GIFT OF
CUARTO COiNGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
RAMO DE HISTORIA. TEMA VI.
SOBRE LOS VIAJES APÓCRIFOS
DE
JUAN DE FUCA
Y DE
LORENZO FERRER MALDONADO,
RECOPILACIÓN Y ESTUDIO
POR
D. PEDRO DE NOVO Y COLSON,
TENIENTE DE NAVÍO,
ACADÉMICO CORRESPONDIENTE DE LA REAL DE LA HISTORIA, ETC.
CONTIENE TAMBIÉN ESTE LIBRO LA DISERTACIÓN DEL MISMO AUTOR
TITULADA
ULTIMA teoría SOBRE LA ATLANTIDA.
MADRID:
IMPRENTA DE FORTANET,
CALLE DE LA LIBERTAD, NXJM. 29.
18S1.
CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
RAMO DE HISTORIA. TEMA VI.
SOBRE LOS VIAJES APÓCRIFOS
DE
JUAN DE FUCA
Y DE
LORENZO FERRER MALDONADO,
RECOPILACIÓN Y ESTUDIO
POR
D. PEDRO DE NOVO Y COLSON,
TENIENTE DE NAvfo,
ACADÉMICO CORRESPONDIENTE DE LA REAL DE LA HISTORIA, ETC.
CONTIENE TAMBIÉN ESTE LIBRO LA DISERTACIÓN DEL MISMO AUTOR
TITULADA
ÚLTIMA TEORÍA SOBRE LA ATLÁNTIDA.
MADRID:
IMPRENTA DE FORTANET,
CALLE DE LA LIBERTAD, NUM. 29.
1881.
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A LA MEMORIA
DEL
EXCMO. SEÑOR MARQUES DE RUBALCAVA,
ALMIRANTE DE LA ARMADA,
En testimonio de eterna gratitud^
Pedro de Novo y Colson.
Congreso Internacional de Americanistas. — Ma-
drid, 1 8 8 1 . — Junta Organizadora, — Número 1 6. — La
Junta Organizadora del Congreso Internacional de Ameri-
canistas de Madrid que ha de reunirse en Setiembre de i88i,
deseosa de su mayor lucimiento, ha acordado solicitar el
valioso concurso de V. y rogarle que se sirva dedicar al
referido Congreso alguno de sus importantes estudios sobre
el Continente descubierto por Colon. — Dios guarde a V.
muchos años. — Madrid 3 de Febrero de 1880. — C. El
Conde de Toreno. — Cesáreo Fernandez Duro, Secre-
tario general. — Sr, D, Pedro de Novo y Colson,
JUAN DE FUCA.
¿Son apócrifos los viajes de Juan de Fuca y de Maldo-
nado? Este es uno de los temas elegidos por la Junta
organizadora del Congreso de Americanistas, acaso por-
que ha creido conveniente y aún necesario que Europa
conozca de un modo preciso el criterio de nuestro país
acerca de esos dos navegantes misteriosos tan combati-
dos como apadrinados.
Y de no ser así, ¿qué otra idea hubiera guiado á la
Junta organizadora? ¿La esperanza de que un bibliófilo
sacara á luz nuevos y preciosos manuscritos sobre el
asunto? No, porque se tiene el convencimiento material
de que no existen entre los ya mil veces rebuscados
archivos de la Península. ¿Entonces, será que solicite de
las otras naciones datos probables é ignorados con que
completar su estudio , disipar sus dudas y emitir su tesis?
Tampoco es posible, porque de antiguo formularon dic-
tamen sobre ello sabios eminentes é ilustres marinos
lO CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
interesados por honra nacional y por respeto propio en
exponer verdades y argumentar con pruebas.
Faltaba, sin embargo, que todas estas juiciosas opi-
niones fueran más conocidas, pues ciertos geógrafos
imaginan aún que los españoles han creado fantásticos
personajes que realizaron increíbles navegaciones. ¡ Cómo
si tan escasos fueran nuestros timbres en la historia de
los descubrimientos! Creemos, pues, que bajo este punto
de vista es de mucha oportunidad el tema VI sometido
á discusión y examen, así como el que nuestro trabajo
debe reducirse á reproducir con exactitud lo más curioso
que se ha escrito sobre los problemáticos viajes de Juan
de Fuca y de Maldonado, comentarlos lo mejor posible y
hacer constar en definitiva ante el Congreso de America-
nistas cuál ha sido siempre la opinión de los doctos espa-
ñoles. Desgraciadamente ocurre que las refutaciones más
notables de estos doctos no son bastante conocidas, y en
cambio gozan de gran publicidad relatos absurdos que
por emulación poco noble han inventado gentes extrañas.
Hacía falta, repetimos, un libro que remediara esta
injusticia y que recopilando en sus páginas todo lo
conocido y lo ignorado, todo lo coleccionado y lo disper-
so, todo lo inédito y lo publicado, sirviera de perpetuo
testimonio, ó de punto de partida, si se quiere, para
aquellos historiadores que en lo sucesivo mencionen á
los citados navegantes.
Consecuentes en este propósito daremos á conocer
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA. n
primero todo lo relativo á Juan de Fuca comenzando por
la exposición de su viaje, según la escribe el inglés Mi-
guel Lok y que copia Purchas sin comentarios. El capi-
tán Burney lo intercala también en sus Viajes al mar
Pacífico y añade algunas apreciaciones favorables.
Dice así en su capítulo VIII del tomo II.
« Los imperfectos informes concernientes á todo asunto
que excite mucho la pública atención, deben siempre ser
origen de diversas y abundantes conjeturas; y de estas á
la fábula hay muy poca distancia. Esto se demuestra en
cuanto á las muchas relaciones y descripciones circuns-
tanciadas que se dice haber sido hechas de una libre
navegación por el Norte de América, las cuales han cir-
culado sucesivamente desde el primer intento para verifi-
carlo hasta nuestros dias. La última parte del siglo
decimosexto fué un período por extremo favorable para
estas relaciones ficticias , á lo cual contribuyó mucho , sin
duda, el gran interés que inspiraban los viajes de Sir
Martin Frobisher y del capitán John Davis. En algunos
de estos relatos, aparece lo fabuloso mezclado con algo
de verdad, que hace necesaria la investigación.
»E1 supuesto descubrimiento del Estrecho de Anian
por Corte Real, ocasionó la creencia de un paso por el
Norte de Aijjérica, conjetura muy probable que estaba
fundada sobre un descubrimiento efectivo.
» En seguida aparece una relación que de ningún modo
12 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
es digna de respeto , la cual atribuía el descubrimiento
de un paso á Andrés de Urdaneta; y el origen de tal
creencia parece ser el haber encontrado entre los papeles
de éste algunas opiniones concernientes á la existencia de
un Estrecho del Norte, ocasionadas por el relato de un
pasaje que habia sido descubierto por los franceses hacia
el año de 1554.
5>En 1574, un piloto llamado Juan Fernandez de La-
drillero , habitante de Nueva España y de más de sesenta
años de edad, hizo una declaración testimoniada cuyo
original se conserva en los archivos españoles. Esta de-
claración refiere que existia un estrecho de comunicación
á unas ochocientas leguas de Compostella: que fijé con
otros compañeros á hacer su descubierta dentro de él, y
que él mismo desembocó en donde los ingleses iban á
pescar (á la parte oriental).
» No menos formalmente se da una cuenta , insertada
en el Purchas, suscrita con el nombre del relator, que se
llama Thomas Cowles, de Bedmester, en Somersetshire
y fechada en Abril de 1579. Cowles dice que recibió in-
formes de un Martin Chack, marinero portugués, haciendo
constar que unos doce ó veinte y cuatro años antes (por-
que el tiempo está expresado de un modo oscuro) el
mismo Chack en un pequeño buque de 80 toneladas de
carga, encontró un camino desde las Indias Portuguesas
al través del Golfo de Newfoundland, el cual creia que
estaba en latitud á los 59^ N.
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA. 13
> De la misma naturaleza que las anteriores es la rela-
ción de una descubierta que se dice haber sido hecha por
Lorenzo Ferrer Maldonado, el cual pretende que efectuó
un viaje desde Lisboa á la costa de Labrador, en el año
de 1588, y encontró un estrecho por donde la navega-
ción de España para China podia efectuarse en tres
meses.
» En la cuenta del viaje del capitán James Lancaster,
emprendido por la Compañía Inglesa de las Indias, año de
gracia lóoo — i, hay una carta del dicho capitán Lancas-
ter á sus empleados, escrita durante su retorno á casa,
en la cual añade por vía de posdata: El pasaje para las
Indias Orientales demora d los 62^ y medio por el Nord-
este de la costa Americana. Esta posdata no parece ge-
nuina, porque no tiene la menor conexión en ningún asunto
de la carta misma, ni tampoco en circunstancia alguna del
viaje, porque este fué trazado y ejecutado por el cabo de
Buena Esperanza, tanto para la ida como para la vuelta.
» En 1592, se dice que Juan de Fuca hizo un viaje,
saliendo de Nueva España, para el descubrimiento del
Estrecho de Anian. Entre las muchas relaciones concer-
nientes á un paso por el Noroeste, que tanto abundaban
en el siglo xvi, parece ser la de este viaje la sola de
cuya referencia pueda quedar hoy alguna duda; porque
las demás, exceptuando el viaje de Corte Real, han sido
totalmente destituidas de crédito é importancia por los
descubrimientos posteriores. El relato del viaje de Juan
14 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
de Fuca ha sido conservado en el Purchas, como también
objeto de mucha pesquisa, siendo todavía este punto
niícy discutible entre los geógrafos. Lo que sigue está
copiado del Purchas, sin alteración, excepto algunas
supresiones de pequeños detalles.
<íNota hecha por mi y Michael Lok, mayor y respecto al
estrecho de mar llamado comunmente Fretum Anian,
en el mar del Sud, que atraviesa el paso Noroeste de
la Meta Incógnita.
» Cuando yo estaba en Venecia, en Abril de 1596,
llegó felizmente allí un viejo de unos sesenta años de
edad, llamado vulgarmente Juan de Fuca, siendo su ver-
dadero nombre Apostólos Valerianus, griego de nación
y nacido en Cephalonia, de profesión marinero y antiguo
piloto de naves. Este hombre, habiendo salido de Espa-
ña, arribó primeramente á Ligorno, yendo luego á Flo-
rencia, en donde se encontró con un John Dowglas,
inglés, dispuesto para venir á Venecia á ser piloto de un
buque veneciano destinado á Inglaterra, en compañía
del cual hizo Fuca el viaje, llegando juntos á Venecia.
Y John Dowglas, que ya me conocía de antes, me dio
conocimiento de este piloto griego y le trajo á conversar
conmigo. En largas conferencias que tuvimos, con pre-
sencia de Dowglas, este piloto griego declaró en los
idiomas italiano y español, tanto como sigue:
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA. 15
» Primeramente, dijo que habia estado en las Indias
Occidentales de España cuarenta años y que habia na-
vegado entre las muchas plazas de allá, al servicio de los
españoles.
» Dijo también que él iba en el buque español que al
volver de las islas Filipinas hacia Nueva España, fué ro-
bado y preso en el cabo de California, por el capitán
Candish, inglés, en donde el perdió sesenta mil ducados
de su propia hacienda.
» Dijo después que él era el piloto de tres pequeñas
naves que el virey de México armó con cien hombres á
las ordenes de un capitán, españoles, para descubrir los
Estrechos de Anian por toda la costa del mar del Sur y
fortificar aquel estrecho con objeto de impedir el paso y
diligencias de la nación inglesa, por temor de que pu-
diese efectuar dicho paso por aquellos estrechos al mar
del Sur. Y que á causa de un motin que ocurrió entre
los soldados por la mala conducta de su capitán, se
abandonó la empresa , volviendo los buques de California
á Nueva España sin haber hecho nada en aquel viaje; y
que después de su vuelta, habia sido castigado el capitán
en México por la justicia.
» También dijo, que poco después de haber acabado
tan maldito viaje, el mismo virey de México lo envió
otra vez, en 1592, con una pequeña carabela y una pi-
naza, armadas con marineros solamente, para seguir di-
cho viaje de descubierta de los estrechos de Anian y el
1 6 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
paso por ellos hasta el mar que llaman del Norte, que es
nuestro mar del Noroeste. Y que él siguió su curso en
aquel viaje Oeste y Noroeste en el mar del Sur, todo á
lo largo de la costa de Nova Spania y California y las
Indias llamadas ahora Norte América (cuyo viaje me se-
ñaló todo entero en un gran mapa y una carta que yo
tenía y que puse ante él) hasta que llegó á la latitud
de 47°; y que allí, notando que la tierra corría hacia el
Norte y Nordeste con una ancha entrada de mar entre
los 47 y 48° de latitud, se entró adentro, navegando por
ella más de veinte dias, y encontró que aún la tierra se
extendía algo al N. O., N. E. y Norte y también hacia
el Este y S. E. y con mar mucho más ancho que á la
entrada; y que él pasó por diversas islas en aquella nave-
gación. Y que á la entrada de este referido estrecho, hay
en su costa Noroeste un gran promontorio ó isla con un
pináculo ó roca en espiral extremadamente alto, como si
fuera un pilar sobrepuesto.
» Añadió , que él habia saltado en tierra en diferentes
lugares, viendo allí algunas gentes vestidas con pieles de
animales y que la tierra es muy feraz y rica en oro, pla-
ta, perlas y otras cosas, como la Nueva España.
» Y dijo asimismo que habiendo él llegado de este
modo hasta dentro del referido estrecho y después hasta
dentro del mar del Norte, y encontrando que el mar era
bastante ancho por todas partes teniendo unas treinta ó
cuarenta leguas de anchura en la boca de los estrechos
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA.
por donde él entró, pensó que ya habia desempeñado
bien su cometido, y que no estando armado para resistir
la fuerza de los salvajes que pudieran caer sobre ellos,
determinó volver, enderezando el rumbo hacia Nueva
España, llegando á Acapulco, año de 1592, y esperando
ser recompensado por el virey, por los servicios que hizo
en el expresado viaje.
» También continuó diciendo, que después de entrar
en México fué grandemente agasajado por el virey, el
cual prometióle gran recompensa; pero que habiendo
estado pretendiéndola dos años sin obtener nada que le
satisfaciese, le dijo el virey que debería ser premiado en
España por el rey mismo, muy grandemente, y le instó
para que allá fuese, cuyo viaje emprendió.
> Siguió diciendo, que cuando llegó á España fué muy
agasajado en la corte del rey; pero que después de larga
estancia en ella, no pudo lograr ninguna satisfactoria
recompensa tampoco. Y que por todo ello, al fin, aban-
donó á España y se vino á Italia con objeto de retirarse
á su casa otra vez á vivir entre sus parientes y paisanos,
por ser ya viejo.
» Dijo también que él pensaba que la causa de haber
sido tan mal pagado por los españoles, era el haberse
éstos persuadido de que la nación inglesa habia ya aban-
donado todas sus empresas de viajes para el descubri-
miento del pasaje del Noroeste, por lo cual ellos no
temian ya que viniesen por aquel camino al mar del Sur
l8 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
y que, por lo mismo, tampoco necesitaban los servicios
del declarante.
» Añadió también, que habiendo sabido las nobles
ideas de la reina de Inglaterra y su guerra contra los
españoles y esperando que S. M. le hiciera justicia en
cuanto á sus bienes, perdidos por el capitán Candish, él
iría contento á Inglaterra y serviría á S. M. en un viaje
para el perfecto descubrimiento del pasaje Noroeste al
mar del Sur, si ella le proveia de una nave de cuarenta
toneladas de carga y una pinaza y que él lo ejecutaría en
el espacio de treinta dias, desde el uno al otro extremo
del estrecho. Y me encareció á que en estos mismos tér-
minos lo escribiese á Inglaterra.
»En vista de la conferencia tenida dos veces con el
referido piloto griego, escribí en su consecuencia á Ingla-
terra todo ello, dirigiéndome al antiguo y muy honorable
Lord Tesorero Cecil y á Sir Walter Raleigh y á Master
Richard Hakluyt, el famoso cosmógrafo, certificándoles
todo lo expuesto. Y suplicábales que desembolsasen cien
libras para llevará Inglaterra al citado piloto griego conmi-
go, porque mi propia bolsa no podia soportar el gasto por
aquel tiempo. Contestáronme que esta acción gustaba mu-
cho y era grandemente deseada en Inglaterra; pero que el
dinero no estaba pronto. Y por esto se frustró la empresa
por entonces, aunque el antedicho piloto griego continuaba
viviendo en Cephalonia, á cuyo punto marchó á los quince
dias después de las conferencias que tuvimos en Venecia.
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA. 19
» Yo continuaba entretanto mis asuntos propios en Ve-
necia y cuestionaba legalmente contra la compañía de
comerciantes de Turquía, para cobrar la pensión que ha-
bia devengado por ser su cónsul en Aleppo, la cual me
retenian injustamente; y cuando yo estuviera en disposi-
ción de volver á Inglaterra, pensé que podría entonces
costear de mi propio bolsillo el viaje del expresado piloto
griego y llevarlo conmigo. Con esta intención le escribí
una carta desde Venecia, fechada en Julio de 1596.»
La carta dice así:
Al Mag.'° Stgr Capitán Ivan De Fvca Piloto de Yn-
diaSy amigo mió ckarJ"° en Zefalonia.
Mvy honrado Sennor, siendo yo para bueluerme efi
Inglatierra dentre de pocas mezes, y accuer dándome de
lo trattado entre my y Vfn. en Venesia^ sobre el viagio
de las Indias^ me ha parescido bien de scriuir esta carta
a Vm. paraque si tengáis ánimo de andar conmigo^
puedais escribirme presto^ en que maniera queréis con-
sertaros. Y puedais embiar mi vuestra carta, con esta nao
Inglés que sta al Zante (sino halláis otra coientura
meier) con el sobrescritto que diga y en casa del Sennor
Eleazar Hycman Mercader Inglés, al tragetto de San
Thomas en Venesia, Y Dios guarde la persona de Vm,
Fecha en Venesia al primer dia de lulio, 15 gó. annos.
Amigo de Vm. Michael Lok Yngles,
20 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
« Y envié dicha carta de Venecia á Zante por el buque
Choerubin. Poco después mandé una copia de ella por el
buque Minyon y otra también más tarde por Manea Or-
lando, patrón de la Nave Veneciana: A las cuales él con-
testó escribiéndome á Venecia una carta, que no llegó á
mis manos, y otra posteriormente, que recibí y copio
en seguida:
Al YIL"'° Sig°'' Michael Loch Ingles, m casa del Sig."'
Lasaro Mercader Inglés , al tragetto de San Thomas
en Venesza,
Mvy Illustre Seg°'' , la carta de Vm, receui a 20 dia^
del Mese di Setiembre , por loqual veo Loche Vm. me
manda y io tengho ánimo de complir Loche tengo promet-
tido á Vm. y no solo yo, mas tengo vinte hombres para
licuar conmigo, porche son hombres vaglientesj y assi
estoi esperando por otra carta che atcise á Vm.. parache
meembiais losdinieros che tengo escritto á Vm. Porche bien
saue Vm. como io vine pouer, porche me glieuo Capitán
Candis mas de sessanta mille ducados, como Vm. bien
saue: embiandome lo dicho, iré á seruir á V7n. con todos
mis compagneros. I no spero otra cosa mas . de la volun-
tad é carta de Vm. I con tanto nos tro Sig.°'' Dios guarda
la Ilustre persona de Vm. muchos annos.^=
De Ceffalonia d 24 de Setiembre de I¿g6.=
Amigo & seruitor de Vm,
IVAN FUCA.
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUGA. 2I
»Y dicha carta vino á mis manos en Venecia, el 1 6 de
Noviembre de 1596; pero mi pleito con la compañía de
Turkia no estaba acabado aun, por causa de las dili-
gencias en contrario de Sir John Spencer en la corte de
la reina de Inglaterra, procurando sacar libre su dinero,
que yo habia obligado en Venecia á mi dicha pensión; y
por eso mi propia bolsa no estaba todavía á disposición
del piloto griego.
»Y en su consecuencia, esperando que mi pleito aca-
base bien en breve tiempo, escribí otra carta á este
piloto griego desde Venecia, fecha á' 20 de Noviembre
de 1596, que él no recibió. Y también otra carta, en 24
de Enero de 1597, que llegó á sus manos. Y á esta me
contestó escribiéndome una, fecha á 28 de Mayo de 1597
la cual recibí el i.° de Agosto por medio de Thomas
Norden, mercader inglés que entonces vivia en Londres,
en cuya carta me prometió él todavía ir conmigo á Ingla-
terra para efectuar el dicho viaje de descubrimiento del
paso Nordeste en el mar del Sur, si le mandaba el di-
nero para sus gastos, que ya me habia pedido, y sin el
cual me decia que no podia marchar, imposibilitado de
hacer nada, cuando estaba en el buque Santa Anna^ que
venia de China y fué robado en California. Posteriormente
volví á escribirle otra carta desde Venecia, á la cual me
contestó escribiéndome una en su lenguaje griego, fecha
á 20 de Octubre de 1598, que aún conservo, y en la que
otra vez me prometia ir conjnigo á Inglaterra y llevar á
22 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
cabo el referido viaje de descubrimiento del paso Nor-
deste en el mar del Sud por los antedichos estrechos, que
el llamaba Estrecho de Nova Spania , lo cual él decia
que no era más que un viaje de treinta dias por los estre-
chos, si yo le mandaba el dinero que primeramente me
habia escrito para sus gastos. Cuyo dinero aún no podia
yo enviarle, porque todavía no habia logrado recibir la
pensión que la ya citada Compañía de Turquía debia de
abonarme. Y de este modo pasó largo tiempo sin ulterior
diligencia con él sobre este asunto.
» Sin embargo, cuando yo mismo estaba en Zante, en
el mes de Junio de 1602, pensando en pasar de allí á In-
glaterra por mar, porque ya entonces habia cobrado un
poco de dinero de la Compañía de Turquía, por orden de
los Lores del Consejo privado de Inglaterra, escribí otra
carta á este piloto griego, á Cefalonia, requiriéndole
que viniese á verme á Zante para ir conmigo á Inglater-
ra; mas no obtuve á ella respuesta alguna, porque ya ha-
bia muerto ó estaba próximo á morir de una enfermedad
muy grave, según me dijeron mas tarde en Zante. Des-
pués de lo cual me volví por mar de Zante á Venecia y
desde allí me fui por tierra, atravesando Francia, á In-
glaterra, adonde llegué en la Navidad del año 1602 con
felicidad, á Dios gracias, después de diez años de ausen-
cia y de pasar grandes molestias con los asuntos de la
Compañía de Turquía, la cual me costó una gran suma
de dinero, que aún no me ha satisfecho.»
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA. 23
Ahora continúa diciendo Burney:
« Contra la validez de la relación que antecede se ha
objetado que ningún autor español de aquel tiempo ha
hablado de Fuca ni de sus descubrimientos; como tam-
poco semejante nombre, ni circunstancia alguna de tal
descubrimiento ha sido hallada en el Archivo General de
Indias, en Sevilla, que fué registrado en 1802 con este
objeto especial. Habiendo quedado, pues, el relato con la
sola autoridad de Mr. Michael Lok, ha sido totalmente
rechazado por muchos.
»Sin embargo, debe observarse por otra parte, que no
es Mr. Lok un nombre ó personalidad ficticia. Ha sido en
Aleppo cónsul de los comerciantes ingleses que traficaban
con Turquía, empleo de suficiente publicidad para que la
persona que lo ocupase pudiera ser fácilmente creida por
el tiempo en que se publicó en el Purchas (A. D. 1625)
la susodicha relación. Existe hoy, asimismo, una tra-
ducción inglesa, publicada en 161 2, de las últimas cinco
Decadas de P. Mártir^ hecha por Michael Lok, que se
supone debe ser el mismo autor que nos ocupa, por no
ser el nombre común y por tratarse en ella también de
los descubrimientos en América. Los que se han hecho
en nuestros tiempos han suministrado poderosos argu-
mentos d favor de la realidad del viaje de Fuca.
»Ha sido hallado un estrecho que existe en la costa
occidental de América, cerca de los 48 grados de latitud
24 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Norte, del cual muchos grandes y profundos canales par-
ten en casi todas direcciones; y parece extremadamente
improbable y en verdad no se concibe con facilidad, que la
mera fantasía ó conjetura pudiesen acertar en la descrip-
ción de un estrecho correspondiendo tan esencialmente
con la realidad, como en el pasaje siguiente, que dice:
« — encontrando una ancha entrada de mar entre los 47
»y 48 grados de latitud, él se aventuró en ella, nave-
y> gando más de veinte dias , y vio que la tierra se exten-
» dia algo todavía hacia el N. O., N. E. y Norte, y tam-
» bien al Este y S. E.» Que la tierra era rica en oro y
plata, se podia haber supuesto al ver las venas de mine-
ral en ella. Muchas aserciones iguales se encuentran en
los relatos de los primeros descubrimientos (exactas algu-
nas veces) hechas con fundamentos no mejores. La an-
chura de la entrada del estrecho no puede admitirse pro-
piamente; pero, respecto á exageraciones se ha obser-
vado con oportunidad que la relación no proviene inme-
diatamente de Fuca y pudiera muy bien haberse añadido
á ella unos detalles más en la trasmisión. Algunos de
nuestros más notables geógrafos dan crédito á la realidad
del viaje de Juan de Fuca^ sin extender por ello su creen-
cia á todos los particulares de la noticia; y el estrecho
que ha sido hallado en la costa occidental de América á
los 48° 25' de latitud Norte, se distingue ahora con el
nombre de Entrada ó Estrecho de Juan de Fuca. >
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA. 25
Con lo que antecede hemos dado á conocer cuanto se
sabe sobre Juan de Fuca ; el único documento que de él
hace mención; la sola noticia que ha servido de base
para comentar su viaje extraordinario. Poco crédito hu-
biera logrado en todo tiempo sin la importancia que re-
vestía la personalidad de Mr. Lok.
Nuestro insigne escritor D. Martin F'ernandez de Na-
varrete fué comisionado por el Gobierno para que rebus-
case prolijamente los archivos y emitiera informe sobre
la relación original ó sobre cualquier documento que se
refiriese al piloto Juan de Fuca; como resultado de sus
pesquisas escribió aquel ilustre erudito una memoria (i)
extensa y discretísima, de la que trasladamos á continua-
ción lo más esencial para nuestro propósito.
Dice Fernandez Navarrete:
« Ninguna noticia se halla en nuestros archivos é his-
torias de este navegante y de sus descubrimientos. Los
autores extranjeros que de él han hablado dicen que
Juan de Fuca era griego, natural de Cefalonia, y su ver-
dadero nombre Apostólos Valerianos. Ignórase por qué
mudó este nombre en el de Juan de Fuca. Algunos opi-
nan si habría sido dependiente de los Fúcares, comer-
ciantes alemanes, conocidos en España en tiempo de
(i) Publicóse en la Colección de documentos inéditos para la Histo-
ria de España, tomo xv.
3
26 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Carlos V y Felipe II por sus inmensas riquezas, logradas
con los varios asientos que tomaban con la Real Hacienda
y en el comercio que hacian con nuestra nación ; y siendo
amado y distinguido por ellos adoptaría su nombre,
pues la poca variación que se nota de suprimir la r final,
pudo consistir en la variedad de pronunciación y ortográ-
fica de las lenguas del Norte respecto á las meridionales,
ó en el poco conocimiento que llegó Fuca á tener de la
española. En 1530 presentaron los Fúcares un memorial
al Rey con varias proposiciones, para las cuales se ofi'e-
cian al descubrimiento, población y fortificación de las
islas y tierra que hay desde el estrecho de Magallanes
hasta la tierra de Chincha y de Chiquilusmelares. De
resultas de la respuesta dada por el Consejo dieron otro
al año siguiente, con lo cual se combina que sirviese á
los Fúcares, y que además sea cierto lo que dice el
mismo Fuca de haber estado más de cuarenta años al
servicio de España en calidad de marinero y piloto, de
los cuales treinta habia servido en las Indias Occidenta-
les. Contaba él mismo que en la nao de Acapulco, apre-
sada por Cavendish habia perdido 60.000 ducados. Y
aquí comienzan á encontrarse motivos para dudar de la
veracidad y buena fe de Fuca, debiendo ser falso que le
robasen tan enorme cantidad, puesto que en una decla-
ración jurídica dada en Acapulco por el capitán de la nao
al dia siguiente de su entrada en aquel puerto, y en otra
hecha ante el presidente y oidores de la audiencia de
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUGA. 27
Guadalajara á 24 de Enero de 1588, por Antonio Sierra,
natural de Sanlucar deBarrameda, embarcado en la misma
nao, ninguna mención se hace de Juan de Fuca, ni de
los 60.000 ducados que traia y perdió, siendo asi que se
nombran muchas de las personas que venian y las riquezas
y mercaderías que trasportaban, expresando cantidades
mucho menores que la que suponía Fuca le pertenecía.
» También contaba que habia sido empleado por el
Virey de Méjico, como piloto de una expedición de tres
buques, que bajo el mando de un capitán español envió
con 100 hombres y soldados para descubrir por la costa
del mar del Sur el estrecho de Anian y fortificarle, á fin
de contener á los ingleses que se temia pasasen á infes-
tar aquella mar; pero que habiéndose amotinado los sol-
dados se malogró el viaje, y hubieron de regresar desde
California á Nueva España, siendo de resultas castigado
el capitán, cuya inicua conducta fué la causa principal de
que se frustrase el éxito del viaje. Parece natural que este
hecho, por ser tan público, no se hubiese borrado de la
memoria de los habitantes de Méjico por una tradición
continuada, y que habia de constar con mayor evidencia
de los autos y procedimientos judiciales que precisamente
debieron anteceder al castigo de este capitán; pero hasta
ahora no se ha hallado documento alguno que apoye se-
mejante noticia, como tampoco ninguna de las otras que
refiere Fuca de sus propios sucesos.»
28 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Supuesto viaje de Juan de Fuca. — Para reponerse
en parte de este malogro, añadió Fuca, que en el año
de 1592 el mismo Virey (éralo en este tiempo D. Luis
de Velasco el II, que empezó á gobernar en 1590 y
acabó en 1595) le volvió á enviar con una pequeña cara-
bela y una lancha armada solo con marineros á verificar
aquel descubrimiento y el paso á la otra mar; que siguió
su derrota en aquel viaje al O. y al N. O. del mar del
Sur y todo lo largo de la Nueva España, California y
tierras más setentrionales , que después se llamaron Amé-
rica del Norte; que habiendo visto que la tierra se pro-
longaba al N. y N. E. con una ancha entrada de mar
entre los 47^ y 48° de latitud, entró en ella y siguió su
navegación por espacio de veinte dias, hallando que la
tierra continuaba unas veces alN. O. N. E. yN. y otras
al E. S. E. y que el mar era más ancho en dicha entrada;
y proseguia diciendo que pasó por varias islas en su na-
vegación. En la parte N. O. de la boca del estrecho, avistó
un cabo muy notable que parecía isla, con un gran piná-
culo ó roca piramidal; bajó á tierra en algunos puntos y
vio alguna gente cubierta de pieles de animales, y halló
una tierra muy fértil y rica en oro , plata , perlas y otras
producciones, en todo parecidas á las de Nueva España.
Habiendo penetrado hasta aquí en el estrecho, llegado al
mar del N., y hallando á este bastante ancho por todas
partes, y de treinta á cuarenta leguas en la embocadura
del estrecho por donde entró, creyó haber cumplido del
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA. 29
todo SU comisión; y hallándose sin armas para resistir los
ataques de los indios, regresó á Acapulco en el mismo
año, con esperanza, decia, de ser bien premiado por el
Virey á causa del servicio hecho en este viaje.
€ Parecía confirmarla la recepción que supone le hicie-
ron en Méjico; pero pasaron dos años sin lograr cosa que
le satisfaciese: por consejo del Virey, que le persuadió
que en España se le recompensaría con magnificencia, em-
prendió el viaje á la Península. En la corte íué recibido
con muy buenas razones (al estilo español, dice la rela-
ción); pero después de mucho tiempo perdido en preten-
siones infiructuosas, creyendo que nada podría lograr, por
que el gobierno español que sabia que los ingleses hablan
abandonado todos sus viajes de descubrimientos del paso
del N. O., y no recelaba que estos pasasen el mar del Sur,
le eran inútiles sus servicios en este punto; se salió fiírti-
vamente de España y se dirigió á Italia para regresar
desde allí á su patria á descansar los últimos años de su
vida en compañía de sus deudos.
» Desembarcó en Liorna, y desde allí fijé á Florencia,
donde encontró á un tal Juan Dowglass, inglés, famoso
marinero, que se disponía á ir á Venecia de piloto en
un buque veneciano llamado la Ragasona, y juntos pasa-
ron á esta última ciudad, donde por medio de Dowglas
trabó relaciones con Miguel Lok, cónsul que habia sido
de Alepo, quien seguia en Venecia un pleito con la com-
pañía de mercaderes de Turquía y el caballero Juan
30 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Spencer, su director en Londres, sobre pago de los suel-
dos devengados en su empleo. Con este Miguel Lok
tuvo una conferencia en que le declaró todo lo que aca-
bamos de referir, y dijo: que en atención á la mala re-
compensa que habia recibido de los españoles, estaba
pronto á ir á Inglaterra al servicio de la Reina Isabel, de
cuyo generoso ánimo esperaba le indemnizaría de las pér-
didas que le hizo sufrir el capitán Cavendish, y él en
pago contribuiria al completo descubrimiento del paso
del N. O. exponiendo su vida para su cumplimiento,
si S. M. le proporcionaba un solo buque de cuarenta to-
neladas y una pinaza. En treinta dias ofrecía ejecutar este
viaje desde un extremo al otro del estrecho, y le suplicó
que así lo escribiera á Inglaterra. En consecuencia de
esta y otra conferencia que tuvo con Fuca, Lok escribió
á Inglaterra al Lord tesorero Cecil, al caballero Walter
Raleigh, y al famoso cosmógrafo Ricardo Hakluyt, infor-
mándoles de todo y rogándoles adelantasen al piloto
griego I oo libras para llevárselo consigo á Inglaterra, no
pudiéndolo Lok hacer á sus expensas, porque el pleito
tenia harto menoscabados sus intereses.
» Agradó en Inglaterra la propuesta ; pero no habiendo
aprontado el dinero á los veinte dias de la segunda con-
ferencia con Lok, abandonó Fuca á Venecia y partió
para Cefalonia, su patria. Siguió Lok correspondencia
con él, y esperanzado de salir bien del litigio, por haberse
dignado los señores del Consejo privado de Inglaterra to-
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUGA. 31
mar en él conocimiento, creyó poder con sus propios me-
dios llevarle á Inglaterra; y en 1596 le escribió desde
Venecia á Zante una carta que le remitió por el buque
Querubin, y otras después por otros medios, á las que
contestó diciendo que no sólo estaba pronto á cumplir lo
prometido, sino que tenia veinte hombres valientes dis-
puestos á seguirle, pero que para todo necesitaba el di-
nero que le tenia pedido. Esta carta recibió Lok en Ve-
necia en I ó de Noviembre de 1596; y no habiéndose
aún terminado su pleito á causa de la solicitud que hizo
en Inglaterra al caballero Spencer, se halló imposibilitado
de cumplir lo contratado con Fuca. Pasaron varios años
en estas contestaciones, hasta que por último, hallándose
Lok en Zante, en 1602, y teniendo cobrado algún dinero
de la compañía de Turquía , escribió al piloto requirién-
dole se reuniese con él en Zante para pasar juntos á
Inglaterra, pero no tuvo contestación, y luego supo que
ó habia muerto, ó estaba próximo á morir de una grave
enfermedad en su patria.
Pruebas que existen contra la relación del via-
je.— Esto es la historia de las aventuras y descubrimientos
de Fuca, cuya noticia nos conservaron Lok y Dowglass.
Es probable que aquel aventurero acosado por el hambre
ó excitado por la codicia tratase de engañar á los ingleses
con falsas relaciones, por -ver si conseguía protección y
acrecentamiento. Sabia que á ningún pueblo habia lla-
mado más la atención el conocimiento del abreviado paso
32
CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
que á la nación inglesa, que envidiosa de las riquezas
que á los españoles y portugueses proporcionaban sus
descubrimientos, queria hallar nuevas vías por donde ad-
quirir poder con que contrarestar su preponderancia. La
Reina Isabel fué quien más alentó estos conatos, hon-
rando á los que á ellos se aventuraban. Frobisher hizo con
este objeto tres expediciones en aquel tiempo, y Davis
otras tantas que por lo mismo que no dieron resultados
satisfactorios , avivaron el deseo de encontrar nuevos me-
dios de conseguir la empresa: por esto sin duda supuso
Fuca haber hecho un viaje al descubrimiento del N. O. de
la América, creyendo que nada como esto le habia de
lograr la protección de la Reina de Inglaterra, ni propor-
cionarle medio de mejorar de fortuna en sus Estados. Esta
es la opinión mas probable según demostraremos luego.
» Algunos sin embargo defienden la verdad del viaje,
fundados en que los reconocimientos de este navegante,
tienen mucha semejanza con los hechos últimamente en el
estrecho que lleva su nombre, y juzgan que si en la rela-
ción hay alguna inexactitud, debe atribuirse á que comu-
nicado oralmente, los que nos le han trasmitido, por olvido
de sus circunstancias, ó por malicia, la han adulterado.
De esta opinión es Dalrimple, escritor célebre por sus
conocimientos geográficos. Este autor y otros piensan
que la entrada, que han encontrado recientemente los
españoles por la cual en veinte y siete fueron llevados á
la vecindad de la bahía de Hudson, corresponde á la que
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA. 33
halló Fuca; y aunque hay alguna diferencia en la latitud,
creen que este error no puede influir en descrédito de la
relación si se considera el valor á que suelen ascender los
yerros de la estima, y la poca exactitud de medios que
ofrecia el arte de navegar en el siglo xvi. Embocado el
canal hasta la isla de Bonilla, donde ya se halla mayor
anchura, se ven canales y tierras al N. O., al N. y N. E.,
y aun al S. E. de las bocas de Caamaño. Lo que Fuca
creyó la boca de treinta ó cuarenta leguas que termina en
el mar del N., juzgan que es la entrada al canal del Rosa-
rio, antes de llegar á la punta de Cepeda; de donde supo-
nen retrocedió el navegante. Para dar mayor fuerza á esta
opinión, el comandante de una nave de comercio, dijo
haber visto una roca piramidal por la latitud de 47^, 47';
desgraciadamente no hay cerca de esta roca ninguna
abertura que pueda hacer creer que es la misma, vista
por el piloto griego; pero para sostener su hipótesis, no
hallan repugnancia en saltar por encima de esta diferen-
cia, y suponen que la abertura está un poco más al Norte.
