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Full text of "Paleografia Visigoda; método téorico-practico para aprender a leer los codices y documentos españoles de los siglos V al XII"

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paleografía  visigoda 


De  venta  en   la  /vusma    Casa 


CREPIEUX-JAMIN  (J.) 

La  escritura  y  el  carácter.  -Traducción  de  Anselmo  González. 
Con  23¿*  figuras  en  el  texto.  Madrid,  1908.  (Tamaño,  23  X  15.) 
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Minerva.— Introducción  al  estudio  de  losautores  clásicos, grie- 
gos y  latinos.  Obra  del  Dr.  James  Gow,  adaptada  para  las  es- 
cuelas francesas  por  M.  Salomón  Reinach  y  traducida  de  la  6.* 
edición  francesa  por  Domingo  Vaca.  Madrid,  1911.  Ilustrada  con 
numerosos  grabados,  alfabetos,  planos,  etc.  (Tamaño,  19  X  12.) 
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cimina.  Pars  prior.  Scripturae  chartarum.  TTIairiti. — En  8.°,  facsí- 
miles, 5  pesetas. 

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España.  Cuaderno  1.°  Firmas  de  los  Reyes  de  España,  desde  el 
siglo  ix  hasta  nuestros  días.— Madrid,  1887.  En  8  °,  facsímiles, 
1  peseta. 

nociones  de  diplomática  española.— Reseña  sumaria  de  los 
caracteres  que  distinguen  los  documentos  anteriores  al  siglo 
xvín  auténticos  de  los  que  son  falsos  o  sospechosos.  Madrid, 
1881.  En  8.°,  2  pesetas. 

ÍTÍanual  de  paleografía  diplomática  española  de  los  siglos  XII 
al  XVII.— Con  240  facsímiles  y  numerosos  grabados  intercala- 
dos en  el  texto.  Segunda  edición  corregida  y  aumentada.  Ma- 
drid, 1889.  En  4.°  mayor,  15  pesetas. 

MUÑOZ  V  ROMERO  (Comas). 

Del  estado  de  las  personas  en  los  reinos  de  León  y  Asturias 
en  los  siglos  posteriores  a  la  invasión  de  los  árabes.— Segunda 
edición.  Madrid,  1883.  En  8.°,  3  pesetas. 


PALEOGRAFÍA   VISIGODA 


MÉTODO   TEÓRICO-PRÁCTrCO 


PAHA     \IMtKM)KK    A    I.KKH 


D 


DE  LOS  SIGLOS  VAL  XII 


D.  JESÚS  MUÑOZ  Y  RIVERO 

Archivero  Bibliotecario 

y  Profesor  encargado  de  la  asignatura  de  Paleografía  general  y  crítica 

en  la  Escuela  superior  de  Diplomática 


OBRA  ILUSTRADA  CON  45  LÁMINAS  DIBUJADAS  POR  EL  AUTOR 


(nueva  tirana 


\%*)H.tt 


%•  7    2"\- 


MADRID 
DANIEL  JORRO,  EDITOR 

23,  CALLE  DE  LA  PAZ,  23 


1919 


ES   PROPIEDAD 


11.030.— Tipolit.  L.  Faure,  Alonso  Cano,  15.  -Madrid. 


±3ST  DICE 

Página. 

Advertencia vn 

PARTE  PRIMERA 

ESTUDIO   HISTÓRICO   DE   LA   ESCRITURA  VISIGODA 


CAPÍTULO  PRIMERO— Origen  de  las  escrituras  usadas  en 
los  países  Occidentales  de  Europa  después  de  la  caída  del 
Imperio 1 

CAPÍTULO  II.— La  escritura  durante  la  monarquía  visi- 
goda         11 

CAPÍTULO  III.— La  escritura  en  los  reinos  de  Asturias  y 
León  durante  los  cuatro  primeros  siglos  de  la  Recon- 
quista         19 

CAPÍTULO  IV.— La  escritura  en  los  reinos  de  Asturias  y 
León  durante  los  cuatro  primeros  siglos  de  la  Recon- 
quista (continuación) 25 

CAPÍTULO  V.— La  escritura  en  los  reinos  de  Asturias  y 
León  durante  los  cuatro  primeros  siglos  de  la  Recon- 
quista (continuación) 31 

CAPÍTULO  VI. — Desaparición  de  la  escritura  visigoda  en 
los  documentos  y  códices  de  Galicia,  Asturias,  León  y 
Castilla 85 

CAPÍTULO  VIL— La  escritura  visigoda  en  los  pueblos  de 
la  reconquista  Pirenaica 43 

CAPÍTULO  VIII.— La  escritura  visigoda  usada  por  los  mo- 
zárabes        47 


PARTE  SEGUNDA 

E8TÜDIO  ANALÍTICO   DE  LA  ESCRITURA   VISIGODA 


Página. 


INTRODUCCIÓN.    Plan  de  esta  segunda  parte 5á 

CAPÍTULO  PRIMERO .  —  Análisis  de  los  alfabetos  ma- 
yúsculos    55 

CAPÍTULO  II.  -Análisis  de  los  alfabetos  minúsculos 73 

CAPÍTULO  III.—  Escritura  cifrada  visigoda ar) 

CAPÍTULO  IV.— Braquigrafía  visigoda 89 

CAPÍTULO  V.— Braquigrafía  visigoda  (continuación) 101 

CAPÍTULO  VI.    Ortografía  visigoda 113 

CAPÍTULO  VIL- Ortografía  visigoda  (conclusión) 117 


TERCERA  PARTE 


Ejercicios  de  lectura  paleográfica 123 

VERSIÓN  a  la  escritura  corriente  de  los  cuarenta  y  cuatro 
facsímiles  que  se  incluyen  en  esta  tercera  parte  para 
que  sirvan  de  tema  a  los  ejercicios  de  lectura  paleo- 
gráfica 124 

Facsímiles 161 


ADVERTENCIA 


:i) 


El  inesperado  éxito  que  ha  alcanzado  nuestro  Ma- 
nual de  Paleografía  diplomática  española  de  los  siglos  XII 
al  XVII,  nos  ha  impulsado  a  publicar  sin  demora,  con 
arreglo  al  mismo  plan,  el  presente  tratado,  en  el  cual 
exponemos  un  método  para  descifrar  los  códices  y  los 
documentos  españoles  anteriores  al  siglo  xn. 

Al  darlo  a  la  estampa  hemos  procurado  que  sus  con- 
diciones materiales  fuesen  superiores  a  las  del  Manual, 
especialmente  en  cuanto  a  los  facsímiles,  los  cuales  van 
estampados  en  una  cartulina  imitando  pergamino,  ex- 
presamente fabricada  para  esta  obra. 

Si  la  acogida  que  merece  a  las  corporaciones  docen- 
tes, a  los  eruditos,  a  la  prensa  y  al  público  en  general, 
es  tan  benévola  cómo  la  que  alcanzó  nuestro  Manual, 
daremos  por  bien  empleados  los  mayores  sacrificios  que 
nos  ha  exigido. 


(L)    Esta  advertencia  corresponde  a  la  primera  tirada. 


PARTE  PRIMERA 

ESTUDIO  HISTÓRICO  DE  LA  ESCRITURA  VISIGODA 


CAPÍTULO   PRIMERO 

ORIGEN  DE  LAS  ESCRITURAS 

USADAS  EN  LOS  PAÍSES  OCCIDENTALES  DE  EUROPA 

DESPUÉS  DE  LA  CAÍDA  DEL  IMPERIO 


Diversidad  de  opiniones  sobre  la  procedencia  de  la  escritura 
usada  por  las  naciones  de  Occidente  en  los  primeros  siglos  de 
la  Edad  Media.— Opinión  que  la  considera  de  origen  bárbaro.— 
Opiniones  que,  atribuyéndola  origen  romano,  suponen  en  ella 
modificaciones  introducidas  por  los  bárbaros. — Doctrina  de 
Maff ei.  —Refutación  de  todas  las  indicadas  opiniones. 

Mucho  se  ha  debatido  acerca  del  origen  de  la  escritura 
usada  por  las  naciones  que  asentaron  su  dominación 
sobre  los  restos  del  Imperio  romano  de  Occidente,  sos- 
teniéndose con  tal  motivo  las  más  opuestas  teorías  res- 
pecto a  la  procedencia  y  carácter  peculiar  de  los  alfabe- 
tos usados  por  los  godos,  francos,  sajones  y  lombardos. 

Suponen  algunos  que,  introducida  la  escritura  latina 
por  los  romanos  en  Italia,  las  Galias,  Inglaterra  y  Espa- 
ña, se  generalizó  en  estos  países,  que  la  usaron,  casi  con 
exclusión  de  toda  otra,  en  monumentos  y  diplomas,  has- 
ta que  la  invasión  de  los  pueblos  del  Norte,  rompiendo 
la  tradición  romana,  hizo  desaparecer  la  escritura  latina, 


sustituyéndola  con  los  alfabetos  importados  por  los  bár- 
baros; y  establecen  comparaciones  entre  la  belleza  cali- 
gráfica de  los  monumentos  escritos  que  nos  restan  de  los 
primeros  siglos  de  nuestra  era,  y  las  irregularidades  y 
confusiones  de  la  escritura,  especialmente  en  la  cursiva, 
de  los  más  antiguos  documentos  de  la  Edad  Media,  de- 
duciendo de  las  diferencias  que  resultan  razones,  en  que 
apoyan  sus  asertos. 

Opinan  otros  que  los  bárbaros,  al  establecerse  sobre 
las  ruinas  del  Imperio,  aceptaron  la  escritura  romana; 
pero  ya  por  la  necesidad  de  acomodarla  a  las  exigencias 
eufónicas  del  idioma  germánico,  ya  por  reminiscencias 
que  tuvieran  de  otras  escrituras  por  ellos  largo  tiempo 
empleadas,  introdujeron  en  la  escritura  latina  elementos 
de  origen  bárbaro,  que  la  transformaron  por  completo. 

Siguiendo  otros  autores  la  opinión  expuesta  por  Maf- 
fei  en  su  Historia  diplomática,  combaten  las  doctrinas  que 
atribuyen  en  todo  o  en  gran  parte  a  los  bárbaros  el  ori- 
gen de  la  escritura  usada  por  las  naciones  de  la  Edad 
Media,  e  incurriendo  en  la  exageración  contraria,  afir- 
man que  la  mayúscula,  la  minúscula  y  la  cursiva  roma- 
nas, siguieron  empleándose  después  del  siglo  v  en  la 
misma  forma  que  antes.  Fundados  en  esta  creencia  com- 
baten las  denominaciones  de  visigoda,  italo-goda,  mero- 
vingia,  lombarda  y  sajona,  aplicadas  a  las  letras  usadas 
en  los  primeros  tiempos  de  la  Edad  Media,  reduciéndo- 
las todas  a  un  solo  carácter,  el  romano,  en  el  cual  no 
distinguen  más  variedades  de  las  que  presentan  las  for- 
mas mayúscula,  minúscula  y  cursiva  en  la  escritura  de 
los  romanos. 

La  primera  de  las  opiniones  expuestas  es  la  que  más 
prosélitos  ha  tenido,  aún  a  pesar  de  ser  la  que  más  se 
aparta  de  la  verdad  histórica.  Basta  la  comparación  de- 
tenida de  cualquiera  de  los  monumentos  escritos  corres- 
pondientes a  los  siglos  iv  y  v  con  los  de  las  naciones  de 
la  Edad  Media,  para  convencerse  de  que  existen  entre 


unos  y  otros  muchas  y  muy  notables  semejanzas  que  de- 
muestran claramente  la  indudable  procedencia  romana 
de  las  escrituras  posteriores  al  siglo  v. 

No  eran  los  pueblos  bárbaros  naciones  que  pudieran 
dar  lecciones  de  cultura  literaria  a  las  que  sujetaron  a 
su  yugo.  Más  atrasados  que  los  romanos,  lejos  de  im- 
plantar su  lengua  y  su  escritura,  aceptaron  las  del  Im- 
perio, que,  por  otra  parte,  no  conservaban  ya  la  clásica 
pureza  de  los  primeros  siglos  de  nuestra  era.  Y  es  de 
advertir  que,  cuando  hablamos  de  escritura  usada  por 
las  razas  bárbaras,  nos  referimos  a  los  visigodos,  porque 
de  los  demás  pueblos  del  Norte  es  lícito  suponer  que  no 
conocían  la  escritura. 

Al  describir  Tácito  las  costumbres  de  los  germanos, 
dice  que  en  estas  tribus  ni  hombres  ni  mujeres  conocían 
la  escritura  (1),  afirmación  que  confirma  el  testimonio 
de  Amiano  Marcelino.  Auténticos  monumentos  demues- 
tran que  los  lombardos  desconocían  toda  noción  de  es- 
critura al  pasar  a  Italia.  Procopio  atestigua  que  los  hun- 
nos,  en  tiempo  de  Justiniano,  careciendo  de  escritura, 
se  valían  de  la  palabra  hablada  para  todos  los  actos  de 
la  vida,  aun  para  aquellos  que  más  necesitan  consignar- 
se de  una  manera  permanente.  El  rey  Teodorico,  a  pe- 
sar de  haber  sido  educado  en  Bizancio,  no  sabía  escri- 
bir, como  lo  prueba  el  hecho  de  valerse  de  una  plantilla 
de  oro  para  trazar  su  signatura  en  los  documentos  que 
otorgaba. 

Naciones  de  costumbres  belicosas,  desconocían  y  aun 
desdeñaban  toda  noción  literaria,  considerando  poco 
adecuada  a  su  carácter  y  costumbres  toda  ocupación 
que  no  fuese  la  guerra  (2). 


(1)  De  moribus  Ger  manorum,  cap.  XII. 

(2)  De  entre  las  pruebas  que  podemos  consignar  en  apoyo  de 
esta  aserción,  es  una  la  noticia,  harto  conocida,  de  las  gestiones 
que  cerca  de  Amalasunta  hicieron  los  magnates  de  su  nación  para 


¿Cómo  se  concibe,  pues,  que  pueblos  incultos,  desco- 
nocedores por  completo  de  la  escritura,  creasen  de  pron- 
to un  alfabeto  y  lo  propagasen  rápidamente  por  Europa, 
obligando  a  las  naciones  que  conquistaron,  más  ilustra- 
das que  ellos,  a  olvidar  la  escritura  romana  para  usar, 
desde  luego,  las  letras  por  ellos  inventadas?  Sería  ab- 
surdo suponerlo,  y  más  si  se  tiene  presente  que  la  tradi- 
ción de  la  escritura  romana  no  se  pierde  un  momento,  y 
que  en  los  monumentos  gráficos  más  próximos  a  las  in- 
vasiones de  los  bárbaros  no  se  advierten  las  modifica- 
ciones que  señala  siempre  en  la  historia  paleográfica  de 
las  naciones  el  tránsito  de  un  género  de  escritura  a  otro 
completamente  distinto. 

El  único  pueblo  del  Norte  que  presentaba  en  la  épo- 
ca de  la  invasión  germánica  mayor  grado  de  cultura, 
era  el  godo.  Sus  relaciones  continuas  con  el  Imperio  de 
Oriente  y  su  pronta  conversión  al  cristianismo,  habían 
contribuido  mucho  a  suavizar  la  aspereza  propia  de  las 
costumbres  bárbaras.  Conocían,  aunque  no  estaba  muy 
generalizada  entre  ellos,  la  escritura  griega  desde  el  si- 
glo iv,  época  en  que  el  obispo  Ulfilas  la  había  propaga- 
do modificándola  y  acomodándola  a  las  condiciones  pe- 
culiares del  idioma  godo;  pero  ni  aun  este  hecho  puede 
alegarse  en  apoyo  del  origen  bárbaro  de  las  escrituras 
de  la  Edad  Media,  por  cuanto  éstas  tienen  por  principal 
distintivo  el  pertenecer  al  carácter  latino  y  tener  la  pro- 
nunciación latina  y  aquélla  presenta  como  principal  ele- 
mento el  carácter  griego,  no  habiendo  entre  una  y  otra 
más  semejanzas  que  las  que  entre  sí  ofrecen  el  alfabeto 
griego  y  el  latino,  ambos  derivados  del  fenicio  (1). 


que  desistiese  de  dar  instrucción  a  Atalarico,  y  otra,  la  que  con- 
signa Maffei,  apoyándose  en  el  testimonio  de  Procopio,  y  según 
la  cual  Teodorico  no  permitía  a  los  godos  que  diesen  instrucción 
a  sus  hijos. 
(1)    La  opinión  que  atribuye  a  Ulfilas  la  invención  de  la  escri- 


Los  autores  que  atribuyen  a  los  bárbaros  modifica- 
ciones esenciales  en  la  escritura  romana,  o  la  introduc- 
ción en  ella  de  elementos  caligráficos  hasta  la  Edad 
Media  desconocidos,  no  están  de  acuerdo  respecto  a  la 
naturaleza  de  las  alteraciones  y  variaciones  que  experi- 
mentó la  letra  del  Imperio,  ni  respecto  a  las  proporcio- 
nes en  que  esta  letra  y  los  elementos  caligráficos  bárba- 
ros contribuyeron  a  la  formación  de  la  nueva  escritura. 
Unos  se  limitan  a  atribuir  a  los  pueblos  del  Norte  la  co- 
rrupción y  perversión  de  la  letra  romana;  otros  la  intro- 
ducción de  nuevos  sistemas  de  abreviar;  algunos  la  in- 
vención de  letras  de  forma  y  significación  desconocidas 
para  los  romanos,  y  el  mayor  número  de  ellos  la  forma- 
ción de  las  escrituras  minúscula  y  cursiva. 

Atribuir  a  los  pueblos  del  Norte  la  corrupción  de  la 
escritura,  es  un  error  en  que  solamente  puede  incurrir 
el  que  no  conociendo  más  caracteres  de  letra  romana  que 
los  de  las  inscripciones  del  primer  siglo  de  nuestra  era, 
los  compare  con  los  usados  en  los  siglos  v  y  vi;  pero  el 
que  atentamente  haya  estudiado  las  transformaciones 
sucesivas  experimentadas  por  la  escritura  romana  en  la 
Edad  Antigua,  no  podrá  acoger  tan  equivocada  opinión. 
La  escritura  romana  en  los  siglos  ivy  v  carecía  de  la 


tura  que  conocemos  con  el  nombre  de  visigoda,  no  aparece  en 
nuestra  historia  hasta  el  siglo  xiií. 

Antes  de  este  tiempo,  nadie  había  puesto  en  duda  las  asercio- 
nes de  San  Isidoro  y  San  Eugenio,  el  primero  de  los  cuales  sos- 
tiene que  la  escritura  ulfilana  se  formó  a  semejanza  de  la  griega, 
afirmación  confirmada  por  el  segundo,  quien  en  su  poema  sobre 
las  letras  establece  distinción  entre  la  escritura  ulfilana,  de  ori- 
gen helénico,  y  la  visigoda,  de  procedencia  latina.  Acaso  en  los  si- 
glos xu  y  xin,  para  favorecer  la  propagación  de  la  letra  france- 
sa, se  propalase  el  rumor  de  que  la  visigoda  había  sido  inventada 
por  el  arriano  ülfilas,  y  recogiese  el  arzobispo  D.  Rodrigo,  que 
es  el  primer  historiador  que  consigna  la  opinión  por  nosotros 
refutada,  estos  rumores  y  les  diese  cabida,  sin  maduro  examen, 
en  el  Cronicón  que  escribió  en  el  siglo  xiii. 


pureza  de  líneas  y  de  la  belleza  caligráfica  de  tiempo  de 
Augusto,  y  cuando  los  bárbaros  la  usaron  no  por  eso 
aumentó  su  progresiva  decadencia. 

La  opinión  de  que  él  alfabeto  romano  fue  modificado 
por  los  pueblos  del  Norte  para  acomodarlo  a  las  exigen- 
cias eufónicas  de  la  pronunciación  germánica,  no  merece 
seria  refutación,  por  cuanto  el  idioma  escrito  usado  por 
los  bárbaros  fue  el  latino,  como  lo  demuestran  los  docu- 
mentos más  antiguos  de  España,  Francia,  Italia  e  Ingla- 
terra, y  siendo  así  no  pudieron  tener  motivo  que  justifi- 
case semejantes  modificaciones. 

También  carece  de  fundamento  la  creencia  de  que  los 
pueblos  bárbaros  introdujeron  en  la  escritura  romana 
nuevos  sistemas  de  abreviar,  porque  los  romanos,  no 
solamente  conocían  las  siglas  y  las  notas  de  Tirón  para 
hacer  más  veloz  la  escritura,  sino  que  entre  ellos  eran 
usuales  las  letras  enclavadas,  encajadas,  conjuntas  y 
monogramáticas,  los  signos  especiales  de  abreviación  y 
las  abreviaturas  por  síncopa  y  por  apócope  que  se  usa- 
ron en  los  primeros  siglos  de  la  Edad  Media  (1). 

En  cuanto  a  la  introducción  en  el  alfabeto  latino  de 
letras  inventadas  por  los  bárbaros,  suponen  algunos  que 
lo  fue  el  diptongo  m,  desconociendo  que  este  signo,  pro- 
ducto del  enlace  de  a  y  e,  aparece  en  algunas  monedas 
consulares;  otros,  la  introducción  de  cuatro  signos  (2,  *F, 
z  y  a)  en  la  escritura  merovingia  por  Chilperico,  sin  ad- 
vertir que  estas  letras  exóticas  ni  se  generalizaron  ni 
duraron  más  que  la  vida  de  su  introductor,  y  que,  por 


(1)  La  circunstancia  de  dar  los  epigrafistas  el  nombre  de  siglas 
a  toda  clase  de  abreviaturas  usadas  en  las  inscripciones,  toman- 
do esta  voz  en  su  sentido  genérico  etimológico  (atyXai,  abreviatu- 
ras) y  no  en  el  restringido  (letra  inicial)  que  hoy  tiene,  ha  dado 
ocasión  a  este  error.  En  la  segunda  parte  de  este  trabajo,  al  ocu- 
parnos en  el  estudio  de  los  modos  de  abreviar  usados  en  la  es- 
critura visigoda,  demostraremos  el  origen  romano  de  cada  uno 
de  ellos. 


tanto,  no  se  pueden  considerar  como  elementos  que  con- 
tribuyesen a  modificar  el  carácter  romano  de  la  escritu- 
ra de  los  francos;  Mabillon,  la  figura  de  las  capitales 
A,  p  y  u  y  la  de  las  iniciales  e,  g,  h  y  q,  que  son  roma- 
nas, y  se  hallan  en  los  códices  latinos  de  los  siglos  m  y  iv; 
y,  por  último,  algunos  escritores  españoles  atribuyen 
origen  ulfilano  a  la  figura  de  w  que  tiene  la  x  en  la  letra 
cursiva  visigoda,  sin  considerar  que  en  los  mismos  do- 
cumentos de  esta  letra  se  hallan  figuras  de  x  que  expli- 
can el  tránsito  de  la  latina  a  la  visigoda,  sin  acudir  a 
buscar  su  origen  en  el  alfabeto  ulfilano,  en  el  cual  es  de 
advertir  que  tenía  el  signo  *F  el  valor  de  th  y  no  el  de  x, 
que  le  es  propio  en  nuestra  escritura  de  los  primeros 
siglos  de  la  Edad  Media. 

Tampoco  es  razonable  la  creencia  de  que  los  roma- 
nos no  conocieron  la  escritura  minúscula,  y  de  que  fue 
inventada  por  los  bárbaros. 

El  testimonio  de  los  escritores  clásicos,  que  hacen 
mención  frecuente  de  escritos  en  letras  menudas,  más 
rápidamente  trazadas  y  encerradas  en  menor  espacio 
que  las  mayúsculas;  la  existencia  en  Grecia,  maestra  en 
ciencias  de  Roma,  de  escritura  minúscula  y  cursiva  des- 
de muy  remotos  tiempos  (1);  la  dificultad  de  la  mayús- 
cula en  su  formación,  nada  propicia  para  la  prontitud 
que  exige  la  extensión  de  actas  y  contratos,  ni  para  que 
el  escritor  pudiera  seguir  sin  excesiva  molestia  la  mar- 
cha de  su  pensamiento  al  producir  las  obras  literarias; 


(1)  Los  caracteres  griegos  cursivos  se  usaban  ya  en  el  siglo  II 
antes  de  Jesucristo.  Sylvestre  en  su  Paleographie  universelle  pu- 
blica facsímiles  de  dos  documentos  en  papiro  de  los  años  164  y 
137  antes  de  nuestra  era.  El  primero  es  una  instancia  dirigida  al 
rey  de  Egipto  Ptolomeo  Philometor,  conservada  en  el  Museo  del 
Louvre,  y  el  segundo  un  horóscopo  astrológico  dado  en  el  naci- 
miento de  Anubion,  hijo  de  Psanonot,  en  18  del  mes  de  Tybi  del 
año  1.°  del  imperio  de  Antonino  (18  de  dicismbre  de  137).  Ambos 
documentos  están  escritos  en  letra  griega  cursiva. 


la  imposibilidad  de  que  autores  que  han  dejado  numero- 
sas obras  hubiesen  podido  escribirlas  si  no  hubiesen  co- 
nocido más  letras  que  las  mayúsculas;  la  semejanza  que 
presentan  entre  sí  los  más  antiguos  caracteres  minúscu- 
los de  ios  godos,  sajones,  francos  y  lombardos,  que  no 
puede  explicarse  sino  por  el  hecho  de  que  procedan  del 
mismo  origen  y  de  que  este  origen  sea  romano,  porque 
la  incultura  de  los  bárbaros  no  hace  posible  que  inven- 
taran una  escritura  complicada  y  difícil  como  la  cursiva, 
ni  que  ésta  se  produjera  en  el  corto  espacio  de  tiempo 
que  media  entre  el  establecimiento  de  los  bárbaros  en  el 
Occidente  y  los  primeros  documentos  de  éstos  en  mi- 
núsculas, y,  por  último,  el  descubrimiento  de  lápidas  y 
documentos  romanos  con  caracteres  minúsculos,  son 
pruebas  que  no  dejan  duda  respecto  a  la  existencia  de 
la  minúscula  romana  (1). 

Los  bárbaros  adoptaron  esta  escritura  al  establecer- 
se en  el  Imperio  y  fundar  las  primeras  nacionalidades  de 
la  Edad  Media,  y  sus  más  antiguos  documentos  no  di- 
fieren apenas  de  los  monumentos  romanos  en  letra  mi- 
núscula, presentando  casi  identidad  las  escrituras  más 
antiguas  de  las  monarquías  visigoda,  merovingia,  an- 
glo-sajona  y  lombarda,  como  testimonio  de  su  común 


(1)  Buonarroti  y  Mabillon  publicaron  el  epitafio  de  Gauden- 
cio,  escrito  en  caracteres  minúsculos  en  el  consulado  de  Urso  y 
Polemio  (año  338  de  J.  C-);  los  Maurinos  han  descubierto  la  exis- 
tencia de  palabras  en  letra  minúscula  aun  en  los  mismos  manus- 
critos en  capitales  y  unciales,  y  dado  noticia  detallada  dé  un  Có- 
dice en  papiro  que  contiene  las  obras  de  Flavio  Josefo,  traducidas 
por  Rufino,  y  escrito  en  tiempo  de  Teodosio  el  Grande  en  cursiva 
romana;  y,  por  último,  Sylvestre  y  Champollion  ha  publicado  do- 
cumentos de  época  romana  escritos  en  este  mismo  carácter  de 
letra. 

En  el  Museo  Arqueológico  Nacional  se  conserva  un  ladrillo  ro- 
mano (número  2.947)  en  el  cual  aparecen  las  siguientes  palabras 
de  la  Eneida:  Arma  virumque  cano  Trojae  qui  primus  áb  oris  Ita- 
liam  fato  profugus  Laviniaque...,  escritas  en  caracteres  minúsculos 


origen,  y  solamente  con  el  transcurso  del  tiempo,  las 
distintas  aptitudes  de  estos  pueblos  y  el  aislamiento  en 
que  vivieron  unos  respecto  a  otros,  tomó  carácter  espe- 
cial y  distintivo  la  escritura  de  cada  uno. 

Esta  última  circunstancia  nos  impide  aceptar  la  opi- 
nión de  Maffei,  que  pretendió  borrar  las  denominaciones 
que  reciben  las  escrituras  usadas  por  las  naciones  latinas 
de  la  Edad  Media  y  reducirlas  todas  a  la  romana.  Cierto 
es  que  de  ésta  procedían;  indudable  que  al  fundarse  los 
Estados  de  la  Edad  Media  en  todos  se  usaban  los  mis- 
mos caracteres  romanos;  pero  no  puede  negarse  que, 
transcurridos  los  dos  primeros  de  los  siglos  medios,  la 
escritura  romana  afecta  en  cada  nacionalidad  un  carác- 
ter determinado,  que,  conservando  en  lo  esencial  el  tipo 
latino,  señala  claramente  el  país  en  que  se  trazó. 

Hay,  pues,  necesidad  de  dar  algún  nombre  a  la  es- 
critura romana  según  las  naciones  en  que  se  haya  usa- 
do, y  poco  importa  que  la  apliquemos  las  denominacio- 
nes de  visigoda,  merovingia,  lombarda  y  anglo- sajona, 
porque  con  estos  calificativos  no  queremos  indicar  sino 
la  escritura  romana  usada  en  España,  Francia,  Italia  e 
Inglaterra  en  los  primeros  siglos  de  la  Edad  Media. 


muy  análogos  a  los  que  constituyen  la  escritura  de  las  inscrip- 
ciones lapidarias  y  de  los  documentos  publicados  por  Buona- 
rroti,  Mabillon  y  Sylvestre. 

Si  se  prescinde  de  las  letras  a,  m  y  n,  cuyas  formas  son  ma- 
yúsculas y  exactamente  iguales  a  las  de  los  Códices  latinos  del 
siglo  iv,  las  demás  son  minúsculas  y  semejantes  a  las  de  los  de- 
más monumentos  romanos  en  que  se  conserva  esta  escritura; 
siendo  muy  notable  la  forma  de  la  e,  cuya  figura  de  u  aparece  en 
los  más  antiguos  escritos  cursivos. 

No  cabe  dentro  de  los  límites  naturales  de  este  trabajo,  hacer 
un  minucioso  examen  de  esta  inscripción,  que  hemos  citado  en 
apoyo  de  la  existencia  de  la  letra  minúscula  romana,  y  nos  limi- 
tamos a  hacer  estas  indicaciones  reservando  ocuparnos  especial- 
mente en  su  estudio  detenido. 


CAPÍTULO  II 

LA  ESCRITURA  DURANTE  LA  MONARQUÍA  VISIGODA 


Adopción  de  la  escritura  romana  por  los  godos.  — Escritura  ulfl- 
lana.— Análisis  de  su  alfabeto.— Su  uso  en  España.— Su  pronta 
desaparición.— Propagación  de  la  escritura  romana.— Causas 
que  a  ella  contribuyeron.— Escasez  de  códices  y  carencia  de 
documentos  escritos  en  la  época  visigoda.— Caracteres  genera- 
les de  la  escritura  española  de  los  siglos  v,  vi  y  vn. 

Los  visigodos,  pueblo  de  raza  germánica,  según  unos 
autores,  de  raza  escítica,  según  otros,  acaudillados  por 
Ataúlfo,  y  como  aliados  del  Imperio,  vinieron  a  estable- 
cerse en  el  Mediodía  de  Francia  y  en  el  Nordeste  de  Es- 
paña, ocupada  ya  por  vándalos,  suevos  y  alanos;  y  en 
lucha  continua  con  estos  pueblos,  merced  al  esfuerzo  de 
sus  caudillos  y  al  favor  de  los  naturales  hispano-roma- 
nos  que  consideraban  menos  bárbara  que  la  de  aquéllos 
su  dominación,  lograron  ir  ensanchando  los  límites  de 
su  monarquía  hasta  conseguir  a  fines  del  siglo  vi  apode- 
rarse de  toda  la  Península. 

Eran  los  visigodos  los  más  adelantados  en  civilización 
de  entre  los  pueblos  del  Norte.  Sus  relaciones  continuas 
con  el  Imperio  de  Oriente  y  su  pronta  conversión  al  cris- 
tianismo, habían  contribuido  a  modificar  la  natural  bar- 
barie de  su  raza;  pero,  menos  civilizados  que  los  hispa- 
no-romanos,  no  intentaron,  ni  de  intentarlo  hubiesen  po- 
dido conseguirlo,  implantar  sus  costumbres  entre  los 


12 

vencidos.  Divorciados  de  los  hispano-romanos  por  divi- 
siones de  raza,  de  religión,  de  costumbres,  de  idioma  y 
de  escritura,  comprendieron  que  su  dominación  no  po- 
dría ser  permanente  si  no  se  unificaban  en  sentimientos 
e  intereses  con  los  vencidos,  y  poco  a  poco  fueron  acep- 
tando los  de  éstos. 

Traían  los  godos  a  España  un  género  de  letra  que  les 
era  conocida  desde  el  siglo  iv,  y  que  ha  recibido  el  nom- 
bre de  ulfilana,  y  en  esta  escritura  debían  hallarse  sus 
códices  y  documentos  anteriores  a  la  conversión  de  Re- 
caredo. 

¡áegún  refiere  Sócrates,  escritor  eclesiástico  del  si- 
glo v,  Ulíilas,  originario  de  Capadocia,  fue  hecho  pri- 
sionero por  los  godos  cuando  invadieron  esta  comarca 
en  366.  Convertidos  los  godos  al  cristianismo,  le  eleva- 
ron a  la  dignidad  del  episcopado,  comisionándole  que 
solicitara  del  emperador  Valente  la  concesión  de  terri- 
torios donde  los  godos  pudieran  refugiarse,  librándose 
de  los  continuos  ataques  de  los  hunnos.  El  emperador 
accedió  a  esta  súplica,  y  Ulfilas  pudo  volver  de  Constan- 
tinopla  a  su  patria  adoptiva,  llevando  el  permiso  desea- 
do, en  virtud  del  cual  se  establecieron  los  godos  en  la 
Moesia,  donde  inventó  Ulfilas  una  escritura  que  se  ha 
designado  con  los  nombres  de  moesogótica  o  ulfilana, 
traduciendo  al  idioma  gótico  y  escribiendo  con  estos 
signos  el  Antiguo  y  Nuevo  Testamento. 

Las  muestras  de  esta  escritura  que  han  conservado 
hasta  nosotros  el  Códice  argénteo  de  la  biblioteca  de 
Upsal,  el  Carolino  de  la  de  Brunswick  y  algunos  frag- 
mentos de  la  del  Vaticano,  demuestran  que  la  escritura 
ulfilana  no  era  más  que  la  griega  modificada  (1),  y  aco- 


(1)  San  Isidoro  en  su  Cronicón  manifiesta  la  misma  creencia, 
afirmando  que  «Gulfilas  episcopus,  ad  instar  gríecarum  littkra- 
Rüm,  gothis  reperit  UUeras». 


13 

modada  por  Ulfilas  a  las  condiciones  eufónicas  del  idio- 
ma godo. 

Veinticinco  signos  componen  el  alfabeto  de  Ulfilas 
según  resulta  de  estos  monumentos,  dieciocho  de  pro- 
cedencia griega  y  siete  tomados  del  alfabeto  latino  (1). 

De  los  de  origen  griego  quince  letras  que  son:  a,  b,  r, 
8  (2),  e,  i,  k,  k  (3),  m,  n,  o,  ii,  t,  x  y  z,  se  adoptaron  apli- 
cándolas a  designar  los  mismos  sonidos  que  en  griego, 
y  tres,  la  w,  e  y  r  para  indicar  respectivamente  los  so- 
nidos th9  vh  y  w.  De  las  letras  de  origen  latino,  las  seis 
siguientes:  p,  g,  h,  q,  r  y  s,  tenían  el  mismo  valor  que 
,entre  los  romanos,  y  la  n,  tomada  del  alfabeto  minúscu- 
lo latino,  tenía  valor  de  u. 

Esta  escritura  no  duró  en  España  más  tiempo  que  el 
arrianismo  como  religión  del  Estado,  pero  aun  en  la 
época  arriana  los  contratos  de  los  godos  solían  escribir- 
se en  caracteres  latinos,  y  estaba  limitado  el  uso  de  los 
ulfilanos  a  los  libros  eclesiásticos.  Esta  circunstancia  y 
el  hecho  de  haber  ordenado  Recaredo  la  destrucción  de 
los  libros  arríanos  en  589,  poco  después  de  la  celebra- 


(1)  Los  caracteres  ulfilanos  han  dado  origen  a  las  más  extra- 
ñas y  aun  absurdas  conjeturas  sobre  su  origen,  naturaleza  y  du- 
ración. 

Quién  los  ha  supuesto  rúnicos,  quién  inventados  por  Ulfilas, 
y  no  han  faltado  paleógrafos  españoles  que  hayan  extendido  su 
uso  a  toda  la  España  cristiana  y  su  duración  hasta  el  siglo  xi. 

Hasta  ha  llegado  a  suponer  un  autor,  en  presencia  del  Códice 
argénteo  de  la  biblioteca  de  Upsal,  que  los  caracteres  ulfilanos 
de  este  libro  no  eran  manuscritos,  sino  impresos,  adjudicando 
así  la  gloria  de  la  invención  de  la  imprenta  a  los  godos  de  la 
Edad  Antigua.  Esta  opinión  ha  sido  defendida  en  una  obra  titu- 
lada Ulphilas  illustratus,  publicada  en  1752  por  el  profesor  sueco 
Ihre. 

(2)  Algunas  veces  se  presenta  con  la  forma  minúscula  la- 
tina (d). 

(3)  En  ocasiones  tiene  la  forma  mayúscula  (A). 


14 

ción  del  Concilio  III  de  Toledo  (1),  explican  la  carencia 
absoluta  en  España  de  monumentos  escritos  con  carac- 
teres ulfilanos. 

No  es  cierta,  por  lo  tanto,  la  opinión  que,  fundándose 
en  el  testimonio  del  arzobispo  D.  Rodrigo  Jiménez  de 
Rada,  exponen  algunos  historiadores,  suponiendo  que  la 
escritura  ulfilana  se  hizo  general  en  España  después  del 
establecimiento  de  los  godos,  no  desapareciendo  de  nues- 
tros documentos  hasta  el  siglo  xi,  opinión  que  no  resis- 
te a  la  comparación  de  los  monumentos  escritos  ante- 
riores a  Alfonso  VI  con  los  caracteres  ulfilanos,  hecha 
por  la  persona  menos  versada  en  Paleografía  (2). 

La  conversión  de  los  visigodos  al  catolicismo  deste- 
rrando la  letra  ulfilana  de  los  libros  eclesiásticos  y  des- 


(1)  Fredegario  en  su  Cronicón  supone  que  tres  años  antes  del 
Concilio  de  Toledo.— España  Sagrada,  tomo  V. 

(2)  El  arzobispo  D.  Rodrigo  dice  hablando  de  los  godos:  Ec- 
clesias  construxerunt  et  sacerdotes  evangélicos  habuere,  specialesque  lit- 
teras  quas  eis  cum  lege  Gudila  eorum  episcopus  tradiderat,  habue- 
runt,  quce  in  anfiquis  Hispaniarum  et  Galliarum  libris  adhuc  hodie 
superextant,  id  est,  littera  quce,  dicitur  toletana.  (Rerum  Hisp.  Chr.,  li- 
bro II,  cap.  X.) 

En  el  libro  VI,  cap.  XXX,  de  la  misma  obra,  hablando  de  un 
Concilio  que  supone  celebrado  en  León  a  fines  del  siglo  xi,  dice: 
«Et  interfuit  etiam  Beverius,  legatus  et  Romance  ecclessice  cardinalist 
ibidemque,  celébr ato  concilio  cum  Bernardo  Toletano  primate  multa  de 
officiis  Ecclesice  statuerunt  ut  etiam  de  caetero  omnes  scriptores,  omissa 
littera  Toletana,  quam  Gulfilas,  Gotthorum  episcopus,  adinvenit,  galli- 
cis  litteris  uterentur». 

