4^
V
o
o
>
A los habitantes del estado de Chile.
Compatriotas : — Al íiii se acerca el día tan
suspirado por vosotros como por nuestros herma-
nos del Peiá. El Supremo Director y el Exuio.
Senado , de acuerdo con el sufragio universal de
Chile, me han encargado la dirección de la gran-
de empresa , cuyo resu'tado aguarda el mundo ,
para declararnos por rebeldes, si somos vencidos,
ó reconocer nuestros derechos, si triunfamos. —
Voy á cumplir sus designios , y responder á la
confianza que se me ha hecho , con la victoria ó
con la muerte.
Pero antes de separarme de vosotros , permi-
tidme que os encaresca la necesidad de conservar
el orden; la experiencia os ha esefiado á conocer sus
▼entajas; y las calamidades que sufren los pueblos,
que han caido en la anarquía, deben hacer tem-
blar á los que no aprecien el sociego. El gobier-
no que os ri^e, no es, ni puede ser tan perfecto,
como sus propios intereses y los vuestros exigen
que lo sea : mas sus intenciones son justas y
equitativas : el no tiene otro objeto que el bien
publico, y si alguna vez no alcanza su acierto
hasta donde se extiende su zelo , acordaos de las
cricunstancias en que nos hallamos , del gobierno
español , bajo cuya influencia hemos vivido , y
del tiempo que hace que tomamos las armas con-
tra su injusticia.
Compatriotas ! voy 4 abrir la compaña mas
memorable de' nuestra revolución: de eila penden
la consolidación de nuestros destinos , las espe-
ranzas de este vasto continente, la suerte de nues-
tras familias , la fortuna de nu^tros amigos, en-
fin , lo mas sagrado, que es nuestro honor. Fia-
do en la justicia de nuestra causa , y en la pro-
tección del Ser Supremo, yo os prometo la victo-
ria, yo no dudo que ella coronará como hasta aquí
la constancia de los valientes que n.e acompañan.
Cuartel general en Santiago Junio 17.de 1820.
- San Martin.
A los halitanies de las provincias del Rio de
la Plata.
CowPATFiOTAS : — Se acerca el momento en
que yo dtto ttguir el destino que me llama : voy
á emprender la grande obra de dar la libertad al
Peiú. Mas antes de mi [ artida, quiero deciros
algui^as verdades , que s-entiria las acabaseis de
conocer por experiencia. También ós manifes-
taré las quejas que tengo , no de los h.jmbres
iiuparciales y bien intencionados , cuya opiaiua
me ha consolado siempre ; sino de algunos que
conocen pt<co sus propios intereses , y los de sií
pais ; porque al fin la calumnia como todos |c sí
crímenes , no es sino obra de la ignorancia y dül
discernimiento perveitido.
/_/.,. Vuestra situatiun ud admite disimulo: diez
años de constantes sacrificios sirven hoy de trofeo
á la anarquia : la gloria de haberlas hecho es ua
pesar actual , cuando se considera su poco fruto.
Habéis trabajado un precipicio con vuestras pro-
pias manos , y acostumbrados á su vista , ningu-
na sensación de horror es capaz de deteneros.
El genio del mal os ha inspirado el delirio de
la federación : esta palabra está llena de muerte ,
y no significa sino ruina y devastación. Yo ape-
lo sobre esto á vuestra propia experiencia, y os
ruego que escuchéis con franqueza de animo la
opinión de un general que os ama, y que nada
espera de vosotros. Yo tengo motivos para cono-
cer vuestra situación, porque en los dos ejércitos
que he mandado , me ha sido preciso averiguar
el estado político de las provincias que dependían
de mi. Pensar establecer el gobierno federativo
en un pais casi desierto, lleno de zelos y de anti-
patías locales, escaso de saber y de experiencia eti
los negocios públicos , desprovisto de rentas pa-
ra hacer frente á los gastos del gobierno general,
fuera de los que demande la lista civil de cada
esiado ; es un plan cuyos peligros no permittn
infatuarse , ni aun con el placer efímero que cau-
san siempre las ilusiones de la novedad.
