues guerra me nace,
guerra le haré hasta queVinda
su pabellón arrogante.
Soy veterana, y el campo
no he de abandonar cobarde.
[Acercándose al cuarto de doña Zinsa.]
Dormirá la siesta?.... No.
La siento hablar Ella sale.
ESCENA III.
DOÑA DAMIANA. DOÑA LUISA.
Luisa. Usted por aquí, señora?
Dam. Muy humilde servidora.
Luisa. En busca de usted salia
Dam. Admirable simpatía !
Yo buscaba á usted también.
Luisa. Doy á usted mi parabién
por esa boda galana,
señora doña Damiana.
Dam. Si usted parabién me da
no simpatizamos ya,
porque á usted no me dirijo
para darle un regocijo,
sino un pésame
Luisa. k qué asunto?
Dam. Todo en la vida va junto;
gozo y pena, llanto y risa,
mi señora doña Luisa.
Luisa. Pésame? Yo no lo admito,
que es disculpable delito
la inconstancia de un amante
cuando le hacen inconstante
prendas de mayor volumen;
y entre usted y yo, en resumen,
toda competencia es vana ,
señora doña Damiana.
Pobre bisoña hermosura,
luchar yo fuera locura
contra bellas de ad initio
con cien años de servicio.
Dam. No espere usted que me pi^ue.
Yo sé, sin que usted lo indique,
que estoy liore de requisa,
mi señora doña Luisa.
Pero los hombres son bichos
de singulares caprichos.
Tal vez tiene la vejez
atractivos, y tal vez
la que de linda se precia
pierde en un dia por necia
lo que en muchos dias gana.
Luisa. Señora doña Damiana!
Dam. Tal vez la que más se engríe
no piensa cuando se rie ,
muy presumida de bella,
que podrán reirse de ella
con más razón, y aunque vil
sabe tal vez el reptil
morder el pié que le pisa ,
mi señora doña Luisa.
Luisa. No hay aguante , no hay paciencia
para tan¿ impertinencia.
Fues i no cree á pié juntillas,
porque le vio de rodillas,
que la adora don Alberto?
Perdone usted si la advierto
que esa cholla no está sana,
señora doña Damiana.
Dam, Yo me fundo en documentos;
no en falaces juramentos.
Luisa, Documentos?
Dam, Y no flojos.
Los van á ver esos ojos ,
y se va á quedar usted
pegadita ala pared.
Luisa. Yo 1 Está usted en su camisa?
Dam. ' Ay , señora doña Luisa !
Luisa, Qué bobada! qué quimera!
Dam. Sí? Pues saco la cartera.
La-conoce usted?
Luisa, ¿Qué veo!
Dam. Qué de lindezas poseo !
Don Alberto es el demonio,
y me la dio en testimonio
de su amor esta mañana.
Luisa. Él mismo I
Dam. Á fe de Damiana.
Aquí están los billetitos,
Ír ellos publican á gritos
o que ese temor conñesa.
[Mostrando una carta i doña Luisa.]
Vea usted.
Luisa. Mi letra es esa.
Dam. (Ah I Ya caiste en la red !)
Aquí le citaba usted ,
sin duda para ir á misa,
mi señora doña Luisa.
Luisa, Él no dié las cartas, no.
Infamia! Usted las robó.
Dam, No tal.
Luisa, Sí tal. Venga presto
la cartera.
Dam. [Guardándola,]
Por supuesto I
Luisa. Suelte usted , bruja decana.
Dam, No , por vida de Damiana.
Luisa. Suelte usted.
Dam. No corre prisa,
mi señora doña Luisa.
286
UNA VIEJA!
ESCENA IV.
DOÑA DAMIANA. DOÑA LUISA. MATEO.
Mateo. Señora.
Dam.
Mateo.
Dam,
Luisa.
Dam.
LuUa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa,
[Aparte con daña Damiana que le sale
al encuentro,]
Ta están en casa.
Ah! me alegro. — Y don Joaquin?
Arriba. — Manda nsted algo?
Nada. Ve con Dios Ah! sí.
Salte un momento y espera
en la puerta -del jardin.
[Mateo se retira al foro.]
óigame usted , doña Luisa.
Las cartas que tengo aquí
son va mias ; son trofeo
que ne ganado en buena lid.
Darlas por fuerza? Jamás!
No lo espere usted de mí,
porque sabré defenderlas .
con esfuerzo varonil ,
no digo ya contra usted
sino contra el mismo Cid.
Pero — ya se ve I— tampoco
las querrá usted adquirir
á costa de un sacrificio
Cuál?
Humillar su cerviz ;
confesar que su conducta
ha sido alevosa y ruin ;
pedirme perdón
Primero
Íue yo descienda á tan vil
umiUacion , esas cartas
se fijen como pasquin
en las plazas y en las calles;
primero he de consentir
que se publiquen en todos
los diarios de Madrid.
Bazon tendria tal vez
I)ara hacerlo, porque > al fin,
as represalias
Es que eso '.
no se ha de quedar así.
Yo entablaré contra usted
una demanda civil
y criminal, que esas cartas
son robadas.
Infeliz I
Para confundir á usted
no necesito alguacil ,
ni juez , ni procurador.
Cómo?
iHay más que hacer venir
á don Alberto y que él mismo
sentencie este pleito?
Sí,
que venga; yo lo deseo.
Dirá que ha sido un ardid
Dam.
Veremos á quién elige
entre Diciembre y Abril;
veremos si es tan idiota
que quiere dejarme á mí
por una caricatura
arrancada de un tapiz.
Insolente! Bien, que venga.
(Cómo me voy á reir I)
Mateo !
Mateo. [Acercándose.]
Señora.
Luisa. En casa
del marqués de Castro-Gil
debe de estar don Alberto'
porque iba á comer allí.
Mateo. El marqués...... Ya le conozco.
Es aquel chisgarabís
que para andar por las eras
se viste por figurín.
Luisa. Corre y dile de mi parte
que se llegue por aquí.
Mateo. A quién ? Al señor Marqués ?
Luisa. Á don Alberto , rocín,
Mateo. [Bntre dientes ^ yéndose.]
Rocín I Si así me tratara
la otra vamos al decir....,
pero I esa mona que nunca
^ me ha dado un maravedí!....
[ Vase por la derecha del foro,]
ESCENA V.
DOÑA DAMIANA. DOÑA LUISA.
Dam, Aun es tiempo , doña Luisa.
Si quiere usted transigir
Luisa. No, señora, no transijo.
Dam. Mire usted que está en un tris
Luisa. Ya he dicho que no.
Dam. Pues luego
no se queje usted de mí.
[Llega D. Joaquin por la izquierda
del/oro.]
ESCENA VL
DOÑA DAMIANA. DOÑA LUISA. D. JOAQUÍN.
Joaquin. [Á doña Luisa.]
Señora, á los pies de usted.
Luisa, Muy servidora
Dam. [Llamándole aparte.]
Joaquin.
UNA VIEJA!
S»7
BU permiso.
Joaquín. [Á doña Luisa,]
Si usted me da c
Luisa. Usted lo tiene.
Dam. [Aparte con D. Joaquin.]
¿Vcdís
los tres?
Joaquin. Jacinta, Pascuala
y yo. No puede venir
la tia.
Dam. Qué tal está?
/0^i¿i». Delicadilla; así, así.
Dam. Y Jacinta?
Joaquin. Es un prodigio
de hermosura, un serafin.
Luisa. fBuen mozo es el comandante.
t^uién será? Nunca le vi.)
Bam. Ya te ha flechado la prima?
Joaquin, Tiene un cuerpo tan gentil,
unos oíos...'.. Me declaro
desde hoy su paladin.
Dam, En buen hora, pero si ella
no te quiere
Joaquin. Ahí está el quid.
Las muchachas se encaprichan
por el primer galopín
?ue les dice yo te adoro. —
a puede usted presumir
que no habré perdido el viaje ,
pero
Dam. Vamonos de aquí^
que quiero darle un abrazo.
Dame tu apoyo.
Joaquin. Con mil
amores.
Dam. [Á doña Luisa tomando el Irazo de
D. Joaquin.]
Señora mía,
usted me ha de permitir
Pronto vuelvo
[En voz baja.]
Ya ve usted
que, sin el otro Amadis,
no me faltan buenos mozos
que gusten de mi perfil.
ESCENA VII.
DOÑA LUISA.
Todo lo ve de color
de rosa. ¿Quién no se ríe
de su fatuidad? Para ella
ya no hay conquista difícil.
¿Y será verdad que Alberto.
Es imposible, imposible!
¿Cómo se ha de aventurar
a que las gentes le silben
y digan que por codicia
Mateó.
Luisa.
Mateo.
Luisa.
Mateo.
se casa con una esfinge?
¿Qué le ha podido prendar
en aquella cara triste
que fué ya trasto de ferias
en mil ochocientos quince?
El otro ha fingido bien ;
ella no sabe el busilis.... •
Pobre mujer ! Ya chochea.
¡No es*nada lo qae se engríe
con su boda imaginaria!
Hay viejas incorregibles. —
Pero ¿y las cartas? Si es cierto
lo que ella asegura, es crimen
imperdonable. Eh I sin duda
se dejó abierto el pupitre
y se las robó la vieja;
que en ella todo es creible.
Pero él es un pobretou
y ella tiene muchos miles;
el siglo es muy positivo,
y para hombres de su timbre
una vieja millonaria
es un beneficio simple.
Macho temo Pero, vamos,
si es lo más incompatible,
o más absa rdo No creo
que un muchacho se suicide
de ese modo. De una mala
tentación nadie está libre ;
él la habrá tenido acaso;
mas luego que lo medite
despacio, será otra cosa^
y cuando yo le precise
á escoger entre las dos,
cuando la mire y me mire,
no hay dudar; mió es el triunfo.
Una sonrisa , un melindre ,
una mirada , un suspiro,
y la vieja se va á pique.
i
ESCENA VIIL
POÑA LUISA. MATEO.
Viene al momento. Aun estaban
en los postres y en los brindis
Bien.
(¡Ni las gracias siquiera,
Íel galán Ídem per Ídem!
ermita Dios )
Qué murmuras?
Yo? Nada. Que usted se alivie.
ESCENA IX.
DOÑA LUISA.
Quiera Dios que don Alberto
venga antes que aquella efigie
de Satanás.— -Hela aquí!
S8H
UNA VIEJA!
ESCENA X.
DOÑA LUISA. DONA DAMIANA.
Dam.
(La muchacha se resiste
á creer tanta perfidia;
pero es honrada , es humilde
y hará lo que yo le mande.)
¿Aun no ha venido el insigne
don Alberto?
Luisa. . Va á venir.
Dam. Pues, por Dios y por la Virgen ,
resignación y prudencia.
Luisa. Mire usted quién me lo dice !
Bam. Ah I ya está aquí.
Alberto. [Á la ptierta, y se queda parado eii
ella.]
(Santo cielo!
Las dos ! Escila y Garíbdis !)
Luisa.
Dam.
Lvisa.
Alberto.
ESCENA XI.
DOÑA DAMIANA. DOÑA LUISA. D. ALBERTO.
Dam. Adelante.
Alberto. [Dando algunos pasos.]
Doña Luisa
Señora (Qué situación!
qué terceto! ¡Otro Polion
entre Norma y Adalgisa!)
Ño se atreve usted á habíar?
Qué es eso?
Es que de repente
suele darme un accidente
Es cosa particular !
Hablo mal y á tropezones,
me da frió, me da miedo,
y sin más ni más me quedo
como si viera visiones.
(Miren por dónde resuella!)
(Aquí va á haber repelones.)
(Como si viera visiones
Eso lo dice por ella.)
No valen ya recovecos
para huir del compromiso.
Hablar claro es ya preciso
y dejarse de embelecos.
Un hombre ha jurado fe,
aquí y delante de Dios
omnipotente, á las dos
ciudadanas que usted ve.
Negarlo sería en vano,
que hay recíprocos informes,
y ambas estamos éonformes
en salir de este pantano.
No hay que andarse por las matas.
Ó quedarse sin ninguna,
ó es fuerza elegir á una .
Dam.
Alberto.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Alberto.
Dam.
entre las dos candidatas.
Usté es el hombre ; usté diga
á cuál de las dos prefiere,
pues!, V á quien Dios se la diere
san Pedro se la bendiga.
Acabóse la tramoya.
Vuelva usted ya por su honor
y que salga de su error
ese capricho de Ooya.
Con respuesta clara y pronta
convenza usted á esa incrédula
y le expediremos cédula
de tonta y archi-retonta.
Pues para ella aun no son hartas
las pruebas que ya sufrió;
dígale usted que me dio
de motu propio sus cartas.
Ó las tomó de sorpresa
ó con engaños y ardides. —
Confúndela. No' te olvides
de mi amor, de tu promesa.
No seduzca tu virtud
una engañosa sirena.
¿Quién te puso esa cadena
en señal de esclavitud?
Si la venda no le arrancas,
dirá el mundo malicioso
que das la mano de esposo
al archivo de Simancas.
Ten ánimo, vida mia,
y el mundo no te dé pena,
que más vale una arca llena
que una cabeza vacía.
Mírala. Qué Lucifer !
Mira. Qué loca de atar!
Ella te quiere comprar!
Ella te puede vender!
Heme aquí reo convicto
en presencia dé mis jueces,
V apurando hasta las heces
la copa de mi conflicto.
Á una sola puedo amar,
que no soy más que uno, ay Dios!
y ellas sendos, ¡y las dos
me interpelan á la par !
Á una ix otra hasta la luna
ensalzaría mi lengua
si no redundase en mengua
de la otra ó de la una ;
pero ambas á dos quizá
saben bien lo que yo callo ;
pues ¿á qué herir con mi fallo
á esta ó la de más allá?
Meta la mano en su pecho
cada cual, y cada cual
juzgará si a su rival
asiste mejor derecho.
Con eso sabrá fulana
que á mengana quiero yo ,
sin que yo diga que no
ni á fulana ni á mengana.
Tu respuesta pitagórica
parece juego de prendas.
UNA VIEJA!
289
Claro; note desentiendas.
Yo la exijo categórica.
Luisa» Yo también. ¿Por qué no hablas
con franqueza y sin empacho?
Por cierto j gentil despacho !
Hacernos el iuego tablas I
Alberto, Por san Ambrosio bendito 1
Querer que de viva yoz
me declare Eso es atroz!. —
Yo lo diré por escrito.
Dam, Por escrito? Morondanga !
De palabra, j ahora, al punto
se ha de zanjar este asunto :
lo demás es mojiganga.
Luisa. Yo triunfaré; es positivo,
mas sólo con que tu labio
vacile, me hace un agravio
?ue me hiere en lo más vivo,
illa ó yo.
Alberto, No es tan urgente. ...
Dam, Ahora ha de ser, ó te niego
mi mano, y veremos luego
cuál de los dos se arrepiente.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Luisa.
Alberto.
Bam.
Luisa,
Dam.
[Santiff fiándose.]
Esto es hecho !
Se santigua!
Ya que ustedes lo han querido,
opto
Por cuál?
Me decido
Por cuál?
Por la más antigua.
Yo triunfo.
No, sino yo.
La más antigua— preciso I —
será la que antes le quiso
y no la que antes nació.
Qué salida de pavana! —
[Á D. Alberto.]
No hable usted más en vascuence
{lor Jesucristo. Quién vence ?
Slla, ó yo? Luisa, ó Damiana?
Alberto. Pues la elección es precisa,
descifraré el acertijo.
[Dando la mano á la vieja.]
■
A doña Damiana elijo
y perdone doña Luisa.
Luisa. Cielos!
Dam. Cupido corone
de rosa y mirto mi sien.
No hay sino decir amén;....
y doña Luisa perdone.
Luisa . Traidor ! infame ! canalla !
I Saber que le quiero tanto ,
y abandonarme, Dios santo
ror quién? Por esa antigualla 1
Dam. Yea usted !
Luisa. Por el mezquino
II.
vil interés me atropella,
y deja una cara bella
por otra de pergamino !
Dam, JPero es cara sin charoles
aunque el tiempo la destruya.
¿Qué sería de la tuya
sin menjurjes y arreboles?
Luisa. Yo menjurjes ! Dónde están ?—
Mas ya con usted no rozo
mi palabra
Dam. Np? Qué gozo !
Luisa. Sino con ese galán.
Habla; sal de tu letargo.
Si el interés no te ciega,
alguna disculpa alega
Íue te sirva de descargo.
)igo que me rindo al mérito
del objeto á que me inclino,
y le adoro, y no examino
si es presente ó si es pretérito.
Digo que cada varón
juzga á roso y á velloso
de lo feo y de lo hermoso
según su organización.
Digo que me importa un pito
lo q^ue las gentes dirán ,
y digo con el refrán :
de gustos no hay nada escrito.
Luisa, Y de mis cartas, qué dices?
Tú las diste
Alberto . Es positivo ;
mas no hay en eso motivo
Íara que te escandalices,
•as cartas, amiga mia,
no son del que las escribe ,
sino del que las recibe :
esto es más claro que el dia.
Si á mi futura mitad
se las he dado, es en uso
de mi legal, inconcuso
derecho de propiedad.
No me hables con malos modos,
ni te emporres ni te asustes:
da las mias á quien gustes,
y en paz , y Cristo con todos.
Luisa. Eso dices á mi queja?
Infame ! Pero eres necio
más que infame, y te desprecio
como á tu digna pareja.
No me aflige este revés,
obra de pérfidos planes,
que galanes más galanes
los tengo yo á puntapiés. —
Y casi ya con clemencia
te miro , desventurado ,
porque sé que en el pecado
llevarás la penitencia.
Sí, que á*los padres del yermo
imitar fuera mejor
que dar la mano, qué horror!
á semejante estafermo.
En todo hallará materia
de celos y disensiones ,
19
890
UNA VIEJA I
7 gritará en los balcones
que te sacó de miseria;
y dirá que eres ingrato
si niegas tu simpatía
á la dulce melodía
de su tos y de su flato.
Cuando te bese importuna,
que besa mucho una abuela^
en cada beso una muela
dejará...., si tiene alguna.
Tú que presumes de pulcro
estrecharás' á tu pecho
jamón fiambre , y tu lecho
tendrá honores de sepulcro.
Renegando de tu suerte
esperarás cada otoño
que al madurar el madroño
te libre de ella la muerte;
mas tu esperanza no alumbres
con esa dulce quimera ,
porque antes que ella se muera
te matará á pesadumbres. —
Y en tanto, nuevo repulgo
cada año dará á su tez ,
y ambos seréis á la vez
mofa y escarnio del vulgo;
y en lugar de parabienes
yo os daré en ese portal
un concierto instrumental
de cencerros y sartenes.
[Fntra en su cuarto,]
ESCENA XII.
DOÑA DAMIANA. D. ALBERTO.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam,
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Qué mosca lleva I
( I Qué horrible
firofecía I Santo Dios I )
Pensativo y turulato
el pobre hombre se quedó.
El caso no es para menos.
Qué andanada! Se la doy
al más pintado.)
(¿Es posible
que ahora me falte el valor? —
Eh! si hay razones en contra,
más razones hay en pro.)
(Ahora es fuerza que yo tome
alguna resolución.)
(Desatino I No es probable
que ella viva más que yo.)
^£l no ha podido hacer más.)
rSi ella testa en mi favor
X sin eso. Yo la haré
que otorgue una donación
Ínter vivos )
(En verdad
que es un mozo como un sol.
Dam.
Alberto.
pero )
(Á pesadumbres dice
que me matará Eso nol
Si va de malas, veremos
quién mata á quién de los dos.)
(He resuelto.) Amigo mío,
¿qué extraña cavilación
es esa? No me habla usted?
he perdido ya su amor ?
Oh I Jamás! Pero confieso
3ue aquella rociada atroz
e amenazas y de injurias
me ha puesto en consternación.
¡Cómo
No por lo del beso
y lo del fiato y la tos,
disculpables desahogos
de un insensato furor;
que más grata perapectiya
halaga mi corazón ,
y por usted despreciara
el imperio del Mogol;
mas fa cencerrada! Oh cielos!
Eso te causa terror ?
Yo te hacía más filósofo.
Ah, Daúiiana! Débil soy,
es verdad , mas de pensarlo
casi me da convulsión
de nervios. [Qué serenata.
Dios eterno! Aquí un perol
en horrenda antifonía
con un rajado esquilón ,
allí chicharras, allá
cencerros en fa bemol,
acá rin-rin un rabel,
allá plan-plan un tambor,
acullá un perro que ladra
por cima del diapasón ,
Ír entre silbidos norribles
a ronca espantosa voz
de un... Ay! lo diré? De un cuerno!
Dicho sea con perdón.
¡ Y al son de esa orquesta bárbara,
verdugo del mi-re-do,
para coronar la fiesta
cantarnos en español^
en lugar de epitieilamio,
un responso aterrador!
Mas ¿cómo evitar
Es fácil.
Mañana , al dar el reloj
las cuatro, vas á Madrid ;
te sigo al rayar el sol ;
se apresuran los contratos....;
nada de amonestación I ;
nos casamos con sigilo....,
por la noche entre una y dos ;
á las cinco el chocolate;
á las seis en un lando ;
y cuando sepa Castilla
que la santa bendición
nos echó el cura, estaremos
en Cádiz ó en el Ferrol.—
DNA VIEJA!
Alberto,
Dam,
Alberto.
Dam,
Qq¿ dices tú de ese plan?
Dam. Merece mi aprobación.
Alberto. Oh suspirado consorcio!
Oh tiempo, corre veloz !
Dam. Ahí si tú estás «impaciente,
cómo quieres que esté yo?
Alberto, Oh ventura!
Dam. Largo tienipo
han luchado en mi interior
la prudencia y el cariño,
el deseo y la razón ;
mas yo frágil, tú galán,
y tantas pruebas de amor,
y doña Luisa,.... y el diablo
AyJ sucumbo. Tuya soy.
Prenda mia !
Pero en medio
de tanta satisfacción
tengo un pesar
¡ Tú pesares,
cuando yo te adoro y voy
á ser tu esposo
Perdona
si te agravio. Tú en la flor
de la juventud lozana,
yo en el último escalón
de la vida,- yo muy rica ,
tú muy pobre \c& Ínter nos ^
¿no podria la aritmética
influir en tu pasión?
Alberto, (Zape! Si da en cavilar
así, todo se perdió.)
ÍEso me dices , ingrata !
[i flaco es el pundonor....,
y en él me hieres I El cielo
perdone tu sinrazón.
¡Yo aritmética. Dios mió,
yo que no supe hasta hoy,
y hasta que tú lo dijiste,
si eres propietaria ó no !
Qué me importan tus riquezas?
¿No te he dicho ya que soy
filósofo? L mí me basta
reinar en tu corazón.
Dam, ¿Será verdad ¿Me amarías
con ese mismo fervor
si yo fuese pobre?
Alberto. Ahí sí;
y ojalá que en el crisol
de la indigencia probaras
los quilates de mi amor.
Para dos que bien se quieren
el más oscuro rincon-
es magnífico palacio;
tanto da el paño de Alcoy
como el de Sedan ; lo mismo
es la cuchara de boj
que la de plata bruñida,
y tal vez saben mejor
patatas con perejil
ó pimientos con arroz ,
que un lenguado y un faisán
7 un pastel de Perigord.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto,
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Dam,
Alberto,
Dam.
S91
Ah! basta. Somos felices.
Tu deseo se cumplió.
¿Cómo ¿Qué...
Para que el mundo
no calumnie tu intención;
para quitar de raíz
escrúpulos á tu honor....,
he dispuesto de mis bienes.
Habla usted de veras?
Ohl
muy de veras. Me reservo
una modesta pensión
^ una casita de campo
junto á Torrejon de Ardoz.
rero, señora, es bobada
[Sin oirle.]
Y lo demás se lo doy
á dos sobrinos que tengo;
uno hembra, otro varón.
Qué gozo!
Pero
Como ángeles
vamos á vivir los dos,
sin cuidados, sin envidias,
sin (Le va á dar un causón.)
No aplaudes mi pensamiento?
Sí tal, pero ÍVoto á briós!)
Renovaremos la nistoria
de Báucis y Filemon.
Sin embargo
Ya comprendo,
sin que lo explique tu voz,
el regocijo que sientes
Sí (Desesperado estoy.)
Más yo creo
Ya he firmado
la escritura
(Maldición!)
¡Por los clavos
No, no quiero
que me des las gracias, no.
Yo
[Yéndose.]
Adiós
( Se burla de mí ! )
[Furioso.]
Oiga usted I....
Adiós! Adiós!
[ Vase corriendo por la izquierda del
joro.]
ESCENA XIII
D. ALBERTO.
¡Demonio en figura humana,
y aun te hago mucho favor
298
UNA VIEJA!
He ha muerto! me ha asesinado!
no existo! Mujer feroz!
Reniego de ti y de todas
Yo no sé cómo no voy
desaforado iras de ella
y le doy un coscorrón.—
Mas ella no lo merece ,
[IHrdndose de las fattUas,]
sino yo, mil yeces yo,
por codicioso, y por necio,
y por bagaje mayor.
[ Vase por la derecha del foro,]
ACTO CUARTO.
Decoración de jardín. Un cenador a la izquierda: arboles al mismo lado y en el foro: la
verja de los actos anteriores á la derecha^ y al mismo lado un farol encendido.
ESCENA I.
DOÍÍA DAMIANA. D. JOAQUÍN. MATEO.
Dam. \Á Mateo.]
Ojo alerta, y cuando vuelva
ese caballero, corres
y avisas
Mateo. Bueno.
Dam. Que estén
E revenidos los hachones.
iuando le llevé el recado
estaba jugando al monte.
Dam. ( Ay mi cadena ! )
Mateo. T me dijo
que volvería á las once.
[ Vase por la verja.]
ESCENA II.
DOlfiA DAMIANA. D. JOAQUÍN.
Joaquín. Vuelvo á decir que no apruebo
la tramoya de esta noche.
Después de lo que ha ocurrido,
después que aquel monigote
en desagravio de haberle
dejado usted como un poste ,
le ha fulminado esa carta ,
acción indigna de un noble ,
con más injurias y más
groserías que renglones ,
¿aun quiere usted
Dam. Sí; le tengo
reservada para postre
otra lección más amarga.
Joaquín. Pero ya
Dam. No me lo estorbes.
La venganza, como dijo
no sé quién , cuándo ni dónde ,
es el bocado sabroso
de los viejos y los dioses.
Joaquín. Bien, pero déjela usted
á mi cargo, y no se tome
esa molestia. Mis puños,
si no hay á mano un garrote...
Dam. Ya te guardarás muy bien
si no quieres que me enoje.
Los vicios de cierta especie
no se corrigen con golpes.
Joaquín. Si habla usted de su codicia
y otras peregrinas dotes
que le adornan , me conformo;
pero si no se responde
como yo digo á una carta
llena de insultos atroces,
dígame usted, i para cuándo
se guardan los oofetones ?
Dam. Su carta Yo le perdono.
I Qué habia de hacer el drope
viendo volar como el humo
sus doradas ilusiones?
Por una dama vetusta
otra deja hermosa y joven ;
apura en obsequio mió
las lisonjas y las flores ;
se arriesga á que una celosa*
con sus uñas le destroce ,
á que todos sus amigos
[e desprecien y le mofen ,
y las mujeres le escupan
si las requiere de amores,
y los chicos de la calle
se rian en sus bigotes ;
la esperanza le consuela
de ser dueño de mi cofre;
con una sola palabra
reduzco á nada la torre
que edificaba en el aire ,
¿y quieres que se conforme
con su suerte? ¿Y no es razón
que su furia desahogue
siquiera con improperios
ya que no dándome azotes? —
Ni me basta perdonarle.
Ya he dado disposiciones
en su favor
Joaquín. ¿Es posible.. ..<
f.
UNA VIEJA!
Dant.
Joaquín.
JDam,
Joaquín.
Dam,
Joaquín,
Dam.
Joaquín,
Dam,
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
Joaquín.
Dam.
Pero ¡silencio!} que ignore
á quién debe el beneficio.
No quiero que se abochorne. —
Tendrá pagadas sus deudas
cuando regrese á la Corte.
¡Á un bribón
No, Joaquín. Ese
no es su verdadero nombre.
Pues ¿cuál?
Galán yergonzante
y tonto de capirote.
Qué original es usted!
Le escarmienta y le socorre!
Porque es tonto le escarmiento;
le socorro porque es pobre.
Mas ¿por qué se empeña usted
en darle nuevas lecciones
L él sólo no se las diera,
pero vendrán muy de molde
á otra persona
Hum!... Es ardua
la nrueba; ella no es de bronce,
y el fuego junto á la estopa
Temes que el demonio sople?
¿Qué sé yo
Lo aue yo emprenda
no creas que se malogre.
Con todo
[A^oma doña Luisa for la verja.]
Calla, qué viene
doña Luisa.
Dam.
ESCENA III.
DOÑA DAMIANA. DOÑA LUISA. D. JOAQUÍN.
Luisa. Usted perdone,
• caballero. — Una palabra,
señora.
Dam. Aunque sean doce.
[En voz baja.]
Déjanos solas, Joaquín.
Joaquín. Pero
Dam. Así conviene. — Oyes !
Encarga bien á Mateo
que cuando venga aquel hombre
le diga que estamos todos
recogidos.
Joaquín. Se supone.
[Entra en la fonda.]
ESCENA IV.
DOÑA DAMIANA. DOÑA LUISA.
Dam. Hable usted. Ya estamos solas.
Luisa. Usted, es muy natural,
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa:
Dam.
Luisa.
Dhm.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
293
extrañará que yo venga
á hablarla
Qué he de extrañar?
Con todo el mundo deseo
hacer buena vecindad.
Yo también buscaba á usted
Es cosa particular !
Cuando digo que las dos
simpatizamos
No tal.
Vaya^ que aun hemos de ser
muy amigas.
No, jamás! —
Pero vamos al asunto. .
ÍLa voy á desesperar.)
Sstá usted muy satisfecha
porque no sabe lo que hay.
Pues ¿hay algo?
Una bicoca !
El consabido galán
la vende á usted. *
Cómo es eso?
Tiene usted una rival.
Sí? Tenemos , dirá usted.
No. Yo no me acuerdo ya
de ese hombre.
Ya lo estoy viendo.
Mejor sería callar
y que usted llorase tarde
su grotesca vanidad;
pero yo soy compasiva
Oh ! por supuesto.
Incapaz
de
Quién lo duda?
No gusto
de ruidos ni
Claro está.
Sólo deseo que usted
rompa esa venda fatal
que la ciega.
Gracias. Oh I....
Gracias por la caridad.
Yo siempre he sido enemiga
generosa;. y además
vuelvo por mi sexo
Es justo.
Y por la buena moral.
Ah ! Dios se lo pague á usted. —
Y ¿quién es esa beldad,
esa tercera en discordia
No he podido averiguar
cómo se llama, ni si es
de alta ó baja calidad;
mas sé que está aquí.
En la fonda?
Sí, en el piso principal.
Pues ¿cuándo...
Llegó de incógnito
esta tarde.
¿Quién será!
Es mujer de historia.
Alguna
291 UNA
aventurera
Luisa. Cabal.
Alguna de esas busconas
?ue van de acá para allá
Pobre criatura ! )
Luisa, Ha entrado
por la puerta del corral.
Ya ve usted!....
Bam. Sí, sí. Jesús!....
Líiisa. Todo ha sido uno, llegar
y dar una cita
Dam. A quién?
Luisa, k don Alberto.
Dam. Eso más!
Y dónde?
Luisa. Aquí.
Dam. Y á qué hora?
Luisa. A las once.
Dam. Criminal
es la cita.
Luisa. Ya ve usted,
entre nardo y arrayan
Dam. Digo!
Luisa. Los dos mano á mano
Dam. Vaya!
Luisa. En esta soledad
Dam. Oiga!....
Luisa. Todo lo he sabido
por Mateo
Dam. Perillán!
(Ha hecho bien mi comisión.)
¿Y tiene usted algo más
que decirme?
Luisa. No, señora.
Y no es bastante?
Dam. Bah, bah!
Niñerías.
Luisa. Niñerías?
ÍY con esa frialdad
o dice usted, cuando yo
esperaba que el volcan
de los celos
Dam. Soy filósofa.
Luisa, j No se cae usted mortal
Dam. {Riéndose.]
Ya ve usted que no.
Luisa. Y se rie !
Hay mujer más singular?
Dam. Dios me hizo así.
Luisa. Ó tiene usted
el alma de pedernal ,
ó presume, por lo visto,
que no digo la verdad ;
pero si usted no me cree,
por sus ojos lo verá,
por sus propios ojos.
Dam. Bueno.
Luisa. Y pronto.
[ Vuelve D. Joaquín y paseando des-
aparece por entre los árboles de la iz-
quierda.]
Dam. Sí, que ya están
VIEJA!
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
Dam.
Luisa.
al caer las once.
¿A ver
si con esa santa paz
sufre usted
¿Cuál de las dos,
hablemos claro, tendrá
más que sufrir?
Ya veremos
cuál se ríe aquí de cuál.
Ni una ni otra.
Esa mujer
bajó del cielo á vengar
mis ofensas.
Me parece
que á las dos nos vengará.
¿Qué oigo! ¿Ella
Usted no sabe
de la misa la mitad.
Cómo! ¿^e habrán engañado
No, pero entraba en mi plan
que usted supiera
¿Soy víctima
de alguna trama infernal?
No. Tranquilícese usted.
Ya cesó mi enemistad.
[Dando la cartera i doña Luisa.]
Aquí tiene usted sus cartas
y pelillos á la mar.
¡ Usted
Nadie las ha visto,
ni se me ocurrió jamás
tan ruin venganza. Aunque es cierto
que no fué culpa venial
la de usted, todo lo olvido.
No sea usted pertinaz
y haga otro tanto.
Señora
Aquí no se trata ya
de disputarnos el novio,
sino de hacerle purgar
sus pecados.
Pero usted
no le amaba?
Yol \ A mi edad
amores ! Era forzoso
estar dada á Barrabas
para eso. Todo ha sido
aparato teatral.
Pues ¿cómo.... Explíqueme usted...
h
ESCENA V.
DOÑA DAMIANA. DOÑA LUISA. M.\TEO.
Mateo. [Llega apresurado.]
¡Chit... Ya ha entrado en el zaguán.
Dam. [A doña Luisa.]
Silencio! Entremos allí
f' sabrá usted lo demás.
Entran las dos en el cenador. Don
Joaquin asoma por entré los árboles.]
UNA VIEJA!
S95
ESCENA VI.
D. JOAQUÍN. MATEO.
Joaquín. ¡Ojo avizor, y la oreja
como de zorra sagaz
cuando acecha el gallinero^
que la cosa va formal I
Mako. [Tendo hacia la verja.]
Habrá ido á su cuarto?.... No^
que ya se acerca.
ESCENA VIL
D. JOAQUÍN. D. ALBERTO. MATEO.
Alberto. Quién va?
Mateo, Soy yo. Soy Mateo.
Alberto. Bien.
Qué hacias aquí?
Mateo. Mirar
si estaba solo el jardin.
Alberto. Hay alguien ?
Mateo. No. Solo está.
(Miento con buen fin y de orden
superior. ¿Qué tribunal
{)uede exigirme en justicia
a responsabilidad?)
Alberto. Y dofía Luisa?
Mateo. En su cuarto.
Alberto. Y la vieja?
Mateo. Duerme en paz.
Alberto. (Ah fementida!)
Joaquín. (Confieso
?ue tengo un miedo cerval.)
uedo avisar á esa dama?
Alberto. Sí. Qué esperas?
Mateo. • Voy allá.
ESCENA VIII.
D. ALBERTO. D. JOAQUÍN.
[Permanece D. Joaquín oculto entre los árboles.]
Alberto.
Joaquín.
Alberto.
Joaquín.
Alberto.
({Cáteme usted embarcado
otra vez! Yaya, que es mucha
fatalidad )
( Soliloquia )
se pasea y gesticula.)
(¿Qué ave romántica es esa
que á tales horas me busca?)
ClVoy á hacer lindo papel
en esa escena nocturnal)
(Ave he dicho? Mucho temo
que sea alguna lechuza
con faldas; alguna de esas
que viven de lo que chupan.)
Alberto.
%
Joaquín. (¡Voto á Sabiendo mi tía
, que tengo tan malas pulg^,
obligarme áesto!)
Alberto. (No,
que esas tías no se anuncian
con billetes misteriosos
y retóricas figuras.)
Joaquín. (Pero como él se propase ,
vive Dios que he de nacer una
de San Quintín.)
(No conozco
la letra. ¿Será otra bruja
como esa doña Damiana
ue Dios castigue y confunda? —
ué mal cumplo mi propósitol
i^Así, después de una burla
tan pesada, tan sangrienta ,
me aventuro á la segunda?
Pero á una cita amorosa,
de noche, á solas, á oscuras
¿quién se niega? Si es verdad
3ue en esta fonda se ocultan
os damas recien venidas ,
como todos lo aseguran,
no es mucho que alguna de ellas. •••
Yo siempre tuve fortuna
con las mujeres»)
(Ya tarda.
Ojalá no venga nunca!)
(Yo nada voy á perder,
y pues no se pescan truchas,
como dicQ aquel antiguo
refrán , á bragas enjutas ,
aunque me exponga á otro chasco
he de arrostrar la aventura.)
Joaquín.
Alberto.
Joaquín.
Alberto.
[Estornuda comprimiéndose.]
O Por vida Dómínus meeum.)
(Me parece que estornudan.
[Aparece Jacinta en la verja, cubierto
el rostro con el velo del sombrerillo.]
Ah I Es ella. ¡Extraña manera
de anunciarse una hermosura!)
ESCENA IX.
JACINTA. D. ALBERTO. D. JOAQUÍN.
Jacinta. [Da algunos pasos y se detiene.]
CYo tiemblo. Ni á andar acierto.)
Alberto. T Lindo talle!) Amado bien,
bello arcángel de este edén ,
acércate. Soy Alberto.
Joaquín. (Ya tengo fiebre.)
Alberto. Eres muda?
Jacinta. Aj, don Alberto ! Yo falto
al deber
Alberto. (Voz de contralto.
Mejor habla que estornuda.)
Oh ! nada temas , que soy
-A^
S96
Jacinta.
Alderto.
Joaquín .
Aloerto.
Jacinta.
Alberto.
UNA VIEJA!
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
Alberto.
Joaquín.
Jacinta.
Alberto.
Joaquín,
Jacinta.
Alberto.
Joaquín.
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
Alberto.
Joaquín.
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
caballero.
En eso fio.
Sí, hermosa» sí, dueño mío.
(May bien ! Divertido estoy.)
Habla; no tengas reparo,
habla; pídeme la vida
(Ah falso!....) Yo soy perdida
si usted no me da su amparo.
Yo 1 (Como á nuevo Quijote
llega á mí con su querella
menesterosa doncella. —
Qué tal estará de dote?)
Galla usted !
Soy algo corto
de genio, y aunque consagro
mi alma á tu amor, no es milagro
que me haya quedado absorto.
Sin verme ? Rara pasión I
¡ Ah , que ese talle me exalta ,
Y lo que á la vista falta
10 adivina el corazón !
[Sigue habiéndola en voz baja.]
(Cómo la apura el maldito!
Y le tenía por necio! —
Ahora habla bajo Más recio!
No oigo palabra. Estoy frito ! )
Nunca fie usted en velos.
Y si fuese fea?
Ah, no!
Me atrevo á jurarlo.
(Y yo!)
Y si fuese vieja?
Cielos !
Que te falte un diente ó dos ,
bien ; sé roma : importa un pito;
sé tuerta : yo lo permito;
pero ¿vieja? No, por Dios!
(Ya por la herida resuella !)
robres señoras mayores !
(Jesús! Me dan trasudores
sólo de pensar en ella.)
Ni soy tuerta ni soy roma ;
vieja, mucho menos.
Ya
lo supongo; claro está
Yo lo decia por broma.
Eres bella como el sol :
eso lo advierte cualquiera.
No obstante, si yo te viera
á la luz de ese farol
Hoy no me atrevo. Otro día
quizá
¿Me citas, ¡qué idea!
y no quieres que te vea?
Qué amor es ese, hija mía?
rPara cuándo son los truenos?)
Quizá te arrepentirás.
No ! Yaya ; hiciste lo más ;
por qué no has de hacer lo menos?
Con razón me reconvienes
y á complacerte me obligas, *
mas quiero antes que me digas
Joaquín.
Alberto.
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
Joaquín.
Alberto.
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
en qué concepto me tienes.
(Yaletutea! Y aquí!)
Te tengo por la más rara
beldad
No hablo de mi cara. —
Qué opinión formas de mí?
(Nada cuesta ser prudente
por sí forte.) Yo imagino
que eres un ángel divino
nPensando piadosamente.)
Luego al darte sin temor
y á estas horas una cita,
muy.gr&nde ha de ser mi cuita
y muy sincero mi amor.
(Esto va malo.)
Soy tuyo.
(Las palabras no son obras.)
Sácame ya de zozobras
Otra pregunta y confcluyo.
Sé que has amado á otras bellas....;
quizá las amas aún
Yo te diré. Eso es según
Y si fuese yo una de ellas?
Yo he de ser tu caballero,
seas Laura ó seas Nise ;
y si no porque te quise,
te querré porque te quiero.
Una soy; no dos mujeres ,
y según tu silogismo,
claro está que á un tiempo mismo
me quieres y no me quieres.
Alberto. Acaba con BelcebCi.
Buena 6 mala, fea ó bella,
te quiero por tí y por ella,
seas ella, 6 seas tú.
Jacinta. [Acercándose al farol.]
¿Es posible
(Sudo tinta.)
Que ya no te dice á voces
el corazón
[Alease el velo.]
Me conoces?
Alberto. (Dios de Israel! Es Jacinta !)
[Breve pausa.]
(Se queda lelo!)
( I Qué brinco
me da el corazón ! Un beso
va á darla No. Qué camueso!
Yo la hubiera dado cinco.)
Nada me dices ! ¿Te pesa
de que sea yo
No tal;
vaya!.... Pero es natural....,
Pues!.... El gozo...., la sorpresa
Jacinta. Otro más fiel y constante^
si en tu lugar estuviera,
con velo y todo me hubiera
reconocido al instante.
Alberto. Oh! ya latiendo veloz
el corazón me decia
Ya ves tú, la simpatía
Joaquín.
Jacinta.
Jacinta.
Joaquín.
Jacinta.
Alberto.
UNA VIEJA!
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
Joaquin.
Jacinta.
Joaquin.
Jacinta.
Alberto.
Jacinta,
Alberto.
Jacinta.
Joaquin.
Alberto.
Jacinta.
Joaquin.
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
Joaquin.
Alberto.
Jacinta.
Joaquin.
Alberto.
^
Joaquin.
Jacinta.
Alberto.
Joaquin.
Alberto.
Joaquin.
Jacinta.
Alberto.
Joaquin.
Jacinta.
Alberto.
Pero extrañaba la voz.
To te hablé naturalmente.
Paes bien, estarás de muda
Soy yo pájaro?
Ó sin duda
te ha constipado el relente.
Puede ser que en esta casa.....
Prueba de ello aquel saludo
ue me hiciste; el estornudo
To no sé lo que me pasa ! )
~n fín, no disputaré
contigo en cosas tan leves ,
mas ya es hora de que pruebes
los quilates de tu fe.
( Qué crisis I )
En mí dolor,
bien mió, á buscarte vengo
(Bien suyo!)
Porque no tengo
más consuelo que tu amor.
(¿Quesera )
Por Dios te pido
Pero ¿qué te ocurre? Dime
Mi madre cruel me oprime.
Quiere darme* otro marido I
Sí, más honrado y más fiel!)
espotismo maternal !
T dónde está mi rival?
Ayl Aquí, en Garabanchel.
ÍAy ! Aquí echando las muelas.)
ías también está mi Alberto
aquí, y hará
Sí, por cierto.
(Lo que hizo Cascaciruelas.)
10 me vengo á refugiar
áti
(Pues ya va de veras I )
En eso haces bien
Qué esperas?
Sigúeme. Un cura, un altar....
(Huml)
( No es poco ejecutiva I )
Pero ¿estás dada al demonio?
Así se hace un matrimonio?
No seas intempestiva.
(Ah! Respiro. Hombre soez!)
Posible es que tal escucho?
No juraste amarme?
Mucho!....,
y te lo juro otra vez.
(Maldición!)
Mas nuestra unión....,
la verdad , no es oportuna.
Tú pobre, yo sin fortuna
Hazte el cargo
( Bendición ! )
r Infame I Y aun le quería!).
Ah! ¿Quién lo creyera, quién
To lo digo por tu bien ;
puedes creerlo, hija mia.
( Bravo 1 )
Pérfido!
Ta ves ,
Jacinta.
Alberto.
Joaquin.
Jacinta,
Alberto.
Joaquin.
Jacinta.
Joaquin.
Jacinta.
Alberto.
297
sin más amparo que Dios
Calla, ingrato!
Hoy somos dos;
luego seríamos tres
Jacinta ! No seas loca.
To te amo con fanatismo,
te adoro; mas por lo mismo
(Bendita sea tu boca ! )
I Así pagas , fementido,
á la que fuera tu esclava!
Lloras! (Esto me faltaba.)
(Lagrimitas? Soy perdido.)
¡ Ay desventurada, ay triste
que te creí!
(Dale bola!
No gastes tanta parola,
que sería un pobre chiste....)
Callas !
Aj! estoy difunto;
el corazón se me parte,
pero ¿á qué precipitarte?
bemos largas al asunto.
(Bien.)
Largas ! No puede ser.
Mañana he de dar el sí.
Ay , el mal es para mí !
Tú al fin te casas, mujer!
Si tú te casas conmigo ,
nos casaremos los dos.
(üf!)
No puedo, V sabe Dios
con qué pena te lo digo.
Procedes como hombre bajo.
(Así, duro!)
No me hostigues ,
criatura, no me obligues
á que eche por el atajo.
¡ Alberto, no me rechaces
tan sin razón y tan pronto !
Alberto, no seas tonto!
Alberto^ mira lo que haces !
Otra vez, y esta es la quinta^
digo que no.
(Es contumaz.)
Jacinta , déjame en paz !
No seas terca, Jacinta!
Sí? Te pesará.
Amenazas?
¿Me citarás al juzgado
Tú mismo te has sentenciado.
Pues lo dicho. Calabazas.
Veremos cuál de los dos
lo siente más
Sí , hombre ruin ,
veremos.
[Alzando la voz.]
Tia ! Joaquin !
[Aparecen i un tiempo doña Damia-
na, doña Luisa y D. Joaquin.]
Joaquin. Presente ! Gracias á Dios !
Joaquin.
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
Joaquin.
Alberto.
Jacinta.
Joaquin.
Alberto.
Jacinta.
Alberto.
Joaquin.
Alberto.
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
Alberto.
Jacinta.
S98
UNA VlEiA!
ESCENA X.
Dam.
Alierio.
Joaquín.
Alberto.
g
JACINTA. D. ALBERTO. D JOAQUÍN.
DOÑA DAMIANA. DOÑA LUISA. MATEO.
Alberto. Qaé es esto? Fraude! emboscada!
traición !
Dam. Lüces ! — Acá estamos
todos.
[LUgan Mateo y otro criado con ha*
chones encendidos.]
Alberto. [Á Jacinta.]
Llamaste á ana tia
To soy la tia.
Ya Es claro
Y qué tia!) Y á un Joaquín
ílse soy yo. Quiere usté algo?
Quiero ayeriguar la incógnita
de este curioso espectáculo;
Íuiero saber si se trata
e casar á un ciudadano
contra su gusto, y así ,
de sopetón
Al contrario.
Pues vamos, ¿qué significa
este golpe de teatro?
Esto significa , Alberto ,
que Dios castiga sin palo.
Esto significa dar
á la zorra candilazo.
Y que se echa mal la cuenta
sin la huéspeda.
Otro adagio?
Y que la miel no se ha hecho
Sara la boca del asno,
[ás claro. ¿ No dije á usted
que tenía hecho reparto
de mis bienes entre dos
sobrinos mios?
Ya caigo
Uno de ellos es Jacinta.
(Satanás! ) Por muchos años.....
Y el otro soy yo.
Me alegro.
Q Vaya que hay dias aciagos. .
X aunque sabía muy bien
todo lo que hoy ha pasado,
y conspirar prometí
para dar á usted un chasco',
tanta fué mi ceguedad,
que á ser usted más hidalgo
cuando fingí que fiaba
honor y vida en sus manos ,
le hubiera dado la mia;
lo confieso sin reparo.
Gracias (Tengo don de errar!)
5 A doña Damiana en voz baja.]
)ien temí De buena escapo!
'A D. Joaguin.]
"a tenía yo tomadas
Dam.
Alberto.
Luisa.
Dam.
Jacinta.
Alberto,
Joaquin.
Dam.
Alberto.
Dam.
Alberto.
Joaquin.
Alberto.
Jacinta.
)
Alberto.
Joaquin.
Dam.
^
mis medidas por si acaso.
Jacinta, Dios me salvó del peligro.
Bendigo mi desengaño,
y me caso con Joaauin ,
Ígano mucho en el cambio,
ios te lo pague , Jacinta!
I Si tú supieras qué tragos
me has hecho beber allí,
escondido entre los álamos!
Dam. Yo viviré con vosotros
y seré madre de entrambos.
Luisa. I yo bailaré en la boda
con gran placer; que la aplaudo
sólo porque en ella veo
el suplicio de un ingrato.
Alberto. Baile usted en hora buena.
Á mí no me importa un rábano
(Votoábriós! ) ¿Piensan ustedes
?ue yo estoy desesperado?
ues nada, tan fresco y tan
gde colgaría de un árbol.)
1 que más gana de todos
soy yo (Me llevan los diablos.)
Si es dichoso el que se libra
de una mujer^, digo! ¿es grano
de anís, como dijo el otro,
matar de un tiro tres pájaros?
(Reniego de mi fortuna.)
Tengo un gozo que (que rabio.)
Buen provecho al que se casa:
yo estoy por el celibato.
Couque. . . He dicho. . . Ahur.. . (El tifus
me va á dar si no me sangro.)
ESCENA ÚLTIMA.
DOÑA DAMIANA. DOÑA LUISA. JACINTA.
D. JOAQUÍN. MATEO.
Dam. Pobre diablo! Compasión
y grima y pena me da;
que, aunque disimula, va
Sor dentro la procesión,
lura ha sido la lección,
pero eran justas mis quejas.
Agache, pues, las orejas,
su villanía confiese,
y aprenda, mal que le pese,
á respetar á las viejas.
Es muy digna de censura
vieja que compra deleites ,
Ír usurpa con sus afeites
os fueros de la hermosura;
pero todas , por ventura ,
se han vaciado en un troquel ?
\ Aparte d D. Joaquin.]
Más vale , — ^y Carabancnel
dirá á Madrid que no miento, —
una vieja con talento,
que una coqueta sin él.
VELLIDO DOLFOS,
DRAMA HISTÓRICO EN CUATRO ACTOS.
Lo estrenaron los actores 401 teatro del Principe en 13 de Didemlire de 1839.
PERSONAS.
DOÑA URRACA.
RAMIRA.
EL REY D. SANCHO II.
EL CID.
VELLIDO DÓLFOS.
ÁRLA.S GONZALO.
DIEGO ORDOSEZ.
pedrárias.
Alvar faSez.
FORTUN.
FROILA.— CABALLEROS. — SOLDADOS.
La escena pasa en Zamora y su campo. Año de 1072.
^^^^^»^^^^^^^^^*^^^^»^^w^
ACTO PRIMERO.
■
Sala del palacio de Doña Urraca.
ESCENA I.
VELLIDO. RAMIRA.
Vellido, Locura es mi pasión, yo lo confieso,
pero es mi bien , mi \ida esta locara.
Hidalgo pobre, campeón oscuro ,
no puedo yo esperar la gloria suma
que á príncipes tan sólo y ricos-hombres
es dado ambicionar ; mas por yentura
¿se aprende entre las ásperas montafias
do tosca y libre se meció mi cuna,
se aprende entre el furor de los combates
á vencer un amor que al alma adula,
y á no llevar el hombre sus deseos
más allá que su nombre y su fortuna?
¡Adorar á una infanta de Castilla,
á quien Zamora llama Reina suya!
¿Por qué no, si esa infanta, si esa reina
prodigio es de valor y de hermosura,
y ojos para mirarla dióme el cielo
y altivo corazón donde se esculpa
800 VELLIDO DÓLFOS.
su grata imáfl^en con buril ardiente
que al hielo desafíe de la tomba?
¿Por qué...., cómo no amarla si en su rostro
al celeste esplendor que me deslumbra
hoy adverso destino los encantos
de lágrimas dolientes acumula?
Blanco infelice de opresión tirana ,
de alevosa ambición víctima injusta,
llora enemigo atroz al propio hermano
que acarició no ha mucno su ternura.
Los vínculos sagrados' de la sangre
rompe don Sancho con horrenda furia,
y en vez de protegerla con su escudo
contra débil muier la lanza empuña.
No bastan á su bárbara codicia
Castilla y Portugal , León y Asturias :
no basta despojar á sus hermanos
de la herencia paterna y que sucumban ,
Alfonso mendigando el pan de un moro,
preso García y olvidado en Luna;
que también a dos míseras princesas ,
sangre suya las dos y prole augusta
del gran Fernando cuyo nombre infama,
la escasa dote sin rubor usurpa.
Hermosa , y noble , y perseguida, y sola,
el que no la idolatra, ese la injuria.
En vano ya los ojos y los labios
se niegan á mostrar la llama oculta.
No más callar. Martirio es el silencio.
Hoy, Ramira, mi fallo se pronuncia.
Hoy sabrá que la adoro, aunque á«us plantas
el rayo de su enojo me confunda.
Ramira, Funesta ceguedad I Triste Vellido !
Tú amar á doña Urraca ! {Á tanta altura
alzar el temerario pensamiento 1
Oh I vuelve en ti y á la razón consulta.
Huye el peligro. Si arrostrarle es gloría,
también alguna vez gloria es la fuga,
y si amor es de amor la medicina,
también la ausencia sus heridas cura.
Lejos de esa sirena encantadora
romperás la cadena que te abruma,
Í quizá de otra candida doncella
endecirás ufano la coyunda.
áEs ¿ola esa mujer bella y donosa
el Duero y del Pisuerga en las llanuras?
Vellido, Es la mujer que adoro ; y no te canses,
grima, que tus consejos me importunan.
!ue escuche á la razón, y es mi verdugo !
Corazón como el mió no ama nunca,
ó es su amor frenesí. Busco mi muerte,
dirás: y qué es la vida en tal angustia?
¿ No es mejor apurar de un solo trago
el cáliz de mi negra desventura?
En buen hora me mate su desprecio
antes que lenta fíeíbre me consuma.
Sabrá a lo menos que por ella espiro,
y este consuelo llevare á la tumba.
Ramira. ¿Quién de tu pecho indómito creyera
tanta flaqueza I
Vellido, Sí, la frente ruda,
que por ella cubrí de duro yelmo
y no supo doblarse á otra ninguna.
Ramira.
VELLIDO DÓLFOS.
marcada con el sello del esclavo
yo arrastraría por la tierra inmunda
si ella me lo mandara; que ella sola
Ínede domar mi condición adusta.
!llal No hay más virtud, no hay más deleite ,
más mundo para mí. Grata ó sañuda ,
ella ha de ser el ángel que me salve ,
ó ha de abrir el infierno en que me hunda.
Sea. Tú la hablarás , y plegué al cielo
Íue mis tristes presagios no se cumplan.
'e avisaré. Conviene prepararla
Ya sale. Hoye de aquí.
[Desaparece Vellido.^
Loco I No hay duda.
301
ESCENA II.
DONA URRACA. RAMIRA.
Urraca.
Jtamira*
Con quién hablabas, Ramira?
Con Vellido mi pariente,
soldado fiel y valiente
que arde en generosa ira
contra tu hermano insolente.
Vasallo fué de Fernando
y , como bueno , execrando
de don Sancho la agresión ,
ha consagrado á tu bando
la espada y el corazón.
Viéndote oprimida y triste ,
de su menguada fortuna
come, cabalga y se viste,
y sin soldada ninguna
con treinta lanzas te asiste.
Urraca. Cómo has dicho que se llama?
Ramira. Vellido Dólfos.
Urraca. Su nombre
jamás oí ni su rama.
No debe de ser rico-hombre
ni caballero de fama.
Ramira. Él honrará su pavés
con tu ayuda y la de Dios ;
que en la guerra, tú lo ves,
fama adquieren jnás de dos
y la pierden más de tres.
Urraca, No en vano mi gracia implora ;
basta que sea tu deudo;
pero, sitiada en Zamora,
¿ con qoé merced , con qué feudo
le puedo premiar ahora?
Ramira, Si una audiencia le concedes,
y hacerlo. Señora, puedes
sin mengua de tu decoro ,
no te pedirá mercedes
que desangren tu tesoro.
Sólo desea en tus manos
renovar su juramento,
que oyeron los zamoranos ,
de dar el último aliento
Urraca,
Ramira.
Urraca,
Ramira,
Urraca,
Ramira,
Urraca.
Ramira,
Urraca,
Ramira.
Urraca,
Ramira,
Urraca,
Ramira.
Urraca.
Ramira.
Urraca.
Ramira.
Urraca.
combatiendo á tus tiranos.
Extraño desinterés 1
No le imitan muchos 'grandes.
Es un rudo montañés,
mas como tú se lo mandes ,
se dará muerte á tus pies.
Tanta virtud hay en mí?
Ó en él tanto frenesí.
Singular idolatría I
Él es capaz, á fe mia,
de hacer prodigios por ti.
¿Y sin ningún galardón
Como á un ángel sobrehumano
te adora su corazón.
¿T no hay nada de profano
en esa superstición ?
Sólo Dios sabe lo oculto;
mas tanta distancia veo
éntrelos dos Oh I no creo
que contamine su culto
ningún liviano deseo.
Pues le retratas así,
debo alejarle de aquí;
que su amor....; una de dos :
si divino , ofende á Dios ;
si humano, me ofende á mí.
Ofenderte ! Tal no piensa.
¿T cuándo el amor ha sido
calificado de ofensa?
¡ Tanta fe , pobre Vellido ,
y tan cruel recompensa 1
Cierto que es temeridad
Le disculpa su rudeza.
Si no fuera liviandad ,
tendria curiosidad
de oir
(Bien. Así se empieza.)
Qué dices?
(Picarla ahora
quiero.) Aunque es duro ese nó,
la prudencia lo dictó,
!r tú penetras. Señora,
o que no alcanzaba yo.
Tas consejos necesito,
que injusto no quiero ser; —
308
VELLIDO DÓLFOS.
y al fin, si bien lo medito ,
ó no es delito el querer,
6 es yenial ese delito.
(Cederá.)
Si nada espera,
¿paedo impedir que él prosiga
amando de esa manera?
Xamira, No es lo malo que él te quiera,
Ramira.
Urraca.
sino
Urraca.
Ramira.
Urraca.
Ramira.
Urraca.
Qué?
Que te lo diga.
No me habias anunciado
que él pueda ser tan osado.
Me engañas, ó no te entiendo.
Esto es hablar suponiendo
que yo me haya equivocado.
To , que deseo ganar
renombre de popular,
sentiré que se me tilde
de que me niego á escuchar
ni al vasallo más humilde. —
¿ No decias que su amor
era un culto reverente
Ramira. Tal lo creo, salvo error,
Í»ero tú seguramente
o definiros mejor.
Urraca,
Ramira.
Urraca,
Ramira.
Urraca.
Ramira.
Urraca.
Ramira,
Urraca.
Ramira.
Urraca.
Pues bien , hablarle no quiero.
Ya mitigará su pena.
Eso es lo que yo no espero.
Pues ¿qué hará?
Tirarse al Duero
ó colgarse de una almena.
Jesús me valga! Qué horror! .
Morir el cuitado así 1
Él lo tendrá á mucho honor.
Es tu vasallo en rigor
y debe morir por tí.
Si maldiciéndome espira
temeré de Dios la ira;
no podré dormir en calma
Ahí no quiero yo, Ramira,
que por mí se pierda una alma.
1 por una eternidad!
Pero tu condescendencia
Ta es un acto de piedad.
Repugna á mi vanidad,
mas lo exige mi conciencia.
(¿No dije ) Á anunciarle voy
que te na movido su tuego
y le das audiencia hoy.
Como dama, se la niego:
como Reina, se la doy.
ESCENA IIL
DOÑA URRACA. RAMIRA. PEDRARÍAS.
Pedrárias.
Urraca,
Pedrdrias.
Urraca.
Señora
Irás después. — Entrad , Pedrárias.
Qué me anunciáis?
Del enemigo campo
para hablaros de paz un mensajero
seguro os pide á nombre de don Sancho.
Paz! venturosa paz! ¿Quién la desea
como yo? Tiempo es ya de que el escándalo
tenga fin de esta guerra fratricida.
Deponga su furor mi ciego hermano,
y ae tantas injurias olvidada
Ío le abriré mis cariñosos brazos,
'ambien Zamora por la paz suspira,
pero paz con honor; y honroso pacto
nunca al débil ofrece el poderoso.
Dios puede más , y al corazón acaso
del ambicioso Príncipe desciende
la luz de su justicia. Ya al heraldo
deseo ver. Quiénes?
Grande es su fama.
No hay adalid en el real contrario
de máis subido prez. Los leoneses
le llaman el soberbio castellano^
los agarenos Cid, los de Castilla
Rui Díaz de Vivar.
De buen presagio
su nombre es para mí. Volad, Pedrárias.
Ya impaciente le espero en mi palacio,
7 doy gracias al Rey que su mensaje
a tan buen caballero ha confiado.
Urraca.
Pedrdrias.
Urraca.
VELLIDO DÓLFOS.
303
ESCENA IV.
Urraca.
Bamira.
Urraca.
Ramira.
Urraca.
Rar^ira.
Pedrárias
Urraca.
DONA URRACA. RAMIRA.
¡Fuera mí campeón el buen Rodrigo
y yo impondría leyes al tirano
que me las quiere dar I ¿Quién osaria
moverme guerra si su faerte brazo
por mí blandiera la temida lanza ?
¡ Oh si mi ruego le moviera tanto
que mi causa abrazase ^ las banderas
del fiero usurpador abandonando!
¿T cuál más justa causa, cuál más noble
pudiera defender? Mas, ayl en vano
me halaga esa esperanza lisonjera,
que el afán de adquirir fáciles lauros
puede más en el alma de un guerrero
que de infeliz mujer el triste llanto.
Qué es una lanza más? Y por ventura
¿faltan aquí caudillos esforzados?
Si la experiencia es algo en los combates,
no es capitán experto Arias Gonzalo?
¿Quién a sus hijos en valor iguala,
ora el ijar opriman de un caballo,
ora sobre el adarve desafíen
todo el poder del enemigo bando?
T si bastase el personal arrojo .
el número á suplir de los soldados,
¿cuál de los fuertes que á tu voz militan,
ora pechero sea, ora nijodalgo,
se aviniera á. lidiar detras de un muro,
estrecha cárcel á su ardor bizarro?
Si tal vez una empresa temeraria
cuando la inspira férvido entusiasmo
basta á cambiar el rostro de la guerra,
ó si es fuerza verter en tu holocausto
por conservarte el heredado cetro,
ó sólo porque tuyo es el mandato,
sangre leal y que la humilde víctima
te cante bendiciones espirando,
bien que Cid Campeador no se apellide ,
yo sé quién obrarla ese milagro.
Vellido
Oh qué porfía! Sólo sabes
el nombre pronunciar de ese menguado.
Yo Mi lealtad
Si aun dudas que Rodrigo
me pudiera salvar en riesgo tanto,
quién osaria lo que el Cid no osara?
Qué puedo yo esperar de un insensato?
(Callo. El viento cambió.)
, \A la puerta.] Licencia pide
Rui Díaz de Vivar
Entre. — Dejadnos.
ESCENA V.
DOÑA URRACA. EL CID.
Cid. Señora
Urraca. Alzad, y la frente,
noble Rodrigo, cubrid.
No está bien por tierra el Cid
ni mi amistad lo consiente.
Cid. Dios 08 guarde de mancilla,
noble Infanta, mi Señora.
Urraca. Reina me llama Zamora.
304
•
Cid, Nb hay más que un eetro en Castilla.
Urraca. Me ajáis por verme infeliz?
Cid. Como embajador lo dig^o.
Si hablara comer Rodrigo,
os llamara emperatriz.
Urraca, Sólo quiero que me habléis
como amigo y caballero.
Cid. Diré el mensaje primero
si este honor me concedéis.
Urraca. Hablad.
Cid. £1 Rey de Castilla ,
de Galicia y de León
os pide. Señora, en don
esta torreada villa;
y darla podéis ganando,
que en cambio tendréis, sin guerra,
Valladolid y su tierra,
Rioseco y v illalpando.
Urraca. ¿Qué decis! ¡Pedirme dones, —
siempre fué galán mi hermano, —
con las armas en la mano
y al frente de sus legiones I
Aunque siento comparar
á un ladrón un rey guerrero,
así pide el bandolero
lo que ha resuelto robar.
Cid. No así vuestro enojo tuerza
su intención, pues mesurado
os viene á pedir de grado
lo que obtendría por fuerza.
Urraca. Bien por Dios I Si desde luego
despojarme no pensó,
¿por qué la fuerza ensayó
antes de emplear el ruego?
Decid que probó en Zamora
no esperada resistencia ,
y cauto por la experiencia
me habla de tratos ahora ;
y es que juzga, á mi entender,
menos fácil y seguro
ganar por asalto un muro
que engañar á una mujer.
Cid. El su nombre soberano
os empeña, y lo que ofrece
Urraca. Vos sabéis qué fe merece
la palabra de mi hermano.
Cid. Es mancebo y pudo errar,
mas no ha de seros infiel
hoy que responde por él
don KQdrigo de Vivar.
Urraca. Vos merecéis mil loores ,
mas desconfiar es ley,
Rodrigo Díaz, de un Rey
que ha menester fiadores.
Cid. Si él quebrantase el tratado,
su más terrible enemigo
fuera yo.
Urraca, ¿T quién, don Rodrigo,
me volvería mi estado?
¿Qué valdría la venganza
Cid. Señora, el mundo es muy ancho,
y vos sabéis que á don Sancho
aos reinos ganó mi lanza.
VELUDO DÓLFOS.
Si os engañara el doncel ,
bien sabria, vive Dios,
ganar uno para vos
quien ganó dos para él.
Urraca. ¿Quién vuestro valor, buen Cid,
Sudiera poner en duda?
^h si fuerais en mi ayuda!
Oh si fuerais mi adaud !
T harto más digna la hazaña
fuera de vos, perdonad,
si amparaseis mi orfandad
contra el tirano de España;
que si es débil mi poder,
la razón está conmigo,
Ír es mengua para Rodrigo
idiar contra una mujer.
Cid. Razón tenéis, no lo ¿edlo,
mas sabré cumplir, lo espero,
con la ley de caballero
y con la ley de vasallo.
Duéleme de que os ultraje
de la fortuna el rigor,
mas don Sancho es mi Señor
y le he prestado homenaje.
Urraca, Antes mi padre lo fué,
y de él heredé á Zamora,
y el hijo que le desdora
falta al honor y á la fe.
Cid. Yo soy, si me dais licencia
de decíroslo otra vez,
BU vasallo, no su juez ;
su heraldo, no su conciencia;
mas sería yo capaz
de alzarle el pleito homenaje
si me diera otro mensaje
para vos que el de la paz.
Urraca. \ Por cierto, lealtad extraña
y pundonor singular!
Ah, Rui Díaz de Vivar!....
Sandia honradez os engaña.
{T ha de tener, justo Dios,
ese usurpador tirano,
mal hijo y peor hermano,
un vasallo como vos!
Oh santa naturaleza!
oh perjurio atroz, infando!
I oh si el buen rey don Fernando
alzara aquí la cabeza!
. ¿Ta el que fundaba su gloria
en el brazo de Rodrigo,
ya el que os llamaba su amigo
no vive en vuestra memoria?
¿Qué diría si inclemente
cercar os viera este muro,
y dar la espada al perjuro,
Y negarla al inocente?
Ño esperó de vos en pago
tan injusto desafuero
cuando os armó caballero
en el altar de Santiago.
Aquel venturoso dia
quizá no está tan presente ,
don Rodrigo , en vuestra mente
VELLIDO DÓLFOS.
30j
como lo tengo en la mia.
¿Cuándo y decid, un yasallo
tan alto honor mereció?
El Rey las armas os dio
y la Reina os dio el caballo ;
y yo, cuitada! que imploro
vuestra protección en vano , —
os acordáis? — con mi mano
os calcé la espuela de oro.
Cid, Señora, ¿á qué recordar
para mayor amargura
tiempos de paz y ventura
que ya no pueden tornar ?
Mirad, Señora, que es ley
también la necesidad ,
y no cabe en mi lealtad
armarme contra mi Ray.
Ved que de mi honor seguro
en mi palabra reposa,
y que podéis ser dichosa
sin que yo sea perjuro.
Ceded, Señora, pues ya
su duro pecho se ablanda,
y si una villa os demanda,
catorce villas os da.
Urraca. Ahí ¡Vos en mi daño, vos
partidario de un impío I
¡ Otra suerte el padre mió
nos reservaba á los dos !
Él meditaba , y un dia
afectuoso me lo dijo ,
llamaros, oh Cid, su hijo ;
que en tanto precio os tenía !
Cid. ¡Ah, Señora
Urraca. A mi dolor
disculpad esta memoria
que acrecienta vuestra gloria
á expensas de mi rubor.
Cid. Aunque honró mucho mi espada
y mi cuna el Rey benigno,
no era yo. Señora, digno
de merced tan señalada.
Urraca. No alcanzan humanas leyes,
ni fueros de la razón ,
ni afectos del corazón
á las que nacen de reyes.
Sumisa como debia
á la regia autoridad....,
BU paterna voluntad
hubiera sido la mia.
Cid. Llore quien perdió esa palma,
y dad vos gracias al cielo,
porque es mucho desconsuelo
dar la mano sin el alma.
Urraca. No he dicho yo que hay violencia
en obedecer
Cid. (Yo soy
perdido si no me voy.)
Urraca. Cuando es grata la obediencia.
Cid. I Tanta ventura
Urraca. Rodrigo I
Cid. (Pesia la flaqueza mia I .... )
Señora, no lo creia,
II.
me tratáis como á enemigo.
Guerra me dan vuestros ojos
cuando con la paz os brindo ;
mas si á su fuerza me rindo,
no os honrarán mis despojos.
Nunca en lides fui cobarde ,
bien lo sabéis, pero en esta
solo un arbitrio me resta.
Urraca. Cuál?
Cid. La fuga. Dios os guarde.
Urraca. Escuchad, el castellano,
que os vais sin respuesta, y dqs
tengo que dar; una á vos
Cid. Señora
Urraca. Y otra á mi hermano.
Desechad el necio error
que tanto os desvanecia.
Quien 08 oyera, diría
que por vos muero de amor.
Sólo quise hablando así
recordaros — lo entendéis? —
lo que á mi padre debéis ;
al Rey mi padre ; no á mí.
Doy en fin que ayer cediera
de mi padre á la ternura ,-
mas ¿no puedo por ventura
pensar hoy de otra manera?
Advertid , pues en mal hora
me obligáis á hablar así,
que ayer no mandaba en mí,
y hoy soy Reina de Zamora.
Cid. Yo agradecido me muestro.
Señora, á vuestro rigor,
pues vale más que el error
sea mió que no vuestro ;
porque á Rodrigo no humilla ,
Señora, vuestro desden,
^ y humillada no está bien
una Infanta de Castilla.
Urraca. Abreviemos, que es ya tarde.
Decid, Rodrigo, á don Sancho
que yo mi nombre no mancho
con ninguna acción cobarde;
que en la palabra no creo
de quien tantas quebrantó ,
y tratos no escucho yo
cuando cercada me veo;
que , por mucho que me cuadre
lo que me promete ahora,
yo estimo más á Zaftiora
porque fué don de mi padre ;
que si él en guerras crueles
ha aprendido á perjurar,
yo no quiero abandonar
a los que me sirven fieles;
y si no pueden mis hombros
a Zamora sostener,
yo sabré , flaca mujer,
enterrarme en sus escombros.
Cuál sigue causa más bella
juzgue Dios, juzgue Castilla;
él asaltando mi villa,
ó yo pereciendo en ella.
20
306
CU.
VELLIDO DOLFOS.
Eso 9 Señora, es honrar
al padre qae os engendró.
Así respondiera yo
á estar en vuestro lugar;
que si os vine á proponer
lo que forzoso entendí,
no os buscaba Reina aquí
sino afligida mujer.
Vuestro el prez, vuestra la gloria;
que morir es mejor suerte
cuando es heroica la muerte
7 es infame la victoria.
ESCENA VI.
DOÑA URRACA.
Ahora alaba mi heroismo
el soberbio castellano ,
{ y no me tiende una mano
en el borde del abismo !
¡Y yo arriesgué mi decoro
fiada de su hidalguía!
Oh inútil flaqueza mia!
Oh mal empleado lloro I
Mas ¿qué poder avasalla
á ese adusto campeón?
Tan duro es su corazón
como su cota de malla.
ESCENA VIL
DOÍÍA URRACA. RAMÍRA,
Ramira. Arias Gonzalo
Urraca, Está bien.
Que pase. (Todo conspira
contra una infeliz.) Ramira.-
Llama á Vellido también.
ESCENA VIIL
DONA URRACA.
Que mío será el prez , mia la ffloria !
¡ Gloria funesta que maldigo v lloro,
y vano alarde de valor mentido
impone á mis palabras y á mi rostro!
ESCENA IX.
DOÑA URRACA. ARIAS GONZALO. PEDRARIAS. CABALLEROS.
Oon^alo.
Urraca.
Gonzalo.
Urraca,
Gonzalo.
Señora
Bien venido 9 Arias Gonzalo,
mi fiel vasallo , mi mejor apoyo.
Nunca vuestro consejo y vuestra espada
tanto necesité ; que ya á su colmo
llegó mi desventura.
T nunca en balde
la sincera lealtad de que blasono
pondréis á prueba; que el infausto dia
en que á la tumba descendió del solio ,
plugo al buen don Fernando que yo fuese ,
huérfana ilustre, vuestro fiel custodio.
Mejor dijeras mi segundo padre.
Os amo como tal , si no me honro
con título tan alto; que á la sombra
del cetro más benéfico y glorioso ,
orgullo de León y de Castilla
os vi nacer, de esclarecido tronco
primer renuevo, y en la pila santa
sobre mi pecho oí vuestros sollozos.
VELLIDO DÓLFOS.
307
ESCENA X.
DOÑA URRACA. ARIAS GONZALO. PEDRÁRIAS. VELLIDO.
RAMIRA. CABALLEROS.
VélUio, [Tkriado.]
L vuestros pies Ramira
Urraca, Alzad , Vellido.
{Á Ramira aparte.]
¿Es ese el fiero, el arrojado mozo
Macho se turba para ser yaliente.
Ramira. [En voz baja.]
Urraca.
Vellido.
Oonzalo.
Urraca.
>
Gonzalo.
De qué valor no triunfan vuestros ojos?
(Ahí Responda Rodrigo!)
(Cuan hermosa I)
[Aparte á un caiallero.]
ÍCómo osa entrar aquí Vellido Dólfos 1
clamados sois, ilustres caballeros,
á pronunciar irrevocable voto
Que mi suerte y la suerte de Zamora
ae hoy más decida. El campeón famoso,
ese á quien llaman Cid, Rodrigo Díaz,
en nombre de don Sancho, del que ha roto
tantas veces los vínculos más santos,
me acaba de ofrecer — mirad qué asombro! —
{)az y fraterno amor si de Zamora
e abro las puertas y á su pié me postro.
En cambio de la herencia de mi padre
tendré á Valladolid y sus contomos,
y á Rioseco también y á Villalpando;
que es mi hermano en extremo generoso;
mas primero que él cumpla su promesa
Ío debo consentir en mi despojo. —
ordéneme don Sancho si le ofendo.
Hermanos como yo, García , Alfonso,
Elvira, todos lloran su perfidia.
Después de tanto ejemplo lastimoso
necia sería yo si le creyera.
Y sin cubrir mi frente de sonrojo
¿hubiera yo podido, caballeros,
a un pacto suscribir tan vergonzoso?
Mas bien sé los peligros que me cercan ;
bien sé , cuando la cólera provoco
del insano opresor, que con mi vida
la vida de mis subditos expongo.
Si temeraria ha sido la' respuesta ,
pague yo sola mí imprudente arrojo;
no perezcan por mí tantos valientes.
Retirada en' el claustro más remoto
acabaré mis días, y mi sangre
rescatará la vuestra, si es forzoso.
No comprara la villa á tanto precio
ignominiosa paz. Sus hijos toidos
antes querrán morir que abandonaros
de injusto usurpador al fiero encono.
Por deber, por amor, juró Zamora
defender con las armas vuestro solio,
y aquella suerte que os depare el cielo,
308
VELLIDO DÓLFOS.
feliz 6 adversa, nos cabrá á nosotros.
Si á mi lealtad empero y á mis canas
es permitido hablaros sin rebozo,
no os aconsejo que arrostréis én vano
el rencor de un Monarca poderoso.
Guando arribar al deseado puerto
embravecida mar niega al piloto,
del peligroso rumbo se desvía
que amaga á su bajel con rudo escollo.
Sin víveres, sin fuerzas, sin aliados,
sin esperanza alguna de socorro,
¿cómo una sola villa resistiera
á ejército aguerrido y numeroso?
Por vuestro bien. Señora, os lo suplico,
que mi hacienda y mi vida estimo en poco;
no 08 obstinéis contra el destino airado;
para tiempo os guardad más venturoso,
y vuestra no, del Bey será la mengua,
que así quiere infamar el nombre godo.
No es ley de una mujer desventurada
hacer alarde de valor heroico,
pero es ley del que nace caballero
amparar, no ofender al sexo hermoso.
Vellido. Y acatar sus preceptos soberanos,
siquiera nazcan de voluble antojo;
¡ cuánto más si el honor los articula '
y desciende la voz de excelso tronol
Merecida repulsa dio la Beina
al mensaje talaz de un ambicioso;
ella el poder de Sancho desafía,
¿y queréis que postrada sobre el polvo
de los pies que conculcan sus derechos
vierta una Beina escarnecido lloro?
Ella, mujer, como los héroes habla;
como haolara una dueña habláis vosotros !
Pedrdrias, ¡Viven los cielos Perdonad, Señora.
Quién sois vos? ¿Qué pendón ganado al moro
os da derecho, audaz aventurero,
de alzar aquí la voz?
Urraca. Pues yo la oigo,
vos la podéis oir, noble Pedrárias.
Vellido. Bien pudiera yo dar, aunque bisoñe,
ñador á mi lengua en este brazo;
que si de alto linaje no blasono,
lidiar me vid Zamora como bueno,
y nunca á mis contrarios huyo el rostro.
Pedrdrias. De esfuerzo y de lealtad mi noble padre
no necesita daros testimonio,
?r yo, el menos ilustre de sus hijos,
ecciones de valor ni doy ni tomo,
ni ha menester mi lengua fiadores;
que donde hablan mayores callo y obro;
mas sujetad el freno ae la vuestra,
Vellido, ó por Santiago que os la corto.
Urraca. Arias I
Gonzalo, [A Pedrdrias.]
Calle el rapaz. ¿Quién os ha dicho
si injuria fuese el delirar de un loco,
que yo vuestra venganza esperaria?
Vellido. Castigadme, Señora, si os enojo,
mas si á la fe de un subdito qué anhela
daros su sangre; si al partido honroso
/
VELLIDO DÓLFOS.
de enterrarse en los muros de Zamora ,
antes que condenaros al oprobio
de implorar la clemencia de un tirano^
se llama delirar, ¿ será el encomio,
será el prez reservado por ventura
á quien os dej^ en mísero abandono,
y conspira á apagar en vuestro pecho
el fuego que le inflama, generoso?
Pedrdrias. Quien dijere
Urraca. Ya basta, campeones.
Ni cumple esa contienda á mi decoro,
ni faltará ocasión á vuestro brio
sin malograrlo con fatal encono
en intestina lid. Arias Gonzalo,
aplaudo tu prudencia, como elogio
de Vellido el ardor. Un solo impulso,
la acendrada lealtad, os mueve á todos.
[Á Gonzalo.]
Tú, que mi vida conservar deseas,
darás la tuya en el murado foso
si es fuerza combatir.
[i Vellido.]
Tá, que indignado
preñrieras mi muerte á mi desdoro,
fiel me serás también si sometida
al fiero hermano la rodilla doblo. —
Pero explorar el ánimo del pueblo
es fuerza en este trance peligroso.
Consúltale en mi nombre , Arias Gonzalo;
di que en sus manos mi destino pongo.
Zamora no da leyes á su Reina.
Vos decidid: de su lealtad respondo.
Id, no obstante, os lo ordeno....; os lo suplico:
[Á los caballeros.]
Seguidle.
309
Gonzalo.
Urraca.
Vos, oid.
[i Vellido.]
[Á Ramira.]
Dejadnos solos.
ESCENA XI.
DOÑA URRACA. VELLIDO.
Urraca. Pláceme haberos oido
defender con tal fervor
mis derechos.
Vellido. Sois mi Reina.
Cumplí con mi obligación.
Urraca. Ramira, mi fiel criada,
de vos , Vellido, me habló
con sumo interés.
Vellido. Qué mucho?
Su deudo y su amisto soy.
Urraca. Dijo que ansiabais hablarme. . . .
Deponed la turbación.
Qué merced queréis de mí?
Vellido. Ah, Señora! ¿Quién soy yo
?ara pediros mercedes?
or harto feliz me doy
coli que tan ínclita Reina
se digne de oir mi voz.
Si tanta fuera mi suerte
que algo hiciese yo por vos,
ni aun entonces osaria
demandaros galardón ;
que si este humilde guerrero
merece tanto favor,
á la gloria de serviros
se limita mi ambición.
T I qué I ¿no es harta ventura
para el árbol y la flor
que á darles vida y contento
310
VELLIDO DÓLFOS.
descienda an rayo del sol?
(Y flor es mi juTentad
que se agosta en sd yerdor,
7 Yos me miráis, Señora,
que sol de Castilla sois !
Urraca, rLoco es este , si lo es ,
ae muy buena condición.)
^Yenis acaso á pedirme
justicia? Obligada estoy
á dispensársela á todos.
Vellido. Justicial Ah, Señora! No;
que no es obra de los hombres
mi irremediable dolor,
Urraca.
Vellido.
Ísi yo osara quejarme,,
lasfemara contra Dios !
Urraca.
Vellido.
•s"
Urraca.
Vellido,
Dólfos !
Oh I no os enojéis.
Perdón, Señora, perdón I—
He jurado defenderos
contra el yi\ usurpador,
mas vos no lo habéis oido;
¡ tal distancia entre los dos
puso el cielo!, y yo aspiraba.
Señora , ai sublime honor
de ofrecer á Tuestros pies
mi espada y mi corazón. .
Urraca. Injusta fuera la Reina
si os negara
Vellido. [Arrojándose d los pies de doña
Urraca.]
Oh dicha I Soy
vuestro esclavo.
Alzad, Vellido.
(Será un rapto de furor?)
¿No merecerá mi labio
en muestra de sumisión
besar esa mano augusta
Urraca» (La pide con un temblor
Mas la pide respetuoso.
Sé yo cuál es su intención?....)
Tomad.
[ Vellido besa la mano de doña Urraca
y se levanta.]
Vellido. Oh placer inmensol
Yo no he vivido hasta hoy, —
y ansio la muerte I— En mis venas
nierve la sangre veloz. —
Tiemble el aleve tirano!
Tiemblen Castilla y León !
Urraca. Qué I vos esperáis librarme?
Vellido. ¿Qué ng ha de esperar, oh Dios! ,
qué puede temer una alma,
Íue vuestra gracia inflamó? —
[as si Zamora se rinde,
inútil es mi valor.
Urraca. No se rendirá la villa
si yo el ejemplo no doy.
Vellido, Jurad...., prometed, Señora,
por dos dias, sólo dos,
esos muros defender
Urraca,
Vellido.
Urraca.
Vellido.
Urraca,
VeUidó.
Urraca.
Vellido.
Urraca.
Vellido,
contra un hermano feroz ;
que tan corto. plazo basta
á que triunfe o muera yo.
j Antes morir que entregarme
á merced de ese traidor
que Dios maldiga !
En mi pecho
resuena esa maldición.
No os espanten sus legiones
ni ifu Cid Campeador.
Yo admiro tanto denuedo; ^
mas contra el destino atroz
que me persigue obstinado
fhará un solo campeón
o que no han podido hacer
tantos hidalgos de pro?
Sí hará, sí á muerte segura
corre gozoso por vos;
si hará si idólatra ciego
sacrificaros juró,
no sólo fortuna y vida,
que fuera pobre ese don ,
sino hasta la misma honra ,
que es sacrificio mayor.
Delirando estáis, Vellido.
Eso dice un español?
Oh! si mi delirio os salva,
será mi triunfo mejor.
Lo consentís?
Lo consiento.
(A quien perdió la razón
¿qué puedo decir?) Mirad
que nada os ordeno yo:
mirad que á nada me obligo.
Si ataja muerte precoz
la carrera de mis días
todo para mí acabó;
si la fortuna corona
mis deseos
Reina soy:
como Reina os premiaré :
lo oís? De otra suerte, no.
Ah ! venza yo, y más que luego
maldigáis al vencedor!
¿Qué importa, si el brazo os sirve
como os ama el corazón?
Os amo, lo dije, os amo
¡ yo, indigno de vuestro amor,
os amo!.... ¡Oh crimen....
Callad!...
Maldito del cielo estoy.
Premio decíais ! Lo espero.
Muerte, infamia, infierno.... Adiós !
ESCENA XII.
DOÑA URRACA.
Infeliz ! Dios le perdone ,
que es digno de compasión.
VELLIDO DÓLFOS.
m
ACTO SEGUNDO.
Arboleda inmediata á Zamora.
>
ESCENA I.*
EL REY. EL CID. ORDOÑEZ.
CINCO CABALLEROS.
Rey. [Llegando.]
Quédense los escaderos
con los caballos de lid,
y á la sombra me seguid
de este roble, caballeros.
Orioñez. No es paraje muy seguro.
Rey. Todos lo son para mí.
Or¿o»e^. Puede alcanzaros aquí
una saeta del muro;
que Zamora en su porfía
quizá á otorgar no se allana
la yista con vuestra hermana
y la tregua por un dia.
Rey. [Sentándose al pié del roble.]
No serán ^ no, tan osados;
que, si del campo me alejo,
saben que á la espalda dejo
cien escuadrones armado?.
Ya se guardará esa villa,
bien que nido de traidores,
de irritar más los furores
de don Sancho de Castilla.
¡Ay si cx)n grito de guerra
á mi clemencia responden ! ;
que los muros do se esconden
ansio igualar con la tierra. —
Mas Alvar Fañez ya tarda.
Vive Dios que está despacio,
y un roble no es un palacio
y es un Rey el que le aguarda.
Cid. No os impacientéis así.
No ha tanto que entró en Zamora.
Rey. Hablo yo con vos ahora?
Ordoñe^. Ta está Alvar Fañez aquí.
ESCENA 11.
EL REY. EL CID. ORDOÑEZ. ALVAR FAÑEZ.
LOS CABALLEROS.
Alvar. Señor
Rey. Prolija respuesta
sin duda la Infanta os dio,
Fañez. Entre un sí y un no,
Rey.
Alvar.
Rey.
tanto el decidirse cuesta?
Alvar. Salud la Infanta os envia
y ya á veros se apercibe.
Y la tregua?
La recibe
y la otorga por un dia.
Y paz y eterna concordia
será si acata mi trono;
mas si provoca mi encono,
no tendré misericordia.
Conmigo, empero, no dudo
que depondrá su querella ,
Ír lograr espero de ^lla
o que Rodrigo no pudo.
Cid. Si fué mi mensaje vano,
qué mucho? Ni , en buena ley,
pude mandar como Rey
ni persuadir como hermano.
Cumplí fiel con mi embajada
haciéndola conocer
vuestro terrible poder
y su fortuna menguada ;
y porque su riesgo vi,
tal vez de mi boca oyó
consejos , Señor, que yo
no tomara para mí.
Sí con ánimo real
desprecia riesgo tan grave ,
no es culpa mia; — y Dios sabe
sí obra bien ó si obra mal.
Rey. [Levantándose.]
¿Eso es decirme que vos
tenéis su orgullo por bueno?
Yo ni aplaudo ni condeno;
digo que lo sabe Dios.
Eso decís?
Soy mortal
y puedo errar.
Pues yo digo,
y sin errar, don Rodrigo,
que me habéis servido mal.
Mucho lo siento. Señor;
mas negar fuera injusticia
que en Portugal j en GalíQÍa
os he servido mejor.
Sí hoy 08 falto en un servicio,
fde quién será entre los dos
a culpa? ¿Mia, ó de vos
que me trocáis el oficio?
Para soldado soy algo,
y ya lo probé á lanzadas^
mas para dar embajadas
Cid.
Rey.
Cid.
Rey.
Cid.
^'-^
312
V ELUDO DÓLFOS.
Rey.
CU.
Rey.
maldita la cosa yalgo.
[Paseando Adcia el/oro,]
También lo probáis ahora.
[Szyuündo al Rey,]
Y á una princesa ^an bella!
Más miedo la tengo á ella
que á los muros de Zamora,
i Decis qae mal os serví
y me miráis con desden !
No, sino bien, y muy bien,
pues estoy de vuelta aquí.
[Ya en él úlHmo bastidor de la iz'
guierda.]
¿Qué decis
[Mirando adentro.]
Mas ya la puerta
se abre del muro enemigo.
Para más tarde, Rodrigo,
dejemos nuestra reyerta.
[Los caballeros se acercan al Rey^ y
miran también en la misma dirección.]
Ordoñez. Con otros tantos vasallos
como vos tenéis aquí,
se acerca. Miradla allí.
Son briosos los caballos. —
El fuerte batallador
Arias Gonzalo es aquel.
.Y aquel garrido doncel
Pedrórias, su hijo mayor.
Ya los estribos dejando
la Infanta y los caballeros,
los dan á los escuderos.
Alerta los de mi bando !
Rey.
Ordoüez
Alvar.
Rey.
[Vuelve al proscenio con los caba^
lleros.]
ESCENA III.
EL REY. EL CID. ORDOÑEZ. ALVAR FAÑEZ.
SÉQUITO DEL REY. DOÑA URRACA. ARIAS
GONZALO. PEDRÁRIAS. SÉQUITO DE DOÑA
URRACA.
Gonzalo. [En el foro.]
Aquí, Señora, os quedad.
[Adelantándose á la comitiva.]
Ah de don Sancho! Ah del Rey!
Rey. [Acercándose.]
Rey de Castilla soy yo,
Gonzalo. Qué me queréis?
Gonzalo. Ruego á Vuestra Señoría
que jure á Dios uno y tres,
puesta en la espada la mano
y en sus palabras la fe ,
que sin ardid ni emboscada ,
^ fuer de leal y á fuer
de príncipe y de cristiano^
viene
Rey. Juro; no os canséis. •
Gonzalo. Si habláis verdad, Dios os premie,
y si no, 08 castigue.
Rey. Amén.
[Volviendo adonde están sus caia^
Ueroé.]
Ceremonioso es don Arias.
Achaque de la vejez ! —
Será tuerza conjurar
á doña Urraca ¿ümbien.
Buen conde don Diego Ordoñez,
cumplid vos ese deber;
que Kodrigo es muy galán
y se echaría á sus pies.
Ordoñez. [Adelantándose, y doña Urraca se le
acerca.]
Infanta, la de Zamora,
¿juráis al Dios que nos ve
por la salud de vuestra alma
y por la honra y el prez
de vuestro nombre, guardar
la tregua, y mostraros fiel
á la palabra empeñada
sin engaño y sin doblez?
Urraca. Juro.
Ordoñez. El cielo os lo demando
si el juramento rompéis.
Urraca. Sea.
Gonzalo. [A doña Urraca.]
Señora
Ordoñez. \Al Rey.] Señor
Gonzalo. Juró. Obedecí.
Urraca. Está bien.
Ordoñez. Ha jurado. Me retiro.
Rey. Hacéisme mucha merced.
[Los caballeros del Rey se retiran á
un lado, y los déla Reina á otro.]
Urraca. ¿Puedo ya, querido hermano,
abrirte mis brazos?
Rey. [Abrazándola.] Ven
á los mios que impacientes
ya te esperaban. ¡Cuidé
que el grave ceremonial
no acabaría en un mes !
Urraca. ¡Cuan dulce á mi corazón
es este abrazo! ¡Oh si en él
por siempre se renovara
nuestro amor de la niñez !
Rey. Olvidemos para siempre
nuestra enemistad cruel ,
y sólo la muerte pueda
tan santo lazo romper.
Urraca. Tal esperanza me anima ^
VELUDO DÓLFOS.
Rey,
Urraca,
Rey,
Urraca,
Rey.
Urraca,
Rey,
Urraca,
Rey.
Urraca.
Rey,
Urraca.
Rey.
Urraca,
Rey,
Urraca,
Rey,
Urraca,
Rey,
Urraca,
Rey,
7 tu intención esa fué
sin duda cuando mostraste
quererme hablar.
Así es ]
y pues te veo á mi lado
Ía me doy el parabién,
lios por mi derecho vuelve,
y habló la sangre tal vez
en mi favor.
Mis derechos
te iba á recordar taml)ien.
Otro pacto más humano
me vendrás á proponer,
y en vez de embrazar sangrento
contra una hermana el broquel ,
con él vendrás á cubrir
la orfandad en que la ves.
Tú, mejor aconsejada,
pues conoces mi poder ,
en mi justa pretensión
verás tu propio interés.
Qué pretensión es la tuya?
Si fué mensajero fiel ,
va de la boca del Cid
la habrás sabido.
Lasé!
Mas t6 sabes mi respuesta,
Sancho , y no soy yo mujer
3ue me retracte jamás
e lo que digo una vez.
Si pretendéis que se humille
quien acostumora á vencer,
mucho os ciega, vive Dios,
vuestra funesta altivez.
Vuestra humillación no quiero ,
pero más digno laurel
Eh! basta, que no sois vos
de mis acciones el juez.
Soy arbitra de las mias.
Yo soy rey.
No sois mi rey.
Está en mi reino Zamora ,
y á un reino basta un dosel.
Nada basta á tu ambición.
¡ Ambición , y te daré
catorce villas por una I
Catorce villas? Pardiezl
Quien nada piensa cumplir
es muy largo en prometer*
Ó nunca me las darás,
que es ya proverbio tu fe,
ó me las darás resuelto
á quitármelas después.
Temeraria I
¿Qué le diste
á García cuando fué
por tu hueste destronado?
¡La mísera lobreguez
de una torre !
Osó invadir
los montes de Santander
que son mi herencia, y tú sabes
que es (Jarcia muy doncel
Urraca,
Rey,
Urraca,
Rey,
Urraca,
Rey,
Urraca,
Rey.
Urraca,
Rey,
Urraca.
Rey,
Urraca,
Rey,
Urraca,
313
para regir al gallego
y domar al portugués.
¿Tanta experiencia es la tuya
cuando apenas deja ver
bozo juvenil tu rostro?
Nací alentado y con sed
de gloria marcial
¡ El cíelo
gloria más pura te dé,
Sancho el Soberbio! — ¿Y qué diste
al monarca leonés
cuando la real' corona
arrancaste de su sien?
Otra corona le daba
en Sahagun más digna de él.
La tonsura !
Sea monje
quien no sirve para rey.
Ya fuera quizá prior
si una mano...., y sé de quién,
no hubiera abierto á su fuga
aquella santa pared. ^
Sí, mi mano le libró
de la tuva, que tal vez
le guardaba otra corona;
la del martirio cruel!
Tú dirás que fué glorioso
á dos reyes someter,
que al fin mandaban soldados ,
vestian bélico arnés;
pero á la infeliz Elvira
icon qué razón, con qué ley
Primogénito nací,
y mi padre injusto fué
menguándome el privilegio
que entero adquirí al nacer.
Su testamento juraste^
Contra derecho juré.
Si cabe el lecho mortal
respeté su voz ayer ,
hoy recobro lo que es mió.
Tú sabes que no lo es.
¿Qué ley te abona
Si leyes
me faltan , yo las haré.
Valiera más que ese afán
de guerrear y vencer
lo emplearas sin descanso
contra el sarraceno infiel.
Si nuevos reinos codicias,
porque no te bastan tres ,
valiérate más ganar
á Toledo y á Jaén
que robar su pobre dote
a desvalida muier.
Torreones y ballestas !
í Por cierto , lindo joyel,
lindo ajuar para una dama!
Presintió la madurez
de mi padre tus proezas ;
presagió tu buena fe.
Si á ley de buen caballero
fueras tú justo y cortés,
i
314
VELUDO DÓLFOS.
lo
ni de muros ni de lanzas
habría yo menester.
Sey.' To , pues mi saña provocas
con temeraria sandez ,
las lanzas que te defienden
haré en astillas arder;
ro de esa villa traidora
los muros arrasará ,
7 cuando huelle sus ruinas
mi fogoso palafrén ,
7 de Hinojos y llorando
pidas clemencia á mis pies,
si una celda te concedo
tendráslo á mucha merced.
Urraca. Así , Caín de Castilla I
Sea sincero una vez
tu labio y en él rebose
de tu corazón la hiél.
Tiñe el Duero con la sangre
de cien valientes y cien;
asalta el muro ; no quede
Siedra sobre piedra en él.
i esa es la gloria á que aspiras,
fácil te será y lo sé;
pero no esperes uncirme
al carro de tu poder ,
porque antes me matarán
daga, veneno ó cordel >
y padrón de infamia eterna
será á tu nombre después
sobre cenizas y escombros
la tumba de una mujer !
ESCENA IV.
EL REY. EL CID. ORDOÑEZ. ALVAR FAÑEZ.
CABALLEROS DEL SÉQUITO DEL REY.
Hñy. Perdida es ya la esperanza
de vencer su altanería.
Ta el perdón es cobardía;
Si es un deber la venganza,
anana, lo oís? anénas
la tregua espire , ai asalto !
Vea Zamora más alto
mi pendón que sus almenas.
[Al Cid.]
Vos por la orilla del Duero;
[i Ordoñe:^.]
vos por el opuesto foso ;
yo el postrero en el reposo
y en el peligro el primero.
Cid, i Tal saña, Rey de Castilla,
contra una débil mujer I
iQué aumenta á vuestro poder
la posesión de una villa?
Hey. Cuando su ruina medito,
pues nie^ á mi trono parias ,
no consejos ni plegarías ,
Cid.
Rey.
Cid.
Rey.
Cid.
Rey.
Cid.
Rey.
Cid.
sino lanzas necesito.
De poco sirve la mia ,
y ya que es vano mi ruego,
perdonadme si os la niego
para empresa tan impía.
^ Así á mi trono real
osa rebelarse el Cid?
¿Qué razón tenéis, decid,
Íara serme desleal?
)esleal? Nunca lo fuf,
pero á deciros me atrevo
que yo sé bien lo que os debo.....
y lo que me debo á mí.
Un juramento me empeña
de no hacer guerra á la Infanta;
Dios lo oyó , y su Madre santa,
y San Pedro de Cárdena.
No imitéis á Satanás
tentándome el alma ahora.
Si mucho vale Zamora,
mi salvación vale más.
Oran virtud, por vida mial
¿Porqué no hablasteis así
cuando me hicisteis á mí
homenaje y pleitesía?
Porque nunca imaginé,
ni estaba al humano alcance,
que se viera en este trance
la hidalguía de mi fe.
Bien me estaba yo y más ledo
combatiendo en la frontera
contra la morisma ñera,
digna empresa á mi denuedo.
Vine aquí, sábelo Dios,
con la halagüeña esperanza
de anudar la rota alianza
entre vuestra hermana y vos.
Contento á Zamora fui
con la venturosa oliva,
mas con lanza vengativa ,
no lo acabaréis de mí.
Habladme ya sin mesura
y declaraos en fin
el andante paladin
de esa afligida hermosura.
Contra vos no haré yo tal
mientras siga vuestra ley ;
que sois, don Sancho, mi Rey,
y mi Señor natural.
No tuvisteis, á fe mia,
tanto escrúpulo, Rodrigo,
cuando os vieron enemigo
don Alfonso y don García.
También de mi padre muerto
herencia hubieron los dos,
Y también los hizo Dios
hermanos mios.
