PRESENTED TO
THE LIBRARY
BV
PROFESSOR MILTON A. BUCHAN \N
OF THE
DEPARTMENT OF ITALIAN AND SPANISH
1906 1946
SOBRE
LE» Y EL «LA»
CUESTIÓN GRAMATICAL
LIO COTARELO Y MORÍ
DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA
MADRID
IMPRENTA DE ANTONIO MARZO
SAN HERMENEGILDO, 32 DUPLICADO
TELÉFONO I.977
1910
ITALIA-ESPAÑA
SOBRE
EL «LE» Y EL «LA-
C S^34 S
SOBRE
EL «LE» Y EL «LA»
CUESTIÓN GRAMÁTICA!.
EMILIO COTARELO Y MORÍ
DE LA ACADEMIA ESPAÑOLA
491727
MADRID
IMPRENTA DE ANTONIO MARZO
»AN HERMEJÍEGILDO, 32 DUPLICADO
TELÉFONO I.977
I0IO
EL LA. EL LE Y LA ACADEMIA
a debatida cuestión del empleo exclusivo
de una de las dos formas pronominales la
x- 6 le en el dativo femenino ha sido plan-
Y ™ teada y estudiada nuevamente por don
Antonio de Valbuena, fundándose, ante todo, en
la autoridad de los buenos escritores, desde el si-
glo xvi en adelante, sin omitir algunas razones de
conveniencia en pro de la claridad en lo hablado
6 I irrito (i).
Muéstrase el Sr. Valbuena laista resucito, como
labia declarado en trabajos anteriores. En su
virtud, opina que debe decirse, por ejemplo: «A tu
hija la traigo un vestido', y no de traigo»; «A la
duquesa entregó/a un rico presente, y no «entregó-
fe ; «Por La tarde tomábalos lección de Geografía»,
y no «tomába/t's '.
Como tal doctrina inadmisible in-
tento formular algún..- reparos y observaciones
(i) \«(o¡ gramaticales, /'la | e¡ le. por D Antonio de
Valbiirn.i Madrid, imprenta del Vsilo de Huérfano», 1910;
13 pp.
^ ,U,, EL «LE. Y LA ACADEMIA
en apoyo de la contraria, que juzgo mejor, casi en
alNoUUevo más objeto que esclarecer algo esta
cuestión que, de mucho antes, me ha pareado .dig-
na de ser tratada individual y aisladamente. Apro-
vecho la oportunidad de hacerlo, bien que siguien-
do (á causa del folleto del Sr. Yalbuena) un plan
diverso del proyectado. Las necesidades de la con-
troversia me forzarán á contradecir al Sr. \ albue
nT aun en cuestiones de hecho. Todos incurrimos
en' algún error, creyendo estar en posesión de la
verdad: buscarla y declararla es noble y honrosa
empresa.
La Academia Española es principal culpable,
seeún el Sr. Yalbuena, de la propagación, que con-
sidera abusiva, del empleo del le femenino, di-
^«Hubo un tiempo, y no está muy lejano todavía,
en que nuestra Real Academia de la Lengua con-
sideraba indiferente decir /a ó decir leen los dati-
vos femeninos y su Gramática, lo mismo .que las
de otros autores, presentaba como de libre elec-
ción las dos formas.» Y algo más adelante:
«En el año de 1874 me parece que fue cuando la
Academia, al hacer una nueva edición de su Gra-
mática reformó la declinación del pronombre su-
pliendo las formas la y las en el dativo de sin-
guiar y de plural...» (1). .
En esto padeció un grandísimo error el Sr \ al
buena Cerca de cien años antes fue cuando se
h"> la reforma (si así puede llamarse), punto que
fácilmente se comprueba con vista de la cuarta
(i) lbid, pp. 5 y 6-
LA INNOVACIÓN DE 179b
edición del referido libro, impreso en 1796, por
la Viuda de D. Joaquín Ibarra, páginas 67 y 68,
que trae así la declinación del pronombre perso-
nal en su
«TERCERA PERSONA FEMENINA
SINGULAR PLURAL
Nom.
F.lla.
Nom.
Ellas.
Gen.
De ella.
Gen.
De ellas.
Dat.
A, ó para ella, LE.
Dat.
A, ó para ellas, LES
Acus.
A ella, la.
Acus.
A ellas, las.
Ablat.
Por ella.
Ablat
Por ellas*
Por donde se ve que fueron totalmente excluí-
dos del dativo el la y su plural, exclusión que per-
severó en las reimpresiones hechas en 1821 y 1852;
en la nueva edición publicada en 1854 y en todas
las siguientes.
Concuerda esta doctrina con a sentada en la
cuarta edición del Diccionario vulgar de 1803,
primero que siguió á la reforma, en el que se puso:
«La. Acusativo de singular del pronombre personal
femenino, ella.
I.f Dativo ó acusativo del pronombre personal,
él. y dativo del pronombre femenino personal, ella.»
Hay también error por parte del Sr. Valbuena
en atribuir á la edición de la Gramática académi-
ca fie 1874 esta nota, que desde 1870 figuró al pie
del cuadro de las declinaciones: «No faltan auto-
res de nota que usan en dativo las formas la y las,
idénticas á las de acusativo. Ejemplo es que no
debe imitarse.»
Esta nota que Valbuena censura acremente y
atribuye al difunto D. Aureliano Fernández-Gue-
rra, es consecuencia de la exclusión del texto, pues
8 El. «LA', EL «LK* V LA ACADEMIA
no había la Academia de recomendar lo mismo
que condenaba y hállase, en substancia, conteni-
da en otra muy larga que por primera vez se es-
tampó en la página 35 de la ya citada edición de
la Gramática hecha en 1854, antes de que Fernán -
dez-Gueiia fuese académico.
Bien comprendo que nada de esto se opone que
la Academia deje de tener razón en el sentir que
mantiene; pero demuestra que el tiempo de la in-
novación no es de ayer tarde; que se halla mucho
más lejano de lo que el Sr. Valbuena cree, y, que
por algo después de mucho discutir, permanece
aún en la Gramática y en el Diccionario académi-
cos lo establecido en 1796.
Luego daré la razón de tal cambio (que en reali-
dad no lo es) y de cómo la Academia, sacando esta
materia del caos en que la tenían sumida los ante-
riores gramáticos, acertó á darle forma clara y
científica y pudo ver su doctrina apoyada y se-
guida por los tratadistas de más nombre.
II
LA ETIMOLOGÍA Y I.A GRAMÁTICA
P L pronombre castellano de tercera perso-
na salió del demostrativo latino Ule. que
tiene esta forma para el nominativo sin-
gular masculino, illa para el femenino é
illud para el neutro.
En dativo no hay más que Mi (plural Mis) para
los tres géneros. Por leyes de conversión conocidas
de la Gramática histórica el Mi (i) pasó á ser le
(i) En la más antigua versifin del Fuero Juzgo, se lee:
«O los godos non /; dieron la onra del regno* 'L V del pról.)
«Non h poda forciar suas cosas. ■ I. w do ídem.)
«Dando'/ «raí ias á el que ye en nos muy piadoso ÍL I.
idem ■' ii- j n
•O si los obispos federen al Principe que ih perdone • (L.
x. Id.)
Todavía Gonzalo de Bi n castellano li y lis:
I ■ oyl vanidades non ti prendie laliento...
Bien lis benia en mientes dé los buenos castigos...
i i pan qui entre día ¡i dauan loa parió
DauaJú pastos buenos, guaidáualas de daño..
[Im Vida de Sanio Dom. Je Silos; ed. Fitz-Gerald, París, 1904:
j j 1
Lo mismo consta en otros textos de la primera mitad del
Siglo XIIT.
I.'. EHMOtOGfA Y I.A GRAMÁTICA
en castellano, les en plural, siempre en el caso de
dativo masculino y femenino (i). Así se escribió en
toda la Edad Media, aun en dialectos como el leo-
nés, que se quiere dar hoy como dechado de cas-
ticismo en este punto. Demuéstrase con pasajes
tomados sin especial elección del poema ó Libro
de Alexandre:
Es mayor de todas Asia é meior
Aun cuerno es buena denie ser maior
Deuien/í dar las otras reuereneia é honor.
(Cop. 263.)
Su madre de Achules daua gTandes sossannos
Mas poco le ualiron todos sus encantos
(Cop. 392.)
La muger de Ector Androna le decien
(Cop. 541 )
Todas aquellas torcas non le ualiron nada.
(A la ciudad de Sardis.)
Ouola el rey Alexandre quebrantada.
(Cop. 785.)
Pero de todas essas (estrellas) el sol es la roaor...
Todas cercan á él i él les da claror.
(Cop. 1. 165.)
1 >(. ruedas é de molinos que muelen las ceueras,
De muchas ricas acennas que les dicen traperas.
(Cop. 1.304.)
Allí vieno al rey una rica reyna,
Sennora de la tierra que dizen femiuina,
Caleetrix le dexioron desque fue pequenina.
(Cop. 1. 701.)
una corrupción gramatical, /,• vino á ser forma
masculina del acusativo, en competencia con lo. que es la
según la derivación: illum. illa»,. UluJ. ven plural, tilos, illas
(pues el neutro no 'iene aplicación), v esto dio origen á otra
gran controversia entre lektas y loistas, que por ahora no nos
ORIGEN DEI, «LE»
Que la forma le no sea repugnante para desig-
nar el femenino, sino muy propia de la naturaleza
de nuestro idioma, acredítalo el hecho de que,
siendo, en general, destinada la letra o para las
terminaciones del género masculino y la a para las
del femenino, se aplica la e á uno ú otro género,
como en padre, sastre y fraile; madre, llave y nube, y
hasta sirve en la desinencia de muchas palabras
que participan de ambos: fraude, puente, dote.
arte, consorte, cónyuge.
Apoj'a guarniente el le como dativo masculino
y femenino, lo que sucede con sus pronombres co-
rrelativos me, te y se, que no tienen más que esta
forma para sus dativos en cualquier género; con
la particularidad bien digna de repararse, de que
el sé no es, en muchas ocasiones, más que eJ mis-
mo le en dativo, al que el uso, para evitar la repe-
tición que resultaría de le la ó le lo, cuando se jun-
ta á otro pronombre, dio en pronunciar se la ó se lo
y se las ó se los (i). Ejemplos: «Respondió que
(i) En el primitivo castellano este se se escribía y pro-
nunciaba ii 6 ye. «Nin mande que te lo fagan.» (F. Juz., h. v,
t 1. lib. II. I «Que non entre al Rey é que ye lo diga.» (L. xxn,
Ídem id.)
En Castilla comenzó á usarse en la escritura ge en lugar
de ye, pero con igual sonido. «Que ge lo otorgase» (t,. xxi,
t IV. Parí I1. «Que ge la demande» (L. n, t. XI, lib. II del
F. Kcah: -F.t cubriéndolas de celicio. ü. xvm. t. IV. Parí. I);
«Si non ge lo mandare» (L. vi, t. X, lib. I del F. Real),
rvese que ya entonces, como es natural, existia el re-
flexivo en su forma propia, que es la latina: «S< debe confe-
i. xxx, tu. iv Part I Que •;<• mataban» ¡i. xi.m,
ídem id. Cuando alguno oviere a salvar- il.. i, tit. XII,
lib II del / perdiere por culpa i. i, t. XVII,
lib III de idem
Caml> raido de la g ante t '■ i pero aún rutina-
riamente seguía escribiéndose en el -¡e.lo xv y principios del xvi
gela 6 geio, cuando ya se pronunciaba '- ó le/o.biCastígame mi
madre j , ,, trompogebu» 6 bien Castigóme mi madre y yo
ttompégeta [ue de ambos imxlos se escribía este dicho po-
pular, que aún recuerda Cervantes en el Quijote.
LA ETIMOLOGÍA V LA GRAMÁTICA
si querían agua barata se la daría de muy buena
gana» (Cervantes). «Sin buscar ellos la comida
les ruegan con ella y aun se la ponen en la boca.»
(F. L,. de Granada «¿Leíste la caita á Julia? — Ya
se la leí.»
Por eso alguno de los más célebres filólogos, Añ-
il ro Bello, que «/se atrevió á escribir una gramáti-
ca', como dice el Sr. Valbuena (i) deplora que
un se usen las formas le la, le lo y plurales, que no
halla ingratas al oído (2).
Ahora bien; si este se, substituto de le dativo,
nació tan tardíamente, ¿cómo no se buscó para la
terminación femenina la vocal que le es más pro-
pia? Si los laístas tuviesen razón parece indudable
que en los dos primeros ejemplos de antes, el se
debiera escribirse sa de este modo: «sa la dará de
muy buena gana», y «aun sa la ponen en la boca»,
si el nombre representado fuese femenino y estu-
viese en singular y desde luego en el tercer ejem-
plo. Y no vale alegar que tal forma sería inaudita,
y que con el la 110 se ha hecho más que utilizar el
acusativo que ya existía; porque no ha sido ésta
la causa, sino simplemente la de dar al pronom-
bre desinencia en a para la claridad en el conoci-
miento del género.
No entró, pues, en el ánimo de los que crearon
v luego perfeccionaron el castellano el apartara-
de la norma trazada poi el idioma que le había
servido de padre y de maestro.
A principios del siglo xvi fué cuando, siu duda
para evitar la confusión de géneros que resultaba
(1) i'ásina 28 de su folleto. Conste >|" las -ld-
mrraciones y las que lleva esta otra expresión que sigue á la
primera: <¡Y hay quien la recomienda'
(2) Gramática de la ¡enana castellana Undécima edición...
PRINCIPIO DEL USO DEt «,A<
en algunos casos, se comenzó á emplear el la en el
de dativo, igualándolo con el acusativo
Todavía, á fines de la anterior centuria. Anto-
nio de Nebrija en su Gramática (1492) decía «que
el la lo tiene solamente en el caso tercero (dal.) del
singular é plural le é les comunes de tres GÉ-
NEROS.» .
En todo el siglo xvi continuo siendo aun muy
poco frecuente el uso de la forma la, que en el si-
guiente tuvo á su favor la autoridad de tratadis-
tas, como el maestro Gonzalo Correas (1627). Y lo
extraño es que Correas atribuye al vulgo el uso
contrario, es decir, el empleo del le (1) así como la
confusión de casos, cuando él no sólo los confi
sino que los hace idénticos, preceptuando las fot
mas le, la, lo no ya para el acusativo, mas también
para el dativo, v lo mismo en los plurales: les, las,
los, monstruoso' desbarajuste gramatical que prue-
ba una vez más la falta de juicio de aquel hom-
bre, por otra parte tan noticioso (2).
Bien que otros, como el P. Juan Villar, jesuíta,
autor de la mejor gramática castellana de su tiem-
po, impresa en 1651, vuelven por las buenas prác-
v distinción de los casos, reprendiendo ex-
presiones como ésta: «Cuando veas las imágenes
haz/as reverencia», y prescribiendo el empleo, sin
excepción, de le en caso de dativo femenino. (Par-
fe XI, cap. m).
(7) Prueba de que esta forma era la popular y usual, al
menos en Salamanca, antes de que lograse ir aclimatándose
la otra . , _.
(•*) la doctrina de Correas hállase contenida en su Try
lingüt de tres artes de las tres lenguas Castellana, Latina i Gftt-
Ca improsa en Salamanca en 1627. PP 44 a 48; y en el irte
erande de la lengua castellana, compuesto en 1626 y no im-
preso hasta 1903, en que le dio á luz el Sr. Conde de la Vma-
sa; pp 91 á 103.
LA ETIMOLOGÍA Y LA GRAMÁTICA
En el siglo xvm adquirió mayor auge el empleo
del la, sobre todo desde que en la corte se hizo de
moda y lo adoptaron algunos buenos escritores
como Iriarte y Moratín, el hijo.
En 1 734 publicó la Academia Española el tomo V
de su primer Diccionario, ó sea el de Autori-
dades comprensivo de la letra L; y, participando
de la general confusión dice que el pronombre la
se emplea en los casos oblicuos; pero los dos ejem-
plos que pone son acusativos. En cuanto al le,
manifiesta que: «Suélese usar algunas veces con
elegancia junto con nombres del género femenino,
especialmente cuando están en dativo» (i). Lo
que parece indicar ser más corriente el uso del la;
pero en cuanto al plural no admite las sino les.
I. a confusión era común aun entre los mejores
gramáticos del mismo siglo xvni, como D. Benito
Gómez Gayoso, quien no ya en la 1.a edición de su
Gramática Castellana, impresa en 1743, sino en la
de 1769 «nuevamente añadida y aumentada por
su autor», pone de este modo (pág. 86) la declina-
ción del pronombre en los dos casos que nos inte-
resan:
SVM. SINGULAR NÚM. PLURAL
Dat : á ó para ti, ella, ello, Uní.: á, ó para ellos, ellas;
lo, la, lo. les, los, las.
A cus.: él, ó á él, a ella, á Acus.: ellos ellas, ó á ellos,
ello; le, la, lo. á ellas; les. los, las.
Aunque tampoco distingue claramente los ca-
1 P. Benito de San Pedro, escolapio, en su
notable Arte del romance castellano (Valencia,
Monfort, 1769) parece inclinarse al empleo del le
(1) Dicción.: Artículos Im y Lt.
GRAMÁTICOS DEL SIGLO XVHI
en el caso oblicuo; pues en la página 160 del tomo
primero, dice, al hablar de los que llama pronom-
bres conjuntivos:
«TERCERA PERSONA
Lo, la. Femen.: le, como se. Los, las. Femen.: les.»
Y cita como ejemplo el refrán: «Mal me quieren
mis comadres, porque les digo las verdades.»
No es de extrañar esto, porque muchos años
después, todavía D. Gaspar de Jovellanos no sa-
bía cómo razonar el empleo de una ú otra par-
tícula:
•No puede haber duda sobre el uso del tercer pronom-
bre. El y ella son siempre sujetos de la acción; le, la son
términos de ella. Mas puede haberla cuando le y la se
refieren ambos á dos á género femenino, en cuyo caso
observaremos si el verbo tiene otro término, además
de este pronombre, ó si no lo tiene. Si tiene otro término
se usa de la variación la, le en ambos géneros, cómo:.
«Ático usó de la exención que le (i) daba su edad.» (Vida
/( Itico, por CORNELio NEPOTE.) «Hallaron á Leandra
en una cueva; preguntáronte su desgracia; contó como
el soldado, sin quitar/e su honor, la robó cuanto tenía» (2)
(Cervantes.) Si no la tiene se usa de la variación le para
el masculino y de la para el femenino» (3).
(i) Este ejemplo es impropio; porque el le se refiere á Áti-
co, i|uc es masculino, y el empleo del le era forzoso.
(2) Conservo el texto para que se conozca el pensamien-
to de Jovellanos; que, por lo demás, la cita es falsa. Lo que
el (Junóte dice fielmente es: «Contó también cómo el soldado
sin quita/fe su honor, le robo quanto tenia» (primera parte,
cap, II; folio 306 vuelto de la primera edición de 1605).
Y es lo singular del caso, que este pasaje y supuesta ano-
malía cervantina, han sido traídos y llevados para hallarles
explicación y acomodar el hecho á reglas conocidas, sin que
á nadie se hubiese ocurrido ver cómo realmente había sido es-
crito.
(3) JOVELLANOS; Rudimentos de Gramática castellana, en las
Obras de Jovellanos en \ \ • ■
16 i,a i TIHOLOGtA Y LA GRAMÁTICA
En esto sí que no puede haber duda; pues en
uno y otro caso se trata de acusativos; pero en el
ejemplo de Cervantes no se adivina por qué, si los
dos primeros le están bien puestos, no lo había de
haber estado el tercero que igualmente lleva un
segundo complemento. Lo que resulta cierto que
Jovellanos no había profundizado en este asunto
lo suficiente.
La misma inseguridad existe en las tres prime-
ras ediciones de la Gramática castellana de la Aca-
demia, impresas en 1771, 1772 y i7Sl- (<I'a terce-
ra persona (del pronombre) tiene dos significacio-
nes, una directa y otra recíproca. En la significa-
ción directa tiene estas variaciones', él y le para el
masculino, ella, le y /<j para el femenino; ello y lo
para el neutro. V así decimos: él es. hablémos/í-;
á ella le está bien, díganla lo que quieran; ello pa-
rece fácil, pero no lo es». No distingue con preci-
sión los casos, aunque parece inclinarse á que en
dativo se diga le, como resulta de este ejemplo que
trae poco después «á ellas les pareció que las mi-
raban» (1).
Y no mayor claridad tenía en estas cosas el eru-
dito D. Gregorio Garcés, quien, en su Fundamen-
to del vigor y elegancia de la lengua castellana (Ma-
drid, 1781), aunque admite en teoría para el dati-
vo femenino las dos foimas le y la, los ejemplos
que aduce como prueba sólo emplean la en el acu-
sativo (2).
Todo esto cesó, como hemos dicho, desde que
(1) Gramática de la lengua castellana, compuesta por la
Real Academia Española. Madrid, f'or I). Joachin de lharra.
Impresor de Cámara de S If.Af. I>< C.LXXI ;, 8.°, pp. 37 V 3**.
y lo mismo en las dos siguiente* impresiones, hechas á plana
j n i i, ,n ,,i.t. i : primera.
. ■ mse las paginas ufa y u; del tomo 11.
DOCTRINA DE LA ACADEMIA EN' 1 796 17
en 1796 la A.< ademia publicó la cuarta edición de
su Gramática. Dio d cuadro de las declinaciones
que hemos transcrito y algo después (pág. 71),
completando su doctrina, añadía: «O la acción y
significación del verbo termina en el pronombre
personal de que se trata, ó termina en otra ó en
otras partes de la oración. Si en el pronombre,
éste está en acusativo; si en otra parte de la ora-
ción, el pronombre será dativo del singular ó plu-
ral. El de singular será le, y ¡es el de plural, ie cual-
quier género que sea. cuya diferencia dependerá
claramente del contexto de la oración. El acusa-
tivo de singular será le y el de plural los quando
el nombre sea masculino, y siendo femenino, se
dirá en singular la y las en plural.»
Contra esta doctrina, que por primera vez se
exponía de un modo tan claro y científico, pero
que pugnaba con la que algunos escritores de la
época habían apadrinado, sólo se alzó, aunque de
modo inseguro, en 1S26, el famoso helenista don
José Gómez Hermosilla, tan vehemente y apasio-
nado en sus juicios, y quizá más por oponerse á
Meléndez, á quien aborrecía, y á quien creía jefe
de la secta de loístas, como él llamaba á los que
usaban lo y no le en el acusativo masculino, escri-
bió en su Arte de hablar en prosa y verso (Lib. III,
cap. 1, art. n).
«He dicho que sobre el modo de usar los pro-
nombres se sigan las reglas de la Real Academia.
Sin embargo, si valiese mi voto, me atrevería á
proponer que, respecto del pronombre de tercera
persona se usase para el dativo femenino de sin-
gular Aí y para el plural las, y no /;■ y les.* La razón
para Hermosilla estaba en lo inconstante del uso;
en que frecuentemente se empleaba en el lengua-
1 8 LA etimología y la gramática
je ordinario el la y. sobre todo, en que así queda-
ban diferenciados los géneros. Razones verdade-
ramente extrañas en un gramático empedernido y
que sólo pueden explicarse por la devoción idolá-
trica que Hermosilla profesaba á Moratín.
No tuvo eco esta protesta por entonces; y así
como antes de ella la doctrina de la Academia ha-
bía sido admitida por los más disertos gramáti-
cos, como el doctor D. José Pablo Ballot, que en
1819 había impreso en Barcelona una útil Gramá-
tica de la lengua castellana (1), y D. M. Núñez de
Taboada (2) pasó igualmente á la de D. Vicen-
te Salva, publicada primero en 1830 y luego otras
muchas veces (3) Salva, aunque amigo y admira-
dor de Hermosilla, no le quiso seguir en este pun-
to, que fué discutido por ambos.
Igual opinión sustentan en sus Gramáticas don
Estanislao Acevedo (1834) (4). D. Joaquín Avenda-
ño (1844) (5), D. Santiago Vicente García (1854) (6),
D. José M. Llera (1854) (7) y hasta D. Fernando
(1) La reimprimió con adiciones en 1825. Véanse pp. 42
y tt)' Publicó en París (1826) una Gramática castellana
ndo en todo á la de la Academia. Véanse pp. 59 y 62.
(,) La última edición hecha por el autor, es de Valencia,
librería de Vallen, r847, 8.' Véanse las pp. 48, «1 ^«¡to
de establece y defiende la solución dada por la Academia.
Salva admite como excepción el empleo del la en dativo, cuan-
do por el giro que se quiera dar á la frase resultare inevitable
la anfiboloiíía. , „
[41 Tratado de Gramática española, compuesto por don
Estanislao Acevedo. San Fernando, 1854, 4.; P- "•
fsl la primera edición es de 1844- Después se han hecho
otras muchas con adiciones que la han convertido en una de
las más extensas. Véase p. 43 de la impresión de 1849. « 4-
(6) Gramática de la lengua española, por D. Santiago Vi
cente García. Madrid, 1854, 4° Véase p. 36-
(7) Auxiliar de escuelas y escritorios, o sea Gramática es-
pañola completa, por D. José M. Llera. Madrid, 1854, 4- Véa-
se p. 160.
GRAMÁTICOS DEI, SIGLO XIX
Gómez de Salazar (1869) (1) que en tantas cosas
mostró su oposición á la Academia; por citar sólo
las mus extensas y autorizadas hasta 1870, y sin
contar las americanas como la tan acreditada y
difundida de D. Andrés Bello (2).
Sólo mostró disconformidad cierto Br. Don
A. M. de Noboa, como él se denominaba. En 1839
dio á luz en Madrid una Nueva Gramática de la
lengua castellana según los principios de la filosofía
gramatical, que, por lo visto, se extienden hasta
la creación de una ortografía caprichosa y origi-
nal que el Br. Noboa nos da á conocer en el mismo
libro.
En cuanto al punto concreto del pronombre fe-
menino es laísta en singular y en plural, como
el Sr. Valbuena, y funda su dictamen en que «esto
es lo más conforme á la razón i lo que más jeneral-
mente se usa, no sólo en la conversación sino en
los discursos pronunciados en público i aun en
la escritura» (3). Estas afirmaciones quedan sin
prueba.
Desde 1870 en que apareció en la Gramática de
la Academia la nota que al Sr. Valbuena inspira
tan duros calificativos, es todavía mayor la uni-
formidad que existe en los tratadistas. De más de
veinte gramáticas, sin contar los epítomes y com-
pendios para las escuelas, que he visto, sólo en
una, impresa en las provincias del Norte, hace
(1) Gramática de la lengua castellana, por D. Fernando
Gómez de Salazar Madrid. 1869, 4.° Véase p. 39. Lo mismo
dice en las demás ediciones Véase la tercera (Madrid, 1884),
PP 5> V 52
(2) La primera edición es 1847 (Santiago de Chile). Des-
pués se han hecho multitud de impresiones, compendios, etc. La
última y mejor es de París, 1908, con importantes notas del
ilustre filólogo D. Rufino J. Cuervo.
(3) Páginas 47 y 48.
LA ETIMOLOGÍA Y LA GRAMÁTICA
muv pocos años, se profesa claramente la doctri-
na contraria a la Academia, arrojándose el autor
á decir que el empleo del le en dativo femenino «no
es ni ha sido nunca castellano, por muy distingui-
do escritor que lo use». Por lo visto el que esto afir-
ma no ha leído ningún libro escrito en castellano
desde el siglo xm á nuestros días (i).
Resulta, pues, evidente, que la Academia, en
cuanto regula, del modo que lo hace, el empleo
del pronombre femenino en dativo va en buena y
numerosa compañía (2).
(1) Alguno propone con cierta vacilación que se adopte el
la sólo en el singular, como antes había indicado Martínez
López (Gram. cast., París, I 5 me parecen simples
erratas las dos siguientes. El Sr. D. Luis I.aplana, en su frru-
m¡Uka 1 idrid. 1003), trae en la p. 33 el cuadro
de la declinación del pronombre, y en el dativo escribe:
Singular. Plural.
«Dvr A, para él, Ir, a. para Dat A. para ellos, les; á. para
ella. le. e«as- IASj
Lo mismo hallamos en los EUmentos de Gramática castella-
na, por D. Miguel de la Iglesia y Diego (quinta ed.; Madrid.
1907), donde á las pp. V~-< y J7, íe dice.
Singular. Plural.