»De este modo intenta conformar su derrota con el
exacto conocimiento que se tiene hoy dia de aquellas re-
giones. Pero esta conformidad desaparece si se ve el
asunto de cerca, y los endebles fundamentos en que se
sostiene esta opinión, se desmoronan en tocándolos. Un
navegante célebre ( i ) que por sí mismo examinó aquellos
(i) Wancouver, Viajes, torpo iii, página _52i
34 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
mares, observó al contrarío que la costa que se extiende
entre los paralelos donde se coloca el estrecho de Fuca,
está sin tal entrada ó cortadura, que los ríos del continente
no presentan ninguna que se asemeje á la de Fuca, tal
como la describe; y en fin que la que se llama estrecho de
su nombre, en lugar de estar entre los 47^ y 48° está en
los 48^ y 49° de latitud N. y no conduce á un mar Medi-
terráneo, que sea mucho más espacioso. El error de un
grado en latitud es demasiado grande para que pueda
atribuirse á la ignorancia de su siglo, y á la inexactitud
de las observaciones astronómicas de aquel tiempo; y si
los defensores de Juan de Fuca se empeñasen en soste-
nerlo, podrá respondérseles que Francisco Drake, que
precedió á Fuca, jamás cayó en error tan considerable,
y cuenta que los ingleses no estaban entonces más ade-
lantados que los españoles en la cosmografia. La roca pira-
midal nada puede probar, porque son muy comunes ro-
cas de esta especie, no sólo en aquellas costas sino en
muchas otras. Únese á esto la falta de verdad en la pin-
tura del país que nos describe; pues lo supone fértil,
cuando se hace notable por su esterilidad ; y rico y abun-
dante en perlas, plata y oro, siendo así que es un terreno
mísero en que apenas se conocen los metales preciosos,
y se miran con grande estimación las conchas de
Monterey.
» Aunque todos estos argumentos prueban la falsedad
de la relación, siendo posible que los errores consistiesen
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA 35
en la adulteración y falta de inteligencia de los que nos
la han conservado, tratóse de examinar los archivos ge-.
nerales y particulares del reino, donde á ser cierto el
viaje, debian encontrarse noticias más exactas y positivas
que rectificasen las que poseemos. No habiendo encon-
trado ni aun por incidencia el autor de esta Memoria (que
por su comisión de reconocer los archivos del reino para
formar su colección de marina habia revuelto gran número
de documentos y papeles inéditos) el nombre de Fuca en
cuantos tenia reconocidos, escribió á su amigo D. Juan
Agustín Cean Bermudez, encargado por S. M. del arreglo
del archivo general de Indias de Sevilla, envíándole un
interrogatorio muy circunstanciado para que ora por la
serie cronológica de los sucesos, ora por el nombre de
los personajes que mediaron en ellos y por los países y
provincias que descubrieron, ó en que se hallaron, inda-
gase las noticias que hubiese de éste y otros famosos na-
vegantes y de sus celebradas empresas; pero Ceah des-,
pues de haber registrado con la prolijidad y exactitud
que acostumbraba todos los índices é inventarios del ar-
chivo y las cartas y correspondencias de los años en que
se supone dicho viaje, nada encontró que revelase su exis-
tencia. Wancouver dice que preguntando á los oficiales
que estaban en Nutka con Malaspina y Cuadra, asegura-
ron que era la primera vez que oian hablar de estos
descubrimientos, hechos en bajeles del Rey de EspañsC;
y añade, que relativamente á Fuca, Fonte y otros naver
36 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
gantes de esta especie sabían menos que los ingleses,
según lo acreditaban algunas obras publicadas en Ingla-
terra. iQué mayor prueba de la falsedad de estos viajes,
que la ignorancia y falta de datos que acerca de ellos
habia no sólo en España sino entre marinos y geógrafos
instruidos que recorrían los países en que debieron apres-
tarse.?
» Pero aún hay otra mayor prueba y es la inexistencia
de la comunicación que pretende Fuca haber descubierto
de un mar al otro por parajes exactísimamente reconoci-
dos en el dia. La entrada de Juan de Fuca existe, si bien
es falso que comunique con el mar Atlántico. El primero
que la reconoció fué el capitán inglés Barklay que salió
de Ostende en 1786 en un navio llamado ^B/ águila
imperial, » A los dos años el Capitán Duncan visitó tam-
bién esta boca y dio de ella una carta que en 1790 hizo
grabar el célebre geógrafo de la compañía de Indias Ale-
jandro Dalrimple. El mismo viaje hizo en 1789 el capi-
tán Meares, que dijo habia penetrado más de treinta mi-
llas por el estrecho, y luego le siguieron en la visita de
aquellas costas Porblok, Dixon, Tipping, Collnet, Dow-
glas y otros navegantes. M. Laperouse en Agosto de
1786 estuvo cerca de la embocadura del estrecho y si
una espesa niebla y un golpe de mar no le hubieran obli-
gado á pasar de largo hubiera sido el primero que volvió
á hallar esta famosa entrada. Meares contaba que un ca-
pitán americano que llamó Grey , y en seguida Kendrick,
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA. 37
internándose en ella con el bajel Washington encontró un
gran mar interior , y navegando en un gran archipiélago
salió detrás de Nutka en latitud de 561° — Esta relación
apareció en Londres en 1790, acompañada de una carta
con la supuesta derrota del Wassington\ pero no se le dio
gran fe, puesto que publicando cuatro años después el
geógrafo Arrowsmith un gran mapamundi en que trazó to-
dos los nuevos descubrimientos, no puso los del capitán
americano Dixon, tuvo algunas disputas con Meares, y
descubrió muchas falsedades é inconsecuencias en sus
narraciones; y como la mentira no puede estar mucho
tiempo oculta, pues la Providencia se vale de los mas ex-
traños medios para que se descubra, cuando en 1792
M. Wancouver reconocía aquellos parajes en busca del
supuesto mar interior, encontró al mismo Gray que quedó
sorprendido al saber las patrañas que tomando su nom-
bre propalaban en Europa, y confesó que habia pene-
trado cincuenta millas, cuando más, en el canal, retroce-
diendo en seguida.
T> La marina española no quiso ser ociosa espectadora
en una cuestión que interesaba á la geografía; y en 1790
y 91, registró el estrecho D. Francisco Elisa, comandante
del establecimiento de San Lorenzo de Nutka. Un año
antes, hallándose en este puerto el alférez de navio don
Esteban Martínez, después de haber tomado posesión
de él en nombre de S. M., recordó que en 1774, á su
vuelta de su viaje al Norte, habia creido ver una entrada
38 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
muy ancha por los 48° 20' de latitud. Comisionó un se-
gundo piloto con la goleta Gertrudis^ para que se cer-
ciorase de si existia ó no tal entrada, el cual volvió
diciendo la habia hallado de veinte y una millas de ancho
y que su medianía estaba 48° 30' de latitud, y 19° 28'
al O. de San Blas. Dio parte á la superioridad, sospe-
chando fuese éste el estrecho de Fuca de que los ma-
rinos españoles no tenian hasta entonces más que vagas
y confusísimas noticias, y esto motivó el que se comu-
nicase orden á Elisa, para hacer practicar en él un re-
conocimiento prolijo. Envió al alférez de navio don
Manuel Quimper, mandando la balandra Princesa Real,
que saliendo de Nutka el 3 1 de Mayo, reconoció el puerto
de Claucaud, se internó después en el canal de Fuca, vi-
sitó algunos puertos y parte de la costa, levantó planos,
y se retiró el primero de Agosto por no permitirle los
tiempos continuar los trabajos. Al año siguiente tuvo
Elisa órdenes del virey para llevar á cabo este reconoci-
miento que tenía suspensa la curiosidad de los geógrafos.
» Después de un invierno riguroso en que padecieron
mucho las tripulaciones de las dos fragatas de su mando,
Concepción y Princesa, hasta el punto de tener que enviar
esta última á los puertos de la Nueva-California, con 32^
enfermos que adolecían de escorbuto y otras graves do-
lencias, salió de San Blas el 4 de Febrero de 1791 á
socorrerle el paquebot del Rey San Carlos, al mando del
alférez de navio D. Ramón Saavedra, llevando por piloto
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA. 39
á D. Juan Pantoja y Arriaga, y llegó á su destino á los
cincuenta dias de navegación, habiendo experimentado
vientos inconstantes, temporales con granizos y noches
enteras de copiosas nevadas. Elisa que tenía mandado
aparejar la fragata Concepción para hacer algunos recono-
cimientos, luego que vio el paquebot determinó embar-
carse en él, dejando en custodia de Nutka al mando de
D. Ramón Saavedra la fragata, por ser de más respeto;
pues armada en guerra montaba treinta cañones de á doce
y ocho. El dia 3 de Mayo tenía Elisa presto el paquebot
para darse á la vela , y reconocer en cumplimiento de las
órdenes con que se hallaba toda -la costa septentrional
desde el cabo de S. Elias, que se halla en los 60^, hasta
el puerto de la Trinidad, que está en los 4 1 , con particu-
laridad los puntos del cabo de S. Elias, entrada enBuca-
reli, estrecho del almirante Fonte, puerto de Cayuela,
boca de Carrasco, estrecho de Juan de Fuca, entrada de
Heceta y puerto de la Trinidad. Para poder registrar los
canales, senos y bocas donde no pudiera entrar el paque-
bot, llevó consigo la goleta Saiita Saturnina^ por otro
nombre la Horcasitas^ que tenía cubierta y podia resistir
cuatro cañones de á tres al mando del segundo piloto don
José María Narvaez. Ambas embarcaciones se espiaron
el 4 de Mayo por la boca del puerto; pero un viento
fresco de S. O. las obligó á fondear de nuevo. Salieron
el 5 con terral del N. O. y luego con viento fresco
del O. N. O. navegaron al S. O., procurando la conserva
40 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
de la goleta que no podía aguantar vientos tan duros.
Aunque la idea de Elisa fué salir para los 60*^ la dificul-
tad de mantener la conserva de la goleta, y la utilidad de
tener este buque para los reconocimientos, le determina-
ron á arribar al puerto de Cayuela para reconocer el pe-
dazo de costa que hay desde él al de la Trinidad. El
dia 7 á las seis de la tarde fondo en Cayuela. Está el
puerto en latitud N. 49"" 8' y 21° 27' O. de San Blas. El
dia 10 á la una y media de la tarde se hizo á la vela la
goleta para reconocer la boca del N. de este fondeadero,
y al siguiente el piloto Pantoja con la lancha armada re-
conoció la del N. O. La goleta volvió el 14 evacuada su
comisión; y su capitán dijo no haber hallado en todo lo
que anduvo ranchería alguna; y que habiendo entrado
por la boca del N. navegó la vuelta del E. un brazo de
mar de quince millas de largo y tres en lo más ancho;
pero hallándole el fin retrocedió. Encontró próximos otros
dos brazos que van por el Norte, uno de diez y ocho mi-
llas de largo y cuatro y media de ancho, y otro de diez
de largo y tres de ancho, terminando todos en las faldas
de montañas cuyas cimas estaban cubiertas de nieve:
el 1 8 se concluyó de levantar con el bote el plano de este
fondeadero de Cayuela, que no puede llamarse puerto
porque es sólo formado de varias islas, y está por algu-
nas partes descubierto.
> El 19 volvió con la lancha el piloto , por término de
ocho dias; y habiendo navegado por la boca y canal
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA. 41
del N. O. reconoció las boca de Saavedra que salen á la
mar, y tienen cubiertas las entradas de islas y bajos; se
dirigió de allí al seno de S. Juan Bautista, y habiendo
navegado por el canal de San Antonio, descubrió el
puerto de San Isidro é isla de San Pedro, y reconoció la
bahía de San Rafael , que es en su interior un puerto muy
resguardado con dos rancherías al E. y O. Los indios de
este punto arrojaban flechas á los de la lancha, cuando
para levantar el plano del puerto se acercaban á tierra, y
los españoles se defendieron con la fusilería; pero rece-
loso de esta hostilidad el piloto, hizo derrota por el canal
de San Francisco sin acabar el plano ni tomar posesión.
Los indios le siguieron en gran número con sus canoas.
Al pasar por las bocas de San Saturnino vio otra gran ran-
chería; siguiendo su derrota fondeó en una isleta, donde
estuvo toda la noche en espectativa sobre las armas, y
determinó retroceder y seguir descubriendo los brazos que
le quedaban por el N. E. Sin embargo de verse acosado
por los indios que sin atreverse á ofenderle, daban mu-
chos y desentonados alaridos, levantó y situó el canal de
San Juan Nepomuceno y las muchas islas que contiene, y
en él descubrió los dilatados puertos de Güemes y Giral-
de, que son tan resguardados como capaces, y tienen dos
ríos de agua cristalina, el uno de ellos en extremo caudalo-
so. Los naturales son semejantes á los de Nutka, aunque
más aseados y tratables, y más suaves en sus costumbres
pues no comen carne humana. El 20 de Mayo ordenó el
42 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
comandante al capitán de la goleta fuese á reconocer con
prolijidad el interior de la entrada de Carrasco^ cuya me-
dianía está por los 48° 752' latitud N. y 20° 41' longi-
tud O. de San Blas, y que concluido el reconocimiento
fuese á reunirse con Elisa al punto de Córdoda, situado
tres leguas del canal de Lope de Haro, dentro del estre-
cho de Fuca.
> Los que quedaban en Cayuela dieron la vela el 2 2 ,
entraron en el estrecho el 20, y el 29 fondearon en el
puerto de Córdoba, encontrando 16" 45' de varia-
ción N. E. bien observada. Desde que embocaron el es-
trecho vieron á sus costados multitud de canoas con mu-
chos indios, con quienes trataron. Todos traian sus arcos
y carcaxes con provisión de flechas; y viendo que los es-
pañoles se internaban en él, les preguntaban dónde iban,
y qué querían; manifestándoles con palabras y señas, que
en el interior habia hombres muy malos, que hieren y
matan con lanzas, flechas y macanas. Luego tuvieron
ocasión de confirmar esta noticia ; porque el 31 á la ma-
drugada, habiendo salido la lancha armada en guerra á
explorar la boca é interiores del canal de Lope de Haro^
volvió manifestando no podia continuar la comisión por
haberse visto sorprendida desde que entró en él por mu-
chas canoas de indios, á quienes se vio precisada á hacer
disparos, y que al mismo tiempo sin aterrase por el es-
tampido de las armas de fuego concurría mucha indiada
á tierra, echando canoas al agua, tocando alarma y re-
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA. 43
partiendo flechas; con lo cual y con las noticias que ya
tenían, tomaron la determinación de regresar. Así espe-
raron al capitán de la goleta que vino el 11 de Junio,
averiguado ser la entrada ó boca de Carrasco un gran
archipiélago de islas pequeñas, que tiene de E. á O. seis
leguas, y de N. á S. cuatro: tienen lo interior de la tierra
dos brazos de mar de media legua de ancho, que se in-
ternan mucho , los cuales sólo se pudieron explorar por la
extensión de tres leguas por los temporales, la falta de
víveres y los insultos de los indios, que eran guerreros y
atrevidos. El 14 de Junio armadas la goleta y la lancha
en guerra, con municiones, tropa y gente, fueron destina-
dos á examinar el canal de Lope de Haro, para que to-
mando cada embarcación una costa del canal concluyesen
el reconocimiento en cuatro dias; pero sucedió al contra-
rio , porque hallándose en un inmenso archipiélago de
islas, cayos, rocas y bocanas, determinaron no separarse,
pues de hacerlo de otro modo, sería fácil que no se en-
contrasen en muchos dias. Fueron haciendo gran número
de marcaciones y enfilaciones, y dejaron á la parte del O.
varias bocanas y brazos formados al parecer de muchas
islas, que no emprendieron reconocer por considerar ser
necesarios muchos dias. Seguidos los reconocimientos
hizo Elisa examinar parte de la costa al piloto D. José
Narvaez, no pudiendo hacerlo por sí, á causa de haber
caido enfermo. Nada se halló que conviniese con lo que
Fuca suponía haber hecho, ni que diese una idea de la
44 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
existencia del paso. Permanecieron en el canal hasta el
dia y7 de Agosto, en que se vieron precisados á retirarse
por tener ya escorbútica parte de la tripulación, y carecer
de dietas que suministrarla. Aunque nada se habia visto
que anunciase el paso, Elisa confundido y perplejo con
aquel laberinto de canales, y temiendo que se hubiese es-
capado á sus investigaciones alguno, que extendiéndose
más que los otros proporcionase comunicación al otro
mar, no se atrevió á separarse de la vulgar opinión; así
es que vuelto á Nutka, escribió al Virey asegurándole
< que el paso al Océano , que con tanto anhelo buscan
sobre esta costa las naciones extranjeras, si es que lo
hay, le parecía no hallarse por otra parte que por este
gran canal.»
Todo lo escrito por D. Martin Fernandez Navarrete
se refiere á una época relativamente lejana, en la que los
reconocimientos efectuados en el estrecho de Fuca ó de
Vancouver no hablan conseguido la perfección de nues-
tros dias; hoy se halla fuera de toda duda su configura-
ción topográfica. Sin embargo de esto, el mismo Sr. Na-
varrete, en su examen y comentarios á los viajes de las
goletas Sutil y Mejicana^ expresa la íntima convicción
que adquirieron sus respectivos Comandantes de la no
existencia del paso como resultado de las exploraciones
efectuadas en todo aquel estrecho. Los dichos Coman-
dantes Alcalá Galiano y Valdés añadieron en su relación
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FÜCA. 45
detalles que juzgaron de gran peso para confirmar como
apócrifo el viaje de Juan de Fuca, tales como la esterili-
dad y tristeza de las comarcas interiores del estrecho y
su carencia de producciones terrestres y marinas, y más
aún de los metales preciosos de que se las suponia abun-
dantes.
Hoy, repetimos, no es necesario indicar que efectiva-
mente el paso por aquel estrecho del Pacífico al Atlánti-
co, ha sido siempre de todo punto imposible. No puede
admitirse como probable el socorrido recurso de las con-
vulsiones geológicas, porque se encontraría desmentido
con los más recientes estudios de aquellos terrenos. Dé-
bese, pues, negar en absoluto el viaje de Juan de Fuca
tal y como él pretende haberlo realizado; pero ¿ debe ne-
garse igualmente que este piloto haya descubierto el es-
trecho que más tarde reconocieron Vancouver y otros
muchos ilustres marinos ? ¿ Débese negar, si no la existen-
cia de Juan de Fuca, al menos el que haya pasado gran
parte de su vida al servicio de la Armada española.^
Creemos que no. Cierto es que no se conservan en nues-
tros archivos documento ni escrito alguno en los que
aparezca siquiera por casualidad el nombre de Juan de
Fuca, y esto nos autoriza á dudar de la verosimilitud de
su viaje en los puntos más capitales que de él refiere. No
pudo ser nombrado por el Virey de Méjico piloto de una
expedición de tres buques para descubrir nuevas tierras,
porque hubiera constado como tal; no pudo haber perdido
46 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
los 60.000 ducados que supone en el apresamiento de la
nao de Acapulco, por las razones antes expresadas; no
pudo, en fin, haber encontrado en el estrecho de su
nombre una tierra fértil y rica en oro, plata y perlas,
porque jamás en él han existido; pero creemos, si no
probable, posible el que dirigiendo una pequeña carabela
y una lancha armada se remontase hasta cerca de los 48
grados de latitud, que por error craso, comprensible en
aquella época, fiaeran en realidad próximamente 49. Esto
es todo lo que podemos conceder de verosímil á cuanto
abarca la relación de Juan de Fuca. El embocó tal vez el
canal que allí existe navegándolo algunas millas, y satis-
fecho viró por redondo, confiando á su fantasía el comple-
mento de una exploración extraordinaria. En efecto,
cuando Juan de Fuca referia á Mr. Lok el resultado
de su viaje, aún no se tenía conocimiento del estrecho
indicado, y parece difícil que él lo adivinara en situación
tan poco errónea. Lo que entonces entrevio, bien pudo
antojársele camino verdadero que le hubiera conducido
sin gran dificultad hasta el Océano Atlántico. Su discurso
sustituyó á sus ojos, y describió como si hubiera visto lo
que presumia, y tal vez lo que confiaba encontrar si pro-
bara de nuevo fortuna.
No mencionamos la defensa que de él hace Flerieu en
su introducción al Viaje de MarcJia7id^ porque carece
hoy de toda lógica y de todo fundamento. No expresa-
mos las varias opiniones de otros geógrafos, por lo vagas
SOBRE EL VIAJE DE JUAN DE FUCA. 47
é indecisas. Además, cualquiera que haya sido su grado
de veracidad, el viaje de Juan de Fuca encierra un inte-
rés muy secundario, puesto que en el caso más favorable
hubiéramos de concederle la sola gloria del descubri-
miento del estrecho que bojea la isla Vancotiver.
Ya se ha visto que cuando este estrecho era poco co-
nocido y se prestaban á toda conjetura sus naturales lí-
mites, de qué manera fué rechazado por apócrifo el viaje
de Fuca , sobre todo en lo que se refiere á haber hallado
un paso para el Atlántico.
Debemos, pues, terminar diciendo que en nuestros
dias ha perdido todo interés la aclaración de lo que real-
mente hizo el piloto griego, porque nos consta cuál pudo
ser su máximo triunfo, y éste carece de importancia ab-
soluta en la historia de los grandes descubrimientos.
LORENZO FERRER MALDONADO.
No diremos lo mismo respecto al pretendido viaje de
Maldonado. La importancia de este viaje es tal, que de
no ser apócrifo glorificaría su nombre, colocándolo á la
altura de los descubridores más notables. Él hubiera rea-
lizado en el siglo xvi una derrota del Atlántico al Pacífico
por el Norte de América, ó sea el llamado paso del Ñor-
oeste ^ navegación tantas veces emprendida por marinos
de todas las naciones y no realizada hasta ahora, si bien
el inglés Mac-Clure en 1850 adquirió el convencimiento
de la existencia del paso. Merece, pues, mucha atención y
estudio todo cuanto sobre este hecho se refiere, y es de
justicia extremar su examen para conceder á Maldonado
toda la gloria ó todo el ridículo que debe corresponder
al que emprende y realiza tan extraordinaria exploración,
ó al que inventa y miente con inaudito descaro.
Mucho se ha escrito y mucho se ha discutido ya sobre
su viaje y sobre su persona, con tanto caudg,! de datos y
50 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
con presencia de documentos tan explícitos y concluyentes,
que nuestra tarea ha de reducirse á una simple recopila-
ción ordenada y á un comentario por demás sencillo y corto.
El primer escritor que dio á conocer en nuestro siglo
con alguna amplitud el viaje de Maldonado, fué el Duque
de Almodóvar, bajo el pseudónimo de Eduardo Malo de
Luque en su obra Establecimientos ultramarinos de las
ilaciones europeas. Este notable erudito examinó la rela-
ción del citado viajero y no se atrevió á admitirla como
auténtica ni como apócrifa.
Véase lo que dice en el tomo iv capítulo xxiv de la ci-
tada obra:
€ Cerraremos este último capítulo con la noticia de la
inédita relación de un viaje capaz de destruir cuanto se
ha dicho en los cuatro capítulos precedentes sobre tan
importantes y curiosísimos asuntos, como los que quedan
ventilados.
»Esta es, la de un viaje del capitán D. Lorenzo Ferrer
Maldonado en 1588, desde las costas de España al es-
trecho de Anian, siendo su piloto Juan Martinez, natural
del Algarve. Salió de Lisboa dirigiendo su rumbo por
el Nordeste á la tierra de Labrador; y pasando el estre-
cho de Davis logró desembocar á los 75 grados de lati-
tud en el mar Glacial: bajó navegando al Oeste cuarta
al Sudeste; y se halló en el estrecho de Anian, que se-
gún su diario, dista de España 1.750 leguas por aquella
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 51
navegación, y desembocó en la mar del Sur á los 6o
grados. A la ida hizo la travesía del estrecho en Febrero,
y pasó su desembocadero en Marzo; por lo que padeció
muchísimo frío, oscuridad y hielo en las orillas; pero ja-
más halló la mar helada. A su regreso, que fué en Junio
y Julio, gozó muy buen tiempo; y desde que cortó el
círculo Ártico á los 66 grados y 30 minutos, hasta que le
volvió á cortar en medio del estrecho de Labrador, jamás
desapareció el sol del horizonte, y sintió bastante calor.
>E1 derrotero está circunstanciado con las correspon-
dientes relaciones de las corrientes, de las mareas, de los
fondos, de los vientos, de la vista de las costas de Asia,
y de los rumbos y costas de América. En algunos puntos
parece hallarse algo conforme con las observaciones del
referido viaje de Cook; en otros difiere prodigiosamente:
por ejemplo, pone el estrecho en 60 grados, cuando sa-
bemos que está en los 66: diferencia bien notable.
»Es imposible combinar este viaje con los últimos que
acaban de verse. No es fácil comprender cómo pudo el
capitán Ferrer llegar á tanta altura por esta parte del
globo, que se encuentra cerrado con inmensas moles de
hielo. Es difícil señalar la desembocadura del estrecho
según la misma relación; pues habla de dos bocas muy
angostas, la de la parte del Norte, de medio cuarto de
legua escaso de ancho, y la boca que sale al mar del
Sur, de una anchura de más de cuarto de legua, y que
se va abriendo sobre la costa. Circunstancia nada confor-.
52 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
me y sí muy contraria de lo que es el estrecho, cuya
menor anchura es de 13 leguas.
» Sólo pudiera darse salida á esta dificultad , diciendo
que no íué el estrecho entendido de Anian por el que des-
embocó Ferrer, sino algún rio que, cortando cierta porción
de continente, le facilitó este paso; y quizá pudo ser la
entrada de Norton, ó el rio Cook, ú otro paraje de estas
latitudes que no han quedado exactamente reconocidos.
» El viaje de Ferrer //eva todos los caracteres de aziten-
ticidad; no ha habido interés ni motivo para fingirle, ni
se le notan aquellos reparos que se presentan en la apó-
crifa relación del Almirante Fonte; no se ha impreso, y
ha estado sepultado su M. S. entre el polvo de los Ar-
chivos, siguiendo en esta parte la triste suerte de otros
muchos, por negligencia, desaliño, ó acaso por principios
adoptados por nuestro Gobierno en tiempos misteriosos.
» Parece que es poca objeción la que pudiera ponerse
de hallarse nombrado el capitán D. Lorenzo Ferrer con
el título de Don^ observando que en 1588 no estaban en
uso los dones ^ aun entre personas nobles y muy califica-
das, pues semejante distinción era muy rara; pero esta
circunstancia no es suficiente para debilitar la autoridad
de su relación; porque pudo el copiante ó algún interesa-
do ó pródigo en ampliar honores, añadirle aquella calidad.
»No hay suficiente razón para dejar de suponer que es
cierto este derrotero, cuyo circunstanciado extracto para
en nuestro poder; no cabe la menor duda en que es evi-
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 53
dente cuanto demuestran estotros últimos viajes, apoya-
dos de las verídicas relaciones de los españoles, de las de
los rusos, aunque se hallen acompañadas de varios errores
geográficos, y de las de los mismos ingleses en sus repe-
tidos exámenes por mar y tierra, así en la bahía de
Hudson como en la de Baffin, y en la mayor altura posi-
ble de navegación en las corridas longitudes.
» Juntos ambos supuestos, crecen á tal punto las dificul-
tades para dar solución entre aquella autenticidad y esta
evidencia^ que nos vemos en la dura necesidad de finali-
zar nuestra tarea, dejando sumergido en dudas al lector.
Pero mientras algún feliz viajero, algún excelente náuti-
co, algún profundo físico ó algún sabio geógrafo aclare
este problema, nos arrojaremos á decir que en el derro-
tero de Ferrer pueden caber inexactitudes que nos con-
fundan, equivocaciones que hayan alucinado á él mismo y
á su versado piloto; que en la distancia de dos siglos las
arenas pueden haber cerrado alguna entrada ó rio; que
lo bajo de las playas pueden, en algún año extraordina-
riamente lluvioso, haber abierto un paso que sólo fué mo-
mentáneo y casual; que los volcanes con sus irrupciones;
que algún terremoto ú otro fenómeno de los que produce
la naturaleza y no conocemos bastante bien, pueden ha-
ber hecho variar la posición de algunos terrenos, lagos ó
ríos de aquellos oscuros países; que algún cometa ú otro'
extraordinario acaecimiento ó meteoro, pudo haber des-
hecho por algún tiempo gran parte de los hielos y dejado
54 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
comunicable algún canal por donde logró entonces su
tránsito aquel viajero; en fin, que cualquiera otra nove-
dad en el globo, novedad que no alcanzamos á compren-
der, pueda hacer compatibles la aute7iticidad y la eviden-
cia que agitan nuestro ánimo. Por conclusión, nos ceñire-
mos á hacer presente al lector, que con los referidos via-
jes sabemos mucho, conocemos mucho nuestro globo, se
han abierto nuevos manantiales de riquezas y conoci-
mientos al comercio, á la navegación, á la fi'sica y á la
moral; pero aún ignoramos mucho y nos queda mucho
que saber, como que no somos más que humanos entes,
todo polvo, todo tinieblas. »
Léase ahora la relación auténtica que existe en el ar-
chivo del Excmo. Sr. Duque del Infantado, de la que se
sacó copia en 1781 :
t Relación del descubrimiento del estrecho de Anian, que
hice yo el capitán Lorenzo Ferrer Maldonado el afio
J^SS y en la cual está la orden de la Navegación y la
disposición del sitio y el modo de fortalecerle y asimis-
m-o las utilidades de esta Navegación y y los dafios que
de no hacerla se siguen.
Señor :
» Ante todas cosas conviene saber cuáles son las como-
didades que se pueden conseguir por la navegación del
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. ^^
Estrecho de Anian al mar del Sur, y habiendo conside-
rado la navegación que hasta ahora se ha tratado para
las Filipinas, China y Japón y las otras partes de aquel
mar, parece por buena cosmografía y geografía, que na-
vegando por este estrecho se ahorra casi la mitad "del
camino. Donde esto se conoce bien es en un globo ter-
restre, ó en un mapa que tenga el polo por centro, y
no en las cartas planas, las cuales, tan grande y dilatado
muestran el punto del polo como es la línea de la equi-
nocial, y por esta razón en ellas no puede parecer menor
el un camino que el otro; y supuesto que esta doctrina
quiere práctica visible, es excusado tratarla aquí; basta
decir que por este estrecho se ahorra la mitad del cami-
no, poco menos: fuera de que tiene otra comodidad mu-
cho mayor, y es que de una embarcación se puede ir
desde España á las Filipinas, y esto no puede ser por
donde ahora se camina, por haber de desembarcar en la
nueva España y caminar ciento y cincuenta leguas por
tierra, y esto es causa que la más de la gente que se en-
via á aquellas partes para los presidios y socorros, se
quedan en la nueva España, ó cansados del mar, ó asi-
dos á las delicias de aquellas tierras. Fuera de esto tiene
otra notabilísima utilidad, y es que puede V. M., nave-
gando toda la especiería (del Maluco y todo el Archipié-
lago y otras partes), por este estrecho hacerse total Se-
ñor de ella con mucha facilidad; porque almacenándola
en la ciudad de Sevilla, le importará más de cinco millo-
56 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
nes por año, obligando á muchas naciones que vengan á
España por ella, y en su recompensa traigan abundante-
mente todas las cosas necesarias á estos Reinos: con lo
cual se excusará llevarse toda la plata que cada año viene
de las Indias, poniendo al Reino en tanta necesidad.
Asimismo se considera, que haciéndose este estrecho na-
vegable se muda el trato y comercio que tiene la China
con las Indias y se pasa á España; la cual comodidad al-
canza á las Filipinas y á todas aquellas partes: porque el
trato de la China con las Indias ha sido dañosísimo para
España; tanto, que ha impedido la mayor parte del que
solia tener, lo cual está probado con que VM. (por este
respecto) tiene ahora estrechado el comercio que la
China y Filipinas tienen con las Indias, tanto, que es im-
posible sustentarse aquellas partes como es razón, para
resistir sus enemigos, que son muchos, y de necesidad
aquellos Reinos han de venir á disminución y no poderse
sustentar, y por el contrario podrían por este camino y
navegación crecer y aumentarse en tanto número y posi-
bilidad (por sus riquezas) que traerían flotas en esta car-
rera tan grandes como las que van á las Indias, trayendo
á España mucha abundancia de riquezas de la gran
China y Tartaria, y de otras partes que serian muy ba-
ratas, porque de solo oro se puede traer dos millones
cada año, en que se puede conseguir muy grande interés,
porque el oro vale en la China menos de la mitad de lo
que aquí vale, y junto con esto se trairán otras muchas
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 57
. •
cosas, las cuales ahora estos reinos se proveen de ellas
de manos de sus propios enemigos; con lo cual se enri-
quecen y cobran fuerzas para hacer guerra.
»Es de mucha consideración (asimismo), proveer de
gente de guerra aquellas partes para la defensa de aque-
llos Reinos y hacerlo con tanta facilidad, como por este
camino se puede, con lo cual se impide que los enemigos
se puedan hacer señores de ellos, como es posible hacer-
se por falta de gente y socorro, y siendo Dios servido de
que nosotros hagamos semejante navegación, se abre
con ella una puerta por la cual se facilita la conversión
de aquellos gentiles habitadores de aquellas partes, por
cuyas almas quiso Dios padecer, que no es esta la menor,
sino la mayor utilidad.
» Otras muchas puede ofrecer el discurso del tiempo,
empero la más esencial de todas conocidamente, es pre-
venir los grandes daños que podrían sobrevenir, por no
reconocer el Estrecho de Anian y fortalecerle, porque
siendo verdad que lo hay (como yo testifico haberlo vis-
to), seria notabilísimo el daño que podría suceder si fuese
hallado y fortalecido de los enemigos, los cuales con mu-
cho cuidado desean hallarle, pues sabemos como el año
pasado de 608 salieron unos navios de Inglaterra á le
buscar. Porque siendo tomado de enemigos, pueden desde
allí hacer muy grandes daños, que por la vecindad que
tienen sus tierras con aquel Estrecho, les sería fácil cosa
enviar por él una armada, la cual repartida de treinta en
58 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
treinta naves, se enseñorearan de las tierras de la Nueva
España y Perú; adonde publicando ancha conciencia y
libertad de Indios , podría ser que muchos y aun todos se
les viniesen á las manos, y de tal suerte encastillarse en
todo aquel mar, que no teniendo por donde enviar breve
socorro , quedasen por señores de él irremediablemente; y
tanto se puede temer este peligro , que cuando no supié-
ramos por cierta ciencia y vista de ojos tener esta entra-
da el mar del Sur, la habiamos de buscar para fortale-
cerla, ó para desengaño si no la hay y quedar sosegados
los corazones sin temer este peligro, y aquí se advierte
que si los enemigos no tienen hechos muy grandes da-
ños en aquel mar, es por no tener todo el puerto que sea
de consideración, como lo es el que tiene el Estrecho de
Anian, según adelante se dirá, y porque ahora parece
tratarse de semejante navegación por mandado de V. M.
y su Consejo de Estado, y del modo de fortificar el Es-
trecho, parece ser cosa al propósito hacer relación de las
derrotas de la navegación, el sitio y puerto de aquella
parte, con todos los discursos de mi viaje; y habiendo de
comenzar por la navegación, se advierta á la doctrina si-
guiente, según la cual, todo buen marinero la podría ha-
cer.— Pártese de España y presupónese que es desde
Lisboa, desde adonde conviene poner la proa al Nor-
oeste por camino de 450 leguas, hasta llegar á los 60
grados de altura de Polo Ártico ; adonde se dará vista á
la isla de Frislandia, antiguamente nombrada Tyle ó
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 59
Tule. Es una isla poco menor que Irlanda, desde la cual
se tome la vuelta del Oeste corriendo por los 6o grados
de altura, por navegación de i8o leguas, hasta llegar á
la tierra del Labrador, que es adonde comienza el estre-
cho del Labrador, ó estrecho Davis, cuya entrada es
bien ancha por más de treinta leguas, y la tierra que tie-
ne á la parte del Labrador, que es al Oeste es baja, más
la parte contraria, que es aquella de la cual se forma
aquella boca del estrecho, es de montes muy altos; allí
se muestran dos bocas, en medio de las cuales están
aquellos montes altísimos, y la una de ellas corre al Les-
nordeste y la otra al Noroeste, y así conviene dejar la
que queda al Lesnordeste, que es la que está á la mano
derecha mirando al Norte, porque esta boca la hacen la
Grutlandia y unas islas por donde últimamente se torna
al mar de la Frislandia, y á esta suerte tomando la otra
boca se ha de poner la proa en el Noroeste entrando por
aquel estrecho por camino de 8o leguas , hasta llegar á
los 64 grados escasos de altura. Allí hace el estrecho
otra vuelta al Norte por 1 20 leguas hasta llegar á los
72 grados de altura, y allí torna aquel estrecho á hacer
otra vuelta al Noroeste, por la cual se ha de navegar 90
leguas hasta llegar á los 75 grados de altura algo esca-
sos; con lo cual queda desembocado todo el estrecho del
Labrador, que, como dicho es, comienza en 60 grados y
acaba en 75, y tiene de largo 290 leguas, haciendo tres
vueltas muy grandes, la primera y última se corren del
6o CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Noroeste, Sueste, y la de enmedio de Norte Sur, y es
por donde más angosto de 20 leguas y por donde más
ancho de 40, y hace muchas calas, puertos y abrigos,
que pueden ser socorro de cualquiera necesidad , y hasta
los 73 grados pareció ser habitado de algunas gentes,
porque en muchas partes de aquellas costas se vieron
humos así de la una parte como de la otra. Paréceles á
algunos inconsideradamente ser imposible navegar por
tan grande altura de Polo. A esto se responde que los
Anseáticos viven en 72 grados de altura, en cuyo puerto
que es el de San Miguel, y en toda aquella bahía de San
Nicolás entran todos los años casi mil naves de trato, las
cuales para haber de pasar al mar de Flandes, de nece-
sidad han de subir á 75 grados de altura, para dar la
vuelta sobre la Finamarca.