Es cierto ;
mas nadie á vuestros hermanos
me encomendó en testamento ,
ni hice en su pro juramento
que me ligase las manos.
Con justicia ó sin justicia,
VELUDO DÓLFOS.
315
que yo tanto no penetro ,
les demandasteis el cetro
de León y de Galicia.
Mi deber fué la obediencia,
y dije : vaya ó no vaya
derecho, allá se las haya
don Sancho con su conciencia.
Para defender su silla
y no acatar otras leyes,
poder tienen esos reyes
como el que manda en Castilla;
y en ñn probó mi Tizona ,
ministro de vuestra saña ,
- que quien la pierde en campaña
no es digno de la corona.
Has 9 permitid que os lo diga
con franqueza de soldado ,
y dejo aparte el sagrado
juramento que me obliga;
mirad más por vuestro honor,
y tened , don Sancho, en cuenta
que hay guerras en que la afrenta
es toda del vencedor.
Rey. i Sois vos— culpable osadía I —
tutor de mi honra?
Cid. No;
mas permitidme que yo
sea tutor de la mia.
Rey. Idos: no la he menester,
ni vuestra espada tampoco;
y á no teneros por loco
la mia os haría ver
Cid, Herid ; yo os doy mi cabeza
si con ella os desenojo,
pero vuestro ciego antojo
no mancille mi nobleza.
Sois aleve.
Señor!.... Callo.
Licencia, Rodrigo, os doy
{)ara alzarme desde hoy
a obediencia de vasallo.
A reyes no pago pecho,
soy rico-hombre, y bien sabéis
que, sin que vos me lo deis,
tuve siempre ese derecho.
Rey. Usadle, pues.
Cid. No haré tal,
que si la palabra os cojo,
luego os pasará el enojo
y lo tomaréis á mal.
Rey. No. Yo os destierro.
Cid. En buen hora.
A obedeceros me obligo.
Rey. Cuándo partis , don Rodrigo?
cid. Mañana al rayar la aurora.
Rey. Id lejos á hacer alarde
de esa cristiana virtud..
Cid. Rey de Castilla, salud.
Rey. Cid Campeador , Dios os guarde.
[Empieza i oscurecer por grados la
escena hasta figurar noche cerrada en
el final del acto.]
Rey.
Cid.
Rey.
Cid:
ESCENA V.
EL REY. ORDOÑEZ. ALVAR FAÑEZ.
CABALLEROS.
Alvar. Dadme licencia. Señor.
Rey. Adonde vais, Alvar Fañez?
Alvar. Es don Rodrigo mi deudo
y el honor de mi linaje;
tiro sueldo de su casa
Permitid que le acompañe.
Rey. To le he desterrado á él ;
pero no á vos.
Alvar. Perdonadme.
En sus dias de ventura
le seguía á todas partes.
Sería yo muy villano
si ahora le abandonase.
Rey. Cuando su Rey le destierra?
Alvar. Señor...., me llama la sangre.
Rey. ¡Vive Dios ¿Hay en mis reinos
vasallos tan arrogantes,
que más que á mí se les tema,
ó más que á mí se les ame?
Sin vos y sin él me sobran
soldados y capitanes ;
mas no os iréis si primero
. ño os alzo el pleito homenaje.
¡Yo parezco el desterrado,
y el Cid monarca triunfante !
Decid á Rodrigo Díaz
que voluntario se extrañe
de mis dominios, ó en tanto
que Señor y Rey me llame
ha de hacer mi voluntad,
ó por Dios que ha de pesarle.
Alvar. Le desterráis
Rey. Le destierro,
pero hasta que yo lo mande
no se aleje de su tienda
ni abandone mis reales ,
si no quiere que el destierro
. se convierta en dura cárcel.
Id No repliquéis. Decidle
que mis órdenes aguarde.
ESCENA VI.
EL REY. ORDOÑEZ. CABALLEROS.
Rey. Esto es reinar? ¿Es así
como respetan los grandes
de Castilla á su Monarca?
Ordoñez.&Mñ fueros y libertades
Rey. Si todos tienen aquí
Srivilegios c[ue les salven
e mi autoridad suprema,
¿no es una irrisión infame
mi nombre de rey? Yo os juro
por la tumba de mi padre
í
i
z
316
que har¿ pedazos mi cetro,
ó el traidor qae no lo acate
Í^ac^rá con en cabeza
a libertad de injuriarme.
Ordoñez, La saña os cief^, Señor.
Si al mostraros su dictamen
fué Rodrigo de Vivar
harto libre en su lenguaje,
le disculpa su honradez ,
7 su gloría en los combates,
y BU nombre ya famoso
VELLIDO DOLFOS.
entre cristianos y alarbes.
Rey. Su nombre ! No vale más
que el mió, ¡y tanto le aplauden ,
y el Cid y el Señxír le llaman,
y casi le alzan altares !
For san Millan
Vellido. [Dentro.] Castellanos!
Rey de Castilla ! Amparadme .'
[Llega Vellido acelerado y se postra
i los pies del Rey.]
1
ESCENA VIL
Rey.
Vellido,
Rey.
VeUido.
Rey.
Vellido.
EL REY. VELLIDO. ORDOÑEZ. CABALLEROS.
¿Quién grita...
Á Tuestras plantas. Rey don Sancho,
este proscripto mísero se postra.
Proscripto! Alzad. Quién sois?
Vellido Dólfos
es mi nombre. Señor; mi fama poca,
mas joven soy; mí profesión las armas;
noble mi cuna; mi fortuna corta;
libre mi condición; mi patria un monte.
Ayer fui ciudadano de Zamora,
subdito vuestro...., siervo si os agrada,
de hoy más seré. Mi corazón ahoga
sed de venganza, y la venganza sólo
á vos rae lleva, oh Rey; no vil lisonja
ni codicia de honores y mercedes.
I Perezca para siempre la memoria
del pueblo ingrato a quien mí sangre diera
y de sus muros con baldón me arroja!
j Humillada y cautiva doña Urraca
cambie por el cilicio la corona I
Venced ; no haya perdón para el vencido :
he aquí mi anhelo, mi ambición, mi gloria.
Y qué grave razón , Vellido Dólfos ,
os fuerza á abandonar, quizá sin honra,
el jurado pendón?
Sangrienta injuria
que no lavara con su sangre toda
la enemiga facción que me persigue.
Mi celo, mi lealtad, mi fe ardorosa
ea pro de vuestra hermana , merecieron ,
si nó á su pecho, al menos á su boca,
loor y gratitud que en almas viles
de la envidia eugendraron la ponzoña.
Arias Gonzalo y sus aleves hijos >
que al pueblo engañan y al cabildo compran ,
me acusan de traidor. En mi infortunio
una esperanza me quedaba sola;
el favor de la Infanta, su justicia;
mas temiendo á la turba sediciosa
me retira el escudo de su gracia
y al furor enemigo me abandona.
Sin espada que vengue tal ultraje ,
sin recto juez que mis clamores oiga,-
huyo; no de la muerte; de la infamia,
y eterna execración juro á Zamora.
Rey.
Ordoñez,
Rey.
Vellido,
Rey.
Vellido.
Rey,
Vellido.
Rey.
Ordoñez.
>
VELLIDO DOLFOS.
\Aparte con Ordoñez.']
Bien podría el reucor de ese soldado
de mi yeDganza apresurar la obra.
Y bien podría pérfido venderos
quien vende desleal á su Señora.
No es desleal el que inocente gime
si el yugo rompe que su frente agobia.
Oíste la amargura de sus quejas?
No habla así la mentira artificiosa.
Mira su frente adusta. En ella leo
la fiera indignación que le devora. —
To te amparo, Vellido, en mis pendones ,
mas si traidor mé fueres
Vuestra cólera
mal podría evitar inerme y solo.
Si fe me juras y mi apoyo imploras,
qué me ofreces?
Un brazo que no tiembla,
y una cabeza que de mí responda.
¿Solo un brazo
fajando la voz] Otros hay que me obedecen.
Tal vez , más que el valor, ganan victorias
la sorpresa, el ardid El alto muro
que cíen y cien arietes no derrocan ,
al frágil diente de comprada llave
cede tal vez
\]En voz baja.] Callad, callad ahora. —
Partamos , caoalleros . Ta la noche
brinda al reposo con su opaca sombra.
[Aparte i un caballero.]
ó de achaque de caras yo no entiendo ,
ó la cara de ese hombre es sospechosa.
317
ACTO TERCERO.
El teatro representa un angula exterior de los muros de Zamora sobre peñas ^ arbustos y
maleza , cuyos obstáculos impiden que los interlocutores situados a la parte izquierda del
proscenio sean vistos desde el adarve.
ESCENA I.
[Es de noche.]
FORTUN. FROILA.
[Fortun está de centinela sobre el adarve y pa-
sea cantando. Al concluir la copla aparece Froi-
la por la parte de la villa con una tea encendí-
da, que entrega i Fortun para que le alumbre;
afianza en el muro una escala de cuerda cubier-
ta con yedra y musgo, y asegurado de qíie está
firme, desciende por ella con la tea en ta mano
i los riscos en que estriba la fortaleza.]
Fortun. [Cantando.]
«Prometido á doña Sancha,
hermana de don Bermudo ,
el buen conde don García
parte á León desde Burgos.»
Froila. [Disponiéndose d bajar.]
Firme está. Dame la tea,
y pues la ocasión es calva,
antes que despunte el alba
daré fin á mi torea.
[Bajando por la escala.]
Nos observan? No haga el diablo.
Fortun. Ni del campo ni del muro.
Bien puedes bajar seguro.
Froila. [Desde los últimos peldaños.]
Échame acá ese venablo.
í
318
Fortun.
Froila.
VELUDO DÓLFOS.
Í Tomando uno que hairi en el adarve,']
o tiro?
Bestial pregunta !
Descuelga, que bien alcanzo,
y no me saques, mastranzo,
algún ojo con la punta.
Fortun, {Sentado en el muro alarga el venailo
á Froila.]
Mira tú cómo lo tomas ,
ten caridad y conciencia;
que si tiras con violencia
y voy detras, me deslomas.
Froila, Alarcfa, ¡pese á tu madre.....
Fortun. No alcanzo más , tívo Cristo.
Froila, Ta lo tengo. Suelta.
Fortun. Listo.
[ Vuelve d ponerse de pié y d pasearse
sobre el adarve,]
Froila. [Acada de bajar ^ apoyándose en el ve*
nadlo.]
Hasta la vuelta, compadre.
[Rabiando para si.]
Ahora bien, ¿es bueno, 6 malo
lo que voy yo á hacer ahora?
Quién vive? Sancho, ó Zamora?
Qué merezco? Gloria, 6 palo?
Soy ignorante y sencillo^
y pues no sé lo que intenta,
ajuste con Dios la cuenta
el que me dio este bolsillo.
[Desaparece por su izquierda.]
ESCENA II.
FORTUN.
[Canta.]
«¡No fíes, Conde infeliz,
en los vítores del vulgo!
¡Arma el brazo, guarda el pecho,
que hay cien traidores ocultos b
ESCENA IIL
FORTUN. FROILA.
Froila. [Con la tea y sin el venablo.]
EntTQ el cambrón y la piedra.
Bien.
Fortun. Froila vuelve.
Froila. Cumplí.
[Á media voz.]
Estamos seguros ?
Fortun. Sí.
Froila. Vuelvo á trepar por la yedra.
Fortun.
Froila.
Fortun.
Froila.
Fortun.
Froila.
Fortun.
Froila.
Fortun.
[Subiendo al muro por la misma es-
cala.]
CMo á la villa , Fortun.
No temas, que vela Mendo.
Y Garci-Perez?
Durmiendo
borracho como un atún.
[Fa en lo alto del muro.]
Cómo sudo!
[Riéndose.] No es el lance
para menos.
Seo gallina,
no he ganado la propina
cual tú , cantando un romanee.
Decir que canto 6 que rezo
no me servirá de nada
si por ser tu camarada
me acarician el pescuezo.
[Mirando al cielo.]
Ta será tarde.
Á fe mia,
si no es , Froila , aquel lucero
tanto como tú embustero, .
muy pronto será de dia.
Si el aloque no me engaña,
distingo hacia allí dos bultos
entre las ramas ocultos
Sí: ya está el moro en campaña.
Apaga esa tea.
[Lo hace.] Apago,
y^ pues guardas tú á Zamora,
voy á saludar la aurora
con otra mano de trago.
ESCENA IV.
FORTUN.
[Cantando.]
«¡Mira que velan los Velas
rencorosos v perjuros;
mira que el conde Rodrigo
ya aguza el puñal sañudo !>
[Aparecen por la derecha del actor y
por la parte de abafo Vellido y el
Rey.]
ESCENA V.
EL REY. VELLIDO. FORTUN.
Vellido. (La voz de Fortun es esa.)
Froila.
Fbrtun.
Froila.
Rey.
Vellido.
a al pié del muro os halláis.
Cantaoa una voz .
Sin duda
del centinela será;
y pues canta descuidado ,
es evidente señal
de que no nos ha sentido;
ni desde allí nos verá ,
/
VELLIDO DÓLFOS.
319
JSey.
Vellido.
Rey.
Rey.
Vellido.
\
que nos ocultan del muro
las peñas y el matorral.
Falta mucho?
Poco falta;'
mas sentaos si os cansáis ,
que como ha sido forzoso
al salir del arenal
apearnos porque el ruido
no descubriese
En verdad
que en lo que emprendo ño sé
si hago bien ó si hago mal.
Vellido. Ningún peligro amenaza,
y quien nizo ya lo más
Una mina, me habéis dicho
Obra fué de un musulmán.
Por el campo al pié del muro
cubre la puerta un sillar
que está en falso. El subterráneo
derecho al alcázar' va.
Una dama de la Infanta,
que por deudo y amistad
está obligada á servirme ,
me reveló.. «••
{Empieza i amanecer y y por grados se
va iluminando la escena hasla el fin
del acúo.]
Rey. Qué esperáis?
Ta empieza á rayar el alba,
y nos pueden observar.
Si por vos gano la villa,
pedidme cuanto queráis;
pero si fuereis perjuro,
Vellido Dólfos, temblad!
[Dan algunos pasos, y el Rey separa
y hace detener a Vellido oyendo cantar
d Fortun.]
Fbrtun. [Cantando.]
«Ay I ya le hiere á traición
el inhumano verdugo,
Ír el canto nupcial suspenden
os gritos del moribundo.»
Rey.
Vellido.
Rey.
\
Vellido.
Rey.
Vellido.
Rey.
Qué canta ese hombre? Traición....,
verdugo...., grito mortal
Algún romance sin duda.
¡ No le pudiera arrancar
a torpe lengua 1....)
El romance
¿será un aviso quizá
del cielo con c^xxe reprende
mí loca temeridad?
I Cómo, Señor I ¿Vos creéis
en agüeros? ¡ Pesia tal
No sé. Si creer en ellos
es. Vellido, necedad,
no es tal vez mucha cordura
de advenedizos fiar.
j( Habláis conmigo. Señor!
Quien fué una vez desleal
Vellido. ¡Eso decis, y mi vida
en vuestras manos está I
Sin peto que me defienda
y sin lanza ni puñal,
¿cómo fuera yo traidor
á qqien me puede matar?
To no tiemblo desarmado,
y vos con armas tembláis!
Rey. [Amenazándole con el venablo.]
¡Temblar *
[Con resolución y retirando el venablo.]
• Guia, aunque me lleves
al infierno. To temblar!
Fortun. [Cantando.]
«Teneos, clámala niña.
Sea mí pecho su escudo
Tarde llegó la cuitada.
Don García era difunto! )>
Rey.
Vellido.
Rey.
¿No es la historia de mi madre
la que cantan?
Sí, en verdad,
y la traición de los Velas
cuando al llevarla al altar
su primer marido
Basta.
Canten lo que quieran. Ya
nada me arredra. ( Mil muertes
primero que un paso atrás !
[ Vanse por donde Froila desapareció
cuando bajó del muro.]
ESCENA VI.
FORTUN.
[Cantando.]
«{Doncella, casada y viuda
en un dia, en un minuto!
Humo son, y polvo, y nada
los placeres de este mundo.;»
Vellido. [Dentro.]
Muere, tirano!
Rey. [Dentro.]
Ah traidor!
[Llega el Rey mal herido, da algunos
pasos apoyándose en su venablo, y cae
sobre unas matas hacia la derecha,
donde pueda ser visto desde el muro:
al mismo tiempo aparece VeBido, di'
rigiéndose por entre las peñas adonde
está la escala. Lleva en la mano el
venablo que bajó Froila del adarve, lo
suelta luego y empieza á subir por la
escala.]
1
326
VELLIDO DOLFOS.
ESCENA VII.
EL REY. VELLIDO. FORTUN.
Vellido.
Rey.
r$lUdo.
Rey.
Fortun.
Vellido.
Rey.
Portun.
Don Sancho, descansa en paz !
Asesino!
Dame el nombre
que cumpla á tu noluntad.
Mi brazo ha sido instrumento
de la ira celestial.
Morir!... ¡Aquí.... ¡Sin venganza....
Socorro!....
{A Vellido.] Por san Millan^
apresuraos.
¡ Morir,
y morir en tierna edad,
y dar el último aliento
sobre inculto pedregal .
el Rey de tantas ciudades,
y por una eternidad
adiós , corona , decir,
adiós, púrpura real!
S Acaba de subir al muro; y despren-
liendo Fortun la escala^ la arroja al
monte.]
¡Villano, líbrame al menos
de tu Tista !
Despachad!
Oirán sus gritos Huyamos
Vellido. [En lo alto del muro.]
Maldice ahora, rapaz,
tu temeraria ambición
y tu imprudencia fatal.
ESCENA VIII.
EL REY.
Oh perfidia! Oh desventura!
T esta horrible soledad
Castilla!.... ¡Favor
Ordoñez. [Dentro.] Pié á tierra,
que allí no pueden llegar
los caballos.
Rey. Siento pasos
Sí. — Quien quiera que seáis
ESCENA IX.
*
EL REY. EL CID. ORDOÑEZ. ALVAR FAÑEZ.
CABALLEROS. SOLDADOS.
[Van üegando sucesivamente.]
Ordoñez, Sonaba una voz
Rey. ' Amigos
ó enemigos, ¡amparad
á un desventurado!
Ordoñez. \Acer candóse.] Cielos !
Es el Rey I Herido está !
[Llegando con Alvar Pañez.]
Cid.
Rey.
Cid.
Rey.
Cid.
Rey.
Cid.
Rey.
Ordoñez
Cid:
Ordoñez
Todos.
Voces,
Rey.
¿Qué decis ! Herido el Rey !
Es Rodrigo de Vivar?
Yo soy. Señor. Socorredle
Acudid
Es tarde ya I
Oh infamia! Oh traición!...
Vcngadme!—
Mi injusticia perdonad.
Rey don Sancho, yo la olvido;
que erais bravo capitán
y excusaba vuestros yerros
inexperta mocedad.
Sí, yo os perdono. ¡Así Dios
en su eterno tribunal
con miseripordia os juzgue !
Mas ¿cuál fué la mano audaz,
cuál fué la mano sacrilega
que hirió con dardo mortal
ese pecho valeroso?
Mi rnnesta ceguedad
Vellido Dólfos Zamora
le acoge en sus muros
Ah!
Bien lotemia, que siempre
fué mi corazón leal.
No me creisteis. Señor!
Partir en la oscuridad
solo con él No quisisteis,
por mi mal y vuestro mal,
que os siguiera
Diego Ordoñez ,
?a es inútil ese afán,
ues salvarle no es posible,
procurémosle vengar.
.Venganza!
Venganza ! — Guerra !
[En la villa.]
Al muro!
¡Dios de Abraham
[Suenan dentro voces i instrumentos
de guerra, y va coronándose el muro
de soldados.]
Soldados.[En el muro.]
Traición! Al muro!
X'1 A laa amasl
Rey, Tened de mí alma piedad!
[El Rey espira. Llegan al muro con
otros caballeros y soldados Arias Gron-
zah y Pedririas.]
VELLIDO DOLFOS.
321
ESCENA X.
i
EL CID. ORDOÑEZ. ALVAR FAÑEZ. ARIAS
GONZALO. PEDRÁRIAS. CABALLEROS.
SObDADOS.
Gonzalo, Antes que asaltéis los muros,
si tanto osareis, aquí
moriréis todos. ¿Así
guardáis la tregua, perjuros?
Ordoñez.iksi la guarda Zamora ,
que, sobre acción tan impía,
con infame alevosía
nos Tiene á insultar ahora?
Alvar, ¿Aun osa invocar la ley
el que á violarla se atreve?
Vuestra fué la mano aleve
que ha dado muerte á mi Rey.
Pedrár. Muerto el Rey I
Cid. Traidora lanza
vertió su sangre. — Mirad!
[El Cidy OrdoüeZj Alvar Fañez y
otros dos caballeros que rodeaban al
Rey se separan mostrando su cadáver
i los del muro,]
Y tan horrenda maldad
al cielo pide venganza.
En esa faz macilenta
que la muerte descolora
mirad, hijos de Zamora,
el sello de vuestra afrenta.
Paz os habia jurado,
y por Dios que me arrepiento,
mas ya me alza el juramento
ese cuerpo ensangrentado.
{Á Alvar Fañez.]
Llevad de aquí sus despojos
donde yagan con honor.
¡Quizá en él su matador
recreando está los ojos!
[Cuatro soldados retiran el cadáver
del Rey por la derecha. Le acompañan
Alvar Fañez y otros caballeros.]
^
ESCENA XI.
EL CID. ORDOÑEZ. ARIAS GONZALO.
PEDRARIAS. CABALLEROS. SOLDADOS.
Oonzalo.TeLmhien cadáver le llora
• quien vivo le combatió.
. ái un traidor muerte le dio,
culpa al traidor, no á Zamora.
Tú me conoces, Rodrigo,
tú que en más de una victoria
las fatigas y la gloria
II.
partiste un día conmigo.
Si la causa que defiendo
en este muro me encierra,
no soy yo quien de la guerra
la antorcha fatal enciendo;
y esta causa es harto bella,
aunque el Cid no lo confiese,
para que yo consintiese
tal borrón echar en ella. —
Mas ¿quién sabe, noble Cid,
si en ese monte desierto
el Rey de Castilla ha muerto
á traición , ó en buena lid?
Si el golpe, en fin, fué traidor,
¿quién sabe si el asesino
del muro sitiado vino,
ó del campo sitiador?
Ordoñez, Con odiosa villanía,
no lidiando en buena ley ,
le han muerto; que el mismo Rey
lo declaró en su agonía,
y el que su nombre infamó
con perdurable mancilla,
de los muros de esa villa
espía doble salió.
Pedrár. Yo no aplaudo al homicida
ni defenderle procuro,
mas ¿cómo al pié de este muro
perdió don Sancho la vida?
¿Qué cristiano pensamiento .
de noche aquí Je traia
cuando Zamora dormía
fiada en su juramento?
Decid que su mala estrella
le trajo á la perdición;
que quien ama la traición
no es mucho que muera en ella.
Ordoñez, ^0 oséis iniuriar su nombre
. con sospechas temerarias.
Solo Dios juzga, Pedrárias,
los pensamientos del hombre;
mas la vil atrocidad
que Castilla en cara os echa
no es temeraria sospecha,
sino triste realidad.
Gonzalo, Mas ¿quién el trásfuga ha sido
y el traidor que nos infama?
Ordoñez. Y élliio Dólfos se llama.
[Sensación en el muro,]
Soldad,
Otros,
Pedrár.
Vellido Dólfos!
Vellido!
I El que hacía tanto alarde
de constancia y valentía ,
con tan negra felonía
mancha su mano cobarde I
Gonzalo. Si el agresor es Vellido ,
dio, por cierto, brava muestra
de virtud. — Por dicha nuestra,
en Zamora no ha nacido.
Pedrár, Ni es cómplice, no, la villa
del falaz aventurero :
por la fe de caballero
21
382
VELLIDO DÓLFOS.
lo juro á Dios y á Castilla.
Oonzalo. To ignoro su faga, Conde,
y quién sa espalda guardó,
y si está en Zamora, ó no,
y el lugar en aue se esconde.
Peirár, Aunque le oculte el abismo,
yo respondo
Gonzalo. Hacéis muy mal.
Bastante hará cada cual
en responder de sí mismo.
Si el delito ve probado,
Zamora sabrá muy bien ,
sin que lecciones le den ,
lo que ha de hacer del culpado.
Ella el premio y el castigo
se reserva de un vasallo,
Ír no ha de dictar su fallo
a lanza del enemigo.
Al que su nombre desdora,
que al más alto nombre igualp,
así responde Gonzalo ,
así responde Zamora.
Cid. Así Zamora responde?
Eso dice su caudillo?
Pues oidme, zamoranos,
y Dios me sea testigo.
Quien duda culpar á un reo
de traición y regicidio ;
quien en vez de perseguirle
le da protección y asilo,
no está lejos ya de ser
cómplice de su delito.
Si el delito es evidente ,
lo diga el cadáver frió
del malogrado Monarca ,
que dando el postrer suspiro
en mi^ brazos' pronunció
el nombre del asesino ;
don Diego Ordoñez lo diga ,
y Alvar Fañez, mi' buen primo,
y esos nobles caballeros....,
y dígalo en fin yo mismo;
que no ha menester probanzas
lo que afirma don Rodrigo.
Si quiere lavar Zamora
el borrón que le ha caido,
y no quiere ser de España
mengua, escándalo y ludibrio,
antes que el naciente sol
esconda en el mar su brillo; —
que mañana será tarde ;
lo juro á.Dios uno y trino, —
sobre el matador aleve
y sus cómplices inicuos
caiga en justa expiación
el acerado cuchillo.
Si tal no hacéis; si hoy no veo
la cabeza de Vellido
sobre una almena clavada,
pasto de buitres carnívoros, —
¡oid, oid ! — yo os declaro
villanos y fementidos,
sin Dios, sin ley, sin honor
y ruines como judíos.
10, Rodrigo de Vivar,
á todos os desafío,
á pió , á caballo, en el campo,
en el muro, en todo sitio,
uno á uno, ciento á ciento....,
ó yo solo contra cinco.
Á ti el primero, Gonzalo,
y á los que de ti han nacido,
y á cuantos cobran tu sueldo,
deudos , parciales y amigos;
y á todos los de Zamora,
ancianos, mozos y niños,
y al pechero y al hidalgo ,
y á los pobres y á los ricos, •
y á sus hijos y á sus nietos,
y á los nietos de sus hijos,
y hasta á las mieses del campo
y hasta á los peces del rio ;
y no comerá á manteles,
ni bajaré del estribo,
ni rasuraré mi barba,
ni mudaré de vestido
hasta que caiga en cenizas
Zamora con su castillo,
y en sus ruinas solitarias
ni fieras busquen abrigo,
y horror y escarmiento sean
a los venideros siglos.
[Quedan solos los del muro.]
1
ESCENA XII.
Arias GONZALO. pedrArias. caballeros.
SOLDADOS.
Pedrár. ¿Qué haréis
Gonzalo, Cumplió su deber.
Yo sabré cumplir el mió.
[Baja d la villa con Pedrerías y los
caballeros. Los soldados le siguen en
^ tumulto,]
Soldad. Sálvese Zamora !
Otros. ¡Caiga
el traidor !
Otros, Muera Vellido !
VELLIDO DÓLFOS.
8S3
ACTO CUARTO.
La decoración del acto primero.
Ramira.
Vellido.
Ramira,
Vellido,
Ramira,
Vellido.
Ramira.
Vellido.
Ramira.
Vellido.
Ramira,
Vellido.
ESCENA I.
VELLIDO. RAMIRA.
¡ Tan presuroso , Vellido ,
y cnando empieza á lucir
el sol apenas I ¿Qué nueva
Feliz, Ramira, fóliz^
y no lo debes dudar,
pues á Zamora volví.
¡Nuncio de nueva dichosa,
y en vez de alzar la cerviz
con orgullo y regocijo
cual vencedor adalid,
mortal palidez te cubre
y abatido, inquieto
Sí,—
La fatiga, el sueño
¿Acaso....,
no lo ocultes , de la lid
vienes herido? Tu sangre
No, mi sangre no vertí, *
ni impelido cual solia
or el eco del clarin,
a combatido mi brazo
con esfuerzo varonil.
Aquí, dentro de mi pecho,
no ruera del muro, aquí
la lid está; y cuan horrible I
No sé qué pensar. Si al fin
la nueva es feliz
I No he dicho
Iue lo sea para mí I
la Reina triunfa; Zamora
sin miedo á yugo servil
ya respira , y sonarán
cantos de alegre festin
donde las sierpes rugían
de la discordia civil ;
mas yo, Ramira, que en hora
maldita de Dios nací,
entre tantos venturosos
¡yo solo seré infeliz!
Por qué?
No me lo pregantes I
Eso merezco de ti?
La Reina! Verla deseo. —
Pero en lecho de marfil
Ramira,
i
dormirá
Cómo te engañas!
¿Puede tranquilo dormir
quien siente acosado el pecho
de mil zozobras y mil?
Ansiar el albor del día
una y otra vez la oí,
y más que ella perezosas
fueron al verle venir,
las palomas en la torre,
laQ flores en ^1 jardin.
Vellido. Velaba también la Reina!
Decidme, oh cielos, decid
si algan recuerdo.. i.. Ah! perdona ,
perdona mi frenesí.
Vellido !
Llámala presto,
Ramira.
Y ¿puedo pedir
albricias
No sé.
(¡ Qué extraño
misterio ) Espérala aquí.
Ramira.
Vellido.
Ramira.
Vellido.
Ramira.
ESCENA II.
VELLIDO.
¡Crueles remordimientos,
de mi corazón huid!
Él merecia la muerte ;
yo su destino cumplí
y el mió. Murió ! ¿Qué importa
si le dio muerte el ardid
ó eWalor ? Era enemigo.
Si aleve en matarle fui,
no lo fué menos don Sancho
cuando la codicia vil
ahogó la voz de la sangre
en su corazón. ¡Huid,
remordimientos! ¿Acaso
ha armado mi brazo el ruin
interés ? No. Me animaba
pasión más noble. — Es puedl
mi escrúpulo. Los tiranos
deben acabar así.
82i
VELLIDO DÓLFOS.
ESCENA ni.
DOÑA URRACA. VELLIDO. RAMIRA.
Urraca,
Vellido.
Urraca.
Vellido,
Urraca.
valido.
Urraca.
Vellido.
Urraca.
Vellido.
Urraca.
Vellido.
Urraca.
Vellido.
Urraca.
Vellido.
Urraca.
Vellido.
Urraca.
Bien ven ido seáis y valiente Dólfos.
Vuestros pies
Levantad. En este alcázar
no tan presto creí tornar á veros;
mas si mi ñel Ramira no me engaña,
Eues nuncio sois de venturosa nueva,
ien en dármela hacéis tan de mañana.
Corona y vida prometí salvaros:
se ha cumplido. Señora, mi esperanza.
Libre sois. Los armados escuadrones
que cercaban ayer estas murallas ,
respetarán de hoy más vuestros derechos;
que culpable ambición , fraterna saña
harto tiempo , con gozo del alarbe ,
mancillaron la gloria castellana.
Será verdad? Oh Dios I Tanto prodigio
no acierta á concebir absorta el alma.
Qué potestad del cielo os ha inspirado?
¿Que virtud es la vuestra sobrenumana,
que dentro de aquel pecho empedernido
más prestigio ha tenido que mis lágrimas,
más poder que el instinto de la sangre
y la alta voz de la justicia santa?
¿Cómo en las aras de la paz hermosa
oancho depone la iracunda lanza?
No le hablé yo de paz; que harto sabía
á qué precio, Señora , os la otorgaba;
y paz tendréis , pero á despecho suyo,
¿oerá que en mi defensa se declaran
Diego Or'doñez...., el Cid
. Sólo á mi brazo
y al cielo que protege vuestra causa
trono debéis y libertad y vida.
Mi asombro nacen mayor esas palabsas.
Habéis vencido á la contraria hueste?
¿Cómo pudisteis á tan grande hazaña
dar cima solo vos? ¿Cómo Zamora
en gritos no prorumpe de alabanza
y gloria al vencedor?
Gloria á su Reina !
To no tengo derecho á reclamarla.
Ahí Quédecis, Vellido?
La victoria
tal vez. Señora, sin lidiarse alcanza.
La suerte de los pueblos y los revés
no siempre se decide en las batallas.
Qué habéis hecho? Acabad!
Salvaros.
Cómo?
Dando la muerte á quien la vuestra ansiaba.
La muerte! Á quién? Oh Dios! ¿Será posible.
Verdugo más que hermano
Ahí Calla, calla!
Sancho infeliz! ¡Le has muerto , fementido,
y del golpe sacrilego te jactas ,
y vienes á anunciarme su agonía ,
VELLIDO DÓLFOS.
m
y & tanto llega tu cruel audacia,
que BU sombra y mi llanto escarneciendo
llamas yerdago al que alevoso matas!
Vellido, ¿Fui yo el primero por ventara , oh Reina,
que ese nombre le di? ¿Fué mi venganza
la que juré, ó la vuestra? En ese labio
¿no resonó fatídica, sagrada
la voz de maldición? Y maldecirle
¿no era abrir á mi acero sus entrañas?
Urraca. Si ciega le maldije en mi despecho,
no imaginé que un tigre me escuchaba.
Quejarme yo de injusta tiranía,-
llorar con amargura mi desgracia,
no era pedir su muerte. Si el delirio
de una triste mujer desesperada
recuerdas, hombre atroz, ay ! ¿cómo olvidas
que esa triste mujer era su hermana?
¿Cómo olvidaste en el combate horrible
que era mi sangre la que allí brotaba?
Vellido. Juré su muerte , y al cumplir mi voto
yo no vi ni un hermano ni un monarca;
vi sólo un enemigo de mi Reina. —
Y no lidiando con iguales armas ,
y en campo abierto , y á la luz del dia ,
y rostro á rostro le mató mi rabia;
que afianzar vuestro solio con su muerte,
no laureles ni aplausos codiciaba.
Me llamarán cooarde y asesino I
Qué importa? Con morir en la demanda
nada hacía por vos. Cierto era el triunfo
inmolando mi honor en vuestras aras.
Urraca. j Oh , insensato Vellido, y yo mil veces
más demente que tú ! i Fatal , aciaga
la hora en que te vi! Monstruo!, si tanto
te gozas en la sangre que derramas ,
digna es también de tu valor mi muerte.
Hunde en mi corazón la infamo daga.
Vellido. Oh I ^Qué decís! ¡ Sobre mi frente odiosa
del cielo vengador el rayo caiga ;
que no será a mis ojos tan terrible
como ese llanto que los vuestros baña!;
como esa indignación que es mi suqJícío
y con tardo pesar me quiebra el alma!
Sí , monstruo soy atroz , abominable.
La venda de mis párpados se rasga.
No es disculpa á mi bárbara fiereza
la funesta pasión que me avasalla ,
ni mi fe, ni mi anhelo de serviros;
no: vos me condenáis, y eso me basta.
I Miserable de mí, que aesde el lodo
levanté á vuestro solio temeraria
la frepte , y no cegué I ¡ Desventurado,
que como ángel del cielo os adoraba , *
y altivo y deslumhrado, con la vuestra
osé medir mi condición villana I
¡Maldito yo que á una alma generosa
cual grato don el crimen y la infamia
pude ofrecer! ¡Remordimiento horrible
mi corazón corroe y despedaza!
¡Y en justa expiación de mi delito,
sola una vida de baldón cargada
os puedo dar! ¡Oh sol, ¿por qué me alumbras!
¡ Oh tierra, ¿por qué sufres de mi planta
325
886
Urraca.
Ramira,
Urraca.
Voces.
Vellido.
Urraca.
Voces.
Vellido,
Urraca.
Vellido.
Ramira.
Vellido.
Urraca.
Vellido.
Ramira.
Urraca,
Vellido.
Urraca.
Vellido.
VELLIDO DÓLFOS.
la huella criminal ! ¡ Oh infierno, infierno,
por qué tu negro abismo no me traga !
¡Aun me harás, malhadado, si te escuchó,
tener de ti misericordia ! Aparta.
Tu vista es mi tormento!
[Suena vocerío confuso i lo lijos.']
[Acercándose d una ventana.] Oís, Señora?....
Suenan gritos. La villa amotinada
Cielos!.,..
\jpentro.] Muera el traidor ! — Vellido muera !
To te bendigo, celestial venganza!
Ah! Perdida mi villa!.... El enemigo
Ramira. [Asomándose á la ventana.]
No temáis, que la enseña zamorana
en los muros ondea.
[Más cerca . ] Muera Dólfos !
Sí, daré á vuestros filos mi garganta. —
Adiós quedad , oh Reina ! ¡ Mi cadáver
ludibrio sea de la plebe insana
y cebo de las aves carniceras
sus miembros insepultos!
Tente! Aguarda!
Quizá más delirante que perverso
No! Indigno de perdón
Si de este alcázar
salir te viera el vulgo fascinado,
quizá á la Reina cómplice juzgara.
A la Reina? Jamás !
Cesa el tumulto
Y qué dirá si su piedad me salva?
Entraste sin ser visto. Hay un secreto
Íostigo El oro comprará á los guardas,
[uíd. No me perdáis! Huid; salvaos,
pues así lo ha querido mi desgracia!
Ohf Dejadme morir!
Idos. Lo ordeno.
Mi voluntad fué siempre vuestra esclava.
ESCENA IV.
DOÑA URRACA.
Urraca.
Sí, el fatal desvarío de su mente
al crimen le arrastró. — Y acaso incauta
yo agucé su puñal. ¡ Tanto la ira,
y tanto el necio orgullo me cegaban !
Ay trono! Ay corazón!.... ¿Por qué en tu fondo
recelo penetrar? — Oigo pisadas
Todo rae hace temblar. — Aquí se acercan
Gonzalo. [Á la puerta.]
Dais licencia, Señora?
IJntrad, don Arias.
VELLIDO DÓLFOS.
327
ESCENA V.
doña urraca. arias gonzalo.
pedrArias. caballeros.
Gonzalo.
Urraca.
Gonzalo.
Un%ca.
Gonzalo,
Urraca.
Gonzalo.
Urraca.
Gonzalo.
Urraca.
Gonzalo.
¿Sabéis que el Rey vuestro hermano
es cadáver?
Ay! Lo sé.
¿Sabéis, Señora, que fué
muerto por traidora mano?
Ramira me daba ahora
la nueva infausta, y mi duelo
Justicia demanda el cielo,
justicia pide Zamora.
Pero la pide en tumulto,
y mientras yo reine aquí
nada alcanzarán de mí
la amenaza y el insulto.
Si el pueblo en ira se inflama
contra el feroz regicida,
en ello le va la vida
y con la vida la fama.
Para calmar su furor
yo le he jurado, y no en falso,
que hoy rodará en el cadalso
la cabeza del traidor.
Y quién el traidor ha sido?
¿Lo podéis vos ignorar
cuando el clamor popular
culpa y condena á Vellido?
Sabéis que Sancho murió,
llorando estáis su agonía ;
^y no sabéis todavía
la mano que le mató?
¿Eso, Señora, responde
Vueseñoría á mi fe, •
cuando el traidor, — ^yo lo sé — ,
en este alcázar se esconde?
¿Qué decis, Arias Gonzalo!
¿Me juzgáis cómplice vo&
de ese hombre
Líbreme Dios
de pensamiento tan malo.
Contra el fallo de Zamora,
que no osó esperar tranquilo,
pudo aquí tomar asilo
sin dársele vos, Señora.
En nombre, no de esa grey
cuyo grito no me espanta,
bien que en razón lo levanta ,
sino en nombre de la ley,
os demando el criminal;
y advertid que yo no soy
el que este nombre le doy:
se lo ha dado el tribunal,*
que, aunque detesto á Vellido,
hasta probar su mancilla
contra Zamora y Castilla
le hubiera yo defendido.
Mas ya entre cadenas gimen
maldiciendo su destino
y llamándole asesino
dos cómplices de su crimen ;
y, pues le acusa la ley,
por la ley clamo yo ahora....,
ly no fué el muerto, Señora,
ni mi hermano ni mi Rey I
Urraca. Humillarme el Rey queria
bajo su yugo opresor,
y si hoy fuera vencedor
piedad de mí no tendría ;
mas yo le olvido tirano
y desgraciado le lloro,
y al cielo por él imploro;
porque al fín era mi hermano.
En rescate de su vida
daría mi vida yo;
que á mi corazón llegó
la aleve punta homicida;
mas ^i el reo aunque inhumano,
invocando mi piedad
se acoge á la inmunidad
de este alcázar soberano,
¿será justo que mi encono
Gonzalo. ^i] que la ley le ha proscrito,
y no hay fuero á su delito
ni «n el sagrado del trono.
Urraca. Quizá perdió la razón,
• y frenético en mal hora
vio la salud de Zamora
donde ella ve su traición.
Vos, don Gonzalo, vos mismo
le acusabais de demencia ,
¿y no es digno de clemencia
si su ciego fanatismo
Gonzalo. Oh I.... No prosigáis, por Dios,
si piedad tan funeslai
la de ser vuestra respuesta....,
ro responderé por vos.
"o con mi noble hidalguía
cubriré vuestra flaqueza;
yo que ofrecí una cabeza
daré al verdugo la mia.
Urraca, i Vos, tan leal caballero,
vos, prez y honor de Castilla!
¡Vos Ahí la horríble cuchilla
caiga en mi frente primero.
Pedrár. Yo no he de sufrir, señor,
ni remedia nuestro mal
que la sangre del leal
redima la del traidor.
¿Olvidáis que airado el Cid,
si hoy no castiga la ley
* al asesino del Key,
nos provoca á horrenda lid?
Esa sangre que sin tasa
dais por el honor ajeno,
la reclama á vuestro seno
el honor de vuestra casa.
Morid, mas lidiando sea;
muramos todos con vos ;
mas na digan ¡vive Dios I
3ue excusamos la pelea.
lSÍ lavará la villa
328
VELLIDO DÓLFOS.
el borrón que la desdora ,*
sólo así podrá Zamora
dar un mentís á Castilla ;
y pues menos mereció
que merece un parricida,
" ' caiga, perezca vencida;
pero deshonrada, no.
Urraca. Mi causa á la suya uní,
y en esta fatal querella
^,qué mancha caerá sobre ella
que no caiga sobre mí?
No, yo no quiero la muerte
de ese pueblo honrado y fiel
y sabré morir con él
si adí lo ordena la suerte ;
mas jay! si pudierais ver
mi ulcerado corazón ,
os moviera a compasión
esta mísera mujer:
Ah Dólfos!.... ¡Su atroz delirio
no visteis cual yo lo vi;
vos no le oisteis aquí
pedir con ansia el martirio,
y en su infausta ceguedad
aplaudirse de la horrenda
traición , y llamarla ofrenda
de amor y fidelidad!
Huyo, le dije, insensato!
Bañada en tu sangre impía,
mi mano se mancharía
con más vil asesinato.
Gonzalo. l^TKÍáor cobarde! ¡Y burló
la humana justicia así!
¡Y huyó
ESCENA ÚLTIMA.
DOÑA URRACA. VELLIDO. ARIAS GONZALO. PEDRARIAS.
RAMIRA. CABALLEROS.
^
^
T
Vellido. De la Reina, sí,
pero de Zamora, no.
{Murmullo de sorpresa é indignación e^itre los caía-
lleros.]
Pedrárias. Vellido!
Vellido. Sí; Vellido. Qué os admira?
Quien provocar ha osado la del cielo
nóteme, ^améranos, vuestra ira.
He aquí la aleve mano
que hizo lanzar de la agonfa el grito
al infeliz Monarca castellano.
Cuál fuera la ocasión de mi delito,
cuál fuera mi designio ó mi esperanza,
sólo á Dios lo diré compareciendo
de su justicia al tribunal tremendo
que á todos pesa con igual balanza.
Bástele al mundo que mi propio labio
me acuse de traidor y parricida,
. y de la ley ofrezca en desagravio
mi miserable vida,
de mí más que de nadie aborrecida !
Pero ¡oid!, que solemne es el acento
de hombre que va á morir, siquiera sea
el más vil de los hombres. Ya, sediento
de sangre y de venganza,
el corazón dañado
mi brazo armase de traidora lanza,
ó ya de mi razón el desvarío
al crimen me arrastrase mal mi grado;
ese crimen horrible es todo mió.
Y esa piedad augusta
que al cieno descendió de mi deshonra,
á otro crimen la debo; á mi falacia ;
que con el velo de lealtad mentida
y el llanto seductor de la desgracia,
VELLIDO DÓLFOS. 329
para engañar á un ángel soberano,
osé cubrir la sangre de mi mano.
Mano de maldición , mano execrable !
Sola tú sin horror y sin afrenta
y con golpe más hondo y más seguro
puedes herir mi corazón impuro.
Reina! Zamora! Rey!....
[Saca rápidamente un puñal, se Mere y Ramira le
sostiene.]
Ta os he vengado.
Ramira. Gran Dios!
Gonzalo. Maldito mueras I
Urraca. (Desdichado! )
k
r
EL PELO DE LA DEHESA,
CSOMBDIA E3N CanSTGO ACTOS.
Representada en el teatro del Principe por primera ves el dia 13 de Febrero de 1840.
PERSONAS.
elisa;
LA MARQUESA.
JUANA.
D. FRUTOS.
D. REMIGIO.
D. MIGUEL.
i
La escena es en Madrid, en casa de la Marquesa. El teatro representa una sala con puerta
en el foro, que por la derecha del actor conduce á la escalera y á otras habitaciones principales,
y por la izquierda á las piezas interiores. Otras dos puertas laterales: la de la derecha es la que
corresponde á la hi^itacion destinada á D. Frutos; la de la izquierda guia también á lo
interior de la casa.
^M^M^^^AA^^/S/N^^^VWV^^^^««^^
ACTO PRIMERO.
ESCENA L
ELISA. JUANA.
Juana. ¿T se ha de casar usted
con un rústico labriefi^o !
Elisa. Sí] ya he dado mi palabra.
Juana. Lo sabe aquel caballero?
Flzsa. Quién ?
Juana. Quién ha de ser? Aquel
que hace dos años y medio
que la adora á usted y bebe
por esa cara los vientos.
Elisa. Ah!.... Don MigueL
Juana. ¡Y al nombrarle
me pone usted ese gesto!
¿Conque ya no hay esperanza
para él?
Elisa. Ta ves, acepto
la mano de otro
Juana. Es decir
(^uc cual humo se ha deshecho
el antiguo amor
Elisa. Amor!
Aquello fué un pasatiempo.
Me agra*daba su figura ^
su uniforme , su despejo
Qué sé yo? Me complacia
en bailar con él y creo
que no me sonaban mal
en su boca los requiebros.
Quizá también de la mia
se deslizó en un momento
de imprudencia alguna frase
que halagara sus deseos;
mas yo no perdí el color
ni el apetito ni el sueño,
síntomas averiguados *
de un cariño verdadero;
y él por su parte, á pesar
de que hacía mil extremos ,
nunca llegó seriamente
á hablarme de casamiento.
Juana. Por pura delicadeza.
r
332
£L PELO Dfi U DEHESA.
Elisa.
Juana.
Elisa.
Jmna.
Elisa,
Juana.
Elisa.
Juana.
Elisa.
Juana,
Elisa.
Juana,
Ya ve usted, un subalterno
Pero yo sé que esperaba
de un día á otro ei ascenso
á capitán
Aun así
fuera mucho atrevimiento,
siendo hija yo de un marqués,
que aspirara á ser mi dueño.
Perdone usted. Él es hijo
de barón
No te lo niego,
mas no es segundón siquiera,
que cuatro hermanos nacieron
antes que él y están casados,
y con prole todos ellos.
I No es nada lo que tendrían
que atarearse los médicos
f)ara que él llegara á ser
o que su padre y su abuelo !
/ T aun eso importara poco
como él tuviera otro genio;
pero es cebso, tronera,
suspicaz y pendenciero.
Casarme con él? Jesús!
Mi casa fuera un infierno.
Ya I Como usted no le quiere ,
exagera sus defectos,
sin echar de ver que nacen
del mismo amor
Qué! Yo apuesto
á que el dia en que marchó
de aquí con su regimiento
se propuso relevarme,
y me relevó en efecto,
con la primer lugareña
á quien pidió alojamiento.
Cómo es posible? Las cartas
que escrioe cada correo
Tres hace ya que no he visto
su letra , de donde infiero
que ni se acuerda de mí;
y, como soy, que me alegro,
que así excuso revolver
la cabeza y el tintero
para imaginar disculpas
á la boda que proyecto.
¿Quién sabe si al postillón
ha ocurrido algún tropiezo,
ó si tendrá la desgracia
don Miguel de estar enfermo?
Ó tal vez está en camino
para Madrid, y de intento
no nos ha anunciado el viaje,
porque quiere sorprendernos,
río creas tal ; — y si viene,
bien venido ! Le daremos
los dulces.
Para él serian
acíbar, hiél y veneno.
Vamos, decididamente
le proteges.
Le protejo
porque ama á usted , y presumo,
hablando con el respeto
debido, que no merece
Elisa. Yo no he contraído empeños
con don Miguel; ni mamá
le querría para yerno.
Juana, Pero ipor Dios, señorita!....
¿No se muere usted de miedo
de pensar en esa boda?
Es cosa que no comprendo
cómo se decide usted
Elisa, Razones hay para ello.
Nuestra casa está arruinada.
De su esplendor solariego
apenas queda otra cosa
que pergaminos , y pleitos,
y deudas. Don Baltasar
de Calamocha y Centeno,
padre que fué de don Frutos,
mi novio, y en cuyo pueblo
tenemos un caserón
ruinoso y cuatro barbechos, •
hubo de prestar no sé
qué cantidad de dinero
á mi padre , que Dios haya,
cuando pasó aquel invierno
en Zaragoza. Tres años
después de hacer el empréstito
reclamó don Baltasar
el capital y los réditos.
Pidióle plazos mí padre
sin esperar obtenerlos,
pero se quedó pasmado
cuando con rostro halagüeño
le dijo don Baltasar:
« Señor Marqués', sin apremios
ni jueces, ni ejecuciones,
y, lo que es aun mejor que esto,
sin que suelte usted un cuarto
puedo quedar satisfecho. —
Cómo? — Hablemos con franqueza.
No es oro ya lo que anhelo,
que un terremoto no puede
levantar el que poseo,
sino títulos y honores;
no para mí, pobre viejo
que al primer aire colado
espero quedarme tieso,
sino para aquel buen mdzo
que ha de heredar mis talegos.
Ahora bien , si usted no tiene
horror al nombre de suegro,
déme usted su única hija
para mi único heredero,
que si no es de ilustre sangre
tampoco nació plebeyo.
Él será marques por. ella,
ella por él hará bueno
el marquesado; y, por último ,
el gozo será completo
cuando nos llame á los dos
papá grande un mismo nieto.»
Despreocupado mi padre ,
• y mi madre un poco menos.
EL PELO DE LA DEHESA.
333
í
pero aficionada al lujo
cual todas las de mi sexo,
aceptaron un partido
que por motivos diversos
á todos estaba bien ;
volvióse ufano y contento
don Baltasar á Belchite ,
pero al mes ya habia muerto;
mi padre murió también —
téngale Dios en el cielo ! —
Como siguió tan de cerca
al tratado casamiento
el duelo de ambas familias,
no me habló de este proyecto
mamá hasta cumplido el luto;
vencida yo de sus ruegos
aceptó; también parece
que está don Frutos resuelto
á cumplir la voluntad
de su padre ; de un momento
á otro llegará á Madrid ;
• se firmarán los conciertos ;
tú tendrás un buen regalo;
yo un buen marido, y laus Deo*
Juana. Todo eso, señora mia,
seria bueno y muy bueno
si no hubiera entre los novios
tantas leguas de por medio.
Usted no ha yisto jamás
al tal don Frutos. Si es feo
Elisa. No, Juana: muy al contrario.
[Sacando y enseñando á Juana un
retrato]
Juzga por este bosquejo.
Hola I Retrato ?
Á lo príncipe.
Fué recíproco el obsequio.
Hay en Belchite pintores?
Zaragoza no está lejos. —
Qué tal?
, Guapote y rollizo.
Tiene cara de tudesco.
Mas quizá le han adulado....,
y aquí no vemos el cuerpo
Elisa. Sé que tiene buenas formas
y talla de granadero.
Juana. Pero en el mismo retrato
muestra que es zafio y grotesco.
Mire usted bien. ¡Santo Dios,
qué levita y qué chaleco!
Elisa. En Madrid hay buenos sastres,
y ya se ha provisto á eso.
Juana. Si, como tengo entendido,
nunca salió de su pueblo ,
vendrá tan rudo
Elisa. No importa :
nosotras le puliremos.
Juana. Taladrará los oidos
con aquel maldito acento
aragonés.
Elisa» Poco á poco
I
Juana.
Elisa.
Juana.
Elisa.
Juana.
lo irá en la corte perdiendo.
¿Tan fácil es encontrar
un marido sin defectos?^
Si no es fino y elegante,'
será cariñoso, tierno ,
' sencillo, dócil
Juana. [Entre dientes.] Ó potro
cerril que plante al lucero
del alba una coz.
Elisa. Qué dices?
Juana. Nada.
Elisa. El timón del gobierno
me abandonará gozoso,
y eso es lo que yo pretendo.
Juana. Dios lo quiera, mas casarse
sin amor....*.
Elisa. Amor es ciego ,
y aunque acierta alguna vez
es muy mal casamentero.
ESCENA II.
ELISA. JUANA. LA MARQUESA.
Marq. ¿Aun no te has vestido, Elisa,
y esperas hoy á don Frutos?
Elisa. Eh ! no corre tanta prisa.
Es cosa de ocho minutos.
Marq. Ocho minutos? No tal;
que si has de lucir tu tren
Elisa. Para un novio provincial
de cualquier modo estoy bien.
Marq. Yo quiero que le deslumbres,
aunque afectes abandono,
y que desde hoy le acostumbres
á las leyes del buen tono.
Aunque tu triunfo ea seguro ,
vístete como quien eres.
Bueno es prender al futuro
con veinticinco alfileres;-
que si hoy le agradas modesta
y así , á la pata la llana,
ya verás lo que te cuesta
sacarle blondas mañana.
To le espero ya, hija mia,
porque tu dicha me alegra,
con humos de señoría
y con ínfulas de suegra.
No le tengo por un argos ,
mas se admirará si ve
á mamá de tiros largos
y á la novia en négUgi.
Elisa. En mi cara, no en mis dijes,
confiar fuera mejor ;
pero una vez que lo exiges....,
vamos, Juana, al tocador.
[Vase con Juana por la puerta de la
izquierda.]
r
S3i
EL PELO DE LA DEHESA.
ESCENA III.
LA MARQUESA.
Qué conflicto , Dios eterno !
Qué afrenta. Virgen de Atocha !
¡ Aceptar yo para yerno
á un don Frutos Galamocha! —
Mas si con di me confundo ,
quién me hará ningún reproche?
¿Qué papel hace en el mundo
una marquesa sin coche?
^ Tal boda no me hace gracia ,
V— pero el siglo es tan mercante
También es aristocracia
la del dinero contante.
^se yerno , bien lo sé ,
será un patán, será un oso,
pero yo siempre seré
marquesa de Valfungoso.
Mi ejemplo y un ñgurin
harán tai vez el prodigio
de desasnarle y, en fin
Hola! aquí está don Remigio.
ESCENA IV.
LA MARQUESA. D. REMIGIO.
Jlemiffio,B9,\uáf Marquesa. Un bagaje....,
un astur'por otro nombre,
ya ha traido el equipaje
proyisional de aquel hombre.
Por la puerta del pasillo
Ía en su cuarto se introdujo.
!llo costará carillo ,
mas ¡ qué elegancia y qué Injo !
Obra maestra del sastre
y mia en cierta manera;
que fui, temiendo un desastre,
el mentor de su tijera.
Marq, Que venga al cuerpo del novio
es lo que importa en rigor.
Lo demás fuera un oprobio
para el sastre y el mentor.
Jtemiffio.Toáo se hizo, y consta en actas^
con entera sujeción
á las medidas exactas
que vinieron de Aragón.
Venga usted á ver la ropa
Yo la veré más despacio.
Mejor no se hace en Europa
ni se gasta en un' palacio.
Ahora, si usted lo permite,
voy al parador ,
Sí, sí.
Á esperar al de Belchite
para conducirle aquí.
Es mucha molestia
Oh! no.
Yo sería muy bellaoo,
si á dama de tanto pro
Soy amable : este es mi ñaco.
Marq.
Remigio,
Marq.
Remigio.
Marq.
Remigio.
ESCENA V.
LA MARQUESA.
Qué trajin ! Él se halla en todo.
Merece que se le cobre
cariño. Nos come un codo ,
pero bien lo suda el pobre.
Hago de él cuanto yo quiero.
Ya le gruño, ya le embromo
En la calle es mi escudero;
en casa mi mayordomo.
Y á todos con esa fe
sirve. Así tiene un enjambre
* de amigos. Oh ! siempre fué
muy filantrópica el hambre.-^
Mientras la novia se avía,
voy á ver qué ropa es esa. *
[Se dirige á la puerta de la derecha."]
Mucha lástima sería
Miguel. [En la puerta del foro.]
k los pies de usted , Marquesa.
ESCENA VI.
LA MARQUESA. D. MIGUEL.
Marq. Caballero , beso á usted
¿Qué veo I Usted por acá!
Mucho celebro
Miguel. He venido
con licencia temporal
por dos meses, usted buena?
Marq. Talcualilla. Con el plan
que sigo ahora
Miguel. ¿Y la linda
Elisa?
Marq. Sin novedad.
Sentémonos.
[Se sienta en el sqfi. D. Miguel ta á
tomar una silla.]
Miguel. Con permiso
Marq. No. Venga usted al sofá.
Miguel. [Sentándose en el sofá.]
Celebro que no haya nadie
Marq. Porqué?
Miguel. Tenemos que hablar.
Marq. Pues [vaya! Expliqúese usted
y no tenga cortedad.
Miguel. No soy yo corto de genio ,
señora mia , pero hay
f
">
/
EL PELO DE LA DEHESA.
333
casos y cosas que al hombre
más Tállente hacen temblar.
Marq. Y qué teme usted? ¿Soy yo
alguna fiera
Miguel, No tal;
pero un desaire
Marq, ¡Desaires
á un hombre de calidad y
á un amigo ! Hágase usted
justicia.
Miguel. En primer lugar,
. declaro á usted que yo estoy
enamorado.
Marq. Bah, bah!
Si de otra culpa más grave
no se viene usté á acusar.
Ío le absuelvo desde ahora.
[ay cosa más natural?
¿Y quién es la
Yo creí
que usted lo sabría ya
Yo ¿de dónde?
I Ciertas cosas
no se pueden ocultar.
Pues como usted no se explique....
No me he explicado , es verdad ,
hasta hoy, porque esperaba
el ascenso á capitán
Ah ! Dos charreteras I Bien !
Ya no hay hombro desigual. —
Que sea ^or muchos años!
Cumplimiento singular!
¿No querrá usted que, siquiera,
aspire á un gradito más ?
Perdone usted. Sin pensarlo
he dicho una necedad.
Si por mí fuera, mañana
sería usted general.
Miguel. Si antes me hubiera casado
no teudria viudedad
Elisa
Marq. Acabara usted !
¿Conque es Elisa el imán
de ese tierno corazón?
Miguel. Sí, la amo con ceguedad,
la idolatro, la
Marq, Ahora veo
que no sabe usted lo que hay.
Miguel. Pues qué hay....?
Marq. Amigo del alma,
bien puede usted perdonar.
Elisa no es para usted.
Miguel. ¿Seré demasiado audaz
en solicitarla? ¿Acaso
Íorque es corto mi caudal
^ bdo hay que mirarlo, amigo;
mas la gran dificultad
no está en eso.
Miguel. Pues ¿en qué?
Marq. En que la voy á casar.
Miguel. Ay! De veras?
Marq. Ya lo he dicho,
y yo nó hablo en alemán.
Miguel.
Marq,
Miguel.
Marq.
Miguel.
Marq.
Miguel,
Marq,
Miguel. Cuándo?
Marq. Mañana.
Miguel. Con q uién ?
Marq. Qué flujo de preguntar!
Con un hombre.
Miguel. ¿Usted no mira
que está clavando un puñal
en mi pecho?
Marq. ,4^go mio^.... -
Miguel. Eso es una iniquidad.
Marq. Cómo iniquidad?
Miguel. Horrible !
¡Y vengo yo del Baztan
para esto !
Marq. Con efecto
es mucha casualidad.
Los dos en el mismo dia
Miguel. í Estoy sudando alquitrán.)
Marq. Ahora llegará don Frutos
á la puerta de Alcalá.
Miguel. Se llama don Frutos?
Marq. ;. ^ Sí.
Miguel. Nombre ioezl;
Marq. ' Natural
de Belchite en Aragón. .,^^,/^
Miguel, Santo Dios ! Será un patán ,-^ "
será Es rico?
Marq. Poderoso.
Miguel. Oh matrimonio fatal I
Desgraciada Elisa!
Marq. Calle !
¿Tan fiera calamidad
es un novio millonario?
Miguel. Por san Cosme y san Damián ,
no la sacrifique usted
— á un marido montaraz;
no con un golpe de estedo
Íuiera usted tiranizar
^ >ale ! aquí no hay tiranía.
Quién fuerza su voluntad? > .
El tirano será usted
que sin viña ni olivar,
y sin quererle la chica,
que es lo más original,
tiene §mpeño de llevarla
militarmente al altar.
Miguel. Yo no soy tan temerario.
Ella me ama, y sijalaz-,
no es su labio
Marq. Aquí se acerca.
Ella misma nos dirá
ESCENA VIL
LA MARQUESA. D. MIGUEL. ELISA.
Elisa. [Muy elegante.]
Ah ! Don Miguel !
Miguel. ¿Conque es cierto?
¿Couque ha sido usted capaz
-4
336
Elisa,
Miguel.
Elisa.
Miguel.
Elisa.
EL PELO DE Lk DEHESA.
Miguel.
Elisa.
Miguel.
Elisa.
Miguel.
Elisa.
Marq.
Miguel.
de olvidarme
No, señor.
Cuente usted con mi amistad
Amistad? ¡Lindo despacho
cuando vengo hecho un -volcan....
No quiere usted ser mi amigo?
Yo quiero ser algo más.
Marido? No puede ser:
me he comprometido ya.
Cortejo? Líoreme Dios,
que eso es pecado mortal.
¿Así corresponde usted
á mi esperanza, á mi afán
Yb no he prometido nada.
Lisonjas de sociedad,
favores de rigodón ,
una carta insastancial;
todo eso es galantería,
pasatiempo
¡Voto asan
¡ Con qué frescura me pone
en la garganta un dogall
Yo creí que usted ya estaba
arreglado por allá.
Yol
Y como usted no escribia
( Guapo está de capitán ! )
Y como usted no me habló
nunca de fe conyugal....,
y pasan dias y dias....,
y una tiene que pensar
en una En fín, me remito
á lo que ha dicho mamá.
Eh? Qué dice usted ahora?
Que estoy dado á Satanás;
que siete veces maldigo
mi necia credulidad ;
que ya no hay fe en las mujeres;
que no quiero ya tratar
6 ninguna : que me voy
para no volver jamás
ESCENA VIII.
LA MARQUESA. ELISA. D. MIGUEL. JUANA.
Juana. Ya viene.
Miguel. [Deteniéndose.]
Quién?
Juana. Don Remigio
con don Frutos.
Miguel. Mi rival!....
Pues me quedo.
Mafq. Con qué fin?
Miguel. Es mera curiosidad.
Juana. Le he visto desde el balcón.
Ya habrá entrado en el zaguán.
Marq. Mire usted que está en mi casa.
Miguel. Yo la sabré respetar.
Marq. No demos aquí un escándalo
Miguel. Ni aquí ni fuera. ¿Qué más
quiere usted? Yo me resigno
mas quiero verle.
Juana. Aquí está»
ESCENA IX.
LA MARQUESA. ELISA. D. MIGUEL. JUANA.
D. FRUTOS. D. REMIGIO.
[Don Frutos se presenta como señorito de lugar
en dia de fiesta y cojkñQÍaík atraso en la müd^f^
aunque con buena ropa. — La Marquesa y Elisa
se sientan en el sqfá^
Eetnigio: [Presentando d D. Frutos. 'I
Señoras
Miguel. [Á la Marquesa.]
¿Ese pazguato
es el novio?
Frutos. [A Juana.] Señorita
[Queriendo abrazarla.]
Dulce novia
[En voz baja i D. Remigio.]
Más bonita
me pareció en el retrato.
Remigio. [Apurado.]
Que no es esal
Juana. [Riéndose. También se rie D. Miguel.]
No soy yo.
Frutos. Pues creí
Juana. Soj la doncella.
Frutos. Pues cuál es mi novia?
Remigio. Aquella.
Marq. [De mal gesto.]
Me ha gustado el quid pro quof
Remigio. (Al primer tapón, zurrapas.) ■
Frutos. Me equivoque , vive Cristo ;
y es que en Madrid, por lo visto,
todas las mozas son guapas.
Elisa. [En voz baja.]
Ay, mamál
Miguel. (Bien I Ya me vengo.)
Frutos. [Fijando la vista en Elisa.]
Oh, que está allí....! {Mentecato
de mí I
[Á D. Remigio.]
Es el vivo retrato
del retrato que yo tengo.
[Acercándose.]
é
EL PELO VE LA DEHESA.
837
Dios guarde á usted, doña Elisa.
Slisa, Felices.
Marq. (Volada estoy!)
[Á Juana que se está riendo.]
Vete de aquí.
Juana. Ya me voy.
(No puedo tener la risa.)
ESCENA X.
LA MARQUESA. ELISA. D. FRUTOS.
D. MIGUEL. D. REMIGIO.
Miguel.
Elisa.
Frutos.
Marq.
Frutos.
i
Miguel.
Elisa.
Marq.
Frutos.
Marq.
Frutos.
Remigio
(Voy á pasar un buen rato.)
Esta señora es mamá.
Ah!.... Servidor Como allá
no llegó más que un retrato
T aun ese estaba de sobra.
I Después de verla pintada ,
llamar novia á la criada I
Qué horror!
La misma zozobra
Y...., la verdad, no esperé
que en tan feliz coyuntura
me esperase mi futura
sentada en el canapé.
Hallar pensaba á mi bella, —
no sé si esto es excederme, —
con tanta gana de verme
como yo de verla á ella.
Topo al colarme aquí dentro
una chica de buen porte ,
fr creo que es mi consorte
a que me sale al encuentro;
no reconozco el traslado,
mas digo para mi pecho,
eh I siempre va largo trecho
de lo vivo á lo pintado;
en esto viene á advertirme
el señor que me equivoco;
pero si se tarda un poco,
zas! yo la abrazo, y de firme.
íMe gusta el desembarazo!)
(Pues no es tonto, aunque grosero.)
Esta es la novia.
Ah!sí
Pero
suprima usted el abrazo.
Bien. Mis fines eran buenos,
mas me aguanto y no me pico.
No me hará pobre ni rico
un apretón más ó menos.
Y abrazos del corazón ,
hijos de pura alegría,
no se dan á sangre fría ,
sino así...., de sopetón.
. [Á la Marquesa.]
Cosas de así como así;
mas cuando él recapacite
n.
que no estamos en Belohite....
Frutos. Ya sé que estamos aquí.
(Vaya una familia tiesa! 5^'^^^
Pues aunque fuera yo el coco.
Remigio, {En voz baja á la Marquesa.]
Él soltará poco á poccrx
el pelo de la dehesa, ^/i^
Marq. No toma usted una silla?
Frutos. Sí haré, si no es contra fuero
que un honrado forastero
tome asiento en esta villa.
.)
Marq.
Frutos,
Marq.
[Se sienta, y hacen lo mismo D. Mu
guel y D. Remigio.]
Volviendo á lo del abrazo,
aquí no se mira bien
que los novios se le den
antes del solemne lazo.
Si amor les hace cosquillas,
aquí y allí creo jro
que, si con testigos no,
se abrazarán á hurtadillas.
Lo primero es más honesto;
mas ni así ni de otro modo
en abrazar me incomodo
á quien me pone ese gesto.
(Ciamos, que ya se amosca.)
No crea usted que ella sienta
Frutos. [Con enfado.]
Pues si ha de ser mí parienta
que no me mire tan fosca,
Marq. Su modestia no permite
Frutos. Ya me carga su modestia.
¿Qué va á que tomo una bestia
y doy la vuelta á Belchite? —
Bien ! Ya se ríe. Esto es algo.
Elisa. Qué tal el viaje?
Frutos. Tal cual;
mas volqué en un pedregal /
y á poco no me desnalgo.
Miguel, [Haciendo ascos.]
(Me desnalgol)
Frutos. En diligencia
no vuelvo á viajar.
Remigio. Pues ¿cómo?
En carro?
Frutos. En mi macho romo,
que es animal de conciencia.
Remigio. [Aparte á D. Miguel.]
Se conoce que los dos
simpatizan.
Frutos. [Mirando d Elisa embebecido.]
Oh qué linda I
Qué bocal Es como una guinda.
Qué talle ! Válgame Dios !
Elisa. Mil gracias por la lisonja.
Frutos. No. Qué ojuelos 1 Oh qué fragua I
La boca se me hace una agua ,
22
338
EL PELO DE LA DEflESA.
y el corazón una esponja.
Miguel, ?Cómo la requiebra el ganso!)
Marq. (Ya me tiene el alma en vilo
y si no le corto el hilo )
[Á D. Frutos levantándose, y todos
hacen lo mismo.\
Usté ha menester descanso
Frutos, Yo no. Al lado de una bella
Marq. No obstante
Frutos. Obedezco pues.
[i Elisa,]
Adiós , cordera.
[A la Marquesa.]
¿Cuáles
mi habitación ?
Marq. [Mostrando la de la derecha.]
Es aquella.
[Al volverse de pronto D. Frutos, der-
riba un velador que habrá en medio de
la sala con un juego de té.]
Frutos. Voy. .... Voto al siete de bastos ! . . . .
Elisa. Jesús !
Marq^ Mi almuerzo de china!
Frutos, Otra ! ¿Quién ^^ diablo, imasrina
poner en medio los trastos?
Remigio. kjxxdiQ usted
[Entre D. Miguel y D. Remigio le-
vantan el velador y lo demás.]
Marq. ¡ Aver mismo
un dineral me costó!
Frutos. ¿No fuera peor que yo
me hubiera roto el bautismo?
« En mi tierra.....
Marq. Hombre funesto!
Frutos. No sucede eso.
Remigio.[A D, Miguel.] Ya va
escampando.
Frutos. Porque allá
cada cosa está en su puesto. —
Pero, en fin , por cuatro frascos '
no hemos de gemir ahora.
Sosiégúese usted, señora,
que yo pagaré los cascos.
Conque hasta luego.
[ Vasepor la puerta de la derecha,]
Remigio, \ Apar te ala Marquesa.] Es novicio....
Marq, Maldecido sea, amén.
Sígale usted Yo también;
no haga allí nuevo estropicio!
N
ESCENA XI.
ELISA. D. MIGUEL.
Elisa, (Ese novio es una fiera!)
Miguel, £1 novio es hombre de gusto.
Yo celebro como es justo
Elisa. [Enfadada.]
Don Miguel!....
Miguel. [Remedando á D. Frutos.]
Adiós, cordera.
Elisa, (Yerta como esa pared
me ha dejado.)
Miguel. Ah, ah, ¡qué risa
£l me vengará de Elisa.
Elisa. [Con despecho,]
Él me gusta más que usted.
Miguel, Seréis felices los dos.
Ya envidio el grato solaz
Elisa, Quiere usted dejarme en paz?
[ Vase por la puerta de la izquierda.]
Miguel. [A la puerta y se retira luego por el
foro.] . •
Justo castigo de Dios!
ACTO SEGUNDO.
ESCENA I.
I
LA MARQUESA. ELISA.
Marq. Vaya, esas son niñerías ,
y aunque en parte las disculpo,
ya tu palabra empeñaste
y quebrantarla no es justo.
Elisa. Pero, mamá, ¡si es un hombre
de tan mal tono, tan rudo
Marq. Alguna corteza tiene,
mas como de esos palurdos
en dos meses de Madrid
se vuelven finos y pulcros
y elegantes. Por ventura,
< ¿es menester grande estud,ip ^
para imitar á esa cáfila r '
de galancetes insulsos
que en tertulias y cafés
pasan por hombres de gusto?.
A .
EL PELO DE LA DEHESA.
339
En cuatro días se aprende
con un mediano discurso
la chachara insustancial
con que se lucen algunos.
Mientras tanto, ¿qué hace un hombre
para no soltar rebuznos ?
Callar, frunciendo las cejas
con estudiado repulgo,
j decir al que se admire
de verle tan taciturno:
«soy romántico, soy genio!
Mi misión en este mundo
es ¡callar I }>,' — y si á esto añade
una contracción de músculos,
y se ya sin saludar
retorciéndose los puños,
dirán: «lástima de joven!
Su esplín le abrirá el sepulcro.
Qué buenas cosas se calla!
?ué talento tan profundo ! » —
ara vestir á la moda
¿qué ciencia, qué genio infuso
ha menester, donde hay sastres ,
quien cuenta miles de duros? —
Para abonarse en la ópera
y, según viene el. impulso,
chichear la cavatina
6 dar aplausos af dúo,
no es preciso conocer
las reglas del contrapunto;
ni otra cosa se requiere
que tener dinero y mucho
^para jug^r tres albures
el que no truena al segundo.
Así se suelen formar
los petimetres al uso,
y más de cuatro tal vez
entre los de alto coturno
en eso de letras gordas
lan quince y falta á don Frutos.
Slisa. f Ohl tú dirás lo que quieras,
pero esos modales rústicos
10 se olvidan fácilmente;
ni después de cinco lustros
muda de hábitos un hombre
que se halla bien con los suyos.
Tú viste cuál se anuncié
desde su primer saludo.
Tú viste
Marq, Dices muy bien ;
necio y aturdido estuvo;
pero es achaque de novios.
Quién no paga ese tributo?
Yo me enfadé más que tú ,
porque tengo malos humos;
mas considerando lué^o
^ue, si es mazacote y brusco,
ni entendimiento le falta,
jA tiene el alma de estuco;
recordando la postrera
voluntad de mi difunto,
y mirando en fín la cosa
con madurez y con pulso.
veo que fuera bobada
renunciar por tus escrúpulos
al acaudalado yerno
que me sacará de apuros.
Elisa. \ No eres tú la amenazada
de sujetarte á su yugo,
mamá; que di fuera así
tomarían otro rumbo
tus reflexiones !
Marq. ¿Acaso
no es buen mozo, blanco, rubio..
Elisa. Sí, su figura me agrada,
mas dirán que es un absurdo
Marq, Simplecilla, no te cuides
de lo que murmure el vulgo.
Tú te casas para ti,
no para él; y, por último,
quién repara ya en maridos?
Todos vienen á ser unos.
Las mujeres dan el tono
con sus gracias y su lujo.
¿Qué hacen ellos en un baile ,
por ejemplo? Como buhos
se van todos agrupando
en el rincón más oscuro
de la sala. Allí reparten *
los dominios del gran turco,
y en un dos por tres revuelven
el Tajo con el Danubio;
6 en el tresillo engolfados
disputan como energúmenos
sobre si echaste la mala
debiendo rendir éí punto....]
.y no sabe alguno de ellos
que mientras cuenta los triunfos,
un galán le da codillo
y su esposa hace renuncio,.
Elisa. Pero, mamá
Marq. Calla, chica,
que ya sale tu futuro.
ESCENA n.
LA MARQUESA. ELISA. D. REMIGIO.
Marq. No viene el aragonés.?
Remigio. Tardará pocos instantes.
Se está calzando Jos guantes
Elisa. Qué! se los pone en los pies?
Hemipio. He usado de una figura
retórica.
Marq. Está buen mozo?
Semiffio.Ohl sí, señora; da gozo;
sólo que el pobre se apura
Marq. Él vestía tan holgado
Remigio. Pues, y al que no está hecho ábragas
las costuras le hacen llagas. —
Pues todo le está pintado.
Un buen sastre y mucha plata
To le he dado, por supuesto,
instrucciones y le he puesto
V
■ V
340
EL PELO DE LA DEÜESA.
K
)or mis manos la corbata,
^or poco que yo le exhorte
y por poco que él me imite ^
ese roble de Belchitc
se aclimatará en la Corte.
\ Sí, le puliremos pronto,
' que, aunque él tiene, y lo confiesa,
•^el pelo de la dehesa ,
no tiene pelo de tonto.
Sí le mira con desden
^lisa, á fe que le ultraja.
Flisa. De veras?
Remigio» Es una alhaja. ,
Doy á usted mi parabién.
Marq. Pero esos guantes, señorl....
Remigio, Ya me van dando cuidado.
Voy á ver
Eliscu No le habrá dado
don Remigio el calzador.
ESCENA III.
LA MARQUESA. ELISA. D. REMIGIO.
D. FRUTOS.
[Don Frutos se presenta vestido de rigorosa
moda, muy tieso de cuello y de cintura^ pero
andando con dificultad como si le apretasen las
botas. Trae puestos los dos guantes, y uno de
ellos roto.]
Phttos. (To creía que en un mes
no me entraban )
Slisa. [Á su madre en voz baja.]
Ay, qué tieso!
Frutos, [Haciendo un gesto y dando con el pié
en el suelo como para que acabe de
entrar ta bota.]
Márq.
Frutos.
Marq.
Frutos.
Remigio
Frutos.
¡Por vid a — Señora», beso
á ustedes los cuatro pies.
¿Cómo cuatro pies!
La cuenta
no marra. Dos y dos
Ya.
Pues ya I los dos de mamá
y los dos de mi parienta.
ga se enmienda el Ganimédes.)
e ha dicho este caballero
que es saludo muy grosero
el decir: Dios guarde á ustedes;
y que en Madrid á estas horas ,
como pueblo más cortés ,
se estila besar los pies
verbalmente á las señoras.
Para hacerlo con más gala,
yo al besar los he contado,
y más hubiera besado
si más hubiera en la sala. —
Maldita sea la bota !
Remigio.
Frutos.
Remigio.
Frutos.
Remigio.
Frutos.
Remigio.
Frutos.
Elisa.
Estoy viendo las estrellas.
¡Si son tan suaves Con ellas
bailara yo la gaveta.
No las llevo yo ni un día.
Qué martirio tan cruel!
Ya dará de sí la piel.
Sí, destrozando la mía!
En Madrid los elegantes
no calzan lo que su pié.
Un puntito menos
Eh?
Es de rigor.
Y los guantes?
Antes los veo deshechos
que puestos, y si aun á gusto
dan guerra á un hombre robusto,
?ué será viniendo estrechos?
iruante estrecho es muy señor.
^
Frutos. [Mostrando el guante.]
Aunque se haga este rasguño?
Elisa. Si con él se cierra el puño,
mal guante.
Remigio. Sí; es de rigor.
Frutos. De oir á ustedes me chafo
y de ver que estos enredos
me engarabatan los dedos
como si estuviera gafo.
Y esta invención de trabillas
el corbatín? Quién lo aguanta?
Ataruga la garganta
y en la oreja hace cosquillas.
Pues ¿y el fraque? Esto es peor.
Quién se lo abrocha en un lance?
No hay forma de que me alcance....
Remigio. 'í'io se abrocha. Es de rigor.
Frutos. A Si creerán los oficiales
de sastre que tengo gonces?
No éé abrocha! Pues entonces,
• de qué sirven los ojales? —
Mas de tantas perfecciones
la que más me maravilla
es la especie de cotilla
que me oprime los ríñones.
Remigio. [Á la Marquesa.]
Es una faja de goma
elástica para que entre
en razón su enorme vientre ,
porque si no se le doma
Frutos. Pero, hombre, por san Melchor!
tener barriga ¿es delito?
Remigio. Aquí todo señorito
la suprime. Es de rigor.
Frutos. [Remedando á D. Remigio.]
Es de rigor
[Enfadado.]
Tío Calores!,
¿sabe usted que ya me voy
enfurruñando y que doy
. al diablo tantos rigores?
EL PELO DE LA DEHESA.
341
Remigio,
Marq.
Frutos,
Marq.
Frutos.
Marq.
Frutos,
Elisa,
Marq.
Frutos.
No lo tome usted á mal.
Son leccioBOS de buen tono.
Si quiere volverme mono,
se engaña, cuerpo de tal !
Hoy me pongo estos arreos
porque usted los mandó hacer
Sí.
Y á ninguna mujer
(Huy! Mujer!)
Hago yo feos;
mas determinado estoy
con propósito muy firme
á calzarme y á vestirme »
á medida de quien soy.
Y si aquí no puedo hallar
sastre que entienda mi porte,
vendrá á vestirme en la corte
el sastre de mi lugar;
que yo gusto de estar horro,
y no dar tormento al bazo,
y mover el pié y el brazo
sin necesitar socorro.
(Ahí)
Bien; si á usted le molesta...
Levita y fraque, en buen hora.
También por allá, señora,
se usan el dia de fiesta.
Misa. [Con sodresalto.]
Y en los dias de trabajo
¿qué usaba usted?
Frutos. Aunque charra,
una peluda zamarra
cuando hace frió me encajo,
y en verano, amada Elisa,
chaquetilla de mahon ;
mas si aprieta la estación
ando en mangas de camisa.
Flisa. (Ay de mí !)
Frutos. Todo muy ancho ,
que para andar por los cerros
con la escopeta y los perros ,
, y el tio Roña y el tio Francho
Misa. Ay, qué nombres! El tio Roña!
Frutos. Allí todos tienen mote :
tio Tozuelo, tio Perote,
tia Lechuza, tia Ponzoña
Yo vivo allí sin empacho
y mido por un rasero
al hidalgo y al pechero,
al leñador y al ricacho.
Otros con menos caudal
desdeñan á los Perotes,
que hay también allí quijotes
como en esta capital;
mas sólo mi grande abasto
se sabe allá por el brio
¡con que gasto lo que es mió....,
;y doy más de lo que gasto.
Remigio, [Aparte con Elisa.]
Frutos.
Eso sí !
Cuando me junto
con alguien, no le pregunto
su apellido ni su nombre,^
»
Es filósofo!
Elisa.
Y buen hombre.
Elisa.
Marq.
que sea honrado me basta^^ —
Quizá cuanto más antigua
con menos fe se atestigua
la pureza de una casta.
¿Quién será el santo v^ron \
que diga con juramento : i
í veinticinco abuelos cuento J
y ninguno fué ladrón! — y/^
No pongo en este capítulo
á ustedes , ni me desdeño
de llamar mi dulce dueño
á la heredera de un título.
En su última enfermedad
mi padre me lo mand(T,
y, aun difunto, quiero yo
que se haga su voluntad ;
?r cuando tan linda es
a que me hace tanto honor,
bien puedo yo , pecador ,
resignarme á ser marqués.
[Aparte d la Marquesa,]
Oyes, mamá? Se resigna!
[En voz baja.]
Eh ! no lo tomes á ultraje.
No está ducho en el lenguaje.
Sé tolerante y benigna.
[i D. Frutos.]
Sin perjuicio de lo humano
y lo afable, yo confio
que en la corte, yerno mió,
sabrá usted ser cortesano.
Frutos. Veremos; haré un esfuerzo •
Quiero dar gusto á mi maja. —
Pero me prensa esta faja
No digeriré el almuerzo.—
Aunque á Belchite no olvido,
daré honor al marquesado. .
Lo propio para un fregado
soy yó que para un barrido ,
Jorque El diantre de la bota!....
Luy primorosa, muy bella,
mas para jugar con ella
un partido de pelota
Remigio. lÁ.o\d.\ Usted será muy diestro
Frutos. Oh , mucho ! Á largo-y á pie ;
de todas maneras sé; —
y no he tenido maestro.
Pues ¡correr! Nadie me agarra.
Pu9S ¡saltar! En cada brinco
de cuatro varas á cinco.
Pues ¿y tirar á la barra?
Tengo yo una fuerza atroz.
Elisa. (Ay Y írgen de la Almudena !)
Frutos. Cargué un dia en Cariñena
cuatro quintales de arroz.
h
312
ESCENA IV.
LA MARQUESA. ELISA. D. FRUTOS.
D. REMIGIO. JUANA.
EL PELO DE LA DEHESA.
Marq. /kÍMiíntras otra ley no riia ,
\ no se da el brazo á la hija
si hay de por medio mamá.
Frutos. Está muy oien, mamá mía.
Usted disponga de mí
Juana, La condesa del Ejido.
Marq, Que entre
Juana, . Ya está en el estrado.
Marq, Voy corriendo
Jvana. Ha preguntado
si habla el huésped venido.
Marq, [Fn voz daja.]
Qué has dicho?
Juana, Que irá al instante.
Marq, Todo lo hacéis al revés !
(Pero si hade ser después )
Allá vamos.
Juana, [Mira7ido d D, Frutos,']
(Qué elegalitc!)
ESCENA V.
LA MARQUESA. ELISA. D. FRUTOS,
n. REMIGIO.
Marq. [Á D. Frutos,]
Frutos.
Marq.
Remigio.
Marq,
Frains,
Rmnijlo,
Venga usted. — Elisa, ven.
Visita?
Sí.
(Dios enfreno
su lengua.)
Mi prima viene
á darnos el parabién.
Corriente! Vamos allá
\En voz laja á D, Frutos.]
Hombre...., el brazo á la señora!
Frutos. Ahí sí, sí. Tómale, aurora.
é
[Se lo o/rece d Elisa.]"
Elisa, Désele usted á mamá.
ESCENA VL
LA MARQUESA. D. FRUTOS. D. REMIGIO.
Marq, [Toma7ido el brazo de D, FriUos,]
. Venga»
Frutos, (He de ser su pariente ,
y no me dejan ahora )
¿few/yw. Usted, por lo visto, ignora
la legislación vigente
Frutos, Pero, señor, ¿qué mas da
[Poniéndose la mano en el estómago.]
(Ya se me ha sentado aquí.
y no es suegra todavía!)
ESCENA VIK
D. REMIGIO.
I Vaya, que es orxginal-
el mocito aragonés !
Y no es hombre que se mama*
el dedo, que sabe bien
dónde le aprieta el zs^ato,
como el otro montañés.
Ya tiene alma! Harto será
que hagamos carrera de él.
Y si ahora tasca el freno ,
qué hará el amigo después?
Mucho me temo Pero ellas
lo quieren , y siempre fué
mi sistema favorito
dejar el mundo correr,
no indisponerme con nadie
y decir á todo amén.
Voy ahora á hacer la corte
á esas damas
Miguel.
Remigio.
Miguel.
Remigio.
Miguel.
Remigio.
Miguel,
Remigio,
ESCENA VIII.
D. REMIGIO. D. MIGUEL.
Oiga usted !
Tenemos que hablar.
Con mucho
gusto, señor don Miguel.
¿Se casa por ñn Elisa
con ese novio soez?
Creo que sí. Su fortuna
es hoy la misma que ayer;
colosal , y la Maruuesa
no querrá soltar el pez.
Mas ¿qué dice Elisa?
Creo
que es del mismo parecer.
Sí?
No simpatiza mucho
con el rústico doncel,
pero andando el tiempo espera
domesticarle tal vez,
y en tanto cou doce mil
EL PELO DE LA DEHESA.
313
duritos de renta Pues!
Miguel, Pueg!
Remigio. Y, bien considerado ,
la boda es igual.
Miguel. Porqué?
Remigio, ^W^ y esposa de don Frutos ,
puede vivir con el tren
correspondiente á su clase ;
tomándola por mujer,
¿1} como dijo no ha mucho,
se resigna á ser marqués;
él lleva en arras el oro
y la novia el oropel.
Miguel. ¿Conque aprueba usted la boda?
Remigio, y 9iy di. si la apruebo I Cien
y cien veces ^
Miguel. Pues yo digo j ^
que es boda de Lucifer. -
Remigio. ¿Cómo. . . ¡Usted. . .
Miguel. Y el que la apruebe
' debe andar en cuatro pies.
Remigio. Qiíe hace temblar.) Con efecto....,
puede haber razones
Miguel. Eh?
Remigio.'So hay que enfadarse. Mi voto
no tiene fuerza de ley.
Convénzame usted. Soy hombre
que me dejo convencer.
Miguel. Voto á briós !
Remigio. Yo no creí
que usted tuviese interés
en probarme lo contrario.
Miguel. ¡Voto á..... ¿No lo he de tener,
si soy amante d^ Elisa ?
Remigio. J)e veras? Oh I.... Ya se ve,
como usted ha estado ausente,
yo ignoraba Vaya! ¿Quién
ha de aprobar .que aquel bárbaro
sea preferido á usted?
Miguel. Y la ingrata le prefiere 1
Remigio. [Enternecido.]
Calle usted! Eso es cruel.
Miguel. Mas la culpada no es ella.^:^'
Remigio. Así lo creo también.
Miguel. Sino su madre. ...
Remigio. Oh! Las madres! .. .
Miguel. Y usted.
Remigio. Yo?
Miguel. Sí; yo lo sé.
Remigio. "Pero
Miguel. Usted es q\ factótum
de esta casa.
Remigio. ¿Qué he de ser,
pobre de mí!....
Miguel. Si esa falsa
me ha mirado con desden ,
si se casa con don Frutos ,
á usted debo esa merced.
Remigio. 'RomhtQl Yo
Miguel. Usted aplaudía
la boda^ no ha mucho.
Remigio. Bien,
no lo niego; pero yo
hablaba de buena fe
Miguel. Yo exijo que desde ahora
proceda usted al revés.
Remigio.rxxQS digo que es execrable.
Miguel. No me basta. Es menester
decírselo á la Marquesa,
á su hija, al novio; á los tres.
Remigio. Veto ¡por Cristo!.... ¡Si ya
les he dado el parabién ! «
¿Cómo gobernarme ahora
Usted me quiere perder !
Miguel. De consejo muda el sabio.
Remigio. iCéxat) hago yo ese entremés....
Miguel. Un parásito es histrión
que nace cualquiera papel.
Remigio.yÍQTemo&y pero
Miguel. "* No hay pero
3ue valga. Un buen_alfilfiJL
e brillantes si usted losara
que se deshaga el pastel ;
mas si esa boda ridicula
se efectúa
(Ay san Gines!)
Remigio.
Miguel.
Yo,
Teñ^a usted entendido
2ue pagará con la piel.
!ué atrocidad! Soy yo el cura?
soy yo el novio somaten?
Miguel, Todo se andará. Primero
que me vea yo con él,
f procuremos arreglar
a cosa de bien á bien.
Remigio. {¡De bien á bien, y me quiere
matar I )
Miguel. Me vuelvo al café,
que si veo á esa traidora '
no me podré contener.
Conque, lo dicho, compadre.
A la tarde volveré
Remigio.Bien, yo aguzaré el ingenio,
yo pondré pies en pared
Miguel. Ó me caso con Elisa,
ó nos batiremos.
Remigio. Qué?
Yo no me bato con nadie.
Tengo respeto á la ley.
Miguel. Pues si usted no acepta el duelo
?r Elisa me deja á pié,
e corto á usted las orejas
como dos y una son tres.
ESCENA IX.
D. REMIGIO.
Jesús, qué demonio!.... Estoy
por dar parte al coronel
Vuelve Elisa. Si pudiera
disuadirla,.... Probaré,
3ii
EL PELO DE U DEHESA.
i
ESCENA X.
ELISA. D. REMIGIO.
Elisa. kVf don Remigio de mi alma !
It^niffio.iQ\ié tiene usted, criatura,
que Tiene tan afligida?
¿Ha hecho alguna de las suyas
el aragonés ?
Blisa. jAh, qué hombre,
Dios mió I No podré nunca
acostumbrarme á su trato.
To me Tengo aauí confusa,
aTcrgonzada. Mamá
se fatiga en Taño, suda
para atajar el torrente
de sandeces y tontunas
con que el bueno de don Frutos
cual Dios le crió se anuncia.
Mi tía , que es tan satírica
de un entierro se burla,
e da cuerda y nos dispara
un dardo en cada pregunta.
Jtemiffio.'ULsLB ¿qué hace el noTio? ¿qué dice...
Elisa. Ay Dios, qué caricatura!
Ni un momento está pars^do.
Ta se empina y gesticula
porque las botas le aprietan
6 le duele la cintura ;
ahora el corbatín se afloja
y el lazo quedff en la nuca ;
{)arecen doTanaderas
as piernas, según las cruza;
braceando sin descanso
en la silla se columpia ;
le dicen un cumplimiento,
y él endereza una pulla;
y, para colmo de gracias ,
saca una bolsa de nutria,
(la deslia, toma un puro,
enciende jun fósforo ¡y fuma!
Jtemiffio.B.oTTorl
Elisa. , Y no sabe hablar
más que del campo y la lluTia,
y las crecidas del Ebro,
y la feria de la Almunia,
' y los jornales que paga ,
y los perros que le ahuílan.
Remigio. Oh !
Elisa. La condesa le. brinda
con su escogida tertulia,
y él habla de su bodega
con ciento y ochenta cubas;
obserTa que es Terde oscuro
un lienzo de la pintura,
recuerda sus oliTares ,
y dice: se heló la fruta,
Í)ero hogaño es asombrosa
a cosecha de aceituna ;
toma por fin un periódico
y leyendo en sus columnas:
«ría cámara de los pares.... , »
interrumpe la lectura
y exclama : ¿qué harán ahora
mis doce pares de muías?
Remigio. Vamos, nada hay que esperar
de aquella materia bruta.
VuélTase por donde vino.
¿Qué importa su gran fortuna
si la ha de comprar usted
con lágrimas de amargura?
Elisa. ¿Es posible Pues no ha mucho
que aplaudia usted con suma
satisfacción nuestra boda.
Remigio. khoTK me parece absurda.
Las torpezas que yo vi,
aunque á la verdad son muchas ,
para un novio lugareño
eran veccaia minuta,
mas 10 que usted me ha contado
me horroriza, me espeluzna.
Elisa, Con todo, puede que el tiempo
Remigio. ^0 hay que cansarse. Es muy dura
aquella testa. Qué acémila!
Por milagro no rebuzna.,
Elisa. Poco á poco, don Remigio!
Él no es lerdo, usted le insulta.
Remigio. &eñoT^^ yo
Elisa. Tiene prendas
muy laudables.
Remigio. Sin disputa,
poro
Elisa. Puede ser mi esposo,
y quien le injuria, me injuria.
Remigio. Como no lo es todavía,
y deseo la ventura
de usted (Hoy en nada acierto.)
No sabe ustea las angustias
que yo paso para En fín^
yo juzgo lo que usted juzga,
quiero lo que quiere usted,
sufriré lo que usted sufra,
y cuando usted me consulte
porque tenga alguna duda,
consultaré con usted
la respuesta á la consulta.
ESCENA XI.
LA MARQUESA. D. FRUTOS. ELISA.
D. REMIGIO.
Frutos. [Á Elisa.]
¡Ah, que estás aquí Perdona,
mi vida, si te tuteo,
que mi cariño lo abona.
Qué gallarda y guapetona!
Me embobo cuando te veo.
Cuándo la boda será?
Sólo de pensarlo, ya
toda el alma se me alegra,
y estoy Marquesa mamá,
sea usted pronto mi suegra.
Elisa. (Ay cielo I)
Frutos. Sin aparatos.
Cuanto menos embolismo,
mejor. Haya buenos platos ,
y luego
Marq. Mañana mismo
se firmarán los contratos.
Frutos. Mañana I
Remigio. ( Triste de mí ! )
Frutos. Jamás igual regocijo
en mi corazón sentí.
La amaré á usted como un hijo.
{Á Misa.]
EL PELO DE LA DEHESA.
Marq. [Aparte á Misa.]
Vaya, responde. — No puedes?
Misa. [Fn alta voz.]
Yo
345
Elisa.
Frutoé.
Remigio.
Elisa.
Remigio.
Frutos.
I
Marq.
Elisa.
y como un esclavo á ti.
(¿Qué oigo!)
Serás mi regalo,
mi delicia
(Esto va malo.)
[Aparte con D. Remigio,]
Oye usted esos extremos?
Es que ahora le cogemos
en un lúcido intervalo.
Tú vivirás satisfecha.
Mis ganados, mi cosecha,
mis haciendas , mi dinero;
todo es para ti , lucero,
desde la cruz á la fecha.
Es tosca mi educación
para aspirar á tal moza;
yo te hago esta confesión ;
pero tengo un corazón
como de aquí á Zaragoza.
£1 encontrará camino '
de agradar á mi mujer.
Para amar con desatino
no creo que es menester
que uno sea lechuguino.
En lo que yo no esté ducho
corrige tú mis maneras.
Verás qué dócil te escucho.
Tú harás de mí lo (|ue quieras
siempre que me quieras mucho.
Así con igual placer,
luego que al pié del altar
me digas : soy tu mujer ,
tú me enseñarás á hablar;
Ío te enseñaré á querer,
lien , don Frutos I
(Qué sorpresa!
De haberle ajado me pesa.)
ESCENA XII.
LA MARQUESA. ELISA. D. FRUTOS.
D. REMIGIO. JUANA.
Juana. Cuando gusten .ustedes.
Ta está la sopa en la mesa.
ESCENA Xin.
LA MARQUESA. ELISA. D. FRUTOS.
D. REMIGIO.
Frutos. [Ofreciendo el brazo d la Marquesa.]
Haremos los dos un lazo
Marq. [Tomando el brazo de D. Fruitos.]
Gracias.
Frutos. (Vaya una pandorga ! )
[i Elisa.]
Conque me querrás muchazo?
Marq, Ta ve usted , quien calla otorga.
Elisa, [Mirando A D, Frutos con ternura.]
Déme usted el otro brazo.
[Vansepor la izquierda del foro.]
ESCENA XIV.
D. REMIGIO.
Oh miedo! , qué me aconsejas?
Mientras la niña se humana
vendrá el otro á darme quejas
Pobre Remigio! Mañana
amaneces sin orejas.
[Sigue d los novios y día Marquesa.]
4
346
EL PELO DE U DEHESA.
ACTO TERCERO.
V
ESCENA I.
D. FRUTOS. D, REMIGIO.
[Está anocheciendo. Vienen D, Frutos y Aon
Remigio por la izquierda del foro.]
Remigio. Soh^vhíz, comida!
Frutos. Sí,
Íero, sin tanto primor,
mí me daba más gusto
mi cocina de Aragón.
Remigio. Tiempo hace que no he bebido
mejor vino de Bordeaua
[Mudando de tono como para hacerse
comprender.]
Burdeos.
Frutos, Me importa poco
el nombre de ese señor,
porque me sabe muy mal
en francés y en español.
Remigio. iHomhrQ^ un Burdeos legítimo
y de Laffitte! ¡ Un licor
europeo!
Frutos. Y yo ¿qué tengo
que ver con Europa? Soy
de Belchite. — Y contva el mismo
Satriarca Noé, inventor
e la vendimia , sostengo
que es vino de munición
ese que usted me pondera;
que agri-áspero de sabor,
ni me calienta el estómago
ni me alegra el corazón ,
, en fín , que para vinagre
lo he vendido yo mejor.
Remigio. No dudo
Frutos. Donde está el vino
de Belchite
Remigio. Ya me doy
por vencido.
Frutos. ¿Y la garnacha
de Cariñena, Aguaron ,
Longares, Cosuenda ¡Aquello,
aquello es gracia de Dios !
Remigio.'No se estilan esos vinos
en las mesas comm* il/aut;
pero siendo usted de casa ,
na cometido un error
la Marquesa en no obsequiarle
con una botella ó dos
de Cariñena.
Frutos. Es mi suegra! —
Y, por Cristo, que ya estoy
i
apestado de ella. {Vaya,
que es mucha persecución J
¡No permitir que me siente,
ni en la mesa, junto al sol
de mis ojos! ¡Y qué empeño
de darme en todo lección!
Toda la comida ha estado
quemándome á media voz. —
Quítese usted del ojal
la servilleta. Qué horror ! —
Pues ¿dónde la pongo? — Suelta,
encima del pantalón. —
Vaya! — Qué hace usted t La sopa
se come con tenedor.
Remigio. [Entre dientes.]
Frutos.
Remigio
Frutos.
Remigio
Frutos.
Remigio
Frutos.
Remigio
Frutos.
Remigio
Eran rabióles.
Y mucha
que he rabiado.
(Es hombre atroz !)
Y después me hizo comer
con la cuchara el melón ,
y servirme la ensalada
¡con tijeras! — Voto á briós!
. Muy mal hecho. Ella ha debido
tratarle á usted sansfagon.
¡Vaya, que en Madrid es obra
el ser uno hombre de pro!