,Dvr \ ■ para él, le; á, ó para Dat. A ó para ell
ella le. -l ° l1;irl ol!'l~ t-AS.»
Si el dativo femenino en singular no es mas que .',
ha de ser las en plural?
(2) Postuma acaba de publicarle la anunciada Gramáti-
ca del célebre filólo, ndencia
de criterio en '"• 1,,les
bien, en la nota ;. á la p. 174, '-1" ' mplean
á veces como dativos LA v LAS, lo <¡vt no es digno tU :»;
Son, como se ve, las mismas palabras de la aaureliánica tonte-
ría» que tan fuera de si pone al Sr. Valbuena.
III
LAS AUTORIDADES
ero el Sr. Valbuena concede poca impor-
tancia, ó ninguna, al origen etimológico de
la partícula discutida ni á la opinión de
los gramáticos acerca de ella. El fuerte y
reparo de su argumentación lo forman las «auto-
ridad - contra la Academia», que él acumula en
varios capítulos. ^
No es mal método de defensa; porque en estas
materias el uso ha de ser, á la postre, como ya ad-
virtió Horacio, el único y verdadero legislador y
tro.
El aparato demostrativo del Sr. Valbuena es
imponente, no tanto por el número de autores ci-
tados, con ser muy copioso, como porque entre
ellos están incluidos los que mejor han escrito en
nuestro idioma.
Si todos ¡qué todos!; si la mayor parte pensaran
del modo que se les atribuye, tendría el Sr. Valbue-
na todas las razones imaginables, y resultaría in-
explicable la ceguedad de la Academia y de los
que la siguen. Pero acerca del sentido y alcance
LAS AUTORIDADES
de tales autoridades (hablo de los grandes escri-
tores) tenemos no poco que decir, empezando por
la depuración de los misinos textos.
No cita el Sr. Valbuena ni ediciones, ni siquiera
las obras de que toma los pasajes en que se apoya;
y como muchos están evidentemente equivoca-
dos, de ahí que sea lícito pensar que no siempre
fueron limpias las fuentes por él utilizadas.
Y no se entienda ser cosa baladí ó secundaria
dilucidar este extremo; pues versando la cuestión
sobre el empleo de una sola letra, parece indispen-
sable saber con certeza si el autor la puso ó no ver-
daderamente. El mismo Sr. Valbuena comprende
la importancia de puntualizar las citas, pues re-
chaza, en general, las impresiones catalanas y va-
lencianas (i) como inseguras y mendosas, cuan-
do, por ejemplo, necesitando para su tesis que
D. Antonio de Solís hubiese escrito un la que no
hallaba en cierta impresión valenciana de la Con-
quista de Méjico, sino le, acudió á otra edición he-
cha en Madrid, por Blas Román, en 1776, en don-
de decía la, y fuerte con esta autoridad, dio por
errata ó «corrección de impresor ignorante y presu-
mido» el le de la otra. «No acertaba á creer (dice)
que autor tan esmerado y pulcro pudiera haber
escrito de cortaron la cabeza», tratándose de una
yegua» (pág. 15.)
Mas no reparó el Sr. Valbuena en que anterior
á la de Blas Román y á todas, hay otra edición
hecha por el mismo Solís, en 1684, dos años antes
de su muerte é impresa en Madrid, por Bernardo
de Villa-Diego, en un volumen en folio; y en ella,
(1) las catalanas bien; poro (as valencianas del siglo xvm
no merecen ese estigma. I .os Orgas y los Momort fueron tan
buenos impresoresS?como cualquiera otro de Madrid.
I.OS TEXTOS 23
á la página 146, se halla el pasaje de la yegua de
Pedro ele Morón, donde se escribe claramente le y
no la, como presumía. I.a equivocada, pues, no
era la impresión valenciana sino la madrileña
de 1776, donde el tipógrafo enmendó la plana no
menos que al autor de la obra (1).
Pero vengamos ya á tratar del valor é importan-
cia de los textos aducidos por el Sr. Yalbuena.
(1) I lad pudo el Sr. Valbuena sa-
lir de su error Tirado li edición original de la Conquista de
que no es libro tan raro que no se baile en las bibho-
- o hubiera venado la pereza que nos lleva, en
muchas admitir como bueno lo .pie otros han di-
cho. Por haberme vo fiado del 7 «oro. de Covarrubias, que es-
cribió (t. II, p. s2 de la ed di [673 que la voz lacayo «habla
Sido introducida en Iíspaña por la venida del rey Filipo, que
antes no se habla usado-, y haberlo repetido como cosa co-
rriente, dado lo vulgar del libro, que suele autorizar y no mal,
el origen de otros muchos vocablos, mejadvierten de l-rancia,
como°si yo fuera el inventor de la noticia, que la palabra era
ya usual en Iíspaña antes de mediar el siglo XV.
24 LAS AUTORIDADES
Comienza con San Juan de la Cruz, y no es
mal principio por tratarse de un castellano viejo
y de buena época. Tero no copia de él más que un
texto que dice: «Y la quitan (al alma) la soledad
y el recogimiento.»
O no halló el Sr. Yalbuena más lugares de este
autor ó supuso que los otros serían de igual clase.
Más probable es que creyese esto último; pues con
repetición afirma que «los autores castizos siem-
pre, ó casi siempre, escribieron la en el dativo fe-
menino» (pág. 14); que tal fué «la tradición de los
buenos escritores castellanos» (pág. 74), y que el
uso contrario «siempre se ha debido considerar...
como un descuido, explicable únicamente por
aquello del gran preceptista latino: Quandoque bo-
nus...t> (pág. 5).
Pero si tal creyó el Sr. Yalbuena, se equivocó no-
tablemente; porque San Juan de la Cruz escribe
de ordinario con le el dativo femenino. Sirvan de
prueba los ejemplos siguientes:
«Y esto dice que le fué (al alma) dichosa ventura...»
(Subida al Monte Carmelo. Libro I, cap. 1, p. 10.)
«Y si no es lo que por los sentidos va conociendo, de
otra parte naturalmente no se le comunica (al alma)
nada.» «Así el alma si no es lo que por los sentidos se le
comunica...» «Naturalmente no le puede entrar luz por
otras lumbreras.» (ídem; cap. m, pp. 14 y 15.)
«La causa por que le es necesaria al alma...» (Id.; capí-
tulo IV, p. 15.) «Así se cansa y fatiga el alma por conse-
guir lo que sus apetitos le piden.» (Id.; cap. vi, p. 29.)
«Porque no le impedirían (al alma) tanto...» (Id.; capitu-
SAN JUAN DE LA CRUZ 25
lo xi, p. 47.) «Cierto que es mucho de sentir que aya
Dios héchotes quebrar ( á las almas) otros cordeles más
gruesos... y por no desasirse de una niñería que tes dex6
Dios que venciesen...* (Id., Id.)
«Y ya hemos visto muchas personas... írseles por allí
vaciando el espíritu y gusto de Dios y santa soledad.».
(Id.; cap. xi, p. 48.)
Esto en sólo los primeros once capítulos del li-
bro I. donde no hallé un solo caso de la en dativo.
De presumir es que sucederá lo propio en los
76 capitulos siguientes que forman los libros z.° y
3.0 de la obra
Pasemos á otro tratado del mismo Santo:
«Con la faena y calor que para ello le dio (al alma)
el amor de su scura '/el alma: Declar. de
la Canción primera, i>
1 que si al alma se U da algo de ello...» (Noche es-
cuta, libro I, cap. iv, p. 372.)
«De todos los cuales se libra (el alma) apagándote esta
noche todos los gustos... y escureciéndote todos los dis-
cursos y haciéndole otros innumerables bienes...» (Idear
cap. XI. p, : .
Veamos algunas de sus cartas:
1 olvidarla de todas las cosas... no se le dando
nada que hagan con ella lo que quisieren...» (Carta rn, á
la Mtii, ■<lista.)
Deje á Dios lo que le ha dado y le da cada día.» (Car-
ia v; á la 1/ idi /„..•/
«Déte Dios, hija mía, siempre su santa gTacia.» «Pero
diréte otros tres, con que podrá algo aprovecharse coa
ellos.» (Caita ■■ Irid.)
«A todas las hermanas, de mi | en el Señor
dígales que pues nurstro Señor las lia tomado por prima-
ras piedras... Queriendo que les cueste algo en Cristo...»
{Carta , ,,¡s )
«V aunque más le costara lo que deja...» (Carta xn á
la Madre Magdalena del Espíritu Santo.)
2 6 LAS AUTORIDADES
♦Como ella anda en esas tinieblas... piensa que todos
le faltan y todas; mas no es maravilla pues en eso tam-
bién le parece le falta Dios; mas no le falta nada...» «Alé-
grese y fíese de Dios, que muestras le tiene dadas que
puede' muy bien, y aun lo debe hacer.» {Carta XIII,
á una señora de Granada.)
«El haberme escrito le agradezco mucho.» (Carta JíV ,
á la Madre Ana de Jesús.) .
«De lo que á mí toca no le dé pena.» (Carta XVI, a
la Madre María de la Encarnación.)
Hay, pues, que eliminar el nombre de San Juan
de la Cruz en la lista de autoridades alegadas por
el Sr. Valbuena en pro del la dativo. El texto adu-
cido será, como algún otro que haya, como no
puede menos, errata de imprenta ó descuido del
autor: de ningún modo forma peculiar suya (i).
(i) Las ediciones de San Juan de la Cruz son todas pos-
turnas la nvls antisjua es de Alcalá. 1618, que lleva el titulo.
Obras espirituales que encaminaran vna alma a la perfecta vnton
con Dios'. Por el Venerable Padre F. ¡van de la ' rvx . Impreso
en Alcalá por la Viuda de Andrés Sunches Expélela. Anno de
M. DC. XVIII, 4."
Por ella citamos los pasajes de texto.
I;,s primeras nueve CarUis no aparecen hasta la edición
de Madrid 1649, ñor Gregorio Rodríguez, en 4. V an al prin-
cipio sin foliación, ocupando las hoja* 12 á 19. Citamos por
ella. Las otra? ocho figuran en ¡a edición sevillana de 1711.
i a de Madrid 1694 no tiene ni ana las nueve primeras. Ui or-
den de la? cartas no es exactamente el mismo que el que lle-
van en las ediciones de 1774 y Autores españoles
SANTA TERESA DE JESÚS 27
A San Juan de la Cruz sigue Santa Teresa.
Copia el Sr. Yalbuena cuatro textos que pare-
cen ser de cartas de la Santa, difíciles de hallar en-
tre tantísimas como escribió. Pero de la última que
cita da el Sr. Yalbuena señas bastantes, diciendo,
después de copiar el texto: <En una carta al Rey,
que es de creer la escribiera con especial cuidado.»
El pasaje dice: «Un fraile que vino á absolver á
las monjas las ha hecho tantas molestias...»
ta carta va, efectivamente, enderezada al
Rey Don Felipe II, y aparece escrita en Avila
á 4 de Diciembre de 1577. Pero no prueba nada,
porque en ella también hay estos otros pasajes:
«Estas monjas de la Encarnación han procurado
llevarme allá, pensando... librarse de los frailes,
que cierto les son gran estorbo para el recogimien-
to...» «Y, sobre todo hales (el fraile á las monjas)
quitado éste los confesores.» Si, pues, de tres veces
escribe en dos le la presunción está por esta últi-
ma forma.
ara saber cómo Santa Teresa empleaba el pro-
nombre de dativo no tenemos más que examinar
cualquiera de los muchos autógrafos que, por for-
tuna, se conservan y han sido reproducidos en
facsímile. Por ejemplo, su famoso Libro de las fun-
daciones.
Citaremos algunos ejemplos:
«Cada una le parecía no ser ella.» «Ella me preguntó
si le habia de poner alto ú tendido, y le dije que tendido.
28 I. As AUTORIDADES
Ella fué y púsole sin venir á su pensamiento que era
imposible dejarse de secar, sino que el ser por obediencia
te cegó la razón natural.- •Acaecíame encomendar á una
seis ú siete oficios contrarios, y callando tomarlos, pare-
ciendo^ posible hacerlos todos.'» «Yo dije á las hermanas
que qué íes parecía.» «Las mercedes... y desasimiento
que el Señor les daba (á las hermanas).» (Todos estos
ejemplos cu el Capítulo /, folios ni y iv del manuscrito
original.)
»TJna señora... que tenía una (casa) que se le había
caído.» «Era superiora entonces de allí y defendiéronte
mucho la salida.»
«A todas les parecía disbarate, y después vi yo que
les sobraba la razón.» «Comenzó el Señor á llamar algu-
nas para tomar el hábito, y eran tantas las mercedes
que les hacía que yo estaba espantada.» ( Cap. III.)
«Doña María de Mendoza... dijimos que le dejásemos
aquella casa.» «Y á ellas un tan gran bien... que les con
vida Dios con él.» «Cuando había estado el día... con su
esposo, que le quería con más extremo que pedía su edad,
dábate (i ella) una tristeza muy grande.» «Del mesrao
contento que te daban los contentos de las cosas perece-
deras, le vino á aborrecer (á su esposo). Comenzóte á
dar una tristeza tan grande que no la podía encubrir
á su esposo.» «Mas luego le descubrió el Señor la causa de
su pena.» «Parecer/i que no tenía remedio, porque no
había venido a su noticia que siendo desposada podia
ser monja.. «Sólo la movía el deseo de salvarse y de bus-
car los mejores medios, que le parecía que metida más
en las cosas del mundo, se olvidaría de procurar lo que
es eterno, que esta sabiduría le infundió Dios.» «Ella,
pareciéndo/c niñería, la desviaba de ello, y te decía algu-
nas cosas para esto, que bien se podía salvar siendo ca-
mdió a -,u hermana).» (Cap. X.)
«Pareciéndote (á doña Casilda) que por ser pocas y
is podían servir mejor al Señor.» «Cuando ellos se
vean gozar de los gozes eternos y que su madre fué el
medio las gracias que te darán.» «Como eUa viese que aun
rezar va el rosario hac a de mala gana... parecíate que
vía C aro que viniendo á esta casa tenia asigurada mi
salvación.» «Y la priora también estaba cu lo m<
que le parecía era niña.» «Como ella lo supo pa>
no se sufría aguardarle.» «A ella se te daba poco de todo>
♦ Ella rogó á su aya que fuese a uno de los padres a pedir
SANTA TERESA DE JESÚS
que le d jese una misa.» «Ella... cuando llegó la ava, ya
estaba dentro en el monesterio, v diéron/e luego el há-
XI.)
i i de manera que no se le podía notar (á dona Bea-
triz Oñez) por cosa particular... «En lo de la obediencia
jamas travo Calta, sino con una prontitud, perfección
y alegría á todo lo qne se le mandaba (habla de la misma
doña Beatriz ■ «Ella debía saber que no iban á la muer-
te con tan buen aparejo como convenía y di/./, tan gran-
dísima aflicción...» <•/., diese toda su vida los trabajos
y penas que ella pudiese llevar. Aquella mesma noche
U dio la primera calentura. ..> «Dio/e luego una postema.»
«Hasta que el Señor quiso se le viniese i abril la poste
ma).» «Preguntándo/e qué había, dijo que rogasen
la diese muchos trabajos y que con esto estaría contenta.»
«Parecía/c que no había en la tierra cosa más ruin que
ella.» «Sigun s< '■ daba poco de todo á doña Beatriz).»
♦Siempre la veían estar en un ser. tanto que ;. dijo una
vez una hermana...- «Según ella dijo, grosería era bus-
car alivio de los dolores que nuestro Señor i. daba'
nunca pedia cosa, sino lo que le daban con esto pasaba.
También decía que antes l, seria cruz tomar consuelo.»
«Estando todos con ella... se le quitaron todos los dolo-
con una paz muy grande levantó los ojos y se le
puso un alegría de manera en el rostro que pareció un res-
plandor.» (Cap. XII.
Creo será suficiente lo copiado para comprender
cómo Santi usa el pronombre discutido,
tas veces emplea el la: pero siempre me pa-
rece que lo hace forzad ñas de las causas
<l'u O is adelante.
En los mismos capítulos utilizados hallo los si-
guiera
•DijéAj que fuese á sembrar aquel cogombro
tezillo que •■■ i me preguntó
poner alto ó tendido, y le dije que teni mimo
que Dios las daba para padecer v sen ii
da mi alma, porque las mercedes qne el Señor en aque-
■' )
había dos meses que era desposada. Miando co-
30 LAS AUTORIDADES
menzó el Señor á darla luz, aunque ella entonces no lo
entendía.» «Y por ventura era ella la que la daba la gena.
con sus santas oraciones.» {Cap. X.)
«Rogóla mucho la dejase ir al campo con su aya.» {La-
'"«Esta postema era por la parte de adentro adonde
cosa de las medicinas que la acian no la aprovechaba.»
«Una postema que le dio dentro de la garganta, que no
la dejaba tragar.» «Ella estaba como quien mira alguna
cosa que la da gTande alegría» (i). {Cap. XII.)
Como se ve, la desproporción es digna de tenerse
en cuenta antes de considerar laísla á la Santa de
Avila.
(i) Este ultimo la es errata: porque quien puede ser tam-
bien masculino, y. por tanto, la partícula que le representa
debía ser le.
FRAY LUIS DE LEÓN
La tercera autoridad que se alega es Fr. Luis
de León. De sus versos no da el Sr. Valbuena más
que un ejemplo con la, y se refiere al caso, que he-
mos de ver repetido, de emplear el verbo decir en
una forma absoluta:'^; dijo; díjela, etc. El pasaje es:
Mi alma entre mil flores recostada,
durmió un poco la siesta,
y estando descuidada,
oyó una voz que la dejó admirada.
<N"o temas, la decía;
mas oye atentamente lo que digo».
(A la vida religiosa. Poesías de Fr. Luis de León en la Biblio"
teca Rivad .. p 9.)
Pero enfrente de este la tiene Fr. Luis no pocos
les femeninos:
Del alto bien las gula, ya en la vena
del gozo fiel las baña
y les da mesa llena.
(Poesías, pág. 8.)
Se refiere á las ovejas, como simbolo de las al-
mas de los justos.
Jamás le harán daño (á la pureza).
(Id-, P. 9.)
Puesto delante de ella
humilde le ofrecí, abierto el seno,
mi corazón y vida con fe pura.
Ilmü. de Petrarca — Poesías, id., p. 39.)
En prosa aduce el Sr. Valbuena cuatro textos:
dos son de La perfecta casada y otros dos de la
3, LAS AUTORIDADES
Carta con que Fr. Luis encabezó las Obras de San-
ia Teresa en la primera edición (1588), dirigida por
él mismo. Pero todas estas citas están equivoca-
das. Lo que Fr. Luis escribió en la Carta no fué que
el Espíritu Santo 4a regía la pluma y la mano»,
sino de regía-, y, al final, tampoco dice «las mer-
cedes que la hizo», sino «que le hizo».
Fuera de esto, la carta que va dirigida á las mon-
jas Carmelitas de Madrid, está llena de ejemplos
que demuestran cómo el autor usaba el dativo fe-
menino. Vayan como prueba los siguientes:
«A que su esposo les responde con una fuerza de gozo
que les infunde en el alma...»
«Porque la mortificación les es regocijo (á las monjas
de Madrid).
«Ninguna seglar se alegra tanto en sus aderezos cuan-
to á vuestras reverencias les es sabroso el vivir romo
ángeles.»
«Testimonios ciertos de sus perfecciones que se les
comunican á todas.»
«Sus palabras pegan al alma fuego del cielo que la
abrasa y deshace. V quitándote de los ojos y del sentido
todas las dificultades...»
«Cubrir las mercedes que Dios le hizo (á la Madre Te-
resa») viviendo.»
«Y como siempre se gobernó... por lo que le mandaban
(á la misma) sus prelados y confesores...»
«Están las almas ciertas de que Dios les habla.»
«Deleitarlas y alumbrarlas, dándoles avisos y gustos» (1).
(t) Esta < arta imprimió Fr. I.uis [si gún va dicho) como pró-
loco á Los libros déla Madre Tensa de lesvs fundadora... En So-
,,. 1; n / \A.VI III, en 4- La
I H , ocupa las pp. I á ~.|. y los pasajes mal reportados por
el Sr Valbuena se hallan 1 ! 23-
igualmente están bien reproducidos los dos pa ají ■ en las
1 1 1, , ,1 I : ¡boa, int. Airare;. 16; ¡. I .
de inveres En l" Imprenta Plantiniana de liaUhasar Mí-
relo. M.DC.XLIX, 3 v,,l en \.°, ven la de D Vicente I*-
fuentc, en Autores españoles. Todo- al principio de las obras
de Sama Teresa.
FRAY LUIS DE LEÓN 33
Los dos pasajes de La perfecta casada pertenecen
á la introducción, dirigida á doña María Várela
Osorio. y también están completamente equivo-
cados
Según los reporta el Sr. Valbuena, dicen:
♦El entrañable amor que la tengo y el deseo de su bien
me despiertan para que la encienda alguna luz...»
•En esta jornada que tiene v. ni. comenzada la ense-
naré... Lo que he aprendido en las sagradas Leti
Pues bien; á la vista tengo la primera edición
de este libro, impreso en Salamanca en 1585 (1;,
donde, á los folios 2 Vuelto, y 3, están los referi-
dos pasajes, que dicen:
ntrañable amor que le tengo, y el dess ■ 1 de su bien
que arde en mi, me despiertan para que la provea de algún
pie le busque y entienda alguna luz»
En esta jornada que tiene v. m. comencada le enseña-
re...» etc.
Ni creo que en todo el libro se halle ningún la
en dativo. En esta misma introducción hallamos
ejemplos:
1 tan cabales mujeres que ninguna les haze ven
taja.» 1F0I. 2 v.)
*La piedad v sabiduría divina... llega hasta entran
dosc I iguja en la mano y ceñir
fes la rueca y menear/.* el huso einre lo
.Salomo,,... pinta acatadamente una virtuot
para que las que lo pretenden ser... se atusen, mirán-
dosejiUi, de aquello que les con
lo del impresor) con privilegio, 1» Salamanca, Encasa
mdet. M.D.LXXXIU [Al fin. dice): En Sala-
' de luán I crnandet («o 15S4 En 4 "
una para el colofón. Ueva una aprob del P
PcTtocarrero, suscrita en Madrid, en el col, ■,
1 20 de Ahiü .i
34 LAS AUTORIDADES
«Será presentar .. v. ni. (doña María Várela) esta ima-
nen y señalar/, con las palabras, como con el dedo,
quanto en mí fuere sus hermosas figuras con todas sus
perfectiones v hazeríe que vea claro.» (Fol.
.Si pone en el marido los ojos descansa en su amor...
v todo ,', es gustoso y alegre; como, al contrario, á la
que es mala casera, todo se le convierte en amargura.»
(Fol. 8.) , ,
asta una mujer de parecer más hermosa que otra...
v si en el ser mujer de su casa le hace ventaja, no se acui-
ta ni se duele.» (Fol. 9.)
Esto sólo la referida introducción; porque en el
resto del libro no se hallan más que les y en gran-
dísimo número v maravilla ciertamente que pueda
citarse á Fr. Luis de León, como partidario del
laísmo.
Para que no se juzgue exagerado lo dicho, co-
piaré otros pasajes de sólo dos capítulos: el x y el xi.
«Porque ser la mujer muy grangera le puede nacer
de avaricia y de vicio.» «Avisa/- aquí que sea lemosnera,
que es decirie que dado que le tiene mandado que sea
hacendosa.» «Y no es buena excusa decir que leí
la mane el marido,. «Si veda a la mujer y le pone ley
para que no haga otros gastos perdidos le quiere
bien cerrar la puerta á lo que es piedad y limo
„Y ello es asi que las tales no entran sino... es traer
novelas y chismerías... de lo que ven ó les parece que
ven en la casa donde entran.»
«Y llega la veje/.uela al oydo y dize á la hija j
, Ha por qué huyen la ventana... Y enséñaJ el mal
, to y cuenta/, s la desenvoltura del otro... y buel-
„v ¡ 1S sirvientes») ante ellas de rodillas los
parece que es poco, y nada para lo que se
. debe, ó ellas presumen que se les ha d(
La autoridad de Fr. Luis de León se vuelve,
pues, en contra de] que la alega.
,,. i,,u,,s ,0, ,n, 41 v.. 4; V U- En esta primera edición
no están numerados los capítulos, pero sí en otras, y conser-
vo el numero para la compulsa.
mu. i-i i. de ( t-:k\ wtks saavedra 35
Cervantes proporciona al Sr. Yalbuena seis
textos: cinco del Quijote y otro dudoso, de los cua-
les hay que descontar alguno, como el primero,
que debe decir: .Gigantes he vencido y follones y
malandrines le he enviado (á Dulcinea).., y no «la
he enviado», como escribe Yalbuena. (Qiiij., Par-
te 2.a, folio 120 de la 1.» ed. de 1615.)
Pero no importa; Clemencín contó hasta cator-
ce veces el la dativo en la obra cervantina: y aun-
que no todos sean ciertos (1), siempre quedan
doce ó más que sólo pueden considerarse como
otras tantas erratas de imprenta ó descuidos del
autor: porque ¿qué valen ni significan esa docena
de las al lado de los centenares de veces que Cer-
vantes emplea el le como dativo femenino?
Hemos dicho que pueden ser erratas de impren-
ta, porque, como es sabido, Cervantes estaba en
Valladolid cuando en 1604 se imprimía en Madrid
la primera parte del Quijote. Tampoco hay el me-
nucio de que corrigiese ¿1 la edición de 1608.
habiendo vendido la absoluta pn
su libro no era ya de su incumbencia atender á tal
ición cuando el Rey tenía un correcto!
cial. además de los que hubiese en cada imprenta.
Esta misma razón y la de su mala salud explica-
rán las erratas de la !rte, impresa el
ano antes de SU muerte.
11 remero esta equivocado. No dice la primera edi-
D el cap xxiv. -dilatase el dar/a ■
(á Luscindau, sino .dar/e.. Otro (cap xxxii rjuc dice «rain, Di -
ros andantes que la sirvan», es acusativo.
36 LAS AUTORIDADES
Parece también aceptable la idea de que fuesen
descuidos; porque Cervantes, como nadie ignora,
apenas corrigió su obra. Hay en ella olvidos y dis-
tracciones que en otro caso no hubiera cometido,
V de los que él mismo hace donaire al comienzo de
la segunda parte del Quijote. Las negligencias há-
Uanse sin salir del asunto del pronombre de que
tratamos. Cinco casos registra Clemencín en que
Cervantes emplea el le en acusativo femenino y
no la, como debía; alguna vez les en acusativo del
mismo género y hasta le en plural.
; Tendré necesidad de copiar los quinientos o
más lugares (i) que en el Quijote se usa le femenino
en dativo, para demostrar que Cervantes nunca
fué laísta? Lo considero ofensivo á la cultura del
lector, pues ninguno dejará de tener el libro al al-
cance de su mano.
Pero ya que no podamos trasladar aquí todos
los textos, daremos la frase con el verbo á que se
junta el pronombre en los las referidos, sean o no
voluntarios;
i.— «Las espaldas que algún tanto le cargaban la ha-
cían mirar al suelo... (I, XVI.)
2.— «Con la misma daga que le hallaron la quiso dar
de puñaladas.» (I, xxvin.)
3.— «Y que la dejasen el cargo de saber representar
todo aquello... (I, XXIX.)
4.— «Del mal tratamiento que la hicieron los galec-
6 c —«la apretó con ambas manos la garganta.» (I, xxxii.)
6.— «Que en cogiéndola en la primera desenvoltura la ha
de quitar la vida.» (I, XXXIII.)
(1) Hasta 246 conté, sin poner gran esmero, en la primera
carie- conque de suponer es que la segunda tenga, poco más
órnenos, otros tantos, ios no he visto más que los ejempta
citados por Clemencín y Valbuena, con las mermas ya indi-
cadas y uno ó dos nuevos.
MIC.VKI. DK CERVANTES SAAVEDRA 37
7. — «Y asimismo le daría dinero y joyas que darla
y ofrecería. Aconsejóle que le diese músicas.» (I, xxxln.)
«En todo el camino no la he visto el rostro: sus-
pirar si la he oido muchas veces.» (I, xxxvi.i
9. — «Encargándolos tuviesen cuenta con regalarle,
dándole á comer osas confortativas.» (II, 1.)
•Declarado su fidelidad y el decoro que siempre
la había guardado.» (II, III.)
II. — «Nos mueve v convida á que la tengamos respe-
to.! II. v.)
i-. — «Algún mal encantador de estos que él dice que
le quieren mal, la habrá mudado la figura por hacer-
le mal y daño.» (II, X.)
