LBRARY Or .
' JIJN 1 '
BR405 .A3 v.19
Ponce de la Fuente,
Constantino ,
d. 1559.
Suma de doctrina cristiana
Sermsn de Nuestro Redentsr
en el monte ;
1
Digitized by
the Internet Archive
in 2014
https://archive.org/details/sumadedoctrinacrOOponc
REFORMISTAS ANTIGUOS ESPAÑOLES.
TOMO XIX.
J.UN> -rV^ ,2005
OBRAS YA REIMPRESAS.
1. Carrajcon, por Fernando de Tojcda 1G33.
2. Epístola Consolatoria, por Jiián Pérez. Reimpresa
por Benjamín B. 'Wiffcn IñGO.
3. Imajen del Anlecristo, i Carta a Felipe II. Ambas,
al parezér, por Juán Pérez . lóSS.
^.-jl. Dos Diálogos. Por Juán, i Alfonso de Yaldés. . . 1.'>2S.
|IIe reimpreso también aparte, i ami costa, el DiA-
f.''W Di^LA Lengua^: por Jnán de .Yaldés, ..i ..1533(!)]
5. Arles de la tnquísizú'ñ, por R. g'. de Montes. . . 1567.
6. Dos Tratados, por Zipriano de Valera 1599.
7. Breve Traiado de doctrina, por Juán Pérez. . . 15C0.
8. A los Cautivos de Berbería. . nZ9i.
Aviso a los de la Iglesia Romana , por Valera. . < 1( 00.
Español Reformado, por Sacharles (lG21.
9. Ziento i diez Considcraziones , por A'aldés. . . . 1550.
10. Epístola de s. Pablo a los Romanos ( 1536.
11. I. Ep. des. Pabloalos Corintios. Ambaspor Yaldés. I 1557.
12. Dos Informaziones, por Franzisco de Enzinas. . .
Prczédclas una Suplicnzión, por Pérez 1559.
13. Infinisilionis Ilispanicfc Artes. R. G. Montano. . . 1507'.
11. InMiluzión dcCuhino, pf r A'alcra 1007.
15. Alfabeto cristiano, por Yaldés lólG.
16. Ziento i diéz Considcraziones , según el MS. de
Ilamburgo. . . - 1558.
17. Breve Sumario de Induljenzias, por Pérez. . . . ISGO)!).
IS. Ziento i diéz Considcraziones. Reimpresión mejo-
rada del ^^o IX 1550.
&i SUMA DE DOCTRINA CRISTIANA.
&¡ SERMÓN DE NUESTRO REDENTOR EN EL MONTE.
&i CATEZISMO CRISTIANO.
&i COxNFESIÓN DEL PECADÓR.
Cuatro Libros compuestos por el Doctor
Constantino Ponze de la Fuente.
^ DE LA PERFECZIÓN DE LA VIDA.
m DEL GOBIERNO DE LA CASA.
Dos Epístolas do s, Bernardo romanzadas por
el Maestro Martin Nav.vhuo.
Reimpreso todo fielmente, conforme a las ediziones
antiguas.
—pues a todos nos v.i tanlo on rilo,
cad.i uno riebc do mirár lo que le
conviene, i no pcnsiír, que lo lia
de dír remedio, la culpa, q\ie lo<i
otros tienen en su pcrdizi¿Sn ; pues
que él no está sin ella.— Todos nos
quejamos, que no nos hazen bue-
nos los que tienen carso d'cllo; co-
mo si nosotros no fuésemos obliga-
dos a serlo. Cada uno mire tras
quien sigue ; que no le faltará re-
medio.» (Dr. Constantino, páj. 15 )
M.\DRID. A.No DE iMBCGGLXllI.
I'iL PniNZIPE.
Por cuanto por parlo de vos, el doctor Cons-
tantino, vczino de laziudád de Sevilla, me fu6
hecha rclazión, dizicndo: que vos, por servizio
de Dios nuestro Soñór , hczistes i ordcnastcs
zinco Libros, intitulados, el uno Confesión de
UN Pecadóu: i otro Dogtiuna Ciiristiana: i otro,
ExrosiziÓN nEL riuiiÉn Psalmo he Dayu), Bcants
vir: i otro Summa de Pocitrina CnniSTiANA : i otro
CATEzisMoCiiniSTiANO, para instruir los niños: que
eran Obras mui provechosas para estos Reinos:
los cuales hablan sido vistos i examinados por
los Inquisidores: i ellos, los habían aprobado, i
vos, los habiades imprimido a vuestra cosía,
como por ellos parcszia, suplicándome os hizicso
merzéd, que nmguna persona los pudiese ven-
dér, ni imprimir, por el tiempo que fuese ser-
vido, sin vuestro consentimiento i voluntiíd: i,
atento el mucho trabajo, que en ello habiades
puesto, mandase tasar, cada pliego de molde
de los dichos libros, en lo que fuese servido, o
como la mi merzc^d fuese. Los cuales, vistos i
examinados por los del Consejo del Empei'adór,
i Uci, mi Señór, acatando lo suso dicho, i, por
os hazcr bi6n i merzéd, túvolo por bién. Por la
presente, vos doi lizenzia, i facultád, para que
vos, o quien vuestro podér hobiere, podáis im-
primir i vendér, por tiempo de diez años pi'ime-
ros siguientes, que corran i se cuenten desde
el día de la data desta mi Zédula, en adelante,
los dichos zinco Libros, de que, de suso, se bazo
mcnzión : durante el cuál dicho tiempo, mando
i defiendo, que persona alguna, sin vuestra li-
zenzia, no los pueda imprimir, ni vendér: so
pena, que la persona que los imprimiere, haya
perdido i pierda, todos, i cualesquicr libros, que
déllos hobiere imprimido, i trajere ? vendér en
1
oslos nucptros Reinos. I mando, que esta mi Zc-
(Inla, vaya impresa con los dichos Libros : i que
podáis Ycndcr, cada pliego de molde déllos,
a di)s maravedís, i no mas. I mando a los del
(¡onsejo de su Jlajcslád, Presidentes, i Oidores
do las Audicnzias : Alcaldes, i Alguazilcs de la
Hoia f^u Casa i Corte, i ChanziUerias: i a lodos losCor-
ij. rejidores. Asistentes, Gohernadores, Alcaldes,
Algnaziles: i otras iustizins i juezes cualesqUier
de todas las Ziudadcs, Villas, i Lugares de los
nuestros Reinos, i Señoríos, i a cada uno d'cUos:
asi a los que agora son , como a los que ser;\n de
aquí adelante, que vos guai-dcn i cumplan, i
hagan guardar i cumplir, esta mi Zcdula, y nier-
zcd que yo ansí os hago : i contra el thcnór i for-
ma d'ella, vos no vayan ni pasen, ni consientan
ir, ni ]iasár, por alguna manera: so pena de la
nuestra merzéd, i de diez mil maravedís, para
la nuestra Cámara, a cada uno que lo contrario
hiziere. Fecha en la Villa de Valladolid, a veinte
i dos días del mes de Agosto. Año del Señor do
mil c quinientos i cuarenta i ocho años.
YO EL PRiNZIPE.
1 La Tassa es a dos maravedís cada pliego.
Lo que esto Lihro prinzipalmentc contiene es
lo siguiente: ■ '
T.La doctrina del Símbolo, o Artículos de la Fé.
T La doctrinado los diez Mandamientos de laTiOi.
1 LhOl-azión del Patci' nostcr, roñ su declnrazión.
1 Lo prinzipál del Sacramento de la Penitenzia.
7 Lo prinzipál del Sacramentó del Altar.
^ Del oír la Missa, i el Sermón.
^ El Sermón que nuestro Redomptór hizo, en el
Monte. ' ■ ■ ■■'\'í[' -^i' - >'•■■:
Al, Ilustuísimo, i REVEnEfmfsiMO Señór don GarzU
DE Lo.vísA, Cardenal de Sancta Susana: Arzo-
bispo DE Sevilla, del Consejo de su Majestád:
I su Presidente.
Esto Traclado, on quo con mediana brc-
Ycdád va declarada la Suma de la doctrina
Cristiana, Iluslrísimo, i Reverendísimo Se-
ñor : ni era razón quo llevase nombre de los
que otros libros suelen llevá,r: ni que saliese
sin el favór i authoridád do vuestra lluslrí-
sima Señoría. Lo quo enseña es, el mcnos-
prezio de la vanidád de la tierra : i el ca-
mino por donde se va al ziclo, i las pisadas,
que el Hijo de Dios, Señór i Uedcmptór
nuestro, dejó señaladas, para que lo siguié-
semos, i llegásemos a donde Él está. Escri-
bióse señaladamente para la iglesia , cuyo
Prelado i Pastór es Vuestra Señoría. Los
anlhorcs , i encaminadorcs d'cllo , son sus
Ministros, i que por sii mandado, i en nom-
bre suyo , tienen parto del cuidado de la
doctrina i estado d'ella^ No puede tener mas
aulhoridád, de la que vuestra Señoría Re-
verendísima le diere, como Pastór, puesto
por la mano de Diós, para luz i Guia de sus
ovejas. El mayór cargo d'este Ofizio tán
grande , es el pasto do la doctrina. Esta es
la prinzipál vijilanzia , quo siempre se debo
tenór : como de cosa de donde mana todo el
bién, f i provecho do las ovejas, si es verda- H^j»
dera i pura: i, por el contrario, el mayór
daño i perdizión, si es falsa, o mezclada con
vanidfid. Parcsziómc, qiio ora bién, que los
ííibdilos para cuyo provecho esla doctrina
se ordenó, supiesen, que es cosa encami-
nada, favorcszida, i auLhorizada por vues-
tra Señoría Reverendísima: para que junta-
mente tomen ejemplo del zclo, i vijilánzia
de su Pastór , i con raayór seguridád abra-'
zen lo que aquí se les enseña: eslón atentos
i despiertos a ello : como a vozes de quien
los llama, para mostrarles el verdadero ca-
mino do su remedio. Doctrina es llana, i
para jente sin erudizión i letras: mas zicrta,
i verdadera, i el tesoro con que se gana el
zielo. Con el cuidado d'estas tales cosas,
justifican los Perlados la cáusa de Dios, para
delante los hombres, la cuál es en sí justísi-
ma: i proveen para que su cuenta sea justa,
para cuando la pidiere el Señór. Él, por su
infinita misericordia, lo encamine todo para
su glória; i haga, que por mano do vueslrá
Reverendísima Señoría, esta sancta Iglesia,
resziba muchos años ejemplo i luz de sancta
doctrina, i de sánelas obras.
Siervo i Capellán de Vuestra Señoría
Ilustrísima.
Constantino.
Al Lectór CimiSTi.vNO.
La causa que mo movió a cscrcbír este Li-
brillo, Lcclór Chrisliano, fué porque algunos
amigos, zelosos do la gloria de Diós , i de la sa-
lud de los hombres, me persuadieron, que seria
cosa provechosa, que una semejante scriptura,
anduviese entre las manos de la jente: donde,
con alguna breve i sufiziente doclarazión, es-
tuviesen tractadas las prinzipales partes de la
doctrina christiana. Alegaban para esto, por una
parte, el aparejo que parcsze que so ofrezia para
que d'cUo resultase algún bión: por la otra, la
gran nezesidád, que comunmente los hombres
tienen, de tener estas tales cosas, cada día de-
lante lós ojos. Lo uno i lo otro, dczlan, qué
naze de darse agora mas á leér, que en todos
los tiempos pasados de que podemos tcn6r me-
moria: i ser, con esto, la mayór parte de las
scripluras en que gastan el tiempo, mui con-
trarias a la guarda i honra de la verdadera rcli-
jión, i al ejerzizio de toda virtud: otras, con-
fusamente scriptas, con poco conzierto i orden,
i de provecho mas aparente, que verdadero:
pocas, que traten las cosas de nuestra Fé, con
la zcrtinidád i ürmeza, que cosa tan firme re-
quiere. Fázilmente me movieron a ello , pare"
zi6ndome que no era razón descchár tán buén
consejo, i dado con tán buén zelo, por escusár
tán poco f trabajo. Juntóse, con esto, el man-
damiento i autoridad de los que tienen cargo en
la Iglesia, de provc6r en tales nczcsidadcs: de
donde se podia tomár argumento, que el Señor
seria en esto servido.
Lo que el Liljro contiene, es, el Hatozismo,
0 enseñamiento del Christiano, en que, en una
breve Suma, está puesta i declarada: La doc-
trina déla Fé, que es, el Símbolo, i Arliculós'
d'clla. La doctrina de las Oleras, que son, los
Diez Mandamientos. La forma de la Orazión, con
que somos socorridos en nuestros trabnjiis, i fla-
quezas. De los Sacramentos, el de la Pciiitcnzia,
1 de la Comuni(3n, con el uso de la Missa, i de
oír la palabra de Dios. Añadiéronse oslas últi-
mas cosas, por mayor doclarazión : aunque del
entendimiento de las tres primeras, sea cosa
mui fázil sacár el d'ellas. Esta doctrina (porque,
nadie la mcnosprczie, ni tenga en poco), c.s la
que la Iglesia Católica en su prinzipio enseñó,
con grandísimo cuidado, a sus liijos. Esta era la
prodicazión do cstónzcs : i lo que en las pv'iLli-
cas, i particulares Congrcgazioncs se Iractaba,
del ncgozio de Jcsu Chriito Redomptór, i Scñór
del mundo. Aquí está sumado, i rccolcjido, todo
lo que está sembrado por las Scripturas Divinas:
profetizado por muchas maneras , cubierto con
grandes misterios, declarado en el Evanjolio,
por la boca del Hijo do Dios, conOrmado con
milagros, i obras do grande espanto. A esta
breve szienzia se han de atcnér, i con ella se han
de salvar, los profundos, i mui fundados Letra-
dos: i estas letras, es mcnestér que sepan, si no
se quieren perder, los rústicos, i simples hom-
bres del mundo.
Cuando me paro a pcnsár las grande? adver-
sidades, que han venido a la Christiandád por
nuestros grandes pecados: las zcgucdades, que
ha procurado de introduzir en ella el Demonio:
la variedad do doctrinas, quo vemos, i habernos
visto: las sectas, i títulos de Theólogos : la?
porfías, i difcrcnzias d'ellos: — cono/xo, quo por
singuldr Bencrizio, i misericordia divina, ha sido
conservada la pureza d'esta verdad , i no ha per-
mitido Dios, que el poder do tanta confusión i
tiniebla, ofuscase, i echase del mundo la luz,
que esta sancta doctrina tiene. Todos acudimos
& esta seña, después de nuestras porfías. I asi la
ha escapado * el Señor, de los peligros i noufrá-
jios do las diversidades do opiniones de hom-
bros, que, ya que, la menosprezicn i olviden,
los que con mas dilijenzia la hablan de seguir,
a lo menos los niños, de las Escuelas, i de los
pechos de las madres, comicnzon a tartamudear
en ella. Confieso, que no es este, el cumplido
provecho, que de cosa tún grande se ha de sa-
cár, ni lo traigo para más, de que conozcamos,
en la conservazión d'esta doctrina, el Benefizio
del zielo, i la obligazión que nos pone á defen-
derla, i cjerzitnria, i a ponerla por obra, en todo
i por todo.
Crczido habernos, sobre los Antiguos, en prc-
sumpzión de Cristianos, i en otras cosas, que
no es mencstár declarár: i ojalóles hobiéramos
igualado en el estudio, i dilijenzia de enseñar
la doctrina cristiana, i de tomar cuenta de có-
« Escapado : por salvado, o librado.
nio se ponía en efecto. Sermones había antigua-
mente, i do doctísimos, i sanctisimos Varones,
que con grande zelo do fé, i de caridad, gober-
naron sus iglesias: mas no, por eso, zesaba el
oíizio de catezizár », i de enseñár a los mozos,
i novizios en la fé, los prinzipalcs lugares de la
doctrina del Evanjclio, que son los que habe--
mos dicho. Grandísimo fué el provecho, que con
esta particulár manera de enseñár se hizo : i
grandes christianos, i grandes i constantísimos
mártires, salieron d'csta doctrina. Ni se cometía
tal cargo, sino á hombres, que tuviesen grande
exzelenzia en las letras, i en la vida. Parcsze
esto claro, por la Iglesia de Alejandría, que tanto
floreszió en el mundo , con grande número do
mártires, i de doctores, donde tuvieron los Após-
toles este ofizio de que agora tractamos. Tuvié-
ronlo después d'eilos Panteno, Clemente, i Orijo-
nes, i otros señalados varones, de vida i doc-
trina admirable.
No quiero conferir aquí nuestros tiempos, con
aquellos, ni tractár de cuán grande afrenta se-
ría, para muchos ensoñadores, deszendér a tan
baja cosa, como les pareszeria, que era enseñár
el Credo, i los Mandamientos. Vengamos al re-
medio d'esto, si remedio se puedo dezír, tán
blanda medizina como es la que quiere el mun-
do, para tan grandes, i tan envcjezida? llagas,
como son las que tiene. Siempre le es cosa ás-
pera, i escandalosa, dezirle, que vuelva ála vir-
tud antigua. Para los vizios i soberbias antiguas,
' El impr. antiguo catccisar, por catequizar, quehoi dezimos.
CU
mui lijcro es de llevár, i no hai cosa que no re-
vuelva, para hallár, i tener semejantes antigua-
llas; solamente aborreszc lo bueno, i siendo tan
amigo de novedades, en solos los pecados, i pe-
rezas para dejarlos, ama i loa la constanzia.
Aquí alega luego costumbres, mudanzas do tiem-
pos; i blasfema de cosas nuevas. Dejemos, pués,
por cosa enojosa, i demasiada *, el verdadero re-
medio : vengamos a otros mas fáziles. Confor-
mémonos con el tiempo, como el mundo quiere:
aunque bien creo, que ningún remedio, por fá-
zil que sea, le agradará, porque, solo el nom-
bre, basta para parezerle mal.
Lo primero digo, que mi parczcr es, que
aunque esta doctrina prinzipalmentc sea hecha
para jente nueva, i solamente concurrian a ella
los novizios en la relijión, cuando este Catezis-
mo 2 se usaba; seni bién, i aun nczcsario por
nuestros pecados, que la deprendan, muchos
de la edád mas creszida, i aun no sé, si de los
viejos: i que ellos mismos sean maestros de sus
proprios hijos , se la enseñen, i les tomen cuen-
ta d'ella, i los provoquen al cumplimiento, con
ejemplos, i castigos. Jlas reirsc han de cosa tan
demasiada, espezialmentc , habiéndose usado
otro tiempo. I dirán: Que "no han menester ser
Predicadores, ni tomár doblado el trabajo, do
doprendór para sí , i de enseñár a los otros.
Aunque yo só bién, que el que tuviere verda-
dera codizia de saberlo para si, la terná tam-
• Demasiada : en el impre- ' Asi : pero , por Calc-
io antiguo. guistno.
1
bión do que su hijo la ícpa. I regla es, que nun-
ca falta: Cual cuidado tiene el padre, de su .■'mi-
ma; tal lo tiene de la del hijo.
Cuanto mas, que esto, que aquí les pedimos,
no es cosa tan pesada, si no es por ser de Dios.
No les dezimos, que tomen todo un Libro, de
coro, que tracten siempre una cosa mui prolija.-
Aunquc si tuviésemos verdadera fe, i verdadero
amor con el Señor que nos crió , i redimió; nin-
guna cosa que nos convidase a conoszór quien
es, A cntendér lo que le debemos, i lo que d'ÉI
esperamos; nos parcszeria prolija. Mas con todo
esto, si alegan tanta pereza, ¿cómo se pueden
escusár de no sabér el Credo, los Í.Iandaraien-
tos, i el Padrc-nuestro? Dirán, que todos lo sa-
ben. No llamo yo saberlo como picaza : sinó
cstár ejerzitado en alguna declarazión, que por
breve que sea, a lo menos, dé verdadera noti-
zia, de lo que aquello contiene: declare el ver-
dadero uso i provecho d'cUo: i que, en esto,
tenga el hombre espeziál cuidado, si lo quiero
teuér de no perderse. ¡O, si para esto^ so zcrzc-
nasc un poco del tiempo, que sobra para vanos
c inútiles ejerzizios (no hablo de los claramente
malos) : cómo no habría ' con que escusarse, ni
se ternía por largo , lo que la Doctrina Cristiana
tomase para su parte !
Mas, bien s6 , que otra dificultad hai mayór,
la cuál, si fuese quitada, fázilnicnte acabaría-
mos lo que queremos. Como el padre, no tiene
cuidado , ni propósito de dár buón ejemplo a su
' El antiguo impr., aura.
hijo, tampoco lo tiene, de enseñarle hucna doc-
trina: que, si lo primero se hizicsc, yo aseguro,
que nunca lo segundo se dejase de hazcr: por-
que lo uno, es tan zicrla compañía de lo otro,
que luego se va tras ello. Lo segundo, que me
parcze, para que tan grande mal tenga un poco
de remedio, os, que los padres, A quién Dios
hobicrc hecho mcrzéd de darles facuUád para
ello, busquen algún hombre A qui6|i parlicular-
mcntc encomienden a su? hijos : el cuál les en-
señe lo que conviene saber al ' cristiano , i que
con doctrina i ejemplo, los lleve por el camino
de la verdad, fij los enamore d'clla. I, sobre to-
do, los enseñe a sentir el bcncGzio de la re-
dempziún, que del Hijo de Dios rcszibieron: i el
grande i exzcsivo amór, que antes que naszieson
Ies tuvo: i cuánto los amará siempre, si so con-
servaren en aquella limpieza, que Él les comu-
nicó con su sangre. Esto hará fázilmcnte, con el
favór del Señúr, el maestro que fuere zelcso
d'ello: porque no hai cosa, que mas se dejo
guiár que las plantas tiernas, si con destreza
son encaminadas. Lo terzero que los padres han
do proveer, es; apartar desde la niñez á sus hi-
jos, de malas, i dañosas compañías, i allegarlos
alas buenas, sin seguir en esto el consejo de la
vanidád, deque comunmente usa el mundo, de
no buscar sino sus iguales, o delanteros, con
quien se honrrcn, i huir de la virtud de los mas
bajos, por huir de la bajeza.
Deben también. tener cspcziál cuidado, délos
í El impr. antiguo, ei.
Libros en qiio Icen, así en la escuela, como
fuera d'ella: que en ninguna manera tomen en
Ins manos, ni oynn Icór a otro, los que tractan
i"Jtt f torpes i vanas materias. En toda e(];\d suele esto
dañdr, mas mucho mas en la de los niños: por-
que de ninguna cosa queda tanta afizión i me-
moria, como de lo que en la primera cdAd so
tractó. I todo aquello no es, sino como unas imá-
jines, impresas primeramente en alguna blanda
zera,i que nunca después consienten ser quita-
das de allí. La edád, ya experimentada, i con-
flrmada en virtud, paresze, que con mayor se-
guridad puede leór en los Libros: aunque tales
son algunos, que nadie los debria tomáronlas
manos. Mas a los que comienzan en el mundo,
a abrir los ojos, no se les puede permitir mayór
veneno, que dejarles leér, lo que agora vemos,
que mas comunmente se usa. Cosa es de admi-
razión, que haya dilijenzia en la República, para
evitar cosas, do que se podría seguir poco daño,
ya que alguno se siguiese ; ¡ que para los Libros,
que han de leer los cristianos, esté la puerta tan
abierta, que no se le hallo fm á la vanidad, que
vemos que hai , ni al daño que viene d'ella.
Cuanto que yo, Libros veo, que me pareze, que
consentirlos, es consentir un pecado público
Quiero agora dejár esto, que mas largo es de
lo que paresze : i digo , que el padre que qui-
1 "Yo no só quí desventu-
ra ha sido siempre la nues-
tra , que apenas ha nadie es-
crito en nuestra Lengua, sinó
lo que se pudiera mui bién
cscusár: aunque cato seria
malo de probár con los que
traen entro las manos estos
Libros que matan hombres.»
— Garzilaso: en el fol. iii, vto.
del Cortesano, por Boscan.
1.' odiziún del año 1512,
sicre su hijo cristiano, debe procurár, (ló que en
casa, i en el esencia, comicnzc a clcscnvolvér su
lengua, con el nombre, i loores do Dios, i do
.lesu Cristo su Hijo , Rcdomptór, i Scuór de los
hombres: que aquél sea el primor cjcrzizio, en
que su memoria se emplee. Que nunca lea, ni
oiga, sinó loores de la virtud, i do las obras
cristianas: exhortaziones, i esfuerzo para ellas:
vituperios de los pecados, i vizios, i cosas que
le pongan enemistad con ellos: i, que antes que
sepa entender lo que son, tenga ya hecha cos-
tumbre de maldezirlos i blasfemarlos: i, final-
mente, que en todo lo que leyere, i en todo lo
que le enseñaren, tengan intento, a formarle un
ánimo jeneroso, menospreziadór de todo aquello
que estima el mundo, i admiradór de la grandeza
del Evanjolio, i de lo que Dios haze por los su-
yos, i los suyos hazcn por Él.
Si pensasen los cristianos [enj el dia, en que
se han de ver juntamente juzgados con los jenti-
Ics, i de cómo ha de parezcr alli, la dilijenzia,
que estos pusieron, en la crianza de sus hijos,
criAndolos, solamente, para yirtudes, i ejerzi-
zios políticos; i la que agora so pone, en los
que dizcn que crían para cristianos; parészeme,
que seria razón , que desde agora se avergonza-
.sen d'ello.
Habrá muchos, que se cscusarán con dczlr:
que ellos bien harían todo lo que habernos di-
cho, si tuviesen posibilidád, i tiempo para ello,
mas que les falta lo uno, i lo otro. Ganan de co-
mér, por sus manos, i es menestór criar sus hi-
jos en aquél mismo ojerzizio : donde por fuerza
osfAn \An ocupados, que no hai lurrár para el es-
tudio d'cstas doctrinas. Bien podría yo satisfazér
a estos, con preguntarles, ¿si hai alguna obra,
que escuse al hombre, de ser cristiano; o, para
dejár do saber, lo que es menester para ser cris-
tiano? Mas no quiero llevarlos por aqui, sino dar-
los por cscusados, si es verdad, que ningún tiem-
po les sobra, do sus ofizios, o para su pasatiem-
po, o para sus vanidades: i, si les sobra, para
Hoja esto, ¿cómo se cscusan'' para lo otro? Tengan
ellos afizión a la vida cristiana, que yo sé, que
nunca dirán, que lo dejaron por falta de tiempo.
La largueza d'este negozio, mas está en el cora-
zón, que en los dias. Esto baste, para el presen-
te, en lo que parcszc, que convenía, para ins-
truczión de los que tuvieron nezcsidád de tenór
entendidas estas prinzipales partes de la doctrina
cristiana.
Cuanto lo que toca a la cxplicazión d'clla;
segura conszienzia tengo, para delante el Señór,
que es conforme a su palabra, i a lo que la igle-
sia siempre enseñó: á cuya correzión va some-
tida. Mi intenzión i deseo, juzgarlo ha, el que to-
das las cosas conoszc. Podrá sor, que se hallen
muchos, a quien' parezca, cosa demasiadamen-
te difizil, i obscura. A los cuales no responde-
remos otra cosa, sino que aqui, no hai mas szicn-
zia de aquella, que ha menester sabér todo cris-
tiano: salvo, si le parezc, que lo puede ser, sin
tener fe, i sin tener obras, i sin entendér lo uno,
ni lo otro. Verdád es, que aquí hai alguna di-
' Así, cnvez-de: a quienes.
ficúltád: mas esta, no es tónto por la falta de en-
tendimiento, cuanto es por la de la voluntad.
Mas se requiere, para estas cosas, suhtilcza de
querer, que de injcnio. La diGcultád, en los mis-
mos hombres está, que no en la fé, ni en las
obras; de que esta Doctrina solamente tracta.
Esto es lo que, para ellos, es m\ii difizil. A cual-
quiera otra manera do rclijión, lijcramcntc se
inclinan, i con fazilidád son llevados: solamen-
te para verdadera fó, i verdaderas obras, i ver-
dadera obcdienzia, se hallan con pesadumbre.
La doctriua d'esto, tienen por obscura, siendo
tan clara, i tan fázil, que es la prueba, i claridád
de las otras relijioncs K Otros la desecharán, por
cosamui clara i de poco fundamento: i estos lle-
van mas camino: aunque no en el desecharla.
Porque nuestra intenzión, prinzipalmente fué,
aprovcchár con esta Doctrina, a los mozos do la
primera cdád, i a los que han de tener, o tienen,
cai'go de enseñarlos : i asi, la cscril)imos, por
manera de Coloquio, introduziendo uno de los
que dezimos. I si agora no se hallan muchachos,
que sepan tanto como aquél ; yo no tracto de có-
mo son, sino de cómo habían de ser.
No faltará, tampoco, quien tenga esta tal Doc-
trina, por de baja, i grosera cristiandad, i para
jentc de poco spiritu, i poco conoszimionlo de
Dios. .\ nosotros, i aun a la Iglesia, parólenos,
que, es sufizicnte, pues es sufizicnte para llevar-
nos al zielo: i que el Señor nos tonga por suyos:
i que siguiendo, por ella, nunca se errará el ca-
I Esto es : de la3 otras tosas de rclijión, que a ella tnr,in.
mino. A los que pnrczicrc domasiadamcntc bre-
ve, fázilmcntc satisfaremos. Porque si viórcmos,
que con esto schazc algún provecho , trataremos,
con el favór del zielo, mui mas a la larga, las
mismas materias, i con mayores fundamentos
do la Scriptura. Los que la tuvieren por larga,
tienen mas a la mano el remedio, pues podrñn
dejár de lc6r, donde les tomare el fastidio. De
cualquiór manera, que esto snzcda, lo teme-
mos todo por bi6n con que alguno se despierto
á conoszér al Señór que lo crió: i a darle gloria
por quien Él es: i por los grandes benefizios
con que cada día mas nos obliga.
DO
f Las personas d'estc Coloquio son : Patrizio. foIío i.
Dionisio. Ambrosio.
Z)e la olligazión de en$cñár la Doctrina Cristia-
na: i del descuido, que en esto hai.
CAPITULO I.
Patrizio. Quien se pone a peligro do promc-
tór algo, a liorribrc mui codizioso; razón es, que
sufra la importunidad, i molestia, que para
cumplirlo le dieren. Ayér, en la larde, me pro-
metistcs de examinar a Ambrosio, mi hijo, i
ahijado vuestro; i venimos, tan de mañana, a
cohrár nuestra deuda, que pienso, que os habre-
mos de estorbar, mas de loque vos. Señor, quer-
ría des: i aun nosotros también.
Dionisio. Por zierto, que d'csas tales codizias,
yo holgaría, de ver todos los hombres mui codi-
ziosos, e aun mui avarientos, si cabe dezirse. I
perdonaría, de mui buena voluntád, las impor-
tunidades todas, que d'cllo, a mi recrezicscn.
A lo menos, d'esta de que' vos agora estáis sos-
pechoso, podéis eslár mui seguro. Porque la ho-
ra es mui propia, c aparejada para lo que con-
zertamos: que ya, yo he cumplido, con lo que
a mi ofizio debo. I, con el mismo propósito,
que vos'tracis, me levanté de mañana, para des-
embarazarme de todo aquello, que nos pudiera
ponér estorbo. 1 la obra es tal, que no puede
dar pesadumbre: espezialmenlc a mí, que tan-
tas vczes os he convidado á ella: asi por la je-
ncrál obligazión, que a todos los cristianos ten-
go; como por esta otra particulár, de habér quc-
1'
2 "A 1)K I,A OnMGAZIÜN UE ENSESÁR
rido Dios, que fuese padrino de vuestro hijo. I
digo os, de Ycrdid, que cuando me paro f a pen-
sar (como esta noclie hizc, acordándome de lo
que ayér conzcrtamos) el estado, en que las co-
sas de la rclijión cristiana han venido, i la caí-
da que han dado; salgo como fuera de mi: i que-
do atónito, de la seguridád con que vivimos,
del descuido que tenemos, de lo poco, que para-
mos mientes, en cosas tán grandes, tan impor-
tantes, c tan manifiestas: de cuán a ziegas an-
damos; sin codiziár, ni cchár menos la luz! Vea-
mos, ¿no ternlades por hombre insensato, e bes-
tiál, á uno, que entrase nuevamente en una Ziu-
dád donde hobiesc muchas cosas grandes que
■ver, i considerar, mui nuevas, i mui estrañas,
i que no pudiese andár paso, sin topár con ellas;
i que habiendo allí residido mucho tiempo, c
ido a traór, i dár razón, de aquello mismo que
vía; cuando le pidicscdes cuenta, se hallase tán
nuevo, i tan sin haber preguntado, ni parado
mientes en ello, que no supiese responder, po-
co ni mucho?
Patrizio. Cuanto, que a ese tal, buscariale
yo nombre de una nueva bestia.
Dionisio. Pués, ¿qué diferenzia halláis, vos,
d'este, a tantos millares, ó millones de hombres,
que ha cuarenta, ó zincuenta años , que son bap-
tizados, i tratan, i vcen cada dia, las zcrimo-
nias, i sacramentos de la Iglesia, oyen palabra,
i doctrina de cristianos, i de tal manera las han
entendido, i considerado, que si les pedís razón
de alguna, darán la misma, que el otro, a quien,'
vos, llamábades nueva bestia?
'A LA rOCTniNA CRISTIANA. 3
Patrizio. Todo mo parcFXP. una cucnla.
Dionisio. Antes es mui pcór esta segunda,
que la primera. Por que aquellas otras cosas,
podia SCI-, qac fuesen profanas, i que para con-
tentár, c servir, á Dios, no hizicse mucho al
caso entenderlas , o no entenderlas. Mas estas
otras, en que tanto va, ¿cómo las ha de sabér
cumplir, e t ponór en obra, quién no entiende Foi. 3.
mas d'elias, que un alárabe?
Patrizio. Por zicrto, mal.
Dionisio. ¿Vos creéis, que las cosas, que or-
denó la Iglesia, en todo esto extcriór, que ve-
mos, i tratamos, que fué sin propósito? ¿Que so-
lamente nos aprovechásemos d'elias, con verlas
con los ojos, e oirías con los oidos, sin que a
nuestro entendimiento, i nuestra memoria, i
voluntad, cupiese parte, ni razón d'ello? No lo
creáis. Porque, allende quo fueron ordenadas,
para que todos exteriormente conviniésemos en
una cosa, i tuviésemos paz, i conzicrto: i las no-
vedades, i invenzioncs de cada uno^ no diesen
escándalo, i desasosiego: fueron también dadas,
para muestra i aviso, de lo que spiritualmente,
en nuestras ánimas, i para provecho d'elias, ha-
blamos de obrár, i procurar. Pues si esto no se
procura, ni se entiende, ni hai memoria d'ello,
ni conozimiento: ni obedicnzia de verdadera
doctrina: ¿qué nos queda, úna una vida de fari-
seos, o falsos Cristianos; que solamente tenga-
mos las zerimonias, e ningún sentimiento, ni
provecho d'elias? Porque, así como a las mismas
cosas exteriores, cuando no trajesen provecho
alguno ni conzierto, ni manera para ello, no
h * CE LA OEr.rCAZIÓN DE ENSE.ÑÁn S
les quedaba, sino un ser falso, quo parczía, i no
era:— asi, al cristiano, que de la doctrina, i ense-
ñamiento de la Iglesia, ninguna cosa de prove-
cho sacó, ni la procura alcanzar; no le queda,
sinó el nombre , i aparenzia de Cristiano, e ua
ser falso, con que so hallará burlado, cuando se
hizicro la prueba. Verdad es, que en estas cosas
de que yo agora, así jcneralmente, hablo, unas
hai de mayor valor e importanzia que otras:
mas ninguna hai tán pequeña, que no traiga
spiritu, al aviso e provecho para el Cristiano.
Pathizio. En extremo holgaría, que me par-
ticularizásedes mas, estas cosas, para que yo las
Foi. 4. pueda mejór entender f i enmendarme en mis
ignoranzias, i zeguedades. Porque me pareze,
> que yo soi aquella bestia, que dije. I pues Dios
me ha deparado tan buén dia, quiérolo meter
en mi casa.
Dionisio. Sería cosa mui larga: i estorbarnos
la, el ün e propósito, para que nos juntamos.
Mas, yo confio en Dios; que si, vos, tenéis este
tal, por buén dia, i de buena, i verdadera ganan-
zia, i codiziáis muchos d'ellos; Kl nos los dará,
para que vuestro deseo se cumpla. De mí, os di-
go, que, con su favor, no faltaré, cuando vos
quisierdcs.
Patiuzio. Yo me contento con esa palabra:
e proseguí vuestro propósito.
DiONisio. Todo esto, que me ho detenido, o
por mejór dezír apartado de nuestra materia,
fué porqué me acordé d'este cargo , que yo to-
mé, i vos Señor, me echastes, de enseñár, e doc-
trindr vuestro hijo: e no sé como se me vino á la
'A LA DOCTRINA CRISTIANA. 5
moiuorin, cuan olvidado tenemos el verdadíro
fructo d'esta sancta zcrimonia, que en el bnp-
lismo usamos, de convidar compadres para ios
niños, i para todos los que Se baptizan. 1, de
ahí, ocurriéronme muchas cósas, do que no pu-
de dcjAr de quejarme, porque rae dolían. I asi
me contenió, como a enfermo, que le oyen que-
jAr los que están al dorredór: i ni él puede házér
menos, ni los otros entienden dónde le duele.
Quédese, pués, esto asi, jeneralmontc dicho, o,
si quisierdes, por supérfluo, i demasiado, aun-
que me pareze, que os ha despertado codizia: 1
diré d'esle prinzipio, que dio ocasión a todo lo
otro.
De la Zerimonia del Baptismo.
CAPITULO II.
Dionisio. Esta Zerimonia, i costumbre, do lle-
var compadres, a los que se han de baptizár,
es mui antigua en la Iglesia. El /" fin, para que foi.
se hizo, fué para que estos tomasen carpo, de
enseñarlos en la doctrina, e camino do cristian-
dád. Tñnto, que dize sant Agustín, que son fia-
dores del baptizado, i salen por él, para delan-
te de Dios. I asi vemos , que cuando baptizan
un niño, que por sí no puede respondér; los pa-
drinos responden, i prometen en su nombré.
La manera del salir, d'esta fi.'mza, es cuando ya
él tuviere juizio, i discrezión para ello, enseñar-
le el camino, por dónde ha de ser guiado, para
servir a Jesu Cristo, nuestro Rcdemptór, i Se-
ñor: i exorlaric, no una, sinó muchas vezes, a
■ , G 'A DE LA ZEniMONIA S
la vida, i costumbre?, confoi-mcs á tal doctrina.
I asi vemos, que son llamados Compadres, que
quiere dezir^ juntamente padres, con los que los
cnjcndraron. Porque, asi como el padre enjon-
dra, i comunica el ser a su hijo, según la natu-
raleza; asi, el que lo enseña en el verdadero co-
nozimionto de Dios, lo enjcndra, en un nuevO'
naszimicnto, do mui mayor valor que el pri-
mero, i en un nuevo ser, e nueva dignidad do
hijo de Dios, que es la verdadera fuente, i raiz,
de donde mana todo este hién. Por esta misma
razón, el Apóstol sant Pablo, dize a los de Corin-
tbo: que él es su espiritual padre, i él los enjen-
dró en Jesu Cristo: i a los de Galázia dize, que
los paría otra voz: porque los tornaba a enseñar.
En la primitiva Iglesia, cuando se ponia verda-
dera diiijenzia, para que no sehiziese cosad'es-
tas, en balde, i sin propósito, escojían para pa-
dres espirituales, hombres que ni les faltase vo-
luntad, ni sabér, para doctrinar los hijos, o, como
agora dezimos , ahijados. I una de las cosas do
que mas prinzipál cuidado se tenia era, quehobie-
se tales maestros, a quien encomendasen, los
que nuevamente eran baptizados, que eran de
edad ya crezida; i a los que lo hablan sido, de
Pol. 6. niños, i comenzaban a tener edad i juizio. No
podéis pensar la gran diiijenzia, que en esto se
tuvo, i el mucho caso, que d'ello se hizo, c los
exámenes que se hazian, para ver qué tanto te-
nían alcanzado de Cristiandad, en la doctrina, c
la vida: i en entender cómo, e cuándo, los habían
de admitir á los otros sacramentos, e aun al
mismo baptismo, a los que de edád creszida, se
DEI, BAPTISMO. ^ 7
venían a tornar cristianos. Por nuestros grandes
pecados, lodo hapercszido, c se nos ha dcsliccho
entre las manos. Solamente habernos quedado
con las devisas o muestras, — sin sabér para qué
son, o qu6 es lo que quieren dczir. ¿No es gran
lAstima (para el que tieno algún sentimiento, o
zclo, de la gloria del que redimió nuestras áni-
mas, c de la salud de los hombres;) ver cómo tor-
nan Cristiano, a un negro, a un moro, o a un
indio; ver, el tiempo c sazón en que lo baptizan,
c! cuidado de enseñarlo, c lo que le enseñan des-
pués de baptizado? Que no parczc, sino, que de
industria, los atrahcmos e persuadimos a esto,
para que hagan burla, e so rían de nuestros mis-
tciios, e sacramentos. Mas, ¿qué cuidado que-
réis que tengan de estos, pues que no lo tienen
mayór de sus propios hijos? Baptizan un niño,
para cumplir con la zerimonia de la Iglesia:
llaman Compadres, no de quien ellos pien-
san que ha de venir algún buen ejemplo, o doc-
trina, para su hijo, sinó a quien nunca mas
lo ha de ver, ni acordarse d'ól : o, de quien
se honrren para con el mundo: o, con quien
llenen alguna amistád; de las que el mun-
do suele tener. Estos , cuando son mui di-
lijentcs, i cuidosos de lo que deben, despidense
de los padres, diziendo que procuren de enseñar
a sus liijos. Lo que el padre hazc (hablo de los
que mas, parezc, que c^'esto se acuerdan) es, que
una mujór de casa, o su madre (aunque d'esto
pocas vezes se prezian las madres), le enseñen foi. 7.
el Ave- María : Paler-noster : Credo : i Salve-
vgina: lo cuál ni el niño entiende, ni quien se
8 íí. DE LA, MALLIZIA ?»
lo enseña tampoco. Ilazc mil erradas en la len-
gua: i, en el entendimiento, no entramas, de
aquello, que a mi, el sonido de lo que no entien-
do, ni sé que es. Restaba un solo remedio, que
era, enviarlo a una escuela, o casa do doctrina,
donde esto, se le enseñase de verdád: donde
juntamente lo criasen con leche de conozimien-
to, i nombre de Jesu Cristo nuestro Redemptór:
i lo industriasen en las costumbres, i obras, que
con esta doctrina conforman. Envianlo, Dios en
hora buena, a la escuela, donde, el que lo ense-
ña, procura, cuando mucho, de hazér su ofizio,
que es, enseñarlo á Icér, i cobrar su paga, i jor-
nál : que, no para otro fin, ni con otro zelo, está
allí. Deprende lo que vee , lo que oye , i lo
que lee.
De la malizia de los hombres.
CAPITULO III.
Dmisiü. No tengo pazienzia, cuando algu-
nas -vezes oigo dezlr, a hombres que parcszen
cuerdos: Que la naturaleza, va cresziendo en
malizia: que la jcnerazión, i linaje de los hom-
bres, se va empeorando *: que, en su tiem-
po, i de sus padres, i abuelos ^, eran los mozos
mui simples, i bién inclinados: c que los niños
de agora, naszen cargados do ruindades: que,
no han llegado á siete años, cuando no hai mal-
* En_ el imiircso antiguo: 2 .\sl el impreso nnligvio,
emporcado. por abuelo, o agüelo.
DE LOS HOMBRES. ?í O
dád, quo no entienden; no hai yízío, que no
conozcn; i, que en conoszióndolo, no lo acome-
tan. I no parftn mientes, los pecadores, que de
sus mismas capas, i ejemplos, i de la mala in-
dustria, i mucho descuido do todos, naszcn es- Voi 3.
tos creszimicntos, i ventajas de maldád. Si mu-
chas mas malizias, i pecados, saben agora los
niños, que los de zient años, es, porque veen,
i oyen, mui mas mala doctrina, i muchos mas
ejemplos d'ella, en las casas de sus padres; que
los pasados, en las de los suyos. Salen de su
casa, con este buén aviso i prinzipio: van a de- _^
prcndér donde hallan compañeros del mismo -*
ofizio : agúzase un hierro con otro *. La doctrina
con que son enseñados, i los Libros en que leen,
¡o, bendito sea Dios, e qué tales son!— Toda
cuanta vanidád tiene el mundo, toda cuanta
locura: todo cuanto mal ejemplo: todo cuan-
• Esto dicho Ic adoptó la Inquisizión , etc. , al fin
Montes, o Montano «Artes de poniéndolo asi :
Víase el tomo XIII do Re- Véase Prov. XXVII, 17.
íiifmistas. A la pájina 330.
.10 'A DE LA MALIZU ??
to fuego de malizia: cuanta torpedád i feal-
dád: todo va a parar allí. Él sacó malas zente-
, Has del vientre de la madre : sopladas, c aviva-
das d'esta manera, ¿cómo no han de arder, e
abrasar el mundo? Esto se les queda cuando mo-
zos: i cu estas locuras leen, e entienden, ea
ellas quedan inclinados: o ¡ojalá no durase esta
provisión, bástala vejéz! Dizen también (si os
plazo): que es bión, que sean ansí los niños: que
deprendan, i traten todo esto, porque salpnn
discretos i avisados, i para parezcr, e valer
en el mundo: i, que el ser mozo cuerdo, i
buén Cristiano es señál de parar en neizio ; o
ser después, loco e mal Cristiano.— Estas son
vozes del demonio, habladas e entonadas por ór-
gano de los hombres, tomadas por instrumento
para ello. No quiero dezír agora, por no dete-
nerme, cómo, ellos mismos , descubren, que
son siervos, i esclavos, de la gloria, i vaniddd
del mundo; como son enemigos de la simplizi-
dád ' christiana. Solamente quiero avisar, que
no bal mas simple , ni mas durable cristiandad,
que la que juntamente va cresziendo con la mis-
Foi. 9. ma edád del niño. Porque, aunque no hiziese
mas, sinó ir estorbando, i deshaziendo aquellas
malas plantas e inclinazionos, con que, por par-
te de ser hijo de .\dám, él naszió; — era grandí-
sima cosa, i que, con grandísima dilijenzia, so
' debia de procurar. Vereislo claro en un ejem-
plo. Si vos tuvicsedes unas raízes de un muí
• mal árbol, i mui ponzoñoso, en vuestra casa, i
' Fl antiguo . por errata : suplicidad.
DE LOS HOMBRES. 11
vuestro vczino tuviese otro: i él podase, i re-
gase el suyo, con mucha dilijcnzia, i a sus tiem-
pos, i vos pusiésedes, al vuestro, estorbos para
que no crczicso: lo qucmáscdcs: lo dcjáscdes
sin água: ¿cuál ternía peór alhaja en su casa,
de ahí a dos años; vos, o vuestro vczino? Pués,
mas os quiero dezh- : que d'cstos que son cria-
dos en simplizidád cristiana; i que desde su ni-
fiéz comenzaron a bchér esta doctrina; no veréis
uno, que después vuelva atrás, sinó por com-
pañías, i induzimicntos, do los que fueron siem-
pre malos. De manera, que ésto era tan bueno,
por razón de sus buenos prinzipios, i doctrina,
que él solo, i de si mismo, nunca fuera malo:
i los otros son tan malos, que no contentos con
serlo, van a sacár al otro de su bondád. De lo
que toca a la prudenzia; digo os: que, de ver-
dadera sagazidad, de firme discrozión, i de pru-
denzia; mas se saca i deprende de los Libros, i
doctrinas cristianas; que de todos los otros del
I mundo: aunque entren, en ellos, todos cuantos
Philósofos cscribiéron. Cuanto mas, que lo que
en estos tiempos se usa leér : no es, sinó toda la
vanidád', toda la escoria, toda la inzitazión do
torpedades, locuras, i vizios, que los hombres
perdidos, i vanos, han azertado A ohr.ir, i pon-
sár. ¡O, quién viese, antes que Dios me llevase
d'esle mundo, echada de entro los cristianos,
tanta escriptura tan vana, i tan pcrjudizial para
ellos: que so nos han entrado poco á poco: hasta
que ya, sin parár f mientes en ello, todos esta- Foi.
mos inüzionados, i aun en los templos sagrados
se nos ha querido metér ! Mas dejemos esto, por-
12 "A DE LA MALA ENSEÍÍANZA 7?
que nos aparta mucho de nuestro camino, i es
cosa para nunca acabár, i lo quo es peór, sin re-
medio.
De cuan mál son enseñados los nifios en nuestro
tiempo.
CAPITULO IV.
Patrizio. No os he querido ir á la mano , ni
respondér, ni prcguntár nada; por dejaros ir
adelante: porque avcriguadamente, vos me ha-
heis contado la historia de toda mi vida, i las de
muchas jentes que yo conozco. Por mis peca-
dos, de la misma manera, que vos habéis dicho,
fui criado: i esa mala leche mamé : i, agora, en
la edád que estoi, conozco por experienzia, quo
tengo mucha mala ventura en mi ánima, i en
mis costumbres, e inclinazión : que no fuera tan
mala de desechar, si en la niñez no hobiera
echado tan profundas raizcs. Vezáronme ' a san-
liguár, i el Pater-noster, i Ave-María. Como vos
dezis : ni yo sabía qué era : ni para qué propó-
sito: sinó como si fuera picaza, o papagayo.
Reíanse, de como no azertaba: i esto, no solo en
la edád en que no tenía discrezión para mas de
parlarlo; mas también cuando ya so me enten-
día tánto, qué como alcanzaba otras cosas, pu-
diera alcanzár algo de bueno. Fui al escuela,
donde no hal ruindád, que no deprendí: lo que
me aproveché de leer, fué afizionarme, i avisar-
» En cl impr. antiguo : Bezaromc : en vez de Avezárcnme.
12 "A DE LA MALA ENSEÍÍANZA
que nos aparta mucho de nuestro camino, i es
cosa para nunca acabir, i lo que es peór, sin re-
medio.
Di cuan mál son enseñados los nifios en nuestro
tiempo.
CAPITULO IV.
Patrizio. No os he querido ir á la mano, ni
respondér, ni prcguntár nada; por dejaros ir
adelante: porque averiguadamente, vos me ha-
béis contado la historia de toda mi vida, i las de
muchas jantes que yo conozco. Por mis peca-
dos, de la misma manera, que vos habéis dicho,
fui criado: i esa mala leche mamé : i, agora, en
la cdádque estoi, conozco por cxpcrienzia, que
tengo mucha mala ventura en mi ánima, i en
mis costumbres, e inclinazión: que no fuera tan
mala de desechar, si en la niñez no hohiera
echado tan profundas raizcs. Vezáronme ' a san-
tiguár, i el Pater-nostcr, i Ave-Maria. Como vos
dezis : ni yo sabía qué era : ni para qué propó-
sito: sinó como si fuera picaza, o papagayo.
Rcianse, de como no azertaba: i esto, no solo en
la edád en que no tenía discrczión para mas de
parlarlo; mas también cuando ya se me enten-
día tánto, qué como alcanzaba otras cosas, pu-
diera alcanzár algo de bueno. Fui al escuela,
donde no hai rnindád, que no deprendí: lo que
me aproveché de leér, fué afizionarme, i avisar-
» En el impr. antiguo : Bezaromc : en vez de Avezáronme.
íff. DE LOS NIÑOS. ^ 13
me, de grandes locuras, i vanidades, i vizios.
Bobilas con tanta s6d , c tanto descuido, e spgu-
ridád; que agora, aunque quiera, no las puedo
echár de mi casa. Cuando llegué á edád mas
f crcszida, iba a oír los sermones: e como yo rol.
iba sin prinzipios de verdadera cristiandád, sin
sana, o zicrta doctrina : ni entendía, ni paraba
mientes, en lo que mas me convenía : cuales lle-
vaba los prinzipios, tal tenia la atenzión. Con unos
Predicadores me hallaba tán nuevo, que me pa-
rezía que me dezían, c convidaban , a cosas im-
posibles. Otros predicaban cosas , que hazian
poco a mi caso : por contentár el mundo, o por
su vanagloria, i por vocablos que yo no enten-
día. De manera, que se me pasó mi vida, sin
que, bién mirado, yo entendiese mas de cristia- -
no, de aquello que en ninguna manera, podía
dcjár de entendér, siendo hombro, i que, a no
entenderlo, me pudiera contár con los animales
sin razón. íbamc tras el hilo de la jente : hazla
las zcriraonias que vía haz6r a los otros: com-
pila con estas cosas do fuera: ni echaba menos
mas : ni alcanzaba mas. Tenia en poco el peca-
do: habíale poco miedo : pareziame, que traía
en la bolsa la misericordia de Dios, sin acordar-
me, ni dolerme, cómo vivía, sin verdadero amór
suyo, sin verdadero temór, sin verdadera fé, i
verdadera caridád. Con estarme un año tan bo-
zál como otro; i tan sin entendér lapuridád, i
limpieza, i la rcnovazión, que Jesu Cristo nues-
tro Redemplór pide, i pone en los suyos. ¡I qin'era
Dios, que no me tenga agora, la misma zegue-
dád, i miseria que antes! A lómenos, séos dezir.
i -i DE JA MALA ENSEÑANZA ?»
que si en algo esloi mas sobre aviso; después
de Dios, vos habéis sido la causa. I, que una
de las cosas cn que alabo i conozco su misericor-
dia, es habér encaminado, no s6 por dónde, a
' que tuviese amistád con vos: para que viese las
llagas, i desventura, de que, viviendo yo tan
descuidado, mi ánima estaba tan maltratada.
Iluélgome, que por vuestro consejo, yo ho tra-
Foi. 12. bajado algo do lo que he '' podido, cn que esto
nii'io fuese bión encaminado: i que quiso Dios,
que fuese el mayór, para que de tan buén avi-
so les alcanzo parte A los otros. Ziertamcntc,
gran cosa seria, que (como vos, Sefiór, apuntas-
tes) hobiesc manera, para que los niños, c aque-
llos que son mas que niños, fuesen enseñados
en doctrina, i virtudes, conformes al nombre, i
profesión que del haptismo sacamos. Con que
asi los padres naturales, cojiio los espirituales,
se pudiesen descuidar, i cumplir con lo que de-
bían. Porque, no todas vezcs, pueden, ni con-
tesze, ser los unos, ni los otros, tán enseñados,
que basten para esto : ni se ofrcszen a todos
las ocasiones, e aparejos, que para ello son ne-
zcsarios. I aun si, vos, me diésedes lizenzia, yo
adivinaría (aun que no sea tan avisado) el cómo
se había de hazér, i quién tiene la culpa de no
hazerse.
Dionisio. Cosa es, que podríamos todos ha-
zér; si nos alcanzase parte de la pena de los
adivinos.
Patiuzio. De manera, que podremos adivi-
1 lodos, en cl impreso antiguo.
"A DE LOS NIÑOS. ?» 15
nár, que si lo dejais de dezir, ¿es por el miedo?
Dionisio. Xo, por ziorto, que no soi tan co-
barde como eso, ni se corre tanto peligro : sinó
por otras cosas, que yo mo entiendo, que haze
poco al caso, platicarlas aquí. I también, porque
me parezc, que pues á todos nos va tanto en
ello, cada uno debe de mirár lo que le conviene,
i no pensár, que le hade dár remedio, la culpa
j que los otros tienen en su perdizión , pues que
■ él no está sin ella. Graziosa cosa es, que nunca
hagamos sino quejarnos, de lo que los otros no
hazen, c no hazér nosotros mas que ellos. ¿No
seria hermosa locura, que uno, no comiese, te-
niendo el manjar delante, porque otro no se lo
daba, i se dejase morir? Castigarían el otro, por-
que no se lo dió : verdád es: mas él, se queda-
ría por muerto : pues que f fué tan neszio, i tan poi. 13.
porfiado, que no lo quiso tomár. Pues, esto
mismo contesze, en lo que agora tratábamos.
Todos nos quejamos , que no nos hazen buenos
los que tienen cargo d'ello : como si nosotros no
fuésemos obligados á serlo. 1, crcedme, que
nunca Dios aparta tanto su misericordia de la
Iglesia, que redimió, que no tenga en ella,
quien verdaderamente guie por el camino de su
verdád: aunque, en unos tiempos, haya mayor
abundanzia d'esto, que en otros. Cada uno mire
tras quien sigue: que no le faltará remedio. De-
jemos esto, i entendamos en nuestra obra antes
que se nos pase el tiempo. Porque quiero ver, si
I por las señas que os di, supístes hallar buén
Maestro, para mi ahijado Ambrosio.
Patrizio. Sé os dezír, que tuve bién en la
16 V!. DEL ExAmEN >Í
memoria las señas, i que trabajé por azertdr.
Mas, si erró yo, o 61 ha sirio perezoso i ruin, ca
dcprendór lo que le enseñaron; agora so pare-
7,en\, pii6s no le traigo i)ara otra cosa, sinó para
que lo examinéis, i lo castiguéis, e a-viseis de
lo que ha do hazór : que mucha mas razón hai,
para que obedezca a vos, que a mi, c ansí se lo
tengo mandado.
Dionisio. Todo se puede hazér: tomár el con-
sejo que yo le diere; i cumplir lo que vos le
mandáredes. I el castigo, que aquí habrá, será
mui blando, i provechoso, c conforme al mu-
cho amór que le tengo.
Delprinzipio del examen de la Doctrina
Cristiana.
CAPITULO V.
Dionisio. Llegaos acá, hijo Ambrosio, i res-
pondédme a todo lo que os preguntare, mui
d'espázio, i sosegadamente: sin altcrazión, i sin
turbaros: que los que estamos aqui, vuestros
padres somos, i con mucho amór, o mansedum-
bre, os avisaremos, i enmendaremos, en lo
Foi. 14. r que errárcdcs. ¿Sabéis signaros?
Ambrosio. Sí, 5cñór.
Dionisio. No quiero que os afrentéis, porque
os preguntó, si sabíades signaros: que bién sé,
que vuestra cdád, i estudio, requiere^ que estéis
mui adelante d'csto, i que seáis ya, medio le-
trado. Mas quise tomár prinzipio de aquí, porque
mi propósito es , llevár desde los primeros fun-
ÍS. DE L.\ DOCTniNA CRISTIANA. 17
damcntos, la doctrina que habéis dcprcndidn, i
ver, cómo os la enseñó vuestro Macslro, i cómo
vos la cntendistcs. I asi, me habéis de respon-
d6r, no dejando cosa do lo que os mostraron:'
como si por escrito la rczáscdes. Agora, comen-'
zád a signaros.
Ambrosio. Per signum cruda, de inimicis
nostris libera nos, Domine, Detis noslcr. In no-
mine Vatris, et Filii , el Spiritus Saricti.
Dionisio. ¿Qué quiere dczir eso en romanze?
Amdrosio. Hago la señál de la cruz, en mi
frente, i en la boca, i en el pocho: i ruego a
nuestro Dios, que "por ella, nos libre de nuestros
cncm.igos: i nombro las personas de la sancti-
sima Trinidad: baziendo otra vez, cuando digo
estas palabras, la misma señál de la cruz, en el
rostro, i pecho.
Dionisio. ¿I esto, cuándo lo hazcis?
Ampuosio. Hago lo todas vezcs, que comienzo
alguna cosa; para encomendarme á Dios, quo
me guie, i ampare en ella. Prinzipalmcnlo,
cuando me levanto de la cama : cuando salgo do
casa: cliando entro en la iglesia : cuando vuelvo
á dormir. Suplicando siempre a nuestro Señór,
que en todos aquellos tiempos , c lugares, i en
todo lo que en ellos se me ofreszicrc, me guarde,
i ampare, con su misericordiosa mano, para que
I no haga, ni piense , cosa con que su .Majestad
sea ofendida.
Dionisio. Está bien : i aunque este es el prin-
|l zipio por donde quise comenzar; bien hai hartas
■ cosas, que preguntaros en él, las cuales quiero
dejár para el fin, cuando yo haya visto, cómo te-
2
I
18 PRINZIPIO DEI. EXAMEN ^
Foi. 16. neis otitcndido, lo quo adelante oircis. Agora
me responded: Pues quo algunn vez habrA pasa-
do por vuestra fantasía pensar qué cosa sois,
cómo conteszo a todos los hombres. Ya vos te-
neis edad, i andáis en el estudio: ¿quó liaLciS
asentado, en vuestro corazón, quo sois?
AmürOsio. Soi hombro cristiano.
Dionisio. Respondéis mui bi6n. Mas, veamos,
¿por quó' juntastás esas dos cosas, hombre, i
cristiano?
: Ambrosio. Porcjué estas comprehendcn, i de-
claran todo mi sér, i me dan a conozúr a mí
mismo.,
Dionisio. ¿Cómo?
AMnuosio. Por parte de hombro, conozco,
que soi criatura de Dios, i hechura do sus ma-
nos : mas veo, que soi enjcndrado , i nazido en
pecado, i fuera de su amor, i grAzia ; i dester-
rado del Reino para quC Él crió a nuestros pri-
meros Padres. I cónozco, que soi nazido con
mui malas inclinazioncs , sin ainór, i temór Sil-
yo, vasallo, i esclavo del pecado. — Por parto dO
sor cristiano» soi salido de todas estas miserias:
^ tengo un nuevo ser spirituál de ser hijo de Dios,
do cstár en amór , i grázia suya , si yó por mi
culpa no lo quiero perder.
Dionisio. ¿Cómo alcanzastcs este nuevo sor?
Amdrosio. fLeJ Alcanzó, por Jcsu Cristo,' riijo
unijénito de Dios, que me redimió : i dió su san-
gre por mi, i me sacó de la subjozión, i capti-
verio del ipecado, i me alcanzó favor pnra que
pueda venzerlo, e sobrepujár todas sus fuerzas,
e hazér lo contrario de lo que 61 quisiere, i con-
íS. DE L.^ DOCTUINA CRISTIANA. 10
forme a lo que Dios me mandare. I rcconziliómc
^con su Padre, para que me perdone mis culpas,
i me resziba por hijo : i me torne a ascntár en
sus Libros , por heredero de los bienes que per-
di, por la culpa que heredó do nuestros primeros
Padres.
Dioxisio. Do manera, que de ahí se podrá sa-
cár la difcrcnzia, que hai del hombre que es
cristiano, al que no lo es.
Ambrosio. Es verdád.
Dionisio. Ea, dczilda.
Ambrosio. El f que no es cristiano , quédase Foi. ic.
en este pecado, i en la condenazión en que nas-
zió, subjeto i \a?allo al demonio, desterrado de
la hercnzia del Reino de Dios, en este mundo, i
en el otro.
Dio.MSio. ¿Por qué es eso?
AMnnosio. Porque fué la voluntad de Dios,
que ninguno entrase en su grAzia*, ni alcanzase
perdón de su pecado, i destierro, sinó per medio
de su Hijo, al cuál el inQél no conoszo, ni cree;
ni rcszibe su BeneGzio.
Del Sacramento del Baptismo, i de lo que alcan-
zamos en el.
CAPITULO VE
Dionisio. Bién lo dezís. Mas, veamos esa cris-
tiandád, i amistad con Dios , ¿desde cuándo co-
mienza?
' En el antiguo inipreso: jra/íff. I ' V : ;,«':•-,■■''
20 DEL SACn.VMENTO ^
Ambrosio. Comienza en el baptismo.
Dionisio. ¿En qué manera?
Ajibrosio. Porque así como en el baptismo
se lava, i limpia el cuerpo, con aquel agua ma-
teriál; ansi, espiritualmento, por virtüd de la
sangre de Jesu Cristo nuestro Rodcraptór, es la-
vada el ánima, i todo el hombre, del pecado en
que naszimos, e de todos los otros pecados, que
antes del baptismo se han cometido: como con-
tesze, en los que se tornan cristianos, i se bapti-
zan ya hombres.
Dionisio. Declaradme mas, eso limpiar del
ánima con la sangre de Jesu Cristo.
Ambrosio. Agradú tanto al Padre eterno, ofre-
zerse su Hijo a la muerte, i derramar su sangre,
i hazerse sacrifizio por los hombres; que, por
amor d'Él, en siendo el hombre baptizado, luego
Él le perdona aquella culpa en que todos caímos
en Adán; i todas las, que de allí, antes del bap-
tismo naszieron: i alza el destierro, i rcszibc al
hombre por hijo : pone silenzio al demonio , i al
infierno, para que ya no le acusen de aquello, ni
Foi. 1". tengan derecho a él : i restituye lo /" en su
amor e grázia, i en la herenzia de los bienes
que Él tiene, i tuvo siempre aparejados para los
suyos.
Dionisio. De manera, ¿que ese perdonar, o
ése perdér Dios la ira contra el hombre, i esc
restituirlo, i tornarlo en su gráziá; dezis, que
es aquella limpieza, i aquél quedar el hombre,
spiritualmente lavado en el baptismo?
Ambrosio. Ansí es.
Dionisio. ¿Hai mas en el baptismo?
'A DEL BAPTISMO ?í 51
Ambrosio. Si hai. Porque pone Dios en el
Hombre sus clones : i como á cosa, que ya Él res-
zibe por hijo, da le mui hermosas, i ricas joyas,
las cuales, Él no da, a ninguno de los otros hom-
bres, que no son baptizados: porque aquellos
son esclavos: i no es razón, ni es su voluntád,
que traigan ellos las señales, ni las riquezas, i
joyas, de los hijos.
Dionisio. Eso me contenta mucho. Mas ha-
béismelo de dcclarár más.
Ambrosio. Digo, que juntamente, con el Lap-
tismo, es limpiada el ánima de aquella culpa,
por el perdón, i reconziliazión, que dije: i enrri-
quczida de joyas : que son unos dones, que Dios
pone en ella, para que ande vestida del hábito,
i ropa, que Él quiero, que anden los suyos. Por-
que, en el punto que uno es baptizado, si por
culpa del mismo no se estorba (la cuál no pue-
den tener los niños) su ánima es hecha templo
de Spíritu Sancto, i casa en que Él mora: co-
municando sus dones. I es esto, como razión
que le dan, deque so mantenga, en tanto que
anduviere en la casa de Diós, i viviere en este
mundo.
Dionisio. De manera, que en todo, lo tratan
como a hijo, perdónanle su pecado : zc?a la ira
de Dios: sácaalo de la subjozión del Demonio:
de esclavo, rczibcnlo por hijo. Como a hijo, ade-
rczanlo de joyas, i de atavíos : i no d'estos gro-
seros de la tierra, sino de joyas nuevas, que saca
el Padre, de la cámara de su riqueza. Dan le
instrumentos i aparejos con que viva'i c oinc,
como hijo de Dios: '' e aziertc a hazcr obras que F"'' i^-
22 'A DEL SACHAMEXTO ^
contenten, c parezcan bien, en los ojos de su
Padre. Dan le, aquella razión de la mesa de Dios,
con que su ánima esté sustentada espiritual-
mcnto: i no coma de casa ajena, ni rcsciba nada
de su enemigo, hasta que llegue la hercnzia
cumplida, de los bienes, c riquezas del zielo
Dan le armas con que se defienda, para que el
Demonio c infierno, no lo tornen a captivár.
Ambrosio. Todo es verdad.
DiOMSio. Si es, por zierto. I, pluguiese a
Dios, que todos los que tienen nombre de cris-
tianos, trajesen esta verdad muchas vczes a su
memoria, para que conoziescn lo que eran sin
Jesu Cristo nuestro Rcdemptór, i lo que son por
Él: i temiesen de pei\icr tan grandes cosas, co-
mo por su misericordia han ganado. Quien esas
cosas os enseñó, azertó mui bién en ello. Vea-
mos, ¿qu6 os dijo después; o cómo os dió a en-
tender las obras, que el cristiano ha de haz6r,
después que es baptizado, c llegado c edad en
que tiene conoszimiento dcbicMi, i de mal?
Ambrosio. Guando el hombre es llegado a esa
cdád, conviene, que se ayude de doctrina, por
la cuál conozca el bién, que reszibió en el bap-
tismo; la grande riqueza que Dios le dió, para
que esté avisado de no perderla, sino que la
guarde, i la estime en mucho, i sepa cómo la ha
do ponér en plática, i como lia de usar de aque-
llos favores, i dones, que secretamente Dios le
comunicó. Esta doctrina, mo dijo, mi ]\Iacstro,
que estaba en la sagrada Escritura, dicha por
muchas palabras, i encubierta con grandes mis-
terios: mas que la Iglesia habia procurado de.
DE LA DOCTniNA CRISTIANA. ^ 23
en ])rcYCS palabras, sacar la suma de todo lo
que mas conviene, i es nczesarío sabór, para
qué mas zicrLamcnte nuestra memoria lo pueda
comprender, i repetir muchas í vczcs. I los no- Foi.
vizios en la fé, c los que tienen nezcsidád de en-
tender en otras muchas cosas, tengan este breve
sum;u'io, donde su memoria se ejcrzite; i se
avisen de lo que han de creer, c hazér.
. De la división, i suma da la Doctrina Cristiana.
CAPITULO VII.
Dio.Nisio. Verdad os dijo vuestro Maestro. I
este, el Catezismo , o doctrina, que la Iglesia
cristiana, cu sus prinzipios ordenó, i abrevió,
para que fuese ordinariamente enseñado a todos
los cristianos : prinzipalmcnte, a los que nueva-
mente se convertían, c a los niños, que tenían
ya edad para ello. Para esto, estaban diputados
en las iglesias, por los Obispos, no cualesquiera
maestros, sino mui buscados, e mui señalados
en doctrina, i vida. Allí enviaban los padres,
sus hijos: c aunque muchos d'ellos, dcprcndie-
seu oüzios manuales, para su sustentazión , con
un poco de tiempo que tomaban, la mucha
continuazión , la dilijenzia del llacstro, el cui-
dado i ejemplo de los padres, que les tomaban
cuenta d'cllo; hazían que en poco tiempo, estu-
viesen cumplidamente enseñados, c tuviesen en
la memoria, la suma do la doctrina, que hibian
de creer, i obrar Agora, por nuestros pecados,
ninguna cosa de esto vemos, sinó solamente rn
24 DE LA. DOCTrjNX CRISTIANA. ??
los Libros. Porque Maestros, ya no los hai: los
padres, mal enseñarán á los hijos, lo que no sa-
ben, ni obran. Mas, dejado esto, para cuando
el Scüór fuere servido de remediarlo: dc^^ídme,
vos, el orden, que vuestro maestro tuvo en en-
señaros esto. Que, de creer es, según parcsze
ser docto, i de buen zelo, que seguiría, el mis-
•20. mo que la Iglesia siempre tuvo: porque el
conzierto, i orden, hazc m.ucho, para mas fazil-
mente entender una cosa, i retenerla en la me-
moria.
Ambrosio. Dijomc: que el Hombre, prinzi-
palmente tiene dos partes, que son, cuerpo, i
espíritu : e que ambas dos, las quiere Dios lim-
pias, i puras, i empleadas en su servizio. I así,
la doctrina que la Iglesia nos enseña, prinzipal-
mente es dividida en dos partes. La primera en-
seña, qué tales han de ser las obras de dentro,
que son las del spiritu. La segunda, qué tales
han de ser las de fuera, porque, aunque estas
exteriores, sean fructos de las interiores , i ten-
gan en ellas su raíz, e su fundamento, hazcmos
este repartimiento, porque las primeras son se-
cretas, e solo Dios las alcanza a juzgar. Las se-
gundas son ejemplos exteriores, de que pueden
juzgár los hombres.
Dionisio. Bien lo dezís. Comenzad agora, i
dezíd me, siguiendo esta división, ¿cómo ha de
estar enseñado el ánimo del hombre; qué obras
ha de haber en su espíritu, para que se conten-
te, e sirva. Dios d'él?
25
Del conoziniento de Dios.
CAPITULO VIH.
Aíranoslo. En lo primero, quiere Dios, que el
entendimiento del hombro, est6 verdaderamente
alumbrado, i enseñado, i tenga zierto conos-
zimiento de quién es Dios : que aziertc á sentir
verdaderamente, de su ser, de su poder, de su
bondad, de su justizia, de su misericordia, c de
su sabér; e de las cosas, que por el mismo hom-
bre ha hecho, e haze. Para que, conforme a este
conozimicnto, lo sepa estimár, e adorar: sepa
encomendarse a Él; fiarse d'Él: tomár su Con-
sejo, i aviso: i dar le grazias por todo. No ^ quie- Tol. 21.
re Él, que el hombre finja falso Dios en su cora-
zón: ni couziba, de otra manera, que Él es: ni
tenga, en esto, falso conozimicnto, ni engañada
imajinazión: porqué estónzes, no adoraría a Él,
ni so fiaría del verdadero Dios; sinó de aquél
falso, que él tiene finjido en su cabeza: ni esti-
maría, ni se allegaría, a las obras del verdadero,
sinó a las del falso, con quien se engañaba. Do
aquí es, que quien yerra en lo prinzipál de la Fe,
■que es el verdadero conoszimiento de Dios, y
en sentir verdadera i azcrtadamente d'Él, i de sus
obras; va perdido, porque ha errado la puerta. I
ningún camino hai, por donde no se pierda: ni
obras, por donde se salve.
Dionisio. Basta lo que en eso habéis dicho,
para que yo entienda, cuán bién os fué ense-
ñado, i cuán bién lo habéis vos entendido. Ben-
dito sea Dios por ello. Mas, vamos adelante, c
i 26 DEL CONOZLMIENTO ?»
dozícl me, porque deszciiclainos mas a lo par-
ticulár, (pues que Dios quiero que tengamos ver-
dadero conoszimicnto de quien Él es, i de quién
nosotros somos, i do sus obras e maravillas, co-
mo vos habéis dicho, e con mui grande verdad)
¿qué orden, e conzierto, tenéis vos , para com-
prchcndcrlo en pocas palabras, i traerlo ordina-
riamente a vuestra memoria?
A_MDROSio. Ese cuidado tomó por todos noso-
tros la Iglesia: que, así por no dar lugúr, a quo
cada uno hablase en esto su pareszér , e presu-
miese do dar sentenzia , c seguir su cabeza; co-
mo, para que con mayor brevedad, c conzierto,
pudiésemos saber, i cncomcndár a nuestra
memoria; colijió la suma de todo ello , en ziertos
artículos, en los cuales (avisada con Spíritu Sáne-
lo, i mediante la lumbre d'él, informada de la
verdad de las Escrituras divinas) sumó, c puso
por singulár orden, e conzierto, lo prinzipál, e
Foi. 22. mas señalado, que nuestra rclijión f contiene.
DroNisio. ¿Cuántos son ésos Artículos?
A_MBUOSio. Son Dúze, Aunque otros los suman
en Gatorzc. I en esto va mui poco : pues que no
hai palabra de mas, ni de menos, en los doze,
que en los Catorze.
Dionisio. ¿Por que se llaman Artículos?
AMnaosio. Pusieron les este nombro, porque
así como hai artículos, o coyunturas, cu el
Hombre, que son las prlnzipalcs partes de su
cuerpo, c por donde se manda, i gobierna; asi
estos artículos , son las principales partes de
la Fé: que, por ellos, se gobierna el cuerpo
místico déla Iglesia, c mediante ellos, scjun-
•A DE DIOS. J5 27
tan unos miembros con otros. Porque todos los
hombres, que en la vcrdaJcra confesión de es-
tos , convienen ; son miembros d'estc sancto
cuerpo : i los otros, son apartados, i cstraños.
Dionisio. Dezid me, primero, estos Articules,
en latín como los tiene ordenados la Iglesia:
i, después, dczírmclos hcis, en romanzo.
Ambrosio. Credo in Deum: patrem Omnipo'
tcntem: Creatorcm Cccli , cí terree. — Et in Jesum
Christum filium cjas unicum : Dominum nos-
trum. Qai conccptus cst do Spiritu Sancto : nac-
tus * ex María Virgina. Passus sub Pontio Pilato.
Crucifixus, viortuus, el scpultus. Desccndit ad in-
feras. Tertia die resurrexit a morluís. Asccndil
in Coelum : sedet ad dcxtcram Dci Patris Oinni-
potentis. Inde vcníurus esl, iudicare vivos, et mor-
tuos. Credo in Spiritum Sandum, et Sanctam
Ecclesiam.'Sanctorum communionem. Remisionem
peccatorurn, carnis resurrectioncn. Et vitamctcr-
nam. Amen.
Dionisio. Dezidlo en romanzo.
Ambrosio. Creo en Dios Padre, Todo-poderoso,
Criadór del zielo, i de la tierra. I en Jesu Cristo,
su único Hijo, Señór nuestro. El cuál fué conze-
bido, por Spiritu sancto, de María virjcn. ■'" Pa- Foi. 23.
dczió debajo de Ponzío Pilato. Fué cruzificado, i
muerto, e sepultado. Dcszcndió a los infiernos.
I a terzero dia rcsuszitó de los muertos. Subió al
zielo , i está asentado a la diestra de Dios Padre
1 El año 1551 , que es el Eípaña, al qiio no sahfa la-
ác la imprcsián de este Libro, tin. Hoi, solo, se dizc la
se enseñaba , en lalln (!), la Misa.
Doctrina cristiana , en toda a Asi , por naíus.
28 "A DEL CONOZIMIENTO 5»
Todo-poderoso. I de ahí, ha de venh-, a jiugár los
vivos, i los muertos. Creo en el Espíritu Sancto.
I ea la sancta Iglesia Católica. La comunión de
los Sanctos. I el pcrdóa de los pecados. La rc-
surreczion de la carne. I la vida perdurable.
Amén.
Dionisio. Bien está dicho. Mas es mcncstér,
que comenzeis a declarar todo eso, por orden: i
porque para entenderlo mejór, i con mayor fa-
zilidád, haze mucho, tenerlo dividido en sus
partes; será bión, que comenzeis, por la divi-
sión que, d'el Símbolo, os enseñaron; i luego
iremos a la explicazión.
Ambrosio. La mas própria división del Sím-
bolo es, partirlo en tres partes : conform.e a las
tres Personas divinas. En la primera, se trata de
la persona del Padre, i de lo que se le atribuyo.
En la segunda, de la del Hijo, i do lo que tam-
bién se le atribuye. En la terzera, de la del Es-
píritu Sancto, i de lo que le atribuímos. Al Pa-
dre, se le atribuye, lacrcazión, i el poder. No
porque el poder, i la creazión, no sea de toda
laTrinidád; sinó porque la persona del Padre
es la primera, i de ninguna es produzida, i ella
es prinzipio de la produczión de las otras : i ansí
le damos la primera parte del Símbolo. A la
del 'Hijo , so atribuye la Rcdempzión , i Sabidu-
ría, porque es Palabra eterna del Padre , i pu-
blicó, e predicó su voluntad a los hombres: i
encarnó *, e murió por ellos. A la persona del
Spíritu Sancto se atribuye, lagrázia, i sanctifi-
1 El impreso antiguo: «incarno."
DE d;os. JS 20
cazión: i a Él conviene la tcrzora parte del
Símbolo.
Dmisro. Azcrtado habéis el camino : i por-
que eso mismo habéis de repetir adelante , no
quiero preguntaros mas, sinó que comenzó- Foi. 24.
mos á tratar de nuestros artículos. I mirá que
no solo quiero, que hablemos en esto con la
plática del entendimiento, mas también con la
do la voluntad. Porque, ya sabéis, que hai una
Fé sin obras, la cuál, es Fé muerta, i que no
basta para llevarnos al ziclo: o otra, enamorada,
i enzendida con caridád, que no se contenta, ni
queda satisfecha, sin ponér en obra aquello que
cree. Esta es, la que, de verdad, salva a los
hombres, i la que, con suavísimo yugo, los trac
afizionados a si, e sabjctos a los que quiero.
Bién veo, que me entendéis, e por éso voi ade-
lanto. En el primero, dezís: que creéis en Dios
Padre, Todo-poderoso, Criadór del ziclo, i de la
tierra. ¿Que es, lo que vos sacáis de aquí?
Del primér Articulo do la Fe, i de la plática,
■ i uso d'él. ■ 'iii¡..:;;¡ .{:■ M,.,;
CAPITULO IX. ' ;.
Ambrosio. Esta es la primera entrada, para
tonór notizia, i conozimiento de Dios. Porque,
como Kl sea una cosa tan grande, c tan incom-
prehensible, i esté lejos nuestro entendimien-
to, de poderlo alcanzar; dá se nos, esta puerta
de las criaturas, para que, por ellas, vengamos
en algún conoszimiento de quien Él es. Confo-
30 «S. DEL TRIMÉn ARTÍCULO %
saraos Ic, por de infinito poder : por Criadór del
ziclo, i de la tierra, i do todo lo que en olla se
enzierra. En estas palabras damos a entcndór,
c confesamos, cómo es el • Aulór de todo: Se-
- ñór de todo: Gobernador, i Proveedor de todo.
Conoszcmos, e confesamos su poder, en haber
Foi. 25. criado f una cosa tan grande, i tan maravillosa.
Su bondád, en haberlo querido hazór, sin ha-
berlo Él menester, ni pre tender interese nin-
guno. Su sabiduría, en el órden ¡ conzicrío qac
le puso: i en guiár lo, c sustentárlo, como lo.
sustenta, cguia. Su grande niagnifizcnzia, i bo-
nefizios, i lo que el Hombre le debo; pues hizo
todo esto por amor d'él. Su misericordia; pues
con tantas ofensas como le habernos hecho, e
hazemos, nunca, por eso, lo muda ni desbarata,
sinó que deja salir sü'sol, sobre justos, i peca-
dores.
Dionisio. Muí bitn me parezc lo que habéis
dicho. Mas querría mucho saber, d'csa considc-
razión, que vuestro entendimiento en este ar-
ticulo haze, qué es lo que alcanza a vuestra vo-
luntad: porque no puede ser, que uno considere,
e tantee tán bien, eso que vos habéis dicho , sin
. que su voluntád dé grandes señales, si no está
mui cndureszido, i mui apartado de Dios.
Ambrosio. Lo que los otros hazen, yo no lo
sé: mas diré, lo que mi Maestro me enseñó, i
lo que yo tengo por costumbro.
Dionisio. Pues no quiero yo mas d'eso. i
1 Tal vez, dcha leerse as(: Señor de todo,» etc.
«Como es El, Antór de todo, ' ,
?A DE LA FÉ. 9? 31
AMnnosio. Cnanrlo pienso en esto podór tán
grande, quedo l;\n eraharazado, que no sé mas,
sino adorár, c rcvcren/Jár, dentro do mi cora-
zón, a quien tan gran podór, i majeslAd alcanza.
Por otra parte, me toma grande temór: e parés-
zcme,quc estoi como temblando, i encojido, do
pcnsár, si algún di a, por mi culpa, tengo de
provocár tán grande poder contra mi.
Dionisio. I ése temór ¿no os cntristeze mucho?
Ampuosio. No me onlristezc, cuando quiera,
que con todas mis fuerzas, he trabajado por ser-
vir a Dios. Antes , pasado aquél primér mo-
vimiento de tcmór, me alegro mucho, i se so-
siega en grande manera mi corazón.
Dionisio. Eso quiero que me digáis.
Ambrosio. Porque conozco, que quien esto
crió, i mostró en ello'tán grande poder; me ( FüI. 2r,.
convidó con ello mismo, para quó Lo conociese,
o Lo .siguiese : i en lodo , i por todo , me fuese a
El. Veo, que lo crió para mi, e para que me
aprovechase d'cllo: veo, que me trata como Se-
ñór, i como Padre: luego Comienzo a sentir el
raayór plazcr del mundo, en pensar, que tengo
un Señor, c un Padre , que tánto puede i que
esto podér, me es, como un lugar sagrado j a
donde yo en mis trabajos me acoja: i que puós
es de mi, Padre, i de mí, Señor, se empleará para
mí, cuando quiera, que yo lo hubiere menester.
Alegróme, asimismo, en considerar, que esta
bondád , que Él mostró , en criár todo este mun-
do; la mostrará mui mejor, en desterrár la mali-
ziii de mi pecado, cuando quiera, quO yo, con
verdadera voluntád se lo suplicare: i me comu-
32 'íS. DEL rniMÉR AniícuLO. ?5
iiicnrA sus dones, i lúcncs, para que yo Le sirva,
c agrade. I, con eslo, tomo gran esfuerzo, c
confianza, para contra el Demonio, contra el in-
fierno, i contra el pecado. Cuando considero mi
poco sabér, i zcgucdád, i me paro a mirár cómo
ni sé, de mí propio, por qué camino tengo de
guiar lo que deseo, ni por cuál, tongo de estor-
bár lo que huyo; ni sé lo que me conviene de-
sear, ni cuAl mo saldrá a mejór, el sí, o el nó;
loque deseo, o lo que temo; — acuerdóme luego
del sabor, d'estc Señór, que yo creo: c, do có-
mo es Hazedór del zielo, i de la tierra, i que
por su Providenzia, e sabér, es todo rcjido: i
luego, encomiéndome a Él : c sigo las pisadas do
su voluntád, notificada por su palabra: con es-
tárzierto, i seguro, que no apartándome d'Él,
todo se ha do azertár. I, que cualquiera cosa
que salga, aquello es lo azertado, i lo que a mí
mas convenia. D'esta manera, cada vez que co-
mienzo a rezár el Credo, parcsze, que en solo
este primér Artículo, rczibe mi corazón grande
esfuerzo, gran plazér, i confianza: como tengo
tal Señór, tal podér, tal bondad, tal misericor-
dia, i tal sabér de mi parte.
Foi. 27. Dionisio. Verdaderamente, vos, habéis de-
clarado mui hién, la teórica, i la plática del pri-
mér Artículo de la Fé. Dios le dé el galardón al
Maestro, que tan bién os lo enseñó: pués que
no solo os mostró, a que lo dijésedes, sinó, a
que mui despázio lo consideráscdes, o la manera
con que habíades do aplicár vuestra voluntád a
él. Porque, ziertamente, mas os aprovechará un
Credo, rezado d'esta manera, que mil, mui
•A DE LA. FÉ J5 33
apresurados. Mas, quiero que me digáis una co-
sa, i aun (los. La primera, ¿si hazeis esa consi-
derazión, cada vez que lo rezáis?
Amuiíosio, Ninguna vez me paro á rczár, que
no piense todo eslo, aunque algunas vczes, con
mcjór disposizión , i con mas cspñzio, que otras.
DioNi.sio. ¿No os pone fastidio, pcn.sár siem-
pre una misma cosa? ^ <
Amurosio. Si pornía, si yo no tuviese, mas
de una vez, nczcsidád d'ello; i si no sacase
siempre nueva gananzia. Mas, como sea mi mi-
seria tan grande; pocas cosas se me ofrcszen, en
que no haya menester considerar esto, para con-
formarme con la Yoluntád de Dios : para enca-
minarlas siempre en su servizio: i cstár conten-
to , con lo que de su mano saliere, i tenerlo por
mcjór. I, paresze, que nunca vez pienso en es-
to, que no me dá Dios á conoszór, ¿'estas cosas,
mas do lo que hasta allí, alcanzaba.
Dionisio. Huélgome de oíros eso. Mas, la
otra cosa, que os quería preguntár, es: ¿qué
remedio tenéis, cuando vos veis, que una cosa
va, a vuestro pareszér, bién guiada, e que jus-
tamente dcbría de suzedér de otra manera de lo
que suzcdc ?
AjiBnosio. En ese caso, esfuerzo me, i ase-
guro, conlaF6: que, por eso, en el prinzipio
del Articulo .entré creyendo : i así, zierro los ojos
ami voluntád, c ami razón; ca mi sabór, e a
mi deseo; i soi zicrto, que, aunque yo no lo en-
tienda, ello vá bi6n guiado; pues yo lo puse en •
las manos f del Señór: i así me contento, con lo FoI. 28.
que Él quiere.
3
34 '¿^ DEL PHIMÉR artículo ^
Dioxisio. Muibién me habéis declarado, có-
mo se entiende, o cómo se ha do creer, i plati-
cir, el primer Artículo; i cuáles serán aquellos,
que conformaren sus obras, con la fó d'él. Jlas,
para entenderlo mas perfectamente, haze mucho
al caso ver, quien* son los que contra él pecan:
para que de los unos, i de los otros, colijamos
complidamente , la guarda, i plática d'él.
Ambrosio. Pecan contra él, lo primero: los
que creyci'on que liabia muchos dioses, no siendo
Él mas de uno. Los idólatras, que en lugar del
verdadero Dios, adoraron, i atribuyeron esta
honi-a, a los Demonios, o a las Criaturas. Pe-
can, los que niegan la Providencia Divina, i d¡-
zen, que Dios [no] - tiene cuidado, de guiár, i
rcjir nuestras cosas. Los que atribuyen el con-
teszimiento d'cUas a la Fortuna, o a los liados:
o a otras vanidades, que ellos han imajinado. Los
Filósofos, que dijeron, que Dios no había criado
el mundo. Los agoreros, i hechizeros, i supersti-
ziosos,que, dejado el saber de Dios, quieren saber
por otro camino las cosas: que dejado su podér, se
quieren socorrér de otro podér: que teniendo
por mcjór lo que ellos querían 3, que lo que Dios
quiere, buscan otros caminos, i voluntades, para
que la suya se cumpla, ya que veen, que la de
Dios , manda otra cosa : i quieren ganár con su-
perstiziones, e invcnziones malas, la voluntad
do los Demonios, creyendo, que de allí sacarán,
lo que no pueden sacár, de la justa voluntád de
í Véase la Nota, páj. 10.
^ Falta CSC [no] , en el im-
preso antiguo : nczesario, a
mí vér.
3 querrían (.').
"A DE LA FÉ. S 35
Dios. Pecan, los que desesperan, o por tristezas,
0 por pecados, o por desastres, i malos contcs-
zimicntos : porque no creen, de verdad, en el
podór, c en la misericordia; i en el sabér, i en
la bondad, que confesamos,' que hai en Dios.
- Dionisio. No digáis mas, cuanto á este Ar-
ticulo, que yo estoy bien satisfecho. Porque, f Fol.
aunque haya mucho mas que dczir, i mucho
d'ello os podria yo preguntar: para vos, basta
lo que habéis entendido : cuanto mas, que quien
hasta ahí llegare, verá que está descubierto ca-
mino, para poder ir mucho mas delante, si el
quisiere. Quiero que paséis al segundo Articulo.
Del segundo Articulo de la Fé: i del misterio
de la Trinidad, i ' ¡' ^ ■ '
CAPITULO X. ■ .
A.MDRosio. El segundo Articulo es: Creér en
Jesu Cristo, único Hijo de Dioá, Señor nuestro.
1 aquí comienza la segunda parte del Símbolo.
. Dionisio. Pareszo me, d'esas palabras, que
jlamastes en el.primór Articulo, a Dios, Padre;
dando a entender, que tenía Hijo: lo cuál pa-
reszo agora, por este .segundo Artículo mas cía- -
ramente, i vos no dijiste? palabra azcrca d'cso.
: Ajinnosio. Ansí es verdád. Porque mi Maes-
tro me lo enseñó d'csta manera: diziendo, que
en estos Artículos, poco A poco, se va decla-
rando el misterio de la Trinidád, i que era bién
dilatarlo. Porque, aunque 'sea vcrdády que la
^sentcnzia del primer Articulo es, que hai una
36 * DEL SEGUNDO AnTÍCULO J"?
Persona, que es Dios Padre, disliata de otra
Persona, que es Dios Hijo, c que esto se nos dó
a cntendér por aquella palabra Padre; pareszc,
quG fu6 bién no tratarlo allí tan por entero,
hasta que llegásemos a tratár de otros Artícu-
los, cspezialmonto d'estc segundo, e que que-
dase para este segundo Artículo, de donde mas
claramente se colije la razón, de sor Padre eter-
no: i do confesarlo nosotros por tal: pues con-
fesamos, que tiene naturál, i eterno Hijo.
Dionisio. Cuanto a este punto, mui bién me
Foi.30. habéis satisfecho del Articulo. Quiero agora
quo me digáis, cómo lo entendéis, C el prove-
cho que sacáis d'él.
Ambrosio. En este segundo Articulo confesa-
mos, que aunque Dios sea uno, simple, i de
una sustanziu, i ser; es trino en personas.
Quiero dezír, que hai una naturaleza divina, la
cuál con un mismo ser, i un poder, i una vo-
luntád, i un amor, i querér; está en tres per-
sonas, e que estas no son mas de un Dios: por-
que no tienen mas de un Ser, i un Poder, e
una Voluntád. I, para ser muchos Dioses habia
de tenér cada uno su sér, c su podér distincto
de los otros, como vemos que es en los hombres,
i en todas las otras cosas. I porque esto, ni e?,
ni puede ser, en la Sanctisima Trinidad, no es
mas de un Dios , aunque sean tres las personas:
ni hai otra difcrenzia entre ellas, sino que la
una es Padre, porque enjendra eternalmente a
su bendito Hijo: i la otra os Hijo, porque es
eternalmente onjendrado por una manera mui
exzelentc, e quo tvasziende nuestro entendimicn-
íft. DE LA FÉ. ?» 3*
to: i la toi'zera es Espíritu Sanólo , porque pro-
zedc do las dos primeras, Padre, ¡ Hijo, tam-
bión por una manera inefable. Del cuál tambión
tenemos en el Credo, su articulo distincto, don-
de se cumple, del todo, la confesión d'eslo mis-
terio.
Dionisio. Mucho me habéis contentado ; por-
que habéis dicho lo que basta, que el verdadero
cristiano, entienda d'óste misterio; i en lo de- •
mas lo adore, i reverenzie, dentro do su cora-
zón, sin que su entendimiento so desmande, a
volár sin Alas, i a lugár que está tan alto, que
mas es, para poner relijión, i acatamiento, i
espanto, que para despertár curiosidád. Agora
pasád adelante.
Ambrosio. Digo, quo on este segundo Artículo,
confesamos, que el Padre eterno, que es la pri-
mera persona en la Trinidád, tiene un Hijo, r Foi.
también eterno, e igual con él, enjcndrado de
su substanzia: al cuál llamamos Verbo, o Pala-
bra divina, i eterna, pol-quc es enjcndrado por
vía de entendimiento, conoszióndose el Padre a
si mismo: de donde se produzc aquella notizia,
e im.'^jen suya, que es de infinita porfc?,ión, i
bondad, la cuál es su Hijo. A esto mismo Hijo
envió el Padre eterno, al mundo, a que se hi-
zicse Hombre, i remediase los hombres, que
estaban perdidos, i para siempre desterrados
del zielo. I de aquí es, que (\ este mi.?mo, quo
por la razón que agora dije, llamamos Verbo, i
imíjen del Padre, considerándólc hecho hombre,
¡remediador, i Señór nuestro, lo llamamos Jesu
38 ÍR. DEL SEGTODO ARTÍCULO ^
CniSTO. Porque Jesús, quiero dczir Salvaclór: i
el Padre eterno quiso que tuviese este nomln-e,
i mandó por el ánjel , que lo Ihmason Jesús,
porque Él liabia de salvar a los hombres, de la
captividád, i miseria del pecado, i tornír nos
a la grázia de su Padre, i á los bienes, i heren-
zia del ziclo. Cristo, quiero dczir UnjiJo, que
■vale tanto como Rei. Porque, antiguamente,
cuando á uno hazian Rei, lo unjían, como agora
lo coronan. Por esto nombre se nos dá mas cla-
ramente á entender el primero, que dije, que
era Jesús, ó Salvadór; i la dignidad, e ofizio,
que nuestro Redcmptór para con nosotros tiene,
que es, ser nuestro Rei i Señor: c como tal nos
favorcze, nos ama, nos gobierna, i rijo: nos de-
fiende, e ampara, de nuestros enemigos. I ansí,
estar en su Reino, no es otra cosa, sino se? redi-
midos, i librados por Él: ser defendidos del De-
monio, del pecado, e de la muerte: csíár en un
Reino de paz, c de pcrd'ín, con su Padre. I
aquél es morador d'cste Reino, i vasallo d'esto
Rei, que, de verdád, e de todo coi'azún lo con-
fiesa, e le conosze por su Rei, por su Señor, i
Remediador: que verdaderamente cree, que por
.32. Él es libj'C de la subjezión, c captivcrio del
Demonio: que tiene su voluntad, i su corazón,
aparejado c presto, para servirle: i, que éste
solo, tiene por todo su bién, por su buena ven-
tura, i buena dicha: que nunca consiente en
consejo, ni traizión, contra sus Leyes, i Manda-
mientos: que cuando quiera, que ve el Man-
damiento de su Rei, lo pone sobre su corazón,
DE LA FÉ. S 30
i lo obcdeszc, c lo cumple, e adonde quiera,
que lo llaman *, va: e, en aquello entiende, que
sabe, que contenta, c aovada, a su Rei, c Scñór.
Dionisio. Do suerte, que según lo que habéis
dicho, la suma d'este segundo Artículo es, creer,
que el Padre zclcstiál, el acuerdo, o eterno Con-
sejo, envió al Hijo, a que se hizicsc verdadero
hombre, e asi hecho hombre, i compañero de
los hombros, los librase, c sacase, del yugo, i
subjezión del Demonio, les alcanzase perdón, e
paz de su Padre, fuese su Capitán, su Rei , i Se-
ñór, para que con su favor, puedan ser defendi-
dos, i que no tornen á la miseria, i captividád
del pecado: puedan tener fuerza, c aliento, para
servir á su Rei, i obcdcszcr sus Leyes, i Manda-
mientos. Lo cuál todo, me pareze mui bién di-
cho, i entendido, e conforme a laEscriptura. So-
lamente quiero, que me digáis, qué gusto, qué
sentimiento tenéis , cuando rezando el Credo
(pues que cada dia lo rezáis) hazcis memoria
d'este segundo Articulo.
De la Considcrazión , i plática del segundo
Artículo.
CAPITULO Xí.
AMnnosio. Losque verdaderamente son siervos,
i vasallos dotan buón Rei, creo yo, que sentirún
cosas, que yo no las sabré dczir, por m tener joiio 33.
' llamad: o se refiere a Ins le llama el Scñór , allí ra el
Leyes , i Mandamientos Di- cristiano. Todo sale a un
vinos: o es errata, por /Mmo: mismo sentido,
es dezlr : a donde Quiera que
40 ÍR. DEL SEGUNDO ARTÍSi'LO
tan empleado mi corazón en su servizio, como
sería razón. Mas diró, lo que yo, con mi flaque-
za, hago : o, aun esto, no sé si sabré dezlr. En
este Articulo, mo acude a la momería, cada vez
que lo rezo, cuasi lo mismo, que en el prime,
ro, aunque este m.c despierta, a mi parcszér,
con mayor fuerza, que el otro. Porque en el pri-
mero, considerábalas mcrzcde.s, i dones, que
Dios nos habla dado en criarnos, e sustentarnos:
i lodos los otros bienes, que este mundo tiene.
Mas, en este segundo, represéntaseme, otro
mui mayor don, c mcrzcd: que és, habernos
dado Dios a su mismo Hijo, para que nos reme-
diase, e alumbrase, de toda la zeguedád, i mi-
seria, en que por nuestra culpa habíamos caído.
Muchas Yczcs, cuando pienso en esto: i miro,
cuán adelante va la bondad, i misericordia de
Dios, de lo que los hombres pudieran azcrtár a
pedir, o a pensár: — i considero, por otra parte,
lo que todos hazemos: a lo menos, lo que yo
hago: i me acuerdo de mis pecados, i malda-
des: e, aun, de haberme habido, floja, i dcpcui-
dadamente, en servir a tal Señor:— me toma
tan grande vergüenza, e afrenta de mí mismo;
que mo paresze, que querría huir de mí , por no
verme: i algunas vezes me toma tan gran ene-
mistád comigo, que querría hallár quien mo
vengase de mi. I tengo en poco , a los que me
tratan bien, e como que me enojo con ellos,
porque no me conoszen, i * me hazen el trac-
1 Parczc, que debería de- (amiento , no como quien yo
ztr : • i no me hazcn » etc., o soi »
bien : «á me liazen el tra-
'•<^ DE LA TÉ. ^ U
lamicnto como quien yo soi. Todas las cosa?,
que bien me suzedcn , me parczc, que me con-
denan: c que las guían, i buscan mis pecados,
para testigos contra mi : c para que sea mayor
mi perdizión, i dcsagradezimiento. Cuando al-
gunas vczes, tras pensAr este Artículo, e con-
fesión que yo mismo hago, so me ofrcpze en la
memoria, el día en que tengo de parcFzér en
la prcscnzia f do Dios, para ser juzgado; con- Foi,
tesze desatinarme lánto, que no parcszo sinó,
que, desde agora, busco adonde me meta, i es-
conda. I póncsc me tan grande confusión en el
corazón, i en el entendimiento, i en la lengua,
i aun pienso, que en el rostro: que muchas ve-
zes, por grande cspázio, no lo puedo desechár
de mí: porque me parcsze, que no tengo de te-
ner lengua con que respondór; i que tenerla,
seria mui mayór desvergüenza: pues, hablando
la verdad , e estando en Juizio donde no tiene
lugár la mentira, no podría yo dezír, sinó, que
no creí verdaderamente este Artículo : c silo
creí, fué con una fó muerta, i desalmada , pues
no quise rczibir a Jesu Cristo, Hijo de Dios vivo,
por mi Señor, sinó que lo deseché, i tuve en
poco: porque, o vivo engañado, o el no ngra-
doszér, ni servir dsta merzéd, es, como no que-
rerla, ó desecharla. Mas cuando yo busco per-
dón para mis pecados, o remedio para cualquier
trabajo que sea, súijitamento parcsze, que oslo
mismo Artículo me muda, i pone al revés. Por-
que veo que para tan grandes males , i culpas,
como son las mías, e para tanto trabajo, i mi-
seria, me hizo Dios tan grande merzéd, como
h1 DEL SEGUNDO ARTÍCULO ^
fué darme A su Hijo, para qnc fuese mi Scñór,
c mi amparo: luego me parcszc, que Él me
guia, i me lleva de la mano, delante su Padre,
i que responde, i lialtla por mí : que es mi aho-
gado, ¡me defiende, como mi Señor, i Redemp-
tór: i que cubre mi vergüenza, i conTusión, con
los méritos, i servizios, que a su Padre hizo. I
esta considcrazión, i fé, que en este Articulo
tengo, muda mis desconfianzas, en esperanza:
c mis tristezas , en alegría : e mis desasosiegos
en reposo. I si yo no fuese tan ruin, i tan flojo,
nunca salgo d'estc juizio , que comigo hago,
cuando' pienso en este Articulo, sin merzcdcs
Foi.35. nuevas, i señales de amistad: que es aliento,
i deseo, para servir d tal Señor: i enemistad, i
deseo de venganza, contra el Demonio, c contra
el pecado.
Dionisio. Verdaderamente, vos haheis dado
bién a entender, que quiere dczir el Artículo, c
cómo se ha de creer: c la obligazióu en que
pone a los hombres. I no me espauto, que la
considcrazión, e confesión d'él, desatine vues-
tro entendimiento, i el de todos los hombres
cristianos : i le ponga todas esas confusiones,
esos desasosiegos, i alteraziones, que dozís: an-
tes me espanto, de los que nunca pasan por
ellas : porque aquél es verdaderamente loco, que
nunca siento esas locuras; i bién parcszc, que
cuando haze la confesión d'este Articulo, lo reza
como picaza, sin parar mientes en lo que dize
que cree: pues nunca coteja, ni haze compara-
zión , de sus culpas, a tales merzcdcs: de, quien
es él, i quien el Señor, que le dieron: do lo
°A DE LA. FÉ. ?» 43
mal, ' que so aprovecha d'cllo, siendo tesoro
tan rico: del doscuido de la -vida, en que vive,
con la cuenta que lo han de pedir. Porque si 61
hiziose oslo, por cndurcszido que estuviese , por
insensible que fuese, le pornla todo esto grande
espanto: lo acarrearía tan gran confusión, i ver-
güenza, que de verso tan congojado, e acosado,
buscase camino para volverse, c encomendarse,
a quien confiesa que es su Señor , i que le fué
dado del Padre, para remedio de todos sus ma-
les. I estas' alterazioncs, i desasosiegos, le ha-
rían ahorrcs/,6r la vida pasada, i que tomase
d'ella escarmiento, i aviso para lo porvenir: i
haüaría en .Icsu Cristo, nuestro único Señor,
puerto de paz , i sosiego , i de viva, i segura fó,
para adelante. ¡O cuán bien, que lo habéis di-
cho, i como habéis dado á entender, como, por
su misma boca , se condena el mal hom!ire, que
estando apartado de la verdadera f é , de la ver-
dadera obedicnzia, ^ i amór del Rcdcmptór, i Foi.
Scñór del mundo, dize, que cree, i se enco-
mienda en Él , i que es su verdadero Scñór ! I
no mira el desventurado, que 61, no es su va-
sallo: ni su siervo: pues tiene pensndas, i ur-
didas, i vivas dentro de su corazón, mil malda-
des, i traiziones, contra el que dize, que es su Se-
ñór. ¿Cnnipadczo se esto, entre Señór, o siervo,
si, do verdáil, el uno es Señór, e, de verdad, el
otro es siervo? Grande es la zeguedád, i dos-
ventara, del que, en esto, no para mientes.
