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Full text of "Sobre los viajes apócrifos de Juan de Fuca y de Lorenzo Ferrer Maldonado"

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CUARTO  COiNGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


RAMO    DE    HISTORIA. TEMA    VI. 

SOBRE  LOS  VIAJES  APÓCRIFOS 

DE 

JUAN  DE  FUCA 

Y    DE 

LORENZO  FERRER  MALDONADO, 

RECOPILACIÓN  Y  ESTUDIO 

POR 

D.    PEDRO    DE    NOVO   Y   COLSON, 

TENIENTE    DE    NAVÍO, 
ACADÉMICO  CORRESPONDIENTE  DE  LA  REAL  DE  LA  HISTORIA,  ETC. 


CONTIENE  TAMBIÉN  ESTE  LIBRO   LA  DISERTACIÓN   DEL  MISMO  AUTOR 


TITULADA 


ULTIMA  teoría  SOBRE  LA  ATLANTIDA. 


MADRID: 

IMPRENTA     DE     FORTANET, 

CALLE    DE    LA    LIBERTAD,    NXJM.    29. 
18S1. 


CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 
RAMO    DE    HISTORIA. TEMA    VI. 

SOBRE  LOS  VIAJES  APÓCRIFOS 

DE 

JUAN  DE  FUCA 

Y   DE 

LORENZO  FERRER  MALDONADO, 

RECOPILACIÓN  Y  ESTUDIO 

POR 

D.    PEDRO   DE   NOVO    Y   COLSON, 

TENIENTE    DE    NAvfo, 
ACADÉMICO  CORRESPONDIENTE  DE  LA  REAL  DE  LA  HISTORIA,  ETC. 


CONTIENE  TAMBIÉN  ESTE  LIBRO  LA  DISERTACIÓN   DEL  MISMO  AUTOR 

TITULADA 

ÚLTIMA  TEORÍA  SOBRE  LA  ATLÁNTIDA. 


MADRID: 

IMPRENTA     DE     FORTANET, 

CALLE    DE    LA    LIBERTAD,    NUM.    29. 
1881. 


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A    LA    MEMORIA 


DEL 


EXCMO.  SEÑOR  MARQUES  DE  RUBALCAVA, 


ALMIRANTE     DE     LA     ARMADA, 


En  testimonio  de  eterna  gratitud^ 


Pedro  de  Novo  y  Colson. 


Congreso  Internacional  de  Americanistas.  —  Ma- 
drid, 1 8  8 1 .  —  Junta  Organizadora,  —  Número  1 6.  —  La 
Junta  Organizadora  del  Congreso  Internacional  de  Ameri- 
canistas de  Madrid  que  ha  de  reunirse  en  Setiembre  de  i88i, 
deseosa  de  su  mayor  lucimiento,  ha  acordado  solicitar  el 
valioso  concurso  de  V.  y  rogarle  que  se  sirva  dedicar  al 
referido  Congreso  alguno  de  sus  importantes  estudios  sobre 
el  Continente  descubierto  por  Colon.  —  Dios  guarde  a  V. 
muchos  años.  —  Madrid  3  de  Febrero  de  1880. —  C.  El 
Conde  de  Toreno. —  Cesáreo  Fernandez  Duro,  Secre- 
tario general.  —  Sr,  D,  Pedro  de  Novo  y  Colson, 


JUAN   DE  FUCA. 


¿Son  apócrifos  los  viajes  de  Juan  de  Fuca  y  de  Maldo- 
nado?  Este  es  uno  de  los  temas  elegidos  por  la  Junta 
organizadora  del  Congreso  de  Americanistas,  acaso  por- 
que ha  creido  conveniente  y  aún  necesario  que  Europa 
conozca  de  un  modo  preciso  el  criterio  de  nuestro  país 
acerca  de  esos  dos  navegantes  misteriosos  tan  combati- 
dos como  apadrinados. 

Y  de  no  ser  así,  ¿qué  otra  idea  hubiera  guiado  á  la 
Junta  organizadora?  ¿La  esperanza  de  que  un  bibliófilo 
sacara  á  luz  nuevos  y  preciosos  manuscritos  sobre  el 
asunto?  No,  porque  se  tiene  el  convencimiento  material 
de  que  no  existen  entre  los  ya  mil  veces  rebuscados 
archivos  de  la  Península.  ¿Entonces,  será  que  solicite  de 
las  otras  naciones  datos  probables  é  ignorados  con  que 
completar  su  estudio ,  disipar  sus  dudas  y  emitir  su  tesis? 
Tampoco  es  posible,  porque  de  antiguo  formularon  dic- 
tamen sobre  ello  sabios   eminentes    é   ilustres   marinos 


lO  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

interesados  por  honra  nacional  y  por  respeto  propio  en 
exponer  verdades  y  argumentar  con  pruebas. 

Faltaba,  sin  embargo,  que  todas  estas  juiciosas  opi- 
niones fueran  más  conocidas,  pues  ciertos  geógrafos 
imaginan  aún  que  los  españoles  han  creado  fantásticos 
personajes  que  realizaron  increíbles  navegaciones.  ¡  Cómo 
si  tan  escasos  fueran  nuestros  timbres  en  la  historia  de 
los  descubrimientos!  Creemos,  pues,  que  bajo  este  punto 
de  vista  es  de  mucha  oportunidad  el  tema  VI  sometido 
á  discusión  y  examen,  así  como  el  que  nuestro  trabajo 
debe  reducirse  á  reproducir  con  exactitud  lo  más  curioso 
que  se  ha  escrito  sobre  los  problemáticos  viajes  de  Juan 
de  Fuca  y  de  Maldonado,  comentarlos  lo  mejor  posible  y 
hacer  constar  en  definitiva  ante  el  Congreso  de  America- 
nistas cuál  ha  sido  siempre  la  opinión  de  los  doctos  espa- 
ñoles. Desgraciadamente  ocurre  que  las  refutaciones  más 
notables  de  estos  doctos  no  son  bastante  conocidas,  y  en 
cambio  gozan  de  gran  publicidad  relatos  absurdos  que 
por  emulación  poco  noble  han  inventado  gentes  extrañas. 

Hacía  falta,  repetimos,  un  libro  que  remediara  esta 
injusticia  y  que  recopilando  en  sus  páginas  todo  lo 
conocido  y  lo  ignorado,  todo  lo  coleccionado  y  lo  disper- 
so, todo  lo  inédito  y  lo  publicado,  sirviera  de  perpetuo 
testimonio,  ó  de  punto  de  partida,  si  se  quiere,  para 
aquellos  historiadores  que  en  lo  sucesivo  mencionen  á 
los  citados  navegantes. 

Consecuentes  en  este  propósito  daremos  á   conocer 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA.  n 

primero  todo  lo  relativo  á  Juan  de  Fuca  comenzando  por 
la  exposición  de  su  viaje,  según  la  escribe  el  inglés  Mi- 
guel Lok  y  que  copia  Purchas  sin  comentarios.  El  capi- 
tán Burney  lo  intercala  también  en  sus  Viajes  al  mar 
Pacífico  y  añade  algunas  apreciaciones  favorables. 
Dice  así  en  su  capítulo  VIII  del  tomo  II. 

« Los  imperfectos  informes  concernientes  á  todo  asunto 
que  excite  mucho  la  pública  atención,  deben  siempre  ser 
origen  de  diversas  y  abundantes  conjeturas;  y  de  estas  á 
la  fábula  hay  muy  poca  distancia.  Esto  se  demuestra  en 
cuanto  á  las  muchas  relaciones  y  descripciones  circuns- 
tanciadas que  se  dice  haber  sido  hechas  de  una  libre 
navegación  por  el  Norte  de  América,  las  cuales  han  cir- 
culado sucesivamente  desde  el  primer  intento  para  verifi- 
carlo hasta  nuestros  dias.  La  última  parte  del  siglo 
decimosexto  fué  un  período  por  extremo  favorable  para 
estas  relaciones  ficticias ,  á  lo  cual  contribuyó  mucho ,  sin 
duda,  el  gran  interés  que  inspiraban  los  viajes  de  Sir 
Martin  Frobisher  y  del  capitán  John  Davis.  En  algunos 
de  estos  relatos,  aparece  lo  fabuloso  mezclado  con  algo 
de  verdad,  que  hace  necesaria  la  investigación. 

»E1  supuesto  descubrimiento  del  Estrecho  de  Anian 
por  Corte  Real,  ocasionó  la  creencia  de  un  paso  por  el 
Norte  de  Aijjérica,  conjetura  muy  probable  que  estaba 
fundada  sobre  un  descubrimiento  efectivo. 

» En  seguida  aparece  una  relación  que  de  ningún  modo 


12  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

es  digna  de  respeto ,  la  cual  atribuía  el  descubrimiento 
de  un  paso  á  Andrés  de  Urdaneta;  y  el  origen  de  tal 
creencia  parece  ser  el  haber  encontrado  entre  los  papeles 
de  éste  algunas  opiniones  concernientes  á  la  existencia  de 
un  Estrecho  del  Norte,  ocasionadas  por  el  relato  de  un 
pasaje  que  habia  sido  descubierto  por  los  franceses  hacia 
el  año  de  1554. 

5>En  1574,  un  piloto  llamado  Juan  Fernandez  de  La- 
drillero ,  habitante  de  Nueva  España  y  de  más  de  sesenta 
años  de  edad,  hizo  una  declaración  testimoniada  cuyo 
original  se  conserva  en  los  archivos  españoles.  Esta  de- 
claración refiere  que  existia  un  estrecho  de  comunicación 
á  unas  ochocientas  leguas  de  Compostella:  que  fijé  con 
otros  compañeros  á  hacer  su  descubierta  dentro  de  él,  y 
que  él  mismo  desembocó  en  donde  los  ingleses  iban  á 
pescar  (á  la  parte  oriental). 

» No  menos  formalmente  se  da  una  cuenta ,  insertada 
en  el  Purchas,  suscrita  con  el  nombre  del  relator,  que  se 
llama  Thomas  Cowles,  de  Bedmester,  en  Somersetshire 
y  fechada  en  Abril  de  1579.  Cowles  dice  que  recibió  in- 
formes de  un  Martin  Chack,  marinero  portugués,  haciendo 
constar  que  unos  doce  ó  veinte  y  cuatro  años  antes  (por- 
que el  tiempo  está  expresado  de  un  modo  oscuro)  el 
mismo  Chack  en  un  pequeño  buque  de  80  toneladas  de 
carga,  encontró  un  camino  desde  las  Indias  Portuguesas 
al  través  del  Golfo  de  Newfoundland,  el  cual  creia  que 
estaba  en  latitud  á  los  59^  N. 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA.  13 

>  De  la  misma  naturaleza  que  las  anteriores  es  la  rela- 
ción de  una  descubierta  que  se  dice  haber  sido  hecha  por 
Lorenzo  Ferrer  Maldonado,  el  cual  pretende  que  efectuó 
un  viaje  desde  Lisboa  á  la  costa  de  Labrador,  en  el  año 
de  1588,  y  encontró  un  estrecho  por  donde  la  navega- 
ción de  España  para  China  podia  efectuarse  en  tres 
meses. 

» En  la  cuenta  del  viaje  del  capitán  James  Lancaster, 
emprendido  por  la  Compañía  Inglesa  de  las  Indias,  año  de 
gracia  lóoo — i,  hay  una  carta  del  dicho  capitán  Lancas- 
ter á  sus  empleados,  escrita  durante  su  retorno  á  casa, 
en  la  cual  añade  por  vía  de  posdata:  El  pasaje  para  las 
Indias  Orientales  demora  d  los  62^  y  medio  por  el  Nord- 
este de  la  costa  Americana.  Esta  posdata  no  parece  ge- 
nuina,  porque  no  tiene  la  menor  conexión  en  ningún  asunto 
de  la  carta  misma,  ni  tampoco  en  circunstancia  alguna  del 
viaje,  porque  este  fué  trazado  y  ejecutado  por  el  cabo  de 
Buena  Esperanza,  tanto  para  la  ida  como  para  la  vuelta. 

» En  1592,  se  dice  que  Juan  de  Fuca  hizo  un  viaje, 
saliendo  de  Nueva  España,  para  el  descubrimiento  del 
Estrecho  de  Anian.  Entre  las  muchas  relaciones  concer- 
nientes á  un  paso  por  el  Noroeste,  que  tanto  abundaban 
en  el  siglo  xvi,  parece  ser  la  de  este  viaje  la  sola  de 
cuya  referencia  pueda  quedar  hoy  alguna  duda;  porque 
las  demás,  exceptuando  el  viaje  de  Corte  Real,  han  sido 
totalmente  destituidas  de  crédito  é  importancia  por  los 
descubrimientos  posteriores.  El  relato  del  viaje  de  Juan 


14  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

de  Fuca  ha  sido  conservado  en  el  Purchas,  como  también 
objeto  de  mucha  pesquisa,  siendo  todavía  este  punto 
niícy  discutible  entre  los  geógrafos.  Lo  que  sigue  está 
copiado  del  Purchas,  sin  alteración,  excepto  algunas 
supresiones  de  pequeños  detalles. 

<íNota  hecha  por  mi  y  Michael  Lok,  mayor  y  respecto  al 
estrecho  de  mar  llamado  comunmente  Fretum  Anian, 
en  el  mar  del  Sud,  que  atraviesa  el  paso  Noroeste  de 
la  Meta  Incógnita. 

» Cuando  yo  estaba  en  Venecia,  en  Abril  de  1596, 
llegó  felizmente  allí  un  viejo  de  unos  sesenta  años  de 
edad,  llamado  vulgarmente  Juan  de  Fuca,  siendo  su  ver- 
dadero nombre  Apostólos  Valerianus,  griego  de  nación 
y  nacido  en  Cephalonia,  de  profesión  marinero  y  antiguo 
piloto  de  naves.  Este  hombre,  habiendo  salido  de  Espa- 
ña, arribó  primeramente  á  Ligorno,  yendo  luego  á  Flo- 
rencia, en  donde  se  encontró  con  un  John  Dowglas, 
inglés,  dispuesto  para  venir  á  Venecia  á  ser  piloto  de  un 
buque  veneciano  destinado  á  Inglaterra,  en  compañía 
del  cual  hizo  Fuca  el  viaje,  llegando  juntos  á  Venecia. 
Y  John  Dowglas,  que  ya  me  conocía  de  antes,  me  dio 
conocimiento  de  este  piloto  griego  y  le  trajo  á  conversar 
conmigo.  En  largas  conferencias  que  tuvimos,  con  pre- 
sencia de  Dowglas,  este  piloto  griego  declaró  en  los 
idiomas  italiano  y  español,  tanto  como  sigue: 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA.  15 

» Primeramente,  dijo  que  habia  estado  en  las  Indias 
Occidentales  de  España  cuarenta  años  y  que  habia  na- 
vegado entre  las  muchas  plazas  de  allá,  al  servicio  de  los 
españoles. 

» Dijo  también  que  él  iba  en  el  buque  español  que  al 
volver  de  las  islas  Filipinas  hacia  Nueva  España,  fué  ro- 
bado y  preso  en  el  cabo  de  California,  por  el  capitán 
Candish,  inglés,  en  donde  el  perdió  sesenta  mil  ducados 
de  su  propia  hacienda. 

» Dijo  después  que  él  era  el  piloto  de  tres  pequeñas 
naves  que  el  virey  de  México  armó  con  cien  hombres  á 
las  ordenes  de  un  capitán,  españoles,  para  descubrir  los 
Estrechos  de  Anian  por  toda  la  costa  del  mar  del  Sur  y 
fortificar  aquel  estrecho  con  objeto  de  impedir  el  paso  y 
diligencias  de  la  nación  inglesa,  por  temor  de  que  pu- 
diese efectuar  dicho  paso  por  aquellos  estrechos  al  mar 
del  Sur.  Y  que  á  causa  de  un  motin  que  ocurrió  entre 
los  soldados  por  la  mala  conducta  de  su  capitán,  se 
abandonó  la  empresa ,  volviendo  los  buques  de  California 
á  Nueva  España  sin  haber  hecho  nada  en  aquel  viaje;  y 
que  después  de  su  vuelta,  habia  sido  castigado  el  capitán 
en  México  por  la  justicia. 

» También  dijo,  que  poco  después  de  haber  acabado 
tan  maldito  viaje,  el  mismo  virey  de  México  lo  envió 
otra  vez,  en  1592,  con  una  pequeña  carabela  y  una  pi- 
naza, armadas  con  marineros  solamente,  para  seguir  di- 
cho viaje  de  descubierta  de  los  estrechos  de  Anian  y  el 


1 6  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

paso  por  ellos  hasta  el  mar  que  llaman  del  Norte,  que  es 
nuestro  mar  del  Noroeste.  Y  que  él  siguió  su  curso  en 
aquel  viaje  Oeste  y  Noroeste  en  el  mar  del  Sur,  todo  á 
lo  largo  de  la  costa  de  Nova  Spania  y  California  y  las 
Indias  llamadas  ahora  Norte  América  (cuyo  viaje  me  se- 
ñaló todo  entero  en  un  gran  mapa  y  una  carta  que  yo 
tenía  y  que  puse  ante  él)  hasta  que  llegó  á  la  latitud 
de  47°;  y  que  allí,  notando  que  la  tierra  corría  hacia  el 
Norte  y  Nordeste  con  una  ancha  entrada  de  mar  entre 
los  47  y  48°  de  latitud,  se  entró  adentro,  navegando  por 
ella  más  de  veinte  dias,  y  encontró  que  aún  la  tierra  se 
extendía  algo  al  N.  O.,  N.  E.  y  Norte  y  también  hacia 
el  Este  y  S.  E.  y  con  mar  mucho  más  ancho  que  á  la 
entrada;  y  que  él  pasó  por  diversas  islas  en  aquella  nave- 
gación. Y  que  á  la  entrada  de  este  referido  estrecho,  hay 
en  su  costa  Noroeste  un  gran  promontorio  ó  isla  con  un 
pináculo  ó  roca  en  espiral  extremadamente  alto,  como  si 
fuera  un  pilar  sobrepuesto. 

» Añadió ,  que  él  habia  saltado  en  tierra  en  diferentes 
lugares,  viendo  allí  algunas  gentes  vestidas  con  pieles  de 
animales  y  que  la  tierra  es  muy  feraz  y  rica  en  oro,  pla- 
ta, perlas  y  otras  cosas,  como  la  Nueva  España. 

» Y  dijo  asimismo  que  habiendo  él  llegado  de  este 
modo  hasta  dentro  del  referido  estrecho  y  después  hasta 
dentro  del  mar  del  Norte,  y  encontrando  que  el  mar  era 
bastante  ancho  por  todas  partes  teniendo  unas  treinta  ó 
cuarenta  leguas  de  anchura  en  la  boca  de  los  estrechos 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA. 


por  donde  él  entró,  pensó  que  ya  habia  desempeñado 
bien  su  cometido,  y  que  no  estando  armado  para  resistir 
la  fuerza  de  los  salvajes  que  pudieran  caer  sobre  ellos, 
determinó  volver,  enderezando  el  rumbo  hacia  Nueva 
España,  llegando  á  Acapulco,  año  de  1592,  y  esperando 
ser  recompensado  por  el  virey,  por  los  servicios  que  hizo 
en  el  expresado  viaje. 

» También  continuó  diciendo,  que  después  de  entrar 
en  México  fué  grandemente  agasajado  por  el  virey,  el 
cual  prometióle  gran  recompensa;  pero  que  habiendo 
estado  pretendiéndola  dos  años  sin  obtener  nada  que  le 
satisfaciese,  le  dijo  el  virey  que  debería  ser  premiado  en 
España  por  el  rey  mismo,  muy  grandemente,  y  le  instó 
para  que  allá  fuese,  cuyo  viaje  emprendió. 

>  Siguió  diciendo,  que  cuando  llegó  á  España  fué  muy 
agasajado  en  la  corte  del  rey;  pero  que  después  de  larga 
estancia  en  ella,  no  pudo  lograr  ninguna  satisfactoria 
recompensa  tampoco.  Y  que  por  todo  ello,  al  fin,  aban- 
donó á  España  y  se  vino  á  Italia  con  objeto  de  retirarse 
á  su  casa  otra  vez  á  vivir  entre  sus  parientes  y  paisanos, 
por  ser  ya  viejo. 

» Dijo  también  que  él  pensaba  que  la  causa  de  haber 
sido  tan  mal  pagado  por  los  españoles,  era  el  haberse 
éstos  persuadido  de  que  la  nación  inglesa  habia  ya  aban- 
donado todas  sus  empresas  de  viajes  para  el  descubri- 
miento del  pasaje  del  Noroeste,  por  lo  cual  ellos  no 
temian  ya  que  viniesen  por  aquel  camino  al  mar  del  Sur 


l8         CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

y  que,  por  lo  mismo,  tampoco  necesitaban  los  servicios 
del  declarante. 

» Añadió  también,  que  habiendo  sabido  las  nobles 
ideas  de  la  reina  de  Inglaterra  y  su  guerra  contra  los 
españoles  y  esperando  que  S.  M.  le  hiciera  justicia  en 
cuanto  á  sus  bienes,  perdidos  por  el  capitán  Candish,  él 
iría  contento  á  Inglaterra  y  serviría  á  S.  M.  en  un  viaje 
para  el  perfecto  descubrimiento  del  pasaje  Noroeste  al 
mar  del  Sur,  si  ella  le  proveia  de  una  nave  de  cuarenta 
toneladas  de  carga  y  una  pinaza  y  que  él  lo  ejecutaría  en 
el  espacio  de  treinta  dias,  desde  el  uno  al  otro  extremo 
del  estrecho.  Y  me  encareció  á  que  en  estos  mismos  tér- 
minos lo  escribiese  á  Inglaterra. 

»En  vista  de  la  conferencia  tenida  dos  veces  con  el 
referido  piloto  griego,  escribí  en  su  consecuencia  á  Ingla- 
terra todo  ello,  dirigiéndome  al  antiguo  y  muy  honorable 
Lord  Tesorero  Cecil  y  á  Sir  Walter  Raleigh  y  á  Master 
Richard  Hakluyt,  el  famoso  cosmógrafo,  certificándoles 
todo  lo  expuesto.  Y  suplicábales  que  desembolsasen  cien 
libras  para  llevará  Inglaterra  al  citado  piloto  griego  conmi- 
go, porque  mi  propia  bolsa  no  podia  soportar  el  gasto  por 
aquel  tiempo.  Contestáronme  que  esta  acción  gustaba  mu- 
cho y  era  grandemente  deseada  en  Inglaterra;  pero  que  el 
dinero  no  estaba  pronto.  Y  por  esto  se  frustró  la  empresa 
por  entonces,  aunque  el  antedicho  piloto  griego  continuaba 
viviendo  en  Cephalonia,  á  cuyo  punto  marchó  á  los  quince 
dias  después  de  las  conferencias  que  tuvimos  en  Venecia. 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA.  19 

» Yo  continuaba  entretanto  mis  asuntos  propios  en  Ve- 
necia  y  cuestionaba  legalmente  contra  la  compañía  de 
comerciantes  de  Turquía,  para  cobrar  la  pensión  que  ha- 
bia  devengado  por  ser  su  cónsul  en  Aleppo,  la  cual  me 
retenian  injustamente;  y  cuando  yo  estuviera  en  disposi- 
ción de  volver  á  Inglaterra,  pensé  que  podría  entonces 
costear  de  mi  propio  bolsillo  el  viaje  del  expresado  piloto 
griego  y  llevarlo  conmigo.  Con  esta  intención  le  escribí 
una  carta  desde  Venecia,  fechada  en  Julio  de  1596.» 

La  carta  dice  así: 

Al  Mag.'°  Stgr  Capitán  Ivan  De  Fvca  Piloto  de    Yn- 
diaSy  amigo  mió  ckarJ"°  en  Zefalonia. 

Mvy  honrado  Sennor,  siendo  yo  para  bueluerme  efi 
Inglatierra  dentre  de  pocas  mezes,  y  accuer dándome  de 
lo  trattado  entre  my  y  Vfn.  en  Venesia^  sobre  el  viagio 
de  las  Indias^  me  ha  parescido  bien  de  scriuir  esta  carta 
a  Vm.  paraque  si  tengáis  ánimo  de  andar  conmigo^ 
puedais  escribirme  presto^  en  que  maniera  queréis  con- 
sertaros.  Y  puedais  embiar  mi  vuestra  carta,  con  esta  nao 
Inglés  que  sta  al  Zante  (sino  halláis  otra  coientura 
meier)  con  el  sobrescritto  que  diga  y  en  casa  del  Sennor 
Eleazar  Hycman  Mercader  Inglés,  al  tragetto  de  San 
Thomas  en  Venesia,  Y  Dios  guarde  la  persona  de  Vm, 
Fecha  en  Venesia  al  primer  dia  de  lulio,  15 gó.  annos. 

Amigo  de  Vm.  Michael  Lok  Yngles, 


20  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

« Y  envié  dicha  carta  de  Venecia  á  Zante  por  el  buque 
Choerubin.  Poco  después  mandé  una  copia  de  ella  por  el 
buque  Minyon  y  otra  también  más  tarde  por  Manea  Or- 
lando, patrón  de  la  Nave  Veneciana:  A  las  cuales  él  con- 
testó escribiéndome  á  Venecia  una  carta,  que  no  llegó  á 
mis  manos,  y  otra  posteriormente,  que  recibí  y  copio 
en  seguida: 

Al  YIL"'°  Sig°''  Michael  Loch  Ingles,  m  casa  del  Sig."' 
Lasaro  Mercader  Inglés ,  al  tragetto  de  San  Thomas 
en  Venesza, 

Mvy  Illustre  Seg°'' ,  la  carta  de  Vm,  receui  a  20  dia^ 
del  Mese  di  Setiembre ,  por  loqual  veo  Loche  Vm.  me 
manda  y  io  tengho  ánimo  de  complir  Loche  tengo  promet- 
tido  á  Vm.  y  no  solo  yo,  mas  tengo  vinte  hombres  para 
licuar  conmigo,  porche  son  hombres  vaglientesj  y  assi 
estoi  esperando  por  otra  carta  che  atcise  á  Vm..  parache 
meembiais  losdinieros  che  tengo  escritto  á  Vm.  Porche  bien 
saue  Vm.  como  io  vine  pouer,  porche  me  glieuo  Capitán 
Candis  mas  de  sessanta  mille  ducados,  como  Vm.  bien 
saue:  embiandome  lo  dicho,  iré  á  seruir  á  V7n.  con  todos 
mis  compagneros.  I  no  spero  otra  cosa  mas .  de  la  volun- 
tad é  carta  de  Vm.  I  con  tanto  nos  tro  Sig.°''  Dios  guarda 
la  Ilustre  persona  de  Vm.  muchos  annos.^= 

De  Ceffalonia  d  24  de  Setiembre  de  I¿g6.= 

Amigo  &  seruitor  de  Vm, 

IVAN    FUCA. 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUGA.  2I 

»Y  dicha  carta  vino  á  mis  manos  en  Venecia,  el  1 6  de 
Noviembre  de  1596;  pero  mi  pleito  con  la  compañía  de 
Turkia  no  estaba  acabado  aun,  por  causa  de  las  dili- 
gencias en  contrario  de  Sir  John  Spencer  en  la  corte  de 
la  reina  de  Inglaterra,  procurando  sacar  libre  su  dinero, 
que  yo  habia  obligado  en  Venecia  á  mi  dicha  pensión;  y 
por  eso  mi  propia  bolsa  no  estaba  todavía  á  disposición 
del  piloto  griego. 

»Y  en  su  consecuencia,  esperando  que  mi  pleito  aca- 
base bien  en  breve  tiempo,  escribí  otra  carta  á  este 
piloto  griego  desde  Venecia,  fecha  á' 20  de  Noviembre 
de  1596,  que  él  no  recibió.  Y  también  otra  carta,  en  24 
de  Enero  de  1597,  que  llegó  á  sus  manos.  Y  á  esta  me 
contestó  escribiéndome  una,  fecha  á  28  de  Mayo  de  1597 
la  cual  recibí  el  i.°  de  Agosto  por  medio  de  Thomas 
Norden,  mercader  inglés  que  entonces  vivia  en  Londres, 
en  cuya  carta  me  prometió  él  todavía  ir  conmigo  á  Ingla- 
terra para  efectuar  el  dicho  viaje  de  descubrimiento  del 
paso  Nordeste  en  el  mar  del  Sur,  si  le  mandaba  el  di- 
nero para  sus  gastos,  que  ya  me  habia  pedido,  y  sin  el 
cual  me  decia  que  no  podia  marchar,  imposibilitado  de 
hacer  nada,  cuando  estaba  en  el  buque  Santa  Anna^  que 
venia  de  China  y  fué  robado  en  California.  Posteriormente 
volví  á  escribirle  otra  carta  desde  Venecia,  á  la  cual  me 
contestó  escribiéndome  una  en  su  lenguaje  griego,  fecha 
á  20  de  Octubre  de  1598,  que  aún  conservo,  y  en  la  que 
otra  vez  me  prometia  ir  conjnigo  á  Inglaterra  y  llevar  á 


22  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

cabo  el  referido  viaje  de  descubrimiento  del  paso  Nor- 
deste en  el  mar  del  Sud  por  los  antedichos  estrechos,  que 
el  llamaba  Estrecho  de  Nova  Spania ,  lo  cual  él  decia 
que  no  era  más  que  un  viaje  de  treinta  dias  por  los  estre- 
chos, si  yo  le  mandaba  el  dinero  que  primeramente  me 
habia  escrito  para  sus  gastos.  Cuyo  dinero  aún  no  podia 
yo  enviarle,  porque  todavía  no  habia  logrado  recibir  la 
pensión  que  la  ya  citada  Compañía  de  Turquía  debia  de 
abonarme.  Y  de  este  modo  pasó  largo  tiempo  sin  ulterior 
diligencia  con  él  sobre  este  asunto. 

» Sin  embargo,  cuando  yo  mismo  estaba  en  Zante,  en 
el  mes  de  Junio  de  1602,  pensando  en  pasar  de  allí  á  In- 
glaterra por  mar,  porque  ya  entonces  habia  cobrado  un 
poco  de  dinero  de  la  Compañía  de  Turquía,  por  orden  de 
los  Lores  del  Consejo  privado  de  Inglaterra,  escribí  otra 
carta  á  este  piloto  griego,  á  Cefalonia,  requiriéndole 
que  viniese  á  verme  á  Zante  para  ir  conmigo  á  Inglater- 
ra; mas  no  obtuve  á  ella  respuesta  alguna,  porque  ya  ha- 
bia muerto  ó  estaba  próximo  á  morir  de  una  enfermedad 
muy  grave,  según  me  dijeron  mas  tarde  en  Zante.  Des- 
pués de  lo  cual  me  volví  por  mar  de  Zante  á  Venecia  y 
desde  allí  me  fui  por  tierra,  atravesando  Francia,  á  In- 
glaterra, adonde  llegué  en  la  Navidad  del  año  1602  con 
felicidad,  á  Dios  gracias,  después  de  diez  años  de  ausen- 
cia y  de  pasar  grandes  molestias  con  los  asuntos  de  la 
Compañía  de  Turquía,  la  cual  me  costó  una  gran  suma 
de  dinero,  que  aún  no  me  ha  satisfecho.» 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA.  23 

Ahora  continúa  diciendo  Burney: 

« Contra  la  validez  de  la  relación  que  antecede  se  ha 
objetado  que  ningún  autor  español  de  aquel  tiempo  ha 
hablado  de  Fuca  ni  de  sus  descubrimientos;  como  tam- 
poco semejante  nombre,  ni  circunstancia  alguna  de  tal 
descubrimiento  ha  sido  hallada  en  el  Archivo  General  de 
Indias,  en  Sevilla,  que  fué  registrado  en  1802  con  este 
objeto  especial.  Habiendo  quedado,  pues,  el  relato  con  la 
sola  autoridad  de  Mr.  Michael  Lok,  ha  sido  totalmente 
rechazado  por  muchos. 

»Sin  embargo,  debe  observarse  por  otra  parte,  que  no 
es  Mr.  Lok  un  nombre  ó  personalidad  ficticia.  Ha  sido  en 
Aleppo  cónsul  de  los  comerciantes  ingleses  que  traficaban 
con  Turquía,  empleo  de  suficiente  publicidad  para  que  la 
persona  que  lo  ocupase  pudiera  ser  fácilmente  creida  por 
el  tiempo  en  que  se  publicó  en  el  Purchas  (A.  D.  1625) 
la  susodicha  relación.  Existe  hoy,  asimismo,  una  tra- 
ducción inglesa,  publicada  en  161 2,  de  las  últimas  cinco 
Decadas  de  P.  Mártir^  hecha  por  Michael  Lok,  que  se 
supone  debe  ser  el  mismo  autor  que  nos  ocupa,  por  no 
ser  el  nombre  común  y  por  tratarse  en  ella  también  de 
los  descubrimientos  en  América.  Los  que  se  han  hecho 
en  nuestros  tiempos  han  suministrado  poderosos  argu- 
mentos d  favor  de  la  realidad  del  viaje  de  Fuca. 

»Ha  sido  hallado  un  estrecho  que  existe  en  la  costa 
occidental  de  América,  cerca  de  los  48  grados  de  latitud 


24  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Norte,  del  cual  muchos  grandes  y  profundos  canales  par- 
ten en  casi  todas  direcciones;  y  parece  extremadamente 
improbable  y  en  verdad  no  se  concibe  con  facilidad,  que  la 
mera  fantasía  ó  conjetura  pudiesen  acertar  en  la  descrip- 
ción de  un  estrecho  correspondiendo  tan  esencialmente 
con  la  realidad,  como  en  el  pasaje  siguiente,  que  dice: 
« — encontrando  una  ancha  entrada  de  mar  entre  los  47 
»y  48  grados  de  latitud,  él  se  aventuró  en  ella,  nave- 
y>  gando  más  de  veinte  dias ,  y  vio  que  la  tierra  se  exten- 
» dia  algo  todavía  hacia  el  N.  O.,  N.  E.  y  Norte,  y  tam- 
»  bien  al  Este  y  S.  E.»  Que  la  tierra  era  rica  en  oro  y 
plata,  se  podia  haber  supuesto  al  ver  las  venas  de  mine- 
ral en  ella.  Muchas  aserciones  iguales  se  encuentran  en 
los  relatos  de  los  primeros  descubrimientos  (exactas  algu- 
nas veces)  hechas  con  fundamentos  no  mejores.  La  an- 
chura de  la  entrada  del  estrecho  no  puede  admitirse  pro- 
piamente; pero,  respecto  á  exageraciones  se  ha  obser- 
vado con  oportunidad  que  la  relación  no  proviene  inme- 
diatamente de  Fuca  y  pudiera  muy  bien  haberse  añadido 
á  ella  unos  detalles  más  en  la  trasmisión.  Algunos  de 
nuestros  más  notables  geógrafos  dan  crédito  á  la  realidad 
del  viaje  de  Juan  de  Fuca^  sin  extender  por  ello  su  creen- 
cia á  todos  los  particulares  de  la  noticia;  y  el  estrecho 
que  ha  sido  hallado  en  la  costa  occidental  de  América  á 
los  48°  25'  de  latitud  Norte,  se  distingue  ahora  con  el 
nombre  de  Entrada  ó  Estrecho  de  Juan  de  Fuca.  > 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA.  25 

Con  lo  que  antecede  hemos  dado  á  conocer  cuanto  se 
sabe  sobre  Juan  de  Fuca ;  el  único  documento  que  de  él 
hace  mención;  la  sola  noticia  que  ha  servido  de  base 
para  comentar  su  viaje  extraordinario.  Poco  crédito  hu- 
biera logrado  en  todo  tiempo  sin  la  importancia  que  re- 
vestía la  personalidad  de  Mr.  Lok. 

Nuestro  insigne  escritor  D.  Martin  F'ernandez  de  Na- 
varrete  fué  comisionado  por  el  Gobierno  para  que  rebus- 
case prolijamente  los  archivos  y  emitiera  informe  sobre 
la  relación  original  ó  sobre  cualquier  documento  que  se 
refiriese  al  piloto  Juan  de  Fuca;  como  resultado  de  sus 
pesquisas  escribió  aquel  ilustre  erudito  una  memoria  (i) 
extensa  y  discretísima,  de  la  que  trasladamos  á  continua- 
ción lo  más  esencial  para  nuestro  propósito. 

Dice  Fernandez  Navarrete: 

« Ninguna  noticia  se  halla  en  nuestros  archivos  é  his- 
torias de  este  navegante  y  de  sus  descubrimientos.  Los 
autores  extranjeros  que  de  él  han  hablado  dicen  que 
Juan  de  Fuca  era  griego,  natural  de  Cefalonia,  y  su  ver- 
dadero nombre  Apostólos  Valerianos.  Ignórase  por  qué 
mudó  este  nombre  en  el  de  Juan  de  Fuca.  Algunos  opi- 
nan si  habría  sido  dependiente  de  los  Fúcares,  comer- 
ciantes alemanes,   conocidos  en  España   en  tiempo  de 


(i)     Publicóse  en  la  Colección  de  documentos  inéditos  para  la  Histo- 
ria de  España,  tomo  xv. 

3 


26  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Carlos  V  y  Felipe  II  por  sus  inmensas  riquezas,  logradas 
con  los  varios  asientos  que  tomaban  con  la  Real  Hacienda 
y  en  el  comercio  que  hacian  con  nuestra  nación ;  y  siendo 
amado  y  distinguido  por  ellos  adoptaría  su  nombre, 
pues  la  poca  variación  que  se  nota  de  suprimir  la  r  final, 
pudo  consistir  en  la  variedad  de  pronunciación  y  ortográ- 
fica de  las  lenguas  del  Norte  respecto  á  las  meridionales, 
ó  en  el  poco  conocimiento  que  llegó  Fuca  á  tener  de  la 
española.  En  1530  presentaron  los  Fúcares  un  memorial 
al  Rey  con  varias  proposiciones,  para  las  cuales  se  ofi'e- 
cian  al  descubrimiento,  población  y  fortificación  de  las 
islas  y  tierra  que  hay  desde  el  estrecho  de  Magallanes 
hasta  la  tierra  de  Chincha  y  de  Chiquilusmelares.  De 
resultas  de  la  respuesta  dada  por  el  Consejo  dieron  otro 
al  año  siguiente,  con  lo  cual  se  combina  que  sirviese  á 
los  Fúcares,  y  que  además  sea  cierto  lo  que  dice  el 
mismo  Fuca  de  haber  estado  más  de  cuarenta  años  al 
servicio  de  España  en  calidad  de  marinero  y  piloto,  de 
los  cuales  treinta  habia  servido  en  las  Indias  Occidenta- 
les. Contaba  él  mismo  que  en  la  nao  de  Acapulco,  apre- 
sada por  Cavendish  habia  perdido  60.000  ducados.  Y 
aquí  comienzan  á  encontrarse  motivos  para  dudar  de  la 
veracidad  y  buena  fe  de  Fuca,  debiendo  ser  falso  que  le 
robasen  tan  enorme  cantidad,  puesto  que  en  una  decla- 
ración jurídica  dada  en  Acapulco  por  el  capitán  de  la  nao 
al  dia  siguiente  de  su  entrada  en  aquel  puerto,  y  en  otra 
hecha  ante  el  presidente  y  oidores   de  la  audiencia  de 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUGA.  27 

Guadalajara  á  24  de  Enero  de  1588,  por  Antonio  Sierra, 
natural  de  Sanlucar  deBarrameda,  embarcado  en  la  misma 
nao,  ninguna  mención  se  hace  de  Juan  de  Fuca,  ni  de 
los  60.000  ducados  que  traia  y  perdió,  siendo  asi  que  se 
nombran  muchas  de  las  personas  que  venian  y  las  riquezas 
y  mercaderías  que  trasportaban,  expresando  cantidades 
mucho  menores  que  la  que  suponía  Fuca  le  pertenecía. 
» También  contaba  que  habia  sido  empleado  por  el 
Virey  de  Méjico,  como  piloto  de  una  expedición  de  tres 
buques,  que  bajo  el  mando  de  un  capitán  español  envió 
con  100  hombres  y  soldados  para  descubrir  por  la  costa 
del  mar  del  Sur  el  estrecho  de  Anian  y  fortificarle,  á  fin 
de  contener  á  los  ingleses  que  se  temia  pasasen  á  infes- 
tar aquella  mar;  pero  que  habiéndose  amotinado  los  sol- 
dados se  malogró  el  viaje,  y  hubieron  de  regresar  desde 
California  á  Nueva  España,  siendo  de  resultas  castigado 
el  capitán,  cuya  inicua  conducta  fué  la  causa  principal  de 
que  se  frustrase  el  éxito  del  viaje.  Parece  natural  que  este 
hecho,  por  ser  tan  público,  no  se  hubiese  borrado  de  la 
memoria  de  los  habitantes  de  Méjico  por  una  tradición 
continuada,  y  que  habia  de  constar  con  mayor  evidencia 
de  los  autos  y  procedimientos  judiciales  que  precisamente 
debieron  anteceder  al  castigo  de  este  capitán;  pero  hasta 
ahora  no  se  ha  hallado  documento  alguno  que  apoye  se- 
mejante noticia,  como  tampoco  ninguna  de  las  otras  que 
refiere  Fuca  de  sus  propios  sucesos.» 


28  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Supuesto  viaje  de  Juan  de  Fuca. — Para  reponerse 
en  parte  de  este  malogro,  añadió  Fuca,  que  en  el  año 
de  1592  el  mismo  Virey  (éralo  en  este  tiempo  D.  Luis 
de  Velasco  el  II,  que  empezó  á  gobernar  en  1590  y 
acabó  en  1595)  le  volvió  á  enviar  con  una  pequeña  cara- 
bela y  una  lancha  armada  solo  con  marineros  á  verificar 
aquel  descubrimiento  y  el  paso  á  la  otra  mar;  que  siguió 
su  derrota  en  aquel  viaje  al  O.  y  al  N.  O.  del  mar  del 
Sur  y  todo  lo  largo  de  la  Nueva  España,  California  y 
tierras  más  setentrionales ,  que  después  se  llamaron  Amé- 
rica del  Norte;  que  habiendo  visto  que  la  tierra  se  pro- 
longaba al  N.  y  N.  E.  con  una  ancha  entrada  de  mar 
entre  los  47^  y  48°  de  latitud,  entró  en  ella  y  siguió  su 
navegación  por  espacio  de  veinte  dias,  hallando  que  la 
tierra  continuaba  unas  veces  alN.  O.  N.  E.  yN.  y  otras 
al  E.  S.  E.  y  que  el  mar  era  más  ancho  en  dicha  entrada; 
y  proseguia  diciendo  que  pasó  por  varias  islas  en  su  na- 
vegación. En  la  parte  N.  O.  de  la  boca  del  estrecho,  avistó 
un  cabo  muy  notable  que  parecía  isla,  con  un  gran  piná- 
culo ó  roca  piramidal;  bajó  á  tierra  en  algunos  puntos  y 
vio  alguna  gente  cubierta  de  pieles  de  animales,  y  halló 
una  tierra  muy  fértil  y  rica  en  oro ,  plata ,  perlas  y  otras 
producciones,  en  todo  parecidas  á  las  de  Nueva  España. 
Habiendo  penetrado  hasta  aquí  en  el  estrecho,  llegado  al 
mar  del  N.,  y  hallando  á  este  bastante  ancho  por  todas 
partes,  y  de  treinta  á  cuarenta  leguas  en  la  embocadura 
del  estrecho  por  donde  entró,  creyó  haber  cumplido  del 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA.  29 

todo  SU  comisión;  y  hallándose  sin  armas  para  resistir  los 
ataques  de  los  indios,  regresó  á  Acapulco  en  el  mismo 
año,  con  esperanza,  decia,  de  ser  bien  premiado  por  el 
Virey  á  causa  del  servicio  hecho  en  este  viaje. 

€  Parecía  confirmarla  la  recepción  que  supone  le  hicie- 
ron en  Méjico;  pero  pasaron  dos  años  sin  lograr  cosa  que 
le  satisfaciese:  por  consejo  del  Virey,  que  le  persuadió 
que  en  España  se  le  recompensaría  con  magnificencia,  em- 
prendió el  viaje  á  la  Península.  En  la  corte  íué  recibido 
con  muy  buenas  razones  (al  estilo  español,  dice  la  rela- 
ción); pero  después  de  mucho  tiempo  perdido  en  preten- 
siones infiructuosas,  creyendo  que  nada  podría  lograr,  por 
que  el  gobierno  español  que  sabia  que  los  ingleses  hablan 
abandonado  todos  sus  viajes  de  descubrimientos  del  paso 
del  N.  O.,  y  no  recelaba  que  estos  pasasen  el  mar  del  Sur, 
le  eran  inútiles  sus  servicios  en  este  punto;  se  salió  fiírti- 
vamente  de  España  y  se  dirigió  á  Italia  para  regresar 
desde  allí  á  su  patria  á  descansar  los  últimos  años  de  su 
vida  en  compañía  de  sus  deudos. 

» Desembarcó  en  Liorna,  y  desde  allí  fijé  á  Florencia, 
donde  encontró  á  un  tal  Juan  Dowglass,  inglés,  famoso 
marinero,  que  se  disponía  á  ir  á  Venecia  de  piloto  en 
un  buque  veneciano  llamado  la  Ragasona,  y  juntos  pasa- 
ron á  esta  última  ciudad,  donde  por  medio  de  Dowglas 
trabó  relaciones  con  Miguel  Lok,  cónsul  que  habia  sido 
de  Alepo,  quien  seguia  en  Venecia  un  pleito  con  la  com- 
pañía de  mercaderes  de   Turquía  y  el  caballero  Juan 


30  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Spencer,  su  director  en  Londres,  sobre  pago  de  los  suel- 
dos devengados  en  su  empleo.  Con  este  Miguel  Lok 
tuvo  una  conferencia  en  que  le  declaró  todo  lo  que  aca- 
bamos de  referir,  y  dijo:  que  en  atención  á  la  mala  re- 
compensa que  habia  recibido  de  los  españoles,  estaba 
pronto  á  ir  á  Inglaterra  al  servicio  de  la  Reina  Isabel,  de 
cuyo  generoso  ánimo  esperaba  le  indemnizaría  de  las  pér- 
didas que  le  hizo  sufrir  el  capitán  Cavendish,  y  él  en 
pago  contribuiria  al  completo  descubrimiento  del  paso 
del  N.  O.  exponiendo  su  vida  para  su  cumplimiento, 
si  S.  M.  le  proporcionaba  un  solo  buque  de  cuarenta  to- 
neladas y  una  pinaza.  En  treinta  dias  ofrecía  ejecutar  este 
viaje  desde  un  extremo  al  otro  del  estrecho,  y  le  suplicó 
que  así  lo  escribiera  á  Inglaterra.  En  consecuencia  de 
esta  y  otra  conferencia  que  tuvo  con  Fuca,  Lok  escribió 
á  Inglaterra  al  Lord  tesorero  Cecil,  al  caballero  Walter 
Raleigh,  y  al  famoso  cosmógrafo  Ricardo  Hakluyt,  infor- 
mándoles de  todo  y  rogándoles  adelantasen  al  piloto 
griego  I  oo  libras  para  llevárselo  consigo  á  Inglaterra,  no 
pudiéndolo  Lok  hacer  á  sus  expensas,  porque  el  pleito 
tenia  harto  menoscabados  sus  intereses. 

» Agradó  en  Inglaterra  la  propuesta ;  pero  no  habiendo 
aprontado  el  dinero  á  los  veinte  dias  de  la  segunda  con- 
ferencia con  Lok,  abandonó  Fuca  á  Venecia  y  partió 
para  Cefalonia,  su  patria.  Siguió  Lok  correspondencia 
con  él,  y  esperanzado  de  salir  bien  del  litigio,  por  haberse 
dignado  los  señores  del  Consejo  privado  de  Inglaterra  to- 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUGA.  31 

mar  en  él  conocimiento,  creyó  poder  con  sus  propios  me- 
dios llevarle  á  Inglaterra;  y  en  1596  le  escribió  desde 
Venecia  á  Zante  una  carta  que  le  remitió  por  el  buque 
Querubin,  y  otras  después  por  otros  medios,  á  las  que 
contestó  diciendo  que  no  sólo  estaba  pronto  á  cumplir  lo 
prometido,  sino  que  tenia  veinte  hombres  valientes  dis- 
puestos á  seguirle,  pero  que  para  todo  necesitaba  el  di- 
nero que  le  tenia  pedido.  Esta  carta  recibió  Lok  en  Ve- 
necia  en  I  ó  de  Noviembre  de  1596;  y  no  habiéndose 
aún  terminado  su  pleito  á  causa  de  la  solicitud  que  hizo 
en  Inglaterra  al  caballero  Spencer,  se  halló  imposibilitado 
de  cumplir  lo  contratado  con  Fuca.  Pasaron  varios  años 
en  estas  contestaciones,  hasta  que  por  último,  hallándose 
Lok  en  Zante,  en  1602,  y  teniendo  cobrado  algún  dinero 
de  la  compañía  de  Turquía ,  escribió  al  piloto  requirién- 
dole  se  reuniese  con  él  en  Zante  para  pasar  juntos  á 
Inglaterra,  pero  no  tuvo  contestación,  y  luego  supo  que 
ó  habia  muerto,  ó  estaba  próximo  á  morir  de  una  grave 
enfermedad  en  su  patria. 

Pruebas  que  existen  contra  la  relación  del  via- 
je.— Esto  es  la  historia  de  las  aventuras  y  descubrimientos 
de  Fuca,  cuya  noticia  nos  conservaron  Lok  y  Dowglass. 
Es  probable  que  aquel  aventurero  acosado  por  el  hambre 
ó  excitado  por  la  codicia  tratase  de  engañar  á  los  ingleses 
con  falsas  relaciones,  por  -ver  si  conseguía  protección  y 
acrecentamiento.  Sabia  que  á  ningún  pueblo  habia  lla- 
mado más  la  atención  el  conocimiento  del  abreviado  paso 


32 


CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


que  á  la  nación  inglesa,  que  envidiosa  de  las  riquezas 
que  á  los  españoles  y  portugueses  proporcionaban  sus 
descubrimientos,  queria  hallar  nuevas  vías  por  donde  ad- 
quirir poder  con  que  contrarestar  su  preponderancia.  La 
Reina  Isabel  fué  quien  más  alentó  estos  conatos,  hon- 
rando á  los  que  á  ellos  se  aventuraban.  Frobisher  hizo  con 
este  objeto  tres  expediciones  en  aquel  tiempo,  y  Davis 
otras  tantas  que  por  lo  mismo  que  no  dieron  resultados 
satisfactorios ,  avivaron  el  deseo  de  encontrar  nuevos  me- 
dios de  conseguir  la  empresa:  por  esto  sin  duda  supuso 
Fuca  haber  hecho  un  viaje  al  descubrimiento  del  N.  O.  de 
la  América,  creyendo  que  nada  como  esto  le  habia  de 
lograr  la  protección  de  la  Reina  de  Inglaterra,  ni  propor- 
cionarle medio  de  mejorar  de  fortuna  en  sus  Estados.  Esta 
es  la  opinión  mas  probable  según  demostraremos  luego. 
» Algunos  sin  embargo  defienden  la  verdad  del  viaje, 
fundados  en  que  los  reconocimientos  de  este  navegante, 
tienen  mucha  semejanza  con  los  hechos  últimamente  en  el 
estrecho  que  lleva  su  nombre,  y  juzgan  que  si  en  la  rela- 
ción hay  alguna  inexactitud,  debe  atribuirse  á  que  comu- 
nicado oralmente,  los  que  nos  le  han  trasmitido,  por  olvido 
de  sus  circunstancias,  ó  por  malicia,  la  han  adulterado. 
De  esta  opinión  es  Dalrimple,  escritor  célebre  por  sus 
conocimientos  geográficos.  Este  autor  y  otros  piensan 
que  la  entrada,  que  han  encontrado  recientemente  los 
españoles  por  la  cual  en  veinte  y  siete  fueron  llevados  á 
la  vecindad  de  la  bahía  de  Hudson,  corresponde  á  la  que 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA.  33 

halló  Fuca;  y  aunque  hay  alguna  diferencia  en  la  latitud, 
creen  que  este  error  no  puede  influir  en  descrédito  de  la 
relación  si  se  considera  el  valor  á  que  suelen  ascender  los 
yerros  de  la  estima,  y  la  poca  exactitud  de  medios  que 
ofrecia  el  arte  de  navegar  en  el  siglo  xvi.  Embocado  el 
canal  hasta  la  isla  de  Bonilla,  donde  ya  se  halla  mayor 
anchura,  se  ven  canales  y  tierras  al  N.  O.,  al  N.  y  N.  E., 
y  aun  al  S.  E.  de  las  bocas  de  Caamaño.  Lo  que  Fuca 
creyó  la  boca  de  treinta  ó  cuarenta  leguas  que  termina  en 
el  mar  del  N.,  juzgan  que  es  la  entrada  al  canal  del  Rosa- 
rio, antes  de  llegar  á  la  punta  de  Cepeda;  de  donde  supo- 
nen retrocedió  el  navegante.  Para  dar  mayor  fuerza  á  esta 
opinión,  el  comandante  de  una  nave  de  comercio,  dijo 
haber  visto  una  roca  piramidal  por  la  latitud  de  47^,  47'; 
desgraciadamente  no  hay  cerca  de  esta  roca  ninguna 
abertura  que  pueda  hacer  creer  que  es  la  misma,  vista 
por  el  piloto  griego;  pero  para  sostener  su  hipótesis,  no 
hallan  repugnancia  en  saltar  por  encima  de  esta  diferen- 
cia, y  suponen  que  la  abertura  está  un  poco  más  al  Norte. 
»De  este  modo  intenta  conformar  su  derrota  con  el 
exacto  conocimiento  que  se  tiene  hoy  dia  de  aquellas  re- 
giones. Pero  esta  conformidad  desaparece  si  se  ve  el 
asunto  de  cerca,  y  los  endebles  fundamentos  en  que  se 
sostiene  esta  opinión,  se  desmoronan  en  tocándolos.  Un 
navegante  célebre  ( i )  que  por  sí  mismo  examinó  aquellos 

(i)    Wancouver,  Viajes,  torpo  iii,  página  _52i 


34  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

mares,  observó  al  contrarío  que  la  costa  que  se  extiende 
entre  los  paralelos  donde  se  coloca  el  estrecho  de  Fuca, 
está  sin  tal  entrada  ó  cortadura,  que  los  ríos  del  continente 
no  presentan  ninguna  que  se  asemeje  á  la  de  Fuca,  tal 
como  la  describe;  y  en  fin  que  la  que  se  llama  estrecho  de 
su  nombre,  en  lugar  de  estar  entre  los  47^  y  48°  está  en 
los  48^  y  49°  de  latitud  N.  y  no  conduce  á  un  mar  Medi- 
terráneo, que  sea  mucho  más  espacioso.  El  error  de  un 
grado  en  latitud  es  demasiado  grande  para  que  pueda 
atribuirse  á  la  ignorancia  de  su  siglo,  y  á  la  inexactitud 
de  las  observaciones  astronómicas  de  aquel  tiempo;  y  si 
los  defensores  de  Juan  de  Fuca  se  empeñasen  en  soste- 
nerlo, podrá  respondérseles  que  Francisco  Drake,  que 
precedió  á  Fuca,  jamás  cayó  en  error  tan  considerable, 
y  cuenta  que  los  ingleses  no  estaban  entonces  más  ade- 
lantados que  los  españoles  en  la  cosmografia.  La  roca  pira- 
midal nada  puede  probar,  porque  son  muy  comunes  ro- 
cas de  esta  especie,  no  sólo  en  aquellas  costas  sino  en 
muchas  otras.  Únese  á  esto  la  falta  de  verdad  en  la  pin- 
tura del  país  que  nos  describe;  pues  lo  supone  fértil, 
cuando  se  hace  notable  por  su  esterilidad ;  y  rico  y  abun- 
dante en  perlas,  plata  y  oro,  siendo  así  que  es  un  terreno 
mísero  en  que  apenas  se  conocen  los  metales  preciosos, 
y  se  miran  con  grande  estimación  las  conchas  de 
Monterey. 