13.- «Dulcinea besa 1 vuesa merced las manos y su-
plica .1 vuesa merced se la haga de hacer/a saber como
II. WIM.i
14. — «Mal de su grado la hace bajar al suelo, y luego
de mi brinco la pone sobre las aucas de su caballo... y
¡a manda <!ll(' se tenga inertemente.» (II, xxvi.)
1;. -I. 1 estuvo mirando D. Quijote, y «iu responder/a
i, volviendo '-1 rostro .1 Sancho, íc dijo:» (II, lvii.
I mea del Toboso .1 quien cu to,la España la
dan la palma de la hermosura.» (II, lviii.)
lis posible que haya algún otro. Yalbuena cita
el 'le tanto es el amor que la tienen», refiriéndose
p iña, frase muy común á otros autores, como
veremos, y que no he podido comprobar por no
haber examinado la segunda parte del Quijote eon
este propósito.
V aunque sea anticipando explicaciones, no de-
jaré de advertir que los dos primeros ejemplos pa-
recen al d.s. o de evitar la
del /,- que tan próximo se halla: esto aparte de que
Cervantes no empleaba la con los verbos hacer y
querer, según resulta de otros pasajes de la misma
obra 1
-1 lis señoras di 1 coche I pidi
gimieuto al trast< ■ I. xi 1., tu.-rza qu<
38 LAS AUTORIDADES
El tercer ejemplo es de una incorreción notoria.
Si Cervantes hubiese repasado con algún esmero
su obra, habría suprimido no sólo el verbo saber,
que ningún papel hace, sino también la frase «el
cargo», y quedaría el pensamiento reducido á esta
forma más sencilla y clara: «Y que la dejasen re-
presentar todo aquéllo»; puesto que la graciosa
Dorotea es quien va á representar ante don Quijo-
te el papel de reina desposeída de su corona y seño-
río. El verbo dejar también suele usarlo con le (i)
El cuarto es igual a' primero. Del quinto hay
ejemplo del verbo apretar construido con le en la
segunda parte del Quijott (cap. lx): «Apretóle la
mano Claudia y apretóse^ á ella el corazón.. En
cuanto al sexto, los demás casos que ocurren está
el verbo quitar, sin excepción, usado con le. Del sép-
timo, diremos que aunque el verbo dar aparece en
otros autores con la, en Cervantes ocurre lo con-
trario. En la primera parte del Quijote se emplea
33 veces ó más con le. Al verbo ofrecer también de
ordinario le destina el le (2), y en cuanto á los
demás, sólo diremos que 'os verbos guardar, tener,
responder llevan le siempre que, como en los demás
<=e les hacía» (i sv); «y bariali (á Dulcinea) agravio mani-
fiesto* (I, xxvi'. «a ninguna doncella le sea fecho desaguisado.»
«Que era lo que (Clara) le quería (á Do ¡ 1 decir denantes».
(I. XLim.
íi) Ejemplos: dejándole (</ í.t ventera) en prendas una sota-
na» (I. xxvin: «un muí. -,.■ /<■ atravesó (a I.uscmdi) en la
garganta, que no le dejaba hablai palabra- (ídem); -si algo
le habi I 1 ao la fortuna [á Dorotea, 1. xxvin
viéndola I p 1 id uió de la ciudad, dejándole primero
sci ¡la una carta* 1 1. xxvin
(2) Ejemplos «o/» íi ' molinera) nuevos sei
v mercede 1 111 «no se le habí 1 ' Dorotea) oca-
sión de habello menesl > (I, xxix ; nfrecimek de nuevo de ser
su esposo» (I, xi.i
MIGUE!, DE CERVANTES SAAVEDRA
casos anteriores, se trate del dativo femenino (i).
Una particularidad hemos notado en Cervantes.
Casi todos los que antes y después de él usaron el
la lo prodigaron con mayor frecuencia con el ver-
bo decir. Cervantes nunca. Cincuenta ó más veces.
refiriéndose á mujer, sale á plaza en la primera
parte del Quijote y siempre acon.pañado de le.
También se aparta de los demás autores afectos
al la, en verbos como rogar (tres veces), venir (tres
veces), poder (tres veces), poner (siete veces), deber
(tres veces), contar (dos veces), escribir (dos veces),
todos con le, sin hablar de otros en que casi nadie
ponía la, y, por ende, tampoco Cervantes, como
parecer, pedir, preguntar, y mucho menos en otro
gran número de pasajes que podrían ser equívocos.
I bis visto en ella alguna desenvoltura que le hubie-
se movido á no ¡uardatte el decoro que debia» (I, xxxiy ;
raya» (I, m apa
i señora Dulcinea, que -i no respondí ci mo es razón...
I ría bu ni : ] i stómago ¡I xxv;
I. XXXI ;
ná • l turbad i y api /, res-
pondió (i Catr.Ua) que Si pasaban- I x.wn \ que á cuanto
lidíese» (ídem), do qui le res-
pondí i pondtíe [á Zoraida] en breves pala-
Señora, U- respondí' I. xli .
I . \- U!TORIDADIÍS
Nada más que una cita puede el Sr. Valbuena
presentar de Fk. Luis de Granada, y aun es du-
doso no sea errata, pues autor más enemigo del la
apenas puede hallarse.
Sólo en el prólogo de la Guía de pecadores halla-
mos estos le, sin ningún la que les haga sombra:
«Que es lo que le agrada y le ofeude (á la Divina bon-
dad)..»
«San Hierónimo, escribiendo á una virgen nobilísima,
por nombre Demetria... la primera cosa que le encomienda
es la lección de la buena doctrina... Y después de otros
muchos documentos que allí le da...»
«San Bernardo escribiendo á una hermana suya... decla-
rándote muy por menudo los fructos y afectos de la buena
lección.»
«Pues como ésta (la voluntad) sea una potencia ciega
que no se mueve a ninguno de estos afectos sino repre-
sentándote el entendimiento los motivos y causa que tiene.»
«Se envuelva en estas palabras y les dé espíritu y vida
para mover á quien las leyere.»
En el capítulo I hay seguidos estos casos sin que
hayamos tropezado con un solo la:
«Para que como pobres y necesitadas (las criaturas)
se puedan mover a buscar lo que les falta.»
«En ninguna hasta hoy se halló ni cosa que sobrase
ni que le faltase para el cumplimiento de su ser.»
«Porque si cuanto una persona es más excelente y
más alta tanto se le debe mayor reverencia.»
Y así, en todo i" demás. Quítese, pues, á fray
Luis de C.raii. id. i como autoridad en pro del la da-
tivo \ póngase en el lado contrario.
KI. PADRJB AIX)NSO RODRÍGUEZ 4i
Y otro pasaje aislado, eu que hay la frase «la da
arreno (á l.i nave)-, produce del P. Axonso
Rodríguez, jesuíta, hijo de Yalladolid, que mu-
rió en 1616 con noventa aros de edad.
I.a obre más nombrada \ más leída de este cé-
lebre escritor ascético es la titulada- Ejercicios de
perfección, impresa en Sevilla, por Matías Claviio.
en 1600, y otras muchas veces. (1) En este libro ha-
llamos en la Parte I. Trat. I):
•La voluntad es potencia ciega y sigue lo que le dicta
el entendimiento.» (Cap. I, p. 2.)
«Como no le salía (á Gordiana) del corazón, sino que
era cosa violenta no podía durar.» (< </ n. n
•Nuestra inclinación es muy industriosa para buscar y
hallar lo que desea, y nunca le faltan medios para ello »
\'d., p. 11.)
•En abriendo la puerta de su casa, la hallara allí sen-
tada á su puerta esperando que le abriese.. {Cap. m pá-
•Dice Cristo que nos acordemos de la mujer de I.ot. para
que mirando lo que á ella le sucedí ■
mo si .. una cabeza de non je un pintor
un entilo de caballo.» (Id. |
En la Parte IIP Tr.it IV
So he visto esta pi ,., ,f|11».
no tendrá, de *ceum. menos las, y es 1.. titulada :
erabadn por Gregorio Forstmau] Ezercuios dt
vtrtudes chrisluin<,< Por «-/ /•. Alomo Redi . mpa.
nta de /m!, natural de Yalladolid... Con priuil, ■
drid. Por Pabl ,<,--, 3 volt a una
aprobación del |.r Pedro González del Castillo
Madr'd a 30 de fuljo de 1608. Las cit;-? son de c<ta edición
LAS AUTORIDADES
«En gente que ha sido buena y que no suele tener pe-
cados mortales, suele reinar más esta vergüenza cuando
¡es acontece algo.» [Cap. tv, p. 177.)
«Por agradar/!' tanto á la purísima Virgen la pureza
y castidad...» (Cap. vi, p. 184.)
«Efectos y provechos notables en personas. . por
medio de la Virgen N. S., por rezara alguna cosa cada
día.» ( Id.)
«Y son muy á propósito para esto aquellos versos que
le canta (á la Virgen) la Iglesia.» (Id.)
«Donde, poniéndoíi delante su inmaculada y perpetua
virginidad, le pedimos...» (Id.)
«¿Por qué á la carne, estando fresca y muy buena
le echan sal?» (Cap. vn, p. 186.)
♦Le llevaron una doncella para que le sacase un de-
monio; y después de echado, no osaron, los que la tra-
jeron, llevarla consigo, porque el demonio no se le atre-
viese.» (Cap. ix, p. 195.)
«Hablando luego con ella, y rieudo y tocando*? las
manos.» (Cap. Xi, p 203.)
¡Pocos las en dativo debe de haber usado el
P. Rodríguez!
ALONSO FERNÁNDEZ DE AVELLANEDA 43
Al P. Rodríguez sigue el licenciado Alonso F. de
A\ kli.aneda, el autor de! falso Quijote; acerca
del cual el Sr. Valbuena, parece que. curándose en
salud, dice:
«En el Quijote de Avellaneda, cuya primera
presión se hizo en Tarragona, no siendo de extrañai
por tanto que haya en ella muchos les femeninos
que probablemente no escribiría el autor, se lee...»
etcétera.
Pero como la impresión de Tarragona es la única
auténtica, pues así la de 1749 como las dos ó tres
modernas fueron copiadas de ella, resulta que no
hay medio de comprobar lo que «probablemente»
escribría el autor, de quien ni siquiera podemos
afirmar que no asistiese á la impresión de su libro.
P01 otra parte, el argumento puede volverse con-
tra el que lo usa.
Si los impresores de Tarragona ponían le poi
hábito, también los de Madrid pondrían /,í por
¡goal causa, y, en tal conficto, sólo los textos autó-
grafos nos sacarían de dudas, ó, lo que es igual, no
habría 'orma de saber con certeza nada acerca de
ello en la mayoría de las ocasiones.
Los tres pasajes que aduce el Sr. Valbuena son
todos del episodio legendario de / iman-
tes, contenido en los capítulos xvn á xx del Quijote
de Avellaneda.
De ellos hay que descontar el segundo, copi
«que volveré á traerla la respuesta, sin duda por
LAS ACTORIDADES
error de pluma; pues lo que el texto dice (capítu-
lo xvu) es «que volviese á trae//í la respuesta • y
es un le más que añadir á los de estos capítulos.
Los otros pasajes dicen:
«Y viéndola él se levantó... y pidiéndo/a de su salud pa-
rece que falta la palabra «nuevas» ó «noticias»: sin embar-
go, sin ella está el pasaje en todas las ediciones) y supli-
cándo/a emplease la cumplida de que gozaba.»
«Don Gregoric , que la estaba aguardando.»
Este último la es un verdadero acusativo; y, por
ende, inoficioso. Pero, enfrente de los dos pasajes
que quedan hay. en los mismos capítulos, estos
otros .
«lis á cuenta de un deudo que le suplica («á mi pri-
ma») en un papel le regale con no sé qué alcorzas, en
cambio de ocho varas de un picotillo famoso ó perpe-
tu.in vareteado que le envia.»
•Y porque le quedase lugar de hacei/e (á la l'riora)
ia merced suplicada.»
«Llamóla; dió/í (á la misma) el papel y prisa por su
respuesta y ofrecióse/." cuanto pudo.»
«Pasó al mismo locutorio en que la había hablado
por orden della. no poco loco del gozo que sintió su áni-
mo, por la ocasión que se le ofrecía de explicar/e su de-
n la plática.»
■.Notadas de Doña Luisa. .. aunque disimulándola y en-
cubriendo cuanto pudo la turbación que le causaron.»
«V llamando una confidenta mandadera, le dijo.»
•Respondióte (á la Prioia) I). Gregorio.»
«Con este concierto v con el de que D. Gregorio le en-
viarla (é la misma l'riora)... curie. sos vestidos de dama.»
iSe ' olvió i su celda, y imitándose en ella los hábitos
se \ istió las ropas de secular que D. Gregorio le había
enviado.»
-La causa que sus amores U dieron para irse, romo se
' io
»Se salió de la celd i li m is pasito qu« '.. fué posible.»
«Un altar de la Virgen benditísima, de cuya imagen
ALONSO FERNÁNDEZ DE AVELLANEDA 45
era particular devota, y ¡c celebraba todas las fiestas
suyas con la mayor solemnidad.»
Estos sólo en el capítulo xvn. el mismo que
contiene los las referidos; porque en los otros tres
que siguen hasta acabar el cuento de la monja pró-
fuga, no he contado menos de 35 les sin tropezar
con un sólo la en dativo.
Con su poca ó mucha autoridad debe pasar, por
consiguiente, el encubierto Avellaneda al bando
contrario de los laístas.
46 LAS AUTORIDADES
V llegamos á Lope DE Vega, de quien produce
el Br. Valbuena cinco pasajes temados del poema
Isidro, y no ciertamente seguidos, que es como se
indicaría la manera propia de usar Lope el pronom-
bre, sino muy rebuscados, pues son dos del canto VI.
uno del VII, otro del VIII y otro del IX.
De ellos hay todavía que rebajar dos: uno del
cauto VI (quintilla 52^ donde no debe decir:
Aun era la tierra poco
y la añadimos la mar,
sino «añadimos/^ (i).
Otro del canto \ II ¡quintilla 78) dice:
Búscala, ríñela y da/a
pena que á la ofensa iguala.
El Sr. Valbuena se esfuerza en hacer ver que la
tendencia de Lope á usai el /.; dativo le obliga á
ser incorrecto empleando el verbo iguala en in-
dicativo v no en subjuntivo. Pero olvida que se
(1) En la edición de las Obras sueltas 'de Lope, hecha por
Sancha en 1777 (t. xi, p. 169). en Autores españoles (t. xxxvm)
v aun en ediciones antiguas del Isidro (Madrid, 1638), se es-
cribe por errata el verbo añadírnosle «añadiendo/e». Pero en
la primera edición 11=199). P- 135, dice claro tañadiniosíe». La
errata parece que cornienra en 1607, edición de Alcalá de He-
nares, folio 108 vuelto
LOPE DE VEGA 47
trata de una quintilla que exigía, para que fuese
bien nmada. esas licencias, si lo son:
Búscala, ríñela y dala
pena que á la ofensa iguala
quien hace justicia, es justo:
no digan que por tu gusto
ha Tenido á sei tan mala.
(Fol. 163 v.)
Fuera de que el iguala debia usarse aquí en in-
dicativo, según creo, pues mavor incorrección se-
ría decir: «dale aquella pena que, quien hace jus-
ticia, iguale \ la ofensa».
Copiaré los otros tres porque han de ser utiliza-
dos más adelante i
De la pobreza el valor los godos y que la dieron
no es tenerla quien lépese, la antigua forma...
-mo aquél tener/a amor (Canto vm, fol. 192 v.)
como si riqueza fui Alli en muriendo las cierro
' auto vi, fol. 129.) sin dar/as mejor entierro.
Otros dicen que la hicieron (Canto ix, fo. 218.)
> ya que el Sr. Valbuena tuvo la paciencia
de leerse todo el Isidro para bailar esos ejemplos
lo también (y seria grande prueba de
imparcialidad! registrar los muchos les que hay
Sin leerlo yo detenidamente y con sólo pasar
1 por donde me parecía hallar el pronom-
- ¡unientes:
1 Me refiero siempn en estas citas á la primei
ción del poema de Lope, que lleva este titulo: Isidro. Poema
castellano D< Lopt le Vega 'arf-¡ . ' Marqués Je
Harria ,rihe la vida i ¡ido labrador
de Madi .,.,. Dirigida a la m:v insign*
, i
LAS AUTORIDADES
La virginidad hermosa...
¡Oh cuánto U engrandeástcs
le honrastes y enriquei ¡
Virgen soberana, vos.
(Canto ii
Si alguna mujer pasaba
las ventanas leoan
(Id.)
Vuelve á tu perdida háden-
tela...
porque pera i spojos
á quien tu fe ¡íencomi "!
(Id
Y quien le de infame nom-
[bre.
(A la pobreza
Riéndose de la muerte
le ofrecía sus des]
Pues si razón no le dan
(A la fe. Canto va.)
Asi Isidro se corrió
y palabra no le habló
(A la Virgen Canto vn./
Allí en muriendo las cierro,
sin dar/as mejor entierro
aunque les di eterna gloria.
I anta ixj
Al fin para dar/i> gracias
á la virgen
(Id.)
I.o que entonces sentirían
y á la imagen le dirían
lid.)
De Hemnona, aquella rara
imagen si en ella para
el sol, voz le infunde y me
[dra.
Id )
De I.ope se conserva autógrafa una comedia ti-
tularla El bastardo Mudarra, que, por haber sido
reproducida fotográficamente, es fácil su compulsa,
v en ella se hallan estos pasajes:
De aquí me quiero quitar,
porque no le quiero dar f á D* ¡Aimbra)
con mi presencia ocasión
Fol
1 ' D." Sancha, madre de Gonzalo,
. i corrida U miró al instante
(á doña Lambra, folio 5. v.)
Si es loco se puede ver
cuando su favor le pida.
í.l />.» Lambra: Acto I, f..i
(1) Estos dos le son acusativos y, sin embargo, lo- usa
Lope ¡S noria, como dice el Sr Valbuena, esta forma!
(2) Otro acusativo con le.
i •,: l-.n el texto impreso por la Academia se puso la por erra-
ta, porque el manuscrito dice claramente le
LOPE DE VEGA
Gonz.
Esta fiera
doña Alambra: á Dios pluguiera
que yo pudiera sacando
la sangre que della tengo
causar/e un triste accidente.
(Fol. 10.)
Si Alambra entonces el rigor det„™
7 quiere que respeto se le ¿de °
(Fol. :4.)
Ni á mi Sancha, ni al gobierno
Pues le quedan siete hijos '
que la acompañen.
(Fol. 15 v.¡
Que fué temor de enojar
a vuestra madre
„ . , siñ<>r,
antes le daréis pesar.
(Acto ¡l, f0i. 6)
iJdU0^: "" dd a,ma conocidas
lAv d.',I ° *** ****** bañad^
lAy, dulces prendas, por mi mal halladas!
(^ CÍO II, fol. I5 v)
Y sólo hemos hallado ostn« ,w /
daderos acusativos. °S ^ q"e son ™~
Antes sospecho que viene
a darle nuevo pesar
rúes no la dc.xcs entrar
d^l™' u™*0- so-v' «¡jode Arlaja
que™^™3' y de Go—lo ¿us.os,
1ue "i H>. no en sangre, la llevó ventaja.
Meto II I, fol. 7 v)
Otra comedia autógrafa, la buena guarda ore-
coso manusento que conserva el señor marq'J
de Pidal, y también impresa varias veces, nos da
estos ejemplos;
s,, hermana y nuestra abadesa,
que Dios guarde acá le envía
esta fruta. (A Doña Elena )
Ven que le quiero enviar
un regalo. (A la A badesa.)
(p. (329) (i-)
(P- 33°-)
1 I
Que yo le mando de paño
de Segovia un herreruelo
y una sotan illa.
Carrizo
El ciclo
¡«de un hijo el primer año..
r.I.KNA
Hov se han de hacer los con-
ítratos.
Carrizo
Y tantos (hijos) U dé des-
[pués...
(Id.)
Que hoy la señora abadesa,
que de envía//, no cesa
recados de dos en dos,
allá me enviará y daré
este papel á su Elena.
(P- 33*0
Guardad estas ovejas...
Virgen, en vos les dejo buena
[guarda.
(P- 333)
Yo le puse una esquila
en un collar de más valor que
[el oro,
silbé, llámela y di/a
sal en mis manos por mayor
[decoro.
(P- 335-)
A esas bestias
que sufren nuestras molestias
les di á comer y á beber.
(P- 335)
I • 1 señora que ahora
mi esp.^a y mujer llamaba,
el temor de la justicia
,1 u presencia me aparta...
Decid¡< que adiós se quede,
y dareisíc aquesta carta .
(p. 337-)
Ha caído en mi desgracia ,
v ella lo va conociendo;
que ya se lo dice el alma...
idándose una noche,
le \ ¡ encima de la faja
un habitillo pequeño;
pregunté»* por qué andaba
con esas reliquias ya.
(Id.)
1 1 Cito por
compulsa y prueba
el texto de Autores españoles, t. xli, para la
_____ W>PB DE VEGA cT
fZfl^SS&fSl?* enC™ P^as amorosas
perón,,/, digas „ ,da ensu reJa^ dijiste. M^naj
P »8.) (P- 342.)
Mr ri,ira muestra piedad, Carri/o
pues fe costó mi maldad... carrizo
<P- 339) PÍenSO que eI ahna ^ falta"
para corales, Fírrr
i E.UX
1 1 .bien.
.... Ftxln corajes,
si á los labios me los trueca
(P- 340.)
, Si ellas lloran y J« pesa Cmuuio
luego /« doy sal... Ella es.
ÍP- 341
(P- 344-)
Pero [.ope, como buen madrileño, escribió tam
%££"* las en esta «-««-= S ttaS:
A una mujer que por santa
ía djeron este gobierno.
I-na oveja... (p- 332)
pues que por ella deja
todo el ganado, sólo porque arguya
el amor que la tiene. ^^
t j ¿, (P- 335)
Tendrelí sobre ni i> ojos
y la pediré perdón.
<P- 342.)
■So^nST £ L°Pe K,a, Pr°p0rdón « "*■
las > media, emplea el dativo fc
i veces justas, si no erré la cuenl
7 las úmcamente los „ ie siguen: cuenta '
LAS AUTORIDADES
♦La volv 6 á pechr perdón., ^^ ^ „
«Afearía los amores de Ce^« todos ,a
hubiesen quitado la Yldat «Era tanto
tenían .
i ja i. A-^h-y le daban; le desmayaba.
do/.-, darb (dos ^^■'"ttvect^vl^rU, paredób, pare-
J, esforzaba; b pareda K«s »««>■ 1™ ,; ^a pareciendo;
ciéndob (dos »«*s), '< Pa«cl0 J*« ? hizob b hacia; rogar-
te augurasen, b aseguraba, ase gurar h zo ^ uürar¡íi u
t b pagé; b P^^nWl^ffi*. " Prer"
cumpliese; preguntó/.? (ír« ««). P ^ conocia; suceder-
taba b llegaba; b propoma roP"nc.^' ¿ a«ia por los ojos
b, rrí.£/r,ss"ds,- --- - — «
bva'nibvienc-bnwstrój. copiarcmos algunos bs y
Todav a, por tratare de i,ope. i a mlsmo. bon
tesdTotasdos comedias de las publ u.da> por ^
S >>■«/ —da IparteXV-, «g^^ta^ 1 daba, b
te/e (parte XIV, Madrid, ^¿Jf1 ¿j, ^ flechazo, ven.r/-.
envié £ traigo engañar/.- b ora , d.< de qult
feltandob, dadb. le dijo. '' J^Vechahas, b aconsejas b
&,£¡S&'S2'£ eX^;/ad,C6mo b pudiste ha-
bHr1! "a llamó Madrid la Mal f^ada». Ana que he
En la segunda; -Todo el día se b va d* *j£ hc lraido;
lleudo: dib á Julia; b he P«J*?* ^n; £ trae, te doy,
dib, Gila; b digáis; b dixere; b dure, P><"»,
H^J^l£?tí»e madrileüo, no es M*-
CALDERÓN DE LA BARCA
De Lope pasa á Calderón el Sr. Valbviena, re-
produciendo sólo tres lugares y todos ellos con el
verbo dar:
Nace el ave y con las galas
qne la dan belleza suma...
aunque en las ediciones corrientes de La Vida
es- sueño se halla asi este conocido pasaje, es de
advertir que en la fiel y esmerada que en el pasa-
do año de 1909 publicó en Toronto (Estados Uni-
dos de América) el Sr. Müton A. Buehanan, se
lee «fe dan», como por lo visto, escribió Calderón.
labial defecto tiene el segundo pasaje:
Y entre su sangre teñido
¡a daba muerte naciendo;
que pertenece & la misma comedia, acto T, esce-
na vi, en la edición de Autores españoles, donde
también está equivocado. (V. la edición de Bu-
llan, pág. 20V. pues Calderón escribió «le daba
muerte.»
I'.l tercer texto calderoniano del Sr. Yalbnena, que
dice.1
I.a dará como sea noble,
con que á ser su esposa llegue,
riquezar.T
ignoro á qué comedia pertenece.
Volviendo á la de La Vida es sueño, deberé aña-
54 LAS AUTORIDADES
dir que no sólo contiene los dos le atad,,, sino
los siguientes:
Entrólas peñas y riscos como á tu patria /,- has hecho
Ia?,°S T"M; do,,do a',enas tal ^«,1 " hech°
la? luz ha hallado camino ,,,
por defénder/í la entrada „. , , f//' "' '
sus rústicos obeliscos. Dirásfe, Astrea, á la Infanta
que yo la estimo de suerte...
(i, vi.; ai.
La otra es considerar Lt envió el original. (A la
que si á mi sangre la quito [Infanta.)
el derecho que le dieron. (Id.)
(Id.) Que en sabiendo una per-
[sona
_ Que en la república ¡nqule- qiR' á (lulcn 5"s flaquezas
[ta
de las aves también haya ha sldo cómplice en otras,
quien les jure la obediencia Parece (|ue ya /<• hace
la salva y le desahoga.
(A las águilas, II, in.j (¡¡¡ x , ,,
Pero no puede dudarse que, bien por descuido
o voluntariamente, Calderón escribió algunos las
dativos entre la* muchedumbre de lea que tam-
bién hay en sus obras.
Las primeras ediciones de este dramaturgo son
muy raras; pero á la vista tengo una Segunda
parte de Comedias, de Don Pedto Calderón de la
Barca, ( auallcro del Abito de Santiago. Recogidas
Por Do,, loseph Caldero,: de la Barca,' su hermano
impresa en Madrid, por María de Quiñones en
1637- Le suponer es que el mismo autor corrigie-
se las pruebas, y ofrece, por tanto, este volumen
bastante confianza. Entre las comedias que con-
(1) Sólo allá al final de la obra hemos hallado este la.
Aunque es verdad que la debo
obligaciones...
CALDERÓN DI? LA BARCA 55
tiene está El galán fantasma, de que tomaré algu-
nos ejemplos:
Ya de estrellas, ya de flores
hiciera mal en negar/es
á las unas lo que influyen
y á las otras lo que saben.
Fol si; en Rivad., t VII. p. 291.)
Ni íer amada, pues, ni amar la dama
consiente amor tasándo/c su estrella,
mas entre ser amada ó amar ella
lo uno disgusta, pero lo otro infama
60; en Rivad., p. 298.)
A Porcia iré á verla en tal
duda, afectos de leal
ningún cuidado me den.
porque nunca me hará bien,
si yo no le sirvo mal.
(I-'ol. 61; en Rivad., p. 299)
Y no será la pena, no, fingida:
que si el alma no muere con la vida,
bastará/í en tal calma,
para que tenga celos tener alma.
II 63 v.; en Rivad., p. 301.)
1 > por dar/i este mojo
á mis dichas; pues vivir
un desdií hado no es poco.
en Rivad , p. 302.)
Yo ir< á visitar á Julia - horas, Porcia, amiga.
7 ¿arfe de toda en Kiv., p. 306).
{Fol. 69 v .; ni Kiv . p 305 .1
pondo por ellos
Porcia Quc puesto que les di I
á estas flores alma v voz
¿Quien en casa se entra asi. ¡ n ,
á visita á aquestas horas?
I. \IKA
ASIOLFO
En la mina
A quien le importa venir ha caido una persona.
