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Full text of "Proclamas del general San Martín. : A los habitantes del estado de Chile. Compatriotas:- Al fin se acreca el dia tan suspirado por vosotros como por nuestros hermanos del Perú. ."

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V 

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> 


A  los  habitantes  del  estado  de  Chile. 

Compatriotas  : — Al  íiii  se  acerca  el  día  tan 
suspirado  por  vosotros  como  por  nuestros  herma- 
nos del  Peiá.  El  Supremo  Director  y  el  Exuio. 
Senado  ,  de  acuerdo  con  el  sufragio  universal  de 
Chile,  me  han  encargado  la  dirección  de  la  gran- 
de empresa  ,  cuyo  resu'tado  aguarda  el  mundo  , 
para  declararnos  por  rebeldes,  si  somos  vencidos, 
ó  reconocer  nuestros  derechos,  si  triunfamos. — 
Voy  á  cumplir  sus  designios  ,  y  responder  á  la 
confianza  que  se  me  ha  hecho  ,  con  la  victoria  ó 
con  la  muerte. 

Pero  antes  de  separarme  de  vosotros  ,  permi- 
tidme que  os  encaresca  la  necesidad  de  conservar 
el  orden;  la  experiencia  os  ha  esefiado  á  conocer  sus 
▼entajas;  y  las  calamidades  que  sufren  los  pueblos, 
que  han  caido  en  la  anarquía,  deben  hacer  tem- 
blar á  los  que  no  aprecien  el  sociego.  El  gobier- 
no que  os  ri^e,  no  es,  ni  puede  ser  tan  perfecto, 
como  sus  propios  intereses  y  los  vuestros  exigen 
que  lo  sea  :  mas  sus  intenciones  son  justas  y 
equitativas  :  el  no  tiene  otro  objeto  que  el  bien 
publico,  y  si  alguna  vez  no  alcanza  su  acierto 
hasta  donde  se  extiende  su  zelo  ,  acordaos  de  las 
cricunstancias  en  que  nos  hallamos ,  del  gobierno 
español  ,  bajo  cuya  influencia  hemos  vivido  ,  y 
del  tiempo  que  hace  que  tomamos  las  armas  con- 
tra su  injusticia. 

Compatriotas  !  voy  4  abrir  la  compaña  mas 
memorable  de'  nuestra  revolución:  de  eila  penden 
la  consolidación  de  nuestros  destinos  ,  las  espe- 
ranzas de  este  vasto  continente,  la  suerte  de  nues- 
tras familias  ,  la  fortuna  de  nu^tros  amigos,  en- 
fin  ,  lo  mas  sagrado,  que  es  nuestro  honor.  Fia- 
do en  la  justicia  de  nuestra  causa  ,  y  en  la  pro- 
tección del  Ser  Supremo,  yo  os  prometo  la  victo- 
ria, yo  no  dudo  que  ella  coronará  como  hasta  aquí 
la  constancia  de  los  valientes  que  n.e  acompañan. 

Cuartel  general  en  Santiago  Junio  17.de  1820. 

-    San  Martin. 

A  los  halitanies  de  las  provincias  del  Rio  de 
la  Plata. 

CowPATFiOTAS  : — Se  acerca  el  momento  en 
que  yo  dtto  ttguir  el  destino  que  me  llama :  voy 


á  emprender  la  grande  obra  de  dar  la  libertad  al 
Peiú.  Mas  antes  de  mi  [  artida,  quiero  deciros 
algui^as  verdades  ,  que  s-entiria  las  acabaseis  de 
conocer  por  experiencia.  También  ós  manifes- 
taré las  quejas  que  tengo  ,  no  de  los  h.jmbres 
iiuparciales  y  bien  intencionados  ,  cuya  opiaiua 
me  ha  consolado  siempre  ;  sino  de  algunos  que 
conocen  pt<co  sus  propios  intereses  ,  y  los  de  sií 
pais  ;  porque  al  fin  la  calumnia  como  todos  |c  sí 
crímenes  ,  no  es  sino  obra  de  la  ignorancia  y  dül 
discernimiento  perveitido. 
/_/.,.  Vuestra  situatiun  ud  admite  disimulo:  diez 
años  de  constantes  sacrificios  sirven  hoy  de  trofeo 
á  la  anarquia  :  la  gloria  de  haberlas  hecho  es  ua 
pesar  actual ,  cuando  se  considera  su  poco  fruto. 
Habéis  trabajado  un  precipicio  con  vuestras  pro- 
pias manos  ,  y  acostumbrados  á  su  vista  ,  ningu- 
na sensación  de  horror  es  capaz  de  deteneros. 