» Aunque  todos  estos  argumentos  prueban  la  falsedad 
de  la  relación,  siendo  posible  que  los  errores  consistiesen 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA  35 

en  la  adulteración  y  falta  de  inteligencia  de  los  que  nos 
la  han  conservado,  tratóse  de  examinar  los  archivos  ge-. 
nerales  y  particulares  del  reino,  donde  á  ser  cierto  el 
viaje,  debian  encontrarse  noticias  más  exactas  y  positivas 
que  rectificasen  las  que  poseemos.  No  habiendo  encon- 
trado ni  aun  por  incidencia  el  autor  de  esta  Memoria  (que 
por  su  comisión  de  reconocer  los  archivos  del  reino  para 
formar  su  colección  de  marina  habia  revuelto  gran  número 
de  documentos  y  papeles  inéditos)  el  nombre  de  Fuca  en 
cuantos  tenia  reconocidos,  escribió  á  su  amigo  D.  Juan 
Agustín  Cean  Bermudez,  encargado  por  S.  M.  del  arreglo 
del  archivo  general  de  Indias  de  Sevilla,  envíándole  un 
interrogatorio  muy  circunstanciado  para  que  ora  por  la 
serie  cronológica  de  los  sucesos,  ora  por  el  nombre  de 
los  personajes  que  mediaron  en  ellos  y  por  los  países  y 
provincias  que  descubrieron,  ó  en  que  se  hallaron,  inda- 
gase las  noticias  que  hubiese  de  éste  y  otros  famosos  na- 
vegantes y  de  sus  celebradas  empresas;  pero  Ceah  des-, 
pues  de  haber  registrado  con  la  prolijidad  y  exactitud 
que  acostumbraba  todos  los  índices  é  inventarios  del  ar- 
chivo y  las  cartas  y  correspondencias  de  los  años  en  que 
se  supone  dicho  viaje,  nada  encontró  que  revelase  su  exis- 
tencia. Wancouver  dice  que  preguntando  á  los  oficiales 
que  estaban  en  Nutka  con  Malaspina  y  Cuadra,  asegura- 
ron que  era  la  primera  vez  que  oian  hablar  de  estos 
descubrimientos,  hechos  en  bajeles  del  Rey  de  EspañsC; 
y  añade,  que  relativamente  á  Fuca,  Fonte  y  otros  naver 


36         CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

gantes  de  esta  especie  sabían  menos  que  los  ingleses, 
según  lo  acreditaban  algunas  obras  publicadas  en  Ingla- 
terra. iQué  mayor  prueba  de  la  falsedad  de  estos  viajes, 
que  la  ignorancia  y  falta  de  datos  que  acerca  de  ellos 
habia  no  sólo  en  España  sino  entre  marinos  y  geógrafos 
instruidos  que  recorrían  los  países  en  que  debieron  apres- 
tarse.? 

» Pero  aún  hay  otra  mayor  prueba  y  es  la  inexistencia 
de  la  comunicación  que  pretende  Fuca  haber  descubierto 
de  un  mar  al  otro  por  parajes  exactísimamente  reconoci- 
dos en  el  dia.  La  entrada  de  Juan  de  Fuca  existe,  si  bien 
es  falso  que  comunique  con  el  mar  Atlántico.  El  primero 
que  la  reconoció  fué  el  capitán  inglés  Barklay  que  salió 
de  Ostende  en  1786  en  un  navio  llamado  ^B/  águila 
imperial, »  A  los  dos  años  el  Capitán  Duncan  visitó  tam- 
bién esta  boca  y  dio  de  ella  una  carta  que  en  1790  hizo 
grabar  el  célebre  geógrafo  de  la  compañía  de  Indias  Ale- 
jandro Dalrimple.  El  mismo  viaje  hizo  en  1789  el  capi- 
tán Meares,  que  dijo  habia  penetrado  más  de  treinta  mi- 
llas por  el  estrecho,  y  luego  le  siguieron  en  la  visita  de 
aquellas  costas  Porblok,  Dixon,  Tipping,  Collnet,  Dow- 
glas  y  otros  navegantes.  M.  Laperouse  en  Agosto  de 
1786  estuvo  cerca  de  la  embocadura  del  estrecho  y  si 
una  espesa  niebla  y  un  golpe  de  mar  no  le  hubieran  obli- 
gado á  pasar  de  largo  hubiera  sido  el  primero  que  volvió 
á  hallar  esta  famosa  entrada.  Meares  contaba  que  un  ca- 
pitán americano  que  llamó  Grey ,  y  en  seguida  Kendrick, 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA.  37 

internándose  en  ella  con  el  bajel  Washington  encontró  un 
gran  mar  interior ,  y  navegando  en  un  gran  archipiélago 
salió  detrás  de  Nutka  en  latitud  de  561° — Esta  relación 
apareció  en  Londres  en  1790,  acompañada  de  una  carta 
con  la  supuesta  derrota  del  Wassington\  pero  no  se  le  dio 
gran  fe,  puesto  que  publicando  cuatro  años  después  el 
geógrafo  Arrowsmith  un  gran  mapamundi  en  que  trazó  to- 
dos los  nuevos  descubrimientos,  no  puso  los  del  capitán 
americano  Dixon,  tuvo  algunas  disputas  con  Meares,  y 
descubrió  muchas  falsedades  é  inconsecuencias  en  sus 
narraciones;  y  como  la  mentira  no  puede  estar  mucho 
tiempo  oculta,  pues  la  Providencia  se  vale  de  los  mas  ex- 
traños medios  para  que  se  descubra,  cuando  en  1792 
M.  Wancouver  reconocía  aquellos  parajes  en  busca  del 
supuesto  mar  interior,  encontró  al  mismo  Gray  que  quedó 
sorprendido  al  saber  las  patrañas  que  tomando  su  nom- 
bre propalaban  en  Europa,  y  confesó  que  habia  pene- 
trado cincuenta  millas,  cuando  más,  en  el  canal,  retroce- 
diendo en  seguida. 

T>  La  marina  española  no  quiso  ser  ociosa  espectadora 
en  una  cuestión  que  interesaba  á  la  geografía;  y  en  1790 
y  91,  registró  el  estrecho  D.  Francisco  Elisa,  comandante 
del  establecimiento  de  San  Lorenzo  de  Nutka.  Un  año 
antes,  hallándose  en  este  puerto  el  alférez  de  navio  don 
Esteban  Martínez,  después  de  haber  tomado  posesión 
de  él  en  nombre  de  S.  M.,  recordó  que  en  1774,  á  su 
vuelta  de  su  viaje  al  Norte,  habia  creido  ver  una  entrada 


38  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

muy  ancha  por  los  48°  20'  de  latitud.  Comisionó  un  se- 
gundo piloto  con  la  goleta  Gertrudis^  para  que  se  cer- 
ciorase de  si  existia  ó  no  tal  entrada,  el  cual  volvió 
diciendo  la  habia  hallado  de  veinte  y  una  millas  de  ancho 
y  que  su  medianía  estaba  48°  30'  de  latitud,  y  19°  28' 
al  O.  de  San  Blas.  Dio  parte  á  la  superioridad,  sospe- 
chando fuese  éste  el  estrecho  de  Fuca  de  que  los  ma- 
rinos españoles  no  tenian  hasta  entonces  más  que  vagas 
y  confusísimas  noticias,  y  esto  motivó  el  que  se  comu- 
nicase orden  á  Elisa,  para  hacer  practicar  en  él  un  re- 
conocimiento prolijo.  Envió  al  alférez  de  navio  don 
Manuel  Quimper,  mandando  la  balandra  Princesa  Real, 
que  saliendo  de  Nutka  el  3 1  de  Mayo,  reconoció  el  puerto 
de  Claucaud,  se  internó  después  en  el  canal  de  Fuca,  vi- 
sitó algunos  puertos  y  parte  de  la  costa,  levantó  planos, 
y  se  retiró  el  primero  de  Agosto  por  no  permitirle  los 
tiempos  continuar  los  trabajos.  Al  año  siguiente  tuvo 
Elisa  órdenes  del  virey  para  llevar  á  cabo  este  reconoci- 
miento que  tenía  suspensa  la  curiosidad  de  los  geógrafos. 
» Después  de  un  invierno  riguroso  en  que  padecieron 
mucho  las  tripulaciones  de  las  dos  fragatas  de  su  mando, 
Concepción  y  Princesa,  hasta  el  punto  de  tener  que  enviar 
esta  última  á  los  puertos  de  la  Nueva-California,  con  32^ 
enfermos  que  adolecían  de  escorbuto  y  otras  graves  do- 
lencias, salió  de  San  Blas  el  4  de  Febrero  de  1791  á 
socorrerle  el  paquebot  del  Rey  San  Carlos,  al  mando  del 
alférez  de  navio  D.  Ramón  Saavedra,  llevando  por  piloto 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA.  39 

á  D.  Juan  Pantoja  y  Arriaga,  y  llegó  á  su  destino  á  los 
cincuenta  dias  de  navegación,  habiendo  experimentado 
vientos  inconstantes,  temporales  con  granizos  y  noches 
enteras  de  copiosas  nevadas.  Elisa  que  tenía  mandado 
aparejar  la  fragata  Concepción  para  hacer  algunos  recono- 
cimientos, luego  que  vio  el  paquebot  determinó  embar- 
carse en  él,  dejando  en  custodia  de  Nutka  al  mando  de 
D.  Ramón  Saavedra  la  fragata,  por  ser  de  más  respeto; 
pues  armada  en  guerra  montaba  treinta  cañones  de  á  doce 
y  ocho.  El  dia  3  de  Mayo  tenía  Elisa  presto  el  paquebot 
para  darse  á  la  vela ,  y  reconocer  en  cumplimiento  de  las 
órdenes  con  que  se  hallaba  toda  -la  costa  septentrional 
desde  el  cabo  de  S.  Elias,  que  se  halla  en  los  60^,  hasta 
el  puerto  de  la  Trinidad,  que  está  en  los  4 1 ,  con  particu- 
laridad los  puntos  del  cabo  de  S.  Elias,  entrada  enBuca- 
reli,  estrecho  del  almirante  Fonte,  puerto  de  Cayuela, 
boca  de  Carrasco,  estrecho  de  Juan  de  Fuca,  entrada  de 
Heceta  y  puerto  de  la  Trinidad.  Para  poder  registrar  los 
canales,  senos  y  bocas  donde  no  pudiera  entrar  el  paque- 
bot, llevó  consigo  la  goleta  Saiita  Saturnina^  por  otro 
nombre  la  Horcasitas^  que  tenía  cubierta  y  podia  resistir 
cuatro  cañones  de  á  tres  al  mando  del  segundo  piloto  don 
José  María  Narvaez.  Ambas  embarcaciones  se  espiaron 
el  4  de  Mayo  por  la  boca  del  puerto;  pero  un  viento 
fresco  de  S.  O.  las  obligó  á  fondear  de  nuevo.  Salieron 
el  5  con  terral  del  N.  O.  y  luego  con  viento  fresco 
del  O.  N.  O.  navegaron  al  S.  O.,  procurando  la  conserva 


40  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

de  la  goleta  que  no  podía  aguantar  vientos  tan  duros. 
Aunque  la  idea  de  Elisa  fué  salir  para  los  60*^  la  dificul- 
tad de  mantener  la  conserva  de  la  goleta,  y  la  utilidad  de 
tener  este  buque  para  los  reconocimientos,  le  determina- 
ron á  arribar  al  puerto  de  Cayuela  para  reconocer  el  pe- 
dazo de  costa  que  hay  desde  él  al  de  la  Trinidad.  El 
dia  7  á  las  seis  de  la  tarde  fondo  en  Cayuela.  Está  el 
puerto  en  latitud  N.  49""  8'  y  21°  27'  O.  de  San  Blas.  El 
dia  10  á  la  una  y  media  de  la  tarde  se  hizo  á  la  vela  la 
goleta  para  reconocer  la  boca  del  N.  de  este  fondeadero, 
y  al  siguiente  el  piloto  Pantoja  con  la  lancha  armada  re- 
conoció la  del  N.  O.  La  goleta  volvió  el  14  evacuada  su 
comisión;  y  su  capitán  dijo  no  haber  hallado  en  todo  lo 
que  anduvo  ranchería  alguna;  y  que  habiendo  entrado 
por  la  boca  del  N.  navegó  la  vuelta  del  E.  un  brazo  de 
mar  de  quince  millas  de  largo  y  tres  en  lo  más  ancho; 
pero  hallándole  el  fin  retrocedió.  Encontró  próximos  otros 
dos  brazos  que  van  por  el  Norte,  uno  de  diez  y  ocho  mi- 
llas de  largo  y  cuatro  y  media  de  ancho,  y  otro  de  diez 
de  largo  y  tres  de  ancho,  terminando  todos  en  las  faldas 
de  montañas  cuyas  cimas  estaban  cubiertas  de  nieve: 
el  1 8  se  concluyó  de  levantar  con  el  bote  el  plano  de  este 
fondeadero  de  Cayuela,  que  no  puede  llamarse  puerto 
porque  es  sólo  formado  de  varias  islas,  y  está  por  algu- 
nas partes  descubierto. 

>  El  19  volvió  con  la  lancha  el  piloto ,  por  término  de 
ocho  dias;  y  habiendo  navegado  por  la  boca  y  canal 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA.  41 

del  N.  O.  reconoció  las  boca  de  Saavedra  que  salen  á  la 
mar,  y  tienen  cubiertas  las  entradas  de  islas  y  bajos;  se 
dirigió  de  allí  al  seno  de  S.  Juan  Bautista,  y  habiendo 
navegado  por  el   canal   de   San  Antonio,  descubrió  el 
puerto  de  San  Isidro  é  isla  de  San  Pedro,  y  reconoció  la 
bahía  de  San  Rafael ,  que  es  en  su  interior  un  puerto  muy 
resguardado  con  dos  rancherías  al  E.  y  O.  Los  indios  de 
este  punto  arrojaban  flechas  á  los  de  la  lancha,  cuando 
para  levantar  el  plano  del  puerto  se  acercaban  á  tierra,  y 
los  españoles  se  defendieron  con  la  fusilería;  pero  rece- 
loso de  esta  hostilidad  el  piloto,  hizo  derrota  por  el  canal 
de  San  Francisco  sin  acabar  el  plano   ni  tomar  posesión. 
Los  indios  le  siguieron  en  gran  número  con  sus  canoas. 
Al  pasar  por  las  bocas  de  San  Saturnino  vio  otra  gran  ran- 
chería; siguiendo  su  derrota   fondeó  en  una  isleta,  donde 
estuvo  toda  la  noche  en  espectativa  sobre  las  armas,  y 
determinó  retroceder  y  seguir  descubriendo  los  brazos  que 
le  quedaban  por  el  N.  E.  Sin  embargo  de  verse  acosado 
por  los  indios  que  sin  atreverse  á  ofenderle,  daban  mu- 
chos y  desentonados  alaridos,  levantó  y  situó  el  canal  de 
San  Juan  Nepomuceno  y  las  muchas  islas  que  contiene,  y 
en  él  descubrió  los  dilatados  puertos  de  Güemes  y  Giral- 
de,  que  son  tan  resguardados  como  capaces,  y  tienen  dos 
ríos  de  agua  cristalina,  el  uno  de  ellos  en  extremo  caudalo- 
so. Los  naturales  son  semejantes  á  los  de  Nutka,  aunque 
más  aseados  y  tratables,  y  más  suaves  en  sus  costumbres 
pues  no  comen  carne  humana.  El  20  de  Mayo  ordenó  el 


42  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

comandante  al  capitán  de  la  goleta  fuese  á  reconocer  con 
prolijidad  el  interior  de  la  entrada  de  Carrasco^  cuya  me- 
dianía está  por  los  48°  752'  latitud  N.  y  20°  41'  longi- 
tud O.  de  San  Blas,  y  que  concluido  el  reconocimiento 
fuese  á  reunirse  con  Elisa  al  punto  de  Córdoda,  situado 
tres  leguas  del  canal  de  Lope  de  Haro,  dentro  del  estre- 
cho de  Fuca. 

>  Los  que  quedaban  en  Cayuela  dieron  la  vela  el  2  2 , 
entraron   en  el  estrecho   el  20,  y  el  29  fondearon  en  el 
puerto    de    Córdoba,    encontrando     16"    45'    de    varia- 
ción N.  E.  bien  observada.  Desde  que  embocaron  el  es- 
trecho vieron  á  sus  costados  multitud  de  canoas  con  mu- 
chos indios,  con  quienes  trataron.  Todos  traian  sus  arcos 
y  carcaxes  con  provisión  de  flechas;  y  viendo  que  los  es- 
pañoles se  internaban  en  él,  les  preguntaban  dónde  iban, 
y  qué  querían;  manifestándoles  con  palabras  y  señas,  que 
en  el   interior  habia  hombres  muy  malos,  que  hieren  y 
matan  con  lanzas,  flechas  y  macanas.   Luego   tuvieron 
ocasión  de  confirmar  esta  noticia ;  porque  el  31  á  la  ma- 
drugada, habiendo  salido  la  lancha  armada  en  guerra  á 
explorar  la  boca  é  interiores  del  canal  de  Lope  de  Haro^ 
volvió  manifestando  no  podia  continuar  la  comisión  por 
haberse  visto  sorprendida  desde  que  entró  en  él  por  mu- 
chas canoas  de  indios,  á  quienes  se  vio  precisada  á  hacer 
disparos,  y  que  al  mismo  tiempo  sin  aterrase  por  el  es- 
tampido de  las  armas  de  fuego  concurría  mucha  indiada 
á  tierra,  echando  canoas  al  agua,  tocando  alarma  y  re- 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA.  43 

partiendo  flechas;  con  lo  cual  y  con  las  noticias  que  ya 
tenían,  tomaron  la  determinación  de  regresar.  Así  espe- 
raron al  capitán  de  la  goleta  que  vino  el  11  de  Junio, 
averiguado  ser  la  entrada  ó  boca  de  Carrasco  un  gran 
archipiélago  de  islas  pequeñas,  que  tiene  de  E.  á  O.  seis 
leguas,  y  de  N.  á  S.  cuatro:  tienen  lo  interior  de  la  tierra 
dos  brazos  de  mar  de  media  legua  de  ancho,  que  se  in- 
ternan mucho ,  los  cuales  sólo  se  pudieron  explorar  por  la 
extensión  de  tres  leguas  por  los  temporales,  la  falta  de 
víveres  y  los  insultos  de  los  indios,  que  eran  guerreros  y 
atrevidos.  El  14  de  Junio  armadas  la  goleta  y  la  lancha 
en  guerra,  con  municiones,  tropa  y  gente,  fueron  destina- 
dos á  examinar  el  canal  de  Lope  de  Haro,  para  que  to- 
mando cada  embarcación  una  costa  del  canal  concluyesen 
el  reconocimiento  en  cuatro  dias;  pero  sucedió  al  contra- 
rio ,  porque  hallándose  en  un  inmenso  archipiélago  de 
islas,  cayos,  rocas  y  bocanas,  determinaron  no  separarse, 
pues  de  hacerlo  de  otro  modo,  sería  fácil  que  no  se  en- 
contrasen en  muchos  dias.  Fueron  haciendo  gran  número 
de  marcaciones  y  enfilaciones,  y  dejaron  á  la  parte  del  O. 
varias  bocanas  y  brazos  formados  al  parecer  de  muchas 
islas,  que  no  emprendieron  reconocer  por  considerar  ser 
necesarios  muchos  dias.  Seguidos  los  reconocimientos 
hizo  Elisa  examinar  parte  de  la  costa  al  piloto  D.  José 
Narvaez,  no  pudiendo  hacerlo  por  sí,  á  causa  de  haber 
caido  enfermo.  Nada  se  halló  que  conviniese  con  lo  que 
Fuca  suponía  haber  hecho,  ni  que  diese  una  idea  de  la 


44  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

existencia  del  paso.  Permanecieron  en  el  canal  hasta  el 
dia  y7  de  Agosto,  en  que  se  vieron  precisados  á  retirarse 
por  tener  ya  escorbútica  parte  de  la  tripulación,  y  carecer 
de  dietas  que  suministrarla.  Aunque  nada  se  habia  visto 
que  anunciase  el  paso,  Elisa  confundido  y  perplejo  con 
aquel  laberinto  de  canales,  y  temiendo  que  se  hubiese  es- 
capado á  sus  investigaciones  alguno,  que  extendiéndose 
más  que  los  otros  proporcionase  comunicación  al  otro 
mar,  no  se  atrevió  á  separarse  de  la  vulgar  opinión;  así 
es  que  vuelto  á  Nutka,  escribió  al  Virey  asegurándole 
<  que  el  paso  al  Océano ,  que  con  tanto  anhelo  buscan 
sobre  esta  costa  las  naciones  extranjeras,  si  es  que  lo 
hay,  le  parecía  no  hallarse  por  otra  parte  que  por  este 
gran  canal.» 

Todo  lo  escrito  por  D.  Martin  Fernandez  Navarrete 
se  refiere  á  una  época  relativamente  lejana,  en  la  que  los 
reconocimientos  efectuados  en  el  estrecho  de  Fuca  ó  de 
Vancouver  no  hablan  conseguido  la  perfección  de  nues- 
tros dias;  hoy  se  halla  fuera  de  toda  duda  su  configura- 
ción topográfica.  Sin  embargo  de  esto,  el  mismo  Sr.  Na- 
varrete, en  su  examen  y  comentarios  á  los  viajes  de  las 
goletas  Sutil  y  Mejicana^  expresa  la  íntima  convicción 
que  adquirieron  sus  respectivos  Comandantes  de  la  no 
existencia  del  paso  como  resultado  de  las  exploraciones 
efectuadas  en  todo  aquel  estrecho.  Los  dichos  Coman- 
dantes Alcalá  Galiano  y  Valdés  añadieron  en  su  relación 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FÜCA.  45 

detalles  que  juzgaron  de  gran  peso  para  confirmar  como 
apócrifo  el  viaje  de  Juan  de  Fuca,  tales  como  la  esterili- 
dad y  tristeza  de  las  comarcas  interiores  del  estrecho  y 
su  carencia  de  producciones  terrestres  y  marinas,  y  más 
aún  de  los  metales  preciosos  de  que  se  las  suponia  abun- 
dantes. 

Hoy,  repetimos,  no  es  necesario  indicar  que  efectiva- 
mente el  paso  por  aquel  estrecho  del  Pacífico  al  Atlánti- 
co, ha  sido  siempre  de  todo  punto  imposible.  No  puede 
admitirse  como  probable  el  socorrido  recurso  de  las  con- 
vulsiones geológicas,  porque  se  encontraría  desmentido 
con  los  más  recientes  estudios  de  aquellos  terrenos.  Dé- 
bese, pues,  negar  en  absoluto  el  viaje  de  Juan  de  Fuca 
tal  y  como  él  pretende  haberlo  realizado;  pero  ¿  debe  ne- 
garse igualmente  que  este  piloto  haya  descubierto  el  es- 
trecho que  más  tarde  reconocieron  Vancouver  y  otros 
muchos  ilustres  marinos  ?  ¿  Débese  negar,  si  no  la  existen- 
cia de  Juan  de  Fuca,  al  menos  el  que  haya  pasado  gran 
parte  de  su  vida  al  servicio  de  la  Armada  española.^ 
Creemos  que  no.  Cierto  es  que  no  se  conservan  en  nues- 
tros archivos  documento  ni  escrito  alguno  en  los  que 
aparezca  siquiera  por  casualidad  el  nombre  de  Juan  de 
Fuca,  y  esto  nos  autoriza  á  dudar  de  la  verosimilitud  de 
su  viaje  en  los  puntos  más  capitales  que  de  él  refiere.  No 
pudo  ser  nombrado  por  el  Virey  de  Méjico  piloto  de  una 
expedición  de  tres  buques  para  descubrir  nuevas  tierras, 
porque  hubiera  constado  como  tal;  no  pudo  haber  perdido 


46  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

los  60.000  ducados  que  supone  en  el  apresamiento  de  la 
nao  de  Acapulco,  por  las  razones  antes  expresadas;  no 
pudo,  en  fin,  haber  encontrado  en  el  estrecho  de  su 
nombre  una  tierra  fértil  y  rica  en  oro,  plata  y  perlas, 
porque  jamás  en  él  han  existido;  pero  creemos,  si  no 
probable,  posible  el  que  dirigiendo  una  pequeña  carabela 
y  una  lancha  armada  se  remontase  hasta  cerca  de  los  48 
grados  de  latitud,  que  por  error  craso,  comprensible  en 
aquella  época,  fiaeran  en  realidad  próximamente  49.  Esto 
es  todo  lo  que  podemos  conceder  de  verosímil  á  cuanto 
abarca  la  relación  de  Juan  de  Fuca.  El  embocó  tal  vez  el 
canal  que  allí  existe  navegándolo  algunas  millas,  y  satis- 
fecho viró  por  redondo,  confiando  á  su  fantasía  el  comple- 
mento de  una  exploración  extraordinaria.  En  efecto, 
cuando  Juan  de  Fuca  referia  á  Mr.  Lok  el  resultado 
de  su  viaje,  aún  no  se  tenía  conocimiento  del  estrecho 
indicado,  y  parece  difícil  que  él  lo  adivinara  en  situación 
tan  poco  errónea.  Lo  que  entonces  entrevio,  bien  pudo 
antojársele  camino  verdadero  que  le  hubiera  conducido 
sin  gran  dificultad  hasta  el  Océano  Atlántico.  Su  discurso 
sustituyó  á  sus  ojos,  y  describió  como  si  hubiera  visto  lo 
que  presumia,  y  tal  vez  lo  que  confiaba  encontrar  si  pro- 
bara de  nuevo  fortuna. 

No  mencionamos  la  defensa  que  de  él  hace  Flerieu  en 
su  introducción  al  Viaje  de  MarcJia7id^  porque  carece 
hoy  de  toda  lógica  y  de  todo  fundamento.  No  expresa- 
mos las  varias  opiniones  de  otros  geógrafos,  por  lo  vagas 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  JUAN  DE  FUCA.  47 

é  indecisas.  Además,  cualquiera  que  haya  sido  su  grado 
de  veracidad,  el  viaje  de  Juan  de  Fuca  encierra  un  inte- 
rés muy  secundario,  puesto  que  en  el  caso  más  favorable 
hubiéramos  de  concederle  la  sola  gloria  del  descubri- 
miento del  estrecho  que  bojea  la  isla  Vancotiver. 

Ya  se  ha  visto  que  cuando  este  estrecho  era  poco  co- 
nocido y  se  prestaban  á  toda  conjetura  sus  naturales  lí- 
mites, de  qué  manera  fué  rechazado  por  apócrifo  el  viaje 
de  Fuca ,  sobre  todo  en  lo  que  se  refiere  á  haber  hallado 
un  paso  para  el  Atlántico. 

Debemos,  pues,  terminar  diciendo  que  en  nuestros 
dias  ha  perdido  todo  interés  la  aclaración  de  lo  que  real- 
mente hizo  el  piloto  griego,  porque  nos  consta  cuál  pudo 
ser  su  máximo  triunfo,  y  éste  carece  de  importancia  ab- 
soluta en  la  historia  de  los  grandes  descubrimientos. 


LORENZO  FERRER  MALDONADO. 


No  diremos  lo  mismo  respecto  al  pretendido  viaje  de 
Maldonado.  La  importancia  de  este  viaje  es  tal,  que  de 
no  ser  apócrifo  glorificaría  su  nombre,  colocándolo  á  la 
altura  de  los  descubridores  más  notables.  Él  hubiera  rea- 
lizado en  el  siglo  xvi  una  derrota  del  Atlántico  al  Pacífico 
por  el  Norte  de  América,  ó  sea  el  llamado  paso  del  Ñor- 
oeste  ^  navegación  tantas  veces  emprendida  por  marinos 
de  todas  las  naciones  y  no  realizada  hasta  ahora,  si  bien 
el  inglés  Mac-Clure  en  1850  adquirió  el  convencimiento 
de  la  existencia  del  paso.  Merece,  pues,  mucha  atención  y 
estudio  todo  cuanto  sobre  este  hecho  se  refiere,  y  es  de 
justicia  extremar  su  examen  para  conceder  á  Maldonado 
toda  la  gloria  ó  todo  el  ridículo  que  debe  corresponder 
al  que  emprende  y  realiza  tan  extraordinaria  exploración, 
ó  al  que  inventa  y  miente  con  inaudito  descaro. 

Mucho  se  ha  escrito  y  mucho  se  ha  discutido  ya  sobre 
su  viaje  y  sobre  su  persona,  con  tanto  caudg,!  de  datos  y 


50  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

con  presencia  de  documentos  tan  explícitos  y  concluyentes, 
que  nuestra  tarea  ha  de  reducirse  á  una  simple  recopila- 
ción ordenada  y  á  un  comentario  por  demás  sencillo  y  corto. 

El  primer  escritor  que  dio  á  conocer  en  nuestro  siglo 
con  alguna  amplitud  el  viaje  de  Maldonado,  fué  el  Duque 
de  Almodóvar,  bajo  el  pseudónimo  de  Eduardo  Malo  de 
Luque  en  su  obra  Establecimientos  ultramarinos  de  las 
ilaciones  europeas.  Este  notable  erudito  examinó  la  rela- 
ción del  citado  viajero  y  no  se  atrevió  á  admitirla  como 
auténtica  ni  como  apócrifa. 

Véase  lo  que  dice  en  el  tomo  iv  capítulo  xxiv  de  la  ci- 
tada obra: 

€  Cerraremos  este  último  capítulo  con  la  noticia  de  la 
inédita  relación  de  un  viaje  capaz  de  destruir  cuanto  se 
ha  dicho  en  los  cuatro  capítulos  precedentes  sobre  tan 
importantes  y  curiosísimos  asuntos,  como  los  que  quedan 
ventilados. 

»Esta  es,  la  de  un  viaje  del  capitán  D.  Lorenzo  Ferrer 
Maldonado  en  1588,  desde  las  costas  de  España  al  es- 
trecho de  Anian,  siendo  su  piloto  Juan  Martinez,  natural 
del  Algarve.  Salió  de  Lisboa  dirigiendo  su  rumbo  por 
el  Nordeste  á  la  tierra  de  Labrador;  y  pasando  el  estre- 
cho de  Davis  logró  desembocar  á  los  75  grados  de  lati- 
tud en  el  mar  Glacial:  bajó  navegando  al  Oeste  cuarta 
al  Sudeste;  y  se  halló  en  el  estrecho  de  Anian,  que  se- 
gún su  diario,  dista  de  España  1.750  leguas  por  aquella 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  51 

navegación,  y  desembocó  en  la  mar  del  Sur  á  los  6o 
grados.  A  la  ida  hizo  la  travesía  del  estrecho  en  Febrero, 
y  pasó  su  desembocadero  en  Marzo;  por  lo  que  padeció 
muchísimo  frío,  oscuridad  y  hielo  en  las  orillas;  pero  ja- 
más halló  la  mar  helada.  A  su  regreso,  que  fué  en  Junio 
y  Julio,  gozó  muy  buen  tiempo;  y  desde  que  cortó  el 
círculo  Ártico  á  los  66  grados  y  30  minutos,  hasta  que  le 
volvió  á  cortar  en  medio  del  estrecho  de  Labrador,  jamás 
desapareció  el  sol  del  horizonte,  y  sintió  bastante  calor. 

>E1  derrotero  está  circunstanciado  con  las  correspon- 
dientes relaciones  de  las  corrientes,  de  las  mareas,  de  los 
fondos,  de  los  vientos,  de  la  vista  de  las  costas  de  Asia, 
y  de  los  rumbos  y  costas  de  América.  En  algunos  puntos 
parece  hallarse  algo  conforme  con  las  observaciones  del 
referido  viaje  de  Cook;  en  otros  difiere  prodigiosamente: 
por  ejemplo,  pone  el  estrecho  en  60  grados,  cuando  sa- 
bemos que  está  en  los  66:  diferencia  bien  notable. 

»Es  imposible  combinar  este  viaje  con  los  últimos  que 
acaban  de  verse.  No  es  fácil  comprender  cómo  pudo  el 
capitán  Ferrer  llegar  á  tanta  altura  por  esta  parte  del 
globo,  que  se  encuentra  cerrado  con  inmensas  moles  de 
hielo.  Es  difícil  señalar  la  desembocadura  del  estrecho 
según  la  misma  relación;  pues  habla  de  dos  bocas  muy 
angostas,  la  de  la  parte  del  Norte,  de  medio  cuarto  de 
legua  escaso  de  ancho,  y  la  boca  que  sale  al  mar  del 
Sur,  de  una  anchura  de  más  de  cuarto  de  legua,  y  que 
se  va  abriendo  sobre  la  costa.  Circunstancia  nada  confor-. 


52         CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

me  y  sí  muy  contraria  de  lo  que  es  el  estrecho,  cuya 
menor  anchura  es  de  13  leguas. 

» Sólo  pudiera  darse  salida  á  esta  dificultad ,  diciendo 
que  no  íué  el  estrecho  entendido  de  Anian  por  el  que  des- 
embocó Ferrer,  sino  algún  rio  que,  cortando  cierta  porción 
de  continente,  le  facilitó  este  paso;  y  quizá  pudo  ser  la 
entrada  de  Norton,  ó  el  rio  Cook,  ú  otro  paraje  de  estas 
latitudes  que  no  han  quedado  exactamente  reconocidos. 

»  El  viaje  de  Ferrer  //eva  todos  los  caracteres  de  aziten- 
ticidad;  no  ha  habido  interés  ni  motivo  para  fingirle,  ni 
se  le  notan  aquellos  reparos  que  se  presentan  en  la  apó- 
crifa relación  del  Almirante  Fonte;  no  se  ha  impreso,  y 
ha  estado  sepultado  su  M.  S.  entre  el  polvo  de  los  Ar- 
chivos, siguiendo  en  esta  parte  la  triste  suerte  de  otros 
muchos,  por  negligencia,  desaliño,  ó  acaso  por  principios 
adoptados  por  nuestro  Gobierno  en  tiempos  misteriosos. 

» Parece  que  es  poca  objeción  la  que  pudiera  ponerse 
de  hallarse  nombrado  el  capitán  D.  Lorenzo  Ferrer  con 
el  título  de  Don^  observando  que  en  1588  no  estaban  en 
uso  los  dones  ^  aun  entre  personas  nobles  y  muy  califica- 
das, pues  semejante  distinción  era  muy  rara;  pero  esta 
circunstancia  no  es  suficiente  para  debilitar  la  autoridad 
de  su  relación;  porque  pudo  el  copiante  ó  algún  interesa- 
do ó  pródigo  en  ampliar  honores,  añadirle  aquella  calidad. 

»No  hay  suficiente  razón  para  dejar  de  suponer  que  es 
cierto  este  derrotero,  cuyo  circunstanciado  extracto  para 
en  nuestro  poder;  no  cabe  la  menor  duda  en  que  es  evi- 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  53 

dente  cuanto  demuestran  estotros  últimos  viajes,  apoya- 
dos de  las  verídicas  relaciones  de  los  españoles,  de  las  de 
los  rusos,  aunque  se  hallen  acompañadas  de  varios  errores 
geográficos,  y  de  las  de  los  mismos  ingleses  en  sus  repe- 
tidos exámenes  por  mar  y  tierra,  así  en  la  bahía  de 
Hudson  como  en  la  de  Baffin,  y  en  la  mayor  altura  posi- 
ble de  navegación  en  las  corridas  longitudes. 

» Juntos  ambos  supuestos,  crecen  á  tal  punto  las  dificul- 
tades para  dar  solución  entre  aquella  autenticidad  y  esta 
evidencia^  que  nos  vemos  en  la  dura  necesidad  de  finali- 
zar nuestra  tarea,  dejando  sumergido  en  dudas  al  lector. 
Pero  mientras  algún  feliz  viajero,  algún  excelente  náuti- 
co, algún  profundo  físico  ó  algún  sabio  geógrafo  aclare 
este  problema,  nos  arrojaremos  á  decir  que  en  el  derro- 
tero de  Ferrer  pueden  caber  inexactitudes  que  nos  con- 
fundan, equivocaciones  que  hayan  alucinado  á  él  mismo  y 
á  su  versado  piloto;  que  en  la  distancia  de  dos  siglos  las 
arenas  pueden  haber  cerrado  alguna  entrada  ó  rio;  que 
lo  bajo  de  las  playas  pueden,  en  algún  año  extraordina- 
riamente lluvioso,  haber  abierto  un  paso  que  sólo  fué  mo- 
mentáneo y  casual;  que  los  volcanes  con  sus  irrupciones; 
que  algún  terremoto  ú  otro  fenómeno  de  los  que  produce 
la  naturaleza  y  no  conocemos  bastante  bien,  pueden  ha- 
ber hecho  variar  la  posición  de  algunos  terrenos,  lagos  ó 
ríos  de  aquellos  oscuros  países;  que  algún  cometa  ú  otro' 
extraordinario  acaecimiento  ó  meteoro,  pudo  haber  des- 
hecho por  algún  tiempo  gran  parte  de  los  hielos  y  dejado 


54  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

comunicable  algún  canal  por  donde  logró  entonces  su 
tránsito  aquel  viajero;  en  fin,  que  cualquiera  otra  nove- 
dad en  el  globo,  novedad  que  no  alcanzamos  á  compren- 
der, pueda  hacer  compatibles  la  aute7iticidad  y  la  eviden- 
cia  que  agitan  nuestro  ánimo.  Por  conclusión,  nos  ceñire- 
mos á  hacer  presente  al  lector,  que  con  los  referidos  via- 
jes sabemos  mucho,  conocemos  mucho  nuestro  globo,  se 
han  abierto  nuevos  manantiales  de  riquezas  y  conoci- 
mientos al  comercio,  á  la  navegación,  á  la  fi'sica  y  á  la 
moral;  pero  aún  ignoramos  mucho  y  nos  queda  mucho 
que  saber,  como  que  no  somos  más  que  humanos  entes, 
todo  polvo,  todo  tinieblas. » 

Léase  ahora  la  relación  auténtica  que  existe  en  el  ar- 
chivo del  Excmo.  Sr.  Duque  del  Infantado,  de  la  que  se 
sacó  copia  en  1781 : 

t  Relación  del  descubrimiento  del  estrecho  de  Anian,  que 
hice  yo  el  capitán  Lorenzo  Ferrer  Maldonado  el  afio 
J^SS  y  en  la  cual  está  la  orden  de  la  Navegación  y  la 
disposición  del  sitio  y  el  modo  de  fortalecerle  y  asimis- 
m-o  las  utilidades  de  esta  Navegación  y  y  los  dafios  que 
de  no  hacerla  se  siguen. 

Señor : 
» Ante  todas  cosas  conviene  saber  cuáles  son  las  como- 
didades que  se  pueden  conseguir  por  la  navegación  del 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  ^^ 

Estrecho  de  Anian  al  mar  del  Sur,  y  habiendo  conside- 
rado la  navegación  que  hasta  ahora  se  ha  tratado  para 
las  Filipinas,  China  y  Japón  y  las  otras  partes  de  aquel 
mar,  parece  por  buena  cosmografía  y  geografía,  que  na- 
vegando por  este  estrecho  se  ahorra  casi  la  mitad  "del 
camino.  Donde  esto  se  conoce  bien  es  en  un  globo  ter- 
restre, ó  en  un  mapa  que  tenga  el  polo  por  centro,  y 
no  en  las  cartas  planas,  las  cuales,  tan  grande  y  dilatado 
muestran  el  punto  del  polo  como  es  la  línea  de  la  equi- 
nocial,  y  por  esta  razón  en  ellas  no  puede  parecer  menor 
el  un  camino  que  el  otro;  y  supuesto  que  esta  doctrina 
quiere  práctica  visible,  es  excusado  tratarla  aquí;  basta 
decir  que  por  este  estrecho  se  ahorra  la  mitad  del  cami- 
no, poco  menos:  fuera  de  que  tiene  otra  comodidad  mu- 
cho mayor,  y  es  que  de  una  embarcación  se  puede   ir 
desde  España  á  las  Filipinas,  y  esto  no  puede  ser  por 
donde  ahora  se  camina,  por  haber  de  desembarcar  en  la 
nueva  España  y  caminar  ciento  y  cincuenta  leguas  por 
tierra,  y  esto  es  causa  que  la  más  de  la  gente  que  se  en- 
via  á  aquellas  partes  para  los  presidios  y  socorros,  se 
quedan  en  la  nueva  España,  ó  cansados  del  mar,  ó  asi- 
dos á  las  delicias  de  aquellas  tierras.  Fuera  de  esto  tiene 
otra  notabilísima  utilidad,  y  es  que  puede  V.  M.,  nave- 
gando toda  la  especiería  (del  Maluco  y  todo  el  Archipié- 
lago y  otras  partes),  por  este  estrecho  hacerse  total  Se- 
ñor de  ella  con  mucha  facilidad;  porque  almacenándola 
en  la  ciudad  de  Sevilla,  le  importará  más  de  cinco  millo- 


56  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

nes  por  año,  obligando  á  muchas  naciones  que  vengan  á 
España  por  ella,  y  en  su  recompensa  traigan  abundante- 
mente todas  las  cosas  necesarias  á  estos  Reinos:  con  lo 
cual  se  excusará  llevarse  toda  la  plata  que  cada  año  viene 
de  las  Indias,  poniendo  al  Reino  en  tanta  necesidad. 
Asimismo  se  considera,  que  haciéndose  este  estrecho  na- 
vegable se  muda  el  trato  y  comercio  que  tiene  la  China 
con  las  Indias  y  se  pasa  á  España;  la  cual  comodidad  al- 
canza á  las  Filipinas  y  á  todas  aquellas  partes:  porque  el 
trato  de  la  China  con  las  Indias  ha  sido  dañosísimo  para 
España;  tanto,  que  ha  impedido  la  mayor  parte  del  que 
solia  tener,  lo  cual  está  probado  con  que  VM.  (por  este 
respecto)  tiene  ahora  estrechado  el  comercio  que  la 
China  y  Filipinas  tienen  con  las  Indias,  tanto,  que  es  im- 
posible sustentarse  aquellas  partes  como  es  razón,  para 
resistir  sus  enemigos,  que  son  muchos,  y  de  necesidad 
aquellos  Reinos  han  de  venir  á  disminución  y  no  poderse 
sustentar,  y  por  el  contrario  podrían  por  este  camino  y 
navegación  crecer  y  aumentarse  en  tanto  número  y  posi- 
bilidad (por  sus  riquezas)  que  traerían  flotas  en  esta  car- 
rera tan  grandes  como  las  que  van  á  las  Indias,  trayendo 
á  España  mucha  abundancia  de  riquezas  de  la  gran 
China  y  Tartaria,  y  de  otras  partes  que  serian  muy  ba- 
ratas, porque  de  solo  oro  se  puede  traer  dos  millones 
cada  año,  en  que  se  puede  conseguir  muy  grande  interés, 
porque  el  oro  vale  en  la  China  menos  de  la  mitad  de  lo 
que  aquí  vale,  y  junto  con  esto  se  trairán  otras  muchas 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  57 

. • 

cosas,  las  cuales  ahora  estos  reinos  se  proveen  de  ellas 
de  manos  de  sus  propios  enemigos;  con  lo  cual  se  enri- 
quecen y  cobran  fuerzas  para  hacer  guerra. 

»Es  de  mucha  consideración  (asimismo),  proveer  de 
gente  de  guerra  aquellas  partes  para  la  defensa  de  aque- 
llos Reinos  y  hacerlo  con  tanta  facilidad,  como  por  este 
camino  se  puede,  con  lo  cual  se  impide  que  los  enemigos 
se  puedan  hacer  señores  de  ellos,  como  es  posible  hacer- 
se por  falta  de  gente  y  socorro,  y  siendo  Dios  servido  de 
que  nosotros  hagamos  semejante  navegación,  se  abre 
con  ella  una  puerta  por  la  cual  se  facilita  la  conversión 
de  aquellos  gentiles  habitadores  de  aquellas  partes,  por 
cuyas  almas  quiso  Dios  padecer,  que  no  es  esta  la  menor, 
sino  la  mayor  utilidad. 

» Otras  muchas  puede  ofrecer  el  discurso  del  tiempo, 
empero  la  más  esencial  de  todas  conocidamente,  es  pre- 
venir los  grandes  daños  que  podrían  sobrevenir,  por  no 
reconocer  el  Estrecho  de  Anian  y  fortalecerle,  porque 
siendo  verdad  que  lo  hay  (como  yo  testifico  haberlo  vis- 
to), seria  notabilísimo  el  daño  que  podría  suceder  si  fuese 
hallado  y  fortalecido  de  los  enemigos,  los  cuales  con  mu- 
cho cuidado  desean  hallarle,  pues  sabemos  como  el  año 
pasado  de  608  salieron  unos  navios  de  Inglaterra  á  le 
buscar.  Porque  siendo  tomado  de  enemigos,  pueden  desde 
allí  hacer  muy  grandes  daños,  que  por  la  vecindad  que 
tienen  sus  tierras  con  aquel  Estrecho,  les  sería  fácil  cosa 
enviar  por  él  una  armada,  la  cual  repartida  de  treinta  en 


58  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

treinta  naves,  se  enseñorearan  de  las  tierras  de  la  Nueva 
España  y  Perú;  adonde  publicando  ancha  conciencia  y 
libertad  de  Indios ,  podría  ser  que  muchos  y  aun  todos  se 
les  viniesen  á  las  manos,  y  de  tal  suerte  encastillarse  en 
todo  aquel  mar,  que  no  teniendo  por  donde  enviar  breve 
socorro ,  quedasen  por  señores  de  él  irremediablemente;  y 
tanto  se  puede  temer  este  peligro ,  que  cuando  no  supié- 
ramos por  cierta  ciencia  y  vista  de  ojos  tener  esta  entra- 
da el  mar  del  Sur,  la  habiamos  de  buscar  para  fortale- 
cerla, ó  para  desengaño  si  no  la  hay  y  quedar  sosegados 
los  corazones  sin  temer  este  peligro,  y  aquí  se  advierte 
que  si  los  enemigos  no  tienen  hechos  muy  grandes  da- 
ños en  aquel  mar,  es  por  no  tener  todo  el  puerto  que  sea 
de  consideración,  como  lo  es  el  que  tiene  el  Estrecho  de 
Anian,  según  adelante  se  dirá,  y  porque  ahora  parece 
tratarse  de  semejante  navegación  por  mandado  de  V.  M. 
y  su  Consejo  de  Estado,  y  del  modo  de  fortificar  el  Es- 
trecho, parece  ser  cosa  al  propósito  hacer  relación  de  las 
derrotas  de  la  navegación,  el  sitio  y  puerto  de  aquella 
parte,  con  todos  los  discursos  de  mi  viaje;  y  habiendo  de 
comenzar  por  la  navegación,  se  advierta  á  la  doctrina  si- 
guiente, según  la  cual,  todo  buen  marinero  la  podría  ha- 
cer.— Pártese  de  España  y  presupónese  que  es  desde 
Lisboa,  desde  adonde  conviene  poner  la  proa  al  Nor- 
oeste por  camino  de  450  leguas,  hasta  llegar  á  los  60 
grados  de  altura  de  Polo  Ártico ;  adonde  se  dará  vista  á 
la  isla  de   Frislandia,  antiguamente  nombrada  Tyle  ó 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  59 

Tule.  Es  una  isla  poco  menor  que  Irlanda,  desde  la  cual 
se  tome  la  vuelta  del  Oeste  corriendo  por  los  6o  grados 
de  altura,  por  navegación  de  i8o  leguas,  hasta  llegar  á 
la  tierra  del  Labrador,  que  es  adonde  comienza  el  estre- 
cho del  Labrador,  ó  estrecho  Davis,  cuya  entrada  es 
bien  ancha  por  más  de  treinta  leguas,  y  la  tierra  que  tie- 
ne á  la  parte  del  Labrador,  que  es  al  Oeste  es  baja,  más 
la  parte  contraria,  que  es  aquella  de  la  cual  se  forma 
aquella  boca  del  estrecho,  es  de  montes  muy  altos;  allí 
se  muestran  dos  bocas,  en  medio  de  las  cuales  están 
aquellos  montes  altísimos,  y  la  una  de  ellas  corre  al  Les- 
nordeste  y  la  otra  al  Noroeste,  y  así  conviene  dejar  la 
que  queda  al  Lesnordeste,  que  es  la  que  está  á  la  mano 
derecha  mirando  al  Norte,  porque  esta  boca  la  hacen  la 
Grutlandia  y  unas  islas  por  donde  últimamente  se  torna 
al  mar  de  la  Frislandia,  y  á  esta  suerte  tomando  la  otra 
boca  se  ha  de  poner  la  proa  en  el  Noroeste  entrando  por 
aquel  estrecho  por  camino  de  8o  leguas ,  hasta  llegar  á 
los  64  grados  escasos  de  altura.  Allí  hace  el  estrecho 
otra  vuelta  al  Norte  por  1 20  leguas  hasta  llegar  á  los 
72  grados  de  altura,  y  allí  torna  aquel  estrecho  á  hacer 
otra  vuelta  al  Noroeste,  por  la  cual  se  ha  de  navegar  90 
leguas  hasta  llegar  á  los  75  grados  de  altura  algo  esca- 
sos; con  lo  cual  queda  desembocado  todo  el  estrecho  del 
Labrador,  que,  como  dicho  es,  comienza  en  60  grados  y 
acaba  en  75,  y  tiene  de  largo  290  leguas,  haciendo  tres 
vueltas  muy  grandes,  la  primera  y  última  se  corren  del 


6o  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Noroeste,  Sueste,  y  la  de  enmedio  de  Norte  Sur,  y  es 
por  donde  más  angosto  de  20  leguas  y  por  donde  más 
ancho  de  40,  y  hace  muchas  calas,  puertos  y  abrigos, 
que  pueden  ser  socorro  de  cualquiera  necesidad ,  y  hasta 
los  73  grados  pareció  ser  habitado  de  algunas  gentes, 
porque  en  muchas  partes  de  aquellas  costas  se  vieron 
humos  así  de  la  una  parte  como  de  la  otra.  Paréceles  á 
algunos  inconsideradamente  ser  imposible  navegar  por 
tan  grande  altura  de  Polo.  A  esto  se  responde  que  los 
Anseáticos  viven  en  72  grados  de  altura,  en  cuyo  puerto 
que  es  el  de  San  Miguel,  y  en  toda  aquella  bahía  de  San 
Nicolás  entran  todos  los  años  casi  mil  naves  de  trato,  las 
cuales  para  haber  de  pasar  al  mar  de  Flandes,  de  nece- 
sidad han  de  subir  á  75  grados  de  altura,  para  dar  la 
vuelta  sobre  la  Finamarca. 

» Habiendo  desembocado  el  estrecho  del  Labrador,  se 
comienza  á  bajar  de  aquella  altura,  navegando  al  Oeste 
cuarta  al  Sudoeste  por  350  leguas,  y  se  llega  á  los  71 
grados  de  altura;  que  es  adonde  en  nuestro  viaje  al 
tiempo  que  volvimos  descubrimos  una  tierra  altísima,  sin 
que  se  pudiera  entender  si  era  tierra  firme  ó  isla,  mas 
hacerse  consideración  que  si  es  tierra  firme  será  contra 
costa  de  la  Nueva  España.  Desde  esta  tierra  vista  á  7 1 
grados  de  altura,  se  ha  de  caminar  la  vuelta  del  Oes- 
sudoeste,  por  440  leguas  hasta  bajar  á  los  60  grados, 
adonde  ha  de  ser  hallado  el  estrecho  de  Anian,  con  lo 
cual  será  observada  la  misma  navegación  que  yo  hice  á 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  6i 

lo  menos  desde  la  Frislandia,  porque  es  de  saber  que  yo 
partí  de  los  Bacallaos  en  demanda  de  esta  isla,  por  llevar 
necesidad  de  bastimentos,  los  cuales  tomé  en  unas  islas 
que  están  cerca  de  ella,  llamadas  Gelandillas,  que  siendo 
tres  solamente,  es  habitada  la  una  y  las  otras  dos  son 
pastos  para  los  ganados  de  aquella  gente,  que  es  muy 
rústica,  aunque  parecían  ser  católicos  cristianos.  Tornan- 
do á  nuestra  navegación,  digo  según  mi  parecer,  que  será 
más  acertado  cuando  se  haya  desembocado  el  estrecho 
del  Labrador,  costear  toda  la  contracosta  de  la  Nueva 
España,  por  dos  razones:  la  una  por  entender  qué  pobla- 
ciones tiene,  y  la  otra  para  buscar  en  ella  escalas  y  re- 
fresco para  las  Armadas  que  por  este  camino  han  de  na- 
vegar. 