¡Bendito sea el Señór, c debéis le dar inünilas
* En el impreso antiguo dize «del mal».' pero parczc errata.
Vi «.DEL SEGUNNO ARTÍCULO ^
gi-iizias, que os ha dado eso conozimicnto : que,
do su mano es (creédmc en esto), i no, de vues-
tra cosecha! I no os tengáis, por eso, en mas
que los otros, sino, por mas obligado, [ij encar-
gado con mayores deudas. Digo os, que me hol-
gara, de detenerme mas en esto, porque es muí
dulzo: i muí rica esta palabra, o palabras: Jesu
Cristo, Hijo de Dios, Señor >'üESTno: i hai mil
cuentos de cosas , que considerár, i rumiar en
olla. Mas vase haziendo tarde, i tenemos mucho
de que tratár. Solamente me declar'ád esta pa-
labra «único», i luego, iremos adelante.
Ambrosio. Esta palabra se refiere a la otra,
en que dijimos, qne era «Hijo » : c quiere dczír,
que es, un solo, natural Hijo, del eterno Padre:
a difercnzia de los hijos adoptivos, que son todos
aquellos , que por la sangre del Hijo naturál son
adoptados, i rezebidos, en amor, i grózia del
Padre.
Dionisio. Bien está oso. I podéis añadir: que
ansí como el Padre tiene un solo Hijo naturál;
ansí nosotros na tenemos, sinó un soi.o Señór, i
Mediadór de nuestras culpas, que es el único Hijo
del Padre: el cuál nos fuó dado, para que media-
se entre nosotros, i Él : e fuese Autór do nuestra
rcdcmpzión, i remedio. I d'csla doclarazión, se
veo manifiestamente, cuales son los que pecan
Foi. 37. contra este segundo r Artículo, i cómo se peca.
Porque, asi como dijistcs, que pecaban contra
el primer articulo, todos aquellos, que busca-
ban remedio, ni otra cosa alguna, sinó en Dios,
i mediante los caminos que Él permite , como
Gobernador, i Provcedór de todas las cosas: así
"A DE LA l-É. 4")
pecan contra el segundo todos aquellos, que
buscan otra entrada, c confian en otra cosa, pa-
ra con Dios, sino es, su Unijénito Hijo. Señor
nuestro. De suerte, que el que cree, que Dios
le perdonará por otra cosa, fuera de su Hijo : el
que le pido dones del zielo , por otro m6rito : el
que le pide, que lo rísziba en su grázia, e le
haga heredero del zielo, alegando otra cáusa al-
guna: el que le pide verdadera paz, verdade-
ra justizia, dentro de su ánima, e no pone
toda su confianza, para alcanzar esto, en el
Hijo; — este no será oido del Padre, [i| poca
contra este segundo Articulo. I, por esto, no
penséis, que van fuera de aqui, las orazionos que
hazc la Iglesia, i los sanctos d'clla : ni otras bue-
nas obras. Porque, bien entendido todo esto, son
pedazos, i sobras, de la riqueza de Jesu Cristo,
i todo so atribuye a Él , i, si tiene valor, es por
El. I ansi, siempre en nuestra intenzión, e en
nuestra fe, ha de ir El, en la delantera, i en Él se
ha de ponér la confianza. I d'csta manera, apro-
vecha lo que sus miembros hazen , e piden , por
la virtud, que resziben, de cstár unidos, o in-
corporados con Él. De aqui veréis , que so peca
contra este Artículo, confiando en nuestras pro-
prias obras, ensoberbcziéndonos d'ellas, pen-
sando, que por nuestras industrias, o nuestro
vdlér, somos mas, i tenemos mas parte con Dios,
que los otros : que , por ellas habemos de ser
sanctos: que, por nuestras solas fuerzas, nos
habemos de aventajár, i contentár a Dios, que
nos tenga por justos, e nos dé el zielo. Porque
esto, es no entrár por Jesu f Cristo, unijénito Foi. as.
4G DEL TERZEHO ARTÍCULO 7»
Hijo de Dios : ni tomarlo por Señor. iMuclio ha-
bernos do trabajar, por hazér buenas obras, i
servir mucho a Dios: mas, no solo las obras, i
los Écrvizios, mas también el trabajár para ello,
e quererlo hazér; lo habernos de alrilmír a Jcsu
Cristo nuestro Señor, nuestro Salvador, i Rei:
— i tcnér por sabido, i zierto, que todos, son
dones recaudados para nosotros, por mérito su-
yo : i quo todos los bienes , que nos vienen del
Padre, nos vienen por medio d'Kl : i que Él es
nuestra justizia, nuestra confianza, nuestro bien
obrár, i nuestro agradar á su Padre , e no estri-
bar en otra cosa, listo es ser Rei , i Señor nues-
tro. Agora dezid el tcrzcro Artículo.
Del tcrzero Articulo de la F¿, i de la considcra-
zión, i uso d'cl.
CAPITULO XII. .'■ ■
Ambrosio. El terzcro Articulo es : que fué con-
zebido del Spiritu Sancto: i naszió de María Vir-
jen. T, ansí este, como todos los mas de los que
se siguen; son declarazión del segundo: porque
declaran mucho, de las propiedades de nuestro
Rcdemptór Jcsu Cristo; i nos dan mayor cono-
zimieiito de su persona; i cuentan lo que por no-
sotros hizo; i por qué camino, nos fué dado por
Señor, i Redcmptór; i a qué fin habernos de lle-
gár, siguiéndolo. En este terzcro, se nos enseñan
dos cosas, lambas hazea mucho al caso, para
conoszér su grandeza, i para despertarnos, a ser-
le agradezidos, i subditos. La primera, es, ser
°A PE I.-V. FK. 9» 47
hecho por nosolros verdadoro Hombro. La segun-
da, su ¡nozcnz.ia, i pureza. Sabemos, que es ver-
dadero hombro, ansí como lo es cualquiera de
los otros hombres, porque tomó nuestra natu-
raleza, c se vistió de nuestra carne, toman- foI. 30.
dola de verdadera madre, i mujer, como son
las otras mujeres. Easí, el que solamente era
Hijo de Dios, i solamente tenia naturaleza Di-
vina: después fué dicho, verdadero Hijo de hom-
bre, c tenor también ánima, i cuerpo, como
nosotros: su inozcnzia, i limpieza, se manincsta,
enque no fué conzebido como son los otros hom-
bres; sinó (por favór del zielo) por obra, i indus-
tria del Spiritu Sancto. Porque todo lo que el
poder de naturaleza no podía alcanzar, lo suplió
la Omnipotenzia Divina, formando aquél Cuerpo
sanctisimo, c dándole verdadera ánima en el
vientre de laVirjen, sin que hobicsc defecto
alguno, para que no fuese verdadero hombre.
Dionisio. De suerte, que la Virjen, allí, sir-
vió con su sangre, i carne bendita: de donde
fué formado aquél sanctisimo Cuerpo: lo demás,
todo es obra de Espíritu Sancto. I ansi , por par-
te de lo que tomó de la madre, es verdadoro
hombre: por parte de ser conzebido por Spiritu
Sancto, quedó sin raíz, ni sospecha de pecado:
sin la subjezión, i condenazión, en que son con-
zobidos los otros hombres. Tenemos, pues, Se-
ñór, i Rcdciuptór, que, por parte de Dios, tiene
la misma saiiclidád do su Padre: por parte de
hombre, es sandísimo, c innozentísimo, por ser
sancta, i por Espíritu Sancto, su conzepzión.
Tal, por zierto, convenía que fuese, el que ve-
'iS If. DEL TF.n7.EnO ARTÍCULO
nia A de?terrár el pecado de los ho.mbros; el
qiio venia A falisfa^^ór, por olios; el que con
darles parte de su sanctidád, i limpieza, los ha-
bla de sanctiñcár, i limpiAr, c pararlos tales,
qiic agradasen, i pareciesen hién á su Padre.
TAI convenía que fuese Xquél , a quien habernos
de tener siempre delante los ojos para imitalle:
a cuyo blanco habomos de encaminar; e endcre-
Foi. 40. zár todos nuestros pensamientos, i obras, para
que, d'esta imitazión e seguimiento, se nos pe-
gue a nosotros limpieza. No quiero, en esto, pa-
sát mas adelante: sinó, que me digáis, cómo
consideráis, vos, este Articulo, para aprovecha-
ros d'él.
A.MBitosio. Lo que mi Jilaestro me enseñó es,
que cada vez qufe lo rezase, pusiese los ojos en
la limpieza de la humanidad de nuestro Re-
demptór, i considerase, que asi como ftl e? lim-
pio, i sin mácula, ni zentclla de pecado, ansí
quiere que nosotros trabajemos con todas nues-
tras fuerzas, de llegarnos a l'.l con grande fó : i
que poniendo en Él toda nuestra confianza, lo su-
pliquemos, que nos favorezca, para dosechár de
nosotros la fuerza, c podór del pecado: nos dé
spiritu de limpieza, que purgue nucsfros cora-
zones, nuestros pensamientos, i obras: i que
ansí, por nuestra parte, lo trabajemos, con
obras, i con voluntad. Porque ansí como VA fué
conzebido, por obra de Spiritu Sancto, i no por
la manera, que son todos los otros hijos de
Adam; ansí quiere, que los suyos renazcan otra
vez, e que rcnunziando el linaje de Adam , quie-
ro dezir, la subjezión del pecado, que por este
DE LA FÉ. 49
caminónos vino; nazcamos en Jcsu Crislo, por
favór, i inspirazión de Spirilu Sánelo. Do dónelo
nos \iene la fuerza, que dije, para rcnunziár el
pecado, o salir de su subjezión, c enemistarnos
con 61. Porque, el que d'esta manera nasze, des-
de aquél punto , es dicho hijo de Dios, por razón
de la imitazión, que liene, con la limpieza de
su Unijénito Hijo, por la fe, que en Él tiene, i
por haberse en Él ejecutado el efecto de la Ro-
dempzión, que \ino a hazér de los hombres. I,
luego, este nuevo naszimicnto, le pone nuevo
corazón, i nueva voluntád, con que tiene gran-
de fe con nuestro Redemptór Josa Cristo: grande
amor con que pone en obra, todo lo que sabe,
f que Él manda.
Dionisio. De eso mismo, que habéis dicho,
terneis, vos, ya sacada regla para conozér, cuán-
do no cumplo bién, el hombre, con ese Articu-
lo, c Confesión, que haze; c cuándo le falta viva
fe para con lil.
Ajiimosio. Ansí es verdAd, porque cuando
quiera, que el hombre, huye d'esta limpieza, i
d'esta jenerazión espirituál , i la tiene en poco,
e estima en mas, el ruin linaje de la carne, i
sus obras, i se contenta con estarse, en ser hijo
de pecado;— es señál, que tiene en poco, aque-
lla limpieza de la humanidad de nuestro Re-
demptór: que no la acata ni revcrenzia : pués
no la quiere imitár: i, en cuanto es en si, des-
echa, i aparta de su ánima, aquella jenerazión
espirituál, que por el Spiritu Sancto, los fieles
de Jesu Cristo, nuestro Redemptór, alcanzan. Pa-
resze mas claramente el pecado d'estos tales, i
4
50 ÍP. DEL TEnZERO AUTÍCUI.O f'
lo poco en que tienen, en el corazón, la confe-
sión, que hazen con la boca; cuando quiera, que
secretamente, en su corazón, o, por la Palabra
de Dios, o por otras ocasiones, i razones, el Es-
píritu Sancto los llama, i los convida, i les rue-
ga, que resziban d'Él, aqueste nuevo naszimien-
to, i jcnerazión spirituál; que aborrezcan el pe-
cado, i la suziedád d'61, e amen la limpieza del
Redemptór, de la cuál, Él les comunicará, para
si se quieren llegár a Él; que se muden en el
corazón, i en las obras, e resziban, de su mano,
uno como nuevo ser, con que sean bccbos her-
manos de Jesu Cristo, nuestro Redemptór; por-
que, ansí como Él fué conzebido por obra de
Spiritu Sancto, por virtud, i fuerza divina, ansí,
d'esta misma fuente, les viene á ellos, esta es-
pirituál jenerazión, i adopzión; — i el que estas
vozes, i estos ruegos del Espíritu del ziclo tiene
en poco; i el que estos llamamientos, e ocasio-
nes, que para ello le ponen delante, desecha;
pareszc, que con grande afrenta habría de hazér
Pol. 42. la Confesión ' d'este Artículo , i confundirse con-
sigo mismo, pues conüesa con la boca, lo que
tiene, en tan poco, en el corazón.
Dionisio. Bien me habéis satisfecho. Sola-
mente os falta, para cumplir este Articulo, 16
de la virjinidád de nuestra Señora. Dczidme,
qué es, lo que zerca d'esto', os ensoñaron.
Ambrosio. En este Artículo, donde se trata
de la verdadera conzcpzión de nuestro Redemp-
tór, se trata también de su Madre. En lo cuál,
pretende la Iglesia enseñarnos: Lo primero, ser
nuestro Redemptór, verdadero hombre, i su hu-
"A DE LA. FÉ. 1^ ■j[
mauidád sanctisima, no fantástiga ni finjida,
sino zierta, i verdadera; pues le dá verdadera
mujer, por madre, i nos la señala por nombre.
Lo segundo, haze, todo esto, mucho al caso,
para lo que yo dije , del misterio de la limpieza
del Redcmptór, e de la que vino a obrár en
nosotros. Porque, ansí como fué conzcbido por
Spiritu Sancto, i por obra Divina; ansí la Madre,
fué limpia, fué de inestimable castidád, entera
i virjen, e cual la halló, tal la dejó, i quedó
para siempre jamás ^. I , ansí como en ser ver-
dadera mujér, conozemos, ser la humanidad
del Hijo, zierta, i verdadera, ansí, en todo lo
demás, se nos dá a entendér, ser esta misma
humanidad, innozentisima, i limpísima: pues
tan lejos, c tán desterradas van de su conzep-
zión, e naszimiento, todas las zircunstanzias de
la jenerazión carnál, e su Madre, de las otras
madres todas. Dásenos también aviso del mis-
terio de la limpieza, que en nosotros viene a
obrár: i cuáles, quiere Él, que seamos, c ha-
zernos de su mano, si nosotros no lo desechá-
remos, i fuéremos perezosos en ello. Convída-
nos también este Artículo, a que consideremos
la limpieza, e sanctidád, que la Virjen debía ta-
nér, pues fué escojida para madre de tal Hijo, c
que en ella ^ se obrase tan grande misterio. foI.
Pone nos la, como dechado para que miremos
en ella, i la procuremos de imitár, e seguir: i
entendamos, cuánto agrada a Dios, la limpieza,
t Asi en el antiguo impreso. primero, del Evanjcliode San
*Par.-iesto, léase el ver- Mateo,
siculo x'iltimo, del Capitulo
52 i* DEL TEnZERO ARTÍCULO
i caslidád: para que conozcamos, engrandezca-
mos , o alabemos , las marabillas , c poder del
Scñór; c da se nos, aquí en la Virjen un instru-
mento para todo esto. I ansí, como a cosa tan
sancta, nos humillamos, la acatamos, i estima-
mos tanto, i cngrandcszemos en ella, las obras,
i marabillas de Dios.
Dionisio. Basta esto, pues el tiempo nos va
faltando, dezíd del cuarto Articulo.
Del cuart-o Artkulo de, la Fe: i de sus
Consideraziones.
CAPITULO XIII.
Amurosio. El cuarto Artículo es: creer, que el
unijénito Hijo de Dios, después de sór hecho
verdadero hombre, verdaderamente murió por
nosotros, siendo scntenziado por Pónzio Pilato,
0 fué puesto en verdadera sepultura, como ver-
daderamente muerto.
Dionisio. Declarád me el entendimiento d'eso,
1 el provecho que nos vino ; i la plática , i obra
d'ello.
Ambrosio. Entiéndese que Jesu Cristo, nues-
tro Rodemptór, aunque no podía morir, en cuan-
to era Dios; murió en cuanto era hombre, i por
la manera, que mueren los otros hombres : que,
por los grandes tormentos que le dieron, se
apartó su ánima sanctísima, de su cuerpo : por-
que esto es morir. La c.iusa d'esto, se puede
tratar, i considerar de muchas maneras. Si la
consideramos por parto del consejo divino, fue:
'/^ DE L.\ FÉ. ?» 53
que el Padre eterno quiso, que los hombres Foi. -n.
fuesen remediados, o Él satisfecho de la ofensa,
que lo habían hecho; por vía de un prézio in-
estimable, de un sacrifizio grandísimo, c do in-
finito valor, que fuese paga, i satisfazión, para
Él; i, para los hombres, perdón, i justizia. Por
parte de la humanidad de Cristo, nuestro Scñór,
fué su voluntad, que su Padre fuese satisfecho,
e que en su humanidád verdadera, e verdade-
ramente d'el linaje de Adán, i parentesco de los
hombres ; se hiziese venganza, de las ofensas, i
pecados, de los hombres , contra la majestád di-
vina del Padre, i que de aquí resultase perdón e
justizia para los mismos hombres, de cuyo linaje
Él se había hecho: i, que fuese su sangre, un vivo,
i perpetuo sacrifizio, lleno de innozenzia, de jus-
tizia, i de valór, ofrezido delante los ojos de su
Padre, por parte, i para perdón do los hombres,
pecadores, e condenados. I para que esto se
efectuase, el mismo Redcmptór, o Scñór, se
ofrcszió, de entera, i libre voluntád, a la muer-
te. Porque , el mundo , no tenía poder para dár-
sela, si Él no quisiera". Por parte de los hom-
bres, la cáusa d'esta muerte, fu6 su maldad, i
Iralzión d'ellos : porque no pudieron sufrir la
justizia de nuestro Redcmptór, tuviéronle invi-
dia, aborrcsziéronla, i persiguiéronla. No pudie-
ron sufrir su reprehensión, su palabra, e su
verdad. No quisieron caér de su tiranía, i esti-
ma, ni que el mundo fuese desengañado. I ansí,
se juntaron para dársela, con grandísima cruel-
dád, e rabia, los sazerdotes, i letrados de la
Lei, los Pontifizes, i relijiosos d'ella, los tirano.^,
54 'A DEL CUARTO ARTÍCULO N
c gobernadores del pueblo, Heredes, i Pónzio
Pilato. Porque, los primeros temieron, que el
pueblo habia de venir en conoszimiento , cómo
Cristo, nuestro Redemptór, dezia verdad, i ellos
no la dezian : cómo falsaban la palabra de Dios:
Fol. 45. cómo teniendo f ofizio de cnscñár vcrdád, i vir-
tud, e reprehender mentira, i pecado; eran ellos
los mas injustos, e mayores pecadores: como
engañaban al pueblo , enseñándole vanas con-
fianzas , locas, i perdidas rclijiones, enderezadas
a sus deseos, a su eslima, i tiranía, e provecho,
sacadas de sus imajinaziones, i no de la doctrina
cristiana. Los otros, temieron también sus rei-
nos «, tuvieron la vida, i palabra d'Él, por escán-
dalo, por locura, i desvarío. Fué la m.uerte tan
cruél, para que conozcamos, cuán injusto es el
mundo en sus justizias , cuán ziego en sus pa-
reszcres, cuán amigo de sus venganzas, cuán
captivo de sus apetitos! Como no tiene medida,
ni conosze misericordia, ni sabe qué es justizia;
i que esto anda, i se ejecuta, donde quiera que
no hai conozimiento, ni palabra do Dios, i rei-
nan pecados, i vizios: fué con tanta zircunstan-
zia de afrentas, e de tormentos, para que co-
nozcamos, cuán grande, i hondo era, aquél pié-
lago de la voluntad, i amór, que tenía de servir
a su Padre, i cumplir su voluntád, i remediar a
1 Hai aquí elipsis. La frase
toda, es asi. o Los otros te-
mieron perder sus reinos.» Es
dczfr: Los Ecguladores del
mundo , los Prlnzipcs ; se
unieron con los Sazerdotes
Judíos , al nazér nuestro Sc-
ñír Jcsu Cristo , i después;
para perseguir la doctrina de
.Icsús , que temían , i .iborre-
zlan.
DE LA FÉ. ?> 55
nosotros: — i, para que tomasen ejemplo, los
que le quisiesen ' seguir, de lo que han de es-
perár del mundo, i la fé, que haa de tenér,
cuando se hallaren en trabajos, i afrentas, po-
niendo los ojos en lo que Él padcszió. Fué en
cruz, tendido, e enclavado en ella; para que en-
tendamos, i consideremos, el misterio, que alli
se obró, que fu6 cruzificár, i matár, el podér, i
tiranía del pecado, que en nuestra carne reina-
ba: mortificarla, i quitallc, aquellas malas fuer-
zas: para que reinase el Spiritu, o la prinzipál
jenerazión , de que, poco ha, hablábamos : para
que ya, no sea por parte del podér del pecado,
sinó de nuestra flojedád, i culpa, si de nosotros
se enseñoréare. Fué sepultado: ''lo primero, Foi. «
para que mas manifiesta fuese su muerte, c
después , su Resurreczión : lo segundo , para
que supiésemos, cuán hasta el cabo, llegó el
quitar el podér a la maldád de nuestra carne,
cruzificando la suya, que era innozcnte : pues
no paró hasta ponerla en la sepultura, que es
declararnos, cuán venzida nos la dejó. El prove-
cho todo, que so ha dicho. Él nos lo ^ dejó ga-
nado: no queda, sinó, que nosotros sepamos, i
procurémos usár d'él, para que no lo perdamos
i Él se quede con su riqueza, i nosotros con
nuestra perdida. Usarémos del, cuando quiera
que confiando en Él, i pidiéndole favór, mortifi-
» Sogiilr a Cristo, \'oluntá-
riamcntc, presupone la snn-
iidád, e inviolahilidád , de
una completa liberlád hcll-
jiosa; aumiiic sean pcrse-
Euidos I por los poderes riel
mundo , los que guiernn se-
guirle. No se manda al que-
rér, ni a la volunt id humana,
en su purera, sinó por solo
Dios.
' los : en el impr. antiguo.
56 DEL CUAUTO ARTÍCULO %
cáremos las malas obras de nuestra carne , to-
mando primeramente fuerza en la fé, o en el
spíritu que nos dá; c luego, trabajando nosotros
de castigarla, con los ayunos, i disziplinas, e
ejerzizios, que conosziéremos que son menestér.
Porque esto es imitár el misterio de los marti-
rios, con que su carne sanctlsima fué alormcn*
tada i cruzificada; no cansarnos basla ponerla en
la sepultura, que quiere dezir, hasta que sea
verdadera la muerte, c nosotros la traigamos
debajo de los piés, i vcnzida, c ella 'no venza
a nosotros.
Dionisio. Yo os digo, que el que esto os en-
señó, lo debía do tener bién pensado, i aun
: pedido a Dios, que se lo enseñase. D'estos tales
hombres, querría yo, que hubiese muchos, que
no contentos con parár en lo que la letra sue-
na, emplean su fé, su amor, i su voluntád, i
deseo, en los misterios, que el espíritu del zie-
lo pretendió en todas esas cosas. I, si hobiera
tiempo, no creáis, que dejáramos tan presto,
cosa tan dulzo, i tan buena: que, también yo
dijera, lo que Dios me ha dado a entendér
d'cUo, c lo que en la Sagrada Escritura, median-
Foi. 47. te su grázia, he rumiado. Mas no hai tiempo,
e lo que vos habéis dicho es tánlo, cuanto plega
áDios, que todos los cristianos cnlicndan. Mas
V quiero sahér, corrió tenéis tan en la memoria,
todo lo que os enseñó.
Ambrosio. Dos cosas fueron ocasión, que me
quedase mucho d'ello^ en la rnémoria. La primera,
porque, allende de haberme lo enseñado , me lo
tornaba á repetir, cada vez, que veía, que yo
^ DE LA FÉ. ^ [lT
obraba al contrario d'ello, o mo habia * descui-
dadamente. La segunda, porque me lo hizo to-
do escribir, porque no solo me aprovechase a
mi, mas pudiese también comunicarlo con otros.
Dionisio. Tuvo mui grande razón: i nosotros
vamos adelante, porque habéis bién concluido,
con el Articulo de la muerte de nuestro Rc-
demptór: Ya vos tornéis en vuestros pnpelcs, i
también en la memoria, de que manera obran
los pecadores, contra la fé, i confesión d'cstc
Articulo : que será, cada i cuando, que los hom-
bres, no pusieren todo su esfuerzo, i confianza,
en la muerte, i sangre del Redemptór, i no pen-
saren , que ésta sola 2, es su satisfazión. I cuan-
do por miedo de peligros, de infamias, i de
muerte, i de juizios de hombres, aflojaren en la
vcrdád, i en lo que conozen que es volunt;\d de
Dios. Pecarán también, contra el misterio d'esic
Articulo, según que, vos, mui bien lo declaras-
tes: los que tienen tan regalada, i tan estimada
su carne, quo aunque conoszen, que de allí
so recresze mucho daño, i perjuizio para su spi-
ritu, i, que si la castigasen, i maltratasen, no
estaría tan mandona, ni tan señora, ni ternia
tantas fuerzas, ni Ímpetus; no, por eso, la cas-
tigan, ni le hazen desabrímicnto alguno (tanto
les duele enojarla) : antes la dejan cstár en vi-
zios, i torpedades. Ansí mismo pecarán, ios que
viendo (como muchas vezes se veejquecon casti-
• me habla : quicrR dczlr:
me condúzta. Ilahérse aquí
tiene la azcpziiin de , cnndu-
iii sc : portarse : ó prozedér.
3 Obsérvese a<~ai la Dor-
trina de la .Iiistificazirtn, con-
forme a la de Yaldés.
53 'A DEL CUARTO ARTÍCULO ?•
garla, i sojuzgarla, con ''ejcrzizios de peniteiizia,
i mortificazión, van cada dia de bién en mejór;
al mejór tiempo la dejan [de castigar, i sojuz-
gárj, ' la vuelven a regalar, i contcntrir: teniendo
en menos estima, el pecado cometido contra
Dios, que el desabrimiento que ellos pueden res-
zebir. Porque estos no la ponen en la sepultura
ni la subjetan, e meten debajo los pies, como
venzida, i esclava. Ansí, que todos los que en
tales tranzes, i ocasiones, como estos, que he
dicho, se vieren puestos; deben luego acudir a
la Confesión, que en el «Credo» hazen: e parar
en este Articulo por algún espázio : e pedir se,
a si mismos cuenta, qué quiere dezir: «pades-
zió el Redemptór del mundo, sentenziado por
Pónzio Pilato: fué muerto, i sepultado.» I, que
lo creen ansí. I, a mi cargo, que se afrenten, i
avergüenzen , de confesár, que creen esto , i que
no obran conforme a ello.
Pasdd adelante.
Del quinto Articulo de la Fe, i de la plática d'él.
CAPITULO XIV.
Ambrosio. El quinto Artículo es: Creér, que
deszendió a los infiernos.
Dionisio. Esto quiero, que me digáis, en bre-
ve. Porque es Articulo de grande admirazión, i
i Lo que va en 1 1 , no se
lee, en el impreso antiguo.
Lo añadí, porque se sobre-
entiende ; i por parczermc,
que falta, o por elipsis, o por
descuido.
* Véase la Ep. a los Rom., .
vi , 4.: i la Ep. a los Colos.
ü, 12.
'A DE LA l-É. ?í oO
de glande misterio: Que el Hijo de Dios, no
contento con morir por nosotros, e morir tal
muerte , quisiese aún deszendér a los infiernos.
Grande debe de ser, el misterio, i la razón d'csto.
AjiEROsio. Las mismas palabras oí dezir mu-
chas vezes , a mi Maestro : i dezia tras esto , que
le pareszia, que ninguna cosa habia hecho Dios,
que tan grande, e tan zierto remedio tuviese,
para alguna enfermcdád corporal. Como era, el
que la considerazión, i fé d'este Articulo '' te- Foi.
nía, para una enfermedad espirituál, de que
muchos hombros, de los que juzgamos, i tene-
mos, por mejores; son continuamente atormen-
tados. Deziame : que el entendimiento d'este Ar-
ticulo era , que el ánima de nuestro Señor, en-
tretanto, que su cuerpo quedó en la cruz, i fué
puesto en la sepultura, por aquellos tres días;
deszendió al lugár, en que los Padres, i Fieles,
que con esperanza, e fé de su venida, habíau
muerto, estaban detenidos. I esto era, porque
aun no era ofreszido el gran SacriGzio, que ha-
bía de abrir el zielo, e hazér libre, e franca, la
vista de Dios; que era la sangre del RcJcmplór.
I que los sacó de allí, quebrantando aquellas
cárzelcs: alumbrando aquellas tinieblas: toman-
do la posesión del Reino, i victoria contra el De-
monio. I que en esto se parezia manificstamcn-
Ic la profundísima humildád de Cristo, nuestro
Redemptór, e la séd, que tenia, de la salud, i
redempzión de los hombres, i la grande volun-
tad, e afizión, con que por ellos murió: pues
escapado ya de la cruz, i afrentas, en que los
malos lo habían puesto, dejando su cuerpo de
co 'A DEL QUINTO artículo '%
túl maubra tralado; empicó luego el ánima, en
tánta humildád, que bajó en ella al Iníierno.
Porque, aunque Él, no dcszendicsc allá, como
culpado, sinó como Vcnzedór, i triunfador; en
fin, fué scñál de su grande humildad, i amor
(pudiendo , con su mandado, qncbrantár las
puertas del Infierno), ir El mismo, o bnjAr, al
lucár tan desterrado del zielo : a !a fealdad, i
obscuridAd de la cárzel del Demonio, e que pará
él, había hecho, e diputado. I enirár en aquél
lugir, donde cstóbau detenidos los que habían
tenido su fé: i con su misma voz, i palabra,
darles las buenas nuevas, alegrarlos con su
vista, sacarlos de allí con su mano, espantár
con su prescnzia al Demonio, entrarlo en su
Foi. 50. mismo '■Reino, abrirle, i quebrantarlo sus puer-
tas, para que quedase, como saqueado, i des-
pojado, c sin poder, e sin Reino. Doziamc, que
sola esta considerazión bastaba, para afrentar, i
quebrantar, todas las soberbias del mundo: e
para que tuviesen los hombres (que emplean sus
vidas en servir a Dios, i en hazér bién A sus
prójimos) en mui poco, todo lo quehazían: por
mui livianas todas las afrentas, i trabajos, que
se les recrezicáon : i que se condonasen , pól-
mui soberbios, cada vez , que presumiesen, que
hazian algo. I que aquellos, que íe cánsaban, i
paraban, pensando, que bastaba, i era algo, lo
que habían hecho, Contentándose, i onsoberbe-
ziéndose d'cUo; pecaban propiamente contra la
verdadera confesión, i sentimiento d'este Ar-
ticulo. I que el verdadero aprovecharse d'él,
era pensar, que todos los trabajos , e obras, que
por scrvizio de Dios, i Lién del prójimo, se re-
creszen, son muí livianos: abajar, e humillár
sus pensamientos, i corazón: e cstár ziortos do
la volimtád, o cuidado, que el Rcdemplór del
mundo tiene , de los que en esta vida, se enco-
miendan en Él, pui's tanto tuvo, de los que
tanto tiempo había, que eran muertos.
Dionisio. ¡1 qué de cosas, que se pudieran
ahidezir, de los que por una nonada, que ha-
zen, se ponen luego á descansar: i que desdeñan
de entendér, por sus mismas personas, en mu-
chas cosas de las que son obligados, e ' ense-
ñando, que basta encomendarlas a otros, c que
no es razón, que ellos se bajen , i empleen en
todo :
Mas esto, es materia honda, i no haze mucho
al caso para vos. Dezid el Artículo que se sigue.
A>n5Rosio. La otra parte d'este Articulo es,
creer, que , al terzero día de su muerte rcsus-
zitó: que su ánima sanctisima se tornó a juntar
con su cuerpo: i Vivo, i Glorificado, salió de la
sepultura, para nunca f mas morir.
Dionisio. Dezidme el entendimiento d'cse Ar-
ticulo, i el misterio d'él.
Amtíropio. El entendimiento es: que como el
Redcmptór del mundo murió, para salisfazcr por
los hombres, no consintió su eterno Padre, que
pasado el terzero día, que fué término bastante,
para que se viese, ser verdadera su muerte, i
1 Asi en el impreso anti-
guo. Pero, o sobra la conjun-
zión e , o hai que corrcjir el
tenso, 1 luór , e enseñan. Por
lo dcmís, cl Autór, con esta
exclaraazión, ali'.ie a Ins TrA-
zercs eclesiásticos , Papas,
Prelados , Jcncrnlcs jesuíti-
cos , i Eclesiásticos ai'itcri?a--
dos de toda espczio.
C2 Sff. DEL QUINTO ARTÍCULO ?í
fuese mas admirable su Resurreczión ; quédase
mas entre los muertos, sino tornarlo a vida in-
mortdl, e gloriosa: pues Él se había ofreszido a
muerte tan cruél, i tan deshonrada: i que cono-
ziese el mundo, quien era Aquél a quien habla
condenado, i tenido en poco. El misterio es, que
ansí como Él resuszitó verdaderamente, nr.si
spiritualmcnte resuszitó con Él, nuestra vida, i
nuestra justizia, e nuestra paz; e que esto es,
[el] fructo, que de su muerte sacamos: i, que
como su morir, e sus trabajos, fueron para pa-
rár, en tan doriosa, i triunfante Resurreczión;
ansí nuestras peuitenzias , e nuestras obras, han
de ser, para salir venzedorcs, i señores del pe-
cado, que es nuestra verdadera muerte: i creer
que en el día del Juizio, resuszitaremos en
cuerpo, i ánima, como Él resuszitó. Porque los
miembros, han de seguir en todo ' a su cabeza.
E los que do tal manera pelean, que salen con
gi-ande victoria contra el pecado, e grande pro-
pósito , i perseveranzia contra 61 ; son los que se
aprovechan de la plática d'csto Artículo. E los
qué son tan poco constantes, que luego tornan
a caér; son los que guardan mal, el uso d'él:
pues resuszitan, para tornár luego a morir, i no,
para larga, i perpetua vida.
Dionisio. Bién está declarado. I también os
dina, vuestro Maestro, el conzierto, que tienen
estos misterios, i victorias del Redemptór: i,
cómo destruyó , i venzió , todos nuestros ene-
i E?ta es la prande dificul- tadn en el Cap. x!x, 21— 22,
tid para el Cristiano. Esta de s. Mateo: i Cáp. t, 21-22,
la que entristezió al jóvon zi- de s. Marcos.
V. DF. La té. ^ G3
migos, i deshizo, las pérdidas, i captividadcs,
on quG calmos por el ^ pecado. Porque, on dcr-
ramár su sangre, destruyó nuestro pecado, i
rompió la obligazión, que contra nosotros tenia,
satisfaziendo cumplidamente , con esto mismo,
a su Padre. En ser cruzificada su carne sandí-
sima, i muerta; se venzió el poder, i maldád,
de la nuestra, i nos dió podér para venzerla. En
bajár ai infierno, quitó el poder al Demonio, i
lo echó de la tiranía, i Reino, que tenía ocupa-
do. En rcsuszitár, venzió nuestra muerte, e le
quitó todo el mal, i veneno, que tenia. De ma-
nera, que quedaron destruidos nuestros enemi-
gos todos: Carne, Pecado, Infierno, Demonio,
i Muerte. Para que veáis, si es bién, que viva
descuidado, quien tales benefizios ha reszibido,
i tiene de dár cuenta d'ellos. Pasamos a lo que
resta.
Del sexto Articulo de la Fé .
CAPITULO XV.
Ambrosio. El sexto Artículo es: creér, que
subió a los zielos, e está asentado a la diestra
de Dios Padre.
Dio.Nisio. Dczid de ese, como de los otros.
Ajinnosio. Como Cristo, nuestro Rcdcmptór,
en cuanto hombre, en este mundo, trabajó tan-
to, e murió en servizio de su Padre, predican-
do su palabra, e sujustizia,i su verdad, i le
ganó el Reino de los hombres, reconziliándolos,
i poniéndolos debajo de su jurisdizión, i paz; —
C'l "A DEL SESTO AIITÍCULO ^
ansí el Padre, después do haberlo resuszitado,
en pago d'estos servizios, lo sube al zielo, c le
entrega el Reino del mundo, e lo asienta a su
diestra: que quiero dezir; hazerlo Rei, i Señor
de todo: e le pone allí silla, para que, desde el
Foi. 53, zielo, ' lo mande, i lo rija todo, pues que todo
lo ganó. I para esto tiene el podór, i voluntád
de su Padre, ganado, e de su parte : i por esto,
scdize.estár asentado a su diestra: asentado
como Rei, i Señór : e a la diestra , por el favór,
que tiene d'Él, i señorío, i poder, sobre todas
las criaturas. I, en subir Él, es para nosotros,
zierto argumento, i señal, que también ha de
ser aquél , nuestro fin , c paradero , si en lo
demás , lo siguiéremos. Enséñasenos también,
en este misterio, la manera en que nos ha-
bemos de habér con Él, que es adorarlo en
espíritu Pues que ya quitó la carne de nues-
tra presenzia, entiéndese que- le habernos de
servir con cosas spirituales: que es, dándole
nuestro corazón, e nuestra voluntád: teniendo
verdadera, e viva fe, en todas sus palabras, i
promesas. Porque, donde esto hai, luego todas
las obras, que d'ello manan, son espirituales.
I dándole, de verdad, el corazón, c teniendo
con él zierta fé, luego se pone en obra, la plá-
tica d'este Artículo, i misterio, que es, no ha-
zer fundamento, ni ponér nuestra afizión en las
cosas de la tierra , sinó emplearnos , del todo,
en las del zielo. Porque si confcsam.os, de ver-
* *Los verdaderos adnr'n- en rspirilii, i verdad.» San
dores , adorarán al Padre, Juán. Cap. 1. 23.
DE LA FÍ;. ?5 ^ Cr>
(lúcl, ^[uc nunslro Rodr mptór .Icsu (Irislo os nucs-
lio tesoro; c si es vcrdád, como lo es, que don-
de est;l nuestro tesot-o, allí está nuestro corazón,
sigúese, manifiestamente, que nuestra afizión,
e prinzipAl amór/no estará' en las cosas de la
tierra, sino en las del ziclo. Las cosas del ziclo
son aquellas, que el Redemplór vino á obrar en
el mundo, que son, justizia, i f 6 : enemistad
contra el pecado, i victoria contra 61, contra el
Infierno, i contra la muerto. I el hombre, que
confesando, que el Señór, que lo redimió, está
en el zielo, i asentado a la diestra del Padre,
(ione su cuidado puesto, i empleado, en las co-
sas /" de la tierra, e d'ollas quiere sor favores- Foi-
■/.ido, i estimado, n socorrido en sus Iralmjos; esto
obra contra la plática d'cste Artículo, i no van
conformes sus obras, con la confesión, que haze,
l)ucs que estando su Rci , i su bien, en el ziclo,
liene él puesto su amór en la tierra : i teniendo,
de su parte, tanto favór, como es estár su Sc-
Fiór, i Redemptór, a la diestra del Padre, se
abaja él, i azívila tanto, que pido favór, i socor-
ro, a las miserias e vanidades del mundo, i en
ellas está confiado, i allí pone su esperanza. Esto
os, lo que mi maestro me enseñó en este Ar-
tículo.
Dionisio. Hizo mui bién en enseñaros ' lo
ansi. I porque basta para entendór eso, pasad al
séptimo Artículo.
1 En el antiguo: ensenarnos lo. . , .v, .; '
GG
Del scplimo Arlicuh de ¡a Fe: i del t/so, i consi-
derazión d'él.
• CAPITULO XVI. ■ U-';-s--'<: •
■' AMTinosin. Rl séptimo Arliculo es, qno lia do
venir dcpdc allí , a ju;^g>'\r vivos, i muertos.
DIO^•ISIO. Quiero ver, como entendéis eso.
■ ' Amiírósio. ' Dos promesas lifii, en la sagrada
Escritura, devenir nuestro Rcdemptór Jcsu Cristo
ni mundo. La una, para redimirlo. La otra, prtra
juzgarlo. La primera fué, en grande humildad,
■ ' e mansedumbre , e en gran menosprecio , que
d'Él tuvo el mundo. La segunda será , con gran
podér, i mnjeslád, e con ])oncr al mismo mun-
do, muí grande espanto, i temor. Porque el
Padre eterno, en pngo dé luibér su Unijónito
Hijo redimido los hombres, i haberse bajado, a
serjU7;gado, i senlenziado de hombres, [quiso,
que fuese Kl, Juez de los mismos hombres J
para que por su scntetizia, e palabra, los malos
sean condenados, c los justos heredados, en las
promesas, i bienes de su Reino. Esto, se espc-
Foi. 55. ra, que será al i' fin del niundo, i que después,
no habrá mas jenerazión de hombres: ni mas
'naszcr ni morir: sinó, que los malos, su quc-
1 En cl impreso .intigiin,
faU.i aquí algo, conozida-
mrnlc por olviJo del impre-
sor, r.ira r.-mc:ll.ir n.=ítn, i
q\U' la frase lia^-^a geni ido ; se
Mlpll' Im .|llr v.i ciilrc 1 1.
mándnln , (Ir. otra obr.i dtl
Pr. Constanlinu, intitulada:
DOCTHINA r.lLIUSTIANA , CtC.
,\rvírñ. Vi'npf, cii ella,
cl füliu 2oH, viicllu.
DK LA I'É. 67
(lai'An en pcrpótua miseria, i los buenos, en
perpetua gloria.
Dionisio. Muí bién lo habéis declarado : i
bión parcszc este consejo, cosa de las manos, i
de la justizia de Dios. Que, pués su Hijo, i Re-
demptór nuestro , tanto padezió por los hom-
bres, i les predicó la voluntád do su Padre, c
el camino, para ganar el Reino del ziclo; sea
hecho Rei, i Soñór, e .Tuéz do los mismos hom-
bres. I quiero dcziros yo agora, lo que muchas
vczes pienso, cuando me viene esto Artículo a
la memoria. I es, que, por una parto, me alegro
mucho, e asi juzgo que lo han de hazúr todos
los cristianos, viendo que tan de nuestra parte
tenemos el Juéz, que es el mismo que murió
por nosotros : i que es grande mcrzód, como de
verdád lo es, la que en esto se nos ha hecho.
Por otra parte me toma grandísimo espanto, i
tcmór, cuando veo la vida, que vivimos: i las
obras, que hazemos: c lo que debemos al Señór,
que nos ha de juzg;\r. I, que de tal manera se
ha de haber en este Juizio , que el prinzipál res-
pecto, que se hade tenér, es : a que la Majcstád
de su Padre, sea satisfecha, i su justizia quede
cumplida, i que sus enemigos sean castigados.
I, que ansí como en su muerte quiso derramar
.su sangro, por el zel», que tenía, de la honra
de su Padre, i para que los hombres quedasen
perdonados, i libres; ansí en esta otra venida,
no quiere, que estas dos cosas .se deshagan, ni
aparten : sinó, que el que se hallare enemigo de
.su Padre, sea tratado como tal: e el amigo, i
servidor, reine perpetuamente con Kl. Por csu,
08- °A \m, SKPTiMO AiiTÍ(;i:i,o 7'»
nos dejó avisados, de ciián eslrccha cuenta so
nos ha de pedir, que aun de las palabras üzio-
sas,hadc habér juizio, c razón. I, de aquí es,
Foi. DC. f que no me espanto, que esté, tal día como
este, en la Sagrada Escritura, jiublicado por tan
temeroso. Porzicrto, sola la imajinazión pono
espanto. ¡Un Juizio, donde han de parcszér to-
das las .criaturas del zielo , las del inliorno, c las
de la tierra (Ánjeles, Demonios, i Hombres), en
prescnzia de la santísima Trinidad : el Juez, ol
mismo, que murió por nosotros : la cuenta , pa-
labras, obras, i pensamientos! No sé cómo vivi-
mos tan descuidados. Mas, veamos: ¿dijo os,
algo, vuestro Maestro , del tiempo en que había
de ser?
Amiírosio. Dijomc, que lo temiese, como si,
cada dia, hobiese de sor: mas, que pensar en ol
cuilndo *; no lo hizicso. Porque dejó nuestro
Redemptór Jcsu Csisto, puesto siicnzio en olio.
1 dijo: que era un socretn , que no se comunica
rá nadie: que su Padre lo tenia zeri'ado en su
pecho.
Dionisio. Dijo mui bien. Solamente resta quo-
dcclareis, qué quiere dezir, cuando dize , que
ha de juzgár vivos, i muertos; qué entendéis,
vos, alli, por vivos, i por muertos. I luego di-
réis, lo que dehc hazér el hombre, para que la
confesión d'estc Artículo, le sea sánela, i pro-
vechosa.
A>amúS!o. Por vivos, podemos ontendór. los
que en aquél tiempo so hallaron vivos: i por
I QuivTQ .Icv:ir : mus , que ¡leitsár, en náiiilu seria , etc.
V, DE i,A ri':. 5^ GO
muertos, los ([110 por toilo el tiempo de ánies
liol)iercn muerto. O podemos de/.ir, que muer-
dos, quiere dezir, los que serán condenados; i
vivos, los justos, i salvos. Porque los unos, ir:in
a perpélua muerte : i los otros, a perpetua vida.
I , en este Articulo , según que mi Maestro me
dijo, i después yo he oido, i Icido; se da doc-
trina, i enseñamiento, do temór, para los bue-
nos, i para los malos. Porque los unos, conzibcn
temór, i relijión, i rcvorenzia mui grande, de
contemplar la majcstAd, e poder, con que el
Hijo de Dios ha de pareszór aquél dia: f i humi- Foi.
liándose, delante de su misericordia, teniendo en
poco sus obras, i acusando sus pecados; ponen
toda su confianza en la .sangre, i bondad, del
que primero los redimió, i eslónzcs los ha de
juzgár. A los malos, que solamente saben fcmér
los castigos, i penas, tambión les es medizina,
la considerazión d'cstc Articulo, si del todo no
quieren ser perdidos, i reprobados. Porque mu-
chas vczes contesze, que viendo el pecador el
tormento, que le estA aparejado, aunque no
ame á Dios, por solólo que en ello le va, co-
mienza a poner freno á sus malas obras, i desea,
i procura de seguir otio camino, i poco á poco,
con los favores del ziclo, llega a amár, i a scrviral
Señor, de corazón, i de voluntád. Poi'qne la Mi-
sericordia divina es tan grande, que por muchos
caminos, i maneras, se comunica a los hombres.
I asi , los que esta confesión menosprezian , i tie-
nen cu poco, i pareszc, que con las obras la
deshazcn , i niegan; propiamente son nquollos,
on cuyos corazones, nunca entra luieno, ni nial
70 DEL SÉrXIMO AUTÍCULO ^
temor, sinó, que con gran desenfrenamiento, i
monosprczio de los castigos con que Dios los
tiene amenazados, viven, i sosiegan en sus mal-
dades.
Dionisio. Muí bién lo tenéis entendido: ¡i
pluguiese a Dios, que no fuese tan grande la
multitud d'cstos burladores, que vos habéis di-
cho! i tales se deben dczir, pues parcsze, que
se ríen do los castigos, i penas, que la justizia,
i potenzia do Dios, tiene aparejados para los ma-
los. ¡I, qué d'ellos hai, que buscan maneras, i
caminos para ten6r esto en poco; dizicndo en'
sus corazones, i, aun a las vczes, por palabras:
Que el Día del Juizio, va mui á la larga: que
hai mil siglos de íiquf allá: i, que cuando él
venga, ya cada uno estará en su lugñr: que no
ha de ser tan riguroso, como el Evanjclio lo
Foi. 53. pinta! Antes, '' creen ellos, que aquél Día, ha
de ser para mayór misericordia, i perdón: i, que
todo lo demás, so dize, para espantarnos, por-
que no vivamos tan mal. Estas, todas son blas-
femias, hechas, e dichas, contra la confesión,
que d'este Artículo, la Iglesia Católica hazc. Son
soberbias, de los vanos, i endureszidos enten-
dimientos, que no quieren entender mas, do lo
que su locura, i bajeza les enseña. I es bien, que
sépanlos desventurados: lo primero: que cuan-
to mas aquél Día se tarda, tánto es pcór para
ellos, i scñdl de mayór rigór, i castigo, si se
descuidan , i perseveran en sus pecados. Lo se-
gundo : que, aunque de todos los que vivimos,
cada uno, haya pasado, primero, por su par-
ticulár juizio; aquel Dia hade ser tal, que el
tR. DK LA rÉ. 55 71
Demonio, que tantos años ha, que está, coikIc-
naJo; dosclc agora, i desde entonzcs, lo teme,
¡ tiembla de pensar en él. El cuál, ha de ser allí
juzgado, con todos sus ministros , i amigos *. I
porque esto basta, digamos del octavo Artículo,
donde comienza la terzera parle del Símbolo,
porquera dejistcs, como se dividía en tres Par-
tes, i la razón d'cUo. I, cómo algunas opora-
zioues, de las que- Dios en nosotros obra, puesto
caso, que sean hechas por todas las tres Perso-
sonas de la sandísima Trinidád, unas de ellas
se atribuyen a una persona, i otras a otra, por
razón de la manera de la produzión, i orden,
que en sí tienen. I, pues esto ya está dicho, i
habernos tracfado, en la primera parte, de las
obras, que atribuimos al Padre, i en la segunda,
do las que se atribuyen al Hijo; dezíd, agora, en
esta terzera, del Spírilu Sánelo, i de lo que se
le atribuye.
Dd octavo Articulo de la Fé: i de la considcrazióu,
i uso d'él.
CAPITULO XVIl.
Ammiosio. El octavo Artículo es, creer en foI. 59.
el Spírilu Sancto. I este comprehende dos cosas.
Lo primero , que del Padre , i del Hijo, prozedc
una terzera persona, que, verdaderamente, es
l Aluiic a los malos Minis- Ju.ín de la Cruz, murho des-
tros, i Trcdicadorc? : a los pués : ¡"¡uc Jcsu Cristo es
faisos Amigros del Evanjclio. mui poco conozido de los qtie
Al mismo propósito dijo san se licncn por sus Amigos."
7-2 DEI. OCTANO .UITÍGL'I.U
Dios: (le un mismo sor, i liorulád, i ¡utlúr, qiu;
Jas dos primci'ns. I aquí so acaba de con fosar el
misterio de b sancta Trinidad, en que creemos
ser tres Personas , i un solo Dios verdadero.
Dionisio. ¿I'or qué, veamos, llamáis a csla ter-
zera Persona, Espíritu Sancto, pues que cada
una d'ellas es espirita? ■»
Amcuosio. No le llamamos Spiritu Sancto,
por esa razón : porque ya se tiene por sabido,
que estas personas son spiritii : i que Naturaleza
divina, no es cosa corporál, sino espiritual: sinó
llamámos le Espíritu Sancto, por la manera de
su produzión. Porque, asi como á la segunda
Persona, le llamamos Hijo, por sor cnjendrado;
asi a la terzera, lo llamamos Espíritu, por ser
aspirado, o por otra razón mas palpable, i mas
clara, páralos que no son tan cjcrzitados en es-
tudio de letras, i es, por la obra que le atribui-
mos, que en nosotros haze, que es, inspirar en
nosotros : o, para hablar mas claro, darnos vida
.'ípirituAl. Porque, si vivimos spiritualmcnto, cu
la vida que Dios quiere , que vivamos, que es, en
su amor i grázia; es por un aliento, i un spintu
de vida, que del Sancto Spiritu nos viene. I asi
se entiende la segunda parte, que dije, que este
Artículo compiehendia , que os: creer, que todo
nuestro biéa, todas las obras con que agrada-
mos, i servimos al Señór, vienen por favor, por
enseñamiento, i por virtud, que del Espirita
Sancto nos viene.
Dionisio. Todo lo habéis dicho mui Lién. Mas,
sola una cosa quiero, que me rcsfiondais, i ser-
virá, para que mas se declare cslo, que agora
'A DE La té. ?•
(lojistes. rrimcro tractainos, como toJa nuoslra
f confianza, i nuestro bien era del Hijo, i VA Foi. co.
era, nuestra Redcmpzión , i nuestra Juslizia: i
agora, me parcsze, que lo dais todo al Siiiritu
Sancto. Quiero ver como declaráis esto. Porque
hazc mucho al caso para entender la grandeza
d'estos misterios, i para ver las muchas mara-
billas, que Dios nuestro Señór, por nosotros ha
obrado.
Ajínaoslo. Verdád es, que en declarár esto,
se da mucha lumbre a nuestro entendimiento, i
nuestra voluntad so despierta, para el agrades-
zimicnto, i servizio de tan grandes mc-zodes : i
así me lo enseñó mi maestro, i conforme a lo
que él me dijo responderé. 1, hión entendido,
lo que en los otros Artículos se dijo , poco es
menester, para que esto de agora se entienda.
La obra de nuestra redempzión prinzipalmcnte
es de la Trinidid toda: porque de consejo, i do
voluntad, de todas tres personas, vino el Ilijo
al mundo, i .se hizo hombre: i hecho hombre,
murió por nosotros, i satisfizo por nuestras cul-
pas , i fué sacrifizio, para que la Trinidád Sanc-
tisima, quedase aplacada, i satisfecha, i perdo-
nándonos, nos rezibiese en su amor, i grazia.
Mas, porque solo el Hijo, es el que incarnó, i
solo Él , fué el Sacrifizio ; por esta manera , se lo
atribuye particularmente nuestra Redempzión,
i salud. I porque tcnér verdadero conoszimiento,
i fé, de las cosas, que el Hijo hizo por nosotros,
i de lo que nos dejó dicho, i mandado, i cum-
plir con aquél anió^ con aquella limpieza, i bon-
dad, que se requiere, que tengamos; no es cosa
74 'A DEL OCTAVO AiniGULO ?í
du nuestras fuerzas, sino fie los dones, i favores,
que del Espíritu Sancto nos vienen, i a Él se
atnbuycn , aunque prozcdan de toda la Trinidód;
viene a que di?an:os, i confesemos, por esta con-
siderazión, que todo nuestro bien , i nuestra v¡-
dá, depende de la grázia d'Él. I asi dezimos, quo
Foi. Gl. nuestra Redempzión, por primera i prinzipál f au-
toridád, es de laTrinidád sanctisima: i porhabér
por nosotros, muerto el Hijo, es de Cristo nuestro
Rederaptór , como por medio, i sacriíizio: i, por
alumbrarnos, para conozcr todo esto, i damos
fuerza, para agradszcrlo, i seni-irlo; dezimos,
que todo nuestro bien, i spirituál vida, depende
de los dones del Spiritu Sancto.
Dioxrsio. lincho me habéis contentado, i con
harto claras palabras', habéis satisfecho. I ansí
es todo verdad^ que el medio de nuestra Rcdemp-
zión, i la satisfazión por nosotros, es el Hijo.
Mas, cumplir con lo que su Evanjclio nos man-
da , no podemos, por ser tan para poco , si el Es-
píritu d'el zielo, no nos esfuerza, i nos sustenta.
I asi, lo que en este Artículo, se atribuye al Es-
píritu Sancto , es, que nos dá aliento para que
reszibamos á Jesu Cristo : porque, aunque Él se
nos dio, no le sabríamos nosotros tomar, ni se-
guir, sin Spiritu Sancto. De suerte, que en buéa
romanzo , querrá dezir nuestro Artículo (allende
de la confesión , que hazemos, de la tcrzera per-
sona de la Trinidad sanctisima) , que confesamos
también, que nuestras fuerzas son flacas; i que
creemos verdadera, i zicrtamentc, que ningún
bién habría en nuestros corazones, con que, de
vcrdid , agradásemos, i sirviésemos á Dios; si
DE LA FÉ. 9S 75
por el Espíritu Sancto, no nos fuese comunica-
do. I, de aquí se vce : quien son los que en la
obra, i voluntád, confirman esta confesión:
quien son los que van contra ella, en sus he-
chos, aunque la publiquen por la boca. Aquellos
conformarán su vida , i su corazón , con la fó, i
confesión d'oste Artículo, que desconfiaren de
todas sus fuerzas, i se encomendaren en labon-
dád, i misericordia divina, para que con su Spi-
ritu lo guie, i haga, que sus ánimas, sus pen-
samientos, i obras, estén vivas, en servizio de
suMajestád: i faqucUosJ, que por mucho, que
ellos trabajan, no, por eso se f ensoberbeszcn, Poi.
ni tienen en mas, ni hazen mayór estima do su
podér. Irán al revés d'esta confesión , las obras
de muchos, que ántes que ningún bién hagan,
están sobérbios, i contentos de lo que han de
hazér, teniendo esperanza, i scguridád, de sus
proprias fuerzas. I otros, que después que han
hecho alguna cosa-, que tenga color de bien , o,
que , de vcrdád lo sea ; vienen a deshazerlo to-
do, con atribuirlo a sí mismos, i dentro de sus
corazones S darse la honrra, e victoria d'cUo.
También pecan contra esto Articulo, los que es-
timan en poco, los dones, que del Spiritu Sanc-
to les vienen, i los desechan, i contradizcn,,
como son aquellos, que muchas vezes son lla-
mados, i avisados, d'estc Espíritu, i esforzados
para la pcnitcnzia, i camino del Evaniclio; i
• Imiiorl.mtisimo aviso. Den-
tro de nuestros corazones.
Comento bello del paso, qiic
Icpmos en s. Lucís , capltu-
1'. xvü, versículo 10. Dentro
de nosotrns, debemos Icnér \
esa pcrsiiasicm : poi que los
que dizen , i tin hiizcn , snu
Fariseos.
7() ÍR, DE LÜS DO.NKS 7?
dios, mjnospreziándolo, i Jcspidióndolo de si,
porfían en su mala vida. Los cuales, parczc, que
han tomado porfia con el Spíritu Sancto, Él a
llamarlos, i ellos a hazcrsc sordos. Mas, pués
quü habernos dicho, que el Splritu divino, me-
diante sus dones, gobierna, i da vida a los jus-
tos, los llama, i esfuerza, i sustenta, en el ca-
mino del Evanjelio; quiero, que me digáis, que
es lo que tenéis, azerca d'csto, entendido: cuán-
tos, i cuales, son estos dones. Porque haze mu-
cho al caso, para que el cristiano tenga mas clari-
dad , i zertidumbrc d'cstas cosas todas.
De la razón, i usu de los dones del Espíritu
Sánelo.
CAPITULO XVIII.
Ambrosio. Los dones del Rpiritu Sancto son
l.antos; que seria mui larga cosa contarlos, i aun,
según lo que a mi me pareszc , no croo , que ha-
brá, quien bastase para ello. Comunmente, según
Foi. G3. a mí me cnseñáron, f eyo después he entendido,
se reduzen a siete. Porque , en pocas palabras,
podamos tener comprehendida tanta mullitúd de
bienes.
Dionisio. Bién dezís, i en lo uno, i en lo
otro azertais. Solamente quiero, que me nom-
bréis esos dones, e digáis, como los entendéis.
Porque luego se verá, cuán grande es el número
de las merzedes, que el Spiritu Sancto nos co-
munica.
AMnnosio. Los nombres d'estos dones son:
'A DEL ál'iuITf SANClÚ. /» 77
don (le Sahiduria, do l'lntcndimionto , do Gonso-
jo, de Fortaleza, de Sxienzia, de Piedad, de Te-
mor de Dios.
DiONSiio. Siete son esos, que habéis dicho:
seguildos agora por orden.
Ajinnosio. El don de la Sahiduria es, la que
ha mciicstór el ánima, para conozór la l)(]nd;id
de Dios , i las obras, con que quiere sei- servido.
I este don, las imprime en ella, i le haze, que
las conozca, i las ame, i tome gusto, i sabor en
ellas. El segundo, don del Entendimiento, es,
una lumbre, i una claridad, que el S[úrjtu Sáne-
lo dá , a los corazones humanos, para que,
viendo el Evanjelio, i palabra divina, lo entien-
dan, i conozcan, lo que Dios, en ella, manda,
c quiere. El terzero, don de Consejo, es un
aviso, que el Spiritu Sancto da, a quien El es
servido, para hallar remedio, i Consejo, en las
dudas, i trabajos , en que el hombre , o su pró-
jimo , se hallare puesto. El cuarto, es Foi-talcza,
que es un esfuerzo, i una constanzia, dada con-
tra los impedimentos, que se ofreszcn a los
hombres, para estorbarlos, i desviarlos, del
complimicnto del Evanjelio. El quinto es Szi-
cnzia , la cuál es dada , a los verdaderos Enso-
ñadores de la palabra de Dios, i que para edi-
ficazión de la Iglesia, ti atan :a Escriptura divi-
nad El sexto es Piedád, con que el ánima, rc-
i Nótele bien. No tionrn
rl don (le la Zitnzia, Ins que
iin son F.nitciiaíioreit vcrdn-
itero.i : i t.Tli-s no >on, los ijiic
nsati lie l.is l'.sf ricuras pan
fino iliviTSos, ([lie el de rili-
l¡Ciir a la cii ij-p-g-a'iÚM , n
pnrzión de sccniilnrr's f-.iAa
de .Icsnirisln, mirslr.i í^c''\'''r,
((IIP liai cpir^iilí <^ por In-
da 1.1 liorra : a la Iclc^ia , a
I.-i CnnSTi-g-azión , o rmnion,
di' ri istinnos fi^ Ir"..
78 'A DEL NONO ARTÍCULO ^
zibc limpieza: aíizión con Dios : cncmistád con
el pecado : [don] con el cuál , es sanctificada:
Foi. G4. adornada de simplizidád: enamorada ^ de las co-
sas del zielo: descosa de alcanzarlas. El sép-
timo , e último , os , Tcmór , que es un conti-
nuo cuidado, una relijión, un acatamiento, i
rezclo, en las cosas, que portcnczen a la glo-
ria , i voluntad de Dios : como pienso , que ya
dije , cuando respondí a los primeros Artículos.
Dionisio. Es verdád: i por eso, i porque sería
cosa mui larga, hablár mas particularmente, de
estos dones, no quiero, que al presente, trac-
temos d'ello: aunque la materia es tál, que hai
bien que dczír en ella, i tan nezesaria, i tan
sabrosa, que de mui buena voluntád, empleara
yo parte del tiempo en ella. Mas no quedará así:
que un día, os verneis acá despazio, i tractare-
mos de solo esto. Agora, dczid adelante.
Del nono Arliculo de laFé: i de la Considerazión
i uso d'cl.
CAPITULO XIX.
AMBfvOsio. El noveno Artículo es: creer, que
hai una Iglesia Católica, i Sancta, sanctiCcada
por favor, i obra del Spíntu Sancto, como habe-
rnos dicho.
Dionisio. ¿Qué quiere dezír Iglesia, i Sancta,
i Oatólica?
A.MRi\osio. Iglesia, quiere dezir, tanto como
Aijuntamicnto , ó Congrcjazión: i asi, a toda la
congregazion , de todos los cristianos, adonde
DE L,V VÉ. 7'J
quiera que cslón rcpai'lidos , llamamos Iglesia.
Porque, aunquó cslén mui apartados unos de
otros, por convenir lodos en una fé, en un bap-
tismo, i en una obediencia de Jesu Cristo, nues-
tro Rcdcmptór, los llamamos Iglesia. Dezimos,
que es Sancta, porque los que están ayuntados
en un Cuerpo místico, i son miembros d'6!, tie-
nen por Cabeza, a nuestro Rcdemptór Jesu Cris-
to: i son sanctificados por Spiritu Sancto. Llá-
mase Católica, a difercnzia de las Congrcgazio-
nes Zismáticas, i de las de los herejes. Porque Foi. 63.
estas se apartan , i hazeti división do la verda-
dera fe, i obedienzia, de nuestro Redcmptór: i
porque comprchendamos la Iglesia de todos
tiempos, de todos lugares, i de todas nazioncs,
que tienen una misma Fé
Dionisio. Todo lo que babeis dicho, me pa-
reze bien. Mas quiero .«abér, a donde ponéis a
los Ciistianos, que son pecadores, i no quieren
salir de sus pecados. Porque estos, no todos se-
rán ¿ismálicos, ni herejes, ni tampoco veo, que
sei'án de la compañía de la Iglesia Sancta, sien-
do tan malos; ni miembros del Cuerpo de nues-
tro Redcmptór, pues Él no los tiene por suyos.
Amiikosio. Estas palabras, «Iglesia Sancta,»
tienen dos significazionos. Por la una, entcndo-
'mos, la congrcgazión do todos aquellos, que
l Zicriamontc. Poroso, di-
jo el Liriiioiiso ; Lo que EN
Ton\s partes: lo que sikm-
1-hf:: In que por tohüs, se ha
creiilo: valo^rci dnilrra, i pro-
pinmcnlr , es ral/ilico. C.it''i-
Con qnc tlcrcclio se a|iplli.!.i,
a si propirx, ca/ó/icn, una ¡inr
te, si acaso, de la Ii^-losia Uni-
versal , excluyendo las oirás;
es lo que no os fazil conipreu-
dcr : ni tamiioro , la infalihi-
liilinl.
80 DEL NONO \nTÍCUI.O 9»
confiesan In Fe Calóüca, i partizipan en los Sa-
cramentos: aunque haya entre ellos algunos,
rjne en sus corazones tengan pecado, i no oslón
juntos con Dios, por caridád, i por grázia. 1,
d'esta manera, solamente están fuera d'csta
Iglesia, los infieles, herejes i descomulgados.
En los demás, súfrese, que estó, por este tiem-
po, la paja, junta con el grano. Por la otra sig-
nificazión , solamente son entendidos los miem-
bros verdaderamente sanctificadns, no solo por
la profesión de la Fé , mas por grázia del Spiritu
Sancto, i mediante ella, unidos con su cabeza.
1 d'osto habla mas claramente la segunda parte
del Articulo, que es, de la Comunión de los
Sanctos.
Dionisio. Bien dezis: i harta mi.=eria tienen,
los que teniendo nombre de miembros de tan
sánelo Cuerpo, ala verdad, no son, sinó podri-
dos, i sin obedienzia, e sin amór. I aunque to-
davía tienen estos mas aparejo, para vulvér al
verdadero camino, que los herejes, que primero
dijistes, por la doctrina, que oyen, i por no es-
tar I' metidos en tan grandes errores; todavía es •
gran lástima d'ellos: i querría mucho sabér, qué
corazón tienen, o que es lo que sienten, cuando
vienen a confesároste Articulo, i dizen, que
creen, que hai, acá en la tierra, una compañía,
o Iglesia^ a quien el Spiritu Sancto comunica
sus dones, i les da limpieza, i sanctidád: i sn-
' Así rl imprcs" anligfun.
], ino p.ircic , errata, por,
hf gran lá^lima. El Dr. Cons-
laiUino. como en otro^
[la'ios. lili os f>\]ili'/.ito. i ach c-
dr no lo es , a mi ver. Por
Cabeza., en lodo el paso, (vra-
se adelante) entiende a Cris-
to. Lo que entiende por Igle-
sia sánela, \i-3'c addanic.
DE LA. VÉ. 81
bicudo ellos, que no tienen parte en esta com-
pañía, sinú que sóndela otra, que tiene otra
cabeza, que es el demonio, i tiene enemistad, i
bando, con el Redemptór del mundo: por zier-
to, grande razón sería, que el que en tan mal
csUido se halla, i, rezando, llega á la confesión
d'este Artículo, se aicmorizafc, i turbase con-
sigo mismo , i no pasase con tan gran descuido
por él, como muchos, creemos, que pasan. Esto
Artículo convida, i avisa, a todos los cristianos,
a que miren mucho , por la paz, i concordia, de
la Iglesia : que tengan en gran revercnzia , i aca-
tamiento, al. estado, i doctrina d'clla: i favorez-
can, i miren mucho, por los que sirven a Dios,
i dan buen ejemplo á los otros: i que no pongan,
;i estos tales, estorbo, ni escándalo ninguno.
Porque, los que lo contrario hazcn, pecan con-
tra este artículo. Ya, vos, habréis oido, i vues-
tro Maestro os lo enseñaría, cuánto ofenden es.
tos a Dios, i cuán amenazados están en la Sa-
grada Scriptura. Mas, varaos adelante, i dezid
el Artículo que se sigue.
A.Mnnosio. Lo que se sigue es parto d'cstc
mismo Artículo, que es: crc6r la comunión de
los sanctos : i en esta parte se trata mas propria-
mcntc, de la sanctidád de los miembros de la
Iglesia como comenzó á dezir, en la parte que
prczedió. Porque todos los que son miembros de
la Iglesia, que dijimos «sancta,» tienen una
comunicazión con Gristo, nuestro Redemptór, i
* La primera acotazión, en
el impreso antig^uo,(lizc
ro, en lugar <lc nono, que lie
inicsln, piir pnrc7.crinc crrala,
O
82 'A ütíL NONO .MlTÍCL'l.u' ?» ^
Otra consigo mismos: con Él, la tiimoa, como
con Cabeza, porque lodos convienen, en que-
rerle ^ servir con una fé, i una caridad, i una
obedícnzia, i una parüzipaz.ión de Sacramentos.
Consigo mismos, porque obedcszicndo á su ca-
beza, no puede dejar de?hahér grande amislád,
i gran conformidad entro ellos. I asi, con mui
grande liberalidad, i amor, se comunican entre
si, los bienes espirituales, i temporales, que
tienen: rogando unos, por otros, favoreszién-
dose: usando, entre si, de viva, i cnzendida ca-
ridád.
Dionisio. Flabeislo dicho tan bien, que me pa-
resze,que en tan pocas palabras, no lo azertára
yo á dezir mejor. No resta sinó, que tengáis
grande cuidado, de vivir siempre en esta cari-
dad, i largueza, con vuestros prójimos todos,
prinzipalmentc con los que viérodes, que son
amigos de Dios: porque ya terneis visto, cuan
mala cuenta dará d'cstc articulo, ol que enso-
herbcszido do sus bienes espirituales, se alzare
con ellos, i quisiere, para si solo, la sanctidád:
i el que, por codizia de los temporales, dejare de
favoreszér la gloria, la fé, i la obedienzia del
Redemptór del mundo , i el acrcszeutamiento de
sus fieles *. Dezid adelante.
' Tlai , me paifzn , en e¡!,is
palabras, ziorta fuerza de in-
Icnzión.para rrprobir justa-
mente , la falíl maíniiiiaria
de errores, que tienen que
sognirsc , de Enscñadores , i
Cleros , i Ordenes vque ven-
den, lo que enseñan, i orde-
nan: i licnon , eso, por oflzio
lucrativo , i S'tnlo a la vez.
83
Del Jézimo Arliculo de la F¿.
CAPITULO XX.
Ambrosio. El dézimo Articulo es: creer que
hai remisión de pecados. Enlióndeso, que en esta
vida, que, vivimos, por la Londád, i misericor-
dia de Dios, i por la sangre de nuestro Re-
demptór, puede uno alcanzar perdón de todos
sus pacados, por muchos que haya hecho, i ma-
la vida, que haya vivido: i que puede tornár a
la amistad, i grdzia del Sefiór, la cuál había
perdido por el pecado.
Dionisio. Por zicrto, esc es un Articulo de
grande consolazión para los hombres: i, que yo
no sé cómo, os azcrtase a dezu-, el plazér, que foi.cs.
tengo en mi corazón, cada vez, que me acuerdo
d'esto. Porque, por una parte, me esfuerzo mu-
cho, para pelear contra mis pecados, i ruinda-
des: por otra, tengo gran consolazión de pensar,
que muchos, que han andado mucho tiempo,
perdidos, i desterrados de la grázia, i amor de
Dios, tornaron a cobrar este hién, i a ser per-
petuamente bienaventu.'-ados. Mas, sobre todo,
me alegro mucho, por parte de la honra de Dios,
i de la sangre de su Hijo, i Señor nuestro: por-
que, me parcszc, que ninguna cosa hai, que
tanto la magniPieste ', ni que tnnto nos descubra,
cuán grande es el valor, i prézio, que delante de
los ojos del Padre, alcanzó la sangre del Re-
' Así en el impreso .inlig-uo. por, manipesle.
81 ".f. DEL UNDÉCIMO AHTÍCÜLO
dcmplór, como en dejár abierta csla puerta, por
donde, cada vez, que el pecador se volviese a Él,
pudiese ser perdonado, de todos sus pecados, por
grandes, i abominables, que fuesen. I, porque
ya vos teméis entendido, que los que mas gra-
vemente pecan contra este Articulo, son aque-
llos, que por la muchedumbre de sus pecados,
desesperan, o desconfían de la misericordia de
Dios; dezíd adelante.
Del undézimo Arliculn de la Fe.
CAPITULO XXI.
Ambrosio. El Artículo onze es: creer la Ro-
surreczión de la carne. Entióndcse, que ánles,
que seamos juzgados, habernos todos de rcsuzi-
tár, en cuerpo, i en ánima, i que esta carne que
vemos ir a la sepultura , i tornarse polvo, ha de
tornár a su mismo ser, i á la compañía del áni-
ma, conque primero estuvo junta, i nunca mas
apartarse d'ella.
Dio.Nisio. Esta es una de las cosas, que mas
espantó á los Filósofos, i sabios del mundo:
porque quién no tiene don de Fé, no puede bién
Folio 69. entender las marabillas de f Dios. Mas en esto
el bu6n cristiano, no tiene mas que dudár, ni
pensar, sinó cre6r, que quien tuvo tanto podér,
que pudo criár el mundo de nada, i hazér el
cuerpo del Hombre de im poco de tierra; lo po-
drá resuszitár, después de muerto, cuando Él
fuérc servido. Dezíd del último Artículo.
85
Del úUimo Articulo de la Fe.
CAPITULO XXII.
Amiirosio. El iiUimo artículo es: crcór, que
dará Dios, a los que en este mundo le hobicron
servido, i se hobicron sabido aprovcchár de la
sangre de su Hijo, una vida eterna que nunca
haya ' de tener fin, teniéndolos en su corupa-
ñia, donde gozarán en cuerpo, i en ánima, de
aquellos bienes, que Él les tiene prometidos. I,
que los malos , durarán para siempre, padeszien-
do en sus cuerpos, i ánimas, los tormentos, i
penas, que mereszieron sus obras.
Dionisio. Bendito sea Dios, que os ha dado
grázia, para que entendiésedcs tan bién, la Su-
ma de nuestra Fe, i aunque, como, vos, habéis
apuntado, de la doctrina de la Fó, se podría sa-
cár la de las obras , i por lo que cada uno con-
fiesa, que cree, podría bien conoszér, lo que es
obligado a hazér, i cuando lo deja de cumplir;
mas porque, esto no lo alcanzaron todos tan cla-
ramente, bién será, que ya que habemos dicho
de lo que toca a nuestra Fé, digamos también
de la doctrina de las obras : la cuál está escripta
en los Diez Mandamientos, que Dios dió a su Pue-
blo, donde Él declara cómo quiere ser servido:
i esto, tan llana, i abiertamente, que ningún
hombre, por poco que sepa, puede dcjár de en-
1 Ponjo haya , porque el imprcío, me parnzc crrat-i.
había, o auia , del anligim
SG 'A DEL ÚLTIMO artículo /?
tenderlo. I pues no es de creer, sinó que quien
tan bién os enseñó lo que hasta aquí habeir.os
FoJ. 70. platicado, f no menos haría en todo lo demás;
quiero que me digáis brevemente, qué es el fin,
c intenzión d'estos Mandamientos: i después,
particularmente, me los declaréis, cada uno
por si. ,
Ambrosio. El fin d'estos Mandamientos es,
que el hombre, en todas sus obras, asi las inte-
riores, como exteriores, sirva al Señór, que lo
crió; i sean todos sus hechos, un traslado, de
su bondad, i limpieza. Esta voluntód de Dios,
Délos Dioz está declarada, por Diez Mandamientos. Porque
mandamien- estos comprchendcn en si, todas las obras, en
que el hombre, en esta vida, puede ocuparse, ó
lamayór parte d'ellas, i son plática, i cjecuzión
dados. de la Fé, i por donde se conosze, si es zierta, i
verdadera. Estos Mandamientos . dió el Scñór a
Moisén, escriptos en dosTabl.is ele piedra. En la
primera, estaban los tres, que prir.zipalmente,
perteneszen á la relijión, a la gloria, i honrra
de Dios. En la segunda, los siete, que pertenes-
zen al prójimo, i son como ramos, que naszen
de la raíz de los tres primeros.
Dionisio. Esto está mui bién dicho. I, por
tanto, dezid del primér Mandamiento, porque
los llevemos todos por orden.
tos de la Leí,
i del fin para
que faeron
87
Del primer Mandamiento de la Lei : i de las
costas que comprehende. ' ■
CAPITULO XXIII. , • •■•■^
AMnnosio. VA primór Manrlnmionto es'. No
turnas Dioses ajenos delante de mí
Dionisio. ¿Qué quiero dczir esto?
AMniiOFio. Por este Mandamiento pide Dios:
que tenga el hombre, toda su fé, i todo su
amor, puesto en Él. I diólo a entender por estas
palabras. Porque, como el hombre vive en este
mundo, nezesitado, luego busca, de dónde pue-
da ser remediado, i dónde ponera su Fé, i con- FúI
fianza. I, de aquí, nazió la Idolatría, que los
Jentiles tu\icron, buscando, i adorando, falsos
Dioses, de quien pensaba:n, que hablan de ser
favoreszidos, i amparados: — i la que los malos
cristianos tienen, cuando ponen su esperanza
en sí mismos, o en otros hombres; o en su sa-
ber, en su podér, en sus fuerzas, i riquezas.
Cuando aman tanto los cosas d'cste mundo, que
olvidan el amór, i fé, que en solo Dios debían
tener. Porque, todo esto, es una manera de ido-
latría; i ponér en su corazón Dioses extraños, i
falsos, en prescnzia del Dios verdadero, que,
solamente, habia de ser adorado, i amado. Esto
I i\o tcndrñs dioses ajenos rarlrc Casp/ir AsU'lc, se Ice:
delnile de mí. [F.\o(\o c. XX. o ¿CuAl es el prim/'r Mnn-
V. 3.). Así tradujo el Pariré Anmiento de la Lei de Dios?—
Scio , conforme al texto He- i R. — Amar a Dios sobre Indas
breo , i como Ir.idnju Cona- las cosas." Vc.iso liicg-o,
taiitino. — I-ji el Catczismo del
88 "¿s DEL rniMKn mandamiento ?•
todo es proliibido, on ostc primér Mandamien-
to. El cuál, nos enseña, i manda : que a nn solo
Señor honrremos, i conozcamos por Dios : a Él
solo, amemos, como a cosa de infinita bondád:
en Él solo, pongamos nuestra esperanza: a Él
solo, pidamos remedio, como a Cíiusa, i Fuente,
de nuestros bienes : a Él solo, tengamos por ver-
dadero: i a todos los otros, en quien las jcntes
perdidas confian; por mentira, i por engaño
Que sepamos, que los que a Él se allegan , son,
los verdaderamente bi6n librados, i favorcszi-
dos: i todos los que d'Él se apartan, i en otra
co.?o esperan, son perdidos, i burlados, como
hombres que siguieron la vanidad, i buscaron
; salud en ella.
Dionisio. A marabilla me habéis contentado
,en la declarazión d'estc Mandamiento: que es
tal, i tan grande, que del cumplimiento d'cl,
depende toda la bienaventuranza del hombre : i
de no cumplirlo, su miseria, i desventura. Mu-
cho me entristezco, cuando pienso la exzclcnzia
d'este mandamiento, i el caso, que Dios hnze
d'cl: i cuando miro los cristianos, que, con
la boca, no saben confesar mas de un Dios, i
dizen, que Éste solo, es el verdadero, i que todo
Foi.72. lo domas, es engaño, i mentira; i por otra
parte, tienen su corazón, hecho templo de ¡do-
los, ¡ Dioses falsos. De soberbia, do riquezas.
I Kn los C.alczi<;mo5 espa-
ñoles, pndrl.i, fin riesgo , pn-
ncrse todo lo qiic antezc-ilo , i
lo iiuc siegue ; para que lo ru-
miasen bien los miles , i mi-
les, lie españoles, afiliados en
Coiradlas , Coros , Confcren-
ziaf , Asoziaziones , Obras,
Medallas, Flores , Inslilutos,
Ordenes , ele.
^ DE LA LEI. je 89
de linajes, do avarizia, de deleites, de afizioncs,
i amores locos: i en todas estas cosas, o en al-
gunas d'cllas, tienen empleado su amór, i su
esperanza. De allí depende su contentamiento:
i en ella andan desvelados, con grande cuidado,
i dilijenzia, como si alli estuviese todo su bién.
Quien le preguntase a uno d'estos: "¿Vos, her-
mano, habéis oído el primér Mandamiento?
¿Adoráis Dioses ajenos?» Respondería, «que no,»
i aun con grande enojo. ¡Quién pudiese, con
ellos, que considerasen las palabras, con que
este Mandamiento está escripto : para que vie-
sen , cuán grande cosa es cumplirlo , i lo mu-
cho, que en él se demanda: para que viesen,
si adoran Dioses estraños! Ya, vuestro Maestro,
os diría, como unos Mandamientos son afirma'
iivos, i otros negativos. Porque unos, entran
mandando , que se haga alguna cosa : otros, en.
tran vedando , como este primero. En el cuál
aunque comenzó afirmando, diziendo: »Yo soi
tu Dios; o mandó, luego, prohibiendo, i dizien-
do: «No temás Dioses ajenos delante de mi.»
.Muchas razones hai, d'esto, que seria cosa larga
traerlas. Para el presente, basta una, i es: que
esta manera de mandamientos negativos , es
mas clara, que otra: porque com.prehende to-
dos los tiempos presente, pasado, i porvenir:
i despierta mas, la memoria, del hombre, para
conoszimiento de su pecado. Esta es la causa,
por qué los mas de los Mandamientos, están
dados d'esta manera: aunque ninguno haya»
afirmativo , que no le corresponda su negativo,
que le ayude a dcclarár; i ningún negativo, deje
90 «S. DEL rniMÉn mandamii;nto 7»
de tenéf enzcrrado, on si, un afirmativo. Mas,
Foi. 73. estimas expresa la negazión, por la razón, f
que ya dije de los tiempos, l asi, cada vez, que
el mandamiento negativo, viene a la memoria
del hombre, se ha de acordár, no solo del tiem-
po presente, i porvenir, mas también del pasa-
do: i mirar, si en algún tiempo ofendió, i pro-
curar la enmienda, i remedio. El ejemplo, está
claro en esto mandamiento, cuando so dió' ál
Pueblo de los .ludios: porque diziéndoles estas
palabras, se les dió a entender un mandamiento
afirmativo, que aquí estA enzorrado. Que tuvie-
sen al Señor, por su Dios, i allende d'csto, que
supiesen que ellos, i todas las .lentes, que en al-
gún tiempo, habían ' puesto en otros su con-
fianza, le habían ofendido, i cometido gran Irai-
zión, contra su Majestad. I, en ninguna manera,
quería compañía, ni que, con ütro, sb repartiese
la confianza, ni el amor, ni la fó. I así, comun-
mente se declara muí bién este Mandamiento,
para que todos lo entiendan, dizicndo: Que ame-
mos a Diossobri todas las cosas. Porqué, quien asi
le amare, todas lasdejari por Él, cuando fuere
menestór, i ninguna - habrá, por quien lo deje,
ni olvide. Hai muchas jentes, tan mal enseñadas,
i que con tanto descuido miran estas cosa? , que
ofendiendo a Dios de mil maneras, i poramór dé
mil vanidades , cuando los preguntan , ¿si aman
a Dios, sobre todas las cosas? responden: que sí
porzicrto: engañados de una imajinazión, en
• Auin , en el antiguo im- lucR-n.
re.so. Pero C3 errata por 2'Ninguna..
auian, ó habían, como se vcc
"A nr; t,.\ lki. ?5 ^' ,
que piensan , que Icnclle conzebido por Grande,
i poi- Poderoso, i por Hermoso, i por Justo, e
Misericordioso; i porque no le blasfemarían, ni
renegarían; que esto es amarle sobre todas las
cosas. 1 no miran los pecadores, que aquí, no
dan nada do su casa, i si dan, dan la imajina-
zión, noel corazón: porque para amarlo, i te-
nerlo, de verdád, por tál; cuál ellos dizcn que
es : requiérese, que haya en su corazón, una es-
tima grande de Dios, con que les parezca cosa FoI.
mui fea ofenderle, o apartarse d'Él. I, que estas
cosas todas, i estas exzclenzias, que juzgan de
Dios; las miren', no como en co-^a muerta, ni
cosa pintada; sinó como en cosa viva, i de grande
majcstád, i bondád. De suerte, que esta hermo-
sura, les lleve tras si los ojos, i el corazón. Yo
confieso, que según la flaqueza del hombre, se-
gún su ruin metál , i zcguedád, junto con la con-
trariedád, que el Demonio, i el Mundo, i la Car-
ne, le hazen; difizil CQsa es, cumplir con este
Mandamiento: i tñn difizil, que es nezcsario,
paradlo, particulár .socorro del ziclo. Mas, cslo,
no saca do culpa los hombres: antes, los ha-
bía de desportár, para poner mayór dilijenzia, ¡
andár siempre en gran cuidado, para no apar-
tarse d'él. ¿No os paresze, a ros, que seria mala
escusa, que en un camino peligroso, i lleno de
ladrones, se fuese uno por él, sin armas, ni apa-
rejo ninguno, para poderlo pasár: que, yéndose
durmiendo, se quejase después, que lo habían
robado: i que echase la culpa, que él tenia, n
los ladrones, i a la aspereza del camino, siendo
esto mismo, lo que le obligaba, a que fuese
02 'A DEL PniMÉR MANDAMIENTO ?»
mas proveído? Grande es este Mandamiento: no
hai duda d'ello: mas grandes son las industrias,
i caminos, con que Dios nos despierta, para que
Le amemos: i mui mayores los favores, que,
después de despertados, nos da, para ponerlo en
efecto. ¿Cómo queréis, vos, que se levante el
corazón del hombre, a enamorarse de Dios; pues
tán poco, considera sus obras, tán poco, para
mientes, en su hermosura, tánto descuido tiene
en pcnsár en las cosas todas, de donde ha de
naszér el amor, i por donde habernos de ser
despertados, a pedir favor, i grázia, con que Le
amemos? Cosa paresze de gran espanto, ver,
que un hombre, no ame a Dios: mas, de mu-
chos hombres, no me espanto, que no lo amen:
Foi. 75. porque, si les preguntáis, ¿qué es, lo que tie-
nen pensado de Dios? no saben dár m-ás razón,
que de lo que nunca vieron, ni oyeron dez!r.
Los que desean emplcái' su amór, en ton grande
cosa como es Dios; gran dilijcnzia ponen, en
snhér nuevas d'Él, en habór informazión de sus
obras. Apartan su pensamiento de vanidades,
empleándolo, en considerár las muestras, que
todas las cosas criadas, dan, del sabér, de la
bondád, de la misericordia divina. I si esto bas-
ta, para que muchos conzibiesen en su corazón
grande estima del nombre, i obras del Señór,
¿qué hará, el que considerare, i mirare con
atcnzión, al Hijo de Dios, hecho hombre, envia-
do por el Padre; puesto en la Cruz, i muerto, i
rcsuszitado, para salud de los hombres? Yo os
digo: que me espantaría yo mucho mas, que de
ninguna cosa monstruosa del mundo, de quien.
«. DE LA. LEI. J6 93
en eslo, alcnLamente pensase, i no se fuese lue-
go a Dios, i le pidiese favor, para cmplcár en
Él, todo su corazón, toda su voluntad, i todo su
amór. Mucho quisiera poder detenerme en esta
materia , porque es el fundamento, en que todas
las obras del cristiano estriban: sinó, que el
tiempo no nos dá lugár. Mas, algún dia, con
ajiida de Dios, trataré yo esto mui de espázio,
para que veáis, cuán grande cosa, i cuan peco
conoszida, de los pecadores, es, laque este pri-
mer Mandamiento nos enseña; i lo mucho que
debemos á Dios, por solo mandarnos, que le
amemos. Basta, agora, que quede asertado, que
la guarda d'él, consiste, en que uno ame a Dios,
en tal m^anera, que procure ser informado de
las cosas que Él quiere, i de las que abcrreze: i
con grande dilijenzia, i alegre corazón, ponga
en obra, las que sabe, que quiere; i tenga ene-
mistad, i huya, de las que sabe, que le ofenden:
— i que cuando alguna d'cstas tales, trujore * al-
gún falso color de bondad, o de contentamiento,
o de provecho ; piense, luego, cuán mas hermo-
sa, i mas provechosa f cosa, es amár a Dios, i
contentarle, i servirle; ! así zcrrará los ojos a lo
otro todo. Agora dezid , vos , la manera, en que
este Mandamiento se quiebra: porque esto, dá
mucha claridad, i haze, que se entienda cum-
plidamente. I podréis comenzár, por las obras
con que se cumple, i luego, pasareis a las otras,
que le son contrarias.
* Sobre esta Voz , véase el jiñas S-'i, i 56., i nótese lo q^se
•DUlo^ de la LetgTa," p»- Jize Vaidés en la 56.
94
De las obran, con que el primér Mandamiento se
cumple.
CAPITULO XXIV.
Ambrosio. Como Dios soa, una cosa de gran
bondad, i de grán remedio, señaladamente es
ofendido de aquellos , que le quitan la honrra,
que á tan gran bondád se debe, i ponen su con-
lianza, en cualquiér otra cosa, de las que Él no
permite. Porque, como primero respondí, los
Mandamientos, son la plática, i la esecuzión, de
laFé. I este primero, contiene las obras del pri-
mer Articulo, en que creemos en Dios Padre
Todopoderoso, Criador del zielo, i de la tierra.
I las mismas obras, con que se pone en obra, la
verdadera F6 de aquél Articulo; son las que este
Mandamiento nos pide. I las mismas, que con-
iradizen a aquél Artículo, e hazen, en los que
las obran, que les quedo, solamente una fé
muerta, i sin virtud; son las que este primér
Mandamiento, vieda *, e condena. De aquí es, que
así como cuando dezimos, que creemos en Dios,
Todopoderoso, Criador del zielo, i de la tierra,
somos avisados, que ni confiemos en otro podér,
7ii en otra bondád, ni en otro saber, ni en otra
justizia, así, en este Mandamiento, nos en-
señan, que le amemos de todo corazón: que
corresponda nuestro araór, i agradcszimiento, á
aquél coTioszimicnto, i fé, que el primér Artículo
J vicJa, en vez. Je veáa¡ que ahora «Iczimoa.
V. DE 1,A Li;i. ?3 'Jó
nos enícñó. De donde se sigue, que las oLrns
d'cstc Mandamicnlo, son las mismas del Arlicu-
lo. Creerle, i acatarle, f servirle, poner, en Él, Foi. 77.
toda la esperanza, nimca dud.ir de su poder, i de
su misericordia: i amarle, en las nezesidades,
con grande , i zicrla confianza : ohedeszcrle con
mucho contentamiento, i plazér: buscar su glo-
ria: rcszcbir alegría, de las cosas en que Él se
sirve; e pesár, cu las que su hazen contra su
Mandamiento, i servizio: posponér, i menospre-
ziár todas las cosas, antes que ofenderle, ni pa-
sar sus Mandamientos: i, para recojerlas en bre-
ve, digo: que, todas estas obras, se cnzierran,
en fé , i en caridad ; i en esperanza, i temór. Las Obrss cnntra-
obras contrarias son, confiár el hombre, en su rias ai primer
proprio saber: gloriarse de lo que puede, i en la ^i^"'^-'""»'"'''-
muchedumbre de sus riquezas : dej.ir el servizio
do Dios, por contentár los Prlnzipcs, i Poderosos
del mundo: tener en mas el mal, que estos
pueden hazér, que la ira, i el castigo del Señor.
Son contra este mismo Mandamiento, las sectas,
i opiniones, que derogan, al podér, al saber, a la
bondad, e misericordia Divina Pecan, contra
él, los que siguen superstiziones, i los que con-
fian, que obligarán a Dios, con algunos ritos ó
zorimonias, mas, que con fé, i con amor: los
que están tan amigos de sus maldades, que me-
1 Quien lc!> cstn , i lo q>ie
f ¡gue , i lo apruebo ; no lla-
mará Vicario de Cristo, a na-
die : ni Sagrados, n los Cáno-
nes: ni Sacrosanto al Conzl-
lio de Trento: ni Sanio, al
Oftiio de nucinúr humbres: ni
Infalible, a ninpiina T^losia,
o rcunii')n de crislimos fali-
bles: ni Compañía de Jesús,
a los que imperan, i comen , i
avasállanoste mundo, prome-
tiendo otro.
90 Ifs DEL SEGUNDO ??
nosprezian el castigo de Dios, ¡ viven como se-
guros del juizio, que sus obras merczen: los
que desesperan: i, por c! contrario, los que po-
nen su confianza en sí mismos, i en las obras
de su juslizia : los que menosprezian la palabra
de Dios, i se apartan d'cUa, o por intereses, o
por miedos , o por escándalos.
Dionisio. Parcszeme, que no es menester que
pongáis mas ejemplos : que los puestos, bastan.
Pasád al Mandamiento segundo.
Del segundo Mandamiento de la Lei.
CAPITULO XXV.
Foi. 7S. A.MBnosio. f El segundo Mandamiento es : No
tomarás su Nombre en vano. Eslc se sigue, tras
el primero, con mui grande conzierto, i razón.
Porque, en el primero, fué instruido nuestro co-
razón, de cómo había de honrrár a Dios, i de
cómo lo había de acatár, i servir. Este segundo,
comienza a tratar, de las muestras de fuera, por
las cuales, el Señór suele manifestar, lo que en
su ánima tiene. I porque la mas propincua se-
fiál es, la de la lengua, ensáñasenos, por este
Mandamiento, que no tomemos el Nombre de
Dios en vano. I, aunque sea así, que el que de
verdád amare a Dios, en su corazón, tel-ná siem-
pre mucho cuidado, de nunca ofenderle con las
palabras; dásenos este Mandamiento, para ma-
yór abundánzia, i mayor declarazión , condcszcn-
1 Véase, (ólio 112. "Doclrino Cn'í/íaiia» por el Aulór.
'A MANDAMIENTO. >• 'd7
diendo, en todo, la Divina majestad, con nues-
tra grande pesadumbre , i rudé/,. Da se , por via
de negazión , diziendo : no tomarás su Nombre
en vano; por las razones, que ya dije. Mas ha-
bernos de entender, luego, el Mandamiento afir-
mativo, que en este negativo está enzerrado.
Porque como el hombre tenga á Dios en su cora-
zón, por fuerza es, que haya de hablar d'Él : e
asi, somos enseñados, por la aíirmazión, que
este Mandamiento tiene, que zclebremos su
sancto Nombre , loándole , magnificándole, dán-
dole grázias : manifestándole, i invocándole, para
ser socorridos d'Él ; confesando, que somos su-
yos, i que esta es nuestra bienaventuranza.
Tras esto , habernos de considerár , el man-
damiento negativo , en que se nos manda, que
este Nombre, no lo tomemos en vano: porque,
aunque él, no sea mas de una voz, es significa-
da por ella, la Majestád divina, a quien es ende-
rezada nuestra confesión, e a quien se ha de te-
ner tan grande respecto. Tomar este Nombre,
en vano, no quiere f dezír otra cosa, sino to- Foi.
marlc para aprovecharnos d'Él, en cosas no
buenas : o para hablar mal de aquello, que signi-
fica, que es Dios: o para alguna cosa vana, i de
ninguna imncrtanzja, con mcnosprezio, i poca
reverenzia d'Él La razón d'esto es: porque co-
mo el Señór sea, summa Verdád, summa Sabi-
t Temo , que eslo , no se
considera bién, en España. Si
se consirjerase , se supUmiría
e! Juramento, en las Cortes:
i en los Tribunales zivilcs,
eclesiásticos , i militares : i,
en las calles , no resonaría
tan inzesantc , la espantosa
blasfemia, que en zcnlenarcs
de bocas resuena , á cada pa-
so , i que no puede escribirse,
sin liorrór.
7
98 f. DEL SEcrsno ^
diiría, i d'Kl nos vengan todos los bienes, i no
haya otra cosa en el mundo, en quien podamos
tenér esperanza, ni debamos de confiár, ni es-
perar socorro; — no debe de ser nombrado, en-
tre los hombres, sinó para semejantes cosas.
Esto es, para darle grázias: para pedirle con-
sejo: para que nos ampare, i favorezca: para
despcrtár, i atraer a los hombres, a conozimicn-
to díl : para testimonio de la verdad , i favor,
de nuestros prójimos: finalmente, para que, de
nuestras palabras, se conozca, la estima que
d'ÉI tenemos en el corazón. De aqui está claro,
cuales son las propias obras d'este Mandamien-
to, por la parte, que es afirmativo, o que en-
zierra en si afirmazión; i cuales son las que lo
Obra* del se- contradizen , por la razón , que es negativo. Las
Sn^enJ-T*" P"™°^^ invocazión del sancto Nombre de
Dios, parala cuál, es meneslér tener fé, i co-
noszimiento, de su unijónito Hijo, Cristo nuestro
Redemptór. Porque nuestra indipnidid es tan
grande, i de tal manera nos condena la con-
zienzia de nuestros pecados , que ningunos bie-
nes osaríamos pedir, ni Csperár, sinó tuviésemos
Medianero, cuya dignidád sea tal, que podamos
confiár en ella, cuál es, la del Redemptór del
mundo. De donde se sigue, cuánto ha de ser
ensalzado , i reverenziado su Nombre : i cómo,
juntamente, se entiende de la doctrina d'este
' segundo Mandamiento. Es también obra d'este
prezepto, hazér grázia al Señor. Esta es una
profesión exteriór, que nasze del primér Man-
Foi.80. damiento. Porque, asi como allí, ' somos in-
formados : que le conozcamos por Criadór, por
* KASDAinESTO. 99
Salvadór, i for Autor de todos los bienes, i, por
tanto, se le deLc crandisimo agradesziiciento, i
obedienzia; asi se nos manda aquí, que demos
testimonio d'esto, entre loshombrcsy gloriando
nos de tal Scñór, confesando sus beneOzios,
e inzitando a los otros, para que lo conoz-
can: qae lo teman: lo crean: i esperen en Él.
Item : es obra d'cste segundo Mandamiento,
alabár al Señor, por todo lo que su Majcstád ha-
ze , agora sea para nosotros próspero , agora sea
adverso: confesando, que la prosperidad viene,
por su misericordia , i la adversidád por nues-
tros pecados: i pedirle siempre remedio, para
las cosas que tocan a su gloria, i para nuestra
salvazión, i sustentamiento. 1 así, son obras
d'este Mandamiento, todas las crazioncs, que la
Iglesia en el ofizio di%-ino haze : i las que hazen
los miembros d'eüa, particularmente. Será tam-
bién obra de este mismo Mandamiento, evitár,
i perseguir las blasfemias i todas las cosas por
donde el Nombre del Seüór es maltratado, i des-
acatado entre las jentes: como son, la pocare-
verenzia, que se tiene a su palabra, i a las co-
sas sanctas. Es propria * obra d'este Mandamien-
to, usár del sancto >'ombre de Dios, i traerlo
por testimonio, para socorro de la verdád, que
t Por Cite paso vemos, qoc
ys en tícmpo del Dr. Cons-
tantino , eran comunes , en
Espara las bloifémias, a qne
se alaHc en una Nota ante-
riór. ni Doctor aboya aqni,
por perteguirlas. ¿Cómo?
¿PciagTiiendo a lo» Hasfe-
90tí Asi, no se desanai^
el mil. Otro remedio bai mas
radical. ¡Por tlasfemo, lan-
bién , persignieion , i quema-
ron al Doctor I
' Esto no es zierto, a mi
pareicr. Ko ¡trwr. Sapiimfr,
en iodo Mf», e) juramento,
es obra de este MaaáamieDto.
Obras contra-
rias del se-
gundo Man-
damiento.
100 DEL SEGUNDO /*
importa, i está on peligro; para la nezcíidád
del prójimo , o para !a de la república: i cuando
es menestér, para la gloria, i lionrra del Señór.
Las obras, que son contra este Mandamiento,
son , las que propriamente son contrarias, i ene-
migas a estas. No invocar a Dios: no dar Le
grázias: invocar Demonios, i cosa? de supersti-
zión: sembrar falsa doctrina, ó defenderla: de-
pravar, i calunmiár la verdadera: no enseñar la
verdad, cuando la vocazión lo pide: no socor-
rer, con * esta misma verdad, cuando es me-
nester: negarla verdad, i desamparar la confe-
sión de Dios, ni por dádivas, ni por intereses,
ni por persecuciones, ni tormento, ni muerte.
Pecan, contra este Mandamiento, los que se
alaban a si mismos, i se atribuyen los dones
de Dios, i quieren, que no a Él, sinó a ellos,
se den las grázias por lo que son , o por lo
que bazcn. Los que por falta de pazienzia, se
maldizeu, i llaman el nombre de Dios, no para
ser favoreszidos, sinó para ser maltratados d'Él.
Los que lo toman, para maldezir a otros, i para
otras semejantes execraziones; habiéndolo do
llamár, para amparo, i para remedio de todos.
Pecan, los que lo mezclan en conjuros, o en en-
salmos, donde hai nombre del Demonio, o de
superstizión , o de vanidád: porque habiendo de
ser en Él solo, la confianza, lo acompañan con
cosas vanas, o diabólicas. Pecan, asimismo, los
que lo llaman, o usan d'Él, para pedirle cosas
ilízitas. Los que lo traen en la boca, con false-
1 En vez de, con esla , pareze , que debería dezír, a esta.
°A MANDAMIENTO. ?• lOÍ
dad, c hipocresía, para, mas a su salvo, encu-
brir algún mal, o daño, que hazcn, o mala vida
que tienen, o engañar a otros, para que los ten-
gan por sánelos, o para fin de otros intereses.
Pecan también, los que usurpan este Nombre,
o las palabras de la Escriplura, i de cosas sáne-
las, para cosas de burla, pará óosas deshones-
tas, para mezclarlas eon fábulas: para dczír do-
naires, o mosirár, que no las creen, o que las
tienen en poco. No pecan menos, los qiio tratan
la doctrina divina, con cosas rio hurlas, para
agradár a la vana jcntc, con vanas imajinazio-
nos, i con mezclado falsedad Pocnn gravisi-
mamentelos perjuros, que traen la summa ver-
dad en testimonio de su mentira, i la quieren
confirmár con ella, i aprovecharse de la relijión
del otro , para blasfemia del nombre divino, f 82-
Pecan los que tienen mal afecto, i mala costum-
bre de jurár, sin propósito, i sin nozcsidád, para
cosas vanas, i de ninguna importanzia, sinó con
temeridád, i menosprczio del juramento.
Dionisio. Ya se puede ver, por lo que habéis
dicho, cuál es la verdadera doctrina, d'cstc sc-
* '>Los que, en un renfildn,
lian vintaih un cnamnrarlo
dislntiiio , í, rn otro , hazcn
un sr.nnonzico cris/iano, que
es nn coiiirnto, i un Tcqnio,
oírle, o /í-í//e.>i— Podría aña-
dirse, nlií, ron Zurvantos:
pues hai maniricsla alusiiín,
mn parcZc , en ése paso , a¡
gran rt>pucsto, i casi riqueza
inagulable, del ramo de nues-
tra Literatura poética anti-
RUR , que comprende Farsas,
Autos, Rclazioncs , Historias,
Ilomarzcs, Canziones , Tro-
vas , i Santorales , i Loas, i
Zcrt.Amcnc« , a lo divino , i
burlesco ; donde, a raudales,
derramaron copia de sales in-
jcniosas los poetas antiguos
de líspaoa : i Ioí imitaron,
después, sin escrúpulo, ni
modo, liasla nuestros prime-
ros Poetas flóri;;os, mas en-
cumbrados, que vinieron, des-
pués que acababan los Inqui-
sidores, de martirizár al Doc-
tor Constantino.
102 'A DEL TERZERO ^
gundo Mandamiento: i conténtame mucho, esta
manera, que lleváis, de dar la razón, del orden
d'estos mandamientos, i por qué uno, ?e sigue
tras otro. Asimismo, aquella explicazión, de có-
mo el negativo, presupone su afirmativo : i los
ejemplos, que ponéis, de por parte de afirmati-
vo, i de negativo: i parézcmc, que lo debéis de
seguir en lodos. Porque, aunque parezca pro-
lijo, i pesado, i contezca, que una misma cosa,
so repite en muchos mandamientos, i, a las ve-
zcs, en uno; hazc mucho al caso esto, para los
que no son tan ejerzitados, i han menester mui
gran dcciarazión : i que se dcszienda con ellos
mui a lo particulár. Seguí, agora, vuestra doctri-
na, I dezid del terzero mandamiento.
Del ierzero Mandamiento de la Leí, i último de la
primera Tabla.
CAPITULO XXVI. .