.Sí, ya raya en tiranía
moler con tanto sermón
á un hombre que tiene barbas
y entre malvas no nació.
Sí? Pues apliqúese usted
ese texto desde hoy.
No pida peras al olmo,
y deje á cada varón
que haga de su capa un sayo.
No más figurines!
Oh!
perdone usted. Yo creí
que una mano de charol ,
digámoslo así, daria
más realce y esplendor
á esas formas elegantes
y á esa innata discreción
Eh! menos lagoterías,
que yo no gusto
A eso voy.
Mas viendo que usted no tiene
decidida vocación
al frivolo formulario
del gran tono, dije yo:
¿no es un cargo de conciencia
violentar la inclinación
de ese apreciable mancebo?
EL PELO DE LA DEHESA.
ai7
Sí; que, como dijo Huniholdt^
suele á fuerza de cultivo
Íerder su aroma la flor,
►ues corriente.
Remigio. T ¿quiere usted
que le diga, acá ínter nos,
lo que siento ?
Frutos, Norabuena. .
Remigio. (Si él hiciese dimisión! )
Pues á usted no le conviene
tal boda.
Frutos. Cómo que no?
Remigio. ^\\9^ es bella
Frutos. ■• Otra! ¡Miren
qué pedrada !
Remigio. Mas no estoy ,
si he de decir la verdad ,
muy seguro de su amor.
Frutos. Yo sí , que ya con su boca
de almíbar me lo juró.
Remigio.'ÑÓ obstante, la diferencia.
de gustos, de educación
Jautos. Eh! ya nos gobernaremos.
Soy yo algún tigre feroz?
Remigio.'Ño es todo lo que reluce
oro á prueba de crisol.
Frutos. No puede mentir un ángel.
Remigio. De una mala tentación
ni los ángeles se libran.
Dígalo aquel que cayó !
Frutos. Dfde! ¡Si yo
Rem igio . El interés ,
la codicia
Frutos. (Qué moscón !)
Remigio. Ay , don Frutos! Y esa mádro?
Ya empieza á meter la hoz
en mies ajena
Frutos. Qué importa?
Yo la haré entrar en razón.
Remigio. Tan imperiosa, tan vana
Ya me daba ámí rubor
Frutos. Oh!
Remigio. Créame usted , don Frutos.
Sin esperar al convoy.
vuélvase usted á Belchite.
Aquí hay confabulación
entre hija y madre
Frutos. En la madre
cébese usted sin temor,
mas no hay que clavar el diente
en la hija , ó j vi ve Dios
Remigio. Oh! no se sofoque usted.
Yo lo decia (Una coz!
Era de esperar.)
Frutos. No aguanto
Remigio. i SI erauna suposición
Como le he cobrado á usted
tanto cariño (No doy
un cuarto por mis orejas.)
Frutos. I Por vida de Jusli vol
Remigio. YsimoQj vamos, me arrepiento;
me desdigo; se acabó.
ESCENA IK
D. FRUTOS. D. REMIGIO. JUANA.
Juana. [En una mano trae luces, que deja so-
ore una mesa, y en la otra un papel.]
Felices noches.
Frutos. Bendito
y alabado
Remigio. Qué nos traes?
'Juana. Este papel que me han dado
para el señor.
Frutos. A ver ? Dame.
[Toma el papel y lo lee para si.\
Juana. El mancebo portador
espera respuesta.
Frutos. Zape !
Esta es otra ! Paño , hechura ,
forro et calera de un fraque,
setecientos. — Pantalón
Ya, ya La cuenta del sastre.
La cuenta á mí I Para qué?
Sí, para que usted la pague.
Ahora salimos con esto?
Pues hombre, así Dios me salve,
yo pensé que era un regalo
de mi suegra este atalaje.
Remigio. Ya ve usted que no. Presumo
que para más adelante
reserva
Frutos. Pues de ese modo
yo visto á cualquiera. ¡ El diantre
de la mujer ! .... Yo sufría
Con resignación la cárcel
en que na metido mis miembros
mientras creí que qx^l gratis;
pero ¡dar dinero encima
Remigio. [En voz baja.]
Calle usted ! Eso es infame.
Frutos. Pues , señor, la pagaré,
3ue no quiero que me tachen
e cicatero.
[Leyendo.] Total,
cuatro mil doscientos reales. —
Pero una y no más. Canario! ....
Remigio.
Frutos.
Remigio.
Frutos.
[Á Juana.]
Díselo así de mi parte.
Juana. Siempre ha sido una fineza
prevenir el equipaje
Frutos. Yo no soy aficionado
á finezas semejantes.
¡Digo á usted que es corcho. . . Espera.
Por vida del rey don Jaime !..;..
[Entra en su cuarto.]
i
348
EL P£LO DE LA DEHESA.
Juana,
Remigio,
Juana,
Remigio,
Juana.
Remigio.
Juana,
Remigio,
ESCENA IIL
D. REMIGIO. JUANA.
¡Vaya, pues tiene buen modo
de agradecer que se afanen
por vestirle á lo marqués !
¿Querrá también
Es un cafre,
Ír si da la mano á Elisa,
a ya á matar á pesares.
Eso es lo que yo la digo.
Sí; es preciso que trabajes
para disuadirla (El miedo
me fuerza á ser intrigante.)
Ta se ve, ¿no es una lástima
Un horror.
¿Cuánto más vale
don Miguel
Oh! don Miguel...
(Maldito sea!) Es un ángel.
Si entre los dos conseguimos
que á Calamocha desbanque
ESCENA IV.
D. FRUTOS. D. REMIGIO. JUANA.
Frutos, [Dando á Juana monedas de oro,]
Toma. Aquí sobra un doblón.
Juana, Volveré con lo sobrante
lautos. No. Para tí.
Juana. Gracias. (Ya
me parece más amable.)
Frutos. Novia te llamé y no quiero
que lo hayas sido de balde.
Juana. [Yéndose.]
(Pues, señor, viva Belchite !
y á don Miguel, Dios le ampare.)
ESCENA V.
D. FRUTOS. D. REMIGIO.
Frutos. Y, á todo esto, ¿por dónde andan
' idi
Remigio.
Frutos.
Remigio.
Frutos,
mi novia y su linda madre?
Se fueron al tocador.
Hombre, áqué?
A vestirse.
Galle I
Pues ¿no estaban ya vestidas?
Remigiq,,,Ohl sí, pero ¿usted no sabe
que vamos luego á la ópera,
y á la tertulia más tarde?
Cada acto de estos requiere
su correspondiente traje.
Fhitos, Otra! ¡Pues no es mal trajin
¿Y dónde hav caudal que baste...
Remigio, Así lo exige la culta
sociedad.
Frutos. Vírffen del Carmen !
Remigio. Aquí se pasa la vida ^^ '
en vestirse y desnudarse. /
Frutos. Muy bien ! ¿Y qué viene á ser
eso de ópera? «
Remigio, (Ignorante!)
Drama lírico; — una fiesta
de teatro.
Frutos. Ah! Que me place.
Y qué comedia echan hoy?
Remigio, ^Q eñ ZQXTíQáxBL. I Puritani
de Beüini,
Frutos. \ Que no echaran
El Mágico Bay alarde!
Es la única que yo he visto,
Íero jcal ¡cosa más grande
'odo es música esta noche.
Frutos, Música? Bien , como cantan
la jota
Remigio, (La jota !) Yo
sería de ese dictamen ,
pero
[Asoma la Marquesa por el foro.]
Frutos, Aquí está la Marquesa.
[Á media voz,]
Le voy á decir verdades
como puños.
Remigio, Sí? Me alegro.
Frutos. Yo uo sufro ancas de nadie.
1
ESCENA VI.
LA MARQUESA. D. FRUTOS. D. REMIGIO.
Frutos.
Marq.
Frutos,
Marq,
Frutos,
Marq.
Frutos.
Marq,
Frutos,
Remigio.
Marq.
Frutos,
Escúcheme usted con calma,
mi amada suegra y señora,
que voy á decirle ahora
cuatro cositas ¡al alma!
Diga usted, querido yerno.
Á mí nadie me maneja,
nadie me moja la oreia:
sírvale á usted de gobierno.
Pero
Dicen en mi tierra
Qué?
Lo que no has de comer....
Ya, sí.
Déjalo cocer.
(Los síntomas son de guerra.)
Pero ¿á qué viene
Muy justo
sería /si algún alcalde
me vistiera á mí de balde,
que me vistiera á su gusto;
pero, pagando mi ropa,
EL PELO DE Li DEHESA.
349
Q
y en cantidad tan enorme,
no me pongan uniforme
como si fuera de tropa.
Marg, Porque usted se presentase
á la boda con más brillo
Frutos. Nadie manda en mi bolsillo ,
cáseme yo ó no me case.
Marq, Nunca han sido mis intentos
Frutos, Basta. Agradezco el abrigo ;
no piense usted que lo digo
por los cuatro mil doscientos.
Vista como quiera Elisa,
vista usted como le cuadre,
mas ni Elisa ni su madre
.se metan en mi camisa.
Triunfen, gasten; no me espanto;
cuanto tengo es de las dos;
mas no se empeñen, por Dios,
)n civilizarme tanto.
Dejen á un hombre sencillo,
que, al cabo, no es una fiera,
manejar á su manera
el tenedor y el cuchillo. —
No me mire usté al soslayo.
Quiero que el amor me mande
^y no una suegra. Sov grande
y ya he despedido el ayo.
Marq, ¿Qué escucho! ¡Usted me anticipa
el despotismo de yerno!
No lo es aún , Dios eterno,
y gallea, y se emancipa!
Frutos, Sepa usted
Remigio. {Ajearte á la Marquesa.]
Firmeza! Así!
Frutos. Y ha de saber mi consorte
rque aunqueyo he entrado en la corte,
^la corte no ha entrado en mí.
Remigio. [Aparte 4 D. Frutos.]
Bien dicho! No hay que ceder.
[Aparte á la Marquesa.]
No quiere soltar, Marquesa,
el pelo de la dehesa.
Marq. [Á D. Frutos.]
Pues, amigo, es menester
Frutos. Sí, es menester que se tome
un partido. El más seguro
será
Remigio. [Aparte á D. Frutos.]
Firme en ella!
[Aparte á la Marquesa,]
Duro!
Si cede usted , se la come.
Marq, [Alzando la voz,]
Qué partido? A ver?
Frutos. No grite,
señora.
Remigio. [Aparte 4 la Marquesa.]
Sí tal.
Frutos, ' Casarme
Remigio, [Aparte d D, Frutos.]
Hace usted mal.
Frutos, Y largarme
con mi mujer á Belchite.
Marq, ¿Cómo
Remigio. [Aparte á D. Frutos.]
Bien ! bien !
Frutos. No hay remedio.
Marq. ¿ Es posible
Remigio, [Aparte á la Marquesa,]
Infame acción!
[Aparte á D. Frutos.]
Discreta resolución !
Frutos. [Á D. Remigio.]
Hombre , quite usted de en medio.**
Remigio. [Aparte á la Marquesa.]
No me escucha! Es montaraz.
Marq, Quítese usted de delante.
Remigio. G\xerT9k ha de ser? Adelante.
[Haciendo señas d derecha i izquier^
da.]
Yo quería poner paz
[Se retira d un lado,]
Marq.
Frutos.
Marq.
Frutos,
Remigio.
Marq.
Frutos.
Marq.
Frutos.
Remigio,
Marq,
Frutos,
Conque á Belchite? Ah! los yernos..
¿Nos quiere usted confinar
en un mísero lugar?
Usted tira á embrutecernos!
Otra! ¿Quién les manda á ustedes
que se embrutezcan?
Qué horror!
¡Me moriré de dolor
allá entre cuatro paredes !
¡Solitaria como un hongo
Todo se remediará.
Quédese usted por acá.
Maldito si yo me oponga .
( Esto marcha.)
Entiendo. ¡Sola
quiere llevársela !
Pues.
¡ Para tratarla después
como á una negra de Angola !
Mas sin hacerme pedazos
Señora....!
(Orejas , bien va ! )
Usted no conseguirá
arrancarla de mis brazos.
Si mi mujer ha de ser,
350
EL PELO DE LA DEHESA.
irá adonde fuere yo,
porque
Marq. No ; á Belchite , no !
Frutos, Pues no será mi mujer.
Remigio. (Albricias I )
Marq. Oh ! Ya lo veo !
Se desdice usted I
Frutos. Marquesa!
Marq, Usted falta á su promesa.
Frutos. Por vida del Zebedeol...,
¿Quién ha pensado
Marq. \ Intentar
antes del dulce consorcio
esa especie de divorcio
La horca antes que el lugar I
Frutos. No, señora, eso no es cierto;
pero ¿hay ley que me prohiba,
suegra ó diablo!, que yo viva
donde mis padres han muerto?
Marq. Cielos I qué dirá el notario?
y qué dirán los testigos?
y qué dirán mis amigos?
Frutos. Dale !
Marq. T qué dirá el vicario?
Frutos. Eh I ya basta de litigio.
[Alzando la voz."]
Belchite, Belchite quiero,
Belchite 1
Jesusl.... To muero
Téngame usted, don Remigio.
[Se desmaya en trazos de D. Remi'
ffio.]
Remiffio, Acuá^ usted, no peligre
su vida, que el parasismo
Marq.
lautos. [Yéndose.]
Eh! ¿Qué sé yo Un sinapismo! —
To no soy médico.
[Entra en su cuarto.]
Marq. [Oyendo el ruido de la puerta y vol-
viendo rápidamente la cabeza.]
Tigre 1
ESCENA Vil.
LA MARQUESA. D. REMIGIO.
Remigio. Q,\xé tal? Siente usted alivio?
(No ha dado lumbre el soponcio.)
Marq. Ay qué hombre! Me ve morir....,
y me abandona!
Remigio. Es un monstruo.
Marq. Bien dicen ; siempre la cabra
tira al monte.
Remigio. Yo supongo
que no volverá á tratarse
de ese infausto matrimonio.
Marq, Pues supone usted muy mal.
Remigio. Será así. No es un asombro
el equivocarme yo.
Marq. Tan de sobra están los novios?
¿Así se dan calabazas
á un hombre que nada en oro ?
Remigio.Y^B decir que nos iremos
á Belchite. Yo.....
Marq. Tampoco.
Remigio. Pueñ digo á usted. Marquesita,
que no comprendo
Marq, • ¡ Qué tonto
es usted!
Remigio. Convengo
Marq. ¡Y qué
mentecato !
Remigio. No me opongo
(¡Vuelvo á temblar por mis pobres
orejas I )
Marq. Yo hallaré modo
de evitar
Remigio. Elisa viene.
(Y viene muy á propósito.)
ESCENA VIH.
LA MARQUESA. D. REMIGIO. ELISA.
Remigio. Elisa ! ¡ Usted tan tranquila
por allá dentro, y nosotros
Flisa. Qué ha habido?
Marq, (Qué irá á decir?)
Remigio. Friolera ! Que por poco
no se nos muere mamá.
Marq. [Eace señas i D. Remigio para que
calle y y ¿I se desentiende,]
Hum!....
Elisa, Dios mió! Pues ¿qué... ¿Cómo...
Remigio. S^Q ha sincopado. — Es decir; -
un accidente espasmódico
Elisa. Jesús!
Marq. Eh! no ha sido nada.
No hagas caso.
Remigio. Ello sí, pronto
se recobró
Marq. [Si te digo
Remigio. Yo la apreté el dedo gordo
Elisa. Mas ¿ qué causa
Remigio. Una alcaldada
horrible de ese hipopótamo
aragonés.
Marq. Doü Remigio! ....
Remigio. [Con mucha viveza.]
¿Pues no se empeña el bolonio.
quiera usted, ó no, en llevársela
á aquel maldito villorrio?
Elisa, Virgen Santa ! Yo á Belchite ?
Remigio.Como cinco y tres son ocho.
EL PELO DE LA DEHESA.
351
Este ha sido su ultimátvm.
Á Belchíte , <5 uo hay consorcio.
Marq. ¿Está usted ya satisfecho ^
seor necio , hablador de á folio I
Remiffio.khl Yo creí ¿Conque usted....
¡Voto ¿ san (Ya tiene el tósigo
en el cuerpo.)
Elisa. Ay, madre mía I
Ese hombre no tiene prójimo.
Llevarme á un lugarl.... ¡Y yo
que le iba queriendo un poco!....
Ya le aborrezco de muerte.
Marq. No irás á Belchite. •
Elisa, Oh gozo !
¿Tú le habrás dicho que ya
no hay nada de desposorios?
Por una parte lo siento ,
porque es honrado, y buen mozo^
y rico ; pero sacarme
de Madrid..... Vaya al demonio!
Marq, Galla I Tan simple eres tú
como el señor.
Remigio. Me conformo.
Elisa. Pero
Marq. Corre de mi cuenta
arreglar este negocio.
Por ahora es necesario
Elisa. Qué?
Marq, Decirle amén á todo.
Elisa. Incluso el viaje á Belchite ?
Marq, Boba! Por supuesto.
Elisa. ¿Qué oigo!
Marq. Es preciso no escamarle.
[Á D. Remigio,]
Apóyeme usted.
Remigio. Apoyo.
Marq* Si ahora» le dices que no.
adiós, boda! ¡Y qyé bochorno,
qué afrenta para nosotras I
¡ Desairadas por un tosco
provincial
Elisa. Pero ¿qué haremos
si cuando sea mi esposó
se empeña en que he de seguirle?
Marq. ¿Han de faltar por de pronto
{^rcrteztoB para alejar
a partida? ¿No habrá un cólico
que nos saque del conflicto?
¿No sabrán después tus ojos
cautivar su voluntad?
Hoy con mimos y piropos
y dengues, al otro dia
con lágrimas y sollozos
Harás de él cuanto quisieres. —
Y si viene á tu socorro
la santa naturaleza ;
si hay inapetencia y vómitos
Elisa. [Bajando los ojos.]
¡Eh, mamá
Marq. ' [A D. Remigio.]
Apóyeme usted.
Remigio, ^i y yo apruebo y corroboro
Marq, Otros novios más bravios
se vuelven mansos palomos
' sabiéndolos manejar.
Si no te bastan tus propio»
recursos , yo estoy aquí
Remigio. [Entre dientes.]
Jesucristo I
Marq. Eh?
Remigio. Nada Apoyo.
Marq. No hay cuidado. Entre las dos
hemos de volverle loco.
Elisa. No , yo no espero .....
Marq. Ahora mismo
v^ á decirle que otorgo....'.
Elisa. Por Dios, mamá! Yo no puedo
Marq. No hasde poder? Yo respondo.
Verás : entro yo en su cuarto
primero; le desenojo;
al oir la campanilla
entras tú
[Á D. Remigio.]
Usted no !
Remigio. Si estorbo.
Mo/rq. Sí, señor.
Remigio. Bien ; no riñamos.
Opino del mismo modo.
Elisa. Pero, mamá, reflexiona
Marq. Eh, oasta, que me sofoco!
Harás lo que yo te digo,
ó nos oirán los sordos.
, [Entra en el cuarto de D. Frutos.]
ESCENA IX.
ELISA. D. REMIGIO.
Elisa. Ay, Diosmio!
Remigio. Es fuerte apuro!
Elisa. Si me caso
Remigio. No hay envite:
ciudadana de Belchite ;
cuéntelo usted por seguro.
Elisa. Qué haré?
Remigio. Calabazas.
Elisa. Oh I
Seré á mi palabra flel
[aunque muera!
Remigio. Hagamos que él
sea quien diga que no.
Elisa. De qué modo?
Remigio. Una esperanza
á ese pobre capitán.
tLa ama á usted con tanto afán.,
^ero
Remigio. Aunque sea de chanza.
352
EL PELO DE LA DEHESA.
Elisa. Poco ba me han dado un billete
Íae su pesar atestigaa
íen. Una respuesta ambigua. . .
Eso á nadie compromete.
Dígale usted , por ejemplo :
«He dado ya mi palabra,
aunque mi desdicha labra
[a repetiré en el templo;
mas si por otro ó por él
se descompone la boda,
usted sólo me acomoda
para esposo, don Miguel. »
Elisa, m, que eso es decirle mucho.
Remigio. VxxeB un poco menos. Eal
Aqu i hay papel , tinta , oblea
f.
Elisa, [Caminando háeia la mesa como ma-
quinalmenU.]
Entre mil ideas lucho.
Hemiffio.YsLjhl
Elisa. [/Sentándose.]
i Y si luego amenaza
á don Frutos?
Remigio. No hará tal ;
mas bueno es que haya un rival
para que espante la caza.
Elisa. [Escribiendo,]
Mi mamá
Remigio. Ta estoy alerta
(por la cuenta que me tiene.)
Avisaré si alguien viene.
No quito ojo de la puerta.
T qué orejas I La pared
taladran y adentro asoman.
Oh ! mis orejas se toman
mucho interés por usted. —
Está? Al sobre I Demos fin.
Elisa. [Cerrando el biUete.]
>i
Es que no sé, á fe de Elisa,
á cuál de los dos
[Suena una campanilla.]
Remigio . j Aprisa ,
que suena el dilin, dilinl
Elisa. [Levantándose con precipitación y
dándole el billete.]
Tome usted. — Sin sobre va.
Remigio. El sobre no importa un bledo.
Iráá sus manos... ^. Yo quedo
Marq- [Dentro.]
Elisa I
Elisa. Allá voy, mamá.
[Entra en el cuarto de D. Frutos.]
ESCENA X.
D. REMloiO.
Ah ! ya salí de. mi ahogo.
El cielo vuelve por mí.
Ya tengo orejas I Creí
convertirme en perro dogo.
[ Vase corriendo por la derecha del
foro.]
ACTO CUARTO.
ESCENA I.
D. FRUTOS.
[Sale de su cuarto en chínelas^ con pantalón
' ^- holgado^ sin corbatin, con zamarra de piel de
^^oso y un pañuelo de seda atado á la cabeza d
estilo de Aragón.]
Ahora sí que muevo á gusto
mis remos. Nada me aprieta.
Esto es estar en la gloría! —
Pero ¡ qué silencio reina
en esta casa ! Yo extraño
Pues ya son las seis y media. —
Estarán por allá dentro
sin duda. ¿Y cómo no piensan
en que yo me desayune?
Oh I pues ya no tiene espera
f
mi estómago. Llamaré. —
[Hace sonar la campanilla.]
Apenas probé la cena,
porque se comió tan tarde
y tenía yo tal priesa
de acostarme No responden!
Pues la campanilla suena ,
que bien la oigo. — Otra vez. —
[ Vuelve á llamar.]
¿Sirven así á las marquesas
en Madrid?
[Tira sin cesar de la cinta de la cam-
panilla hasta que acude Juana]
Oh ! mas que rompa
la cinta ¿Qué gente es esta,
santo Dios! ¿Si estarán todos
durmiendo? Voto á mi abuela!
EL PBLO DE LA DEHESA.
$53
Fi*utos.
Juana,
Frutos.
Juana.
Frutos.
Juana.
Frutos.
Juana.
Frutos.
ESCENA 11.
D. FRUTOS. JUANA.
Juana. [Entra con algún desaliño como quien
acaba de levantarse de la cama.]
Vaya un modo de llamar !
T á estas horas 1
Lioda flema!
Ah! ¿Es üsted!
Sí; abre los ojos
y sacude la pereza.
Pereza I Pues ¿qué hora es?
Otral'Las seis y cuarenta.
¡Toma, toma Yo pensaba
que era más tarde.
Esa es buena !
Cuándo es tarde para ti?
Pero, señor, ¿quién creyera
Íue usted madru fijara tanto?
e duele á usted la cabeza?
Mucho sentiría
Gracias.
Gozo de salud perfecta,
pero soy madrugador
por costumbre y por sistema.
I antes hubiera saltado
de la cama, que en mi tierra
me levanto con el alba ;
pero el viaje en diligencia ,
y aquellas malditas botas
que me tuvieron en prensa
Eso á cualquiera cristiano
le hace salir de la regla.
Juana. [Mirándole y sonriindose.]
(Qué pañuelo y qué zamarra I....
Cuando la novia le vea....)
Querido señor don Frutos,
á la hora que usted despierta
sólo dejan de dormir
en Madrid á pierna suelta
horchateros en verano
y en invierno buñoleras.
Frutos. \ Así hay aqaí tanta gente
encanijada y enteca I
Mas ¿dónde están las señoras?
Me tomaré la licencia
de darles los buenos días
Juana. Es excusada molestia.
Todavía no han venido.
Frutos. Ya 9 sí Estarán en la iglesia
Bien ; lo primero es la misa ,
y aunque hoy no es día de fiesta
Juana. I Qué misa? {Si es que no han vuelto
I del baile aún !
Frutos. I Qué me cuentas!?
(Estas ya son otras misas.)
DiQu sé que pensaban ellas
irse después del teatro
á una función de etiqueta,
II.
Juana.
Frutos.
Juana,
Frutos.
Juana.
Frutos.
Juana.
Frutos.
Juana.
Frutos.
I
Juantí.
Frutos.
Juana.
Frutos.
Juana.
Frutos.
Juana.
Frutos.
como aquí dicen; mas nunca
se me pasó por la tela
del juicio que el bailoteo
durase una noche entera.
Como usted se recogió
á la hora de la retreta
y se las dejó en el palco
Es que no entiendo esa jerga
italiana, y al arrullo
de las voces y la orquesta
me dormía ¿Qué mortal
está libre de flaquezas? —
Pero, señor, [qué gobierno
de casa! Y ¿van con frecuencia
á esas danzas perdurables?
¿Ó sólo de uvas á brevas
Qué I no, señor. ¡ Si es el pan
de cada día 1
De veras?
(Malol malo!)
Pocas noches
se retiran con estrellas.
¿Conque aquí la noche es día
y el día
Pues , vice versa,
(¡ Virgen Santa del Pilar,
qué desorden , qué vergüenza I )
(Mejor le sienta ese traje
que el otro.)
Ahora bien , morena,
yo, que no enmiendo la plana
al que los astros gobierna,
tengo gana de almorzar.
Di, pues, á la cocinera,
si no está también de baile
No, señor. p]lla se acuesta
más temprano, y ya andará
por el fogón
Norabuena.
Pues que disponga mí almuerzo.
Despacha.
Café y manteca?
Valiente cosa! — Jamón
con huevos.
Lo que usted quiera.
Y no más vino de extranjís.
Lo traeré de Valdepeñas.
Veng^. Al fin es español
aunque no es de Cariñena.
ESCENA III.
#
D. FRUTOS.
¿Dónde me he metido, cielos!
¡Qué costumbres tan diversas
de las mías ! Ah I yo voy
á pasar la pena negra
¿Quién sabe Allá en mi lugar,
ya que Elisa está dispuesta
a seguirme Y si me engaña? /
23
954
EL PELO DE LA DEHESA.
/¡No hay que fiar en promesas •
\de mujeres I Y ann(][ue en eso
á mi gusto condescienda,
irán con ella á Belchite
BUS caprichos ¡y mi suegra !-
Gallarda es la moza, sí,
y á poquito que pusiera
de su parte , lograria
barajarme la chabeta ;
mas , según lo que voy viendo, "
ni me quiere ni lo sueña;
y eso es gaita! — Ah padre mió!.,
Dios te dé la gloria eterna,
mas no tuviste chirumen
para escoger una nuera.
í.
A no ser por mi respeto
á su voluntad expresa ,-
á no haber soltado yo
a palabra que me empeña,
j bravo chasco Uevaria
mi señora la Marquesa !
[Un criado atraviesa el foro de iz-
quierda i derecha,^
jOjalá Pero oigo abrir
la puerta de la escalera.
Ellas serán Ellas son.
[Mirando adentro,]
Oigo la voz de la vieja.
ESCENA IV.
D. FRUTOS. LA MARQUESA. ELISA.
Marquesa. [Al criado en la puerta.]
Que venga esa muchacha
á desnudarnos pronto.
[ Vase el Cíiado por donde vino, y entran en la sala
la Marquesa y Elisa,]
¿Qué hace ese hombre
aquí Calle! Es don Frutos!
Elisa, (Ay qué facha !)
Frutos, Yo soy, señora mia ; no se asombre.
Marquesa. La mudanza de traje Buenos días.
Frutos. Buenas noches.
Elisa, [Aparte con su madre.]
Qué diantre de zamarra!
Marquesa. Por los clavos de Cristo, no te rías !
ESCENA V.
LA MARQUESA. D. FRUTOS. ELISA. JUANA.
Juana.
Frutos.
Elisa.
Frutos.
Aquí estoy.
[A Elisa,] ¿Te parece un poco charra
mi pellica, verdad? Lo siento mucho,
pero.....
No; yo no digo
Chica, ande yo caliente,
y ríase la gente.
Marquesa. Dice bien. Lo primero es el abrigo,
y* mientras le compramps en la tienda
una bata elegUnte con cordones
No hay para qué. Estoy bien con esta prenda.
(Parece que al mesón de la Encomienda
ha venido á vender melocotones.)
Y qué tal se ha dormido?
Grandemente. Y qué tal hemos bailado?
Frutos,
Elisa,
Marquesa.
Frutos.
EL PELO DE LA DEHESA. 855
Marquesa. La niña. Yo me he estado
jugando al ecarte.
Frutos. (¿También la suegra
tira la oreja á Jorge? Esa es más negra.)
Marquesa. Es lástima <][ne el sueño y el cansancio
le hayan privado á usted, señor don Frutos ,
de una sotrée tan buena.
Frutos. Yo, á lo rancio
Nadie me saca á mí de mis casillas.
Es lindo mientras lucen las Cabrillas
bailar con una dama,
pero es mejor , á mi entender, la cama.
Marquesa. Eh!.... Se duerme de día
Frutos. Hágalo el madrileño.
Yo, como soy así....^ tan lugareño
qué quiere usted!.... madrugo,
y á las diez de la noche ¡me entra un sueño
Elisa. (Santo Dios I)
Marquesa. Eh I todo es la primer noche.
Luego
Elisa. k las diez I
Marquesa. Cualquiera se acostumbra
Frutos. Oh I yo no soy cualquiera.
Elisa. (Qué verdugol )
Frutos. Y juro por el sol que nos alumbra
Elisa. (Ajy Dips me libre de su horrible yugo!)
Frutos. Así tengo de hacerlo hasta que muera,
y espero c^xxe mi dulce compañera
imitará mi ejemplo
Marquesa. [Interrumpiéndote.] Se supone....
Elisa. [En voz taja.]
I Ay, mamá
Marquesa. [Lo mismo.] Transijamos por ahora,
no sea que otra vez se desazone.
Frutos. (Qué mala cara ha puesto mi señora I )
[ Vuelve el criado con el almuerzo para D. Frutos, lo
pone en una mesa y se retira.]
Hola I Viene el almuerzo?
Me alegro. Con permiso
Daremos al estómago un refuerzo.
Si ustedes gustan
Elisa. Gracias. Tan temprano
Marquesa. Nosotras, á dormir.
Frutos. [Sentándose á la mesa.]
Pues ya I Preciso!
Elisa. (Y he de darle mi mano! )
Marquesa. Dormiremos un rato. Hasta la una
Elisa. (Mal haya mi fortuna ! )
Marquesa. [Á Juana.]
Ven tú; me quitarás cintas y broches.
[i D. Frutos.]
Conque|, ahur.
. Elisa. Buenos dias.
[ Vanse por la puerta de la izquierda.]
Frutos. Buenas noches.
3S6
EL PELO DE Lk DEBESA.
ESCENA VI.
D. FRUTOS.
[Partiendo el jamón.]
Sanio Cristo de la Seo
Jue me estáis probando así,
ecid , ¿qué pecado gordo
^Ten^ á purgar en Madrid?
'^ Novia que quiere bailar
cuando yo quiero dormir,
Cae quién está enamorada?
^^e mis rentas, ó de mí?
Suegra que en todo se mete,
hasta en lo que he de vestir,
y me trata cual si yo
fuera algún chisgarabís ,
^y se desmaya, y trasnocha,
^ y Ilegal ¿no dará fin
de mi bolsa y mi paciencia
antes que amanezca Abril?
¿Y me he de casar!.... Si hallara
algún medio, algún ardid
Para aguzar el ingenio
probemos de este pernil.
[Come.]
Hola I pues está sabroso.
No me engañó la nariz.
[FcAdndose vino,]
Ahora un trago del manchego....
[Beie.]
Bravo ! Bien haya la vid
que te crió. No se bebe
mejor vino en Alcañiz.
[Tomando otro bocado-]
•
Si fueran iguales todos
^ los tragos que espero aquí,
ningún cristiano me oyera
quejarme de este país.
ESCENA VIL
D. FRUTOS. JUANA.
Juana. ( Ya á la vieja he despachado,
y pues la novia gentil
entró en su cuarto diciendo:
no necesito de ti,
voy yo á aviarme )
[Á D. Frutos al pasar.]
¿Qué tal
el jamón ?
^utos. Sabe á las mil
maravillas.
Juana. Lo celebro.
Frutos.
Juana.
Hay buen apetito?
•Sí.
Quieres probarlo?
Mil gracias.
(Ni es vanidoso ni ruin.)
Hágale á usted buen provecho
y me tendré por feliz.
Frutos. i)ios te lo pague, morena.
[Vase Juana.]
Confieso que son aquí
^ménos zainas que en Belchite
las doncellas de servir.
ESCENA VIII.
D. FRUTOS. ELISA.
Elisa. [Desde la píierta.]
Señor don Frutos
Frutos. [Levantándose.] ¿Qué veo!
(To la hacía ya en camisa. )
No te has acostado, Elisa I
Elisa. [Acercándose.]
Hablar con usted deseo.
Frutos. Pues me place, como hay Dios.
Ya es justo que sin empacho
tengamos, JBlisa, un cacho
de parlamento los dos.
Elisa. ¿Promete usted el secreto
sobre el paso ^ue ahora doy
y no enfadarse, aunque voy
á hablar muy claro?
Frutos. Prometo. —
Mas también va á ser muy clara
mi lengua ,- y es menester
que me oigas en paz , mujer,
y no me arañes la cara.
[Se sientan,]
Elisa. Es usted muy buen sujeto
Frutos. Y tú muy buena vasalla.
Elisa. Otro mejor no se halla.
Frutos. No hay dibujo más completo.'
Eres gala de Madrid.
Elisa. Y usted honra de Belchite; —
Sero si usted me permite
!n los peros está «1 quid.
Elisa. Bueno es , antes que nos den
la bendición conyugal,
que temiendo hacerlo mal
lo reflexionemos bien.
Frutos. Sí, ya lo dice el proverbio.
Vamos á reflexionar
(Calabazas me va á dar
ella misma. Esto es soberbio!)
Habla, no temas al bu.
Elisa. Sería muy venturosa
EL PELO DE LA DEHESA.
357
Elisa.
m
Frutos,
Elisa.
i
con usted cualquier esposa....,
menos
Fi^utos. Vaya ! Menos tú .
Elisa, Mal he dicho. Es un desliz
Quiero decir, caro amigo ,
que casado usted conmigo
no podría ser feliz.
Frutos. Ni yo soy, cual tú lo ves ,
y eso lo conoce un nene,
el marido que conviene
á la hija de un marqués.
Elisa. ¿Qué entiendo yo de bodegas,
y de abonar el terreno,
y si se mide el centeno
por varas ó por fanegas?
Frutos. ¿Qué entiendo yo de elegancia,
y de ese tono de aquí ,
ni qué me importan á mí
los ngurines de Francia?
De la barra y la pelota
o el mérito no distingo,
i yo de óperas en gringo
donde no cantan la jota.
No se suba usté á la parra
si le díg^, aunque con miedo,
que acostumbrarme no puedo
á un marido con zamarra.
Frutos. Ni yo me acomodaría
á una linda caprichuda
que 80 viste y se desnuda
ocho ó diez veces al día.
Elisa. Poco me inclina mi estrella
al que en su primer visita
no hace distinción maldita
entre el ama y la doncella.
Frutos. Y yo doy á Belcebú
dama que habla á su marido
muy seria, muy de cumplido....,
y á su madre tú por tú.
Un marido Galamocha,
que madruga I.... Virgen Santa!
Vea usted, y á mí me espanta
una mujer que trasnocha.
Yo por valles y por cerros!
¡Yo marido cazador
que repartirá su amor
entre la esposa y los perros !
Frutos. ¡Yo muier con tantos dengues
• que , faltando á la justicia ,
me negará una caricia
por no ajar sus perendengues !
Elisa. Y aun viviendo aquí los dos
cediera al fín mi desvío,
Íero ¿y Belchite? Dios mió!
*ero ¿y la suegra? Buen Dios !
Elisa. Y será bueno Belchite,
guapo lugar: lo concedo.
Frutos. Pues ¿y Madrid? No haya miedo
que yo lo desacredite.
Elisa. Y aquella vida campestre
será muy dulce, muy sana.
¿Quién sabe De buena gana
pasaría allí un trimestre.
Elisa.
Frutos.
Elisa.
)
Frutos. Desear yo un pasaporte,
que me vuelva á mi lugar
cuanto antes, no es condenar
las costumbres de la corte.
Son muy cucas, no hay falencia;
pero, al fin, no son las mias.
Elisa. Hay ciertas antipatías
Frutos. Sí, cada uno á su querencia.
Elisa, Y pues no hay conformidad....'.
Frutos. Pues! Á qué ofender á Dios?
¿^ qué
Elisa. Casarnos los dos
Frutos. Es una barbaridad.
Elisa. Pues... ahora bien....
Frutos. Ahora bien. ...
Elisa. Salgamos de este pantano.
Frutos. Pues niegúeme usted su mano,
y buenas noches, y amén.
Elisa. 10 no he de volverme atrás ,
que en mi palabra confia
mamá y ¡ Jesús ! no podría
Perdonármelo jamás,
o también lo prometí ,
Íen mi probidad no cabe
oda la corte lo sabe.
Qué se diría de mí?
Frutos. OtMi!
Elisa. k usted que es forastero ,
y hombre, y tendrá más valor
que yo, le estará mejor
Frutos, No, que yo soy caballero.
Elisa. Con todo
Frutos. No haria bien
en quitar á usted la fama ;
pero en boca de una dama
á nadie ultraja un desden.
Elisa. Como ahora tan discreto?
Frutos, Es que yo mismo me azuzo
y el entendimiento aguzo .
Sara salir del aprieto.
ío hay muchos hombres infieles?
Frutos. Mujeres, más.
Elisa. Porque ahora
diga usted
Frutos. No, no señora:
no troquemos los papeles.
Elisa, ¿Conque ni el propio interés
mueve á usted
Frutos. Ni un terremoto.
Nunca mi palabra he roto , '
nunca! Soy aragonés^
Elisa. Medrados estamos !
Frutos. Sí,
como tres con un zapato.
Elisa, ¿Será usted tan insensato
Frutos. Seré lo que siempre fui.
Elisa. Pues yo no he de ser veleta.
El «id no saldrá de mí.
Frutos. Pues yo he de decir que sí
aunque me lleve Pateta.
Elisa. Bien está: nos casaremos!
Frutos. Bien: será usted mi muier!
Elisa, Bien : usted tendrá el placer
EL PELO DE LA DEHESA.
de qae loB dos no8 ahorquemos.
jnmtos. Yo no I
£lisa, (Eb como esa pared.)
No tiente usted al demonio I
Si es funesto el matrimonio,
la culpa será de usted.
Tanto á una mujer se apura
Frutos. De bien á bien soy muy manso,
pero Es que no soy tan ganso
como usted se lo figura.
Jílisa. Obi ya veremos después
quién sufre más de los dos
y quién Soy mujerl.... Adiós.
[Vasepor la puerta de la izquierda,]
Frutos, Adiós I^Soy aragonés.
ESCENA IX.
é
0
D. FRUTOS.
Ck>n la futura una lid,
otra con la suegra chocha
• Ay Frutos I ay Calamocha !
¿Quién te ha traído á Madrid !
ESCENA X.
D. FRUTOS. D. MIGUEL.
m
Migueh Estoy resuelto.
\A 27. Frutos que está de costado y en
actitud de cavilar.]
Buen hombre,
pase usted recado á don
Es un nombre tan ramplón !....
Don Frutos.
Frutos. [ Volviendo la cara.]
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Ese es mi nombre.
Ah, que es usted...., caballero!
Me ha sorprendido el hallazgo.
¿Quién conoce á un mayorazgo
en traje tan charanguero?
Este traje es de mi agrado.
Eso lo conoce un topo.
Y á ningún alma de chopo
se lo he pedido prestado.
Es ese el traje de boda?
Le importa á usted? ¡Yotoá auien...
¿Se ha encargado usted también
ae sastrearme á la moda?
No me tomo yo ese carg^o
Íue excede al talento mío.
'raigo otro
Pues ¡ al avío !
Diga usted.
No seré largo.
Ya que nos yernos las caras,
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
Frutos.
Miguel.
cosa que yo no quisiera
Menos prosa. La madera
no está para hacer cucharas.
Hola! Me alza usted el gidlo!
Me alegro, señor galán.
Se lo alzaré al Preste Juan,
que ya de cólera estallo.
JPues, señor, al grano.
Oh!....
Usted quiere que le den
á Elisa, pero también
aspiro á su mano yo.
Bieuj y á mí ¿qué se me da
Somos dos; una es la bella;
casarnos los dos con ella....,
no puede ser.
Ya.
Pues ya. —
Mas la salida es muy ovia.
Si uno al otro es importuno
Pues ya I De los dos el uno v^
se ha de quedar sin la novia.
Si ella fuese de Gutanda
mereciera usted su afecto,
pero esa boda en proyecto
es una fusión nefanda;
y así , pues el buen sentido
en tales casos pronuncia,
haga usted formal renuncia ,
y quedaré agradecido.
Oiga usted y no haya riña.
No me importara un ardite
Yolver soltero á Belchite ,
Íorque | es alhaja la niña !
'ero eso de que un compadre
con tal fuero me lo exija
Primero — poco es la hija —
me casara con la madre.
Pues entonces, señor mío,
ya no queda otro recurso
que matarnos.'
. i'Buen discurso,
como hay Dios ! ün desafío !
Sí, señor, y pronto, al trote!
Á galope, si usted quiere.
Diga usted qué arma prefiere.....
Elija usted. i i
ün garrote. <^¿»yA |
Esa es arma de mal tono. * ^
Esa es la que yo manejo.
Y es digna de ese aparejo,
mas no la adopta mi encono.
Sentencie nuestro proceso
ó la pistola, ó la espada
No , señor.
Ó el sable
Nada !
Garrotazo y tente tieso.
Pero ¿hemos de ser tan brutos
Leña ! Ya que usted se empeña
en Que haya camorra, leña!
No nay más tu tía.
Pon Frutos !
EL PELO DE LA DEHESA.
S59
Frutos. Don usted !
Miguel. Con ese alarde
de atroz salvajismo inculto
quiere usted huir el bulto
á mi venganza, cobarde !
FriUos, {Furioso y amenazándole con el puño.]
Yo cobarde! Voto á briós!
Miffuel. [Poniendo mano d la espada y reti*
rdndola inmediatamente,]
No' demos aquí un escándalo.
Frutos. Yo cobarde! ¡Yo...
Miguel. Seor vándalo!,
ya nos veremos los dos.
Yo'sabré
Frutos. Si no mirara
Miguel. Lo que he de hacer con un ente
como usted. Todo viviente
le ha de escupir en la cara.
ESCENA XI.
D. FRUTOS
[Á la puerta.]
Tengo un puño en cada brazo ,
7 si alguno me provoca,
antes que escupa su boca
la hundiré de un puñetazo. —
Se fué ! — Señor, ¿hsj conciencia
para hostigar tanto y tanto
á un hombre de bien? Un santo
perderla la paciencia.
Oh ! ya no reparo en nada.
Quieren que mi saña aborte?
Bien está. Yo haré en la corte
una que sea sonada.
[Fntra en su cuarto.]
ACTO QUINTO.
Miguel.
Remigio.
Miguel.
Remigio.
Miguel.
Remigio,
Miguel.
Remigio.
Miguel.
Remigio.
Remigio.
ESCENA L
D. REMIGIO. D. MIGUEL.
¿Couque es verdad?
Sígalas dos
se firma el contrato.
Lindo !
Para esa hora están citados
el notario y los testigos.
Y es la una y media! Qué haremos?
Discurra usted un arbitrio.
¿Qué sé yo Mal pleito es este.
No dio lumbre el desafio ;
Elisa está resignada
al funesto sacrificio ;
la vieja es inexorable.....
Sólo nos queda un camino.
Cuál?
Que como otro Escipion
se venza usted á sí mismo
y abandone
¿Qué se entiende
abandonar? ; Por el siglo
de mi madre
(Mis orejas
corren otra vez peligro.)
Ceder yo el campo! Primero
habrá en esta casa tirios
y troyanos.
Norabuena,
mas — ¡ por los clavos de Cristo ! —
¿qué consejo puede dar
en estos momentos críticos ,
señor don Miguel^ un hombrp
Miguel.
Remigio.
Miguel.
tan amable y tan pacífico
como yo? Si se tratase
de un inocente artificio,
de una intríguilla venial ,
vaya con Dios !; siempre he sido
complaciente, y manejable,
Í amigo do mis amigos,
ero cuando usted vacila
entre rapto y homicidio ,
¿seré yo tan Barrabas
Íue le empuje al precipicio ?
[i consejo
Es de un menguado.
Sí será. Yo no me pico
¡Bueno fuera, siendo yo
el amado , el preferido ,
que se llevase la novia
un bárbaro campesino !
Remigio. Es un horror!— Pero ¿no hay
en Madrid jefe político?
Demanda al canto, depósito,
y es asunto concluido.
Ya se lo he propuesto á Elisa,
?3ro es tan pobre de espíritu
or no chocar con su madre,
Sor no exponerse al ludibrio
e las gentes v al escándalo
Miguel. ¿Qué escándalo ni qué niño
muerto? ¿Es escándalo usar
de su derecho legítimo?
¡Pero esas mujeres Oh!
cuando dan en un capricho
Y ¿qué sé yo Juraria
que aun ha de estar indeciso
su corazón de co<]^ueta
Miguel.
Remigio.
'
3«0
entre uno y otro individuo.
Semiffio.{T9l creo.)
Miguel. Ya no hay que andarse
Í)or las ramas. Es preciso ,
órzoso, urgente, matar
al aragonés maldito.
Remigio . ¡ Hom bre , mire usted
Miguel. Él sale.
Me alegro mucho.
Remigio. ' (Dios mió!)
ESCENA IL
«
D. REMIGIO. D. MIGUEL. D. FRUTOS.
•
Frutos. Hola, señor capitán!
Sea usted muy oieu venido.
Miguel. Eh I cumplimientos á un lado,
que estoy hecho un basilisco.
I^uúos. Qué bobada y qué mal tono!
Miguel. ¿Cómo
Frutos. Yo estoy muy tranquilo ,
y aconsejo á usted que tome
mi ejemplo.
Miguel. No ; yo he venido
Frutos. Ya sé , con la misma tema
de armar camorra conmigo ;
pero cuando uno no quiere....,
no riñen dos. fisto es fijo.'
Miguel. No ? Yo. sabré
Frutos. Usted no sabe
lo ^ue se pesca, amiguito.
Mejor sería, en lugar
de venirme á mí con libros
de caballería andante ,
que pusiera usted su ahinco
en atraparme la novia. —
No digo bien , don Remigio?
Miguel. ¿Así me habla usted!
Frutos. Así.
Yo sé bien lo que me digo.
Los momentos son contados.
Dejémonos de litigios,
don Miguel , y procuremos
salir de este laberinto.
Le ha visto á usted la Marquesa?
.No, ni sabe que ha venido.
Se encerré én el tocador
Perfectamente. Pues ¡ listo !
Guárdese usted de sus ojos.
No faltará un escondrijo
Y mientras solo con ella
le digo cuántas son cinco,
cuide usted de que la chica
' no se muera de fastidio.
Miguel. Pero
Frutos. No hay pero que valga.
Ella sabe mis designios
Ande usted I
EL PELO DE LA DEHESA.
Me tiene miedo : está visto.
[Á D. Frutos.]
Remigio
Frutos,
Supongo que a^uí no hay maula
Frutos. Yo siempre he jugado limpio.
Miguel. [Volviendo la cabeza después de dar
algufios pasos.]
Es que
Frutos. Ande usted!
[ Vase D. Miguel por la izquierda
del foro.]
¡Aun se me hace
de pencas el señorito !
Miguel. [Bn voz baja á D. Remigio.]
Ya capitula.
ESCENA IIL
D. FRUTOS. D. REMIGIO.
■
Remigio.Yo celebraré en el alma,
caro amigo, que usted logre
desbaratar esa boda;
porque, si vale mi pobre
dictamen, cuando no son
homogéneos los consortes,
es el matrimonio un símil
de los órganos de Móstoles.
Frutos. No, no es esa la mujer
que me conviene.
Remigio. Y sin dote!
Frutos. Eso no me importa un bledo,
pero tengo otras razones
Remigio, Ohl sobradas. Y pensar
que ella renuncie á la corte
y á sus Para usted sería
pintiparada, de molde
una mujer como yo.
Frutos. Cómo usted? No es usted hombre?
Remigio, Quiero decir...., de mi genio,
de mis circunstancias ; dócil ,
servicial
Frutos. [Para si.] Mientras él viva
no faltará quien le abone.
[Á B. Remigio,]
J*ues lo que es á servicial,
ni usted , ni nadie en el orbe
me gana á mí. Mire usted
que tiene cuatro memoles
Remigio. {^w^\)
Frutos. Trabajar un galán....,
eh? para que otro le sople
la dama. Eh ?
Remigio. Yo convengo
en que es muy raro ese noble
proceder, famoso asunto
Sara mármoles y bronces,
fas no lo hago por virtud,
ni por miedo á los bigotes
del capitán pendenciero ,
EL PELO DE LáL DEHESA.
m
f>orqQe á mí nadie me tose;
o bago por ver si me zafo
del aparo en qae me ponen.
Líbreme yo de la novia
y de esa suegra ó demontre,
y más que cargue con ambas
Perico el de los palotes.
Mas si no cede la vieja
á mis justas reflexiones,
y se mantiene en sus trece....,
pues ! como yo en mis catorce ,
j al fin tengo que casarme ,
juro á Dios y á los apóstoles
que he. de romper la cabeza
á ese interesante joven.
Remigio. No permita" Dios. . . . — Supongo
que para mí no habrá golpes.
Yo soy amigo de usted
Más que amigo; soy su cómplice
Frutos. Eh I con usted no va nada. —
Pero los minutos corren
que vuelan y la Marquesa
no viene. Aunque usted perdone^
don Remigio, ¿quiere usted
llamarla
Con mil amores.
Y luego .4k..
Entendido. Luego
querrá usted que me incorpore
con los otros y
Cabal.
Pero me excusa un galope
mi señora la Marquesa.
[i&iludando á la Marqmsa que llega.]
Muv servidor
[A D. Frutos.]
Á la orden.
ESCENA IV.
D. FRUTOS. LA MARQUESA.
Afarq. Cómo es eso? ¡Aun está usted
de zamarra!
Frutos. Ehl no me estorba.
MarqS ¡ Y va á venir el notario, m
y los testigos Qué sorna!
Frutos. Me alegro de ver á usted.
Tenemos que hablar á solas
Marq. Jesús I y están convidadas
más de cuarenta personas
Frutos. No le hace
Marq. Qué dirán ? Hecha
un ascua de oróla novia,
yo un brazo de mar, y el novio
Frutos. Yo no gasto ceremonias.
Bien estoy así.
Marq. ¡En toilette
de calesero I
Frutos. Qué importa?
Remigio
Frutos.
Remigio
Frutos.
Remigio,
Frutos.
Marq.
Frutos.
Marq. Importa mucho. ¿Usted quiere
que se burlen de nosotras?
Frutos. Si usted toma mi consejo
podrá excusar esa mofa.
Marq. ¿Y qué consejo Sepamos
Frutos. Que se deshaga la boda.
Marq. Oh I ... . Qué dice usted ? ¿ Salimos
con esa embajada ahora ?
[Entreabren por dentro la ^puerta de
la izquierda.]
Aquí no hay más embajada
que la razón, y me sobra
8or todas mis coyunturas.
Ion Frutos, basta de broma.
Hablo de veras. Usted,
señora mia, no es tonta,
y bien habrá conocido
que. el tal casamiento es droga.
Yo soy demasiado tosco
para dama tan preciosa;
no se cambian las costumbres
como se cambian las modas, ^
y nunca harán buenas migas
perro y gato en una alforja.
Marq. Eh! ¡Gomo de esos milagros
hace el amor!
Frutos. Dale, bola!
No nos amamos nosotros:
lo entiende usted?; no, señora.
Yo lo sé de buena tinta;
esto es. de su propia boca,
y ella de la mia: estamos?
Ni soy mudo, ni ella es sorda.
Marq. Ella cumplirá, no obstante,
con los deberes de esposa
Frutos. No diré yo lo contrario
si la permiten que escoja;
porque ha de saber usted ,
si por desgracia lo ignora,
que hay bigotes de por medio.
Marq. Bobada! Á usted se le antojan
loff dedos huéspedes.
Frutos. No.
Marq. Vaya!....
Frutos. Hay moros en la costa. ^
Marq. Cuando á mí nada me ha dicho
la niña
Frutos. Teme la cólera
de usted.
Marq. Por qué ? Yo no fuerzo
su voluntad.
Frutos. Se equivoca
mi señora la Marquesa....,
por no decir otra cosa.
Marq. Hablemos claro, don Frutos,
y diga usted sin tramoya
que retira su palabra.
¡Hombre sin pudor, sin honra,
sin fe
Frutos. Señora Marquesa!
No quiera usted que nos oigan
los sordos ; tenga usted juicio,
362
EL PELO DE LA DEHESA.
Marq,
Frutos.
Marq.
Frutos,
Marq,
Frutos.
Marq.
Frutos.
Marq.
Frutos.
Marq.
Frutos.
Marq,
Frutos.
7 ahorremos una camorra.
A todos nos salva un nó.
Veamos á quién le toca
pronunciarlo. Si^o diera
calabazas ¿ la moza ,
sobre faltar al respeto
del que está bajo una losa,
fueran ustedes silbadas
diez leguas á la redonda ;
ella no lo soltará
si la llevan á la horca;
conque
¿Conque yo he de ser
quien cante la palinodia?
Sí , señora , y yo consiento
que me ponga usted como hoja
de perejil, y me acuse
de haber roncado en la ópera....,
sí tal I , y de haber comido
á cucharadas la sopa:
y más que salga tamoien
á la colada la historia
del velador, y el abrazo,
y la zamarra, y las botas....;
y más que sea preciso,
para que usted quede airosa,
compararme Á quién diré?
Al bruto de Babilonia.
No; ya es tarde. Yo no cedo.
N9?
Mil veces no.
Señora I
{Mire usted que eso es ponerme
en el pescuezo una soga!
¡ Mire usted que si me obliga
á que mi palabra rompa;
yol ; un aragonés ! , sai ! juro
por mi padre que esté en gloria
que se ha de acordar usted
de don Frutos Galamocha.
Bravatas! baladronadas!
Pues ya que usted me provoca,
guerra, venganza!
{Sacando una cartera y de ella unos
papeles.]
Aquí tengo
mi artillería. Arda Trova!
Cómo!....
Usted recordará
si no es flaca de memoria
que, cuando el marqués difunto
residia en Zaragoza ,
para sacarle de empeños
le abrió mi padre su bolsa.
Es verdad. Le prestó algunas
cantidades
Y no flojas.
[Mostrando d la Marquesa un papel.]
Vea usted : veinte mil pesos !
(Dios mió!....)
Cuenta redonda.
Marq.
Pagaré
Frutos.
De eso se trata.
El documento está en forma.
Marq.
(Este hombre me va á perder!)
Más adelante.....
Frutos.
No, ahora.
Pagúeme usted al momento,
ó la casa se alborota
y ante el notario y testigos
digo que es usted'tramposa.
Marq.
Ah, don Frutos!
Frutos.
Y la pongo
por justicia.
Marq.
Qué congoja!
Frutos,
Y le embargo cuanto tiene
en la sala y en lli alcoba
Marq.
Jesús, qué hombre !
ESCENA V.
LA MARQUESA. D. FRUTOS. JUANA.
Juana, [Anunciando.] Los testigos,
el cura de la parroquia,
el notario
Marq. Justo Dios!
Juana. £1 marqués de la Alcachofa
Marq. Voy Que esperen un momento.
ESCENA VI.
LA MARQUESA. D, FRUTOS.
Marq. Tenga usted misericordia
Frutos. La ha tenido usted de mí?
La venganza es muy sabrosa.
Marq. Baje usted la voz !
Frutos. No puedo,
Íue el furor me desentona,
'odos sabrán
[La Marquesa cierra la puerta del
foro.]
Cierra usted?
Pues levantaré la solfa.
Ó pagarme, ó despedirme,
ó he de hacer...
Marq . Virgen do Atocha! . . .
Frutos, una de pópulo bárbaro,
Í aunque me gaste mil onzas
e de tener el consuelo
de que pida usted limosna.
Marq. Basta! Ño más! Yo recojo
la palabra de la novia,
y la mia.
Frutos. Eso!
I Marq. Y diré
EL PELO DE LA DEBESA.
363
Frutos.
Marq.
Fmtos,
Marq.
Frutos.
Marq.
Frutos.
Marq.
Frutos.
Miguel.
Elisa.
Remigio
que el novio no me acomoda.
Así!
Y diré la verdad,
Íorqne es usted un idiota,
ovinamente! ün abrazo
le daria á usted ahora.
Mas ¿qué dirán los testigos —
esto es lo que n^e sofoca — ,
y el notario, y tanta gente
convidada
Usted se ahoga
en poca agua. Ellos venían
á presenciar una boda
Y esa boda se ha frustrado !
Pues ¿hay más que darles otra?
Cómo ! . . . . -^¿Con quién ...
[Acabando i$ abrir la puerta de la
izquierda.]
Verbigracia.
[Salen Elisa^ D. Miguel y D. ñemi"
gio y se arrodillan d los pies de la
Marquesa.]
Señora!....
Mamá!....
Señora!....
ESCENA OLTIHA.
LA MARQUESA. ELISA. D. FRUTOS. D. MIGUEL.
D. REMIGIO.
Marq.
Elisa.
Marq.
Frutos.
Marq.
Remigio
Miguel.
Marq.
Remigio
Marq.
ÍQué veo! Aparta de aquí,
lija traidora.
Perdón!....
Qué horrible conspiración !
Todo se gobierna así.
Ah! Mé han burlado!
Por Dios!....
Ah, señora! Yo protesto
Pero ¿qué viene á ser esto?
[ Viendo que también D. Remigio está
arrodillado.]
Te has de casar con los dos?
. Cada cual en este asedio ^ '
hace el papel que le dan.
Este es el primer galán,
y yo xxn parte de por medio (*).
(Buscar un yerno es urgente
en este lance de honor,
y pues no hay otro mejor....,
cubramos el expediente.)
Miguel. Rica no será conmigo,
pero mi amor
Elisa. ¡ Por piedad
Frutos. I Por la negra honrilla
Marq. Alzad!
Yo os abrazo y os bendigo.
Frutos. Viva! Eso es ser madre! Ahora
que eetamos todos contentos,
rompo yo mis documentos.
[Hace pedazos los papeles que sacó.]
Estamos en paz , señora.
Marq. Tanta generosidad !
Me confunde usted, me abate
Frutos. No tal. Pago mi rescate
y I viva la libertad !
2Íemigio. Oh' fecho noble y sin hiél!
Frutos. Basta. D'emos al olvido
. Miguel. Don Frutos ! . . . .
Elisa. ( ¡Qué necia he sido
en no casarme con él ! )
Frutos. Ahora andemos á porrazos ,
si usted quiere, capitán.
Miguel. No; ya no tengo ese afán.
Frutos. [En actitud de brindarle con un
abrazo.]
Pues
Miguel. Venga usted ^ mis brazos!
[Se abrazan.]
Remigio. [Enternecido.]
El llanto inunda mi cara,
y siento una óonmocion....,
una Bravo!.... Otra edición
del Abrazo de Vergara!
Vamos á la sala presto,
que nos están esperando
Vayan ustedes andando
¿Y usted
No es aquel mi puesto.
Yo voy á buscar un coche
que me vuelva á mi lugar.
Ya se quiere usted marchar f
Sí. No duermo aquí esta noche.
También Yo entiendo. Marquesa ,
algo de filosofía, .
aunque tengo todavía /^
el pelo de la dehesa.
Pero ¡dejarnos así
Sin disfrutar del convite
Nada! Á Belchite, áBelchite!
La corte no es para mí.
Marq.
Frutos.
Remigio.
Frutos.
Marq.
Frutos.
Elisa.
Remigio.
Frutos.
{') Nombre que en lo anlíguo se daba, y todav(a se da alguna vez entre adores, á los que sólo se emplean ei^ pa-
peles muy subalternos: hoy se llaman más comunmente racionislat.
DON FRUTOS EN BELCHITE:
SEGUNDA PARTE DE
EL PELO DE LA DEHESA.
GOMEIDIA EN TRES ACTOS.
Estrenada en el teatro de la Cru el dia 27 de Enero de 184S (*).
PERSONAS.
SIMONA.
ELISA.
JUANA.
B. FRUTOS.
Tío PABLO,
MAMERTO.
GORRIÓN.
BLAS.
La escena es en Belchite, en casa de D. Frutos. Sala con muebles, no de mucho lujo, pero de
mejor gusto que los que suelen usarse en los lugares. Tres puertas en el foro: la de en medio
es la que da entrada á los que vienen de fuera de casa: una ventana en los bastidores de la
derecha: mesa con recado de escribir.
«MMA^«V^«^AA«^W«M^A^^^^W
ACTO PRIMERO.
ESCENA L
SIMONA, no PABLO.
[ Vestidos los ios con huena ropa^ pero al estilo
ae los ladradores del mis, aparecen acabando
de ordenar los muebles que adornan la habi-
tación,]
Simona, Aquí la otra silla Bien.
Pablo. Ensancha el cuajo, Simona.
Con este ajaar, en Belchite
no habrá hidalga que te tosa.
T al tenor del homenaje
de la sala y de la alcooa
serán ¡no marra I los dijes
y las galas de la novia.
Poder de Dios y qué rombo!
Sonada va á ser tu boda.
Simona. Padre, aun falta para hacerla..
Pablo. Qué falta y chica?
Simona. No es cosa I
Lo primero y prencipal :
el novio.
Pablo. Él vendrá en presona
con la última carretada. •
(*) Cree el autor qae, por la circunstancia de ger la presente comedia continuación de la que antecede, aunque es-
crita y representada cinco afios después, esta es su colocación más adecuada, sin embargo de que, consideradas con
separación una y otra, la acción de amfias es independiente y completa.
365
Simona.
Pablo.
DON FRUTOS EN BELCHITE.
Simona,
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Es ya demasiado posma
para novio.
Vaya, chica,
no me seas cavilosa.
Venga hoy, ó venga mañana,
venga en carro, ó venga en posta,
todo es venir.
Es verdá.
Si es verdá!.... Pues vaya otra.
¿Cómo puede un hombre solo
estar á la mesma hora
en la villa de Belchite
?en la ciudá siempre heroica?
ues ya; eso salta i los ojos;
pero el caso
Calla, tonta.
Tú no sabes de la misa
la media.
Es que ya me amosca
BU tardanza y su
No le hace.
Al ñn se canta la gloria,
y ello es cierto que por algo
se detiene en Zaragoza.
Otra verdá como el puño,
ün oráculo es mí boca.
Así le llaman á usté
diez leguas á la redonda
Pero-Grullo por mal nombre.
Los que envidian mi retólica.
Pues por más que diga usté
Ta hace tres semanas...., bobas!
que no he visto carta suya.
Bah ! con eso nos ahorra
portes. Siga acarreando'
catres y sillas' y cómodas,'
y coruña para sábanas,
y tafetán para colchas,
y toballas y manteles ;
que lo demás poco importa.
¿Qué sustancia sacas tú
de sus cartas amorosas?
Maldita. Papeles son
papeles, dice la copla,
cartas son cartas T en fin,
no te pidió para esposa?
Sí, señor.
Pues ! Y este ajuar
tan pulido ¿no lo compra
para que tú lo desfrutes?
Sí, pero muebles de moda....,
al estilo de la corte
Mucho la tiene en memoria !
Bah! {Pues si dijo mil pestes
de Madriz y sus tramoyas
cuando vino
Sí, al prencipio
se encontraba aquí en sus glorias,
y muerto por mis pedazos
todo era hacerme carocas ,
y me llamaba garrida,
chupona, cara de rosa
Mas luego le entró la murria.
í
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
y puso la cara fosca ,
y de todo se cansaba;
de jugar á la pelota,
de cazar, de ser alcalde....,
hasta Que le dio la mosca
por andar de ceca en moca:
veinte dias en Daroca,
otros veinte en Alcañiz,
dos meses en Tarazona ,
después á Calatayuz ,
luego á la feria de Borja,
y por último á las fiestas
del Pilar ¿Qué amor ó alforja
es ese? Ta ha más de un año
ue volvió de la liornia
e Madriz , y en tanto tiempo
apenas ha hecho la rosca .
quince dias en Belchite.
Éígole á usté Que es historia !
Le habrá manaado el dotor
que mude de aires, simplona,
y viajar y mudar de aires
todo es una mesma cosa.
Sí, señor, y en cada pueblo
Suede que tenga una moza.
ío creas T en fin, más vale
que corra la tuna ahora
que después.
Sí, ¡buen consuelo
de tripas! ¡buen
Dale, bola!
Hizo promesa solegne
de darte el sí en la parroquia,
y se casará y tres más ;
que es hombre de mucha forma,
y ha dé ser falsa la bula
del Padre santo de Roma
S rimero que la palabra
e don Frutos Calamocha.
También t)freció casarse
con aquella señorona
de Madriz, y la dejó
por Cristus domina nostra.
Aquello fué diferente.
Hubo allí mil trapisondas ,
y de acuerdo de ambos sexos
se desbarató la boda.
Anda, él vendrá sí es de ley.
Su casa es nuestra; á su costa
seis meses hace que estamos
llenando aquí la bartola;
y como decia el otro,
mientras no falten las ollas
de Egito, no hay prisa
usté
lo mira con mucha sorna;
I pero yo, pobre de mí,
con veinte años á la cola
Muchacha !
y sm casarme...,
Pablo.
Simeona. Y si dijéramos
Pablo. ¡Oiga.,
Simona. Que no habia en el lugar
DON FRUTOS EN BELCHITE.
1167
Paila.
Simona.
Pablo,
Simona.
Pablo.
Simona,
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
quien me hiciese cucamonas
antes que él...;. ¡Pobre Mamerto,
que por mí suspira y Hora,
y le dejé por don Frutos
Hiciste bien. Guando sopla
la fortuna , el que la pierde
merece comear bellota.
Usté me lo aconsejó
T tú no te hiciste sorda.
Quizá me salga á la cara
haber sido ayariciosa.
La codicia rompe el saco
Aquí no hay saco ni bolsa
que Taiga.
[Con la mano en él pecho.']
Tengo aquí, padre,
un peso de treinta arrobas;
Íue filé muy mala partida
¡h! vamos No me corrompas...
Pobre Mamertol Aun le quiero
unas miajas.
Si me nombras
otra Tez á.ese abejorro
Bien., callaré
Es que si asoma
por esa puerta, le juro
que ha de dormir en chirona.
Ú soy regidor, ú no.
Ya le he dicho que no ponga
aquí los pies.
Es que siempre
está haciéndote la ronda,
y me enfada.....
Se consuela
con hacer lo que la zorra
con las uvas.
Sí, están verdes.
Pero si usté no se enoja
le diré que es tontería
quitarle de cuajo toda
BU esperanza, por si el otro
Que al ñn no pide limosna
Mamerto: tieüe hacendiUa,
y con la chupamelona
de la escribanía
Basta 1
Ya he dicho que no me rompas
la cabeza
Es de don Frutos.
Simeona.
Pablo.
[La aire.]
Qué dice?
ESCENA IL
SIMONA. TIC PABLO. GORRIÓN.
Gorrión. Guarde Dios
Pablo. ¿Qué hay...
Gorrión. Una carta. . .
Pablo. [Tomándola.] k ver?
[ Viendo el sobre.]
[Leyendo.]
«rHoy salgo de Zaragoza,
?r á poco que se retarde ,
legaré á la misma hora
que el correo.» No lo dije?
Simona. Ahí Volvámosle la honra.
Ahora sí que va de veras !
Brinco de gozo (Perdona
por Dios, Mamerto.)
El alcalde
le llama á usté. Viene tropa
mañana
Voy al momento.
Recibe tú cariñosa
á Frutos, si tan y mientras
que estoy fuera se le antoja
venir. Echa á andar. Gorrión.
[Á Simona.]
Lo oyes?
Sí..
Y dale memorias.
Gorrión.
Pablo.
Simona.
Pablo.
ESCENA III.
SIMONA.
De tanto y tanto esperar
Ía me iba quedando pocha,
[e caso con Galamochal
Soy la reina del lugar.—
La concencia me da voces....,
mas bien dice padre : si una
ve en su puerta á la fortuna
ale ha de dar un par de coces?
Si pudiera con mi mano
juntar en cuatro minutos
con el caudal de don Frutos
la cara del escribano
Á bien que nadie se ha muerto
de pesar porque le den
calabazas, y él -también
Holal
ESCENA IV.
SIMONA. MAMERTO.
Mamert. Simona I
Simona. Es su voz Mamertol
¿Por qué vienes, maldecido,
á esta casa (fuerte apurol)
fli sabes ya de seguro
que has de ser mal recibido?.
Mamert. Porque tú eres el retablo
368
DODi FRUTOS EN BELCHITE.
Simona.
Mamert.
Simona.
Mamert.
Simona,
Mamert.
Simona.
Mamert.
Simona.
Mamert.
Si'inona.
Mamert.
Simona.
Mamert.
Simona.
Mamert.
Simona.
Mamert.
Simona.
Mamert.
Mamert.
Simona.
Mamert.
de toda mi deTOcion ,
porque te amo con pasión
y porque lo quiere el diablo.
Vengo, Simona, á tu casa
como mariposa terca
que una vez y otra se acerca
á la luz donde se abrasa.
Vete, Mamerto.
Mujerl....
Ya me cansan tus sandeces.
¿No te he dicho treinta veces
que no te puedo querer?
¿No te he dicho yo otras tantas
que no te puedo olvidar?
Qué amor tan particular!
Con desprecios ¿qué adelantas?
Ver la cara guapetona
con que el corazón me punzas;
que por mucho que la frunzas
siempre es tu cara, Simona,*
tener envidia á la saya
que está ciñendo tu talle , *
aunque me eches á la calle
con un noramala vaya;
mirarme en los ojos oeílos
con que mi delirio ves,
y en ñn, postrarme á tus píes
aunque me pises con ellos.
[Lo hace.]
Jesús!.... Alza
Bien estoy.
Alza ; no seas pelmazo!
No!
(Le daría un abrazo )
Vamos, ¿alzas, ó me voy?
[Levantándose.]
Porque no te vayas , alzo.
Bien, pero pronto
Oh delicia!....
Á Santiago de Galicia
iría por ti descalzo.
Oh! vete ya; no me enfades.
Otro momento, alma mia.
No me has dicho todavía
bastantes iniquidades.
Te las diré si me pones
en ese resbaladero,
ya que eres tan majadero
que te gustan los sofiones.
Te confieso
Hum!.... No te vas?
Aunque con ellos me humillas,
que me saben á rosquillas
por ser tú quien me los das.
No quiere padre hoy en dia
que iiable contigo.
Aydemí!
T sí te sosprende aquí
va á hacer una fechuría.
Bien , yo á sufrirla me obligo
por esos ojos morenos.
Simona.
Mamert.
Simona.
Mamert.
Simona.
Sufrirla tú es lo de menos,
pero ¿y si la hace conmigo?
Oh ! si al pelo de tu ropa
se atreve, ¡por san Melchor
que aunque sea regidor
me lo he de comer por sopa !
No creo
Hay padres muy brutos I
Pero ¿á qué tanto moler?
¿Cómo he de ser tu mujer
si me caso con don Frutos?
Simona.
Mamert.
Mamert.
Simona.
Mamert.
Simona.
Mamert.
Mamert. [Afligido,]
Qué al fin me dejas por él ? '
Otra! Si padre lo manda!....
Y tú lo deseas!... ¡Anda,
cruel y más que cruel!....
Simona. Si esperas que yo me arredre
por tus lamentos, mal vas.
10 cruel!.... Tú lo eres más,
que no me dejas que medre.
Calamocha derrocha
por mí un tesoro, un Perú.
¿Me darás acaso tú
lo que me da Calamocha?
ün dia, V no muy lejano
te colmaba de placer
la golosina de ser
costilla de un escribano.
Es que estonces
Y quizá
decias tú para ti :
bien tendrá fe para mí
el que á todos se la da :
y por saciar tu ambición ,
ingrato y dulce embeleso,
yo hubiera armado un proceso
al gallo de la pasión :
y mis sentidos incautos
soñaban — picara suerte ! —
con el gozo de tenerte
cosida siempre á los autos;
mas hoy — ¿quién me lo dijera! —
¡ya mi pluma no te basta
y haces, ante mi, subasta
de esa cara retrechera I
[Rompiendo á llorar.]
¡Y me das tal pesadumbre,
y no cesan tus enojos
viendo brotar de mis ojos
lágrimas de media azumbre!
Simona. No llores; me da pesar
Mamert. No importa: más pasó Cristo
¡ Alábate de que has visto
á un escribano llorar!
Simona. Si te consuelas así,
llora donde más te cuadre ,
?ero no aquí, que mi padre
a lo tenemos aquí !
[Mamerto sigue gimiendo y llorando.]
DON FRUTOS EN BELCBITE.
369
ESCENA V.
SIMONA. MAMERTO. TÍO PABLO.
Pablo, ¿Qué veo I Mamertol
Simona,
Pablo,
Yo.
Pícara, no me repliques!
¿No ofreciste esta mañana
no volver á recibirle?
Simona. Sí, señor, pero ¿qué hace una
cuando Él
Pablo. Infame!
\Á Mamerto,'] Belitre!.
Simona, Entró aquí de sopetón,
y por más que yo le dije :
vete, no te hablo, no te oigo....,
ni por esas! Es muy chinche.
Pablo. \ Voto á ¡ Colarse en mi casa
sin decir dóminus Cristi! —
Mas sin alas no se vuela ;
sin duda tú se las diste
Simona. ¿Alas dice usté, y está
llorando que se derrite?
Pablo,
Mamert.
Pablo,
[Acercándose á Mamerto,]
Y es verdá!.... Mala vergüenza!
[Llorando,']
Ah!
Corazón de alfeñique ,
lloras! De Btíc&ite, y lloras! (*)
Mamert, [Entre irritado y lloroso,]
Sí , señor : yo soy sensible.
¿No he -de tener corazón
porque he nacido en Belchite?
Lloro, sí, pero mi llanto
no es cobardía; es berrinche.
Lloro de amor y de celos ,
porque ésta — ahí está el busilis!—
se va al sol que más calienta,
y me desprecia y me aflige
porque otro novio la ofrece
Elate y oro á celemines,
lloro porque alguna bruja,
de su hija de usted compinche ,
sin duda me ha dado hechizos ,
pues soy tan incorregible,
que debiendo aborrecerla
porque tiene alma de tigre,
si ayer la amé como cuatro
hoy la adoro como quince.
Dígale usted que se ablande,
dígale usted que me guiñe
siquiera un ojo, y veremos
quién llora luego y quién ríe.
Jjígame ella : tuya soy ,•
te quiero como te quise,
Ír si algún guapo lo estorba
e deshago las narices.
Pablo.
Mamert.
Pablo.
Mamert,
Pablo.
Simona,
Mamert.
Pablo.
Simona,
Pablo.
Simona.
Pablo,
Y si fuese yo ese guapo ,
qué harías ?
ídem per ídem.
Antes que volverme atrás
quiero que me descuarticen.
Te me subes á las barbas !
Mientras ella no me anime ,
no, señor; pero
[Amenazándole.] Bribón !
A un hombre de mi calibre!....
Padre!....
Al mismo súrsum corda...
Aun regidor!....
Por la Vírgenl
[Llamando,]
Gorrión ! — Irás á la cárcel.
Padre I — Mamerto I . . . .
No chistes !
ESCENA VI.
SIMONA. Tío PABLO. MAMERTO. GORRIÓN.
Gorrión,
Pablo.
Gorrión.
Pablo,
Mamert.
Pablo.
Mamert.
Simona.
Mamert,
(*) Frase proverbial en mucha parle de Aragón.
II.
Qué me manda su mercé?
Mando, una vez que me sirves
de criado y de alguacil,
que me prendas á ese títere.
A él! A un escribano! ¿Sabe
su mercé lo que se dice?
Mejor. En un calabozo
purgará todos sus chismes
y trapisondas.
Tío Pablo!....
Cuidado con zaherirme,
ó por vida
Alzas el puño I
¡Te atreves
Estoy en crisis.
Por ella seré furioso
león ó cordero humilde.
Habla , Simona : ¿me atrevo ,
ó no me atrevo ? JDecide.
Si me amas , no me acobardan
regidores ni alguaciles ;
si me aborreces
8í,sí;
te lo digo sin melindres;
te aborrezco , y aunque frailes
descalzos me lo prediquen
nunca te querré.
No ? ¡ Ay mísero ,
mísero de mí , infelice! —
Vamos , no hago resistencia.
lQu6 me prendan, que me lien,
y si con eso no estás
contenta, que me fusilen !
[Llorando.]
24
■
\
370
DON* FRUTOS EN BELCDITE.
Adiós, Sí mona !..!•. Sí en son
fúnebre , pausado y triste
oyes tañer las campanas ,
no pregantes , no averigües
^or quién doblan. El difunto
soy yo : Mamerto Rodríguez ,
que víctima de una ingrata
muero en mis verdes aoriles
pidiendo á Dios que perdone
mis flaquezas y tus crímenes.
ESCENA VII.
Tío PABLO. SIMONA.
Simona. ¿Si se morirá de vdras ,
Virgen del Pilar I
PaMo. . ' ¿MorirsQ
por eso? Quiá! T con su pan
se lo coma si es tan simple ;
y al que se muere lo enticrran ; 4
esto es claro, y cada quisque
Pero ya íarda 4on Frutos.
Simona. ¡ Si ahora me dejase alpiste
Paila, (Vuelta á la tema
Simona. Más vale
pájaro en mano que buitre
Voces, [Á lo lejos.]
Viva I
Pablo. Oyes?
Voces. Viva don Frutos !
Padlo. Ta está tu novio en Belchite.
[Asomándose d la ventana.]
Mírale ; en silla de posta
llega por allí, á lo príncipe.
Voces. Viva ! ,
[Se oye el ruido de un carruaje.]
Simona. [Asomándose.]
Él es I ¡Qué guirigay
de cascabeles y vítores I
Ya se apea.
[ffritando y agitando el pañuelo.]
Bien venido I
Pailo, Arriba !— Qué bella efrige I
Simona. [Quitándose de la ventana.]
Sí, Tiene guapo. ^
Pablo» T qué orondo !
Bien pesará, sin la pringue,
siete arrobas.... Mas ¿qué hacemos?
Salgamos á recibirle.
ESCENA VIII. -
SIMONA. Tío PABLO. D. FRUTOS.
m
[D. Frutos ha abandonado su traje de tugare-
^Of y y^ 1^ ^s tan áspero en su acento ni tan
rudo en sus modales.]
Pablo. Frutos I [Le abraza,]
Frutos. Tío Pablo ! — Simona I
Simona. [Desviando á su padre y abrazando d
D. Frutos.]
Quite usté, que no me huelgo
si á sus hombros no me cuelgo.
Frutos, Mi gozo
Pablo. Aquí! A la. poltrona!
[Hace sentar á D. Frutos en una bu-
taca. Simona se sienta á su derecha y
el tio Pablo á su izquierda.]
Frutos,
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos,
Estoy loco de contento.
Yo también
[Colgándosele de un brazo,]
Gracias á Dios !
Te esperábamos los dos
como al santo azvenímiento.
Tanto tiempo en Zaragoza!
Mis asuntos
[Dándole una palmada en el muslo.]
• . Ah gazapo !
[A su padre.]
Verdá que viene muy guapo?
Y tú estás muy buena moza.
De veras?
[Le toma una mano.]
Eres mi encanto.
Simona. [Poniendo su segunda mano sobre la
de D. Frutos.]
Me quieres, eh? Me querrás?
Frutos. Mucho. (Y te querría más
si no me sobaras tanto.)
Pablo. La posta abre el apetito.
Querrás llenar la balija
Frutos, No , señor ; ahora
Pablo. Anda, hija;
tráele aquel medio cabrito.
Simona. [En ademan de levantarse.]
Voy
Frutos. No. Ya comí en la venta.
Pablo. Ó si no, cualquier cosilla;
torreznos, una morcilla
Frutos. (Este suegro me revienta.)
Nada quiero. Qué porfía!
Pallo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Pablo.
Simona.
Frutos.
Simona.
Pablo.
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
DON FRUTOS
Comer sin gana es de brutos,
tio Pablo.
[Riéndose.] Ja , ja i Este Frutos
tiene una filosomía!....
Pero al menos da cuartel
hasta la hora de lá cena
á un jarro de Cariñena
con bizcochos de Teruel.
Yino ahora? No me atrevo,
ün trago. «...
Ni por asomo.
Yo bebo siempre que cómo,
mas si no cómo no bebo.
Yo sí, que el vino remoza;
mas si tú no hallas placer
[Á Simo9ia.]
Nos le han echado á perder
en Madriz y en Zaragoza.
Él se domesticará
otra vez, y como antaño
Domesticarme 1....
Oyes, maño!
No me traes nada de allá?
Sí tal. (Ya enseñó la punta
de la oreja.)
Díme pues
Cuéntame
(Vil interés!....)
Excusada es la pregunta.
Traerá el vestido de novia
tan majo y tan retumbante,
que no le habrá semejante
en Madriz Ca! ni en Segovia.
Ya me relamo Es azul?
Y otro verde, otro canario
Te traigo todo un vestuario.
Pronto llegará el baúl.
Que viva el garbo!
Ah buen hijo!
Otro abrazo!
[Le abrazan padre i hija.]
Otro!
(Qué extremos!...)
Y cuándo nos casaremos?
(Ah !....) Mañana.
Oh regocijo !
(Unirme yo á esta gentualla!....
Oh Elisa!....)
[Se oye música de pueblo que toca la
jota.]
(Cesó la murria.
Mañana )
Oís la mandurria?
[Se levantan los tres.]
Sí. Qué gusto! Una rondalla!
[Acercándose i la ventana.]
Aquí vienen. ¡Qué lucida,
qué brava gente !
EN BELCBITE.
371
Simona. [Asomándose.] En efeuto.
Pablo, Sin duda es con el ojeuto
de darte la bienvenida.
Frutos. (Dios me ampare ! )
Pablo. [Desde la ventana.] Arriba, chicos I
[i B. Frutos.]
Nos vienen á festejar
y no les hemos de dar
con la puerta en los hocicos.
ESCENA IX.
SIMONA. D. FRUTOS. TIO PABLO. MOZOS
DEL PUEBLO.
[Los mozos traen guitarras, panderetas^ Sfc]
Unmozo..Yo y esta gente devota
venimos á que usté sea
bien venido y
Frutos. Gracias.
Pablo. ¡Ea,
menos charrar, y á la jota!
[Preludio de jota.]
Que viva el son de mi tierra!
[Á D. Frutos.]
Al alma me llega el timple.
Frutos. [Bn voz baja.]
Hombre , no sea usted simple ! '
Si parece una cencerra I ^
[Cantan.]
«A la Virgen del Pilar
se encomienda Zaragoza ,
y Belchite se encomienda
a don Frutos Calamocha.>
Simona. El cuerpo me baila ya.
Pablo, Y á mí. ó semos, ó no sernos
Frutos. í Jota y siempre jota! ¿No hemos
ae llegar nunca á la k?)
[Cantan.]
«Que sea tan bien venido
como deseado fué,
y como el agua en Abril
y el vino en cualquiera mes.»
[Siffue la música.]
Simona. Bien tañido y bien cantado!
Esto es la gracia de Dios.
[i D. Frutos.]
Vamos á bailar los dos
Frutos. Yo! .... Perdona : estov cansado.
Pablo. Sí, tienes razón. Acabas
de llegar Anda^ hija mía«
\
372
DON PRDTOS EN BELCHITE.
Aquí hay un majo! Tuayía
puedo menear las tabas.
[Bailan Simona y ti fio Pablo ^'l
Simona, Lo hago bien ?
Frutos. Sí; yo me alegro
(¿Dónde me voy á meter I
Jesucristo, qué majerl
Virgen del rilar, qué suegro ! )
[Cantan,]
« Si el novio se llama Frutos
y la novia es una flor,
claro está que antes del año
tendrán un hijo varón.»
Frutos. (Ta me enfada ese run, run )
[Á los músicos,]
Perdonadme que os ataje.
Molido llegué del viaje
y noiie descansado aún. .
[Cesan el iaile y la música,]
Unmozo.Uice bien. Vamonos pues, %
chicos.
Frutos. No penséis que os hago
un desaire
•
[Dando dinero d uno de ellos.]
Echad un trago
á la salad de los tres.
Fl mozclío iremos á casa enjutos.
Sígame la comitiva
diciendo conmigo: ¡ Viva
don Frutos!
Todos, Viva don Frutos. 1
ESCENA X.
SIMONA. D. FRUTOS. TÍO PABLO.
•
Failo . ( Q aé contento va eL gandul I .... ) .
Te irás á la cama; sí?
Frutos. No. Por echarlos de aquí
dije
[Gorrión y un mozo entran cargados
con un haúl.]
Simona. Ta está aquí el baúl !
ESCENA XI.
SIMONA. D. FRUTOS. TÍO PABLO. GORRIÓN.
Gorrión, Pesa un quintal. — Baja Suelta.
[Dejan el haúl en el suelo.]
Simona,
Frutos.
Frutos. [Dando una moneda al mozo.]
Toma, vete, y buen provecho.
[Se retira el mozo.]
Simona. Vendrá de ropa hasta el techo.
Pablo, Abí no estará regüelta.
Simona, Bien haya mi novio, amén!
Daca la llave, galán.
¡Tengo ya un ansia, un afán
ae ver todo ese almacén!....
Frutos, [Metiendo la mano en el bolsillo,]
Aquí ha de estar
Simona, Oh! no me harto
de dar gracias al Señor
Frutos. [Dando i Simona una llave,]
Tómala.— Pero es mejor
llevar el cofre á tu cuarto
Simona. Lo mesmo tiene.
Frutos, Y allí ,
ya que para eso han venido,
te pones ahora un vestido
délos que traigo
Sí, sí.
Más linda que una panocha
estaré
Ese es muy vulgar
para quien se va á casar
con don FrutosCalaniocha;
que aunque yo en eso no fundo
mi gloria ni mi placer,
algo se ha de conceder
á las prácticas del mundo,
y mientras yo no te quite
ese traje burdo y recio,
te mirarán con desprecio
las hidalgas de Belchite.
Simona. No hay miedo. Suda la plata,
que yo tendré señorío,
y. con mi aquel y mi brio
echaré á todas la pata.
Frutos. ( Hum. . . la pata I )
Pablo. Aunque labriegos^
sabemos de feligrana,
y aunque vestimos de lana....,
estás? no semos borregos.
Simona. Voy..... Padre, abra usté la puerta.
[Fl tio Pablo abre la de la izquierda.]
Voy á ponerme otro ames
Frutos. Bien.
Simona, T daremos después
un paseo por la huerta.
Frutos. Bien.
Simona. [Á Gorrión, alzando el baúl por una
asa.]
Alza! Estás en Babel?
[Gorrión levanta el baúl por el otro
lado.]
DON FRUTOS EN BELCHITE.
378
Frutos, Vendrá un mozo (Es montaraz I)
Deja
Simona. Quita!.... Soy capaz
de cargar sola con él.
[/Simona y Gorrión entran con el cofre
en la habitación de la izquierda.]
ESCENA XII.
p. FRUTOS. TÍO PABLO.
Padlo. Mi hija es mujer de proTecho.
Qué fuerza y qué desparpajo !
Frutos. Sí , la muchacha es briosa
y robusta. Sin embargo,
no es su fuerza lo que más
me enamora; porque, al cabo>
yo no me caso con ella
para que tire de un carro.
[Gorrión sale del cuarto de la izquier-
da y se retira.]
Pablo. Hombre, eso... Tanto como eso...
Frutos. ¿Y qué hay de nuevo, tio Pablo,
por el lugar?
Pablo. Poca cosa.
Mañana llegan soldados;
la acituna pinta bien;
el vino, bueno y barato;
el trigo, tal cual; cebada....,
bien tendremos para el año;
ha espichado el tio Calzorras
y está preso el escribano..
Frutos. Quién? Mamerto?
Pablo. Sí.
Frutos. Y por qué?
Qué ha hecho ese pobre muchacho?
Pablo. Ahí es nada! Enamorarse
de Simona como un ganso.
Frutos. ¿Qué dice usted !
Pablo. Y en mi casa
colarse de contrabando
para decir chicoleos
á la niña.
Frutos. Vamos claros:
Simona le corresponde?
Pablo. Querer ella á ese espantajo?
Bobada! Y si tal hiciera
la costana muy caro.
Frutos. Entonces más que su padre
sería usted su tirano.
Yo prometí ser esposo
de Simona, y nunca falto
á lo que una vez prometo
aunque me lleven los diablos;
mas si llego á sospechar
que cuando me da su mano
menos que á su corazón
obedece á los mandatos
de su padre, juro á Cristo
que habrá en Belchite un escándalo.
Pablo. Nada de eso: la muchacha
se muere por tus pedazos ,
y eso le síde de adrento, -
y en la verdá no hay engaño,
y ojos tienes tú y orejas
para verlo y escucharlo ,
y si toda su alma es tuya,
qué le queda al otro zángano?
No pueden servir á un tiempo,
como dice aquel adagio ,
ni un candil á dos cocinas
ni una criada á dos amos.
Y pBueba de que Simona
no puede ver á ese trasto ,
es que yo le sosprendí
con ambos ojos llorando,
y el que llora no se alegra
Frutos. (Este hombre es de cal y canto.)
Pablo. Y cuando ella
Frutos. Basta , basta. —
Pero si está desahuciado ,
^ á qué ese odio contra él?
Cuándo fué delito el llanto?
Pablo. Querer lo que quieres tú
y decirlo con descaro,
es delito que merece
descomunión y cadalso.
En fin , bien está en la cárcel
por si forte y por si acaso,
y á Segura llevan preso ,
y buscar tres pies al gato
es tontuna, y el que quita
la ocasión quita el pecado.
Frutos. Pero ¿qué dirá Belchite
viendo un proceder tan bárbaro
y tan injusto? Que á falta
de corazón y de manos,
con una alcaldada atroz
de mi rival me deshago.
No cabe tal bastardía
en un corazón hidalgo.
Pablo . I Voto á cribas Yo pensé
' que te hacía un agasajt)
Frutos. No; una injuria imperdonable. —
Vaya usted más que de paso
á poner en libertad
á ese pobre mentecato.
Pablo. Pero
Frutos. No hay pero que valga.
Pablo. Me amagó con un sopapo
Frutos. Hizo muy mal
Pablo. Ya ves tú
Frutos. (En no pasar del amago.)
Pablo. A una autoridae 1
Frutos. Mamerto
debió.....
Pabío . Obedecer callando. . . ,
Frutos. (En vez de amagar con uno
haber sacudido cuatro.)
Mas sea culpado ó no ,
ya lo he dicho , es necesario
374
DON FRUTOS EN BELCHITE.
ponerle en la calle.
Pablo. Pero
Frutos. Otro pero y no me caso.
Pablo. (Demonio I capaz* será.... )
Ño lo digo yo por tanto
Este es nn decir
Frutos. Qué flema!
Pablo. Voy corriendo como un galgo.
í.
ESCENA XIII.
D. FRUTOS.
Aun es peor este suegro
que la suegra de Madrid:
que si aquella me enfadaba
con su orgullo señoril
y sus nervios, al, fin algo
podia aprender allí;
pero con este mastuerzo ,
como no aprenda á mugir
Qué fatalidad la mia!
iDe qué me sirve, ay de mí!
librarme de una raposa
si doy con un iabalí?
Simona es linda mozuela,
?>ero I cuánto más gentil
Slisa!.... Tan descontento
de la Corte me volví
tan de firme me entró
a querencia á mi país ,
que me cautivó el sentido
la primer hembra que vi,
sin calcular que bien puede
tener hermoso perfil
una moza y no valer
catorce maravedís.
Después, ó sea que acaso
cuando al Manzanares fui
alffo tomé, sin saberlo,
del cortesano barniz ,
ó sea que comparé
la de allá con la de aquí ,
eché de ver que mi novia
era una muía cerril; —
pero I tarde I Mi palabra
más firme que la del Cid
estaba empeñada. Entonces
me entró una murria, un esplin
que desterrar no he podido
caminando desde Abril
de Teruel á Zaragoza,
de Tarazona á Alcañiz;
y por más (fue me esforzaba ,
atormentando el magín
para encontrar en Simona
mil perfecciones y mil,
mi corazón , dulce Elisa,
no se apartaba de ti.
Hasta en tus propios defectos,
adorado serafín ,
nuevos primores hallaba
mi imaginación sutil.
Es gutivamba, decía,
es dengosa pero, al fin,
ella no tiene la culpa
de haberse criado así. —
A lo menos fué conmigo
franca, sincera, y el vil
ínteres no la cegaba
^como á esta gentuza ruin. —
*Mas ¿por aué olvido, insensato ,
que para ella no nací?
raciencia, Frutos, paciencia;
dobla al vugo la cerviz ;
esconde dentro del alma
tv amoroso frenesí
y ya que tú no lo seas,
el cielo la haga feliz !
ESCENA XIV.
D. FRUTOS. SIMONA.
[Simona aparece vestida i lo señora, pero con
rústico aesaliño y mal casados los colores J\
Simona. Frutos!
Frutos. [ Volviendo la cabeza.]
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
¿Quién... Ahí
Estoy muy cuca
con estos trenes; verdá?
Sí. (Horror!)
Cualquiera dirá
que parezco una archíduca.
oí, pero con poca maña
está prendido ese chai
y el vestido dice mal
con el moño de castaña. —
T ese chai no es de ese traje
Si todo es mío, qué importa?
Y siendo la manga corta
sobran los puños de encaje.
Otra!....
Y te has puesto en el cuello
esos lazos de moaré
Dale!....
Que yo te compré
para adornarte el cabello.
Y esos guantes
Me amohinas.
Para algo los hizo Dios.
Así colgando los dos
me parecen disciplinas.
No saques burla de mí.
Soy yo un niño de la escuela?
Con tu saya de franela
estabas mejor que así.
Ni así ni asado me quieres.
Si luego me has de gruñir,
i por qué me mandas vestir
DON FRUTOS EN BELCHITE.
375
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
¡Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona,
Frutos.
Simona.
de yeinticiuco alfileres?
Sí; antes
No soy tan palurda
Debí tomarte doncella
Yo me pasaré sin ella,
que no soy manca ni zurda.
Y de nadie aguanto feos ,
y teniendo este palmito
mal año si necesito
de todos estos arreos.
Me voy antes y con antes '
á librarme de este potro ;
que , como decía el otro,
mal caza el gato con guantes.
Oye
No me da la gana.
A mí tan cruel sonrojo!...'.
¿Qué apostamos á que arrojo
el baúl por la ventana?
Simona!....
Ah !.... Si mis parientes
supieran..... (Ya está más blando.)
Mi intención.. i
(De cuándo en cuándo
es bueno enseñar los dientes.)
Yo
¡ Cómo se engarabita
porque me da cuatro pingos^!
[Siffuiéndola.]
Oye y basta de respingos.
No quiero, no quiero; quita.
[ Vuelve á entrar en su cuarto.]
ESCENA XY.
D. FRUTOS.
[El teatro se va oscureciendo gradualmente.]
Pobre Simona! Se enfada
con razón; yo. lo conozco;
Si el equipo de señora
. se le despega del hombro;
si en ese molde grosero
hacen tan mal matrimonio
el vestido con el chai
Ír los guantes con el moño,
a culpa me tengo yo
que pido peras al olmo.
Vamos claros , Calamocha :
¿eras tú menos zambombo
cuando te hacian entrar
en los trotes del gran tono?
Y eso que aquel don Remigio,
correvedile y factótum
de la señora Marquesa,
te sirvió de pedagogo. —
£h, paciencia!.... Ya la iremos
desasnando poco á poco
No es ningún arco de iglesia
prenderse así ó de otro modo.
Va aprenderá esos ribetes....,
quizá demasiado pronto:
que son en eso más duchas
las mujeres que nosotros
y para engañar al mundo
estudian con el demonio.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pabh.
Frutos.
4
Pablo.
Frutos,
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos..
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
ESCENA XVI.
p. FRUTOS. Tío PABLO.
Ya está en liberta Mamerto.
Lo celebro. Pobre mozo!
Dejémosle en santa paz
revolver sus protocolos.
Sé ha vestido ya Simona?
Estará hecha una ascua de oro.
Sí.
Pero ¿dónde se mete?
Quiero ver los requilorios
señoriles que se ha puesto
y echarla cuatro piropos.
Ya no quiere pasear.
Ha ido á desnudarse
¿Cómo!....
Está reñida conmigo.
De veras ? Alg^n antojo
de los suyos
No, señor.
¡ Juro á Santiago el apóstol
que se ha de acordar de mí!
No hay razón
No la perdono!
Yo la enseñaré á tratarte
con respeto y con buen modo.
Ella no tiene la culpa.
Si usted me oyera
No te oigo.
Quién la ha de tener sino ella?
¿Puedes tú ni por. asomo
enquivocarte?
Tío Pablo!....
[Reñir ¡Por vida de Poncio
Bien; ya basta
Esa chicuela
tiene muy poco meollo.
(Se riñe con el marido,
pero nunca con el novio.)
Aquí la voy á traer
de una oreja
. Yo me opongo
Y te pedirá perdón ,
ó nos han de oír los sordos.
¿Quiere usted con mil y más
no meterse en mis negocios?
Pero, hombre, si
Ella no quiero
pasear, ni yo tampoco,
376
Ta es tarde...
Pablo. Sí , y corre un cierzo. . .
Haces muy bien: me conformo
con tu ditamen.
Frutos. Tío Pablo!....
Pablo. Tu salú es antes que todo.
Frutos. Oh 1 ... . Me apestan las lisonjas .
Podio. Lisonjas? Ni por el forro.
Mi afeuto
Frutos. Sí usted no calla
voy á hacer un despropósito.
Pablo. Bien ; tu volunta y la mía
son una mesma; y si estorbo
Frutos. No, señor, pero
Pablo. Comprendo.
Quisieras quedarte solo.
Frutos. Sí.
Pablo. Bien. Contra menos bultos
más claridá. Tomo el jopo
Frutos. Aburl
Pablo. (Manos besa jú hombre
que quisiera ) Adiós, cachorro.
DON FRUTOS EN BELGHITE.
Pero ¿qué ruido.
Voces. [Dentro.]
Socorrol
ESCENA XVII.
D. FRUTOS.
Vamos, yo estaba sin duda
ó lelo, ó borracho, 6 loco
cuando empeñé mi j^alabra
para tan necio casorio.
Quizá algún día Simona
si con paciencia lo tomo,
se llegue á civilizar,
¡pero eche usted en adobo
á un suegro que ya ha cumplido
cincuenta años de boloniol .
No desbastan ya ese leño
ni el cepillo ni el escoplo. —
Yo voy á pasar aquí
las penas del purgatorio. —
Oh Elisa, Elisa!.... Otra vez
quiero apacentar mis ojos ,
pues no tengo otro consuelo,
en tu peregrino rostro.
[iSf sienta junto d la mesa, saca un
retrato y lo contempla.]
Conservo, y conservaré
mientras no me echen al hoyo,
tu retrato. ¡Qué divina
criatura! ¡Qué tesoro
de gracias y perfecciones!....
Cada vez aue reflexiono
que pude llamarte mía,
y otro mortal más dichoso
[ Óyese el ruido de un coche de colleras.]
Uncarraaje!
Frutos. Cíelos !
■
[Letdntase precipitado y corre d la
ventana^ dejándose el retrato sobre la
mesa.]
Voces. [Dentro,] Socorro!
Frutos. Las muías van desbocadas.
Volemos
[Á ff ritos y desapareciendo por la
puerta central.]
Gorrión! Ambrosio!
ESCENA XYIIl.