Compatriotas : yo os hablo con la franqueza
de un soldado : si dóciles á la experiencia de diez
años de conflictos , no dais á vuestros deseos una
dirección mas prudente , temo que cansados de
la anarquía , suspiréis al fin por la opresión , y
recibáis el yugo del primer aventurero feliz que
se presente , quien léjos de fijar vuestro destino ,
no hará mas que prolongar vuestra iucertidun^breJ
Voy ahora á manifestaros las quejas que ten-
go , no porque el silencio sea una prueba dificil
para ñus sentimientos , sino porque yo no debo
dejar en perplejidad á los hombres de bien , ni
puf do abandonar enteramente á la posteridad el
juicio de mi conducta, calun»niada por hombres,
en quienes la gratitud al-un dia recobrará sus de-
rechos.
Yo servia en el ejército español en 811: veinte
años de honrados servicios me habian atraído al-
guna consideración , sin embargo de ser america-
no : supe la revolución de mi pais/, y al aban-
donar mi fortuna y mis esperanzas ,-solo sentia
no tener mas que sacrificar al deseo de contribuir
á la libertad de mi patria: llegué á Buenos-Ayres
á principios de 812, y desde entonces me consa-
gré á la causa dt América : sus enemigos podrán
decir, si mis servicios han sido útiles.
En 814 me hallaba de gobernador en Mendo-
za: la pérdida de este pais dejaba en peligro la
provincia de mi mando: yo la puse luego en esta-
do de defensa , hasta que llegase el tiempo de to-
mar la ofensiva. Mis recursos eran escasos , y
apenas tenia un embrión de ejército; pero cono-
cía la buena voluntad de los Cuyanos, y empren-
dí formarlo bajo un plan que hiciese ver , hasta
que grado puede apurarse la economía para llevar
al cabo las grandes empresas.
En 817 el ejército de los Andes estaba ya or-
ganizado : abri la campana de Chile , y el 12 de
Febrero mis soldados recibieron el preaio de su
constancia. Yo lonoci que desde este momento
excitaría zelos mi fortuna , y me esforzé aunque
sin fruto, á calmarlos con la moderación y el de-
sinterés.
Todos saben , que después de la batalla de
Chacabuco , me hallé dueño de cuanto puede dar
el entusiasmo á un vencedor: el pueblo chileno
quiso acreditarme su generosidad , ofreciéndome
todo lo que es capaz de lisonjear al hombre : el
mismo es testigo del aprecio con que recibí sus
ofertas , y de la firmeza con que lehusé admi-
tirlas.
Sin embargo de esto , la calumnia trabajaba
.contra mí con una perversa actividad; pero busca-
ba las tinieblas , porque no podía existir delante
de la luz. Hasta el mt^s de Enero próximo pasa-
do , el general San Martín merecía el concepto
■pílblico en las provincias que formaban la unión,
y solo después de haber triunfado la anarquía ,
ha entrado en el calculo de nns enemigos el ca-
lumniarme sin disfraz, y reunir sobre mí nombre
los improperios mas exagerados.
Pero yo tengo derecho á preguntarles ¿ que
misterio de iniquidad ha habido en esperar la
época del desorden para denigrar mi opinión ?
como son conciliables las suposiciones de aquellos,
con la conducta del gobierno de Chile y la del
ejército de los Andes ? El primero , de acuerda
con el senado y voto del pueblo , me ha nombra-
do gefe de las fuerzas expedicionarias ; y el se-
gundo me reeligio por su general en el mes de
Marzo , cuando trastornada en las Provincias-
Unidas la autoridad central , renuncié el mando
que había recibido de ella , para que el ejército
acantonado entonces en Ram agua , nombrase el
gefe á quien quisiese voluntariamente obedecer.
Si tal ha sido la conducta de los que han ob-
servado de cerca mis acciones, no es posible ex-
plicar la de aquellos que me calumnian desde lé-
jos, sino coniendo el velo que oculta sus senti-
mientos y sus miras. Protesto que me aflige el
pensar en ellas, no por lo qi'e toca á mí persona,
sino por los males que amenazan á los pueblos
que Se hallan bajo su infleiicia.
