Skip to main content

Full text of "Suma de doctrina cristiana ; Sermón de Nuestro Redentór en el monte ; Catezismo cristiano ; Confesión del pecadór : cuarto libros compuestos"

See other formats


LBRARY  Or  . 

'    JIJN  1  ' 


BR405   .A3  v.19 
Ponce  de  la  Fuente, 
Constantino , 
d.  1559. 

Suma  de  doctrina  cristiana 
Sermsn  de  Nuestro  Redentsr 
en  el  monte  ; 


1 

Digitized  by 

the  Internet  Archive 

in  2014 

https://archive.org/details/sumadedoctrinacrOOponc 


REFORMISTAS  ANTIGUOS  ESPAÑOLES. 


TOMO  XIX. 


J.UN>  -rV^  ,2005 


OBRAS  YA  REIMPRESAS. 


  1.  Carrajcon,  por  Fernando  de  Tojcda  1G33. 

2.  Epístola  Consolatoria,  por  Jiián  Pérez.  Reimpresa 

por  Benjamín  B.  'Wiffcn  IñGO. 

3.  Imajen  del  Anlecristo,  i  Carta  a  Felipe  II.  Ambas, 

al  parezér,  por  Juán  Pérez   .  lóSS. 

^.-jl.  Dos  Diálogos.  Por  Juán,  i  Alfonso  de  Yaldés.  .    .  1.'>2S. 
|IIe  reimpreso  también  aparte,  i  ami  costa,  el  DiA- 
f.''W  Di^LA  Lengua^:  por  Jnán  de  .Yaldés,  ..i  ..1533(!)] 

5.  Arles  de  la  tnquísizú'ñ,  por  R.  g'.  de  Montes.  .    .  1567. 

6.  Dos  Tratados,  por  Zipriano  de  Valera   1599. 

7.  Breve  Traiado  de  doctrina,  por  Juán  Pérez.    .    .  15C0. 

8.  A  los  Cautivos  de  Berbería.  .  nZ9i. 

Aviso  a  los  de  la  Iglesia  Romana  ,  por  Valera.  .  <  1(  00. 
Español  Reformado,  por  Sacharles  (lG21. 

9.  Ziento  i  diez  Considcraziones  ,  por  A'aldés.   .    .    .  1550. 

10.  Epístola  de  s.  Pablo  a  los  Romanos  (  1536. 

11.  I. Ep.  des. Pabloalos  Corintios. Ambaspor  Yaldés.  I  1557. 

12.  Dos  Informaziones,  por  Franzisco  de  Enzinas.  .  . 
Prczédclas  una  Suplicnzión,  por  Pérez   1559. 

13.  Infinisilionis  Ilispanicfc  Artes.  R.  G.  Montano.  .  .  1507'. 
11.  InMiluzión  dcCuhino,  pf  r  A'alcra   1007. 

15.  Alfabeto  cristiano,  por  Yaldés  lólG. 

16.  Ziento  i  diéz  Considcraziones  ,  según  el  MS.  de 

Ilamburgo.     .    .    -   1558. 

17.  Breve  Sumario  de  Induljenzias,  por  Pérez.  .    .    .  ISGO)!). 
IS.  Ziento  i  diéz  Considcraziones.  Reimpresión  mejo- 
rada del  ^^o  IX   1550. 


&i  SUMA  DE  DOCTRINA  CRISTIANA. 


&¡  SERMÓN  DE  NUESTRO  REDENTOR  EN  EL  MONTE. 
&i  CATEZISMO  CRISTIANO. 
&i  COxNFESIÓN  DEL  PECADÓR. 

Cuatro  Libros  compuestos  por  el  Doctor 
Constantino  Ponze  de  la  Fuente. 

^  DE  LA  PERFECZIÓN  DE  LA  VIDA. 
m  DEL  GOBIERNO  DE  LA  CASA. 
Dos  Epístolas  do  s,  Bernardo  romanzadas  por 
el  Maestro  Martin  Nav.vhuo. 

Reimpreso  todo  fielmente,  conforme  a  las  ediziones 
antiguas. 

—pues  a  todos  nos  v.i  tanlo  on  rilo, 
cad.i  uno  riebc  do  mirár  lo  que  le 
conviene,  i  no  pcnsiír,  que  lo  lia 
de  dír  remedio,  la  culpa,  q\ie  lo<i 
otros  tienen  en  su  pcrdizi¿Sn ;  pues 
que  él  no  está  sin  ella.— Todos  nos 
quejamos,  que  no  nos  hazen  bue- 
nos los  que  tienen  carso  d'cllo;  co- 
mo si  nosotros  no  fuésemos  obliga- 
dos a  serlo.  Cada  uno  mire  tras 
quien  sigue  ;  que  no  le  faltará  re- 
medio.» (Dr.  Constantino,  páj.  15  ) 


M.\DRID.  A.No  DE  iMBCGGLXllI. 


I'iL  PniNZIPE. 


Por  cuanto  por  parlo  de  vos,  el  doctor  Cons- 
tantino, vczino  de  laziudád  de  Sevilla,  me  fu6 
hecha  rclazión,  dizicndo:  que  vos,  por  servizio 
de  Dios  nuestro  Soñór  ,  hczistes  i  ordcnastcs 
zinco  Libros,  intitulados,  el  uno  Confesión  de 
UN  Pecadóu:  i  otro  Dogtiuna  Ciiristiana:  i  otro, 
ExrosiziÓN  nEL  riuiiÉn  Psalmo  he  Dayu),  Bcants 
vir:  i  otro  Summa  de  Pocitrina  CnniSTiANA :  i  otro 
CATEzisMoCiiniSTiANO,  para  instruir  los  niños:  que 
eran  Obras  mui  provechosas  para  estos  Reinos: 
los  cuales  hablan  sido  vistos  i  examinados  por 
los  Inquisidores:  i  ellos,  los  habían  aprobado,  i 
vos,  los  habiades  imprimido  a  vuestra  cosía, 
como  por  ellos  parcszia,  suplicándome  os  hizicso 
merzéd,  que  nmguna  persona  los  pudiese  ven- 
dér,  ni  imprimir,  por  el  tiempo  que  fuese  ser- 
vido, sin  vuestro  consentimiento  i  voluntiíd:  i, 
atento  el  mucho  trabajo,  que  en  ello  habiades 
puesto,  mandase  tasar,  cada  pliego  de  molde 
de  los  dichos  libros,  en  lo  que  fuese  servido,  o 
como  la  mi  merzc^d  fuese.  Los  cuales,  vistos  i 
examinados  por  los  del  Consejo  del  Empei'adór, 
i  Uci,  mi  Señór,  acatando  lo  suso  dicho,  i,  por 
os  hazcr  bi6n  i  merzéd,  túvolo  por  bién.  Por  la 
presente,  vos  doi  lizenzia,  i  facultád,  para  que 
vos,  o  quien  vuestro  podér  hobiere,  podáis  im- 
primir i  vendér,  por  tiempo  de  diez  años  pi'ime- 
ros  siguientes,  que  corran  i  se  cuenten  desde 
el  día  de  la  data  desta  mi  Zédula,  en  adelante, 
los  dichos  zinco  Libros,  de  que,  de  suso,  se  bazo 
mcnzión  :  durante  el  cuál  dicho  tiempo,  mando 
i  defiendo,  que  persona  alguna,  sin  vuestra  li- 
zenzia, no  los  pueda  imprimir,  ni  vendér:  so 
pena,  que  la  persona  que  los  imprimiere,  haya 
perdido  i  pierda,  todos,  i  cualesquicr  libros,  que 
déllos  hobiere  imprimido,  i  trajere  ?  vendér  en 