Don  Alfonso  el  Sabio,  en  su  Crónica  general  de  España,  traduce 
casi  textualmente  estas  palabras  de  D.  Rodrigo  y  dice  que  se 
mandó  a  los  «escribanos  desfacer  la  letra  toledana,  la  que  don 
Golfilas  obispo  de  los  godos  falló  primeramente». 

Ambos  escritores  han  sido  copiados  posteriormente  sin  dis- 
cernimiento, y  de  esta  manera  se  han  generalizado  tantos  erro- 
res respecto  a  la  duración  de  la  escritura  ulfilana  y  al  origen  de 
la  escritura  visigoda. 


15 

trayendo  los  que  contenían  doctrinas  o  pertenecían  a  la 
liturgia  de  la  secta  arriana,  unificó  el  uso  de  la  escritura 
en  la  Península.  Favorecido  el  clero  por  los  monarcas 
visigodos,  se  dedicó  a  los  estudios  literarios,  llegando  la 
escuela  sevillana  con  el  insigne  San  Isidoro  a  iluminar 
mediante  su  ciencia  las  tinieblas  de  la  ignorancia  gene- 
ral de  Europa  en  los  primeros  siglos  de  la  Edad  Media. 
Exigían  estos  trabajos  el  conocimiento  de  los  clásicos 
griegos  y  latinos  y  de  los  libros  eclesiásticos  y  jurídicos;  y 
no  faltaban  españoles  que  pasaban  a  Roma  y  a  Bizancio 
a  transcribir,  ya  los  códices  que  contenían  estas  obras, 
ja  las  actas  de  los  concilios,  ya  las  producciones  litera- 
rias de  los  más  ilustres  varones  de  la  iglesia.  Contribu- 
yó a  este  renacimiento  literario  la  creación  de  monaste- 
rios y  la  propagación  en  ellos  de  la  regla  de  San  Benito, 
que  prescribía  a  los  monjes  el  estudio.  Tenían,  por  lo  ge- 
neral, estos  monasterios,  un  local,  destinado  a  la  trans- 
cripción al  dictado  de  códices,  con  lo  cual  multiplicaban 
fácilmente  su  número  y  facilitaban  la  adquisición  por 
cambio  de  los  que  carecían.  Los  mismos  monarcas  visi- 
godos protegían  la  propagación  de  los  libros,  dando  en 
más  de  una  ocasión  comisiones  para  sacar  copias.  Los 
concilios,  por  su  parte,  contribuyeron  poderosamente  a 
la  difusión  de  la  ciencia  y  a  generalizar  la  enseñanza  de 
la  escritura,  disponiendo  la  manera  cómo  habían  de  ser 
educados  los  jóvenes  que  aspirasen  al  sacerdocio  (1);  y 


(1)  De  his  quos  voluntas  parentum  a  primis  infantiae  annis 
clericatus  officio  manciparit,  statuimus  observandum  ut  mox 
cum  detonsi,  vel  ministerio  electorum  contraditi  fuerint,  in  domo 
Ecclesiae  sub  episcopali  praesentia  a  praeposito  sibi  debeant  eru- 
diri.  (Canon  1.°  del  Concilio  II  de  Toledo  celebrado  en  el  año  527). 
El  doctísimo  catedrático  de  la  Universidad  Central,  D.  Vicente  de 
la  Fuente,  encuentra  en  este  texto  la  primera  idea  de  los  semi- 
narios conciliares. 

El  Concilio  IV  de  Toledo  en  su  Canon  24  dictó  también  dispo- 
siciones sobre  la  materia. 


16 

todas  estas  causas  promovieron  notablemente  los  ade- 
lantos de  las  ciencias  y  el  mejoramiento  de  la  escri- 
tura. 

Pocos  códices  han  llegado  a  nosotros  de  este  perío- 
do, pero  debieron  propagarse  en  gran  número  a  juzgar 
por  las  noticias  que  se  conservan  en  documentos  feha- 
cientes, de  los  que  se  custodiaban  en  las  iglesias  y  mo- 
nasterios. 

Ambrosio  de  Morales,  en  su  Viaje  a  la  Santa  iglesia 
de  Oviedo,  da  cuenta  de  haber  visto  bastantes  códices  de 
época  visigoda,  y  entre  ellos  una  Colección  canónica,  una 
Exposición  de  los  cánticos,  el  Tratado  De  Natura  Rerum,  de 
San  Isidoro;  el  Breviario,  de  Rufo  Festo;  el  Itinerario  ma- 
rítimo, del  emperador  Antonino;  la  Historia  romana,  de 
Próspero  de  Aquitania,  y  un  Tratado  De  Dimensione  te- 
rrarum.  A  excepción  de  los  dos  primeros,  los  demás  se 
custodian  en  la  Biblioteca  de  El  Escorial,  donde  hemos 
tenido  ocasión  de  verlos. 

Los  demás  códices  españoles  que  citan  los  autores 
de  bibliografía  como  anteriores  a  la  invasión  agarena, 
deben  estudiarse  con  cuidado  antes  de  asignarles  fecha, 
porque  ha  sido  general  la  tendencia  de  atribuir  a  los  có- 
dices de  letra  visigoda  una  antigüedad  superior  a  la  que 
realmente  tienen,  y  son  muchos  los  de  los  siglos  x  y  xi 
reputados  como  del  vi  y  vn  (1). 


(1)  No  se  libró  de  esta  general  tendencia  el  erudito  Eguren  en 
su  Memoria  descriptiva  de  los  Códices  notables  conservados  en  los  ar- 
chivos eclesiásticos  de  España,  premiada  por  la  Biblioteca  Nacio- 
nal en  el  concurso  público  de  1859- 

Los  códices  bíblico  y  litúrgico  que  considera  más  antiguos,  son 
muy  posteriores  a  la  fecha  que  les  atribuye.  El  primero  es  una 
Biblia  de  la  iglesia  de  Toledo,  que  supone  de  tiempo  de  San  Isido- 
ro. Hemos  tenido  ocasión  de  verla  en  la  Biblioteca  Nacional,  don- 
de hoy  se  encuentra,  y  de  deducir  del  estudio  de  sus  caracte- 
res que  fue  escrita  en  el  siglo  x  y  en  territorio  dominado  por 
los  musulmanes,  presentando  la  letra  todas  las  circunstancias 


17 

redondeando  sus  trazos  para  hacer  menos  rígida  y  más 
fácil  la  figura  de  las  letras.  La  escritura  uncial  está  tra- 
zada generalmente  con  una  soltura  y  perfección  que 
nada  tiene  que  envidiar  a  la  romana.  La  minúscula  pre- 
senta forma  análoga  a  la  que  tiene  en  los  documentos  y 
códices  posteriores  a  la  invasión  sarracena.  Las  aa  son, 
como  en  éstos,  abiertas  por  su  parte  superior,  y  en  la  le- 
tra cursiva  parecida  a  la  £,  aunque  algo  inclinadas  hacia 
la  izquierda;  las  dd  tienen  su  curva  muy  separada  del 
trazo  vertical  por  la  base  de  la  caja  del  renglón;  las  ee 
tienen  un  rasgo  que  les  sirve  de  pie  o  sostén,  y  me- 
diante el  cual  se  enlazan  con  la  letra  que  les  antecede,  y 
las  uu  suelen  tener  un  trazo  derecho  prolongado  verti- 
calmente  hasta  bastante  más  abajo  de  la  línea  inferior 
del  renglón.  Las  abreviaturas  son  escasas,  reduciéndose 
por  lo  general  a  la  síncopa  de  algunas  palabras,  a  susti- 
tuir los  finales  en  us  por  medio  de  una  s  sobrepuesta,  y 
los  en  um  mediante  una  especie  de  cruz  enlazada  con  la 
última  letra  que  aparece  de  la  palabra.  Los  nexos  suelen 
reducirse  a  las  uniones  de  la  a  con  la  c,  d,  m,  n,  p,  r,  s  y 
Las  letras  que  aparecen  en  los  códices  de  la  época 
visigoda  se  diferencian  muy  poco  de  las  usadas  en  la 
romana.  Su  escritura  capital  tiende  a  hacerse  más  curva, 


propias  de  los  códices  visigótico-mozárabes,  según  veremos  mág 
adelante. 

El  códice  litúrgico  es  un  misal  procedente  del  Monasterio 
de  San  Millán  de  la  Cogulla,  que  se  conserva  en  la  Biblioteca  de 
la  Real  Academia  de  la  Historia.  Eguren  le  supone  escrito  en  el 
siglo  vn,  pero  su  letra  es  la  conocida  con  el  nombre  de  francesa, 
la  cual  no  se  comenzó  a  usar  en  los  códices  españoles  hasta  fines 
del  siglo  xi  o  principios  del  xn. 

El  fundamento  en  que  se  apoya  para  fijar  tan  remota  antigüe- 
dad a  este  códice  es  el  estilo  de  una  miniatura  del  canon;  olvidán- 
dose de  que  al  hacerse  la  transcripción  de  códices  solían  copiar- 
se con  toda  fidelidad  las  miniaturas  de  los  manuscritos  origi- 
nales. 


18 

t,  a  los  de  la  t  con  las  vocales  y  con  la  r;  y  a  los  enlaces 
de  la  e,  mediante  el  rasgo  que  hemos  descrito,  con  la  le- 
tra que  la  precede.  Las  demás  maneras  de  abreviar  que 
se  generalizan  en  los  códices  de  los  primeros  siglos  de 
la  Reconquista,  apenas  si  aparecen  en  este  período. 

Tales  son  los  caracteres  generales  que  distinguen  la 
escritura  usada  en  la  monarquía  visigoda,  según  puede 
deducirse  del  estudio  del  reducido  número  de  códices  que 
se  conservan  anteriores  al  segundo  tercio  del  siglo  vm. 
Semejante  a  la  de  los  códices  debió  ser  la  escritura  usa- 
da en  los  diplomas,  pero  desgraciadamente  ninguno  ha 
llegado  hasta  nosotros  y  no  podemos  convertir  en  afir- 
mación esta  conjetura  (1). 


(1)  Los  Maurinos  (tomo  III,  pág.  322)  citan  un  documento 
otorgado  por  Chindasvinto  en  646  como  el  más  antiguo  de  Espa- 
ña, pero  es  ésta  una  de  tantas  aseveraciones  infundadas  como 
contiene  la  erudita  obra  de  los  Maurinos  en  la  parte  relativa  a 
España 


CAPITULO  III 

LA  ESCRITURA  EN  LOS   REINOS  DE  ASTURIAS  Y  LEÓN 
DURANTE    LOS    CUATRO    PRIMEROS    SIGLOS   DE    LA    RECONQUISTA 


Escritura  de  los  reinos  de  Asturias  y  León  después  de  la  con- 
quista árabe.— Clases  de  escritura  usadas  en  los  siglos  ix  al  xn. 

La  invasión  de  los  árabes  produjo  honda  perturba- 
ción en  la  esfera  literaria,  ya  destruyendo  muchas  de  las 
obras  notables  de  las  épocas  romana  y  visigoda,  ya  ha- 
ciendo converger  todas  las  aspiraciones  de  los  cristianos 
hacia  un  solo  ideal:  rechazar  a  los  enemigos  y  libertar 
la  patria  cautiva,  y  todos  los  esfuerzos  a  una  sola  tarea, 
la  de  guerrear  hasta  conseguirlo.  Pero  no  era  posible 
que  se  borrase  de  pronto  por  completo  la  tradición  lite- 
raria, ni  que  desapareciese  la  obra  constante  de  dos  ci- 
vilizaciones tan  esplendentes  como  la  romana  y  la  visi- 
goda; tuviéronla  adormecida  las  catástrofes  que  siguie- 
ron a  la  invasión  agarena,  pero  a  la  primera  ocasión 
favorable  se  reanudó,  si  no  con  la  vitalidad  que  en  la 
monarquía  visigoda,  al  menos  como  reflejo  de  lo  que  en 
ésta  había  sido. 

Los  primeros  adelantos  de  la  Reconquista  facilitaron 
la  reconstrucción  de  iglesias  y  monasterios  destruidos 
en  la  invasión  y  la  fundación  de  otros  nuevos,  en  los 
cuales,  ajenos  los  cenobitas  a  las  agitaciones  de  los 
tiempos,  compartían  su  actividad  entre  la  oración  y  el 


20 

estudio.  Recogiéronse  en  estos  cenobios  los  restos  lite- 
rarios de  la  antigüedad  y  de  la  monarquía  visigoda;  es- 
tableciéronse en  los  monasterios  escuelas  en  que  sirvie- 
sen de  enseñanza,  y  aplicándose  los  monjes  a  su  estudio 
y  velando  por  su  conservación  y  propagación,  legaron 
hasta  nosotros  la  tradición  antigua. 

Lo  que  decimos  de  la  cultura  literaria  en  general 
tiene  especial  aplicación  al  elemental  conocimiento  de  la 
escritura,  que,  transmitida  en  los  monasterios  de  unos 
religiosos  a  otros,  y  acomodándose  a  la  norma  de  los  me- 
jores códices  de  la  época  goda  que  habían  podido  sal- 
varse, no  fue  sino  continuación  de  la  usada  por  los  vi- 
sigodos. 

Lo  azaroso  de  los  tiempos  y  la  general  ignorancia 
eran  también  causas  que  obligaban  a  los  cenobitas  a  de- 
dicarse muy  especialmente  al  estudio  de  la  escritura. 
Desconocida  ésta  casi  completamente  por  los  seglares,  te- 
nían forzosamente  que  extender  los  documentos  públicos 
y  privados  en  que  se  consignaban  los  actos  y  contratos 
de  los  monarcas,  magnates  y  vasallos,  y  que  ejercer  a  la 
vez  las  atribuciones  propias  del  amanuense  y  del  no- 
tario. 

Uno  y  otro  trabajo,  la  copia  de  códices  y  el  otorga- 
miento de  escrituras,  ejercidos  sin  interrupción  por  los 
religiosos  de  nuestros  monasterios,  produjeron  el  que, 
siguiéndose  la  tradición  caligráfica  de  la  época  visigoda, 
e  introduciéndose  en  ella  las  modificaciones  que  la  prác- 
tica acreditaba  como  necesarias,  se  llegase  a  producir 
en  los  siglos  x  y  xi  el  hermoso  carácter  de  letra  a  que 
algunos  han  dado  el  nombre  de  loledano,  y  la  regular 
letra  cursiva  diplomática  de  los  mismos  siglos,  tampoco 
exenta  de  belleza. 

No  están  conformes  los  autores  de  Paleografía  al 
enumerar  las  clases  de  escritura  usadas  en  los  reinos  de 
Asturias  y  León  en  este  período,  ni  al  determinar  los 
caracteres  que  las  distinguen,  lo  cual  en  gran  parte  de- 


21 

pende  del  distinto  punto  de  vista  bajo  el  que  consideran 
los  documentos  para  clasificar  su  letra,  ya  atendiendo 
solamente  a  los  elementos  puros  de  la  escritura  visigó- 
tica y  estableciendo  entre  ellos  diferencias  por  su  traza- 
do y  figura,  ya  considerando,  como  lo  hace  Ribeiro,  la 
distinta  procedencia  de  estos  elementos  como  base  de  la 
clasificación.  El  Padre  Burriel,  en  su  Paleografía  española, 
publicada  por  Terreros  (1),  reduce  a  tres  especies  las 
letras  visigodas  usadas  en  este  período,  a  las  cuales  da 
las  denominaciones  de  cursiva,  cuadrada  y  redonda,  esta- 
bleciendo para  explicar  sus  caracteres  generales  parale- 
lo entre  estos  géneros  de  escritura  y  los  usados  en  tiempo 
de  los  Reyes  Católicos,  Don  Fernando  V  y  Doña  Isabel. 
«La  cursiva  gótica,  dice  el  erudito  paleógrafo,  es  como  la 
procesada,  encadenada,  corriente  y  fácil  en  su  formación, 
pero  extremadamente  dificultosa  de  leerse.  La  cuadrada 
es  como  la  cortesana,  apretada,  estrecha  y  regular,  pero 
no  de  muy  fácil  lectura.  La  redonda  gótica  es  como  la 
letra  del  mismo  nombre  del  último  tiempo,  dividida  en 
los  caracteres,  sujeta  a  pocas  equivocaciones,  clara  y 
fácil  de  leerse,  sabido  el  alfabeto,  ligazones  y  cifras  or- 
dinarias, añadida  alguna  práctica  y  supuesto  el  saber  la 
lengua  latina  y  tener  conocimiento  de  la  materia  de  que 
allí  se  trata,  porque  sin  esto  cometerá  mil  yerros  cual- 
quier lector». 

Merino,  en  su  Escuela  de  leer  letras  cursivas  antiguas  y 
modernas,  combate  la  división  de  la  visigótica  que  expone 
Burriel,  negando  que  exista  una  letra  cuadrada,  y  supo- 
niendo que  la  así  calificada  era  una  mezcla  del  cursivo 
gótico  de  España  con  la  escritura  francesa  del  siglo  xi, 
«que  ya  por  estos  tiempos  se  empezaba  a  mezclar,  ya 
fuese  en  fuerza  de  haberlo  mandado  el  rey,  o  ya  por- 
que, habiendo  concurrido  muchos  franceses  a  la  conquis- 
ta de  Toledo,  hubiesen  introducido  en  algún  modo  su 


(t)     Pág.109. 


22 

forma  y  gusto  de  escribir»  (1).  Combatida  de  modo  tan 
superficial  por  Merino  la  existencia  de  la  letra  cuadrada 
visigoda,  niega  que  se  hiciese  en  España  uso  general  de 
la  escritura  cursiva,  diciendo  «que  se  encuentra  muy 
poco  escrito  en  cursivo- gótico,  que  aun  cree  que  se  re- 
duce a  lo  que  contiene  el  códice  ovetense  de  El  Escorial, 
y  que,  aunque  en  algunos  códices  se  encuentren  rastros 
de  este  carácter,  sólo  es  en  notas  y  adiciones»,  por  lo 
que  supone,  «de  acuerdo  con  la  sospecha  concebida  y 
formulada  por  el  arcediano  Pérez  Bayer,  que  esta  letra 
no  tuvo  uso  general  en  España,  sino  que  de  ella  se  valían 
en  algunos  casos  particulares»,  con  lo  cual  viene  a  re- 
ducir la  escritura  visigoda  a  una  sola  clase,  la  minúscula 
propiamente  dicha,  sentada  o  redonda. 

La  división  de  Burriel  es  defectuosa,  por  cuanto  no 
hay  en  la  escritura  que  califica  de  cuadrada  elementos 
que  justifiquen  la  exactitud  de  esta  denominación.  Lejos 
de  esto,  las  muestras  que  presenta  tienen  como  princi- 
pal elemento  generador  la  línea  curva,  como  se  observa 
en  toda  letra  visigoda.  Pero  al  combatir  Merino  esta 
denominación,  incurrió  también  en  un  error  digno  de 
correctivo,  porque  supuso  que  la  escritura  calificada  de 
cuadrada  por  Burriel,  y  de  la  cual  consideraba  éste  como 
modelo  el  privilegio  otorgado  en  1088  por  Alfonso  VI  al 
monasterio  de  San  Servando,  de  Toledo,  tenía  mezcla- 
dos elementos  de  la  escritura  gótica  y  de  la  letra  fran- 
cesa, «que  ya  por  estos  tiempos  se  había  empezado  a 
mezclar,  ya  fuese  en  fuerza  de  haberlo  mandado  el  rey, 
o  ya  porque,  habiendo  concurrido  muchos  franceses  a 
la  conquista  de  Toledo,  hubiesen  introducido  en  algún 
modo  su  forma  y  gusto  de  escribir»;  opinión  equivocada, 
puesto  que  el  privilegio  de  San  Servando  y  los  demás 
documentos  cuya  escritura  fue  calificada  de  cuadrada 
por  Burriel,  presentan  los  caracteres  propios  de  la  es- 


(1)    Merino,  pág.  40. 


23 

critura  visigoda  en  forma  análoga  a  los  diplomas  de  los 
primeros  tiempos  de  la  Reconquista,  en  los  que  no  sería 
juicioso  ni  aun  verosímil,  suponer  la  existencia  de  la  in- 
fluencia francesa. 

Más  lógica  es  la  división  que  hace  Ribeiro  (1)  de  la 
escritura  de  este  período  en  goda  y  semigótica^  compren- 
diendo bajo  aquella  denominación  los  escritos  de  los  pri- 
meros siglos  de  la  Reconquista,  en  que  la  letra  se  pre- 
senta con  los  caracteres  de  la  época  goda  sin  ingerencias 
o  modificaciones  extrañas,  y  dando  el  nombre  de  semi- 
gótica  a  la  letra  goda  de  época  más  próxima  a  Alfon- 
so VI,  y  en  la  cual  se  hallan  elementos  de  la  escritura 
francesa  que  comenzaba  a  usarse,  mezclados  con  los 
peculiares  de  la  antigua  escritura  visigoda.  Pero  si  en 
teoría  pudiera  admitirse  esta  división,  ofrece  inconve- 
nientes al  aplicarse  a  la  práctica,  por  cuanto  es  difícil 
determinar  la  naturaleza,  número  y  proporción  de  los 
caracteres  que  bastan  para  calificar  una  escritura  de 
semigótica;  dificultades  con  que  tropezó  el  mismo  Ri- 
beiro y  que  le  hicieron  calificar  de  letra  mixta  de  gótica 
y  francesa,  la  que  aparece  en  todos  los  códices  de  los 
primeros  tiempos  de  la  Reconquista,  puesto  que  él  con- 
sideraba como  semigótica  la  escritura  minúscula  no  liga- 
da, y  como  goda  la  que  abundaba  en  nexos  y  abreviatu- 
ras, presentando  un  trazado  más  imperfecto. 

Dejando  a  un  lado  estas  distintas  opiniones,  de  que 
nos  alejan  las  razones  que  acabamos  de  exponer,  e  in- 
vestigando las  modificaciones  que  en  su  uso  experimen- 
tó el  carácter  general  propio  de  la  escritura  de  los  si- 
glos vin  al  xii,  podemos  desde  luego  establecer  respecto 
a  ésta  una  división  que  es  común  a  todos  los  tiempos,  se- 
gún se  produzcan  las  letras  con  detenimiento  o  se  tra- 
cen ateniéndose  más  que  a  la  belleza  de  la  escritura  a  la 


(1)    Dissertacoes  chronologicas  e  criticas  sobre  a  Historia  e  Juris- 
prudencia ecclesiastica  e  civil  de  Portugal,  tomo  IV,  pág.  84. 


24 

rapidez  con  que  se  produzca.  La  división  de  la  escritura 
en  magistral,  sentada  o  redonda,  y  en  cursiva,  tiene  espe- 
cial aplicación  a  la  de  los  primeros  tiempos  de  la  Recon- 
quista. La  magistral  o  redonda,  trazada  con  detenimiento 
y  cuidado  y  con  escasas  ligaciones  o  nexos,  se  usa  ge- 
neralmente en  los  códices.  La  cursiva,  cuyas  letras  son 
de  más  fácil  formación,  pero  de  interpretación  más  difí- 
cil, ya  por  la  abreviación  de  algunos  de  sus  trazos,  ya 
por  los  continuos  enlaces  con  que  se  presenta  la  escritu- 
ra, aparece  comúnmente  en  los  documentos  (1). 

De  una  y  otra  clase  de  escritura  trataremos  separa- 
damente con  la  extensión  necesaria. 


(1)  Decimos  comúnmente  para  no  excluir  algunos,  aunque  ra- 
ros, códices  de  los  primeros  tiempos  de  la  Reconquista  escritos 
en  cursiva,  ni  algunos  documentos  de  los  siglos  x,  xi  y  xii  escri- 
to» en  minúscula  visigoda. 


CAPITULO  IV 

LA  ESCRITURA  EN  LOS  REINOS  DE    ASTURIAS   Y    LEÓN 
DURANTE  LOS    CUATRO    PRIMEROS    SIGLOS  DE    LA    RECONQUISTA 

(Continuación.) 


La  escritura  en  los  códices  de  este  período. 

La  ruina  de  la  monarquía  visigoda  ocasionó  perjui- 
cios irremediables  a  las  iglesias  en  que  se  custodiaban 
los  monumentos  escritos  de  la  época  visigoda.  Destrui- 
das en  gran  parte,  se  perdieron  los  tesoros  literarios  que 
contenían  y  que  habían  sido  reunidos  en  virtud  de  ince- 
santes esfuerzos  y  de  cuantiosos  gastos.  Los  códices,  ya 
litúrgicos,  ya  conciliares,  ya  de  los  clásicos  latinos,  sa- 
cados unos  de  antiguos  originales  españoles,  traídos 
otros  del  Imperio  de  Oriente  y  de  Italia,  copiados  en  su 
mayor  parte  de  los  más  antiguos  y  fehacientes  de  estas 
naciones,  quedaron  destruidos,  abandonados  o  disper- 
sos, cayendo,  no  pocos,  en  poder  de  los  árabes,  quienes 
se  aprovecharon  más  tarde  de  la  ciencia  en  ellos  conte- 
nida (1). 


(1)  Así  se  concibe  y  explica  el  conocimiento  que  los  árabes  es- 
pañoles tenían  en  los  siglos  x  y  xc  de  las  literaturas  clásicas,  gen- 
tílica y  cristiana.  El  hecho  de  conservarse  aún  algunos  códices  de 
los  más  antiguos  de  letra  visigótica  con  notas  marginales  en  ára- 
be, también  lo  comprueba. 


26 

Los  monjes,  mediante  un  penoso  trabajo  no  interrum- 
pido, procuraron  remediar  el  daño  que  la  invasión  sa- 
rracena había  producido.  Obedeciendo  ya  en  esta  época 
la  mayor  parte  de  los  monasterios  españoles  a  la  regla 
benedictina,  y  siendo  una  de  las  ocupaciones  prescritas 
en  esta  sabia  regla  la  lectura  y  transcripción  de  códices, 
dedicáronse  los  cenobitas  españoles  a  reproducir  los  que 
se  habían  salvado  de  los  estragos  de  la  invasión  maho- 
metana. Los  códices  que  contenían  las  leyes  del  Fuero 
Juzgo,  las  crónicas  de  la  época  visigoda,  las  obras  de  los 
sabios  escritores  de  la  escuela  literaria  sevillana,  las  co- 
lecciones canónicas,  los  libros  bíblicos,  los  litúrgicos  y 
los  de  autores  clásicos  romanos,  fueron  los  reproducidos 
con  más  especial  cuidado  en  nuestros  monasterios,  du- 
rante los  primeros  siglos  de  la  Reconquista. 

Favorecían  este  renacimiento  literario  los  monarcas 
españoles,  fundando  en  los  territorios  que  iban  conquis- 
tando a  los  agarenos  monasterios  e  iglesias,  a  los  cuales, 
tanto  los  mismos  reyes  como  los  particulares,  donaban 
generosamente  colecciones  de  libros,  ya  transcritos  por 
su  mandato,  ya  salvados  de  la  rapacidad  de  los  árabes  (1 ). 


(i)  De  algunos  de  los  innumerables  documentos  en  que  cons- 
tan donaciones  de  libros  hechas  a  las  iglesias  y  monasterios  de 
Asturias  y  León  en  los  siglos  vm  al  xi  hemos  formado  la  si- 
guiente nota,  teniendo  para  ello  a  la  vista  las  riquísimas  coleccio- 
nes diplomáticas  del  Archivo  Histórico  Nacional. 

En  17  de  enero  del  año  780,  Aldegastro,  hijo  del  rey  D.  Silo, 
donó  al  monasterio  de  Santa  María  de  Obona  «unum  misale.et  lee- 
tionarium,  et  responsorium,  et  dúos  psalterios,  et  uno  dialogorum,  et 
passionarium  et  una  regula  de  ordine  8.  Benedicli». 

En  12  de  mayo  de  910,  Addalino,  abad,  donó  a  su  sobrino  Leo- 
vigildo  dos  iglesias  fundadas  por  su  padre  Sesguto  en  territorio 
de  Lugo,  y  entre  los  objetos  que  con  ellas  incluía  en  donación, 
enumera  «libros  dúos  manuales,  salterium,  cantigorum  et  himnorum, 
orationum,  sermonum  et  precum  ordinum  et  líber  spiritualium  et  an- 
tifonalium  quoi  ibidem  testavit  Boderico  Gundesindis  pro  remedium 
animaz  suce. 

En  13  de  mayo  de  922,  Hermenegildo,  Argemiro,  Mahemato  y 


27 

Figuraban  en  primer  término  en  estas  donaciones  los 
libros  de  liturgia  indispensables  para  la  práctica  de  las 
ceremonias  religiosas,  pero  no  dejaban  de  aparecer  en 
ellas  códices  bíblicos  y  canónicos  y  obras  de  ciencias  y 
amena  literatura,  como  lo  prueba  el  índice  de  los  ma- 
nuscritos existentes  en  la  iglesia  de  Oviedo  en  el  año  882 
que  comprende  cuarenta  y  cuatro  libros,  relativos  unos 
a  materias  eclesiásticas,  otros  a  ciencias  naturales,  y  al- 
gunos, aunque  en  proporción  exigua,  de  literatura  clási- 
ca, especialmente  de  obras  poéticas  de  Ovidio  y  de  Vir- 
gilio. 

La  letra  generalmente  usada  en  estos  códices  está 
trazada  con  regularidad,  guardando  sus  elementos  la  se- 


otros  donaron  al  monasterio  de  Sahagún  antifonarium,  comicum, 
manuale  in  duobus  corporibus  divisum,  salterium  cum  canticis  et  him~ 
nis,  ordinum,  Ubellis  áliis  de  cotidiano  offício  cum  lectionibus  vel 
missas^orarum,  sententiarum,  precum. 

En  8  de  diciembre  de  923,  Félix  dio  a  la  iglesia  y  monasterio  de 
Sanctas  Massas  los  siguientes  libros:  Psalterium,  Comicum,  Oratio- 
num,  Manualium  et  Prcecum. 

En  25  de  julio  de  930,  Toda  y  Argonti  dieron  al  monasterio  de 
San  Julián  de  Piasca  «libros  ecclesiasticos  pasionum  unum,antifona~ 
rios  dúos  orationum  unum,  ordinum  unum.,  commicwm  unum,  ra- 
tionole  unum,  precum  unum.  Ubellum  de  virginitate  sánete  Marie 
unum».  Y  añaden:  *  Bibliotecam  ibidem  pater  meits  domnus  aldroitus 
dedit  ego  tamen  confirmo*.  La  palabra  Bibliotecam  debe  entenderse 
en  el  sentido  de  Biblia. 

En  952,  Hermenegildo  y  su  mujer  Paterna,  donaron  al  monas- 
terio de  Sobrado  un  considerable  número  de  libros  y  entre  ellos 
el  tratado  de  virginitate  Sáncta?  Mariae  Virginis. 

En  956,  Sisnando,  obispo  de  Compostela,  dio  al  mismo  monas- 
terio de  Sobrado  los  libros  siguientes:  Antifonarios  dúos,  Íntegros 
álque  perfectos,  Orationes  dúos  Íntegros,  Manualium  integrum,  Comi- 
cum integrum,  pasionum,  psalterium  cum  psalmis,  canticis  et  hymnis 
hordinos  dúos,  unum  episcopalem  et  alterum  minorem,  precum  ora- 
rium  in  uno  corpore,  vitas  patrum  sinonimarum,  regularum,  insti- 
tutionum  et  ocio  vitia  in  unum. 

En  1.°  de  diciembre  de  959,  Salud,  presbítero,  cognomento  Melí- 
fei,  dio  al  monasterio  de  Sahagún  «misteria  ecclesiastica  libros  coma- 


28 

paración  debida,  existiendo  perfecta  distinción  entre 
sus  gruesos  y  perfiles  y  conservando  constantemente  la 
misma  inclinación,  que  suele  coincidir  con  la  línea  verti- 
cal. Abunda  en  abreviaturas  más  que  la  escritura  cursi- 
va, acaso  porque  los  amanuenses  trataran  de  compensar 
el  mayor  detenimiento  a  que  obligaba  su  trazado  con  la 
economía  de  tiempo  que  resulta  del  uso  de  las  abrevia- 
turas. La  figura  de  las  aa,  es  una  de  las  circunstancias 
que  a  primera  vista  caracterizan  este  género  de  escritu- 
ra. Aseméjanse  a  nuestra  a  cursiva,  si  bien  se  hallan 
siempre  abiertas  por  su  parte  superior.  Sus  nexos  es- 


tíos dúos,  dúos  manuales,  antiphonales  tres,  orationum  dúos  et  tres 
psálmorum,  ordinum,  precum  passionum>. 

En  26  de  junio  de  973,  Ansur  y  su  mujer  Elduara,  dieron  al 
mismo  monasterio  de  Sahagún  antifonario,  comnigo  et  regida  et 
manual  Comnigo  está  usado  por  comicum. 

En  18  de  noviembre  de  976,  Sénior  quasi  conffesa,  dio  al  monas- 
terio de  San  Miguel  de  la  villa  de  Gallegos  «libros  ecclesiasticos:  Ma- 
nuale,  comicum,  antiphonarium,  orationum,  sermonum,  precum, 
psalterium,  ordinum)). 

En  29  de  junio  de  996,  Velasco  Muñoz  y  su  mujer  Natalia  Godo, 
dieron  al  monasterio  de  San  Salvador,  «antifonario  I,  psalte- 
rios  II,  mistigo  I,  ordino  I,  prego  I,  cómico  I». 

En  1019,  Adosinda  dio  al  monasterio  de  San  Martín  de  la  Villa 
de  Lalín  quince  códices,  la  mayor  parte  litúrgicos.  Entre  los  que 
no  pertenecen  a  esta  clase  figura  un  ejemplar  del  Fuero  Juzgo. 

Doña  Urraca,  hermana  de  Alfonso  VI,  donó  en  1099  al  monas- 
terio de  San  Pedro  de  Exlonza,  sito  en  la  villa  de  Val  de  Araduey, 
bibliothecam,  moralia  Job,  vitas  patrum,  pasionum,  dialogorum,  sen- 
tentiarum,  genera  officiorum,  librum  etymologiarum,  libellum  de  virgi- 
nitate  beatos  Mario?,  apochalipsim,  librum  Jeremie. 

Muchos  más  documentos  podíamos  citar  en  que  se  hacen  do- 
naciones de  labros  a  las  iglesias  del  antiguo  reino  de  León,  pero 
j  uzgamos  suficiente  la  nota  que  antecede  para  que  pueda  for- 
marse idea  de  Ja  abundancia  de  códices,  especialmente  de  los  li- 
túrgicos, que  debió  haber  en  nuestros  monasterios  durante  los 
siglos  vin  al  xi,  y  de  los  incesantes  trabajos  que  debieron  em- 
plear los  cenobitas  para  multiplicar  tan  considerablemente  el 
número  de  ejemplares. 


29 

tan  reducidos  casi  exclusivamente  a  los  que  enlazan  la 
e  de  figura  parecida  a  la  nuestra  manuscrita  mayúscula 
con  las  consonantes  que  no  traspasan  la  caja  del  ren- 
glón, verificándose  estos  enlaces  por  medio  de  la  prolon- 
gación de  la  inflexión  central,  y  a  los  de  la  t  con  las  vo- 
cales y  con  la  r. 

La  escritura  visigoda  de  los  códices,  sin  dejar  de 
presentar  estos  caracteres  generales  que  la  distinguen 
en  los  siglos  vm  al  xn,  experimentó  en  ellos  transforma- 
ciones que  permiten  fijar  aproximadamente  su  fecha.  La 
de  los  siglos  vm  y  ix  es  irregular,  desigual,  tosca,  tiene 
menos  abreviaturas  y  no  establece  perfecta  distinción 
entre  gruesos  y  perfiles.  Desde  los  primeros  años  del  si- 
glo x  se  observa  en  la  escritura  visigoda  un  mejora- 
miento extraordinario  en  cuanto  a  la  igualdad  de  su  tra- 
zado y  a  la  pureza  de  sus  rasgos,  aumentando  el  número 
de  sus  abreviaturas,  pero  no  el  de  sistemas  de  abreviar. 
Este  apogeo  de  la  escritura  visigoda  llegó  .hasta  fines 
del  siglo  xi,  en  que  la  influencia  francesa  introdujo  ele- 
mentos exóticos  en  la  escritura  visigoda.  Los  trazos  de 
las  letras  se  hicieron  más  rectos,  perdiendo  en  belleza  lo 
que  ganaban  en  proporciones  geométricas.  La  forma  vi- 
sigoda de  algunas  letras  fue  desapareciendo  hasta  que 
sólo  quedaron  la  a  y  la  t,  que  más  tarde  desaparecieron 
también,  ya  muy  generalizado  el  uso  de  la  escritura  fran- 
cesa. Los  sistemas  de  abreviar  propios  de  ésta,  se  intro- 
dujeron también  en  la  letra  de  transición:  usáronse  en 
ella  las  vocales  sobrepuestas  para  designar  su  valor  y 
el  de  r,  y  el  signo  de  us,  y  se  generalizó  la  costumbre  de 
escribir  en  siglas  las  partículas  de  uso  frecuente. 


CAPITULO  V 

LA  ESCRITURA  EN  LOS  REINOS  DE  ASTURIAS  Y  LEÓN 
DURANTE    LOS    CUATRO    PRIMEROS    SIGLOS   DE  LA    RECONQUISTA 

(Continuación.) 


Caracteres  distintivos  de  la  escritura  que  aparece  en  los 
documentos  de  estos  reinos. 


El  documento  original  más  antiguo  que  se  conserva 
en  España  es  una  carta  de  venta  de  una  viña  en  Piasca, 
otorgada  por  Nunila,  hijo  de  Ariulfo,  a  Arcemundo  y  su 
mujer  Recoire,  en  9  de  septiembre  de  857.  Su  escritura 
es  cursiva  visigoda,  de  no  difícil  lectura.  La  figura  de 
las  letras  está  hecha  con  regularidad.  Las  aa  son  de  dos 
formas:  una  parecida  a  la  de  una  u  cuyos  trazos  se  en- 
corvasen estrechándose  por  la  parte  superior,  y  la  otra 
parecida  a  nuestra  e  mayúscula  manuscrita,  aunque  con 
inclinación  hacia  la  izquierda;  la  e  tiene  a  veces  esta  mis- 
ma forma,  y  se  distingue  de  la  a  en  estar  inclinada  a  la 
derecha,  sirviendo  su  trazo  central  de  arranque  a  la  le- 
tra siguiente.  Las  rr  y  las  ss  tienen  análogo  trazado,  sin 
que  exista  más  diferencia  que  las  distinga  que  la  mayor 
angulosidad  de  aquéllas.  La  t  tiene  forma  de  una  a  cuya 
curva  se  prolongara  por  la  parte  superior  en  sentido  ho- 
rizontal. La  g  tiene  figura  semejante  a  la  uncial  del  an- 
terior período.  La  x}  con  un  trazo  recto  que  se  prolonga 


32 

desde  su  extremo  superior  derecho,  designa  el  nume- 
ral xl.  Las  abreviaturas  no  son  muy  abundantes.  Limí- 
tanse  a  algunas  por  síncopa,  a  menor  número  por  apó- 
cope, a  la  terminación  um  ya  descrita,  a  un  rasgo  en  el 
caído  de  la  p  para  indicar  per,  y  a  la  «y  sobrepuesta  para 
designar  las  terminaciones  en  us,  y  con  la  q,  de  ue.  Los 
enlaces  de  letras  son  más  frecuentes:  la  e,  a,  t,  f,  r,  s,  son 
las  letras  que  con  más  frecuencia  se  enlazan.  Tales  son 
los  caracteres  del  documento  más  antiguo  de  España 
y  los  que  en  general  presenta  la  escritura  diplomática 
del  siglo  ix. 