El  genio  del  mal  os  ha  inspirado  el  delirio  de 
la  federación  :  esta  palabra  está  llena  de  muerte  , 
y  no  significa  sino  ruina  y  devastación.  Yo  ape- 
lo sobre  esto  á  vuestra  propia  experiencia,  y  os 
ruego  que  escuchéis  con  franqueza  de  animo  la 
opinión  de  un  general  que  os  ama,  y  que  nada 
espera  de  vosotros.  Yo  tengo  motivos  para  cono- 
cer vuestra  situación,  porque  en  los  dos  ejércitos 
que  he  mandado ,  me  ha  sido  preciso  averiguar 
el  estado  político  de  las  provincias  que  dependían 
de  mi.  Pensar  establecer  el  gobierno  federativo 
en  un  pais  casi  desierto,  lleno  de  zelos  y  de  anti- 
patías locales,  escaso  de  saber  y  de  experiencia  eti 
los  negocios  públicos  ,  desprovisto  de  rentas  pa- 
ra hacer  frente  á  los  gastos  del  gobierno  general, 
fuera  de  los  que  demande  la  lista  civil  de  cada 
esiado  ;  es  un  plan  cuyos  peligros  no  permittn 
infatuarse ,  ni  aun  con  el  placer  efímero  que  cau- 
san siempre  las  ilusiones  de  la  novedad. 

Compatriotas  :  yo  os  hablo  con  la  franqueza 
de  un  soldado  :  si  dóciles  á  la  experiencia  de  diez 
años  de  conflictos  ,  no  dais  á  vuestros  deseos  una 
dirección  mas  prudente ,  temo  que  cansados  de 
la  anarquía  ,  suspiréis  al  fin  por  la  opresión  ,  y 
recibáis  el  yugo  del  primer  aventurero  feliz  que 
se  presente  ,  quien  léjos  de  fijar  vuestro  destino  , 
no  hará  mas  que  prolongar  vuestra  iucertidun^breJ 


Voy  ahora  á  manifestaros  las  quejas  que  ten- 
go ,  no  porque  el  silencio  sea  una  prueba  dificil 
para  ñus  sentimientos  ,  sino  porque  yo  no  debo 
dejar  en  perplejidad  á  los  hombres  de  bien  ,  ni 
puf  do  abandonar  enteramente  á  la  posteridad  el 
juicio  de  mi  conducta,  calun»niada  por  hombres, 
en  quienes  la  gratitud  al-un  dia  recobrará  sus  de- 
rechos. 

Yo  servia  en  el  ejército  español  en  811:  veinte 
años  de  honrados  servicios  me  habian  atraído  al- 
guna consideración  ,  sin  embargo  de  ser  america- 
no :  supe  la  revolución  de  mi  pais/,  y  al  aban- 
donar mi  fortuna  y  mis  esperanzas  ,-solo  sentia 
no  tener  mas  que  sacrificar  al  deseo  de  contribuir 
á  la  libertad  de  mi  patria:  llegué  á  Buenos-Ayres 
á  principios  de  812,  y  desde  entonces  me  consa- 
gré á  la  causa  dt  América  :  sus  enemigos  podrán 
decir,  si  mis  servicios  han  sido  útiles. 

En  814  me  hallaba  de  gobernador  en  Mendo- 
za: la  pérdida  de  este  pais  dejaba  en  peligro  la 
provincia  de  mi  mando:  yo  la  puse  luego  en  esta- 
do de  defensa  ,  hasta  que  llegase  el  tiempo  de  to- 
mar la  ofensiva.  Mis  recursos  eran  escasos ,  y 
apenas  tenia  un  embrión  de  ejército;  pero  cono- 
cía la  buena  voluntad  de  los  Cuyanos,  y  empren- 
dí formarlo  bajo  un  plan  que  hiciese  ver ,  hasta 
que  grado  puede  apurarse  la  economía  para  llevar 
al  cabo  las  grandes  empresas. 