» Habiendo desembocado el estrecho del Labrador, se
comienza á bajar de aquella altura, navegando al Oeste
cuarta al Sudoeste por 350 leguas, y se llega á los 71
grados de altura; que es adonde en nuestro viaje al
tiempo que volvimos descubrimos una tierra altísima, sin
que se pudiera entender si era tierra firme ó isla, mas
hacerse consideración que si es tierra firme será contra
costa de la Nueva España. Desde esta tierra vista á 7 1
grados de altura, se ha de caminar la vuelta del Oes-
sudoeste, por 440 leguas hasta bajar á los 60 grados,
adonde ha de ser hallado el estrecho de Anian, con lo
cual será observada la misma navegación que yo hice á
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 6i
lo menos desde la Frislandia, porque es de saber que yo
partí de los Bacallaos en demanda de esta isla, por llevar
necesidad de bastimentos, los cuales tomé en unas islas
que están cerca de ella, llamadas Gelandillas, que siendo
tres solamente, es habitada la una y las otras dos son
pastos para los ganados de aquella gente, que es muy
rústica, aunque parecían ser católicos cristianos. Tornan-
do á nuestra navegación, digo según mi parecer, que será
más acertado cuando se haya desembocado el estrecho
del Labrador, costear toda la contracosta de la Nueva
España, por dos razones: la una por entender qué pobla-
ciones tiene, y la otra para buscar en ella escalas y re-
fresco para las Armadas que por este camino han de na-
vegar.
» Según la relación hecha, parece haber de España á la
Frislandia 450 leguas, y desde allí al Labrador 130, á
desembocar el estrecho suyo 290, que todas son 920
leguas, las cuales sumadas con 790 que hallamos desde
la boca septentrional del estrecho del Labrador hasta el
estrecho de Anian , hacen i . 7 1 o leguas , que tanto es lo
que hay desde España al estrecho de Anian.
» El tiempo en que desembocamos el estrecho del La-
brador, fué muy riguroso, por ser en los principios de
Marzo , porque por el estrecho se navegó parte de Fe-
brero; así padecimos grandísimos trabajos, de oscurida-
des, frios y tormentas, porque el dia era breve en todo
aquel tiempo, y el frío tan grande, que el agua del mar
62 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
que salpicaba en el costado del navio se helaba de tal
suerte, que parecía ser aquel navio hecho de cristal, y
habia necesidad de picar los hielos porque se iban en-
grosando de tal suerte, que algunas veces los hallamos
de más de un palmo de grueso; y es grande yerro pensar
que aquel mar se puede helar todo, porque como es
grande y aquel estrecho de grandes corrientes, éstas y
las grandes olas por su continuo movimiento no le dejan
helarse; mas en las orillas y partes donde el mar está
quieto, creo que se puede helar según pareció en nuestra
nave, que el agua que salpicaba se helaba, solamente se
sabe (y así nos fué dicho por aquellas gentes de las Ge-
landillas), que un estrecho de mar que hay entre la Fris-
landia y la Gruthlandia está helado la mayor parte del
año, porque está en medio de grandes montes y cerros
de la parte de la Frislandia altísimos, y no dan lugar á los
rayos del sol, y por estar abrigados de altísimos montes
no tiene combate de vientos que le inquieten sus aguas,
y así el continuo sosiego le hace estar helado, como di-
cho es, y no se puede navegar, y lo mismo es en la gran
bahía. Mas cuando tornamos por aquel estrecho del La-
brador, que fué por el mes de Junio y parte de Julio,
siempre gozamos de continua claridad, y tanto, que
cuando llegamos á cortar el círculo Ártico, que se hace
en 66 grados y medio, comenzamos á no perder el sol de
vista, ni jamás se cubrió por el horizonte, hasta que otra
vez lo tornamos á cortar en medio el estrecho del Labrador,
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 63
y así de la continuación del sol sobre el horizonte estaba
el aire tan caliente, que nos causó más calor que el que
hace en la parte que mayor es en España, mas no porque
cuando nos poniamos al sol, sus rayos ofendiesen mucho,
y siempre nos corrieron vientos largos del Norte, con los
cuales se desembocó fácil y prestamente el estrecho del
Labrador; verdad es que sus grandes corrientes de flujo
y reflujo ayudan mucho al entrar y salir, aunque sean los
vientos contrarios, porque allí como son muy continuos
los del Norte, hay necesidad á la ida de España á Anian
de valerse de las mareas, con la cual relación se concluye
con lo que es las derrotas de esta navegación y sus ac-
cidentes.
»E1 estrecho que descubrimos en 6o grados de altura,
que está 1.7 1 o leguas de España, parece, según tradi-
ción antigua, ser el que los cosmógrafos nombran en sus
mapas de Anian, y si es verdad que lo es de necesidad,
lo ha de hacer estrecho, de la una parte la Asia y de la
otra la América, lo cual parece ser así según el discurso
siguiente.
» Después que hubimos desembocado por el mar gran-
de, fuimos costeando por la parte de la América por más
de cien leguas, la proa en el Sueste, hasta llegar á los 55
grados de altura, en la cual costa no se halló población
ni boca del mar que fuese indicio de otro estrecho por el
cual pasando el mar del Sur al mar del Norte, pudiese
aislar aquella parte, y de aquí se coligió ser toda aquella
64 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
costa de la América, y que continuándola, podia llegar
brevemente á Quivira y cabo Mendocino; dejamos esta
parte, la cual (como dicho es) conocimos que se iba con-
tinuando, y puesta la proa en el Oeste, caminamos cua-
tro dias con un viento tasado, tal que se pudieran contar
á 30 leguas por 'singladura; y habiendo caminado 120
leguas según esta fantasía y punto de la carta estimado
(aunque de aquel mar no la teniamos), descubrimos una
grandísima tierra, y de grandes sierras, con una larga y
continuada costa, de la cual nos apartamos por convenir
así á nuestro intento, siempre enmarados, navegando
unas veces al Nordeste, otras al Nornordeste y otras al
Norte, de adonde nos pareció (por mayor) que se corría
aquella costa Nordeste, Sudueste. No pudimos conocer
las cosas particulares de ella, por ir (como dicho es) tan
enmarados, y así tan solamente puedo afirmar que tiene
poblaciones hasta muy cerca del estrecho , porque en mu-
chas partes se vieron salir muchos humos, y así según
buena cosmografi'a, nos pareció ser tierra de Tártaros ó
del Catai, y que á pocas leguas de aquella costa estaría
la gran ciudad de Cambalu, metrópoli del gran Tártaro.
Finalmente, siguiendo la dicha costa nos hallamos en la
boca del mismo estrecho de Anian, por donde quince
dias antes hablamos desembocado al mar grande, el cual
reconocimos ser el del Sur, donde son Japón, China, Ma-
lucas, India y Nueva Guinea con el descubrimiento del
Capitán Quirós, y toda la costa de la Nueva España y Perú
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 65
> En la boca que hace el estrecho por donde desemboca
al mar del Sur, hay un puerto á la banda de la América,
capaz de quinientas naves, aunque en cierta parte de él
es desapacible y de mal surgidero á causa de las cor-
rientes que en la marea que baja del Norte al Sur entran
por la boca de él y baten fortísimamente en una parte
que hace el puerto cerca de la boca, entrando en él á la
mano derecha, porque se ha de entender que la boca del
puerto está abierta al Norte, y entra haciendo una espira
ó caracol. Pareció no haber sido tocado aquel puerto de
pies humanos, digo sus orillas, porque en cierta parte de
él tiene un remanso, en cuya orilla se hallaron infinidad
de cascaras de huevos de las aves marítimas que á las
orillas del mar suelen desovar, y estos pareció ser trai-
dos de las corrientes del Norte, y eran en tan grande
número, que hacian un muro de una vara de alto y ocho
pasos de ancho. Hallóse en este puerto un rio de agua
dulce, muy grande y tan fondable que se pudo entrar
con nuestro navio á hacer agua en él , y me parece que
pudiera entrar una nave de quinientas toneladas. La ma-
yor parte de este puerto es arenisco, particularmente
adonde se hace este rio, y adonde baten las corrientes;
mas por la banda del Norte , tiene un abrigo de peñas
cortadas, de más de dos picas en alto; en algunas partes,
sobre las cuales se hace un sitio llano , largo y angosto,
al cual circunda el mar, dejándole un poco de tierra firme
por la banda del Este, en el cual sitio se puede hacer
66 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
una grandísima población, y por ahora un fuerte, que
será de mucha consideración. La tierra que es continente
con este puerto, es muy apacible y tiene llanos grandísi-
mos á la parte del Sueste, haciendo punto en el puerto,
y estos son poblados de un monte bajo, que en algunas
partes de él se hallaron romeros, los cuales llanos siendo
desmontados, pueden servir de lindas labranzas y huer-
tas, porque según su disposición se pueden regar la ma-
yor parte de ellos, porque es de saber que aunque esta
tierra está en 59 grados de altura de Polo, es de muy
gracioso temperamento, porque todo aquello que está á
la banda del Sur y le abrigan y defienden los montes que
tiene á la banda del Norte, es muy templado, adonde el
frío del invierno no es con exceso, sino muy moderado,
porque siempre está descubierto á los rayos del sol y li-
bre de los vientos del Norte, y solamente le soplan los
del Sur cuando corren, que estos siempre son templados,
y más allí que vienen por cima del mar, que es lo que
suele hacer caliente el aire: el efecto fué conocido por los
géneros de frutas que allí se hallaron , y es de considerar
que aunque esta tierra está en tanta altura, no por eso
dejará de ser muy buena de habitar, pues lo son otras
muchas que corren por este paralelo, como es Edimbur-
go, de Escocia, y los principios de la Suevia y Hapselia,
y Riga, ciudades de la Livonia, Dublina de Hibernia y
Nidrosia, ciudad de Noruega, y muchas partes de la
Moscovia, y otras tierras muy buenas que son habitadas
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 67
y tratadas y conocidas, que aunque están apartadas del
calor de la costa, son de frío tolerable. El mayor dia de
verano en esta tierra es de diez y ocho horas y media, y
lo mismo la mayor noche del invierno, y por esta razón
es la noche del verano de cinco horas y media y el dia
de invierno de otras tantas. En el rio que entra en el
puerto, y en otro que está más abajo á la banda del
Sueste, hay muchos y grandísimos árboles, y los más de
ellos frutales, de frutas buenas y algunas semejantes á
las de España, como son manzanas, peras y ciruelas sil-
vestres, y otras no conocidas de diversas formas; y así
por no caer en algún grande peligro (como fuera posible),
ordené á mi gente no comiesen de la fruta que primero
no se hallase en alguna parte ser picada y comida de las
aves, y con esto se conoció no haber fruta dañosa, y to-
das las más de ellas eran pasadas en sus mismos árboles
del año pasado, porque en aquella sazón no habia frutas
maduras, por ser el tiempo que allí estuvimos parte de
Abril y todo Mayo y parte de Junio; y así de conservarse
las frutas de un año para otro pasadas en sus árboles, se
conoció no haber sido su invierno muy riguroso. Hallá-
ronse en un valle que el rio de abajo hace (que era hondo
y parecia ser muy templado) vides de uvas silvestres, y
lechías, que es una fruta sabrosa de la India que siempre
se halla en tierras templadas. Por cima del puerto, mi-
rando entre el Norte y el Este, por toda aquella cuarta
de aguja, hay unos montes no muy altos, sino muy tra-
68 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
tables y abundantes de todo género de caza, adonde se
hallaron perdices y conejos algo diferentes de los de Es-
paña, venados pintados de pintas blancas y negras sobre
lo pardo, y por cuernos unas grandes palas, aunque al-
gunos no las tenian; viéronse dos géneros de puercos, los
unos como los que se crian en las Indias, que tienen en
el espinazo el ombligo, aunque mayores, y los otros
como los jabalíes de España grandísimos. Halláronse al-
gunos búfalos y otros muchos animales, mas no se vio
ninguno que fuese feroz. El mar es abundantísimo de
pesca, y todo marisco muy bueno y sabroso, aunque ma-
yor que el que acá conocemos, porque se tomaron can-
grejos de media vara de través, siendo los de nuestras
costas no mayores que la palma de la mano. La parte
frontera que es á la banda del Asia ó Tartaria, tiene
montes altísimos, tanto que en algunas partes de su ma-
yor altura se sustenta la nieve todo el año, particular-
mente aquellos que miran al Norte, y estos son tan mon-
tuosos, ásperos y fragosos, que parece imposible poder-
los tratar, y la mayor parte de sus árboles son pinos muy
altos, los cuales nacen hasta en la orilla del mar. En la
misma parte de la Asia, enfrente de la boca del puerto,
se hace un remanso del agua del mar, adonde hay un
cañaveral muy grande de carrizos que nacen dentro de
la misma agua, cerca del cual hallamos ser la mayor pes-
quera de todas aquellas partes. Allí se mataron muchos
pescados y muy grandes, y algunos conocidos, como son
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 69
corvinas, congrios, lenguados y otros semejantes, aunque
mayores que los que por acá se hallan. Viéronse pasar
algunas veces grandísimos pescados, los cuales iban del
mar del Sur al mar del Norte, y entre estos se conocie-
ron ballenas y bufadores y otros monstruos muy grandes,
y pareció que la razón de hacer semejante tránsito era
que siendo entrada de verano, dejaban las aguas calien-
tes del mar del Sur por gozar de las frescas del mar del
Norte.
El estrecho de Anian es de 1 5 leguas de largo, porque
fácilmente se desemboca y pasa con una marea que dura
seis horas, y estas mareas son allí recísimas excesiva-
mente. Tiene seis vueltas en todo este largor, y las dos
bocas que tiene de entrada y salida, se miran la una á la
otra por línea de Norte Sur, digo, que están la una con
la otra Norte Sur. La boca que tiene á la banda del
Norte (que es por donde nosotros entramos) tiene menos
de medio cuarto de legua de anchura, y de la una y otra
parte tiene dos peñones cortados, aunque la peña que
tiene á la parte del Asia es más alta y más pendiente
que la otra, de tal suerte, que hace debajo de sí un abri-
go, en tal modo, que ninguna cosa que cayese de la parte
alta podría dar en el pié de ella. La boca que sale al mar
del Sur por junto al puerto, es de más de un cuarto de
legua de anchura, y desde allí se va siempre ensanchan-
do y abriéndose aquellas dos costas. Tiene el estrecho en
medio de sí, en el fin de la tercera vuelta , un grande pe-
70 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
ñon Ó isleta hecha de una peña tajada, de tres estados
de altura, poco más ó menos, y porque es en forma re-
donda, muestra ser su diámetro de doscientos pasos , juz-
gándola desde aparte, está distante de la tierra firme de
la Asia un muy breve espacio; mas todo es de vajíos y
arrecifes, y no se puede navegar sino con barcos; mas
aquello que hay desde la isleta á la tierra firme frontera
que cae á la banda de la América, es su anchura menos
de medio cuarto de legua, y aunque su canal es tan fon-
dable que dos naves y aun tres pueden pasar juntas por
él, es hacia las orillas de vajíos, sobre los cuales con una
fácil diligencia se puede levantar y fundar dos baluartes
en angostando la canal á tiro de mosquete; sobre esta
isleta ó sobre los vajíos que se podrían levantar, y sobre
la contraria costa, se pueden hacer (como dicho es) dos
baluartes, los cuales con la artillería podrán muy segura-
mente guardar y defender el estrecho, y si las corrientes
no fueran tan grandes, se le pudiera poner una cadena,
que fuera de grande importancia, aunque ya se podría
hacer con tal industria que pudiese sustentarse y resistir
á las corrientes. La disposición del estrecho es en tal
forma, que con tres atalayas que se miren la una á la
otra, se puede descubrir 30 leguas dentro el mar del
Norte, y con ahumadas dar aviso á los baluartes y al
fuerte del puerto, si descubriesen navios, para que se les
impida el paso si fuesen de enemigos, y teniendo en el
puerto continuamente dos navios aprestados para seme-
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 71
•jantes necesidades, podrán estos atravesarse entre los dos
baluartes (que para todo tendrán tiempo, supuesto que
el que quisiere entrar ha de esperar de necesidad á la
marea) y allí entretener y embarazar á los navios enemi-
gos, en el inter que los baluartes los cañonean y ponen
á fondo, porque es de saber (como ya está dicho) que
aunque vengan muchas naves enemigas, no podrán pasar
más de dos ó tres por la canal, y si conviniere descubrir
el mar del Sur (aunque pienso no ser necesario por aho-
ra) tiene el estrecho dos montes altos, uno á la parte de
la Asia y otro á la de la América, los cuales se miran el
uno al otro, y ambos juntos al fuerte y á las atalayas, y
estos descubren ambas las dos costas en contrario puesto
cada uno, los cuales podrán dar aviso de todos los baje-
les que se descubrieren por el mar del Sur para que se
haga la prevención ya dicha, con lo cual será este estre-
cho defendido, y solos los españoles lo podrán navegar
con grande seguridad, y gozar de las grandes utilidades
que promete, porque verdaderamente no sé yo qué pues-
to hay en todo lo descubierto que así tenga correspon-
dencia con casi todas las tierras del mundo, como éste,
porque desde allí se puede navegar á todas ellas, y así
se puede presumir que vendrá á hacerle el tiempo una
grandísima y riquísima población.
» La boca del estrecho por la banda del Norte es difi-
cilísima de conocer, porque tiene una costa continuada
de Este Oeste, y las dos partes que hacen el estrecho se
72 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
encubren la una con la otra, porque su entrada y vuelta
primera se describe Nordeste Sudoeste, y no se deja ver
desde el mar afuera, y por esta causa no es mucho que
no se haya hallado de los que le han buscado; porque
cuando nosotros llegamos á él, no le conocimos por al-
gunos dias que allí estuvimos barloventeando por aquella
costa, con tener una muy buena relación del Juan Marti-
nez mi piloto, que era un portugués natural de Algarve,
hombre muy viejo y de mucha experiencia; mas faltában-
le las señales de aquellos montes, que son las que yo
tomé y pinté para hacer otra segunda navegación si se
me ofreciera, como creí ofrecérseme, porque aunque sa-
biamos haberle de hallar en los 6o grados de altura, por
ser aquella costa muy larga del Este Oeste, nos hizo
estar en dudas, tanto que al piloto le pareció no haber
llegado á él por más de cien leguas, según la fantasía de
su derrota, y á mí me pareció que ya estábamos sobre
él, como sucedió, que saltando en una chalupa á costear
la orilla del mar, la misma corriente me embocó por el
estrecho, con que fué conocido. La razón por donde me
pareció haber llegado al estrecho, y estar sobre él, fueron
las grandes corrientes que allí hallé , las cuales venían de
la tierra y tornaban á ella, tanto que algunas veces, es-
tando nuestro navio enmarado, y mar en través muy
apartado de la costa, lo hallamos junto á ella, y otras
veces estando junto á la tierra, lo hallábamos muy en-
marado.
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 73
» Tienen aquellos montes junto al estrecho una peña al-
tísima sobre un alto monte á la banda de la Asia, de co-
lor blanca; y siendo la peña tajada y en forma inaccesi-
ble, tiene en su mayor altura tres muy grandes árboles,
que mirados de Norte Sur se ven bien distintos el uno
del otro, y de la una y otra parte de esta altísima peña
muestran los montes una perspectiva á manera de dos
grandes sillares muy conocidos. Una legua de la boca
del estrecho, á la banda del Oeste, hay un peñón alto y
pelado, al cual circunda el mar, y en la hora que está la
marea más baja, me parece que distará de la tierra firme
cuatro picas de largo. A la banda del Este de la boca
del estrecho , hay un grande y hermoso rio de linda agua
y de muchos árboles, adonde hicimos agua, porque allí
tiene un mediano abrigo, con dos grandes peñones que
se hacen en una punta. Hay otro rio, una legua antes de
llegar á este, de buena agua, aunque carece de árboles.
Los montes que se descubren á la parte de la Asia (por
esta banda del Norte), son altísimos mirados desde el
mar del Norte, y tienen grandes arboledas; y llegado
cerca, parece ser todo pinares; mas los montes de la.
parte de la América son más bajos y de árboles menores;
mas no parecia haber frutales en ninguna de estas dos
partes.
» En el puerto adonde nuestra nave surgió (que es el.
que está dicho en la boca del estrecho á la banda del
Sur), estuvimos desde los principios de Abril hasta me-
74 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
diado Junio, y en este tiempo vino por allí una nave
grande de ochocientas toneladas, de la parte del mar del
Sur á embocar por el estrecho, con la cual tuvimos oca-
sión de ponernos en arma; y habiéndonos apaciguado los
unos con los otros, tuvo aquella gente gusto de darnos
algunas cosas de las que traían por carga y mercancía,
que era mucha y toda conocidamente, ó la mayor parte
de ella, eran cosas semejantes á las de la China, como
son brocados, sedas, porcelanas, plumas, cajones, pie-
dras, perlas y oro; y esta gente pareció ser Ansiáticos,
que son los que habitan en la bahía de San Nicolás, ó en
el puerto de San Miguel; y para mejor nos entender con
ellos, nos fué forzoso hablar latin los que lo sabian, con
muchos de ellos que lo sabian hablar, mas no pareció ser
católicos, sino luteranos; decian venir de una ciudad muy
grande, que estaba poco más de cien leguas del estre-
cho, que aunque no me acuerdo bien de su nombre, me
parece que la nombraban Roba, ó un nombre á este
modo, la cual dijeron ser de un muy grande puerto y un
río navegable, y que era sujeta al gran Can, porque di-
jeron ser de Tartaria, y que en aquel puerto dejaban
ellos otra nave de su misma patria. No pudimos infor-
marnos más de esta gente, porque siempre procedieron
con recato y poca confianza temiéndose de nuestra gente,
y por esta causa nos dividimos los unos de los otros; y
habiéndolos dejado cerca del estrecho, dentro del mar
del Norte, nos venimos la vuelta de España, y es cosa
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 75
muy de creer que estos fueron ansiáticos, porque como
habitan en 72 grados de altura, les es cosa fácil y muy
apropósito tratar este estrecho y navegación; y pues bas-
tantem'ente queda hecha relación de todas las cosas par-
ticulares de esta navegación, la disposición del sitio y su
fortificación, y las utilidades que de semejante navega-
ción se siguen, y los daños que de no hacerse se pueden
ofrecer; parece ser cosa puesta en razón tratar cuáles
sean las cosas que ha de prevenir la persona á quien le
fuese encomendado este negocio, y saber los gastos que
en semejantes prevenciones se pueden ofrecer, para que
con esto tenga efecto el intento de V. M. y su Real ser-
vicio.
» Prevenciones y gastos de este viaje. — Primera-
mente conviene hacer tres navios, la capitana de ciento
y cincuenta toneladas, y los otros dos cada uno de á
ciento, y estos, sean hechos con unos cajones debajo del
agua, según la traza que para ello se dará á su tiempo,
y con esto se excusa irse á fondo una nave aunque se
abra por la parte de abajo, porque solamente se hinche
de agua aquel cajón que responde á la rotura, y los de-
más no, por ir todos calafateados, y también que si reci-
biese algún bombardazo entre dos aguas, por donde el
agua entrase, por allí tornará á salir, sin echarle á fondo
como me consta por experiencia del mismo navio con
que hice la dicha navegación y descubrimiento. Estos
navios han de ser de contra costado y emplomados, he-
76 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
ches con muchos y muy gruesos corbatones, y pernos
muy largos, cuya forma ha de ser cerrados por la parte
alta, digo metidos de bordo, y por la parte baja chatos
y muy bien lastrados, y siendo fabricados en este modo,
podrá cualquiera de ellos salir orceando contra el viento,
si se hallare cerca de la tierra en alguna tormenta con
viento travesía, que es el mayor peligro en que una nave
se puede hallar, porque siempre estos navios son gran-
des bolineros y pueden meterse del — O — cinco cuar-
tas; y si por desgracia viniese á encallar en algún bajío
(por ir por mares no conocidos), podrán salir mejor que
otros, porque como son chatos de abajo, no se trastornan
y pueden esperar socorro de los suyos y de la pleamar.
> Asimismo conviene llevar dos lanchas, una armada y
otra desarmada en madera, para armarla al tiempo de la
necesidad, si la que va armada se perdiese, y éstas han
de llevar remos para mejor llegar á sus navios en todos
tiempos, ó hacer otras cosas que se puedan ofrecer, por-
que esta lancha ha de ir cerca de la costa y á vista de
los tres navios (los cuales siempre han de ir apartados
cuatro leguas metidos á la mar) y les avise de todas las
cosas particulares y señaladas que hallaren en la costa;
y por esta razón conviene que su capitán sea hombre
experto, hábil, animoso, prevenido y muy fiel; y esta lan-
cha ha de ser tan grande, que pueda en una necesidad
hacer veinte pipas de agua, la cual y los tres navios y la
lancha desarmada todos envelados, y puesto á punto de
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 77
navegar, bien enjarciados, costarán ocho mil ducados.
» Es bien llevar en estos navios seis piezas de artillería
reforzadas para la amura, porque siendo ellos muy fuer-
tes como dicho es, muy bien las podrán sustentar, y más
atrás doce menores, las cuales diez y ocho piezas se re-
partan en los tres navios, que costarán mil y quinientos
ducados.
» Mas doscientos mosquetes á tres ducados cada uno,
costarán seiscientos ducados.
» Mas ciento y cincuenta arcabuces para si se ofreciere
saltar en tierra en alguna ocasión de muchas que se ofre-
cen en los descubrimientos, á dos ducados cada arcabuz,
valen trescientos ducados.
» Picas, pólvora, plomo, cuerda, bombas, artificios de
fuego, balas de artillería y toda munición, seiscientos du-
cados.
» Hay necesidad de tres pilotos, hombres cuerdos , fie-
les, vigilantes y españoles, y sus ayudantes, y dos doce-
nas de bonísimos marineros, que vayan repartidos por
todos los tres navios, los cuales quedan de este viaje
diestros para ser pilotos de esta carrera, y finalmente es
bien llevar de toda suerte de gente, doscientos hombres,
y que estos sean lo más que se pudiere hombres de mar,
porque el marinero cuando es menester sirve de soldado,
y el soldado no sabe en ninguna ocasión servir de mari-
nero, todos los cuales se han de repartir en esta forma:
que en la capitana vayan ochenta hombres, y en cada
78 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
navio á cincuenta, y los veinte restantes en la lancha,
para que si se ofreciere tomar el remo en las manos,
haya gente para ello, y toda esta gente vaya pagada por
un año, dándoles á los pilotos mil ducados á cada uno, y
á todos los doscientos hombres á cuarenta y ocho duca-
dos cada uno, que es á razón de cuatro ducados cada
mes, que montan nueve mil y seiscientos ducados por
un año.
» Y porque entre estos doscientos hombres hay aven-
tajados oficiales de guerra y mar, y acompañados de los
pilotos; me parece que podrán montar las ventajas de un
año, tres mil ducados.
» Hánse de llevar respetos de jarcias, cables, áncoras,
lona, brea, estopa y todo velamen, herramientas, clava-
zón y telas de plomo para reparar algún daño de la arti-
llería enemiga, que todo montará mil y quinientos du-
cados.
» Mas doscientos ducados de hachotes de cera para el
farol de la capitana y almiranta, que por ser en esta na-
vegación los dias muy largos y las noches breves, no
pongo más, pues es sin duda, que en muchos dias no se
verá cubrir el sol.
» Repártanse en todas las naves doscientos ducados de
botica.
»Y porque las cosas del mar son dudosas, es bien
llevar bastimentos para dos años, porque á lo menos lo
que es el vino puede servir á la vuelta, y así guardando
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 79
la orden de las raciones ordinarias, son necesarios para
los tres navios dos mil y doscientos quintales de bizco-
cho, que pagados á cuatro ducados, montan ocho mil
ochocientos ducados.
» Y porque suele dañarse el bizcocho, y por esta falta
venir la gente á padecer grandes trabajos ; es bien llevar
cuatrocientos quintales de harina, que pagados á dos du-
cados, montan ochocientos ducados.
» Las raciones del vino en dos años suman nueve mil
ciento y veinticinco arrobas, que pagadas á razón de seis
reales, hacen cuatro mil y novecientos y setenta y siete
ducados.
»De toda carne, cecina, tocino y gallinas para los en-
fermos, dos mil y quinientos ducados.
» Mas cuatrocientos ducados de todo pescado.
» De aceite, vinagre y legumbres seiscientos ducados.
» Mas trescientos ducados de queso.
» Mas cien ducados de sal, porque es de mucha impor-
tancia llevar buena cantidad de ella, porque en las nece-
sidades suele aprovechar que, ó bien tomando alguna
gran cantidad de pescado (como suele acaecer) ó llegan-
do adonde se pueda hacer alguna carne , con la sal se
sustenta para todo el viaje.
» Todas las cuales dichas partidas y gastos suman
cuarenta y siete mil y setenta y siete ducados, y esto es
lo más que puede costar el despacho de estos navios,
aunque dejo algunas cosas menudas que se pueden ofre-
8o CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
cer, y no se pueden excusar; y mirando bien se compra
harto barato un beneficio tan grande, que es uno de los
mayores que ahora se pueden ofrecer, y se excusan
grandísimos daños como de no hacerse se podrían ofre-
cer á los Reinos de V. M.; y finalmente es bien tomar
todo lo que otro puede tomar y hacernos daño con ello,
porque no sé yo poí* qué es bien hecho, que la parte des-
cubierta y conocida por hombre español, la dejemos to-
mar al extranjero, y más, si con ella nos puede dañar y
hacer guerra, y no sólo esto, sino que si la toma, es sin
duda que este tal le dará al demonio las mejores primi-
cias de aquellos Reinos, que son las almas de sus natu-
rales, sembrando entre ellos su mala y perversa secta,
que todo este riesgo tiene desamparar esta navegación y
dejarla á que la haga el enemigo, para que por ella se
venga á apoderar de todos aquellos Reinos, y más fácil-
mente de aquel nuevo descubrimiento de la Nueva Aus-
trial, que siendo tan grande y tan dilatado como nos in-
forman, aquel que se hiciera señor de él, lo será de todo
el mar del Sur, y pues habiendo de caminar por tan lar-
go y prolijo camino como es el del Cabo de Buena Es-
peranza, han tenido medio los enemigos para tener en la
India y en aquellas partes siete factorías (como se dice
que las tienen hoy dia) y hecho fuerte en la isla de Ter-
renate con tanto perjuicio de la Hacienda Real de Su
Magestad, claro está de entender, que si hallaren este
camino tan breve y puerto tan acomodado, que sería
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 8l
mucho mayor el daño que podrían hacer. Por lo cual pa-
rece ser cosa más justa, atender al daño que puede suce-
der de no tomar y fortalecer este estrecho, que no á los
gastos que de hacerlo se pueden ofrecer; porque quien
quisiere tener y gozar grandes haciendas, grandes y di-
versos son los gastos que ha de tener y grandísimos los
cuidados que ha de padecer. Finalmente, si V. M. se hi-
ciere señor del mar, lo será de la tierra, y si no, con difi-
cultad se podrá conservar lo que se posee, y esto digo
como hombre que conozco mucho de las cosas del mar,
y sé cuanto vale el imperio de ella, sin el cual es imposi-
ble gozar el imperio de la tierra, y estas últimas razones
basten para los que saben entender materia de Estado,
y para que si hay quien se descuide, despierte y se ponga
en vela, que pienso que son muchos los enemigos públi-
cos y secretos, y muchas las naciones que aborrecen á
España, y no diga nadie (como pienso que se ha dicho)
que no hay dinero para hacer semejantes prevenciones,
porque V. M. está necesitado, y si alguno lo dijere y ha-
llare estar su Rey con necesidad, ayúdele con parte de
su hacienda, y advierta que le estará mejor gastarla en
esto, que por no hacerse, se la quite toda otro dia el ene-
migo, que por mucho que él ponga, pondrá más el que
se hiciere cargo de poner en ejecución un negocio tan
arduo, que yo como marinero no ignoro cuan grande es,
y cuántos peligros tiene, y sólo puede conocer esto el
que supiere cuan grande es la braveza del mar del
82 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Norte y su grande inquietud. Es verdad que navegan-
do de golfo, lanzado con tan buenos navios como para
este efecto se han de hacer, no hay que temer al mar
por muy bravo que sea, mas aquí se ha de costear por
las razones atrás referidas, y el costear en un mar tan
inquieto, es sumamente peligroso, y tanto que no habrá
marinero á quien no haga temblar el corazón, sólo el pen-
sarlo, y así me parece que si se hallare quien lo acepte,
no lo pierdan de vista, porque si hay uno, creo que no
habrá dos, y adviértese que semejante jornada no le pue-
de ser de ningunos provechos al que la hiciere, sino de
muchos trabajos, por lo que es aprovechamiento, no sé
yo que lo tenga por esta primera vez, y no hay que con-
fiar en que los enemigos no los han de hallar esta entra-
da ú otra si la tiene el mar del Sur, pues sabemos que
son muy marineros y tan animosos como yo para arro-
jarse como yo me arrojé; y digo señor, que es tanto el
cuidado que tienen de hallar alguna entrada, que tengo
entendido por relación que de ello me hizo el capitán
Baltasar de la Just, residente en Fonte Rabia, estando
tratando conmigo de este particular á siete dias del mes
de Julio de este año de 1 609 , cómo los franceses tienen
hecho un fuerte en el Rio de Canadá, que está 300 le-
guas metido la tierra adentro de los bacalaos, confiados
de hallar desde allí entrada que pase al mar del Sur;
digo esto, no porque entiendo que por allí puedan hallar
entrada, porque es imposible que puedan atravesar aquel
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 83
rio más de mil leguas que hay de travesía, y también
porque yo costeé casi todo lo que estaba por descubrir
de la costa de la América por el mar del Sur, y no hallé
ninguna entrada ni boca de rio que fuese de considera-
ción. Mas dígolo, señor, porque se entiendan las grandes
diligencias que hacen los enemigos para entrar.
» Asimismo se advierte, que si V.M. mandara hacer este
descubrinliento , sea con secreto, y de tal suerte ordena-
do, que los pliegos y la instrucción no los abra el cabo
de los navios, hasta haber entrado cuarenta leguas á la
mar, porque con esta disimulación se pueden desmentir
las espías, fingiendo que se arma para otro efecto; y
queriendo Dios que nos sea otra vez descubierto el estre-
cho, conviene luego el primer año siguiente enviarlo á
fortificar, porque se ha de entender ser cosa imposible
que tanta gente como será en este descubrimiento hayan
de callar tanto, y ser todos tan prudentes, que no se pu-
blique esta navegación y sus derrotas, y siendo entendi-
das de los enemigos, por ellas m.esmas lo buscarán y ha-
llarán y fortificarán de tal suerte, que sea menester mu-
cho y muchos gastos y hombres para quitárselo; y así
conviene llevar esta mira desde el dia que se dé el des-
pacho para descubrirlo. »
Cuando fué conocida en Europa esta relación de Mal-
donado, encontró varios defensores en las más altas re-
84 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
giones científicas. Véase la Memoria que en 31 de No-
viembre de 1790 leyó á la Academia de Ciencias de
París uno de sus más respetables miembros:
« Memoria leida en la Academia de las ciencias de París
por Mr. Buac/iCy Geógrafo mayor de S. M. Cristia-
nishna.
» Há cerca de trescientos años que se conoce la impor-
tancia del paso del N. O. de la América, siendo este el
objeto de las frecuentes indagaciones de las naciones co-
merciantes de Europa, y de un premio de 20.000 libras
esterlinas ofrecidas por el Parlamento de Inglaterra á los
navegantes nacionales que lleguen á descubrirlo.
» En vista de todas las tentativas que inútilmente se han
hecho con este objeto y de los viajes que en estos últi-
mos tiempos emprendieron, el célebre Cook con el fin de
reconocer las costas del N. O. de la América, donde se
suponía una de las bocas del paso; Mr. Youngo regis-
trando de nuevo la bahía de Hudson, donde se creia la
otra, y Mr. M. Hearne y Goumd cruzando desde la
bahía de Hudson hasta los confines del mar Glacial, al
través de las tierras donde se imaginaba un estrecho,
cualquiera podría inclinarse á dudar de la existencia de
la comunicación de ambos mares, y esta tal vez es la
opinión general en el dia. A pesar de esto, asegurado de
la confianza que inspira la verdad, paso á proponer á la
Academia la relación de un navegante, que desde los
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 85
principios en que empezó á cuestionarse, halló el paso
del N. O. La relación de semejante descubrimiento es
auténtica, los hechos que se citan en ella, de ningún modo
se oponen á las circunstancias ciertas que hemos sabido de
otros navegantes, y además nos informan de la verdad
de otros muchos hechos que refieren diferentes autores,
los cuales, como hasta ahora no se han podido compren-
der, se han mirado como fabulosos ó como disputables.
»Un navegante español llamado Lorenzo Ferrer de
Maldonado, es el que en el año de 1588 descubrió el paso
del N. O. que voy á describir, y la relación de semejante
descubrimiento, se halla en una Memoria manuscrita que
él mismo presentó al Rey de España en 1609, P^^"^ esti-
mularlo á que repitiesen los navegantes este paso y se
hiciesen dueños de él. El Sr. Mendoza, oficial de la Ma-
rina de España, conocido de la Academia por sus luces
y celo y encargado de la Corte de Madrid para formar
un establecimiento semejante al que tenemos en Francia
para la construcción de cartas marítimas, etc., es quien
me comunicó una copia fiel de esta Memoria. Después
de haberla leido y habiendo hecho conversación sobre
ella, me la franqueó para que hiciese el uso que tuviese
por conveniente. En tanto que el Sr. Mendoza se ocupa
entre nosotros en juntar los objetos necesarios para su
establecimiento, el Gobierno ha dispuesto que se reco-
nozcan todos los archivos de España y se saquen de
ellos las relaciones originales de antiguos viajeros y na-
86 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
vegantes españoles, y yo me atrevo á decir desde ahora
que la geografía puede esperar los mayores auxilios de
sus conocimientos y de su celo.
La Memoria del navegante español se titula Relación
del descubrimie7ito del estrecho de Anian^ que yo el capi-
tán Loí^enzo Ferrer de Maldonado hice el afio de mil
quinie7itos ochenta y ocho , en la que se ve la derrota que
es preciso seguir^ la disposicio7i local y vio do de fortifi-
carle^ como también las utilidades qtie puede ocasionar el
repetir una nueva expedicioii y los Í7iconvenientes qtie
pudiera haber cíz 07nitirla. En dicha Memoria se halla
trazada por el autor la derrota y un plano particular del
estrecho de Anian, con dos vistas, una de la entrada y
otra de la salida, las cuales igualmente delineó en dichos
lugares, para facilitar su reconocimiento. Este plano y es-
tas vistas, son las que tengo el honor de presentar hoy
con mayor extensión á la Asamblea; pero como en el dia
sólo puede ofrecer una idea de este descubrimiento, no
haré más que manifestar la derrota que siguieron dichos
navegantes en 1588, y hacer constar por ella la existen-
cia del paso del N. O.
Hé aquí la relación del navegante:
«Partiendo de España, v. gr. del puerto de Lisboa,
>es preciso navegar al N. O. la distancia de 450 leguas
» y hasta los 60° de latitud, desde donde se avistará la isla
> de Frislandia; desde allí se camina á la costa del Labra-
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 87
» dor, donde comienza el estrecho del Labrador ó de Da-
» vis; aquí hay dos entradas ó bocas, una que va al N. E.