1 


oslos  nucptros  Reinos.  I  mando,  que  esta  mi  Zc- 
(Inla,  vaya  impresa  con  los  dichos  Libros :  i  que 
podáis  Ycndcr,  cada  pliego  de  molde  déllos, 
a  di)s  maravedís,  i  no  mas.  I  mando  a  los  del 
(¡onsejo  de  su  Jlajcslád,  Presidentes,  i  Oidores 
do  las  Audicnzias :  Alcaldes,  i  Alguazilcs  de  la 
Hoia  f^u  Casa  i  Corte, i  ChanziUerias:  i  a  lodos  losCor- 
ij.  rejidores.  Asistentes,  Gohernadores,  Alcaldes, 
Algnaziles:  i  otras  iustizins  i  juezes  cualesqUier 
de  todas  las  Ziudadcs,  Villas,  i  Lugares  de  los 
nuestros  Reinos,  i  Señoríos,  i  a  cada  uno  d'cUos: 
asi  a  los  que  agora  son ,  como  a  los  que  ser;\n  de 
aquí  adelante,  que  vos  guai-dcn  i  cumplan,  i 
hagan  guardar  i  cumplir,  esta  mi  Zcdula,  y  nier- 
zcd  que  yo  ansí  os  hago  :  i  contra  el  thcnór  i  for- 
ma d'ella,  vos  no  vayan  ni  pasen,  ni  consientan 
ir,  ni  ]iasár,  por  alguna  manera:  so  pena  de  la 
nuestra  merzéd,  i  de  diez  mil  maravedís,  para 
la  nuestra  Cámara,  a  cada  uno  que  lo  contrario 
hiziere.  Fecha  en  la  Villa  de  Valladolid,  a  veinte 
i  dos  días  del  mes  de  Agosto.  Año  del  Señor  do 
mil  c  quinientos  i  cuarenta  i  ocho  años. 

YO  EL  PRiNZIPE. 


1  La  Tassa  es  a  dos  maravedís  cada  pliego. 

Lo  que  esto  Lihro  prinzipalmentc  contiene  es 
lo  siguiente:  ■  ' 

T.La  doctrina  del  Símbolo,  o  Artículos  de  la  Fé. 
T  La  doctrinado  los  diez  Mandamientos  de  laTiOi. 
1  LhOl-azión  del  Patci'  nostcr,  roñ  su  declnrazión. 
1  Lo  prinzipál  del  Sacramento  de  la  Penitenzia. 
7  Lo  prinzipál  del  Sacramentó  del  Altar. 
^  Del  oír  la  Missa,  i  el  Sermón. 
^  El  Sermón  que  nuestro  Redomptór  hizo,  en  el 
Monte.  '  ■  ■  ■■'\'í['      -^i'    -  >'•■■: 


Al,  Ilustuísimo,  i  REVEnEfmfsiMO  Señór  don  GarzU 
DE  Lo.vísA,  Cardenal  de  Sancta  Susana:  Arzo- 
bispo DE  Sevilla,  del  Consejo  de  su  Majestád: 
I  su  Presidente. 

Esto  Traclado,  on  quo  con  mediana  brc- 
Ycdád  va  declarada  la  Suma  de  la  doctrina 
Cristiana,  Iluslrísimo,  i  Reverendísimo  Se- 
ñor :  ni  era  razón  quo  llevase  nombre  de  los 
que  otros  libros  suelen  llevá,r:  ni  que  saliese 
sin  el  favór  i  authoridád  do  vuestra  lluslrí- 
sima  Señoría.  Lo  quo  enseña  es,  el  mcnos- 
prezio  de  la  vanidád  de  la  tierra  :  i  el  ca- 
mino por  donde  se  va  al  ziclo,  i  las  pisadas, 
que  el  Hijo  de  Dios,  Señór  i  Uedcmptór 
nuestro,  dejó  señaladas,  para  que  lo  siguié- 
semos, i  llegásemos  a  donde  Él  está.  Escri- 
bióse señaladamente  para  la  iglesia  ,  cuyo 
Prelado  i  Pastór  es  Vuestra  Señoría.  Los 
anlhorcs ,  i  encaminadorcs  d'cllo ,  son  sus 
Ministros,  i  que  por  sii  mandado,  i  en  nom- 
bre suyo ,  tienen  parto  del  cuidado  de  la 
doctrina  i  estado  d'ella^  No  puede  tener  mas 
aulhoridád,  de  la  que  vuestra  Señoría  Re- 
verendísima le  diere,  como  Pastór,  puesto 
por  la  mano  de  Diós,  para  luz  i  Guia  de  sus 
ovejas.  El  mayór  cargo  d'este  Ofizio  tán 
grande ,  es  el  pasto  do  la  doctrina.  Esta  es 
la  prinzipál  vijilanzia  ,  quo  siempre  se  debo 
tenór :  como  de  cosa  de  donde  mana  todo  el 
bién,  f  i  provecho  do  las  ovejas,  si  es  verda-  H^j» 
dera  i  pura:  i,  por  el  contrario,  el  mayór 
daño  i  perdizión,  si  es  falsa,  o  mezclada  con 