En  817  el  ejército  de  los  Andes  estaba  ya  or- 
ganizado :  abri  la  campana  de  Chile  ,  y  el  12  de 
Febrero  mis  soldados  recibieron  el  preaio  de  su 
constancia.  Yo  lonoci  que  desde  este  momento 
excitaría  zelos  mi  fortuna  ,  y  me  esforzé  aunque 
sin  fruto,  á  calmarlos  con  la  moderación  y  el  de- 
sinterés. 

Todos  saben  ,  que  después  de  la  batalla  de 
Chacabuco  ,  me  hallé  dueño  de  cuanto  puede  dar 
el  entusiasmo  á  un  vencedor:  el  pueblo  chileno 
quiso  acreditarme  su  generosidad  ,  ofreciéndome 
todo  lo  que  es  capaz  de  lisonjear  al  hombre  :  el 
mismo  es  testigo  del  aprecio  con  que  recibí  sus 
ofertas  ,  y  de  la  firmeza  con  que  lehusé  admi- 
tirlas. 

Sin  embargo  de  esto  ,  la  calumnia  trabajaba 
.contra  mí  con  una  perversa  actividad;  pero  busca- 
ba las  tinieblas  ,  porque  no  podía  existir  delante 
de  la  luz.  Hasta  el  mt^s  de  Enero  próximo  pasa- 
do ,  el  general  San  Martín  merecía  el  concepto 
■pílblico  en  las  provincias  que  formaban  la  unión, 
y  solo  después  de  haber  triunfado  la  anarquía  , 
ha  entrado  en  el  calculo  de  nns  enemigos  el  ca- 
lumniarme sin  disfraz,  y  reunir  sobre  mí  nombre 
los  improperios  mas  exagerados. 

Pero  yo  tengo  derecho  á  preguntarles  ¿  que 
misterio  de  iniquidad  ha  habido  en  esperar  la 
época  del  desorden  para  denigrar  mi  opinión  ? 
como  son  conciliables  las  suposiciones  de  aquellos, 
con  la  conducta  del  gobierno  de  Chile  y  la  del 


ejército  de  los  Andes  ?  El  primero  ,  de  acuerda 
con  el  senado  y  voto  del  pueblo ,  me  ha  nombra- 
do  gefe  de  las  fuerzas  expedicionarias  ;  y  el  se- 
gundo me  reeligio  por  su  general  en  el  mes  de 
Marzo ,  cuando  trastornada  en  las  Provincias- 
Unidas  la  autoridad  central  ,  renuncié  el  mando 
que  había  recibido  de  ella  ,  para  que  el  ejército 
acantonado  entonces  en  Ram  agua  ,  nombrase  el 
gefe  á  quien  quisiese  voluntariamente  obedecer. 

Si  tal  ha  sido  la  conducta  de  los  que  han  ob- 
servado de  cerca  mis  acciones,  no  es  posible  ex- 
plicar la  de  aquellos  que  me  calumnian  desde  lé- 
jos,  sino  coniendo  el  velo  que  oculta  sus  senti- 
mientos y  sus  miras.  Protesto  que  me  aflige  el 
pensar  en  ellas,  no  por  lo  qi'e  toca  á  mí  persona, 
sino  por  los  males  que  amenazan  á  los  pueblos 
que  Se  hallan  bajo  su  infleiicia. 

Compatriotas  :  yo  os  dejo  con  el  profundo 
sentimiento  que  causa  la  perspectiva  de  vuestras 
desgracias :  vosotos  me  habéis  acríniiuado  aun  de 
no  haber  contribuido  á  aumentarlas  ,  porque  este 
habría  sido  el  resultado  ,  si  yo  hubiese  tomado 
una  parte  activa  en  la  guerra  contra  los  federalis- 
tas:  mi  ejército  era  el  único  que  conservaba  su 
moral,  y  lo  exponía  á  perderla,  habriendo  uua 
campana,  en  que  el  ejemplo  de  la  licencia  aunase 
mis  tropas  contra  el  óiden.  En  tal  caso,  era 
preciso  renunciar  la  empresa  de  libeitar  el  Perú, 
y  suponiendo  que  la  suerte  de  las  armas  me  hu- 
biese sido  fóborable  en  la  guerra  civil,  yo  habría 
tenido  que  llorar  la  victoria  con  los  mismos  ven- 
cidos. No,  el  general  San  Martín  jamás  der- 
ramará la  sangre  de  sus  coinpat.íotas ,  y  solo 
desenvainará  la  espada  contra  los  enemigos  de  la 
independencia  de  íiud-América. 