Amdrosio. K1 terzero Míindamiento, en orden,
es el último de los tres, de la primera Tabla,
en que se acaba de enseñar, e instruir el hom-
bre, en cómo se ha de haber en el servizio, i
honrra del Señór.
Dionisio. Dcclarád mas eso.
AirBROSio. Quiero dezir , que en el primer
Mandamiento, se dijo, qué tal, hablado sér el
corazón del hombre, para con Dios: en el se-
gundo, qué tales, han de ser sus palabras: en
el terzero, se dize, qué tales han de sér todas
las obras.
'A 1U.^DA3IIEST0. S 103
D.'osisro. Esto quiero , que me declaréis mas
llanamente: porque este Mandamiento, es, de
la sanctiGcazióa de la üesta: i, por esta parte,
pcrteneze solamente, a la honrra de Dios. fiiL
Quiero, agora, que me digáis, cómo aquí el
hombre es 'enseñado, en qué manera se ha de
haber en todas las otras obras. O, si entendéis,
solamente de las obras, que pcrteneszen a la re-
relijión, i honrra de Dios
AjffiROsio. Lo que yo entiendo * d'esto, cuan-
do mi Maestro me lo enseñó, es: qae no es otra
cosa « sanctificár las fiestas , i sinó habér ziertos
días, que los Fieles, serialan, i ofreszen al culto
divino : el cuál consiste , en que la Iglesia, con-
curra, a las públicas zerimonias, que san sta-
tuidas, i señaladas, para que esteriormente.
Dios sea reconoszido, acatado, i reverenziada ; i
muestren todos los fieles la obedienzia, que en
esto tienen, i con bueno, i sancto ejemplo, se
provoquen unos á otros. Que en estos tales días,
señaladamente, sea honrrado, llamado, e invo-
cado, i servido, con palabras, i con obras, de
verdadera fé , i de verdadera caridád : i que, en
ellos, la Iglesia se junte a oír la palabra Divina, ^
por la cuál ha de ser alumbrada, i guiada, en
todas las otras cosas. I, por esto, se dize, que
en este Mandamiento, es instituido, el hombre,
de cómo se ha de habér, en todas las otras co-
sas, para con Dios. Porque, no solo es enseña-
l Todo este periodo , atri-
buido a Dionisio, está con-
fuso : pero , no he ereido lízi-
to, el Toriarle, modificándole,
a mi Tolmtád con an ñ. Le
he dejado, paes, intacto.
' Pareze, q:ie debería de-
zir, enlindl.
104 'A Dtr. TKUZEÜÜ ^
do, en cómo lo lia de honrrár cxferiorraente;
cómo ha de tener ziei to culto, i zerimonias, con
que, en la congregazlón de los otros, dé señal,
i profesión de su Fé; cómo lo ha de confesár;
cómo lo ha de llamár, e invocár, para ser ampa-
rado, i favorezido d'Él; — mas también, avisa-
do, i enseñado, que en estos tales dias, ova ' la
doctrina, i palabra de Dios, de la cuál, ha do
deprender, el verdadero uso, i fin, de todas las
otras obras.
Dionisio. Muibién habéis declarado, qué quiere
dezlr, «sanctiQcar la fiesta:» i qué quiero dezir,
«ofrezerlo al Señór.» Mas quiero también que
me digáis, por qué sa manda, que en este tál
Fo!. 84. dia no se haga obra servil: i qué quiere dezlr,
obra servil.
Ambrosio. Obra servil es aquella, en que mío
trabaja, o haze trabajár a otro corporalmente,
sin la nezcsidád, o caridad, (porque, muchas
vezes, se puede, i debe permitir, semejante tra-
bajo); sinó, por solo respecto, de ganar algo, o
por tener en poco, lo que la Iglesia, en los tales
dias, haze. Estas obras prohibió Dios, en el día
del sábado, no, porque entonzes, de sí, fuesen
malas, ni agora lo sean; sinó porque el hombre,
se hallase desembarazado, para la verdadera, i
spirituál sanctificazión de la fiesta. Porque como
61 está en este mundo, como en destierro, i
para ser mantenido, en él, del trabajo, i sudor
de sus manos, da se le lugar, en los otros dias
4 Oya', por oiga. Vea, ca- paña^ para que se congrega
da uno de los Fieles , en Es- )&s días festivos.
'A MANDAMIENTO. 7» " 105
para que trabaje, i busque, lízitos, i honestos
módios, con que pueda mantenerse ^ a sí, i a su
familia, i socorrer, al que tuviere iiezesidád, i
que no lo robe, ni lo adquiera, por maldád, ni
por engaño. Mas, porque entendiendo siempre,
en esto, i empleándose, del todo] en' el cuidado
del cuerpo, i do lo que a esta presente vida per-
tenesze, podría suzedcr, que se olvidase de Dios,
i de la vida spirituál , la cuál es nczcsária, para
gozár de otra mejor, i mas verdadera, i mas lar-
ga vida; — señálasele, zierto tiempo, i día, el
cuál, sea como dezmado, i ofreszido a Dios, en
que se desembarazo, de todos los otros cuida-
dos, [i] extcriór, c interiormente, baga rcconos-
zimiento , al Señór, que lo crió , i lo sustento, en
este mundo, i le tiene prometidos, grandes, i
eternos bienes. I, que para esto, se junte con
los otros miembros, de la Iglesia donde se ha-
llare, en scñál, que tiene, una misma obcdien-
zia con ellos: resziba doctrina, i mantenimiento
spirituál, para su ánima: vaya enseñado , para
obrár todas sus cosas, con fé, i obedienzia del
Señór : sococorra la nczesidád de sus prójimos: Fui
ofrezca sacrifizios spiritualcs de orazión, i de
grázias: conosziendo, i confesando, que, por su
pecado era perdido , i condenado desde su na-
zimiento: i que los trabajos d'esta vida, i los
sudores, i ejerzizios de sus manos, eran ira de
Dios, i maldizión de su pecado: i, que por me-
dio de Jcsu Cristo, Unijénito Hijo suyo , Rcdemp.
tór, i Señór nuestro, se ha vuelto todo, al revés:
que su pecado es perdonado: i la cruz, i tra-
bajo, de su destierro, es tornada en bondizión»
lOC DEL TERZEnO J§
si ól la quiero sufrir en pazicnzia, i en fé, i
amór del Scñór. I , que , do aqui, conozca cuan-
to debc[a| Aquél, que no solo lo sustenta, i lo
bcndize, en los trabajos d'cstc mundo , mas, al
fin d'ellos, lo espera, con quietud, i holganza,
que nunca ha de tener fin.
Dionisio. Ilabeislo declarado, mui a mi con-
tento, i mui verdaderamente, i, zicrtamcntc,
aquella es verdadera fiesta, i donde verdadera-
mente se huelga, en la cual se hizicren tales
considerazioncs, tan dulzes, i tan sabrosas: i de
donde tanta recrcaziún, i descanso, se lleva,
para el trabajo de los otros días. I agora se en-
tiende mcjór, lo que al prinzipio dejistes: Que
aunque esto Mandamiento, paresze, que sola-
mente contiene, las obras, que perteneszcn, al
culto, I honrra de Dios; tiene también doctrina,
i enseñamiento, de todas las obras del hombre.
Pues en semejantes días, se haze una como pro-
visión de doctrina de conoszimicnto , i alivio,
para todos los trabajos, i todas las obras, en que
el hombre ha de pasár esta vida. Grandes miste-
rios tiene este mandamiento, mui spirituales, i
mui provechosos. No sé, si vuestro Maestro, os
dijo algo d'ellos.
Ajicaosio. Dijomc, quo aquí estaban enzerra-
dos grandes secretos: mas, que por cstónzes,
no quería tratúr d'ellos, hasta que yo estuviese
rol. 80. cjerzitado en la guarda do este Mandamiento,
conforme í le declarazión, que 61 me daba, que
es, esta misma, que he hecho.
Dionisio. Hizo mui bién, i mui azertada-
mcntc; porque hai muchos, que luego quieren
í< MANDAMIENTO. ?» 1 07 1
sabór, i ponór en obras, las cosas mui subidas
de spíritu, i de grandes sentimientos, dejando
de cumplir, lo que los mandamientos de Dios, a
la letra, i claramente, piden. I, no solo deján-
dolo de cumplir, mas siendo mui inhábiles, para
las tales obras, i aun burlando d'ellas, i tcnión-
dolas en poco. Vuestro Maestro os aconsejó mui
bión, que os cjcrziteis, en la ejccuzión d'cstc
Mandamiento, según la dcclarazión, que él os
dió: que dcspuós, todo eso otro, se puede entcn-
dér, i en tiempo, que so saque, d'ello, verda-
dero provecho. Porque, a hazerlo al rcvós, como
muchos lo hazen, ni quedariades con lo uno, ni
con lo otro, sinó con engañár a vos mismo, i a
otros. Agora , dezídme las obras, con que este
Mandamiento se guarda, i las contrárias, con
que deja de ser guardado.
Ambrosio. Las obras de este I\Iandamiento obras aoi ter-
sen: oír la palabra de Dios: favoreszér al minis- ^^au-
trod'ella: usár de los sacramentos rectamente:
provocár a otros con su buen ejemplo : concur-
rir, en los días de la Fiesta, al oGzio divino: te-
ner ejerzizio de orazión, de obras de caridád, i
de sanctos, i buenos ejemplos. Las obras contra obras contrá-
él, son: menosprézio de la palabra do Dios: de riasaitcrzcro
las públicas zerimonias : no usár de los sacra- '^^^"'ian"'-"''»-
montos: usár indebidamente d'cUos: instituir re-
lijiones vanas, i supersliziosas: dár malos ejem-
plos, el dia de la Fiesta, para que otros no hagan
lo que son obligados en semejantes días: hazér
obras serviles, que embarazan , e impiden al
hombre, para hazér aquello, a cuyo fin, prin-
zipalmente, la Fiesta es instituida.
i 08 "ifs DEL CUAÍlTO MANDAMIKMO ?í
Dionisio. iVo es mcncstór, quo paséis adelan-
te. Solamcnle, me responded, a una cosa: i
es, ¿qué juzgáis, yos, de muchos, que, aunque
en el día de la Fiesta no trabajen, ni dejan de
oír misa, vemos, cuán mal oyen la misa, i cudn
sin fructo, i cuan peor el sermón? I aquella
hora, i aun lo mas del día, so les pasa, en vanos
pensamientos, en feos, i torpes ejemplos, en
dar, en todas sus cosas, grandes muestras de su
locura, en juegos, en blasfemias, en glotone-
rías *; i en otras muchas cosas, que están, por
nuestros pecados, tan públicas, i sabidas, que
no esmenestér, que yo aquí las repita. ■
Ambrosio. Digo, que aunque [aj aquellos ta-'
les, la Iglesia no los castigue, porque pareze,
que cumplen, con lo exterior d'este Mandamien-
to; tienen otro Juéz, que los castigará; i a quién
darán cuenta del spirituál cumplimiento, de la
sanctiñcazión de la Fiesta.
Dionisio. No es menester', que gastéis mas
palabras: que por lo que habéis diclio , se conos-
ze, que lo tenéis mui bien entendido. Dezíd del
cuarto Mandamiento. ■ ' ■ ■"' • ••
Del cuarto Mandamiéntó de la Lei , i 'primero,
de la segunda Tabla.
CAPITULO XXVII.. ^^.iii;7 ..j.-:,.^
Amdrosio. En el cuárto Mandamiento , co-
mienza la segunda Tabla, en la cuál, el hombre
I Glutonen'as, en el antiguo impreso , por arciismo.
'.A DE i.A i.ni. ?» 109
es enseñado, en cómo se ha de liaLér, con los
otros hombros. Qué respecto los lia de tcnór. Qnk
obras ha de hazór. I de cuáles, so ha do guardar,
para no ofenderlos. I, porque lo prinzipál, que
entro los hombres conserva la paz, i el orden
que Dios les ha puesto, es la obedienzia, i sin
esta, ningún otro bién podría tenór lugar; co-
mienza a tratar, d'ella, el cuarto Mandamiento,
i primero, d'esta segunda Tabla: en el cuál, el
Señor nos manda, que honrremos a nuestros ^o'-
Padres. I, porque este vocablo honrrár , tiene
mui grande significazión , mándasenos aqui, que
no solo les tengamos obedienzia, así liviana-
mente, sino, que les tengamos, un grande res-
pecto, i acatamiento: como a instrumentos, a
quien Dios escojió, para darnos sér en este mun-
do. I asi, nos habernos de preziár, i conten-
tar d'ellos , de cualquier linaje, i condizión,
que sean, como de cosa dada, i escojida de la
mano de tal Señor, e para tan grandes fines, i
efectos. Ilabómoslos do socorrór, en sus nczesi-
dades, e trabajos, con grande amór, i pazienzia,
si, alguna vez, nos fueren difiziles, i enojosos.
Porque, en esta honrra, que aquí se nos pide,
se enzierra un singulár agradeszimionto, que
habernos de tener á nuestros Padre?, e una paga
igual, de lo que por nosotros hizieron. Ellos
nos cnjcndraron, i después de Dios, nos die-
ron sér: criaron nos, i sustentáron nos, con
grande trabajo, i cuidado, i con mucho su-
frimiento, de nuestra niñéz, i de nuestras igno-
ránzias, i pesadumbres. Justo es, que resziban
de nosotros, iguál, i aun mayor benefizio, si
tío "A DEL CUAniO MVND.UIIENTO ^
mnyór lo pudiese haber, que el ser que d'ellos
rcszcbimos. Que, como ellos nos amaron, los
ameraos: como tuvieron grande cuidado de nos-
otros, asi lo tengamos d'ellos: que los sustente-
mos, como nos sustentaron: i que tengamos
siempre en la memoria, cuántas cosas nos su-
frieron, i con cuánto amór, i pazicncia: i co-
nozcamos, que ningún trabajo, ninguna pesa-
dumbre, nos pueden dár, con su pobreza , con
sus enfermedades, con su condizión, o con su
edád; que pueda igualár, con el que nosotros
les dimos, i con todas las ignoránzias, i porfías,
i desvarios, que suelen acompañár, la primera
edád en que nos criaron. I que, sobre todo, re-
I. so. •verenzlcmos en olios , aquella ^ superioridad,
que Dios quiso, que tuviesen sobre nosotros.
Dionisio. Hasta ahí, todo está bien dicho:
resta que digáis, si este Mandamiento se extien-
de a otras personas algunas, o solamente com-
prehende, ú los Padres naturales.
A cuales personas se ha de cxlcndér, lo que pide
el cuarto Mandamiento.
CAPITULO XXVIII.
Aotrosio. Como este Mandamiento sea de
obedienzia, i no de cualquier obedienzia, s¡-
nó de aquella, que es menester, para con-
scrvár el conzierto, i paz, que Dios tiene pues-
ta, i pide, que haya entre los hombres; cla-
ro está que se extenderá, a todos aquellos,
que, para este fin, son superiores, i como pa-
«. DE LA LEI. 9» 111
dvcs. I asi habernos de cntendór, que cu esto
Mandamiento, está mandado , que honrrcmos, i
obedezcamos, a nuestros superiores todo?. Que
los vasallos, obedezcan a sus Reyes, a sus Se-
ñores, a sus Ministros, i a sus Justizias: la mu- ■
jór, al marido : los siervos al Señór: los diszípu-
los, lionrren, i sean agradcszidos á sus Maestros:
i todos estos, a los Perlados, i Ministros de la
Iglesia, por quien son encaminados, i enseña-
dos, para el conosziraiento, i servizio de Dios.
Porque, todos estos, tienen razón , i ofizio de
padres, para con los otros. Los Prinzipes i Jli-
nistros de la Justizia, nos substentan en paz , i
en concordia: el Perlado, paresze, que cnjendra
do nuevo al subdito, enseñándole fó, i cono-
zimiento, del servizio del Señór: el Maesiro, pa-
resze, que da, uno como nuevo ser, al diszipulo:
el Señór, es como padre de su familia: i asi se
puede ir discurriendo, por todos los demáí. I,
por esto, no solo se Ies debe honrra, i aca-
tamiento de exteriores zerimonias, mas tam- Foi.
bién de lengua, de comedimiento, do rcconos-
zér la superioridád, i ventaja, que Dios les quiso
dár: de no perseguir, e infamar sus faltas, si al-
gunas les conosziéremos: de tener respecto, i es-
tima, al oOzio, i cargo que tienen.
Dionisio. Satisfecho habéis, a mi pregunta.
I aunque esta materia, se podría asaz dilatár, i
no sin mucho provecho ; no seré sinó mui bre-
ve, en dczir mi pareszér, azerca d'olla, pués
el tiempo , no da lugar a otra cosa. Mui bién
apuntastcs la razón, porque todos aquellos, que
nombrastes , son comprehendidos en este Man-
112 'A DEL CUARTO JrAXDAMIEíCXO ^
damienlo, que es, por la imitazióu, i razón,
que tienen de padres. I asi, la honrra, que este
Jlandamicnto dizc, que ss les debe; tiene tres
grados, los eualos, diré yo, njora, algo mas
claro , que vos , aunque todo se puede sacAr de
vuestras p.alabras. El primero es : que habernos
de acatar, i estimaren mucho, la prosenzia de
Dios en ellos, dándole muchas grázias, por tal
providenzia, e misericordia, como usa con nos-
otros, en darnos aquellos, por sus Ministros.
' Porque, todos los que, vos, dcjistes, no son, sinó
unos Ministros del Señor, que representan su
prescnzia , su autoridad, i su favor ; i a quien
Él ha cometido sus vezes. Porque el oGzio de
Dios es, darnos ser: hazernos merzéd de conos-
zimiento, de fé, i de amor, para con Él mismo:
dar nos sustentamiento en esta vida: industriar-
nos, para el remedio de nuestros trabajos : ad-
ministrarnos paz, i justizia. De lo cuál todo. Él
haze Ministros, a aquellos, de quien, vos, he-
zistes menzión. I a.si, so les debia, el primér
grado de honrra, que yo dije :como, aque-
llos, que representan, la hondád, i presenzia del
Señor : i ésta habernos de reverenziár en ellos,
i tenerla siempre en nuestra memoria. El se-
Foi. 91. gundo grado de ''honrra, que a estos todos,
se les debe, es, obedienzia: como a persona
i Asi el impreso antiguo, i
no pienso , que sea errata,
por personas. Por lo demás,
jiara cuanto ha dicho , i va
Hiziendo el Dr. en este Capí-
tulo sobre Pastores, i Mitiis-
Iros , i la honrra, que mcre-
zcn ; todo ello , se entenderá
nr-jór , leyendo con ríefen-
zión, clCapítuloX, del Evan-
jelio do s. Juán, donde , al
rebatir nuestro Señór , la ira-
putazión, que se ¡o hizo en
el IX, 24, de ser un impos-
5S. HE LK LEI. ?» 113
a quien Dios dió dignidád, i supcrioricLid sobre
nosotros: i dones de sabiduría, i de podér: i de
las cosas , de que tenemos nczcsidád. I supli-
carle, que siempre los envió talos, que bagan
el ofizio para que son enviados: quo los conser-
vo, i guarde, como a instrumentos, i ministros
de su Providenzia. El terzcro grado de honrra es:
no disminuir su autoridild, infamándolos, por
los defectos que en ellos conosziéremos, o a nos-
otros se nos antojaren. Antes, conoszcr, que si
faltas hai en ellos; nuestros pecados, i ofensas,
han mereszido, que no los tengamos m.cjorcs: i
sufrirlos, en pazienzia, como la cruz puesta por
mano del Señór, sobre nuestros hom.bros, para
aviso, i castigo, de nuestras maldades. I, zierta-
mente, importaba mucho, que este Prezepto, por
ser (si bi6n lo consideramos) jcnerál a toda obc-
dienzia, fuese mui tractado, i mui enseñado, a
todo jénero de hombres. Mas, quiero acabar, con
dczir solam.ente una cosa, que no creo, a vues-
tro Maestro se le olvidó, i es: que asi como este
Prezepto pide obcdienzia, a toda manera, i
suerte de hombre, por la forma, i manera que
habcmos declarado; asi por un secreto camino ^
l ír; muestra con c=n alcgriría
pnslorúl, qvio nada buscaba,
sino jl bcccrizio del pueblo:
que Kl fué el verdadero Pas-
tór, i Mesías: que los que se
llamaban Pastores , i exco-
mulgaban, a los que le rcco-
nnzlan por el Mesías; eran
cnscñarlorcs falsos, c impo<i-
tnrcs, que lejos de buscar Kl,
su interés rropio, romo liazc
un impostor -. buscaba solo el
bién del pueblo, i daba por
ellos la vida: i que solo mc-
rczen cl nom_brc de Pnsíores,
los quo de Kl lian aprendido,
i prcdiran su docirina.
1 Gran fuerza tiene, a mi
ver, este modismo del Doc-
tór. Porque, sentando, que es-
te iirc:c¡!ln de la ohcdtcnzin,
es un .^errctn inndn Ican^innj
de e.rijtr ipcdirl, >m dchúr im-
preszindiblc de los Supurio-
res; — vino a dezlr a Carlos V,
i a Felipe II., i a los Prcla-
S
114 DEL CUAUTO ÍFANDAMIETO
pido a todos los Superiores, la manera, en qiio so
han de haber con los súliditos. De manera que
no es menos obligado, a este Mandamiento, el
padre, al hijo; i el superiór, al subdito; i el ma-
rido, a la mujer: i el señor, al siervo; que, por
lo contrario: aunque, por otra considcrazión:
la cuál está cubierta en el mismo Mandamien-
to. Porque, cuando se dize, que el hijo lionrrc,
i obedezca al padre; cntióndese, que es por ra-
zón del ofizio, que el padre tiene para con el
hijo, que es no solo ser padre natural, mas tam-
bién, tenér cuidado de su crianza, i de sus
Fol, 92. costumbres: f do cjerzitarlo en virtud, i conos-
zimiento de Dios. Donde claramente, hablando
con el hijo, se le pide, al padre, ofizio del Pa-
dre. I, en pedir al subdito que obedezca, i
honrrc al Perlado, se le dá a entender al Per-
lado, los dones, que ha de tenér, para ser Per-
lado. La dilijenzia, la szienzia , i el zclo, que se
ha de hallár, en el Pastor; de las ánimas que
tiene a cargo. Esto es, lo que también a él, se
' le pide, en este Mandamiento: lo cuál, si no
tiene, sepa, que no es llamado de Dios, para
tal ofizio. Por este mismo camino, se le pide al
Prinzipc lo que se requiere, para el gobierno,
para la justizia, i la paz de sus vasallos. I, al Mi-
nistro de la justizia, la szienzia, i guarda de las
Leyes: la fiél cjccuzión de laverdád. Por ésto
camino, podríamos ir discurriendo por el ma-
dos, i a los Tciílogos autori-
zados de su tiempo: "Por
secreto modo, me es pcmi-
lido , llariiir viicslra nlcn-
lión: mirád bión, lo que ha-
zcis, c'c.»— Véase adelante.
Pero ellos, no hizieron mas,
que cojér, i prender, i matar
a¡ Doctor.
cuarto m
damicntn
DE lA LEI. ?» 115
ritió pnra con la miijór: i por todoK los estados.
Mas, porque pasemos adelanto, i porque esto
basta, para quien tanta afizión tiene, de guar-
dar los Mandamientos de Dios, como, vos, mos-
tráis; acabaremos con que, vos, en breve sum-
ma, contéis algunas de las obras, que este
Mandamiento requiere, i los pecados, que con-
tra él se cometen : como habéis hecho en Ins
otros Mandamientos.
Ambrosio. Las obras d'este Mandamiento '^'^"s
son, las que, en summa, se han dicho, en la
explicazión d'él , que es , no solo tener cxtc-
riór acatamiento, mas también interior, a los
padres naturales ; a los espirituales: i ministros
del Evanjelio; a los Prínzipes , i Gobernadores
de la paz i justizia temporál : las mujeres , a
sus maridos: i Siervos, al Señor. Perqué, lo-
dos estos, son ministros de su Providcnzia,
[mándasenos J • los obedezcamos, hasta en tan-
to, que manden, cosa contra el servizio suyo.
Porque , en mandando esto , luego dejan de ser
sus ministros. Donde mas claramente se en-
tiende, cuánto quiere Dios, que los honrrc- Foi.03.
mos , cuando no mandan , cosa contra su servi-
zio. Pecan contra esto Mandamiento , los que obras contr.i-
menosprczian a sus padres : los que se afrentan ['^^
del linaje, o bajeza de ellos: los que los niegan,
por hazersc de otro linaje, o por otro cualqu¡6r
interese : los que no los obedezca , en lo que
justamente mandan: los que les responden des-
Mandamiento
' Se suple isa voz, por tal- descuido, o errata , en el ini-
tár, o, otra semejante, por preso antiguo.
tlG "f. DFX ciiAnro mandamiento ??
acatadamente: los quo, on presencia, o en au-
scnzia, lial)lnn fnal d'cllos; los que descu-
bren ?us faltas: los que hurlan, i escarncszcn
d'ellos: los que menospre/ian sus razones, i au-
toridád : los que los desamparan en los trabajos,
¡ nczesidadcs. Pecan, los subditos, que menos-
prezian las Leyes de los Superiores: que les
niegan los tributos, que se les deben , o los de-
fraudan en la paga d'ellos: los que los infa-
man, i son causa, quo el pueblo los mcnospre-
zic: los que son scdiziosos, i alborotadores con-
tra ellos. Con estos mismos pecados, quebran-
tan la guarda de este Mandamiento, los quo los
cometen, contra los ministros de la Iglesia. To-
do esto so entiende, según la parte de la auto-
ridad, e jurisdizión, que cada uno, tiene sobre
su subdito. Porque, en una manera, es la del
marido, con la mujer: en otra, la del maes-
tro, con el diszipulo: en otra la del padre, con
el hijo. Aunque a todo?, jcncralmcnte, se les
debe, acatamiento, i gratitud. I si algunas dife-
-renzias bai, de unas obedienzias, aotra.s, serán
mui lijeras de conoszér, al que tiene afizión a
guardar el Jlandamiento de Dios. Los Superiores
pecan, si no guardan la regla, que, en el prin-
zipio dije. El padre, que no tiene cuidado de
criAr a su liijo: que no lo ama, como a fructo,
que Dios le dió: que no lo encamina, e indus-
tria, a que obedezca los Mandamientos de Dios.
El Prínzipe, que pone injustas leyes: que no
Foi. üi. haze ejecutar las justas, que, con tiranía, toma
lo que no le deben los subditos: que permite
malos ministros : que se deja corrompér por
^ DE LA LEI. ?S 117
favores, por gr;\zia, o por desamór, o por dádi-
vas, o por intereses. Por estos mismos caminos,
ofenden los otros Ministros. I, de aquí se veo,
por que manera lo quebrantan, los Perlados
eclesiásticos, menosprcziando la szienzia, que
han mcncstér para el gobierno de sus ovejas:
permitiendo que sean mal apazentadas: tenien-
do mas cuidado de los bienes temporales, que
do los spirituales
Dionisio. Lo dicho, me parezo, que basta,
para el entendimiento d'cste prczcpto. Aunque,
según yo veo, que vos, lo entendéis, bién me
pareze, que podriades pasar adelante. Dezid del
quinto Mandamiento.
Del quinto Mandamiento de la Lei.
CAPITULO XXIX.
A.Miinosio. El quinto Mandamiento es: No
matarás. Este tiene su razón, i orden, como los
otros, que habemos dicho: porque, propriamen-
te, tras el Mandamiento déla obedienzia, viene,
el que nos enseña, lo que en particulár debe-
mos hazér, con todos los hombres de cualquier
suerte, i condizión que sean -. I porque lo quo los
hombres mas aman , i mas estiman ; de las cosas
i El Doctor parpzc aquí se-
ñalar tres pecados frccuontcí,
en un Prelado malo : mcnos-
prczio de la Biblia: quitár esc
pasto del alma , a sus subdi-
tos : codizia, junta con ambi-
zión.
* Con lo'hs los hom-
bres, etc. Nótese, alil, el
distintivo del rristiani-mo ; el
cristiano , dehc amnr , t no
perseguir, al que no tiene por
tal. Léase bien.
118 "/i DEL QUINTO MANDAMIEN'íO ^
d'cstc mundo, es la vida; por eso, se pone cslc
Mandamiento en la delantera, en que fsej nos
manda : que a ninguno de nuestros prójimos
quitemos la vida, por nuestra propria auto-
ridád ».
DiONisiO. ¿Por qué dezís, eso, de nuestra au-
toridad? Porque, pareszo, que dais a entender,
' que por ajena autoridád, podría , alguno, matar
a otro.
Ambrosio. Asi es la verdád. Porque el que
es ministro de la Justizia, puede, por autoridád
.05. de la Lei, o de su Superior, quitár la vida a
otro. Mas esta no es particular venganza de al-
guno , sinó de toda la república, a la cuál, con-
viene castigár, e quitár de sí, los malos, c pcr-
judiziales miembros , que pervierten, en ella, la
paz, i la justizia, i servizio de Dios. Estos son
justamente castigados, porque, quebrantan, i
raenosprczian, el cuarto Mandamiento de la
obedienzia, que agora dijimos, con grande desa-
sosiego, i daño, de la república, i de lo que Dios
quiere, i ordena : i , d'esta manera de matar, no
habla nuestro Mandamiento: porque esto so en-
zierra, eii la pena, que mcrcszen muchos, de
los que quebrantan el cuarto, i primero d'esta
segunda Tabla. En este, solamente se trata de
la particular venganza, que muchas vczes los
hombres, por su propria autoridád, quieren to-
már. Por este Mandamiento, no solo es prohi-
bido matár al hombre extcriormcntc, mas tam-
i por la ojrnn, tampoco: mulgado ya el Kvarjclio, c
añadiría yo. La vida de un Buena Nueva. Sirva esta Ko-
hombre , es inviolable, pro- ta, para lo que iigue.
?S DF, LA LEI. 9t 110
bién los afectos,' i pasiones' del corazón, de
donde se suele rccrczcr la voluntad, i obra, de
matár: porque, prohibido el efecto, es vista ser
prohibida la cáusa. Las pasiones, de donde pro-
zede la voluntad, o obra, de ser homizida, son:
ira, soberbia, invidia, avarizia, deseo do ven-
ganza, o de otros intereses, a que nuestra mala
inclinazión nos atrae. Todos estos malos afectos
son, por este prezepto, prohibidos, como cau-
sas, i despertadores de tan mala obra, como es
el homizidio. I, porque de tan malas cáu-
sas, ningunos efectos pueden naszér, que tam-
bién no sean malos; son también vedados , por
esta misma razón, la infamia de mi prójimo; el
hablar de manera, que atraya, a otros, en ira,
o menosprezio d'él. Finalmente, nos obliga, este
Mandamiento, a que ni con obras, ni con len-
gua, ni con ocasión, ni voluntád; seamos per-
judiziales, o dañosos f a los hombres La raíz i Foi. 9g.
fundamento, del mal, que de un hombre viene
a otro, naszc en el corazón: de allí, se encamina
a la lengua, i a las manos, i a todas las otras
obras, por donde el hombre os maltrae tado do
su prójimo. Por esta razón, hnbcmos de enten-
der, que prinzipalmente, son prohibidas en este
Mandamiento, todas cualesquiér pasiones , que
pueden encaminár el corazón del hombre, a
cualquiér daño, i perjuizio do otro. Quiere
Dios, entre los hombres, grande concordia, i
1 Pccapazitonbii'n, los qtio fox i. los hombres con fus
jnzgan, perFig^uiencIo, a otros obrn:^, i sns Icnqnnt; rn Ins
por rdusasfie rclijion; si son, ocasiones, i con la volunlád.
o no, per judiziales, i daño-
120 » DEL QUINTO MANDAjriENTO
amistád, i grande libcralidád, i largueza do los
unos, para con los otros. Porque como todo el
mundo, sea criado por causa del hombre, i el
mismo mundo, no sea, sinóun traslado, ¡ muestra
del amór, i de la benefizcnzia de Dios; en ningu-
na otra cosa mas, se puede conoszér este amór, i
esta liberalidád, i largueza de Dios, que en la
paz, i en la concordia de los hombres, que Él
crió , para ser conoszido en ellos. Porque , con
ella, dan a entendór, que son siervos, i vasallos,
de un mismo Señór; que reconoszen una mis-
ma fuente, ¡orijen de todos sus bienes. I, por
el contrai-io, con la discordia , i enemistád, pa-
reszo que quieren dezir, que no son todos de una
casa, ni viven debajo de una misma obedionzia;
pues no imitan todos a un Señór, ni le pares-
zen, en la paz, para que los crió; ni en la mag-
nifizenzia, que con todos ellos ha usado. Do
aqui es, que los que mas procuran, por la con-
servazión d'esta paz, i raayór pazienzia tienen,
porque no sea deshecha, ni rompida, mas zier-
tos, i mas conoszidos siervos, son del Señor: i
así, testifica d'ellos, nuestro Rcdcmptór, en el
Evanjelio:— «Bienaventurados los paziñcos: por-
que estos, serán llamados hijos de Dios.» Bien-
aventurados los mansos; porque ellos, poseerán
Fol.97. la tierra.»— Dando f a entender, que estos so-
los, responden, i aprueban, como verdaderos
hijos: estos dan testimonio, de quien los crió,
en el mundo representando aquella bondád,
aquella paz, i concordia, que so requiere, que
tengan los hijos de un mismo Padre, i de tal
Padre: ellos solos, usan del dominio de la
"A DE L\ LEI. 9S 1'21
tierra , según la condizión , i fin , para que
les füc entregada. I asi, los que rompen, i mc-
nosprczian esta paz, i que ninguna cosa quie-
ren sufrir, ni hazcr, por respecto de la con-
servazión d'ella; son como deshazcdores , i
afrentadores do la obra de Diós; i dados, i sen-
tenziados , por enemigos suyos : porque en cuan-
to en ellos es, borran , i desbazcn, el traslado,
con que Dios en este mundo, mas representado,
i conoszido es.
Dionisio. Cuanto, que, si d'esta manera, vos,
entendistes , todo lo que vuestro Maestro , os en-
señó: yo os digo, que no estáis mui lejos, de
ser tan Maestro como él. Quiera Dios, que con
aquella aüzión lo pongáis en obra, con que, pa-
rcsze, que lo dezis. No quiero, que paséis mas
adelante, en esto, sinó, que me digáis, las
obras afirmativas de este Mandamiento, i luego,
las negativas: porque, este Mandamiento, aun-
que es negativo, no estará sin su afirmativo.
Esto, no es para mas, de para que se dé, una
mui llana, i fazil cxplicazión, de los Mandamien-
tos: que, a la vcrdád, bién mirado, todo se cn-
zierra en la declarazión que dais d'ellos.
Ambrosio. Este Mandamiento , aunque vaya ohras ,m
dado por via de negazión, diziendo: «No mata- 1"'"^'^'
rás :» sigúese d'cl, manifiestamente, que inclu-
ye en sí afirmazión : porque probibicndo los
malos afectos del corazón, que son en perjuizio
del prójimo; es visto, pedir buenos, i provecho-
sos afectos , para el mismo : i, probiliicndo ma-
las palabras, i obras, es visto, pcdii'Ins buenas.
I asi, /■ las obras d'cste Mandañiicntü, perla i-ci.os.
122 DEL QUINTO MANnAMlKNTO ^
parto afirmativa, son: buen z.elo, ilc los bie-
nes de su prójimo: perdón do todas las injurias:
pazicnzia, i sufrimiento en ellas: socorro en las
nczcsidadcs : rogár a Dios, que lo ampare , i lo
favorezca, en los bienes del cuerpo, i del áni-
ma. Señaladamente, en este Mandamiento, es
encomendada la pazicn/.ia, sin la cuál, no so
puede conservar, la paz, i concordia, entre los
hombres. Pedir al Señór, socorro para todo esto:
porque el corazón humano, do su propria raíz,
i naturaleza, es soberbio, i mal sufrido, i ami-
go de verse vengado. Suplicarle, con toda hu-
mildad, que , para esto caso, haga nuestro cora-
zón, tán largo como Él lo pide: que nos- dé,
mansedumbre para con nuestros prójimos: es-
tudio', i dilijenzia, do paz, i concordia, con
ellos mismos: largueza para mcnospreziár todo
aquello, que, en esto, pusiere estorbo. Que no
I domos mal, por mal: sino, quo antes, por el
mal, demos bión. Quo reguemos, por nuestros
enemigos: i que confiemos, de la gi'an bondad,
i misericordia do Dios , que los ha de convertir,,
Obras con- i encaminar a buen fin. Las obras d'eslc mismo
irarias al Mandamiento, por la partc , quo OS negativo. O,
damic°nio7' ^^^^ hobVlc mas propriamentc, aquellas, por
donde 61 es, quebrantado, i mcnosprcziado,
son: ira, i rcncór, con el prójimo : invidia: deseo
de alguna venganza: palabras injuriosas, en au-
scnzia, o en prcscnzia: cscripturas, con que lo
infamen, i afrenten. Ser calumniadór do sus pa-
1 Esluriio, aquí, tiene la iiicliitazión, deseo, amór,
:\zcp2iún lalina, de, afnióii,
DE LA LKI. % 123
labras, o de sus obras: scrmalsin, para contra
úl: dar consentimiento o consejo, para contra
ello: poder le socorrer en sus nozcsidadcs, i no
hazcrlo. Pecan contra este Mandamiento, los
que hazen hechizos, o dan bebedizos, de donde
se rccrcszo daño para la salud, o juizio, de poi. .,9.
los hombres: las madres, que matan, en el
vientre, a sus hijos; o hazcn cosas, con que
estorban el conzebimiento d'ellos: los que se
matan a sí mismos; o, por malos rejimientos,
por gula, i desenfrenamiento, o, por otras por-
fías, o superstiziones, azelerau su muerte, o
cortan miembros de su cuerpo: los ministros de
la justizia, que no por solo zelo d'ella, sinó con
crueldad, i menosprezio de los hombres, la po-
nen en ejecuzión.
Dionisio. No digáis mas, que harto sería de
rudo, quien por las reglas, que habéis dado, no
sacase las que dejais. Dczid del sexto j\Ian-
damiento. I, pues que comcnzastes, a dar la ra-
zón del conzicrto, i orden, que hai entre ellos;
diréis, porqué éste, se sigue tras este otro, del
no matar, como hasta aquí habéis hecho.
Del sexto Mandamiento de la Lei.
CAPITULO XXX.
A.^InR0SI0. El sexto Mandamiento es: uNo co-
meterás adulterio.» Es negativo, como el pasa-
do, mas tiene también su afirmativo.
Dionisio. Luego declarareis eso punto. Dú-
zid, agora, de lo primero.
124 'A DEL SEXTO MANDAMIENTO ?»
AMnnosio. La cosa, qup, dcspuós de la vida,
el liomhro mas eslima, i ama; es la mujer, que.
tiene consigo , juntada por matrimonio : i asi lo
muestra la cxpcricnzia, en todos aquellos hom-
bres que no desvarían de la razón. Este amor,
mandó Dios, que hobicsc, entre el hombre, i la
muj6r: i puso grande inclinazión, i grandes
prendas para ello Porque, de ninguno hazc
tanta conüanza el hombre , como de su propria
mujer: i la mujer de su proprio marido. Ko solo
tienen la \ida, i la casa, juntos; mas todos los
bienes, i trabajos, son, entre ellos, comunica-
Foi. 100. dos, /■ i como unos : i sobre todo, la igual parte,
que tienen eu los hijos, si Dios se los da. De
aquí es, que después de quitar Lívida, al hom-
bre; la mayór injuria, que se le puede hazcr,
es tomarle su mujer, o, a la mujer tomarle el
marido. Porque es quebrantar, i deshazér aque-
lla grande amistád, i gran fe, que entre ellos
hai. Por esto, este Mandamieto, de «no cometer
adulterio,» se sigue luego tras el otro, do «no
matarás. » I asi como el quebrantamiento del
otro, es grande mcnosprezio de la obra de Dios;
así lo es este, de la fé, que Él quiso, que hobie-
se, entre el hombre, i la mujer. De la zertinidád,
que a cada uno dió, para que conoziesc su pro-
prio hijo, i tuviese cargo d'él, como de cosa tan
suya; i del sacramento grande, que, por esto,
es signiücado, que es, el espiritual matrimonio
1 Váyaso nolan(!o , enlodo rrilrcamcntc soslcnidas, por
cslo , cuán fuertes razones la fuerza de los gobiernos.
BC desprenden, naturalmenlo, Véase. Ep. I. a Tiiiiolco.
contra las leyes humanas, Cap. iv. 3.
del zclibalo, prescritas , i sa-
DE LA I.EI. ?! 125
(le entre Cristo, nuestro Redempfór, i la Iglcsin,
que t\ redimió. De lodo esto linzc burla , i es-
carnio, el que quebranta este Mandamiento.
Dionisio. Pasta eso, que habéis dicho, para
que entendamos, cuan grande mal es, no guar-
dar este Mandamiento. Mas, es menester, que
paséis mas adelante, i nos digáis, si solamente
es defendido por este Mandamiento, tom.-lr la
mujér ajena, o el marido ajeno; o, también
otras cosas, por donde los hombres, algunas ve-
zes, veemos, que han cometido fealdades, ¡ tor-
pedades.
Ambrosio. Por esto comenzó a dezír, que este
Mandamiento, aunque es negativo, contiene en
si, un afirmativo, i según ambas maneras, so
ha de considerar, para ser bien entendido. Por-
que, cuando se prohibe el adulterio, prohíbese,
por el consiguiente, la raiz donde * esta mala obra
nasze: como dije en este otro Mandamiento de
no matár:» porque si la raiz no fuese mala, no
se daría por malo, el fructo que d'cUa .salo. I
quien avisa, que se /" guarden del fructo, como f»!-
de cosa mortífera, i pestilenziál; da a entender
la maldad, que la raíz, en si, tiene. I asi digo,
que en este Mandamiento, es prohibido, el áni-
mo, que es mal inclinado , i consontidór de cosa
deshonesta, i fea. I a.si, es vedada aquí, toda
obra, i todo consentimiento, con que la hones-
tidad, i limpieza, os quebrantada, de cualquier
manera, que sea. Porque es vedado todo des-
enfrenado apetito: i todo aquello', que fuere en-
> Dónde, por d'oniic, o de dizc: «do sale .i mover Erticr-
doiide. As(Fr. Luis de León, ra, por, de donde saV, etc.
<.)br.-is dd
soxio man-
(lamicnti).
flbras con-
trárias al
sexto Man-
damiento.
12C> r/:. DEL SEXTO M.\NnA>:iENTO
cnmin.ldo, ó tuviere pcmojanza , o rastro, de lo
que solamente es permitido, a los qnc están
juntados en lejitimo matrimonio. 1 asi, en el
Mandamiento afirmativo, quo este negativo con-
sigo trac, se nos demanda en este caso, toda
limpieza de cuerpo, i do Anima. Porque, como
el ánima, sea casa, i posada de Dios, i el cuer-
po, lo sea del ánima; quiere Él, que todo ello,
esté sailctiñcado a su servizio, i limpio, i puro,
como conviene a casa, donde tal Scñúr, dizc
que quiere morar. Por esto en este Mandamiento,
so nos demandan castos, e limpios pensamien-
tos: la vista, i todas las muestras, que de nos-
otros salieren : las palabras, que habláremos: las
cónversazioncs, que tuviéremos, todas, con ho-
nestas señales, i ejemplos. I, que no demos
ocasión, que por nuestra culpa, i descuido, juz-
gue nadie otra cosa de nosotros. I estas son las
obras', por donde este mandamiento es guarda-
do, por la parte de su afirmazión.
Dio.MSio. Dczid las otras, por donde es me-
nospreziado, i rompido; que serán las contrá-
rias de las que agora dejistes.
Ambrosio. Así es verdad. Las Obras contrá-
rias a este Mandamiento son: pensamientos tor-
pes: hablas encarriinadas á ello: muestras, o
mirár deshonesto; tcnér tracto, o conversazión,
con jenfc, que livianamente es atraída, a seme-
jantes pláticas: darles f ocasión a alguna li-
viandad: dar consentimiento en semejantes co-
sas; favoreszerlas; o dejarlas de estorbár. Pe-
can, contra este Mandamiento, las madres, i
padres, que no dan grande ejemplo de honesti-
'A DE LA LEI. /S \'2~
t\fu\ ;\ sus hijos: qnfi no ponen dilijcnzia on
giianlai-los. Las que dpjnn a sus hijas anclár dos-
inandaJas, por donde se los puede recroszér in-
con viniente alguno. Los que tienen súbd¡l,o.<í
deljajo do su mano, ¡ en esto caso no tienen la
vijilanzia, sobre ellos, que es menester. El ma-
rido , que con sú propria tfiujcr, usa desenfrena-
da, e ilizltamente, nO según la rcverenzia, que
el matrimonio les permite. Los que, por comi-
das, ¡ regalos, dejan creszér en su cuerpo, las
fuerzas, e tiranía do su rum apetito. Los que
usan de gal.is, i otras semejantes cosa?, para
esto fin; para paroszér bión, i provocar en sí, o
en otros, estas tales locuras. Los que hazon In
mismo, con músicas: con scripturas do vanida-
des. Los que las componen, i escriben. Los hi-
pócritas, que debajo de palabras sanctas, i de
cosas do rclijión, encubren, i crian pensamien-
tos feos; i con tales achaques, tienen convcr-
saziofiós, i compañas peligrosas. Pecan también,
gravemente, los que por alguna compaña, o
convcrsazión , sufren , que haya sc.'^ndalo , e in-
famia d'ello, entre la jente: porque, en este
caso, no basta tener uno limpio su corazón,
sinó, que es menester, que, en cuanto en si es,
eslorbc el pcrjuizio, de su fama, o de la ajena.
Dionisio. No quiero, que por agora, gaste-
mos mas tiempo en esto: aunque, por zierlo,
vos, lo habéis dkho, de lal manera, que no
solo, a vos, se deben muchas grázias, por ello;
mas también a vuestro Maestro: i, aun no sé,
si mas prinzipalmcntc , que a Tos. Pues os en-
señó, que tratváscdcs de tal materia, tan limpia,
128 'A DEL SÉPTIMO MANDAMIENTO
Fol. 103. i inii castamente, sin f meteros en otras tor-
pcdadcs, lie que niuclios, liazen mui gran-
des, i mui largas pláticas, i mui sin provecho
porque, por nuestros pecados, mas se sabe,
d'ello, que os mcncstér; i solamente hablár en
ello, es afrenta. Vos dejistcs, en summa, lo que
haze al caso: i encarczistes mui bión; la viji-
lánzia, que en esto caso, todas las jentes deben
traér sobro sí, por ser la flaqueza humana tan
grande^^, i los peligros, tántos, i tan a la mano.
Lo demás, sépanlo los confe.<íores , para cuando
fuere menester. Vos, dezíd del séptimo Man-
damiento, do la manera que habéis dicho, do
todos los otros.
Dd séptimo Mandamiento de la Lci.
CAPITULO XXXL
Amurosio. El séptimo Mandamiento es : «No
Imrtarás.» Este, también es negativo, i tiene su
afirmativo : sigúese, en orden, tras este otro,
de que agora dijimos. Porque, después de la
mujér, lo que mas ama el hombre, son todos
los otros bienes, como son los hijos, i los bienes
temporales, i lo que pareszc , que va en corapa-
1 KI Doctór aUidp, aquí, a
i-sos «Artes de onszEMnAD»
i|uc tanto abundan en Espa-
ña: ronifipor ejemplo: uArle
tic bifn rniifcsár : assi pura
el confciór, como para el pe-
nitcnle : hecha pnr el licve-
reiiiio Maestro Pedro Ciruelo.
M.n.Xlviü. Sevilla. Svo.o i
vtrcs, n\ucbo mas obszcnos
aun. La enmienda, de esto,
en nuestros tiempos, la mani-
fiesta', en sus muchas cdi/io-
ncs'í el obxzenisimo : '•¡¡cdo
práctico, i Fntil de haz.i'r
una Cnnfcsifin jct!rr/tl.--Com-
puesto por el V. Pedro Cala-
tayful , Misionero de la Com-
ruíiia de Jesús; que es una
verdadera Spintria.
•«í. DE I.A LEI. ^ 120
ñia d'esto; por esta razón, en este Mandamien-
to, so nos dizn: que no tomemos, a otro, lo
que es suyo. En esto, tiene lugár, la misma ra-
zón, que en los otros Mandamientos dijo, para
mayor, i verdadera e.xplicazión d'ellos. 1 es,
que, prohibiendo el hurto, se sigue luego, que
son también prohibidas las raizcs, de donde sa-
le el hurtar. Esta es, la avarizia: la cobdizia
de las cosas ajenas: la invidia d"ellas: el me-
nosprezio de quien las tiene. I, por el contra-
rio, se nos manda, la dispusizión, que en este
caso, en nuestro corazón, habernos de tener,
que es el íilandamiento afirmativo, que el nega-
tivo, trae en su compañía, i lo presupone. Es-
ta dispusizión, es una buena, i larga volun- ^oi. io4.
tád. de alegrarnos, de los bienes de nuestros
prójimos: que seamos, en esto, sanos, i libera-
les : ¡ que estemos t;in lejos , de pesarnos de los
bienes ajenos; que estemos aparejados, para dar
de los nuestros, cuando ocurriere la nczesidád.
Quien esta dispusizión tuviere, tiene aparejo
mui fazil, para el cumplimiento de las obras
d'este prezepto, por la parte, que enzicrra en
si un afirmativo. Las obras conlrárias a él, son,
tomar alguna cosa de la hazicnda ajena, contra
la disposizión, i mandamiento, délas leyes: robár
loshijos ajenos, sosacarlos, i persuadirlosparaque
hagan alguna cosa mal hecha; o que no obedezcan
a sus padres: rcszcbir d'ellos alguna cosa estando
en podér de los padres, i tutores. La misma cuen-
ta es, de los siervos, i mujeres casadas. Pecan
contra este Mandamiento , los que no obedeszen
las sentenzias de los Juezes, que tienen .lutori-
i
130 ora, séptimo mandamiento ?í
(lád do juzgír: los que Iracn pleitos injustos: los
que injustamente los dilatan : los que encubren
las scripluras, i el camino, por donde se podría
saber la verdád : los que son consejeros, 1 mi-
nistros d'cUo: los que alegan mentira, i false-
dad, i se aprovechan d'ella : los que no pagan
cumplidamente, las rentas de los Prínzipes, i
délas Repúblicas, fi] los diezmos ' de las igle-
sias: los Señores, que no pagan á los criados, o
les dilatan las pagas, con daño, i detrimento
d'ellos, los que no pagan, a tiempo; o lo alar-
gan, o pleitean, por traér á los otros, a ta-
les conziertos, que pierdan, do lo que so les
debía: los Prínzipes, que tiránicamente lle-
van, lo que no se les debe, que no emplean,
lo que justamente se les debe, en aquello para
que es. Lo mismo [digo], de los Perlados ecle-
si.isticos. Pecan los juezcs, o ministros de ofi-
105. zios públicos, que llevan mas derechos de lo
que se les debe; o usan de ai te?, im añeras, por
donde los otros se los den. Los que faisán, o
mezclan las cosas que venden: o dan uno poi-
otro: o no tál, cual debía de ser, conforme a las
leyes, que sobre ello están puestas; con pala-
bras, con pesos, i medidas falsas, i de otras
muchas maneras. Los que usan de contractos
usurários, e injustos. Los que, contra derecho,
i La conlribiizit'in ilcl /))>;-
mo , no fxi>to, lir hecho, i
existo en el Catctismn, que
se enseña en tod.'i^ las ]■>-
ciielns do K^paña : que es
anoniilía ridicula, i vcrponzo-
sa. El [)ic:.nio , os , solo , o,
fué Leí juilnica. Nuestra Lei
nueva, o Cristiov/i , ivpiifrna,
1 ccm-lrna loítn clase ilc con-
Irihuzión re¡i]wxa, Torzada.
Todo lo que den , los cristia-
nos , por motivo de relijiñn, o
culto ; debe ser vo/iirilnrin.
TxlüPredicadórdcIF.vanjelio,
lehe nianlenerse í su cesta.
"A DK LA LEI. J5
131
1 vcrdád, votan en Cabildos, en Juizios, o Ayun-
tamientos. Los que admiten personas indignas, o
las prefieren a otras , para ofizios eclesiásticos,
o seglares. Los Juezes, que permiten malos ofi-
ziales, que dañan lo que hazen, o -lo menosca-
ban: porque estos, son todos, ladrones do la
república «. Así lo son, los que llevan salá-
rios de la república, o délas personas d'ella,
por cargos, para los cuales, ellos no son sufi-
zientes. Los hipócritas: los que con íinjidas san-
tidades, con milagros falsos, o con mentiras, i
vanos induzimientos, i muestras; engañan la
jente simple, i comen la limosna, que había de
ser, de los pobres. I, según la cosa es, de mas
calidád, o de mayór importanzia; asi será ma-
yór, el pecado, i el hurto. Pecan, los que con
palabras, o otras maneras, quitan á otro la fa-
ma, i son causa, que no alcanzo, lo que pudiera
alcanzár, por la mala obra de los que lo estor-
baron indebidamente. Pecan, asimismo, los que
no socorren la nezcsidád de su prójimo, cuando
lo vcen en ella: porque tal puede ser la neze-
sidád, que sea, quitarle su hazienda. Porque, en
aquél tal caso, como cosa própria se le debía, i
no era, el que le había de socorrér, sinó, uno
como depositario, para proveerle, en viéndole
en tal nezesidád. Finalmente, pecan contra este
Mandamiento, los que desconfian de la verdád,
do la bondad , c misericordia de Dios, por donde
vienen á socorrerse, i a remediarse por malos t rol. loo.
» Este mal, continúa , en nfilcs de jiisllzi.i, son lo que
aumento, en toda España : i en la versión Vulgata se dizr,
Je tal manera, que los tribu- s]>eltiiirn Iníroniim.
132 'A oni. sí;PTiMO mandamiento
medios, i malos consejos Porque, de aqui,
naszc el hurtar, i el querer usurpár lo ajeno,
por tantas, ¡ tan malas maneras.
Dionisio. Aunque, azcrca d'csto Mandamien-
to, no hobiéradcs dicho, sinó esta postrera ra-
zón; bastara, para que yo viera, cuan bién, os
lo enseñaron, i cuán bión lo cnlcndistos vos.
Porque, ziertamente, este demasiado cuidado,
que tiene el hombre pecador, de su honrra, i
de lo que ha menester, i de lo que ha de dejar
a sus herederos; es la fuente, de donde mana
tanta codizia, i tantos i tan graves males. Que,
si él, se confiase verdaderamente, de la palabra,
que Dios le tiene dada; de su Sabiduría, de su
Providenzia, i de su Misericordia; entendería, i
ternia por zierto, que Dios lo substentaria, i lo
remediaría en sus nczesidadcs, con solamente,
que él, usase de lizitos, i justos medios. I, cual-
quiera cosa, que en esto le suzcdicse, aunque
él, por estónzcs, no alcanzase a entenderla cum-
plidamente, la ternia por buena, como a cosa
guiada por el consejo del Señor, i salida, de la
mano do su verdád , e misericordia. Mas , como
los pecadores, i mundanos, tienen por mejór
azertado su consejo, que el de Dios; escojen
mas, para sí, lo que ellos desean: que, lo que
Él les da : creen , que al mejor tiempo les falta-
rá. Que si van por el camino de Dios, ternán
flaco substentamiento sus cdifizios, e imajina-
ziones: que no durarán, i darán consigo en el
suelo. Por esto, póncnles columnas, de sus
1 Pcrfoctamonte diclio , i tristemente zierto.
'A DE LA LEI. ?S 133
obras; afirmanlas con sus astúzias, e invenzio-
nes, creen, que serán uias durables, i firmes,
con sus urdimientos, i robos, que con lo que
Dios manda, i permite. De aquí nasze, que no
hai fidelidad entre los hombres: que los Supe-
''iores, se desmandan tanto, céntralos inferio-
res: los inferiores, contra los superiores : Que
ni se guarden leyes, ni se tenga respecto f á i-oi.ioi.
verdad, ni justizia: que ninguna cosa esté segu-
ra, de la cobdizia, i maldád humana: que ni
baste deudo, ni amistad, para poner un poco de
freno en esto: ni la relijión de los templos, ni
cosas sagradas, para que no haya tantos sacri-
lejios públicos, i secretos; claros, i disimulados.
Como hurtos de la plaza, i de las otras contrata-
ziones, i casas. Ya, yo me iba desmandando, a
mas de lo que el tiempo sufre: por tanto, qué-
dese para mas espázio; i pasád al octavo ]\Ian-
damiento.
Del octavo Mandamiento de la Lei.
CAPITULO XXXII.
■ i' '
Ambrosio. El octavo Mandamiento es: «Xo
hablarás contra tu prójimo, falso testimonio. ■>
Este, i los dos últimos, que se siguen; son una
mal fazil, i clara exposizión de todos los pasa-
dos. En este, se prohibe el daño, que viene de
un hombre, a otro, por respecto do la lengua.
Esto tiene prinzipál lugar, en los Juizios, don-
de se dá grande fé, al testigo, i al .Tuéz, i los
dichos d'estos, tienen grande peso, i autoridád,
13-1 'A DEL OCTAVO MANUAMIENTO
i depende d'cllos , grande cosa, para el perjui-
zlo, o provecho de los hombres, asi en la vida,
como en la fama, como en la hazienda. Por es-
ta razón, es aquí mandado, particularmente,
que el hombre no diga falso testimonio, contra
su prójimo. Dizclo, el testigo, que falsa, o ca-
lumniosa, o mañosamente, dizo su dicho; i por
cualquier manera, que sea, es encubridor de la
verdád, que debria dezír. Dizelo, el que lo pre-
senta, s¡ lo entiende. El que se lo persuade. I el
Juéz,. o Ministro, que lo sufre; o, lo disimula,
6i lo conoze. Dize falso testimonio, el Juéz,
que tuerze la Leí : que encamina maliziosamen-
• i.os^ te las palabras, f para alguna de las partes:
-^.que no quiere ser informado de la verdád: que
no pone dilijenzia para saberla. Dize falso testi-
monio, el Notario, que trastrueca las palabras,
o no las pone, o las pone, de otra manera, que
son dichas; a fin, que la verdád no sea sabida,
o por favoreszér mas a una parte, que a otra.
Dize falso testimonio, el Prinzipe, o Superior,
que no castiga tales maldades , ni provee, cuan-
to en si es, para que no las haya.
Dionisio. Contento estoi, de lo que habéis di-
cho, azerca de los Juizios. I bién creo yo, que
si los hombres, del todo entendiesen, cuán gra-
ve es, este pecado do dezír falso testimonio, no
andana tan vulgár, como por nuestros pecados
vemos, que anda. Porque, bi6n mirado, es un
atrevimiento contra Dios, no, así de cualesquie-
ra, sinó de dezirle, que miente, o hazér, que
sea tenido por mentiroso; que es lo mismo.
Quiero que veáis esto, mas claramente, para
«. DE LA I,EI. 7» 135
quo, mas de vcrdád, aborrezcáis este pecado, i
procuréis, que otros lo aborrezcan. Dios os el
sabidór de toda vcrddd: i Él salie, quien la trac-
ta, i quien no. Él es un Oráculo, a quien habe-
rnos de acudir, a que nos la diga; pues Él es,
verdadero Juéz d'ella. Quiso Él, que tuviésemos
en tánto , al hombre , por ser hecho, a su seme-
janza, i como Lugár-tenicnte suyo, en la Tier-
ra; que nos dijo, i mandó, que preguntásemos
al hombre esta verdid ; que en lo que alcanzase
d'ella, 61 nos la diria. E así quiero, que al Juéz
vayamos *, para sabér la verdid de la justizia : i,
que al testigo preguntemos, la verdad de cómo
pasa el hecho: i asi, de los otros i\Iinistros. I
estos, dizeÉl, que dirán la verdád. Pues, si es- -
tos , a quien Dios me envía, i me dize , que están
en su lugar; la encubren, o la tornan al revés, i
de verdád, hazen mentira, i de mentira verdád;
esto, f ¿no es querér hazér a Dios mcnl iroso, i Foi.ion.
desmentir su verdád, i el camino, i orden que
Él dió, para que se supiese? Mucho mas pudiera
dezir, azcrca d'esto; mas su tiempo se verná,
siendo Dios servido d'ello, como creo yo, que lo
es. Dezidme, vos, agora, si esto Mandamiento,
tiene también su afirmativo, i si se extiende a
mas, que en los Juizios: porque no dejéis el or-
den, que hasta aquí habéis guardado, que me
ha parcszido muí bién.
Ambrosio. Esto Mandamiento se sigue, pro- obras iici oc-
priamcntc, tras este otro; porque aquí se pro- |b„°ic.nto!""'
1 7fl»iM, en el antiguo im- raismo, tal vpz, por rdi/nniM.
preso. Pareze errata , o ar- i ■
I3Ü T\F.]. 'i'Kn/.Rno MANnA,Mii:;iNTO %
liibc el (laño, quó, por palabras, puede ha7.ér ol
hombro A su prójimo, Tietio también su afirma-
tivo: poi-quc piclú siniplizidád do cofazón, íuii-
mO libre , i desembarazado de toda malizia , i dc
lodo ñial respectó : que , a no faltar esto, no ha-
bría falso testimonio. Quiere Dios, que tengamos
un juizio simple, con que no feenténzicmos an-
tes de tiempo , ni echemos las cosas, a la peór
parte: que con tener pruderizia de serpientes,
para huir toda ocasión, i vclár siempre sobro
nosótl-os; tengamos juntamente , para con nues-
tros prójirftoá, simplizidád de palomas: que sinta-
mos los trabajos de nuestros hermanos: que favo-
rezcamos Sús cosas : que hablemos siempre bión
d'ellos, i, cilcubramos, en cuanto en nosotros
fuere, sus faltas. I asi, es este Mandamiento
afa-mativo *. I, por la parte, que es negativo, so
veda toda palabra Cn que el prójimo puede ser
ofendido; i por esto habernos de cntendél', que
no solo son prohibidos los falsos testimonios,
que en Juizio, se pueden dezir; mas también
"los de fuera de Juizio. Finalmente, osle Man-
damiento, propriamentc, es un freno, para la
lengua, pará que nunca se desmande á hrtblár
en daño do otro ; Porque la cosa , que los hom-
Foi. lio. bres, Trías á mano tienen, i de que mas f lijcra-
mcnle usan , és la lengila , i así es la cosa , sobre
que menos vijilanzia tienen ^ i con que mas
presto dañan a sú prójimo» Ella es instrumento
1 En cl impreso antiguo
dizc : » I .is¡ ni este Man-
damiento vepalivo , oten Pe-
ro , hai errata manificíla : i
he cnrrejido, es, i, afirmati-
vo : i'orquc , parcze , que eso
pcndría aqui cl A itíf.
'A DE LA I.EI. S 137
(le la ira, i de la soberbia: de la lisonja, i de la
vanagloria: todo esto, va en un punto, a parar
allí. Estas son las armas, con que mas presto
nos vengamos; c siendo la cosa, con que mas
daño hazemos; es el daño, en que, entre todos
los otros, menos estimamos, i de que menos
nos correjimos. Esta es la causa, por qué nos
dió Dios, este particulár prezepto, para rcco-
jimiento de la lengua. I asi no solo pecan contra
el, los que dizcn falscdúd en el Juizio, que son
los que arriba dije; mas los que la dizen fuera
d'cl, de cualquier m.anera, que sea. Pecan, los
que descubren las faltas de sus prójimos, i ba-
zen, que las sepan, i entiendan, los que no las
sabian. Porque dado caso, que digan en ello
vcrdád, todavía, el descubrirlo^ trae consigo
zierta manera de falsedad. Porque es, contra el
Mandamiento de Dios : i contra la Lei , que ex-
presamente dize, que, lo que uno no quiere
para si, no lo quiera para otro : i contra el De-
recho natural, que encubre el secreto, con quo
el otro puede ser dañado, sin recrezcrsc *, de
dezirlo, otro mayór provecho, que de callarlo:
como es, en el Juizio, en los casos, que se per-
mite, i debe dezir. De aquí se conoze, que pe-
can contra este Mandamiento, los que presumen
de grandes reprchendedorcs, i dan a entender,
que tienen gran enemistád con los vizios. Por-
que nunca hazen, sino dezír mal, de los que
tienen ofizios en las repúblicas: de los que es-
tán en mas altos, i señalados lugares , contando
* Sm recraersc , equivale a <' cuando no se rccreic.'-
138 'A DEL OCTAVO MANDAMIENTO ?»
cuentos, i fábulas d'cllos: porque el ofizio de
tratárde las faltas ajenas, es proprio de los Su-
periores que tienen cargo de castigarlas, i de los
Fol. 111. Predicadores, quo las han de rcprchcnd(^r, f i
enseñar el camino de la enmienda d'ellas. I aun
estos, no han do ser tan atrevidos, i (an desaca-
lados, como algunos scprézian de ser. sinó con
aquella templanza, i con aquella considerazión,
i uso, que la divina Escriptura enseña. De suer-
te, que pecan contra este mandamiento, todos
los murmuradores, i deslenguados: todos los
mentirosos: i todos los hipócritas, que tienen
uno, i finjen otro; que hazon muestras, i apa-
ricnzias, para que los estimen en mucho; que
hablan, de manera, i para fin, que entien-
dan, ¡presuman los otros, grandes cosas d'ellos;
que los prefieran, i tengan, en mas, que a
otros': porque, todo esto, es querér engañar,
i jénero de falsedad. Aquí también entran los
vanagloriosos, i los lisonjeros; porque todo esto,
tiene mui gran parentesco, con la mentira, i
con el fin que ella pretende. Pecan también los
Predicadores, que dizen, i tratan mentiras, en el
pulpito: i alegan, i declaran la Scriptura, o otras
cosas, con falsedád 2. Finalmente, todos aque-
llos, que dizen mentira.
Dionisio. Digo os, que habéis tocado una cosa,
í Alurlc a 1.1 jonlc de alto
bonete. Ésta puso, con exacto
emblema, la cstátiia de su Ca-
beza, pisando un globo dcl.i-
piz lizuli. Ahora, en España,
se aventaja mucho, en poder,
por haberse multiplicado la
pohlazión :, pero , en tiempo
del Uoclór , esc poder, que
era grande también , estaba
menos desflorado , o menos
acanallado , que hoi. I lo que
sifruc, les cuadra igualmente.
3 IJai bastantes de estos.
DE LA LEI. ?5 139
sobre quo habia bien que hablar: que es: eso
del mentir de los Predicadores : lo cuál yo no -
pudiera creér, si d'cUo no tuviera tanta cxpc-
rienzia. Mas, /,qui6n habia de crcór, que subia
nadie, al lugár de Jesu Cristo, que es la misma
verdád, a dezir mentira; i, sin grandisimo es-
tudio, i dilijcnzia, para no ca6r en ella? Di6n
dijistes, poco ha, en cuan poco teníamos el daño
de la lengua; i cuán grandes daños se hazcn
con ella. Mas dejemos esto, que es negozio, lar-
go de entender: i declaradme, vos, lo que, ago-
ra en las últimas palabras dejistes : que toda
mentira, era pecado contra este Mandamiento.
Porque, hai mentiras, quo no son en perjuizio
de nadie : i paresze rézia cosa condenarlas todas,
por pecado. ^ Fi^I- H'-'-
Ambrosio. Verdád es, que asi lo dije: mas
hai mui grande diferenzia, de ser pecado mortál,
a ser pecado veniúl. I, para esto, mi Maestro me
dijo, que los Teólogos, ponían tres difcrcnzias Tres maneras
de mentira. La primera manera es, cuando la de mentira,
mentira es en daño del prójimo, o con intenzión
d'ello; i esta, siempre es pecado mortál, si la
intenzión no fuese de tal manera encaminada, i
el daño tan liviano, que lo excusase. La segunda
es, cuando, ya que sea mentira, no es, sinó para
aprovechar a alguno, sin quo de allí resulte
daño á otro, ni haya tal intenzión; i cnton-
zes es pecado veniál. La tcrzcra manera es,
la mentira de burla, que no es, sinó por
plazcr, i no por daño do nadie; i esta también
es pecado veniál: i lo mejór seria huirlo: i
la costumbre d'ello, sabemos, que suele en-
l'lO 'A DEL XONO, I DÉZIMO
cnminár oíros vizios, i otras mentiras de mas
calidád.
Dionisio. Bién me habéis satisfecho: i dicho
habéis lo que basta, para el entendimiento, i
obra d'estc prezepto. Dczid, agora, de los que se
siguen.
Del nono, i dézirno Mandamiento de la Lei.
CAPITULO XXXIII.
.^Mcnosio. Tras este, se sigue el nono, i dé-
zimo, que es: «No cobdiziarás la mujer de tu
prójimo,» i este es el nono : i el dézirno es: «No
cobdiziarás su hazicnda.» Van así juntos, porque
la declarazión d'ellos, \'a por un mismo camino:
tanto, que muchos dijeron, que estas dos scn-
tcnzias, no hnzian mas, de un soló Mandamien-
to. Mas la iglesia tiene ya costumbre de divi-
dirlos, i de ponerles número de diéz.
Dionisio. Bién me parcsze lo que habéis di-
Foi. 113. cho: aunque todavía os quiero preguntdr una f
cosa, que podría ponér escrúpulo, no solo, a
vos, mas, a otros, mas avisados en estas cosas,
que, vos. I es, que parcsze, que estos dos Man-
damientos son aquí, demasiados. Porque el nono,
está tractado, i declarado, en el sexto, donde es
prohibido el adulterio; i el dézirno, en el sépti-
mo, donde se nos manda, que no hurtemos. 1.
como allí, vos, muibién dejistes; aquellos Man-
damientos, aunque son negativos, incluyen, en
si,- otros afirmativos: i no solo, piden limpieza
de manos, i de obras defuera, mas también del
MANDAMIENTO. 141
corazón. ¿Qué razón, veamos, os dijo, a vos,
vuestro Maestro, por donde se sabe, que estos
dos Mandamientos últimos son supérfluos'^
Ajronosio. Verdad es, que la sentenzia d'estos
dos, está metida en el sexto, i séptimo: mas,
no por esto, se concluye, que estos dos sean su-
pérfluos. La razón, que mi Maestro me dijo, es: Kazón por
que la rudeza del hombre, para entender las co- ''"'^
, . dieron los dos
sas de Dios, es lan grande, i la mclinazion, tan
' ^ ' Ultimos Man*
inzitada, i poderosa, para contradezir las; que damicntos.
es menester mui grande, i mui manifiesta de-
clarazión, para que las entienda, i para que
quede convcnzido, i no pretenda ignoranzia, ni
busque excusas en ellas. Por esta razón, se po
neu estos dos últimos Mandamientos: los cua,
les, son una breve declarazión de los pasados-
mui manifiesta, i sin dubda, o contradizión algu-
na. Porque, aunque sea verdád, i la razón así lo
enseñe; que en aquellos Mandamientss sexto, i
séptimo, i en todos los que habemos dicho, no
solo se pida la limpieza de las manos, i de las
obras exteriores, mas también la del corazón, i
nos obliguen, á que no tengamos, ni demos ca-
bida en él, a ningún mal consentimiento, antes
lo tengamos fortaleszido con mui buenos, i .sanc-
íos pensamientos; — aunque, esto, comocomen-
zé adezir, sea así verdád; está como secreto, Foi. ii4.
i encubierto , i no dize , expresamente , que ten-
gamos limpio el corazón. Porque, como las
obras exteriores, son las que mas dañan, i
ofenden al prójimo, i de solos los pensamientos
de uno, nunca otro reszibiría mal, i estas tales
obras, son lasque están subjetas á nuestro jui-
'A nr.h nono, i décimo 'A
zio, i en quo nosotros podemos scntcnziAi-, i no
podemos cntrAr, ni juzrír el corazón del hom-
bre; pusiéronse en todos los Mandamientos, que
de la segunda Tabla habernos dicho , clara, e dis-
tintamente, porque esta es justizia, que toca a
los hombres, i la que ellos conoszen, e piden.
La otra, que es de la limpieza del corazón, que
es justizia de Dios, que Él lapide, i Él solo
laconoze, i quiere, que aunque la otra baste,
para con los hombres, no basta para con Él;
pónese algo mas obscura, i sácase por razón,
de que Dios, no solo quiere, que no sean orcn-
didos los hombres, sinó también, que delante
los ojos de su ¡Majestad, no haya pensamiento
feo, ni malizioso, ni enemigo do su prójimo.
Porque asi como los benefizios, i obras, de quo
Él nos haza merzéd, salen de una larga, i be-
nignísima voluntád, llena de amór, i de mise-
ricordia; asi quiere, que sean las nuestras, sin
que haya diversidád, o ünjimicnto, entre las
obras, i el corazón. Mas, como al prinzipio dije,
la rudeza do los hombres, es grande, para tan
grande cosa, i la inchnazión mui mala, i fázil-
mente buscará alguna excusa, diziendo: que 61
no entendía estas subtilczas, i que era pe-
dirlo cosas mui demasiadas: i, que puós Dios,
no las había puesto, distinctamente en sus Man-
damientos, no era do crcér, que obligaba a
' ellas, ni que ponía sobre nuestros hombros,
tan grande carga. Por esto , en estos dos
últimos Mandamientos, se le pone expresa-
mente, «que no cobdizie la mujer, ni los
Foi. ii.'i.' bienes de su prójimo.» Donde está ^ claro, quo
.I'l2 'A. ViF.L NONO, I DÉCIMO 'A
7A0, i en que nosotros podemos scntcnziái-, i no
podemos cntrAr, ni juzgár el corazón del hom-
bre; pusiéronse en todos los Mandamientos, que
de la segunda Tabla habernos dicho , clara, e dis-
tintamente, porque esta es justizia, que toca a
los hombres, i la que ellos conoszen, e piden.
La otra, que es de la limpieza del corazón, que
es justizia de Dios, que Él lapide, i Él solo
laconoze, i quiere, que aunque la otra baste,
para con los hombres, no basta para con Él;
pónese algo mas obscura, i sácase por razón,
do que Dios, no solo quiere, que no sean ofen-
didos los hombres, sinó también, que delante
los ojos de su ¡Vlajestád, no haya pensamiento
feo, ni malizioso, ni enemigo de su prójimo.
Porque así como los benefizios, i obras, de que
Él nos haza merzéd, salen de una larga^ i be-
nignísima voluntád, llena de araór, i de mise-
ricordia; asi quiere, que sean las nuestras, sin
que haya diversidád, o ünjimicnto, entro las
obras, i el corazón. Mas, como al prinzipio dije,
la rudeza de los hombres, es grande, para tan
grande cosa, i la inchnazión mui mala, i fázil-
mente buscari alguna excusa, diziendo: que 61
no entendía estas subtilczas, i que era pe-
dirlo cosas mui demasiadas: i, que pues Dios,
no las había puesto, distinctamente en sus Man-
damientos, no era do crcér, que obligaba a
' ellas, ni que ponía sobre nuestros hombros,
tan grande carga. Por esto , en estos dos
últimos Mandamientos, se le pone expresa-
mente, «que no cobdizie la mujer, ni los
Foi. u.'i; bienes de su prójimo.» Donde está claro, que
MANDAMIENTO. ^ ' 1 43
se le pide limpieza de voluntdd, i de corazón.
Dionisio. Tal sea mi vida, cómo, vos, lo ha-
béis declarado. Mas, qué diréis a esto, que yo
agora dubdo, i es: que, parcsze, que- solo so
pide esta limpieza, para el sexto, i séptimo Man-
damiento, de no adulterár; i de no hurtár: so-
bre los cuales, pareze^ que solamente hablan
estos dos postreros, de no cobdiziár la mujer,
ni hazicnda del prójimo. ¿Qué diremos do los
otros Mandamientos? ¿No requieren tambión,
limpieza de corazón?
Ambrosio. Si requieren, i tambión hablan
d'ellos, estos dos Mandamientos. De los de la
primera Tabla, no hai que tractir: que clara-
mente piden pureza del corazón, pues el pri-
mero, entra diziendo, que amemos a Dios, de
toda nuestra voluntád, i de todo nuestro cora-
zón. Pues, los de la segunda Tabla, todos es-
tán enzorrados, en estos dos postreros: porque
el dózimo, dize, que «nocobdizie el hombre,
cosa alguna de aquellas, que son proprias de su
prójimo. Pues quien no le cobdiziare quitfir la
I mujór, ni nada de aquello, do que Dios le ha
hecho merz6d, i dádoselo por suyo; claro está,
que ni le cobdiziard quitár la fama, ni la vida,
ni la hazienda, ni- otra cosa alguna. De manera,
que en mandar, que estó nuestro corazón, puro
d'eslos dos malos apetitos, que son, torpedád,
i deshonestidad de la carne, de cualquier ma-
nera, que sea, i codizia do cosas ajenas; se nos
manda, que lo tengamos puro, en todos los
Mandamientos de la segunda Tabla.
Dionisio. Yo me doi por bién respondido. I
l 'li ». DEL NONO, I DÉZIMO
para que veáis, cuant.'i razón toncis, en lo que
habéis dicho; considcrád en el Evanjelio, las
opiniones, que en esfc caso, los fariseos tenían:
i veréis, que aun dcspuós de serles tan notifica-
dos, i tan repetidos, esos dos prezcptos; todavía,
Foi. lio. creían, que bastaba cumplir f los Mandamien-
tos de Dios, con las obras de fuera : i, que aun-
que bebiese malizia en el corazón , no , por eso,
serían condenados, con que, la tal malizia, no
saliese, a ponerse en obra. De aquí naszia aque-
lla arroganzia, i soberbia grande, que consicru
tenían, de ver, que los otros hazían obras, que
se las pudiesen ver, i juzgár los hombres, por
malas; i , que ellos no las hazían : teniendo por
' cosa mu¡ liviana, o de ninguna tacha, ni culpa,
la malizia de su corazón, de quien Dios era tes-
tigo. I, por nuestros pecados, aun agora, que
por la palabra, i doctrina de Cristo, Rcdcmptór
nuestro, tanta luz tienen estas cosas; se halla
Jíncrodeso- todavía, cntre los hombres, este malvado jé-
bcriiiíi, i do h!- ^q^q ¿jg hipocresía; de muchos, que on las
pciítTosa "^^ obras, que se pueden acá juzgár, tienen grande
vijilanzia: grande composizión i conzierto: i,
en el secreto do su corazón, tienen gran des-
conzierto, i revuelta de ruines intcnziones, de
I Compnsizirtn, aquí, cqui-
valo a comjwalurit : i el Dnc-
lór va rctr.itando lo? mismos
clérigos, de alto bonete, mcn-
zionados en una ÍÑota prczc-
dcnte. I tan importante le
parezió (i con razón) el re-
trato , que puso arolaziún a
marjcn, parí mcj.'lr tild.ir a
esos írics, soberbios, i peli-
grosos hipócritas. Nótelos de
fríos: mas solo en Ja apa-
ricnzia, pues un Poeta nues-
tro, dizc de ellos :
Jente, cjue está fría, i quema.
Cuál caldo de zorra artera.
¡Guarda fuera !
1Í4 'A DEL NONO, I DÉZIMO ^
para que veáis, cunntA razón tcncis, en lo que
habéis dicho; consitlerñd en el Evanjclio, las
opiniones, que en este caso, los fariseos tenían:
i veréis, quo aun después de serles tan notiQca-
dos, i tan repetidos, esos dos preceptos; todavía,
Pol. iiG. creían, que bastaba cumplir f los Mandamien-
tos do Dios, con las obras de fuera : i, que aun-
que hobiesc malizia en el corazón , no, por eso,
serían condenados, con que, la tal malizia, no
saliese, a ponerse en obra. De aquí naszia aque-
lla arroganzia, i soberbia grande, que consijro
tenían, de ver, que los otros hazían obras, que
se las pudiesen ver, i juzgár los hombres, por
malas; i, que ellos no las hazían : teniendo por
■ cosamui liviana, o de ninguna tacha, ni culpa,
la malizia de su corazón, de quien Dios era tes-
tigo. I, por nuestros pecados, aun agora, que
por la palabra, i doctrina de Cristo, Rcdcmptór
nuestro, tanta luz tienen estas cosas; so halla
Jíncrodcso- todavía, entre los hombres, este malvado jé-
borbia.idohi- j^(,[.q lüpocrcsía; de muchos, que en las
pcl^Jríi's^a obras, que se pueden acá juzgár , tienen grande
vijilanzia: grande composizión i conzierto: i,
en el secreto do su corazón, tienen gran des-
conzierto, i revuelta do ruines intcnziones, de
I CompnsizWn, aquí, oqui- trato , que puso acotazión a
vale a composliirn : i cl Doc- marjcn, pan mcj.'^r tiUlAr a
liír va retratando lo' mismos eses fríos, soberbio?, i pcü-
clérigos, de alto bonete, mcn- grosos hipócritas. Notólos do
zionados en una Nota prcze- fríos: mas solo en la apa-
dente. I tan importante le ricnzia , pues un Poeta nucs-
parezió (i con razón) cl re- tro, dize de ellos ;
Jente, que está fría, i quema,
Cuál caldo de zorra artera.
¡Guarda fuera !
'A MANDAMIENTO. 7» 145
soberbivis, Je ¡nvidias, i de semcjanLes apetitos,
i deseos. Lo cuál, ellos tienen en poco, con que
no sean entendidos, i condenados del mundo.
I , no solo tienen soberbia d'esto, para con los
hombres, mas aun para con Dios; porque les
paresze, que todo aquello que ellos tienen en su
corazón, es una nada, o cosa mui liviana de ser
despachada, i perdonada : que los otros, llevan
camino de ser perdidos, i ellos, de ser gana-
dos: que la cuenta, para con los hombres, es
mui pesada: la que, solamente, para con Dios,
es mui liviana: que si justos hai en el mundo,
ellos son: que los otros son claramente malos.
¡Qué de inconvinientcs, se les recreze, de aqui,
a estos miserables hombres: cuán mal tienen
entendido la justizia, i juizio de Dios: qué ziegos
andan en sus caminos! De donde viene que no
se conozcan, i que no pongan dilijcnzia, en des-
echár, i venzér, la ^ maldad de su corazón : que Foi-
no pidan a Dios, perdón de su pecado, tan ver-
daderamente como so habla de pedir. Zicrta-
mente, lijera cosa es, alcanzár de Dios, perdón,
e misericordia de sus culpas, si él lo pide, de
verdad. .Mas, ha de estár desengañado, i tonér
por cosa sabida, que tan de verdad lo ha de pe-
dir, el que tiene la malizia en el corazón, como
el que la tiene en las manos : i por tan conde-
nado, i perdido, se ha de dár, por su parte, i
por todo cuanto él mereze. Es, este tal, menos
escandaloso i menos dañoso, para los próji-
• Me parcze, que tiene ra-
7.<Sn el Doctor, diziendo : que,
lot tales, son menot etcania-
losoí: pero que ñola tiene,
añadiendo ^ que son mtnot
dañosos.
10
146 'A DEI. NONO, 1 DÉCIMO ?•
inos, i para la república: yo asi lo confieso:
mas, no se ha do cngañAr, por aquí, ni dojár do
conozér, que es abominable, i condenado, en el
juizio de Dios: salvo, si no tiene, en poco, ser
visto, CMi tendido, i conoszido de Diosj i en mu-
cho, i por cosa miii rézia , ser conoszido de los
hombres; como, a la verdád, lo piensan algu-
nos. Lo cuál, ¿qué otra cosa es, sinó poca esti-
nia, blasfemia, i menosprózio, de la presenzia
de Dios ; i temór , i revorcnzia de los hombres?
Compárase, el pecadór con los que tienen
maldades, i pecados, en las manos, i en la len-
gua, i en las cosas exteriores, que acá, de fue-
ra, parezen: i no se habia de comparar, sinó,
con los que no las tienen, ni en las manos, ni
en el corazón; ni en lo claro , ni en lo secreto;
que le parezen, en lo que juzgan los hombres,
mas no, en lo que juzga Dios. Ni ba de ser tan
desconfiado, de la misericordia de Dios, ni de
la eficázia de su palabra, que no crea, que hai
mucbos d'cstos tales, en quien se ejecuta, i ha-
ze su obra, el misterio del Evanjelio, i la san-
gre dclRedemptór. Estos, ha de pensár, que son
los justos: i, que 61, no lo es: i en el aca-
tamiento, i memoria d'ellos, se había de confun-
dir, i humillár, dentro de su pensamiento. No
Foi. 118. quiero, en esto, alargarme ^ mas: sinó tornár
a vuestra dcclarazión, que me parcsze, que bas-
ta, para el entendimiento d'estos dos últimos
Mayórcxicn- Mandamientos. Aunque, no dejaré de deziros dos
sión , i deci.v cosas, azcrca d'ellos, que sé que os agradarán,
1 Es dczi'r ; ése recad6^, ra : i revuelto, i dcsconzerta-
que va rotralíindo , compiles- io , en su intcriór : el frió , i
lo , i conzcrlailo , ¡lor de fue- peligroso hip(^crit.i.
•A MANDAMIENTO. 147
i OS harán harto provecho, con el ayuda del Se- "^'^^n. <i<^ lo»
ñór. La primera sea: que estos dos Mandamien-
. , . .. , , Mandamien-
tos, tienen una zierla considerazion sobre el
sexto, i séptimo, do quién hablábamos, allende
de lo que, vos, habéis dicho; que .sirve para
mayór extensión, i entendimiento d'ellos: i es:
que en estos dos prezeptos, se nos viedan unos
ziertos acometimientos, que la justizia humana
no condenaría; i nos enseñan el uso, de la zicr-
ta i verdadera caridád. Quiero declararlo por
ejemplos, porque mejór lo entendáis. Claro estxl
que si uno, contrata con otro, i solamente lo
engaña en la mitád del justo prézio ; que el Juóz,
no mandará deshazér aquél contracto, ni que la
parte agraviada, sea satisfecha. Mas, esto, por
la Lei de Dios, que está dada, en el último Man-
damiento, no deja de ser pecado. Item: hai uno,
que no quiere hurtar la casa, o la heredád de
su prójimo; mas desea, que el otro se la ven-
diese, aunque el otro fuese engañado, i perdi-
doso, en ello, con tal que 61 ganase: o codizia
verlo, en tanta rezesidád, que se la venga a
vender, o empeñár. I asi, hai muchos hombros,
que procuran, o desean las cosas ajenas, no
hurtándolas, mas, a lo menos, sin tenér respec-
to al daño, que al otro se le podría rccreszér
d'ello. Muchos ejemplos podría ponór d'esla ma-
nera: en procurar los criados ajenos, los hijos,
para casamientos, i otras cosas asi; sin tenér
cuenta, con las pérdidas, i afrentas, en que trae
a sus prójimos, con aquellas tales obras. Las
cuales, el mundo, i la justizia humana, no scn-
tenzia por hurto, i, a la verdád, son contra Foi.iio.
.148 DEI. NONO, I nÉCIMO 9»
rl dézimo Mandamiento, que , verdaderamente,
estrecha la cobdizia de los hombrea, i ensancha
la Lei de la caridad, i es propriamcnte declarado
por el otro mandamiento, qne dizc: «Amarás al
prójimo como a tí mismo:» i por la otra regla:
«No desees, para otro, lo que no quieres para
ti.» Otro ejemplo , de « no cobdiziarAs la mnjór
ajena.» Muchos hai, que no desean la mujer de
su prójimo, para adulterár con ella: mas, a lo
menos, desean, que, por alguna vía, dejase de
ser mujer del otro, i lo fuese suya, aunque el
otro perdiese en ello: teniendo en poco, la
perdida de su hermano, con tal, que a él se le
recrezca gananzia. Esto todo es contra estos dos
Mandamientos: quiero dezír, contra la lei déla
verdadera caridád, que manda, que nadie haga,
contra otro, lo que no querría, que fuese hecho
contra si. Bién sé, que estos dos mandamientos,
que son Lei de caridád, como ya he dicho; a los
hombres carnales , i que no tienen experionzia,
en su corazón, de la liberalidad, i alegría, que
la caridád consigo trae; se les hazen muy gra-
ves, e mui pesados. Mas, no es de marabillár:
que asiles es, todo el Evanjelio, i el yugo de
Jesu Cristo. Los hombres bien pueden buscár
sus provechos : mas no han de buscár, en ellos,
las pérdidas de sus prójimos. I, para que mas a
vuestro plazér, entendáis estos dos Mandamien-
tos; acordaos, de lo que el Evanjelista sant Juán
dize en su Canónica, i veréis cómo, en zierta
manera, es exposizión para ellos. Dize allí ':
Véanse los versículos 15. Epístola de 9. Juan.
16 del Capitulo ii. de la I.
MANDAMIENTO. % 1-i'J
"que no amemos al mundo, ni a las cosas d'él:
porque lo que hai en el mundo, no es, sinó co-
dizia de' carne, i codizia de ojos, i soberbia de
vida.» Aquí dize: «que no codizicmos la mujér
ajena, ni las cosas de nuestros prójimos.» Don-
de Si bién lo miráis > hallareis en sant Juán, foI. 120.
lo mismo, que en estos últimos mandarrtirntos.
Mas dejémoslo agora, porque seria cosa larga
tratarlo. Lo otro, de que dije, que osansaria; es: PirticuUr
que aquí somos amonestados, qútí peleemos con a>''so, que es-
la mala cobdizia, e inclinazión que heredamos '"f M.mda-
■ ' ■ i . 1 , • 1 míenlos dsin.
del pecado : que la procuremos de traer debajo de
los piés: i que cada dia varaos ' ganando tierra
con ella. Porque, a descuidarnos en esto, grande
es el peligro que corrcrtios, i grandes irtconVi-
nientes son los que, d'ésta mala raiz, se nos
■pueden rccrczór^ Porqué, d'esta codizia, nazen
todas las otras malas codiziáS: i, si nosotros nos
dormimos para cdn ella; ella nunca duerme para
con nosotros. I todo lo qUe, con nucsti'O descui-
dó, se afiade, a ella, de fuórzas; áe añado tam-
bién de dÍGcultád, de trabajó'; i de peligro, á las
niles'tl-as: de dimínüzióh, i de enfriamiento, a
los favores, c inspirazioilGs, que , del Séñór, rc-
zebimós. Esto he qderido deziros, para que en-
tendáis este éccrbtó Aviso, que, estos dos Man-
damientos, nos'dah : pórq'uc'como son, de mano
de la misericordia del Eterno Padre, vienen lle-
nos de lümbre, i Qi¡ rémedios. Contra las calitc-
las de nuestro ertémigo, r^iie, con tanta dilijen-
zia, i cuidado; busc.i' nucstl-a perdición. Agora,
( Vamos, por vayamos, i ' i'', ■ ;'■ ! .'¡'fíl^; 't!;.
,150 'ií. AHREVIAZIÓN BE LOS
rúe. dczld , qu6 mas ós dijo , vuestro Maestro,
azerca de los diéz Mandamientos.
AMonosio. No me dijo otra cosa, mas de
encomendarme, que los tuviese siempre en la
merúoria: que me recrease en pensár en ellos, i
los tuviese por regla, c guia, de todos mis pen-
samientos, i obras.
Una breví ,■ i compendiosa resoluzión de. la doclri-
■ na, que hasta aqui se ha tractado.
CAPITULO XXXIV. ; .,
Dionisio. Tal ''Maestro depare Dios, a todos los
que quisieren ser diszipulos , do la doctrina del
Evanjelio. Ese postrero aviso, procurad, vos, de
cumplir, que yo os digo, que no es tán poco lo
que os enseñó, i aqui habéis dicho, como, por
ventura, a vos, os pareze. ¡Pecador de mí! ¿i,
que mas, os había do dezír? Vos, habéis tracta-
do, aquí, en la declarazión del Símbolo, la ma-
teria de la Fó, i, de lo que ol hombre ha de
creer, Platicastes mui bi6n , cómo se habla do
sentir, i estimár cada articulo. Después, sacas-
tes d'ellos, como de raíz, el fruto de las buenas
obras; i hezisteslas, exámcn, i pruebas, i mani-
festazión de los diéz Mandamientos. Luego trac-
tastos, esto mismo, mas palpablemente, por
los Diéz Mandamientos, para que ninguno, por
rudo, i rústico que fuese, dejase do entender,, el
camino, i regla, de bién obrár: porque la ma-
nera, con que lo tractastes primero, era cosa
mas subtíl. I holgué me a marabilla, de ver.
'A DIKZ MANDAMIENTOS. ?» 151
que muchas vezes deziddcs, en los Mandamien-
tos, lo mismo que habiadcs dicho en el Símbo-
lo; i do la grande concordia, que hai , entre la
una, ¡ la otra doctrina, entre la de la Fe, i de
las Obrds: i cómo se baja la divina Sabiduría, a
querer tractár con los rudos, i bajos homlircs
conforme a su capazidííd. Dividistes los Man-
damientos, mui avisadamente, en dosTablas. En
Í la primera, dijistes, que se trataba, de cómo
nos hablamos de haber particularmente con Dios
nuestro Señor, en las cosas de su honrra, i glo-
: ria. En la segunda, de cómo nos habemos do
haber, con el prójimo. Distes la razón por qué'
los mas d'cstos Mandamientos, eran dados por
j via de negazión: i cómo, los que eran afn-mati-
I vos, incluían en sí, otro negativo : porque e]
I que manda una cosa, es claro, que próhibe lo
j contrário d'ella. Dejistcs también, í que cada Foi.
i uno de los negativos, incluíá un afii'mntivo:
1 porque no quiere Dios, que nuestra cánima (cuya
¡ capazidád es tan grande , como, de posada, que
i fué hecha, para que. Él mismo, morase en ella)
; esté vazia: sinó, que eche de si todo mal , i se
pueble,: i guarnez'ca, de todo bién; Do donde se
vce, cómo, do todas partes, nos zercan , i ve-
lan, la misericordia, i mandamientos del Sefiór:
echando de nosotros, todas otras, i pensamien-
tos fobs: i bastcziéndonos , de hermosura, de
fé/ de fortaleza; i de amor suyo. Posistcs
ejemplo, en las unas, i en las otra? obras: en
las qué habíamos de tdmár, i en las que ha-
blamos de dejár; para que todo quedase mas
claro,! no hobicsc nadie, que sé pudiese que-
lo2 "A ADREVIAZIÓN DE LOS /*
jar, que no lo entendía. I aunque los ejemplos
no fueron, todos los que se pudieran traér; bas-
tan aquellos, que pusistes, para regla, i conos-
zimiento, de todos los otros. E yo os zcrtifico,
que quien aquellos pusiere por obra, él tenga
afizión a obrár los demás, i que no alegue, que
no los entiende; porque él los conoszerá, i al-
canzará mui bién. No resta mas, azarea d'esto,
sino la Abueviazión , que Cristo, nuestro Re-
dcmptór, hizo d'estos Diéz Mandamientos, para
que veáis, por cuantas maneras, nos enseña la
misericordia divina, que, lo que, para unos,
dize, en breve; dizc, para otros, mui largo;
condeszendiendo a todas nuestras rudezas, e in-
habilidades, como vistes, vos, en lo mismo,
que habéis dicho del Símbolo , i de los Man-
damientos.
Abreviazión de los Diez Mandamientos, en dos.
CAPITULO XXXV.
Dionisio. En el Evanjelio, abrevió nuestro
Rcdemptór, todos los diéz Mandamientos, en
Dos: «En amár a Dios: i al prójimo:» hazien-
Foi. 123. do f fuente, i raíz,xil amór de todos nuestros
pensamientos, i obras: porque, dónde éste no
hobiere, siempre hai pereza, i pesadumbre en
el obrár: siempre falsedad, i hipocresía: i nun-
ca, en ello, se pretende, verdadero bién, sino
falsos, i engañosos intereses Mas, donde el
1 Todo esto, i cuanto si- amór cristiano, presupone,
guc, azerca de la Lei del impre52Índiblcmcnte,L\CoM-
» DIEZ MANDAMIENTOS. 153
amor es el que manda, e guia las cosas; siem-
pre las endereza , a la cosa amada : siempre a
darle contentamiento: siempre, es ella, el prin-
zipál fin, que se busca: nunca sabe estar olvida-
dizo, i estéril: i todo se le haze liviano de obrar:
en todo tiene verdadera confianza de lo que
ama ; porque la raíz de donde nasze , es la Fé.
Veis aquí, la causa, porqué nuestro Redcmptór
dijo: que en estos dos Mandamientos, de «amár
a Dios," i a amár al prójimo;" consistía la Lei, i
los Profetas. Porque, quien ama a Dios, siempre
confiará en Él ; terná grande, i continuo cuida-
do, de servirle : acatará dentro de su corazón,
i temerá, aquella grande, e divina Majestád:
deseará, i procurará, que todos le conozcan, i
le den gloria: convidará, para ello, con pala-
bra, i con ejemplo: i ninguna cosa rehusará, de
las que tocan a la relijión, i servizio, de tal Se-
ñor. Por este mismo camino, quien amare a su
prójimo; a mi cargo, que nunca le quite la vida:
ni le quite la mujér : ni le robe la hazicnda: ni
le ofenda en la fama ; ni le desampare en la
nezesidád, ni haga cosa contra él, de las que él
viere, que no es razón, que se hagan, contra sí
mismo Veis aquí, una mui breve, i mui clara
FLETA, E INMOLADLE LIDEH-
tAd Reluiosa. Ni el amár,
ni la relijión cristiana , pue-
den exijirse, á la fuerza. V'o-
lunlád forzada , no es volun-
tad. Sin ésta, no hai cristia-
nismo.
1 Lnp inquisidores, al Doc-
tór Constantino , le quitaron
la vida: (la mujér no, por-
que no la tenia) : le robaron
la hazienda : le ofendieron en
la fama: hizicron, que, todos,
le desamparasen, en la neze-
sidád : e hizicron contra él,
cuanto pudieron , i cu.mto
ellos , no hubieran querido,
que se hiziese con ello-; , a nn
estár locos. ¡Amaron los In-
quisidores, al Dr. Constanti-
no? ¿Fueron cristianos, nun-
ca, los Iiiquisidores?
^ DIEZ MANDAMIENTOS. 153
amór es el que manda, e guia las cosas; siem-
pre las endereza, a la cosa amada; siempre a
darle contentamiento: siempre, es ella, el prin-
zipál fin, que se busca: nunca sabe estar olvida-
dizo, i estéril: i todo se le haza liviano de obrar:
en todo tiene verdadera confianza de lo que
ama ; porque la raíz de donde nasze , es la Fé.
Veis aquí, la causa, porqué nuestro Redemptór
dijo: que en estos dos Mandamientos, de «amár
a Dios," i a amár al prójimo;» consistía la Lei, i
los Profetas. Porque, quien ama a Dios, siempre
confiará en Él : terná grande, i continuo cuida-
do, de servirle : acatará dentro de su corazón,
i temerá, aquella grande, e divina Majestád:
deseará, i procurará, que todos le conozcan, i
le den gloria: convidará, para ello, con pala-
bra, i con ejemplo: i ninguna cosa rehusará, de
las que tocan a la relijión, i servizio, de tal Se-
ñor. Por este mismo camino, quien amare a su
prójimo; a mi cargo, que nunca le quite la vida:
ni le quite la mujér : ni le robe la hazicnda: ni
le ofenda en la fama ; ni le desampare en la
nezesidád, ni haga cosa contra él, de las que él
viere, que no es razón, que se hagan, contra sí
mismo Veis aquí , una mui breve, i mui clara
FLETA , E INMOLADLE UDEtl-
TÁD Relijiosa. Ni el amár,
ni la relijión cristiana , pue-
den exijirsc, á la fuerza. Vo-
luntád forzada, no es volun-
tad. Sin ésta, no hai cristia-
nismo.
i Lop inquisidores, al Doc-
tór Constantino , le quitaron
la vida: (la mujér no, por-
que no la tcnlal : le robaron
la hazicnda : le ofendieron en
la fama: hizicron, que, todos,
le desamparasen, en la neze-
sidád : e hizicron contra él,
cuanto pudieron, i cuanto
ellos , no hubieran querido,
que se hiziese con ellos , a no
estár locos. ¡Amaron los In-
quisidores, al Dr. Constanti-
no? ¿Fueron cristianos, nun-
ca, ¡os líiquisidore»?
V. DIIÍZ MANDAMIENTOS. 153
amór es el que manda, e guía las cosas; siem-
pre las endereza, a la cosa amada; siempre a
darle contentamiento: siempre, es ella, el prin-
zipál fin, que se busca: nunca sabe estar olvida-
dizo, i estéril: i todo se le haze liviano de obrar:
en todo tiene verdadera confianza de lo que
ama ; porque la raíz de donde nasze , es la Fé.
Veis aquí, la causa, porqué nuestro Redcmptór
dijo: que en estos dos Mandamientos, de «amár
a Dios,') i » amár al prójimo;" consistía la Lei, i
los Profetas. Porque, quien ama a Dios, siempre
confiará en Él : terná grande, i continuo cuida-
do, de servirle : acatará dentro de su corazón,
i temerá, aquella grande, e divina Majestád:
deseará, i procurará, que todos le conozcan, i
le den gloria: convidará, para ello, con pala-
bra, i con ejemplo: i ninguna cosa rehusará, do
las que tocan a la relijión, i servizio, de tal Se-
ñor. Por este mismo camino, quien amare a su
prójimo; a mi cargo, que nunca le quite la vida:
ni le quite la mujér : ni le robe la hazicnda : ni
le ofenda en la fama : ni le desampare en la
nezesidád, ni haga cosa contra él, de las que él
viere, que no es razón, que se hagan, contra si
mismo Veis aquí, una mui breve, i mui clara
rt ETA, E INMOLADLE LIDEH-
tAd Reltjiosa. Ni el anuir,
ni la relijión cristiana , pue-
flon exijirsc, á Ja fuerza. Vo-
luntád forzada , no es volun-
tad. Sin ésta, no hai cristia-
1 LoB inquisidores, al Doc-
tór Constantino, le quitaron
la vida: (la mujér no, por-
que no la tenia) : le robaron
la hazicnda : le ofendieron en
la fami: hizicron, que, todos,
le desamparasen, en la neze-
sidád : e hizicron contra él,
cnanto pudieron , i cuanto
ellos , no hubieran querido,
que se hiziese con ellos , a nn
estár locos, i Amaron los In-
quisidores, al Dr. Constanti-
no? ¿Fueron cristianos, nun-
ca, los Inquisidores?
I54 "A AfiREVIAZlÓN LIE I.OS 7»
í^xposizióii de los Mandamientos divinos: pai a que
si algdno dijere, o se excusare, con alegár, que es
prolija cosa, tratarlos; difizil, i obscura de cntcn-
dór; lo toméis, luego, ¡i Lis niailos, con dczii':
que ame, verdaderamente a Dios, i vcrdadcra-
menté a su prójimo: i, que pregunte, i haga
.124. testigo, a su mismo corazón, i conzienzia, si f'
aquél amór es verdadero, i zierto; o si es flaco, si
es solapado, c finjido. I, que, con solo esto, enten-
derá todos los Di6z Mandamientos : i conoszerá, si
los cumple, o no los cumple: sin quo alegue, la
flaqueza de su memoria, o cortedad de su en-
tendimiento, para tan larga ¡lezión. Concluire-
mos, en esta materia, con avisaros, a que ten-
gáis atcnzión a esto, que yo, agora, diré. Lo pri-
mero: que entendáis, que estos Mandamientos,,
todos están metidos, en el primór Articulo de la
Fe, en que confesamos, que creemos en Dios.
Porque como allí tractastes, i mui bien : el que
vcrdadcramcilto, Creé en Dios; acátale, confor-
me a la tal crcenzia : conforme a cUá, se confia
d'Él: tiene por bueno, i sancto, lo que le man-
da, i, como tal, lo pone por obra. I, a no ser asi,'
no podríamos dezir, que aquella Fó , seria viva,
sinó muerta, i como cosa sin ánima. De' suerte,
que la fé, i amór del Señór; han de acompa-
ñAr todas las cosas del, hombre; i ser como vida,
i ánima d'ellas; para que se pueda dezir, que,
verdaderamente, cumple sus Mandamientos, i
que se efectuarán en 61, las prümesas, que con-
sigo traen. Esto es lo que, por mas claros tcT-
minos se suele dezir: que el que quiere cun'i-
plir los Mandamientos de Dios, los ha de obrar
Sí. DIEZ MANDAMU-NTUS. 7» i 55
por amor suyo : i este ha de sér el prinzipál fin,
que en sus obras ha de tenér. De suerte, que si
ama al prójimo, no ha de sér, por sus antojos,
0 afizioncs mundanas; sino porque es obra de
Dios , criada a su semejanza : i por cuyo respec-
to, Él crió el zielo, i la tierra, i le tiene guar-
dados, i prometidos, infinitos, i eternos bienes.