vanidfid.  Parcsziómc,  qiio  ora  bién,  que  los 
ííibdilos  para  cuyo  provecho  esla  doctrina 
se  ordenó,  supiesen,  que  es  cosa  encami- 
nada, favorcszida,  i  auLhorizada  por  vues- 
tra Señoría  Reverendísima:  para  que  junta- 
mente tomen  ejemplo  del  zclo,  i  vijilánzia 
de  su  Pastór ,  i  con  raayór  seguridád  abra-' 
zen  lo  que  aquí  se  les  enseña:  eslón  atentos 
i  despiertos  a  ello :  como  a  vozes  de  quien 
los  llama,  para  mostrarles  el  verdadero  ca- 
mino do  su  remedio.  Doctrina  es  llana,  i 
para  jente  sin  erudizión  i  letras:  mas  zicrta, 
i  verdadera,  i  el  tesoro  con  que  se  gana  el 
zielo.  Con  el  cuidado  d'estas  tales  cosas, 
justifican  los  Perlados  la  cáusa  de  Dios,  para 
delante  los  hombres,  la  cuál  es  en  sí  justísi- 
ma: i  proveen  para  que  su  cuenta  sea  justa, 
para  cuando  la  pidiere  el  Señór.  Él,  por  su 
infinita  misericordia,  lo  encamine  todo  para 
su  glória;  i  haga,  que  por  mano  do  vueslrá 
Reverendísima  Señoría,  esta  sancta  Iglesia, 
resziba  muchos  años  ejemplo  i  luz  de  sancta 
doctrina,  i  de  sánelas  obras. 

Siervo  i  Capellán  de  Vuestra  Señoría 
Ilustrísima. 

Constantino. 


Al  Lectór  CimiSTi.vNO. 


La  causa  que  mo  movió  a  cscrcbír  este  Li- 
brillo, Lcclór  Chrisliano,  fué  porque  algunos 
amigos,  zelosos  do  la  gloria  de  Diós ,  i  de  la  sa- 
lud de  los  hombres,  me  persuadieron,  que  seria 
cosa  provechosa,  que  una  semejante  scriptura, 
anduviese  entre  las  manos  de  la  jente:  donde, 
con  alguna  breve  i  sufiziente  doclarazión,  es- 
tuviesen tractadas  las  prinzipales  partes  de  la 
doctrina  christiana.  Alegaban  para  esto,  por  una 
parte,  el  aparejo  que  parcsze  que  so  ofrezia  para 
que  d'cUo  resultase  algún  bión:  por  la  otra,  la 
gran  nezesidád,  que  comunmente  los  hombres 
tienen,  de  tener  estas  tales  cosas,  cada  día  de- 
lante lós  ojos.  Lo  uno  i  lo  otro,  dczlan,  qué 
naze  de  darse  agora  mas  á  leér,  que  en  todos 
los  tiempos  pasados  de  que  podemos  tcn6r  me- 
moria: i  ser,  con  esto,  la  mayór  parte  de  las 
scripluras  en  que  gastan  el  tiempo,  mui  con- 
trarias a  la  guarda  i  honra  de  la  verdadera  rcli- 
jión,  i  al  ejerzizio  de  toda  virtud:  otras,  con- 
fusamente scriptas,  con  poco  conzierto  i  orden, 
i  de  provecho  mas  aparente,  que  verdadero: 
pocas,  que  traten  las  cosas  de  nuestra  Fé,  con 
la  zcrtinidád  i  ürmeza,  que  cosa  tan  firme  re- 
quiere. Fázilmente  me  movieron  a  ello ,  pare" 
zi6ndome  que  no  era  razón  descchár  tán  buén 
consejo,  i  dado  con  tán  buén  zelo,  por  escusár 
tán  poco  f  trabajo.  Juntóse,  con  esto,  el  man- 
damiento i  autoridad  de  los  que  tienen  cargo  en 


la  Iglesia,  de  provc6r  en  tales  nczcsidadcs:  de 
donde  se  podia  tomár  argumento,  que  el  Señor 
seria  en  esto  servido. 
Lo  que  el  Liljro  contiene,  es,  el  Hatozismo, 

0  enseñamiento  del  Christiano,  en  que,  en  una 
breve  Suma,  está  puesta  i  declarada:  La  doc- 
trina déla  Fé,  que  es,  el  Símbolo,  i  Arliculós' 
d'clla.  La  doctrina  de  las  Oleras,  que  son,  los 
Diez  Mandamientos.  La  forma  de  la  Orazión,  con 
que  somos  socorridos  en  nuestros  trabnjiis,  i  fla- 
quezas. De  los  Sacramentos,  el  de  la  Pciiitcnzia, 

1  de  la  Comuni(3n,  con  el  uso  de  la  Missa,  i  de 
oír  la  palabra  de  Dios.  Añadiéronse  oslas  últi- 
mas cosas,  por  mayor  doclarazión :  aunque  del 
entendimiento  de  las  tres  primeras,  sea  cosa 
mui  fázil  sacár  el  d'ellas.  Esta  doctrina  (porque, 
nadie  la  mcnosprczie,  ni  tenga  en  poco),  c.s  la 
que  la  Iglesia  Católica  en  su  prinzipio  enseñó, 
con  grandísimo  cuidado,  a  sus  liijos.  Esta  era  la 
prodicazión  do  cstónzcs :  i  lo  que  en  las  pv'iLli- 
cas,  i  particulares  Congrcgazioncs  se  Iractaba, 
del  ncgozio  de  Jcsu  Chriito  Redomptór,  i  Scñór 
del  mundo.  Aquí  está  sumado,  i  rccolcjido,  todo 
lo  que  está  sembrado  por  las  Scripturas  Divinas: 
profetizado  por  muchas  maneras ,  cubierto  con 
grandes  misterios,  declarado  en  el  Evanjolio, 
por  la  boca  del  Hijo  do  Dios,  conOrmado  con 
milagros,  i  obras  do  grande  espanto.  A  esta 
breve  szienzia  se  han  de  atcnér,  i  con  ella  se  han 
de  salvar,  los  profundos,  i  mui  fundados  Letra- 
dos: i  estas  letras,  es  mcnestér  que  sepan,  si  no 
se  quieren  perder,  los  rústicos,  i  simples  hom- 
bres del  mundo. 