En  fin  ,  á  nombre  de  vuestros  propios  intere- 
ses ,  os  ruego  que  aprendáis  á  distinguir  los  que 
trabajan  por  vuestra  salud,  de  los  que  meditan 
vuestra  ruina  ;  no  os  expongáis  á  que  los  hom- 
bres de  bien  os  abandonen  al  consejo  de  los  am- 
biciosos :  la  firmeza  de  las  almas  virtuosas  no  lle- 
ga hasta  el  extremo  de  sufrir  ,  que  los  malvados 
sean  puestos  á  mvél  con  elias:  y  ¡  desgraciado  el 
pueblo  donde  se  forma  impuntmtute  tan  estai;da- 
loso  paralelo  !!! 

Provincias  del  Río  de  la  Plata  !  El  día  mas 
celebre  de  nuestra  revolución  está  próximo  á  ama- 
necer: vny  á  dar  la  ultima  respuesta  a  mis  calum- 
niadores :  yo  no  puedo  hacer  mas  que  compro- 
meter mi  existencia  y  mí  honor  por  la  causa  de 
mi  país  ;  y  sea  cual  fuere  mí  suerte  en  la  campa- 
ña del  Perú  ,  probaré  que  desde  pue  volví  á  mi 
patria  ,  su  independen,  la  ha  sido  el  único  pensa- 
miento que  me  ha  ocupado  ;  y  que  no  he  tenido 
mas  ambición  ,  que  la  de  merecer  el  odio  de  los 
ingratos  y  el  aprecio  de  los  hombres  víituosos. 

Cuartel  general  en  Valparayso  ,  .iulio  22  de 
1820. — June  de  Sun  Martin. 


A  hK  NOBLEZA  PERUANA. 

Ilustres  patricios:  la  voz  de  la  revolución 
poütiea  de  esta  parte  del  mundo  ,  y  el  empeño  de 
las  armas  que  la  promueven  no  han  sido  ni  pue- 
den ser  contra  vuestros  verdadf-ros  privilegios. 
Algunas  epccas  de  delirios  de  faltas  y  furores  no 
pertenecen  sino  á  la  demencia  de  momentos  tran- 
sitorios, y  deque  ninguna  revolución  jamas  ha  es- 
tado exenta.  Pero  el  primer  titulo  de  la  nobleza 
fue  siempre  el  de  la  protección  dada  al  oprimido, 
y  8U  dignidad  jamas  se  ha  concillado  con  una  obs- 
cura molicie  ó  un  servil  abatimiento. 