I n Rivad.. equivocadamente dice las, y lo mlimn
la ed de Vera Tassis. II. 91, que 1 délo.
56 LAS AUTORIDADES
Duque ¿Oué disculpa he dt dar yo
Tragóle la tierra v puedo (il si :um 1;l 1ue me dan les falta'-
distinguir mal una' boca. v f "Kldlr níí«° á nesS°
defenderlas tu en mi casa?
(Fol. 71 v.; en Riv., p. 308.)
(Fol. 73 v., en Riv., p. 309).
Hay en esta obia los las siguientes:
Pues á las que dicen mal que la importa mucho, di.
hay quien las haga hablar bien (I,(), ?Q y . cn R¡y _ p 3o6 >
(Fol. 55 v.; en Riv., p. 294.)
No quisieron escucharme;
Pues entra tú en el jardín y sin mirar/a á la cara
y áila que yo la espero; (Fol n v . ^ Riv _ p J09 }
En el mismo volumen calderoniano se halla otra
de sus buenas comedias, cuyo verdadero titulo es
El hombre pobre lodo es trazas, aunque Vera Tassis
y, por ende Harzenbusch, le hayan suprimido el
artículo. Hallamos relativo á nuestro tema:
Dama critica y sutil:
hace versos, canta, juega;
con que acabo de decir
que es pobre, porque á estas gracias
no se les sigue un cuatrín.
(Fol. 162: En Rivad. t. VII, p. 504.)
Oid lo que á una caudal
águila le sucedió.
(Fol. 164: en Rivad, p. (506.)
Si al principio su semblante (de doña Beatriz)
estuvo alegre y ya muestra
que le ha pesado de verle.
(Fol. 165 v.; en Rivad., p. 507.)
De mi te ofrezco otro tanto. —
Isabel, quíta/í el manto
á Beatriz.
(Fol. 167; en Rivad., p. 508.) (2)
(1) Este le es acusativo y debía de ser la, pues se refiere
á persona.
(1) En Rivad y en su modelo Vera Tassis, se dice «quitafo,
pero es errata. En la impresión original está bien: «quita/e.
CALDERÓN" DE LA BARCA
Ciara
La lisonja os agradezco,
no por mi, pues .unido veis
á Doña Beatriz, cualquiera
lisonja /<• viene bien
(Fol. if,9; en Rivad., p. 510.) (1)
Pues si yo empiezo primero
no le dejaré razón
conque ella pueda quejarse.
Pol 171: en Rivad., p. 512.)
Y eso mismo,
sin duda le sucedió
también á Beatriz
(Fol, 171; en Rivad., p, 512.)
Murmurando de mi ama.
Ano, he ese h,-,
una cadena fe dio .1 la misma).
Pol r;i v.: en Rivad.. p. 513.)
Sabed que tuve un recado
de Beatriz, la amiga mia..
que aquesta joya le envíe ...
1,1 172 v.; en Rivad , p. 514.) |(2^
Pues yo le enviaré á Beatriz
esos den escudos luego.
' oí. 174 v.; en Rivad., p. 515.)
Inés
Dice mi señora que hoy...
vayas á casa...
D. Diego
Dile.
Inés, que sus manos beso,
y iré muy alegre en ver
que su memoria merezco.
"74 v.; en Rivad , p. 515.)
bien este le se ha vuelto la en Vera Tassl I 11
Rlyadeneyra La repetición del lucho nos prueba
LAS AUTORIDADES
Si voy
(Fol. 175; en Kivad , p- 5I5-)
Los Za que esta pieza tiene son:
y así quisiera tener
algún modo de obhgalla
Je galante y cortés fuese,
con que yo dar/a pudiese
sin que llegase á enojalla.
(Fol. 162 v.: Rivad., p. 504
No pude satisfacerla,
aunque allí ella mism L vtó
„ue bou Diego mu llamaban
todos v que /a contaban
que era de Granada yo.
q (rol. i7o v ■ en R.vad . p. 5")
ISAB.
Ella vendrá por aquí
en el coche.
1) > Bea.tr.
Di que espero
muy gustosa porque quiero
contar/a uñ caso que á mi
me ha sucedido. „ .fS)
(Fol. 178 v.; en Rivad., p. 51»)
C,„ «* lo *£ J»--¡1'S C
Caldeióu hacia de cada una tic ia¡
tivo femenino.
QUEVEDO
10
59
V olviendo algunos años atrás en el orden de sus
testigos, presenta luego el Sr. Valbuena á D. Fran-
cisco de Qttsvedo, con nueve textos, algunos do-
bles, tomados de varias obras de aquel' fecundo
escritor madrileño.
Cinco corresponden al verbo dar, que es el co-
mún modismo cortesano, aun hoy, y entre los que
en las demás ocasiones usan el le. «La dan»- «dar/a»
«/</ daban-, ¿as darás» y «dar/os*. Sin embargo'
uno de ellos parece sobrar, pues en las antiguas
ediciones, la Jácara III dice (i):
A una mujer forastera
B del vidriado
no la dan. I^ampuga, un gozque
podiendo d:ir/e un alano
Y no «dar/a», como escribió Valbuena.
Otros cuatro pertenecen al verbo
V se Corrió como zorra
de que la dijese aguarda.
y no la dijese toma.
II padre/a Mijo su parecer de pe .i pa y seco y sin
llover mandó/a que se metiera en un convento.. «La dirá.,
lUy insetruros.
£./.££ '" '-'"rM"' de Sato. > mudaos años des'
pnfe ' 1670 un nuev, tomo, por D Pedro Aldrrte, sol
del „,„r. pero tan poco ,,„,v£
S "■!""'J':"""" apócrifos Por eso. aunque pudieran^
comar much, - iim, l)a,tant(;, J^ £ ^
no deber hacerlo, por ser punto delicado * obscuro
tintos
Pcn fin otros cuatro la se unen con verbos dis-
ítos:
la greña de las canas...»
«*« He esofcar en diversas obras
Repito que esto de ^ . h nQ
de los que. como Quejec \, ^ aütcce.
prueba nada; porque á cada la Oe os q
í¿t£ SI vat^; Perón, cu. «ala
-££«. pueS. ■2~x^«ss8£;
dolos todos, empresa- , na, iza ; ^
mo hemos hecho h ast .qn s y, tTa.
fuese muy extensa a -n consecuencias.
vendólos todos al debate, ¿acabas
De Quevedo tenernos dwersas £ ^
— ^VK S3« la novela
bien reimpresas en A lfre^J da con aire-
ítf;:riS,^^sVpr£lerÍKl1],no.ay
-P^dre^p^-e^^ersos ejemplos:
TEXTOS CON LE
le desensartó
le d«° roguéle
decíale les hacía
les dije (dos veces) »»* rasUo
1, % i nía de casta
dijo1" . respondüe
tes decía les pedia
Le pesaba j habia <iado
le desensártala
ofrecerles
les ofrecí
parecióles
contábales
contóles
traíales
se les echaba de ver
agradóles.
TEXTOS con LA
díjelas (dos veces)
comerla (una gallina)
halláronla
las dejó una cédala
las apercibía
cogiéndola
las supliqué
pregúntelas
las pedí
ofrecílas
prometilas
contéla
las enviaría.
Nótense bien las contradicciones. El verbo de-
cir con la dos veces; pero siete con le; contar una
ve¿ con la y dos con le; ofrecer en igual caso; pe-
dir de uno y otro Diodo: • aplicar opuesto á rogar;
preguntar á responder, y hasta dar usado con le,
al revés de lo que hemos visto en los versos.
Se ve, pues, claramente, que Ouevedo no tiene
ra/ón ninguna para preterir en el uso una ú otra
partícula. Propende el empleo del le, como todos
hasta ahora, pero su libérrimo gusto no deja de
inclinarse á la otra forma.
l.\S AUTORIDAD] S
De la Epístola moral que vino falsamente atri-
buyéndose á Francisco de Rioja, reproduce Val-
buena el único pasaje al objeto, que dice:
Esta invasión terrible é inoportuna
dejémosla pasar...
Pero este la no es dativo, sino acusativo; pues
refiriéndose á la invasión terrible, etc., y siendo ésta
el complemento directo de la oración en la que
dejar es no más que auxiliar del infinitivo, claro es
que sólo la puede ser la forma de su pronombre.
Se comprueba que es acusativo volviendo la ora-
ción por pasiva en que invasión pasa á ser sujeto.
TERSO DE MOUN'A 63
12
Viene luego otro gran escritor madrileño de ge-
nio tan independiente en asuntos de lenguaje
como Quevedo, aunque no tan audaz y artificio-
so el Maestro Tirso de Molina.
Proporciona siete textos, bien que no todos
igualmente exactos en la transcripción que su-
fren por el Sr. Yalbuena.
El más curioso es el primero, que dice:
Pero Gil amaba á Menga...
Si botines le pedia.
la presentaba una cofia;
si guind tajaban
iba á buscar/a algarrobas.
"Nótese (dice el Sr. Valbuena) la aspereza de
los dos últimos versos, con sus conjunciones de
oes y mídase por ella la repugnancia de Tirso á
decir fe en un dativo femenino; pues claro está
que si hubiera escrito «se le antojaban' y «á bus-
car/e algarrobas-, ambos versos hubieran ganado
mucho.» (Pág 36 ■
Yo no sé de dónde habrá tomado el Sr. Valbue-
na la cita; porque el texto más conocido, que es el
de Autores españoles, publicado por Hartzenbusch
(Comed, escog. del M. Fr. Gabriel Téllez, pági-
na 42) (1) dice precisamente «se le antojaban» y
busca.Ua algarrobas» que suavizan la aspereza de
rsos.
(1) Trátase de la comedia El pretendiente al revés (acto III,
esc. xvn), que contiene el romance.
64 I. as AUTORIDADES
Y si por aquello que expresa en la pág. 15 de
su folleto, de que hay que desconfiar «de todas las
ediciones modernas de los clásicos», no conceptuó
digna de fe la de D. Agustín Duran {Talla españo-
la) algo anterior, pero que da el texto como Hart-
zenbusch, y quiso llegar á la edición original, que
es de Sevilla, 1627, reproducida en Valencia, 1631,
también lo hallaría casi igual
Si botines la pedía,
la presenta va una cofia,
si guindas se le antojavan,
y va á buseaWa algarrobas (1),
por escribir 'a copla con su vieja ortografia.
Y si todavía quiso ir más allá y llegar á la mis-
ma fuente, pues el romance, que acaso no sea de
Tirso, fué impreso en 1621 en una Primavera y flor
de los mejores romances, colegidos por el licenciado
Pedro Arias, vería el pasaje en esta forma: (Duran:
Romancero, II, 510.)
Si botines le pedía
le presentaba una cofia,
si guindas se le antojaban
iba á buscar/í cebollas.
Y resultaría claro que eso de la repugnancia de
Tirso al le (como antes la de Lope de Vega), es para
visto más despacio.
El segundo pasaje:
Cuando por dallas el grano
(el gallo á las gallinas)
se lo quita de la boca,
es de la comedia Esto sí que es negociar (acto II,
(1) Doze comedias tuinas del Maestro Tirso de Molina. Va-
encia, 1631, folio 53 vuelto.
TIRSO DE MOLINA 05
esc. x). y se pone en labios de un rústico, así como
los tres que siguen, pertenecientes á la comedia
Antoría García:
Pul i ada paso
Y ayer, cerniendo las granz i-
la declaré mi capricho
Llepné á cargaría el pollino..
Cas ni moa la asi ¡ besi selas...
Qne la mano la lomé.
No conozco el o1
En espíritu las bebe
el alma y vida á las flores, (i)
y está equivocado el último, que pertenece á Los
cigarrales de Toledo, y no debe decir:
\ las niñas de Mi
las i II, „
sino 4es cantaba-, que escomo se lee en los tex-
tos de 1624 y 1630 (fol. ixo).
¿Es esto bastante para afirmar que Tirso usa-
ba de ordinario la frrma la para el dativo femeni-
no? La comedia Esto si que es negociar está llena
de les. abundan en Antona García. Los cigarrales
Hiedan fuera, f 01 man un respetable volumen
hay novelas y comedias v, por tanto, algu-
nos centenares de les v hasta algunos /as. |,„ mismo
sucede con otro volumen del mismo autor titulado
di .,! f,n coa
rnvar contra tu ,„.,.,
:pá«r¡-
oi en li suelta de D » Teresa de Guz-
mta á principios del siglo xvnx (p 1 n la edición
primitiva (Parte 71 de las comedias de Tm*,. Madrid. 163.
io|. Y no conozco más impresiones de esta comedia:
LAS AUTORIDADES
Deleitar aprovechando, que tiene novelas y autos
sacramentales, y no digamos los que se hallarán
en las demás ochenta comedias á las que no se
preguntó nada sobre el asunto.
Para saber lo que realmente pensaba Tirso
acerca de él, atengámonos, por ejemplo, á las dos
últimas partes de la comedia La Santa Juana,
que por dicha se conservan en manuscritos holó-
grafos en la Biblioteca Nacional, aunque también
han sido impresas no ha mucho. Sea la tercera
parte (i):
La cabeza le enviara
rodando hasta Doña Inés.
(p- 3°7)-
De la Santa Juana espero..,
la carta á escribi/íí voy.
(P- 3°9)-
Que aquí no las hay en flor
que se les pierde en naciendo.
(p- 3")-
En su venturosa suerte;
pideií, pues, á la muerte
si tienes celos, un ay.
(P- 3i5)-
Y sustenta Santa Juana
á quien le vende cruel.
(p- 317)-
Escribe/e, madre mía (ávos),
que niegue por ella á Hios
(p. 318).
También me escribe /«acuer-
(de
esto mismo, madre Juana.
(id.)
Siempre D.» Ana Manrique
con obras y devoción
me ha obligado á que publi-
[que
su valor y mi afición
U muestre y le signifique.
(id.)
Kn su costado pondré
el dolor que en él padece
doña Ana, y Jesús le dé
la -alud que ella merece,
(id.).
Dalde vida, que es afrenta
que de comer ensalada
muera una mujer honrada
(P- 328)
(1) Cito por la impresión de la Nueva Biblioteca de auto-
res españoles (Madrid, 1907), t. IX, pp. 304 y siguientes.
TIRSO DE MOIJNA
'•7
Que me dicen que la has
[dado
palabra de casamiento.
(P- 307)
haciéndo/a salpicón
los huesos en las espaldas.
(P- 312)
Hice mata/ía una polla
por vella tan mal parada.
(P- 3I2-)
Curádmela de tal modo
que porque sane del todo
la dejéis la lengua sana
(id.).
La debo tener amor.
(p. 318)
Escriba á Madrid, la ruega.
(p. 319)-
¡Ay Dios! que la dije yo:
no comas berros, mochacha.
(328.)
Veamos ahora otra comedia de las publicadas
por el mismo autor en la Segunda parle de ellas
(!635) y sea la titulada Por el sótano y el lomo (1):
Aunque á la niña le pesa.
(p. 229).
El viejo le ha puesto casa
y mil galas le envió.
(id.).
\.n que les traiga reciba
(A D.» Bernarda.)
(p. 230).
Que un marido Adán /edén.
(p. 231).
y d'g.i/c á mi Señora
(P -¡32.)
señora, le replico.
(P. 233).
Si nn se Ir al. huida el pecho
(A la viuda )
(P 234!.
La pasión que le hace gue-
[rra
á mi hermana, si se encierra...
(id.).
Traerc/f en un cuarto de
fhora
á vuesancé ( Bcrn. ¡ la respues-
ta .
<P- 235-)
A ,n¡ hermana
rebuena le pareció
id.).
Tan presto, que es regato-
[na.
— Yo no he de darle ocasión-,
u condición.
(p. 236).
1 ■ !• ro he cotejado los pasajes
r^n el original: Segunda parle de las comedias del M. Tirso de
Molina Madrid, 1635 [folios 115 y siguientes).
Como él salga por las dos,
no les dé la costa pena:
la caía les dejo llena.
(id.).
Belleza , ,
como la que Dios le ha dado.
(id.).
María
¿imes eso le da cuidado'
BERNARDA
Siempre el deber me le da
(id.).
—Traedme algunas beati-
[Uas
más gruesas para esa tacto-
—De cualquier suerte que
[sean
le sobran
(p. 236).
Poco la corte insolente
sus costumbres le pegó
(A María.)
(p. 237)-
yue la garza, entre infim-
conoce luego al halcón
que tiene de dar/<- alcance
(id.)-
Para la cuñada vuestra,
que ya este nombre le doy.
(p. 23S.)
pensaba vuesa merced
que las puntas que han qu£
les hacen falta? (Alas mujeres.)
(p. 242-1
rti le da pena el anciano
(A D-* Bernarda.)
(p. 244)-
1 1 vestido que á su her
[mana
tuvo mi amo dedicado
le tiene pintiparado.
(p. 245).
Estáis que es maravilla.
No vi jamás gracia igual;
si amor nació en Portugal
va es portuguesa Castilla.
¡Qué bien le dice el tocado.
(p. 246).
En el color
sus pensamientos la veo
(p. 230)-
Comprólas costosa casa
(p. 233)-
Si ha de subir, abriré/a.
—Llámala acá, que la - pero
—Voiía á abrir.— Compraría
[quiero
tocas que al uso de corte
(p- 235).
Llegué diligente á daría
la mano, que recibió.
y derribando!», entonces
el viento registrador
el mantode la cabeza... (p-237-)
La enorme desproporción que hay entre los les
y las de esta comedia, que no tiene rústicos n,
TIRSO DE MOUNA °9
pastores, á difeiencia de La Santa Juana, parece
demostrar que Tirso es teísta y que destina el la
con preferencia al lenguaje tosco de les aldeanos.
Recuérdese también los pasajes de Esto sí que es
negociar y Antona García citados por el Sr. Val-
buena. Sin embargo, en otras comedias en que no
intervienen, como No hay Peor sordo y La celosa
de sí misma, usa el la, aunque en menor escala, en-
tre toda clase de personas, y lo mismo sucede en
las novelas de los Cigarrales de Toledo (i).
(1) En La celosa de sí misma hallo 7 les por 4 ¡as; en El pretén-
date al revés, 5 por 4; en .4 mor y celos hacen dis»¿*¿Z,7¿
en El castigo del pensé que, 5 le por ningún la. y en Quien calla
«torga, 7 ley ningún la.
7o
LAS AUTORIDADES
13
Quizá por ser igualmente madrileño , bien que
muy posterior, coloca el Sr. Valbuena á Moreto
después de Tirso. Más que los dos textos que cita,
pudo aun añadir, porque luego de mediar el si-
glo xvn comenzó á emplearse el la dativo con
mayor frecuencia que antes, en ciertas frases co-
munes: «darla», «decirla» y otras semejantes que
debían de ser propias del pueblo de Madrid. Pero
aún predomina el uso contrario, como se puede
ver en estos ejemplos tomados de Moreto. En El
lindo don Diego (i) hay:
Mosquito
Beatriz,
después que la han despedido
anda pidiendo limosna
Pues pide dale, que es pobre.
D.» INÉS
iQtxé le (2) he de dar?
kicto I, esc. vi I
Y esta la causa ha sido
de que Leonor y Inés no lo
[han sabido;
porque no fuera bien que yo
1un concierto
les propusiera que saliera in-
[cierto.
(I, x.)
A tu prima la condesa,
que ya de viuda profesa
se le anda el casamiento.
(II, I-)
ESO estímelo mi prima,
que es á quien le está mejor.
(II, n.)
¿Qué importará que él se
[alabe
de galán, para que Inés
desprecie el noble interés,
que por su sangre le cabe?
(Id.)
Está indispuesta— ¿De qué?
—Saliendo aquí, de repente
le dio agora un accidente.
(II, rv.)
(i) Cito por Autores españoles; (Comedias de Moreto); pero
comprobadas tas referencias.
íz) En Autores españoles dice la por errata. En el origi-
nal Segunda parte de las comedias de Don Agustín UorOo...
Valencia. 1676, 4 .'; p. 489 está bien.
MORETO 7'
c„,.n . le importo yo, que es lo me».
v.KiAua [mo.
¿Quienes? (III. n.)
Don DlBGO I^as flechas que mi desdicha
d<- mií finezas le hace (a Doña
Respónde/r apriesa. [Inés).
n vn (ni, vn.)
\ ;. atriz aprisa ,, me mandó deciros
señas /,• (1) han' por detrás. mi lierman;, y agora á darle
di. vm.) esta respuesta por vos...
.... á eso voy.
A una mujer de mi estado ' vn
le finges alevo
(II. Dad/e á Inés la mano luego,
ái ella no me importa, á ella i111- XVI1 '
Frente á estos catorce les hay los tres las que
siguen, todos con el verbo decir:
Como vo nunca la he dicho
Diía que \< nga Mosquita.
Dita que salga acá fuera.
Veamos otra comedia: la titulada El Caballero:
pues -'i"' * ''' d;1 á '■' otra.'
1 xvtn.)
A doña Ana esta fineza
le agradece de mi parte
(I. XXI.)
Que le diga á mi i" nnano 1 6mo li 1 sido
(Id )
Yo sé que la Leonor si se las hinco
U (2) haré saber muy bien cuántas son cinco
(II. vn.)
De este modo á tu traición
le he de quitar la salida.
(II. xi )
Y cuando al alma esta tiai< ion le toca.
(II. xv. )
(,) También en A utorrs españoles dice ¡a por errata.
(j) Por errata se puso la en Autores españoles. Véase el on-
Ciaal. p 265
. JZ ^AS^AUTORIDADKS
Luisa, mi señora
os suplica que mañana
os neguéis ó la Vitoria
qu< alli á las diez os esp< ra
porque el hablaros le importa (i).
II, xvm ,
^t'P:Z¿"'""¡^ 'uriror
Decirí, luego á D.. v,,.,
(Id.)
Y yo disimulando
«"> será quien la culpa más fe toca
(III, vi.)
JSolo hallantes en esta comed.a un caso en coD
Y .1 la dijo: Esta deuda M m, culdadü
Veamos aún otra comedia: No puede ser...
V si una llega á tener c
hermosura y discreción '"' SaStn lcsto mf ala
fe da r4j Fortuñ) una mala que ,, hacla de «»
[elección
(I, i.) ^ D-* /n« II. i)
Una noche, haciendo versos 5?e Pensando hallarla dura
se /,- ha de quemar la casa «Moa ya perdigada.
. , , , . ¿ „„ ,d) Y° «<*> y ^Igo allá á llevar-
Que son las guardas que tie- rtcados y ella desea
fne so,° °-ue mi amo la vea
su honor: y mientras, <|uerien-
[do, ('*■)
mas guardas poner/? inten- Y si los lances postreros
[tan... no /<■ mienten á mi estrella.
(A la mujer. I, n.i ;
^¿¿Sa^L» V^P- »W délo*
'le Morete está h, , s ' T Vn <*» ocMtaw, esta ed.ción
adelante. 8 Xvm Vtas<-' otra prneba más
73
DijeA (i) qui al instante le quemase
\ ella, por su capricho inadvertido
I arme ya que lo na piulido.
Pin - -i las marchitó el brío
i.i noche, vuestra presencia
les ri.i matices mas vivos.
[II, xv )
Hay en esta comedia dos la que son:
Tiene un don que es locura: Pues antes, viven los cielos,
en capas solo la cuentan tengo de ver/as la cara.
'II. DI III. XVII ) (2)
Veamos todavía otra comedia: Trampa adt-
lant
icribirte aquella dama
T tu responder/r a ella (3),
(1,1.)
Kesponder/f yo al instante
(A -alguna deltas: id.)
Que el remiendo di
á la camisa le llega.
(Id.)
|u< rt is <|u< arda la fra-
[gua?
— Pues si no es que /fechen
[agua...
Sabré la que galantea,
y quién es y dónde vive.
■-i I, habla, si le escribe .
(A ella: II. vi.)
Porque esta superstición
na le falte á la intención
(ill. 1.)
(1) También aquí está errado el texto de Autores españo-
!,< Véase el original, p. zi, v lo mismo se halla en la parte XIV
& Varíe (Madrid, r66i (folio ti t % Parte XLI (Pamplo-
na. n de mi do que únicamente en impresiones
sueltas del siglo xvm pued "
(2) No incluyo ota «no metería* esta
daga*, parque este vaso no existe ni en el original de Moreto
ni en la parte XIV [folio .-.• . ni en la XLI Ip 221),
pues en las tre^ diie «no meta á una esta daga».
(3) En Autor,' da la partícula En la Pri-
mera putt, d, comedias de D. Agustín Moreto (Madrid, it>73)
olio 14; * . e«ta bien
74
LAS AUTOR JDADE8
Le enviáis satisfacción Salid, señora, al instante
en un papel á mi hermana. — 1.a mano le doy dichoso.
(III, XII i ('». *«■)
Hay estos tres /a:
«Es atención que ¿a debo (I, xiii), «y él la tiem-
bla como al fuego» (III, n) y Don Juan no la ha
hablado á ella», que aunque dativo en la forma es
verdadero acusativo en la oración.
En otras comedias tampoco escasean los las
que supongo estarán en proporción semejante
sta que á D. Agustín Moreto pueda considerársele
como laísia.
P. LUIS DE LA PUENTE 75
14
Volviendo á retroceder en el orden de los tiem-
pos, alega el Sr. Valbuena. después de Moreto, el
testimonio del jesuíta valisoletano Luis DE la
Puente, que floreció á fines del siglo xvi y á
principios del siguiente, y cita de él cuatro pasa-
jes, que supongo seTán de sus Meditaciones de los
Misterios, que es la más conocida de sus obras y
fué impresa por vez primera en 1605.
Son casi todos los pasajes enclíticos de los ver-
bos dar. hacer y decir, en los que frecuentemente
se emplea el la: «haciéndo/as el bien-, «dar/a el
parabién», «dándo/a gracias», «diciéndo/a». Hay
además: «descubriéndo/a» y «el amor que /astenia».
Pero en la misma obra y en no muchas páginas,
hallamos también los mismos verbos y otros
con le (1).
«F.l primer privüegio que le concedo fué preservarla
de la culpa original.. (II parte; Mea, Va. P
«Con detrimento suyo I muy dificultoso,
ser madre aunque fuese de tal hijo.. [Id. Med. 7.», Vi22-
«La primera revelar á la Virgen una cosa que /,- darla
mucho gusto por su grande caridad.. (Id. id., p
4Se alegró con la nueva de su preñez por la alegría que
ella U daría ' •> dd. id.)
(1) Cito por la primera edición de este Libro, •!>" -'- «¡
titula Medüacúmes de lo, mysterios de nvestra Sancta /í. con
la practica de la oración mental sobre clin, Compvestas por ei
Padre l.urs déla Puente, Religioso de la CompaAia de leu,
natural de Valladolid .. Con preuüegü, Ffi Valiadolid, P<"J***
át hostillo en la calle de Saman U.DC.V. Dos vols. en 4 Sólo
utilizo el primeru
I, AS AUTORIDADES
«En medio deitantas grandezas que se le ofrecían llamán-
dose esclava del Señor.» (Id. Med. 8.a, p. ^^7.)
«Ofreciéndose á cumplir... todo lo que Dios Ir mandase
(á la Virgen).» (Id. id.)
«Sin reparar en la dignidad que se le había dado de Ma-
dre de Dios.» (Med. 1 1 . p. J45-)
«Como le revelaría lo particular que le había dicho el
ángel en la Anunciación y lo que le había pasado en casa
de Zacarías.» (Med. 14, p. 367.)
«Cada día se le hacía un año (á la Virgen).* (Id., p. 369.»
«Los cuidados del parto que suelen dar/es grande pena.)
(Med. 15, p. 371.)
«Estaría la Virgen en este tiempo dándo/e grande alegría
esta esperanza.» (Id. id.)
«Y así le fue forzoso (á la Virgen) recogerse á un pobre
establo.» (Med. 17, p. 374.)
Pero en estas mismas páginas hay los tres la
que siguen:
«Lo comunicó (á la Virgen) excelentísimas gracias.» (Pa-
gina 293-)
*La pusieron por nombre María.» (P. 297.)
«La merced que la había hecho en escogerla para ello (ser
madre).» (P. 369.)
De donde se deduce que siendo más frecuente
en el P. Puente el empleo del le estos la serán des-
cuidos ó erratas.
P. ANDRÉS PÉREZ 77
15
En el mismo año de 1605 apareció de molde la
famosa novela de La picara Justina, obra del do-
minico leonés P. Andrés Pérez, y cuya acción
pasa en la capital del antiguo reino y sus aleda-
ños Es, por tanto, muy singular que el Sr. Val-
buena no cite del libro de su paisano más que un
insignificante lugar como para salir del paso.