Ha de pensár, cuan fea, i abominable cosa es,
aborreszér, á quien Dios ama: quitarle los bienes,
que Él le envia: ofcndór a quien Él guarda, i
tiene su Carta de amparo, i seguro. Asi que, este
es el fin, a quien so han ^ de referir, o ondcrc- Foi. 12.1.
zár, la obedienzia, i guarda, de los Mandamien-
tos: que es, guardarlos, por obedienzia, i por
amor de Dios: i, si asi no se haze, la guarda
d'ellos no es cumplida, ni perfecta. Provechosa
materia es esta, en grande manera: e si Dios
fuere servido, yo la trataré, con vos, algún día,
bien a la larga. Lo segundo, que quiero, que
noteiá es: que cuando os paresziere, que habéis
trabajado en el cumplimiento, de algunos de los
Mandamientos, a que el Señor nos obliga; nun-
ca quedéis, tan contento de lo que habéis hecho;
que le dejéis de pedir perdón de vuestras faltas,
1 suplicai'le, que supla Él, con su grande mise-
ricordia, li escaséza de vuestras obras, de vues-
tra fé, i de vuestro amor: porque, todo este
edifizio, cuan grande es; basta para: minarlo, i
dár, con él, en el suelo, un poquito de soberbia,
i zegueddd. I, bi6n dije, zeguedád, porque no
hai cosa tan ziega en el mundo , como la sober-
bia Parézome, que habernos tractado, un ra-
' I aun, por eso , quizá, no hai en el mundo, hombrci
156 °A AcnEViAEiÓN Dt: los 9»
zonable pedazo, de la doctrina cristiana; i de lo
que nos ha de dar la vida, para que fuemos
criados. I, aun también, me paresze, que se nos
va hazicndo tarde ¡ i podría ser, que la hora de
comér se os pasase. Véd, Señór Compadre, lo quo
mandáis, que se haga : si tenéis gana de comér,
dejaremos nuestra Plática, para la tarde; ¡ sino
pasaremos un poco adelante.
Patiuzio. a vos, querría yo, Señór, que no se
os hiziese de mal, que, de mí, os digo, que me
pareze, que estoi olvidado, no solo de comér,
mas de todas las cosas del mundo : i que aunque
estuviese aquí un año, ninguna mudanza senti-
ría en esto. Otro tiempo, solíanme pareszér, es-
tas cosas, largas, i prolijas: agora, doi infinitas
grázias a Dios, que me ha despertado la ham-
bre, de lo que yo mas nezesidád tengo. Esto es
Foi. 126. lo que agora '' yo siento: aunque no se ha de
hazér sino lo que vos, Señór, mandáredes.
Dionisio. En el nombre do Dios: que d'estos
tales trabajos, yo no me canso. Tornemos, hijo
Ambrosio, a nuestra razón, pues que vuestro
padre, tanta hambre tiene d'ella. Esto todo, que
hoi habemos platicado, ¿paresze os, a vos, que es
cosa mui lijera de hazér, para las fuerzas del
hombre; o que tiene alguna dificultád, i que no
es tan fazil, como a algunos les paresze? ¿Dijo
os, vuestro Maestro, algo d'csto?
Ambrosio. SI dijo : i aun mandóme, que nun-
mus ziegos, que nofotro?, Ins
mas de los españoles. Espa-
ña , en su soberbia , oprimió
gran parte de la tierra , sin
conozér donde estaba la ver-
dadera grandcz.i •, i cuál era
la lonblo rcputazión. Hoi c»
befa de la Naziones.
'A DIEZ MANDAMIENTOS. ?» 157
ca lo apartase de mi memoria: sinó, que vol-
viese muchas vezes a ello, como a cosa que era
la llave de toda la salud del hombre. Dijome
que los Mandamientos de Dios, eran una cosa Cuán grande
mui alta, i de grande hermosura, i bondiid : i cshmhabiii-
, . , i n • 1 f'ád del hom-
que las fucfzas humanas eran tan flacas, i ha-
Lian quedado tan maltratadas del pecado; tan
amigas, e inclinadas, a las cosas de la tierra;
que no se podían levantár, al amór de lo que
Dios manda, ni al verdadero cumplimiento de
sus Prezeptos, para que lleguemos a alcanzár,
la promesa de su bienaventuranza, sin favor, i
gráziasuya. Dljome también, que su misericor-
dia es tan grande, que, conosziendo nuestra mi-
seria, nuestra grande falta, i pobreza; dá su
favór, i socorro, con grande liberalidád. I, que
j cuanto mas nosotros conoszcmos , lo que nos
I falta , cuanto mas nos congojamos, i añijimos
d'ello; tanto mas Él se alarga, en remediarnos,
i i socorrernos. I, que para todas nuestras miserias,
¡ i señaladamente , para esta, que es la mas prin-
zipál de todas; no habla en el mundo mayór ali-
vio, ni cosa, a que con tanto provecho nos poda-
mos acojér, como es la Orazión. I, que estas Lasarmasdei
son las prinzipales armas del cristiano, i el ca- cristiano, la .
mino, para alcanzár de la misericordia del Se-
ñór, lo que nos quitó el Demonio, por su ma-
lizia.
I5S
Prosigue ' la materia de la inhabilidád de las
fuerzas humanas: i de la nezesidád del favor
de Dios.
CAPITULO XXXVI.
Comparazioti,
en que se de-
clara, la po-
qucdid, i mi-
seria, que el
hombre, de si
proprio tion«.
Dionisio. Verdadcramenle , no paresza, sinó
que sabíadcs lo que yo deseaba, según habéis
azcrtado a responder tan conforme, a lo que yo
echaba menos, en todo lo que habernos tracta-
do i deseaba , que se hablase d'esto , antes , que
nuestra plática se acabase. Mui bión azertó
vuestro Maestro, a guiaros en esto: cncares-
ziendo os, primero, la miseria, i poquedád del
hombre, para poder levantarse al cumplimien-
to de lo que Dios le pide: i alcanzár, por este
camino, los bienes que le ha prometido. I, creed-
me, que ni él, ni yo, ni nadie del mundo,
basta a cncarezcros sufizientemente, en este
caso, de qnu agora hablamos; la inhabilidád,
i desventura del hombre: i cuán grande es la
nezesidád, que tiene, del favor de Dios. Dezid-
me, por vuestra vida, ¿no terniadcs por gran-
de miseria, que un hombre, tuviese grandísima
nezesidád de com6r, i que supiese zertisima-
montc, que, si comiese, viviría; i , que, a no
comér, tenía en las manos la muerte, i, que,
con ser esto asi como he dicho , este , no tu-
viese que comér, ni industria para buscarlo, ni
hallase quien se lo diese, ni lo hobiese en el
mundo? ¿No os pareszeria, esto, el estremo de
toda mala ventura? Pues, c.^perá: i veréis otro
«. DE LA ohazión. ?í 159
mayor. Imajiná, que se halla un tan grande
Amigo d'este hombre, i que tanta piedád ha te-
nido d'él, que, con un zicrlo artifizio, le halla
de comér mui abastadamente , i, hallado, se lo
trae, i se lo pone delante, i le dize, que coma:
i que, entónzes, el triste hombre, f no tuviese rol. i2s.
fuerza para comer, ni pudiese abrir la boca , ni
hobiese en 61, punto, ni rastro de apetito, para
ello: i, esto todo, viendo el manjár delante, i
traido por industria de aquél su tan erando Ami-
go. Pues, esta es la miseria del hombre, para
con Dios: i mui mayór, i mui sin comparazión,
como luego podréis ver. Tiene nezesidád el hom-
bre para vivir vida del zielo, vida, que nunca se
acaba, e vida bienaventurada, de comér, un
manjár, que ni él lo sahc buscár, ni hai quien se
lo pueda traer, ni lo hai en la tierra toda. Esto
es: saber la voluntád de Dios: qué es aquello,
con que Él, seria contento, i servido: qué po-
drían hazér los hombres, para ganar aquella vi-
da , que Él solo , puede dar ; i escapar de muerte
miserable, i eterna. Esto, no lo puede alcanzár el
hombre, sin sabér la voluntád de Dios, i sin con-
formarse con ella : porque, esto solo, es el cami-
no, para esta vida que él busca: i todos los
otros, que él atinase; todas las imajinaziones,
que para esto hiziese; lodos los que le pudiesen
cnsefiár, los hombres, de la sabiduría del mun-
do ; todos serían caminos do perdizión , i de ale -
jarlo do Dios, i guia para la muerte. Viene cs-
tonzes, el mismo Authór do la vida : i descubro
al hombre este secreto: i usando con él, de
aquella su grande misericordia, dizcle: «Cata
ICO "A nr„soi.uziüN ?S
aqui , lionibro, dóndo te traigo manjar de vida:
cala aquí, el secreto de mi voluntád: come, i
vivirás: creo, en Mi ^ verdaderamente : confíate
solamente de Mi : pon en Mi , toda esperanza:
conténtate, i alógrate comigo solo; aunque
todo lo otro te falte : aqui te descubro el secreto
de las obras con qué Yo soi servido : con que
quiero, que des muestra, en el mundo, do que
eres mió : con que representes en él, que eres
Foi.129. hechura de mis manos, i des nuevas de quien
so;, i de mi bondád, e limpieza: gobiérnate, en
lodos tus hechos, por el Memoriál d'estos Man-
damientos; i no hayas miedo de perderte, que,
por ellos, se camina, a mi Casa, i a mi Reino.
Por tanto, está bién avisado: que no te apartes
de mi Voluntád , ni olvides cosa de lo que pido,
que, en esto, está tu remedio.» Grande es, esta
misericordia, deque el Scñór usa con el hom-
bre, i no hai lengua, que la pueda cxplicár. I,
¡o desventura grande de los hombres, que no
la conoszen, i que no entienden, cuántas, i
cuán continuas grázias se deben, a la bondád
del Señor, por solo querernos dar Mandamien-
tos, en que nos descubre, i da a entendér, que
se quiere servir de nosotros; i en qué manera
se quiere servir! Mas, está tal, el miserable
hombre , para esta merzéd ; como el otro, qu6
dézia , para el manjár corporál, que su amigo le
traía. Ni tiene fuerza, para estos Mandamientos,
ni apetito, para ellos: sino un desmayo, i una
pesadumbre, que no se puede dezír. "Come,
hombre, d'este manjár de vida.» «Señór, no
puedo." «Mira, que no puedes vivir, siné^, »
TIF, lA OnAZIÓN. ?S 1C1
"Aunque sea asi la verdad, no tengo fuerzas para
comerlo.» ¡0 j^ramlc miseria de hombre: que
le han traído la vida, a las manos, i cstii en el,
tan apoderada la muerte, que no se puedo apro-
vechAr de la vida! ¿No es, este caso, mas tris-
te, i mas de llorár, que el primero de la com-
parazión, que puse? Si, por zicrto, i tanto mas
triste, i mas de llorár, cuanto es, la una vida,
mayór, que la otra. Porque la vida de acá, corta
es, i presto se ha de acahár: i poco va, que so
acabe algo mas presto; o, de una manera, m.as
que de otra*: pues, son tan livianos, los bie-
nes de que puede gozár , por larga que sea.
Mas, la vida, de que tratamos, que es vida eter-
na, vida de gozar de Dios, i de bienes, que
no saben tener f fin : esta es la que se ha de Foi. i.in.
llorár, si se pierde. Mas, si le preguntasen al
hombre (i pongamos, que fuese Dios, el que se
lo preguntase) : ollombrc triste, ¿qué es la cau-
sa, que trayéndote la vida a las manos , no la
tomas? ¿Quién te puso en tanto desmayo, i fla-
queza?» No podria respondér, con vcrdád, otra
cosa, sino dezir: «Señor, yo mismo, me metí
en esta desventura , i fui causa de mi perdizión,
i justamente quedo perdido. Vos me pcdis, co-
sas de vuestro servizio, cosas de amaros, i de
confiar en vos : yo me meti en servizio del De-
monio: yo me aparté de vuestra obedienzia: i
coníié en vuestro enemigo: el cuál me ha parado
tal, cual estoi: i tan grandes son las reliquias,
' F-n loj calabozos infectos, de Sevilla, murió martirizado
i sacrilegos de la Inquisizión el Dr. Constantino II
il
I62 "A DE LA DOCrniNA ^
de aquella primera cnfcrmedád , que no só, Se-
ñor, serviros. Pedisine cosas de vucslra grázia,
i amistad : lodo esto perdí, cuando me aparté
de Vos.» «O, hombre, pues para que conozcas,
cuán grande es, mi Misericordia, i cuanto es,
lo que me debes; mira, lo que quiero hazcr con-
tigo, que, no solo, quiero traerte la vida a las
manos, mas el apetito también , que te falta, i
las fuerzas, que tu no tienes. Tú estáis, fuera
de mi grázia , i de aquí naszcn tus grandes ma-
les. Yo te quiero volver a ella, i que sea todo,
a mi costa: darte los bienes, i que seas capaz
d'ellüs. I, porque en las obras de mi misericor-
dia, no quede mi justizia ofendida; Yo quiero
buscar un camino, con que todo quede entero,
Yo satisfecho , i tu remediado'. Yo quiero dar
mi Hijo, por ti; para que pague lo que tu debías,
i que sea entera satisfazión para Mí; i, para tí,
entero remedio. Mira, cuán caro cuestas, de
volver a Mi , i lo que, de aquí adelante, me de-
bes, sobre todo lo que debías. Tu, te hezistc mi
enemigo, i saliste de mi grázia: Yo quiero dar a
mi Hijo, por tí, cuyos servizios, sean - tales, i
tan en mi grázia, que con la que a El le so-
brare, podrás tu vivir , i cobrar lo que perdiste.
Por las obras , i méritos d'Ksto, i por lo mucho.
• Al tr.ntár aquí, el Doc-
trfr, de pste profundo, o mas
bién , insondable nsimto , de
la Justificazión , i Hcdcnzirtn
lium.ma, jior medio de Cris-
to ; 3C olvidó , me parcze, de
que es inexplicable. Biín
comprende, la razón huma-
na , que el hombre, por ni
so jiií'fie^. "i se salva : que
nesnifn un .Salv.^dúh : po-
ro , mas allá , no llcgr» , sin¿
. por Fe.
2 Scnn , puede , que si-,i
errata, por scr/in: pues habla
de Cristo, arunziando su vi-
da cbmo hombre. Téase,
que, luego, Jizc." agradaTá.
"A DE LA ohazión. 9» 1G3
que me agradará; te daré Yo fuerzas, i grázia,
con que me sirvas, i tornes a mi amistád." ¿Qué
os parcsze, d'csta misericordia, de que Dios ha
usado con el hombre? ¿Parészcos, que le que-
da obligado; que es razón, que le de grázias,
por ello; que busque su Ilonrra, i su Gloria, i
su scrvizio; que debe de cono7,6r, la grande ne-
zesidád, que tiene, de la Grázia, i favor del Se-
ñor; que debe de confesar su pobreza, i falta,
para que Él, cada dia, reparta, i le envié de la
fuente d'esta misericordia? _!
Dc¡ valor, i 7iczes)dád de la Orczión: i de la
cficázia, i condizioncs d'ella.
CAPITULO XXXVIl.
He traido esto para que entendáis , la gran-
de nczesidád , que el hombre tiene , de !a ora-
zión : lo mucho en que la debe estimar, como a
cosa de grande, é incomparable provecho: i
como a instrumento eñcazisimo , para traór, ca-
da dia, el remedio, que de parte de Dios, ya
está ganado. D'csto mismo, que he dicho, co-
noszercis la dispnsizión , i aparejo, que, para la
orazión, se requiere; la manera, que ha de tc-
nér ; i el fin , que en ella se pretende: para que
veáis, que no me he alargado en balde, en esta
mi comparazión. De donde notareis, que una de Disrcfízión
las dispusiziones, que para ella es nezcsaria, es raraiaOr.v
un grande conoszimiento , que el hombre ha de
tener de sus faltas, de sus poquedades, e mise-
rias: un desconfitár de sus proprias fuerzas : un
104 "A DE LA. DOCTniNA 7*
confesiír su prandc inhábil ¡il;id , i pobrozn . Tras
esto, una verdadera fé, con que oslé zicrto, que
rol. 132. lodos los liicnes que a élic faltan, están abun-
dantisimamcnlc atesorados, en la misericordia
del Scfiór, panados por los móritos, i sangre, do
nuestro Rcdemptór Jesii Cristo. De aquí, le lia
de naszér, una grande confianza , que pues tal
prenda tenemos, i tal Mediador hai, entre el
hombre, i Dios ; no se debe de dubd.ór, sinó que
la orazión será oida, i que azeptará nuestras
petiziones, por Jesu Cristo, Hijo suyo, i Señór
nuestro, quien, antes que lo tuviésemos, tuvo
tan grande afizión a nuestro remedio, que lo en-
vió para él. Tras esto, está claro de conoszér las
grandes grázias, que , en la Orazión, le debemos
dar, por tan cncareszidas merzedes: i que no de-
bemos pedir, en ella, cosa que sea contra su scr-
vizio , i gloria , sino , que esta , vaya siempre en
la delantera. Pues, trayendo a este fin, todo es-
to, que he platicado, digo: que el camino, que
primero ora tan difizil, de parte del hombre, pa-
ra el cumplimiento de lo que Dios quiere , i para
alcanzar su bienaventuranza; es hecho tan fazil,
por Jesu Cristo, Redemptór, i Señór nuestro, que
no queda excusa, que el hombre pueda ponér,
para no ponerlo en obra. 1 digo, que c? mu i bién,
i mui nezesario, que so le encarezca al hombre,
la dificultád , que hai , de parte suya , para • los
Mandamientos de Dios; para que conozca, de dón-
de ic vino la faziüdád ; i la agradezca , a quien se
< Mas claro cslan'a, si c!i- (■ por errata, falt.i os.n vm
jcsc : «para cumplir los Man- rumplir, o otra semejante,
damicnlos: ctc.i> Por elipsis,
1C6 "A DE LA DOCTRINA
cíe io3 ofiíios los ofizios divinos, que cada dia veis, i el oflzio
divinos. sazcrdotál. Quiera el Señór, por su infinita mi-
sericordia, remediar lo que, en esto, falta; i
iX^ proveér siempre su Iglesia de tales Oradores,
que, para con Él sean parte, para aplacár, la
ira, que los pecadores provocan. Eién veo, que,
para muchas cosas de las que he dicho, se re-
j quiere, mayor dcclarazión de la que yo lie dado:
mas pienso, que, vos, estaréis, en esto, tan bién
enseñado, que supliréis mucho de lo que, por
no detenernos tanto, yo he dejado do dezir: por-
que seria cosa mui larga, dezir la cosa dos ve-
zes; dezid, vos, agora, lo que azerca d'esto de-
prendistes.
Ambrosio. Lo que yo, en eso, puedo dezir, es
- casi lo mismo, que agora he oído: aunque no
con tanta hrevedád, ni por t<nn buenos térmi-
nos, como esto.
Foi. 131. Do la prcparazión , i condizioncs , ^ que sa
requieren, para ¡a Orazión.
CAPITULO XXXVIll.
Para que la Orazión sea mas azertada, requié-
rese preparazión, o que tenga zicrtas condizio-
Primcra con- "GS, quc cs lo mismo. Lo primcro, se requiero:
.lizi.'m de la que no oremos, en confianza nuestra, ni con
Orazión. pensar, que, por nosotros, habernos de ser
presente, lo que antes dijo, mo él deja dicho antes), por
I lo que luegfo dize ; carezen, culpa, do los llamados sazer-
cnterarncnlc, la mayor parte dotcr. NiUcse el rrmrdio, quo
de los llama,dos cristianos, espera, quo es el único.
del manjár de la orazión (co-
V- DE LA ORAZIÜÍ). ^» 167
oídos; sino en conCanza de la misericordia de
Dios, i en la verdád de su palabra; haziendo el
fundamento de nuestra orazión, a Jesu Cristo,
Scñór, i Rcmediadór nuestro. Él es el inlerzcsór,
por cuyo respecto somos oídos, por quien nues-
tras pctizioncs son azeptadné. Esía fu6 la volun-
tád del Eterno Padre, de no oír a hombre del
mundo, sinó por medio de su (mico Hijo. De
suerte, que habernos de tcnér por sabido, que,
en su nombre, i no en otro, habernos de ser
oídos : i , que Él , es altar, en que se ¡ha de
ofrezcr este spirituál sacrifizio. Lo segundo, CoiuJ^iiJn se-
que es menester para orar, es, grande atenzión, p-'"'^^' <^'^
i rcverenzia. Porque, no es otra cosa la Orazión, 0^"'°"-
sino una plática con Dios, ó con Jesu Cristo su
Hijo, Hombre, i Dios verdadero. Pues, aquí
habemos de considerar, cuanto desacato seria,
si hablásemos con un PHnzipc de los do la tier-
ra, hablar sin atenzión, i conzierto: sin mirar,
muí bien, lo que dijésemos; sin tcnór le aca-
tamiento: sin pesár nuestra pctizión: i sin estar
mui despiertos, para ver lo que respondía: i en
que no se nos cayese palabra, que fuese en de-
servizio suyo , o que le pudiese enojár. Asimis-
mo, si fuese nuestra plática, con alguno de los
Sabios del mundo; procuraríamos que todo lo
que hablásemos, fuese mui conzcrtado, i me-
dido, i mui pensado, i estudiado. Pues, si esto,
se ha do hazér con los Prinzipcs, i Sabios do la
tierra, i con quien no se puede aventurar, sinó
cosas de la tierra; cuanto mas se debo hazér, F"I.
con el Poder, i Sabiduría divina, con quien va-
mos a negoziár co.sas de tan grande peso; i que
168
DE I.AS CONUIZlOXEí %
La tcrzera
condiziún de
la ornzión.
Cuarta con-
dizión de la
Orazión.
sabemos que nos está oyendo con grandísimn
atenzión. Debe, pues, el que ha de orár, reco-
jcrsc todo en si : i hablír, en su Orazión, con la
Majcstdd divina, con el mayór acatamiento, i
humildád, que él pudiere. La terzera condizión,
que la Orazión" ha de tenér, es: que sea en spí-
ritu. Quiero ' dezir, que salga de corazón: i que
no solo ore la boca , sino que, dentro del ánima,
tengamos cnzcndida nfizión, con la cuál demos
vida A la Orazión , que hazemos; i la ^ hagamos,
en cuanto es en nosotros, que represento nues-
tra pctizión, i deseo, delante de Dios. El cuál
oye, mui mas presto, i se inclina a la simplizi-
dád, i ánsia, del corazón humilde ; que á las
palabras, i razonamientos polidamente compues-
tos. I esto, me dijo mi Maestro, que era, lo que
el Redcmptór enseña en el Evanjelio: que nos
recojamos para orár, i entremos en nuestro re-
traimiento: i allí, en aquél lugár escondido, nos
verá, e oirá el Eterno Padre. Este secreto, i re-
traimiento es; cuando para hablar con la Majcs-
tád divina, echamos de nuestro corazón el es-
truendo de los deseos, i de los cuidados munda-
nos; cuando, en el sosiego, de pcnsár, que el
Señor, que nos mandó orár , oirá nuestra pcti-
zión; con sancto atrevimiento, i confianza, des-
pertamos nuestra ánima, nuestro deseo, i neze-
sidád, a que en aquél silenzio, i soledád, se le
manifieste, i dé cuenta de si. La cuarta condi-
zión, que la Orazión requiere, es: que sea he-
i Quiere en el anliguo im- preso an'.iguo : i aunque se
preso. sufre cl caso tcrzcro ; creo
* Le hagamos: en cl im- liai errata, por M.
Dli LA OUAZIÓ.N. 100
cha con fé. Esta us, una gran conOauza, que el
hombre ha de tenér, que os oido. Esta, para ser
zicrta, i viva, no ha de hazér fundamento, en el
valór, i merczlmiento de! que pide, sinó en la
inGnita Londád de Dios, que para mas manifes-
tarse, fué servida de prometer que estaba i' Vox.vic.
siempre aparejada, para rcmediár las nczcsida-
des, i trabajos de los hombres, i comunicarse con
ellos. De manera, que el proprio ofizio d'csta
confianza es: conozér, i tener por zierto, que
aunque por nuestras culpas somos perdidos, i
no tenemos, ni podemos alcanzar cosa, por don-
de merezcamos ser oídos en nuestros trabajos,
i remediados en ellos; la grandeza de la divina
bondád, por habernos dado al Redomptór del
mundo, para que nos redimiese, i salvase; nos
hazeziertos, que siempre nos oirá, i remediará,
pues que así lo prometió, por respecto d'Él, i el
Interzesór, i Sacrifizio , que por nosotros se
ofreszió, está siempre vivo. Es, asimesmo^ el
ofizio d'esta fé, hazér, que después de la Ora-
zión no quedemos incrédulos, ni congojados;
ni escudriñemos, si fuera mejor, que nuestra
Orazión fuera de otra manera azcptada: que las
cosas nos suzedieran de otra suerte: que había
otro remedio mejór, que ul que Dios ha dado:
que es pasado el tiempo, i la sazón, i que ya no
podemos ser remediados. Estas cosas todas son
señales, no de fé, sinó de curiosidad, i sabidu-
ría humana: i deque pensamos, que nosotros
tenemos mas cuidado do nosotros mismos, i sa-
bemos mas, lo que nos cumplo, que Diós. La
fé, hade zcrrár los ojos, i ponerlo todo en la
170 DL" LAS CONDIZIÜ.NES
m;ino ilol Señúr: i canudo liobiéronios tentado
los módios lizilos . que ella misma nos permite,
i nos dá, por instrumcnlof de su providcnzia;
ponér en nosotros, con cualquier cosa que su-
zeda, una seguridad, i conlcntamicnlo, con quo
estemos zicrtos, que pues nos remitimos a la
bondad de Dios; pues parczimos delante d'Él; i
hezimos nuestra suplicazión ; ello va bión enca-
minado; i que no nos quede mas de confiar lo
que no entendemos de su infinito saber, pues,
que tenemos por zierto, que nunca su miscri-
■ i-ui. 137. cordia f sabe faltar su palabra. Lo quinto que
(¿uinia coiiiii- lia de tener el que ora, es, pazicnzia. Porque mu-
zión de la chas Yczes Dios dilata las mcrzcdes, que le pe-
Orazión. ^ ■ l c-
dimos, o para probar nuestra fe, para ver, si por
tardarse aquello, acometemos a buscar el reme-
medio, por ilizitos, i malos caminos; o para que
mas conozcamos nuestra nczcsidád, i mas esti-
memos sus dones, i para enzendér en nosotros
mayor hcrvór de orazión ; o porque asi cumplo
.1 nosotros; o por otras cosas, que Él sabe.
Esta virtud es mui nezesaria en la Orazión , para
que conserve el fructo d'ella, i la tentazión no
nos quito tanto bién de entre las manos: por-
que hai muchos, que, para un poco de tiempo,
se disponen a orár, ponen grande cficázia en
ello, i sufren mucho trabajo: solameulc no saben
sufrir la dilazión. I esto les haze desmay.ár , i
perder todo lo ganado, si algo habían ganado.
Dionisio. ¡Aún si supiéscdes bién, cuanta vcr-
i!;id habéis dicho! Contczc eso, muchas vezes, en
toda suerte de petiziones, i mas en aquellas,
con que los hombres procuran bienes espiritua-
Di; LA OIIAZIÓN. /* 171
les, i dones de Dios. Conoszcn, i creen , que los
liai en otros : tómales cobdizia d'cllos; supli-
canlo a Dios: cjerzítansc en la Orazión: i en
viendo, que, en un poco de tiempo, no alcanzan
lo que piden, que, en ocho dias, no son otros;
luegodesmayan, i desconfian; i ni queda Orazión,
ni queda fe, ni cosa que le parezca: para que
veáis, qué haze allí, la falta de la pazienzia. Mas,
no quiero agora estorbaros : pasad adelante, en
vuestras condiziones.
Ambrosio. La sexta condiziones: que sicm- Sexta conji-
prc nos guardemos mucho, de pedir en la Ora- ^'^
zión, cosa contra el servizio de Dios : i que nun- ' " '
ca dejemos de hazcr esta salva, i suplicármui
de verdád a la Majestád divina, que no permita,
que, por ocasión /"nuestra, ella sea ofendida, Foi. 138.
ni desacatada. La séptima condizión os: que nos .Scpt-.-na con-
guardemos de obrar, con las manos, o de tener <iizi5n de u
en el corazón, cosa, que provoque la ira del Se- .
ñor, a quien vamos a pedir raerzedcs, i que use
de clemenzia con nosotros; porque esto seria,
deshazér, por una parte, lo que procuramos ha-
zér, por otra. Sinó, que pongamos mucha dili-
jenzia, en que con buenas, i sanctas obras, ayu-
demos nuestra Orazión, i no haya contradizión
en nosotros, entre las palabras, i hechos. La ociava con-
octava cosa, que se requiere, es: que siem- dizión de ¡a
pre, nuestro prinzipál deseo, nuestra prinzi- O"^''^"-
pál Orazión, ipetizión; sea encaminada a bie-
nes spirituales , i acosas, que nos encaminen
a Dios: i que de tal manera pidamos aquello do
que en este mundo tenemos nczesidád; i las
cosas, a que, en esto, mas la caridad nos con-
172 1)K LAS OIIKAS, I nOMPAÑÍA ^
villa; que siempre vay.i lo primero en l;i delan-
tera, i supliquemos niui deverdád, que nunca
la Misericordia divina consienta, que lo que para
pasar este mundo pedimos, haga daño, o impe-
dimento, a los bienes, que son menester, para
poder alcanzi'ir el otro.
De las buenas obras, que han de acompafíár
la Ovazión.
CAPITULO XXXIX.
Dionisio. Quiero os atajar ahí, que Lién veo,
que aunque el camino que habéis comenzado,
es algo largo , vos lo andáis de tal manera, que
sin perderos en él , lo podriadcs llegár al cabo.
Mas esto no se haze, para que tratemos las cosas
tan a la larga, ni para que aquí comprehenda-
mos, todos los jéneros de Oraziún; que esto,
mayor espázio requiere. Basta por agora, que
yo conozca, cuan bién fundado estáis en todo,
Foi. 130. i que por la bondad de Dios, tenéis prinzi-
pios, con que, cuando fuere mencslér, podéis
pasár adelante, a muchas cosas, que agora de-
jaremos de tratar: porque, -ya que el tiempo es
breve, lo gastemos en lo mas nezesario. Una
cosa quiero que tornemos a repetir , porque
siendo mui nezesaria para la orazión , veo, que,
por nuestros pecados, muchos la dejan atrás. 1
porque á nosotros no contezca otro tanto, será
bién, quo un poquito tratemos d'ella: que yo
se, que os aprovechará, üejistes : que las bue-
nas obras, han de acompañar la orazión : i de-
'A UE LA onvziós. 1*3
jislosmui grande vcrdád. I, para que lo veáis
bión claro, mirá en la divina Scriptura, en
cuantos lugares, i con cuanta cficázia, nos en-
comienda, juntamente con la orazión, el ayu-
no, i la limosna, para que seamos oídos. Po-
dcislo ver en Esaías, i en otros muchos lugares,
asi del Nuevo, como del Viejo Tcslamcnto. La
razón d'esto, está nuii clara para cualquiera,
que está ejerzitado en el artifizio, que la divina
Scriptura usa: porque lo prinzipál, que en la
Orazión pretendemos es, provocar la divina Ma-
jestad, a que haya misericordia de nosotros, ¡
alargue la mano de sus inünitos bienes, para el
remedio de nuestras nezesidades. También la
verdadera orazión, o el que verdaderamente
ora, no es inlcrcsál para sí solo, ni quiere so-
lamente para sí el remedio; ni busca daño de
nadie. ¿No es esto asi? Pues con la limosna se Cndn prove-
humilla el hombre; i profesa todo esto, cuando, '^^'■^^^ '■'^
con pedir la misericordia del zielo, no niega él, Jlj^^j/razi'-.n
la que puede hazér en la tierra: i es, como si
dijese a Dios: "Señor, no quiero yo vuestras
misericordias, para alzarme con ellas : porque
ladrón seria si tal hiziese: que, vuestras son, i
no mías. No las quiero, para daño de mis her-
manos, pues las mereszen ^ ellos, mejor que Foi. ito.
yo. D'estas de que. Vos, me habéis hecho mcr-
zéd, quiero repartir; en scñál, i protestazión, que,
como hechura vuestra, uso de misericordia: co-
mo. Vos, siempre la usastes comigo. I no per-
mitáis, Vos, sobre mi, tánto mal, que con mis
mismas obras, yo me condene, yendo a pediros
misericordia, no usándola con mi prójimo.» Veis
174 DE LAS ODUAS , I COMPAÑÍA ^
aquí cómo , por la limosna, so nos di. aquí a cn-
tcndér, totlas las obras do que somos obligados
L.1 comrañra al prójimo. Vengamos al ayuno, ¿rs'o habéis di-
dciAyunocon ^j^^ -^^ orazión, requiere atenzión, requiere
la Ornzi.^n. . • , , • , ,
rcvcrenzia, requiere ucrvór, i oirás muchas co-
sas? Pues todo esto estorba muchas rezes la
carne, con cstAr mas regalada, de lo que .'^oría
razón. Para esto es grande remedio, la absti-
nenzia, i el ayuno. Con que, en cuanto en nos-
otros es, no le permitimos ' , que esté, tan enlo-
dada, en los cuidados, i deleites d'este mundo,
que nos lleve allá por fuerza nuestro corazón,
i ocupe nuestra memoria, i sea una enemiga, i
coatradezidora de los bienes del spiritu; i que
con su fortaleza, i ferozidád, esté siempre a la
puerta, como para resistirles, i defenderles la
entrada, o para echarlos de casa. Tomád pues,
vos, mi consejo: o (para mejor dezír) el de la
divina Scriptura : i siempre, con vuestra orazión,
anden las Obras de Caridád, según la posibili-
dad Dios os diere. Siempre lenéd vela sobre vos,
para que no se ensoberbezca vuestra carne, i se
haga como bestia indomable, con los regalos
del mundo. I dejá[dj hazér a Dios, que Él hará
suofizio, i no será en balde vuestra orazión.
Acabaremos en esta materia, con que me res-
pondáis primero, a algunas dubdas, que se
me han ofreszido, de las condizioncs, que de la
orazión dejistes. Es la primiOra : queme pareszc,
que distes a entender , que el que ha de orár,
i Ai! el impreso antiguo: mitamos.»
mas parc7.c errata por per-
'A DE LA OHAZIÚN. 175
lo ha de f hnzér, con fi'-, i con cspcranf.a, i con
caricUid. Pues, si asi es, ¿qué remedio lo que-
dará al pccadúr, que está sin estos tres done«:
o, hablando mas claro, que no estii en grázia,
sino en pecado? ¿Cómo orará este tal? porqué,
según vuestras reglas, de solos los justos es la
Orazión. La segunda duhda naszc d'esta, i es:
que dejistcs, que la Orazión lia de ser, en her-
vor de Spiritu. No creo yo, que entendéis vos,
que este hervor, sea solamente de spiritu hu-
mano, sino de spiritu, que es don del zielo.
Pues si el pecador no lo tiene, ¿cómo orará en
él? Respondedme a estas dos cosas, que no son
para que vos estéis sin salisfazión para ellas.
De ¡a Orazión del Jvsto , i de la del pecador : i de
la diforenzia que entre ellal^] hai.
CAPITULO XL.
Ambrosio. La zierta, i la eíicáz Orazión, o?
la del Justo, que es, la que va con fé, i con
esperanza, i con caridad. I en estas otras ' vir-
tudes, se incluyen todas las condizioncs, que
yo puse, i son como fuentes d'ellas: porque la
fé, da confianza a la Orazión: la caridad, la cn-
zicndo: i la esperanza, le da pazienzia, i la subs-
lenta. Mas, con lodo esto, no excluimos de la
Orazión a los Pecadores, porque ellos son , los
que mas nezesidád tienen d'ella. Aquellos peca-
I «Otras,» dize el impreso por otros. n «I pii oslas trrs
antiguo: mas parczc errata, virtudes, etc.»
17G °A DE LA On.VZIÜN DEL JUSTO ^
dores no tienen parto con la Orazión , que se
huelgan con sus pecados, i desean vivir en
ellos; i que están tan lejos do querér el remedio;
que, pareze, i aun es asi, que aunque se lo die-
sen, como muchas vczes se lo dan; no lo toma-
rían. Mas el pccadór, que siente su pecado, i
le acusa, i condena su misma conzienzia, i
Foi. U2. querría salir d'ól ; este, bien puede /'orár, prin-
zipalmente con orazión con que pida a Dios per-
Cuái ha (!c dón, i fin de su pecado. I, tenga por zierto, que
scriaOrarián auH aqucllo quo cntonzcs haze, es, porque la
del pecador, poderosa mano de Dios le ha despertado a ello.
I como su misericordia no tenga fin , i siempre
se inclino a los pobres, i nezesitados de su re-
medio; no cansándose el pccadór, no dejará
ella do hazér su ofizio , que es alumbrar, i re-
mediar, i proseguir lo que comenzó, aunque el
pecadór no lo merezca : i despertará en él zen-
tella de spiritu , que pelee contra el pecado, i
poco a poco, o como fuere servido, le comen-
zará a dar de sus dones, los cuales, aunque al
prinzipio no sean tan creszidos, por ser de la
mano de Dios, son de inestimable valór. 1 como
tengan grados, lo prinzipál, que se ha de pedir,
es el augmento d'ellos; i que el Señór, que tan-
ta misericordia tuvo, que puso zentella de sus
dones a donde el Demonio tenia su casa ; que
comenzó a desperLár, donde tan gran sueño ha-
bía ; que previno con su grázia , al vasallo del
■ pecado; Él la acrcziente, i llegue a cumplido fin,
hasta que en el ánima en que esto se comen-
zó, la fó, i la esperanza, i la caridád, hagan su
ofizio. Eslonzes la Or.izión d'oslc tal será eficáz.
I
'A I DEL PECADOR, 177
será de verdadero fructo, porque , para ella, no
tiene puertas * el ziclo, por llevár las condizio-
nes todas, que yo, al prinzipio, propuse.
Dionisio. ¡O, cómelo habéis dichobién:i
en cuán pocas palabras habéis tractado de la
Orazión del Pecador, i de la diferenzia, que hai,
de la d'él, a la del Justo : i, sobre todo, i lo que
mas me ha contentado, cuán grande es la mi-
sericordia de Dios! Bendito, i alabado sea Él,
para siempre jamás: que así sabe remediár, lo
que el Demonio , i nosotros dañamos. Veamos,
qué dezis, a la segunda cuestión.
Ambrosio. De la respuesta de la primera, se
saca la de la segunda. Porque í claro está, que Foi. 143.
cuando yo dije, que la verdadera Orazión había
de sér en hervor de corazón, i de spíritu, no
entendía, que era solamente de spíritu de las
fuerzas, e industria del hombre, sinó de spíritu
del zielo, que es don de Dios, i don de verda-
dera Orazión. Mas, entiéndese, que así como el
pecadór, de quien agora dije, oró, aunque no
de tal Orazión, como el Justo; i despertado, i
guiado del Señór, i substentado de la mano de
su grande misericordia, llegó a tcnér Orazión
justa, i eficáz; así el que se siente sin espíritu
de Orazión, i conosze, que por sus pecados le
falta; debe pedirlo al Señór, como él pudiere, i
conozér, que aún aquél pedirlo , i desearlo, es
cosa de Dios, i señál, que su misericordia lo vie-
ne a buscár, i no contradezirla ni rehusár de se-
í Es dczir: no tiene puer-
cas !■ zerradaS" el zielo,» es
indudable, que elDoctór usó,
ahí , de una elipsis elegante.
en su tiempo. Las puerta»
se ponen, o tienen, para ettir
zerradas.
12
178 °A DE LA ORAZIÓN DEL JUSTO ?»
guir por donde lo guian. I el Señor que comenzó,
hará tanto en él, que le dé yerdadcro spiriLu de
Orazión, si el mismo hombre no lo estorba con
su pecado, i neglijcnzia. Aunque es menester
mui grande atenzión, para no contentarse tem-
prano, i pensár, que ya han llegado a aquel es-
píritu, i hervor, antes que con muchas Icguns
lleguen a él.
Dionisio, Verdád es eso. Mas , tiempo es , que
demos fin a esto, i que me respondáis, qué
manera de Orazión, os parcsze a vos, que ha-
brá, que tenga todas las condiziones, que ha-
bernos dicho : porque ellas son tales, i tan bue-
nas, i nuestra ignoranzia tan grande; que pien-
so, que habrá pocos, que la sepan guardar,
i que no se engañen en muchas d'ellas. I se-
ria mui grande cosa, que hobiesc una Orazión,
de tal manera compuesta, que la tuviésemos
como guia, i como dechado, para conformar-
nos con ella. ¿Sabéis, vos, que haya alguna,
que contenga todo esto?
Ambrosio. Sé, que hai muchas en los Profetas,
i en los Salmos , i en toda la sagrada Escriptu-
Foi. 144. ra, las cuales, como son f de hombres sanc-
íos, i que tenían spiritu de Dios , llevan mui
grande conzierto , i son como las quiere el Se-
Oriziñn, que fiór. Mas, teucmos una en el Evanjc'io, que en
nuestro senór jjjyj brevcs palabras, contiene todas aouellas,
enseno. 11,
que ha de tenér una verdadera, i .sancta Ora-
zión. Esta es la que Ciisto, nuestro Redemptór,
enseñó a sus Diszipulos, que comunmente lla-
mamos, la Orazión del Palcr noster, porque asi
comienza ella.
'A DEL PATER NOSTER ^ 1 70
Dionisio. Ahí os quena yo traér, i paresze-
mc, que lie azertaJo a guiaros a ello. Por zier-
to , Orazión enseñada por tal Maestro , ella será
bién azertada: e yo os aseguro, que nunca deje
do púr oida , si pór culpa nuestra no fuere. I , no
es posible, sino que sea grandísimo tesoro, pues
socorrió con él, el Redemptór del mundo , a los
hombres, que Kl redimió, i que viven en este
destierro, i en tan gran nezcsidád de Orazión, i
do azertada Orazión. E yo soi tan afizionado a ella,
que aunque os dé algún trabajo, me habéis de
hazér plazér de dezirme , la Declarazión , que
vuestro Maestro os dió : que yo sé, que ni él de-
jaría de dárosla; ni, vos, la tcrneis olvidada.
Ambrosio. Una declarazión me dió d'ella, aun-
que no tan larga como quisiera. Mas prometióme
de extenderla mas, cuando yo estuviese algo mas
ejerzitado.
Dionisio. Todo eso me parcsze bién, c ya de-
seo, que comenzeis.
Ambrosio. Esta Orazión enseñó nuestro Re-
demptór a sus Diszipulos, que le dijeron, que
los enseñase a orár, como sant Juán habia he-
cho a los suyos. Él les dijo : que orasen d'csta
manera : «■ Pater noster , qui es in Ccvlis: sanctifi- Pntei- noster.
cctur riomnn tuum. Adveniat regnum tuum. Fiat
voluntas iua : !:icul in ccclo, et in tcrra. Panem
msinnn quotidianum * d<x nobis liodie , el dimitte
i Hn I.\ "niblia Sacra
Vulnaía ctilionis Sixli Quin-
li Poní. Max. Iiusu recngnita
alque cdila. Romeo Ex Typo-
grapfiia Apostólica Vaticana
a.D.XCIU, . en la páj. 8r,9,
columna scgundn, r. primern,
se pone : Pnncm nostnim
supcnubstanlialem da nohis
tlodie.-< Pero la pAjina 921,
columna 1.', r. dezimo quin-
10 . se pone : «Pauem nos-
180 'A DE I,\ ORAZIÓN. S
tiobis dcbila nosira: ^icul ct nos diniiitiuius debí-
torilius nostris. Kl ve nos inducas in Icnlationrni.
Sed libera 7ws a malo. Amen»
Foi. nr,. Dionisio. Eso mismo dczíd en romanzo.
Ambrosio. « Padre nuestro , que eres en los
zielos : sanctificado sea el tu nombre. Venga el
tu Reino. Hágase tu voluntád en la tierra, asi
como se haze en el zielo. iXuestro pan el do ca-
da día danos lo hoi. I perdónanos nuestras deu-
das, así como nosotros perdonamos a nuestros
deudores. I no nos traigas en tentazión , sino lí-
branos del mal. Amén. »
Dio.Nisio. Hasta ahí , todo está mui bueno. Co-
menzád a declararla: que no creo, que haréis
menos en esto, que en todo lo que hasta aquí.
Divi5ión de Amdrosio. De diferentes maneras suclcn mu-
la ürazión. ^y^^^ dividir esta Orazión. Mi Maestro dividió la
en siete petiziones, e dijo , que esta era la común
división, que los doctores sanctos seguían.
Dionisio. Muí buen conzierto lleváis: i pues
que vais por ahí, quiero , que no solamente me
declaréis cada una de esas petiziones, mas tam-
bién cada palabra d'ellas : porque ya, vos, veis,
que no habrá en ella, no digo palabra, mas ni
silaba, que no enzierro en si, grandísimo teso-
ro, i misterios de grande vcnerazión. Algunos
aplican estas siete petiziones , a los siete días de
la semana. Mas, no hai agora nezcsidád de traer
algo d'cso: solamente proseguí vuestras petizio-
nes, i vuestra declarazión.
Irum cotidianum áa voiis ho- de texto ¡rrecnsnble para los
rfitf.'i Zito esta edizión, por- Católicos -Romanos. Impre-
que Tiene considtrada en la sión de Aldo , el menór , aun-
clase de Biblias Canónicas, o que sin su nombre.
181
De la Declarazión de la primera parle de la
Orazión.
CAPITULO XLI.
Amurosio. La primera palabra de nuestra
Orazión es: «Padre» i este os el nombre, con
que en ella nombramos, e invocamos a Dios.
En esta palabra, antes que adelante pasemos,
se nos encomiendan muchas de las condizio-
nes, que dije de la f Orazión: la de la fé, la foi. U6.
de la pazienzia, la do la Caridad, i de la espe-
ranza : Porque llamár a Dios, «Padre;» i no padro.
solo padre por creazión, como es de todos los
hombres , i de todas las criaturas , sino con
zierta particularidád , i privilejio, como padre de
hijos de adopzión; es cosa de tanta digniddd,
que ningún entendimiento criado, basta a en-
gnandezerla. Porque, siendo hijos de perdizión,
echados, i desterrados de su Reino: por el deu-
do , que, su Hijo, con nosotros tomó; por la
sangre que derramó; nos reconzilió consigo , i
nos reszibió por hijos , i nos dió tan grande li-
zenzia, como es, que le llamamos «Padre.» De
manera, que este nombre de padre, según esta
signiOcazión , no lo ha de usurpár, sino aquél,
a quién Jcsu Cristo , nuestro Rcdemptór lo en-
seña, i le descubre , este secreto : Quiero dezir,
a quién * cree en Él, i lo conoszc por Redemp-
» El verbo usurpAr, .inte- la azepzión de usar, o valerse
rior, que también rijo este 3C- de. I aquí, o Uai que quitír
f,undo «a quien;" tiene alii la prcposizii5n , i Icér, «quién
182 íff. DL L\ DlCCLAUAZrÓN f»
tór. Esto es lo que dize sant Juán: * « dió podér,
de ser hijos de Dios , a los que creen en el nom-
bre de Jesu Cristo, verdadero Hijo de Dios. » Por
esta manera tAn privilejiada , llamar a Dios con
nombre de n Padre ; » cosa fuera digna de gran-
dísimo castigo, si solamente fuera salida del
atrevimiento del hombre. Jlas, como sea lizen-
zia, que Él mismo nos dá; i Cristo, Redcmptór
nuestro, i autor d'esta grande reconziliazión, la
conCrma, i nos convida a ella; con grande, i
zierta confianza, lo podemos hazér. Así canta la
iglesia : « amonestados do mandamientos de sa-
lud, e informados de divino aviso; osamos dczír:
«Padre nuestro, que estás en los zielos, etc.» -
De todo esto se sigue, lo que yo dije, de la fé,
i confianza , que babemos de tener de alcanzár
lo que pidiéremos, pues pedimos a nuestro Pa-
dre: i que Él nos convida , i manda, que lo lla-
memos así. La esperanza, aunque se dilate, pues
Fol. 147. debemos ^ tcnér por zicrto, que no es por no
quererlo dai-, pues es nuestro Padre, sino por-
que nos ama como a hijos, i sabe si nos está
bién lo que pedimos, ó no; i cuándo^ i en qué
manera nos está bién. La pazienzia, para cuando
nos castigare, i pidiéndole regalos, por ventura
nos diere azotes: pues es nuestro Padre, el que
cree en Él ; " o suponer una
de las frecuentes elipsis u.'sa-
saJas por el Doctor, rreficro
lo primero, por partzcrmc lo
mas naturál. La errata, a mi
ver , provino del primer " a
quien.» Leo, pues: ./Quiero
ÚQZír, quien cree en Kl, etc.»
1 Véase el Capitulo prime-
\ ro, vers. i'¿. del Evaiijclio de
s. Juán.
2 Palabras Iraduzi.las lite-
ralmente del Canon de la Mi-
sa . « i'ra-eeptis .«alut.-lribus
móriti, ct divina in^ititutiiine
formíli, audcmus díccre. Pa-
tcr nostrr qui es in coclis: etc. i>
Véase J/w,Ta/« liomnnum, etc.
Mníriti M.DCC.LXIX. piji-
na 27Ó. de la Kdizit^n en Kvo.
'A DE L.\ Oll.VZlÓ.N. 9» 133
nos castiga. La caridád, i amór, que le debe-
mos, como hijos, pues que lo llamamos Padre.
La rcYcrenzia, i acatamiento, el tcmór, i la
atenzión, que habernos de tcnér con Él. Por esto
mismo nombre , es avisado el pecadór de sus
malas obras : del grande juizio que espera, pues
siendo el enemigo de Dios, se atreve á dezír,
« Padre.» No entran en su Reino , sinó sus hijos:
i los que no son d'este Reino , no son sus hijos:
ni son de su Reino , sinó los que le obcdoszen,
c sirven. I el que no lo haze, toma este nombre
do «Padre,» en vano: con el cuál se había de
confundir, i huir de sí mismo, i de sus pecados.
I, así como no hai en el mundo, ni podemos pen-
sár, cosa a quien tan propriamente pertenezca
este nombre de "Padre," como a Dios; pués no
solo nos dió ser, mas después de perdidos, nos
rejeneró , á costa de la muerte, i pasión de ?u
unijénito Hijo, heredándonos en una misma he-
renziaconÉl; así no habernos do llamár Padre,
a otro, que a Él, en la tierra: en quien ponga-
mos toda nuestra confianza, i a quien demos la
honrra, i agradezcamos todo lo que somos, i es-
peramos ser: procurando en todos nuestros pen-
samientos, i obras, que parezcamos hijos de tal
Padre. Sigúese en la Orazión : « nuestro. i «Padre >'i¡csiro.
nuestro.» Llamár a Dios, «Padre mió,» singular-
mente; a solo Jesu Cristo, nuestro Redemptór,
conviene: porque Él solo es hijo naturál, i nos-
otros adoptivos. A nosotros conviene llamarle,
«Padre nuestro : » porque todos ' somos, de una
1 Todos los hombres: asiá- europeos, o(.zeánico«. Todos,
ticos, africanos , americanos, Lo mismo el id('>Iatra, el ju-
184 ^ DE LA ENTRADA
Fol. 148. misma f manera, hijos suyos, igualados en una
adopzión. I en esta palabra, «nuestro» es avi-
sado el hombre, con que caridád, i humildád,
ha de orár: no diferenziándose, ni ensobeibes-
zióndose, sobre los otros hombres, pues confie-
sa, que son sus hermanos, i que todos, son hi-
jos de un mismo Padre. Por tanto, debo mirár,
s¡ los tracta como a hermanos; o si los menos-
prezia como a siervos; o les haze obras de ene-
migo. Si conosze, que son iguales con él , i re-
demidos con igual prezio, por la misericordia de
un Padre. De aquí también se saca, cuán sin
contenzión habemos de orár, cuán sin invidia,
i sin particulares intereses. IS'o hai mió, ni para
mi, en toda esta Orazión : sinó nosotros, i, para
nosotros. De donde se entiende, que el prinzipál
título , por quien esta Orazión se haze , es en
nombre de la Iglesia. Siempre se ha de pedir la
prosperidád d'ella, i ningún don, ninguna mcrzéd
spirituál, ni temporil, ha de dcmandár el cristiano,
que no quiera por partizioncro en ella, a su pró-
Que eres en jimo. Sigucsc cn la Orazión, «que eres en los zic-
loi líelos. ]Qg_„ ggi^j^ partícula, juntamente, se nos des-
pierta la confianza: i somos avisados cuán grande-
mente habemos de sentir do Dios, a quien tene-
mos por Señór, i Padre. En todas partes está
Dios, i no tiene lugár diputado, que estando en
él, deje de estár en los otros. Mas, por una zicrta
considerazión, señalámosle por morada el zielo.
dio, el mahometano , que el buenos , o malo!" hijos. Víase
cristiano. Todos los hombres. el Carítulo VI, 32 , 33, del II
I Dios solo, sabe , i conoze, de Cronic. o Paralip.
cuáles, entre ellos, eon loi
V. DU LA ORAZIÚN. S I
como liigár de grande exzclencia, i hermosura:
de grande majcstúd , i podér, de grande abiin-
danzia de bienes: de seguridád , i perpetuidcáJ.
Por manera, que así como en las cosas de acá,
por el cdifizio de una casa, juzgamos muclio,
del podér, i riqueza de un Señór; asi las cosas
del zielo, nos despiertan considcrazión, de la
grandeza i majestád de Dios: i confesamos / por roí. uo.
esta palabra, la miseria de los que estamos en la
tierra: cuan nezesitados estamos de bienes, cuán
subjectos á peligro, i mudanza : i que todo esto
nos ha do ser remediado, i por la mano del Se-
ñór, que nos quiso dar a entender por » el zie-
lo,» que tiene el lugár para sus hijos, de seguri-
dád, de perpetuidád , de grandes, i eternos bie-
nes. Convídanos esta misma palabra, a que nos
acordemos, de cómo el zielo es nuestra propria ^
orijen , ¡ naturaleza : pues el Señór, que habita
en él, nos crió para su casa: i para tenernos
siempre en su compañía: i que por culpa, i pe-
cado nuestro, estamos desterrados d'él , i en lu-
gár de tanto trabajo, i peligro. I asi, debemos de
sospirár, por volvér a él, i procurár con toda di-
lijcnzia , que nuestros pensamientos, i obras se
conformen con este deseo. Hasta aquí, escomo
entrada, i prohemio de la Orazión: tras el cuál,
se sigue luego la primera pctizión, en que ha-
blando con Dios, i con nuestro Padre , pedimos:
« sea sanctiücado el tu nombre.»
186
Fol. 150.
De la primera pclizión de la Orazión.
CAPITULO XLII.
Por el « nombre de Dios,» en este lugár, ha-
bernos de entender el mismo Dios; la notizia, la
gloria, i honrra d'Él. Pedir que sea sanctiiicado
su nombre, no es otra cosa, sino pedir, que sea
conoszido por quien es, i honrrado, i servido,
conforme a tal conoszimicnto. Este es deseo de
verdaderos hijos, que ponen en la delantera do
todo, la gloria, i honrra del Padre: i esto es,
lo que prinzipalmente, i ante todas cosas procu-
ran. Aquí, se han de considcrár dos cosas. La
primera, el grande fuego, i deseo, que ha de
habér en nuestro corazón, que Dios sea conos-
zido: que todas las jentes, adoren i' su Nombre,
liizeio de la j aicanzeu a conoszér, cómo Él solo, es el ver-
fanctificazión
del Kombre
dadero Señór: como, en Él solo, está todo el re-
dei ScñiJr. modioj i la dilijenzia que do nuestra parte, ha-
bernos de poner para esto. De muchas maneras
es Dios deservido, i desconoszido. Entrelas na-
zioncs, que no profesan la relijión cristiana, es
blasfemado su nombre; pues lo es el de su Hijo:
i sabemos, que quien no honrra al Hijo, no
honrra al Padre. D'ellos, ponen su confianza en
falsos profetas: d'ellos, en ídolos, i cosas cria-
dos: otros, en vanas, i perdidas snpcrstizioncs.
Entre los que confiesan , que Lo conoszen , i
creen, hai muchos, que tienen las obras mui
conli'árias de las palabras: i que, no solo Le
ofenden; mas son causa de grande escándalo,
V- DK LA Or.AZIÓN. ?• 187
para los infieles, i ocasión, que juzguen por
nuestras obras, la crccnzia que tenemos. Para
todo esto, se Lo pide, al mismo Señór, que
sea sanctificado su Nombre: i no se ha de pe-
dir esto, sin grande sentimiento, i zelo, de que
É! no sea, verdaderamente acatado, i servido; i
sin grdndC; i cnzendido deseo d'ello. La otra co- ai mismo Si-
sa, que se ha de considerar, es, que la misma ñúrsciepidc
honrra, i sanctificazión que deseamos, que Él "nctifica-
tenga, i que nosotros le demos; la pedimos a ¡^(XmoT^do
Él mismo, para que la encamine, i haga que dar.
llegue a efecto. En lo cuál se nos enseña: que
ni es de nuestras fuerzas, honrrarlo, i sanctiíi-
carlo, ni de nuestro juizio azertar el cómo: sinó,
que Él ha de dar el favór, para lo uno, i para lo
otro *. No Le podemos nosotros servir, por nues-
tro solo juizio, no con nuestro espíritu, o imaji-
nazión. Él es, el que nos ha de avisar do lo que
le agrada: i enviar en nuestros corazones, aliento,
i espíritu d'ello: i darnos con su palabra, notizia,
como cada dia nos dá, de lo que quiere, que ha-
gamos para servirlo: i enviarnos, de su mano,
fuerzas para que lo pongamos /" en obra. A nos- p,^,
otros perteneszc pedir a su Jlajestád todo esto, i
pedirlo, como hombres nezesitados d'ello, i en-
zendidos, i congojados, del deseo de su gloria. Per-
tencze ponér de nuestra pai-fe, para ello, grande
solizitúd, i dilijcnzia: i procurar, que los dones,
que para esto pedimos a Dios, no nos sean dados
1 Todorslo, i lo que si- en parliciilár la Romana, a
giic , me p.irfzc , nnn conde- sns Lid'irjias, Cánones, i lii-
nazión impliV.ila , de la fuer- üialcs. Comienzan, |nies, pur
za , o aiiloridid compulsiva, tío saber el slgnificndo del
que dan las .«celan cristianas, Padre pívj:?t/!0.
18S 'A Dt; I,A SKüUNDA I'K'M^IÓN ?»
en vano. 1, como los pecados solos', sean los qnc
Le ofenden, i los verdaderos enemigos de la
honrra , i sancliCcazión de su Nombre; debe el
que esta petizión hizicre, tomár grande cnemis-
tád con ellos: huir do su compañía, como de
enemigos, i estorbadores, de aquella sanctifica-
zión, que fil pide: i pedir al Scñór, que des-
pierte, i lleve adelante, esta enemistád, en 61,
i en todos los hombres; pues cntonzes so podrá
dezir, «que es sanctificado su sanctisimo Nom-
bre;» cuando en los hombres no reinare pecado,
sinó sanctidád, c justizia. Esta es, la primera pe-
tizión, que Cristo, nuestro Redemptór , quiso,
que pidiósemos al Padre : dándonos ejemplo en
si mismo, que tuvo siempre esto por fin, i nin-
guna cosa rehusó, a que, para ello, no se ofres-
ziese.
Ds la segunda petizión da la Orazión.
CAPITULO XLIII.
Orden que SigucsG la segunda petizión, que es: «Venga
cst» orazión cl tu Roino. ■) En la cuAl , sc doclara mas, la pH-
liene. mera. Porque, entre otras exzelenzias, que esta
Orazión tiene, es esta una : que siempre, lo que
se sigue, es, como mas clara, i mas viva expo-
Dos maneras sizión de lo que prezedió. No pedimos, aquí, el
de Reino. Roino coH quc Dlos reina sobre todas las criatu-
ras , como Autór , i Scñór d'cllas : porque este
Reino, ni va, ni viene: siempre es, i nunca ha
de tenér fin. Tiene otro reino particular, que es
l NAtcsc bilin. Le ofenden den las difcrcnzias de cultos,
tolos los pecados. No le ofcn-
'A DE LA OnAZIÓN. S 180
de glázia, i de ^ gloria: en el cuál solamente snn fo'-
contados, aquellos que tienen su spiritu, i es-
tán en su grázia, i amór. A estos rije Él , con
una jurisdizión mansísima, i amorosa, con domi-
nio de suavísimo yugo. Ampáralos, con grande
misericordia: líbralos, de todos les peligros: tic-
neles hechas mcrzedes, de mui grandes privilo-
jios, i cscnzioncs: porque los ha libertado de la
jurisdizión del pecado, de la muerte, i del in-
fierno. El tributo, de los vasallos d'cstc Reino,
es de amór, i confianza : i la misma suhjezión
d'él, es la libertád i franqueza. Esto es Reino
de grande paz, donde todo se contrata con amór,
i fé. D'estc Reino son todos aquellos, que ver-
daderamente sirven a Dios; i que procuran, do
no perdér la libertád , que Cristo , nuestro Re-
dcmptór, i Señór, les ganó. Pedir la venida
d'este Reino, no es otra cosa sinó pedir, que este
Reino se augmente, i vaya siempre en crcs-
zimiento : pedir abundanzia de paz, de spiritu,
de fé, de amór, i de todos los dones del zielo:
pedir diminuzión de todo lo que a esto contra-
dize, i estorba; i victoria contra ello. Muchas
cosas son, las que tienen cnemistád con este
Reino: pues la tienen el demonio, el mundo, i
la carne; señores tán poderosos; que tántos va-
sallos tienen; que tántas artes de guerra saben;
que tan diestros , i ejcrzitados son en engaüár.
Por esto, pedimos al Señór, en esta segunda pe-
tizión, que «venga su reino : « que haya muchos,
que Le conozcan: muchos, que Le sirvan: mu-
chos, que resistan, á los que pelean contra este
Reino: que haya constánzia en las adversida-
100 "A DE LA SEnUNDA PETIZIÓN
(les fidclidád en tratár las cosns do Dios: que
no nos alzcnios con sus bienes : que no nos los
alribuyamos: a Él solo, los pidamos: a Él solo
los agradezcamos: El solo, queramos, que reine
Foi. 153 sobre nosotros: que su voUmitád, sea nuestra
Lei: su palabra, nuestra lumbre: sus Manda-
mientos, nuestra alegría: su ser suyos, nuestra
riqueza: el padeszér por Él, nuestra gloria. El
fin, i remate d'cstc Reino, es la bienaventuran-
za, que Él tiene prometida, a los que, en este
mundo, Le tuvieren por Eei : la cuál suplica-
mos, que también venga. Esto es, que pedimos
perseveranzia , para alcanzarla: i que la l\Iaj es-
tad divina, azclcrc la conversión de todas las
jentes: haga, que todos lo conozcan, i sirvan;
para que se azerque la posesión del zielo, donde
tengamos seguridad, que nunca mas será ofen-
dido:" donde estaremos libi-cs, de tanto adver-
sário como, en este mundo, tenemos, para sa-
carnos d'cstc Reino: donde, en una concordia,
cu una voz, lumca zescmos de loarle, do darle
grázias, por tantas merzcdes, como nos hizo, en
hazernos suyos. Esta petizión está también llena
La Caridad ^'^ grandísima caridád, para con nuestros her-
quecstapcu- manos , i prójimos; pues que no solo suplica-
zirtn tiene. mosenclla, quG en esta vida reziban spíritu
del zielo, con que sean vasallos d'este Reino, i
sus .-'inimas sean libradas de pena eterna, i he-
* Cii.uirlo PC consideran tas
zircunstanzias az.-irnsas , en
que el Doctír escribía tndo
esto ; se encuentra en ello, nn
interús vivo, i animado, jiara
leerlo, i releerlo de nuevo: i
para penetrarse liond.amcnte,
de la verdad , que en todo es-
to se contiene.
"A DE i,\ on vziÓN. ?• 191
redadas de zclestiales bienes: mas también pe-
dimos, que so azcrquc el cinriplimiento del Rei-
no, por el cuál, sean librados de las miserias,
i congojas d'esLe mundo : de la pobreza, en que
muchas vczcs so vccn : de la lirania, que padcs-
zen: de los trabajos, i adversidades, a que esta
miserable vida, está, cada dia, eubjecta: para
que no solo sus ánimas, mas también sus cuer-
pos, estén fuera de tantos peligros.
De la tcrzera pctizión de la Orazión.
CAPITULO XLIV.
I porque la venida de este Reino consiste en
lo que Dios tiene mandado que so cumpla: si-
gúese, luego, la terzera pelizión, que dezi- Foi. 154.
mos: «Hágase tu voluntád, en la tierra, así como
se bazo en el zielo.» Esta voluntád, es aquella,
que Él tiene notificada por su palabra: i la que
quiso, que su unijénito Hijo, i rcdemptór nues-
tro, nos predicase, para que baziendo nosotros
aquello, que Él dize, que quiere; alcanzemos
los bienes, i hcrcnzia, que nos tiene prometi-
dos. I porque, para esto, hai tanta flaqueza, i
contradizión, en nosotros: suplicárnosle., humil-
mente , que pues nosotros, de nuestra natu-
raleza, somos ziegos, i errados; Él por su infinita
bondád e misericordia, encamine nuestras cosas,
enderezo nuestros corazones, i obras, de tal ma-
nera; que se cumpla siempre su voluntad, i lo
que nos tiene mandado, i que por su único Hijo
nos reveló : lo cuál , todo es para gloria suya , i
102 'A DE LA TEn/.EnA PETIZIÓN S
provecho nueslro. El orijindl, de la Iglesia ño
acá, es la Iglesia, que está en el zielo: a ella ca-
minamos, i a ella habernos de tomñrpor decha-
do, de lo que habernos de hazór acá. Por oso,
pedimos al Señor, que encamine, i ordene, que
asi cumplamos acá su voluntad; como escum-
cumplida en el zielo: que, pues nos quiere para
juntarnos con los que están allá; haga, que les
parezcamos, en el contentamiento, que tienen
con todo aquello, que Él quiere. Aqui , si bien
lo miramos, i si de verdád , i de corazón, es la
orazión, que hazemos; confesamos muchas co-
Dcciarazián d' sas , i pc^imos remedio de todas ellas. Lo pri-
ísta petizión. mero, confesamos nuestra inhabilidád, para cosa
tan alta, como es la voluntád de Dios: la ruin
inclinazión, i contrariedad, que tenemos, para
consentir cosa tan buena: la ignoránzia, que
tenemos, para saber lo que nos es provechoso,
o dañoso: la zeguedád, i soberbia de nuestra sa-
Fói. 155. biduria, cuando se atreve a pedirlo que no
sabe, si lo quiere Dios: el regalo, i delicadez, de
nuestra carne , para no sufrir desabrimiento, ni
cosa, que ella juzgue por mal : la falta que te-
nemos de fé, para contentarnos con lo que nues-
tro misericordioso Padre quiere: i de pazienzia,
para sufrirlos trabajos, i tentaziones, que vinie-
ren de su mano. Todos estos males nuestros,
confesamos, i protestamos: i do todos pedimos
remedio, cuando dezimiOs: «hágase, Scñór, vues-
tra voluntád en la tierra, como se haze en el
7,ielo:» i es tanto como si dijésemos. «Piadosísimo
Padre, cuya bondad, i poder, como cosa, que es
infinita, no puede ser entendida, ni alcanzada:
"A DE LA ORAZIüN. ?• 193
nosotros, a quien, vos, liabcis tenido por bien,
do llamarnos, vuestros hijos: Confesamos lui-
milmcnte delante vuestra Majcst/id , que na
hai , ni puede haber, ni puede caber en enten-
dimiento criado, cosa mas justa, ni mas sábia,
ni mas hermosa, que es vuestra voluntad, i
aquello que, Vos, queréis. Confesamos también,
que ella, es el camino, para llegír a gozaros.
No podemos esconder de vuestra sabiduría, ni,
tampoco, queremos nocí r, cuánta contradizión
hai en nosotros, para tan grande bién: cuanta
ignoranzia, para lo que nos cumplo: cuanta
zcgucdád, en nuestros ojos, para cosa tan her-
mosa; cuan regalados nos tiene esto mundo:
cuan poco sufrimiento tenemos : cuan mal nos
confiamos de Vos. Suplicamos os, Señór, que
Vos, nos encaminéis de vuestra mano, a tanto
bién, como es el cumplimiento do vuestra vo-
luntad: Vos, enmendéis, nuestras locas peti-
zioncs, i nuestros vanos deseos: i nunca per-
mitáis , que se cumpla ni venga a efecto , cosa
quesea contra lo que. Vos, mandáis. Si fuere
mcnestér castigos; desdo aquí, Señor, los pedi-
mos ': — i, pues vuestra liberalidád es tánta,
también, Señór, demandamos , la pazicnzia, para
ellos. Nunca oyais ^ las petizioncs de nuestra
carne, que es loca, i ziega: desde aqui, las re-
vocamos todas: i siempre se cumpla, lo que
'I Estas tatfdicas súplicas,
tal vez, las haría sonar desde
los pvilpitos, mas de una vez,
en los templos do PcvUla , la
voz elocuente del Dr. Cons
lamino. I , a l'.icgo : en esa
misma Sevilla miirió el Doc-
tor, atormentado, i calumnia-
do, dentro de los calabozos
de la Inquisizión.
2 Onnis, ynr niftnis.
DE LA OKAZIÓN. 193
nosotros, a qiiion, vos, habcis tenido por bién,
de llamarnos, vuestros hijos: Confesamos hu-
milmcnte delante vuestra Majcst/id , que n&
hai , ni puede haber, ni puede caber en enten-
dimiento criado, cosa mas justa, ni mas sabia,
ni mas hermosa, que es vuestra voluntád, i
aquello que, Vos, queréis. Confesamos también,
que ella, es el camino, para llegAr a gozaros.
No podemos esconder de vuestra sabiduría, ni,
tampoco, queremos ncgír, cuánta contradizión
hai en nosotros, para tan grande bién: cuanta
ignoranzia, para lo que nos cumple: cuanta
zeguedád, en nuestros ojos, para cosa tan her-
mosa: cuan regalados nos tiene este mundo:
cuan poco sufrimiento tenemos : cuan mal nos
confiamos de Vos. Suplicamos os, Señór, que
Vos, nos encaminéis de vuestra mano, a tanto
bién, como es el cumplimiento de vuestra vo-
luntád: Vos, enmendéis, nuestras ¡ocas peti-
ziones, i nuestros vanos deseos: i nunca per-
mitáis , que se cumpla ni venga a efecto , cosa
quesea contra lo que. Vos, mandáis. Si fuere
mcnestér castigos; desde aquí. Señor, los pedi-
mos *: — i, pues vuestra liberalidad es tánta,
también, Señór, demandamos , la pazicnzia, p:íra
ellos. Nunca oyais ^ las petizioncs de nuestra
carne, que es loca, i ziega: desde aquí, las re-
vocamos todas: i siempre se cumpla, lo quo
■« Estas fatídicas súplicas,
tal vez, las haría «¡onár rlcsdc
1-15 pulpitos, mas de una vez,
en Ins templos de Sevilla , la
voz elociienlc del Dr. Cons
tantino. I , a luego : en esa
misma Sevilla muñó el Doc-
tor, atormentado, i calumnia-
do, dentro de los calabozos
: de la Inqnislzión.
* Oyais, por nii)i:is.
I9-Í "A VK I,\ CUARTA I'ünZlÓN S
quiere vilcflr.i boiklád. En el ziclo, Señor, no
ha¡ quien no quiera lo que Vos, queréis: no ha!
cosa, que le resista. Asi, Señór, os pedimos, con
ÍGfni(lo,' i eonos/.inniento do nuestras faltns, una
zentella, de aquól contenínmicnto, tan azeria-
áo : de aquélla confianza tan segura : de aquella
snítldui'iá, que asi alcanza a conoszéi-, que nin-
guna cosa hai buena, ningúnh 'cosa hermosá,
sinó la que vuestra sancta , i misericordiosa vo-
liírtlad quiere. 11 Esto es, lo que, en summa, con-
tfcnó t?lá terzcrá pótizióu. Por que en ella, pe-
dimós'verdádéi-a mortificazióri de la carne; i de
nuestros firoprios afectos, que son la fuente, de
donde tnanan todos los inconvinientcs , i estor-
bos, que he dicho.
' ' ■ De la cuarta pelizión de Jn Orniión '. ■
.■\'.\ .-'.lA -CAPITULO XLV;
Siguése la cuarta, que es. iiNiiestró pan, el
de cada día, dánoslo hoi.» Hasta aquí habe-^
mo8 pedido todo aquello, que es tncncslór, para
; ■ ser rtioradores del Reino del i',ielo; i verdaderos
hijos- de Dios. Agora tíos enseña 'di Redemptór,
démandár aquellas cosas, cuVa '.falta nos podi-ia
ponéf gran- impcdirtieíiló, pdra cálcanzai'lo; i ser
ocasión de grandes caldas. Pói- esta cánsA,' pe-
dimos aqui, la nezesaria subsLentnziiiu , que es
DoB maneras « cl pan cotidiano.» Dos maneras bai de pan,
<ic pan cotí- significíldas cn nuestra pctizión:,i del uno, i del
otro, tenemos nezesidád, para que seamos subs-
tentados en esta vida, on .servizio del Señór. El
«. DE LA OHAZIÓN. ?5 19')
un pnn es spiiituál, con que la vidn de fé, que
es vida f ?pir¡tu;\l , sea cada dia esforzada, para
que siempre vaya en creszimiento, i no venga
en diminuzión ; o a que • la perdamos del todo.
Estopan, es Jcsu Cristo, nuestro Rcdcmptór:
pan de vida, que fué enviado del zielo.para
sermanjár, i substentazión de nuestra ánima,
i librarnos de eterna muerte. Este nos es comu-
nicado, mediante su palabra * : por lo cuál , pe-
dimos aquí, lo primero, i prinzipál, continuo,
i zierto ministerio, de la palabra de Dios: que
nos sea siempre exhortada , i predicada, i nunca
sintamos falta d'clla. Pedimos Ministros que re- Pan
partan este pan azertadamenle: no corrompido, '""'^
ni mezclado con levadura de vanidades huma-
nas : cuya dilijenzia, cuyo zelo, i obras, nos des-
pierten, i amonesten, para el cumplimiento de
lo que debemos I, porque ni el que planta,
ni el que riega , es algo, si el Señór no da cres-
zimiento; demandamos, juntamente, eficazia
para la palabra: que el Spiritu del 2ielo, la
asiente de tal manera en nuestros corazones;
que ejecuto aquellos afectos, para que ella fué
enviada; i alcanzemos el spirituál mantenimien-
to de grázia, que el Redemplór nos ganó. Es
tAn grande la pesadumbre de nuestra carao, táu
I Aif ol imprcíu .nntiguo.
Parczrn «obrlir las T07cs , n
que : l dcbér dezir : eo la per-
damos del Indo.» — Tal vez,
pnr mn de las utiinlcs elipsis
del Aiitór, se Fobrccnlicndc;
«o venffit a .íurerf^r, que U
perdamos,» etr.
5 Nótese hicn la doclrina
del Doetúr.
3 La dcFcrip7.i'^n, aquí he-
clin, de los M¡i\¡slros, o Pre-
dieadorcs del Evanloüo, la
sacrt el Doctór, justamente,
de la cotidiana caren2Í.% , que
de ellos hai : i de la nfzesl-
dád cotidiana de pedirlos, al
líniro , que los ordena , i dn:
.1 .Tesu Cristo solo, por su ts-
piritu.
DE hK ORAZIÓN. ?5 19')
un pnn es spiriUiál, con que la vida de (6, que
es vida /" spirituál, sea cada dia esforzada, para
que siempre vaya en creszimiento, i no venga
en diminuzióii; o a que • la perdamos del todo.
Estopan, es Jesu Cristo, nuestro Redcmptór:
pan de vida , que fué enviado del zielo , para
ser manjár, i substentazión de nuestra ánima,
i librarnos de eterna muerte. Este nos es comu-
nicado, mediante su palabra por lo cuál , pe-
dimos aquí, lo primero, i prinzipál, continuo,
i zierto ministerio, de la palabra de Dios: que
nos sea siempre exhortada , i predicada, i nunca
sintamos falta d'ella. Pedimos Ministros que re-
partan este pan azertadamenle: no corrompido,
ni mezclado con levadura de vanidades huma-
nas : cuya dilijenzia, cuyo zelo, i obras, nos des-
pierten, i amonesten, para el cumplimiento de
lo que debemos I, porque ni el que planta,
ni el que riega , es algo, si el Señór no da cres-
zimiento; demandam.os, juntamente, eficazia
para la palabra: que el Spiritu del zielo, la
asiente de tal manera en nuestros corazones;
que ejecute aquellos afectos, para que ella fué
enviada; i alcanzcmos el spirituál mantenimien-
to de grázia, que el Redemptór nos ganó. Es
tán grande la pesadumbre de nuestra carne, tán
I Aif ol imprcíu .nnliguo. 3 La dcr cripzií^n , ftqut he-
Parczni soliríir la'i Tn7cs , a cli.i, de tos Mijúslros, o Prr-
jKe : 1 dcbér (lozír : eo la per- diradorcs del Evanitlio, la
damos del Indo.» — Tal vez, sacrt el r)oct(^r, justamente,
pnr nna de las usiinlcs elipsis de li cotidiana caronzia , que
del Aiitór, se sobrccnlicndc; de ellos hai : i de la nfzesl-
«o venffft a su:edér, qnc \k dád cotidiana de pedirlos, al
pordamos,» rU. único, qvic los ordena , i dn:
' Nótese hicn la doctrina a .Tesii Cristo solo, por su fcs-
dfl Dorf.ir. piritu.
lOG "A DE i,A cuAiiTA pi:tizión ?•
grande nuestro dcymnyo; que si, c.iilarlia, no
fuese esforzada nuestra fó, con la mano del Se-
ñor: pocos pcrmanezerlan en esta vida, que es
vida de spirilu, i dejustizia del ziclo. I, como
naturalmente seamos desconfiados, fázilmentc
caeríamos en grandes faltas, si nos hallásemos
sin aquello, que naturalmente es mencstór.
Pan de subs- para pasár la brevedad d'esta vida. I esta es la
teniazWn cor- j-azón , por donde juntamente pedimos , la sus-
tentazión de la vida corporal, que es la otra ma-
nera de pan, que en esta petizión va metida.
Larga, i de inmensa liberalidéd, es la mano de
;Foi. 153. nuestro soberano f Padre, para repartir a sus
hijos d'este pan : pues, vemos, que por todo el
mundo lo derrama, i que no lo niega, a bue-
nos, ni a malos. Mas, mándanos nuestro Maes-
tro, i Señor, que lo ])idamos; para que enten-
damos de dónde nos viene; i a quien le habe-
rnos de agradcszér: i, que sopamos, que si lo
tenemos, no lo debemos a nuestros trabajos, e
industrias, sinó al Padre zelesliál, a quien toda
naturaleza sirve, i obedeszo; i por cuyo man-
damiento obra, o deja de obrar, en nuestro ser-
vizio. I, aunque esto sea asi, no por eso habcmos
de dejár de trabajár, ni de buscar los médios,
i caminos, que para nuestra substentazión 1^1
nos ha dado. Porque esto sería tentarlo, i dar a
entender, que no conoszemos, cómo estamos
en tierra de trabajo, i de destierro; i subjefes,
a que vivamos en este mundo, del sudor de
nuestras manos; seria blasfemar i menospre-
> No se considera esto asi,
en Espaüa. Para ser caballe-
ril, i para ser santo, un c-p.l-
ñúl, lo primero, que haze, ei
DE LA ORAZION. V' 197
íiAr SU pi'ovidcnzia, la cu¿l , Él nos dio, para
instrumento de su misericordia, i bondad, i nos
despierta con olla, a que lo conozcamos, i sir-
vamos. Do donde habernos de tomAr aviso, que
todo se lo habcmos de agradeszér: que lodo es
suyo i todo se lo debemos: las mcrzcdes, las
industrias, i caminos por donde nos vienen. Pe-
dimos, «el pan de cada día,» i que «nos lo dé,
[jara hoi.D No pedimos para muchos años: como
infieles, ni como tasadores de nuestra vida: ni
pedimos cosas supéríluas, ni grandes, ni dema-
siados aparatos; sinó , solamente, «el pan cuo-
tidiano,» i que nos lo dé, para el dia presente.
No es, esta, nuestra patria, i naturaleza: ni ha-
bernos de quedar aquí. No son d'esta tierra,
nuestros proprios plazeres, i honrra: para que
pidamos cosas sobradas, que sirvan mas para
fáustos, i sobérbias, para vanagloria, i vanos
deleites; que para nczesaria substcntazión de
jentc, que va de camino, f i que va a gozár de
bienes, i de posada que no tiene comparazión.
Si tenemos para hoi; aun no sabemos, si sere-
mos vivos mañana : i si lo fuéremos; en la mano
donde esta nuestra vida, están también todos
los bienes, i todo lo que es menester para ella.
El Señor, que nos la alargó, alarga juntamon'e,
con ella, el amparo, i substentaziún. .\qui nn
se entiende, que habemos de cstár oziosos, i
que ningún cuidado habemos de tenér de nos-
li.izcrsc nn perfecto liolgri-
zán: .-iboininár Inda cl.isf Je
trabajo nianuál , i corporál:
vivir a rosta ajena : oprimir.
i\c mil modos, al que gmic el
pan, con su sudr'r: i degra-
darle también.
198 íff. DE LA CUARTA PETIZIÓN ^
Oíros, ui de nuestra familia: sino es, una jiru-
iiibizión, del demasiado cuidado; de la demasia-
da ambizión , que muchos tienen; confiando
mas en sus industrias, que en la misericordia
divina; teniendo tán poca fé, qucpiensan, que,
a cada paso, les ha de faltar Dios, i que supli-
rán ellos esta falta con su falla de confianza, i
De la Cari- sobra de solizitúd. Es también de notar, que en la
dádd'esupc- petizión no dpzimos, ndcómelo » si nó, «dánoslo;»
como quien pide para muchos. 1 asi es, que no
ha de pedir nadie, para sí solo, sino juntamen-
te para su prójimo. De donde está claro, cuan
mal pedirá, el que pidiere, para subjectár, o
para hazér ventajas, a otros, o para que estén
ellos, mas nezesitados, que él Para todos, pi-
de cada uno: i jenerál, es este cuidado: i, como
yo pido para los otros; asi los otros para mi:
porque esta orazión, i pctizión, la enseñó, el
que tuvo tanta caridád, que murió por sus ene-
migos : i, en toda ella, van las señas d'esto. Con-
sidere, pues, el que pide, si pide bién; que pide
para todos: i, que si rezibe; asimesmo, rezibe
para todos. Salvo, sino pide con ima fé, i res-
zibe con otra -. I si una es, como ha de ser, la
fé del orár, i del reszebír: debe también de pen-
sar, como negará a su prójimo, cuando lo viure
f Muchos piden así. Aiir,
desde ül i'.v'ilpito, se enrorgau
Ptidre-nucsíros, par.i una nc-
icsidád : que no es ctra cosa,
que una 'tentcija privada:" 6
una ufcntnja departido.^
^ Xo se coDZibe, según es-
to ; cómo pueda orár bien,
ron csla Orazión del Padre
nuestro, c) amitro de la guer-
ra , c! traficante de esclavos,
el fautór directo, o indirecto,
de cualqiiiér jcncro Je pcrsc-
cuzión rclljiosa ■, i otros seme-
jantes violadores de la paz , i
libcrlád, i seguridád del hom-
bre, bu semcj.mte, i prójimo.
*A DE I.A ORAZIÓN. S l'JO
en iiezesidad , lo que demandó, i rcszibió para
él. Porque, si el otro, fué neglijentc en pedir;
basta, que él, haya pedido para ambos: i, si Foi.i--:o.
pidió, i no se lo dieron en sus manos; diéron-
selü en las d'este otro, a quien hizieron dcposi-
táriod'ello, i terzero para que se lo diese. Estas,
i otras muchas considernziones ', debe de Imzér,
en esta pelizión, el cristiano, porque es doctri-
na, i profesión, que los hombres, para con sus
prójimos, han de tcnér. La quinta petizión es.
• Perdona nos, nuestras deudas, asi como nos-
otros, perdonamos a nuestros deudores.»
De la quinta petizión de la orazióji.
CAPITULO XLVL
El prinzipál impedimento, que podíamos te-
nér, para no alcanzár, lo que al Padre zelestiáh
tenemos pedido ; o (ya que alguna cosa alcanzá-
semos) para no poseerlo, ni gozarlo, con su
Bendizión; sería, Loncrlo enojado, i cstár fuera
de su grázia. Por esto, en esta quinta petizión
pedimos, que perdone nuestras faltas, i pecados:
que, esto es, lo que por ndéudas," liabemos de
entender aquí. Nuestra flaqueza, es mui grande:
nuestro esforzarnos, mui desmayado: de aquí
viene, que sean mui continuas estas caídas: i
si por algunas d'ellas, o, por mui muchas, que
fuesen; la divina Misericordia, zcrrase la puer-
ta: ¿quién seria aquél, tan .lusto, que escapase
1 Véase la considefazión DiÉ7., de Valdós.
LXXI. , en las Ziento , i
2üO "A DE LA QL'INTA l'ETIZIÜ.N f>
de ser condcnndo? El Rcdcmptór del mundo, no^
dlzc: que pidamos perdón, de nuestros pecados,
i deudas: senil es, luego, que siempre está
abierta la puerta, para quién, de verdad, lo pi-
diere. Enséñanos, juntamente, con esto; que
>Solo el perdón del eterno Padre, es el que nos
libra, enteramente, de los pecados: i nos deja
desadeudados : porque no hai en el mundo,
quien nos pueda dar Carta de liberlád, de tál
déuda, si. Él solo, no I, si este '' perdón, no
tuviésemos; no hai cosa, que pudiésemos hazér,
que montase alguna cosa, para que dejásemos
de ser deudores. Llamárnosle «perdón suyo,» i
no " paga nuestra: » porque, si en estas tales
deudas, fuésemos tractados con rigór de justi-
zia, i no con blandura de misericordia; Él se
quedaría Justo, i nosotros deudores, i condena-
dos. Con esta misma petición , somos amonesta-
dos a la penitenzia, i a la memoria de nuestros
pecados; i a que conozcamos cucán abominable
cosa es, ofcndér á tal Señór, i tal Padre: i que
con grande, i firme propósito, de enmendar lo
porvenir; pidamos, de lo pasado, perdón-. So-
mos juntamente avisados, de las cotidianas fla-
quezas, i caídas de pecados veniales; i de la ne-
zesidád, que tenemos, de la continua orazión.
Dize mas: «así como nosotros, perdonamos a
1 Cuando los csp.iñoks,
quieran enicndér bien esto,
ontónzes comenzarán, me pa-
/ezc , a moralizarse, i a arrc-
penürsc también cíe su mal
vivir, i (Ic su ¡lefir ronftnr, en
la absnUizii'm , o en la Bula,
n condonazión, de otro cpiizA
]v6r, que ellos.
2 Un zékbrc Sevillano,
acostumbraba hazcr esta ora-
zión. 'I Perdone tu miscricor-
dta , ¡o que ful : reforme íu
¡irAzia , lo e¡uc soi: ílirija tu
sabiduría, lo que seré. »
•A DE l.A OtlAZlÓN. 7» 20[
nuestros deudores. -i Rézia cosa seria, i grande
menosprczio de laMajcstód divina, que le pidié-
semos que perdonase nuestras grandes culpas, i
■ ofensas; i que no perdonásemos nosotros, a nues-
tros hermanos, las livianas que d'cllos podemos
reszebir: porque, en comparazión de las otras,
no pueden dejár de s6r mui livianas. Casa de
grandísima concordia, es la Iglesia Cristiana*,
entre los hijos, con los padres, i los hermanos,
entre si mismos. De parte do nuestro Padre,
zierta, i segura tenemos la paz: pues nos dize,
que le pidamos perdón de nuestros desacatos , i
ofensas ; que Él lo dará , i tornará a soldar con
su misericordia, i mansedumbre, la paz, que
fué quebrada por nuestra culpa. — Pues asi, será
mías verdadero hijo suyo aquél, por quien no
quedare, que sea hecha concordia, entre los hor-
- manos. Aquél, de verdad, procura, i haze la
concordia, i paz, que de buén corazón, i volun-
tád, perdona la deuda al deudor: / i, si el otro Foi. Iü2.
perseverare en su culpa, alómenos, el que
perdona, ya se ha mostrado hijo del zclcstiál
Padre, pues, por su parte, no ha faltado el per-
dón. No habernos de csperár , para pcrdonár
nuestras deudas, que nos den , d'ellas, satisfac-
zión : porque ya no seria perdón, sinó paga. An-
tes, habernos de considerár, de la manera con
que el Señór perdona nuestras deudas, i culpas,
i lo que seria de nosotros, si usase con aquél
rigór de que algunos usan con sus heimanos,
demandando entera satisfazión, i paga, i aun,
I España es Casa , de per- discordia,
pclua, i grandísima, i jcncrál
202 DE LA QUINTA PETKIÓN ?»
a las vczcs , pasando adelante. No tiene menos
caridád estó petizión, que todas las otras pasa-
das, antes, la tiene mayór, si, de verdád, va
pedida. Porque así como en las otras demanda-
mos, no particularmente, cada uno, para si solo,
sinó, cada uno para todos; así lo hazemos en
esta, i en aquello, de que mayór nezesidád tie-
nen todos, que es que le sean perdonados sus
pecados. Pues, ¿cómo se puede hazér, que yo
pida, 'de verdadero corazón, i sin falsedád, i
mentira, perdón para mis hermanos, si no hago
loque, a lo menos, es en mi mano, que es,
perdonarle lo que él me debe, i la ofensa, que
me ha hecho? Si, de verdád, pido para él, ¿por
qué no le doi la parte, que tengo, de aquello
que pido? En esta petizión, no entendemos, que
han de ser deshechos lo scon tractos, que no son
contra caridád, i que la justizia humana tiene
aprobados: porque, eso, es mui dislincta cosa,
i antes son, si bi6n se usa d'cllos , para concor-
dia, i paz, de los hombres. Ni entendemos tam-
poco, que los Majistrados, i Ministros de la re-
pública, han de dejar de castigár los dclictos:
porque eso no sería perdonar las déudas, sinó
favorcszér los pecados, i caér en mayores culpas.
Dionisio. Parészeme, que habéis, con eso,
Foi. 163. acabado esta quinta petizión: ^ i quiero os yo
preguntar una cosa, antes que paséis a la sexta.
¿Qué os paresze , que deben hazér, los que es-
tán enemistados con su prójimo, i desean ven-
ganza d'él, i rezan esta Orazión? Porque, a lo
menos, no podrán ellos dezír, que les sean per-
donadas sus déudas, como ellos perdonan las
' /
y. DE LA ORAZIÓN. fi 203
suyas: i, si lo dizen, está claro, que ellos mis-
mos se condenan. I, aun yo he visto muchos
que consejan, que estos tales, no digan esta pe-
tizión, ni toquen en olla: i he visto también,
quien sigue este consejo, i que se guardan de
dezirla, como de alguna cosa mui mala. ¿Qué
dezís, vos, a esto?
AMBnosio. También mi Maestro me contó,
que habia visto eso mismo : e yo después acá,
lo he visto. Lo que él me dijo, diré. Los que de-
sean venganza de su prójimo, claro está, que su
Orazión es en vano, pues no son hijos verdade-
ros del Padre, a quien piden, con nombre de
hijos; ni oran con fé, ni con caridád, sino con
boca, i corazón mentiroso. Mas, dejár de dezlr,
aquella parte de la Orazión, de quién yo agora
hablé; es vanidád: porque él lo haze, temiendo,
que si la dize, le condenarán por ella, i no le
perdonarán sus pecados; i creyendo, que en
las otras petizioncs es oído: i no quiere serlo en
esta. I engáñase el pecadór, de muchas mane-
ras. Lo primero, ya él no ora, como diszipulo
de Jesu Cristo, nuestro Señór, pues no ora, co-
mo Él le mandó: antes, falsa * la Orazión , que
Él le enseñó, i quita d'ella, lo que le paresze.
De donde se sigue, que el Padre no la azeptará;
pues no es la que su hijo enseñó. Lo segundo,
engáñase en que teme la condenazión, que haze
contra sí, con la boca; i no, la que haze con el
corazón. I piensa el loco, que Dios no ha de en-
I Ya conozeri el lectór, a solo, de negro, 1 pardo,
los Casuistas aludidos aquí. * Falsea, dezimos ahora.
Muchof son ; i no veslidos,
204 DE LA SEXTA PETIZlÓN
tendér su corazón, i que entenderá, lo que di-
jere con la lengua. Lo terzero, en que se en-
164. gaña es: que cree, que las otras petiziones, f
serán oídas; i no quiere, que aquella lo sea. I
las otras no lo serán; como petiziones, nodo
hijo, si nó de siervo malo, i traidor; i será oída
aquella, aunque él la hurte, i la deje de dczir:
porque no le serán perdonados sus pecados,
pues él no perdona a quien le ofende. Vcrdád
es, que hai algunos, que tienen rencór con
sus prójimos, i tienen tan endureszidos sus
corazones, que no los pueden tan fázilmen-
te desechár de si: mas pésales d'ello: i quer-
i'ian que su corazón fuese mudado, i entretanto,
, abstiénense de hazér mal a su prójimo, con
obras, o con palabras, ya que no se abstienen
en el corazón. Estos tales, justamente pueden
hazér esta Orazión, i pedir en ella, victoria con-
tra sus pasiones: i el Señórlos oirá, i dará spi-
ritu bueno, á quien lo echare menos, i con co-
noszimiento d'ello lo demandare.
Dionisio. La respuesta ha sido mui buena.
Dezid de la sexta petizión. ■
De la sexta petizión de la Orazión.
CAPITULO XLVII.
Amiíhosio. La sexta es. «No nos traigas en
tentazión. « Para el entendimiento de esta, es me-
nestér, que sepamos, que Dios, muchas vczes
prueba a los suyos, para que ellos mismos en-
tiendan , si están firmes en su fe , o si son , co-
DE LA ORAZIÓN. 9» 2Ü5
mo (le prestado, entretanto, que ninguna adver-
sidád los conlradize. Muchas vezes también cas-
tiga los pecadores, viendo que van desmandados,
i que es menestér azote, pava que tornen en si,
i conozcan , cómo van huidos de la Casa de su
Padre. Ninguna d'estas tentaziones, es mala: Dos maneras
antes, la una, j la otra, son mui provechosas:, tentazión.
i son enviadas a los hombres, con grande mi- Foi. ir.o.
sericordia, de que el Señór usa con ellos. Por-
que de ser probados en la cruz, mui grandes
prevechos les vienen, si ellos mismos, no los
quieren perdér. Esto es mui claro, pues es tam-
bién claro, que el que persevera en la tentazión.
i por ella no es mudado; sale con mayor rique-
za , con mayór conoszimiento de la divina bon-
dád: enamorado, para darle muchas mayores
grózias: i bastezido de nuevos dones, i nuevas
merzedes. Si cae, conosze su flaqueza: pierde
los brios, que tenia, de estimarse de siervo de
Dios: pide fuerzas, de nuevo: humíllase : i con-
fúndese, en fsi mismo, por habér caido: está,
para lo de adelante, mas avisado, i conosze me-
jór el peligro: i de dónde le ha de venir el es-
fuerzo, i el venzér. Del castigo que el Señór
nos envia por nuestras culpas, i pecados, los
mismos pecadores tenemos grandisima nezesi-
dád: porque sin él, podría ser, que zebados de
la prosperidád del mundo , i del buén suzeso
do nuestras culpas; las siguiésemos, a rienda
suelta, i del todo nos perdiésemos. Así qué, la
una, i la otra; es misericordiosísima tentazión;
i que si alguna vez no nos suzede bién, es por
sola nuestra culpa, i obstinazión': que, en ellas^
2Ü6 'A DK LA SEXTA I'ÉTIZIÓÑ ?5
no bai sinó nianáedumbi-e, i vozcs con que
nuestro Padre nos llama, para llegarnos mas a
Sí, o volvernos si vamos huyendo. D'estas
maneras de tenta/Jón, no se entiende la peti-
Tentaiiones zión, que hazemos. Hai otras tentaziones. que
m»)»!.^ . gQjj Demonio, ¡ del Mundo, i de la Carne.
Estas, como son de mala raíz, siempre tiran a
■ mal fin, i el propósito del Demonio, no es sinó
derribarnos, ¿'estas, suplicamos a Dios, que nos
libre. I tdnto es, dezir: « no nos traigas en ten-
tazión;» como dezir: Señór, aunque estas tenta-
ziones no sean de las vuestras (pórquo, Vos, no
tentáis para derribár, ni matár, sinó para levan-
Foi.166. ta,.^ r i ¿jij. xiáo), mas, porque ninguna cosa se
puede haz^r, sin permisión, i consentimiento
vuestro; suplicamos a vuestra infinita clemen^
zia, que no dé lugar, a que estos enemigos
nuestros, usen do su podér, ! fuerza, contra
ilo.sotros. Vos, Señór, i Padre nuestro, sabéis
cuán poderosos son ellos, i cuán flacos somos nos-
otros: cuánta es la enemistád, que el Demonio
nos tiene : cuánta es su diiijenzia, para des-
truirnos. No consienta vuestra misericordia, que
seamos tentados por él : i, si lo fuéremos, que
de tal manera seamos favoreszidos, que no sea-
mos venzidos en la tentazión, sinó que loque
él Comienza, para nuestro mal, se encamine,
para nuestro bién, i para que él quede venzido,
, i nosotros venzedores.» Esta es nuestra petizión:
en la cual habernos de conoszér, cuan sin fuer-
zas estamos, do nuestra parte, para resistir al
t Volvernos, aquí; en la vér." Forma Aí/5/ liebrca.v
Bicpzián de, nhazprnos vol-
'A DE LA ORAZION. ^ 207
Demonio, i a sus tentaziones, i pedir siemiire
socorro del zielo, para la victoria; si nuestros
pecados mereszieren, que seamos tentados: o el
Señór por esta misma cáusa, lo permitiere.
■ D¿ la séptima petizión de la Orazión. 1 •
•:.:. / . CAPITULO XLVIH.
La séptima, i última petizión es : «Líbranos
del mal.» Esta, no solo es una mas abundante
declarazión , de la petizión , antes d'ella; mas es
una summa, ó recapitulazión , de toda la Ora-
zión, en que pedimos : que seamos guardados
de todo aquello, que nos pudiere encaminar, a
deservir, i olvidár, á nuestro Santísimo Padre
El prinzipál «mal,» que en esta petizión habe-
rnos de entendér, es, el Demonio: i luego, todas
las obras, que d'él salen. Él es malo: i autor do
todo mal: í a él habernos de tenér por la prin-
zipál fláusa de nuestros niales. Él causó nuestro
f pecado : él es el autór de la muerte : el urdió foI. 167
la condenazión de los hombres: i no es otro su
ejerzizio, sino procurár nuestros males: no solo
los del ánima, mas los del cuerpo también. De
aqui habernos de tomar aviso, que cuando nues-
tro prójimo noshiziere algún mal; luego le per-
donemos por ello: i que antes tengamos piedád,
i lástima d'él, que rencor, i mal querenzia, por-
que cayó en las manos de nuestro enemigó, a
quien habemos de pasár todo nuestro enojo, i
I Nólcse , que únicAifadnlí lulo el Docfór. A Dios solo.
• Dios solo , atribuye este ti-
208 'A DE LA SKPTIMA PETIZIÜX S
cncmistád, por haberlo enlazado en sus redes.
Do manera, que cuando dezimos: «líbranos del
mal,» ninguno pide solamente para si, sino para
todos los prójimos, como en las otras petizio-
nes. I no solo pedimos, en ello, ser librados de
la pena, que de los otros hombres nos viene;
mas, que ellos sean libres de la culpa en que
incurren, ofendiéndonos: que es el mas verda-
dero mal. I, como del Demonio, como de capi-
tal enemigo nuestro, salgan muchas vezcs las
discordias, las guerras, las postilenzias, las he-
rejías, i zismas, con otros muchos males, i por
su cáusa nos hayan venido; pedimos aquí, tam-
bién ser librados de todo ello; i pazienzia, para
cuando por nuestros pecados, nos viéremos en
cualquiera cosa d'estas. I esto es, lo que esta pe-
tizión también añade sobre la que prezedió : por-
que hai algunos trabajos, que por cuanto los per-
mite el Señor para prueba , i enmienda nuestra;
es * tentazión saludable , i enderezada, para tal
fin. Mas, en cuanto el Demonio los busca, para
: vengarse de nosotros, i llevarnos a mayór mal;
suplicamos al Señór, que nos libre d'ellos, con
todos los otros, que siempre vienen acompaña-
dos de grandes pecados, como cosas de la incli-
nazión, i propriedád del Demonio; cuales son al-
gunos de los que agora yo dije. I porque nuos-
Foi. 1C8. tro enemigo, ^ aunque tiene grande deseo do
dañarnos, no tiene mas podér, para ello, de
cuanto por la mano de Dios le es permitido; su-
* Asi el impreso intiguo
Parczc , que deberla dezír
" soa tentazión,:» rcGriéndo
se a trabajos, mejor que u
prueba. ■ >'■'"■' i
íí. DE LA 0RAZ1ÓN. ?8 209
plicamos aquí, que no le dejo andár suelto, sinó
que siempre lo tenga atado : porque si él libre
se viese, ningún bién espirituál, ni temporál,
nos dejarla. Tanta es la enemistád que con nos-
otros tiene. Concluye la Iglesia esta Orazión, con
esta partícula «Amén.» Esta voz es por quien D'csta paia-
pedimos confirmazión de todas nuestras petizio- ^""^
nes: i suplicamos, que no nos estorben nuestros
pecados aquello, que por la Divina misericordia
nos es prometido: sinó, que todo,' sea zicrto, c •
ürme. Con este «Amén,» confirma Dios sus pro-
mesas: i porque la flaqueza de nuestra fé, siem-
pre es mui grande; socorre Él, con afirmár, i
jurar, que será zierto lo que promete: i esta re-
pitimos nosotros, pidiendo la misma confirma-
zión, que, para; mas esforzarnos, Él tuvo por
bién de hazér. I aquí tiene fin la Orazión.
Dionisio. Razón tuvistes de dezlr, que quisié-
rades la Declarázión mas larga : porque , de cosa
tan buena, cuanto mas tuviérades fuera mejór.
Mas lo que habéis dicho es tán zierto, i de tan
sancto, i verdadero espíritu, qué me parcsze,
que basta, para que tengáis regla zierta, de
ejerzizio tan saludable, i tan nczesa'rio, como es
la Orazión. ¡O, marabilloso Dios, i cuán grandes
señales , dió el Redemptór del mundo , de ser la
misma Sabiduría divina, i Hijo unijénito, del
Eterno padre! En esta tan breve Orazión, ¡ quó
de misterios, qué do cosas de tan grande admi-
razión colejió! ¿Qué hombre del mundo, ni qué
multitud de hombres,*, d^ cuantos ha habido,
1 Estoi en cslo. I ojalá no tablezidose dogmáticamente,
íc hubieran compuesto, ni es- tantas Litúrjias , i Rituales, i
14
210 . ÍS. DK LA Sl'íPTnU PETIZIÓN ?t
n¡ habrá on el mundo azcrLni'á asi, a cntcndúr
sus proprias nezesidades , como Él aquí laé pin-
tó? ¿Quién asi azertara a demandar el reríiédio?
Bién pareszG, que era Múdioo, que venía & rcme-
roi. 169. diarlas, /■ pues así las supo entendér, i así las
supo curar. ¡O, quién viese, por todos los cris-
tianos, entendida, i platicada esta Orazióu, si-
quiera como, vos, la habéis- declarado! Mas, por
nuestros grandes pecados, no hai cosa mas des-
echada. No quiero estorbar nuestra plática, con
descubriros aquí el dolór, que siento i la gran-
de razón, que d'ello tengo. I también, porque no
quieroy que tan, temprano eomenzeis a enten-
der, lo que el tiempo, i él mundo, osenseña-
' rán. Quiera el Señór, que sea. para grande pró*
vecho vuestro, Dezídmff, agora, si os enseñó cSEo
vuestro Maestro, alguna otra Or&zión : o,' si oá
dijo', que rezáscdes otras; porque, sabéis, fjuo
hai múchas, i mui mas estimíidas, i que esta,
por marabilla la rezan ; a lo menos con los sen-*
timieiitos, que, vos, aquí habéis dicho. Porqué^
los que mas devotos le son, en media hora, re-
zan trezientas, o Cuatrozientas*; i los líienos
entienden el latín d'ellai tíi aün, el ronianze
tampcco. / . ;
Formularios de Oráziónes, Ilt- patítico, i píófurtdo.
ñas de todo lo mas corrosivo. 2 1 tatfibién Un millón de
de nuestras malas pasiones: Ave-Nanas , rezan algunos,
llenas do sensualidad, di ín poco tiempo. Véase el Qui
ódio, do soberbia, .do intolc-( jote. Capllulo XXVI, fo-
ranzia! ' lio 05 , columna 2.*, Kdiziún
1 Este doKr, por ver el de Lisboa del Año 1695.—
destino, que aguarda, a la Paso quitado, en ía Edizión
mal enseñada juventud; C8 de ICOS.