Compatriotas : yo os dejo con el profundo
sentimiento que causa la perspectiva de vuestras
desgracias : vosotos me habéis acríniiuado aun de
no haber contribuido á aumentarlas , porque este
habría sido el resultado , si yo hubiese tomado
una parte activa en la guerra contra los federalis-
tas: mi ejército era el único que conservaba su
moral, y lo exponía á perderla, habriendo uua
campana, en que el ejemplo de la licencia aunase
mis tropas contra el óiden. En tal caso, era
preciso renunciar la empresa de libeitar el Perú,
y suponiendo que la suerte de las armas me hu-
biese sido fóborable en la guerra civil, yo habría
tenido que llorar la victoria con los mismos ven-
cidos. No, el general San Martín jamás der-
ramará la sangre de sus coinpat.íotas , y solo
desenvainará la espada contra los enemigos de la
independencia de íiud-América.
En fin , á nombre de vuestros propios intere-
ses , os ruego que aprendáis á distinguir los que
trabajan por vuestra salud, de los que meditan
vuestra ruina ; no os expongáis á que los hom-
bres de bien os abandonen al consejo de los am-
biciosos : la firmeza de las almas virtuosas no lle-
ga hasta el extremo de sufrir , que los malvados
sean puestos á mvél con elias: y ¡ desgraciado el
pueblo donde se forma impuntmtute tan estai;da-
loso paralelo !!!
Provincias del Río de la Plata ! El día mas
celebre de nuestra revolución está próximo á ama-
necer: vny á dar la ultima respuesta a mis calum-
niadores : yo no puedo hacer mas que compro-
meter mi existencia y mí honor por la causa de
mi país ; y sea cual fuere mí suerte en la campa-
ña del Perú , probaré que desde pue volví á mi
patria , su independen, la ha sido el único pensa-
miento que me ha ocupado ; y que no he tenido
mas ambición , que la de merecer el odio de los
ingratos y el aprecio de los hombres víituosos.
Cuartel general en Valparayso , .iulio 22 de
1820. — June de Sun Martin.
A hK NOBLEZA PERUANA.
Ilustres patricios: la voz de la revolución
poütiea de esta parte del mundo , y el empeño de
las armas que la promueven no han sido ni pue-
den ser contra vuestros verdadf-ros privilegios.
Algunas epccas de delirios de faltas y furores no
pertenecen sino á la demencia de momentos tran-
sitorios, y deque ninguna revolución jamas ha es-
tado exenta. Pero el primer titulo de la nobleza
fue siempre el de la protección dada al oprimido,
y 8U dignidad jamas se ha concillado con una obs-
cura molicie ó un servil abatimiento.
Separados del truno Español miles de leguas
estabais reducidos á una clase inerta y sin fun-
ciones en medio de soldados que egecutaban y un
pueblo esclavo que obedecia i Cual es el noble
americano que haya gozado de alguna decoración
brillante con fin determinado debido á sus méri-
tos ó virtudes? su preminencia acaso agradable al
frivolo poseedor, pero siempre humillante á los que
no la poseian , nunca ha tenido los medios reales
de la grandeza verdadera. Ella no se ha com-
puesto sino de exclusiones con respecto á los de-
mas hombres, mas bien que de ventajas positivas
para la clase preferida. Ella irritaba sin conte-
ner, no formando un cuerpo intermedio que man-
tuviese á los pueblos en el orden, tanto como de-
bia cuidar de su libertad. Ella enfin era una cor-
poración sin base ni lugar preciso en el cuerpo
social , que separada por el progreso de las luces
del tiempo del feudalismo solo presentaba el es-
cándalo de un sisteuia indefinible y opresor. Un
cambiamiento, pues, se hizo necesario: el era de-
bido , el era conveniente á todas las clases y á
todos los intereses. Después de los mas furiosos
ataques del despotimo y de las preocupaciones ,
el nuevo orden de cosas preparado por la filosofía
y la fortuna del siglo os llama ahora á entrar en
funciones propias , no menos que sublimes. En
su ejercicio será vuestra dignidad menos expuesta
á ser atacada, y oías suceptible de ser defendida,
sin depender del capricho de un favorito , de la
codicia de un paje, ó de la intriga de un ministro.
Ha llegado el dia de consumar esta grande obra.