5 y la otra al N. O. Se dejará en la derecha mirando al N.
» la que va al N. E. Esta boca, está formada por la Groe-
>> landia y sus islas, y vuelve á tomar la mar de Frislandia.
» Tomando la otra entrada, se hace derrota al N. O.
» en un estrecho , el espacio ó distancia de 8o leguas y
» hasta la altura de 64°. Aquí el estrecho vuelve al N., y
» sigue esta dirección 120 leguas, hasta los 72°. Desde
»este punto vuelve al N. O. siguiendo 90 leguas, y se
allega á 75° de latitud, donde acaba el estrecho del La-
» brador; éste tiene 290 leguas de longitud; su mayor an-
» chura 40 leguas, y 20 la menor; encuéntranse en el, puer-
^ tos calas y abrigos que pueden servir en caso necesario,
^ y parece ser habitado hasta los 73°, á juzgar por los fue-
» gos que se vieron en muchos parajes, tanto en una costa
» como en la otra.
» Concluida el estrecho del Labrador, se navega del
» O. I S. O. la distancia de 350 leguas hasta los 71°. A
> nuestro regreso, descubrimos por esta latitud una tierra
■!> muy elevada , que no pudimos averiguar si era tierra fir-
:> me ó isla, sólo sí se pensó, que en caso de ser tierra fir-
» me, debería ser la costa opuesta ája costa septentrional
> de Nueva España. Luego que se ve esta tierra y desde
> los 7 1° de latitud, es preciso correr al O. S. O. la distan-
» cia de 440 leguas, y se arriba á la*altura de 60°, donde
> se debe hallar el estrecho de Anian : con esta instrucción.
88 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
> se logrará hacer la misma derrota que yo conseguí
» desde la isla de Frislandia, que fué el punto de mi salida.
» Cuando llegamos á la salida del estrecho del Labra-
» dor, hacia un tiempo muy riguroso; esto era á primeros
» de Marzo. La travesía del estrecho fué en parte de Fe-
» brero, por cuya razón padecimos mucho por la oscuridad,
» por el frío tan intenso , por el agua de la mar que recha-
» zaba contra el bajel, se helaba súbitamente, de manera
» que el navio parecía de cristal: también tuvimos precisión
» de aferrar las velas, las cuales en muchos parajes tenian
» más de un palmo de espesor. El pensar que el mar de
» que vamos hablando puede helarse del todo, es un error,
» porque como es un estrecho muy ancho que tiene cor-
» rientes muy violentas , éstas y las gruesas olas no le
» permiten helarse por su movimiento continuo; y así me
3> persuado, que sólo puede helarse la orilla y en los para-
»jes donde el agua está tranquila, á juzgar por lo que
» pasaba en torno de nuestro navio.
» Cuando regresamos por el estrecho de Labrador,
» que fué en el mes de Julio, disfrutábamos de una claridad
» continua. Desde que llegamos al círculo polar por los
:> 66° I de latitud, comenzamos á gozar del sol, el que no
» nos faltó hasta que volvimos á pasar segunda vez este
» círculo, que se halla hacia la mitad del estrecho. Con
» motivo de tener continuamente el sol sobre el horizonte,
» era tan cálido el aire, que sentíamos mucho más calor
» que en España; pero de ningún modo nos incomodaba,
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 89
» á pesar de estar expuestos á los rayos del sol , porque
» siempre logramos un viento fresco del N. , y al mismo
» tiempo nos facilitó pasar con prontitud el estrecho del
» Labrador.
» Según la tradición antigua, parece que el estrecho
» que hemos descubierto por latitud de 60°, es el mismo
y> que llaman los geógrafos en sus cartas, estrecho de
y> Anian, y si esto es verdad, debe ser formado de un lado
^ por la Asia, y del otro por la América; esto es lo que
» igualmente nos ha parecido verosímil, por la derrota que
» hemos hecho en la mar del Sur, que es la que voy á re-
» ferir.
» Luego que entramos en la mar grande, seguimos la
» costa de la América el cabo del S. E. por más de cien
» leguas, y hasta la latitud de 55° no se vio habitación al-
»guna sobre esta costa, ni entrada, ni embocadura que
» indicase algún otro paso de la mar del Sur á la del Nor-
»te. Se creyó que esta costa era de la América, y que
» continuando la derrota se llegaria en poco tiempo á la
» Quiviza y al cabo Mendocino , que sabemos se halla en
»esta misma costa; prolongada desde este punto ó de la
» altura de 55°, navegamos al O. cuatro dias con un viento
» fresco que podia hacernos caminar 30 leguas por dia:
» después de haber andado 1 20 leguas, siguiendo la esti-
» ma descubrimos una gran tierra de altas montañas , y
» una costa larga y continua que dejamos por volver al
» objeto principal de nuestro viaje.
go CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
» Nada pudimos averiguar en particular de esta tierra,
> á causa de las contradicciones que experimentamos á
» nuestra vuelta, y sólo podemos asegurar, que se halla po-
»blada hasta las cercanías del estrecho de Anian, por
» donde hablamos embocado en el mar grande quince dias
» antes que estuvimos en el del Sur.
» El estrecho de Anian tiene 1 5 leguas de largo; así
»se le pasa fácilmente con seis horas de marea, que son
» aquí violentas. La boca que mira al N. y por la que en-
» tramos, no tiene un medio cuarto de legua de anchura;
» la que mira al mar del Sur no llega á un cuarto de legua;
> en medio del estrecho hay un islote formado de rocas
■» escarpadas que angosta más el canal; en este sitio apé-
» ñas hay un medio cuarto de legua de anchura , por lo
» que no pueden pasar sino dos ó tres buques de frente.
» La boca del estrecho al lado del N. es muy difícil de re-
» conocer, porque la costa se extiende aquí E. O., y las
» dos partes que la forman se ocultan una con otra, demo-
» rando la entrada NE. SE. Por esto no es de admirar no
» la hayan encontrado los que la han buscado. Cuando
» nosotros llegamos , estuvimos bordeando algunos dias
» cerca de ella, sin reconocerla, no obstante de tener una
» relación exacta de Juan Martínez , mi piloto , que era un
» portugués natural de Algarve, hombre anciano y muy
» experimentado ; pero le faltaba la vista de las montañas
s que yo tomé y dibujé para guiarme en otro viaje que la
> ocasión me presentase; así aunque estuvimos bien adver-
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 91
> tidos de que el estrecho estaba situado por 60° de lati-
» tud, como la costa corre E. O. un tan largo espacio, que-
>> damos algún tiempo en duda. El piloto, según la estima
» de su derrota , creia hallarse á más de cien leguas ; á mí
» me parecia que estábamos muy cerca, como en efecto se
» verificó , pues que habiéndome embarcado en la chalupa
» para costear la orilla del mar, la corriente me entró en el
» estrecho y me lo hizo reconocer de este modo. Lo que
» me hizo creer que habiamos llegado ó que nos hallába-
» mos muy cerca, fué efecto de lo que yo advertí en las
» corrientes de esta parte , las cuales venian de la costa,
» adonde volvían seguidamente, de modo que nuestro bajel
» aun estando muy en alta mar, se hallaba de repente ar-
» rastrado á la costa, y desde allí era de nuevo arrojado
» muy adentro del mar.
» Desde principios de Abril hasta mediados de Junio,
» permanecimos en un puerto que hay en la boca del es-
» trecho por la parte del mar del Sur. A este tiempo llegó
» un bajel de ochocientas toneladas que venia del mar del
» Sur á pasar el estrecho, y cuyo equipaje nos pareció de
» estas ansiáticas que habitan la bahía de San Nicolás ó el
» puerto de San Miguel; con motivo de recelarse de nos-
» otros y al parecer temiéndonos mucho , no pudimos reci-
» bir instrucción alguna de ellos; por consiguiente, nos se-
» paramos habiéndolos dejado en el mar del Sur, y nos
» aparejamos para regresar á España. »
92 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
»Este es el resultado del viaje y del descubrimiento que
dice haber hecho el navegante español el año de 1588;
en las particularidades que he omitido y que relacionaré
en nuestras sesiones ó juntas privadas, se hallarán sufi-
cientes pruebas de la existencia del paso y de los conoci-
mientos del navegante; por ahora es mi designio, exami-
nar la derrota que nos ha trazado y proponer algunas
observaciones sobre las principales circunstancias de su
descubrimiento.
» La derrota del navegante desde Lisboa á la isla de
Frislandia y desde Frislandia al estrecho del Labrador,
es la que nos dan los navegantes modernos desde Lisboa
al cabo Farewell, en la entrada del estrecho de Hudson,
donde se encuentran las mismas latitudes y las mismas
distancias.
» El paso que después describe desde el Océano al mar
del Sur, se compone, como hemos visto, de tres partes:
primera, la travesía del estrecho del Labrador, que va
desde el Océano al mar Glacial; segunda, la navegación
ó camino de 700 leguas en el mar Glacial; tercera, la
travesía del estrecho de Anian, que va desde el mar
Glacial al mar del Sur.
»E1 estrecho del Labrador, donde el navegante pone
290 leguas de longitud ó extensión, se divide en tres
partes, como es fácil de comprender. La primera, que
dice ser de 80 leguas al N. O., es efectivamente el es-
trecho de Hudson, desde su entrada hasta la bahía de
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 93
Hudson; esto es, las mismas demoras y la misma dis-
tancia.
»En el año de 1588, todavía no se conocia la bahía de
Hudson, ni tampoco pudo verla el navegante, porque si-
guió la costa septentrional del estrecho, la cual siempre
está más libre y menos embarazada de hielos.
»La segunda parte, que navegó al N. y cuya longitud
se ha puesto de 120 leguas, se advierte también en el
estrecho que avanza al N. de la bahía de Hudson, y que
en las cartas inglesas se denomina Namelew Strait
Strait indicover^ estrecho sin nombre donde todavía no
se conoce más que una parte del lado del S. que ha sido
vista por Bafin en 1616 y 1631, y por Thomas James
en 1632. Estos navegantes, intentaron encontrar allí el
paso que buscaban; pero se retiraron, asustados con los
hielos que veian venir del N. Es de notar que Bafin, es-
tando al S. de la entrada, y viendo que las mareas se di-
rigian al N., sugirió de allí que habia un paso, y á conse-
cuencia dio el nombre de cabo Confort á una punta de
tierra, cerca de la que hizo su observación. Igualmente
Fox ha inferido del crecido número de ballenas que se
ven en la parte del N. O. de la bahía de Hudson, que
debia haber en esta parte un paso al mar del Sur, lo que
creyó hasta su muerte. Las cartas inglesas que se han
publicado de cuarenta años á esta parte, hacen conme-
moración de una comunicación entre el estrecho sin nom-
bre y la bahía de Bafin, la cual como se halla ñindada
94 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
solamente en conjeturas, es verosímil haya impedido ha-
cer nuevas indagaciones, tanto más cuanto los navegan-
tes que han ido en busca del paso á la bahía de Bafin,
no han hallado más que hielos en su parte del S. O.,
donde suponían la salida del estrecho sin nombre. Las
cartas antiguas dan una anchura mucho menor á la bahía
de Bafin que todas las modernas; la colocan menos al O.
y la aproximan menos á la bahía de Hudson, y yo pien-
so con MM. de Lislle y Danville, quienes la habian adop-
tado, que merecen la preferencia.
» La tercera parte del estrecho del Labrador, ó la que
termina en el mar Glacial, se halla en un territorio que
todavía no conocemos; por* consiguiente, no contradice
ninguna de las nociones que se nos han dado, antes bien
me parece confirma lo que se ha visto sin mucho interés
en una carta inserta en el Americum trawells^ y en una
carta grande japonesa traida del Japón y depositada en
el gabinete del difianto Hans-loane. De la carta del Ame-
ricum trawells manifiesta una comunicación ó estrecho
entre el Glacial y la bahía de Hudson, donde se ven las
de Spurle y Turle dar á los dos puntos que forman la
entrada de este estrecho del lado del mar Glacial. La
carta japonesa, la cual nos manifiesta todavía desconoci-
das las costas de la América septentrional, nos indica
igualmente un estrecho por donde se comunica el mar
Glacial con el Océano, y coloca este estrecho adonde nos
ha conducido el navegante español. Por las indagaciones
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 95
sabias de Mr, Gtuprés, sabemos que los chinos navega-
ban antiguamente á las costas del N. O. de la América.
También se sabe por Benjamín de Ttcdela^ autor judío
del siglo XII, que los chinos conocieron el mar Glacial, al
cual llamaban Nikpha; decian ellos, que los que entran
en este mar no pueden salir, y que mueren después que
se les acaban las provisiones. Seixas refiere en su Teatro
Naval,, que en la bahía de Hudson se han hallado cascos
de navios chinos; por esto podemos comprender, de dón-
de tomaron los japoneses los conocimientos que ponen
en sus cartas.
» El Trawells Americtmi,, no hace la menor expresión
de los conocimientos que nos manifiesta la carta inserta
en esta obra. Mr. de Brgondi^ quien en el año de 74 hizo
indagaciones sobre este objeto, nos dice que el autor era
un capitán inglés llamado Elmir^ y que habia recorrido
una parte de las costas del mar Glacial al N. de la Amé-
rica; nadie ha usado de estos conocimientos desde esta
época, por no saber apreciarlos; pero hoy dia se puede
creer que no carecen de fiandamento. Permítaseme citar
aquí un artículo de la Gaceta de Londres, que al presente
parecerá de más atención. En el dia 4 de Abril de 1769
se dice en ella que un oficial que habia montado navios
de la compañía de Hudson, habia hallado poco hacia el
paso deseado por el N. O. para ir á las Indias orientales;
que habia pasado felizmente desde el estrecho de Lepul-
se-Bay á otro por el que habia entrado en el Océano de
gó CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Tartaria, y se añade que á instancias de la compañía de
las Indias y de las de la bahía de Hudson, se habian des-
aparecido repentinamente su diario y sus cartas, en el
momento que iba á publicarlas.
» En el diario de sabios del mes de Noviembre de 1773
se halla igualmente una carta de Mr. la Lande, que dice
que un navio danés, llamado la Corona del Norte y
mandado por el barón Visfeld^ habia pasado el año
de 1769 del Océano al mar Glacial, de éste al del
Sur, de donde volvió á Europa por el estrecho de San
Maire.
» Toda esta relación , unida al testimonio del navegante
español, no dejan duda, á mi parecer, de la comunicación
de la bahía de Hudson con el mar Glacial, y consiguiente
el paso del N. O., del que esta comunicación hace la
parte principal.
» La navegación del mar Glacial desde el estrecho del
Labrador hasta la entrada del estrecho de Anian, tal vez
parecerá difícil, pero no imposible, como se hubiera po-
dido inferir de los viajes de Phipps y Cook; por la der-
rota del navegante español, se ve que la costa declina
hacia el S. á la salida del estrecho del Labrador, y que
se halla á los 7 1 *^ de latitud , hacia la mitad de espacio
que separa los dos estrechos: Mr. de Arjte ha hallado la
embocadura del Rio de la Mina de Cobre por cerca de
71° 40', y Mr. Gound, en una carta de sus descubri-
mientos presentada á la Academia en 1766 por Mr. de
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 97
la Rochefocault ^ indica la embocadura del río Araboyer
hacia los 65°. Este último no ha llegado hasta el mar
Glacial, pero nos dice que parlamentó cerca del lago de
Araborca con cuarenta de los naturales que viven á corta
distancia de la costa; estos le confirmaron que en este
mar habia flujo y reflujo, le aseguraron que no conocían
ninguna tierra al N. y que habian visto muchas veces allí
hielos flotantes; pero que la navegación de los rios que
allí embocan, se hallaba franca desde principio del estío.
También preguntó Mr. Gound á muchos salvajes que
habian acompañado á Mr. Hearle en su viaje, y nos
dice que le ocultaron las principales circunstancias de él,
y que en el dia es prohibido á todos ir hacia el O. Lo
mismo sin duda sucedió en el viaje de Mr. Young^ del
que jamás se ha tenido conocimiento alguno, y al del
capitán C/^/;^// pero en lo poco que nos enseña Mr. Gou7td,
nos anuncia bastante, que el mar Glacial no es impracti-
cable por la parte de la América.
» Sólo me resta hablar del estrecho por donde el nave-
gante español pasó del mar del Sur al Glacial, y que él
llamó estrecho de Anian. Según las cartas de su tiempo,
se ve que este estrecho, que él pone por 60° de latitud,
y al que no le da más que un cuarto de legua de anchu-
ra, no puede ser el de Bering, que halló Cook á los 66°
de latitud y de 1 5 leguas de anchura; luego hay otro es-
trecho, que aún no conocemos, en esta parte del N. O.
de la América, y por consiguiente de las islas, al lugar
gS CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
de las tierras que nosotros tenemos por una parte del
continente.
» En efecto , esto es lo que nos indican muchas cartas
de los rusos, y particularmente la que Mr. Sthachin pu-
blicó de sus descubrimientos; se ve en ella una grande
isla, á continuación de otras muchas pequeñas, situadas
al E. del estrecho de Bering, separadas del continente de
la América por otro estrecho.
» La relación del navegante ofrece aquí una gran difi-
cultad que no puedo pasar en silencio. El cálculo de su
derrota al salir del estrecho del Labrador; coloca el es-
trecho de Anian al O. del de Bering y sobre la parte
del N. E. del Asia, donde sabemos, por otro lado, que
allí no hay estrecho; y así, es menester suponer que hay
un error considerable de la estima que ha hecho de su
derrota; no me atrevo, por consiguiente, á confiar poder
determinar de un modo satisfactorio la posición de este
estrecho, y sólo propongo como verosímil lo que voy á
decir sobre esta materia.
»La latitud del estrecho de Anian, establecida ó fijada
á los 60°, debe ser casi cierta respecto que estaba así in-
dicada en la relación del piloto, que halló exacta el nave-
gante, quien, por otra parte, permaneció allí mucho tiem-
po para poder asegurarse. Esto supuesto, debe estar el
estrecho hacia Shoal-Ness^ al O. del rio de Cook, ó hacia
el monte de San Elias, al E. del mismo rio, porque estas
son las únicas partes del lado de la América que se ha-
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. gg
lian en la latitud dicha. Los rusos han reconocido todas
las inmediaciones de Shoal-Ness, como se ve en la última
carta de sus descubrimientos, y no han hallado ningún
estrecho; por consiguiente, estamos en la precisión de
fijarnos en la cercanía del monte de San Elias. Por otra
parte, se adoptará esta posición, considerando el camino
que hizo el navegante á su salida del estrecho ó á su en-
trada en el mar del Sur. Se advierte que navegó dirigién-
dose al SE., y hasta los 55° de latitud, no puede estar
sino la costa de la América, situada al SE. del monte de
San Elias; del mismo modo la costa que halló á las 120
leguas al O. de la de la América, y que siguió en la di-
rección del N. E. y hasta el puerto, no puede ser repre-
sentada sino por la costa de Alaska y las tierras vecinas
al rio de Cook. El navegante, ha supuesto que esta última
costa era una parte de la Tartaria; pero por lo que él
mismo dice bajo la fe de las cartas de su tiempo, y por-
que habia supuesto que su estrecho era el que significa-
ban estas cartas con nombre de Anian.
» Todavía me inclinaría á admitir esta posición del es-
trecho, la consideración de las reclamaciones de la Espa-
ña y de sus pretensiones sobre esta parte de la costa de
América. No cabe duda en que los españoles han tenido
conocimiento del estrecho , supuesto de que, independien-
temente de la relación de nuestro navegante, se lee en
Purchas, que habiendo estado Drak en el mar del Sur,
quiso el virey de Méjico construir un fiíerte á la entrada
lOO CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
del estrecho por la parte del mediodía, y que por casua-
lidad pasó por allí el año de 1609 un bajel de Acapulco,
el que vino á Lisboa. Con este motivo se reconoce la
data de la Memoria de nuestro navegante y su proyecto
de fortificar el estrecho. Las cartas antiguas, indicaban
una continuación de costa de 1.700 leguas de extensión,
que iban de la parte del S. de la California al Japón, y
es verosímil que esto fuese el resultado de los primeros
descubrimientos que se hicieron, y que después se ha su-
primido porque no se conocia con fundamento, exten-
diendo los españoles su derecho hasta Wilians Sotmd ó
la entrada del Príncipe Guillermo, sin duda que lo han
hecho con conocimiento de causa, y es de presumir que
han querido incluir el estrecho en los límites que ellos
han proclamado.
» En cuanto á los nuevos establecimientos que se forman
en esta parte, tendremos en breve conocimientos ciertos;
se sabe que los rusos han avanzado más allá de la ribera
de Cook, y tal vez intentaran de nuevo su antigua nave-
gación por el estrecho donde fueron vistos por nuestro
navegante en 1588; también es verosímil no esperen á
publicar los conocimientos que hoy en dia tienen del paso
del N. O., sino el momento que se hallen asegurados de
la posesión de esta parte de la América que disputan á
los españoles.
» Se ha visto en la Memoria del navegante español, que
su piloto tenía una relación exacta del paso del N. O., de
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. loi
donde se debe inferir, que semejante paso era ya conoci-
do, se habia ya descubierto antes del año de 1588, épo-
ca de su viaje. Él nos dice, que su piloto era portugués,
viejo y muy experimentado; pero nosotros sabemos por
Picrchas^ que un portugués llamado Martin Chaelle^ ha-
bia descubierto en 1555 ^^ P^-so al mar Septentrional
desde las Indias, que habia hecho una relación de su
viaje, y que este paso se hallaba á los 59° de latitud,
que, como se ve, es el estrecho descubierto por Ferrer.
» Un piloto inglés, llamado Thomas Cowley^ testificó por
escrito en 1579 que habia leido la relación impresa
en 1567; pero que después de este tiempo no la habia
podido volver á ver, á causa de haber sido prohibidos
y recogidos los ejemplares por orden del rey de Por-
tugal, temiendo que este descubrimiento no acarrease
algún perjuicio á su comercio.
» También se lee en Purchas, que este paso del mar del
Sur al mar del Norte, fué confirmado por un portugués
que aprisionaron los ingleses en tiempo de la reina Isa-
bel; que otro portugués de Guinea habia hablado á For-
bisheo, como habiéndolo pasado, y en fin, que era co-
munmente conocido entre los pilotos de Lisboa.
» Después de todas estas consideraciones , me parece
que se puede tener por un hecho constante, el descubri-
miento que acabo de exponer del paso del N. O., busca-
do después de tan largo tiempo. Para conservar la me-
moria y asegurar la gloria á quien corresponde, he creido
I02 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
debía dar el nombre de Ferrer al estrecho descubierto
por el navegante español, tanto más, cuanto es más in-
cierto que esté allí el verdadero estrecho de Anian. De
este modo llamaré al estrecho que hace la comunicación
de la bahía de Hudson con el mar Glacial, y que hasta
ahora se ha llamado estrecho sin nombre, Namlew-Strait.
T> Sacando á luz este descubrimiento , he dado la solu-
ción á un gran número de dificultades, que siendo verda-
des interesantes, habian declinado á la clase de fabulosas,
y en adelante harán leer con mayor interés la historia de
las antiguas navegaciones; acaso habré destruido también
las preocupaciones que se opondrían .todavía por mucho
tiempo á los progresos de la navegación en los mares
del Norte, y me atrevo á confiar, que el fin del siglo xviii
añadirá el conocimiento de las tierras próximas al polo,
y aun del polo mismo, á todos aquellos con que este si-
glo ilustrado ha enriquecido la geografía. »
Esta acalorada y entusiasta defensa, tanto como poco
preconcebida, alcanzó el eco que era de esperar, ocupan-
do la atención de geógrafos y astrónomos muy notables,
en Francia, Alemania, Italia é Inglaterra; pero á la vez
que poníase en discusión y procurábase en principio con-
ceder al español Maldonado la gloria de haber descu-
bierto el paso del N. O., los doctos marinos é ilustres
geógrafos españoles, protestaron de aquella inmerecida
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 103
suposición, y por cuantos medios estuvieron á sus alcan-
ces hicieron saber á Europa, que el viaje de Maldonado
era una invención ridicula, y que en nuestro país se re-
chazaba en absoluto toda opinión favorable, y más aún
toda tesis concediendo á España la realización de tan
glorioso descubrimiento.
Entre los marinos que con mayor caudal de lóg-ica y
entendimiento, refutaron la Memoria de Buache, debe-
mos citar al Capitán de fragata D. Ciríaco de Cevallos,
al de igual clase D. Alejandro Malaspina, al Capitán de
navio Fernandez Navarrete, y á otros varios distinguidos
oficiales, cuyas disertaciones notables han logrado poquí-
sima publicidad. No hay entre ellas gran diferencia de
argumentación, como debe suponerse, porque la verdad
es única. En el archivo del Depósito Hidrográfico de
Madrid, existe el manuscrito de una de las más excelen-
tes refutaciones á que hacemos referencia, la cual copiada
á la letra desde el período más oportuno, dice así:
« Lorenzo Ferrer de Maldonado, geógrafo de Felipe II,
estando sobre la costa de los Bacalaos escaso de bastimen-
tos^ arribó por ellos d la isla de Frislandia y los tomó
en unas islas llamadas Gelandillas ; sobre estos lugares
ya, y como por el mes de Enero (según se deja conjetu-
rar de su relación), se empeñó en descubrimientos al N.,
y subiendo por diversos canales hasta los 75° de altura,
104 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
bajó después al S., saliendo por último al mar Pacífico
entre los 59 y 60° de latitud. Hé aquí la derrota que hizo
Maldonado, ó la que traza para repetir su misma nave-
gación, saliendo del puerto de Lisboa:
«Partiendo de España, v. gr. del puerto de Lisboa,
> es preciso navegar al N. O. la distancia de 450 leguas
íy hasta los 60° de latitud, desde donde se avistará la
» isla de Frislandia. Desde allí se caminan 1 80 leguas al
» O. bajo del paralelo de 60° y se arriba á la costa del
» Labrador ó de Davis. Aquí hay dos entradas ó bocas,
> una que va al E. NE., y otra al N. O.; se dejará á la
> derecha mirando al N. la que va al E. NE.; esta boca
» está formada por la Groelandia y sus islas , y vuelve á
» tomar la mar de Frislandia., tomando la otra boca que
» hace derrota al N. O. en un estrecho, el espacio ó dis-
» tancia de 80 leguas y hasta la altura de 64°. Aquí el
» estrecho vuelve al N. y sigue esta dirección 1 20 leguas
^ hasta los 72°. Desde este punto vuelve otra vez al N. O.,
» siguiéndolo 90 leguas, y se llega á los 75° de latitud,
» donde acaba el estrecho del Labrador. Este tiene 290
» leguas de longitud; su mayor anchura son 40 leguas, y
» 20 la menor. Encuéntranse en él puertos, calas y abri-
» gos que pueden servir en caso necesario , y parece ser
» habitado hasta los 73°, á juzgar por los fiaegos que se
» vieron allí en muchos parajes, tanto de una costa como
> de la otra.
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 105
» Concluyendo el estrecho del Labrador, se navega
»al O. I S. O. distancia de 350 leguas hasta los 75°.
» Desde los 71° correr al O. S. O. la distancia de 440
» leguas, y se arriba á la altura de 60^, donde se debe
y> hallar el estrecho de Anian. Con esta derrota se logra-
» rá hacer la misma derrota que yo conseguí desde la isla
» de Frislandia, que fué el punto de mi salida. El estre-
» cho de Anian, que sale al mar del Sur-, tiene 1 5 leguas
» de largo , así se le pasa fácilmente con seis horas de
» una marea que aquí son muy violentas. »
Tal es la derrota que hizo Maldonado. Ni él dice, ni
sabemos qué designios lo condujeron á la costa de los
Bacalaos, ni si arribando á las Gelandillas, pensaba con-
tinuar sus descubrimientos al N. De cualquiera manera
que sea, su relación tiene caracteres claros de inverosí-
mil y falsa. Los que sepan la historia de las navegacio-
nes hechas por el N. O., esos decidirán, si es posible que
el viajero español se empeñase en descubrimientos hasta
los 75^ de latitud en la estación más cruda del invierno,
por unos canales desconocidos y de corrientes violentas,
y en meses donde la ausencia del sol, al paso que dismi-
nuia todos los recursos del pilotaje, aumentaba con una
noche perpetua los peligros de la misma navegación. Sa-
bemos que la fortuna, el arrojo y la inteligencia continua-
dos, producen efectos portentosos. Si Ferrer, conducido
por causas inevitables á estos estrechos, los hubiera
lo6 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
practicado con la felicidad que supone, no podríamos ne-
gar un hecho entre los límites de lo posible; pero se ne-
cesita un juicio incapaz de percibir la contradicción, para
creer, que siendo Maldonado capaz de llevar á cima una
derrota tan complicada y de calcular sus riesgos, fuese tan
ignorante que la emprendiese en la época menos á propó-
sito del año. ^Y en qué año? En el de 1588, cuando el
arte en construir, bajeles y el de manejarlos estaba en la
cuna, y cuando se ignoraban la mayor parte de los prin-
cipios que forman hoy la seguridad de las navegaciones.
El primero y tal vez el único argumento de los que,
conducidos por el espíritu de singularizarse, han querido
persuadir la autenticidad del viaje de Maldonado, consis-
te en la conformidad de su derrota con nuestros conoci-
mientos actuales sobre la geografía de estas regiones;
veamos si existe tal conformidad. Supongamos que anda-
das 450 leguas al N. O. desde el puerto de Lisboa, se
encuentre con el cabo de Farewell, que hace la parte
más Sur de la Groelandia; no es posible que navegando
180 leguas al O., se tropiece con el concurso de dos ca-
nales, el uno con dirección al N. O.^ y al E. N. E. el
otro. Si Ferrer entró por el canal de Hudson, como cree
M. Buache, debió parecerle el canal de la derecha
al N. I N. E. ó lo más al N. N. E., rumbo que dista mu-
cho del E. N. E. cuando se trata de probar la verdad
del viaje de Maldonado, únicamente por ser compatible
su derrota con los conocimientos modernos.
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 107
Toda la parte del viaje que corresponde á lugares que
nadie ha visto, nadie puede contradecirle: si considera-
mos al viajero español en el mar Pacífico, convenimos en
que pudo correr al S. E. la costa de la América hasta
los 55° de latitud; pero no es posible que navegando
después en cuatro dias 120 leguas al O., tropezase con
una gran tierra de altas jnontañas y tma costa larga y
continua. Debemos suponer, que Maldonado partió del
cabo de San Bartolomé, situado con poca diferencia en
los 55°, y este cabo, dista 300 leguas de Alaska, que es
su tierra más próxima por el Occidente.
Aun cuando pudieran explicarse estas dificultades que
presenta la derrota de Maldonado, aun dando por de-
mostrada su posibilidad, nunca puede inferirse de esta
suposición que se hizo en efecto; esto es posible, luego esto
sucedió; hé aquí una lógica, de que no creemos capaz á
ningún geógrafo nacido más allá de los Pirineos. ^Qué
testimonio nos asegura que la relación atribuida á Mal-
donado no se escribió muchos años después? A más de
que en 1609, cuando se dice que el viajero español pre-
sentó su memorial, ya Frobisber habia reconocido la
Groelandia y descubierto un canal que verosímilmente es
el de Hudson; ya Juan Davis habia descubierto el estre-
cho de su nombre, el de las Ballenas y los otros que for-
ma la isla de Buena-fortuna con las otras islas inmediatas,
y finalmente , ya James Lancaster y Jorge Weymout ha-
blan hecho sus viajes, y se podian tener suficientes noti-
Io8 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
cias sobre la situación y dirección de estos primeros ca-
nales, para trazar una derrota que no contradijese la
verdad en todas sus partes.
La proporción que se observa entre las latitudes de la
derrota con los nombres y distancias de que se deducen,
prueba en buena (i) cosmografía^ que Lorenzo Ferrer
ignoraba los primeros elementos del pilotaje. Saliendo de
los 60° de latitud y navegando 80 leguas al N. O., se
llega á los 62° 49', y no á los 64; saliendo de los 64 y
haciendo 1 20 leguas al N., se llega á los 70° y no á los 72,
y así de todos los demás. No se crea que estas diferen-
cias provienen de asignar á la legua una longitud diversa
de la que nosotros asignamos; porque además de no obser-
varse entre ellas una ley constante, si las distancias ante-
cedentes no corresponden á sus latitudes por defecto,
otras tampoco corresponden por exceso, como cuando ha-
biendo salido de los 72°, dice que navegadas 90 leguas
al N. O. llegó á los 75^. La conclusión del estrecho del
Labrador está, según Maldonado, en 75° de latitud; pero
según los rumbos y distancias de que se deduce esta
latitud, en 72° solamente. La diferencia es bastante no-
table para haberse escapado á los ojos de Mr. Buache.
Si las noticias de Maldonado son poco compatibles con
las adquiridas posteriormente, y si su memorial contiene
errores imperdonables á un marino y á un geógrafo de
(i) Locución de Maldonado.
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. log
oficio, no son estas objeciones las únicas que se pueden
proponer contra la realidad de su descubrimiento. Ha-
blando nuestro viajero de la dificultad de helarse el es-
trecho del Labrador á causa de la rapidez de sus cor-
rientes, y de la magnitud de las olas, añade: en las ori-
llas creo que se puede helar, según pareció e7i nuestra
nave, que el agua que salpicada se helaba. La palabra
creo^ manifiesta que Maldonado navegó distante de las
orillas y hacia el centro del canal, porque si no, podría
decir acertivamente si las orillas estaban ó no heladas.
Pues, ¿cómo á tanta distancia pudo ver calas, puertos y
fuegos sobre una y otra de las costas que forman el es-
trecho del Labrador, y cómo pudo determinar que este
estrecho tiene 40 leguas de ancho por donde más y 20
por donde menos? Que Maldonado hizo estos descubri-
mientos á la ida, se infiere, no sólo del lugar de la rela-
ción en que da su noticia, sino también de la forma en
que la da. Del lugar, porque la coloca en su navegación
por el estrecho del Labrador y antes de salir de él; por
el modo , porque dice así: Y es por donde más angosto
(el estrecho del Labrador) de 20 leguas y por donde más
ancho de 40 leguas, y hacen muchos puertos, calas y abri-
gos que pueden ser de socorro de cualquiera necesidad, y
hasta los yj grados pareció ser habitado de algunas gen-
tes, porque en muchas partes de aquellas costas se vieron
fuegos, asi co7no la tma parte y la otra.
La proposición hasta, indica un fin de término cuyo
no CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
principio en los óo"^ ele latitud acaba de manifestar, no
sólo los lugares sobre que se observaron calas, puertos,
fuegos, etc., sino también el orden de camino en que se
hicieron estas observaciones. Ahora, quisiera yo saber, si
los dias de Febrero como se tienen por los 70 y 73° de
latitud, son los más oportunos para reconocer calas á 10.
ó más leguas de distancia. Por lo que hace á la posibili-
dad ó imposibilidad de helarse el estrecho del Labrador,
que se consulte á los que frecuentan la bahía de Hudson,
cuya entrada sabemos que es impracticable por razón de
los hielos la mayor parte del año.
Maldonado, que se extiende lo que no es preciso sobre
las circunstancias menos importantes de su viaje, pudiera
haberse explicado con más claridad en este y otros pun-
tos importantes. No sabemos de qué modo hizo la nave-
gación de estos canales; pero siendo los vientos del Nor-
te casi comunes, según su propia confesión, y contrarios
á la mayor parte de su viaje, se deja inferir que subiría
por ellos haciendo uso de las corrientes, las cuales dice
que son periódicas y siguen el orden de las mareas; esta
circunstancia le haría fondear de seis en seis horas, por-
que de otra manera perdería en un período lo que gana-
ba en otro. Demos, según esto, por sentado, que el estre-
cho del Labrador tiene en toda su extensión un fondo
proporcionado para esta especie de maniobras. Pero, ¿es
verosímil que un canal que corre de los 60 á los 75° de
latitud por una extensión tan considerable de leguas, se
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. m
haya navegado fondeando y levándose cada seis horas,
en el mes de Febrero y en medio de las frecttentes tem-
pestades y fíLriosas olas de que nos habla Maldonado? El
inmenso frío que hacia helarse los golpes de mar sobre el
costado del bajel y daba á las velas U7i palmo de espesor^
jj cuánta dificultad añadiría á estas maniobras , por su na-
turaleza pesadas en los mares más benignos y en las cir-
cunstancias más favorables? Todos estos inconvenientes
crecen al grado de insuperables si nos acercamos al si-
glo XVI, cuando ni las embarcaciones ni sus aparejos
eran lo que son, y cuando la mecánica no habia suminis-
trado todavía á la maniobra, esta multitud de auxilios
que, simplificando los trabajos, disminuye la necesidad
de fuerzas. Los marinos ejercitados en su oficio, y no los
geógrafos puramente especulativos, quisiera yo que deci-
dieran esta cuestión.
Pues, ^qué diremos del estrecho de Anian como lo
pinta nuestro autor? Que el deseo no lo hubiera fingido
más propio para ser navegado, poblado y fortificado. Si
se hubiera consultado á Felipe III (que con designios fá-
ciles de conseguir procuró averiguar la existencia del es-
trecho) sobre las circunstancias que debia tener para ser
enteramente conforme á sus ideas, hubiera dicho: Yo
quiero que teniendo 1 5 leguas de longitud , pueda nave-
garse en seis horas; que siendo él por su naturaleza an-
gosto, se estreche más por una isla, sobre la cual cons-
truiré un fuerte que cierre el paso al poder de todos los
112 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
hombres; quiero atalayas distribuidas como con la mano,
para hacer largas descubiertas; y aún no es esto todo.
Se necesita un puerto cómodo y seguro en las inmedia-
ciones del estrecho, ó en el estrecho mismo, y última-
mente, son precisos un temperamento dulce y tierras
pingües. Las últimas circunstancias no eran fáciles de
combinar en latitudes tan elevadas; pero á todo ocurrió
la imaginación del seudo-navegante. Puso montes por
el N., llanos hacia el S., y con esta combinación encon-
tró un suelo capaz de producir los frutos de las regiones
templadas y un temperamento donde se propagasen las
castas de los climas cálidos. Hé aquí todo lo que hubiera
deseado Felipe III, todo lo que inventó nuestro autor y
todo lo que la naturaleza no quiso reunir en los 60^ de
latitud. Los navegantes conducidos á estas costas por la
codicia de las pieles, contradicen también esta relación,
porque ninguno ha encontrado vestigios de los venados,
puercos, conejos y los otros animales que vio con abun-
dancia Ferrer. Verosímilmente, no estaban en el inventa-
rio de nuestro viajero las nutrias y los osos, que siendo
las especies más comunes sobre estos lugares, hubieran
dado alguna verosimilitud y sostenido la ilusión de su
novela. Las manzanas conservadas desde el año antece-
dente, cuando los árboles debian tener ya flor para nue-
vo fruto, es poco natural, y aquello de los consejos suge-
ridos por Maldonado para hacer uso de las frutas sin
riesgo, es una circunstancia que no quita ni pone á la
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 113
verdad del suceso, pero que haría reir al mismo Herá-
clito.