En solos la introducción y párrafo primero del
primer capítulo hemos hallado hasta diez, y nue-
ve les y sólo ocho las. proporción que dista algo
de la uniformidad que en aquel país afirma el se-
ñor Valbuena que existió y existe (1) en el uso de
este pronombre.
(1) Por el carácter dialectal que, aunque muy mitigado se
descubre en leste novela, pondré en . I .- columnas lo dos pro-
que hay en el fragmento examinado
Le.
(«diese modo se/, ha re,r..,.lo
, .banlospafios
se le pegó esto roña \'**
se le ofrece otro escrúpulo ¡ítai/'
/, llego la mancha al alma le haré un par
(dos veces)
/«dijo
La.
SBEÜST ÍSSS32.«~.
16
Menos acertado aún me parece que anduvo en
traer á este litigio el testimonio de su homónimo
el obispo D. Bernardo de Valbuena. La auto-
ridad, tratándose de un casi americano por resi-
dencia y meridional por nacimiento sería precio-
sa, ya que el mismo defensor del la sostiene que
andaluces y americanos son los únicos que em-
plean el le dativo femenino.
Pero no prueba esto el solo y señero pasaje
que aduce, supongo que tomado del Bernardo:
«V la comen gran pedazo» (que parece acusativo),
ni lo probarían algunos más, que mariposeando
aquí y acullá pudiese haber hallado en la ingen-
te epopeya caballeresca.
Elegiremos, pues, un trozo seguido y sea el
canto ó libro primero de poema que ha dado
fama al hijo de Valdepeñas. Es de suponer que
los otros 23 libros sigan el mismo camino en el
1 npleo del pronombre, por eso adoptamos, sin
escoger, el primero:
Metida en mi celoso infierno de ira
conoce que /<■ ofende la tardanza
y c|in <i la ocasión se le retira..
(Octava 37 .)
1 ili../, un punto cuando fué forjada...
(Octava 40.)
A decir/e Ik-gófa Alema) que el mar Tirreno...
( Octava 41.)
■I ¡"'i.i h ea un siglo de tardanza...
(Octava 42.)
BERNARDO DK VALBUENA 79
A una tasada gente así rendida
al violento rigor del duro hado
que apenas tierra en que morir le ha dado.
(Octava 48.)
|I*a Quersoneso cámbrica á la diestra
y con el mar que le escarba los costados
y Zelandia amenísima le muestra
(Octava 50.)
I«a tibia leche y el cristal mezclados
le dan nombre y color. (A Calatea.)
(Octava 54.)
Con que la volví rica y vi triunfante
mas, por faltar/í yo, no fué adelante.
(Octava 99.)
Dio/f el gusto y el alma por despojos
á las primeras vistas de su gala
y ella por una gloria mil enojos.
( Octava 141.)
Por donde la prendió medio dormida
y le quitó la libertad y el sueño.
(Octava 153.)
Que le sirvió á su cólera de espuela.
(Octava 158.)
I^a voz le atajó un dardo que venia
deseoso de llegar al blanco seno,
donde su cielo la beldad tenía.
Cayó, cual tierna flor en valle ameno;
al tiempo que su amante revolvía
á darle el alma y vida por despojos
y cobrarla él de nuevo de sus ojos.
(Octava 166.)
Fué á decir «tu memoria» y no le alcanza
la última parte que quedaba viva:
cayó muerta y con ella la esperanza...
,' Octava 177.)
Vihuelas y arpas un tropel sonoro,
en conforme y suavísima armonía
le añaden gala á la en que nace el día
(Octava 217.)
8o I, AS AUTORIDADIÍS
Y la encantada luna, qne preside
al flojo sueño, en su mayor creciente
se vio alegre salir con sus i
y faltarte la luz en medio d'- ellas
a 225.)
Entre tantos les no hemos hallado más la que
uno, y de confuso sentido.
Habla el poeta de la encantadora Morgana, y
dice (octava 206):
A la honda boca de una obscura
desceñida la halló al siguiente día
y en medio sus conjuros la luz vueda
el alma la asombro que la seguía.
Huyó á su centro: y ella con la nueva
de deseada venganza y alegría
la vuelta daba, cuando dio con ella
la bella Alcina en su carroza bella
En la prosa no es menos explícito el célebre
obispo de Puerto Rico.
Compuso su poema Grandeza mejicana á instan-
cias de doña Isabel de Tobar y Guzmán, y en la
introducción, dice de esta señora:
«Crióse, aunque en tierra tan apartada v remota, en
aquella riqueza y abundancia de regalo debida á su ca-
lidad y grandeza, hasta que disponiendo el tiempo las
cosas ordenó las de su gusto de manera que le abrió la
puerta al que siempre b il 1 que era verse en
religión, sacudida y libre de los inconvenientes v obliga-
ciones del siglo, desviando/, el cielo, con sus regalos,
los que le podían su- impedimento y estorbo, llevando
primero para sí á don I.uis de los Kios ProaSo, su ma-
rido, y tras él á la santa Compañía de Jesús un hijo úni-
co y sola prenda que del le quedaba: como que quisie-
se Dios, por esta vía. suceder en propiedad y posesión
á todas las cosas desta señora, sin dejar/c en el mundo
más que á él solo... Mandóme que en los días que le traía
de ventaja á esta ciudad tomase de mi cuenta el dárse-
la muy particular de las cosas famosas della, para que
BERNARDO DE VALBUKNA
asi, más alentada, se diese prisa a concluir su comen-
zado viaje, y llegada al fin del, no se le hiciese del todo
nueva !a grandeza de la tierra.» (i)
No puede hacerse más clara profesión de anti-
iaistno.
(i) El Bernardo se imprimió la primera vez en 1624, en
Madrid, por Diego Flamenco, en un volumen en 4.0. v la Gran-
deza mejicana en Méjico, en 1604, por Diego López Dávalos,
■en 8.° La Academia Española ha reimpreso, en 1S21. este poe-
tnita con el Siglo de Oro.
8-2 I,AS AUTORIDADES
17
V no menos evidente resulta en el P. Pedro
de Rivvdi'nkika. con perdón sea dicho del dic-
tamen contrario del Si. Yalbuena, al copiar del
jesuíta toledano cuatro pasajes que, entre tanto
como escribió, no es fácil atinar á qué obras perte-
nezcan aunque bien pudieran ser del Flos sane-
¡orum. vasto océano de lectura, donde no me atre-
ví á penetrar sólo para averiguarlo.
De todos modos, las cuatro citas son de poco
interés dos 4a daba-, un da dijo» otro 4a hacia
señas» y un «echóte al cuello-, formas muy usua-
les, es cierto, pero no tanto como las mismas
con le. .
Filiamos algunos trozos seguidos, y sea el prin-
cipio de la Historia delscisma de Inglaterra y sus
diez primeros capítulos:
„ \ esta hija... dió/e por aya á Margarita...» (Cap. II.J
-Decía (la ■">>:"» tiempo /e parecía que per-
dia Mi! , , , ; , „ arreglarse y componerse.. (Ca-
,,, ganar más su gracia del, y á ella hacer-
la del Rey.» flrf.J
, n0 le falta sino un marido.» (Caf>.\.)
dienfr i «iba - uno que la afea-
do si fuera católica pot-
quc. siéndolo el Rey, : P«« sus intentos y
ambi.iou le podía aprovechar.» (Id.)
",.',' Samas que ardían en el pecho del Rey y la af>
.1!.. ► (Id.)
EL P. RTVADENEIRA 83
•Si no se casaba con ella, porque del amor que le mos-
traba j del aborrecimiento que tenía á la Reina...» (Id.)
•Se fue & la Reina y le dijo.» (Cap. XJ
No hemos tropezado con un solo la en todo
este largo fragmento.
Pasemos á la Segunda parte de esta obra clási-
ca, escrita algunos años después de la primera:
«La Reina mandó que matasen... por parecer/e que con la
muerte 'leí Conde...» (Cap. I.)
•La mujer fue sentenciada... y antes de dar/e muer-
te.. (Id.)
«A la viuda... le embargaron toda su hacienda.» (Capi-
tula [1
• Era tan católica y tau sierva de Nuestro Señor... y de-
lios que le diese gracia para morir con
sus padres...» (Id.)
•Arremetieron á ellas y les dieron muchas cachilladas
en las caras.» (Id.)
•Quiso ganar gracias con la reina de Inglaterra, envián-
ste presente.» (Cap. I\'.)
«Tenia entrada con la Reina, y le pintaba las cosas de
manera que le diesen gusto.» (Cu
•Las mercedes que nuestro Señor ha hecho á su Igle-
sia, dando/ la cruz por prendas...» (Cap. VI.)
-Pues habían sido compañeras en el delito, lo fuesen
en la muerte, y que esperaban en Dios que, como les
había dado ánimo...» (Cap. I II.)
:;abía entregado de tal manera á la voluntad de
la Reina, y deseaba tanto agradar/? (1) y servir... que no se
ríe la verdad.» (Cap. IX.)
iLos principales ministros de la Reina... y los que
por dar/e gusto...» (Id.)
•Habla sido casada- del lal, va difunto, /«• habían
bijas.» (Cap. XI.)
• Hila fué avisada... y suplicó .1 nuestro Señor que le
diese fuer/.as.» (Id.)
•Y dejar .1 sus tres hijas para que guardasen la casa
(1) Este le es acusativa: prueba de que no le sonaba mal
al autor, aun en uso tan impropio.
84 LAS AUTORIDADES
y la hacienda.de la cual les había hecho donación.» (Id.)
«Que la buena madre había escondido para remedio
dellas, en caso que les sucediese alguna desgracia.» (Id.)
«Sólo tenía cuidado de sus hijas, temiendo que no se les
hiciese algún agravio.» (Id.)
«Queriéndolas va llevar presas, les dio tiempo oportu-
no... para que... 'las tres doncellas se saliesen... y yendo
hacia la ribera hallasen un barco que Dios les tema apa-
rejado.» (Id.)
«Algunos caballeros amigos suyos á quien ella habla
hecho donación de sus bienes en favor de sus hijas y por
esto v por otros respetos le tenían obligación...» (Id.)
1 testa manera perdió la hacienda esta venerable ma-
trona- mas no por eso perdió la paciencia y alegría de
su mima, antes hizo gracias al Señor por la merced que
le había hecho.» (Id.) .
«Estando presa por la fe católica, le mando decir la
Reina...» (Id.)
«Y delante dellas iba, vestido como estaba, el sacerdote
que les decía misa.» (Id.)
«Protestando que era católica, aparejada para morir
por su fe, no quiso responder á las otras preguntas que
le hacían los jueces.» (Id.)
«La amenazaron que si no respondía le darían muerte
cruelísima... y así le dieron la muerte que aquí diré. Ex
tendieron en el suelo á la sierva del Señor, boca arriba
y con cuerdas le ataron v estiraron los pies y las manos;
debajo de los ríñones le pusieron una piedra grande,
esquinada...»
Y entre tantísimos les ni un solo la para alter-
nar con ellos.
En el Tratado de la Tribu! ;
«Ninguna criatura se conservaría si Dios no le estu-
viese dando el ser... obrando con ella y dándo/f fuerza.»
(Cap. III.)
«La cual mueve á las demás y /, s da fuerza.» (Id.)
«Así porque ellas no son capaces de pecado... como
porque siguen... el orden de Dios que les dio y conser-
va... y les da fuerza para hacer aquellos efectos.» (Ca-
pítulo IV.)
EL P. RIVADENEIRA 85
•Suplicó á Dios que la librase della, porque se le aca-
baba la paciencia.» (Cap. Vil.)
«Envióle Dios un ángel que le dijese que ella había de
purgar sus pecados...» (Id.)
1 i pena del Purgatorio, por librarse de la
del dolor y la enfermedad, que por ser de dos años y pre-
sente a) parecer mayor. Murió y fué al Pur-
gatorio. Al cabo de una hora que estuvo en él le apare-
ció el mismo ángel que antes le había aparecido para con-
solarla v animarla; y como ella le viese y oyese del quién
era, le dijo que cómo le había dicho que no estaría sino
tres día- en purgatorio habiendo estado ya tantos años
en aquello tormentos: los cuales, por ser tan horribles
y penosos, una hora le había parecido muchos años.» (Id.)
del Padre Rivadeneira (i).
La primera parte del Cisma de Inglaterra se imprimió
• n 158Í en Madrid. Zaragoza y Barcelona; después, otras
. con la segunda y con mucho es-
mero por D Vicente de la Fuente, quien igualmente reimpri-
<lcl Padre Rivadeneira. entre ellos
1 fi, 1 nido, aunque
del Cisma lo hemos cotejado con la primera edi-
del I isma aparece ya en la colección
iu en 1605, y acaso se haya iinpre-
/ talado de la Tribulación se estampó pri-
86 LAS AUTORIDADES
18
De otro jesuíta, el P. Luis DE i.a Palma, trae
el Sr. Valbuena cinco pasajes . que corresponden
á la Historia de la Sagrada Pasión de N. S. Jesu-
cristo, libro agradable y sugestivo, i
por el P. la Taima hacia 1624, según Nicolás An-
tonio.
Los textos corresponden: el primero, al capi-
tulo xxvi y los otros cuatro al xxvii. Pero to-
dos ellos están citados al revés de como fueron
escritos. Conócese que el Sr. Valbuena no tuyo á
la vista ninguna edición antigua de este libro.
Tampoco yo he visto la primitiva de Alcalá, 1624,
que cita Nicolás Antonio, ni la ha visto el Sr. Ca-
talina García, pues no la menciona en su ri<
pogralía complutense; pero dan fe de su es i
cia. ó de una de Madrid, de aquel año, las lio
y aprobaciones de la dei.653, por Pablo del Val (i),
en 4.0, que es reimpresión de ella.
En esta edición, pues, hállanse los cinco pa-
[il Historia de la Sa ■"<" "
tro Evangelios, Por el Padre Lvis dt la raima. Promncal de
la Compañía de lesvs, en '■< Proi 1 ¡ ! nafral d,
la mis» . '',,""
drid. Por Pablo del i a¡ I Privilegio al F I
Madr 19 Junio 1624 y prórroga al P. Manuel Pardo, jesuíta
6 Al-i-il 1652. 1 tad ab 1624.-
Dr. Paulod oí 101 1 Madi fumo u -Dedi-
catoria del P Palma al P. Mudo Vitellescni, Prepósito gene-
ral: Madr., 22 Julio 1624- Todo esto suele faltar en las impre-
siones modera
P. LUIS DE LA PALMA 87
sajes del P. la Palma, no con la, según los cita el
Sr. Valbuena, sino de este modo:
«Pero la Virgen... esforzándola el Espíritu Divino y acre-
centando^ las fuerzas...» (Cap. xxvi, p. 210)
.Este encuentro que tanto dolor U, Ufan de causa,
Ni U sufrió el corazón dejar de ver aquella obra de Vws
u parte rica v aventajada que , ella le cabla de esta
Redención... dejando/, el Señor este regalo en pago del
que de ella recibía.» (Cap. xxvn. p. 2l6, 218 y 220.)
\s, constan estos pasajes en otra edición .1.
■•>'■-'■ que lo ,,u>"
taran en otia madrileña d< >7>-' V* "" lu" lo~
orado ver.
' y no sólo estos lugares, sino otros muchos de
libro, llevan igualmente I I itaremos aun
( apüiüo v (páginas 58. 59. 60 y 61).
•Dándote (á la Virgen) inteligencia y luz de las escritu-
ras , «Cómo descansaría con ella, dándoi cuenta... ¡Cómo
te 'contaría las calumnias... ¡Cuan por menudo le daña
razón... Consideraba el cuerpo de su dulcísimo
le ocurrían... y compañía que le quedaba en la ausencia
de su Hijo...»
y cito stos 1 : sajes con preferencia
tro del mismo capítulo, porque los prii
escritos con la en ediciones modernas del Pacta
Palma.
Vaya, pues, este autor al lado de los
Scs
LAS AUTORIDADES
19
Un tercero y no menos célebre jesuíta, el autor
de la Historia de España, viene luego.
De! Padre M \kiana hay dos citas-
«Doña Urraca... determinó fortificarse en el castillo
de León, sin embargo del odio grande que el pueblo la
tenia.»
«Que la reina expresó lo mismo al abad, cuando de
parte del Papa la hizo saber que estuviese separada.»
No he identificado este segundo texto: el pri-
mero es del capítulo vm. libro X de la Historia
de Lsfaña. Pero en el mismo capítulo hallamos,
y antes de él, estos otros:
«La Reina... no podía sufrir las reprensiones que aquel
varón i gravísimo le daba por sus mal encubiertas desho-
nestidades.»
♦Los moros, perdida la esperanza de apoderarse de
aquella cuidad... saquearon á Madrid y á Talavera y les
abatieron los muros.»
«A cada paso se pasaban Ala Reina v ¡e jliral,an fide-
lidad.»
1,1 I""'" m ;i^ nielante, en los capítulos v, vi
y vil del libro xn hallamos estos les:
«Parecióle bien este consejo a la Reina y esta traza»
«Acordaron hacer recurso ., !>.. lierenguela y quere-
llarse de la renunciación que hizo del gobierno Pusié-
ronte delante el peligro que todo corría si prestamente
no se acudía con remedio.,.
♦La desposada... din la vuelta á Portugal. Allí fundó
el monasterio de Rucha y en él pasó lo que te restó de
El. P MARIANA «g
la vida santa y religiosamente, aunque muy sentida
no sólo de aquella mengua sino en especial contra D. Al-
varo, que no contonto de baberA sido causa de aquel
daño trat" de casarse con ella.»
«La reina 1>.» Berenguela, para evitar inconvenien-
tes, despachó á D. Lope de Haro y á Gonzalo Rui/. Gi-
rón, para que alcanzasen del rey de León le enviase á
su hijo 1 1, Fernando.»
«La reina aquejada del temor que le causaba aquella
nueva tcmposi
No puede afirmarse, por tanto, que Mariana
sea partidario del /<; en dativo, aunque en el pri-
mero de estos capítulos se diga también:
^tado y pueblos de la misma Reina, y
no contento con esto, la mandó salir de todo el reino»,
porque éste la es acusativo, como hemos dicho y demostra-
do antes.
gO LAS AUTORIDADKS
20
Parece que el Sr. Valbuena se propuso traer á
su elenco de autoridades todos los escritores de
mayor fama, aunque muchos de ellos viniesen sin
contar con su voluntad y como á la fuerza.
En este caso me parece que se halla el murcia-
no D. Diego de Saavbdka Fajardo, de quien
pone un solí ¡ no me engaño, estaba equi-
vocado en el texto que para él haya servido.
«Porque como consta de provincias tan distantes en-
tre sí, peligrarían si el remo y la vela no las facilitasen
los socorros y asistencias para su conservación.»
Aunque el pasaje es largo no he podido dar con
él, si, como presumo, es de las Empresas políticas;
pero sí lu dado con muchos que llevan le y nin-
guno más con la:
«Porque habiendo/, (al águila) nacido la- dos alas
desde el principio.» (Empresa I.)
aulación y envidia i las demás aves. No le persi-
m.... (Emp. ¡X.)
«Está prevenida la curiosidad v le tiene (á la luna)
medidos los paso mp. XIII.)
«Se extinguirán luego (las ha atería
que les había de dar vida, I, s dará la muerte.» (Emp. XIX.)
temería la malicia... no teniendo otra invisible
ley que le estuviese amenazando.» (limp. XXIV.)
«Y entonces la bondad no se atreve á descubrilla (á
la verdad) por no peligrar, 6 porque no< toca aporque
reconoce que no ha de aprovechar.» (Emp, XXX.)
SAAVEDE A FAJARDO 91
En la Co
«Abrille & esta historia ventanas al margen por donde
le entre la hl2 •' , ,.
4l,or ios erl pluma antes que le sucediese
la estampa.» ("/rf.j
•Púsote sitio (á Roma).» ( Cap. I.J
,su de la llcrra' hablend?íí
dado la naturaleza por muros á los Perineos...» (üa-
VTembió tanto la tu-rra que parce h era grave el peso
de los hi mbres.» (Cap. V.)
«Restituir al águila imperial las plumas que le ha-
bían quitado.» (Id.)
En la República literaria:
,La trada á los pies de la virtud su ma,
le re.- i " de los "''
La virtud la consuela n ,le su
fama.» (En Rivadeneyra, I
«La i ' °
le cubre la mitad del rostro.» (Id.)
,Iuan de Mena, doto varón, les quil
redujo la las Musas) á que entre el i ■>""*>
levantasen la dulce armonía di
tóue] del principe á esta especie de
piedras preciosas, - que á aquellas dalUs mayor va-
lor.
En ninguno de los
otros, mezclados las con los les transcritos Saa
vedra no cono.
I<AS AUTORIDADES
21
V menos lo conocen aún ios hermanos Argén
soi.a, á quienes el Sr. Valbuena adjudica cuatro
te-:tos copiados justamente al revés de como se es-
cribieron, al menos en tres de ellos.
Porque el que atribuye á Bartolomé en esta
forma:
No tiene de ella más, si bien se mira,
que el haber/o costado su dinero,
versos, que, como es sabido, pertenecen al soneto
que principia:
Yo os qmero confesar, Don Juan, primero,
no es seguro que sea de Argensola, aunque á su
nombre se halla en los manuales de Retórica.
Desde luego no figura el tal soneto ni en la úni-
ca edición auténtica de las poesías de los dos her-
manos, ni en Autores españoles, ni en la moderna
edición complementaria dispuesta y publicada por
el señor conde de la Vinaza.
Por otra parte, más di- "na vez hemos visto
también escrito con le el haberla del soneto.
Pero en los otros tres no hay duda posible. El
primero, que es de T.upercio, y se halla á la pági-
na 63 del tomo de Rimas de los dos hermanos,
«restituidas á la verdad de sus originales» j imbli-
cadas en 1634 por 1>. Gabriel Leonardo de Albión,
hijo de uno y sobrino del otro, dice:
LOS ARi'.ENSOLA
Fingisos muy honestas juntamente,
v á la palabra equivoca, no clara,
le el ns luego el sentido maldiciente,
v no «¡a dais», como creyó el Sr. Valbuena.
I.os dos de Bartolomé se hallan: el primero en
la página 295, y dice:
Aunque el mismo amor le de-
sús flechas para rendir:
pero 110 <■/<( dé». V el otro en la 245:
Digo, caro Ñuño, que rehuses
tu gusto, y á tus tiernas palomillas
el \ i- les exrases,
y de ningún modo «¡as rehuses».
Pero debo añadir más: y es qt;e no hallé un solo
la dativo en un gran número de versos leídos al
objeto de los Argensolas, y sí muchos les, de que
pueden dar fe los que -
Versos de I.upercio: cito por la edición de 1634:
No huelo ni oleré las bellas llores
que á Venus le pudieran ser adorno.
Con otras vi ¡ manos
que pudieran mejor ser envidiadas,
según amor les daba su tesoro.
Conoce apenas el amor por fama.
Cloris. y ya en su pecho le parece.
(P- 2.)
(p. 4.)
(P- 81.)
En las horas prolii 1 ( ncia,
v quiere que '<■ deba mi paciencia
(p- 30.)
Cuitada navecilla, quién creyera
que osaran estas ola-
Ttta bienes U he dado, \ persevera...
(P- 33)
g4 [AS AUTORIDADES
Con que mu1 i' lamas se contentan,
-nclándoíí's el rostro miel y aceite.
(p. 4i)
\(, dejaré m de ser mona,
(como di aunque le ciña
la frente, como á reina, una corona.
(p. 4»-)
Y para que no esté mi musa ayuna,
1 1 medio It daremos brodio;
sólo porque no adule, como alguno
no le consentiré cine muestre el odio...
(p. 5i-)
Pasemos á su hermano. e¡ célebre Rector de Vi-
A herirla por asaltos ellbi tu , Le dedicó un vivo altar (á
ni le marcliitc el brii •
Filis),
fi„ > donde se humana á acetar
,P' ' el culto que se le debe.
I<a imaginación ofrece ,p iyo.)
liberal á SUS di
V cuanto más se cavan
llega la cruel verdad 1 luí ambas tuerzas desde el
_ [seno
-l6 v tu ardiente luz les in
Cuando la razón tenia
mis afectos con 1 1
le fueron tiranizados,
(p.
Bien que i generosa en la tardanza
mientras que en gloria no se U convierta
á finezas más nobles te convida...
Del culto di la u qm 1 il
á la naturaleza ¡qué le d bo
Y la que soltó al ail '<
que el insigne Alejandi 1 ifr la,
les arma agora caul lo < d
(p. 191.
(P- 197)
(P- 03)
LOS ARGENSOLA 95
No le convino á España nueva guerra.
(p. 206.)
•\ hirbia luz la condición le atinas (a !a Fortuna).
(p. 207.)
Antes que el tiempo que mis flores seca,
les penetre severo á las raices.
(p 217.
Vacar ahora á la quietud pretendo;
con la feliz tabla por voto
mi- húmedos vestidos le suspendo.
(p. 218.)
Aconsejémos/f que se cautele (i la Virtud)
contra los que le pierden el decoro,
v que atento el rigor que la compele.
(p. 220.)
1 n los arcaduces meritoria:
mat quitáronte el lustre al dar/<r paso,
r.dió excluida v sin victoria.
' ÍP. 224.)
A la Privanza que con ver la espada...
Tanto á evitar los ¿mulos ati
que la Virtud que en otros pechos mira
solo por benemérita le ofende.
No ve que -i el favor se U retira,
Luego su confidente le atrepella...
(p. 230.)
Dejaré sin examinar las 369 páginas que faltan
todavía en este tonto, pues va me canso de reco-
ger tantos les, sin hallar un solo la ni para un re-
itnhién fué ocurrencia poner 4 los Ar-
gensola entre los laíitas\.
q6 las autoridades
22
No sé tampoco por qué el Sr. Yalbuena inclu-
ye entre los partidarios del la al insigne poeta
Esteban Manuel de Villegas, citando este solo
verso:
Celos la doy y finjo que el agrado...
que pertenece a! idilio ni, traducido de Teócrito,
y es, quizás, el único la que escribió Villegas en
todas sus poesías, razón por la cual no me parece
desatinado creer que sea errata. Por mi parte no
he hallado otro ninguno.
Pero les sí hay, y no pocos. Debieran haberle
hecho dudar, por lo menos, al Sr. Yalbuena, en
cuanto al uso que Villegas hacía del pronombre
en caso oblicuo, los conocidos Sáficos:
Dulce vecino de la verde selva,
que todo el mundo sabe de memoria, y en cuya
segunda estrofa se dice:
Tú que las qneja? de mi voz llevaste,
oye, no temas, y á mi Ninfa di/?,
di/c que muero.
Y, ¿qué no sería si lévese todas la demás com-
posiciones del \ate del Xajerilla? Sin tardanza le
saldrían a! encuentro pasajes como éstos:
Aún no tiene domado
tu becerrilla el cuello...
ESTEBAN M \ I O GAS
indalia
:n mt« .i i„i!
duli
(Vcr<- m de la oda ssn i
¡( >h, qué
que una mujei i
es al doble ind I I
i 1 1 .)
Miraba Lidia atenta
ofrece...
Belleza.
Honostrophe m.)
v pencando quí
iitnr.i
inig i
tura;
Y si
' vt )
¡Oh '''"'
letrta
nll l!
i X J
1 -
98 LAS AUTORIDADES
Y alegres entonando aquella salva
que por patraña se le debe al alba.
í Eidilio ii.
pero la luz que le negó á la pv a
se la prestó al lugar, que ya la espera.
(Id.)
Hoy á la vil pasión desenfrenada,
ingrato á tu valor, le das asiento.
(Soneto vi.;
Mueve, sonora Clio, da/í voz á mi rústica musa.
(Égloga en hexámetros.)
■ No hay duda; si el Sr. Valbuena hubiera leido
estos versos, apresurariase á borrar el nombre de
Vülegas de su hasta ahora poco feliz antología.
P. ALONSO DE VILLEGAS
23
Por la asociación de ideas, á Villegas el poeta
asme el Padre Aionso de Villegas Sel vago,
aunque le es muy anterior. En su juventud com-
puso la desenfadada novela dramática que tituló
( (media Selvagia, del segundo de sus apellidos, y
ya en edad provecta un Flos sanctortwi (1588)
que, sin duda es el que proporciona al Sr. Valbue-
na los dos pasajes-
•( ivéndola el hijo mayor la dijo en voz alta: ¿Qué cla-
máis?...»