» Según  la  relación  hecha,  parece  haber  de  España  á  la 
Frislandia  450  leguas,  y  desde  allí  al  Labrador  130,  á 
desembocar  el  estrecho  suyo  290,  que  todas  son  920 
leguas,  las  cuales  sumadas  con  790  que  hallamos  desde 
la  boca  septentrional  del  estrecho  del  Labrador  hasta  el 
estrecho  de  Anian ,  hacen  i .  7 1  o  leguas ,  que  tanto  es  lo 
que  hay  desde  España  al  estrecho  de  Anian. 

»  El  tiempo  en  que  desembocamos  el  estrecho  del  La- 
brador, fué  muy  riguroso,  por  ser  en  los  principios  de 
Marzo ,  porque  por  el  estrecho  se  navegó  parte  de  Fe- 
brero; así  padecimos  grandísimos  trabajos,  de  oscurida- 
des, frios  y  tormentas,  porque  el  dia  era  breve  en  todo 
aquel  tiempo,  y  el  frío  tan  grande,  que  el  agua  del  mar 


62  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

que  salpicaba  en  el  costado  del  navio  se  helaba  de  tal 
suerte,  que  parecía  ser  aquel  navio  hecho  de  cristal,  y 
habia  necesidad  de  picar  los  hielos  porque  se  iban  en- 
grosando de  tal  suerte,  que  algunas  veces  los  hallamos 
de  más  de  un  palmo  de  grueso;  y  es  grande  yerro  pensar 
que  aquel  mar  se  puede  helar  todo,  porque  como  es 
grande  y  aquel  estrecho  de  grandes  corrientes,  éstas  y 
las  grandes  olas  por  su  continuo  movimiento  no  le  dejan 
helarse;  mas  en  las  orillas  y  partes  donde  el  mar  está 
quieto,  creo  que  se  puede  helar  según  pareció  en  nuestra 
nave,  que  el  agua  que  salpicaba  se  helaba,  solamente  se 
sabe  (y  así  nos  fué  dicho  por  aquellas  gentes  de  las  Ge- 
landillas),  que  un  estrecho  de  mar  que  hay  entre  la  Fris- 
landia  y  la  Gruthlandia  está  helado  la  mayor  parte  del 
año,  porque  está  en  medio  de  grandes  montes  y  cerros 
de  la  parte  de  la  Frislandia  altísimos,  y  no  dan  lugar  á  los 
rayos  del  sol,  y  por  estar  abrigados  de  altísimos  montes 
no  tiene  combate  de  vientos  que  le  inquieten  sus  aguas, 
y  así  el  continuo  sosiego  le  hace  estar  helado,  como  di- 
cho es,  y  no  se  puede  navegar,  y  lo  mismo  es  en  la  gran 
bahía.  Mas  cuando  tornamos  por  aquel  estrecho  del  La- 
brador, que  fué  por  el  mes  de  Junio  y  parte  de  Julio, 
siempre  gozamos  de  continua  claridad,  y  tanto,  que 
cuando  llegamos  á  cortar  el  círculo  Ártico,  que  se  hace 
en  66  grados  y  medio,  comenzamos  á  no  perder  el  sol  de 
vista,  ni  jamás  se  cubrió  por  el  horizonte,  hasta  que  otra 
vez  lo  tornamos  á  cortar  en  medio  el  estrecho  del  Labrador, 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  63 

y  así  de  la  continuación  del  sol  sobre  el  horizonte  estaba 
el  aire  tan  caliente,  que  nos  causó  más  calor  que  el  que 
hace  en  la  parte  que  mayor  es  en  España,  mas  no  porque 
cuando  nos  poniamos  al  sol,  sus  rayos  ofendiesen  mucho, 
y  siempre  nos  corrieron  vientos  largos  del  Norte,  con  los 
cuales  se  desembocó  fácil  y  prestamente  el  estrecho  del 
Labrador;  verdad  es  que  sus  grandes  corrientes  de  flujo 
y  reflujo  ayudan  mucho  al  entrar  y  salir,  aunque  sean  los 
vientos  contrarios,  porque  allí  como  son  muy  continuos 
los  del  Norte,  hay  necesidad  á  la  ida  de  España  á  Anian 
de  valerse  de  las  mareas,  con  la  cual  relación  se  concluye 
con  lo  que  es  las  derrotas  de  esta  navegación  y  sus  ac- 
cidentes. 

»E1  estrecho  que  descubrimos  en  6o  grados  de  altura, 
que  está  1.7 1 o  leguas  de  España,  parece,  según  tradi- 
ción antigua,  ser  el  que  los  cosmógrafos  nombran  en  sus 
mapas  de  Anian,  y  si  es  verdad  que  lo  es  de  necesidad, 
lo  ha  de  hacer  estrecho,  de  la  una  parte  la  Asia  y  de  la 
otra  la  América,  lo  cual  parece  ser  así  según  el  discurso 
siguiente. 

» Después  que  hubimos  desembocado  por  el  mar  gran- 
de, fuimos  costeando  por  la  parte  de  la  América  por  más 
de  cien  leguas,  la  proa  en  el  Sueste,  hasta  llegar  á  los  55 
grados  de  altura,  en  la  cual  costa  no  se  halló  población 
ni  boca  del  mar  que  fuese  indicio  de  otro  estrecho  por  el 
cual  pasando  el  mar  del  Sur  al  mar  del  Norte,  pudiese 
aislar  aquella  parte,  y  de  aquí  se  coligió  ser  toda  aquella 


64  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

costa  de  la  América,  y  que  continuándola,  podia  llegar 
brevemente  á  Quivira  y  cabo  Mendocino;  dejamos  esta 
parte,  la  cual  (como  dicho  es)  conocimos  que  se  iba  con- 
tinuando, y  puesta  la  proa  en  el  Oeste,  caminamos  cua- 
tro dias  con  un  viento  tasado,  tal  que  se  pudieran  contar 
á  30  leguas  por 'singladura;  y  habiendo  caminado  120 
leguas  según  esta  fantasía  y  punto  de  la  carta  estimado 
(aunque  de  aquel  mar  no  la  teniamos),  descubrimos  una 
grandísima  tierra,  y  de  grandes  sierras,  con  una  larga  y 
continuada  costa,  de  la  cual  nos  apartamos  por  convenir 
así  á  nuestro  intento,  siempre  enmarados,  navegando 
unas  veces  al  Nordeste,  otras  al  Nornordeste  y  otras  al 
Norte,  de  adonde  nos  pareció  (por  mayor)  que  se  corría 
aquella  costa  Nordeste,  Sudueste.  No  pudimos  conocer 
las  cosas  particulares  de  ella,  por  ir  (como  dicho  es)  tan 
enmarados,  y  así  tan  solamente  puedo  afirmar  que  tiene 
poblaciones  hasta  muy  cerca  del  estrecho ,  porque  en  mu- 
chas partes  se  vieron  salir  muchos  humos,  y  así  según 
buena  cosmografi'a,  nos  pareció  ser  tierra  de  Tártaros  ó 
del  Catai,  y  que  á  pocas  leguas  de  aquella  costa  estaría 
la  gran  ciudad  de  Cambalu,  metrópoli  del  gran  Tártaro. 
Finalmente,  siguiendo  la  dicha  costa  nos  hallamos  en  la 
boca  del  mismo  estrecho  de  Anian,  por  donde  quince 
dias  antes  hablamos  desembocado  al  mar  grande,  el  cual 
reconocimos  ser  el  del  Sur,  donde  son  Japón,  China,  Ma- 
lucas, India  y  Nueva  Guinea  con  el  descubrimiento  del 
Capitán  Quirós,  y  toda  la  costa  de  la  Nueva  España  y  Perú 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  65 

>  En  la  boca  que  hace  el  estrecho  por  donde  desemboca 
al  mar  del  Sur,  hay  un  puerto  á  la  banda  de  la  América, 
capaz  de  quinientas  naves,  aunque  en  cierta  parte  de  él 
es  desapacible  y  de  mal  surgidero  á  causa  de  las  cor- 
rientes que  en  la  marea  que  baja  del  Norte  al  Sur  entran 
por  la  boca  de  él  y  baten  fortísimamente  en  una  parte 
que  hace  el  puerto  cerca  de  la  boca,  entrando  en  él  á  la 
mano  derecha,  porque  se  ha  de  entender  que  la  boca  del 
puerto  está  abierta  al  Norte,  y  entra  haciendo  una  espira 
ó  caracol.  Pareció  no  haber  sido  tocado  aquel  puerto  de 
pies  humanos,  digo  sus  orillas,  porque  en  cierta  parte  de 
él  tiene  un  remanso,  en  cuya  orilla  se  hallaron  infinidad 
de  cascaras  de  huevos  de  las  aves  marítimas  que  á  las 
orillas  del  mar  suelen  desovar,  y  estos  pareció  ser  trai- 
dos  de  las  corrientes  del  Norte,  y  eran  en  tan  grande 
número,  que  hacian  un  muro  de  una  vara  de  alto  y  ocho 
pasos  de  ancho.  Hallóse  en  este  puerto  un  rio  de  agua 
dulce,  muy  grande  y  tan  fondable  que  se  pudo  entrar 
con  nuestro  navio  á  hacer  agua  en  él ,  y  me  parece  que 
pudiera  entrar  una  nave  de  quinientas  toneladas.  La  ma- 
yor parte  de  este  puerto  es  arenisco,  particularmente 
adonde  se  hace  este  rio,  y  adonde  baten  las  corrientes; 
mas  por  la  banda  del  Norte ,  tiene  un  abrigo  de  peñas 
cortadas,  de  más  de  dos  picas  en  alto;  en  algunas  partes, 
sobre  las  cuales  se  hace  un  sitio  llano ,  largo  y  angosto, 
al  cual  circunda  el  mar,  dejándole  un  poco  de  tierra  firme 
por  la  banda  del  Este,   en  el  cual  sitio  se  puede  hacer 


66  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

una  grandísima  población,  y  por  ahora  un  fuerte,  que 
será  de  mucha  consideración.  La  tierra  que  es  continente 
con  este  puerto,  es  muy  apacible  y  tiene  llanos  grandísi- 
mos á  la  parte  del  Sueste,  haciendo  punto  en  el  puerto, 
y  estos  son  poblados  de  un  monte  bajo,  que  en  algunas 
partes  de  él  se  hallaron  romeros,  los  cuales  llanos  siendo 
desmontados,  pueden  servir  de  lindas  labranzas  y  huer- 
tas, porque  según  su  disposición  se  pueden  regar  la  ma- 
yor parte  de  ellos,  porque  es  de  saber  que  aunque  esta 
tierra  está  en  59  grados  de  altura  de  Polo,  es  de  muy 
gracioso  temperamento,  porque  todo  aquello  que  está  á 
la  banda  del  Sur  y  le  abrigan  y  defienden  los  montes  que 
tiene  á  la  banda  del  Norte,  es  muy  templado,  adonde  el 
frío  del  invierno  no  es  con  exceso,  sino  muy  moderado, 
porque  siempre  está  descubierto  á  los  rayos  del  sol  y  li- 
bre de  los  vientos  del  Norte,  y  solamente  le  soplan  los 
del  Sur  cuando  corren,  que  estos  siempre  son  templados, 
y  más  allí  que  vienen  por  cima  del  mar,  que  es  lo  que 
suele  hacer  caliente  el  aire:  el  efecto  fué  conocido  por  los 
géneros  de  frutas  que  allí  se  hallaron ,  y  es  de  considerar 
que  aunque  esta  tierra  está  en  tanta  altura,  no  por  eso 
dejará  de  ser  muy  buena  de  habitar,  pues  lo  son  otras 
muchas  que  corren  por  este  paralelo,  como  es  Edimbur- 
go, de  Escocia,  y  los  principios  de  la  Suevia  y  Hapselia, 
y  Riga,  ciudades  de  la  Livonia,  Dublina  de  Hibernia  y 
Nidrosia,  ciudad  de  Noruega,  y  muchas  partes  de  la 
Moscovia,  y  otras  tierras  muy  buenas  que  son  habitadas 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  67 

y  tratadas  y  conocidas,  que  aunque  están  apartadas  del 
calor  de  la  costa,  son  de  frío  tolerable.  El  mayor  dia  de 
verano  en  esta  tierra  es  de  diez  y  ocho  horas  y  media,  y 
lo  mismo  la  mayor  noche  del  invierno,  y  por  esta  razón 
es  la  noche  del  verano  de  cinco  horas  y  media  y  el  dia 
de  invierno  de  otras  tantas.  En  el  rio  que  entra  en  el 
puerto,  y  en  otro  que  está  más  abajo  á  la  banda  del 
Sueste,  hay  muchos  y  grandísimos  árboles,  y  los  más  de 
ellos  frutales,  de  frutas  buenas  y  algunas  semejantes  á 
las  de  España,  como  son  manzanas,  peras  y  ciruelas  sil- 
vestres, y  otras  no  conocidas  de  diversas  formas;  y  así 
por  no  caer  en  algún  grande  peligro  (como  fuera  posible), 
ordené  á  mi  gente  no  comiesen  de  la  fruta  que  primero 
no  se  hallase  en  alguna  parte  ser  picada  y  comida  de  las 
aves,  y  con  esto  se  conoció  no  haber  fruta  dañosa,  y  to- 
das las  más  de  ellas  eran  pasadas  en  sus  mismos  árboles 
del  año  pasado,  porque  en  aquella  sazón  no  habia  frutas 
maduras,  por  ser  el  tiempo  que  allí  estuvimos  parte  de 
Abril  y  todo  Mayo  y  parte  de  Junio;  y  así  de  conservarse 
las  frutas  de  un  año  para  otro  pasadas  en  sus  árboles,  se 
conoció  no  haber  sido  su  invierno  muy  riguroso.  Hallá- 
ronse en  un  valle  que  el  rio  de  abajo  hace  (que  era  hondo 
y  parecia  ser  muy  templado)  vides  de  uvas  silvestres,  y 
lechías,  que  es  una  fruta  sabrosa  de  la  India  que  siempre 
se  halla  en  tierras  templadas.  Por  cima  del  puerto,  mi- 
rando entre  el  Norte  y  el  Este,  por  toda  aquella  cuarta 
de  aguja,  hay  unos  montes  no  muy  altos,  sino  muy  tra- 


68  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

tables  y  abundantes  de  todo  género  de  caza,  adonde  se 
hallaron  perdices  y  conejos  algo  diferentes  de  los  de  Es- 
paña, venados  pintados  de  pintas  blancas  y  negras  sobre 
lo  pardo,  y  por  cuernos  unas  grandes  palas,  aunque  al- 
gunos no  las  tenian;  viéronse  dos  géneros  de  puercos,  los 
unos  como  los  que  se  crian  en  las  Indias,  que  tienen  en 
el  espinazo  el  ombligo,  aunque  mayores,  y  los  otros 
como  los  jabalíes  de  España  grandísimos.  Halláronse  al- 
gunos búfalos  y  otros  muchos  animales,  mas  no  se  vio 
ninguno  que  fuese  feroz.  El  mar  es  abundantísimo  de 
pesca,  y  todo  marisco  muy  bueno  y  sabroso,  aunque  ma- 
yor que  el  que  acá  conocemos,  porque  se  tomaron  can- 
grejos de  media  vara  de  través,  siendo  los  de  nuestras 
costas  no  mayores  que  la  palma  de  la  mano.  La  parte 
frontera  que  es  á  la  banda  del  Asia  ó  Tartaria,  tiene 
montes  altísimos,  tanto  que  en  algunas  partes  de  su  ma- 
yor altura  se  sustenta  la  nieve  todo  el  año,  particular- 
mente aquellos  que  miran  al  Norte,  y  estos  son  tan  mon- 
tuosos, ásperos  y  fragosos,  que  parece  imposible  poder- 
los tratar,  y  la  mayor  parte  de  sus  árboles  son  pinos  muy 
altos,  los  cuales  nacen  hasta  en  la  orilla  del  mar.  En  la 
misma  parte  de  la  Asia,  enfrente  de  la  boca  del  puerto, 
se  hace  un  remanso  del  agua  del  mar,  adonde  hay  un 
cañaveral  muy  grande  de  carrizos  que  nacen  dentro  de 
la  misma  agua,  cerca  del  cual  hallamos  ser  la  mayor  pes- 
quera de  todas  aquellas  partes.  Allí  se  mataron  muchos 
pescados  y  muy  grandes,  y  algunos  conocidos,  como  son 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  69 

corvinas,  congrios,  lenguados  y  otros  semejantes,  aunque 
mayores  que  los  que  por  acá  se  hallan.  Viéronse  pasar 
algunas  veces  grandísimos  pescados,  los  cuales  iban  del 
mar  del  Sur  al  mar  del  Norte,  y  entre  estos  se  conocie- 
ron ballenas  y  bufadores  y  otros  monstruos  muy  grandes, 
y  pareció  que  la  razón  de  hacer  semejante  tránsito  era 
que  siendo  entrada  de  verano,  dejaban  las  aguas  calien- 
tes del  mar  del  Sur  por  gozar  de  las  frescas  del  mar  del 
Norte. 

El  estrecho  de  Anian  es  de  1 5  leguas  de  largo,  porque 
fácilmente  se  desemboca  y  pasa  con  una  marea  que  dura 
seis  horas,  y  estas  mareas  son  allí  recísimas  excesiva- 
mente. Tiene  seis  vueltas  en  todo  este  largor,  y  las  dos 
bocas  que  tiene  de  entrada  y  salida,  se  miran  la  una  á  la 
otra  por  línea  de  Norte  Sur,  digo,  que  están  la  una  con 
la  otra  Norte  Sur.  La  boca  que  tiene  á  la  banda  del 
Norte  (que  es  por  donde  nosotros  entramos)  tiene  menos 
de  medio  cuarto  de  legua  de  anchura,  y  de  la  una  y  otra 
parte  tiene  dos  peñones  cortados,  aunque  la  peña  que 
tiene  á  la  parte  del  Asia  es  más  alta  y  más  pendiente 
que  la  otra,  de  tal  suerte,  que  hace  debajo  de  sí  un  abri- 
go, en  tal  modo,  que  ninguna  cosa  que  cayese  de  la  parte 
alta  podría  dar  en  el  pié  de  ella.  La  boca  que  sale  al  mar 
del  Sur  por  junto  al  puerto,  es  de  más  de  un  cuarto  de 
legua  de  anchura,  y  desde  allí  se  va  siempre  ensanchan- 
do y  abriéndose  aquellas  dos  costas.  Tiene  el  estrecho  en 
medio  de  sí,  en  el  fin  de  la  tercera  vuelta ,  un  grande  pe- 


70  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

ñon  Ó  isleta  hecha  de  una  peña  tajada,  de  tres  estados 
de  altura,  poco  más  ó  menos,  y  porque  es  en  forma  re- 
donda, muestra  ser  su  diámetro  de  doscientos  pasos ,  juz- 
gándola desde  aparte,  está  distante  de  la  tierra  firme  de 
la  Asia  un  muy  breve  espacio;  mas  todo  es  de  vajíos  y 
arrecifes,  y  no  se  puede  navegar  sino  con  barcos;  mas 
aquello  que  hay  desde  la  isleta  á  la  tierra  firme  frontera 
que  cae  á  la  banda  de  la  América,  es  su  anchura  menos 
de  medio  cuarto  de  legua,  y  aunque  su  canal  es  tan  fon- 
dable que  dos  naves  y  aun  tres  pueden  pasar  juntas  por 
él,  es  hacia  las  orillas  de  vajíos,  sobre  los  cuales  con  una 
fácil  diligencia  se  puede  levantar  y  fundar  dos  baluartes 
en  angostando  la  canal  á  tiro  de  mosquete;  sobre  esta 
isleta  ó  sobre  los  vajíos  que  se  podrían  levantar,  y  sobre 
la  contraria  costa,  se  pueden  hacer  (como  dicho  es)  dos 
baluartes,  los  cuales  con  la  artillería  podrán  muy  segura- 
mente guardar  y  defender  el  estrecho,  y  si  las  corrientes 
no  fueran  tan  grandes,  se  le  pudiera  poner  una  cadena, 
que  fuera  de  grande  importancia,  aunque  ya  se  podría 
hacer  con  tal  industria  que  pudiese  sustentarse  y  resistir 
á  las  corrientes.  La  disposición  del  estrecho  es  en  tal 
forma,  que  con  tres  atalayas  que  se  miren  la  una  á  la 
otra,  se  puede  descubrir  30  leguas  dentro  el  mar  del 
Norte,  y  con  ahumadas  dar  aviso  á  los  baluartes  y  al 
fuerte  del  puerto,  si  descubriesen  navios,  para  que  se  les 
impida  el  paso  si  fuesen  de  enemigos,  y  teniendo  en  el 
puerto  continuamente  dos  navios  aprestados  para  seme- 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  71 

•jantes  necesidades,  podrán  estos  atravesarse  entre  los  dos 
baluartes  (que  para  todo  tendrán  tiempo,  supuesto  que 
el  que  quisiere  entrar  ha  de  esperar  de  necesidad  á  la 
marea)  y  allí  entretener  y  embarazar  á  los  navios  enemi- 
gos, en  el  inter  que  los  baluartes  los  cañonean  y  ponen 
á  fondo,  porque  es  de  saber  (como  ya  está  dicho)  que 
aunque  vengan  muchas  naves  enemigas,  no  podrán  pasar 
más  de  dos  ó  tres  por  la  canal,  y  si  conviniere  descubrir 
el  mar  del  Sur  (aunque  pienso  no  ser  necesario  por  aho- 
ra) tiene  el  estrecho  dos  montes  altos,  uno  á  la  parte  de 
la  Asia  y  otro  á  la  de  la  América,  los  cuales  se  miran  el 
uno  al  otro,  y  ambos  juntos  al  fuerte  y  á  las  atalayas,  y 
estos  descubren  ambas  las  dos  costas  en  contrario  puesto 
cada  uno,  los  cuales  podrán  dar  aviso  de  todos  los  baje- 
les que  se  descubrieren  por  el  mar  del  Sur  para  que  se 
haga  la  prevención  ya  dicha,  con  lo  cual  será  este  estre- 
cho defendido,  y  solos  los  españoles  lo  podrán  navegar 
con  grande  seguridad,  y  gozar  de  las  grandes  utilidades 
que  promete,  porque  verdaderamente  no  sé  yo  qué  pues- 
to hay  en  todo  lo  descubierto  que  así  tenga  correspon- 
dencia con  casi  todas  las  tierras  del  mundo,  como  éste, 
porque  desde  allí  se  puede  navegar  á  todas  ellas,  y  así 
se  puede  presumir  que  vendrá  á  hacerle  el  tiempo  una 
grandísima  y  riquísima  población. 

» La  boca  del  estrecho  por  la  banda  del  Norte  es  difi- 
cilísima de  conocer,  porque  tiene  una  costa  continuada 
de  Este  Oeste,  y  las  dos  partes  que  hacen  el  estrecho  se 


72  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

encubren  la  una  con  la  otra,  porque  su  entrada  y  vuelta 
primera  se  describe  Nordeste  Sudoeste,  y  no  se  deja  ver 
desde  el  mar  afuera,  y  por  esta  causa  no  es  mucho  que 
no  se  haya  hallado  de  los  que  le  han  buscado;  porque 
cuando  nosotros  llegamos  á  él,  no  le  conocimos  por  al- 
gunos dias  que  allí  estuvimos  barloventeando  por  aquella 
costa,  con  tener  una  muy  buena  relación  del  Juan  Marti- 
nez  mi  piloto,  que  era  un  portugués  natural  de  Algarve, 
hombre  muy  viejo  y  de  mucha  experiencia;  mas  faltában- 
le las  señales  de  aquellos  montes,  que  son  las  que  yo 
tomé  y  pinté  para  hacer  otra  segunda  navegación  si  se 
me  ofreciera,  como  creí  ofrecérseme,  porque  aunque  sa- 
biamos  haberle  de  hallar  en  los  6o  grados  de  altura,  por 
ser  aquella  costa  muy  larga  del  Este  Oeste,  nos  hizo 
estar  en  dudas,  tanto  que  al  piloto  le  pareció  no  haber 
llegado  á  él  por  más  de  cien  leguas,  según  la  fantasía  de 
su  derrota,  y  á  mí  me  pareció  que  ya  estábamos  sobre 
él,  como  sucedió,  que  saltando  en  una  chalupa  á  costear 
la  orilla  del  mar,  la  misma  corriente  me  embocó  por  el 
estrecho,  con  que  fué  conocido.  La  razón  por  donde  me 
pareció  haber  llegado  al  estrecho,  y  estar  sobre  él,  fueron 
las  grandes  corrientes  que  allí  hallé ,  las  cuales  venían  de 
la  tierra  y  tornaban  á  ella,  tanto  que  algunas  veces,  es- 
tando nuestro  navio  enmarado,  y  mar  en  través  muy 
apartado  de  la  costa,  lo  hallamos  junto  á  ella,  y  otras 
veces  estando  junto  á  la  tierra,  lo  hallábamos  muy  en- 
marado. 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  73 

» Tienen  aquellos  montes  junto  al  estrecho  una  peña  al- 
tísima sobre  un  alto  monte  á  la  banda  de  la  Asia,  de  co- 
lor blanca;  y  siendo  la  peña  tajada  y  en  forma  inaccesi- 
ble, tiene  en  su  mayor  altura  tres  muy  grandes  árboles, 
que  mirados  de  Norte  Sur  se  ven  bien  distintos  el  uno 
del  otro,  y  de  la  una  y  otra  parte  de  esta  altísima  peña 
muestran  los  montes  una  perspectiva  á  manera  de  dos 
grandes  sillares  muy  conocidos.  Una  legua  de  la  boca 
del  estrecho,  á  la  banda  del  Oeste,  hay  un  peñón  alto  y 
pelado,  al  cual  circunda  el  mar,  y  en  la  hora  que  está  la 
marea  más  baja,  me  parece  que  distará  de  la  tierra  firme 
cuatro  picas  de  largo.  A  la  banda  del  Este  de  la  boca 
del  estrecho ,  hay  un  grande  y  hermoso  rio  de  linda  agua 
y  de  muchos  árboles,  adonde  hicimos  agua,  porque  allí 
tiene  un  mediano  abrigo,  con  dos  grandes  peñones  que 
se  hacen  en  una  punta.  Hay  otro  rio,  una  legua  antes  de 
llegar  á  este,  de  buena  agua,  aunque  carece  de  árboles. 
Los  montes  que  se  descubren  á  la  parte  de  la  Asia  (por 
esta  banda  del  Norte),  son  altísimos  mirados  desde  el 
mar  del  Norte,  y  tienen  grandes  arboledas;  y  llegado 
cerca,  parece  ser  todo  pinares;  mas  los  montes  de  la. 
parte  de  la  América  son  más  bajos  y  de  árboles  menores; 
mas  no  parecia  haber  frutales  en  ninguna  de  estas  dos 
partes. 

» En  el  puerto  adonde  nuestra  nave  surgió  (que  es  el. 
que  está  dicho  en  la  boca  del  estrecho  á  la  banda  del 
Sur),  estuvimos  desde  los  principios  de  Abril  hasta  me- 


74  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

diado  Junio,  y  en  este  tiempo  vino  por  allí  una  nave 
grande  de  ochocientas  toneladas,  de  la  parte  del  mar  del 
Sur  á  embocar  por  el  estrecho,  con  la  cual  tuvimos  oca- 
sión de  ponernos  en  arma;  y  habiéndonos  apaciguado  los 
unos  con  los  otros,  tuvo  aquella  gente  gusto  de  darnos 
algunas  cosas  de  las  que  traían  por  carga  y  mercancía, 
que  era  mucha  y  toda  conocidamente,  ó  la  mayor  parte 
de  ella,  eran  cosas  semejantes  á  las  de  la  China,  como 
son  brocados,  sedas,  porcelanas,  plumas,  cajones,  pie- 
dras, perlas  y  oro;  y  esta  gente  pareció  ser  Ansiáticos, 
que  son  los  que  habitan  en  la  bahía  de  San  Nicolás,  ó  en 
el  puerto  de  San  Miguel;  y  para  mejor  nos  entender  con 
ellos,  nos  fué  forzoso  hablar  latin  los  que  lo  sabian,  con 
muchos  de  ellos  que  lo  sabian  hablar,  mas  no  pareció  ser 
católicos,  sino  luteranos;  decian  venir  de  una  ciudad  muy 
grande,  que  estaba  poco  más  de  cien  leguas  del  estre- 
cho, que  aunque  no  me  acuerdo  bien  de  su  nombre,  me 
parece  que  la  nombraban  Roba,  ó  un  nombre  á  este 
modo,  la  cual  dijeron  ser  de  un  muy  grande  puerto  y  un 
río  navegable,  y  que  era  sujeta  al  gran  Can,  porque  di- 
jeron ser  de  Tartaria,  y  que  en  aquel  puerto  dejaban 
ellos  otra  nave  de  su  misma  patria.  No  pudimos  infor- 
marnos más  de  esta  gente,  porque  siempre  procedieron 
con  recato  y  poca  confianza  temiéndose  de  nuestra  gente, 
y  por  esta  causa  nos  dividimos  los  unos  de  los  otros;  y 
habiéndolos  dejado  cerca  del  estrecho,  dentro  del  mar 
del  Norte,  nos  venimos  la  vuelta  de  España,  y  es  cosa 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  75 

muy  de  creer  que  estos  fueron  ansiáticos,  porque  como 
habitan  en  72  grados  de  altura,  les  es  cosa  fácil  y  muy 
apropósito  tratar  este  estrecho  y  navegación;  y  pues  bas- 
tantem'ente  queda  hecha  relación  de  todas  las  cosas  par- 
ticulares de  esta  navegación,  la  disposición  del  sitio  y  su 
fortificación,  y  las  utilidades  que  de  semejante  navega- 
ción se  siguen,  y  los  daños  que  de  no  hacerse  se  pueden 
ofrecer;  parece  ser  cosa  puesta  en  razón  tratar  cuáles 
sean  las  cosas  que  ha  de  prevenir  la  persona  á  quien  le 
fuese  encomendado  este  negocio,  y  saber  los  gastos  que 
en  semejantes  prevenciones  se  pueden  ofrecer,  para  que 
con  esto  tenga  efecto  el  intento  de  V.  M.  y  su  Real  ser- 
vicio. 

»  Prevenciones  y  gastos  de  este  viaje. — Primera- 
mente conviene  hacer  tres  navios,  la  capitana  de  ciento 
y  cincuenta  toneladas,  y  los  otros  dos  cada  uno  de  á 
ciento,  y  estos,  sean  hechos  con  unos  cajones  debajo  del 
agua,  según  la  traza  que  para  ello  se  dará  á  su  tiempo, 
y  con  esto  se  excusa  irse  á  fondo  una  nave  aunque  se 
abra  por  la  parte  de  abajo,  porque  solamente  se  hinche 
de  agua  aquel  cajón  que  responde  á  la  rotura,  y  los  de- 
más no,  por  ir  todos  calafateados,  y  también  que  si  reci- 
biese algún  bombardazo  entre  dos  aguas,  por  donde  el 
agua  entrase,  por  allí  tornará  á  salir,  sin  echarle  á  fondo 
como  me  consta  por  experiencia  del  mismo  navio  con 
que  hice  la  dicha  navegación  y  descubrimiento.  Estos 
navios  han  de  ser  de  contra  costado  y  emplomados,  he- 


76  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

ches  con  muchos  y  muy  gruesos  corbatones,  y  pernos 
muy  largos,  cuya  forma  ha  de  ser  cerrados  por  la  parte 
alta,  digo  metidos  de  bordo,  y  por  la  parte  baja  chatos 
y  muy  bien  lastrados,  y  siendo  fabricados  en  este  modo, 
podrá  cualquiera  de  ellos  salir  orceando  contra  el  viento, 
si  se  hallare  cerca  de  la  tierra  en  alguna  tormenta  con 
viento  travesía,  que  es  el  mayor  peligro  en  que  una  nave 
se  puede  hallar,  porque  siempre  estos  navios  son  gran- 
des bolineros  y  pueden  meterse  del  —  O  —  cinco  cuar- 
tas; y  si  por  desgracia  viniese  á  encallar  en  algún  bajío 
(por  ir  por  mares  no  conocidos),  podrán  salir  mejor  que 
otros,  porque  como  son  chatos  de  abajo,  no  se  trastornan 
y  pueden  esperar  socorro  de  los  suyos  y  de  la  pleamar. 
>  Asimismo  conviene  llevar  dos  lanchas,  una  armada  y 
otra  desarmada  en  madera,  para  armarla  al  tiempo  de  la 
necesidad,  si  la  que  va  armada  se  perdiese,  y  éstas  han 
de  llevar  remos  para  mejor  llegar  á  sus  navios  en  todos 
tiempos,  ó  hacer  otras  cosas  que  se  puedan  ofrecer,  por- 
que esta  lancha  ha  de  ir  cerca  de  la  costa  y  á  vista  de 
los  tres  navios  (los  cuales  siempre  han  de  ir  apartados 
cuatro  leguas  metidos  á  la  mar)  y  les  avise  de  todas  las 
cosas  particulares  y  señaladas  que  hallaren  en  la  costa; 
y  por  esta  razón  conviene  que  su  capitán  sea  hombre 
experto,  hábil,  animoso,  prevenido  y  muy  fiel;  y  esta  lan- 
cha ha  de  ser  tan  grande,  que  pueda  en  una  necesidad 
hacer  veinte  pipas  de  agua,  la  cual  y  los  tres  navios  y  la 
lancha  desarmada  todos  envelados,  y  puesto  á  punto  de 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  77 

navegar,  bien   enjarciados,   costarán  ocho   mil   ducados. 

» Es  bien  llevar  en  estos  navios  seis  piezas  de  artillería 
reforzadas  para  la  amura,  porque  siendo  ellos  muy  fuer- 
tes como  dicho  es,  muy  bien  las  podrán  sustentar,  y  más 
atrás  doce  menores,  las  cuales  diez  y  ocho  piezas  se  re- 
partan en  los  tres  navios,  que  costarán  mil  y  quinientos 
ducados. 

» Mas  doscientos  mosquetes  á  tres  ducados  cada  uno, 
costarán  seiscientos  ducados. 

» Mas  ciento  y  cincuenta  arcabuces  para  si  se  ofreciere 
saltar  en  tierra  en  alguna  ocasión  de  muchas  que  se  ofre- 
cen en  los  descubrimientos,  á  dos  ducados  cada  arcabuz, 
valen  trescientos  ducados. 

» Picas,  pólvora,  plomo,  cuerda,  bombas,  artificios  de 
fuego,  balas  de  artillería  y  toda  munición,  seiscientos  du- 
cados. 

» Hay  necesidad  de  tres  pilotos,  hombres  cuerdos ,  fie- 
les, vigilantes  y  españoles,  y  sus  ayudantes,  y  dos  doce- 
nas de  bonísimos  marineros,  que  vayan  repartidos  por 
todos  los  tres  navios,  los  cuales  quedan  de  este  viaje 
diestros  para  ser  pilotos  de  esta  carrera,  y  finalmente  es 
bien  llevar  de  toda  suerte  de  gente,  doscientos  hombres, 
y  que  estos  sean  lo  más  que  se  pudiere  hombres  de  mar, 
porque  el  marinero  cuando  es  menester  sirve  de  soldado, 
y  el  soldado  no  sabe  en  ninguna  ocasión  servir  de  mari- 
nero, todos  los  cuales  se  han  de  repartir  en  esta  forma: 
que  en  la  capitana  vayan  ochenta  hombres,  y  en  cada 


78  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

navio  á  cincuenta,  y  los  veinte  restantes  en  la  lancha, 
para  que  si  se  ofreciere  tomar  el  remo  en  las  manos, 
haya  gente  para  ello,  y  toda  esta  gente  vaya  pagada  por 
un  año,  dándoles  á  los  pilotos  mil  ducados  á  cada  uno,  y 
á  todos  los  doscientos  hombres  á  cuarenta  y  ocho  duca- 
dos cada  uno,  que  es  á  razón  de  cuatro  ducados  cada 
mes,  que  montan  nueve  mil  y  seiscientos  ducados  por 
un  año. 

» Y  porque  entre  estos  doscientos  hombres  hay  aven- 
tajados oficiales  de  guerra  y  mar,  y  acompañados  de  los 
pilotos;  me  parece  que  podrán  montar  las  ventajas  de  un 
año,  tres  mil  ducados. 

» Hánse  de  llevar  respetos  de  jarcias,  cables,  áncoras, 
lona,  brea,  estopa  y  todo  velamen,  herramientas,  clava- 
zón y  telas  de  plomo  para  reparar  algún  daño  de  la  arti- 
llería enemiga,  que  todo  montará  mil  y  quinientos  du- 
cados. 

» Mas  doscientos  ducados  de  hachotes  de  cera  para  el 
farol  de  la  capitana  y  almiranta,  que  por  ser  en  esta  na- 
vegación los  dias  muy  largos  y  las  noches  breves,  no 
pongo  más,  pues  es  sin  duda,  que  en  muchos  dias  no  se 
verá  cubrir  el  sol. 

» Repártanse  en  todas  las  naves  doscientos  ducados  de 
botica. 

»Y  porque  las  cosas  del  mar  son  dudosas,  es  bien 
llevar  bastimentos  para  dos  años,  porque  á  lo  menos  lo 
que  es  el  vino  puede  servir  á  la  vuelta,  y  así  guardando 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  79 

la  orden  de  las  raciones  ordinarias,  son  necesarios  para 
los  tres  navios  dos  mil  y  doscientos  quintales  de  bizco- 
cho, que  pagados  á  cuatro  ducados,  montan  ocho  mil 
ochocientos  ducados. 

»  Y  porque  suele  dañarse  el  bizcocho,  y  por  esta  falta 
venir  la  gente  á  padecer  grandes  trabajos ;  es  bien  llevar 
cuatrocientos  quintales  de  harina,  que  pagados  á  dos  du- 
cados, montan  ochocientos  ducados. 

» Las  raciones  del  vino  en  dos  años  suman  nueve  mil 
ciento  y  veinticinco  arrobas,  que  pagadas  á  razón  de  seis 
reales,  hacen  cuatro  mil  y  novecientos  y  setenta  y  siete 
ducados. 

»De  toda  carne,  cecina,  tocino  y  gallinas  para  los  en- 
fermos, dos  mil  y  quinientos  ducados. 

»  Mas  cuatrocientos  ducados  de  todo  pescado. 

» De  aceite,  vinagre  y  legumbres  seiscientos  ducados. 

» Mas  trescientos  ducados  de  queso. 

» Mas  cien  ducados  de  sal,  porque  es  de  mucha  impor- 
tancia llevar  buena  cantidad  de  ella,  porque  en  las  nece- 
sidades suele  aprovechar  que,  ó  bien  tomando  alguna 
gran  cantidad  de  pescado  (como  suele  acaecer)  ó  llegan- 
do adonde  se  pueda  hacer  alguna  carne ,  con  la  sal  se 
sustenta  para  todo  el  viaje. 

» Todas  las  cuales  dichas  partidas  y  gastos  suman 
cuarenta  y  siete  mil  y  setenta  y  siete  ducados,  y  esto  es 
lo  más  que  puede  costar  el  despacho  de  estos  navios, 
aunque  dejo  algunas  cosas  menudas  que  se  pueden  ofre- 


8o  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

cer,  y  no  se  pueden  excusar;  y  mirando  bien  se  compra 
harto  barato  un  beneficio  tan  grande,  que  es  uno  de  los 
mayores  que  ahora  se  pueden  ofrecer,  y  se  excusan 
grandísimos  daños  como  de  no  hacerse  se  podrían  ofre- 
cer á  los  Reinos  de  V.  M.;  y  finalmente  es  bien  tomar 
todo  lo  que  otro  puede  tomar  y  hacernos  daño  con  ello, 
porque  no  sé  yo  poí*  qué  es  bien  hecho,  que  la  parte  des- 
cubierta y  conocida  por  hombre  español,  la  dejemos  to- 
mar al  extranjero,  y  más,  si  con  ella  nos  puede  dañar  y 
hacer  guerra,  y  no  sólo  esto,  sino  que  si  la  toma,  es  sin 
duda  que  este  tal  le  dará  al  demonio  las  mejores  primi- 
cias de  aquellos  Reinos,  que  son  las  almas  de  sus  natu- 
rales, sembrando  entre  ellos  su  mala  y  perversa  secta, 
que  todo  este  riesgo  tiene  desamparar  esta  navegación  y 
dejarla  á  que  la  haga  el  enemigo,  para  que  por  ella  se 
venga  á  apoderar  de  todos  aquellos  Reinos,  y  más  fácil- 
mente de  aquel  nuevo  descubrimiento  de  la  Nueva  Aus- 
trial,  que  siendo  tan  grande  y  tan  dilatado  como  nos  in- 
forman, aquel  que  se  hiciera  señor  de  él,  lo  será  de  todo 
el  mar  del  Sur,  y  pues  habiendo  de  caminar  por  tan  lar- 
go y  prolijo  camino  como  es  el  del  Cabo  de  Buena  Es- 
peranza, han  tenido  medio  los  enemigos  para  tener  en  la 
India  y  en  aquellas  partes  siete  factorías  (como  se  dice 
que  las  tienen  hoy  dia)  y  hecho  fuerte  en  la  isla  de  Ter- 
renate  con  tanto  perjuicio  de  la  Hacienda  Real  de  Su 
Magestad,  claro  está  de  entender,  que  si  hallaren  este 
camino  tan  breve  y  puerto  tan  acomodado,  que  sería 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  8l 

mucho  mayor  el  daño  que  podrían  hacer.  Por  lo  cual  pa- 
rece ser  cosa  más  justa,  atender  al  daño  que  puede  suce- 
der de  no  tomar  y  fortalecer  este  estrecho,  que  no  á  los 
gastos  que  de  hacerlo  se  pueden  ofrecer;  porque  quien 
quisiere  tener  y  gozar  grandes  haciendas,  grandes  y  di- 
versos son  los  gastos  que  ha  de  tener  y  grandísimos  los 
cuidados  que  ha  de  padecer.  Finalmente,  si  V.  M.  se  hi- 
ciere señor  del  mar,  lo  será  de  la  tierra,  y  si  no,  con  difi- 
cultad se  podrá  conservar  lo  que  se  posee,  y  esto  digo 
como  hombre  que  conozco  mucho  de  las  cosas  del  mar, 
y  sé  cuanto  vale  el  imperio  de  ella,  sin  el  cual  es  imposi- 
ble gozar  el  imperio  de  la  tierra,  y  estas  últimas  razones 
basten  para  los  que  saben  entender  materia  de  Estado, 
y  para  que  si  hay  quien  se  descuide,  despierte  y  se  ponga 
en  vela,  que  pienso  que  son  muchos  los  enemigos  públi- 
cos y  secretos,  y  muchas  las  naciones  que  aborrecen  á 
España,  y  no  diga  nadie  (como  pienso  que  se  ha  dicho) 
que  no  hay  dinero  para  hacer  semejantes  prevenciones, 
porque  V.  M.  está  necesitado,  y  si  alguno  lo  dijere  y  ha- 
llare estar  su  Rey  con  necesidad,  ayúdele  con  parte  de 
su  hacienda,  y  advierta  que  le  estará  mejor  gastarla  en 
esto,  que  por  no  hacerse,  se  la  quite  toda  otro  dia  el  ene- 
migo, que  por  mucho  que  él  ponga,  pondrá  más  el  que 
se  hiciere  cargo  de  poner  en  ejecución  un  negocio  tan 
arduo,  que  yo  como  marinero  no  ignoro  cuan  grande  es, 
y  cuántos  peligros  tiene,  y  sólo  puede  conocer  esto  el 
que  supiere    cuan   grande  es  la  braveza  del  mar  del 


82  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Norte  y  su  grande  inquietud.  Es  verdad  que  navegan- 
do de  golfo,  lanzado  con  tan  buenos  navios  como  para 
este  efecto  se  han  de  hacer,  no  hay  que  temer  al  mar 
por  muy  bravo  que  sea,  mas  aquí  se  ha  de  costear  por 
las  razones  atrás  referidas,  y  el  costear  en  un  mar  tan 
inquieto,  es  sumamente  peligroso,  y  tanto  que  no  habrá 
marinero  á  quien  no  haga  temblar  el  corazón,  sólo  el  pen- 
sarlo, y  así  me  parece  que  si  se  hallare  quien  lo  acepte, 
no  lo  pierdan  de  vista,  porque  si  hay  uno,  creo  que  no 
habrá  dos,  y  adviértese  que  semejante  jornada  no  le  pue- 
de ser  de  ningunos  provechos  al  que  la  hiciere,  sino  de 
muchos  trabajos,  por  lo  que  es  aprovechamiento,  no  sé 
yo  que  lo  tenga  por  esta  primera  vez,  y  no  hay  que  con- 
fiar en  que  los  enemigos  no  los  han  de  hallar  esta  entra- 
da ú  otra  si  la  tiene  el  mar  del  Sur,  pues  sabemos  que 
son  muy  marineros  y  tan  animosos  como  yo  para  arro- 
jarse como  yo  me  arrojé;  y  digo  señor,  que  es  tanto  el 
cuidado  que  tienen  de  hallar  alguna  entrada,  que  tengo 
entendido  por  relación  que  de  ello  me  hizo  el  capitán 
Baltasar  de  la  Just,  residente  en  Fonte  Rabia,  estando 
tratando  conmigo  de  este  particular  á  siete  dias  del  mes 
de  Julio  de  este  año  de  1 609 ,  cómo  los  franceses  tienen 
hecho  un  fuerte  en  el  Rio  de  Canadá,  que  está  300  le- 
guas metido  la  tierra  adentro  de  los  bacalaos,  confiados 
de  hallar  desde  allí  entrada  que  pase  al  mar  del  Sur; 
digo  esto,  no  porque  entiendo  que  por  allí  puedan  hallar 
entrada,  porque  es  imposible  que  puedan  atravesar  aquel 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  83 

rio  más  de  mil  leguas  que  hay  de  travesía,  y  también 
porque  yo  costeé  casi  todo  lo  que  estaba  por  descubrir 
de  la  costa  de  la  América  por  el  mar  del  Sur,  y  no  hallé 
ninguna  entrada  ni  boca  de  rio  que  fuese  de  considera- 
ción. Mas  dígolo,  señor,  porque  se  entiendan  las  grandes 
diligencias  que  hacen  los  enemigos  para  entrar. 

» Asimismo  se  advierte,  que  si  V.M.  mandara  hacer  este 
descubrinliento ,  sea  con  secreto,  y  de  tal  suerte  ordena- 
do, que  los  pliegos  y  la  instrucción  no  los  abra  el  cabo 
de  los  navios,  hasta  haber  entrado  cuarenta  leguas  á  la 
mar,  porque  con  esta  disimulación  se  pueden  desmentir 
las  espías,  fingiendo  que  se  arma  para  otro  efecto;  y 
queriendo  Dios  que  nos  sea  otra  vez  descubierto  el  estre- 
cho, conviene  luego  el  primer  año  siguiente  enviarlo  á 
fortificar,  porque  se  ha  de  entender  ser  cosa  imposible 
que  tanta  gente  como  será  en  este  descubrimiento  hayan 
de  callar  tanto,  y  ser  todos  tan  prudentes,  que  no  se  pu- 
blique esta  navegación  y  sus  derrotas,  y  siendo  entendi- 
das de  los  enemigos,  por  ellas  m.esmas  lo  buscarán  y  ha- 
llarán y  fortificarán  de  tal  suerte,  que  sea  menester  mu- 
cho y  muchos  gastos  y  hombres  para  quitárselo;  y  así 
conviene  llevar  esta  mira  desde  el  dia  que  se  dé  el  des- 
pacho para  descubrirlo. » 


Cuando  fué  conocida  en  Europa  esta  relación  de  Mal- 
donado,  encontró  varios  defensores  en  las  más  altas  re- 


84  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

giones  científicas.  Véase  la  Memoria  que  en  31  de  No- 
viembre de  1790  leyó  á  la  Academia  de  Ciencias  de 
París  uno  de  sus  más  respetables  miembros: 

« Memoria  leida  en  la  Academia  de  las  ciencias  de  París 
por  Mr.  Buac/iCy  Geógrafo  mayor  de  S.  M.  Cristia- 
nishna. 

» Há  cerca  de  trescientos  años  que  se  conoce  la  impor- 
tancia del  paso  del  N.  O.  de  la  América,  siendo  este  el 
objeto  de  las  frecuentes  indagaciones  de  las  naciones  co- 
merciantes de  Europa,  y  de  un  premio  de  20.000  libras 
esterlinas  ofrecidas  por  el  Parlamento  de  Inglaterra  á  los 
navegantes  nacionales  que  lleguen  á  descubrirlo. 

» En  vista  de  todas  las  tentativas  que  inútilmente  se  han 
hecho  con  este  objeto  y  de  los  viajes  que  en  estos  últi- 
mos tiempos  emprendieron,  el  célebre  Cook  con  el  fin  de 
reconocer  las  costas  del  N.  O.  de  la  América,  donde  se 
suponía  una  de  las  bocas  del  paso;  Mr.  Youngo  regis- 
trando de  nuevo  la  bahía  de  Hudson,  donde  se  creia  la 
otra,  y  Mr.  M.  Hearne  y  Goumd  cruzando  desde  la 
bahía  de  Hudson  hasta  los  confines  del  mar  Glacial,  al 
través  de  las  tierras  donde  se  imaginaba  un  estrecho, 
cualquiera  podría  inclinarse  á  dudar  de  la  existencia  de 
la  comunicación  de  ambos  mares,  y  esta  tal  vez  es  la 
opinión  general  en  el  dia.  A  pesar  de  esto,  asegurado  de 
la  confianza  que  inspira  la  verdad,  paso  á  proponer  á  la 
Academia  la  relación  de  un  navegante,   que  desde  los 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  85 

principios  en  que  empezó  á  cuestionarse,  halló  el  paso 
del  N.  O.  La  relación  de  semejante  descubrimiento  es 
auténtica,  los  hechos  que  se  citan  en  ella,  de  ningún  modo 
se  oponen  á  las  circunstancias  ciertas  que  hemos  sabido  de 
otros  navegantes,  y  además  nos  informan  de  la  verdad 
de  otros  muchos  hechos  que  refieren  diferentes  autores, 
los  cuales,  como  hasta  ahora  no  se  han  podido  compren- 
der, se  han  mirado  como  fabulosos  ó  como  disputables. 
»Un  navegante  español  llamado  Lorenzo  Ferrer  de 
Maldonado,  es  el  que  en  el  año  de  1588  descubrió  el  paso 
del  N.  O.  que  voy  á  describir,  y  la  relación  de  semejante 
descubrimiento,  se  halla  en  una  Memoria  manuscrita  que 
él  mismo  presentó  al  Rey  de  España  en  1609,  P^^"^  esti- 
mularlo á  que  repitiesen  los  navegantes  este  paso  y  se 
hiciesen  dueños  de  él.  El  Sr.  Mendoza,  oficial  de  la  Ma- 
rina de  España,  conocido  de  la  Academia  por  sus  luces 
y  celo  y  encargado  de  la  Corte  de  Madrid  para  formar 
un  establecimiento  semejante  al  que  tenemos  en  Francia 
para  la  construcción  de  cartas  marítimas,  etc.,  es  quien 
me  comunicó  una  copia  fiel  de  esta  Memoria.  Después 
de  haberla  leido  y  habiendo  hecho  conversación  sobre 
ella,  me  la  franqueó  para  que  hiciese  el  uso  que  tuviese 
por  conveniente.  En  tanto  que  el  Sr.  Mendoza  se  ocupa 
entre  nosotros  en  juntar  los  objetos  necesarios  para  su 
establecimiento,  el  Gobierno  ha  dispuesto  que  se  reco- 
nozcan todos  los  archivos  de  España  y  se  saquen  de 
ellos  las  relaciones  originales  de  antiguos  viajeros  y  na- 


86  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

vegantes  españoles,  y  yo  me  atrevo  á  decir  desde  ahora 
que  la  geografía  puede  esperar  los  mayores  auxilios  de 
sus  conocimientos  y  de  su  celo. 

La  Memoria  del  navegante  español  se  titula  Relación 
del  descubrimie7ito  del  estrecho  de  Anian^  que  yo  el  capi- 
tán Loí^enzo  Ferrer  de  Maldonado  hice  el  afio  de  mil 
quinie7itos  ochenta  y  ocho ,  en  la  que  se  ve  la  derrota  que 
es  preciso  seguir^  la  disposicio7i  local  y  vio  do  de  fortifi- 
carle^ como  también  las  utilidades  qtie  puede  ocasionar  el 
repetir  una  nueva  expedicioii  y  los  Í7iconvenientes  qtie 
pudiera  haber  cíz  07nitirla.  En  dicha  Memoria  se  halla 
trazada  por  el  autor  la  derrota  y  un  plano  particular  del 
estrecho  de  Anian,  con  dos  vistas,  una  de  la  entrada  y 
otra  de  la  salida,  las  cuales  igualmente  delineó  en  dichos 
lugares,  para  facilitar  su  reconocimiento.  Este  plano  y  es- 
tas vistas,  son  las  que  tengo  el  honor  de  presentar  hoy 
con  mayor  extensión  á  la  Asamblea;  pero  como  en  el  dia 
sólo  puede  ofrecer  una  idea  de  este  descubrimiento,  no 
haré  más  que  manifestar  la  derrota  que  siguieron  dichos 
navegantes  en  1588,  y  hacer  constar  por  ella  la  existen- 
cia del  paso  del  N.  O. 