Se sabe que Felipe III, en consecuencia de informes
dados á su padre sobre la existencia del estrecho de
Anian (por donde se decia haber salido al mar Pacífico
algunos pescadores de Terranova), mandó reconocer la
costa occidental de la América desde el principio de la
California hasta los 43° de latitud, dentro de cuyos lími-
tes se suponia el estrecho. Ahora, si Ferrer Maldonado,
geógrafo del Rey, hubiera salido en 1588 al mar del S.
por el estrecho de Anian y los 60° de latitud, ¿hubiera
mandado Felipe III buscar este mismo estrecho más
abajo de los 43° el año de 1602, catorce después del re-
greso de Maldonado á España? Suponemos que nuestro
viajero manifestó á su vuelta los resultados de una expe-
dición que no pudo costear; y si ocultó por entonces las
noticias del estrecho de Anian, ^ cómo no las hizo presen-
tes en 1603, cuando supo que salía Vizcaino á buscarlo?
¿Por qué las difirió seis años para comunicarlas al Rey
en otra ocasión igual?
El año de 1Ó02 se comunicó también orden al Go-
bernador de las Filipinas para dirigir otro viaje con los
mismos objetos que el de Vizcaino. Esta repetición de
tentativas, manifiesta la importancia que se daba en Es-
paña al reconocimiento del estrecho de Anian; y si se
considera la conformidad que tenian este género de em-
presas con las disposiciones pacíficas de Felipe III, se co-
114 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
nocerá que este Príncipe, no pudo escasear ningún gasto
cuando se trataba de reconocer unos lugares cuya utilidad
de posesión comprendia. Si sobre algunas noticias vagas
aventuró la expedición de Vizcaino y quiso que se aven-
turase otra desde Filipinas, ¿con cuánta más razón hubie-
ra escuchado á Lorenzo Ferrer, que hablaba en el asunto
de ciencia cierta y conocimiento práctico? Pues ¿cómo no
fué atendido su memorial? Y si fué atendido, ¿cómo no
se fortificó el estrecho ni se mandó practicar la navega-
ción, siendo estos objetos de una utilidad tan recomen-
dada por Ferrer, tan sabida del Rey y tan fácil de cono-
cer por cualquiera? Yo no puedo creer que habiendo
hecho Felipe III tantos esfuerzos para descubrir el estre-
cho de Anian con el designio de navegado y fortificarlo,
no hiciese ni uno ni otro cuando por las noticias de Fer-
rer estuvo seguro de su existencia. Mientras Mr. Buache
nos explica esta contradicción de Felipe III, veamos otra
no menos clásica de nuestro navegante.
La boca N. del estrecho es muy difícil de reconocer
según Maldonado, y de ningún modo podia comprobar
mejor esta verdad que citando sus propios sucesos.
Cuando nosotros llegamos, dice, no lo conocimos por al-
gunos citas que allí estuvimos barloventeando por aquella
costa con tener míiy buena relación de Jíian Martínez,
mí primer piloto, que era de miicha experiencia , mas
faltábanle las vistas que yo tomé, porqíie aunque sabía-
mos saber se hallar el estrecho e7i los 6o grados de altu-
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 115
ra por ser aquella costa mtty larga del E. O., nos hizo
estar tanto en las dicdas, que al piloto le pareció no haber
llegado d él por más de cien leguas según la fantasia de
su derrota^ etc. Maldonado manifiesta claramente que ya
su piloto Martinez habia hecho ó tenía noticia de la na-
vegación del estrecho, cuya situación sobre poco más ó
menos conocia. Pues, ¿cómo al principio del memorial se
abroga el honor de su descubrimiento? Y si estaba ya
descubierto y situado, ¿á qué fines se dirigia la expedi-
ción de Ferrer cuando salió de las Gelandillas? Si estaba
ya descubierto y situado, ¿para qué es proponer al Rey
una primer expedición á descubrirlo y otra segunda ex-
pedición á fortificarlo? Y qtieriendo Dios^ así habla Mal-
donado , que e7i la priinera empresa nos sea descubierto
el estrecho, co7iviene luego el año siguiente enviarlo á for-
tificar. La primera de estas dos empresas parece super-
fina cuando ya Ferrer habia hecho la navegación del
estrecho, habia formado su plano, levantado su vista y
determinado los lugares más propios para erigir la colo-
nia y construir las fortalezas; pero aquí está el misterio
del suceso. Lorenzo Ferrer ó el que tomó su nombre, es-
taba convencido, lo mismo que Wood, Lancaster y otros
muchos, de la existencia del estrecho; y para promover
su inquisición, escribió el memorial dando por hecho
cuanto pudo imaginar y conducia á sus intentos. Si esto
no es así, se aproxima mucho á lo que pensaba el mismo
Maldonado cuando dijo: Y si no supiéramos por vista de
Il6 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
ojos tener esta entrada al mar del Sur ^ la habríamos de
buscar, ó para fortificarla ó para desengaño si no la hay
y quedar sosegados los corazones.
Todo lo dicho es nada en comparación de lo que si-
gue; aún no hemos llegado al escándalo del memorial de
Maldonado, á la noticia más fecunda en argumentación
contra la verdad de su relación. Nuestro viajero tropezó
en el estrecho de Anian con un bajel de 800 toneladas,
cargado de brocados, sedas, porcelanas, plumas, perlas,
oro y piedras; y bien que le cupiese parte de estos exqui-
sitos géneros , no llegó á saber ni quiénes eran ni adonde
iban. No obstante, por la naturaleza de la carga y por
otros indicios creyó que procedian de China, que eran
luteranos y se encaminaban á una ciudad anseática, junto
á la bahía de San Nicolás ó puerto de San Miguel.
Si por el nombre genérico de Anseática entendemos
una ciudad unida con otra para sostener cierto pacto
mercantil, no es fácil determinar de cuál habla Maldona-
do; pero en el dia sólo se conocen por ciudades anseáti-
cas Lubeck, Rostock, Brema, Hamburgo, Cologne y
Dantzick, á cuyo número se han reducido las 80 que for-
maron otro tiempo la asociación conocida con el nombre
de Ansa-teutónica. Después de esto, quisiera yo que nos
dijera el Sr. Buache, cuál era de estas ciudades la que se
hallaba por los 72° de latitud, cuál la que tenía conoci-
miento y estaba en posesión del estrecho de Anian, y
cuyo comercio reunia en su puerto hasta mil naves de
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 117
trato. Una ciudad así mercantil, una ciudad cuyo lujo ne-
cesitaba recurrir á la industria del Oriente, no podia exis-
tir sin concesiones con otras muchas de la Europa; pues
^cómo ni la tradición, ni la historia de ningún pueblo, con-
serva la memoria de ella? Los que reconocieron la bahía
de Hudson, los que tuvieron el arrojo de extender sus
navegaciones hasta cerca del polo, los que descubrieron
y subyugaron el Nuevo Mundo, todos estos pueblos, sin
contradicción los más cultos y los más navegantes de la
Europa, trabajaron inútilmente por averiguar la navega-
ción al Asia. (¿Y en qué tiempo multiplicaron más sus es-
fuerzos.^ A principios del siglo xvii, precisamente cuando
existian dentro de la misma Europa las ciudades anseáti-
cas, que no sólo habian descubierto ó conocían el camino
breve por el Norte, sino que estaban en pública y pacífi-
ca posesión de él. Ahora, ¿es esto verosímil? ¿Es creíble
que siendo común la noticia del estrecho de Anian en
una ciudad floreciente y conocida, no se difundiese á las
naciones que buscaban con tanto ahinco el mismo es-
trecho? (i).
(i) Por otra parte, navegando el estrecho de Anian buques tan
grandes y tan ricamente interesados, ¿para qué es proponer á Feli-
pe III las embarcaciones de 100 toneladas como las más propias
para repetir esta misma navegación? Y aquí viene la disposición
singular que debia darse á estos buques , cuando sólo se trataba de
un camino seguro, conocido y frecuentado, de un camino que habia
hecho el mismo Maldonado en la peor de las estaciones y con tanta
facilidad.
Il8 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Si esto no es creíble, tampoco lo es más el silencio
de todos relativamente á los descubrimientos, hechos an-
tes de Ferrer y por Ferrer mismo. Este viajero navegó
el estrecho de Anian en 1588; inmediato á este tiempo
costearon los ingleses las tres expediciones de Juan Davis
hacia el año 1585; la de Jorge Weymout en 1602, y á
estas sucedieron las de Hudson y otras muchas. Los ho-
landeses sentían también por estos años la necesidad de
hacer los viajes al Oriente sin doblar el cabo de Buena
Esperanza, pudiéndose asegurar que el año de 1588, se-
ñala la época de los mayores esfuerzos para descubrir la
navegación por el N. Estos esfuerzos tenian en especta-
cion á toda la Europa, y sin embargo, ningún escritor
nacional ó extranjero, coetáneo ó posterior, hace memo-
ria del viaje de Maldonado. Para desvanecer esta invero-
similitud, se dirá que debiendo Maldonado reservar una
noticia cuyo sigilo podia importar á su nación, la reservó
en efecto. Pero Maldonado no sigilaba tanto sus noticias,
cuando consta de su propio memorial, que hizo conversa-
ción del estrecho con Baltasar Just. Por otro lado, ¿á
quién no se previene que nuestro viajero no hizo sólo sus
descubrimientos? Y entre tantos como le debieron acom-
pañar, i quién asegurará el secreto de una navegación tan
extraordinaria y de un descubrimiento tan ruidoso? Nin-
guno que sepa, cuan difícil es á los hombres ocultar Id
que lisonjea su amor propio; ninguno que sepa, que el
viajero mira como la primer recompensa de sus trabajos
SOBRE El, VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 119
el placer de contarlos; tal vez por este único placer aban-
donó sus lares y se expuso á todos los males de la natu-
raleza; las fatigas, los riesgos, y más que todo, las horas
insoportables y monótonas del mar, apurarían al cabo su
constancia si la vanidad no llegase á su socorro. Cuando
parece que va á caer bajo el peso de sus males, entonces
se reanima su entusiasmo, porque entonces se traslada
al seno de su patria, entonces se supone rodeado de sus
amigos que escuchan y admiran los sucesos de sus largas
peregrinaciones, y entonces se dilata la esfera de su alma;
desprecia la vicia, quisiera multiplicar los peligros, y ben-
dice el dia que, abandonando la ternura del padre, el
amor de la esposa y las delicias tranquilas de la sociedad,
se aventuró á unos riesgos que debian adular tan dulce-
mente su amor propio. Tanta extensión damos injusta-
mente á la gloria, y tal es el imperio "que ejerce sobre el
corazón humano.
Apenas se encuentra una sola reflexión, una sola no-
ticia en el memorial de Maldonado, que no preste muchos
y muy fuertes argumentos contra la realidad de su nave-
gación. Nosotros nos limitaremos á las reflexiones he-
chas, bastantes para probar que Maldonado se contradice
en sus principios, que su derrota es incompatible con la
parte mejor testificada de nuestra geografía, que es inve-
rosímil su navegación del estrecho del Labrador, por el
tiempo y las circunstancias en que la hizo, y últimamente
que sólo dando por fabuloso su viaje se puede acordar
120 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
el ruido de sus descubrimientos con el silencio de todos
los historiadores, y se puede conciliar la verdad con las
relaciones de los navegantes modernos.
Después de todo lo dicho, no es fácil desentendernos
ni podemos concebir, cómo en la historia de los Estable-
cimientos Ultramarinos se califica el derrotero de Mal-
donado de auténtico, de cierto y de evidente; de circuns-
tanciado en las corrientes, en las mareas, en los fondos,
en los vientos y en otros puntos de que Maldonado no
habla ni siquiera por incidencia. No sabemos, por qué se
dice que Cook dio por pura voluntariedad el nombre de
Berings al estrecho que separa la América del Asia,
cuando este estrecho no puede jamás confundirse con el
que Lorenzo Ferrer llama de Anian. No sabemos cómo
un cometa pudo cerrar este paso sin que las aguas del
mar y el resto de ía naturaleza sintiesen los influjos, ni
percibimos ninguna analogía entre el estrecho de Anian,
como lo describe nuestro viajero, con la entrada de Nor-
ton ó el rio de Cook. En esta historia no se pudo pres-
cindir de la gloria que daba á la nación española el des-
cubrimiento de Maldonado, y debemos confesar en honor
de la justicia, que sólo un patriotismo demasiado ardiente
pudo triunfar de la razon.de un escritor tan útil y tan
apreciable como Eduardo Malo de Luque.
Si el memorial de Maldonado ha sido acogido con
bondad de sus compatriotas, no ha tenido peor fortuna
entre los extraños. Mr. Buache, primer geógrafo de S. M.
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. i2I
Cristianísima , pretendió probar en un discurso leído á la
Academia Real de las Ciencias, que la relación del des-
cubrimiento es auténtica, que los hechos citados en ella
no se oponen á las circunstancias ciertas^ habidas de
otras navegaciones^ y que además informan de la verdad
de otros rmtchos hechos que rejiere^i diversos autores y
hasta ahora no se han podido comprender ó se han mi-
rado como fabulosos. El que coteje desapasionadamente
la Memoria de Mr. Buache con nuestras reflexiones y con
la misma relación de Maldonado, deslindará los funda-
mentos de estas aserciones dictadas y sostenidas por el
deseo de lucir y por el amor á los sistemas extraordina-
rios y nuevos sistemas, tanto más nocivos, en cuanto
traen ordinariamente consigo los grandes créditos de sus
propios autores. ^Qué argumentos bastarían para contra-
restar la autoridad de un individuo de la Sociedad más
sabia y más respetable del Universo, si los reconocimien-
tos de las corbetas Desctcbierta y Atrevida dejaran mo-
tivo para nuevas discusiones sobre la existencia del es-
trecho que reconoció Maldonado?
^jHasta cuándo abusarán de nuestra credulidad estos
genios nacidos para dirigir al género humano y para ar-
rastrar con sus opiniones las de todos los hombres?
¿Hasta cuándo se han de sacrificar á un bajo orgullo los
derechos imprescriptibles y sagrados de la verdad ? Hasta
que los hombres no sientan esta pasión de sí mismos que
los degrada y los eleva alternativamente, que es á un
122 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
mismo tiempo el origen de todas *nuestras virtudes y de
todos nuestros vicios.
El amor propio produjo los verdaderos principios de
las ciencias, y el amor propio multiplicó estos sistemas
absurdos, que con la apariencia de aclarar la verdad, la
han envuelto para siempre entre tinieblas; sólo el amor
propio pudo defender los descubrimientos de Bartolomé
de Ponte y los de Lorenzo Ferrer de Maldonado, y
el mismo furor de distinguirse elevó á Cook, á Colomb y
á Magallanes sobre el alto pedestal de la inmortalidad. >
Para completar los datos más interesantes respecto al
pretendido viaje de Maldonado y para el estudio de sus
condiciones personales, sólo nos falta trascribir el examen
historico-crítico debido á la autorizada pluma del Sr. Fer-
nandez de Navarrete. Este examen le fué encargado por
nuestro Gobierno, á consecuencia de la famosa Memoria
de M. Buache, cuya refutación era indispensable; publi-
cóse en el tomo xv de la Colección de documentos inédi-
tos pa7^a la historia de España,
Léase lo más importante, que insertamos á conti-
nuación:
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 123
EXAMEN
DEL
VIAJE DE LORENZO FERRER MALDONADO,
POR
FERNANDEZ DE NAVARRETE.
ESTADO DE LA CUESTIÓN DEL PASO CUANDO MALDONADO SUPUSO SU VIAJE.
A fines del siglo xvi tenían, como hemos visto, otro
interés los españoles que las demás naciones en la reso-
lución de este problema. Al tiempo que los ingleses
porfiando en este hallazgo con repetidas expediciones,
hablan hecho tantos descubrimientos en aquellas costas,
Drak y Tomás Cavensdich, alterando la tranquilidad del
mar Pacífico llenaban de terror nuestras posesiones y
turbaban nuestra navegación en Filipinas. Unidas en Fe-
lipe II las coronas de Portugal y Castilla, se acrecentaba
en razón de tan extensos dominios el cuidado de su con-
servación y seguridad. Si los ingleses haciendo practica-
ble la navegación por el pretendido estrecho, hallando
sin defensa todas las costas desde Acapulco á Culiacan,
y sin población española las restantes desde Culiacan
hacia el N., formaban sus establecimientos en ellas, nos
privaban de todo el comercio y riquezas de ambas Indias,
que hasta entonces nos habían hecho tan formidables.
124 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Estos recelos llamaban la atención de la corte de Madrid,
y se formó una junta por los ministros del Rey, en la
cual se trató que se impidiese la navegación, que así por
la parte del N. E. como por la del N. O. se habia intenta-
do para pasar el mar del Sur y costa de la China y
Cathayo; enviando sobre ello particulares embajadores
al Rey de Inglaterra, por continuar entonces los ingleses
sus viajes porfiadamente para hallar salida al mar oriental.
El fortificar el estrecho é impedir que por él navega-
sen buques extranjeros, era para nosotros interés no me-
nor en su descubrimiento que el de acortar la navegación
á la China; y de estas circunstancias.se aprovechó Loren-
zo Ferrer Maldonado para captar la atención del Gobier-
no y del público de su nación. Supuso haber hecho un
viaje desde Lisboa á las costas del Labrador en 1588 y
haber atravesado un estrecho para el mar del Sur por
donde podia navegarse desde España á la China y Ca-
thayo en sólo tres meses. En esto siguió una opinión
adoptada generalmente en su tiempo, pues entre otras
autoridades tenemos la del maestro Pedro de Siria que
escribia á fines del siglo xvi, y publicó su Arte de la ver-
dadera navegación en 1602. Hablando este autor del
mar Scytico, añade: « Es este mar muy tempestuoso,
» y sólo en Junio y Julio navegable. Dícese también que
»este mar ciñe la Nueva España por la parte del N., y
» que entra el Océano por un estrecho de seis leguas que
;»hace la tierra del Labrador, provincia de Nueva-Espa-
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 125
» ña, con la isla de Gruntlanclia. Y tiénese por cierto que
» desde España á la China se puede navegar por este
» mar en tres meses. »
Antes que Siria y que la época del viaje de Maldona-
do, habia impreso nuestro célebre hidrógrafo Andrés de
Poza la traducción de un discurso hidrográfico del in-
glés Guillermo Bourne sobre la navegación del Catha-
yo, y otro propio sobre la misma materia. Bourne pro-
pone cinco caminos para esta navegación, y contando
uno de ellos el del paso del N. O. duda de su existencia,
y supone que podrá haberlo entre la tierra del Labrador
y Groenlandia; y en tal hipótesis traza la derrota que se
deberla seguir. Poza se inclina más á la existencia del
paso, fundándose en una observación propia, que es la
de un flujo perpetuo que aun en los mares de España,
Inglaterra é Irlanda se advertía de la parte del N. O. con
gran levantamiento ó elevación de las aguas, lo cual atri-
buye á la comunicación que cree entre el mar de la India
y el Océano Atlántico por las costas del Labrador y Ter-
ranova; pero añade que en latitudes mayores que 75° N.
no hay cosa que se halle bien descubierta. Las razones
de Poza, condenadas tanto tiempo há al olvido, han teni-
do mucho valor en el concepto de muchos, resucitadas
como propias por algunos filósofos modernos.
Así es que Maldonado no presentaba en esta parte
una novedad para su tiempo; y por más afianzar el éxito
de su proyecto, aseguraba desde luego haber navegado
126 CONGRESO INTERNACIONx\L DE AMERICANISTAS.
personalmente por este estrecho, reuniendo á favor de
su existencia cuantas razones le sugería la opinión gene-
ral, y pintando el país con todos los coloridos más hala-
güeños y las circunstancias más favorables que podian
hacerlo ambicionar, para formar en él establecimientos y
colonias.
. RESUMEN DEL VIAJE DE MALDONADO.
Saliendo de Lisboa y navegando al N. O. 460 leguas
hasta llegar á los 60°, avistó la isla de Frislandia; y si-
guiendo desde ella al O. por el paralelo de los 60° 180
leguas hasta la tierra del Labrador, comienza el estrecho
de este nombre ó de Davis, cuya entrada es de más de
300 leguas, la tierra del O. baja y la opuesta de montes
muy altos. Allí se muestran dos bocas: una corre al
E. N. E., otra al N. O., y dejando aquella á la derecha
mirando al N., tomó la del N. O., y siguiendo á este
rumbo 80 leguas hasta llegar á los 64° escasos, donde
hace el estrecho otra vuelta al N. por 120 leguas, hasta
los 72° donde torna á hacer vuelta al N. O., por la cual
navegó 90 leguas hasta los 75° algo escasos, con lo que
queda desembocado todo el estrecho del Labrador, que
donde más angosto tiene 20 leguas, y 40 donde más an-
cho, haciendo muchos puertos, calas y abrigos; por los
humos que se veian pareció habitado hasta los 73''. Des-
de allí, navegando al O. ;| S. O. 350 leguas, llegó á los
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 127
71°, y luego á la vuelta del O. S. O. por 440 leguas
bajó á los 60°, adonde se halla el estrecho de Anian. El
tiempo en que desembocó el estrecho del Labrador era
muy riguroso por ser en los principios de Marzo, habien-
do navegado por él parte de Febrero; los fríos eran muy
intensos, y el agua del mar que saltaba á la nave queda-
ba helada; en Junio y Julio , cuando volvió por el mismo
estrecho él y su tripulación, sintieron mucho calor. Ha-
biendo desembocado en el mar del Sur, costeó por lá
parte de la América mas de 100 leguas con la proa al
S. E. hasta los 55°, no hallando indicio de otro estrecho.
Dejó esta parte y navegó cuatro dias al O., como 120
leguas, descubriendo una grandísima tierra de grandes
sierras, con una larga y continuada costa, de la cual se
apartó navegando unas veces al N. E., otras al N. N. E,
y otras al N., pareciénclole que. aquella costa se corría
N. E. S. O., que estaba habitada y que sería tierra de
tártaros ó del Catay. Siguiendo aquella costa se halló en
el estrecho de Anian, por donde quince dias antes habia
desembocado. En la boca que hace el estrecho hacia la
mar del Sur, hay un buen puerto á la banda de la Amé-
rica capaz de 500 naves, que parecia no tocado de pies
humanos; y en él un rio de agua dulce, por el que pudie-
ra entrar una nave de 500 toneladas. Esta tierra, aunque
está en los 49°, es ele muy benigno temperamento; co-
nocíase por las exquisitas frutas que se hallaron, peras,
ciruelas, uvas y otras de España, y no conocidas, que
128 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
subsistían pasadas en los árboles desde el año anterior,
lo que probó no haber sido el invierno muy riguroso. El
estrecho de Anian tiene sólo 15 leguas de largo, por lo
que se pasa fácilmente en una marea que dura seis horas;
en medio de él hay una isleta que facilita hacer un fuerte
para impedir invasiones; su disposición es de tal forma,
que con tres atalayas se pueden descubrir más de 30 le-
guas, y hacia el mar del Sur hay dos montes altos, uno
á la parte del Asia y otro á la de América. La boca del
estrecho es dificilísima de conocer, tanto, que el mismo
Maldonado no la conoció, sin embargo de tener una bue-
na relación del piloto Juan Martinez , hasta que andando
en el bote reconociendo la costa, las corrientes se lo in-
dicaron. Dice además Maldonado, que en el puerto don-
de estuvo desde principios de Abril hasta mediados de
Junio, vio entrar una nave anseática qué venia de la
China; hace en seguida la exposición de las prevenciones
y gastos que se necesitaban para la empresa que propo-
nía; prosigue ponderando las ventajas de -adelantarse á
las demás naciones en buscar y fortificar el paso, com-
probándolo con lo que le dijo al Capitán de la Just, resi-
dente en Fuenterrabía, estando tratando con él sobre este
particular en 7 de Julio de 1609 (el mismo año que pre-
sentó el memorial), de que los franceses habían hecho un
fuerte en el rio del Canadá; y concluye recomendando el
secreto con que debe disponerse esta expedición, para
que no traten de frustrarla los extranjeros.
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 129
I ni.
CARÁCTER Y CIRCUNSTANCIAS DE LORENZO FERRER MALDONADO.
Cuando la crítica se ejerce sobre un autor cualquiera,
hacen gran peso en la opinión de los hombres sensatos
las noticias particulares de su educación, talento, juicio,
carácter y circunstancias, porque cuanto más favorables
son estas cualidades en un escritor, tanto más se capta
el buen concepto y elogios de la posteridad. Al contra-
rio, las obras de un hombre visionario, charlatán, igno-
rante y novelero, siempre serán miradas con desprecio.
Vistos los conocimientos que se tenian en tiempo de
Maldonado del paso del N. O. y los motivos que pudie-
ron inducirle á dar cierto aire ele importancia á su rela-
ción, resta examinar su carácter antes de pasar al análisis
de su Mcmo7^ia^ y las razones que se ofrecen contra su
fidelidad y certidumbre.
Las noticias que nos han quedado de Maldonado tie-
nen en apoyo de su veracidad y certeza toda la autoridad
de uno de los escritores más juiciosos de su tiempo, de
un caballero de alta calidad, erudito, discreto, de suma
circunspección, y que conoció personalmente á Maldona-
do en el tiempo mismo en que ocupaba la atención de la
corte y la admiración de todas las gentes con sus extra-
ordinarios proyectos y quiméricos descubrimientos. Tal
es la autoridad de D, García de Silva y Figueroa, que
130 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
en el libro v de los Comentarios de la embajada que de
parte del Rey de España D. Felipe III hizo al Rey
Jaabas de Persia el año 1618 ^ no sólo expone las opi-
niones de su tiempo sobre el paso del N. O., sino re-
flexiona sobre ellas con delicado juicio y fino discerni-
miento. Hablando entonces de los hombres noveleros y
embaidores que persuadián con engaño la existencia de
aquel paso, se explica en estos términos con referencia á
Maldonado : « Pero sólo diré por ser á propósito del es-
» trecho septentrional de que se ha hecho larga mención,
» cómo hallándome en Madrid el año 1609, habia algu-
» nos meses antes aparecido allí un hombre de nuestra na-
» cion, no conocido de nadie mas de decir él que se habia
» criado en Flandes y en algunas de las ciudades anseáti-
•» cas, y que así mismo tenia gran práctica y conocimien-
» to de las cosas de mar, de manera que con su industria
» y trabajo habia descubierto el estrecho, tan deseado y
» que con tanto cuidado buscaban entonces los ingleses.
y> Y como en aquella Corte se comenzase á publicar esto,
» mayormente que se ofrecía que dentro de tres meses
» después que partiesen de España podrían llegar las
j> naos á las Filipinas y Malucas , acudían muchos á él
j> como á singular marinero; dando también á entender
» que alcanzaba otros grandes secretos de naturaleza.
» Con este favor popular se atrevió á dar memoriales á
» algunos ministros , diciendo que por este estrecho po-
> dian navegar las armadas de S. M. con mucho menos
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 131
» tiempo y costa, así á las partes susodichas como á las
» demás de la India , afirmando que él había navegado
» por todo el estrecho hasta salir á la costa de la China
»y Japón, y que el canal era muy ancho, limpio y sin
» impedimento alguno; y creyendo , como hombre tan ig-
»norante, que se acreditaba más con alguna demostra-
» cion del tal estrecho , dio muchos diseños de él en
> menos espacio que medio pliego de papel , no sólo ig-
» norante, sino bestialísimamente , sin algún género de
» propiedad y apariencia de las tierras y mares que allí
» señalaba; pero en fin, fi^ié escuchado y admitido, y de
» tanta mayor gana cuanto comenzó con este primer fa-
»vor á descubrir de sí otros misterios mayores, diciendo
5> que él solo sabia del secreto para descifi:"ar la clavícula
» de Salomón , con lo cual se venía á alcanzar y perfec-
» clonar el verdadero lapis, nunca jamás enteramente ha-
» Hado de los alquimistas en tantos siglos. Y aunque esta
> fábula con tan vulgar estilo y manera de hablar era
» más para con risa menospreciarse que admitirse, en fin,
» siendo cosas tan grandes las que prometía , como con-
» vertir en oro los más bajos metales, se halló quien lue-
» go le ayudase con casa competente y cantidad de dine-
» ros para comenzar á poner en obra su fábrica : y como
» todos estos miserables químicos , para más engañar á
» los codiciosos de que se van aprovechando , alargan el
» efeto de su obra diciendo que es menester mucho
» tiempo para la trasmutación de los metales , este entre-
132 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
» tuvo á los que le favorecían y daban larga pensión más
» de dos años , diciéndoles que ya aquel milagroso parto
» estaba muy cerca y para salir á luz. En este ínterin,
» que era en el mismo tiempo que Fonseca andaba tam-
»bien publicando su aguja fija, como en la navegación
> del primer libro se ha dicho ya, un conocido mió me
» llevó á mi posada á este gran marinero alquimista, como
> hombre raro y de alto ingenio, para que de experiencia
» me certificase haber arriba de la tierra del Labrador y
» Stotilant el estrecho referido, sabiendo que yo era de
» opinión que no le hubiese. El nombre que entonces
» publicaba tener no me acuerdo , mas de que le auto-
» rizaba con la dignidad militar de Capitán, como muchos
»de los tales engañadores suelen hacer, sin jamás haber
» llevado pagas de un simple soldado; pero entró con
» tanta gravedad y mesura, como si todo cuanto prome-
» tia lo hubiese ya probado y hecho cierto; y no tratando
» de la profesión de alquimia por no ser á mi propósito,
» le pregunté en qué tiempo habia navegado por aquel
» estrecho , y el que habia tardado en navegarle todo
» hasta salir al mar Oriental, y asimismo en qué grados
» estaba la entrada y salida de él. Respondió muy sose-
»gado y confiado que la entrada estaba en 78^ y la sali-
»da en 75°, y que lo habia navegado en poco más de
» treinta dias por los meses de Noviembre y Diciem-
» bre. Quedé admirado de tan desvergonzado dispa-
»rate, y corrido de aquel amigo mió, no obstante que
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 133
» era muy práctico en su profesión , pero muy poco en la
» navegación y cosmografía , aunque aficionado más que
» medianamente á la trasmutación de los metales. Con
» esto se acortó y acabó la conversación , y aunque este
» hombre estuvo muchos meses más en Madrid, no lo vi
» otra vez alguna. Pero como el marqués de Velada, ma-
»yordomo mayor y del Consejo de Estado de S. M. Ca-
» tólica, me mostrara uno de los designios suyos del es-
» trecho de Anian, que tal nombre le habia puesto, y me
» comunicase lo que trataba y lo mucho á que se ofrecía,
» le desengañé diciéndole lo que sentia de la ignorancia
3>suya, y lo que de él se podia esperar, y de los demás
» que tienen y han tenido aquella manera de vida. Este
» alquimista desapareció y se fué ocultamente, sucedién-
» dolé mejor que á otros de su profesión, que han pagado
» con la vida sus embustes, porque no se trató más de él,
» ni yo supe después en qué habia parado tampoco, como
» de Fonseca su contemporáneo, en lo de la aguja fija.»
Aunque la exposición de D. García de Silva no nece-
site de nuevos apoyos para dar á conocer el carácter no-
velero de Maldonado, referiré otro proyecto suyo , por si '
fuese necesario para mayor convencimiento y satisfacción.
Precisamente por los años en que estuvo Maldonado
en Madrid, cuando presentó la relación de su descubri-
miento del estrecho de Anian , se trataba en el Consejo
Real de las Indias del proyecto presentado por Luis de
134 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Fonseca, portugués, sobre la aguja fija y otras que
llamaba vertical y regular de Leste á Oeste, de Norte
Sur para hallarla longitud en el mar. Ofi-eciéronsele 6.000
ducados de renta perpetua al año, consignados, 2.000 en
la Real hacienda, 2.000 en la avería y 2.000 en la coro-
na de Portugal. Opúsose á esto el Dr. Juan Arias de Lo-
yola, queriendo se tomase con él este asiento, manifes-
tando que la propuesta que se hacia, ni era cierta, ni
tenía ningún fundamento; solicitando se le atendiese á él
con preferencia, pues con asiduo trabajo y larga especu-
lación habia hallado la afij ación de la aguja y el método
de hallar la longitud. Hicieron expediciones para ex-
perimentar la propuesta de Fonseca, y entre tanto se
dijo al Dr. Arias de Loyola que si aquella saliese incierta
se admitirían sus dos proposiciones, ofreciéndosele en
caso del buen éxito los mismos 6.000 ducados de renta
perpetua anual, y otros 2.000 más de renta vitalicia.
Frustrados efectivamente los proyectos de Fonseca por
no corresponder las experiencias á sus esperanzas y pro-
mesas, renovó sus instancias el Dr. Arias, y por Real
cédula de 3 de Julio de 1 6 1 2 se le volvieron á asegurar
los mismos premios, con tal que después de aprobadas
sus proposiciones por la junta de guerra del Consejo de
Indias, saliesen ciertas y verdaderas, experimentadas en
los viajes á las Indias orientales y occidentales por las
partes de ida y vuelta que pareciese á la junta, y salien-
do todo á satisfacción de ella. El o-enio de Maldonado,
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 135
inclinado á proyectos vanos, pero extraordinarios, intentó
también hallar por este medio un género de vida seguro
y acomodado. Ofreció al Real Consejo de las Indias
lo mismo que Fonsecay el Dr. Arias, prometiéndole 3.000
ducados de renta por la aguja fija y 2.000 por la longi-
tud: gastáronse muchos inútilmente en experiencias, te-
niendo en esto igual buena suerte que en lo de alquimis-
ta, y acreditando en todo la superchería de su carácter,
el desbarro de su imaginación y su poca solidez de prin-
cipios, como tendremos todavía ocasión de manifestar
más adelante.
En eí Archivo general de Indias hallamos otro docu-
mento que confirmó nuestras ideas sobre el carácter de
Maldonado. Por él consta que en la villa de Estepa, en 9
de Abril de 1 600 , se hizo cabeza de proceso contra un
hombre forastero, que habia sido puesto en la cárcel de
orden del marqués de dicha villa. Llamábase Pedro Mal-
donado , y era vecino de Granada y natural de Guadix.
Habia buscado á solas al marqués para darle con gran
misterio una carta sin firma ni fecha que quería dar á en-
tender la escribia un religioso, y que la llevaba su her-
mano D. Francisco, hombre prudente y reservado para
tratar verbalmente lo que conviniese. Decia que eran no-
torios los pleitos del marqués, y la mucha justicia con
que los litigaba, que él podría ayudar en ellos dándole
los títulos que le faltasen , apoyando su razón con buenas
escrituras que no fuesen bastantes á invalidarlas todas las
136 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
leyes del derecho; que todo se examinase por el marqués
antes de darle un maravedí, y que si no saliese con las
ventajas que deseaba, perdería él sus recompensas, que-
dando por un necio y atrevido. En la misma carta habia
como por muestra tres renglones y parte de otro escrito
de letra á lo antiguo, muy maravillosa y á propósito para
los títulos y escrituras ofrecidas. Supo todo esto la sala
del Crimen de Granada; hizo llevar el proceso y el preso;
tómesele á este la confesión, y en ella dijo era cuñado de
Lorenzo Ferrer, casado con Doña Juana Ferrer, su her-
mana; que él le dio dicha carta para que la llevase al
marqués en secreto, sin decirle lo que contenia; pero éste
declaró muy al contrario, y que cuando le habló Pedro
Maldonado fué en conformidad al contenido de la carta,
diciéndole que harían los títulos de nuevo. Finalmente,
averiguado todo, declaró el preso ser la forma de la le-
tra de su cuñado , aunque no conocia la de estilo antiguo.
Hubo testigos de Granada que declararon contra Loren-
zo Ferrer, y dijeron lo tenian por hombre de grande in-
genio, que habia compuesto un libro muy curioso, que
sabia muchas lenguas, y cantar, pintar y levantar figuras;
que era gran retórico, latino y astrólogo, y que la letra
de dicha carta se parecía á la suya; añadieron otras cosas
particulares contra él de escrituras falsas; y, por fin, que
se ausentó luego que supo que habian preso á su cuñado
en Estepa. Este salió condenado á tormento, negó en él,
y por sentencia de revista salió desterrado de Estepa y
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 137
de Granada en cinco leguas al contorno. Algún tiempo
después, supo el fiscal que Lorenzo Ferrer estaba en
Guadix, dióse orden de prenderlo, pero cuando llegó ha-
cia tres ó cuatro dias que se habia ausentado, y así no
pudo ser habido. Este hecho, tan solemnemente compro-
bado, lo confirma el mismo Lorenzo Ferrer, que en una
de las capitulaciones de su asiento hecho en 161 5 para
el descubrimiento que prometia de la aguja fija y de la
longitud en el mar, pide á S. M. se sobresea en la causa
criminal que se le seguia en la sala del Crimen de Gra-
nada. ¿Qué confianza y qué crédito podrá darse en vista
de esto á las relaciones -y proyectos de un falsario y de
un hombre tan criminal y perverso?
§ IV.
RAZONES QUE INDUCEN Á CALIFICAR DE APÓCRIFA LA RELACIÓN DE
MALDONADO.
Aunque la pintura y juicio del carácter de Maldonado
sea suficiente por sí para desconfiar justamente de la ver-
dad de todos sus escritos , lanzan ellos de sí tantas razo-
nes en comprobación de lo mismo, que no se deben omi-
tir algunas cuando se trata de inspirar un pleno conoci-
miento sobre una verdad histórica.
Desde luego aparece como una cosa extraña que sien-
do tal la importancia del paso del N. O., y tal el empeño
en descubrirlo, ningún autor de Indias haga mención del
138 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
viaje de Maldonado, en tiempo en que tanto se escribia
sobre la historia de nuestros descubrimientos; prueba
evidente, ó de que se ocultó á la diligente indagación de
nuestros historiadores, ó que lo despreciaron como fabu-
loso. Desde la época en que se supone hecho el viaje
hasta el año de 1609 en que se presentó la relación de
él y el proyecto de repetirlo, mediaron veintiún años, sin
que en tan largo intervalo haya quien los insinúe ó refie-
ra, siendo asunto que no podia estar oculto entre tantas
personas como acompañaron á -Maldonado en su expedi-
ción: silencio tanto más dificil de guardar, cuanto se
acrecentaba el interés nuestro en asegurar las posesiones
de ambas Indias por medio de este descubrimiento, am-
bicionado y buscado entonces por muchas naciones euro-
peas, como confiesa el mismo Maldonado.