Separados  del  truno  Español  miles  de  leguas 
estabais  reducidos  á  una  clase  inerta  y  sin  fun- 
ciones en  medio  de  soldados  que  egecutaban  y  un 
pueblo  esclavo  que  obedecia  i  Cual  es  el  noble 
americano  que  haya  gozado  de  alguna  decoración 
brillante  con  fin  determinado  debido  á  sus  méri- 
tos ó  virtudes?  su  preminencia  acaso  agradable  al 
frivolo  poseedor,  pero  siempre  humillante  á  los  que 
no  la  poseian  ,  nunca  ha  tenido  los  medios  reales 
de  la  grandeza  verdadera.  Ella  no  se  ha  com- 
puesto sino  de  exclusiones  con  respecto  á  los  de- 
mas  hombres,  mas  bien  que  de  ventajas  positivas 
para  la  clase  preferida.  Ella  irritaba  sin  conte- 
ner, no  formando  un  cuerpo  intermedio  que  man- 
tuviese á  los  pueblos  en  el  orden,  tanto  como  de- 
bia  cuidar  de  su  libertad.  Ella  enfin  era  una  cor- 
poración sin  base  ni  lugar  preciso  en  el  cuerpo 
social ,  que  separada  por  el  progreso  de  las  luces 
del  tiempo  del  feudalismo  solo  presentaba  el  es- 
cándalo de  un  sisteuia  indefinible  y  opresor.  Un 
cambiamiento,  pues,  se  hizo  necesario:  el  era  de- 
bido ,  el  era  conveniente  á  todas  las  clases  y  á 
todos  los  intereses.  Después  de  los  mas  furiosos 
ataques  del  despotimo  y  de  las  preocupaciones  , 
el  nuevo  orden  de  cosas  preparado  por  la  filosofía 
y  la  fortuna  del  siglo  os  llama  ahora  á  entrar  en 
funciones  propias  ,  no  menos  que  sublimes.  En 
su  ejercicio  será  vuestra  dignidad  menos  expuesta 
á  ser  atacada,  y  oías  suceptible  de  ser  defendida, 
sin  depender  del  capricho  de  un  favorito  ,  de  la 
codicia  de  un  paje,  ó  de  la  intriga  de  un  ministro. 
Ha  llegado  el  dia  de  consumar  esta  grande  obra. 
El  ejército  libertador  pisa  ya  el  territorio  Peruano, 
y  el  general  que  tiene  el  honor  de  mandarlo  no 
esta  distante  de  vosotros:  no  es  este  ya  un  calculo 
de  vanas  esperanzas  :  vuestra  cooperación  no  es 
menos  un  deber  que  un  interés  de  vuestra  clase. 
Vosotros  nada  debéis  á  un  gobierno  que  convirtió 
en  derecho  la  infracción  permanente  de  los  vín- 
culos que  han  debido  unir  la  nobleza  al  trono,  y 
que  si  os  permitía  alguna  vtz  acercaros  era  solo 
para  formar  la  pompa  vana  de  una  corte  corrom- 
pida. Vosotros  os  debéis  á  vuestra  patria,  á  vues- 
tros paisanos  oprimidos,  os  debéis  á  la  América, 
á  la  causa  enfin  de  la  humanidad.  Todo  loque  ein- 


*  prendáis  en  acelerar  el  gran  momento  déla  inJe- 
í  pendencia  del  Períl  ,  lo  haréis  en  obsequio  de  la 
j  justicia  no  menos  que  en  favor  de  vuestra  elevación. 
I  Sea  pues  este  instante  ,  en  el  que  por  vuestros 
í  esfuerzos  conozcan  los  peruanos  la  época  de  la  es- 
l  peranza  y  de  la  gloria :  que  vanas  inquietudes  é 
i  imposturas  no  perturben  la  marcha  de  vuestros 

>  trabajos.  Recibid  la  solemne  promesa  de  que  mis 
l  tareas  no  tienen  otro  fin  que  el  gran  bien  de  la 
l  América  ,  ni  otra  ambición  que  la  de  afianzar  la 
i  independencia  y  prosperidad  del  Perú, 

l  Hall  Martin. 

>  A  los  españoles  europeos  residentes  en  el  Perú. 

\  El  tiempo  de  los  errores  é  ilusiones  ha  con- 

i  cluido,  mis  amigos  ;  yo  quiero  ser  generoso  antes 

\  de  estar  presisado  á  reclamar  todo  el  rigor  del  de- 

\  recho  de  la  guerra.    Os  he  convidado  otra  vez  á 

i  la  paz  y  á  la  concordia  ,  siempre  que  contribuye- 

*  seis  ó  no  os  opusieseis  á  la  libertad  del  Perú.  Los, 
\  anuncios  que  hize  sobre  la  Península,  siendo  rea- 
í  lizados ,   aun  mas  alia  de  lo  que  manifetaba , 

>  una  administración  ignorante  y  corrumpida  no 
\  solo  debe  dar  una  segura  idea  de  la  ventaja  de  mi 
^  posición  sino  inspiraros  la  mas  decidida  ccnfian- 
í  za  en  el  sentimiento  conservador  á  que  ultuna- 
\  mente  os  provoco. 