•211
De la Ilcgla, que d'csta Orazión se naca, para
conoszér todas las otras.
CAPITULO XLIX.
Ambrosio. Lo que en este caso me dijo, es:
que la Orazión, mas consistía en sentenzia, i en
fé , i en spíritu ; que no en guardár siempre un
orden , i conzierto de palabras • : i que la Ora-
zión, que tuviese la misma sentenzia , que esta;
i tuviese las mismas condiziones, i con ellas
fuese hecha; que, en valór, era esta misma Ora-
zión, aunque diíirieso en los vocablos, i en el
orden d'ellos. I, que d'esto, se podían ponér
muchos ejemplos de las oraziones de la Sagra- '
da Scriptura, como yo pienso, que dije, cuando
comenzamos esta materia, Mas, que si hobiese
f alguna que no tuviese estas condiziones, i esta Foi. 170.
sentenzia; que era mui distincta Orazión. I que,
por lo menos era cosa en que no podíamos , ni
debíamos confiár. I, que esto bastaba, para que
huyésemos d'ella.
Dionisio. No hai mas que dezir: i vuestro
Maestro os enseñó, como hombre mui prudente,
i mui cristiano. ¡Sánelo Dios! El que no pide,
lo que en esta Orazión se pide, i con las condi-
ziones que se pide ; ¿a quién sigue, por Maestro,
pues que no sigue al Maestro, i Redemptór de
los hombres? ¿Quién le descubre la voluntad
* «Non vox, sed Tolum: non música córdula, sed cor :
non clainor , sed. amor, pulsat in aure Dei,»
212 «.DE h\ RLCAPITÜLAZIÚN, I SUMA 9»
(1p1 Padre, si el hijo no se la declara? ¿Qué de-
fecto halla en Él, que lo ponga en nezesidád de
buscar enmendador * : o qué cosa puede pedir,
justamente, para el ánima, i para el cuerpo;
para esta vida, i para la otra; para la gloria, i
- honrra de Dios, que aquí no esté pedida, i sanc-
Rccapiiui.v lamente podida? ¿Qué mas quiere, de conoszér
zión , i suma, q\ g,.;\n podér, i majcstúd do Dios; su grande c
dciaOrazit'm. j^ef^^jig ¡j^isp,.¡(,ordia , en haberlo reszibido por
hijo: de pedirle sanctificazión de su Nombre, i
que él sea de los sanctificadorcs: que todo el
mundo lo conozca, quo todos lo sirvan, i se
gloríen de x\n mismo Padre: que venga su Rci-
nOj i resziban todos aquél yugo dé amór: que
desechada la tiranía del Demonio, i del pecado,
con grande paz, i concordia, hagan en la tierra
su volunt'id, como es hcchíi en el zielo: que se
le dé, en esta vida, todo lo que es nczcsario,
• de bienes spirituales, i corporales: que perdone
nuestros pecados: que nos libre de malas tenta-
ziones, i de todas adversidades: quo no permi-
ta, que el Demonio nos dañe, ni ejecute su de-
seo contra nosotros? ¿Qué mas quiere? ¿Qué
aflizión, o qué caso particular se le puede ofres-
zér, que no hallo, en esta Orazión, materia, i
Foi.iíi. regla, para platicarlo con Dios? Bién dojistes. í
Las palabras pueden sér de muchas maneras:
, porque Dios, en estas cosas, no está atado a una
manera de palabras: las razones, bién pueden
1 Esto , i cuanto sig^uo , en caer fázilmcnte , en sacríle-
!a rccapitulazWn , me parcze sro : en enmendadór de la
concluyeme. El que usa otra Doctrina de nuestro Señor
Orazirtn , q\ie ésta ; puede Jesu Cristo,
"A DE LA ORAZIÓX. 213
llcvár diversa composizión : mas la doctrina, la
materia , las reglas, i condiciones do la Orazión;
el spiritu, i fé d'ella; sacarse tiene, todo esto,
de ésta, que nos enseñó, el Enseñadór del mun-
do. Aunque, de mí, os digo: que soi tan afizio-
nado a las palabras, que el Evanjelio, i toda la
Scriptura usa; que nunca me querría apartar
d'ellas: ni me hallo, a^dezlr otras: aunque no
sea tan nezesario, que siempre se haya de lia-
zér. Mas la flaqueza do los hombres es tanta;
que cada día es venzida: Ja ignoranzia, i la
mala confianza, tan grande; que muchas vezes,
toma uno por otro; i mil vezes, es engañado, en
lo mismo que cree, que mas azierta. Las cáu*-
sas, i maneras d'estOy andando el tiempo, con
ayuda del Señór, las platicaremos; para que se
cumpla el deseo, que tenéis, de tener esta Ora^
zión tractada mas a la, larga: porque mucho
queda que dczir, i muchos misterios se nos des-
cubrirán : ,que no nos los negará la misericordia
de nuestro Padre. Tractaremos también, cómo se
saca de aquí, i cómo se reduze, otra parte de
Orazión, que llaman contcmplazión porque
en esto nadie os engañoi ; Guíelo Dios, para
sanctiOcazión de su sancto. Nombre. Con todo,
olvidado se me había, de preguntaros, qué' re-
medio hai para cosa tan larga, como seria; si
cada' vez ss bebiese de rezar ol «Pacer ncstcr,"
con todas estas consideraziones, que aquí habe-
I Lo que Juán de Valdés
llamaba «sus dos Libros fa-
voritos: Orazión 1 i. Consi-
dcrazión p> promcUa ol Doe-
lór Constanlino examinar ade-
lante, con toda extensión. El,
i Valdós (aunijuc no aparezca,
a primera rislal. se confor-
man, en •ponsamicntó, lo que
• en dóctrihi,- : ■ ■ ■
214 °A DE LA RECAPITULAZIÓN, I SUMA S
mos platicado. Porque, aunque sean mui bue-
nas, i mui sanctas, hai muchos que tienen por
dcvozión , de rezarlo muchas vezes : i como, vos,
lo habéis dicho en una sola , se gastaría buen
espázio de tiempo.
Ambrosio. Sé yo , que aunque no so hiziescn
Fol. m. estas considcrazioncs, ''mas de una vez, ora
fuesen mas cortas, ora mas largas; sería cosa
mui provechosa para los que rezan esta Orazión.
Para los que ponen su devozión , mas en tasas
de números, que en spíritu de fé; yo no sé,
qué remedio hai
Dionisio. Bién. Dejemos agora estos: i deje-
mos también los oziosos, que sobrándoles el
tiempo, para lo ^no, i para lo otro, ni hazen
' * uno, ni otro. ¿Qué diréis de aquellos, que están
ocupados en trabajos, i ejerzizios nozesarios?
¿Qué harán estos, para cosa tan larga?
A.MDROsio. No, por fuerza, estas considera-
ziones, han de ser siempre tan largas, ni siem-
pre tan cortas. Mas, parészeme, que todo cris-
tiano, que oye la doctrina del Evanjeho; debe
de tenér entendida la sentenzia d'esta Orazión,
i sabér que la ha de rezár, con la fé, i condi-
ziones, que he dicho. I el que ésto tuviere de
una vez entendido, i asentado en su corazón; él
holgará de habitiiírse a ello : i ningún ejcrzizio,
ni trabajo, lo podrá tanto ocupár, que alguna
vez, i aun muchas vezes, no pueda envolvér
todo esto en un breve movimiento, i sospiro de
1 El remedio, t.ilvez,es, soluta, prezeptuada en el
aquí, la obediensia, exacta, Evanjcliode s. Mateo, VI. 7.
i COrdUl, a la prohibizión ab- Véase allí el remedio.
5ft DU LA CONI-ICSIÓN. ?» 1 5
Su corazón , i con una saeta do fé , eii\ iarlo de
presto al zielo, donde el Padre de misericordia
lo desenvolverá, i entenderá bién' a la larga,
por breve , que haya sido acá. Esto, me p'aresze,
que pueden hazér todos, aun en las mismas
lloras de la ocupazión : i mucho mas, en las que
ellos, para tal obra escujiercn. : '
• Dionisio. Con eso, quiero que acabemos, lo
que toca a esto de la Orazión: porque, aunque
con brevcdád,' mucho es lo que habéis dicho:
espezialmente para quien quisiere mirarlo con
intenzión de aprovecharse d'ello. Quisiera, que
pasáramos a la doctrina de los Sacramentos
mas, estaréis ya cansado, i estas cosas quieren
reposo: mayormente para los prinzipios. Direis-
Tne, agora, en pocas f palabras, qué manera fo(. 173.
. tencis en la Confesión, i en la comunión, i en
el oir de la misa. Lo demás, quedarse ha, para
otro dia, como materia mas larga, i aun no tan ■
nezesaria, ni tan ; cotidiana. Dezid, primero, de
la Confesión. '
De la Confesión: en que brevemente sa Irada, lo
mas prinzipál d'ella.
•■ • r CAPITULO L. -í'
Ambrosio. En la materia de la Confesión , me
dijo mi Maestro, que habla de considerar: cuán '
en creszimiento va siempre, para con los hom-
bres, la misericordia de Dios; pues dejó podér a
i Posterga eso, azert.id.i- esenziáiraento prczisa.
mente. ís'o la haze doctrina
216 "A DE LA CONFESIÓN 9S
' los ministros do la Iglesia, para que, con \'¡Ya
voz, i en Nombre suyo, absolviesen al bombro
de su pecado, i lo diesen por libre, e quito, i
que Él daba la tal absoluzión, porzicrla, i fir-
me, i que, por tal, la pasaría en su juizio. Esto
es cosa *, que asi como pone gran admirazión,
asi ha de obligarnos mucho. Grande admirazión
despierta^ pensar, que tan zierto es el perdón
de nuestros pecados, ganado por la muerte, i
pasión del Redemptór del mundo ; tan eücáz , i
poderosa, es aquella misma muerte para él;
tanta la sed del Redemptór, que lo alcanzcmos;
tan grande su afizión, i amór, para consolár, i
alegrar nuestras conzienzias, i hozór las ziertas
d'esto; que dejó poder á los hombres, para que,
en nuestra presenzia, nos viésemos absolvér de
nuestras culpas : con nuestros oídos oyésemos
aquella voz de perdón de nuestros pecados : de
reconzíliados con nuestro soberano Padre ; de
zíertos herederos del zielo : i que este poder sea
tan sin dubda , sea tan averiguado; como si nos
llevasen al zielo, i alli lo oyésemos, ( o, con
una voz de allá nos lo revelasen: pues deszen-
dió de allá el Hijo de Dios, que dió este podér
en la tierra De aquí nos naze una obligazión,
de procurár, con mui grande dilijenzia, que ten-
gamos muí pocas vezes nezesidád (i mejór sería,
que nunca la tuviésemos) de tal juizio, i perdón
t Esto, lo que es , es una
cosa entcramcnlc falsa , a mi
parczér; i enteramente desti-
tuida do fundamento. Solo
Dios puedo absolver : i cono-
zér al absuelto. La absolu-
zión del Sazcrdote , es un se-
g-uro , insegurísimo.
2 Pero el Doctor, debió,
ahí, dezír, a quienes. Es dc-
2i> : que lo dió , a los Após-
toles.
DE LA CONFESIÓN. 9» 217
como este. Pecadores son todos los hombres:
por tales se han de corfcsár, i tcnór, por sus or-
dinárias flaquezas, i poquedades: i cosa extraña
sería, en el mundo, habér hombre en él, que
no tuviese, no digo uno, mas muchos pecados
veniales: mas, es la misericordia de Dios, tan
sin medida, que considerando muestra miseria,
i la caríie, que con nosotros traemos, i el mun-
do donde vivimos; quiso hazér jenerál perdón
d'ellos, diziendo, que aunque eran ofensas su-
yas; Él tenia por biénj que por ellas, no fuése-
mos condenados a pena eterna, ni apartados de
su grázia. Por este perdón, de tanta misericor-
dia, no se dá atrevimiento .a los hombres, para
que no se les dé nada do pecár venialmente. Pecados ve-
Perdón es este, parala flaqueza: que no aire- niales,
vimicnto, o menosprezio, para la voluntád. Bas-
ta el nombre de ofensa de Dios, para que la
obra. nos parezca fea, i procuremos de huir
d'ella. Otra manera de pecados hui , los cuales Pecados mor-
llamamos mortales, que cada uno d'ellos, es un 'í»'cs.
crimen salido de la malizia de nuestra volun-
tád, i del menosprezio del mandamiento de
Dios, . por cuya causa somos apartados de su
grázia, i condenados a muerte pcrpótua. Estos
son , la propria materia de la confesión, i del sa-
cramento de la penitenzia : que de los otros pri-
meros, nadie puso obligazión : aunque el que
los quisiere confesár, mui bién lo puede hazér,
i bién lo pueden absolvér d'ellos; i sacramento
será : lo cuál no puede ser, donde no bebiese Poi. 175.
uno, , ni otro pecado. I sacrilejio cometería el
Ministro, que en tal caso, absolviese, porque,
218 'A DE LA CONFESIÓN. S
ser dcsaLado, culpa, i ligadura presupone. Digo,
pues, que deben los hombres procurár, con
gran dilijenzia, que nunca haya en ellos, con-
2¡enzia, i condennzión de pecado, que les obli-
gue a pareszér en tal juizio : que es, el pecado
mortal: porque mejor es, estár sano, que estár
en nezesidád de buscar la medizina, aunque la
haya. I a qui^n Dios tan grande merzéd, como
esta, hiziese, que, en el tiempo, que los fieles
suelen acudir a este sacramento, so hallase sin
esta tan mala carga; podría él también (i débe lo
de hazér, por no dár ocasión de escándalo) , pa-
reszér delante del ^linistro de la Iglesia, i hazér
confesión de los pecados veniales: e sinó tomár
algún consejo con él , o dczir, como él venia a
mostrdr su obedicnzia: i esto mismo puedo ha-
zér, las vezcs. que a él le pareszicre , si hallare
provecho d'ello. Mas la flaqueza e miseria de los
hombres es tanta, que pocos se hallarán, que
alguna vez no sientan, el juizio, i condénazión,
d'esta malaventurada culpa. La doctrina, que,
en este caso, mi Maestro me dió, es : que si , al-
guna vez, mi desastre fuesQ tan grande, i tan
mal recaudo hubiese puesto en mi ánima; que
la dejase afear, con semejante ofensa de la ma-
jestad, i bondád Divina; luego, con grande án-
sla, i dilijenzia búscasela medizina. Esta, me
dijo, que se hallaba, en la misma Bondád ofen-
dida: i que en ninguna otra parte so puede ha-
llár ». Que, dentro de mi corazón, considerase
» Se habla descaminado el ñas humanas, sobre la Con-
Doctór, acudiendo a doclri- fcsión, i absoluzión. Aquí ya,
'A DE LA CONFESIÓN. S 219
quién era Aquél, contra quien había errado, i
cuyo Mandamiento habia tenido en tan poco: Confesión a
Cuán grande su poder para destruirme : cuan in-
digna su bondad, de ser deservida, i desacatada:
cuánta era la obligazión, que tenia, para ser-
virle : pues, no solo era mi Señór, mas era f mi Foi. i76.
verdadero Padre, i me habia redomido, i com-
prado, para que gozase d'ÉI: cuan grande trai-
dor habla sido, pues habia destruido tan gran-
des bienes, como me habia dado en podér; i
que, como hombre condenado, i juslisimamente
condenado, me pusiese delante d'Él, e dijese.
«Señór mió: Dios, i Redemptór mió: de cuyo
podér no puedo huir: con vergüenza, i rostro de Sentimiento
malhechór, parezco delante. Vos : no tengo qué ''<='p«"<í°-
alegár, ni con qué excusarme: aquí traigo mi
corazón , donde los ojos de vuestra bondád, vean
pintada la traizión, i la maldád, que contra Vos
cometí. Bién conozco, cuan fea cosa es, para pa-
reszér delante de Vos: mas vengo llamado de
vuestra misericordia, que por todo el mundo dá
vozes, buscando los traidores como yo. Ella, Se-
ñór, me ampare , de vuestra justísima ira. ¿Qué
haré yo. Dios mió; adonde iré; con qué ojos
me podré mirdr; si vuestra misericordiosa ma-
no, no borra tan abominable figura, como, en
mí, dejó mi pecado? ¿Adonde parezera, quien,
en lugár de la imájen de vuestra hermosura, Cómo se ha
lleva la de vuestro enemigo? Por quien Vos sois, '^^ P'^'^'f P"-
Scfiór: por la gloria de vuestro Nombro: por la ^^"^
parcze , volver a entrar en el damos por ahsoluzi3n, confe-
camino de las Escrituras, lia- sándonos a Él solo , con ver-
no, i seguro. A Dios solo acu- dadero arrepentimiento.
2-20 DE LA CONFESIÓN
sangre, que vuestro Unijénito Hijo derramó en
- 'la cruz: por los scrvizios, que os hizo: por aquól
grande contentamiento, que d'El, i do sus obras
tenéis: os suplico, que no permitáis, que parta
yo, condenado, de vuestra presenzia. No me
.1-, ■ hallo sin vos, Señór, i Dios mió: i agora que mo
faltáis; .conozco lo que perdí. Tornadme a fiár
de vuestros bienes: que la confusión, i peligro
en qué me he visto, me deja tan escarmenta-
do; que porné mejor recaudo, de aquí adelanto,
Conoszimicn- en ellos. Yo mc conozco por mas flaco, i peór
to de si mis- pensaba : i , como a tal, me dád favor,
mo. , , ,
para que no me vea yo, mas desterrado de vues-
Foi.177. •, tra grazia. )i Avisóme también, que cuando
Conoszimien- Comenzase a sentir, semejante dolór de mi po-
to de la' mi- cado; que entendiese que la mano del Señór,
P^"""*^'* ^* me despertaba: i su misericordia, me venia a
buscár : i me traía en conoszimiento de mi per-
dizión: i que ella era, la que me ponía a mí
mismo, delante de mis ojos; para que viese la
grande traizión, que había cometido. Que me
asiese, d'este misericordioso socorro, i pasase
adelante en mi penitenzia: i me aprovechase de
tan grande bién, como es, comenzar a conoszér
mi pecado, i ser despertado para ello. I, que
cuando asi me hobiese confesado a Dios, que to-
.das las cosas conosze; i esto, con el mayór dolór
que yo pudiese, haziendo clara, i descubierta
condenazión de mi maldad, sin escusas, ni ro-
deos: estonzes buscase un ministro, que no tu-
viese tal familiaridád, i amislád comigo , que,
Confesión al por ella, me pudiese lisonjear, o haberse mas
iglesia. blandamente de lo que seria razón. En el cuál,
5ft DE LA CONFESIÓN, Ji 221
me dijo ([uo para tal caso, han de concurrir to - Cnü ha ie
das estas cosaá (i que tal lo procurase de habér) ^er d Minls-
que son: szicnzia para desengañarme, i conos-
z6r las calidades, i fuentes do mis pecados j i
darme zierto aviáo, í consejo, para el remedio
d'ellos. Zelo de la gloria de Dios: i dé la salud
de los hombrefe, para que no le estorbe la pere-
za, i se haya, en ello,, ncglijentemente. Que no
pretendá de mi, cosa alguna, mas de la penitén"
zia de mis pecados, para que el Señór sea glori- >
ficado, e yo no me pierda. Que tenga prudenísia,
para haberse comigo de tal manera, que, en
lugárde darme aviso, no me descubra maneras
de pecados j que seria mcjór que no las supie-
se Que, delante de este, yo me acusase, i con-
fesase, con grandísimo deseo, i con suplicarlo a
Dios, que azertase a descubrirme, i manifestar-
me,, cual yo era; i que por tal fuese conoszido,
f i tractado; estando aparejado para ponér mi foI.178.
corazón delante, si pudiese ser: porque clara, c
distinctamente, pudiese ver, quién habia sido,
para con el Sefiór, que "me crió, i redimió. Quo como so ha
estonzes pensase en mí, i se me representase, de considerár
que pareszia delante de un juizio, donde el De- coníeaión. '
monio era el aCusadór, i mí conszienzla el tes-
tigo; i que yo no podía negár mi nialdád : i el
Juéz mostraba leí clara, i expresa, por donde
yo debía de ser condenado a penas eternas, i a
íjue Dios me tuviese, i tratase para siempre , co-
mo a enemigo. quo visto este juizio, yo con-
sintiese en la condenazión de mi culpa; i confc-
» Véa»c la Nota, eh la pajina 12S.
222 'A DG LA CONFESIÓN. J6
La confianza gago qufi aqucUo mcreszía: mas, quo de cjecu-
quo el peca- ^^^^^ scntcnzia en mí ; vo apelaba para Jesu
Cristo, IIijo de Dios, vivo Bemediadór de los
hombres: para alcgár delante su Majcstád, la
muerte que por mi padeszió: los servizios, quó
hizo a su Padre: para que, por ellos/ Él con su
misericordia me amparo, i me libre de la tira-
nía del Demonio, que con sed de mi pbrdizíón,
rae había, seguido para que pecase ; i ahora me
sentenziaba, i condenaba por ello. I qüe la me-
moria d'este Juizio tan misericordioso: la pa-
labra del Redemptóí del mundo, me esforzase
mucho: que le diese infinitas grázias, por habér
dado tál podér a la Iglesia , i a sus ministros,
* que con clara voz en nombre d'Él, me perdo-
como ha do nase mi culpa, i me tornase a su amistád. Que
salir el hom- gaüese de allí, escupiendo, i maldiziendo mi pe-
bre, de la con- j . . 1 1 1 • • 1 T
fcsión cado: i pusiese delante mis ojos el peligro, en
: queme había visto: aquél riguroso Juizio, én
que el Demonio mo acusaba, i me condenaba,
por mí misma conszienzia : el trueque, que ha-
bia hecho, en dejar Scñór, que con tanta man-
sedumbre, e misericordia, perdonaba la trai-
zión cometida contra Él; por el que con tanta
Foi. 179. crueldád buscaba mi pordizión, f por lo que so
había hecho por contentarle. Que reinase; de ahí
adelante, siempre, en mi corazón, una enemis-
tád con el Demonio, un agradeszimiento con el
Señór, una dilijeiizia para no volver a nczcsidád
de semejante confesión. Porque la misericordia
divina, no mereze ser menospreziada, i tenida
en poco, por tan fázilmento comunicarse, i es-
tar siempre aparejada para ello : antes , por esa
^ DE LA CONFESIÓN. 9» 223
misma razón, dobe de ser mas acatada, i ado-
rada con tanta rcvcrenzia; que huyamos de tc-
n6r nczesidád de pareszúr delante d'ella, como
menospreziadorcs, i ofendedores suyos. Esta es
la doctrina de mi Maestro, para cuando en tal
nezesidád me viese.
Dionisio. No permita Dios, que os veáis en
ella. Mas, cuanto a la doctrina, por zierto,él
habló mui bién : i en eso, que habéis dicho (aun-
que con grande brevcdád) está todo lo bueno, i
zierto, que en este caso se puede dezir. ¿Dijo
os, por ventura, que era bueno, que confesáse-
des, muchas vczcs, un mismo pecado?
Ambrosio. Dijome, que no era nezesario, que
el pecado, solo una vez cometido, se confesase
muchas vezes. Mas, que algunos habia, que sa-
caban provecho', de tornarlo a confesár; i otros,
que sacaban daño : i , que esto unas vezes era,
por parte d'ellos; otras por parto del ministro.
Que, en este tal caso, el confcsór, si es pruden-
te, conoszerá, a cuál conviene lo uno , i a cuál
conviene lo otro.
Dionisio. No erró en eso, que dijo. Bién será,
que digáis de la Comunión.
Del sacramento de la Eucharistia^ i Comunión.
CAPITULO LI. «
AMcaosio. La Comunión es el sacramento del
* En este Capítulo , como
en el antcriór , manto no c»
de la Biblia, ni del cristianis-
mo , lo faca , i toma el Doc-
tór. de aquella zionzia , cuyo
emcilema era su Bonete de
Doctrtr en Teolojía.
í'2'¡ 4S. DE LA COMLTKÓIN. ?»
cuerpo, i sangre del Rcdcmptór del mundo, lis-
' Fot. 180. mui diferente cosa, del sncramento ^ de la pc-
Ladi/ercnzia, nitcnzia : porque cl de la penitenzia, reconzilia
que hai entre ^ estaban perdidos: esto otro, no es,
estos dos SI- . , , ... , . .
cramentos. ^"^'^ V^^'^ 'OS ya rcconzuiados , 1 que no tienen
conszicnzia de pecado mortal. Porque en este sa-
cramento se representa, que comemos a la me-
sa de nuestro mismo Señór, con los otros cria-
dos suyos; i que el manjár d'esta mesa es cl
pan; que es cuerpo, i sangre del Señór. Pues,
¿cómo ha de llegar a comerlo, el que no está en
grázia del Señór, ni es de la compañía de los
otros criados, que andan en su servizio? Añade,
este tal, traizión, sobre traizión : pues viviendo
en deservizio de su Señór, desvergonzadamente
^ viene a asentarse a su mesa, como si fuese de
los que le sirven : engañando a los compañeros,
que lo juzgarán por tal, i creerán, que sirve al
Señór, zierta, i verdaderamente. Estos tales, es-
peran grande, i espantoso juizio sobre si, cuál
les está prometido.
Dionisio. Dejemos esos : i hablád de los otros,
que trabajan con todas sus fuerzas, por no apar-
tarse de la grázia de su Señór, i su conzienzia no
los acusa de ese pecado, que, vos, dezis; ni tie-
nen su voluntád determinada de obedeszér, en
tal caso, al Demonio, i apartarse de los Man-
damientos de Dios: antes desean ser favorezidos,
(de tal manera, que nunca lo ofendan: i lo tra-
bajan, i ponen por obra, en cuanto es en si.
¿Qué os pareszc d 'estos?
Para quién es AMBROSIO. Esos son , los que han de ser ex-
la Comimión. hortados, i admitidos a este sacramente: porque
'A DE LA COMUNIÓN. JS 225
son , los que el Redemptór convida , a que co-
man a su mesa.
Dionisio. Pues, quiero , que me digáis el uso,
d'cstc tan admirable sacramento : i cómo os pa-
resze, a vos, que se debe de reszcbir: si serán
muchas, o pocas vezes. Dezid alo primero: i
después diréis a lo segundo.
Ambrosio. A lo primero digo , que este sacra-
mento, es un memoriál , i representazión , de Foi. isi.
la muerte , i pasión de nuestros Señór Jesu Cris- considerazión
to. Su pasión tuvo dos cosas : una visible, i otra del sacramen-
invisible. La visible; por cuanto padeszió públi- todciaiur.
camente , i a los ojos de los hombres : declaran-
do Él, i manifestando por su palabra, cómo pa-
deszia por ellos. La invisible fué, que secreta-
mente obró victoria contra el pecado , i contra
la muerte; i alcanzó virtud, i poder, para que
nuestra carne fuese mortificada, i venzida: i lo
comunicó a los hombres, para que alcanzasen
victoria de todo esto. Pues, d'esta misma mane- Dosusosd'e»-
ra, el sanctisimo sacramento, con que estapa- *° sacramca-
sión es representada , tiene dos usos : el uno es
cxteriór, i el otro interior. El exteriór es, con-
cun-ír los miembros de la Iglesia , a la zelebra-
zión d'este misterio sanctisimo, con grandísima
reverenzia, i acatamiento, considerando, que es
representazión de la muerte del Redemptór: i
no reprcsentazión, así como quiera, sinó donde
se halla el mismo cuerpo * , que fué enclavado
en la cruz, i la misma sangre, que fué derra-
mada : que son zertisimas prendas , de nuestra
* Sobre todo esto, véanse las observazioncs.
15
* DE LA. COMUNIÓN. ?• "225
son, los que el Redomptór convida, a que co-
man a su mesa.
Dionisio. Pues, quiero, que me digáis el uso,
(Veste tan admirable sacramento : i cómo os pa-
resze, a vos, que se debe de reszebir: si serán
muchas, o pocas vezes. Dezid alo primero: i
después diréis a lo segundo.
Ambrosio. A lo primero digo , que este sacra-
mento , es un memoriál , f i representazión , de Foi. i8t.
la muerte , i pasión de nuestros Señór Jesu Cris- considerazión
to. Su pasión tuvo dos cosas : una visible, i otra del sacramen-
invisible. La visible; por cuanto padeszió públi- t» ¿«^
camente, i a los ojos de los hombres: declaran-
do Él, i manifestando por su palabra, cómo pa-
deszia por ellos. La invisible fué, que secreta-
mente obró victoria contra el pecado, i contra
la muerte; i alcanzó virtud, i poder, para que
nuestra carne fuese mortificada, i venzida: i lo
comunicó a los hombres, para que alcanzasen
victoria de todo esto. Pues, d'esta misma mane- Dosusosd'e»-
ra, el sanctisimo sacramento, con que estapa- ^= s^ramen-
sión es representada, tiene dos usos: el uno es
exteriór, i el otro interior. El exteriór es, con-
cun-ír los miembros de la Iglesia, a la zelebra-
zión d'estc misterio sandísimo, con grandísima
rcvercnzia, i acatamiento, considerando, que es
representazión de la muerto del Redemptór: i
no representazión , así como quiera, sinó donde
se halla el mismo cuerpo ' , que fué enclavado
en la cruz, i la misma sangre, que fué derra-
mada : que son zertisimas prendas , de nuestra
• Sobre todo esto, véanse las observazioncs.
15
226 de la comunión 92
Redempziüu, i de nuestro bión. Hazér, en este
concurso, profesión de como creemos, i confe-
samos, que, por la muerlc del Hijo do Dios,
Dios i hombre \erdadcro, fuemos * redimidos, e
libertados de la captividád del Demonio, i he-
chos herederos del zielo. Es tambión pane d'es-
' te uso cxtcriór, reszcblr visiblemente el cuerpo
i sangre del Redomptór del mundo; en que da-
mos a eutendór, i confesamos, que, por su muer-
. te, tenemos vida: que Él es, el spirituál man-
. jár, que destierra nuestra muerte, i nos comu-
nica un vivir del zielo, desanctidád, i justizia,
- i redempzión. En esto mismo confesamos tázita,
i aun expresamente, el vinculo de la caridad,
Foi.asi. que con nuestros hermanos tenemos, i el f Re-
demptór nos dejó encomendado en la zena, c
■ instituziónd'este sacramento: pues concurrimos
a una mesa igualmente, e igualmente se nos re-
parte un pan, de un mismo Señór. I, quien-
; d'estas cosas se aparta, o en ellas está falso; no
lleva camino de azertár en el uso, e instituzión.
Uso invisible d'estc Sacramento. El interiór uso es, los spiri-
d'esu sacra- tuales. cfectos, que obra, en aquél, que con ver-
mcnto. dadora fe, e dignamente, loreszibe: esto es,
- ser efectuado secretamente, en nosotros, aque-
llo, que exteriormcnto profesamos, i agora acabé
de dczír. Que nuestra fé sea fortaleszida , nues-
tra carne mas mortificada, pues la juntamos
con la del Redemptór del mundo, que fué sanc-
tísima, e innozentisima: que crezca la enemis-
1 Fuemos, por fuimos , es errata, mas bien en el anti-
un arcaísmo , que me pnrczc ¡juo impreso. ... un ■
SS. DE' LA COMUNIÓN, >» 227
tád contra el pecado; el amór, i la obodienzia,
de los mandamientos de Dios: que sea enzen-
dida la Cariddd para nuestros prójimos; pues la
muerte do quien bazemos memoria, i a dondo
vamos a reszebir -vida, fué obra de tan exzesiva
caridád, i de amór do la salud do los hombres. '.
■ Dionisio. Según eso, que habéis dicho, no
será malo continuilr muchas vezcs este sacra-
mento : ¿qu6 03 pareze, o yos, d'esto?-
-■ Ambrosio. Así 'os yerdád : que no, es malo,
sinó bueno, si azertadamente se haze. Antigua^
mentó, mayór cuidado habia de reszebirlo, que
agora: mas como se fué enfriando la caridád
pntre los hombres , fuese enfriando también el
uso del sacramento d'clla: por lo cuál la Iglesia
acordó, de no obligár a los fieles, a que lo res-
zibiesen , mas de una vez en el año : porque no
fuese cáusa, su descuido d'ellos, de volverles
en pecado, la obligazión de mas vezes: aunque,
pon esto, no zerró la puerta, a quien quisiese
allegarse a él, con mayór continuazión. Las mis-
mas condizionGs quó sé requieren para el que
llega muchas vezes, f se requiere para el quo FoI. i83.
llega una; i el uño no debe de juzgar al otro:
pues, que cada uno, se puede aprovechár, i enr-
riqueszcr, de la pasión del Redemptór del mun-
do. El que mui mucho lo continuare, debe de como se ha
considerár, que pues este sacramento es de gran- do continuár
disima paz; no lo haga él,, sacramento dees-
cándalos, i contenziones; pués es de grande hu- °'
mildúd; no lo haga de soberbia, i arroganzia:
pues es misterio de simplizidád, i verdad; no lo
haga de hipocresía ; pues es de verdaderos, i
228 "A DE LA COMUNIÓN. ?S
ciertos fructos; no lo haga, por su culpa de fan-
tástigos, i engañosos *. Debe de tomár consejo,
con ministro zeloso de Dios, que tenga tién en-
tendida la zertinidád de la doctrina, i el fin, para
que nuestro Redemptór instituyó este misterio.
A este tal debe de descubrir su conzienzia, i su
corazón, sin que nada d'él encubra, i seguir el
pareszér, que le diere, porque éste le avisará del
verdadero uso de la zena del Señór : de como se
puede aprovechár d'él , aun el dia que corporal-
mente no lo rezibiere: conoszerá, como llega:
si saca verdaderos fructos, o solamente aparen-
tes, i falsos; e distinctos de aquellos, para que
esto fué ordenado. I, como este tál ministro,
hobiere bién considerado todo esto , i le conse-
jare, que siga su continuazión; sígala mucho en
buena hora: que grandes bienes ganará en ello.
Esta es la doctrina, que mi Maestro me dió,
azerca d'este sacramento.
Dionisio. Bién se pudiera alargár mas en ella,
i no se perdiera nada: mas su tiempo se verná.
I mucho mas habéis dicho, de lo que pensáis:
porque vuestro maestro quiso daros esta materia,
en que andando el tiempo, veréis, que tenéis
bién que pensár. Lo del oir de la misa, no se
nos olvide.
« Véase la Nota 1., en la
pájina 51. Por lo demás, el
Doctór en esos renglones,
describe exactamente , aque-
llas personas , que comulgan
todos los días , aun ahora, en
Españ.> : i a los que nuestras
jentes del pueblo, con aquella
propiedád particulár de sus
idiotismos, llama, por des-
confianza de su relijión : el
lío comulga ; o la tía comul-
ga : seffún el sexo.
229
De cómo se debe oír la Alisa, i el Sermón
CAPITULO Ul. f . ■ Fol.181.
Ambuosio. La doctrina del oír de la misa, es
la misma, con la que dije, del uso exteriór del
misterio del altár ; aunque pasa mas adelante,
porque hai también su uso spirituál del mismo
sacramento. La misa tiene dos consideraziones
jenerales; que, particulares, muchas mas tiene.
De las jenerales, dize mi doctrina, que es la pri-
mera, entender, que la misa, es una viva re-
presentazión de la pasión del Redemptór del
mundo, como ya dije. La segunda es, que tiene
grande doctrina, espezialmcnte , en la Epístola,
i en el Evanjelio, que en ella dizen. Lo que yo
hago es, procurar de Uevár Lién leido el Evan-
jelio, i la Epístola de aquél dia: i aun, si hallo
algunos de mis compañeros, o otros, que me
quieran oir, se lo leo en un Libro que tengo de
los Evanjelios , en romanze*, en que lo suelo
leér a la jen te de casa, la noche de antes, o
aquella misma mañana. I ruégeles, que lo escu-
chen, i lo encomienden a la memoria, i que
miren cuanto nos va en ello. En la iglesia, ovo *
la misa, con la mayor atenzión, que yo puedo:
i apartándome de los que hablan , i estorban a
los otros, con sus pláticas. Estol mui atento a
1 Puede alndír al Libro de año , etc." c impreso en Se-
Frai Ambrosio de Montcsi- ~ villa en el A. 1543.
nos, intitulado : •Epístolas, i ' Oyó, por oigo.
Etanjclios , para todo c!
230 «S. DE LA MISA. 9S
]a doctrina do la Epístola, i del Evanjclio: i su-
plico a Dios con la mayor aOzión, que según
mis pobres fuerzas yo alcanzo, que quite de mi
ánima todo estorbo, i todo embarazo: i me ponga
oídos de verdadera fé con que oiga la doctrina, que
su Hijo descubrió al mundo: que así como ella es
cosa tan rica, i tan poderosa, i de tan gran sua-
vidád, así me dé luz, con que la conozca, i saber
conque la estime, i prézie: i gusto conque sienta
su dulzedumbre : i amor , con que la ponga en
Fói. iSü. obra. Encomiendo a mi memoria, f lo que prin-
zipalmente -veo, que me toca: para particular-
mente tornár a pensár en ello : como si es al-
guria cosa, que me avisa de lo que yo ignoraba;
» o de faltas en que suelo caer; o de remedio para
mis pasiones; i nótelo con la -mayór atenzión,
ParticuUr que puedo. Después d'csto, paso mí pensamien-
considcrazión gacriüzio quo cl Rcdemptór del mimdo
hizo de Sí mismo, en el árbol de la cruz, i doi
infinitas grázias al Eterno Padre, que fu6 ser-
vido, que fuésemos rescatados , i vueltos en su
grázia, i amór, por tan grande, c inestimable
prézio : i que tan grande sacrifizio, fuese ofres-
zido por nosotros. Suplicóle, que no permita quo
le seamos desagradeszidos; i que como siervos
desconozidos , i ziegos, nos volvamos a captivár,
en la miseria de nuestras culpas. Llamo al Re-
demptór del mundo, pidiéndole, con el mayór
conoszimiento do mis flaquezas, que yo puedo,
que, pues, su muerte, fué nuestra redcmpzión,
fué nuestra vida, o victoria; que tenga por bión,
de eñtrár en mi ánima, dando le vida de fé , de
caridad, de conoszimiento de mis culpas: de po^'
°A DEL SERMÓN. 9» 231
dér contra el pecado : que Él le sea manjár de
vida, i de espirituál sustentamiento. Tras esto, Tcrzcro fruto
oigo las oraziones, que en la misa se dizcn; i J''»""^».
como yo mejor sé , ruego al Señor, que de' tal
manera encamine las cosas, que tocan a su glo-
ria, i a su servizio; que nuestros pecados no
estorben los bienes, que su misericoi-dia nos
tiene prometidos: sinó, que sea zierto, i firme,
lo que su summa Verdád tiene dicho : i que las
oi-azioncs de su Iglesia lleguen , i sean azepta-
das, en el acatamiento de su Majestád. Si hai Como se ha
sermón, no lo dejo de oír, ni de tornarme a to- <i«
már- cuenta de lo que he aprovechado aquél dia.
Si hai muchos sermones, procuro siempre oir,
al que con menos interese de su hazienda, i de
su gloria, i con menos respecto, ' del vano fói. 18G.
contentamiento del mundo, predica la palabra
de Dios i que con mayor zelo, i mas scnzilia
pureza, la tracta. A estos tales, (cuando quiera,
que yo puedo) los oigo con grande atcnzión, i
dilijenzia, i con mucha reverenzia de la pala-
bra que predican. La prinzlpál manera que ten-
go, para aprovecharme, es notár señaladamen-
te, algunas cosas. Lo primero, lo que toca a los
1 De lo que an,.czedc , se
infiere claramente , al pare-
zér, que el Doclór Constan-
tiao, presupone en lodos los
predicadores de su tiempo,
los pecados rcjiufínantcs do
codisia , ombizión , vananlo-
ría, 1 (i£Ía/oii(ín, o lisonjcría.
I creo exacto su juízio, salva
una, que otra exzepzión, que
confirman la regla jcncrál. El
Obispo de Salamanca en el
año de 1733, o séase , el In-
quisidúr D. Felipe Bertrán;
pensaba igualmente , que el
Dr. Constantino, azerca de
los Predicadores de su tiem-
po Véase su Pastorál, a ¡os
Predicadores: o , a lo menos,
las zitas , que hago de ella en
las Obscrraziones. Asi hazc
300 años, que se evanjcliza,
a la mísera España , por sus
clérigos, i véase la f ij. 235.
232 '«^ DEL SEKMÓN ?•
misterios de lo que el Señór lia hecho por nos-
otros, i está tractado en su Scriptura. Esto ha-
ga, para que mi ánima so levante con admira-
zión, i cngrandcEzimicnto de las cosas do Dios,
lo adore, i acate con mayór reverenzia ; i conoz-
ca lo que le debemos, i procure de empleár en
Él solo, toda su fé, i todo su amor. Tras esto,
noto lo que toca a mis obras, i a los avisos, que
es menestér tenér para ellas. Entro en cuenta
comigo, i afréntome a mí mismo, cuando veo,
que, he oido muchas vezes una cosa; i que no
tengo mas mejoría, ni enmienda por ello. Luego
encomiendo a mi memoria, todo aquello, que
me enseña, i me despierta, para entendér las
astuzias del Demonio; las falsedades, i engaños
. V de mi misma carne; la hipocresía, i soberbia con
que mina; los peligros, que de parte del mun-
do, i de mis prójimos, se me pueden ofrezér. En
el fin, suplico al Señor, que asiente su palabra
en mi corazón: ruego por toda la Iglesia: i por
' los ministros del Evanjelio , que alcanzen szien-
zia, i spiritu, para tan grande cosa, como tie-
nen a cargo : i que sus obras sean tales , que no
solo, con la palabra, mas con todo lo quahizie-
ren; edifiquen, i exhorten, a los que los oyen.
Torno en la noche , a repetir todo esto; i asi me
encomiendo -al Señór.
Dionisio. Hasta aquí, tenía yo pensamiento,
de examinaros en esta primera plática. Bendito
sea el Señór, que, así se ha acordado de vos.
Pol. IBT. que en vuestra primera edád os haya hecho '
tan grandes merzedes. Verdaderamente, si yo
no tuviese tan grande confianza en su infinita
DEL SERMÓN. ^ 233
misericordia, que es lo prinzipál; i después, en
\uestra dilijcnzia; yo tcrnia grande miedo de
vos, porque scriades digno de grandísimo casti-
go, si le fuésedes desagradezido. Él, por su infi-
nita clemcnzia, os guarde, i tenga de su mano,
para que no le seáis traidór, ni desconozcáis tan
grandes bienes como de su misericordia tenéis
reszebidos I, hago os saber, que por mui afi-
zionado, que Le seáis; por mucho, que os con-
tentéis en servirle; es mui poca cosa, en com-
parazión, de lo que adelante veréis, i de lo que
Él os comunicará, si perseveráis en su amor.
A vuestro maestro sois en grande cargo: i siem-
pre le tenéd grande reverenzia, como a vuestro
mismo padre. I, veamos : ¿esta doctrina, no la
cscrebistes toda? No os tengo yo a vos, por tan
perezoso, que dejásedes cosa d'ella.
AsiBROsio. Toda la tengo por escripto, ansí
como aquí la he dicho : i enmendada de mano
de mi Maestro.
Dionisio. Eso bien. Agora os id, con la ben-
dizión del que os crió, i os hizo tan grandes
merzedes: i dezid en casa, que aderezen de co-
mér, que pasa ya de hora. I, mirúd, queme
vengáis a ver muchas vezes: que holgaré mu-
cho con vos*.
¿Qué os parcze, Señór Compadre, de lo
mucho, que debéis a Dios. Por zierto, aun-
que no hobiéradcs reszebido, de su mano, otra
« Si, como es posible, diri- c.^rzclcs de los Inquisidores;
jió el Dr. Constantino , estas i al sabór, o qriizá ver, que-
palabras. alguna vez, auno mados sus liuosos , i cfijic 1
de sus diszípulos ; 1 cuánta . ^ Hc puesto aquí párrafo
pena , no debicj sentir este, ¡que no tiene la ed. ant.) por
al sabér que había muerto el haberse ido Ambrosio, i que-
Doclór, martirizado en las dár solos Dionisio i Patrizio.
234 fín he la uogtuina ?•
merzéd, después ile haberos redemido, sino da-
ros esto hijo; dcbíades de andur desvelado, i
buscando noches, i días, en qué servirle. ¿En
poco tenéis, que, de tan temprano, éste co-
mienze a conoszér a Dios; i tan de verdad co-
noszido? ¿Quéhiziéradcs, si en los años, que ha,
lo viérades Privado de algún Prínzipe? Que vaya
FjI. 188. . el mundo para quien es, con sus privanzas, i
sus riquezas. El verdadero Prinzipo, es Dios: i
verdadera privanza es esta : i conoszéd lo que
tenéis, i a lo que estáis obligado.
Patrizio. Él sea gloriOcado, i bendito, por
todo: i me dé el conoszimiento, i luz, que me
falta: aunque, con mi pobreza, bién entiendo
las grandes merzedes , que Él siempre me ha
' hecho, i sobre todas, esta, tan señalada. Espero
' en su misericordia, que los otros niños meno-
res , han de seguir las pisadas d'estc. De mí , os
zertifico , que muchas vezcs, cuando le oigo esta
doctrina (porque algunos días' se la hago dezir
toda : así para que él la tenga en la memoria,
como para que los otros niños, i la jente de ca-
sa, la oyan, i se afizionen a tales obras, i no ú
cosas de vanidades) muchas vezes, como digo;
pareze, que me toma un grande espanto, pues-
to que no se lo doi a entender, porque no se
ensoberbezca : i quedo corrido comigo mismo.
¡Sancto Dios! ¿I , qué es esto? ¿qué castigo es,
el que yomerezco¿ ¡Que esto mozuelo, conozca
a Dios, i lo ame, i lo sienta en su corazón; i
que yo me esté, como una cosa perdida! ¡Que
sepa este, lo que yo no sabia, cuando él nas/Jó;
que esté tan firme en iu fé: que entienda tan
'A CRISTIANA. S 235
de raiz lo que cree: que alcanzo la grandeza Je
aquellos misterios, i así tenga su corazón en
ellos! ¡Que tenga tan estudiados sus Mandamien-
tos, tán declarados, i tan distinctos : que de tál
manera se desvele , por cumplirlos : tán amigo
^ del bi6n de sus prójimos: tan aparejado para
sufrirlos, i perdonarlos! ¡Que sepa, asi, loque
ha de pedir al Señór : i esté tan contento con
su voluntad : que su confesión sea tan prove-
chosa: tán verdadera su comunión: que se apro-
veche de la misa: que tenga tanta alenzión a la
doctrina del Evanjelio: que ande siempre ba-
ziendo provisión, para creszér en el bién, para ^ Foi. 189.
apartarse del mal : que siempre ande buscando
estos avisos: i, sobre todo, que lo tenga todo
por tan lijero, i tan fázil, que no paresze, sinó
que se come las manos tras ello! ¡E yo, con Conoszimien-
mis canas acuestas, que me confiese a cabo de todeioshom-
un año; i esto, a palos: que comulgue, sin sa- ^.T
ber qué es, ni para qué (i asi saco el provecho vanidád.
d'ello): que no se halle, en mí, mejoría en un
año, masque en otro! Voi a misa: vengo de
misa: rezo a bulto, i lo mas presto que puedo,
i con la menos atenzión. Lo demás, preguntaldo
a un alárabe. Oigo el sermón , i escojo siempre
el mas vano , i el que menos desabrimiento dé,
a mi conszienzia, i que mas parlería tenga. Si
oigo del Reino de Dios, i del yugo de Josu Cris-
to: de cuán sabrosa cosa es servirle: pareszeme
nuevas venidas de lejos : i así, se me pasan: o,
como cosas en que va poco. No ha asomado la
cruz, con zient leguas; cuando ando muerto de
miedo d'clla; hombre sin confianza, c sin pala-
236 i-iN DE f,A nocxniNA í*
bra de Dios Todo es, mi plazér: mis vanidades:
mi hazienda: mi honrra : mis negozios: mis in-
tereses; i esto, con nombre de cristiano, i, aun
con presumpzión d'ello, si os plaze I, el por
qué, es: que ha mucho tiempo, que tengo por
costumbre, de hazér ziertas cosas, que me pa-
reszían a mí, que bastaban para ello : i , no solo
me pareszia a mí; mas a otros, que saben mas
que yo*. Las cuales, verdaderamente, dejo do
nombrár, de vergüenza, porque no veáis, en
qué ponemos los tales como yo, la cristiandád;
i pensamos, que somos, de los que ha de ponér
Dios, cabe los serafines: i que haría grandísimo
yerro, si otra cosa fuese. Pues, no ha de ser
así: yo os prometo, que habcmos de mudár el
' pellejo, cueste lo que costare I, aunque por
vuestra doctrina, i por lo que he visto d'este
Foi. 100. mi hijo. Dios me f ha comenzado a despertár,
i procuro de irme enmendando; no estoi con-
tento con lo hecho : adelante ha de pasár esto:
que para ruindad tan envcjeszida mucha cosa
es menester. Vos, Señór, prestad pazicnzia: que
aqui me habéis de tener los mas de los días, no
solo, para que mui de espázio platiquemos, lo
I Pintura exacta , de los
españolea , que so llaman, a
su antojo, ckistianos , i pre-
sumen mucho de serlo. La
causa de eso, la dize ense-
guida.
í Clérigos, Frailes, Teó-
lopos,
3 Mas de treszicntos años
liaze , que oslo se escribió ; i
hasta ahora, no han mudado
los españoles el pellejo do
hipocresía, con que disfrazan
su irrolijion. Si{;uen creyén-
dose con derecho a la ploria,
por sér tcrzíarios , cortcsano.i
de María , do su corazín , de
sus Flores , adoradores de
sanVizcnte de Paul, de santa
Filomena, de la medalla mi-
lagrosa , de la medalla do
Cliina, de la sangre, del co-
razón, etc., etc., etc.
"A CRISTIANA. N -231
que hoi aquí se ha tractado ; mas para que pa-
semos mucho adelante. Porque quiero que mi
corazón comienze a sentir las grandezas de Dios,
i se despierto, i desvele, en la profundidad de
los misterios, que por nosotros ha obrado: para
que mas conozca mi ingrititúd, i con mas amór,
i lijereza, siga su Lei, i sus Mandamientos, i
esté mui avisado d'ellos, i aun bien aparejado
para lo que viniere, si la Divina misericordia
nos quisiere castigrir, i ponér en cruz; que es-
tonzes se vee, quien es cada uno. Esto me ha-
béis prometido muchas vezes: obhgado sois a
cumplirlo.
DioMsio. Que eso, i mucho mas, se hará
por vuestro servizio: pues es todo para gloria
de Dios: agora id con su bendizión.
Patrizio. El quede con vos.
m m
neo (/razias.
238
191. El f Sermón que nuestro Señór Jcsu Cristo '
hizo en el monte. Traduzido en caste-
- llano por el doctór Constantino.
Con la mayor brevedad que nos fué posible,
comprehcndimos, en cstaSumma, todo lo prin-
zipál, i lo nezesarid, que Id doctrina cristiana
contiene: teniendo respecto, a que ni la proli-
jidad del volumen, pusiese fastidio, a quien lo
quisiese leér; ni la brevedád diese ocasión, para
, que dejásemos de tractár cosa, que fuese de
mucha importanzia. De manera, que podemos
dczír, que si en las palabras es breve, en la
sentenzia es mui largo. Será nezesario, que mu-
chos do los que lo leyeren, incurran en diver-
sos estrcmos, por cáusa de la diversidád, que
ellos ternán en sí mesmos A unos, pareszerá
cosa breve, a otros cosa pesada. Juzgaranla por
breve, los que cjerzitaren la doctrina cristiana,
solamente con imajinazión ; i midieren la gran-
deza, i hermosura d'ella, por la sobrehaz, i
pintura de fuera. De fuerza es, que estos tales,
la hora que se persuaden , que son cristianos,
suplan, i añadan , en gusto de palabras, lo que
les falta de gusto de obras. Tenerla han, por
pesada, los que la acometieren a obrar, con sola
la liviandad de su corazón, i con prcsumpzión
de sus proprias * fuerzas. Mas aquellos, que con
considerazión, i con fé, de la grandeza d'osta
1 Hiwmcs, otra edizión. ^ proiihs , oU\ c¿'.7.'um.
?í DE EL MONTE. ?í ' 239
doctrina, la tomaron en las manos; ¡ con pedir •
el favór al Sefiór, que la manifestó en el mundo,
la quisieren estudiár, i ponér en efecto; de cada
palabra d'ella, sacarán larga lezión, en que su
pensamiento se emplee: i el ejeríizio de las mis-
mas obras, les ofrezerá • grande * experienzia
para conozerla, i para conoszerse. Las obras del
verdadero cristiano Son tales, que ellas mismas
í descubren , que ftoii enseñadas del zielo : i que Foi. 192.
lio pueden ser piiestas én efecto, sin favór venido
de allá : i que tienen' por' contrários, por estor-
bo, i por enemigos, la carne, i la misma flaque-
za del hombre, las leyes, i costumbes del mun-
do, las astúziás, i podér del Demonio. De lo
cuál se sigue, manifiestamente, ser verdád lo
que habernos dicho, que fel uso d'estas tales
obras, haze grande maestro al cristiano, que,
de verdád, i con zierto ánimo las acoriietc: i le
enseña la grandeza de la doctrina : lo saca de
grandes dubdas lo desen^'uelve de grandes
marañas: le avisa de su flaqueza: í le humilla
en su cofazóh : dale conoszimiento de las indus-
trias, í cautelad, de sus enemigos: púnelo en
nezesidád de pedir continuo socorro: i dale gran-
de, i zierto sentimiento d'él. A este tal , cual-
quiera doctrina cristiana, por breve quesea, le
dará ocasión de grande , i de larga materia, pa-
ra el entendimiento, i para las obras. Verdád
es , que los que a este estado han llegado, sue-
len tomár tanto contentamiento en la conside-
1 Ofrcsccrá : olra cd.
2 espcrienzia : otra cd. , i
íuegó conoscerla.
' 3 dudas, ot. cj.
240 °A DEL SEnMÓN DEL SEÑÓft ?»
razión , i contcmplazión de la Lci divina , que
cualquier libro les paresze corto: i la misma
sed , que tienen, les haze buscár avisos, para lo
que ignoran, c diversidades de cosas, que los
despierten a mayór conoszimiento, lo cuál yo
no desalabo, antes me paresze mui bién. Otros
hai, que, agora sea por parte de su rudeza, ago-
ra por otra ocasión; leen, i oyen , muchas cosas,
' . que no las entienden: i que tienen nezesidád
do mucha diversidád, i manera de doctrina,
aunque la sentencia sea una : para que lo que,
por una manera, les es obscuro, por otra les
sea claro. Los unos, i los otros, tienen mui
grandísima * nezesidád de Icér, i oír, cosas fir-
mes, i do zierta doctrina, porque con el buén
deseo de azcrtár, no den consigo en caminos
Foi. 193. perdidos : / i que en lugár de mayores avisos,
tropiczen en mas zcguedád. Para este fin, i con
este mismo intento, ya tenemos prometido otro
mas largo, i mas copioso tractado, el cuál, con
ayuda de nuestro Seüór Jesu Cristo, cuyo favór,
señaladamente , para estas tales cosas , es menes-
tór; saldrá presto .a luz. Solamente , queremos
aquí, que el lector, quede desde agora avisado,
que, aunque muchas cosas de la divina Scrip-
tura*, así del viejo, como del nuevo Testamen-
to, parezcan entre sí diferentes .doctrinas; Ja
mayor parte de aquellas , vienen a reduzirse, a
la que ,en este libro tractamos : i esta es el fin,
1 grande : en otra cd. 3 parcscnn cnírc si de di-
2 ScTiptura ,ansi ; en otra f érenles: en otra ed.
cdizidn.
'A EN EL MONTE. 9» 241
i el intento, i la prueba d'ellas. Ejemplos po-
dríamos poner, en muchas cosas de los sacriü-
zios: ea muchas, que los profetas tractaron : en
muchas histórias; i en muchos psálmos. Lo cuál
todo, aunque muchas vezes parezca, que con-
tiene, entre sí, diferentes doctrinas, unas de
otras; a la verdád, después de entendido el in-
tento, i uso d'ello; se vee, no ser otra cosa, lo
uno, i lo otro, sino el cumplimiento de los Man-
damientos de Dios, con todo lo demás, que va
scripto en esta breve Summa. Dejáremos los
ejemplos d'esto, para lugár de muyór espázio;
i pomemos solamente uno, que es, el Seujión,
que nuestro Redemptór Jesu Cristo hizo en el
Monto: donde está comprendida toda esta doc-
trina, aunque por mui diferentes palabras. Dife-
rentes son, al parezér * ; mas quien lo conside-
rare, conoszerá claramente, no ser otra cosa,
sinó una exhortazión eíicazisima ; i una viva de-
clarazión do la Lei , i Mandamientos de Dios:
tal, cuál convenía, que fuese dada, por su uni-
jénito Hijo, luz, i Redemptór *, de los hombres.
Por ser enseñada por tal Maestro, i conlcnór en
si, tan grande perfeczión, i aviso; seria razón,
que la tuviese el cristiano, mui familiar;' f i la Foi.
metieso en su corazón , teniéndola por continuo
dechado do sus pensamientos , i obras. Pares-
zióme, que sería bién ponerla, al fin d'este li-
bro, para que se vea la conformidád de lo que
61 contiene, con la doctrina del Redemptór; L
* Olr.i cd. parescer. ' luz , i redempción : en
ulra ed.
16
i'sl sicn.>rÓN m:\. snSón ?»
(|ii(í se.i ellacl cx.'imcn, i la prueba, la dcclara-
zion , i la luz, do todo lo que los hombros dije-
len. Bión entiendo, que requeria mas copiosn
docliua/.ión , do la que al presente so lo puctlo
dar : mas el mismo libro tracta la mayór parte
de toda ella, i por los mismos caminos, i las
mismas iutenzioncs; porque a esto se tuvo fin,
^ cuando escribíamos este Catezismo. Lo cuál verá
claramente el lector, si atentamente lo conside-
rare, i fuere estudioso deponerlo en obra. Este
Sermón, entre todos los que nuestro Redemptór
predicó, rcsplnndeszo, como sol entre las estre-
llas, por las zircunslánzias con que fué predica-
do; por los misterios, que en él se declaran;
por la luz, que da a la Lei; por lo que descubre
do la voluntad divina; por la entereza, que pide
al cristiano; por la muestra, que da, 'de la obra
de las manos do Dios, i cuáles, quiere Él, que
sean los que se llaman suyos; por el destierro,
i condenazión, que pone, a la prudenzia, i ambi-
zión de la carne, en querer siempre zegár i tov-
zór la verdad, i grandeza, de la Palabra divina.
I asi ', los sanctos Doctores, predicaron siempre
esto Sermón; como cosa tan grande, i tan im-
portante; proponiéndolo por summa , i recapitu-
lazión , de toda la doctrina Evanjélica , i por fin,
i paradero , de las obras del Cristiano. Por el
poco lugar, que agora tenemos, i la brevedad,
que este libro demanda ; solamente traduzire-
mos, de latin en roman^.e, los tres Capítulos de
sant Mateo, en que este sermón está comprc-
1 ansi: cu (itra o.l.
"A EN EL MONTE, f* 243
hendido: poniendo, primero, algunos avisos,
que darán luz al leclór, f para que, con mas pro- Foi. ios.
Yccho la lea.
f El primero ' aviso es : que nuestro Re-
demptór, en este Sermón, descubre cómo la hi-
pocresía, i prudenzia carnál; torzieron mucha
parlo do la Lei de Dios, por dár mas freno a sus
apetitos, con mala, i dañosa seguridád, déla
conszienzia, i del corazón, de los que quieren
en este mundo vivir a su voluntád ; i después,
alcanzár el otro.
^ Sea el segundo aviso : que nuestro Re-
demptór da a entender, en esta doctrina, que a
cualquiera, que la quisiere poner en obra; le
seguirá luego, compañía de cruz, i que se le
recrezerán * grandes molestias, por parte de la
carne, i del mundo, i del demonio.
f El terzero aviso sea: que la exzelenzia
d'esta doctrina, convida al hombre a que se co-
nozca; i tenga en poco, sus proprias fuerzas; i
vea, cuán diferente cosa es, lo que el Señór le
demanda, de la vanidád de su corazón: i con
este conoszimiento, acuda a la fuente de la mi-
sericordia, 1 en todas sus obras pida favór, i so-
corro, al Authór de tan sancta Lei.
C El cuarto aviso es: que, esta doctrina se
ha do entendér con libertad de spíritu : quiero
dczlr, que , no todo lo que ella enseña, se ha do
cumplir, así ' al pié de la -letra, asiéndose, a la
fuerza, i rigór, desolas las palabras: porqué,
éstas, pónense para leczión i para aviso del
1 primér : en otra ed.
1 recrescer»n : en otra cd.
3 anH : en otra ed.
4 leción: tra ed.
lf~ sr:nMnN dkl sii.Ñón S
corazún, i no, para qnc snporsliziosamontc sean
pucslas en obra. Orijoucs fué rcproliendido, quo,
por cumplir lo que csLa doctrina manda, nunra.
■ quiso tonér dos ropas: lo cuál, si él hazla eií-
perstiziosamente, creyendo, que de oti'a mane-
ra no se podría cumplir el Evanjelio; está claro,
que era error. Mas, si él lo hazía, con libertad
de spiritu (como se debe de pensAr de tan oxzc-
lente varón); no erraba en ello. Lo que esta doc-
trina demanda, es: que el corazón del hombro
tonga en si, aquella libcralidúd, i aquella lar-
Fni 193. gueza, /"que aquí so le pide. Porque, cuando
él la tuviere, el mismo spiritu , la fé, i la cari-
dád ; le enseñarán, i le avisarán, la medida do
^ las obras, en la cuál , ni será escaso, ni super.'^-
tizioso; porque tiene en el corazón liberalidád
para todo, i sabrá, que la Lci de Dios, allí haze
su fundamento , i de alli saca las obras. Eslon-
zes tiene el hombre libertad de spiritu , cuando
está informado su corazón , de verdadera fé, i do
verdadera caridád: i obedezo * con alegre áni-
mo: i sirve con grande amór: lo cuál, lo bazo
suavemente * obediente : lleno de caridad , i de
obras: dotado de buén ejemplo: confiado en la
misericordia de Dios: i sin servidumbre de su-
perstizión.
^ El quinto aviso es : que nuestro Redemp-
tór. teniendo considerazión, al desmayo, i fla-
queza do los hombres, i a los grandes trabajos,
que se les recreszen, de querer guardár la Lei
1 oiieilcscc: "lT!í cá. errata í\u suniamnile , i no,
2 suamenle: en otra ud., <]f snnueiiieiile.
que me li.vze dudar , si será
«. EN EL MONTE. 9» 245
lio Dios, i nunca volver atrás; los exhorta, i los
anima, con magnificas promesas ; enseñándolos,
cómo, por aquellos caminos, que el mundo juz-
ga por miserables, i trabajosos ; se alcanzu la
bienaventuranza en el zielo: i cuan diferentes
son los juizios, i pareszér del mundo, del juizio,
i paroszcr de Dios, azerca de aquellos que pactes-
zen on esta vida, no apartándose de los Man-
damientos, i Lei del ziclo.
f VA sexto aviso es: que para el cumplimion- ,
lo d'esta doctrina, debe el hombre ponér los
ojos, en quien ¡a predicó en el mundo, Jesu
Cristo, Redemptór, i Señor nuestro. En todo lo
habernos de tomár por dechado, por ejemplo, i
por esfuerzo nuestro. Él es, el que nunca so
apartó de la voluntad de su Padre. El es, el pcr-
donadór de todas las ofensas, i injurias, que el
mundo le hizo. Él , aquél Piélago de caridad, sin
medida, para amigos, i para enemigos. Él, f el poi. u;.
perseguido por la verdad, i por la justizia: para
que de la injustizia, que contra Él usó el mun-
do , resultase justizia para nosotros. É!,'cntrÍ5-
ieszido para que nosotros fuésemos alegres. Él,
el que lloró nuestra perdizión, i nos redimió * a
costa suya. Él mismo, es aquél, en quien el
Padre eterno, como en cabeza , i mayorazgo de
los hombres, puso todas las bienaventuranzas:
para que estuviésemos ziertos, que si le pares-
ziamos, en la obedienzia, le pareszcriamos tam-
bién en el premio. Oigámosle, pues, como a En-
scüadór, i como' Manifestador, de los secretos, i
l i mis redimió lan a cosía snj/t : en otra cii
246 SERJIÓS DEL SEÑOR 5
voluntád de su Padre. Sigamos Le, como a
guía, i como a ejemplo de todo bién. Favorezca-
mos nosd'Él, como de fuente de nuestros bienes,
como de interzesór, i Abogado nuestro: i siempre
en nuestra Orazión, vaya adelante su meres-
zimiento, su muerte, i su sacrifizio: para que asi «
como nosotros oimos por Él, la voluntád, i Lei do
6u Padre ; así * en Él , i por Él , seamos oídos.
Sigúese el Sermón del Señor en el Monte:
Matthei. V.
Viendo Jesús las compañas , subió en el
Monte , i como se hobiese ^ asentado, alle-
gáronse a Él sus Diszípulos, i , abriendo su
boca, enseñábales*, diziendo.
I. ^ Bienaventurados los pobres en el spl-
rilu, porque d'ellos es el Reino de los zielos.
T Pobres en spiritu , los humildes.
U. ^ Bienaventurados los mansos , porque
ellos heredarán la tierra.
III. ^ Bienaventurados los que lloran , por-
q,ue ellos serán consolados.
IV. Bienaventurados los que tienen ham-
bre, i sed, de justizia : porque ellos reszi-
Foi 198 birán hartura.
1 antl : en otra ed. eanj'Ca.
2 utiue ;bubtese I : en otra
•J^ EN EL MONTE. » 247
^ Bienaventurados los misericordiosos, A
porque ellos alcanzarán misericordia.
^ Bienaventurados los limpios do cora- \
zón, porque ellos verán a Dios.
^ Bienaventurados los pazíQcos : que >
ellos serán llamados hijos de Dios.
^ Bienaventurados los que padezen per- ^
secuzión por la justizia, porque d'ellos es el
Reino de los zielos. .
T Padcszcr por la justizia, es, ser perseguido
por obras justas, i verdaderas.
^ Bienaventurados sois, cuando os in-
juriaren los hombres, i os persiguieren , i
dijeren muchos males, contra vosotros: i
esto dijeren, por mi cáusa, i mintiendo.
Alegráos, i gozáos, porque vuestro premio,
abundante es en los zielos. D'esta manera
persiguieron a los profetas, que fueron ante
de vosotros.
T Házese, aquí, diferenzia, de cuando padesze
el hombre por su culpa, a cuando padeszc sien-
do innozente: i los que le persiguen, mienten en
sus injurias, i acusazión.
^ Vosotros sois la sal do la tierra : i si
la sal pierde su sabór', ¿con qué podrá ser
salada? Para ninguna cosa aprovecha, de
ahí adelante, sinó para que sea fuera alan-
zada, i pisada de los hombres.
248 SERMÓN DEL SEÑÓU ^
I Señálase el oGzio , las propriedades, i con-
diziones, que ha de tener el Perlado, i Ministro
del Evanjelio *.
^ Vosotros sois luz del mundo : no pue-
de la ziudád, que está edificada en. el mon-
te, ser escondida ; ni enziendenMa candela,
- i la. ponen debajo del aimüd, sino sobre el
candelero, i da luz a todos los que están
en casa. De tal manera resplandezca vues-
tra luz, delante los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, i den gloria a vues-
tro Padre, que está en los zielos.
XII. ' ^ No penséis, que fué mi venida, para
destruir la Lei, o los Profetas. No vine para
destruir, sinó para cumplir. Digo os, de ver-
Foi. 190. dád, ante pasará el zielo, ^ i la tierra, que
una jota, o un punto de la Lei , se deje de
cumplir , basta que todas las cosas sean
hechas.
XIII. ^ Cualquiera, pues, que quebrantare
uno d'estos Mandamientos pequeños, i asi, lo
enseñare a los hombres; pequeño será 11a-
1 No, mo parezc. Scíiálaic,
aquí, el cfizio de (odoí ¡os
.cristianos, que deten impe-
dir la putrcfaczión del mun-
do, i ser así la sal de él. Si
los ct islianos , so hazen in-
dignos de su nombre, i voc.-i-
zión , i cspiritualmcntc cor-
rompidos ; ya no pueden vol-
ver a iaionarse ; por lo mis-
mo, que no tienen ensoñado-
res , ni Rufas, en la tierra. Su
Ensfñadór único , Cris-
to. Él es , su único Maestro,
i Pastíjr : el Espíritu de Cris-
to, tu gnla. Los cristianos to-
dos , ilcbcn ser (o no serán
nislianosj , cnscñadorcs , i
g'ilas, i sal , i tu: , de la
tierra.
* EN EL MONTE. 249
mado en el Reino de los zielos. El que obra-
re , i enseñare , este será llamado grande
en el Reino de los zielos.
T La autoridád , que tiene la palabra de Dios,
i la pena de quien la falsa, i le quita sus quilates.
^ Digo os, de verdád, que si no fuere XlV.
mayór vuestra justizia i que la de los Scri-
bas, i Phariseos, no podéis enlrúr en el
Reino de los zielos.
í La diferenzia, que hai, de la verdadera
sanctidád, a la que los hipócritas tienen.
^ Oído habéis, que fué dicho a los an- xv.
tiguos, «no matarás : cualquiera, que ma-
tare, quedará obligado a juizio. » Yo digo,
a vosotros: que cualquiera , que se airare
contra su hermano, será obligado á juizio.
Cualquiera , que dijere contra su hermano
apuntamiento de injuria , será obligado a
oonzilio. Cualquiera que le dijere loco , será
obligado a la llama del Infierno.
T Por juizio, entiende aqui el Juzgado, donde
había pocos juczes, i era'liviana la pena. Por oon-
zilio, entiende el Juzgado, donde todos los Juc-
zes juzgaban , como en cosa de mas cualidád.
Añade nuestro Redemptór, sobre estos dos jui-
zios, el tormento del infierno.
I Pues, si llevares tu ofrenda, al altár, xvi.
c ahí te viniere á la memoria , que tu pró-
jimo tiene alguna razón de enojo, contra lí;
250 » SEKJlüN DEL SEÑÓn. 9»
deja allí la ofrenda delante del allár, i ve,
i reconzüiate primero con lu hermano: i,
cuando esto hayas hecho , ven , i ofresze lu
ofrenda. ,
T Este es, cncareszimiento, i verdadero loor
de la Carid.kl : en que se declara, que ella ha de
ir en la delantera, para todas las buenas obras,
como uno de los mayores, i mas prinzipales fun-
damentos de todas ellas.
XVII. T Conziértate con tu adversario , do
presto, entre tanto, que estuvieres en el ca-
mino con él : porque , por ventura , lu con-
i'oi. üoo. trário, f no te lleve delante del Juéz , i el
Juéz te entregue al ministro, i seas metido
en la cárzel. DIgote de verdád, que no sal-
drás de all!, hasta que hayas pagado, hasta
el último cuatrín,
^ En esto se nos enseña, con cuánta dilij<;n-
zia, habernos de procurár, que no se rompa la
caridád: i el peligro, que, de no hazerlo, nos
puede venir. Pónese por ejemplo, señaladamen-
te, la materia de los pleitos: que suelen ser oca-
siones, de muchos males. Son en él , particular-
mente reprehendidos, los deudores avarientos,
que no quieren pagar lo que deben, sin pleitos,
i sin contiendas. Es ejemplo universál para mu-
chas otras cosas.
XVIII. T Oístes , que fué dicho á los antiguos.
«No cometerás adulterio.» Yo digo a vos-
otros: que todo aquél , que mirare a la mii-
"A EN EL MONTE. N 251 '
jer para cobdiziarla , ya cometió adullerio
contra * ella, dentro de su corazón. Pués,
si tu ojo derecho, fuere escándalo para tí,
sácalo , i lánzalo ^ fuera. Porque mejor te
será , que uno de tus miembros perezca;
que ser todo tu cuerpo ¿chado en la llama
del infierno. I si tu mano derecha, te escan-
dalizare; córtala i alánzala de tí: mejór te
será, que perezca uno de tus miembros,
que ser echado todo tu cuerpo en el In-
fierno.
T Enséñanos el Redemptór: que el orijen , i
fuente de los pecados, está en los corazones : i
que estos habernos de tener limpios : porque no
aprovecha guardar las manos de la mala obra, si
no guardamos el corazón del mal deseo. Mánda-
nos, juntamente, que con grande dilijenzia evi-
temos las ocasiones do los pecados, aunque sea
con desabrimiento, i con costa nuestra.
^ Dicho está. «Cualquiera, que des- xix.
echare a su mujér , de lo carta de quita-
zión,» Yo digo a vosotros , que todo aquél,
que dejare a su mujér, s¡ no fuere por cáusa
de fornicazión, haze, que ella sea adúltera:
i el que se casare con ella, comete adul-
lerio.
< con ella: en otra cd. S corta le la: en otra cd.
* i alánzalo : en otra ed.
"■jÍ SEUIKÍN DliL SEiÑÓn ?5
Enséñasenos, en esto, la grande concordia
del matrimonio: i con cuanta caridad, ¡ pazicn-
zia, se deben de sofrir entre si, el marido, i
la mujer: i con cuanta dilijenzia se ha de pro-
Foi. üOi. curar f la pnz. 1 Nótase, asimesmo cuan in-
disoluble vinculo es este: cuanto ama Dios la
sancta compañía de los junctados en matrimo-
nio: pues, ninguna cosa permito que la rompa,
sino solo ^ el adulterio. De lo cuál, habernos de
entender, cuán abominable cosa es, este crimen,
para delante los ojos de la Majestad divina.
XX. ^ Ilcm , habéis oído que fué dicho a los
antiguos: «No te perjurarás, i cumplirás
con el Soñór lo que jurares.» Yo digo a
vosotros : que en ninguna manera juréis: ni
por el zielo, porque es trono de Dios: ni
[)or la tierra , porque es estrado de sus
piés : ni por Jerusalém , porque es ziudúd
del gran Re¡. Ni jurarás tampoco, por tu
cabeza, porque no es en tu poder, hazcr un
cabello blanco , ó negro.' Será vuestro ha-
blar: «Ansí es:» o, «no es ansí.» Lo que
de mas d'esto se añade, de mala raíz pro-
zede.
^ Prohibense, en esta doctrina, los lomera-
rios juramentos, i que so hazen sin justo fin, i
sin justa causa, i enséñase nos, junctamenle,
' aiifrír: en nUa cd.
- ansi mismo: en olr.i cd.
5 stilii : en otia c(l.
• *A EN EL MONTE ?8 253-
(jun ol juramento hecho, por justa causa S lia
(le ir cncaminailo a gloria ilc Dios : i , por esto,
no habernos do jurár por otro nombre, sino por
el /suyo: porque esta es gloria, i dignidad , que
a Él solo, so le debe.
^ Oído habéis, que fué dicho. «Ojo por XXI.
ojo: i diente, por diente.» Yo os digo, a
vosotros :. que no resistáis al mal: antes, si
alguno te diere una bofetada , en tu mejilla
derecha, ofrézele la otra. I al que quisiere
contendér contigo, por pleito, i llevarte tu
sayo, déjale también la capa. I, si alguno
le llevare, por espázio de mil pasos; ve con
él dos mil. AI que te pidiere, darás: no des-
echarás , al que te pidiere emprestado.
1 A.1 prinzipio, dijimos la manera, con que
se han de tomár estos encareszimientos: porque
son doctrina para el corazón : el cuál ha de es-
tiir tan liberal, i tan ensanchado, i tan informa-
do de cariddd, que nunca se determine de dár
mal, por mal: ni a vengar su propria injuria: i
que esté aparejado para todas aquellas obras,
que aquí se ponen: i para ponerlas * ansí cu
efecto, antes que admitir'ofensa de Dios, i que-
brantamiento de sus Mandamientos. Cumplir las
obras, así a! pié do la letra, no es siempre nn-
t Xo liiii ciiisa jiisU, que
ju.-lifi.iiic ti juramento. Ni
me parcze, (arísaismo dc-
xir, (|iie todo juramrnto, rstá
vedado, ahí en la iloctrina
do Cristo; cJara, i terminan-
temente.
' poneüas : tn otra ed.
254 SEUMÓN DEL SEÑOR 9»
Fol. 202. zcsario: sinó f en el caso, que habernos dicho:
i obligarnos nosotros mcsmos a ello, seria su-
perstizión. Es el encareszimieuLo tan grande,
porque habla con el corazón , i con la disposizión
del i'inimo ; al cuál no se le pono tasa en la Lci
de Caridad.
XXll. ^ Oído habéis, que fué dicho. «Amarás
a tu pi'ójiino, i aborrezerás a tu enemigo.»
Yo * os digo a vosotros : amád a vuestros
enemigos: orádbién, a los que os maldi-
zen: hazéd bién, a los que os aborrezen:
hazéd orazión, por ios que os perjudican , i
los que os persiguen: porque seáis hijos de
vuestro Padre, que está en los zielos : El
cuál, deja salir su sol, sobre buenos, i so-
bre malos : i envía lluvia sobre justos, i so-
bre injustos. Porque , si solamente amáre-
des, a aquellos , que os aman, ¿qué premio
tenéis por ello? ¿Por ventura, no hazen esto
mesmo 2, los publícanos? I si solamente sa-
ludáredes, i tractáredes amigablemente, a
vuestros hermanos , ¿qué cosa de ventaja
liazeis? ¿Por ventura , no hazen esto mismo
los publícanos? Seréis, pues, vosotros, per-
fectos, como es perfecto vuestro Padre, que
está en los zielos.
T Clara es, esta doctrina, del amor que debo
* Yo (ligo : en otra cd.
^ mismo: en otra cd.
°A DE EL MONTE. 9» 255
tenéi* d cristiano, con amigos , i Cón eneúiigos;
aunque, én las obras, mui obscura es, por lo
poco que se platica. La persuasión, que para ello,
nuestro Redemptór propone; es de si, eficazísi-
ma: pues nos pone por ejemplo, a su Padre zo-
lestiál: que a ningunó tracta como a enemigo,
siendo ofendido de íodós. A Él habernos de imi-
tár, si queremos prcziarnos d'este nombre do
hijos suyos. ' '
T CAPITULO VI. XXUI.
Mirád bién , que no hagáis vuestra li-
mosna, en presenzia de los hombres, para
ser vistos d'ellos: porque, de otra manera,
no tenéis premio de mano de vuestro Padre,
que está en los zielos. De manera, que cuan- '
do tu hizieres limosna, no vaya la trompeta
pregonándolo, delante de tí; de la manera
que lo hazen los. [. hipócritas , en las con- F01.203.
gregaziones, i conventículos, para ser de
los hombres glorificados. Digo os , do vor-
dád , que ya tienen su galardón. Empero,
lá, cuando hizieres limosna, no sepa tu
mano izquierda , lo que haze tu derecha:
porque tu limosna sea en secreto : i tu Pa-
dre, el que lo vee en secreto, Él te lo pa-
gue en pública plaza^ ..
^ No se prohiben, en estadotrina, los bue-
nos ejemplos: sinó enséñasenos, cuAn peligroso
25G 5R. SERMÓN DEL SEÑÓU ?»
i cuán ordinario vizio es, el de la vanagloria: i
cómo, esta polilla, suelo muchas vezes acompa-
ñar las limosnas, i buenas obras: i ser el fin,
que muchas personas pretenden por ellas. La
malizia de nuestro corazón es tanta, que debe-
mos estar siempre avisados, do guardarnos, do
la ocasión de la vanagloria : la cual suele pro-
zedér, comunmente, de las lisonjas, i loores, de
los otros hombres. I asi es sano consejo, que
las limosnas , i buenas obras que los hombres
j;; suelen luego encareszér, o loár con palabras; las
hagamos secretamente: i quien este consejo, me-
nosprezia, menosprezia la doctrina de Jesucristo,
que sabe mejór, que nosotros mesmos *, lo que
conviene para nuestra salud, i lo que cáusa la
enfermedad.
XXIV. T ■ Semejantemente, cuando orares, no
serás como los hipócritas , porque estos sue-
len estár orando en los ayuntamientos, i
rincones de las plazas, para quo los vean los
hombres. Digo os, deverdád, que tienen
su galardón. Tú, cuando oras, entra en tu
retraimiento , i zerrada tu puerta , haz ora-
zión a tu Padre, en oculto : i tu Padre, que
lo vee en oculto , te dará , en público , el
premio.
^ La misma pestilenzia de vanagloria , que
suele dañár las obras de caridád, hechas en fa-
'•vór del prójimo, suele también ser destruizión
1 avsl : en otra ed.
' mimo* : en otra ed.;.
'A EN EL MONTE. 257
para las otras » obras del culto divino: como es,
de la orazión, en quien nuestro Rcdemptór pono
ejemplo. Mucha mayór vanagloria es , la que
suele pelear , i venzér por este camino , que por
otro alguno de las otras obras. Así* dize, en
otra parte, nuestro Redemptór : que comían los
Fariseos, las casas de las viudas, con título do
sanctidád; el cuál ellos adquirían, vendiéndose
por hombres de larga orazión; para esto enseña
el Hijo de Dios, / que huigamos de semejante F0I.201.
vizio: i no demos ocasión a vana lisonja, ni a
vanagloria.
^ Cuando oráredes , no gastéis muchas XXV.
palabras, como hazen los jentiles , pensando, -
que por hablár mucho , serán oidós. No
seáis, pués, semejantes a ellos, porque bién
sabe vuestro Padre , aquello , de que vos-
otros tenéis nezesidád , ante que Le pidáis.
Orareis , en esta forma. Padre nuestro , que
estás en los zielos : tu nombre sea sancti-
ficado. Venga el tu Reino. Ansí se haga, en
la tierra, tu voluntád , como se haze en el
zielo. Nuestro pan, de cada dia , danos lo
hoi. I perdónanos nuestras déudas, ansí co-
mo nosotros perdonamos a ' nuestros deu-
1 F.n el antiguo impreso do
1551., qiic C8 mi orijinál, di-
ze, por errata, probablemen-
te , para las obras. Pero en
la edizión del cjcmplár, que
se conserva en Dublin, dize:
paro las oirás obras.
2 Ansí, en otra ed.
3 Fa'Ua la preposizirtn a,
en el impreso antiguo ; pero
claramente por errata. Véase
'la pájina 180, i c! fólio íii,
en el ejcmplár de la otra cd.
258 '<R SERMÓN- DEL SEÑÓH. ?»
dores, l no nos traigas en' tehtazión. Sino .
líbranos del' mal. Amén. Porque si' pei'doná.-
redes sus pecados , a los hombres ; el Padre
zelesliál perdonará a vosotros. Mas, si vos-
otros no perdonáredes a los hombres sus
. pecados; ni vuestro Pádí-e perdonará, a vos-
otros, los vuestros. ■
. V lista es doctrina del valór, i eücázia de la
Orazión. Enséñasenos, aquí, como-, no por mu-
chas palabras son los hombres mas oídos, sinó por
. , ser la- Orazión hecha con mayór fó, con mayór
conoszimiento, i con mayór humildád: i que la
^ largura déla Orazión, mas se mide por el cora-í
zón, que por la mu'ltiplícazión de palabras. Dá-
nos forma, i manera, cómo habernos de orár:
de donde se saca cuán grande debe de ser, la
estima, que habernos de tcnór do esta breve Ora-
zión que el Redcmptór del mundo enseñó : cuya
declarazión pusimos arriba en este presente Li-
bro; según que Dios nos lo dió a entendér.
XXVI. ■ . ^ Cuando ayunáredes , no seáis ifistes ' "
cómo los hipócritas, los cualos demudan sus
jestos, para que los hombres veaii, que
ayunan. Digo os, de verdád ,'que tienen su
galardón. Mas , tú , cuando ayunares , unjo
tu cabeza , i lava tu rostró,. porljüé los hom-
bres no vean, quo- ayunad", 'sihd tu Padre,
el que está en oculto : i tu' Padre , el que
ÍR. EN EL JIONTE. S 259
lo vee , en secreto , te dará la paga , en pú-
blico.
T Lo mismo ensena aquí, azerca del ayuno,
que enseñó, f primero azerca de la limosna, i Foi. 200.
de la orazión: que huigamos la hipocresía, i va-
nagloria, i estima del mundo; porque no ven-
gamos a zebarnos , i a contentarnos con esto: i
esto mismo, se nos dé por premio. Es regla je-
nerál, para el fin, que ha de pretendér el hom-
bre, en sus obras.
^ No alleguéis, vuestros thesoros, en la xxvil.
tierra , donde * la carcoma , i la polilla cor-
rompen 2; i donde los ladrones cavan , i
hurtan : mas ponéd vuestros thesoros en el
zielo , donde ni la carcoma , ni la polilla
corrompen \ i donde los ladrones no cavan,
ni hurtan : porque donde estuviere vuestro
thesoro , allí estará vuestro corazón.
T Jenerál doctrina es, para todas nuestras
obras: — quo no las encaminemos, a intereses de
la tierra: porque todo esto es perezedero, i sub-
jecto a grandes, i ziertos peligros. Que busque'
mos los bienes del zielo , que en ninguna ma-
nera se pueden perder.
^ La candela del cuerpo es el ojo. De xxvill.
manera, que si tu ojo fuere simple, será res-
plandeszieote todo tu cuerpo. Mas , si fuere
malo tu ojo, todo tu cuerpo será tenebroso.
I adonde: en otra c<l.
2 corrumpen : en otra ed.
EN EL MONTE. >» 259
lo vee , en secreto , te dará la paga , en pú-
blico.
T Lo mismo enseña aquí , azerca del ayuno,
que enseñó, f primero azerca de la limosna, i Foi. 200.
de la orazión: que huigamos la hipocresía, i va»
nagloria, i estima del mundo; porque no vcn-
gomos a zebarnos, i a contentarnos con esto: i
esto mismo, se nos dé por premio. Es regla je-
nerál, para el fin, que ha de pretendér el hom-
bre, en sus obras.
I No alleguéis, vuestros thesoros, en la xxvil.
tierra , donde * la carcoma , i la polilla cor-
rompen 2; i donde los ladrones cavan , i
hurtan : mas ponéd vuestros thesoros en el
zielo , donde ni la carcoma , ni la polilla
corrompen 2; ¡ donde los ladrones no cavan,
ni hurtan : porque donde estuviere vuestro
thesoro, allí estará vuestro corazón.
T Jenerál doctrina es, para todas nuestras
obras:— que no las encaminemos, a intereses de
la tierra: porque todo esto es perezedero, i sub-
jecto a gi-andes, i ziertos peligros. Que busque •
mos los bienes del zielo , que en ninguna ma-
nera se pueden perder.
^ La candela del cuerpo es el ojo. Do XXVIII.
manera, que si tu ojo fuere simple, será res-
plandesziente todo tu cuerpo. Mas , si fuere
malo tu ojo, todo tu cuerpo será tenebroso.
1 adonde: en otra cd.
2 corrumpcil : en otra ed.
260 'A SERMÓN DEL SESÓA. 9»
Pues, si la lumbre, qbe es en ti, ^on ti-
nieblas; las mismas tinieblas, ¿qué tan gran-'
des serán ?
' t' Con hermosa comparazión' declara, cuán
grande nezesidád tenemos, que la intenzión de
' nuestro ánimo est6 simple, derecha, i conforme,
con la voluntád de Dios, j.cofi la obedienzia de
sus Mandamientos: i cómo, de la simplizidád, i
caridád, d'esta tal intenzión, resulta válór, i
lustre, á todas las otras obras: i, por el contra-
' V.'': rio, cuando ésta está torzida; todo lo de más
está tcsrzido;, i obscuro , por mücho que procu-
remos pintarlo, en las obras i! muestras de
fuera. ., ■ • • ■■ . ' ' - i • • ■ '
. XXIX ■ 1" Ninguno puede servir a dos Señores;
porque o aborreszerá el uno,' i amará al
otro; o allegará se al uno, i.m.enospreziará
al otro. No podéis servir a Dios, ¡ a las ri-
quezas.
«f Demuestra cuán grande peligro es el de la
avarizia: i cómo, por causa ¿'ella, muchos se
olvidan de Dios, i de la guardu de sus Man-
damientos. Estos son aquellos, que sin la regla,
i sin la medida, con que Dios permite, que bus-
^ quemes lo nczesario; ponen su afizión, i sucs-
Foi. 200 peranza^ en la hazienda: i pnreszc que hazert
, d'ella otro Dios; i así * la qbedeszen, i tienen
por tal, como en competenzia, i eu igualdád^
del verdadero Dios, i verdadero Sefiór.-
1 ansí : en otra cd.
. ». EN EL MO.NTE. S Í2G1
^, Por tanto , os digo, que no seáis so- xxx.
lízitos, para vuestra vida, de lo que habéis
de comér, i habéis de bebér: ni, para. vues-
tro cuerpo , de lo que habéis do vestir. ¿Por
ventura, no es la vida, mas , que el man-
jár ; i el cuerpo mas , que la vestidura?
Volved los üjos , a las aves del zielo , que ni
siembran , .ni cojen , ni amontonan en las
trojes , i vuestro Padre zelestiál , les dá de
comér. ¿Por ventura, no sois vosotros, mas
aventajados, que ellas? ¿ Quién de vosotros,
con su solizitüd, puede añadir un cobdo a
su estatura? De la vestidura, también, ¿para
qué tenéis congoja? Parád mientes, en los
lirios * del campo , cómo creszen , sin tra-
bajár, ni hilár; i digo os, de verdád, que
ni Salomón , en toda su gloria , fué vestido
como uno d'estos. Pués, si el heno del cam-
po, que hoi es, i mañana lo echan en el
horno, así lo viste Dios; ¿cuánto mas, a
vosotros, hombres de poca fé? Asi ^ que,
no tengáis congoja , diziendo , ¿ qué come-
remos ; o , qué beberemos ; o , con qué nos
i lirios , por lilios , o osu-
scnns; c» una de aquellas
corrupziones de vocablos, do
las cuales , i su jeneralidád,
8c ven ejemplos , en nuestra
lengua , i en otras. Asi tam-
bién, todos dizcn Canál di ta
Mancha , i nd Canál de la
¡langa, que es lo recto : por
venir do antiguo , corrompida
la interpritazión.
' Ansí, en otra ed.
262 "A SERMÓN DEL SEÑÓR ?í
■■ cubriremos? Porque, estas cosas todas , los
jentiles las buscan. Sabe bién vuestro Padre
zelestiál , que d'estas cosas todas , tenéis
nezesidád. Buscád, pues, primero, el Rei-
de Dios, i su justizia, i estas cosas todas,'
se os añadirán. Así * que , no seáis solizi-,
tos, para mañana: porque el, día de ma-
ñana será solízito, para sí mismo. Bástale al
día su fatiga.
T. No nos mandan, ni nos permiten, en esto,
que vivamos oziosos, sinó, prohibense los de-'
masiados cuidados, que naszen de infidelidád, i
desconfianza. Los jentiles, como hombres sin
fé, i sin verdadero conoszimiento, piensan, que
si ellos, con su propria dilijenzia, no adquieren ,
todas las cosas; Dios no tcrná cuidado de dárse-
Foi. 207. las. Elh(5rabre fi6I, ha de pensár, que Dios lo
crió: i que crió, para él, todo lo restante del
mundo : i que Él tiene cuidado de substentarlo:
i que el mismo cuidado, que hoi tiene d'él; lo
temá mañana, i los otros días. De manera, que
haiemos de tenér fé, que nuestra dilijenzia, i
solizi túd, no es otra cosa, sinó un alargar las
manos, para tomár lo que el Señór nos envía: i
que Él es, el que lo cría, i lo adereza todo, i lo
envía a nuestra casa , para que con ello seamos
substentados en esta vida. Nuestro prinzipál cui-
dado, i prinzipál dilijenzia, ha de ser, buscúr el
Reino de Dios, i su justizia; i todo lo de mas,
« Ausi : en otta cd.
"A EN EL MONTE. 263
de que tuviéremos nezcsidád , so nos añadirá.
El Reino de Dios, i la justizia d'Él , es, buscár
su gloria, i obedeszcr en todo sus Mandamien-
tos: i que, en esto, se ejerzíte, i se emplee,
nuestra prinzipál dilijenzia i quien nos hiziere,
tan grande merzéd, que nos dé justizia del ziclo,
i nos haga obedientes, i conformes a su volun-
tá'd; El mesmo • nos dará lo que es menos, i lo
que no fué criado para otro fin, sinó para que,
en esta vida, nos aprovechásemos d'ello. Si no
alcanzáremos, d'esto, lo que pide la vanidad, i
la demasiada codizia * del mundo, a lo menos,
alcanzaremos lo que la Misericordia divina sabe,
que mas nos conviene , i que menos nos estor-
bará, para el camino del zielo.
^ CAPITULO VII. XXXI.
. No juzguéis , porque no seáis juzgados.
No condenéis , porque no seáis condenados.
De la manera con que juzgáredes, seréis juz-
gados : i con la medida, que midiéredes, os
medirán ¿Por qué estás atento a la pajue-
la , que está en el ojo de tu hermano ; i no
vees la viga, que está en tu ojo? ¿Cómo,
veamos , dirás a tu hermano: « Espera, sa-
caré una pajuela de tu ojo;» teniendo, tu
una viga en el tuyo? Hipócrita, alauza, pri-
1 tiiismo : en otra cd,
2 cohdicia : en olta é\.
'■i midirón. en otri ed.
264 "A SERMÓN DEL SEÑOR ?•
mero, la viga de tu ojo : i estónzes verás,
para sacár la pajuela , del ojo de lu her-
mano.
^ Es, aquí, reprehendido el temerario juizio
do los hombres, en juzgár, i condcmuár, las
intcnziones, i obras de sus prójimos Vizio es
abominable, i de que, séñaladamentc, usan los
hipócritas: cuyo olizio es, ser juezes, i rcpre-
hendedores, de todos los otros; pensando, quo
por este camino alcanzarán ellos mayór estima.
Amenázalos el Señór, que verná sobre ellos,
Pol. 203. aquella / manera de juizio de que ellos usan
contra sus prójimos.
XXXII. ^ No deis, lo que es sancto , a los per-
ros : ni alanzeis vuestras piedras preziosas,
ante los puercos : porque ; por ventura , al-
guna vez los puercos no las pisen con sus
piés : i los perros vueltos contra vosotros,
os despcdazen.
1 Enséñanos la manera, con que se. han de
tractár los misterios sagrados, i la. doctrina do
laScriptura: i la sancta prudenzia, quo en esto
se ha de tenér: i cuan indignos son muchos, do
ser partizipantes de semejantes bienes.
XXXIII. ^ Pedid , i daros han , buscád , i halla-
reis: llamád, i abriros han: porque todo
aquél , que pide, rezibe * : i el que busca,
i Es dczlr : jiizg-ár, í con-
denár, lemerarinmeulc. , a
otros , por de peores intenzio-
ncs , i obras ; que las del que
juzga.Tencrse por mejor que
otros , es juizio temerario.
^ rescibe: en otra cd.
ÍP. EN EL MONTE. 2G5
halla: i al que llama, le abren. ¿Por ven-
tura , hai entre vosotros algún hombro, que
pidiéndole su hijo pan, le dá una piedra; o . .
que si le pidiere un pez, le dé una serpien-
te? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis
dar buenos dones a vuestros hijos; ¿cuánto
mas, vuestro Padre , el que está en los zie-
ios, dará buenas cosas , a quien se las pi-
diere?
1 Mándanos, que pidamos, con grande, i zicr-
ta confianza, diziendo, que somos hijos: i que
Dios es nuestro Padre : i que no nos negará lo
que el Padre debe de dar al hijo, que mucho
ama. Dize : que nos dará bienes, i no males:
en lo cuál se nos enseñan junctamente dos co-
sas. La primera, que pidamos lo que es justo,
i lo que es bueno; i no lo injusto, ni malo: pues
que pedimos a Padre, que es tan justo, i tan
sancto. La segunda, que conozcamos, cuánta es
la misericordia del Padre zelestiál , para con
nosotros: pues, siendo nosotros tales, que pedi-
mos cosas malas, i que no nos convienen; Él no
nos quiere dar, sinó lo que es bueno, i lo que
nos conviene.
^ Todo aquello, que queréis, vosotros, XXXIV.
que hagan los otros hombres, con vosotros
mesmos * , aquello mesmo ^ hazéd vosotros
con ellos : porque esto es la Lei , i los Pro-
phetas.
1 mismos: en otra ed. ' 2 mismo: eii otra cd.'
2G6 !A SERMÓN DEL SEÑÓR- 9»
1^ Esta es la grandeza del Evanjclio : i verda-
dera regla de nuestras obras. Si estas palabras
trajesen los hombres escripias en sus corazones,
Foi. 209. i midiesen con ellas todos sus hechos; de ' otra
manera andaría el mundo: otro ejemplo darían
los cristianos : i otra estima ternian d'ellos las
otras naziones. Parezerían ' verdaderos hijos del
Padre zelestiál de quien ellos se prezian : i ver-
daderos diszipulosde Jesu Cristo, verdadera luz
del mundo. De un Emperadór se lee, que, pre-
guntando por la Leí , que los cristianos tenían;
le fué respondido, que guardaban, esta Leí que
nuestro Redcmptór aquí pone: a lo cuál, él re-
plicó, que no podia ser mala jente, lo que tenia
tal Leí.
XXXV. ^ EotrAd por la puerta angosta , por-
que ancho, i espazioso, es el camino, que
lleva a la perdizión, i muchos son los que
entran por él. Porque es angosta la puerta,
i es estrecha la carrera , que lleva a la vi-
da : i pocos soü los que la hallan.
1 Aviso grande es este , i terrible amenaza,
para los descuidados, i holgazanes, i para los
qué junctamente * quieren vivir conforme a la
anchura de sus apetitos: i tenér seguro el zielo,
a su parcszér. Dízese aquí, que la puerta es an-
gosta, i el camino es estrecho: porque los hom-
bres de su propria naturaleza, i inclinazión, es-
tán cargados de muchos vanos deseos, i vanos
cuidados: los cuales, es menester, que sean cor-
1 Parescei ian: en oUa cd.
2 juntameníe : cu olía cd.
íft EN EL MONTE. S 2G7
tados, i desechados, para que esto camino se
pueda andár: Porque, de otra manera, no es
posible que vayan por él.
^ Guardaos, atenlamente, de los falsos XXXVI.
Prophetas , que vienen a vosotros , con ves-
tiduras de ovejas, i son lobos robadores, de
dentro : por sus fructos los conoszerois. ¿Por
ventura, cojen uvas, de las espinas; o hi-
gos, de los abrojos? Pues, d'esta manera,
todo buén árbol , da buenos fructos: ¡ el ár-
bol podrido, da malos fructos. No pufede
el buén árbol bazér malos fructos; ni puede
el mal árbol , bazér buenos fructos. Todo
árbol , que no haze * buén fructo , es cor-
tado , i echado en el fuego :!por sus obras,
pués los conozereis ^.
1 Si esta regla siguiesen los hombres,' no se-
rian tantas vezes engañados , de vanos Enseña-
dores, i de vanas doctrinas.
No todo aquél, que me dize: Señor, XXXVII.
Señór: entrará en el Reino de los zielos:
sinó el que hiziere la voluntád de mi Padre,
que está en los zielos. Muchos me dirán en
aquél día: Señór, Señór, ¿no prophelizamos '' foi. 210.
1 Fme: en la ed. de 1531: 2 En eslcrárrafo xxxvi. el
l>eru, en utra, Afljí. I donde, ¡lucS, lUtimo, no está en la
aquí , so vonc Biemprc fruc- cdizión de 15C1 , pero si , en
tos, frítelo : la otra edizíón, olta.
algmi.T ve» /'rw/M, /^rií/fl. • .;
268 í^, SERMÓN DEL SEÑÓR ^
en nombre luyo ; no alanzamos, en tu Nom-
bre, demonios; i hezimo,?, en tu Nombre, mu-
chas marabillas? Estonzes, responderles he:
Nunca os conozi : aparláos de rní, los que
obráis maldád.
^ Pues todo aquél, que oye estas mis
palabras, i las pone en obra , aseme-
jarlo he, a un varón sábio , que edificó
su casa sobro una peña : i deszendió la llu-
via, ¡ vinieron los ríos, i soplaron los vien-
tos, i combatieron en aquella casa, i no
cayó, porque estaba fundada sobre piedra,.
Por el contrario : todo aquél, que oye estas
mis palabras, i no las pone en obra; será
asemejado a uh'hombre loco, que edificó su
casa sobre arena , i deszendió la lluvia , i
vinieron tos ríos , i soplaron los vientos , i
hizieron ímpetu sobre aquella casa, i cayó:
i fué grande su caída.
T Jenerál doctrina es esta: que pone diferen-
zia, entre la verdadera confianza que han de le-
nérlos hombres; i la vana que muchos tienen
para ganar el ziolo. Cosa es de admirazión, ver:
¡cuán olvidado está, este aviso tan grande, que,
para cosa tan grande, nuestro Redemptór nos
enseña; i cuan perdido está, en este caso, el
mundo:' cuán lleno de vanidád, i de vanos En»
senadores! Dejemos esto: porque es mui au-
V. EN EL MOMTE. ?» 26'.)
gosto el lugár, para deplordr, perdizión tan
grande'.
*[ • rconles¿íó, quo como estas palabras
acabase Jesús , se' espantaron las compañas
de sd Doctrina ; porque los enseñaba, como
quien tiene poteslád , ¡ no como los Scribas.
^ Esta difercnzia, que aquí se pone, de la
autoridad, que mostraba el Redemptór del mun-
do, en su doctrina; a la que, en la suya, mos-
traban los Scribas, i Phariseos; es, que ellos
enseñaban tradiziones i como hombres, que
no tractaban sinó enseñamiento de hombres, i
en todo ello, se hablan, como jente, quo pre-
tendían cpntentár al pueblo: tenérhonrra, i va-
nagloria : i otros muchos, intereses. Cristo,
nuestro Redemptór, enseñaba la pureza de la
Scriptura: tractábala con tanto spirilu, i tanta
verdád, que bién pareszia cosa del zielo. No
buscaba vano favór, ni que lo siguiese la vana
jente. En todo ello mostraba, que ni rehusaba
peligro, ni pretendía interese: sinó que so-
lamente f amaba la verdád: la gloría de su Pa-
dre., i la salud de los hombres, aunque en ello
perdiese la vida Estas eran las condiziones
' Rebosa, desgraziadamcn- ^ sus Iradizioncs , en otra
te, on íxactitiid , 1 Tcrdid, ediziiin.
esa cxclamaziún sentida, del 3 Aqiil acaba este Discur-
Dr. Constantino : rcrquc Ks- so , sobre el Sermón en el
paña sigTiellcna de v.inidád, Monte, en la edizión , de
1 de vanos Enseñadores; cuyo donde tomé las variatitea quo
Interés no es otro , que el de van apuntadas, al pie de pá-
ahuyentar toda luz de r.van- jiña. Lo mismo suzcde en el
jelio, toda enseñanza directa, cjcmplir , que se conserva en
i -libro de las Escrituras, toda Bruselas. Víanse las OnsER-
doctrina no amasada -por elír vaziones.
rig-os.
XXXVIII.
270 'A SliltMÓN DKI, SEÑOR.
lid Maestro d'csta grande doctrina: i nezesaria
cosa es, que los diszipnlos d'olla Ío imiten, si
(¡uieren salir con el fin , que les es prometido.
Una de las prinzipales razones , por donde mui
pocos alcanzan esta verdad, i pcrfeczión evan-
jélica (dado que conozcan, que es nezesaria co-
sa, para ir al ziclo, i en alguna manera se dis-
pongan para conseguirla)', es, el poco conos-
ziraiento, i la liviana considerazión con que la
miden. Porque si ellos pesasen hión la grandeza
d'esto , que el Redemptór de la vida enseña :
cómo, por esta doctrina pide al hombre, i quiere
plantárenél, una renovazión de la imajen, i
semejanza, en que fué criado: una imitazión de
la divina bondad: una mortificazión do aquellas
malas raizes, i plantas, que el demonio, i el
pecado , sembraron en él : si , por otra parte,
pesasen, cuán levantada cosa es esta, sobre sus
fuerzas: cuán poseídos quedaron del demonio,
por el pecado: cuanto los ha dañado su mala
costumbre: cuán grande es la contradizión , que
hazc la carne, i el demonio, i el mundo, para
que no alcanzcn esta grande merzéd : cuán
grande iiezesidád tienen , de fucrzn[sl * del ziclo,
para salir con esta tal empresa: 'cuan flacamente
las piden: cuan escasamente las toman : cuánto
se les deshazen entre las manos, por su proprio
descuido, i por su ingratitud;— ziertamenle, no
andarían tan seguros, ni estimarían en tan po-
co, esta doctrina, ni se proveerían tan mal. para
\. fuerza, solo, en el im- siRue luego , líquierc aquf el
preso antiRUO : pero, pareze, pluril. ........ „
irrala, inic5 el las piden, qai: • ' ■ • /
EN KI. MONTE. 9í 271
SU cumplimiento. Mas, os lAnta nuestra mise-
ria, tanta nuestra zeguedád; que ni estimamos
la grandeza de la doctnna: ni sabemos, ni que-
remos conoszér el fin que por ella se alcanza.