Por otra parte, expresa éste en el encabezamiento de
su Memoria que él hizo el descubrimiento del estrecho
de Anian; y en el contexto de ella, hablando de la difi-
cultad de reconocer una de las bocas ó entradas, dice
que no pudieron reconocerla en algunos dias, á pesar de
tener una muy buena relación de su piloto Juan Martinez,
portugués, hombre muy viejo y de mucha experiencia,
pero que no habia cuidado de sacar los diseños de aquel
paraje. Luego el piloto Juan Martinez habia reconocido
este estrecho antes que Maldonado. Ni podia, según el
testimonio de este navegante, dejar de ser muy conocido
en su tiempo, pues hallándose él fondeado en un puerto
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 139
á la boca del estrecho por la parte del mar del Sur, vio
embocar desde este mar una nave de 800 toneladas, que
creyó ser de las ciudades anseáticas. Si el conocimiento
de aquel paso le hubiese hecho tan frecuentado en 1588,
ni podia sorprender la noticia de su existencia en 1609,
ni granjear á Maldonado la gloria de ser su descubridor.
En el afio 1526 publicó este viajante en Alcalá su
Imagen del mundo sobre la esfera, cosmografía y geogra-
fía teórica de plantas y arte de navegar^ cuya dedicato-
ria, dirigida al arzobispo de Méjico, está firmada en Ma-
drid en 20 de Marzo de 1623, esto es, treinta y cinco
años después de su viaje, y catorce después de su pre-
sentación y proyecto. Aun cuando la lectura y examen
de esta obra no diese á conocer la extravagante y super-
ficial instrucción de su autor, sólo la sencilla comparación
de algunas de sus descripciones con otras que habia dado
en la Memoria de su proyecto, manifiesta palpablemente
la inconsecuencia é inexactitud que ofirecen las ideas que
no se fiindan sobre la base inalterable de la verdad.
En el capítulo 22 de la parte 2.^, pág. 92, hace la des-
cripción de la América, y hablando de la costa desde
Magallanes por el Rio de la Plata, Brasil, Cartagena y
Nombre de Dios, continúa: « desde donde torna á la par-
» te de Nueva-España por la Veracruz, San Juan de Lúa,
» Tortugas, Florida, Bacallaos, Gran Baxá, tierra del
» Labrador, y allí embocando por su estrecho corre hacia
» el Oessudueste hasta el estrecho de Anian , á donde tor-
140 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
> na d entrar en el mar del Sur. » Adviértese aquí una
descripción contradictoria á la que habia dado en la re-
lación de su viaje. El estrecho del Labrador corre, según
su Imagen del 7mmdo, al O. S. O., hasta el estrecho de
Anian, siendo cierto que en su Memoria presentada ase-
gura que en este estrecho se navega al N. O. 90 leguas,
luego al N. 120, y después torna al N. O. 90, donde ya
se está en altura de 75° y término del estrecho del La-
brador. Es verdad que el de Anian corre en su mayor
parte en la dirección del O. S. O., según su relación;
pero bien se ve que no es esto lo que quiere decir en la
descripción de que se trata.
Otra circunstancia se debe extrañar en este lugar de
su obra, y es que describiendo la costa de la América,
y hablando de los estrechos del Labrador y de Anian y
de su comunicación con el mar del Sur, no haga memo-
ria de haber él navegado por ellos y descubierto este
paso, puesto que ofreciendo las ventajas que exponia, era
uno de los objetos que más debian satisfacer su ambición
de gloria y de buen crédito.
Entre los infinitos reparos que se ofrecen al leer la re-
lación de Maldonado, no deben pasarse en silencio los
siguientes, pues son de sumo convencimiento para pro-
bar que este aventurero jamás hizo tal viaje ni tuvo ideas
del país que describía. Reducidas sus derrotas por los
rumbos y distancias que expone, no resulta sino la latitud
de 68"^ 39' al extremo del estrecho del Labrador, que él
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 141
hace subir hasta 75°. Supone que desembocado el estre-
cho de Anian, y ya en el mar Pacífico, corrió al S. E. la
costa de la América hasta los 55° de latitud, y que na-
vegando luego en cuatro dias 120 leguas al O., tropezó
con una gran tierra de altas montañas^ y íina costa lar-
ga y contÍ7iita. El cabo de San Bartolomé está situado
con poca diferencia en los 55°, y la tierra más próxima
por el Occidente es Alaska, que dista 300 leguas: con que'
se infiere que Maldonado no pudo reconocer en aquella
dirección, y á la distancia de 120 leguas, la tierra alta y
costa larga que nos dice.
Al desembocar el estrecho de Anian, y á su regreso,
debió ver el monte de San Elias, cuya enorme altura
de 2.650 toesas sobre el nivel del mar, lo hace visible á
más de cuarenta y una leguas de distancia, siendo, por
consiguiente, un objeto tan digno de atención como útil
para los navegantes, pues que su conocimiento les facili-
ta rectificar la situación de la nave. Sin embargo. Mal-
donado no hace mención de él, al mismo tiempo que es
tan minucioso y prolijo en describir la configuración y al-
tura de las costas, y esto induce á creer que jamás des-
embocó al mar del Sur, y que aun para forjar su relación
no pudo adquirir noticia de uno de los montes más ele-
vados del mundo.
Cuando á la ida tuvo que subir al extremo del estre-
cho del Labrador, lo verificó con vientos contrarios, su-
puesto que dice expresamente que siempre corrieron del
142 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Norte, y que allí son muy comunes. Fuéle preciso, por
consiguiente, servirse de las mareas y de las corrientes,
que son grandes en aquel estrecho, según él mismo ase-
gura; pero siendo allí las corrientes periódicas , y siguien-
do el mismo orden de las mareas, como dice igualmente,
es claro que se vería precisado á fondear y levarse cada
seis horas, al principio y fin de cada marea, para no per-
der en una lo que habia ganado en la anterior. ^Pero el
estrecho del Labrador tenía en toda su longitud y exten-
sión fondo proporcionado para ello? ^Podría navegarse
así tanto número de leguas en la altura de 60° á 75^ de
latitud y en el mes de Febrero? ¿Serian fáciles tales ma-
niobras de fondear y levarse cuando los golpes de mar se
helaban sobre el costado del bajel ^ y el yelo daba d las
velas un palmo de espesor? i Será creible que fondease en
medio de un canal cuyas corrientes eran tan rápidas y
violentas? Y si fondeó en las orillas ó en sus calas, ¿cómo
es que en otra parte manifiesta no haberse acercado á
las costas y haber navegado por medio del canal, dicien-
do que en las orillas creta se pudiese helar el estrecho^
según pareció desde su nave?
Podrían acumularse otros reparos que aun los acérri-
mos defensores de Maldonado no pueden conciliar con
las noticias geográficas que se tienen hoy dia de las cos-
tas setentrionales de América. M. Buache halla suma
dificultad en establecer la posición del estrecho de Anian
según el diario de Maldonado, y aunque, dice, es menes-
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 143
ter suponer un error considerable en la estima de su der-
rota, propone, sin embargo, como verosímiles algunas
razones que satisfacen poquísimo á quien las examina
con crítica y discernimiento.
No puedo prescindir aquí de la noticia del viaje de
Maldonado que se ha publicado modernamente por un
autor español (i), por cuanto dice relación con cuanto va
examinado en este artículo. Después de hacer un extrac-
to muy conciso de aquella navegación, se hace cargo el
redactor de las circunstancias que chocan en la relación
y derrotero. Tales son las de subir á 75° de latitud N.
en paraje del globo donde todo se halla cercado con in-
mensas moles de hielo , y la dificultad de señalar la des-
embocadura del estrecho según la posición que allí se le
da. A pesar de estas dificultades, que deberían inducir á
la desconfianza, y de parecerle imposible combinar este
viaje con los últimos que acaban de verse, se asegura
allí mismo que el de Maldonado lleva todos los caracte-
res de autenticidad, que no ha habido interés ni motivo
para fingirle, ni se le notan aquellos reparos que se pre-
sentan en la apócrifa relación del almirante Fonte. Las
reflexiones que van hechas manifiestan que tuvo Maldo-
nado interés y motivo para fingir su diario, que no tiene
caracteres de autenticidad aunque los tenga el manuscri-
(i) Véase el capítulo 24 del tomo iv de la Historia política de los
Establecimientos ultramarinos délas naciones europeas , impreso en 1788.
144 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
to de ser contemporáneo, y que se le notan iguales ó
mayores reparos que á la relación del almirante Fonte,
pues los descubrimientos de éste los halla M. de L'Isle
muy conformes á los hechos posteriormente por los ru-
sos, y los de Maldonado no los puede conciliar ningún
geógrafo con las exactas noticias que debemos hoy dia
al esmero de tanto célebre navegante y al punto de per-
fección á que han llegado las observaciones astronómicas
que se han hecho en la mayor parte de los viajes em-
prendidos en los siglos últimos.
Parécenme suficientes las razones insinuadas para cali-
ficar de apócrifa la relación de Maldonado, El deseo de
ser breve me hace omitir otras que produciría el examen
de ella, así respecto á la situación geográfica de muchos
puntos, como relativas á la temperatura de aquellos cli-
mas que según él producen tan sabrosas y delicadas fru-
tas como los climas más apacibles de la zona templada.
§ V.
EXAMEN DEL MANUSCRITO ORIGINAL QUE EXISTE EN CASA DEL
EXCELENTÍSIMO SEÑOR DUQUE DEL INFANTADO.
Según D. García de Silva, dio Maldonado memoriales
á algunos ministros, afirmando habia navegado por el es-
trecho de Anian, y diciendo que por él podian navegar
las armas de S. M. con mucho menos tiempo y costa á
la India Maluca y Filipinas, en demostración de lo cual
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 145
dio muchos diseños del estrecho en menos espacio que
medio pliego de papel. También parece que el marqués
de Velada, Mayordomo mayor y del Consejo de Estado
de S. M., mostró á D. García de Silva uno de los desig-
nios de Maldonado del estrecho de Anian, y le comunicó
todo lo que se trataba y lo mucho que se ofrecía, prueba
sin duda de que Maldonado se valió del marqués de la
Velada para elevar al Rey su proyecto, y de que aquel
caballero procedió cuerdamente aconsejándose antes con
D. García de Silva, y apreciando su dictamen, pues no
llegó á verificarse la expedición propuesta y proyectada.
Sea lo que fiíere de estas conjeturas, lo cierto es que
han desaparecido ó se han hecho rarísimos los memoria-
les y diseños dados por Maldonado sobre su proyecto.
D. Nicolás Antonio cita en su Biblioteca un ejemplar de
la relación del descubrimiento del estrecho de Anian he-
cho por Maldonado, que vio manuscrito en poder de don
Gerónimo Mascareñas, del Consejo de Órdenes, después
del de Portugal y entonces obispo de Segovia. El señor
Barcia, según sus adiciones á la Biblioteca de Pinelo, no
la pudo ver, y por lo mismo se refiere allí á lo que dice
D. Nicolás Antonio. Así yacia oscurecido este viaje,
hasta que el año 1775 un abate francés regaló un ejem-
plar contemporáneo al duque del Infantado, en cuya casa
intentaba entrar por ayo, advirtiéndole que acaso llegaría
el dia en que conociese el aprecio que merecía aquel do-
cumento. No he podido indagar cómo ó por dónde lo
146 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
hubo aquel extranjero; pero sea como fuere, el manus-
crito es un tomo en 4.° delgado, de letra menuda, pero
clara, de principios del siglo xvii, bien conservado, y
cuyos diseños conforman con las circunstancias que nos
ha conservado D. García de Silva, de los que repartia
Maldonado. En el año 1781, tuvo noticia de este manus-
crito el cosmógrafo mayor de Indias D. Juan Bautista
Muñoz. Sacó una copia de él, y con este conocimiento
reconoció después en los años siguientes los archivos de
Simancas, Sevilla y otros del reino, sin encontrar en par-
te alguna ni aun noticia, relación ú orden perteneciente
á este viaje, y sólo en Simancas los- trabajos de Maldo-
nado relativos al problema de longitud. De la copia de
Muñoz sacó una el teniente de navio D. José Espinosa
para servirse de ella en el viaje alrededor del mundo,
que hizo bajo las órdenes de D. Alejandro Malaspina, y
otra el capitán de fragata D. José de Mendoza, la cual
ha servido en París á M. Buache para la composición de
su Memoria. No sé de dónde sacó el circunstanciado ex-
tracto que posee del mismo viaje el autor de los Esta-
blecimientos tíltramarinos; pero por algunas circunstan-
cias que refiere de él manifiesta que está copiado con
poca exactitud, ó que difiere en ellas (bien que de poquí-
sima monta) del original de casa del duque del Infanta-
do, que acaso sería uno de los ejemplares del autor pre-
sentados á los ministros de Felipe III. ¡Ojalá que con la
misma seguridad con que se puede calificar la autenticidad
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 147
y antigüedad de este manuscrito, se pudiese afirmar la
certeza de su relación y contenido!
g VI.
ESCRITORES QUE HAN HABLADO EN PRO Y EN CONTRA DE LA RELACIÓN
DE MALDONADO. EXPEDICIÓN DE MALASPINA Á COMPROBARLA.
Con tanto reconocimiento prolijo de las costas seten-
trionales del mar del Sur, y muy particularmente con los
viajes de Bodega y el último de Cook, parece no habia
lugar á la duda sobre la no existencia del pretendido
paso; y aunque los ingleses fomentasen esta opinión, de-
bia esto mirarse más como medios de acrecentar los inte-
reses de la compañía de la bahía de Hudson , que como
dictámenes fiandados de marineros y cosmógrafos. En
tales circunstancias, llegó á manos de M. Buache, geó-
grafo mayor de S. M. Cristianísima, la simple copia que
acabamos de decir de la relación de Maldonado; y, ó sea
por el prurito de la novedad, ó por la ligereza con que
examinó aquel escrito, no sólo se persuadió de la verdad
de su relato, sino que intentó persuadir lo mismo á la
Europa sabia por medio de una Me^noria que leyó en 1 3
de Noviembre de 1790 á la Academia de Ciencias de
París. Aun cuando el diario de Maldonado no ofreciese
en sí abundantísimas pruebas para encontrar su falsedad,
el examen que de él hace M. Buache, la dificultad que
halla en combinar este descubrimiento con los conoci-
148 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
mientes que hoy día se tienen de aquellas costas, y en
señalar la desembocadura del estrecho en el mar del Sur,
serian siempre demostraciones y pruebas para creer ima-
ginario y supuesto el viaje de 1588. De todos modos, la
autoridad de Buache, y mucho más la del cuerpo en que
se leyó, debia despertar la atención de las potencias na-
vegantes, y mucho más de la nuestra, con tantos dere-
chos y relaciones á aquel descubrimiento. Felizmente, el
capitán de navio D. Alejandro Malaspina, comandante
de las goletas Descubierta y Ah^evida^ con las cuales
daba la vuelta al mundo, se hallaba en Acapulco y ofre-
cía la oportunidad de comprobar por las derrotas de
Maldonado la verdad de su descubrimiento, como en
efecto lo hizo.
El viaje de Malaspina es el más brillante testimonio
que á fines del siglo pasado dio nuestro Gobierno del
laudable interés que se tomaba en aumentar los conoci-
mientos de la ciencia de nuestro globo. Nada se escaseó
para que la expedición tuviera el mejor éxito posible.
Así es que de todos los países que visitaron las corbetas,
que fueron Buenos-Aires y Rio de la Plata, costa Pata-
gónica, Chiloe, Chile, Perú, reino de Quito y Santa Fe
por el Océano; Panamá, costas y paises de Guatemala,
costas é interior de Méjico, California y costa N. O., Fi-
lipinas y establecimientos de los ingleses en la Nueva
Holanda y algunas islas por el Pacífico; de todas se for-
maron relaciones físicas y políticas. Recogiéronse además
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 149
muchos interesantes documentos para nuestra historia
colonial y marítima; pues aunque, si se exceptúan Lima
y Manila, en todos los demás puntos fué corta la mansión
de las corbetas , hubo oficiales destinados á reconocer los
archivos de los vireinatos y capitanías generales, que te-
nian anticipadamente orden de fi-anquearles cuanto en
ellos existiera.
Útil para el mundo y honroso para la nación española
hubiera sido la publicación de este viaje, coordinado por
los oficiales de la expedición y sabios que los acompaña-
ron; pero por un trastorno de ideas inconcebible, las re-
sultas de la desgracia, causa y prisión de su comandante
Malaspina alcanzaron á una empresa que nada tenía que
ver con sus supuestos crímenes, y en odio del autor ó
jefe de la expedición, se sepultaron todos los trabajos
propios de los hombres científicos y aplicados que llevó
á sus órdenes. Mucho costó sacar de manos de los escri-
banos y gentes que entendian en el proceso los diarios,
derroteros y descripciones del viaje. El autor que comen-
zó esta Memoria tuvo la satisfacción de contribuir eficaz-
mente á lograrlo, á reunir cuantos papeles se pudo y de-
positarlos en la Dirección de Hidrografía que se instituyó
entonces, cuyas tareas debian comenzar por las cartas y
demás trabajos marinos de esta expedición, en que ha-
bían ido los Sres. Espinosa y Banzá, que se nombraron
para formar aquel establecimiento. Publicáronse, en efec-
to, varios planos y cartas; pero hubo la desgracia de que
150 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
quedasen inéditas las del Panamá hasta 61° N., esto es,
toda la costa Rica, la de Acapulco, California alta y baja
y costa del N. O., que es lo que á nuestro asunto intere-
sa. Quedáronse sin imprimir todos los derroteros y exce-
lentes relaciones del viaje, llenas de luminosas observa-
ciones astronómicas y mineralógicas, de descripciones
físicas y políticas, y de nociones nuevas sobre la historia
natural de los países recorridos. La mala suerte que cupo
á todos los demás papeles, cupo también á los que cor-
respondían á la expedición hecha para comprobar los su-
puestos descubrimientos de Maldonado. Así es que ni vio
la luz pública la noticia de los trabajos que en ella se
emprendieron, ni la excelente Memoria que escribió Ma-
laspina en vista de los parajes, que puede considerarse
como una clara é incontestable refutación del escrito de
Buache. En ella, después de manifestar la dificultad de
encontrar la verdad en la ciencia geográfica, porque sus
operaciones tienen que subdividirse entre el navegante,
que suele abultar sus narraciones, y el sabio, que con la
mayor libertad las admite ó desecha, y de dar alguna
noticia del polo boreal, y de los principales navegantes
que han reconocido las regiones que le están vecinas,
manifiesta la necesidad de examinar este viaje, por la
facilidad que tienen los geógrafos en adoptar las opinio-
nes antiguas; presenta en él doce razones de incompati-
bilidad, prueba evidente de ser fingido,, y da razón de
los reconocimientos que arguyen contra la existencia del
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 151
paso. La práctica y los físicos reconocimientos dieron en
este asunto los mismos resultados que ya habia previsto
la teórica.
Las presentes observaciones coinciden en un todo con
\2. Memoria de Malaspina, lo cual prueba la evidencia de
la verdad; pues ni uno ni otro autor que escribian al mis-
mo tiempo y á muchos centenares de leguas de distancia,
pudieron ponerse de acuerdo, no teniendo noticia de sus
respectivas tareas. Igual es también el juicio de D. Ciría-
co Cevallos, quien en una Disertación que imprimió en
Cádiz en 1798, juntamente con la traducción de la Me-
moria de Buache, manifestó con fuerza de lógica y exce-
lente doctrina la poca solidez de los argumentos con que
éste sostenia su opinión favorable á Maldonado.
El haberse impreso este escrito parece que debia ha-
berlo hecho conocido de la Europa;" pero no lo fué más
que el de Malaspina y el presente, que quedaron inéditos,
lo cual dio lugar á que el caballero Carlos Amoretti, sa-
bio y diligente custodio de los tesoros de la Biblioteca
de Milán, después de haber dado á luz el interesante
viaje alrededor del mundo de Pigafeta, perdiera su tiem-
po en traducir la relación de Maldonado, que encontró
entre los manuscritos de la misma biblioteca, y en publi-
carla con una disertación en su apoyo. El barón de Lin-
denau tomó á su cuenta el refutarle, y en una erudita
Memoria reprodujo la mayor parte de las razones dadas
por los escritores españoles, cuyos escritos no conocia, y
152 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
presentó otras muy convincentes, sacadas de la as-
tronomía y geografía, que él mismo reasume de este
modo:
I .^ Maldonado da á la distancia que media entre la
bahía de Baffin y el estrecho de Anian 790 millas, ó una
diferencia de longitud de 144°; y no siendo la diferencia
real sino de 82°, no se concibe cómo pudo equivocarse
en 62°, ó, en otros términos, en 300 millas en un camino
de 500; es, por lo tanto, imposible que Maldonado haya
podido llegar al estrecho de Anian por el camino que
supone.
2.^ La derrota de Maldonado desde el 71° hasta
el 66° de latitud boreal, concebida en estos términos:
desde el 7/° de latihid se vuelve d Oeste sudoeste^ nave-
gando así por espacio de 440 leguas hasta llegar al 60'^;
es imposible, pues, siguiendo este rumbo, hubiera pasa-
do sobre una gran parte del continente de la América.
3.^ Es también imposible que Maldonado haya esta-
do en el 66° de latitud boreal ó en el estrecho de Be-
ring, pues no solamente repite él mismo tres veces que
su punto de parada era en los 59° ó 60° de latitud, sino
que la largura del dia allí en el mes de Junio , era de diez
y ocho horas y media, lo que no puede suceder sino en
una latitud de 59° á 60°.
4.^ Es no menos imposible que Maldonado haya po-
dido estar sobre la costa del N. O. de la América, pues
la distancia de las costas del Asia, bajo el paralelo de 55°,
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 153
es más de 300 millas, y la relación dice que llegó á ellas
después de una navegación de 120 millas al O.
5.^ Los datos de Maldonado sobre el tiempo de su
salida de la bahía de Baffin, de su llegada al Océano
Pacífico, de su detención en la pretendida embocadura
del estrecho de Bering, son enteramente falsos, porque
es imposible que haya podido hacer un camino de 790
millas en doce ó quince dias de tiempo.
6.^ Es igualmente falso que la nave haya podido es-
tar de vuelta en el estrecho del Labrador en el mes de
Junio, y que en él se haya podido ver la puesta del sol,
pues es evidente que esto no puede verificarse en tal es-
tación y bajo un paralelo de 70 á 75"^.
Después de dar otros argumentos, fundados en la falta
de conformidad de las descripciones y situación de para-
jes con las de los navegantes más acreditados, llega á
indicar el barón cuáles pudieron ser las fuentes en qiie
bebió ideas para fabricar su embuste.
II
154 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Como ampliación á la Memoria del Sr. Fernandez de
Navarrete, insertamos también las aclaraciones á que en
la misma hace referencia, por considerarlas de sumo in-
terés :
En los papeles públicos de donde se copió en la Gaceta de
Madrid del martes i8 de Febrero de 1812. Núm. 4.^,
página ig4^ columna 2^
Milán , 8 de Enero.
(Da razón de algunas obras nuevas publicadas última-
mente en Italia, y luego en § aparte dice):
« Monseñor Amoretti, de esta ciudad, acaba de publicar
»la relación del viaje del capitán Maldonado al rededor
y> de la América del Norte. Es muy singular esta relación,
» sacada de un manuscrito de la Biblioteca Real, la que
» se dirige á probar que hay algunos pequeños mediter-
» ráneos y estrechos en el Norte de la América en las la-
» titudes en que se supone generalmente que el mar está
» cubierto siempre de hielos ; al menos se cree en el dia
» que es imposible la navegación por aquellas aguas. Los
» sabios miraban , hace mucho tiempo , casi unánimemente
» este viaje como fabuloso. ¿Monseñor Amoretti ha de-
» mostrado completamente la autenticidad de la relación
^ que ha publicado? Esto es lo que tienen que discutir los
» literatos. »
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO, 155
El barón de Lindenau , sabio alemán , refutó poderosa-
mente la opinión de Monseñor Amoretti, y es de notar
que sin tener noticia de las Memorias escritas por Malas-
pina, Ceballos y Navarrete, ha convenido con ellos en
las razones que alega; lo cual prueba lo fundada que es
la opinión que defienden. El barón de Zach imprimió esta
Memoria del de Lindenau en el tomo xxvi de su Coi'res-
pondencia astronómica alemana; después á ruego de algu-
nos literatos, que por ignorar el alemán carecian de las
noticias de tan excelente escrito, la publicó traducida al
francés en el tomo xii, núm'. vi, pág. 553 de su Corres-
pondencia francesa ^ que publicaba en Genova, año 1825.
D. Martin Fernandez Navarrete, escribió al barón de
Zach el siguiente juicio de este escrito: «J'ai lu avec
» plaisir la critique judicieuse de Mr. le Barón de Linde-
»nau; elle prouve son instruction et son jugement plus
» múr et plus réfléchi que celui des partisans de ce navi-
» gateur et de ses prétendues découvertes. » Por ser bas-
tante extensa y añadir poco á las otras Memorias que
publicamos, no la damos aquí traducida; pero en cambio,
para que los lectores puedan tener de ella alguna idea,
así como de la obra en que el Sr. Amoretti contestó á
ella, insertamos los siguientes artículos que sobre ambos
escritos publicó la Biblioteca Británica.
156 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
SOBRE EL APÉNDICE AL VIAJE DE FERRER MALDONADO.
Milán, 18 1 3.
(Biblioteca Británica, níím. 431 , Diciembre de 181 3, pdgs. 517 ^ 5^8. j
El caballero Carlos Amoretti dirige este escrito al ba-
rón de Lindenau, que ha refutado su opinión sobre Mal-
donado en una disertación publicada en alemán en Gotha
en 1 8 1 2 ; y responde en él á las objeciones que ha
puesto este autor á la veracidad del viajero español. Como
toda esta discusión sea de gran interés no sólo por el
fondo del asunto sino por el modo con que se ha tratado,
convendrá que retrocediendo al principio de la cuestión,
examinemos la obra que ha motivado los ataques de que
ahora se defiende este sabio.
El Sr. Amoretti , animado de la aceptación que tuvo su
publicación en italiano y francés del viaje de Pigafetta,
sacó de la oscuridad otro viajero casi desconocido, pu-
blicando en las mismas dos lenguas la relación de Maldo-
nado, tal como existe manuscrito en la biblioteca que
tiene á su cargo, y añadiéndole un discurso para probar
su autenticidad y certidumbre. Este discurso ha dado lu-
gar á la polémica, cuyo último escrito anunciamos. M. de
Lindenau y otros , tratan á Maldonado de impostor , y su
relación de pura novela. Cualquiera que sea el juicio que se
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 157
adopte, siempre queda en pié la utilidad del trabajo em-
prendido por el sabio milanés. Sacar del polvo de las bi-
bliotecas y dar al público manuscritos inéditos , es casi
siempre hacerse benemérito de las letras; y siempre es ser-
virlas útilmente y frecuentemente servir á la humanidad,
difundir nueva luz sobre cuestiones que tocan á la geogra-
fía y á la hidrografía. Muestra, pues, su sólido juicio el
Sr. Amoretti , en la preferencia que ha dado á la publica-
ción de viajes antiguos. Aun cuando la relación de
Maldonado no fuese más que un cuento caprichoso, se
verían en él las opiniones de su tiempo, y se sacaría
á lo menos algún fruto de los debates interesantes á
que ha dado lugar. Pero nosotros estamos lejos de
rendirnos, y damos por el contrarío mucho peso á los ar-
gumentos con que el autor las combate. No pudiéndolo
seguir en todos sus pormenores, nos limitaremos á ex-
tractar ligeramente la relación , y á citar algunos de los
reparos principales á que ha dado lugar.
El diario de mar de Maldonado no es conocido, si
bien fué visto por el bibliógrafo D. Nicolás Antonio, y
posible que se encuentre algún dia. Entre tanto, es me-
nester contentarse con la mención que de él hace el mis-
mo Maldonado en un proyecto, que es el único monu-
mento conocido de su viaje. Este proyecto presentado al
Consejo de Lisboa, es el que el Sr. Amoretti ha encon-
trado traducido y publicado. Hé aquí el título: « Relación
del descubrímiento del estrecho de Anian, hecho por mí,
158 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
el capitán Lorenzo Ferrer Maldonado el año 1588, en el
cual se lee la orden de la navegación, la disposición del
lugar, y la manera de fortificarlo. Trátase también de las
ventajas de esta navegación, y de las pérdidas que resul-
tarán de no hacerse señor de ellas. . . . . »
Indica la derrota que debe seguirse: á las 450 leguas
al N. O. de Lisboa, pone la Isla de Frislandia, que ya no
existe , aunque fiaé muy conocida de los navegantes anti-
guos, y el Sr. Amoretti supone que ha sido sumergida
de resultas de algún temblor de tierra. Hace luego el via-
jero una sumaria descripción de allí al estrecho del La-
brador: dice que después se navegó al O. | S. O. el es-
pacio de 850 leguas, y se sube á la latitud de 71'', en
donde descubrió una tierra muy alta. Su sabio comenta-
dor supone que él designa aquí las montañas de la mina
de cobre vistas por Hearne, ó las islas de la Ballena vis-
tas por Mackenzie. De la vista de esta tierra se vuelve
al O. S. O. , y se hacen así 440 leguas hasta los 60^, donde
debe encontrarse el estrecho de Anian.
Aquí diremos algo sobre una dificultad puesta sobre la
situación de este estrecho. Este está situado en los 66° y
no en los 60"^; ^cómo un navegante que lo ha atravesado
puede cometer semejante error? El Sr. Amoretti da á esto
dos respuestas: i .° Tales errores no son raros entre los na-
vegantes de este tiempo , que no tenian sino instrumentos
muy imperfectos, y aún se pueden sacar ejemplos más
recientes. 2."^ Maldonado participaba del error común, fun-
.SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 159
dado en las cartas que Martínez, su piloto, seguía; pero
ya notó que estas cartas eran erróneas : Hé aquí como se
explica sobre este objeto. Aunque sabíamos que se debía
hallar el estrecho á 60° de latitud boreal, siendo la costa
en este paraje muy extendida del E. al O., nos hizo que-
dar en duda. Parecía al piloto que faltaban aún más de
100 leguas, según la medida tomada en su derrota, pero
á mí me parecía que estábamos ya, en lo que era así en
efecto.
Maldonado describe la entrada del estrecho de que da
además la carta.
En el mar del Sur tiene el encuentro de un bajel de
800 toneladas que viene de este mar á entrar en el es-
trecho, cargado de mercaderías, como las que vienen de
la China, á saber: brocados, sedas, porcelanas y plumas
en grandes cajas. No entendiendo los que montaban este
bajel el español, tuvieron que hablar en latín á las gentes
de Maldonado ; parecían moscovitas ó anseáticos ; venían,
según decían, de una ciudad bastante grande, pertene-
ciente al Rey de Tartaria , distante del estrecho algo más
de cíen leguas, etc.
Toda esta relación es muy contestada por el autor á
quien corresponde el Sr. Amoretti: antes de decir nos-
otros algo sobre las objeciones, concluiremos el extracto
de la Memoria de Maldonado. (Sigue el extracto.)
Volviendo atrás, presentaremios rápidamente algunas
objeciones hechas contra nuestro navegante. Su descríp-
1 6o CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
cien de la entrada N. del estrecho de Anian parece al
Sr. Amoretti tener relaciones notables con las de los na-
vegantes modernos; y es cierto que algunas circunstan-
cias confirman esta aserción, entre otras, una roca aisla-
da muy notable que ha sido mencionada así por Cook
como por Maldonado. Pero es menester convenir que la
carta del estrecho tal como la da este último, no se ase-
meja en todo á la de Cook, ni á la de otro navegante
acreditado. El Sr. Amoretti pone de acuerdo estas cartas
discordantes con una suposición que apoya con muchos
argumentos ingeniosos. Es menester notar que Maldona-
do no da al estrecho sino media legua al N. y un octavo
de legua al S., mientras que Cook hace esta anchura de
13 leguas; así, el primero pinta un estrecho largo y tor-
tuoso, mientras que el segundo lo representa muy abier-
to y exento de sinuosidad. Para conciliar esta diferencia,
según el Sr. Amoretti, basta tener en consideración el
tiempo y suponer que entre el siglo xvi y xviii ha habi-
do en el estrecho alteraciones ó mudanzas notables. Estos
trastornos deben ser atribuidos á temblores de tierra.
Las razones que alega en favor de su hipótesis, son:
I .^ Los muchos ejemplos que hay de introducciones del
mar en la tierra. 2.° En el siglo xvi se descansaba en la
isla de Frislandia; esta isla está en todas las cartas de
aquel tiempo, y ya no existe. La misma causa, el mismo
terremoto ó cualquiera otro análogo ha podido próxima-
mente en el mismo interv^alo hacer desaparecer algunas
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. i6i
tierras del estrecho. 3."^ Maldonado nota que la costa de
América sobre este estrecho es formada de tierras bajas,
en lugar que la del Asia es muy alta y montuosa: estas
tierras bajas deben ser las que él mar ha sumergido.
Admitiendo este hecho, se deberá hallar esta parte de
mar llena de bajos, y efectivamente, Cook nota que la
parte navegable del estrecho forma un canal que tiene
tan poca anchura, que se vio obligado á que sus navios
navegasen uno tras otro, no pudiendo sin riesgo llevarlos
de frente. Esto, dice el Sr. Amoretti, justifica al antiguo
navegante: el canal por donde navegó Cook es el anti-
guo; los bajos que le detuvieron, las tierras bajas que
Maldonado describió tales como estaban en su tiempo.
Otra objeción nace del encuentro del bajel que venia
de la mar del Sur. No se encuentra la ciudad de Robr en
Tartaria. Amoretti destruye esta objeción haciendo notar
que el navegante advierte que no estaba seguro de ha-
ber retenido bien el nombre, y recuerda uno ó dos que
pudieran reemplazarle. Los moscovitas y los anseáticos
no tenian navios de 800 toneladas; el sabio italiano, sin
discutir esta aserción, observa que no es probable que
un navegante distinguido como era Maldonado, hubiese,
en un proyecto que se iba á someter á un consejo supe-
rior, cometido un error tan fácil de desmentir, á no su-
ponerse que era un impostor. Hace además notar, que
no afirma Maldonado que fuese de moscovitas ó anseáti-
cos, sino que le pareció que era así; añade que este bajel
1 62 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
venia de Tartaria con relación á los que en él iban , y sa-
bemos por Marco Polo que sobre esta costa de Tartaria
se hacia en su tiempo un gran comercio, y que él mismo
habia navegado en un bajel de cuatro palos, que llevaba
2.600 hombres de tripulación.
No seguiremos más adelante con esta discusión, de la
que sólo hemos querido dar alguna idea á nuestros lec-
tores sin decidir sobre ella, pues para esto necesitaríamos
tener á la vista todas las piezas del proceso.
«DIE GLAVBWURDÉGKEIT...» ES DECIR,
DEL GRADO DE CONFIANZA QUE MERECE LA RELACIÓN
DEL VIAJE DE MALDONADO Á LAS REGIONES SETENTRIONALES,
POR EL BARÓN DE LINDENAU.
Gotha 1812.
(Biblioteca Británica ^ números 457-458 Enero de 1815. j
Cuando dimos cuenta del trabajo del Sr. Amoretti so-
bre Maldonado, concluimos diciendo que no se podia for-
mar un juicio definitivo sin tener á la vista cuanto con-
cierne al asunto. No conociamos entonces el escrito cuyo
título acabamos de leer sino por su refutación; ahora lo
tenemos á la vista, y extractaremos de él cuanto conten-
ga de notable...
El señor Barón de Lindenau comienza por hacer plena
justicia al mérito de las indagaciones bibliográficas del
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 163
sabio milanés; extracta fielmente en seguida la relación
que este sabio ha traducido y publicado, y discutiendo
después los hechos que contiene, halla en ellos señales
evidentes de falsedad.
Las objeciones principales son sacadas de la incompa-
tibilidad de la relación con las distancias, y la naturaleza
de los lugares que el viajero dice haber visitado. Maldo-
nado , cuenta 1 44° de longitud entre la bahía de Baffins y
el estrecho de Anian, mientras que esta distancia no es
más que de 82°; coloca este estrecho en 60° de latitud,
y está realmente en 66°, y describe este estrecho largo y
angosto, cuando es ancho á la entrada, y de poca consi-
deración su parte estrecha. En cuanto ala latitud, hemos
visto que el Sr. Amoretti explica este error por el que
habia cometido el piloto; pero esta solución de la dificul-
tad no nos parece aplicable á la estimación de la largura
del dia hecha por el viajero; estimación que determina
exactamente el paralelo de 60°. Parece igualmente con-
trario á todo lo que se conoce en estos parajes, suponer
que se puedan encontrar en pocos dias y sin encontrar re-
petidas montañas de hielo.
Independientemente de estas graves objeciones, fiínda-
das inmediatamente sobre la situación de los lugares des-
critos y su naturaleza, el señor Barón saca otras de al-
gunas circunstancias particulares. Maldonado ha visto en
el estrecho de Anian montes y bosques fi-ondosos, firutas
y aun uvas. Cook y Sarytschews están acordes en que
164 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
allí no se ve ni un árbol, ni un matorral. Maldonado ha-
bla de haber hallado ciertos animales , como búfalos , cer-
dos y ciervos; Cook y Sarytschews no han visto seme-
jantes animales, y por el contrario, estos últimos viajeros
han visto allí caballos marinos y osos blancos, de que
Maldonado nada dice.
El barón de Lindenau termina su disertación por una
conjetura sobre el origen de esta relación, que contribuye
á demostrar su falsedad; pudiendo considerarse como un
argumento indirecto que viene en apoyo de los prece-
dentes, y como una ilustración acerca del estado de los
conocimientos geográficos en el siglo xvi.
Ignórase quién ha descubierto el estrecho de Anian, ni
cuál es el origen de este nombre ; pero desde el siglo xvi
las cartas atestiguan su existencia, y desde entonces la
indagación de un paso al mar del Sur por esta vía, vino
á ser un objeto de emulación éntrelos pueblos navegado-
res. El pensamiento de que podia ser hallado por otros
(entre ellos por Frobisher y Davis), fué tal vez lo que
empeñó á Maldonado á fingir que lo había hallado él
mismo. En 1542 el Japón fué descubierto por los portu-
gueses. Desde 1588 habia nociones sobre los canales de
los mares del Japón , y es posible que Maldonado tuviese
á la vista alguna relación portuguesa de estos viajes
cuando compuso la suya. Todo lo que él dice del país, de
sus producciones, del clima, de la forma del estrecho que
describe, se aplica mejor al Japón que al estrecho de
SOBRE EL VIAJE DE LORENZO MALDONADO. 165
Bering. Pero desde aquel tiempo se confundió con el
estrecho de Anian, el que se suponia y colocaba entre
Sachalin y la Tartaria, y se estimaba la distancia en lon-
gitud de la bahía de Baffin al estrecho de Anian, preci-
samente como la ha estimado Maldonado. El señor barón
lo prueba con muchas citas; otro tanto puede decirse de
la latitud.