La  variedad  de  clases  de  letras  para  los  documentos 
surgió  en  el  x  y  continuó  en  los  dos  siguientes.  Usá- 
ronse la  cursiva,  más  ligada  y  complicada  que  en  el  si- 
glo anterior;  la  redonda,  idéntica  a  la  descrita  al  tratar 
de  los  códices  de  este  período,  y  la  cursiva  prolongada. 
La  cursiva  fue  la  escritura  más  usual  en  los  documentos 
de  los  siglos  x  y  xi,  en  los  cuales  se  regularizó,  presen- 
tando más  igualdad  sus  letras  que  en  los  siglos  anterio- 
res. En  cambio  el  sistema  de  enlaces  se  complica,  aumen- 
tando considerablemente  el  número  de  nexos.  Los  sig- 
nos de  abreviación  se  multiplicaron,  agregándose  a  los 
que  designan  us  y  per  la  cedilla  para  las  terminaciones 
en  is,  la  ce  vuelta  para  indicar  la  sílaba  con,  y  otros  sig- 
nos antes  no  generalizados  y  que  detallaremos  en  la  se- 
gunda parte  de  este  trabajo. 

La  escritura  visigótica  redonda  tuvo  mucho  más  li- 
mitado su  uso  en  los  documentos,  pero  desde  el  siglo  x 
comenzó  a  alternar,  aunque  en  proporción  exigua,  con 
la  cursiva.  A  fines  del  siglo  xi  se  generalizó  más  su  em- 
pleo, pero  nunca  alcanzó  la  aceptación  que  esta  letra. 
Respecto  a  los  caracteres  propios  de  la  letra  visigótica 
redonda  usada  en  los  diplomas,  nada  tenemos  que  aña- 
dir a  lo  que  de  ella  hemos  dicho  al  considerarla  en  los 
códices. 

La  escritura  prolongada  se  ha  usado  para  el  texto 


33 

íntegro  de  los  documentos,  algunas,  aunque  raras  ve- 
ces (1),  pero  ha  tenido  frecuente  empleo  para  la  primera 
línea  de  los  documentos  y  para  las  suscripciones,  espe- 
cialmente en  los  documentos  reales.  La  forma  de  sus  le- 
tras era  la  propia  de  la  escritura  cursiva,  sin  más  dife- 
rencia que  la  originada  por  la  desproporción  entre  su 
desmesurada  altura  y  su  exagerada  estrechez.  Los 
trazos  de  estas  letras  solían  a  veces  estar  formados  por 
arcos  de  círculo  o  por  inflexiones,  y  a  veces  llevaban  ras- 
gos puramente  de  adorno.  El  uso  de  la  escritura  prolon- 
gada para  la  invocación  y  suscripciones  del  documento 
duró  en  la  escritura  visigoda  desde  el  siglo  x  hasta  fines 
del  xi,  período  durante  el  cual  también  fue  muy  general 
en  Francia. 


(1)  El  documento  cuyo  facsímil  publicamos  con  el  núme- 
ro XX,  esiá  totalmente  escrito  en  caracteres  cursivos  prolon- 
gados. 


CAPITULO  VI 

DESAPARICIÓN  DE  LA  ESCRITURA  VISIGODA 

EN  LOS  DOCUMENTOS  Y  CÓDICES  DE  GALICIA,  ASTURIAS, 

LEÓN   Y  CASTILLA 


Errores  acerca  de  la  desaparición  de  la  escritura  visigoda.— 
Pruebas  de  que  no  cesó  por  completo  de  usarse  en  los  docu- 
mentos hasta  fines  del  siglo  xn. 

Ha  sido  opinión  aceptada  generalmente  la  creencia 
de  que  la  escritura  visigoda  había  desaparecido  de  nues- 
tros diplomas  y  códices  para  ser  sustituida  por  la  fran- 
cesa, en  virtud  de  un  concilio  que  se  supone  celebrado 
en  León  a  fines  del  siglo  xi,  y  respecto  de  cuya  techa  no 
están  conformes  los  historiadores,  si  bien  el  mayor  nú- 
mero lo  atribuye  al  año  1091  de  nuestra  era. 

Han  dado  origen  a  esta  creencia  las  palabras  que  a 
dicho  concilio  consagra  el  arzobispo  D.  Rodrigo,  afir- 
mando que  los  prelados  en  él  congregados  «statuerunt  ut 
jam  de  cetero  omnes  scriptores,  omissa  littera  toletana  quam 
Gul filas  episcopus  adinveuit  gallicis  liiteris  uterentur»,  y  las 
de  D.  Alfonso  X  en  su  Crónica  general  de  España,  consig- 
nando que  «establecieron  lo  que  tanto  pracie  al  rey  D.  Alonso 
e  tan  a  corazón  lo  habie  que  mandaron  que  de  allí  adelante  to- 
dos los  escribanos  desfacer  la  letra  toledana  la  que  Don  Gol- 
fidas  obispo  de  los  Godos  falló  primeramente  efizo  las  figuras 
de  las  letras  del  su  A  B  C,  que  dejasen  estas  e  usasen  de  las 
letras  su  A  B  C  en  las  escrituras  del  oficio  de  Francia». 


36 

Fundándose  en  estos  textos,  ha  supuesto  la  mayor 
parte  de  los  autores  de  Paleografía  que  hubo  una  dis- 
posición de  un  concilio  celebrado  en  León  en  1090,  1091 
ó  1096,  en  el  cual,  al  mismo  tiempo  que  se  abolió  la  li- 
turgia goda,  se  prohibió  el  uso  de  la  escritura  visigoda, 
prescribiendo  el  empleo  de  la  francesa,  con  tanto  con- 
tento de  Alfonso  VI,  dominado  completamente  por  la 
influencia  francesa,  como  disgusto  para  los  reinos  de 
León  y  Castilla,  encariñados  a  las  instituciones  litúrgi- 
cas y  a  la  escritura  usada  en  la  época  visigoda,  que  des- 
pertaban los  gloriosos  recuerdos  del  sabio  prelado  de 
Sevilla. 

Pero,  si  bien  es  verdad  que  a  fines  del  siglo  xi  se  en- 
cuentran algunos  documentos  y  algunos  códices,  muy 
raros  por  cierto,  en  escritura  francesa,  o  en  visigótica 
con  modificaciones  propias  de  aquella  escritura,  débense 
atribuir  únicamente  a  los  muchos  franceses  que  vinieron 
a  España  en  tiempo  del  conquistador  de  Toledo,  y  con- 
siderarse aquellos  monumentos  como  verdaderae  excep- 
ciones que  se  separaban  del  uso  común,  regular  y  usual 
de  escribir  en  los  últimos  años  del  siglo  xi  y  en  los  pri- 
meros del  siguiente. 

La  escritura  visigoda  no  desapareció,  como  se  ha 
supuesto,  en  tiempo  de  Alfonso  VI,  ni  éste  dictó  disposi- 
ciones respecto  a  su  abolición,  y  si  las  dictó,  ni  su  texto 
ha  llegado  hasta  nosotros,  ni  los  documentos  comprue- 
ban su  observancia. 

Los  otorgados  por  Alfonso  VI  con  posterioridad  al 
año  1090,  lo  mismo  que  los  anteriores  a  esta  fecha,  se 
encuentran  escritos  en  su  mayor  parte  con  los  caracte- 
res llamados  visigodos,  apareciendo  en  número  exiguo 
los  de  letra  francesa.  La  cancillería  misma  del  monarca, 
pues,  al  hacer  uso  casi  exclusivo  de  la  escritura  visigo- 
da, nos  legó  incontrastable  testimonio  de  la  no  existen- 
cia de  la  prohibición  atribuida  al  concilio  leonés,  porque 
no  se  concibe  que  el  monarca  que  la  establecía  fuese  el 


37 

primero  en  manifestar  públicamente,  por  medio  de  los 
documentos  que  otorgaba,  el  poco  aprecio  que  de  sus 
prescripciones  hacía. 

Los  documentos  emanados  de  Doña  Urraca  ofrecen 
extraordinaria  variedad  respecto  al  uso  de  la  letra,  hasta 
tal  punto,  que  no  puede  establecerse  regla  que  señale 
cuándo  usaba  su  cancillería  una  y  otra  escritura.  Sí 
puede  decirse,  en  medio  de  esta  variedad,  que  durante  su 
estancia  en  Castilla  predominó  en  sus  documentos  el  uso 
de  la  letra  francesa,  y  que  en  los  que  otorgó  durante  su 
larga  permanencia  en  Galicia  fue  más  general  el  uso  de 
la  letra  visigoda.  En  tiempo  de  Alfonso  VII  se  observó 
ya  en  los  documentos  reales  el  predominio  de  la  escritu- 
ra francesa.  En  esta  letra  se  halla  la  mayor  parte  de  sus 
documentos.  Pero  no  es  raro  encontrar  aún  documentos 
de  este  monarca  escritos  en  letra  visigótica  cursiva,  nada 
diferente  de  la  usada  en  los  siglos  ix,  x  y  xi.  Un  ejemplo 
de  entre  los  varios  que  podríamos  citar,  presentamos  en 
nuestra  lámina  XXXIX,  que  contiene  facsímil  de  la  letra 
con  que  se  escribió  la  donación  de  la  iglesia,  coto  y  feli- 
gresía de  Santiago  de  Castro,  que  D.  Alfonso  VII  y  su 
mujer  Berenguela  otorgaron  al  monasterio  de  San  Mar- 
tín del  Pino,  en  13  de  las  kalendas  de  mayo  de  la  era  1 172 
(año  1134). 

Los  documentos  portugueses  comprueban  la  misma 
opinión.  El  erudito  profesor  del  Aula  Diplomática  de 
Lisboa,  Juan  Pedro  Ribeiro  (1),  haciendo  un  detenido 
estudio  de  la  escritura  que  aparece  en  los  documentos 
de  los  monasterios  de  Pedroso,  Pendorada  y  San  Bento 
de  Ave  María  do  Porto,  ha  observado  que  los  documen- 
tos de  los  años  897  a  1107  están  todos  escritos  con  ca- 
racteres visigóticos  y  que  en  este  año  aparece  el  primer 
documento  en  escritura  francesa,  la  cual  alterna  con  la 


(1)    Dissertagoes  chronologicas  e  criticas  sobre  a  historia  e  jurispru- 
dencia de  Portugal,  tomo  IV,  pág.  114. 


38 

visigoda  hasta  el  año  1152,  desde  el  que  se  usa  ya  ex- 
clusivamente la  letra  galicana. 

De  este  estudio  deduce  el  referido  autor  que  durante 
el  gobierno  del  conde  D.  Enrique  dominó  el  uso  de  la 
letra  visigoda,  y  que  en  el  de  la  reina  Doña  Teresa  al- 
ternó ésta  con  la  francesa,  la  cual  se  usó  casi  exclusiva- 
mente en  los  documentos  reales  desde  tiempo  de  Alfon- 
so Enriquez. 

En  los  documentos  particulares  se  observa  aún  ma- 
yor resistencia  que  en  los  reales  a  la  desaparición  de  la 
escritura  visigoda.  La  letra  francesa  no  pudo  implan- 
tarse de  pronto.  Se  generalizó  luchando  con  la  tradición, 
con  la  costumbre  y  hasta  con  las  excelentes  condiciones 
caligráficas  de  la  escritura  visigoda,  y  solamente  después 
de  largo  tiempo  de  propaganda  y  de  enseñanza  pudieron 
conseguir  los  cluniacenses  poner  en  uso  su  nueva  escri- 
tura. Los  documentos  del  mismo  monasterio  de  Saha- 
gún,  foco  de  la  reforma  cluniacense,  y  en  el  cual  se  ha 
creído  que  debió  adoptarse  desde  luego  la  letra  france- 
sa, facilitan  pruebas  en  contra  de  esta  creencia. 

Ciento  treinta  y  tres  documentos  posee  la  rica  colec- 
ción diplomática  de  Sahagún  otorgados  desde  el  año  1091 , 
en  que  se  supone  celebrado  el  concilio  de  León,  hasta 
1110,  ya  excepción  de  siete  (1),  todos  están  en  caracte- 
res visigodos;  y  aun  de  los  siete  en  letra  francesa,  algu- 
nos presentan  reminiscencias  góticas,  y  se  podría  du- 
dar de  si  los  otros  eran  originales  o  copias  algo  poste- 
riores. 

El  célebre  becerro  o  registro  de  privilegios  titulado 
Liber  testamentorum  Sancti  Facundi,  está  escrito  en  letra 
minúscula  visigoda  en  el  año  1110. 

En  los  diez  años  siguientes  a  esta  fecha,  todavía  se 


(1)  Son  estos  documentos  de  los  años  1102,  1103,  2  de  abril 
de  1104, 17  de  diciembre  de  1104, 13  de  junio  de  1105,  5  de  septiem- 
bre de  1108  y  6  de  junio  de  1110. 


39 

observa  en  los  mismos  documentos  de  Sahagún  que  te- 
nía arraigo  la  escritura  española,  puesto  que  casi  apa- 
rece igual  el  número  de  los  de  esta  letra  al  de  los  de  le- 
tra francesa. 

Transcurrido  el  año  1120  dominó  ya  esta  escritura 
casi  por  completo  en  los  documentos  del  monasterio  ci- 
tado, existiendo  algunos,  aun  hasta  pasado  el  año  1130, 
escritos  de  letra  visigoda. 

Es  de  advertir  que  hemos  hecho  este  análisis  en  do- 
cumentos de  Sahagún,  donde  debió  generalizarse  antes, 
por  sus  especiales  condiciones,  la  escritura  francesa,  y 
así  no  habrá  de  causar  extrañeza  que  la  desaparición 
por  completo  de  la  escritura  visigoda  no  se  llevara  a 
cabo  hasta  fines  del  siglo  xn.  Algunas  comarcas,  las  más 
apartadas  de  la  monarquía,  Asturias  y  Galicia,  la  con- 
servaron hasta  los  últimos  años  del  referido  siglo.  De 
una  donación  otorgada  por  el  monasterio  de  Sobrado  en 
la  era  1210  (1 172  de  J.  C.),  está  sacado  el  facsímil  XLIV, 
escrito  en  letra  visigoda  redonda. 

Resumiendo  estas  observaciones,  resulta: 

i.°  Que  si  bien  la  letra  francesa  apareció  en  tiempo 
de  Alfonso  VI,  este  monarca  usó  generalmente  para  los 
documentos  que  de  él  emanaban  la  letra  visigoda,  y  son 
verdaderas  excepciones  sus  documentos  en  escritura 
francesa. 

2.°  Que  en  el  reinado  de  Doña  Urraca  alternó  el 
uso  de  ambas  letras  en  los  documentos  reales,  pero  do- 
minando el  de  la  letra  francesa  en  los  documentos  cas- 
tellanos y  leoneses  y  el  de  la  visigoda  en  los  que  otorgó 
esta  reina  durante  su  permanencia  en  Galicia. 

3.°  Que  en  tiempo  de  Alfonso  VII  dominó  ya  la  le- 
tra francesa  para  los  documentos  reales,  si  bien  todavía 
se  hallan  documentos  de  este  monarca  escritos  en  letra 
visigoda . 

4.°    Que  en  los  documentos  particulares  no  se  hizo 


40 

frecuente  la  escritura  francesa  hasta  transcurridos  los 
tres  primer  os  lustros  del  siglo  xn. 

5.°  Que  después  de  esta  fecha  fue  disminuyendo  el 
uso  de  la  visigoda  y  generalizándose  el  de  la  francesa, 
si  bien  no  es  raro,  especialmente  en  Galicia,  hallar  do- 
cumentos hasta  de  los  últimos  años  del  siglo  xn  escritos 
en  caracteres  visigodos  (1 ). 

Bastan  las  consideraciones  que  hemos  expuesto  para 
que  pueda  formarse  idea  exacta  del  origen,  progresos  y 
decadencia  de  la  escritura  usada  en  los  documentos  y 
códices  de  los  reinos  de  Asturias  y  León  durante  los 
cuatro  primeros  siglos  de  la  Reconquista,  y  de  los  carac- 
teres que  presentan  en  cada  uno  de  éstos,  sin  que  haya 
necesidad  de  consignar  en  este  capítulo  pormenores  y 
detalles  que  habrán  de  ocupar  nuestra  atención  en  la 
segunda  parte  de  este  libro,  al  hacer  el  estudio  analítico 
de  la  escritura  visigoda. 

Si,  continuando  la  tradición  seguida  por  cuantos  au- 
tores han  publicado  tratados  de  Paleografía,  considerá- 
semos limitado  el  uso  de  este  género  de  letra  a  los  rei- 
nos de  Asturias,  León  y  Castilla,  podríamos  dar  por 
terminada  esta  reseña  histórica  y  pasar  desde  luego  a  la 
segunda  parte  de  este  trabajo.  Pero  no  desconocemos 


(1;  Nuestra  opinión  coincide  casi  completamente  con  la  del 
docto  catedrático  de  Salamanca  Fray  José  Pérez,  quien,  contra 
la  general  creencia,  sostuvo  que  la  escritura  visigoda  terminó 
con  el  siglo  xn. 

Los  autores  del  Nouveau  traite  de  DipJomatique  (tomo  III,  pági- 
na 324),  citan  esta  opinión  para  combatirla  con  la  ligereza  que 
les  es  habitual  al  tratar  de  diplomática  española,  y  sin  más  fun- 
damento que  los  caracteres  que  presumen  encontrar  en  los  mo- 
delos de  documentos  españoles  publicados  por  Nasarre,  sin  exa- 
minar ni  citar  un  solo  documento  original,  sientan  como  princi- 
pio axiomático  que  la  abolición  de  esta  escritura  es  más  tardía  y 
que  estaba  en  uso  después  del  siglo  XIII  y  acaso  en  el  XV. 

Lo  infundado  y  hasta  absurdo  de  esta  aserción  nos  exime  de 
refutarla. 


41 

que  la  escritura  romana,  con  trazado  y  condiciones  aná- 
logos a  los  que  presenta  en  la  monarquía  visigoda,  con- 
tinuó usándose  en  los  códices  y  diplomas  de  Navarra  y 
Aragón  anteriores  al  siglo  xn  y  en  los  monumentos  es- 
critos durante  el  mismo  período,  en  lengua  latina,  en  el 
territorio  ocupado  por  los  árabes;  y  nos  es  forzoso,  para 
completar  nuestro  estudio,  exponer  los  caracteres  dis- 
tintivos de  la  escritura  visigoda  en  los  pueblos  de  la  Re- 
conquista pirenaica  y  entre  los  mozárabes,  a  cuyo  obje- 
to consagraremos  los  dos  capítulos  siguientes. 


CAPITULO  Vil 


LA  ESCRITURA  VISIGODA  EN  LOS  PUEBLOS  DE  LA  RECONQUISTA 

PIRENAICA 


Escasa  duración  de  la  escritura  visigoda  en  Cataluña.— Uso  de 
esta  escritura  en  Aragón  y  Navarra.— Caracteres  distintivos 
que  presenta  en  los  documentos  y  códices  de  estos  Estados.— 
Desaparición  de  la  escritura  visigoda  en  Aragón. 


La  escritura  visigoda,  en  forma  análoga  a  la  que  pre- 
sentaba en  los  códices  y  documentos  de  los  siglos  v,  vi 
y  vn,  siguió  usándose  en  las  naciones  cristianas  de  la 
Reconquista  pirenaica. 

En  la  parte  de  Cataluña  fue,  sin  embargo,  muy  cor- 
ta la  duración  de  dicha  escritura,  siendo  sustituida  des- 
de el  siglo  ix  por  la  francesa .  Las  especiales  condiciones 
de  la  reconquista  en  aquel  territorio,  arrancado  al  poder 
de  los  árabes  por  el  esfuerzo  de  Carlomagno  y  por  la  te- 
nacidad de  sus  sucesores;  la  dependencia  política  en  que 
respecto  a  Francia  estuvieron  los  condados  de  Ausona, 
Gerona  y  Ampurias,  y  más  tarde  el  de  Barcelona;  la  de- 
pendencia religiosa  en  que  se  hallaron  respecto  a  la  sede 
de  Narbona  las  iglesias  de  Cataluña,  y  el  origen  fran- 
cés de  muchos  de  los  que  se  establecían  en  los  territorios 
recién  conquistados  a  los  árabes,  fueron  causas  que  de- 
terminaron en  aquel  territorio  la  influencia  francesa  en 
las  instituciones  y  en  las  costumbres.  Los  usos  diploma- 


44 

ticos  eran  allí  franceses;  contábase  el  tiempo  por  los  rei- 
nados de  los  monarcas  de  Francia;  adoptáronse  los  for- 
mularios notariales  de  esta  nación,  y  en  cuanto  a  la  letra, 
generalizóse  en  Cataluña  la  restaurada  bajo  el  imperio 
de  Cario  magno.  Hechos  son  éstos  que  explican  la  caren- 
cia casi  absoluta  en  Cataluña  de  documentos  y  códices 
escritos  de  letra  visigoda,  y  que  justifican  la  sospecha 
expuesta  por  el  P.  Villanueva  en  su  Viaje  literario  a  las 
iglesias  de  España,  de  que  los  pocos  monumentos  de  letra 
visigoda  existentes  en  Cataluña,  o  son  de  época  anterior 
al  siglo  ix,  o  escritos  en  alguno  de  los  demás  Estados  de 
la  Península  y  trasladados  a  aquella  región. 

No  sucedió  lo  mismo  en  Aragón  y  Navarra,  donde, 
aunque  influida  algo  por  la  escritura  francesa,  se  con- 
servó el  uso  de  la  visigoda  para  los  documentos  y  los  có- 
dices. Los  monasterios  fundados  en  ambas  regiones, 
eran,  como  los  del  reino  de  León,  al  mismo  tiempo  que 
asilos  de  recogimiento  y  devoción,  centros  de  cultura  y 
verdaderas  escuelas  donde  recibían  instrucción,  no  so- 
lamente los  que  deseaban  consagrarse  al  retiro  del  claus- 
tro, sino  hijos  de  magnates  y  hasta  de  reyes,  que  ha- 
bían de  educarse  para  el  siglo  (1).  El  número  de  monas- 
terios llegó  a  ser  considerable,  y  los  de  San  Pedro  de  Si- 
resa,  de  Alaon,  de  Leire,  de  San  Juan  de  la  Peña,  de 
Ovarra,  de  San  Victorian,  de  Cillas,  de  Urdax,  de  San 
Zacarías,  y  otros  muchos  que  podríamos  citar,  conte- 
nían abundante  copia  de  códices  de  literatura  sagrada  y 
profana,  ya  anteriores  a  la  invasión  árabe,  ya  transcri- 
tos por  los  monjes  (2).  / 


(1)  Sancho  el  Mayor  fue  educado  en  el  monasterio  de  San  Sal- 
vador de  Leire. 

(2)  San  Eulogio  en  su  viaje  a  Navarra,  recorriendo  algunos  de 
los  monasterios  citados,  halló,  no  sólo  obras  eclesiásticas  en  sus 
bibliotecas,  sino  también  producciones  literarias  de  los  clásicos 
paganos,  y  especialmente  de  Virgilio,  Horacio,  Juvenal  y  Avieno. 


45 

El  carácter  distintivo  de  la  escritura  visigótico -ara- 
gonesa es  su  tendencia  a  adoptar  la  forma  minúscula  o 
sentada,  excluyendo  los  enlaces  propios  de  la  cursiva  y 
adoptando  formas  rectas,  acaso  por  la  influencia  que  la 
escritura  cario vingia  ejerció  en  las  comarcas  españolas 
próximas  al  Pirineo.  Apenas  se  encuentran  documentos 
de  estos  países  en  letra  cursiva  y  escritos  con  posterio- 
ridad al  primer  tercio  del  siglo  x,  y  los  pocos  que  exis- 
ten no  contienen  la  diversidad  de  nexos  que  aparecen  en 
los  de  los  reinos  de  Asturias  y  León.  En  los  de  escritura 
minúscula  sentada  se  advierte  que,  alternando  con  algu- 
nas letras  que,  como  la  a,  e,  g,  s  y  ú,  suelen  presentar  la 
forma  visigoda  pura,  aparecen  otras  cuya  figura  es  se- 
mejante a  la  que  tienen  en  el  alfabeto  galicano,  ofrecien- 
do testimonio  del  influjo  que  en  la  escritura  de  Aragón 
y  Navarra  ejerció  siempre  la  francesa  (1). 

Reseñados  sucintamente  la  historia  y  los  caracteres 
distintivos  de  la  escritura  visigoda  de  Aragón  y  Nava- 
rra, conviene  puntualizar,  antes  de  terminar  este  capítu- 
lo, la  época  en  que  cesó  su  empleo  en  los  documentos  y 
códices. 

La  proximidad  a  Francia;  la  pronta  venida  a  los  mo- 
nasterios aragoneses  y  navarros  de  religiosos  de  esta 
nación  a  propagar  la  reforma  cluniacense,  y  la  índole 
misma  de  la  escritura  gótico-aragonesa,  que  venía  a  ser 
una  letra  de  transición  entre  la  visigoda  y  la  francesa, 
fueron  causas  de  que  en  los  países  cristianos  de  la  Recon- 
quista pirenaica  se  introdujese  y  generalizase  antes  que 
en  Castilla  la  escritura  galicana,  decayendo  más  rápida- 
mente el  de  la  visigoda. 

En  el  siglo  xi,  ya  en  Aragón  y  Navarra  ambos  géne- 


(1)  Pueden  dar  idea  de  la  escritura  visigoda  usada  en  los  Es- 
tados de  la  Reconquista  pirenaica  los  facsímiles  XVII,  XXVIII, 
XXXII,  XXXIV,  XXXVI,  XL  y  XLI1I. 


46 

ros  de  letra  se  usaban  con  igual  frecuencia,  y  en  el  si- 
guiente se  hizo  raro  el  gótico.  Mas  no  por  eso  desapare- 
ció por  completo  hasta  los  últimos  años  del  siglo  xii, 
ad virtiéndose  que  en  los  documentos  de  D.  Alfonso  I,  Ra- 
miro II  y  doña  Petronila  y  Ramón  Berenguer  IV,  no  es 
raro  advertir  los  caracteres  distintivos  de  la  letra  góti- 
co-aragonesa, y  que  en  los  documentos  otorgados  por 
personas  particulares  duró  aún  más  largo  tiempo  el  em- 
pleo de  esta  escritura. 


CAPITULO  VIII 

LA  ESCRITURA  VISIGODA  USADA  POR  LOS  MOZÁRABES 


Uso  de  la  escritura  visigoda  en  el  territorio  dominado  por  los 
árabes.— La  escritura  gótico-mozárabe  en  los  documentos. — 
Caracteres  distintivos  que  presenta  en  los  códices. 


Los  cristianos  que  permanecieron  en  el  territorio 
ocupado  por  los  árabes,  conservaron  en  un  principio  el 
idioma  y  escritura  latinos.  Atentos  los  conquistadores 
a  asegurar  su  dominación  en  la  Península,  compren- 
dieron que  ésta  no  sería  duradera  si  no  toleraban  a  los 
vencidos  el  uso  de  su  religión,  de  sus  costumbres  y  de 
su  idioma,  y  así  fue  que  se  mostraron  tan  tolerantes 
primeramente,  como  crueles  después,  cuando,  juzgando 
fuerte  su  poderío,  se  dejaron  arrastrar  por  los  naturales 
impulsos  del  fanatismo  propio  de  su  raza  y  de  su  fe. 

«Veíanse  los  mozárabes,  dice  un  insigne  escritor  (1), 
dominados  por  la  fuerza  y  no  abrigando  esperanza  de 
labrar  con  sus  propias  manos  la  libertad  que  ambiciona- 


(1)    D.  José  Amador  de  los  Ríos  en  su  Historia  crítica  de  la  lite- 
ratura española. 


48 

ban;  cerrado  ante  sus  ojos  todo  porvenir  de  bienandan- 
za o  engrandecimiento,  volvíanlos  a  lo  pasado  para  tem- 
plar con  los  recuerdos  de  sus  mayores  la  ansiedad 
presente». 

Y  si  en  el  uso  común  de  la  vida  el  árabe  fue  el  idio- 
ma generalmente  usado  por  los  mozárabes,  conservóse 
el  latín  por  la  iglesia  con  tanta  pureza  como  en  las  co- 
marcas libres  de  la  dominación  sarracena.  Los  nombres 
de  los  escritores  Cixila,  prelado  de  Toledo;  Isidoro  Pa- 
cense, el  abad  Speraindeo,  Alvaro  y  Eulogio  de  Córdo- 
ba, Samson,  Leovigildo,  Cipriano  y  tantos  otros,  dan 
testimonio  de  que  no  descuidaban  los  pastores  de  la  grey 
mozárabe  el  estudio  de  la  lengua  latina,  y  sus  obras  son 
pruebas  elocuentes  de  que  no  se  había  perdido  por  com- 
pleto la  tradición  de  las  culturas  romana  y  visigoda.  Así 
se  explica  el  número  considerable  de  códices  latino-mo- 
zárabes que  aun  se  conservan. 

Por  procedimientos  semejantes  a  los  usados  en  los 
reinos  cristianos  de  la  Reconquista,  se  conservaban  y  re- 
producían en  los  monasterios  e  iglesias  mozárabes  los 
códices  que  contenían  obras,  ya  de  la  antigüedad  clásica, 
ya  de  los  Santos  Padres  y  de  los  esclarecidos  varones  de 
la  escuela  sevillana,  ya  textos  bíblicos,  ya  libros  litúrgi- 
cos, ya,  por  último,  las  obras  de  escritores  cristianos  del 
Califato,  multiplicándose  así  los  ejemplares  de  los  libros 
para  propagarse  entre  el  clero  y  mantener  viva  la  fe 
cristiana,  combatida,  ora  con  halagos,  ora  con  persecu- 
ciones por  los  mahometanos . 

Raros  son  los  documentos  que  existen  en  nuestros 
archivos  escritos  por  los  mozárabes  en  letra  visigoda, 
y  no  debe  extrañarnos  esta  circunstancia,  porque  las  le- 
yes que  prescribían  a  los  de  esta  raza  el  uso  oral  y  escri- 
to del  idioma  árabe,  les  obligaban  a  extender  sus  docu- 
mentos en  este  idioma  si  querían  darles  validez  legal. 
Por  otra  parte,  la  protección  que  en  un  principio  reci- 


49 

bieron  los  mozárabes  de  Abd-er-Rahman  y  de  su  sucesor 
Hixem;  las  facultades  que  aquél  estableció  para  la  fusión 
de  las  razas  cristiana  y  árabe;  el  desarrollo  de  la  cultu- 
ra literaria  promovido  por  el  segundo;  el  establecimien- 
to de  escuelas  públicas  en  su  tiempo,  a  las  cuales  habían 
de  concurrir  obligatoriamente  los  hijos  de  los  cristianos, 
y  el  continuo  trato  de  éstos  con  los  sarracenos,  fueron 
causas  de  que  decayera  el  uso  de  la  lengua  latina,  hasta 
el  punto  de  que,  según  el  Indiculo  luminoso  escrito  por 
Alvaro  Cordobés  a  mediados  del  siglo  ix,  apenas  se  ha- 
llaría en  este  tiempo  uno  entre  mil  de  los  cristianos  que 
pudiese  escribir  medianamente  una  carta  en  latín,  y  son 
hechos  que  justifican  la  carencia  casi  absoluta  de  docu- 
mentos mozárabes  en  este  idioma. 

Los  pocos  que  se  conservan  y  de  que  ha  dado  noticia 
y  publicado  facsímiles  el  P.  Andrés  Merino,  son  proce- 
dentes del  archivo  del  convento  de  Santa  Fe  de  Toledo 
y  corresponden  a  los  siglos  x  y  xi,  época  en  la  cual  las 
relaciones  que  los  mozárabes  toledanos  tenían  con  los 
cristianos  de  Castilla  pueden  explicar  la  semejanza  de 
su  letra  con  la  minúscula  sentada  que  aparece  en  los  có- 
dices de  los  reinos  cristianos  de  la  Península,  de  cuya 
manera  de  escribir  apenas  se  diferencian. 

Causa  es  ésta  de  que  no  sirvan  tales  documentos  para 
formar  exacta  idea  de  la  escritura  diplomática  usada  por 
los  mozárabes,  puesto  que  los  documentos  que  hasta  nos- 
otros han  llegado,  son,  en  cuanto  a  su  letra,  solamente 
un  reflejo  de  la  escritura  minúscula  usada  en  León  y 
Castilla  durante  los  siglos  x  y  xi. 

No  dejan  de  presentarse  en  los  códices  los  caracteres 
generales  que  distinguen  la  escritura  de  la  época  visigo- 
da y  los  que  hemos  observado  en  la  de  los  Estados  cris- 
tianos de  la  Reconquista,  pero  al  mismo  tiempo  suelen 
revestir  cierto  aspecto  que  permite  reconocer  su  época  y 
procedencia. 


50 

Respecto  a  esta  cuestión,  y  señalando  la  diferencia 
que  existe  entre  la  escritura  visigótico -mozárabe  y  la  de 
los  reinos  cristianos  de  la  Península,  dice  el  P.  Merino 
que  «si  se  tirase  una  línea  desde  Cartagena  que  pasase 
por  Toledo  y  terminase  en  Santiago  de  Galicia,  sería  una 
división  que  casi  sin  error  sensible  daría  la  parte  en  que 
se  escribió  cualquier  manuscrito  gótico...»  que  «el  gó- 
tico de  Castilla  la  Vieja  es  mucho  más  regular,  más  cla- 
ro y  escrito  casi  siempre  con  pluma  delgada,  aunque  al- 
gunos doctos  son  de  parecer  que  en  lo  más  antiguo 
todos  escribieron  según  la  letra  que  conservaron  los 
mozárabes» . 

Así  es  en  verdad.  La  escritura  mozárabe  tiene  pro- 
porciones distintas  de  la  usada  en  los  reinos  cristianos 
de  la  Reconquista.  Su  altura  es  menor,  su  anchura  más 
pronunciada.  Sus  trazos  son  más  gruesos,  acaso  porque 
tomasen  los  mozárabes  de  los  mahometanos  el  uso  de  la 
caña  para  la  escritura.  La  letra  toda  presenta  además 
cierto  aspecto  arcaico  en  cuanto  a  su  trazado,  que  la  hace 
más  imperfecta,  pero  casi  totalmente  análoga  a  la  usada 
en  la  monarquía  visigoda.  Esta  circunstancia  se  observa 
especialmente  en  los  manuscritos  latino-mozárabes  de 
Andalucía,  cuya  región,  más  apartada  de  los  Estados 
cristianos,  no  estaba  en  fáciles  relaciones  con  ellos  ni  po- 
día, por  tanto,  ver  influida  su  escritura  por  la  de  León, 
Asturias,  Aragón  y  Navarra.  Servían  de  modelo  cons- 
tante a  los  pocos  cristianos  que  conservaban  la  tradición 
del  idioma  y  de  la  escritura,  los  códices  que  habían  po- 
dido recoger  de  la  época  visigoda,  y  así  se  explica  el  as- 
pecto arcaico  de  la  letra  que  conservaban. 

A  medida  que  la  reconquista  iba  avanzando,  y  en  las 
comarcas  fronterizas  a  los  cristianos,  la  escritura  de  és- 
tos influía  en  la  gótico- mozárabe  y  la  modificaba,  intro- 
duciendo en  su  trazado  las  innovaciones  que  desde  la  in- 
vasión sarracena  se  habían  introducido  en  la  escritura 
de  los  Estados  cristianos  independientes.  Explícase  de 


51 

esta  manera  el  aspecto  gallardo  de  la  escritura  toledana 
del  siglo  xi,  en  la  cual  ni  se  observa  la  falta  de  propor- 
ciones que  caracteriza  la  escritura  mozárabe  del  interior 
del  territorio  hispano-árabe,  ni  el  excesivo  grueso  de 
sus  trazos,  sino  las  condiciones  propias  de  la  escritura 
gótico  minúscula  de  León  y  Castilla,  airosa,  con  trazado 
curvo,  admitiendo,  como  ésta,  pocas  abreviaturas,  aun- 
que mayor  número  que  en  los  siglos  anteriores. 


PARTE  SEGUNDA 

ESTUDIO  ANALÍTICO  DE  LA  ESCRITURA  VISIGODA 


INTRODUCCIÓN 


PLAN  DE  ESTA  SEGUNDA  PARTE 


Reseñada  en  los  capítulos  anteriores  la  historia  de  la 
escritura  visigoda  desde  su  origen  hasta  su  desapari- 
ción, corresponde  tratar  en  la  segunda  parte  de  este  li- 
bro de  su  estudio  analítico,  haciendo  examen  detenido 
de  los  elementos  que  componen  la  referida  escritura,  con 
el  fin  de  deducir  de  dicho  estudio  reglas  que  faciliten  la 
interpretación  de  los  manuscritos  visigodos,  y  que  al 
mismo  tiempo  permitan  juzgar  acertadamente  de  su  au- 
tenticidad o  falsedad. 

El  análisis  paleográfico  de  los  códices  y  documentos 
escritos  de  letra  visigoda,  ya  desde  el  punto  de  vista  ele- 
mental, ya  desde  el  punto  de  vista  crítico,  debe  abarcar 
tres  extremos  esencialísimos,  que  respectivamente  com- 
prenden el  estudio  de  los  alfabetos,  de  las  abreviaturas 
y  de  la  ortografía  y  puntuación. 

Primeramente  estableceremos  la  distinción  debida 
entre  las  diferentes  clases  de  letra,  capital,  uncial,  mi- 
núscula, cursiva,  prolongada  y  cancilleresca,  usadas  en 


54 

los  siglos  v  al  xn  y  detallaremos  cuantas  particularida- 
des deban  consignarse  respecto  al  origen  y  sucesivas 
transformaciones  de  sus  elementos  alfabéticos. 

Trataremos  después  de  la  braquigrafía  visigoda  (1), 
describiendo  las  distintas  maneras  de  abreviar  usadas 
en  los  códices  y  documentos  de  época  visigoda  y  de  los 
cuatro  primeros  siglos  de  la  Reconquista,  dando  reglas 
que  permitan  descifrar  toda  clase  de  abreviaturas. 

Finalmente,  en  los  últimos  capítulos  de  este  estudio 
analítico  nos  ocuparemos  en  el  examen  de  la  ortografía 
visigoda,  haciendo  mención  de  las  incorrecciones  que 
más  frecuentemente  se  cometían  en  cuanto  al  uso  de  las 
letras  en  códices  y  diplomas  y  del  empleo  que  se  hacía 
de  los  signos  de  puntuación. 


(1)  Braquigrafía  (escritura  abreviada).  Los  Maurinos  han  em- 
pleado esta  voz  para  designar  el  arte  de  descifrar  las  abreviatu- 
ras. 


CAPITULO  PRIMERO 

ANÁLISIS  DE   LOS  ALFABETOS  MAYÚSCULOS 


Diversos  alfabetos  usados  por  los  romanos.  —  Alfabetos  ma- 
yúsculos.—Escritura  capital.— Escritura  uncial.  Sus  distintas 
especies. — Su  uso  en  el  Imperio  romano,  en  la  época  visigoda 
y  en  los  cuatro  primeros  siglos  de  la  Reconquista.— Análisis 
de  cada  una  de  las  letras  que  componen  los  alfabetos  ma- 
yúsculos visigodos. 


Hemos  dicho  en  la  primera  parte  de  este  libro  que  la 
escritura  que  recibe  el  nombre  de  visigoda  no  es  más 
que  la  romana,  que  continuó  usándose  en  España  des- 
pués de  la  caída  del  Imperio. 

En  consecuencia  de  esta  aserción,  procede  ahora,  an- 
tes de  describir  detalladamente  los  alfabetos  de  letra 
visigoda,  dar  una  idea  de  las  diferentes  clases  de  letra 
usadas  por  los  romanos,  con  lo  cual  podrá  formarse 
juicio  exacto  de  los  alfabetos  visigodos. 

Los  romanos  conocieron  cuatro  clases  de  letras:  la 
capital,  la  uncial,  la  minúscula  sentada  y  la  cursiva, 
mayúsculas  las  dos  primeras,  minúsculas  las  últimas,  y 
que  fueron  originándose  por  el  orden  con  que  las  hemos 
enumerado. 