El ejército libertador pisa ya el territorio Peruano,
y el general que tiene el honor de mandarlo no
esta distante de vosotros: no es este ya un calculo
de vanas esperanzas : vuestra cooperación no es
menos un deber que un interés de vuestra clase.
Vosotros nada debéis á un gobierno que convirtió
en derecho la infracción permanente de los vín-
culos que han debido unir la nobleza al trono, y
que si os permitía alguna vtz acercaros era solo
para formar la pompa vana de una corte corrom-
pida. Vosotros os debéis á vuestra patria, á vues-
tros paisanos oprimidos, os debéis á la América,
á la causa enfin de la humanidad. Todo loque ein-
* prendáis en acelerar el gran momento déla inJe-
í pendencia del Períl , lo haréis en obsequio de la
j justicia no menos que en favor de vuestra elevación.
I Sea pues este instante , en el que por vuestros
í esfuerzos conozcan los peruanos la época de la es-
l peranza y de la gloria : que vanas inquietudes é
i imposturas no perturben la marcha de vuestros
> trabajos. Recibid la solemne promesa de que mis
l tareas no tienen otro fin que el gran bien de la
l América , ni otra ambición que la de afianzar la
i independencia y prosperidad del Perú,
l Hall Martin.
> A los españoles europeos residentes en el Perú.
\ El tiempo de los errores é ilusiones ha con-
i cluido, mis amigos ; yo quiero ser generoso antes
\ de estar presisado á reclamar todo el rigor del de-
\ recho de la guerra. Os he convidado otra vez á
i la paz y á la concordia , siempre que contribuye-
* seis ó no os opusieseis á la libertad del Perú. Los,
\ anuncios que hize sobre la Península, siendo rea-
í lizados , aun mas alia de lo que manifetaba ,
> una administración ignorante y corrumpida no
\ solo debe dar una segura idea de la ventaja de mi
^ posición sino inspiraros la mas decidida ccnfian-
í za en el sentimiento conservador á que ultuna-
\ mente os provoco.
I Después que el exceso de desgracias y de cri-
í menes ha sublevado las provincias de España
í cuando la mas atroz guerra intestina cubre de es-
{ panto y luto todas las familias ; al tiempo que la
> imperit ia todo lo desbarata , el furor aparece en
\ cada uno de los movimientos , y la proscrip-
cion agita su implacable espada en todas las cia-
X ses; en fin cuando los gritos de Fernando y Cons-
\ titucion son otras tantas Eumenides para la nación
\ agonizante. ¿ Que apariciencia justificable po-
\ drá hacerse valer para continuar la lucha insen-
\ sata que habéis sostenido y tratáis aun de sostt>-
\ ner en el Perú ? i Kay alguno entre vosotros que
I reflexionando detenidamente sobre la fuezra de
I los acontecimientos pasados y el cuadro de los pe-
^ ligros presentes , no se convenza de que sino se
X reúne á la indepedencia americana vá á verse he-
\ cho iuguete de la necia ambición de algunos man-
\ dones insensibles que se complacen en ver der-
\ ramar vuestra sangre y la de algunos mas ameri-
X canos } i Y cual podría ser al cabo el resultado
X de alargar la guerra algunos meses ? Extender
I una larga y cruel incertidumbre sobre la suerte de
\ vuestras propiedades y personas , y acabar por
\ hacer eternamente desgraciada vuestra existencia.
X Españoles , quiero reconocer que se os han
\ ocultado hasta aquí vuestros reales intereses, des-
\ figurándose el estado verdadero de las cosas. Vues-
í tro destino está en vuestras manos : yo no vengo
X á hacer la guerra á las fortunas y personas de
X los hombres : solo el eueuiigo de la libertad é in-
o c
dependencia de la América será el objeto de la
venganza de las armas de la pu/r¿a. Abandonad
pues todo proyesto culpable de douiiiiacion ó ser-
vidumbre. Haceos americanos : tiempo es de
acabar esta contienda escandalosa de pocvs con-
tra todos. Yo os prometo del modo mas positivo
que vuestras propiedades y personas serán invio-
lables, y que seréis tratados como ciudadanos res-
petables si cooperáis á esta gran obra. Pero si
sordos á mi voz os encapricháis en oponer una
resistencia temeraria, yo tendré que ceder á la
necesidad de ser un ministro riguroso de las leyes
de la guerra.