SIMONA.
[Sale vestida otra vez corneo en las primeras
escenas.]
Sonó un coche de arquíler,
y mi novio, á lo que creo,
gritaba
[Fijando la vista en la mesa.]
¡Cielos, ¿qué veo!
[Toma el retrato.]
Un retrato de mujeir! — '
No hay duda. Infamia!.... Él lo trujo.
[Faamindndolo,]
No distingo Hay poca luz.
Mas juro á Dios y á una cruz
que no es mió este dibujo. —
Me acercaré á la ventana
[Zo hace.]
Ni por esas! Ya es de noche.
¡Por vida... — Ha parado el coche.-
[ Volviendo d mirar el retrato.]
Oh!.... Quién será esta fulana?
No lo sé, pero aquí hay duende;
esto es alguna amista
que ha dejado Claro está^
Ese picaro me vende!
Ahora caigo de mi burro.
Allá ha buscado desquite
Por eso vuelve á Belchite
DON FRUTOS EN BELGHITE.
377
tan serióte y tan cazurro.
Dos queridas á la par!....
Encenderé una candela
¡ Por el siglo de mi abuela
que me las ha de pagar!
[Al entrar Simona en su cuarto ^ a/pa-
recen B, Frutos y Gorrión condu-
ciendo d Elisa desmayada,^
ESCENA XIX.
ELISA. D. FRUTOS. GORRIÓN.
Frutos, Con tiento Aquí en el sillón
{La dejan sobre la butaca,']
Apenas se ve
Elisa, Ay de mí!
Frutos. Ya vuelve
{Alzando la voz.]
Una luz aquí! —
Corre á buscarla, Gorrión.
[ Vase Gorrión por la puerta central.
Al-mismo tiempo entra Juana.]
ESCENA XX.
ELISA. D. FRUTOS. JUANA.
Juana. Aquí entró Sigo su huella
Señorita 1
Elisa. ¿Dónde estoy!
Frutos. Sosiégúese usted . Yo soy
{Aparece Simona con una luz en una
mano y el retrato en la otra.]
ESCENA XXI.
ELISA. D. FRUTOS. JUANA. SIMONA.
Juana. {Reconociendo d D. Frutos.]
Él!
Frutos, {Reconociendo d Elisa.]
Es ella!
Elisa. {Reconociendo d B. Frutos.]
Es él!
Simona. {Comparando rdpidamente la cara de
Elisa con la del retrato.]
Es ella !
{Suelta la luz, que se apoffa, y cae sin
sentido sobre una silla.]
ACTO SEGUNDO.
Luces sobre la mesa.
ESCENA L
ELISA. JUANA.
{Juana Uega por la puerta del centro.]
Elisa. No le has visto?
Juana, No, señora.
Como ha llegado esta tarde,
está abajo de visita
con el cura y el alcalde
y otros caciques del pueblo.
Será preciso esperarle
Elisa. Si tarda mucho
Juana. No tal.
Las gentes de los lugares
siempre se acuestan temprano.
Se marcharán al instante. —
Qué casualidad! ¡ Ser él
quien de peligro tan grave
nos salva
Elisa. Sí.
Juana. No hay remedio ! ,
si él no detiene el carruaje
perecemos.
Elisa. Yo perdí
el sentido y no vi á nadie
Juana. Tampoco yo pude entonces
reconocerle. La calle
angosta y de noche ya
Pero ello es que ha sido el ángel
de nuestra guarda, y que estamos
en su casa, y muy galante
nos la ha ofrecido y con ella
cuanto tiene y cuanto vale. —
Apenas en ese cuarto
{Señala la puerta de la derecha.]
978
DON FRUTOS £N BELCBITE.
Elisa.
Juana.
Elisa.
Juana.
Elisa.
Juana.
Elisa.
Juana.
Elisa.
Juana.
Elisa.
Juana.
Elisa.
f
nos dejó, pasado el trance
del desmayo, y dio sus órdenes
para que nada nos falte ,
se separó respetuoso
de nosotras, y no es fácil
en tan contados momentos
exactamente juzgarle ;
pero ¿no ha obserrado usted
más cultura en sus modales,
aunque no haya desechado
todavía todo su aire
provincial?
Cierto.
T, sin duda,
aunque le hemos visto en traje
de canxino, ya no gusta
de andar tan horro como antes.
£1 corte de aquel gabán
honrada al mejor sastre ,
y note usted que estos muebles
son demasiado elegantes
para Belchite.
En efecto.
Resulta pues de mi examen
ue ya es don Frutos otro hombre.
al creo, mas no lo extrañes.
Aunque poco cultivado,
dio en Madrid claras señales
de su natural talento
y de su noble carácter;
más de un año ha transcurrido
desde entonces, y no en balde
pasa el tiempo
¿Y no vio usted
la alegría inexplicable
que al reconocer á Elisa
se retrató en su semblante?
Alegría? No. Sorpresa
Posiole es que yo me engañe,
f)ero en aquel corazón
a antigua llama renace
No digas tal. ¿No recuerdas
sus esfuerzos, sus afanes
porque no tuviese efecto
nuestro proyectado enlace?
Con todo
Su antipatía
No era á usted, sino á su madre.
Y nada prueba un momento
de arrebato, de que nadie
está libre. Usted también ,
dudosa entre dos amantes ,
á don Miguel dio la mano
y se arrepintió ¡ ya tarde !
de su locura.
Es verdad!
Mas ¿ pude yo figurarme
que como el surco en el agua
y como el humo en el aire
vería desvanecerse
mis ilusiones falaces?
¿Quién me hubiera dicho, Juana ,
que aquel amor entrañable
Elisa,
Juana.
Elisa.
á mis pies encarecido
y jurado en los altares
era capricho fugaz ,
ó tal vez cálculo infame?
Aquel hombre á quien acaso,
más ilusa que culpable,
sacrifiqué mi ventura,
. haciendo cruel alarde
de su ingratitud pagó
mis caricias con desaires,
mis finezas con agravios ,
mis lágrimas con ultrajes.
Disipado, jugador,
duelista. . . . , ¡ cuántos pesares , '
cuántos dias de amargura
me ha dado!
Juana. Es un botarate,
un picaro ¡Y luego extrañan
que una mujer sea frágil I —
Mientras vivió la Marquesa
fué don Miguel tolerable ;
pero así que cerró el ojo
se hizo más malo aue el Draque.
Pobre mamá!.... Mi desgracia
la mató; no suS achaques.
Sí, señora. (Y el dolor
de no haber echado el guante
á los bienes de don Frutos.)
De la herencia de mi padre
¿qué me queda ya, infeliz!
Cuatro tierras miserables
y una casa en este pueblo
Juana. ¡Y se empeña aquel alarbe
en venderlas y en que usted
venga á activar el remate !
Elisa. Qué he de hacer? Está abrumado
de deudas
Juana. Que se las pague
el diablo. En lugar de usted
Íro entablaría al instante
a demanda de divorcio
Elisa. No. Prefiero resignarme
con mi desdichada suerte.
No quiero con semejante
litigio exponer mi honra
á las hablillas mordaces
del vulgo.
Juana. Pero es extraño
que don Miguel, cuando sabe
que reside aquí don Frutos,
haya dispuesto no obstante
que usted sola
¡ Mi marido
ya no se digna de honrarme
con tener celos de mí 1
Merecia el badulaque
Además , me aseguraron
antes de emprender el viaje
que se hallalba en Zaragoza
don Frutos.
Juana. En mi dictamen
es buen presagio el haberle
encontrado, y casi, casi .
Elisa.
Juana.
EHsa,
DON FRUTOS EM BELCUITE.
379
DOS debemos alegrar,
señorita , del percance
que nos na proporcionado
tan generoso hospedaje.
Elisa. . Mi decoro me prohibe'
aceptarlo.
Juana, Disparate ! . . . .
Elisa. Vamonos, Juana.
Juana. \ Sin verle ,
sin
Elisa. Es forzoso.
Juana, • Qué diantre !
No hemos Tenido á sabiendas.
La Providencia nos trae
tal vez
Elisa. Estoy decidida.
Excusado es que te canses
Juana. Irnos á un mesón ahora!....
Elisa,' No; á mi casa. Desde el martes
me espera el arrendador
Juana. Pero sin saber las calles....,
de noche, como dos brujas
Elisa, Dándole las señas, alguien
nos conducirá
[Aparece D. Frutos en el foro.]
( Don Frutos I )
Juana. {En voz baja,]
Ya está aquí: ya no hay escape.
ESCENA II.
ELISA. JUANA. D. FRUTOS.
Frutos. Señora, si usted permite
Elisa. Oh I entre usted. No necesita
mi permiso
Frutos, [Acercándose,] (Quá bonita!)
Usted, señora, en Belcfaite!
Elisa. La sorpresa es natural.
Friólos. Algo más que eso, señora ,
mi corazón siente ahora.
Elisa, Pues ¿qué
Frutos, • Un gozo celestial.
Elisa. No hay motivo para tanto.
Frutos. No lo nay ? ¿Cuenta usted por nada
honrar mi humilde morada
una la usted Cielo santo!
Del gozo que en mí rebosa
lleve motivo será
haber salvado quizá *
una vida tan preciosa?
T en fin , aunque no me asombro
mi inesperada ventura,
¿no es bastante esa hermosura
para enloquecer á un hombre ?
Elisa, Tales lisonjas cousiente
la cortés galantería.
Frutos. Elisa!
Juana. [Á Elisa en voz iaja.}
La cortesía
nunca fué tan elocuente.
Frutos. Aquí se tiene por mengua
f)oner en contradicción
o que siente el corazón
Ílo que dice la lengua.
ara evitar esa lucha
mejor es sellar el labio •
cuando puede hacer agravio
la verdad á quien la escucha.
Frutos. ¿Qué agravio cabe, señora,
en mi fe sumisa y pura?
¿ Ofende á Dios por ventura
el cristiano que le adora?
Elisa, Don Frutos ! . . . .
Frutos. Bien, sí: ya callo.
Elisa. Mi marido
Frutos, ( Su marido I
Ah ! si yo lo hubiera sido
me cantaría otro gallo.)
Elisa. No me oye usted?
Frutos, Sí.
Elisa. Mi esposo
Frutos. Otra vez? Ya sé que usté
se ha casado ; ya lo sé.
Otro ha sido más dichoso
Elisa. Pero sí;....
Frutos. Es cosa cruel ,
viendo mi mortal Quebranto ,
3ue usted se complazca tanto
ándeme en rostro con él.
Elisa. En fin , el que manda en mí
me envia para que venda
la casa y la poca hacienda
que poseemos aquí.
Frutos. Venáer la hacienda ! Y por qué?
Según eso algún apuro
Elisa. No, señor
Frutos. Sí, estoy seguro
Mas no lo consentiré.
Teniendo yo ¡ Dios eterno !
por castigo los doblones,
j malvender esos terrones
y el noble solar paterno 1
Elisa. Ah! ¿por qué sacarme así
los colores á la cara?
Si tal oferta aceptara ,
qué se díria de mí?
Jautos. ¿Por eso también Elisa
me ha de armar una querella?
Elisa. No debo
Frutos. [Apretando la mano d Juana.]
Ay , Juana ! . . . . Por ella
vendería la camisa.
Juana. Bien lo sé. Virgen de Atocha ! . . . .
Otro se llevó la palma
que usted No es aquella el alma
de don Frutos Calamocha.
S80
Frutos,
Elisa.
Juana.
DON FRUTOS EN BELCHITE.
Elisa.
Juana.
Elisa.
Juana.
Frutos.
Elisa.
Frutos.
Elisa.
Frutos.
Elisa.
Frutos.
Elisa.
Frutos.
Elisa.
Frutos.
Elisa.
Frutos.
Elisa.
Frutos.
Elisa.
Frutos.
Elisa.
Frutos.
Elisa.
¿QaéI....
Juana!....
No puedo más.
Don Miguel es el reverso
de la medalla; un perverso,
un bergante , un Barrabas.
Oh!....
[ Interrumpiendo d Elisa.]
Aunque usted se ponga seria
no callo. Kl tal don Miguel
Juana!
Qué ha sacado de él?
Oprobio , llanto , miseria !
¿Y ese hombre es tan fementido
tan traidor, tan sarraceno
Sea malo ó sea bueno ,
don Miguel es mi marido.
Bien está; mas si son ciertas
esas noticias que Juana
me acaba de dar , mañana
se va usté á quedar por puertas.
Es mi esposo
Otra! Ya sé
Debo hacer lo que me ordena.
En lo justo, norabuena;
pero en lo injusto ¿por qué ?
¡ Doblarse como una caña
ásu antojo I.... Voto á san!....
Ese hombre ¿es algún sultán?
No hay ya leyes en España? ^
Me reipito á las de Dios.
ÍEs de él acaso la hacienda
)emos ñn á una contienda
penosa para los dos.
¿Tan vilmente corresponde
Aunque agradecida estoy
á tantos favores , voy ,
si usted me permite
Adonde?
A mi casa.
Otra manía ! —
No quiero que usted la habite.
Cómo? I Yo
Dirá Belchite
que la echo á usted de la mia.
Y qué dirá si me quedo?
Dirá que bajo el techado
de un hombre leal y honrado
puede usted dormir sin miedo. —
Ni allí puede usted estar.
Es un caserón sombrío,
lleno de goteras, frió
y al extremo del lugar.
No hay cristiano que lo arriende;
y aun dicen algunas viejas
que de noche entre las tejas
suele aparecer un duende.
Virgen Santa! Yo me muero
si voy
Aunque usted se enoje ,
no está bien que yo me aloje
en la casa de un soltero.
Frutos, No soy solo, que también
en mí casa se cobija
un anciano con su hija.
[Aparece Simona de improviso, saUen^
do de la habitación de la izquierda.]
ESCENA III.
ELISA. JUANA. D. FRUTOS. SIMONA.
Simona.
Frutos.
Elisa.
Simona.
Juana.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona»
Elisa.
Simona.
Frutos.
Elisa.
Frutos.
Juana.
Simona,
Frutos.
Simona.
Frutos.
Sim4>na.
Di tu novia y dirás bien. .
(Simona!)
[A media voz i Juana.]
Su novia ha dicho !
Muchito. Se almira usté ?
( ( Una novia de aparejo
redondo ! )
(Me va á perder!)
Sí, señora, soy su novia
como dos y una son tres ;
y no hay que hacer aspamientos,
que tengo yo tanto aquel
como la más estirada,
y á mí nadie Estamos?.... Pues.
({Quisiera que me tragase
la tierra ! )
Te aguantas, eh?
Niega , traidor , que me has dado
delante de cinco ó seis
palabra de casamiento. —
Pero puede que ya estés
arrepentido y por otra
me quieras plantar , infiel !
Yo
Por esa lechuguina.
Señora!
Todo lo sé.
Usté viene á sonsacármele,
?ero I por vida de quién
engamos la fiesta en paz,
Simona.
Yo Qué mujer!
Trata con más cortesía
á esta señora.
[A Elisa en voz baja.] -
Es soez.
Cortesía? Eso faltaba
cuando
Es
Ya sé yo quién es:
tu novia lá de Madriz.
Acaso estoy yo en Belén?
El hermoso original
de este retrato.
[Lo saca y se lo enseña á D. Frutos.]
(Ah!)
Lo ves ?
DON FRUTOS BN^ BELGHITE.
381
Elisa.
Simona.
Elisa.
Simona.
Frutos.
Simona.
Elisa.
Frutos.
Simona.
Frutos.
Simona.
Elisa.
Simona.
Elisa.
Frutos.
(Conservaba mi retrato!....)
En la mesa lo atrapé;
y es que , á la cuenta , estarías
consolándote con él.
(Me amaba!)
Cuando de pronto
corriste á todo correr
al encuentro de tu ninfa
Maldita sea su piel!
Me obligarás si no callas
á hacer una
Ya se ve,
como yo soy probé, y ella
hija de conde ó marqués
Mas tal como soy, á nadie
doy yo mi brazo á torcer.
¿Qué es esto, señor don Frutos I
Esto es cumplirse la ley
de la expiación, señora;
esto es sufrir la cruel
penitencia de un pecado
que no debí cometer.
Qué quieres decir con eso ?
Acaso yo te engañé?
í Soy yo la descalabrada
y tú te vendas la sien 1
Pues esto no ha de quedarse
asina, no. Hemos de ver
quién se lleva el gato al agua,
porque yo de bien á bien
soy mansa, mas si me pinchan
soy el mesmo Lucifer.
Si cuando vi por mis ojos
tu maldá me desmayé,
fué de coraje. Por señas
que si no ucude Isabel
á ampararme, lo que es tú
No vi
Qué habias de ver?
Embobado con la otra,
no diffo á mí, pero á un buey
no hubieras
Oh I ya me canso
de escuchar tanta sandez.
Sepa usted que en esta c&sa
no hubiera puesto los pies
sin el azar imprevisto
que á ella me trajo ; y á f e
que ya me hubiera marchado
si don Frutos
No hay cuartel
para las dos: una ú otra,
y acábese el entremés.
Es inútil. Yo me voy
Yo no lo permitiré....,
y perdone usted, señora.
No se trata ya de usted
solamente : mi amor propio
está empeñado también
en ello. ¿No soy yo nadie
en mi casa? ¿Á qué papel
se me quiere reducir?
iVotoá
ESCENA lY.
ELISA. JUANA. D. FRUTOS. SIMONA.
Tío PABLO.
[El tio Pablo llega por el foro.]
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simeona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Qué es esto? ¿Con quién
regañas, Frutos?
Conmigo.
Ya no me quiere!
Por qué?
Porque la novia de marras
que tiene más oropel
se ha colado en casa.....
¿Cómo!....
Y ya mira con desden
á la tosca lugareña.
¿Qué oigo! Eso ya pasa de
Yo he reclamado mis drechos ,
que si una se hace de miel
Sí, ecetra. Pues voto á cribas
que he de hacer y acontecer.....
Tío Pablo!....
Sí, soy capaz
de armar aquí un somaten
Tío Pablo , á ella la he sufrido
?orque es tonta y es mujer,
ero si usted me alza el gallo
le estampo en esa pared.
J*ero, hombre (Lo hará lo mesmo
que lo dice.) Es menester
Te casas con ella, ó no?
Sí : ya lo he dicho una vez.
Me caso , sí. Quiero dar
al demonio ese placer.
Pues siendo así, no me importa
lo demás un cascabel.
Mas pongo una condición
Corriente : aunque sean diez.
Que no ha de haber en mi casa
más voluntad ni más ley
que la mia.
El despotísimo!....
Silencio ! Dice muy bien
el yerno. Quien manda, manda.
No puedo
Se hace un poder.
Pero
Él se casa contigo
y seculórun amén.
Mis celos
Guárdalos para
cuando seas su mujer.
Ahora ¡adrento !
[La empuja hacia el cuarto de la iz"
quierda.]
Padre!....
Adrento',
ó por vida Hasta después.
[Entra con Simona en la Aabitacion
de la izquierda y la cierra por dentro.]
388
DON FRUTOS EN BELCIIITE.
ESCE1IA V.
ELISA. JUANA. D. FRUTOS.
Elisa. [Hadándose cruces.]
Jesús! Jesús!
Juana. k tal padre ,
tal hija.
Elisa. ¿Con esa arpía
se une usted?
Juana . Virgen María !
Un milagro es que no ladre:
Pues el padre Oh! descalabra.
Frutos. ¿Qué quiere usted! Muerto estoy
de yergüenza, pero soy
esclavo de mi palabra.
Amé á un ángel sobrehumano
Ír por una tontería
o perdí Desde aquel dia
Dios me dejó de su mano.
Ciega mi razón y esclava
de mi necio frenesí,
mis labios dieron un sí
que el corazón reprobaba ;
y el diablo, que no perdona,
dijo con cara de risa:
no te acomodó una Elisa?
Pues allá va una Simona. —
Ayer el mió , hoy el de es%
desventurada Oh qué grima!
¡ Nunca me echaré de encima
el pelo de la dehesa I
Juana. Reniegue usted de su casta,
y otra al puesto.
Frutos. No, jamás !
To nunca me vuelvo atrás:
soy aragonés y basta. —
Y á mí ¿qué me importa ahora
que ella sea mi mujer
ú otra.... si no lo ha de ser
la oue el corazón adora?
Si ae mi suerte el rigor
me guarda para una bestia ,
excusada es la molestia
Cuanto más bestia, mejor.
1 Puedo quejarme en conciencia
del mal que yo me he buscado ?
No ; en proporción del pecado
debe ser la penitencia.
Elisa. Mueve á lástima y dolor
ver á usted entre esa gente,,
que es usted seguramente
digno de suerte mejor.
Frutos. Será verdad lo que oí?
Ta mi estrella es más benigna,
señora , si usted se digna
de tener piedad de mí.
Elisa. La tengo , pero no tanta
que á quedarme aquí me atreva.,
Simona pondría á prueba
la paciencia de una santa. —
Adiós I
Frutos. No, Elisa^ no venza
su voluntad á la mia,
no : sufrir tal villanía
es una mala vergüenza.
Harán de su triunfo alarde
si ahora te alejas de aquí ,
y se reirán de mí
como de un necio cobarde.
Si tanta dicha merezco,
harto breve por ser mia!
acepta hasta el nuevo dia
el asilo que te ofrezco:
En él como en un sagrado
tu honor estará seguro,
Elisa: vo telo juro
con la fe de un hombre honrado.
Abajo, lejos de aquí,
sí tal gracia no me niegas ,
mientras al sueño te entregas
velaré pensando en ti. —
Mas conozco á mi despecho
que , aunque la razón te obligue ,
no quieres que nos abrigue
á los dos un mismo techo.
Pues bien ; si esta humillación
tu rigor hace precisa,
quédate eñ mi casa , Elisa :
yo me marcharé al mesón.
Elisa. \ Quedarme y echar al dueño
No soy tan ingrata yo
ni tan egoísta, no. —
Pero es temerario empeño
también
Frutos. ksi me hizo Dios.
Soy aragonés, señora. —
Mas no sé quién es ahora
más tozudo de los dos.
Elisa. ^ Si yo
Frutos. ¿ Teme usted acaso
Íue se caiga una pared?
^eró
Frutos. En fin , vayase usted :
ya la dejo libre el paso.
Juana. Señora!....
Frutos. Déjala, Juana.
Ta que tu señora bella
no quiere dormir en ella ,
la casa arderá mañana.
Elisa. [Á Juana i media voz.]
* ¿Qué escucho! Y lo hará!...
Juana. No es cosa I
Ya verá usted lo que tarda
Elisa. Yo
Juana. Será lástima que arda
una finca tan hermosa.
Elisa. Juana, si me quedo aquí
Juana. Él lo exige fil nos salvó....
Le tiene usted miedo?
Elisa. No
rPero \ me lo tengo á mí!)
Frutos. Elisa, en nombre del cielo.
Blisa.
Frutos,
Elisa.
FrutQS.
Elisa.
Frutos.
Elisa.
Juana.
Blas.
DON FRUTOS
uo me niegue to altivez
esta gracia, que tal vez
será mi último consuelo.
¡ Duélate mi amarga suerte,
oh dulce, perdido Dien !
Mira que tanto desden
Suede apresurar mi muerte,
^e rodillas -te lo pido.
{Se arrodilla; Elisa quiere hacerle le-
vantar, pero D. Frutos /permanece en
la misma actitud y sin soltar la tnano
de Elisa.]
¡Por Dios^ alce usted
Perdona...
Si nos sorprende Simona
no moverá poco ruido
Oh! no alzaré
Qué porfía!....
Si palabra no me das
Bien, pero con mil y más
Pasos siento
\D. Frutos se levanta.]
[Apareciendo.]
Ave María.
ESCENA VI.
ELISA. JUANA. D. FRUTOS. BLAS. .
Frutos. Adentro.
Blas.^ [Acercándose.]
Aunque usté perdone ^
¿está aquí una forastera,
que no es de Belchite y vino
Mas por la traza es aquella.
¿Se llama usté doña Elisa
Elisa. Sí; yo soy.
Blas. Está usté buena?
Elisa. Sí; gracias.
Blas. Vengo de parto
de Rudesíndo Calleja
Elisa. Mi arrendador.
Blas. Sí; á decirle
á su mercé que la espera
Frutos. Dile que por esta noche
se queda aquí.
Blas. Nóragüena. •
Elisa. (Ahi....) ^
Juana. Mañana nos veremos.
La señora está indispuesta
Blas. Ya sé que hubo de volcar
el carruaje. ¡ Son tan bestias
las muías!.... Pues bien; poroso
no se perderá la cena.
Nos comeremos yo y Paula
su ración de usté y la de ella. —
EN BELCHITE. ^
Conque ¿hasta mañana?
Elisa. Sí.
Blas. Vea usté si tan y mientras
manda alguna cosa á Blas
Ahí Por vida de mi agüela
Lo mejor me se olvidaba.
Hoy llegó por la estafeta
esta carta
Elisa. Déme usted
[La toma y mira el soire.]
De don Remigio es la letra.
[A D. Frutos.]
Permítame usted
Frutos. Señora I....
[Abre Elisa la carta, y lee para si.]
Tú , vete ya.
Blas. Y la rempuesta?
Frutos. Bárbaro! ¿la has de llevar
tú á Madrid?
Blas. Toma! el que yerra
no pregunta No, al contrario
Se me ha trabado la lengua.
Elisa. (Cielos!)
Blas. Conque, güeñas noches
y mandar lo que se ofrezga.
ESCENA Vil.
ELISA. JUANA. D. FRUTOS.
Elisa. [Interrumpiendo la lectura.]
Diosmiol....
*
[Sigue leyendo.]
Juana. Pierde el color
Elisa. [Llorando.]
Desventurada I....
Frutos. ¿ Qué nueva
infausta
[A Juana, mientras sostiene i Elisa,
que está á punto de desmayarse.]
Una silla, pronto!
Elisa. [Ahando los ojos.]
. Dadme, Señor, fortaleza!
[8e sienta ayudándola D. Frutos^
m
Juana. Descanse usted Agua!
Elisa. No.
Juana. Este frasquito de esencia
[Saca uno del pecho y lo aplica á la
nariz de Elisa.]
Huela usted
Elisa. Oh ! no te inquietes.
384
DON FRUTOS EN BELCHITE.
No temas ) Juana, que pierda
la razón ; aue la que nace
con tan infeliz estrella
como yo, ni este consuelo
en la adversidad espera.
Frutos. Mas ¿ qué imprevista desgracia
ó qué inesperada ofensa
tus bellos ojos, Elisa,
baña en lágrimas acerbas?
No á vana curiosidad
atribuyas la impaciencia
con que humilde te suplico
que me confies tus penas :
es porque mi bien supremo
sería liorarte de ellas.
Don Frutos ! '
Tanta amargura ! . . . .
Habla. ¿Acaso lloras muerta..
á tu madre
Ahí..,. Sí, señorl
¿Cómo!.... Pues
Elisa.
Frutos
Elisa.
Juana.
Frutos.
[Elisa impone silencio á Juana con
una seña.]
Frutos. Pobre Marquesa I
(Cuánto me quemó la sangre 1)
Dios en su gloria la tenga
Elisa. [Levantándose.]
Vamos, Juana
Bien conozco,
bella Elisa, que no hay fuerzas
humanas que resuciten
al que yace en noche eterna;
bien sé que la de una madre
es irreparable pérdida,
y que en vano intentaría
con mi ruda y torpe lengua
curar la profunda llaga •
que En fin, usted bien penetra
los sentimientos que abriga
mi corazón. To quisiera
(Ay Dios!) Lo sé, pero ahora
gí, en ocasiones como esta
las lágrimas y el silencio
son la mejor elocuencia.
Elisa.
Frutos.
[Siguiendo d Elisa hasta la hadita*
don de la derecha.]
Elisa.
Llore usted. To la acompaño
[Á una seña de Elisa retrocede res-
petuoso.]
en su sentimiento.
[Á Juana entrando.]
Cierra.
[Juana sigue á su ama cerrando la
puerta.]
ESCENA VIII.
D. FRUTOS.
Pobre Elisa I ¿No bastaba
para amargar tu existencia
haberte caoido en suerte
un marido calavera?
¡ No te bastaba sufrir
sin exhalar una queja
su villana ingratitud
y su tirana insolencia!
Un sólo lazo te unia
á este valle de miserias;
tu madre; jy la impía muerte
se goza en dejarte nuérfana!
Maldita pécora fué
mi señora la Marquesa;
pero al fin era su madre,
y Elisa paga una deuda
sagrada si á su memoria
tributa lágrimas tiernas.
Aun yo mismo, sin poder
resistir á su influencia;
creo que me he enternecido
¿ Quién un dia me dijera
que habría yo de sentir
la muerte de aquella vieja
endiablada!.... T sin embargo,
por ella perdí, por ella,
esa inestimable joya
que insensato menosprecia
mi indigno rival. Si tuese
mi fortuna menos negra,
yo que la maldije viva
no la lloraría muerta.
Si mi palabra y las leyes
de la santa madre iglesia
entre Elisa y yo no alzasen
insuperable barrera,
¿quién más dichoso que yo
so ore la faz de la tierra?
Qué mujer pierdo. Dios miol
Noble, virtuo|^, bella,
S robada ya en el crisol
el infortunio...., y sin suegra!
ESCENA IX.
D. FRUTOS. MAMERTO.
Mamert: Don Frutos I .... ^
Frutos. Calle I Mamerto!
fintre usted. (Qué me querrá?)
Mamert. [Adelantándose.]
Usted dirá que á estas horas
no parece natural
mi visita.
Frutos. Nada de eso
Á no ser que^ en calidad
DON FRUTOS EN BELCHITE.
385
Mamert.
Frutos.
Mamert.
Frutos.
Mamert,
Frutos.
Mamert.
F^tos.
Mamert.
Frutos.
Mamert.
Frutos.
Mamert.
Frutos.
MoMert.
Frutos. '
Mamert.
Frutos.
Mamert.
de escribano cartulario^
me yenga usted á enjuiciar
No, señor; no tema usted.
No vengo como curial ;
vengo sólo como un simple
Eh?
Simple particular.
Pues ¿qué objeto...
usted no es tonto,
y ya se figurará
En efecto (Ya olvidaba
Que este mozo es mi rival.)
Mi honor exige
Sí. (Vamos,
me viene á desafiar.)
Que me muestre agradecido
al que me did libertad ,
y como á usted se la debo^
según me dijo
Sí tal,
pero obrar así fué un acto
de justicia y nada más.
Usted lo llama justióia
y yo generosidad;
que al fin de los enemigos
los menos dice el refrán ;
y como yo estoy penando
por Sixnona dias ha,
y para una dama sola
es suficiente un galán
Sí; lo sabía.
No se habla
de otra cosa en el lugar.
Y por lo mismo me opuse
al atropello brutal
del tio rabio. — Pero hablemos
con toda sinceridad.
Que usted quiere deshancarme
es evidente. (Ojalá!)
Sí, señor.
¿Y espera usted
lograrlo?
Qué he de esperar?
Simona me hsv despediao,
ingrata 1..., y no hay tribunal
de apelación cuando dice
una moza : no ha lugar.
Pues { qué ! si ella me quisiese ,
¿sufriera yo, pesia tal I
que otro me la disputara,
siquiera fuese un bajá?
Mamertol....
[Enternecido.] Por mi desdicha'i
esa mujer contumaz
me aborrece, y como yo
no tengo otra voluntad
que la suya , ay miserable I
desde que en hora fatal
vi aquella cara hechicera
que me tiene hecho un bausán ,
no me queda ya, don Frutos,
más recurso que llorar.
[Llora.]
-II.
Frutos.
Mamert.
Frutos.
Mamert.
Frutos,
Mamert.
Frutos.
Mamert.
Frutos.
Mamert.
Frutos.
Mamert.
Frutos.
Maviert.
Frutos.
Mamert.
Frutos.
[Para si.]
Y en efecto está llorando.
Vaya un ente original I
Ver llorar á'un tagarote
como yo es cosa en verdad
que da grima, pero ¡ay triste I
no lo puedo remediar. —
Usted sí.
Cómo?
Rompiendo
una vara de taray
en mis costillas, ó echándome
á la garganta un dogal.
Yol Ha perdido usted el juicio?
Sí, usted me debe matar,
don Frutos. Hágame usted
esa obra de caridad.
¿Soy yo asesino ó verdugo
f)or ventura? Es singular
a manía Yo no mato
á los que no me hacen mal.
Si tiene usted tanta prisa
de dar obra al sacristán
y al párroco, buen remedio;
cuélguese usted de un nogal.
Ah! yo idolatro á Simona,
y usted la lleva al altar I
Ahí verá usted !
Algún dia
no la parecí costal
de paja, pero la pérfida
me vendió como un chalan.
Vino usted, pujó...., y abur.
Como en el agua la sal
se deshizo mi esperanza. —
Llorad, mis ojos , llorad I
[Rorwpe d llorar otra vez.]
(Pobre joven !) Yo lo siento
en el alma ; pero ya
mi palabra está empeñada
y no he de volverme atrás.
Y tal vez si no mediase
un compromiso formal
Se la cedería á usted
sin reparo.
Voto á san I....
Aouí tenemos al perro
del hortelano
Cabal.
Ni le gusta á usted Simona
ni me la quiere endosar.
Egoismo ! tiranía I
Tontería I necedad I
No es á mí , no, sino á ella
á quien debe usted contar
sus cuitas. ¿Tengo yo cara
de tio ó de capellán?
Bueno estoy yo para oir
en mis orejas zumbar
á un moscón Háblela usted;
yo no me opongo: allí está
25
386
DON FRUTOS EN BELCHITE.
Vaya usted
MafMTt. Sí, eso se dice
muy pronto, pero
Frutos» Qué?
Mamert, Ay I
No me atrevo.
Frutos. ¿Quiere usted
que YO la vaya á rogar
que le quiera?
Mamert. Estará allí
auel feroz animal
gun mastín ?
Mamert, No; su padre.
No, no me atrevo. £s capaz
Vendré mañana
Frutos. Oh! mañana
será tarde.
Mamert. San Pascual I
Pues ¿qué
Frutos. Mañana me caso.
Mamert. Virgen Santa del Pilar!....
Frutos. T si el novio es complaciente
y amable , no lo será
el marido.
Mamert, Ta supon go . . . . .
Pues mire usted, muchos hay
que obran á la inversa.
Frutos, Eh ! basta. . .
Mamert. Mañana ! Oh calamidad !
Frutos, Entra usted, ó no?
Mamert. Dios mió!
Frutos, Oh ! ya no puedo aguantar
Vayase usted con mil diablos
y déjeme el alma en paz.
Mamert. [Llorando,]
¡Adiós, Simona, hasta el valle
de
Frutos . [Empujándole . ]
Basta!
Mamert, De Josafat !
ESCENA X.
D. FRUTOS.
Para apurar mi paciencia
me faltaba este buen rato.
Hay mayor impertinencia?
Hay hombre más mentecato?
Yo te ladaria, sí,
ya que tanto te cegó,
menos por dártela! ti
que por no sufrirla yo.
Mas nunca, con grave mengua
de mi firme , hidalga fe, *•
nunca negará mi lengua
loque con ella juré.
Mañana me caso, sí. -
El mal paso darlo aprisa. —
Cielos! ¿qué va á ser de mí
con Simona...... y sin Elisa!
Elisa, mi único amor!....
Hoy te trajo aquí mi suerte
Í)ara que fuese mayor
a amargura de perderte.
Breve y funesto placer!
Triste y fatal situación 1
[Mirando día puerta de la izquierda.]
Allí me llama el deber
[Mirando d la puerta de la derecha^
de la cual se halla poco distante.]
Aquí está mi corazón. —
¿X á qué con vana inquietud
suspirar en esta puerta
si mi honor y su virtud
bo la consienten abierta? \
Adiós!.... No dé yo lugar
á una sospecha bastarda. —
¡Qué noche voy á pasar
y qué mañana me aguarda I
¡Con cuánta pena te dejo,
ángel de amor y hermosura!
[Mirando d la izquierda,]
Mas ¡con qué gozo me alejo
de esa bestial criatura !
[Dirigiendo sus miradas d derecha i
izquierda, como lo indican los versos,]
Cuan diversas son las dos !
Allí está el mal ; aquí el bien. —
Maldita seas de Dios ! —
Bendita seas , amén 1
[Desaparece por la puerta del centro.]
ACTO TERCERO.
ESCENA L
D. FRUTOS. Tío PABLO.
Frutos. Convénzase usted, tio Pablo;
no hagamos un desatino
que luego nos pese á todos.
Yo
Pablo. Frutos, lo dicho, dicho.
Frutos. Tío Pablo, su hija de usted
no será feliz conmigo
Pablo. Sí por cierto, vaya!... (Este hombrp
DON FRUTOS EN BELCHITR.
887
Pablo.
Frutos,
Pablo.
Frutos.
Pablo.
se ha olvidado de qae es rico.)
Frutos. Hay poca conformidad
entre su genio y el mío.
Pablo. No importa : nna Tez casados
cedéis cada uno un poquito
Y además, sin una que otra
pelotera entre marido
. y mujer, el matrimonio
sería un guisada insípido
y vivieran los casados
como los padres del Limbo.
Frutos. Si por retirarme yo
no quedase otro partido
á Simona Mas yo s^
que la quiere con delirio
Mamerto
Ese babazorro ?
No me hables de él: no le azmito.
Si pudiese obrar Simona
según su libre albedrío,
preferiria á ese mozo.
Ella?Quiá!
Un dia le quiso
Un dia no es otro dia,
ni son iguales los cinco
dedos de la mano; entiendes?;
Ídijo bien el que dijo:
ueno es el pan de centeno,
pero es mejor el de trigo.
¿Y á qué debo yo la honra
de que me haya preferido
Simona? Á mi linda cara?
Por qué no? Tú eres buen chico.
No, señor: á mis doblones ;
dejémonos de embolismos.
Mientras los tenga seré
discreto, gallardo, lindo,
gracioso; mas si mañana
amanezco sin un Cristo
dirá usted, dirá Simona
Íue soy más feo que un mico.
íso no; pero si Dios
te ha dado tierras y olivos,
¿por eso te ha de llamar
la chica perro, judío?
Pero usted la sacrifica
ásu bárbaro egoísmo.....
¿Cómo!....
Al sórdido ínteres
Hombre!....
Porque , lo repito,
no congeniamos; seremos
muy desgraciados.
Pues, hijo,
ya es tarde. Nadie te puso
á la garganta un cuchillo
Haberlo mirado bien
antes de decir: envido.
Frutos. Es verdad; sí, es verdad!.... (Este
es el segundo capítulo
de la suegpra madrileña.
Ah vil ínteres maldito !
Tanto monta para ti
Frutos.
Pahlo..
Frutos.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo,
Pablo,
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frvtos.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
la corté como el cortijo.)
Vengámonos á razones.
Confieso que he procedido
con ligereza; confieso
que , puesto en tela de juicio
este asunto, yo sería
condenado. Por lo mismo,
propongo una transacción
que excuse llantos y ruidos
y á todos nos esté bien.
Las leyes , si me desdigo ,
sólo pueden obligarme ,
téngalo usted entendido,
á dotar á esa muchacha.
Pues bien está; sin litigio
le regalo dos mil pesos
y es negocio concluido.
No me acomoda.
Si es poco,
pida usted más. Yo me obligo
vales tá mucho más que eso.
Pues puje usted á su arbitrio
(Firme, Pablo! Ü todo ú nada.)
Si no se casa contigo
va á tronar como arpa vieja.
Te tiene tanto cariño!....
¿Conque
Nada!
¿Conque usted
no transijo?
No transijo.
Mírelo usted bien , tío Pablo ;
mire usted que si me írrito.....
Qué quieres decir con eso?
Mas ya calo, ya adivino
La forastera, la intrusa
te ha trastornado el sentido.
Ella es la que ahora campa;
Simona no toca pito ;
un clavo saca otro clavo ,
aue dice el refrán antiguo,
li de una vez que te casas
con la huéspeda...
(Oh, Dios mió!...)
Hombre sin palabra!.... ¿Es eso
lo que manda el catecismo?
Dale! No, ni ella, ni yo,
ni el reverendo arzobispo
podemos Ese sería
un casamiento sacrilego.
Porqué?
Qué necia pregunta!
Porque ya tiene marido.
Miren qué falta le puso!
Eh?
Como de esas se han visto
que tienen marido y majo
y comen á dos carrillos.
Blasfemo ! El honor de Elisa
es como el sol del Olimpo,
. y ¡vive Dios, ruin villano
Yo
Diga usted que ha mentido
388
DON FRUTOS EN BBLCHITE.
Pailo.
Frutos.
Pailo.
Fruías.
Pablo.
8i no quiere que le arranque
la lengua.
Bien ; no es artículo
de fe lo que dice el hombre
cuando el hombre está mohíno. —
Pero tomarlo también
tan á pechos ¿Qué chiquillo
te ha sacado ella de pila
para poner tanto ahinco
en defenderla?
Es mujer.... f
es dama; le doy asilo
en mi casa....; es un dechado
de Tirtudes y un prodigio
de hermosura; — en fin, ipor qué
lo he de ocultar? Es el ídolo
de mi eorazon.
T es cierto !
Y te atreves á decírmelo I
I Y usted que lo oye se atreve
á ser mi suegro I
Lo he dicho ,
y no me retrato, y nadie
)11¡]
me apea de mi pollino.
Frutos. Bien, corriente. Yo también
he tomado mi partido.
Pailo. ¿Te negarás
Frutos. AI contrario :
ahora soy yo el que lo exijo;
?ero pronto; ha de ser pronto I
a podia haber venido
el escribano. Las horas
' se me están haciendo siglos.
Pablo.
[Aparece Mamerto trayendo en la ma-
no algunos pliegos de papd sellado.]
Cátale aquí. Más á tiempo
ESCENA 11.
D. FRUTOS. Tío PABLO. MAMERTO.
Mamert.
Paila,
Mamert.
Pablo.
Mamert.
Frutos.
Pablo,
Mamert.
Buenos dias.
Mas ¿qué miro I
Eres tú! ¿Cómo no viene
tu cofadre don Toribio?
Es.tá como yo quisiera
estar.
Cómo?
Con el tifus.
Pues si nó, ¿vendría yo
á autorizar mi suplicio?
Otra víctima!
{Riéndose,] Sí ; es gaita
Maldito sea mí sino
y ]a hora fatal , funesta
en que aprendí tal oficio. —
Pero aun es tiempo. Tío Pablol....
Don Frutos!.... ror el martirio
de san Serapio , que fué
menos horriole que el mío,
Frutos.
Pablo.
Mamert.
Pablo.
Mamert,
Pablo.
Frutos.
Mamert.
Pablo.
Mamert.
cédanme ustedes la mano
de Simona ; que lo pido
con mucha necesidad ,
y ponerme en el conflicto
de dar fe de que se casa
¡ay Dios ! con otro individuo
es obligarme, señores ,
á cometer un suicidio. —
Don Frutos!....
Eso, al tío Pablo.
[Sin defar hablar i Mamerto.]
No ha lugar.
(Bárbaro! impío!)
[Á la puerta de la izquierda.]
k ver sí sales , Simona?
(Pero aun me queda un resquicio
de esperanza. Acaso al verme
renazca el amor antic^uo )
¡Por vida Se me ha olvidado
hacer venir los testifi;^s
Después vendrán á firmar;
y si no nos convenimos
es inútil
Es forzoso
tener corazón de risco
para
Ya está aquí Simona.
[Aparece Simona con el vestido de lu-
g arena,]
(Ardo y tiemblo; sudo y gimo.)
ESCENA III.
D. FRUTOS. Tío PABLO. MAMERTO. SIMONA.
Simona. [Muy siria.]
Salú!
Mamert. (Cómo la idolatro !) "
Frutos. Buenos dias.
Mamert. ídem. (¡Sí;
para ellos, no para mí!)
Pablo. Asentémonos los cuatro.
[Mamerto se sienta delante de la me*
sa, poniendo sobre ella el papel sella'
do; D. Frutos á su derecha^ y d su
izquierda ¡Simona y el tio Pablo.]
Mamert. [Tomando una pluma y mirándola.]
Esta pluma es una brocha.
Pablo. Otras hay.
Mamert. [Tomando otra y suspirando,]
Ay!
[Sscribiendo.]
«Esponsales
entre Simona Corrales
DON FRUTOS EN BELCHITE.
389
Frutos.
Pablo,
Simona.
Frutos,
Pablo,
Frutos.
Mamert.
' Simona.
Frutos.
y don Frutos Calainocha.» —
Venga (oh dia de amargura!)
la novia, si lo ha de ser.
Íj diga (No echa de ver
o triste de mi figura.)
Antes -de ese documento
dará el escribano fe
de otro que yo dictaré.
Otro?
Cuál?
Mi testamento.
Tú hacer testamento!
Yo.
{ Amargar así el placer
de la boda I
I ün novio hacer
testamento!....
Por qué no?
Sin Que sea desvarío
¿no hay quien toma esa medida
cuando el honor y la vida
arriesga en un desafío?
¿No suele también testar,
por si no llega á la orilla ,
el que en frágil navecilla
surca el proceloso mar?
¿Y no puedo yo creer
que el vínculo conyugal
no es más que un duelo mortal
entre marido y mujer?
Y si entre ellos el demonio
de sus artes hace gala,
¿qué mar bravio se iguala
al golfo del matrimonio ?
Mire usté qué alicantina !....
[ffn voz baja,] •
Chito!
\Á Mamerto.]
Ponga usted mi nombre ,
patria et catera.
[Mamerto escribe,]
[Aparte con su padre.]
Hum!... este hombre
me va dando mala espina.
Deja que él sea mi yerno
Gomo Dueno y fiel cristiano,
apostólico , romano ,
dejo el alma al Padre Eterno.
Eso es, y el cuerpo á la tierra
Yo diria á Lucifer
Es decir, á mi mujer.
Simona. [En actitud de levantarse furiosa.]
¿Qué se entiende
Pablo. [Sn voz baja y haciéndola sentarse de
un tirón.]
Calla, perra!
Simona. [Alto,]
¡Confundirme á mí — qué horror! —
Simona.
Pablo,
Frutos,
Simona.
Pablo.
Frutos,
Mamert.
Frutos,
Pablo.
Mamert,
Simeona.
Mamert.
Frutos,
Mamert.
con los demonios malditos
Bah! son chanzas de Fru titos,
que hoy está de buen humor.
Disponer de esa manera
del cuerpo
(Yo estoy en vilo.)
No es la fórmula de estilo
Pues ponga usted lo que quiera.
(Yo creo que no está sano
[Con el dedo en la frente.]
de aquí. Curador ad litem
habrá que nombrarle )
Frutos. ítem:
al infrascrito escribano
Mamert. jAmí.'....
Pablo, ¡A Mamerto..;..
Simona, ¡A él......
Frutos, Sí.
Al infrascrito escribano,
vuelvo á decir
Mamert. (San Cipriano!
qué querrá dejarme á mí?)
Frutos, xa que no le doy la novia,
como en vano lo procuro,
porqué su padre es más duro
que una silla de Moscovia
Simona. Hum!....
Pablo. No hagas caso de pullas.
Frutos. Le doy mil pies de olivar
y mi huerta del Juncar
que mide cinco tahullas.
Pablo, ^ ¿Qué oigo!
Mamert, A mí tal beneficio!
Pablo, A él!....
Frutos. Poco es lo que le doy
cuando á mi pesar le voy
á hacer un flaco servicio.
Mamert. (Comprendo Puede que así )
Simona. [Aparte co7i su padre.]
Mil olivos!....
Pablo. Se los da
por via de Estamos?
Simona. Ya,
8 ero me los quita á mí.
racias
[B. Frutos le interrumpe diciindole
por señas que siga escribiendo,]
Pablo.
Para una prebenda
tan fuerte como la suya,
eso vale una aleluya.
Frutos. Y del resto de mi hacienda
Pablo. Pues; la ^zamos los dos
Frutos. T ierras , nucas , plata , olí vos. ... ,
doy la mitad Ínter vivos
á doña Elisa Quiros.
[Simona y el tio Pablo se levantan
airados,]
190
Simona.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Pablo.
Simona.
Frutos.
Simona.
DON FRUTOS EN BELCHITB.
Felonía !
Tú desbarras !
Yo soy dueño de mis bienes.
I La meta de lo que tienes
á una
Á la novia de marras I
No se hace esto con nn chino.
Esto es burlar mi esperanza.
Esto ya pasa de chanza.
Esto es ser nn asesino.
Pues predicáis en desierto
Ohl....
Simona. [Llorando.]
Qaé ultraje!
Frutos. [Levantándose,]
I Silencio y respetad
mi postrera voluntad ! —
Lo dicho dicho^ Mamerto.
[Mamerto sigue escribiendo. D. Fru*
tos pasea de un lado de los bastidores
al otro.]
Simona. Echarme así por el lodo!....
Pablo. [En voz baja.]
¡Galla y muérdete las uñas
por Dios, que si refunfuñas
puede quitárnoslo todol
rero, padre, fuerte cosa
La otra meta
No hay aguante
Aun será lo muy bastante
fara que nadie nos tosa.
Se me hace el alma pedazos
viendo penar á mi bien.
[Mirando á Simona y gesticulando
con afán.]
T aun no cedes? ¡Boba, ven;
venl.... Arrójate en mis brazos. —
Nadal)
Simona.
Pablo.
Simona»
Pablo.
Frutos.
ítem.
Simona. [Aparte al tio Pablo.]
Otro ítem f padre!
Frutos. Por dejar pia memoria
de mí y alcanzar la gloria
d^ Cristo y su Santa Madre,
dejo
[Como arriba.]
Ay...., todo lo destrozal....
£1 resto de mi caudal
al venerable hospital
de locos de Zaragoza.
Esto más I
Hombre , estás tonto?
Á los locos? Eso dices !
Sí; entre aquellos infelices
espero verme muy pronto.
(Bien tenía yo barrunto )
Simona.
Frutos.
Simona.
Pablo.
Frutos.
Mamert.
Pablo.
Frutos.
Pablo.
Frutos.
Mamert.
Pablo.
^utos.
Pablo.
Frutos.
[Se sienta^ y solloza y palm^otea con
muestras de desesperación.]
Basta de bromas ,
y sin más puntos ni comas
tratemos de nuestro asunto.
Eh ! no gasto bromas yo.
Lo he dicho y no lo revoco.
Pues dígote que estás loco
de atar.
Todavía no.
(Ahora, sitiada por hambre,
tal vez )
Sí, estás rematado;
y es que á la cuenta te ha dado
en la sesera un calambre
No tal.
Sí; yo lo sustento.
Sólo hace ese disparate
un orate ; — ^y un orate
no puede hacer testamento.
Porque un loco en mi opinión
tiene el caletre perdido,
y cuando falta el sentido
se preturba la razón ,
y cuanto haga , y ponga ó quite
es nulo; y de aquí articulo
que lo que en Belchite es nulo
no vale nada en Belchite.
Hoy soy libre como ayer
Mam^ert. [Levantándose.]
Á esa lógica bastarda,
á esa gramática parda
me toca á mí responder.
Para declarar demente
á Pedro ó Juan , no es un lego,
no es un rústico labriego
autoridad competente.
Mas quiero por dos minutos
suponer que del común
sensorio, como un atún,
está privado don Frutos.
En tal caso, por la goda
legislación, noy vigente,
nulos serán igualmente
el testamento y la boda;
que sí nulo es lo que testa,
como ha dicho usted muy bien y
quien tiene el seso en Belén
y la razón descompuesta,
por los mismos argumentos
no puede casarse, pues
si es loco don Frutos, es
incapaz de sacramentos.
Jautos. Basta I Lo he dicho y lo voy
á firmar.
Pablo.
Frutos.
[Vaá la mesa yjirma.]
Tente!
Ya está.
DON FRUTOS EN BELCHITE.
391
Pablo,
Pailo. Frutos!....
Frutos. Luego se verá
si soy loco ó no lo soy.
¿Conque es decir (malos lobos!..)
que esto es una cuchufleta....,
una treta, una endireta
de aquellas del padre Cobos?
¿Conque hemos hecho el payaso
mi hija y yo? Voto á Caifas!....
Para eso caliera más
haber dicho no me caso.
Frutos, Qué quiere usted I Es precípo
que á todos nos lleve el diablo.
Con la paz brindé al tio Pablo
y el tio Pablo no la quiso. —
Por lo demás , no me niego,
si gusta de mi persona,
á casarme con Simona
' ahora hiismo
Otra te pego!
Y qué quieres id que coma?
Por vida del moro Muza!....
Para morir de gazuza
bien está San Pedro en Roma.
Si hasta del último grano
de trigo haces almoneda ,
si todo lo das, ¿qué queda
para Simona?
Mi mano.
Pailo.
Simona!.... Aquí (No me mira!)
Simona. Si usted quiere ser su suegro,
yo no. — Es decir, yo me alegro
y maldita es la mentira.
Acabáronse los tratos.
Si en menos me tuve ayer,
hoy soy yo mucha mujer
para un pobre pelagatos.
Qué digo? Aunque ahora me dé
todo el oro del Perú
le enviaré á Belcebú:
está usté? Lo entiende usté?
Y no se cambia este talle
por ninguno; y soy quien soy;
y de su casa me voy
antes que me eche á la calle;
y aunque se hundiera Moncayo
no hay más padre ni más diantre
que mi De hoy en adelantre
haré de mi capa un sayo.
Frutos.
[La extiende en acto de ofrecerla.']
Simona. {Letantindose. y sin, poderse ya do-
minar.]
Cargue el demonio con ella!,
que ya estoy frita y refrita
Primero que yo la azmita
. quiero morirme doncella.
\ Salirme ahora al camino
con esa pata de gallo
cuando
[Á su padre, que la hace señas para
que se reprima,]
No callo, no callo.
Picaro! traidor!.... endino!
(Oh música celestial ! )
Deja, que aun
No quiero, no.
La culpa me tengo yo
que he sido tan animal
Si se viene á la razón
y quiere cumplir sus pautes
don Frutos
Lo dicho y autos.
Hum!....
Frutos.
Pablo,
Simona,
Pablo.
Frutos.
Simona.
Mamsrt. [Enternecido.]
(Me parte el corazón ! )
[Con la mano en el pecho.]
ESCENA IV.
D. FRUTOS. MAMERTO. TIO PABLO.
Pablo. Tiene razón, voto á quien!....
y si descastada y fiera
me arañara y me escupiera
tendría razón también.
Por ti — de ira me atarugo! —
la he sacado de su trocha.
Por don Frutos Calamocha.
padrastro he sido y verdugo.
Mas te has de acordar de mí.
Tengo el hígado bien puesto
y..... En fin , me largo; pero esto
no se ha de quedar así.
ESCENA V.
MAMERTO. D. FRUTOS.
Mamert. Pobrecilla! Se ha quedado
como quien dice á la lona
de Valencia. —¿Y es posible
que aun sea tan testaruda
que cuando ve que se escapa
de sus manos la fortuna,
Eudiendo echarse en mis brazos ,
aya apelado á la fuga?
Frutos. Yo no he podido hacer más.
Mamert. Es cierto ; pero es tan dura
de pelar y yo tan débil
Ruin ha sido su conducta.
Eso no es mujer; es fiera
escapada de una gruta.
Si yo no fuese un idiota , -
89S
DON FRDTOS EN BELCHITE.
yiéndola pobre y desnuda ,
lejos de anegarme en lágrimas,
bailaría la cachucha ;
mas mi sensibilidad
es tan necia, tan absurda,
que oWidado de la mia
lamento su desventura. —
¡ To nací predestinado
para ser YÍctima suya I
Ayer me afligía ingrata
y noy desgraciada me abruma;
su temerario desden
me abrirá, oh cielos! la tumba;
Ír si me hicieran su dueño
as bendiciones del cura ,
Aries , Tauro y Capricornio
presidirían mis nupcias. —
¡ T, con todo , por casarme
con esa atroz criatura
me dejaria arrancar
los colmillos y las uñas! —
Has, supuesto que no me ama,
ni quizá me ha amado nunca,
lo lleyaré con paciencia
en castigo de mis culpas.
No será usted menos digno
por eso de mi profunda
gratitud. El testamento,
dictado con tal astucia,
no tenía otro designio
que endosarme la futura.
Frutos. Cierto ; eso entraba en mi plan.
Mamert. Oh ñneza sin segunda I
[Enjugándoselas lágrimas.]
Al ver tanta abnegación
iquién no llora de ternura?
Frutos. Pero es preciso , no obstante ,
que el testamento se cumpla.
¿Qué oigo! Con todas sus cláusulas?
Sí: no exceptúo ninguna.
¿Es posible! Y yo creia
que era un ardid, una burla
No.
Por mi parte , agradezco
la huerta y las aceitunas,
pero
Mamert.
Frutos.
Mamert.
Frutos.
Mamert.
ESCENA VI.
4
D. FRUTOS. MAMERTO. GORRIÓN.
Gorrión. [Desde el foro.]
Señor escribano
Mamert. Qué hay?
Gorrión. Venga usté.
Mamert. [Yendo al/oro.] Quién me busca?
[ Gorrión le AaNa en voz baja.]
Frutos. (¿Qué dirá Elisa Ah! ya sale.)
Mamerú. (Cielos! Quisiera ser grulla.)
*
[ Vase corriendo. Gorrión se retira.]
ESCENA VIL
D. FRUTOS. ELISA. JUANA.
Frutos. Elisa!....
Elisa. Señor don Frutos,
ya llegó el momento,....
Frutos. (Oh Dios!)
Elisa. Ayer pudo haber disculpa
para que aceptase yo
el amistoso hospedaje
que usted me ha dado, mas hoy
Frutos. Tan pronto te vas, Elisa!
{Tan pronto se nubla el sol
de mi alegría !
Elisa. Después
de lo que anoche pasd
no puedo habitar aquí
sin mengua de mi opinión.
Frutos. Es verdad !
Elisa. ¡ Abrió la suerte
un abismo entre los dos !
Frutos. Sí, sepárate de un hombre
2ue en hora infausta nació
ntes que pase á tu frente
mi sello do maldición.
Parte : tal es mi amargura
y tan abatido estoy,
que yo mismo te lo ruego,
aunque sea dardo atroz
tu ausencia que en mil pedazos
me divida el corazón.
Elisa. Don Frutos!.... (¡Oh, si supiera
con cuánta pena me voy! )
Frutos. Irás á tu casa
Elisa. Breve
será en ella mi mansión.
Frutos. ¿Cómo!....
Juana. Mañana nos vamos
á Madrid
Frutos. ¿Qué oigo ! Eso no.
Si lo haces porque recelas
que te importune mi amor,
es inútil. Yo seré
quien huya de ti veloz.
Aun para este último trance
tendrá mi pecho valor.
No temas que si en tu oido
otra vez suena mi voz,
ó ves surcado mi rostro
con lágrimas de dolor,
puedas acusarte un día
de tenerme compasión.
No , el adiós que ahora te dé
será mi postrer adiós.
DON FRUTOS EN BELCHITE.
993
Elisa, ¿Tan mal juzga usted de mí,
don Frutos! ¿Por qué razón
guardaría yo en mi seno
tan obstinado rencor?
Mas si es fuerza condenarnos
á eterna separación ,
no lo es que por causa mia ,
que aquí forastera soy ,
usted mismo se destierro
del hogar donde nació.
Frutos. Privado de ver á Elisa,
todo al diablo se lo doy.
Tanto me importa emigrar
á Flan des como al Mogol.
Juana, [Se ha acercado i la mesa é inclinán-
dose un poco sobre ella, lee el docu-
mentó que extendió Mamerto.]
vYo don Frutos Calamocha
y Bubierca, hijo de don »
[Sigue leyendo para si.]
Frutos. Quédate : yo te lo ruego.
Aquí
Juana. [Leyendo.]
«Dejo el alma á Dios »
[Á Elisa.]
Un testamento I
Frutos. Sí, el mió.
Elisa. 4 Qué escucho !
Juana. Es rara aprensión
estando fuerte y robusto
Frutos, kzi amenaza la hoz
de la muerte al firme roble
como al tallo de la flor.
Elisa. ¡Ah, qué ideas
Frutos. No será
más tarda ni más precoz
por eso mi última hora;
Sero ¿no es mucho mejor
espachar ese negocio
cuando sano y bueno estoy,
que ver entrar al notario
por donde sale el doctor?
Eso es recibir, Elisa ,
dos veces la extremaunción.
Juana. [ Que ha continuado leyendo para si.]
Con usted habla esta cláusula,
señorita.
Elisa. ¿Cómo!
Frutos. [Turbado.] Yo
Elisa. ¿Qué misterio. . . . .
Juana. Óigala usted.
[Leyendo.]
«ítem : ha^o donación
de la mitad de mi hacienda
á doña Elisa Quiros.» —
Elisa, Dios mió I . . . . Tanta bondad
me llena de confusión.
Juana. Oh hidalguía sin ejemplo I
oh noble pecho español I
esto se cria en Belchite !
esto es fruta de Aragón I
Elisa. ( J usto Dios ! , ¿ queréis probar
en este nue^ crisol
mi virtud?....) Señor don Frutos,
ese generoso don
lágrimas de gratitud
arranca á mis ojos
Frutos. Oh I
No hay motivo
Elisa. Mas no puedo
sin cubrirme de rubor
aceptarlo.
Frutos. Por qué? ¿Acaso
es hacienda de un ladrón
la mia? Oh Dios! ¿No podré,
sin ofender el pudor
de mi amada...., de mi amiga,
mejorar su situación?
¿ Olvidas , án gel hermoso , <
que sin mi fatal error,
no de la mitad, de toda
mi hacienda serías hoy
f)oseedora? Y pues ya he roto
a venda (][ue me cegó,
y pues mia fué la culpa
de que en detestable unión
fuese la paloma candida
presa del buitre feroz ,
^qué mucho si las riquezas
ae que el cielo me colmó
parto contigo? ]Yo, ay triste!
3ue no dejo á nadie en pos
e mí, ni deudos, ni amigos....,
¡yo que miro con horror
la vida!.... Ah I tenga yo al menos
un consuelo en mi aflicción.
Acepta: no serás tú
la que reciba favor,
sino yo: no llames dádiva
á lo que es restitución.
Elisa. (Qué tormento! . . . Ó nunca ha habido
mártires ó yo lo soy.)
Frutos. Callas!
Elisa . Ah ! . . . . Yo soy ahora
la que implora con fervor
la piedad de usted. — También
para Elisa feneció
todo bien, toda alegría
Sólo me queda el honor,
y lo perdiera aceptando,
sea gracia ó galardón ,
la herencia que usted me ofrece.
¿ Es razón , es ley que en pro
de una extraña usted defraude
de su esperanza á la que hoy
será su esposa
Frutos. No; el cielo
al fin mis ruegos oyó.
S9i
Elisa,
Frutos,
Elisa',
Mamert.
DON FRUTOS EN BELCOITE.
Ta Bo me caso.
(Oh Dios mió!)
Simona ha hecho dimisión.
Felicito á usted
Wentro,] Don Frutos I
Don Frutos !
Quién llama?
lautos.
ManuH. {Llegando apresurado.] Yo !
ESCENA VIII.
ELISA. D. FRUTOS. JUANA. MAMERTO.
Mamert, Albricias , señor don Frutos !
[Saludando á Elisa]
Señora, á los pies
[i D. Frutos,]
Albricias !
El tio Pablo capitula. —
Oh placer!.... ídem su hija.
Lo del testamento ha sido
mano de santo. Oh delicia!
Me caso. Todo Belchite
se va á perecer de envidia.
Sonada va á ser mi boda:
habrá jota y seguRKllas
7 ya tengo sentenciadas
a muerte veinte gallinas. —
Ah! la cabeza me zumba,
el corazón me palpita,
[Llorando.]
Ír á mis párpados se agolpan
as lágrimas
(¡Qué ridicula
sensibilidad!)
Sí; lloro,
Eero ahora es de alegría. —
lloro y rio al mismo tiempo
Vamos, parece mentira
¡Y á usted se lo debo todo;
. usted me vuelve á la vida!
Y por eso agradecido
vengo á hincarme de rodillas
. ante el ángel tutelar
[Vad arrodillarse y D, Frutos no se
lo permite.]
lautos. ¿Qué hace usted I
Mamert. (Oh grande, oh ínclita
bondad!.... Pues bien, déme usted,
si merezco tanta dicha,
los brazos
Frutos. [Abrazándole.]
Juana.
Mamert.
Mamert. Oracias, gracias infinitas
Frutos. Bien , basta
Mamert. Adiós,. que me estáu
esperando las familias
Adiós! En mí tendrá usted
un amigo que le estima
He dicho poco; un esclavo.
Mi sangre, mi escribanía,
mi patrimonio, mis lágrimas....;
todo.es de usted, y permita
el cielo que en casto nudo
otra consorte más digna
[Mirando d Elisa.]
Frutos.
Mamert,
Frutos.
Mamert.
Elisa.
Mamert.
Con mucho gusto.
Mas tal vez me está escuchando
la venturosa individua
que ha de reemplazar...
Mamerto!...
Sí, sí!
(Este hombre me asesina! )
Doy á ustedes mi cordial
parabién Es muy bonita.
Celebro
Suplico á usted
Oh Providencia divinal
Todos quedamos contentos. —
¡ Si se hicieran en un día
las dos bodas Pero adiós;
urge el tiempo; estoy de prisa
¡Ambos á cuatro Qué gusto!
Bravo j bravo! Viva, viva!
[Vase corriendo.]
Juana.
Frutos.
Juana.
Frutos.
Jtuina.
ESCENA ÚLTIMA.
ELISA. D. FRUTOa JUANA,
I No lleva mala prebenda
ese pobre majadero!
Ya lo ves , amada prenda :
puedes heredar mi hacienda
sin perjuicio de tercero.
(Capaz será todavía
la simple Oh! si fuese yo.
No respondes, alma mia?
[Cogiendo el testamento.]
(Leamos porque si nó,
airé alguna tontería.)
[Lee para si.]
)
Elisa.
Frutos.
Elisa.
Juana.
Ya lo he dicho: será en vano...
¡Temes que sea funesto
don que viene de mi mano!
No, señor (Hado tirano!)
Virgen del Pilar! ¿qué es estol
Señorita!.... Otra que tal!
DON FRUTOS EN BELCHITC
S95
Como este hombre he tísío pocos.
Elisa. Pues ¿qué?....
Juana, Deja á un hospital
el resto de su caudal.
Elisa. ¿Qué dices !
Juana. Sí, al de los locos !
Elisa. ¿Cómo!....
Juana. Si esto se consiente
Elisa. No es posible
Juana. Como dos
y tres.....
Elisa. Y no lo desmiente !
Cielos!, ¿estará demente!
Frutos. No, Elisa. Pluguiera á Dios !
Juana. Sí, loco está, rematado;
yo lo afirmo á su pesar;
y es de amor!,...
Elisa. Quieres callar?
Juana. T sólo quien lo ha inspirado
és quien le puede curar.
Elisa. Juana!....
Juana. Sí. — Pobre señor!
¿No es un cargo de conciencia
Frutos. Breve será mi existencia,
ya la consuma el dolor,
ya la acabe la demencia;
y pues tan breve ha de ser,
y sin que un solo placer
temple mi mortal zozobra,
ya de nada he menester:
todo en el mundo me sobra!
Elisa. Viva usted!.... Yo se lo ruego.
Juana. Lo oye u8ted?(E6te hombre es ciego!)
Frutos. I Yo vivir
Juana. (Y la otra, necia....)
Frutos. Cuando Elisa... Ay Dios!...
Juana. (Eeniego...)
Frutos, Me aborrece y me desprecia!
Elisa. (Yo aborrecerle, buen Dios ! )
Juana. No hay tal.
Elisa. ( ¡ Decídselo vos
?ue estáis leyendo en mi alma ! )
rutos!....
Frutos. Elisa!....
Juana. (Qué calma!
Me desesperan los dos.)
Mi señora
[Elisa la hace señas para que calle.]
Nada! Yo hablo.
Porque el pudor no se asombre ,
por no soltar un vocablo
¿quiere usted matar á un hombre
y que á usted la lleve el diablo?
Basta que el honor lo vede,
mi señorita no accede
á dádivas de un querido,
de un cortejo; pero puede
recibirlas de un marido.
Frutos. ¿Cómo!...
Elisa. Ah!...
Juana. Ya he callado mucho.
Frutos.
Juana.
Frutos.
Juana,
Frutos.
Juana,
Elisa.
Juana.
Frutos.
Elisa.
Juana.
Elisa.
Juana.
Elisa.
No más I Si no desembucho,
la garganta se me anuda
y..... Mi señorita es viuda.
Dios poderoso I ¿qué escucho! '
Aqueuacarta
Bien mió !
Decía que don Miguel
ha muerto en un desafío.
Perdona mi desvarío,
mas no lloraré por él.
Y lo callabas! ¡Oh eiemplo
de noble delicadeza!
Admirado te contemplo
Pues aun calla su nobleza
otra verdad como un templo.
Dudaba usted de su fe
Juana, por Dios Qué martirio!
Pues ahí donde usted la ve
tan modesta y tan...., yo sé
que le ama á usted con delirio.
¿Será verdad, cielos!
* Oh!
A mí me lo Qonfesó
allí en aquel aposento.
Juana! Jesús!.... Pero
No?
Pues dígame usted que miento.
Qué he de hacer, pobre de mí,
si me precio de sincera
y tú me apremias así?
Si te desmintiese á ti
sería yo la embustera.
Morir debe de placer
quien tanta ventura alcanza.
[Á Juana en voz baja.]
Mas ¿la mamá
Murió, ayer
hizo un año.
( ¡Esta mujer
es la bienaventuranza !)
Permite, hermoso portento,
que postrándome á tus pies
te ruegue
[Deteniéndole.]
No lo consiento.
Oh Elisa! Oh gozo!....
Ya es
inútil el testamento.
[Lo hace pedazos .]
Frutos. Qué has hecho? jEl pobre escribano..
Mas cumpliré mi promesa. —
Y si merezco tu mano
y no he sacudido en vano
el pelo de la dehesa
Elisa. Primero exige de mí
la religión un tributo
Frutos. Sí, el réquiem, el Pero di:
¿no me das el dulce sí
para cuando pase el luto?
Frutos.
Juana.
Frutos.
Elisa.
Frutos.
Juana.
896
Elisa.
Frutos,
DON FRUTOS EN BELCHITE.
Elisa,
Sil
Oh dicha!.... Pero te advierto
qae si pronto no convierto
en gala el paño mortuorio,
Íro pasaré ñor el muerto
as penas del purgatorio. —
Aunque tenga antipatía
á la corte, si en desquite
tu mandato allá me guia,
no diré como aquel dia :
« ¡ Belchite quiero, Belchite ! »
No. Contigo aldea 6 corte,
todo es para mí lo mismo.
Sería mucho egoísmo
alejar á mi consorte
de su pila de bautismo.
Frutos. {Tomando a/ectaosamente la mano de
Elisa.]
Tú y Belchite! Oh bendición!
Colmada está mi ambición.
Aquí, amorosa consorte ,
tendrás, á falta de corte,
un templo en mi corazón.
LANCES DE CARNAVAL
COMEDIA EN UN ACSTO.
Estrenada en el teatro del Principe el 21 de Mano de IMO.
PERSONAS.
CARLOTA.
JULIA.
RÜIZ.
PERALTA.
ROMERO.
MÁSCARAS.
La escena et en Madrid. El teatro representa nna pieza de descanso en un baile de máscaras.
Dos puertas; una á la derecha, otra á la izcjuierda.
^«AA'W^A^A^^^^VWWWWWW
ESCENA I.
RUIZ. ROMERO. PERALTA.
[Los dos primeros sin ditfraz; el último con
dominó y careta, óyese á lo lejos la orquesta
que toca vals.]
Peralta, ¡kxxn no me habéis conocido
Íos hablo en mí voz nsaal !
asearas del sexo fuerte
no me excitaron jamás
deseo de conocerlas.
Vete y déjanos en paz,
6 quíüite esa carátula
si es decente tu cara natural.
Peralta, Ea pues, basta de broma.
[Desatándose la careta,]
Vosotros sois de fiar
£ffosum,
-8«*^ y i Peralta»
Somero, \ reraita .
Peralta. El mismo.
Ta me ahogaba el tafetán.
Homero. Tú en el baile! Pues ¿no estabas
de guardia en el Principal ?
Peralta. ¡Más bajo, no me descubran
Y lo sepa y me arreste el capitán I
Me retiré de la guardia
con un cólico mortal
Rui^. Maula I
Peralta. Por no dar un susto
á mi querida mitad,
en Tez de marcharme á casa
yiré de proa hacia acá ,
y ¡ qué diclfa I el aire libre
de repente curó mi enfermedad.
Dejo en casa de un amigo
el traje de nacional
y armamento y corréale ,
que estorban para bailar ;
ei susodicho me presta
pantalón , cbaleco v frac ,
y provisto de un billete
alquilo por un duro este disfraz;
y pidiendo mil perdones
al servicio militar,
en este alcázar de Momo
cuéleme pian, pian,
diciendo para mi sayo:
si había al fin de pasar
la noche en vela, qué diantre!
mejor estoy aquí que en el Vivac.
Romero. ¡Y tu mujer, solitaria
en el lecho conyugal 1
Peralta. Así ahorra pulmonías
y yo me excuso el afán
de celarla. Mujer propia,
y bella , y de poca edad ,
es otra guardia peor,
porque el diablo anda listo en Carnaval.
Romero, Y tú no pierdes un baile I
398
LANCES UC CARNAVAL.
Ya que eres tan saspícaz ,
DO á aburrirse la condenes
en eterna soledad.
Le prohibes la careta,
Íse la haces desear !
eralta! , la nrivacíon
Peralta. No se entiende con ella ese refrán.
Ks una infeliz mi Jalia,
Íno sería capaz
oes yo también voy á echarte
un párrafo de moral.
No es justo que hombre casado
venga aquí sin más ni más
á no sacar nada en limpio
después de revolver el palomar.
Peralta. ¿Y qué diremos de ti ,
que andas haciendo el galán
mariposa, cuando tienes
dada palabra formal
de casarte con Carlota?
Ruiz. No la he llevado al altar
todavía, v como es viuda....,
ya ves, el equilibrio...
Peralta.
Perillán I
[Á Romero.]
Mas tú , que tanto blasonas
de indulgente y de jovial
con las damas, ¿cómo vienes
sin tu hermanita Pilar?
{Cesa la música.]
Romero. Hoy no ha querido venir.
Me ha dejado en libertad.
Ruiz. Oyes , Romero? La música
ha cesado y se aumenta el guirigay.
[Cruzan máscaras de izquierda á de-
recha, y viceversa. Peralta se pone la
careta.]
Vamonos hacia el salón.
Peralta. Yo me planto el antifaz. —
Supongo, ftuiz , que cenamos
los tres juntos.
Ruiz. Claro está.
Con dinero y ambigú
* no hemos de pasarlo mal.
Si no nos protege Venus,
consuélenos el vino de Champan.
[Al desaparecer por la izquierda los
tres amigos llegan for la derecha Julia
y Carlota; ésta con tontillo^ erizofi
empolvado, ^c, y Julia de valen-
ciana.]
ESCENA II.
JULIA. CARLOTA.
Julia. Sentémonos un instante.
[Se sientan.]
Carlota. No te divierte la bulla?
Julia. ¿C'dmo hay cabeza que aguante
tanto ruido y tanta pulla?
Carlota. No hay alma que no se rinda
á esa cintura galana.
No me admiro. [Estás tan linda
vestida de valenciana I
Julia. Bien me están saya y justillo.
Nada tuve que estrechar.
Carlota. Y á mí, clavado el tontillo
que me ha prestado Pilar;
y no es maravilla, pues
para ahorrar tiempo y costura
allá nos vamos las tres
en carnes y en estatura.
[Dejan de pasar máscaras.]
Julia. La careta me sofoca.
Carlota, Pues sola esta pieza está ,
descubrámonos.
[iSe quitan las caretas. Julia se la
acerca continuamente al rostro, como
temiendo ser sorprendida.]
Julia.
Carlota.
Julia.
Carlota.
Julia.
Carlota.
Julia.
Carlota.
Julia.
Carlota.
Julia.
Carlota.
Julia.
{Qué loca,
qué loca he sido!
Bah,ba!
¡Venir aquí sin permiso
de Peralta I
Pues cruel
siempre lo niega, preciso
ha sido venir sin él.
Aunque tu amistad me aplaude ,
es un crimen á mi juicio
Crimen!....
Hacerle este fraude
cuando él está de servicio. "
Pasaréis la noche en vela
los dos.
No es lo mismo, no,
que el pobre hará centinela
mientras me divierto yo.
Ó junto al fuego en tertulia
olvida el frió y el lodo.
Los hombres , querida Julia ,
sacan partido de todo.
Qué! una noche y otra noche
dejará tu lecho viudo,
y en traje , en cena y en coche
gastará el último escudo;
¡ y antes que llefirue Ceniza
tú no has de bailar j gran Dios !
con saya y cara postiza
una contradanza ó dos!
Es inocente mi ardid;
no faltaré á mi deber ;
mas si lo sabe Madrid.....
Eh! quién te ha de conocer?
Sin hacer un contrabando,
mientras guarda tu marido
la capital, ¿cómo ó cuándo
Ímdieras haber venido? ,
üa , no te pongas triste.
De mi locura me espanto;
LANCES DE
pero ¡tanto me dijiste
Carlota. (¡Y era su deseo tanto )
La culpa fué mía , sí,
pero si ya no hay remedio,
¿habremos venido aquí
para morirnos de tedio?
Tu careta, al fin, no esconde
ningún criminal desliz
Mas , á todo esto, ¿por dónde
andará el bribón de Ruiz?
Le vi , al entrar , de bracero
con una de dominó ,
pero cruzó un aguacero
de gente, y se escabulló.
Él de baile y yo sin él I
Julia, Gomo te fingiste mala
Carlota» No es marido, y ya es infiel I
Ay, Julia! Si ahora resbala
Julia, No juzgues tan de ligero
Carlota. Verle aquí es mala señal.
¡ Y me jura el embustero
tanto amor! Sí, á mi caudal.
Julia. A veces los hombres tienen
ciertos compromisos
Carlota, No,
no abones
Julia. Máscaras vienen.
[ Cruzan varias parejas hasta el fin
i€ la escena.]
Carlota. Sí.
Julia. Tapo la cara.
Carlota, Y yo.
• [ Vuelven á ponerse las caretas v si'
guen hablando en voz baja.]
CARNAVAL.
á probar fortuna.
Peralta. Vamos.
399
ESCENA III.
CARLOTA. JULIA. RUIZ. PERALTA.
Ruiz,
Peralta.
Ruiz.
Carlota,
Peralta.
Carlota.
Ruiz.
Ya Que he endosado á Romero
la plepa del dominó,
que se ha propuesto cansar
á todo bicno varón ,
veamos por estas piezas
si sopla viento mejor.
[ Aparte con Ruiz.]
Mira allí un par de individuas.
De buen trapío las dos.
[Aparte con Julia.]
Ah!.... Mírale. Pues ahora
no se escapa.
Salvo error,
es buen ganado.
Nos mira
Me habrá conocido?
Voy
[Se acercan i Carlota y Julia. Ellas
se levantan.]
Carlota. (Disimulando la voz
rrobemos.)
[Mudando la voz.]
¿ Cómo tan solo ,
insigne Ruiz?
[Peralta habla en voz baja á Julia,
que apenas responde.]
Ruiz. El calor
Me conoces según eso?
Carlota, Sí, querido.
Ruiz, Yo me doy
mil parabienes
Carlota, Y tú ,
me conoces á mí?
Ruiz. No.
Carlota. No es mucho. Llegué á Madrid
hará mes y medio, ó dos
Ruiz, Eres forastera?
Carlota. Sí.
Ruiz. De dónde eres?
Carlota. DeRipoU,
de Valladolid, de Cádiz..*..
Qué importa de dónde soy ?
[Siguen hablando en voz baja.]
Peralta. [Mudando la voz.]
Cuidado si eres lacónica !
Sí — no — sí — no — ¿ qué se yo
Julia. [ Mudando . la voz.]
¿Qué más he de responder
á una careta?
Peralta. ¡Por Dios,
que la reflexión es cuerda !
ror cierto lance de honor
Cubierta llevo la cara,
pero si me alumbra el sol
de la tuya
Julia. No. Es muy fea.
Mejor es la de cartón.
[ Siguen hablando aparte.]
Ruiz. Mas si no eres de Madrid,
cómo me conoces?
Carlota. Oh !
y mucho. Los buenos mozos,
y los tunos, pronto sois
conocidos.
Ruiz. Muchas gracias.
Un favor y un disfavor.
¿Puedo ofrecerte mi brazo.....
Carlota. [Tomándolo.]
Á un caballero de pro
no se desaira.
Peralta. [A Julia.] Supuesto
400
LANCES DE CARNAVAL.
Julia,
Ruiz.
Peralta,
Carlota,
Peralta,
Julia,
Peralta.
Julia.
Carlota,
Julia,
Carlota,
Peralta.
Ruiz.
Carlota.
Peralta.
Julia,
que tú has quedado de non ,
[Ofreciéndola el brazo.]
aceptas ?
[ Tomándolo después de dudar un mo-
mento .]
Vaya.
(Es divinal)
(Qué garbo tan español I)
(Bien ya, que no me conoce.)
[Bailan aparte Carlota y Ruiz.]
Ay valenciana ! Ni Alcoy
ni Orihuela han producido
fadrína de más primor.
Eres la gala del Turia,
eres la flor del limón
Aun me vas á comparar
con las chufas y el arroz.
Si quieres ser mi pareja,
bailemos un rigodón.
Gracias
[Á Carlota al oido.]
Qué haré?
[Sn voz baja.] Sí, sí; baila.
Aquí esperamos.
Estoy
temblando
Eh! guarda el incógnito
y baila sin aprensión.
[Sn alta voz,]
Sí, mámate lo permite;
pero ¡juicio!
Qué! ¿sois Yos
la respetable mamá
No seas bobalicón.
[Mamá, y tendrá cuando mucho
diez y nueve!
No j señor,
que cumplí sesenta y cinco
por la Virgen de la O.
vamos. Ya van á bailar
Vamos (Perdóneme Dios.) •
ESCENA IV.
RUIZ. CARLOTA,
Ruiz. Como soy que no comprendo
por qué te dedicas hoy
á ser vieja.
Carlota, Silo soy!
El traje lo está diciendo.
[ Tocan dentro rigodón,]
Ruiz, El traje es todo ficción.
Carlota. Como de esas hallarás
que por disfrazarse más
Ruiz.
Carlota,
Ruiz.
Carlota.
Ruiz,
Carlota.
Ruiz,
Carlota.
Ruiz.
Carlota.
Ruiz.
Carlota,
Ruiz,
•s.
{
Carlota.
Ruiz.
Carlota.
Ruiz,
Carlota,
Ruiz,
Carlota.
Ruiz.
Carlota.
Ruiz.
Carlota.
Ruiz.
se visten de lo que son.
Tu lindo pié me alboroza ;
ese cuerpo es un tesoro ,
y en fin, máscara, te adoro....,
seas vieja ó seas moza.
Sin ver mi fe de bautismo !
Veo tus ojos serenos
A diez ó doce lo menos
habrás dicho ya lo mitmo.
No creas tales patrañas.
Cuando una vez me declaro
Y con el mismo descaro
á ellas y á mí nos engañas.
Aunque tengo mala nota,
me precio de fiel.
Sin duda.
Sólo quieres tú á la viuda.....
(Cielos!....) Qué viuda?
Carlota.
Carlota (Si será ella?
No puede ser. Qué locura!
Se acostó con calentara )
A ver por dónde resuella?)
Ni ella haria estos enredos...
Bah ! T es más alta y más gruesa.
Lo menos le lleva á esa
Sí, de tres á cuatro dedos.)
(j Conciencia, cómo remuerdes
al culpado ! )
(Ni por sueño!
El pié de esta es más pequeño ;
sus ojos tiran á verdes )
Te has turbado ! No me asombro,
que al oir nombrar la viuda
No tal. (Y tiene, no hay duda,
más distancia de hombrea hombro.)
Mas ¿quién, máscara, tedió
sobre mí tantos informes ,
si ayer llegaste del Tórmes ,
del Tajo ó de qué sé yo?
¿Y no sabes, camarada,
que por diferentes modos
en Carnaval salen todos
los trapos á la colada?
Pero en verdad yo no sé ,
si antes me hablaste sincera^
cómo siendo forastera
Lo seré ó no lo seré.
Tu candor me hace reir.
¿ No sabes , pobre veleta ,
que me ha dado esta careta
licencia para mentir?
Jesús! Mentir una bella!....
Con careta !.... No te asombres,
que á todas horas los hombres
estáis mintiendo sin ella.
Y vosotras? En el aire
las urdis cuando os conviene.
( Qué diferencia ! Esta tiene
más talento y más donaire.)
Mas la viuda ¿es en efecto
tu novia?
Hasta cierto punto
LANCES DE CARNAVAL
101
No diré Pero es asunto
que. . .Una idea. . .Así. . ,ün proyecto. . .
Pero ¿es posible ^ mi amor,
aue esa cara no be de ver?
Luéstrala
No puede ser.
(Ahora le clavo mejpr.)
Si me ves^ no me querrás.
Ah! Te juro por mi fe
Carlota. Sí? Vaya I Te enseñaré
la barbilla y nada más.
[Levántase un poco el tafetán de la ca-
reta, descubre la barba, y en ella un
lunar,]
Carlota.
Ruiz.
Ruiz.
Carlota.
Ruiz,
Carlota,
Ruiz.
Carlota,
Ruiz.
Carlota.
Ruiz.
Carlota,
Ruiz.
Carlota.
Ruiz,
Carlota,
Ah qué linda I qué hechicera!....
Qué lunar!....
[Carlota deja caer el tqfetan.]
No tapes 1
[Carlota enseña otra vez el lunar y
vuelve á taparse,]
Oh!....
Ta basta.
(Bien dije yo
que no era Carlota.) — Espera I
No me seas tan avara.
Alza más.
No. Sé de cierto
que vas á caerte muerto
si enseño toda la cara.
De gozo y de amor sin duda.
Tal vez No diré que no.
No cambio mi cara yo
Sor la cara de la viuda. —
[as perdona lo que he dicho.
Es tu novia
Qué locura!
Ella, así se lo fígura.
Ha dado en ese capricho!
(Traidor!)
Como soy galante,
le suelo decir por broma
algún requiebro; y lo toma
como dinero contante I
Es viuda y sería mengua
buscar yo ajenos despojos.
(Y no le saco los ojos !
1 no le arranco la lengua ! )
Pues se dice que le has dado
palabra de casamiento
Sin duda fué en un momento
de aberración
(Qué malvado!)
T como tú te humanices ,
tal me prenda ese gracejo,
que á fe de quien soy la dejo
con un palmo de narices.
(Infame!....) Mucha ventura,
lo confieso, mucha gloria
me diera alcanzar victoria
de tan divina hermosura.
II.
Ruiz, No tal. Presume^^i qué error! —
ser la octava maravilla,
pero es tal cual^ medianíUa....,
y aun la hago mucho favor.
Carlota, Sí , medianilla (Hombre vil!)
Ruiz, Y necia
Carlota. Es mucho trabajo!
(Me pondrá si no le atajo
como hoja de perejil.)
Yo escarmiento en su derrota.
Si hoy me decido por ti,
mañana dirás de mí
lo que dices de Carlota.
Ruiz, JN^o me des tu corazón
hasta probar mi firmeza;
pero, por algo se empieza.
Dame tiempo y ocasión
Carlota, Cémo?
Ruiz. Sepa yo quién eres
Carlota, Te hará mi careta el bu
mientras yo dude si tú
me quieres 6 no me quieres.
Ruiz, Bien , yo haré vida de fraile,
mas si la cara me escondes
Carlota, [Dudosa,]
(Me descubro?....)
Ruiz. No respondes !
Carlota, (No. Cuando concluya el baile.)
Voy á darte esta pulsera
[ Va á quitársela y no acierta,]
Ruiz. Entendido; y fiel y tierno
yo iré aanque sea al infierno
á buscar la compañera.
Ahora falta que me cites
Carlota. Aquí te veré otra noche. —
Jesús!
Ruiz. Se rebela el broche ?
Le haré obedecer. — Permites?
Carlota, Fuerza será.
Ruiz, [Buscando el resorte que sujeta la
pulsera.]
Con la piel
del guante
Carlota, Ea!.... Sin sobar!
Ruiz, Ya está.
[Al desprender la pulsera se arruga el
guante y queda descubierto un lunar.]
Ay cielo! (Otro lunar
tan gracioso como ac^uel I
Carlota, Qué curioso! (Nada importa.
Por él no sabrá quién soy.
La primera vez es hoy
que me ve de manga corta.)
Ruiz. [Después de haber besado y guardado
la pulsera.]
Qué delicia I qué embeleso!
26
m
UNCES DE CABMáVáL.
Carlota,
Ruiz.
Carlota,
Ruiz.
Carlota,
Ruiz, •
Carlota.
Ruiz.
Carlota.
Ruiz.
Carlota.
Ruiz.
£l solo me hiciera amante
[Carlota se compone el guante.'\
No le eclipses con el guante I
Déjame estampar un beso
[Desviando el brazo,']
Quieto! Esa es ya mucha audacia,
Mira que me tuoIto atrás
si intentas
No lo haré más.
Quiero conservar tu gracia.
No es harto ya el brazUlete?
Oh ! sí , sí; y á fe de hidalgo
juro Quieres tomar algo?
Gracias.
Siquiera un sorbete.
( Ay ! ¡ Harto lo necesito,
que estoy abrasada I )
Ven;
é lo tomaré á desden
No tengo sed ni apetito.
[Cesa la música,]
Pero, al menos, unas yemas
(Por respirar ) Vaya, sí.
Vamos
Carlota. [Sentándose,]
Ruiz.
Carlota.
No. Me quedo aquí.
Pero { no te irás !
No temas.
ESCENA V.
CARLOTA.
[Luigo que desaparece Ruiz por la izquierda se
alza el tafetán de la careta para respirar.]
Ahí No sé cómo he podido
reprimir mi justo enojo.
I Para la necia que fie
en hombres I.... Así son todos..
[ Vuelven d atravesar el teatro algu^
ñas parejas^ y llegan por la derecha
Peralta y Julia. Carlota se cutre.]
ESCENA VI.
CARLOTA. PERALTA. JULIA.
Julia. [Sentándose junto á Carlota. Peralta
se sienta al lado de Julia.]
Cómo tan sola? ¿Se fué
tu pareja?
Carlota. Vendrá pronto.
Julia.
Peralta.
Julia, [Aparte las dos.]
Qué tal?
Carlota. * Estoy sofocada.
Es un fementido, un monstruo.
Julia. T este un moscón tan pesado.. «
Me tiene ya hasta los ojos.
Peralta. [Á Julia.]
Vuelvo á decir, y van siete,
que con el alma te adoro.
Y uelvo á decir que no gastes
en vano el tiempo, y van ocho.
¡Pero, hija (Huele que soy
marido, y no haré negocio.)
Habla francamente. ¿Estás
comprometida con otro?
Tal vez.
T te deja sola I
Véngate de su abandono.
Bien lo merece, mas yo
soy quien soy.
Di, y el dichoso
ges amante, ó es marido?
Qué lindo interrogatorio!
Eres tú mi confesor?
Al contrario, dueño hermoso.
Penitente soy de amores
que pide un ego te absolvo.
Julia.
Peralta.
Julia.
Peralta.
Julia.
Peralta.
ESCENA VIL
CARLOTA. PERALTA. JULIA. RUIZ.
Ruiz. [Con un cucurucho de dulces.]
(Allí está. No me ha engañado.
. Vine, vi, vencí I Qué gozol)
[Sentándose al lado de Carlota.^
Toma dulces, amor mió.
Carlota. No tantos. Con uno solo
Ruiz. Melocotón, ó ciruela?
Limoncillo, ó cinamomo?
Carlota. [Tomando un dulce.]
Cualquiera.
Ruiz. ' Cualquiera de ellos
será amargo,..., — vaya este otro — ,
[La hace tomar otro dulce.]
comparado con tu boca.
Carlota. Qué sabes tú?
Ruiz.
Julia.
Ruiz.
Julia.
Lo supongo.
[Ofreciendo dulces d Julia.]
Valencianita pulida,
con permiso de tu socio
Gracias.
Siquiera una yema
[Tomando un dulce.]
Por cortesía la tomo.
. LANCES DE CARNAVAL.
Peralta. Esta perita por mí,
{Bajando la voz,]
ya que yo las pido al olmo!
Julia. [Tomándola.]
Vaya , porque no te ofendas.
Peralta. [Á Ruiz que retiraba el cucurucho.]
Eh I yo también soy goloso.
Contribuye.
[Ruiz le deja tomar dulces,]
Carlota. [Aparte con Ruiz,]
Ruiz.
Carlota.
Ruiz.
Quién es ese ?
Un forastero. En Logroño
le conocí.
Forastero!
Pues ¿por qué se cubre el rostro?
8in licencia de sus jefes
ha venido aquí de incógnito
unos dias
Carlota. [Levantándose, y todos hacenlomismo.]
Si nos dais
permiso y iremos un poco
al tocador.
Ruiz. Es muy justo
[Bajando la voz.]
Dónde te espero, pimpollo?
Carlota. En el salón nos veremos..
Peralta. Yo la licencia os otorgo, '
mas, primero, prometedme
que cenareis con nosotros.
Carlota. Mucho exígis.
Julia. Yo no cenp.
Ruiz. Sí, sí. Es preciso.
Peralta. Es forzoso.
Julia. Qué porfía! No es posible.
[Saca el pañuelo y deja caer una tar-
jeta de hoja de lata de las que dan en
los guarda-ropas de los bailes públicos.]
Peralta. ¿Te lo rogaré de hinojos
Julia, Ah !
Peralta. {Recogiendo la tarjeta.]
Bueno! Ya hay prenda!
Julia. Máscara!
Oye!
Carlota. Qué es eso?
Ruiz. ¿Qné
Julia. ün robo!
I>ame
Peralta. [Tomando del brazo á Ruiz.]
Luego.
Ruiz.
Peralta.
Pero.
Vamos.
403
Soy feliz !
Julia, Oye!....
Peralta. Soy sordo.
*
[ Vase corriendo y llevándose del brazo
d Ruiz.]
ESCENA VIII.
JULIA. CARLOTA.
Julia.
Carlota.
Julia.
Carlota.
Julia.
Carlota.
Julia.
Carlota,
Julia,
Carlota.
Julia.
Carlota.
Julia.
Carlota.
Julia.
Carlota.
Julia.
Carlota.
Julia.
Carlota,
Ay, Carlota de mi vida!
Qué fué?
Soy perdida !
¿Cómo
La tarjeta de las capas!
Por vida de los demonios!....
Y no te acuerdas del número?
Si no lo miré ! Yo corro
en busca
Tente! ¿Qué harás
con armar un alboroto?
Dices bien. — Pero, ya dueño
de la tarjeta, no logro
zafarme de él ; y es capaz
de embargar nuestro envoltorio,
y ¡ya ves tú qué fatales
consecuencias
En un sorbo
de agua te ahogas. Querrá
obligarnos de ese modo
á que aceptemos la cena;
mas pensar, ni por asomo,
que quiera comprometerte
¿Qué sé yo No le conozco.
Pero es amigo de Ruiz ,
y basta. Yo te respondo
de que él no consentirá
una bastardía. Es loco,
pero es caballero.
I Ay baile ,
baile! Qué caro te compro!
No llores. Recobraremos
la tarjeta. Yo lo tomo
á mi cargo.
¿De qué suerte
¿Han de saber esos tontos
más que yo? Ven, que me ocurre
una idea
Dios piadoso !
Al tocador. Ya no es tiempo
de lágrimas y sollozos.
Lloren ellos, pese á su alma!
Ah!
Ven, y siga el embrollo.
[ Vanse por la derecha. Á este tiempo
cruzan en la misma dirección dos ó
tres parejas y detras de ellas aparece
Romero. Vuelve d oirse la música,]
404
LANCES DE CARNAVAL.
ESCENA IX.
ROMERO.
Las dos serán....
[Mirando el relej,]
Poco falta.
Hora de cenar es ya;
mas ¿qué diablo me dirá
dónde están Ruiz y Peralta?
Cansado de que me embromen
y cansado de embromar,
sólo quiero ya terciar
con las máscaras que comen.
Buen salmón, buena perdiz
Talen más que las caricias
anónimas de una Albricias!
Aquí están Peralta y Ruiz.
Ruiz,
Romero,
Ruiz,
-Peralta.
Romero,
Ruiz,
Romero.
Peralta,
Romero.
Peralta.
Romero.
Peralta.
Romero,
Peralta.
Romero.
ESCENA X.
ROMERO. PERALTA. RUIZ.
Aquí está; ya pareció.
Qué tal, Romero? Qué has hecho?
Cuenta
Nada de provecho.
Pues yo estoy en grande.
Y yo.
Decidme
Vale un Perú
de la planta al colodrillo
mi máscara de tontillo.
Guarda, no lo seas tul —
Y Peralta?
(Si le digo
que he llevado calabazas ,
me pondrá en la calle mazas.)
Qué valenciana I Ay amigo !
No la hay más bella en la corte ,
y tan amable
Bah, ba!....
Probablemente será
mejor que ella tu consorte.
No tiene Julia aquel brio —
que lo diga Ruiz , que falle ! —
ni aquel regalado talle
que ha robado mi albedrío.
Cada forma es un portento
y maravilla el conjunto.
Qué ojuelos! Es mucho asunto.
Pero ¡qué pié! Es mucho cuento.
Y la cara?
Linda! guapa!
La ha mostrado?
No. Después
Mas lo adivino al través
de la seda que la tapa.
Guando venza su esquivez
Ruiz.
Romero.
Ruiz.
Romero,
Ruiz.
Romero.
Ruiz.
Romero.
Ruiz,
Peralta,
Romero.
Ruiz,
Romero.
Peralta.
Romero.
Peralta,
y á ver su semblante llegues
mucho temo no la ruegues
que se lo tape otra vez.
Más indulgente la mía,
me ha enseñado
Qué?
La barba y
y en ella un dije....; una parva
materia Qué monería!
Ya te contemplas feliz
porque has visto esa bicoca.
¿Y si es de lobo la boca
y. de yegua la nariz?
Imposible 1 Es hechicera. —
Deshancará á la viudita.
Sí?
Ya me ha dado una cita ,
y en prendas una pulsera.
Cita y pulsera? Qué ganga!
Me ama ya con desatino.
Anda amor mucho camino
en noches de mojiganga.
Á las once en San Igrnacio
(mintamos otro poquito)
citado estoy Pero ¡chito!
Ta os lo contaré despacio.
Sí; vamos al ambigú.
Allí escucharé tu cuento.
¿Tan pronto !
No me alimento
de ilusiones como tú.
Ahora hay mucha trapisonda
allí. Deja que primero
hable á esas niñas, v espero
llevármelas á la fonda.
Bien , mas si aprieta la gana,
me obligaréis á que cene
solo.
Calla, que ya viene
mi donosa valenciana.
ESCENA XI.
RUIZ. PERALTA. ROMERO. CARLOTA.
. • •
Carlota, [Con el traje que llevaba Julia.]
(Aquí está. Haré lo posible
por recobrar la tarjeta.)
Peralta. [Acercándose d Carlota. — Ruiz y Ríh
mero hablan aparte.]
Valenciana de mis ojos ,
ya me mataba tu ausencia.
Carlota. ¿ Tan grande es tu avilantez
y tan poca tu vergüenza
que sin traer en la mano
aquella robada prenda
vienes á hablarme?
Peralta. De poco,
linda máscara, te quejas.
LANCES DE CARNAVAL.
Tú me has salteado el alma
y lo llevo con paciencia.
Jiuiz. [Acercándose.]
Yalencíanita, ¿qu¿ has hecho
de tu hermosa compañera?
Carlota. En el tocador quedaba
Ruiz. [Á Romero.]
Esperemos á qu^ renga.
405
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta,
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
S Pasea y habla arparte- con Romero
\asta el fin de la escena. Cesa la mú'
sica.]
No es acción de caballero
apoderarse
Son tretas
de Car naval.
¿Y qué fin
te propones
Que me quieras.
Nunca lograrás mi amor
si tales medios empleas.
Luego por otros caminos.....
quizá
Mientras no me vuelvas
la tarjeta numerada ,
no te canses. Tendré orejas
de mercader.
¿Te figuras
que pienso hacer almoneda
con vuestras capas?
No tal.
Ta sé la intención que llevas;
mas primero perderemos
las capas, aunque son nuevas ^
que aceptar á la salida
tu brazo en rescate de ellas.
kix cruel I
Más lo eres tú ,
que por de pronto me obsequias
con la plácida esperanza
de una pulmonía.