La  escritura  capital,  o  inicial,  única  usada  en  un 


56 

principio  por  los  romanos,  y  reservada  después  para  los 
epígrafes  de  los  libros,  para  las  inscripciones  lapidarias 
y  para  las  iniciales,  recibió  su  nombre  a  capite,  porque 
solía  figurar  al  principio  de  los  escritos. 

Asemejábase  la  figura  de  las  letras  capitales  romanas 
a  la  de  nuestras  mayúsculas  impresas,  pudiendo  todas 
ellas  descomponerse  en  dos  líneas  elementales,  represen- 
tadas por  las  letras  I  y  C. 

Ribeiro,  en  su  Disserlacao  sobre  a  Paleog rafia  de  Por- 
tugal, divide  la  letra  capital  romana,  desde  el  punto  de 
vista  de  las  líneas  y  ángulos  que  la  componen,  en  cua- 
drada, redonda  y  aguda;  por  su  tamaño,  en  ordinaria  y 
cubital;  y  por  su  aspecto,  en  elegante  y  rústica,  alta  y 
baja,  separada  y  maciza,  inclinada  y  recta. 

La  escritura  capital  cuadrada,  así  también  llamada 
por  los  autores  del  Nouveau  traite  de  Diplomatique  y  por 
de  Vaynes,  está  formada  por  líneas  rectas  perpendicu- 
lares entre  sí  y  por  horizontales  proporcionales.  Su  uso 
fue  raro,  y  se  reservó  casi  exclusivamente  para  algunas 
inscripciones  epigráficas,  en  las  cuales  las  líneas  que 
debieran  ser  curvas  en  la  B,  C,  D,  G,  O,  P,  Q,  R  y  S, 
aparecen  con  figura  recta. 

La  redonda  era  bastante  más  usual.  Se  empleaba  en 
los  monumentos  lapidarios,  en  los  códices,  en  los  docu- 
mentos y  en  las  monedas.  Su  figura  ha  subsistido  hasta 
la  época  moderna,  que  la  ha  adoptado  en  su  tipografía 
para  las  mayúsculas. 

La  capital  aguda  se  diferenciaba  únicamente  de  la 
anterior,  en  que  sus  trazos  se  hallaban  tan  próximos, 
que  la  estrechez  de  la  letra  daba  por  resultado  que  fue- 
sen muy  agudos  los  ángulos  que  formaban  sus  líneas 
componentes. 

Por  su  tamaño,  reciben  las  letras  capitales  el  nom- 
bre de  cubitales,  cuando  alcanzan  magnitud  considerable 
(que  en  un  principio  era  de  un  codo,  cubitum),  y  de  ordi- 
narias cuando  tienen  unas  dimensiones  reducidas.  Las 


57 

letras  cubitales  se  usaron  casi  exclusivamente  para  la 
escritura  monumental,  y  en  la  escritura  diplomática  se 
usaron,  aunque  en  raras  ocasiones,  para  algunas  pala- 
bras del  principio  de  los  documentos. 

Bajo  el  nombre  de  elegante  se  distingue  la  escritura 
capital  más  alta  que  ancha,  regular  en  las  proporciones 
de  sus  trazos  constitutivos,  y  que  establece  distinción 
perfecta  entre  sus  gruesos  y  sus  perfiles.  Usóse  para  las 
inscripciones  con  preferencia  durante  los  primeros  si- 
glos de  nuestra  era  y  en  las  monedas  hasta  el  siglo  v. 
En  los  códices  y  documentos  se  usó  rara  vez  porque 
exigía  un  detenimiento  excesivo,  más  propio  para  el 
grabador  que  para  el  amanuense. 

La  capital  rústica  era  más  usada  por  los  romanos 
para  sus  inscripciones  y  sus  códices,  porque,  no  exigien- 
do su  trazado  tanta  regularidad,  era  de  más  fácil  forma- 
ción. Las  líneas  que  constituyen  la  capital  rústica  no 
son  completamente  rectas,  y  las  que  sirven  de  base  y 
capitel  a  los  trazos  verticales  tienen  una  ligera  ondula- 
ción. 

Se  ha  creído  comúnmente  que  esta  escritura  fue  pos- 
terior a  la  capital  elegante,  suponiéndose  que  no  era  más 
que  una  corrupción  de  ésta  que  no  llegó  a  ponerse  en 
uso  hasta  la  decadencia  del  Imperio,  y  no  ha  faltado 
quien  la  ha  supuesto  de  origen  bárbaro.  La  existencia 
de  monumentos  epigráficos  y  bibliográficos  de  los  pri- 
meros siglos  de  nuestra  era  escritos  en  capitales  rústi- 
cas, nos  demuestra  la  coexistencia  de  esta  letra  con  la 
capital  elegante,  que  por  su  más  difícil  trazado  se  usaba 
menos  y  cayó  más  pronto  en  desuso. 

Las  demás  divisiones  de  la  escritura  capital  en  alta  y 
baja,  separada  y  estrecha,  inclinada  y  recta,  no  exigen 
explicación,  bastando  sus  respectivas  denominaciones 
para  dar  exacta  idea  de  sus  caracteres  distintivos. 

La  escritura  capital  se  usó  primeramente  por  los  ro- 
manos con  exclusión  de  toda  otra.  Más  tarde  fue  susti- 


58 

tuyéndola  en  los  códices  y  documentos  el  uso  de  la  un- 
cial y  el  de  la  minúscula  y  cursiva.  Exigía  su  formación 
gran  detenimiento  y  por  esta  causa  sólo  se  empleó  en 
los  códices  que  querían  escribirse  con  algún  cuidado  y 
en  los  que  se  consideraban  como  obras  de  verdadero 
lujo,  y  aun  en  estos  códices  la  letra  predominante  siem- 
pre fue  la  rústica,  de  más  fácil  trazado. 

En  los  últimos  años  del  Imperio  se  hizo  muy  raro  el 
uso  de  la  capital  para  los  códices,  y  más  aun  después  de 
la  invasión  de  los  pueblos  del  Norte,  desapareciendo  por 
completo,  hasta  el  punto  de  que  apenas  existen  códices 
posteriores  al  siglo  vi  escritos  totalmente  en  esta  letra. 
En  los  títulos  y  epígrafes  se  conservó,  sin  embargo,  jus- 
tificando la  etimología  de  su  denominación. 

La  escritura  capital  visigoda  es  idéntica  a  la  de  los 
romanos,  de  quienes  la  tomaron  los  godos.  Presenta 
casi  siempre  la  forma  rústica,  y  se  usó  casi  exclusiva- 
mente para  las  letras  iniciales  y  los  epígrafes. 

Raros  son  los  monumentos  bibliográficos  posteriores 
al  siglo  y  totalmente  escritos  en  esta  letra.  Del  único 
que  conocemos,  que  existe  en  el  códice  ovetense  de  la 
biblioteca  de  El  Escorial,  publicamos  facsímil  en  la  últi- 
ma parte  de  este  libro  (1). 

Sus  caracteres  son  idénticos  a  los  que  presentan  los 
códices  romanos,  escritos  en  letras  capitales  durante 
los  siglos  ni,  iv  y  v,  y  esta  identidad  demuestra  que  la 
escritura  capital  visigoda  no  es  sino  la  misma  romana 
adoptada  por  el  pueblo  godo. 

Se  da  el  nombre  de  escritura  uncial  a  la  mayúscula 
de  forma  redondeada.  Diferenciase  principalmente  de  la 
escritura  capital  en  cuanto  a  la  figura  de  las  letras  A, 


(1)    Véase  él  facsímil  I,  sacado  de  unos  versos  Be  magnitudine 
lunoe,  existentes  en  dicho  códice. 


59 

D,  E,  G,  H,  M,  Q,  T  y  V,  cuyos  trazos  componentes  en 
la  escritura  uncial  son  curvilíneos. 

En  un  principio  se  daba  el  nombre  de  uncial  por  los 
romanos  a  la  escritura  que  tenía  una  pulgada  de  altu- 
ra (1),  y  de  semiuncial  a  la  que  tenía  media;  pero  más 
tarde  se  tuvo  en  cuenta,  al  hacerse  uso  de  estas  deno- 
minaciones, no  el  tamaño  de  las  letras,  sino  su  figura. 

Era  la  de  la  A  semejante  a  la  moderna  minúscula  de 
imprenta  (a);  la  de  la  D  compuesta  de  un  círculo  de  cuya 
parte  superior  arrancaba  un  arco  convexo  hacia  la  iz- 
quierda (3);  la  de  la  G  formada  por  una  C  y  un  pequeño 
caído  que  comenzaba  en  su  extremo  inferior  (q);  la  de 
la  E  formada  por  una  C  y  un  trazo  ligeramente  encor- 
vado y  colocado  horizontalmente  en  su  centro  (6  )>  la  de 
la  H,  parecida  a  la  nuestra  minúscula  tipográfica,  aun- 
que más  redondeada  en  la  parte  de  la  caja  del  renglón 
y  con  el  trazo  recto  alto  más  corto  (b);  la  de  la  M,  cuya 
figura  (Q))  parece  originada  por  una  I  entre  dos  C  C  in- 
vertidas; la  Q,  análoga  en  todo  a  nuestra  minúscula  (q); 
la  de  la  T,  compuesta  de  una  %  sobre  la  cual  se  halla  un 
trazo  horizontal  ligeramente  ondulado  — ^  (T);  y,  por  úl- 
timo, la  de  la  V,  idéntica  a  la  que  hemos  descrito  al  tra- 
tar de  la  N,  pero  invertida  (u). 

Los  benedictinos  clasifican  la  escritura  uncial  en 
cuatro  especies:  de  dobles  trazos,  de  trazos  sencillos,  de  trazo 
lleno  y  de  trazos  oblicuos.  La  primera  presenta  repetidas 
sus  líneas,  dejando  un  blanco  en  toda  su  extensión.  La 
segunda  presenta  una  sola  línea  delgada  en  todo  su  tra- 
zado. La  tercera  se  escribía  como  la  de  dobles  trazos, 
pero  retintándose  el  espacio  comprendido  entre  las  dos 
líneas  que  la  constituían,  y  la  uncial  de  trazos  oblicuos 
hállase  caracterizada  por  la  tendencia  que  a  voltearse 


(1)  La  voz  uncía  designaba;  no  solamente  la  duodécima  parte 
del  as  o  libra,  sino  también,  por  extensión,  la  pulgada,  duodéci- 
ma parte  del  pie. 


60 

hacia  la  izquierda  presentan  los  rasgos  verticales  de  al- 
gunas de  sus  letras,  especialmente  la  F,  la  I,  la  P  y  la  R. 

El  uso  de  la  letra  uncial  comenzó  con  posterioridad 
al  de  la  capital.  La  necesidad  de  hacer  más  rápida  la 
escritura  cuando  no  se  conocía  otra  que  la  capital,  obli- 
gó a  los  amanuenses  a  redondear  los  trazos  rectilíneos 
de  esta  escritura,  transformándola  en  uncial.  Bien  pron- 
to, por  la  mayor  facilidad  de  su  trazado,  predominó  su 
empleo  para  los  códices  y  documentos,  hasta  que,  gene- 
ralizada la  minúscula  y  la  cursiva,  se  reservó  para  los 
códices  de  mayor  importancia,  y  aun  puede  afirmarse 
que  no  existen  libros  posteriores  al  siglo  x  totalmente 
escritos  en  caracteres  unciales. 

La  escritura  uncial  romana  siguió  usándose  en  Es- 
paña durante  la  monarquía  visigoda.  Pocos  son  los  mo- 
numentos de  esta  época  totalmente  escritos  en  caracte- 
res unciales;  pero  son  bastantes  para  demostrar  que  no 
existe  diferencia  entre  la  uncial  romana  y  la  visigoda  (1). 

Del  período  de  la  Reconquista  no  han  llegado  a  nos- 
otros códices  escritos  completamente  en  esta  letra,  cuyo 
uso  quedó  reservado  para  los  epígrafes  de  los  libros, 
alternando  con  la  capital,  o  para  algunos  pasajes  nota- 
bles, sobre  los  cuales  se  quería  llamar  la  atención  del 
lector  (2). 

Reseñadas  las  diferentes  clases  de  mayúscula  que  la 
escritura  visigoda  tomó  de  la  romana,  describiremos  las 
figuras  que  con  más  frecuencia  presentan  las  letras,  tanto 
capitales  como  unciales,  demostrando  al  tratar  del  ori- 


(1)  De  uno  de  estos  libros  en  caracteres  unciales,  contenido 
en  el  códice  ovetense,  damos  muestra  en  el  facsímil  II. 

(2)  Los  Maurinos  se  ocupan  en  el  estudio  de  la  letra  uncial 
mezclada  con  caracteres  minúsculos  y  a  la  cual  dan  el  nombre 
de  semiuncial.  Su  escaso  uso  en  España  y  su  naturaleza  mixta  de 
dos  clases  de  letra  que  describimos  en  esta  obra,  nos  eximen  de 
detenernos  en  el  examen  de  sus  caracteres. 


61 


gen  de  cada  una  la  exactitud  de  las  aserciones  que  he- 
mos consignado  al  hablar  en  general  de  la  escritura  ro- 
mana (1). 


Presenta  esta  letra  muy  diversas  figuras  en  la  escri- 
tura visigoda.  Aparece  unas  veces  semejante  a  la  mo- 
derna A;  otras  sin  el  tilde  horizontal  de  su  centro  (&); 
en  ocasiones  con  un  trazo  horizontal  sobre  su  vértice, 
otras  en  forma  de  Y  invertida  (jj;  ya  con  sus  dos  trazos 
principales  separados  y  en  figura  parecida  a  la  %;  ya 
con  su  prolongación  superior  inclinada  hacia  la  izquier- 
da y  en  forma  de  x;  ya,  por  último,  con  la  figura  redon- 
deada propia  del  carácter  uncial  (a). 

Todas  ellas  son  derivadas  de  la  escritura  romana. 
La  A,  como  la  nuestra  versal,  fue  la  más  usada  en  las 
inscripciones  en  escritura  capital  elegante.  La  que  ca- 
rece de  tilde  horizontal  también  estuvo  en  uso  entre  los 
romanos,  según  demuestran  los  códices  y  las  inscripcio- 
nes que  nos  han  quedado  de  la  Edad  Antigua,  y  según 
indica  algún  escritor  latino,  que  describiendo  las  figuras 
de  la  letra  A  dice  que  se  escribía  a  veces  como  alpha  (A) 
y  a  veces  como  lamida  mayúscula  (\). 

La  A  con  un  trazo  horizontal  sobre  su  vértice  apare- 
ció en  la  escritura  capital  romana  del  Imperio,  no  siendo 
cierta,  por  tanto,  la  opinión  de  los  escritores  que  la  juz- 
gan originada  en  los  siglos  xi  y  xn.  Desde  el  siglo  ni  co- 
menzó a  hacerse  más  ancha  esta  letra,  especialmente  su 


(1)    Téngase  a  la  vista  la  Tabla  de  alfabetos  que  va  al  final  de 
la  segunda  parte  de  este  libro. 


62 

parte  superior,  resultando  la  figura  de  n  con  que  más 
tarde  apareció  en  la  escritura  visigoda. 

La  A  en  forma  de  x  n0  es  8m0  una  degeneración  de 
la  que  tiene  trazo  horizontal  sobre  su  vértice.  Hállanse 
precedentes  de  ella  en  la  escritura  capital  romana,  en  la 
cual  solía  prolongarse  el  trazo  derecho  por  la  parte  su- 
perior de  la  letra.  Esta  costumbre,  que  se  observó  ya  en 
algunas  lápidas  del  siglo  n,  se  generalizó  mucho  en  los 
códices  de  los  siglos  iv,  v  y  vi. 

La  referida  A  con  su  trazo  derecho  prolongado  ex- 
plica el  origen  de  las  figuras  semejantes  a  una  x,  con 
que  se  presenta  dicha  letra  en  gran  número  de  códices 
y  en  no  pocas  inscripciones  de  la  antigua  Roma,  así 
como  en  los  documentos,  libros  y  lápidas  de  letra  visi- 
goda. En  la  escritura  capital  de  los  siglos  iv  y  v  se  usó 
para  los  códices  esta  forma  de  A  con  preferencia  a  las 
demás,  y  de  ello  presentan  irrefutable  prueba  los  dos 
códices  virgilianos  de  los  siglos  iv  y  v  y  el  Phormion  de 
Terencio,  del  siglo  iv,  que,  señalados  respectivamente 
con  los  números  3.225,  3.867  y  3.226,  se  custodian  en  la 
biblioteca  del  Vaticano. 

Por  último,  la  A  uncial  de  forma  redondeada  y  pare- 
cida a  nuestra  minúscula  de  imprenta  (a)  se  derivó  tam- 
bién de  la  escritura  romana,  no  diferenciándose  de  la 
que  acabamos  de  describir  sino  en  tener  en  forma  curva 
su  perfil  de  arranque. 


B— C 


Las  formas  propias  de  la  B  y  de  la  C  son  exactamente 
iguales  a  las  que  presentan  los  monumentos  escritos  de 
los  romanos- 


63 

La  B  con  los  dos  arcos  separados,  se  usó  principal- 
mente como  letra  capital. 

Las  demás  figuras  de  esta  letra  que  aparecen  en  la 
lámina  de  alfabetos,  alternan  en  la  escritura  capital  y  en 
la  uncial. 

Esta  misma  circunstancia  concurre  en  la  C,  de  forma 
redondeada.  En  cuanto  a  la  formada  por  trazos  casi  rec- 
tos, solamente  suele  usarse  como  capital. 


D 


La  D  tiene  dos  figuras,  una  para  la  escritura  capital 
y  otra  para  la  uncial. 

La  primera  se  asemeja  a  nuestra  D  mayúscula  de 
imprenta,  y  se  derivó  de  la  latina  tal  como  se  usó  por  los 
romanos  desde  los  tiempos  más  remotos. 

La  segunda,  de  figura  redondeada,  constituida  por 
un  trazo  ligeramente  arqueado  que  arranca  en  dirección 
oblicua  de  arriba  a  abajo  y  se  encorva  dentro  de  la  caja 
del  renglón  en  forma  de  o,  tiene  el  mismo  origen,  apa- 
reciendo como  signo  representativo  de  la  d  en  los  más 
antiguos  escritos  en  notas  tironianas,  y  como  letra  de 
las  más  características  de  la  escritura  uncial  romana 
desde  el  siglo  m. 


E 


Las  distintas  figuras  con  que  se  presenta  la  E  pueden 
reducirse  a  dos  principales:  una  parecida  a  nuestra  E 
mayúscula  de  imprenta,  y  otra  constituida  por  una  cur- 


64 

va  en  forma  de  C,  con  un  trazo  horizontal  en  su  centro. 
La  primera  es  propia  de  la  escritura  capital;  la  segunda 
aparece  necesariamente  en  la  uncial  visigoda,  siendo  una 
de  las  letras  que  más  la  caracterizan. 

Nadie  ha  puesto  en  duda  que  las  diferentes  figuras 
de  la  E  capital  visigoda  se  derivan  de  la  escritura  ro- 
mana, y  sólo  habremos  de  consignar  respecto  de  ellas 
dos  circunstancias,  una  relativa  a  la  segunda  E  de  la  lá- 
mina de  alfabetos,  que,  según  los  Maurinos,  desapareció 
en  el  siglo  ix,  y  que,  según  demuestran  numerosos  códi- 
ces y  documentos,  siguió  usándose  en  los  epígrafes  de 
nuestros  códices  hasta  la  desaparición  de  la  escritura 
visigoda;  y  otra  referente  a  la  caprichosa  forma  con  que 
se  presenta  la  E  visigoda  en  algunas  inscripciones,  con 
su  trazo  vertical  prolongado  por  encima  de  la  caja  del 
renglón,  como  puede  verse  en  la  lápida  del  año  592,  que 
se  conserva  en  el  claustro  de  la  catedral  de  Toledo. 

Según  Mabillon,  la  E  uncial  es  una  de  las  letras  in- 
troducidas por  los  bárbaros  en  el  alfabeto  romano.  Esta 
afirmación  es  inexacta.  Los  griegos  dieron,  desde  más 
de  siete  siglos  antes  de  Jesucristo,  figura  redondeada  a 
la  E  de  su  escritura  uncial,  para  hacer  más  rápido  su 
trazado.  Tomáronla  indudablemente  de  los  griegos  los 
romanos,  y  en  sus  códices,  escritos  en  caracteres  uncia- 
les, aparece  esta  letra  con  la  figura  descrita,  sin  que 
deje  de  presentarse  en  toda  la  Edad  Antigua  en  los  mo- 
numentos de  esta  escritura;  razón  que  nos  exime  de  ci- 
tar códices  romanos  en  que  aparezca,  porque  habríamos 
de  mencionar  cuantos  en  escritura  uncial  han  llegado 
hasta  nosotros.  Tanto  se  generalizó  esta  forma  de  E, 
que  hasta  aparece  en  algunas  monedas  del  siglo  ni,  aun 
a  pesar  de  que  los  caracteres  gráficos  numismáticos  son 
por  naturaleza  refractarios  a  toda  forma  de  escritura 
que  no  sea  la  capital. 


65 


F 


Las  tres  figuras  que  presenta  la  F  en  la  tabla  de  al- 
fabetos, se  usaron  en  la  escritura  capital  visigoda.  Como 
uncial  sólo  tuvo  uso  la  tercera.  Todas  ellas  son  deriva- 
das de  la  escritura  romana,  apareciendo  la  primera  en 
los  códices  más  antiguos  en  escritura  capital  latina,  ta- 
les como  los  Virgilios  del  Vaticano  y  de  Florencia,  y  los 
dos  últimos  ya  en  la  capital  rústica,  ya  en  la  uncial  de 
los  siglos  ni  al  v. 


G 


La  G  tiene  dos  formas  en  la  escritura  visigoda:  una 
parecida  a  una  C  con  su  remate  redondeado  en  dirección 
al  interior  de  la  letra  y  con  su  extremo  superior  prolon- 
gado y  encorvado  de  abajo  a  arriba;  y  otra  formada  por 
un  arco  que  ocupa  la  caja  del  renglón,  y  de  cuyo  extre- 
mo inferior  parte  en  dirección  ligeramente  oblicua  un 
trazo  recto  que  constituye  un  caído,  de  una  longitud  pró- 
ximamente igual  a  la  altura  de  la  caja  del  renglón. 

Nadie  ha  puesto  en  duda  que  la  primera  de  estas  dos 
formas  de  la  G  es  de  procedencia  romana,  y  a  demos- 
trarlo bastan  dos  manuscritos  del  Vaticano,  el  palimp- 
sesto del  que  contiene  el  Tratado  de  la  República  de 
Cicerón,  escrito  en  el  siglo  iv,  y  el  Virgilio  del  mismo  si- 
glo (manuscrito  3.867).  Pero  respecto  a  la  segunda  de 
las  formas  descritas,  se  ha  debatido  acerca  de  su  proce- 
dencia y  ha  sido  incluida  por  Mabillon  en  el  número  de 


66 

las  letras  que  supone  de  origen  bárbaro,  sin  advertir 
que  se  encuentra  en  monumentos  epigráficos  romanos 
anteriores  en  más  de  dos  siglos  a  nuestra  era,  que  apa- 
rece en  algunas  monedas  del  siglo  iv  y  que  es  la  figura 
más  común  con  que  se  presenta  la  G  en  los  códices  la- 
tinos de  la  Edad  Antigua  (1). 


H 


La  H  conservó  en  la  escritura  visigoda  las  dos  for- 
mas romanas,  capital  (H)  y  uncial  (b). 

La  capital  a  veces  tenía  desiguales  sus  trazos  vertica- 
les, presentando  más  corto  el  segundo,  lo  cual  explica  el 
tránsito  de  esta  letra  de  la  forma  capital  a  la  uncial. 

Mabillon  opina  que  la  H  uncial  (b)  fue  introducida 
por  los  bárbaros,  desconociendo  que  ya  en  el  siglo  iv 
apareció  en  algunas  monedas  romanas. 


Las  dos  figuras  con  que  aparece  la  I  en  la  escritura 
visigoda  son  las  mismas  que  tenía  en  la  romana  (i,  j).  La 


(1)  Entre  otros  códices  que  podríamos  enumerar  que  tienen 
sus  G  G  compuestas  de  una  C  con  un  caído  recto  que  parte  del 
perfil  final  de  esta  letra,  citaremos: 

El  Virgilio  del  Vaticano  (núm.  3.225),  en  escritura  capital  rús- 
tica del  siglo  iv. 

El  Phormion  de  Terencio  conocido  con  el  nombre  de  Terentius 
Bembinus  (ms.  núm.  3.226  del  Vaticano)  en  letras  capitales  rús- 
ticas. 

El  Virgilio  de  Florencia  del  siglo  iv,  llamado  Mediceo-Lauren- 
tianus. 

Y  los  fragmentos  de  la  Historia  romana  de  Salustio,  del  si- 
glo v,  que  se  custodian  en  la  referida  biblioteca  del  Vaticano. 


67 

primera  es  propia  del  alfabeto  capital,  y  la  segunda  del 
de  letras  unciales. 

A  veces  aparecía  como  cortada  por  un  trazo  central 
paralelo  a  los  dos  perfiles  que  constituían  el  capitel  y  la 
base  de  la  letra.  Esta  singularidad  que  presentan  algu- 
nas 1 1  capitales  en  los  epígrafes  de  los  códices  de  letra 
visigoda,  comenzó  a  ponerse  en  uso  en  el  siglo  i  de  nues- 
tra era. 


K 


La  primera  de  las  figuras  que  presenta  esta  letra  en 
la  tabla  de  alfabetos  corresponde  a  la  escritura  capital. 
Las  dos  restantes  se  usaron  indistintamente  en  esta  es- 
critura y  en  la  uncial.  Todas  ellas  pasaron  a  la  escritura 
visigoda  de  la  romana. 


La  primera  de  las  que  aparecen  en  la  tabla  de  alfa- 
betos tiene  la  figura  capital.  La  segunda  tuvo  uso  en  la 
letra  capital  rústica  y  en  la  uncial.  La  tercera  fue  pecu- 
liar de  esta  última.  Las  tres  son  de  indudable  proceden- 
cia romana. 


68 


M 


A  cinco  figuras  hemos  reducido  las  numerosas  varie- 
dades que  presentó  esta  letra  en  la  escritura  visigoda: 
capitales  las  tres  primeras  y  unciales  las  restantes. 

Las  dos  primeras  han  sido  las  más  usuales  en  la  es- 
critura romana  y  en  la  visigoda.  La  tercera,  cuya  figura 
parece  compuesta  de  dos  xx,  aparece  ya  en  los  códices 
más  antiguos  en  escritura  capital. 

La  M  uncial  (Q)),  se  presenta  en  los  manuscritos  des- 
de el  siglo  ni,  habiéndose  adoptado  por  los  visigodos 
después  de  establecerse  en  España. 


N 


Las  cuatro  primeras  que  presenta  la  tabla  de  alfabe- 
tos, aparecen  en  la  escritura  capital.  La  última  en  ésta 
y  en  la  uncial. 


La  forma  de  esta  letra  apenas  varió  en  la  mayúscula 
visigoda,  tanto  capital  como  uncial.  La  segunda  de  las 
que  aparecen  en  la  lámina  de  alfabetos  y  que  tiene  un 


69 

punto  en  su  centro,  se  usó  en  la  escritura  de  algunos 
epígrafes.  Debe  ponerse  cuidado  en  distinguirla  de  la  ad- 
miración, que  en  los  códices  de  los  siglos  v  al  xn  presen- 
ta la  misma  figura. 

La  O  de  figura  rectangular  se  usó  en  la  escritura  ca- 
pital cuadrada,  apareciendo  ya  empleada  desde  época 
remota  por  los  griegos. 

La  O  en  forma  de  corazón  solamente  aparece  en  al- 
gunos epígrafes  de  códices. 


En  la  escritura  capital  visigoda  tuvo  siempre  figura 
parecida  a  la  de  nuestra  P  mayúscula  de  imprenta.  En 
la  uncial  era  más  semejante  a  la  p,  prolongándose  gene- 
ralmente su  trazo  vertical  por  bajo  de  la  caja  del  ren- 
glón. 


Q 


Las  tres  primeras  figuras  de  esta  letra  que  presenta 
la  tabla  de  alfabetos,  se  usaron,  ya  en  la  escritura  capi- 
tal, ya  en  la  uncial.  La  última,  constituida  por  un  rombo 
colocado  sobre  una  línea  horizontal,  es  letra  que  sola- 
mente suele  aparecer  en  los  epígrafes  de  algunos  có- 
dices. 

La  Q,  con  su  trazo  curvo  inferior  vuelto  hacia  la  de- 
recha, fue  de  uso  muy  antiguo  entre  los  romanos. 

El  Senatus  Consulto  Be  Bacchanalibus,  cuya  escritura 


70 


es  dos  siglos  anterior  a  nuestra  era,  presenta  en  esta 
forma  sus  qq. 

La  Q,  de  figura  análoga  a  la  de  nuestra  q,  fue  la  más 
usual  en  los  manuscritos  unciales  romanos  y  visigodos. 


R 


Las  distintas  figuras  de  R  que  presenta  la  tabla  de 
alfabetos,  derivadas  todas  del  romano,  se  usaron  indife- 
rentemente en  la  escritura  capital  y  en  la  uncial,  si  bien 
en  ésta  la  última  fue  la  que  tuvo  empleo  más  frecuente. 


Las  condiciones  de  esta  letra  han  hecho  que  no  varíe 
esencialmente  de  figura  ni  en  las  distintas  clases  de  es- 
critura mayúscula,  ni  en  las  diferentes  épocas  de  la  Pa- 
leografía. 


La  primera  figura  (T)  con  que  aparece  esta  letra  en 
la  escritura  capital,  es  de  procedencia  romana.  Las  dos 
siguientes,  cuyo  trazo  superior  da  un  volteo  en  dirección 
a  la  izquierda,  fueron  peculiares  de  la  escritura  capital 


71 

visigoda,  no  generalizándose  su  empleo  en  las  demás 
naciones  latinas,  y  constituyendo  una  forma  de  T  inter- 
media entre  la  capital  y  la  uncial  romanas. 

La  T  uncial  (t)  pasó  a  la  escritura  visigoda  de  la  ro- 
mana, en  la  cual  consta  por  monumentos  auténticos  que 
se  usaba  ya  en  los  primeros  siglos  de  nuestra  era. 


U—  Y 


No  existía  diferencia  en  la  época  visigoda,  ni  en  los 
primeros  siglos  de  la  Reconquista  en  cuanto  a  la  pro- 
nunciación de  estas  dos  letras,  y  así  nada  tiene  de  ex- 
traño que  se  usasen  indistintamente. 

Sin  embargo,  la  forma  más  común  de  la  escritura 
capital  fue  la  V,  ya  romana  (V),  ya  en  figura  de  A  in- 
vertida (y).  Para  la  escritura  uncial  estuvieron  más  en 
uso  las  dos  siguientes  úes  que  aparecen  en  la  tabla  de 
alfabetos. 

La  (q)  se  usó  como  letra  capital  en  los  epígrafes  de 
los  códices  y  en  algunas  inscripciones  lapidarias. 


x 


La  primera  figura  (X)  es  propia  de  la  escritura  capi* 
tal  elegante;  las  dos  siguientes,  de  trazos  redondeados  y 
con  su  perfil  inferior  izquierdo  prolongado  por  bajo  de  la 
caja  del  renglón,  aparecen,  ya  en  la  capital  rústica,  ya 
en  la  uncial. 


72 


La  X  en  forma  de  w,  peculiar  de  la  escritura  visigo- 
da, es  una  transformación  de  la  %  romana,  cuyo  trazo 
diagonal  izquierdo  se  redondeó.  Existen  monumentos  en 
que  aparecen  X  que  explican  esta  transformación. 


Presenta  esta  letra  en  la  escritura  visigoda  redon- 
deados sus  trazos  superiores,  circunstancia  que  también 
se  observa  en  algunos  códices  romanos. 


z 


La  primera  de  las  figuras  que  aparecen  en  la  tabla 
de  alfabetos  es  de  forma  capital.  Las  dos  restantes  tu- 
vieron empleo  en  la  escritura  uncial. 


CAPÍTULO  II 

ANÁLISIS  DE  LOS  ALFABETOS  MINÚSCULOS 


Escritura  minúscula  visigoda.  -Sus  diversas  especies.— Explica- 
ción de  los  alfabetos  minúsculos. 


La  escritura  uncial,  aunque  de  más  fácil  formación 
que  la  antigua  escritura  mayúscula,  no  era  todo  lo  sen- 
cilla que  se  necesitaba  para  transcribir  en  corto  tiempo 
los  códices  y  para  escribir  con  prontitud  los  documentos. 
Ideóse,  para  obviar  este  inconveniente,  reducir  el  ta- 
maño de  las  letras  unciales  y  simplificar  la  figura  de  al- 
gunas, resultando  de  estas  modificaciones  la  escritura 
minúscula. 

Se  ha  creído  por  muchos  autores  de  Paleografía  que 
los  romanos  no  conocieron  la  escritura  minúscula; 
creencia  equivocada,  según  hemos  demostrado  en  el  ca- 
pítulo primero  de  este  libro,  al  tratar  de  los  orígenes  de 
las  escrituras  usadas  en  los  países  occidentales  de  Eu- 
ropa, después  de  la  caída  del  Imperio. 

Dos  variedades  de  minúscula  conocieron  los  roma- 
nos: una  que  presentaba  sus  elementos  alfabéticos  ais- 
lados, y  otra  que  admitía  cierta  sucesión  entre  los  trazos 
finales  de  cada  letra  con  las  iniciales  de  la  siguiente, 
permitiendo  mayor  rapidez  al  escribir,  aunque  dificul- 
tando más  la  interpretación  de  lo  escrito.  La  primera 


74 

es  conocida  con  el  nombre  de  minúscula  propiamente  dicha, 
y  la  segunda  con  el  de  cursiva. 

Ambas  clases  de  letra  se  usaron  en  España  para  do- 
cumentos y  códices  durante  la  dominación  romana  y 
continuaron  usándose  después  en  la  monarquía  visigoda, 
hecho  de  que  da  pruebas  irrefutables  la  comparación  de 
los  documentos  romanos,  en  escritura  minúscula,  con  los 
escasos  códices  que  nos  ha  legado  la  monarquía  visigo- 
da, escritos  en  esta  letra. 

En  los  primeros  siglos  de  la  Reconquista  presentó  la 
escritura  minúscula  visigoda  cuatro  variedades,  que  dis- 
tinguiremos con  los  nombres  de  minúscula  propiamente  di- 
cha, cursiva,  prolongada  y  cancilleresca. 

La  escritura  minúscula  propiamente  dicha,  estuvo 
más  en  uso  para  los  códices  que  para  los  documentos. 
Sus  letras  están  trazadas  con  regularidad,  no  verificán- 
dose entre  ellas  generalmente  más  enlaces  que  los  de 
la  e  con  las  consonantes  que  no  sobrepasan  la  línea  su- 
perior del  renglón,  y  los  de  la  t  con  las  vocales  y  con 
la  r.  En  Aragón  y  Navarra  el  trazado  de  esta  letra,  usa- 
da para  los  documentos  con  exclusión  de  la  cursiva,  pre- 
sentaba rectitud  en  los  rasgos,  asemejándola  algo  a  la 
escritura  francesa,  por  la  cual  se  veía  influida.  Entre  los 
mozárabes,  especialmente  en  las  comarcas  de  Andalucía, 
era  la  minúscula  desproporcionadamente  ancha  con  re- 
lación a  su  altura. 

La  escritura  visigoda  cursiva  estuvo  muy  en  uso 
para  los  documentos  en  Galicia,  Asturias,  León  y  Casti- 
lla. En  aquellas  dos  comarcas  subsistió  más  tiempo  que 
en  estas  últimas,  que,  influidas  por  Aragón  y  Navarra, 
fueron  abandonando  la  cursiva  por  la  minúscula.  En  los 
códices  fue  muy  raro  el  uso  de  la  cursiva. 

El  carácter  distintivo  de  esta  letra  es  la  abundancia 
de  nexos,  que  establecen,  no  sólo  sucesión  continuada 
entre  los  perfiles  finales  de  cada  letra  y  los  trazos  de 


75 

arranque  de  la  siguiente,  sino  supresiones  de  algunos 
trazos  al  verificarse  la  unión,  las  cuales  modifican  no- 
tablemente las  figuras  de  las  letras.  Algunas  de  éstas 
son  completamente  diferentes  de  las  que  aparecen  en  la 
minúscula  propiamente  dicha,  como  ocurre  con  la  a, 
la  e,  la  t  y  la  xf  según  demostraremos  al  describir  los  al- 
fabetos. 

La  escritura  prolongada  estuvo  muy  en  uso  para  los 
documentos  en  los  siglos  x  y  xi.  Su  empleo  más  frecuen- 
te fue  para  la  primera  línea  de  los  diplomas,  pero  exis- 
ten algunos  totalmente  escritos  con  esta  letra.  Ejemplo 
de  este  género  de  escritura  presenta  el  facsímil  núme- 
ro XX. 

La  escritura  visigoda  prolongada,  igual  a  la  cursiva 
en  cuanto  a  la  forma  y  trazado  de  sus  letras,  se  diferen- 
cia de  ella  solamente  en  cuanto  a  las  proporciones  cali- 
gráficas, que  son  extremadamente  irregulares,  presen- 
tando gran  estrechez  y  desmesurada  altura. 

El  uso  de  la  escritura  prolongada  fue  muy  frecuente 
en  Francia  para  la  primera  línea  de  Jos  diplomas  reales 
de  los  siglos  v  al  xm,  usándose  en  esta  forma,  no  sola- 
mente las  letras  cursivas,  sino  las  capitales  y  minúscu- 
las. En  España  su  uso  fué  casi  exclusivo  de  los  siglos  x 
y  xi,  limitándose  a  la  escritura  cursiva. 

La  escritura  cancilleresca  no  es  otra  que  la  cursiva 
del  siglo  xi,  que  en  algunos  documentos  reales  aparecía 
trazada  con  regularidad  y  detenimiento,  presentando 
rasgos  accesorios  de  adorno  en  algunas  de  sus  letras.  El 
facsímil  número  XXVI  puede  dar  idea  de  esta  letra. 

Damos  a  conocer  en  la  tabla  de  alfabetos  que  va  al 
fin  de  la  segunda  parte  de  este  libro  las  diversas  formas 
con  que  se  presenta  cada  una  de  las  letras  mayúsculas; 
bastando  para  formar  una  idea  exacta  de  la  materia  la 


76 

inspección  detenida  de  dichos  alfabetos  minúsculos,  ayu- 
dada de  las  observaciones  que  exponemos  a  continua- 
ción. 


Presenta  esta  letra  dos  formas  principales.  Es  la  una 
parecida  a  la  de  nuestra  a  manuscrita,  pero  abierta  por 
su  parte  superior  (<*)  cuya  figura  se  usó,  no  sólo  en  la  es- 
critura visigoda,  sino  también  en  la  lombarda,  merovin- 
gia  y  anglo-  sajona,  y  aun  en  la  cario vingia  anterior  a  los 
últimos  años  del  siglo  x.  Esta  w  tuvo  empleo  exclusivo 
en  los  códices  y  documentos  escritos  en  minúscula  visi- 
goda. 

Los  Maurinos  afirman  que  el  uso  de  esta  letra  llegó 
en  España  hasta  el  siglo  xv,  desconociendo  que  desapa- 
reció con  la  escritura  visigoda. 

La  otra  forma  de  a,  cuyas  variantes  pueden  verse  en 
la  tabla  de  alfabetos  (1),  se  asemeja  a  una  •  algo  inclina- 
da hacia  la  izquierda.  Fue  exclusivo  su  empleo  en  la  es- 
critura cursiva. 


Las  figuras  primera  y  segunda  que  presenta  esta  le- 
tra en  la  tabla  de  alfabetos,  se  usaron  indistintamente 
para  la  escritura  minúscula  y  para  la  cursiva.  Las  dos 
restantes  tuvieron  empleo  en  la  cancilleresca  y  en  la  pro- 
longada. 