«El Señor la restituyó el amor de su marido.»
No me he atrevido á penetrar en tan vasta selva
(cuatro tomos en folio) para comprobar estas ci-
tas; pero me atrevo á asegurar que el P. Villegas
no es laísta.
Elegiré para probarlo un tomo cualquiera de
sus obras, el primero, y sin tardar mucho, en su
lectura hallaré estos pasajes:
«V para dar/< della noticia y pedirte el consentimien-
to «le si le quería por hijo (á la Virgen María).» (Capi-
tulo u, ful. í.)
«Como el ángel la vido turbada y temerosa, dijote:» (fo-
lio 2
.1 ><■ que no pequeña parte te había de caber á ella.» (Id.)
•Para que después no se tenga por agraviada... ya
L han dado aviso de todo eso en decirte que se asenta-
foL }).
• Y di< ¡éndote (á la Virgen) que ha de reinar en su casa,
.iit que lo mismo vería...» (Id.)
LAS AUTORIDADES
«El \nge] Señora, dexadlo...» lid.)
.Para averig i 1" M'" <-l ^°gel Sa" Gabriel
le había dicho ■■ I ap tv, col
«Alegrarse con ella y comunicar/- los secretos de Dios
que el Ángel l había dicho.» (/<íj
mdes cosas descubrió Santa Isabel con esta lu
v claridad que Dios le comunicó; pues en aquel instar
lecha ri la ion...» (FoL 4 y 4 v.)
¿Mucho le dolió á la Virgen..... (Cap. xxxi x.
«Mi lengua se causa también y fe faltan palabras.» (Po-
li 1 p v.) ,
«Mas Josephy Nicodemus /■ suplicaron (<j (a i J afec-
tuosamente.» f/á.J
«Hicieron grande reverencia á la Virgen.
aunque le dio contento no fué cumplido hasta ver a
Hijo El cual no queriendo más tenerla suspensa, repre
Leíante, alegro... Salió/, al encuentro
Lágrimas que la pena demasiada.
% las tres Marías) iguardó á la Magdalena
para aparecérsete primero q eáo Polio 51 v.)
«Iban razonando *™) de quien les q
ría la piedra... Hablaron a las Marías y dijeronfes...» (Fo
Veamos otra parte del mismo ti
«El i llamaba. Respon-
do , ... , El Presidente le dijo...» (Fo .
((Dio, D tea) que haga lo que ellas... La San-
ta no í ' decb más, sino d. iqu I tnó ocasión para
reprender/,-, su... y les hizo decir que si esperasen per-
dón de I C volverían áser cristianas, aunque les costase
1 yida.. Echáronse á los pies de la Santa, diciénd
p , , , , Dorotea quería sacrificar... Co-
men/.,,, 1 oyuntarfc los miembros (á Dorotea)...
Preguntóte Apricio Fol. 119 v.
«Mandóla quitar de allí y que le diesen... \ poi
í, hizo esta demanda para burlarse della. Dorotea res-
pondió que haría lo que le decía... (Fol. 120.)
Examinemos otro trozo hacia el final del refe-
rido I
«V aunque era cosa que •■ venía muy bien a cuenta
I\ ALONSO DE VILLEGAS
(á Santa Tecla), el entender que U venía mas el perma-
necer doncella...» (Fol
mde lástima que .' tenían por verla moza.» (Fo-
i,V,na que 11- hizo (* Tecla) este oome"
ItTOS leones y osos...
delante della, lamiéndo/i los pies.» (Id.)
latrona... / tomé I - grande afi-
.
.„ é la .ion., lia. Pónenb imaginación*
Las palabras tiernas % regaladas que él le había
dicho...» (Fol
Otra vida, más aJ ¡ina¡:
»Y érale í«' Santa Luna) dema ¡ "'i'
¡aba ,,'... Tcmien-
rasión de daño á si misma. .. Ni quiso
Dios ! ■""'-■ estando "" ,l1'1
en oración U fué tornada su vista, d « otros
tan buenos... Apareciósele la santa y le dijo: Lucia
hermana...» ¡Todos al fol. 410.)
la á su madre ,' dejase dar a los pobres. Y con
apalabras m " •" sacrifa-
los dioses. Res] ' v las manos
para la llevar... dív>; el Juez Polio 411 y v.l
En todos estos pasajes no liemos hallado la nin-
guno (1).
(i) Hemos utilizado la prii '' -;'- íue
lleva [genero* <<<■ '<» I '<*<*
, ;„•<■/,<„. de lesu ' hrist n Priuile{ ■'■ t">'
lio Ueva un cunoso
p Villegas, n,. muv anciano bonete, un ■
la mano v un escud'ito herald ha, dentro di
LAS AUTORIDADES
24
Del V. Juan Eusebiü Niekemberg copia el se-
ñor Yalbuena varios pasajes, que damos por bue-
nos, pero que no se oponen á otros muchos en sen-
tido contrario; lo cual prueba que el docto jesuíta,
como madrileño que era, usaba de ambas partícu-
las pronominales.
Así. por ejemplo, en el capítulo iv del tratado D>'
la afición y amor de Jesús, junto con estos dos la:
«El amor de Jesús la hizo salir de su tierra y peregri-
nar... El amor de Jesús la hizo seguirle en su pn
ción.» Hallamos estos le: «Víjole el niño (á la doncella)...
El pecho y corazón se le abrió (á ella)... llevando/e el mis-
mo Señor (á la misma)... Kl amor de Jesús la afligió cuan
do se le desapareció en el templo... Sino que siempre
le fue (á ella) obedientísimo... A Santa Clara... le pidió
que le abrazase...»
En el capítulo xxv, dice:
«A Santa Metildis le disteis el vuestro; á Santa Tere
sa le enviasteis un serafín que con un dardo de oro le
hiriese el suyo.»
En otros tratados, como en el De la ajición y
amor de María abundan más los la; pero en la vida
de San Francisco de Borja (1642) apenas se en-
cuentran.
Así, en el capítulo 11 hallamos:
«Partió de su presencia dejándo/í en las manos la cruz;
la cual ella guardó.»
EL P NIERÜMBERG '°3
.Que con él no U faltaría (i la Duquesa) sucesión de
SU rT^uouesa ofreció... que si Dios, por su intercesión
U rit L«ego Vio U s"evr ¿1 .onaste-
rio de Santa Clara un cordón de S. Francisco..
En el capítulo in:
.La entrada de su santa madre en el monasterio y
"l.en.rrmisma hija, Sor Francisca de Jesús aba-
.lesa v dando/, un hábito nuevo y pidiendo/* el v.ejo
nuc "traía su madre para vestírsele ella..»
q .Temiendo (Sor Inés) que si moría primero que ella
la mad e Sor Gabriela le faltada el refugio y ampara
,:,,,„ mucha instancia que le alcanzase de Nu«-
'"hSÍ año, siendo despensera Sor Inés, le apare
ció a madre Sor María, ya difunta y la dijo que le ha
Wa ÍdoXgalo lo que ¿ había pedido y _ M muñó san-
tamente. No fué cosa menos admirable lo que le acae-
ció el dia antes de su muerte.» . , .,,
.Antes se le aumentaron (á la mon,a) despuj d^su
muerte.. .Pedíalas (gracias; Para cl 9ue tant° fa tOC
(á ella, que era su meto).» (O-
,„ varias de las obras en c-astelU.no del P^ £*«?:
be k quí fué auto "<W»C 110C"
SSte. .e imprimieron juutas por primera vez con est r Ututo.
Obra '" ' "' ' ;' \, ■ ,
l VU« Madrid /■■.. "7V ,V <
S«„ Franctseo •>- »■" « * publicaron su.
104 las autoridades
25
Don Antonio de Solis suministra tres pasa-
jes, todos sacados de la Historia de la Conquista
de Méjico, con más el otro equivocado de Pedro
de Morón, ya tomado en cuenta. Son:
«Empezó á condolerse fie su esclavitud y á persua-
diría (I) que se apartase de aquellos extranjeros aborre-
cibles y se fuese á su casa, cuyo albergue la ofrecía como
refugio de su libertad.»
•Dijola que convenía en todo caso que se fuese luego.»
«Y ella... con aquella discreción natural que la dala
¡'.echas las razón'
Esta última cita es errónea: la edición de 1684,
que es la original (pág. 271) y aun la de Autores
¡spañoles (pág. 297) dicen le y no la. Y para que
este texto no quede solo todavía añadiremos qu(
en el capítulo xiv de este libro III, hay este otro le:
♦Era tanto el número de las aves, que se ocupaban
en este ministerio más de 300 hombres... obligad.
suministrarles el cebo.»
Con que resultan tres por dos. Pero como en
esta obra apenas emplea Solís el femenino, no bas-
tan los textos alegados para conocer su peculiar
manera de escribir el dativo de aquel género.
Quedan afortunadamente otras obras suvas.
1 El Si Valbuena subí iya el la di persuadirla, como si
fui - di igu >
D. ANTONIO DE SOLÍS
'°5
l'n tomo de Varias poesías (i) y algunas come-
1 primero tomamos los • siguen:
Fui . Nise
una di . ■
dirá
algunas lagrimillas tiernas,
Mirad que duermen las penas
el sueño gUiírde.
Por Dios, mnv po<
tienen -r- picaras carnes,
pues 1 1- afti nta el a
• den.
(Id.)
fatigada, i
de los divinos d
■ aró (d la dama) en el
di la escaléis del tiempo.
Y ve iqul >|u<- se te filé
un pie qne puso mal puesto
ln l loi
original á mi copia...
p. 58.)
1 ¡ -arda
á Pili un amante anti
p 96.)
á tu crueldad
b 1 mi temor.
(p. 1
Porque U importa ala
más que '• ■ omer un 1
p. 121.)
Que la querido
-n¡ >lir temporal' - daños
con un colmillo buido
de tres que - te han caido...
p. jai
Amigo, <l> ¡a -i tu 1
v no tt ■ vicias...
P. 1 22
T'n 1 1 hay, si no es errata, en1
Tra^ otra Dafne, no haya
quien la dé el buró de virgen.
Hay además una jácara titulada. «Zelos
106 tA.S AUTORIDADES
Xaquc y satisfacción de una Marca-, en que el
autor parece preferir esta última fónica:
Y porque vo sé muy bien Y agora la daré á ella
dónde la ..prieta «1 zapato. en deposito ^ i- palo-
para en principio de riña prestadas cato]
digo/a esto, dos sopa] y diez moginetes dados
(p. 120.) (P- "i)
Si recordamos que D. Francisco de Ouevedo
adopta igualmente el la en sus jácaras y roman-
ces rufianescos, pudiera creerse que así hablase
esta gente picara. Parece indicarlo igualmente la
circunstancia de que Solís, en este mismo roman-
ce, ciando ya no es el jaque quien habla, sino el
poeta, emplea el le:
Esto dijo, y le midió
á varas el espinazo;
á pies toda la barriga
y toda la cara á palmos.
Solis prefiere el le; pero como escritor cortesano,
alguna vez se va á la otra forma pronominal, se-
gún resulta del estudio de sus comedias (i).
Hn La giianilla de Madrid hay estos ejemplos
de uno y otro:
Sosiega el aliento v mira Y aquesta no es humildad
Que en vano á mentir te atre- sino una loca ambición
[ves: de que otra vez le repitan (2)
pues á tu voz ii.. /<■ debe- lo mesmo que ant
aun entera una mentira. , g (
(p. "4-1
' (i) Citamo por las Comedias " ' '
Año de 1681. I.'i Madrid, po¡ M • I ' =n *■
el to de Auto • por errata, (a.
D ANTONIO DE SOLtS 107
Que sólo el vulgo crevó (D.AU>HSoáDMsabd,p
qne fe he de decir verdad Fingidofe otro Don Juan
(A DMsabet,p. 319.) a mi prima.
(p. 320.)
. í kT3, dcsdÍC^d tem°r S, aquí fe dice quien eres...
fe dobla lo riguroso ' , , , ,
y fe aumenta lo veloz. (Preciosa a D.» fsaftíí; p. 3*4 I
(p. 3'9) Luego irás
„, j ! ^ / á casa v di/e á mi heno m .
tEl que di á Don Juan», /.' a u,sa » "' ■ "
[dijo. (P- 328-)
A la de más meollo y mejor labia
Se fe encarga el decir buenaventuras.
(P- 325 ■
Sólo un la que dice: «al que hermosa la llamó»
hemos hallado en esta comedia; pero en otras hay
más, y en alguna casi se igualan con los le
En Amparar al enemigo encontramos:
Y di/.- á Iné~ que á la hermosa (p. 351).
A" como á ella aún no fe loca (p. 355).
El nombre, fe veri el juego (p iss
Quitafe (á ella) el papel p. 356).
Aaui dijo el papel que •,- aguardaba
(A ella, p 158.)
Le embaraza que viváis (p. 360).
Me espera: adiós, dire/r á mi enojada
unan
A'o iré á decir/.- á I.eonor (p. 373)
Celos /.- pide: ¡ah. villana (p. 377)-
Todo el corazón la dije (p. 3.18).
,N"o ves que un papel la da
Xo sé. por lñ"s. qué decirla
Me obliga á qu
El ha
Pues dula muchas patadas
Mir.i I abién
■ in cosa p 'r lo bajo
que a duele
lo que las duele... (1)
(1) Estos, como otros las. dice el lacayo, cuyo lenguaje
es siempre algo grosero
108 L.\s AUTORIDADES
amor ui uso:
Y le ofrezi 3a p 108).
^011 qui darle {p. 112).
■ 1 ddrá p 1
.1 mi ingenio p
Que /. apague la 1»/- al d
Les ha enseñado su oficio p. 13°)-
raso 139
'I .Hilando (Id.).
, ¡, d contal odo el caso
tu h nnosura :
le que advieri
•
• ribi
el amor qu a tenis p 107)-
l.u quisiera preguntar <p. 109).
I. a v inidad qui '.• ' lado (p 120).
¡y ella uchú /a dio satisfa 1 142).
En Un bobo hace ciento observamos cine casi to-
dos los las los dice D. Cosme, tipo grotesco (que
ese! 6060) v nulo. «OfréceZa treinta minas* «lié
vola estos diez doblones», «ya la he dicho», «no /.<
unas patadas», «leer/tí yo la cartilla».
ln / l doctor Canino, que es otro personaje de
figurón, falso médico y sin instrucción alguna
ién éste auien monopoliza los las de la co-
media: <-que es lástima hacerZa mal», "ahora, pues,
la diré», «su casa la hizo dejar», «cogióla á ella y
la dio
CONDE DT RE]
26
Aunque la autoridad del CONDE DE Rebolli
. sea mucha en materias de idioma, á
acude- el Sr. Valbuena con el pas
¡I rv. .11.
hablando de su audacia. I.as única- obras d
gún valor de este español <y asi toda su
vida fuera de España, son una traducción pi
ca y abreviada del Libro de Job y. sobn
versión de los Trenos de Jeremías, en q
simplicidad de estilo y lenguají supo conservaí
la melancólica grandeza del original bel i
j:„ o, aunque
éstos:
tcxl in
luien la consuele U na (altado i
.■ur.irio que más U i itigaba
(Id.)
Tus tiernas criaturas
que' sin te» i
Y quien la cohortai
•i tm'ha pri-
LAS AUTORIDADES
27
Y si no lo viera, tampoco creería que se trajese
en pro del la dativo al P. Martín dk Roa, autor
andaluz y, por consiguiente, partidario de la otra
manera de escribir.
Así llamó mi atención el pasaje citado por el se-
ñor Yalbuena en esta forma:
«Comenzó á descubrir/n los caminos de Dios (á doña
Sancha Carrillo).» (P. Mastín DE Roa.)
Creyendo que el pasaje estaría en la Vida que
de esta virtuosa doncella escribió el P. Roa y pu-
blicó en Sevilla en 1615, lo busqué con interés, y
como no lo he hallado, presumo constará en otra
de las varias obras del jesuíta cordobés.
Pero esto no quiere decir que sea partidario del
la dativo, antes al contrario; ni en esta Vida de
doña Sancha Carrillo, ni en la de la condesa de Fe-
ria, que son sus obras más conocidas, leídas y esti-
mada?, hay las sino les y más les, hasta en acu-
sativo.
Véause algunos ejemplos de la primera de aque-
llas obras (cito por la excelente reimpresión de
D. Miguel García Romerol:
«Que las oyó de boca de ella, habicndo/c servido un
tiempo de confesor, cuando por el rigor de las enferme-
dades, no ie era dado poder salir de casa á la iglesia.» (Pá-
gina vil.)
-Mucho menos es de 1" que ella hizo y le comunicó
nuestro Señor.» (Id.)
P MARTÍN DE ROA
.Y cuando le faltara (á ella) este lustre heredado.» (pá-
gina o.)
♦Sobros mucho de que ser alabada.» (p. 10.)
«Con el brío de la edad, alas de hermosura y espuelas
de vanas esperanzas, determinó abrirle los ojos y poner-
/, á vista la vanidad de su pensamiento.» (p. 13.)
«Este cuidaba mucho del olvido de su hermana; per-
suadía/e (1) se confesase con el Maestra, y para facili-
tarla decía/i...» (p. u .1
•Recibióla con alegría; facilitó/i- la confesión.» (p. i;.)
«Segó Dios la lozanía de las damas de Jerusalem, de-
rribo su altivez y les hizo padecer en lo mismo que se
gozaban.» (p. 18J
♦Si le asombra la muerte (á ella) cara á la vida.» (p. 20.)
«Vistióla de su amor; púsote acíbar en los gustos pa-
sados.» (P. 22.)
»Y dijéron/<: —Sobrina.» (p. 24.)
.1 Lindóte á ella constancia en los contrastes.» (p. 27.)
«Mostraba ella inclinación é retirarse... lejos de todo
aquello que podía traer/í á la memoria lo que había
sido.» (p. 29.)
•Mas, aconsejada con el P. Maestro Juan de Avila ,
pidió partido á sus padres, ó bien que le señalasen un
cuarto de casa tan apartado.» (p. 29.)
«Cedieron i su voluntad y diéron/t lo que pedía.» (p. 30.)
«Diéion/r puerta á su casa y cerraron la de la calle.» (pe-
cina 30.)
Seria inútil seguir copiando, pues asi está todo
lo demás ni un la que pueda hacernos titubear.
1 osativo, v. por tanto, había de ser la EJ
,:ilo prueba que la costumbre de escribir en el P. Roa,
. r.i l.i opuesta de la que se le atribuye.
LAS VUTORIDADES
28
Un solo y extraño ejemplo halló el Sr. \*albuena
en el poema Raquel, de D. Litis de Ulloa y Pi
XEIRA1
«Pareciéndo/« poco una corona»,
que efectivamente se ha impreso en la página 59
de la primera edición de los 1 ersoi 1 Madrid, por
Diego Díaz. i''3<)> del aquel grande amigo y devo-
to del CWlldc duque de Olivare:,.
He extrañado el ejemplo, porque el verbo pa-
recer, aun en los escritores que prodigaban el la
solía escribirse con le. Negligencia ó errata habrá
sido; porque en todo el tomo no he \ isto otro Li
que le pueda hacer compañía, sino les, como éstos-
Lesbi <o
ntido
horro
(P. 10.)
les permite
(A las. vidas: este pasaje es de la Raquel, donde
hay el la referido).
I 1 L-nlrc si
i 1 de repartirte.
(p- 152-)
nobleza; las nuevas fesl idades á que se
la poesía.:
PÉREZ DE MONTALBÁN 1 1 3
Como olvidado, puesto que debía seguir á Lope
ó Tirso por razón de tiemoos, coloca ahora el se-
ñor Valbuena al doctor Juan Pérez de Montai -
bán (a. 1602 y m. en 1638) con un texto ambiguo,
que lo mismo puede ser acusativo que lo otro.
Pero no importa. Montalbán es uno de los auto-
res del siglo xvn que más apego mostraron á la
forma tan cara al Sr. Valbuena. Aunque no pue-
da decirse que sea un verdadero laísta, es lo cierto
que prodigó tanto como cualquier otro escritor
de su tiempo esa forma, característica de los hijos
de Madrid, como él lo era.
Pero no en sus obras dramáticas, según puede
demostrarse con varios ejemplos. En la comedia
La más constante mujer, que publicó en 1632, en
su curioso libro titulado Para lodos (1), hallamos
los siguientes le:
Como no le deis esp
ÍIS V.)
Pero vienrto que la puerta
le manda tu amor .i'inr
(A la pasión: lol. 317 )
A vuestra Alteza le pido
que me dé á besar la mano
1 »- H3-)
Por encima de! velo de azucenas
se le pudieran cscuclrtr lis penas
lol \27V.)
(1) Cito por esta primera edición, impresa en Madrid en
I* Imprenta d,l Keyno. M DC. XXXII , '
3
LAS AUTORIDADES
A estos cuatro versos de le sólo un la se les
opone .
Para que á Isabel la atente
lo que el alma filtre y -.unte.
(Fol. 316 v.)
En la comedia La doncella de labor, impresa
en 1635, en el Primero tomo de las Comedias del
doctor I van Pérez de Montalvan, nos encontramos
algunos más ejemplos de uno y otro:
Porque usando á su modo cortesía
con las flores del prado, donde estaba,
sin ajaWís el nácar del vestido,
el polvo les limpiaba recibido.
(Fol. 91 v.)
Haz de modo que /<• niegue á verme, como sospecho,
tu señor á mi señora. de parte de aquella dama,
(1,ol 1 decid.' e que le confieso
que yo soy la que una noche
Sin duda alguna de andar entró en casa de Don Diego,
ella al de sus ojos mesmos (Id.)
desde el dia que nai ió
se le pegó lo moreno. Alguna legión de sastres
(Fo.l 102 v.) -' V ha metido en el cuerpo.
Me dijo: Si es que venís (A Ü* Isabel; id.)
^ue yo prometo de dar/i
vuestro recaudo á mi ama.
(Fol. 104 v.>
Porque al irla siguiendo diligente
se le pudo perder entre la gente
(Fol. 105 v.)
Sólo hallamos en la comedia estos tres la que
unir al anterior:
V. en fin, son ya tan amigos
que la cuenta y •'" refi n
cuanto imagina SU ami 1
y Fol. 97 v.)
PÉREZ DE MONTAUBÁN 1 15
Y di'<i también, ¡ay triste'
que sepa, si no lo sabe,
que me caso yo también.
Il'ol. 104.) S
En otra comedia titulada La toqiiera vivxaína,
del mismo tomo:
— Por cierto bizarra dama. espantar*
—Si, mas su rigor k |i) infama, para que 1 scriban mejor.
[Fot 115 v.) (Fol. 146.)
! unor en nosotras
qmen encerrada n. . ve * di. r,.Iox
"f '""■ '" r' ] que solo se vio que anduvo-
re tan veloz
il 1 39.) qm- no /(• alcanza la vista
aunque le [2) alcanza el dolot.
Aqui ha entrado una mujer.,
á cobrar no se quí pieza... ' ''"
y recibiré merced
en que hagáis q I ;Parécese/í también
ip0j [ ., v ) á la otra aquesta dama!
[Fol. 151)
Que tratarlas de otro amor.
dando'» envidia en él
Tampoco hemos tropezado con más las en esta
comedia que los dos siguientes
Ayudarla; pa esta tarde, y puede ser
porque aquí sin duda fué que la pierdan el respeto.
donde ¡a hurtaron las tocas (Fol 143 »■)
V no oteemos haya necesidad de citar más obras
dramáticas. En las novelas sucede cosa muy dis-
tinta.
I-".n su Para todo* incluyó Montalbán algunos
Este '< es acusativo, y debiera escribirse la.
pudieran referirse al amor, y entonces
.apropio el ejemplo; pero gramaticalmente resull
• mano de reloj la inmediatamente representada por ellos.
Il6 LAS AUTORIDADES
cuentos ó novelas cortas que nos suministran los
siguientes pasajes:
En la titulada Al cabo de los años mil:
«Como ya Lisarda estaba enamorada, todo cuanto
hacía y decía Ricardo le parecía bien.» (Fol. /8 v.)
«Se declaró con D.a Clara, dándo/a parte de su casa-
miento y doscientos escudos para templar/e la pesadum
bre.» (Fol. 79 v.)
«Había de verse con Lisarda y descomponer/e de ma-
nera en su amor que no tuviese efecto.» (Fol. id.)
«Decía esto Lisarda .011 tan vivos afectos, que por
los ojos, como por vidrieras, se le divisaba el sentimien-
to del alma.» (Fol. 82 v.)
«Y ella dio albricias a quien /:• dijo de la manera que
quedaba.» (Fol. 84.)
«Me respondió que ella lo haría; mas con tal que ni
me atreviese .1 ofender su recato, ni supiese en la casa
que entraba... prometfffl cumplir de mi parte lo primero...»
(Fol. 88 v.; por errata, 84.)
Pongamos ahora los las de esta misma obra:
«Por la noticia que la habían dado los libros» (Fol. 75.)
«Sino porque la había puesto miedo la condición de
los hombres.» (Fol. 75 Y.)
«Menos de Lisarda, que la pesó, no de verle, que esto
era imposible.» (Fol. 70.)
«Más con las buenas nuevas que la dieron que con
el agua que después la echaron.» 'Fol. 77.)
«Y asi buscándo/a (tí D.» Clara) una casa conforme á
quien él era.» (Fol. id.)
«Para que sus padres no lo alcanzasen á saber .. y por
tenerle á él quieto, la hiciesen á ella alguna molestia
(á doña Clara).» (Fol. 7 y v.)
«Los celos que poco antes la pedia de burlas.» (Fol. 81 v.)
«liso es lo que y deseo, la respondió el viejo, dando
la muchos abrazos.» (Fol. 8 1 |
«Que, en fin, las debemos el haber nacido deltas.* (Fo-
lio 86.)'
«Y una tarde... la rogué (con mas .mano de saber su
calidad, que tomarme mayores licencias) trazase de mane-
PÉREZ DE MONTALBÁN I 1 7
ta el vernos, pues tenía ingenio para todo, que no la eos
tase el salir de su casa.» (Fol. 88 v.)
En otra novela que lleva el título de El piado-
so bandolero:
«Es verdad que el trigo le viene (á Valencia) de aca-
rreo.» (Fol. 259.)
«Y así le pareció tan bien .1 Camila el consejo de su
amante.» (Fol. 268 v.)
.Si bien cuando Camila vio venir al gobernador co-
lérico y picado de no haber podido alcanzar á 1>. Vicen-
te, se consoló algún tanto, pareciéndo/e que ya no pe-
ligraba su dueño.» (Fol. 269 v.)
«Concedióte el gobernador lo que pedía; que las mu-
jeres todo lo alcanzan.» (Fol. id.)
«Porque retratar el alma— solo al alma le es posible.» i Fo-
lio 272 V.)
«Pero atajó/ai los pasos la prisa de D. \ ícente, que
con la brevedad que pedía el suceso les dio parte de la
desdicha de aquella noche.» (FoL 276.)
Vayan ahora los la de la novela.
«Hicieron/a todos grandes cortesías, 1 que Camila
pagó con una muy cumplida reverencia.» (Fol. 259 ▼•)
«Y llegando sin ser vista al cuarto de su señora, la
enseñó el papel con tanta alegría.» (Fol. 264)
«Acudió luego á la dama, y apartándola el manto del
rostro.» (Fol. 21
«Se rindió á su hermosura, escribiéndo/a primero este
romance.» (Fol. 272 v .)
«Obligaba á su dueño en hacer lo que la pedia y jun-
tamente a Camila, en dar/a semejantes nuevas; porque
fueron para ella tan alegres, que el gusto la embargó
la lengua.» (Fol. 274.) ,1.1.1
«Hasta el cuarto de su dama, donde /< vio y la habla-
ra sin peligro á no estorbarlo una visita.» (Fol. 274.)
«Fuese otro día D. Valen., i ver a su prima y comuni-
<.,ndo/a el caso, en advertencia de lo mucho que im-
portaba el secreto... fué tanto el gusto que mostró te-
ner que le templó el miedo con que llegaba á tratar/a
de semejantes cosas.» (Fol. J74.)
«Y el modo con que la hablaba de noche.» (Fol. id.)
nS
LAS AUTORIDADES
^Para que se vea la indiferencia con que el doc-
tor Montalbán alternaba los les y los las en sus no-
velas, pondremos aún el resultado que ofrecen
otras dos de ellas. En la primera, La villana de
Pinto, hallamos unos 28 les por 22 las; pero hay
que advertir que en la edición de Autores españo-
les se han puesto por error unos tres la que deben
ser le y uno de éstos que en ediciones anteriores al
siglo xviii aparece la.