Hé  aquí  la  relación  del  navegante: 

«Partiendo  de  España,  v.  gr.  del  puerto  de  Lisboa, 
>es  preciso  navegar  al  N.  O.  la  distancia  de  450  leguas 
»  y  hasta  los  60°  de  latitud,  desde  donde  se  avistará  la  isla 
>  de  Frislandia;  desde  allí  se  camina  á  la  costa  del  Labra- 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  87 

»  dor,  donde  comienza  el  estrecho  del  Labrador  ó  de  Da- 
»  vis;  aquí  hay  dos  entradas  ó  bocas,  una  que  va  al  N.  E. 
5  y  la  otra  al  N.  O.  Se  dejará  en  la  derecha  mirando  al  N. 
» la  que  va  al  N.  E.  Esta  boca,  está  formada  por  la  Groe- 
>>  landia  y  sus  islas,  y  vuelve  á  tomar  la  mar  de  Frislandia. 

» Tomando  la  otra  entrada,  se  hace  derrota  al  N.  O. 
» en  un  estrecho ,  el  espacio  ó  distancia  de  8o  leguas  y 
» hasta  la  altura  de  64°.  Aquí  el  estrecho  vuelve  al  N.,  y 
» sigue  esta  dirección  120  leguas,  hasta  los  72°.  Desde 
»este  punto  vuelve  al  N.  O.  siguiendo  90  leguas,  y  se 
allega  á  75°  de  latitud,  donde  acaba  el  estrecho  del  La- 
»  brador;  éste  tiene  290  leguas  de  longitud;  su  mayor  an- 
»  chura  40  leguas,  y  20 la  menor;  encuéntranse  en  el,  puer- 
^  tos  calas  y  abrigos  que  pueden  servir  en  caso  necesario, 
^  y  parece  ser  habitado  hasta  los  73°,  á  juzgar  por  los  fue- 
»  gos  que  se  vieron  en  muchos  parajes,  tanto  en  una  costa 
»  como  en  la  otra. 

» Concluida  el  estrecho  del  Labrador,  se  navega  del 
»  O.  I  S.  O.  la  distancia  de  350  leguas  hasta  los  71°.  A 

>  nuestro  regreso,  descubrimos  por  esta  latitud  una  tierra 
■!>  muy  elevada ,  que  no  pudimos  averiguar  si  era  tierra  fir- 
:>  me  ó  isla,  sólo  sí  se  pensó,  que  en  caso  de  ser  tierra  fir- 
»  me,  debería  ser  la  costa  opuesta  ája  costa  septentrional 

>  de  Nueva  España.  Luego  que  se  ve  esta  tierra  y  desde 

>  los  7 1°  de  latitud,  es  preciso  correr  al  O.  S.  O.  la  distan- 
»  cia  de  440  leguas,  y  se  arriba  á  la*altura  de  60°,  donde 

>  se  debe  hallar  el  estrecho  de  Anian :  con  esta  instrucción. 


88         CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

>  se  logrará  hacer  la  misma  derrota  que  yo  conseguí 
»  desde  la  isla  de  Frislandia,  que  fué  el  punto  de  mi  salida. 

» Cuando  llegamos  á  la  salida  del  estrecho  del  Labra- 
» dor,  hacia  un  tiempo  muy  riguroso;  esto  era  á  primeros 
» de  Marzo.  La  travesía  del  estrecho  fué  en  parte  de  Fe- 
» brero,  por  cuya  razón  padecimos  mucho  por  la  oscuridad, 
» por  el  frío  tan  intenso ,  por  el  agua  de  la  mar  que  recha- 
» zaba  contra  el  bajel,  se  helaba  súbitamente,  de  manera 
» que  el  navio  parecía  de  cristal:  también  tuvimos  precisión 
»  de  aferrar  las  velas,  las  cuales  en  muchos  parajes  tenian 
» más  de  un  palmo  de  espesor.  El  pensar  que  el  mar  de 
»  que  vamos  hablando  puede  helarse  del  todo,  es  un  error, 
» porque  como  es  un  estrecho  muy  ancho  que  tiene  cor- 
» rientes  muy  violentas ,  éstas  y  las  gruesas  olas  no  le 
» permiten  helarse  por  su  movimiento  continuo;  y  así  me 
3>  persuado,  que  sólo  puede  helarse  la  orilla  y  en  los  para- 
»jes  donde  el  agua  está  tranquila,  á  juzgar  por  lo  que 
» pasaba  en  torno  de  nuestro  navio. 

» Cuando  regresamos  por  el  estrecho  de  Labrador, 
» que  fué  en  el  mes  de  Julio,  disfrutábamos  de  una  claridad 
»  continua.  Desde  que  llegamos  al  círculo  polar  por  los 
:>  66°  I  de  latitud,  comenzamos  á  gozar  del  sol,  el  que  no 
» nos  faltó  hasta  que  volvimos  á  pasar  segunda  vez  este 
» círculo,  que  se  halla  hacia  la  mitad  del  estrecho.  Con 
» motivo  de  tener  continuamente  el  sol  sobre  el  horizonte, 
» era  tan  cálido  el  aire,  que  sentíamos  mucho  más  calor 
» que  en  España;  pero  de  ningún  modo  nos  incomodaba, 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  89 

» á  pesar  de  estar  expuestos  á  los  rayos  del  sol ,  porque 
» siempre  logramos  un  viento  fresco  del  N. ,  y  al  mismo 
» tiempo  nos  facilitó  pasar  con  prontitud  el  estrecho  del 
» Labrador. 

»  Según  la  tradición  antigua,  parece  que  el  estrecho 
» que  hemos  descubierto  por  latitud  de  60°,  es  el  mismo 
y>  que  llaman  los  geógrafos  en  sus  cartas,  estrecho  de 
y>  Anian,  y  si  esto  es  verdad,  debe  ser  formado  de  un  lado 
^  por  la  Asia,  y  del  otro  por  la  América;  esto  es  lo  que 
» igualmente  nos  ha  parecido  verosímil,  por  la  derrota  que 
»  hemos  hecho  en  la  mar  del  Sur,  que  es  la  que  voy  á  re- 
» ferir. 

» Luego  que  entramos  en  la  mar  grande,  seguimos  la 
»  costa  de  la  América  el  cabo  del  S.  E.  por  más  de  cien 
» leguas,  y  hasta  la  latitud  de  55°  no  se  vio  habitación  al- 
»guna  sobre  esta  costa,  ni  entrada,  ni  embocadura  que 
» indicase  algún  otro  paso  de  la  mar  del  Sur  á  la  del  Nor- 
»te.  Se  creyó  que  esta  costa  era  de  la  América,  y  que 
» continuando  la  derrota  se  llegaria  en  poco  tiempo  á  la 
» Quiviza  y  al  cabo  Mendocino ,  que  sabemos  se  halla  en 
»esta  misma  costa;  prolongada  desde  este  punto  ó  de  la 
» altura  de  55°,  navegamos  al  O.  cuatro  dias  con  un  viento 
»  fresco  que  podia  hacernos  caminar  30  leguas  por  dia: 
»  después  de  haber  andado  1 20  leguas,  siguiendo  la  esti- 
» ma  descubrimos  una  gran  tierra  de  altas  montañas ,  y 
» una  costa  larga  y  continua  que  dejamos  por  volver  al 
» objeto  principal  de  nuestro  viaje. 


go  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

» Nada  pudimos  averiguar  en  particular  de  esta  tierra, 

>  á  causa  de  las  contradicciones  que  experimentamos  á 
»  nuestra  vuelta,  y  sólo  podemos  asegurar,  que  se  halla  po- 
»blada  hasta  las  cercanías  del  estrecho  de  Anian,  por 
»  donde  hablamos  embocado  en  el  mar  grande  quince  dias 
» antes  que  estuvimos  en  el  del  Sur. 

» El  estrecho  de  Anian  tiene  1 5  leguas  de  largo;  así 
»se  le  pasa  fácilmente  con  seis  horas  de  marea,  que  son 
» aquí  violentas.  La  boca  que  mira  al  N.  y  por  la  que  en- 
» tramos,  no  tiene  un  medio  cuarto  de  legua  de  anchura; 
» la  que  mira  al  mar  del  Sur  no  llega  á  un  cuarto  de  legua; 

>  en  medio  del  estrecho  hay  un  islote  formado  de  rocas 
■»  escarpadas  que  angosta  más  el  canal;  en  este  sitio  apé- 
» ñas  hay  un  medio  cuarto  de  legua  de  anchura ,  por  lo 
» que  no  pueden  pasar  sino  dos  ó  tres  buques  de  frente. 
»  La  boca  del  estrecho  al  lado  del  N.  es  muy  difícil  de  re- 
»  conocer,  porque  la  costa  se  extiende  aquí  E.  O.,  y  las 
»  dos  partes  que  la  forman  se  ocultan  una  con  otra,  demo- 
»  rando  la  entrada  NE.  SE.  Por  esto  no  es  de  admirar  no 
» la  hayan  encontrado  los  que  la  han  buscado.  Cuando 
» nosotros  llegamos ,  estuvimos  bordeando  algunos  dias 
» cerca  de  ella,  sin  reconocerla,  no  obstante  de  tener  una 
»  relación  exacta  de  Juan  Martínez ,  mi  piloto ,  que  era  un 
»  portugués  natural  de  Algarve,  hombre  anciano  y  muy 
» experimentado ;  pero  le  faltaba  la  vista  de  las  montañas 
s  que  yo  tomé  y  dibujé  para  guiarme  en  otro  viaje  que  la 

>  ocasión  me  presentase;  así  aunque  estuvimos  bien  adver- 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  91 

>  tidos  de  que  el  estrecho  estaba  situado  por  60°  de  lati- 
» tud,  como  la  costa  corre  E.  O.  un  tan  largo  espacio,  que- 
>>  damos  algún  tiempo  en  duda.  El  piloto,  según  la  estima 
»  de  su  derrota ,  creia  hallarse  á  más  de  cien  leguas ;  á  mí 
»  me  parecia  que  estábamos  muy  cerca,  como  en  efecto  se 
»  verificó ,  pues  que  habiéndome  embarcado  en  la  chalupa 
» para  costear  la  orilla  del  mar,  la  corriente  me  entró  en  el 
» estrecho  y  me  lo  hizo  reconocer  de  este  modo.  Lo  que 
» me  hizo  creer  que  habiamos  llegado  ó  que  nos  hallába- 
» mos  muy  cerca,  fué  efecto  de  lo  que  yo  advertí  en  las 
» corrientes  de  esta  parte ,  las  cuales  venian  de  la  costa, 
» adonde  volvían  seguidamente,  de  modo  que  nuestro  bajel 
» aun  estando  muy  en  alta  mar,  se  hallaba  de  repente  ar- 
» rastrado  á  la  costa,  y  desde  allí  era  de  nuevo  arrojado 
» muy  adentro  del  mar. 

» Desde  principios  de  Abril  hasta  mediados  de  Junio, 
» permanecimos  en  un  puerto  que  hay  en  la  boca  del  es- 
» trecho  por  la  parte  del  mar  del  Sur.  A  este  tiempo  llegó 
» un  bajel  de  ochocientas  toneladas  que  venia  del  mar  del 
»  Sur  á  pasar  el  estrecho,  y  cuyo  equipaje  nos  pareció  de 
»  estas  ansiáticas  que  habitan  la  bahía  de  San  Nicolás  ó  el 
» puerto  de  San  Miguel;  con  motivo  de  recelarse  de  nos- 
» otros  y  al  parecer  temiéndonos  mucho ,  no  pudimos  reci- 
»  bir  instrucción  alguna  de  ellos;  por  consiguiente,  nos  se- 
» paramos  habiéndolos  dejado  en  el  mar  del  Sur,  y  nos 
»  aparejamos  para  regresar  á  España. » 


92  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

»Este  es  el  resultado  del  viaje  y  del  descubrimiento  que 
dice  haber  hecho  el  navegante  español  el  año  de  1588; 
en  las  particularidades  que  he  omitido  y  que  relacionaré 
en  nuestras  sesiones  ó  juntas  privadas,  se  hallarán  sufi- 
cientes pruebas  de  la  existencia  del  paso  y  de  los  conoci- 
mientos del  navegante;  por  ahora  es  mi  designio,  exami- 
nar la  derrota  que  nos  ha  trazado  y  proponer  algunas 
observaciones  sobre  las  principales  circunstancias  de  su 
descubrimiento. 

»  La  derrota  del  navegante  desde  Lisboa  á  la  isla  de 
Frislandia  y  desde  Frislandia  al  estrecho  del  Labrador, 
es  la  que  nos  dan  los  navegantes  modernos  desde  Lisboa 
al  cabo  Farewell,  en  la  entrada  del  estrecho  de  Hudson, 
donde  se  encuentran  las  mismas  latitudes  y  las  mismas 
distancias. 

»  El  paso  que  después  describe  desde  el  Océano  al  mar 
del  Sur,  se  compone,  como  hemos  visto,  de  tres  partes: 
primera,  la  travesía  del  estrecho  del  Labrador,  que  va 
desde  el  Océano  al  mar  Glacial;  segunda,  la  navegación 
ó  camino  de  700  leguas  en  el  mar  Glacial;  tercera,  la 
travesía  del  estrecho  de  Anian,  que  va  desde  el  mar 
Glacial  al  mar  del  Sur. 

»E1  estrecho  del  Labrador,  donde  el  navegante  pone 
290  leguas  de  longitud  ó  extensión,  se  divide  en  tres 
partes,  como  es  fácil  de  comprender.  La  primera,  que 
dice  ser  de  80  leguas  al  N.  O.,  es  efectivamente  el  es- 
trecho de  Hudson,  desde  su  entrada  hasta  la  bahía  de 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  93 

Hudson;  esto  es,  las  mismas  demoras  y  la  misma  dis- 
tancia. 

»En  el  año  de  1588,  todavía  no  se  conocia  la  bahía  de 
Hudson,  ni  tampoco  pudo  verla  el  navegante,  porque  si- 
guió la  costa  septentrional  del  estrecho,  la  cual  siempre 
está  más  libre  y  menos  embarazada  de  hielos. 

»La  segunda  parte,  que  navegó  al  N.  y  cuya  longitud 
se  ha  puesto  de  120  leguas,  se  advierte  también  en  el 
estrecho  que  avanza  al  N.  de  la  bahía  de  Hudson,  y  que 
en  las  cartas  inglesas  se  denomina  Namelew  Strait 
Strait  indicover^  estrecho  sin  nombre  donde  todavía  no 
se  conoce  más  que  una  parte  del  lado  del  S.  que  ha  sido 
vista  por  Bafin  en  1616  y  1631,  y  por  Thomas  James 
en  1632.  Estos  navegantes,  intentaron  encontrar  allí  el 
paso  que  buscaban;  pero  se  retiraron,  asustados  con  los 
hielos  que  veian  venir  del  N.  Es  de  notar  que  Bafin,  es- 
tando al  S.  de  la  entrada,  y  viendo  que  las  mareas  se  di- 
rigian  al  N.,  sugirió  de  allí  que  habia  un  paso,  y  á  conse- 
cuencia dio  el  nombre  de  cabo  Confort  á  una  punta  de 
tierra,  cerca  de  la  que  hizo  su  observación.  Igualmente 
Fox  ha  inferido  del  crecido  número  de  ballenas  que  se 
ven  en  la  parte  del  N.  O.  de  la  bahía  de  Hudson,  que 
debia  haber  en  esta  parte  un  paso  al  mar  del  Sur,  lo  que 
creyó  hasta  su  muerte.  Las  cartas  inglesas  que  se  han 
publicado  de  cuarenta  años  á  esta  parte,  hacen  conme- 
moración de  una  comunicación  entre  el  estrecho  sin  nom- 
bre y  la  bahía  de  Bafin,  la  cual  como  se  halla  ñindada 


94  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

solamente  en  conjeturas,  es  verosímil  haya  impedido  ha- 
cer nuevas  indagaciones,  tanto  más  cuanto  los  navegan- 
tes que  han  ido  en  busca  del  paso  á  la  bahía  de  Bafin, 
no  han  hallado  más  que  hielos  en  su  parte  del  S.  O., 
donde  suponían  la  salida  del  estrecho  sin  nombre.  Las 
cartas  antiguas  dan  una  anchura  mucho  menor  á  la  bahía 
de  Bafin  que  todas  las  modernas;  la  colocan  menos  al  O. 
y  la  aproximan  menos  á  la  bahía  de  Hudson,  y  yo  pien- 
so con  MM.  de  Lislle  y  Danville,  quienes  la  habian  adop- 
tado, que  merecen  la  preferencia. 

» La  tercera  parte  del  estrecho  del  Labrador,  ó  la  que 
termina  en  el  mar  Glacial,  se  halla  en  un  territorio  que 
todavía  no  conocemos;  por*  consiguiente,  no  contradice 
ninguna  de  las  nociones  que  se  nos  han  dado,  antes  bien 
me  parece  confirma  lo  que  se  ha  visto  sin  mucho  interés 
en  una  carta  inserta  en  el  Americum  trawells^  y  en  una 
carta  grande  japonesa  traida  del  Japón  y  depositada  en 
el  gabinete  del  difianto  Hans-loane.  De  la  carta  del  Ame- 
ricum trawells  manifiesta  una  comunicación  ó  estrecho 
entre  el  Glacial  y  la  bahía  de  Hudson,  donde  se  ven  las 
de  Spurle  y  Turle  dar  á  los  dos  puntos  que  forman  la 
entrada  de  este  estrecho  del  lado  del  mar  Glacial.  La 
carta  japonesa,  la  cual  nos  manifiesta  todavía  desconoci- 
das las  costas  de  la  América  septentrional,  nos  indica 
igualmente  un  estrecho  por  donde  se  comunica  el  mar 
Glacial  con  el  Océano,  y  coloca  este  estrecho  adonde  nos 
ha  conducido  el  navegante  español.  Por  las  indagaciones 


SOBRE  EL  VIAJE  DE   LORENZO  MALDONADO.  95 

sabias  de  Mr,  Gtuprés,  sabemos  que  los  chinos  navega- 
ban antiguamente  á  las  costas  del  N.  O.  de  la  América. 
También  se  sabe  por  Benjamín  de  Ttcdela^  autor  judío 
del  siglo  XII,  que  los  chinos  conocieron  el  mar  Glacial,  al 
cual  llamaban  Nikpha;  decian  ellos,  que  los  que  entran 
en  este  mar  no  pueden  salir,  y  que  mueren  después  que 
se  les  acaban  las  provisiones.  Seixas  refiere  en  su  Teatro 
Naval,,  que  en  la  bahía  de  Hudson  se  han  hallado  cascos 
de  navios  chinos;  por  esto  podemos  comprender,  de  dón- 
de tomaron  los  japoneses  los  conocimientos  que  ponen 
en  sus  cartas. 

» El  Trawells  Americtmi,,  no  hace  la  menor  expresión 
de  los  conocimientos  que  nos  manifiesta  la  carta  inserta 
en  esta  obra.  Mr.  de  Brgondi^  quien  en  el  año  de  74  hizo 
indagaciones  sobre  este  objeto,  nos  dice  que  el  autor  era 
un  capitán  inglés  llamado  Elmir^  y  que  habia  recorrido 
una  parte  de  las  costas  del  mar  Glacial  al  N.  de  la  Amé- 
rica; nadie  ha  usado  de  estos  conocimientos  desde  esta 
época,  por  no  saber  apreciarlos;  pero  hoy  dia  se  puede 
creer  que  no  carecen  de  fiandamento.  Permítaseme  citar 
aquí  un  artículo  de  la  Gaceta  de  Londres,  que  al  presente 
parecerá  de  más  atención.  En  el  dia  4  de  Abril  de  1769 
se  dice  en  ella  que  un  oficial  que  habia  montado  navios 
de  la  compañía  de  Hudson,  habia  hallado  poco  hacia  el 
paso  deseado  por  el  N.  O.  para  ir  á  las  Indias  orientales; 
que  habia  pasado  felizmente  desde  el  estrecho  de  Lepul- 
se-Bay  á  otro  por  el  que  habia  entrado  en  el  Océano  de 


gó  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Tartaria,  y  se  añade  que  á  instancias  de  la  compañía  de 
las  Indias  y  de  las  de  la  bahía  de  Hudson,  se  habian  des- 
aparecido repentinamente  su  diario  y  sus  cartas,  en  el 
momento  que  iba  á  publicarlas. 

» En  el  diario  de  sabios  del  mes  de  Noviembre  de  1773 
se  halla  igualmente  una  carta  de  Mr.  la  Lande,  que  dice 
que  un  navio  danés,  llamado  la  Corona  del  Norte  y 
mandado  por  el  barón  Visfeld^  habia  pasado  el  año 
de  1769  del  Océano  al  mar  Glacial,  de  éste  al  del 
Sur,  de  donde  volvió  á  Europa  por  el  estrecho  de  San 
Maire. 

» Toda  esta  relación ,  unida  al  testimonio  del  navegante 
español,  no  dejan  duda,  á  mi  parecer,  de  la  comunicación 
de  la  bahía  de  Hudson  con  el  mar  Glacial,  y  consiguiente 
el  paso  del  N.  O.,  del  que  esta  comunicación  hace  la 
parte  principal. 

» La  navegación  del  mar  Glacial  desde  el  estrecho  del 
Labrador  hasta  la  entrada  del  estrecho  de  Anian,  tal  vez 
parecerá  difícil,  pero  no  imposible,  como  se  hubiera  po- 
dido inferir  de  los  viajes  de  Phipps  y  Cook;  por  la  der- 
rota del  navegante  español,  se  ve  que  la  costa  declina 
hacia  el  S.  á  la  salida  del  estrecho  del  Labrador,  y  que 
se  halla  á  los  7 1  *^  de  latitud ,  hacia  la  mitad  de  espacio 
que  separa  los  dos  estrechos:  Mr.  de  Arjte  ha  hallado  la 
embocadura  del  Rio  de  la  Mina  de  Cobre  por  cerca  de 
71°  40',  y  Mr.  Gound,  en  una  carta  de  sus  descubri- 
mientos presentada  á  la  Academia  en  1766  por  Mr.  de 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  97 

la  Rochefocault ^  indica  la  embocadura  del  río  Araboyer 
hacia  los  65°.  Este  último  no  ha  llegado  hasta  el  mar 
Glacial,  pero  nos  dice  que  parlamentó  cerca  del  lago  de 
Araborca  con  cuarenta  de  los  naturales  que  viven  á  corta 
distancia  de  la  costa;  estos  le  confirmaron  que  en  este 
mar  habia  flujo  y  reflujo,  le  aseguraron  que  no  conocían 
ninguna  tierra  al  N.  y  que  habian  visto  muchas  veces  allí 
hielos  flotantes;  pero  que  la  navegación  de  los  rios  que 
allí  embocan,  se  hallaba  franca  desde  principio  del  estío. 
También  preguntó  Mr.  Gound  á  muchos  salvajes  que 
habian  acompañado  á  Mr.  Hearle  en  su  viaje,  y  nos 
dice  que  le  ocultaron  las  principales  circunstancias  de  él, 
y  que  en  el  dia  es  prohibido  á  todos  ir  hacia  el  O.  Lo 
mismo  sin  duda  sucedió  en  el  viaje  de  Mr.  Young^  del 
que  jamás  se  ha  tenido  conocimiento  alguno,  y  al  del 
capitán  C/^/;^//  pero  en  lo  poco  que  nos  enseña  Mr.  Gou7td, 
nos  anuncia  bastante,  que  el  mar  Glacial  no  es  impracti- 
cable por  la  parte  de  la  América. 

» Sólo  me  resta  hablar  del  estrecho  por  donde  el  nave- 
gante español  pasó  del  mar  del  Sur  al  Glacial,  y  que  él 
llamó  estrecho  de  Anian.  Según  las  cartas  de  su  tiempo, 
se  ve  que  este  estrecho,  que  él  pone  por  60°  de  latitud, 
y  al  que  no  le  da  más  que  un  cuarto  de  legua  de  anchu- 
ra, no  puede  ser  el  de  Bering,  que  halló  Cook  á  los  66° 
de  latitud  y  de  1 5  leguas  de  anchura;  luego  hay  otro  es- 
trecho, que  aún  no  conocemos,  en  esta  parte  del  N.  O. 
de  la  América,  y  por  consiguiente  de  las  islas,  al  lugar 


gS  CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

de  las  tierras  que  nosotros  tenemos  por  una  parte  del 
continente. 

» En  efecto ,  esto  es  lo  que  nos  indican  muchas  cartas 
de  los  rusos,  y  particularmente  la  que  Mr.  Sthachin  pu- 
blicó de  sus  descubrimientos;  se  ve  en  ella  una  grande 
isla,  á  continuación  de  otras  muchas  pequeñas,  situadas 
al  E.  del  estrecho  de  Bering,  separadas  del  continente  de 
la  América  por  otro  estrecho. 

» La  relación  del  navegante  ofrece  aquí  una  gran  difi- 
cultad que  no  puedo  pasar  en  silencio.  El  cálculo  de  su 
derrota  al  salir  del  estrecho  del  Labrador;  coloca  el  es- 
trecho de  Anian  al  O.  del  de  Bering  y  sobre  la  parte 
del  N.  E.  del  Asia,  donde  sabemos,  por  otro  lado,  que 
allí  no  hay  estrecho;  y  así,  es  menester  suponer  que  hay 
un  error  considerable  de  la  estima  que  ha  hecho  de  su 
derrota;  no  me  atrevo,  por  consiguiente,  á  confiar  poder 
determinar  de  un  modo  satisfactorio  la  posición  de  este 
estrecho,  y  sólo  propongo  como  verosímil  lo  que  voy  á 
decir  sobre  esta  materia. 

»La  latitud  del  estrecho  de  Anian,  establecida  ó  fijada 
á  los  60°,  debe  ser  casi  cierta  respecto  que  estaba  así  in- 
dicada en  la  relación  del  piloto,  que  halló  exacta  el  nave- 
gante, quien,  por  otra  parte,  permaneció  allí  mucho  tiem- 
po para  poder  asegurarse.  Esto  supuesto,  debe  estar  el 
estrecho  hacia  Shoal-Ness^  al  O.  del  rio  de  Cook,  ó  hacia 
el  monte  de  San  Elias,  al  E.  del  mismo  rio,  porque  estas 
son  las  únicas  partes  del  lado  de  la  América  que  se  ha- 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  gg 

lian  en  la  latitud  dicha.  Los  rusos  han  reconocido  todas 
las  inmediaciones  de  Shoal-Ness,  como  se  ve  en  la  última 
carta  de  sus  descubrimientos,  y  no  han  hallado  ningún 
estrecho;  por  consiguiente,  estamos  en  la  precisión  de 
fijarnos  en  la  cercanía  del  monte  de  San  Elias.  Por  otra 
parte,  se  adoptará  esta  posición,  considerando  el  camino 
que  hizo  el  navegante  á  su  salida  del  estrecho  ó  á  su  en- 
trada en  el  mar  del  Sur.  Se  advierte  que  navegó  dirigién- 
dose al  SE.,  y  hasta  los  55°  de  latitud,  no  puede  estar 
sino  la  costa  de  la  América,  situada  al  SE.  del  monte  de 
San  Elias;  del  mismo  modo  la  costa  que  halló  á  las  120 
leguas  al  O.  de  la  de  la  América,  y  que  siguió  en  la  di- 
rección del  N.  E.  y  hasta  el  puerto,  no  puede  ser  repre- 
sentada sino  por  la  costa  de  Alaska  y  las  tierras  vecinas 
al  rio  de  Cook.  El  navegante,  ha  supuesto  que  esta  última 
costa  era  una  parte  de  la  Tartaria;  pero  por  lo  que  él 
mismo  dice  bajo  la  fe  de  las  cartas  de  su  tiempo,  y  por- 
que habia  supuesto  que  su  estrecho  era  el  que  significa- 
ban estas  cartas  con  nombre  de  Anian. 

» Todavía  me  inclinaría  á  admitir  esta  posición  del  es- 
trecho, la  consideración  de  las  reclamaciones  de  la  Espa- 
ña y  de  sus  pretensiones  sobre  esta  parte  de  la  costa  de 
América.  No  cabe  duda  en  que  los  españoles  han  tenido 
conocimiento  del  estrecho ,  supuesto  de  que,  independien- 
temente de  la  relación  de  nuestro  navegante,  se  lee  en 
Purchas,  que  habiendo  estado  Drak  en  el  mar  del  Sur, 
quiso  el  virey  de  Méjico  construir  un  fiíerte  á  la  entrada 


lOO        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

del  estrecho  por  la  parte  del  mediodía,  y  que  por  casua- 
lidad pasó  por  allí  el  año  de  1609  un  bajel  de  Acapulco, 
el  que  vino  á  Lisboa.  Con  este  motivo  se  reconoce  la 
data  de  la  Memoria  de  nuestro  navegante  y  su  proyecto 
de  fortificar  el  estrecho.  Las  cartas  antiguas,  indicaban 
una  continuación  de  costa  de  1.700  leguas  de  extensión, 
que  iban  de  la  parte  del  S.  de  la  California  al  Japón,  y 
es  verosímil  que  esto  fuese  el  resultado  de  los  primeros 
descubrimientos  que  se  hicieron,  y  que  después  se  ha  su- 
primido porque  no  se  conocia  con  fundamento,  exten- 
diendo los  españoles  su  derecho  hasta  Wilians  Sotmd  ó 
la  entrada  del  Príncipe  Guillermo,  sin  duda  que  lo  han 
hecho  con  conocimiento  de  causa,  y  es  de  presumir  que 
han  querido  incluir  el  estrecho  en  los  límites  que  ellos 
han  proclamado. 

» En  cuanto  á  los  nuevos  establecimientos  que  se  forman 
en  esta  parte,  tendremos  en  breve  conocimientos  ciertos; 
se  sabe  que  los  rusos  han  avanzado  más  allá  de  la  ribera 
de  Cook,  y  tal  vez  intentaran  de  nuevo  su  antigua  nave- 
gación por  el  estrecho  donde  fueron  vistos  por  nuestro 
navegante  en  1588;  también  es  verosímil  no  esperen  á 
publicar  los  conocimientos  que  hoy  en  dia  tienen  del  paso 
del  N.  O.,  sino  el  momento  que  se  hallen  asegurados  de 
la  posesión  de  esta  parte  de  la  América  que  disputan  á 
los  españoles. 

» Se  ha  visto  en  la  Memoria  del  navegante  español,  que 
su  piloto  tenía  una  relación  exacta  del  paso  del  N.  O.,  de 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  loi 

donde  se  debe  inferir,  que  semejante  paso  era  ya  conoci- 
do, se  habia  ya  descubierto  antes  del  año  de  1588,  épo- 
ca de  su  viaje.  Él  nos  dice,  que  su  piloto  era  portugués, 
viejo  y  muy  experimentado;  pero  nosotros  sabemos  por 
Picrchas^  que  un  portugués  llamado  Martin  Chaelle^  ha- 
bia descubierto  en  1555  ^^  P^-so  al  mar  Septentrional 
desde  las  Indias,  que  habia  hecho  una  relación  de  su 
viaje,  y  que  este  paso  se  hallaba  á  los  59°  de  latitud, 
que,  como  se  ve,  es  el  estrecho  descubierto  por  Ferrer. 

» Un  piloto  inglés,  llamado  Thomas  Cowley^  testificó  por 
escrito  en  1579  que  habia  leido  la  relación  impresa 
en  1567;  pero  que  después  de  este  tiempo  no  la  habia 
podido  volver  á  ver,  á  causa  de  haber  sido  prohibidos 
y  recogidos  los  ejemplares  por  orden  del  rey  de  Por- 
tugal, temiendo  que  este  descubrimiento  no  acarrease 
algún  perjuicio  á  su  comercio. 

» También  se  lee  en  Purchas,  que  este  paso  del  mar  del 
Sur  al  mar  del  Norte,  fué  confirmado  por  un  portugués 
que  aprisionaron  los  ingleses  en  tiempo  de  la  reina  Isa- 
bel; que  otro  portugués  de  Guinea  habia  hablado  á  For- 
bisheo,  como  habiéndolo  pasado,  y  en  fin,  que  era  co- 
munmente conocido  entre  los  pilotos  de  Lisboa. 

»  Después  de  todas  estas  consideraciones ,  me  parece 
que  se  puede  tener  por  un  hecho  constante,  el  descubri- 
miento que  acabo  de  exponer  del  paso  del  N.  O.,  busca- 
do después  de  tan  largo  tiempo.  Para  conservar  la  me- 
moria y  asegurar  la  gloria  á  quien  corresponde,  he  creido 


I02        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

debía  dar  el  nombre  de  Ferrer  al  estrecho  descubierto 
por  el  navegante  español,  tanto  más,  cuanto  es  más  in- 
cierto que  esté  allí  el  verdadero  estrecho  de  Anian.  De 
este  modo  llamaré  al  estrecho  que  hace  la  comunicación 
de  la  bahía  de  Hudson  con  el  mar  Glacial,  y  que  hasta 
ahora  se  ha  llamado  estrecho  sin  nombre,  Namlew-Strait. 
T>  Sacando  á  luz  este  descubrimiento ,  he  dado  la  solu- 
ción á  un  gran  número  de  dificultades,  que  siendo  verda- 
des interesantes,  habian  declinado  á  la  clase  de  fabulosas, 
y  en  adelante  harán  leer  con  mayor  interés  la  historia  de 
las  antiguas  navegaciones;  acaso  habré  destruido  también 
las  preocupaciones  que  se  opondrían  .todavía  por  mucho 
tiempo  á  los  progresos  de  la  navegación  en  los  mares 
del  Norte,  y  me  atrevo  á  confiar,  que  el  fin  del  siglo  xviii 
añadirá  el  conocimiento  de  las  tierras  próximas  al  polo, 
y  aun  del  polo  mismo,  á  todos  aquellos  con  que  este  si- 
glo ilustrado  ha  enriquecido  la  geografía. » 


Esta  acalorada  y  entusiasta  defensa,  tanto  como  poco 
preconcebida,  alcanzó  el  eco  que  era  de  esperar,  ocupan- 
do la  atención  de  geógrafos  y  astrónomos  muy  notables, 
en  Francia,  Alemania,  Italia  é  Inglaterra;  pero  á  la  vez 
que  poníase  en  discusión  y  procurábase  en  principio  con- 
ceder al  español  Maldonado  la  gloria  de  haber  descu- 
bierto el  paso  del  N.  O.,  los  doctos  marinos  é  ilustres 
geógrafos  españoles,  protestaron  de  aquella  inmerecida 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  103 

suposición,  y  por  cuantos  medios  estuvieron  á  sus  alcan- 
ces hicieron  saber  á  Europa,  que  el  viaje  de  Maldonado 
era  una  invención  ridicula,  y  que  en  nuestro  país  se  re- 
chazaba en  absoluto  toda  opinión  favorable,  y  más  aún 
toda  tesis  concediendo  á  España  la  realización  de  tan 
glorioso  descubrimiento. 

Entre  los  marinos  que  con  mayor  caudal  de  lóg-ica  y 
entendimiento,  refutaron  la  Memoria  de  Buache,  debe- 
mos citar  al  Capitán  de  fragata  D.  Ciríaco  de  Cevallos, 
al  de  igual  clase  D.  Alejandro  Malaspina,  al  Capitán  de 
navio  Fernandez  Navarrete,  y  á  otros  varios  distinguidos 
oficiales,  cuyas  disertaciones  notables  han  logrado  poquí- 
sima publicidad.  No  hay  entre  ellas  gran  diferencia  de 
argumentación,  como  debe  suponerse,  porque  la  verdad 
es  única.  En  el  archivo  del  Depósito  Hidrográfico  de 
Madrid,  existe  el  manuscrito  de  una  de  las  más  excelen- 
tes refutaciones  á  que  hacemos  referencia,  la  cual  copiada 
á  la  letra  desde  el  período  más  oportuno,  dice  así: 


« Lorenzo  Ferrer  de  Maldonado,  geógrafo  de  Felipe  II, 
estando  sobre  la  costa  de  los  Bacalaos  escaso  de  bastimen- 
tos^ arribó  por  ellos  d  la  isla  de  Frislandia  y  los  tomó 
en  unas  islas  llamadas  Gelandillas ;  sobre  estos  lugares 
ya,  y  como  por  el  mes  de  Enero  (según  se  deja  conjetu- 
rar de  su  relación),  se  empeñó  en  descubrimientos  al  N., 
y  subiendo  por  diversos  canales  hasta  los  75°  de  altura, 


104        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

bajó  después  al  S.,  saliendo  por  último  al  mar  Pacífico 
entre  los  59  y  60°  de  latitud.  Hé  aquí  la  derrota  que  hizo 
Maldonado,  ó  la  que  traza  para  repetir  su  misma  nave- 
gación, saliendo  del  puerto  de  Lisboa: 

«Partiendo  de  España,  v.  gr.  del  puerto  de  Lisboa, 

>  es  preciso  navegar  al  N.  O.  la  distancia  de  450  leguas 
íy  hasta  los  60°  de  latitud,  desde  donde  se  avistará  la 
» isla  de  Frislandia.  Desde  allí  se  caminan  1 80  leguas  al 
»  O.  bajo  del  paralelo  de  60°  y  se  arriba  á  la  costa  del 
» Labrador  ó  de  Davis.  Aquí  hay  dos  entradas  ó  bocas, 

>  una  que  va  al  E.  NE.,  y  otra  al  N.  O.;  se  dejará  á  la 

>  derecha  mirando  al  N.  la  que  va  al  E.  NE.;  esta  boca 
»  está  formada  por  la  Groelandia  y  sus  islas ,  y  vuelve  á 
» tomar  la  mar  de  Frislandia.,  tomando  la  otra  boca  que 
» hace  derrota  al  N.  O.  en  un  estrecho,  el  espacio  ó  dis- 
» tancia  de  80  leguas  y  hasta  la  altura  de  64°.  Aquí  el 
»  estrecho  vuelve  al  N.  y  sigue  esta  dirección  1 20  leguas 
^  hasta  los  72°.  Desde  este  punto  vuelve  otra  vez  al  N.  O., 
»  siguiéndolo  90  leguas,  y  se  llega  á  los  75°  de  latitud, 
» donde  acaba  el  estrecho  del  Labrador.  Este  tiene  290 
» leguas  de  longitud;  su  mayor  anchura  son  40  leguas,  y 
»  20  la  menor.  Encuéntranse  en  él  puertos,  calas  y  abri- 
» gos  que  pueden  servir  en  caso  necesario ,  y  parece  ser 
» habitado  hasta  los  73°,  á  juzgar  por  los  fiaegos  que  se 
» vieron  allí  en  muchos  parajes,  tanto  de  una  costa  como 

>  de  la  otra. 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  105 

» Concluyendo  el  estrecho  del  Labrador,  se  navega 
»al  O.  I  S.  O.  distancia  de  350  leguas  hasta  los  75°. 
» Desde  los  71°  correr  al  O.  S.  O.  la  distancia  de  440 
» leguas,  y  se  arriba  á  la  altura  de  60^,  donde  se  debe 
y>  hallar  el  estrecho  de  Anian.  Con  esta  derrota  se  logra- 
»  rá  hacer  la  misma  derrota  que  yo  conseguí  desde  la  isla 
»  de  Frislandia,  que  fué  el  punto  de  mi  salida.  El  estre- 
» cho  de  Anian,  que  sale  al  mar  del  Sur-,  tiene  1 5  leguas 
» de  largo ,  así  se  le  pasa  fácilmente  con  seis  horas  de 
» una  marea  que  aquí  son  muy  violentas. » 

Tal  es  la  derrota  que  hizo  Maldonado.  Ni  él  dice,  ni 
sabemos  qué  designios  lo  condujeron  á  la  costa  de  los 
Bacalaos,  ni  si  arribando  á  las  Gelandillas,  pensaba  con- 
tinuar sus  descubrimientos  al  N.  De  cualquiera  manera 
que  sea,  su  relación  tiene  caracteres  claros  de  inverosí- 
mil y  falsa.  Los  que  sepan  la  historia  de  las  navegacio- 
nes hechas  por  el  N.  O.,  esos  decidirán,  si  es  posible  que 
el  viajero  español  se  empeñase  en  descubrimientos  hasta 
los  75^  de  latitud  en  la  estación  más  cruda  del  invierno, 
por  unos  canales  desconocidos  y  de  corrientes  violentas, 
y  en  meses  donde  la  ausencia  del  sol,  al  paso  que  dismi- 
nuia  todos  los  recursos  del  pilotaje,  aumentaba  con  una 
noche  perpetua  los  peligros  de  la  misma  navegación.  Sa- 
bemos que  la  fortuna,  el  arrojo  y  la  inteligencia  continua- 
dos, producen  efectos  portentosos.  Si  Ferrer,  conducido 
por    causas    inevitables   á   estos   estrechos,   los   hubiera 


lo6        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

practicado  con  la  felicidad  que  supone,  no  podríamos  ne- 
gar un  hecho  entre  los  límites  de  lo  posible;  pero  se  ne- 
cesita un  juicio  incapaz  de  percibir  la  contradicción,  para 
creer,  que  siendo  Maldonado  capaz  de  llevar  á  cima  una 
derrota  tan  complicada  y  de  calcular  sus  riesgos,  fuese  tan 
ignorante  que  la  emprendiese  en  la  época  menos  á  propó- 
sito del  año.  ^Y  en  qué  año?  En  el  de  1588,  cuando  el 
arte  en  construir,  bajeles  y  el  de  manejarlos  estaba  en  la 
cuna,  y  cuando  se  ignoraban  la  mayor  parte  de  los  prin- 
cipios que  forman  hoy  la  seguridad  de  las  navegaciones. 
El  primero  y  tal  vez  el  único  argumento  de  los  que, 
conducidos  por  el  espíritu  de  singularizarse,  han  querido 
persuadir  la  autenticidad  del  viaje  de  Maldonado,  consis- 
te en  la  conformidad  de  su  derrota  con  nuestros  conoci- 
mientos actuales  sobre  la  geografía  de  estas  regiones; 
veamos  si  existe  tal  conformidad.  Supongamos  que  anda- 
das 450  leguas  al  N.  O.  desde  el  puerto  de  Lisboa,  se 
encuentre  con  el  cabo  de  Farewell,  que  hace  la  parte 
más  Sur  de  la  Groelandia;  no  es  posible  que  navegando 
180  leguas  al  O.,  se  tropiece  con  el  concurso  de  dos  ca- 
nales, el  uno  con  dirección  al  N.  O.^  y  al  E.  N.  E.  el 
otro.  Si  Ferrer  entró  por  el  canal  de  Hudson,  como  cree 
M.  Buache,  debió  parecerle  el  canal  de  la  derecha 
al  N.  I  N.  E.  ó  lo  más  al  N.  N.  E.,  rumbo  que  dista  mu- 
cho del  E.  N.  E.  cuando  se  trata  de  probar  la  verdad 
del  viaje  de  Maldonado,  únicamente  por  ser  compatible 
su  derrota  con  los  conocimientos  modernos. 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  107 

Toda  la  parte  del  viaje  que  corresponde  á  lugares  que 
nadie  ha  visto,  nadie  puede  contradecirle:  si  considera- 
mos al  viajero  español  en  el  mar  Pacífico,  convenimos  en 
que  pudo  correr  al  S.  E.  la  costa  de  la  América  hasta 
los  55°  de  latitud;  pero  no  es  posible  que  navegando 
después  en  cuatro  dias  120  leguas  al  O.,  tropezase  con 
una  gran  tierra  de  altas  jnontañas  y  tma  costa  larga  y 
continua.  Debemos  suponer,  que  Maldonado  partió  del 
cabo  de  San  Bartolomé,  situado  con  poca  diferencia  en 
los  55°,  y  este  cabo,  dista  300  leguas  de  Alaska,  que  es 
su  tierra  más  próxima  por  el  Occidente. 

Aun  cuando  pudieran  explicarse  estas  dificultades  que 
presenta  la  derrota  de  Maldonado,  aun  dando  por  de- 
mostrada su  posibilidad,  nunca  puede  inferirse  de  esta 
suposición  que  se  hizo  en  efecto;  esto  es  posible,  luego  esto 
sucedió;  hé  aquí  una  lógica,  de  que  no  creemos  capaz  á 
ningún  geógrafo  nacido  más  allá  de  los  Pirineos.  ^Qué 
testimonio  nos  asegura  que  la  relación  atribuida  á  Mal- 
donado  no  se  escribió  muchos  años  después?  A  más  de 
que  en  1609,  cuando  se  dice  que  el  viajero  español  pre- 
sentó su  memorial,  ya  Frobisber  habia  reconocido  la 
Groelandia  y  descubierto  un  canal  que  verosímilmente  es 
el  de  Hudson;  ya  Juan  Davis  habia  descubierto  el  estre- 
cho de  su  nombre,  el  de  las  Ballenas  y  los  otros  que  for- 
ma la  isla  de  Buena-fortuna  con  las  otras  islas  inmediatas, 
y  finalmente ,  ya  James  Lancaster  y  Jorge  Weymout  ha- 
blan hecho  sus  viajes,  y  se  podian  tener  suficientes  noti- 


Io8       CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

cias  sobre  la  situación  y  dirección  de  estos  primeros  ca- 
nales, para  trazar  una  derrota  que  no  contradijese  la 
verdad  en  todas  sus  partes. 

La  proporción  que  se  observa  entre  las  latitudes  de  la 
derrota  con  los  nombres  y  distancias  de  que  se  deducen, 
prueba  en  buena  (i)  cosmografía^  que  Lorenzo  Ferrer 
ignoraba  los  primeros  elementos  del  pilotaje.  Saliendo  de 
los  60°  de  latitud  y  navegando  80  leguas  al  N.  O.,  se 
llega  á  los  62°  49',  y  no  á  los  64;  saliendo  de  los  64  y 
haciendo  1 20  leguas  al  N.,  se  llega  á  los  70°  y  no  á los  72, 
y  así  de  todos  los  demás.  No  se  crea  que  estas  diferen- 
cias provienen  de  asignar  á  la  legua  una  longitud  diversa 
de  la  que  nosotros  asignamos;  porque  además  de  no  obser- 
varse entre  ellas  una  ley  constante,  si  las  distancias  ante- 
cedentes no  corresponden  á  sus  latitudes  por  defecto, 
otras  tampoco  corresponden  por  exceso,  como  cuando  ha- 
biendo salido  de  los  72°,  dice  que  navegadas  90  leguas 
al  N.  O.  llegó  á  los  75^.  La  conclusión  del  estrecho  del 
Labrador  está,  según  Maldonado,  en  75°  de  latitud;  pero 
según  los  rumbos  y  distancias  de  que  se  deduce  esta 
latitud,  en  72°  solamente.  La  diferencia  es  bastante  no- 
table para  haberse  escapado  á  los  ojos  de  Mr.  Buache. 

Si  las  noticias  de  Maldonado  son  poco  compatibles  con 
las  adquiridas  posteriormente,  y  si  su  memorial  contiene 
errores  imperdonables  á  un  marino  y  á  un  geógrafo  de 

(i)     Locución  de  Maldonado. 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  log 

oficio,  no  son  estas  objeciones  las  únicas  que  se  pueden 
proponer  contra  la  realidad  de  su  descubrimiento.  Ha- 
blando nuestro  viajero  de  la  dificultad  de  helarse  el  es- 
trecho del  Labrador  á  causa  de  la  rapidez  de  sus  cor- 
rientes, y  de  la  magnitud  de  las  olas,  añade:  en  las  ori- 
llas creo  que  se  puede  helar,  según  pareció  e7i  nuestra 
nave,  que  el  agua  que  salpicada  se  helaba.  La  palabra 
creo^  manifiesta  que  Maldonado  navegó  distante  de  las 
orillas  y  hacia  el  centro  del  canal,  porque  si  no,  podría 
decir  acertivamente  si  las  orillas  estaban  ó  no  heladas. 
Pues,  ¿cómo  á  tanta  distancia  pudo  ver  calas,  puertos  y 
fuegos  sobre  una  y  otra  de  las  costas  que  forman  el  es- 
trecho del  Labrador,  y  cómo  pudo  determinar  que  este 
estrecho  tiene  40  leguas  de  ancho  por  donde  más  y  20 
por  donde  menos?  Que  Maldonado  hizo  estos  descubri- 
mientos á  la  ida,  se  infiere,  no  sólo  del  lugar  de  la  rela- 
ción en  que  da  su  noticia,  sino  también  de  la  forma  en 
que  la  da.  Del  lugar,  porque  la  coloca  en  su  navegación 
por  el  estrecho  del  Labrador  y  antes  de  salir  de  él;  por 
el  modo ,  porque  dice  así:  Y  es  por  donde  más  angosto 
(el  estrecho  del  Labrador)  de  20  leguas  y  por  donde  más 
ancho  de  40  leguas,  y  hacen  muchos  puertos,  calas  y  abri- 
gos que  pueden  ser  de  socorro  de  cualquiera  necesidad,  y 
hasta  los  yj  grados  pareció  ser  habitado  de  algunas  gen- 
tes, porque  en  muchas  partes  de  aquellas  costas  se  vieron 
fuegos,  asi  co7no  la  tma  parte  y  la  otra. 

La  proposición  hasta,  indica  un  fin  de  término  cuyo 


no        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


principio  en  los  óo"^  ele  latitud  acaba  de  manifestar,  no 
sólo  los  lugares  sobre  que  se  observaron  calas,  puertos, 
fuegos,  etc.,  sino  también  el  orden  de  camino  en  que  se 
hicieron  estas  observaciones.  Ahora,  quisiera  yo  saber,  si 
los  dias  de  Febrero  como  se  tienen  por  los  70  y  73°  de 
latitud,  son  los  más  oportunos  para  reconocer  calas  á  10. 
ó  más  leguas  de  distancia.  Por  lo  que  hace  á  la  posibili- 
dad ó  imposibilidad  de  helarse  el  estrecho  del  Labrador, 
que  se  consulte  á  los  que  frecuentan  la  bahía  de  Hudson, 
cuya  entrada  sabemos  que  es  impracticable  por  razón  de 
los  hielos  la  mayor  parte  del  año. 

Maldonado,  que  se  extiende  lo  que  no  es  preciso  sobre 
las  circunstancias  menos  importantes  de  su  viaje,  pudiera 
haberse  explicado  con  más  claridad  en  este  y  otros  pun- 
tos importantes.  No  sabemos  de  qué  modo  hizo  la  nave- 
gación de  estos  canales;  pero  siendo  los  vientos  del  Nor- 
te casi  comunes,  según  su  propia  confesión,  y  contrarios 
á  la  mayor  parte  de  su  viaje,  se  deja  inferir  que  subiría 
por  ellos  haciendo  uso  de  las  corrientes,  las  cuales  dice 
que  son  periódicas  y  siguen  el  orden  de  las  mareas;  esta 
circunstancia  le  haría  fondear  de  seis  en  seis  horas,  por- 
que de  otra  manera  perdería  en  un  período  lo  que  gana- 
ba en  otro.  Demos,  según  esto,  por  sentado,  que  el  estre- 
cho del  Labrador  tiene  en  toda  su  extensión  un  fondo 
proporcionado  para  esta  especie  de  maniobras.  Pero,  ¿es 
verosímil  que  un  canal  que  corre  de  los  60  á  los  75°  de 
latitud  por  una  extensión  tan  considerable  de  leguas,  se 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  m 

haya  navegado  fondeando  y  levándose  cada  seis  horas, 
en  el  mes  de  Febrero  y  en  medio  de  las  frecttentes  tem- 
pestades y  fíLriosas  olas  de  que  nos  habla  Maldonado?  El 
inmenso  frío  que  hacia  helarse  los  golpes  de  mar  sobre  el 
costado  del  bajel  y  daba  á  las  velas  U7i  palmo  de  espesor^ 
jj  cuánta  dificultad  añadiría  á  estas  maniobras ,  por  su  na- 
turaleza pesadas  en  los  mares  más  benignos  y  en  las  cir- 
cunstancias más  favorables?  Todos  estos  inconvenientes 
crecen  al  grado  de  insuperables  si  nos  acercamos  al  si- 
glo XVI,  cuando  ni  las  embarcaciones  ni  sus  aparejos 
eran  lo  que  son,  y  cuando  la  mecánica  no  habia  suminis- 
trado todavía  á  la  maniobra,  esta  multitud  de  auxilios 
que,  simplificando  los  trabajos,  disminuye  la  necesidad 
de  fuerzas.  Los  marinos  ejercitados  en  su  oficio,  y  no  los 
geógrafos  puramente  especulativos,  quisiera  yo  que  deci- 
dieran esta  cuestión. 