(1)    a.  Figuras  2.a,  3.a,  4.a  y  5.a. 


77 


Las  dos  primeras  figuras  de  esta  letra  se  usaron  in- 
distintamente en  la  escritura  minúscula  y  en  la  cursiva 
visigodas.  Opinan  los  Maurinos  que  las  ce  en  espiral  (1) 
caracterizan  la  escritura  minúscula  del  año  700  y  ante- 
riores; creencia  equivocada,  porque  existen  numerosos 
documentos  españoles  de  los  siglos  ix,  x  y  xi  en  que  apa- 
recen estas  letras. 

La  c  con  un  perfil  de  arranque  por  su  parte  inferior 
izquierda,  estuvo  muy  en  uso  en  la  escritura  cursiva  y 
en  la  cancilleresca,  sirviendo  aquel  perfil  de  trazq  de 
unión  con  la  letra  que  antecedía. 

La  c  con  adornos  en  figura  de  arcos  colocados  en 
toda  la  extensión  y  sobre  la  convexidad  de  su  curva,  se 
usó  en  las  escrituras  prolongada  y  cancilleresca. 


d 


Las  figuras  más  usuales  de  esta  letra  en  la  escritura 
visigoda  son  las  dos  primeras  de  la  tabla  de  alfabetos, 
las  cuales  se  hallan  caracterizadas  por  tener  prolongado 
su  trazo  vertical  desproporcionadamente  por  su  parte 
superior  y  formando  un  caído,  ya  recto,  ya  ligeramente 
encorvado  por  la  parte  inferior  de  la  caja  del  renglón. 
Alternaron  ambas  en  la  escritura  de  códices  y  docu- 
mentos. 


(1)    Véanse  las  ce  minúsculas  segunda  y  tercera  de  la  tabla  de 
alfabetos. 


78 

La  tercera  figura  de  esta  letra,  que  se  presenta  abier- 
ta por  la  línea  de  la  base  del  renglón  y  con  un  perfil 
de  arranque  horizontal  mente  unido  a  la  parte  inferior 
izquierda  de  la  d,  se  usó  en  la  escritura  cursiva,  utili- 
zándose dicho  perfil  para  los  enlaces  con  la  letra  prece- 
dente. Usóse  la  d  con  esta  figura  en  la  letra  cursiva  vi- 
sigoda. 

La  3  minúscula,  de  forma  idéntica  a  la  uncial,  se  usó 
también  en  la  escritura  visigoda,  aunque  con  menos 
profusión  que  las  descritas.  No  alcanzó  jamás  esta  d  en 
España  el  predominio  que  tuvo  en  las  escrituras  latinas 
usadas  en  Inglaterra  después  de  la  caída  del  Imperio 
Romano,  ni  el  que  alcanzó  en  Francia  desde  la  segunda 
mitad  del  siglo  xi. 

La  d  con  su  curva  compuesta  de  ondas,  se  usó  en  la 
letra  visigoda  prolongada. 

La  d  con  algunos  perfiles  interiores  de  adorno  se  usó 
en  la  escritura  minúscula  cancilleresca. 


La  e  presenta  dos  figuras  principales,  a  las  cuales 
pueden  reducirse  todas  las  demás  variantes  que  tiene  la 
escritura  visigoda:  la  e,  con  su  trazo  horizontal  prolon- 
gado, y  la  formada  por  dos  curvas  desiguales  en  forma 
de  s. 

Esta  segunda  se  distingue  de  la  forma  cursiva  de  la  a 
en  que  tiene  inclinación  hacia  la  derecha  y  se  enlaza  con 
las  letras  que  siguen  por  su  trazo  del  centro,  mientras 
aquella  letra  se  enlaza  por  su  trazo  inferior  final  y  según 
hemos  manifestado  tiene  inclinación  obtusa. 

En  la  escritura  cursiva  la  e  tiene  a  veces  una  especie 
de  pie,  lo  mismo  que  la  c,  para  enlazarse  con  la  letra 
antecedente. 


79 


Las  tres  primeras  de  nuestra  lámina  de  alfabetos  se 
usaron  ya  en  la  escritura  minúscula,  ya  en  la  cursiva. 
La  última  en  la  letra  prolongada. 


Las  dos  figuras  primeras  son  propias  de  la  escritura 
cursiva.  Las  dos  siguientes,  semejantes  a  la  G  un- 
cial (q),  se  usaron  en  la  minúscula  propiamente  dicha. 

La  que  tiene  forma  parecida  al  número  arábigo  3  se 
usó  algunas  veces  en  la  escritura  visigoda  de  Castilla  y 
más  aun  en  la  aragonesa.  Generalmente  se  ha  atribuido 
el  origen  de  esta  letra  a  los  anglo-sajones,  porque  fue 
muy  común  en  la  escritura  usada  en  Inglaterra  en  los 
siglos  vi  al  vm;  creencia  que  queda  rebatida  con  mani- 
festar que  existen  monumentos  romanos  anteriores  al 
siglo  v,  en  los  cuales  aparece. 


TCL 


La  primera  de  la  tabla  de  alfabetos  es  peculiar  de 
la  escritura  minúscula  visigoda.  La  segunda  y  tercera, 
de  la  cursiva.  La  cuarta  aparece  generalmente  en  la  es- 
critura prolongada. 

Antes  del  siglo  x  no  fue  común  que  descendiera  el 


80 

perfil  final  de  la  h  traspasando  la  línea  inferior  del  ren- 
glón. 

En  la  escritura  cursiva  a  veces  se  prolongó  también 
por  bajo  de  esta  línea  el  trazo  recto  de  la  k,  pero  jamás 
se  usaron  en  nuestra  Península  española  las  hh  con 
unas  líneas  inferiores  en  forma  de  áncora  de  que  hablan 
los  Maurinos  en  su  Nouveau  traite  de  Diplomatique,  atri- 
buyéndolas al  siglo  ix. 


Preséntase  esta  letra  en  las  escrituras  minúsculas, 
ya  con  forma  de  t,  ya  de  l,  ya  de  j. 


La  k  generalmente  tiene  la  figura  de  una  r  cuyo  tra- 
zo vertical  se  prolongase  por  la  parte  superior. 

A  veces  el  rasgo  final,  en  vez  de  llegar  hasta  la  línea 
del  renglón,  permanece  a  mayor  altura,  y  aun  a  veces 
se  encuentra  horizontal. 


Esta  letra  es  de  las  que  admitieron  menos  varieda- 
des en  la  escritura  visigoda. 

La  diferencia  entre  las  dos  que  aparecen  dibujadas 


81 


en  la  tabla  de  alfabetos  consiste  únicamente  en  que  una 
de  ellas  carece  de  línea  alguna  en  su  base. 


La  primera,  trazada  con  regularidad,  aparece  en  la 
escritura  minúscula  visigoda.  La  segunda,  cuyos  perfi- 
les centrales  son  muy  oblicuos,  se  usó  en  la  cursiva. 

Una  y  otra  son,  como  las  demás  letras  que  hemos 
descrito,  de  origen  romano,  hallándose  inscripciones  del 
siglo  iv  en  que  aparecen. 


Tiene  aplicación  a  esta  letra  cuanto  hemos  dicho 
respecto  de  la  m. 


La  primera  o,  análoga  a  la  nuestra  moderna,  se  usó 
en  la  minúscula  y  en  la  cursiva  visigodas.  La  segunda 
sólo  en  esta  última,  sirviendo  su  perfil  superior  para  fa- 
cilitar el  ligado  caligráfico. 


La  p,  semejante  a  la  moderna  de  imprenta  (p),  se  usó 
en  la  escritura  minúscula  propiamente  dicha.  Las  demás 


82 

figuras  de  esta  letra  que  contiene  nuestra  lámina,  se 
usaron  en  la  cursiva. 


Q. 


La  primera  y  segunda  tuvieron  uso  en  ambas  clases 
de  minúscula.  La  tercera,  en  la  cursiva,  y  la  cuarta,  en 
las  letras  cancilleresca  y  prolongada. 


r— s 


La  r  y  la  s,  que  en  la  escritura  visigoda  tiene  igual 
forma  que  en  la  romana,  suelen  a  veces  confundirse  en- 
tre sí  por  ser  muy  semejante  su  trazado,  pero  no  es  di- 
fícil distinguirlas  atendiendo  a  sus  trazos  superiores, 
que  en  la  r  constituyen  un  ángulo  y  en  la  s  un  arco  de 
círculo . 


Las  diversas  formas  de  la  l  se  usaron  indistintamen- 
te en  la  escritura  minúscula  y  en  la  cursiva,  si  bien  las 
tres  primeras  son  las  más  frecuentes  en  aquélla. 

Las  dos  últimas  figuras  tienen  especial  aplicación 
para  enlazarse  con  alguna  letra  que  vaya  a  continuación 
de  ellas. 


83 


TJL—  V 


En  la  escritura  minúscula  y  en  la  cursiva  se  usó  úni- 
camente la  11  vocal  con  cualquiera  de  las  distintas  figu- 
ras que" aparecen  en  la  tabla  de  alfabetos. 

La  v  sólo  tuvo  empleo  como  letra  sobrepuesta. 


Generalmente  descendía  el  segundo  trazo  de  esta  le- 
tra hasta  más  abajo  de  la  caja  del  renglón,  como  puede 
observarse  en  las  cuatro  primeras  figuras  de  la  tabla  de 
alfabetos. 

La  x  en  forma  de  4>,  derivada  de  las  anteriores,  fue 
peculiar  de  la  cursiva  visigoda. 


y-  ¡z 

Las  figuras  de  ambas  letras  en  las  escrituras  mi- 
núsculas, son  las  mismas  que  hemos  descrito  al  hablar 
de  los  alfabetos  mayúsculos. 

La  comparación  de  todas  las  letras  que  hemos  des- 
crito con  las  que  aparecen  en  los  escasos  monumentos 
en  escritura  minúscula  romana  que  han  llegado  hasta 
nosotros,  pone  de  manifiesto  tantas  y  tales  analogías  en- 
tre éstas  y  aquéllas,  que  no  es  lícito  negar  la  proceden- 
cia indudablemente  romana  del  alfabeto  minúsculo  vi- 
sigodo. 


CAPITULO    III 

ESCRITURA  CIFRADA  VISIGODA 


Uso  de  esta  escritura  en  los  documentos  y  códices  hasta  el  si- 
glo xii.— Alfabeto  cifrado.— Uso  de  numerales  romanos  y  de 
puntos  en  sustitución  de  las  vocales.— Empleo  del  alfabeto 
griego  para  la  escritura  en  cifra. 

Analizadas  en  los  dos  capítulos  anteriores  las  escri- 
turas mayúsculas  y  minúsculas  visigodas,  corresponde 
tratar  en  éste  de  la  cifrada,  para  terminar  el  importante 
estudio  de  los  alfabetos. 

La  escritura  cifrada  fue  conocida  ya  en  la  Edad  Anti- 
gua, según  consta  por  el  testimonio  de  los  autores  clá- 
sicos romanos. 

En  la  escritura  visigoda  usáronse  tres  clases  de  ci- 
fra: una  que  tenía  un  alfabeto  completo  diferente  del  que 
solía  usar  se  en  la  escritura  ordinaria  de  códices  y  docu- 
mentos; otra  que,  conservando  las  consonantes  de  esta 
escritura,  ponía  en  cifra,  ya  por  medio  de  puntos,  ya 
mediante  números,  las  vocales,  y  otra  que  consistía  en 
escribir  cláusulas  latinas  con  caracteres  griegos. 

Usóse  en  los  siglos  x,  xi  y  xii  para  las  suscripciones 
y  signaturas  de  algunos  documentos,  y  para  algunas 
notas  de  códices,  una  escritura  cifrada,  de  cuyo  alfabeto 
da  idea  la  tabla  que  va  al  final  de  la  segunda  parte  de 


86 

este  libro  (1).  Calificada  por  algunos  esta  escritura  de 
notación  tironiana,  considerada  por  otros  como  notación 
musical,  no  era  sino  un  género  de  letra  derivado  en 
parte  de  la  escritura  taquigráfica,  cuyo  invento  se  ha 
atribuido  comúnmente  a  Tirón. 

La  a  en  esta  escritura  tiene  la  figura  propia  de  la 
cursiva  visigoda,  sin  más  diferencia  que  la  resultante  de 
prolongarse  su  perfil  de  terminación  de  un  modo  des- 
proporcionado y  en  dirección  diagonal  ascendente. 

La  b  es  como  la  visigoda  en  cuanto  a  su  trazado  ge- 
neral, distinguiéndose  de  ella  únicamente  por  un  perfil 
horizontal  que  tiene  en  su  parte  izquierda. 

La  c  presenta  la  figura  minúscula  propia  de  esta  le- 
tra, aunque  invertida  (o). 

Las  letras  d,  k,  q  y  u,  tienen  también  la  figura  de  las 
minúsculas  visigodas,  pero  con  una  notable  inclinación 
aguda  y  prolongándose  mucho  su  trazo  recto  por  debajo 
de  la  caja  del  renglón. 

La/,  la  y,  la  k  y  la  z,  son  iguales  a  las  de  la  escritu- 
ra cursiva  visigoda. 

La  e  se  halla  representada  ya  por  tres  puntos  (.*.), 
ya  por  dos  y  una  coma  (:,),  ya  por  dos  y  un  guión  (:-). 

La  i  tiene  la  figura  de  nuestro  actual  signo  de  admi- 
ración con  su  punto  en  la  base  de  la  línea  del  renglón  (i). 
A  veces,  en  vez  de  un  punto,  presenta  dos  ( \ ),  o  dos 
guiones  (i). 

La  l  tiene  la  figura  de  un  semicírculo  tangente  a  la 
línea  inferior  del  renglón,  y  desde  cuya  extremidad  de- 
recha asciende  en  dirección  oblicua  un  trazo  recto. 


(1)  Sobre  esta  materia  han  hecho  fructuosos  estudios  los  se- 
ñores D.  Manuel  de  Goicoechea  y  D.  José  Foradada,  individuos 
del  Cuerpo  de  Archiveros  y  Bibliotecarios. 

Este  último  publicó  en  El  Arte  en  España,  hará  unos  catorce 
años,  un  excelente  artículo  explicando  la  interpretación  que  de- 
bía darse  a  la  escritura  visigoda  cifrada. 


87 

La  m,  la  n  y  la  o  tienen  las  mismas  figuras  con  que 
solían  usarse  por  los  romanos  en  las  notas  tironianas. 

La  p  tiene  su  arco  separado  de  su  trazo  recto. 

La  r  tiene  figura  de  z  con  su  trazo  de  la  caja  del  ren- 
glón invertido. 

La  s  está  compuesta  de  la  forma  uncial  de  esta  le- 
tra (s),  más  un  largo  trazo  oblicuo  que  arranca  de  su  ex- 
tremidad superior. 

La  t  tiene  figura  parecida  a  la  3  con  un  rasgo  angu- 
loso unido  a  uno  de  sus  extremos. 

Por  último,  la  x  se  presenta  casi  siempre  en  forma 
de  <l>. 

En  la  lámina  XV  hemos  incluido  facsímiles  de  escritu- 
ra cifrada  sacados  de  algunos  códices  y  documentos,  para 
que  sirvan  de  comprobación  a  estos  asertos  y  de  tema 
a  los  ejercicios  de  interpretación  de  esta  clase  de  letra. 

Otro  de  los  sistemas  de  cifra  usados  en  los  documen- 
tos de  letra  visigoda,  consistía  en  sustituir  las  vocales 
por  numerales  romanos.  La  correspondencia  entre  aqué- 
llos y  éstos  da  por  resultado  que  las  vocales  a,  e,  i,  o,  u 
se  hallan  representadas,  respectivamente,  por  las  cinco 
primeras  decenas,  diez,  veinte,  treinta,  cuarenta  y  cin- 
cuenta, en  esta  forma: 

x a 

xx e 

xxx i 

X> o 

1 u 

Los  siguientes  ejemplos  están  copiados  de  tres  ins- 
cripciones notariales  del  siglo  xi: 

pxxtrls  nO§tlxxxt... 

dxxxdxcls  fxxcxxxt 

rxmxxxrls  prxxsbxxxtxxr 

Lóense:  Petrusnotuit,  Didacus  fecity  Ramirus  presbiter. 
Usáronse  también  puntos  en  sustitución  de  las  voca- 


88 

les,  resultando  un  género  de  cifra  que  no  fue  exclusivo 
de  la  escritura  española,  sino  que  también  se  empleó  en 
otros  países  occidentales,  como  Portugal  y  Francia, 
donde  con  un  punto  se  designaba  la  ¿,  con  dos  la  #,  con 
tres  la  e,  con  cuatro  la  o  y  con  cinco  la  u. 

En  España  las  vocales  a,  e,  i,  o  y  u  se  designaban, 
respectivamente,  por  medio  de  uno,  dos,  tres,  cuatro  y 
cinco  puntos. 

Los  siguientes  ejemplos,  tomados  de  dos  escrituras 
del  siglo  xi  que  se  conservan  en  el  Archivo  Histórico 
Nacional,  pueden  dar  idea  de  esta  clase  de  cifra: 

M    •   RT   i   N  :  .  :  S  N  :  :  T  :  •  :    :  T 

C  :  p  •  n  presbiter  notui 

Su  interpretación  es:  Martinus  notuit,  Giprianus  pres- 
biter notui. 

Durante  los  siglos  x  y  xi  fue  también  común  emplear 
las  letras  griegas  para  las  suscripciones  latinas  de  los 
documentos.  Los  facsímiles  del  Elucidario  da  lingua  por- 
tuguesa, del  P.  Santa  Rosa  de  Viterbo,  presentan  más  de 
un  ejemplo.  Pruebas  de  que  este  género  de  escritura  ci- 
frada fue  común  en  Castilla  y  León,  como  en  Portugal, 
nos  ofrecen  varios  documentos  que  se  custodian  en  el 
Archivo  Histórico  Nacional,  de  uno  de  los  cuales  (1)  en- 
tresacamos la  siguiente  signatura: 

Cwnna  conPAArxeoc  HgAPAore  He  xwN*rPMAOiT 

que  debe  leerse:  Sonna  supr adictas  exaravit  et  confirma- 
vit  (2). 


(1)  Es  una  escritura  de  donación  de  varias  heredades  en  Bas- 
cuñuelos,  otorgada  por  Sonna,  presbítero,  en  favor  del  monas- 
terio de  Oña.  Era  1083. 

(2)  La  mezcla  de  letras  mayúsculas  y  minúsculas  griegas  en 
esta  escritura  cifrada  fue  muy  frecuente.  El  cambio  de  la  r  por 
la  I,  de  C  por  2  y  de  O  por  r  era  común  en  las  inscripciones 
griegas. 


CAPITULO    IV 

BRAQUIGRAFÍA  VISIGODA 


Importancia  del  estudio  de  las  abreviaturas.— Clasificación  de 
las  mismas.— Siglas.— Abreviaturas  por*  apócope. — Abreviatu- 
ras por  síncopa. 


Los  Maurinos  han  dado  el  nombre  de  Braquigra- 
fía  (1)  a  la  parte  de  la  Paleografía  que  se  ocupa  en  el 
estudio  de  las  abreviaturas. 

Este  estudio  es  importante,  no  sólo  desde  el  punto  de. 
vista  de  la  interpretación  de  los  documentos,  que  sería 
imposible  sin  el  conocimiento  de  los  diversos  sistemas 
de  abreviación,  sino  también  por  constituir  las  abrevia- 
turas uno  de  los  caracteres  que  más  contribuyen  a  rea- 
lizar los  fines  de  la  Paleografía  crítica,  puesto  que  por 
ellas  puede  determinarse  la  época  en  que  se  ha  escrito 
un  documento. 

En  conformidad  con  la  doctrina  expuesta  sobre  la 
Braquigrafía  de  la  Edad  Media  en  nuestro  Manual  de 
Paleografía  diplomática  española  de  los  siglos  XII al  XVII, 
clasificaremos  las  abreviaturas  que  aparecen  en  la  es- 
critura visigoda  en  siete  grupos: 


(1)    Escritura  breve  (ppaxeía  YPa?^)- 


90 

1 .°  Abreviaturas  por  siglas,  en  las  cuales  se  sustitu- 
ye una  palabra  por  una  sola  letra,  que  generalmente  es 
su  inicial. 

2.°  Abreviaturas  por  apócope,  en  las  cuales  se  su- 
primen letras  finales. 

3.°  Abreviaturas  por  síncopa,  en  las  cuales  se  omiten 
letras  del  centro  de  la  palabra. 

4.°  Abreviaturas  por  letras  sobrepuestas,  en  las  cua- 
les se  sustituyen  determinados  signos  alfabéticos  por  le- 
tras de  menor  tamaño  colocadas  sobre  el  sitio  en  que 
debieran  hallarse  las  sustituidas. 

5.°  Abreviaturas  por  signos  especiales,  en  las  cuales 
las  letras  se  hallan  sustituidas  por  signos  no  alfabéticos. 

6.°    Abreviaturas  por  enlace  y  conjunción  de  letras. 

Y  7.°    Letras  numerales. 

Siglas.  -Las  siglas,  abreviaturas  que  consisten  en 
indicar  una  palabra  por  medio  de  una  sola  letra,  que 
generalmente  es  la  inicial,  fueron  usadas  con  profusión 
por  los  romanos  en  lápidas,  documentos  y  libros;  pero 
a  la  caída  del  Imperio  decayó  el  empleo  de  esta  manera 
de  abreviar,  hasta  el  punto  de  que  en  las  naciones  occi- 
dentales de  Europa  fueron  muy  raras  tales  abreviaturas 
en  los  siglos  v  al  vm. 

En  la  escritura  visigoda  anterior  al  ix  apenas  existen 
más  siglas  que  las  expresadas  por  las  letras  iniciales  de 
las  palabras  de  e  in,  usadas,  respectivamente,  para  indi- 
car ambas  preposiciones  (1). 

La  influencia  que  ejerció  la  escritura  francesa  en  la 
visigoda  de  los  siglos  xi  y  xn,  justifica  el  empleo  de  al- 


(1)  Tanto  éstas  como  las  abreviaturas  por  síncopa  y  apócope 
llevan  alguno  de  los  signos  generales  de  abreviación  sobre  el  si- 
tio que  debieran  ocupar  las  letras  suprimidas. 

Pueden  verse  las  figuras  más  usuales  de  estos  signos  en  la  ta. 
bla  que  va  al  fin  de  la  segunda  parte  de  este  libro. 


91 

gunas  otras  siglas  en  esta  escritura,  pero  sin  que  alcan- 
zase la  profusión  que  en  la  escritura  galicana  (1). 

Abreviaturas  por  apócope  — Algo  más  frecuente  fue 
el  uso  de  esta  clase  de  abreviaturas,  en  las  cuales  se  su- 
primían las  letras  finales  de  palabra,  supliéndose  por 
medio  de  uno  de  los  signos  generales  de  abreviación  que 
hemos  descrito. 

Estas  abreviaturas,  que  a  la  escritura  visigoda  pasa- 
ron de  la  romana,  no  son  de  interpretación  difícil,  por 
cuanto  la  mayor  parte  de  las  palabras  apocopadas  son 
voces  declinables  o  conjugables,  y  bastan  los  conoci- 
mientos de  lexicografía  y  sintaxis  latinas  para  venir  en 
conocimiento  de  las  letras  suprimidas. 


(1)  Estas  siglas,  de  origen  francés,  y  que  aparecen  en  algunos 
documentos  de  letra  visigoda,  son  las  mismas  que  se  usaron  en 
en  los  siglos  posteriores  y  que  hemos  descrito  en  nuestro  Ma- 
nual de  Paleografía. 

Las  principales  siglas  que  se  introdujeron  en  la  escritura  vi- 
sigoda, merced  a  la  influencia  francesa  en  los  siglos  xi  y  xu,  son 
las  que  a  continuación  se  enumeran: 

La  a  con  un  trazo  horizontal  sobrepuesto,  que  equivale  a  au- 
tem  o  amén. 

La  a  con  una  pequeña  d  encima,  que  se  lee   aliud. 

La  a  con  una  i  sobrepuesta,  que  se  lee  alicui. 

La  a  con  una  o,  que  significa  anno  o  alio. 

La  c  con  un  trazo  horizontal,  que  se  lee  cum. 

La  c  con  una  a  sobrepuesta,  que  se  lee  causa  o  contra. 

La  c  con  una  ¿,  que  se  lee  cui. 

La  c  con  una  r,  que  equivale  a  cur. 

La  e  con  uno  de  los  signos  generales  de  abreviación,  que  se 
lee  est. 

La  e  con  una  i  sobrepuesta,  que  se  lee  enim. 

La  /"con  un  punto  o  con  una  a  sobrepuesta,  que  se  lee  facta  o 
feria. 

La  0,  con  las  letras  a,  i,  o,  equivale,  respectivamente,  a  erga 
igitur  y  ergo. 

La  h,  con  un  punto,  con  una  c  sobrepuesta  o  con  un  trazo  ho  - 


92 


Las  abreviaturas  por  apócope  más  usuales  en  los  có- 
dices y  documentos  de  letra  visigoda,  son  las  siguientes: 


abb abbas. 

act actum. 

am amen. 

ap apud. 

april Aprilis . 

ar arienzus. 

au autera. 

conf confirmat. 

damn damnum. 

dat datum. 

decemb Decembris. 

den denarios. 

dic dicit. 

dioc diócesis. 

dix dixit. 


rizontal  u  oblicuo  unido  al  suyo  recto  alto,  indica  los  distintos 
casos  del  demostrativo  hic,  Jicec,  hoc.  Con  una  c  sobrepuesta,  hic, 
hcec  u  hoc. 

La  7,  cruzada  por  una  línea  recta,  designa  la  conjunción  vel. 

La  m,  con  una  a  sobrepuesta,  se  lee  mea;  con  una  o,  modo  o  meo; 
con  una  m,  meum  o  meam;  con  una  i,  mihi  o  mei. 

La  n,  con  un  trazo  horizontal  encima,  se  lee  non,  y  con  una  i, 
nisi. 

La  q,  con  un  punto  y  coma,  con  un  trazo  sobrepuesto  o  cruza- 
do con  su  caído,  o  con  una  e  sobrepuesta  se  lee  que.  Con  una  d 
sobrepuesta,  quod.  Con  una  i,  qui.  Con  una  i  sobrepuesta  y  un  tra- 
zo oblicuo  que  cruce  su  caído,  quid.  Con  una  a  y  un  trazo  análogo 
al  descrito,  quam.  Con  una  o  sobrepuesta,  quo.  Con  dos  oo  sobre- 
puestas, quomodo. 

La  JR  mayúscula  en  los  epígrafes,  Rúbrica., 

La  5,  con  un  signo  general  de  abreviación,  se  lee  sunt. 

La  s,  con  una  i  sobrepuesta,  se  lee  sibi,  y  algunas  veces  sui; 
con  una  c,  sic;  con  una  r,  super. 

La  ¿,  con  una  c,  se  lee  tune;  con  una  i,  Ubi;  con  una  m,  tum. 

La  te,  con  una  i,  se  lee  ubi,  y  con  una  o,  vero,  y  algunas  veces 
verbo. 

Por  último,  la  x,  con  una  i  y  una  o,  se  lee,  respectivamente, 
Chisti,  Christo. 


93 

ear earum. 

expl explicit. 

f  ac f  acit. 

febr Februarii. 

f  ec f  ecit. 

fldel fidelis. 

fuer fuerunt. 

gen genuit. 

hab habet. 

id idus. 

incip incipit. 

ioh Johannes. 

it item. 

jan • Januarii. 

jul Julii. 

jun Junii. 

kal kalendas. 

legión Legionis. 

lib liber. 

mat mater. 

nich nichil  (por  nihil). 

no non. 

nob nobis. 

non nonas. 

not notuit  o  notarius. 

octob Octobris. 

pat pater. 

placit placitum. 

prid pridie. 

prs presbiter. 

rob roboro,  roborat  o  roboravit. 

salt : salutem. 

scil scilicet. 

sic sicut. 

sign signum. 

sol solidos . 

tam tamen. 

uob vobis. 

vider viderum. 

Abreviaturas  por  síncopa.— Estas  abreviaturas,  en 

las  cuales  se  suprimían  letras  del  centro  de  palabra, 
indicándose  la  omisión  por  uno  de  los  signos  generales 


94 

de  abreviar,  fueron  las  más  usadas  en  la  escritura  vi- 
sigoda. 

La  supresión  más  frecuente  de  letras  centrales  en 
esta  escritura  consistía  en  la  omisión  de  las  consonantes 
m  o  n,  pero  además  se  generalizó  la  supresión,  no  sólo 
de  una,  sino  de  dos,  tres  o  más  letras,  dejándose  algu- 
nas de  las  centrales  que  más  pudieran  facilitar  la  inter- 
pretación de  la  palabra  abreviada. 

Las  abreviaturas  por  síncopa  presentan  en  la  escri- 
tura visigoda,  lo  mismo  que  en  la  francesa,  la  circuns- 
tancia de  conservar  la  contracción  la  palabra  abrevia- 
da en  todos  sus  casos  o  tiempos.  He  aquí  dos  ejemplos: 


SINGULAR 

N. 

nsr, 

nsa, 

nsm. 

G. 

nsi, 

nsae, 

nsi. 

D. 

nso, 

nsee, 

nso. 

A. 

nsm 

,        nsam, 

nsm. 

V. 

nsr, 

nsa, 

nsm. 

Ab. 

nso, 

nsa, 
PLURAL 

nso. 

N.  nsi,  nsae,  nsa. 

G.  nsorum,  nsarum,  nsorum. 

D.  nsis, 

A.  nsos,  nsas,  nsa. 

V.  nsi,  nsae,  nsa. 

Ab.  nsis, 

En  las  voces  conjugables  se  advierte  la  misma  cir- 
cunstancia, por  ejemplo: 

INDICATIVO:  PRESENTE 

dno,  dnas,  dnat,  dnamus,  dnatis,  dnant. 

PRETÉRITO  IMPERFECTO 

dnabam,  dnabas,  dnabat,  dnabamus,  dnabatis,  dnabant. 


95 


PRETÉRITO  PERFECTO 


dnavi,  dnavisti,  dnavit,  dnavimus,  dnavistis,  dnaverunt 
o  dnavere. 


FUTURO  IMPERFECTO 

dnabo,  dnabis,  dnabit,  etc. 

FUTURO  PERFECTO 


dnavero,  dnaveris,  etc. 


SUBJUNTIVO:    PRESENTE 

dnem,  dnes,  dnet,  etc. 

PRETÉRITO    IMPERFECTO 

dnarem,  dnares,  dnaret,  etc.,  etc.,  etc. 

Las  voces  compuestas  o  derivadas  conservan  tam- 
bién generalmente  la  síncopa  usual  para  las  simples.  El 
adjetivo  Sanctus,  Sancta,  Sanctum,  por  ejemplo,  se  escri- 
be abreviado  por  síncopa  scs,  eca,  scm,  suprimiéndose  las 
letras  centrales  a,  n,  t  en  todos  los  casos,  y  esta  misma 
supresión  se  advierte  en  las  palabras  sanctificatio,  sane- 
iificatoTy  sanctificium,  sancti  ñcare,  sanclüoquus,  sanctimonia, 
sanctimonialis,  sanctitas  y  sanclitudo,  que,  respectivamen- 
te, suelen  aparecer  escritas  de  este  modo:  scificatio,  sci- 
ficator,  scificium,  scijicare,  scüoqwus,  scimonia,  scimonialis, 
s citas  y  scitudo. 

Las  principales  abreviaturas  por  síncopa  usadas  en 
los  documentos  de  letra  visigoda,  son  las  siguientes: 

abba abbatissa. 

abbis,  abbi,  abbem,  etc abbatis,  i,  em,  etc. 

agís,  agli,  etc ángelus,  i,  etc. 

ags )     auSustus- 

{     augustas. 


96 

aia,  aie,  etc anima,  se,  etc. 

alia alleluia. 

alr aliter. 

ais alius. 

anatha anathema. 

angls,  angli,  etc ángelus,  i,  etc. 

antha,  anthe,  etc ) 

antpha,  antphe,  etc (  antiPh°™ . 

antixpc Antichristus. 

antixps,  antixpi,  etc Antichristus,  i,  etc. 

apd apud. 

apis,  apli,  etc apostolus,  i,  etc. 

aplicus,  aplica,  aplicum,  etc.  apostolicus,  a,  um,  etc. 

appllo apellatio. 

aprls Aprilis. 

archiepc archiepiscopus. 

archieps,  archiepi,  etc archiepiscopus,  i,  etc. 

aum autem. 

bts,  bta,  btm,  etc beatus,  a,  um,  etc. 

bndco benedictio. 

ca causa  o  carta. 

caplm,  capli,  etc capitulum,  i,  etc. 

Chds Chindasvintus. 

cnlm,  cnlo,  etc concilium,  io,  etc. 

cntco cántico . 

cois,  coe,  etc communis,  e,  etc. 

coss cónsules. 

cpte capite. 

cptlm,  cptli,  etc capitulum,  i,  etc. 

cssimi carissimi. 

dcbrs Decembris. 

dcns,  dcni,  etc diaconus,  i,  etc. 

Dd David. 

dgm dignum. 

dgr dignetur. 

dilcmi dilectissimi. 

dispoe dispositione. 

dnicus,  dnica,  dnicum,  etc. .  dominicus,  a,  um,  etc. 

dnt debent. 

dnus,  dni,  etc dotninus,  i,  etc. 

dr dicitur. 

ds,  di,  etc Deus,  i,  etc. 

ec esse. 


97 

eccla,  eccle,  etc 

ecla,  ecle,  etc 

ecclia,  ecclie,  etc \  ecclesi 

eclia,  eclie,  etc 

ee esse. 

egla,  egle,  etc >  ,egi         et(, 

eglia,  eglie,  etc ) 

epc episcopus. 

epla,  eple,  etc epistola,  ae,  etc. 

eps,  epi,  etc episcopus,  i,  etc. 

epstla epistola. 

explt explicit. 

fes,  fea,  fem,  etc factus,  a,  um,  etc. 

fr,  fris,  etc frater,  is,  etc. 

f  ra feria. 

gla,glie,etc j 

glia,  glie,  etc j  gl0ria'  *>  etc' 

glosus,  glosa,  glosum,  etc. .  gloriosus,  a,  um,  etc. 

gra,  gre,  etc gratia,  ae,  etc. 

neo,  hes,  here,  hui,  etc habeo,  es,  ere,  ui,  etc. 

hoo,  hois,  etc homo,  inis,  etc. 

ianrs Januarius,  Januarias. 

ido ideo. 

ids idus. 

Ierlm Jerusalem. 

Ihrlm 


Ihrslm  Jherusalem 

Ihc Jhesus. 

Ihs Jhesus. 

Ihus,  Ihui,  etc Jhesus,  ui,  etc. 

ils Julius,  Julias. 

inept incipit. 

inrs Januarius,  Januarias. 

ins Junias. 

Iohs,  Iohis,  etc Johannes,  is. 

ipe,  ipa,  ipum,  etc ipse,  a,  um,  etc. 

Isrhl Israhel. 

kls kalendas. 

kms,  kma,  kmum,  etc karissimus,  a,  um,  etc. 

lbr liber. 

libllum,  liblli,  etc libellum,  i,  etc. 

Ira,  lre,  etc littera,  33,  etc. 

magr magister. 

7 


98 

millus,  milla,  millum,  etc..  millessimus,  a,  um,  etc. 

mis,  ma,  mm,  etc meus,  a,  um,  etc. 

mscrs misericors. 

nbrs Novembris. 

nmen,  nminis,  etc nomen,  inis,  etc. 

nmn. nomen. 

nminatus,  nminata,  nmina-j 

tum,  etc [  nominatus,  a,  um,  etc. 

noiatus,  noiata,  noiatum,  etc.) 

nois,  noiem,  noia,  noium. . .  nominis,  em,  a,  um. 

nr,  nra,  nrum  o  nrm,  etc ... }  noster ,  nostra ,  n  o  s- 

nsr,  nsra ,nsrum  o  nsrm,  etc. )  trum,  etc. 

nt notuit. 

octbrs octobris. 

oís,  oe,  etc 


omnis,  e 
omis,  orne,  etc 

omps,  omptis,  etc omnipotens,  entis. 

oro,  orois,  etc oratio,  onis. 

ppha,  pphe,  etc propheta,  ae. 

ppls,  ppli populus,  i. 

prbr,  prbri presbiter,  eri. 

qd quod  o  quid. 

qnm,  qm quoniam. 

rao,  raois,  etc ratio,  onis. 

rgla,  rgle,  etc regula,  ae. 

salm salutem. 

sbto sabato. 

scdm secundum. 

sclum,  scli,  etc seculum,  i. 

scrds sacerdos . 

scs,  sea,  sem,  etc sanctus,  a,  um. 

sidos,  slds solidos. 

sps,  sptui,  etc . spiritus,  ui. 

Srhl Israel. 

stbres Septembris. 

tls titulus. 

tltnus toletanus. 

tps,  tporis,  etc tempus,  oris. 

te, 


testis  o  testes. 

tsts 

ul vel. 

ur,  ura,  urm,  etc vester,  a,  um. 

usr,  usra,  usrm,  etc vester,  vestra,  vestrum. 


99 

Xpc. Christus. 

xpianus,  xpiana,  xpianum, 

etcétera Christianus,  a,  um. 

Xpophorus,  Xpophori,  etc.  Christophorus,  i. 

Xps,  Xpi,  etc Christus,  i. 

No  incluímos  en  esta  lista  las  abreviaturas  por  sínco- 
pa en  las  cuales  solamente  se  suprimía  una  m  o  n.  Fue 
tan  frecuente  esta  supresión  en  los  documentos  de  letra 
visigoda,  que  la  enumeración  de  las  palabras  en  que 
ocurría  sería  larga  y  enojosa. 


CAPÍTULO  V 

BRAQUIGRAFÍA  VISIGODA 

(Conclusión.) 


Abreviaturas  por  letras  sobrepuestas.— Abreviaturas  por  signos 
especiales  de  abreviación.— Abreviaturas  por  enlace  y  conjun- 
ción de  letras.— Letras  numerales. 

Abreviaturas  por  letras  sobrepuestas.— Consisten 
estas  abreviaturas  en  suprimir  dos  o  tres  letras  del  cen- 
tro de  una  palabra,  sustituyéndolas  una  sola  que  se  co- 
loca hiera  de  la  voz  abreviada  y  sobre  la  sílaba  en  que 
se  ha  cometido  la  omisión. 

Las  abreviaturas  por  letras  sobrepuestas  se  hallan  li- 
mitadas en  la  escritura  visigoda  a  muy  reducido  número. 

La  letra  que  más  usualmente  se  sobrepuso  fue  la  s, 
a  la  cual  se  da  el  valor  de  us,  como  en  las  palabras: 

S  S  S   8 

exercit  quib  i  t 

que  se  leen:  exercitus,  quibus,  justus. 

Cuando  esta  letra  aparece  sobre  la  q,  tiene  valor  de 
uey  como  en  los  siguientes  ejemplos: 

8  8  S 

atq  namq  deniq 

que  deben  interpretarse  atque,  namque  y  denique. 


102 

Aparece  también  con  mucha  frecuencia  sobrepuesta 
en  la  escritura  visigoda  la  vy  no  constituyendo  ni  verda- 
dera abreviatura,  porque  no  tiene  más  valor  que  el  so- 
nido de  la  u  como  vocal,  ni  adición  para  subsanar  olvi- 
do del  amanuense,  puesto  que  la  frecuencia  con  que  se 
repite  la  superposición  de  la  v  en  códices  y  documentos 
visigodos,  demuestra  que  era  premeditada,  y  que  con 
ella  se  obedecía  a  un  uso  caligráfico  de  la  época.  Ejem- 
plos: 

V  V  V 

qo  nutrits  qalitas 

quo  nutritus  qualitas 

En  los  últimos  tiempos  de  la  escritura  visigoda  se  ge- 
neralizó el  uso  de  las  letras  sobrepuestas,  en  fuerza  de 
la  influencia  francesa,  que  iba  modificando  las  antiguas 
prácticas  caligráficas. 