José de San Matin.
A los so/dados españoles del ejtrcito del virrey
de Lima,
Las armas de la patria van á abrir su última
campaña. ¿ Que ven'aja os figu^'ais en oponeros
á su marcha victoriosa ? Cuando vuestros pai-
sanos y compañeros se han declarado en España
por la libertad contra el rey Fernando ¿os em-
peñareis vosotros en merecer la execración de to-
das las alm;.s sensibles sosteniendo su tirania en
esta parte del mundo.^
Soldados ; la causa del virey no es la de vu( s-
tro bien. Yo apelo á las fatigas y horrores que
habéis sufrido ; yo apelo á los males de que veis
á todos envueltos. Si la justicia os ( bügócomo
hombres ; el honor os impele cí mo militares á no
contribuir personalmente á coiitinuar por mas
tiempo los desastres de una guerra atroz , 6 una
injusticia mantenida á costa de ilusiones para
satisfacer la negra codicia de unos pocos contra
la felicidad de todos.
El militar europeo que abandonando la mala
causa quiera regresar á España , tt-ndrá á mis
expensas un pasage cómodo y seguro á mas de
las gratificacioiifS á que se haga acredor por los
servicios que hiciere á mi ejército. Todo el que
prefiera incorporarse en las legiones patrióticas
gozará infalablemente de un sueldo competente,
y entrará en los gozes que se preperan á los de-
fensores de la patria , sea como soldado ó como
simplt- ciudadano. No es la primera vez que os
he señalado el camino verdadero de vuestra uti-
lidad. Ha^ndome ya en el cüso de poder rea-
lizar mis promesas , yo no os renuevo esta invi-
tación porque las fuerzas de mi mi.ndo tengan
que ttmer algunos enemigos de mas sino porque
la generosidad americana se ha ínij uesto el de-
bí r de hacer victimas á los menos que pu da. L"S
que hemos jurado (♦oio y guerra á l'^s tiranos; he-
mos jurado también fraternidad á los amigos de la
libertad y de la paz.. Soldados estáis eu el mo-
mento precioso de elegir ; creed y contad segu-
ramente eu la palabra y garantía que os ofreced
general.
José de San Murtin.
A ¡os soldados americanos del ejército del
virrey del Perú.
Solo el repetir vuestros norubres es anun-
ciar vuestro deber, litmpo es en ya de sa-
lir de la ignorancia y la ilusión. Los pocos tiranos
que os mandan no calculan sino sobre vuestra
iudiferieiK ia y ceguedad para prolongar los hor-
rores de ui.a guerra impia , que no interesa sino
á su insaciable couii ia y pasión de dominar.
¿ Querréis perpetuar la infamia de aquellos hijos
desnaturalizados que ayudaron á unos miserables
aventureros á poner cadenas y rí.bar al m..s bello
y rico pais del universo ? ^ ISereis insensibles á
los males que despedazan el seno de vutstra pa-
tria , y a los suspiros de vuestros heimanos em-
peñados en este momento en hacerse justicia, y
acabar de redimir sn afligido p;.is ?
Soldados : empezad por esta vez á mostrar á
los libeiticidas que sois hombres , y acabad con
acreditaros americanos verdaderos. La fortuna
de la patria se halla en campaña ; corred á ser
libres y felices; venid á gozar de protección hajo
sus estandartes. En su campo todos los patriiitas
son llamados al honor de c* nibatir : el interés es
igual, la causa una y común. Cuando hayamos
probado al mundo el sentimiento de justicia, de
constancia y de concordia que htya distinguido
á los americanos en el tiiuufo de la causa de la
independencia ¿quien no se sentirá orgulloso de
haber personalmente contribuido ?
Sol( ados aniericanos ; no dtjeis es'-apar esta
bella y ultima ocasión, que llama la atención del
orbe y parti< ularmente interesa á vuestro bien y
á vuestra gloria.
José de San Martin,
Otra proclama al bello sexo peruano , se publicará por separado
X
Imprenta
D E
LA Independencia.