Antes, nosotros mesmos, nos dejamos engañar:
consentimos, i procuramos, que la grandeza, i
pureza d'csta verdad, sea aguada con falsos en-
tendimientos. De manera, que siendo ella d;ida
para mortificazión, i destruizión de todas obras
de carne; permitimos que sea acompañada , -i
rejida, con sabiduría, i prudenzia carnal: sien-
do el camino del zislo; lo queremos encamir.Ar
por la tierra: trayendo grande aspereza, contra
todos los estorbos d'este camino; la queremos
ablandar , i pegarle de nuestra costumbre , i
nuestro regalo: siendo cosa altísima; la quere-
mos tractár como cosa baja : exzediendo a nues-
tras fuerzas; acometemos a cumplir, con nues-
tra flaqueza, i nuestro descuido; trayendo ella
guerra, contra los intereses de la carne, i del
mundo; f queremos hazér paz, entre nuestros Foi. 212.
intereses, i ella. Hazémonos espantados, i es-
candalizados de lo que pide: i con nombre de fa-
voreszér a nosotros, juntamos, i- nos hazemosde
un bando, con quien mas la contradize. Ser,
todo lo dicho verdád : claramente nos lo enseña
el poco fructo, que en nosotros haze, esta di-
vina sabiduría, que el Redemptór del mundo nos
enseñó. Ser las causas d'este poco fructo, las
que habemos señalado; cualquiera hombre que
quisiere ponér mientes en ello, i entrar en
cuenta consigo mcsmo; lo conozerá fázilmente.
El remedio sería, el que es único,' i nezesário:
272 'A SERMÓN DEL SE.ÑÓII ^
pedir a Dios cnnopzimiento pani entender, cuan-
to nos va, en alcanzar la grandeza d'esta doclri-
na: para que, conozido esto, trabajásemos do
ponerla en obra , pidiendo al Scñór favór para
ello. La primera cosa, que nos ha de encaminár
en la estima de lo que en este Sermón, el Re-
demptórdel mundo nos enseñó, es: la conside-
razión de la misma persona que lo enseñó. No
puede dejár de ser grande, e inestimable bién,
para el hombre,- el secreto que el Eterno Padre
descubre por la boca de su unijénito Hijo. Apar-
tarso debe de todos los otros caminos , de todos
los avisos, que la sabiduría del mundo ha da-
do; el que tiene nom'bre ' de cristiano. En éste
solo, hade poner los* ojos: porque todos los
otros son contrarios, o supérfluos , para alcan-
zár la verdád. Este solo, es el zierto, i el neze-
sario: i en quien se debe emplear toda la dili-
jcnzia, todo el estudio, i toda la vida: así como
el Redemptór de la vida, gastó todo el tiempo do
su Icgazióu, en enseñár a los hombres osta sa-
biduría. Lo segundo, que ha de considerar el
hombre cristiano, es : lo mucho que le costó al
Hijo de Dios, predicár esta verdád en el mundo,
pués le costó la honrra, i la vida: i tanta con-
tradizión halló en la tierra, para estorbar el
conoszimiento d'ella. Do aquí ha de colejír el
hombre, que acometér a ser cristiano, es aco-
metér grande cosa : que pués sigue a Jesu Cris-
' ' ' Lo que va cr.trc los <'.os
'••, CflA rcpctiJn en renglón
Uuplica'io, en la cdizii'm del
l'-51 que reimprimo. Vívan-
se las obscrrazioncs. I nó-
tese, con mucha atenzióni: lo
ijiic dize el Doctór.
íff. EN EL MONTE. 273
to. Hijo de Dios, en la doctrina; ha de estár
aparejado para pareszerlo en los peligros, que,
por ella, se le recrcszieren. Cuando esto tuviere
bién entendido, entenderá, luego, la grande
guerra, que le ha de hazér el mundo, si qui-
siere llegar al cabo, lo que su Maestro le dejó
enseñado. Cuánta dilijenzia ha de ponér el de-
monio, cuanta solizitúd la carne, para que esto
no se ponga en efecto. Estará prevenido contra
el escándalo, que nezesariamente se le recre-
zerá ; para poderlo mejór vSnzér, i pasár ade-
lante, con tan grande empresa. Pedirá fuer- Fái. 2i3.
zas, i favór del'zielo, para ponér en obra, la
sabiduría que de allá viene revelada, i para
quien, la tierra, está tan rebelde, i tan ziega.
Con estos médios, penetrará por todos los peli-
gros: i con la compañía do Aquél, que en todo
lleva la delantera, alcanzará el fin, que por la
summa Verdád está prometido a los tales. Esta
misma Doctrina, ha de tenér el hombre por ni-
vél, i por regla para medir la cualidád de sus
obras, para tomarse cuenta del camino que lle-
va: i, pués se prézia de nombro de cristiano, i
por este título se piensa salvár; entendér qué
tanto, corresponde, en el hecho, con el nom-
bre. Si es cristiano, zierto está, que le convie-
nen estas bienaventuranzas predicadas por la
boca del Redemptór: i con las mismas condi-
ciones, que las predicó. Mire, pues, cuando se
contentare de pensár que es cristiano; qué tanto
tiene de pobreza despíritu: qué tanto alcanza
de desconfianza de si mesmo : de poca estima
de sus obras : porque, por ventura, no se alegre
18
27 4 V. SEnMÓN DEL SEÑÓn. ?»
con imajinazión falsa, i, crea, rjuc ha do ser
bienaventurado en la tierra, i en el zielo : te-
niendo su corazón rico de propria confianza, i
de proprio contentamiento : lo cual, esta doctri-
na no sufre, ni adfmite verj ' dadei'a prosperi-
dád de la tierra. Compare sus obras, i sus pen-
samientos, con esta Doctrina: i mii'o, quó parto
tienen de la mansedumbre, que el Rcdemptór
del mundo predicó; i por cuya razón prometió
a los mansos, la posesión de la tierra. Mida, con
esta misma Regla, la carga de la cruz, que Dios
le tiene repartida: mire bién cómo la sufie:
porque a los entristezidos con tristeza de sancta,
i misericordiosa cruz, les es prometido el verda-
dero consuelo. Finalmente, el uso d'esta sancta,
i grande Doctrina, para el verdadero cristiano,
es, traerla siempre en la memoria, i en el cora-
zón, para espejo, i toque de sus pensamientos,
i obras : para aplicarla continuamente a su vida,
i conoszér por ella, lo que le falta: i procurár,
de ir cada día crcziendo en la bondád , i perfec-
zión, que el Señór le pide.
•A Fin de la Summa de doctrina cristiana, 9»
compuesta por el Doctór Constantino:
impresa en Sevilla por Cristoval Álvarez:
a xxviii de Marzo
Año de 1551.
1 En el impreso antiguo dd
año 1551 , que me Birve de
orijinál, la llana primera del
fólio 213 , acaba ron las vo-
zes , ni adn ; i la segunda
llana vuelta comienra con la
media palabra « dailera», co-
mo ahí va. Falta, pues, algo,
por culpa del improsór. He
suplido, loque va entro I I;
pero nada mas, que a la ven-
tura.
275
' Tabla de los Capítulos contenidos en este foi.2h.
Coloquio de doctrina cristiana.
^ Capitulo primero: de la obligazión de
cnseñár la doctrina cristiana: i del
descuido que en esto hai. Folio. * i.
1 Capitulo II. De la zerimonia del
Baptismo. Fólio IV.
1 Capítulo 111. De la malizia de los
hombres. Fólio VII.
^ Capitulo IV. De cuán mal son ense-
ñados los niños, en nuestro tiem-
po. Fólio X.
1 Capitulo V. Del prinzipio del exá-
men de la doctrina cristiana. Fólio. XIII.
1 Capítulo VI. Del sacramento del
Baptismo , i de lo que alcanzamos
en él. Fólio XVI.
^ Capitulo VII. De la división, i Sum-
ma de la doctrina cristiana; Fólio.. XIX.
1 Capítulo VIII. Del conoszimiento de
Dios. Fólio ;. XX.
1 Capítulo IX. Del primero Artículo
de la Fe. Fólio XXIV.
1 Capitulo X. Del segundo Artículo de
laFé. Fólio XXIX.
1 Capítulo XI. De la considerazión , i
práctica del segundo Articulo. Fólio. XXXII.
1 Capítulo XII. Del terzero Artículo de
la Fé , i de la considerazión, i uso
del. Fólio XXXVIIL
• Indica los fúlios antiguos,
quoTan acotados en las már-
Jcnes : no las pájíiias de ís<a
reimpresión.
276 TADLA. }*
1 Capítulo XIII. Del cuarto Artículo
de la Fó, i de sus consideraziones.
Folio XLIH.
1 Capítulo XIV. Del quinto Artículo
de la Fó, i práctica d'él. Fólio XLVIII.
^ Capitulo XV. Del sexto Artículo do
la Fé. Fólio LlI.
1 Capitulo XVI. Del séptimo Artículo:
i del uso, i considcrazión d el. Fólio. Lllll.
1 Capítulo XVII. Del octavo Artículo
déla Fé, i de la considerazión , i
uso d'él. Fólio LVIII.
1 Capitulo XVIII. De la razón, i uso,
de los dones del Spíritu Sancto.
Fólio LXII,
1 Capitulo XIX. Del nono Artículo de
f la Fé, i de la considerazión, i uso
d'él. Fólio LXI-V.
j Capítulo XX. Del dézimo Articulo
de la Fé. Fólio LXVII.
1 Capítulo XXI. Del undézimo Articulo
de la Fé. Fólio LXVIII.
1 Capítulo XXII. Del último Artículo
de la Fó. Fólio LXIX.
1 Capitulo XXIII. Del primér Man-
damiento déla Lei. Fólio LXX.
1 Capítulo XXIV. De las obras con
que el primero Mandamiento se
cumple. Fólio LXXVI.
^ Capítulo XXV. Del segundo Man-
damiento de la Lei. Fólio LXXVII.
1 Capitulo XXVI. Del torzero Man-
damiento de la Lei. Fólio LXXX/I.
•A TABLA. 9í 277
1 Capítulo XXVII. Del cuarto Man-
damiento (le la Lei. Folio LXXXVII.
1 Capitulo XXVIII. A cuales personas
se ha (le entendér, lo que pide el
cuarto Mandamiento. Fólio LXXXIX.
1 Capitulo XXIX. Del quinto Man-
damiento de la Lei. Fólio XCIV.
1 Capítulo XXX. Del sexto Man-
damiento do la Lei. Fólio XCIX.
1 Capítulo XXXI. Del séptimo Man-
damiento do la Lei. Fólio ClII.
1 Capitulo XXXIi. Del octavo Man-
damiento do la Lei. Fólio GVII.
^ Capitulo XXXIII. Del nono, i dézimo
Mandamiento de la Lei. Fólio CXII.
1 Capítulo XXXIV. Una breve, i com-
pendiosa resol uzión de los diez
Mandamientos. Fólio GXXI.
1 Capítulo XXXV. De la abreviazión
de los X. Mandamientos. Fólio. . . . CXXII.
1 Capítulo XXXVI. Dondo se prosigue
la materia de la inhabilidád de las
fuerzas humanas, i de la nezesidád
del favór de Dios. Fólio CXXVII.
1 Capitulo XXXVII. Del valór, i neze-
sidád de la Orazión: i de la eficázia,
i condiziones d'ella. Fólio CXXXI.
1 Capitulo XXXVIII. De la prepara-
zión, i condiziones que se requieren
para la Orazión. Fólio CXXXIV.
i f Capítulo XXXIX. De las buenas Foi. 2i6.
obras, que han de acompañar a la
Orazión. Fólio CXXXVIII.
278 TABLA. íí
T Capitulo XL. Do la Orazión del Jus;
to, i de la del Pecadór : i de la di-
ferenzia que entro ellas hai. Folio.. CXLI.
1 Capitulo XLI. De la declarazión de
la primera parte de la Orazión.
Fólio CXLV.
1 Capítulo XLII. De la primera peti-
zión de la Orazión. Fólio CXLIX.
1 Capitulo XLIII. De la segunda peti-
zión de la Orazión. Fólio CLI.
1 Capitulo XLIV. De la terzera peti-
zión de la Orazión. Fólio CLIII.
^ Capítulo XLV. De la cuarta petizión
déla Orazión. Fólio CLVI.
1 Capítulo XLVI. De la quinta peti-
zión de la Orazión. Fólio CLX.
1 Capitulo XLVII. De la sexta peti-
zión de la Orazión. Fólio CLXIV.
1 Capitulo XLVllI. De la séptima pe-
tizión de la Orazión. Fólio ' CLXVl.
1 Capítulo XLIX. De la regla, que de
la Orazión del Pater noster, se saca ,
para conozér todas las otras. Fólio. CLXIX.
1 Capítulo L. De la Confesión: en que
brevemente se tracta lo prinzipál
d'ella. Fólio CLXXII. -
1 Capítulo LI. Del Sacramento de la
Eucharistía, i Comunión. Fólio.. .. CLXXIX.
1 Capítulo LII. De cómo se ha de oír
la Missa, i el Sermón. Fólio CLXXXIV.
El Seioión del SeSór en el Monte.
Fólio CXGVII.
^ Laus Dco,
CATECISMO.
/
177/4
279
|A.L ' REVEnENDÍSlMO SeÑÜR DoN JüÁN FERNANDEZ Fol. 2.
TeMUÑO, OdISPO DE LeON, ETC.
■ Si no tuviera expcrienzia, de cuán bién tiene
entendido, Vuestra Señoría, la condizión del
estado en que Dios le ha puesto; cuan grande
cosa es presidir en Iglesia Cristiana, i liazér
ovejas para el Sumo Pastór, Jesu Cristo : no de-
jara de dezir aquí mi parezér, azerca de lo que
requiere este ofizio, tan deseado de muchos del
mundo, i entendido de tan pocos. Mas, como
estoi zierto , de lo que azerca d'este jéncro de
cruz, vuestra Señoría, alcanza; i cuán pesada
tiene esta obligazión, que está puesta sobre un
hombre , para que contra todo el estorbo de Sa-
thanás, sea medio por donde la sangre del Hijo
de Dios, haga verdadero fruto en los otros hom-
bres; no gastaré, en esto, mas tiempo de lo que
basta , para dezír, cuanto es el contentamiento,
que de esto me cabe : para en cuyo testimónio,
como hombre que poco puede, sirvo con lo poco
que puedo.
Aunque es pequeño el servizio, si él no per-
diera por culpa mia; no dejara de conoszér,
que, para el fin a que va enderezado, era de
mayór estima, que otros muchos de mas apa-
renzia. Mas, como la luz de la Palabra Divina,
pasa por las tinieblas de los tales como yo: pa-
reze, que pierde, en esto, mucho de su res-
plandór. Como quiera, que ello sea. Vuestra
Señoria, terná respecto a la cualidad de la obra,
i a la voluntad con que yo la ofrezco. Para lo
cuál, allende de otras muchas obligazioncs, f Foi.a.
280
. bastaba ver, que Vuestra Señoría, siempre ha
manifestado tAnto deseo, que la jcnte sea in-
dustriada, f^n los Prinzipios, i Summa, de la
doctrina cristiana; i que hagan costumbre, i há-
bito', en el entendimiento, i en la obra d'ella. A
la verdád, nunca la Iglesia tuvo tan grande ne-
zesidád de esto , como agora tiene : ni pienso,
que hai remedio tan prinzipál, para tornár las
cosas á su bu6n prinzipio. Para esto servirá este
pequeño Cathezismo : conforaiado en la breve- ^
dád, en la simplizidád, i llaneza, con la capa-
zidád de los niños, i de cualquiér condizión de
jente. Aunque sea este Librito, común a toda la
Iglesia Cristiana, particularmente lo es, para la
de Vuestra Señoría, por haberlo tantas vezes
^ pedido: por la obligazión del autór: i, lo prin-
zipál de todo, por la mucha dilijenzia, que en
aquella sancta iglesia se ha de ponér : por lo
mucho que ha de fructificár en olla: i por el
ejemplo que ha do dar a otras , mediante el fa-
vór de Dios. El cuál, por su infinita misericor-
dia, tenga por bién de visitár sus ovejas; i con-
servar á Vuestra Señoría, en este sancto propó-
sito, por muchos años.
^ Lo que este Gatezismo contiene, es lo si-
guiente.
I. Un breve Aviso d'el conoszimiento, que
ha de tener el Cristiano.
II. LaDeclarazión de los Artículos de la F6.
III. La Declarazión de los diéz Mandamientos.
VI. La La Declarazión de la Orazión del Patcr
nosler.
V. El Uso de los Sacramentos.
*A CATE2ISM0 CRISTIANO. 9» 281
La f primera cosa que ha de entendér el Cris- Foi. 4.
tiano, es: que nasze privado de la grázia, i
amistód de Dios : condenado a estár desterrado
de su presenzia, en la vida, i en la muerte, para
siempre jamás.
Esta condenazión es, porque pecaron nues-
tros primeros padres, engañados por el demo-
nio, i pecamos nosotros en ellos. La grázia que
ellos perdieron , perdimos también nosotros.
Hijos somos de traidores, i sentenziados por
tales. Imitadores somos de sus malas obras, fal-
tos nos hallan de la justizia, que ellos des-
echaron , i con obligazión de tenerla. Pér-
dida fué, en que cayeron, para si, i para su li-
naje todo.
Tuvo tanta misericordia Dios, de los hombres,
que envió su Unijénito Hijo, al mundo, para que
se hiziese hombre.
Naszió de madre virjen: enseñónos el camino
del zielo : murió por nosotros en cruz.
El sacrifizio de la sangre , i la muerte que
ofrezió por nosotros, aplacó la ira del Padre; i
hizo, que por aquella humildád, ¡ sacrifizio tan
innozente , fuese nuestra culpa perdonada, i
vueltos los hombres en la primera amislád.
Este perdón, i este bcneüzio, se nos comu-
nica en el Sacramento del Baptismo : alli es des-
terrada la culpa, i nos es dada la grazia. Habe-
rnos de entendér, i creér, que ansí como el agua
tiene virtud para limpiár el cuerpo, f de fuera, po¡_ 5^
I Asi la ediziún antigua.
Parezc , que csUrla mejor,
• hallamos.*
282 'A. CATEZISJIO >!
ansí la pasión d'el flijo de Dios, tiene virtud para
limpiár el ánima, i la limpia allí.
En este sacramento cumple con nosotros el
Señor, lo que nos tenia prometido, por medio
del sacrifizio, i de la interzesión de su Hijo: i
nosotros azeptamos la merzéd, i Le prometemos,
de no serle mas traidores. Dcspedimonos del
primér estado: prometemos de ser obedientes A
los Mandamientos divinos, i de contradezir al
demonio, que nos engañó, i do serle siempre
enemigos.
Renovados con esta Grázia, i esforzados con
este Beneñzio, i siendo tan poderosos, que te-
nemos a Dios de nuestra parte; quedamos en
obligazión de cumplir lo que prometimos. No
podemos ponér excusa, pues que somos perdo-
nados: i nos dan fuerza, i esfuerzo, para ven-
zér a nuestro enemigo el demonio, si nosotros
mismos no queremos desechar las armas, i de-
jarnos venzér: como nuestros Padres hizieron.
Como hombres renovados, i hechos otros, ha-
bernos de ser imitadores del nuevo Hombre, que
nos redimió *. Han de ser limpios nuestra áni-
ma, i nuestro cuerpo: nuestros pensamientos,
i nuestras obras.
La limpieza del ánima consiste, en que ten-
gamos verdadero conoszimiento de Dios, i de las
merzedes que nos ha hecho , i cada día nos ha-
ze, i ha de hazér. Que tengamos aviso de su
t Léase, en la Epístola II,
a los Corintios, en el canllu-
lo V. el vers. 17.; i en el 19.
"el mundo'," señala , que rc-
conzilic^, a lodos los hombres,
si voluntário.s se renuevan,
i admiten la rcconziliazión.
CRISTIANO. ?! 2S3
voluntad, i de lo que nos manda: i nuestro co-
razón esté enamorado de sus Mandamientos, i
asi los ponga por obra, i tenga en í poco todos FoI. 6.
los trabajos, que por esto, se le recreszieren. I
que d'estas raizes salga fructo de sanctificazión,
para el cuerpo , i de buén ejemplo para nuestros
prójimos.
Los artículos de la Fó, sirven para lo primero:
para dar lumbre á nuestro entendimiento, en la
verdadera notizia, i conoszimiento, de quién es
Dios, i de la grandeza de sus beneflzios, i de
sus obras, i marabillas.
Los Diéz Mandamientos sirven para lo segun-
do : para declararnos lo que el Señór quiere de
nosotros, de nuestros pensamientos, de nuestro
corazón, i de nuestras obras.
La Orazión , sirvo para pedir todo esto : paiM
alcanzár remedio contra nuestras flaquezas: para
demandár perdón de lo que faltamos, para que,
pues cada día estamos en tan grandes peligros;
cada dia seamos ¡favorezidos, esforzados, i con-
solados, para salir con victoria.
En los sacramentos, damos testimonio, de
cómo somos miembros de una Sancta Iglesia, i
de cómo nos preziamos de serlo, teniéndole en
todo grande obedienzia. Somos con ellos favore-
zidos, i esforzados, de grande virtud para todo
lo bueno, i para enemistad, i contradizión de'
todo lo malo.
Agora se seguirá todo esto,
por orden: i después,
su Declarazión.
284
IR CATEZISMO 9S
^ El ^ Credo en Latín.
Credo in Deum Palrem omnipotenlem : crcato-
rcm cccli et terroB. Et in Jesum Chuisttim, plium
ejus um'cum : Dominum nosírum. Qui conccpius
est de Spiritu Sancto. Natus ex Maria Virginc.
Passus sub Pontio Pílalo: crucifíxus, morluus,
et sepultus \est]. Descendit ad inferas, Tertia die
resurrexit a rnoríuis. Áscendit in ccelum : sedct ad
dexteram Dei Patris omnipotentis. Inde venturus
est indicare vivos et mortuos.
Credo in Spiritum Sanctu7n. Sanctam Eccle-
siam Caiholicam. Sanctorum Commiinioncm. Re-
missioncm peccatorum. Carnis resurreclionem. Et
vitam eternam. Amen,
El Credo en Romanze,
Creo en Dios Padre, todo poderoso: Criadór
del zielo, i de de la tierra. I en Jesu Cristo, su
único Hijo, Scñór nuestro ». El cuál fué conze-
bido por Spiritu Sancto, i naszió de Maria Vir-
jen. Padezió debajo de Ponzio Pilato : fué cru-
ziücado, muerto, i sepultado. Dcszendió á los
infiernos. I, a terzero dia, resuszitó de los
muertos. I subió al ziclo, i está sentado a la
diestra del Padre , todo poderoso. I , de allí , ha
de venir a juzgár los vivos, i los muertos.
1 Fr. B. Carranza da Mi-
randa (en su Catczismo : An-
vers. 1558 , al fol. G ( traduze
cBto asi : • / en Jcíu Cristo
su Dijo , un soto Scilór nues-
tro : » tomándolo del Credo
Nizeno.
CRISTIANO. >S 285
Creo en el Spiritu Sancto. I la Sancta Iglesia
Cathülica. La Comunión de los Sanctos. El per-
/'de los pecados La resurreczión de la carne, ¡
la vida perdurable. Amén.
03=* f Siguense los Diéz Mandamientos. roí. s.
El primero os:
«Amár a Dios, sobre todas las cosas.»
El segundo.
«No jurdr su santo Nombre en vano.»
- El terzero.
■ «Sanctificár las Bestas.»
El cuarto.
«Honrrár padre, i madre.»
El quinto. «No matár.»
El sexto. «No fornicár.»
El séptimo. «No hurtar.»
El octavo.
«No levantár falso testimonio.»
El noveno.
«No desearás la mujér de tu prójimo.»
El dézimo.
No desearás los bienes ajenos.»
1 La Orazión del Pater nostcr en Lalin.
Pater noster, qui es in ccelis. Sandiícehir no-
men íwum. Adveniat Rcgnumtuum. Fiat voluntas
tua, sicut in cceIo , el in térra. Panem noslrum
quotidianum da nobis liodie. El dimitte nobis de-
i Carranza dize: «i, por cuál añade , i no toma, ni del
virtud de los Sacramentos, la Credo Nizcno : ni del llama-
Teraisión de los pecados : » lo <lo de los Apóstoles.
286 'A CATEZISMO ?S
bita nostra, sicut et nos dimitlúnus dcbitoribus
nostris. Et ne nos inducas in tentationem. Sed li-
bera nos a malo Amen.
1 El Paler nosler en Romanze.
Padre nuestro, que eres en los zielos. Sancti-
Gcado sea el tu Nombre. Venga el tu Reino. llá-
gase tu voluntád en la tierra, ansí como se hazo
en el zielo. Nuestro pan, el de cada día, dá-
noslo hoi. I perdónanos nuestras deudas; ansí
como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
I no nos traigas en tentazión : sino líbranos del
mal. Amén.
FÓi. 9. ^ Declarazión del Símbolo , que contiene los
Artículos de la Fé.
El Símbolo, en que están comprehendidos los
Artículos déla Fé, se divide en tres partes,
conforme a las tres personas de la sanctísima
Trinidad, que en él están nombrados: Padre, i
Hijo , i Spíritu Sancto.
A la persona del Padre, se atribuyen ziertos
Artículos: otros a la persona del Hijo : otros a la
persona del Spíritu Sancto.
Aunque hazemos menzión de tres personas,
no habernos de creer, que hai tres Dioses: por-
que no hai mas do un Dios. El Padre es Dios, i
el Hijo es Dios, i el Spíritu Sánelo es Dios: í no
hai mas de un solo Dios: porque no hai en las
tres Personas mas de un ser, i de un poder, i de
una voluntád. Por esta misma razón son igua-
«, CRISTIANO. J< 287
Ies entre si, ¡ con concórdia de un mismo ser,
¡ de un mismo poder, criaron , i gobiernan el
mundo.
Todos los Artículos del Símbolo, son doze: i
si quisiéremos dividir dos d'ellos, en otros dos,
como algunos hazen, serán quatorze: i todo
sale a una cuenta.
^ El primero Arliculo es:
«Creo en Dios Padre , todo poderoso, Criadór
del zielo, i de la tierra.»
Crcér esto, es, tenér conoszido , i asentado en
nuestro corazón, que hai un Dios, que siempre
fué, i siempre será. El cuál es de infinito po-
dér, de infinita bondád, i de infinito sabér. El
mismo ' crió el zielo, i la tierra: i dió prinzi-
pio í i ser, a todas las criaturas. Él es, el quo FoI. lo.
lo sustenta, i lo gobierna todo. Ninguna cosa,
se haze contra su voluntád. Por su Providenzia
es encaminado todo : i es ejecutado por su que-
rér. Todos los bienes nos vienen de su mano.
Él nos guarda, i nos ampara: i tiene cuenta
con nuestras obras, para pagar a cada uno se
gún obrare.
Esta Fe, ha de estár tan segura, i tan zierta
en nuestra ánima; que ni la vida, ni la muerte,
ni los bienes, ni los males, nos aparten un puntó
d'ella.
Cuando nombramos este nombre «Padre,» ha-
bémonos de acordár déla Primera persona de la -
4 Tal vez, deba leerse, «Kl
mismo. " Véase luego , i la
Nota en la píjina 30 de este
tomo.
CRISTIANO. 5< 287
les entre si, ¡ con concórdia de un mismo ser,
i de un mismo poder, criaron , i gobiernan el
mundo.
Todos los Artículos del Símbolo, son doze : i
si quisiéremos dividir dos d'ellos, en otros dos,
como algunos hazen, serán quatorzo: i todo
sale a una cuenta.
1 El primero Articulo es:
«Creo en Dios Padre , todo poderoso, Criadór
del zielo, i de la tierra.»
Creér esto, es, tenér conoszido , i asentado en
nuestro corazón, que hai un Dios, que siempre
fué, i siempre será. El cuál es de infinito po-
dér, de infinita bondád, i de infinito sabér. El
mismo ' crió el zielo, i la tierra: i dió prinzi-
pio í i ser, a todas las criaturas. Él es, el quo foI. lo.
lo sustenta, i lo gobierna todo. Ninguna cosa,
se haze contra su voluntád. Por su Providenzia
es encaminado todo : i es ejecutado por su que-
rér. Todos los bienes nos vienen de su mano.
Él nos guarda, i nos ampara: i tiene cuenta
con nuestras obras, para pagar a cada uno se
gún obrare.
Esta Fe, ha de estár tan segura, i tan zierta
en nuestra ánima; que ni la vida, ni la muerte,
ni los bienes, ni los males, nos aparten un puntó
d'ella.
Cuando nombramos este nombre «Padre,» ha-
bémonos de acordár déla Primera persona de la
» Tal vez, deba leerse, «Kl Nota en la pájina 30 de este
mismo. II Véase luego , i la tomo.
288 'A CATEZISMO 5
Trinidád : la cuál tiene Hijo enjendrado eter-
nalmento, poruña manera do jenerazión, que
trasziende nuestro sabér; i juntamente es Dios,
con su Padre.
Habómonos tambión de acordár, cómo, por
otra manera mui diferente, por habernos cria-
do, i por sustentarnos, es Padre do todos nos-
otros que nos ama i nos provee en todos nues-
tros trabajos: i nos tiene aparejados grandes
bienes, si le sirviéremos como Él manda.
Es también, nuestro Padre Espiritual, por ha-
bernos dado su Unijénito Hijo, para que se hi-
ziese hombre, i fuese hermano nuestro: de don-
de resulta, que somos hijos adoptivos suyos,
enjendrados espiritualmente.
Cuando confesamos, que es Todo-poderoso,
habernos de considerár la reverenzia, que se de-
be de tcnér á tan grande Majestád.
Habemos mucho de temér de ofender a tan
grande Señór, que con sola su palabra puede
destruir el mundo. Ha de habór grande alegria
Foi. 11. en nuestros corazones, de ver, que os lan
grande el podér del Señór, que nos crió , i nos
rije, i tiene su guarda. Con esta alegria, nos
habemos de Uegár a Él , obedeziéndole en todos
sus Mandamientos, no enojándole, ni dessirvicn-
dole: temiendo siempre el castigo de su mucho
podér: i con grande seguridád, que siempre nos
defenderá, si nosotros no le ofendemos: i amán-
dole, como se debe de araár Señór, i Padre tan
poderoso, i tan justo, i tan bueno.
*. CmSTIAKO. Jt
1 El segundo Articulo es :
flCircér en Jesucristo su único 'Hijo, Señor
nuestro.* > .1 < ■ : ■ i^
■ Aqui comienzaila segunda parte:,- en que se.
hazo mcnzión del Hijo: dol cuil dijimos, quo es
Dios, juntamente con su Padre:-es imájon, i,
sabiduría suya, énjendrado eternalmentc. Lla-
márnosle Jesús, que quiere dezir, Salvadór: por-
que salvó el mundo *. Llamárnosle Cbisto, que
quiere dezir; Unjido : porque le unjió el Padre,
para Reí Espiiutdál de los hombres. Llamámoslo
SEÑón NUESTRO, iporque nos redimió: i porque
es nuestra defensa^i nuestro Juéz. Dizese Unico
Hijo de Dios, porque Él solo, es Hijo natural del
Eterno Padre: i los otros son espirituales, i de
adopzión. / . • • , : ' ■
En la confesión d'este Artículo,' habernos de
tenér grande revérenzia a la persona de Cristo,
nuestro Rcdemptór. Habémonos de alegrár mu-
cho, de tenér tal Señór, i de pi-ocurár de cum-
plir, todo lo que Él nos mandó *, pues que nos
ha de juzgár. Habernos de dár siempre grázias
al Padre, que nos quiso hazér tan. grande mer-
zéd, í de darnos su Hijo unijénito, para Benefi-
zios tan grandes como d'Él nos vienen.
1 Verdád , a mi parezér,
importantísima. Víase 11.
Epístola do s. Pablo a los
Corintios. Capítulo "V. 19: i
los zinco versículos anterio-
res. Léase todo íl paso, ver..
sículos 14-19, i se verá la iril.-
portánzia suma de esta vcrr
díd, ziertamentc católica.
» Véase XI. Ep. Cor.V. 15,
i 17. Nótese la voz Beneflzios
de Cristo. ,
19
?00
iS. OATEZISMO >»
^ El terzero Articulo de la Fc'es:
«Que fué coiizebido do Spíritu Sancto, i nas-
zió de María Virjcn.»
Quiere dezir esto: que el Hijo de Dios, siendo
Dios, se hizo hombre, i que fué conzebido en
el vientre de su Madre por distinto médio de
todos los otros hombres : por una manera, que
la ' potenzia infinita de nuestro Señor quiso
obrár: la cuál nuestro entendimiento no sahe,
ni puede comprehendér. Tuvo madre sandísi-
ma, i Virjen : porque, para ser hombre, no
tuvo otro padre, sinó el mismo, que tiene, i
siempre tuvo en el zielo; de quien es, i fué
eternalmente enjendrado. Tomó verdadera car-
' ne de la Virjcn, i fué, i es verdadero hom-
bre, enjendrado en tiempo por el mismo Padre,
que habcmos dicho, con cuya voluntád, i po-
dér, fué hecha aquella conzepzión en las secre-
tas entrañas de la madre santísima.
Para redimir a los hombres naszidos en peca-
do, era menestér, que nos redimiese, hombro
no subjcto a pecado. Todos somos de linaje de
traidores, i, por ese mismo caso traidores. Con-
venia, que el hombro, que nos hubiese de li-
brár, fuese do nuestro mismo linaje, para pa-
gar por nosotros: i enjendrado de tal manera,
que no tuviese parte, ni hcrcnzia de la traizión.
Tal es nuestro Redemptór Jesu Cristo, cuya
madre es Virjen, cuyo Padre es Dios. Ansí como
la humanidád estaba en Él unida con la divini-
Fol. 13. dád; ansí era morada de toda limpieza, de
toda innozenzia, i de toda santidad.
•A CRISTIANO. >•
291
La misma confesión de este Artículo nos a\isa
de la grande estima en que debemos tener la
huraanidád de nuestro Redcmptór, i de cómo la
habernos de seguir, i ponér por ejemplo, i por
dechado en nuestras obras todas. Él es, nuevo
hombre, i enjendrado de nueva manera: razón
es, que nosotros, por imitár Le, i mediante el
favór, que por Él alcanzamos, seamos nuevos
hombres ' : i que desechemos , en todo, las reli-
quias, i condiziones, del viejo pecado, hazien-
do nueva vida de obedienzia a lo que nuestro
Señór manda : i de nuevo ejemplo de sanctas
obras.
- ^ El cuarto Articulo es:
«Creér, que el Hijo de Dios, después de ser
hecho hombre , murió por nosotros : i fué sen-
tenziado porPonzio Pilato, cruziGcado, i muer-
to, i puesto en la sepultura.»
La declarazión d'esto es : Que como nosotros
estábamos en enemistád de Dios , por razón de
nuestro pecado; su unijénito Hijo, quiso pagár
nuestra déuda, ofreziéndose por sacriüzio do
nuestra culpa, i derramando por nosotros su
sangre. Su muerte no fué forzada: porque nadie
era poderoso para dársela contra su voluntad,
por cuanto era verdadero Dios. Él mismo, quiso
morir, por obedezér a su Padre, cuya voluntúd
era, que do esta manera fuésemos redemidos.
Ofrezió liberalmente su sangre, porque quedá-
semos perdonados, i la ira del Padre aplacada.
i II. Corint. V. 17. Véase;
29Í 'A oatkzismo Jí
Sentenziólo Ponzio Pilato por falsas acusazioncs
de los Judíos: i por contentarlos en ello, sen-
Füi. 14. tdnziólo f a muerte de cruz, muerte cruel, i do
grande infamia, para dar a entendér, que moría
por hombres mui pecadores: i lo mucho que se
humilló , por ensalzar a nosotros. Fué puesto en
la sepoltura, públicamente, para que mas noto-
ria fuese su muerte, i mas conoszida su rcsur-
rezión. i
• Cuando este Articulo confesamos, habernos de
cono.szér, cuán grande fué, i es, nuestra mal--
dád; pues tan caro fué el remedio: cuán grande
la misericordia del Padre Eterno, en dar por
nosotros su hijo;- cuán grande la obedienzia, i
misericordia del mismo Hijo, pues con tanta li-
^ beralidád obedczió, i se ofrezió a la cruz. Habe-
rnos de procurár de ser mui agradezidos a todo
.esto: pues ningún agradezimiento puede ser tan
grande, que iguale con la minima parto. ;
Habernos de considerár, que pues tan grande
fué el prezio de nuestra redempzión, ninguna
otra cosa bastaba, para ser redimidos.
. Por esto, habcmos de ponér toda nuestra
confianza, en. esta muerte, i en este «acrifizio:
ofrezerlo cada día en nuestras oraziones, i en
nuestras obras, i conoszimiento : confesando,
que solo esto es nuestro remedio, i poniendo
en ello nuestra esperanza toda. ■ .
El quinto Articulo es:
«Creér, que deszendió a los infiernos: i que
después d'esto subió a los zielos. »
•A cniSTiAKO. S 293
La dcclarazión es esta. Desdo el prinzipio. del
mundo, luego que pecaron los hotnbres; prome-
tió Dios de dar a su Hijo, para nuestro remedio r
i esta promesa, por ser salida de la Verdad di- .
vina, aprovechaba a los que, en fé d'cUa, vi-
vían, i morían, i por este Sacrifizioy que habla Foi.
de venir, pedían perdón de sus petados, i hazian
penitcnzia d'ellos. Mas cómo aun- no ora puesta
en obra, la venida, i muerte del Redemptór;
estábase el zielo zerrado: ií aquellos Fieles que
ansí morían, eran depositados en zierto lugáV;
que en este Articulo se llama -infierno. Al cuál
deszendió el ánima de nuestro Redemptór, junta
con la Divinidad, dejando el cuerpo en la.sc-
poltura : quebrantó aquella cárzel, i sacó do
aquella obscuridád, aquella santa jonle: ale-
gróla con su presenzia, que tan deseada tenían:
llevólos consigo al zielo, cumpliendo con: ellos
todo lo que de tantos años antes estaba prome-
tido.
Con la confesión d'este Articulo, debemos jun-
tamente considerar, cuán verdadero es Dios en su
palabra: cómo nunca falta a los suyos: cuán gran-
de fué la misericordia del Redemptórdel mundo,
que en acabando de morir, i pasar tranze, tan ri-
guroso, estando su cuerpo en la sepoltura, bajó
Él a las honduras de la íierra-, áibusciir, i con-
solár sus amigos, i a ser Éi, mismo el mensa-
jero de la Buena nueva de su redempzión. Ha
se de dcspertár nuestro corazóa al agradczimíen-
to, i servizio, de tan grande anlór: a tener veri
dadera conüanza, que nunca su remedio-, ños
podrá faltár, si nosotros no faltamos.- t-
294 'A OATEZISMO /*
La segunda parte d'estc Articulo es: «Creer,
que rcsuzitó de entre los muertos.» Quiere de-
zír, que después, que su Anima santísima, junta
Foi. 16. con laDivinidád, sacó f los santos Padres del
Limbo, se tornó a juntár con el cuerpo, con
quien también la Divinidád estaba junta; i se
tornó todo, a la compañía en que primero esta-
ba, i resuszitó con vida inmorlál, i gloriosa, i
de mayór exzolenzia, que se puede pensar,
Dando nos a entendér , que ansí como Él fué
librado de todos aquellos trabajos, ansí seremos
nosotros librados del pecado, i de la muerte, i
de todas nuestras aflicziones, si le quisiéremos
imitár en la obedienzia, i en las obras de jus-
tizia.
• 1 El sexto Articulo es : y :"
aCreér, que subió a los zielos, i que está asen-
tado a la diestra de Dios Padre. »
La intelijenzia d'estc Articulo es: Que después
de pasados cuarenta días, en que aparezió a sus
diszipulos resuszitado; subió al ziclo, como a
lugár debido por premio de lo que babia hecho.
I alli reina, i es Señor de los hombres que re-
dimió: i está asentado a la diestra del Padre:
quiere dezir, cuán favorozido es del Padre Eter-
no: cómo tiene el gobierno de la Iglesia: i es
premiado con grandísima honrra, i con bienes
inestimables. '
Cuando este Articulo nos viniere a la memo-
ria, como es justo que venga muchas vezes; no
'habernos de pensar, que nuestro licdemptór está
en el zielo gozando de aquellos bienes, i olvidado
ÍP. CRISTIANO.. ?! 295
de nosotros por quien padezió: tantos trabajos:
antes, habernos de creér, que el mismo deseo,
i cuidado, que tuvo de nuestra salud, cuando
anduvo por el mundo ) tiene agora, a la diestra
del Padre. Ansi como estónzes oyó a los afliji-
dos; i tuvo grande misericordia /" d'ellos; ansí Foi. 17.
los oye agora, para remediarlos, i favorezerlos.
Como en aquél liempo anduvo con nosotros en
carne, i en presenzia corporál ; ansi anda agora i..-,
,en espíritu, con su providehzia, i, su misericor-
dia, buscándonos, i guiúndonos, para que sal-
gamos de nuestros pecados, i ganemos los bie-
nes, que nos prometió. . .
..^ El séptimo Articulo es:
«Que el mismo Redemptór, que subió a los
zielos, ha de venir, desde allí,, a juzgúr vivos, i
-muertos.».
■ El entendimiento, d'este Artículo es: Qué,
pasado el tiempo, que Dios tiene determinado,
que vivan los hombres en este mundo; verná el
fin de todos ellos: i que estonzes nuestro Señor
Jesu Cristo deszenderá del zielo , como Él mis-
mo lo contó a sus diszipulos, i juzgará a todos
los que estónzes estuvieren en el mundo, i mu-
rieren en aquella sazón, i a todos los pasados
hasta aquel punto. : ' i .
.i Juzgará por el . Evanjelio , que predicó: pi-
diendo cuenta de cómo lo cumplió cada uno: i
el que en este examen fuere hallado justo,, sei'á
scntenziado por tal, ¡ "llevado al Reino del zielo.
El que fuero hallado falto, seíá Conószido, allí,
296 'A CATE2ISM0 S*
por quien fué, ¡ condenado a las penas del in-
fierno, para siempre jamás D'esta scntenzia no
hai apelazión. ni puede lenór remedio, porque
el Padre tiene scnaladó por Juóz, 'a su Hijo, i
dado por hecho lo que Él hiziere. ' ' "■
• : En este Articulo habernos de conoszér, cuán
grande es el cuidado, i la cuenta.i que nuestro
•Redemptór tiene con nosotros en este mundo;
.13. pués ha do ser después Juéz, i Juez justí-
simo. Juntamente habernos de entender, que,
ansí como nos amó para morir por nosotros; i
como nos ama "para procurár, que no nos torne-
mos a nuestra perdizión; i como tiene miseri-
cordia para perdonarnos, si nos quisiéremos vol-
vér a Él; — ansí el dia, que nos Juzgare, será
rigurosísimo, i bravo contra los pecadores, que
'no quisicron' hazér'pcnitenzia,- ni'guardár el
Evanjelio, que Él predicó. Debemos, pués, de
tal manera aprovecharnos aquí de su misericor-
dia, que después no caigamos en las manos do
su justizia : i tener siempre dolante de nuestros
ojos este juizio. -
^ El octavo Articuló es:
■■■ «Confesar, i creer, la persona del Espíritu
Sancto.»
I aquí comienza la terzera parte del Símbolo.
■ Dijimos, que había Padre, que era Dios: i,
que había Hijo, 'quo támbicrt era Dios como el
Padre, í por nosótros se hizo hombre: agora de-
zimos, que hai Espíritu Sancto, que es Dios, el
cual prozedc del Padre, i del Hijo: i todas tre.s
-•A cniSTiANO. 'A 297
personas no son mas de un Dios, como ya está
.declarado. A esta terzera persona del Spiritu
Sancto, so Id atribuye la obra de dar lumbre a
nuestros entendimientos, para el conoszimiento,
i aviso, de la santa Dotrina: i la de dcspertdr
nuestros corazones, enzcnderlos, i esforzarlos,
para buenos, i santos pensamientos, i ipara bue-
nas obras. Muchos son los dones, que le atribu-
ye la Divina Escriptura, i que de su mano nos
vienen : mas, para mas fázilmente retenerlos en
la memoria, se reduzen a siete, que son: don
de Sabiduría, para cónoszér la bondad f de Dios:
don de Entendimiento, para que nos aproveche-
mos de la palabra Divina: don de Consejo, para
venzér los engaños de nuestra carne, i las astú-
zias del Demonio : don de Fortaleza, para perse-
-verár enlo bueno:. don de Szienzia, para el. en-
señamiento de nuestros prójimos : don de Pie-
dad, con que nuestra ánima se afizione a nuestro
Señor, que nos crió, i nos haze tantas merze-
des: don de Temór, para tenerle grande revc-
renzia, i grande obedienzia a sus Mandamientos.
No nos habernos de contentar con confesár
este Articulo con la boca solamente, sinó, con
tenerlo en eí corazón, i pedir continuamente,
que el Espíritu divino more en nuestras ánimas;
i las alumbre, las alegre, i las csfuei-ze, i las
haga siempre creszér, de bién, en mójór: i pos-
poner todas las cosas d'este munda., al servizio
suyo, i a su gloria. .; :
1 El nono Articulo es:
' n Creér^ que hai Iglesia Gathólicra ;■ i Sánela.»-
'208 "A CATEZISMÜ S
Cuya dcclarazión es: que de los hombres redc-
midos por la muerte de nuestro Rcdemptór, i
enseñados con su Evanjelio , hai en el mundo
una Congregación, que conservan la grázia, que
por el Espíritu Sancto les fué dada: la fé de lo
que se predicó por los Sanctos Apóstoles: i la
guarda do los Mandamientos divinos Cuando
afirmamos, que hai esta Congregazión, no que-
remos, dezír, que, por fuerza, estos hombres
" justos, hayan d'estár en una compañía, ó en una
morada, zerca unos de otros. Porque dado, que
.- ; esté el uno, mui muchas leguas d'el otro; son
Foi.20 de una misma Congregazión , i de una f misma
Iglesia. I aquello, que los junta, i los haze unos;
no es zercanía de lugar, sinó conformidád db
' una fé , de un taptismo , do una obedienzia de
Evanjelio, de una grázia, i sanctificazión d'el Es-
píritu Sancto.
Llamamos a osla Iglesia, «Sancta;» porque
por su fé, i sus obras, son todos los miembros
d'ella, azeptns á Dios, i juntados con Él, en
grandi.sima amistad. Llámase «Cáthólica,»^ por-
que donde quiera que estén los tales miembros,
son miembros de un mismo cuerpo místico; i
espirituil, cuya cabeza es Cristo,' ntíestro Re-
demptór. Con el cual están juntos, por la razón
que ya tenemos declarada, i, entre sí mismos,
están unidos con una misma fé, i una misma ca-
ridad, sin que errór, ni herejía, los divida en-
tre si.
1 Nótese bien la definí
lión, ahí, do iglesia católica
i I véase la Ñola puesta ">
cnla pájina79. '
» cniSTiANü. ?5 290
Cuando confesamos, que hai esta tal Iglesia,
queremos dezlr, que nunca, do estos tales hom-
bres santos, i justos, habrá totalmente falta:
sinó, que siempre habrá algunos d'ellos, pocos,
o muchos : porque esta honrra quiere el Padre
Eterno dar a su Hijo : que siempre haya en la
tierra, quien se aproveche de su Benefizio: i la
conozca : i le dé grázias por ello.
Lo que la memoria, i confesión de este Ar-
ticulo, ha de obrár en nosotros, es: ponernos
grande deseo, de ser de esta santa compañía: pro-
curarlo con todas nuestras fuerzas, pidiendo a
nuestro Señór favór para ello : i por ninguna
cosa d'el mundo , admitir pensamiento , ni obra,
que nos aparte de tan santa congregazión , a
quien el Redemptór del mundo, tiene prometi-
das tan grandes merzedes. Esto que agora diji-
mos, es la declarazión de la segunda f parte foI.
d'este mismo Articulo: si no lo queremos hazér,
Articulo por sí: en que confesamos, la Commu-
nión de los Santos. Una misma sentenzia es, de-
zír, Cathólica; i dezlr, Communión de los Sánelos.
^ El dézimo Articulo es :
• Que hai remisión de pecados.»
Queremos dezir, que la muerte del Hijo de
Dios, i Señór, i Redemptór nuestro; no solo al-
canzó perdón para los pecados de los que hasta
alli hablan sido; — sinó, que para todos los hom-
bres, en cualquier tiempo que sean, fué sufi-
ziento: do tal manera, que aunque muchas ve-
zes hayan ofendido al Señór; si hizieren peniten-
300 « TATEZIb.MO S
zid d'cUo, i verdaderamente pidieren perdón;
les scráil perdonados sus pecados todos: porque
siempre está ^ixn la virtud del Sacrifizio, que
se ofrczió por nosotros. • • , i ;
• Estp Articulo, no noába do dar atrevimienta,
para que tengamos en poco el pecado, ni .no$
descuidemos en 61 : porque esto es do hombres
mui desagrade/idos, i provoca mucho la ira de
Dios. Cuanto mas aparejado estuviere al perdón,
i mayór fuere la misericordia; tanto mas nos ha
de ponér obligazión de no ofendér ni enojár, a
Señórtan bueno. •• • •■ • : -
',í: El Articulo pnzeno es: . ;.
^ . íCreér, que hai Resurrezión de carne.» -
:Cuya intelijenzia es : que no solo nuestras ánir
; ..■ ; mas han de gozár de la bienaventuranza del zie-
lo, si guardáremos lo que nos es mandado, i
verdaderamente sirviéremos al Señór; mas que
nuestros cuerpos se han de juntár con ellas, i
en una compañía que nunca so acabe , estarán
Foi. 22. en perpétua gloria. I aunque parezca '' ansi,
que nuestra carne se corrompe, i se deshaze,
convirtiéndose en tierra, después de la muerte,
el podér de Dios es tan grande, que la puede
tornar á su mismo sér:: i ansí lo hará. De mane-
ra, que los buenos vayan .en cuerpo, i en. áni-
ma al zielo; i los malos vayan .en cuerpo, i en
ánima, a las penas eternas.;. ■ . ¡; : ;■•
: ri - '.íflivn;-) ;]'•■ ,--<vj
■:¡-»ii i •; : ; / ;', ú' .-iO i-ví nr::,.ii f .;-,/: iÍ -. :T '
cniSTiANO. S
301
, • . .. .1 Eldozeno Articulo ex: ...
■ «Que dará Dios, a los que le hubieren sen'ido,'
viflá sin finVii ■' ' ' ' ' ■ "
' 'Que Vivirán en uii'a vida iicnáven turada, lle-
na demayores iiencsj'que podemos imajinár:
en compañía , - i en amistád, del Scfiór, que nos'
crió, i nos libró: con conoszimiento de las gran-
des merzedes, cjue d'Él rezebimos. Lo cuál sórá
cdusa, que transportados en grande espanto, i
en grande gloria, siempre le estemos loando, i
glorificando. ■ ' ' '
• Aquí' sé ácábán los Artículos de la Fé, los
cuales (según que al prinzipios dijimos) , sirven
para la notizia, i el conozimiento, que habernos
de tenér de Dios, i de sus marabillas, i de sus
bcneCziosj i de la obligazión , que tenemos
para servirle. Agora se dirá de los Diéz Man-
damientos. .■ ■ . ■ i
Sigúese Já" Veclarazi'ón de tos Diez Mandamiéniós.
La voluntád de Dios, en lo que pcrteneze a
nuestras obras, i a la manera en que le habe-
rnos de servir; está manifestada, i declarada,
en los Diéz Mandamientos. Estos habemos de
tenér por regla, para todo lo que pensáremos,
i todo lo que hiziéremos. De manera, que el
verdadero uso d'ellos será : tcnér una jcncrál
determinázión,' en ■ nuestro coi-azón , de no foI.23.
quebrantár ni uno d'ellos, por cosa que se nos
ofrezca de prospevidád, ni de adversidád. • ■ • '"' ■
Flabémoslos de- tenér en nuestra memoria; i
302 'A CATECISMO /5
cuando nuestro pensamiento, nuestro deseo, o
nuestra obra, no fuese manifiestamente lizita,
i honesta ; luego habernos de acudir al Man-
damiento que trata d'ello; i examinarlo , i mi-
rar, si en alguna manera nos apartamos de lo
que allí Dios nos tiene mandado. I si viéremos,
que no conforma con el mandamiento, sinó.
que por la tal cosa, se quebranta la regla que
allí está puesta; habernos de conoszér luego,
que nuestro Señór, sería gravemente ofendido
con tal obra, o tal pensamiento: i apartarnos
d'ello, como de cosa abominable: quedando con-
tentos de haberlo huido, i desechado de nos-
otros; sin hazér estima ni caso, de la pérdida,
ni afrenta, que, por ello, se nos siguiere,
v Estos Diéz Mandamientos, se dividen en dos
partes. Los tres primeros, van mas particular-
mente enderezados a la honrra, que, habernos
de dar a Dios, en nuestro corazón, i en las obras
defuera: los otros siete, tratan de las obras
que habemos de tenér, para con nuestros pró-
jimos : en lo cuál quiere también nuestro Se-
ñór, que tengamos limpieza en el corazón , i en
lo que de fuera se manifiesta.
^ El primer Mandamiento es :
«Amar a Dios sobre todas las cosas.»
Quiere dezir: que, de conoszérle quién es,
habemos de considerár, cuán justa cosa es amár,
a Señór tan poderoso, tan sábio, tan justo, i
Pol. 24. tán bueno : i que ( este amí)r sea tan grande,
que exzeda al amór de todas las otras cosas : que
'A CRISTIANO. S 303
lodo quede atrás, i esta vaya adelante. Habernos
de sentir en nuestro conoszimicnto, i en nues-
tro corazón , una grande obligazión de amarle
de tal manera : i de empleár en 61 todas las fuer-
zas de nuestro amór: i tenér mucho conten-
tamiento, de estár obligados a esto, con grande
deseo de hazér todo lo que Él manda, i, en nin-
guna cosa, desagradarle.
Si se ofreziere alguna de las pérdidas del mun-
do, menospreziarla con grande ánimo, antes
que ofenderle en un punto : porque de otra ma-
nera, mas amaríamos lo que perdemos, que a -
Él. Cualquier trabajo, que se nos recresziere,
por su servizio, darlo por mui bién empleado:
pues se sufre por tal Señór.
Las obras con que, jeneralmente , este Man-
damiento se pone en efecto, son, deseo que su
gloria vaya adelante, i que sea conoszido por
quien Él es, i servido como tal. Favorczér a todo
lo que es en su servizio : contradezír a todo lo
que le dessirve: llamarle, en todas las nczesi-
dades, como a Solo, i verdadero Remediadór
d'ellas. Darle grázias, i darle gloria, por todas
las cosas: i por el cumplimiento de su voluntád.
Tenér, en todos los trabajos, grande pazienzia.
Esperár siempre en El, con grandísima confian-
za. Conoszerlo, i confesarlo por verdadero, i por
justo en todas sus cosas. Demandarle perdón,
de todos los defectos, i todas nuestras culpas.
Hazér verdadera penitenzia de haberle ofendido:
temerle, como a tan bueno , ¡ justo Señór: pro-
vocár f a los otros (para que le conozcan, i que poi.
le sirvan) con ejemplo, i con dilijenzia.
30í 'Á CATECISMO
Las obras, con que se quebranta éste Man*
ünmiento, son las contráriasa las que habemoa-
dicho : temer poco su castigo : estimdr éií pocó'
su reverenzia: conGúr en cosas *, que son con-
tra SLl voluntád : en fuineS obras: en' supersti-'
^íiones, i hechizerlas: i eh fávór dél Demohiófr
otras cosas, que se pueden entendér, por las que
ya habernos dicho. ' "' - - -
•' ■ ■ ■ ^ El segundo Mandamiento' c$:' "■ '
«No tomir el santo Nombre de Dios en vaho.»
■ Es nuestro Señór, suma verdád, i Favoreze*
dór de quien es verdadero:' i enétriigó de la
mentira, i de la falsedád. tíl 'que jura bu Nom-
bre, es como si Lé trajese por testigo dé lo que
dizc: i ofrózcso al castigo que rrier'eze;' si ñó
dizé verdád. De aqui es, que este Nombre, pot"
dondé lodos entendemos, i significámos cósií
tan grande, i tan poderosa como es Dios; no se
ha de pronunziá'r por riuestra lioca, para false-
dád, ni para mentira: porque es grande atre-
vimiento, i grande traizión, querér encubrir
nuestro engaño , i nuestra falsedád ; con autori-
dad de la Suma Verdád: i qderór, por esto mismo
camino, engañár a nuestro prójimó. No se ha
de traér, tampoco, para cosas de burla, ni para
cosas de poca importanzia , aunque digamos
"verdád en ellas. Solamente habernos de usár
■ t Este C3 un Aríso inipor- ' tanla idolauta , guiiolaMa^\
tanto : particularmente para arlolaíria , como reina. ,
nosotros los españoles, entre
3R CRISTIANO. Jí 305
(l'el tal juramento *, cuando la caridád ansí lo
pidiere, i fuere cosa verdaderamente convenien-
te a nuestros prójimos; o nos lo demandare,
quien tuviere autoridád para ello. Porque es-
tonzes es darle gloria, i llamár su verdád, para
f lo que en si es verdadero. Hase de hazér con Foi. ir.,
ánimo deliberado, i que entienda lo que haze,
como en cosa de grande reverenzia, i de grande
majestád. • . , . - 1, ..
Ansí como habernos dé huir d'el juramento,
i de tomár para tal fin el Nombre de nuestro
Señór, si no fuere en los casos que habemos
dicho; ansí lo habemos de traér en la boca,
para llamarle : para darle grázias : para conso-
lár, i exhortar con Él , a nuestros prójimos : por-
que este es el verdadero uso , que el cristiano
ha de tenér de tal nombre. I, por lo que se há
dicho, se entiende porqué obras, es cumplido
este Mandamiento, i por qué obras, es que-
brantado. / •: ; ' ': : ■ - ' ' ' :
, ^'El terzero ñíandamienlo es: .
. «Sanctificár la Fiesta*.». ' '
''Lo cuál habemos de entender en esta manera:
Vivimos en el mundo con mucho trabajo, y en
diversas ocupaziones; según que la justa voca-
zión, i estado de cada uno, le demanda, i le
obliga. \r.- ;\ :
1 Páríicme; qüe debemos ' Ño ¡urorfioS, pues, de nihpún
.ilonemo» inojór,,alo dicho j -.mado: con perdón dclDoctór.
por nuestro Scnór . según re- * Nótese bién el uso del
fleré s. Mateo, capitulo V. 31. , singnlát! alusivo solo al Do-
«Pero Yo os üigo: que de , .mingo, o día del reposo. .
NOÍCÚN MODO JUREra.» CtC. ' '
20
/
30C 'A- CATDZISMO ^•
Tenemos juntamónLo nczcsidácl, ilc alcalizar
verdadera noLizia de la palabra de Dios, i dolo
que su Santa Voluntad quiere. Habernos de en-
tender, i tratar, el uso de los santos sacra-
mentos: habernos de convenir en uno, con los
::; otros miembros de la Iglesia, donde, unos a
otros nos exhortemos, i nos conozcamos, i de-
mos testimonio' de lo que creemos, i de lo que-
seguimos: dando muestras de la obedienzia, que
a la Iglesia, i a sus Ministros tenemos; teniendo
conformidad en unas mismas zerimonias, honr-
rando con públicas muestras a nuestro Señór. " )
Para esto se diputan, i se apartan, ziertos días .
en que nos eropleemos en lo que está dicho:
Foi. 27. desembarazándonos f de todas las otras cosas,
que, para ello , nos podrkin poner impedimenta
alguno. ', ■ . i ' ' ' ■
• Para.que esto verdaderamente sé cumpla, hn
de zesár nuestro cuerpo', i nuestra ánima, de
las otras ocupazioncs: i emplearse todo, en lo
que tenemos ya declarado: en lo cuál damos a
entender, que nos descuidamos de todas las co-
sas, porque todo lo tenemos seguro, si nos em-
pleáremos en verdadero conoszimiento , i cum-
plimiento de ■ la voluntad de Dios. Cúmplese
verdaJeramonte este Mandamiento,' cuando no
solo se cumple con las muestras' de fuera, sinú
qub también se cumple con el corazón , i con el
ejerzizio espiritual : cuando olmos la palabra díi
Dios: cuando nos hallamos, juirlamente con los
oíros; en el ofizio divino: cuando íio estorba-'!
raos a nuestros prójimos , antes les damos buén
ejemplo , para lo que han de hazér; cuando nos
«. CRISTIANO. ^ 307
tomamos cuenta do nuestras mismas obras:
cuando consideramos lo que debemos a Dios, i
la doctrina, que en tales días, la Iglesia nos en-
seña : cuando crtmcndamós nuestros defectos:
cuando pasamos mas adelanto en el bien : cuan-
do favorczemos , i encáminamos< el servizio de
Dios : cuando coñ verdadera , i santa orazión,
pedimos perdón do nuestros pecados; llamamos
a Dios, que nos guie, M le encomendamos nues-
tras cosas todas, para que las encamine en su
sanio servizio. >■'■■•! • . ..
■ Las obras con "que este mandamiento se que-
branta, i de qué nos debemos de guardár mu-
cho, son: tener en lánto las cosas f corpo- Foi.
rales, i las ganánzias d'ellas; que dejemos de
ponérenobra, ló' que habemos dicho: empleár
nuestros pensamientos ,- i nuestros ejerziziós , en
tales cosas, que embarazan, i dañan, el verda-
dero uso espirituál de la fiesta : tratar cosas tan
santas como habenios declarado , con tanto me-
nosprczio,.i ruin ejemplo; que ni para otros, ni
para nosotros, saquemos provecho.
' En los ejerziziós,'! trabajos corporales, la ca-
ridád,ii la Iglesia, que siempre la sigue; dis-
pensa algunas vezes, según son las nezcsidades.
I, el mismo fin por- donde se dispensa, convida
a quo'juntamentG'feea nuestro Señor alabado, i
llamado para todoi'
-" En este-' tcrzero' Mandamiento, so acaban los
de' la Primera' Tabla : los cuales, cómo está ya
dicho , prinzipalmcnte van enderezados a la glo-
ria de Dios. En él Primero, dijimos > qué tál ha-
bía de ser el corazón; del Cristiano; En el Según-
30$' 'A CATEZtPMO, Tí •
f]o , cuAl habia do ficr RU( Icní^ua. En oí tci zoro,
qu;U.eá han de sel- todas las otras obras ,■ en que^
se ha de ocirpár: i.-de qüó manera laé ha díí
encaminar; i con qué coúoszimiento de todo lo
que perteneció a la rclijiórt-quc sigue.- : ! : n-,
, Los Mandamientos do la Segunda Tabla>soit'
los siete, que nos dan aviso do las obras,: que
habernos de tenór) para con nuestros prójimúSi,
D'estos, 09 el Cuarto; ti Primero; en que é&
nos manda: «Que honrremos "a nuestros padres.»;
Ouiere dezir, que los tengamos en mucho,
pcfes que Dios loS escojió por instrumentos para
Foi. 29 darnos sor., , No solo habernos de ' honrrdr , ai
' ; padre,, i\ madre, que nos enjendraron; masa
todos aquellos» que nos son dados poritiíiyorés,'
para enseñamos : para administrarnos paz, i jus-
tizia. A todos los hombres somos en grande obli-
gazión , pues que son nuestros prójimos; mas a
los que habernos dicho/ se les debe particulál-
respecto i acatamiento; Este honi-rár, no solo ha
• de ser en lo do fuera > mas de dentro, ha de har,
bér grande estima, i grande, respecto : no solo
ha de ser de palabra; líias de obras,' según que
el estado de cada uno Requiere j-.í hós iione obll-
gaziÓn.,, :. ,;; \'i->y\Í .;'!f:ff?!<; /.TÍJIj
,;■ Cúmplese este Mandamiento^ cüando quiera]
que con humildes palabras intratáremos ailospa*
dres que nos enjendraron : cuatido los sufriérd-i
mps, con grande pazierlzia ;' cuando, los obcde-
ziéremos en todas las. cosas jüStas; cuañdo los
socorriéremos en sus nezesidades, "aunque nos
cueste .grande trabajo :r,;tüando les fuéremos
agi-adezidos, de lo que [p'ori" nosotros hiziéron>
«. cniSTUNO. a i309
dando nos ser, i criando nos: cuando a los Pro-
lados, i Ministros de la Iglesia, los acatáremos,
i los obedeziéremos , en los enseñamientos de la
santa doctrina; i los estimáremos en mucho, te-
niéndoles grande respecto : cuando no los me-
nosprcziáremos, i, disfamáremos, por sus defec-
tos; cuando A los otros Ministros tuviéremos el
acatamiento, que su dignidád requiere; i los su-
friéremos como a cosa puesta de mano de Dios:
cuando tuviéremos particulár agradezimiento , a
todo el otro jénero de Superiores (que nos en-
señaron, i favorezieron en el cargo, que de nos-
otros tenían), reconosziendo lo que les debemos.
Por f las obras, contrarias a las que se han puj. 39.
dicho, se quebranta este mandamiento. Por de-
zir malas palabras a nuestros padres: por no
obedezerlos: por no favorezerlos en sus traba-
jos: por huir d'ellos, no queriendo reconoszér
la grande obligazión que tenemos, para estimar-
los en mucho, i servirlos en todo. Por menos-
preziár los Ministros de la Iglesia: por burláx*
d'ellos, i tener en poco el ofizio, que tienen; por
los defectos que en ellos halláremos. Por menos-
preziár también los ministros de la justizia, por
dar ocasión , que sean tenidos en menos. Por ser
desagradezidos á todo jénero, de los que nos han
tenido en cargo, i de cuya mano, nos ha venido
algún bien para nuestras ánimas, o para nues-
tros cuerpos.
1 El quinío Mandamiciilo es:
«No multarás.»
A todos los hombres crió Dios, i los hizo her-
310 'ÍS. CATECISMO
manos unos de otros. Quiere , que como her-
manos vivan en grande conformidad. Cometo
mui grande pecado , aquél que la quiebra. I si
uno fuere tan malo , que diere ocasión , a que
•esta tal amistád se rompa; el otro ha do tener
tánta pazicnzia, que lo sufra, i en cuanto es en
'si, huiga de la culpa, que el otro tiene, tra-
tando de tal manera las cosas, que no se rom-
pan'por su parte las leyes de la caridád, a la
justizia pública, antes permite*, i manda, que
castigue a los culpados: en lo cuál, no solo no
-se quebrantan las leyes de la caridád, antes se
cumplen: porque, d'esta manera, es defendida
Foi.31. la concordia, i la paz, i amparada /" la innozen-
zia: todo lo cuál perezería, si la maldád de los
hombres tuviese lizenzia, para poner en efecto
sus ruines intenziones. ■ ■ ■
Pídenos este Mandamiento, que tengamos co-
-razón amigable/i caritativo, con nuestros pró-
jimos todos, que les perdonemos, de buena vo-
■luntád, las injurias, que nos hizioren: que ten"
•gamos sufrimiento, i pazicnzia para todo esto;
la cuál dará nuestro Scñór , si de verdád se la
demandáremos. No solo habemos de perdonar-
los, mas amarlos, como si fuesen amigos nues-
tros: socorrerlos en sus nczesidades, i pedirá
Dios para ellos, lo que pedimos para nosotros.
Son contrários a este Mandamiento, el rencor
contra nuestros prójimos : el deseo de venganza:
las injurias de obras, o de palabras: la calum-
Así aparczu, en la cdi- tuarii ast-.—nlns le'jcs lie la
^ z'ión antigua. Yo suprimiría caridád. A la Juslizia píibli-
i'sc anles, por errata , i pun- ca pcrmile, i manda, etc.-
^ CRISTIANO. 9» 311
iiia, i la mentira contra ellos: el favor, o mal
consejo, para dañarlos: la invidia de sus bie-
nes: finalmente, todo aquello,- que clara, o en-
cubiertamente, les hiziere perjuizio. El motarse
uno a sí mismo, o tratárse de tal manera, que
se le cause la muerte. Porque como el hombre
sea cosa de tan grande dignidád, han lo de fa-
vorczér los otros hombres, conforme a lo que
Dios tiene mandado: i no ha de quitár nadie la
vida a otro, ni a sí mismo; sinó remitirlo todo
en las manos de quien lo crió : ni le ha de ha-
zér injuria, pues que tan grande ■ Señor es, el
que lo favoreze.
1 El sexto Mandamiento es :
•No cometerás adulterio. »
En este Mandamiento, se declara la voluntad,
•que Dios tiene, azerca de nuestra limpieza, en
nuestros pensamientos, i en nuestras obras; en
nuestra ' ánima, i en nuestro cuerpo. Permi- fo\.í2.
tió • Dios al hombre compañía de mujér, con l:i
cual se pudiese juntár, con bondizión suya, en
santo ayuntamiento de matrimonio. Quiso dar,
a cada uno do los que de tal manera se junta- '
rcn, compañero para los trabajos, i para todo
aquello en que Él quiero ser servido. Permitióle
honesto uso, para la multiplicazión del linaje
humano, i para el acreszcntamiento de la santa
Iglesia. Este es el prinzipál fin del matrimonio
1 u o r llenó Dios al hom- del zclibato eclesiástico, no
f;re,ctc.n sería expresión mas permitió al Doctor ponér or-
cxada. Véase el Capitulo II, , ienó.
V. 18. del .léncsis. Xa IxA ' ■•
3\'¿ '5í> CATEZiSMO 5
i con este conoszimiento se han de juntár, i vivir
en 61 los fieles. Fuera d'esto, ninguna otra cosa
es lízita; i comete grande pecado, quien, con
solo el pensamiento que sea, acomete a tomir
la compañía ajena» Cuando el adulterio nos es
prohibido, dAsenos juntamente a cntendér, que
cualquiera otro uso de torpedid, nos es también
defendido No solo es defendido en las obras,
mas es defendido en los consentimientos de lavo-
luntád. Lo uno, i lo otro, quiere limpio nuestro
Señór, i en nada quiere que seamos feos, ni de-
lante de los hombres, ni delante d'Él. Todos
nuestros ejemplos, nuestras muestras, nuestras
pláticas; han de ser encaminadas, a que no dén
otra muestra, de la que habemos dicho.
^ Son prohibidos por este Mandamiento, todos
los ayuntamientos, que no son de santo, i de
lejitimo matrimonio: las palabras, i las señas,
que tienen aparenzia, o dan ocasión de torpe-
dád alguna: las conversaziones con jente livia-
na: los consentimientos en pláticas, o en mués-'
tras de vanidád: el descuido consigo mismo, '
con los que tiene a cargo, para dejarles soltura
con que ' se encaminen a tales cosas: en con-
Fui. 33. clusión, todo aquello, que hade afeár nuestro
pensamiento, o nuestro cuerpo , para que no po*
damos parezér limpios en el Juizio de Dios, i en
el de la jente.
1 El séptimo Mandamiento es :
«No hurtarás.»
^ Reparte Dios, en este mundo, los bienes lem-
« ilcfendido : en azepzián de proMHdo : vedado.
CRISTUNO. 5 313
porales, según lo quiere su volunlád: la cuál,
es tan santa, i tan justa; qtie no puede haber en
ello yerro, n¡ nos podemos querellár de lo que,
en este caso, haze: porque, allende de ser ab-
soluto Señór, i libre, para dar, i quitár, lo que
quiere; juntamente es tan misericordioso para
con nosotros, que siempre nos gula, por el ca-
mino que mas nos conviene , si no somos tan
porfiados, que determinadamente, queramos per-
dernos. Con este presupuesto , i con este conos-
zimiento, habemos de tcnér por bueno, que
nuestros prójimos tengan aquello, que la libera-
lidád de nuestro Señór les hubiere dado. Nues-
tras nezesidades , remediarlas hemos con nues-
tro trabajo, i con lizitos medios, sin tomár a
nuestros hermanos su hazienda, contra su vo-
luntád: porque esto seria no tener por bién he-
cho lo que Dios haze.
Cúmplese este Mandamiento, cuando tenemos
larga, i buena voluntád, con que nos alegramos
de los bienes délos • nuestros hermanos, con
que damos grazias a Dios, que se los encaminó,
i le rogamos, que se los conserve, si han de ser
camino de su salvazión : Cuando seguimos las
reglas de caridad, en ayudarlos; i favorezerlos
en ello.
. Las obras con que este Mandamiento í es Fol. .34
quebrantado, son: Invidia, i pesár, de los bie-
nes de nuestros prójimos : deseo , que los pier-
dan, i vengan á menos: dar favor, o consejo,
para contra ellos: tomarles de su hazienda, o de
1 los, aquí, parczc rcdundiintc.
314 'A CATEZISMO ?5
cualcsqaiér otros bienes; o por nuestras manos,
0 por nuestras industrias, o nuestros consen-
timientos, no permitiéndolo ellos: negár lo que
debemos: pleitearlo, i trampearlo: engañara
alguien, o llevár mas de. lo que se nos debe:
hazér contratos usurarios, o injustos: introduzír
costumbres tiránicas ': negár el socorro al po-
bre, que lo ha menester: inventar maneras no
llzitas, ni provechosas para la república, con
que la jcnte sea engañada, ! disipe su hazienda:
encubrir la verdád con que nuestros prójimos
han de ser aprovechados, i favorezér la mentira.
■ ^ El octavo Mandamiento es:
«No dirás contra tu prójimo falsó testimonio. »
El hombre os traslado de Dios: i por eso, ha
de ser simple, i verdadero, en todas sus cosas,
lia de tener cuidado, que sus palabras, sean
limpias de toda falsedád, i de todo engaño. Cuau-
do la verdád estuviere encubierta, i fuere cosa
digna de ser manifestada; hala de manifestar:
Considerando, que no solo tiene por juéz * a los
hombres, mas que tiene por Juéz á Dios. Todas
sus palabras han de ser apazibles, i sin perjuizio
para sus prójimos : porque la lengua es uno de
ios prinzipales instrumentos, que Dios nos dió,
1 con que mas bién podemos hazér.
Es quebrantado este Mandamiento: por ser el
1 Costumbres tiránicas son,
entre otras: las Quintas: ci
estanco de la sal: la lotería:
los Consumos , i Puertas : la
alcabala : las gabelas sobre
hercnzias, sobre enterramien-
tos: los sclliis.i') timbres, has-
la para rcsiiirár , etc. — Véase
también mas aJel.ante.
•2 JuciCS, debería dezir.
'A CRISTIANO. "?» 315
hombre falso testigo: por persuadir a otro, que
lo sea: por escurezérla verdád, con palabras, Foi.
i mañas: por descubrir las faltas de nuestros
-prójimos, i traerlos en infamia, o en alguTia
pérdida. Quebrántanlo, los murmuradores, i des-
lenguados: hipócritas : i los autores de cualquier
engaño, o falsedád, para (mediante estos me-
dios) alcanzar lo que no merezcn, ni les viene
[de] derecho. Ansí mismo, lo quebrantan, los
que persuaden, i atraen a otras personas, para
que hagan algún agravio, o sin justizia. Final-
mente es contra este mandamiento, todojénero
de mentira: i dado que haya algunas mentiras
tan livianas, i tan sin perjuizio de nuestros pró-
jimos, que no son pecado mortál ; a lo menos,
son veniál. I lo mejór, i ló mas seguro, es, apar-
tarnos de tal costumbre, en cuanto pudiéremos:
porque allende de ser pecado veniál, la costum-
bre de semejante oOzio; suele encaminár los
hombres, a mayores inconvenientes.
, -. : • 1 El nono Mandamiento es:
.^j «No cobdiziár la mujer del prójimo.»
/ el dézimo es: .
' '«No cobdiziár su haziénda.»
La dcclarazión d'estos va junta; porque un
mismo es el intento que pretenden. Estos dos
Mandamientos son , para prohibir la cobdizia de
nuestro corazón : para que sepamos, que alli es-
tá la raiz del pecado: i que ni mas, ni monos,
ofendemos a Dios, cuando consentimos en la
316 'A CATEZISJIO )S
voluntad ; que si lo pusiésemos en la obra:
cuando no queda por efectuár, sinó porque nues-
tras fuerzas no bastan para tal efecto. De mane-
ra, que estos dos Mandamientos, son como una
glosa de todos los otros, para que de todos ellos
Foi 3G. tengamos f mui perfecta declarazión. Muchos
hubo, quü les parczía, que cumplían con lo que
les era mandado; si no pusiesen en obra el pe-
cado, ejecutándolo exteriormente : i hazían mui
poco caso de tenerlo en el deseo, i en el con-
sentimiento del corazón. Contra estos hablan
derechamente, los dos últimos Mandamientos,
en que se nos dize, que no codiziemos la mujer
de nuestro prójimo, dentro de nuestro corazón:
ni codiziemos las cosas de su hazicnda , ni cosa
de lo que. le perteneze : porque no solo han de
estár nuestras manos limpias, para con él; mas
también lo ha de estár nuestra voluntád. En ha-
zerse aquí menzióa de la mujer, i de la hazicn-
da de nuestro hermano; habernos de colijir la
misma razón , para todas las otras cosas : en to-
do, habernos de estár sin codizia de dañarle, i
con ánimo aparejado de favorezerle, i de hazerle
bién, i de cumplir con él, en todas las cosas, las
santas leyes de la caridád, que Dios nos tiene
mandadas.
En estos dos Mandamientos ha de conoszér el
hombre, la grande limpieza que nuestro Señór
le demanda; para que mire cómo vive en este
mundo, i la cuenta que ha de dar de sí : ha de
considerar que no tiene por juezes a los hom-
bres (aunque les ha de tener mui grande respec-
to, ¡ huir d'cscandalizarlos), sinó, que tiene por
CRISTIANO. H - 317
Juéz á Dios, quo penetra los corazones: ha de ^
pensár, que en todas sus obras lo está mirando,
i teniendo cuenta, de qué voluntad salen, i si"
son früctos de buena raiz; porque, por alli lo
han de juzgár, i hazér el exámen de lo que es.
Estos ^Eou los Mandamientos con que la bon- Foi. 37'.
dád Divina , nós tiene manifestada su voluntád.
Kstos hade tenér el hombre entendidos, ¡ ru-,
miados, i amados en su corazón: como cosa
mui preziosa, dada por la mano de quien lo
quiere salvár,i nó lo quiere salvár por otro ca-
mino. Ha de teriér por averiguado, que el De-
monio, i el Mundo, i la Carne, han de ponér
dilijenzia mui grande, para que no los cumpla.
Lo que ha de hazér es, resistirles poderosamen-
te, i procurár de venzerlos, teniendo en poco
todos jos daños, que lo pueden hazér, aunque
sean pérdidas de bienes del mundo, aunque sean
tormentos, i trabajos mui grandes, aunque sea
pcrdéf la vida. Considere, que estos que aqui
le persiguen, i le quieren engaüár, por una par-
te ofreziéndole muchos regalos, i por otra mu-
chas pérdidas; no han de ser después sus jué-
zes, sinó sus acusadores, i sus enemigos: i que
El que le pone estos Mandamientos, es el que
le ha de juzgár, i le ha de juzgár por ellos, i
defenderle, de todo lo que le hiziere contradi*
zión, si él los hubiere cumplido,
r. Débc de pensár, i traér a su memoria conti-
nuamente, que allende de servir a tan grande,
i a tan btién Señór con las obras, que en estos
Mandámientos le son demandadas; no le sirve
sin grande premio: i que en el otro mundo le
318. 'A. CATEZISMO ?»'
(lani gloria, que no tenga fin, teniéndolo siem-
pre cn.su compañía, regalado i favorezido, co-
mo a cosa mui amada. I en este mundo, lerná
cargo de su innozcnzia, i de su juslizia, i favo-
rezerá sus propósitos, i porná amparo a sus des-
Foi. 38., zendicntcs, cuando su infinita sabiduría f juz-
gare, que es el proprio' tiempo do cumplir su
palabra. ' ' . : i , ; ■ : .
•.En esto ha de ponér siempre 'los ojos, -como
en fin, i paradero de -todas las obras, para que
se alegre, i se esfuerzo en ellas. Tenga en los
trabajos pazienzia, i persevere, i vaya creszien-
do en el bién: si lo uno le congojare; conside-
re, que es cosa breve,:! perezedera: i que lo que
se espera por buenas obras, i por el bufen cora-
zón,; no tiene fin. Para que el- plazór, que de
aquí nasziere, venza toda la otra tristeza, i no
\ desmaye en su buen camino.' i ■ '
I Si midiere. la regla d'estos Mandamientos san-
tos, con la poquedád de sus fuerzas, como la de-
be medir; si comparare, entro si, estas dos co-
sas, de, la una partCj la hermosura de las obras,
que le son demandadas, i. de' otra parte, la feal-
dád, que muestran sus inclinazioncs, i los re-
sábios de su corazón;' no se espante, ni deses-
pere, porque bién sabe el Señór , que le puso
estos 1 Mandamientos, que' el grande poder del
pecado, inhabilitó al. hombre para' cumplirlos
de tal cumplimiento, i- obra, que, por ello, haya
de. volvér en la primera amistád. Con fuerzas
ajenas los ha de cumplir, que no con las suyas:
las i ajenas, son poderosas, porque son las de
•Dios :; son ziertas , porque son ganadas con la
CRISTIANO. 9»' 319,
sangre de su Uiiijénito Hijo, cuyo Sacrifiüio al-
canzó esto favor, para que no nos perdamos; sino
que nos esfuérzen, i nos den aliento d'cl zielo,
i el Epíritu Sancto nos guie, i sea con nosotros,
para cumplir lo. que nos es demandado : paral
que nuestras obras, de malas, que habían de^
ser por nuestro pecado, se toi-ncb en buenas,
por la grázia f que nos ha ganado Jesu Cristo,' Foi.
nuestro Redemptór: para que nuestro corazón,
de feo, se torne hermoso: i do las malas incli-'
naziones, i del mal rastro que dejó en jéljel pe-,
cado, se mude en buenos deseos: pelee contra lo ■
malo , i lo' venza; i abraze, i siga lo bueno. De . ^
suerte, que estos Mandamientos, se han de con-
siderár con grande humilidád, de parte 'de nos-
otros mismos, i de lodo lo que podemos: co-.
nosziendo, que seríamos perdidos, si con solas
nuestras fuerzas nos dejasen , para ponerlos en
obra. Por parte de quien nos los pide , hanse de^
considerár, con grandísima fé, teniendo por cosa
zierta, que el Demonio, nuestro enemigo, es
venzido; i venzido por Jesu Cristo, Redemptór,
i Sefiór del mundo : i venzido para fin , que no
nos pueda vcnzér, si nosotros no queremos con-
sentir, en ia perdizión: sinó que allegándonos
con verdadera humilidád, i pidiendo favór a
nuestro Señór, para la justizia, i limpieza, que
nos demanda, en las obras, i en el corazón *;
¡ no huyendo nosotros .de lo que nos dieren,
1 Limpieza en el corazón, de habér cristianismo, sin pu-
i tlmi>iesa en ¡as otras: he reza de corazón , i pureza de
ahí el distintivo del verdade- obras. . . , , .
ro cristiano. No hai, ni pue- ' ■ > ,• Uin' xí^r./.i .
320 'A CATEzrsMO ^
sinó abrazándolo, i queriéndolo, como a cosa
mui estimada; aunque con trabajos, i contradi-
ziones, en fin, saldremos con grande Vitoria.
, Son tan grandes nuestros defectos, i nuestras
flaquezas, i tantos los impedimentos, que por
muchas partes se nos ofrczcn ; que seria grande
mnrabiUa, hallarso quien cumpliese estos Man-
. damientos tan perfectamente, como serla justo
que los cumpliésemos : mas es tanta la miseri-
cordia Divina, que si nosotros tuviéremos, apa-
rejada, i verdadera voluntad para ponerlos en
obra , i aplicáremos nuestras fuerzas a ello , de
Foi.40; manera f que ni por nuestra traizión, ni por
nuestra flojedad , se deje de hazér lo que se re-
quiere do los otros defectos pequeños, que ha-
' zen, i son ocasión, que no llegue todo a colmo,
se nos da perdón, i so liaze grázia d'ellos: no
por nosotros, sino por Jesu Cristo, nuestro Re-
demptór, cuya justizia es tan grande, para
delante de los ojos del Padre, que de sus so-
bras, ¡ demasías, se suplen nuestros defectos:
' porque su justizia, es nuestra justizia, para que^
si no fuéremos malos, la podamos alegár en el
juizio Divino.
- Todos estos Mandamientos dichos, se vienen
a enzerrár en dos, para que con niayór fazilidád
los podamos comprehendér/ i traér a nuestra
memoria. Estos son; .
«Am.ír a Dios Bobue todas las cosas. I al pró-
jimo COMO A nosotros mismos.»
Quien ama a Dios sobre todas las cosas , por
ninguna le dejará de obedezér : i ninguna le do-
°A CRISTIANO. 9» 321
Icrú tanto, que no la estime en miü poco, por
no dejár al Señór a quien ama, ni hallarse de-
jado d'Él. Este amór produzirá en él, grandísi-
mos frutos de verdadera confianza: que todos co-
nozcan al verdadero Señór : que todos Lo obe-
dezcan, i le den gloria: para esto servirá, con
obras, i con ejemplos, cuando fuere menestér.
Quien ama al prójimo, como a si mismo; no
le quitará la vida, ni la mujer, ni la hazicnda,
ni la honrra , ni la fama : ni le hará agravio, ni
sinjustizia: ni le dejará de favorezér, cuando lo
viere en nezesidád. Estas dos cosas, que habe-
rnos dicho, son el verdadero examen, de la guar-
da de los Mandamientos. ^ Considerár, si ama- Fui-
mos a Dios sobre todas las cosas, o si hai alguna
por quien Le dejemos: mirár, si hazemos por^
nuestros prójimos, lo que querríamos que se hi'
ziese por nosotros mismos.
Ya dijimos cuan dificultoso era todo esto para
nuestras fuerzas : i cómo la victoria seria zierta,
si do verdad pidiésemos a Dios el favór; i de ver-
dád nos aprovechásemos d'él.
Para esto, prinzipalmente . i para todas las
otras nezesidades, que en el destierro d'este
mundo se nos ofrezen; es el prinzipál remedio,
la OnAzióN. Estas son las verdaderas armas , con
que se defiende el cristiano, de todas las adver-
sidades que le persiguen : i con que alcanza de
Dios la zertinidád, i cumplimiento, de lo que le
es prometido: porque en ella nos humillamos,
como nezesitados: pedimos con gran confianza
de la suma bondád, i con zertinidád do lo que
el Señór nos tiene prometido. De suerte, que si
21
322 "A CATEZISMO 9»
nosotros no dañamos nueetra Orazióii, o con
nuestra soberbia, o con nuestra desconfianza, o
con ser en ella traidores, i falsos, quo dczimos
una cosa con la boca , i tenemos otra en el co-
razón, hablando de una manera, i obrando de
.otra; — no hai cosa, de las que verdaderamente
nos han de encaminár alpún bien, que, por esto
medio de la Orazión, no la alcanzemos, i tenga-
mos segura.
La mayor causa por donde muchas cosas su-
zcden desastradamente á los hombres , i lo que
pareze que tenía buenos prinzipios, tiene malos
Foi. 42. fines; i quo de la prosperidád, f salgan las ad-
versidades; de los plazeres, prozedan tristezas;
lo que parezía, que iba bión encaminado, ca-
rezca de buén paradero ; — es: por no ir guia-
do, ni pedido con Orazión. Porque las cosas,
que van sin ella, llevan compañía de soberbia
nuestra, llevan vana confianza; ziegas, i guiadas
por nuestra propria voluntád, i por nuestra sa-
biduría: van sin buena dicha, i sin luz, pues quo
no van pedidas á la Fuente de todos los bienes,
que es Dios, ni encomendadas a Él, ni confiadas
de su bondád.
Muchas vezes, en la Orazión, se mezclan su-
perstiziones, i cosas al revés del camino, que
el verdadero cristiano debe, seguir: i como el
Demonio conoszc,. cuan grande remedio tene-
mos en esta obra; procura de engañarnos en
ella, para que ya que usáremos d'ella, usemos
desvariadamente, i con tan grandes defectos,
que no consigamos verdadero fructo , sino cosas
de burla, i de falsedád.
CniSTUNO. ?•
323
Para que ninguna d'estas cosas, se entremcUi
en nuestra Orazión, debemos de seguir, por re-
gla, la doctrina que nuestro Redemptór azerca
d'esto nos enseñó : poniendo la Orazión, que por
su misma boca pronunzió, por ejemplo, i por
dechado , por donde encaminemos todas nues-
tras petiziones : de tal manera, que la Orazión,
que no tuviere la fé, ni la confianza, que aque-
lla nos muestra; la que demandare otras cosas;
la que nos llevare por otro camino; la que mez-
clare otras condiziones; habemos de tenér por
zierto, que no es provechosa Orazión, antes es
muí dañosa: porque ni en ella se busca la gloria
de Dios, ni el cumplimiento de f su Voluntád, Foi. «.
ni se piden verdaderos bienes; ni se haze con-
fianza de quien se debe hazór.
Para que esto mejór se entienda, será bién,
que tengamos entendidas las condiziones de la
verdadera Orazión: i que, después, declaremos
la que el Evanjelio nos tiene enseñada.
Lo primero : No ha do pedir el hombre en con-
fianza suya, sinó en confianza d'el Hijo de Dios,
Jesucristo, nuestro Redemptór, que es nuestro
Abogado, i nuestro Sacrifizio, i por quien somos
oidos. Esto nos encomienda Él, cuando dize,
« que pidamos en su Nombre. » I la Iglesia ansí
lo pide, i protesta en fin de sus Oraziones, el
nombre de nuestro Señór Jesu Cristo. Lo segun-
do: es menester, que tengamos grande reveren-
zia , i grande atenzión ; mirando mui bién lo que
dezimos, i considerando con quien hablamos: no
olvidándonos, ni descuidándonos en ella, como .
se suele hazér, en las cosas que poco importan.
32Í 'A C.VTEZISMO S
Lo terzuro : habernos de orár, de corazón, afizio-
nadaincnle, i con vcrdád; jiroponiondo nuestro
deseo delante de Dios, con sentimiento de lo que
hazemos. I esto se llama , orár en espíritu: por-
que tálafizión, i lal sentimiento, es don, dado
de la mano de nuestro Sefiór, i lumbre, i guia
d'cl Espíritu Sancto. Lo cuarto r habernos de orár
con fé: quiere dezir, que buhemos de tenér con-
fianza, que si nos conviene lo que pedimos, i es
para nosotros verdadero bien ; se nos dará; i ha-
bernos de remitir el cómo, i el cuándo, en la
bondád, i en la sabiduría del Señór á quien lo
pedimos. Lo quinto : habernos de tenér grande
Foi. 44. pazienzia, f si, por caso, se dilatare el cumpli-
^ miento de nuestra petizión, considerando, cuán
tomejór conosze lo que nos conviene; i cuánto
mejor sabe la bondád de nuestro Señór, el tiem-
po en que nos conviene, que nosotros mismos.
Lo sexto: que siempre supliquemos en nuestra
Orazión, que seamos encaminados a no pedir
cosa, en que nuestro Señór haya de ser ofendi-
do: i si acaso por ignoranzia lo pidiéremos; que
no se cumpla nuestra petizión. Lo séptimo: ha-
bernos de ayudar nuestra Orazión , con nuestras
buenas obras; porque, hazerlo de otra manera,
seria atrevimiento mui grande; i burlar de tan
santa cosa, como es hablár, i tratar con Señór
tan poderoso. Lo último de todo, habernos de
poner siempre en la delantera los bienes espiri-
tuales, como cosa do que prinzipalmente nos ha-
bernos de aprovechár: i que todas las otras cosas
sirvan i vayan encaminadas paráoste fin.
Ilaze mucho al caso, para que nuestra üi azión
"A cuiSTUNO. 9» 325
sea azopta, que no la acometamos a secas: sino,
que según nuestras fuerzas , llevemos en la de-
lantera, i en su compañía, otras buenas ayudas;
prinzipalmcnte, de limosna, i de ayuno : porque,
esto , humilla verdaderamente al Cristiano : i si
verdaderamente va hecho, * maniOéstase mucho
en ello, la vcrddd de su Orazión.
La verdadera Orazión, ha do tenér, por raí-
zes, Fé, i Caridid, i Esperanza: las cuales cosas,
solamente tienen los justos. Mas el pecador, que
desea salir del pecado, i lo conoszc por malo, i
está aparejado para la penitenzia; bién puede, i
debe de orár: prinzipalmente, pidiendo f al Foi. 45.
Señór, verdadero aborrezimiento de tan grande
mal : lumbre para conoszcrlo: fuerzas para des-
echarlo. I prosiguiendo en esta pctizión, i ayu-
dándose por todas partes; Diosleoii-á, i le dará
las verdaderas armas, de la verdadera Orazión,
para en lo de adelante.
1 Declarazión de la Orazión del Pater nuster.
La Orazión del fPater noster», de quien ha-
bernos hablado, se divide, comunmente, en
siete Petiziones : en las cuales, estiln enzorrados
nuestros bienes todos, espirituales, i corporales,
l, por esto, dijimos primero, que ésta, érala
verdadera regla, do todas las Orazioncs.
1 Si fl lector dosca iccor-
<lár cómo 30 liazc el verdade-
ro ayuno, i la venltnlera ora-
iifm ; lea con ntcnzii5n lnll.^
el Capihilo LVIII. (le Isaías.
Sabrí, entónrcs, cómo 6e de-
be nyunár.
326
If. CATEZIbMO >•
1 La primera petizión es:
nPadrc nuestro, que estás en los zielos, sanc-
ficado sea eP tu Nombre. »
En esta petizión pedimos, que Dios sea co-
noszido, glorificado, acatado, obedezido, i ser-
vido ; como es razón que lo sea tan grande, i tan
bu6n Señór.|Esto es lo primero do nuestra Ora-
zión, como cosa mas prinzipál. Esto se le pide á
Él mismo, porque solo Él, es el que lo ha de
guiár: i solo Él, es el que nos puede dar lum-
bre, i fuerzas, para que se haga. No seriamos
nosotros para tan grande cosa, si Él no nos en-
^ . caminase para hazorlo.
Llamárnosle «Padre», porque nos crió, i nos
dió ser: porque dió su Hijo por nosotros, para
que fuésemos redemidos, i santificados, i tor-
nados en hijos espirituales suyos. La lizenzia,
para que le llamemos «Padre,» Él nos la dió.
Nuestro pecado nos la habia quitado : i el mismo
Señór, dando A su Hijo por nosotros, nos la res-
Foi. 46. tituyó. ' Habernos de tenér confianza en Él,
como en verdadero Padre : habernos de acudir a
Él, con nuestros trabajos, como á Padre, que
nos quiere mucho. Como á tál. Le debemos de
servir, i de honrrár: tenerle grande revercnzia,
i grande lemór: sufrirlo, si nos castigare: i te-
nér grande pazienzia, conosziendo, que es castigo
de verdadero Padre ^ i qne nos castiga por en-
mendarnos, i porque no nos perdamos.
Llamárnosle «Nuestro;» porque Padre natu-
ral, es de solo su Unijénito Hijo, i Redemptór
?R. CRISTIANO. >• 3'27-
nuestro. Padre espirituál, es de todos aquellos,
que se quieren aprovechár del Sacrifizlo de su
único Hijo. Igualados estamos todos, en este
caso, si los unos, no nos queremos apartar de
los otros. Todos somos hermanos : i quien, con
soberbia de ventaja, hiziere estaOrazión, en lo
que piensa , i en su intenzión; no dize verdád,
cuando dize «nuestro», pues que dá a entendér
en su pensamiento, que es mas «suyo,» que de
los otros '. Igualados estábamos todos, en el pe-
cado: no hai razón, para que nos ensoberbezca-
mos. Con amór de nuestros hermanos, sin invi-
dia para con ellos , habemos de pedir. En com-
pañía de la Iglesia, ha de ser nuestra Orazión: i
ansí habemos de confesar, que en fé, i en la
congregazión d'ella. Oramos. I esto es loque
quiere dczir, ('Nuestro. «
Cuando dezimos, «que estás en los zielos;»
habemos de entendér, cuán poderoso es, cuan
rico, para darnos bienes: cuán seguras están to-
das sus cosas, i cuán seguras están las nuestras,
pues están en su podér : cuan hermosa , i cuan
abastada es la casa, que nos f tiene aparejada, Foi.
si no nos apartáremos de servirle.
Primet-a Petizión de la Orazión.
Cuando dezimos, «Sanctificado sea el tu Nom-
bre; » no habemos de echár esta carga a nuestros
1 Dezir, t Padre nuestro," africano, asiático, americano,
c Ir a robir imatór, al herma- o ozcánico ; equivale a escar-
no nuestro, o al hijo de núes- nezér á nuestro Podre, i bur-
tro Padre , solo porque es larnos de la Orazión.
328 CATEZISMO J8
hciinanos, i huir nosotros d'clla. Si, de vcrdád,
lo dezimos, pongamos en obra lo que deseamos.
Seamos de los primeros, i demos ejemplo a to-
dos los otros: provoquemos á los que no lo ha-
zeri.'i sigamos á los que lo hazen.
Estonzes Lo sanctiücaremos verdaderamente,
cuando para este tal fin nos juntáremos, con los
que siguen la obedienzia de sus mandamientos:
cuando favoreziércmos todas las cosas, que son
para gloria suya: cuando empleáremos nuestra
industria, nuestra dilijenzia, i, si fuere menes- ¡
tér, todo lo que mas tuviéremos, para suser-
vizio : cuando contradijéremos, lo que va contra
Él, estorbándolo, en cuanto en nosotros fuere:
cuando nos apartáremos de los que. Le desobe- ■
dezen: cuando aborreziéremos tales obras, i tal
compañía, aunque, por ello, háyamos de pade-
zér. Estonzes, podemos estár mui ziertos, que
nuestra Orazión es verdadera, i que es oída; por-
que oramos como verdaderos miembros de la
santa Iglesia. . ■. : ; - . .
1 La Segunda Petizión es:
«Venga el tu Reino. »
No se puede alcanzar el cumplimiento de la
Primera, sin, el cumplimiento d'csta Segunda.
No puede ser verdaderamente sanctificado el
Santo Nombre de Dios; si su Reino, no viene a
Foi. 48. nosotros. / Entiéndese esta petizión, del Reino
espirituál, con que nuestro Señor reina sobre
nuestras ánimas : teniéndole nosoti'os por nues-
tro Rei, ipornuesU-o Juéz: sirviéndole, i acá-
» CRISTIANO. % 329
tándole, como a tal. Este «Reino, ha de venir de
su mano, porque Él es, el que nos ha de favorc-
zér para ello: Él es, el que nos ha de dar fuer-
zas, i lumbre, para que le obedezcamos. Solos
los Justos, son los verdaderos subditos d'este
Reino, porque solos ellos, son gobernados por sus
Leyes , i por sus Mandamientos. Estos son favo-
rezidos como vasallos de tal Señór. Cuando pe-
dimos, que venga este Reino; queremos dezir,
que nuestro deseo es, que haya multiplicazión
de Justos: que la doctrina del Evanjelio, se vaya
extendiendo por todo el mundo : que los hom-
bres alcanzen perfecta luz: que oigan la pala-
bra de nuestro Redemptór Jesu Cristo, i oyén-
dola, la obedezcan: para que, d'esta manera,
este Reino se vaya haziendo mayór, i se nos
vaya azercando el día, en que habemos de ser •
juzgados, i el Reino de nuestro Redemptór ha
de ser perfectamente cumplido, i los Justos han
de gozár de la segura posesión de sus bienes;
entrando resuszitados, i tornados, ¡1 la compañía
de cuerpo, i ánima, para reinár en el zielo por
siempre, sin fin.
Si verdadero es nuestro deseo, cuando esto
pedimos , habemos de poner dilijenzia mui gran-
de, en que, nosotros mismos, seamos verdaderos
vasallos del Reino de quien hablamos: que todo
nuestro contentamiento, i nuestra buena ven-
tura, sea tenér tal Señor, por Rei: obcdezér a
sus Leyes, i a sus /'Mandamientos: gozár do Foi. 49.
sus privilejios: i esperár paga tan grande como
Él tiene prometida.
330
CATEZIS.MO S
1 La terzera Petizión es: / . '
■ «Hágase tu Voluntád en la tierra , ansí como
se haze en el zielo.»
Estonzes reina nuestro Señor en nosotros,
según el Reino espirituál, que en esta Orazión
entendemos, cuando los Mandamientos de su
santísima Voluntád, son cumplidos por nosotros
mismos. I porque los que están en el zielo, no
tienen ellos otra cosa, que mas estimen, que
cumplir todo lo que les es mandado; son per-
fectos, i seguros vasallos d'este Reino, i allí es
el Reino espirituál de nuestro Señór, perfecto i
cumplido. Pedimos, (i debérnoslo de' pedir con
grande zelo) que las voluntades de los que en la
tierra vivimos, imiten á las de aquellos, que
están en el zielo: que, como ellos obedezcn con
tan grande amór, sirven con tan grande alegría;
ansí nosotros desechemos la pesadumbre , ven-
zamos los estorbos : para que perseverando en
esto, con favór de nuestro Rei, lleguemos á. es-
táren la compañía, i en la seguridad de los mis-
mos, que en el zielo, le sirven, i le obedezen.
Esto habemos de pedir, para nosotros, i para
todos: trabajarlo por nuestra parte: i servir de
ejemplo, i de exortazión, i do toda dilijenzia,
para que este Reino sea grande: para que, pués
es uno el Señór, sean unos los vasallos: puós Él
es tan grande, sea el Reino mui grande: pués
que tiene tantos bienes, sean para muchos: pués
que todos Le debemos tanto, todos Le sirvamos:
pués que nos hizo, para que fuésemos suyos, no
'A CRISTIANO. 9» 331
salgamos por nuestra culpa , de í tan rica casa, foI. so.
i de la posesión de tan grande bién.
Pués que pedimos, que se haga su Voluntád,
habernos de subjetár a ella la nuestra : conos-
ziendo , que Él , sabe mucho mejór lo que nos
conviene, que nosotros lo sabemos: que Él nos
quiere mucho mas, que nosotros nos queremos:
¡ con este presupuesto , habernos de eslár con-
tentos con lo que do su mano viniere: porque, a
ser de otra manera , nuestra petizión irla mez-
clada con falsedád.
1 La cuarta Petizión es:
«Nuestro pan, el de cada dia, dánoslo hoi.»
Como tiene nuestro Dios providenzia , i cui-
dado, para salvarnos, ¡ darnos gloria, i nos no-
tifica sus Mandamientos, para que queriendo
nosotros servirle , seamos dignos de parezér en
su presenzia, i de ser vasallos de aquél grande
Reino, que su Hijo nos ganó ; ansí tiene cuidado
de sustentarnos en esta vida : porque de otra
mano, ni de otra casa, ningún bién nos puede
venir. I porque esta vida es corta, i la zeguedád
que tenemos, juntada con la abundanzia de los .
bienes de la tierra, nos es, a las vezes, cáusa,
que perdamos la vida eterna ; no demandamos
en esta Petizión, cosas mui peregrinas, ni no-
vedades d'ellas, sino, «pan,» que quiere dczir,
común, i ordinario sustentamiento: conforme al
estado de la penitenzia en que estamos puestos:
no pedimos para soberbias, ni para ambizioncs,
sino pedimos, lo cotidiano: no pedimos para
332 «P. CATEZISMO 5
muchos años, porque uo sabemos, s¡ los vivire-
mos: i dado que los vivamos, el mismo Señor,
que nos mantuvo un día, so queda, para mante-
Foi. 51. ncrnos los otros, con aquél mismo podér, i con
la misma misericordia. Si de otra manera pidié-
semos, daríamos a entender que desconfiábamos,
i que temíamos la venida de algún tiempo en
que a nuestro Dios le faltase lo que agora tiene,
o Él faltase a nosotros.
I porque en todo lo que pedimos, han de ir
en la delantera los bienes espirituales; pedimos
también juntamente el mantenimiento del pan
del zielo, que es, predicazión de la Palabra di-
vina: uso de los sánelos sacramentos: verdadera
^ intolijenzia de todo, conforme á la voluntad de
quien nos lo envía. r -i; :
^ La quinta Petizión es: -
«Perdónanos, nuestras deudas, an si como
nosotros perdonamos a nuestros deudores.»