Oh I muera
mil veces yo
Concluyamos.
Ó me das la contraseña
¡Eres tan ejecutiva
[Con tono sentimental.]
Ó I adiós para siempre I
[Deteniéndola.] Espera.—
capitulemos.
Veamos.
Seg^n y conforme sea
el protocolo
Cenemos
cada cual con su pareja.
Es imposible. Nos vamos
á marchar. Tenemos priesa.
Tan pronto!
Pero otro dia
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Peralta.
Carlota.
Ruiz.
nos veremos.
Ay ! promesas
de Carnaval.
Mi palabra
No te creo con careta.
Mientras no vea ese bello
rostro, no suelto la presa.
(Qué haré? Julia está clamando
por marcharse. Será fuerza )
Resuelve.
(Probablemente
aunque la cara me vea
no sabrá quién soy.)
Qué dices V
^Peor será si se empeña )
(Duda? Ta es mia.)
Primero
será razón que yo sepa
qué especie de ave nocturna
eres tú.
Silo deseas
(Algo hemos de aventurar
Llegó el momento de prueba.)
Dónde ha de ser el careo?
Aquí mismo?
En otra pieza.
Aquí hay testigos
Sí.— Estoy
por las sesiones secretas.
Primero me has de jurar
ser mudo como una piedra
si me conoces.
Yo exijo
de ti la misma fineza.
Conformes.
[LUga Julia for la puerta de la dS'
recAaT]
[Á Romero.] Ya la tenemos
aquí. Mira!.... Es una perla.
ESCENA ULTIMA.
PERALTA. CARLOTA. RUIZ. ROMERO. JULIA.
Ruiz. [Acercándose á Julia seguido de Ro^
mero.]
Ya tu tardanza
Romero. ¿Qué veo!
Mi hermana! ¿Es posible
[Peralta y Carlota, que iban á salir,
se detienen. Julia se presenta con el
traje que llewaba Carlota.]
Ruiz. Quién?
Tu hermana Pilar! ¿Estás
en tu juicio?
Romero. Sí, ella es.
1
406
Carlota.
Julia.
Romero,
LANCES DE CAllNAYAL.
Carlota.
Julia,
Jtomero.
Ruiz,
Romero,
Ruiz,
Romero.
(Otro apuro!)
No soy yo
quien piensas. Mírame bien.
Sí 9 tú eres Pilar. Inútil
es fingir la voz. Infiel !
To reconozco ta talle,
ta modo de andar, ta pié
Así se engaña á un hermano?
(Qué babiecas son los tres!)
vaya que es fuerte manía!
¿Acaso no puede ha|)er
dos damas del mismo talle !
Y el vestido?
Bien; y qué?
La misma modista pudo
hacer otro, y otros diez
en tela y hechura iguales ,
y donde hay tanto almacén
Ese no es traje alquilado.
Miren si yo lo sabré !
¡Santo Dios, el venerable
tontillo de doña Inés
Sainz de Aveudaño, mi abuela,
que fué la misma honradez ,
hoy es cómplice de intrigas
y de liviandades I
I Ten
la lengua
\A Julia,] ¿No me dijiste,
falsa y traidora mujer,
que hoy no venías al baile?
Y yo te creí! Sandez!....
¿Me he negado yo jamás
á traerte Ya se ve,
viniendo en mi compañia,
¿cómo dieras á un doncel
pulseras, citas de amor
Julia, [Yéndose, Romero la detiene asiéndola
de la mano,]
Ya basta de chanza
Ven.
No te escaparás !
\ Romero,
mira lo que haces ! No sé
si esta señora es tu hermana
ú otra dama; pero á fuer
de caballero leal
juro que no sufriré
que la ofendas.
Yo tampoco.
Es mi hermana; soy su juez;
lo oís?, y sólo á un marido
mi autoridad cederé.
( ¡ Dios mió, si ahora se empeña
en que me case con él )
No en comedia de Morete
se convierta el entremés.
Suspirar por una .máscara,
idolatrarla...., está bien;
pero casarse con ella,
salga rana ó salga pez
Romero. Pues te has de batir conmigo
Romero.
Ruiz,
Peralta.
Romero,
Julia,
Ruiz,
como no digas amén;
que la pulsera y la cita...
Carlota. Escuchadme ! Ella no fué
la de la cita.
Ruiz, Pues ¿cómo.
Carlota. ¿Qué viste bajo la piel
del guante izquierdo...
Ruiz,
delicioso que en la tez
de su brazo alabastrino.
Un lunar
Peralta,
Carlota,
Peralta.
Julia.
Peralta,
Carlota. [Descubriendo el brazo de Julia,]
Aquí no hay lunar. Lo ves?
Ruiz, Sois brujas? Pues yo lo vi
Carlota, En mi brazo; no en aquel.
[Enseñando su brazo.]
Míralo bien. No es postizo.
Ruiz. No! A ver el otro?
[Carlota le enseña el lunar de la
barba,]
Doy fe.
Luego ¿cambiasteis de traje?
Claro está.
Ni Lucifer
inventara
[A Julia.]
¿Y eres tú
la valenciana cruel
que á mis ternezas opuso
tan temerario desden?
La misma.
Amigo Romero^
si del triunfo me jacté
fué por vanidad ridicula.
Aunque luego me silbéis,
Íro lo confieso. No sufra
a nieta de doña Inés
por mi causa.
Si no es ella I
Me prestó su traje ayer
Fácil es acreditarlo.
Se quita en un santiamén
la carátula
Ah!No!No!
Eh? Qué más prueba queréis?
íues bien; no te suelto ya
aunque te defienda un tren
de artillería.
Pero ¡hombre I
la vas á comprometer
si es otra y tiene motivo
para ocultarse. Tal vez
será casada
(Buen Dios!)
Nadie lo sabrá después,
si es cierto lo que presumes.
Caballeros de honra y prez ,
guardaremos su secreto.
Sí; yo lo juro. Ea, pues, 0
alza ese velo, alma mia,
Carlota.
Romero.
Julia.
Romero.
Peralta.
Julia.
Romero.
Ruiz,
LANCES DE CARNAVAL
407
Carlota.
Peralta,
Romero.
Julia.
Ruiz.
Julia.
Romero.
Julia.
Peralta.
Julia.
Ruiz,
Peralta.
Carlota.
Julia.
Peralta.
Romero.
Peralta.
Julia.
Remero,
Peralta.
Julia.
Peralta,
Carlota,
Peralta.
y amanezca el rosicler
de tu cara.
tAl oido.] No hay recurso,
ja necesidad es ley.
Si revelas tu secreto,
lo sabremos sólo tres ;
si te obstinas en negarlo
Madrid y Carabancnel
lo sabrán. Ea, hija mia!
Todos hemos menester
indulgencia: todos somos
pecadores. Yo también
no sin razón puse funda
á mi cara de pastel.
Acabas?
Bien; á uno solo
mostraré mi rostro.
Á quién?
Á ti no.
Yámí?
Tampoco;
que los dos me conocéis.
Luego soy yo el preferido?
Te inspiro más interés
que á ellos, y me parece
que eres más hombre de bien.
Juicios temerarios!
Vamos
Yo el ejemplo te daré
[Al oido i Julia.]
Qué dudas? Es forastero.
Cómo te ha de conocer?
Si Romero se conforma
Sí hará 9 que soy el más ñel
de sus amigos.
ÍBien. Luego
^ e de hacer.)
{Desatando las cintas de su careta.']
Ea , simultáneamente
nos descubriremos; eh?
Ven á estelado
[Se la lleva hacia el foro,]
[Desatando su careta sin separarla
del rostro todavía.]
(Yo tiemblo
de la cabeza á los pies.)
(No me daré por vencido
si mis ojos no la ven.)
Buen ánimo! L una !
[Se descubren, i un tiempo los dos,]
Cielos I
Mi marido!
Mi mujer!
[Romero y Ruiz sueltan la carcajada,]
Pérfida!
TLance fatal!)
Venirte ai baile sin mí !
Julia. Mal soldado! ¿Se hace así
la guardia del Principal?
Peralta. ¿Aún me reconvienes , falsa! —
[A Romero y Ruiz.]
Ruiz.
Carlota,
Peralta,
Carlota,
Romero.
Ruiz,
Peralta.
Esa risa me revienta.
Lo entendéis?
Sal y pimienta,
como hay Dios , tiene la salsa.
Hombre inicuo
Voto á briós!...
Que á tu mujer desamparas,
ahora que os veis las cai*as,
quién pecó más de los dos?
Tú predicaste indulgencia
HHo, quien las da las totña.
( Habré de tomarlo á broma
y escarmentar, y {paciencia!)
[A Julia,]
Cuando desdeñosa y triste
no hacias caso de mí
ni de mis lisonjas , di
la verdad: me conociste?
No. — Pero tú, mal marido,
¿me hubieras hecho, traidor,
tantas protestas de amor
si me hubieras conocido?
Peralta. [Con fervor.]
Es que eres muy linda! Cascaras!
Oiga!....
El que (]^uiera saber
lo que vale su mujer,
llévela á un baile de máscaras.
Conque».... ¿me perdonas?
¡Abrazándola.] Sí.
Jravo !
Y la enmienda te ofrezco,
porque sólo así merezco
que me perdones tú á mí.
Para cantar aleluya
sólo estorba ya internos
[A Carlota.]
Julia.
Julia.
Peralta.
Julia.
Peralta.
Ruiz.
Peralta.
Ruiz.
una careta.
Carlota. Son dos !
Ruiz. Cuál es la otra?
Carlota. La tuya.
Ruiz. ¿Yo careta !
Peralta, \ Ah, que yo ria
también!
Carlota. ' Y á mi cargo tomo
arrancártela.
Ruiz, k mí? Cómo?
Carlota, [Descubriéndose.]
Quitándome yo la mia.
[Risotadas de Peralta y Romero.]
408
Ruiz.
UNCES DE CARNAVAL
Carlota.
Peralta,
Carlota,
Ruiz.
Carlota,
Ruiz.
Carlota,
Ruiz.
Carlota.
Es Carlota I ( i Se deshizo
la boda!) Es particular
Ese picaro lanar
de la barba
Este es postizo.
Braro!
T ahora ¿á qnién quieres?
Á la máscara , ó á mí ?
A la máscara y á ti.
Demonios sois las mujeres.
Al menos este demonio
no te Tolverá á tentar.
Yo
No me Tuelvas á hablar
de amor ni de matrimonio.
Perdona mi frenesí.
Me arrepiento, me desdigo.
Ta yes que sólo contigo
.he pecado contra ti.
No quiero yo^ caro amigo,
tener celos de mí misma.
I Vaya, armarían un cisma
el contra mí y el conmigo I... .
En fin, tal dia hará un año.
Te compadezco y me rio,
Ípues no ha sido tardío,
ien haya mi desengaño!
Peralta, [Á Ruiz,]
Chico, te aconsejo
Qué?
Que rias también.
ICon risa forzada.] Sí tal.
a, ja Vaya, el Carnaval
tiene lances Je, je, je
T á todo esto, no se cena?
Sí , sí , yamos á cenar. —
Á mí me toca pagar,
[Besando la mano i Julia.]
porque estoy de enhorabuena.
Ruiz.
Peralta.
Ruiz.
Romero.
Peralta.
iruis
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL,
COMEDIA EN DOS ACTOS.
Escrita para el Liceo de Madrid y estrenada en el mismo el dia 8 de Abril de 1840.
PERSONAS,
PAULA.
TERESA.
MARIANA.
D. AGUSTÍN.
D. RAMÓN.
D. CAYETANO.
UN QUÍDAM.
La escena es en Madrid. Sala en casa de D. Agustín medianamente amueblada. Bes puertas
laterales: la de la derecha conduce á la antesala, y ambas á las habitaciones interiores. Entre
otros muebles habrá una cómoda y una mesa con recado de escribir.
«AAA^MA^^^M«^«MMMMAAMM^A#
ACTO PRIMERO.
ESCENA L
PAULA. MARIANA,
[Paula sentada, acatando de bardar una carte-
ra. Mariana de pié quitándose la mantilla.]
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
¿Conque hov mismo? De alegría
no veo ya el abalorio.
Me han dicho en el escritorio
que llegará á mediodía.
Ya dudaba ver el fin
de ausencia tan dolorosa.
Ocho dias no son cosa.....
Quiero tanto á mi A^ustin !
Al que en triste soledad
recuerda á su dueño amante
le parece cada instante
un siglo 9 una eternidad.
Ese pesar es muy lusto.
¡ Irse un marido a los tres
dias de casado !
Pues I
Mira qué plato de gusto!
Mas don Braulio el fabricante.
Marian.
Paula,
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
le envió de pronto á Ucles
comisionado y ; ya ves ! . . . .
como el pobre está cesante
No son de perder hoy dia
cien duros.
Pero es fatal
que al tálamo conyugal
alcance la cesantía.
Ya le emplearán, lo espero,
mediante la protección
de su ami^o don Ramón ,
que está ahora en candelero.
T si no logro esta dicha ,
¡cómo ha de ser I Fiel esposa,
me reduciré gustosa
á sopas de ajo y salchicha.
Gran virtud es menester
No me distraigas. Quisiera
acabar esta cartera
Le quiere usted sorprender?
Sí.
De realce dos palmas ,
y enlazados los dos nombres
forman cifra
No te asombres.
lio
Muria».
Paula.
PRUEBAS DE AMOR CONTCGAL.
?
Manan.
Paula.
Marian.
Paula.
Lo mismo están nuestras almas.
(En eso pone sa ahinco :
or lo demás no se afana.)
a sólo faltan , Mariana ,
cuatro puntadas ó cinco;
y pues salgo más de prisa
que imaginé con mi empeño^
antes que venga mí dueño
tiempo tengo de ir á misa.
Y sobrado.
Tráeme pu^s
los guantes y lá mantilla.
[Suena dentro una campanilla.]
Voy. Sonó la campanilla.
Mira primero quién es.
ESCENA II.
PAULA.
I Virgen, si á la esposa tierna
hoy vuelve sano y seguro ,
otra misa oír te juro
descalza de pié y de pierna !
ESCENA IIK
PAULA. D. CAYETANO. MARIANA.
Cayet. Vengo á ponerme á los pies
de usted
Paula. Beso á usted la mano,
amigo don Cayetano.
Marian. i Dejaré para después
Paula. No y que si el tiempo no alcanza....
Perder la misa no quiero.
Anda y que ese caballero
es de toda confianza.
Cayet.
Paula.
Cayet.
Paula.
Cayet.
Paula.
Cayet.
ESCENA IV.
PAULA. D. CAYETANO.
No quisiera ni un momento
incomodar
No Ibaá misa
Oh I es obligación precisa.
Pero tome usted asiento.
Gracias. ({Rostro como el suyo )
Qué borda usted , vecinita ?
Una cartera.
[Acercándose d mirarla.]
Es bonita.
Paula. [Levantándose y dándole la cartera.]
Ahora mismo la concluyo.
ESCENA V.
PAULA. D. CAYETANO. MARIANA.
[Trae Mariana guantes, abanico y mantíHa
para su ama: ésta pone la almohadilla sobre la
mesa.]
Marian, Aquí está todo, señora.
Cayet. [Mirando la cartera.]
Exquisita es la labor.
Yo no he visto igual primor.
(Estoy por la bordadora.)
Es obra maestra!
[Se la vuelve y y Paula la pone sobre la
mesa.]
Paula. Qué!
No tal. Usted me avergüenza.
Cayet. Y aquí forman una trenza
dos iniciales , A y P.
Muy bien! Agustín y Paukt.
Recíproco amor lo exige.
(Qué linda ! Si no transige ,
aa conmigo en una jaula.)
Paula. Es un débil testimonio
de mi conyugal afecto.
Cayet. Ah I bien dicen , el perfecto
estado es el matrimonio.
Sobre tan plácida unión
no tienda Satán sus redes,
y Dios favorezca á ustedes
con fruto de bendición*
Paula. [Ruborosa.]
Vaya ! . . . . Ponme la mantilla.
[Juana se lipone.]
ün niño hermoso y robusto....;
pero usted tendrá más gusto
en que sea una chiquilla.
Haga Dios su voluntad.
Y usted, tan aficionado,
no se casa?
He tropezado
con una dificultad.
Cuál?
Señora, hay tanta maula!
Virtud, belleza, talento
Dónde sé halla ese portento?
Ahí dónde hallar otra Paula?
Paula. En cualquier parte. Es tan poco
mi mérito
Cayet. Y en mis años,
tras de tantos desengaños ,
casarme!.... No soy tan loco.
Novio con el pelo gris
no puede vivir tranquilo ;
que tiene el alma en un hilo
y su honra pende de un tris.
£!1 dinero puede mucho
Cayet.
Paula.
Cayet.
Paula.
Cayet.
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL
ill
y, aunque de ello no me aplaudo,
con el oro que recaudo
puedo llenar un falucho;
pero placeres comprados
ya se sabe lo que son.
Las telas del corazón
no salen á los mercados.
Paula. No, señor.
[Aparte d Mariana.]
I Qué buen sujeto,
qué honrado es nuestro yecíno !
Cayeú. (¿Quién ha visto á un libertino
hecho fraile recoleto?)
JSfarian. [Aparte d Paula.]
T tan amable, tan franco
¿Y cuándo llega el consorte
leliz?....
Hoy entra en la corte.
ÍNo volcara en un barranco!....)
íil y mil enhorabuenas
T á mí mismo me las doy,
• que su apasionado soy,
aunque le conozco apenas.
Paula, Cómo ! ¿ usted
Cayet. Sólo de vista,
mas sus virtudes proclama
con cien trompetas la fama.
Favor que usted
Cayet.
Paula.
Cayet.
Paula.
Cayet.
Paula.
Cayet.
Paula.
Cayet.
Paula.
Cayet.
Paula.
Cayet,
Paula.
Cayet.
Paula.
Cayet.
Paula. *
Cayet.
Paula.
Cayet.
[Tomando el abanico y el pañuelo.]
Ya estoy lista.
Si él me honra con su amistod
Oh! el honrado será él.
Seré su amigo más fiel.
Gracias. Es mucha bondad
Si puedo servirle en algo
¡Ah, señor
Sin cumplimiento:
suyo es desde este momento
cuanto tengo y cuanto valgo. —
Mas yo hablando á troche y moche,
y usted con mantilla puesta
No importa. Usted no molesta
Ahí vaya usted en mi coche.
No. Mil gracias.....
Hace un aire
terrible.
De aquí á la Red
no está lejos.
Mife usted
que lo tomaré á desaire.
Precisamente está ahora
á la puerta. Hice enganchar,
mas quise antes saludar
á mi vecina y señora.
¡Y usted irá á pié por mí
Eh ! mejor. Haré ejercicio.
El mucho regalo es vicio.
Yaya, diga usted que sí.
Porque usted no teme á mal
Con usted iría al templo.
Paula.
Marian.
Cayet.
Paula.
Cayet.
pero ese fuera un ejemplo
pernicioso á la moral.
Es verdad.
(Camastronazo!)
Mas ya que cauto íne privo
de ese honor, hasta el estribo
sírvase usted de mi brazo.
Mal pago á tanta fineza
sería un desden grosero.
[Tomando el brazo de D. Cayetano.]
Vamos..... (Qué buen caballerol)
(Bien va! Por algo se empieza.)
ESCENA VI.
MARIANA.
¡Qué bien toma mis lecciones
el socarrón I i Cómo sabe
el tuno hacer la gatita
de Mari-Ramos ! El diantre
son los hombres. Mi señora
le tiene ya por un ángel.
Bien I Esto es algo.— Y no es poco
que, sin saber lo que se hace,
haya aceptado su coche.
Acaso más adelante,
luego que el pan de la boda
[Suena la campanilla.]
Llaman. Voy... Ya ha abierto Jaime.
Marian.
Cayet.
Marian.
Cayet.
Marian.
Cayet.
Marian.
Cayet.
ESCENA VII.
D. CAYETANO. MARIANA.
¿Qué! ¿vuelve usted...
Sí, Mariana,
sí, querida. Vengo á darte
en subricias de mi dicha
este doblón para guantes.
[Lo toma.]
Estimando. Ya ve usted
que mi consejo
Admirable.
El primer paso está dado,
que es lo difícil , lo grande
de estos negocios. Ganada
su confianza
No obstante ,
sin ganar la del marido
Y eso no será tan fácil;
verdad?
Á fuerza de tiempo
Es que, si quieres que te hable
con franqueza , temo mucho
que la paciencia me falte
4»
Marian.
Cayeí.
PRUEBAS DE AHOE CONYUGAL.
Marian.
Cayet.
Manan.
Cayet.
Marian.
Cayet.
Marian,
Cayet,
á lo mejor.— Es celoso?
No le he notado ese achaque
hasta ahora.
Bien. iT qué
me dices de su carácter?
Es hombre de armas tomar?
(No tengamos aquí un lance
pesado )
Es como una malva.
No porque á mí me acobarde
ningún hombre cuerpo á cuerpo,
pero bueno es informarse
Vaya, y iqué flaco es el suyo?
Juega al billar ó á los naipes ?
es músico? es cazador?
es literato?
Es cesante.
Basta.
Sobre todo, chito I
No es bueno que sepa nadie
Por supuesto. (Yo callar?
Harto será. Sov tan frágil
Mas ahora tendré prudencia....,
m menos hasta que alcance
la yictoria. Á algún amigo
de los más íntimos...., pase,*
pero ¡en el cafél....)
¿ En qué piensa
usted?
En mi plan de ataque. —
Pero abur. Ya nos veremos
despacio, que si viene alguien ,
podrá sospechar Lo dicho.
Si me ayudas en mis planes
y logro lo que deseo^
te hago feliz. Dios te guarde.
ESCENA VIII.
MARIANA.
Es preciso tener cara
de vaqueta y de vinagre
para negarse á servir
á sujeto tan amable.
La conciencia me remuerde
un poco; mas treinta reales
de salario mal se^furo,
y sin provechos ni gajes,
¿qué son para que una moza
de mi rumbo vista y calce
y mantenga nada menos
que á un cabo de provinciales?
Si es tan santa mi señora
como de serlo se aplaude ,
por más que sude el vecino
y por más que yo trabaje,
se quedará al fin y al cabo
tan honrada como antes. —
Y aun mucho más; que no hay mérito,
como decia mi maare ,
en que triunfe la virtud
cuando nadie la combate.
Si se rinde, buen provecho.
Ella será la culpable.
[Suena la campanilla.]
Pues I— Ella y los que gobiernan,
que, acumulando cesantes,
tantas ocasiones dan
para que el diablo las cargue.
ESCENA IX.
MARIANA. D. AGUSTÍN.
Affustin. [Fn traje de camino.]
Marian.
Agusiin.
Marian.
Agustín.
Marian.
Agustin.
Marian.
Agustin.
Marian.
Agustin.
Marian.
Agustin.
Marian.
Agustin.
Marian^
Agustin.
Marian.
Agustin.
Mariana I'
Ahí... Señor! Tan pronto!
Yo creí que hasta más tarde
He madrugado algo más
de lo que pensaba. ¿Qué hace
Paula? Dónde está?
Ha salido
á misa.
Eso es muy laudable.
Creyó que tendria tiempo
antes de que usted llegase
{Cuánto sentirá
No importa.
[Sentándose y dejando sobre una siUa
el sombrero.]
Molido estoy del carruaje.
Se ha desayunado usted?
Sí; medio capón fiambre
Supongo que no habrá habido
novedad
Ninguna.
YGalvez?
Don Bamon? Ha estado malo.
iQué me dices ! Cosa grave?
No, señor. El reumatismo
Habrá seis dias Sí, el martes ,
hizo cama. Pero ayer
cuando fui yo á preguntarle
cómo estaba de salud
encontré vacío el catre.
Ya está tan guapo. Hoy vendrá.
Me alegro. 'Siento sus males
como si yo
No lo extraño.
Son ustedes uña y carne
(¡Voto va,.... y no se lo he dicho
a don Cayetano ! )
Dame ,
mientras viene mi mujer,
las cartas que haya de Cáceres
No ha parecido el cartero.
(Es raro el no contestarme
la familia. Sentiré
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL.
413
que desapruebe mi enlace )
[Suena la campanilla,]
Marian, Llaman Será la señora.
Agustín, [Levantándose,]
Ah I no te detengas. Abre.
ESCENA X.
D. AGUSTÍN.
La pobre!.... Estos ocho dias
se le habrán hecho mortales.
ESCENA XI.
PAULA. D. AGUSTÍN.
Paula» Agustín!
[Se abrazan,]
Agustín . Paula querida !
Paula, Dulce sorpresa!
Agustín. Mi bien!
Paula, Bendígate Dios, amén.
Vienes con salud, mi vida?
Agustín. Ya lo ves. Y tú tan buena!
#
Paula, [Quitase la mantilla y la deja sobre
la cómoda con el pañuelo y el abanico^
Sí, mas en tal desconsuelo
milagro ha sido del cielo
no haberme ahogado la pena.
Agustín, Yo también muerto do esplin
sin ti y entre aquellas gentes
Paula, Oh! como otra vez te ausentes,
me voy contigo, Agustin. —
Di, ¿recibiste en la villa
de Ucles una carta
Sí.
En tres noches la escribí.
. Tres pliegos y una cuartilla !
Por horas y por momentos
un circunstanciado parte
de mis obras quise darte,
y hasta de mis pensamientos.
Agustin, Me cautiva el corazón
tanta fe, Paulita bella,
pero.r...
Paula. Y otra como aquella
Íuse anoche en el buzon«
¡ra inútil. Yo te creo
[Paula toma la cartera que dejé sobre
la mesa,]
(Si tardo en volver aquí,
no gano, pobre de mí.
para portes de correo.)
Agustin
Paula,
Agustin
Paula.
Paula.
Agustin,
Paula,
Agustin,
Paula,
Agustin,
Paula,
Agustin.
Paula,
Agustin,
Paula.
Agustín,
Paula,
Agustín.
Paula.
Agustin.
Paula.
Agustín.
Paula.
Agustin.
Paula.
Agustin.
Paula.
Agustin.
Paula.
Agustin,
Paula.
Agustin.
Paula,
Agustin.
Paula.
Agustín.
Paula.
Toma.
Qu¿ fineza!
En suma,
sólo amándote vivia;
con la aguja por el dia,
por la noche con la pluma.
Qué cartera tan preciosa!....
Con la cifra de los dos
Otro abrazo, ángel de Dios !
Feliz yo con tal esposa !
Y es poco para mi amor,
que quien el alma te da
Ah!.... ¿sabes que tienes ya
otro amigo y protector?
Otro amigo! ¡Otro Quién es?
Don Cayetano, el vecino .
de abajo.
Ya!
Anoche vino.....
Cómo!....
Á ponerse á mis pies.
Y esa visita ¿á qué santo
A título de vecino
Qué buen sujeto! <jué fino!
Cómo le afligió mi llanto!
Tan tierno es de corazón?
Y cristiano muv cabal.
Qué máximas de moral!
Vaya, es un santo varón.
Como hemos vivido aquí
tan poco tiempo, no sé
no conozco Ya se ve,
todo consagrado á ti -
Es joven?
No. Ya es machucho.
Cuarenta y tres le echo yo
Y su mujer ¿no subió
Bah! Si es soltero!...
(¿Qué escucho!)
Cómo en casarse no piensa?
Eh! será algún perdulario
No lo creas; al contrario,
tiene una fortuna inmensa.
(Malo!)
Es hombre muy profundo.
Sisera
Y tan timorato
Le inclinan al celibato
desengaños de este mundo.
Yerros de la juventud
Si vieras con qué fervor
elogia el pobre señor
Tu hermosura?
Mi virtud.
Oiga!
Un feliz matrimonio^
dice, es el supremo bien
en la tierra, es el Edén,
la
Mire usted qué demonio!
Y como yo no imagino
encontrar en esta corte
tan angélica consorte
414
Agustin, [Entre dientes.]
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL
Prefiero la del vecino.
Paula. Eh?
Agustín. Nada. (¡T qne ella se trague
la pildora!....)
Paula. Pues de tí
hace unos encomios *
Agustín. Sí?
Qu¿ bondad I Dios se lo pague !
Paula. Porque y aunque no te conoce
sino de fama nasta hoy
Agustín. La fama dirá que soy
el mejor Par de los doce.
Paula. T añadió: Si puedo en idgo
servirle , si en algo influyo,
cuente desde hoy como suyo
cuanto tengo y cuanto valgo.
Agustín. Tanto afecto en una noche I
Paula. También me ha venido á ver
esta mañana
Agustín. Mujer!
Paula. Vaya, y me ha ofrecido el coche I
Agustín. [Con risa sardónica.]
De veras ?
Paula. Para ir á misa.
Qué bondad!.... Quedarse á pié
por sorvirme.
Agustín. Sí ; je , je
Paula. De qué te ries?
Agustín. De risa. —
Ha sido mucha atención.
T ¿aceptaste?
Paula. Sí, mi dueño*
Lo tomó con tal empeño
Agustín. No puedo más! Maldición!
Paula. [Asustada.]
Ay, Dios mió! Qué te ha dado?
¿Es á mí, ó es al vecino
Agustín. Ese hombre es un libertino
de profesión, un malvado.
Paula. ¿Cómo
Agustín. T no lo has conocido!
Ah! ¿qué hombre á mujer bonita
con buena intención visita
en ausencia del marido?
Te habló de virtud anoche '
para ganar tu amistad,
y hoy tienta tu vanidad
ofreciéndote su coche.
¡T tú le oiste tranquila
cuando de tu esposo diío
tantas lindezas! ¿Qué hijo
le he sacado yo de pila?
¿Creerá, pese á Belcebú!
ese hipócrita insolente
que soy yo tan inocente
ó tan simple como tú?
Paula. Ay, no te enojes! Perdona
To he obrada sin malicia
Agustín. Sí ^ sí; yo te hago justicia.
Esa ingenuidad te abona.
Si del bribón que te engaña
vil cómplice hubieras sido,
no harías á tu marido
revelación tan extraña.
Paula. Incauta fui; no te asombres,
Íuerído. Mi buena fe
ih ! de hoy más aprenderé
á conocer á los hombres.
Miren el mosquita muerta!....
{ Con qué diabólico enredo
quería No tengas miedo,
que otra vez estaré alerta.
Si á mis ojos se aparece
el pérfido seductor,
le nablaré con el horror
y el desprecio que merece.
Ah ! sea culpable ó no,
no vuelva jamás aquí.
Basta que te enfade á ti
para aborrecerle yo.
Aunque me ofrezca el Perú
como me ha ofrecido el coche,
¿ será ese viejo bamboche
tan amable como tú?
Agustín. Tan bello es tu corazón
cual tu rostro. No me ofendo:
basta; sólo te encomiendo
que aproveches la lección. —
Voy á salir, y este traje.....
Otro pantalón ; camisa
Paula. Adonde vas tan de prisa?
Agustín. Á dar cuenta de mi viaje.
Paula. [Adriendo un cajón de la cómoda.]
Qué pantalón ?
Agustín. El azul
turquí.
Paula. [Revolviendo el cajón.]
No sé dónde está.
Debajo Aquí Este será....
No; es mi mantilla de tul.
Agustín. Despacha.
Paula. Si no lo. encuentro!....
Ah! ya ha parecido. Ten.
[Saca un pantalón y se le da.]
Agustín. Ahora la camisa.
Paula. Bien.
[Abriendo otro cajón.]
En este cajón del centro
Agustín. Sí.
Paula. [Registrando.]
En este lado hay calcetas
Agustín. Falta me hacen; vengan unas.
Paula. [Dándole un par. ]
Toma Y te vaa en ayunas?
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL
Agustín. No; ya almorcé.
Paula, [Registrando el cajón.]
Servilletas...., ,
sábanas...., que he de coser....,
enaguas.....
Agustín. ¿ Tanto te cuesta
Paula. Ah! Toma.
415
Agustín. [Mirando la camisa que le da Paula
y volviéndosela.]
Qué me das? ¡Si esta
es camisa de mujer!
Paula. [Riéndose.]
Dices bien. Aturrullada
con el dulce regocijo
de verte
[Revuelve otra vez el cajón.]
Agustín. Vamos
Paula. Pues, Lijo,
ninguna tienes planchada.
Agustín. ¡Voto á Me lleva Pateta.
Paula. No te incomodes , por Dios.
¿Has ensuciado las dos
que llevaste en la maleta?
Agustín. Sí, mujer; en ocho dfas
Paula. Qué quieres! Pensando en ti
noche y dia Yo creí
que tan pronto no vendrías.
Agustín. Pero es extraña omisión
esperar
Galla, que presto
Paula.
[Acercándose d la puerta de la iZ'
quieraa.]
Mariana! Una plancha, el cesto
de la ropa, el almidón
Agustín. ¿Quién espera á que la. plancha
se caliente?
Marían. [A la puerta.]
Llama usté?
Agustín. Sin planchar me la pondré
como un tío de la Mancha.
[Despidiendo d Mariana.]
Allá voy. — La cubriré
con la corbata , y así
Paula. Saco la levita?
Sí,
y el chaleco de piqué.
Jesús ! La cómoda está
tan revuelta El primer dia
que me levante de humor
Ír el tiempo me lo permita^
a " "
a he de arreglar Aquí está.
[iSaca una levita.]
La pondré sobre nna silla
[Lo hace.]
mientras busco ese chaleco.
[Revolviendo él cajón.]
Aquí no está. En el de arriba
[Aire otro y saca de él un chaleco.]
Por acá Ya di con él.
[Desdoildndolo.]
Ay, qne le falta nna cinta I
Válgame el cielo! ¿De dónde
saco ahora Tiene prisa
Ah! esta es larga. Cortaré
ESCENA XII.
PAULA.
[Sacando la levita y el chaleco.]
Válgame Dios I ¡Cuánto siento.
Dónde estará la levita?
[Toma de la almohadilla unas tijeras
y corta un pedazo de la cinta."]
El pedazo en la otra esquina
con un alfiler
[Lo prende.]
Ya está.
Voy al instante ; no diga
que no le ayudo á vestirse.
[Deteniéndose y desdoblando la le-
vita.]
Tendrá polvo? No; está limpia.
[Estirando el faldón.]
Por vida de las arrugas
Pero ¿qué veo! Desdicha!....
Un botón colgando
Agustín. [Dentro.] Paula!
Paula. Yoy corriendo! — La almohadilla.
[Registrándola.]
Ay ! No tengo seda negra I
Qué haré? jFor vida ¡por vida
La aguja tengo enhebrada....,
pero ¡ con seda amarilla !
Agustín. [Dentro.]
Panlal
Paula. Allá voy, amor míol
[Se sienta y cose apresuradamente el
ioton.]
Coseré con esta misma.
Qué he de hacer? Malditos sastres !
. malditos de Dios ! No cuidan
de asegurar los botones
Daremos luego con tinta
ala seda
116
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL.
ESCENA Xni.
PAULA. D. AGUSTÍN.
[Don Agustín viene en mangas ie camisa, con
la corbata puesía y cubierta con sus puntas la
pechera,]
Agustin. Vamos, Paula 1
Paula, [Cortando la seda.]
Ah!
Agustín, Qué haces?
Paula. [Levantándose.] Nada. Cosia
un botón q^ue estaba flojo.
Agustín. Válgate Dios !
Paula. i Ese Utrílla
Agustín. Sí, Utrílla. — És este el chaleco?
[Lo toma.]
Paula. Sí, mi bien.
Agustín. [Soltando el chaleco.]
Cuerno, madrina !
Paula. AyDios!....
Agustín. Maldito alfíler !
Paula. [Toma el chaleco y prende mejor el
aljller.]
Diste en él por donde pincha !
Agustin. [No lo hubieras tú prendido
[Se chupa un dedo,]
Paula, [Asustada.]
Sangre! Irán á la botica
Agustin No es nada. Me chupo el dedo
de gusto.
Paula. Prendí la cinta
porque no esperases
Agustin. Oh!....
[Por las ánimas benditas,
despacha!
Paula, Ta no hay cuidado.
[Ayudándole.]
Mete el brazo.— El otro. — Avisa
cuándo he de atar
Agustín. [Poniéndose los botones del chaleco.]
( í Qué mujer
. íDí
para un pobre!) Ata. (Da grima
el pensar )
Paula. Aprieto?
Agustin. Basta.
Paula. Ta está. Ponte la levita,
[Se la da.]
mientras te saco un pañuelo....
Agustin. [Poniéndose la levita.]
No, por la Virgen santísima!
que esa cómoda es el caos,
y me darás una almilla.
Paula.
Agustin.
Paula.
un calcetin Me apodero
de este tuyo de batista.
[Toma el pañuelo de Paula.]
T guantes?
[Tomando el sombrero y yéndose en/a-
dado.]
Los compraré
de camino.
[Llorando.] ¿No te dignas
de decirme adiós siquiera?
[Con qué crueldad me castigas ,
ingrato !
Agustin. [Entre enejado y enternecido,]
No, mujer; pero
Vaya , abrázame.
[ Se adraban,]
( { Es tan linda
y tan cariñosa!. ..) Adiós.
No me guardes ojeriza.
To me enmendaré
[Enternecido.] ¡No llores
Adiós, Paula. (Es una niña!)
Paula.
Agustín.
ESCENA XIV.
PAULA.
Pobre Agustin ! Se ha enfadado
con razón. ¡No tener lista
la ropa ! Pero ocupada
con la cartera y la cifra
I Cunde tan poco el bordado
de abalorio!.... Y las epístolas
amorosas que le he escrito
Vamos , parece mentira
cómo se pasan las horas ,
y hasta qué punto complica
los deberes conyugales
una ausencia repentina. —
¡No poder una pagar
costurera ni modista
Si me a3^udase Mariana,
tal cual , pero ¿y la cocina?
[Suena la campanilla,]
\ También es fatalidad
que esté tan mal de camisas
mi amado Agustin ! Jesús !
Mal haya la cesantía !
ESCENA XV.
PAULA. D. RAMÓN.
Samon. Buenos dias , bella Paula.
Paula: Muy felices, don Ramón. .
Celebro la mejoría.
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL.
417
Ramón, Malo ó bueno, siempre estoy
á los pies de usted.
Paula. También
de enhorabuena estoy yo.
Ramón. Sí, ya he visto en la escalera
á Agnstin; mas mi intención
era visitar á Paula,
y sin cumplir no me voy,
Señora, con un deber
tan grato.á mi coraaon.
Paula, [Recelosa,^
(Qué oigo!) Quiere usted sentarse?
Ramón, Sí haré.
[Ofrece tma silla i Paula y él ocupa
otra.]
Usted sólo me dio
un parabién ; mas yo espero
retribuiirle con dos.
Paula, Con dos parabienes?
Ramón,
\ Ramón, Pero si yo *
Paula, Aparte usted!
Ramón, Pero, Paulita, ipor Dios
Paula. Ni por Dios, ni por la Virgen.
Yo tengo honra. Soy quien soy I
Ramón. [Siguiéndola,]
¿Quién ha pensado... Oiga usted...
Paula, No, ¡jamás, jamás! Qué horror!
[ Vase por la puerta de la izquierda^
y óyese el cerrojo con que la asegura
por dentro^
Paula,
Ramón,
Paula,
Ramón.
Paula.
Ramón.
Paula,
Ramón.
Paula.
Ramón.
Paula,
Ramón.
Paula.
Ramón,
Paula.
Ramón.
Paula.
y á mí propio me los doy.
uno por la bienvenida
de Agustin , que es mi mejor
amigo, como usted sabe,
y otro porque creo que hoy ,
será colocado.
Sí?
Y ganando en graduación
y en sueldo.
Y á usted sin duda
debemos ese favor.
Él merece mucho más.
Fuera de la corte?
No,
que si usted saliese de ella
faltara á Madrid el sol.
Cómo?..." ¡Usted me dice...
Injusto •
fuera que tan linda flor
vegetase oscurecida
en Moguer ó en Gastropol.
Esas lisonjas
Lisonjas?
No, señora, no lo son.
Si hay ángeles en la tierra,
uno es usted.
(Oh rubor!....)
iQuién no envidiará la dicha
de don Agustin ? Su unión
[Levantándose. D. Ramón se levanta
también.]
Eh I basta, ¡mal caballero,
pérfido amigo, hombre atroz !
Qué escucho !
SSin oirle.] ¡ Venir , á título
ie amigo y de protector ,
á requerirme dé amores !
Yo, señora!....
Qué traición !
IL
Cayet.
ESCENA XVI.
D. RAMÓN.
Y echó á la puerta el cerrojo !
¿Qué diablos la he dicho yo
que huye de mí como huyera
de algún sátiro feroz?
¡Porque la digo que es linda
se pone como un dragón!
¿ Qué fuego ha visto en mis ojos ,
qué mano se deslizó ,
atrevida aventurera ,
que así confunde el amor
con una galantería
propia del genio español
y de la franca amistad
que su esposo me inspiró?
¡Y cuando vengo á anunciarla
que debe á mi protección
y á mi influjo su ventura,
me paga..... con una coz!
No presumí que sería
tan zaina de condición.
[Suénala campanilla.]
Gomo apenas la he tratado
Merecía, voto á briós!....
No, que el justo sufriria
la pena del pecador.
[Queda un momento pensativo. Toma
luego el somdrero y se dirige d la
puerta déla izquierda.]
ESCENA XVII.
D. RAMÓN. D. CAYETANO.
[Sin pasar de la puerta.]
Pues ^a ha salido de casa
el recién venido esposo ,
le vengo á cumplimentar.
27
lis
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL
Pero ¿me engañan mis ojos? —
[Adelantándose,]
Ramón!
Xamon. Cayetano insigne !
Aqní tú I
Cajfet. Tú tan famoso I
Maman» Ta ha dias que no nos vemos.
Cayei. Desde el año treinta y ocho.
JRamon. Dónde has estado?
Cayet. En París ,
en Roma...., y luego en Oporto,
en Cádiz Siempre gozando!
Hay humor y sohra el oro
Bravo! ¿Vuelves según eso
tan libertino (y tan tonto)
como te fuiste?
Eby qué quieres I...
Mientras uno sea mozo
Mozo tú!
Es decir, soltero.
T tú 9 grandísimo zorro,
¿humillaste ya la frente
. al yugo del matrimonio?
Jiamon. Pues no sabes que soy viudo?
Cayet. No me acordaba. Sopongo
que no será tan austero
tu luto Se hace negocio?
Cómo te tratan las bellas?
Siempre fuiste venturoso.
Ramón . [Riéndose. ]
Ta no. Me acaban de dar
calabazas
Ramón.
Cayet,
Ramón.
Cayet.
Cayet.
Ram^n.
Cayet.
Ramón.
Cayet.
Ramón.
Cayet.
Ramón.
Cayet.
Ramón.
Cayet.
Ramón.
[Dándose una palmada en la frente.]
Ahí.... Demonio!
Ta emprendo La Paulita!
Mi linda vecina !
¿Cómo I....
Pobre hombre ! Has llegado tarde.
Ta sé que es casada.
Bobo!
El marido es lo de menos.
Oh! Qué estás diciendo?
[Bajando la voz.] Hay moros
en la costa.
No es posible
Quédese esto entre nosotros ;
pero has de saber que Paula
corre de mi cuenta.
¿ Qué oigo !
Ta he ganado á la doncella,
y lo que es el ama, pronto
capitulará
Mentira!
Infamia!
Cayet. No hables tan gordo !
Cuando yo te digo
Ram4m, Mientes
como un vil.
Cayet. Eh ! poco á poco
(Ta es forzoso hacer de tripas
corazón.) Tomas un tono
Ramón. El que^ merece un villano.
Cayet. k tsíl insulto respondo
con una estocada.
Ramón. Acepto.
Cafet. (Muerto soy !) No es á propósito
- este sitio para hablar
del dónde , el cuándo y el cómo.
En mi habitación podemos
tratar
Ramón. Bien.
Cayet. Soy hombre solo...,
Ramón. ¿Dónde
Cayet. En esta misma casa,
cuarto principal , que pongo
á tus órdenes
Ram^n. Suprime
cumplimientos enfadosos.
Cayet. Lo cortés y lo valiente
no se excluyen. ¿Á qué prójimo
eliges para padrino ?
Ramón. Á aon Agfustin Orozco.
Cayet. Calle I ¡ Al marido
Ramón. Cabal.
Cayet. To tengo que buscar otro.
Á las dos te espero abajo.
Ramón. Puntual seré. (Si le rompo
la crisma, tendré siquiera
ese justo desahogo.)
ESCENA XVIII.
D. CAYETANO.
To tiemblo. Terrible apuro!
tPor esta lengua maldita
lengua es faltar á la cita;
soltar la pelleja es duro;
y él me mata i de seguro !
si se efectúa la lid. —
¿Qué haré, cielos!... Ah! un ardid..
Ta el peligro no me inquieta,
pues hay oro en mi gaveta
y policía en Madrid.
[ Fase por donde vino.]
PRUEBAS DE AMOR CONTCGAL.
419
ACTO SEGUNDO.
ESCENA I.
PAULA. D. AGUSTÍN.
Paula. [ Con la mantilla puesla.]
Agustín,
Paula,
Agustín.
Paula.
Agustín.
Paula.
Agustín.
Paula.
Sí, mí adorado Agustín,
• tanta ha sido su insolencia ,
tanta su perfidia !
Paula!
Ten cuenta, por Dios, ten cuenta
con lo que haublas. Pueden ser
terribles las consecuencias.
No, no me engaño; ni sólo
por una leve sospecha
turbaria yo la paz
de tu alma.
¿Quién lo creyera
de un amigo!
Ay, Agustín !
Ya no extraño que pretenda
el vecino hipocriton
abusar de. mi inocencia ,
cuando tu mejor amigo
Ya nó hay virtud en la tierra !
lOh cuan á tiempo me abriste
los ojos con la fraterna
de esta mañana !
Otra vez
¡ Es tanto lo que me cuesta
dar crédito á su traición !
Cuéntame otra vez
Vergüenza
me da repetir
No importa.
Te lo suplico, y, si es fuerza,
te lo mando.
Yo no puedo
decirte al pié de la íetra
los requiebros temerarios
con que elogió mi belleza. —
«Hermosa Paula, ya he visto
á Agustín en la escalera,
mas sin visitar á usted
no me voy, que es una deuda
¡tan sagrada » Y me Uamó
sol y Qué sé yo?.... Azucena....
Cuando me habló de tu empleo,
le pregunté : ¿es para fuera
de Madrid? Y respondió:
«No, jamás!, que con la ausencia
de Paulita, ay Dios! Madrid
se quedaría en tinieblas. >^ —
Que más dyo? Ah! que tu dicha
envidiaba Horrible escena!
Yo me levanté indignada,
pero él, nada! ni por esas.
Qué persecución ! Por último,
me fugué echando á la puerta
el cerrojo. Hice muy bien ;
verdad? Las carnes me tiemblan !
Agustín. Infame!....
Paula. Pero \ por Dios ,
mi bien!, que no haya pendencia.
Agustín. [Reprimiéndose.]
No.
Paula. fiueno es que le conozcas,
pero...., sin reñir
Agustín. No temas.
Paula. Con el desengaño de hoy
no es va de temer que vuelva.....
Agustín. Dices hien. Estoy tranquilo
Paula. Puedes estarlo de veras,
que en mi tierno corazón
tú solo, tú solo reinas.
Agustín. Lo sé.
Paula. Y tengo honra, Agustín ,
y religión y conciencia.
Yo ftiltarte en lo más leve?
Yo! Jesús ! Primero muerta.
Agustín. Sí, lo creo. Eres un ángel! —
Yo obraré con la prudencia
debida Ibas á salir?
Paula. Sí, á comprar hilos y sedas....,
cintas, agujas, botones
No quiero que me suceda
otra vez Oh! voy á ser, —
ya lo verás — , muy casera,
muy hacendosa. — No vienes?
Agustín. No puedo. Tengo unas cuentas
pendientes
Paula. Adiós, bien mío.
Agustín. Adiós.
Paula. Pronto doy la vuelta.
ESCENA 11.
D. AGUSTÍN.
Buenos estamos, honor!
¿Es esta, Ramón, es esta
tu amistad? ¡Necio de mí
ue pude creer en ella! —
de qué me quejo? ¿Acaso
no me protege y me emplea
¿Cómo! por mi linda cara,
sin ninguna recompensa.
n
»0
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL.
¿sobornará á los porteros,
adulará á Su Excelencia
y sitiará noche y día
al oficial de la mesa?
Si él me pidiese diuero
como tantos que comercian
con su poder 6 su influjo,
oh ! sería una 'bajeza.
Mas codiciar la mujer
de un protegido es moneda
tan corriente Así será
nuestra amistad más estrecha ;
así brillará en la corte
esa hermosura modesta
que vive oscura, olvidada,
y así tendrán los poetas
satíricos nuevo asunto
donde lucir su agudeza.
[Suena la campanilla.]
Oh abominación ! oh infamia !
La sangre hierve en mis venas ,
y toda la suya es poca
para lavar tanta ofensa.
ESCENA in.
D. AGUSTÍN. MARIANA.
Manan. [Viene por la puerta de la derecha]
De parte de don Ramón
G^lvez, este pliego.
Agustín. [Tomando uno que trae Mariana.]
Venga. —
Vete.
[Abre el pliego.]
Marian. [Yéndose por la izquierda.]
(Está de mal talante.
¿Si tendrá alguna sospecha )
* Habrá mayor desvergüenza?
[ Vuelve i leer.]
«Me apresuro á remitirte
el despacho. Estoy de priesa.
Luego te hablaré de asuntos
que á los dos nos interesan.»
[Suspendiendo otra vez la lectura J\ -
Traidor! Ta estará fraguando
[Concluyendo de leer,]
«Adiós. Tuyo siempre.» — Etcmtera.
[Guarda los papeles.]
Volaré en su busca. Aleve !
No esperas tú la respuesta
que voy á darte. — ^Mariana. —
Donde quiera que le vea
ESCENA IV.
D. AGUSTÍN.
El despacho consabido
Oh ! cumple bien sus promesas.-
Lo haré pedazos Pero esto
ha de ser en su presencia. —
Una carta.
[Lee.]
«Amigo mió,
estamos de enhorabuena.»
[Interrumpiendo la lectura.]
Estamos!.... Sí, ya comprendo.
ESCENA V.
D. AGUSTÍN. MARIANA.
Marian. Señor
Agustin. Dile á tu señora
que salgo á unas diligencias.
Marian. Bien.
Agustin. T sí el señor de Gal vez
vuelve durante mi ausencia,
que no se vaya, lo entiendes?,
ó dig:a dónde me espera.
ESCENA VL
MARIANA.
Nunca le he visto tan serio.
¿Hal^á sabido tal vez
que el señor don Cayetano
quiere que dos sean tres?
Si la señora le ha dicho,
como es tal su sencillez ,
lo del coche y las visitas
de esta mañana y de ayer;
por más que ella le asegure
que el tal es hombre de bien ,
no caerá tan fácilmente
don Agustin en la red. —
Pero al irse esta mañana
;la abrazó con tanta fe!....
Sí, que por la cerradura
yo atisbaba ¿Cómo pues....
Luego me fui , con pretexto
de oir misa, hacia el cuartel;
don Ramón vino entre tanto,
don Cayetano después
Vuelvo y la encuentro llorosa ,
y no me dice por qué....;
j
PRUEBAS OE AMOR CONYUGAL
481
Teresa.
Mar tan.
y se pone la mantilla ;
y el amo vuelve también;
y hablan los dos en secreto ;
y me da un pliego Gines
para el amo; y él me pone
un gesto de Lucifer.
[iSuena la campanilla,]
Vaya, aquí hay gato encerrado.—
Pero y o no acierto
[Dirigiéndose á la puerlá de la de-
recha,]
Quién?—
Abre Jaime. — Una señora
con un viejo
[Dentro.] Hasta más ver,
y gracias.
Aquí se cuela
sin decir Jesús ni amén.
ESCENA Vn.
MARIANA. TERESA.
Teresa. [En traje de camino,]
Dónde, dónde está?
Señora!
Por quién preguntaba usted?
Por don Agustín Orozco.
Aquí vive.
Ya lo sé.
Me lo han dicho en el portal ,
y que ya ha vuelto de líeles.
[Dando algtmos pasos,]
Pero ¿dónde está
Ha salido.
Marian.
Teresa.
Marian.
Teresa.
Marian,
Teresa.
Marian.
Teresa,
Marian.
Teresa.
[Deteniéndose.]
Y su señora?
También.
[Sentándose y dejando junto i la mesa
la somdrilla.]
k bien que no tardará
en venir. — Cosa cruel
es caminar en galera.
Con el continuo vaivén
Jesús!....
(¿Quién será...)
Hecha traigo
la cabeza un cascabel. —
Me quitaré este sombrero,
que se me salta la sien.
[/Sfe lo guita.]
Y el ridículo? Dios mió!....
[Tentándose.]
No hay más I Allí lo dejé !
Qué cabezal Pongo dentro
llaves, papeles, la fe
de difunto, y con la prisa
de venir, vengo sin él.
I Mal haya Aunque sea sola,
y aunque lo paguen los pies,
[ Vuelve aponerse el sombrero.]
vuelvo al parador. De paso,
si ya han descargado, naré
que me siga con el cofre
algún mozo de cordel ,
porque si espero á Agustín
No obstante le escribiré
dos letras . y si entre tanto
llega
[Á Mariana.]
Tintero y papel.
Mariafi. (¡Pues alabo....)
[Mostrando la mesa.]
Allí...
Teresa. Voy, voy...
[Va ala m^esa y escribe.]
Marian. (Está loca esa mujer?
Qué trajín! qué desconcierto 1
Y sin decirme quién es ,
habla como una cotorra
y manda á lo somaten.)
Teresa. Ya basta. — Una oblea. . . El sobre. . .
Marian. (Como si fuera un burdel
esta casa )
Teresa. No, no espero,
porque el ridículo
[Dando á Mariana la esquela que
acaba de escribir.]
Ten,
y dásela en propia mano.
Marian. Ádon Agustín?
Teresa . [ Yéndose.] Sí , á él .
[Mal haya mi aturdimiento
Marian. Pero de parte ¿de quién?
Teresa. En la esquela lo verá.
No me puedo detener.
. [ Vase corriendo.]
ESCENA VIH.
MARIANA.
Pero Escuche usted, señora!
[Desde la puerta.]
No está en el orden Se fué!
[ Vuelve á la escena.]
Ella ha olvidado el ridículo,
itt
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL.
mas no la rídicnlez. —
¿Qué veo! Allí se ha dejado
la sombrilla. — Llamaré. —
No, siqniera pille un tifas
que la naga soltar la piel.
¡ Justo castigo del cielo
porque ha sido descortes! —
Pues, con ese memorión
feliz , tendrá que poner
en el Diario de avisos
ocho artículos por mes.
[Suena la campanilla.]
Han llamado. ¿Si será
la forastera otra vez
[Á la puerta.]
No. Es la señora. Esta casa
es hoy torre de Babel.
ESCENA IX.
PAULA. MARIANA.
Paula. [Trae un bulto empapelado, que deja
sobre la cómoda.]
Ta traigo aquí provisión
de hilos y sedas distintas,
agujas, botones, cintas
y ovillitos de algodón.
Judíos son los tenderos.
He corrido veinte lonjas.
Mil cumplidos, mil lisonjas,
pero (todos tan careros!....
Se fué Agustin ?
Ya hace rato. —
To he tenido una visita.
De quién?-
De una señorita
Sí?
De mucho garabato.
Á ti visita! Á qué fín?
Aquí se entró de rondón
preguntando sanfasón
ror quién?
Por don Agustin.
Por él?
Si no me equivoco,
le ha tratado antes de ahora.
Quién es?
No lo sé, señora....,
y quizás ella tampoco.
Bien quise yo averiguar....,
mas no pude meter baza.
Qué torbellino! Su traza
es de una loca de atar.
No h^y tino en lo que responde
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Ahí &e dejó ese adminículo^
en la posada el ridículo,
lá cabeza no sé dónde.
¿Qué escucho!
El aire es sardesco.
Acaso serán los dos *
parientes.
I Y sabe Dios
cómo será el parentesco !
Cómo! ¿Tú sospechas Cielos!...
Piensa mal y acertarás.
iQuién creyera de él jamás
(Bravo! Ya pican los celos.)
Í Conque preguntó por él?
ero {Con qué regocijo!
Y al irse, dale, me dijo
Memorias?
Marian. [Mostrando la esquela.]
Este papel.
Paula. [Tomándola.]
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Papel cerrado á mi esposo !
Y papel de una mujer!
Yo tiemblo. Qué podrá ser?
Algún billete amoroso.
Tan pronto un hombre se muda?
Oh ! yo no creo que él obre
así
Rompa usted el sobre
y saldremos de la duda.
Romperlo? Qué cosas tienes !
Yo no me debo meter
Entre marido y mujer
¿no hay comunidad de bienes?
Sí, pero...... no me decido
¿Hay un mandamiento más
que diga: «no leerás
las cartas de tu marido?»
No. — Y es tan fácil Así
[ürgando la oblea.]
Marian.
Paula.
Paula.
Marian.
Paula.
Con sólo empujar el dedo
Ea!
Pero ¡tengo un miedo
Ay! Se me escapó! la abrí!
Marian. Miren qué casualidad !
Mas ya está abierta , señora.
Sí.
Pues ! , y quedarse ahora
sin leerla es necedad.
Tienes razón. Ya es preciso
El diablo me compromete...:.
Leamos. No es un billete
la fruta del Paraíso.
[Lee.]
«Mi amado Agustin , pensaba sor-
prenderte, pero con el dulce afán
de abrazarte , me he dejado el ridícu-
lo en el parador. Vuelvo á buscarlo
PRUEBAS DE AMQR CONYUGAL.
423
Afanan,
y entre tanto aquí se queda el cora-
zón »
Marian. T la sombrilla
Paula. [Acabando de leer.]
«De tu
Teresa. »
Ah! infiel, perjuró, traidor!....
Tierra, cómo no le tragas ?
Bien temia Así me pagas?
esto merece mi amor?
Qué infamia! Y luego dirán
I Miren con qué retintín
puso : mi amado Agustín
y aquello del dulce afán!
Sólo habla así quien su pecho
rinde á amorosa pasión.
Ahí te queda el corazón
de tu Teresa. Esto es hecho!
Vil ! I T quizá no es más bella
que yo!
Hijas de Eva, aprended!
Oh!....
¡Casado con usted
y amancebado con ella I
Mas por qué engañarme así?
Por qué se casó conmigo?
Él dirá: por mucho trigo
Pues se acordará de mí.
Y si vuelve esa bribona
Tratada de esta manera,
la más humilde cordera
se vuelve feroz leona.
Qué ingratitud, justo Dios !
Y cuándo la sufro, cuándo?
Guando á mí me están rondando;
no un amante, sino dos;
\ y los oidos me tapo
cuando el uno se declara,
y da mi puerta en su cara,
y le pongo como un trapo!
Oh ! si diera con la hija
de mi madre
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula.
Marian.
Paula. [Sentándose llorosa y afiigida\
Y aun le adoro!
Yo, que su perfidia lloro!
Marian. (Qué constancia tan prolija!)
Paula. {Levantándose.]
No, no ! Le aborrezco ya.
No quiero ser su mujer.
Un divorcio Voy á ver
Íué me aconseja mamá;
)irá que es la acción más negra,
más criminal
Paula. [Da algunos j^asos como desatentada.]
Loca estoy !
Marian. (Gran día tenemos hoy!
Buen refuerzo es una suegra!)
Paula. [Yéndose.]
Sí, sí, vendremos las dos
á confundirle....
[ Volviendo.]
Oyes!
Marian. Qué
Paula. No le digas
Marian. Callaré.
Paula. Adiós.
Marian. Vaya usted con Dios.
ESCENA X.
MARIANA.
Ya la tenemos celosa
de su marido. Bien va.
Ella es joven y bonita. —
La venganza es natural. —
Y aquella es ^arta de amores.
Quién lo duda? Bl dulce afán
Pues! Lo mismo que yo canto
cuando empiezo á jabonar.
Más de un cincuenta por ciento
tenemos ganado ya,
don Cayetano. En campaña
tenemos otro rival,
es cierto; ella lo confiesa ,
pero también es verdad
que le ha dado calabazas.
[Suena la campanilla.]
No hará otro tanto quizás
con mi ahijado. Ha pocas horas,
la fruta estaba en agraz ,
mas ella irá madurando
Ramón.
Marian.
Ramón.
Marian.
Ramón.
Marian.
Ramón.
ESCENA XL
MARIANA. D. RAMÓN.
(Será preciso esperar )
¿Quién Ah! Señor don Ramón
La señorita no está.
Lo sé. La acabo de ver
saliendo ella del zaguán.
(Y ha pasado sin hablarme
más seria que un tribunal.)
También el amo salió,
mas ya no puede tardar.
Me mandó decir á usted
que tuviese la bondad
de esperarle
[Sentándose.] Tomaremos
posesión de este sofá.
Si tiene usted que mandarme
algo
Nada, Vete en paz,
m
ESCENA XII.
D. RAMÓN.
Me andará buscando el pobre
sin saber por dónde echar.
Gomo toda la mañana
ando de aquí para allá
Pero si leyó mi esquela ,
él, que es hombre tan puntual,
no echará en olvido
[Mirando su reloj.]
I Son
las dos y cuarto! Pues no hay
tiempo que perder.
[Suena la campanilla,]
Tocaron
la campanilla. Él será.
[JSklevania,']
ESCENA Xni.
D. RAMÓN. D. CAYETANO.
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL
Ramón. Cuando quieras , por mi parte;
[Suena la campanilla,]
pero he venido á buscar
ádon Agustín
[Acercándose i la puerta.]
Él es.
Cayet, (Y Paulita no vendrá! )
Cayet, [Entrando.]
(Aquí será más romántica
la escena, más teatral.)
Ramón. Ah I Eres tú !
Cayet. Sí, vamos pronto.
Ya me canso de aguardar.
[Sacando y mostrándole el reloj.]
Mira este reloj.
Ramón, Yquó?
Por un cuarto de hora más
ó menos
Cayet. Desde el balcón
te vi entrar en el portal.
No atinaste con mi cuarto?
Pues no hay tanta vecindad
en esta casa.
Ramón. He venido
Cayet. * Yo no te creí capaz
de olvidarte de una cita
en negocio tan formal.
Ramón. Cayetano!.... Ni yo á ti
te juzgaba tan audaz
Cayet, Ea, excusemos razones
y vamonos á matar.
Mi padrino y los floretes
ya esperándonos están
en el coche. Á qué aguardamos?
En seis minutos ¡ zis , zas !
nos planta Domingo fuera
de la puerta de Alcalá.
ESCENA XIV.
D. AGUSTÍN. D. CAYETANO. D. RAMÓN.
Agustín . Ramón
Cayet. Beso á usted la mano.
Agustín. Servidor Al fin te veo!
Tenías que hablaime
Ramón. Sí.
Agustín. Pues yo
Ramón. Se trata de un duelo.
Agustín, Aciertas. Padrino íuyo
será el señor
Ramón. Nada de eso.
Es mi contrario. El padrino
serás tú.
Agvstin. Padrino? |Y vengo
á matarte !
Ramón. k mí !
Cayet. ( Esta es otra ! )
Agustín. Sí , traidor!
Ramón. Yo! En qué te ofendo?
Agtistín. Te atreves á preguntarlo!
Mete la mano en tu pecho
Ramón, Estás loco? Si la ofensa
no ha sido darte un empleo
AgustÍ7i, Oh ! eres tú muy generoso,
sí! Guardaba el nombramiento....
[Lo saca.]
Ramón. Agustinl....
Agustín. [Haciéndolo pedazos.]
Hasta que vieran
tus ojos que lo desprecio
como á ti.
Mira lo que hablas.
(Si ahora olvidasen mi pleito!)
Guárdalo para los viles
que hacen infame consorcio
con su honra.
(Vamos, sin duda
me acusó Paula ) ¿Estás ciego,
Agustin ? i Yo conspirar
contra tu honra, y la defiendo
con mi sangre ! Sólo falta ,
para que sea completo
tu error, que des un abrazo
á ese picaro blasfemo.
Sella el labio, ó vive Dios
(Eh! ya estoy entre dos fuegos.)
Ramón.
Cayet.
Agustin
Ramón.
Cayet.
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL.
185
Agusün.
Valga la verdad, vecino.
Yo
Agustín, ¿Qué oigo! ¿ Es usted el necio
que se atreve
Cayet. ¡Poco apoco,
que yo no sufro dicterios
(y no viene ese gandul ! )
[Á D. Ramón,]
Tú has sido poco discreto
en elegir por padrino .
al señor. En mi concepto,
y és' la práctica corriente ,
no se va con esos cuentos
al marido, que es meter
en una casa el infierno.
Ranwn> Máxima inicua y absurda.
El amigo verdadero
no oculta á un hombre de bien
sus agravios y sus riesgos.
Por excusarle un disgusto,
cuando el mal tiene remedio,
no es razón que de su afrenta
le haga cómplice el silencio.
Eh I basta. ¡Bueno estoy yo
?ara escuchar argumentos !
ara defender mi honor
ni necesitó ni acepto
hipócritas defensores.
Te juro
Ni soy tan lerdo
que se me pueda ocultar
el motivo de tu reto.
Lo que tú vengar deseas
no es mi honor, sino tus celos.
Bien , piensa lo que quisieres ,
mas mi cuestión es primero
que la tuya.
En hora buena ,
con tal de que sea presto.
Lidia primero con el;
ser tu padrino consiento;
mas ludgo te batirás
conmigo.
Si antes no ha muerto,
Siue mi furor (Cuánto tardan!)
Ss que también nos veremos
las caras usted y yo.
Sí, señor! (Terrible aprieto!)
Pues son dos los que me agravian,
de entrambos tomar anhelo
satisfacción.
Y será
un desafío en terceto.
Á qué esperamos? (Después
yo veré si le convenzo.)
Sí, vamos antes que vuelva
mi mujer.
(Llegó el momento
formidable y no parecen.)
[Deteniendo á D. Agustín,]
Jtam^n.
Agustín,
Ramón.
Agustín.
Cayet.
Agustín,
Cayet,
Agustín.
Cayet.
Ramón,
Agustín,
Cayet,
Oiga usted. (Ganemos tiempo.)
[Sacanio la petaca y de ella un cí'
garro,]
Podré encender este puro?
Habrá quien me traiga fuego?
Agustín, Disihlo de cigarro ahora!....
En la calle fumaremos.
Cayet, No obstante
[Óyese wn campaníllazo,]
Ramón. La campanilla
ha sonado.
Cayet, ( Ellos son ! ellos ! )
[Levantando la vo&.]
Pues bien, sin fumar. Al campo!
Agustín, Baje usted la voz
Cayet. No quiero.
Vamos!...
Ramean, Si es Paula. . .
Cayet. Aunque venga
una legión del infierno.
ESCENA XV.
D. AGUSTÍN. D. RAMÓN. D. CAYETANO.
UN QJJÍDAM.
Quídam, [Á la puerta,]
To sólo he de entrar. Ustedes
quédense ahí.
[Entrando,]
Caballeros
Agustín. Qué es esto? Quién es usted?
Quídam. La autoridad.
Ramón . [Mirando por la puerta, ]
I Y con séquito
de gente armada !
Cayet, ¡ün agente
de policía !
Quídam. No es cierto.
Inspector de protección
y seguridad del pueblo.
Cayet. Eh I lo mismo da aceituno
que olivo.
Agustín. Mas ¿con qué objeto
se allana mi casa
Quídam. Estoy
autorizado al efecto. —
Mas nada va con usted ,
y que perdone le ruego
si por no estar en su casa
haoitacíon el sujeto
á quien yo busco
[Á D. Cayetano.]
¿Es usted
i86
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL.
don Cayetano Ovillejo?
Cayet. El mismo. Nanea he negado
mi nombre.
Q^Uam, Dése usted preso.
Cayet. Por qué razón? Quién lo ordena?
Quídam. [Enseñándole un auto,]
Vea Dsted el mandamiento
de prisión.
[Dan Cayetano figura examinar d
documento sin soltarlo de su mano él
Quidam,]
Agustín, Esto faltaba 1
I Sin comerlo ni beberlo,
en mi casa la justicia!
Ramón. [En voz 6aja.]
También debes ese obsequio
á tu majar.
Agustín. Cómo?
[Siguen hablando aparte.]
Cayet. \En voz baja al Quídam.]
Bien!
De perlas lo estás haciendo!
Mil reales te he prometido
Te daré mil y quinientos. —
Mas ¡ cuánto mejor sería
que los prendiesen á ellos !
Ramón, [Acercándose á D. Cayetano.]
Qué es esto? ¿Qué mala yerba
has pisado?....
Cayet. Contratiempos
Lances Un requisitorio
Cierta niña de ojos negros,
con quien tuve relaciones
en Cádiz y viene pidiendo
matrimonio Pero todo
se compondrá con dinero.
Quídam, Suponga que no hará usted
resistencia.
Cayet. No ^or cierto.
To respeto á la justicia
(Vale un Perú mi barbero.)
Pero iremos en mi coche ,
que el decoro
Quídam. Condesciendo.
Cayet. No me da á mí mucha pena
la cárcel. Lo que yo siento
es irme sin ajustar
cierta cuenta
Ramón. Yo prometo
que se ajustará tan pronto
como salgas del encierro.
Agustín. No la echaré yo en olvido.
Cayet. Bien ! TEsta noche no duermo
en Maaridy y mientras vivan
no vuelven á verme el pelo.)
[^En voz baja como guardándose del
Quídam.]
Rueguen ustedes á Dios
que dure mucho el proceso,
porque verme en libertad
y enviar al cementerio
dos hombres Vayan ustedes
preparando el testamento.
Ramón. [Con desprecio.]
¿Habrá
Cayet. Vamos. (En mi vida
he tenido tanto mie'do.)
Agustín.
Ramón.
Agustín.
* Ramón.
Agustín.
Ramón.
Agustín.
Ramón.
Agustín
Ramón.
Agustín,
ESCENA XVI.
D. AGUSTÍN. D. RAMÓN.
¡ Cuidado que el tal vecino
es mentecato y grotesco
si los hay !
T apostaría
ocho duros contra medio
á que se ha hecho prender
por no arriesgar el pellejo.
Quizá {Y mi mujer tan sandia
3ue le juzgaba modelo
e discreción y virtud I
Pues bien , lo mismo que en eso
se engañó en atribuirme
criminales pensamientos
de que yo no soy capaz.
No; su labio fué sincero,
y ciertas acusaciones
no se hacen sin fundamento.
Ella creería decirte
la verdad y que no es perverso
su corazón. ¡Así fuera
tan sano su entendimiento!
Ramón!
^ Tengo yo la culpa
de que ella cambie los frenos
y no distinga del falso
al amigo verdadero?
¿Podia yo figurarme
que frivolos cumplimientos
sonasen á sus oidos
como impúdicos requiebros?
¡ Eso dices, y obligada
á huir de ti.*....
No lo niego.
Huyó de mí sin oirme
y echó el cerrojo por dentro.
Ese fué el yerro mayor,
que si con rostro sereno
me hubiese oido, se hubiera
desengañado al momento.
Á quién creeré de los dos?
Infeliz de mí! Confieso
que llamarte mi contrario
es mi más cruel tormento.
{To haber de lidiar contigo;
yo, Ramón , que te profeso
PRUEBAS DE AMOR CONYUGAL
i27
el cariño de un hermano!
Quisiera morir primero!
Ramón, Tranquilízate. Por dicha
Suedes quedar satisfecho
e mi inocencia ahora mismo.
[Saca un ojlcio y se lo da.]
Toma ese papel.
Affusfín. [Después de recorrerlo con la tista.]
¿Qué veo!
Su Majestad te confiere
una intendencia
Santón. [Sonriéndose.] En Oviedo!
Agustin. Es verdad !
Ramón. Mira la fecha.
Agustín. De anteayer.
[Le vuelve el papel.]
Ramón.
Agustín.
Ramón,
Agustín,
No era yo reo
todavía
Ah! me confundes.
Creo que sí.
Ta comprendo
«Estamos de enhorabuena )>
decia tu carta. — ¡ Necio ,
necio de mí!
Ya lo ves !
Si yo tuviera proyectos
hostiles contra Paulita,
no aceptaría un empleo
á setenta v siete leguas
del imán de mis deseos.
Agustín. Oh! basta Dame un abrazo.
Ramón.
Ramón,
Agustín.
Agustín.
Ramón.
Agustín.
Ramón.
Agustín.
Ramón.
[Se abrazan,]
Aprieta, que es el postrero!
Qué oigo!
Pensé retardar
mi partida por lo menos
una quincena de dias;
pero mañana me ausento.
Ramón! Qué dices?
La paz .
de tu matrimonio
Pero
{ si estoy ya desengañado !
I Si digo que me arrepiento
de mi locura
No importa.
Tuviste una vez recelos
de mí , y la prudencia manda...
No, sino ¡el resentimiento!
Tal vez. La amistad sincera
es delicada y de un pelo
se ofende. — Mas te aseguro
que no pasará del puerto
mi rencor. Ah! me olvidaba
Voy ahora al ministerio,
porque es forzoso que extiendan
otra vez tu nombramiento.
Diremos que se ha perdido
Agustín, Qué ingratitud! Me avergüenzo
Mas ¿qué quieres con la pfldora
que yo tenía en el cuerpo
Ramón. Es verdad.
Agustín. Pero, aun sin ella,
no admito ese documento
si tu partida apresuras
como ñas dicho.
Ramón. ¡Hombre...
Agustín. Soy terco.
No te vas en quince dias
Ramón, Pero
Agustín. Ó cesante me quedo.
Ram^n. Sea, pues así lo quieres; —
pero á tu casa no vuelvo.
Agustín . ¿ Es posible
Ram/m. Hasta que enviudes. . .
6 corrijas los defectos
de tu mujer.
Agustín. Pobrecita !
Hoy ha hecho mil desaciertos ^
hijos todos del amor
que me tiene , por supuesto !;
mas si Dios no lo remedía
y su pasión va en aumento,
voy á ser tan venturoso
que el mejor dia i me cuelgo !
Ramón. Fácil será corregirla.
porque repito que es bueno
su corazón. Me retiro
Ah! otra cosa Te aconsejo
que pongas pronto en la calle
á la criada.
Agustín. Lo ofrezco,
que su traza no me gusta.
[Suena la campanilla.]
Ramón. La infame estaba de acuerdo
con don Cayetano
Agustín. Basta.
Ramón, [Mirando i la puerta.]
Es Paula. Adiós.
Agustín. Hasta luego.
*
[Al irse D. Ramón hace i Paula una
cortesía. Ella le mira con desden.]
ESCENA XVn.
PAULA. D. AGUSTÍN.
Paula. (; De paseo mi mamá
cuando yo la he mepester !
Sin verla me vuelvo acá )
Ha venido esa mujer?
Agustín. Qué mujer?
Paula. No tardará.
m PRUEBAS DE
Agustín. Qué muxer? Di , por tn vida
Paula. Quién ha de ser? Tu querida.
Agustín. Mí querida! Algún engaño
Paula. La de marras , la de antaño
Quien bien ama tarde olvida.
Agustín. Tú eres loca. ¡ Qué prurito
de ver visiones I
Paula. No tal.
¡ Y airado alzabas el ^rito
contra un hombre desleal ,
siendo mayor tu delito !
Agustín. Paula , ten piedad de mí.
Paula. Oh I
Agustín. Por los clavos de Cristo
Mira que ya no resisto
Paula. To no miento. Ha estado aquí.
Agustín. Pero ¿quién? Á quién has visto?
Paula. Mira y su sombrilla es esa,
la que está junto á la mesa.
Agustín. Que me importa su sombrilla?
Paula. Ella tu traición confiesa;
tu traición y mi mancilla 1
Agustín. Si hoy no estás dada al demonio...
Pau-la. No creas aue te levanto
ningún falso testimonio.
Agustín. Teto
Paula. Infeliz matrimonio !
Eres hombro....; no me espanto.
Agustín. Pero ¿tú la has visto?
Paula. . No.
La criada es quien la vio
cuando venía en tu busca ;
y según dice es muy chusca
Te gustará más que yo.
Algo olvidó en la galera,
y al marcharse la maldita,
sin querer decir quién era ,
una carta dejó escrita,
que dice de esta manera.
Agustín. Una carta I T la has abierto?
Paula. Sí, y en ella he descubierto
Agustín. Dámela aquí Mal pecado ! . . . .
Paula. [Dándole el billete.]
Tómala y ¡ cáete muerto
de vergüenza, desdichadol
Agustín. [ Viendo la letra.]
¿Qué veo! Grata sorpresa!
[Lee para si.]
Paula. ¡Parece que te interesa
la lectura!
Agustín. Oh! mucho! mucho!
La quiero tanto!....
Paula. ¿ Qué escucho !
¿Te atreves
Agustín. Pobre Teresa!
Paula. [Llorando.]
Ah qué horror! qué/elonía!
Agustín. ¿Adonde fué
Paula. Mal marido!
AMOR C0NTD6AL
Tú apresuras mi agonía!
[Suena la campanilla.]
Agustín. [Andando hicia la puerta de la de-
recha^
Voy ¿Si será.
^Paula. Fementido 1
[Entra corriendo Teresa y la recibe
en sus brazos D. Agustín.]
ESCENA OLTIMA.
PAULA. D. AGUSTÍN. TERESA.
Teresa.
Agustín.
Paula.
Agustín.
Paula.
Agustín.
Teresa.
Agustín.
Teresa.
Paula.
Teresa.
Agustín.
Paula.
Teresa.
Paula.
Agustín.
Teresa.
Paula.
Agustín.
Paula.
Agustín.
[Trae el ridiculo.]
Agustín !
Teresa mía!
[Fuera de si.]
Aparta , mujer liviana —
¡ T tú por darme pesar
la abrazas con tanta' gana!
Cruel !
¿No la he de abrazar,
cuerpo de Dios !..., si es mi hermana?
Ah!.... tu hermana.... To creí
Que no has de acertar en nada!
T la sombrilla? Ay de mí I
Otra vez á la posaida
Qué memoria!....
[ Viéndola.]
No: está allí!
Pero ¡ venir de esa suerte
sin darme ningún aviso!
He querido sorprenderte. —
Y este viaje era preciso.
Mi viudedad Tú tan fuertel
[Saludando d Teresa.]
•
¡Señora
Es esta tu esposa?
Sí.
Bien venida!
[Abrazándola y besándola.]
Qué hermosa!
Gracias Bien mió, perdón!
[Á Teresa.]
Estaba de ti celosa.
De mí!
La misma pasión
Tu pasión me ha ae perder.
Como no dijo quién era,
dije yo: debe de ser
su querida
Si lo fuera,
PRUEBAS DE ABIOR CONYUGAL.
129
¿la traería aquí?, mujer!
¡Mire usted que es fuerte asunto <
Teresa. Jesús! Si reñís, al punto
me voy de aquí, que bastante
reñí yo con mi difunto
don Telesforo Escalante.
Paula, Dulce imán de mi albedrío,
no me mires con desvío,
que ya arrepentida estoy
Agustín. Paula! ¿Sabes tü lo que hoy
me has hecho sufrir?
Paula. Dios mío!
Agustín. Media resma de ternuras
en la carta más concisa;
monadas y bordaduras ;
¡y ni el botón me aseguras
ni me planchas la camisa I
Mil alabanzas y mil
te merece un hombre yíI
de perversas intenciones;
¡y al amigo honrado pones
como hoja de perejil !
Yo te creo como un loco,
y al amigo fiel provoco ,
y se arma aquí — ¡ santo Dios ! —
tal zalagarda, que á poco
no me mato con los dos.
Teresa. Ay I Se me erizan los pelos !
Paula. ^ Qué me dices? Santos cielos!
Me da frió de terciana
Agustín. Tq ocurre en fin tener celos;'
flos tienes de mí hermana !
erdona! Mi amor Mi llanto...
Agustín. [Abrazándola.]
Sí, te perdono.
Paula. . Oh contento ! . . . .
Agustín. Pero ¡por Dios, dulce encanto,
por Dios!.... no me quieras tanto,
ó quiéreme con talento.
/'^
EL CUARTO DE HORA,
COMEDIA EN GINGO ACTOS.
La estrenaron los actores del teatro del Principe el día 10 de Diciembre de 1840.
CAROLINA.
DOÑA LIBORIA.
PETRA.
ORTIZ.
MARCHEN A.
La escena es en Madrid.— SI teatro representa una sala baja. En el foro habrá nna reija con vista
al Jardín, una puerta á la derecha del actor, otra á la isqoierda: la primera es la que da entrada
á los que vienen de la calle, y ambas sirven de comunicación á otras piesas interiores. Habrá
una mesa con recado de escribir.
f^^^^^^^^^^^^^^^b^^^^^^^^.
ACTO PRIMERO.
ESCENA I.
ORTIZ.
[Aparece escribiendo, '\
Ta está el último terceto.
Catorce versos cabales. —
Sudo. — {Tres días mortales
para hacer un mal soneto I
Soy fatal! Cuando los fragua
por vano antojo mi mente
y el corazón no los siente ^
hago yo versos como agua;
¡ y noy, amor, nada me inspiras
cuando declararme quiero !
Qué mucho? Eres verdadero
y los versos son mentiras.
[Borrando.'l
Rima impertinente I — Ripio! —
Que sea yo tan inepto!
[Medita un instante y luigo escribe.]
Ya está variado el concepto. —
Leamos desde el principio.
[Lee.]
«Vano fuera excusar vuestros enojos
sellando respetuoso el labio mió,
que revelan mi ardiente desvarío,
lenguas de amor, los afanados ojos.
Sólo espero desdenes y sonrojos
en premio de entregaros mi albedrío ;
que, en vez de flores, el destino impío
ciñe á mi porvenir duros abrojos.
Al menos, si el amor de que me acuso
es crimen para vos , bella señora,
la merecida pena no rehuso.
Sola una gracia mi humildad implora:
conceded una lágrima á mi muerte ,
y al espirar bendeciré mi suerte.»
438
EL CUARTO DE HORA.
Petra.
Qq¿ frialdad! Versos flojos,
forzada y trivial la rima
Pnerilidad I Me dan grima
las flores y los abrojos.
Y esa lágrima que pido
Sandez !.... Se reirá de mí. —
Qoé corrección cabe aquí?
[Rasga y tira el papel.]
Esta.
[Se levanta.]
Trabajo perdido! —
Mas con suerte tan escasa
¿quién me manda á mí querer
á esa divina mujer?
No, no. Huyamos de esta casa.
Lejos de su imagen bella
[Sle detiene.]
Cobardía! Disparate I
Prefiero que ella me mate
á morir ausente de ella.
Cuento por seguro el nó,
que el incomparable hechizo
de su cara no se hizo
Jara un pobre como yo. —
[as guardar dentro del pecho
el amor en que me abraso
cuando cotupasiva acaso
Yo me declaro: esto es hecho.
[S$ rienta.]
Tomemos otra cuartilla.
[Meditando.]
Ya que el soneto no prueba,
adoptemos forma nueva.
Mejor será una letrilla.—
Así...., en lenguaje sencillo
que mi humildad manifieste
en versitos cortos Este
a de ser el estribillo.
i
S Escribe, luego medita, vuelve á escrt"
Hr, después borra lo escrito^ y todo
ocupado en su composición no remra
en quién entra 6 sale, ni en nada de
lo 'que pasa á su inmediación.]
ESCENA II.
ORTIZ. PETRA.
(Allí está, y según la traza
acabando está las coplas
que empezadas dejó ayer,
y yo examiné curiosa,
m le quiero decir nada
ni interrumpirle en su obra,
que es tan corto el buen Ortiz.
Ortiz.
Petra.
March.
Petra.
March.
Petra.
March.
Petra.
March.
Petra.
March.
OrHz.
Petra.
Y por cierto que no es propia
de este siglo su modestia.
Con tan gallarda persona
bien pudiera declararse
excusando ceremonias;
bien pudiera conocer
que no soy yo una leona.
Oh! á no ser por mi decoro...
(Ya está la primera estrofa.)
Él es del es^do llano
y no tiene ejecutoria
como yo; pero el amor
que sabe igualar las chozas
con los palacios
March.
Petra.
March.
Petra.
March.
Petra.
March.
Petra.
ESCENA HI.
ORTIZ. PETRA. MARCHENA.
Muchacha !
¿Cómo muchacha ! . . . .
Perdona.
Este apelativo no es
de menosprecio en mi boca.
Aludo á tu juventud.
No soy ninguna pindonga.
Quién dice tal?
Me he criado
en buenos pañales.
Oiga!
Y aunque la ingrata fortuna
me tiene humillada ahora ,
soy quien soy.
Estoy en eso.
( I Sudando estoy cada gota )
ai hoy sirvo de camarera,
mi abuela doña Leoncia
tuvo tres por falta de una;
pero rodando la bola
vino nuestra casa á monos
( Qué impertinente ! ) Son cosas
del mundo, amable Petríta.
Una comedia famosa
leí yo que se intitula:
«La más ilustre fregona.:»
Aun esa comparación
es inexacta, injuriosa;
que yo no friego.
Lo sé. —
Han salido las señoras?
Como mi madre murió,
y quedé huérfana y sola,
y no me daban trabajo
en el corte de la tropa,
y aunque una cosa tres guantes
al dia, no hay para sopas
Basta. Entiendo. — Cardlina
Y como una al fin es moza
Y buena moza.
Mil gracias
EL CUARTO DE HORA.
Í33
pop el favor.
Marck. No es lisonja ;
y si yo fuera guantero,
por ti haria bancarrota.
Petra, Señor de Marcbena, usted
me tutea, y es muy poca
consideración
March, No tal.
(Por Dios, que ya me encocora.)
Petra, Si es cariño
March. Por supuesto.
Petra, Pues siendo así, á mucha honra.
March, En fín, ¿no podré saber
si el bien que el alma me roba
está visible?
Petra, Ha salido,
Í también doña Liboria.
eyó mi billete?
Petra. Sí.
March, Con placer?
Petra, Como una loca
se reia.
March. Buen agüero.
Otra cartita amatoria
te habrá dado para mí.
Papel de color de rosa
Petra, No. Me ha dicho verbalmente
que autoriza á usted en forma
f)ara que escriba en su álbvm
o que guste.
March. Pues me adora.
No hay más qué hablar. Si lo dije!
Cuando licencia me otorga
para declararme
Petra. El álbum
está aquí.
[Toma el que habrá sobre un velador,
y lo entrega á Marchena.]
March. Como yo ponga
los ojos en una niña
ni el ángel de su custodia
la salva.
Petra, Calle ! ¿Es usted
andaluz?
March, Hijo de Ronda. —
Pero aun no te he dado albricias
por nueva tan venturosa,
y es fuerza
Ortiz . ( Tanto borrar ! . . . .
Esto ya es un mapa.)
March. Toma.
Petra. ¿Qué se entiende Á mí dinero! . . . .
March. Mira bien. Es media onza !
No pienses que son dos cuartos.
Petra, Quién le pide á usted limosna?
March. No es mi intento
Petra. ¿Así se ultraja
á una mujer de mi estofa?
March. Yo no creí
Petra , ¿Sabe usted
que soy de sangre infanzona?
II.
Dios miol ¿Tanta ignominia
reserváis á Petra Alfonsa
Sainz de Barrientes?
March , Barrientes I
Parece que pide escoba
el apellido.
Petra. Otra inj uria I
otro insulto! ¿Hace usted mofa...
March, Ni pensarlo. Tu abolengo
es celebrado en las crónicas ;
pero tiene anomalías
singulares nuestro idioma.
Ahora bien, Petra del alma,
ya que has dado en ser filósofa
y haces ascos al dinero,
acepta, como memoria
de amistad , esta sortija.
Petra.
March.
Petra.
March,
Petra.
March.
Petra.
March.
Petra.
March.
Petra.
March,
Petra,
March,
[Tomándola.]
Vaya! Eso no me sonroja.
Una prenda de amistad
Ó de amor si te acomoda.
[Dengosa.]
Vaya!.... \kmí
(Para trapillo
puede pasar, aunque tonta.)
Siento, señor de Marchena,
no dar á usted otra joya
en cambio de la sortija,
mas la funesta derrota
de mi patrimonio inmenso
Ehl....
Mi padre, que esté en gloria,
tuvo un pleito muy ruidoso,
y el tribunal de la Rota
Oh!....
Pero antes de ese pleito,
que lo perdimos con costas ,
mi tio don Baltasar
Maldonado y Escalona
Por Dios, Petrita, por Dios;
ya me contarás tu historia
más despacio. Ahora...!, ya ves,
la mia es la que me importa.
Voy á trasladar al dliim
la pasión que me devora.
Ah ! La niña quiere versos.
¿Qué dices !
A toda costa.
Ta olvidaba su mandato.
A mí versos? Soy yo Góngora?
Para mí están en vascuence
las reglas de la prosodia.
Ni sé lo que es consonante,
ni nunca las vi tan gordas. —
Mas ¿quién se apura ñor eso?
Cojo las primeras coplas
que vengan á cuento y ¡ zas !
en dos minutos se copian ;
ó voime al café del Príncipe,
y mientras bebo una copa
cualquiera de aquellos genios
28
134
Petra.
Match.
Petra,
March.
Petra,
EL CUARTO DE HORA.
March.
Petra,
March.
Petra.
March.
Petra.
March.
Petra.
March,
Petra.
■
March,
Petra.
March.
Petra.
Ortiz.
March,
Ortiz,
March.
me improYÍsa una salmodia.
Quieto, qae sin ir allá
tendrá usted quien le componga
cuantos versos necesite.
Sí? Quién?
Aquel jÓTon.
Hola !
¿Y qué hace aquí ese.*:, amanuense?
Es como de casa. Cobra ,
administra Hace ocho dias
le encargó doña Liboria
todo ese tejemaneje
que no entendemos nosotras,
óome y duerme todayía
en casa de su patrona
Bien
Pero aquí le tenemos
Bíen^ sí
Casi á todas horas.
Es mozo de mucho mérito.
No dudo
Pero con poca
suerte.
Ya.
También dibuja.
Lo de dibujante sobra.
Hágame yérsos
¡Qué lindos
los escribe I
Sí?
Me consta.
Como que ayer principió
unos para mí
Bribona!....
Y apostaría á que está
concluyéndolos ahora.
[Raciencb pedazos el papel.]
(Esto es insulso, prosaico,
aetestable.)
[Á Petra,] ¡Con qué cólera
los rompe ! Si eres su musa ,
no es mucho lo que le soplas,
[Cavilando.]
(Me consumiré en silencio,
ó recurriré á la prosa.)
No espero más. Yo le embisto
[Á Ortiz acercándose.]
Perdone usted si me tomo
la libertad (¿Quién ha yisto
un poeta mayordomo?)
Ortiz.
[Levantándose.]
Caballero (Es mi riyal,
el andaluz.) Seryidor
March. Si usted no lo toma á mal,
voy á pedirle un favor.
En lo que de mí dependa
Gracias. También yo (al avío!)
quiero servir á una prenda
Ortiz,
March,
?uo ha conquistado mi brío,
en eso ¿yo
March. Carolina
se ha decidido por mí.
Ortiz, (Cielos I)
March. Verdad que es divina?
Ortiz. Sí.
March. Tengo buen gusto?
Ortiz. Sí.
March. En prueba de que transige
me enYÍ2L eaie aló fim
Ortiz. ( El suyo!)
March. Y en él consiente y exige
que me declare su cuyo.
Ya me declaré ayer tarde,
y anteanoche en el Liceo,
pero quiere hacer alarde
sin duda de su trofeo.
Ortiz. Oh! debe estar muy ufana.....
(¡El fatuo )
March. No es vanagloria;
Eero más de una cristiana
a de envidiar su victoria.
Ortiz. Bien, ¿y á qué asunto
March, Es el caso
que esa muchacha, ó demonio,
pide flores del Parnaso
en señal de matrimonio;
mas yo, que soy buen jinete,
y elegante como Adonis,
y tiro bien al florete ,
y bailo por diez TaglioniSy
y si me visto de majo
y ando de broma y ae chunga,
no hay moza de barrio bajo
que no admire mi sandunga;
yo, bravo toreador,
que á Montes me dejo en zaga
y soy la nata y la flor
del circo de Fagoaga ;
yo, tan hábil , ton experto
como el que más en la villa, —
admírese usted ! — no acierto
á hacer una redondilla.
Ortiz. ¡Valiente cosa
March. Ahora bien,
señor de
[Á Petra,]
Su gracia?
Petra. Ortiz.
March'. Yo sé que en un santiamén
Íuede usté hacerme feliz,
le qué suerte?
March. Componiendo
los versos que necesito.
Ortiz, Dispense usted... Yo no entiendo...
March, No se haga usted el chiquito.
Aunque negarlo procura ,
yo sé bien que usted coplea.
Esta niña lo asegura.
Quiere usted dejarla fea?
EL CUARTO DE HORA.
135
Petra, [Con monada.]
T si algo mi influjo vale
March. [Con malicia.]
Oye usted? Me recomienda I
Ortiz. (Con bravo influjame sale ! )
Petra. Kaego á usted que condescienda.
Orti^. Oh ! es difícil resistir
á tal recomendación,
pero
Petra. (No hay más qué decir.
Ya es mió su corazón.)
March. Ea , ya no admito excusa.
Eso se hace en un zís, zas....;
y si sopla bien la musa,
cuente usted No digo más.
Ortiz. [Ofendido.]
¡Señor mió
March. No, yo no hablo
con ánimo de hacer mofa
(¿También ese pobre diablo
se me encrespa y filosofa?)
Pero á fuer de amigo firme
agradeceré el yersículo.
Ortiz. (Irritarme es descubrirme
y hacer un papel ridículo.)
March. [Á Petra aparte.]
Cuál se hace de pencas I Eh?
Dale otra embestida, perla.
Ortiz. (Me echarán , y perderé
hasta el consuelo de verla.)
Petra. Hará usted los versos; sí?
Ortiz. Eso es ponerme en un potro.
No sé hacerlos para mí,
y he de hacerlos para otro?
Petra. [Á Marchena.]
Oye usted? Alma novicia I
[A Ortiz.]
Con temor nada se alcanza.
Hágase usted más justicia
y no pierda la esperanza.
* Ortiz. (Qué querrá darme á entender?)
[Á Marchena.]
Si dié palabra de esposa,
atrás no se ha de volver
porque usted le escriba en prosa.
March. Lo que es palabra formal ,
todavía no la dio.
Ortiz. (Respiro.)
March. Pero es igual.
Su marido seré yo.
Ella es algo coquetilla,
muchos adoran su encanto;
y no será maravilla
que vacile un tanto cuanto;
mas ya que me dan auxilio
la tia y esta doncella,
Ortiz.
March.
Ortiz.
March.
Ortiz.
March.
Petra.
si entra usted en el concilio
no hay remedio para ella. —
No porque yo necesite
esas fuerzas auxiliares ;
que entiendo el juego de envite
y no me arredran azares ;
y un adagio que no miente
mi esperanza corrobora.
Cuál?
Toda mujer viviente
tiene su cuartito de hora.
(Hola!....)
Y bien?
Sí.
Hasta después.
Pondérela usted mi amor. —
Vivo en el número tres.
Allí espero el borrador.
[ Vase, llevándose el álbum.]
ESCENA IV.
ORTIZ. PETRA.
Se ha quedado usted confuso,
y ya comprendo el motivo.
Ánimo I Ya no está en uso
el amor contemplativo.
No prive á usted del reposo
la dicha que otro hombre gana;
que si él es hoy venturoso
usted lo será mañana.
Hable usted, pruebe fortuna;
que amor*á todos nos hiere,
y no hay belleza ninguna
que maldiga á quien la quiere.-
¿Cómo se pondrán acordes
callando galán y dama?
En la casa de los bordes
el que no llora no mama.
Hablar para merecer
á ningún hombre desdora ,
y ello...., al fin...., toda mujer
tiene su cuartito de hora.
ESCENA V.
ORTIZ.
Yaya, no es malo que Petra
tome ese interés por mí.
Qué sagaz! ¡Cómo penetra
lo que está pasando aquí!
[Pone la mano en el pecho.]
Rara fineza en criada I
pues sin esperar propina.
436
EL CUARTO DE HORA.
Mas ¿si obrará la taimada
de acuerdo con Carolina?
¿Quién sabe si iré ganando
en sn pecho alfi^un influjo?
i Está tan amable cuando
le doy lección de dibujo
Ilusión! sueño! quimera!
No teniendo yo una cruz ,
¿es dable que me prefiera
al opulento andaluz?
iNo le ha dado orden expresa
de que en el dlium se explique? —
Pero— él mismo lo confiesa —
quizá en desierto predique.
¿Qué se escribe sino amores
en el álbum de una hermosa?
Y á cuarenta troyadores
no ha de dar mano de esposa.
Quizá permita mi estrella
que le despida cruel
ó por inconstancia en ella
ó por fatuidad en él.
Si con segunda intención
le hago firmar, por ejemplo,
en cada verso ramplón
una sandez como un templo
Brava idea; singular!
Para eso ya tendré vena.
¡Cómo me voy á vengar
del caballero Marchena!
¿Y si él advierte No, no;
su orfl^llo le quita el seso;
pero las mujeres — oh!
son muy linces para eso.
Leer mi adorada prenda
tanto concepto importuno,
y enviar á ese fachenda
noramala, todo es uno. —
Le dará cara de palo
Sí, mas mi suerte fatal
Eh ! por de pronto no es«malo
quitar de en medio á un rival.
Duégo... ¿Quién sabe... ün capricho.,
Quien la ocasión avizora
Toda mujer — él lo ha dicho —
tiene su cuartito de hora.
. [SiinUue i eseriür.]
ACTO SEGUNDO.
ESCENA I.
CAROLINA. DOÑA LIBORIA.
[Aparecen sentadas en tm sofá.]
Ziboria. Ya tu veleidad me cansa.
¿Por qué entre tantos amantes
no te decides por uno?
Tienes veinte navidades,
eres rica y no eres fea :
?a es hora de que te cases,
usted, tia, me lo dice !
í Usted que es mi única madre
desde que muerta la mia,...,
ay Dios! quedé en lamentable
orfandad! ¿Tanto deseo
tiene usted de separarse
Ztdoria, No tal. Viviremos juntas.
Si tu esposo no es un cafre,
lo consentirá, que al fin
no soy yo tan intratable. —
Y pagaria mi escote ,
que tengo renta bastante
para no necesitar
vivir á expensas de nadie.
Pero á mí me sobran años
y no me faltan achaques.
Sí mañana cierro el ojo
Carol. Vaya!.... ¡Tan fresca, tan ágil.
Muchas jóvenes pudieran
Libaría,
CaroL
Liboria.
Carol,
Liboria,
Carol,
Liboria,
Carol,
Liboría.
envidiar ese semblante,
y á pesar de los diez lustros
Hasta san Miguel arcángel
no los cumplo.
Ante en favor.
No faltarían galanes
que se llamaran dichosos
Bah ! no digas disparates.
Á los quince anos de viuda
¿había de ser tan frágil.....
No. Pensemos en tu boda.
Para la mia ya es tarde.
Para la mia es temprano. ■
¿Teme usted que se me pase
el tiempo?
Mucho confias
en tu hermosura. ¿Y no es fácil
que una fluxión la marchite
ó que un divieso la ultraje?
No busQues novio perfecto,
que los nombres no son ángeles,
y pues Marchena te adora
y merece , en mi dictamen,
ser preferido
Marchena?
Buen mozo, de ilustre sangre ,
rendido como un Gaiféros,
y de tan bello carácter
¿Conque usted le elegiría
Yo estoy fuera de combate ,
mas siendo tú , le eligiera
EL CUARTO DE HORA.
137
Ziboria.
CatoL
Liboria,
Carol,
Liboria.
sin vacilar un instante.
CaroL Confieso que se distíngae
del impertinente enjambre
que me zumba en derredor,
7 que entre iantos rivales
es el que miro con menos
antipatía. ¿Quién sabe
Puede que le llegue á amar
algún dia y que me case
con él; — mas (sufra y espere!
Aun no ha penado bastante.
Qué orgullito I Quiera Dios
que algún día no lo pagues.
No dicen que valgo tanto ?
Pues bien , lo que mucho vale
mucho cuesta.
"El arrapiezo!....
Lamonuelal....
Ellos nos liacen
altivas. Pero el orgnillo
no es sólo el que me retrae y
sino el temor. Son los hombres
muy taimados, muy falaces.
Cuando novios muy humildes,
y luego...., Virgen del Carmen !
Qué entiende de eso la trasto?
Mi difunto don Melqaiádes ,
que Dios perdone, fué siempre
un santo varón , un mártir.