Entonces  comenzaron  a  usarse  las  vocales  sobre- 
puestas para  indicar  su  valor  y  el  de  r.  Ejemplos: 

a 
involucns  involucrans 

e 

ptio  pretio 

o 
ppter  propter 

i 

pma  prima 

Colocadas  sobre  la  q  tenían  el  valor  de  u  y  el  que  les  era 
peculiar. 

a 

qle  quale 

i 

qsnam  quísnam 

e 

qstio  questio 

Igualmente  se  usaron  sobrepuestas  en  la  escritura 
visigoda  de  transición  a  la  francesa  las  consonantes  c  y 


108 

m  para  expresar  su  valor  y  el  de  una  vocal  cualquiera,  y 
la  r  designando  las  silabas  er,  ur  (1). 

Abreviaturas  por  signos  especiales  de  abrevia- 
ción.—Consisten  estas  abreviaturas  en  sustituir  alguna 
sílaba  por  una  figura  gráfica  no  alfabética,  de  fácil  tra- 
zado. 

La  división  que  en  otro  libro,  y  refiriéndonos  a  la  Pa- 
leografía de  los  siglos  xn  al  xvn,  hemos  establecido  (2) 
de  los  signos  especiales  de  abreviar  en  dos  especies,  se- 
gún indiquen  palabra  entera  o  entren  en  composición  de 
palabra,  no  tiene  aplicación  a  la  escritura  visigoda,  en 
la  cual  no  se  usaron  los  de  la  primera  especie. 

Solamente  en  los  documentos  de  fines  del  siglo  xi  y 
del  xii  se  encuentra  a  veces  usado  el  signo  que  indica  la 
conjunción  et  {"[),  en  virtud  de  la  influencia  que  ejercía 
ya  la  escritura  francesa  en  la  visigoda. 

Los  demás  signos  entran  siempre  en  composición  de 
palabra,  combinándose  unos  con  determinadas  letras  y 
otros  indistintamente  con  cualquiera. 

Los  que  se  combinan  indistintamente  con  cualquier 
letra  son  los  siguientes: 

1.°  Un  signo,  cuya  figura  es  la  de  una  c  invertida  (o), 
en  cuyo  centro  existe  casi  siempre  un  punto.  Úsase  este 
signo  colocado  dentro  de  la  caja  del  renglón  y  en  prin- 
cipio de  palabra,  y  debe  leerse  con.  Ejemplos: 

ofirmat  confirmat 

otrarium  contrarium 

Pasó  este  signo  a  la  escritura  visigoda  de  la  romana, 


(1)  Como  todas  estas  abreviaturas  son  peculiares  de  la  escri- 
tura francesa  y  no  de  la  visigoda,  nos  abstenemos  de  ampliar 
más  estas  indicaciones,  remitiendo  al  lector  que  desee  conocer 
mejor  el  asunto  a  nuestro  Manual  de  Paleografía  diplomática  es- 
pañola de  los  siglos  XII  al  XVII. 

(2)  En  nuestro  Manual  antes  citado,  pág.  135. 


104 

en  la  cual  la  q  en  composición  de  palabra  tenía  la  mis- 
ma significación. 

2.°  El  signo  % ,  que  también  se  colocaba  dentro  de 
la  caja  del  renglón,  y  que  servía  para  indicar  las  ter- 
minaciones en  rum.  Ejemplos: 

dígito  V-  digitorum 

sarraceno  ^  sarracenorum 

3.°  Un  signo  de  figura  algo  parecida  a  la  de  nuestra 
llave  musical  de  sol  (1).  Colocábase  dentro  de  la  caja  del 
renglón  y  en  fin  de  palabra,  indicando  generalmente  las 
terminaciones  en  us,  algunas  veces  las  en  um,  y  en  al- 
gunos, aunque  raros  casos,  las  en  is. 

Los  signos  que  se  combinan  con  determinadas  letras 
son  los  siguientes  (2): 

l.°  Un  rasgo  anguloso  que,  arrancado  de  la  base  de 
la  b>  aparece  debajo  de  esta  letra  y  la  da  valor  de  bis.  A 
veces  aparece  este  signo  combinado  con  otras  letras,  es- 
pecialmente con  la  n  y  la  t,  pero  siempre  con  significa- 
ción de  is. 

2.°  La  cedilla  que,  colocada  bajo  la  e,  designa  la  a 
primera  del  diptongo  ®. 

3.°  Un  trazo  ligeramente  oblicuo  unas  veces,  verti- 
cal otras,  que  suele  cruzar  los  perfiles  prolongados  de 
terminación  de  las  letras  l,  m,  n,ryt,y  aun  de  algunas 
más.  Equivale  a  um,  y,  por  consiguiente,  combinado  res- 
pectivamente con  las  letras  indicadas  a  lum,  mum,  num, 
rum  y  tum. 

4.°  Una  coma  puesta  a  continuación  de  la  q  en  fin  de 
palabra,  que  tiene  valor  de  ue.  El  uso  de  esta  abrevia- 


(1)  Véase  en  la  tabla  de  abreviaturas  que  va  al  final  de  la  se- 
gunda parte  de  este  libro.  Signos  especiales  de  abreviación,  nú- 
mero 3. 

(2)  Téngase  presente  al  leer  esta  reseña  la  citada  lámina. 


105 

tura  suele  ser  frecuente  en  la  escritura  visigoda  ma- 
yúscula de  la  monarquía  visigoda. 

El  facsímil  primero  nos  ofrece  los  siguientes  ejem- 
plos: 

VOLUMCREMQ'  volucremque 

EUMQ'  eumque 

SPECULOQ'  speculoque 

En  la  escritura  visigoda  mayúscula  del  período  de  la 
Reconquista,  el  uso  del  punto  y  coma  sustituyó  al  que 
tenía  el  de  la  coma. 

5.°  Un  trazo  oblicuo  que  arranca  y  termina  en  dos 
curvas  en  forma  de  gancho,  y  atraviesa  a  las  letras  f,  s 
y  q,  dándoles  significación  de  ft,  si  y  qui. 

6.°  Un  trazo  ya  recto,  ya  curvo,  ya  doble,  ya  senci- 
llo, que,  colocado  en  el  caído  de  la  p,  la  da  el  valor 
de  per. 

En  los  últimos  tiempos  de  la  escritura  visigoda  y  por 
influencia  de  la  francesa,  se  estableció  distinción  entre  el 
significado  de  la  p  con  trazo  recto  {per)  y  con  trazo  cur- 
vo {pro). 

Abreviaturas  por  enlace  y  conjunción  de  le- 
tras.—Se  dice  que  dos  letras  son  enlazadas  cuando  tie- 
nen un  trazo  común  en  la  escritura  mayúscula,  o  cuan- 
do están  formadas  sucesivamente,  en  la  minúscula,  de 
tal  manera  que  el  perfil  de  terminación  de  la  una  sirve 
de  trazo  de  arranque  a  la  siguiente. 

Se  da  el  nombre  de  encajada  a  toda  letra  encerrada 
dentro  de  otra,  pero  sin  que  sus  trazos  atraviesen  o  cru- 
cen los  de  la  exterior.  Y  se  llaman  conjuntas  las  letras 
que  aparecen  colocadas  unas  sobre  otras,  cruzándose 
mutuamente  sus  líneas. 

Las  letras  mayúsculas  encajadas,  enlazadas  y  con- 
juntas se  usaron  con  frecuencia  en  la  escritura  de  los 


106 

códices  para  los  epígrafes,  y  además  algunas  veces  en 
la  primera  línea  de  los  documentos. 

Un  ejemplo  de  estas  letras  puede  verse  en  la  tabla 
de  abreviaturas,  sacada  de  la  primera  línea  de  una  car- 
ta de  donación  otorgada  por  la  reina  Doña  Urraca  al 
monasterio  de  San  Pedro  de  Exlonza  en  la  era  1137 
(año  1099  de  J.  C).  Su  interpretación  es  la  siguiente: 

«In  nomine  sancte  et  individué  trinitatis  .eterni 
sgiliget  genitorls  ante  sécula  deus  existentis  unige- 
n1tique  redemtoris  sine  inicio  temporum  de  eodem  pa- 
tre  erugtuantis  almi  atque  flaminis  ex  utroque...» 

En  este  fragmento  de  escritura  capital  visigoda  apa- 
recen enlazadas  la  n  y  la  d  de  la  palabra  individúe;  la 
a  e  (m)  de  .eterni;  la  t  y  e  de  ante;  la  n  y  t  de  existentis; 
la  n  y  e  de  sine;  la  t  y  e  de  temporum  y  la  t  y  r  de  pa- 
tre.  Hállanse  encajadas  las  dos  n  en  la  c  y  l,  y  la  e  en 
la  c  de  la  palabra  sgiliget;  la  i  en  la  c  de  inicio,  y  otras 
dos  ii  en  las  mm  de  las  palabras  almi  y  flaminis. 

En  la  palabra  de  que  aparece  al  final  de  la  tercera 
línea  se  hallan  conjuntas  sus  dos  letras. 

De  la  combinación  de  letras  mayúsculas  enlazadas, 
encajadas  y  conjuntas,  constituyendo  un  signo  expresivo 
de  un  vocablo,  resultó  el  monograma,  que  recibe  el  nom- 
bre de  completo  cuando  en  él  están  agrupadas  todas  las 
letras  de  la  palabra,  y  de  incompleto  cuando  falta  al- 
guna. 

El  uso  de  los  monogramas  estuvo  limitado  en  los  do- 
cumentos de  letra  visigoda  al  Chrismon  (monograma 
del  nombre  de  Cristo),  que  se  ponía  como  invocación  al 
principio  de  los  documentos,  y  a  algunas  signaturas  de 
monarcas,  magnates  y  notarios,  cuyos  nombres  se  es- 
cribían en  forma  monogramática. 

El  Crismon,  monograma  de  Cristo,  compuesto  origi- 
nariamente de  la  X  y  la  P,  iniciales  de  XpSToS,  conservó 
la  forma  romana  en  las  inscripciones  epigráficas  de 
letra  visigoda,  llevando  a  veces  el  A  y  a,  que  distinguía 


107 

el  Crismon  usado  por  los  católicos  del  que  usaban  los 
arríanos. 

En  los  documentos  más  antiguos  de  letra  visigoda  apa- 
recen generalmente  usadas  la  X  y  P  en  sus  formas  mi- 
núsculas xp,  presentando  bastante  imperfecta  su  figura 
y  teniendo  la  segunda  de  estas  letras  un  largo  caído, 
desde  cuya  base,  en  dirección  a  la  derecha,  arranca  una 
larga  línea  horizontal  (1). 

En  los  últimos  tiempos  de  la  escritura  visigoda,  y  en 
virtud  de  la  influencia  francesa,  se  volvió  a  poner  en  uso 
la  antigua  forma  romana  del  Crismon,  cuya  base  eran 
las  letras  X  P. 

En  Navarra,  en  el  siglo  xi,  se  usó  un  monograma 
como  invocación  para  el  principio  de  los  documentos, 
que,  por  su  figura  especial  (2),  ha  dado  lugar  a  interpre- 
taciones diversas.  Compónese  este  signo  de  un  trazo 
vertical  ligeramente  encorvado,  y  de  las  letras  que  com- 
ponen las  palabras  noster  rex. 

Algunos  interpretan  este  monograma  Sancius  noster 
rex,  juzgando  S  y  sigla  de  Sancius  lo  que  en  realidad 
es  Je  inicial  de  Jhesus,  olvidando  el  carácter  religioso 
de  la  época,  en  la  cual  no  puede  concebirse  que  se  olvi- 
dase el  nombre  de  Dios  para  invocar  el  del  monarca  rei- 
nante, y  desconociendo,  por  último,  que  se  usó  este  signo, 
no  sólo  cuando  ejercían  soberanía  reyes  que  llevaban  el 
nombre  de  Sanchos,  sino  también  en  épocas  en  que  rei- 
naban otros  monarcas  que  no  se  llamaban  así. 

Estas  razones  bastan  para  considerar  el  signo  des- 
crito comp  una  invocación  e  interpretarle  Jhesus  noster 
rex. 

El  uso  de  los  monogramas  no  dejó  de  ser  frecuente 
en  las  signaturas  de  los  documentos  de  letra  visigoda. 


(1)  Pueden  servir  de  ejemplos  los  que  aparecen  en  los  docu- 
mentos XIX,  XXI,  XXIII,  XXIV,  XXV,  etc. 

(2)  Véase  la  flg.  3  de  la  tabla  de  abreviaturas. 


108 

En  la  tabla  de  abreviaturas  (1)  insertamos  facsímile 
del  que  usaba  el  desgraciado  D.  García,  rey  de  Galicia, 
destronado  por  su  hermano  Alfonso  VI. 

Los  enlaces  de  las  letras  minúsculas  son  de  mas  di- 
fícil interpretación,  porque  en  muchos  casos  sufre  modi- 
ficaciones notables  la  forma  de  las  letras  al  verificarse 
el  ligado.  En  la  tabla  de  alfabetos,  y  bajo  el  epígrafe  de 
nexos,  insertamos  los  enlaces  más  comunes  en  las  escri- 
turas minúscula  y  cursiva  visigodas. 

Letras  numerales. — Para  terminar  el  estudio  de  las 
abreviaturas,  daremos  idea  de  la  manera  como  se  ex- 
presaba abreviadamente  la  numeración  en  la  escritura 
visigoda. 

Los  visigodos  adoptaron  las  letras  numerales  roma- 
nas I,  V,  X,  L,  C,  D  y  M,  que  siguieron  usándose  hasta 
el  siglo  xii,  y  para  cuya  interpretación  en  los  documen- 
tos anteriores  al  siglo  xn  basta  tener  presentes  las  si- 
guientes reglas: 

1.'  Que  la  I,  la  X  y  la  C  se  usaron,  ya  en  la  forma 
mayúscula,  ya  en  la  minúscula,  ya  en  la  cursiva  de  la 
escritura  visigoda,  repitiéndose  hasta  cuatro  veces  como 
en  la  antigua  escritura  romana,  por  no  ser  frecuente  la 
regla  de  la  sustracción  que  hoy  rige  en  la  numeración 
romana  moderna. 

2.a  Que  la  V  adoptó  generalmente  la  forma  propia 
de  la  consonante,  si  bien  a  veces  tiene  la  peculiar  de  la 
vocal  y  casi  siempre  es  minúscula. 

3.a  Que  el  numeral  40  solía  indicarse  por  medio  del 
signo  .)$,  nexo  de  XL. 

4.a  Que  para  la  L  y  la  D  se  adoptaron  indistintamen- 
te las  formas  capital,  uncial,  minúscula  y  cursiva. 

5.a    Que  el  numeral  mil,  además  de  indicarse  con 


(1)    Véase  monograma  núm.  4 


109 

la  M  ya  capital,  ya  uncial,  ya  minúscula,  se  expresó 
mediante  una  I  con  un  trazo  sobrepuesto  I,  siguiéndose 
la  antigua  costumbre  romana  de  indicar  los  millares  por 
medio  de  las  unidades  con  una  línea  horizontal  encima; 
y,  por  último,  que  también  se  expresaba  mil  por  medio 
de  una  T,  que  se  derivó  del  signo  I. 

Los  ablativos  de  los  numerales  ordinales  se  indica- 
ban por  medio  de  los  cardinales  con  una  o  ó  una  a,  se- 
gún el  género  que  les  correspondiera,  puestas  ya  sobre 
los  números,  ya  a  continuación  de  los  mismos.  Ejemplos: 

Ma  ) 

__    ¡millesima. 

M>  \ 

XXo  vigésimo. 


CAPITULO  VI 

ORTOGRAFÍA  VISIGODA 


Ortografía  visigoda.— Incorrecciones  más  notables  que  presentan 
los  diplomas  y  códices  de  los  siglos  v  al  xn,  en  cuanto  al  uso 
de  las  letras. 


Estudiados  en  los  anteriores  capítulos  los  alfabetos  y 
los  sistemas  de  abreviar  de  los  siglos  x  al  xh,  correspon- 
de tratar  en  éste  de  la  Ortografía,  con  lo  cual  completa- 
remos el  estudio  analítico  de  la  escritura  visigoda. 

La  invasión  de  los  pueblos  del  Norte  contribuyó  po- 
derosamente a  la  decadencia  en  materia  de  ortografía, 
no  sólo  por  la  natural  perturbación  que  ocasionó  en  los 
estudios  de  la  antigüedad  clásica,  sino  también  porque, 
adoptada  por  los  conquistadores  la  lengua  latina,  hubie- 
ron de  acomodarla  a  sus  peculiares  condiciones  eufóni- 
cas, y  sabido  es  que  las  alteraciones  de  la  pronunciación 
se  reflejan  necesariamente  en  la  escritura. 

Uno  de  los  eruditos  más  inteligentes  y  laboriosos  de 
cuantos  se  han  dedicado  al  estudio  de  nuestros  documen- 
tos y  códices,  el  Sr.  Eguren,  ha  sostenido  en  un  trabajo 
bibliográfico,  que  obtuvo  merecido  premio  en  público 
certamen,  que  la  ortografía  latina  fue  conocida  y  obser- 
vada en  la  monarquía  visigoda,  citando  en  apoyo  de  su 
aserto  las  sabias  reglas  expuestas  por  el  insigne  San 
Isidoro  en  sus  Etimologías. 


112 

Nada  hay  tan  distante  de  la  verdad  como  esta  opi- 
nión. Pudieron  conocerse  y  practicarse  las  reglas  orto- 
gráficas por  las  pocas  personas  ilustradas  que  se  dedi- 
caban al  estudio  de  los  gramáticos  del  Imperio;  pero  la 
generalidad  no  sometía  su  escritura  a  los  preceptos  gra- 
maticales. Abundantes  pruebas  de  esta  verdad  ofrecen 
las  inscripciones  y  los  códices  visigodos,  plagados  de 
errores  y  de  incorrecciones.  Aun  las  mismas  Etimologías 
del  ilustre  prelado  de  Sevilla,  al  establecer  más  bien 
reglas  casuísticas  que  preceptos  de  carácter  general, 
demuestran  que  con  ellas  trató  principalmente  de  poner 
correctivo  a  las  faltas  que  en  materia  de  ortografía  se 
cometían  con  más  frecuencia. 

No  puede  explicarse  de  otra  manera  el  detenimiento 
con  que  procura  enseñar  que  la  preposición  ad  debe  es- 
cribirse con  d,  y  la  conjunción  at  con  t;  que  haud  (no) 
y  aut  (o)  se  distinguen  respectivamente  por  su  d  y  por 
su  t  finales;  que  apud  debe  escribirse  con  d;  que  aquus 
(igual)  se  diferencia  por  su  diptongo  de  equus  (caballo); 
que  el  demostrativo  id  termina  en  d  y  el  verbo  it  (va) 
en  t;  que  Tríalo  (malo)  y  mallo  (quiero  más),  se  diferencian 
por  la  doble  l  de  esta  última  palabra;  y,  por  último,  que 
hos  y  os,  ora  y  hora,  expresan  ideas  distintas  según  ten- 
gan o  no  h: 

Si  las  inscripciones  de  época  visigoda  no  ofrecie- 
ran por  sí  solas  datos  bastantes  para  juzgar  a  qué  ex- 
tremo había  llegado  la  incorrección  ortográfica  en  la 
monarquía  visigoda,  bastarían  dichos  preceptos  para 
deducir  que  en  tiempos  de  San  Isidoro  se  confundía  el 
uso  de  la  t  con  el  de  la  d,  y  se  desconocía  el  correcto 
empleo  del  diptongo  ®,  de  la  h  y  de  las  consonantes  du- 
plicadas. 

Conquistada  la  España  por  los  árabes,  aumentó  la 
decadencia  ortográfica  en  las  regiones  que  ocuparon  los 
infieles,  porque  poco  a  poco  fueron  olvidando  los  cris- 


113 

tianos  su  propio  idioma,  para  adoptar  el  de  los  domina- 
dores; y  en  los  reinos  de  la  Reconquista,  porque  los  tra- 
bajos de  la  restauración  y  sus  vicisitudes  continuadas, 
no  eran  circunstancias  favorables  para  el  desarrollo  de  la 
cultura  literaria. 

Solamente  en  los  últimos  tiempos  de  la  escritura  vi- 
sigoda, cuando  empezó  a  ser  influida  por  la  francesa, 
cuya  reforma  ortográfica  se  había  hecho  en  Francia  bajo 
el  Imperio  de  Carlomagno,  mejoró  considerablemente 
la  ortografía. 

No  es  igual  ésta  en  las  diversas  clases  de  monumen- 
tos escritos.  En  los  códices  fue,  por  lo  general,  menos  in- 
correcta la  ortografía  que  en  los  documentos,  porque  el 
amanuense  tenía  a  la  vista  un  modelo  que  imitar  en  el 
caso  de  que  copiase  sin  auxilio  de  persona  alguna  los 
libros,  y  estaba  bajo  la  dirección  del  magister  scripiorum, 
encargado  de  corregir  las  copias  en  el  caso  de  que  éstas 
se  hiciesen  al  dictado  en  el  scripiorium. 

He  aquí  reseñadas  las  principales  incorrecciones  or- 
tográficas que  contienen  los  monumentos  escritos  en 
letra  visigoda. 

A.  En  algunas  voces  aparece  usada  por  e.  Ejem- 
plos: consacrata,  Sabaslianus,  por  consecrata,  Sebastianas. 

Por  au;  Ag  usías,  Agustinus,  por  Augustas,  Augustinus. 

B.  Usóse  a  veces  por  p:  babtizare,  cabtus,  abud,  dubla- 
tum,  por  baptizare,  captus,  apud,  duplaium. 

Por  v:  bwus,  brebia,  labacri,  abitas,  por  vivus,  brevia, 
lavacri,  civitas. 

C    Omitida  en  algunas  palabras  que  debe  duplicar- 
se: acesit,  acepit,  por  accésit,  accepit. 

Usada  por  h:  mici,  nicil,  por  mihi,  nihil. 

Por  t,  antes  de  i  seguida  de  otra  vocal:  precium,  gra- 
cia, por  pretium,  gratia. 

Por  s  en  las  abreviaturas  por  síncopa  xpc,  epc,  iohc, 
ihc  (Ghristus,  episcopus,  Johannes,  J/iesusJ.  Este  uso  de  la  c 


114 

por  s  es  de  origen  griego.  En  el  alfabeto  uncial  de  este 
pueblo  la  s  solía  tener  figura  de  C. 

D.  Usada  frecuentemente  por  t:  terridorio ,  habiduram, 
Chindas  vindus,  Recesvindus ,  floread,  por  territorio,  habitu- 
ram,  OMndasvintus,  Recesvintus,  floreat. 

Por  b:  sud  honor 'e,  en  vez  de  sub  honor e. 

E.  Por  a  y  &.  Esta  incorrección  ortográfica  es  fre- 
cuentísima. Ejemplos:  celum,  edificare,  anime,  vite,  ceno- 
bium,  penitentia,  ceptum,  por  calum,  mdificare,  anima,  vi- 
ta, cmwbium,  pcenitentia,  cceptum. 

En  cambio  se  hallan  escritas  con  e  con  cedilla,  es  de- 
cir, con  diptongo  a,  muchas  palabras  que  debieran  es- 
cribirse sin  él:  prmsbiter,  apiscopus,  prcetio,  aciesia,  por 
presbiter,  episcopus,  pretio,  ecclesia. 

Usada  por  a  y  por  i:  Stefenus,  neglegentia,  baselica,  fe- 
mena,  genetor,  nomene,  en  vez  de  Stephanus,  negligentia, 
basilica,  femina,  genitor,  nomine. 

Sobrante  en  algunas  palabras  en  las  cuales  se  colo- 
caba antes  de  la  s  líquida  con  que  deben  comenzar. 
Ejemplos:  Fstephanus,  estellarum  por  Stephanus,  stellarum. 

F.  Por  ph:  Stefanus  por  Stephanus. 
Por  v:  audifi  por  audivi. 

G.  Por  c:  eglesia,  edifigatus,  vindigare,  en  vez  de  eccle- 
sia, edificatus,  vindicare. 

Usada  a  veces  supérfluamente:  origentis  por  orientis. 
H.     Omitida:  orno,  abitandum,  abeatis,  oc,  por  homo,  ha- 
bitandum,  habeatis,  hoc. 

Usada  indebidamente:  homnia,  hamen,  por  omnia, 
amen. 

En  lugar  de/:  Hebruarii  por  Februarii. 
I.  J.    Usóse  la  primera  de  ambas  letras  haciendo  los 
oficios  propios  de  ambas. 

/por  y:  kirie  por  kyrie. 

/omitida:  domnus,  domna,  por  dominas,  domina. 

Usada  indebidamente:  ispiritum  por  spirilum. 

Por  e:  Erminigildus  por  Bermenegildus. 


115 

K.  Usada  por  c  y  por  ch:  hasale,  Kastella,  harta,  por 
cásale,  Gastella,  carta. 

L.     Por  n:  lullis  por  nullis. 

M.     Suprimida:  Decebris  por  Decembris. 

N.     Por  m:  Novenbris  por  Novembris. 

O.     Por  u:  colomba,  tomólo,  por  columba,  túmulo, 

P.    Por  b:  apatis  por  abbatis. 

Por  r;  en  las  abreviaturas  xpo,  xpophorus,  etc.  (Ghris- 
to,  Christophorus) ,  que  se  escribían  en  un  principio  en 
nuestros  documentos  con  caracteres  griegos,  entre  los 
cuales  figuraba  la  p. 

R.  Usada  sencilla  en  ocasiones  en  que  debía  escri- 
birse doble:  tera  por  térra. 

S.  Usada  por  is,  es  o  kis,  hes  en  principio  de  palabra: 
Spania,  Spalensis,  Srael,  Spcria,  por  Hispania,  Mspalensis , 
Israel,  Hesperia. 

Usada  por  x:  ausiliare,  eslraneus,  por  auxiliare,  extra- 
neus. 

T.     Por  d:  aput,  quot,  en  vez  de  apud,  quod. 

U  y  V.  En  la  escritura  visigoda  se  hizo  casi  exclusi- 
vo de  la  u,  ya  con  el  valor  de  consonante,  ya  con  el  de 
vocal. 

Usóse  a  veces  por  o:  episcupus,  epistula,  por  episcopus, 
epistola. 

X.  Usada  por  ch  en  las  abreviaturas  Xpo,  Xpophoro, 
etcétera,  por  el  origen  griego  (xps)  de  estas  abreviaturas. 

Z.     Por  c:  rezedere  por  recedere. 


CAPÍTULO  Vil 

ORTOGRAFÍA  VISIGODA 

(Conclusión.) 


Signos  de  puntuación  usados  en  la  escritura  visigoda.— Acentos. 
Interrogación.— Admiración.— Signos  de  corrección.— Signos 
que  se  usaron  en  los  códices  para  mejor  inteligencia  del  texto. 

Reseñado  el  uso  ortográfico  que  de  las  letras  se  hacía 
en  los  documentos  y  códices  en  escritura  visigoda,  co- 
rresponde examinar,  para  completar  este  estudio  analí- 
tico, los  signos  ortográficos,  determinando  cuáles  desig- 
naban las  distintas  divisiones  de  la  cláusula,  qué  uso  se 
hacía  de  los  acentos,  de  la  interrogación  y  de  la  admira- 
ción, de  qué  modo  se  hacían  las  correcciones  y  qué  sig- 
nos se  ponían  en  los  códices  para  mejor  inteligencia  del 
texto. 

Signos  que  indicaban  las  divisiones  de  la  cláusula. 
En  la  antigüedad  griega  y  romana  se  usaron  tres  signos 
de  puntuación:  uno  equivalente  a  nuestra  coma,  llamado 
así  también  por  los  griegos  xonixa  y  por  los  latinos  incisum 
o  subdistintio;  otro  con  el  mismo  valer  de  nuestros  dos 
puntos  o  nuestro  punto  y  coma,  que  fue  denominado 
xwxxov  (miembro),  jisoyi  cuyi^  (punto  mediano)  y  por  los 
romanos  media  distinctio,  y  el  tercero  que  hacía  los  ofi- 
cios del  punto  final  y  llevaba  entre  griegos  y  latinos,  res- 


118 

pectivamente,  los  nombres  de  tsXsia  axiyjxYi  (punto  perfecto) 
y  distinctio  o  ultima  distinctio. 

El  incisum  se  indicaba  por  medio  de  un  punto  en  la 
línea  inferior  de  la  caja  del  renglón.  La  media  distinctio 
con  un  punto  en  el  centro  de  la  altura  de  las  letras.  La 
ultima  distinctio  se  expresaba  con  un  punto  en  la  línea 
superior  de  la  caja  del  renglón. 

En  la  época  visigoda  se  descuidó  por  completo  el  co- 
rrecto empleo  de  la  puntuación,  y  aunque  San  Isidoro 
consignó  en  sus  Etimologías  reglas  para  el  uso  de  los 
signos  ortográficos  conformes  con  las  que  hemos  ex- 
puesto, no  fueron  obedecidas,  existiendo  gran  confusión 
en  cuanto  al  empleo  de  estos  signos. 

En  los  documentos  y  códices  de  los  cuatro  primeros 
siglos  de  la  Reconquista  la  puntuación  fue  muy  varia, 
usándose  indistintamente  para  indicar  el  punto,  los  dos 
puntos,  el  punto  y  coma  y  la  coma,  los  signos  siguientes: 


Acentos.— Son  raros  los  documentos  en  que  aparecen 
usados.  Los  únicos  que  suelen  presentar  son  los  que  van 
colocados  sobre  la  i  duplicada  (íí)  con  el  fin  de  distinguir- 
la de  la  #,  costumbre  que  se  observa  en  los  códices  y 
documentos  de  los  siglos  ix,  x  y  xi. 

Interrogación  y  admiración.— La  interrogación  solía 
indicarse  con  un  signo  de  figura  parecida  a  la  moderna, 
aunque  algo  más  angulosa.  A  veces  se  designaba  la  in- 
terrogación por  medio  de  una  O  con  un  punto  en  su 
centro. 

Este  último  signo  era  el  más  común  para  la  admira- 
ción. También  era  indicada  con  el  otro  signo  de  interro- 
gación que  hemos  descrito. 

Signos  de  corrección.— Las  palabras  o  letras  que 
como  supérfluas  debían  suprimirse,  solían,  como  entre 
nosotros,  tacharse  por  medio  de  líneas  horizontales.  En 


119 

otras  ocasiones  se  las  acompañaba  de  puntos  que,  colo- 
cados debajo  de  una  letra  o  sílaba,  indicaban  que  no  de- 
bían leerse. 

Para  enlazar  el  texto  corregido  con  las  palabras  que 
se  le  añadían,  colocándolas  entre  renglones  o  al  margen, 
se  ponía  en  el  sitio  que  debieran  ocupar  un  signo  de  lla- 
mada, y  otro  antes  de  las  palabras  añadidas.  Este  signo 
llevaba  el  nombre  de  alogus  (de  aXXotow,  mudar)  y  tenía, 
entre  otras,  estas  distintas  figuras: 

t  T)   i   .7.  v   .t.  +  :-k 

Usóse  indistintamente  en  diplomas  y  códices,  aunque 
en  estos  últimos  con  mayor  frecuencia. 

Signos  que  se  usaron  en  los  códices  para  mejor  in- 
teligencia del  texto. — Existen  otros  signos  que  apare- 
cen en  los  códices  refiriéndose  a  la  lectura  que  debe  dar- 
se a  los  textos.  Los  más  usuales  son  los  siguientes: 

1 .°  El  asterisco  (de  aoxYjp,  estrella),  que  tenía  unas  veces 
la  figura  que  indica  su  etimología,  y  otras  la  de  una  X 
con  cuatro  líneas  bisectrices  de  sus  ángulos  o  con  cuatro 
puntos.  Poníase  en  los  pasajes  en  que  se  observaba  algu- 
na omisión  notable. 

2.°  El  obelo  (de  opeXos,  saeta),  que  tenía  la  forma  de 
esta  arma  y  que  servía  para  designar  las  palabras  y  sen- 
tencias repetidas  superfluamente  o  aquellos  pasajes  cuya 
falsedad  era  manifiesta. 

Con  un  punto  encima  indicaba  los  pasajes  respecto  a 
los  cuales  cabía  la  duda  de  si  debían  o  no  suprimirse. 

3.°  El  asterisco  combinado  con  el  obelo >  que  se  usaba 
para  designar  los  versos  que  aparecían  colocados  en  lu- 
gar distinto  del  que  les  correspondía. 


4.°  El  lemnisco  (Xyjimaxoe),  que  se  colocaba  juntQ  a  los 
textos  que  habían  sido  explicados  en  el  mismo  sentido  o 
vertidos  a  distintos  idiomas  de  modo  análogo  por  los  in- 
térpretes de  la  Sagrada  Escritura. 


120 

Tenía  la  figura  de  una  línea  horizontal  entre  dos  pun- 
tos (*). 

5.°  El  antigrafo  (de  avxi,  contra,  y  -{p&yr¡,  escrito)  que 
tenía  figura  de  una  Y  con  un  punto  encima  (X),  y  desig- 
naba los  pasajes  de  los  cuales  había  versiones  con  dife- 
rentes sentidos. 

6.°  El  parágrafo  (de  ™xpa,  junto  a,  *(9*<rn,  escritura)  y 
que  se  colocaba  al  principio  del  párrafo  y  para  estable- 
cer separación  con  el  anterior.  Estaba  compuesto  de  una 
línea  vertical  unida  en  ángulo  recto  con  un  trazo  que, 
arrancando  de  su  extremo  superior,  se  dirigía  hacia  la 
derecha  (r). 

7.°  La  positura,  de  figura  parecida  a  un  7  y  que,  uni- 
da al  fin  de  cada  párrafo  servía  para  separarle  del  si- 
guiente. 

8.°  La  Gryhhia  (nombre  griego  derivado  del  verbo 
xptxpco,  estar  oculto)  que  tenía  figura  de  una  C  tendida  y 
con  un  punto  encima  (¿ )  y  que  se  colocaba  al  margen 
de  los  pasajes  que  por  su  obscuridad  no  podían  inter- 
pretarse. 

9.°  La  antisigma,  llamada  así  porque  tenía  la  figura 
de  la  sigma  uncial  invertida  (q),  que  designaba  los  ver- 
sos cuyo  orden  debía  alterarse. 

Con  un  punto  en  su  centro  indicaba  los  pasajes  en 
que  se  habían  escrito  dobles  versos  conformes  en  su  sen- 
tido, aunque  no  en  su  estilo,  en  vista  de  los  cuales  igno- 
raba el  anotador  por  cuáles  se  debía  optar. 

10.  El  diple  (sucXvj),  que  tenía  figura  semejante  a  la  de 
una  Y  tendida  (>h  ).  Solía  colocarse  en  las  obras  de  es- 
critores eclesiásticos  para  indicar  las  citas  de  pasajes  de 
la  Sagrada  Escritura. 

Con  un  obelo  en  su  centro  indicaba  los  distintos  in- 
terlocutores en  el  diálogo  dramático. 

11.  El  Geraunium  (de  xspauviov,  rayo),  que  servía  para 
desechar  como  superfluas  largas  tiradas  de  versos,  evi- 
tando que  hubieran  de  repetirse  los  obelos.  Componíase 


121 

de  las  letras  X  I  conjuntas,  o  de  la  V  con  la  I  enca- 
jada. 

12.  El  Chresimon  (del  verbo  xptgw,  gritar)  servía  para 
llamar  la  atención  sobre  un  pasaje  cualquiera.  Su  figura 
era  compuesta  de  las  letras  X  y  P  conjuntas  en  la  misma 
forma  que  afectan  en  el  monograma  de  Cristo. 

13.  El  frontis  (de  cppovug,  cuidado,  atención),  com- 
puesto de  las  dos  primeras  letras  de  la  anunciada  pala- 
bra griega  o  y  P  en  conjunción  y  enlace.  Indicaba  que 
había  de  leerse  con  detenimiento  un  pasaje  cualquiera, 
ya  por  su  obscuridad,  o  ya  porque  la  profundidad  de  sus 
conceptos  no  permitía  su  fácil  comprensión. 

14.  El  áncora  (anchor a),  signo  de  la  figura  que  su 
nombre  indica,  que  cuando  tenía  en  la  parte  superior  su 
mayor  anchura  servía  para  llamar  la  atención  sobre  los 
pasajes  más  notables  por  la  elevación  de  sus  ideas,  y 
cuando  presentaba  hacia  abajo  su  parte  más  ancha,  in- 
dicaba que  había  en  el  texto  algún  pasaje  repugnante  o 
inconveniente. 

Y  15.  El  coronis  (xopomc),  figura  compuesta  de  tra- 
zos curvos  Tue  solía  colocarse  al  final  de  los  libros  (1). 


(1)    En  la  lámina  que  va  después  de  este  capítulo,  incluímos 
estos  distintos  signos. 


PARTE  TERCERA 

EJERCICIOS    DE   LECTURA    PALEOGRAFICA 


Los  cuarenta  y  cuatro  facsímiles  que,  para  que  sirvan 
de  tema  a  los  ejercicios  de  lectura  paleográfica  y  de  com- 
probación práctica  a  los  principios  y  reglas  contenidos 
en  la  primera  y  segunda  parte  de  la  presente  obra,  in- 
sertamos en  esta  tercera,  están  tomados  directamente 
de  documentos  y  códices  existentes  en  el  Archivo  His- 
tórico Nacional  y  en  las  Bibliotecas  Nacional,  de  San  Lo- 
renzo de  El  Escorial,  de  la  Academia  de  la  Historia  y  de 
la  Escuela  Superior  de  Diplomática  (1). 


(1)  De  estos  depósitos  literarios,  no  sólo  hemos  tomado  los 
facsímiles  que  publicamos,  sino  también  todos  los  datos  consig- 
nados en  este  libro. 

No  obraríamos  con  justicia  si  no  hiciéramos  público  nuestro 
agradecimiento  a  los  Jefes  y  Empleados  de  los  referidos  Esta- 
blecimientos por  las  facilidades  que  nos  han  proporcionado  para 
los  trabajos  de  investigación.  En  la  imposibilidad  de  citar  a  cuan- 
tas personas  hemos  molestado  con  ocasión  de  este  libro,  enviamos 
la  sincera  expresión  de  nuestro  reconocimiento  a  los  señores  don 
Francisco  González  de  Vera  y  D.  José  de  Foradada,  Jefe  y  Se- 
cretario del  Archivo  Histórico,  a  nuestro  Catedrático  el  señor  don 
Cayetano  Rosell  y  al  Sr.  Octavio  de  Toledo,  Director  el  primero 
y  Oficial  el  segundo  de  la  Biblioteca  Nacional;  al  Sr.  D.  Juan  de 
Dios  de  la  Rada  y  Delgado,  y  a  D.  Vicente  Vignau,  Director  y  Se- 
cretario de  la  Escuela  Superior  de  Diplomática;  al  Sr.  D.  Manuel 
Goicoechea,  Oficial  de  la  Biblioteca  de  la  [Academia  de  la  Histo- 
ria, y  a  D.  Darío  Cordero,  encargado  de  la  Biblioteca  de  El  Esco  - 
rial  cuando  en  ella  tomamos  los  apuntes,  datos  y  facsímiles  in- 
dispensables para  este  trabajo. 


124 

Los  catorce  primeros  facsímiles  están  sacados  de 
códices;  el  XV  contiene  muestras  de  escritura  cifrada,  y 
los  siguientes  son  reproducciones  de  documentos  hasta 
ahora  inéditos. 