Cuando  me  paro  a  pcnsár  las  grande?  adver- 
sidades, que  han  venido  a  la  Christiandád  por 
nuestros  grandes  pecados:  las  zcgucdades,  que 
ha  procurado  de  introduzir  en  ella  el  Demonio: 
la  variedad  do  doctrinas,  quo  vemos,  i  habernos 
visto:  las  sectas,  i  títulos  de  Theólogos  :  la? 
porfías,  i  difcrcnzias  d'ellos: — cono/xo,  quo  por 
singuldr  Bencrizio,  i  misericordia  divina,  ha  sido 
conservada  la  pureza  d'esta  verdad ,  i  no  ha  per- 
mitido Dios,  que  el  poder  do  tanta  confusión  i 
tiniebla,  ofuscase,  i  echase  del  mundo  la  luz, 
que  esta  sancta  doctrina  tiene.  Todos  acudimos 
&  esta  seña,  después  de  nuestras  porfías.  I  asi  la 
ha  escapado  *  el  Señor,  de  los  peligros  i  noufrá- 
jios  do  las  diversidades  do  opiniones  de  hom- 
bros, que,  ya  que,  la  menosprezicn  i  olviden, 
los  que  con  mas  dilijenzia  la  hablan  de  seguir, 
a  lo  menos  los  niños,  de  las  Escuelas,  i  de  los 
pechos  de  las  madres,  comicnzon  a  tartamudear 
en  ella.  Confieso,  que  no  es  este,  el  cumplido 
provecho,  que  de  cosa  tún  grande  se  ha  de  sa- 
cár,  ni  lo  traigo  para  más,  de  que  conozcamos, 
en  la  conservazión  d'esta  doctrina,  el  Benefizio 
del  zielo,  i  la  obligazión  que  nos  pone  á  defen- 
derla, i  cjerzitnria,  i  a  ponerla  por  obra,  en  todo 
i  por  todo. 

Crczido  habernos,  sobre  los  Antiguos,  en  prc- 
sumpzión  de  Cristianos,  i  en  otras  cosas,  que 
no  es  mencstár  declarár:  i  ojalóles  hobiéramos 
igualado  en  el  estudio,  i  dilijenzia  de  enseñar 
la  doctrina  cristiana,  i  de  tomar  cuenta  de  có- 


«  Escapado  :  por  salvado,  o  librado. 


nio  se  ponía  en  efecto.  Sermones  había  antigua- 
mente, i  do  doctísimos,  i  sanctisimos Varones, 
que  con  grande  zelo  do  fé,  i  de  caridad,  gober- 
naron sus  iglesias:  mas  no,  por  eso,  zesaba  el 
oíizio  de  catezizár  »,  i  de  enseñár  a  los  mozos, 
i  novizios  en  la  fé,  los  prinzipalcs  lugares  de  la 
doctrina  del  Evanjclio,  que  son  los  que  habe-- 
mos  dicho.  Grandísimo  fué  el  provecho,  que  con 
esta  particulár  manera  de  enseñár  se  hizo  :  i 
grandes  christianos,  i  grandes  i  constantísimos 
mártires,  salieron  d'csta  doctrina.  Ni  se  cometía 
tal  cargo,  sino  á  hombres,  que  tuviesen  grande 
exzelenzia  en  las  letras,  i  en  la  vida.  Parcsze 
esto  claro,  por  la  Iglesia  de  Alejandría,  que  tanto 
floreszió  en  el  mundo ,  con  grande  número  do 
mártires,  i  de  doctores,  donde  tuvieron  los  Após- 
toles este  ofizio  de  que  agora  tractamos.  Tuvié- 
ronlo después  d'eilos  Panteno,  Clemente,  i  Orijo- 
nes,  i  otros  señalados  varones,  de  vida  i  doc- 
trina admirable. 

No  quiero  conferir  aquí  nuestros  tiempos,  con 
aquellos,  ni  tractár  de  cuán  grande  afrenta  se- 
ría, para  muchos  ensoñadores,  deszendér  a  tan 
baja  cosa,  como  les  pareszeria,  que  era  enseñár 
el  Credo,  i  los  Mandamientos.  Vengamos  al  re- 
medio d'esto,  si  remedio  se  puedo  dezír,  tán 
blanda  medizina  como  es  la  que  quiere  el  mun- 
do, para  tan  grandes,  i  tan  envcjezida?  llagas, 
como  son  las  que  tiene.  Siempre  le  es  cosa  ás- 
pera, i  escandalosa,  dezirle,  que  vuelva  ála  vir- 
tud antigua.  Para  los  vizios  i  soberbias  antiguas, 

'  El  impr.  antiguo  catccisar,  por  catequizar,  quehoi  dezimos. 

CU 


mui  lijcro  es  de  llevár,  i  no  hai  cosa  que  no  re- 
vuelva, para  hallár,  i  tener  semejantes  antigua- 
llas; solamente  aborreszc  lo  bueno,  i  siendo  tan 
amigo  de  novedades,  en  solos  los  pecados,  i  pe- 
rezas para  dejarlos,  ama  i  loa  la  constanzia. 
Aquí  alega  luego  costumbres,  mudanzas  do  tiem- 
pos; i  blasfema  de  cosas  nuevas.  Dejemos,  pués, 
por  cosa  enojosa,  i  demasiada  *,  el  verdadero  re- 
medio :  vengamos  a  otros  mas  fáziles.  Confor- 
mémonos con  el  tiempo,  como  el  mundo  quiere: 
aunque  bien  creo,  que  ningún  remedio,  por  fá- 
zil  que  sea,  le  agradará,  porque,  solo  el  nom- 
bre, basta  para  parezerle  mal. 

Lo  primero  digo,  que  mi  parczcr  es,  que 
aunque  esta  doctrina  prinzipalmentc  sea  hecha 
para  jente  nueva,  i  solamente  concurrian  a  ella 
los  novizios  en  la  relijión,  cuando  este  Catezis- 
mo  2  se  usaba;  seni  bién,  i  aun  nczcsario  por 
nuestros  pecados,  que  la  deprendan,  muchos 
de  la  edád  mas  creszida,  i  aun  no  sé,  si  de  los 
viejos:  i  que  ellos  mismos  sean  maestros  de  sus 
proprios  hijos ,  se  la  enseñen,  i  les  tomen  cuen- 
ta d'ella,  i  los  provoquen  al  cumplimiento,  con 
ejemplos,  i  castigos.  Jlas  reirsc  han  de  cosa  tan 
demasiada,  espezialmentc ,  habiéndose  usado 
otro  tiempo.  I  dirán:  Que  "no  han  menester  ser 
Predicadores,  ni  tomár  doblado  el  trabajo,  do 
doprendór  para  sí ,  i  de  enseñár  a  los  otros. 
Aunque  yo  só  bién,  que  el  que  tuviere  verda- 
dera codizia  de  saberlo  para  si,    la  terná  tam- 

•  Demasiada :  en  el  impre-  '  Asi :  pero  ,  por  Calc- 
io antiguo.  guistno. 