Carol. Algunos hay buenos, sí,
pero otros son tan infames
y tan Al oir «marido)>
me tiemblan, tia, las carnes.
ESCENA II.
CAROUNA. DOÑA LIBORIA. MARCHENA.
Marck. [Á la puerta.]
Señoras , si dan ustedes
permiso ,
Liboria, £1 es. — Adelante.
Siéntese usted.
March. [Presentando el álbum.]
Me apresuro
á ofrecer este homenaje
Liboria. [Tomando el álbum.]
Es tu álbum! Este Marchena
es tan fino, tan galante
Marck. [Sentándose en una silla.]
Gracias. Carolina hermosa
desea que la declare
en el álbum mi pasión
Carol. Permita usted que le ataje.
El deseo era de usted :
sólo ha habido de mi parte
condescendencia
March. En efecto,
Carol.
Liboria.
y la orden terminante
de hacer mi declaración
en renglones desiguales ;
esto es , en verso.
Es verdad.
La prosa es inaguantable
en un álbum.
Ea, á un lado
cuestiones preliminares,
Í veamos esos versos. —
ambien poeta! Es el diantre.
[Registra el álbum.]
March. ¿No lo he de ser, inspirado
por los ojos celestiales
de Carolina?
Liboria. Son estos?
March. Sí ; justamente.
Liboria. Escuchadme.
[Lee.]
«Á la hermosa Carolina,
á la bella de las bellas,
cuyos ojos son centellas,
cuya boca es purpurina ,
cuyo talle es jaletina,
y cuya frente serena
abocnorna á la azucena,
fino, fiel , firme y fogoso
ofrece mano de esposo
Pedro Nolasco Marchena.»
Bravo ! Qué te han parecido?
Carol. Son bonitos.
Liboria. Admirables .
March. [Con fatuidad.]
Favor que usted me dispensa.
Es un in promptu. Eso se hace
jugando.
Liboria. Es preciosa hipérbole
llamar jaletina al talle. —
aFino, fiel, firme y fogoso.» —
Estas cuatro efed valen
un tesoro , y i con qué gracia,
parajEiervir de remate,
con el nombre del poeta
coincide el consonante!
March. Si digo que es un juguete!
Usted quiere sofocarme.
Liboria. Tu contestación será,
por supuesto, favorable,
que tantas pruebas de amor
no merecen un desaire.
[/% levanta.]
Pero te dará vergüenza
si está tu tia delante
Carol. No tal. j Si yo
Liboria. Y pues no creo
que Marchena se propase
March. Yo , señora !
Carol. Pero, tia
438
EL CUARTO DE DORA.
Liioria. {Dejando el álbum eoire un velador.]
Mejor 68 que yo me marche.
Adiós.
[Marehena se sienta en el sqfd.]
CaroL Pero escache usted
Libaría, Me voy, me voy. No te canses.
ESCENA III.
CAROLINA. MARCHENA.
March, Pues se faé doña Liboria
y nadie nos ojye aquí,
suene el suspirado sí
que ha de colmarme de gloria.
Ya esos ojos me lo anuncian,
mal que le pese al recato,
pero me será más grato
si los labios lo pronuncian.
CaroL De veras? Sea usted franco.
Mis ojos lo dicen I eh?
Y en qué lo conoce usté?
En lo negro ó en lo blanco?
March . En la dulce simpatía
CaroL La simpatía está buena I
Mis ojos, señor Marehena,
no han dicho: esta boca es mia.
March. Volvemos á las andadas?
¿También denguecitos hoy ,
alma mia , cuando estoy
dando ya las boqueadas?
Bueno es que honrada mujer
fácilmente no se venza;
santa y buena es la vergüenza....;
pero { si al fin ha de ser !
CaroL ¿Y si no quisiera yo
decir que no ni que sí?
March. [Con petulancia.]
Bahi Si ya es tardel jSi á mí
CaroL
March.
CaroL
March.
CaroL
March.
CaroL
March.
CaroL
{Levantándose enojada. Marehena se
levanta también.]
Pues no, y veinte veces no.
Se ha picado usted, lo veo;
mas ¿no ve usted que ese n<5
es inverosímil?
Oh
Bah I Sobre que no lo creo I
Oh! Eso raya en insolencia.
(Hay necio más contumaz?)
Vayase y déjeme en paz ,
y no vuelva á mi presencia.
Carolina I.... (Pues barrunto
que va de veras.) Yo siento
Lo he dicho y no me arrepiento.
No se hable más del asunto.
Gomo usted me permitió
pedir su mano querida
¿Y porque usted me la pida
March.
CaroL
March.
CaroL
March.
CaroL
March.
CaroL
March,
CaroL
March,
CaroL
March.
CaroL
March.
CaroL
March.
CaroL
March.
CaroL
March.
CaroL
tengo de dársela yo?
No esperaba ese desprecio
No esperaba yo tampoco
habérmelas con un loco,
por no decir
Con un necio?
Dígalo usted sin rebozo,
que en verdad harto lo he sido.
Conque trabajo perdido?
Conque mi gozo en un pozo?
Cómo se dice que nó?
Pues bien, aténgajse usté
á las consecuencias.
Qué?
No sabe usted quien soy yol
¿Cómo I Señor de Marehena!....
Koto el pactó entre los dos,
Ssted dará cuenta á Dios
e una alma que se condena.
Pues mis dulces regocijos
convierte usted en pesares,
quemaré mis olivares
y arrasaré nlis*cortijos ;
daré la muerte al rival
que usted prefiera, y despued',
como dos y uno son tres ,
mo ahorco ó ine tiro al canal.
{Carolina suelta una carcajada.]
¿ Se rie usted ! Esa cruz
me faltaba. En vez 8el justo
terror
Qué! yo no me asusto.
Por qué?....
Es usted andaluz.
Pero esa risa es señal
de bondadosa indulgencia;
que tanta malevolencia
sentaría á usted muy mal.
Eh ! ¡ Vea usted lo que son
las hembras! Rie hechicero
su labio, y manso cordero
es ya el terrible león.
¿Otra vez
Vaya, amor mió,
hagamos la paz. ¿Pasó
el enojo?
Enojo yo?
Pues ino ve usted que me rio?
¿Me dará usted más pesares,
cara de sol?
Nada de eso,
no sea que en un acceso
Íueme usted sus olivares,
ohfieso que delina uí,
pero de hoy en adelante
seré tan sumiso amante
que usted lo permite?
Sí.
Gracias. ¿Y ahora no tendré
alguna esperanza justa
Tenga usted veinte, si gusta,....
como yo no se las dé.
EL CUARTO DE HORA.
139
ESCENA IV.
MARCHENA.
Se ya y me deja corrido
como un mono. Qué altiyez! —
Y ella está muerta por mí:
eso hasta un ciego lo ye ;
pero antes de confesarlo
querrá torearme un mes. —
No tengo yo tanta flema,
ni ya me estaría bien
suspirar como un cadete
arrodillado á sus pies.
No, que tengo bien sentada
mi opinión de hombre de prez,
y para jugar conmigo
es ella poca mujer I «
Mudemos de plan : hagamos
lo que hace el conde de Urgel
en la célebre comedia
de El desden con el desden.
Sí, la he de abrasar á celos
y no he de darla cuartel
nasta que humilde y contrita
me diga: señor, pequé!
{Al irse le sale Petra al encuentro.]
ESCENA V.
MARCHENA. PETRA.
Petra. Estamos de enhorabuena?
Qué tal los yersitos, eh?
Habrán hecho efecto.
Mure A, Mucho.
La niña se hizo una miel ^
al cirios , y no dudes '
que se rinde de esta yez ;
pero, si quieres que te hable
con franqueza,.... yo no sé
qué te diga Hoy me parece
menos bonita que ayer.
Petra, ¿Qué oigo!
March. Empiezo ya á mirarla
como cosa propia y Pche!....
Petra, Vamos, usted se chancea.
March, No tal. Los maridos y en
más que los amantes.
Petra, Pero
March. Sea que en efecto esté
desmejorada , ó que á mí
se me naga duro el perder
la libertad de soltero;
{)ara mis ojos ya no es
a misma, ni por asomo«
Petra, Es posible!
March, Y al primer
pretextillo que me diera.
adiós, casamiento!
Petra, Infiel !
March, Sí, yo confieso (Esta fatua
se lo contará después.)
Pero yamos, ¡si á cualquiera
miro ya con más placer !
Á ti, yerbigracía. ¿Sabes
que tienes t6 mucho aquel ,
hablando en chulo, y muchísima
de la gracia?
Petra. [Benaosa.] Calle usted!
Yo?
March. Y qué cuerpecito!
Petra, Vaya!
Usted me quiere poner
colorada. Usted se burla
de las pobres, r Si yo sé
• lo poco que yalgo! Vaya!
March. Mas que Carolina. "
Petra. Pues !
March, Y ese aire de señorío
que tienes
Petra, Eso, tal yez ,
porque al fin no me he criado
en las malyas.
March. Ya se ye
que no.
Petra.^ Y quien tuyo retuyo,
y cada cuales quien es. —
Pero usted se está burlando.
¿Cómo puedo yo creer
que llama tan encendida
se apague en un dos por tres?
March. Ahí yerás lo que es el mundo!
Petra. Qué maldito de cocer !
Y juraba y perjuraba
(¿Si seráOrtiz como él!)
March. A juramentos de amantes
nunca se dio mucha fe.
Petra. lY á qué incomodar al otro
haciéndole componer
los yersos?
March. Qué se ha perdido?
Medio pliego de papel.
Petra. ¡Tantos planes para eso,
y tanto tender la red
Y el cuarto de hora?
March. A propósito;
tú eres de la misma piel
que las otras, y tendrás
tu cuarto de hora también.
Petra. Miren qué salida ahora!....
March. Si en ese trance te yes,
ayisa , que aquí hay un hombre.
Petra. Sí? Vaya una gracia !
March. Es que
Es que me hacen mucho títere
esos dos ojuelos. Ven,
que yoy á darte un abrazo.
Petra. J^Amenazindole.]
Apártese, ó de un reyes
March. No lo tomes tan á pecho.
440
EL CUARTO DE HORA.
Si esto es bromal^Hasta más yer.
Pelra. Abur.
Match, ^Yéndose,^
( Sufrir el desvío
de Carolina , está bien ;
pero un bofetón Barrientes,
sería cosa cruel i )
Carol.
Petra.
Carol,
Petra,
Carol,
Petra.
Carol,
Petra,
Carol,
Petra,
ESCENA VI.
PETRA.
Qué osadía! Oh! si viviera
mi buen tio don Andrés
de Escalona y Escobar,
corregidor de Jerez,
el bidalgüelo de Ronda
no fuera tan descortes.
Mas le perdono, que es víctima
de su amor y mi altivez.
Yo te la consagro, Ortíz ,
querido Ortiz , y si un rey
viniera Mas ¡cuánto tarda
en declararse el doncel I
Qué versos de mis pecados !
I Señor, si no es menester
andar con tantos repulgos
cuando una misma da pié ! —
«Te quiero, te adoro: y tú
¿me quieres?: te amo;» y amén.
ESCENA VII.
CAROLINA. PETRA.
\Trae una cartera de dibwo que deja
sobre la mesa.]
Se fué el señor de Marchena?
Sí, señora. En este punto
se marcha.
Irá el pobrecillo
atribulado y confuso.
Sí , señora , porque yo
que tengo muy malos humos
Cómo! ¿Te habrás propasado
á decirle algún insulto?
Su petulancia
En efecto,
hoy ha llegado á lo sumo;
pero basta mi castigo
sin necesidad del tuyo.
Pero si
No se me ocultan
sus defectos, pero es mucho
lo que me quiere. •
No sé....,
pero hace cuatro minutos
Carol,
Petra.
Carol.
Petra,
Carol.
Petra.
Carol,
Íue afirmaba lo contrario,
fe veras? Triste recurso!
Ayer la amaba, me ha dicho,
mas hoy que tengo mi triunfo
asegurado
Infeliz I
La miro ya con disgusto.
Carol, [Riéndose.]
Eso ha dicho?
Petra, Y al menor
pretexto
Carol. Acaba.
Petra. Renuncio
á su mano.
Carol. (Otra le queda.)
Petra. Y acto continuo se puso
á requebrarme.
Carol. Eso más!
Petra, Y el libertino, perjuro
me quiso dar un abrazo.
Carol, Tan desesperado estuvo?
Petra. Poco á poco. No estoy yo
tan de sobra en este mundo,
que sólo un desesperado
se enamore de mi busto.
Lindo despique!
Mas yo
rechacé su ataque brusco; .
que mi honor y mí lealtad
Laudable ha sido tu escrúpulo;
pero es singular capricho
desahogar así su orgullo
un amante desdeñaao.
Petra, Desdeñado? Me confundo
de oir á usted. Pues ¡si dijo
Carol, Qué pobre hombre! Ya presumo
lo que habrá dicho. Que estoy
muerta por él. No le culpo,
que conresar su derrota
un andaluz, es muy duro.
Petra. (¿Quién mentirá de los dos?)
Pues jurarla
Carol, Á otro asunto.
Llama á Ortiz , que es hora ya
de dar lección de dibujo.
ESCENA VIII.
CAROLINA.
{ Cortejar á mi doncella
un elegante tan pulcro!
¿Si pensará darme celos
con expediente tan chusco?
Antes celebro que tome
en su venganza ese rumbo, .
porque quemar sus cortijos
y arrojarse en lo profundo
del canal Jesús! Yo tengo
mucho miedo á los difuntos.
EL CUARTO DE HORA.
iil
OrHz.
Carol.
Ortiz,
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz,
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
ESCENA IX.
CAROLINA. ORTIZ.
[Ala puerta.]
Señorita, yo...
Entre usted ,
y déjese de etiquetas.
[Mtra Ortiz.]
Sabe usted que en esta casa
como amigo se le aprecia.
Mi gratitud
Y ahora mismo .
le voy á dar una prueba
de amistosa confianza.
Gracias. (Qué amable y ^ué bella I)
Usted sabrá, porque nadie
lo ignora ya, que me obsequia
ese jóyen andaluz
ÍAhl....) Sí, don Pedro Marchena.
loy, cediendo á su porfía,
le ai mi dliiim
[Va á tomarlo.]
(Ahora es ella I)
Para que escribiera en él
unos versitos
( Mi décima ! )
[Hojeando el álbum.]
No los encuentro.
(jQué burla
ya á hacer de ellos tan sangrienta I)
Aquí están. Ta verá usted
{ qué bonitos !
(Se chancea?)
i. Q '
Léalos usted. Qué gracia!
qué pasión !
[Tomando el álbum.]
(Hablado veras I)
Veamos.
[Hace como que lee.]
( ¡ Necio de mí
que la creí más discreta
que vana I Necio mil veces I
¿Cuándo una mujer desprecia
al que la adula, aunque diga
máa borricadas que letras?
¡ Y yo me mordí las uñas ,
mal contento de mi vena,
buscando giros poéticos
por cima de las estrellas I )
Qué tal?
Mi voto es inútil.
[Pone el álbum donde estaba.]
No.
. Guando usted los celebra
Sin embargo, diga usted
su opinión.
Si usted se empeña,
digo que usted los merece
mejores.
Carol. Pero bien se echa
de ver que los ha dictado
el corazón.
Ortiz. Sí, á la legua
se conoce ( Qué suplicio ! )
Carol. Y que los hizo el poeta
con profundo sentimiento
Ortiz. Sí, señora. (En eso acierta !)
Carol. Es tanto lo que me quiere!....
Y él tiene excelentes prendas;
verdad?
Ortiz. No sé. No le trato
Carol. Muy caballero. Algo peca
de fanfarrón
Ortiz. [ Con viveza. ] Y pedante ,
y hablador de cuatro suelas ,
y embustero
Carol. Alto! ¿De dénde
sabe usted esas lindezas
si no le trata ?
Ortiz. [Turbado.] Es verdad....,
pero es una consecuencia
que yo saco, una.....
Carol. Mi tía
está empeñada en que él sea
mi marido, y sus razones
no dejan de hacerme fuerza ;
pero yo no sé qué hacer,
porque usted ¿qué me aconseja?
Ortiz. (No puedo más !) Señorita,
tengo yo poca experiencia
para dar consejos.
Carol. (Calle !
Se. ha picado. (Bueno fuera
que él también ) Veo lo poco
que usted por mí se interesa.
Yo, Carolina!....
[ Es mi amigo,
es mi maestro y me niega
un consejo!
Es que me expongo
á errar En tales materias
yo sólo consultaria
al corazón. Si ya reina
en el de usted ese jé ven,
es excusada molestia
Carol. El caso es que yo no le amo
todavía.
Ortiz. (Ay Dios!....)
Carol. (Se alegra!)
Ortiz. Entonces , no hay sino dar
tiempo al tiempo
Carol. Sí; no hay priesa.
Otros hombres hay
Ortiz. Dichoso
mil veces el que merezca.....
Carol. Demos lección de dibujo.
Ortiz. Bien.
Carol. Aquí está la cartera.
[Ee sientan junto i la mesa y uno en
frente de otro^ y Carolina saca estam^
pos, lapiceros^ Sfc]
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
US
EL CUARTO DE HORA.
Vea usted.
Ortiz,
CaroU
OrUz.
Carel.
OrUz.
CaroL
Ortiz.
Carol,
Ortiz,
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
[Le da un dibujo.]
Hola I ¡ Ya está
concluida la cabeza
de Diana!
Sí, señor;
hoy acabé mi tarea ;
mas dudo haber acertado
No hay motivo. Usted progresa
Yísiblemente. Con todo,
hay que hacer unas ligeras
correcciones
[Borra ó dibuja durante él didlogo,
mirando de cuando en cuando d Caro-
lina como d hurtadillas.]
Sin reparo.
El asunto es que yo aprenda.
Más sombra en esta mejilla. —
Más arqueadas las cejas
(Cómo me mira!)
Esta boca
debe estar menos abierta.
No ha de sonreír Diana
como Venus Citerea.
Pero ¿á qué mirarme tanto?
Está en mi cara la muestra?
Es para advertirá usted
La mirada más serena ,
menos blanda
Por lo visto,
mucha h^ sido mi torpeza.
Tanto habia que enmendar?
Porque quede más perfecta
la figura
( Mi maestro
tiene hoy muy poca indulgencia.)
[Mirando el dibujo desde su asiento.]
También la nariz?
Un toque
no más ^La mano me tiembla!)
Gomo está al revés la estampa
Permita usted que la vea
de frente.
[Se levanta, y puesta al lado de Ortiz
mira el dibujo.]
¡Cuánto ha variado
ese rostro! Ya ¿qué queda
de lo que yo dibujé?
\ Si se salvan las orejas
será milagro!
Al instante
concluyo.
Pero ¿usted piensa
lo que está haciendo? Esos ojos,
sino es que el espejo mienta,
son los mios ! ^
Í Turbado.] . No por cierto.
Ss fácil que se parezcan ;
pero yo cuando
Carol. Esa boca
No. La mia es más pequeña. —
Pero
Ortiz. No está concluida.
Carol. Y la nariz , y las cejas
Usted me está retratando!
Ortiz. ( Se enoia ! ) No ftié mi idea. ....
Carol. No, no hay que negarlo. Usted
me retrata , y á sabiendas !
Ortiz. ¿No ve usted que es imposible
aun á la mano más diestra
copiar tantos atractivos?
Carol. Oiga! ¿También lisonjeras
adulaciones?
Ortiz. Señora,
una deidad está exenta
de adulación.
Carol. ¿Cómo Ah ! Ya
comprendo. Según las señas',
usted habla de la diosa
Diana.
Ortiz. Y ¡qué! ¿no pudiera,
por ventura, hablar ae usted?
CaroL rero, en resumidas cuentas,
¿qué tengo yo de común
con Diana?
Ortiz. Su belleza,
su radiante majestad ,
su
Carol. Para que yo lo crea!—
Y es que cuanto más la miro
La semejanza es completa.
Soy yo!
Ortiz. I Si digo
Carol. Negarlo
es segunda impertinencia.
Ortiz. Casualidad habrá sido,
que sólo de una manera
es poíiible retratar
á criatura tan bella.
Carol. Calle ! Algún secreto Y óómo?
cómo?
Ortiz. Grabándola eterna
en el corazón.
Carol. [Airada.] • Ortiz!
¿Qué temeraria insolencia
es la de usted?
Ortiz. [Se levanta confuso y atribulado dejan-
do caer la cartera.]
Carolina!
Yo si Mi labio no acierta
Carol. Pero mejor es reirme,
porque es cómica la escena.
[Observando la consternación de Ortiz
suelta la carcajada.]
Ortiz. [En actitud suplicante.] .
¡Perdón
Carol. No sea usted bobo,
y recoja esa cartera.
[ Vase riendo.]
EL CUARTO DE HORA.
i43
ESCENA X.
ORTIZ.
[Tirándose del pelo.]
Maldito!.... Por qué la quiero?
Con mi humillación se engrio
y como una loca rie
¡cuando yo me desespero!
¿Qué puede ya darle pena,
si cuando ve á un infelice
morir á sus plantas dice
que es muy cómica la escena ?
rara que ese corazón
la piedad llegue á moTer
será acaso menester
que me den la extremaunción. —
¡Figura bien triste y rara
sin duda ha sido esta vez
la mia! La estupidez
se habrá pintado en mi cara.
Oh ! en vano amor me sujeta.
Huyamos de esta mansión.
No quiero ser el bufón
de una frivola coqueta.
[Va d salir, y oyendo d Carolina se
detiene,]
ESCENA XI.
CAROLINA. ORTIZ,
CaroL ¿Adonde va tan de prisa
Ortiz?
Ortiz., Qué sé yo? Al infierno
me iría y o
CaroL Dios eterno!
Ortiz. Que allí no tienta la risa.
Carol. ¿Cómo I Mi risa chancera
¿le ha picado á usted?
Ortiz. No sé,
mas me voy de aquí
Carol. Por qué?
No sea usted calavera.
Si yo me enojé primero
?r si después me reí,
ué porque no comprendí
el sentido verdadero
Veo que es característico
de un pintor el entusiasmo,
y no merece un sarcaraio
tan bello arrebato artístico.
Ortiz. Oh ! mi arrebato
Carol. [Interrumpiéndole.] No pasa
de lo honesto y de lo justo.
Ortiz. Pero
Carol. Bien , bien... No es mi gusto
que se vaya usted de casa.
Ortiz. No hay voluntad que resista
á la de usted, pero
Carol. Dale !
No hay orgullo que se iguale
al orgullo de un artista.
Ortiz. Ni el de usted?
Carol. Si yo soy vana,
en mí no estará el error.
Ortiz. Pues ¿en quién?
Carol. En el pintor
que me comparó á Diana.
Ortiz. Es que veo en todas partes
el tipo
Carol. Es cosa notoria.
Ortiz. La imagen
Carol. Sí , de la gloria.
Ortiz. La perfección
Carol. De laa artes.
Ortiz. (Como ella hablaré , á lo místico,
porque si otra vez me clavo )
¿Conque alaba usted
Carol. Sí, alabo
Ortiz. Mi ardiente entusiasmo... artístico?
Carol. No le digo á usted que sí?
Y en prueba de ello, le ordeno
que me dibuje algo oueno
en el álbum que está allí.
Ortiz. (Ah!) Firmaré?
Carol. Lo permito. —
Abur. Que luzca ese ingenio!
(El pobre es corto de genio,
y hay que animarle un poquito.)
ESCENA Xil.
ORTIZ.
[Siguiéndola con la vista,]
Si otra Circe enredadora ,
si diablo^ más que mujer,
no eres tú , á todo correr
se acerca tu cuarto de hora.
iii
EL CUABTO DE HORA.
ACTO TERCERO.
ESCENA L
CAROLINA. PETRA.
Petra. Ya que duda usted que el tal
Marchena pueda adorarme ,
Ír al conato de abrazarme
lama pecado yenial ;
aunque si bebe los vientos
por mí, en nada se rebaja
su nobleza ; que no es paja
llamarse Petra Barrientes
CaroL Bien,. me desdigo. Perdona,
y di
Petra. Soy de alto solar.
Mi tio don Baltasar
Maldonado y Escalona
Carol. Digo que fué mucho ultraje. . . . ,
£ero ¡al grano! y lo demás *
[anana me contarás
los timbres de tu linaje. —
Conque otra nueva perfidia?
Petra. Sí, pero tal. Dios benigno!
3ue en cometerla es mas digno
e compasión, que de envidia.
Carol. Por que? Habrá visto un palmito
que máa que el mió le agrade;
y aunque á tus ojos enfade ,
de gustos no hay nada escrito.
Petra. Una audiencia solícita
con intención buena 6 mala
Carol. ¿Qué me importa
Petra. En esta sala...
Carol. Cómo ! Aquí ha de ser la cita?
Petra. Aquí y dentro de un momento.
Carol. Si otra belleza le abrasa ,
bien , mas traerla á mi casa
es sobrado atrevimiento.
Petra. Qué! Si no viene de fuera I
Vive aquí su dulce bien.
Carol. Aquí , y no eres tú I . . . Pues ¿quién...
Si será la cocinera?
Petra. Eso no, que es caballero.
Carol. Como es tal su extravagancia
[Mirando con malicia d Petra.]
ÍT, á fe , no hay mucha distancia
Le la plancha al fregadero.)
Petra. ¿No acierta usted todavía
quién la usúrpala victoria? «
Carol. .No sé Aquí
Petra. Doña Liboria.
Carol. Qué estás diciendo? Mi tia!
Petra. La misma que viste y calza.
Carol. Á pesar de los cincuenta?
Petra. Sólo sus virtudes cuenta
y hasta las nubes la ensalza.
Carol. Ó ese hombre ha perdido el juicio,
ó el despecho le consume,
y darme celos presume
con tan extraño artificio. •
Petra. Él me hablaba muy formal
de boda y de
Carol. [Riéndose.} Bebería I —
Y es inútil, que mi tia
no querrá oirle.
Petra. Sí tal.
Carol. Sí?.... Mejor.
Petra. (Ya, según trazas,
la banderilla hace efecto.)
Carol. Se reirá del proyecto
y le dará calabazas.
¡Cuidado, que el tal Marchena
es más bobo que el de Coria!
Petra. Entre él y doña Liboria
va á ser donosa la escena.
ÍNo le pica á usted un poco
a curiosidad?
Carol. A mí?
No.
Petra. (Pues yo juro que sí.)
Carol. Quién hace caso de un loco?
Me voy. Negocio tan grave
á solas se ha de tratar.
Petra. (Tú vendrás luego á atisbar
Eor el ojo de la Uave.)
e diré á doña Liboria
CaroL Que estoy bordando en la reja.
[Yéndose,]
(¿También á la nobre vieja !
Esto ya pica en nistoria.)
ESCENA II.
PETRA.
No digiere á dos tirones
la pildora que ha tragado.
Ella quisiera imitar
al perro del hortelano,
mas donde las dan las toman ,
como dice aquel adagio.
EL CUARTO DE HORA.
445
ESCENA III.
PETRA. MARCHEN A.
Match, \A laptierta,]
Se í\xé Carolina?
Petra.
Sí.
Ta está usted servido.
MarcA. [Fntrando,] Brayo!
Petra. Violentando mis principios
y mi carácter, acabo
de ser chismosa como una
criada de tres al cuarto;
Eero de alguna manera
e de agradecer el alto
interés que usted se toma
por mi Ortiz idolatrado.
MareA. Ya te he dicho, y otra vez
te aseguro que me encargo
de colocarle. Es muy fácil.
Tengo influjo en el Senado;
como Pedro por su casa
entro en el real Palacio;
tuteo á cinco ministros
y á cuarenta diputados,
Íel director del Tesoro
ace lo que yo le mando.
Petra. (Miente sin temor de Dios,
pero bien puede hacer algo
si quiere.)
MarcA. ¿Dudas......
Petra. No dudo.
MarcA» T si das á Ortiz la mano,
me ofrezco á ser tu padrino.
Petra, Huchas gracias. Sin reparo
puede usted serlo, que noble
soy por los cuatro costados,
y en mi casa solariega
alguno ha vestido el nábíto
de Alcántara
MarcA. Sí.
Petra. Mi tio
don Baltasar Maldonado
y Escalona
MarcA. ^ Alguien se acerca.
Ta me contarás despacio
Petra. Es la vieja.
MarcA. Adiós , ilustre,
adiós I
Petra. [Con gravedad.]
Beso á usted la niano.
ESCENA IV.
DOÑA LIBORIA. MARCHENA.
MarcA. Señora!
Liboria. Marchena amigol —
MarcA.
Li doria.
MarcA.
Libaría.
MarcA.
Liboria.
MarcA.
Liboria.
MarcA.
I Conque usted me quiere hablar
á solas?
MarcA. Ahí.... Sí.
Liboria . Corriente. —
Siéntese usted.
{Se sientan.]
Vamos, qué hay?
Se tratará de la boda
Ahí sí, señora, sí, mas
no de la que usted presume.
Qué dice usted? Pues ¿de cuál?
No será ya Carolina
la que me lleve al altar.
Cómo! Desde esta mañana ,
que la dejé en el sofá
con usted, no he vuelto á verla.
Tenía que visitar
á tres amigas
(Me alegro!)
Qué ha habido? Se vuelve atrás?
¿Qué sé yo Creo que no
Pero á mí ¿qué se me da?
¿Qué escucho!
Yo no la hablé
de proyecto conyugal,
porque otra idea, otro objeto
turbó de mi alma la paz,
y embargando mis sentidos
un rapto sentimental,
despegar podia apenas
la lengua del paladar.
La dije al ñn no sé qué
[Mostrando lacerta por donde se fuá
doña Libona en él acto segundo.]
con los ojos hacia allá,
y despidiéndome de ella
con aire poco galán,
en la puerta de la calle
me desahogué con un } ay !
Pero eso ¿ qué significa?
Significa, y claro está,
que el corazón me han herido
los ojos de otra beldad.
Otra beldad? Desde cuándo?
Desde hoy, pero dias ha
que sentía yo los síntomas
precursores de mi mal.
Vaya en gracia! ¿Y quién ha sido
la agresora?
\ Singular
pregunta I Quién ha de ser?
Harto me he explicado ^a.
Si usted tiene una conciencia
se lo puede preguntar.
Liboria. [Admirada.]
¡Calle
MarcA. ¿Á quién miran mis ojos
con ansia de amor voraz?
¿Cuya es la mano que estrecho
Liboria. ¡Suelte usted con Barf abas,
Liboria.
MarcA.
Liboria.
MarcA.
Liboria.
MarcA.
116
EL C0AIIO DE HORA.
March.
Liboria,
Mareh.
i
March.
Liboria.
que me la estruja!
March, Ay Liboria !
Libaría, i Qué farsa de carnaval
es esta ?
Pluguiera áDiosI
Mal provecho me haga el pan
si miento.
Pero ¿usted sabe'
que peino ya la mitad
de un siglo?
Lo sé. Y qué importa?
Liboria. Que puedo ser su mamá?
March, Sí, señora. T qué? La mia
está ya en la eternidad.
Usted será para mí
esposa y madre á la par.
Libaría. Usted ha almorzado tuerte,
por lo visto, y el champan
March. Señora I....
Libaria. Ó desesperado
»or alguna iniquidad
le Carolina, desea
suicidarse.
No, no hay tal.
Obro por convencimiento.
Si lo auda usted ¿hay más
que cogerme la palabra,
y Cristo con todos?
Bah!
Déjese usted de embelecos.
Tengamos la fiesta en paz.
March. [Muy acalorada.]
Señora 9 que hablo de veras !
Óigalo la vecindad ;
óigalo todo Madrid.
Ó no me caso jamás,
6 me caso con usted.
Libaria, Pero (Si será verdad?)
March. Usted no se hace justicia.
El tiempo es un animal
muy destructor, pero hay flores
. que respeta el huracán.
Libaria. Adulador!
March , ¿ No pasean
hechas un brazo de mar
y llevando al retortero
más de un Fulano de tal
ciertas crónicas vivientes
con más fecha que Abraham? —
Mas no hablemos de lo físico,
q^ue , aunque lo puedo ensalzar
sm mentir, como es usted
modesta, no me creerá.
¿No ha podido usted prendarme
con su mérito moral?
Ese mismo medio siglo
¿no puede entrar en mi plan
filosófico?
¿ Es posible
que esté en su juicio cabal
el que
Señora, me canso
Liboria.
de andar hecho un azacán
gmUnteando baboso
á moznelas en agraz ,
insustanciales, coquetas
y algunas un poco más.
Ta no hay que esperar eordura,
ni juicio, ni cristiandad
sino en mujer coetánea
del príncipe de la Paz.
Libaria. [Can viveza.]
March,
Libaria.
March.
Libaría.
March.
Libaria.
March.
Libaria.
March.
No tanto, por Dios, no tanto!...
Ó circum circa: es igual. —
En fin, usted me conviene,
porque usted me mimará.
Sí?, y con usted estoy libre
de un ataque cerebral,
y usted tiene religión ,
y no me derrochará
en dijes y miriñaques
mi renta patrimonial.
Compadre ! , no será mucho
lo que haya que derrochar,
que siendo usted segundón '
És que mi hermano Tomás
tira á tísico, y espero
Por dicha, tengo caudal
muy suficiente y no me urge
que muera nadie.
Pues ya!
No decía yo
T si al fin
me tentara Satanás
á casarme con usted ,
me holgara de compensar
de algún modo.... rero.... vamos....
Si es una temeridad !
No, señora. Estoy resuelto.
Usted lo meditará.^
No hay meditación que valga.
(Qué dura está de pelar ! )
Si usted me retarda el sí,
me cuesta una enfermedad.
Libaria. [Abanicándose.]
Pero, hijo, si yo Jesús!
Hace un calor infernal.
March. ¿Será fuerza que lo jure
de rodillas? Pues bien (Hay
alfombra.) Á tus plantas yace
el más rendido mortal.....
March.
ESCENA V.
DOÑA LIBORIA. CAROLINA. MARCHENA.
Caral. ¿Qué veol
Libaria, Alce usted ^ demonio!
Caral. ¿Es mi tia el capellán
con quien usted se confiesa?
EL CUARTO DE HORA.
447
Libória.
CaroL
Mareh.
CaroL
March. [Levantándose,]
Sí, 7 pecador contumaz,
si el adorarla es pecado,
no me enmendaré jamás.
(Yo no sá lo qae me pasa.)
Qaé trapalón tan audaz !
¿Conque usted ama á mi tia?
Es mi gloria, es el imán
Calle usted! Si mí desvío
tanto que sentir le da ;
si por un necio despique
quiere á otra dama obsequiar,
siquiera urda asted la farsa
de un modo más natural ,
más verosímil.
(No creo
que es tanta la impropiedad.)
No hay farsa aquí, señorita.
Yo soy hombre muy formal.
Mofarse de una señora
Nol
Tan respetable y tan
Pero eso, perdone usted,
es envidia 6 caridad?
Envidia I ¿ Creerá ese sandio
que tengo celos?
Quizá.
Amante que yo desdeño
¿qué celos me puede dar?
Ahí.... ¿Conque usted me desdeña!
Me alegro. Y de cuándo acá?
Otra insolencia. Pues ¿cuándo
quise yo á usted?
Eh! callad,
que esas disputas
Ocioso
es volyer la vista atrás.
Si usted me ha querido, bueno;
si no me^ha querido, en paz.
Y ida nueva, y de su capa
haga un sayo cada cual.
CaroL ¿Qué prendas tiene usted mias
Íara tanta fatuidad?
ero usted ¿podrá negarme
que con amoroso afán
ayer me escribió uu billete
March. Si; fué un capricho fugaz
CaroL ¿Y hoy me ha declarado en verso
March. Señora, ¿en qué tribunal
baria fe sem^'ante
documento? Y además ,
no es hoy cuando yo he compuesto
esa décima.
CaroL \ Es capaz
de negarme...
March. En cuarenta álbumes —
qué revesado plural! —
la he puesto ya, por mi cuenta.
CaroL ¿Qué oigo!
March. Con sólo variar
el nombre de la agraciada
sirve para todas.
CaroL Ah I
Liboria.
March.
CaroL
March.
CaroL
March.
CaroL
March.
CaroL
March.
CaroL
Liboria.
March'
March. Es un comodin, es una
especie de circular
CaroL Basta, hombre indigno! Villano!
[aSj sienta sofocada,]
March. Si una culpa tan venial
CaroL Basta, digo!
March. [Á doña Liboria.]
Nos veremos
luego que la tempestad
se pase.
[Á Carolina que le vuelve la espalda.]
Á los pies de usted.
[Á doña Liboria muy tierno.]
Adiós, cara celestial!
Liboria. {Con agrado.]
Ahur.
March. [Mirando i Carolina.]
(Pobre!.... Ya la tengo
más blanda que un cordobán.)
ESCENA VI.
CAROLINA. DOÑA LIBORIA.
CaroL [Levantándose,]
Liboria.
CaroL
Liboria.
CaroL
Qué infamia! qué*osadía!
\ Negar que me ama el necio
y vengar mi desprecio
cortejando á mi tial
Pero usted Oh! nó espero
que al cabo de sus años
crea tales engaños
y ame á tal embustero.
Vengar con ese ardid
mi desamor desea,
Ír acaso que usted sea
a risa de. Madrid.
Si así la fe que ostenta
con las muchachas muda,
¿qué hará con una viuda
que raya en los cincuenta? —
Mas son vanos antojos,
que cuando vuelva y charle
como hoy sabrá usted darlo
con la puerta en los ojos.
No lo digas, ni en chanza.
Eso habia de hacer?
No, no soy yo mujer
de tan mala crianza.
Y aunque con mil extremos
de su amor haga alarde,
¿cree usted que él se guarde
para usted ?
Qué sabemos?'
Y usted le dijo amén !
I4S
EL CUARTO DE HORA.
Ziboria.
Aon no.
Carol.
Y le oyó con gozo?
Ziboria.
Lisonjas de un buen mozo
á todas suenan bien.
Carol.
Pero es extraordinario
que en la edad de mi tía
Ziboria.
Aun tengo yo, hija mía,
el alma en el almario.
Carol.
Sí tal, pero, por Diosl
ajuste usted la cuenta.
De veintiocho á cincuenta
Ziboria.
Catorce.
Carol.
Veintidós I
Ziboria.
Bien Deja con su tema,
sobrina , á c^a loco. —
Ni hay locura tampoco;
que él obra por sistema.
Y él, que no habla en vascuence,
lo explica con tal gracia
Sistema? ¡Es mucna audacia
Carol.
Ziboria.
Si le oyes te convence.
Carol.
Conque es decir que usted ,
aunque un enredo fragua
/
Ziboria.
Nadie dice: de esta agua
no beberé con sed.
Carol.
Tia. la cosa es grave;
los nombres no son buenos;
¡casarse usted
Ziboria.
De menos
nos hizo Dios. ¿Quién sabe
Carol.
Todo eso es mojiganga.
Ziboria.
Tal vez.
Carol.
Tramoya, enredo,
farsa, ficción
Ziboria.
Concedo;
mas si es verdad, qué ganga!
Carol.
¡T usted decide
Ziboria.
Yo?....
N6 9é , pobre de mi I
[Con la mano en el corazón.]
Ortiz.
Este dice que sí.
Carol.
[Con la mano en la frente.]
Esta dice que no.
Ortiz.
Estoy como en un potro.
No sé al fin de la fiesta ,
[Repitiendo la acción.]
Carol.
si este vencerá á esta ,
ó esta vencerá á estotro.
La cosa en conclusión ,
Ortiz.
bella sobrina amada,....
merece ser tomada
en consideración.
Carol.
ESCENA Vil.
Ortiz.
•
Carol.
CAROLINA.
Ortiz.
Para acabar de volarme
i
[altaba la extravafirancia
Carol.
de mi tia. Cuando debe
enviar en hora mala
áese hombre... Mas¿quéme importa?
Allá los dos se las hayan.
Ella llorará su engaño
Í' él llorará mi venganza. —
nsensatol i Pensará
que la que fiel no le amaba,
inconstante y fementido
le ha de querer? Qué bobada!
Y aun fingir otros amores,
aunque ridículos, vaya!;
pero venirme con fieros ,
y aquella risita falsa,
y aquel tonillo burlón ,
Ír ¡la circular Oh! cara
e saldrá la grosería.
[Toca la campánula.]
Á mí ninguno me ultraja
impunemente.
[Á un criado que llega á la puerta.]
Que venga
el señor de Ortiz , y traiga
el álbum.
[ Vise el criado.]
Ah! Será cierto?
Una circular ! De rabia
no veo, y quisiera ser
hombre Si ayer toleraba
su enfadoso galanteo ,
hoy le odio con toda el alma.
ESCENA VLII.
CAROLINA. ORTIZ.
Señorita
Venga el álbum.
[Zo toma con enfado y lo hojea.]
(Ay Dios! Lo toma enojada
Qué será? Qué busca en él?
Hov va á morir mi esperanza.)
Si busca usted, Carolma
Busco, y ya tardo en hallarla,
una hoja 'Que está de más
en este álbum.
¿Cuál... ¿Qué causa..
Si busca usted , señorito,
la que estaba destinada
á mi pincel y á mi nombre ,
todavía
Qué?
Está blanca.
Pues entonces falta una
y otra sobra.
Ahí.... Yo pensaba....
(Respiro otra vez I)
Y mal
EL CUARTO DE HOAA.
Ui
Carol.
Ortiz.
Carol,
OrHz,
Carol,
Ortiz.
Ortiz.
Carol.
Ortiz,
Carol.
Esta es
pnede sobrar la qae falta.
Ortiz, [Animado,]
(¿Qué oigo, cielos 1)
Carol.
la que yo busco.
Ortiz. Ó me engañan
los oíos , ó son los versos
de Marchena.
Carol. Sí. I Mal haya
quien los escribió !
Ortiz. (Ay ! ^ Sabrá
que fui yo )
Carol. Cosa más mala
no la be leído en mi vida.
Ortiz, Pues ¿cómo si esta mañana
Carol. No supe lo que me dije.
Ortiz. Para tan hermosa dama,
pobre es la lira de Herrera ,
tosco el laúd de Petrarca ;
mas bien puede amar un hombre
con delirio , y por desgracia
ser mal poeta.
Es verdad ,
pero el blanco de mi saña
no es el poeta.
(Oh ventura!....)
Sino el amante.
(Ay Dios I ¿Habla
de él ó de mí ?)
Unas tijeras.
Volando I
[Toma unas de la mesa de escritorio
y se las da.]
Para cortarla?
Carol. Es claro. Téngame usted
el dJbwm.
[Lo hace asi Ortiz ^ y Carolina corta
la hoja,]
(Qué linda Parca I)
[Concluyendo de cortar la hoja.]
Apártese usted, que puedo
darle una tijeretada.
Señora Yo (Soy un tonto.
Ahora no encuentro palabras.)
Se echará á perder el álbum
(Ta dije una patochada I)
El iloum es lo de menos. —
Pero esta injuria no basta.
[Hace pedazos la hoja.]
Ortiz, Rompe usted la hoja?
Carol, Sí.
No quede una letra sana.
Ortiz. Grave motivo sin duda
Carol. Sea cual fuere la causa ^
para mí ese hombre acabó.
Ortiz. (Oh boca de miel y de ámbar ! )
Mas si viene arrepentido
Carol. Le volveré las espaldas, —
II.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carot.
Ortiz,
Petra.
Carol.
Ortiz.
Carol,
Ortiz.
Carol.
Ortiz,
Carol,
Dígaselo usted así.
Bien. (CielO) á mí me lo encarga I)
Y el dioujo prometido?
[Toca la campanilla.]
Lo haré, lo haré sin tardanza. —
¿Acabaré de rasgar
esta hoja? "^
[Mostrando el wÁrgen que quedó de la
que cortó Carolina.]
No. Se planta
otra encima
Sí, señora.
[Entfando.]
Señorita
Así no salta
la del otro lado.
Bien.
[Á Petra.]
Ve á mi tocador y aguarda.
[ Vase Petra,]
Medio pliego de marquilla
No. Mejor será una estampa.
Cuál pondremos?
Qué sé yo?....
La cabeza de Diana.
ESCENA IX.
ORTIZ.
Oh divina criatura 1 .
¡Y yo, corazón de mandria,
temia ¡Y después de oir
tan halagüeñas palabras
no la digo mil locuras
y no me arrojo á sus plantas
y muero de gozo en ellas f
Porque \ no hay duda 1 me ama.
Menosprecia á mi rival;
me lo dice á solas; rasga
sus versos ^Y la donosa
monería con aue amaga •
mi mano con las tijeras,
y se sonrio y exclama :
«apártese usted, que puedo
darle una tijeretada?»
Si yo no fuese un estúpido
la hubiera dicho: «Otra llaga
más profunda me han abierto
esos ojos en el alma.» —
¿Y darme á mí la sabrosa
comisión dé echar con cajas
destempladas al compadre
andaluz? ¡Y con qué gracia
para remendar la hoja ,
en buen hora mutilada,
29
450
EL CUARTO DE HORA.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
OrHz.
Petra.
dijo al partir: «ponga usted
la cabeza de Diana !»
Qné más prueba de su amor? —
Feliz décima prosaica ,
[Recogiendo los pedazos.']
recogeré tus fragmentos
como si fueran de plata.
[Contemplándolos.]
Trofeo sois de mi dicha
[Viendo á Petra los guarda ytaitih
mar el álbum.]
(¿Quién viene. . . Ella. . . Es la criada.)
ESCENA X.
PETRA. ORTIZ.
(Se turba al verme y esquiva
el peligro de un desden.
Al ñn me obligas, mi bien,
á tomar la iniciativa.)
Oiga usted, señor de Ortiz.
[ Volviendo la cabeza.]
Ahí..., Voy
[Cierra el álbum.]
(De un modo indirecto...
Me da lástima en efecto
y quiero hacerle feliz.)
[Sk acerca i Petra quedando enfrente
de ella y déla puerta por donde se fui
Carolina.]
.
Qué se ofrece, amable Petra?
Hay una hermosura aquí
que usted idolatra
Ahí sí.
ÍNo digo? Al pié de la letra.)
^ero usted , joven modesto
y tímido en demasía ,
no le ha dicho todavía:
Ío te amo con ñn honesto,
emo tanto sus enojos I
Es algún gato montes?
Mas ya muestro mi ínteres
por rodeos...., con losoios
No lo echa la dama bella
en saco roto. Es ladina
To (La dama es Carolina,
sí. Viene de hablar con ella.)
Deja usted pasar los dias
por un liviano temor.
Sí, acaso
Pero el amor
sabe igualar jerarquías;
y ella na soltado tal vez,
sin ofensa del recato,
prendas que del más pacato
vencieran la timidez.
Ortiz. Ah I sí. Ya es delito y grave
mi silencio.
Petra. Yo lo digo,
y haga usted cuenta, mi amigo,
que de ella misma lo sabe.
Ortiz. ¡Cuánto te duele mi pena,
Petrita, y cuánto agradezco
Petra. Sin otras pruebas que ofrezco,
dígalo el pobre Marchena
Ortiz. Tronó; lo sé.
Petra. Y más de cuatro
que quisieran merecer
la dicha
Ortiz. [Bntusiasmado.]
No más I ¡Mujer
celestial , vo te idolatro !
Petra. ^Gracias a Dios ! ) Eso sí 1
Al galán le toca hablar.
Yo ¿qué más me he de explicar?
Ortiz. Todo te lo debo á ti,
lioda Petra.
Petra. * Y cuando el lazo
venturoso
Ortiz. Oh ! cuanto quieras.
Tuyo soy de todas veras.
Petra. Ay Ortiz I....
Ortiz, [Fuera de si.] Dame un abrazol
[La abraza.]
Petra. [Sin desviarse.]
¿Qué hace usted
Ortiz. Sin juicio estoy.
Petra. Pero estando ya resuelta
la
[Ortiz se desprende de los brazos de
Petra y pasea con suma agitación]
Ortiz. Qué gozo !
Petra. (Ya me suelta!)
No me ofendo.. «..
Carol. [Dentro.] Petra I
Petra. Voy I
Ortiz. [Siguiendo i Petra.]
Yo también , que mi alegría
ya no consiente demora,
y
Petra. No, no entre usted ahora,
que no es tiempo todaví^
[ Vase cerrando la puerta.]
ESCENA XL
ORTIZ.
Volveré loco de amores
á jurarla eterna fe.
Ahora es probable que esté —
ay Diosl — en paños menores.
[ Vase llevándose el álbum.]
EL CUARTO DE HORA.
iU
ACTO CUARTO
ESCENA I.
ORTIZ.
Qué angustia I Petra no sale;
no me llama Carolina
¿Si aquella declaración
por embajada sería
nn capricho de los suyos
y ya. estará arrepentida?
¡ Quizá me supone loco
y se ha propuesto la impía
mofarse de mí I T ¿ no pudo
equivocar la consigna
su doncella? ¡ Ay infeliz ^
que ya Helado creia
el cuarto de hora Han abierto
la puerta. ¿Será ella misma
No. Es Petra
ESCENA 11.
ORTIZ. PETRA.
Petra. [ Viene llorando,]
Ay Ortiz dé mi alma!
Ortiz. • Qué es eso? Lloras 1 suspiras!....
Petra. Carolina es inflexible.
Ortiz. i Qué oigo!
Petra. Corazón de víbora !
Ortiz. i Es posible I . . . .
Petra. j Ella no ama,
ni amó jamási
Ortiz. Oh desdicha I
¿Conque me desahucia?
Petra. Ah I sí ;
nos desahucia!
Ortiz. ¿Cdmo... Explica...
Ños desahucia?
Petra. Sí, señor.
Le he contado la recíproca
ternura de nuestras almas
Ortiz. Sí, de la tuya y la mia!
(Pecador de mí!)
Pet9*a. ¡T me ha dado
un sofión I
Ortiz. ( ¡ Cayóme encima
el castillo que en el aire
fttbficó mi tontería ! )
Petra, ¡Qué abatido y pesaroso
está usted ! No es maravilla.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
¿Quién habia de pensar
Sí, ya ves..... (¡brava conquista
hemos hecho ! )
Yo he creido
Sue era un acto de política
arle parte de la boda
(La boda!)
T me prometía
un buen regalo nupcial
siendo ella nuestra madrina;
mas ya me pesa en el alma
Yámí!
Mi orgullo se irrita
de un paso tan imprudente.
Apuesto á que mis mejillas
están ardiendo. — Pues ¡digo!
lasdeüBted
Echando chispas.
Si es natural ! (Voto á briós I )
Mirarme, soltar la risa
suponiendo que mi triunfo
es ilusión ó mentira,
y sin dejar que me explique
exclamar hecha una arpía :
a ¿Quién es ella, la muy zafia,
Sara aspirar á la dicha
e casarse con Ortiz?;»
De veras? (Esto varía
de aspecto. No pierdo aún
la esperanza.)
Yo al oiría ,
bajo los ojos y callo,
que la vergüenza y la ira
me echan un nudo á la lengua.
Yo zafia. Virgen jautísima!
Yo, Petra Alfonsa Barrientes !
Yo, que soy por ambas líneas
No te sofoques. (Si ahora
la desengaño, me tira
de los pelos.)
Zafia yo! —
Ha estado usted en Menjíbar?
No, pero
Pues allí están
las armas de mi familia.
Un grifó, cuatro calderas
Sí, sí, va tengo noticia
Mi tio don Baltasar
Maldonado
[iSonriéndose.] (¡Qué ridicula
vanidad ! )
[Observándole.]
Se rie usted?
Es que Tengo una alegría
^ i
452
Petra.
Ortiz,
EL CUARTO DE HORA.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
Petra.
Ortiz.
(Disimulemos.)
¿Qxké escncho!
Sí, Petra I Mi pecho abriga '
un corazón entusiasta ,
que redobla su energía
cuando otros menos ardientes
desmayan y se acoquinan.
Sí?
Los obstáculos son
la salsa más exquisita
del amor. To los quisiera
de aquellos que ponen grima;
grandes y terribles
¡Oh dulces
palabras que me electrizan I
Como los trabajos de Hércules.
Ortiz miol
(Pobrecillal)
T quién se apura por eso?
Lo que urge no es la madrina,
sino
Pe^a. [Con prontitud.]
El marido.
Ortiz. [Lo mismo.] La novia. •
Petra, roí mí, si quieres que riña
ahora mismo y nos marchemos
aunque sea á una guardilla
Ortiz. No. Todo se compondrá.
Al fih cederá la niña;
lo espero. Yo la hablaré
( ¡ Pues no tiene poca prisa
la Barrientos I )
Petha. Como quieras.
Ortiz. No te des por entendida
Petra. Bien.
Ortiz. Y hasta el. momento crítico
te aconsejo que suprimas
cuando haya testigos ese
tuteo que es mi delicia.
Petra. ¿Qué plan es el tuyo
[Suena dentro una campanilla.]'
Voy!
Ortiz. f Qué oportuna campanilla I )
Adiós, adiós Hablaremos
despacio
Petra. Adiós, vida mia.
ESCENA HI.
ORTIZ.
Ea ! sonó el cuarto de hora
de esa pobre. — Y la maldita
pudiera comprometerme.
{ Yaya , que es rara manía
figurarse Siento pasos. —
Es mi amada Carolina.
ESCENA IV.
CAROLINA. ORTIZ.
Carol. Me alegro de ver á usted.
Ortiz. Señorita , siempre estoy
anhelando
Carol. Estamos solos?
Tenemos que hablar los dos.
Ortiz. ( Ah cielo l) Solos estamos.
Carol. Mitia
Ortiz. Al jardin bajó.
Carol. Estamos reñidas.
Ortiz. ¿Qué oigo!
^uedo saber la ocasión
Carol. Es mi rival.
Ortiz. ¿Es posible!
Desde cuándo?
Carol. Desde hoy.
Ortiz. (¿Se habrá prendado de mí
como la otra?)
Carol. El señor
de Harchena
Ortiz. Ya ! Se trata
del andaluz (¡Es que soy
muy necio!)
Carol, En un arrebato
de vengativo furor
se declaró su galán ,
y como es tan embrollón
que juraria muy serio
que es de noche haciendo sol ,
asómbrese usted! la pobre
de mi tia le creyó.
Ortiz. ¿ Y quién sabe
Carol. Mas cuando ella
lo reflexione mejor,
esa nube que la ofusca
se disipará veloz.
Ortiz. (Ahora conviene llevar
la contraria.) ¿Qué sé yo !
Cuando el diablo se apodera
de una señora mayor
Carol. Mi tia conocerá
que esa es una burla atroz ,
infame
Ortiz. Y si no lo fuese?
Carol. Tan joven y hombre de pro,
¿iria á buscar Marchena ,
consorte en un panteón?
Ortiz. Al ñn, aunque entrada en años,
no es ningún monstruo feroz
doñaLiboria. Es muy rica,
y esta es una tentación..:..
Carol. Oalan que me quiso á mí
¿pondría en ella su amor?
Ortiz. No trato yo de poner
en absurdo parangón
la tia con la sobrina.
¿Quién compara el arrebol
del alba con las tinieblas
y la zarza con la flor?
CaroL
Ortiz*
CaroL
Ortiz.
CaroL
Ortiz,
CaroL
Ortíz.
CaroL
Ortiz,
CaroL
Ortiz.
CaroL
Ortiz,
CaroL
Ortiz.
CaroL
Ortiz.
CaroL
m
Ortiz.
CaroL
Ortiz.
CaroL
Ortiz.
[Desconceríado.]
¿Yol ¿Dónde.
Ála
[Lo hace.]
mesa.
Voy.
Será usted mi secretario
de cámara
Tanto honor....
Tome usted papel y pluma.
Muy bien está. (¿Qué intención
podrá ser la suya?) ¿Carta
para alguna amiga?
No.
Es carta para un galán.
Hágame usted el mvor
de escribir lo que yo dicte..
(Un galán ! Sí seré yo?)
«Señor don Pedro Marchena.»
[ Vivamente.]
Cómo?
Yo hablo en español. —
«Señor don Pedro...»
[Escribiendo J\ «Don Pedro. . .»
«Marchena.»
(Sin remisión
le ya á despedir.) «Marchena.»
EL CUARTO
Pero no todos los hombres
son iguales , y la voz
del resentimiento suele
ahogar la de la razón.
Qué sofístico está usted !
¡Qué sutil procurador
de malas causas I
Señora
(Armas contra mí la doy !
En nada acierto.)
No es mucho
que defienda con calor
semejante extravagancia
un hombre que, acá Ínter nos,
ama con tan poco gusto
y con tan poca ambición.
Ah I Lo dice, usted por Petra?
Ese ha sido un quid pro quo.
Esa muchacha está loca)
ó alguna conjuración,
algún ¡Por Dios, Carolina,
no la crea usted , por Dios 1
(Pobre mozo I)
¿Quiere usted
que la llame y
No, señor.
¿Qué me importa á mí
• No es ella
?uien reina en mi corazón.
>tra
{Interrumpiéndole.]
Bien. Siéntese usted.
DE HORA. 159
CaroL «Mi aprecíable amigo.»
Ortiz. (Ahí i Soy
. perdido!) Apreciable?
CaroL Sí.
Ortiz, «Amigo.»
CaroL «Hay culpas que son
imperdonables.»
Ortiz. (Bien! bien!)
CaroL «Pero podré sin rencor
escuchar »
Ortiz . (Malo ! ) «Escuchar. »
CaroL «Los descargos de usted.»
Ortiz. (Oh!....)
«Descargos de usted.»
CaroL «Y acaso
perdonarle »
Ortiz. (Yo me voy
á desmayar.) «Perdonarle »
CaroL [Acercándose.]
■
Qué torcido va el renglón !
Ortiz. Tengo hoy un pulso tan malo ! . . . .
Vea usted
CaroL Eso al doctor. —
Acabemos el período.
«Si luego que dé el reloj
las nueve...»
Ortiz. (AyDios!)
CaroL «Viene usted
á pedirme absolución.»
Ortiz. Pero esto es darle una cita !
CaroL Claro está que se la^ doy.
Escriba usted.
Ortiz. (Ah!) «Las nueve...»
Si aun le tiene usted amor,
¿por qué escribirle de mano
ajena?
CaroL Esta precaución
Euede ser útil. Jamás
a visto mi letra.
Ortiz. No?
Pero conoce la mia.
CaroL Oh! cuánta contradicción!
Pues bien, ponga usted: «Post data.
No escribo yo misma por »
Ortiz. €Post data.»
CaroL Por qué diremos ?
Ortiz. (Triste de mí í)
CaroL «Porque estoy
sangrada.»
Ortiz. \Asusta¿lo.] Sí? De qué mano?
CaroL De ninguna de las dos.
Ortiz. Ah! Creí
CaroL ' Feliz idea!
Vendrá muerto de dolor
Ortiz. «Sangrada.»
CaroL Y tierno , amoroso
como nunca.
Ortiz. (Maldición !)
Y cuando muerta lloraba
la esperanza que abrigó ,
oirá el dulce j¿
CaroL Al contrario;
Ortíz.
CaroL
EL CUARTO DE HORA.
un nó de marca mayor.
[Ctm alegría.]
¿Qué oigo! Carolina!
Quiero
castigar bu presunción;
despreciarle , escarnecerle ,
y que aprenda desde hoy
a conocer el menguado
quién es él y quién soy yo. —
Hi nombre deDajo; el soore ;
que Ueye pronto Muñoz
el billete y
[jSonriéndose.]
Muchas gracias ,
señor secretario. Adiós.
ESCENA V.
ORTIZ.
•
Soy dichoso I Le aborrece.
Quiere postrarle á sus pies
para tratarle después
con el baldón que merece.
No temo ya cual temí
que un rival mi bien destruya.
En cada derrota suya
veo un triunfo para mí.
{ Tanta franqueza conmigo
cuando mi pecho la adora
y sé yo que no lo ignora ,
que harto sin hablar lo digo!....
Mas tan extraño rigor
de celos puede nacer,
y Carolina es mujer,'
y no hay celos sin amor!
Si le mira con desprecio ,
por qué á verle no renuncia?
£l desprecio no se anuncia
con un temporal tan recio.
No me fio de su saña,
que , ciegos por la pasión ,
nuestro mismo corazón
muchas veces nos euj^ña.
Si me ama, bendito Dios!;
si ama á otro , me aniquila;
mas si entre los dos vacila,
quién vencerá de los dos?
Quizá su perdón no alcance
el orgulloso narciso ,
pero I esa cita!.... Es preciso
evitarla á todo trance.
Con gemir como un pobrete
¿qué hago yo? El papel de tonto.-
Intriguemos Por de pronto,
yo no le envió el billete.
Veremos qué viento sopla
Ah qué idea! Singular!
Pongamos en su lugar
los fragmentos de la copla.
[Los saca,]
Aquí están. Fuera pereza!
[Lesppns una cubierta,]
Cuando rompa el sobrescrito
y los vea, — ^pobrecitol —
se va á quedar de una pieza.
[Taca la campanilla y luigo escribe
el sobre.]
Aiiora con mano veloz
finjo letra de mmer
Perfectamente! Oh placer!
[Entra un criado.]
Toma e^ta carta, Muñoz.
ÍOh ventura! No habrá cita.)
elévala al instante (¡pobre
Marchena!) á quien dice el sobre.
Lo manda la señorita.
[ Vase el criado con la carta.]
•
Si yo no canto victoria,
al menos la hermosa prenda
no será de aquel fachenda
Qué traerá doña Liboria?
Orliz.
Liboria.
ESCENA VI.
DOÑA LIBORIA. ORTIZ.
Liboria. Vamos á tener los dos
un rato de conferencia,
amigo Ortiz.
En buen hora.
Nadie como yo desea
complacer á usted
Mil gracias.
Hábleme usted con franqueza.
¿Cree usted que una mujer
que frisa ya en los cincuenta
puede pensar sin escándalo
en dar que hacer á la iglesia
casando en segundas nupcias
con un prójimo de treinta?
Sí creo, si, como usted,
la contrayente conserva
en otoño sazonado
ambientes de primavera.
Liboria. Cuidado, señor de Ortiz,
que yo no pido halagüeñas
lisonjas, sino consejos
Ortiz.
1
EL CUARTO DE HORA.
455
Ziioria.
Liboria,
Orfíz.
Liboria.
OrHz. Lo digo de todas veras.-
(La adularé,' que es preciso.)
No dude usted que hay bellezas
estacionarias. Las damas
como usted nó tienen fecha.
(Ya son dos los que lo añrman.
Tal vez el espejo mienta.)
Pero con mi fecha y todo ,
que es positiva y auténtica ,
¿cree usted que, prescindiendo*
de si tengo ó no talegas ,
haya un joven tan filósofo
que por consorte me quiera?
Ortiz. Sí creo, que en este siglo
de las luces nos presenta
fenómenos singulares
la sabia naturaleza.
¿Cree usted que ese filósofo
sea don Pedro Marchena?
Sí creo , y confieso y juro,
que ha dado más de una prueba
de buen gusto
Con efecto.
Mi sobrinita es muy bella,
y fuera temeridad
ponerme yo en competencia
Ortiz, 1 por qué no? ¿Es por ventura
esa niña alguna Elena,
alguna Yénus? (¡Ay Dios,
si Carolina me oyera I)
Tiene veinte años I
Qué importa?
No es su hermosura de aquellas
que llamo yo impermeables
(maldita sea mi lengua!),
perennes La especie humana
cada dia degenera,
Ír hay cpmplexiones (No sé
o que me digo.) En fin ¡ si ella
no le quiere I....
¿Usted presume....
Oh ! lo sé con evidencia.
Me lo acaba de decir :
le tiene por un babieca.
Pues en eso se equivoca.
Vivo es como una centella.
Sí, señora, y muy galán,
muy donoso (Qué blasfemia!)
Interesante figura!
Mucho ! (Quemada la vea I)
Si es verdad que no le quiere
Nadal Y dice que se alegra
de que case con usted,
pues con eso se liberta
Nt) puede ser. ¡ Si decía
no ha mucho que era grotesca *
y extravagante la boda ,
y me puso esta cabeza
de reflexiones morales
y físicas Santa Tecla !
Ortiz. Es porque entonces no estaba
convencida de ser cierta
la pasión de ese individuo.
Liboria.
Ortiz,
Liboria,
Ortiz.
Ziboria.
Ortiz.
Ziboria.
Ortiz.
Liboria.
Ortiz.
JKboria.
Liboria.
Ortiz,
Liboria,
Ortiz.
Liboria.
Ortiz,
Ahora ya no duda de ella.
¿De quién sabe
De él , de usted ,
de mí, de la casa entera,
de todo Madrid. ; Si ya
no se habla de otra materia
en los cafés , en la Bolsa 1 . . . .
(Estoes mentir sin conciencia.)
Luego ¿él se lo dice á todos
¡Y estoy viendo que lo inserta
en los diarios !
I Me va
á comprometer!
Simpleza!
No hay compromiso tratándose
de relaciones honestas
Liboria. Quién lo duda? En esta carta
bien claramente lo muestra.
Léala usted.
[Se la da.]
Ortiz. [Leyendo.^ « Gara esposa »
Ya da la cosa por hecna.
¿No deciayo.....
[Siffue leyendo para si.]
Liboria, Temiendo
que se repita la escena
de esta mañana, me pide
Ortiz. [ Volviendo la carta d doña Liboria.]
Sí, ya lo veo, una audiencia
reservada; y es preciso,
forzoso que usted acceda
No acabo de decidirme.
I No sea que me arrepienta
luego
No hay motivo, que es
muy caballero Marchena,
y no sería capaz
de atrepellar (á una vieja.)
No es mi honor el que peligra;
basta que yo lo defienda;
sino el concepto en que estoy
de mujer prudente y cuerda. —
Aun siendo cierto el cariño
que don Pedro me pondera
¿quién me libra de las sátiras
de mujeres y poetas ?
Ortiz. Ni poetas ni mujeres
impedirán que usted sea
venturosa.
Liboria. ¿Y si don Pedro
me engaña?
Ortiz. No hay apariencia
de tal cosa. — Y sobre todo,
señora, el que no se arriesga
no pasa la mar. Las truchas
á pié enjuto no se pescan....,
ni se muere cada dia
un obispo. El tiempo vuela ;
la ocasión es calva
Liboria. Cierto;
Liboria,
Ortiz.
- Liboria.
456
EL CUARTO DE HORA.
Ortiz.
Libaría.
Ortiz.
Ortiz.
7 andarse con etiquetas
a mi edad
Es bebería.
T ello, hay qne darle respuesta
Pronto se escribe un billete.
Aquí hay papel, tinta, oblea
Liboria. Un billete ? No me atrevo,
qne si es todo estratagema
y él obra de mala fe
¡Válgate Dios Ahí una idea.
Escriba usted de su puño
sin nombre y sin cruz ni fecha:
«Esta noche en el jardín.»
Liboría. Bien I Á estilo de comedia
de Tirso ó de Calderón.
Ortiz. {Llamándola i la mesa, v qfreciéndole
una pluma,]
Pues I vamos I
Liboría, [Yendo d la mesa,]
Con que ¿1 me entienda,
es lo bastante.
[Eecríbiendo.]
<rEsta noche
en el jardín.»
Ortiz. Bien. Be cierra,
se le pone el sobrescrito
Liboria. [Cerrando el billete y poniéndole oblea*]
No. Para mayor reserva
irá sin él.
Ortiz. ( Tanto escrúpulo! . . . .)
Corriente.
Liboria. Ta está.
Ortiz. [Tomando el billete.] Pues venga.
[Yéndose.]
Lo haré llevar al momento....
Liboria. Oiga usted! ¡Que no lo sepa
Carolina !
Ortiz. Pierda usted
cuidado. (Todo se arregla
á pedir de boca. Luego
¡ salga el sol por Antequera ! )
ESCENA VII.
DOÑA LIBORIA.
- Ay I de peüsar en la cita
el corazón me palpita.
Cual si luciera otra vez
en la vejez
mi lozana primavera,
huirá del alma el esplin
con la dicha que me espera
esta noche en eljardin.
Noche, tu curso apresura;
no retardes mi ventura.
Los ojos del andaluz
sean mi luz ,
y su grata voz mi gloria
cuando tierno palaain
me diga: te amo, Liboria,
esta noche en eljardin.
Caro difunto Melquíades,
duerme en paz y no te enfades.
Tantos años de viudez!:...
Qué pesadez !
Perdona si al largo duelo
pone tu Liboria nn;
perdona si me consuelo
esta noche en eljardin.
Mas si al cabo de mis años
lloro pesares y engaños;
si esto se vuelve después
un entremés ;
si el galán dice no hay mus ,
mentí como un galopín,
me va á dar un patatús
esta noche en el jardín.
No, aue Marchena es hidalgo
y sabe lo que yo valgo,
y no ha de hacerme traición
mi corazón.
Ah I ya estoy fuera de quicio'
con la boda y el festín
y el Voy á perder el juicio
esta noche en el jardín.
AGTO QUINTO.
ESCENA I.
CAROLINA.
Venganza mía, va tarda
tu ansiado triunfo halagüeño.
¡ No sabe lo que le aguarda
el compadrito rondeño!
Ya arrodillado le miro
con amante contrición
entre uno y otro suspiro
implorar mi compasión. —
Me ama, sí; la imagen mía
reina absoluta en su pecho,
y se burla de mi tía
6 no sabe lo que ha hecho.-
EL CUARTO DE HORA.
4S7
Petra.
Mas si arrepentido llora ,
Sor qué le reservo un no?
[as si en efecto me adora,
por qné le aborrezco yo?
bi él se muestra yengativo
es porque yo fui cruel.
I Era tan leye el motivo
que me indispuso con éll....
To culpé su indiscreción ,
pero ¿soy yo más discreta?
Kl no fuera fanfarrón
si yo no fuese coqueta.
Cuando en su plácido error
tuvo por seguro el sí,
fué en él exceso de amor
lo que fuera orgullo en mí;
y bien merece mi indulto
el galán que en su demencia
creyendo nacerme un insulto
se na impuesto una penitencia ;
que mostrarse ebrio de amor
por una vieja, aun en broma,
es penitencia mayor
que ir descalzo de aquí á Roma. —
Poro otro amante más fino,
aun perdida la^ esperanza,
no hiciera tal desatino
ni de veras ni de chanza.
Ahí está ese pobre Ortiz
que , amándome con delirio,
ni siquiera el infeliz
se queja de su martirio.
I Para que él pudiera el cuello
á otra mujer humillar I
¡Para que él dijera aquello
de la infame circular!
Oh! si amor diese la palma
al más rendido y más fiel
£1 otro tiene más alma
Pero ¿quién se fia de él?
No obstante , él me amó primero,
y al cabo ía antigüedad
Es bizarro caballero
en persona y calidad. —
Pero Ortiz es como un oro,
y sus prendas Justo Dios!
¿Cuánto va á aue me enamoro.. ..
de cualquiera de los dos?
No sé qué pasa aquí dentro.
Quién vencerá?.... Dios lo sabe!...
Pero ello es que yo me encuentro
en una crisis muy grave ;
y voy perdiendo la calma,
y ya con grito importuno—
ay ! — ^me está diciendo el alma
que es fuerza querer á alguno.
ESCENA 11.
CAROLINA. PETRA.
ÍDios la ampare, si se aflige.)
j señorita! Oh maldad!....
CaroL Qué hay?
Petra. (Pero mi Ortiz lo exige...
Y no comprendo en verdad....)
CaroL No hablaras ?
Petra, Tengo una pena!
¿ No esperaba usted — aleve ! —
al caballero Marchena?
CaroL No tardará. Son las nueve.
Petra, Pues le espera usted en vano.
Le he visto junto á la noria
del jardin.
CaroL .Sí?
Petra. Ma<io á mano
CaroL Con quién?
Petra. Con doña Liboria.
CaroL . Eh ! casualidad
Petra. Que no!
El galán pidió una cita
CaroL Y mi tía se la dio?
Petra, Sí señora , señorita I
Por detras de los enebros
los vi. Están como unos topos.
Él decia i unos requiebros I....
y ella ivaya, unos piropos!....
CaroL Cómo!....
Petra, El diantre de la vieja !
CaroL Vamos, si no puede ser!
Yo no
Petra. Si abre usted la reja
desde aquí los puede ver.
CaroL [Abriendo la reja.]
Oh ! sí. Retira esa luz.
Observar^ sin ser vista
Petra. [Retirando la luz.]
Al fin hombre y andaluz !
[Abierta la reja, aparecen sentados
en un banco del jardin doña Liboria
y Marchena y mostrando en los adema"
nes que es muy animada su conver^
sacian.]
CaroL Allí están. Ah! Dios me asista!
Petra, Quiere usted más regocijo?
CaroL ¡Y mi tia se enamora
Petra, Toda mujer, como él dijo,
tiene su cuartito de hora.
CaroL Su cuartito de hora! ¿Y cuándo
te lo dijo?
Petra, Esta mañana.
Por cierto que estaba hablando
de usted....
CaroL [Con enfado.]
Cierra esa ventana.
[La cierra Petra.]
Petra. Y aun por eso yo presumo
aue él ha tepdido la red
a la tia
CaroL ( Me consumo ! )
458
Petra.
Carol.
Petra.
EL CUARTO DE HORA.
Carol.
Petra.
Carol.
Petra.
Ortiz.
Carol.
Ortu.
Carol,
Ortiz.
CaroL
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Para dar celos á uBied.
Celos yo? Qaé disparate I
Y que al fin tiernay sumisa
Mas ¡ qué error I ¡ un botarate
como el]....
{RUndose.l
Á mí me da risa.
Ria usted también
(Con risa forzada.] Sí , sí
)e ese amor de cnirinola.
Sí, pero yete de aquí,
que quiera reírme sola.
(Rabiando está. Dios es justo.)
[ Vase por la puerta de la izquierda,
que queda eutorfíoda.]
ESCENA III.
CAROLINA.
Si es cierto que ama á mi tia,
digo que es hombre de gusto!
Vamos > yo le arañaría.
ESCENA IV.
CAROLINA. ORTIZ.
[Á la puerta de la derecha con el
álbum.]
Carolina, buenas noches.
Si usted me da su permiso
Sí, sí; entre usted.
[Acercándose.] Como s¿
que don Pedro no ha venido
á la cita...., ni vendrá,
porque en el jardín le ne visto
Sí,* ya sé
En dulce coloquio
con doña Liboria
Indigno I
Aprovecho esta ocasión
para venir con el libro
Ay, Ortizl Estoy volada.
No se logró mi designio.
No me vengo de un villano
Sí tal. Ó es cierto el cariño
qae muestra á doña Liboria,
y en la culpa va el castigo;
ó lo finge, y es peor;
que, como dice el. antiguo
refrán , al que escupe al cielo,
en la cara
Eso es muy lindo^
pero yo quiero vengarme;
yo misma, y no lo consigo!
Y en mi casa y á mis ojos ,
sea 6 no sea artificio,
á otra mujer galantea,
y para mayor ludibrio
tiene en su poder mi carta,
* la carta en que yo le cito!
Esto me inquieta, me aflige,
me desespera. No aspiro
á su amor. En hora buena
sea cortejo, ó marido
de quien quiera... Qué me importa?
Pero ¡ mi carta , Dios mió I
Ortiz. Sosiégúese usted. La carta
descansa en este bolsillo.
[La saca y Carolina la toma.]
Carol. La ha devuelto?
Ortiz. No, señora.
Es que no la ha recibido.
CaroL Así cumple usted mis órdenes? .
Ortiz. Doña Liboria me dijo
2ue esneraba en el jardin
su Marchena querido,
y por no exponer á usted
a un desaire
Carol. Ese peligro *
era quizá imaginario.
Ortiz. A la prueba me remito. —
Mas SI- lo que usted queria
era humillar al altivo
andaluz, completamente
su deseo se ha cumplido.
Carol. De qué modo?
Ortiz. Un pensamiento
me ocurrió muy peregrino,
y sin vacilar lo puse
en práctica.
Carol. No concibo
Ortiz. Detras de la mesa estaba
hecha doscientos añicos
aquella nefanda copla
que usted con justo motivo
arrancó del ilium.
Carol. Bien ,
y qué?
Ortiz. Bajo un sobrescrito
le remití los pedazos....^
Carol. ¿Qué oigo I Con recado mió?
Ortiz. Claro está.
Carol. I Es muy singular
el interés que yo inspiro
al señor de Ortiz!
Ortiz. ' Señora,
vo sentiría infinito
haber errado
Carol, (Me quema
con ese aire de novicio.)
Ortiz. Mas para enmendar mi error
hay un medio muy sencillo.
Del cambio de los pápeles
discúlpese usted conmigo,
y envíele
Carol. Qué?
Ortiz. La carta....
EL CUARTO DE HORA.
i59
Carol.
OrHz.
Carol.
OrHz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol,
Ortiz.
Carol.'
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol,
Ortiz.
Carol.
Ortiz,
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carola
Sí y á buena hora!
El camino
desde aqní al jardín no es largo.
Pues ya I
Se pide permiso *
ádoña Liboria
Dale!
Si no quiero! Qué suplicio!
Ya que está usted tan airada
contra mí
No.
He retiro.
No, señor. Quédese usted.
Entiendo. Será preciso
que usted se Toogue en alguno.
Sí} señor.
Pues me resigno
á ser la yíctíma.
Usted?....
Si es tan grave mi delito
\Con ironía. \
No tal! Usted procedió
con la inocencia de un niño.
Señorita
A ver? Veamos
el dibujo
[Adriendo el álbum.]
(¡Llegó el crítico
momento !)
[Da d Carolina el álbum aüerto, y en
seguida torna una luz para alumbrar
con ella.]
• Aquí está.
[Examinando el didujo.]
Una joven ,
con aire contemplativo^
puesta en el pecno una mano
y otra en la frente
Eso mismo.
Cómo se parece á mí !
Es muy posible. He querido
pintarla muy bella.
iVaya,
que es donoso el estribillo I
En todo lo que usted pinta
danza mi cara.
¡ Si es vicio
que ha tomado ya la mano!
Nunca podré corregirlo.
Ortiz!.... — Prosiga). Dos genios
la cercan. Ck)n ceño esquivo
y ñero ademan, el uno
alza la frente al empíreo. —
Quién es este caballero?
El orgullo. Así lo pinto
Señor de Ortiz !
Todo es pura
alegoría. Caprichos
de pintor
SI otro ^niQ
se da cierto aire á Cupido
y está á los pies de la ninfa
como pidiendo un asilo
Quién es esta criatura ?
Ortiz. Si usted le ha reconocido
será el amor; y si no,
cualquier pelón del íiospicio.
Carol. Ortiz I . . . . — A cierta distancia
un caballero distingo
con aire ufano y sonrisa
de triunfo. — Calle ! ¡ Es el vivo
retrato del. andaluz !
Ortiz. Tal vez • To he pintado ad Ubitum. . . .
Carol. Señor de Ortiz ! . . . . — Con el dedo
muestra hacia el opuesto sitio
un reloj , pero una nube
se lo oculta.
Ortiz. Está entendido.
Carol. Y entre tanto una figura,
que lleva por distintivo
corona y palma , se escapa
de sus manos.
Ortiz. A mi juicio, .♦
esa es la victoria.
Carol. Ortiz!....
OrHz. Carolina!
Carol. ¿Y qué destino
tiene aquí el reloj ?
Ortiz. Ninguno.
Sirve de adorno.
Carol. (¿Habrá pillo!....)
Apunta las nueve y cuarto....,
y esa hora tiene el mío!
Ortiz. Sí ? Casualidad
CaroL Ortiz! —
Con gesto humilde y contrito
á estotro lado hay un joven
Ortiz. (Ahora pierdo los estribos ! )
[Queda en la actitud que va i descri'
bir Carolina.]
Carol. [Mirando i Ortiz furtivamente.]
Con una mano en el pecho;
. y al parecer tiene fijos
con suma inquietud los ojos
en el reloj consabido.
Ortiz. Ah !
Carol. Pero ¿qué tiene usted ,
que se le escapa un suspiro
y tiembla como el azogue?
Nada Estos nervios malditos!. ••.
¡ Se le cae á usted la luz
de la mano!
Ya la afirmo
Mejor estará sobre ese
velador. .
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
[Muy turbado.]
Es positivo.
[Pone la luz en el velador que estará
inmediato d la reja.]
460
CaroL
Ortiz.
Carol.
EL CUARTO DE HORA.
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
CaroL
Se pone nsted malo?
No,
pero el calor del estío
Ya se me pasa.
Abriremos
la reja.
{Abre la rejayqueeUtn los dos eti'
frente de ella. Vuelve i descubrirse la
pareja del jardín. Marchena mira al
gabinete y gesticula con muestras de la
más viva inquietud. Doña Liboria
procura ocupar su atención , pero sólo
lo consigue momentáneamente. Petra
asoma la cabeza por la puerta de la
izquierda i la vuelve á retirar al ins-
tantey y repite esta acción varias veces
hasta el fin de la escena,]
Siente usté alivio?
Oh I sí, señora. (Nos ve
mi rival. Qué compromiso!)
Acabe usted de explicarme
el dibujo. Este individuo
¿quién es? Yo no reconozco
sus facciones.
(Jesucristo!....
Está ciega?)
Este es, sin duda,
un personaje ficticio,
ideal.
Ortiz. [Desanimado.]
Eso, sí; un ente
de razón.
Carol. El pobrecillo
imucho debe de sufrir!
Ortiz. Oh! sí, señora; muchísimo!
Carol. Pero como está pintado
y tiene cerrado el pico,
rvaya usted á averiguar
la causa de su martiriol
Ortiz, Carolina!....
Carol. Pero usted
no ha pintado sin designio
esta escena.
Ortiz. • Carolina!
Carol. Y ya tendrá concebido
en su mente el desenlace.
Ortiz. Yo esperaba que el divino
ingenio de usted
Carol. Eh! nunca
descifré yo logogrifos.
Ortiz. El drama puede tener
dos desenlaces distintos.
Carol. Dos desenlaces?.... Entiendo.
El adverso y el propicio; —
el clásico y el romántico.
Ortiz. (Ah! se riel Soy perdido.)
Carol. Pero el uno de los dos
habrá de ser más legítimo,
más verosímil que el otro. —
Podríamos divertirnos
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol,
Ortiz.
Petra.
Carol.
Ortiz.
Petra.
Carol,
Ortiz.
Carol.
Ortiz.
Carol.
representándolo . — Vamos ,
o soy ella ; yo adivino
o que piensa, usted ahora
[Con el dedo en el dibujo,]
i
saque á este pobre del Limbo.
Pues bien , figúrese usted
que el amante
Ah picar illo!
Conque es un amante? Ya
lo habia yo presumido.
Suponga usted que el amante ,
S estrado á los pies de su ídolo
eñor de Ortiz , yo no puedo
suponer lo que no he visto.
[Arrodillándose.]
Carolina! Carolina!
[MarcAena se levanta muy azorado.
Petra se asoma, suspira y observa
angustiada. Doña Liboria se queda
sentada con muestras de sorpresa y
abatimiento.]
(Ah! )
Bravo! Y ahora el amigo
¿qué dice?
Mi bien ! mi gloria !
Yo te adoro!
(Ah!)
Í Riéndose.] Muy bien dicho !
r ella ¿qué responde ?
Ay ! ella
se burla de su delirio.
Le desprecia, le aborrece,
le sepulta en el abismo;
y él se levanta
[Lo kace.]
resuelto
á terminar su conflicto
dándose muerte.....
[Riéndose. ] Y no puede
porque no tiene un cuchilla
á mano, y porque la dama
quiere que viva cien siglos.....
[Con sarcasmo, yéndose.]
Mil gracias.
Y le detiene
entre sus brazos cautivo.
Ortiz.
Petra. }Ah!
March.
[Se abrazan.]
[Después de su exclamación , que ha
de oir el público, desaparece Marchena
corriendo , y un momento después le
stgue doña Liboria.] .
EL CUARTO DE HORA.
461
Zidoria. [Llamando i Marchena.]
Eh!
Carol. Me hacen venturosa
este abrazo
[Señalando hacia el jardín,]
y aquel grito.
ESCENA V.
CAROLINA. ORTIZ. PETRA.
Ortiz. Oh delicioso momento !
Petra. Ah traidor! ¿Cumples así
tn amoroso juramento!
Ortiz. Hija
Carol, k qué Tienes tú aquí?
Petra. Á poner impedimento.
Ortiz. Ya dio tu máquina al traste ,
• muchacha, y si no te enojas
te diré que equivocaste
los frenos
Carol, . Y Que tomaste
el rábano por las hojas.
Petra, Oh rubor! ¿Conque el almíbar
de mi risueña esperanza
se ha convertido en acíbar?
Ortiz. Mano plebeya no alcanza
al escudo de Menjíbar.
Petra. Yo
Carol. Calle la impertinente.
ESCENA VI.
CAROLINA. ORTIZ. PETRA. MARCHENA.
March. [Entra apresurado.]
Aquí estoy yo, y arda Troya !
Abrazar á un escribiente !
Esto ¿es verdad, ó es tramoya?
Hábleme usted francamente.
CaroL Este es mi marido.
AfarcA. Sí?—
Pues que sea en hora buena.
Lo decia porque á mí
no me gustan (me perdí!)
chanzas pesadas.
ESCENA Vil.
CAROLINA. ORTIZ. PETRA. MARCHENA.
DOÑA LIBORIA.
Liioria, [Llega jadeando.] Marchena!
March. (Maldita vieja I ) Señora
Lihorja. Esa fuga repentina
Liboria.
March,
Liboria.
March,
March. Perdón !.. .. (Esto acaba ahora
como se acabó en Medina
el rosario de la Aurora.)
Dejarme plantada allí!
Señora, fui cuerdo ayer;
hoy loco. Perdón! Mentí
Qué infamia!
¿Cómo ha de ser !
También me han plantado á mí.
Liboria. Ya en el jardin yo adyertia
mi necio y pueril error,
y pues fué la culpa mia,
no me irrita el desamor,
sino la descortesía.
March. Cien Teces y de cien modos
pido perdón y confieso
Liboria. [Cqg, gravedad.]
Basta.
March. [Mostrando i Carolina.]
Ese diablo travieso
tiene la culpa, que á todos
nos hizo perder el seso.
Yo no siento la entruchada ,
que mi gozo es verme libre;
mas ¿qué ha hecho usted, camarada,
para deshancar — no es nada! —
á un hombre de mi calibre?
Orüz. El lance ha sido estupendo!;
mas recuerde usted la arenga
que siempre está repitiendo.
March. Cuál?
Ortiz. ' No hay mujer que no tenga
su cuarto de hora.
March. Ya entiendo.
CaroL Como acechaban el mió
dos galanes
March. Sí; él y nos.
Carol. El más listo de los dos
fué dueño de mi albedrío.
March. Entiendo...., y me largo. Adiós.
ESCENA VIH.
CAROLINA. DONA LIBORIA. ORTIZ. PETRA.
Petra. [Llorando.]
Ay! ¡También mi cuarto de hora
llegó, y con sal v pimienta !
Una Escalona! Qué afrenta!
Una Barrientes ! . • . .
[Con altivez i Carolina.]
Señora!....
[Llorando otra vez.]
Ajústeme usted la cuenta.
i9a
EL CUARTO DE HORA.
ESCENA ÚLTIMA.
CAROLINA. ORTIZ. DOÑA LIBORIA.
Carol. Y ahora ¿qxxé dice mi tia?
Salió lo que yo decia?
Liboria, Pequé también , pesia tal t ,
mas ¿quién se libra, hija mia,
de un cuarto de hora fatal ?
Hi amor propio se lastima
del desengaño que llora;
pero en verdad , causa níma
que sueñe cuartitos de hora
la que r tantos 1 tiene encima.
Por dicha, pasó el chubasco,
y aunque me causa rubor,
Dios me venga de un traidor;
que , si grande fué mi chasco,
el suyo ha sido mayor.
DIOS LOS CRIA Y ELLOS SE JUNTAN,
CiOMEDIA EN TRES ACTOS.
S6 representó por primera vei en el teatro del Frindpe el 11 de Febrero de 1841 (*)
PERSONAS.
MANUELA.
macaría.
EMILIA.
RUPERTA.
D. LUIS.
CIRÍACO.
BALBINO.
D. ANTONIO.
La escena es en Leganes. Sala amueblada con aseo y senojillec. Puerta en el foro con vista de una
antesala, que por axyibos lados sirve de comunicación á otras habitaciones y & la escalera; una
ventana á la derecha del actor; otra & la isquierda.
•^IMMAAMMMM^AMMMM^AAMAAM
ACTO PRIMERO.
ESCENA I.
MANUELA. CIRÍACO. MACARÍA.
[M traje de los tres será entre merced y señorüi;
esto es, de lugareños con Resunción de cortesa^
nos. — Aparecen sentados,"]
Jfacaria.Voco puede ya tardar
el señor don Luis de Osorio.
Ciríaco. Es segan ; porque yo creo^
7 en esto no me equivoco^
que saliendo de Madrid ^ •
verbigracia, en sa birlocho.... ,
ú en otro chisme cualquiera,
á la hora que yo supongo....;
no cabe duda; ya tire
por el camino más corto,
ya tome por el más largo,
vendrá tarde...., ó venará pronto.
i/a^ana.Encontrará cuando llegue
la casa hecha una ascua de oro,
ya que adrede la compró
para armar aquí el jolgorio
(*) Era opinión casi unánime entre las mochas personas á quienes se haUa leido esta comedia que las dotes ca-
racierfstlcas del ingenio del autor brllia1>an en ella más que en otra alguna de las que ya habia dado á luz, y no fal-
taron sujetos inteligentes que la preferían á todas las demás. Los actores se prometieron también el éxito más com-
pleto, y así parecían anunciarlo los muchos aplausos^ue en el dia de su estreno iban obteniendo las principales
escenas. Al final, sin embargo, hubo espectadores que de un modo ineqiifvoO) tuvieron á bien manifestar que eran de
distinto parecer. Y ellos mismos hablan antes reído y palmoteadol..... nay hombres á quienes, por lo Tisto, se infiere
una grave injuria con hacerles reir. Pero ¿cómo lo ha de remediar un poeta cómico, si esa es su misión tcbre la
tierraf-^Es un saineton! detian luego por los pasillos y en el café, y no faltaron periódicos que condenasen la comedia
sin hacer apenas otra cosa para fundar su tremendo fallo que repetir aquella enfática y augu&ta frase: ei un Mtneton!^
Y decir que pecaba contra las leyes del buen /ono.— Válgate Dios por buen tcno! Este es otro eomodin muy cómodo
para ciertos aristarcos melindrosos y superficiales. Pero si estos censores displicentes se dignasen de examinar con
alguna imparcialidad las obras que tan ligeramente repmeban; si no llevasen al teatro siniestra prevención, quizá las
juzgarían de otra manera. Verían, por ejemplo, que en Dios los cria y ellos se juntan se propuso el autor precisa*
464
DIOS LOS CRIA ¥ ELLOS SE JUNTAN.
de la boda.
Manuela, \ Qué manía
tan rara la de mi novio!
I Casárame yo en Madrid
y no en un triste Tillorrio!
Y si era lunes , mejor,
que iríamos tan orondos ^
dempues de la cirimonia
á la plaza de los toros.
Ciríaco, Ceremonia has de decir.
Manuela.(i\xé más da? Lo mesmo es ocho
que ochenta.
Macaría, Deja, que irás
á Madrid por el otoño.
Él lo ha dicho. Sólo siento
que no se luzga el bodorrio
en nuestro mesmo lugar,
en Móstoles I ¡ Qué bichorno
para aquellas hidalgonas
tan remilgadas, y cómo
con un yerno rico y noble
les daria yo eñ el morro!
Ciríaco, Eso...., más ó menos Pues!
Porque, como dijo el otro
Ya me comprendéis. Y, al cabo,
cada cual hace su Agosto:
no es verdad? Y últimamente ,
no hay boda sin matrimonio.
Macaría,Hoy son los dichos, y luego
Ciríaco. Á lopí dichos es notorio,
signbil los hechos; que al cabo....
Macaría, C2L8BÁÍ con un buen mozo,
señora de estrado y coche ,
cocinero y mayordomo,
auién te toserá en Madrid?
aide.
Ciríaco. Por san Juan Grisóstomo,
habla bien ; no digas naide,
que dirá don Luis que somos
unos bárbaros ^ al fin ..... .
Macaría. Déjame estar. Ya conozgo
Ciríaco. Jesús!
Macaría. Que hablo á lo palurdo,
pero á mí me entienden todos;
y á ti con tantas retólicas
no te entenderá el demonio.
Ciríaco. Yo puedo darte lecciones ;
que, al cabo, serví á un canónigo
que me enseñó la gramática
y las fábulas de Esopo,
pues!, y he sido fiel de fechos
Macaría.
Ciríaco.
Macaría.
Ciríaco,
Macaría.
hasta el año treinta y ocho.
Macaría. Y fuiste descuerado
porque hacias mil embrollos ,
y con multas el alcalde
pagaba tus despropósitos;
y. de estonces diquiá ahora
el escribano don Zoilo
no ha podido pergeñar
el espidiente de propios.
Ciríaco. Es que yo sólo entendia
el alma de ese negocio,
porque
Calla, que me pones
la cabeza como un bombo
cuando escomienzas
HuyI
Qué?
Otra burrada de á folio.
Pues bien , mejor !
[A Manuela.]
Algún santo
trujo por estos contornos
á don Luis cuando viniendo
de Portugal...., ó de Oporto....,
qué sé yo?.... de allá de estránjis,
se le rompió en aquel hoyo
el coche , en hora oendita
de Dios Todopoderoso,
y amén de eso la cabeza,
sin la confusión del hombro.
Ciríaco. Contusión querrás decir.
Macaría. No me dejarás? Qué .plomo!
[A Manuela.]
Mira tú lo que es el mundo!
Si él no cayera y nosotros
no le hubiéramos curado
y asistido como á prójimo ,
nunca harías tú pareja
con un pájaro tan gordo.
Manuela.Es que no es todo chiripa,
que este palmito no es moco
de pavo, ba!, y tan y mientras
que el cerujano don Próspero
para curarle la herida
nos leponia en adobo,
yo le hacía otra más honda
con el aquel de mis ojos.
Ciríaco. Con efecto , á no ser tú
digna rama de este tronco ,
mente combatir y escarnecer ese mismo mal /ono que tanto les horripila; que para lograrlo era forzoso darle un poco de
relieve, poniendo en contraste á las personas que de tal defecto adolecen con las de buena educación y de trato más
culio que en la misma pieza figuran; que si estas alternan con aquellas, porque así lo requiere el argumento, bien á las
claras ha mostrado el poeta que no se ha propu<tsto laurear la maliciosa simpleza de Manuela, la desvergüenza de
Balbino, la grosería de Macaría, la ridicula su/lciencta de Ciríaco; sino todo lo contrario. Verian también, si desdeñasen
menos cu estudio de tan difícil arte, que en la esfera de la comedia caben interlocutores de todas las clases y categorías,
y que sólo cuadra el apodo de tainelon á aquellas farsas arlequinescas en que se excita la risa del auditorio sin ningún
designio moral, y tal vez á expensas de toda moralidad y toda decencia; no á las que inspira un pensamiento filosófico
y que, á través de situaciones festivas, y aun grotescas si se quiere, inculcan máximas saludables y provechosas lec-
ciones, como acontece con esta fábula cómica, y sería fácil demostrarlo.
La comedia fué aplaudida sin la menor contradicción en las sucesivas representaciones: ¿serian acaso gentes de
mal tono las que asistieron á ellas?.... En las provincias fué acogida y sigue siéndolo con suma benevolencia. Bueno es
que haya tribunales de segunda instancia.
DIOS LOS CRIA Y ELLOS SE JUNTAN.
i«s
I
es claro que él Porque, al fin
sin saber cuándo ni cómo
Me entendéis? Porque en los tiempos
que alcanzamos el más topo
conoce Y últimamente,
yo me entiendo y bailo solo.
' Macaría, [Cuánto más vale don Luis
que Qo aquel otro baboso....,
aquel tuno de Balbino
que te andaba haciendo cocos
ahora siete años I ¡ No es nada
lo que va de novio á uotío!
Manuela,V\x^^j mire usted; en tadía
no le he olvidado del todo ,
y eso que una mala carta
no me ha escrito el muy candongo
desde que cayó soldado
y echó á andar cácia Logroño.
Jl/acana.Pues es preciso olvidarle
como á quien cayó en un pozo:
lo oyes?, porque él no te quiere,
porque te casas con otro ,
y porque yo te lo mando. .
í Pues dígole á usted que es corcho...
Manuela.Bieu está. Haré lo posible
Macaría.Es que el de Madrid no es bobo,
y como él barrunte
Manuela. Bien.
Yo cerraré á piedra y lodo
la boquita y
Macaría. Tan siquiera
hasta que se haga el casorio,
ten prudencia.
Manuela . ¡ Si ya he dicho
Macaría. JLb que tú tienes muy romo
el magin. No te pareces
en eso á mí; sino al tonto
de mi marido.
Ciríaco. [Se levanta.] j Por vida
^Quieres que me oigan los sordos,
Macaría? ¡Tonto me llama
ese bagaje I Es el colmo
de la Vamos, cuando digo
Ya se ve, si me divorcio
dirán que, al cabo y al fin
No nos cansemos : el olmo
no da peras.
[Se asoma i la ventana de la derecha.]
Macaría. Ya nos deja
en paz. Jesús , qué abejorrol
Conque, cuenta con lo dicho,
Manuela.
[Ojéese el ruido de un coche.]
Manuela. Sí.
Mamría. Creo que oigo
rodar un coche en. la calle.
Manuela . [Levantándose.]
Sí , señora , sí. Mi esposo I
n.
Ciríaco, Don Luis !
Mancaría. [Levantándose.]
¿ Sabrás recibirle
con cariño y con buen modo?
Manuela.YB.jdi\ Pues ¡qué! ¿no sé yo
todos esos requilorios
de la pulítica?
Ciríaco. Oís?
Ya entra en casa.
Macaría. Hoy me remozo.
Manuela. Tr^íeTÁ el regalo de boda.
Vestidos, pañuelos, gorros....,
collares Voy á dar golpe
en Léganos
Ciríaco. Como un, corzo
sube ya por la escalera.
Macaría. Benáiio Bios y qué gozo 1
ESCENA 11.
macaría. MANUELA. CIRÍACO. D. LUIS.
Macaría. [Abrazando i D, Luis.]
Bien venido I
Ciríaco. [Tendiendo los brazos.]
Muy ufano
Luis. [Dándole la mano.]
DonCiriacol
[Á Manuela.]
Dueño hermoso I
[Á Macaría.]
Señora I....
Manuela. \ Adorado esposo ,
mi bien....,
[Haciendo una cortesía ridicula.]
beso á usted la mano.
Luis. Tanto cumplido 1 . . . .
Macaria. Perdona.
La chica tiene vergüenza
y hasta que ella se convenza
Dale un abrazo, simplona. /
Manuela.Si usted lo manda ^ allá va.
[Le abraza.]
Luis. Su sencillez me enamora.
Macaria. Y tú por tú desde ahora.
Manuela.Sij madre.
Macaria. Qué?
Manuela. Sí, mamá.
Luis. Déjela usted que se explique
con su natural llaneza.
Ciríaco. Ya soltará la corteza
cuando usted la domestique ;
que , al fin , aunque no aig^moa
90
1
168
DIOS LOS CRU T ELLOS SE JUNTiLN.
de las dotes que no tiene.
Se burlarán mis amigos,
que en el siglo diez y nueve
no esperaban encontrar
fílósotos de mi especie ;
mas no turbará su risa
mis domésticos placeres....,
y alguno en su corazón
acaso envidie mi suerte. —
No obstante, bueno es guardarme
de sus sátiras crueles
y el primer pan de la boda
saborear tranquilamente. —
Tampoco quiero sufrir
los brutales parabienes
que en Móstoles me darian
los amigos y parientes
de una suegra irracional
y de un suegro veinte veces
más insufrible , porque une
lo pedante á lo silvestre.
Bien estoy en Leganes
donde no me desesperen
los unos por exquisitos
y los otros por soeces.
Aquí en santa paz y en gracia
de Dios
[úpese rodar un carruaje, que para
al instante.]
Mas ¿({ué ruido es ese?
ün carruaje! Y á mi puerta,
si los oidos no mienten
¿Quién diablos será
{Se asoma i la ventana ie la derecha,']
Una dama.... y
Íel galán correspondiente
acara Con el sombrero
la cubre. Maldito mueble I ~
Ya vuelven la espalda y entran
ligeros como cohetes.
{Retirándose de la ventana.]
Si es para mí la visita ,
es importuna , es aleve. —
Ya los oigo en la escalera.
Qué desgraciada es mi suerte I
Huia del perejil,
y me ha nacido en la frente I
Luis. Emilia!.... (Me desespero.)