I  Después  que  el  exceso  de  desgracias  y  de  cri- 

í  menes  ha  sublevado  las  provincias  de  España 

í  cuando  la  mas  atroz  guerra  intestina  cubre  de  es- 

{  panto  y  luto  todas  las  familias  ;  al  tiempo  que  la 

>  imperit  ia  todo  lo  desbarata  ,  el  furor  aparece  en 
\  cada  uno  de  los  movimientos  ,  y  la  proscrip- 

cion  agita  su  implacable  espada  en  todas  las  cia- 

X  ses;  en  fin  cuando  los  gritos  de  Fernando  y  Cons- 

\  titucion  son  otras  tantas  Eumenides  para  la  nación 

\  agonizante.    ¿  Que  apariciencia  justificable  po- 

\  drá  hacerse  valer  para  continuar  la  lucha  insen- 

\  sata  que  habéis  sostenido  y  tratáis  aun  de  sostt>- 

\  ner  en  el  Perú  ?   i  Kay  alguno  entre  vosotros  que 

I  reflexionando  detenidamente  sobre  la  fuezra  de 

I  los  acontecimientos  pasados  y  el  cuadro  de  los  pe- 

^  ligros  presentes  ,  no  se  convenza  de  que  sino  se 

X  reúne  á  la  indepedencia  americana  vá  á  verse  he- 

\  cho  iuguete  de  la  necia  ambición  de  algunos  man- 

\  dones  insensibles  que  se  complacen  en  ver  der- 

\  ramar  vuestra  sangre  y  la  de  algunos  mas  ameri- 

X  canos  }    i  Y  cual  podría  ser  al  cabo  el  resultado 

X  de  alargar  la  guerra  algunos  meses  ?  Extender 

I  una  larga  y  cruel  incertidumbre  sobre  la  suerte  de 

\  vuestras  propiedades  y  personas  ,  y  acabar  por 

\  hacer  eternamente  desgraciada  vuestra  existencia. 

X  Españoles  ,  quiero  reconocer  que  se  os  han 

\  ocultado  hasta  aquí  vuestros  reales  intereses,  des- 

\  figurándose  el  estado  verdadero  de  las  cosas.  Vues- 

í  tro  destino  está  en  vuestras  manos  :  yo  no  vengo 

X  á  hacer  la  guerra  á  las  fortunas  y  personas  de 

X  los  hombres  :  solo  el  eueuiigo  de  la  libertad  é  in- 


o  c 


dependencia  de  la  América  será  el  objeto  de  la 
venganza  de  las  armas  de  la  pu/r¿a.  Abandonad 
pues  todo  proyesto  culpable  de  douiiiiacion  ó  ser- 
vidumbre. Haceos  americanos  :  tiempo  es  de 
acabar  esta  contienda  escandalosa  de  pocvs  con- 
tra todos.  Yo  os  prometo  del  modo  mas  positivo 
que  vuestras  propiedades  y  personas  serán  invio- 
lables, y  que  seréis  tratados  como  ciudadanos  res- 
petables si  cooperáis  á  esta  gran  obra.  Pero  si 
sordos  á  mi  voz  os  encapricháis  en  oponer  una 
resistencia  temeraria,  yo  tendré  que  ceder  á  la 
necesidad  de  ser  un  ministro  riguroso  de  las  leyes 
de  la  guerra. 

José  de  San  Matin. 

A  los  so/dados  españoles  del  ejtrcito  del  virrey 
de  Lima, 

Las  armas  de  la  patria  van  á  abrir  su  última 
campaña.  ¿  Que  ven'aja  os  figu^'ais  en  oponeros 
á  su  marcha  victoriosa  ?  Cuando  vuestros  pai- 
sanos y  compañeros  se  han  declarado  en  España 
por  la  libertad  contra  el  rey  Fernando  ¿os  em- 
peñareis vosotros  en  merecer  la  execración  de  to- 
das las  alm;.s  sensibles  sosteniendo  su  tirania  en 
esta  parte  del  mundo.^ 

Soldados  ;  la  causa  del  virey  no  es  la  de  vu(  s- 
tro  bien.  Yo  apelo  á  las  fatigas  y  horrores  que 
habéis  sufrido  ;  yo  apelo  á  los  males  de  que  veis 
á  todos  envueltos.  Si  la  justicia  os  (  bügócomo 
hombres  ;  el  honor  os  impele  cí  mo  militares  á  no 
contribuir  personalmente  á  coiitinuar  por  mas 
tiempo  los  desastres  de  una  guerra  atroz ,  6  una 
injusticia  mantenida  á  costa  de  ilusiones  para 
satisfacer  la  negra  codicia  de  unos  pocos  contra 
la  felicidad  de  todos. 