Para  facilitar  su  lectura  insertamos  a  continua- 
ción la 


VERSIÓN 


A  LA  ESCRITURA  CORRIENTE  DE  LOS  CUARENTA  Y  CUATRO  FACSÍ- 
MILES QUE  SE  INCLUYEN  EN  ESTA  TERCERA  PARTE  PARA  QUE 
SIRYAN  DE  TEMA  A  LOS  EJERCICIOS  DE  LECTURA  PALEOGRÁFICA 


FACSÍMILES  de  códices 


Facsímil  de  la  escritura  capital  contenida  en  el  Códice  Ovetense 
de  la  Biblioteca  de  El  Escorial. 


Succingant  ederave  comas  augustius  umbrent 
En  quos  flammantem  iubeas  volitare  perethram 
Quid  mage  pernices  aquilas  vis  pigra  elefantum 
Precurret  volucremque  pigens  testudo  molossum 
Quam  nos  rori  eluam  sectemur  carmine  lunam. 
Histam  en  incurvus  per  pondera  terrea  nitens 
Dicam  quur  fesso  libescat  circulus  orbe 
Purpureumque  jubar  niuei  quur  tabeatoris 
Non  illam  ut  populi  credunt  nigrantibus  antris 
Inferans  ululans  mulier  predira  sub  umbras 
Detrait  alti  vago  especulo  neo  carmine  victa. 
Vel  ror  estygis  aut  here  térra  matri  crepantem 
Vincibilemque  petit  clangorem  quippe  peratram 


125 

Qua  citimus  limes  dispecit  túrbida  puris 
Inviolatam  eat  sed  vasto  corpore  tellus 
Que  médium  tenet  im  Apolum  dum  culmina  fratris 
Desinet  umbriferis  moetistum  sidere  casso... 


II 


Facsímil  de  la  escritura  capital  contenida  en  el  Códice  Ovetense 
de  la  Biblioteca  de  El  Escorial.  Signatura  R.  II.  18. 

Quia  secretis  Dei  ad  salutem  humani  generis  per  uni- 
versum  mundum  mittuntur  item  non  numquam  venti  in- 
centores  spiritus  poni  solent  pro  eo  quod  male  sugges- 
tionis  flatu  ad  terrena  desideria  iniquorum  corda  succen- 
dunt  secundum  quo  scriptum  est  tollet  eum  ventus 
hurens. 


xxxvii. — De  nomina  ventorum. 


Ventorum  primus  cardinalis  septentrio  frigidus  et 
nivalis  flat  rectus  ab  axe  et  facit  árida  frigora  et  siccas 
nubes  hic  et  aparcias. 

Circius  qui  et  Trascias  hic  a  dextris  septentrionis  in- 
tonans  facit  nives  et  grandinum  coagulaciones. 

Aquilo  ventus  qui  et  Bóreas  vocatur  ex  alto  flans  ge- 
lidus  adque  siccus  et  sine  pluvia  qui  non  discutit  nubes 
sed  stringit.  Unde  et  non  in  mérito  diabuli  formam  in- 
duit.  Quia  in  iniquitate  frigoris  gentilium  corda  cons- 
tringit. 


126 


III 


Facsímil  sacado  del  Códice  Q.  II.  24  de  la  Biblioteca  de  El  Esco- 
rial. Contiene  las  Etmologías  de  San  Isidoro. 


ISIDORUS  VIR  EGREGIÜS  SPALENSIS  ECLESIE  EPISCOPÜS 
LEANDRI  EPISCOPI  SUCCESSOR  ET  GERMANUS. 

Floruit  a  tempore  mauricii  imperatoris  et  recaredi 
regis  in  quo  quídam  sibi  antiquitas  vindicabit  immo  nos- 
trum  tempus  antiquitatis  in  eo  scientiam  imaginabit.  Vir 
in  omni  locutionis  genere  formatus  ut  inperito  doctoque 
secundum  qualitatem  sermones  existeret  abtus.  Congrua 
vero  oportunitate  loci  incomparabili  eloquentie  clarus 
Jam  vero  quantus  sapientia  fuerit  ex  ejus  diversis  studiis 
et  elaboratis  opusculis  per  facile  prudens  intelligere  po- 
terit.  Denique  de  his  que  ad  nostram  notitiam  venerunt 
ista  conmemorabi.  Edidit  enim  libros  differentiarum  dúos 
in  quibus  subtili  discretione  eaque  confuse  husu  profe- 
runtur  sensu  discrevit. 


IV 


Facsímil  de  la  escritura  existente  al  folio  95  del  Códice  Ovetense 
de  la  Biblioteca  de  El  Escorial. 


In  nomine  Domini.  Hoc  est  inventarium  librorum  ad- 
notatum  deo  annuente  sub  era  DCCCCXX. 

Bibliotheca  veteris  ac  novi  testamenti. 

Expositum  Danielis  et  apocalipsin  et  canticum  canti- 
corum.  In  uno  corpore. 


127 

Expositum  Ezecielis. 

Libros  Orosii.  Liber  psalterium. 

Libros  Storie  eglesiastice. 

Libros  Beati  agustini  de  civitate  dei. 

Libros  Apringi  episcopi  et  lunilli  In  uno  corpore. 

Liber  Omeliarum  beati  Gregorii. 

Liber  Conlationum. 


Facsímil  del  códice  de  El  Escorial  que  lleva  por  título:  «Vetus  co- 
lletio  regularunt  monasticarum,  escrito  por  la  monja  Leodegun- 
dia  en  la  era  850  (año  de  J.  C.  812). 

Oratio  DE  LECTORE. 

Versiculus.  Domine  labia  mea  aperias  et  os  meum 
annuntiabit  laudem  tuam. 

Deus  aperiat  tibí  osteum  sermonis  ad  loquendum  mys- 
terium  Christi;  Ut  sermo  tuus  sit  semper  in  gratia  sal 
conditus  ut  audientium  corda  spirituali  cibo  reficiant  et 
temetipsum  ad  intellegendum  solliciorem  reddat  amen, 

Ítem  prologus  de  regula  sancti  patris  nostri 
Benedicti  Abbatis. 

Absculta,  ¡filii!  precepta  magistri  et  inclina  aurem 
cordis  tui  et  admonitionem  patris  pii  pastoris  libenter 
exhipe  et  efficaciter... 


vi 


Facsímil  del  códice  de  la  Biblioteca  Nacional,  que  contiene  las 
Morales  de  San  Gregorio  sobre  Job.  Escribióse  este  códice  en 
la  Era  983  (año  de  945  de  J.  C.) 

Factum  est  silentium  in  celo  quasi  media  hora.  Ce- 
lum  quippe  eclesia  electorum  vocatur  que  ad  eterna 
8ublimia  dum  per  sublevationem  contemplationis  inten- 


128 

dit,  surgentes  ab  infimis  cogitationum  tumúltus  premit, 
atque  intra  se  deo  quoddam  silentium  facit.  Quod  qui- 
dem  silentium  contemplationis  quia  in  hac  vita  non  po- 
test  esse  períectum,  íactum  media  hora  dicitur.  Nolenti 
quippe  animo  cogitationum  tumultuosi  se  strepitus  in- 
gerunt  et  jam  sublimibus  intendentem  rursum  ad  respi- 
cienda  terrena  cordis  oculum  viliolenter  trahunt,  unde 
scribtum  est:  Corpus  quod  corrumpitur  adgrauat  ani- 
mam  et  deprimit  terrena  inhabitatio  sensum  multa  co- 
gitantem.  Bene  ergo  factum  hoc  silentium  non  integra 
sed  media  hora  describitur  quia  hic  conté mplatio  ne- 
quáquam perficitur  quamvis  arden... 


vil 


Facsímil  de  un  códice  escrito  en  los  años  968  a  970,  que  contiene 
comentarios  sobre  el  Apocalipsis.  Perteneció  a  la  Escuela  Su- 
perior de  Diplomática  y  hoy  se  conserva  en  el  Archivo  Histó- 
rico Nacional. 


O  BIRUM  VERÉ  BEATUM  QUEM  EBUSTARI  CLAUSTRA  SAR- 
COFOGATUM!  ET  ILLE  ERAT  DESIDERÁTUM  VOLUMIMI  UJUS 
AD  PORTUM  ÍTEM  CONSUTUM,  ARCIPICTORE  ONESTUM  MAGn 
PRESBITERU  ET  CONVERSI  EMITTIT  LAVORE  INQUOATUM 
EQUO  PERENNE  PERREXIT  AD  ÜRISTUM  DIEM  SANCTI  FAUS- 
TI  III  IDUS  KALENDAS  ÜEBRUARlAS  DIEM  ABUIT  TERTIU  ET 
DISCESSIT  AB  EVO,  ERA  MILLESSIMA  SEXTA. 

Ego  vero  Emeterius  presuiter  et  a  magister  meus 
Magi  presbiteri  nutritus,  dum  domino  suorum  librum 
construere  cum  voluerunt,  vocaverunt  me  in  Tavarense 
arcisteri  sub  umbráculo  sancti  Salbatoris  et  de  quos  in- 
veni  inquoatum  de  Kalendas  magias  usque  VI  kalendas 
Agustas  inveni  portum  ad  librum  cum  amni  suo  ma- 
gisterio magistrum  meum  sic  eum  mereat  coronari  cum 
Christo. 


129 


¡O  turre  Tabarense  alta  et  lapídea  insuper  prima  teca 
ubi  Emeterius  víbus  que  mensis  cucurvior  sedit  et  cum 
omni  membra  calamum  conquassatus  fuit!  Explicit  li- 
brum  VI  kalendas  augustas.  Era  millesima  VIIIa. 


VIII 

Facsímil  de  la  letra  minúscula  de  la  Biblia  mozárabe  que  per- 
teneció al  Cabildo  de  Toledo  y  hoy  se  conserva  en  la  Bibliote- 
ca Nacional.— Siglo  x. 

Hodientes  malum  adherentes  bono  caritate  fraterni- 
tatis  invicem  diligentes  honoren  invicem  prevenientes 
sollicitudine  non  pigri  spiritu  verventes.  Domino  ser- 
vientes spe  gaudentes  in  tribulatione  patienter  orationi 
instantes  necessitatibus  sanctorum  communicantes  ospi- 
talitatem  sectantes. 

Benedicite  persequentibus  vos,  benedicite  et  nolite 
maledicere,  gaudete  cum  gaudentibus,  flete  cum  flen- 
tibus. 

Id  ipsum  invicem  sentientes.  Non  alta  sapientes  set 
humilibus  consentientes  nolite  esse  prudentes  apud  vos 
metipsos,  nulli  malum  pro  malo  reddentes.  Providentes 
bona  non  tantum  coram  deo  sed  etiam  coram  hominibus. 

Si  fieri  potest  quod  ex  vobis  est  cum  ómnibus  homi- 
nibus pacem  habentes. 


IX 


Facsímil  de  la  nota  de  caracteres  unciales  que  aparece  al  final 
de  la  misma  Biblia.— Siglo  x. 

IN  NOMINE  DOMINI  SALVATORIS  nostri  Ihesu 
Christi.  Auctor  possesorque  hujus  libri  in  quo  vetus  no- 
vumque  omne  sacrum  testamentum  continetur  Servan- 


130 

dus  dive  memorie  fuit.  Qui  enim  vero  natus  eruditusque 
in  beata  Spalensis  sede  postea  catedram  Bastigitane 
meruit  tenere.  A  quo  Ínclito  viro  concessus  est  hic  codex 
Johanni  Sodali  intimoque  suo  qui  etiam  postea  quam  in 
hanc  eximiorem  sedem  Spalensis  nutritus  et  a  patruo 
suo  beate  memorie  Stefano  sapientissimo  loculentissi- 
moque  Cordovensis  sepiscopo  eruditus  sacerdotii  ordi- 
ne  dedicatus  ad  Cartaginem  sedem  missus  est  iEpisco- 
pus.  Et  item  inde  translatus  Cordube  magne  regieque 
sedis  presul  electus. 


Facsímil  tomado  de  varios  pasajes  de  un  códice  bíblico  del 
siglo  x,  perteneciente  a  la  Real  Academia  de  la  Historia. 

Sicut  enim  vinum  semper  bibere  aut  semper  aqua 
contrarium  est  alternis  autem  uti  delectabile,  ita  legen- 
tibus  si  semper  exactus  sit  sermo  non  erit  gratus,  hic, 
ergo  erit  consumatus. 
•  •••»*••  •«••  •••*«  •  »••••••••••••  ••••••••••'•«••■  •*•• 

EXPLICIT  MACCABEORUM  LÍBER  SECUNDUS  TÁNDEM  FI- 
NITIS  VETERIS  INSTRUMENTI  LIBRIS  QUOS  EOLESIA  CA- 
THOLICA  IN  CANONE  DIVINARUM  RECIPIT  SORIBTURARUM 
AD  EVANGELIA  NO VUMQUE  TESTAMENTUM  ÜHRISTO  JUBAN- 
TE  PERVENIMUS.  AMEN. 

Audite  cceli  et  auribus  percipe  térra  quia  Dominus 
loquutus  est:  Filios  enutrivi  et  exaltavi;  ipsi  autem 
spreverunt  me. 


Incipit  prologus  Hieremie  profete 


131 


XI 


Facsímil  sacado  del  códice  de  El  Escorial  &  I,  3,  escrito  en  la 
era  1085  (año  1047  de  J.  C.) 

De  notis  digitorum. 

Sunt  quedam  et  digitorum  note,  sunt  et  oculorum 
quibus  secum  taciti  proculque  distantes  conlocuntur  si- 
cut  mos  est  militaris  ut  quotiens  consentit  exercitus 
quia  voce  non  potest,  manu  promittat. 

Alii  quia  voce  non  possunt,  gladiorum  mutii  salu- 
tant.  Ennius  de  quada  inpudica  quasi  in  coropida  lu- 
dens  datatim  dat  sese  et  comunem  facit. 

Alium  tenet,  alium  adnotat,  alium  manu  est  ocupa- 
ta,  alii  pervellit  pedem,  alii  dat  anulum  spectandum  a  la- 
bris,  alium  invocat  cum  alio  cantat.  Attamen  alus  dat 
digito  litteras.  Et  Salomón:  Annuit  oculo,  teret  pede,  dí- 
gito loquitur. 

Titulus  VI.  De  Ortografía.  De  Analogía.  De  Ethi- 
mología. 

§  XI. 

De  Ortografía. 


XII 


Facsímil  de  un  códice  de  la  Biblioteca  Nacional,  escrito  en  tiem- 
po de  D.  Fernando  I  y  doña  Sancha.  Contiene  los  Comentarios 
de  Beato  sobre  el  Apocalipsis. 

Querendum  nobis  magnopere  est  que  divine  scrip- 
ture,  que  altitudo  qui  orribilis  aspectus  dicitur.  Scien- 
dum  ergo  est  quia  scripture  ad  vitam  congruit  bene  ope- 


132 

rantis.  Unde  per  paulum  dicitur,  qui  stat  videat  nec 
adat;  qui  etiam  discipulus  dicit,  sic  state  in  Domino  Ka- 
risimi;  et  propheta,  qui  se  vita  vel  moribus  ante  domi- 
num  videbat  ayt:  Vivit  Dominus  in  cujus  conspectu  sto. 
Altitudo  vero  celestis  regni  promissio  ad  quem  tune 
pergitur  quando  jam  mortalis  vite  omnis  corruptio  sub- 
jugatur.  Orribilis  vero  aspectus  est  terror  Gehenne  que 
sine  fine  reprobos  cruciatu  conservat.  Statura  ergo  in 
rectitudine  promissionis  est.  Altitudo  in  celsitudine... 


XIII 


Faisímil  de  un  códice  del  Fuero  Juzgo  que,  procedente  de  León, 
se  conserva  en  la  Biblioteca  Nacional.  Escribióse  en  1058. 


V.    Si  quicumque  rapiat  aliena  sponsa. 

Si  aliena  sponsa  quicumque  rapuerit  de  raptoris  ip- 
sius  facultatibus  medietatem  sponso  jubemus  addici. 
Quod  si  minima  autem  nullam  habeat  facultatem  his 
quos  supra  memorabimus  cum  ómnibus  que  habuerit 
tradatur  ad  integrum.  Ita  ut  venundato  raptore  de  ejus 
pretio  equales  habeant  porciones.  Ipse  autem  raptor  si 
per  hactum  scelus  est  puniatur.  . 
VI  Si  quispiam  de  raptoribus  occidatur. 
Si  quis  de  raptoribus  fuerit  occisus  mors  ejus  pro 
omicidio  non  teneatur  quia  pro  defendendam  castitatem 
comissum  est. — Antiqua. 


133 


XIV 


Facsímil  sacado  del  becerro  gótico  de  Sahagún,  escrito  en  1110 
y  que  hoy  se  custodia  en  el  Archivo  Histórico  Nacional. 

Incipiunt  capitula  LIBRI  secundi. 

§  I.     Placitum  de  postura  de  Villa  Adda. 

§  II.    Carta  de  Martin  Petriz  in  Villa  Adda. 

§  III.    Placitum  de  Vineas  de  Villa  Adda. 

§  IV.  Testamentum  de  Petro  Gunsalviz  de  Villa 
Adda. 

§  V.    Carta  de  Pelaio  Xabiz  in  Villa  Adda. 

§  VI.    Vendicio  de  Oro  Gunsalviz  in  Villa  Adda. 

§  VIL  Placitum  de  Vermudo  presbiter  in  Villa 
Adda. 

§  VIII.  Placitum  de  Garsea  Alderetiz  in  Villa 
Adda. 

§  IX.    Vendicio  de  Garsia  Ucaniz  in  Villa  Adda. 

§  X.    Vendicio  de  Omdonna  in  Villa  Adda. 

§  XI.    Vendicio  de  Dominico  Arias  in  Villa  Adda. 

§  XII.  Testamentum  de  Gotina  Vermuiz  in  Villa 
Abduz. 

§  XIII.  Testamentum  de  Pedro  Monniz  de  Villa 
Abduz. 

§  XIV.  Testamentum  de  Monnio  Diaz  et  de  sua 
mulier  Tota  Ermeildiz  de  palacios  suos  in  Villa  Abduz. 

§  XV.  Carta  commutationis  de  comité  Petro  in  Vi- 
lla Abduz. 

§  XVI.  Testamentum  de  Oro  Gudesteiz  in  Val  Pa- 
radiso. 

§  XVII.  Testamentum  de  Pelaio  Fernandiz  en  Vi- 
lla Abduz. 


134 

§  XVIII.  Testamentum  de  Vela  Vermuiz  in  Villa 
Abduz. 

§  XIX.  Testamentum  de  Vermudo  Petriz  in  Villa 
Abduz. 

§  XX.    Carta  de  Vermudo  Petriz  in  Villa  Abduz. 

§  XXI.    Carta  de  Isidoro  Martinz  in  Villa  Abduz. 


xv 


Facsímiles  de  escritura  visigoda  cifrada  de  códices  y  documentos 

1.  Nota  que  existe  en  un  códice  de  San  Isidoro 
de  León.  (Signatura  n.°  22). 

Sanctorum  Cosme  et  Damiani  sum  liber  in  territorio 
Legionense  in  flumen  Torio  in  valle  Abeliare  ibi  est  mo- 
nasterium  fundatum  et  qui  illum  extraneum  inde  fecerit 
extraneus  fíat  a  fide  sancta  catholica  et  ab  sanctu  para- 
disum  et  ad  regno  celorum  et  qui  illum  aduxerit  aut  in- 
digaverit  abeat  partem  in  regno  Christi  et  Dei. 

2.  Suscripciones  notariales  sacadas  de  diferen- 
tes DUCUMENTOS  DE  LOS  SIGLOS  X  Y  XII. 

Petrus  presbiter  scripsit. 
Didacus  notuit. 
Agila  diaconus  exaravit. 
Ioannes  titulavit. 
Singifredus. 


135 


FACSÍMILES  de  documentos 


XVI 

Venta  de  una  viña  en  Piasca,  otorgada  por  Nunnila  a  Recoire  y 
su  marido  Argemundo. — Año  857. 

XPS.  In  Dei  nomine.  Ego  Nunnila  qui  sum  filius 
patrie  mei  Ariulfi  tibi  jermane  mee  Recoire  et  marito 
tuo  Argemundo  placuit  novis  adque  convenit  bono  ani- 
mo et  propria  novis  fuit  volumtas  ut  vinderemus  vobis 
vinea  sicuti  et  vendidi  in  Piasca  justa  rio  meam  porcio  - 
nem  ad  integritatem  in  ipsa  vinea  adpreciatum  in  dúos 
modios  et  tria  sextaria  et  accepi  de  vos  precium  pro  ipsa 
vinea  quod  mici  placuit  id  est  obem  et  porcum  et  sub- 
tolares  et  zibaria  et  de  ipso  precio  aderato  aput  te  de- 
vitus  non  remansit  ut  ex  odierno  die  et  tempore  abeas 
ipsa  vinea  tibi  perpetim  abiturum  et  qod  de  illa  faceré 
vel  judicare  volueris  sit  tibi  a  me  concessa  potestas.  Si 
quis  aliquis  de  parte  mea  contra  une  factum  meum  ve- 
nerit  ad  inrumpendum  qod  non  possis  ipsa  tera  post  no- 
mine meo  vindicare  qualiter  inferam  vobis  ipsa  vinea 
duplata  quantum  a  te  fuerit  meliorata.  Facta  Kartula  vin- 
ditionis  die  V  idus  Setembres  in  era  DCCCLXLV  et  prin- 
cipe Ordonio  sedente  in  Asturias.  Ego  Nunnila  anc  scrip- 
tura  venditionis  a  me  facta  manu  mea  +  feci  et  testibus 
tradidi  roboranda. 

Antonia  + 

Sesoira  -f- 

Flaina  confirmans  + 


136 


XVII 

Venta  de  una  tierra  en  Entrambas  Aguas,  territorio  de  Rivagor- 
za,  otorgada  porMaluli  yEsclavaria  aTotaGalindonis.  Su  fecha 
corresponde  al  reinado  de  Carlos  el  Simple  de  Francia  (898  a  929). 

In  nomine  Domini.  Ego  Maluli  et  uxori  suam  Escla- 
baria  bois  entorem  nostram  Totam  Galindonis  quum  sic 
placui  in  animis  nostris  et  placem  att  bobis  concamia- 
mus  nostram  terram  quam  qui  mihi  abenit  de  nostra  co- 
paracionem  est  ipsa  térra  in  casto  Ripa  Corcam  in  locum 
ubi  dicitur  Intramas  Aquas  de  partem  origentis  infron- 
tam  in  istratam  pulbica  de  partem  ocidentem  infronta 
in  terram  Engarica  bindimus  bobis  ipsa  terram  ab  omni 
intergetatem  in  adorato  et  definito  precio  et  niquil  de 
ipsasa  terram  precio  depus  bos  non  remasit  et  manifes- 
tum  quod  nos  supranominati  at  aliquis  orno  qui  bois  pro 
ista  carta  inquigetaberit  dupla  bobis  conponem  et  in  an- 
tena ista  carta  firma  et  istabilis  permanea.  Facta  carta 
concamiacionis  in  mense  magio  ano...  regnatem  Cario 
regem.  Et  ego  Maluli  et  Esclabaria  qui  hanc  carta  roga- 
bimus  iscriberem  et  testes  íirmarem.  +  Signum  Gali- 
tonem.  -f-  Signum  Origolus. 

Singefredus  presbiter  rogitus  iscriisi  et  firma  vi  -f  su 
die  et  anno  quo  supra. 

XVIII 

Venta  de  un  pomar  en  Piasca, otorgada  por  Sempronio  ySeppina 
a  favor  de  Félix  y  Cresapia.  Año  904- 

XPS.  In  Dei  nomine.  Sipronius  exor  mea  tíeppina 
placuit  nobis  bono  animo  et  spontanea  nobis  evenit  vo- 
lumtas  ut  bindere  vobis  Felice  exri  tue  Cresapie  poma- 


137 

re  in  Piasca  justa  pomare  Aloiti  et  vestrum  nostra  por- 
tione  V  et  térra  super  nostrum  domum  et  vestrum  po- 
mare ab  onni  integritate  ipsa  nostra  portione  et  vos  de- 
distis  nobis  pretio  cibiria  II  modios  et  semodio  et  unus 
quisque  acepit  securus  posideat  et  de  pretio  abut  vos 
debitus  non  remansit  et  si  aliquis  de  parte  nostra  vel  de 
aliqua  parte  vobis  inquietudine  ferit  pro  illut  nos  vel  ali- 
quis orno  que  post  nomine  nostro  bindicare  non  balueri- 
tis  tune  abeatis  potestate  ad-prendere  de  nostro  illut  du- 
platum  quantum,  a  tempus  fuerit  melioratum.  Notum 
die  ipsas  nonas  Magii.  Era  DCCCCXLIP.  Regnante  dom- 
no  Adefonso. 


XIX 


Privilegio  de  D.  Alfonso  III  el  Grande,  concediendo  al  Monasterio 
de  Sahagún  jurisdicción  sobre  la  villa  de  Zacarías. —Año  904. 

XPS.  Dominus  Sanctisimus  et  gloriosisimus.  Ade- 
íonsus  fratri  Adefonso  abbatis  vel  ad  omni  congrega- 
tione  fratrum  de  eglesia  sanctorum  Facundi  et  Primiti- 
vi,  Zegensis  monasterii.  Ordinamus  vobis  ad  imperan- 
dum  post  partem  eglesie  homines  quanticumque  sunt  ha- 
bitatores  in  villa  de  Zacarias  in  locum  Calzata  vel  alios 
quantoscumque  ibidem  super  venerint  ad  abitandum. 
Ita  ut  ad  vestra  concurant  ordinationem  pro  qualibus- 
qumque  utilitatibus  eglesie  peragendis  et  quicquid  a 
vobis  injunctum  vel  ordinatum  acceperint  inescusabiliter 
omnia  adimpleant  adque  peragant.  Tu  vero  Sanzo  non 
te  presumes  eos  inquietare  pro  ullaque  actione.=Notum 
die  XI  kalendas  Novembras,  era  DCCCCXLIP. =Ade- 
íonsus. 


138 


XX 


Fragmento  de  la  escritura  de  donación  de  la  iglesia  de  San  Ro- 
mán de  Tobillas,  otorgada  por  Vigila,  presbítero,  al  Monasterio 
de  Exlonza.— Año  932. 

Sub  sánete  et  individué  Trinitatis,  Pater  et  Filius  et 
Spiritus  Sanctus  quod  corde  credo  et  ore  profero.  Ego 
Vigila  presbiter  tibi  domno  et  patri  nostro  Juliano  ab- 
bati  vel  omni  collegium  fratrum  sanctorum  apostolorum 
Petri  et  Pauli  placiut  mici  adque  convenit  promto  ani- 
mo pronaque  volumtate  nulliusque  coegentis  imperio  nec 
suadente  artis  ingenio  set  proprium  et  spontanea  mici 
accessit  volumtas  ut  traderem  me  tibi  jam  dicto  abbati 
Juiiani  patri  meo  sicut  et  tradidi  id  est,  eclesia  sancti 
Romani  in  loco  que  vocitant  Tobellas  territorio  flumen 
Cello  et  Celia  ipsa  in  ipsum  locum  cum  adito  suo  vel 
suas  decanias,  terris,  vineis,  mulinos,  libros  tam  movili 
quam  etiam  inmobile,  áreas  prenotatas  XXIII  et  una  cum 
suo  puteo  in  salinas  quod  uocant  Aniana  nel  aucraento 
quod  duplicatum  fuit  ad  majoribus  nostris  in  ipsa  casa 
sit  vobis  concessum  jurique  vestro  traditum  vel  confir- 
matum  in  testimonio  Dei  et 

Sub  die  quod  erit  VII  kalendas  Agustas  discurrente 
era  DCCCCLXX. 

XXI 


Venta  de  una  viña  en  lugar  de  Cañones,  otorgada  por  Egilo  y  sus 
hijos  al  Monasterio  de  Exlonza.— Año  943. 

XPS.  In  Dei  nomine.  Ego  Egilo  una  cum  filiis  meis 
Adefonsus  et  Ratario  et  Semplicio  tibi  Ajubando  abba 
vel  omnem  collegio  fratrum  in  domino  Deo  eternam  sa- 


139 

lutem.  Placuit  nobis  adque  conbenit  nulisque  egentis  im- 
perio ñeque  suadentis  articulo  set  propria  nobis  acesit 
volumtas  ut  vinderemus  vobis  vineam  nostram  propriam 
sicut  et  vendivimus  et  est  ipsa  vinea  in  villa  que  vocitant 
Caniones  sup  ripa  fluminis  Stola  justa  ipsos  nostros  mo- 
linos determinata  per  cuntis  terminis  suis  de  termino  de 
Fafila  usque  ad  termino  de  Greudo,  et  de  alia  parte  us- 
que  in  kasas  et  de  quarta  parte  termino  de  Aldreto-me- 
dietatem  vobis  vendivimus  cum  omnes  arbores  suos  et 
acepimus  de  vos  pretio  XXIII  solidos  que  nobis  vene  con- 
placuit  et  de  ipso  pretio  aput  vos  nicil  deuite  remansit 
Ita  ut  ab  odierno  die  et  tempore  abrasa  ipsa  medietatem 
de  ipsa  vinea  de  nostro  jure  sit  in  vestro  jure  et  dominio 
traditam  et  confirmata  abeatis  edeatis  teneatis  vindi- 
cetis  usque  in  perpetuum  et  si  aliquis  vos  ad  inrumpen- 
dum  venerit  pro  ipsa  vinea  que  nos  vindicare  non  valea- 
mus  tune  abeatis  potestatem  de  nos  adprendere  ipsa 
vinea  duplata  vel  quid  quantum  ad  vos  fuerit  meliorata  et 
vobis  perpetim  abiturum  Facta  cartula  venditionis  sub 
die  quod  erit  XIII  kalendas  Junias.  Era  DCCCCLXXXI. 

Ego  Egilo  in  anc  cartula  venditionis  de  ipsa  vinea 
manu  -f-  mea  íeci.  Adefonsus  confirmáns  -f-  feci.  Ratario 
contirmáns  +  feci  Semplicio  confirmáns  +  f©ci  et  coram 
testibus  tradimu8  ad  rovorandum. 

Armentari  Heliz  testis  -f-  feci 

Eldesendo  íilius  Dontio  testis  +  feci 

Adefonsus  filius  Burgala  testis  -f-  feci 

Onorico  Mallato  de  Estabulo  testis  +  feci 

Stefano  filius  Calzato  testis  -f-  feci 

Didaco  testis  +  feci 

Halel  de  Legione  testis  + 


140 


XXII 


Donación  de  una  viña  otorgada  por  Teodesinda  al  monasterio  de 
Piasca.  (Carece  de  fecha:  pero  tanto  por  el  hecho  de  hallarse 
escrita  al  margen  de  otro  documento  de  957,  como  por  los  nom- 
bres de  las  personas  citadas  en  la  donación,  deducimos  que 
debió  escribirse  de  957  a  970.) 

XPS.  Ego  Teodesinda  una  cum  abo  meo  Toderico 
et  cum  tio  meo  Golferico  concedimus  uobis  vinea  in  loco 
pernominato  Asenile  justa  vinea  de  Quendas,  et  de  alia 
parte  de  Golferico  concedimus  ad  eglesia  Sánete  Marie 
Virginis  et  ad  apatisa  domna  Illo  vel  omni  congregatio- 
nem  proter  remedio  anime  de  patre  meo  Godestio  dabi- 
mus  et  concedimus  et  in  oc  pactum  vel  testamento  ma- 
nus  nostras  +  +  fecimus  et  coram  testibus  tradimus 
roborabidimus.  Daniel  presbiter.  Anni  presbiter— Froila 
diacunus.  Feles  presbiter. 


XXIII 


Venta  de  una  viña  en  Riba  Rubia,  otorgada  por  Donadeo  y  Leo- 
cadia al  monasterio  de  Sahagún.— Año  960. 


XPS.  In  Dei  nomine.  Ego  Donadeo  una  cum  uxore 
mea  Leocadia  vobis  domino  Selerico  abba  et  omni  colle- 
gio  fratrum  Sanctorum  Facundi  et  Primitivi  salutem. 
Non  est  dubium  quia  multis  notum  et  (est?)  quod  accidit 
mici  jam  dicto  intentione  pro  mea  neglegentia  et  pariabi 
vobis  mea  vinea  in  judicato  postea  vero  evenit  uobis  pro 
remedio  animarum  nostrarum  ut  daremini  mici  pretium 
pro  ea;  et  nunc  vero  placuit  mici  bono  animo  et  expon- 


141 

tanea  mea  volumtate  ut  vinderem  vobis  ipsa  vinea  in 
loco  predicto  in  ripa  Rúbea  de  termino  parte  occidenti 
rege  qui  discurret  in  Pruno  usque  in  termino  de  Arias 
et  per  termino  de  Piniolo  usque  in  termino  in  alio  meo 
termino  ipsa  vinea  infra  ipsos  términos  ad  integrum  vo- 
bis concedimus  et  dedistis  mici  in  pretio  pro  ea  II  galna- 
pes  in  VIII  solidos  et  saiale  in  solido  quod  mici  bene  con- 
placuit  et  de  pretio  aput  vos  devitus  nicil  remansit.  Ita  ut 
ab  odierno  die  et  tempore  ipsa  vinea  de  juri  meo  abrasa 
in  vestro  sit  coníirmata  abeatis  teneatis  et  firmiter  vin- 
dicetis.  Si  quis  vero  quod  fieri  minime  credo  quod  si  ali- 
quis  orno  ad  judicium  vos  inquietare  voluerit  pro  ipsa 
Tinea  an  ego  vel  filiis  aut  aliquis  quilibet  homo  magna 
vel  Ínfima  persona  quam  ego  in  concilio  non  valuero 
vindicare  quomodo  pariem  vobis  illa  duplata  vel  quan- 
tum fuerit  ad  vos  meliorata.  Facta  kartula  vinditionis 
II  Idus  octobris  era  DCCCCLXLVIIIa.  Regnante  regi  do- 
mino Sanctio.  Ego  Donadeo  et  uxor  mea  Leocadia  in  ac 
kartula  vinditionis  manus  nostras  +  +  fecimus  et  co- 
ram  testibus  roborabimus. 

Martino  de  Kalzata  testis. 

Adefonso  de  Ripa  Rúbea  testis. 

Ervigius  testis. 

Arias  testis. 

Abolhajare  testis. 

Egerede  testis. 


xxiv 


Venta  de  una  heredad  en  Villagoma,  otorgada  por  Diego  Ovequiz 
a  Froila  Vigilaz.— Año  962. 

XPS.  In  Dei  nomine.  Ego  Didaco  Obequiz  et  uxor 
mea  nomine  Cometissa  salutem.  Amen.  Facimus  tibi 
Froila  Vigilaz  et  uxor  tua  Scemenae  kartula  vinditionis 


142 

de  ereditatem  nostram  propriam  quem  abemus  in  villa 
de  Goma  ad  Sancti  Martini  id  est,  térras,  vineas  cortes  et 
kasas,  pratis,  montes,  fontes,  ortos,  aquas,  omnia  ipsa 
ereditate  quantum  ibidem  potueritis  pervenire  ad  inte- 
grum  vobis  concedimus  pro  quem  accepimus  de  vos  pre- 
tium  quantum  nobis  bene  conplacuit  XXX  baccas  cum 
suo  tauro  et  uno  serbo  et  II  canes,  et  de  ipso  pretio  aput 
vos  nicil  remansit  devito.  Ita  et  de  odie  die  vel  tempore 
sit  ipsa  ereditate  de  nostro  juri  abstersa  et  in  vestro  juri 
sit  tradita  adque  confirmata.  Siquis  tamen  quod  si  ali- 
quis  omine  contra  hunc  kartula  vinditionis  ad  disrumpen- 
dum  venerit  quem  nos  in  concilio  vindicare  non  valueri- 
mus  quomodo  pariemus  vobis  ipsa  ereditate  duplata 
vel  quantum  ad  vos  fuerit  meliorata.  Facta  kartula  ven- 
dictionis  notum  die  quod  erit  die  III  feria  VIII  kalendas 
Julias.  Regnante  Sanctius  rex  in  Legione.  Ego  Didaco 
Obequiz  et  uxor  mea  nomine  Cometissa  in  hanc  kartula 
vinditionis  manus  nostras  roborabimus. 


xxv 


Venta  de  una  viña  en  Rebollar,  otorgada  por  Teodorico  a  Asur  y 
su  mujer  Elduara.— Año  973. 


XPS.  In  Dei  nomine.  Ego  Teudericus  tibi  Asuri  et 
uxori  tue  Eldoara  in  Domino  salutem.  Ideo  placuit  mici 
bone  pacis  volumtas  sano  animo  et  spontanea  mea  vo- 
lumtate  ut  facerem  vobis  sicut  et  fació  scriptura  vindic- 
tionis  de  vinea  mea  propria  quem  aveo  de  parentum  meo- 
rum  in  villa  quod  vocitant  Rebolare  de  termino  de  Hobe 
usque  in  termino  Teuderico  et  de  alia  parte  usque  in  ka- 
sale  qui  discurit  ad  Legione  infra  ipsis  terminis  ex  inte- 
gra eam  vobis  vindo  adque  concedo  et  acebit  de  vos  pre- 
cium  argentios  VII  et  conpendiale  de  vino  quod  mici  bene 


143 

placuit  et  de  ipso  precio  abut  vos  nicil  remansit,  aveatis 
eam  vos  et  posteritas  vestra,  íirmiter  de  meo  dato  ad  per 
avendum.  Si  quis  tamen  aliquis  orno  de  mea  parte  vobis 
venerit  ad  inrumpendum  anc  per  me  vel  sub  rogita  mea 
persona  quod  ego  vindigare  non  poduero  tun  aveatis  po- 
destatem  de  me  adprendere  ipsa  vinea  dupplata  et  vobis 
perpedim  abiduram  et  ista  scriptura  firmiter  obtineat 
stavilitatem.  Facta  scriptura  vindictionis  pridie  kalendas 
martias  era  millesima  XIa 

Teudericus  ah  scriptura  vindictionis  ad  me  facta  ma- 
nus  mea  fecit  -f- 

Qui  preses  íuerunt  ic  sunt: 

Vermudu  Bazari 

Gudinus  Zelmizi 

Sintila 

Ovecco 

Sarracine  Godenandizi 

Dadto 

Sater  presbiter 

Ordonius  presbiter 

Onorico 

Zidiono  Siquizi 

Mahele 

Seum  et  alii  plures  in  concilio  Sancti  Juliani 

Arias  presbiter  et  confesor  quiexarator  filius  Tellni  -f- 


XXVI 


Donación  del  monasterio  de  San  Andrés,  sito  en  León,  otor- 
gada por  D.  Ramiro  III  a  favor  del  convento  de  Sahagún.— 
Año  977. 

XPS.  In  nomine  Domini.  Ego  famulus  Dei  Ranimi- 
rus  nutu  divino  princeps  vobis  dominus  Sarracenus  abba 
una  cum  colegium  Domini  servorum  jugum  Dei  portan- 


144 

tium  in  domino  Deo  eternam  salutem.  Amen.  Annuit 
namque  hujus  serenitati  regni  glorie  nostre  ut  facere- 
mus  vobis  sicuti  et  facimus  cartula  series  testamenti  de 
monasterio  nostro  vocabulo  sancti  Andre  intus  cives  Le- 
gionensis  terminatum  per  suis  certissimis  terminis  a 
parte  Orientis  ad  illam  portam  Sánete  Marie  Regula,  ad 
Occidentalem  vero  per  illam  eglesiam  Sancti  Michaeli, 
ad  meridiem  et  septentrionalem  partem  de  calle  ad 
callem  omnia  ab  homni  integritate  vobis  concedimus. 
Et  concedimus  vobis  ante  porta  de  episcopo  illos  solares 
pro  populare  ut  ómnibus  ibi  abitantibus  ad  vestram  con- 
currant  jussionem  vel  dicioni  post  partem  sanctorum 
Facundi  et  Primitivi  locum  quod  dicunt  Domnos  Sane- 
tos  absque  alio  aliquo  erede  et  neminem  pretermitti- 
mus  qui  vobis  ibidem  disturbationem  faciat  nec  inmo- 
dice  ut  in  illa  die  magni  judicii  ad  dexteram  filii  hominis 
stare  nos  faciat.  Facta  cartula  series  testamenti  notum 
die  quod  erit  secunda  feria  XV  kalendas  Februarii, 
era  XV  post  M. 