Antonio. {Abrasándole.]
Otro abrazo!
Luis. (Otro demonio ! )
Sí, tengo mucho placer
{Á Emilia.]
Sea usted muy bien venida.
Yo ignoraba, por mi vida
Antonio. Te he querido sorprender.
Luis. Con efecto, mi sorpresa
Esta agradable visita
Antonio. {Á Emilia.]
No te digo? Es infinita
la amisl^d que me profesa.
Luis. {Á Emilia qfreciéndola una silla.]
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Suplico á usted (Oh tormento!)
No te incomodes. El caso
Ya. Ustedes irán de paso
No. Si venimos de asiento!
Sí? (Malo!) Pues el lugar
poco ofrece.
No es tan malo.
Sus huertas son nn regalo,
y, en fin, para vegetar
Emilia. {Sentándose.]
Mi médico aseguré
que estos aires son soberbios
para los males de nervios
de que soy víctima yo.
{Con dolor.]
Yo también
{Mudando de tono.]
Algo propenso
Luis.
ESCENA V.
D. LUIS. EMILIA. D. ANTONIO.
Antonio. {Abrazando á D. Luis.]
Caro Luis!
Luis. Querido Antonio!
Tú por acá!....
Emilia . Caballero
Antonio. {Sentándose. D. Luis hace lo mismo.]
Y estando tú aquí, ya ves
Conque, dije: á Leganes!,
y aquí me tienes.
Luis. • (Qué censo!)
Antonio. Evitemos que se aburra
mi pobre amigo, añadí ,
que estará sólito allí
tomaado leche de burra
Luis. No. Tengo aquí una casilla
Antonio. Ya sé, y un poco de hacienda
Luis. Puede que pronto la venda,
que ya me cansa esta villa.
Antonio. Eh! para una temporada
Viendo que es la casa inmensa,
no quiero hacerte la ofensa
de marcharme á una posada.
Luis. Aquí las hay
Detestables ;
DIOS LOS CRIA Y ELLOS SE JUNTAN.
469
Luis,
Antonio.
Luis,
Emilia.
ya lo supongo.
Luis, Antes
Antonio. Ea!
cédenos
[Chanceándose.]
por lo que sea !
un rincón...
Hombre^ no me hables...
No te he querido ofender.
Una chanza de las mias
Qué locura! ¿Tú me habías
de exigir el alquiler?
Nada: un cuarto para Emilia,
otro cuarto para mí
Ninguna etiqueta I Aquí
viviremos en familia.
(Se meterá hasta en mi cama.
Voto á briós !....) Mucho lo siento,
pero no hay aquí aposento
donde alojar á una dama.
A mí? De cualquiera modo.
Mi indisposición no es grave ,
Íen un lugar, ya se sabe,
ay que conformarse á todo.
Yo aunque sea sobre céspedes
Yo os diera hospitalidad ,
pero hay la dificultad
de que tengo aquí otros huéspedes.
No ie hace.
(^¿Es mi casa fonda,
santo Dios!)
Unos á un piso,
otros á otro; y si es preciso
haremos cama redonda.
(Habré de cantar de plano.
No hay recurso! ) Amigo Antonio,
se trata de matrimonio
¿Qué escucho, Dios soberano!
ÍTú te casas! Y con quién?
Ss linda?
Yo así lo creo.
Ya conocerla deseo
y que oiga mi parabién.
¡Por vida de los apóstoles
Quién lo habia de pensar?
Y es fruta de este lugar?
Luis. [Cortado.]
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Emilia.
Luis.
Emilia.
Antonio.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Emilia.
Antonio.
Luis.
No. De Móstoles.
De Móstoles!
Es boda de gratitud.
Ya recuerdo Bribonazo!....
Allí diste el batacazo.
Y allí cobré la salud.
No en vano andabas tan serio
por Madrid el otro dia.
Y yo malicié que habia
en su viaje algún misterio.
¿Hija de algún hidalgote
No, que nació en la pobreza.
La hermosura es su nobleza
y la virtud es su dote.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Emilia.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Emilia.
\ Tú cambiado en pastorcillo
de la Arcadia ! Es rara idea.
I Tú en pos de una Galatea
con zurrón y caramillo!
Qué quieres! Los desengaños
La filosofía
Ay, Luis!
Tu cabeza está en un tris.
Filósofo á veintiún años !
Veinticuatro!
Pche!....
Y mi viaje?
¿Y el terrible coscorrón
que iluminó mi razón
cuando volqué del carruaje?
Vaya, tú te burlas, sí,
pero engañarme no puedes
Al contrario, son ustedes
los que se burlan de mí.
He aquí por qué me oponia,
aunque amigo verdadero
[Riéndose.]
Cosa como ella ! ; Un cochero
enseñar filosofía !
Pues ! No lo digo? Paciencia !
Estás en ti, criatura?
Tu boda es una locura.
Es un cargo de conciencia.
Tú esposo de una palurda!
Es un ángel, un portento.
Curtida del sol y el viento
Criada en una zahúrda
Luis. [Levantándose. Emilia y D. Antonio
hacen lo mismo.]
Á ese fallo tan iniusto,
á esa rechifla molesta
sólo daré por respuesta
que la novia es de mi gusto.
Antonio. No te piques. Lo hemos dicho
por tu bien. Yo sentiría
aue mañana ú otro dia
oraras ese capricho.
Emilia. Si con efecto es tan bella
y usted se ha clavado ya
tan de firme
Luis. Claro está
cuando me caso con ella.
[Dirigiéndose á jD. Antonio.]
Y pues remedio no tiene
y de que yo piense así ,
ó de otra manera, á ti
nada te va ni te viene ;
pues tus consejos no escucho,
porque no son menester;
ó mi huésped no has de ser,
y lo sentiría mucho,
ó por Dios que no me quemes
con pullas y chirinolas
córampópuloy aunque á solas
rías , gruñas y blasfemes.
170
AnUmo.
Emilia.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Emilia.
Luis.
DIOS LOS CRIA T
Mo&rme? Qntf desatino!
Paes la amas con tal exceso,
ya no es razón Lejos de eso^
me ofrezco á ser tu padrino.
Bravol T la madrina yo.
Gracias
Qaé cara de agraz 1
Aceptas? Será capaz
de responderme que no.
Me he picado; lo confieso;
mas son ustedes tan finos
Sí, YO he menester padrinos.
No nabia pensado en eso.
^No sabe lo que le pasa.)
(Tal vez así lograre
ponerlos de buena fe
?a que se han metido en casa,
orque icómo me intercepto
Imposible! T sin embargo )
Haola. Sal de ese letargo.
Nos desaira usted?
No. Acepto.
ESCENA VI.
D. LUIS. D. ANTONIO. EMILIA. CIRÍACO.
[Sah Ciríaco vestido d la moda, pero con des*
aliño y como dsspegdndoseU la T(ypa\
Ciríaco, kcfaí me tienes , amado
hiio futuro político.
Luis. (Mi suegro!)
Antonio. (El suegro!)
Emilia. (Su suegro!)
Ciríaco. [Haciendo rídiculas cortesias.']
Pero no habia advertido
Saludo á ambos sexos Es
decir, á ambos individuos ,
hembra y varón , y me ofrezco
con todos los requisitos
Emilia. Beso á usted la mano. (¡Extraña
caricatural)
Antonio. (Hum! Quétio!)
Servidor
Luis. [Presentando d Ciríaco.]
Este es el padre
de mi novia.
Ciríaco. Es positivo,
porque al fin
Luis. [Presentando d D. Antonio.]
El caballero
don Antonio BaquerizO;
que nos ha venido á honrar
Ciríaco. Muy señor mío y amigo.
Luis. Y su bella hermana Emilia.
Ciríaco. Por muchos años. Si sirvo
ELLOS SE JUNTAN.
de alguna cosa.... T ¿qui^n sabe
Ello es que todos servimos,
aunque unos más y otros menos
Y al fin cada cual es hijo
de sus obras, y no hay duda
Íue si bien se mira He dicho,
[uchas gracias, señor don
Cómo es so gracia?
Luü. (Estoy fritol)
Ciríaco. Me llamo, para servir
á Dios y á usted
Antonio. [Contestando en voz baja d una mirada
severa de D. Luis y mordiéndose los
labios.]
No me rio.
Ciriaco.. Ciríaco Palomo, ex-fiel
de fechos, hijo legítimo
de Ídem, ídem. Es decir,
de otro Ciriaco
Antonio. Entendido.
Y de otro Palomo.
Luis. Voy,
si ustedes me dan permiso
[Yendo hada la derecha del foro.]
(Antes que salga Manuela
y se exponga á ser ludibrio
de esa ¿ente , será bueno
que yo la preste mi auxilio
Ah! Ya está aquí!)
ESCENA VII.
D. LUIS. D. ANTONIO. EMILIA. CIRÍACO.
MANUELA. MACARIA.
[Saie Manuela con vestido y sombrero muy ricos
y elefantes, pero desgarbada, mal prendida jf
sobrecargada ridiculamente de joyería y otros
accesorios. Macaria aparece tan grotesca como
su hija, aunque con minos lujo,]
Manuéla\Muy gozosa.] jMira, mira
?ué maja que estoy, Luisito!
La novia!)
Antonio. ( La novia \ )
Macaria. Terno,
qué tal me sienta el vestido?
Luis. Bien.
Antonio. [Saludando.]
Señorita Señora
Emilia. (La suegra es un basilisco.)
. [Á Manuela y Macaria.]
Tengo el honor de ofrecer
5SJ
DIOS LOS CRU Y
mis respetos
Antonio. Felicito
Macaria.[ConcortesiaseatravaffanUSf que imita
en silencio ManuelaJ\
[Á D. Antonio.]
Dios guarde
[Á Emilia.]
Que usté la goce...
[Á D. Luis en voz baja.]
Quién es ese lechuguino?
Quién nos trujo á esa reumática?
Ciríaco. [Aloido.]
Romántica !
Luis. (Qué suplicio 1)
Un amigo y su hermanita^
que han llegado de improviso,
y sabiendo que me caso....,
con tan plausible motivo
(Soy un nombre sin vergüenza
si hoy no me da un tabardillo.)
Jfacam. Vengan! Me alegro, que á mí
no me se encoge el ombrigo
•Emilia. (Jesús!)
Macaría. Por dos convidados ,
ni aunque sean veinticinco.
[Á Manuela.]
Qué haces tú, boba? Saluda
á esa mocita al estilo
de Madrid.
Manuela. Ta voy , mamá ,
que no soy costaf de trigo.
[Bando la mano i Emilia,]
VenM la mano , y me alegro
que haiga salú y apetito.
Luis. (Yo soy mártir !)
Emilia. Muchas gracias.
Yo deseo á usted lo mismo.
[2). Antonio vuelve la cara para reir^
se y Emilia se tapa con et abanico.]
Macaria.[Aparte i Manuela,]
Muchacha!, un abrazo ahora
y un beso en cada carrillo.
Manuela.{Á Emilia.]
Con el aquel del casorio
tengo trabucado el juicio
y olvidaba lo primero
y prencipal. Al avío !
Un abrazo y besémonos.
[La abraza.]
Luis. (¿Y no hay quien me pegue un tiro!)
[Al besar Manuela d ^Emilia chocan
las alas de los sombreros perdiendo
ambos su colocación natural.]
ELLOS SE JUNTAN. 471
Emilia. Ay, que mis ojos peligran!
Ay !.... ¡Ya me sacó de quicio
el sombrero !
[Procura arregldrselo.]
Manuela. Usted perdone.
Macaría. [Acomodando d su modo el sombrero
de Manuela.]
Chica!, y el tuyo? Y los rizos?
Voto á sanes
Luis. Fastidiado.] Son inútiles
os sombreros. No salimos
ahora de casa
Manuela. Y estorban
gara besar. Me lo quito?
í.
Manuela.[Quitdndose el sombrero y dejdndolo
sobre una silla?]
Y usted quédese en pelo
también.
Emilia. [Haciendo lo mismo.]
I Vaya No replico.
Antonio. (Pobre Luis! Le tengo lástima!)
ESCENA VIII.
MANUELA. EMILIA. MACARÍA. D. LUIS.
D. ANTONIO. CIRÍACO. RUPERTA.
Ruperta. El notario y los testigos.
Luis. Ya vamos.
ESCENA IX.
MANUELA. EMILIA. MACARÍA. D. LUIS.
D. ANTONIO. CIRÍACO.
Luis. (j Oracias á Dios ,
que estaba sudando el quilo!)
Tu padrino, Manolita,
es el señor.
Antonio. Si soy digno.....
Luis. Y la madrina, su hermana.
Emilia. Con gusto nos ofrecimos
Manuela.Sí^ Me alegro mucho. ¿Y qué hacen
las novias con los padrinos?
Luis. [Et^adado.]
Donosa pregunta! Nada.
Manuela.Pof cumplir desde el prencipio
mis obligaciones
Luis. Todas
se refieren al marido.
Ciríaco. Chica, tú cambias los frenos.
Tú confunda el bautismo
479
DIOS LOS CRIA T ELLOS SE JUNTAN.
con el matrimonio: estamos?
Dos sacramentos distintos....
Luis.
[Interrumpiéndole.]
Y un solo Dios yerdadero.
Vamos abajo. No es licito
hacer esperar
Maearia, Sí, vamos
á que se tomen los dichos
cuanto antes, que ya estarán
deshaciéndose estos chicos.
Luii. [Dando el brazo i Maearia.]
El brazo.
[Á D. Antonio.]
k la novia, tú.
Antonio. [Dando el brazo á Manuela.]
Señorita (¡Pues no es ripio
la moza!)
Luis. [Á Ciriaco.]
T usted á Emilia.
Ciriaco. [Dando el brazo i Emilia.]
Que me place!
Emilia. (Me resigno.)
[óyese i lo lijos marcha militar J]
Luis. [Dejando pasar á las otras parejas J]
Vamos, pues
Manv^la.[ Volviendo la cabeza.]
Hola I Tambores I
Tendremos tropa. Qaé lindo!'
Luis. Calle!.... Te gusta la tropa?
Manuela.Que si me gusta? Me pirro
por ella.
Maearia. Calla, tontusa!
[ííola ya con D. Luis y siguiendo á
los demos por la puerta del foro.]
No hagas caso, que lo ha dicho
sin malicia.
Luis. [Caviloso.] (¡Quiera Dios
que yo no haga un desatino !)
ACTO SEGUNDO.
ESCENA I.
RUPERTA.
[Llega por la derecha del foro trayendo un gran
azafate cubierto con una servilleta , y lo deja
sobre una mesa.]
Las tortas dicen comedme ,
los bollos , de aquí á la gloria !
El ama doña Macaría
que la echa de fanfarrona,
quiere ausequiar á la gente
y que quedemos con honra.
Y si hoy es esto, ¡ eche usté ag^io
para el dia de la boda !
Abajo están en tadía
con los Maldita memoria!....
Cómo han dicho? — Ah! los contrastes
matrimoniales.
Balbino. [Dentro.] Patrona!
Ruperta. rero ¿quién sube? Esa voz
me huele á cosa de tropa
Balbino. [Dentro.]
Patrona !
Ruperta. [Á la puerta.]
Justo y cabaL
ESCENA II.
RUPERTA. BALBINO.
Balbino. [Con fusil, fornituras^ mochila y
morral.]
Dios guarde á usted, buena moza.
Es usté el ama de casa?
Ruperta.'MiénoB puntos calza mi horma.
Soy criada. Hace ocho dias
me acomodé
Y me acomodas
á mí.
El melitar es chusco.
Que si lo soy? Carambola!
Alaba á Dios, criatura,
que por tus puertas asoma
la espuma del regimiento.
Porque has de saber, pichona,
que al granadero más bravo
le tira esta mano heroica
de los bigotes.
Demonio I
Y nadie dice esta boca
es mia; y si lo dijera,
qué chirlo. Virgen de Atocha !
Pues ni el verdugo
No soy
Balbino.
Ruperta.
Balbino.
Ruperta.
Balbino.
Ruperta.
Balbino,
DIOS LOS CRIA Y ELLOS SE JUNTAN.
473
yerdago, cara de rosa;
que soy barbero.
[ Volviéndose de lado.]
¿No ves
una bacía de azófar
sobre mi mochila?
Ruperta, . Ahí sí.
Balbino, Pues esta es mi ejecutoria ^
y en un apuro me sirve
áe marmíte y cantimplora.-
Pero aliviemos el cuerpo
de estos chismes^ que me doblan.
[Arrima el fusil y quitase la mockilay
cartuchera j etc.y quedándose sólo con
el sable.]
Ruperta,
Balbino,
Ruperta,
Balbino,
Rnperta.
Balbino.
Rtifierta.
Balbino.
Ruperta,
Balbino.
Ruperta,
Balbino.
Ruperta,
Batbino.
Pues 9 sigun eso, usted viene
alojado aquí.
Pues I Toma
la boleta.
Yo no sé
de letras.
[Leyendo.] «Don Luís Mendoza
alojará á un granadero »
7 le dará cama, ropa,
asiento á la lumbre , vino,
comida, tabaco
Í Tomando la boleta.] Sopla !
¡so reza el bolatin?
No. Yo añado alguna cosa,
pero á un hombre como yo
¿quién niega tales bicocas?
Y amor con amor se paga.
Mis navajas están prontas
para afeitar al patrón,
y si tú tienes de sobra
alguna muela
Arre allá I ,
que á mí denguna me estorba.
Pero ¿dónde está la gente
¿No sabe usted j Pues si hay boda
en casal -
;Y eso tenías
tan callado! Á mejor hora
no podia yo venir.
No es nada ! Tendremos broma
que cante el credo, y cabrito,
y gallina en pepitoria
I Para que yo coma el rancho
estando aquí! Puf! bazofia I
Aun tardarán unos dias
en casarse. Ahora se toman
los dichos.
Guapo ! Y qué tal ?
Es buena chica la novia?
Como unas mialmas.
Mejor.
La haremos cuatro carocas ,
y harto será que resista
al garbo de esta persona ;
que si cojo una guitarra
Ruperta.
Balbino.
Ruperta.
Balbino.
y pespunteo una jota,
ó canto por la rondeña
media docena de coplas ,
muerta por estos pedazos
pedirá misericordia.
Barbero de munición ,
pronto canta usted Vitoria.
Si ella se me hace de pencas,
cuento contigo, cachorra.
Pues ya !
Que á falta de pan —
estamos?— buenas son tortas.
Ruperta. Que si quieres!
Balbino. [Destapando la bandeja.]
Tortas dije ,
y tengo aquí media arroba!
[Tomando una.]
Las probaré, ya que todo
me sale á pedir de boca.
Jtuperta. Parece que usted no es manco.
Balbino, Soy más listo que Cardona.—
Esto estará prevenido
Sara llenar la bartola
espues de los dichos.
Ruperta. Pues.
Balbino. ¡Voto á Tengo que ir ahora
á casa de mi sargento
Yo volveré por la posta
á gozar del piscolabis ;
mas por si acaso
[Toma mis tortas.]
Ruperta. ¡Qué poca
vergüenza ! Y uégo dirán -
que he sido yo la golosa.
Balbino. Échale la culpa al gato,
y hasta más ver. Hui!.... Gachona!
ESCENA III.
RUPERTA.
A fe de Ruperta Sánchez
que no es saco de algarroba
el granadero. ¡Y á mí
que en viendo un sabré con boira
y un bigote y un morrión
toda el alma me retoza ! —
Mas si á mí me hacen salero
su desparpajo y sus roncas,
harto será que las sufran
ni el amo ni las señoras.
¡Digo, la dichosa suegra,
cansada de hilar estopa
como yo, y porque la uiiia
con un señor matrimonia,
se pone hecha un Lucifer
\
474
DIOS LOS CRIA T ELLOS SE JUNTAN.
cuando no la llaman doña! —
Hola! Ta creo qne suben.
Yaya si han estado posmas I
Desque bajaron podían
haberse casado en Boma.
ESCENA IV.
MANUELA, macaría. EMILIA. D. LUIS.
D. ANTONIO. CIRÍACO. RUPERTA.
Macaria.Yhyh, asiéntesen ustedes,
que ahora hemos de celebrar
los responsales.
Luis. [ Viendo el fusil y equipo de Baibino . ]
Qué es esto?
Fusil y mochila , morral ,
cartuchera
Ruperta, Es que hay en casa
alojado un melítar.
Manuela. [Muy contenta.]
ün melitarl
Macana.[Al oido interrumpiéndola.]
Calla, bruto!
Luis. Esto me faltaba.
Rvperta, ' Ahí va
la goleta.
Antonio. [Aparte con Emilia mientras lee para
sí D. Luis.]
Pobre Luis!
I En lindo berengenal
está metido 1
El alcalde
bien me podía excusar
en este día
¡ Qué falta
de tacto municipal I
Cuando yo era nel de fechos : —
no en Léganos, sino allá
Porque bueno es que haya un turno,
pero si en casa de Juan,
por ejemplo i Cuando digo
que no saben gooernar!....
Luis. Bien está, que se le aloje
con toda comodidad ;
coma y beba cuanto quiera ,
que nunca he querido mal
á la tropa; pero abajo
se le puede aposentar.
Macaría, Tiene razón, j Embocarse
en la sala prencipal!....
Pero eso yo lo remedio
en un santiamén.
Emilia.
Luis.
Ciriaco.
[Llamando.]
Beltran!
Ciriaco. [A D. Antonio.]
Ciertamente , no hay motivo
para que sin más ni más
Porque, al cabo, la ordenauza
Y aunque yo creo que no hay
de su parte una Di^:amo8
Tampoco es justo Verdad?
Antonio. Seguro. (No pienso ver
ente más original.)
[Lleffa un criado.]
Macaria. Lleváisus Ruperta y tú
todo ese tren. Qué aguardáis?
Y arreglái para el soldado
la pieza que da al zaguán.
Ruperta. Bien.
Macaria. [En voz baja.]
Y á Juana, que despache,
que estoy dada á Satanás.
[ Vanse Ruperta y el criado, lleván-
dose los efectos de Baibino.]
ESCENA V.
MANUELA. MACARÍA. EMILIA. D. LUIS.
D. ANTONIO. CIRÍACO.
[Durante esta escena hablan aparte Manuela
con B, Luis, Emilia con D, Antonio y Macor
ria con Ciríaco,]
Manuela.Qué tienes, Luis de mis ojos?
¿Porqué estás tan así...., tan
Mucho amor esta mañana
cuando aun estaba en agraz ,
vamos al decir, la boda;
y ahora que sernos ya,
como quien dice , marido
y mujer, qué seriedaz I
Lnisí Hija, cuando uno se casa
tiene tanto en qué pensar
Yo te quiero como siempre,
pero la fatalidad
La llegada intempestiva
de esa gente que es capaz
de burlarse de un entierro
Tus costumbres de lugar
Manuela.Yo no soy mujer de malas
costumbres.
Luis. No digo tal,
sino que á veces tu misma
sencillez
Manuela. Toma ! ¿ Soy más
hoy que ayer?
Luis. Tienes razón.
Manuela.Con amor v voluntaz
yo deprenderé en Madrid
otro aquél menos patán.
NOS LOS CRIA T
Diquiá estonces , buen remedio,
Luisito, si se me ya
la burra, que dijo el otro,
tírale tú del ronzal.
[iSíffuen Aailando en voz baja,]
Antonio. [Á Emilia,]
Harto será que esa boda
Smilia. Sí, me parece que está
don Luis como abochornado
de su extraña ceguedad,
y el bochorno suele ser
anuncio de temporal.
[Siguen hablando en toz baja.]
Macaría. [Á Ciríaco.]
I Virgen Santa , qué cocina
de mis pecados I Me dan
angustias. Anda con mil
demonios y el capataz
á ver si despachan.
Ciriaco. Puede
que algún repentino azar
Porque suele suceder
Íue, á veces, el mismo afán
igúrate tú que el gato....,
que al fin es un animal
Esto no quiere decir
Macaría.Qué maldito guirigay I
Calla y has lo que te digo.
Jesús qué hombre!
Ciríaco. Voy allá.
ESCENA VI.
MANUELA, macaría. EMILIA. D. LUIS.
D, ANTONIO.
Afaearía.[Re€onociendo la bandeja.]
(Esto no está como yo
lo puse. Algún perillán
No, pues como yo lo abrigue
¿Habráse visto )
Luis. \A Manuela.] No más 1
\ tu' corazón es mió,
I ué mayor felicidad ?
\i necias preocupaciones
me han podido fascinar
por un momento, en tus ojos,
en tu risa celestial
vuelve á aparecer mi gloria
y el inefable maná....,
el Paraíso jUn abrazo,
querida esposa I
[La abraza,]
Antonio. [Á Emilia aparte.]
Eh? Qué tal?
Macar ia.C\)ico%\.... £h! ¿Qué senifica
ELLOS SE JUNTAN.
475
i;
Tengamos la fiesta en paz.
Luis. No la he besado.
Macaría. No estante
Manuela.Como se han firmado ya
los contraltos
Macaria. Pero aun falta
la bendición del altar.
»
[Siindose.]
(Eh, eh... Diantre de muchachosl..
Lo mesmo era yo á su edaz.)
Antonio. [Aparte con Emilia.]
Reincide en la tontería.
Emilia. No tiene cura su mal.
ESCENA VII.
MANUELA, macaría. EMILIA. D. LUIS.
D. ANTONIO. CIRÍACO.
Ciríaco. [En voz baja d Macaria.]
Ta sube Buperta.
Macaría. Bien.
Ciríaco. Me parece que ya puedes
Macaría.YdLj^L, asiéntesen ustedes
Í tomen lo que les den.
ero
Macaria. Naide me resuelle I
[Se sientan Emilia, Manuela, don
Luis y J>. Antonio.]
Ciríaco. [Aloido.]
Naide otra vez I
Macaria. Hum ! ¿Me dejas
en paz? ¡Siempre á mis orejas
Eres hombre, ó eres fuelle?
[Siéntanse también Macariay Ciríaco.
' Entra Ruperta con una cesta llena de
platos.]
Luis. [Aparte d Macaría.]
Si no es algún contrabando,
¿podré saber
Macaría. , Está alerta
y verás. — Platos, Buperta I
[Rwperta da un plato d cada uno y y se
retira.]
Luis. ¿Y á qué fin
Macaría. Chit! To lo mando.
No sé yo mi obligación?
Hoy todo el mundo se alegra
Ír debe echar una suegra
a casa por el balcón.
Emilia. [Aparte d D. Antonio.]
Qué querrá darnos ahora?
Ciríaco * Señor, ó aquí hay confianza^
i
1
47«
DIOS LOS CRIA Y
ó no, y la buena crianza
PaesI
[Á.Fmilia.]
No digo bien, señora ?
Emilia. Mucho. (Se queda tan hueco
el buen hombre como si algo
hubiera dicho.)
Ciriaco. ¿Qué hidalgo
se desposa á palo seco?
Legones no es un SegoTia,
no es un Madrid; mas, con todo,
si una suegra en cierto modo
es la madre de la novia,
en verano y en invierno,
en el campo y en la corte
es preciso que se porte
como la suegra del yerno.
íiUis. Enterado.
Macaría, Ahora veréis
que, aunque gentes de lugar
Luis, ¿Y hasta cuándo hemos de estar
con plato en ristre los seis?
Manuela.Bice bien.
Macaría. ¡Ese gandul
de Beltran
Antonio. [Aparte i Emilia.]
Con tanto plato
cesante ¡qué lindo rato
nos diera el indio Cosul/C).
ífacaría.Yo iré, que son muy^angoUos
y.». .•
Ciríaco. Ya viene el azafate.
{Entran Euperta y un criado; eHa con
vasos de aloja en una bandeja, y él
con jicaras de chocolate en otra.]
ESCENA VIII.
MANUELA. MACARÍA. EMILIA. D. LUIS.
D. ANTONIO. aRlACO. RUPERTA. UN CRIADO.
i/o^am.Yamos vivo! El chocolate 1
[Á Xuperta.]
T6 las tortas y los bollos. —
Torpes!
Ruperta. [Tomando el azafate de los bollos sin
soltar el que trae.]
Se apagó la lumbre
A/acam.Desacupa la otra mano,
bestia I
[Ruperta pone sobre la mesa la bande"
ja de los vasos y sigue despttes al cría'
do. Este va ofreciendo d todos chocolate
empezando por Emilia.]
ELLOS SE JUNTAN.
Emilia. [Retirando elplato.]
Gracias. Tan temprano
Antonio. [Haciendo lo mismo.]
Gracias. No tengo costumbre
Manuela.{llKTé lo que veo. Tate I
No me regañe dempues )
[Con melindre y retirando elplato.]
Gracias.
Luis. [Rehusando también la jicara,]
Qué diablo! ¡Á las tres
de la tarde chocolate !
Macaría. [Apar te con Ciríaco.]
Todos han dicho que no!
Ciriaco. Todos!
Macaría. Qué mala crianza!
[Tomando una jicara.]
Pues yo tomo mi pitanza.
No la perdono.
Ciríaco. [Tomando otra jicara.]
Ni yo,
Emilia. [Á Ruperta que va ofreciendo bollos.]
Pase. Almorcé con mi hermano
tarde
Antonio. Gracias.
Manuela. No hay gazuza.
Gracias.
Luis. Quita aUá !
Macaría. (Gentuza! . . . .)
[Tomando bollos.]
Venga Yo comí trempano.
Ciríaco. [Haciendo lo mismo.]
Yo también.
Macaría.[Comiendo y hablando.]
¿Conque desprecias
Pues mira, yo hice las tortas
Luis. Bien
Macaría. Con harina de almortas
Emilia. (Huí I)
Macaría. Y aguardiente y especias.
Luis. Gracias. Otro dia
Macaría. [Á Manuela.] ¿Y tú
tampoco
Manuela.[Muy dengosa.]
No; no se acerque,
no sea que se me empuerque
mi vestido de tisú.
Macaría. Yaya , pues darles un vaso
de aloja
( * ) Famoso jugador de manos, ó jtretíidigitadory como se dice ahora.
DIOS LOS CRIA Y ELLOS SE JUNTAN.
477
JOuis, [Zevantdndose y dando el flato al cría^
do. Todos van haciendo lo mismo menos
Macaría y Ciríaco?^
Eh! DO tengo sed.
Emilia, Mil gracias.
Antonio, Perdone usted.
Ciriaco. [Abarte d Macaria.]
Merienda tú y no hagas caso.
Manuela, (¡ToT hacer la lechuguina
ni una mala torta embucho!)
[Aparte á Ruperta,]
Guárdame de todo^ y mucho,
que luego iré á la cocina.
Lnis, Ven, Manuela, que ya es hora
de poner en posesión
de su nueva nabitacion
á mi madrina y señora.
Manuela-\2i,mo^,
Zvis. ' [Á D. Antonio,]
También para ti
hay cuarto allá dentro. Ven.
Macaría, Sí , marcháísus. Yo también
iré luego por allí.
Antonio. (Qué convite tan grotesco !)
£1 brazo
[Se lo ofrece d Manuela,]
Manuela.[Tomando el de D, Luis,]
No! Á mi pariente.
Luis. (Qué suegros!)
Emilia , [Aparte d su hermano . ]
¡ Cuando yo cuente
en Madrid lo del refresco !....
[ Vansepor la izquierda del foro,]
ESCENA IX.
macaría. CIRÍACO. RUPERTA. EL CRIADO.
Macaría, \ Miren la pitiminí
de la madrina, que Dios
perdone Pues y él? Los dos
[Con la mano en el estómago,]
se me han asentado aquí.
Ciriaco. Gastan muchos perifonos
en Madrid, y cada cual
Ya ves Pero lo esencial
es que aprovechen los bollos.
Macaría. [Á Ruperta.]
Dame aloja y toma el plato.
Ciriaco. [Dando su plato al criado.]
Otro vaso para mí.
Macaria, [Después de beber.]
Verdá que está rica?
Ciríaco, [Lo mism^.] Sí ,
y es muy buena para el flato.
Macaría. ÁhoTK andái á la cocina
con todos esos enredos;
y cudiadol, y cepos quedos;
no hagáis una sarracina.
[ Vanse con las bandejas Ruperta y él
críado.]
ESCENA X.
macaría. CIRÍACO.
Macaría.Vero ¡con qué aire de taco
se hacía también Manuela
la remilgada! Tontuela!
Lo arreparaste, Ciriaco?
Ciríaco, Qué quieres! el mal ejemplo
No , y en parte hace muy bien ,
porque su marido es quien
Por último, yo contemplo
Y, aquí para entre los dos,
siendo marido y mujer
Hazte cargo Es menester....
Balbino, [Á la puerta.]
AJabado sea Dios I
ESCENA XI.
BALBINO. macaría. CIRÍACO.
Ciríaco, [ Volmendo la cabeza,]
Por siempre Es un militar.
El alojado, sin duda.
Balbino, El mismo que viste y calza , «
señor patrón.
Macaria, [Á Ciríaco mirando d Balbino con
atención.]
Santa Úrsula!
Esa voz y esas faiciones
Ciríaco. [Á Macaria.]
Calle 1 Es la misma figura
del chico de Pedro Antón
Balbino. (Ó yo he perdido la brújula
ó no es la primera vez
3ue veo la catadura
e ese ciudadano.)
Ciriaco. [Á Macaria.] El mismo.
Mírale. Aquel buena púa
Balbino, (Pues la vieja , aunque la ropa
no corresponde á su alcurnia
Í7S
DIOS LOS CRU T ELLOS SE JUNTAN.
Sí, es ella, es ella.)
Ciriaco. l^l^oA Balbinol
Baliino. Tía Macaría I
Macaría. [Aparte i Ciríaco.]
¿Á qué pronuncias
su nombre f Valia más
hacerse el sueco.
Balbino, Ventura
como la mia Un abrazo!
Macaría, [Rechazándole.]
Poco á poco, que esa es mucha
llaneza
Baliino, To estoy en babia.
¿Ta nos la echa la palurda
de señora?
Macaría. Es que lo soy.
Balbino. Tia Macaría, usted se burla?
Ciríaco. No tal. Mi esposa y señora
en lo (]^ue dice se funda,
pues SI el hábito hace al monje
Ya no hay monjes , pero se usa
el refrán. — Quiero decir
que si mirando se juzga
lo que se ye..... claro está,
y excusada es la pregunta.
Baliino. El bueno del tío Ciríaco I
Siempre el mismo.
Ciríaco. No me gusta
que me llamen tio. Entiendes?
Baliino. ^in oirle.]
Hablando nasta por las uñas ,
pero el cristiano que le oye
se queda siempre en ayunas.
Ciríaco. Sí, cuando el cristiano es necio. —
Y dejémonos de pullas.
Macaría.Vxxes I T antaño no es hogaño,
Ír désele á cada una
o que es suyo.
Baliino. Bien está,
doña Macaría. (¡ Tan muía
como la dejé I) i Y qué primo
de Méjico ó de Calcuta
nos trajo tanta bambolla
á bordo de una falúa? '
Macaría. Yo no tengo que dar cuentas
ádenguno
Baliino. Y mi futura?
Macaría. Cómo futura?
Baliino. Mi noTia,
Manuela, el sol y la luna
de Móstoíes. Dónde está?
Macaría. Qué te importa?
Baliino. \ Por san Lúeas
bendito ¿No ha de importarme
si me tiene su sandunga
muertecito y aquel garbo
se crió paráoste cura?
^Si cuando yo caí quinto
juró y perjuró que nunca
me olvidaría, y lloraba
por cada ojo una laguna,
que la pobre parecía
la Virgen de las Angustias?
Macaría.En^ estonces zagalona
que no entendia la abuja
de mariar , ni si esta mano
es la drecha ó es la zurda.
Ciríaco. Quince años al fin no pasan
de quince años. Quien presuma
otra cosa Porque, al cabo,
no estando en sazón la fruta
Quiere decir que es lo mismo
ser ciego que estar á oscuras.
Baliino. Noticia fresca.
Macaría. No vengas
ahora con esas tontunas.
Si tú la querías tanto,
¿por qué, sabiendo escrítura,
no la pusiste una carta
diciendo: por áhi te pudras?
Baliino. Cómo si escribí? (Mentira I)
Si gasté un mazo de plumas!.
Mas cayeron prisioneras
mis cartas, sin duda alguna. —
Y sobre todo , la quiero
y la querré hasta la tumba.
Macaría.^ ella no te quiere á ti;
conque no pidas cotufas
al golfo.
Baliino. Si es imposible!
Verá usted cómo se chupa
los dedos cuando me vea.
Macaría.Vxxes sabe, ya que me azuzas,
que se va á casar con otro.
Baliino. Con otro I Usted lo asegura?
Macaría.Como que ya se han tomado
los dichos.
Baliino. Negra fortuna I .
Ya donantes la criada
me habló de esa baraúnda;
mas ¿quién podía pensar
?[ue esa mala hembra, esa bruja
üese el cuerpo del delito?
Pues juro al sol que me alumbra
que la ingrata, mala sangre,
no se saldrá con la suya.
Macaría.VoT qué no? Mandas tú en ella?
Baliino. I Ya verá usted qué trifulca
se arma aquí! ¿Dónde está el mandria
el infeliz aue me usurpa
mi propiedad?
Macaría. Menos gritos,
que no estamos en la dula.
Ciríaco. Ten juicio, Balbino. Yo
te probaré si me escuchas
Baliino. Qué me ha de probar usted?
La paciencia.
Macaría. ¿Te figuras
que es mi yerno un pelagatos,-
ó un cobarde que se asusta
de ver bigotes? Pues no, ^
que es hombre de mucha injundia ,
y no sufre ancas de naide ,
y si quiere te sepulta
DIOS LOS CRIA T ELLOS SE JUNTAN.
479
en onzas de oro. — Balbino,
echa el acial á tu furia.
No te pierdas y nos pierdas
haciendo aquí una diablura.
Mejor será que te largues ,
ya que están verdes las uvas
para ti. Yo te daré
unos cuartos
JBaliinQ, Tia lechuza,
á mi nadie me camela
haciéndome garatusas.
Que si quieres!.... Tengo yo
más conchas que una tortuga.
Macaria.'PeTO y si ella no te quiere !....
Balbino. Aunque lo rece la bula
no lo creo, y mientras ella
con su boquita de azúcar
no me dé unas calabazas
muy gordas y muy maduras,
diré que ustedes la venden
como á Cristo vendió Judas,
¡ y habrá aquí toros y cañas
si ese hombre no capitula!
Ciríaco. Pero j santo Dios, qué modo
de... Hombre!... Ni el moro Muza...
Y quien dice el moro
Macaría. Á bien
que la muchacha no es muda,
y te leerá la cartilla ,
y tendrás que hacer rinuncia.
Mas verla de sopetón
delante de la tretulia
del novio y de los padrinos
sería una acción muy bruta.
BalMno. Mas que lo sea! El mal trago
pasarlo pronto.
Ciríaco. Tú buscas
tres pies al gato, y ya ves
3ue llevarlo todo á punta
e lanza Que al fin las cosas
Deja que haya coyuntura
Porque en eso está el busilis
Ello es verdad que las truchas
no se pescan Ya comprendes,
mas no siempre el que madruga
Estamos?
Balbino. Sí, estoy cansado
de oir á usted esa música
ratonera; y no me muevo
de aquí, está usted? aunque se hunda
el firmamento, hasta ver
á Manuela.
Macaría. Hum! . . . . ¡Mala zurra
Bien , mas delante del otro
calla y no hagas de las tuyas.
Balbino. Bueno. Yo haré por callar
mientras tanto que se ajustan
las cuentas entre ella y yo.
Macaría.Vxies estonces, aleluya. —
Ah! diremos que eres primo
Balbino. Qué?....
Macaría. Ya está aquí 1
Ciríaco. Disimula.
ESCENA XII.
macaría. CIRÍACO. BALBINO. D. LUIS.
EMILIA. D. ANTONIO. MANUELA.
Luis. Conque un rato á pasear?
Antonio. No hemos visto á Léganos
todavía.
Emilia. Abur.
Manuela. Mandar.
Antonio. [Saludando en general.]
Hasta luego.
Macaría. Hasta dempues.
ESCENA XIII.
MANUELA, macaría. D. LUIS. CIRÍACO.
BALBINO.
Luis. [Aparte i Manuela reparando en Bal-
bino.]
Ehl y^a tenemos aquí
al alojado!
Manuela.[It€conociendo d Balbino y dando un
gríto.]
Ahí
Luis. [Admirado.] \ Qué grito
Macaria.lío te almires
Manuela. (Él es, sí.)
Balbino. [Á Macariaen voz baja.]
Ve usted? El mismo delito
Macaria.^Bte mozo es primo de ella, •
le teníamos por muerto,
* y, ya ves, como resuella
tan sin pensar
Ciríaco. Sí por cierto. .
Porque el muchacho es sobrino
Es decir, no de Manuela,
sino de Bárbara Pino
que fué hermana de su abuela;
y como á nadie se oculta...., •
Jues !, y ella formaba juicio
e que el otro...., pues!, resulta
que la sangre hizo su oficio.
Luis. [Receloso.]
¿Conque primo tuyo?
Manuela.lCortada.] Sí.
Balbino. Qué tal, chica? Te va bien?
Manuela. PsinL servirte, y á ti?
Balbino. Vamos tirando. Qué tren I
Manuela. [Animándose un poco.]
¿Conque no te has muerto?
Balbino. Quiál
Tu primo ¡firme que firme I
180
DIOS LOS CRIA T ELLOS SE JUNTAN.
¿Yo habia de hacer — pues ya! —
la primada de morirme ^
Luis, [Observando d los dos.]
(Este primo!....)
Balbino. ün relicario
pareces. Qué guapetona! —
No entraba en mi calendario
?|ue fueses tú mi patrona.
Este primo es sospechoso.)
Balbino. ¿Conque te casas, Manuela?
Manuela J^i.
Balbino. Y este será tu esposo?
Dios le dé (donde le duela.)
Dios le 0é salud
Luis, Lo estimo.
BcUbino. Como yo se la deseo.
Luis. (Se me ha indigestado el primo.)
Balbino, (Hum!.... Le veo y no le veo!)
[Tomando una silla.]
Amigo, yo estoy cansado.
El que quiera que se siente.
Yo lo hago á fuer de alojado, '
de paisano y de pariente.
^Qué guapa! ¡Si es un racimo
de perlas!)
Ciríaco, [Aparte con Macaría.]
Tiemblo!
Macaría. Me vuela!
Luis. (Cuando digo yo que el primo )
Balbino. Vaya, dime algo, Manuela.
Manuela. Qxxé he de decir? (Acá dentro
siento un )
Balbifto. Pues yo te diré
que has crecido
[Con malicia.]
m
y no te encuentro
la misma que te dejé.
Manuela.'No pasan años en balde.
Balbino, (Y no la he de hacer un mimo?
¡Voto á cribas )
Luis. (Si el alcalde
me librarit de este primo )
Macaría. [Aparte con Ciríaco.]
Mal haya tanta endireta !
Ciríaco. No la quita ojo el maldito.
Macaria.Me está llevando Pateta.
Luis. (Este primo, este primito!....)
Balbino. VueB JO..,
[Mirando de reojo á D, Luis,]
(Quieto, y se hace el sordo!)
Vuelvo de aquellas Navarras
ni más flaco ni más gordo.
[Con intención^
Yo siempre soy el de marras.
[D. Luis toma el sombrero.]
Manuela. Te vas?
Luís. (Todo me revuelvo
de verle , y si no redimo
esta carga ) Pronto vuelvo.
Adiós. (El diantre del primo!)
ESCENA XIV.
MANUELA, macaría. BALBINO.
Ciríaco. [Á Macaría.]
Ahora va á ser ella.
Macaría. [A Ciríaco.] Ahora
le diré yo las verdades
del barquero.
Balbino. [Levantándose.]
Mala pécora ,
mujer de poco caraite ,
así cumples tu palabra?
Manuela. BdAhino (¡Virgen del Carmen,
qué cara pone!) Entendíque
Macaria,y^\^, chico, no nos armes
camorra. Ella no te quiere
Balbino. Silencio, y deje usted que hable
la interesada.
Macaria. Silencio?
Á mí no me tapa naide
la boca.
Manuela. Yo Sí; te quise
Balbino. Oye usted?
Manuela. Pero mi madre
Como tú no me escribías
y el otro estaba delante
Ciriaco. Ojos que no ven Et cmtera.
Lo cierto es que en todas partes
cuecen habas, como dice
Y al cabo y al fin , con alguien
se ha de casar la muchacha,
y tener el alma en Flándes
y el cuerpo en Móstoles Esto
me parece que se cae
de su peso, y lo demás
es gastar pólvora en balde.
Balbino. Tio Ciriaco!
Macaria. Calla, que harto
nos has quemado la sangre
delante del otro.
Manuela, No hay
remedio. Has llegado tarde !
Macaria.OyeSy Balbino? Ella mesma
te ha dado con la del martes.
No quenas calabazas?
Pues tómalas.
Balbino. Ella es mártir. •
Ella no se atreve á hablar
porque ustedes no la arañen.
rero es mucho hombre Balbino
para rendirse á un futraque,
y el don Luis tendrá que habérselas
DIOS LOS CRIA Y
■
con el hijo de mi padre.
Ciríaco. Pero, hombre, ¿con qué razón ,
con qué justicia
Manuela, ( Qué lance ! )
Balbino, La razón es mi real gusto
y la justicia mi sable.
Macaría, iC6mo se entiende... Mal hombre!..
Ciríaco, A* mí me la echas de jaque? —
Es decir, á mí
Manuela. fialbino,
esas son brutalidades.
Bálbino. En perdiendo yo una vez
los estribos soy un cafre,
¡y voto á
Macaría. Descomulgado!,
vete; márchate á la calle,
ó haré
Balbíno. No me da la gana;
que aq^uí me ha dado el alcalde
mi alojamiento.
Macaría. Pero este
no es tu cuarto. Largo!
Ciríaco. Marchen I
Balbíno. Pues no me iré.
Macaría, Pues te irás.
Balbíno, ¿k yer quién se atreve á echarme
Manuela. ¡ Por Dios
Macaría, Te irás á la trágala.
Daré parte al comendante
Ciríaco, Eso!
Balbíno. Tia Macaría!
Ciríaco. Así!
Veremos, ya que no valen
razones
Macaría. Te haré poner
en un cepo.
Balbíno. A mí? (Y es fácil,
Íue el mayor tiene unos humos )
<argo de aquí !
Balbíno. ¡Voto á sanes
• Si no fuera usted mujer.....
Macaría. Ay, que me pega este infame !
[Orítando.]
¡Lagna
Balbíno. [Tapando la boca d Macaría.]
Galle usted !
Manuela. Jesús!
Yo estoy mala
Macaría. Ves, tunante?
Balbíno. Eso es otra cosa.
Macaría. ¿Dónde
te duele?
Manuela. No sé Un ataque
de niervos, un
Baliino . Ten correa ,
voto á bríos! No te desmayes.—
ustedes tienen la culpa.
Ciríaco. [Acudiendo d su kíja.]
Traeremos agua y vinagre?
Macaría, Nosotros?
Balbíno. Sí, porque le han
II. •
ELLOS SE JUNTAN.
m
cuarteado las facultades.
Macaria.Es mentira!
Balbíno. En fin , me najo
porque no se muera ese ángel;
Sero ya veremos Humrr!....
iramando voy de coraje.
ESCENA XV.
MANUELA, macaría. CIRÍACO.
Macaría. Pero ¿hase visto en el mundo
forajido semejante?
Ciríaco. [Á Manuela.]
Se pasó?
Manuela. Nada ! { Si lo hice
por excusar un disastre
Macaría. 12L es preciso que de casa
le echemos á todo trance.
[A Ciríaco.]
Tú marcha á ver si nos truecan
la goleta con mil diantres ,
y yo en ca del escribano
para que me haga al istante
up memorial
Ciríaco. Yo lo haré.
No es necesario que encargues
Macaría, i Tú no, que en cada renglón
colarás un disparate !
Voy volando... Ah! Tan y mientras,
para que aquí no se encaje
otra vez el granadero
y enjergue otro cipizape,
dejaremos encerrada
á la chica.
Manuela. Pero, ¡madre
Macaría. No refunfuñes !
Manuela. ¡A mí
Macaria.[Á Ciríaco.]
Tú te llevarás la llave,
que vendrás antes que yo.
Ciríaco. Pero ¿y si don Luis...
Macaría. Que aguarde.
•
[ Vanse Macaría y Ciríaco por el foro
cerrando la puerta por defuera.]
ESCENA XVI.
MANUELA.
I Jesús qué tripulación
y qué congoja y qué apuro!
¿Qué hace una cuapdo está una
para casarse con uno,
y viene el otro y ese otro
31
m
DIOS LOS CRIA Y ELLOS SE JUNTAN.
lo mete todo i barallo?—
¡Y vaya si viene guapo,
y macareno y rebusto!
¡Y yo tan inncionada
á la tropa Y el que tuvo
reta YO, que dijo el otro.
Le quise antaño, y no es justo
que nogaño Trújele Dios....,
y para algo me le truio. —
Fero el otro, que es el joven
más campecnano del mundo,
y bebe por mí los vientos,
y siendo de alto coturnio
no tiene á menos casarse
con la hija de un palurdo,
y me ha dado estos arreos,
y como es rico y de rumbo
mercará cuanto yo quiera
y en todo me dará gusto
Pobre Luis I Sería un cargo
de concencia y un prejurio
dempues do decirle otorgo,
plantarle por otro chulo.
No, que es muy mala partida, '
y en piedio de este timulto
de afeutos oigo una voz
que me dice: oros son triunfos.
[Aparece Balbino montado en la ven*
tana de la izquierda»^
ESCENA XVII.
MANUELA. BALBINO.
AfanuelaAjl Qué es esto?
BaJbino. No te asustes,
alma mia.
Manuela. Estoy sin pulso.
A qué vienes , condenado?
Si lo sabe mi futuro
Mis padres
BalHno. Estamos solos.
Hablemos cuatro minutos.
Manuela.Y tras de estar encerrada
Para ti nada hay seguro.
Baliíno. Tengo un amor y dos piernas,
veo una parra...., y me subo
Manuela, Yete por Dios, que me pierdes!
Balbino, Escúcname.
Manuela, No te escucho.
Balbino. Pues ya no me vuelvo atrás,
[Saltando al tablado.]
y aquí estoy, y aunque arda el mundo
ine ñas de oir.
Manuela. Buena la hicimos I
Jesús 1 Toda me atarrullo
Balbino. No temas, que aquí estoy yo.
Manuela.Y^il Es que
Balbino. Vamos al asunto.
Me quieres, 6 no?
Manuela. Balbino! . . • .
Balbino. Ya no valen disimulos.
Tus ojos dicen que sí,
y aunque tu boca ha^ pujos
• para negarlo, es en balde;
como si hablaras eu ruso.
Manuela.\Yilg;dLme Dios y qué modo
de escudriñar Eres brujo?
Balbino. ¡ Ah, bendita sea tu alma
Manuela.Vxxe^ sí que te quiero,- y mucho;
mas ¿qué he de hacer? ¿No te dije
endenantes: «No hay recurso!
Llegaste tarde!;» ^No sabes
que firmé de propio puño —
con la señal de la cruz
Balbino. Eh! no le hace. Se compuso
lo de Capa-rota
Manuela. ¿Y cómo
se desenreda este ñudo?
Yo le diré nones , y él
me dirá pares y truco.
Balbino. Tendrá que hacer demisión
cuando sepa que yo ocupo
tu lugar.
Manuela. Pero ¿y mi padre?
Balbino. Tu padre es un mameluco.
Manuela.Y mi madre?
Balbino. Será abuela
^ año cuarenta y uno.
Manuela.^ con qué has de mantener
a mis hijos y á los tuyos?
Balbino. Ahora sí que me has chafado!
Manuela.Qwé ingrato y qué testarudo!
Entra Dios por mis ventanas,
y en vez de sacarle el jugo,
¿quieres que le dé con ellas
en la cara! Guando luzgo
sedas y blondas ¡ me quieres
condenar al paño burdo !
En vez de habitar palacios ,
¡quieres volverme á mi escuro
cochitril y que , vecina
de las gallinas y el burro,
con el alba me despierten
cacareos y rebuznos!
En vez de comer fraisanes,
quieres que coma mendrugos I
Tá eres contra Dios, Balbino,
Sorque Dios dice á los suyos:
a de comer al hambriento,
da de vestir al desnudo;
tú ¡al revés me las calzo!
ienes ropa? Te desplumo.
Tienes qué comer? Ayuna.
Se hiciera esto con un turco?
Balbino. Tienes razón. Oh, Manuela! ,
tu talento es muy profundo.
No me habia á mí ocurrido
que si la novia le usurpo,
no me llevaré con ella
las rentas de tu futuro.
Y al fin, qué soy yo? Un soldado.
íí
DIOS LOS CRIA Y ELLOS SE JUNTAN.
483
Mira tñ qué sostituto I —
Es verdad que soy barbero^
y no me tengo por zurdo,
y espero de un dia á otro
mi licencia; mas pregunto,,
¿quién diablos me da dinero
para poner un tenducho?
. ¿Dónde encuentro parroquianos,
noy que hasta el pueblo menudo
se hace la barba á sí mismoV
Mas ¿qué quieres! El reflujo
de los hados To te adoro!
Manuela. ky de mí! , yo no lo dudo,
mas dice aquel dicho: tanto
te quiero que te desnuco.
Bdlbino, Pues bien, cásate, mujer!
¡Cásate con ese chusco. . . . ,
y malos lobos le muerdan!
Sé dichosa. ¡To renuncio
á tu mano !
Manuela. Oh fortalencia!
Oh virtud I . . . . ¡ Cruel tarugo
para un corazón amante!
¿Cómo podré, cachirulo,
pagarte
Balbino. Matando á ese hombre
á pesadumbres.
Manuela. Yo juro
Balbino. Y luego en segundas nuncias....,
ó antes, si Dios lo dispuso,
yo aliviaré los pesares
que te va á dar el difunto.
Manuela. A.y \ suben por la escalera
Vete
Balbino. ' Yo no escondo el bulto.
Soy 'quien soy I
Manuela. Pero ¿y mi honra?
Balbino. Tu honra?.. Sí, es verdad. Me escurro-
Pero ¿adonde
Manuela. Á la ventana !
[Balbino monta en la ventana y figura
buscar dónde aboyar el pié, que queda
colgando hacia fuera.]
Ya están aquí!
Balbino. Yo me aturdo.
No alcanza á la parra el pié
[Suena dentro la llave.]
Manuela.YK abren la puerta. Ay san Bruno!
ESCENA XVIII.
MANUELA. BALBINO. D. LUIS. CIRÍACO.
Luis, ¿Qué veo! ¡Ese hombre
Ciriaco. Balbino!
Balbino. [En la ventana.]
No es nada ; no hay contrabando.
Es que venía buscando
Manuela.Yo.... Cuando... Él venía... Vino...
Luis. Qué infamia! Huye, miserable^
huye, ó mi justo furor
Balbino. [Saltando otra vez al tablado.]
Vamos con calma, señor
(Subirme yo aquí sin sable!....)
Ciriaco. Balbino, es acción villana
asaltar
Balbino. Toma! Si abierta
hubiera estado la puerta,
no entrara por la ventana.
Luis. Traidora ! ¿ Es esta la fe
A£a7iuela.Tomh ! | Mire usted qué pata
de gallo! ¿Acaso
Ciriaco. Hija ingrata!....
Manuela. kc^iso yo le llamé?
Balbino. Yo Se me antojó un racimo,
á la parra me subí,
estaba Manuela aquí,
y lya usted ve! como primo
Luis. I5h! Vayase noramala
Manuela.¿Es culpa mia que hubiera
una parra por de juera
y una ventana en la sala?
Luis. Calla! ¿Aún te atreves, perjura
Manuela.Si yo ¡ Virgen del Pilar
Ciríaco. [Conteniéndole.]
Don Luis!
Balbino. \ No haga usted llorar
á esa pobre criatura !
Luis. [Á Balbino.]
Ya he dicho
Balbino. Sí, viento en popa
me voy ya,* no se sofoque;
pero como usted la toque
ni al pelito de la ropa
Luis. No me arredran amenazas.
Fuera de aquí!
Ciriaco. [Á Balbino con tono persuasivo.]
Vete, vete !
Luis. Ó yo haré que usted respete
Balbino. Sí? Pues ya, ni con tenazas
Manuela. [Sollozando.]
Tengo honra, y es mucha afrenta...
Balbino. La oye usted? Gime, solloza
Señor don Luis!, esa moza
corre desde hoy por mi cuenta.
Luis. ¿Cómo
Balbino. No hay cómo que valga.
Ciriaco. ¿Qué se entiende
Balbino. ' Y á los dos
desafío, ¡ á todo Dios I
El que sea hombre, que salga.
[Suenan dentrocajastocandollamada.]
Luis. ¡ Vive Dios
Balbino. Suena el tambor:
obedezco á su compás. —
484
DIOS LOS CRIA Y ELLOS SE JDNT>IN.
Viva usted media hora más
y agradezca este fa^or.
[Ciríaco contiene d D. Luis^ y Ma-
nuela i Balbino.]
Ciríaco, Quieto!
[Á Baliino»]
No te irás al fin ?
Manuela, \ Por Dios
Luis. ; Infame....
Ciríaco, [Aparte á D, Luis.\ Es muchacho.
Baldino. 10 volveré
Ciríaco, [Como antes.] Está borracho.
Balbino, Y habrá la de San Quintín.
[Manuela se sienta i un lado, y llora y
moquea.]
ESCENA XIX.
MANUELA. D. LUIS. CIRÍACO.
Luis, ¿Se ha visto igual insolencia ,
temeridad semejante?
To le aseguro al bergante
Ciríaco. Vamos, i reflexión, paciencia
Luis. I Y tú, infiel
Manuela. [Levantándose y con tono regañan, pero
sin dejar de gemir.]
Más lo eres tú !
Tras de que una Pues es plato
de gusto Quita allá, ingratol
Luis, ¿Cómo! Pues
Manuela,[Haciendo un gesto de indignación
ridicula.]
No me hables. Hu!
[ Vase por el foro.]
La habré de pedir perdón ?
[Queda f ensalivo.]
i
ESCENA XX.
D. LUIS. CIRÍACO.
Luis. Se va dándome un sofión
después que vil y traidora.
Pues esto faltaba ahora 1
Ciríaco. Como al cabo está inocente,
la quieren procesar
•o que hay es que aquel pelgar
sin más Dios, ni Es evidente.
Mas si hemos tocado en balde
entrambos á dos la aldaba
del alcalde , porque estaba
en las eras el alcalde ;
mañana será otro dia ,
se irá el soldado y después
Eleito por menos y Pues I
o demás es tontería.
[Acercándose á D, Luis y llamándole
la atención.]
No es verdad? •
[Con despego.] Oh!
Si alza el gallo
pondremos pies en pared ,
(korque al fin
Furioso.] Ehl calle usted
con cuatro mil de á caballo.
Si usted se incomoda
Sí.
Sin embargo, la doncella
Reniego de usted, y de ella,
y de su madre, y de mí.
ESCENA XXI.
CIRIACO.
Oye! Sin razón te enojas
Selargól ¡ Es particular
Eso se llama tomar
el rábano por las hojas.
Señor!, lo que yo le digo
convenceria á cualquiera,
Íorque, vamos, ¿quién espera
disparate! Pero...., amigoj....
Puedo yo hacer máis ? Me afano
por evitar accidentes
y por...., pues!,* pero estas gentes
no entienden el castellano.
[ Vase por el foro]
Luis.
Ciríaco.
Luis.
Ciriaco.
Luis.
Ciriaco.
Luis,
ACTO TERCERO.
ESCENA I.
D. LUIS. D. ANTONIO.
Antonio. Al oir lo que me cuentas
me aflijo y no me sorprendo.
La cabra , querido Luis ,
siempre tira al monte.
Luis. Es cierto.
Me cegaba la pasión ;
ahora conozco mi yerro.
Mas, ya que no era posible
conseguir en un momento
la grata conformidad
DIOS LOS CRIA T ELLOS SE JUNTAN.
485
de costumbres y deseos
siii la cual no hay matrimonio
venturoso; ya que al tiempo
era fuerza remitir
lo que no curan los médicos;
los vicios de educación
y los resabios de pueblo,
^era acaso algún absurdo
juzgarme yo con derecho
al amor de una mujer
sacada por mí del cieno ,
de la nada? ¿Dónde hallar
honor, fe, agradecimiento
si hasta en la paz de una aldea
los busco y no los encuentro?
Ingrata !, ¿ te puse yo
algún puñal en el pecho
cuando tu pérfido labio
me juraba amor eterno?
Ahí maldita fué la hora
en que mis qjos te vieron.
Antonio. ¡Mentecato que en el año
de gracia mil ochocientos
y cuarenta aun esperabas
tropezar por esos cerros
con aquella pobre Astrea «
que se refugió en el cielo !
Ya se ve , tú eres filósofo
Luis. Filósofo!.... Soy un necio.
Antonio. No en vano cuando lo supe
desaprobé tu proyecto ;
pero tú, en vez de tomar
y agradecer mis consejos,
contra mí, contra un amigo!
te pusiste hecho un veneno.
No hablemos de-lo pasado
pues mi ceguedad confieso,
y veamoa si es posible
salir de este atolladero.
Tú, Antonio, que eres letrado,
me dirás cómo podremos
Afttonio. Veamos. Lo que tú quieres
es que no se lleve á efecto
el matrimonio.
Liiis. . Eso mismo.
Antonio. Firmados ya los conciertos
conyugales, se requiere
el mutuo consentimiento
de ambas partes Y aun así
pudieras salir del pleito
mal librado si las arras
son de entidad.
No. Mi intento
era hacer más adelante
una donación
Me alegro;
f morque, aun logrando anular
os esponsales, te advierto
que la mitad de las arras
que dio el varón son trofeo
de la novia, si ella prueba
que el tal se quitó de cuentos
y la mostró su cariño
Luis.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
con algún ósculo. . . ., beso,
que decimos los profanos.
No ha habido ósculo; lo puisdo
jurar.
Vaya en gracia. Yo
to juzgaba más resuelto.
Era mi pasión tan casta!....
¡Era tan puro el objeto
que me la inspiraba!.... Ay triste!
Pero un beso más ó menos
¿qué importaba Me parece,
aunque tu pudor respeto,
que eso es muy antiguo, Luis,
ó demasiado moderno.
Vamos, déjat^ de bromas
Pecador ! Ahora recuerdo
que la he abrazado dos....,
tres veces I
Abrazo seco?
Pues, sin beso.
En punto á abrazos,
las leyes guardan silencio.
Pero, dime, si Manuela
no quiere, como lo temo,
que se anulen los contratos
conyugales , quidfaciénium*^
No sé. Si ellanp consiente
iNo hay otros impedimentos
legales ?
Sí, varios hay.
Yo te los iré diciendo,
mas dudo mucho que puedas
alegar ninguno de ellos.
Dime, no obstante.....
Si el novio,
ó la novia , por ejemplo,
se ausenta a lejanas tierras,
puede el otro, trascurriendo
tres años y del ausente
ignorando el paradero,
pedir y obtener permiso
para escoger otro dueño;
pero ha de hacer penitencia
de su primer juramento.
Ya. ¿Uonque ella es la que habría
de emifi^rar ¿Y cómo hacemos
Imposible I
Si probases
á tu novia un gatuperio
Comprendes?
Qué desatino!
lEUa que teme al infierno
Coquetilla...., puede ser;
?ero Jesús I Ni por pienso,
'ú no podrás achacar
cuñadía
No.
Ni creo
que hayas dado á otra mujer
palabra de casamiento.
Jamás.
Ni la edad te salva ;
que ambos tenéis con exceso
m
DIOS LOS CRIA Y ELLOS SE JUNTAN.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis,
Antonio.
Luis,
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
la qae prescriben los cánones
al uno y al otro sexo
para poder celebrar
el séptimo sacramento.—
Ahí un rapto con circunstancias
agravantes fuera un medio
excelente , y el soldado
es capaz en mi concepto
de mayores fechorías.
Pero hay que contar primero
con Manuela , y ni ella tiene
resolución para eso,
ni la perderán de TÍsta
sus padres.
También el texto
de la ley hace mención
expresa de los defectos
ó nulidades orgánicas
?ue invalidan desde luego
os esponsales. Si de ambos
uno es gafo ó contrahecho,
ó ciega de entrambos ojos , —
se pueden casar los tuertos , —
ó se queda sin narices ,
ó
I Calla , que me estremezco
de oírte ! •
Ah ! ^a me olvidaba
de otro arbitrio Es el postrero,
¡y terrible para un hombre
que tiene su alma en el cuerpo!;
mas para ti, que te precias
de filósofo
Acabemos.
Métete fraile.
¿Yo fraile !
No hay ya en España conventos,
pero allá
¿No es más sencillo
echarme un cordel al cuello?
Vamos , no te desesperes.
La muchacha, á lo que entiendo,
se inclina mucho al soldado.
No hace justicia á tu mérito,
mas los primeros amores
Ya ves tú!.... Dice un proverbio
castellano : Dios los cria
y ellos se juntan. Yo espero
que ella se querrá casar
con él, y entonces
Sí, eso,
eso fuera lo mejor;
y aunque es duro, no lo niego,
que me veng^a á suplantar
un rival tan subalterno,
me resignaré Y ¿quién sabe...
Yo todavía no tengo
una prueba conclavente
de que sea el predilecto
ese fialbino. La escena
de que tanto me lamento
pudo muy bien ocurrir
sin ocasión ni pretexto
por parte de la muchacha,
y tal vez á su despecho.
Cuando se alejé de mí
lloraba, gemia Quiero
hablar á sola^ con ella
Antonio. Ay, ay, ayl Malp me he puesto!
Luis. Nada temas. Seré cauto.
Yo voy á llamarla.
Antonio. Bueno!
Allá te avengas Adiós.
Luis. Vas otra vez de paseo?
Antonio. No. Un encargo de Madrid
Hasta después. Pronto vuelvo.
ESCENA 11.
D. LUIS.
Si no es posible! Pondría
las dos manos en el fuego
á que ella no autorizó
tal escándalo. El camueso
de Balbino, sin mirar
inconvenientes ni riesgos,
•só escalar la ventana ,
y ella, que tendría miedo
Aquí viene. A ver qué tal
se explica, y vamos con tiento.
ESCENA lil.
D. LUIS. MANUELA.
Luis. Me alegro'de verte sola.
Manuela.k\üy que eres tú I Dios to guarde.
Luis. Tenía que hablarte
Manuela. Hola!
¿Después de la batahola
y el julepe de esta tarde?
Bien , á escucharte me obligo,
pues me he de casar contigo.
Luis. Dime una verdad.
Manuela. - Ycuála?
Luis. ¿Citaste á Balbino tú
ManuelaT^B, he dicho muy noramala
que él se me coló en la sala
como un duende, como un bú;
mas yo no le he dado abrigo,
porque me caso contigo.
Luis. Yo sé que el tal granadero
no es tu primo ni lo sueña.
Manuela.iíi padre fué el embustero,
[ue ^0 nada dije ; pero
le mi mano soy yo dueña,
y pongo á Dios por testigo
que me he de casar contigo.
Luis. El te quiso antes que yo
y tú le amaste también.
Manuela.Toxnhl Quién dice que no?
Mas cuando él se déclar.ó
y yo le repuse: «amén»
i
DIOS LOS CRIA Y
*
•
junto á una parva de trigo,
DO me casaba contigo.
Luis. Tarde olvida quien oien ama.
Manuela.ksi lo dice mi tia^
pero no tengas escama.
porque cuando una no llama
Pues ! Y el otro bien sabía
cuando entró por el postigo
que yo me caso contigo.
Y juro á fe de Manuela
que no hicimos...., disparate!....
ninguna picardihuela.
Yaya! ni cosa aue huela
Jesús 1 ni con cnocolate ;
porque yo sigo y persigo
en casarme — estás? — contigo.
Luis, Hoy no te tienta el demonio,'
mas si mañana te exhorta
á afrentar mi matrimonio, ■
tú no eres nn san Antonio,
y tal vez
Mannela. Bah, bah! Qué importa?
Si tú te casas conmigo,
no me caso yo contigo?
Luis. Qué importa? Alabo la flema !
¿Luego tú no estás segura?....
Manuela. Sí lo estoy, pero esa tema
que hoy has tomado me quema.
A Dios llamaré y al cura
si me tienta el enemigo .
matrimoniada contigo.
Luis. Eso no me satisface.
Manuela, tiempo es aún.
Aunque tanto me complace .
quizá nuestra boda se nace
contra el sentido' común.
Yo te quiero y te bendigo,
pero ¡casarme contigo!....
Manuela.C6mo I Te vuelves atrás?
Luis. No congeniamos los dos
Manuela.Vxxe^ , novio de Barrabas ,
¿no hemos jurado y tres más
al escribano y á Dios
Luis. Sí, pero ya
Manuela. Pues, amigo,
Ío me he de casar contigo.
ú debea considerar
que no seremos felices
' por más aue al pié del altar
Mapuela.nol^ i ¿Me quieres dejar
con un palmo de narices?
Pues no ! Yo digo y redigo
que me he de casar contigo.
ESCENA IV. .
D. LUIS. MANUELA. MACARÍA. CIRÍACO.
Macaria.Qxyé es esto? ¿Por qué das voces,
hija de mi alma?
Manuela. Por qué?
Porque ese hombre es un ingrato ,
ELLOS SE JUNTAN.
M7
un descastado, un infiel
que me camelaba en Móstoles
y me escupe en Léganos ,*
porque á lo mejor me sale
con ¿qué me sé yo?, y si fué
y si vino....; porque olvida
que dio un porrazo cruel
á la puerta de mi casa
V soy yo quien le curé
la descolacion del hombro
y el chirlo junto á la sien;
y dale con si Balbino
es mi primo ó no lo os ,
y si él no me quiere mal,
y si yo le tengo ley,
y si mañana ó esotro
me tentará Lucifer;
porque es el galgo de Lúeas
que 'ladra antes que le den,
V los dedos se le antojan
huéspedes, y Pero á fe
que yo no me ando en chiquitas ,
y aquí hay un cura y un juez ,
}i de mal á mal hará
o que DO de bien á bien ,
I y se casará conmigo,
y me casaré con* él !
Luis.
ESCENA V.
D. LUIS, macaría. .CIRÍACO.
3/¿M?ma.Pobrecita de mis ojos !
¿Quién me lo diria, quién
que tan mal te pagaría
ese raposo con piel
de oveja inocente, ese alma
de Caín
Suegra soez,
no apure usted mi paciencia,
que ya estoy dado á Luzbel.
Ciriaco. Tiene razón. Sé prudente,
que no quita lo cortés
Y al cabo las apariencias
Yo soy justo. Es menester
hacerse cargo Y hablando
se entienden las gentes: eh?
MacaríaMn verdá, en verdá, que ni ella
tiene la culpa, ni usted,
ni naide , sino ese picaro
que maldiga Dios , amén.
¡Zamparse, como si fuera
esta casa algún burdel, ^
por la ventana
Y ustedes
¿por q^ué con tanta doblez ^
me dijeron que era primo
de Manuela?
Yo la erré;
Luis.
Macaría.
lo confieso ; pero entraba
con aire tan somaten ^
4M
DIOS LOS CRIA T ELLOS SE JUNTAN.
que porque tú no extrañases
su desparpajo y su aquél
Porque él estaba empeñado
en que tenía de yer
á Manuela y recordalla
que, babrá cinco años ó seis,
la dijo cuatro tontunas
Pero — nadal — de allí á un mes
cayó quinto, y la muchacha
no gofvió á pensar en él.
Luis* No obstante
Macaría. Si le aborrece!
Ella le dijo: «anda ves
noramala. Quiero á otro
y á ti no te doy cuartel ; »
y cuando dice Manuela
esto digo , firma el rey.
Ciríaco, Sí, señor, pero como ese
Balbino es una pared
maestra, y estaoa sola
la chica, y éfeta...., pues!
sin encomendarse á Dios
ni al diablo , y á salga pez
ó salga rana...., ahí ya eso! ,
y abur. Ite^ missa esL
Macaria.i Si yieras cómo lloraba
la probeciUa dempues
Luis. Lloraba 1
Macaria, Y la da un soponcio
si no la aflojo el corsel.
Luis, (¿Será cierto )
Macaria. Y entre lágrimas
que enternecieran á un buey....,
salya la parte, decia:
«Jesús, María y José!
¿Por qué ha venido ese trasto
maldecido de cocer?
Yo sólo quiero á mi Luis,
que es dulce como la miel
y tan guapo ;»
Luis. Eso decia?
Macaria.Y mirando de travies
dijo : «si vuelve á ponerse
delante , le echo con cien
Ír mil diantres , y le tiro
a mano del almirez.»
Luis. ¿Es posible! .... Pues á mí
no me ha dicho
Macaria . Toma ! Es que
Es que, como está inocente,
no dá su brazo á torcer
contigo. Tú la habrás puesto
como trapo de sartén ,
y ella que tiene puntillo
y vergüenza
Ciríaco. La mujer
no siempre Estamos? Con ellas
se requiere un ten Ton ten
Macaria.'&K, pelillos al mar.
Mañana al amanecer •
saldrá Balbino de casa ,
y yo de unto belén.
El alcalde me lo ha dicho ,
y si no lo hace, ¡pardiez
que tengo hecho un memorial
para el señor coronel ,
que me rio yo ! — Y ¡ qué diantre !
si tanto te da que hacer
ese hombre, ¿hay más que largamos
á cualquier parte ; á Jaén ,
á París de Francia
[Don Luis y que está medüaiundo^
responde distraída J\
Luis. Sí.
Macaría. Ó á Ingalaterra
Luís. Tal vez
[Aparece Balbino en la puerta.]
Balbino. [Sin entrar.]
Deo gracias !
Luis. Balbino !
Macaria. ( Ah perro !
Todo lo echará á perder.)
Ciríaco, ^tra vez ese maldito?
Que no estuviera en Argel! ....)
ESCENA VI.
D. LUIS, macaría. CIRÍACO. BALBINO.
Balbino. [Bntrando.]
Señores, nadie se altere.
Vengo de paz ,* ya no riño ;
Y, de bien á bien , un niño
hace de mí lo que quiere.
Si enantes tomaba á pecho
porfiar por la doncella ,
ya no. — Arree usted con ella
y que le haga buen provecho,
rfo estante su compromiso,
• yo creí que esa traidora
querría a Balbino ahora
como algún día le quiso;
y como yo no soy rana
y la juzgaé prisionera ,
de la parra hice escalera
y puerta de la ventana;
mas tratándome de piUo
me puso como un guiñapo....,
aunque luego me hice el guapo
y escupí por el colmillo.
Ahora que estoy más sereno
confieso á usted y á la suegra
que aquella acción fué muy negra
y que soy un sarraceno.
Usted rico, y yo soldado ,
quién debía estar en boga?
Usted, que siempre la soga
quebró por lo más delgado.
Ni tendría yo razón
en obligarla á trocar
tanto rumbo y tanto ajuar
por un pan de munición.
^MM
oíos LOS CRIA Y ELLOS SE JUNTAN.
489
Si DO me quiere, paciencia;
peor sería un divieso; —
y no quedaré por eso
á la luna de Valencia.
Tengo una moza en Bilbao
de mi talla; hui! mete miedo,
y otra que vende en Toledo
sardinas y bacalao.
Vaya con Dios: yo la olvido.
Dios dirá. Soy ouen piloto,
y al ñn nunca falta un roto
que se arrime á un descosido. .
Mañana, usted lo verá,
me mudo de alojamiento ;
y si usted quiere , al momento ,
que á mí lo mismo me da.
To no soy como el tahúr
que juega con dos barajas.
Usted contento , y yo ¡ pajas I
Conque perdonar y ¡abur!
[Empieza i oscurecer.]
ESCENA Vil.
D. LUIS, macaría. CIRÍACO.
Aíacaria.'lAire usted!.... ¡Todo al revés
de esta tarde! ¿Quién creyera
Ciríaco, De modo es y de manera
que cuando el hombre Ya ves!
Macaría. [Á D, Luis.]
Pues ahora naide te empacha^
y cuando él mesmo se da
por vencido......
Luis. [Todatía preocupado y caviloso.]
Bien está.
Macaria.SeñsX de que la muchacha
Luis. Sí, señora.
Ciríaco. Si es un bolo!
Si lo dije! Y el que piense
Eh?
Luis. Sí, pero usted dispense
Quisiera quedarme solo.
3/éi^ana. Vamos, sí, y ausolucion
general.
Ciriago. ¿ Qué duda tiene
Luis. Oh!....
Macana. Y el domingo que viene
primera molestacion.
ESCENA VIII.
D. LUIS.
Ojo avizor, pobre Luis !
no te fíes del soldado!
[Luis...., aquí hay gato encerrado
y tu honor está en un tris !
La niña con sus enojos ,
con sus mentiras la madre
tal vez Pero ese compadre
es quien me ha abierto los ojos.
Su repentina modestia
no parece natural.
¿Cómo así tan racional
el que ha poco faé tan bestia?
Bah, bah! no soy yo tan lerdo
cual presume. Esa no cuela!
Él ha hablado con Manuela
y los dos obran de acuerdo.
Mas saldrá vano el ardid. .
No serás tá mi mujer,
taimada. No Quiero ser
la fábula de Madrid.
I Mofarse del santo yugo
de un modo tan inmoral!
Intriga tan infernal
es digna de Víctor Hugo.
Y aquí, en país enemigo!,,
¿qué hacer cuando esa labríega
dice que á trompa y talega
ha de casarse conmigo!^
Ya el desposorio funesto
firmé, y alzarán el grito
la vieja , el suegro maldito,
Íel soldado.... 2 por supuesto!
a echarán por la tremenda
y perderé en el litigio,
si no hace Dios un prodigio,
la honra, la vida y la hacienda.
[Paseándose agitado.]
¿Quién me hubiera dicho ayer.
Si yo hallase un expediente....
Qué calor tengo en la frente!..
Loco me voy á volver.
[Parándose.]
Ah! un rayo de luz Antonio
me le indicó, y es preciso
Mediando otro compromiso
no ha lugar el matrimonio.
Un clavo saca otro clavo.
Si logro que otra hermosura
me ame Se hace una escritora
con fecha atrasada y Bravo! —
Peroicómo se concilia
¿Quién se echa á buscar' de pronto
una querida Ah! Qué tonto!
En casa la tengo. Emilia!
Y qué elegante! qué bella!
Y hermana de Antonio Ah! voy,
voy al momento Ya estoy
perdido de amor por ella.
uielos ! , si de esta zozobra
me saca, un ángel será
Pero siento pasos Ah !
KUa es ! — Manos á la obra.
ím
DIOS LOS CRIA T ELLOS SE JUNTAN.
Emilia.
Luis.
Emilia.
Luis.
Emilia.
Luis.
ESCENA IX.
D. LUIS. EMILIA.
Emilia. [Sale de las habitaciones ie la iz*
quierda.]
Antonio Se fué mi hermano?
Luis. Sí, hermosa, pero su falta
supliré yo muy gustoso
si me honra. tan bella dama
con sus preceptos. To haría
hasta lo imposible
Gracias ,
señor don Luis. Es usted
muy galante.
No se trata
de galanterías, no.
Lo digo con toda el alma.
No lo dudo. A fuer de ahijado
•me profesa usted la franca
amistad
Alffo más que eso.
Arde en mí pecno otra llama
más activa, más profunda
Qué escucho!.. Ehl pase por chanza.
Chanza? Ah! no. ¿Y es maravilla
que con peirfecciones tantas
rinda usted mi coraron?
Quien ve á usted y no se abrasa
de amor, no tiene sentido
común ni ojos en la cara.
Está usted loco, don Luis?
Reflexione usted lo que habla.
I Qué declaración de amor
tan extra«parlamentaria i
Juro á Dios, y á esos luceros
que me hechizan y me matan
Señor don Luis, yo no sufro
gilanteos que me ultrajan,
uárdelos usted, le ruego,
para la linda aldeana
con quien hoy se ha desposado;
y si le enseña otras máximas
su filosofía y quiere
una esposa y una dama ,
reserve usted á lo menos
proposición tan extraña
para quién la pueda oír
sin echarle noramala.
Válgame Dios!.... Si no es eso!
si mi intención es muy sana !
I si lo que quiero es casarme
con usted!
Otra embajada!
Dos consortes á la par?
Lindo! ¿Estamos en España,
6 en Turquía?
Óigame usted!
Yo no aspiro á la bigamia.
Sólo á usted quiero entregar
mi mano y mi fe en las aras.
Emilia.
Luis.
Emilia.
Luis.
Emilia.
Luis.
Emilia. T Manuela?
Luis. Lo confieso,
me fascinó esa muchacha;
pero usted ha sido el astro
3ue disipando las ráfagas
el pasajero crepúsculo
Emilia. Bah, bah! Todo eso es farándula.
Diga usted que la palurda
le quiere dar calabazas,
justo castigo á quien tuvo
inclinaciones tan bajas,
y en despique yiene usted
á proponerme — qué audacia! —
la mano que ella desprecia;
mas no cabe en mí la infamia,
la deshonra de aceptar *
proposición tan villana.
Luis, Al contrarío, ella desea
que se cumpla sin tardanza
mi promesa ; pero yo
Emilia. Bien, y usted se desengaña,
y conociendo que es vida
de perros la que le aguarda
con un leño por mujer
y ]^r suegra una tarasca ,
Juiere que le saque Emilia
e la lumbre las castañas.
Estamos bien ! ¿Soy yo hospicio
de desamparados?
Luis. Caiga
sobre mi cabeza un rayo
si son fingidas mis ansias
y si el fuego del amor
Emilia. Pues y a!, amor... de circunstancias.
Luis. Ah ! ¡Si me quisiera usted
Quiérame usted!
Emilia. , Eh ! Ta basta.
Luis. Oh crueldad ! . . . . ¿ Será forzoso
que me arrodille á esas plantas?
[Lo hace.]
Emilia. Oh qué jridícula escena!
Levántese usted
Luis. No, ingrata.
Mientras
Emilia. [Yéndose á su habitación.]
Pues rece usted solo.
Luis. Yo necesito
Emilia. Una jaula.
ESCENA X.
D. LUIS.
Cruel repulsa ! Es preciso
que tenga entrañas de víbora
la que así Pero ¿hasta cuándo
me he de estar yo de rodillas ?
[Se levanta,]
¡ Oh qué estúpido es un hombre
desesperado! ¡Maldita
fortuna!.... Pero en el mundo
¿no hay más mujeres que Emilia?
Si ella desdeña mi mano,
la muy necia, habrá infinitas
que la apetezcan, y sólo
por vengarme de esa Inicua
y librarme de Manuela,
soy capaz.....
DIOS LOS CRIA Y ELLOS SE JUNTAN.
Rwperta, [Picaia.]
i91
ESCENA XI.
• D. LUIS. RUPERTA.
[Llega Eupería con un quinqué encendido que
deja sobre la mesa.]
Ruperta, Ave María!
Luis. Sin pecado (Esta zagala )
Sin pecado concebida.
Ruperta. Con licencia
Luis. Espera un poco.
(Pues no tiene mala pinta.
No habia yo reparado
Y muchacha sin malicia )
Ruperla. Qué quería usted?
Luis. Decirte
(Y huérfana ! Es una viña
no tener suegros.) Escucha.
Tienes novio?
Rupéría. Yo? Ni pizca.
Ya ve usted , como una es probé
Luis. Bien. Me alegro.
RuperCa. ¡Qué dañina
intención! Pues ¿quiere usted
que me quede para tia?
Luis. Al contrario; yo te quiero
colocar.
Ruperta. ¡Ay, santa JRita,
qué alegrón ! Y cuándo? cuándo?
Luis* Parece que tienes prisa.
Ruperta.Qyié quiere usted! No se muere
un ooispo cada dia.
Luis. (Tiene gracia.) ¿Y si el marido
fuese de ilustre familia,
y rico , joven , amable
Ruperta. Toma I no le escuniria
por eso. Cómo se llama?
quién es? dónde está?
Luis. Pues, hija,
el que te ama (Pero ¡cielos!
.qué voy á hacer?)
Ruperta. Vamos, diga,
diga usted
Luis. (Si es una muía I
¡ Si es peor la medicina
que la enfermedad!)
Ruperta. Qué diantre !
Tanto callar me encanija.
Luis. (Hum !...) Nada. Vete. Una broma...
Mire usted qué gracia!
Luis. [Con hastio . j Quita ! . . . .
Ruperta. iE^ik una aquí para molde
Luis. Vete, vete á la cocina.
[Ruperta se retira gruñendo.]
ESCENA XII.
D. LUIS.
[Paseándose.]
Vamos, á mí me han echado
una maldición. Soy víctima
de alguna bruja Yo tengo
calentura y se me crispan
los nervios No sufren más
los que están en la agonía.
ESCENA XIII.
D. LUIS. D. ANTONIO.
Antonio. Luis !
Ltds. [Abrazándole.]
Antonio.
Luis.
Anto7iio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.'
Antonio.
Luis.
Antonio.
Luis.
Ay , amigo de mi alma !
Qué tienes? Qué ha sucedido?
Triste de mí! Soy perdido!
Vamos, un poco de calma
Erre que erre, caro amigo,
Manuela y el granadero;
él en quedarse soltero
y ella en casarse conmigo.
¿Conque de acuerdo los dos
bí, uno á otro se estimulan
y todos sé confabulan
para hacerme Santo Dios!
Ya se verá Ten cachaza
En medio de tal vejamen
me acordé de tu dictamen
y puse en juego una traza
Sí?Dime
&i otra me auxilia
con un amor retroactivo,
dije yo, de positivo
triunfo....; y se aparece Emilia.
Cual otro Amadis de Gaula
me declaro, ay infelice!,
y me desaira, ¡y me dice
que necesito una jaula !
Y quien tanto desatina
¿qué otra cosa ha menester?
¿A un tiempo habia de ser
tu cómplice y tu madrina?
Es verdad! No me ocurrid
Pues luego...., ¡si tú supieras...
IM
DIOS LOS CRIA Y ELLOS SE JUNTAN.
Luis,
Vaya, estoy loco de. yéras.
Antonio, Eh!.... ^^o te diré qae no. —
Pero [SÍ no es puñalada
de picaro! Hay mil maneras
de prorogar cuanto quieras
esa boda empecatada.
Entretanto
Sí! entre tanto....,
1 quién se expone... ¿quién resiste...
Sí el diablo las carga..., ay triste!...
Yo no soy de cal y canto.
Aun no estoy seguro, no,
de una recaida— estamos ? —
si ella ó yo no nos casamos
sin casarnos ella y yo.
Antonio. Ay, ayl.... Retírate al punto,
2ue no estás bueno-, y si quieres,
ame tus plenos poderes,
que yo arreglaré el asunto.
No hay arbitrio!
Sin embargo ,
se yerá si yo lo encuentro.
Sálvame !
Vete allá dentro,
que yo lo tomo á mí >cargo.
Luis,
Antonio.
Luis,
Antonio.
ESCENA XIV.
D. ANTONIO.
¡ Metido yo en esta gresca
por un loco Tengo sed
[Á Superta que atraviesa por la an-
tésala.]
Muchacha !
Ruperta. Qué manda usted?
Antonio. Un vasito de agua fresca. —
Negocio es de mucha monta.
Yo me iré con pies de plomo
ESCENA XV.
D. ANTONIO. MANUELA.
Manuela, [Entrando,]
(Aquí me cuelo, así...., como....,
como Quien se hace la tonta.
Hola! El otro lechuguino!)
Antonio. (Ella es. Me excusa la cita.)
Buenas noches, ahijadita.
Manuela, Q\ie Dios guarde á usted, padrino.
Antonio. Mil gracias. ¿Quieres oir
dos palabritas?
Manuela. Sí quiero.
Antonio. [Á Ruperta, que le ka servido a^ua.]
Diga usted al granadero
que baga el favor de subir.
[ Vase Ruperta,]
Manuela.(SerÁ alguna pampíngrada )
Antonio, Tú eres muchacha sencilla
Manuela.Y qué?....
Antonio. Y por la negra honrilla
yas á*hacerte desgraciada.
Manuela.Yo ¿cómo Pues ¿en qué potro
me ponen
Antonio. Potro inhumano
es querer á un ciudadano
Manuela.Pero
Antonio. Y casarse con otro.
Manuela,Es que yo
Antonio. Hablemos en plata.
Tú amas áBalbino
Manuela. Yo?
Antonio. No Tale decir que no.
íY le abandonas , ingrata !
Manuela.K9Íá usted en mi pellejo?
Cuando yo digo que nones
Antonio, Por ventura ¿te propones
tener marido y cortejo?
Manuela. YÍTgen santa! Quite usté!....
Estoy yo fuera de tino?
Antonio. Pero aquí llega Balbino.
Con los dos me explicaré.
ESCENA XVI.
D. ANTONIO. MANUELA. BALBINO.
Balóino, Dios guarde á la gente noble.
Antonio. [Imitando el tono soldadesco de Bal'
diño,]
Dios g^uarde á la gente buena.
Balbino, Es usted el que me llama?
Antonio. Perdone usted la molestia.
Balbino. No hay de qué.»
Antonio, [Entornando la puerta.]
Vamos á hablar
de hombre á hombre y con franqueza.
Balbino. Bien. Yo no tengo frenillo.
Antonio. Ni yo pelos en la lengua.
Balbino. Corriente. Vamos al grano.
Antonio. Pues bien, á un lado pamemas.
Manuela le quiere á usted
y usted adora á Manuela.
.Manuela^ o (Vamos, ¡si no me atrevo
á negárselo I)
Balbino. (Aquí hay treta.)
La verdad , yo la he querido
unas miajas, pero ella
Antonio. La ve usted? jSajalos ojos
Balbino. Porque es mujer de vergüenza.
Antonio, Ahora los clava en usted.
Cuando el demonio lo enreda
Balbino. (Qué saber tiene este cuco !)
DIOS LOS CRIA T ELLOS SE JUNTAN.
493
Manuela
Balbino.
Antonio.
BalHno,
Antonio.
Balbino.
Antonio.
Balbino.
Antonio.
Manuela
Balbino.
Antonio.
Balbino.
Antonio.
Balbino.
Antonio.
Balbino.
Balbino.
Antonio.
Balbino.
.Toma I Caando una no es ciega...
¿T qaé sacamos en limpio
de que ella mire y yo vea?
Que yo no me ínamo el dedo
ni soy niño de la escuela.
Bien , la quiero, mas como otro
la hace mejor conveniencia,
me sacrifico y la dejo
¿Y no hay en esa fineza
algún oculto designio
No hay intríngulis. Mi idea
es sólo verla feliz
Cuénteselo usté á su abaéla.
Compadre !, ^ me va usted
cargando
Vamos con flema
y hablemos en santa paz....;
que á todos nos tendrá caenta.
.Pero usted ¿á qué se mete
en camisa de once leguas?
Ta dije á don Luis
Don Luís
no sabe lo que se pesca;
mas yo tengo sas poderes
para ver cómo se arregla
este asunto^ y yo, á Dios gracias,
no he perdido la cabeza.
Bien , ¿y (jué?
Y soy abogado.
Conviene que ustea lo sepa.
(Zape I)
Y si no hay transacción
la muchacha pleitea,
o juro I, á fuerza de intrigas ,
pedimentos y talegas ,
para cuando gane el pleito
ya se habrá muerto de vieja.
Ya se verá
Y supongamos
que ella gane la sentencia
mañana mismo y que Lujp
se casa, quiera ó no quiera;
qué adelantamos con eso?
Se va á Cádiz , á Valencia ,
á Pequin con su mujer,
y no vuelve usted á verla.
10 iré detras
Un soldado !
¡ Si tengo va la licencia
i
absoluta I Me la acaban
de dar; y de ceca en meca
la seguiré como sombra
hasta el cabo de la tierra.
Y qué come usted,* compadre?'
Yo- soy hombre de carrera.
Soy artista I Esto es, barbero.
Sí, señor, y sacamuelas.
Y soy canaz de afeitar
al Convíciado de piedra.
Antonio. Y diga usted, si don Luis,
como puede hacerlo, prueba
que antes habia empeñado
su palabra á otra doncella,
Antonio.
Balbino,
Manuela
Balbino.
y la cumple, qué hace usted?
Balbino. Matarle.
Antonio. Réquiem atemam! —
Pero la muchacha pierde «^
sus derechos y se queda
tan pobre como se estaba.
Balbino. [Aparte con Manuela.]
Tiene razón !
Manuela. Mucho aprietal
Afitonio. (Ya son mios.) Conque, ahur.
Cada uno hará lo que pueda,
pero si don Luis se casa,
[Con la mano en la frente.]
que me la claven en esta.
[Se dirige hacia el foro,]
Balbino. [Aparte con Manuela.]
Preciso es capitular.
Manuela. ñi y Balbino, no se pierda
todo
Balbino. [Alto.] Oiga usted, caballero.
Antonio. [ Volviendo.]
Qué se ofrece?
Balbino. Me da pena
ese pobre señorito
Manuela.Si él no me ama, es una tecla;
mas rinunciar á su mano
Antonio. No lo harás sin recompensa.
Balbino. Vamos claros. Somos pobres
y ¡ soltar una prebenda
¿Qué nos da el señor don Luis
si me caso con Manuela?
Antonio. Pida usted, pero pongámonos
en la razón.
Balbino. De manera
que si la chica no pierdo
sus arras
Antonio. No. Las conaerva.
Balbino. Y á mí me da algún dinero
para poner una tienda
en Móstoles
Antonio. Como cuánto?
Balbino. Es mucho medía talega?,
Antonio. (Tonto! Quién no pide más?)
Es mucho. ¿Uste'd se contenta
con los seis mil?
Balbino. Sean ocho.
Antonio. Partamos la diferencia.
Siete mil realejos
[Aparece D. Luis, abriendo la puerta
de par en par.]
ESCENA XVn.
MANUELA. BALBINO. D. ANTONIO. D. LUIS.
Luis. No I
Los diez mil quiero que sean,
494
DIOS LOS CRIA Y ELLOS SE JUNTAN.
• 7 además, yo lea señalo
miéotras TÍvan dos pesetas
diarias.
Balbino, ¡Vivan los hombres
campechanos!
Antonio, [En voz baja,] Tú chocheas I
Luis. [En alta voz,]
Nol T aun compro mny barata
mi quietud; y ¡qué I ^no és fuerza,
Antonio , que pague yo
de algún modo mi simpleza?
Además, si tengo vida,
quizá la debo á esa bella
criatura, y no es hidalgo
quien olvida tales deudas.
Antonio. [Apretándole la mano.]
Bien , Luis !
Balbino. [Haciendo lo mismo.]
Vengan esos cinco,
Yoto á briós I
Manuela. Qué alma tan buena!
Estoy por darie un abrazo '
Balbino, me das licencia?
Balbino. Si es con buen fin
[Manuela va á abrazar d D. Luis y
este retrocede,]
Luis, No, hija mía I,
que el fuego junto á la leña
A tu marido 1
Balbino. [Abrazándola,] Sí, á mí.
No juguemos con candela.
Luis. Dios te haga feliz con él.
[A Balbino.]
No le envidio á usted la suegra.
Manuela*Yoy á contar á mis padres
Balbino. [Mirando por el foro.]
Ta suben por la escalera.
Antonio. T yo á mi hermana
[Desde lapuerta.]
Muchacha I
Emilia ! Ven á la fiesta.
ESCENA. ULTIMA.
MANUELA. D. LUIS. BALBINO. D. ANTONIO.
macaría. CIRÍACO. EMILIA.
Macaria.Aqxxi hay concejo, y no atino.
Yo estaba en cas del vecino...
Manuela. TAíidre I
Balbino. Suegro !
Ciríaco. iQxié decis I • . . .
Manuela . [Saltando . ]
Ya no me caso con Luis,
que me caso con Balbino.
Emilia. Qué oigo I
Ciriaco. ¿Cómo
Macaria. Tonterías!
Manuela.Si tal. ¡ Estoy máei contenta
Balbino. Y nos da para bacías
Manuela.Y dos pesetas de renta
diaria todos los dias.
Macaria, Muchacha, has perdido el seso?
Dejar á un novio tan rico!....
Pues yo no paso por eso.
Ciriaco. Mujer I....
Macaría. Calla tú , borrico!
Habrá historia, habrá proceso.
Balbino. Si ella quiere, y quiero yo,
y el padre que la engendró
Ciriaco. Por mí
Balbino, Y el novio que fué ,
¿de qué servirá que usté
salga diciendo que no?
[Macaria se sienta con muestras de
despecho.]
Luis. Venga el notario al instante:
se hará el nuevo desposorio.
Balbino. Sí, y que haya mucho jolgorio.
Macaria. [Levantándose.]
(¿Cómo ha de ser! ¡Daime aguante,
ánimas del Purgatorio ! )
Manuela.[Á D. Antonio,]
Y usted sigue de padrino?
Antonio. Sí, cumpliré mi promesa.
Balbino. Bravo! (Qué trucha y qué endino! )
[Á Emilia.]
•
Y ust^d se mantiene tiesa?
Emilia. Con mucho gusto, Balbino.
Ciriaco. Macaria, que no haya gresca!
No digan propios y ajenos
Pues I Si no pegó la yes(^
cual pensaste , algo se pesca,
y duelos con pan son menos.
Y, en fin , cuando dos barruntan
que han de hacer migas los dos
[Haciéndola observar que Manuela y
Balbino se están acariciando.]
Digo! mira si despuntan
Eh?.... No nos cansemos. Dios
los cria y ellos se juntan.
r^
CUENTAS ATRASADAS,
COMEDIA EN CUATRO ACTOS.
Se estrenó en el teatro del Principe el día 6 de Marzo de i841.
PERSONAS.
LA MARQUESA.
CASIMIRA.
SEBASTIANA.
EULALIA.
D. LEONCIO.
D. PEDRO.
JUAN.
La escena es en Madrid en casa de la Marquesa. Los actos primero, segundo y cuarto pasan
en una sala con puerta en el foro y otras dos laterales: el tercero en un jardín con tapia y verja
en el foro; á la derecha del actor puerta de comunicación con lo interior de la casa; á la izquierda
bancos rodeados de árboles, y al mismo lado en el proscenio un farol.
^^^^^^A^^^^rfW^^/^^^^'«M/w^/^A<^A« ^
ACTO PRIMERO.
ESCENA I.
LA MARQUESA. D. LEONCIO.
[Aparecen sentados.]
Leoncio. Vamos ahora al objeto
Principal de mi visita,
o tengo treinta y cinco años;
es decir, que ya principia
para un servidor de usted
el otoño de la vida;
edad la más á propósito .
para buscar una digna
compañera y comprender
con recta filosofía
las santas obligaciones
de un buen padre de familias.
Como las madres son linces
en lo que atañe á sus hijas,
excuso decir á usted
que idolatro á Casimira.
Marq.
Acaso usted califique
de temeraria osadía
mi pretensión , si compara
con su cuna esclareciaa
la de un ciudadano liso
que se ha enriquecido en Indias ;
pero si á fuerza de amor
y de letras á la vista
Suedo compensar* la falta
e ejecutorias antiguas,
me tendré por muy feliz
con una esposa tan linda
;r con que me llame yerno
a marquesa de Valbrisa.
Líbreme Dios , don Leoncio ,
de anteponer á la dicha
de esa inocente muchacha,
preocupaciones ridiculas.
Infundirle he procurado
muy diferentes doctrinas,
porque estoy bien penetrada
de que siempre han sido efímeras
las vanidades del mundo ,
i9e
CUENTAS ATRASADAS.
Leoncio.
Afarq,
Leoncio.
Afarg,
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq,
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
y 68 bueno que desde chica
86 prepare ¿ los reyeses
de la fortuna enemiga.
Para merecer usted
la mano que solicita
le sobran prendas
Señora ,
tanto favor
Es justicia;
pero 9 aunque usted honra mucho
a mi hija,., quizá... Es tan niña!...
Es tan hermosa!....
Su falta
de mundo
Esa es cuenta mía.
To tengo mundo de sobra
para los dos.
Simplecilla
En buen hora. Más me gusta
ignorante y sin malicia
que mal enseñada.
Pero
Otro perol
Tan de prisa
no conyiene decidir
de su suerte. Si otro aspira
á su mano
Hola! ¿Tenemos
un rival No es maravilla.
Tal riesgo corre el que quiere
á una muchacha bonita.
Sin duda es algún intonso
con ojos y uñas de arpía;
algún joven epiléptico
de esos que ahora se estilan ,
desengañados de un mundo
ue no han visto todavía;
e esos que suelen decir
con sardónica sonrisa :
«Oh siglo!, no me comprendes ;
oh sociedad !, me fastidias ,
me canso de ti....»; j-y salieron
ayer de la Escuela Pia !;
de esos
Señoi^ don Leoncio ,
no es de los que usted crítica
el rival de que yo hablaba.