RESUMEN
El lector que haya seguido atentamente todo lo ex-
presado por los notables eruditos y comentaristas que
contiene esta recopilación, ya habrá adquirido el con-
vencimiento de que el dicho Lorenzo Ferrer Maldonado
fué un charlatán, un embaucador, cualquier cosa, en fin,
menos navegante.
Para dar mayor prueba á estos calificativos, nos pro-
pusimos insertar como remate digno de su poco envidia-
da referencia, un documento que contiene la causa que
se le formó en Guadix por estafador, cuyo documento
tuvo ocasión de examinar el Sr. Fernandez de Navarrete
y sacar copia de él en el Archivo de Indias de Sevilla.
Pero de esta copia no tenemos noticia, y cónstanos hoy
que el original que según Navarrete existia en aquel Ar-
chivo entre los documentos llevados de Simancas, rotu-
lados. Junta de guerra del Consejo de Indias^ después de
registrados escrupulosamente dichos legajos, nada se
expresa en ellos de la causa que se le siguió en Gua-
dix á Ferrer Maldonado. Al mismo tiempo, no podemos
dudar de la veracidad del Sr. Navarrete, por lo cual su-
ponemos que se haya extraviado ó lo hayan introducido
1 68 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
bajo distinta rotulación de la que indicaba aquel erudito.
Pero no es de absoluta necesidad la presencia de esta
prueba acusadora, porque aun prescindiendo de los ma-
los antecedentes de Ferrer Maldonado, sobran motivos
poderosos para rechazar en absoluto como apócrifa su
debatida navegación.
Creemos, como todos sus comentaristas españoles, que
las invenciones ridiculas y los relatos absurdos de com-
patriotas nuestros, contribuirían á menoscabar las verda-
deras glorias adquiridas, y á desmentir la merecida fama
de discretos y veraces que gozan nuestros historiadores.
Por eso declaramos nuestro firme convencimiento de
que la relación de Maldonado no admite defensa alguna,
ni se halla resquicio en ella para dudar de que es apócri-
fo y falso todo lo que contiene, y terminamos diciendo
con el sabio Navarrete: que el que desee se conserven en
toda su pureza y dignidad las gloriosas hazañas de los
conquistadores del Nuevo Mundo y las atrevidas nave-
gaciones de nuestros viajeros^ no pueden mirar con indi-
ferencia las invenciones ridiculas y acreditadas fuera de
España que nos achaca^i con sobrada liberalidad los
mismos extranjeros y qtie menoscabando el mérito de lo
que es cierto é incontestable , sacan armas de todo para
sacrificar á nuestra nación y diidar de su buena fe y de
sus verdaderas glorias.
FIN
NOTA.
Debemos á la amabilidad del ilustrado Capitán de fra-
gata D. Francisco Carrasco, nuestro distinguido amigo
y jefe, el poder insertar á continuación varios apéndices
curiosos referentes á las gestiones de Maldonado. Estos
son los únicos documentos que mencionan á este falso
descubridor, y que existian inéditos en el Archivo ge-
neral de Indias.
APÉNDICE i.^
EL REY.
Por quanto Abiendo ofrecido el Capitán Lorenzo Ferrer
Maldonado de dar los secretos de la Aguja fixa y nauegacion
del este a oeste en quatro propusiciones. La primera. La
Aguxa fixa en línea recta á los polos del mundo, permane-
ciendo en su fixacion por todos los meridianos del.=::La se-
lyo CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
gunda, que con la Aguxa fixa y la baria regular dar á cono-
cido , el punto fixo y arte para conozer Los grados de la longi-
tud^ de tal forma que por cada grado de baria^ion muestra
uno de la longitud nauegando no solo por la equino^ial, sino
por todos los paralelos y alturas del polo ártico y a qual-
quiera de los treinta y dos rumbos demostrados en la Aguja
y carta de marear. = La tercera, un instrumento para sacar
precisamente en la mar línea meridiana para con el examinar
siempre que sea necesario la fixa^ion de la Aguxa y conocer
los grados de la baria^ion de la barca, sin que para esto aya
necesidad de la Aguxa fixa, y de tal suerte obrado que con
solo este instrumento y la aguja baria se pueda sacar el pun-
to de los grados de la longitud precisamente. = La quarta,
Visto por los de mi junta de guerra .de Indias y la demos-
tración de ynstrumentos que en ella hizo. Y consultadoseme.
Considerando lo mucho que conuiene sacar a luz negocio
tan ymportante, e tenido por bien de dar la presente por la
qual prometo y aseguro por mi palabra Real al dicho Capi-
tán Lorenzo Ferrer Maldonado que sacando á luz los decre-
tos de las dichas propusi^iones que a ofrezido es a sauer. La
aguxa fixa en todos los meridianos del mundo y el punto
fixo de la longitud de la nauegacion del este a oeste á qual-
quier ora del dia y de noche sin sol ni estrella y el secreto de
la nauegacion del este a oeste en todas las oras con sol^ como
queda declarado en las dichas propusi^iones y saliendo cierta
y uerdadera, abiendose echo las experiencias en las nauega-
ciones délas Indias orientales y occidentales, y por tierra y
por las partes de ida y buelta que a la dicha mi junta de
Guerra pareciere á su satisfa^ion de ella, y para empegar
á ponerlo en exercicio se a ofrecido dicho Lorenzo Ferrer
Maldonado enbarcarse en la flota que se apresta para la
prouincia de Tierra firme y dando echas las demás expe-
APÉNDICES. 171
riencias por su persona ó por otra en su nombre, y siendo
los dichos secretos é ynstrumentos con que se an de execu-
tar tales que puedan aprouechar dellos los pilotos y gente
que de ordinario anda en la mar y después dé berificados
aprobados por la dicha mi Junta de Guerra Le aré merced
y mandaré situar y consignar como desde agora lo ofrezco
tres mil ducados de renta por lo que toca al secreto de la
Aguxa fixa, y todos los ynstrumentos pertenecientes al uso
della, y otros dos mil ducados por lo que toca al
punto fixo de la longitud de la nauegacion del este á oeste,
reglas é ynstrumentos pertenecientes á el. Todos cinco mil
ducados de renta en cada un año para el y sus herederos y
sub^esores, y de los que del tuuieren titulo y causa, situado
lo uno y lo otro a su satisfa^ion y de todo ello le mandaré
dar y despachar Luego que como dicho es estuuieren apro-
uadas las dichas propusi^iones. Los priuilegios de la dicha
renta con las clausulas fuerzas y firmezas necesarias para su
entero cumplimiento y «i los miembros de la Hacienda don-
de una ó mas ueces se consignaren los dichos cinco mil du-
cados Tuuieren quiebra ó disminución por qualquier causa
que sub^eda se ayan de mudar á otros donde se paguen
puntualmente, y para la seguridad dello mando dar y di la
presente firmada de mi mano y refrendada de mi ynfrascrito
Secretario fecha en a ... de .... de mili y
seiscientos quince años.
172 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
APÉNDICE 2.«
AÑO DE 1616.
Auiendo visto la demostración del aguja fixa y propuesto
al Capitán Lorenzo Ferrer las dificultades que se pudieron
ofrecer en razón del toque y afij ación del aguja, a parecido
cossa berisimil que el toque que hizo y afij ación sera cierto
y para hazer desto la esperiencia que conuiene nos parece
que para que pueda conseguirse el fin .que se pretende, tanto
para la nauegacion de la yndia Oriental como de las Ociden-
tales, que el Capitán Ferrer con dos pilotos portugueses y
dos castellanos y persona de confianza que sepa sacar línea
meridiana, en todas partes y tierras que tomaren y conocer
si la aguja esta fija en la mar y tierra y lo que baria, labaria,
y para esto conbendra se embarquen en Cádiz en una cara-
vela de cinquenta toneladas, y partiendo de allí tomen tierra
en cauo Cantin y cauo de agua, yslas de Canarias y cauo
berde, sierra lisa miña Santome, angola y corriendo la
costa hasta doblar el cauo de buena esperanza y el de las
agujas y boluer al NE., corriendo la costa de Batal asta el
cauo de las Corrientes y de alli asta los bajos de la yndia, y
de allí boluer á la ysla de Santa elena, y de allí atrauesar a
buenos ayres corriendo toda la costa del brasil asta la tierra
firme, la de Cartagena y Onduras asta San Juan delua, y de
alli boluer corriendo la costa de la florida asta el cauo de los
Mártires, y de alli atrauesar el cauo de San Antón corriendo
las costas del Sur de la ysla de Cuba y dando el tiempo lu-
APÉNDICES.
173
gar ponerse sobre los bajos de la Serrana y Serranilla y de
alli boluer á la costa de Cuba corriéndola al nordeste asta la
ysla de Santo Domingo y yslas de Barlobento y de alli a la
bermuda y alli al cauo cañaueral y dando la buelta de las
flores y terceras a de correr al este la buelta de españa sin
mudar derrota asta tocar en las costas de Portugal y estas
son las yslas y parajes Donde conuiene hazer las obserbacio-
nes con los ynstrumentos y ynstruciones que se les dieren,
porque si fuesen en flotas ó galeones no se podría hazer la
esperiencia en tantas partes y que abracase de una vez Las
nauegaciones de yndias orientales y ocidentales y saliendo
la esperiencia como promete en esta nauegacion quedara
bien probada su yntencion y dando á entender á los pilotos
con la claridad que conuiene el modo de hazer estas obserua-
ciones parece lo abra complido y asi lo firmamos en Ma-
drid, etc., á 19 de Henero 16 16.
J. Bapt. Laraña. José Francisco de Garnica.
Lucas Guillen. El Dr. Iñ. Cedillo.
Hay un decreto fuera que dice: «Que se haga la ynstru-
cion. En esta Confremidad.»
174 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
APÉNDICE 3.«
SEÑOR :
El capitán Lorencio Ferrer Maldonado, dice
que del Secretario Juan Ruiz de Contreras tiene
entendido como V. M. a mandado que abiendo
cumplido en lo que tiene ofrecido de aguja
sueid^o de íoTqua^ fixa y punto fixo de longitud se le hará merced
renta escudos desde , . «i i i i -r» -r»
el dia que por tes- QC CUÍCO mil Qucados dc Keuta rerpetua con-
timoniü del serui- /• • i i t^ a •
cío constare hauer lormc cstaua promctido al Dotor-Arias, y que
salido desta corte á i • j i i n • i -vt t^ ~ ^
hacer su viaje. abiendo Qc yr en la nota de JNueua España a
hacer la Esperiencia, se le diesen de entreteni-
miento quarenta Escudos al mes desde El dia
que tratase de Embarcarse y porque ya no Es
pusible En esta flota hasta la de tierra firme y
El Esta ocupado En cosas del seruicio de V. M.
asi en la fábrica de ynstrumentos como En
otras cosas necesarias al cumplimiento de lo
que tiene prometido. Pide y suplica á V. M.
se le haga merced de mandar que se le den los
dichos quarenta Escudos de Entretenimientos
desde oy en adelante hasta aber cumplido con
la satisfa^ion y Esperiencia que Espera dar,
que en Esto V. M. le hará muy gran merced.
Otro sij pide y suplica á V. M. le haga
merced de le mandar dar su cédula Real de
APÉNDICES.
175
siguro para que no se le haga ningún Estorbo
ni ympedi mentó por parte de las justicias so-
bre El negocio que paso Entre su cuñado Pe-
dro Maldonado y el Marqués de Estepa ni En
otra manera alguna que aunque no se halle
culpado En el no se tiene por siguro de la
malicia de sus Enemigos que podrian ynquie-
tarle y dibertirle de los Estudios que trata del
seruicio de V. M., que En esto Reciuira muy
grande merced.
que se proueerá lo
que conuenga.
Y escriuase una
carta de parte déla
Junta al Sr. Presi-
dente de Granada
diciendole lo que a
pedido, y que ti-
niendo considera-
ción al estado que
escriuió que el ne-
gocio tenia ya la
ymportancia de las
cossas que ofrece el
Capitán Ferrer so-
bre que a hecho al-
gunas demostracio-
nes que prometen
esperancas del efec-
to, a parescido que
durante el tiempo
que se ocupare en
lasexperienciasque
S. M. tiene resuel-
to que haga se po-
dra sobreseer con-
tra el en este casso,
siendo como es tan
antiguo y retar-
dado.
176 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
APÉNDICE 4.
MUY PODEROSO SEÑOR*.
El Capitán Lorencio Ferrer Maldonado suplica á V. A.
le haga merced de le mandar despachar y que la ayuda de
costa que se le ubiere de dar sea considerando que se le
mandan por la ynstru^ion nauegar diez mil leguas y las
mas costeando, que Es negocio de muy grande peligro y
que el por servir a S. M. y hacer lo que mas conuiene á su
Real seruicio lo hace con grande gusto; y porque el dinero
que se le mandara dar lo a menester en esta corte para salir
della y ordenar su camino, y asimismo para hacer ynstru-
mentos por aber aqui quien les haga y en Siuilla no, suplica
á V. A. mande que se le den aqui, pues ay de adonde po-
dérsele dar, que En esto se le hará muy grande merced.
Muy poderoso señor.
El Capitán Ferrer Maldonado.
SSa le de S. M.
APÉNDICES. 177
APÉNDICE s.^
MUY PODEROSO SEÑOR*.
V. S. Aduierta que muchos an tratado sobre esto del
Aguja fixa, y no se a visto hasta ahora sahr cossa alguna,
Quanto mas que no esta en afixation del Aguja la mas ym-
portancia en la nauegacion, lo mas ymportante y necessario
es dar los grados de longitud pre^issos nauegando como los
de Latitud, que si el Capitán Ferrer ofrece lo uno y lo otro
sin sol y sin estrella es una grandiossisima cossa, lo qual no
se puede estimar. El que da los grados de longitud nauegan-
do no tiene necessidad sauer las leguas que corre la nao en
qualquier rumbo de viento, sino las leguas que da el grado
de Longitud del paralelo donde esta, y assi no se a de
hazer casso de las agujas marcadas en las cartas de marear
ni de las mismas cartas en plano, porque ademas que ellas
son falsas por muchas maneras, también se ve que se ex-
tienden en el dicho plano los paralelos tanto como los círcu-
los mayores mas que se saue que en qualquier Parte del
mundo que este una nao esta siempre la proa y la Popa di-
rigida en parte decir en lo mayor Respeto al centro de gra-
uedad, y assi todas las cartas en plano no son de prouecho
ni las agujas pintadas en ellas para quien saue dar los grados
de longitud no tiene necessidad dellas.
Por un ynstrumento circular que esta puesto entre las dos
agujas con un omon en el centro, parece tener sus dificulta-
des en tierra, quanto más en mar. La mayor es que en la
178 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
mar por tomar el bertical del sol y su altura por el, Por bien
que sea anibelado y equilibrado con la agitación de la Nao,
caminando alargara y acortara las sombras, concretense
después estas medidas. Lo propio se puede dezir de las
agujas y con mucho mas por ser ynstrumentos tan frágiles
como seue y experimentan todos los dias que nunca catan
verdad sino estando en su patria, fuera de allí no ay que
buscarles medida ni concierto, siempre se agitan á Una par-
te y á otra y afecta. Preguntad a todos los Generales y al-
mirantes y pilotos mas prácticos en este arte de nauegar lo
que les parece y que ynstrumentos son las agujas y de sus
effectos, que ay mucho que dezir, y de los que licuaron de
Fonseca dirán que seguridad ay en ellos. Mas supuesto que
den Aguja que por todo el mundo directamente mirase al
polo y otra aguja como suponen tocada fiscamente fuese va-
riando los grados Regularmente de longitud que fuese ca-
minando. Concierten esta variación en la afixacion supuesto
casso que fuesen costas en tierra firme sin mouimiento que
harán por los ynconuenientes del mouimiento continuo de
la Nao y mucho mas que se pudiera de^ir. Mas los grados
de las variaciones de la aguja son muy diferentes de los de
la Longitud, y si por ellos se huuiesen de guiar no es obra
que tuuiere fin ni concierto, ni en que se pudieren dar por
muchas Razones. Mas que la aguja tengan ocho partes afec-
tas bese al contrario, porque partiendo del Meridiano de la
ysla del Cuerbo adonde sea fixa no se torne á fixar en todo
el espacio del camino que hacen hasta las Indias Ocidentales
y aun mucho mas alia en la mar del Sur, que son muchissi-
mas mas de quarenta y cinco grados de longitud, porque
llegan á mas de nouenta. Que si fuesse assi que tuuiesse la
aguja ocho partes affectas entre si, y quales auian de ser
equi distantes unas de otras de quarenta y cinco grados de
APÉNDICES.
179
Longitud mas que aya punto ninguno atractiuo fuera de los
polos del mundo, no lo ay porque lo que caussa las bariacio-
nes dellas no es mas de apartarse á la parte Oriental o Oci-
dental de las partes afectas por caussas que se pudieran De-
ducir. Mas supuesto que fissicamente se tocase una aguja
que tuuiese Respeto a alguna parte ó punto. La tal aguja no
acudirá allegando a su patria a la parte afecta, y aunque
fuese tal que la quitasen todas sus passiones el mouimiento
y agitación diuersa de la Nao, qualquier balance ó equilibrio
que tenga si daua lugar de señalar un puesto precisso y cier-
to tan delicado como el de la longitud quanto que más que
ellas nunca están quedas, sienpre ynquietas por las cossas
sobredichas demás que tienen en Tantos Otros en conoci-
mientos, como lo uemos en las ordinarias qual sera las fixas
que oy dicen unos y mañana otro. Respeto de los acidentes
como sea deuer la uerdad que dicen. Mas tomen media do-
cena dellas tocadas de un mismo toque, dirán diuersamente,
ora sea acidentalmente ó de otra manera, por ser ynstru-
mento tan achacosso y auerse de seruir del en partes tan aci-
dentales a la qual de todas estas sea de arimar para que le
diga la verdad.
No se trata de la posibilidad ó ymposibilidad dello, por-
que todo puede ser allanando por todo las dificultades e yn-
conuenientes que se hallan, porque ay otro punto que se
pudiera decir mas delicado que todo lo de supra, mas podra
decir que en ello esta el motus faciendi y que es alli todo el
secreto saberlo; solamente se apuntan estas dificultades sobre
el casso.
Nota. Este escrito, doblado en forma de carta, tiene este rótulo en
el frente: «El Capitán francés en racon del aguja fixa.^
1 8o CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
APÉNDICE 6."
ESTRECHO DE ANIAN Ó DE FERRER MALDONADO.
«Esta Real Audiencia [de Guadalajara ó Nueva Galicia]
da cuenta a V. M. de algunas cosas que convienen para bien
deste reino y servicio de V. M. Y lo que yo tengo de que
dar cuenta es que yo tuve noticia los dias pasados como se
habia visto unos navios en la costa de la mar del Sur en el
mes de Noviembre próximo pasado, de lo cual mande hacer
información y otras diligencias, y las envió con esta a V. M.
Di aviso al virey; tienelo por burla, pero yo tengo tanto cui-
dado como si fuera de veras y he sido informado que hay
estrecho desta mar del Sur a la del Norte e que se puede na-
vegar muy bien como lo dice Juan Fernandez Ladrillero,
piloto desta costa muy antiguo, cuyo dicho asimismo va
con esta. Suplico a V. M. lo mande azer, y si el dicho estre-
cho se puede navegar por el pueden haber pasado franceses
ó ingleses y haberse poblado en parte lejos de aqui, que no
pudiésemos tener noticia y fortificarse de manera que cuando
se viniese a entender estuviesen señoreados en toda la mar
del Sur. Y para esto agora andan mirando los puertos y
costa por saber si se hace algún armada contra ellos, y no
quieren saltar en tierra por no ser conocidos, y si no han
pasado navios por el dicho estrecho no hay duda sino que
los testigos dicen verdad de haberlos visto; y es cosa que
causa grandísima admiración en este reino y no se entiende
lo que sea. Demás de las diligencias que van en esta, he en-
APÉNDICES. iSi
viado un barco grande que hay solo en toda la costa que la
vaya a correr y costear y me traiga relación de todo lo que
viere para darla á V. M.; y si hobiese de que se hará navio
y en todo tengo el cuidado que debo, sin haber gastado cosa
de la Hacienda de V. M. Es cosa que me desvela, y el virey
como esta desviado e lejos tienelo por burla, como he dicho;
yo estoy muy cerca e dame pena y cuidado.»
Capítulo de carta de el Dr. horozco, presd. del Audiencia de Nueva
Galicia a S. M. — De Guadalajara i.° de Marzo de 1575. — Original. —
[Arch. de Indias. — Audiencia de Guadalajara, — Cartas y exp. de p. y
ord. de dicha Audiencia. — 1534-1576.]
1 82 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
APÉNDICE 7.°
Juan Martínez. 12 Julio 161 2.
SEÑOR :
Muchos siglos a que se desuelan agudos ingenios buscando
un modo para sauer lo que se nauega por el este y no lo an
hallado, estos 4 años han acudido algunos a ofrecello y an pe-
dido señaladas mercedes y no an hecho nada, quiso Dios que
en muy poco estudio por faltarme los libros y el tiempo
aunque con mucho trauajo hallase un medio para medir el
este y el sur y la variación de las agujas tres puntos, y digo
cuatro hasta aora deseados y no auidos, y porque no se en-
tienda que por auer poco estudio abra poco fundamento, y
digo porque es verdad y lo prouare que no a abido ni abra
quien alcance mas ni tanto por los otros para medir el mar
y tierra, di un memorial a V. M. en alcana y estoi aqui ande
antes de la media cuaresma con una tra^a que se hi^o por
orden del real consejo de indias, vio la mia persona y es cosa
que a menester mas ojo, pareció que hiciese el ynstrumento
ó aguardase el fin del doctor Arias que tiene ofrecido esto
mas copiosamente sino se ubiera de atender mas que al pro-
uecho ya lo uuiera dejado aunque soy pobre por uer que ba
largo y por estar ya muy gastado, pero es necesario atender
al decir de muchas personas que aguardan el fin deste ynge-
nio por ser cosa tan deseada a V. M. supplica se haga el
ynstrumento, pues tiene tan poca obra y tanta grandeva y se
me de una ayuda de costa entretanto y bisto que a gastado
bien premiesse la obra ó no se premie.
APÉNDICES. 183
APÉNDICE 8
NAVEGACIÓN. I580.
Copia de un papel que se hallo entre los que tenia fray Martin
de Rada después de muerto y lo trajo el padre Ortega que
va a España y le dio el padre Buiga^ del qual le hube yo.
Un vizcayno natural de Sant Sebastian, hombre de bien
llamado Joannes de Ribas me dixo / andando el á las valle-
nas En terranoua en altura de sesenta ó sesenta y dos grados
do comyen^a la gran baya / que en el cabo de grato cree
sera corriendo hacia el Oeste habia el arado mas de
sesenta leguas / que vino el año de cinquenta poco mas ó
menos un Capitán francés llamado Jaques casta yendo por
la misma cauce a descubrir hallo un estrecho que tenia de
pasada no más que cinco leguas y es ancho / una y dos
y en partes tres leguas y corriendo la contracosta de la florida
hasta el Susueste como 8o leguas hallo un Rio muy grande
y en él infinidad de canoas / este vizcayno dixo hauerlo vis-
to quando volvió y hablado muchas veces con el.
Y en que cinco ó seis años antes auian unos bretones des-
de la punta del bretón que estará como 8o leguas al Oeste,
casi de la punta de cauallo que esta en 49 grados y el decía
que cinquenta y dos, desde ay corriendo el norueste como
184 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
cien leguas, toparon el dicho estrecho por cuya Relación
unos portugueses Vinieron á la India y a la China, y desde
hodico dicen que en 45 dias llegaron á Lisboa, y creyendo que
el Rey les haria mercedes, dieron dello quenta y los hecho
pressos y murieron en la prisión el piloto y el maestre y Uno
de los portugueses que venian en aquella nao. Vino después
a la nueua Spaña y después con Francisco de Ibarra fue al
descubrimiento de cópala y pretendió descubrir el estrecho
sino que no se concertaron, a do tomo con este dicho Por-
tugués el Vizcayno amistad y supo del todo en particular y
decia que del cabo bretón yendo al norueste hasta topar con
la tierra firme, corriesen después costeando la costa ó cabo
hacia el sudueste que ansi corre aquella costa y ansi toparian
con la entrada aunque parece era muy pequeña, pero es
grande y ondable y saliendo á esta mar de la china que corre
la costa hacia la china / o al / oes, sudueste dicen que á la
boca del estrecho ansi hacia la mar del sur como a la del
norte ay rhuchas ysletas aunque mas Rales son las que están
a la mar del norte viniendo de china, fuera de que costeando
no Pueden herrar el estrecho / dio de señal que a mano yz-
quierda que está la tierra firme de china, es la tierra mas alta
y con arboleda de Pinos, y de esa otra parte mas baxa sin
arboledas / dicen que en el estrecho no les seruira el biento,
pero las corrientes los meterán y sacaran.
Dicen que todos los que ponen yslas de caballos, toda es
una ysla grande sino es algunos ysletes que están pegados
á la dicha ysla y tierra firme y esto hasta cabo grata que
estara en 62 grados por do es canal muy hondable para en-
trar en la gran baya y dizen que estara la punta de caballos
en 50 grados, corriendo por allí la costa desta ysla grande
hazia el / Oeste casi hazia el cabo bretón como 80 leguas y la
que ponen en las cartas Punta de buena vista que es en la
APÉNDICES. 185
mesma ysla grande, esta mas ^erca de la punta de caballos
que de cabo de grata.
Dizen ser cosa muy aueriguada y cierta ansi entre Vizcaí-
nos como entre franc^eses de los que por alli andan hauer
este estrecho.
13
l86 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
APÉNDICE 9.^
Be Flandes ha recluido Su Magestad essos dos papeles sobre
cierta navegación que se ha descubierto por el norte Weest
para el mar del Sur^ y manda que V . S. los haga ver en el
consejo de Indias en la Junta de guerra y por las demás per-
sonas^ platicas de aquella materia que le pareciere ^ y que se
consulte á Su Magestad lo que conuiniere acerca della. Dios
guarde a V, S. en Madrid a 2^ de Xetiembre t6ii. — El
Duque,
I. Auisos venidos de Zelanda y encaminados á cierto
mercader residente en Amberes a 5 de Noviembre de 16 11.
El descubrimiento del passaje por el norte Weest va cier-
to y lo confirman de ynglaterra amigos de confianza, y los
yngleses queria ahora encubrir la cosa por hazerse dueños
del dicho pasaje y excluir las otras naciones. Pero es tarde,
porque ya el mondo lo saue y algunos han partido de aqui
para Inglaterra (personas de marca) por ynformarse de to-
das particularidades y poder ellos mismos ymbiar nauios de
aqui con fundamento hacia las dichas partes, y assi se puede
creer que quanto antes saldrá de aqui gran numero de baxe-
les hacia alia, y esto no es marauillar, pues ay aqui una co-
dicia y hambre general para hallar nueuas nauegaciones y
viajes de donde nos pueda venir prouecho, por ser el pays
tan llenos de dineros, de mercaderes, de nauios y de gente
mareante, y auer el verano passado la mayor parte de los
APÉNDICES. ■ 187
nauios y marineros, quedado sin ha^er nada por falta de no
saber adonde yr. La compañía de las Indias orientales que
reside aqui puede solo (conforme á su priuilegio) nauegar la
mitad del mondo, por donde la generalidad padece mucho,
y ahora que se ofrece esta otra navegación, en la qual dicha
compañía de las Indias no tiene que veer, todos al^an las
orejas, y comienzan á respirar, de manera que destos payses
abra gran nauegacion para essas partes.
Las nueuas mas particulares que he tenido del passaje del
norte Weest son estas. Sir Thomas haker armador ynglés y
de la compañía de las Indias orientales en ynglaterra, escriue
esto en sustancia / en quanto toca al passo por el norte
Weest hacia la China, la mar del Sur, las felippinas, México,
Perú, etc., ya se ha hallado en el norte Weest por su maes-
tro Hudson, el qual ha descubierto un estrecho largo de 200
leguas, por donde hauiendo passado se ha hallado en el
gran, spacioso y turbulento mar océano y auria podido yr
/ a / ha^ia las Molucas / ó / México / ó / Perú / ó / China
/ ó / Jopan como uuiera querido sino le faltaran los viueres
/ ó / vituallas, la qual falta le for^o a voluer, y añade á esto
estamos ya de yntencion de aderec^ar buen numero de nauios
y proseguir vivamente aquel passo y assi podremos yr a la
parte con el Rey de Spaña en los ricos payses y Islas del
mar del Sur, y en effeto parece que aderezan ya secretamen-
te y baxo de mano algunos baxeles, para preuenir las otras
naciones. Antes he creído que los arrendadores, que quiere
de^ir los que tienen en arrendamiento las alcaualas y tholas,
del Rey de Inglaterra auian armado que hallo el dicho passo;
pero ay yerro en esto, porque la compañía de las Indias
orientales ha armado el nauio, que ha hecho esta gran obra,
y ha stado fuera diez y ocho meses y ynuernado en el estre-
cho, once hombres y entre ellos el Capitán Hudson murie-
1 88 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
ron. El diurnal del dicho Hudson y juntamente sus cartas
están en manos de Sir Thomas Smits Gouernador de la
Compañía de las Indias Orientales en Inglaterra, hasta ago-
ra no puedo descubrir otra cosa sino que han hallado el
passo a la embocadura del estrecho de Davis llamado Sum-
lers nilet, por el qual son ya algunos años un capitán ingles,
evaimont, nauegó cien leguas y también fue forjado de bol-
uer por falta de vituallas. Cae cerca de6i /o/ 61 grados.
y lo han hallado en harto buen clima, Todavia estoy aguar-
dando por horas con gradissimo desseo mas particularidad
y teniéndola se la anisare a V. M., caso que obiere algo
mas de lo que digo.
ÚLTIMA teoría SOBRE LA ATLANTIDA.
ÚLTIMA TEORÍA
SOBRE
LA ATLÁNTIDA,
£L TENIENTE DE NAVÍO
D. PEDRO DE NOVO Y GOLSON
DISERTACIÓN
leída
EN LA REUNIÓN DE LA SOCIEDAD GEOGRÁFICA DE MADRID
EL 15 DE ABRIL DE I879.
Señores
No puedo menos de asombrarme ante las conquistas
que en muy breve período ha realizado la ciencia geo-
gráfica. La importancia de esta ciencia crece y se desar-
rolla con no menos impulso que sus hermanas , merced al
sabio, al explorador y al mártir, que le consagran sus
trabajos, sus investigadores espíritus y muchas veces
hasta la vida. Igualmente las naciones ponen el sello á su
cultura fomentando esta ciencia, y las Sociedades geo-
gráficas revelan con arreglo á su esplendor y grandeza
propias, el grado de ilustración y progreso de que gozan
sus patrias respectivas. Porque, ,: quién ignora que la
geografia de este siglo se extiende y abarca todas las
194 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
ciencias? Ya no parte el explorador á través de los bos-
ques y desiertos, ganoso de guerreros triunfos ni de ricos
botines; ya el osado navegante no busca en lejanas pla-
yas el oro de sus arenas ni las perlas de sus rocas.
Hoy el viajero de mar y tierra, tan audaz como el de
otros tiempos, pero mucho más humano y más profundo,
penetra en las selvas vírgenes ó en los círculos polares
para rasgar nuevos velos á la naturaleza, para descubrir
nuevos arcanos, para enriquecer, en fin, las páginas de la
geografía. Y el geólogo, el físico, el botánico, el historia-
dor, el arqueólogo y el estadista vivamente interesados,
acuden á escuchar de boca del sabio explorador cuando
vuelve de sus viajes, todo lo que á sus propias ciencias
se refiere. Las Sociedades geográficas son, pues, los cen-
tros donde se agrupan todos los hombres dedicados á
muy diversos estudios, y por eso repito que deben ser
consideradas como el mejor barómetro de la cultura y
progreso de las naciones.
He dicho que causan admiración las conquistas que
en muy breve tiempo ha realizado la geografía, pero
también asombra el gran número de problemas que que-
dan por resolver. Estos problemas pueden dividirse en
dos géneros enteramente distintos. Los unos de segura
solución para el porvenir más ó menos lejano, y los otros
de solución quizás eternamente dudosa. Con los primeros
me refiero á los descubrimientos emprendidos, pero no
terminados del centro de África, del paso del N. O.
ÚLTIMA TEORÍA SOBRE LA ATLÁNTIDA. 195
del mar libre Boreal, etc., y con los segundos hago indi-
cación de sucesos importantísimos (no menos para la
geografía que para la historia), los cuales acaecidos en
épocas muy remotas, han llegado á nuestra noticia en-
vueltos en la oscuridad de las tradiciones, y muy debati-
dos hasta hoy, pero sin solución alguna positiva.
El más debatido, curioso é importante de estos pro-
blemas, es el que trata de la real ó fabulosa existencia
de la isla llamada Atlántida. No hay ejemplo en la geo-
grafía de más encontrados pareceres y opuestas hipóte-
sis. Así es que después de estudiarlas todas, queda la
duda en pié y el ánimo perplejo, aunque poseído de una
inexplicable tristeza ó agitación extraña, no muy distinta
que la del juez obligado á fallar, oidas ambas partes, y
sin exacto convencimiento de cuál tiene razón.
El geógrafo de este siglo, acostumbrado á grandes
investigaciones, no debia conformarse con añadir á tan
bello asunto una hipótesis más; esto fuera poco honroso,
hoy que la geología y la física le ofrecen poderosa ayuda
para estudios suficientemente amplios y profundos que le
podian conducir á una solución definitiva de este pro-
blema.
¿Existió la Atlántida ó no? Si existió, ¡jqué parte del
globo ocupaba? ^Cuál era su superficie? ¿Cuál la raza de
sus habitantes? ¿Cuáles, en fin, su civilización, costum-
bres, etc.?
Pero, ¿acaso es digno de tan grande interés el cono-
196 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
cimiento exacto de lo que fué la famosa Atlántida? Con-
viene recordar aquí al ilustrado auditorio, las versiones y
noticias que tenemos sobre esta isla ó continente, des-
aparecido bajo las aguas desde hace miles de años, y no
dudo que entonces los menos predispuestos á retrospec-
tivas indagaciones, ambicionaran para su patria la gloria
de descifrar este misterio geográfico.
Según el filósofo griego llamado Aristocles, y umver-
salmente conocido por Platón, no muy lejos y enfrente
del estrecho de Hércules, se hallaba en tiempos remotí-
simos una gran isla mayor tal vez que el África y Euro-
pa, cuyo fértil suelo, templado clima,' frondosos bosques
y ricos metales, preciosos dones todos de la Providencia,
hermanaban con los menos preciosos que el espíritu hu-
mano habia sabido derramar sobre aquel país; tales eran
su comercio floreciente, su patriarcal gobierno, su sabia
organización ^y verdadero culto por las ciencias y las
artes.
Hallábase la isla dividida en diez comarcas cuyos re-
yes gobernaban con independencia, pero sujetos á una
estrecha alianza para hacer la guerra contra extranjeras
naciones, así como también estaban coaligados para
mantener entre ellos una paz inquebrantable. Gracias á
ésta y á otras muchas cláusulas juiciosas, lograron alcan-
zar los atlantes (que así se llamaban) la más firme rique-
za y alto prestigio en lo interior de sus reinos, y en io
exterior consiguieron dominar con sus ejércitos y escua-
ÚLTIMA TEORÍA SOBRE LA ATLÁNTIDA. 197
dras, las islas circunvecinas , todo el Sur de Europa hasta
Tirrenia y la Libia y el Egipto; pero fueron rechazados
por los atenienses , único pueblo que con su valor opuso
un dique á las invasiones de aquellos guerreros.
Platón añade, detallando el grado de civilización que
habian alcanzado en Atlántida, que esta comarca estaba
surcada por profundos canales que conduelan fácilmente
las flotas á través de las selvas y campiñas hasta la falda
de suntuosas poblaciones, cuyos palacios y monumentos
eran modelos de arquitectura, y cuyos gimnasios, hipó-
dromos, templos y almacenes, no tenian rivales en el
mundo. Durante muchos siglos, este dichoso país supo
gozar de su fortuna, pero al cabo se entregó á los vicios,
y quizás por castigo de los dioses sufrió un horrible ter-
remoto que en una sola noche le sumergió entero bajo
las aguas del Océano.
Doscientos años antes que Platón escribiese el Cri-
tias y el Tinieo^ el legislador de Grecia, el sabio Solón,
habia comenzado un poema épico sobre las guerras que
mantuvo su patria contra los atlantes, formidables ene-
migos llegados del Occidente; pero desde muchos siglos
antes que naciera Solón, ya celebraban los atenienses, en
una de sus fiestas, el recuerdo de las victorias obtenidas
contra aquel gran imperio; y, en fin, hasta los sacerdotes
egipcios de remotísima época, mencionaban á Atlántida,
coincidiendo en el fondo sus noticias con las que Platón
hizo públicas en sus célebres diálogos.
igS CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Además de los ligeramente expresados, son innume-
rables los geógrafos, historiadores y eruditos, que han
discurrido sobre el mismo tema, suponiendo algunos fa-
buloso cuento todo lo que á los atlantes se refiere, inde-
cisos otros en admitirlo ó no como cosa verdadera, y
otros, en fin, que son los más, convencidos de que una
tradición tan bien conservada en diferentes países, y sos-
tenida por tan varías autoridades, debe tener su funda-
mento en la realidad.
Entre los incrédulos ó detractores más antiguos, ci-
taré á Numenio que volvió el siglo ii, y Jamblico el si-
glo III, de los cuales el primero era cristiano, y el segun-
do temible enemigo del cristianismo, lo que no impedia
que fuesen ambos neo-platónicos, y que, con arreglo á
las tendencias bien conocidas de esta secta filosófica, no
viesen en la Atlántida de Platón sino parabólicas ó mís-
ticas ficciones.
Lo mismo decimos de Proclo y demás discípulos de
la dicha escuela alejandrina, excepto, sin embargo, del
célebre Filón y alguno otro.