Pues,  ^qué  diremos  del  estrecho  de  Anian  como  lo 
pinta  nuestro  autor?  Que  el  deseo  no  lo  hubiera  fingido 
más  propio  para  ser  navegado,  poblado  y  fortificado.  Si 
se  hubiera  consultado  á  Felipe  III  (que  con  designios  fá- 
ciles de  conseguir  procuró  averiguar  la  existencia  del  es- 
trecho) sobre  las  circunstancias  que  debia  tener  para  ser 
enteramente  conforme  á  sus  ideas,  hubiera  dicho:  Yo 
quiero  que  teniendo  1 5  leguas  de  longitud ,  pueda  nave- 
garse  en  seis  horas;  que  siendo  él  por  su  naturaleza  an- 
gosto, se  estreche  más  por  una  isla,  sobre  la  cual  cons- 
truiré un  fuerte  que  cierre  el  paso  al  poder  de  todos  los 


112        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

hombres;  quiero  atalayas  distribuidas  como  con  la  mano, 
para  hacer  largas  descubiertas;  y  aún  no  es  esto  todo. 
Se  necesita  un  puerto  cómodo  y  seguro  en  las  inmedia- 
ciones del  estrecho,  ó  en  el  estrecho  mismo,  y  última- 
mente, son  precisos  un  temperamento  dulce  y  tierras 
pingües.  Las  últimas  circunstancias  no  eran  fáciles  de 
combinar  en  latitudes  tan  elevadas;  pero  á  todo  ocurrió 
la  imaginación  del  seudo-navegante.  Puso  montes  por 
el  N.,  llanos  hacia  el  S.,  y  con  esta  combinación  encon- 
tró un  suelo  capaz  de  producir  los  frutos  de  las  regiones 
templadas  y  un  temperamento  donde  se  propagasen  las 
castas  de  los  climas  cálidos.  Hé  aquí  todo  lo  que  hubiera 
deseado  Felipe  III,  todo  lo  que  inventó  nuestro  autor  y 
todo  lo  que  la  naturaleza  no  quiso  reunir  en  los  60^  de 
latitud.  Los  navegantes  conducidos  á  estas  costas  por  la 
codicia  de  las  pieles,  contradicen  también  esta  relación, 
porque  ninguno  ha  encontrado  vestigios  de  los  venados, 
puercos,  conejos  y  los  otros  animales  que  vio  con  abun- 
dancia Ferrer.  Verosímilmente,  no  estaban  en  el  inventa- 
rio de  nuestro  viajero  las  nutrias  y  los  osos,  que  siendo 
las  especies  más  comunes  sobre  estos  lugares,  hubieran 
dado  alguna  verosimilitud  y  sostenido  la  ilusión  de  su 
novela.  Las  manzanas  conservadas  desde  el  año  antece- 
dente, cuando  los  árboles  debian  tener  ya  flor  para  nue- 
vo fruto,  es  poco  natural,  y  aquello  de  los  consejos  suge- 
ridos por  Maldonado  para  hacer  uso  de  las  frutas  sin 
riesgo,  es  una  circunstancia  que  no  quita  ni  pone  á  la 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  113 

verdad  del  suceso,  pero  que  haría  reir  al  mismo  Herá- 
clito. 

Se  sabe  que  Felipe  III,  en  consecuencia  de  informes 
dados  á  su  padre  sobre  la  existencia  del  estrecho  de 
Anian  (por  donde  se  decia  haber  salido  al  mar  Pacífico 
algunos  pescadores  de  Terranova),  mandó  reconocer  la 
costa  occidental  de  la  América  desde  el  principio  de  la 
California  hasta  los  43°  de  latitud,  dentro  de  cuyos  lími- 
tes se  suponia  el  estrecho.  Ahora,  si  Ferrer  Maldonado, 
geógrafo  del  Rey,  hubiera  salido  en  1588  al  mar  del  S. 
por  el  estrecho  de  Anian  y  los  60°  de  latitud,  ¿hubiera 
mandado  Felipe  III  buscar  este  mismo  estrecho  más 
abajo  de  los  43°  el  año  de  1602,  catorce  después  del  re- 
greso de  Maldonado  á  España?  Suponemos  que  nuestro 
viajero  manifestó  á  su  vuelta  los  resultados  de  una  expe- 
dición que  no  pudo  costear;  y  si  ocultó  por  entonces  las 
noticias  del  estrecho  de  Anian,  ^  cómo  no  las  hizo  presen- 
tes en  1603,  cuando  supo  que  salía  Vizcaino  á  buscarlo? 
¿Por  qué  las  difirió  seis  años  para  comunicarlas  al  Rey 
en  otra  ocasión  igual? 

El  año  de  1Ó02  se  comunicó  también  orden  al  Go- 
bernador de  las  Filipinas  para  dirigir  otro  viaje  con  los 
mismos  objetos  que  el  de  Vizcaino.  Esta  repetición  de 
tentativas,  manifiesta  la  importancia  que  se  daba  en  Es- 
paña al  reconocimiento  del  estrecho  de  Anian;  y  si  se 
considera  la  conformidad  que  tenian  este  género  de  em- 
presas con  las  disposiciones  pacíficas  de  Felipe  III,  se  co- 


114        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

nocerá  que  este  Príncipe,  no  pudo  escasear  ningún  gasto 
cuando  se  trataba  de  reconocer  unos  lugares  cuya  utilidad 
de  posesión  comprendia.  Si  sobre  algunas  noticias  vagas 
aventuró  la  expedición  de  Vizcaino  y  quiso  que  se  aven- 
turase otra  desde  Filipinas,  ¿con  cuánta  más  razón  hubie- 
ra escuchado  á  Lorenzo  Ferrer,  que  hablaba  en  el  asunto 
de  ciencia  cierta  y  conocimiento  práctico?  Pues  ¿cómo  no 
fué  atendido  su  memorial?  Y  si  fué  atendido,  ¿cómo  no 
se  fortificó  el  estrecho  ni  se  mandó  practicar  la  navega- 
ción, siendo  estos  objetos  de  una  utilidad  tan  recomen- 
dada por  Ferrer,  tan  sabida  del  Rey  y  tan  fácil  de  cono- 
cer por  cualquiera?  Yo  no  puedo  creer  que  habiendo 
hecho  Felipe  III  tantos  esfuerzos  para  descubrir  el  estre- 
cho de  Anian  con  el  designio  de  navegado  y  fortificarlo, 
no  hiciese  ni  uno  ni  otro  cuando  por  las  noticias  de  Fer- 
rer estuvo  seguro  de  su  existencia.  Mientras  Mr.  Buache 
nos  explica  esta  contradicción  de  Felipe  III,  veamos  otra 
no  menos  clásica  de  nuestro  navegante. 

La  boca  N.  del  estrecho  es  muy  difícil  de  reconocer 
según  Maldonado,  y  de  ningún  modo  podia  comprobar 
mejor  esta  verdad  que  citando  sus  propios  sucesos. 
Cuando  nosotros  llegamos,  dice,  no  lo  conocimos  por  al- 
gunos citas  que  allí  estuvimos  barloventeando  por  aquella 
costa  con  tener  míiy  buena  relación  de  Jíian  Martínez, 
mí  primer  piloto,  que  era  de  miicha  experiencia ,  mas 
faltábanle  las  vistas  que  yo  tomé,  porqíie  aunque  sabía- 
mos saber  se  hallar  el  estrecho  e7i  los  6o  grados  de  altu- 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  115 

ra  por  ser  aquella  costa  mtty  larga  del  E.  O.,  nos  hizo 
estar  tanto  en  las  dicdas,  que  al  piloto  le  pareció  no  haber 
llegado  d  él  por  más  de  cien  leguas  según  la  fantasia  de 
su  derrota^  etc.  Maldonado  manifiesta  claramente  que  ya 
su  piloto  Martinez  habia  hecho  ó  tenía  noticia  de  la  na- 
vegación del  estrecho,  cuya  situación  sobre  poco  más  ó 
menos  conocia.  Pues,  ¿cómo  al  principio  del  memorial  se 
abroga  el  honor  de  su  descubrimiento?  Y  si  estaba  ya 
descubierto  y  situado,  ¿á  qué  fines  se  dirigia  la  expedi- 
ción de  Ferrer  cuando  salió  de  las  Gelandillas?  Si  estaba 
ya  descubierto  y  situado,  ¿para  qué  es  proponer  al  Rey 
una  primer  expedición  á  descubrirlo  y  otra  segunda  ex- 
pedición á  fortificarlo?  Y qtieriendo  Dios^  así  habla  Mal- 
donado  ,  que  e7i  la  priinera  empresa  nos  sea  descubierto 
el  estrecho,  co7iviene  luego  el  año  siguiente  enviarlo  á  for- 
tificar. La  primera  de  estas  dos  empresas  parece  super- 
fina cuando  ya  Ferrer  habia  hecho  la  navegación  del 
estrecho,  habia  formado  su  plano,  levantado  su  vista  y 
determinado  los  lugares  más  propios  para  erigir  la  colo- 
nia y  construir  las  fortalezas;  pero  aquí  está  el  misterio 
del  suceso.  Lorenzo  Ferrer  ó  el  que  tomó  su  nombre,  es- 
taba convencido,  lo  mismo  que  Wood,  Lancaster  y  otros 
muchos,  de  la  existencia  del  estrecho;  y  para  promover 
su  inquisición,  escribió  el  memorial  dando  por  hecho 
cuanto  pudo  imaginar  y  conducia  á  sus  intentos.  Si  esto 
no  es  así,  se  aproxima  mucho  á  lo  que  pensaba  el  mismo 
Maldonado  cuando  dijo:  Y  si  no  supiéramos  por  vista  de 


Il6        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

ojos  tener  esta  entrada  al  mar  del  Sur  ^  la  habríamos  de 
buscar,  ó  para  fortificarla  ó  para  desengaño  si  no  la  hay 
y  quedar  sosegados  los  corazones. 

Todo  lo  dicho  es  nada  en  comparación  de  lo  que  si- 
gue; aún  no  hemos  llegado  al  escándalo  del  memorial  de 
Maldonado,  á  la  noticia  más  fecunda  en  argumentación 
contra  la  verdad  de  su  relación.  Nuestro  viajero  tropezó 
en  el  estrecho  de  Anian  con  un  bajel  de  800  toneladas, 
cargado  de  brocados,  sedas,  porcelanas,  plumas,  perlas, 
oro  y  piedras;  y  bien  que  le  cupiese  parte  de  estos  exqui- 
sitos géneros ,  no  llegó  á  saber  ni  quiénes  eran  ni  adonde 
iban.  No  obstante,  por  la  naturaleza  de  la  carga  y  por 
otros  indicios  creyó  que  procedian  de  China,  que  eran 
luteranos  y  se  encaminaban  á  una  ciudad  anseática,  junto 
á  la  bahía  de  San  Nicolás  ó  puerto  de  San  Miguel. 

Si  por  el  nombre  genérico  de  Anseática  entendemos 
una  ciudad  unida  con  otra  para  sostener  cierto  pacto 
mercantil,  no  es  fácil  determinar  de  cuál  habla  Maldona- 
do; pero  en  el  dia  sólo  se  conocen  por  ciudades  anseáti- 
cas Lubeck,  Rostock,  Brema,  Hamburgo,  Cologne  y 
Dantzick,  á  cuyo  número  se  han  reducido  las  80  que  for- 
maron otro  tiempo  la  asociación  conocida  con  el  nombre 
de  Ansa-teutónica.  Después  de  esto,  quisiera  yo  que  nos 
dijera  el  Sr.  Buache,  cuál  era  de  estas  ciudades  la  que  se 
hallaba  por  los  72°  de  latitud,  cuál  la  que  tenía  conoci- 
miento y  estaba  en  posesión  del  estrecho  de  Anian,  y 
cuyo  comercio  reunia  en  su  puerto  hasta  mil  naves  de 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  117 

trato.  Una  ciudad  así  mercantil,  una  ciudad  cuyo  lujo  ne- 
cesitaba recurrir  á  la  industria  del  Oriente,  no  podia  exis- 
tir sin  concesiones  con  otras  muchas  de  la  Europa;  pues 
^cómo  ni  la  tradición,  ni  la  historia  de  ningún  pueblo,  con- 
serva la  memoria  de  ella?  Los  que  reconocieron  la  bahía 
de  Hudson,  los  que  tuvieron  el  arrojo  de  extender  sus 
navegaciones  hasta  cerca  del  polo,  los  que  descubrieron 
y  subyugaron  el  Nuevo  Mundo,  todos  estos  pueblos,  sin 
contradicción  los  más  cultos  y  los  más  navegantes  de  la 
Europa,  trabajaron  inútilmente  por  averiguar  la  navega- 
ción al  Asia.  (¿Y  en  qué  tiempo  multiplicaron  más  sus  es- 
fuerzos.^ A  principios  del  siglo  xvii,  precisamente  cuando 
existian  dentro  de  la  misma  Europa  las  ciudades  anseáti- 
cas, que  no  sólo  habian  descubierto  ó  conocían  el  camino 
breve  por  el  Norte,  sino  que  estaban  en  pública  y  pacífi- 
ca posesión  de  él.  Ahora,  ¿es  esto  verosímil?  ¿Es  creíble 
que  siendo  común  la  noticia  del  estrecho  de  Anian  en 
una  ciudad  floreciente  y  conocida,  no  se  difundiese  á  las 
naciones  que  buscaban  con  tanto  ahinco  el  mismo  es- 
trecho? (i). 


(i)  Por  otra  parte,  navegando  el  estrecho  de  Anian  buques  tan 
grandes  y  tan  ricamente  interesados,  ¿para  qué  es  proponer  á  Feli- 
pe III  las  embarcaciones  de  100  toneladas  como  las  más  propias 
para  repetir  esta  misma  navegación?  Y  aquí  viene  la  disposición 
singular  que  debia  darse  á  estos  buques ,  cuando  sólo  se  trataba  de 
un  camino  seguro,  conocido  y  frecuentado,  de  un  camino  que  habia 
hecho  el  mismo  Maldonado  en  la  peor  de  las  estaciones  y  con  tanta 
facilidad. 


Il8       CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Si  esto  no  es  creíble,  tampoco  lo  es  más  el  silencio 
de  todos  relativamente  á  los  descubrimientos,  hechos  an- 
tes de  Ferrer  y  por  Ferrer  mismo.  Este  viajero  navegó 
el  estrecho  de  Anian  en  1588;  inmediato  á  este  tiempo 
costearon  los  ingleses  las  tres  expediciones  de  Juan  Davis 
hacia  el  año  1585;  la  de  Jorge  Weymout  en  1602,  y  á 
estas  sucedieron  las  de  Hudson  y  otras  muchas.  Los  ho- 
landeses sentían  también  por  estos  años  la  necesidad  de 
hacer  los  viajes  al  Oriente  sin  doblar  el  cabo  de  Buena 
Esperanza,  pudiéndose  asegurar  que  el  año  de  1588,  se- 
ñala la  época  de  los  mayores  esfuerzos  para  descubrir  la 
navegación  por  el  N.  Estos  esfuerzos  tenian  en  especta- 
cion  á  toda  la  Europa,  y  sin  embargo,  ningún  escritor 
nacional  ó  extranjero,  coetáneo  ó  posterior,  hace  memo- 
ria del  viaje  de  Maldonado.  Para  desvanecer  esta  invero- 
similitud, se  dirá  que  debiendo  Maldonado  reservar  una 
noticia  cuyo  sigilo  podia  importar  á  su  nación,  la  reservó 
en  efecto.  Pero  Maldonado  no  sigilaba  tanto  sus  noticias, 
cuando  consta  de  su  propio  memorial,  que  hizo  conversa- 
ción del  estrecho  con  Baltasar  Just.  Por  otro  lado,  ¿á 
quién  no  se  previene  que  nuestro  viajero  no  hizo  sólo  sus 
descubrimientos?  Y  entre  tantos  como  le  debieron  acom- 
pañar, i  quién  asegurará  el  secreto  de  una  navegación  tan 
extraordinaria  y  de  un  descubrimiento  tan  ruidoso?  Nin- 
guno que  sepa,  cuan  difícil  es  á  los  hombres  ocultar  Id 
que  lisonjea  su  amor  propio;  ninguno  que  sepa,  que  el 
viajero  mira  como  la  primer  recompensa  de  sus  trabajos 


SOBRE  El,  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  119 

el  placer  de  contarlos;  tal  vez  por  este  único  placer  aban- 
donó sus  lares  y  se  expuso  á  todos  los  males  de  la  natu- 
raleza; las  fatigas,  los  riesgos,  y  más  que  todo,  las  horas 
insoportables  y  monótonas  del  mar,  apurarían  al  cabo  su 
constancia  si  la  vanidad  no  llegase  á  su  socorro.  Cuando 
parece  que  va  á  caer  bajo  el  peso  de  sus  males,  entonces 
se  reanima  su  entusiasmo,  porque  entonces  se  traslada 
al  seno  de  su  patria,  entonces  se  supone  rodeado  de  sus 
amigos  que  escuchan  y  admiran  los  sucesos  de  sus  largas 
peregrinaciones,  y  entonces  se  dilata  la  esfera  de  su  alma; 
desprecia  la  vicia,  quisiera  multiplicar  los  peligros,  y  ben- 
dice el  dia  que,  abandonando  la  ternura  del  padre,  el 
amor  de  la  esposa  y  las  delicias  tranquilas  de  la  sociedad, 
se  aventuró  á  unos  riesgos  que  debian  adular  tan  dulce- 
mente su  amor  propio.  Tanta  extensión  damos  injusta- 
mente á  la  gloria,  y  tal  es  el  imperio  "que  ejerce  sobre  el 
corazón  humano. 

Apenas  se  encuentra  una  sola  reflexión,  una  sola  no- 
ticia en  el  memorial  de  Maldonado,  que  no  preste  muchos 
y  muy  fuertes  argumentos  contra  la  realidad  de  su  nave- 
gación. Nosotros  nos  limitaremos  á  las  reflexiones  he- 
chas, bastantes  para  probar  que  Maldonado  se  contradice 
en  sus  principios,  que  su  derrota  es  incompatible  con  la 
parte  mejor  testificada  de  nuestra  geografía,  que  es  inve- 
rosímil su  navegación  del  estrecho  del  Labrador,  por  el 
tiempo  y  las  circunstancias  en  que  la  hizo,  y  últimamente 
que  sólo  dando  por  fabuloso  su  viaje  se  puede  acordar 


120       CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

el  ruido  de  sus  descubrimientos  con  el  silencio  de  todos 
los  historiadores,  y  se  puede  conciliar  la  verdad  con  las 
relaciones  de  los  navegantes  modernos. 

Después  de  todo  lo  dicho,  no  es  fácil  desentendernos 
ni  podemos  concebir,  cómo  en  la  historia  de  los  Estable- 
cimientos Ultramarinos  se  califica  el  derrotero  de  Mal- 
donado  de  auténtico,  de  cierto  y  de  evidente;  de  circuns- 
tanciado en  las  corrientes,  en  las  mareas,  en  los  fondos, 
en  los  vientos  y  en  otros  puntos  de  que  Maldonado  no 
habla  ni  siquiera  por  incidencia.  No  sabemos,  por  qué  se 
dice  que  Cook  dio  por  pura  voluntariedad  el  nombre  de 
Berings  al  estrecho  que  separa  la  América  del  Asia, 
cuando  este  estrecho  no  puede  jamás  confundirse  con  el 
que  Lorenzo  Ferrer  llama  de  Anian.  No  sabemos  cómo 
un  cometa  pudo  cerrar  este  paso  sin  que  las  aguas  del 
mar  y  el  resto  de  ía  naturaleza  sintiesen  los  influjos,  ni 
percibimos  ninguna  analogía  entre  el  estrecho  de  Anian, 
como  lo  describe  nuestro  viajero,  con  la  entrada  de  Nor- 
ton ó  el  rio  de  Cook.  En  esta  historia  no  se  pudo  pres- 
cindir de  la  gloria  que  daba  á  la  nación  española  el  des- 
cubrimiento de  Maldonado,  y  debemos  confesar  en  honor 
de  la  justicia,  que  sólo  un  patriotismo  demasiado  ardiente 
pudo  triunfar  de  la  razon.de  un  escritor  tan  útil  y  tan 
apreciable  como  Eduardo  Malo  de  Luque. 

Si  el  memorial  de  Maldonado  ha  sido  acogido  con 
bondad  de  sus  compatriotas,  no  ha  tenido  peor  fortuna 
entre  los  extraños.  Mr.  Buache,  primer  geógrafo  de  S.  M. 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  i2I 

Cristianísima ,  pretendió  probar  en  un  discurso  leído  á  la 
Academia  Real  de  las  Ciencias,  que  la  relación  del  des- 
cubrimiento es  auténtica,  que  los  hechos  citados  en  ella 
no  se  oponen  á  las  circunstancias  ciertas^  habidas  de 
otras  navegaciones^  y  que  además  informan  de  la  verdad 
de  otros  rmtchos  hechos  que  rejiere^i  diversos  autores  y 
hasta  ahora  no  se  han  podido  comprender  ó  se  han  mi- 
rado como  fabulosos.  El  que  coteje  desapasionadamente 
la  Memoria  de  Mr.  Buache  con  nuestras  reflexiones  y  con 
la  misma  relación  de  Maldonado,  deslindará  los  funda- 
mentos de  estas  aserciones  dictadas  y  sostenidas  por  el 
deseo  de  lucir  y  por  el  amor  á  los  sistemas  extraordina- 
rios y  nuevos  sistemas,  tanto  más  nocivos,  en  cuanto 
traen  ordinariamente  consigo  los  grandes  créditos  de  sus 
propios  autores.  ^Qué  argumentos  bastarían  para  contra- 
restar  la  autoridad  de  un  individuo  de  la  Sociedad  más 
sabia  y  más  respetable  del  Universo,  si  los  reconocimien- 
tos de  las  corbetas  Desctcbierta  y  Atrevida  dejaran  mo- 
tivo para  nuevas  discusiones  sobre  la  existencia  del  es- 
trecho que  reconoció  Maldonado? 

^jHasta  cuándo  abusarán  de  nuestra  credulidad  estos 
genios  nacidos  para  dirigir  al  género  humano  y  para  ar- 
rastrar con  sus  opiniones  las  de  todos  los  hombres? 
¿Hasta  cuándo  se  han  de  sacrificar  á  un  bajo  orgullo  los 
derechos  imprescriptibles  y  sagrados  de  la  verdad  ?  Hasta 
que  los  hombres  no  sientan  esta  pasión  de  sí  mismos  que 
los  degrada  y  los  eleva  alternativamente,  que  es  á  un 


122       CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


mismo  tiempo  el  origen  de  todas  *nuestras  virtudes  y  de 
todos  nuestros  vicios. 

El  amor  propio  produjo  los  verdaderos  principios  de 
las  ciencias,  y  el  amor  propio  multiplicó  estos  sistemas 
absurdos,  que  con  la  apariencia  de  aclarar  la  verdad,  la 
han  envuelto  para  siempre  entre  tinieblas;  sólo  el  amor 
propio  pudo  defender  los  descubrimientos  de  Bartolomé 
de  Ponte  y  los  de  Lorenzo  Ferrer  de  Maldonado,  y 
el  mismo  furor  de  distinguirse  elevó  á  Cook,  á  Colomb  y 
á  Magallanes  sobre  el  alto  pedestal  de  la  inmortalidad.  > 


Para  completar  los  datos  más  interesantes  respecto  al 
pretendido  viaje  de  Maldonado  y  para  el  estudio  de  sus 
condiciones  personales,  sólo  nos  falta  trascribir  el  examen 
historico-crítico  debido  á  la  autorizada  pluma  del  Sr.  Fer- 
nandez de  Navarrete.  Este  examen  le  fué  encargado  por 
nuestro  Gobierno,  á  consecuencia  de  la  famosa  Memoria 
de  M.  Buache,  cuya  refutación  era  indispensable;  publi- 
cóse en  el  tomo  xv  de  la  Colección  de  documentos  inédi- 
tos pa7^a  la  historia  de  España, 

Léase  lo  más  importante,  que  insertamos  á  conti- 
nuación: 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  123 


EXAMEN 


DEL 

VIAJE  DE  LORENZO  FERRER  MALDONADO, 

POR 

FERNANDEZ    DE    NAVARRETE. 


ESTADO  DE  LA  CUESTIÓN  DEL  PASO  CUANDO  MALDONADO  SUPUSO  SU  VIAJE. 

A  fines  del  siglo  xvi  tenían,  como  hemos  visto,  otro 
interés  los  españoles  que  las  demás  naciones  en  la  reso- 
lución de  este  problema.  Al  tiempo  que  los  ingleses 
porfiando  en  este  hallazgo  con  repetidas  expediciones, 
hablan  hecho  tantos  descubrimientos  en  aquellas  costas, 
Drak  y  Tomás  Cavensdich,  alterando  la  tranquilidad  del 
mar  Pacífico  llenaban  de  terror  nuestras  posesiones  y 
turbaban  nuestra  navegación  en  Filipinas.  Unidas  en  Fe- 
lipe II  las  coronas  de  Portugal  y  Castilla,  se  acrecentaba 
en  razón  de  tan  extensos  dominios  el  cuidado  de  su  con- 
servación y  seguridad.  Si  los  ingleses  haciendo  practica- 
ble la  navegación  por  el  pretendido  estrecho,  hallando 
sin  defensa  todas  las  costas  desde  Acapulco  á  Culiacan, 
y  sin  población  española  las  restantes  desde  Culiacan 
hacia  el  N.,  formaban  sus  establecimientos  en  ellas,  nos 
privaban  de  todo  el  comercio  y  riquezas  de  ambas  Indias, 
que  hasta  entonces  nos  habían  hecho  tan  formidables. 


124        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Estos  recelos  llamaban  la  atención  de  la  corte  de  Madrid, 
y  se  formó  una  junta  por  los  ministros  del  Rey,  en  la 
cual  se  trató  que  se  impidiese  la  navegación,  que  así  por 
la  parte  del  N.  E.  como  por  la  del  N.  O.  se  habia  intenta- 
do para  pasar  el  mar  del  Sur  y  costa  de  la  China  y 
Cathayo;  enviando  sobre  ello  particulares  embajadores 
al  Rey  de  Inglaterra,  por  continuar  entonces  los  ingleses 
sus  viajes  porfiadamente  para  hallar  salida  al  mar  oriental. 
El  fortificar  el  estrecho  é  impedir  que  por  él  navega- 
sen buques  extranjeros,  era  para  nosotros  interés  no  me- 
nor en  su  descubrimiento  que  el  de  acortar  la  navegación 
á  la  China;  y  de  estas  circunstancias.se  aprovechó  Loren- 
zo Ferrer  Maldonado  para  captar  la  atención  del  Gobier- 
no y  del  público  de  su  nación.  Supuso  haber  hecho  un 
viaje  desde  Lisboa  á  las  costas  del  Labrador  en  1588  y 
haber  atravesado  un  estrecho  para  el  mar  del  Sur  por 
donde  podia  navegarse  desde  España  á  la  China  y  Ca- 
thayo en  sólo  tres  meses.  En  esto  siguió  una  opinión 
adoptada  generalmente  en  su  tiempo,  pues  entre  otras 
autoridades  tenemos  la  del  maestro  Pedro  de  Siria  que 
escribia  á  fines  del  siglo  xvi,  y  publicó  su  Arte  de  la  ver- 
dadera navegación  en  1602.  Hablando  este  autor  del 
mar  Scytico,  añade:  «  Es  este  mar  muy  tempestuoso, 
» y  sólo  en  Junio  y  Julio  navegable.  Dícese  también  que 
»este  mar  ciñe  la  Nueva  España  por  la  parte  del  N.,  y 
» que  entra  el  Océano  por  un  estrecho  de  seis  leguas  que 
;»hace  la  tierra  del  Labrador,  provincia  de  Nueva-Espa- 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  125 

» ña,  con  la  isla  de  Gruntlanclia.  Y  tiénese  por  cierto  que 
» desde  España  á  la  China  se  puede  navegar  por  este 
»  mar  en  tres  meses. » 

Antes  que  Siria  y  que  la  época  del  viaje  de  Maldona- 
do,  habia  impreso  nuestro  célebre  hidrógrafo  Andrés  de 
Poza  la  traducción  de  un  discurso  hidrográfico  del  in- 
glés Guillermo  Bourne  sobre  la  navegación  del  Catha- 
yo,  y  otro  propio  sobre  la  misma  materia.  Bourne  pro- 
pone cinco  caminos  para  esta  navegación,  y  contando 
uno  de  ellos  el  del  paso  del  N.  O.  duda  de  su  existencia, 
y  supone  que  podrá  haberlo  entre  la  tierra  del  Labrador 
y  Groenlandia;  y  en  tal  hipótesis  traza  la  derrota  que  se 
deberla  seguir.  Poza  se  inclina  más  á  la  existencia  del 
paso,  fundándose  en  una  observación  propia,  que  es  la 
de  un  flujo  perpetuo  que  aun  en  los  mares  de  España, 
Inglaterra  é  Irlanda  se  advertía  de  la  parte  del  N.  O.  con 
gran  levantamiento  ó  elevación  de  las  aguas,  lo  cual  atri- 
buye á  la  comunicación  que  cree  entre  el  mar  de  la  India 
y  el  Océano  Atlántico  por  las  costas  del  Labrador  y  Ter- 
ranova;  pero  añade  que  en  latitudes  mayores  que  75°  N. 
no  hay  cosa  que  se  halle  bien  descubierta.  Las  razones 
de  Poza,  condenadas  tanto  tiempo  há  al  olvido,  han  teni- 
do mucho  valor  en  el  concepto  de  muchos,  resucitadas 
como  propias  por  algunos  filósofos  modernos. 

Así  es  que  Maldonado  no  presentaba  en  esta  parte 
una  novedad  para  su  tiempo;  y  por  más  afianzar  el  éxito 
de  su  proyecto,  aseguraba  desde  luego  haber  navegado 


126        CONGRESO  INTERNACIONx\L  DE  AMERICANISTAS. 

personalmente  por  este  estrecho,  reuniendo  á  favor  de 
su  existencia  cuantas  razones  le  sugería  la  opinión  gene- 
ral, y  pintando  el  país  con  todos  los  coloridos  más  hala- 
güeños y  las  circunstancias  más  favorables  que  podian 
hacerlo  ambicionar,  para  formar  en  él  establecimientos  y 
colonias. 

.  RESUMEN  DEL  VIAJE  DE  MALDONADO. 

Saliendo  de  Lisboa  y  navegando  al  N.  O.  460  leguas 
hasta  llegar  á  los  60°,  avistó  la  isla  de  Frislandia;  y  si- 
guiendo desde  ella  al  O.  por  el  paralelo  de  los  60°  180 
leguas  hasta  la  tierra  del  Labrador,  comienza  el  estrecho 
de  este  nombre  ó  de  Davis,  cuya  entrada  es  de  más  de 
300  leguas,  la  tierra  del  O.  baja  y  la  opuesta  de  montes 
muy  altos.  Allí  se  muestran  dos  bocas:  una  corre  al 
E.  N.  E.,  otra  al  N.  O.,  y  dejando  aquella  á  la  derecha 
mirando  al  N.,  tomó  la  del  N.  O.,  y  siguiendo  á  este 
rumbo  80  leguas  hasta  llegar  á  los  64°  escasos,  donde 
hace  el  estrecho  otra  vuelta  al  N.  por  120  leguas,  hasta 
los  72°  donde  torna  á  hacer  vuelta  al  N.  O.,  por  la  cual 
navegó  90  leguas  hasta  los  75°  algo  escasos,  con  lo  que 
queda  desembocado  todo  el  estrecho  del  Labrador,  que 
donde  más  angosto  tiene  20  leguas,  y  40  donde  más  an- 
cho, haciendo  muchos  puertos,  calas  y  abrigos;  por  los 
humos  que  se  veian  pareció  habitado  hasta  los  73''.  Des- 
de allí,  navegando  al  O.  ;|  S.  O.  350  leguas,  llegó  á  los 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  127 

71°,  y  luego  á  la  vuelta  del  O.  S.  O.  por  440  leguas 
bajó  á  los  60°,  adonde  se  halla  el  estrecho  de  Anian.  El 
tiempo  en  que  desembocó  el  estrecho  del  Labrador  era 
muy  riguroso  por  ser  en  los  principios  de  Marzo,  habien- 
do navegado  por  él  parte  de  Febrero;  los  fríos  eran  muy 
intensos,  y  el  agua  del  mar  que  saltaba  á  la  nave  queda- 
ba helada;  en  Junio  y  Julio ,  cuando  volvió  por  el  mismo 
estrecho  él  y  su  tripulación,  sintieron  mucho  calor.  Ha- 
biendo desembocado  en  el  mar  del  Sur,  costeó  por  lá 
parte  de  la  América  mas  de  100  leguas  con  la  proa  al 
S.  E.  hasta  los  55°,  no  hallando  indicio  de  otro  estrecho. 
Dejó  esta  parte  y  navegó  cuatro  dias  al  O.,  como  120 
leguas,  descubriendo  una  grandísima  tierra  de  grandes 
sierras,  con  una  larga  y  continuada  costa,  de  la  cual  se 
apartó  navegando  unas  veces  al  N.  E.,  otras  al  N.  N.  E, 
y  otras  al  N.,  pareciénclole  que.  aquella  costa  se  corría 
N.  E.  S.  O.,  que  estaba  habitada  y  que  sería  tierra  de 
tártaros  ó  del  Catay.  Siguiendo  aquella  costa  se  halló  en 
el  estrecho  de  Anian,  por  donde  quince  dias  antes  habia 
desembocado.  En  la  boca  que  hace  el  estrecho  hacia  la 
mar  del  Sur,  hay  un  buen  puerto  á  la  banda  de  la  Amé- 
rica capaz  de  500  naves,  que  parecia  no  tocado  de  pies 
humanos;  y  en  él  un  rio  de  agua  dulce,  por  el  que  pudie- 
ra entrar  una  nave  de  500  toneladas.  Esta  tierra,  aunque 
está  en  los  49°,  es  ele  muy  benigno  temperamento;  co- 
nocíase por  las  exquisitas  frutas  que  se  hallaron,  peras, 
ciruelas,  uvas  y  otras  de  España,  y  no  conocidas,  que 


128        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


subsistían  pasadas  en  los  árboles  desde  el  año  anterior, 
lo  que  probó  no  haber  sido  el  invierno  muy  riguroso.  El 
estrecho  de  Anian  tiene  sólo  15  leguas  de  largo,  por  lo 
que  se  pasa  fácilmente  en  una  marea  que  dura  seis  horas; 
en  medio  de  él  hay  una  isleta  que  facilita  hacer  un  fuerte 
para  impedir  invasiones;  su  disposición  es  de  tal  forma, 
que  con  tres  atalayas  se  pueden  descubrir  más  de  30  le- 
guas, y  hacia  el  mar  del  Sur  hay  dos  montes  altos,  uno 
á  la  parte  del  Asia  y  otro  á  la  de  América.  La  boca  del 
estrecho  es  dificilísima  de  conocer,  tanto,  que  el  mismo 
Maldonado  no  la  conoció,  sin  embargo  de  tener  una  bue- 
na relación  del  piloto  Juan  Martinez ,  hasta  que  andando 
en  el  bote  reconociendo  la  costa,  las  corrientes  se  lo  in- 
dicaron. Dice  además  Maldonado,  que  en  el  puerto  don- 
de estuvo  desde  principios  de  Abril  hasta  mediados  de 
Junio,  vio  entrar  una  nave  anseática  qué  venia  de  la 
China;  hace  en  seguida  la  exposición  de  las  prevenciones 
y  gastos  que  se  necesitaban  para  la  empresa  que  propo- 
nía; prosigue  ponderando  las  ventajas  de  -adelantarse  á 
las  demás  naciones  en  buscar  y  fortificar  el  paso,  com- 
probándolo con  lo  que  le  dijo  al  Capitán  de  la  Just,  resi- 
dente en  Fuenterrabía,  estando  tratando  con  él  sobre  este 
particular  en  7  de  Julio  de  1609  (el  mismo  año  que  pre- 
sentó el  memorial),  de  que  los  franceses  habían  hecho  un 
fuerte  en  el  rio  del  Canadá;  y  concluye  recomendando  el 
secreto  con  que  debe  disponerse  esta  expedición,  para 
que  no  traten  de  frustrarla  los  extranjeros. 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  129 


I  ni. 

CARÁCTER  Y  CIRCUNSTANCIAS  DE  LORENZO  FERRER  MALDONADO. 

Cuando  la  crítica  se  ejerce  sobre  un  autor  cualquiera, 
hacen  gran  peso  en  la  opinión  de  los  hombres  sensatos 
las  noticias  particulares  de  su  educación,  talento,  juicio, 
carácter  y  circunstancias,  porque  cuanto  más  favorables 
son  estas  cualidades  en  un  escritor,  tanto  más  se  capta 
el  buen  concepto  y  elogios  de  la  posteridad.  Al  contra- 
rio, las  obras  de  un  hombre  visionario,  charlatán,  igno- 
rante y  novelero,  siempre  serán  miradas  con  desprecio. 
Vistos  los  conocimientos  que  se  tenian  en  tiempo  de 
Maldonado  del  paso  del  N.  O.  y  los  motivos  que  pudie- 
ron inducirle  á  dar  cierto  aire  ele  importancia  á  su  rela- 
ción, resta  examinar  su  carácter  antes  de  pasar  al  análisis 
de  su  Mcmo7^ia^  y  las  razones  que  se  ofrecen  contra  su 
fidelidad  y  certidumbre. 

Las  noticias  que  nos  han  quedado  de  Maldonado  tie- 
nen en  apoyo  de  su  veracidad  y  certeza  toda  la  autoridad 
de  uno  de  los  escritores  más  juiciosos  de  su  tiempo,  de 
un  caballero  de  alta  calidad,  erudito,  discreto,  de  suma 
circunspección,  y  que  conoció  personalmente  á  Maldona- 
do en  el  tiempo  mismo  en  que  ocupaba  la  atención  de  la 
corte  y  la  admiración  de  todas  las  gentes  con  sus  extra- 
ordinarios proyectos  y  quiméricos  descubrimientos.  Tal 
es  la  autoridad  de  D,  García  de  Silva  y  Figueroa,  que 


130        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

en  el  libro  v  de  los  Comentarios  de  la  embajada  que  de 
parte  del  Rey  de  España  D.  Felipe  III  hizo  al  Rey 
Jaabas  de  Persia  el  año  1618  ^  no  sólo  expone  las  opi- 
niones de  su  tiempo  sobre  el  paso  del  N.  O.,  sino  re- 
flexiona sobre  ellas  con  delicado  juicio  y  fino  discerni- 
miento. Hablando  entonces  de  los  hombres  noveleros  y 
embaidores  que  persuadián  con  engaño  la  existencia  de 
aquel  paso,  se  explica  en  estos  términos  con  referencia  á 
Maldonado :  « Pero  sólo  diré  por  ser  á  propósito  del  es- 
» trecho  septentrional  de  que  se  ha  hecho  larga  mención, 
» cómo  hallándome  en  Madrid  el  año  1609,  habia  algu- 
»  nos  meses  antes  aparecido  allí  un  hombre  de  nuestra  na- 
» cion,  no  conocido  de  nadie  mas  de  decir  él  que  se  habia 
» criado  en  Flandes  y  en  algunas  de  las  ciudades  anseáti- 
•»  cas,  y  que  así  mismo  tenia  gran  práctica  y  conocimien- 
» to  de  las  cosas  de  mar,  de  manera  que  con  su  industria 
» y  trabajo  habia  descubierto  el  estrecho,  tan  deseado  y 
» que  con  tanto  cuidado  buscaban  entonces  los  ingleses. 
y>  Y  como  en  aquella  Corte  se  comenzase  á  publicar  esto, 
» mayormente  que  se  ofrecía  que  dentro  de  tres  meses 
» después  que  partiesen  de  España  podrían  llegar  las 
j>  naos  á  las  Filipinas  y  Malucas ,  acudían  muchos  á  él 
j>  como  á  singular  marinero;  dando  también  á  entender 
» que  alcanzaba  otros  grandes  secretos  de  naturaleza. 
» Con  este  favor  popular  se  atrevió  á  dar  memoriales  á 
» algunos  ministros ,  diciendo  que  por  este  estrecho  po- 
>  dian  navegar  las  armadas  de  S.  M.  con  mucho  menos 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  131 

» tiempo  y  costa,  así  á  las  partes  susodichas  como  á  las 
» demás  de  la  India ,  afirmando  que  él  había  navegado 
» por  todo  el  estrecho  hasta  salir  á  la  costa  de  la  China 
»y  Japón,  y  que  el  canal  era  muy  ancho,  limpio  y  sin 
» impedimento  alguno;  y  creyendo ,  como  hombre  tan  ig- 
»norante,  que  se  acreditaba  más  con  alguna  demostra- 
» cion  del   tal   estrecho ,    dio   muchos  diseños  de   él   en 

>  menos  espacio  que  medio  pliego  de  papel ,  no  sólo  ig- 
» norante,  sino  bestialísimamente ,  sin  algún  género  de 
» propiedad  y  apariencia  de  las  tierras  y  mares  que  allí 
» señalaba;  pero  en  fin,  fi^ié  escuchado  y  admitido,  y  de 
» tanta  mayor  gana  cuanto  comenzó  con  este  primer  fa- 
»vor  á  descubrir  de  sí  otros  misterios  mayores,  diciendo 
5>  que  él  solo  sabia  del  secreto  para  descifi:"ar  la  clavícula 
» de  Salomón ,  con  lo  cual  se  venía  á  alcanzar  y  perfec- 
» clonar  el  verdadero  lapis,  nunca  jamás  enteramente  ha- 
» Hado  de  los  alquimistas  en  tantos  siglos.  Y  aunque  esta 

>  fábula  con  tan  vulgar  estilo  y  manera  de  hablar  era 
» más  para  con  risa  menospreciarse  que  admitirse,  en  fin, 
» siendo  cosas  tan  grandes  las  que  prometía ,  como  con- 
» vertir  en  oro  los  más  bajos  metales,  se  halló  quien  lue- 
» go  le  ayudase  con  casa  competente  y  cantidad  de  dine- 
» ros  para  comenzar  á  poner  en  obra  su  fábrica :  y  como 
» todos  estos  miserables  químicos ,  para  más  engañar  á 
» los  codiciosos  de  que  se  van  aprovechando ,  alargan  el 
» efeto  de  su  obra  diciendo  que  es  menester  mucho 
» tiempo  para  la  trasmutación  de  los  metales ,  este  entre- 


132        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

» tuvo  á  los  que  le  favorecían  y  daban  larga  pensión  más 
» de  dos  años ,  diciéndoles  que  ya  aquel  milagroso  parto 
» estaba  muy  cerca  y  para  salir  á  luz.  En  este  ínterin, 
» que  era  en  el  mismo  tiempo  que  Fonseca  andaba  tam- 
»bien  publicando  su  aguja  fija,   como  en  la  navegación 

>  del  primer  libro  se  ha  dicho  ya,  un  conocido  mió  me 
» llevó  á  mi  posada  á  este  gran  marinero  alquimista,  como 

>  hombre  raro  y  de  alto  ingenio,  para  que  de  experiencia 
» me  certificase  haber  arriba  de  la  tierra  del  Labrador  y 
»  Stotilant  el  estrecho  referido,  sabiendo  que  yo  era  de 
» opinión  que  no  le  hubiese.  El  nombre  que  entonces 
» publicaba  tener  no  me  acuerdo ,  mas  de  que  le  auto- 
» rizaba  con  la  dignidad  militar  de  Capitán,  como  muchos 
»de  los  tales  engañadores  suelen  hacer,  sin  jamás  haber 
» llevado  pagas  de  un  simple  soldado;  pero  entró  con 
» tanta  gravedad  y  mesura,  como  si  todo  cuanto  prome- 
» tia  lo  hubiese  ya  probado  y  hecho  cierto;  y  no  tratando 
» de  la  profesión  de  alquimia  por  no  ser  á  mi  propósito, 
» le  pregunté  en  qué  tiempo  habia  navegado  por  aquel 
» estrecho ,  y  el  que  habia  tardado  en  navegarle  todo 
» hasta  salir  al  mar  Oriental,  y  asimismo  en  qué  grados 
» estaba  la  entrada  y  salida  de  él.  Respondió  muy  sose- 
»gado  y  confiado  que  la  entrada  estaba  en  78^  y  la  sali- 
»da  en  75°,  y  que  lo  habia  navegado  en  poco  más  de 
» treinta  dias  por  los  meses  de  Noviembre  y  Diciem- 
» bre.  Quedé  admirado  de  tan  desvergonzado  dispa- 
»rate,  y  corrido  de  aquel  amigo  mió,  no  obstante  que 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  133 

» era  muy  práctico  en  su  profesión ,  pero  muy  poco  en  la 
» navegación  y  cosmografía ,  aunque  aficionado  más  que 
» medianamente  á  la  trasmutación  de  los  metales.  Con 
» esto  se  acortó  y  acabó  la  conversación ,  y  aunque  este 
» hombre  estuvo  muchos  meses  más  en  Madrid,  no  lo  vi 
» otra  vez  alguna.  Pero  como  el  marqués  de  Velada,  ma- 
»yordomo  mayor  y  del  Consejo  de  Estado  de  S.  M.  Ca- 
» tólica,  me  mostrara  uno  de  los  designios  suyos  del  es- 
» trecho  de  Anian,  que  tal  nombre  le  habia  puesto,  y  me 
» comunicase  lo  que  trataba  y  lo  mucho  á  que  se  ofrecía, 
» le  desengañé  diciéndole  lo  que  sentia  de  la  ignorancia 
3>suya,  y  lo  que  de  él  se  podia  esperar,  y  de  los  demás 
» que  tienen  y  han  tenido  aquella  manera  de  vida.  Este 
» alquimista  desapareció  y  se  fué  ocultamente,  sucedién- 
» dolé  mejor  que  á  otros  de  su  profesión,  que  han  pagado 
» con  la  vida  sus  embustes,  porque  no  se  trató  más  de  él, 
»  ni  yo  supe  después  en  qué  habia  parado  tampoco,  como 
» de  Fonseca  su  contemporáneo,  en  lo  de  la  aguja  fija.» 

Aunque  la  exposición  de  D.  García  de  Silva  no  nece- 
site de  nuevos  apoyos  para  dar  á  conocer  el  carácter  no- 
velero de  Maldonado,  referiré  otro  proyecto  suyo ,  por  si ' 
fuese  necesario  para  mayor  convencimiento  y  satisfacción. 

Precisamente  por  los  años  en  que  estuvo  Maldonado 
en  Madrid,  cuando  presentó  la  relación  de  su  descubri- 
miento del  estrecho  de  Anian ,  se  trataba  en  el  Consejo 
Real  de  las  Indias  del  proyecto  presentado  por  Luis  de 


134       CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Fonseca,  portugués,  sobre  la  aguja  fija  y  otras  que 
llamaba  vertical  y  regular  de  Leste  á  Oeste,  de  Norte 
Sur  para  hallarla  longitud  en  el  mar.  Ofi-eciéronsele  6.000 
ducados  de  renta  perpetua  al  año,  consignados,  2.000  en 
la  Real  hacienda,  2.000  en  la  avería  y  2.000  en  la  coro- 
na de  Portugal.  Opúsose  á  esto  el  Dr.  Juan  Arias  de  Lo- 
yola,  queriendo  se  tomase  con  él  este  asiento,  manifes- 
tando que  la  propuesta  que  se  hacia,  ni  era  cierta,  ni 
tenía  ningún  fundamento;  solicitando  se  le  atendiese  á  él 
con  preferencia,  pues  con  asiduo  trabajo  y  larga  especu- 
lación habia  hallado  la  afij ación  de  la  aguja  y  el  método 
de  hallar  la  longitud.  Hicieron  expediciones  para  ex- 
perimentar la  propuesta  de  Fonseca,  y  entre  tanto  se 
dijo  al  Dr.  Arias  de  Loyola  que  si  aquella  saliese  incierta 
se  admitirían  sus  dos  proposiciones,  ofreciéndosele  en 
caso  del  buen  éxito  los  mismos  6.000  ducados  de  renta 
perpetua  anual,  y  otros  2.000  más  de  renta  vitalicia. 
Frustrados  efectivamente  los  proyectos  de  Fonseca  por 
no  corresponder  las  experiencias  á  sus  esperanzas  y  pro- 
mesas, renovó  sus  instancias  el  Dr.  Arias,  y  por  Real 
cédula  de  3  de  Julio  de  1 6 1 2  se  le  volvieron  á  asegurar 
los  mismos  premios,  con  tal  que  después  de  aprobadas 
sus  proposiciones  por  la  junta  de  guerra  del  Consejo  de 
Indias,  saliesen  ciertas  y  verdaderas,  experimentadas  en 
los  viajes  á  las  Indias  orientales  y  occidentales  por  las 
partes  de  ida  y  vuelta  que  pareciese  á  la  junta,  y  salien- 
do todo  á   satisfacción  de  ella.  El  o-enio  de  Maldonado, 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  135 

inclinado  á  proyectos  vanos,  pero  extraordinarios,  intentó 
también  hallar  por  este  medio  un  género  de  vida  seguro 
y  acomodado.  Ofreció  al  Real  Consejo  de  las  Indias 
lo  mismo  que  Fonsecay  el  Dr.  Arias,  prometiéndole  3.000 
ducados  de  renta  por  la  aguja  fija  y  2.000  por  la  longi- 
tud: gastáronse  muchos  inútilmente  en  experiencias,  te- 
niendo en  esto  igual  buena  suerte  que  en  lo  de  alquimis- 
ta, y  acreditando  en  todo  la  superchería  de  su  carácter, 
el  desbarro  de  su  imaginación  y  su  poca  solidez  de  prin- 
cipios, como  tendremos  todavía  ocasión  de  manifestar 
más  adelante. 

En  eí  Archivo  general  de  Indias  hallamos  otro  docu- 
mento que  confirmó  nuestras  ideas  sobre  el  carácter  de 
Maldonado.  Por  él  consta  que  en  la  villa  de  Estepa,  en  9 
de  Abril  de  1 600 ,  se  hizo  cabeza  de  proceso  contra  un 
hombre  forastero,  que  habia  sido  puesto  en  la  cárcel  de 
orden  del  marqués  de  dicha  villa.  Llamábase  Pedro  Mal- 
donado  ,  y  era  vecino  de  Granada  y  natural  de  Guadix. 
Habia  buscado  á  solas  al  marqués  para  darle  con  gran 
misterio  una  carta  sin  firma  ni  fecha  que  quería  dar  á  en- 
tender la  escribia  un  religioso,  y  que  la  llevaba  su  her- 
mano D.  Francisco,  hombre  prudente  y  reservado  para 
tratar  verbalmente  lo  que  conviniese.  Decia  que  eran  no- 
torios los  pleitos  del  marqués,  y  la  mucha  justicia  con 
que  los  litigaba,  que  él  podría  ayudar  en  ellos  dándole 
los  títulos  que  le  faltasen ,  apoyando  su  razón  con  buenas 
escrituras  que  no  fuesen  bastantes  á  invalidarlas  todas  las 


136        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

leyes  del  derecho;  que  todo  se  examinase  por  el  marqués 
antes  de  darle  un  maravedí,  y  que  si  no  saliese  con  las 
ventajas  que  deseaba,  perdería  él  sus  recompensas,  que- 
dando por  un  necio  y  atrevido.  En  la  misma  carta  habia 
como  por  muestra  tres  renglones  y  parte  de  otro  escrito 
de  letra  á  lo  antiguo,  muy  maravillosa  y  á  propósito  para 
los  títulos  y  escrituras  ofrecidas.  Supo  todo  esto  la  sala 
del  Crimen  de  Granada;  hizo  llevar  el  proceso  y  el  preso; 
tómesele  á  este  la  confesión,  y  en  ella  dijo  era  cuñado  de 
Lorenzo  Ferrer,  casado  con  Doña  Juana  Ferrer,  su  her- 
mana; que  él  le  dio  dicha  carta  para  que  la  llevase  al 
marqués  en  secreto,  sin  decirle  lo  que  contenia;  pero  éste 
declaró  muy  al  contrario,  y  que  cuando  le  habló  Pedro 
Maldonado  fué  en  conformidad  al  contenido  de  la  carta, 
diciéndole  que  harían  los  títulos  de  nuevo.  Finalmente, 
averiguado  todo,  declaró  el  preso  ser  la  forma  de  la  le- 
tra de  su  cuñado ,  aunque  no  conocia  la  de  estilo  antiguo. 
Hubo  testigos  de  Granada  que  declararon  contra  Loren- 
zo Ferrer,  y  dijeron  lo  tenian  por  hombre  de  grande  in- 
genio, que  habia  compuesto  un  libro  muy  curioso,  que 
sabia  muchas  lenguas,  y  cantar,  pintar  y  levantar  figuras; 
que  era  gran  retórico,  latino  y  astrólogo,  y  que  la  letra 
de  dicha  carta  se  parecía  á  la  suya;  añadieron  otras  cosas 
particulares  contra  él  de  escrituras  falsas;  y,  por  fin,  que 
se  ausentó  luego  que  supo  que  habian  preso  á  su  cuñado 
en  Estepa.  Este  salió  condenado  á  tormento,  negó  en  él, 
y  por  sentencia  de  revista  salió  desterrado  de  Estepa  y 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  137 

de  Granada  en  cinco  leguas  al  contorno.  Algún  tiempo 
después,  supo  el  fiscal  que  Lorenzo  Ferrer  estaba  en 
Guadix,  dióse  orden  de  prenderlo,  pero  cuando  llegó  ha- 
cia tres  ó  cuatro  dias  que  se  habia  ausentado,  y  así  no 
pudo  ser  habido.  Este  hecho,  tan  solemnemente  compro- 
bado, lo  confirma  el  mismo  Lorenzo  Ferrer,  que  en  una 
de  las  capitulaciones  de  su  asiento  hecho  en  161 5  para 
el  descubrimiento  que  prometia  de  la  aguja  fija  y  de  la 
longitud  en  el  mar,  pide  á  S.  M.  se  sobresea  en  la  causa 
criminal  que  se  le  seguia  en  la  sala  del  Crimen  de  Gra- 
nada. ¿Qué  confianza  y  qué  crédito  podrá  darse  en  vista 
de  esto  á  las  relaciones  -y  proyectos  de  un  falsario  y  de 
un  hombre  tan  criminal  y  perverso? 

§  IV. 

RAZONES    QUE     INDUCEN    Á    CALIFICAR    DE     APÓCRIFA    LA    RELACIÓN    DE 

MALDONADO. 

Aunque  la  pintura  y  juicio  del  carácter  de  Maldonado 
sea  suficiente  por  sí  para  desconfiar  justamente  de  la  ver- 
dad de  todos  sus  escritos ,  lanzan  ellos  de  sí  tantas  razo- 
nes en  comprobación  de  lo  mismo,  que  no  se  deben  omi- 
tir algunas  cuando  se  trata  de  inspirar  un  pleno  conoci- 
miento sobre  una  verdad  histórica. 