El  militar  europeo  que  abandonando  la  mala 
causa  quiera  regresar  á  España  ,  tt-ndrá  á  mis 
expensas  un  pasage  cómodo  y  seguro  á  mas  de 
las  gratificacioiifS  á  que  se  haga  acredor  por  los 
servicios  que  hiciere  á  mi  ejército.  Todo  el  que 
prefiera  incorporarse  en  las  legiones  patrióticas 
gozará  infalablemente  de  un  sueldo  competente, 
y  entrará  en  los  gozes  que  se  preperan  á  los  de- 
fensores de  la  patria  ,  sea  como  soldado  ó  como 
simplt-  ciudadano.  No  es  la  primera  vez  que  os 
he  señalado  el  camino  verdadero  de  vuestra  uti- 
lidad.   Ha^ndome  ya  en  el  cüso  de  poder  rea- 


lizar mis  promesas ,  yo  no  os  renuevo  esta  invi- 
tación porque  las  fuerzas  de  mi  mi.ndo  tengan 
que  ttmer  algunos  enemigos  de  mas  sino  porque 
la  generosidad  americana  se  ha  ínij  uesto  el  de- 
bí r  de  hacer  victimas  á  los  menos  que  pu  da.  L"S 
que  hemos  jurado  (♦oio  y  guerra  á  l'^s  tiranos;  he- 
mos jurado  también  fraternidad  á  los  amigos  de  la 
libertad  y  de  la  paz..  Soldados  estáis  eu  el  mo- 
mento precioso  de  elegir  ;  creed  y  contad  segu- 
ramente eu  la  palabra  y  garantía  que  os  ofreced 
general. 

José  de  San  Murtin. 

A  ¡os  soldados  americanos  del  ejército  del 
virrey  del  Perú. 

Solo  el  repetir  vuestros  norubres  es  anun- 
ciar vuestro  deber,  litmpo  es  en  ya  de  sa- 
lir de  la  ignorancia  y  la  ilusión.  Los  pocos  tiranos 
que  os  mandan  no  calculan  sino  sobre  vuestra 
iudiferieiK  ia  y  ceguedad  para  prolongar  los  hor- 
rores de  ui.a  guerra  impia  ,  que  no  interesa  sino 
á  su  insaciable  couii  ia  y  pasión  de  dominar. 
¿  Querréis  perpetuar  la  infamia  de  aquellos  hijos 
desnaturalizados  que  ayudaron  á  unos  miserables 
aventureros  á  poner  cadenas  y  rí.bar  al  m..s  bello 
y  rico  pais  del  universo  ?  ^  ISereis  insensibles  á 
los  males  que  despedazan  el  seno  de  vutstra  pa- 
tria ,  y  a  los  suspiros  de  vuestros  heimanos  em- 
peñados en  este  momento  en  hacerse  justicia,  y 
acabar  de  redimir  sn  afligido  p;.is  ? 

Soldados  :  empezad  por  esta  vez  á  mostrar  á 
los  libeiticidas  que  sois  hombres  ,  y  acabad  con 
acreditaros  americanos  verdaderos.  La  fortuna 
de  la  patria  se  halla  en  campaña  ;  corred  á  ser 
libres  y  felices;  venid  á  gozar  de  protección  hajo 
sus  estandartes.  En  su  campo  todos  los  patriiitas 
son  llamados  al  honor  de  c*  nibatir  :  el  interés  es 
igual,  la  causa  una  y  común.  Cuando  hayamos 
probado  al  mundo  el  sentimiento  de  justicia,  de 
constancia  y  de  concordia  que  htya  distinguido 
á  los  americanos  en  el  tiiuufo  de  la  causa  de  la 
independencia  ¿quien  no  se  sentirá  orgulloso  de 
haber  personalmente  contribuido  ? 

Sol(  ados  aniericanos  ;  no  dtjeis  es'-apar  esta 
bella  y  ultima  ocasión,  que  llama  la  atención  del 
orbe  y  parti<  ularmente  interesa  á  vuestro  bien  y 
á  vuestra  gloria. 

José  de  San  Martin, 


Otra  proclama  al  bello  sexo  peruano  ,  se  publicará  por  separado 


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Imprenta 


D  E 


LA  Independencia.