En la Edad Media no puedo hacer mención de nin-
guno cuya autoridad sea bastante, ó cuyas negativas
aduzcan pruebas siquiera vagas; pero en la época presen-
te, necesario me es consignar los respetables nombres de
Malte Brun, Niklés, Gosselin y Letronne, que consideran
de todo punto fabulosa la existencia de la Atlántida.
Pasaré en silencio los que ni la niegan ni la afirman,
ÚLTIMA TEORÍA SOBRE LA ATLÁNTIDA. 199
para citar en compensación algunos de los innumerables
que no han dudado jamás de ella, ó que han aducido en
su favor pruebas muy convincentes y argumentos muy
sólidos. Sin embargo, no todos han sido razonables al
interpretar el texto de Platón, pues olvidando que este
filósofo colocaba la isla frente al estrecho de Hércules
y en medio de un inmenso mar, el noruego Rudbeck
pretende que la famosa Atlántida era la misma Noruega;
otro escandinavo la supone en Palestina; el etimologista
Letreille la finge en Persia, y el alemán Kirchmaier la
imagina en el centro del Zahara, cuando este desierto fué
un dilatado golfo: hipótesis que han logrado todas poca
fortuna.
Pero me resta mencionar la más osada, emitida pri-
mero por Francisco López de Gomara, para quien la
Atlántida no era sino el Nuevo Mundo. Con posterioridad
á este español han afirmado lo mismo muy notables eru-
ditos y geógrafos, y más adelante se verá que dichas hi-
pótesis sobre América, sin embargo de ser inadmisibles,
estaban basadas en lógicas razones y vehementes indicios
de difícil refutación; indicios que sólo sirven hoy para ro-
bustecer la última de las teorías que conocemos sobre la
Atlántida, y que cual digna hija del siglo xix, se presen-
ta al combate escudada, no con la fe y la tradición, sino
con las luces de la ciencia; no con las galas de la fanta-
sía, sino con el ropaje severo y majestuoso de la crítica
moderna. Ya no se invoca la autoridad de los antiguos
200 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
como argumento, ni como tales se aplican las vagas con-
jeturas. M. Mentelle, miembro fundador del Instituto de
París, y poco más tarde M. Bory de Saint Vicent, han
deducido que la Atlántida ocupaba toda la extensión del
Océano en que se hallan comprendidas las islas Azores,
la Madera, las Canarias y las de Cabo- Verde, superficie
tan considerable por lo menos como la mitad de Europa;
pero esta teoría, la última que se ha emitido y la prime-
ra que, como he dicho antes, acude á la lucha sostenida
por la ciencia y sancionada ya por muchos votos, con ru-
bor lo confieso, señores, á la vez que me aclaraba mil
dudas, abría en mi humilde pero libre criterio, el campo
de otra teoría semejante en su principio, pero muy dife-
rente en puntos capitales y relacionados con problemas
muy debatidos de la historia geográfica.
Indeciso estaba y temeroso de mí mismo, cuando
llegó á mis manos, gracias á la amabilidad del sabio
geógrafo español Sr. Coello, una obra de M. Gaffarel
titulada Estudios sobre las relaciones de América y el
antiguo Continente ^ que es quizás la más moderna y sin
duda alguna la que con más erudición, profundidad, buen
sentido y mejor sistema, ha disertado sobre todo lo que
concierne á la Atlántida. Es la teoría de M. Gaííarel
muy semejante á la de Bory de Saint Vicent, pero más
perfecta, y reúne tal arte y brillantez, tanta gala de ar-
gumentación, tal tesoro de datos y tan irrebatibles testi-
monios, que después de estudiada su teoría, apenas que-
ULTIMA teoría SOBRE LA ATLANTIDA. 201
dan fuerzas para negarla ni aun para rebatirla. Esta será,
sin embargo, la teoría, y éste el distinguido autor á quien
con más fe que nunca me decido á refutar en ciertos
puntos capitales. Séame, pues, permitido acometer la
empresa, rogando antes á los señores que me escuchan,
que no la consideren como un alarde de osadía, sino
como el buen deseo de un humilde que contribuye con
su óbolo, infinitesimal donativo, al engrandecimiento de
la riqueza geográfica.
Creo que la forma más justa, leal y conveniente para
conseguir mi objeto, debe ser la de desarrollar á grandes
rasgos la teoría de M. Gafíarel, conservando su vigor
científico, y luego que haya sembrado su atractivo pode-
roso en muchos ánimos, aventurar yo mis argumentos,
que si entonces logran pareceros acertados, será induda-
ble prueba de su verosimilitud.
M. Gaffarel, después de copiar el texto de Platón y
darnos una detallada noticia de todas las celebridades
que se han ocupado de la Atlántida, comienza por aseve-
rar que la desaparición bajo las aguas de una isla exten-
sísima, es muy factible aun dentro de la época histórica:
< en efecto, pueden citarse en la antigüedad, dice el autor,
cataclismos que ofrecen grande analogía con el que sufrió
la Atlántida. Prueba de ello cuando la Propontide y el
Ponto Euxino se enseñorearon sobre vastos llanos de la
Europa y el Asia, y el mar se abrió una senda á través
del Helesponto y del Quersoneso Címbrico; así como
202 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
cuando separó la Sicilia de la Italia, Chipre de la Siria,
Eubea de la Beocia, ó bien sumergió á Hélice y Bura en
el golfo de Corinto, la mayor parte de la isla de Cos y
la mitad de Tindaris cercano á Mileto. El mar Negro se
abrió comunicación con el Bosforo de Tracia, y el Caspio
y el lago Aral también se comunicaron. Y en fin, en me-
dio del mar Esfco se sumergfió un Continente llamado
Letonia. » Todos estos fenómenos han ocurrido en la
época histórica; pero aun en la época moderna cita el
autor algunos otros que no reproduzco por ser de menos
notoriedad que el ocurrido en la isla de Sumbawa, por
ejemplo, cuando en 1815, á causa de un terremoto, su-
frió alteración tan grande en un radio de trescientas le-
guas, que el suelo quedó cubierto por más de diez metros
de agua, dejando en cambio completamente en seco los
buques de alto bordo que estaban anclados en sus bahías;
pereciendo, como era lógico, cerca de los ochenta mil
habitantes que contenia aquella comarca. «No está, por
tanto, en contradicción con las reglas de la crítica, que
un cataclismo semejante pudo haber hecho desaparecer
una isla ó por lo menos una parte de ella , cuyas dimen-
siones quizá hayan sido exageradas. Varios sabios como
Brosses, Forster, Dumont d'Urville, Broca, Moussy, etc.,
piensan que en otro tiempo existia un gran Continente
en el mar Pacífico, determinado por los numerosos ar-
chipiélagos que hoy lo pueblan. Esta no es más que una
hipótesis, pero muy legítima. Con mayor razón podia ha-
ÚLTIMA TEORÍA SOBRE LA ATLÁNTIDA. 203
ber existido en el Océano Atlántico una gran isla, de la
cual las Antillas y las Azores fueran hoy como los últimos
testimonios. Un trastorno de tal magnitud, tal vez no
pertenezca á la época histórica (dice M. Gaífarel). Pla-
tón mismo lo fija como ocurrido nueve mil años antes
que él naciera, pero esta no es una razón para negarlo.
El hombre antes del diluvio habia logrado seguramente
una civilización muy avanzada. Sin recurrir á los millares
de siglos de la cronología india ó china, los descubri-
mientos de M. Baucher de Perthes, los recientes traba-
jos de Lubbock, Morlot, Thunsen, Merillet, Lehon y los
productos de la industria antidiluviana expuestos en el
palacio del Campo de Marte el año 1867, prueban que
el hombre conocía las artes y habia llegado ya á un gra-
do de civilización muy notable antes del gran cataclismo
que renovó su historia hace ya seis mil años. »
Fundándose luego el autor en los testimonios geológi-
cos que prueban debió existir una fácil comunicación en-
tre Europa y América después del nacimiento del hom-
bre, anota la probabilidad de que aquella comunicación
se realizase á través de un continente formado por las
Azores, las Canarias y las Antillas, cuyo continente pare-
ce estar* indicado en las mejores cartas de la cuenca ó
fondo del mar por una vasta llanura apenas cubierta de
agua, dice M. Gaffarel, y la cual se halla circunscrita
por el triángulo que forman los tres archipiélagos. « Este
continente se ve contorneado por un rio marítimo, el
204 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Gulf-Stream , que baña sus costas. ¿No estaría, pues, allí
el sitio de la Atlántida?» Cita también en su apoyo el
hecho bien sabido de que el mar de las Antillas y las
vecinas tierras conservan la huella de un gigantesco tras-
torno que cambió el aspecto de esta parte del Nuevo
Mundo en una época relativamente moderna; y no sólo
por los estudios geológicos, sino por las tradiciones loca-
les, sábese que todo el archipiélago que en forma de se-
micírculo se extiende desde el Orinoco al Yucatán, esto
es, desde la Trinidad á Cuba, son los restos de tierras
sumergidas que componian parte del continente. Pasan-
do después á las otras islas que subsisten aún en medio
del Océano, como los últimos vestigios de la destruida
Atlántida, indica las convulsiones volcánicas que se han
manifestado en sus recintos ó en sus límites, ocurriendo
la más reciente el año 1867, cuando entre las islas Gra-
ciosa y Tercera de las Azores apareció un inmenso crá-
ter, arrojando piedras y enormes masas de lava.
«Fenómenos parecidos deben reproducirse con fre-
cuencia; pero no son observados, porque los marinos si-
guen rumbos fijos en sus navegaciones y por rareza cru-
zan inmensos espacios del mar, vírgenes de toda sonda
y todo estudio. Dios sabe si en esas inexploradas inmen-
sidades se encontraría el secreto de la Atlántida. Esto
acontece con el mar de Sargazo, que imperfectamente se
conoce y cuya superficie, equivalente á la de Francia, se
halla cubierta de hierbas marinas que jamás alteran su
ÚLTIMA TEORÍA SOBRE LA ATLANTIDA. 205
situación, lo que parece indicar la presencia de terrenos
sumergidos. Así, pues, tanto el Océano como las costas
americanas y los archipiélagos , han conservado las hue-
llas del cataclismo que hizo desaparecer el famoso conti-
nente. »
Pretende M. Gaffarel que donde mejor se puede estu-
diar á los antiguos atlantes es en las Canarias; pero aña-
de él mismo: « Por desgracia todos los aventureros que
sucesivamente han ocupado estas islas modificaron los
caracteres distintivos de sus habitantes al punto de que
hoy quedan muy pocos tipos primitivos aun entre los
Guauchos; pero, sin embargo, son suficientes para con-
vencernos de su originalidad. Así su color oscuro, su ca-
rencia de barbas, su idioma, no parecido á ningún otro,
y el uso de los geroglíficos y de los signos astronómicos,
la forma piramidal empleada para las tumbas y los mo-
numentos públicos; la institución de las vírgenes sacerdo-
tisas, los honores tributados á la agricultura, su pasión
por la música y el canto, su placer por la danza y los
ejercicios corporales, todo induce á afirmar que los Guau-
chos eran los restos de una nación más instruida, de un
pueblo más numeroso y más civilizado; y según dice
Bory de Saint Vicent, reunidos como por milagro alrede-
dor de los cráteres destructores, después de la sumersión
de la Atlántida, se trasmitieron largo tiempo la historia
de sus infortunios, llegando á creer que todo el universo
habia desaparecido del mismo modo que su isla, salvan-
206 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
dose ellos solos de una destrucción general. Así es que,
temerosos de otro inmediato cataclismo, abandonaron el
cultivo de las artes y de las ciencias.»
He terminado la exposición de la teoría de M. Gaíifa-
rel, y debo entrar ahora en lo que mayor interés encier-
ra, pues fundándose en las innegables analogías y seme-
janzas de lenguas, religiones, monumentos, costumbres,
formas de escritura ó ideas astronómicas que existian
entre los americanos, iberos, etruscos y egipcios, llega á
explicarnos estas misteriosas analogías por la presencia
del Continente Atlántico, cuya costa occidental llegaba al
Nuevo Mundo y la oriental á Europa y África.
Estoy enteramente de acuerdo con todos los testimo-
nios que M. Gaífarel aduce en su favor valiéndose de es-
tas analogías, aunque parezcan que pueden combatir la
hipótesis que luego os presentaré; pero lejos de temerlo,
deseo ampliar con mayores datos de los que á continua-
ción expresa el citado autor, las pruebas de que efectiva-
mente las razas del nuevo y antiguo mundo tuvieron co-
municación más fácil ó más cómoda que la del estrecho
de Bering:
« Cuando los europeos abordaron América , dice
M. Gafíarel, solamente los imperios de Méjico y Perú
estaban florecientes; el resto del país no presentaba sino
una confusa aglomeración de poblaciones salvajes, indis-
ciplinadas y sin nacionalidad; pero es indudable que á
este estado de barbarie habia precedido una civilización
ULTIMA TEORÍA SOBRE LA ATLÁNTIDA. 207
asombrosa. La época en que estos pueblos americanos
llegaron á tal grado do esplendor, es imposible determi-
narla. En Yucatán, comarca muy árida donde la vegeta-
ción escasea, una capa de humus de 40 centímetros tapi-
za un viejo camino que conduce á Izamal. ¡Qué serie de
siglos han sido necesarios para producir estos detritus!
Alguno de los numerosos túmulos que se han encontrado
en la América del Norte son tan antiguos, que los ríos
han tenido tiempo de socavar sus terraplenes inferiores y
de retirarse en seguida de nuevo á más de un kilómetro
después de haber minado y destruido una parte de las
obras. Indudablemente en una época desconocida, pero
antiquísima, vivia en América una raza fuerte, enérgica,
industriosa, que ya los españoles no alcanzaron, y de la
que ni aun los mismos indígenas tenian exacta idea : cree-
mos, pues, que un fenómeno análogo al de Europa se
operó en la América , pues así como en aquella, á los dias
de esplendor de la civilización antigua sucedió la barba-
rie de los siglos de hierro. En fin, cuando podamos des-
cifrar los ilegibles geroglíficos de Yucatán y de Méjico,
esos manuscritos misteriosos que desafian aún nuestra
curiosidad, quizá entonces conozcamos la historia de la
vieja América, y este pretendido Nuevo Mundo merecerá
llamarse antiguo, pues sus habitantes hablan mantenido
frecuentes relaciones con nuestros más remotos antepa-
sados. »
Una de sus tradiciones, referida por M. Brasseur de
2o8 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Bourbourg, me ha asombrado (dice el autor), á causa de
la extraña analogía que ofrece con la Atlántida. En otro
tiempo , un imperio situado en la América central , estaba
gobernado por dos reyes, jueces supremos que tenian bajo
sus órdenes á otros diez , soberanos cada uno de un gran
reino, y formaban entre ellos una especie de consejo que
decidia en los negocios comunes; poco á poco extendie-
ron su dominación por el mundo, pero acaeció un terre-
moto y todos desaparecieron.
« Si ahora cambiásemos los nombres, encontraríamos
el mito platónico... Esta coincidencia puede ser fortuita,
pero es muy singular; parece, pues,- probable, que los
atlantes ocuparon la América, que fundaron allí grandes
imperios, y que sus descendientes, aunque degenerados,
son todos los indígenas que forman, como se sabe, una
raza especial, la raza roja, cuyos congéneres se encuen-
tran también en nuestro continente. Vamos á intentar el
probarlo comparando las costumbres, las religiones, las
lenguas , los monumentos y las tradiciones de los pueblos
americanos, y la de ciertos pueblos, cuyo origen miste-
rioso es uno de los problemas más arduos de la antropo-
logía y de la historia. »
Señores: temo extenderme demasiado, y puesto que
por otra parte están suficientemente demostradas en el
mundo científico estas analogías, cuya clave nos ofrecen
Bory de Saint Vicent y M. Gaffarel, me permitiré pre-
guntaros si no revisten verdadera importancia para la geo-
ULTIMA teoría SOBRE LA ATLANTIDA.
209
grafía, todos los pasos y todos los esfuerzos que se diri-
jan á comprobar la existencia de esa isla ó continente de
cuyo suelo tal vez son originarios pueblos antiquísimos, y
de donde, según Bailly, se derivaron todas las ciencias.
Hoy que la geología nos ha dado á conocer con visos de
acierto los trastornos de nuestro mundo , desde las épocas
primitiva á la cuaternaria, reconstruyendo toda la fauna
y la flora que correspondió á esta última; hoy que casi
con exactitud nos ha revelado la edad de las montañas y
las huellas del hombre antidiluviano, ¡¿no os entristece
que todavía permanezca envuelto en el misterio esa her-
mosa fantasma demasiado entrevista para no ser real, y
cuyo sepulcro debe hallarse en el fondo del Océano y al
alcance tal vez de nuestro examen? ¿Será que la geología
y la física se muestran sordas á toda excitación, porque
después de una simple ojeada á las hipótesis que existen
sobre la Atlántida, las juzgan desmentidas por los positi-
vos conocimientos ? Si en esto consiste y es necesario for-
mular una nueva hipótesis que se atenga á lo más verosí-
mil y á la que sirva de base lo ya sancionado, entonces
yo me atrevería humildemente á aventurar como princi-
pio, que la situación de la Atlántida no ocupaba esa in-
mensa superficie del Océano que limitan las Azores, las
Canarias y las Antillas , porque cualquiera que hubiese
sido la causa del cataclismo , sus efectos aparecerían hoy
retratados más de relieve en la cuenca del mar donde se
cree sumergida. No es una planicie dé poco fondo, como
2IO CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
supone M. Gaffarel, la que allí se dibuja; por el contra-
río, sitios abarca y muy extensos, donde se leen las ma-
yores profundidades que ha conseguido el aparato de
Brooke. Fijándose en esta objeción, se apresura á expli-
carla M. Gaffarel diciendo, que en el fondo del mar como
sobre la superficie de los continentes, se operan perpe-
tuos cambios. Prescindo de lo elástico y socorrido que es
este argumento para admitirle, pero no así la suposición
de Bory de Saint Vicent de que los fragmentos menos
compactos de la tierra sumergida, fueran arrastrados por
las corrientes, pues es sabido que las corrientes y contra-
corrientes más hondas no exceden.de i.ooo metros, y
que entre ellas y el lecho del mar existe siempre una
masa de agua tranquila. ¿ Pero cómo han de efectuarse
acarreos en las grandes profundidades, si allí domina la
calma é inmovilidad absolutas? Si allí, como ha demos-
trado Maury, es tan completo el reposo de las aguas que
no pueden mover una sola partícula de arena de los lechos
de piedra esparcidos por el fondo del mar!
A la vista tengo las excelentes cartas de Maury y de
Stieler sobre las cuales una simple inspección nos de-
muestra que entre las Canarias y las Antillas tiene el
Océano mayor fondo que entre Inglaterra y Terranova;
pues siguiendo la sección vertical menos ventajosa para
nuestro aserto, hallamos que entre estas dos últimas re-
giones su braceaje fluctúa de 4.000 metros á 4.200 y
4.900; en cambio una sección semejante entre Canarias
ULTIMA teoría SOBRE LA ATLANTIDA. 211
y las Antillas ,. varía desde 4.000 á 5.000, 3.000, 5.000
y 6.000 metros.
Preciso sería convenir por estos datos, en que para la
desaparición de la Atlántida no fué suficiente un terre-
moto general , sino que fué necesario un desquiciamiento
horrible en la corteza sólida, que abriendo inmenso abis-
mo, sepultara al continente desde sus bases hasta su su-
perficie,-y á tal profundidad, que quedara hoy esta su-
perficie cubierta por 6.000 metros de agua. Un cataclis-
mo semejante hubiera tenido consecuencias espantosas
para el resto del mundo, y lo menos que podemos pre-
guntar, es hasta qué punto alteraría el nivel del Océano
esa masa de agua equivalente al volumen de la tierra su-
mergida, no ya bajo el mar, sino bajo su profundo lecho.
^Cómo hubiera pasado desapercibido un trastorno digno
por su magnitud de la época terciaria, sino suponiéndolo
causa y origen de uno de esos muchos diluvios parciales
que la tradición engloba en uno sólo llamado universal?
Pero esta hipótesis no puede ser admisible tratándose de
la Atlántida , cuyas relaciones con los demás pueblos son
de época posterior á la de los últimos cataclismos que afli-
gieron á la humanidad.
Respecto á esa gran superficie cubierta de hierbas ma-
rinas llamada el mar de Sargazo, y de cuya agrupación
eterna deducen los citados autores, posibles misterios
y nuevos indicios, podemos asegurarles que el mar de
Sargazo no es menos conocido que cualquiera otro. Sé,-
212 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
bese que su profundidad es de las mayores, y que sus
hierbas provienen de la vegetación de su fondo, las cuales
desprendidas por sí solas y menos densas que el agua,
suben hasta la superficie y la tapizan semejando una
pradera. Pero, ^por qué no cambian jamás de situación?
¿Por qué desde remotos tiempos ocupan estas hierbas el
mismo espacio ? ¿ Cómo los vientos y huracanes no las ar-
rastran y diseminan? Es muy sencillo; porque el mar de
Sargazo se halla encerrado dentro del circuito continuo
que forma la gran corriente ecuatorial y la corriente de
golfo ó Gulf-Stream.
¿Dónde, pues, debemos colocar ala famosa Atlántida?
Respondan por mí las citadas cartas de Maury y Stieler.
Su inspección nos indica que no muy lejos y enfrente del
estrecho de Hércules, existe un gran banco sobre el cual
se asientan las Azores. Su superficie excede de 16.000 le-
guas cuadradas, ó sea poco menos que la península ibé-
rica y toda esa superficie podría compararse con una roca
depositada en arenosa playa, sobre cuyas ondas tranqui-
las asomaran algunos picachos. En efecto, si con las son-
das recorremos todo su contorno, hallamos cortado á
cantil el peñascoso banco , y si medimos la elevación de
sus bordes sobre el lecho del mar que le rodea, nos acusa
una cifra variable de 400 á i.ooo metros; es decir, que
si el nivel del mar descendiese hasta dejar descubierta di-
cha superficie, veríamos que formaba una gran isla, cuyas
costas bañaría el Océano con aquellos i .000 metros de
ÚLTIMA TEORÍA SOBRE LA ATLÁNTIDA. 213
profundidad. Verdaderamente es extraña esta condición,
pero más extraña sin duda que la superficie del citado
banco lejos de ser plana, sea tan quebrada y desigual,
que deba compararse mejor que á la aislada roca, á una
roca partida en cien fi^agmentos, ó á una aglomeración
de enormes piedras como las que suelen verse al pié de
un ruinoso paredón. Por eso el escandallo sumergido á
distancias de legua en legua, acusa ora lOO brazas, ora
600, según que tropiece ó descanse sobre la cumbre de
un peñasco ó en la vecina ladera. Todo parece acreditar
que allí se ha operado un quebrantamiento cuyo origen
no es difícil suponer en vista de los testimonios que pe-
riódicamente vienen á revelarlo. Parece que para aquella
volcánica región no han cesado las amenazas ni aun des-
pués de su exterminio. Citaremos en su prueba el violento
terremoto que en 1638 conmovió el archipiélago, sur-
giendo del mar una isla inmediata á la de San Miguel,
cuya extensión pasaba de dos leguas, y su altitud de
150 metros. Por efecto de igual convulsión en 1719, sur-
gió cercana á la Terceira, otra isla ó volcan de tan con-
siderable altura, que los buques la divisaban desde ocho
leguas de distancia. Tres años estuvo esta isla en erup-
ción constante, luego bajó hasta el nivel del Océano,'
donde se mantuvo algunos meses y desapareció por últi-
mo en el abismo. En 181 1, después de un fuerte sacudi-
miento, apareció no lejos de San Miguel otro nuevo vol-
can á flor de agua que arrojaba piedras á centenares de
214 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
metros ; desapareció á los pocos dias , pero en el mismo
año se reprodujo más cercano á la costa, dando origen á
un islote que después de mucho tiempo desapareció igual-
mente.
Con lo expuesto basta para deducir que hace muchos
siglos, cuando la corteza terreste era menos sólida, pudo
un terremoto desquiciar á la famosa Atlántida, cuya su-
perficie no excedia de las 16.000 leguas cuadradas que
mide el banco de las Azores. ¿Fué posible este trastorno,
sin que produjera alteración general en la vecina Europa?
Creemos que sí, porque no se trata ya de un continente
que se abisma en inmensas profundidades, sino de una
isla que se quebraja ó rompe y se derrumba á los terre-
nos inferiores , quedando en su lugar un archipiélago que
palpita ó late y todas sus enormes ruinas aglomeradas
que de tiempo en tiempo asoman, rugen y desaparecen,
como diciéndole al mundo : ¡ mírame y cree ; aquí se hun-
dió la Atlántida!
Pero si la Atlántida no llegaba á América ni aun á las
Canarias, ^icómo explicarnos las tradiciones de estos últi-
mos isleños y los positivos lazos que existían entre el
nuevo y antiguo mundo? Para responder á estas objecio-
nes, séame permitida una hipótesis verosímil. Se sabe que
la dirección de los terremotos es muy varia, pero ocurre
con harta frecuencia (dice Malte-Brun), que la esfera de
su revolución abarca al parecer una cuarta parte del globo,
como por ejemplo, el terremoto de Lisboa, que se sintió
ULTIMA teoría SOBRE LA ATLANTIDA. 215
en Groenlandia, en Noruega y en África, ^jqué extraño
fuera, pues, que el que arruinó á la Atlántida, se exten-
diera á las Canarias, separándolas entonces del Conti-
nente africano y hasta América quizás, sumergiendo
sus valles más profundos? ¿No sería entonces también
cuando la primitiva Gades quedó sepultada bajo el mar?
No la Gades fenicia, sino la que conocemos desde niños
los hijos de este pueblo por tradición, y porque al pié
mismo de sus murallas se descubren aún rotas columnas
y labradas ruinas. Y, ^cómo pudieran dudarlo los que en
el pasado siglo vieron aparecer ante sus ojos la ciudad
antigua, cuando refluyendo las aguas que inundaron la
cortadura^ dejaron en seco una parte de la bahía?
Por recientes estudios geológicos, se sabe que en
efecto las Canarias estaban unidas al África; así se expli-
can esas afinidades que existen entre sus habitantes pri-
mitivos y los del vecino continente, y del mismo modo
queda explicado que dichos isleños se creyeran los únicos
hombres salvados de un cataclismo universal.
Pero nos falta responder satisfactoriamente á esta pre-
gunta. Siendo la Atlántida igual á la península ibérica y
hallándose sus límites occidentales tan lejos del Nuevo -
Mundo, ^icómo pudieron comunicarse con él? Ni los bu-
ques, ni los marinos de aquel tiempo, hubieran realizado
tan grande empresa. Es indudable. Aquellos marinos, sa-
liendo de la Atlántida, no hubieran arribado jamás á un
puerto americano, pero, es casi seguro que una flota, sa-
2i6 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
lida de América, pudo arribar fácilmente á la Atlántida,
y esto no por la fortaleza de sus buques, no por sus co-
nocimientos náuticos , no por sus propias voluntades, sino
arrastrados con velocidad horaria de cuatro millas por
la gra7i corriente de golfo , por ese eterno vehículo que
acorta en cinco dias las navegaciones á Europa, por ese
rico venero de calórico, por ese rio caudaloso que atra-
viesa el Océano y que cercano á las Azores se divide en
tres ramales siguiendo dos hacia el Norte y continuando
el otro hasta rodear como perfecto anillo los límites de
este Archipiélago. Una flota de americanos, en sus tiem-
pos más brillantes, se aventuró á cualquiera travesía, y
presos en la cercana corriente, lucharon sin fruto por al-
canzar la costa, pues sus remos eran ineficaces y no po-
seían el secreto de ceñir con sus velas. En pocos dias lle-
garon á las playas de una gran isla que quizás estaba de-
sierta, y la poblaron, estableciendo en ella las costumbres,
gobierno, lengua y civilización de su perdida patria. Inú-
tiles tentativas les demostraron que era imposible navegar
al Occidente y volvieron las proas hacia Europa , pisando
el suelo turdetano (hoy andaluz), y derramándose por la
costa septentrional del África. Allí fundaron imperios y
multiplicaron su raza, que con el trascurso de los siglos
fué modificándose bajo los diversos climas y con las ex-
trañas mezclas, pero conservando esas afinidades y ana-
logías que son hoy la confusión de los antropólogos.
¿Habré ido demasiado lejos? Veamos, ¿qué se sabe del
ÚLTIMA TEORÍA SOBRE LA ATLÁNTIDA. 217
origen de los egipcios? El más conocido de los historia-
dores, dice: Á pesar de la pretendida antigüedad de los
egipcios, todo demuestra que recibieron de otro país la
población y la cultura... » y más adelante añade, refirién-
dose á los testimonios de su remota magnificencia:
< Aquellos montes de piedras labradas ; aquellas inmen-
sas figuras de animales y de hombres; aquellos palacios
de gigantes, erigidos al descubierto, ó edificados debajo
de tierra; aquellas páginas de historia escritas para la
eternidad en caracteres misteriosos, detienen al hombre
y lo inducen á preguntar de dónde vino este pueblo ex-
traordinario, de dónde proceden sus artes, cuáles fijeron
las creaciones debidas á la íntima inteligencia y al profijn-
do amor de la ciencia que le eran característicos , de dónde,
en fin, tomó su estabilidad política. »
Hasta hoy es un misterio el origen de los egipcios. Oiga-
mos ahora lo que dice D. Modesto Lafijente sobre el orí-
gen de los iberos, nuestros primeros padres.
« Confesamos ingenuamente que después de haber con-
sultado con el interés de quien busca de buena fe la ver-
dad, cuantos autores antiguos hemos podido haber, que
supiéramos hubiesen tratado las cosas de España, des-
pués de haber evacuado muchas citas con gran escrupu-
losidad y consumo de tiempo , no nos ha sido posible en-
contrar segura brújula y norte cierto por donde guiarnos
en las oscuras investigaciones acerca de los pobladores
primitivos de nuestra nación; antes bien, hemos tenido
15
2i8 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
momentos de turbarse nuestra imaginación, cuando la
hemos engolfado en este laberinto de dudas sin salida ra-
zonable , tropezando siempre , ó con relaciones que llevan
marcado el sello de la fábula, ó con noticias que por con-
fesión de los mismos autores se asientan en livianos y fla-
cos fundamentos... Un pasaje del historiador de los judíos
Josefo , ha dado lugar á que algunos de nuestros historia-
dores hayan afirmado como cosa segura, que Túbal, hijo
de Jafet y nieto de Noé , fué el primer hombre que vino á
España. En primer lugar, el historiador judío escribió
más de mil años después del suceso ; en segundo lugar no
expresa el fundamento de su aserción ; en tercer lugar no
asegura que Túbal viniera á España, sino que señaló su
asiento á los tubelinos ó iberos ; en cuarto lugar, es de
suponer que se referia á los iberos asiáticos, situados al
pié del Cáucaso, no á los iberos españoles. Creemos, por
tanto, que está muy lejos de ser cierta la venida de Tú-
bal á España. •»
Vemos, pues, que según nuestro erudito historiador
nada se sabe del origen de los iberos , pero Estrabon men-
ciona, refiriéndose á los turdetanos, que hablaban un idio-
ma desconocido y cultivado hacía seis mil años, y Cantú,
en su disertación etnográfica, nos cita á los dichos turde-
tanos, cuya civilización era asombrosa, poseyendo anti-
guos monumentos de poesía é historia, y un alfabeto
particular, del que aún no se conocen todos los elemen-
tos, por más que muchos doctos se hayan dedicado á su
ÚLTIMA teoría SOBRE LA ATLÁNTIDA. 219
estudio á fin de explicar las inscripciones ibéricas encon-
tradas en piedras, planchas metálicas, vasos de barro y
medallas que, con la lengua vasca, constituyen los únicos
monumentos que nos han quedado de aquellos pueblos
célebres.
El mismo historiador en su filología comparada dice:
« Lenguas puestas á la mayor distancia una de otra, ma-
nifiestan á veces la más singular uniformidad de gramá-
tica, y, sin embargo, no por eso están reputadas como
afines entre sí. Por ejemplo, el vascuence presenta ana-
logías muy curiosas con varias lenguas americanas, como
la falta precisamente de las mismas letras , la tendencia á
unir siempre las mismas consonantes , y una complicación
semejante en el sistema de las conjugaciones por medio
de sílabas que expresan varias modificaciones del verbo
simple; en lo cual también se parece á los dialectos del
Sudoeste de África. *
No quiero citar, por creerlo realmente sin fundamento,
el largo catálogo y cronología de treinta reyes que refie-
ren haberse sucedido en el gobierno de España en remo-
tísimas épocas, nombrándose entre ellos á Gerion, Hís-
palo, Atlas, etc. El padre Mariana, aunque poco crédulo
sobre este punto, se creyó en el deber de mencionarlo, y
así nos dice en un capítulo de su libro primero : « Se
puede recibir como cosa verdadera, que Sículo, hijo de
Atlante, después que su padre partió de España, le suce-
dió en todo su reino. »
220 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Señores: el temor de agotar vuestra indulgencia me
obliga á ser lo más conciso posible en lo que me resta de-
cir. Con mayor espacio de tiempo disponible hubiera adu-
cido muchísimas citas en corroboración de que los egip-
cios, iberos y etruscos fueron pueblos originarios de la
Atlántida, y los atlantes á su vez, fueron originarios de
la América. ¿Pero de dónde vinieron los americanos?
i Nada induce á creer (dice César Cantú) que América
saliese del mar posteriormente, ni que posteriormente
llegase allí la humana estirpe y quizás las comunicacio-
nes de aquella raza con las otras, precedieron á los tiem-
pos en que se separaron los mogoles, los indios y los
tungusos. »
No se acierta á explicar este autor las portentosas se-
mejanzas entre los etruscos, egipcios y americanos, sino
por frecuentes emigraciones del Norte de Asia , pero con-
fiesa que aquellos emigrantes debieron encontrar una
gente anterior y que no bastaron para alterar la especie.
Lo que más confusión le origina es lo inexplicable de que
en aquel hemisferio hubiese animales particulares (la gran
mayoría) no conocidos antes en el antiguo. Esta circuns-
tancia me induciría á pensar que así como tales especies
de animales no protegidos por Noé lograron salvarse del
universal diluvio, también pudieron salvarse con ellos al-
gunos hombres que habitaban en la apartada América.
De este modo podrían explicarse problemas infinitos y
contestar á los historiadores que llenos de asombro ex-
ÚLTIMA teoría SOBRE LA ATLANTIDA. 221
claman : « j Cómo creer que las naciones civilizadas de la
primitiva América procediesen de las hordas salvajes del
Nordeste de Asia , ó que partiendo de los países meridio-
nales de ésta, hayan atravesado las regiones heladas sin
dejar tras sí ningún vestigio! ¿Cómo fijar sino en incon-
cebible lejanísima época, la construcción de esos túmulos
y monumentos gigantes y de esas ciudades enterradas
bajo los bosques vírgenes que por dos veces han sido de-
vastados y vueltos á enmarañarse? ¿Cómo explicarnos lo
ignorantes que se hallaban del origen de estas ruinas los
americanos que vivieron en los tiempos de Colon? ¿Cuán-
tos centenares de siglos han permanecido sepultados esos
vasos artísticos y enormes , esas efigies delicadamente mo-
deladas, esas armas y medallas de piedra ó cobre, esas
tumbas que guardaban restos bien conservados de hom-
bres y mujeres cuyos cráneos, según el doctor Waren,
son diferentes de los nuestros, como también de los de los
indios actuales y hasta de las demás naciones conocidas?
Mientras mejores luces no iluminen la oscuridad de
aquellos tiempos, nada de lo establecido se opone á la
hipótesis de que los americanos pasaran á la Atlántida y
que los tripulantes de una sola flota que jamás hubieran
podido regresar á su país, ñieran suficientes para mul-
tiplicarse y trasplantar á Europa el sello de su raza y de
sus costumbres, permaneciendo, sin embargo, en lo suce-
sivo sin comunicación firecuente los pueblos civilizados de
ambos hemisferios.
222 CONGRESO INTERNACIONAL DE AMERICANISTAS.
Hemos tratado de probar lo inverosímil que era supo-
ner á la Atlántida mayores dimensiones que las que pa-
rece indicarle la misma naturaleza en el estudio del Océa-
no. No insistiré sobre la facilidad de una travesía efec-
tuada casi por obra y gracia del Gulf-Stream, porque todos
los señores que me escuchan conocen muy bien las
asombrosas propiedades de esta gran corriente, y se-
guro estoy que juzgarán dicho argumento como el más
positivo de todos los que he expuesto en favor de mi
teoría.
Réstame añadir, que si bien Platón supone á la Atlán-
tida mayor que el África y el Asia, se desmiente poco
después para fijarle 3.000 estadios de longitud con pro-
porcionada anchura, cuyas dimensiones son casi iguales
al banco de las Azores, y aunque poco importa este dato,
valga para aquellos que quieren atenerse á lo autorizado
por Platón.
Una duda se ofrece todavía. El terremoto que des-
quició la Atlántida , hizo perecer forzosamente á todos los
seres que la poblaban, así es, que el archipiélago de las
Azores se halló deshabitado en absoluto; ¿pero es posi-
ble que si aquellas islas formaron parte de la citada co-
marca, no se encontrase en su recinto vestigio alguno de
la presencia del hombre? En efecto, no es posible, y asom-
bro grande fué para los portugueses hallar en la solitaria
isla del Corvo (la más lejana de todas), sobre terraple-
nadas cimas , una estatua ecuestre, que con el brazo levan-
ÚLTIMA TEORÍA SOBRE LA ATLÁNTIDA. 223
tado y el dedo extendido, señalaba al Occidente. Tam-
bién hallaron monedas de indescifrable época, que algu-
gunos han creido fenicias ó cirenáicas, sin embargo de
ser positivo que estos pueblos no tuvieron jamás remoto
conocimiento de dichas islas. •
Si coincidencias tan extrañas merecieran algún dia la
atención de los geógrafos , y si posteriores adelantos per-
mitieran al hombre descender 300 brazas bajo el mar,
acaso sus atónitos ojos registraran sobre las quebradas
rocas que sustentan las Azores, y entre revueltos escom-
bros, profundas grutas y selvas de madréporas, ya una
pirámide partida cubierta de testáceos, ya una escultura
envuelta en el verdoso limo, ya una columna horadada,
ya un ídolo de basalto, ya un cono que sirvió de cúspide
á los fragmentos del sagrado teocal, y entonces surgiría
del seno de aquellos mares la historia de la famosa At-
lántida, no tan castigada en su orgullo por verse sumer-
gida, cuanto por hallarse olvidada del inundo moderno
y desposeida de sus conquistados laureles, como fuente y
origen que fué de la primitiva civilización.
He dicho.
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