Desde  luego  aparece  como  una  cosa  extraña  que  sien- 
do tal  la  importancia  del  paso  del  N.  O.,  y  tal  el  empeño 
en  descubrirlo,  ningún  autor  de  Indias  haga  mención  del 


138        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

viaje  de  Maldonado,  en  tiempo  en  que  tanto  se  escribia 
sobre  la  historia  de  nuestros  descubrimientos;  prueba 
evidente,  ó  de  que  se  ocultó  á  la  diligente  indagación  de 
nuestros  historiadores,  ó  que  lo  despreciaron  como  fabu- 
loso. Desde  la  época  en  que  se  supone  hecho  el  viaje 
hasta  el  año  de  1609  en  que  se  presentó  la  relación  de 
él  y  el  proyecto  de  repetirlo,  mediaron  veintiún  años,  sin 
que  en  tan  largo  intervalo  haya  quien  los  insinúe  ó  refie- 
ra, siendo  asunto  que  no  podia  estar  oculto  entre  tantas 
personas  como  acompañaron  á  -Maldonado  en  su  expedi- 
ción: silencio  tanto  más  dificil  de  guardar,  cuanto  se 
acrecentaba  el  interés  nuestro  en  asegurar  las  posesiones 
de  ambas  Indias  por  medio  de  este  descubrimiento,  am- 
bicionado y  buscado  entonces  por  muchas  naciones  euro- 
peas, como  confiesa  el  mismo  Maldonado. 

Por  otra  parte,  expresa  éste  en  el  encabezamiento  de 
su  Memoria  que  él  hizo  el  descubrimiento  del  estrecho 
de  Anian;  y  en  el  contexto  de  ella,  hablando  de  la  difi- 
cultad de  reconocer  una  de  las  bocas  ó  entradas,  dice 
que  no  pudieron  reconocerla  en  algunos  dias,  á  pesar  de 
tener  una  muy  buena  relación  de  su  piloto  Juan  Martinez, 
portugués,  hombre  muy  viejo  y  de  mucha  experiencia, 
pero  que  no  habia  cuidado  de  sacar  los  diseños  de  aquel 
paraje.  Luego  el  piloto  Juan  Martinez  habia  reconocido 
este  estrecho  antes  que  Maldonado.  Ni  podia,  según  el 
testimonio  de  este  navegante,  dejar  de  ser  muy  conocido 
en  su  tiempo,  pues  hallándose  él  fondeado  en  un  puerto 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  139 

á  la  boca  del  estrecho  por  la  parte  del  mar  del  Sur,  vio 
embocar  desde  este  mar  una  nave  de  800  toneladas,  que 
creyó  ser  de  las  ciudades  anseáticas.  Si  el  conocimiento 
de  aquel  paso  le  hubiese  hecho  tan  frecuentado  en  1588, 
ni  podia  sorprender  la  noticia  de  su  existencia  en  1609, 
ni  granjear  á  Maldonado  la  gloria  de  ser  su  descubridor. 
En  el  afio   1526  publicó  este  viajante  en  Alcalá  su 
Imagen  del  mundo  sobre  la  esfera,  cosmografía  y  geogra- 
fía teórica  de  plantas  y  arte  de  navegar^  cuya  dedicato- 
ria, dirigida  al  arzobispo  de  Méjico,  está  firmada  en  Ma- 
drid en  20  de  Marzo  de  1623,  esto  es,  treinta  y  cinco 
años  después  de  su  viaje,  y  catorce  después  de  su  pre- 
sentación y  proyecto.  Aun  cuando  la  lectura  y  examen 
de  esta  obra  no  diese  á  conocer  la  extravagante  y  super- 
ficial instrucción  de  su  autor,  sólo  la  sencilla  comparación 
de  algunas  de  sus  descripciones  con  otras  que  habia  dado 
en  la  Memoria  de  su  proyecto,  manifiesta  palpablemente 
la  inconsecuencia  é  inexactitud  que  ofirecen  las  ideas  que 
no   se   fiindan  sobre  la  base  inalterable  de  la  verdad. 
En  el  capítulo  22  de  la  parte  2.^,  pág.  92,  hace  la  des- 
cripción de  la  América,  y  hablando  de  la  costa  desde 
Magallanes  por  el  Rio  de  la  Plata,  Brasil,  Cartagena  y 
Nombre  de  Dios,  continúa:  « desde  donde  torna  á  la  par- 
» te  de  Nueva-España  por  la  Veracruz,  San  Juan  de  Lúa, 
» Tortugas,  Florida,    Bacallaos,   Gran  Baxá,  tierra  del 
» Labrador,  y  allí  embocando  por  su  estrecho  corre  hacia 
» el  Oessudueste  hasta  el  estrecho  de  Anian ,  á  donde  tor- 


140        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

>  na  d  entrar  en  el  mar  del  Sur. »  Adviértese  aquí  una 
descripción  contradictoria  á  la  que  habia  dado  en  la  re- 
lación de  su  viaje.  El  estrecho  del  Labrador  corre,  según 
su  Imagen  del  7mmdo,  al  O.  S.  O.,  hasta  el  estrecho  de 
Anian,  siendo  cierto  que  en  su  Memoria  presentada  ase- 
gura que  en  este  estrecho  se  navega  al  N.  O.  90  leguas, 
luego  al  N.  120,  y  después  torna  al  N.  O.  90,  donde  ya 
se  está  en  altura  de  75°  y  término  del  estrecho  del  La- 
brador. Es  verdad  que  el  de  Anian  corre  en  su  mayor 
parte  en  la  dirección  del  O.  S.  O.,  según  su  relación; 
pero  bien  se  ve  que  no  es  esto  lo  que  quiere  decir  en  la 
descripción  de  que  se  trata. 

Otra  circunstancia  se  debe  extrañar  en  este  lugar  de 
su  obra,  y  es  que  describiendo  la  costa  de  la  América, 
y  hablando  de  los  estrechos  del  Labrador  y  de  Anian  y 
de  su  comunicación  con  el  mar  del  Sur,  no  haga  memo- 
ria de  haber  él  navegado  por  ellos  y  descubierto  este 
paso,  puesto  que  ofreciendo  las  ventajas  que  exponia,  era 
uno  de  los  objetos  que  más  debian  satisfacer  su  ambición 
de  gloria  y  de  buen  crédito. 

Entre  los  infinitos  reparos  que  se  ofrecen  al  leer  la  re- 
lación de  Maldonado,  no  deben  pasarse  en  silencio  los 
siguientes,  pues  son  de  sumo  convencimiento  para  pro- 
bar que  este  aventurero  jamás  hizo  tal  viaje  ni  tuvo  ideas 
del  país  que  describía.  Reducidas  sus  derrotas  por  los 
rumbos  y  distancias  que  expone,  no  resulta  sino  la  latitud 
de  68"^  39'  al  extremo  del  estrecho  del  Labrador,  que  él 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  141 

hace  subir  hasta  75°.  Supone  que  desembocado  el  estre- 
cho de  Anian,  y  ya  en  el  mar  Pacífico,  corrió  al  S.  E.  la 
costa  de  la  América  hasta  los  55°  de  latitud,  y  que  na- 
vegando luego  en  cuatro  dias  120  leguas  al  O.,  tropezó 
con  una  gran  tierra  de  altas  montañas^  y  íina  costa  lar- 
ga y  contÍ7iita.  El  cabo  de  San  Bartolomé  está  situado 
con  poca  diferencia  en  los  55°,  y  la  tierra  más  próxima 
por  el  Occidente  es  Alaska,  que  dista  300  leguas:  con  que' 
se  infiere  que  Maldonado  no  pudo  reconocer  en  aquella 
dirección,  y  á  la  distancia  de  120  leguas,  la  tierra  alta  y 
costa  larga  que  nos  dice. 

Al  desembocar  el  estrecho  de  Anian,  y  á  su  regreso, 
debió  ver  el  monte  de  San  Elias,  cuya  enorme  altura 
de  2.650  toesas  sobre  el  nivel  del  mar,  lo  hace  visible  á 
más  de  cuarenta  y  una  leguas  de  distancia,  siendo,  por 
consiguiente,  un  objeto  tan  digno  de  atención  como  útil 
para  los  navegantes,  pues  que  su  conocimiento  les  facili- 
ta rectificar  la  situación  de  la  nave.  Sin  embargo.  Mal- 
donado  no  hace  mención  de  él,  al  mismo  tiempo  que  es 
tan  minucioso  y  prolijo  en  describir  la  configuración  y  al- 
tura de  las  costas,  y  esto  induce  á  creer  que  jamás  des- 
embocó al  mar  del  Sur,  y  que  aun  para  forjar  su  relación 
no  pudo  adquirir  noticia  de  uno  de  los  montes  más  ele- 
vados del  mundo. 

Cuando  á  la  ida  tuvo  que  subir  al  extremo  del  estre- 
cho del  Labrador,  lo  verificó  con  vientos  contrarios,  su- 
puesto que  dice  expresamente  que  siempre  corrieron  del 


142        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Norte,  y  que  allí  son  muy  comunes.  Fuéle  preciso,  por 
consiguiente,  servirse  de  las  mareas  y  de  las  corrientes, 
que  son  grandes  en  aquel  estrecho,  según  él  mismo  ase- 
gura; pero  siendo  allí  las  corrientes  periódicas ,  y  siguien- 
do el  mismo  orden  de  las  mareas,  como  dice  igualmente, 
es  claro  que  se  vería  precisado  á  fondear  y  levarse  cada 
seis  horas,  al  principio  y  fin  de  cada  marea,  para  no  per- 
der en  una  lo  que  habia  ganado  en  la  anterior.  ^Pero  el 
estrecho  del  Labrador  tenía  en  toda  su  longitud  y  exten- 
sión fondo  proporcionado  para  ello?  ^Podría  navegarse 
así  tanto  número  de  leguas  en  la  altura  de  60°  á  75^  de 
latitud  y  en  el  mes  de  Febrero?  ¿Serian  fáciles  tales  ma- 
niobras de  fondear  y  levarse  cuando  los  golpes  de  mar  se 
helaban  sobre  el  costado  del  bajel ^  y  el  yelo  daba  d  las 
velas  un  palmo  de  espesor?  i  Será  creible  que  fondease  en 
medio  de  un  canal  cuyas  corrientes  eran  tan  rápidas  y 
violentas?  Y  si  fondeó  en  las  orillas  ó  en  sus  calas,  ¿cómo 
es  que  en  otra  parte  manifiesta  no  haberse  acercado  á 
las  costas  y  haber  navegado  por  medio  del  canal,  dicien- 
do que  en  las  orillas  creta  se  pudiese  helar  el  estrecho^ 
según  pareció  desde  su  nave? 

Podrían  acumularse  otros  reparos  que  aun  los  acérri- 
mos defensores  de  Maldonado  no  pueden  conciliar  con 
las  noticias  geográficas  que  se  tienen  hoy  dia  de  las  cos- 
tas setentrionales  de  América.  M.  Buache  halla  suma 
dificultad  en  establecer  la  posición  del  estrecho  de  Anian 
según  el  diario  de  Maldonado,  y  aunque,  dice,  es  menes- 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  143 


ter  suponer  un  error  considerable  en  la  estima  de  su  der- 
rota, propone,  sin  embargo,  como  verosímiles  algunas 
razones  que  satisfacen  poquísimo  á  quien  las  examina 
con  crítica  y  discernimiento. 

No  puedo  prescindir  aquí  de  la  noticia  del  viaje  de 
Maldonado  que  se  ha  publicado  modernamente  por  un 
autor  español  (i),  por  cuanto  dice  relación  con  cuanto  va 
examinado  en  este  artículo.  Después  de  hacer  un  extrac- 
to muy  conciso  de  aquella  navegación,  se  hace  cargo  el 
redactor  de  las  circunstancias  que  chocan  en  la  relación 
y  derrotero.  Tales  son  las  de  subir  á  75°  de  latitud  N. 
en  paraje  del  globo  donde  todo  se  halla  cercado  con  in- 
mensas moles  de  hielo ,  y  la  dificultad  de  señalar  la  des- 
embocadura del  estrecho  según  la  posición  que  allí  se  le 
da.  A  pesar  de  estas  dificultades,  que  deberían  inducir  á 
la  desconfianza,  y  de  parecerle  imposible  combinar  este 
viaje  con  los  últimos  que  acaban  de  verse,  se  asegura 
allí  mismo  que  el  de  Maldonado  lleva  todos  los  caracte- 
res de  autenticidad,  que  no  ha  habido  interés  ni  motivo 
para  fingirle,  ni  se  le  notan  aquellos  reparos  que  se  pre- 
sentan en  la  apócrifa  relación  del  almirante  Fonte.  Las 
reflexiones  que  van  hechas  manifiestan  que  tuvo  Maldo- 
nado interés  y  motivo  para  fingir  su  diario,  que  no  tiene 
caracteres  de  autenticidad  aunque  los  tenga  el  manuscri- 


(i)     Véase  el  capítulo  24  del  tomo  iv  de  la  Historia  política  de  los 
Establecimientos  ultramarinos  délas  naciones  europeas ,  impreso  en  1788. 


144        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

to  de  ser  contemporáneo,  y  que  se  le  notan  iguales  ó 
mayores  reparos  que  á  la  relación  del  almirante  Fonte, 
pues  los  descubrimientos  de  éste  los  halla  M.  de  L'Isle 
muy  conformes  á  los  hechos  posteriormente  por  los  ru- 
sos, y  los  de  Maldonado  no  los  puede  conciliar  ningún 
geógrafo  con  las  exactas  noticias  que  debemos  hoy  dia 
al  esmero  de  tanto  célebre  navegante  y  al  punto  de  per- 
fección á  que  han  llegado  las  observaciones  astronómicas 
que  se  han  hecho  en  la  mayor  parte  de  los  viajes  em- 
prendidos en  los  siglos  últimos. 

Parécenme  suficientes  las  razones  insinuadas  para  cali- 
ficar de  apócrifa  la  relación  de  Maldonado,  El  deseo  de 
ser  breve  me  hace  omitir  otras  que  produciría  el  examen 
de  ella,  así  respecto  á  la  situación  geográfica  de  muchos 
puntos,  como  relativas  á  la  temperatura  de  aquellos  cli- 
mas que  según  él  producen  tan  sabrosas  y  delicadas  fru- 
tas como  los  climas  más  apacibles  de  la  zona  templada. 

§  V. 

EXAMEN    DEL    MANUSCRITO     ORIGINAL     QUE    EXISTE     EN     CASA    DEL 
EXCELENTÍSIMO    SEÑOR   DUQUE    DEL    INFANTADO. 

Según  D.  García  de  Silva,  dio  Maldonado  memoriales 
á  algunos  ministros,  afirmando  habia  navegado  por  el  es- 
trecho de  Anian,  y  diciendo  que  por  él  podian  navegar 
las  armas  de  S.  M.  con  mucho  menos  tiempo  y  costa  á 
la  India  Maluca  y  Filipinas,  en  demostración  de  lo  cual 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  145 

dio  muchos  diseños  del  estrecho  en  menos  espacio  que 
medio  pliego  de  papel.  También  parece  que  el  marqués 
de  Velada,  Mayordomo  mayor  y  del  Consejo  de  Estado 
de  S.  M.,  mostró  á  D.  García  de  Silva  uno  de  los  desig- 
nios de  Maldonado  del  estrecho  de  Anian,  y  le  comunicó 
todo  lo  que  se  trataba  y  lo  mucho  que  se  ofrecía,  prueba 
sin  duda  de  que  Maldonado  se  valió  del  marqués  de  la 
Velada  para  elevar  al  Rey  su  proyecto,  y  de  que  aquel 
caballero  procedió  cuerdamente  aconsejándose  antes  con 
D.  García  de  Silva,  y  apreciando  su  dictamen,  pues  no 
llegó  á  verificarse  la  expedición  propuesta  y  proyectada. 
Sea  lo  que  fiíere  de  estas  conjeturas,  lo  cierto  es  que 
han  desaparecido  ó  se  han  hecho  rarísimos  los  memoria- 
les y  diseños  dados  por  Maldonado  sobre  su  proyecto. 
D.  Nicolás  Antonio  cita  en  su  Biblioteca  un  ejemplar  de 
la  relación  del  descubrimiento  del  estrecho  de  Anian  he- 
cho por  Maldonado,  que  vio  manuscrito  en  poder  de  don 
Gerónimo  Mascareñas,  del  Consejo  de  Órdenes,  después 
del  de  Portugal  y  entonces  obispo  de  Segovia.  El  señor 
Barcia,  según  sus  adiciones  á  la  Biblioteca  de  Pinelo,  no 
la  pudo  ver,  y  por  lo  mismo  se  refiere  allí  á  lo  que  dice 
D.  Nicolás  Antonio.  Así  yacia  oscurecido  este  viaje, 
hasta  que  el  año  1775  un  abate  francés  regaló  un  ejem- 
plar contemporáneo  al  duque  del  Infantado,  en  cuya  casa 
intentaba  entrar  por  ayo,  advirtiéndole  que  acaso  llegaría 
el  dia  en  que  conociese  el  aprecio  que  merecía  aquel  do- 
cumento. No  he  podido  indagar  cómo  ó  por  dónde  lo 


146        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

hubo  aquel  extranjero;  pero  sea  como  fuere,  el  manus- 
crito es  un  tomo  en  4.°  delgado,  de  letra  menuda,  pero 
clara,  de  principios  del  siglo  xvii,  bien  conservado,  y 
cuyos  diseños  conforman  con  las  circunstancias  que  nos 
ha  conservado  D.  García  de  Silva,  de  los  que  repartia 
Maldonado.  En  el  año  1781,  tuvo  noticia  de  este  manus- 
crito el  cosmógrafo  mayor  de  Indias  D.  Juan  Bautista 
Muñoz.  Sacó  una  copia  de  él,  y  con  este  conocimiento 
reconoció  después  en  los  años  siguientes  los  archivos  de 
Simancas,  Sevilla  y  otros  del  reino,  sin  encontrar  en  par- 
te alguna  ni  aun  noticia,  relación  ú  orden  perteneciente 
á  este  viaje,  y  sólo  en  Simancas  los- trabajos  de  Maldo- 
nado relativos  al  problema  de  longitud.  De  la  copia  de 
Muñoz  sacó  una  el  teniente  de  navio  D.  José  Espinosa 
para  servirse  de  ella  en  el  viaje  alrededor  del  mundo, 
que  hizo  bajo  las  órdenes  de  D.  Alejandro  Malaspina,  y 
otra  el  capitán  de  fragata  D.  José  de  Mendoza,  la  cual 
ha  servido  en  París  á  M.  Buache  para  la  composición  de 
su  Memoria.  No  sé  de  dónde  sacó  el  circunstanciado  ex- 
tracto que  posee  del  mismo  viaje  el  autor  de  los  Esta- 
blecimientos tíltramarinos;  pero  por  algunas  circunstan- 
cias que  refiere  de  él  manifiesta  que  está  copiado  con 
poca  exactitud,  ó  que  difiere  en  ellas  (bien  que  de  poquí- 
sima monta)  del  original  de  casa  del  duque  del  Infanta- 
do, que  acaso  sería  uno  de  los  ejemplares  del  autor  pre- 
sentados á  los  ministros  de  Felipe  III.  ¡Ojalá  que  con  la 
misma  seguridad  con  que  se  puede  calificar  la  autenticidad 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  147 

y  antigüedad  de  este  manuscrito,  se  pudiese  afirmar  la 
certeza  de  su  relación  y  contenido! 

g  VI. 

ESCRITORES    QUE  HAN   HABLADO  EN    PRO  Y    EN  CONTRA  DE   LA   RELACIÓN 
DE  MALDONADO. EXPEDICIÓN  DE  MALASPINA  Á  COMPROBARLA. 

Con  tanto  reconocimiento  prolijo  de  las  costas  seten- 
trionales  del  mar  del  Sur,  y  muy  particularmente  con  los 
viajes  de  Bodega  y  el  último  de  Cook,  parece  no  habia 
lugar  á  la  duda  sobre  la  no  existencia  del  pretendido 
paso;  y  aunque  los  ingleses  fomentasen  esta  opinión,  de- 
bia  esto  mirarse  más  como  medios  de  acrecentar  los  inte- 
reses de  la  compañía  de  la  bahía  de  Hudson ,  que  como 
dictámenes  fiandados  de  marineros  y  cosmógrafos.  En 
tales  circunstancias,  llegó  á  manos  de  M.  Buache,  geó- 
grafo mayor  de  S.  M.  Cristianísima,  la  simple  copia  que 
acabamos  de  decir  de  la  relación  de  Maldonado;  y,  ó  sea 
por  el  prurito  de  la  novedad,  ó  por  la  ligereza  con  que 
examinó  aquel  escrito,  no  sólo  se  persuadió  de  la  verdad 
de  su  relato,  sino  que  intentó  persuadir  lo  mismo  á  la 
Europa  sabia  por  medio  de  una  Me^noria  que  leyó  en  1 3 
de  Noviembre  de  1790  á  la  Academia  de  Ciencias  de 
París.  Aun  cuando  el  diario  de  Maldonado  no  ofreciese 
en  sí  abundantísimas  pruebas  para  encontrar  su  falsedad, 
el  examen  que  de  él  hace  M.  Buache,  la  dificultad  que 
halla  en  combinar  este  descubrimiento  con  los  conoci- 


148        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

mientes  que  hoy  día  se  tienen  de  aquellas  costas,  y  en 
señalar  la  desembocadura  del  estrecho  en  el  mar  del  Sur, 
serian  siempre  demostraciones  y  pruebas  para  creer  ima- 
ginario y  supuesto  el  viaje  de  1588.  De  todos  modos,  la 
autoridad  de  Buache,  y  mucho  más  la  del  cuerpo  en  que 
se  leyó,  debia  despertar  la  atención  de  las  potencias  na- 
vegantes, y  mucho  más  de  la  nuestra,  con  tantos  dere- 
chos y  relaciones  á  aquel  descubrimiento.  Felizmente,  el 
capitán  de  navio  D.  Alejandro  Malaspina,  comandante 
de  las  goletas  Descubierta  y  Ah^evida^  con  las  cuales 
daba  la  vuelta  al  mundo,  se  hallaba  en  Acapulco  y  ofre- 
cía la  oportunidad  de  comprobar  por  las  derrotas  de 
Maldonado  la  verdad  de  su  descubrimiento,  como  en 
efecto  lo  hizo. 

El  viaje  de  Malaspina  es  el  más  brillante  testimonio 
que  á  fines  del  siglo  pasado  dio  nuestro  Gobierno  del 
laudable  interés  que  se  tomaba  en  aumentar  los  conoci- 
mientos de  la  ciencia  de  nuestro  globo.  Nada  se  escaseó 
para  que  la  expedición  tuviera  el  mejor  éxito  posible. 
Así  es  que  de  todos  los  países  que  visitaron  las  corbetas, 
que  fueron  Buenos-Aires  y  Rio  de  la  Plata,  costa  Pata- 
gónica, Chiloe,  Chile,  Perú,  reino  de  Quito  y  Santa  Fe 
por  el  Océano;  Panamá,  costas  y  paises  de  Guatemala, 
costas  é  interior  de  Méjico,  California  y  costa  N.  O.,  Fi- 
lipinas y  establecimientos  de  los  ingleses  en  la  Nueva 
Holanda  y  algunas  islas  por  el  Pacífico;  de  todas  se  for- 
maron relaciones  físicas  y  políticas.  Recogiéronse  además 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  149 

muchos  interesantes  documentos  para  nuestra  historia 
colonial  y  marítima;  pues  aunque,  si  se  exceptúan  Lima 
y  Manila,  en  todos  los  demás  puntos  fué  corta  la  mansión 
de  las  corbetas ,  hubo  oficiales  destinados  á  reconocer  los 
archivos  de  los  vireinatos  y  capitanías  generales,  que  te- 
nian  anticipadamente  orden  de  fi-anquearles  cuanto  en 
ellos  existiera. 

Útil  para  el  mundo  y  honroso  para  la  nación  española 
hubiera  sido  la  publicación  de  este  viaje,  coordinado  por 
los  oficiales  de  la  expedición  y  sabios  que  los  acompaña- 
ron; pero  por  un  trastorno  de  ideas  inconcebible,  las  re- 
sultas de  la  desgracia,  causa  y  prisión  de  su  comandante 
Malaspina  alcanzaron  á  una  empresa  que  nada  tenía  que 
ver  con  sus  supuestos  crímenes,  y  en  odio  del  autor  ó 
jefe  de  la  expedición,  se  sepultaron  todos  los  trabajos 
propios  de  los  hombres  científicos  y  aplicados  que  llevó 
á  sus  órdenes.  Mucho  costó  sacar  de  manos  de  los  escri- 
banos y  gentes  que  entendian  en  el  proceso  los  diarios, 
derroteros  y  descripciones  del  viaje.  El  autor  que  comen- 
zó esta  Memoria  tuvo  la  satisfacción  de  contribuir  eficaz- 
mente á  lograrlo,  á  reunir  cuantos  papeles  se  pudo  y  de- 
positarlos en  la  Dirección  de  Hidrografía  que  se  instituyó 
entonces,  cuyas  tareas  debian  comenzar  por  las  cartas  y 
demás  trabajos  marinos  de  esta  expedición,  en  que  ha- 
bían ido  los  Sres.  Espinosa  y  Banzá,  que  se  nombraron 
para  formar  aquel  establecimiento.  Publicáronse,  en  efec- 
to, varios  planos  y  cartas;  pero  hubo  la  desgracia  de  que 


150        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

quedasen  inéditas  las  del  Panamá  hasta  61°  N.,  esto  es, 
toda  la  costa  Rica,  la  de  Acapulco,  California  alta  y  baja 
y  costa  del  N.  O.,  que  es  lo  que  á  nuestro  asunto  intere- 
sa. Quedáronse  sin  imprimir  todos  los  derroteros  y  exce- 
lentes relaciones  del  viaje,  llenas  de  luminosas  observa- 
ciones astronómicas  y  mineralógicas,  de  descripciones 
físicas  y  políticas,  y  de  nociones  nuevas  sobre  la  historia 
natural  de  los  países  recorridos.  La  mala  suerte  que  cupo 
á  todos  los  demás  papeles,  cupo  también  á  los  que  cor- 
respondían á  la  expedición  hecha  para  comprobar  los  su- 
puestos descubrimientos  de  Maldonado.  Así  es  que  ni  vio 
la  luz  pública  la  noticia  de  los  trabajos  que  en  ella  se 
emprendieron,  ni  la  excelente  Memoria  que  escribió  Ma- 
laspina  en  vista  de  los  parajes,  que  puede  considerarse 
como  una  clara  é  incontestable  refutación  del  escrito  de 
Buache.  En  ella,  después  de  manifestar  la  dificultad  de 
encontrar  la  verdad  en  la  ciencia  geográfica,  porque  sus 
operaciones  tienen  que  subdividirse  entre  el  navegante, 
que  suele  abultar  sus  narraciones,  y  el  sabio,  que  con  la 
mayor  libertad  las  admite  ó  desecha,  y  de  dar  alguna 
noticia  del  polo  boreal,  y  de  los  principales  navegantes 
que  han  reconocido  las  regiones  que  le  están  vecinas, 
manifiesta  la  necesidad  de  examinar  este  viaje,  por  la 
facilidad  que  tienen  los  geógrafos  en  adoptar  las  opinio- 
nes antiguas;  presenta  en  él  doce  razones  de  incompati- 
bilidad, prueba  evidente  de  ser  fingido,,  y  da  razón  de 
los  reconocimientos  que  arguyen  contra  la  existencia  del 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  151 

paso.  La  práctica  y  los  físicos  reconocimientos  dieron  en 
este  asunto  los  mismos  resultados  que  ya  habia  previsto 
la  teórica. 

Las  presentes  observaciones  coinciden  en  un  todo  con 
\2.  Memoria  de  Malaspina,  lo  cual  prueba  la  evidencia  de 
la  verdad;  pues  ni  uno  ni  otro  autor  que  escribian  al  mis- 
mo tiempo  y  á  muchos  centenares  de  leguas  de  distancia, 
pudieron  ponerse  de  acuerdo,  no  teniendo  noticia  de  sus 
respectivas  tareas.  Igual  es  también  el  juicio  de  D.  Ciría- 
co Cevallos,  quien  en  una  Disertación  que  imprimió  en 
Cádiz  en  1798,  juntamente  con  la  traducción  de  la  Me- 
moria de  Buache,  manifestó  con  fuerza  de  lógica  y  exce- 
lente doctrina  la  poca  solidez  de  los  argumentos  con  que 
éste  sostenia  su  opinión  favorable  á  Maldonado. 

El  haberse  impreso  este  escrito  parece  que  debia  ha- 
berlo hecho  conocido  de  la  Europa;"  pero  no  lo  fué  más 
que  el  de  Malaspina  y  el  presente,  que  quedaron  inéditos, 
lo  cual  dio  lugar  á  que  el  caballero  Carlos  Amoretti,  sa- 
bio y  diligente  custodio  de  los  tesoros  de  la  Biblioteca 
de  Milán,  después  de  haber  dado  á  luz  el  interesante 
viaje  alrededor  del  mundo  de  Pigafeta,  perdiera  su  tiem- 
po en  traducir  la  relación  de  Maldonado,  que  encontró 
entre  los  manuscritos  de  la  misma  biblioteca,  y  en  publi- 
carla con  una  disertación  en  su  apoyo.  El  barón  de  Lin- 
denau  tomó  á  su  cuenta  el  refutarle,  y  en  una  erudita 
Memoria  reprodujo  la  mayor  parte  de  las  razones  dadas 
por  los  escritores  españoles,  cuyos  escritos  no  conocia,  y 


152        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

presentó  otras  muy  convincentes,  sacadas  de  la  as- 
tronomía y  geografía,  que  él  mismo  reasume  de  este 
modo: 

I  .^  Maldonado  da  á  la  distancia  que  media  entre  la 
bahía  de  Baffin  y  el  estrecho  de  Anian  790  millas,  ó  una 
diferencia  de  longitud  de  144°;  y  no  siendo  la  diferencia 
real  sino  de  82°,  no  se  concibe  cómo  pudo  equivocarse 
en  62°,  ó,  en  otros  términos,  en  300  millas  en  un  camino 
de  500;  es,  por  lo  tanto,  imposible  que  Maldonado  haya 
podido  llegar  al  estrecho  de  Anian  por  el  camino  que 
supone. 

2.^  La  derrota  de  Maldonado  desde  el  71°  hasta 
el  66°  de  latitud  boreal,  concebida  en  estos  términos: 
desde  el  7/°  de  latihid  se  vuelve  d  Oeste  sudoeste^  nave- 
gando así  por  espacio  de  440  leguas  hasta  llegar  al  60'^; 
es  imposible,  pues,  siguiendo  este  rumbo,  hubiera  pasa- 
do sobre  una  gran  parte  del  continente  de  la  América. 

3.^  Es  también  imposible  que  Maldonado  haya  esta- 
do en  el  66°  de  latitud  boreal  ó  en  el  estrecho  de  Be- 
ring, pues  no  solamente  repite  él  mismo  tres  veces  que 
su  punto  de  parada  era  en  los  59°  ó  60°  de  latitud,  sino 
que  la  largura  del  dia  allí  en  el  mes  de  Junio ,  era  de  diez 
y  ocho  horas  y  media,  lo  que  no  puede  suceder  sino  en 
una  latitud  de  59°  á  60°. 

4.^  Es  no  menos  imposible  que  Maldonado  haya  po- 
dido estar  sobre  la  costa  del  N.  O.  de  la  América,  pues 
la  distancia  de  las  costas  del  Asia,  bajo  el  paralelo  de  55°, 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  153 

es  más  de  300  millas,  y  la  relación  dice  que  llegó  á  ellas 
después  de  una  navegación  de  120  millas  al  O. 

5.^  Los  datos  de  Maldonado  sobre  el  tiempo  de  su 
salida  de  la  bahía  de  Baffin,  de  su  llegada  al  Océano 
Pacífico,  de  su  detención  en  la  pretendida  embocadura 
del  estrecho  de  Bering,  son  enteramente  falsos,  porque 
es  imposible  que  haya  podido  hacer  un  camino  de  790 
millas  en  doce  ó  quince  dias  de  tiempo. 

6.^  Es  igualmente  falso  que  la  nave  haya  podido  es- 
tar de  vuelta  en  el  estrecho  del  Labrador  en  el  mes  de 
Junio,  y  que  en  él  se  haya  podido  ver  la  puesta  del  sol, 
pues  es  evidente  que  esto  no  puede  verificarse  en  tal  es- 
tación y  bajo  un  paralelo  de  70  á  75"^. 

Después  de  dar  otros  argumentos,  fundados  en  la  falta 
de  conformidad  de  las  descripciones  y  situación  de  para- 
jes con  las  de  los  navegantes  más  acreditados,  llega  á 
indicar  el  barón  cuáles  pudieron  ser  las  fuentes  en  qiie 
bebió  ideas  para  fabricar  su  embuste. 


II 


154       CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Como  ampliación  á  la  Memoria  del  Sr.  Fernandez  de 
Navarrete,  insertamos  también  las  aclaraciones  á  que  en 
la  misma  hace  referencia,  por  considerarlas  de  sumo  in- 
terés : 

En  los  papeles  públicos  de  donde  se  copió  en  la  Gaceta  de 
Madrid  del  martes  i8  de  Febrero  de  1812.  Núm.  4.^, 
página  ig4^  columna  2^ 

Milán ,  8  de  Enero. 

(Da  razón  de  algunas  obras  nuevas  publicadas  última- 
mente en  Italia,  y  luego  en  §  aparte  dice): 


« Monseñor  Amoretti,  de  esta  ciudad,  acaba  de  publicar 
»la  relación  del  viaje  del  capitán  Maldonado  al  rededor 
y>  de  la  América  del  Norte.  Es  muy  singular  esta  relación, 
» sacada  de  un  manuscrito  de  la  Biblioteca  Real,  la  que 
» se  dirige  á  probar  que  hay  algunos  pequeños  mediter- 
» ráneos  y  estrechos  en  el  Norte  de  la  América  en  las  la- 
» titudes  en  que  se  supone  generalmente  que  el  mar  está 
» cubierto  siempre  de  hielos ;  al  menos  se  cree  en  el  dia 
» que  es  imposible  la  navegación  por  aquellas  aguas.  Los 
»  sabios  miraban ,  hace  mucho  tiempo ,  casi  unánimemente 
» este  viaje  como  fabuloso.  ¿Monseñor  Amoretti  ha  de- 
» mostrado  completamente  la  autenticidad  de  la  relación 
^  que  ha  publicado?  Esto  es  lo  que  tienen  que  discutir  los 
» literatos. » 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO,  155 

El  barón  de  Lindenau ,  sabio  alemán ,  refutó  poderosa- 
mente la  opinión  de  Monseñor  Amoretti,  y  es  de  notar 
que  sin  tener  noticia  de  las  Memorias  escritas  por  Malas- 
pina,  Ceballos  y  Navarrete,  ha  convenido  con  ellos  en 
las  razones  que  alega;  lo  cual  prueba  lo  fundada  que  es 
la  opinión  que  defienden.  El  barón  de  Zach  imprimió  esta 
Memoria  del  de  Lindenau  en  el  tomo  xxvi  de  su  Coi'res- 
pondencia  astronómica  alemana;  después  á  ruego  de  algu- 
nos literatos,  que  por  ignorar  el  alemán  carecian  de  las 
noticias  de  tan  excelente  escrito,  la  publicó  traducida  al 
francés  en  el  tomo  xii,  núm'.  vi,  pág.  553  de  su  Corres- 
pondencia francesa  ^  que  publicaba  en  Genova,  año  1825. 
D.  Martin  Fernandez  Navarrete,  escribió  al  barón  de 
Zach  el  siguiente  juicio  de  este  escrito:  «J'ai  lu  avec 
» plaisir  la  critique  judicieuse  de  Mr.  le  Barón  de  Linde- 
»nau;  elle  prouve  son  instruction  et  son  jugement  plus 
»  múr  et  plus  réfléchi  que  celui  des  partisans  de  ce  navi- 
» gateur  et  de  ses  prétendues  découvertes. »  Por  ser  bas- 
tante extensa  y  añadir  poco  á  las  otras  Memorias  que 
publicamos,  no  la  damos  aquí  traducida;  pero  en  cambio, 
para  que  los  lectores  puedan  tener  de  ella  alguna  idea, 
así  como  de  la  obra  en  que  el  Sr.  Amoretti  contestó  á 
ella,  insertamos  los  siguientes  artículos  que  sobre  ambos 
escritos  publicó  la  Biblioteca  Británica. 


156       CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


SOBRE    EL    APÉNDICE     AL    VIAJE    DE    FERRER    MALDONADO. 

Milán,    18 1 3. 
(Biblioteca  Británica,  níím.  431  ,  Diciembre  de  181 3,  pdgs.  517  ^  5^8. j 

El  caballero  Carlos  Amoretti  dirige  este  escrito  al  ba- 
rón de  Lindenau,  que  ha  refutado  su  opinión  sobre  Mal- 
donado  en  una  disertación  publicada  en  alemán  en  Gotha 
en  1 8 1 2 ;  y  responde  en  él  á  las  objeciones  que  ha 
puesto  este  autor  á  la  veracidad  del  viajero  español.  Como 
toda  esta  discusión  sea  de  gran  interés  no  sólo  por  el 
fondo  del  asunto  sino  por  el  modo  con  que  se  ha  tratado, 
convendrá  que  retrocediendo  al  principio  de  la  cuestión, 
examinemos  la  obra  que  ha  motivado  los  ataques  de  que 
ahora  se  defiende  este  sabio. 

El  Sr.  Amoretti ,  animado  de  la  aceptación  que  tuvo  su 
publicación  en  italiano  y  francés  del  viaje  de  Pigafetta, 
sacó  de  la  oscuridad  otro  viajero  casi  desconocido,  pu- 
blicando en  las  mismas  dos  lenguas  la  relación  de  Maldo- 
nado,  tal  como  existe  manuscrito  en  la  biblioteca  que 
tiene  á  su  cargo,  y  añadiéndole  un  discurso  para  probar 
su  autenticidad  y  certidumbre.  Este  discurso  ha  dado  lu- 
gar á  la  polémica,  cuyo  último  escrito  anunciamos.  M.  de 
Lindenau  y  otros ,  tratan  á  Maldonado  de  impostor ,  y  su 
relación  de  pura  novela.  Cualquiera  que  sea  el  juicio  que  se 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  157 

adopte,  siempre  queda  en  pié  la  utilidad  del  trabajo  em- 
prendido por  el  sabio  milanés.  Sacar  del  polvo  de  las  bi- 
bliotecas y  dar  al  público  manuscritos  inéditos ,  es  casi 
siempre  hacerse  benemérito  de  las  letras;  y  siempre  es  ser- 
virlas útilmente  y  frecuentemente  servir  á  la  humanidad, 
difundir  nueva  luz  sobre  cuestiones  que  tocan  á  la  geogra- 
fía y  á  la  hidrografía.  Muestra,  pues,  su  sólido  juicio  el 
Sr.  Amoretti ,  en  la  preferencia  que  ha  dado  á  la  publica- 
ción de  viajes  antiguos.  Aun  cuando  la  relación  de 
Maldonado  no  fuese  más  que  un  cuento  caprichoso,  se 
verían  en  él  las  opiniones  de  su  tiempo,  y  se  sacaría 
á  lo  menos  algún  fruto  de  los  debates  interesantes  á 
que  ha  dado  lugar.  Pero  nosotros  estamos  lejos  de 
rendirnos,  y  damos  por  el  contrarío  mucho  peso  á  los  ar- 
gumentos con  que  el  autor  las  combate.  No  pudiéndolo 
seguir  en  todos  sus  pormenores,  nos  limitaremos  á  ex- 
tractar ligeramente  la  relación ,  y  á  citar  algunos  de  los 
reparos  principales  á  que  ha  dado  lugar. 

El  diario  de  mar  de  Maldonado  no  es  conocido,  si 
bien  fué  visto  por  el  bibliógrafo  D.  Nicolás  Antonio,  y 
posible  que  se  encuentre  algún  dia.  Entre  tanto,  es  me- 
nester contentarse  con  la  mención  que  de  él  hace  el  mis- 
mo Maldonado  en  un  proyecto,  que  es  el  único  monu- 
mento conocido  de  su  viaje.  Este  proyecto  presentado  al 
Consejo  de  Lisboa,  es  el  que  el  Sr.  Amoretti  ha  encon- 
trado traducido  y  publicado.  Hé  aquí  el  título:  «  Relación 
del  descubrímiento  del  estrecho  de  Anian,  hecho  por  mí, 


158        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

el  capitán  Lorenzo  Ferrer  Maldonado  el  año  1588,  en  el 
cual  se  lee  la  orden  de  la  navegación,  la  disposición  del 
lugar,  y  la  manera  de  fortificarlo.  Trátase  también  de  las 
ventajas  de  esta  navegación,  y  de  las  pérdidas  que  resul- 
tarán de  no  hacerse  señor  de  ellas.   .   .   .   . » 

Indica  la  derrota  que  debe  seguirse:  á  las  450  leguas 
al  N.  O.  de  Lisboa,  pone  la  Isla  de  Frislandia,  que  ya  no 
existe ,  aunque  fiaé  muy  conocida  de  los  navegantes  anti- 
guos, y  el  Sr.  Amoretti  supone  que  ha  sido  sumergida 
de  resultas  de  algún  temblor  de  tierra.  Hace  luego  el  via- 
jero una  sumaria  descripción  de  allí  al  estrecho  del  La- 
brador: dice  que  después  se  navegó  al  O.  |  S.  O.  el  es- 
pacio de  850  leguas,  y  se  sube  á  la  latitud  de  71'',  en 
donde  descubrió  una  tierra  muy  alta.  Su  sabio  comenta- 
dor supone  que  él  designa  aquí  las  montañas  de  la  mina 
de  cobre  vistas  por  Hearne,  ó  las  islas  de  la  Ballena  vis- 
tas por  Mackenzie.  De  la  vista  de  esta  tierra  se  vuelve 
al  O.  S.  O. ,  y  se  hacen  así  440  leguas  hasta  los  60^,  donde 
debe  encontrarse  el  estrecho  de  Anian. 

Aquí  diremos  algo  sobre  una  dificultad  puesta  sobre  la 
situación  de  este  estrecho.  Este  está  situado  en  los  66°  y 
no  en  los  60"^;  ^cómo  un  navegante  que  lo  ha  atravesado 
puede  cometer  semejante  error?  El  Sr.  Amoretti  da  á  esto 
dos  respuestas:  i .°  Tales  errores  no  son  raros  entre  los  na- 
vegantes de  este  tiempo ,  que  no  tenian  sino  instrumentos 
muy  imperfectos,  y  aún  se  pueden  sacar  ejemplos  más 
recientes.  2."^  Maldonado  participaba  del  error  común,  fun- 


.SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  159 

dado  en  las  cartas  que  Martínez,  su  piloto,  seguía;  pero 
ya  notó  que  estas  cartas  eran  erróneas :  Hé  aquí  como  se 
explica  sobre  este  objeto.  Aunque  sabíamos  que  se  debía 
hallar  el  estrecho  á  60°  de  latitud  boreal,  siendo  la  costa 
en  este  paraje  muy  extendida  del  E.  al  O.,  nos  hizo  que- 
dar en  duda.  Parecía  al  piloto  que  faltaban  aún  más  de 
100  leguas,  según  la  medida  tomada  en  su  derrota,  pero 
á  mí  me  parecía  que  estábamos  ya,  en  lo  que  era  así  en 
efecto. 

Maldonado  describe  la  entrada  del  estrecho  de  que  da 
además  la  carta. 

En  el  mar  del  Sur  tiene  el  encuentro  de  un  bajel  de 
800  toneladas  que  viene  de  este  mar  á  entrar  en  el  es- 
trecho, cargado  de  mercaderías,  como  las  que  vienen  de 
la  China,  á  saber:  brocados,  sedas,  porcelanas  y  plumas 
en  grandes  cajas.  No  entendiendo  los  que  montaban  este 
bajel  el  español,  tuvieron  que  hablar  en  latín  á  las  gentes 
de  Maldonado ;  parecían  moscovitas  ó  anseáticos ;  venían, 
según  decían,  de  una  ciudad  bastante  grande,  pertene- 
ciente al  Rey  de  Tartaria ,  distante  del  estrecho  algo  más 
de  cíen  leguas,  etc. 

Toda  esta  relación  es  muy  contestada  por  el  autor  á 
quien  corresponde  el  Sr.  Amoretti:  antes  de  decir  nos- 
otros algo  sobre  las  objeciones,  concluiremos  el  extracto 
de  la  Memoria  de  Maldonado.  (Sigue  el  extracto.) 

Volviendo  atrás,  presentaremios  rápidamente  algunas 
objeciones  hechas  contra  nuestro  navegante.  Su  descríp- 


1 6o        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

cien  de  la  entrada  N.  del  estrecho  de  Anian  parece  al 
Sr.  Amoretti  tener  relaciones  notables  con  las  de  los  na- 
vegantes modernos;  y  es  cierto  que  algunas  circunstan- 
cias confirman  esta  aserción,  entre  otras,  una  roca  aisla- 
da muy  notable  que  ha  sido  mencionada  así  por  Cook 
como  por  Maldonado.  Pero  es  menester  convenir  que  la 
carta  del  estrecho  tal  como  la  da  este  último,  no  se  ase- 
meja en  todo  á  la  de  Cook,  ni  á  la  de  otro  navegante 
acreditado.  El  Sr.  Amoretti  pone  de  acuerdo  estas  cartas 
discordantes  con  una  suposición  que  apoya  con  muchos 
argumentos  ingeniosos.  Es  menester  notar  que  Maldona- 
do no  da  al  estrecho  sino  media  legua  al  N.  y  un  octavo 
de  legua  al  S.,  mientras  que  Cook  hace  esta  anchura  de 
13  leguas;  así,  el  primero  pinta  un  estrecho  largo  y  tor- 
tuoso, mientras  que  el  segundo  lo  representa  muy  abier- 
to y  exento  de  sinuosidad.  Para  conciliar  esta  diferencia, 
según  el  Sr.  Amoretti,  basta  tener  en  consideración  el 
tiempo  y  suponer  que  entre  el  siglo  xvi  y  xviii  ha  habi- 
do en  el  estrecho  alteraciones  ó  mudanzas  notables.  Estos 
trastornos  deben  ser  atribuidos  á  temblores  de  tierra. 
Las  razones  que  alega  en  favor  de  su  hipótesis,  son: 
I  .^  Los  muchos  ejemplos  que  hay  de  introducciones  del 
mar  en  la  tierra.  2.°  En  el  siglo  xvi  se  descansaba  en  la 
isla  de  Frislandia;  esta  isla  está  en  todas  las  cartas  de 
aquel  tiempo,  y  ya  no  existe.  La  misma  causa,  el  mismo 
terremoto  ó  cualquiera  otro  análogo  ha  podido  próxima- 
mente en  el  mismo  interv^alo  hacer  desaparecer  algunas 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  i6i 

tierras  del  estrecho.  3."^  Maldonado  nota  que  la  costa  de 
América  sobre  este  estrecho  es  formada  de  tierras  bajas, 
en  lugar  que  la  del  Asia  es  muy  alta  y  montuosa:  estas 
tierras  bajas  deben  ser  las  que  él  mar  ha  sumergido. 
Admitiendo  este  hecho,  se  deberá  hallar  esta  parte  de 
mar  llena  de  bajos,  y  efectivamente,  Cook  nota  que  la 
parte  navegable  del  estrecho  forma  un  canal  que  tiene 
tan  poca  anchura,  que  se  vio  obligado  á  que  sus  navios 
navegasen  uno  tras  otro,  no  pudiendo  sin  riesgo  llevarlos 
de  frente.  Esto,  dice  el  Sr.  Amoretti,  justifica  al  antiguo 
navegante:  el  canal  por  donde  navegó  Cook  es  el  anti- 
guo; los  bajos  que  le  detuvieron,  las  tierras  bajas  que 
Maldonado  describió  tales  como  estaban  en  su  tiempo. 
Otra  objeción  nace  del  encuentro  del  bajel  que  venia 
de  la  mar  del  Sur.  No  se  encuentra  la  ciudad  de  Robr  en 
Tartaria.  Amoretti  destruye  esta  objeción  haciendo  notar 
que  el  navegante  advierte  que  no  estaba  seguro  de  ha- 
ber retenido  bien  el  nombre,  y  recuerda  uno  ó  dos  que 
pudieran  reemplazarle.  Los  moscovitas  y  los  anseáticos 
no  tenian  navios  de  800  toneladas;  el  sabio  italiano,  sin 
discutir  esta  aserción,  observa  que  no  es  probable  que 
un  navegante  distinguido  como  era  Maldonado,  hubiese, 
en  un  proyecto  que  se  iba  á  someter  á  un  consejo  supe- 
rior, cometido  un  error  tan  fácil  de  desmentir,  á  no  su- 
ponerse que  era  un  impostor.  Hace  además  notar,  que 
no  afirma  Maldonado  que  fuese  de  moscovitas  ó  anseáti- 
cos, sino  que  le  pareció  que  era  así;  añade  que  este  bajel 


1 62        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

venia  de  Tartaria  con  relación  á  los  que  en  él  iban ,  y  sa- 
bemos por  Marco  Polo  que  sobre  esta  costa  de  Tartaria 
se  hacia  en  su  tiempo  un  gran  comercio,  y  que  él  mismo 
habia  navegado  en  un  bajel  de  cuatro  palos,  que  llevaba 
2.600  hombres  de  tripulación. 

No  seguiremos  más  adelante  con  esta  discusión,  de  la 
que  sólo  hemos  querido  dar  alguna  idea  á  nuestros  lec- 
tores sin  decidir  sobre  ella,  pues  para  esto  necesitaríamos 
tener  á  la  vista  todas  las  piezas  del  proceso. 

«DIE    GLAVBWURDÉGKEIT...»    ES   DECIR, 

DEL  GRADO  DE  CONFIANZA  QUE  MERECE   LA  RELACIÓN 

DEL  VIAJE  DE  MALDONADO  Á  LAS  REGIONES  SETENTRIONALES, 

POR  EL  BARÓN  DE  LINDENAU. 

Gotha  1812. 
(Biblioteca  Británica ^  números  457-458  Enero  de  1815.  j 

Cuando  dimos  cuenta  del  trabajo  del  Sr.  Amoretti  so- 
bre Maldonado,  concluimos  diciendo  que  no  se  podia  for- 
mar un  juicio  definitivo  sin  tener  á  la  vista  cuanto  con- 
cierne al  asunto.  No  conociamos  entonces  el  escrito  cuyo 
título  acabamos  de  leer  sino  por  su  refutación;  ahora  lo 
tenemos  á  la  vista,  y  extractaremos  de  él  cuanto  conten- 
ga de  notable... 

El  señor  Barón  de  Lindenau  comienza  por  hacer  plena 
justicia  al  mérito  de  las  indagaciones  bibliográficas  del 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  163 

sabio  milanés;  extracta  fielmente  en  seguida  la  relación 
que  este  sabio  ha  traducido  y  publicado,  y  discutiendo 
después  los  hechos  que  contiene,  halla  en  ellos  señales 
evidentes  de  falsedad. 

Las  objeciones  principales  son  sacadas  de  la  incompa- 
tibilidad de  la  relación  con  las  distancias,  y  la  naturaleza 
de  los  lugares  que  el  viajero  dice  haber  visitado.  Maldo- 
nado ,  cuenta  1 44°  de  longitud  entre  la  bahía  de  Baffins  y 
el  estrecho  de  Anian,  mientras  que  esta  distancia  no  es 
más  que  de  82°;  coloca  este  estrecho  en  60°  de  latitud, 
y  está  realmente  en  66°,  y  describe  este  estrecho  largo  y 
angosto,  cuando  es  ancho  á  la  entrada,  y  de  poca  consi- 
deración su  parte  estrecha.  En  cuanto  ala  latitud,  hemos 
visto  que  el  Sr.  Amoretti  explica  este  error  por  el  que 
habia  cometido  el  piloto;  pero  esta  solución  de  la  dificul- 
tad no  nos  parece  aplicable  á  la  estimación  de  la  largura 
del  dia  hecha  por  el  viajero;  estimación  que  determina 
exactamente  el  paralelo  de  60°.  Parece  igualmente  con- 
trario á  todo  lo  que  se  conoce  en  estos  parajes,  suponer 
que  se  puedan  encontrar  en  pocos  dias  y  sin  encontrar  re- 
petidas montañas  de  hielo. 

Independientemente  de  estas  graves  objeciones,  fiínda- 
das  inmediatamente  sobre  la  situación  de  los  lugares  des- 
critos y  su  naturaleza,  el  señor  Barón  saca  otras  de  al- 
gunas circunstancias  particulares.  Maldonado  ha  visto  en 
el  estrecho  de  Anian  montes  y  bosques  fi-ondosos,  firutas 
y  aun  uvas.  Cook  y  Sarytschews  están  acordes   en  que 


164        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

allí  no  se  ve  ni  un  árbol,  ni  un  matorral.  Maldonado  ha- 
bla de  haber  hallado  ciertos  animales ,  como  búfalos ,  cer- 
dos y  ciervos;  Cook  y  Sarytschews  no  han  visto  seme- 
jantes animales,  y  por  el  contrario,  estos  últimos  viajeros 
han  visto  allí  caballos  marinos  y  osos  blancos,  de  que 
Maldonado  nada  dice. 

El  barón  de  Lindenau  termina  su  disertación  por  una 
conjetura  sobre  el  origen  de  esta  relación,  que  contribuye 
á  demostrar  su  falsedad;  pudiendo  considerarse  como  un 
argumento  indirecto  que  viene  en  apoyo  de  los  prece- 
dentes, y  como  una  ilustración  acerca  del  estado  de  los 
conocimientos  geográficos  en  el  siglo  xvi. 