XXVII 


Donación  de  heredades  otorgada  por  Aloito  Sandiz  al  monasterio 
de  San  Julián  de  Samos.— Año  de  1030. 


XPS.  In  nomine  domini  nostri  Ihesu  Christi  et  ejus 
imperium.  Ego  Aloyto  Sandiz  et  Bigina  placuit  nobis  in 
amorem  Dei  omnipotentis  et  gloriosissimo  domino  nos- 
tro  Sanctorum  Iuliani  et  Baselisse  et  omnium  sanctorum 
corum  baselica  fundata  esse  dignoscitur  in  locum  scitum 
monasterii  Samanensis  sive  et  vobis  domno  Didacus 
et  onnem  vestra  congrega tione  facimus  vobis  kartula 
testamenti  donationis  et  concessionis  et  damus  simul  et 
testamus  concedimus  et  offerimus  post  partem  ipsius 


145 

monasterii  et  vobis  supradicto  domno  Didacus  abba  me- 
dietate  inticra  de  villa  nostra  probria  quem  abemus  de 
successione  de  nostros  parentes  sive  et  de  nostro  con- 
parato  in  loco  predicto  ubi  dicent  villa  Agati  territorio 
Monte  Seyro,  id  est,  domos  cum  ediíiciis  cunctis,  quinta- 
nales,  ortales,  térras,  cultas  et  incultas,  pumares  cum 
suos  terrenos,  et  suas  clausuras,  arbores  fructuosas  et 
infructuosas  ex  omni  genere  arbustarum,  montes,  fontes, 
pascuis,  padulibus,  accesso  et  rezesso  de  ipsa  villa  per 
omnes  suos  términos  antiquos  et  de  odie  die  et  tempore 
ipsa  villa  media  de  nostro  jure  sit  abrasa  vestro  jure 
maneat  confirmata  per  sécula  cuneta.  Et  si  aliquis  homo 
de  parte  nostra  an  nos  an  quislive  persona  contra  hanc 
kartula  testamenti  venerit  ad  inrumpendum  excomunica- 
tus  permaneat  in  eternum  et  pro  temporalia  pariat  vobis 
omnia  suprataxata  duplata  vel  triplata.  Facta  kartula 
testamenti  donationis  die  X  kalendas  decembrias,  era 
milisima  LXVIIF 


XXVIII 


Donación  otorgada  por  D.  Ramiro  I  d©  Aragón  a  Iñigo  López. 
Año  1044. 


XPS.  Sub  nomine  sánete  et  individué  Trinitatis.  Ego 
Ranimirus  Sancioni  regis  filius  tibi  Enneco  Lupe  crea- 
tum  meum  una  cum  conjuge  tua  et  creata  mea  nomen 
ejus  Major  propter  servicium  quod  mici  ambos  fecistis 
et  me  obtime  conplacuit,  volumtas  mici  evenit  ut  face- 
rem  vobis  hanc  carta  concessionis  seu  et  ingenuationis 
de  unas  meas  kasas  quas  abeo  in  Larosse  qui  fuerunt 
de  Didaco  Nuniz  ut  abeatis  illas  ingenuas  tam  kasas 
quam  térras  et  vineas  et  omnia  causa  sic  vos  quam  et 
filii  vestri  et  omnem  generationem  vestram  per  cuneta 

10 


146 

sécula,  et  in  alio  loco  in  terretorium  sancti  Emeteri  in 
villula  que  vocitant  Beskasa  similiter  dono  tibi  kasas 
qui  fuerunt  de  presbiter  García  et  térras  ac  vineas  et 
cuneta  quod  ego  in  ipsa  jam  dicta  villa  abeo  ut  abeatis 
et  possideatis  illo  tam  vos  quam  et  filii  vestri  jure  per- 
petuo et  generatio  vestra.  Et  qui  hoc  meum  factum  dis- 
rumpere  temtaverit  descendat  super  eum  iram  Dei  et 
cum  Datan  et  Abiron  et  cum  Juda  traditore  abeat  por- 
cione  in  inferno  inferiori.  Facta  injenuationis  carta  in 
era  MLXXXIP.  Regnante  domino  nostro  Ihesu  Christo 
et  sub  ejus  imperio  regnante  rex  Ranimirus  in  Aragone 
et  in  Superarbi  et  in  Ripacurza. 


XXIX 


Venta  de  una  tierra  sita  en  el  valle  de  Exlonza,  otorgada  por 
Vicente  y  su  mujer  Gogina,  al  abad  Valerio.— Año  1050. 

XPS.  In  Dei  nomine.  Ego  Vicenti  et  uxo  sua  Gogina 
ad  tivi  Valeribus  abbas  qum  sobrinis  vestris  Valeiro  et 
Atila  in  domino  Deo  eterna  salutem  amen.  Placüit  nobis 
aque  convenit  volumtas  ñeque  per  metum  ñeque  per 
ebrietatem  set  spontanias  nostras  volumtates  ut  facimus 
vobis  scriptura  vendicionis  de  térra  qui  est  in  teridorio 
Leonesse  in  valle  de  Alisonza  in  logo  predicto  in  Garfti- 
dos  ipsa  térra  per  suis  terminis,  in  primo  termino  per 
via  castellana  et  illos  alios  términos  de  Valeribus  aba,  et 
alia  térra  ibidem  in  Garíudos  per  suis  terminis  per  ter- 
mino de  Sancti  Petri  qui  fuit  de  domna  Quilio  et  illos 
abos  términos  de  Valero  abbas  ipsas  térras  per  ipsos 
términos  davo  vobis  illas  ex  integras  vobis  concedo  pro 
que  accepimus  de  vobis  in  precio  pro  ipsas  térras  qui  in 
scripto  isto  resonant  solidos  VIIII  de  argento  precium 
placivile  quod  nobis  et  vovis  bene  conplacuit  et  de  precio 


147 

aput  vos  nicil  remaso  set  totum  precium  conplistis  ita 
ut  de  odie  die  vel  tempore  ipsas  teras  de  meo  jure  abter- 
sas  et  in  vestro  jure  sedeat  confirmatas.  Si  quis  tamen 
aliquis  orno  ad  derumpendum  venerit  et  nos  obtoricare 
non  voluerimus  pariemus  istas  térras  dupplatas.  Facta 
scriptura  vendicionis  nodum  die  IIII  feria,  IIII  Kalendas 
December,  erat  LXXXVIII  post  millesima. 


xxx 

Donación  otorgada  por  Eiloni  a  su  sobrino  García  Muñiz 
en  usufructo  y  al  convento  de  Samos  en  propiedad.— Año  1061. 

XPS.  In  nomine  Dei  inefabilis  Patris  et  Filii  videlicet 
Spiritus  Sancti  sive  ad  honorem  et  laudem  sancti  Juliani 
et  Baselisse  virginis  seu  et  sánete  Eufimie  virginis  neo 
non  et  omnium  sanctorum  in  quorum  nomine  fundatum 
extat  monasterio  Sámanos  discurrente  rivulo  Sarrie  ubi 
sit  laus  Deo  per  omnia  sécula.  Ego  denique  humillima 
hac  pusilla  ancillarum  Dei  ancilla  Eiloni  do  et  concedo 
in  predicto  loco  pro  remedio  anime  mee  villas  meas  pro- 
prias  nominatas  Palacio  que  jacet  prope  Sala  alia  villa 
in  tria  kastella  quod  vocitant  Fromici  istas  villas  do  eas 
ad  suprino  meo  Garcia  Monninz  pro  quo  fuit  meo  creato 
et  dilexi  illum  multum  ut  teneat  illas  in  sua  vita  et  post 
ovitum  vero  suo  concedo  illas  ego  Eiloni  prolis  Luzo  in 
monasterio  Sámanos  ut  ibi  sint  perpetim  abi turas.  Si  quis 
aliquis  homo  contra  hunc  meum  factum  venerit  et  in 
parvo  aut  magno  conveliere  voluerit.  In  primis  sit  exco- 
municatum  et  ad  corpus  et  sanguis  domini  nostri  Ihesu 
Christi  alienatum  et  cum  Juda  Domini  traditore  in  per- 
petuum  damnatus  et  post  voce  Sámanos  ipsas  villas  du- 
platas  et  ad  parte  regis  judicantis  auri  talenta  dúos  et 
hanc  scriptura  sit  semper  rovore  firma.  Facta  series  tes- 


148 


tamenti  II  Kalendas  Junii  era  MLXXLIIII  a  Ego  Eiloni 
prolis  Luzo  in  hanc  scriptura  manu  mea  rovoravi  + 


XXXI 

Donación  de  una  tierra  en  Sabariegos,  otorgada  por  Goto 
y  sus  hijos  a  favor  de  Pelayo  Frolaz  y  su  mujer  Bona.  —Año  1077. 

XPS.  In  Dei  nomine.  Ego  domina  Goto  una  pariter 
cum  filis  meis  vobis  Pelaio  Frolazi  et  uxori  vestra  do- 
mina Bona  in  domino  Deo  eterno  salutem  amen.  Placuit 
nobis  aque  convenit  voluntas  ut  lulis  quoque  gentis  inpe- 
rio  ñeque  suadentis  articulo  ut  nullis  pertimentes  ñeque 
per  ebriatate  semper  claro  spontania  nostra  volúntate  ut 
dono  ego  domina  Goto  ad  vobis  Pelaio  Frolaz  et  uxori 
vestra  domina  Bona  térra  mea  propria  que  est  in  terri- 
turio  Legionemse  in  loco  vocabulo  in  villm  que  vocitant 
Vila  Savarigo  per  locis  cuntis  terminis  suis  per  termi- 
num  de  Ioanes  Petriz  et  de  suos  erredes  et  de  II  pax 
per  términos  de  Domenquo  Queaz  et  de  suos  erre- 
des  et  III  pax  per  terminum  de  Pelaio  Frolaz  ét  IIII 
pax  per  ila  Kasaria  qui  discurre  ad  villa  de  Moros 
ipsa  térra  infra  ipsos  términos  ad  integritate  ad  vobis 
concedo  pro  que  accepimus  de  vobis  ad  investiendum 
kartula  uno  lenco  obtimo  que  ad  vobis  et  ad  nobis  bene 
conplacuit  et  si  aliquis  orno  ad  factum  nostrum  ad  dis- 
turvandum  venerit  vel  venerimus  aut  per  nos  aut  per 
erredes  nostros  in  licencia  fecerimus  et  in  coroque  con- 
cilio obtoricare  non  valuerimus  quomodo  pariemus  nos 
qui  supertaxatus  sumus  ad  vobis  ipsa  térra  duplata  vel 
in  duplo  quantum  ad  vobis  meliorata  fuerit;  Facta  Kar- 
tula vindicionis  te  relegente  concepcionis  notum  die 
II  feria  XI  Kalendas  September.  Era  CV  super  Mil- 
lesima.  Regnante  rex  Anfonso  in  Legionem. 


149 


XXXIII 


Donación  otorgada  en  el  año  1077  por  el  Rey  de  Aragón  Sancho 
Ramírez  II  al  monasterio  de  San  Juan  de  la  Peña. 


XPS.  In  Dei  nomine  et  ejus  gratia  hec  est  carta 
quam  fació  faceré  ego  Santius  Ranimiriz  gratia  Dei  Ara- 
gonensium  et  Pampilonensium  rex  Deo  et  Sancto  Iohan- 
ni  de  Penna  de  villa  illa  que  dicitur  Eukar  in  Pampilona. 
Dono  illum  et  offero  totum  ab  integro  cum  ómnibus  suis 
terminis  hermis  et  populatis  que  ad  illum  pertinent  cum 
omni  censu  et  cum  illa  salina  et  cum  ómnibus  servitiis 
que  soliti  sunt  faceré  aut  inde  debent  exire  aut  debent 
daré  per  alkanagisu,  cum  tali  privilegio  et  cum  tali  inte- 
gritate  dono  illum  sancto  Iohanni  sicut  omnes  antecesso- 
res mei  reges  dederunt  omnes  honores  que  usque  hodie 
abet  vel  possidet  ut  nullus  homo  in  illa  aliud  requirat  nisi 
quod  in  illis  antiquis  honoribus  invenerit  scriptum.  Hoc 
autem  totum  fació  pro  remedio  anime  mee  et  omnium 
parentum  meorum  ut  sanctus  Iohannes  et  omnes  sancti 
Dei  sint  intercessores  ad  dominum  Ihesum  Christum  pro 
nobis.  Si  autem  quod  absit  hec  mea  scripta  vel  donativa 
inquietare  aut  disrumpere  temptaverit  qualiscumque 
persona  sit  in  primis  iram  omnipotentis  Dei  incurrat  et 
omnium  sanctorum  et  cum  luda  traditore  et  Datan  et 
Abiron  abeat  portionem  in  inferno  inferiori.  Facta  karta 
in  era  millesima  centesima  XV. 

Signum  -{-  Sancii 


150 


XXXIII 


Permuta  de  heredades  entre  Salvador  Vellidiz  y  Flaino  Arias. 

Año  1089. 


XPS.  In  Dei  nomine.  Ego  Salvator  Vellidiz  cum  omni 
voce  mea  vobis  Flaino  Arias  et  uxor  tua  Guntina  Do- 
menqiz  in  domino  Deo  heternam  salutem  amen.  Placuit 
michi  Salvatore  Vellitiz  ut  íacerem  vobis  Flaino  Arias  et 
uxori  vestre  Guntina  Domenqiz  sicuti  et  fació  kartu- 
lam  concanpiationis  de  duas  térras  cum  uno  medio  orto 
et  cum  tota  nostra  divisa  in  illa  villa  que  vocitant  Quin- 
tana et  ratione  in  pelaco  et  in  sauto  ab  omni  integritate 
quantum  ibi  in  predicta  villa  habemus  vel  habere  debe- 
mus  ex  parte  parentum  nostrorum  totum  vobis  vendi- 
mus  vel  concanpiamus  et  accepimus  de  vos  in  precium 
et  in  concanpiatione  cccos  solidos  et  vineas  in  Para- 
tella  que  abuistis  de  comparatione  que  nobis  valde  com- 
placuit  et  de  pretium  apud  vos  nichil  remansit  indebi- 
tum  sed  totum  apud  nos  completum  est.  Ita  ut  de  hodie 
die  et  tempore  sit  ipsa  nostra  hereditate  que  in  Quinta- 
na usque  nunc  habuimus  ab  omni  integritate  sicut  su- 
perius  dicit  de  nostro  jure  abrasa  et  in  vestro  jure  ad- 
que  dominio  sit  tradita  et  confirmata,  habeatis  ae  vos  et 
omnis  posteritas  vestra.  Et  si  aliquis  homo  aut  ego  Sal- 
vator  Vellitiz  aut  aliquis  ex  filiis  meis  vel  neptis  vel  ali- 
quis homo  ex  parte  mea  vel  de  extranea  ad  irrumpen- 
dum  venerit  ista  kartula  aud  nos  inquietare  quesierit 
super  ista  hereditate  quomodo  pariat  quisquis  ille  fuerit 
vobis  Flaino  Arias  et  uxori  vestra  Guntina  Domenqiz 
solidos  M  pacatos  et  illa  hereditate  duplata  vel  triplata 
in  simile  tale  loco  meliorata.  Ego  Salvator  Vellidiz  cum 
omni  voce  mea  hanc  kartulam  confirmo  +  Facta  kartu- 


151 

la  concanpiationis  vel  venditionis  sub  era  MCXXVII  et 
quod  V  idus  November. 

XXIV 

Donación  otorgada  por  D.  Sancho  Ramírez  I,  a  David  Bretón 
en  el  año  1092. 

Sub  Christi  nomine.  Hec  est  carta  quam  fació  ego 
Sancius  gratia  Dei  rege  et  dono  tibi  David  Bretón  una 
de  illas  meas  tendas  de  Iacka  juxta  illa  tenda  quam  dedi 
ad  Rembald  de  Monte  Pestler  et  ut  abeas  eam  ingenuam 
et  liberam  ad  tuam  propriam  alodem  tu  et  fllii  tui,  et  om- 
nis  generado  tua  per  cuneta  sécula.  Si  autem  advenerit 
tibi  aliquam  necessitatem  et  volueris  eam  venderé  ut  non 
vendas  ñeque  dones  eam  ad  ecclesiam  ñeque  ad  ifanzo- 
nem  nisi  ad  merkatante  aut  ad  burzes. 

Facta  carta  ista  era  MCXXX  in  mense  Marzo,  in 
sancto  Iohanne.  Regnante  domino  nostro  Ihesu  Christo. 
Sub  illius  imperium  ego  Sancius  Ranimirus  gratia  Dei 
regnante  in  Pampilona,  et  in  Aragón.  Petrus  filius 
meus  in  Superarvi  et  in  Ripacurza  et  in  Monteson.  Pe- 
trus episcopus  in  Pampilona.  Alius  episcopus  Petrus 
in  Iacka. 

Signum  -f-  Sancii. 

xxxv 

Venta  de  una  heredad  en  Villada  a  favor  del  abad  de  Sahagún. 

Año  1095. 

XPS.  In  Dei  nomine  et  ejus  imperio.  Ego  Dominico 
Arias  et  uxor  mea  Sol  Domengez  evenit  nobis  caro  ani- 
mo integroque  consilio  et  liberali  arbitrio  ut  vindere- 
mus  vobis  abbas  Domno  Diaco  et  senioribus  Sanct* 


152 

Facundi  illa  nostra  ereditate  quem  abemus  avemus  de 
aviorum  parentumque  nostrorum  in  villa  quod  vocin- 
tant  villa  de  Adda  damus  et  Kartula  vendicionis  faci- 
mus  de  illa  nostra  ereditate  jam  superius  nominata  ab 
omni  integritate  domos,  térras,  vineas,  pratos  et  omnia 
quecumque  abere  potuimus  in  villa  Adda  ab  omni  inte- 
gritate vobis  concedimus  et  accepimus  de  vobis  in  pre- 
cio LXX  solidos  de  argento.  Si  quis  contra  hunc  factum 
nostrum,  ad  inrumpendum  venerit  sit  ille  Deo  reus  et  ju- 
dicio  Dei  condemnatus  sit  et  quod  auferre  voluerit  in 
duplo  vel  triplo  et  a  parte  regis  C  solidos  de  argento 
Facta  cartula  vendicionis  era  MCXXIII,  XV  kalendas 
Marcii  —  Ego  Dominico  Arias  et  uxor  mea  Sol  in  anc 
cartula  quam  fieri  jussimus  manus  nostras  -f-  roboravi- 
mus. 

Regnante  Ad  efonsus  rex  in  Legione. 

Sub  Dei  gratia  Petrus  episcopus  Legionense  sedis. 

Asmundus  episcopus  Astorice  sedis. 

Petrus  comes,  coníirmat. 

Martinus  comes  coníirmat. 

Petrus  Assuriz. 

Pelagio  Moniz. 

Dominico  ic  testis  roboravi. 

Garsia  ic  testis  roboravi. 

Joannes  ic  testis  roboravi. 

Gundisalbus  scripsit. 


xxxvi 


Donación  de  casas  y  heredades  en  Huesca,  otorgada  por  don 
Pedro  I  de  Aragón  a  Lope  Fortunio. 

Ego  Petrus  Sangiz  Dei  gratia  rex  fació  hanc  albaram 
ad  te  Lope  Fortuniones  Zavalmedina.  Dono  tibi  in  Osea, 
illas  casas  de  Zamega  Iben  Hut  et  alia  casa  de  Abdalme 


153 

cum  illa  ereditate  quam  tibi  donarunt  ibi  sénior  Forti 
Ortiz  et  illo  abbate  don  Galindo  sicut  eras  inde  tenente 
die  qua  isto  albara  fuit  factum.  Et  dono  tibi  campos  qui 
non  sunt  de  istas  casas  suprascriptas  II  kampos  de 
Mahomat  Albellot,  semenatura  de  kampo  III  arienzos;  et 
alio  kampo  de  Kamet  de  Arramel,  semenatura  II  arien- 
zos; et  III  kampos  de  Galeph  Arrahez,  semenatura  I 
kampo  et  arienzo;  et  uno  campo  et  una  vinea  de  Arron 
Gueloli;  et  II  kampos  de  Mohomat  Iben  Axa,  semenatu- 
ra III  arienzos;  et  alio  campo  de  Mohomat  Iben  Galindu, 
semenatura  arienzo  e  medio;  et  IV  campos  de  Harón  Iben 
Zirius,  semenatura  III  kampos;  et  Ií  campos  de  Mariellu 
Annahaz,  semenatura  kampi  II  arienzos;  et  II  campos  in 
termino  de  foras  et  de  Billues;  et  alio  campo  de  Haiuui 
Iben  Totelli,  semenatura  kampi;  et  II  campos  de  illa 
meskita  de  Rivimediano,  semenatura  III  arienzos;  et  alio 
kampo  de  illa  mesquita  de  Iben  Hamet,  semenatura  II 
arienzos  et  alio  campo  de  Lozon  Alpep,  semenatura  II 
arienzos;  et  alio  campo  de  Vizefi  de  illa  Bedoa,  semena- 
tura kampi;  et  una  vinea  de  Enelaszar;  et  alia  vinea  de 
Zamega  Iben  Fut;  et  una  vinea  in  Asóla;  et  II  vineas  de 
Iben  Rampulges;et  uno  orto  de  illo  Zangato  in  Algaszar 
et  Aguilun  in  via  de  Zeras. 

Et  toto  isto  qui  est  supra  scriptum  viderunt  Garzia 
Enekons  merino  et  Iohannes  Calb  qnon  (quod  non)  intrad 
Garzia  Enekons  merino  in  Osea. 


XXXVII 


Donación  hecha  por  Martín  Peláez  al  conrento  de  Samos  en  el 

año  1118. 

XPS.  In  Dei  nomine.  Ego  Martino  Pelaiz  et  uxor 
mea  Marina  Rodriquiz  in  domino  Deo  eternam  salutem. 
Amen.  Ideo  placuit  nobis  bone  pacis  voluntas  ut  daremus 


154 

vobis  hereditatem  nostram  propriam  quos  habemus  in 
terram  Bergido  in  loco  predicto  Burbia  a  uobis  Petrus 
abbas  Samanensium  et  a  fratribus  vestris  et  habemus 
ipsa  hereditate  de  nostro  comparado  et  quos  saccamus 
de  monte  et  sumus  inter  me  et  mea  mulier  bene  fectados 
unus  cum  alus.  Et  damus  ipsa  hereditate  pro  alia  ves- 
tra  territorio  Lemabus  in  loco  predicto  Ecclesia  Alba  in 
Sancta  Maria  que  teneamus  illa  in  nostra  vita  et  de  illa 
nostra  de  Bergido  in  nostra  vita  que  levemus  nos  inde 
medietate  de  illa  Prode  et  de  parte  de  Samanus  media 
et  ad  obitum  nostrum  que  recipiatis  nostros  corpos  et 
illas  hereditates  sive  nostras  sive  vestras  quomodo  illas 
inveneritis. 

Facta  cartula  testamenti  XV  kalendas  magii.  Era 
MCLVP  Et  si  inde  nos  superius  nominati  mentiosos 
fuerimus  et  hunc  factum  nostrum  rumperimus  quomodo 
pariamus  ipsa  hereditate  duplata  et  vobis  perpetim  ha- 
bitura.  Ego  Martino  et  uxor  mea  Marina  vobis  Petrus 
abbas  et  fratribus  vestris  in  hanc  cartula  testamenti 
manus  nostras  rovoravimus  + 

Qui  presentes  fuerunt  Iohanne  testis. 

Petro  testis. 
Didago  testis. 

Julianus  notuit. 


XXXVIII 

Venta  de  heredades  en  Ribadulla.— Año  1130 

Facta  karta  vendicionis  die  quod  erit  XIo  kalendas 
Aprilis  era  M.  C.  LXV1II.  Ego  Monio  Odoarizi  una  pa~ 
riter  cum  iermanos  meos  de  ipsa  hereditate  de  Rriba  de 
Ullia  quantum  hio  abemus  in  illo  casare  de  illo  Pineiro 
media  sexta  et  quanto  hic  abeo  in  tota  Riba  de  Ullia  in 


155 

casar  de  Ragesendi  et  de  Riba  de  Ulia  que  a  mici  conve- 
nto et  ad  meos  ier manos  et  ego  inde  accepit  precio  LX 
solidos  de  moeda  que  a  nobis  bene  complacuit  et  de 
ipso  precio  nicil  aput  vos  remansit  in  debito  ita  ut  de 
odio  die  de  meo  jure  abrasa  et  in  vestro  dominio  sedia 
tradita.  Ego  Monio  Odarizi  ad  vobis  Tota  Suarizi  in  ista 
carta  manus  nostras  rovoravi  +  mus  Qui  presentes  fue- 
runt:  Monio  Barcia,  testis.  Rodrigo,  testis.  Petro,  testis. 
Odoario,  notuit. 


xxxxi 


Fragmento  de  un  privilegio  otorgado  por  D.  Alfonso  VII  el  Em- 
perador al  monasterio  de  San  Martín  de  Pino.—  Año  1134. 


Ego  Adefonsus  Dei  gratia  Hispanie  imperator  comi- 
tis  domni  Raymundi  regineque  domne  Urrace  filius  et 
uxor  mea  imperatrix  domina  Beringaria  et  filii  mei  et 
omnis  vox  mea  pro  remedio  anime  mee  meorumque  pa- 
rentis.  Vobis  abbati  domno  Petro  et  ceteris  monasterii 
sancti  Martini  de  Pinu  monachis,  ad  utilitatem  et  tuicio- 
nem  ipsius  monasterii  cujus  ecclesia  sita  est  in  urbe 
Compostella,  cauto  ecclesia  sancti  Jacobi  apostoli  de 
castro  cum  villa  vocitata  Busiana  cum  integra  sua  fele- 
clesia  et  adjunctionibus  suis  omnibusque  prestacionibus, 
exitibus,  bonis  appendiciis  et  directuris  que  eidem  in 

Facta  scriptura  cauti  sub  era  millesima  CLXXII*  et 
quot  XII  Kalendas  Maii. 


156 


XL 


Donación  del  realengo  de  Guasildo  otorgada  por  D.  Ramiro  II  el 
Monje  al  monasterio  de  San  Juan  de  la  Peña.— Año  1134. 


XPS.  In  Cristi  nomine  et  ejus  divina  clemencia.  Ego 
Redimirus  gratia  Dei  rex  fació  hanc  cartam  donacionis 
et  confirmacionis.  Placuit  mihi  libenti  animo  et  sponta- 
nea  volúntate  et  dono  atque  concedo  ad  Deo  et  ad  sancta 
Maria  per  luminaria  quale  parte  pertinet  mihi  in  Guasilgo 
qui  est  regali  ibi.  Pro  anima  de  meo  patre  rex  domnus 
Sancius  et  pro  anima  de  meo  germano  rex  domnus  Pe- 
trus  et  pro  anima  de  alio  meo  germano  dopnus  Ade- 
fonsus  rex  et  per  me  metipsum  ut  Deus  et  sancta  Maria 
mihi  adjuvent  et  sedeat  istum  meum  donativum  quietum 
et  securum  de  Deo  et  sancta  Maria  et  sancti  Iohannis 
per  cuneta  sécula  seculorum.  Amen. 

Signum  A  +  uregis  Ranimiri. 

Facta  carta  donationis  era  MCLXXIÍ.  Regnante  rex 
Redemirus  in  Aragón  et  in  Pampilona,  in  Superarbi 
vel  Ripacurzia.  Sunt  testes,  sénior  Garcia  Ximen  de 
Grostan  et  Garcia  Garcez  suo  filio. 

Ego  Raimundus  scriptor  sub  jussione  domini  mei  re- 
gis  han  cartam  scripsi  et  de  manu  mea  hoc  +  feci. 


157 


XLI 


Cesión  en  usufructo  de  una  Iglesia,  otorgada  por  el  convento  de 
San  Martín  de  Piniario,  a  Fernando  Pérez,  canónigo  de  Santiago . 

Año  1136. 


NEC  MUTETUR  PLACITA  HEC 

Era  MCLXXIIIP  et  quot  XVIIIo  Kalendarum  Septem- 
brium.  Ego  abbas  domnus  Petrus  una  cum  consensu  mo- 
nacorum  sancti  Martini  de  Pinniario  vobis  Fredernando 
Petriz  ecclesie  beati  Jacobi  canónico.  Facimus  pactum  et 
placitum  firmissimum  in  solidos  D.os  (quingentos)  robo- 
ratum  super  quartam  portionem  ecclesie  sánete  Marie  de 
Daodro  quam  mater  vestra  per  mandationem  suam  nobis 
contulit  quam  nos  damus  vobis  ex  nostro  dato  ut  tenea- 
tis  eam  in  omni  vita  vestra  et  ad  obitum  vestrum  relin- 
quatis  eam  nobis  pacatam  cum  illa  alia  vestra  1111a 
quam  vos  datis  sancto  Martino  pro  remedio  anime  vestre 
et  parentum  vestrorum  et  nos  non  tollamus  ea  vobis  in 
vita  vestra.  Quod  si  mentiosi  ftierimus  et  quod  de  sur- 
sum  resonat  non  conpleverimus  pariamus  vobis  penam 
placiti.  Nos  Petrus  aba  una  cum  consensu  monacorum 
in  hoc  placitum  manus  nostras  + 

Abbas  dominus  Petrus  monasterii  sancti  Martini  con- 
firmat  -f- 


158 


XLH 

Venta  de  una  casa  otorgada  por  Domingo  Alvitiz,  a  favor  de 
Juan  Pérez.— Año  1137. 

XPS.  In  nomine  Patris  et  Filii  et  Spiritus  Sancti 
amen.  Ego  Dominicus  Alvitiz  una  pariter  cum  uxore 
mea  Maria  Ectaz  tibi  Iohannes  Petriz  presbiter  fatimus 
tibi  kartulam  venditionis  de  domo  nostra  cum  suo  fun- 
damento quam  nos  construximus  in  loco  nominato  in  illa 
ripa  subtus  illa  panateria  de  Sancto  Vincentio  per  tér- 
minos suos  de  sursum  per  illam  Kasteliam  que  discurrit 
de  Regula  usque  in  aliam  Kasteliam  que  discurrit  de  illa 
Spasanda  et  per  kasam  de  Fernando  usque  in  kasam  de 
Petro  Pelaiz  intus  istos  términos  ab  integritate  damus 
vobis  propter  quod  accepimus  a  te  precium  undecim 
modios  in  kavallo,  boves  et  vakas  et  manta  totum  obti- 
mum  quod  Ínter  nos  et  te-placuit.  Ita  ut  ab  hodierno  die 
et  deinceps  de  nostro  jure  sit  abstersum  in  tuo  jure  sit 
traditum  et  confirmatum  et  facias  de  ea  quod  tua  fuerit 
voluntas.  Si  aliquis  homo  contra  hunc  factum  nostrum 
ad  dirrumpendum  venerit  vel  uenerimus  tam  nos  quam 
aliquis  ex  progenie  nostra  vel  extranea  hanc  kartam  ven- 
ditionis frangere  temptaverit  sit  maledictus  et  excomu- 
nicatus  usque  in  septimam  generationem  et  pariat  tibi 
vel  voci  tue  quantum  in  karta  resonat  duplatum  in  simile 
loco  cum  quingentos  solidos  purissimi  argenti  et  hac 
karta  habeat  robur  in  evum. 

Facta  karta  venditionis  era  MCLXXV"  Imperante 
Adefonso  rege  cum  Berengaria  regina  Legione  et  Tole- 
to.  Adefonso  episcopante  in  O  veto.  Fernandus  Guterri 
majordomus  in  Asturiis;  Nos,superius  nominati  Domini- 
cus et  Maria  hanc  kartam  venditionis  quam  fieri  jussimus 
manibus  nostris  roboravimus-f -)- 


159 


XLIII 


Privilegio  de  D.  Ramón  Berenguer  IV  concediendo  a  los  vecinos 
de  Luesia  el  fuero  de  Jaca.— Año  1154. 


XPS.  In  Dei  nomine  et  ejus  gratia.  Ego  Raimundus 
Comes  Barchinonensis  et  Princeps  Aragonensis.  Fació 
hanc  cartam  dominacionis  et  confirmacionis  vobis  popu- 
latoribus  qui  veneritis  populare  in  illa  mea  populacione  de 
Luesia  in  circuitu  Sancti  Stephani.  Placuit  michi  libenti 
animo  et  spontanea  volúntate  et  propter  amorem  quod 
ibi  populetis  et  fiketis  de  bono  corde.  Dono  et  concedo 
vobis  ut  habeatis  ibi  tales  fueros  quomodo  habent  illos 
burzeses  de  lacea,  extra  quod  non  faciatis  mihi  hoste  per 
septem  annos.  Et  hoc  donativum  sicut  superius  est  scrip- 
tum  laudo  et  confirmo  ut  habeatis  vos  et  filii  vestri  et 
omnis  generacio  vel  posteritas  vestra,  salva  mea  fideli- 
tate  et  de  omni  mea  posteritate  per  cuneta  seculorum 
sécula  amen.  Facta  carta  era  MCLXLIP  In  mense  apri- 
lis  in  villa  que  vocatur  Luna. 


XLIV 


Donación  otorgada  por  el  monasterio  de  Sobrado  al  de  San 
Salvador  de  Cinís  en  1172. 


XPS.  In  Dei  nomine.  Ego  abbas  dominus  Egidius 
et  omnis  con  ven  tus  mon  áster  ii  Suberato  vobis  abbati  do- 
mino Monino  Petriz  monasterio  Ciniensis  tenente.  Damus 
vobis  abbatti  domino  Monino  vel  voci  vestre  nostra  par- 
te integra  de  eclesia  Sancti  Petri  de  Felgaria.  Damus 
vobis  eam  et  concedimus  una  pariter  et  íacimus  cartulam 


160 

de  ea  et  jacet  in  térra  Nemidus.  Damus  eam  vobis  liben- 
ter  ut  habeatis  et  possideatis  vos  et  proienie  vestre  per 
sécula  cuneta.  Si  quis  tamen  surrexerit  ex  nostra  parte 
vel  monasterio  Suberato  qui  eam  vobis  auferre  conave- 
rit  quisquís  ille  fuerit  qui  hanc  cartam  perfiliacionis  vel 
donacios  seu  confirmacionis  fregerit  vel  tempteverit  du- 
plet  eam  vobis  vel  voci  vestre  et  vos  vindicate  eam  vos 
vel  vox  vestra  quomodo  melius  potueritis  et  ista  carta 
semper  habeat  roborem.  Facta  carta  perfiliacionis  seu 
donacionis  vel  confirmacionis  sub  era  MCCX"  et  quotum 
idus  maii. 


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noctll<ía<riu.Tunonmcc6cfcc  iebiTiCdio. 
boyc^a£fcp.b\caiy-<iuvanic  conccduplaccjo 
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VII. 


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X. 

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XI. 


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uncca  ut¿am  &r4t  ciax>  i£.  noccGr^ 
fuñar  ferocul 02^  auiA?  f&uawaccv 


póculo5  4ifaratxa£T  con.locu.nccur7 
f Lcucctxvo  fSpXrv.iliczoL'fif  ucea  aocaáijf 
couf^axa:  &£rci<rurauiccuoce^ 
noapocüércc  tnaauipirorniarcrcccr 
^luaaiauace'  tvonDoíYunarcjL^ioz^ 
rnuaxifuAucaLnar.^  AntuuV  aeaubüu 
kxpucHcu.  *  auafv  lacoyopvW  Luc)£n.f. 
darra-ccuna  ciujaCf&fe  tac  cottvlAtvé,fu.<:tar, 
lumacéuÉcr.  ^.Uum^nocaxur-  &Uui 
Tuanu^rcc  occup ecarte    uXiipxieln^C 

rá*£nv  aLuaaar  auulu  *fpfcaxmdu* 
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Canccacr.A   aocaram¿KcJu^claar 

d tedero Liara£VtcV^   ^Trui-ornon.-* 
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jf^nvxuiccocuLo.  fl3^pe3e.c|iaicrolo<ug¡/* 


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XII, 


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£>  cicnáum   €fcf>  Sfcc  quic^  fcpipccufe 

ccduiccum    coTxcfuiar  bSae  ovófwruxxyC 
'\Jrxd6  p^oaulurn.  cnciccuy^.  <vu\  facctcc  ? 
-uxbectCC  n^cctbctar  .  aut  Gccxccm 
difcipulu/  at^ta:  r  <£>ic  fattge'lnjuo 
rrn»  .n&npfOü parre  .^quí  féuicnx  uéi 
moynbuf  un^anm  \x\behcuoc  üljcc  ? 
'Ljtutcc    ¿inY  IncutUf  confpcraat  y<xo  T 
Ala\ccubo  néfo    céUfcnf  /-¿km  pyt>miffio 
6oboufin   <nmc  pé¡rciau.y~  oxt cencío 
Icum   Tnoycra/lif  utee   omnif  co^yuDcno 

^eppbof  CYUCictjrcc    conf€fucuc  . 
J&arctccuYtt-  ^Cro  myvíccriccuihne  ypytnxffxú 


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fiv   C^tcou.  aepeu^io  Yidnr.  tuiUu^  ¿¿¿Lio, 
jv).  ^/¿fiiic  d  oro  Cju^ulxuj.  Tullía.  c¿i¿^ 

fvmj .Véclic  4  caYfiu.ucarti^.  CutUa,  ad  acc  ; 
)  x  *V  ¿naic  de omdonticc íiwlbc  <*44 ¿o .» 
f^J .  t^ííJic  Jdlmco  ctyiccf  vtulla.  aáia^ 

(pcu\  fífádepéop)  rnotur  demlla,  abaar. 
|5^llM\  fefacuxíl «<£no ni Odia^j  decu^Vta. vnuU^ 
cccco+áfae\JlA\*Aepulujciof  Yuof  {"tulla.  a.bduj. 

j^V>j .  ^SScac  4eofOc\*>(Sr*5.  íual  tJafTc^ifb 
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Jbcce  tope  {oytnituotiCf6cttioitneSin.íí/-Jotiocnl?i  ¡mofea. 
ilUf ccofuf  h<*™ &f  Un  kuef  ¿fulcc  cafa  ¿"ctUcdme 
cutU^evr-ííiaitírer  q*"'  ^  á>rwf  tk  S  £f2cv  0|fat|.  <e- 
11   Jfc?  ¿Un  cedmlo  Tt¿  enJvnJer  aenenccC-clieau*.  VI» 

u-llay-U'  fuicC  $eC«C2    ¿e-  ^otvo  ce»  bt  <¿p|  q  ñ  fuá  áíftuf 

■nuxzuytcA  tv  c^  «*  W    ksj»  íeaUpl  «ty^W-  Sonería. 
cnitfCfei  ife.  <*•  "f"  <#"»  •  í*«Hpa  <*  una-uiineit  qccflrm  cuetoL 

¿erídrc¿j>o  ÍWoljomí^  ftn  (Jcclxñáu  Semcnacur^-  ctff 
1^  agn*.  Gxpo  q  TO<ty^«Uutcnt^ca?c¿4^«;™^'t^tt«»*1rí^^• 
áUtuut  fc croaelli  «SemmcMcuW  fe  «e  it.  c¿j>o#iU«. 
m«(kva:íi-  ¿yCuvmeSt«no.  ScmenwtuyW.  vit .  ^.o^aTfttpo 

cáboielocoíu  <*tp«p-  -Semtef^uaf:  ceJte¿p>$ayc$.&W, 
U&o«¿  Sem«tt^oa*yí^!^'  w*"  uinee^Xenek^a^  <*• 

¿tXjutlun  tnuí^  íjeeper 
íc^^oo  t\fc>  ^¿-|¡I^^yt^,u\Scf  ^^t^ne|2onf mermo 


XXXVII. 


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