Le dio — U diese
le decía (dos veces)
se le atreviese
parecía/e (cinco veces)
le ha parecido- -le parecía —
le parcrió (dos veces)
/«¡desagrada — le desagra-
daban (dos veces) — agra-
daban.
Se le hizo — se le hacía — le
hacía
le alababan
Salió/t' - salirfe — habérse/e
¡"^ salido
Ir pesaba
¿«Jllevasen
le queda ánimo.
En Los primos amante
le por 18 la:
le sonaban
decir''' - le dijese
no le venciese
La dio — la he dado
decir/rt (dos veces) — la dijo
6 veces) — díjo/a
¡a hubiera dicho
la contó
la rogaba
el amor que la tenía
escribíaia
la rasgaba el corazón
la abrasaba el alma
¡a atravesaban el pecho
que no la tratasen de otro»
cuidados
no la vaho
pedir la descubiertamente
que...
la preguntaron
no ¡a consentía
la respondió
la quedó que temer.
;, la proporción es de 22
dar/e parte - diéronfe
le quitaron de los ojos
1 parecióíf (t
s o es)
te desagradaba
PÉREZ DE MONTALBÁN
M (¿había puesto en la ca-
neza
le había comunicado su de-
seo
le escribió estos versos
le ha costado
le faltaba poco
respondió/e (dos vece,')
apretóse;?
le favoreció
les neguemos.
la movía la voluntad
la empezó a decir— dijéron-
¡a (dos veces) — la decía—
la dijo— ¡a refirió
daría & entender— daría pe-
sadumbre
¡j envío
pareciendo^ (2 veces)
no la agradaba
la prometía
quitar/a ninguna cosa
la hizo tropezar
la faltaba paciencia
¡a quedaba ánimo.
Al notar las contradicciones patentes en usar un
mismo verbo con ambas formas de pronombre, la
sospecha de que uno ú otro sean erratas se arraiga
en el ánimo. Pero como el fenómeno se repite en
más obras del autor y en otras de la misma época,
sólo pueden explicarse estos ejemplos por la pereza
en corregir descuidos provenientes de la costum-
bre de hablar con la propia incorrección y falta
de uniformidad.
I.A<; APTORIPADES
30
El último de los escritores del siglo xvii citados
como ¡aislas por el Sr. Valbucna y acaso con me-
nor razón que ninguno, es la mejicana sor Jttana
I>rÉs de i.a Cruz.
La frase «el gran amor que las tengo», aunque
no sea errata, era una de las llamadas hechas, co-
rrientes en aquella época y que por sí sola nada
demuestra. Pero pretender que un autor america-
no use el la en dativo es pretender un imposible.
El mismo Sr. Valbucna dice repetidas veces en su
folleto que sólo en Andalucía y en América se usa
el le en aquel caso y en femenino, ¿cómo, pues,
había de faltar á esa regla absoluta la pobre mon-
ja, nacida y criada en Méjico, donde vivió y mu-
rió igualmente5
Tnútil parecerá, por tanto, empeñarse en ha-
llar las en los Poemas de la única poetisa america-
na, musa décima, como al fin, vino á intitularse
la colección de obras de esta insigne mujer; pero
sí se hallarán les, como los siguientes, á poco que
uno comience á leer las referidas obras (i).
Pues ni) meiios le dan traslado hermoso
(A la Virgen de Guadalupe)
las flores de lus versos sin iguales.
I I P- 19.)
Que á las joyas de lo fino
les puede dar lo di |
I' M
(1) Cito por la edición de Madrid, 1714, en 4.*, que, por
k> mismo, no puede ser sospechosa.
SoR jrANA INÉS PE I.A CRUZ 121
Yo sé que por allá dentro,
no .'<■ pesa á la más alta
de mirar tales extremos.
(Id.)
Has si ii" es á " musa competente
v le h,\ de dar enojo semejante.
(p. 76)
Si tiene acá las a mano,
• )u¡ á ninguna belleza se le veda.
Y no he dicho muy mal. pues ti salad I
dicen que se le ha puesto colorada.
(La boea de una mujer, p. ■>.:.)
nm la tiene tan blanca y tan helada
que le sale la voz garapiñada
(p. '
A la pintura, es llano
ntar la primer mano
IP- 84.)
Y basta y sobra ríe sor Juana de la Cruz (ib
En el siglo xvm cambiaron las (-osas casi por
completo entre los escritores castellanos. Comen-
zóse a extender el uso del la dath o, y varios autores
a emplearlo sistemáticamente, con tal convicción
que no faltó quien se creyese con facultades para
censtirar al que no seguía aquella moda ó corrien-
(il Omitiré el gran numero de textos y ejemplos que
tenia recogidos para utilizar antes que la aparición del folle-
to del Sr Valbuena $¡ese nuevo giro á mi proyectado estu-
dio sol.: ■ elisiina, Gari
Hoscán. Krcill.i. Colonia. Mendoza, Artieda, Alarcón, Meló,
Salas Barbadillo, Castillo 3< is Zorrilla, Trille, y
l'igueroa. Polo de Medina, sin contal lo como
Pero Mcjm. Hurtado de Mendoza. Herrera. Celina. Alemán,
Espinel, Congola, Jáuregui, Can.. Arguijo, Mármol Carvajal
v algunos más. Todo-, poco ma- •• mi n.,-, dan iguales concíll-
enle las obtenida» en los 30 autores uieucionados por
r\ Sr Valbuena
CAS AUTORIDADES
te. Así lo hizo D. Tomás de Triarte en sus Refle-
xiones sobre la Égloga intitulada Batilo (1780) re-
prendiendo á Meíéndez el empleo de un le en el
verso'
Le cantan la alborada
las dulces avecillas á la aurora,
y diciéndole: «Convendría decir la y no le, segú*
el buen uso ya establecido en el día» (i).
Sin embargo, no todos los autores de esta épo-
ca que cita el Sr. Valbuena, están comprendidos
en este grupo. No lo es, desde luego, D. Nicolás
de Moratín, cuyos versos fueron de tal modo al-
terados por su hijo D. Leandro, que apenas dejó
en ellos cosa que no cambiase. Así, las citas del se-
ñor Valbuena, son inoficiosas. Las seis referen-
cias de la Fiesta de toros tienen que reducirse á
tres; porque en dos lugares dice le un texto más
puro (2) y el otro fué ingerido por el lujo. Mora-
tín el padre usa tantas veces el le como el la (3).
(1) Colección de obras en verso v prosa de D. Tomas de \ riar-
te. Madrid. Impr. Real, 1805. t vm, p. 47
(2) I.o es el publicado por D. Aureliano Vernandez-Guer-
za, en 18S3, con el titulo de Lección poética sobre las celebé-
rrimas quintillas de l> Xicolás Fernández de Moratín, según
un manuscrito del siglo xvm. aniso original.
La composición tiene en este manuscrito 157 quintillas,
que luego I) Leandro dejó reducidas á 72, y en ellas introdu-
jo los las que va dicho.
(3) I,a verdadera colección de los versos líricos de Mora-
tín se halla en 1:1 Poeta, que publicó 01 mismo en 1764 (Ma-
drid. Miguel Escribano, en 8.°). Y allí, á vueltas de algunos
la, naj
¿De qué á la tierna infanta le ha servido... (p. 28).
¡Qué dóciles v incautas asistiendo
les dan motivo de seguir sus huellas! (p.)
¡Qué consejo les da el estar oyendo., (p. 93).
Va leí faltó el asombro á las naciones (p. 150).
V lo mismo sucede con sus obras dramáticas, cuyo verda-
EL SIGLO XVm 23
La cil?. de D. Ramón de la Cruz es también in-
exacta (1), lo cual no impide que el autor escri-
biese mucho el la. Samaniego no es laísta y lo
mismo puede decirse de casi todos los que escri
Dieron después de 1796 y de los autores de algán
dero texto ha de buscarse en las primeras ediciones (Ia Pe-
íimrfra en 1762; la I.ucrena en 1763 y la Hormcsinda en 177°).
que estimamos mucho los aficionados á este poeta. En la pri-
ñera andan equilibrados los /os y los les: cuatro por tres, si no
me engañé en la cuenta.
ba de las licencias que ü. Leandro se tomó con
las obras de su padre, copiaré aquí las dos formas que lleva
el epigrama del Goloso, según el autor lo estampó en 1764 (pa-
gina 68), ó como lo reimprimió el hijo en Barcelona en 1821
y pasó á Autora españoles:
í un hambrón. Laudable templanza.
Al guloso Pedro Antón Ayer convide Torquato:
Yo le combidé a comer: comió sopas y puchero.
Pues no podía creer. media pierna de carnero
Que fu.-- tan comilón: dos gazapillo- v un
Y el tiaga-ald ibas, clolón Dóyle vino, y respondió:
Zamp'> vi:inil 1 . umplida tomadlo, por vuestra vida.
Para veinte, la bebida que hasta mitad de comida
r_e di mdió no acostumbro á beber yo.
No acostumbro á beber yo.
Sino á mitad de comida (EdiC. de 182LP 6,. y B.b.
Kívad, p 11
1 di... de 171.4. |«K- 68.)
(1) Los versos:
Esta capa que me tapa
i.in pobre y raída está,
que sólo porque se va
si- la conoce que es capa.
pertenecen al sainete titulado La duda satisfecha que no ^
STn Ramón de la Cruz, sino de D José López ^"J *
original se halla en la Bib. municipal de esta v.lla Pero n, en
estf original, ni en la impresión que I. Agustín Daifa h.zo del
Sne°e. Creyéndolo de Cruz (1, 82!. se lee el ultimo versocomo
dice el Sr Valbucna, sino
se rrconoce que es capa.
I.AS AUTORIDADES
mérito que pertenecen al siglo xrx. (i) Por cada
la puesto por el Sr. Valbuena no sería difícil pie-
sentar veinte ó treinta en la mayoría de los ejem-
plos, sin excluir los de época más reciente.
Pero alargaría con exceso las proporciones de
este trabajo.
(i) El propio D. Leandro de Moratín, cuando olvida su
tema escribe les femeninos muchas veces, como puede verse
en sus Cartas, sobre todo las primeras, y hasta en escritos de
más fuste, como el prólogo de sus comedias, donde, refirién-
dose al P. Polaco y á las cómicas de la Cruz y del Principe, dice
*Les hacia reir, les tiraba gragea y les remedaba en los pasajes
mas patéticos», donde el último les es acusativo y parece pues-
to por un andaluz ó leístu desaforado.
IV
ORIGEN V CAUSAS DE LA CONSERVACIÓN DEL La
DATIVO
ESULTA, pues, de todo lo dicho, que, aun-
■7 que por excepción y en corto número, se
N|JL usó el la como dativo por algu nos de los
J *$$& buenos escritores de los siglos xvi y xvii,
que son los que nos dieron formado el idioma que
hoy hablamos y escribii •
I. a constancia del hecho nos obliga á estudiar
brevemente las causas de su aparición, que ya
is dicho puede colocarse en los albores de
la época moderna (puesto que en los hablistas
de la Edad Media no existe al menos en propor-
ciones estimables) y los motivos de su persisten-
cia concurrentemente con el le en el mismo caso
y género que nunca pudo anularlo.
Sobre el primer extremo no creo haya gran-
Kl deseo de s-ñalar con facilidad
en lo rápido de la conversación la persona de
quien se habla cuando más de una y de sexo di-
verso intervienen en ella, fué la razón de aplicar-
ORIGEN Y CONSERVACIÓN
les, al designarlas por medio del pronombre, la ter-
minación propia de cada género.
Kn Castilla nacería probablemente esta cos-
tumbre, limitada primero á aquellas frases cortas
v muy repetidas en el diálogo, como «la dije», «la
decía», «dijéron/a», "darla, «dióla» y otras á este
modo.
En el lenguaje oral prestaba la desinencia feme-
nina indudable utilidad inmediata, por cuanto exi-
gía menos atención en el oyente y menos esmero
en el que hablaba.
Pero en lo escrito sucede al contrario; procede
con mayor calma el que lee ó puede, sin esfuerzo
ni molestia del interlocutor, enterarse repitiendo
cuantas veces quiera lo ya leído. El escritor, por
su parte, está obligado á ser más conciso y á su-
jetarse más á los preceptos que rigen el buen
orden y la expresión de las ideas. Por eso vemos
que muchos giros, frases y aun vocablos emplea-
dos en la conversación no pasan á los escritos
de carácter literario, como no sea en circunstan-
cias especiales de imitación, donaire ó censuTa.
l'ero no faltan algunos que, por el contrario,
bien sea por efecto de una arraigada costumbre
ó por negligencia común á los escritores de gusto
y carácter populares, suben, al cabo, á ocupar su
puesto de voces y modismos corrientes y aun
desalojan y reemplazan á otros de más antiguo
y castizo abolengo.
Sin llegar á tanto, creemos que tal sea la razón
de haberse conservado hasta hoy el la dativo en
la mayor parte de los casos, que son los más sen-
cillos, en que la partícula proclítica ó enclítica
acompaña al veTbo simple y usado en recto <y
propio sentido. Tales son los ya indicados de,
DEL «LA» DATIVO I 27
dar y decir y otros como: «ofrecerá», «la parecía»,
«pesó/o», «la contaba», «rogándote», «la restituyó»
*la faltaba» «haciéndola», «responderla» y otros
semejantes; formas que (como ha podido verse)
aparecen desvirtuadas ya por autores de la mis-
ma época ó por los mismos que las autorizan.
Así Cervantes no usaba nunca, ó casi nunca,
los verbos decir y dar con la, que son los que más
ejemplos suministran al St. Valbuena. De los de
la dativo que hemos señalado en Santa Teresa,
son uno del verbo decir destruido en el mismo pá-
rrafo por otro en le, con más los cuatro de los de-
más pasajes copiados. Los dos «la hacia» resultan
contradichos por otro, en contrario, y los cuatro de
dar anulados también por los catorce en k que
hemos transcrito.
El hecho se repite con todos los demás auto-
res citados más atrás. Pero hay algunos casos en
que el empleo del la parece responder á motivos
distintos que los de la costumbre individual, el
descuido ó indiferencia en el uso de una y otra
partícrla ó la falta de cultura del que escribe.
V no ha faltado quien, pretendiendo someter-
los á reglas, si no fijas, comprensivas, al menos,
de gran número de casos, ha formulado algunas
que vamos á exponer brevemente.
Supuesto que casi todos los . seritores de los
siglos xvi v xvn eran tan diestros en el uso déla
lene.ua latina como de la propia, hasta involun-
tariamente propendían á veces á imitar los gi-
ros y construcciones de la primera escribiendo en
la segunda. Y así como en latín hay verbos cuyo
régimen pide dativo en lugar de acusativo (jubeo,
noceo, favec), lo que podía explicar los les acusa-
tivos femeninos que alguna vez se les deslizaban
ORIGEN Y CONSERVACIÓN
escribiendo en castellano; y como también hay
en latín otra clase de verbos (doceo, rogo, moneo)
que piden dos acusativos, con exclusión del dati-
vo ó ablativo en que debía hallarse uno de los
nombres regidos, nuestros autores instintivamen-
te construían en castellano de igual modo verbos
semejantes (i).
No nos paiece exacta la explicación, por dos
clases de razones.
Primera. Que no fueron los autores más cul-
tos y repletos de humanidades los que más pro-
digaron en dativo la forma propia del acusativo,
sino los de carácter popular: los novelistas, los
autores dramáticos ó los que escribiendo de te-
mas ascéticos ó morales procuraban hacerse más
inteligibles al pueblo.
Segunda. Aunque alguna vez pudiera apli-
carse esta regla, en otras muchas era completa-
mente inoficiosa. Ni aun los ejemplos con que se
la acompaña son convincentes:
La di' ■ vrones
que la parecieron diez
A las hermosas (ai daban
una hit;a mi* abu Jos
«, I i- que allá dan diamantes,
acá ■ dai Uizcos.
Todos de Quevedo.
M4s camino parece llevar la de que por haber
en castellano no pocos verbos que mudan de sig-
nificación ó sentido, según el pronombre sobre
que recae ó parece recaer la acción del verbo, de
(i) Obras en verso | prosa de D. Juan (.ualberto Gomales.
Madrid, 1844; tres vol. en 8." — V Sobre el uso del pronombre
la. LE, lo; t. ni. pp. 223 y 224
1)1 1 «LA» DATIVO 129
ahí que, prescindiendo de la gramática (cuando
no haya otro remedio) se atienda ante todo á la
claridad. Tal sucede con los verbos mandar, pre-
venir, aconsejar, avisar, salvar, enseñar, reñir,
confesar (confesar/u y confesar/e algo), seguir, to-
mar, tocar, deber, atravesar, querer, faltar, gus-
tar, etc.
De casi todos pueden verse ejemplos en las ci-
tas alegadas tan por extenso en lo que antecede,
y no hay para qué repetirlas.
Todavía más exacta creemos otra razón ex-
puesta por un gran filólogo moderno, aunque en
términos mis generales y aplicables á los dos gé-
neros y casos del pronombre. Tiene dos partes:
Primera. Tomar como equivalentes á verbos
transitivos frases que les coiresponden en la sig-
nificación, formadas de un verbo de sentido ge-
neral y un acusativo que lo determina.
Segunda. Usar verbos transitivos en absolu-
to, equivaliendo á un verbo de sentido genérico
modificado por un acusativo correspondiente al
sentido del primer verbo (i).
En este segundo caso tí ndrán explicación y no
podran condenarse expresiones como las siguien-
tes: «Un beso le consuela [á la paloma)- (Melén-
DEZ). Esto es: 4e da 6 produce consuelo.. (Esto
le honra en gran manera [á la Universidad de Sa-
lamanca)- (V. DE r.A FUENTE); -Hacer en España
un 1 edil ■ n del Quijote... que en otras calidades le
BVeni kxcín, Com. iv.
irenderá [á la icademia) la censu-
(1) Los casos enclittcos y procliticos del pronombre de ter-
cera persona en castellano, por D Rufino J. Cuervo. (Roma-
nía, t. xxiv (1895); pp. 95 y 219)
T 30 ORIGEN Y CONSERVACIÓN DKI. ■•I.A» D \TIYc >
ra atinada. (ACAD. ESP-, DíC de 1884; Pról.) (i).
Pero to! i( ado á la primera parte de la regla,
obsérvese que es, en efecto, muy frecuente en los
t, tos que van copiados, ver empleada en acu-
sativo la Erase verbal que debiera serlo en dativo,
á causa de corresponder exactamente A un ver-
bo simple que de seguro estaba en la mente del
escritor y que no estampó por razones de eufonía 6
elegancia, ó para dar mayor vigor al pensamiento.
Estas permutaciones son tan fáciles y abun-
dantes en castellano que constituyen unos de los
más comunes recursos del orador ó del que escri-
be. El verbo dar, por ejemplo, se presta á un nu-
mero incalculable de combinaciones. Dar ocasión,
dar aviso, ánimo, oído i ' de comer, de es-
puelas, en tierra, la vuelta, azotes, bofetadas, tor-
mento orden, traza, fondo, motivo, título, asalto,
fatiga, etc., corresponden á los verbos ocasionar,
avisar, animar, escuchar ú oir, dejar, alimentar,
espolear, caer, volver, azotar, abofetear, atormentar,
ordenar, trazar, Jondear, motivar, titular, asaltar,
. et<
Con los verbos hacer, poner, dejar y otros se for-
man frases semejantes «Quitar la mda% es igual a
luir la benái 1 1 bendecv ma dar sa-
lir de la tierra» á desterrar; da hubiese piedad» a
la compadeciese.
Quién puede dudar, pues, que Santa leresa
no estaba pensando en la forma más simple y bre
ve de la idea, aunque luego escribiese: «dar/a luz>
m Conste que es un filólogo de la talla de Cuervo quien
defiende (y creo que con Eund ato) este últmo rito (que es
,inl.oi v afiflde, refiriéndose al Sr Valbuena: d
saje ha sido censurado acremente, sin razón, como vamos
Rom , xmv, 238.)
DI 1 I. V 1>\T1V<>
■ el ánimo que 1 >i< >s las daba»; «la da grande ale-
gría*, que era «alumbrar/a»; «So que Dios las ani-
alegra», y que así escribiría en otras
ocasiones?
Cei ' '-aba en los verbos «apuñalaría»,
«maltratar; aextrangidarfrt», «na-
t;ir/¡í i >, «desfiguraría», «apearía», cuan-
do escribía 4a quiso dar de puñaladas», «el mal
tratamiento que la hicieron», la apretó om ambas
man,.. litar la vida , «la
i habrá mudado la figura»
y <la hace bajar al suelo», en los textos ya indi-
cados.
Lope, igualmente, tenia en mientes «péna&i» ó
«castíga/a . «la formaron», <•/« aventajó» y «la hu-
mando luego escribía: <'da/a pena»,
•7<i lieroo forma., 4a llevó ventaja», «no la hubie-
sen quitado la vida
¡.i) el primer ejemplo se comprueba además,
porque todo el concepto \ [ene pensado y escrito
i-n acusativo:
Búscata, ríñe.'a y dala
pena, que al castigo iguala...
Y, por cierto, que la frase «dar/a pena» era he-
cha ó usual en esta forma; ¡mes &«í la hallamos
otra vez en Lope | El Remedio en l<i desdicha (I, rx):
Amata sirve y resata;
con i r>etm,
«|uc no hay mujer que >ea buena
pie es mala,
fueron copiados por Tirso en El con-
denado por desconfiado (II, ni
Otra de de rodar en for-
ma va establecida es la de «tenerla amor*. Así, Cer-
13» ORIGEN Y CONSERVACIÓN DEL «LA» DATIVO
vantes (Nov. ejemp.), decía: «el amor que la tengo».
L«ope (Isidro):
sino aquel tenerla amor
como si riqueza fuese.
En La buena guarda.
todo el ganado, sólo porque arguya
el amor que la tiene.
En Las fortuna-i de Diana: «Era tanto el amor
que todos la tenían'-.
El P. Luis de la Puente escribió también m
amor que las tenia».
Tirso en la Santa Juana (tercera parte)- «La debo
tener amor».
Solis [El amor al uso):
Que pagase la escribí
el amor queja tenia.
Y hasta sor Juana Inés de la Cruz, sesíún el se-
ñor Valbuena- «movida del gran amor que las
tengo».
De amor á odio hay la natural relación de. opues-
tos. Así Mariana escribió «el odio que la tenían».
A veces, tomando la parte por el todo, nues-
tros escritores ponían en acusativo las frases «ver-
ía la cara» ó «el rostro», ú otra porción del cuerpo.
Cervantes (Quij.) decía: «No la he v isto el rostro,
Lope (Fort, de Diana): «Miró/.i al rostro».
Calderón en el Mágico prodigioso, escribió: «Ver-
Ai la cara no quiero-, y en El galán fantasma:
No quisieron escucharme;
v sin mirar/a la cara. .
el «la» dativo 133
Moreto (No pitetL t
Pues antes, viven los cielos,
tengo de ver/as la cara.
Con esto quedará demostrado, que, como he-
nos dicho al principio de este capítulo, nuestros
escritores no hacían en estos casos más que tras-
ladar á sus obras las frases de la conversación,
construidas como allí lo eran; si con la, en esta
forma, y si no con ia opuesta.
! t mandó salir de todo el reino», escribió Ma-
riana. La idea era 4a iesUrró», sencillamente; pero
como se trataba de la reina Doña Kerenguela, ex-
trañada por un vasallo poderoso (D. Alvaro de
I. ara), í>in duda le pareció la palabra dura y la
suavizó en aquella forma.
Solís
II hacer/a este desaire.
«Desairar/a» era la forma más breve y clara;
pero entonces no salía bien el verso.
Montalbán escribió: 4a había puesto miedo»,
«dando/a muchos abrazos», da hicieron á ella al-
guna molestia», «apartándoZa el manto del rostro»,
6 la lengua» 'lodos estos ejern-
plos a la regla de Cuervo. En el Animo é
intención riel cutor estaban los verbos «atemori-
zar», «abrazar», «rnolesl ubrir» y *enrau-
decero con su natural complemento en acusativo.
Con los verbos que ri'^en infinitivo, sea ó no
transitivo, ocurre lo mismo. Pero en este caso lo
anómalo no es que la expresión esté acompañada
de la, puesto que el pronombre es acusativo' tal
sucede en algunos de los ejemplos aducidos por
el Sr Valbuena I. o extraño es que si al infinitivo
134 ORIGEN Y CONSERVACIÓN DEL «LA» DATIVO
se le añade un nuevo complemento, el pronombre
pasa á ser dativo y es reemplazado por le en mu-
chos y buenos escritores. <<(A doña Isabel) la oyó
cantar». Pero «(A doña Isabel): le oyó cantar una
romanza».
La eufonía, á eme González (que la antepone á
las mismas reglas) y ü. Alejandro Olivan conce-
den tanta importancia, diciendo éste que á ella
«son debidas la galanura, la armonía y el primor
de grato arrullo á oídos cultos y delicados» no l<
parece á Cuervo que haya tenido influjo mayor
en la conservación de los casos irregulares. \To
puede, •:ou todo, negarse que en bastantes autores
habrán influido el hiato, la cacofonía ó la repeti-
ción en hacerles preferible una de las dos maneras
de escribir el pronombre. En los primeros ejem-
plos de Cervantes que dimos ctán casi juntos
uno y otro. En la novela de Montalbán, titulada
La villana de Piulo, de tal modo van alternados
los la y los le que no puede creerse sino que '."1 de-
seo de la variedad en esta expresión presidió a\
uso de ella.
Pero quedan todavía un gran número de /u.s
que no pueden reducirse á ninguna de las reglas
que anteceden, porque no la tienen. Son aquéllos
que, aunque empleados así por uno ó más auto-
res, si observamos luego la misma frase ->>n el
mismo verbo, la veremos escrita con le por otros
de igual época y de no menos importancia litera-
ria. Sólo cabe en tal conflicto irse con la mayo-
ría, ó, á lo menos, con un buen nún.ei o de los que
tengan reputación y mérito. Acerca de vaiios de
estos rebeldes dativos creo que ya no pueda caber
duda, al que lea y anote los muchos ejemplos que
hemos registrado.
US MÍFIBOT.OGIAS.-ÍCUÁ1 FORMA ES PREFERIRÉ?
$É& t segundo are-, uto riel Sr. Valbuena en
flU¿ . oes que «nía los equi-
=^Sf vocos v anfibologías.
^ Cita varios ejemplos, entre ellos, dos de
buenos autores. VA uno perteneciente á la Cor,-
qi„,ta de Méjico fll.xvn), de D. Antonio de Sons,
dice
.Empeñóse demasiado en «escaramuza Pedro de Motón,
aueitacn una vegua muy revuelta y ele grande veloc.dad.
luémpoquc ■»" tlascaltecas principales, que seconvo-
,,™r ,st, facción viéndole solo, .erraron con él, y
K presen U Sin» «m- y en el brazo -le la rien
¡rítante heridas á la yegua, p. «* «KM*. ' > -'
un instóte le cortaron la cabeza, dicen que de u. «cuchi-
Íoco añaden A la sustancia los encarecimientos..
El St Valbuena dice que creyó .pie el mu
era Pedro de Morón. Puede ser; preocupado aca-
so con la idea de que Solis no había de contar tan
pormenor la muerte de una yegua. Sin embaxgo,
aparte de que claramente se dice que la difunta
136 LAS ANFIBOLOGÍAS
fué la yegua («que cayó muerta») y se añaden co-
mentarios al suceso sin que la persona de Morón
suene en e! relato, debe tenerse en cuenta que los
caballos en la empresa de Cortés eran casi tan
importantes como las personas, y que cada uno
que moría causaba irreparable pérdida en aquellos
menguados escuadrones. V como esto lo sabe ya
todo el que ba leído los anteriores capítulos de la
obra, la extrañeza no debe llegar á suponer otro
sentido á la muerte que se refiere. Además, el autor
ha cuidado ya de prevenirnos sobre la importancia
de la haca, en el comienzo de! párrafo, al decirnos
que era «muy revuelta y de grande velocidad». El
ensañamiento de ios indígenas tampoco chocará
sabiendo, como ya advirtió Solís. el respeto supers-
ticioso con que miraban :í nuestros caballos, que
muchos de los mejicanos creían ser, con el jinete,
un solo individuo.
Considero, pues, que no pueda sin ofuscación
decirse que en el pasaje hay anfibología.