Ignórase  quién  ha  descubierto  el  estrecho  de  Anian,  ni 
cuál  es  el  origen  de  este  nombre ;  pero  desde  el  siglo  xvi 
las  cartas  atestiguan  su  existencia,  y  desde  entonces  la 
indagación  de  un  paso  al  mar  del  Sur  por  esta  vía,  vino 
á  ser  un  objeto  de  emulación  éntrelos  pueblos  navegado- 
res. El  pensamiento  de  que  podia  ser  hallado  por  otros 
(entre  ellos  por  Frobisher  y  Davis),  fué  tal  vez  lo  que 
empeñó  á  Maldonado  á  fingir  que  lo  había  hallado  él 
mismo.  En  1542  el  Japón  fué  descubierto  por  los  portu- 
gueses. Desde  1588  habia  nociones  sobre  los  canales  de 
los  mares  del  Japón ,  y  es  posible  que  Maldonado  tuviese 
á  la  vista  alguna  relación  portuguesa  de  estos  viajes 
cuando  compuso  la  suya.  Todo  lo  que  él  dice  del  país,  de 
sus  producciones,  del  clima,  de  la  forma  del  estrecho  que 
describe,  se  aplica  mejor  al  Japón  que  al   estrecho   de 


SOBRE  EL  VIAJE  DE  LORENZO  MALDONADO.  165 

Bering.  Pero  desde  aquel  tiempo  se  confundió  con  el 
estrecho  de  Anian,  el  que  se  suponia  y  colocaba  entre 
Sachalin  y  la  Tartaria,  y  se  estimaba  la  distancia  en  lon- 
gitud de  la  bahía  de  Baffin  al  estrecho  de  Anian,  preci- 
samente como  la  ha  estimado  Maldonado.  El  señor  barón 
lo  prueba  con  muchas  citas;  otro  tanto  puede  decirse  de 
la  latitud. 


RESUMEN 


El  lector  que  haya  seguido  atentamente  todo  lo  ex- 
presado por  los  notables  eruditos  y  comentaristas  que 
contiene  esta  recopilación,  ya  habrá  adquirido  el  con- 
vencimiento de  que  el  dicho  Lorenzo  Ferrer  Maldonado 
fué  un  charlatán,  un  embaucador,  cualquier  cosa,  en  fin, 
menos  navegante. 

Para  dar  mayor  prueba  á  estos  calificativos,  nos  pro- 
pusimos insertar  como  remate  digno  de  su  poco  envidia- 
da referencia,  un  documento  que  contiene  la  causa  que 
se  le  formó  en  Guadix  por  estafador,  cuyo  documento 
tuvo  ocasión  de  examinar  el  Sr.  Fernandez  de  Navarrete 
y  sacar  copia  de  él  en  el  Archivo  de  Indias  de  Sevilla. 
Pero  de  esta  copia  no  tenemos  noticia,  y  cónstanos  hoy 
que  el  original  que  según  Navarrete  existia  en  aquel  Ar- 
chivo entre  los  documentos  llevados  de  Simancas,  rotu- 
lados. Junta  de  guerra  del  Consejo  de  Indias^  después  de 
registrados  escrupulosamente  dichos  legajos,  nada  se 
expresa  en  ellos  de  la  causa  que  se  le  siguió  en  Gua- 
dix á  Ferrer  Maldonado.  Al  mismo  tiempo,  no  podemos 
dudar  de  la  veracidad  del  Sr.  Navarrete,  por  lo  cual  su- 
ponemos que  se  haya  extraviado  ó  lo  hayan  introducido 


1 68       CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

bajo  distinta  rotulación  de  la  que  indicaba  aquel  erudito. 

Pero  no  es  de  absoluta  necesidad  la  presencia  de  esta 
prueba  acusadora,  porque  aun  prescindiendo  de  los  ma- 
los antecedentes  de  Ferrer  Maldonado,  sobran  motivos 
poderosos  para  rechazar  en  absoluto  como  apócrifa  su 
debatida  navegación. 

Creemos,  como  todos  sus  comentaristas  españoles,  que 
las  invenciones  ridiculas  y  los  relatos  absurdos  de  com- 
patriotas nuestros,  contribuirían  á  menoscabar  las  verda- 
deras glorias  adquiridas,  y  á  desmentir  la  merecida  fama 
de  discretos  y  veraces  que  gozan  nuestros  historiadores. 

Por  eso  declaramos  nuestro  firme  convencimiento  de 
que  la  relación  de  Maldonado  no  admite  defensa  alguna, 
ni  se  halla  resquicio  en  ella  para  dudar  de  que  es  apócri- 
fo y  falso  todo  lo  que  contiene,  y  terminamos  diciendo 
con  el  sabio  Navarrete:  que  el  que  desee  se  conserven  en 
toda  su  pureza  y  dignidad  las  gloriosas  hazañas  de  los 
conquistadores  del  Nuevo  Mundo  y  las  atrevidas  nave- 
gaciones de  nuestros  viajeros^  no  pueden  mirar  con  indi- 
ferencia las  invenciones  ridiculas  y  acreditadas  fuera  de 
España  que  nos  achaca^i  con  sobrada  liberalidad  los 
mismos  extranjeros  y  qtie  menoscabando  el  mérito  de  lo 
que  es  cierto  é  incontestable ,  sacan  armas  de  todo  para 
sacrificar  á  nuestra  nación  y  diidar  de  su  buena  fe  y  de 
sus  verdaderas  glorias. 


FIN 


NOTA. 


Debemos  á  la  amabilidad  del  ilustrado  Capitán  de  fra- 
gata D.  Francisco  Carrasco,  nuestro  distinguido  amigo 
y  jefe,  el  poder  insertar  á  continuación  varios  apéndices 
curiosos  referentes  á  las  gestiones  de  Maldonado.  Estos 
son  los  únicos  documentos  que  mencionan  á  este  falso 
descubridor,  y  que  existian  inéditos  en  el  Archivo  ge- 
neral de  Indias. 


APÉNDICE   i.^ 


EL    REY. 

Por  quanto  Abiendo  ofrecido  el  Capitán  Lorenzo  Ferrer 
Maldonado  de  dar  los  secretos  de  la  Aguja  fixa  y  nauegacion 
del  este  a  oeste  en  quatro  propusiciones.  La  primera.  La 
Aguxa  fixa  en  línea  recta  á  los  polos  del  mundo,  permane- 
ciendo en  su  fixacion  por  todos  los  meridianos  del.=::La  se- 


lyo        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

gunda,  que  con  la  Aguxa  fixa  y  la  baria  regular  dar  á  cono- 
cido ,  el  punto  fixo  y  arte  para  conozer  Los  grados  de  la  longi- 
tud^ de  tal  forma  que  por  cada  grado  de  baria^ion  muestra 
uno  de  la  longitud  nauegando  no  solo  por  la  equino^ial,  sino 
por  todos  los  paralelos  y  alturas  del  polo  ártico  y  a  qual- 
quiera  de  los  treinta  y  dos  rumbos  demostrados  en  la  Aguja 
y  carta  de  marear.  =  La  tercera,  un  instrumento  para  sacar 
precisamente  en  la  mar  línea  meridiana  para  con  el  examinar 
siempre  que  sea  necesario  la  fixa^ion  de  la  Aguxa  y  conocer 
los  grados  de  la  baria^ion  de  la  barca,  sin  que  para  esto  aya 
necesidad  de  la  Aguxa  fixa,  y  de  tal  suerte  obrado  que  con 
solo  este  instrumento  y  la  aguja  baria  se  pueda  sacar  el  pun- 
to de  los  grados  de  la  longitud  precisamente.  =  La  quarta, 
Visto  por  los  de  mi  junta  de  guerra  .de  Indias  y  la  demos- 
tración de  ynstrumentos  que  en  ella  hizo.  Y  consultadoseme. 
Considerando  lo  mucho  que  conuiene  sacar  a  luz  negocio 
tan  ymportante,  e  tenido  por  bien  de  dar  la  presente  por  la 
qual  prometo  y  aseguro  por  mi  palabra  Real  al  dicho  Capi- 
tán Lorenzo  Ferrer  Maldonado  que  sacando  á  luz  los  decre- 
tos de  las  dichas  propusi^iones  que  a  ofrezido  es  a  sauer.  La 
aguxa  fixa  en  todos  los  meridianos  del  mundo  y  el  punto 
fixo  de  la  longitud  de  la  nauegacion  del  este  a  oeste  á  qual- 
quier  ora  del  dia  y  de  noche  sin  sol  ni  estrella  y  el  secreto  de 
la  nauegacion  del  este  a  oeste  en  todas  las  oras  con  sol^  como 
queda  declarado  en  las  dichas  propusi^iones  y  saliendo  cierta 
y  uerdadera,  abiendose  echo  las  experiencias  en  las  nauega- 
ciones  délas  Indias  orientales  y  occidentales,  y  por  tierra  y 
por  las  partes  de  ida  y  buelta  que  a  la  dicha  mi  junta  de 
Guerra  pareciere  á  su  satisfa^ion  de  ella,  y  para  empegar 
á  ponerlo  en  exercicio  se  a  ofrecido  dicho  Lorenzo  Ferrer 
Maldonado  enbarcarse  en  la  flota  que  se  apresta  para  la 
prouincia  de  Tierra  firme  y  dando  echas  las  demás  expe- 


APÉNDICES.  171 


riencias  por  su  persona  ó  por  otra  en  su  nombre,  y  siendo 
los  dichos  secretos  é  ynstrumentos  con  que  se  an  de  execu- 
tar  tales  que  puedan  aprouechar  dellos  los  pilotos  y  gente 
que  de  ordinario  anda  en  la  mar  y  después  dé  berificados 
aprobados  por  la  dicha  mi  Junta  de  Guerra  Le  aré  merced 
y  mandaré  situar  y  consignar  como  desde  agora  lo  ofrezco 
tres  mil  ducados  de  renta  por  lo  que  toca  al  secreto  de  la 
Aguxa  fixa,  y  todos  los  ynstrumentos  pertenecientes  al  uso 

della,  y  otros  dos  mil  ducados por  lo  que  toca  al 

punto  fixo  de  la  longitud  de  la  nauegacion  del  este  á  oeste, 
reglas  é  ynstrumentos  pertenecientes  á  el.  Todos  cinco  mil 
ducados  de  renta  en  cada  un  año  para  el  y  sus  herederos  y 
sub^esores,  y  de  los  que  del  tuuieren  titulo  y  causa,  situado 
lo  uno  y  lo  otro  a  su  satisfa^ion  y  de  todo  ello  le  mandaré 
dar  y  despachar  Luego  que  como  dicho  es  estuuieren  apro- 
uadas  las  dichas  propusi^iones.  Los  priuilegios  de  la  dicha 
renta  con  las  clausulas  fuerzas  y  firmezas  necesarias  para  su 
entero  cumplimiento  y  «i  los  miembros  de  la  Hacienda  don- 
de una  ó  mas  ueces  se  consignaren  los  dichos  cinco  mil  du- 
cados Tuuieren  quiebra  ó  disminución  por  qualquier  causa 
que  sub^eda  se  ayan  de  mudar  á  otros  donde  se  paguen 
puntualmente,  y  para  la  seguridad  dello  mando  dar  y  di  la 
presente  firmada  de  mi  mano  y  refrendada  de  mi  ynfrascrito 

Secretario  fecha  en a  ...    de   ....    de  mili  y 

seiscientos  quince  años. 


172        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


APÉNDICE    2.« 


AÑO    DE    1616. 

Auiendo  visto  la  demostración  del  aguja  fixa  y  propuesto 
al  Capitán  Lorenzo  Ferrer  las  dificultades  que  se  pudieron 
ofrecer  en  razón  del  toque  y  afij ación  del  aguja,  a  parecido 
cossa  berisimil  que  el  toque  que  hizo  y  afij  ación  sera  cierto 
y  para  hazer  desto  la  esperiencia  que  conuiene  nos  parece 
que  para  que  pueda  conseguirse  el  fin  .que  se  pretende,  tanto 
para  la  nauegacion  de  la  yndia  Oriental  como  de  las  Ociden- 
tales,  que  el  Capitán  Ferrer  con  dos  pilotos  portugueses  y 
dos  castellanos  y  persona  de  confianza  que  sepa  sacar  línea 
meridiana,  en  todas  partes  y  tierras  que  tomaren  y  conocer 
si  la  aguja  esta  fija  en  la  mar  y  tierra  y  lo  que  baria,  labaria, 
y  para  esto  conbendra  se  embarquen  en  Cádiz  en  una  cara- 
vela  de  cinquenta  toneladas,  y  partiendo  de  allí  tomen  tierra 
en  cauo  Cantin  y  cauo  de  agua,  yslas  de  Canarias  y  cauo 
berde,  sierra  lisa  miña  Santome,  angola  y  corriendo  la 
costa  hasta  doblar  el  cauo  de  buena  esperanza  y  el  de  las 
agujas  y  boluer  al  NE.,  corriendo  la  costa  de  Batal  asta  el 
cauo  de  las  Corrientes  y  de  alli  asta  los  bajos  de  la  yndia,  y 
de  allí  boluer  á  la  ysla  de  Santa  elena,  y  de  allí  atrauesar  a 
buenos  ayres  corriendo  toda  la  costa  del  brasil  asta  la  tierra 
firme,  la  de  Cartagena  y  Onduras  asta  San  Juan  delua,  y  de 
alli  boluer  corriendo  la  costa  de  la  florida  asta  el  cauo  de  los 
Mártires,  y  de  alli  atrauesar  el  cauo  de  San  Antón  corriendo 
las  costas  del  Sur  de  la  ysla  de  Cuba  y  dando  el  tiempo  lu- 


APÉNDICES. 


173 


gar  ponerse  sobre  los  bajos  de  la  Serrana  y  Serranilla  y  de 
alli  boluer  á  la  costa  de  Cuba  corriéndola  al  nordeste  asta  la 
ysla  de  Santo  Domingo  y  yslas  de  Barlobento  y  de  alli  a  la 
bermuda  y  alli  al  cauo  cañaueral  y  dando  la  buelta  de  las 
flores  y  terceras  a  de  correr  al  este  la  buelta  de  españa  sin 
mudar  derrota  asta  tocar  en  las  costas  de  Portugal  y  estas 
son  las  yslas  y  parajes  Donde  conuiene  hazer  las  obserbacio- 
nes  con  los  ynstrumentos  y  ynstruciones  que  se  les  dieren, 
porque  si  fuesen  en  flotas  ó  galeones  no  se  podría  hazer  la 
esperiencia  en  tantas  partes  y  que  abracase  de  una  vez  Las 
nauegaciones  de  yndias  orientales  y  ocidentales  y  saliendo 
la  esperiencia  como  promete  en  esta  nauegacion  quedara 
bien  probada  su  yntencion  y  dando  á  entender  á  los  pilotos 
con  la  claridad  que  conuiene  el  modo  de  hazer  estas  obserua- 
ciones  parece  lo  abra  complido  y  asi  lo  firmamos  en  Ma- 
drid, etc.,  á  19  de  Henero  16 16. 

J.   Bapt.  Laraña.  José  Francisco  de  Garnica. 

Lucas  Guillen.  El  Dr.  Iñ.  Cedillo. 

Hay  un  decreto  fuera  que  dice:  «Que  se  haga  la  ynstru- 
cion.  En  esta  Confremidad.» 


174        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


APÉNDICE  3.« 


SEÑOR : 

El  capitán  Lorencio  Ferrer  Maldonado,  dice 

que  del  Secretario  Juan  Ruiz  de  Contreras  tiene 

entendido  como  V.  M.  a  mandado  que  abiendo 

cumplido  en  lo  que  tiene  ofrecido  de   aguja 

sueid^o  de  íoTqua^  fixa  y  punto  fixo  de  longitud  se  le  hará  merced 

renta  escudos  desde      ,         .  «i     i  i  i        -r»  -r» 

el  dia  que  por  tes-  QC  CUÍCO  mil  Qucados  dc  Keuta  rerpetua  con- 

timoniü  del  serui-     /•  •  i  i    t^  a     • 

cío  constare  hauer  lormc  cstaua  promctido  al  Dotor-Arias,  y  que 

salido  desta  corte  á        i  •        j         i  i       n     •  i       -vt  t^  ~       ^ 

hacer  su  viaje.  abiendo  Qc  yr  en  la  nota  de  JNueua  España  a 
hacer  la  Esperiencia,  se  le  diesen  de  entreteni- 
miento quarenta  Escudos  al  mes  desde  El  dia 
que  tratase  de  Embarcarse  y  porque  ya  no  Es 
pusible  En  esta  flota  hasta  la  de  tierra  firme  y 
El  Esta  ocupado  En  cosas  del  seruicio  de  V.  M. 
asi  en  la  fábrica  de  ynstrumentos  como  En 
otras  cosas  necesarias  al  cumplimiento  de  lo 
que  tiene  prometido.  Pide  y  suplica  á  V.  M. 
se  le  haga  merced  de  mandar  que  se  le  den  los 
dichos  quarenta  Escudos  de  Entretenimientos 
desde  oy  en  adelante  hasta  aber  cumplido  con 
la  satisfa^ion  y  Esperiencia  que  Espera  dar, 
que  en  Esto  V.  M.  le  hará  muy  gran  merced. 
Otro  sij  pide  y  suplica  á  V.  M.  le  haga 
merced  de  le  mandar  dar  su  cédula  Real  de 


APÉNDICES. 


175 


siguro  para  que  no  se  le  haga  ningún  Estorbo 
ni  ympedi mentó  por  parte  de  las  justicias  so- 
bre El  negocio  que  paso  Entre  su  cuñado  Pe- 
dro Maldonado  y  el  Marqués  de  Estepa  ni  En 
otra  manera  alguna  que  aunque  no  se  halle 
culpado  En  el  no  se  tiene  por  siguro  de  la 
malicia  de  sus  Enemigos  que  podrian  ynquie- 
tarle  y  dibertirle  de  los  Estudios  que  trata  del 
seruicio  de  V.  M.,  que  En  esto  Reciuira  muy 
grande  merced. 


que  se  proueerá  lo 
que  conuenga. 

Y  escriuase  una 
carta  de  parte  déla 
Junta  al  Sr.  Presi- 
dente de  Granada 
diciendole  lo  que  a 
pedido,  y  que  ti- 
niendo  considera- 
ción al  estado  que 
escriuió  que  el  ne- 
gocio tenia  ya  la 
ymportancia  de  las 
cossas  que  ofrece  el 
Capitán  Ferrer  so- 
bre que  a  hecho  al- 
gunas demostracio- 
nes que  prometen 
esperancas  del  efec- 
to, a  parescido  que 
durante  el  tiempo 
que  se  ocupare  en 
lasexperienciasque 
S.  M.  tiene  resuel- 
to que  haga  se  po- 
dra sobreseer  con- 
tra el  en  este  casso, 
siendo  como  es  tan 
antiguo  y  retar- 
dado. 


176        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


APÉNDICE  4. 


MUY    PODEROSO    SEÑOR*. 

El  Capitán  Lorencio  Ferrer  Maldonado  suplica  á  V.  A. 
le  haga  merced  de  le  mandar  despachar  y  que  la  ayuda  de 
costa  que  se  le  ubiere  de  dar  sea  considerando  que  se  le 
mandan  por  la  ynstru^ion  nauegar  diez  mil  leguas  y  las 
mas  costeando,  que  Es  negocio  de  muy  grande  peligro  y 
que  el  por  servir  a  S.  M.  y  hacer  lo  que  mas  conuiene  á  su 
Real  seruicio  lo  hace  con  grande  gusto;  y  porque  el  dinero 
que  se  le  mandara  dar  lo  a  menester  en  esta  corte  para  salir 
della  y  ordenar  su  camino,  y  asimismo  para  hacer  ynstru- 
mentos  por  aber  aqui  quien  les  haga  y  en  Siuilla  no,  suplica 
á  V.  A.  mande  que  se  le  den  aqui,  pues  ay  de  adonde  po- 
dérsele dar,  que  En  esto  se  le  hará  muy  grande  merced. 

Muy  poderoso  señor. 
El  Capitán  Ferrer  Maldonado. 

SSa  le  de  S.  M. 


APÉNDICES.  177 


APÉNDICE  s.^ 


MUY    PODEROSO    SEÑOR*. 

V.  S.  Aduierta  que  muchos  an  tratado  sobre  esto  del 
Aguja  fixa,  y  no  se  a  visto  hasta  ahora  sahr  cossa  alguna, 
Quanto  mas  que  no  esta  en  afixation  del  Aguja  la  mas  ym- 
portancia  en  la  nauegacion,  lo  mas  ymportante  y  necessario 
es  dar  los  grados  de  longitud  pre^issos  nauegando  como  los 
de  Latitud,  que  si  el  Capitán  Ferrer  ofrece  lo  uno  y  lo  otro 
sin  sol  y  sin  estrella  es  una  grandiossisima  cossa,  lo  qual  no 
se  puede  estimar.  El  que  da  los  grados  de  longitud  nauegan- 
do no  tiene  necessidad  sauer  las  leguas  que  corre  la  nao  en 
qualquier  rumbo  de  viento,  sino  las  leguas  que  da  el  grado 
de  Longitud  del  paralelo  donde  esta,  y  assi  no  se  a  de 
hazer  casso  de  las  agujas  marcadas  en  las  cartas  de  marear 
ni  de  las  mismas  cartas  en  plano,  porque  ademas  que  ellas 
son  falsas  por  muchas  maneras,  también  se  ve  que  se  ex- 
tienden en  el  dicho  plano  los  paralelos  tanto  como  los  círcu- 
los mayores  mas  que  se  saue  que  en  qualquier  Parte  del 
mundo  que  este  una  nao  esta  siempre  la  proa  y  la  Popa  di- 
rigida en  parte  decir  en  lo  mayor  Respeto  al  centro  de  gra- 
uedad,  y  assi  todas  las  cartas  en  plano  no  son  de  prouecho 
ni  las  agujas  pintadas  en  ellas  para  quien  saue  dar  los  grados 
de  longitud  no  tiene  necessidad  dellas. 

Por  un  ynstrumento  circular  que  esta  puesto  entre  las  dos 
agujas  con  un  omon  en  el  centro,  parece  tener  sus  dificulta- 
des en  tierra,  quanto  más  en   mar.  La  mayor  es  que  en  la 


178        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

mar  por  tomar  el  bertical  del  sol  y  su  altura  por  el,  Por  bien 
que  sea  anibelado  y  equilibrado  con  la  agitación  de  la  Nao, 
caminando  alargara  y  acortara  las  sombras,  concretense 
después  estas  medidas.  Lo  propio  se  puede  dezir  de  las 
agujas  y  con  mucho  mas  por  ser  ynstrumentos  tan  frágiles 
como  seue  y  experimentan  todos  los  dias  que  nunca  catan 
verdad  sino  estando  en  su  patria,  fuera  de  allí  no  ay  que 
buscarles  medida  ni  concierto,  siempre  se  agitan  á  Una  par- 
te y  á  otra  y  afecta.  Preguntad  a  todos  los  Generales  y  al- 
mirantes y  pilotos  mas  prácticos  en  este  arte  de  nauegar  lo 
que  les  parece  y  que  ynstrumentos  son  las  agujas  y  de  sus 
effectos,  que  ay  mucho  que  dezir,  y  de  los  que  licuaron  de 
Fonseca  dirán  que  seguridad  ay  en  ellos.  Mas  supuesto  que 
den  Aguja  que  por  todo  el  mundo  directamente  mirase  al 
polo  y  otra  aguja  como  suponen  tocada  fiscamente  fuese  va- 
riando los  grados  Regularmente  de  longitud  que  fuese  ca- 
minando. Concierten  esta  variación  en  la  afixacion  supuesto 
casso  que  fuesen  costas  en  tierra  firme  sin  mouimiento  que 
harán  por  los  ynconuenientes  del  mouimiento  continuo  de 
la  Nao  y  mucho  mas  que  se  pudiera  de^ir.  Mas  los  grados 
de  las  variaciones  de  la  aguja  son  muy  diferentes  de  los  de 
la  Longitud,  y  si  por  ellos  se  huuiesen  de  guiar  no  es  obra 
que  tuuiere  fin  ni  concierto,  ni  en  que  se  pudieren  dar  por 
muchas  Razones.  Mas  que  la  aguja  tengan  ocho  partes  afec- 
tas bese  al  contrario,  porque  partiendo  del  Meridiano  de  la 
ysla  del  Cuerbo  adonde  sea  fixa  no  se  torne  á  fixar  en  todo 
el  espacio  del  camino  que  hacen  hasta  las  Indias  Ocidentales 
y  aun  mucho  mas  alia  en  la  mar  del  Sur,  que  son  muchissi- 
mas  mas  de  quarenta  y  cinco  grados  de  longitud,  porque 
llegan  á  mas  de  nouenta.  Que  si  fuesse  assi  que  tuuiesse  la 
aguja  ocho  partes  affectas  entre  si,  y  quales  auian  de  ser 
equi  distantes  unas  de  otras  de  quarenta  y  cinco  grados  de 


APÉNDICES. 


179 


Longitud  mas  que  aya  punto  ninguno  atractiuo  fuera  de  los 
polos  del  mundo,  no  lo  ay  porque  lo  que  caussa  las  bariacio- 
nes  dellas  no  es  mas  de  apartarse  á  la  parte  Oriental  o  Oci- 
dental  de  las  partes  afectas  por  caussas  que  se  pudieran  De- 
ducir. Mas  supuesto  que  fissicamente  se  tocase  una  aguja 
que  tuuiese  Respeto  a  alguna  parte  ó  punto.  La  tal  aguja  no 
acudirá  allegando  a  su  patria  a  la  parte  afecta,  y  aunque 
fuese  tal  que  la  quitasen  todas  sus  passiones  el  mouimiento 
y  agitación  diuersa  de  la  Nao,  qualquier  balance  ó  equilibrio 
que  tenga  si  daua  lugar  de  señalar  un  puesto  precisso  y  cier- 
to tan  delicado  como  el  de  la  longitud  quanto  que  más  que 
ellas  nunca  están  quedas,  sienpre  ynquietas  por  las  cossas 
sobredichas  demás  que  tienen  en  Tantos  Otros  en  conoci- 
mientos, como  lo  uemos  en  las  ordinarias  qual  sera  las  fixas 
que  oy  dicen  unos  y  mañana  otro.  Respeto  de  los  acidentes 
como  sea  deuer  la  uerdad  que  dicen.  Mas  tomen  media  do- 
cena dellas  tocadas  de  un  mismo  toque,  dirán  diuersamente, 
ora  sea  acidentalmente  ó  de  otra  manera,  por  ser  ynstru- 
mento  tan  achacosso  y  auerse  de  seruir  del  en  partes  tan  aci- 
dentales  a  la  qual  de  todas  estas  sea  de  arimar  para  que  le 
diga  la  verdad. 

No  se  trata  de  la  posibilidad  ó  ymposibilidad  dello,  por- 
que todo  puede  ser  allanando  por  todo  las  dificultades  e  yn- 
conuenientes  que  se  hallan,  porque  ay  otro  punto  que  se 
pudiera  decir  mas  delicado  que  todo  lo  de  supra,  mas  podra 
decir  que  en  ello  esta  el  motus  faciendi  y  que  es  alli  todo  el 
secreto  saberlo;  solamente  se  apuntan  estas  dificultades  sobre 
el  casso. 

Nota.     Este  escrito,  doblado  en  forma  de  carta,  tiene  este  rótulo  en 
el  frente:  «El  Capitán  francés  en  racon  del  aguja  fixa.^ 


1 8o        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


APÉNDICE  6." 


ESTRECHO    DE    ANIAN    Ó    DE    FERRER    MALDONADO. 

«Esta  Real  Audiencia  [de  Guadalajara  ó  Nueva  Galicia] 
da  cuenta  a  V.  M.  de  algunas  cosas  que  convienen  para  bien 
deste  reino  y  servicio  de  V.  M.  Y  lo  que  yo  tengo  de  que 
dar  cuenta  es  que  yo  tuve  noticia  los  dias  pasados  como  se 
habia  visto  unos  navios  en  la  costa  de  la  mar  del  Sur  en  el 
mes  de  Noviembre  próximo  pasado,  de  lo  cual  mande  hacer 
información  y  otras  diligencias,  y  las  envió  con  esta  a  V.  M. 
Di  aviso  al  virey;  tienelo  por  burla,  pero  yo  tengo  tanto  cui- 
dado como  si  fuera  de  veras  y  he  sido  informado  que  hay 
estrecho  desta  mar  del  Sur  a  la  del  Norte  e  que  se  puede  na- 
vegar muy  bien  como  lo  dice  Juan  Fernandez  Ladrillero, 
piloto  desta  costa  muy  antiguo,  cuyo  dicho  asimismo  va 
con  esta.  Suplico  a  V.  M.  lo  mande  azer,  y  si  el  dicho  estre- 
cho se  puede  navegar  por  el  pueden  haber  pasado  franceses 
ó  ingleses  y  haberse  poblado  en  parte  lejos  de  aqui,  que  no 
pudiésemos  tener  noticia  y  fortificarse  de  manera  que  cuando 
se  viniese  a  entender  estuviesen  señoreados  en  toda  la  mar 
del  Sur.  Y  para  esto  agora  andan  mirando  los  puertos  y 
costa  por  saber  si  se  hace  algún  armada  contra  ellos,  y  no 
quieren  saltar  en  tierra  por  no  ser  conocidos,  y  si  no  han 
pasado  navios  por  el  dicho  estrecho  no  hay  duda  sino  que 
los  testigos  dicen  verdad  de  haberlos  visto;  y  es  cosa  que 
causa  grandísima  admiración  en  este  reino  y  no  se  entiende 
lo  que  sea.  Demás  de  las  diligencias  que  van  en  esta,  he  en- 


APÉNDICES.  iSi 


viado  un  barco  grande  que  hay  solo  en  toda  la  costa  que  la 
vaya  a  correr  y  costear  y  me  traiga  relación  de  todo  lo  que 
viere  para  darla  á  V.  M.;  y  si  hobiese  de  que  se  hará  navio 
y  en  todo  tengo  el  cuidado  que  debo,  sin  haber  gastado  cosa 
de  la  Hacienda  de  V.  M.  Es  cosa  que  me  desvela,  y  el  virey 
como  esta  desviado  e  lejos  tienelo  por  burla,  como  he  dicho; 
yo  estoy  muy  cerca  e  dame  pena  y  cuidado.» 

Capítulo  de  carta  de  el  Dr.  horozco,  presd.  del  Audiencia  de  Nueva 
Galicia  a  S.  M. —  De  Guadalajara  i.°  de  Marzo  de  1575. —  Original. — 
[Arch.  de  Indias. —  Audiencia  de  Guadalajara,  —  Cartas  y  exp.  de  p.  y 
ord.  de  dicha  Audiencia. —  1534-1576.] 


1 82        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


APÉNDICE    7.° 


Juan  Martínez.  12  Julio  161 2. 

SEÑOR : 

Muchos  siglos  a  que  se  desuelan  agudos  ingenios  buscando 
un  modo  para  sauer  lo  que  se  nauega  por  el  este  y  no  lo  an 
hallado,  estos  4  años  han  acudido  algunos  a  ofrecello  y  an  pe- 
dido señaladas  mercedes  y  no  an  hecho  nada,  quiso  Dios  que 
en  muy  poco  estudio  por  faltarme  los  libros  y  el  tiempo 
aunque  con  mucho  trauajo  hallase  un  medio  para  medir  el 
este  y  el  sur  y  la  variación  de  las  agujas  tres  puntos,  y  digo 
cuatro  hasta  aora  deseados  y  no  auidos,  y  porque  no  se  en- 
tienda que  por  auer  poco  estudio  abra  poco  fundamento,  y 
digo  porque  es  verdad  y  lo  prouare  que  no  a  abido  ni  abra 
quien  alcance  mas  ni  tanto  por  los  otros  para  medir  el  mar 
y  tierra,  di  un  memorial  a  V.  M.  en  alcana  y  estoi  aqui  ande 
antes  de  la  media  cuaresma  con  una  tra^a  que  se  hi^o  por 
orden  del  real  consejo  de  indias,  vio  la  mia  persona  y  es  cosa 
que  a  menester  mas  ojo,  pareció  que  hiciese  el  ynstrumento 
ó  aguardase  el  fin  del  doctor  Arias  que  tiene  ofrecido  esto 
mas  copiosamente  sino  se  ubiera  de  atender  mas  que  al  pro- 
uecho  ya  lo  uuiera  dejado  aunque  soy  pobre  por  uer  que  ba 
largo  y  por  estar  ya  muy  gastado,  pero  es  necesario  atender 
al  decir  de  muchas  personas  que  aguardan  el  fin  deste  ynge- 
nio  por  ser  cosa  tan  deseada  a  V.  M.  supplica  se  haga  el 
ynstrumento,  pues  tiene  tan  poca  obra  y  tanta  grandeva  y  se 
me  de  una  ayuda  de  costa  entretanto  y  bisto  que  a  gastado 
bien  premiesse  la  obra  ó  no  se  premie. 


APÉNDICES.  183 


APÉNDICE  8 


NAVEGACIÓN.  I580. 

Copia  de  un  papel  que  se  hallo  entre  los  que  tenia  fray  Martin 
de  Rada  después  de  muerto  y  lo  trajo  el  padre  Ortega  que 
va  a  España  y  le  dio  el  padre  Buiga^  del  qual  le  hube  yo. 

Un  vizcayno  natural  de  Sant  Sebastian,  hombre  de  bien 
llamado  Joannes  de  Ribas  me  dixo  /  andando  el  á  las  valle- 
nas  En  terranoua  en  altura  de  sesenta  ó  sesenta  y  dos  grados 
do  comyen^a  la  gran  baya  /  que  en  el  cabo  de  grato  cree 

sera corriendo  hacia  el  Oeste  habia  el  arado  mas  de 

sesenta  leguas  /  que  vino  el  año  de  cinquenta  poco  mas  ó 
menos  un  Capitán  francés  llamado  Jaques  casta  yendo  por 
la  misma  cauce  a  descubrir  hallo  un  estrecho  que  tenia  de 
pasada  no  más  que  cinco  leguas  y  es  ancho  /  una  y  dos 
y  en  partes  tres  leguas  y  corriendo  la  contracosta  de  la  florida 
hasta  el  Susueste  como  8o  leguas  hallo  un  Rio  muy  grande 
y  en  él  infinidad  de  canoas  /  este  vizcayno  dixo  hauerlo  vis- 
to quando  volvió  y  hablado  muchas  veces  con  el. 

Y  en  que  cinco  ó  seis  años  antes  auian  unos  bretones  des- 
de la  punta  del  bretón  que  estará  como  8o  leguas  al  Oeste, 
casi  de  la  punta  de  cauallo  que  esta  en  49  grados  y  el  decía 
que  cinquenta  y  dos,   desde  ay  corriendo  el  norueste  como 


184        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

cien  leguas,  toparon  el  dicho  estrecho  por  cuya  Relación 
unos  portugueses  Vinieron  á  la  India  y  a  la  China,  y  desde 
hodico  dicen  que  en  45  dias  llegaron  á  Lisboa,  y  creyendo  que 
el  Rey  les  haria  mercedes,  dieron  dello  quenta  y  los  hecho 
pressos  y  murieron  en  la  prisión  el  piloto  y  el  maestre  y  Uno 
de  los  portugueses  que  venian  en  aquella  nao.  Vino  después 
a  la  nueua  Spaña  y  después  con  Francisco  de  Ibarra  fue  al 
descubrimiento  de  cópala  y  pretendió  descubrir  el  estrecho 
sino  que  no  se  concertaron,  a  do  tomo  con  este  dicho  Por- 
tugués el  Vizcayno  amistad  y  supo  del  todo  en  particular  y 
decia  que  del  cabo  bretón  yendo  al  norueste  hasta  topar  con 
la  tierra  firme,  corriesen  después  costeando  la  costa  ó  cabo 
hacia  el  sudueste  que  ansi  corre  aquella  costa  y  ansi  toparian 
con  la  entrada  aunque  parece  era  muy  pequeña,  pero  es 
grande  y  ondable  y  saliendo  á  esta  mar  de  la  china  que  corre 
la  costa  hacia  la  china  /  o  al  /  oes,  sudueste  dicen  que  á  la 
boca  del  estrecho  ansi  hacia  la  mar  del  sur  como  a  la  del 
norte  ay  rhuchas  ysletas  aunque  mas  Rales  son  las  que  están 
a  la  mar  del  norte  viniendo  de  china,  fuera  de  que  costeando 
no  Pueden  herrar  el  estrecho  /  dio  de  señal  que  a  mano  yz- 
quierda  que  está  la  tierra  firme  de  china,  es  la  tierra  mas  alta 
y  con  arboleda  de  Pinos,  y  de  esa  otra  parte  mas  baxa  sin 
arboledas  /  dicen  que  en  el  estrecho  no  les  seruira  el  biento, 
pero  las  corrientes  los  meterán  y  sacaran. 

Dicen  que  todos  los  que  ponen  yslas  de  caballos,  toda  es 
una  ysla  grande  sino  es  algunos  ysletes  que  están  pegados 
á  la  dicha  ysla  y  tierra  firme  y  esto  hasta  cabo  grata  que 
estara  en  62  grados  por  do  es  canal  muy  hondable  para  en- 
trar en  la  gran  baya  y  dizen  que  estara  la  punta  de  caballos 
en  50  grados,  corriendo  por  allí  la  costa  desta  ysla  grande 
hazia  el  /  Oeste  casi  hazia  el  cabo  bretón  como  80  leguas  y  la 
que  ponen  en  las  cartas  Punta  de  buena  vista  que  es  en  la 


APÉNDICES.  185 


mesma  ysla  grande,  esta  mas  ^erca  de   la  punta  de  caballos 
que  de  cabo  de  grata. 

Dizen  ser  cosa  muy  aueriguada  y  cierta  ansi  entre  Vizcaí- 
nos como  entre  franc^eses  de  los  que  por  alli  andan  hauer 
este  estrecho. 


13 


l86        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


APÉNDICE  9.^ 


Be  Flandes  ha  recluido  Su  Magestad  essos  dos  papeles  sobre 
cierta  navegación  que  se  ha  descubierto  por  el  norte  Weest 
para  el  mar  del  Sur^  y  manda  que  V .  S.  los  haga  ver  en  el 
consejo  de  Indias  en  la  Junta  de  guerra  y  por  las  demás  per- 
sonas^ platicas  de  aquella  materia  que  le  pareciere ^  y  que  se 
consulte  á  Su  Magestad  lo  que  conuiniere  acerca  della.  Dios 
guarde  a  V,  S.  en  Madrid  a  2^  de  Xetiembre  t6ii. — El 
Duque, 

I.  Auisos  venidos  de  Zelanda  y  encaminados  á  cierto 
mercader  residente  en  Amberes  a  5  de  Noviembre  de  16 11. 

El  descubrimiento  del  passaje  por  el  norte  Weest  va  cier- 
to y  lo  confirman  de  ynglaterra  amigos  de  confianza,  y  los 
yngleses  queria  ahora  encubrir  la  cosa  por  hazerse  dueños 
del  dicho  pasaje  y  excluir  las  otras  naciones.  Pero  es  tarde, 
porque  ya  el  mondo  lo  saue  y  algunos  han  partido  de  aqui 
para  Inglaterra  (personas  de  marca)  por  ynformarse  de  to- 
das particularidades  y  poder  ellos  mismos  ymbiar  nauios  de 
aqui  con  fundamento  hacia  las  dichas  partes,  y  assi  se  puede 
creer  que  quanto  antes  saldrá  de  aqui  gran  numero  de  baxe- 
les  hacia  alia,  y  esto  no  es  marauillar,  pues  ay  aqui  una  co- 
dicia y  hambre  general  para  hallar  nueuas  nauegaciones  y 
viajes  de  donde  nos  pueda  venir  prouecho,  por  ser  el  pays 
tan  llenos  de  dineros,  de  mercaderes,  de  nauios  y  de  gente 
mareante,  y  auer  el  verano  passado  la  mayor  parte  de  los 


APÉNDICES.  ■   187 


nauios  y  marineros,  quedado  sin  ha^er  nada  por  falta  de  no 
saber  adonde  yr.  La  compañía  de  las  Indias  orientales  que 
reside  aqui  puede  solo  (conforme  á  su  priuilegio)  nauegar  la 
mitad  del  mondo,  por  donde  la  generalidad  padece  mucho, 
y  ahora  que  se  ofrece  esta  otra  navegación,  en  la  qual  dicha 
compañía  de  las  Indias  no  tiene  que  veer,  todos  al^an  las 
orejas,  y  comienzan  á  respirar,  de  manera  que  destos  payses 
abra  gran  nauegacion  para  essas  partes. 

Las  nueuas  mas  particulares  que  he  tenido  del  passaje  del 
norte  Weest  son  estas.  Sir  Thomas  haker  armador  ynglés  y 
de  la  compañía  de  las  Indias  orientales  en  ynglaterra,  escriue 
esto  en  sustancia  /  en  quanto  toca  al  passo  por  el  norte 
Weest  hacia  la  China,  la  mar  del  Sur,  las  felippinas,  México, 
Perú,  etc.,  ya  se  ha  hallado  en  el  norte  Weest  por  su  maes- 
tro Hudson,  el  qual  ha  descubierto  un  estrecho  largo  de  200 
leguas,  por  donde  hauiendo  passado  se  ha  hallado  en  el 
gran,  spacioso  y  turbulento  mar  océano  y  auria  podido  yr 
/  a  /  ha^ia  las  Molucas  /  ó  /  México  /  ó  /  Perú  /  ó  /  China 
/  ó  /  Jopan  como  uuiera  querido  sino  le  faltaran  los  viueres 
/  ó  /  vituallas,  la  qual  falta  le  for^o  a  voluer,  y  añade  á  esto 
estamos  ya  de  yntencion  de  aderec^ar  buen  numero  de  nauios 
y  proseguir  vivamente  aquel  passo  y  assi  podremos  yr  a  la 
parte  con  el  Rey  de  Spaña  en  los  ricos  payses  y  Islas  del 
mar  del  Sur,  y  en  effeto  parece  que  aderezan  ya  secretamen- 
te y  baxo  de  mano  algunos  baxeles,  para  preuenir  las  otras 
naciones.  Antes  he  creído  que  los  arrendadores,  que  quiere 
de^ir  los  que  tienen  en  arrendamiento  las  alcaualas  y  tholas, 
del  Rey  de  Inglaterra  auian  armado  que  hallo  el  dicho  passo; 
pero  ay  yerro  en  esto,  porque  la  compañía  de  las  Indias 
orientales  ha  armado  el  nauio,  que  ha  hecho  esta  gran  obra, 
y  ha  stado  fuera  diez  y  ocho  meses  y  ynuernado  en  el  estre- 
cho, once  hombres  y  entre  ellos  el  Capitán  Hudson  murie- 


1 88        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

ron.  El  diurnal  del  dicho  Hudson  y  juntamente  sus  cartas 
están  en  manos  de  Sir  Thomas  Smits  Gouernador  de  la 
Compañía  de  las  Indias  Orientales  en  Inglaterra,  hasta  ago- 
ra no  puedo  descubrir  otra  cosa  sino  que  han  hallado  el 
passo  a  la  embocadura  del  estrecho  de  Davis  llamado  Sum- 
lers  nilet,  por  el  qual  son  ya  algunos  años  un  capitán  ingles, 
evaimont,  nauegó  cien  leguas  y  también  fue  forjado  de  bol- 
uer  por  falta  de  vituallas.  Cae  cerca  de6i  /o/  61  grados. 
y  lo  han  hallado  en  harto  buen  clima,  Todavia  estoy  aguar- 
dando por  horas  con  gradissimo  desseo  mas  particularidad 
y  teniéndola  se  la  anisare  a  V.  M.,  caso  que  obiere  algo 
mas  de  lo  que  digo. 


ÚLTIMA  teoría  SOBRE  LA  ATLANTIDA. 


ÚLTIMA    TEORÍA 


SOBRE 


LA    ATLÁNTIDA, 


£L    TENIENTE    DE    NAVÍO 

D.   PEDRO  DE  NOVO  Y  GOLSON 


DISERTACIÓN 

leída 
EN  LA  REUNIÓN  DE  LA  SOCIEDAD  GEOGRÁFICA  DE  MADRID 

EL      15      DE     ABRIL     DE      I879. 


Señores 


No  puedo  menos  de  asombrarme  ante  las  conquistas 
que  en  muy  breve  período  ha  realizado  la  ciencia  geo- 
gráfica. La  importancia  de  esta  ciencia  crece  y  se  desar- 
rolla con  no  menos  impulso  que  sus  hermanas ,  merced  al 
sabio,  al  explorador  y  al  mártir,  que  le  consagran  sus 
trabajos,  sus  investigadores  espíritus  y  muchas  veces 
hasta  la  vida.  Igualmente  las  naciones  ponen  el  sello  á  su 
cultura  fomentando  esta  ciencia,  y  las  Sociedades  geo- 
gráficas revelan  con  arreglo  á  su  esplendor  y  grandeza 
propias,  el  grado  de  ilustración  y  progreso  de  que  gozan 
sus  patrias  respectivas.  Porque,  ,: quién  ignora  que  la 
geografia  de  este  siglo  se  extiende  y  abarca  todas  las 


194       CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

ciencias?  Ya  no  parte  el  explorador  á  través  de  los  bos- 
ques y  desiertos,  ganoso  de  guerreros  triunfos  ni  de  ricos 
botines;  ya  el  osado  navegante  no  busca  en  lejanas  pla- 
yas el  oro  de  sus  arenas  ni  las  perlas  de  sus  rocas. 

Hoy  el  viajero  de  mar  y  tierra,  tan  audaz  como  el  de 
otros  tiempos,  pero  mucho  más  humano  y  más  profundo, 
penetra  en  las  selvas  vírgenes  ó  en  los  círculos  polares 
para  rasgar  nuevos  velos  á  la  naturaleza,  para  descubrir 
nuevos  arcanos,  para  enriquecer,  en  fin,  las  páginas  de  la 
geografía.  Y  el  geólogo,  el  físico,  el  botánico,  el  historia- 
dor, el  arqueólogo  y  el  estadista  vivamente  interesados, 
acuden  á  escuchar  de  boca  del  sabio  explorador  cuando 
vuelve  de  sus  viajes,  todo  lo  que  á  sus  propias  ciencias 
se  refiere.  Las  Sociedades  geográficas  son,  pues,  los  cen- 
tros donde  se  agrupan  todos  los  hombres  dedicados  á 
muy  diversos  estudios,  y  por  eso  repito  que  deben  ser 
consideradas  como  el  mejor  barómetro  de  la  cultura  y 
progreso  de  las  naciones. 

He  dicho  que  causan  admiración  las  conquistas  que 
en  muy  breve  tiempo  ha  realizado  la  geografía,  pero 
también  asombra  el  gran  número  de  problemas  que  que- 
dan por  resolver.  Estos  problemas  pueden  dividirse  en 
dos  géneros  enteramente  distintos.  Los  unos  de  segura 
solución  para  el  porvenir  más  ó  menos  lejano,  y  los  otros 
de  solución  quizás  eternamente  dudosa.  Con  los  primeros 
me  refiero  á  los  descubrimientos  emprendidos,  pero  no 
terminados  del   centro    de  África,   del  paso  del  N.  O. 


ÚLTIMA  TEORÍA  SOBRE  LA  ATLÁNTIDA.  195 

del  mar  libre  Boreal,  etc.,  y  con  los  segundos  hago  indi- 
cación de  sucesos  importantísimos  (no  menos  para  la 
geografía  que  para  la  historia),  los  cuales  acaecidos  en 
épocas  muy  remotas,  han  llegado  á  nuestra  noticia  en- 
vueltos en  la  oscuridad  de  las  tradiciones,  y  muy  debati- 
dos hasta  hoy,  pero  sin  solución  alguna  positiva. 

El  más  debatido,  curioso  é  importante  de  estos  pro- 
blemas, es  el  que  trata  de  la  real  ó  fabulosa  existencia 
de  la  isla  llamada  Atlántida.  No  hay  ejemplo  en  la  geo- 
grafía de  más  encontrados  pareceres  y  opuestas  hipóte- 
sis. Así  es  que  después  de  estudiarlas  todas,  queda  la 
duda  en  pié  y  el  ánimo  perplejo,  aunque  poseído  de  una 
inexplicable  tristeza  ó  agitación  extraña,  no  muy  distinta 
que  la  del  juez  obligado  á  fallar,  oidas  ambas  partes,  y 
sin  exacto  convencimiento  de  cuál  tiene  razón. 

El  geógrafo  de  este  siglo,  acostumbrado  á  grandes 
investigaciones,  no  debia  conformarse  con  añadir  á  tan 
bello  asunto  una  hipótesis  más;  esto  fuera  poco  honroso, 
hoy  que  la  geología  y  la  física  le  ofrecen  poderosa  ayuda 
para  estudios  suficientemente  amplios  y  profundos  que  le 
podian  conducir  á  una  solución  definitiva  de  este  pro- 
blema. 

¿Existió  la  Atlántida  ó  no?  Si  existió,  ¡jqué  parte  del 
globo  ocupaba?  ^Cuál  era  su  superficie?  ¿Cuál  la  raza  de 
sus  habitantes?  ¿Cuáles,  en  fin,  su  civilización,  costum- 
bres, etc.? 

Pero,  ¿acaso  es  digno  de  tan  grande  interés  el  cono- 


196        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


cimiento  exacto  de  lo  que  fué  la  famosa  Atlántida?  Con- 
viene recordar  aquí  al  ilustrado  auditorio,  las  versiones  y 
noticias  que  tenemos  sobre  esta  isla  ó  continente,  des- 
aparecido bajo  las  aguas  desde  hace  miles  de  años,  y  no 
dudo  que  entonces  los  menos  predispuestos  á  retrospec- 
tivas indagaciones,  ambicionaran  para  su  patria  la  gloria 
de  descifrar  este  misterio  geográfico. 

Según  el  filósofo  griego  llamado  Aristocles,  y  umver- 
salmente conocido  por  Platón,  no  muy  lejos  y  enfrente 
del  estrecho  de  Hércules,  se  hallaba  en  tiempos  remotí- 
simos una  gran  isla  mayor  tal  vez  que  el  África  y  Euro- 
pa, cuyo  fértil  suelo,  templado  clima,'  frondosos  bosques 
y  ricos  metales,  preciosos  dones  todos  de  la  Providencia, 
hermanaban  con  los  menos  preciosos  que  el  espíritu  hu- 
mano habia  sabido  derramar  sobre  aquel  país;  tales  eran 
su  comercio  floreciente,  su  patriarcal  gobierno,  su  sabia 
organización  ^y  verdadero  culto  por  las  ciencias  y  las 
artes. 

Hallábase  la  isla  dividida  en  diez  comarcas  cuyos  re- 
yes gobernaban  con  independencia,  pero  sujetos  á  una 
estrecha  alianza  para  hacer  la  guerra  contra  extranjeras 
naciones,  así  como  también  estaban  coaligados  para 
mantener  entre  ellos  una  paz  inquebrantable.  Gracias  á 
ésta  y  á  otras  muchas  cláusulas  juiciosas,  lograron  alcan- 
zar los  atlantes  (que  así  se  llamaban)  la  más  firme  rique- 
za y  alto  prestigio  en  lo  interior  de  sus  reinos,  y  en  io 
exterior  consiguieron  dominar  con  sus  ejércitos  y  escua- 


ÚLTIMA  TEORÍA  SOBRE  LA  ATLÁNTIDA.  197 

dras,  las  islas  circunvecinas ,  todo  el  Sur  de  Europa  hasta 
Tirrenia  y  la  Libia  y  el  Egipto;  pero  fueron  rechazados 
por  los  atenienses ,  único  pueblo  que  con  su  valor  opuso 
un  dique  á  las  invasiones  de  aquellos  guerreros. 

Platón  añade,  detallando  el  grado  de  civilización  que 
habian  alcanzado  en  Atlántida,  que  esta  comarca  estaba 
surcada  por  profundos  canales  que  conduelan  fácilmente 
las  flotas  á  través  de  las  selvas  y  campiñas  hasta  la  falda 
de  suntuosas  poblaciones,  cuyos  palacios  y  monumentos 
eran  modelos  de  arquitectura,  y  cuyos  gimnasios,  hipó- 
dromos, templos  y  almacenes,  no  tenian  rivales  en  el 
mundo.  Durante  muchos  siglos,  este  dichoso  país  supo 
gozar  de  su  fortuna,  pero  al  cabo  se  entregó  á  los  vicios, 
y  quizás  por  castigo  de  los  dioses  sufrió  un  horrible  ter- 
remoto que  en  una  sola  noche  le  sumergió  entero  bajo 
las  aguas  del  Océano. 

Doscientos  años  antes  que  Platón  escribiese  el  Cri- 
tias  y  el  Tinieo^  el  legislador  de  Grecia,  el  sabio  Solón, 
habia  comenzado  un  poema  épico  sobre  las  guerras  que 
mantuvo  su  patria  contra  los  atlantes,  formidables  ene- 
migos llegados  del  Occidente;  pero  desde  muchos  siglos 
antes  que  naciera  Solón,  ya  celebraban  los  atenienses,  en 
una  de  sus  fiestas,  el  recuerdo  de  las  victorias  obtenidas 
contra  aquel  gran  imperio;  y,  en  fin,  hasta  los  sacerdotes 
egipcios  de  remotísima  época,  mencionaban  á  Atlántida, 
coincidiendo  en  el  fondo  sus  noticias  con  las  que  Platón 
hizo  públicas  en  sus  célebres  diálogos. 


igS       CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Además  de  los  ligeramente  expresados,  son  innume- 
rables los  geógrafos,  historiadores  y  eruditos,  que  han 
discurrido  sobre  el  mismo  tema,  suponiendo  algunos  fa- 
buloso cuento  todo  lo  que  á  los  atlantes  se  refiere,  inde- 
cisos otros  en  admitirlo  ó  no  como  cosa  verdadera,  y 
otros,  en  fin,  que  son  los  más,  convencidos  de  que  una 
tradición  tan  bien  conservada  en  diferentes  países,  y  sos- 
tenida por  tan  varías  autoridades,  debe  tener  su  funda- 
mento en  la  realidad. 