1 


bión  do  que  su  hijo  la  ícpa.  I  regla  es,  que  nun- 
ca falta:  Cual  cuidado  tiene  el  padre,  de  su  .■'mi- 
ma; tal  lo  tiene  de  la  del  hijo. 

Cuanto  mas,  que  esto,  que  aquí  les  pedimos, 
no  es  cosa  tan  pesada,  si  no  es  por  ser  de  Dios. 
No  les  dezimos,  que  tomen  todo  un  Libro,  de 
coro,  que  tracten  siempre  una  cosa  mui  prolija.- 
Aunquc  si  tuviésemos  verdadera  fe,  i  verdadero 
amor  con  el  Señor  que  nos  crió  ,  i  redimió;  nin- 
guna cosa  que  nos  convidase  a  conoszór  quien 
es,  A  cntendér  lo  que  le  debemos,  i  lo  que  d'ÉI 
esperamos;  nos parcszeria  prolija.  Mas  con  todo 
esto,  si  alegan  tanta  pereza,  ¿cómo  se  pueden 
escusár  de  no  sabér  el  Credo,  los  Í.Iandaraien- 
tos,  i  el  Padrc-nuestro?  Dirán,  que  todos  lo  sa- 
ben. No  llamo  yo  saberlo  como  picaza  :  sinó 
cstár  ejerzitado  en  alguna  declarazión,  que  por 
breve  que  sea,  a  lo  menos,  dé  verdadera  noti- 
zia,  de  lo  que  aquello  contiene:  declare  el  ver- 
dadero uso  i  provecho  d'cUo:  i  que,  en  esto, 
tenga  el  hombre  espeziál  cuidado,  si  lo  quiero 
teuér  de  no  perderse.  ¡O,  si  para  esto^  so  zcrzc- 
nasc  un  poco  del  tiempo,  que  sobra  para  vanos 
c  inútiles  ejerzizios  (no  hablo  de  los  claramente 
malos) :  cómo  no  habría  '  con  que  escusarse,  ni 
se  ternía  por  largo ,  lo  que  la  Doctrina  Cristiana 
tomase  para  su  parte ! 

Mas,  bien  s6 ,  que  otra  dificultad  hai  mayór, 
la  cuál,  si  fuese  quitada,  fázilnicnte  acabaría- 
mos lo  que  queremos.  Como  el  padre,  no  tiene 
cuidado ,  ni  propósito  de  dár  buón  ejemplo  a  su 


'  El  antiguo  impr.,  aura. 


hijo,  tampoco  lo  tiene,  de  enseñarle  hucna  doc- 
trina: que,  si  lo  primero  se  hizicsc,  yo  aseguro, 
que  nunca  lo  segundo  se  dejase  de  hazcr:  por- 
que lo  uno,  es  tan  zicrla  compañía  de  lo  otro, 
que  luego  se  va  tras  ello.  Lo  segundo,  que  me 
parcze,  para  que  tan  grande  mal  tenga  un  poco 
de  remedio,  os,  que  los  padres,  A  quién  Dios 
hobicrc  hecho  mcrzéd  de  darles  facuUád  para 
ello,  busquen  algún  hombre  A  qui6|i  parlicular- 
mcntc  encomienden  a  su?  hijos  :  el  cuál  les  en- 
señe lo  que  conviene  saber  al  '  cristiano ,  i  que 
con  doctrina  i  ejemplo,  los  lleve  por  el  camino 
de  la  verdad,  fij  los  enamore  d'clla.  I,  sobre  to- 
do, los  enseñe  a  sentir  el  bcncGzio  de  la  re- 
dempziún,  que  del  Hijo  de  Dios  rcszibieron:  i  el 
grande  i  exzcsivo  amór,  que  antes  que  naszieson 
Ies  tuvo:  i  cuánto  los  amará  siempre,  si  so  con- 
servaren en  aquella  limpieza,  que  Él  les  comu- 
nicó con  su  sangre.  Esto  hará  fázilmcnte,  con  el 
favór  del  Señúr,  el  maestro  que  fuere  zelcso 
d'ello:  porque  no  hai  cosa,  que  mas  se  dejo 
guiár  que  las  plantas  tiernas,  si  con  destreza 
son  encaminadas.  Lo  terzero  que  los  padres  han 
do  proveer,  es;  apartar  desde  la  niñez  á  sus  hi- 
jos, de  malas,  i  dañosas  compañías,  i  allegarlos 
alas  buenas,  sin  seguir  en  esto  el  consejo  de  la 
vanidád,  deque  comunmente  usa  el  mundo,  de 
no  buscar  sino  sus  iguales,  o  delanteros,  con 
quien  se  honrrcn,  i  huir  de  la  virtud  de  los  mas 
bajos,  por  huir  de  la  bajeza. 
Deben  también. tener  cspcziál  cuidado,  délos 

í  El  impr.  antiguo,  ei. 


Libros  en  qiio  Icen,  así  en  la  escuela,  como 
fuera  d'ella:  que  en  ninguna  manera  tomen  en 
Ins  manos,  ni  oynn  Icór  a  otro,  los  que  tractan 
i"Jtt  f  torpes  i  vanas  materias.  En  toda  e(];\d  suele  esto 
dañdr,  mas  mucho  mas  en  la  de  los  niños:  por- 
que de  ninguna  cosa  queda  tanta  afizión  i  me- 
moria, como  de  lo  que  en  la  primera  cdAd  so 
tractó.  I  todo  aquello  no  es,  sino  como  unas  imá- 
jines,  impresas  primeramente  en  alguna  blanda 
zera,i  que  nunca  después  consienten  ser  quita- 
das de  allí.  La  edád,  ya  experimentada,  i  con- 
flrmada  en  virtud,  paresze,  que  con  mayor  se- 
guridad puede  leór  en  los  Libros:  aunque  tales 
son  algunos,  que  nadie  los  debria  tomáronlas 
manos.  Mas  a  los  que  comienzan  en  el  mundo, 
a  abrir  los  ojos,  no  se  les  puede  permitir  mayór 
veneno,  que  dejarles  leér,  lo  que  agora  vemos, 
que  mas  comunmente  se  usa.  Cosa  es  de  admi- 
razión,  que  haya  dilijenzia  en  la  República,  para 
evitar  cosas,  do  que  se  podría  seguir  poco  daño, 
ya  que  alguno  se  siguiese ;  ¡  que  para  los  Libros, 
que  han  de  leer  los  cristianos,  esté  la  puerta  tan 
abierta,  que  no  se  le  hallo  fm  á  la  vanidad,  que 
vemos  que  hai ,  ni  al  daño  que  viene  d'ella. 
Cuanto  que  yo,  Libros  veo,  que  me  pareze,  que 
consentirlos,  es  consentir  un  pecado  público 