Circunstancias muy distintas
son las suyas.
¿Es tal vez
quien se opone á mi conquista
el coronel veterano
que anoche.....
usted lo adivina.
Como no tenía de él
la más remota noticia
y ni aun sé cómo se llama
Ha estado fuera unos dias,
y aunque, según lo asegura,
su pasión es más antigua,
anoche fué cuando supe
que pretende á Casimira.
Ya me chocó la llaneza
i
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio,
Marq.
Leoncio,
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
con que habjaba
Soy su prima.
Ya. — Y también me pareció ,
Eerdone usted que lo diga,
ombre muy extravagante,
acérrimo ordenancista,
que á cada cuatro palabras
encaja una muletilla
recordando sus servicios
y ensalzando la milicia.
En medio de sus rarezas
tiene también distinguidas
cualidades.
Sí, señora,
y cincuenta años encima.
En ñn , yo tengo razones
poderosas que me obligan
á preferirle.
Ya veo
que está usted muy provenida ,
en favor del coronel ,
y confieso que me humilla
8u triunfo; que, á la verdad,
me tiene en muy poca estima ,
señora, quien me pospone
á semejante estantigua.
Ah, don Leoncio!....
Sin duda
desciende de Iñigo Arista
por línea recta, y el brillo
de su cuna y sos insignias
es lo que deslumhra á usted
Lá este pecador eclipsa,
on Leoncio, usted me agravia...
y más de lo que imagina.
Ni él pudiera deslumhrar
á quien sus timbres no envidia ,
ni en la boda que proyecto
me propongo tales miras.
Fuerza será que lo crea,
supuesto que usted lo afirma. —
Si á lo menos fuera ióven
mi rival, yo no4endria
tanto motivo de queja;
5 ero, hablando como amiga,
ígame usted: ¿no es crueldad
ofrecer á una chiquilla
un marido con la placa
de la orden hermenegilda?
Repito que causas graves
Descifre usted ese enigma.
Oh, imposible!.... Es un secreto
que este corazón abriga
jpara mi eterno suplicio!
¿Qué oigo!
Marq. [Con risa/orzada.]
Nada Niñerías....,
caprichos. . . . , preocupaciones
de mujer
Leoncio. (Vamos, se inclina
también á mí. Los elogios
que sin*cesarme prodiga )
CUENTAS ATRASADAS.
497
Marq.
Leoncio.
Marq,
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
(Oh DiosI ¿Si habrá penetrado..
(Con qué zozobra me rairal....)
(Calla!....)
(Aun está pasadera;
?ero prefiero á la hija.)
o respeto las razones
reservadas que motivan
tan singular preferencia;
pero ¿serán más legítimas
que mi esperanza?
¿Y en qué
la funda usted?
En la dicha
de ser amado.
Ehl no saben
esas muchachas novicias
lo que hacen ni lo que dicen.
La de casa es muy sumisa,
y amará á quien yo le mande.
No, sino á mí, que ella misma
me lo ha dicho de palabra,
y también en una epístola
[Saca una carta.]
que dice así:
[Leyendo.] «Dueño mió:
si es cierto que usted suspira
por mí, como lo asegura
en su apreciable cartita,
por usted suspiro yo,
porque soy agradecida ,
y porque me gusta usted,
y no digo más. — Su fina
amante y futura esposa
Íue le quiere, — Casimira. —
^ost data. — Remito el pelo,
y gracias por la sortija,
}r adiós , y perdone usted
a mala letra y la tinta.)>
¿ Quién le manda á esa mocosa
escribir tal retahila
de sandeces?
• (Eh? los celos )
Es candorosa , y explica
su pasión naturalmente
sin echarla de erudita.
Pero es mucha liviandad
ó sobrada tontería
empeñar así promesas
que su madre no autoriza.
Leoncio. Autorícelas usted ,
y así queda indemne y limpia
de todo cargo.
Confieso •
rué mi corazón vacila.
[o quisiera contrariar
la inclinación de esa niña. —
Por otra parte
Pues bien ,
sea usted equitativa,
y sentencie en mi favor
el pleito que se ventila.
¡Si- usted leyera en el alma
.)
Marq.
Leoncio.
Marq.
Marq,
s
Leoncio.
Marq.
Marq.
de esta mujer afligida!....
Leoncio. (Para almas de madre viuda
se me olvidó la cartilla.)
Señora , yo no pretendo
que nadie por mí se aflija,
pero la boda á que aspiro
¿será acaso una inaudita
calamidad
No, señor,
mas si aun estoy indecisa,
no es sin causa; Dios lo sabe.
Ruego á usted que me permita
diferir hasta mañana
mi respuesta decisiva.
Leoncio. Bien, pero una buena madre....,
y usted perdone que un quídam
se meta á darle consejos,
sus cálculos sacrifica
al bienestar de sus hijos.
Ahora que Dios me encamina
por buen lado, no me pierda
una cruel negativa.
Si en el último período
mi juventud se extravía,
usted será responsable
(Ay Dios!....)
( Es fuerte desdicha !
Quiere uno dejar de ser
calavera, y no le auxilian!)
¿Conque mañana?
Mañana.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
[Levantándose.]
Se me hará un siglo este dia. —
Á los pies de usted.
Adiós.
(Qué madres tan egoístas!)
ESCENA 11.
LA MARQUESA.
Qué haré? Sabe Dios el juicio
que habrá formado. Oh tormentol
¿Cómo alejar el momento
del terrible sacrificio?
Quisiera hablar, y cobarde
sello mi labio. ¡ Oh fatal
secreto que es mi dogal,
ya lo rompa d ya lo guarde !
Ay! ¿Cesará mi dolencia
Í)orque en silencio profundo
a oculte ? La ignora el mundo^
mas la sabe mi conciencia.
Y si este arcano revelo,
¿ me servirán de descargo
tantos años, ay ! de amargo
incesante desconsuelo?
[Se levanta.]
II.
32
498
CUENTAS ATRASADAS.
Tú qae Tes mi corazón
desde el celeste reposo,
¡ perdóname , noble esposo,
y ten de mí compasión 1
ESCENA HL
LA MARQUESA. CASIMIRA.
CoHmir, [Á la puerta de la izquierda.]
Mamá He visto qne salía
don Leoncio
Marfí Ven aquí.
{Se acerca Casimira,]
May quejosa estoy de ti.
¿7a^¿mer. Quejosa? Ignoro a fe mía
Marq. \ Bueno es que ahora te asombres.
Casimir. \ Mamá
Marq. Las niñas q.ue viven
con recato nunca escriben
cartas de amor á los hombres.
Co^mír.Mamá, mi carta es honesta.
Él me escribió, y yo creía
que era mucha grosería
el dejarle sin respuesta.
Marq. To le hubiera respondido.
Casimir. No creo que en eso quepa
malicia;.... y bueno es que sepa
que sé escribir de corrido.
Marq. Fuiste demasiado viva
escribiendo á tu capricho
Casimir. ^\ le amo y ya se lo he dicho,
qué importa que se lo escriba?
Marq . ¡Y darle prendas
Casimir. ün rizo!
¿Quién niega esa friolera
á un amante? Aunque tuviera
que ponerme otro postizo
Marq, Tú me comprometes, hija.
Tú no sabes
Casimir. Vaya ! Él fué
más generoso
Marq. ¿Y por qué
recibiste la sortija?
Casimir. Es bonita, y me la da
como galán amoroso
en señal de ser mi esposo.
Marq. Sabes tú si lo será?
Casimir. Gomo usted no se oponía ,
y el tiempo en balde no pasa ,
y es tan guapo, y viene á casa
dos ó tres veces al día
Marq, La culpa fué mía^ sí;
mas ¿qué harás si, con motivo
muy fundado, hoy te prohibo
lo que ayer te consentí ?
Casimir, Yo, señora? Obedecer,
que humilde cordera soy,....
aunque no obedezca boy
tan á gusto como ayer.
Marq. No violento tu albeidrío,
mas otro te quiere
Casimir. Á mí?
Y quién es?
Marq. Tu tío.
Casimir, Sí?
Qué buen sujeto es mi tio!
Marq. Me pidió anoche tu mano
y su mayor regocijo
sería
Casimir, ¿Y usted le dijo
que se la daría? Es llano.
Marq. Aun no he dicho sí ni nó;
mi contestación espera;
mas si yole prefiriera.....
Casimir. Otro tanto haría yo.
(Dos novios! Estoy en grande.)
Marq. Quél ^ningún pesar te cuesta
Casimir, No. Yo estoy siempre dispuesta
á hacer lo que usted me mande.
Marq. Docilidad muy extraña I
^No amabas al otro
Casimir. ün poco,
pero el amor es un loco
y una madre nunca engaña.
Marq. Así debe responder
una muchacna de juicio.
Casimir. Mi corazón es novicio
y no sabe á quién querer.
(Denme un marido, que es ya
justo, y llámese Leoncio,
ó llámese Pedro, ó Poncio
Pilatos...., qué mas me da?)
Se ha quedado usted suspensa!
Marq. Tengo mucho en qué pensar.
Casimir. ( Soltera voime á quedar
si tanto y tanto b piensa.)
Marq. Aunque es mucho su cariño,
tu tio excede en edad
á don Leoncio.
Casimir. Es verdad.
Ya hace tiempo c[ue fué niño!
Pero maridos machuchos
no es fácil que den petardos,
ni se van á picos pardos
como suelen irse muchos. —
Y al fin seré coronela,
y en verdad es mucho cuento
mandar en un regimiento
sin llevar escarapela.
Marq. Deseo, sábelo Dios,
verte feliz.
Casimir, Yo no exijo
de usted
Marq, Dime, ¿v si no elijo
á ninguno de los dos?
Casimir.Cómol.... Ahí ya; otro caballero
habrá sin duda en campaña.
Ya teng^ tres! Qué cucaña!
Quién es, quién es el tercero?
Marq. Niña! Qué locura es esa?
¿Tanto ie acosa el deseo
CUENTAS ATRASADAS.
i99
de casarte?
Casimir, Yo no creo
Afarq. Calla! Oh rubor!.... oh sorpresa!....
Casimir, Paes Dios ¿para qaé me ecnó
¿ este mando? Diga usté.
¡Vaya que Jesús!.... Pues ¡qué!
nunca he de casarme yo?
Marq, ¡Una rapazuela, y ya
rabia por tener marido !
£5wm*>.¡Toma
Marq, Eh! Quita!
Casimir, Ta he cumplido
diez y siete añoS; mamá.
ESCENA IV.
LA MARQUESA. CASIMIRA. JUAN.
J%ian. Señora, el señor don Pedro
Corvina
Casimir. \Mv,y contenta.]
(Uno de los tres!)
Marq. ' Qué haces aquí todavía?
Vete allá dentro.
Casimir. Me iré,
pero si
Marq, No me repliques.
Casimir. [Yéndose.]
( No quiere casarme ! Pues 1 )
ESCENA V.
LA MARQUESA. JUAN.
Marq. [Sentándose,]
í
Juan.
Marq.
Juan.
(Ve aquí la causa de tanta
docilidad. Ya se ve,
todo su afán es casarse,
y no le importa con quién.
Pero ¡señor! ¿es posiole
¡ Si hace poco más de un mes
ue la saqué del colegio !
ué inmodestia y qué sandez !
¿Será castigo de Dios
Ah! no hay duda que lo es. —
Y si no la caso pronto
hará mañana tal vez
un dislate Por fortuna
su corazón es novel ,
y^ como en nadie se fija,
tomará lo que le den.)
Qué digo al señor don Pedro?
Que entre. Jesús!.... He olvidé....
[Á la puerta del foro.]
Pase usía cuando guste.
ESCENA VI.
LA MARQUESA. D. PEDRO.
Pedro. Prima, heso á usted los pies.
Marq. Perdone usted. Distraida
le he hecho esperar Mas ¿por qué
no ha entrado usted....
Pedro. Dios me libre.
Yo conozco mi deber.
Las señoras no están siempre
visibles. Dijome aquel
tagarote que esperase ,
que iba á entrar recado. Bien ,
^le dije, la disciplina ^
lo exige; entra; esperaré.
Marq. Pero esas formalidades
no se entienden con usted,
que es de la familia.
Pedro. Gracias ,
prima mia ; pero, á fuer
de veterano, respeto,
en donde quiera que esté,
la consigna. En ese punto
para mí todo es cuartel.
Ahora traigo á la memoria
que entre Tudela y Mallen
mandando yo una guerrilla,
sin cartuchos me quedé.
Se lo dije aun ayudante
que pasaha al trote , y él
respondió : vaya á buscarlos
adonde más berca estén.
Gomo á dos tiros de bala
estaha el parque francés,
y el de España á media legua ;
tomo la orden al pié
de la letra, y sucedió
Qué habia de suceder?
Que recibí en esta pierna
el balazo más cruel.....
Y qué mucho? ¡ Una brigada
defendía el almacén !
Marq. ¿No toma usted una silla,
señor don Pedro?
Pedro. Sí haré.
[Se sienta.]
Vengo á saber la respuesta
á mi petición de ayer,
Ícon todo mi valor,
ien acreditado en cíen
campañas, vengo temblando
como un recluta.
Marq. Por qué?
Pedro, Soy una especie de reo
en presencia de su juez.
Con cincuenta años y un pico
que no bajará de tres,
suspiro por una niña,
y si un dia de laurel ,
coronas de mirto y rosas
'.
500
CUENTAS ATRASADAS.
Marq.
Pedro.
Marq,
Pedro.
Marq.
Pedro.
Marq.
Pedro,
Marq.
Pedro.
Marq,
Pedro.
Marq.
Pedro.
hoy pido para mi sien.
Emprendo una evolución
muy peligrosa, lo sé,
que no so hallará en la táctica
del gran Federico, rey
de Prusia, ni en los tratados
que se han dado á luz después;
mas no Talen estrategias
contra el terrible poder
del amor; que, como es ciego,
embiste á lo somaten.
Primo, usted. se está juzgando
con sobrada rigidez.
Su pretensión me honra mucho
y á Casimira también ;
pero
Puedo ser su abuelo.
Yo no desmiento mi fe
de bautismo, no. Con todo,
si aun se estilara el minuet,
me atrevería á bailarlo
como un alférez del tren ;
y más de cuatro bisoñes,
que andan por esos cafés
no resisten como yo
una noche de reten.
La edad de usted no me arredra,
bien lo puede usted creer,
sino la de Casimira.
Vamos, vamos, que la mies
ya está en sazón. Diez y siete..*..
No es todavía mujer
de gobierno
Yo soy fácil
de gobernar. No diré
que ella no pueda esperar
dos años, y cuatro, y seis;
pero yo ¡Bueno estoy yo
para esperar! Ni es de ley
que se convierta en cállete
todo un señor coronel.
Como hay otro que me pide
á Casimira
¿Otro pez
ha caído «n el anzuelo? —
Diga usted, ¿es brigadier?
Yo al de mayor .graduación
le cedo el puesto, y amén.
No, señor. Aquel sujeto
que anoche
Oh ! pues con él
no transijo. — ¿Le prefiere
Casimira?
Yo no sé
Y usted le prefiere á mí?
Me inspira más interés
mi primo, pero razones
tan fuertes puedo tener
para (No sé qué decirle.)
[Levantándose y también la Mar'
quesa,]
Acabemos de una vez ,
sonora prima política ,
y hablemos claro. El desden
con que usted me está tratando
se lo debo agradecer
á mi menguada fortuna.
Yo no tengo cabriolé
como mi rival, ni luzco
en la pechera alfiler
de brillantes ; sólo tengo
dos mil reales cada mes
cuando los pagan. Marquesa! ,
si con tan escaso haber
fuese el preferido yo,
iría el mundo al revés.
Marq, Esa sospecha me injuria,
pero los cielos que ven
mi corazón
Pedro. Yo quisiera
á mi sobrina ofrecer
en vez de cruces y heridas
las minas del Almadén ; .
pero allá en su incomprensible
táctica el Dios de Josué
quiere que unos nazcan ricos,
y otros sin pan y sin prest.
Marq. (Cielos!....)
Pedro, Yo soy buen cristiano,
y nunca me quejaré
<le Su Majestad divina,
• que pudiera responder:
« obedezca y represente ;
que con ser mi hijo quien fué,
nació humilde proletario
en el portal debelen.»
Marq. (Ahí)
Pedro. Ni la envidia me ciega;
que es una pasión soez;
pero si Dios dice al pobre :
«sé subordinado y ten
paciencia,» también condena
el orgullo y la altivez
de los que nacieron ricos
casualmente y sin saber
leer ni escribir.
Marq. Don Pedro!....
Pedro. Sí, señora, y ¡voto á quién!....
que aunque á la niña, eso sí,
pondría yo en un dosel,
pudo nacer en las pajas,
y no en cuna de carey.
Marq. Oh ! Basta. ( ¡Me hace temblar
este hombre ! )
Pedro, Sí; y en la hez
de la plebe nacen otras
que harían mucho papel
en el mundo si la suerte
las hubiera Y á fe, á fe,
que si esa hermosa doncella,
tormento de mi vejez,
no hubiera venido al mundo,
hoy sería yo marqués
de Valbrisa.
Marq. (Oh !.... Por su boca
CUENTAS ATRASADAS.
501
Pedro.
Marq,
Pedro,
Marq,
Pedro.
Marq,
Pedro,
Marq,
Pedro.
me habla mi conciencia.)
Se pone usted mala?
Qué
No.
Porque sabe usted muy bien
No más I
Que'soy el pariente
más cercano, y que la ley...'..
No más, por DiosI Casimira
se casará con usted.
Qué oigo! Más ufano estoy
que si me hicieraa virey
de Navarra. Mis aentidos
se indisciplinan No sd
lo que rae pasa. Estoy loco.
Ahora atacaría á Ney,
si Ney viviera, y al mismo
Napoleón. Oh placer!
Seré el marido más tierno ,
más cariñoso, más fiel
Verá usted qué exactitud
en el servicio Ali! ven, ven,
ángel mió, y que tu boca
me diga
No es menester
Y ahora, de improviso
Entiendo.
Es decir que volveré
Marq, Sí, más tarde
Pedro, Adiós, joh prima
amable ! Dios te haga ver
un nieto mió que pueda
ser gobernador de Urgel.
ESCENA Vil.
LA MARQUESA.
Á mi conciencia, á su amor
este sacrificio debo,
ya que, ay de mí! no me atrevo
á sufrir otro mayor. —
•Eh I ya es vano mi temor.
En mi buena estrella fio. —
Ahora más que nunca el brio
?la calma he menester
ero si aquella mujer
llega á descubrir Dios mió!
[ Vasepor la puerta de la izquierda.]
ACTO SEGUNDO.
ESCENA I.
SEBASTIANA. EULALIA. JUAN.
[Ambas traen mantillas , y Sebastiana con el
velo echado,"]
Juan, Tomen ustedes asiento.
La Marquesa mi señora
no puede salir ahora
Sebast, Pues.....
Jtuin, Pero vendrá al momento.
ESCENA n.
SEBASTIANA. EULALIA.
Sebast, {A Izándose el velo , ]
Hoy me anuncia el 45orazon
que, por tU/os 6 garfas y
amada sobrina, vas
á tener un alegrón.
Eulalia. De veras?
Sebast. Y muy cumplido,
Sebast,
Eulalia. Oh Dios mió I....
Sebast. Tú deseas
lo que todas, mas no creas
que se trata de marido.
Eulalia, De marido? Ave María !
Cuándo mostré tal afán?
¿Qué falta me hace un galán
mientras respire mi tiaf
Sí, la modestia es tu mérito
mayor, y, yo lo aseguro,
no te faltará un futuro
cuando yo encuentre un pretérito.
No entiendo...
Ah!... Sí. Pobre Eulalia!
Tú ignoras , y te lo envidio,
la docta lengua de Ovidio,
Ídel héroe de Farsalía.
engo esta maña maldita
de gramatizar Ay Dios!
No viene la dicha en pos
de una mujer erudita.
Feliz el sandio y el zote !
Millonario es don Tiburcio^
y así entiende á Quinto Gurcio
como á Cornelio Nepote.
Mientras en triste salmodia
Eulalia,
Sebast.
1
502
CUENTAS ATRASADAS.
Eulalia.
Sebast.
Eulalia,
Sebast
Eulalia.
Sebast.
Eulalia.
Sebast.
Eulalia,
Sebast.
Eulalia.
Sebast.
Eulalia.
Sebast.
Eulalia.
Sebast.
Eulalia.
Sebast.
Eulalia.
Sebast.
Eulalia.
Sebast.
Eulalia.
lloro ausente del placer,
¿de qué me sirve teuer
en la uña la prosqdía?
Mas hoy cesarán mis cuitas
fr las tuyas si las dos
ogramos ¡Quiéralo Dios
y Tas ánimas benditas I
Y qué puedo esperar yo?....
Si Dios lo dispone bien,
quizás hoy te abrace
Quién ?
El padre que te engendró.
Mi padre I
Nada te asombre.
Dios es grande, justo y sabio. *
Oh 1 nunca esperó mi labio
pronunciar tan dulce nombre.
Huérfana desde la cuna,
nunca supe á quién debia
la
Rueda mucho, hija mia,
la rueda de la fortuna.
¿Quién sabe en este hemisferio
lo que le está reservado? .
¿Y quién
La hora no ha llegado
de revelarte el misterio.
Y no es este sólo , ay pena I
el que mi pecho cobija.
De ellos traigo una balija.
Cartagena! Cartagena!....
Ah, tia!....
Ya te horripila
mi lenguaje, y es que estoy
inspirada.
Pero
Soy
una especie de sibila.
¿Y quién sabe si habrá güelfos
y gioelinos aquí
Cielos !
¡Cuando hable por mí
la pitonisa de Délfos !
Qué portentos! qué espectáculos!....
¡cuánta dicha...., ó cuánta mengua,
cuando yo suelte mi lengua
para pronunciar oráculos!
Principie usted por el mió.
No es tiempo, sobrina hermosa.
¡Oh si una madre amorosa
también
La tendrás, lo fío.
Ya su seno maternal
ansio bañar con mi llanto ;
mas su amor no será tanto
como el de usted.
Oh, sí tal. •
Poco por mi se interesa
la que á mísera orfandad
me condena sin piedad.
Sebast. [Echándose el velo.]
Chit...., que viene la Marquesa!
ESCENA III. *
SEBASTIANA. EULALIA. LA MARQUESA.
Sebast. Beso á usted la mano.
Marq. Beso
á usted la suya y le pido
mil perdones. No he podido
venir
Sebast. Eh ! Qué importa eso?
Afarq. Siéntese usted, y si en algo
puedo seBvirla
Sebast. Mi objeto
es que hablemos en secreto
dos palabras.
Eulalia. [Á Sebastiana.]
Ah!.... ¿me salgo?
Sebast. Ruego á usted que la permita
internarse. Si la ven
en la antesala
Afarq. Está bien.
Sígame usted, señorita.
Sebast. Es niña al ñn, y el recato
iíarq. Hija de usted?
Sebast. No, señora ;
sobrinita.
Marq. [Á la puerta de la izquierda.]
Salvadora !
Sebast. ( Qué riqueza y qué boato! )
Afarq. [Á una doncella que sale.]
Que acompañe Casimira
á esta joven.
Eulalia. Agradezco
tanto favor.
[Yéndose con la doncella.]
(Me perezco
por saber )
[La Afarquesa mira con atención á Se-
bastiana.]
Sebast. (Cómo me mira ! )
ESCENA IV.
LA MARQUESA. SEBASTIANA,
Sebast. Ahora , con el beneplácito
de usted, tomaré un sillón
Aíarq. Sí, señora.
[Se sientan las dos.]
(¿Quién será!)
*Ya estamos solas las dos.
Hable usted.
Sebast. Si usted se digna
CUENTAS ATRASADAS.
503
de prestarme su atención ,
larga serie de infortunios
narraré , aunque mi dolor
renueve; que, como dijo
Publio Virgilio Marón ,
InfandvMy Reginayjubes
Et ciBtera.
Marq. (Santo Dios ! ,
qué mujer es esta? ¡Me habla
en latín ! )
jSebasi. Si , como yo,
ha sido usted infelice...*.
Marq, Oh , sí , lo he sido j lo soy !
Sebast, Non ignara mali
Marq. Pero
Sebast. Me tendrá usted compasión.
Marq. Sí; pero suplico á usted
que hablemos en español.
Sebast. Nací humilde , pero prole
de padres honrados , hoy
difuntos
Marq. Si tan de arriba
toma usted la relación
Sebast. Que me dieron , cual lo muestra
docta y facunda mi voz ,
si no feudos y blasones ,
exquisita educación.
Marq. Bien Yo no dudo '
Sebast. Mi padre
era insigne preceptor
de gramática latina,
y tal me latinizó,
que aun andaba yo cuadrúpeda....;
esto es, á gatas
Marq. (Por Dios,
señora
Sebast. Y ya articulaba
las partes de la oración.
Crecí, cara Beüm sobóles y
y apenas el arrebol
de pubertad prematura
mi fibra desarrolló ,
cuando su aula regentaba
tan bien como él ó mejor.
Y ¡ admírese usted ! en medio
de aquella imberbe legión
masculina^ yo vivía
incólume; era un crisol
de virtudes , y en mi rostro
de tal suerte se estampó
el sello de mis austeras
costumbres , dignas de Job ,
que habia cumplido ya,
dicho sea acá ínter nos,
seis lustros muy largos, vulffOy
treinta y cuatro años
Marq. Ya estoy...
Sebast. Sin que sonase en mi tímpano
una palabra de amor.
Marq, Pero, señora, todo eso
¿qué puede importarme
Sebast. Voy
á lo esencial. Pero un dia....,
dia nefasto y atroz !
cierto oficial Ganimédes
en mi casa se alojó. —
Cantaba c^mo un Orfeo ,
bailaba que era un primor,
hablaba como Tibulo,
sentia como Masón,
y yo, inexperta paloma,
tímida, incorrupta flor
Ay I omnia vincit amor
me sedujo el picarón I
Bajo la fe de promesas
nupciales, que no cumplió,
dejé los lares paternos
y, siguiéndole veloz
á cierta ciudad del mundo
que hizo famosa Scipion,
esperaba yo afanosa
cada noche y cada sol
jque un venturoso himeneo
legitimase mi ardor;
f)ero se hizo disyuntiva
a que antes fué conjunción
de otra especie, y el perjuro
súbito me abandonó ,
con el inocente fruto
de su perfidia y mi error.
Angelito I.... Aun no tenía
síntomas de dentición.
Marq, (Pobre mujer I)
Sebast. Es fenómeno
singular. Cuando el Señor
niega á castos matrimonios
un fruto de bendición
Marq. (Ahí)
Sebast. Lo otorga Satanás
pingüe, robusto y precoz
á coyundas clandestinas
y Vaya, si es maldición I —
Huyó, en fin, mi ingrato Eneas
no sé adonde; falleció
la hija de mis entrañas
víctima del sarampión ,
Í yo también i oh misérrima I
ubiera surcado, en pos
de mi prenda , el lago Estigío
en la barca de Carón,
á no haberme deparado
el justo Dios de Jacob
el pábulo de la vida
y un techo reparador
en casa de una señora
de la m'isma población ;
la cual tenía otra párvula,
pero agotado el licor
materno, fué necesario
?[ue la amamantase yo.
Qué pesadez I)
Sebast. Reducida
á la triste condición
de nodriza asalariada ,
yo mujer de tanta pro ,
tuve á bien fingirme viuda
501
CUENTAS ATRASADAS.
Marq,
SebasL
Marq.
Sebast.
Marq,
iíebast.
Marq. ^
Sebast.*
Marq.
Sebast.
Marq.
Sebast.
Marq.
Sebast.
Marq.
Sebast.
Marq.
Sebast'.
Marq.
de un colono...., labrador
que dice el vulgo, afectando,
no obstante mi erudición ,
invita Minerva ,, 61 rudo
lenguaje pedestre
Oh!....
No acabará usted, señora?
Prosigo mi cronicón.
Mi comadre; esto es, la madre
de la niña aue chupó
mi néctar, la idolatraba
como única producción
de un consorcio que hasta entonces
natura esterilizó.
(Ah!....) Siga usted
Tanto más
cuanto uno y otro doctor,
visto el mal alumbramiento
y el estado en que quedó ,
le negaron la esperan^
de nueva procreación.
(Cielos!)
Pero á pocos meses
la muerte , pdllida mors ,
se llevó á la infante , hallándose
su padre allá en el Ferrol
Ah, no más!....
Qué! ¿Sabe usted
la historia?
Yo! ¿Cómo No!
Temiendo que su marido
se muriese de aflicción
al saber la triste nueva,
ó su ya débil amor
trocase en yerto desvío
la falta de sucesión ,
ocultamos la catástrofe ,
y la niña que espiró,
su madre y yo reemplazamos
con otra de munición
que extraje yo de un depósito
donde habia ciento y dos. .
Oh, basta, basta!
Y el fraude
fué inútil, porque la hoz
do la inexorable parca
la trama vital cortó
del marido á los tres años
do la tragedia anterior.
Oh memoria dolorosa ! . . . .
Y la señora en cuestión
es usted.
Por Dios, más bajo!...
[Alzándose el velo.]
Y la nodriza soy yo.
^h, soy perdida!
Por qué? *
Como he guardado hasta hoy
el secreto, hasta la muerte
lo guardaré con tesón.
Si algún heredero
Infame
Sebast.
Marq.
Sebast.
Marq.
Sebast.
Marq.
Sebast.
Marq.
Sebast.
Marq.
Sebast.
Marq,
Sebast.
Marq.
Sebast.
codicia no me arrastró.
Dios lo sabe!, á aquel delito
que me cubre de rubor.
Mis bienes libres exceden
á los del Marqués, y estoy
decidida
Bien ; se inventa
alguna indemnización,
ó allá in articfdo mórtis
Pero usted me prometió
no volver jamás á verme.
¿No cobra usted la pensión
que la asigné?....
Sí , señora ,
y Sebastiana Querol
ni soñaba en quebrantar
la palabra que empeñó;
mas leyendo en los periódicos
el nombre de mi raptor;
y que es coronel, y so halla
en Madrid de guarnición,
á bordo de un calesín ,
que parecia hecho ad hoc
para triturar mis huesos
por las manos de Astarot,
desde la nueva Cartago
vqelo á la Puerta del Sol ;
y I cosa rara! el primer
ciudadano de plantón
á quien pregunto me dice:
«yo conozco á ese señor,
aunque no su domicilio;
f)ero puede dar razón
a marquesa de Valbrisa.»
Qué oigo! Es cierto?....
Como soy
cristiana. Tomo las señas
y ¡otro prodigio mayor!
al acercarme á esta casa
veo...., no ha sido ilusión,
que sale de ella mi prófugo;
mas cuando iba va mi voz
á interpelarle, la ahogaron
las cajas de un batallón
transeúnte, y entre aquella
turba multa se eclipsó.
Coronel ha dicho usted?
Coronel. (Pierde el color !)
(¿Sería ) Y cómo se llama?
Don Pedro Corvina.
Oh Dios !
Mi primo !
Primo de usted!
¿ Tendré la satisfacción
de emparentar
Fementido!
¿Cómo!....
i Y yo, incauta ,'le doy
la mano de Casimira
La solicita? Qué horror!
¿Aspira á segundas nupcias
antes ¡horrenda tríiicion!....
de contraer las primeras?
CUENTAS ATRASADAS.
505
Marq.
Seiast,
Marq.
Sedasú.
Marq.
Sebast.
Marq,
SebasL
Marq.
Sebast.
Jíiün,
Marq.
Acaso me he muerto yo ?
El (^ielo la trajo á usted
Sara salvar el honor
e esa inocente.
Y el mió
¿es algún troncho de col?
[Yo le juro al descastado
El vendrá y entre las dos
le confundiremos.
Sí!
¡Que venga, y verá el traidor
en mis ojos \m facsímile
de la serpiente Python!
Le haré llamar. Entre tanto
vaya usted
Hombre feroz!
Á buscar á su sobrina.
Aquí dar(í habitación
á entrambas.
Gracias , señora.
Yo avisaré
Entiendo. Adiós.
[ Vase por la puerta de la izquierda.]
ESCENA V.
LA MARQUESA.
¿Quién hubiera imaginado
tal perfidia, tal exceso
de torpe libertinaje
en él , en un caballero !
Si algo pudiera acallar
el hondo remordimiento
que me acongoja, sería
su vil conducta. Llamemos...
Pedro.
[Al ir á tirar de la cinta de lacampa*
nilla aparece Juan.]
ESCENA VI.
LA I\4ARQUESA, JUAN.
Señora, espera permiso
de usía el señor don Pedro
Corvina.
Ah!... Que entre al instante.
[ Vase Juan.]
Y creí que era tan bueno!
. ESCENA VII,
LA MARQUESA. D. PEDRO.
Otra vez, prima del alma
Mas llamarte prima es yerro
cuando mi amor te promueve
á más dulce parentesco.
Otra vez, madre, querida
Marq. Yo madre ¿e usted! No acepto
ese título.
Pedro. No madre
efectiva; ya comprendo;
sino madre en comisión ,
madre política. Un yerno
bien educado no tiene
suegra, que eso es de plebeyos.
Marq. Ni uno ni otro. Si engañada
di mi palabra
Pedro. Qué es esto?
Marq. La retracto.
Pedro. ¿Y qué motivo
Marq. Excúseme usted, le ruQgo,
el rubor de declararlo.
Ponga la mano en su pecho,
y le dirá la conciencia
lo que yo decir no quiero.
Pedro. Se burla usted ? i Raro modo
de enjuiciar! En cien consejos
de guerra he sido fiscal,
y sé como el padre nuestro
todo el Colon ; pero ignoro
en qué artículo secreto
suprime la acusación
Eara instruir el proceso,
eñor don Pedro, el asunto
de que se trata es muy serio,
y repugna ese lenguaje
ridículo. Yo no puedo
fiar una criatura
inocente al más protervo
de los hombres.
Pedro. Mire usted
cómo habla, que yo no tengo
en mi hoja de servicios
ninguna nota; y apelo
al inspector general
del arma , y al ministerio
de la Guerra, y al estado
mayor, y á todo el ejército.
Si hay un viviente que pueda
tildarme, levante el dedo.
En cuarenta años , diez meses
y quince dias que llevo
de carrera militar....;
se entiende , sin el aumento
de campaña, siempre he sido
en el ataque el primero,
en la. retirada el último.
Jamás he torcido el gesto
á la vista de un canon ;
jamás
Marq. Bien puede un guerrero
ser muy valiente y tener
sobre su conciencia el peso
de graves culpas.
Pedro. Señora I
Marq. .Bien puede ser, por ejemplo,
libertino
Pedro. Ko diré
50<
CUENTAS ATEASADAS.
Marq,
Pedro.
Jlíarq.
Pedro,
Marq.
Pedro,
Marq,
Pedro.
Marq.
Pedro.
Marq.
Pedro.
Marq,
Pedro,
Marq,
Pedro.
Marq.
Pedro.
Marq,
Pedro.
Marq,
Pedro,
Marq.
Pedro,
que algan pecadillo viejo
allá en tiempo de Godoy,
coando salí del colegio
y un poco después Qué diablol...
Un cuartel no es un convento.
Mas ¿qué aventura importante
podia emprender un mero
oficial de misa y olla
corto de bolsa y de genio?
Amores de tres al cuarto
y pecados subalternos.
Qué descaro! qué insolencia!
Según eso en el concepto
de usted es una pueril
travesura, un pasatiempo
la seducción.
Seducción?
Señora, vamos con tiento.
To no he seducido á nadie ;
ni corrían ese riesgo -
mis dulcineas de marras.
¿Niega usted
Niego y reniego.
¿No es seducción dar en falso
palabra de casamiento
¿ una hija de familia?
Yo?
Usted! ¿T sacarla luego
de su hogar tranquilo
Sí?
¿T llevársela á otro pueblo ,
y dejarla allí burlada
con una niña de pecho
Angelito!
Iniquidad!....
Señora, por Dios eterno!....
Vileza!....
Señora prima,
si fuera usted de mi sexo ,
con un mentís respondiera
á todos esos dicterios ,
y luego nos batiríamos *
usted y yo cuerpo á euerpo;
mas como es usted señora ,
digo á usted , con el respeto
más profundo, que algún picaro
le ha contado esos enredos,
r usted se díc^na de hacerme
a injusticia ae creerlos.
Oh! en vano lo niega usted.
Yo lo sé
Me desespero!
Cómo? De quién?
De ella misma.
De la hija?
No por cierto:
de la madre; de la pobre
Sebastiana
Otra te pego !
La criatura murió
Téngala Dios en el cielo.
Sí, padre cruel!....
Marquesa ,
i
padece usted de los nervios?
Marq. Á qué viene esa pregunta?
Pedro, Lo digo porque hay enfermos
de ese mal que ven visiones
y suelen tener los sueños
por verdades.
Marq. Coronel!
Pedro. Pues bien, señora, acabemos
con mil diablos , porque ya
se me apura el sufrimiento,
y diga usted que se vale %
de tan frivolo pretexto
Sira deshacer la boda,
o, señor;
Pedro, Y eso es muy feo.
Marq. Yo presentaré un testigo.
Pedro, Y eso es faltar al derecho
de la guerra.
Marq. Óigame usted!
Pedro. Y obrar contra los preceptos
de la ordenanza.
Marq. Ahora mismo
Pedro. Y tratarme como á un negro!
Marq. ¿Y qué dirá usted, en fin ,
si ahora mismo le presento
la víctima?
Pedro. Que la víctima
miente , y que es todo embeleco,
y que á mí no se me emboba
como á un recluta.
Marq. Oh! veremos
[Toca la campanilla.]
Pedro, Y que hombres de mi carácter
90 deshonran con careos
de esa especie , y qpe me voy
por no hacer un desacierto.
Marq. [A la puerta,]
Sebastiana !
[Al Coronel qtie ya está en la puerta
del foro y ñola oye.]
Espere usted!....
Pedro. [Yéndose,]
Voto áDios Baco y baquero!....
ESCENA VIH.
LfiL MARQUESA.
Huye! ¿.Qué prueba mayor
de su infamia?.... Hombre perverso!
ESCENA IX.
LA MARQUESA. SEBASTIANA. EULALIA,
CASIMIRA.
Sebast. Mi bien ! . . . . Pero ¿ dónde está?
Sonaba voz masculina
CUENTAS ATRASADAS.
507
Era él? era Corvina?....
Marq, Sí. Ya se fué
Sebos t. Adonde va?
[Llega Casimira.]
Casimir.Me llamaba usted , mamá?
Marq, No.
Eulalia. Qué ha sucedido, tia?
Sebast. Cerca estará todavía.
Yo le sigo
Marq, Iba corriendo.
£;s inútil
Casimir. No comprendo
Eulalia. Qué es esto, Virgen María?
Marq, \A Casimira^
Ya no te casas con él.
Casimir. Con quién?
Sébast. \Á la Marquesa.]
Y viene contrito?
Reconoce su delito?
Eulalia. \A Bebastiana.]
f;Es por ventura
A Sebastiana.]' No.
Sebast. Inñel I
Marq. Todo lo niega.
Sebast. Cruel I
Eulalia. [Á Sebastiana.]
¿Es aquel sujeto
Sebast. Sí.
«
[Á la Marquesa.]
¿Y no se apiada de mí!
Marq. No I
Eulalia. [Á Sebastiana.]
Pero ¿cuál de los dos
Sebast. Ah bárbaro amante !
Eulalia. Ajy Dios!
No es él!
Casimir, [Á Eulalia.] Quién?....
Sebast. Bien lo temí!
Si al menos usted le hubiera
detenido
Marq. ^ Si no pude!
Cuando llamé.....
Casimir. [A Eulalia.] A quién alude?
Marq. Estaba ya en la escalera.
Casimir. [Á la Marquesa.]
Mitio?
Sebast. Entríiñas de fiera I
Marq. [Á Casimira,] .
Sí, tu tio.
Eulalia. [Á Sebastiana.]
Cómo?.... ¿Es tio
Sebast. Yo perseguiré al impio
Casimir. (Ella?)
Sebast, Véngame, Jehová!
Casimir. [A la Marquesa.]
Por qué no es mi novio ya?
Marq. Jamás!
Eulalia. (Su novio? Qué lio!)
Sebast. No escapará de mi red.
Marq. ¿Por qué, si no es un aleve,
á parecer no se atreve
en la presencia de usted?
Sebast. Yo acudiré con mi sed
de justicia á un tribunal.
Bien á bien ó mal á mal .
se habrá de casar
Casimir. Con quién?
Conmigo?
Marq. Con ella.
Casimir. • Ah!.... Bien.
(Qué grotesca es mi rival!)
Sebast. Dónde vive ? porque quiero
Marq. En la calle de Carretas ,
número Entre estas tarjetas
habrá alguna suya.
[Examina varias que habrá sobre una
mesa.]
Casimir. [Acercándose á la Marquesa.]
Pero
Marq. Calla!
[Leyendo una tarjeta.]
«El marqués del Vivero »
Eulalia. [Á Sebastiana.]
¿Y ese hombre ha sido capaz
Sebast, Sí, hija mia! Es contumaz.
Casimir. [A la Marquesa.]
¿ Me casará usted
Marq. [Leyendo otra tarjeta.]
«Vicente »
Casimir. Con el otro pretendiente?
Marq. [Maquinálmente y sin dejar de exa-
minar tarjetas.]
No sé Sí Déjame en paz.
Sebast. Dardo agudo me traspasa.
Casimir. (Cáseme yo, y ¿qué mas da )
Marq. «Pedro Corvina » Aquí está,
con las señas de su casa.
Sebast. [Tomando la tarjeta.]
Venga, ^ue di tiempo se pasa. •
Eulalia. Salimos juntas?
Sebast. . Tú no.
Marq. [Haciendo sonar la campanilla.]
Ahora ya es fuerza que yo
SÜ8 . CUENTAS ATRASADAS.
cumpla mi deber.
[Á la doncella que tuche i fresen-
tarse,]
Un chai ,
un sombrero.
[Á Juan que se presenta en la pvería
del foro.]
Di á Pascual
que ponga pronto el lando.
[ Vanse los criados.]
Sebast, Oh Mater immaculataly
sí á esta mísera mujer
amparas, aun puedo ser
terque, qnaterque beata, .
Concede á una literata
que aquel corazón de ripio, *
olvidado participio
de mi existencia cruel ,
vuelva ¿ ser amante fiel
sicut erat in principio.
ESCENA X.
LA MARQUESA. CASIMIRA. EULALIA.
[ Vuelve la doncella con el chai y el sombrero y
la Marquesa se los pone.]
Eulalia, Pero, Dios mió! qué es esto?
Casimir, (Otro bilietito ahora
á don Leoncio )
[Retirase la doncella,]
ESCENA XII.
LA MARQUESA. EULALIA. CASIMIRA.
Marq, (Sacrificio funesto!
Mas ya lo resisto en vano.
Fuerza es descubrir mi arcano.)
[A Casimira,]
Adiós.
Casimir. (Me alegro; se val)
Adonde va usted, mamá?
Marq, k casa de mi escribano.
ESCENA XIII.
CASIMIRA. EULALIA.
ESCENA XI.
LA MARQUESA. EULALIA. CASIMIRA. JUAN.
Juan,
Marq,
Señora,
el lando ya estaba puesto.
Bien.
Eulalia. (Desventurada de mí!)
Casimir, (Esta chica es una estatua.)
Ven
Eulalia. ( Me tutea la fatua ! )
Casimir. Yen, y hablaremos allí
de mi novio.'....
Eulalia Bahl
Casimir, Y á ti ,
ningún galán te hace cocos?
Eulalia. Eh! mis años son tan pocos
(Sospecho por vida mia
que me ha metido mi tia
en una jaula de locos.)
Casimir.VerOy hija, es mucha desidia
no pensar en aéomodo.
Eulalia. No tengo prisa.
Casimir. Con todo
(Se está muriendo de envidia.)
Eulalia. (Me empalaga.)
Casimir. ( Me fastidia.)
Eulalia. Otra gracia es la que pido
al cielo. (Un padre querido!)
Casimir. Pues joiga el cielo á las dos!
Eulalia, (Dadme un padre, justo Dios! )
Casimir, {YíTgen de Atocha, un marido!)
[ Vanse por la puerta de la izquierda.]
ACTO TERCERO.
ESCENA I.
EULALIA.
[Aparece sentada en un banco deljardin.]
Mi tia no vuelve, y sola
con mis tristezas aquí.
en vano á dulce esperanza
quiero el corazón abrir. —
¿ En qué fundaba mi tia
aquel anundo feliz?
Ese padre suspirado
¿de GÓnde me ha de venir?
Aquel coloquio secreto
con la Marquesa ¿qué fin
CUENTAS ATRASADAS.
. 509
pudo tener ? Por ventura
¿96 trataría de mí?
Y aquel hombre misterioso
que tanto da que sentir
á las dos Y la zozobra
déla una, el frenesí
de la otra..... Mi razón
vaga confusa entre mil
conjeturas. Si se cumplen
tus oráculos así,
oh tía! más me valiera
no haber venido á Madrid.
ESCENA II.
EULALIA. SEBASTIANA.
*
Sebast. [Llega apresurada.]
Ay, Eulalia 1 Ay, mi sobrina I
Eulalia, [Levantándose,]
Qué sucede ?
Sebast. Yo me ofusco
No es el Corvina que busco
aquel don Pedro Corvina.
Eulalia. ¿ Cómo
Sebast. Sin duda algún mago,
algún moderno Cagliostro
ha trasformado su rostro,
si nunguantfallat imago;
porque juro por mi fe
que antes, al llegar aquí/
con estos ojos le vi
montar en un cabriold.
Ó mi cabeza , gran Dios,
es ya torre de Babel ,
ó este miente, ó miente aquel ,
ó los Corvinas son dos.
Iba yo sudando el quilo
en busca de mi traidor,
y me encuentro á un buen señor...
Quantum mutatus ab tilo!
Y sin embargo , hazte cargo ,
es Pedro y es coronel ;
y sin embargo, no es él;
y es Corvina sin embargo.
' Yo entré vomitando furias,
él me .recibió lo mismo,
y aquello fué un embolismo
de interjecciones é injurias.
Por fin in conspectu suo
veo con ojos asiduos
que de los dos individuos
uno es cisne y otro es buho ;
y le pido mil perdones;
y él, que entiende la parodia,
al oir mi palinodia
reitera sus maldiciones.
Su despecho me da grima
y allí le dejo que charle,
mientras vengo á sincerarle
con la Marquesa su prima. —
Y no está aquí la Marquesa,
y , mientras ella se oculta,
me estoy olvidando, stulta/
de lo que más me interesa.
Fuerza es buscar un ardid....
No creas que yo me engañe.
El Corvina que me atañe
está sin duda en Madrid.
Sé de memoria al malvado,
aunque se oculta de mí,
i
[Con la mano en el pecho.]
, are perenniuSj aquí
e tengo litografiado.
Viene á esta casa; es notorio;
yo le vi Pues ¿á qué espero
que no dirijo al portero
Erolijo interrogatorio?
e describiré con fuego
al hombre y al cabriolé,
y tales señas daré
que le reconozca un ciego.
Sabré si mintió pseudónimo
á la Marquesa ó á mí,
y qué nombre lleva aquí ;
Cosme, Juan, Diego ó Jerónimo.
Salgamos ya del barranco.
Véale yo y Dios resuelva. —
Espera aquí hasta que vuelva.
No te muevas de ese banco.
Eleva á Dios justo y pió
tus plegarias incesantes....,
¡ y guarda los importantes
secretos que te confio!;
que si el jivimev gaudeamus
en pos de tanto revés
consigo,.... quizá después
pauló majora canamus.
ESCENA III.
EULALIA.
¡Tia, oiga usted Pero, ¡tia
de mi alma Ya no me oye.
Me recomienda el silencio I,
mas debo de ser muy torpe ,
ó entre un flujo de vocablos ,
más latinos que españoles ,
ni una palabra me na dicho,
ni una que sirva de norte
á mi discurso. Oh! bien puedo
decir su secreto á voces
sin comprometerla. Ay Dios!
Mucho temo que la pobre
pierda el juicio antes que encuentre
al suspirado consorte.
SIO
CDENTÁS ATRASADAS.
ESCENA IV.
EULALIA. CASIMIRA.
[ Viene délo interior deljardtn por la izquierda.]
Co^mer. Estabas aquí! Pues, hija.
te ruego que no me estoroes.
Eulalia. To no pretendo
Casimir. Ya sabes
2ue aspiran dos amadores
mi mano
Eulalia. i Qué me importa. . . .
Casimir. 'Gno viejo, otro más joven
Eulalia. En hora buena
Casimir. Los novios
suelen dar chascos atroces ,
y, por si acaso, conviene
amar por partida doble.
Eulalia. Oh!....
Casimir. Y pues don Pedro Corvina...
Eulalia. Corvina?.... (Otra vez su nombre I
Qué pesadilla I)
Casimir. Y pues ya
no quieren que me acomode
con mi tio, la otra boda
no es justo que se malogre.
Eulalia. Bien
Casimir. Y está en eso mamá ,
y como yo soy tan dócil ,
ne enviado una cartita
á don Leoncio No me oyes?
Eulalia. I Si diffo que no me importa
Casimir. (Pues lo has de oir hasta el postre,
envidiosilla.) Citándole
Eulalia. Ocioso es que yo me informe
Casimir. Al jardin.
Eulalia. Pero
Casimir. Y vendrá
1)or la verja, no lo noten
08 criados y murmuren . . . . ,
ó mi mamá se incomode
Entornada está. No tiene
más que empujar, y Demontre I
Qué aturdida soy 1 Me vengo
sin el ramito de flores
que le quiero regalar.
Y ahora no recuerdo dónde
lo he dejado..... Voy á ver
En la gruta No. En el borde
del estanque Adiós. Si viene,
dile que espere y perdone.
' [Empieza d anochecer.]
en aquel cuerpo. |Y qué poca
reflexión I Mucho se expone
con ese afán de casarse
á dar con algún mal hombre
que la seduzca ¡Si digo
que es tonta de capirote !
[Entra por la verja D. Leoncio sin
advertirlo Eulalia, que vuelve á
tarse cavilosa.]
ESCENA V.
EULALIA.
Qué torbellino de chica 1
Parece que tiene azogue
ESCENA VI.
EULALIA. D. LEONCIO.
Leoncio. (Bien. La vena estaba abierta,
' como en sus dulces renglones
me anunciaba Casimira,
y ya se acerca la noche
con su velo protector
de amantes y de ladrones.
No estará lejos la niña
cuya cara y cuya dote
no es lo que más me enamora ;
aunque aquella no es mediocre
y esta debe ser cuantiosa
siendo ciertos los informes ,
sino el marquesado ilustre
que hereda de sus mayores.
Un ex-proletario , un quídam
como yo, que hizo millones,
no los saborea bien
sin títulos y uniformes.
Busquemos
[Da algunos pasos.]
Pero entregada
á dulces meditaciones
está allí
[Ácercdndose.]
Prenda querida
Eulalia. [Levantándose.]
Ahí ¿Quién es.....
Leoncio. No te alborotes,
Casimira.
Eulalia. [Cortada.] No soy yo
la
Leoncio. Tiene usted mil razones.
No habia mirado bien
(Qué hermosa muchacha!) Porque..
venía Usted me dirá
(sus ojos son como soles)
si es su parienta , ó su amiga,
' ó la diosa de este bosque.
Eulalia. No, señor. Yo soy Eulalia
Leoncio. Eulalia? Bonito nombre !
Eulalia. Permita usted
Leoncio . (Pobrecilla I
Se turba y se sobrecoge.)
CUENTAS ATRASADAS.
511
No se Yaya usted tan pronto,
que extático y absorto , inmóvil
al mirar esos hechizos
(Me dan unas tentaciones I....)
Eulalia, Allí viene Casimira.
Leoncio. (Juicio , Monturjol No tornes
á las andadas )
Leoncio.
Casimir
ESCENA VIL
EULALIA. D. LEONCIO. CASIMIRA.
Casimir, [A FuMia , sin ver á D, Leoncio y
enseñándola un ramo,]
Al fin
al pié de un albaricoque
le hallé. ¿Vino... Ah, que está ahí!
Leoncio. [A Casimira.]
Sí y vida mia (¿Quién corre
dos liebres á un tiempo?)
Casimir. [Aparte i Eulalia.] ¿Ves
qué buen mozo? Como un roble.
Eulalia. No sé No he mirado Adiós.
( Aunque mi tía se enoje ,
no la espero aquí testigo
de peligrosos amores.)
{Saluda y entra en la casa.]
ESCENA VIH.
CASIMIRA. D. LEONCIO.
Leoncio. (Vaya si es linda!....) Bien mió,
ya ves que acudo al reclamo.
Casimir, Te doy en premio este ramo.
Leoncio, Gracias. Yo á ti mi albedrío.—
¿Qué señorita es aquella
Casimir. Sólo sé de ella, á fe mia,
que es sobrina de su tia,
y más gazmoña que bella.
Leoncio. (Sátira al canto! Es de ene.
Mujeres las dos )
Casimir, Aquí
vinieron hoy....; pero á ti
ni á mí ¿qué nos va ni viene
Leoncio, Cierto.
Casimir. Hablemos del asunto
Que á los dos nos interesa.
Leoncio, oí. ¿Consiente la Marquesa
en que yo sea tu adjunto?
Casimir. Yb, no hay duda, y si eres fiel.....
Leoncio. En amarte me deleito. — '
Pues, según dices, el pleito
Casimir. Lo ha perdido el coronel.
Aquí ha habido unos misterios
que no te puedo explicar.
Parece que el militar
Casimir
Leoncio.
Casimir.
tenía otros gatuperios.
Oiga!
Ello es que mi mamá
le ha dado ya pasaporte,
y ya no rae hará la corte
ni á mi casa volverá.
Leoncio. Es cierto lo que me dices?
A pesar del parentesco
tle envia con viento fresco
lO que oyes.
Somos felices I —
Ven , sentémonos los dos
en este banco.
Me siento,
pero no más que un momento.
Si viene mamá, gran Dios!....
{Siguen hablando en voz baja. Es ya
enteramente de noche.]
ESCENA IX.
CASIMIRA. D. LEONCIO. SEBASTIANA.
Sebast. (Ya sé el nombre del caribe :
Leoncio Monturjo. Inicuo!
¡Qué proceder tan oblicuo! —
T sé también dónde vive.
Ta no estaba en casa Bien;
. más tarde vuelvo hacia allá
con la muchacha Allí está
hablando con no sé (]^uién.
Qué oscuridad! No distingo )
Leoncio. Me lo juras por tu nombre?
Casimir. ^í y te lo juro.
Sebast, ( Es un hombre ! )
Casimir. Tuya soy.
Sebast, ( Santo Domingo! )
Leoncio. (Pues, señor, seré marqués.)
Casimir, Y tú ¿juras
Sebast. (• ¡ Llega hoy,
y ya la muy )
Leoncio. Gomo soy
Leoncio Monturjo
Sebast, [Gritando.] £l es!
Casimir. [Levántase dando un grito,]
Ah!
Leoncio. [Levantándose,]
Quién grita?
Sebast. [Poniéndose en medio de los dos, des-
viando á Casimira y asiendo de un
brazo á D. íeoneio.]
Horror! Incesto!
• Maldición!
Casimir, [Dando otro' grito y desapareciendo
por el arbolado de la izquierda.]
Ah!
Sebast, Estás convicto!
512
CUENTAS ATRASADAS.
Leoncio. ¿Cümo!....
Sebast. Fragranté delicio!
Leoncio. Eh! Quién es usted? Qué es esto?
Selast.
Leoncio,
Selast,
Leoncio.
fkhast.
Leoncio.
Sebast.
Leoncio.
ESCENA X.
SEBASTIANA. D. LEONCIO.
Quién soy yo? ¿No lo adivinas!
¿No me conoces, perjurol
Qué he de conocer á oscuras?
Soy murciélagos soy buho?
Ah traidor I
Suélteme usted !
(Será alma del otro mundo?)
Soltarte? No, fementido!
Aunque te salga un carbunclo,
como tenaz sanguijuela
asiré tu brazo impuro.
¡Non missura cutem nisi
flena cruoris'kirndo!
aldas,.... latines.,... furores
Perdido soy, sin recurso!
Ó eres el demonio, ó eres
¡Sebastiana!
Sí, verdugo!
Soy la ex-cándida paloma
que en pacífico tugurio
inocente vegetaba
entre adverbios y gerundios,
porque sólo conocia
a tu sexo infiel é injusto
por el másenla sunt mdribus
que explicaba en el estudio,
hasta que tü me advertiste
con engañosos arrullos
que habia otro formulario
más grato y menos insulso
de conjugar amo, amas,
y declinar.^tfa, tunm.
Soy la que bisoña y crédula
consentí que en un crepúsculo
me robaras subjuntiva
á título de futuro.
Soy la que fui tu post data
caballera sobre un rucio
hasta saludar entrambos
el cartaginense muro;
y en fin, la que, nueva Aríadna
de otro Teseo más crudo,
te lloré prófugo amante
5 te maldije fecundo,
ien; ya sé quién eres (¡Mala
lanzada de moro zurdo!....)
Y aunque es algo problemático
averiguar quién sedujo
á quién , porque tú peinabas
por lo menos siete lustros
entonces , y yo podia
ser anchamente hijo tuyo,
y tú sabías latin ,
Sebast.
Leoncio»
Sebast.
Leoncio.
Sebast,
y yo ora un imberbe estúpido
Pérfido, no te valdrán
excusas ni subterfugios.
Yo sabré
Bien. No es razón
que armemos aquí un tumulto.
Yo que dejé la milicia
y embarcado en un falucho
fui á Ultramar, de donde vuelvo
con medio millón de duros,
estoy pronto á subsanar
¿SuDsanar! Un medio, uno
solamente
Eh! No alborotes.
Zanjaremos el asunto
Pero suéltame; no crea,
si por aquí viene alguno,
que soy ladrón
Sí , de mi honra.'
[jSale Juan de la casa con una luz,
ciende el farol aue habrá á la inme^
diacion del oanco, y se retira.^
Leoncio. Ves? Por allí viene un bulto
con luz
Sebast. Bien. Pues figuremos
Leoncio. Qué?
Sebast. Que paseamos juntos
de bracero, como in tilo
témpore...f
[Pasean.]
pues!... cuando en mutuo
sabroso éxtasis
Leoncio. (Maldita
seas, amén.)
Sebast. Eh?
Leoncio. (Qué apuro!)
Considera que no es este
el sitio más oportuno
para tratar
Sebast. ♦ Sí, hijo mió.
Hablando con disimulo
Mira: ya se fué el criado.
Sentémonos dos minutos
en ese banco
[Le lleva en dirección del farol.]
Si tratas
de escapar, grito, y ahuUo,
y bramo
Leoncio. ¡ No, por la Virgen
santísima! Ya te escucho.
[La mira d la luz delfaroL]
(Ah qué horrible catadura!)
Sebast. Qué es eso, mi bien? Te asusto?
Leoncio. Qué vieja estás, Sebastiana!
¡ Qué de arrugas, qué de surcos
en la cara !
Sebast. Hijo, ¡sic transit
, gloria mundi.^ mas te juro
CUENTAS ATRASADAS.
513
jSebast.
Leoncio.
Leoncio •
Sebast.
que mi corazón está
^n jóyen y tan robasto
como cuando tú te holgabas
de merecer su tributo.
Leoncio. Lo creo, sí (El corazón,....
yaya I; mas ¿cómo apechugo
con lo demás?) Pero, dime,
cuando interrumpiste el dúo
que me halagaba y, á guisa
de un espectro furibundo
que se halla mal avenido
con el sueño del sepulcro,
te apareciste á mi lado,
¿por qué tu labio iflañudo
habló de horror y de incesto
Infeliz I , aquel capullo *
de Abril, aquella mócente
á quién tú, sátiro inmundo,
seducias
Nada de eso!
Sólo aspiro al casto yugo
Sebast Pues bien, gime, y horripílate,
y tiembla, ¡Edipo sejgundol*
Esa mal aconsejada
donceUa es vastago tuyo;
es tu hijal
Cielo! ¿Qué dices!
Yo la contaba en el número
de los muertos. Un amigo
me lo escribió
No lo dudo.
En la triste precisión
de ocultar el tierno fruto
de un desliz que me exponia
á ser escarnio del vulgo
lenguaraz Odi prq/unum
vulffus
Dale ! ¡ Es mucho flujo
de latines
Yo supuse
que estaba entre los difuntos.
Leoncio. Mas ¿cómo la encuentro aquí
Sebast. Es larga historia y con muchos
episodios. Más despacio
lo sabrás todo
Leoncio. Y, pregunto,
¿quién me certifica á mí
que es ella misma el producto
verdadero de mi amor,
(amor bárbaro y absurdo I)
Jno hija de cualquier
uan García ó Pedro Rubio ?
Sebast. Cruel!, si tienes memoria
y voluntad, y no es duro
como la roca Tarpeya
ó el tridente de Neptnno
tu corazón, ah! tú mismo
has de decir; ¡ecce opúsculum
meum !
Leoncio. No soy tan feroz
como piensas. Dame al punto
las pruebas que necesito,
y esa niña, lo aseguro,
II. '
Leoncio.
Sebast.
tendrá padre.
Sebast. ¿Qué pronuncias!
Voy á enloquecer de júbilo
si es cierto
Leoncio. Sí. ( Mas ¿casarme
contigo? Eso no! Abrenuncio! )
Sebast. Pero, en fin, cómo te llamas?
lCujumfecus....\ que aun fluctúo
entre el don Pedro Corvina
y el don Leoncio Monturjo.
Leoncio. Soy
{Aparece la Marquesa por la puerta
de la casa^
Silencio! Viene gente.
Aunque me voy, no me oculto.
Vivo
Sebast. Lo sé.
Leoncio. [Yindose.] (Su marido!....
rrimero me haré cartujo.)
[ Vase por la verja.]
ESCENA XL
SEBASTIANA. LA MARQUESA.
Marq . (Hacia allí hablaban ahora
ror la verja se retira
un bulto )
Sebast. ¿Quién
Marq. [Llamando.] Casimira!
Sebast.
Marq.
Sebast,
Marq.
Sebast.
Marq.
Sebast.
Marq.
Sebast.
Marq.
Sebast.
[Acercándose.]
Ah ! es Sebastiana.
Ay , señora !
Ha visto usted á mi niiía?
Me han dicho que estaba aquí
No sé. — Estoy fuera de mí.
No en vano amor escudriña
Ta ha parecido aquel hombre!
Quién?
Mi marido ante Dios. —
Nos engañaba á las dos
la simiutud del nombre.
Mi honor se reparará
sin discordia, sin litigio
Corro á buscar — oh prodigio ! —
á mi Eulalia.
Arriba está.
Sí?.... Adiós.
Pero ¿qué suceso....
Hablaremos más despacio.
No es el hombre tan rehacio
como creí Pierdo el seso. —
Ta á su primo el coronel
puede usted volver el crédito.
¿Cómo
Es caso raro, inédito,
33
514
Marq.
Sebast.
Marq.
Sebosa.
CUENTAS ATRASADAS.
Marq,
Sebast
«articular Él do cb é\.
[o entiendo
Oh Dios ! Yo venero
tu providencia divina.
Pero
Hay un falso Corvina
y un Corvina verdadero.
La chica ¡oh ventura inmensa!...
no es lo que ella se figura,
ni lo que usted conjetura
Aquí nadie es lo que piensa.
Ta mis súplicas fervientes
oye el Señor sempiterno.
¡Respira, oh vastago tierno
cui nm risere párenles \
Oh hija mia! oh dulce palma
después de tantos sonrojos !
oh, Corvina de mis oii)sl
oh, Monturjo de mi alma!
Ta olvido acciones infames
y te amo constante y fína*,
ora te llames Corvina,
ora Monturjo te llames.
Oh!.... Diga usted
• Seré tuya!
Ya la esperanza me engorda
I Adiós, adiós Súrsum corda! —
Vuelvo AUelupa, Alleluya!
[ Vase corriendo y entra en la casa,]
Marq, Ven.
Casimir. [Más cercaJ]
Ya voy!
{Llega corriendo,]
(Pobre de roí!)
ESCENA XII.
LA MARQUESA.
faltando va de alegría.
Esa infeliz está loca.
Como todo lo disloca,
no entiendo su algarabía.
Ella á mi primo defiende ,
ella habla de otro supuesto
Corvina.... Buen Dios!, qué es esto?
Quién sus misterios entiende? —
Pero también me nombró
á Monturjo ¿Si será
aquel amante quizá
que un dia la abandonó?....
Y habla de su hija Estoy cierta;
sí. — Vivirá todavía?
Mas cuando crió la mia
lloraba la suya muerta.
¿Esa sobrina tal vez
¿Ó acaso Me hace temblar
esa mujer, á pesar
de tanta ridiculez.-^
Pero Casimira Aquí
bajó Por dónde andará?
[Llamando,]
Casimira!
Casimir, [Dentro.] Voy, mamá !
ESCENA XIII.
LA MARQUESA. CASIMIRA.
Mará. En el jardin á estas horas!
CastmirJB^]é al caer de la tarde
cuando usted estaba fuera....,
y ojalá nunca bajase!
Marq, ¿Cómo
Casimir, Dispuesta yo siempre
á hacer lo que usted me mande ,
y como no quiere usted
que con mi tio me case,
y h^ permitido que sea
mi marido el otro amante
Marq, Yo! ¿Cuándo
Casimir. Q u (^ ! ¿ya se ol vid a
usted Vaya! , cuando el lance
de mi tio
Marq, Ó yo no supe
lo que me dije, ó soñaste
En fin, qué hacias aquí?
Casimir, Lo primero — no se enfade
usted — hablar con mi novio.
Marq, Con don Leoncio?
Casimir. Un instante
Marq, En ausencia mia!
Casimir, Y lu(^
suspirar junto al estanque,
y maldecir mi fortuna,
y llorar gotas de sangre!
Marq. \ Maldeoir , llorar Por qué ?
Qué te ha sucedido?
Casimir, Calle!
¿Es poco perder dos novios
en un dia?
Marq, [Que nunca hables
de otra cosa! ¡Mal Jesús!
Casimir. Dlgol ¿si querrán que baile
después que Usted me prohibe
querer á mi tio, me hace
consentir en la otra boda,
y esa dueña vergonzante,
que hoy vino á meter cizaña
y á descoser voluntades,
me impide hablar con Monturjo
Mar^, ¿Qué oigo! .
Casimir, Eso no hay quien lo aguante.
Marq, Ella!.... Cuéntame
Casimir, Los dos
estábamos junto al sauce
en aquel banco sentados; —
CUENTAS ATRASADAS.
51.'
:>
mas sin ofensa
Mar^, Adelante.
Casimir. De' pronto exclama una voz:
«Él es!... 9 Av Virgen del Carmen I...
Y entre los dos aparece
esa mujer ó ese cafre ,
y dándome un empellón
se acerca á él , y agarrándole
furiosa de un brazo, grita :
«Horror! Incesto!...»
Marq. Ah!
Casimir. . ¿Qué diantre
viene á ser eso de
Marq. . •Oh, calla!
Üa gracias á Dios y al ángel
de tu guarda
Casimir. ( I Sí , después
que me he quedado cesante !)
Marq.^ (Ya no hay duda. Don Leoncio
es el seductor infame
que la dejó abandonada
en Cartagena Ah ! íY el padre
de Casimira!)
Casimir, (Se queda
pensativa. Acaso trate
06 buscarme otro partido
Yo me he de casar con alguien;
no hay remedio.)
Marq. (Y Sebastiana
cometió el inicuo fraude
de darme á su propia hija
cuando aparentaba darme
una expósita. { Ah mujer
fementida ! ¡ Así abusaste
de mi confianza!)
Casimir. (Es claro.
Ahora está formando planes......
Proponga, y sea quien fuere.
No nay miedo que la desaire.)
Marq. (Mas si yo engañé, ¿por qué
me admiro de que me engañen ?)
Casimir, (Más vale casarse mal
que no casarse con nadie.)
Marq. Oyendo á aquella mujer
y viéndotela delante ,
'¿qué hiciste, tú
Casimir. Yo? Escapar.
de allí más veloz que el aire;
y ellos allí se quedaron ,
y según algunas frases
que pude oir, la fantasma
decía mil tempestades
á don Leonoio.
Marq: (Y él fué
quien huyó, por no encontrarse
conmigo, por esa verja.
Ahora comprender es fácil
los que antes me parecieron
enigmas. ¡Oh inescrutable
Providencia ! )
Casimir. Y ahora ¿ quién
ha de ocupar la vacante?
Marq. Villana! , sella ese labio,
ó mi indignación
Casimir. Las carnes
me tiemblan
Marq. {\ Cómo descubre
la ruindad de su linaje ! )
Casimir. ¿También usted se conjura
contra mí? Que me maltrate
aquella tia, tal cual;
pero ¡ usted !
Marq. \ Mira lo que haces ,
desventurada ! Habla de ella
conTespeto; no la ultrajes.
Casimir. Con respeto!....
Marq. ¿Sabes tú
quién es?
Casimir, Qué sé yo? una
Marq. ¿Sabes
quién eres tú misma?
Casimir. ' ¿Yol
Su hija de usted
Marq. Miserable ! . . . .
Lo fuiste.
Casimir. Y ya no?
Marq. " No sé
[Yéndose.]
Huye! {Déjame
Casimir. Ay qué trance! —
Por Dios, oiga usted
Marq. Aparta!
[Entra en la casa.]
ESCENA XIV.
CASIMIRA.
Válgame el cielo! jQué arranques
le dan hoy I ¿So ha vuQlto loca,
ó habla de veras? Que me aspen
si comprendo.'.... Me ha parido,
vive, vivo yo; y no obstante
Amanecí con dos novios ,
buen Dios, y anochezco in álbisl
¡ Sólo me faltaba ahora
quedarme también sin madre I
[Entra en la casa.]
Slft
CUENTAS ATRASADAS.
ACTO CUARTO.
Marq.
Juan.
Marq.
ESCENA I.
LA MARQUESA.
En Yano quiero cerrar
los ojos á la evidencia.
Lo que dijo Sebastiana
y Casimira revela
son testimonios de aquellos
que duda ninguna dejan ;
mas la suerte de esa niña
desdichada me* interesa
en extremo, porque al cabo
madre he sido para ella.
Yo necesito adquirir
nuevas luces, otras pruebas...
Mas cuando subo afanosa
preguntando por la huéspeda,
me responden que ha salido
con su sobrina Paciencia!
Ella volverá : entre tanto
ya es alivio de mis penas
mi ñrme resolución
de obrar, ven^a lo que venga,
como la justicia manda,
como exige mi conciencia.
ESCENA H.
LA MARQUESA. JUAN.
Qué hay?
Monturjo.
El señor don Leoncio
No le detengas.
ESCENA III.
LA MARQUESA.
Resignémonos. El cielo
siempre fué justo. ¡Ya empieza
mi expiación I
ESCENA IV.
LA MARQUESA. D. LEONCIO.
Leoncio. Beso á usted
los pies, señora Marquesa.
Marq.
Leoncio^
Marq.
Leoncio,
Marq.
Leoncio,
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoficio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Sea usted muy bien venido.
[Toma una silla y qfrece otra á don
Leoncio.^
Siéntese usted (De vergüenza
no me atrevo á alzar los ojos.^
^Cómo empezaré mi arenga?)
( Turbadt) viene*)
(No está
muy tranquila, según señas.
Quizá ya sabe ) Señora....,
si mi labio titubea,
no extrañe usted Es de tal
importancia la materia
de que veugo'á hablar á usted
Yo también (noche funesta!)
hablar con usted desee,
y he menester su indulgencia
Señora (Ya está informada ,
por lo visto, dé la escena
del jardin. La hija del dómine
no se ha mordido la lengua.)
Casimira es el objeto -
de mi visita, y es fuerza
Esa misma Casimira,
que tanto lloro me cuesta,
es la que me obliga ahora
Esa insinuación me alienta.
¿Podré preguntar á usted
si conoció en Cartagena
á una doña Sebastiana
Querol?....
Sí, señor.
Quisiera
saber desde cuándo
Hará
diez y siete años.
' (La fecha
coincide.) Está en Madrid?
Hoy vino y aquí se hospeda.
Está en casa?
No, señor;
salió.
(En la mia me espera
sin duda; pero inquirir
conviene antes que me vea )
¿Tuvo usted con ella antiguas
relaciones
Sí , y muy serias !
Yo era un joven inexperto
No obstante la inexperiencia,
supo usted ñngir un nombre
Sí. Qué quiere usted!... Flaquezas...
Si no es que lo finge ahora.
No, señora; soy de veras
Leoncio Monturjo.
Al cíelo —
CUENTAS ATRASADAS.
517
Leoncio,
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq,
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
Leoncio,
Marq,
Leoncio,
Marq,
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
Marq.
respeto su Providencia I —
plugo bendeeir un lazo
que no bendijo la iglesia.
Yo no creí que tuviese
tan formales consecuencias
Pero usted debió aceptarlas,
pues mediaba una promesa
sagrada
Es verdad : confieso
que fui un loco, un calavera.
Algo más I— Pero ¿qué digo!
¿Es justo que yo reprenda
culpas de nadie? Yo! Usted
me ha de perdonaV
Marquesa!....
Yo no amaba á Sebastiana;
me estremecía la idea
de llamarme esposo suyo,
y sin pensar en la prenda
que dejaba entre sus brazos,
una noche pongo tierra
de por medio...., es decir, agua,
pues me embarqué para América.—
El recuerdo de la niña
luego que me hice á la vela
me atormentaba. — Tu voz ,
oh santa naturaleza!,
aunque la esquive el oido,
harto en el alma resuena ! —
Pero detenido en Cádiz
para algunas diligencias
forzosas, por el correo
me dio un amigo la nueva
inesperada de haber
muerto mi niña hechicera.
Después no tuve noticia
de su madre , hasta que horrenda
se me apareció esta noche
íiO sé.
Pidiéndome cuentas
atrasadas
Ah ! i No hay plazo
que no se cumpla, ni deuda
que no se pague !
Y me dijo....,
juzgue usted de mi sorpresa!,
que era Casimira
Quién?
La hija qup lloro muerta.
Ah, don Leoncio!
¿Qué veo!
Llora usted I ; Clava en la tierra
los ojos '¿Será: posible
Dadme, oh cielos, fortaleza!
No es hija mia esa joven
¿Cómo
Aunque ella- así lo crea.
Y la edad conviene
Ah ! sí.
Otra criatura tierna
que yo habia dado á luz ,
ay triste!.... murió en ausencia
de mi marido; oculté
Leoncio.
Marq,
Leoncio.
Marq,
Leoncio.
Marq.
Leoncio.
mi desgracia, y con presteza
puse en su cuna otra niña
que recibí
De quién?' De ella?
Sí, de Sebastiana!
Cielos 1
Era la mia ! ¿Qué prueba
más evidente? Ah, señora!
Cuánto debo á usted! ¿Qué fuera
sin usted, sin su bondad,
de una* infortunada huérfana?
Mi bondad ? Ah ! no merece
alabanzas lisonjeras
una mujer tan culpable
como yo.
Bondad inmensa,
sí, señora! En quien recibe
un beneficio es vileza
por rebajarlo indagar
sus motivos con rastrera
ingratitud. No es posible
que sombra de infamia quepa
en un corazón tan noble
como, el de usted. Imprudencias
tal vez, errores No quiero
saber más , no , y la defensa
de usted será para mí
una obligación eterna ,
sagrada , si hay un cobarde
que á mancillarla se atreva.
¡Ah, que es usted demasiado
generoso
Alguien se acerca .
Silencio !
ESCENA V.
LA MARQUESA. D. LEONCIO. CASIMIRA.
Casimir. [Viene por la puerta de la derecha,]
Mamá (No puedo
llamarla de otra manera.)
Leoncio. (Mi hija!)
Marq, Qué hay?
Casimir, El escribano
ha entrado por la otra puerta
en ese cuarto
[Muestra la hatitacion de donde viene.]
Marq. Está bien.
[A D. Leoncio.]
Si usted me da su licencia
Leoncio. ¡Señora
Marq. Quédate á hacerle
compañía.
Casimir. Sí , y que venga
aquella...., aquella señora
y me Jesús!
Marq. Nada temas ,
ella se holgará de verte
en compañía tan buena.
SIS
CUENTAS ATRASADAS.
ESCENA VI.
CASIMIRA. D. LEONCIO.
Leoncio. Ven y hermosa niña ^
acércate más
Carimira. ¡Si usted no me quiere
Leoncio» Quién ha dicho tal?
Si antes eran móviles
de mi voluntad
afectos que aspiran
á lazo nupcial,
deberes muy santos ,
que ahora sabrás ,
ya amarte me mandan
con mayor afán.
Casimira, ^ Aun(jue lo prohiba
la vieja tenaz
que nos hizo el coco ,
y hecha un Barrabas
nos trató con tanta
arbitrariedad ?
Leoncio. No hayas miedo que ella
se ofenda jamás
de que tú me ames.
Casimira. £s particular!
Seffun eso ¿todo
se na compuesto ya?
Leoncio, Golpes de fortuna
que vienen y van...'..
Como yo te amo
ella te amará.
Casimira. ¿Y cómo me mira
con tanta bondad,
sí antes semejaba
al genio del mal? —
Pero no me admiro
de esa novedad ;
que, á mi juicio, el suyo
no está muy cabal ;
y pues tú me quieres
pelillos al mar.
Leoncio. Oh I ven á mis brazos
Casimira, A abrazarme vas?
Leoncio. Ven ; tengo permiso
Casimira. De quién?.... De mamá?
Leoncio. 'Sí, de la Marquesa.
Casimira. Si es eso verdad,
Ír si hemos de ir pronto
os dos al altar....,
vaya !, por mi parte
no hay dificultad.
[Se abrazan.]
Leoncio. Qué bella I qué candida ! . . . .
Casimira. Mi bien! *
Leoncio. (Mae quizá
tiene más de simple
que de angelical.)
Casimira. Esposo!....
Leoncio. Hija mia,
no puedo negar
que son dulces nombres
Casimira.
Leoncio.
Casimira.
Leoncio.
Casimira.
Leoncio.
Casimira.
Leoncio.
Casimira.
Leoncio.
Casimira.
Leoncio.
Casimira.
Leoncio.
Casimira.
Leoncio.
Casimira.
Leoncio.
Casimira
Leoncio.
i Casimira.
esposo y galán ;
pero (Ya es preciso
decir la verdad.)
Pero Qué? Me engañas?
te vuelves atrás?
Ser yo esposo tuyo
no es posible
Ay!
Porque lo prohibe
la ley natural.
¿Qué escucho!
Y no obstante,
¿quién fuera capaz
de quererte tsmto
como yo ?
Bah , bah !
O usted se chancea ,
ó es un hombre audaz
que de esta inocente
pretende abusar.
¿Yo!
Amor es un grave
pecado mortal ,
si no lo autorizan
cura y sacristán.
¿Y si fuese el mió
amor paternal? .
¿Cómo ¿Usted ¡Ay Virgen
santa del Pilar !
Sí, yo soy tu padre.
Pues ¿de cuándo acá?
Desde que naciste.
¿Y el otro que en paz
descanse
Es historia
larga de contar.
Pero no comprendo
(¡Con qué frialdad
lo escucha!) Hija mia,
como de esas hay
que las cria Pedro
' siendo hijas de Juan.
. (i Aun por eso abajo
me dijo mamá
cosas tan extrañas
con tono así tan )
(Me adoraba novio,
y ahora Es singular!
A ser yo discípulo
del buen doctor Gall ,
examinaría
por curiosidad
cómo tiene el órgano
del amor filial.)
En breve tus dudas
se disiparán,
aunque mi palabra
te debe bas^r ,
porque bien conoces
que ningún mortal
con hijas ajenas
desea cargar.
Sí, señor, yo creo
CUENTAS ATRASADAS.
519
Leoncio,
í Vamos, soy fatal.)
Casimira,
Ya obrará la sangre
después ) ¿No me das
otro abrazo?
Vaya !
[Se abrazan otra vez, y i este tiempo
aparece por el foro D. Pedro.']
Pedro . [Desde la puerta . ]
Bravo ! (Voto á sanl....)
ESCENA VIL
D. LEONCIO. CASIMIRA. D. PEDRO.
Casimira,
Leoncio,
Pedro.
Leoncio,
Casimira.
Pedro.
Leoncio.
Pedro,
Leoncio.
Pedro.
Casimira.
Mitio!
. Ah!.... Saludo
[Con sequedad,]
Tenemos que hablar,'
caballero.
Á solas?
(Qué cara de agraz !)
Á solas.
(Aun piensa
que soy su rivíQ.)
Ahora?
Si, ahora.
Tengo que esperar
aquí á la Marquesa ,
y yo soy puntual.
Bien. — Déjanos solos.
(j Con qué autoridad
la manda !)
Obedezco.
[Yéndose.]
(Bien dice el refrán:
cuando flautas pitos,
cuando pitos flau
Marido querías ?
Pues tema papal)
[Entra por la puerta de la izquier-
da.]
ESCENA VIII.
D. LEONCIO. D. PEDRO.
Leoncio, Ahora, señor veterano,
diga usted
Pedro, (Hoy le descrismo.)
¿ Tiene usted por ahí á mano
su partida de oautismo ?
Á qué viene esa indirecta?
Yo sé bien lo que reclamo.
Pero
¿Ignora usted, 6 afecta
ÍG^orar o[5mo me llamo?
Leoncio. lo no husmeo jerarquías.
y no hay por qué usted se asombre...
Leoncio.
Pedro,
Leoncio.
Pedro,
Pedro.
Leoncio.
Pedro.
Leoncio.
Pedro,
Leoncio,
Pedro.
Leoncio,
Pedro.
Leoncio.
Pedro,
Leoncio.
Pedro.
Leoncio.
Pedro,
Leoncio.
Pedro.
Leoncio.
Pedro.
Leoncio.
Pedro.
Leoncio.
Pedro,
Leoncio.
Y sin embargo hace dias
que conoce usted mi nombre.
Jamás lo oí, señor mió,
aunque lo venero mucho
Pues me llamo
(Vaya un tiol....)
Pedro Corvina.
Qué escucho!
(Hola I Ya se turba el hombre.)
üonfíese usted sin empacho
Sí^ señor, del mismo nombre
me serví siendo muchacho.
Yo le inventé inadvertido
Para echarlo por el lodo I
Sin pensar que hombre nacido
se llamase de ese modo.
Segunda vez , hombre ambiguo^ .
me aja usted con esa frase.
Ya era mi linaje antiguo
antes que usted lo inventase.
Protesto que yo ignoraba
Desciendo de altos varones,
y es la cruz de Calatrava
el menor de mis blasones.
Casualidad imprevista
Probaré , si usted lo exige ,
que vengo de íñigo Arista.
(Acerté cuando lo dije.)
Y aun si el nombre respetable
que llevo servido hubiera
para alguna acción laudable \
indiferente siquiera
Pero I usurparlo traidor
para exonerar doncellas ,
y abandonarlas — qué horror! —
después de burlarse de ellas!
Usted no sabe quizá,
pues de ese modo se exalta,
que estoy decidido ya
A qué?
Á reparar mi falta.
Hoy que me habla la conciencia,
hoy que el cielo me ilumina,
Monturjo hará penitencia
de las culpas de Corvina.
Mis culpas? ¡Voto á un mortero
Corvina pide venganza,
que siempre fué caballero
y arreglado á la ordenanza.
Hablo del otro Corvina,
del que inventó mi mal tacto ;
no del que nsted imagina.
Bien , pero no me retracto.
No armemos otro embolismo. —
Ya á ningún Corvina copio. —
Quiero decir que yo mismo
me corregiré á mí propio.
Ni pudo ser mi intención —
convénzase usted, por Cristo! —
ultrajar con mi invención
á quien yo no habia visto;
y, en fin , si de esta manera
no queda usted satisfecho,
CUENTAS ATRASADAS.
Leoncio.
Pedro.
Leoncio .
Pedro.
Leoncio.
Pedro.
Leoncio.
Pedro.
riñamos coando usted quiera;
Jae á nadie escondo mi pecho,
asta; excosemos la lid,
que me temo un quid pro quo
si se sabe por Madrid
la causa de que nació;
7 algunos cambiando el freno
dirán tal vez, buen regalo!,
que es usted Cortina el bueno,
y yo soy Coryina el malo. —
Mas me remueve la ira
otro agravio muy reciente.
Cuál es ?
To amo á Casimira.
Yo también. -
Perfectamente.
Pero ese adorado encanto
siendo ingrata á.mis desvelos
le ama á usted.
Cierto.
Y por tanto...
yo estoy que rabio de celos.
Mal hecho. Ya no disputo
la novia; antes bien me obligo
á ceder el usofruto
Gracias, mil gracias, amigo!
Yo no me trago esa torta.
¡ Después que he visto á los dos
abrazarse
Eso no importa.
Que no importa? Voto á oriósl....
Hay mayor iniquidad?
Pero
(Agarraría un palo )
¡ Atroz inmoralidad
digna de Corvina el malo!
No hay aquí objeto de riña,
ni inmoralidad , ni afrenta.
Agrade usted á la niña
y d^elo por mi cuenta.
Pedro. ¿Qué enigma
Leoncio. No me está bien
descifrarlo por ahora
si no lo permite
Pedro. Quién?
[ Sale la Marquesa de la habitación de
ta derecha,]
Leoncio. Justamente esaseñora.
ESCENA IX.
D. LEONCIO. LA MARQUESA. D. PEDRO.
Marq. Muy buenas noches.
Pedro. [Con seriedad.] Felices.
Leoncio. [A la Marquesa.]
Tenemos aquí un negocio
pendiente ¿Permite usted
que yo disponga á mi modo
de la mano de su bija?
Leoncio.
Pedro.
Leoncio.
Pedro.
Leoncio.
Marq. Sí, señor. Yo no me opongo
á un derecho tan legítimo.
Pedro. (Ya comprendo. El don Leoncio
se va á casar con la madre
Y abraza á la hija! Monstruo!!!)
¿Sabe usted , oh prima ! á quién
traspasa de motu propio
su materna autoridad ?
¿Sabe usted que es el demonio
ese hombre?
Marq. Señor don Pedro,
Ío he menester ; me es foníoso
acer á usted una triste
revelación.
Pedro. (Otro embrollo?)
Marq. Es un doloroso arcano
que ha muchos años escondo
en mi corazón.
Pedro. ¿Qué escucho!
Marq. Secreto infausto que es tósigo
de mi vida, y sin embargo
sin valor me reconozco
Sara decírselo á usted
e palabra y rostro á rostro.
Pedro. Pero, señora (Sin duda
es algún pecado gordo.)
Marq. Entre usted en aauel cuarto
de la derecha. (An qué oprobio!)
En la mesa hay una carta
donde lo declaro todo,
y otros papeles de mucho
ínteres
Pedro. (Yo estoy absorto!)
Marq. Lea usted ly compadezca
á una desdichada!....
Pedro. ¿Cómo!....
Yo no atino En fín, iré
(Hoy van á volverme loco.)
[Entraen lahabitacion de la derecha:^
ESCENA X.
LA MARQUESA D. LEONCIO.
Marq. Ha venido Sebastiana?
Leoncio. Todavía no. Supongo
que espera en mi casa...
Sebast. {Dentro.] Entremos.
Leoncio. Pero ¿no es su voz la que oigo?
ESCENA XI.
LA MARQUESA. D. LEONCIO. SEBASTIANA.
EULALIA.
Sebast. Aquí está! aquí está! ,
[Echándose en los brazos de don
Leoncio. ]
Bien mío!
«■)
^*"
j
\^
CUENTAS ATRASADAS.
5U
Leoncio. [Con despego,]
Oh!...,
Sehast. Abraza á esa criatara 1
Leoncio. Yol Á quién?....
Sebast. [Á Eulalia.] Abraza á tu padre!
Eulalia. [Abrazando á D. Leoncio.]
Padre miel '
Marq. ¿ Usted se burla ,
señora I
Setast. Ah,no!
Leoncio. ¿Qué tramoya
es esta?
Eulalia. Padre 1
Sebast. Ninguna.
Leoncio. Pariste acaso dos hijas?
Marq. No es Casimira la suya?
iSebast Nol
Leoncio. Esta es la joven que, llena
de modestia y de dulzura,
se me apareció esta tarde
en el jardin.
Eulalia. Sí. Oh fortuna!
Sebast. [Hablando con ansiedad y precipi-
tación]
Oidme. El error fué mió.
Mientras yo volaba en busca
del padre, dejé á la niña
sentada junto á unas murtas
en el jardín, con encargo
de esperarme... Em... Se me anudan
las palabras Em La chica
por no presenciar locuras
amorosas , viendo á un hombre,
en la casa se refugia,
según me contó después;
cuando yo vuelvo está á oscuras
el jardin; oigo una voz
femenina que articula
acentos de amor ; responde
otra voz viril, robusta-:
«lo juro á fe de Leoncio
MoAturjo;» no bien pronuncia
ese nombre que servía
á mis pesquisas de brújula,
él es ! exclamo, y creyendo,
tanto me ce^ó la furia I,
que es la hija de mis entrañas
á quien conquistar procura,
me abalanzo á él y á ella,
y grito como energúmena,
y hago presa de Leoncio,
y la cómplice se fuga ,
y Tú sabes lo demás.
[A la Marquesa.]
Permítame usted que escupa^
Leoncio. Marquesa!
Marq. ¡Era Casimira
la que usted oyó
Sebast. Sin duda.
Marq, Y yo, engañada por mil
indicios y conjeturas ,
creí que usted me entregó
en vez de mi hija difunta
á la de usted. '
Sebast, No, señora!
En medio de mi amargura,
mi noble orgullo materno
no hubiera sufrido nunca
que otra mujer me usurpase
mis derechos, mis augustas
funciones. Tengo yo una alma,
aunque ilustre no es mi cuna,
más elevada , más grande
de lo que usted se figura.
Sí, yo preferí criarla
humilde, pobre y oscura
con los escasos ahorros
de mi sangre y de mi industria;
pero mia, sólo mia!;
y aunque pude, más astuta
que honrada, hacerla heredar
los bienes que otra disfruta ,
no hay mayor bien para mí
que una alma inocente y pura;
y mal reprimidos celos
abierto hubieran mi tumba
si ella hubiera dividido,
¡ella, mi consuelo, mi única
esperanza ! , sus caricias
con usted ni con ninguna.
Eulalia. [Abrazándola.]
Leoncio.
Marq.
Sebast.
Leoncio.
Sebast.
Oh, madre mia!
(¡ Sublime
mujer!.... Pero ¡tan vetusta!....)
Ah , Sebastiana ! ¡ Qué herida
ha abierto usted tan profunda
en mi corazón !
•Señora,
no he querido hacer injuria
á nadie. — Perdone usted
á mi larga desventura
ese involuntario arranque
de materno amor. — Oculta
la tuve luego á mi lado
y, á pesar de mi ternura,
no osaba decir á un ángel :
yo á quien sagrada coyunda
no absuelve de su flaqueza,
soy tu madre , y el que nubla -
mis ojos en lloro amargo,
padre cruel, ¡te repulsa,
te abandona!
No, jamás !
Si es cierto lo que me anuncian
tu lengua y mi corazón
Una madre te lo jura.
y pruebas tengo, papeles
Mas si mi llanto recusas,
si ya la naturaleza
no te mueve, no te impulsa
Leoncio. Sí, me conmueve una dulce
sensación que nunca, oh! nunca
52S
CUENTAS ATRASADAS.
Eulalia,
Marq.
SebasL
Leoncio.
Sebast,
Leoncio.
Seíast.
latió en mi bodo, y no puedo
hablar una madre intruea,
cual tú has hablado.
[Abrasa oirá vez d Fvlalia.]
Hija mia !
Padre amado!
(Su ventura
envidio.)
Gloria in excélsis
Gloria á Dios en las alturas.
Ahora, querido esposo
Pero ¿qué veo? Repugnas
mirarme, tuerces el gesto
(¡Es tan vieja y tan lechuza )
Sebastiana, mi deber
confieso, mas disimula
To no sé cómo decirte
Me destronas!.... Me repudias!....
To reconozco á tu hija.
Qué más quieres? (Tanta arruga!..
No convienen nuestros genios.*....
Figúrate que eres viuda
To te daré cuanto quieras ;
dinero,.... joyas
jMe insultas
de ese modo! Ayl ¿es posible
que así tu promesa cumplas I
Mori me denique cogis!
Tú me abres la sepultura!
Padre!
Señor don Leoncio!....
(Eh! ¡Si es una boda absurda
Callas!.... ¡Infiel, porque yo
declino...., tú no conjugas!....
No importa. Sé para Eulalia
padre amoroso, y te indulta
mi corazón resignado,
vfial voluntas tua.
10 también seré dichosa,
ya que digna no me juzgas
de tu mano, si á lo menos
sufres que vivamos juntas....,
aunque el título de esposa
cambie en el de esclava tuya.
[Llorando.]
I aunque tenga que esconderme
para besarla! Es la última
merced que te pido, ingrato.
Mátame si la rehusas 1
Eulalia. Oh 1 no será tan cruel
mi padre amado. Si funda
su dicha en mí , no querrá
darme una madrastra adusta.
No será víctima triste
de una afrentosa repulsa
la pobre mujer que á costa
de mil afanes y angustias
le ha conservado una hija;
y^si tal es su conducta,
)
Eulalia.
Marq.
Leoncio.
Stbast.
)
Leonciq,
Sebasl.
Eulalia.
Marq.
Sebast.
Eulalia.
Sebast.
Leoncio.
Sebast.
Eulalia.
Sebast.
Marq.
Leoncio.
Eulalia.
Sebast.
Marq.
yo no le amaré.
[Abrazando d Sebastiana.]
A usted sola
consagraré mi ternura.
Eulalia!.... (Ta se me saltan
las lágrimas. Vaya, ¡es mucha
crisis la mia! El deber
por un lado me estimula;
Sor otro ese frontispicio
[i amor propio escaramuza
con el ajeno Eh, qué diablol
Hagamos un dia alguna
cosa buena, y mas que luego
me silben en las tertulias.)
[Aparte las tres mujeres.]
Vacila ■
Calla
Medita
Ay Dios!....
Me mira
Calcula..
(Ea pues, cierro los ojos
y abro el corazón.) Tú triunfas !
He aquí mi mano.
[Tomándola.] Oh delicia !
Oh buen Dios!
¡ Oh non plus ultra
del placer !
Bien , don Leoncio!
[Á Sebastiana.]
Tu pasión heroica, hercúlea
merece esta recompensa
(y este castigo mis culpas ! )
Venid las dos ; abrazadme ;
nuestras lágrimas confunda
el gozo.
Padre !
Monturjo!
(T quién las mias enjuga!)
ESCENA XII.
LA MARQUESA. SEBASTIANA. EULALIA.
D. LEONCIO. D. PEDRO.
Pedro. ¡Prima....
Marq . [ Quiere echarse á los pies de J). Pedroy
y illa recibe en sus brazos.]
Ah, don Pedro!
Pedro. Detente!. •.
Mas ¿qué miro! Ese maestro
abraza á diestro y siniestro
á toda mujer viviente.
Leoncio. El paterno amor me excusa.
[Mostrando d Eulalia.]
j
CUENTAS ATRASADAS.
S23
SebasL
Pedro.
Marq.
Pedro.
Leoncio,
Pedro.
Eb mi hija.
Es mi marido!
[Á la Marquesa en voz baja.]
¿Conque es decir que ha salido
la otra chica de Isi inclusa!
[La Marquesa baja los ojos".]
Buen ánimo, Toto á briósl
Has sido más desgraciada
que culpable.
Ah!....
[Interrumpiéndola,] Chito! Nada!,
Quédese esto entre los dos.
Si á Casimira abracé
fué un error involuntario
No siendo ya mi adversario^
á qué se disculpa usté ?
[Aparte con la Marquesa,]
Marq,
Pedro.
%
Ta á casarme no me allano,
aunque me hiele en invierno;
pero si no soy tu yerno,
ué importa? Seré tu hermano.
ué bondad !
La niña es bella,
pero ignoro su extracción ,
y, hazte cargo, no es razón
qae ya me case con ella;
porque ¿cómo se concília
Imposible! ¿Quién se atreve
Es negocio, en ñn , que debe
tratarse con la familia.
ESCENA ÚLTIMA.
LA MARQUESA. SEBASTIANA. EULALIA.
D. LEONCIO. D. PEDRO. CASIMIRA.
Casimir. (Me cansaba de estar sola )
Pedro. [Aparte con la Marquesa.]
Aquí está la pobrecilla.
Marq. Ahí Su presencia me humilla.
Pedro, Por qué?
Casimir. (Hay concilio? Hola, hola!
Yo no sé á quién me dirija;....)
Leoncio, [Aparte con Sebastiana y Eulalia.]
Infeliz !
Sebos t. i Me da un pesar
Pedro. [Después de una breve pausaren que
todos se miran unos á otros]
Es á mí á quien toca hablar?
[Á Casimira.]
Grandes novedades, hija!
Casimir, iCúmol ¿Qué
Pedro. Ese ciudadano
tu esposo no puede ser,
porque tiene ya^mujer.
Casimir, ^^i y señor, ya sé que en vano
Pedro. Yo tampoco.
Casimir. Y por qué, tio?
Pedro. Porque moriré soltero.
Casimir. (Qué idea!....)
Pedro, Y porque prefiero
ser tu padre.
Casimir. Padre mió?
¿ usted también (Ay María
santísima!.... Hoy pierdo el seso
Padre mió! Cómo es eso?
Pues
[Mostrando á D. Leoncio,]
Y el señor?
Leoncio. [Apretando la mano de Eulalia.]
Hija mial
Casimir. [Desconcertada,]
ASx . • • • •
Marq, No olvidaré jamás
ese noble rasgo
Pedro, ksí
obra un veterano.
[Á Casimira^,]
Sí,
mi hija adoptiva serás.
Casimir. [Asombrada.]
Pero
Pedro. Deja que yo hable.
[Á la Marquesa.]
Y usted no emigra, señora....,
ó la seguimos
[Bajando la voz.]
Ahora
mando yo aquí.
Marq. Hombre admirable!
Sebast. ¿Qué escucho! Tan duro fallo
usted misma
Pedro. ¡Chit Suplico
á usted Cerremos el pico,*
que peor es meneallo.
Leoncio. Será eterno mi sigilo
Pedro, Bien! bien ! Chit!...
Casimir. Yo me aturrullo,
y nunca he visto un barullo
tan así...., por este estilo.
Pedro. Desatóse al fin el nudo
y no hay para qué analices
Ya todos somos felices !
5U
CDENTAS ATRASADAS.
Todos. Sí!
Casimir. Y yo también?
Pedro. Sí.
Casimir. ( Lo dudo ! )
Pedro. [Mirando el reloj. ^
El ayudante me espera.
Adiosl....
[Todos le saludan, acompañdndole
haséa la puerta del foro.]
Volveré, hija mia.
Casimir. Ah!.... Tres padres en un dia....^
y ni un marido siquiera!
Pedro. [Á Casimira^ volviendo.]
Hija, hay cosas delicadas
que uno... En fin^ aunque lo sientas,
este e& un corte de cuentas
(
Casimir. [Alelada.]
Cuentas!....
Pedro.
Cuentas atrasadas.
FIN DEL TOMO SEGUNDO.
índice.
Páginas.
Don Fernando el Emplazado 7
Medidas extraordinarias, 6 los parientes de mi majer 47
Ella es él 63
El poeta y la beneficiada 75
El pro y el contra 91
VEl hombre pacífico. 105
Flaquezas ministeriales.'. , . 117
El qué dirán y el qué se me da á mí 157
Un dia de campo 6 el tntor y el amante 185
El novio y el concierto » . 219
No ganamos para sustos ..« . 233
Una vieja! í 269
Vellido Dólfos 299
^ El pelo de la dehesa 331
^ Don Frutos en Belchite 365
Lances de carnaval • 397
Pruebas de amor conyugal » 409
El cuarto de hora 431
Dios los cria y ellos se juntan 463
Cuentas atrasadfis « 495
ERRATAS.
Página.
Columna.
Línea.
Dice.
Léase.
84
2.*
21
Esta
Está
106
1.*
60
hago
abro
206
2.»
9
fecha.
fecha
206
2.^
10
En
¿en
209
2."
37
Vuélvese
Vuélvense
270
Nota.
»
reedicado
reedificado
395
2.^
17
Juana
\ Juana
451
2.*»
20
Mirarme
¡ Mirarme
473
2.*
33
uégo
luego
/"
1