Entre  los  incrédulos  ó  detractores  más  antiguos,  ci- 
taré á  Numenio  que  volvió  el  siglo  ii,  y  Jamblico  el  si- 
glo III,  de  los  cuales  el  primero  era  cristiano,  y  el  segun- 
do temible  enemigo  del  cristianismo,  lo  que  no  impedia 
que  fuesen  ambos  neo-platónicos,  y  que,  con  arreglo  á 
las  tendencias  bien  conocidas  de  esta  secta  filosófica,  no 
viesen  en  la  Atlántida  de  Platón  sino  parabólicas  ó  mís- 
ticas ficciones. 

Lo  mismo  decimos  de  Proclo  y  demás  discípulos  de 
la  dicha  escuela  alejandrina,  excepto,  sin  embargo,  del 
célebre  Filón  y  alguno  otro. 

En  la  Edad  Media  no  puedo  hacer  mención  de  nin- 
guno cuya  autoridad  sea  bastante,  ó  cuyas  negativas 
aduzcan  pruebas  siquiera  vagas;  pero  en  la  época  presen- 
te, necesario  me  es  consignar  los  respetables  nombres  de 
Malte  Brun,  Niklés,  Gosselin  y  Letronne,  que  consideran 
de  todo  punto  fabulosa  la  existencia  de  la  Atlántida. 

Pasaré  en  silencio  los  que  ni  la  niegan  ni  la  afirman, 


ÚLTIMA  TEORÍA  SOBRE  LA  ATLÁNTIDA.  199 

para  citar  en  compensación  algunos  de  los  innumerables 
que  no  han  dudado  jamás  de  ella,  ó  que  han  aducido  en 
su  favor  pruebas  muy  convincentes  y  argumentos  muy 
sólidos.  Sin  embargo,  no  todos  han  sido  razonables  al 
interpretar  el  texto  de  Platón,  pues  olvidando  que  este 
filósofo  colocaba  la  isla  frente  al  estrecho  de  Hércules 
y  en  medio  de  un  inmenso  mar,  el  noruego  Rudbeck 
pretende  que  la  famosa  Atlántida  era  la  misma  Noruega; 
otro  escandinavo  la  supone  en  Palestina;  el  etimologista 
Letreille  la  finge  en  Persia,  y  el  alemán  Kirchmaier  la 
imagina  en  el  centro  del  Zahara,  cuando  este  desierto  fué 
un  dilatado  golfo:  hipótesis  que  han  logrado  todas  poca 
fortuna. 

Pero  me  resta  mencionar  la  más  osada,  emitida  pri- 
mero por  Francisco  López  de  Gomara,  para  quien  la 
Atlántida  no  era  sino  el  Nuevo  Mundo.  Con  posterioridad 
á  este  español  han  afirmado  lo  mismo  muy  notables  eru- 
ditos y  geógrafos,  y  más  adelante  se  verá  que  dichas  hi- 
pótesis sobre  América,  sin  embargo  de  ser  inadmisibles, 
estaban  basadas  en  lógicas  razones  y  vehementes  indicios 
de  difícil  refutación;  indicios  que  sólo  sirven  hoy  para  ro- 
bustecer la  última  de  las  teorías  que  conocemos  sobre  la 
Atlántida,  y  que  cual  digna  hija  del  siglo  xix,  se  presen- 
ta al  combate  escudada,  no  con  la  fe  y  la  tradición,  sino 
con  las  luces  de  la  ciencia;  no  con  las  galas  de  la  fanta- 
sía, sino  con  el  ropaje  severo  y  majestuoso  de  la  crítica 
moderna.  Ya  no  se  invoca  la  autoridad  de  los  antiguos 


200        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

como  argumento,  ni  como  tales  se  aplican  las  vagas  con- 
jeturas. M.  Mentelle,  miembro  fundador  del  Instituto  de 
París,  y  poco  más  tarde  M.  Bory  de  Saint  Vicent,  han 
deducido  que  la  Atlántida  ocupaba  toda  la  extensión  del 
Océano  en  que  se  hallan  comprendidas  las  islas  Azores, 
la  Madera,  las  Canarias  y  las  de  Cabo- Verde,  superficie 
tan  considerable  por  lo  menos  como  la  mitad  de  Europa; 
pero  esta  teoría,  la  última  que  se  ha  emitido  y  la  prime- 
ra que,  como  he  dicho  antes,  acude  á  la  lucha  sostenida 
por  la  ciencia  y  sancionada  ya  por  muchos  votos,  con  ru- 
bor lo  confieso,  señores,  á  la  vez  que  me  aclaraba  mil 
dudas,  abría  en  mi  humilde  pero  libre  criterio,  el  campo 
de  otra  teoría  semejante  en  su  principio,  pero  muy  dife- 
rente en  puntos  capitales  y  relacionados  con  problemas 
muy  debatidos  de  la  historia  geográfica. 

Indeciso  estaba  y  temeroso  de  mí  mismo,  cuando 
llegó  á  mis  manos,  gracias  á  la  amabilidad  del  sabio 
geógrafo  español  Sr.  Coello,  una  obra  de  M.  Gaffarel 
titulada  Estudios  sobre  las  relaciones  de  América  y  el 
antiguo  Continente  ^  que  es  quizás  la  más  moderna  y  sin 
duda  alguna  la  que  con  más  erudición,  profundidad,  buen 
sentido  y  mejor  sistema,  ha  disertado  sobre  todo  lo  que 
concierne  á  la  Atlántida.  Es  la  teoría  de  M.  Gaííarel 
muy  semejante  á  la  de  Bory  de  Saint  Vicent,  pero  más 
perfecta,  y  reúne  tal  arte  y  brillantez,  tanta  gala  de  ar- 
gumentación, tal  tesoro  de  datos  y  tan  irrebatibles  testi- 
monios, que  después  de  estudiada  su  teoría,  apenas  que- 


ULTIMA  teoría  SOBRE  LA  ATLANTIDA.  201 

dan  fuerzas  para  negarla  ni  aun  para  rebatirla.  Esta  será, 
sin  embargo,  la  teoría,  y  éste  el  distinguido  autor  á  quien 
con  más  fe  que  nunca  me  decido  á  refutar  en  ciertos 
puntos  capitales.  Séame,  pues,  permitido  acometer  la 
empresa,  rogando  antes  á  los  señores  que  me  escuchan, 
que  no  la  consideren  como  un  alarde  de  osadía,  sino 
como  el  buen  deseo  de  un  humilde  que  contribuye  con 
su  óbolo,  infinitesimal  donativo,  al  engrandecimiento  de 
la  riqueza  geográfica. 

Creo  que  la  forma  más  justa,  leal  y  conveniente  para 
conseguir  mi  objeto,  debe  ser  la  de  desarrollar  á  grandes 
rasgos  la  teoría  de  M.  Gafíarel,  conservando  su  vigor 
científico,  y  luego  que  haya  sembrado  su  atractivo  pode- 
roso en  muchos  ánimos,  aventurar  yo  mis  argumentos, 
que  si  entonces  logran  pareceros  acertados,  será  induda- 
ble prueba  de  su  verosimilitud. 

M.  Gaffarel,  después  de  copiar  el  texto  de  Platón  y 
darnos  una  detallada  noticia  de  todas  las  celebridades 
que  se  han  ocupado  de  la  Atlántida,  comienza  por  aseve- 
rar que  la  desaparición  bajo  las  aguas  de  una  isla  exten- 
sísima, es  muy  factible  aun  dentro  de  la  época  histórica: 
<  en  efecto,  pueden  citarse  en  la  antigüedad,  dice  el  autor, 
cataclismos  que  ofrecen  grande  analogía  con  el  que  sufrió 
la  Atlántida.  Prueba  de  ello  cuando  la  Propontide  y  el 
Ponto  Euxino  se  enseñorearon  sobre  vastos  llanos  de  la 
Europa  y  el  Asia,  y  el  mar  se  abrió  una  senda  á  través 
del   Helesponto  y  del  Quersoneso   Címbrico;   así  como 


202        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

cuando  separó  la  Sicilia  de  la  Italia,  Chipre  de  la  Siria, 
Eubea  de  la  Beocia,  ó  bien  sumergió  á  Hélice  y  Bura  en 
el  golfo  de  Corinto,  la  mayor  parte  de  la  isla  de  Cos  y 
la  mitad  de  Tindaris  cercano  á  Mileto.  El  mar  Negro  se 
abrió  comunicación  con  el  Bosforo  de  Tracia,  y  el  Caspio 
y  el  lago  Aral  también  se  comunicaron.  Y  en  fin,  en  me- 
dio del  mar  Esfco  se  sumergfió  un  Continente  llamado 
Letonia. »  Todos  estos  fenómenos  han  ocurrido  en  la 
época  histórica;  pero  aun  en  la  época  moderna  cita  el 
autor  algunos  otros  que  no  reproduzco  por  ser  de  menos 
notoriedad  que  el  ocurrido  en  la  isla  de  Sumbawa,  por 
ejemplo,  cuando  en  1815,  á  causa  de  un  terremoto,  su- 
frió alteración  tan  grande  en  un  radio  de  trescientas  le- 
guas, que  el  suelo  quedó  cubierto  por  más  de  diez  metros 
de  agua,  dejando  en  cambio  completamente  en  seco  los 
buques  de  alto  bordo  que  estaban  anclados  en  sus  bahías; 
pereciendo,  como  era  lógico,  cerca  de  los  ochenta  mil 
habitantes  que  contenia  aquella  comarca.  «No  está,  por 
tanto,  en  contradicción  con  las  reglas  de  la  crítica,  que 
un  cataclismo  semejante  pudo  haber  hecho  desaparecer 
una  isla  ó  por  lo  menos  una  parte  de  ella ,  cuyas  dimen- 
siones quizá  hayan  sido  exageradas.  Varios  sabios  como 
Brosses,  Forster,  Dumont  d'Urville,  Broca,  Moussy,  etc., 
piensan  que  en  otro  tiempo  existia  un  gran  Continente 
en  el  mar  Pacífico,  determinado  por  los  numerosos  ar- 
chipiélagos que  hoy  lo  pueblan.  Esta  no  es  más  que  una 
hipótesis,  pero  muy  legítima.  Con  mayor  razón  podia  ha- 


ÚLTIMA  TEORÍA  SOBRE  LA  ATLÁNTIDA.  203 

ber  existido  en  el  Océano  Atlántico  una  gran  isla,  de  la 
cual  las  Antillas  y  las  Azores  fueran  hoy  como  los  últimos 
testimonios.  Un  trastorno  de  tal  magnitud,  tal  vez  no 
pertenezca  á  la  época  histórica  (dice  M.  Gaífarel).  Pla- 
tón mismo  lo  fija  como  ocurrido  nueve  mil  años  antes 
que  él  naciera,  pero  esta  no  es  una  razón  para  negarlo. 
El  hombre  antes  del  diluvio  habia  logrado  seguramente 
una  civilización  muy  avanzada.  Sin  recurrir  á  los  millares 
de  siglos  de  la  cronología  india  ó  china,  los  descubri- 
mientos de  M.  Baucher  de  Perthes,  los  recientes  traba- 
jos de  Lubbock,  Morlot,  Thunsen,  Merillet,  Lehon  y  los 
productos  de  la  industria  antidiluviana  expuestos  en  el 
palacio  del  Campo  de  Marte  el  año  1867,  prueban  que 
el  hombre  conocía  las  artes  y  habia  llegado  ya  á  un  gra- 
do de  civilización  muy  notable  antes  del  gran  cataclismo 
que  renovó  su  historia  hace  ya  seis  mil  años. » 

Fundándose  luego  el  autor  en  los  testimonios  geológi- 
cos que  prueban  debió  existir  una  fácil  comunicación  en- 
tre Europa  y  América  después  del  nacimiento  del  hom- 
bre, anota  la  probabilidad  de  que  aquella  comunicación 
se  realizase  á  través  de  un  continente  formado  por  las 
Azores,  las  Canarias  y  las  Antillas,  cuyo  continente  pare- 
ce estar*  indicado  en  las  mejores  cartas  de  la  cuenca  ó 
fondo  del  mar  por  una  vasta  llanura  apenas  cubierta  de 
agua,  dice  M.  Gaffarel,  y  la  cual  se  halla  circunscrita 
por  el  triángulo  que  forman  los  tres  archipiélagos.  « Este 
continente  se  ve  contorneado   por  un  rio  marítimo,   el 


204        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Gulf-Stream ,  que  baña  sus  costas.  ¿No  estaría,  pues,  allí 
el  sitio  de  la  Atlántida?»  Cita  también  en  su  apoyo  el 
hecho  bien  sabido  de  que  el  mar  de  las  Antillas  y  las 
vecinas  tierras  conservan  la  huella  de  un  gigantesco  tras- 
torno que  cambió  el  aspecto  de  esta  parte  del  Nuevo 
Mundo  en  una  época  relativamente  moderna;  y  no  sólo 
por  los  estudios  geológicos,  sino  por  las  tradiciones  loca- 
les, sábese  que  todo  el  archipiélago  que  en  forma  de  se- 
micírculo se  extiende  desde  el  Orinoco  al  Yucatán,  esto 
es,  desde  la  Trinidad  á  Cuba,  son  los  restos  de  tierras 
sumergidas  que  componian  parte  del  continente.  Pasan- 
do después  á  las  otras  islas  que  subsisten  aún  en  medio 
del  Océano,  como  los  últimos  vestigios  de  la  destruida 
Atlántida,  indica  las  convulsiones  volcánicas  que  se  han 
manifestado  en  sus  recintos  ó  en  sus  límites,  ocurriendo 
la  más  reciente  el  año  1867,  cuando  entre  las  islas  Gra- 
ciosa y  Tercera  de  las  Azores  apareció  un  inmenso  crá- 
ter, arrojando  piedras  y  enormes  masas  de  lava. 

«Fenómenos  parecidos  deben  reproducirse  con  fre- 
cuencia; pero  no  son  observados,  porque  los  marinos  si- 
guen rumbos  fijos  en  sus  navegaciones  y  por  rareza  cru- 
zan inmensos  espacios  del  mar,  vírgenes  de  toda  sonda 
y  todo  estudio.  Dios  sabe  si  en  esas  inexploradas  inmen- 
sidades se  encontraría  el  secreto  de  la  Atlántida.  Esto 
acontece  con  el  mar  de  Sargazo,  que  imperfectamente  se 
conoce  y  cuya  superficie,  equivalente  á  la  de  Francia,  se 
halla  cubierta  de  hierbas  marinas  que  jamás  alteran  su 


ÚLTIMA  TEORÍA  SOBRE  LA  ATLANTIDA.  205 

situación,  lo  que  parece  indicar  la  presencia  de  terrenos 
sumergidos.  Así,  pues,  tanto  el  Océano  como  las  costas 
americanas  y  los  archipiélagos ,  han  conservado  las  hue- 
llas del  cataclismo  que  hizo  desaparecer  el  famoso  conti- 
nente. » 

Pretende  M.  Gaffarel  que  donde  mejor  se  puede  estu- 
diar á  los  antiguos  atlantes  es  en  las  Canarias;  pero  aña- 
de él  mismo:  « Por  desgracia  todos  los  aventureros  que 
sucesivamente  han  ocupado  estas  islas  modificaron  los 
caracteres  distintivos  de  sus  habitantes  al  punto  de  que 
hoy  quedan  muy  pocos  tipos  primitivos  aun  entre  los 
Guauchos;  pero,  sin  embargo,  son  suficientes  para  con- 
vencernos de  su  originalidad.  Así  su  color  oscuro,  su  ca- 
rencia de  barbas,  su  idioma,  no  parecido  á  ningún  otro, 
y  el  uso  de  los  geroglíficos  y  de  los  signos  astronómicos, 
la  forma  piramidal  empleada  para  las  tumbas  y  los  mo- 
numentos públicos;  la  institución  de  las  vírgenes  sacerdo- 
tisas, los  honores  tributados  á  la  agricultura,  su  pasión 
por  la  música  y  el  canto,  su  placer  por  la  danza  y  los 
ejercicios  corporales,  todo  induce  á  afirmar  que  los  Guau- 
chos eran  los  restos  de  una  nación  más  instruida,  de  un 
pueblo  más  numeroso  y  más  civilizado;  y  según  dice 
Bory  de  Saint  Vicent,  reunidos  como  por  milagro  alrede- 
dor de  los  cráteres  destructores,  después  de  la  sumersión 
de  la  Atlántida,  se  trasmitieron  largo  tiempo  la  historia 
de  sus  infortunios,  llegando  á  creer  que  todo  el  universo 
habia  desaparecido  del  mismo  modo  que  su  isla,  salvan- 


206        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

dose  ellos  solos  de  una  destrucción  general.  Así  es  que, 
temerosos  de  otro  inmediato  cataclismo,  abandonaron  el 
cultivo  de  las  artes  y  de  las  ciencias.» 

He  terminado  la  exposición  de  la  teoría  de  M.  Gaíifa- 
rel,  y  debo  entrar  ahora  en  lo  que  mayor  interés  encier- 
ra, pues  fundándose  en  las  innegables  analogías  y  seme- 
janzas de  lenguas,  religiones,  monumentos,  costumbres, 
formas  de  escritura  ó  ideas  astronómicas  que  existian 
entre  los  americanos,  iberos,  etruscos  y  egipcios,  llega  á 
explicarnos  estas  misteriosas  analogías  por  la  presencia 
del  Continente  Atlántico,  cuya  costa  occidental  llegaba  al 
Nuevo  Mundo  y  la  oriental  á  Europa  y  África. 

Estoy  enteramente  de  acuerdo  con  todos  los  testimo- 
nios que  M.  Gaífarel  aduce  en  su  favor  valiéndose  de  es- 
tas analogías,  aunque  parezcan  que  pueden  combatir  la 
hipótesis  que  luego  os  presentaré;  pero  lejos  de  temerlo, 
deseo  ampliar  con  mayores  datos  de  los  que  á  continua- 
ción expresa  el  citado  autor,  las  pruebas  de  que  efectiva- 
mente las  razas  del  nuevo  y  antiguo  mundo  tuvieron  co- 
municación más  fácil  ó  más  cómoda  que  la  del  estrecho 
de  Bering: 

«  Cuando  los  europeos  abordaron  América ,  dice 
M.  Gafíarel,  solamente  los  imperios  de  Méjico  y  Perú 
estaban  florecientes;  el  resto  del  país  no  presentaba  sino 
una  confusa  aglomeración  de  poblaciones  salvajes,  indis- 
ciplinadas y  sin  nacionalidad;  pero  es  indudable  que  á 
este  estado  de  barbarie  habia  precedido  una  civilización 


ULTIMA  TEORÍA  SOBRE  LA  ATLÁNTIDA.  207 


asombrosa.  La  época  en  que  estos  pueblos  americanos 
llegaron  á  tal  grado  do  esplendor,  es  imposible  determi- 
narla. En  Yucatán,  comarca  muy  árida  donde  la  vegeta- 
ción escasea,  una  capa  de  humus  de  40  centímetros  tapi- 
za un  viejo  camino  que  conduce  á  Izamal.  ¡Qué  serie  de 
siglos  han  sido  necesarios  para  producir  estos  detritus! 
Alguno  de  los  numerosos  túmulos  que  se  han  encontrado 
en  la  América  del  Norte  son  tan  antiguos,  que  los  ríos 
han  tenido  tiempo  de  socavar  sus  terraplenes  inferiores  y 
de  retirarse  en  seguida  de  nuevo  á  más  de  un  kilómetro 
después  de  haber  minado  y  destruido  una  parte  de  las 
obras.  Indudablemente  en  una  época  desconocida,  pero 
antiquísima,  vivia  en  América  una  raza  fuerte,  enérgica, 
industriosa,  que  ya  los  españoles  no  alcanzaron,  y  de  la 
que  ni  aun  los  mismos  indígenas  tenian  exacta  idea :  cree- 
mos, pues,  que  un  fenómeno  análogo  al  de  Europa  se 
operó  en  la  América ,  pues  así  como  en  aquella,  á  los  dias 
de  esplendor  de  la  civilización  antigua  sucedió  la  barba- 
rie de  los  siglos  de  hierro.  En  fin,  cuando  podamos  des- 
cifrar los  ilegibles  geroglíficos  de  Yucatán  y  de  Méjico, 
esos  manuscritos  misteriosos  que  desafian  aún  nuestra 
curiosidad,  quizá  entonces  conozcamos  la  historia  de  la 
vieja  América,  y  este  pretendido  Nuevo  Mundo  merecerá 
llamarse  antiguo,  pues  sus  habitantes  hablan  mantenido 
frecuentes  relaciones  con  nuestros  más  remotos  antepa- 
sados. » 

Una  de  sus  tradiciones,  referida  por  M.   Brasseur  de 


2o8       CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Bourbourg,  me  ha  asombrado  (dice  el  autor),  á  causa  de 
la  extraña  analogía  que  ofrece  con  la  Atlántida.  En  otro 
tiempo ,  un  imperio  situado  en  la  América  central ,  estaba 
gobernado  por  dos  reyes,  jueces  supremos  que  tenian  bajo 
sus  órdenes  á  otros  diez ,  soberanos  cada  uno  de  un  gran 
reino,  y  formaban  entre  ellos  una  especie  de  consejo  que 
decidia  en  los  negocios  comunes;  poco  á  poco  extendie- 
ron su  dominación  por  el  mundo,  pero  acaeció  un  terre- 
moto y  todos  desaparecieron. 

«  Si  ahora  cambiásemos  los  nombres,  encontraríamos 
el  mito  platónico...  Esta  coincidencia  puede  ser  fortuita, 
pero  es  muy  singular;  parece,  pues,-  probable,  que  los 
atlantes  ocuparon  la  América,  que  fundaron  allí  grandes 
imperios,  y  que  sus  descendientes,  aunque  degenerados, 
son  todos  los  indígenas  que  forman,  como  se  sabe,  una 
raza  especial,  la  raza  roja,  cuyos  congéneres  se  encuen- 
tran también  en  nuestro  continente.  Vamos  á  intentar  el 
probarlo  comparando  las  costumbres,  las  religiones,  las 
lenguas ,  los  monumentos  y  las  tradiciones  de  los  pueblos 
americanos,  y  la  de  ciertos  pueblos,  cuyo  origen  miste- 
rioso es  uno  de  los  problemas  más  arduos  de  la  antropo- 
logía y  de  la  historia. » 

Señores:  temo  extenderme  demasiado,  y  puesto  que 
por  otra  parte  están  suficientemente  demostradas  en  el 
mundo  científico  estas  analogías,  cuya  clave  nos  ofrecen 
Bory  de  Saint  Vicent  y  M.  Gaffarel,  me  permitiré  pre- 
guntaros si  no  revisten  verdadera  importancia  para  la  geo- 


ULTIMA  teoría  SOBRE  LA  ATLANTIDA. 


209 


grafía,  todos  los  pasos  y  todos  los  esfuerzos  que  se  diri- 
jan á  comprobar  la  existencia  de  esa  isla  ó  continente  de 
cuyo  suelo  tal  vez  son  originarios  pueblos  antiquísimos,  y 
de  donde,  según  Bailly,  se  derivaron  todas  las  ciencias. 
Hoy  que  la  geología  nos  ha  dado  á  conocer  con  visos  de 
acierto  los  trastornos  de  nuestro  mundo ,  desde  las  épocas 
primitiva  á  la  cuaternaria,  reconstruyendo  toda  la  fauna 
y  la  flora  que  correspondió  á  esta  última;  hoy  que  casi 
con  exactitud  nos  ha  revelado  la  edad  de  las  montañas  y 
las  huellas  del  hombre  antidiluviano,  ¡¿no  os  entristece 
que  todavía  permanezca  envuelto  en  el  misterio  esa  her- 
mosa fantasma  demasiado  entrevista  para  no  ser  real,  y 
cuyo  sepulcro  debe  hallarse  en  el  fondo  del  Océano  y  al 
alcance  tal  vez  de  nuestro  examen?  ¿Será  que  la  geología 
y  la  física  se  muestran  sordas  á  toda  excitación,  porque 
después  de  una  simple  ojeada  á  las  hipótesis  que  existen 
sobre  la  Atlántida,  las  juzgan  desmentidas  por  los  positi- 
vos conocimientos  ?  Si  en  esto  consiste  y  es  necesario  for- 
mular una  nueva  hipótesis  que  se  atenga  á  lo  más  verosí- 
mil y  á  la  que  sirva  de  base  lo  ya  sancionado,  entonces 
yo  me  atrevería  humildemente  á  aventurar  como  princi- 
pio, que  la  situación  de  la  Atlántida  no  ocupaba  esa  in- 
mensa superficie  del  Océano  que  limitan  las  Azores,  las 
Canarias  y  las  Antillas ,  porque  cualquiera  que  hubiese 
sido  la  causa  del  cataclismo ,  sus  efectos  aparecerían  hoy 
retratados  más  de  relieve  en  la  cuenca  del  mar  donde  se 
cree  sumergida.  No  es  una  planicie  dé  poco  fondo,  como 


2IO        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

supone  M.  Gaffarel,  la  que  allí  se  dibuja;  por  el  contra- 
río, sitios  abarca  y  muy  extensos,  donde  se  leen  las  ma- 
yores profundidades  que  ha  conseguido  el  aparato  de 
Brooke.  Fijándose  en  esta  objeción,  se  apresura  á  expli- 
carla M.  Gaffarel  diciendo,  que  en  el  fondo  del  mar  como 
sobre  la  superficie  de  los  continentes,  se  operan  perpe- 
tuos cambios.  Prescindo  de  lo  elástico  y  socorrido  que  es 
este  argumento  para  admitirle,  pero  no  así  la  suposición 
de  Bory  de  Saint  Vicent  de  que  los  fragmentos  menos 
compactos  de  la  tierra  sumergida,  fueran  arrastrados  por 
las  corrientes,  pues  es  sabido  que  las  corrientes  y  contra- 
corrientes más  hondas  no  exceden.de  i.ooo  metros,  y 
que  entre  ellas  y  el  lecho  del  mar  existe  siempre  una 
masa  de  agua  tranquila.  ¿  Pero  cómo  han  de  efectuarse 
acarreos  en  las  grandes  profundidades,  si  allí  domina  la 
calma  é  inmovilidad  absolutas?  Si  allí,  como  ha  demos- 
trado Maury,  es  tan  completo  el  reposo  de  las  aguas  que 
no  pueden  mover  una  sola  partícula  de  arena  de  los  lechos 
de  piedra  esparcidos  por  el  fondo  del  mar! 

A  la  vista  tengo  las  excelentes  cartas  de  Maury  y  de 
Stieler  sobre  las  cuales  una  simple  inspección  nos  de- 
muestra que  entre  las  Canarias  y  las  Antillas  tiene  el 
Océano  mayor  fondo  que  entre  Inglaterra  y  Terranova; 
pues  siguiendo  la  sección  vertical  menos  ventajosa  para 
nuestro  aserto,  hallamos  que  entre  estas  dos  últimas  re- 
giones su  braceaje  fluctúa  de  4.000  metros  á  4.200  y 
4.900;  en  cambio  una  sección  semejante  entre  Canarias 


ULTIMA  teoría  SOBRE  LA  ATLANTIDA.  211 


y  las  Antillas ,.  varía  desde  4.000  á  5.000,  3.000,  5.000 
y  6.000  metros. 

Preciso  sería  convenir  por  estos  datos,  en  que  para  la 
desaparición  de  la  Atlántida  no  fué  suficiente  un  terre- 
moto general ,  sino  que  fué  necesario  un  desquiciamiento 
horrible  en  la  corteza  sólida,  que  abriendo  inmenso  abis- 
mo, sepultara  al  continente  desde  sus  bases  hasta  su  su- 
perficie,-y  á  tal  profundidad,  que  quedara  hoy  esta  su- 
perficie cubierta  por  6.000  metros  de  agua.  Un  cataclis- 
mo semejante  hubiera  tenido  consecuencias  espantosas 
para  el  resto  del  mundo,  y  lo  menos  que  podemos  pre- 
guntar, es  hasta  qué  punto  alteraría  el  nivel  del  Océano 
esa  masa  de  agua  equivalente  al  volumen  de  la  tierra  su- 
mergida, no  ya  bajo  el  mar,  sino  bajo  su  profundo  lecho. 
^Cómo  hubiera  pasado  desapercibido  un  trastorno  digno 
por  su  magnitud  de  la  época  terciaria,  sino  suponiéndolo 
causa  y  origen  de  uno  de  esos  muchos  diluvios  parciales 
que  la  tradición  engloba  en  uno  sólo  llamado  universal? 
Pero  esta  hipótesis  no  puede  ser  admisible  tratándose  de 
la  Atlántida ,  cuyas  relaciones  con  los  demás  pueblos  son 
de  época  posterior  á  la  de  los  últimos  cataclismos  que  afli- 
gieron á  la  humanidad. 

Respecto  á  esa  gran  superficie  cubierta  de  hierbas  ma- 
rinas llamada  el  mar  de  Sargazo,  y  de  cuya  agrupación 
eterna  deducen  los  citados  autores,  posibles  misterios 
y  nuevos  indicios,  podemos  asegurarles  que  el  mar  de 
Sargazo  no  es  menos  conocido  que  cualquiera  otro.    Sé,- 


212        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 


bese  que  su  profundidad  es  de  las  mayores,  y  que  sus 
hierbas  provienen  de  la  vegetación  de  su  fondo,  las  cuales 
desprendidas  por  sí  solas  y  menos  densas  que  el  agua, 
suben  hasta  la  superficie  y  la  tapizan  semejando  una 
pradera.  Pero,  ^por  qué  no  cambian  jamás  de  situación? 
¿Por  qué  desde  remotos  tiempos  ocupan  estas  hierbas  el 
mismo  espacio  ?  ¿  Cómo  los  vientos  y  huracanes  no  las  ar- 
rastran y  diseminan?  Es  muy  sencillo;  porque  el  mar  de 
Sargazo  se  halla  encerrado  dentro  del  circuito  continuo 
que  forma  la  gran  corriente  ecuatorial  y  la  corriente  de 
golfo  ó  Gulf-Stream. 

¿Dónde,  pues,  debemos  colocar  ala  famosa  Atlántida? 
Respondan  por  mí  las  citadas  cartas  de  Maury  y  Stieler. 
Su  inspección  nos  indica  que  no  muy  lejos  y  enfrente  del 
estrecho  de  Hércules,  existe  un  gran  banco  sobre  el  cual 
se  asientan  las  Azores.  Su  superficie  excede  de  16.000  le- 
guas cuadradas,  ó  sea  poco  menos  que  la  península  ibé- 
rica y  toda  esa  superficie  podría  compararse  con  una  roca 
depositada  en  arenosa  playa,  sobre  cuyas  ondas  tranqui- 
las asomaran  algunos  picachos.  En  efecto,  si  con  las  son- 
das recorremos  todo  su  contorno,  hallamos  cortado  á 
cantil  el  peñascoso  banco ,  y  si  medimos  la  elevación  de 
sus  bordes  sobre  el  lecho  del  mar  que  le  rodea,  nos  acusa 
una  cifra  variable  de  400  á  i.ooo  metros;  es  decir,  que 
si  el  nivel  del  mar  descendiese  hasta  dejar  descubierta  di- 
cha superficie,  veríamos  que  formaba  una  gran  isla,  cuyas 
costas  bañaría  el  Océano  con  aquellos  i  .000  metros  de 


ÚLTIMA  TEORÍA  SOBRE  LA  ATLÁNTIDA.  213 

profundidad.  Verdaderamente  es  extraña  esta  condición, 
pero  más  extraña  sin  duda  que  la  superficie  del  citado 
banco  lejos  de  ser  plana,  sea  tan  quebrada  y  desigual, 
que  deba  compararse  mejor  que  á  la  aislada  roca,  á  una 
roca  partida  en  cien  fi^agmentos,  ó  á  una  aglomeración 
de  enormes  piedras  como  las  que  suelen  verse  al  pié  de 
un  ruinoso  paredón.  Por  eso  el  escandallo  sumergido  á 
distancias  de  legua  en  legua,  acusa  ora  lOO  brazas,  ora 
600,  según  que  tropiece  ó  descanse  sobre  la  cumbre  de 
un  peñasco  ó  en  la  vecina  ladera.  Todo  parece  acreditar 
que  allí  se  ha  operado  un  quebrantamiento  cuyo  origen 
no  es  difícil  suponer  en  vista  de  los  testimonios  que  pe- 
riódicamente vienen  á  revelarlo.  Parece  que  para  aquella 
volcánica  región  no  han  cesado  las  amenazas  ni  aun  des- 
pués de  su  exterminio.  Citaremos  en  su  prueba  el  violento 
terremoto  que  en  1638  conmovió  el  archipiélago,  sur- 
giendo del  mar  una  isla  inmediata  á  la  de  San  Miguel, 
cuya  extensión  pasaba  de  dos  leguas,  y  su  altitud  de 
150  metros.  Por  efecto  de  igual  convulsión  en  1719,  sur- 
gió cercana  á  la  Terceira,  otra  isla  ó  volcan  de  tan  con- 
siderable altura,  que  los  buques  la  divisaban  desde  ocho 
leguas  de  distancia.  Tres  años  estuvo  esta  isla  en  erup- 
ción constante,  luego  bajó  hasta  el  nivel  del  Océano,' 
donde  se  mantuvo  algunos  meses  y  desapareció  por  últi- 
mo en  el  abismo.  En  181 1,  después  de  un  fuerte  sacudi- 
miento, apareció  no  lejos  de  San  Miguel  otro  nuevo  vol- 
can á  flor  de  agua  que  arrojaba  piedras  á  centenares  de 


214       CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

metros ;  desapareció  á  los  pocos  dias ,  pero  en  el  mismo 
año  se  reprodujo  más  cercano  á  la  costa,  dando  origen  á 
un  islote  que  después  de  mucho  tiempo  desapareció  igual- 
mente. 

Con  lo  expuesto  basta  para  deducir  que  hace  muchos 
siglos,  cuando  la  corteza  terreste  era  menos  sólida,  pudo 
un  terremoto  desquiciar  á  la  famosa  Atlántida,  cuya  su- 
perficie no  excedia  de  las  16.000  leguas  cuadradas  que 
mide  el  banco  de  las  Azores.  ¿Fué  posible  este  trastorno, 
sin  que  produjera  alteración  general  en  la  vecina  Europa? 
Creemos  que  sí,  porque  no  se  trata  ya  de  un  continente 
que  se  abisma  en  inmensas  profundidades,  sino  de  una 
isla  que  se  quebraja  ó  rompe  y  se  derrumba  á  los  terre- 
nos inferiores ,  quedando  en  su  lugar  un  archipiélago  que 
palpita  ó  late  y  todas  sus  enormes  ruinas  aglomeradas 
que  de  tiempo  en  tiempo  asoman,  rugen  y  desaparecen, 
como  diciéndole  al  mundo :  ¡  mírame  y  cree ;  aquí  se  hun- 
dió la  Atlántida! 

Pero  si  la  Atlántida  no  llegaba  á  América  ni  aun  á  las 
Canarias,  ^icómo  explicarnos  las  tradiciones  de  estos  últi- 
mos isleños  y  los  positivos  lazos  que  existían  entre  el 
nuevo  y  antiguo  mundo?  Para  responder  á  estas  objecio- 
nes, séame  permitida  una  hipótesis  verosímil.  Se  sabe  que 
la  dirección  de  los  terremotos  es  muy  varia,  pero  ocurre 
con  harta  frecuencia  (dice  Malte-Brun),  que  la  esfera  de 
su  revolución  abarca  al  parecer  una  cuarta  parte  del  globo, 
como  por  ejemplo,  el  terremoto  de  Lisboa,  que  se  sintió 


ULTIMA  teoría  SOBRE  LA  ATLANTIDA.  215 

en  Groenlandia,  en  Noruega  y  en  África,  ^jqué  extraño 
fuera,  pues,  que  el  que  arruinó  á  la  Atlántida,  se  exten- 
diera á  las  Canarias,  separándolas  entonces  del  Conti- 
nente africano  y  hasta  América  quizás,  sumergiendo 
sus  valles  más  profundos?  ¿No  sería  entonces  también 
cuando  la  primitiva  Gades  quedó  sepultada  bajo  el  mar? 
No  la  Gades  fenicia,  sino  la  que  conocemos  desde  niños 
los  hijos  de  este  pueblo  por  tradición,  y  porque  al  pié 
mismo  de  sus  murallas  se  descubren  aún  rotas  columnas 
y  labradas  ruinas.  Y,  ^cómo  pudieran  dudarlo  los  que  en 
el  pasado  siglo  vieron  aparecer  ante  sus  ojos  la  ciudad 
antigua,  cuando  refluyendo  las  aguas  que  inundaron  la 
cortadura^  dejaron  en  seco  una  parte  de  la  bahía? 

Por  recientes  estudios  geológicos,  se  sabe  que  en 
efecto  las  Canarias  estaban  unidas  al  África;  así  se  expli- 
can esas  afinidades  que  existen  entre  sus  habitantes  pri- 
mitivos y  los  del  vecino  continente,  y  del  mismo  modo 
queda  explicado  que  dichos  isleños  se  creyeran  los  únicos 
hombres  salvados  de  un  cataclismo  universal. 

Pero  nos  falta  responder  satisfactoriamente  á  esta  pre- 
gunta. Siendo  la  Atlántida  igual  á  la  península  ibérica  y 
hallándose  sus  límites  occidentales  tan  lejos  del  Nuevo - 
Mundo,  ^icómo  pudieron  comunicarse  con  él?  Ni  los  bu- 
ques, ni  los  marinos  de  aquel  tiempo,  hubieran  realizado 
tan  grande  empresa.  Es  indudable.  Aquellos  marinos,  sa- 
liendo de  la  Atlántida,  no  hubieran  arribado  jamás  á  un 
puerto  americano,  pero,  es  casi  seguro  que  una  flota,  sa- 


2i6       CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

lida  de  América,  pudo  arribar  fácilmente  á  la  Atlántida, 
y  esto  no  por  la  fortaleza  de  sus  buques,  no  por  sus  co- 
nocimientos náuticos ,  no  por  sus  propias  voluntades,  sino 
arrastrados  con  velocidad  horaria  de  cuatro  millas  por 
la  gra7i  corriente  de  golfo ,  por  ese  eterno  vehículo  que 
acorta  en  cinco  dias  las  navegaciones  á  Europa,  por  ese 
rico  venero  de  calórico,  por  ese  rio  caudaloso  que  atra- 
viesa el  Océano  y  que  cercano  á  las  Azores  se  divide  en 
tres  ramales  siguiendo  dos  hacia  el  Norte  y  continuando 
el  otro  hasta  rodear  como  perfecto  anillo  los  límites  de 
este  Archipiélago.  Una  flota  de  americanos,  en  sus  tiem- 
pos más  brillantes,  se  aventuró  á  cualquiera  travesía,  y 
presos  en  la  cercana  corriente,  lucharon  sin  fruto  por  al- 
canzar la  costa,  pues  sus  remos  eran  ineficaces  y  no  po- 
seían el  secreto  de  ceñir  con  sus  velas.  En  pocos  dias  lle- 
garon á  las  playas  de  una  gran  isla  que  quizás  estaba  de- 
sierta, y  la  poblaron,  estableciendo  en  ella  las  costumbres, 
gobierno,  lengua  y  civilización  de  su  perdida  patria.  Inú- 
tiles tentativas  les  demostraron  que  era  imposible  navegar 
al  Occidente  y  volvieron  las  proas  hacia  Europa ,  pisando 
el  suelo  turdetano  (hoy  andaluz),  y  derramándose  por  la 
costa  septentrional  del  África.  Allí  fundaron  imperios  y 
multiplicaron  su  raza,  que  con  el  trascurso  de  los  siglos 
fué  modificándose  bajo  los  diversos  climas  y  con  las  ex- 
trañas mezclas,  pero  conservando  esas  afinidades  y  ana- 
logías que  son  hoy  la  confusión  de  los  antropólogos. 
¿Habré  ido  demasiado  lejos?  Veamos,  ¿qué  se  sabe  del 


ÚLTIMA  TEORÍA  SOBRE  LA  ATLÁNTIDA.  217 

origen  de  los  egipcios?  El  más  conocido  de  los  historia- 
dores, dice:  Á  pesar  de  la  pretendida  antigüedad  de  los 
egipcios,  todo  demuestra  que  recibieron  de  otro  país  la 
población  y  la  cultura... »  y  más  adelante  añade,  refirién- 
dose á  los  testimonios  de  su  remota  magnificencia: 
<  Aquellos  montes  de  piedras  labradas ;  aquellas  inmen- 
sas figuras  de  animales  y  de  hombres;  aquellos  palacios 
de  gigantes,  erigidos  al  descubierto,  ó  edificados  debajo 
de  tierra;  aquellas  páginas  de  historia  escritas  para  la 
eternidad  en  caracteres  misteriosos,  detienen  al  hombre 
y  lo  inducen  á  preguntar  de  dónde  vino  este  pueblo  ex- 
traordinario,  de  dónde  proceden  sus  artes,  cuáles  fijeron 
las  creaciones  debidas  á  la  íntima  inteligencia  y  al  profijn- 
do  amor  de  la  ciencia  que  le  eran  característicos ,  de  dónde, 
en  fin,  tomó  su  estabilidad  política. » 

Hasta  hoy  es  un  misterio  el  origen  de  los  egipcios.  Oiga- 
mos ahora  lo  que  dice  D.  Modesto  Lafijente  sobre  el  orí- 
gen  de  los  iberos,  nuestros  primeros  padres. 

«  Confesamos  ingenuamente  que  después  de  haber  con- 
sultado con  el  interés  de  quien  busca  de  buena  fe  la  ver- 
dad, cuantos  autores  antiguos  hemos  podido  haber,  que 
supiéramos  hubiesen  tratado  las  cosas  de  España,  des- 
pués de  haber  evacuado  muchas  citas  con  gran  escrupu- 
losidad y  consumo  de  tiempo ,  no  nos  ha  sido  posible  en- 
contrar segura  brújula  y  norte  cierto  por  donde  guiarnos 
en  las  oscuras  investigaciones  acerca  de  los  pobladores 
primitivos  de  nuestra  nación;  antes   bien,   hemos   tenido 

15 


2i8        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

momentos  de  turbarse  nuestra  imaginación,  cuando  la 
hemos  engolfado  en  este  laberinto  de  dudas  sin  salida  ra- 
zonable ,  tropezando  siempre ,  ó  con  relaciones  que  llevan 
marcado  el  sello  de  la  fábula,  ó  con  noticias  que  por  con- 
fesión de  los  mismos  autores  se  asientan  en  livianos  y  fla- 
cos fundamentos...  Un  pasaje  del  historiador  de  los  judíos 
Josefo ,  ha  dado  lugar  á  que  algunos  de  nuestros  historia- 
dores hayan  afirmado  como  cosa  segura,  que  Túbal,  hijo 
de  Jafet  y  nieto  de  Noé ,  fué  el  primer  hombre  que  vino  á 
España.  En  primer  lugar,  el  historiador  judío  escribió 
más  de  mil  años  después  del  suceso ;  en  segundo  lugar  no 
expresa  el  fundamento  de  su  aserción ;  en  tercer  lugar  no 
asegura  que  Túbal  viniera  á  España,  sino  que  señaló  su 
asiento  á  los  tubelinos  ó  iberos ;  en  cuarto  lugar,  es  de 
suponer  que  se  referia  á  los  iberos  asiáticos,  situados  al 
pié  del  Cáucaso,  no  á  los  iberos  españoles.  Creemos,  por 
tanto,  que  está  muy  lejos  de  ser  cierta  la  venida  de  Tú- 
bal á  España.  •» 

Vemos,  pues,  que  según  nuestro  erudito  historiador 
nada  se  sabe  del  origen  de  los  iberos ,  pero  Estrabon  men- 
ciona, refiriéndose  á  los  turdetanos,  que  hablaban  un  idio- 
ma desconocido  y  cultivado  hacía  seis  mil  años,  y  Cantú, 
en  su  disertación  etnográfica,  nos  cita  á  los  dichos  turde- 
tanos, cuya  civilización  era  asombrosa,  poseyendo  anti- 
guos monumentos  de  poesía  é  historia,  y  un  alfabeto 
particular,  del  que  aún  no  se  conocen  todos  los  elemen- 
tos, por  más  que  muchos  doctos  se  hayan  dedicado  á  su 


ÚLTIMA  teoría  SOBRE  LA  ATLÁNTIDA.  219 

estudio  á  fin  de  explicar  las  inscripciones  ibéricas  encon- 
tradas en  piedras,  planchas  metálicas,  vasos  de  barro  y 
medallas  que,  con  la  lengua  vasca,  constituyen  los  únicos 
monumentos  que  nos  han  quedado  de  aquellos  pueblos 
célebres. 

El  mismo  historiador  en  su  filología  comparada  dice: 
«  Lenguas  puestas  á  la  mayor  distancia  una  de  otra,  ma- 
nifiestan á  veces  la  más  singular  uniformidad  de  gramá- 
tica, y,  sin  embargo,  no  por  eso  están  reputadas  como 
afines  entre  sí.  Por  ejemplo,  el  vascuence  presenta  ana- 
logías muy  curiosas  con  varias  lenguas  americanas,  como 
la  falta  precisamente  de  las  mismas  letras ,  la  tendencia  á 
unir  siempre  las  mismas  consonantes ,  y  una  complicación 
semejante  en  el  sistema  de  las  conjugaciones  por  medio 
de  sílabas  que  expresan  varias  modificaciones  del  verbo 
simple;  en  lo  cual  también  se  parece  á  los  dialectos  del 
Sudoeste  de  África.  * 

No  quiero  citar,  por  creerlo  realmente  sin  fundamento, 
el  largo  catálogo  y  cronología  de  treinta  reyes  que  refie- 
ren haberse  sucedido  en  el  gobierno  de  España  en  remo- 
tísimas épocas,  nombrándose  entre  ellos  á  Gerion,  Hís- 
palo, Atlas,  etc.  El  padre  Mariana,  aunque  poco  crédulo 
sobre  este  punto,  se  creyó  en  el  deber  de  mencionarlo,  y 
así  nos  dice  en  un  capítulo  de  su  libro  primero :  « Se 
puede  recibir  como  cosa  verdadera,  que  Sículo,  hijo  de 
Atlante,  después  que  su  padre  partió  de  España,  le  suce- 
dió en  todo  su  reino. » 


220        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Señores:  el  temor  de  agotar  vuestra  indulgencia  me 
obliga  á  ser  lo  más  conciso  posible  en  lo  que  me  resta  de- 
cir. Con  mayor  espacio  de  tiempo  disponible  hubiera  adu- 
cido muchísimas  citas  en  corroboración  de  que  los  egip- 
cios, iberos  y  etruscos  fueron  pueblos  originarios  de  la 
Atlántida,  y  los  atlantes  á  su  vez,  fueron  originarios  de 
la  América.  ¿Pero  de  dónde  vinieron  los  americanos? 
i  Nada  induce  á  creer  (dice  César  Cantú)  que  América 
saliese  del  mar  posteriormente,  ni  que  posteriormente 
llegase  allí  la  humana  estirpe  y  quizás  las  comunicacio- 
nes de  aquella  raza  con  las  otras,  precedieron  á  los  tiem- 
pos en  que  se  separaron  los  mogoles,  los  indios  y  los 
tungusos. » 

No  se  acierta  á  explicar  este  autor  las  portentosas  se- 
mejanzas entre  los  etruscos,  egipcios  y  americanos,  sino 
por  frecuentes  emigraciones  del  Norte  de  Asia ,  pero  con- 
fiesa que  aquellos  emigrantes  debieron  encontrar  una 
gente  anterior  y  que  no  bastaron  para  alterar  la  especie. 
Lo  que  más  confusión  le  origina  es  lo  inexplicable  de  que 
en  aquel  hemisferio  hubiese  animales  particulares  (la  gran 
mayoría)  no  conocidos  antes  en  el  antiguo.  Esta  circuns- 
tancia me  induciría  á  pensar  que  así  como  tales  especies 
de  animales  no  protegidos  por  Noé  lograron  salvarse  del 
universal  diluvio,  también  pudieron  salvarse  con  ellos  al- 
gunos hombres  que  habitaban  en  la  apartada  América. 
De  este  modo  podrían  explicarse  problemas  infinitos  y 
contestar  á  los  historiadores  que  llenos  de  asombro  ex- 


ÚLTIMA  teoría  SOBRE  LA  ATLANTIDA.  221 

claman :  « j  Cómo  creer  que  las  naciones  civilizadas  de  la 
primitiva  América  procediesen  de  las  hordas  salvajes  del 
Nordeste  de  Asia ,  ó  que  partiendo  de  los  países  meridio- 
nales de  ésta,  hayan  atravesado  las  regiones  heladas  sin 
dejar  tras  sí  ningún  vestigio!  ¿Cómo  fijar  sino  en  incon- 
cebible lejanísima  época,  la  construcción  de  esos  túmulos 
y  monumentos  gigantes  y  de  esas  ciudades  enterradas 
bajo  los  bosques  vírgenes  que  por  dos  veces  han  sido  de- 
vastados y  vueltos  á  enmarañarse?  ¿Cómo  explicarnos  lo 
ignorantes  que  se  hallaban  del  origen  de  estas  ruinas  los 
americanos  que  vivieron  en  los  tiempos  de  Colon?  ¿Cuán- 
tos centenares  de  siglos  han  permanecido  sepultados  esos 
vasos  artísticos  y  enormes ,  esas  efigies  delicadamente  mo- 
deladas, esas  armas  y  medallas  de  piedra  ó  cobre,  esas 
tumbas  que  guardaban  restos  bien  conservados  de  hom- 
bres y  mujeres  cuyos  cráneos,  según  el  doctor  Waren, 
son  diferentes  de  los  nuestros,  como  también  de  los  de  los 
indios  actuales  y  hasta  de  las  demás  naciones  conocidas? 
Mientras  mejores  luces  no  iluminen  la  oscuridad  de 
aquellos  tiempos,  nada  de  lo  establecido  se  opone  á  la 
hipótesis  de  que  los  americanos  pasaran  á  la  Atlántida  y 
que  los  tripulantes  de  una  sola  flota  que  jamás  hubieran 
podido  regresar  á  su  país,  ñieran  suficientes  para  mul- 
tiplicarse y  trasplantar  á  Europa  el  sello  de  su  raza  y  de 
sus  costumbres,  permaneciendo,  sin  embargo,  en  lo  suce- 
sivo sin  comunicación  firecuente  los  pueblos  civilizados  de 
ambos  hemisferios. 


222        CONGRESO  INTERNACIONAL  DE  AMERICANISTAS. 

Hemos  tratado  de  probar  lo  inverosímil  que  era  supo- 
ner á  la  Atlántida  mayores  dimensiones  que  las  que  pa- 
rece indicarle  la  misma  naturaleza  en  el  estudio  del  Océa- 
no. No  insistiré  sobre  la  facilidad  de  una  travesía  efec- 
tuada casi  por  obra  y  gracia  del  Gulf-Stream,  porque  todos 
los  señores  que  me  escuchan  conocen  muy  bien  las 
asombrosas  propiedades  de  esta  gran  corriente,  y  se- 
guro estoy  que  juzgarán  dicho  argumento  como  el  más 
positivo  de  todos  los  que  he  expuesto  en  favor  de  mi 
teoría. 

Réstame  añadir,  que  si  bien  Platón  supone  á  la  Atlán- 
tida mayor  que  el  África  y  el  Asia,  se  desmiente  poco 
después  para  fijarle  3.000  estadios  de  longitud  con  pro- 
porcionada anchura,  cuyas  dimensiones  son  casi  iguales 
al  banco  de  las  Azores,  y  aunque  poco  importa  este  dato, 
valga  para  aquellos  que  quieren  atenerse  á  lo  autorizado 
por  Platón. 

Una  duda  se  ofrece  todavía.  El  terremoto  que  des- 
quició la  Atlántida ,  hizo  perecer  forzosamente  á  todos  los 
seres  que  la  poblaban,  así  es,  que  el  archipiélago  de  las 
Azores  se  halló  deshabitado  en  absoluto;  ¿pero  es  posi- 
ble que  si  aquellas  islas  formaron  parte  de  la  citada  co- 
marca, no  se  encontrase  en  su  recinto  vestigio  alguno  de 
la  presencia  del  hombre?  En  efecto,  no  es  posible,  y  asom- 
bro grande  fué  para  los  portugueses  hallar  en  la  solitaria 
isla  del  Corvo  (la  más  lejana  de  todas),  sobre  terraple- 
nadas cimas ,  una  estatua  ecuestre,  que  con  el  brazo  levan- 


ÚLTIMA  TEORÍA  SOBRE  LA  ATLÁNTIDA.  223 


tado  y  el  dedo  extendido,  señalaba  al  Occidente.  Tam- 
bién hallaron  monedas  de  indescifrable  época,  que  algu- 
gunos  han  creido  fenicias  ó  cirenáicas,  sin  embargo  de 
ser  positivo  que  estos  pueblos  no  tuvieron  jamás  remoto 
conocimiento  de  dichas  islas.  • 

Si  coincidencias  tan  extrañas  merecieran  algún  dia  la 
atención  de  los  geógrafos ,  y  si  posteriores  adelantos  per- 
mitieran al  hombre  descender  300  brazas  bajo  el  mar, 
acaso  sus  atónitos  ojos  registraran  sobre  las  quebradas 
rocas  que  sustentan  las  Azores,  y  entre  revueltos  escom- 
bros, profundas  grutas  y  selvas  de  madréporas,  ya  una 
pirámide  partida  cubierta  de  testáceos,  ya  una  escultura 
envuelta  en  el  verdoso  limo,  ya  una  columna  horadada, 
ya  un  ídolo  de  basalto,  ya  un  cono  que  sirvió  de  cúspide 
á  los  fragmentos  del  sagrado  teocal,  y  entonces  surgiría 
del  seno  de  aquellos  mares  la  historia  de  la  famosa  At- 
lántida,  no  tan  castigada  en  su  orgullo  por  verse  sumer- 
gida, cuanto  por  hallarse  olvidada  del  inundo  moderno 
y  desposeida  de  sus  conquistados  laureles,  como  fuente  y 
origen  que  fué  de  la  primitiva  civilización. 

He  dicho. 


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