Estas déudasson nuestros pecados, de quien
pedimos perdón á nuestro Señor, para que no
nos ponga estorbo, en la entrada del Reino del
zielo. Da nos a entendér esta petizión, cuan
grande nezcsidád tenemos de perdón : i que no
tenemos otro medio, sino solo este, para podér
parezér limpios en el juizio Divino; i que este re-
medio, solamente nos puede venir de la mano
de Dios: i que no hai otra cosa en el mundo, con
que se pueda suplir. Convídanos, ansí mismo, a
grande humildad : pues >1 Rcdcmptór del mun-
do, que tán bién nos conosze, dizc, que pida-
'A cnisTiANO. ?! 333
mos siempre pordún de lo que debemos. Sefiál
es, que sabu, que somos deudores, pues que t.nl
aviso nos da, i tal Mandamiento nos pone. Nues-
tra Conszienzia, ha de estAr siempre libre do
pecado mortal, que es, determinado consenti-
miento, de quebrantár el Mandamiento del f FüI. 5'¿
ziclo. De los otros defectos, i pecados veniales,
habemos de poner mucha,dilijenzia, para escu-
sarlos : i con todo esto, hábemos de tcnér por
ziorto, ser nuestra flaqueza tanta, que siempre
estamos envueltos en ellos: no los habemos de
tener en tan poco, que dejemos de pedir perdón,
pues no los tiene en tan poco, el Señór, que nos
redimió, cuando nos manda, que pidamos per-
dón para ellos.
Esto mismo que pedimos, nos obliga a que
perdonemos tí nuestros prójimos, si en algo nos
oíendieron: porque serla grande soberbia, pedir
perdón a nuestro Señór; i nosotros no querér
pcrdomlr. Una de las mayores cosas, que pode-
mos llevar delante de Dios, para pedir perdón do
nuestros pecados, es, habér perdonado nosotros
las injurias , que de nuestros hermanos hubiére-
mos rezebido. I esto nos enseña la potizión: i
pues ella lo dize, verdád sera.
1 La sexta Peíizión es:
«No nos traigas en tentazión.»
Nuestra flaqueza esmui grande, i el Demonio
muisolizito, para engañarnos: inzítanos a so-
berbia, procura de despertar en nosotros ira,
avarizia, codizia de bienes ajenos, feos deleites,
334 °A CATEZISMO ?S
i deseos de carne. De todo esto, i de lo que tiene
semejanza con ello, suplicamos a nuestro Seüór,
que nos libre: que no permita, que estas cosas
se despierten en nosotros: ni que el Demonio
nos haga guerra con ellas. I, que si por razón de
nuestra flaqueza, en algo fuéremos tentados;
salgamos venzedores de todo, i con mayór aviso,
i con mayores fuerzas, para lo de adelante.
Foi. 53. También f nos enseña esta Petizión, que tenga-
mos verdadera humildád, i conoszimiento , de
• lo poco que podemos ; pues el Redemptór nos
manda pedir: que no seamos traídos en tenta-
zión : sino que seamos amparados , i defendidos
de todo.
También pedimos aquí , que cuando nuestro
Señor nos tentare por adversidades, i trabajos;
si con la una mano quisiere castigamos , i pro-
bdr quien somos; con la otra, nos favorezca,
para darnos victoria.
T La séptima Petizión es:
üLibranos del mal.» '
Esta Petizión, va asida con la pasada, en
que pedíamos , que no fuésemos traídos en ten-
tazión.
De todo jénero de mal , que nos puede enca-
minár, o ser ocasión para apartarnos de la ver-
dadera obedienzia de nuestro Señor; pedimos
aquí, que seamos librados.
El autor, i prinzipio de todos los males, es
el Demonio : él es , el que procura nuestro peca-
do, i el que quiere nuestra perdizión , i el que
'A cnisriANo. % 335
causa en el mundo mui grandes males, grandes
discordias, i errores. De todo esto suplicamos a
nuestro Padre Zelestiál, que, por su grande mi-
sericordia, seamos librados: que ni el Demonio
tenga parte en nosotros , ni nos venza , para que
pequemos, ni siembre disensiones entre los fie-
les-: sino que con grande victoria, salgamos de
lodos los trabajos, con alegre esperanza, i zierlo
conozimiento del Señór por quien somos libra-
dos, dándole grázias, i gloria por ello.
Habemos de tener por zierto , que si la Ora-
zión de los Justos, en esta parte, no fuese oída;
no tcrnian cuenta los males, que nuestro ene-
migo í el Demonio, ejecutaría en nosotros: i, foI. m.
que todo lo que no haze, es, porque se lo impide
la bondád del Señór, que inclina sus orejas
a esta petizión, que la Sancta Iglesia suplica.
«.\mén.»
Concluyese esta Orazión, con este vocablo
Amén, por el cuál confirmamos, lo que dezimos,
i nos anunziamos bién , de parte de Dios, te-
niendo, en lodo, por zierta su santa Palabra:
Porque, con este mismo vocablo suele Él, con-
firmáren la Divina Escriptura, lo que nos pro-
mete. Estemos nosotros ziertos, para con Él; que
seguros podemos estár, de estár zierto Él, para
con nosotros.
Esta Orazión ha de ser la Regla de todas las
que hiziéremos. Aquí, pedimos gloria, para
nuestro Señór: ansí la habemos de pedir en las
otras: aquí, lo confiamos todo, de su justísima
Voluntad, i de su grande misericordia; ansí lo
habemos de hazér, en las otras: aquí, nos hu-
336 » CVTEZISMO. 9S
millamos, con conozimionto de nosotros mis-
mos, con pedir perdón de nuestros pecados, con
perdonár nosotros a nuestros prójimos : no ha de
contradczir a esto, ninguna de las otras Orazio-
nes: aquí, no hai superstizión, ni nombres vanos,
ni petiziones locas, ni cosas inventadas, i tasa-
das, por invcnziones do jcntc atrevida, ni por
caminos secretos, como algunos procuran.
De todo esto habernos de huir: porque, en
mucho d'cllo, hai clara maldád, i engaño mui
Tnanifiesfo. I en mucho, también, de lo que la.
simple jente no conosze; hai encubiertas supers-
tiziones, i mui locas confianzas
La Orazión, quehabemos declarado, nos en-
seña el verdadero fin de lo que nos í conviene:
a Quién, i por qué razones, lo debemos pedir.
Clara es, i sin mezcla d'engaño: enemiga es, de
todas las mañas, que el Demonio usa. Tememos
por regla zierta, que la Orazión, que contradi-
jere a esta; es mala, i de mal maestro, i dañosa
para los hombres.
<[ Sigúese, de Iok Sacramentos
Tiene la Iglesia sus Sacramentos, con que
somos enseñados, i favorczidos : los cuales, han
de ser tenidos de nosotros en mui grande reve-
rcnzia. Habernos de tener mui mucho cuidado de
usar d'ellos debidamente, i de huir de todo mal
1 Indica, sin duda, el iu- vadas, de IraGcár con la rc-
sondablc caudál de las devo- lijiiín.
ziones, inventadas por los 2 Sobre esta Dúclrina d«
hombres entregados .il rcpro- Sacramentos. Víanse las Ob-
lo scntidn, o a las ¡irtcs mal- scrvazioncs.
<ft CRISTIANO. J* 337
uso: porque sería incurrir en grande ofensa de
nuestro Señór , i menospreziár las grandes mer-
zedes , que Él nos ha hecho. No trataremos aquf,
sino de los mas prinzipalcs, i que son mas co-
munes a los cristianos todos.
í Del Sacramento del Baptismo.
El Baptismo es la puerta por donde entramos
en la Iglesia, como ya al prinzipio dijimos. Allí
somos reconziliados, i vueltos en la grázia, i en
laamistád del Señór, que teníamos airado con-
tra nosotros. Habernos de entendér, que lo que
allí se bazo, no solo es zerimonia de fuera, sino,
que allende d'esto, secretamente en nuestra áni-
ma, se nos comunica, fé, i caridád, i esperanza:
que son unas vestiduras espirituales, con que
parezemos hién delante de Dios. Perdónasenos
nuestro pecado , i póncse silenzio al Demonio,
para que ya no nos pueda acusár d'él: por cuanto
somos redemidos , i limpiados , i nuestra culpa
es deshecha. Lo f mismo, que de fuera se haze, Foi. 56.
nos amonesta de los efectos, i obras espirituales,
que no podemos verlas, sino con ojos de fé.
Amonéstanos juntamente, de la obligazión que
nos queda, para no volvér mas al pecado. Aili
nos limpian, pgr de fuera, con agua: i dizen,
que nos baptizan en el nombre del Padre, i del
Hijo, ¡ del Espíritu Santo, Todo esto junto, las
palabras, i el agua; es el Sacramento. Lo cuál
tiene virtud por la muerte de nuestro Rcdemp-
tór Jesu Christo, i por la limpieza, que Él nos
ganó. Házese menzión de todas las tres personas:
22
338 ilR CATEZISMO ?!
del Padre, que quiso dai- su Hijo: del Hijo, que
se quiso liazér hombre, i murió por nosotros:
del Espíritu Sánelo, a quien se atribuye el
alumbrarnos, i esforzarnos, para todos los bie-
nes espirituales. Porque sepamos, que toda la
santísima Trinidíd, de un acuerdo, i de una vo-
lunliid, está de nuestra parte, para perdonarnos
nuestro pecado, i darnos el Reino del zielo, si
perseveráremos en aquél estado , i en la guarda
de aquellos bienes.
•Las zerimonias, que la Iglesia usa, también
despiertan allí grande aviso de lo que rezibimos,
i de lo que debemos hazér. Cuando ponen al ni-
ño una candela en la mano, es, dar a entendér,
que le es comunicada una luz , con quo- venza la
tiniebla, i zeguedád^del pecado: enseñándole
con esto mismo, que la palabra de Dios, es lum-
^ bre, que en este mundo le ha de guiár, i a quien
debe de seguir en todos sus hechos : i que no
hai otra claridad, que pueda valcrle, porque to-
do lo demás, es engaño, i es tiniebla. La ro-
Foi. 67. pita f blanca, que lo ponen, le es unaamones-
taziüu , i una como divisa de la innozenzia, que
saca de allí: encargándole, que la guarde, para
parezér con ella en el Juizio d'el Redeptór, por-
que sin esta, no le conoszerá, ni consentirá que
se llame suyo. La sal , que le ponen en la boca,
es, para desportarlo, i darle a entendér , que re-
zibe allí un don de Sabiduría, no de Sabiduría
del mundo , sino, de otra, quo es d'el Evanjelio:
con cuya obedienzia, ha de salár, i dar sabór a
todas sus obras, para que parezcan bien, en el'
acatamiento de Dios/como obras de hijo suyo, i
°A cniSTUNO. 5*
339
que obcdczc sus Mandamientos. Son llamados
compadres, i testigos, que en nombro do la
Sancta Iglesia, respondan por él, i lo reziban en
su gremio, i en su compañía con ofrezimiento de
tenerlo por hijo cspirituál, i por hermano de
todos: i de rcduzirlo a la memoria, lo que pro-
metió en el Baptismo, i enseñarle el camino por
donde lo ha de guiár. Lo prinzipál , i nezcsario,
d'este Sacramento, consiste, en solas las pala-
bras, en que dizen, que lo baptizan en nombre
del Padre, i del Hijo, i del Espíritu Santo; i en
el agua que derraman sobre él. Todo lo demás,
zerimonias son de la Iglesia, i avisos mui san-
tos, de lo que allí espiritualmente se haze, i de
la obligazión , que al Cristiano le queda, en agra-
dezimiento de tan ^ande merzód.
Cuando la nezesidád no deja tanto espázio,
basta lo prinzipál, i esenziál del Baptismo: em-
pero, cuando hai tiempo para todo, en mucho se
ha de estimár, hazér representazión en la Igle-
sia, i ofrczér públicamente al niño, o quien Foi. 58.
quiér que sea, por uno de tan santa compañía, i
mostrando allí, la obedicnzia, que se le debe, i
haziendo protestazión , que de allí adelante, ha
de ser de aquella manada, i se obliga a ser obe-
diente, como verdadero hijo.
Si después de baptizado uno, pecare pecado^
que le aparte de la compañía, i de la grazia de
Dios, i tuviere tan poco cuidado en el tesoro que
había ganado, que lo haya dejado perder; no es
menester tornarse a baptizár, ni se debe de ha-
zér: porque basta aquella protestazión, que una
vez se hizo, i haberle abierto la puerta de la
'¿\0 'Á CATEZISMO S
Iglesia, para que se lo comunicase el valor de l;t
sangre del' Redcmptór del mundo: El remedio
es, cstonzcs, la penitenzia: con la cuál üc torna
a cobvár, lo que va se había perdido.
f Del Sacramcnio de la Penitenzia.
El sacramento de la Penitenzia, esolverda'
dero camino, páralos caldos, i apartados de Ja
grazia,i de la amistad del Soñór, Para que la
Penitenzia sea verdadera, ha de hahér verdadero
conoszimiento de pecado, i de cómo ofendimos
con 61, tan grande, i tan poderoso Señór, i de
quien tcniamos rezcbidas, tan grandes merzedes.
Habernos de confesár, primeramente, en nuestro
corazón ; que justamente seriamos condenados a
penas eternas, si con estrocho rigór de justizia
se pesase nuestra maldad. Habemos de tcn^r
poF cosa abominable, i fea, el pecado que co-
metimos, doliéndonos con verdadero dolór, de
habór caído en tan grande yerro : no solo por e!
Fo!. 5a. infierno, que merezemos, sino, prinzipalmcnte, f
porhabér ofendido a la infinita bondad, a lajus-'
tizia, i a la misericordia de nuestro Dios: siendo
tan malos, i tán desagradezídos, que quesimos
mas contentár al Demonio, nuestro enemigo, i
ganár el infierno, por contentarlo, jquc servir a
quién nos crió, i dió por nosotros, su unijénito
Hijo, i nos ha repartido tan grandes bienes. 1
que siendo cuales fuimos, en ofenderlo, nonos
quitó luego la vida, i nos condenó a penas éter*
ñas: antes nos dilató el tiempo, esperándonos a
penitenzia : "avisándonos con su palabra: i lla-
mándonos con mil ocasiones. ' ■ ■ ■■ -'. '•'
"A CRISTIANO. 9» 351
:. Cuando este conoszimiento , i esle dolor, os
verdadero, luego pone grande confusión en el
pccadór, i lo afrenta consigo mismo, i despierta
firme propósito, de no volvér mas a tan grande
peligro, ni ofendér al Señor, i al Padre a quien
tanto debe: luego procura de dcsechár los viejos
caminos, do cortár todas las raizes, de donde
salió tan mal fructo : luego enziende grande de-
seo de tornár.a la primera amistúd, i a la paz, i
.reposo de la conszienzia.
Este dolor, i este sentimiento, aunque por
parte del pecado sea mui grande, no ha de deses-
perár, ni ha de cntristezér al pecador, en tanta
manera, que piense, que no hai salida. Luego ha
do recurrir, i traer a su memoria, cómo el Re- •
-demplórd'el mundo, que está a la diestra del
¡Padre, todavía tiene voluntád de darle remedio,
todavía le busca para este fin. Debe de conside-
.rár, que el Sacrifizio, que por nosotros se ofre-
zió en la cruz; siempre tiene su valór , i su yida,
•i su virtud, para recobrarnos : no es tan corto su
¡poder, ,/ ni tan de tasada estima , qun perdiese FüI. go.
su virtud, por ningunos pecados, que haya en
el mundo : ni que basten nuestras maldades a
.ponerle tasa, si nosotros mismos, no queremos
-perseverár en ellos.
Esta tal considerazión , i lafó, que azerca
d'esto, la Divina Escriptura, i nuestra madre la
Iglesia, TIOS tienen enseñada; ha de despertar en
el pecador confianza muí grande, que habrán
misericordia d'el, i le perdonarán sus pecados.
Nú ha de estribár esta conlianza, en las cosas
que él haze, .ni puede hazér; sino en la grande
342 ÍP. CATüziSMO y»
riqueza ilc la sangre de Jesu Chrülo , Rcdemptór,
i Señór nuestro, i en el contentamiento, que el
Padre Eterno rezibía para siempre , con ella,
cuando se ofrezió en la cruz, por redempzióu de
los pecadores.
Lo que, de su parle, el pecadór ha de Uevár,
es, el conoszimiento, que habernos dicho i el
dolór de habér ofendido a la suma Bondad : la
enmienda para lo de adelante. Porque, sin esto,
no podría hallar lugár en 61, la misericordia Di-
vina: ni él ternia camino por donde pedirla.
Junto con esto, ha de ser toda su confianza en
aquél sacrifizio, que él estonzes ofreze, mediante
lafé.que lleva. Conoszicndo juntamente, que
* esta lumbre, con que ha visto su "perdizión; este
entendér su maldád; este dolerse de sus peca- ■.
dos; este bueno, i determinado propósito, para
to demás de la vida; todo esto, le fué enviado, \
por la misma mano de Aquél, a quien demanda
perdón.
Todo esto, que habernos dicho, azerca de ja
penitenzia del pecadór, ha de ser tan zierto, i
tán poderoso, que le ponga grande cobdizia de
Foi. 61. tornár ala unidád de la Iglesia, f i de oír allí
la voz de cómo es perdonado, i tornado al nú-
mero de los verdaderos hijos , i a, la partizipa-
zión , i prendas, do los Sacramentos.
Para esto, no es menestér, que parezca de-
, lante de toda la muchedumbre de los Celes: la
Iglesia tiene puestos sus ministros, para que en
lugár d'ella, oigan á los pecadores: les miren
las enfermedades: les apliquen la medizina: les
declaren, si llevan mal camino, o si lo llevan
íR. cnisTiAiNO. ?• 3'i3
bueno: les den zcrtinidád de' lo uno, o zerlini-
dád de lo otro.
Con esto, no se ha de descuidar el penitente,
on tanta manera, que deje de buscar antes buén
•Ministro, ¡ buen módico para su Anima que
malo, i do poco cuidado, i sin intelijcnzia del
ofizio quo tiene: cuanto soil mayores l.is llagas,
tanto se debe buscár mas experto medico, .
Delante, pues, del Ministro, se presente el
pccadór; i sin trapaza, ni engaño, manifieste su
conszienzia, con ánimo, i deseo simple, que sus
llagas sean entendidas, i remediadas.. Cuando,
con confesión verdadera, hubiere manifestado
su enfermcdád, i el conoszimiento, í el dolór, i
propósito, que tenemos dicho; el buén Ministro
le declarará, cómo la misericordia de Dios lo
admite en su guarda, i le perdona todo lo pasa-
do, i le torna a confiár grandes bienes, como a
hijo mui amado, protestando, de darlos cada
día mayores,' si 61 no volviero atrás. Esto lo
,es mandado al buén Ministro , que haga en tal
caso : como también le es mandado , que lo scn-
•tenzie por perdido, i por condenado, si no lle-
vare lo que habemos dicho.
Este •/■ juizio, que entre el Ministro, i el pc-
,1 «A este propósito dize
•Ávila: Escojéd, uno cnlrc
"mil : i yo digo , entre dlíz
'mil: porque se hallan mu-
"clios menos , que pensamos,
•que sean capazos de este ■
• nflzio." — Esto 80 leo en la
Vida Devota, que tradujo
(¿ucvcdo. I lo mismo, enla i
que mas escrupulosamente,
tradujo Cabillas Don-Yogüe.
I , digo yo , que si cada cató-
lico-romano ¡que son , los que
usan la confesión auricuLIr)
ha de escojtr uno, cnlrc dii'2
mil, para confesarse : í tiene
mucho pcUpro, si escojo mal,
BCgun tradujo CubiUns ; en-
tonzcs, li) mcjór para él, se-
rá , confesarse a Dios soto,
pero de veras : arrepentirse;
e ir, i no pecár mas. ■
344 3P. CATEZISMO J<
nitcntc pasa; no lo ha do tenér ol hombre en
tan poco, que le parezca, que lo ha, con el sa-
zerJoto solo. Sepa, que no vaabsuelto por au-
toridád privada, i por solamente aquél , quó le
absolvió; sino, que lo es comunicado esto be-
ncfizio, por autoridád del Hijo de Dios, en cuyo
lugár está su Ministro. Cuenta habernos de ha-
zór, que parezcmos, delante de toda la Iglesia,
i que con autoridád de toda ella, cuan grande
es, nos es declarado nuestro perdón. No quiere
ella, que nuestros pecados sean manifiestos,
sino a uno solo: mas, para el absolvér, i para
el perdonar, quiere que sea tan grande, i tan es-
timada la autoridád del Ministro, como, si de
toda ella, fuese. :
Ansí como el malo, que no llevó el conos-
zimiento, ni las cosas de quehabemos tractado;
debe de salir mui triste , i con tenerse por apar-
tado de los bienes del zielo, porque hizo engaño
al Ministro, no diziendo la verdad, o , si la dijo,
ha oído sentenzia, cual sus obras merezen ; ansí,
el otro que usó de la scnzillcz, que tenemos de-
clarada, i llevó en su corazón lo que ya está pla-
ticado; debe de salir dt allí con grandísima ale-
gría: con mucha estima del bién que lleva: i
con mui cnzendida codizia, de nunca perderlo.
1 Del sánelo sacramento del Altár.
Para los hijos perdonados, i vueltos en amis-
tad, tiene la Iglesia otro Sacramento, que es, el
cuerpo, i la sangre de nuestro Redcmptór Jcsu
Christo.
' Ift CRJSTUNO. J5 345
' '•• Quiso Él dejár esta prenda en el mundo, para
mayór zertinidád del amór, que nos tiene, i
mayor obligazión f de lo que Le debemos. Fué Fol.
su misericordia servida, que quedase acá, coa
nosotros; para que entendiésemos cuanto ama '
nuestra compaaia : para que nos fuese un con-
tinuo esfuerzo, i sustentazión contra el pecado.
Dejólo, debajo de espezie de pan, i de vino; pa-
ra que entendamos, que ansí como el pan, i vino
materiál, sustentan la vida corporál del hombre,
i le dan ordinario esfuerzo; ansí el cuerpo, i la
. sangi-e del Redemptór, sustentan a la vida espiri-
tuál, i le comunican mui grandes fuerzas. Como
en la mesa donde se hallan padres , i hijos , o
compañeros, es el pan i vino, común a todos, i
señál de grande amistád , entre los que están
allí; ansí el Sacramento del altár, es para los de
una misma compañía. Protestamos, i damos a
entender, cuando, lo rezibimos , que todos los
que tenemos parte en este santo convite, somos,
entre nosotros , hermanos : nos amamos como
tales: somos hijos de un mismo Padre: i vivimos
cu una obcdienzia. I, por esto, tiene nombre de
comunión: porque todos comunicamos en las
cosas , i en la manera, que se ha declarado.
De aquí se conosze, que no son dignos d'estc
manjár, los que no aman verdaderamente a sus
prójimos: ni los que por tcnór pecado en su co-
razón, so han despedido de ser hijos de Dios, i
de ser miembros de la santa Iglesia. Traizión es
1 Como esto me parczo un sabér, i picdád como fué el
desaliño, siunto verlo aquí Dr. Constantino,
escrito por un hombre de ,
316
■Jft CATEZISMO ^
la que haxen, cnjuntarsfi con los otros, con fal-
sa, i atrevida disimulazion : i, no solo no ganan
• ■ los bienes, que allí se reparten; mas añaden
nuevo pecado, i nueva condcnazión.
Foi. 64. Lo prinzipál ' de la Comunión, es, f ofrezer-
le, i rezibirle spiritualmente por la fé, ¡ por la
limpieza do corazón, de que habernos tratado:
mas, no, por esto, salimos de obligazión de to-
marlo en el santo altár, porque es vm bien so-
bre otro. I ansí la Iglesia nos tiene mandado, que
por lo menos, una vez en el año lo rezibamos.
Mas con todo esto, es mui buén consejo, conti-
nuarlo mas vezes, para creszimiento de mayo-
res bienes, i para mas ordinaria memoria, de lo
^ que debemos. Ea tres cosas se ha de tenér gran-
de atenzión, azerca del uso d'este Sacramento,
por ser él de tan grande dignidad, i de tan
grande importanzia. La primera es, la limpieza
con que a él ha de llegar el cristiano, conside-
rando, que se asienta a una misma mesa cou el
Redemptór del mundo : reduziendo a su memo-
ria, que es sacramento de paz, i de concordia
entre todos los fieles: para que, ansí, la tenga
él coa todos, perdonando las injurias, siguiendo
en todas sus obras verdadera , i sancta caridad,
para con sus prójimos. La segunda cosa, es, que
no ha de llevár en su corazón malizia determi-
nada de pecado: porque, para los hijos es este
manjár, i no para los enemigos. Donde hai cons-
zienzia dañada, mas mal haze, que* provecho.
1 Por ;o qao =c si^ic , se
conoze , qae falUn aquí , ¡as
vozes : « del Sacramenlo : • o
por elipsis, o por omisión.
2 La copia dizc ie, por,
'pie.
•A CBISTIANO. ?! 347
Donde el corazón está determinado de tener
obedienzia a los Mandamientos divinos, i ene-
mistad con las malas obras; allí pone él verda-
dera salud, dando creszimiento en lo bueno:
desterrando, ¡ quitando fuerzas, -a. las tentazio-
nes esprirituales, para que , cada día , sean me-
nores, dándonos remedio contra nuestras fla-
quezas: porque, para los que esto padezen, es
mas propria f esta medizina : no hai porque se Foi. 65.
aparten d'ella: que medizina es de misericordia,
cuyo ofizio es, quitar los desmayos, que quedan
a los que sanaron. Lo tcrzero, que ha de tenér,
es, entendér el verdadero uso d'este sacramento:
considerár los verdaderos frutos, que son los
que habemos dicho, para que no se engañe, i lo
engañen; i por cosas de verdadera salud, hallo
fructos de falsa aparenzia,
1 Del oír la Misa, i Sermón, i de las otras cosas,
que los Crislianos tienen en uso, i deben seguir.
Entre las cosas en que el Cristiano debe ser
ejerzitado, prinzipalmenté en los días de fiesta, ■
es: oir Sermón, i oir Misa. Azerca d'esto, no nos
habertlos de contentár, con cumplir, solamente
en lo exteriór, i dezlr, que nos hallamos allí: por
que si no se haze mas d'esto, aunque sea ansí ver-
dád, que aquella obedienzia .nos excuse para el
castigo; mui poco fructo es el que se saca; i, a
las vezes, se saca daño, por las i-uines cosas,
que se entremeten entre los que no buscan vei'-
dadero provecho. Debemos mirar, que estas dos
cosas , de que la Iglesia siempre hizo tan grande
348 */. catezisjio ^
caso; no serán táii livianas, como algunos las
juzgan, ni de poco fundamento, ni enderezadas,
para tan flaco provecho, como muchos sacan.
El Sermón es una continua lezión de lo que
debemos hazér, con reduzir nos a la memoria,
la obligazión que tenemos a. nuestro Señor: i
declara nos cl daño do nuestro pecado : es un
avisarnos, para lo malo, i esforzarnos, paralo
Ppi.ce. bueno. Do lo cual todo, tenemos mucha- /" ne-
zcsidád, porque es mui grande nuestra flaqueza,
i nuestro olvido mui ordinario: i el Demonio, i
el Mundo, i la Carne, siempre traen guerra con
nosotros, para zegarnos, i hazér que nos apárte-
nlos del verdadero camino.
Remedio tan grande como es, cl de la palabra
Divina, cosa tan encomendada, de la boca de
nuestro Redemptór, i por todos sus diszipulos;
debe de ser codiziada con grande voluntád, bus-
cada con dilijénzia, i oida con mucha atenzióñ.
Debe de acudir el Cristiano al Sermón que mas ^
le descubre sus enfermedades, que mejores, i
mas ziertas medizinas le pone, que mas lo apar-
ta de lo malo , i mas lo esfuerza para lo bueno,
que mayór espanto le pone para lo uno, i mayo-
res álas, para lo otro. Esto tomará por regla, pa-
ra conoszér la doctrina, i entrar en cuenta, con
sigo mismo, del provecho que rezibe. Cuanto
mas frío se sintiere, tanto debe de poner mas
dilijénzia en oír la verdád, humillánd,ose, i co-
nosziendo, que por sus grandes maldades, i por
la dureza de su corazón , no haze impresión en
cl, la palabra do Dios, ni cl Espíritu del zielo,
halla entrada en su ánima. Procurando la en-
°A cniSTiANO. S 340
inienda de sus obras, pidiendo a nuestro Scñór,
que destierro la pcrtinazia de su voluntúd, i le
dé lumbre, para quo conozca verdaderamente
los muchos bienes de que le es encargo, i los
males en que está envuelto.
Recorrerá su memoria, i mirará atentamen-
te las llagas de su Conszicnzia: i aquella palabra,
o parte dol Sermón, que mas a su propósito
hazc, i mas remedio lo pone; rocojerála con fo1.67,
mucha atcnzión: guardarla ha, como cosamui^
preziada : traerla ha muchas vczes a su pensa-
miento, usando d'ella para su salud.
Cuando viere, que habiendo muchas vezes
oido el remedio de su pecado, no, por eso, tu-
viere mas enemistad para con él , ni hubiere
puesto mayór dilijenzia para echarlo de si ; en-
tenderá, que la ira de Dios es mui grande contra
el tal hombre, i mui grande su obstinazión para
resistir, i zerrár la puerta a los favores del zielo.
Debe este tal pecadór, conzcbír grande temór
d'esto, i con mui grande dilijenzia buscár la en-
mienda, antes que venga el juizio de Dios, i to-
mándolo tan mal proveído, ejecute, contra él,
la áentenzia, que merezen sus obras.
Estas son las reglas, que ha de seguir cada
uno, para oír la santa doctrina de los Sermones:
este es el provecho , que ha de buscár, i la ma-
nera de conoszerlos. Do lo cuál podemos fázil-
mcnte entendér , con cuánta atcnzión habcmos
de cstár, cuánto habemos de huir do vanas con-
sejas, pcrjudizíales i no pcrjudiziales, tapando
los oídos a todo, esperando, con grande deseo;
la palabra del Redcmptór del mundo, ih.iziendo
350 «. CATEZISMO 9S "
cuenta, que Él mismo , es el que nos la enseña,
porque ansí lo dejó dicho, que el que oyese a su
verdadero ministro, a Él oía que ansí -sería
premiado , si obedeziesc , i castigado si no obe-
dezicse.
No ha de salir de su casa el Cristiano, para
oir el Sermón, con el descuido que sale, para
las cosas oziosas : Con sentimiento ha de ir de su
Foi. 68. nezesidád : con reverenzia f de la doctrina, que
le han de enscüár : con encomendarse, de ver-
dadero corazón, a nuestro Señór, que lo alum-
bre , i le abra camino , para ponerla por obra.
1 De la Misa.
Ansí como el día de la fiesta es diputado pa-
ra ofr la palabra de Dios; también lo es, para
que se oiga el Ofizio Divino, prinzipalmcnte el
de la Misa. Antiguamente, en semejantes días,
comulgaban todos los que se hallaban presentes:
manifestando en ello, la caridád, i concordia,
que entre ellos había: mas, ya que tan buena
costumbre es perdida, debe de procurár el Cris-
tiano, de aprovecharse de la Comunión espiri-
tuál, i de gozar del provecho para que tan santo
ofizio fué instituido.
La misa, en lo prinzipál d'ella, es una repre-
scntazión * de la muerte , i pasión , de nuestro
1 No sé, si aludirá el Doc-
tór a lo que Icemos , en el
Cap. X, 16, de s. Lucas;
donde nuestro Señór, habló
con sus Apóstoles, i verdade-
ros ilinislros suyos, aunque
no clérigos.
2 ¿Ciímo pudo escribir eso
el Doctór! A m(, la misa me
parczc Farsa.
íR cniSTiANo. 9* 351 .
Scfiór Jesu Cristo : conforme a lo que Él nos
dejo mandado : qué hizióscmos memoria de su
muerte, hasta que, Él viniese a juzgarnos. Él, en
su última zena, distribuyó ' su cuerpo, i su san-
gre, a sus sanólos diszípulos: declarando, por eslo
mismo, como entregaba a toda la Iglesia el fruc-
to de su Pasión : dejándonos por prenda d'csto,
lo mismo que * iba a ofrczér. Ilazemos memoria
do todo esto en la zelebrazión de la misa, donde
con represcntazión de su santa Muerte , i d'el
grande amór que nos tuvo; se nos comunica
manjar espirituál , para la vida del ánima : como
ya está declarado.
D'esto que tenemos dicho, hade sacár el
hombre fiél, el entendimiento, de cómo se ha de
hahér, i f de qué cosas ha de buscár, cuando
conviniere a la representazión , i memoria , de
zerimonia tan sancta. Debe de considerár, que
están, allí, el cuerpo, i la sangre del Redemp-
tór, i la memoria de su Pasión : i con mui gran-
de sentimiento, ofrezér este Sacrifizio delante
del Eterno Padre, para grande gloria de su Unico
Hijo, i d'el mismo Padre, que lo envió al mun-
do: pidiendo perdón de sus proprios pecados: es-
fuerzo, i aliento, para siempre, i en todas las
cosas, obedezér, i servir, por virtud d'este ofre-
zimiento que se hizo en la Cruz. Porque aunque
una sola uez murió el Redemptór del mundo, i
> El pan , i el vino , fud lo
que distribuyó : i a todos : i
dijo : que con ambas cosas,
significaba su cuerpo , i su
sangre. (Veaso , luego ; una
tola vei). "Este es mi cuerpo*
(q. d. esto signipca mi cuer-
po) i no es lo mismo que dc-
zlr : esle es, etc. Esio, no es
iguál a Este.
' La copia dize de, corrijo
que.
352 ?R CATEZISMO >5
no tiene mas, la muerte, podér en Él, cada día
podemos rcnovár esto Sacrifizio, ofreziéndolo
con viva fé, i para el mismo fin, que fué pri-
mero ofrczido, que es para perdón de pecados, i
para alcanzar el espíritu del ziclo, que nos
alumbre, i nos favorezca. I aunque, no siempre
comulguemos allegándonos al allAr, habemos de
tenór por zierto, que esta es verdadera comu-
nión espirituál, i no habemos de quedár sin ella,
porque este es el prinzipAl fin, para que la misa
se dizc Uno de los prinzipales efectos en que
se conoszerá esta comunión espirituál , será la
caridád para con nuestros prójimos, ayuntándo-
nos con ellos con vínculo de grande amór: con
perdonarlos, sien algo nos han ofendido: con
usár con ellos de aquellas obras, i de aquella in-
tenzión, que el Redemptór del mundo nos dejó
mandado.
Dicho habemos el prinzipál fin, por donde
conviene el Cristiano a este Sancto Oñzio, al
cuál debemos f do acompañár, con Orazión por
toda la Iglesia: con pedir verdaderos Ministros,
que nos alumbren , i enseñen el verdadero Ca-
mino, por donde nuestro Sefiór quiere ser ver-
daderamente servido: i suplicár, por la multi-
plicazión de los üeles, i por la paz, i salud do
todos, llanso de oír atentamente la Epístola, i el
Evanjelio *, tomando de allí, mcdizina, i es-
fuerzo, para lo que debemos hazér.
1 No so diría un.i sola mi-
sa, me parezc , el día en que
se prohibiese absolutamente,
rczibír dinero por dezlrlas.
Como Rcprescntazión la pa-
gan los espectadores.
' Que dizen en lengua ex-
traña. - ■
»."cnisTiANO. S 353
Cosa de tan grande seso , i de tan grande im-
portánzi.i, no so ha de oír con liviana atenzión,
ni con descuidos, ni derramamientos, a cosas de
vanidád: porque estamos en templo santo, de-
dicado no para cjerzizios do burla, sino, para la
memoria de los grandes Benefizios, que nos han
sido comunicados, i cada dia se nos comunican,
por la bondád, i misericordia Divina.
El efecto, que d'estas cosas, i de todas las
otras zerimonias, que la santa Iglesia usa, debe
de sacár el Cristiano, es, el que ya muchas vezes
tenemos señalado: estudio, i dilijenzia mui gran-
de, para la limpieza de corazón, i limpieza de
Obras : porque todo sirve de aviso , i de enseña-
miento, para este fin. La obedienzia exteriór,
muestra es de la ¡nteriór: i disziplina, i conzier-
to , que a esto nos encamina.
Debemos de ser obedientes, en lo de fuera,
prinzipalmente a la Iglesia, por quien somos en-
señados, i rejidos: porque ansí lo manda nues-
tro Señór: que con todo lo que somos, lo que
pareze, i lo que noparezo, demos testimonio,
que somos suyos. Juntamente con esto habernos
de tener sabido, que si de dentro no tenemos
verdadera justizia, i lo que f en este Catezismo foI. 7i.
se nos enseña; todo lo exteriór * por mui apa-
rente que sea, no nos puede remediar, para que
no seamos Condenados. Mas débese do seguir,
por el ejemplo , que so debo de dar a nuestros
prójimos: i porquo, sobre la nuldád, que tene-
• Aquí, rae pareze, viene a zión, o aglomerazión de zere-
dcmostrár el Doctór, que la raónias, sinmasvalór, que
Mita, es nna Bepietcota- para la cozina de los clérig-os.
n
354 'A CATEZISMO S
mos, no añadamos otro pecado de desvergüenza,
iíle racnosprozio. Del buen color, que de fuera
mostramos , i que viéremos en los otros; habe-
rnos de tomár amonestazión, de la obligazión'
que tenemos, para lo de dentro, i afrentarnos
con nosotros mismos, de cómo no la cumpli-
mos. Esto es el fin que de todas buenas muestras
de fuera, tiene, i debe tenér el Cristiano: i no
para que haya de ponér confianza en ello, pen-
sando, que podrá suplir la falta de todo lo de-
más, qne tenemos platicado.
No puede dejar el buén árbol de produzir bue-
na fruta, i también hermosas flores. Ansí, el
que en su corazón es justo, no lleva camino,
sino que mostrará grande obedienzia, i provo-
cará con buén ejemplo; i en todas sus co-
sas tcmá color de hombre, que teme á Dios, i
que tiene respeto á sus mayores, i a todos sus
prójimos.
El malo , ya que carezca de la verdadera bon-
dad , no debe de ser tan atrevido , que en lo de
fuera, pueda ser juzgado por lo que es. Siga lo
que en esto tenemos dicho, i para el fin que
tenemos dicho, i no para engañar al mundo: pre-
tendiendo intereses injustos con su hipocresia.
D'esta doctrina, juntamente con la que se di-
jo, de la guarda de los Mandamientos, i Artícu-
los de la fé, i del uso de la Orazión; se colije
- Foi. 72. cuál ha de ser la vida, ^ i trato del hombre,
que quiere ser premiado de la mano de Dios,
para con todos los otros hombres. Colijese cuá-
les han de ser sus pláticas, i sus conversazio-
ncí, su hábito, i todo ci conzierto de todas sus
'A CRISTIANO. 5
353
cosas. Todo esto ha de Ir sin muestra de sober-
bia, ni vanidad, ni de invidia, ni de menospré-
zio de sus hermanos : todo con ejemplo de cor-
dura, i de honestidád, i de temór de Dios, i de
vida de cristianos.
Los de mas edád, han de dar a los otros ejem-
plo, criando á sus hijos con estas costumbres:
amonestando, i enseñando a todos con buén pa-
rezér, i con reprehensión, i con mansedumbre.
Los de menos edád , han de conoszér la obli-
gazión , (jue deben de tenér para seguir a los
otros, i que no los excusa la mozedád, del gran-
de cargo, que tienen "al buén ejemplo, i a ser
cristianos. De esta manera, i para este fin/tie-
nen de tratár las madres, a las hijas : procuran-
do lo primero, que entiendan el fin para que
son naszidas , i lo que prometieron en el Daptis-
mo : i la verdadera guarda, i cumplimiento
d'ello. Lo segundo, que no den ocasión, a que
los prójimos tengan que juzgar, siquiera porque
en sus juizios no pequen: antes, conviden en
todo, a que alaben a Dios, por ver, como res-
^landeze en tales edades, la obedienzia de sus
?. 'andamientos.
Enseñado d'esta manera el cristiano, prosi-
guiendo por este camino, terna vida quieta, i
segura. Porque aunque el mundo le ponga tro-
pezaderos, i le haga guerra con muchos trabajos;
la confianza que hubiere puesto en f nuestro fo1,73.
Señor, el conoszimiento de su misericordia le
dará páz en su corazón : i con alegre', i con es-
forzado ánimo, pasará por todo lo d'esta breve
vida , esperando el cumplimiento de lo que le
356 íff. CATHZISMO S
está prometido: el cuál no puede faltár, pues
no falta él, en el obedezór.
La mas frecuente considerazión , que el cris-
tiano debe hazér, i de donde sacará mui grandes
provechos, es, la continua memoria de labora
de la muerte: no para entristezcrse, ni para des-
mayarse, ni para descuido, ni aborrezimiento,
de lo que tiene a cargo , como muchos hazen:
por lo cuál tienen por mal agüero , el nombre
de la muerte, i nunca quieren pensár en ella:
de donde resulta que nunca traten sus cosas,
como hombres que han de morir.
Muí distinto es el camino, que enseña nues-
tra doctrina: porque en la Considerazión de la
» muerte halla, el Cristiano, plazér, conosziendo
en esto, cuan breves son los trabajos: r que por
cosa de tan poca dura, no es razón que perda-
mos nuestra pazienzia, ni nos apartemos punto,
de lo que nos tienen mandado: Considerando
también, como se azerca el estado en que goza-
remos de Dios, i nunca mas Le desserviremos;
sácase también temór, para que no nos tome la
muerte en ruin estado, descuidados de la cuen-
ta, i en peligro de perdernos. Despiértase freno
contra la avarizia, contra la soberbia, i contra
la ambizión: enjéndrase fastidio de los malos, i
prohibidos plazeres, i de las cosas con que esto
inundo nos quiere detener, i engañár; cuando
Foi.74. tenemos considerazión, que hade f venir la
muerto, i que ha de venir mui presto.
Dado que la carne tema, por su naturál fla-
queza, i rehuse aquesta memoria, i deseche de
si tales pensamientos; habérnosla de habituar, a
•A CRISTIANO. ?• 3rt7
que mientras pcór le parezca, mas atentamente
lo piense, i lo trate, hasta que haga costumbre
a que no ponga tanta violenzia para no pensár
en ello. El espíritu es, el que se ha esforzar con
lasconsidcraziones ya dichas, i ponór freno a la
carne , para que no se desmande con el olvido:
i oiga siempre esta dotrina, i lo sea como un
azote [con] que la andan castigando, encami-
nándola siempre al bien, i apartándola del mal.
Esta considerazión , i memoria, de ser la
muerto cosa tan zierta, i el tiempo do su venida
ser tan inzierto; debe de ser grande causa, para
que el Cristiano tenga de tal manera proveídas
sus cosas, ansí las d'este mundo, como las del
otro, que en la hora, que Dios le llamare, no
tenga otro ncguziü en que se embarazo, sino
solamente en dar grazias a quiert le llama, i lo
ha llegado a aquél punto: i encomendarle su áni-
ma, para que según Él tiene prometido, le llevo
en su compañía.
Grande yerro es, esperár a tal punto, para
perdonár el hombre a sus enemigos , i para co-
noszér la grandeza de sus pecados, i hazér la pe-
nitenzia, que es obligado. Ese engaño, suele ir
acompañado con otro, en los hombres que tie-
nen poco cuidado de cosa tan grande: porque
no solo aguardan * las cosas do su ánima, para
cuando ya no tengan hora de vida; mas aguar-
dan también todos los negózios de su hazienda,
^ de sus cuentas, i de sus restituziones. Lo FoI. 75.
\ aguardan , aquí, i luego;
o licnc la azepzión do guar-
dan, o debe 8cg:uír8elc la par-
tícula en: aguardan en hi
cosas : o, guardan las cosos
de tu ániwa, etc.
358 "A CATliZISMO ?•
cuál suele dar grande desasosiego en tal punto:
i despertár guerra, en el tiempo, que mas paz
había do haber: i mas escuridAd, cuando mas
luz: i mas desasosiego, cuando mas reposo.
Dado caso, -íjue supiésemos, cómo i cuando
nos habla de venir la muerte , i el espázio que
nos habia de dar, lo cuál es imposible , que en
esta vida se sepa, según la común orden que
Dios tiene puesta; sería mui grande locura,
aguardár a juntár las cosas de los testamentos,
¡ las revueltas, i declaraziones de las bazien-
das, con los negózios del ánima, i de lo que se
debe a Dios: cuanto mas, estando tan inziertos
del tiempo , i de la manera en que habemos de
morir.
Si el cristiano siguiere verdaderamente lo que
enseña esta doctrina, azerca de la vida, i de la
muerte; podrá tener vida pazifica, i mas rica,
que ninguna de las do los Prínzipes de la tierra.
Esperará la muerte, con poco temór : rezibirla
ha, cuando venga, como cosa de grande
merzéd, de la mano de nuestro Señor: I
alcanzará la posesión de los bienes, que
solamente puede dár. El que por su
grande misericordia, nos los tiene
prometidos,
í Fin del Caíezismo Cristiano.
Ordenado por el Doctor
Constantino.
CONFESIÓN f
DE UN PECADÓn,
DELANTE DE JESUCRISTO
REDEMPTÓR, 1 JUEZ .
DE LOS HOMBRES. \
La cuál servirá para exhortár, a cualquier otro
pecador, a verdadera penitenzia, i darle
doctrina de muchas consideraziones, azei-ca
del couoszimiento de si mismo, i de lo
que debe a Dios, i de como ha de
invocár la ' misericordia Divina
siguiendo, en todo, por luz, i por '
regla, lo que para cada cosa
d'estas, la Sancta Scriptura
nos tiene ensciiado.
360 'A CONFESIÓN %
Delante del Juizio de Vuestra misericordia pa-
rezco, unijcnito Hijo de Dios, dado por mano del
Eterno Padre, para ser prózio, i redcmpzión:
para ser Sacriüzio, i Juez de los hombres.
Vengo, Señor, para que me oigáis, no de mi
justizia, sino de mis pecados: no de mis dere-
chos, sino de mis culpas, i de las grandes ofen- J
sas, que yo he cometido, no solo céntralos
hombres, mas contra la majcstád, i bondad, e
misericordia de vuestro Padre.
Traen me, por una parte, como forzado, las
penas, i tormentos del Infierno, que mis mal-
dades anunzian dentro de mi corazón. Por otra,
rae llama vuestra Misericordia; i conoszér, aun-
^ que mui tarde, quién habéis sido. Vos, para mi,
Foi. 77. i quien he sido yo, para Vos.
Acusado vengo por mi conszienzia: condem-
nado por ella misma, constreñido por los tor-
mentos de mi mismo conoszimiento : a dezír, i
a Confesár, delante de los hombres, delante de
los ánjeles, en presenzia de la tierra, en pre-
senzia del zielo, en el audienzia de Vuestra
Majestád, i de la justizia Divina; que justamente
merezco ser condemnado a perpétuo destierro
de los bienes del zielo, i a la perpétua miseria
de la servidumbre, i compañía de Sathanás.
Redcmptór, i.Señór mió: acabado era mi
pleito, si solamente fuera, vuestro Juizio, Juizio
desentenziár, i de condemnár pecadores. ¡Ai de
mi, sime hobieran de juzgár los Anjeles: sime
hobiera de juzgar yo mismo! ¡Desdichada, i mal
aventurada mi suerte , si en confesando yo mis
culpas, i déudas, hubiera de ejecutár mi acre-
'A CONFESIÓN. 361
cdór: si, sabida mi maldad, no semo dioramas
dilazión: si, en no teniendo qué respondón, lue-
go fuera pronunziada por justa, la acusación de
mis adversarios: si, en no teniendo con qué pa-
gir, luego fuera metido en la cárzel, ni arbitrio
de mi enemigo! Quesistes, que esta, fuese jus-
tizia de la tierra , porque no se aventura a per-
der por eila, sino solamente tierra.
Mas, como en la otra. Señor,' se aventura a
perder el zielo, i se aventura a perderos, a Vos;
ordenó vuestra bondad , que supiesen, para tal
caso, nuevas Leyes de justizia, sacadas de la
grandeza de vuestra misericordia, en la cuál,
así fuesen vuestros caminos, distintos de los del
mundo, como el zielo es de la tierra.
Bendito seáis Vos, Señór; i alaben os para
siempre, los que os saben conoszér: que tal foI. 78.
es vuestro Juizio: que vcnistcs a esto mundo, no
para condemnár pecadores , sino para salvár pe-
cadores: que siendo Justo, sois Juéz, i Abogado
del reo, i enemigo de quien le acusa: que su-
fristes tantos trabajos, i fuistes en tantas mane-
ras tentado, para que mayores prendas tuviése-
mos de Vuestra misericordia: que sois Santidad
para el malo: justizia para el culpado : paga, i
satisfazión para el que no tiene : sabiduría para
el engañado , i para responder por el que no
sabe.
Esto, quede Vos sé, Redemptór mió, me trae
a Vos. Este conoszeros por tal: esto, ha podiilo
mas comigo; que el conozér, quien yo soi, para
no osar parezér delante de Vos.
¿Por dónde comenzaré, Señór, a dar cuenta.
362 íP. co.Ni-Ksiü.N. ?♦
tic mis maulados: quó camino scguiró , para que
se puedan mcjór entender los desastres de mi
vida?
Bién veo, Rodcmptór mió, que todo lo sabéis
Vos: mas qucrriame yo conoszér, por mejór co-
noszeros a Vos. Bién entiendo, que no se puede ,
hazcr summa, de la muchedumbre de mis peca-
dos, porque se han multiplicado, sobre los ca-
bellos de mi cabeza, i sobre las arenas, que es-
tán en el mar. Mas a lo menos, querría espa-
ziarme algún tanto, por alguna parte do mis
miserias, para que así como en otro tiempo, me
recreé con mis culpas, asi en este de agora, llo-
ren mis ojos, i mi corazón, viendo el estrago
, que yo mismo he hecho , en los bienes , que Vos
me distes.
Dadme, Señór, ojos con que me vea: i fuerzas,
con que pueda sufrir a considerarme. Porque
tantas, i tales son mis maldades, que yo mismo
rol. 79. me avergüenzo de conoszerlas por mías ; i
acometo a remediarme con otra maldad, des-
mintiendo, i negando a mí mismo, como si pu-
diese hallárotro yo, que no fuese tan culpado.
Con todo esto veo, Señor, que es tanta vuestra
misericordia, que zerrando yo los ojos a la pre-
scnzia de mis pecados; tenéis los vuestros, abier-
tos , i atentos , a todos ellos.
Bién parcsze, Redemptór del mundo, que mi-
ráis llagas, para sanarlas: pués, siendo ellas tan
feas, no os ponen fastidio, i sufrís a poner en
ellas, la limpieza de vuestras manos. Guiadmc,
Señór mió, i tracdmc con Vos, porque, a solas,
no sabré conúszerme, Vuestra Compañía me
'A CONFESIÓN. ?» 363
porná esfuerzo, para que jjücda sufrir a mirar-
me. Tencdmc, porque no huya yo de mi mismo.
Sustentadme, porque no desespere. Mandád al
Demonio, que calle, hasta_ que, Vos, respondáis,
por mí.
Tiempo fué, Señór, cuando yo no era : distes- .
me ser, i formdstcsme, en el vientre de mi ma-
dre. Allí me pusistcs imajon, i representazión
vuestra, i capazidád para vuestros bienes. Nin-
guna cosa hubo tan menuda, ni tan imperfecta
en mi ser, que no fuese encaminada por Vues-
tro sabér, i por Vuestra industria, hasta que lle-
gase a su perfeczión.- Con grande marabilla, i
con favór de Vuestra mano , salí al mundo , en
que fui reszebido , i recreado , con el regalo de
vuestra Providenzia.
Halléme desnudo, i vestístesme: sin fuerzas,
i sustentástesme : i en todo, distes a entcndér,
que en sola la confianza de Vuestra misericordia
nazia, i que ésta, nunca me había de faltár.
. Antes que pudiese sentir mi perdizión, estaba
perdido : i d'el vientre de mi madre f saqué el Foi. so.
pecado: que era la suerte, que me cabía, por
ser de linaje de Adám. Esta es la riqueza, que
heredé de mis padres: desnudéz, i pecado. En
todo, me rezibió Vuestra misericordia en sus
manos: socorristesme, Señór, en mi pobreza; i
librástesme de mis males. Hezislesmo rico, i
hermoso: desterrastes mi fcaldád, de mi ánima:
limpiástes me con el água, que, Vos, teníades
clarificada, por la limpieza de Vuestra sangre.
Depositistes en mi los bienes, que yo mas
había menester, que mas me hazian vuestro,
3()4 'A cu.\Ki:siiiN. S
que mas me libraban de mi Enemigo , que mas
miedo le ponían, que mas zierlas prendas eran
de mi bienaventuranza. Si no me pusiera silen-
zio Vuestro saber , i la confianza, que en Vos,
Señór, tengo, viéndome como me veo; no de-
jara yo también de dezír: «¡Oh, si me hubieran
llevado, desdo allí, a la scpoltura !: » ' Porque
se pudiera dezir, que el ser, era para mis bienes:
i para mis males, i mis pecados, fuera, como
quien no tuvo ser!
Mas no quiero ser juéz de vuestra gloria, pues
que tan poco la he procurado: ni de vuestra Vo-
luntád, pues es la misma juslizia. Ser\istes os,
Señór, de mi; i fui vuestro, el tiempo que no
tuve habilidad, para dejarlo de ser. Estuvieron
^ vuestros bienes enteros en mi, entretanto, que
yo no tuve la llave d'ellos. No duró mas mi inno-
zenzia, de cuanto no tuve ojos pam la malizia.
Cuando dormí, puedo dezír, que fui vuestro:
cuando desperté, para conoszeros, no quise,
Señór, miraros. Cuando mas os habia de seguir,
me di mas priesa para huir de Vos. Afizionéme a
Foi.81. mi perdizión: a ^ rienda suelta corri con ella:
entreguéle vuestros bienes, para que los trac-
tase i los disipase, como quien ella era; i
como quien yo era. Con todos vuestros enemi-
gos me junté, como si dependieran todos mis
bienes, de seros mas vezes traidór. Yo mismo
tapé mis ojos, zerró mis oídos, i mis sentidos,
para no cntendér cómo estaba en vuestra Casa:
cómo era vuestro , el zielo que me alumbraba,
I véase en .Job. on esta voz.
* No está clara , la copia.
°A CONFISIÓN. S 3()L)
la tieiT.i que me sostenía: cómo era ladrón do
todo, dcsconozido, i traidór a vuestra Bondad,
desvergonzado a vuestra misericordia, atrevido
a vuestra justizia. I asi, dormia seguro, como si
entendiera en serviros, i me aprovechara de
todo, para el fm que. Vos, me lo distes.
1 Primer Mandamiento.
Convidándome tantos Bcnefizios Vuestros, a
que os amase de todo mi corazón; a que emplease
mi voluntád en serviros; despertase mis fuerzas
todas, para el cumplimiento de aquellas obras
con que queréis, que se señalen, los que son
hechos a vuestra semejanza; a todo me hize sor-
do. Abrí las puertas, a vuestros enemigos, i
mios; la posada, que era para solo Vos, consen-
tí, que se poblase de injurias, i de desacatos,
contra vuestra Majestad. Donde yo había de res-
zebír, la bienaventuranza de vuestra mano; re-
zebi la malaventura, i la tiniebla de Sathanás.
D'esta manera, Señór, aderezaban, i aparejaban
mis maldades, lugár, para vuestros bienes. D'esta
manera, tuve guardada la imajen, que impri-
mistes en mi. Nopareszia, sino que me iba la
vida, i mil vidas, en que no me conosziéscdcs,
cuando, Señór, me buscásedes. 'Habiéndome, Foi.82.
Vos solo, criado; Vos solo, redimido; Vos solo,
buscádome en mis miserias, para libertarme
d'ellas; dependiendo do sola vuestra bondád, la
eternidád, e infinidad, de tanto bién pava mí;
tantos Dioses di, a mi corazón, cuantos eran ios
intereses de mis maldades.
366
Sf. CONFESIÓN. ^
1 Idolatría Spiriluál.
Si me pregantais, Dios mió, quién soi; no
podré yo respondér, que * soi de los hijos de
Jsraól, del linaje de Abrahám , escojido para ser
vuestro. Mi raíz, Señor, es de la tierra do Ca-
naán : mi padre es Amorreo , i mi madre Hetca.
Soi de los que afearon las obras de vuestras ma-
nos : de los que en grande manera provocaron
vuestra ira : de los que olvidados de vuestros
Beneñzios, se quisieron alzár con ellos; sin amár
vuestra bondad, sin temér vuestra justizia : de
los que adoraron sus deleites, sus soberbias, i
^ desvergüenzas: de los que siguieron Demonios,
i les consagraron sus ánimas, i les pidieron fa-
vór para sus deseos. No sé , otros hombres con
qué compararme, sino aquellos, a quien, Vos,
sentenziastes por tales, i cuyas obras, yo sé que
seguí; pues di a mis apetitos, i malas cobdizias,
i a quien los favoresziesc; la obedicnzia, i la re-
verenzia, que se había de dar, a Vos solo. A los
otros falsos Dioses, finjidos, i reverenziados en
mis pecados, i mis cobdizias; daba yo lo zierto
de mi corazón : a Vos, que solo sois verdadero
Dios, i solo mi Dios; daba lo falso, i lo menti-
roso. A ellos, llamaba, de verdad: a Vos, lla-
maba do burla. En ellos [ ponía J mi zierta es-
peranza : en Vos, la vana esperanza. Llamábaos,
Pol. 83 i huía de Vos. Dezía, que érades f mi Dios, i
mentía. Pedios favór, para mis traiziones, come-
' rff , en la copia, en vez de que.
«. CONFESIÓX. ?f 367
t.ilas contra Vos mismo. Deziaos, que favorezié-
sedes , lo que yo no fiaba de vuestras manos.
De tal manera os llamaba, parálales obras, i
tales fines; que se atrevía la desvergüenza, i
blasfemia de mi corazón, a querér, que fuése-
des, Vos, como yo.
1 Segundo Mandamiento.
Siendo, lo secreto del ánima, tal, no pudo te-
nér mejor sér, el uso de mi palabra. Como os
llamaba Señór, en el corazón, así os llamaba en
la boca. En lo uno , era falso, para con Vos : en
10 otro, para con Vos, i para con los hombres.
Aprovechémc de vuestro Nombre, para pareszór,
que era vuestro, i para mis intereses. La cos-
tumbre me llevó la lengua a Vos, estando mi
corazón tan lejos de Vos. Llamé os, sin verda-
dera fé : pedios socorro , sin verdadera esperan-
za: usé de vuestro Sancto Nombre, como de cosa
vana , i para cosas do vanidád : fueron mis ora-
ziones sin fructo : Invoqué os, i llevóse el aire
mi sacrifizio, porque trataba con Vos, no guar-
dando os fé, ni palabra, i queriendo, que la
guai-dásedes. Vos, comigo. Siendo vuestro Sanc-
to Nombre, el memoriál, que yo había de traér,
para conoszér quien. Vos, érades, con quien yo
me había de despertar, donde quiera que lo
oyese; con que yo habla de despertár, i ense-
ñár a otros, el temór, i reverenzia, que todos os
deben; tractélo como a Nombro do vanidád,
para desacato de vuestra MajesUid, i Grandeza, i
dando ocasión a otros muchos, que liizie?cn lo
3G8 "A CONFEálü.V. JS
mismo que yo : como si no bastaran , a mi cora-
zón, solamente mis maldades.
Foi. 8í. r ^ Terzero Mandamiento.
Señalastcs me días, en que yo me señalase
cómo era Vuestro: que en tales tiempos diese
testimonio, de cómo, todo tiempo, * os servía:
. en que deprendiese vuestros Mandamientos, i
las Leyes de vuestra justizia. En que tractase
con mi corazón, la grandeza de vuestro podér,
de vuestra bondád, ¡ de vuestra misericordia:
el camino por donde me perdí: i el que. Vos,
hallastes, para buscarme, deszendicndo del zie-*
lo, a morir por mi vida, a ser perseguido, i des-
honrradodel mundo, porque quedase yo honr-
rado, delante de vuestro Padre.
Por mil maneras, me declarastes, que no me
hezistes, ni me enrriquezistes , para mi solo:
sinó, para que repartiese, con todos los otros,
de lo mucho, que me habíades dado: que en-
señado yo de Vos, enseñase a otros: llamado,
los llamase : los avisase con mis palabras : los
provocase con mis ejemplos: siguiese, i estima-
se en mucho, la compañía de los que sou vues-
tros, i mo preziase de ser uno d'ellos. Por nin-
guna parte, me dejó vuestra misericordia sin
remedio : i por todas, me dejó sin excusa. Pro-
veístcsTie, de lo que en esta corta, i miserable
vida, es nezesario, para pasarla: para que el
trabajo de lo que ha menestér el cuerpo, no es-
1 "Me parczc, que debería dczir : en lodo tiempo.
CONl-ESIÓK. ?s 3G0
torbaso al ánima en su holganza: para que tu-
viese tiempos, en que, olvidado de todo, sola-
mente me acordase de Vos : para que , de espal
zio, os conosziese , i de espazio. Señor, os llama-
se: para que sintiese la fiesta, í experimentase
;cl reposo de Vuestras Obras, en mí : para llevar
provisión do fé, do amór, de esperanza, i de
caridád, con que me sustentase, i me defen-
diese f en mis peligros, i mis trabajos: para Foi. 85.
que en la cruz d'esta tan cansada vida, me re-
crease, i estuviese en fiesta con Vos. — ¿Qué
diré, Señór, aqui? ¿Quó cuenta daré, d'esto
cargo? Vos sabéis ínis graves culpas, i deudas,
las cuales yo no puedo sabér, según es el peso,
i número d'ellas.
Dedicáronse á mi vanidád, las Fiestas, que
solo habían de ser dedicadas, a vuestro Nombre,
i servizio. Fueron plazeros de mi locura, los
que solamente habían de ser, de llamaros, i de
conoszeros. En lugár de sacár lumbre , saqué
zeguedád: en lugár de llamaros. Os alejé de
mí: habiendo do convidar a otros, les estorbé
yo el camino, con mis palabras, i obras. Huí
de los que eran vuestros, i fué mi fiesta, con
^•uestros enemigos. I como si fuera vuestra Es-
cuela leczión para aborreszeros; ansí sacaba yo
el'fructo. Ponía, como enemigo vuestro, una
cruz en vuestros hombros, fabricada por mis
maldades, en el día, qué Vos me convidábades,
á que tuviese fiesta con Vós. "
^ Cuarto Mandamiento.
Quien a Vos, Señór, desconozía, i menospre-
24
370 íP. CONTESION.
ziaba, que sois tanto mas de estimár, i mayór
que todo; claro será de juzgár, que tanto caso
haria, de lo que pusistes en Vuestro lugár.
Vos, que juntamente con \uestro Padre, for-
mastes tierra, i ziolo para mi : que me distes
ser, i me sacastos a luz: que fuistes mi Padre,
en criarme: mi Sacrifizio, para rediminnc: que
me cnjendrastes, de nuevo, a costa de vuestra
' sangre: que sois lumbre, para guiarme: Aboga-
do para responder por mt: Vos cuyos BcneQzios,
i Misericordias para librarme de perdizión , ni
Foi. 8fi. pueden ser contadas, ni encareszidas: — habéis
sido Vin desconoszido, i tan negado de mi cora-
zón: tan menospreziado de mis palabras; tan
^ , desacatado de mis obras: — ¿Cómo no lo habían
de ser los padres, que solamente fueron minis-
tros para darme el cuerpo, i traerme a esta bre-
ve vida? ¿De qué mayores no huiría, quien tan-
to huyó de Vos? ¿De cuya juridizión no se sal-
dría, quien se quiere salir de la Vuestra? ¿A.
quién no mcnospreziaria, quien, a Vos, menos-
preziaba? ;,Qué temería, quien no temía Vues-
tra Justizia? ¿Qué bienes agradeszeria, quien los
Vuestros no agradeszia? ¿Por dónde se movería,
a tenér reverenzia a otros, quien, con tantos
benefizios, nunca se movió a tenerla a Vos?
Viví, como si yo mismo me hubiera criado:
como si ningún favór, hobiera reszebido de otros,
sin lei, i sin supcriór: soberbio, i desagrades!
zidoatodos: hecho juéz de aquellos, de quien
yo habla de ser juzgado. Teniendo nezcsidád do
quien me favoresziese, de quien me rijiese, i me
gobernase, de quien me pusiese freno, i me cas-
\
°A CONFESIÓN. J5 371
ligase mis grandes solturas; de todo me quise
eximir. ' "
Quise que nadie pusiese impedimento a mis
apetitos: abürrezl loda lei de justizia: en todo
quiso ser tirano. ■ . .
j . . . ■' • r, ir. ■■■
.■i '.M^ .. ^ Quinto Mandamiento. / '-)'>
Como procuré, que mi corazón malvado, i de
su nazimiento traidór, no tuviese á quien temér,
ni por cuyo respecto, tuviese vergüenza; con-
sentí, que se desmandase, en menosprezio, i
aborreszimiento de mis prójimos : no curando do
considerar, que eran obra de vuestras manos,
como' yo lo era: criados para el mismo fin: rc-
demidos por vuestra sangre:' sustentados ^ por FoI. 87.
vuestra misericordia: dotados, i privilejiados,
con grandes merzedes vuestras : de quien Vos;
Señór, érados servido, i el mundo era aprove-
chado. Desechábalos, i teníalos en poco: vengá-
bame de las nonadas, que desplazfan a mis locos
antojos. No trayendo en mi memoria, cuánto.Vos,
les perdonábades i los esperábades, i cuanto per-
donábades, i esperábades a mi mismo. Las inju-
rias, que yo hazla a otros, pareszianme cosa li-
viana: la paja, que se movía a mi descontento,
era cosa intolerable. ¡Tan grande es la tiranía,
que entró en tan triste, i tan miserable corazón!
' ■ ■ :^ Sexto Mandamiento. ■'• í
• Siendo, Vos, la hermosura , en quien yo había
de empleár mi ánima, i pensamientos : habiendo
372 'A CONFESIÓN. S
cn ol mundo tal onlun , t¡ü conzicrlo dü vuestras
criaturas, que dan nuevas tan grandes, . i tan
ziertas, do lo que. Vos, sois; cónsenti derramar
jpis ojos, por la flor de la vanidád: enminú con
grande descuido, sinzerrárlas puertas í\ mi cu-
razón: sin conozér, ni medir, cómo, mi apetito,
hazia cosa raui fca^ lo qu.o,'Yos\ "hczistes her-
moso: cómo hazlan torpe, mis pensamientos, lo
quo. Vos, criasles para ser limpio. Quemélne,
sin quo lo, sintie^?: : esperé, lo quo -había de
huir: bebí , venenos mortales, en vueltos > i di?i'
• anulados, en Talsa miél, i sabiendo quc los,be-:
bia.,:Perd¡me.¡ con Ja soltura : ¡.cuando probé a
remediarme, descuidóme en la medizinfi. Ló quo
\ h^yici do^curár CPn¡ espinas, quería untar con
, ..j blanduras. Andaba; 011; el mismo camino dóndb
me perdí j; i ,ng temía mi perdizión : amenazaba
a mis. enemigos; ¡ emperezaba cuándo mo se-»
Fol.ss. guian. /; En tales, Igcuras eraxfizón, que cayese,
quien por tantas, i tules maneras, se había apar-
tado de Vos. Vos nic.quoriades todo limpio:. yo
quería ser todo feo; i pensaba de ser limpio^ sin
Imír de.la fealddd.! No-paró tíii locura en esto:
quo; por:todo lo; yfidado,i qüiso soltarse, i' lod6
-. lo. quiso tirar)izár.,r,r[ .; ,.,:.) r. ; !.-.:,fí i .; -."p , n-ii'i
,;: . ^ ScpHmo Mandamidnlo . ' j. .• 9 í.t-
Repartistes el mundo a los hombres, i todos los
bienes d'él, ccmO Señor tan justo,"" i tan liberal,
i que ninguna nezesidád teniades de tales rique-
zas:,pi había tasa a vuestra Potcnzia, j SoJbidu-
riíi,,pa>-a,no m.uUiplicarla a. la medida', que Vos
'A CONFESIÓN, fi 373
fluisiéseJcs. No me quise contentár, con la parle
que me cupo : siendo yo tal, que si don mis obras
so hubiera de tenér cuenta; ninguna cosa de
cuantas criastes, había de qucdár cu mis manos.
Si se mirara como usaba, de lo que me distes; era
robadór, i disipadór de todo. Perla medida, í pór
la brevedád d'esta miserable vida, baátábdme la
menór parto: i todo lo demás eran sobras depo-
sitadas en mí, para ajenas nezcsidados. Por la,
cruz, i por el destierro, en que mi pecádo rto
puso, bastábame, i - era regalo mu¡ grande,
el trabajo de mis manos. Por vuestra bondad,
vuestra largueza, i sabiduría; debiera yo do en-
tendér, que me dábades, lo que me convenía, i
que no podía dar buén fruCto, lo adquirido pór
otras manos. Mas yo, jigante en mis pensartiefi-
tos, todo cuanto hai en el mundo quóría, i óorrt-'
prehendla corí olios. Guardaba las manos, de la»
haziendas, i dignidades ajenas; i no paraba
mientes, cómo me dejaba abierta la puerta de
mi soberbia, á la cuál , parézieran poca cósa mil
mundos. Consentí zegár mis ojos: descuídeme, f Foi.89.
en tenérmelos así; para que no viesen , quien
era yo, para que no me sobrase, el mas olvida-
do rincón do la tierra; i a cuantos había re-
partido vuestra mano, i con cuánta justizia,
aquello que poseían. No sabía hazér diferenzia,
de lo que se alcanza con vuestra Voluntad, a lo
que da la malizia del mundo : en todo consen-
tía, que se zcbasen, mis vanidades, i mi Tiogne-
dád. Contentábame con ser justo, para cóll los
hombres; sin mirár, i sin cstimár, cómo Vos,
sabíadcs, que era ladi-ón.
374
CONFESIÓN.
1 Octavo Mandamiento.
No solo me levanté, i me engrandeszi en un
jéncro de bienes, mas para todos los bienes,
i males del mundo, hize espázio en mi locu-
ra. Trataba con medidas falsas, como engaña-
dór, i como mentiroso. Para mí, tomaba mu-
cho: a los otros daba poco. Juntamente men-
tía para mis defectos , i para las bondades de
otros. Habiendo de andár, á cubrü- la afren-
ta de mi prójimo , i a que no la descubriese;
ningún remedio ponía, bailándola descubierta.
Era injusto, i demasiado, para mis sobras : injus-
< to, i demasiado, para las faltas ajenas. Procura-
ba que se añadiese en mí, pensando como hom-
bre vano, que habla yo de creszér, con lo que a
los otros faltaba. Daba mas crédito a mis pró-
prias lisonjas, que a las verdades ajenas.
1 Noveno, i Dezimo Mandámicnto.
Las cosas, que vuestra Justiziapusoen ajenas
manos, i las entregó por próprias de quién las
tenia; ¡ cuántas vezes las miró por suyas, la ma-
la raíz de mi corazón ! ¡ Cuántas vezes con un
malvado descuido, se dejó soñár, que andaba
eiTada vuestra Providenzia pues había echado
Fol. 00. en otra parte, lo f que a mi bién pareszía, sin
hazerme señór de todo! Para todos los males,
me hallé velando: i para todos los bienes, dor-
» NB. NB.
'A CONFESIÓN. Jí 375
mido. Nunca, para estos, tuvo mas de unos fla-
cos prinzipios, i luego me cansé en ellos: por-
que, como venían de vuestra Mano, uunca les
daba buena posada. Para las maldades fui por-
fiado: i cuando no puse las manos, di lugár, ¡
me descuidé, para que tractasen con ellas mis
devaneos. No consistiendo mi buena suerte en
otra cosa, sinó, en que vuestra Bondád, i Sabi-
duría, rae pusiesen Leyes, i Mandamientos, que
fuesen candela para mis pi6s, lumbre para mis
caminos, con lo cuál, yo tuviese seguridád, que
había cosas de que, Vos, érades servido; — escojí
mas, soberbia esenzión de todos: sin querér
considerár, que lo que yo tomaba por libertád,
era ser esclavo, i captivo de la ignoranzia, i de
la miseria en que el Demonio me puso.
1 ÁTliculos de la Fé.
■ Prcziábame mucho delaFé.i de la palabra,
que, Vos, en el mundo predicastes; i no entraba
en cuenta comigo, para ver, cuánto faltaba de
lo que fuera oía, i confesaba con las palabras,
para lo que debiera yo de sentir dentro de mi
corazón.
Afirmaba que Vuestro Eterno Padre, junta-
mente con Vos , i con el Spiritu Sancto, criastes
el zielo, i la tierra: manifestando en esta tan
grande obra, i llamando a los hombres, a que
couosziesen , ser vuestro Podré infinito : vuestra
Misericordia , sin término : vuestra Bondád , i
vuestra Hermosura, sobre todo lo que se pue-
do descár, ni pensár : vuestra Sabiduría, confor-
376 °A CONFESIÓN. S
rae a la medida de vuestro Poder : vuestra Pro-
Foi. 91. videnzia sin descuido, i sin defecto: \'uestro
Amparo , tan seguro, i tan zierto, tan duradero,
i tan firme , como la mi.=;ma tierra , el mismo
zielo, que hezistes para este fin.
Todo esto me pareszía claro : i así había de
ser ello, para convcnzerme, i llevarme á la obe-
dienzia de vuestra Palabra , i á la seguridád de
vuestras Promesas. Mas, ¡loco, i perdido de mi,
que tenía la traizión dentro de mi ánima , i no
la sentía!
Dubdaba si habiades de cumplir comigo; i
andaba a buscár remedio, i seguridád, por mis
mañas, de lo que dubdaba de Vos. Pensaba de
hallar en lugares diversos , i derramados, lo que
no quería buscár en Vos solo. No me preziaba
de rico, i de favoreszido, por lo que tenía depo-
sitado en Vos; i contentábame con lo poco que
pensaba robaros, alzándose con ello mi corazón,
sin conoszór, que era vuestro, i que mucho mas
tenía yo enVos, si os lo quisiese pedir. Vos, á con-
vidarme con vuestra grandeza, a atemorizarme,
con tan grande Podér, si os negase : Yo, a nun-
ca acabár de entender, cuán poderosa era vues-
tra Bondád , para mis regalos, i vuestra ira para .
mis castigos.
¡Quién pudiese, Señór, Uorár siquiera un
poco de lo que sería razón , aquél sueño, aquél
reposo, i seguridád que perdí; por no confiarme
de vuestras manos, por no irme tras vuestra sa-
biduría, por no tractarme como hijo de tan rico,
i de tan poderoso Padre!
I, sobre todo: ¡Haberlo trocado, por tan gran-
°A CONFESIÓN. JS 377
de desasosiego, en mi corazón; dejándolo andár
vagabundo por la miseria d'csta pobre vida: bus-
cando seguridad donde no la había : favór en los
enemigos : zcrtinidád, donde todo es ^ falso: Foi.
vcrdád, donde no hai sinó engaño: libertád,
donde todo es subjezión, i captiverio!
Siendo Criadór, i Sustentadór del mundo, con
vuestro Padre, en unidád de una esenzia, i de
un Dios: conoszicndo, que la primera merzéd
liabia sido tan mal empleada en mis manos; to-
mastes, Señór, nuevo ofizio para mi : de ser mi
Salvador, i de ser mi Reí : de librarme de todos
los peligros, i desastres en que yo mismo me
habla puesto : i de ser siempre mi Capitán , i mi
Defensór, para que no tomase a caér en ellos.
Yo, como hombre sin juizio, sin sentimiento de
mis proprios males, sin conoszimiento * de
vuestra Misericordia; ni estimé mi primera per-
dizión, ni agradezl vuestros Dcneüzios, ni escar-
menté en la primera pérdida, ni tomé el reme-
dio para las otras.
Nombrábaos por nombre de Salvadór mió; i
tenía todavía asidas las manos, en mi misma
perdizión. Llamábaos mi Rei , i mi Defensór; i
burlaba de vuestras leyes , salíame de vuestra
jurisdizión, i desamparaba vuestra bandera. I
teníame tan loco , el engaño de mi pecado , que
confesando, que Vos sólo erados mi Rei; Vos
sólo mi Salvadór; como me avisára mi misma
conszienzia, de la mentira que confesaba; — rc-
1 conoszimieiiío, aquí tionc coiioaimicnlo.
mas bien la azepzión de re-
°A CONFESIÓN. H 377
de desasosiego, en mi corazón; dejándolo andár
vagabundo por la miseria d'esta pobre vida: bus-
cando seguridad donde no la habla : favór en los
enemigos : zcrtinidád, donde todo es '' falso: Foi.
verdád, donde no hai sinó engaño: libertád,
donde todo es subjezión, i captiverio!
Siendo Criadór, i Sustentadór del mundo, con
vuestro Padre, en unidád de una esenzia, i de
un Dios: conosziendo, que la primera merzéd
había sido tan mal empleada en mis manos; to-
mastes, Señór, nuevo ofizio para mi : de ser mi
Salvadór, i de ser mi Rei : de librarme de todos
los peligros, i desastres en que yo mismo me
habla puesto : i de ser siempre mi Capitán , i mi
Defensór, para que no tomase a caér en ellos.
Yo, como hombre sin juizio, sin sentimiento de
mis proprios males, sin conoszimiento * de
vuestra Misericordia ; ni estimé mi primera pcr-
dizión, ni agradezL vuestros Bcneüzios, ni escar-
menté en la primera pérdida, ni tomé el reme-
dio para las otras.
Nombrábaos por nombre de Salvadór mió; i
tenia todavía asidas las manos, en mi misma
perdizión. Llamábaos mi Rei , i mi Defensór; i
burlaba de vuestras leyes , salíame de vuestra
jurisdizión, i desamparaba vuestra bandera. I
teníame tan loco , el engaño de mi pecado , que
confesando, que Vos sólo érades mi Rei; Vos
sólo mi Salvadór; como me avisára mi misma
conszienzia, de la mentira que confesaba; — rc-
1 conosiimiento, aquí tionc conotiimicnto.
mas bien la azepzión de re-
378 °A CONl'ESIÓN.
mediaba mis temores, con mil vanas confianzas,
mui distintas, i raui apartadas, de lo que. Vos,
me enseñastes, i de lo que, Vos, sois.
Habiendo sido tanta la soberbia del hombre,
que quiso ser como Dios; tuvistes tanta miseri-
cordia do su caída, que os bajastcs. Vos, no
solo, a ser como hombre, mas, á ser verdadera-
mente hombre: no solo hombre, mas el mas
bajo de los hombres : tomando hábito de sier-
Fol. 93. vo, para darme a mi libertád. Para que f por el
camino de vuestra clemenzia i sabiduría, alcan-
zase el hombre, mucho mas de lo que por su
soberbia, i por su ignoranzia, habia acometido,
sin poder salir con ello; i entregándose, por el
^ mismo caso, en las manos del Demonio, para
que fuese amo él, i quedase captivo d'él; des-
teiTado de vuestra presenzia, sentenziado con
vuestra ira , siervo de quien le engañó , pues
quiso tomár su consejo, para desobedeszér, i
desacatar la majestád , i justizia de Vuestro Pa-
dre, De tal manera conzertastes, lo que él no
supo guiár; que podemos dczir, i es verdád, que
el hombre es verdadero Dios, pues que. Vos, sois
verdadero hombre: que ya, todos los hombres,
tienen habilidad, i lizenzia, para ser como Dios,
pués son vuestros hermanos por el linaje, i Vues-
tro Padre, los llama, i Vos, los llamáis, a que
sigan vuestras pisadas: a que sean como Vos: a
que imiten vuestra obedienzia, i vuestra justi-
zia, i vuestra bondád: para que de verdád, se
pueda dezír, que son hijos de Dios, i naszidos de
Dios. ¡Malaventurado el hombre , que, por otras
manos , quiere granjear sus bienes , pues tanta
íft. CONFESIÓN. ?• 379
ventaja haze , lo que vuestra misericordia le da,
a lo que sabe pedir su soberbia!
Cómo os haya yo agradeszido estas merzedes;
el conoszimiento, que d'ellas he tenido; Vos,
Señór, lo sabéis mui bién. I, ¡ojalá, lo supiese
yo, para que huyendo de mi, mo llegase a Vos!
Porque sobre todas mis maldades, i miserias,
todo cuanto alcanzo, i siento, de la grandeza de
mis pecados , es lo menos, que d'ellos tengo.
¡Tántos años ha, Señór, que os hizistes hom-
bre por mí, bajando os tanto, por levantarme! Foi. oi.
Yo, f siempre ensoberbezido de ser como Dios,
— no por el camino que Vos me enseñastes,
sino por el mismo en que me perdí, — obedes-
ziendo a vuestro enemigo, i tomando competen-
zia con Vos; ¿qué otra cosa era, sinó ésta, la
que la soberbia de mi corazón emprendía, cuan-
do me quería rejir, por mi proprio sabér; — re-
mediarme, por mis caminos, dar contentamien-
to, i regalo, ala porfía, i desobcdienzia, que es-
taba en mí, contra Vos?
Para los otros, era un gusano, i todos enten-
dían de mí, mi poquedád, i bajeza : para solo yo,
para mis pensamientos, i mi juizio , era mi Dios:
pues en tanto olvido ponía lo que érades, Vos,
para mí ; i a lo que Os bajastes por mí.
Dezendistes a ser hombre, i nuevo hombre;
del mismo linaje de Adám, i sin la culpa do
Adám : porque así convenia a vuestra grandeza,
i con venia a nuestra justizia *. Tomastes la huma-
nidid, i nazistes de madre Virjen, para que, en
1 justiiia, aquí, por jMíifieazión.
CONFESIÓN. N 379
ventaja haze , lo que vuestra misericordia le da,
a lo que sabe pedir su soberbia!
Cómo os haya yo agradeszido estas merzedes;
el conoszimiento, que d'ellas he tenido; Vos,
Señór, lo sabéis mui bién. I, ¡ojalá, lo supiese
yo, para que huyendo do mi, me llegase a Vos!
Porque sobre todas mis maldades, i miserias,
todo cuanto alcanzo, i siento, de la grandeza do
mis pecados , es lo menos, que d'ellos tengo.
¡Tintos años ha, Señór, que os hizistes hom-
bre por mí, bajando os tanto, por levantarme! Fol. oi.
Yo, f siempre ensoberbezido de ser como Dios,
— no por el camino que Vos me enseñastes,
sino por el mismo en que me perdí, — obedes-
ziendo a vuestro enemigo, i tomando competen-
zia con Vos; ¿qué otra cosa era, sinó ésta, la
que la soberbia de mi corazón emprendía, cuan-
do me quería rejir, por mi proprio sabér; — re-
mediarme, por mis caminos, dar contentamien-
to, i regalo, ala porfía, i desobedienzia, que es-
taba en mí, contra Vos?
Para los otros, era un gusano, i todos enten-
dían de mí, mi poquedád, i bajeza : para 'solo yo,
para mis pensamientos, i mi juizio , era mi Dios:
pues en tai^to olvido ponía lo que érades, Vos,
para mí ; i a lo que Os bajastes por mí.
Dezendistes a ser hombre, i nuevo hombre;
del mismo linaje de Adám, i sin la culpa do
Adám : porque así convenia a vuestra grandeza,
i convenia a nuestra justizia Tomastes la huma-
nidád, i nazistes de madre Virjen, para que, en
l Justiiia, aquí, por jMíificaiión,
380 CONFESION. ?5
todo, nos favorcziéscdes , i fucsedes , en todo,
tal hombre, cual era razón que fuese, el que,
siendo hombre, era Dios. Llaraástesnos a ser
nuevos hombres, para que con el privilejio, i fa-
vór, que vuestra compañía nos daba, desecháse-
mos la culpa heredada do nuestros padres, i to-
másemos nuevo prinzipio , i nuevo mayorazgo
en Vos: para que, como habíamos traido la imá-
jen del viejo hombre, i del culpado ; trajésemos
después, i representásemos, la del nuevo, i del
innozente. Yo, amigo de mi vejéz , aOzionado,
i contento de mis viejas culpas , como si bien
rae hubiera ido en ellas; contentábame, con que
fuéscdes, Vos, innozente, i quedarme yo culpa-
FqI. 9o. do ; sin mirar, que no solo me perdía f i era el
daño para mí ; mas que hazia grande injuria a
Vuestra bondád, en desecharla, i dejarla sola,
habiendo venido a buscár a mi.
Poblóse toda la tierra de Vuestro Espíritu, i de
la renovazión que. Vos, trajistes al mundo: de-
jaron tantos la servidumbre, i el trajo viejo, para
vestirse de la nueva juslizia, que, Vos, dábades
a los hombres. Yo me quedaba en mis viejos ma-
les, cndureszido, i hecho cadadiapeór: mas ol-
vidado de Vos, i de lo que pudiera ser yo, si qui-
siera responder a la voz con que me liamábades,
i á las merzcdes que me hazíades. Para que no
quedase, al Demonio, derecho, ni calumnia con-
tra mi justizia: para que la injuria, i el desacato,
cometido contra la Majestád, i mandamiento du
Vuestro Padre, quedasen enteramente perdona-
, dos; para que mayores prendas tuviese yo , de lo
que hazíades por mi,- i de lo que tenia en Vos;
CONFESIÓN. S 381
para que la grandeza de la obligazión, me lleva-
se, Señór, a serviros: pusiese álas a mi ánima,
para buscaros : — quesistes morir por mí , muerte
afrentada,. i cruél, cu podér de Juczes injustos,
atormentado , i deslionrrado, en presenzia del
mundo : todo para mi derecho;, todo para dar a
cntendór , cuánto estimábades mi remedio, pues
que tal prózio Os costaba , i tan do voluntád lo
ofrcsziades. No tenia ya el Demonio parte , ni de- ,
recho para acusarme : no , el mundo, para ven-
zerme : no , la carne , para sujetarme : porquo to-
do To venzistcs.' Vos, para que yo lo hallase ven-
zido.. El SacriOzio de Vuestra Sangre, me hazla
libre: Vuestro Espíritu, i favór, quedaba en mi
compañía; para que la traizión, que traía con-
migo, por las reliquias de mis viejos males , no
me. bastase í. a engañar, ni venzér, si no mo Foi. og.
quisiese engdñár yo miámo, i me dejase venzér.
• • Habiendo ya muerto mis enemigos, con Vues-
tra muerte, yó mismo les daba vida, para que
me mataren dé nuevo : yo les daba el cuchillo,
i las armas , que les habiades ya, Vos, quitado:
dando testinlonio, en todo, que me hallaba me-
jór con mi perdizión , que con el remedio, que.
Vos, me distes.' '
: No acordándome de las injurias, i afrentas,
que padezistes por mi, del tractamiento, que os
hizo el mundo, de la. injustizia, que usó con
Vos, do la pobreza en' que me buScastes, de la
pazienzia con que lo' sufristes , de la clcmenzia
con jque perdonastcs a yuestroa enemigos; —
quise yo apartarme tanto de Vos, que, injurian-
do yo a todos, nadie injuriase a mi: que, ne-
382 ÍP. CONFESIÓN. ?í
gada vuestra verdád, prevalesziese , i fuese
honrrada mi mentira: i que fuese, en todo, mas
privilejiada mi culpa en el mundo, que fué
Vuestra sanctidád, Vuestra bondád, i Vuestra
innozenzia.
Resuzitastes, Señór, para Vuestra gloria, i
para la mía. Rcsuzitó Vuestro podér, Vuestra
honrra, i Vuestra justizia: i juntamente resuszi-
taron con Vos, los bienes, que de Vuestra ma-
no, para mi habiades traído.
Yo, amadór de mi grande sueño ; halléme me-
jór, a estar muerto, que a resuszitár con Vos:
a quedarme acá, con mis enemigos, que a pa-
reszér en Vuestro triunfo, delante de Vuestro
Padre. ;
Asentado a la diestra de Vuestro Padre, don-
de lo meresze Vuestra obedienzia, i los sérvi-
zios, que le bezistcs; allí no me tenéis olvidado:
allí sois Interzesór, i Abogado, para favoreszer-
me : i el mismo cuidado tenéis de mí , que tu-
Foi. 97. \istes en la cruz, cuando moristes f por mi
remedio.
Yo, ziego para este conozimiento : sordo, i
loco, para esta fé : ingrato para estas mcrzedes:
nunca di -verdadero fin a mis males, ni verdade-
ro prinzipio a mis bienes: nunca acabé de ponér
los ojos, en esta esperanza, i en la obligazión,
que tenía para serviros, i morir por Vos; es-
tando sobre todo tan zierto de la paga, que ha-
béis de dár, a los que quisieren ser vuestros.
.\ndaba en la compañía de Vuestra Iglesia:
aprovechábame de nombre de vuestro: usur-
paba vuestras mcrzedes, como si de verdád
•A CONFESIÓN. JS 383
fuera vuestro: no conosziendo, que tal cosa
donde, Vos, sois la cabeza, i que está sanc-
tiücada con Vuestra sangre; no admite, para
los verdaderos bienes, a los tales como yo: i
que cuanto mas yo la engañaba, mas engañaba
a mi mismo. En todo ful tan endurezido, que ni
me quise obligar por los benefizios, ni me ate-
morizó por los castigos, i las amenazas, con que
nos avisa vuestra justizia. Nunca entró en mi
corazón, verdadero temór de vuestro Juizio,
porque no quería entendér la grandeza de mi
pecado.
Si yo, Señór, conosziera, cuán poca nezesi-
dád teniades, Vos, de mis bienes: cuán poco
montaba para la grandeza de vuestra Casa , es-
tár o no estár en ella, una nada como yo: si
considerara, por otra parte, mis atrevimientos,
i ofensas contra Vuestra Majestád : cuán dañoso
era, para los vuestros: cuán estorbadór de la
gloria, que ellos os daban: — temiera vuestro
Juizio, i pusiera algún término en mis pecados.
Mas como era ziego para lo uno, ansí lo era para
lo otro. De no conoszorme a mí prozedía, que
tampoco os conoziese a Vos. Do no sabér esti-
mar la grandeza de vuestra Misericordia f na- Fol.
zía, que no estimase la de vuestro Juizio, i
de vuestra justizia. Encaminábase, de aquí, mi
locura, i mi perdizión: porque, cuando. Vos,
me buscábades con los regalos, me hazla yo
mas soberbio, i consideraba menos, de qué ma-
no podriafnj venir. Cuando me llamábades con
los castigos , estonzes me endureszla mas, como
malo, i rebelde esclavo.
384 'A coxFijsióN ^
Con tan grandes zeguedades , con tan grandes
ignornnzias do Vos, i de mí, con tan grande
olvido de vuestros bienes, i tanto menosprézio
do vuestros azotes; no podían ser mis peniten-
zias, sino mui falsas: doradas con falso oro:
aparejadas para ser llevadas del primer viento,
i primer peligro con que me tentaso el Demo-
nio, o la concupiszenzia de mi corazón. — Si yo
edificara sobre Vos, que sois firme Piedra: sobre
conoszimiento de quien Vos sois, de vuestra
Misericordia, i de vuestra Justizia: no bastaran
todas las tempestades del mundo a llevarme:
porque me defendiérades Vos. Mas como edifi-
qué sobre arena, con hermoso ediüzio en el pa-
reszér, i falso en los fundamentos; estaba mi
^ caída zierta, como era cosa zierta, que había de
ser combatido. Con tantas caídas, nunca escar-
menté, ni quedé mas avisado, paraponér mejor
fundamento en mi enmienda, i en mi peniten-
zia. — Seáis Vos, Scñór, bendito: i bendito el
Padre , que os envió : que perdiéndome yo , co-
mo oveja loca; i apartándome de vuestra ma-
nada por tantos, i tales caminos, por todos mo
habéis buscado, porque no llegase al cabo mi
perdizión. Pues que me habéis esperado, claro
está, que rae buscábades. Pues que tantas ve-
zes, como mi enemigo me vió en sus manos, no
Fói. 99. me llevó; zierta cosa es, Señór mío, que lo
atábades. Vos, las manos. Él tenia ya su ganan-
zia, i no tenía mas, que esperár» Vos sois, el
que me esperábades, porque no me perdiese yo.
Aquí vengo a vuestro Juizio: i hasta que, Vos,
habléis a mi corazón, i le digáis, cómo sois su
^ CONFESIÓN. ?• 385
salud, i su remedio; no podré désechár los gran-
des temores, quo do la conszienzia de mi peca-
do prozcden. Perdidos son mis esfuerzos: la
grandeza del peligro , ha hecho que se descubra
la vanidád do mis confianzas: la zertinidád do
mis muchas, i grandes maldades, no puedo de-
jar do temér el rigór do vuestro juizio.— Gonvcu-
zidas son mis locuras : i la brevedad do mis
días, pone a mi ánima grande pavór, porque ■
sabe, en qué se han gastado los años, en que me
esperábades para que os conosziese, i amase.
¡Fucronse, como humo, los muchos! ¡Ai do mí,
si no me aprovecho, délos pocos, que me
quedan !
Miro, por una parte, vuestra bondád; i por
otra, mis pecados. Oigo, de vuestra Palabra,
cuán enemigo sois de maldád. Conozco, por la
experienzia, los castigos que vuestra Justizia ha
hecho en el mundo, en señál del aborreszimien-
to, que tenéis con el pecado. Miro la cárzcl del
infierno aparejada para el Demonio, i para los
que imitasen sus obras. Como veo que soi uno
d'ellos, no queda sosiego en mi carne, ni queda
lumbre en mis ojos; porque espero cada hora la
muerte, que me ha de presentár en Vuestro
Juizio. Con todo esto, puede tanto vuestra Mise-
ricordia, que me trae a Vos. Porque, aunque se
han manifestado mucho las obras de Vuestra ,
ira, contraía maldád del pecado; mucho mas so
han manifestado f las de vuestra Clemenzia, Foi. loo.
para librár a los hombres d'él. — Castigár- al ■
mundo , porque os ofende ; no os cuesta mas do
mandarlo : remediarlo, porque no se pierda, cos-
25
■ 38G ■ "A CONFESIÓN. ^
tó OS, Señor, Vuestra sangre, derramada en
. cruz, por manos de aquellos mismos por quien,
' Vos, la ofresziades, i la derramábades. Para
mostrár el rigór de vuestra Juslizia, hezistcs
obras de grande poder, i obras de Dios: para *
la grandeza de vuestra Misericordia , hezistes os
hombre: tomastes nuestra flaqueza: sufristes
muerte, i afrentas, para dárnoslas por prendas
del perdón de las primeras.
Pues que Vos, Señor, no queréis que me pier-
da, aunque yo me haya perdido, vengóme a
.Vos. Vengo, como el Hijo Pródigo, a buscar el
buén tratamiento de vuestra casa: habiendo co-
noszido con grande experienzia de mis pérdidas,
i de mis daños, cómo son mis enemigos, todos
aquellos, por quien yo dejo de serviros. — Por
mucho que la conszicnzia de mis pecados me
acuse : por mucho mal, que yo sepa do mi : por
mucho temór, que me pone vuestro Juizio: no
puedo dcjár de tener esperanza, que me habéis
de perdonai- : que me habéis de favoreszér, para
que nunca mas, me aparte de Vos. — ¿No tenéis.
Vos, dicho, Sefiór, i jurado; que no queréis la
muerte del pecador? ¿que no rezebis plazér, en
la perdizión do los hombres? ¿No dezis, que no
venistes a buscár justos, sino pecadores? ¿no, a
los sanos, sino a los enfermos? ¿No fuistes. Vos,
castigado por los pecados- ajenos? ¿No pagastes,
por lo que no hezistes? ¿No es, Vuestra sangre,
sacrifizio, para pei-dón de todas las culpas del li-
Fol. 101. naje humano? ¿No es verdad, que f son mayores
- 1 Quiere ciezír : • para mostrar ¡a grandeza rfí;»ctc.
'A CONFESIÓN. 9» 387
vuestras riquezas, para mis bienes, que toda la
culpa, i miseria de Adám, para mis males? ¿No
llorastes. Vos, por mi; pidiendo perdón por mi;
i Vuestro Padre os oyó? ¿Pues, quién ha de qui-
tár de mi corazón, la confianza de tales pro-
mesas?
Si yo, Señór, hubiera naszido solo en el mun-
do; ó, si yo solo fuera pecadór, i todos los otros
justos; no dcjárades, Vos, de morir por mí:
pues no teniades nezesidád de los otros, ni do
de mi. I tal soi yo , i tales han sido mis obras,
que pusieran como fuerza a vuestra Misericor-
dia, a que no solo muriérades, mas que mu-
riérndcs con la misma muerte, i con las mis-
mas zircunstanzias, con que moristes por to-
dos: para que vuestra Misericordia se mos-
trara mayór, i mis prendas fueran mayores. —
Quiero, Seaór, hazér cuenta (i no mentir^ en
hazerla), que yo solo tengo nezesidád délos
bienes, que repartistes á todos. Ya que todas las
culpas sean mias; Vuestra muerte es toda mía.
Ya que yo haya cometido los pecados de todos,
bién osaré confiár de Vos, que es vuestro Sacri-
fizio, i vuestro Perdón, todo mío , aunque lo sea
de todos.
Este es el día, Señór, en que. Vos, mas mos-
trareis quien sois. Esta es la obra de que, Vos,
os podréis preziár delante de Vuestro Padre, i
delante de todo el zielo, como de obra de vues-
tras manos. — Pues que sois médico, i tal Mc-
■ dico ; aquí tenéis llagas, i tales, que solo, Vos,
las podéis sanár. Aquí cstá'toda la destruizión,
i todos los males, que han podido hazér en mí,
3S8 'A CONFESIÓN. ^
vuesfros enemigos, i mios. Pues que sois salíuJ,
i salud cual es la mano de vuestro Padre» que
Os [laj diój áqul están enfermedades dosambara-
Foi. 102. das, i desafiuziadas do todas las otras tncdi-
zinas del üiundo. Pues que sois Salvador; aquí
está tál perdizión, que si, Vos, la remediáis, co-
noszerán vuestros enemigos, i vuestros amigos,
biéu claramente, Quién sois. Pues que sois Sa-
biduría venida del zielo a la tierra; aquí poddis,
Señór emplearla, donde no hai mas sábér, de
saberse perdér, por apartarse de VoS. Pues que
sois Redempzión; aquí está un captivo en podér
de mil tiranos, quü le ban robado grandés ri-
quezas, i lo tienen en mil tormentos, i le apare-
jan otros mayores. Pues que sois Sánctificazióu,
i Hermosura, aquí está líi torpcdád, i fealdádj
de las obras del Demonio: quitádla, Señór, i vc-
ráse quien sois. Pues que sois Misericordia, ¿dón-
de se piiedc olla mejor mostrár, que donde bai
tánta miseria? Pues qiio sois Juéz, para juzgár
el mundo, ¿a quién podéis mejór condcmnár,
qui^ al Demonio que me persigue; i a la acusn-
zión que hie pone; i a las tráiziones con que me
engaña?
Tal soi yo, que todo cuanto. Vos, soisj es Uie-
nestcr para mi^ Tal f5ois Vos, Sei^ór, i tantá so-
bra tenéis de todo; que líon sola una gota de
cada cosa, quedaré libre del todo. Si me pai-áro
a pensar con quien de los que os ofendierón s<^-
rá biéu 'que me 'compare; sé que me hallanV
mas culpado , ¡ más ingi-at;o tjue todos lospeca-
' doVosi Negaron Os, los nrestrosj mas duróles
paco ci nxígár, i mucbo la üonfcsióTi : la traíziún
°A CONFESIÓN. ?! 389
fué mui breve, i la fidelidád mui largn. Yo soi
de los que., desde el prinzipio, os negaron, i os
persiguieron, hasta poneros en cruz: no permita
vuestra Clemcnzia que sea de los que os blasfe-
maron, i escarnezicron f en ella, ¡ nunca de- roi.ios,
jaron de blasfemaros. Baste , Señór , que os
vcndi, como Judas, por aljatidos, i viles pré-
zios. Baste, Señór, que siei)do de vuestra compa-
iiia, era ladrón de vuestra liazienda, i que el
agradeszimiento de tantas merzedes, fué sej-os
traidór, como élj sin que vaya tanto adelante,
.que desesperado de vuestra Misericordia, para
siempre" me pierda: siendo mui mayór, maldad
la postrera, de no confiar de Vos, que la prime-
ra, de haberos vendido. — No permita vuestra
sangro, pues la derramastes por mí, que mis
pecados pasen mas adelante: pues seria éste, el
postrero escalón de mi perdizión.
Desacatado se han, contra vuestra Justizia: es-
carnezido han vuestras obras: abofeteado han,
vuestro sanctp rostro: coronado Os han d'cspinas:
hcclio han burla, de vuestro Dcino : gritado Os
han por las calles: enclavado os han en la cruz:
j, por último refrijerio, os han dado hiél, i vi-
nagre. ¿Cómo puedo yo negar esto, Redemptór
mió? ¿Para qué tengo de esjierár, a que me ha-
gan confesár esto , los tormentos de mi castigo,
pues bastan, i sobran, los de mi culpa, i de mi
conszienzia, para que lo confiese?
Soliarne ínarabiljár, déla mald.id de los que
Os cruziíicaron; cuando estaba tán ziego que no
me veía, como estaba entre ellos, en la misma
obra : cuando no paraba mientes, en las traizio-
390 'A CONFESIÓN ?»
ncs de mi corazón : en el ejemplo de mis malas
obras: en el poco tcmór de vuestro Juizio : en el
desprezio de vuestros Mandamientos : en la poca
estima de vuestra Misericordia. Porque si yo,
estónzes me conosziera; viera la corona de espi-
nas en mis manos, para vuestra Cabeza: los cla-
.104. vos, para poneros en Cruz: i la bebida que
Os daba, con el poco caso que bazía, de lo que
,por mi sufriades. Pasár mas adelante d'esto, se-
ria np tener remedio. Siquiera, el espanto de
vuestro Juizio, la ira de vuestro Padre, -contra
los que os menosprezian, me haga zesár, i de-
zir, que verdaderamente sois Hijo de Dios. Basta
ser ladrón, i malhcchór; hasta estár zerca de Vos.
Tiempo es ya, de pedir remedio.
Señór: acordaos de mí, pues que estáis en
vuestro Reino. No tengo mas que alegár, para
mi justizia, de conoszér cuan injusto soi. No
tengo con qué moveros, sino con que veáis mis
grandes miserias. No tengo mas derecho, para
el remedio de vuestra mano, sino, no tenér otro
remedio. — De mi parte, no hai otro sacriíi-
zio, sino mi spiritu atribulado, i mi corazón afli-
jido: i aun este no tuviera, sino me hobiérades
despertado, para que conoszieso mi grande pe-
ligro.
El sacrifizio, que yo he mcncstér, que es el
de Vuestra Sangre, i de vuestra Justizia; Vos,
Señór, me lo daréis, para que lo ofrezca yo.
Crii''id nuevo corazón on mi: rcnovád en mis
entrañas, spiritu de verdadero conoszimiento:
esfuerzo para serviros : para venzcr a mis cno-
migos: para meaospreziár mis pérdidas todas:
'A CONFESIÓN. 7t 391
pues ningún bién puedo perdér, quedando en
vuestro servizio. , ' ■ • .
Convertidme, Seüór> i quedaré de verdád con-
vertido : porque, eslónzes será Yerdadcra mi pe-
nitcnzia; cuando, Vos, me castigdredes con vues-
tra mano: me atemoijizáredcs con vueslro Jui-
zio : me revcldrcdes mi perdizión. Estonzes que-
daré yo con verdadera enemislód del pecado;
cuando , Ves, quedáredes con migo, para guar-
darme./Queda mi carnp en mi compañia, gran-
de, i verdadera enemiga. El Demonio me ha de
tentár mas, cuanto mas me llegare á Vos. El
mundo está lleno de lazos, para tornarme a
prendér. Dádme, Vos, Spñór, espíritu tan prin-
zipál, i tan poderoso; que mortifique verdade-
ramente la rebelión , i contradizión de mi carne,
para que, ya que hable, no sea obedcszida: ya
que acometa, no venza. Dcjád tal gusto de Vos,
en mi ánima; que los manjares primeros, le pa-
rezcan tan amargos, como ellos son.
Bién sé, Redemptór, i Señór mió, que me te-
neis oído. Vos sabéis mis nezesidades, mui me-
jor, que yo las entiendo. Mas sentís. Vos, mis
trabajos, que los siento yo. Mayores son mis pe-
ligros, que yo los sé encareszér, ni temér. ^'o
tengo de que dubdár de Vos, ni de la misericor-
dia, que prometistes, a los que se dejasen ha-
Uár de Vos. El temor, i la dubda, que tengo, de
mí mismo es: que de Vos, seguro cstoi. 1 tal
sois Vos, Señór; tánto procuráis mi salud; que
conzibo grande fé , que no me habéis de dejar;
ni habéis de permitir, que se pierda, por mi
parte, lo que tan zierto está de la vuestra.