Quiero  agora  dejár  esto,  que  mas  largo  es  de 
lo  que  paresze :  i  digo ,  que  el  padre  que  qui- 


1  "Yo  no  só  quí  desventu- 
ra ha  sido  siempre  la  nues- 
tra ,  que  apenas  ha  nadie  es- 
crito en  nuestra  Lengua,  sinó 
lo  que  se  pudiera  mui  bién 
cscusár:  aunque  cato  seria 


malo  de  probár  con  los  que 
traen  entro  las  manos  estos 
Libros  que  matan  hombres.» 
— Garzilaso:  en  el  fol.  iii,  vto. 
del  Cortesano,  por  Boscan. 
1.' odiziún  del  año  1512, 


sicre  su  hijo  cristiano,  debe  procurár,  (ló  que  en 
casa,  i  en  el  esencia,  comicnzc  a  clcscnvolvér  su 
lengua,  con  el  nombre,  i  loores  do  Dios,  i  do 
.lesu  Cristo  su  Hijo  ,  Rcdomptór,  i  Scuór  de  los 
hombres:  que  aquél  sea  el  primor  cjcrzizio,  en 
que  su  memoria  se  emplee.  Que  nunca  lea,  ni 
oiga,  sinó  loores  de  la  virtud,  i  do  las  obras 
cristianas:  exhortaziones,  i  esfuerzo  para  ellas: 
vituperios  de  los  pecados,  i  vizios,  i  cosas  que 
le  pongan  enemistad  con  ellos:  i,  que  antes  que 
sepa  entender  lo  que  son,  tenga  ya  hecha  cos- 
tumbre de  maldezirlos i  blasfemarlos:  i,  final- 
mente, que  en  todo  lo  que  leyere,  i  en  todo  lo 
que  le  enseñaren,  tengan  intento,  a  formarle  un 
ánimo  jeneroso,  menospreziadór  de  todo  aquello 
que  estima  el  mundo,  i  admiradór  de  la  grandeza 
del  Evanjolio,  i  de  lo  que  Dios  haze  por  los  su- 
yos, i  los  suyos  hazcn  por  Él. 

Si  pensasen  los  cristianos  [enj  el  dia,  en  que 
se  han  de  ver  juntamente  juzgados  con  los  jenti- 
Ics,  i  de  cómo  ha  de  parezcr  alli,  la  dilijenzia, 
que  estos  pusieron,  en  la  crianza  de  sus  hijos, 
criAndolos,  solamente,  para  yirtudes,  i  ejerzi- 
zios  políticos;  i  la  que  agora  so  pone,  en  los 
que  dizcn  que  crían  para  cristianos;  parészeme, 
que  seria  razón ,  que  desde  agora  se  avergonza- 
.sen  d'ello. 

Habrá  muchos,  que  se  cscusarán  con  dczlr: 
que  ellos  bien  harían  todo  lo  que  habernos  di- 
cho, si  tuviesen  posibilidád,  i  tiempo  para  ello, 
mas  que  les  falta  lo  uno,  i  lo  otro.  Ganan  de  co- 
mér,  por  sus  manos,  i  es  menestór  criar  sus  hi- 
jos en  aquél  mismo  ojerzizio  :  donde  por  fuerza 


osfAn  \An  ocupados,  que  no  hai  lurrár  para  el  es- 
tudio d'cstas  doctrinas.  Bien  podría  yo  satisfazér 
a  estos,  con  preguntarles,  ¿si  hai  alguna  obra, 
que  escuse  al  hombre,  de  ser  cristiano;  o,  para 
dejár  do  saber,  lo  que  es  menester  para  ser  cris- 
tiano? Mas  no  quiero  llevarlos  por  aqui,  sino  dar- 
los por  cscusados,  si  es  verdad,  que  ningún  tiem- 
po les  sobra,  do  sus  ofizios,  o  para  su  pasatiem- 
po, o  para  sus  vanidades:  i,  si  les  sobra,  para 
Hoja  esto,  ¿cómo  se  cscusan''  para  lo  otro?  Tengan 
ellos  afizión  a  la  vida  cristiana,  que  yo  sé,  que 
nunca  dirán,  que  lo  dejaron  por  falta  de  tiempo. 
La  largueza  d'este  negozio,  mas  está  en  el  cora- 
zón, que  en  los  dias.  Esto  baste,  para  el  presen- 
te, en  lo  que  parcszc,  que  convenía,  para  ins- 
truczión  de  los  que  tuvieron  nezcsidád  de  tenór 
entendidas  estas  prinzipales  partes  de  la  doctrina 
cristiana. 

Cuanto  lo  que  toca  a  la  cxplicazión  d'clla; 
segura  conszienzia  tengo,  para  delante  el  Señór, 
que  es  conforme  a  su  palabra,  i  a  lo  que  la  igle- 
sia siempre  enseñó:  á  cuya  correzión  va  some- 
tida. Mi  intenzión  i  deseo,  juzgarlo  ha,  el  que  to- 
das las  cosas  conoszc.  Podrá  sor,  que  se  hallen 
muchos,  a  quien'  parezca,  cosa  demasiadamen- 
te difizil,  i  obscura.  A  los  cuales  no  responde- 
remos otra  cosa,  sino  que  aqui,  no  hai  mas  szicn- 
zia  de  aquella,  que  ha  menester  sabér  todo  cris- 
tiano: salvo,  si  le  parezc,  que  lo  puede  ser,  sin 
tener  fe,  i  sin  tener  obras,  i  sin  entendér  lo  uno, 
ni  lo  otro.  Verdád  es,  que  aquí  hai  alguna  di- 

'  Así,  cnvez-de:  a  quienes. 