Pertenece el segundo texto al Quijote de Ave-
llaneda (Cap. xviiii):
«V el ser él tan principal y tan gentilhombre, y conocido
suyo desde niño, ayudó á que el demonio (que lo que á las
mujeres se dice una vez, >,c lo dice a solas él diez) tuviese
bastante leña con ello para encender, como encendió, el las-
civo fuego couque empezó á abrasarse el casto corazón de
la descuidada priora; y fué tan cruel el incendio, que pasó
con él la noche, con la misma inquietud que la pasó D. Gre-
gorio, imaginando siempre en la traza que tendría para de-
clararle su amoroso intento.»
Después de la palabra Gregorio, los impresos
añaden una coma, que seria la causante de las du-
das del Sr. Valbuena; pues sino bien comprende-
ría que es Gregorio el sujeto de «imaginando», ya
LAS ANFIBOLOGÍAS 137
tHic está más próximo al ^erbo; ya que sería inde-
coroso que una mujer, y monja por añadidura,
fuesela primera que declarase al galán, y ya que
aquella noche fué cuando la priora advirtió su in-
clinación amorosa: «empezó á abrasarse) y la pasó,
no «imaginando* nada, sino con el incendio cruel
de BU desatine.
Esto para el que no vea mas que el párrafo; por-
que quien esté en antecedentes sabe que primero
que doña Luisa ya estaba D. Gregorio enamorado;
buscaba el modo de decírselo á la monja, y aun
le había indicado con palabras encubiertas.
Por eso dice «imaginando siempre», porque tal
era la preocupación con que el galán se había reti-
rado después de su primera é infructuosa tentati-
va para declararse. La monja no tenía que imagi-
nar cosa, porque, no obstante la forma obscura y
tímida con que Gregorio se había expresado, le
había comprendido muy bien v nada tuvo que
hacer más que prestarle oídos benévolos en la pro-
metida entrevista, y decirle redondamente que sí.
Un tercer pasaje de autor clásico se nos olvidaba,
-te del P. Rodríguez (Ejcrc. .ic perkcY
•Pe la Santa Virgen Gertrudis se lee que se la apareció
una vez Cristo, nuestro Redentor, que en su mano derecha
llevaba la salud y en la siniestra la enfermedad, y le dijo»:
Pero ;es posible que haya nadie que dud
Cristo quien dice? ¡Si Santa Gertrudis no es sujeto
ni de esta oración compleja ni siquiera de la ante-
rior en que figura su nombre! (i).
■■ en el supuesto do que el pasaje dica la y no le,
donde
tambi< ■ ro tan i>.ir.-> ¡di
,,r la cual de oro) le declaró set
la buena voluntad > d
,38 LAS ANFIBOLOGÍAS
Los demás ejemplos me parecen más bien pasa-
jes incorrectos que anfibológicos, menos uno: aquel
del abanico (pág. 16) en que se dice:
Cuando refresques el rostro
de Dolores no le digas,...
¿A quién, más que á Dolores ha de decir 6 no de-
cir algo el abanico?
Pone también el Sr. Valbuena, de propia cose-
cha, otro caso de anfibología que le parece deci-
sivo:
«Pedro se encontró con Juana en la calle y le
dio un racimo de uvas.»
«¿Quién á quién? (prosigue el .Sr. Valbuena).
Para" mí y para todos los que hablamos castellano
castizo no hay duda- fué Juana quien dio el raci-
mo de uvas á Pedro, porque de haber sido al re-
vés se hubiera dicho: «Y la dio un racimo de uvas».
Juzgo que si sometiera el caso á votación pú-
blica como en aquellas preguntas que años hace
nos dirigían los periódico Qué fruta le gusta
á usted illas5., perdería el Sr. Valbuena.
Y me fundo en el carácter meramente continua-
tivo de la copulativa v, que no altera el orden
gramatical de los períodos que enlaza y deja sub-
sistente en el segundo aquel elemento oracional
que, para mayor brevedad, sólo aparezca en el
primero. Así, las dos oraciones propuestas tienen
el mismo sujeto, sobreentendido en la segunda,
que sería: «V Pedro le dio á Juana un racimo»,
o esta repetición es harto enfadosa, y por eso
suprimimos de ordinario ya el sujeto, ya el comple-
mento, ya el verbo y aun á veces dos de tales
componentes (1).
(x) como sucede en estos ejemplos: -l.a hija ■ illaba, |
de cuando en cuando se soni 1 ' -decir:
FORMA PREFERIBLE 139
Aunque los ejemplos del Sr. Valbuena no parez-
ca / invincentes, admitiremos de buen
grado que puede haber confusión en ciertos casos,
on frecuencia pleonas-
éstos: «le dijo :i ella-, «le mandó á ella»,
-■le dio .1 ella», (i).
Y en tal concepto, ¿no sería preferible evitar-
los empleando siempre el la, que á la vez nos daba
con toda claridad el se; !t i ' P1 rsona ó
cosa representadas por el pronombre?
Asi es como entiende 3 presenta la cuestión, en
último termino, el Sr. \al! mena, añadiendo
«importa mucho más la no confusión de los géne-
ros que la de los casos- (pág
A primera vista creyérase cierto: porque excep-
to ,', 1, ,11 aun á muchos de- ellos,
que han suprimido la nomenclatura de Nominali-
, etc.l v á pocas «ñas impor-
tará saber si un pronombre la << le está en dativo
ó en acusativo.
Pero esta 1 en apariencia solo teórica
entraña la del buen sentido y recta inteligencia
de lo que se habla ó escribe. Con el la único se dis-
iria efectivamente el género; pero su identi-
dad con el acusativo daría lugar á dudas, obscuri-
dad^ y hasta contradicciones en el significado de
•La hija callaba, y la hija de cuando en cuando se sonreía.»
otrris veces se sobreentiende el complemento: «Porque á la
mujer su familia la reverencia, v sus hijos la aman,
-árido la adora. -, SUS vecinos la bendicen- (I-R. MJB
en fin. en las oraciones copulativas hasta des-
ujeto y el verbo: «Dios creó el cielo v la
tierra
Montalbán, en -n novela Al cabo di los años n ■ I ara
«Y si la mayor dificultad .. es el verse
ofendido di I ederico v de Estefanía, jqué mayor venganza
que haber/e quitado - ./ la vida, por lo que intentó y no ha-
ber/a visto .i eUa en dos años por loque llegó a imaginar?!
LAS ANPIBOl.i» I VS
los verbos y aun de las cláusulas enteras. Ya he-
mos dicho algo acerca del diverso sentido de mu-
chos verbos según el pronombre que se les une,
siempre dentro del géneto femenino.
No es lo mismo decir las aconseja que tes acon-
seja; la movía que le movía; la tocaba ó le tocaba;
la sonaba que le sonaba; sacándote y sacándote;
entregara y entregarte robarla y robarte; gustar-
ía y gustarte (i): comerte y comerte, llevarte y lle-
varte; tomaría y tomarZ?.
Resultaría anfibológico el sentido escribiendo,
por ejemplo: «Eran mu-has las (jóvenes) que se
hallaban en aquel caso; y los conté, antes de que
se levantasen de sus asientos, e1 apuro en que me
veía». Puede el las estar dativo ó acusativo: hasta el
final no se sabe; y ser ellas las contadas 6 las que
oi:;an conliir.»
O así- «Los salvajes, después de sujetarla, tra-
taron de hacerla comer al instante, pt-.cs de lo con-
trario enflaquecería*. Es ella la destinada á sei o
mida. Pero si decimos: «Los salvajes... trataron
de hacera comer...», es, por el contrario, ella la que
ha de comer para no perder carnes
Montalbán ha escrito con uotoiia impropiedad:
«Defenderse de un padre que la perseguía y de un
marido que no te agradaba {Lo<¡ primos amantes).
Donde no se sabe si era el marido el que no quena
agradar á su mujer ó era ella la que no se agra-
daba ó no recibía agrado con él. El pensamiento
{i-\ i sto 'I i margen á uno de lo' infundados reparos -v
á mi ver. hace el Sj Valbuena. El texto es del moderno
tur D. Ramiro Blanco. -Ni yo conozco á mi prima ni
gustaré yo á ella.» ¡La gustaré», como diría el Sr. Valbuena
serla .tomar/a el gusto». El autor quiere decir lo contrario; sien-
do i -1 gustado, metafóricamente, se entiende.
FORMA PREFERIRLE
hubiera quedado explícito diciendo; <no le agrada-
ba* rúes el pronombre es efectivamente dativo,
seoim lo que el autor quiso expresar.
' Salva ha puesto otro ejemplo del diferente sen-
tido que el cambio ríe pronombre da a toda una
proposición: «La imbuí en el menosprecio del mun-
do v 1 E imbuí el menosprecio del mundo (i).
' 'Olivan da uno muy explícito: «En llegando
María LA presentaré á mi hermana- (ó bien) «le
Presentaré á mi hermana*. Mari, será la presen-
tada en el primer caso y «mi hermana- en el se-
gún di i
I), luán OvtalbertO <;>>u/.dez apunta este otro:
«Se le acercaron (los caballeros á una dama): esto
es, se fueron hacia ella. Se la acercaron: hicie-
ron que ella se acercase á los caballeros» (3).
Y no se crea que estos ejemplos, aunque inven-
tados, deieu de ser posibles. Iriarte, en su fervor
laida no vacilo en cometer el lapsus que anate-
matiza (ion/ale/..
Ku su, por otra parte, lindísima comedia de
La señorita mal criada, dice Iriarte (4):
Ya ninguno x la acerca,
hablando de los adoradores de una dama.
En la misma obra añade:
Por una parir declara
que la P< pil
de usted, como la persuada;
(1) Gram. casi. Valencia. i8a7.V- *5*
(2) Discurso dt recepción en la A cad. Esp ■
sos. Madrid. 1860, I I, PP 3 y 7 )
(3) Obras: t. III. p 227.
(4) Obrar, t. Vil. p. 205.
LAS ANFIBOLOGÍAS
por otra, que ella prefi ri
al Marqués; que violentarla
la voluntad m> - posiblí
En otro pasaj ií ,
Y ella se aín maenqii
la boda que más la i
González recoge este otro ejemplo que excede
á todos en extravagancia, diciendo: «Y los hay (ca-
sos) en que no debe usarse de este pronombí E<
menino la en dativo sin que resulte un disparate:
«¿Esa buena mujer la asistía bien: la barría, la fre-
• • , > la guisaba I i la a ;a i tiferma)», en vez de
decir: «le barría, le fregaba, ' pisaba» > 227).
De todo lo expuesto se deduce que la gramáti-
ca, la etimología, las autoridades, la claridad y la
conveniencia di evitai anfibologías v obscurida-
des en la expresión piden l< consuno que para el
dativo femenino siga empleándose el pronoi
le. Sólo en rarísimos casos, cuando ni aun las for-
mas perifrásticas <í ella ó pa epaa en el
período, sir. causar trastornos ó dificultades de más
importancia, será lícito usar la terminación pro-
pia del género femenino en el pronombre.
No hay para cinc añadir que esto se entiende en
caso de que el uso general no se pronuncie en uno
ú otro sentido, de lo que no lleva trazas. Cuatro
siglos can transurridos desde que el /., vino á in-
troducirse como dativo en el periodo, y no hay
ra iones para sostener que haya aumentado n dismi-
nuido el número de su El pueblo caste-
FORMA PREFERIBLE ' 43
llano, sobre todo el de Madrid, que no aprendí- el
idioma en los libros, seguirá empleando el la en la
conversación con bastante frecuencia. Todo el
resto de la nación y la América española cultiva-
rán el empleo del le, á no ser que una corriente
i la que en sentí.'... laísta apareció en el si-
svm, pero mucho más enérgica y duradera,
adjudique el triunfo al la. <\ otra en opuesto sen
tido acabe de exterminarlo.
VI
LA ÚLTIMA AUTORIDAD DKL SEÑOR VAI.BUKNA
omo remate y coronamiento del largo catá-
logo de autotes que, según él, deponen en
contra de la doctrina sentada por la Aca-
demia Española, escribe el Sr. Valbuena:
«Hero todavía no he concluido de citar autoridades
...utra la Academia: todavía hay otro autor de nota, aun-
que mala, que si bien es cierto que por sí y en general
DO tiene tanta autoridad como el Ínfimo de los citados,
para el caso presente y contra la Academia tiene más
autoridad que todos juntos.
.Kse autor es... la misma Academia, que en el prólogo de
mi primer Dííi í maño, llamado de Autoridades, dice: «Y sír
tala de mérito (á la Academia).»
• Y todavía, un poco más abajo, añade: «Continuando
es debajo de las reglas que la han parecido más
adecuadas v ..invenientes...»
e la Academia. Usando repetidamente la en
dativo.
»Y después de dar ese ejemplo ella misma, sale di
riendo: «Ejemplo es que no debe imitarse.* — Ahora... ¡ha-
ll asta aquí el Sr. Valbuena (pág. 70).
I46 LA ÚLTIMA AUTORIDAD DEL SR. VALBUENA
Toda la arquitectura de este edificio dialéctico
(que más se me antoja pretexto para hacer un chis-
te final) se derrumba con sólo recordar que el tal
prólogo ó discurso preliminar del primer Diccio-
nario fué escrito v publicado en ¡1726!... esto es,
hace la friolera de cerca de doscientos anos; cuan-
do aún no se había legislado nada sobre el particu-
lar y cuando, como ha tenido cuidado de recor-
dar al principio de su folleto el propio Sr. Valbue-
na, la Academia autorizaba el empleo de una v
otTa forma pronominales.
Fn su primera Gramática, impresa en 1771, to-
davía las admitía ambas y sólo en 1796, es decir
setenta años después del discurso que sirve de pie al
señor Valbuena para su argumento, fué cuando ex-
cluyó el dativo la del cuadro de las declinaciones.
De suerte que, si antes de esa fecha creía buena
esa forma de pronombre, ;por qué había la Aca-
demia de abstenerse de usar lo mismo que reco-
mendaba? Y si después creyó que estaba equivoca-
da y enseñó v practicó otra forma de expresión,
•ñor qué ha de achacarse á inconsecuencia lo que
es mejora ó al menos corrección de doctrina?
Desde 1726 publicó la Academia otros TRECE
Diccionarios, todos diferentes. En ninguno de
ellos después de la fijación en el uso del pronom-
bre y no siendo errata, se hallará el dativo escrito
como pretende el Sr. Valbuena, y menos en el ul-
timo, que es al que hay que atenerse, para aplau-
dirla ó censurarla.
Y, sin embargo, dice el Sr. Valbuena que «así
ESCRIBE LA ACADEMIA».
Fste argumento me recuerda aquel otro que em-
plea en la página 9 de su folleto, donde dice:
I,A ÚLTIMA AUTORIDAD DEI SR. VALBUENA 147
.,V esta es la sintaxis por la que ha optado, después
de mucho dudar, la Academia!
»Tras de otro párrafo igualmente erróneo sobre el
acusativo, viene en la Gramática de la Academia este
nuevo golpe: «Por último, se establece como regla sin
txcepción que LES marque el dativo de plural lo mismo
para un género que para otro.*
»¡Así se hace! I.o mismo para un género que para otro ..
y la distinción y la claridad, que se las lleve la trampa...
»Y luego... que LES marque el dativo...» ¡Como si el
oficio de los pronombres fuera marcar los casos!... No es
posible expresarse con mayor impropiedad ni con más
desconocimiento del idioma!»
Esto dice el Sr. Valbuena.
No discutiré si «marque el dativo» está bien ó mal
dicho, por la sencilla razón de que tal frase no exis-
te en la Gramática.
I... que este libro dice (pág. 235 de la edición
de 1908) es: "Por último, se establece como regla
sin excepción que les sea dativo del plural, lo mis-
mo para un género que para el otro; y que los, la*
se empleen como acusativo- Y nada mis.
Ni tampoco se halla en la edición anterior do
que á !a página 241 repite el precepto del
mismo modo; ni en la de 1888, ni en la de 1885.
V si quería el Sr. Valbuena referirse á la edición
de 1X74, que es la que creyó autora de la prohibi-
ción del la dativo, ¿por qué no lo dijo5 ;Por qué
emplea los verbos en tiempo presente: «viene en la
Gramática de la Academia... No es posible expre-
sarse», si:i advertir que el error (si lo había) estaba
ya corregido?
Esto recuerda algo el caso que cuenta barra de
aquella anciana que, retrasada en su lectura de la
Gacela, sal toreaba en los años de veintitantos las
de 1812 y endilgaba sus comentarios iracundos al
•picaro de Napoleón» que ya reposaba en la tumba.
MI
El LO ACUSATIVO MASCULINO
ODOS ó casi todos los partidarios del la da-
tivo lo son del le empleado sien pre como
acusativo en el género masculino, con ex-
clusión de la forma lo, que debe reser-
varse para el neutro.
Pero el Sr. Valbuena, aunque no da razones de su
opinión que es la indicada, dice que «semejante
construcción es tosca y burda/, que la usan «con
torpe insistencia* los andaluces y americanos y
que con ellos «coinciden los zafios y los palurdos
de todas partes, los que dicen, v. gr.: estógamo,
dn-nto, naide, probé y tnenistro».
\ continuación añade que «los buenos escrito-
res antiguos v modernos con bien raras excepcio-
nes han escrito siempre le en este caso, no solamen-
te tratándose de personas, en cuya substitución el
lo es grosero y absurdo, sino aun tratándose de co-
sas, (pág. 87).
Mas adelante la llama «construcción piel*
que muestra «incultura» v «zafiedad» y, al fin
el tal lo es «basto y feo... y hasta indecente (pP »9)-
IX I.O> ACUSATIVO MASCULINO
Ante este diluvio de calificativos á cual peor,
sólo tenemos que decir:
l.° Que hasta el siglo XVI lo han usado todos
los españoles. Más de cuatro quintas partes de
ellos desde aquel siglo á nuestros días y que esta
misma proporción rige actualmente.
2.° Que los gramáticos y filólogos más eminentes
que de propósito han estudiado esta cuestión del
lo ó le acusativo masculino se lian declarado loístas
más ó menos en absoluto; como los gramáticos
Salva y Bello, D. Juan Gualberto González, iuien
humanista y poeta, D. Alejandro Olivan, y mejor
y más extensamente D. Rufino José Cuervo, en su
magistral estudio sobre Los casos enclíticos y pro-
clílicos del pronombre de tercera persona en castella-
no, que por hoy es, como suele decirse, la última
palabra sobre la materia.
3.0 Que en la copiosa lista de 88 Inicuos auto-
res que Cuervo presenta, casi todos, excepto aque-
llos que, como Yalera, lo suprimieron de sus escri-
tos (y eso que era andaluz y lo usaba con frecuen-
cia en la conversación) emplean en mayor ó menor
escala el lo acusativo masculino.
4.0 Que han preferido el lo escritores como el
autor del Poema del Cid; Gonzalo de Berceo. él
del Libro de Alexandre, los antiguos códigos espa-
ñoles, el poema del conde Fernán González; el arci-
preste de Hita, el canciller Pero López de Avala;
el Tostado; el marqués de Santularia; Gómez Man-
rique; Juan de Lucelia; Torres Naharro; Pero Me-
jía, Ambrosio de Morales, Gaspar C.il Polo, Pedro
Simón Abril, el maestro I-'. P. de Oliva; Fr. Luis
de Granada, IX Juan de Jáuxegui, Mateo Alemán,
los hermanos Argensola, Meléndez, Samaniego,
Capmani, Clemencín, Alarcón, sin contar otros
El. €l.O> ACUSATIVO MA.SCP1 B* •
muchos escritores que Cuervo no tuvo lugai |
examinarlos.
c o Que hay otro gran numero de buenos au-
tores que usan una y otra forma indistintamente
v como equilibrándolas según el buen sonido de la
Cierto que faltan en esta lista los dos grandes
nombre:; de Cervantes y Lope, que, como casteüa-
006 preferían el le; pero no dejaron ellos mismos de-
usar el otro pronombre en muchas ocasiones, y esto
puede decirse de otros casi tan famosos
I a \cademia Española, en esta difícil cuestión
se deió llevar hasta hoy de la corriente que parecía
mas poderosa v bien encaminada.
\sí cuando Salva (i) propuso que se adoptase
L-l le cuando hiciese referencia á personas o cosas
personificadas V esta opinión fué aceptada por
Bello entre otros, y parecía responder a un i
rio instintivamente seguido por nuestros mejores
hablistas, creyó poder encauzar el buen uso de la
doble forma' pronominal recomendando aquella
distinción, v á este objeto se dirigían la adverten-
de las anteriores ediciones de la Gramática y
aun las del actual Diccionario (1898) en los artícu-
los I.E V L' •
Pero, mejor informada sobre aquel extremo, se
limitó en los últimas impresiones d< se Gramática
á decú (pág. 235) «Para el acusativo, en genero
masculino, se admiten indistintamente LE y LO.
,„ Crcvó Salva haber hallado esta fórmula !
,«V también caaBdo se. '
br<^ J' 00
152 El, «LO» ACUSATIVO MASCULINO
Podrá, pues, decirse: Antonio compuso un libro y
LE imprimió, ó 1,0 imprimió; mientras la costumbre
no dé preferereia al le sobre el lo ó viceversa.»
Así, pues, y como dice uno de los buenos críti-
cos ya mencionarlos: «Hará bien cada uno en se-
guir la escuela que mejor le parezca, con tal que no
se propase á decidir nmgistralmente que yerran los
que sigan otra. Deben conocer, por lo menos, que
el uso ha estado 5' sigue indeciso: que sobre ello
Cerliuil (¡rammatici, A adhuc sub índice lis e^t.»
ÍNDICE
l ¡.i LA v el LE y l'i Academia .' ' 7 ",'," 5
las decünaciones de los pronombres.
ti _/«, etimología v la Gramática • 9
S„ empleo y ransforma-
ci,„ I M«üa. Aparición de la forma la
En el siglo xvn la apoyan algunos gramáticos
v'la desautorizan otros. Confusión con que se es-
tudiaban y aplicaban los casos de dativo y acusati-
vo , n este pronombre.— La Academia en '734 y
confundía, asi como los gramá-
SanPedro (1769)
pija academia la buena do. trina -ni-
,„„t, Hermosilla (1826); pero antes y después
principales gramáticos.—
Dnanimidad actual sobre este punto.
III — Ims autoridades • • • ' ' " ' '
Cómo deben entenderse.— Conven» puntuau-
textos ejempl
•,n de la Cruz 2*
I ,
Fray LUIS i>i I. i SON *
RVANTES SAAVl DRA «
Krav Lora db Granada *
p, aíonso Rodríguez
!' 1. 1 AVELLANEDA «|
OA ,,
u. Pedro Calderón di la Basca "
d. Francisco de Qusvedo |'
■ mil MORAL \ I'MUo
'54 ÍNDICE
Tirso de Molina
P '- i Moset; £3
F r,.; rs ni i, A pi i Nr). ■• ■ -o
F Andrés Pérez 1
D. Bernardo de Valbüen \. 7
P. Pedro de Rivadeneira 7
P- Luis de la Palma . . 8
P- Juan DE Marías fa 86
D. diego de Saavedra Fajardo 8
los Akgensolíí ' 9°
Esteban Manuel de Villegas 9?
p. Alonso de Villegas 96
F Jt « 1 OSEBIO NlEREMPER'
D. Antonio de Solís ... ' °-
El Conde de Rebolledo 104
F -Martin ce Roa '-9
D. Luis de ülloa y Pereira ' IO
Juan Pérez de Montalb &n ' ' -
Sor Juana Inés de la Cruz ,l3
Autoridades modernas ' 2°
IV"l:',,n?e'" > causas de la conservación del la dativo
Se uso primero en el lenguaje oral y pasó á lo escrito "
en sus formas mas sencillas.-c¿¿s mas co^fca
^.-Reglas ,|u, se proponen para explicarlos -
sentido S"?,"8 l3S * «««««ni» latiuLs.-Doble
llevan 'l^Ú^mos verb°S- Según el pronombre que
llevan.- Diferencia entre la fórmula ideológica v
su expresión gramatical—Reglas que de estTdfe
conformidad se deducen— Ejemplos \w^£T-5¡¡
eufonía explica otros casos—Dativos rebeldes
V'lÍ"LaTM°/¿af~:'(u"1 /or'"« « Prejerible?. ... . „
^erdaaerís toc°g,a ^.aP1¡<*** "Dónde estante 'M
naryasoíu1icrnCaSOÍ "»—■-»««»» de la doctri-
VI.— La última autor, dad del Sr. Valbuena...
Es inaplicable el texto de ,726 contenido en 'el Ói¿ 5
cwnar.o de la Academia— 1 itro caso de cit r sin
fundamento la Gramática.
Vil. Í.7 lo ,/U, , , ..
Calificativas dil Sr. VíJhusní 1 Ice ,u ussm ' ,', '**
&o?vi— Quiénes lo usan hoy.— Opiniones de gra-
máticos y filólogos sobn est, punto— Autoreslan-
Lgiios j modernos que lo han preferido -Parecer
de la Academia —Libertad absoluta en el empleo
de lo ó fc acusativo masculino.
ERRATAS
iin..
Dea
IO
36
DICE
DEBE DEC1ÍÍ
9
1 1
Gramática histórica
aún
gramática histórica
aun
II
41
aún
aun
19
"6
77
34
18
1
3
impresiones
concedo
deitantas
dominico
reimpresiones
concedió
de tantas
dominico
OBRAS DE DO» EMILIO COURELO Y MOB.I
^so DE MOUHA. /«,«(.S««o«« Wo-WM.o^/.*»*- Madrid,
'"v^v obhL^os E^or. bb <Wt Madrid, 1896,
to cor« Madrid, 1896, en 8.°, 2 ptas.
d SaWo Madrid, 1898, en 4° (Agotado.)
DONRAM6, pb L* CKC, v SOS o«u*. Ensayo topafieo y
pjsra»" fsa^s^ v¿> ron pr6,ogo y
Sotas. Madrid, 1900, en 8. , 4 ptas. „oHriH
jTan nrx ENcrs-A y tos oH««.« « ««»» «/""«"■ i,adnd'
''mSíÍ'Í.1 Sría I**»*. * £*^i*«. Madrid, .901. en 8.°.
6 2^-. M» U Jtt. A»a» Cato, poeta madrileño
del siglo xv. Madrid, 1901, en 8. , 2 pías.
tooi en 8.°, i ptas.
'«¿,1* * **«"* (del siglo XV.). *™.V"*™™ S? ,
publicada, con advertencias y notas. Madrid, 1901, en ,
drid, 1902, en 40. « P11- ... ¿. R„.
El supuesto casamiento de Alman.or con una h„a de Ber
mudo II- Madrid, 1903. en 4- . « P1*-
•"^ "SEL!* ltoSSt 1903. «. 8«, 1 Pta.
- sóbrela h «¿rom
( ^^v^ S^íSL. ^^ x,o5, en 8. ,
^^■*— *6^,^.I'I,i,*,""
Tir^ y .¿tas. Madrid I9«*. « ^ P ^^ , M^
Madrid, 1906. en 8' ' ,3 P™T „.,„ ¿, Tirso d* VoMm. Ma-
|W Madrid, 190* 3; ■ P^ 4¡ons() de Castillo . Sotórzano-
Noch4S de placer. Novelas de V. *»>
Madrid; 1906. en B.\ 3 V**- Plfia. Madrid, 19*.
Casos prodigiosos. ¡W» <" i-
8 o 3 ptas. . T t os Morantes. Madnu-
ios gra»d« «HgmA» , panoles. I. E°s
1906, en 8.°, 2 Pt^. <0. Novelas <U
9lJs HarpU*r en ^*¿^S&A, i<¿. en 8«. 3 pt-
D. Alonso d« Casino S»'^ a«° ^ * ,os ¿ma„í« *•
^■¿«ifflrr lSaíasBaroadi«,(E
^ LÍff'AáSrJar -^3. Madrid. ,90,
Si <- -HJ*; ^ÍJl ,908, * ° ™ volumen».
' °6"« ?,í^í £ U^tade^ apañóla.)
, ptas. (Ediaón de la . g 3 ptas.
Fo«oio£ía , :'Es^,a. Madrid, X909, en 8.
Satisfacción a la A*dtm* ' DE calígrafos
DICao.AR,o «-£» ¿""¿K&. Nacional. (Para
"t OWS,^ deí Estado.)
publicar á expensas del m ^
Véndense en la Iberia de la señora viuda de K.C.
del Arenal, I.
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