392 *A CONFESIÓN. ^
Dádme el alegría, que, Vos, soléis dar, á lúá
que de verdád se vuelven a Vos. Hazéd, que
sicntá mi corazón el ofizio de Vuestra Jlisericor-
dia : la unzión con que soléis untar las llagas de
los que sanáis: porque sienta yo, cuán dulze es,
el camino do vuestra Cruz; i cuán amargo fuó
aquél en que me perdí. , ■ ' ''\
í Fin de la Coíifcsión. compuesta por el Doctor
Constantino.
393
EpIsTOLA DEL BIENAVENTURADO SANT BERNARDO: Fol. 106.
DE LA PERFECTIÓN DE LA VIDA.
Si complidnmcnte quisieres hazér lo que te
cumple; es nezesario. quo hagas dos cosas. La
primera, que te apartes de todas las cosas tran-
sitorias, i quo no hagas mas caso d'ellas, que
si no fuesen. La segunda, que de tal manera te
dés a Dios; que ninguna cosa digas, ni hagas,
sino lo que firmemente creyeres, que le plaze.
Lo primero harás d'esta manera: que por todas
las maneras, que pudieres, te envilezcas, pen-
sando que no eres nada: i que creas, que todos
son buenos, i mejores que tú, i que mas agrá- i
dan a Dios. I que cualquiera cosa, quo vieres, o
oyeres hazér a personas relijiosas, i de buena
fama; que pienses que se hazo con buena inten-
zión, aunque te parezca al contrario: porque
muchas vezes, esta hum^a sospecha, se enga-
ña. A. ' ninguno desagrades: ni hables cosas en
tu alabanza, aunque mas familiár tuyo sea, con
quien las hablares. Antes trabaja de encubrir tus
virtudes, que tus vizios. De ninguno hables mal,
aunque sea verdad, i cosa manifiesta: i esto, sino
fuere en la confesión ; cuando de otra manera,
no pudieres manifestár tu pecado Con mejor
voluntád oye, cuando alguno fuíre alabado,
que cuando fuere vituperado. Cuando habla-
1 Al ninguno-, en la edizión
(le Sevilla del a. 154r>, Mas,
pareze, e-rala clara : pues no
cabe , ahí , el al del ttliuil la-
tino.
2 Est.i me preze lójica
mala, i onticristiano.
394 » Epístola ?5 ~
res, tus palabras sean pocas, i de mucha
substanzia, i de cosas de Dios. Si alguno ha-
blare contigo cosas vanas, cuan presto pudie-
res, acorta la habla: i pasa a otras palabras, que
sean servizio de Dios. Cualquiera cosa, que le
acaezca; si fuere próspera, no te alegres: si con-
traria, no te entristezcas: piensa que todo es
nada, i alaba a Dios. Cuanto mas pudieres, te
recojo : i entiende con dilijenzia, en lo que mas
te ha de aprovechAr. Huyo las hablas, cuanto
pudieres: porque mejor es callár que hablar.
Cuando vieres alguna cosa, que te desagrada, si
- fueres en culpa, enmiéndate. Et si vieres alguna
cosa, que te dé plazér; mira, si cabe en ti, i
guárdalo: i sino, procura de enmendarte: i d'es-
Foi. 107. ta manera, te sean todas las f cosas, como es-
pejo, para llevarte á lo bueno, i apartarte de lo
malo. De ninguna cosa murmures con nadie:
nunca afirmes, ni niegues cosa, con porfía:. mas
de tal manera te rije, que nadie se ]iueda que-
jar de tí. Huye de ser risueño: i no te hallen
presto para las cosas de risa. En todos tus di-
chos, ten tal manera, que sean sin mucha de -
tcrminazión. • ' ,
•[ Lo segundo, que has de hazcr, es orár, con
gran devozión, en las horas convenibles; i, que
de día, i do noche, pienses en tu corazón , lo que
■ruegas a Dios: i aquello, pongas por obra con
dilijenzia: i piensa, en cuanta gloria est.án los
Sánelos a quien le encomendares i. Tres cosas.
1 "A'o ícndrás Dioses nje- s. Bem-irdo en loi EscrifBs
1WS (ie.lnnlc lie mi', se Ice en del Dr. Constantino, pimso,
ül Exodo X.K, 3. — I, como no que no tradujo él , esta Epís-
sc lee frase iguál a esa de toUi.
«R. DE s. Bernaudo. ?» 395
ten siempre en la memoria: qué fuiste: qué
eres: quién ' serás. Que fuiste un poco de 'vil
materia hedionda. Que eres una casa de estiér-
col podrido. Que serás mánjár de gusanos. Tam-
bién imajina la cruel pena de los que están en
"cl infierno : i cómo nUhca se acabará: i que por
tan poco tiempo de deleite,- tantos males pnsañ
para siempre. Imajina también la perpétua glo-
ria del paradiso *, que nunca lerná fin. I en cuán
breve tiempo la ganaron. I cuánto llanto, i dolór;
ternán aquellos, que, por tan pequeña cosa, tan-
ta gloria perdieron. I cuando alguna cosa te des-
agradare , piensa, que si estuvieses en el infier-
no, muchos mas males que esos, pasarías: i asi
podrás sufrir todo lo que te acaeziere por amór
de 'Christo. Cuando tuvieres alguna cosa que te
agrade, o la deseas tcnér, piensa, que si estu-
vieses en el paradiso , aquello, i cuanto mas qui-
sieses, tendrías. Cuando fuere fiesta de algún
sancto, párate apensár, cuantas cosas sufrió por
amór de Dios, i cuan brevemente pasaron, i
cuán eternos gozos alcanzó por ello. También
piensa, cuán presto se pasaron los tormentos de
los buenos, i los gozos de los malos: i cómo, los
buenos, con estos tormentos, alcanzaron gloria
eterna: i los malos con sus breves, i no debidos
deleites, la pena eterna. Cuando te venzierc la
pereza, imajina con dilijenzia, i piensa, el tiem-
1 Por lo fiuc antczedo , i
signe, parozc, que dchtil.i
dezír qud, i no quión como el
eontexto lo requiere.
2 faradyso, en la edizión
anticua del 1515 : i lo mismo
liicpo : tomada la vuz latina.
Niicreo, quesea errata por
j}íiralso, o parn'jso ; a pesar
de que en el liiriiunario de
la Arademia, no se rojistre la
voz Paradiso. ■
306 "A Ei'ibToi.A
rol. IOS. po que pierdes : f i cómo , los que están en las
penas infernales, si tuviesen todo el mundo por
suyo, lo darían, pou un poquito del tiempo que
perdieron. Cuando algunas tribulaziones to vi-
nieren, piensa, como los que están en la bien-
aventuranza, ya no las tienen. I cuando no ha-
llares consolaciones, considera, cómo los que es-
tán en el Infierno, carezcn de toda consolazión *.
Cada dia , cuando te fueres ;'i dormir, examina
con diiijenzia, tu conszicnzia : qué es lo que
pensaste, o dijiste, o heziste aquél dia: i de qué
manera, el espázio de tiempo, que te fué dado,
para ganár la gloria, lo gastastes: i si bien; ala-
La á Dios: i, si mal, i con neglijenzia; jime tu
^ pecado, i el dia siguiente, luego lo confiesa. Si
alguna cosa pensaste, o dijiste, o heziste, que
te remuerda la conszicnzia; no comas basta que
lo confieses.
Esto te digo, en fín : que imajines dos ziuda-
des: una do todos cuantos tormentos se pueden
pensar; i esta es el infierno: otra, de toda Ja
consolazión, i alegría que so puede imajinár; j
' esta, que es el paraíso 2; i que de nezcsidád,
has de ir, á la una de estas : i lo que te puede
llevár a la una, i lo que te puede llevár a la otra.
Zierto soi, que si guardares bién, lo que aquí
to escribo '; que el Spíritu Sancto, que te mues-
tra a tí, i a todos; morará contigo, i te enseñará
perfectamente, a hazér lo que te he dicho: i,
para que bién lo guardes , ninguna cosa d'ello
1 Consocion , por errata, guíente,
cu el imp. antiguo , por liabér 2 paraijso : la a. ed.
puesto el la, en el renglón si- 3 escriuio: en el iirrp. ant
"A DK s. Beunaudo. S 397
mcnosprézies. I continúa muchas vezcs
a Icér esla mi carta: i cuando
hallares haber hecho lo que
te he escripto ; alaba a Dios
que es piadoso, i
misericordioso ,
por todos
los siglos
de los
siglos. ■
AMEN.
FINIS.
^ DOCTRINA QUE MUESTRA, foi. ido.
como ■ cada uno debe rcjir, i gobernár
su casa: ordenada por sant Bernardo.
Adizionada, i vuelta, do latín, en
castellano, por el Maestro
Navan-o, Canónigo de
la sancta Iglesia
de Sevilla.
t Estos folios se refieren al conserva en la líibliolcca Je
ejemplár de la cdizión de la la Triniftód, en Dublin. '•
Sumrt de fíocírina , que se
DOCTRINA QUE MUESTRA, foi. i&o.
como cada uno debe rcjir, i gobernár
su casa: ordenada por sant Bernardo.
Adizionada, i vuelta, do latín, en
castellano, por el Maestro
Navan-o, Canónigo de
la sancta Iglesia
de Sevilla.
t Estos fñl ¡os se refieren al conserva en la Uibliolcca Je
ejemplár de la cdizión de la la TrinMd, en Dublin. '•
Suma de fíoc trina , que se
t EPÍSTOLA SILVESTRE DE BERNARDO-
DiRijiDA A UN Caballero, que le rogó que lk
diese informazión, cómo había de gobernar su
casa: en romanze. Adizionada por el Maestro
Martin Navarro, Canónigo de la Sancta Iglesia
de Sevilla: dirijida a los íim reverendos se-
ñores DeAn, -i Cabildo, de la dicha Sancta
IGLESIA.
PRÓLOGO.
Muí reverendos señores: porque la regla, ¡
ordeu del rejimiento de casa, que en grie-
go se llama economía; es szienzia aparta-
\ da de las otras; escribió sant Bernardo la Epís-
tola infra escripta, a un Caballero amigo suyo,
de cómo se babia do rejlr; i moderar a si, i a su
casa, i familia, en todas las cosas nezesarias al
uso cuotidiano. La cuál, me pareszió que por-,
quo fuese mas común a todos , como bién jenc-
rál; se debia sacár en nuestro romanze, i Len-
gua vulgár, con algunas adiziones ó glosillas; "
declarando mas, i aplicando, la intenzión, ¡ sen-
, • tido d'ella. Porque, como quiér que sant Ber-
nardo fuese Letrado, i por su prudenzia, i discrc-
Foi.151. zión, escribiese ^ lo prinzipál que era mencstér,
para el rejimiento de Casa; pero * la experienzia
de los hombres, i la diuturnidád del tiempo, que
cada dia se adelgaza mas; dió cáusa, a quo en
algunos pasos, la hobiesc de alargár, o declarár.
1 piro, .nqui, i en otras par- embargo; con lodo; no ois-
te3,ücnol.-i azcpziún de sin tanto. .. .
•A PRÓLOGO. S 401
I poríjue laá petsórtas Eclesiásticas, espezial-
mcntó los que residen en iglesias Catedrales, i
pocó en sus casas; tienen mas nezesidád d'esta
Orden, i aviso de vivir; me pareszió cosa conve-
liente,- enderezárla a vuestras Mcrzedes, i a
óada uno d'ellos: porque será dechado, i en-
xemplo, para las otras personas seglares: i los
que quisieren usár d'ella en la parte que lés '
tocare, i a su propósito hiziere;
bién sol zierto, que sentirán
descanso en sus personas
i provecho ensuhazienda.
Vuestras R. P.
reziban mi volutád,
i azeten lo que
sant Bernardo
dize,
quo es lo siguiente;
26
'A PRÓLOGO. 9í 401
I poríjue líiá persórtas Eclesiásticas, • espezial-
mentó los que residen en iglesias Catedrales, i
pecó en sus casas; tienen mas nezesidád d'esta
órden, i aviso de vivir; me pareszió cosa conve-
rtiente,- enderezárla a vuestras Merzedes, i a
óada uno d'ellos: porque seri dechado, i en-
xemplo, para las otras personas seglares: i lós
que quisieren usár d'ella en la parte que les '
tocare, i a su propósito hiziere; '
bién sói zierto, que sentirán
descanso en sus personas
i provecho ensuhazienda.
Vuestras R. P.
reziban mi volutád,
"i azeten lo que
sant Befnardo
; • ' • ■ dize,
•■■^ 'que es lo siguiente.
26
402
Ruégasme, con mucha importunidád, que
te enseñe doctrina saludable para la go-
bernazión de tu casa : i cómo te has de
tratar con tu familia. I aunque estos negozios
mortales, por la mayór parle, estén subjetos a
aczidenles de fortuna; no, por eso, los sábios
varones dejaron do dar lei justa, i regla sancta,
para que los hombres cuerdos , puedan vivir con
buen conzierto i razón : i estén proveídos con
remedios provechosos , para se defensár contra
las desdichas, que pueden aconteszér.
Prosigue el Consejo.
^ El gasto de tu persona, i casa, sea menór,
que tu renta, i facultad: que, sisón iguales, pue-
den acaeszér casos sin pensar, i infortunios, por
do te pierdas; i vivas penado, i abatido.
La moderazión es mui nezesnria: mas grave
dolór será a tí, caér de tu estado; que, antes de
caldo, recojerte con sabia prudenzia. Lo que gas-
tas ' con el pobre, te será agradeszido: lo que
gastas en auctoridád de tu estado, es honrroso:
lo que gastas con vagamundos, es vituperable:
lo que gastas con tus amigos, es conveniente a
razón. El gasto suntuoso de núpzias*, desposó-
las, rios; mas ^ es indizio de liviandad, que de ho-
nór. En este articulo, ten por costumbre, de
1 Así: pareze que debía
dezír, goslrs: i, lo mismo en
los tres sigruicntes
2 dcminrias desposorios,
dize la cdizión antigua; m.ts,
a mi parczér, hai errata do-
ble: de unir dos vozes: i es-
cribir mal una: pues minzias
por núpzias , aun cuando so
hay,% usado, serla un barba-
rismo.
403
conferir siempre la agonía del gastár, con el
trabajo del gandr. •
^ La comida de tus familias, sea moderada:
antes coman manjares gruesos que delicados: don-
de nasze la gula desordenada, que es un vizio in-
corrcjible, que con (la vida) ' solamente se acaba.
La gula, en el hombre, es una lepra incurable,
que se acrezienta con el vivir. En los dias fes-
tivos, i de páscuas, el comér sea algo abundante,
i uo curioso: por manera, que satisfagas a la ne-
zesidád, i no a la fantasía .
Aviso singular.
^ Procura, cuanto pudieres, que haya ¡ileito,
entre la bolsa, i la gula. I cuando algo te pidie-
re la gula, dile, que está embarazado, a pedi-
miento de la bolsa. E si, por ventura, fueres
compelido a sentenziár en esta causa, no seas ini-
cuo juez: que, sabida la verdad, comunmente,
la justizia es de la bolsa. Los testigos de la gula,
son pobres: bajos: de racz condizión: i deponen,
no jurados, ni llamados; salvo injeridos de su
propia voluntad: los cuales son, golosina epicú-
rea: vorazidád inhumana: sed artifiziosa: apetito
desordenado. Cuanta autoridad tengan estos tes
tigos, es muí notorio: que son parientes propín-
eos, de brutos animales. Los de la bolsa, sonde
mas crédito: el arca vazía : la troxe sin pan: la
« que con solamente se acá- dize, familias; puede habér
ha, se lee en la cdizión anti- errata por familiafrejs; si en
g-ua, por errata manifiesta de el MS. del Autór so escribió
omisión, de las vozes que ahí la voz abreviada,
suplo. Antes, también, donde
m
despensa sin provisión: los siervos hambrientos:
los mozos desnudos. Estos deponen do vista, i
con mas aparcnzia. Claro está, por quién debes
sentenzii'ir, si no eres apasionado Juez. Esto so
entienda, con tal condizión, que la cobdizia no
haya sido el Abogado déla bolsa: que en tal caso;
' - ■ la gula puede apclár de la sentenzia: i tu .debes
admitir la apelazión: porque codizia, es raíz de
males, que haze al hombre ser homizida de sí.
\Avarizia es un tcmór de sor pobre: i este temór,
ha.-!;e al avariento, que siempre viva en pobreza,
como cuitado, i mezquino. Para una sola cosaos
íitile el avaro: para adquirir con pena, i guardár
con solizitúd, lo que otro ha de gastar con d¡-
^ soluzión.
V Dilijenzia, en el Señór, es virtud muí esti-
mada. Sci Goüzito en sabér, qué voluntád te ten-
gan tus sirvientes: i por qué manera te sirver.: si
es de amor, o de temór, o de puro interese: ca
el descuido en el gobernador, es un fuego
cruél, que quema la casa por cuatro partes. El
estado del neglijente es un alcázar viejo, que, en
Füi. 153. breve, dará consigo /" en tierra. Mui pocas vezcs
dilijenzia, i desdicha, se asientan a una mesa.
Los infortunios, i pereza, suelen andár en com-
pañía. Nunca vi mas vaha esperanza, que la del
neglijente perezoso: espera, que Dios hará sus
negozios, estándose él durmiendo con oziosidád:
i no mira, lo que dize la Scriptura, «yo os man-
do, que estéis apcrzcbidos, con vijilanzia.» Así
que, se zicga, i vive engañado: contemplando lo
que puede Dios, i no lo que manda.
1 Si tuvieres mucho pan en tus silos i cáma-
/i05
ras; no desees careslia d'ello, que serás Iiomi-
zida de los pobres: venderlo has, cuando estuvie-
re en tal prezio, que el pobre lo pueda comprar:
de lo queda por ello, te haze grázia: lo que com-
pra de tí, suyo es: lo cuál se le debe, por titulo
de nezesidád. A tus amigos, i parientes, darlo
has, por menór prezio : que l'amistúd, mejór se
conserva, por buenas obras, que coa dulzes pa-
labras: i conoze, por mui zierto, que mas zierto
amigo es, el que te socorre callando, con parte
de sus bienes, que el que, hablando, te ofreze
toda su hazienda. No tengas por amigo Gél, al
que te alaba en tu presenzia: que este es el oíi-
zio de secreto engañadór. I cuando tu amigo
te pidiere Consejo, procura de le dezir, lo quo
conviene a la razón, i no a su voluntád. I avi-
so te, que no digas, «hazéd esto:» que es dezir
peligroso. Díle: «yo asi lo haría, si en tal caso me
viese:» por que del buén Consejo, te darán pocas
grázias: del malo, luego serás reprehendido. Si
tuvieres enemigos, procura de audár acompañado
con personas conozidas: aunque sea, de baja
suerte, no lo tengas en poco, ni te descuides:
que el tenór en poco al enemigo , ha salteado a
muchos buenos, a traizión: ni te asegures, si
fuere flaco, i callare, que su disimulazión , es
mas de trégua, que de paz.
1 La mujer que tienes, si ea virtuosa, hónr-
rala como discreto, que la tal, es corona de su
marido. Empero, si no es tal, i supieres su trai-
zión; este sabér, es herida incurable: mitigárse
ha tu dolór, cuando supieres, que hai otra peor
que la tuya, en fama, i vida, i condizión. li si
406
la tuya, es consuelo para otros, mas te valiera-
no ser naszido, que casado. La pena justa, de la
perversa mujer era, que viva la enterrasen. Si la
quisieres correjir; digo te, que mejór se castiga
con risa, que con palo: que si está endurezida, el
castigo, pienso, la hará peór.
T Las vestiduras ricas, declaran la pobreza
del seso. La ropa mui preziada, es causa de
murmurazión, i envidia, a los vezinos. Procura
Foi. 154. de ser estimado, por la bondád, i no por f el ves-
tido. La virtud permaneze: el vestido acábase
con vejéz. Grande infamia tuya es, que se diga
con verdád, que vale mas, lo que traes a cuestas,
qu'el mérito de tu persona.
1 Si fueres visitado de truhanes, avisóte, que
estos son interzesores, i medianeros, que te quie-
ren casar con una Señora, que se llama Pobreza:
cuyos fijos son, nezesidád, i abatimiento: no des
audienzia a sus palabras: que te zegarán, por tal
manera; que la medizina con que has de sanár,
es peór que la dolenzia. Prudente serías, si les
pagases el salario, en la moneda de su servizio.
El criado altivo, ¡ parladór, despídele de tu casa,
que d'él no se espera, si no ser tu enemigo. I
el siervo, que procura de contentarte, i de seguir
tu apetito; aparta le de ti, que no te quiere bién,
ni te dirá verdád. Pruébalo. En dia, que faga
grande calór, di tú, que hazo frío: mira, cómo
luego se conzei-tará con tu palabra. El siervo quo
tiene vergüenza, en el rostro, humilde i dilijente,
<¡ue procura de te dezír verdád; ámale como a
hijo: porque es fiél, i zicrto en tu servizio. El
siervo que te viniere con parlerías, mándale
407
castigar; que si le oyes, dará ocasión Jo turbar
toda tu casa: i el escudero, que en tu presenzia
te alabare, guárdate d'él, que quiere, con pala-
bras, conprár tu fazienda.
^ Si quisieres edificár, mira que a esto ejer-
?Ízio te compela nczosidád, i no cobdizia, que no
sabe ponér término en su inclinazión. El desor-
denado deseo de edificár, acarrea, en breve, la
venta de lo que has edificado. La torre acabada,
i arca vazia: en este estudio, se aprende pru-
denzia, aunque tarde, i a mucho daño de los que
estudian en él. Si bebieres de vendér, no vendas
el patrimonio, que heredaste: mejor es sufrir la
hambre, que vendér lo de tus pasados; vendién-
dolo, infamas a tí, i a ellos: a ti de pródigo, i
perdido; i a ellos, de codizia desordenada: que
(como se dize) nunca de bazienda mal ganada,
gozó el terzero heredero . Cuando hobieres de
comprár, no- compres en compañía de hombre
poderoso: que te pornás en subjezión, o en dis-
cordia, que son inconvenientes conozidos. E si
en compañía de pobre, tuvieres alguna posesión,
trata le bién, porque él no la venda, a otro mas
poderoso, que tu, i pagues tu culpa, en la ma-
nera que - ofendiste.
1 En el uso del vino, debes tenér modestia:
escusa la embriaguéz, que empide el ofizio de
razón: el beodo sola una cosahaze bién, que es
caér en el lodo; pena justa de su pecado. Digo
te, que la abstinenzia del vino, es prudenzia sin-
gulái": i el que, entre muchos vinos í i banquetes, pol. 105.
se demuestra modesto en el bebér; puede se de-
zir, Dios terrenal, según ficzión de Poetas. E si
408
en algo exzedisto, i te sientes un poco alegre: fu-
ye el consorzio, porque no sea conozida tu des-
orden. Procura el sueño, antes que hables: que
este vizio, mu¡ mal se escusa con palabras, por
que ellas mismas le condenan, i con razón: fea
cosa es la judicatura del vino, en el hombre mo-
zo, i mui pcór en el gusto de la mujer.
í Cuando estuvieres enfermo, no llames al
físico, que tiene mucha szienzia, i poca expe-
rienzia: que, en este oCzio do curár, matando a
unos, se aprende el sanár a otros. Procura mé-
dico prudente, experimentado, atentado: mas
amigo de esperar, que de concluir. E si quisie-
re hazér en ti nuevo experimento, no lo con-
sientas : ni cures mucho del que anda mui ves-
tido, con joyas, i anillos: que aquellas cosas, no
son para sanár, salvo para mas ganár. Vergüenza
será a ti, dar pequeño salario, a quien trae con-
sigo tantas riquezas.
^ Debes tener dilijenzia, en mirár algunas
vezes, tus caballos, i muías: i no te confies de
tus criados, que enojados contigo, ejecutan en
ellos 5!u venganza. Los perritos de falda, presen-
ta los, a las Reinas, i Señoras do Estado, para
que, con ellos, tengan su pasatiempo. Los perros
de caza, mas enojo traen, i daño; que dan pro-
vecho, ni plazér.
*i Llegada la vejez, que es propincua al mo-
rir; debes, en vida, ordcnár las cosas, que cum-
plen a la salud de tu ánima: i de tal manera,
que todas las cosas, asi ordenadas, en tu vida,
sean apazibles al mundo, i a Dios azeptas: por
que Él se acuerde de ti. I debes olvidár los hijos.
409
imujér; que es mui peligroso para este viaje. I,
con salud, ordena tu testamento. No esperes la
enfermedad, que muchas vezcs priva el sentido.
I, primero, manda pagár lo que debes; espczial-
mcnte, a tus criados. I, de lo que quedare, haz
mandas pías, como cathólico. I elije, por cura-
dór de tu ánima, a persona, que sepas, que tiene
cargo de la suya. No cures de amigos, en este
paso; salvo de siervos de Dios, a quien te debes
encomendár. I deja tus hijos herederos tán pazl-
ficos, que después de tus días, no se fagan ene-
migos, por el repartir de tu liazienda. Esto se me
ofrezió que dezír, en respuesta de tu pregunta;
lo que fuere provechoso, reszibe lo, como de
amigo: i lo que no es tal; reprehende mi igno-
ranzia, i no mi intenzión.
FIN.
OBSERVAZIONES
SOBRE
ESTOS TRATADOS.
Suma de Doctrina Cristiana.
Si juzgámos por la ZéJula, o permiso para su
impresión , que va en la hoja segunda de este
tomo, fechada a 22 de Agosto del año 1548; es
probable, que la edizión primera de la Suma, se
hiziese áziael año de 1540, i tal vez acompañada,
de alguna »Exposizión del primév Salmo. Bea-
tas Vir.»
Como el Permiso, aquí reimpreso, comenzó
a usarse el año 1551, i está al frente de la edi-
zión, que me sirve de Orijinál; infiero, que
acontezeria una cosa parezida, con el que sir-
viese para la edizión primera de ella. Es dezir,
que el Permiso primero, conzedido al Dr. Cons-
tantino, parala impresión de sus Zinco Libros,
se expedirla ázia el año de 1538, pues permisos,
o privilejios semejantes, se daban siempre por
diez años.
Siendo zicrto el supuesto, serán entonzes tres,
las ediziones do la Suma , impresas en Sevilla:
1540.— 15 i5.— 1551.— I puede habér otras.
420 SP. OBSEnVAZIOXES. >f
De Ja cdizión de 1545 se conserva un ejemplár
en la Biblioteca Bcál de Bruselas, cuyo Colofón
se halla al pie de su folio clxxix, después de la
palabra «vida», con la cuál finaliza en ella (igual-
mente que en el ejemplár Dublinensc) el Sermón
en el Monte, como se advierte en la Nota 3;
puesta en la páj. 26'J. Para conservar la memoria
jde esta cdizión, se reimprime cxactamentesu Por-
otada, con el Colofón al respaldo. Véase la páj. 415.
\ De la cdizión del año de 1551 so reimprime
^, también su Portada en la páj. 413, i al respal-
^ do, el Colofón. Es trasunto fiél dé la que tiene
el ejemplár, que poseo, i que me ha servido de
orijinálpara esta reimpresión, comoqueda dicho.
Además de las sevillanas, hai, pareze, otra
edizión de Ambercs, por Martín Nuzio, sin año
de impresión, i a esta ediziórt, pienso, que per-
teneze el ejemplár incompleto de la Suma, que
se conserva en la Librería del Colojio de la Tri-
nidád, [Trinüy College], en Dublin. Esto mas
bién, es conjetura, porque desgraziadamente,
al ejemplár de Dublin le falta la Portada. Fál-
tánle también las hojas desde el fólio 120, al
fólio 134.— Está marcado en el Catálogo, con
la señál GC, 00, 36; i con el título, «Coloquio
de Doctrina Cristiana.n Mr. Thomás Noble Colé,
copió, de este volumen, el Sermón en el Monte,
i la Epístola Silvestre de Bernardo. Hizo su copia,
letra por letra, palabra por palabra, renglón por
renglón, i pájina por pájina: la concluyó el 31.
Vllm. 1858: la colazionó, luego, dosvezescon
el orijlnáí, palabra por palabra : i para mayór es-
crupulosidád , la leyó con atenzión, i colazionó.
•A OBSEUVAZIONES. 9? 421
por terzcra vez, el 23. IXm. de 1858. i la envió
a B. B. Wiffen ; i este incansable amigo , me la
remitió bién encuadernada, entre otros MSS.>
rezibiéndola yo el 21 . VlIIm. 1859.
Esta copia de Tliomas .Noble Colé, me ha ser-
vido, para apuntár las variantes rejistradas al
pie de lííijina, en las que va reimpreso el Ser-
món en el Monte: i para reimprimir la Epístola
des. Bernardo, que tradujo el Canónigo Martin
Navarro, i la oudl es un medroso arrimó en tal
cdizión. ■
El ejempldr de Dublin, le atribuyo a la cdi-
zión de Amberes (que luego se verá menzionada
por D. Nicolás Antonio) por el carácter de letra
redonda: por el grabado de la cruziüxión, pues-
to en el folio 150 primera llana, i que sirve de
Portada a la Epístola Silvestre de Bernardo , i
muestra ser do dibujo flamenco.
De estas tres ediziones de la Suju, de que ten-
go conozimiento seguro, por los ejemplares que
dejo zilados; he preferido, para su reimpresión,
el cjemplár completo que poseo, de la edizión
del año de 1551; porque entre ellos, claramente
apnreze el mas ultimado, o el mas perfecziona-
do, por su Autór.
No solo tiene este ejemplár el remate adizio-
nado al comento del Sermón en el Monte; sinó,
que, a este Sermón, ó Compendio incomparable,
i verdaderamente zelcstiál, de la doctrina, i fi-
losofía cristiana, no se le desdora, en el volu-
men del a. 1551, con la contera impropia, por no
dezir mas, de la Carta de Bernardo.
El mismo Constantino Ponze de la Fuente,
422 *. ODSEUVAZIONES. 9C
Doctór entre los hombres de su Escuela , entón-
zes vciicradísimo, dizc ahi, pájina 241. — uPares-
sziómo, que seria bien ponér la [doctrina del
«Sermón en el MontcJ, al find'estc Libro, ■pava
nque se vea la conformidád de lo que él con-
«tiene, con la doctrina delRedcmptór; i quesea
«ella, el examen, i la prueba, la declarazión, i
Illa luz, de todo lo que los hombres dijeren.»
Do suerte, que estas palabras, parczcn un casi
justo, i completo descargo, que da el Doctór
Constantino, por habór escrito este Libro : i, al
mismo tiempo, son una prueba, o muestra, de
la rectitud de sus conozimientos cristianos.
Porque pareze innegable, que estampando él,
por remate del Libro, quo habla compuesto so-
bre doctrina cristiana, i su enseñanza, la traduc-
zión del Sermón en ei. Monte; dijo claro a todos:
que los libros para enseñár la Doctrina Cristiana,
quo no se ajusten, i estén del todo conformes,
con la doctrina clara, i explízita, i con el espí-
ritu Divino, do este Sermón de nuestro único
Enseñadór infalible; nada valen para nuestra en-
señanza. En esto, Constantino azertó , i propia-
mente fué Doctór. Es, como si hubiera acotado,
ahi , aquellas palabras inspiradas, que leemos en
el Capitulo segundó de la Carta de s. Pablo a los
Colosenses, cuando les dize :
nCuidúd, de que no haya ninguno, que os arre-
«bate [el entendimiento] por medio de su ñloso-
nfia, i su vano engaño; [enseñándoos] según los
«prczcptos de los hombres, según los rudimen-
»tos del mundo, i no según Cristo. »
• Pienso; pués, que Constantino de la Fuente,
«. ODSERVAZIONES. S 423'
para no soparár de su doctrina; Id piedra do to-
que, en que nezeSáriamcnto habían de ensayarse
los quilates de sú bondád; concluyó el Libro de
la Suma ,: con el Seuíión en el Monte. I si en
ediziones anteriores al año de 1551, tomo eti la
del ejemplár, que se conserva en Diiblin, sigue
al Sermón, esa Carta de s. Bernardo; 1 ésto se
hizo con anuenzia del Doctór; el moliVo de esto
fué, el indicado arriba con ¡. las. ivozes medroso
arrimó. ;',u\\\ .'•■■>! r.\r-<\- ><■'•('■■■'. :.•'.:•■( i-i-'t
. El Maestro Martin Navarro , Canónigo de Sé-
villa, fué quien trasladó la Epistola de s. Ber-
nardo ,' como se nota en su encabezamiento se-
gundo; pájina 400. Antes, el mismo Navarro, a
ruego de la Marquesa de Montemayór, doña Isa-
bél Enrriquez, escribió un opúsculd, que so in-
titula Tratado dí:l Santísimo Nombre de Jesús, el
cuál se imprimió en Sevilla; el año de 1525,-
en 4.°, por Diego, o Jacobo Cromberger. — I
Navarro tradujo también, según pienso, la Car-
ta, Dé la Perfeczión de la Fida, reimpresa ahí
en -lias pajinas 393 — 397. Nótese que en las
Portadas antiguas de estas Obras del Dr. Cons-
tantino j no se menzionan esas dos Cartas de san
Bernardo. Tampoco én el Permiso para la impre.
sión, qiie va reimpreso al prinzipio de este to-
mo. I, desde luegó,'las hubiera suprimido en la
edizión presente, a habérmelo permitido la con-
servazión fiél ; de ; estos libros relazionados con
ellas, por la amistád, i motivos, de' sus escri-
tor es;'. í .•'.( .r.'.pj í ) r' o^ nl!fi'v;'):;-,ví-
- Navarro fu6 compañero,' i se mosiró; al pare-
zér, amigo de:nuéstro Autór, i también, á su
27
424 OBSimvAZ IONES. ^
manera clericál¿ amigo de reforma rclijiosa, co-
mo se desprende de las Cartas. Ambos temerosos
(aunque por motivos diferentes) , de que apare-
■ zicndo los Escritos solos del Doctór, pudiesen
hallár obstáculos, entre los conterráneos escru-
pulosos; se dispusieron el uno a prestár, i el otro
a admitir ese arrimo del nombre, i Cartas de
s. Bernardo. ■ ' ■ ■ • '
Porque era nombre, el de s. Bernardo,- do
muí buén sonido para los timoratos de España.
Florczió en el siglo XII : fundó una nueva Orden
monacál: fuó hombré de calidades eminentes,
i de mucho zelo : nuestros pintores nos le pre-
sentan mamando do los mismos pechos do la
Virjen: fuó además perscguidór de los escritores
de zclebridád, como se le víó contra Abelardo,
i Amoldo de Brescia: so ocupó mucho de pa-
siones humanas, en los movimientos perpétuos,
que trajo, para abrumár con.anatemas, a cuan-
tos le parezfan heterodoxos : sacrificó mucha
jente con la invenzión horrible, i san.í^uinaria,
de las Cruzadas: con su buena rcput-azión, i con
el ardor qué solizitaba la condena de sus adver-
sarios ) ganó siempre el asentimiento de los Jue-
zes, e hizo sucumbir, bajo el peso de las preocu-
paziones, i de los pro'zcdimicntcs irregulares, a
las, personas que acusó: so- le canonizó -final-
mente. ¿Qué mejór escudó ; pués, que una Epís-
tola do 3. Bernardo, para un Libro del Doctór
Constantino? : ■ i .
Mas acreditado ya el Libro, pudo bién salir, de
nuevo, en el año de 1551, sin nezositár scme-
jente arrimo: i así lerciiüprimió el Doctór, en las
obseuvaziones. J5 425
216 hojáSy ((ae van ahí reímprcsás, hasta la pá-
jiña 278.
Eso baste, al presente, éri cnanto á las impre-
siones antiguas de la SujíA DÉ Docíuii^a, cotia-
puesta por el Autór. íiías respecto al quilatadór
que lá puso; o séase, a su traduczión del Sermón
UN BL Monte; áú obsórVárá, por lo que signe, que
logró fjrovidenzialmentó sei" aprobado i reim''
preso, i aiín podríamos dezir casi mejorado, po^
los mismos proscribidorés de la memoria, i es-"
critos, del Dr< Cohstaritifio. ' '
Hai üñ áuréó Librito Castellano, Cuya Portada
copiaré literál:
-^«Libro llamado Ouiadip6cadof6S> en el cuál
sé éniefía iodo lo qué el Criúiaixó debe hazér, dende
el pfiñzipio dó su Converiióhj hdslá el fin déla Per*
feczión.—Cómp'uéStO por él Reverendo Padre hai
Luis de Gtánada de la Orden de s. Domingo.— ^
Impreso en Lisbóa, én cüSade Joánnes Blauio, de
Colonia. 1556. Conprivilejío ñeá(,po)' dici Años.»
Es un tomito en dozavó^ prolongado, i cslre- "
ch5, en la forma^ i tamaño de los vls^efes viejos;
pero eii papél- buérióV e impresión clara, i que
tiene 222 hojas, o folios. En la llana primera de
lá hojá lé8, ácabá la «Regla de bién \'ivír:.) I a
la vuelta, comienza el Apéndize, con una Carta
del Padre Fr'. Tomás de Villanüeva, Arzobispo de
Valenziá. Sigue líha «^cgla de Vida,»' alfolio
171, vuelto, por elReVercndo P&ivá Maestro Juári
de Ávila. I en áeguida, al folio 1 76 ^'ucltó, CCk
mienza el Sermók ntú SeRóíi Etí él MoN-fí', pre-
puesto a él, ün Prólogo de poco rtaS de siete pá'
jiñas. El Sermón, se reimpritne allf, con lijeras
426 «. ODSEIIVAZIONES.
variantes, en esta misma versión del Dr. Constan-
lino. I repito, que se reimprime , casi mejorado,
porque las Notas del Doctór, que intercaló ól,
entre el texto, como, por ejemplo, las que van
al pié de los párrafos xv. i xvii., se desglosan,
en el Librito do Lisboa, i se las coloca en el Pró-
logo, reimprimiendo sin interrupzión los tres
Capítulos del Evanjclio. Además de las Notas del
Dr. injeridas, se añaden en el Prólogo pensa-
mientos mui acordes a los suyos. He aqui uno.
«Asi que, pues hasta aquí habernos oído a los
«ministros de Dios; oigamos agora al mismo Dios,
»quo habla por boca de su UnijénitoHijo: si hasta,
naquf habemos bebido de los chorrillos de la sa-
»biduria humana; bebamos agora do la misma
iiFucnto de vida: i si teníamos en poco, las pa-
«labras sahdas del pecho de un hombre mortál;
«tengamos en mucho, las que salieron de aquél
«almario, donde están enzorrados todos las teso-,
«ros de la sabiduría, i szienziade Dios.»
■ Confróntense esas palabras, con las que leemos
del Dr., en la pájina 245., corroboradas, luego,
con las puestas en las pájinas 270-274., i se nota-
rá conformidádl: ; '
■ En el Librito impreso en Lisboa, a la traduc-
zión del Sermón en el Monte, del Dr. Constanti-
no, se añaden los siguientes pasos notables, to-
mados del Testamento Nuevo. Las palabras del
Scñór, sobre las obras de misericordia, recorda-
das en el Capítulo XXV. dos. Mateo.— Las que so /
leen en el Capitulo x. del mismo, sobre la regla
de perfeczión, i vida Apostólica. — Las del Sermón
de sobre zena, que nos recuerdan los Capítulos
OUSERVAZIONES. JS 427
XV, xvi i xvii, de s. Juán.— Una paráfrasis de los
capítulos do cartas de s. Pablo, por este orden:
Capítulo xü. a los Romanos. Capítulos iv. , v., i
vi. a los Efesios. — Capítulos iii., i iv. a los Fili-
penses. — Capítulo vi, do la segunda a los deCo«
rinto.— Cap. xi, do la misma.
■ En csteLibrito se omito el nombro del Doctór
Constantino, al paso que se reimprimo uno de
sus trabajos mejores, cual es la versión do los
tres Capítulos do s. Mateo. El quinquenio trascur-
rido desde el año de 1551, al de 1556., había
inclinado ya la balanza, en aquellos lúgubres
días, a favor do los Inquisidores, de suerte, quo
no se atrevieron a estampár el nombro de Cons-
tantino, los que su trabajo reimprimían.
' ' ' • Catezismo. ' ^ ■ ■ •■ ' ' ■
" De él no conozco mas edizióu, que la de An-
vers, o Amberes, hecha en un tomo en Octavo
español, el año 1556, cuya Portada reproduzco; -,
i cuyas 108 hojas, o folios, van acotadas en las
márjenes correspondientes de esto volumen,
desde la pájina 279 a la 358.
El ejemplar, que me sirvo de Orijinál, se con-
serva en la Biblioteca Reál de Bruselas. Tal vez
(si antes no se imprimió en Sevilla) no haya mas
edizión: i sea estala indicada' por R. G. Monta-
no, [Edidit Calhcchismum in locis liberioribus:]
en la pájina 295, de su Libro, Inquisitionis
Hispanicac Artes; que reimprimí el año de 1857;
i que puede confrontarse con la pájina 327, de '
la misma Obra en Castellano, que habia impreso
428 «. OBSERVAZIONES. ?í
en el año de 1851, a mi sola, i única costa, pues
nunca he impreso Libro a expensas de nadie.
También el Catezismo salió arrimado a nom-
bres de autoridad, pues lleva una Dedicatoria a
un Obispo de León, i por adiziún finál, la Carta
de s. Bernardo, que va en las pajinas 393-97, i
que probablemente será trabajo del Canónigo Na-
varro, traductór de la que acompaña a la Suma.
A esta no le falta su Dedicatoria, porque la
dirijió al Cardenál Loaísa: pero como i este ami-
go de D. Felipe II., i educadór de D. Felipe III.,
se le conoze mejór, que al Obispo de León, no
he creido nezcsario ocuparme de él. Mas como
el Obispo, fué antes compañero del Dr. Cons-
tantino, i se trataron con familiaridad, no pare-
ze impertinente considerarle mas de zerca.
Don Juan Fernandez do Temiüo, fué naturál
de la Puente de Valdevicjo, o, quizá, Valvieja,
en el Arzobispado de Burgos. Entró en el Colcjio
Mayór de S. Salvador de Oviedo, en Salamanca,
en el año de 1524., i fué uno de los primeros
Colejiales, que D. Diego Miguez de Vendaña Ga-
nes, elijió para el establezimiento del referido
Colejio. Fué Catedrático de Leyes en dicha Uni-
versidád, i después, Vicario Jenerál de Sevilla,
Canónigo, i Dignidád de Priór de la misma Igle-
sia. En 10 del ix. mes, del año 1546 tomó pose-
sión do aquél Arzobispado, en nombre de Don
Fernando Yaldés: i en 10 del x. mes, siguiente,
fué consagrado para la Iglesia de León, donde el
Dr. Muñóz tomó posesión en su nombre, en 1(>
del propio mes.
Fu6 uno de los Obispos del Gonzilio de Tren-
OUSERVAZIONES. JS 429
to, de donde ya so había restituido a su Diózesi,
en el año do 1553., en que el Dr. D. Diego de
Covarrubias, Oidór de la Chanzilleria de Gra-
nada, i electo Arzobispo de Santo Domingo, le
dedicó sus Comentarios iíi Regulam , Pecca^
tum, etc. En la Portada dó esta Obra, fee grabaron,
las armas del Obispo Temiño , i en la Epístola
Dedicatoria, pondera elDr, Covarrubias, la gran-
de aplicazión del Obiépo, al conozimiento, i reso-
luzión, de los asuntos, i ncgozios, del Conzilio
Tridentino, lasmuchás penalidades, que sufrió en
su viaje, volviendo a España, no sin grave ries-
go de la vida, i en fin, la virtud, erudizión, zelo
por la república Cristiana, i otras prendas, que
le hazian feliz, en el gobierno, i famoso en todo
ol Reino de España. ^
B. Arias Montano, hizo mcmoriá de este Obis-
po Temiño, cuando, al liablár, del talento de su
propio Padre, dize en el Libro iv do Rhetórica,
que Temiño guardaba sus cartas.
. ir. : . TesÜB mlU certus . - >
Tegminus, Lcglo Hesporiaa quo prasulo quondam
Gaudcbat; namque nie mci tnonimcnta parentis
Et spcctanda olim, et cunctU laudanda fercbat.
Dli bis duodena dabatur epístola nostró
. . A gcnitore, nolis variis depicta, occ una
, Altorius, prtcterquan aut signa, aut nomina tantum
Auctorem téstala suum sub úne tencbat.
•V' Murió el Obispo Tétriiño en el año de, 1557, i
fué sct^ultado en la nave mayor de la Catedral,
a la entrada del Coro; a Temiño sucedió Don
Andrés Cuesta, desdé el año de 1558< hasta el
de 1564. "
430 °A ODSERVAZIONES. 9»
, ' Por consiguiente, este Catezismo, qiie reim-
primo de la única cdizión, que de él conozco^ se
imprimió en Amberes, un año antes de la muerte
áe\ Obispo Tcmiño, él cuál, muchas vczes había
pedido al Dr. Constantino, que le escribiese.
Véase la Dedicatoria. Como el Catezismo tiene
solo 75, hojas, pequeñas, en la edizión antigua.
(Véanse, en esta, las márj enes) se añadió, en otras
30 hojas la Contesió.x, i en 3 hojas, por medroso
arrimo, la Carta de s. Bernardo, que va reimpre-
sa,, en las pájinas 393-97. Azerca de la ■ '
. Confesión del Pecadór,
ocurre dezir, que tainpoco he visto, de ella, mas
edizión Castellana, que laque acompaña al Cate-
zismo i, por eso, va ahí reimpresa, en seguida, en
las pájinas 359—392. > . •
- En el tomo en folio, intitulado: fHisloire des
Martyrs, etc., MDCVIII, que se divide en XII
Libros, obra escrita por Juán Crespin (o Grcpin),
i añadida por Goulart: en su Libro viii., al folio
501, vuelto, hai una Notizia del Dr. Constantino
Ponze de la Fuente, que llena unas cuatro co-
lumnas, i acaba en el folio 502, vuelto, donde
comienza la — «Confessión d'unPecheur deuant
Jesüs Christ Sauveur et Juge du Monde.» El tra-
ductórfranzésdize de, ella: tcetahleau lequel nous
prescntons maintenant auLecteur, l'ayans recouvrc
dépuis n agüeres a la bojine heure, et traduit
d'Espagnol en Frangois comme s'ensuit.n—l pone,
en seguida, la Confesión, en unas catorze co-
lumnas, finalizándola en.el folio , 506, . columna
segunda. ■ .í .; ; ■ :■
». observaziones. 9S 431
Esta Obra, Historia dé los Mártires, (Histoire
des Marlyrs) parezc la misma, que la que Daylo
zita, en edizión del año de 1556, bajo el título
de, Acia ü/aríi/rum, según 61, recuellis par Jean
Crepin. I la misma también, que rcjistra Conm-
do Gesnero, o su abreviadór Josias Simler, en la
pájina 358, columna segunda, de su Bibliotheca
(edizión de Zurich del año 1574); así: — «Joannes
íCrispinus, Atrebas, coUegit et in publicum edi-
idit Actiones etMonumenta eorum, qui a Vui-
))clef et Husso, ad nostram hanc ostatem pro
nChristo mortui sunt. Geneuae. 1560.» ¡Juán
nCrispin, natural de Arras, recojió, i publicó
)iZas Actas, i Memorias de aquellos, que desde
tíos tiempos de Wiclef, i Huss, hasta los núes-
yitros, han muerto por la fé de Cristo. Jine-
obra. 1560j.»
Se vé, que esa de Jinebra, es edizión posterior
a la zitada por Bayle: i'que este llama Crepin, al
que Gesner denomina Crispin, i yoCrespin. Para
mi todo es uno: pero aduzco ambos nombres i
ediziones, no solo por la minuziosidád reparable
de los modernos, en ■ deletrcár los nombres de
Autores,' con toda escrupulosidád; cuanto por no
estár seguro, si el orijindl do la Historia, es latí-
no, ó franzés, como pareze.
: • Sea lo que fuere, la Confesión, en. íranzes,
viene a confirmár aquella Opinión, que aduje ya
en otro lugár, de un Concolega mió, antiguo
Obispo de Albarrazín, de: i\'o haber cosa mas lejos
de la traduczión, que lo traduzido. Todo el atrac-
tivo del orijinál castellano desaparezc en ese
traslado franzés de la Confesión, i de tal suerte,
432 ODSEHVAZ IONES. ?6
que la deja reduzida, a mi ver, a un montón de
escombros .
I, sin embargo, esa misma traduczión franzesa:
so reimprimió el año de 1760, én unas trezo
hojas (pajinas 459-483), del tomo VI, Parte! y
de la Miscellanea Groningana, recomendándola
con estaespezio de preámbulo: «Lcctori benevo-
))lo communicare voluimus, cum ea [la Conte-
oSiónJ ex idiomate Hispánico in Gallicum sit
«transíala, atquc in Actis MartjTum Majoribus
))Lib. VIII, Fol. 502; et sqq. relata, unde eandcm
nlectu atque severa * meditatione dignissimam,
«excerpere, atque ne ejus obliteretur memoria,
shuic Parti, bona tua, ut speramus, cum venia,
xinserere volupe fuit.»
Entro los desastres literarios de nuestra des-
venturada España, uno es, el que revelan esos
renglones, el desprezio, o, si se quiere, el des-
pego, o descuido de los extranjeros en Icér los
libros españoles. Si en Groninga , o Groningen,
los doctos de su Universidad, el año de 1760, hu-
bieran buscado con ahinco el texto Castellano,
do la CoNTESióN DEL Pecadúrj parozo, que le ha-
brían hallado sin gran diíicultád, en el Libro del
Catezismo, impreso en Aniberes el año de 1556.
— Asi no la habrían reproduzido en la jerga fran-
zesa, conque se la disfrazó, encubriendo todo su
garbo naturál, i la viva ¡majen de ese pesáx con-
movente, i exquisito, que, se descubro, i resal-
ta, al punto, en las vozes castellanas, i en sus
jiros, i colocazión.
I severa, ahi, quizá es errata por rcvcriK- •'"
» ODSERVAZIONES. ?• 433
Además de esas cuatro obras del Dr. Constan-
tino, reimpresas en este volumen, a sabér; ■
«Suma de Doctrina Cristiana.» ,
«Sermón de nuestro Sefiór en el Monte.»
oCatezismo Cristiano:»
nConfesiún de un Pecadór.»
Sabemos que dejó escritas, las siguientes: e
impresa ya esta primera;
oDoctrina Christiana, en que está conprehen-
ndida toda la información, que pertenece alhom-
ifbro que quiere servir a Dios. Por el Doctor
n Constantino. Parte Primera, de los artículos de
»la.fé. [Aquí hai un escudo, o emblema de unión,
) »con la Orla: Concordia res parvae Crescunt.\ En
i «Anvers.En casa de Juan Steelsio. AñoD.M.LIIII.
»[Asl, en vez de MD.LIIIIJ. Con Privilegio Impe-
»riál». — El Colofón dize: «Este libro siendo apro-
libado por los Inquisidores de España, no tiene ne-
- tzesidád, de otra aprobazión. Mas por satisfazér
nal impresor, digo: que esmui católico, idegran-
tidisima utilidád para cualquier Cristiano, que lo
nleycre. — Frai Angel de Castilla:n —
aFué impreso en Annuers en Casa de Juan La-
tió Año, — M.D.LIlIhu — Tiene este tomo, en
4." pequeño españól, 13 hojas de prinzipios, que
ocupan la portada: Dedicatoria a Carlos V, 5
pAjinas; Prefazión, diez hojas: i luego 398 hojas ^
foliadas (796 pájinas). Cada pájina, cuando está
llena: tiene 36 renglones de letra redonda, i
metida: i cada renglón de 44 letras, mas o me-
nos. Si Juán Stelsio, no es la misma persona que
Juán Latió, el primero seria el que costease el
Libro, que el segundo imprimió. ,4i1'íí;I¿íí. vr,-. •
434 «. OCSERVAZIONES. >í
Las Obras, quo no ho visto son:
«Exposizión del primór Salmo do David, Bca-
tus vir,i>
(«Discursos sobre los Libros do Salomón, Pro-
verbios, Eclesiastes, i CantAr de Cantares.»
«Discursos, sobro el Libro de Jób.»
iiUn gran Libro, en quo trataba: Del estado do
la Iglesia. De la verdadera Iglesia, i de la Iglesia
del Papa, a quien llamaba Anticristo. Del Sa-
cramento de la Eucaristía, i del invento de la
misa. De la justificazión del hombre. Del Purga-
torio, a quien apellidaba Cabeza de lobo. De las
Bulas, einduljenzias. Do los méritos humanos. De
la Confesión».— Este Libro, escrito todo do su
puño i letra, i ahora, probablemente perdido, fué
el que sirvió a los Inquisidores de Sevilla, para
interrogarle, i obligarle a una declarazíón franca.
Además de esas obras, quizá existan manus-
critos, dentro, o fuera de España, i arrumbados
en algún rincón, vários dolos muchos Sermones,
que predicó.
El Libro do la Exposizión del primer Salmo da
David, pienso, c[ue se imprimió no solo por
incluirse en la Lizenzia, con que se encabeza este
tomo, sino por lo que dize Montes, en' su libro:
Inquisitionis Ui.tpanicce Artes, paj. 295, (o pajina
327 de la traduczión), en las ediziones, que im-
primí a costa mía, i sin pedir dinero a nadie
Montes dize allí, que nos quedan del Dr. Constan-
tino seis discursos, o sermones, sobre otros tantos
1 (luego se veri que lo ase- 2 lo mismo quo el Dtalos/0
gura D. Nicolás Antonio). de la Lengua i demás.
'A ODSERVAZIONES. S 435
versículos del Salmo primero de David, i aun los
mas eruditos echan de ver en ellos la instruczión
rara de aquél hombre, unida con un sumo artifizio
en el dezir. »
Claro parcze, que dan a cntcndéresas palabras,
que andaban impresos los Discursos, o Exposi-
zión del Salmo, cuando los doctos, en jenerál,
los podían considerár. Montes, además, habla de
ellos, al enumerár las obras que aquí reimprimo:
menzionando aparte las que aun no se habían pu-
blicado, como el Job, i los Libros de Salomón,
que Montes, i sus desterrados compañeros po-
seían manuscritos, fuera de España, i que pen-
saban dar a la estampa, en Heidelberga, o en
otro sitio de su morada errante. Véanse, en
Montes, la pájina 284 del latino, i 314 del caste-
llano; i en él, la Nota.
Las notizias, que, azcrca del Dr. Constantino,
trac la Uistoire des Martyrs, i que luego se reim-
primieron en la Miscellanea Groningana, se
copiaron verbalmcnte del prezitado Libro de!
Montes; como ya las reimprimí r en los tomos
V i Xin de mi Coleczión de Reformistas Anti-
guos Españoles, donde el Lectór puede verlas . —
I pues no se trata ahora de elojiár, i menos de
Canonizár, al martirizado Doctór; recapitularé, lo
que de él, i sus e.scritos, dizen los Doctores Ro-
manistas, no sé con cuanto candor, i sinzeridád.
En la BibliothecaNova, de D. Nicolás Antonio,
tomo I, pájina 256, columna 1.', i 2.*, edizióa
de Madrid del año de. 1783, leemos lo siguiente:
. «Constantino de la Fuente, naturál de San
«Clemente, Diózesi de Cuenca, doctór Teólogo,
436 ^ oíSEnvAMONES, 7»
«i Predicadór dól Augusttsimo Enipcwdór Cárlú&
)>V, ¡ del Piinzipc'D. Felipe/ cori el cuál pasó a
Mlngkterm. Fué también Canónigo Majistíál dc
»la santa Iglesia dc Sevilla: escribió) (N. B.),
rt cuando aun no s& había despojado de su buen
«j'utzto [cura nondum cxuissct búíiam ínentcmj,
))si creemos a Antonio Pos'sovino, i a loá 4uó for-
t)ma.TÓn\a. BibUotheca; Ges7ieriand. ' ^ ■ ' ;
■ iiSummafn Chrísíian(t'doclrin(É. A.tóberes, éü
«octavo, en lengua vulgár Española, según nota
»cl Autór del Suplemento a la Biblioteca Gesne-
vriana: el titulo Castellano dc lA Obraos, Suma
«de doctrina Christiana: ala cuál só' añade: ElSer-
yimón de Christo nuestro Redemptór en el Monte,
ttraduzido por el mismo Autor, con declaraziones)
»dedicada a Garzia dé Loaisa, Cardenál de la S. R. I.
uarzobispo de Sevilla. En Amberes,' eü Casa de
«Martin Nuzio, sin menzión del año.
«Expositionem In Psalmum I. Davidis: dlstri-
«buida en -vi Pláticas. Amberes, por el mismo
«Nuzio [IbidemJ. 1556. también en castellano,
«según lo dizo el autór, que acabo de zitár: pero,
))sin embargo, pareze, que puede asegurarse, que
«dicha Exposizión, sea del Salmo quincuajésimo;
Mpues fazil es la equivoCíizión de I. poí L.
aílominis Peccatoris Confessionefii: A no ser, quo
«sea la obra misma de la Exposizión del Psalmo
Zierto es, que antes de las otras obras, áe
«prohibo nominalmente ¡TWrtundíim] esta Confe-
«sión, en. el Indize Expurgatorio Español.
tMagnum Cathechismum.)> [Doctrina CristianáJ.
y>Commenta/ria in Proverbia Salomonis, in Écle-
*siasten, iñ Cántica Canticorum, i finalmenté, «rt
QBSERVAZIONES. 437
»/o6.— Todos los cuales Cbmentarios', alaba tam-
xbién /orje Brando, cii sü Dibliotheca Officinalis.
«Por loque toca al Ecclcsiastes, alabó este Co-
))mcntario, Fabián Justiniano, en su Indize Uni-
nversál, cometiendo^ sin embargo, un yerro en el
•nombre del autór, pues él que nombra él allí,
tConstantinus Forctius, es, Constanlinus Fontius
»f Constantino de la FuenteJ: lo que advirtió ya,
»ml paisano Juán Pineda, en el Capítulo XIII,
«párrafo 6, de la Prefazión a sus doctísimos Co-
omentarios, sobre este propio Libro Bíblico: i de
«paso, refiere allí mismo, el íín lastimoso de
«Constantino.
«Rodeado este Varón, con tantas dotes de doc-
» trina, i apoyos do estimazión (para que nadie"
«presuma sabér mas. de lo que del)e, sino que,
•mas bién, tema, i se guarde de sí propio;) i caí-
«do en herejías torpísimas; mientras estaba pro-
aso, i viendo ya que iba a aparezér encausado
«delante de todo el pueblo Sevillano, por após-
«tata de lafé verdadera, se dió a sí mismo la
«muerte, pomo presentarse vivo, cti eszena se-
«mejantc. No pudó, sin embargo, librár a su ca-
itdáver de las llamas vengadoras, suplizío a que
«fue condenado en Sevilla el año de 1559. —
•Azerca de lo cuál, véase a Luis Cabrera, en la
«Historia de Felipe II Reí de las Españas, Libro
«V, Capítulo iii.» •
Eso es cuanto dizo D. Nicolás Antonio: i pués
61 se refiere a su paisano Pineda, i nos remite al
tomo de Cabrera; en' fé de ínjenuidád pondré
aquí las palabras de ambos. '
Cojiendo el tomo, cuya Portada dize; "'"í '"■> " ' '-
433
°A ODSEnVAZIONES/ ^ ■
. t'Joanms de Pineda HispalcTisis e Societate Jesu
in'Ecclesiasten Commenlariorum líber uniis, etc.-
Parisiis. Apud Michaelem Sonnium. MDCXX.-Un
tomo en folio de mas de 900 pájinas, a ;dós co«
luranas: en las pájinas 29, i 30 del tomo, se halla
er párrafo VI, Capitulo 13, que apunta D. N. An-
tonio. I el Padre Juán de Pineda, al menzionár
en él, que hai otros Expositores del Libro del Ec"
clesiastés, que él no logró ver; remite a sus lec-
tores al Libro 4." de la Biblioteca de Sixto Se-
nense: a la Biblioteca Escrituraria de Anjel Boc-
ea, al fin del Libro de Escritores Eclesiásticos,
por el Cardenál Bellarmino: a las Notas de su
Cofrade Andrés Scotto, a . las Melaphrasis de Gre-
gorio Thauraaturgo: i, por último, ala Tábla, o
Elenco de Autores Bíblicos, que al fin de su In-
dize Universál, pone , Fabián Justiniano. Añado
Pineda, que en esos Libros, se enumeran, poco
másemenos, sesenía Intérpretes del Ecclcsiastes.'
En seguida nota, : «que el Fabián Justiniano,
»así como es digno de glória, i alabanza, por ha-
»bér dispuesto suindize Universál; así éste sería
»obra mucho mas útil, si hubiese salido a luz,
«trabajado con exactitúd, i dilijenzia mayores:
«que siendo, como es, un trabajo impremedita-
))do, i atropellado, no solo hai en él muchas co-
»sas triviales, i faltan ótras mui deseables; sino-
«que tiene errores graves: o por la ignoranzia
«de los amanuenses, o por la de otros ineruditos.»
Para probár esto (dize el Padre Pineda), «que
«basta ver el Breve Indizc de los Escritores: don-
»dese leerá a Jansenio, que aunque escribió so-
»bre elEcclesiásticOi .nunca tocó a\ Ecclesiastes:
5R, OBSEUVAZÍONES. 9» 439
la Roberto Shir-wode, quo tampoco escribió Co-
tmentarios, sino, que solo trabajó una traduc-
»zióu nueva, del Hebreo, del dicho Libro: a los
«Comentarios do Hj-pólito, que jamás existieron:
»a los Comentarios de Benito Arias Montano, que
«nunca él imajinó; i quo solo escribió una Pará-
ufrasis Poética, i nimiamente literál: a los tres'
«Librillos escritos en españól por Diego de Este-
>illa, solo por su título, de laVanidád del Mundo;
Dcontando a su autór, impropiamente, entro los
«intérpretes sagrados: — i, añade Pineda: que en
nel dicho Indize de Fabián, se lee: —«Comentários
»al Ecclcsiasícs de Constantino Forezio [Constan-
»tini Foretij]; por un yerro í'ns/^'ne (señalado)
»del Escritór, o del Impresór: yerro que se repi-
»tió en el Libro del mismo Fabián: ^Comentario
tde Sacra Scriptura, ejusque usu ac intcrpretiius,
nRoriKB 1614»: adonde, en vez de Foretio, debió
aponerse Fon/íum, «nam is Ule (prosigue) esí,'
oConslantinus Fontius, damnalus auctor, qui cuín
»ex Anglicana et Germánica Peregrinatione mul-
utum Luiheraniccn scabici contraxisset , convexis-
itsetquc eó unde profectus fuerat, non prim curari
npoluity quám salutífero Sanctm Inquisilionis igno
teius ossa, ante annos sexaginta, plus minusve,
ytHispali publicó concremarentur. Scripserat vcró
tnescio quas in Prouerbia et ' Ecclesiasten mcdita-
ntiones», — [porque este es aquél Constantino déla
nFuente, autór condenado, que habiendo contraído
»mucho humór de sarna Luterana, en el viaje a In-
fglaterra, i Alemania, i habiendo traido consigo
«[la dicha sarnaj, al lugar de donde había partido
»[es dezir ,a Sevilla], no pudo ser curada, sin que
28
440 °A OBSEnVAZIONES. ?í
»s6 quemasen públicamente sus huesos en Sevilla,
tcon el fuego salutífero de la Santa Inquisizión,
nanies del año 1560, poco mas o menos. Había
vescriío [el Dr. CoustantinoJ, no sé que MeditaziO'
unes, sobre los Proverbios, i el Ecclesiastes]. »
I prosiguiendo, en la manera poculi;ir a ellos,
el Padre Pineda (que murió de 80 años, el de 1 637)
en su candoroso, i caritativo exámen del Indize
del Fabián, añade en tono de cariño: «que hai en
«él otros no pocos errores de semejante laya [hujus
«fariñas]: lo cual nota, no porque quiera zaherir
11 en nada al docto Fabián, benemérito de las letras;
asino para que en trabajo tánto, tan honesto, i tán
nutil, continúe con mas alegría; puliendo, liman-
»do, añadiendo, quitando: etc.»
I sigue Pineda aconsejando al Fabián , que no
seria de la Compañía, cuando no le califica con
la voz nuestro, como hizo antes, con el que llama
noster Andreas Scoiíus.— Mas basta lo aduzido,
en comprobazión de la zita primera do D. Nico-
lás Antonio, que nos indica luego, al fin de su
Artículo, que veamos el Libro de Cabrera.
La Primera Parte de la Historia de Felipe U,
Rei de España, de Luis Cabrera, se imprimió en
Madrid en un tomo en folio de 1176 pájinas, el
año 1619 por Luis Sánchez, impresór del Rei.
Tiene el tomo una Portada grabada, donde apa-
reze Felipe II materialmente representando al In-
jenioso Hidalgo Manchcgo.— En este Libro, refi-
riéndose al año de 1559, se lee, del D. Felipe, lo
siguiente, en las pájinas 235.-36.
«Hizo su entrada en Valladolid, a ocho de Se-
otiembre. Para el Castigo de los que en Lu.-
» OBSERVAZIONES. S 4 Í l
teranos CoventLculos publicaron la herejía, es-
» tragando las vidas a los almas, hizo zelebrár
«Auto al Santo Ofizio de la Inquisizión, i asistió-
ule, teniendo su estoque en altó, el Conde de
nOropesa, a quien toca. Acabado el Sermón, que
«predicó D. Juán Manuél, Obispo de Zamora, nie-
«to de D. Juán Manuél, el Bueno {!), deszendiente
«del Infante D. Manuél, hijo del, Señor Rci de
«Castilla D. Hernando el Santo; antes de leér las
• culpas de los miserables delincuentes, le dijo
»en voz alta, el Cardenál, de Sevilla D . Hcr-
»nando de Valdés, Inquisidór jenerál, uDomine,
tadjuva nos.« El Rei se levantó, i sacó la espa-
■>da, en señál de que con ella defendería la fé,
líLuego el Arzobispo, leyó esta protestazión.
«Siendo por Decretos Apostólicos, i sacros Cá-
«nones ordenado, que los Reyes juren de favo-
«rezér la Santa Fé Católica, i Relijión Cristiana,
j)¿V. M. jura por la Santa Cruz donde tiene su
uReál diestra en la espada, que dará todo el favor
nnezesario al Santo Oüzio de la Inquisizión, i a
»sus Ministros, contra los herejes, i apóstatas, i
xcontra lós que los defendieren, i favorczieren, i
«contra cualquiera pei'sona, que directa, o indi-
«rectameute, impidiere los efectos, i cosas del
«Santo Ofizio, i forzará a todos los subditos, na-
uturales, a obedezér, i guardár, las Constituzio-
»nes, i Letras Apostólicas, dadas, i publicadas,
«en defensión de la Santa Fe, Católica, contra
»los herejes, i contra los que los creyeren, re-
«zeptaren, o favorczieren?—! el Rei .dijo; «Assí
»lo juro.» , . ' •
«Hallóse por esto presente a, ver llevár, i ■ en-
442 ^ OBSERYAzroNESi y»
«tregár al fuego muchos delincucnlcs, acompa-
líñados de sus guardas de a pié, i de a caballo,
nqüe ayudaron a la cjecuzión, i entré ellos, a Dón
«Cdrlos de Sesé, noble, grande i pertinaz hereje,
»que le dijo» ¿Cómo lo dejaba quemár? — i. res-
«pondió: «Yó traeré leña, para quemár á mi hijo,
»si fuero tart malo corto vós. a
«En Sevilla, quemaron en otro Atito do Inqui-
iisizión zincuenta, i los huesos del Dotór Constan*
»tino, porque so mató en la cárzel con ün cuchi-
nllo, el Luterano, casado con dos mujeres, vi'
B viendo ambas, i tomó el Orden Sazerdotál
«también.»
Eso es cuanto arroja de sí, la cbraprohazión de
las zitas hechas por D. Nicolás Antonio, do los
Libros do Pineda, i Cabrera. — A este último (aun-
que cuenta fábulas de viejas, sóbrela vida,' i
muerto del Doctóf Constañtino), ni le creo ca-
lumniadór, ni digno de rcfutazión. Constantino
Ponzcde la Fuente casó con dos mujeres, (no co-
mo él dize) : casó antes de ordenarse de clérigo:
i añado yo, que tuvo una juventud borrascosa, i
suelta. Pero también añado, que nazió i se crió
en Éspaña, i en el siglo xvi. Lo tormentoso de sus
verdes años, no influyó en contra suya, con Cabre-
ra, i otros, hasta ácsjjuc's del bautismo de su verda-
dero arrepentimiento.— Frei Lope Félix de Vega
Carpió, casó dos vezes: tuvo tratos e hijos, con
otras dos mujeres, estando ca&ado: derramó la san-
gre humana^ en lanzes privados, i como soldado:
escribió inmoralidad toda su vida, soltero, casado,
i sazerdote: pero, como se honró con servizios s6-
cretos, a los Grandes, i con servizios públicos , i
OnSERVAZIONES. S 443
secretos, a la Inquisizión, de quien fué familiár,
0 criado: le vemos, hoi mismo, zircundado, en
esta España indefinible, de gloria; i comó santifi-
cado. Se ha determinado por la Á(^adcmia de la
Lengua, reimprimir todas las bizarrías pasmo r
sas, de esle segundo, i sin primero, inagotable
Tostado dó la poesia española, i de la prosa es-
pañola: reimprimir la selva do sus Comedias, la
maraña toda de sus relaziones milesias: i esto
ji mas de habér consagrado su Casa como por
prenda de culto: al idioma, que él usó, i que
no quieren usáp los Académicos mismos : i ha-
berle hecho unas Funerales, para descanso de
su alma, mas de doszientos años después de su
muerte. Ya nos dijq Iriarte, que
■ 'I'. . . ,.,.,í:; . ■; ■
,(Ui:!!'! ' i A triitár dé un gravísimo ncgozio -
.■r:r , : . ' Sojuataroi^ loa zánganos vm día, ote.
1 si bién todo eso importa poco; so trae aquí
para probár, que al Doctór Constantino, le hu-
biera elojiado sumamente Cabrera, como elojia
a Felipe II, que casó cuatro vezes,' i tuvo otras
distracziones amorosas; si el Doctór no se hubie-
ra declarado, él mismo en su prisión, por hereje.
Prueba también esto, lo que nos enseña el Capí-
tulo xxiv, 14. de los «IIechos de los Apóstoles»:
que pudo el Doctór Constantino, dar culto al
Dios de nuestro padres, teniendo fé en todas las
cosas escritas en la Lei; i en losProfetas, siguien-
do el camino, qué él buen Cabrera llama herejía.
Pero los arranques de Cabrera, i Pineda, i aun
los del modesto, !! docto D, Nicolás Antonio,
444 ''a jddServa2iónés. ">»
qüo los ^ita comó infamantes a lá memoria del
Doctór; traen a la mia, las palabras hotables, coll
que D. Lorenzo Vander Hammen, i León, natu-
ral de Madrid, i Vicario de Jubilós, Cn su libro
intitulado Dom Felipe el Phuúén^té i el sine exem-
plo MaximuSi segúü le califica, recuerda los mo-
mentos de muerte, ád qucmadór de los huesos
del Dr. Constantino, laspalabi-as son, entre otras,
estas: • ■ ' • ■ ■ ■ ■ ; ■ '
"La muerte ■ no le quiso arrebatár de golpe;
»sino hazerlc sentir primero, cómo los Prlnzipes
1 i Monarcas de la tierra tienen tan miserables, i
»vergonzosas salidas de la vida, cómo los maspo-
hbres d'ella: í en efecto, le acometió con ejérzito
«innumerable de aczidentes, :unos de enfado, i
«otros asquerosos, aun para mayores fuerzas su-,
«periór. EraD. Felipe, en esta batalla, él mismo,
)>el campo del combate, el combatiente, i el com-
ubatido: i aunque se hallaba en tal estado, no le
"Causaba la miseria presente, tanto horror Como
)ilaporYenir..nepresentábalc la aprehensión fuer-
ote, que en este discurso hazía, los abismos de la
«justizia de Dios: la cuenta, tan por menudo, i
»tan estrecha» que le había dár, de tantos días,
«tintas aczioneS, tántos pueblos, tánta sangro
»[NB.J perdida, i derramada: i quisiera antes
nhabér nazido pobre pastór, que Reí de España,
«o haber muerto en su juventúd: echando de ver
»que no es pequeña prueba, de que Diós ama a
»un hombre, el sacarle temprano, de las inco-
«modídades , i aflicziones de la tierra.»
Puede ocurrirse a cualquiera, que en la carga
de remordimientos, que ./ibrumabañ postreros,.
íR. OBSEnvAZiONES'. S 445
la conzienzia del infeliz, i atribulado Monarca:
entre esa tanta sangre derramada, entre esc
aguijón, de que Dios no /e ama6a ; se acordase
D. Felipe de los Sermones, que desde el año do
1548, habla oido al Dr. Canstantino, i al Doctór
Cazalla; i la retribuzión de muerte, con que les
habla pagado sus advertenzias de vida.
Fázilmente se ilustrarla esta considerazión,
no solo glosando, por enzima, vários pasos do
los escritos del Dr. Constantino, como por ejem-
plo, lapájina 348 de este tomo; sino copiando
las defensas de muchos amigos do D. Felipe, i
de sus postrimerías. Pero la digresión nezesaria,
para la glosa, i las copias, además de larga, sería
impertinente, i forzosamente ágria.
. Basta eso: i continuemos en la tarea enojosa
de examinár los frutos azerbos de critica literá-
ria, que prozeden de la iniquidád del exclusivis-
mo relijioso: repasemos, pués, en la memoria,
las calumnias mas zercanas a nosotros, i los dic-
terios do que fué blanco el Dr. Constantino, no-
venta años haze, en tiempo de Cárloslll. ■
D. Franzisco Cerdá i Rico/ Abogado, Ofiziál
de la Secretaria del Despacho Universál de In-
'dias, i Académico de la Historia; habiendo sido
rezibido antes por Ofiziál de la .Biblioteca Reál,
viendo las preziosidades, que constaban entonzes
en ella, particularmente de buenos Autores Es-
pañoles Antiguos; se dolió mucho, de que estos,
se hallasen sepultados en el olvido, mientras de
continuo se publicaban obras fútiles, i de las que
el público no podía sacár provecho alguno'. Por
esto conzibió el designio, de ir reimprimiendo
'i 4 6 «, OBSERVAZIONES. 9í
algunas de las antiguas, ¡lustrándolas con las
notizias do sus Autores, i otras pertcnczicntes a
la Historia literaria. Las primeras que publicó, a
expensas de la Bil)liotcca Redi, fueron las que
•compí-ehende este tomo: , ,
Alphonsi GarsiíE Jlíatamori hispalcJiUsel RJie-
' toris primara Cumpíutcnsi!: Opera Omnia, nunc
primum in unum Corpus Coacta. Accedit Com-
mcntarius de Vita ct Scrtptis Auctoris. Matriti
Anno M.D.CC.LXIX. Tupis Andtcce Ramírez.
Superiorun Permissu. o— Vno en A.° mayór: '28
hojas al prinzipio; i 700 pájinas.
. En la hoja 13.' de las no pajinádas, una de las
que contienen el Comentario del Sr. Cerdá i Rico
sobro la Vida, i Escritos do su Héroe, dize así:
«Unum te monere visum cst, lector eradite,
prius quam ulterius progrediamur intcgrum de
Constantino Fontio damnatae memoria: altare
elogium hinc penitus crasum : quod acquc boni'
que consulas vohcmus. Fuit enim Constautinus
homo vafer ac vcrsipellis ex eorum numero ,r> Qui
Curios simulant et Bacchanalia vivunt. Nam
scientia sua inflatus detracta impudenlim larva
pestilentissimas hareses profiteri est ausus. Egre-
gie ut solet omnia rem narrat Nic. Aktonius. Bi-
blioth. Nov. vol. I. paj. 196.
[I, en seguida, trascribe, solo el pedazo último^
del Artículo de D. N. Antonio, que ya traduje,
antes, entero, todo él de referenzias: i prosigue:]
«Sed cave ne maculam aliquam auctori nostro
temeré inuras. Edita est enim Apologia anno
MDLIII. quo tempore Constantinus bene de reli-
>gione sentiré ómnibus videvatur, eaque ^rat apud
«. OD3ERVAZI0NES. ?• 447
oñincs nominis sui exisiimatio qualem descripsit
Matamorüs. Nec aliter nos iuclicare sinit regii
oratoris munus , quod tune oblinebat. Sed postea
cum religione omnia illa animi ornamenta si~
muí amisit. Quod si tune }í\iaííOuvs ser ipsissel,
non dubilo quin hominem hunc diris devovis-
set, quemadmodum ex ipso auclorc evidcnícr pro-
bare possumus.»— [Antes que prozedamos mas ade-
lante. Lector erudito , nos pareze, que debemos
advertirte una cosa, i es: qúé,' de aquí, hemos
quitado enteramente lodo el elojio de Constantino
de la Fuente, autor de condenada memoria: lo
cuál queremos que apruebes , i lleves á bién. Por-
que Constantino fué hombre tan astuto como tai-
mado, del número de aquellos,
iiQue se aparentan Cúrios, 1 en Bacanales viven. •
Pues hinchado con su zienzia, quitada la máscara
de su impudénzia , se atrevió a enseñár herejías
peslilentisimas. Refiérelo, tan bien como suele con-
tarlo todo, Nicolás Antonio, en su Biblioteca
Nueva, tomo I. pájina 196. ■ ;
— Pone el pedazo último del Articulo, i continúa:
Mas, guárdate de imponér temerariamente algu-
na mancha infamante sobre nuestro Autor. Pués
la apolojia se publicó en el año 1553 : época en la
cuál a todos les parczia que Constantino opinaba
bién azerca de rcUjión: i tal era la estima, que
todos hazian de su nombre, cuál Matamoros des-
cribió. Ni nos deja juzgar de otra suerte, el cargo
qué tenia entonzes de Predicador del Rei. Pero
después, junto con la relijión , perdió todos aque-
llos ornatos del almá. Si entonzes hubiese escrito
I
448 il^ OIlSERVAZIONES. JS
Matamoros, no tengo duda, que hubiera inalde-
zido a este hombre , como lo podemos probár, por
las obras mismas del autór«\. etc.
Eso es cuanto se le ocurrió ponér a D. Fran-
zisco Cerdá i Rico, en contra de la relijiosidád
del Doctór Constantino. Su ocurrénzia me pa-
rczo dcsnzcrtada, o impropia de un literato, por
varias razones.
En primér lugár, tratando do reimprimir to-
das las Obras del Maestro Matamoros, al cuál no
podía ya consultar, por hazér casi dos siglos que
había muerto; lo que cumplía a la injenuidád
literaria, i al carácter de fidedigno humanista,
i editor, que al parczcr ambizionaba D, F. Cer-
dá; era el habép reimpreso lí Apolojia, confor-
me a la edizión del año de 1553., i no darnos
una edizión mutilada de ella. I al elojio del Doc-
tór Constantino, que no le gustaba, pudo po-
nerle por Nota condenatoria, cuanto creyese
nezesario, para agradar a todas las sotanas, goli-
llas, i faldas de España, que a D. Franzisco le
pareziesen ortodoxas, i temibles.
Luego , ya que para condenár la memoria del
Dr. Constantino, se apoya en la autoridád de
D. Nicolás Antonio, trascribiendo un pedazo del
Articulo de la Biblioteca Nueva; pareze , que el
Sr. Cerdá, debia haberse hecho cargo, de lo que
reza el pedazo antariór, que no trascribió; en el
cuál D. Nicolás Antonio, aprueba, implizitamen-
tc las obras, que aquí reimprimo, del Doctór;
pues que dize, que las compuso, cum nondum
exuisset bonam mentem, o , cuando aun no se ha-
bía despojado de su, buén juizio.»
5R. ODSERVAZIONKS. S 449
■ I inui malo hubiera sido el del Maestro Mata-
moros, si hubiera mudado de parezór, respecto
al mérito del Doctórl Constantino, innezesaria-
mcnte, i contra la verdád.
Convengo con el Sr. Cerdá, en que Matamo-
ros hubiera (como dize) maldezido a este hombre,
cuantas vczes se lo hubiesen ordenado los In-
quisidores i porque eñ nuóstra monástica Espa-
ña,- nada es docto, ni sazonado, en letras, si no
obtiene antes el asentimiento, i firma, de los fa-
náticos mas zerrados)— pero como las obras que
al Dr. Constantino le granjearon su justa ala-
banza, habían sido aprobadas por los Inquisido-
res de España , no tenían nezesidád de otra apro-
bazión, como dijo Frai Ánjel de^ Castilla, según
vimos: ni Matamoros, por consiguiente, tenía
que acudir a la inconsistenzia, de borrár esas
alabanzas. I cuando en sn Apolojia, vemos elo-
jiado al Obispo Osio, i al Arzobispo Frai Barto-
lomé Carranza de Miranda; al mismo tiempo,
que se abstuvo de elojiár, a Frai Luis Carvajál,
«por no ofendér las zenizas del indignado Eras-
mo/i) firati simul et indignabundi Erasmi manes
a proposito deterruissentj, como dá a entcndór;
— ^pareze naturál, que el paso de ISiApolojia, ex-
purgado por el Sr. Cerdá, le hubiera dejado en
su lugár Matamoros, con las salvedades, que
dejó, el del Obispo Osio.
. En lo que no es posible convenir con el se-
,ñór Cerdá, es, en aplicár al Doctór Constantino
el verso de Juvenál: pues, a mi ver, estuvo tan
lejos de aspirár a que le tuviesen por otro Cu-
rio, ni por cualquiér otra antonomasia de virtud
I
hbú "A OBSERVAZIONES. >?
azendrada ; que en esto mismo volumen , desdo
lá pójina 360 a la 392, tenemos la Confesión, no
solo de aquellos pecados, i locuras de su juren-
íúd, que le echaban en cara los quo callaban las
propias , i las de otros; sino que -vemos al Doc-
tor Constantino postrado enteramente, i sin mas
esperanza, que en su Bcdentór : i le oímos cx-
clamár ahí en la pAjina 388: «Tal soi yo, que
todo cuanto, Vos, sois, csmencstér para mi. ^> — i
en la 390, reconozerso, i dezir: «Z)e mi parte,
no hai otro sacrifizio, sinó mi espíritu atribula-
do, i mi corazón aflijido: i aun este no tuviera,
si no me hubierais despertado para que conoziese
mi grande peligro.» ' '
Este lenguaje, a lo menos, descubro unos sen-
timientos conformes a los del Publicano, i no
a los del Fariseo,— que rejistró s. Luoas xviii.
10 — 13. Descubrir el farisaísmo de otros, fué para
ellos su pecado prinzipál. ■
• Con un criterio semejante al de Di F. Ccrdá,
cojieron los Inquisidores aquel extraño Libro de
Caballerías, i Perjurios, de D. Felipe II., quo nos
dejó Calvete de Estrella, i que se imprimió en
Amberes el año de 1552., i borraron en él los
pasos siguientes : ' ■
Folio 5 vuelto: « El Doctór Constantino, mui
))gran Filósofo, i profundo Teólogo, i de los mas
«señalados hombres en el pulpito, i clocuénzia,
«que ha habido, de grandes tiempos acá, como
»lo muestran bién claramente las obras que ha
«escrito, dignas de su injenio.»
Folio 325 vuelto: «Pasóse la Cuaresma [del
«año 1549.] en oir Sermones de los grandes Prc-
I
«. OBSERVAZIONES. ?* 451
ndicadores que en la Corte había, en espeziál
nros, los cuales eran, el Doctór Constantino, el
I-Comisario Frai Bernardo de Fresneda, el Doctór
«Agustín de Cazalla, Predicadór del Emperadór,
•exzelentísimo Teólogo, i hombre do gran doc-
«trina, i clocuenzia.»
I en el folio 7 •vuelto, dejó notado: que cuan-
do el año de ISíS., se embarcó Felipe II. en Cas-
tellón: «el primero dia de Noviembre, que se
nzelebra la fiesta de todos los Santos, salió el
«Prínzipe a misa, a la Iglesia Mayór. Hízose el
j nofizio divino con grande solemnidád, i predi-
Bcó, tan singularmente como lo suele hazér
«siempre el Doctór Constantino. u
I el mismo Calvete dize, «que el 2 de Noviom-
»bre se embarcó Franzisco Duarte en la galera
«Divicia del Prinzipe Doria. Venían con él,' el
»Doctór Constantino, D. Diego Laso de Casti-
olla, etc.» I como este embarque ocurrió en un
invierno prozeloso, i tempestuoso por demás, i
el día antes predicó el Doctór el Sermón, ahí
aplaudido, i en ocasión tan solemne, sin duda
seria notable, i preludio singulár de los otros
Sermones, que predicó por última advertenzia
a Felipe II., en la Cuaresma ya raenzionada, i
en sazón tan peculiár. Pues pronunzió dichos
Sermones delante de su Prinzipe, cuando éste
recorría la Flandes, i la Holanda, como Domi-
nios en que había de suzedér a su Padre : i cuan-
do en cada zludád prinzipál de aquellas tierras,
iba repitiendo con solemnes, fuertes, i claras
palabras, juramentos clarísimos, de guardár, i
mantenér los Fueros, leyes, i libertades, de sus
452 ^ OBSEUVAZIONES. ?8
naturales. — Unos diez años después de esto, su
manifestaron las intenziones, i relijiosidád de
ambas personas : el Doctor, i Predicador Cons-
tantino murió, como ya -vimos, martirizado en
las Cárzeles de la Inquisizión de Sevilla, por su
manera de entendór, i amar el Evanjelio: i Fe-
lipe II., faltando a todos sus juramentos, i a toda
lei do humanidád, se ocupó con todo ahinco en
mandar degoUár, quemár, i perseguir, por todas
partes, a cuantos no pensaban, en relijión, como
él dezia, que pensaba. Si aquí no recordamos
las palabras: «Vosotros no sabéis de qué espí-
KITU HAJBEIS de SER : PORQUE EL IIuO DEL HOMBRE
NO HA VENIDO PARA DESTRUIR LAS VIDAS DE LOS
HoxiDRES, SINO PARA SALVARLAS;» uo s6 cuando
las recordaremos.
Aduzidas, a la letra, las zitas, i expurgos, de
los adversários del Dr. Constantino ; pudieran
copiarse, ahora, las palabras con que le ensal-
zan, los que bién le querían : mas, por la mis-
ma razón, que respeto, i amo, la memoria de
Constantino de la Fuente, como la de cuantos
fueron, i sean victimas de la persecuzión reli-
jiosa, que los hombres en su locura, sanzionan
sacrilegamente en sus Códigos con titulo do Le-
yes sobre Relijión; por lo mismo, que miro como
una lei inviolable para todo crisliano, la obser-
vanzia de una completa libertad relijiosa; — m(i
basta declararlo asi, i repetir al lectór, quo lo
que pudiera leer aquí, en abono del Dr. Cons-
tantino; lo hallará en los tomos V. i XIII. de los
Reformistas Antiguos Españoles, i en las pajinas
que se alegaron antes. ■; , ■ -'•i,-.;
«, OBSERVAZIONES. S 453
Solo importa coníirmár, lo que en ellos se
dize, respecto a las Explicaziones, o Discursos,
que el Doclór hizo en la Cátedra de Escritura,
que instaló el Rectór Escobár en el Colejio de
Ñiños de la Doctrina de Sevilla. Esas Explicazio-
nes, o Lecziones, sobre los Proverbios, Ecle-
siASTEs, CantAr de Cantares, i mitád de Job;
existían todas manuscritas (i.recojidas por uno
de sus mas zelosos oyentes , a quien Montes de-
signa con la abreviatura Bab.), en Heidelbcrga,
mas bién que dentro de 'España, en el año do
1567.: pues Montes dize; «cuando las publiquc-
nmos, se verá, cuán atrás dejó a todos los que
«hasta aquí escribieron algo azerca de aquellos
«Libros, i se podrá juzgár con mas azierto, de
«la erudizión suma de aquél hombre.» De ahí
pareze inferirse, que Montes, i sus compañeros
de peregrinazión, tenían consigo, i casi dispues-
tos para la prensa, esos Discursos del Dr. Cons-
tantino.—I cuando el propio Montes se duele,
allí, porque el Doctór hiziese oposizión a la Ca-
nonjía Majistrál , «por las importunas persuasio-
nes, i ruegos de ziarto amigo, a quien ojalá no
hubiese hecho tanto caso (pues aun estaría, tal vez,
entre los vivos, si no le hubiera tenido esa defe-
renzr'a);» — alude quizá al Canónigo Temiño, o
al Canónigo Navarro.
Limitadas prinzipalmente estas Observaziones,
a dar cuenta así de las Obras reimpresas en este
tomo, como de otras del Autór, de las cuáles se
hazen cargo sus adversários, i sus amigos: i ha-
biendo acompañado esa cuenta, con las notizias
mas indispensables de su persona, i de los ca-
454 ODSEUVAZIONES. S
SOS, i tribülaziones, que le cupieron en suerte;—
las debía prolongár ahora, pasando primero, al
examen de ambas cosas, i luego, a notár los
puntos reparables, i dignos de considerazión en
estos escritos. Pero dejo do hazerlo, no sé si mas
por amor, o vizio de pereza, que por amór de
brevedád. \ ■ ' '
Nada pierden, por esto, el Autór, i sus escri-
tos: ni mi cortés lectór perderá maS de su tiem-
po, si examinó todo el tomo: porque ya por si
propio habrá formado su juizio.
Por mi parte, en cuanto al mérito literario, ¡
al arte de Escritór, pienso que puedo contarse,
este nuestro, entre los mejores, i aplicárselo
con toda verdád, lo que el año do 1610. escri-
bía, azerca de nuestros aszéticos, el Cardenál
Bentivoglio, diziendo en una de sus Cartas:
«Sonó valent'uomini veramente gli Spagnuoli
nnelle composizioni spirituali; c non so come
»la lingua ancora porta con se maggiór peso
«con la sua gi-a\itá per imprimcr lo coso »
I confirmándolo SíTorza Pallavicini, añade : «fan-
»no vedere ció che raccontano, fanno credorc
«ció che affermáno, incántano gli uditori : o tal
«hora qucsta magia della lor lingua ó si potente,
ícho se arrivano a farsi ascoltaret violentarlo a
afarsi amare. Or la nazione Spagnuola, natu-
uralmente ingegnosa, vivace, e gentile, abbon-
>3da di tali uomini.»— /
El Doctor Constantino Ponze de la Fuente, es,
a mi ver, entre esos, uno de los mejores escri-
tores castellanos: porque si el Lenguaje so re-
alza mas , cuando representa a los oyentes con
I
'A OnSERVAZIONES. ?» '(55
la mayor viveza, una clarísima Idea de lo quo
la mentó esconde; la locuzión del Doclói-', que
tán bién azertó a explicar sus pensamientos mas
ocultos, sin mendigár vocablos obscuros, puede
llamarse verdaderamente páuta, i modelo en
nuestra lengua. I esta pareze prez distintiva dff
cuatro Escritores Reformistas Españoles : Valdés,
Pérez, Valora, i este. Confróntense con los Prln-,
zipes del lenguaje castellano, a lo menos; con
los mas conozidos : en Granada, en León, en Ma-
lón de Chaide, i en otros muchos mas antiguos,
i mas modernos que ellos; campea, si, con pu-
reza el lenguaje castellano, i con elocuenzia
también, i mas, elevada, que la de esos cuatro:
pero en naturalidád de elocuzión, i de vozes, lie.
van. los cuatro la palma. No se les descubro
nunca el menór indizio de haber querido mode-
Mr en todo el castellano, a la manera latina : ni
el do'.habér buscado con dilijcnzia, o en las
obras poéticas de sus tiempos, o en los Diczio-
nários extraños, o en el capricho propio; vozes
que cautiven por su armonía, o deslumhren por
su belleza. Tratan solo de hazerse cntendér, has-
ta del mas rudo; i de persuadir, con mucha
templanza. No quieren arrebatár, ni cautivár
con artifizio á sus lectores. ■
Pareze quo tenemos clara prueba de esto, con-
trayéndonos solo al Dr. Constantino, i a lo que
en este tomo se lee. Véase, sinó la pajina 240.,
donde el autór manifiesta deseo vivo, ante todo,
de no extraviár a sus lectores por caminos per-
didos: de que no lean cosas, que no entiendan:
de: variár sus modos i explicaziones , solo para
29
456 °A onsEnvAzioxES. J»
quo lo qiío por una manera les fué oscuro , por
otra les sea claro. I su intento lo efectüó con
honra de su injenio, i en manera que muí pocos
le compiten. En esa misma pajina 240., nótese,
que viene anunziada la impresión de su libro,
DoGiniNA. CtmtSTiANA, ya zitado. Pués confrort-
tándole con la Suma de Doctrina, i a esta, luego/
con el Catezismo; se vó, que sin dejár absoluta-
mente nada susLanziál, supo el Doctór abreviár,
con azicrto sumo , la obra primera, on-la segun-
da, i esta, después, en la terzera. Colazionando
la Suma, con el Catezismo, s6 ven en éste, aun
mas suzintas las infcrenzias Sacadas de los Man-
camientos, i OnAziÓN DoMiNicÁti, para inculcar
la santidid ci-ístiana : pero las infereriziaá, no so
desvirtúan por lo suzinto; sino que mas bien lo
compendioso las avigora. Después, hallo en to-
das tres obras, una "belleza, si se quiere negati-
va, pues consiste, en que no adolczen de una
aberrazión; o desconformidad, que con la Doc-
trina cristiana se nota por desgrazia, en todos los
Catezismos, i libros españoles , que tratan do
Doctrina Cristiana. Ni en las obritas del Doctór
Constantino, ahí presentes, ni en la línayór quó
compendian; no "se pone (véase lá pííjiná 383:
renglón 2.); ala falibilidád hiimana, al hombre
miserable, í mortál, i falible a cada paso; por
Cabeza infalible de la Iglesia do nuestro Señór
Jcsií Cristo i ni semejante miseria se nicnziona,
ni aun para condenarla. En esto so distingue el
Doctór de Calviuo, i Lutero, apesár de ser Teó-
logo, i Canonista de la Iglesia do España, i ha-
ber impreso sus Libros con la aprobazión de los
«. OBSERVAZIONES. 9» Í57
Inquisidores del castillo de Triana. I esa belleza
negativa, -es, a mi parezér, no solo importante,
sino santa. El Doctór Constantino es ritualista,
i ahi es un admitidór, por consecuenzia, de esas
doctrinas de bautismos, de sacramentos, de sa-
crifizios, derivaziones todas de la Lei Antigua:
pero el Doctór, no mancha esas pájinas, con la
menzión mas leve de . abcrrazión tamaña. Des-
preziár así, en semejante punto, toda coniro-
versia, parcze una . gran belleza , en libros de
enseñanza cristiana. .
Me permitiré, por último, alabár el don, que
había rezibido el Autór, o, séase la propiedád de
inferir, i diszernír, del exámen que haze de los
Mandamientos, Orazión Dominicál , i Sermón en
el Monte; la nezesidád de examinarse, a sí pro-
pio : como lo haze en la Confesión del Pecador.
1 confesándose , después do ese cxámcn , se nos
presenta Predicador, que enseña predicándose,
i cumpliendo coa el debér de .examinarse a sí
mismo. ■
Dijo bién un pcnsadór profundo : que la ex-
zelenzia do la naturaleza humana, ! lo que dis-
tingue al hombre de las criaturas inferiores, aun
mas que la sola razón, es : que puede reüexionár
sobre cuanto se obra dentro de él, i puede dis-
zernír las inclinaziones de su alma / izerziorarse
de sus propios ñnes.
Pues, ahora hién: no se le habria conzedido al
hombre esta facultád que le distingue de exa-
minarse a sí propio; si no se hubiera tenido el
designio, de que esa lacultid la mantuviese en
ejerziziohabituál. Es loi común de la prudenzia.
458 SR. OBSERVAZIONES. 7»
mirár bién por nuestros bienes, así espirituales)
como temporales. Tenemos apetitos que domi-
nár, imajinazión que sujetar, temperamento que
reglar, pasiones que subyugar : i esta opcrazión
interna, no puede efectuarse, ni podemos tcnór
a raya nuestros pensamientos, ni dár a nuestras
aüzioncs su inclinazión propia, ni preservár do
una coutinua insurreczión a esta «republiquilla,»
o a este «mundo abreviado» de nuestro cuerpo;
ni podemos tenór sobre él, facultad moderadora,
si no mantenemos en continuado ejerzizio, esta
capazidád de diszernir, i esta facultad de inspcc-
zionár. Sin una vijilanzia constante, la imajina-
zión se nos volverá bandolera: la conzienzia una
declarada rebelde.
Esta vista interna, esto poder de introvisión,
0 de podernos inspeczionár, se nos conzcdió, para
que tengamos una vela continua sobre nuestra
alma. De la vijilanzia inzesante con los mo-
vimientos internos de esas fructíferas semillas
do aczión, de esos prinzipios prolíOcos de vizio,
1 virtud, dependerá la formazión, i aumento
de nuestro carácter morál, i relijioso. Mas no
basta una ojeada superfiziál , para una cosa
tan profunda: una vista insegura, no llegará a
penetrár cosa tan engañosa ; ni una mirada al
acaso, cosa tan fluctuante como el corazón hu-
mano.
Tenemos que cxaminár no solo nuestra con-
ducta , sino nuestras opiniones : nuestras faltas,
i también nuestras prcocupaziones: nuestras pro-
pensiones, i también nuestros juizios. Nuestras
acziones, se nos muestran de suyo ; i no rcquic-
«. 0U3ERVAZI0NES. 98 159
reii , que tan de zerca las escudriñemos , conio
nuestras intcnziones.
Volvamos, pues, continuamente, como el Au-
tor en la Confesión, a considcrár nuestro inte-
riór; i asi combatiremos la zcguora de nuestro
amór propio, que nos haze tragarnos las lison-
jas ajenas. Al que no se lisonjea a si propio, no
le dañará, de seguro, la ajena lisonja. Si exami-
namos bién nuestros motivos, nos avergonzare-
mos con frecuenzia, de que nuestras acziones se
alaben. Examinemos lo que hazemos, pero mas
el por qué lo hazemos, por cuál motivo, i con
qué fin.
Acordémonos, sin embargo, que hai un exa-
men de sí mismo, flctizio, ó espúreo, que mas
que para alumbrar, sirve para zegár. Quien se
considera con satisfaczión , por liabér abandona-
do algún vizio notorio, o algún pecado habitual,
que tenia; i por habér sustituido algunas fórmu-
las, a una irrelijiosidád manifiesta: quien so
complaze, entónzes, comparando lo que es, con
lo que era ; se engaña a sí propio, examinándose
al tenor solo de su conducta pasada, i no según
la regla del Espíritu, i de las Escrituras. El re-
cuerdo de habér dejado algún vizio, o de ha-
bér adquirido alguna virtúd, alimentará nuestra
vanidad : pero el habituarnos a examinár con-
tinuamente nuestra maldád, a rumiar, digá-
moslo así, nuestros pecados, aunque amarga,
i penosa, será cosa útil, i segura. Solo po-
demos conozér bién nuestro corazón, escudri-
ñándole a fondo : i solo conoziendo nuestro co-
razón , podemos reíormár nuestra vida. — Al cxa-
460 ODSERVAZIONES. ^
mende nosotros mismos, nos guía, el examen
que hizo do si el Dr. Constantino en la Confe-
sión del Pccadór. No despreziemos su ejemplo,
i su aviso.
■ En cuanto a los sacramentos, i otras doctrinas
ritualistas, que se enseñan, o adoptan en estos
Escritos del Dr. Constantino; me parezen, cuan-
do menos, cosas mui ajenas de la enseñanza de
la relijión cristiana. Si adorár a Dios en espíri-
tu, i verdad, es ser verdadero Cristiano, esto
solo parezc lo único nczesario, i lo que debe úni-
camente enseñarse al diszípulo , o seguidór de
Cristo. — I en cuanto á la infalibilidád de aquellas
Iglesias, que se componen de otros, que de ado-
radores en espíritu, i verdad; estos mismos Escri-
tos, en la. suerte desiguál que tuvieron, nos se-
ñalan claramente lo que debemos pensar. Cuan-
do los Inquisidores de España, no tuvieron a su
Autór, por heterodoxo; los aprobaron, i alaba-
ron, encarezidamente: i luego, cuando quema-
ron los huesos, i calumniaron la memoria del
Doctór, entonzes condenaron como pestilentes,
estos mismos Escritos, que aprobaron antes como
saludables. ¿Quó infalibilidád es esta? Segura-
mente, que si nuestro Salvadór, hubiera suje-
tado a los Cristianos, en todas las partes de la
tierra, al dominio e inspeczión del Jefe de una
Iglesia, de semejante infalibilidád; había im-
puesto a un hombre un debór, que zicnto no
podían descmpcñúr; i había escojido una de las
formas de gobierno mas imperfectas que pudie-
ran imajinarse. — Madrid Xllm. 1863.
Luis de Usóz i Rto.
..,-.f.:,„ i VÉ DE ERRATAS. ... .. -
o!' ' '. ' ■ .'í .«'•■'i
Hoja i.' Plana 1.* .r. .29 ..se sq. (Bórrese un se)
Hoja 4. 'vuelta, r. .10. Léase así: «grandes christia-
. nos: grandes i .constantisimos»
— I en el r. 28 de la mismaléase: envcjcszidas
Paj. 17. r, 5. escrito . . escripto
Paj. 18. r. 20. . .nazido... . . . . . naszido ' *
Paj. 19. r. 26.. veamos.: ... . veamos, . ' ■
Paj. 20. r. l'i. . .ofre- ofres-
Paj. 22. r. . 4. resciba resziba
Paj. 25. r. {. connzi miento, conoszimknio
— — r. 9. e de i de
Paj. 26. r. 14. . lo . lo .
— — r. 31, . principales., prinzipales,-
Paj. 31. r. 28... hubiere hobiere :
Paj. 33. r. 29. e a......... . i a .
Paj. 40. r. 4. memeria memoria
Paj. 44. r. 25. ,Autór el Autór . ■
— — r. 29... asi ansí /,
Paj. 45. r. 8. causa cosa
Paj. 46. r. 14. el del •
Paj. , .48. r. 8. Bórrese el «;»
— — r. 18. asi ansí
Paj. 52. r. 9. dczíd i dczid
Paj. 56.- r. 8. no e no
— — r. 15. D'estos DVsos
Paj. 58. r. 4. la vuelven. . i la vuelven
Paj. 68. r. 5. Escritura... Escriptura.
Paj. 74. r. 12. agradezerlo. . agradeszcrlo
Paj. 85. r. 15. Fe, i Fe. I
Paj. 86. r. 12. i c
(
Paj.
Taj.
Paj.
Paj.
Paj.
Paj.
Paj.
Paj.
Paj.
Paj.
Paj.
Paj.
Paj.
Paj.
Paj.
Paj.
Paj.
130. r. 20. ' i maneras
138. r. aparionzias. . aparcnzias
196. r. 18. le lo
202. r. 17 los contractos,
205. r. 17. ' bastcszido
215. r. 3. entenderá... extenderá
Es errata de la Edizión antigua
del 1551., que debió correjirse. ■ • . •' '
218. r. 4. les. los '
223. r. 15. solo sola
227. r. 31. ..• • mildád; arro-
ganzia:
286. r. 18. nombrados., nombradas
303. r. 1. adelante,... delante
320. r. 15. quiere. quiere;
338. r. 25. Redeptór.... Redemptór
342. r. 18. • to lo
359. r. 1. [Al marjen falta el Folio 76 de
la Ed. Antigua.]
369. r. 20. saque saqué
375. r. 28. Podré. Poder
1 Es vergonzosa esta Fé de erratas : pero ma-*
yor vergüenza sería el no rcjistrár las que se
han notado. - . -
CONTIENE ESTE TOMO.
Suma de Doctrina Cristiana. Pajinas. 1—237.
Sermón de nuestro Señor en el Monte. 238—274.
Tabla de los Capitulos de la Suma. .. 27.5—278.
Catezismo Cristiano 279—358.
Confesión de un Pecador 359—302.
Carta de s. Bernardo 393—397.
Otra carta del mismo 399—409.
Tres Portadas antiguas 411 — 418.
Observazioues sobre los Tratados re-
impresos 419 — 460.
- Se han omitido en las Observaziones, las zi-
tas anunziadas en la Nota de la pajina 231., de
la Pastoril del Inquisidor Bertrán; por haber
omitido también lo que en ellas se puso, en un
prinzipio, relativo a los Sermones del Doctór
Constantino.
%3
I
.t::.;í;'r :. , ; . ..i, ■■;:;)■
.••■.'— .■;> ..i<' , . [y. /; ■ ': • -! •,!, iMnT.
:
"OSSIBUS EREPTJS RE^•OCAT L^T1TI\ MEDULLAS.n •
. • ' ^ ' ' • ;h
.'■M -Wh...... ...^^ ■■■ . V.T
n;i ri') ,!'■■:;.■; - " : ' ' V ' ••■ ; oi •.'rír-;
VVfRT
ROOBINDI-.