ficúltád:  mas  esta,  no  es  tónto  por  la  falta  de  en- 
tendimiento, cuanto  es  por  la  de  la  voluntad. 
Mas  se  requiere,  para  estas  cosas,  suhtilcza  de 
querer,  que  de  injcnio.  La  diGcultád,  en  los  mis- 
mos hombres  está,  que  no  en  la  fé,  ni  en  las 
obras;  de  que  esta  Doctrina  solamente  tracta. 
Esto  es  lo  que,  para  ellos,  es  m\ii  difizil.  A  cual- 
quiera otra  manera  do  rclijión,  lijcramcntc  se 
inclinan,  i  con  fazilidád  son  llevados:  solamen- 
te para  verdadera  fó,  i  verdaderas  obras,  i  ver- 
dadera obcdienzia,  se  hallan  con  pesadumbre. 
La  doctriua  d'esto,  tienen  por  obscura,  siendo 
tan  clara,  i  tan  fázil,  que  es  la  prueba,  i  claridád 
de  las  otras  relijioncs  K  Otros  la  desecharán,  por 
cosamui  clara  i  de  poco  fundamento:  i  estos  lle- 
van mas  camino:  aunque  no  en  el  desecharla. 
Porque  nuestra  intenzión,  prinzipalmente  fué, 
aprovcchár  con  esta  Doctrina,  a  los  mozos  do  la 
primera  cdád,  i  a  los  que  han  de  tener,  o  tienen, 
cai'go  de  enseñarlos :  i  asi,  la  cscril)imos,  por 
manera  de  Coloquio,  introduziendo  uno  de  los 
que  dezimos.  I  si  agora  no  se  hallan  muchachos, 
que  sepan  tanto  como  aquél ;  yo  no  tracto  de  có- 
mo son,  sino  de  cómo  habían  de  ser. 

No  faltará,  tampoco,  quien  tenga  esta  tal  Doc- 
trina, por  de  baja,  i  grosera  cristiandad,  i  para 
jentc  de  poco  spiritu,  i  poco  conoszimionlo  de 
Dios.  .\  nosotros,  i  aun  a  la  Iglesia,  parólenos, 
que,  es  sufizicnte,  pues  es  sufizicnte  para  llevar- 
nos al  zielo:  i  que  el  Señor  nos  tonga  por  suyos: 
i  que  siguiendo,  por  ella,  nunca  se  errará  el  ca- 


I  Esto  es  :  de  la3  otras  tosas  de  rclijión,  que  a  ella  tnr,in. 


mino.  A  los  que  pnrczicrc  domasiadamcntc  bre- 
ve, fázilmcntc  satisfaremos.  Porque  si  viórcmos, 
que  con  esto  schazc  algún  provecho ,  trataremos, 
con  el  favór  del  zielo,  mui  mas  a  la  larga,  las 
mismas  materias,  i  con  mayores  fundamentos 
do  la  Scriptura.  Los  que  la  tuvieren  por  larga, 
tienen  mas  a  la  mano  el  remedio,  pues  podrñn 
dejár  de  lc6r,  donde  les  tomare  el  fastidio.  De 
cualquiór  manera,  que  esto  snzcda,  lo  teme- 
mos todo  por  bi6n  con  que  alguno  se  despierto 
á  conoszér  al  Señór  que  lo  crió:  i  a  darle  gloria 
por  quien  Él  es:  i  por  los  grandes  benefizios 
con  que  cada  día  mas  nos  obliga. 


DO 


f  Las  personas  d'estc  Coloquio  son :  Patrizio.  foIío  i. 
Dionisio.  Ambrosio. 

Z)e  la  olligazión  de  en$cñár  la  Doctrina  Cristia- 
na: i  del  descuido,  que  en  esto  hai. 

CAPITULO  I. 

Patrizio.  Quien  se  pone  a  peligro  do  promc- 
tór  algo,  a  liorribrc  mui  codizioso;  razón  es,  que 
sufra  la  importunidad,  i  molestia,  que  para 
cumplirlo  le  dieren.  Ayér,  en  la  larde,  me  pro- 
metistcs  de  examinar  a  Ambrosio,  mi  hijo,  i 
ahijado  vuestro;  i  venimos,  tan  de  mañana,  a 
cohrár  nuestra  deuda,  que  pienso,  que  os  habre- 
mos de  estorbar,  mas  de  loque  vos.  Señor,  quer- 
ría des:  i  aun  nosotros  también. 

Dionisio.  Por  zierto,  que  d'csas  tales  codizias, 
yo  holgaría,  de  ver  todos  los  hombres  mui  codi- 
ziosos,  e  aun  mui  avarientos,  si  cabe  dezirse.  I 
perdonaría,  de  mui  buena  voluntád,  las  impor- 
tunidades todas,  que  d'cllo,  a  mi  recrezicscn. 
A  lo  menos,  d'esta  de  que' vos  agora  estáis  sos- 
pechoso, podéis  eslár  mui  seguro.  Porque  la  ho- 
ra es  mui  propia,  c  aparejada  para  lo  que  con- 
zertamos:  que  ya,  yo  he  cumplido,  con  lo  que 
a  mi  ofizio  debo.  I,  con  el  mismo  propósito, 
que  vos'tracis,  me  levanté  de  mañana,  para  des- 
embarazarme de  todo  aquello,  que  nos  pudiera 
ponér  estorbo.  1  la  obra  es  tal,  que  no  puede 
dar  pesadumbre:  espezialmenlc  a  mí,  que  tan- 
tas vczes  os  he  convidado  á  ella:  asi  por  la  je- 
ncrál  obligazión,  que  a  todos  los  cristianos  ten- 
go; como  por  esta  otra  particulár,  de  habér  quc- 
1' 


2         "A  1)K  I,A  OnMGAZIÜN  UE  ENSESÁR 

rido  Dios,  que  fuese  padrino  de  vuestro  hijo.  I 
digo  os,  de  Ycrdid,  que  cuando  me  paro  f  a  pen- 
sar (como  esta  noclie  hizc,  acordándome  de  lo 
que  ayér  conzcrtamos)  el  estado,  en  que  las  co- 
sas de  la  rclijión  cristiana  han  venido,  i  la  caí- 
da que  han  dado;  salgo  como  fuera  de  mi:  i  que- 
do atónito,  de  la  seguridád  con  que  vivimos, 
del  descuido  que  tenemos,  de  lo  poco,  que  para- 
mos mientes,  en  cosas  tán  grandes,  tan  impor- 
tantes, c  tan  manifiestas:  de  cuán  a  ziegas  an- 
damos; sin  codiziár,  ni  cchár  menos  la  luz!  Vea- 
mos, ¿no  ternlades  por  hombre  insensato,  e  bes- 
tiál,  á  uno,  que  entrase  nuevamente  en  una  Ziu- 
dád  donde  hobiesc  muchas  cosas  grandes  que 
■ver,  i  considerar,  mui  nuevas,  i  mui  estrañas, 
i  que  no  pudiese  andár  paso,  sin  topár  con  ellas; 
i  que  habiendo  allí  residido  mucho  tiempo,  c 
ido  a  traór,  i  dár  razón,  de  aquello  mismo  que 
vía;  cuando  le  pidicscdes  cuenta,  se  hallase  tán 
nuevo,  i  tan  sin  haber  preguntado,  ni  parado 
mientes  en  ello,  que  no  supiese  responder,  po- 
co ni  mucho? 

Patrizio.  Cuanto,  que  a  ese  tal,  buscariale 
yo  nombre  de  una  nueva  bestia. 

Dionisio.  Pués,  ¿qué  diferenzia  halláis,  vos, 
d'este,  a  tantos  millares,  ó  millones  de  hombres, 
que  ha  cuarenta,  ó  zincuenta  años ,  que  son  bap- 
tizados, i  tratan,  i  vcen  cada  dia,  las  zcrimo- 
nias,  i  sacramentos  de  la  Iglesia,  oyen  palabra, 
i  doctrina  de  cristianos,  i  de  tal  manera  las  han 
entendido,  i  considerado,  que  si  les  pedís  razón 
de  alguna,  darán  la  misma,  que  el  otro,  a  quien,' 
vos,  llamábades  nueva  bestia? 


'A  LA  rOCTniNA  CRISTIANA.  3 

Patrizio.    Todo  mo  parcFXP.  una  cucnla. 

Dionisio.  Antes  es  mui  pcór  esta  segunda, 
que  la  primera.  Por  que  aquellas  otras  cosas, 
podia  SCI-,  qac  fuesen  profanas,  i  que  para  con- 
tentár,  c  servir,  á  Dios,  no  hizicse  mucho  al 
caso  entenderlas ,  o  no  entenderlas.  Mas  estas 
otras,  en  que  tanto  va,  ¿cómo  las  ha  de  sabér 
cumplir,  e  t  ponór  en  obra,  quién  no  entiende  Foi.  3. 
mas  d'elias,  que  un  alárabe? 

Patrizio.    Por  zicrto,  mal. 

Dionisio.  ¿Vos  creéis,  que  las  cosas,  que  or- 
denó la  Iglesia,  en  todo  esto  extcriór,  que  ve- 
mos, i  tratamos,  que  fué  sin  propósito?  ¿Que  so- 
lamente nos  aprovechásemos  d'elias,  con  verlas 
con  los  ojos,  e  oirías  con  los  oidos,  sin  que  a 
nuestro  entendimiento,  i  nuestra  memoria,  i 
voluntad,  cupiese  parte,  ni  razón  d'ello?  No  lo 
creáis.  Porque,  allende  quo  fueron  ordenadas, 
para  que  todos  exteriormente  conviniésemos  en 
una  cosa,  i  tuviésemos  paz,  i  conzicrto:  i  las  no- 
vedades, i  invenzioncs  de  cada  uno^  no  diesen 
escándalo,  i  desasosiego:  fueron  también  dadas, 
para  muestra  i  aviso,  de  lo  que  spiritualmente, 
en  nuestras  ánimas,  i  para  provecho  d'elias,  ha- 
blamos de  obrár,  i  procurar.  Pues  si  esto  no  se 
procura,  ni  se  entiende,  ni  hai  memoria  d'ello, 
ni  conozimiento:  ni  obedicnzia  de  verdadera 
doctrina:  ¿qué  nos  queda,  úna  una  vida  de  fari- 
seos, o  falsos  Cristianos;  que  solamente  tenga- 
mos las  zerimonias,  e  ningún  sentimiento,  ni 
provecho  d'elias?  Porque,  así  como  a  las  mismas 
cosas  exteriores,  cuando  no  trajesen  provecho 
alguno  ni  conzierto,  ni  manera  para  ello,  no 


h         *  CE  LA  OEr.rCAZIÓN  DE  ENSE.ÑÁn  S 

les  quedaba,  sino  un  ser  falso,  quo  parczía,  i  no 
era:— asi,  al  cristiano,  que  de  la  doctrina,  i  ense- 
ñamiento de  la  Iglesia,  ninguna  cosa  de  prove- 
cho sacó,  ni  la  procura  alcanzar;  no  le  queda, 
sinó  el  nombre ,  i  aparenzia  de  Cristiano,  e  ua 
ser  falso,  con  que  so  hallará  burlado,  cuando  se 
hizicro  la  prueba.  Verdad  es,  que  en  estas  cosas 
de  que  yo  agora,  así  jcneralmente,  hablo,  unas 
hai  de  mayor  valor  e  importanzia  que  otras: 
mas  ninguna  hai  tán  pequeña,  que  no  traiga 
spiritu,  al  aviso  e  provecho  para  el  Cristiano. 

Pathizio.  En  extremo  holgaría,  que  me  par- 
ticularizásedes  mas,  estas  cosas,  para  que  yo  las 
Foi.  4.  pueda  mejór  entender  f  i  enmendarme  en  mis 
ignoranzias,  i  zeguedades.  Porque  me  pareze, 
>  que  yo  soi  aquella  bestia,  que  dije.  I  pues  Dios 
me  ha  deparado  tan  buén  dia,  quiérolo  meter 
en  mi  casa. 

Dionisio.  Sería  cosa  mui  larga:  i  estorbarnos 
la,  el  ün  e  propósito,  para  que  nos  juntamos. 
Mas,  yo  confio  en  Dios;  que  si,  vos,  tenéis  este 
tal,  por  buén  dia,  i  de  buena,  i  verdadera  ganan- 
zia,  i  codiziáis  muchos  d'ellos;  Kl  nos  los  dará, 
para  que  vuestro  deseo  se  cumpla.  De  mí,  os  di- 
go, que,  con  su  favor,  no  faltaré,  cuando  vos 
quisierdcs. 

Patiuzio.  Yo  me  contento  con  esa  palabra: 
e  proseguí  vuestro  propósito. 

DiONisio.  Todo  esto,  que  me  ho  detenido,  o 
por  mejór  dezír  apartado  de  nuestra  materia, 
fué  porqué  me  acordé  d'este  cargo ,  que  yo  to- 
mé, i  vos  Señor,  me  echastes,  de  enseñár,  e  doc- 
trindr  vuestro  hijo:  e  no  sé  como  se  me  vino  á  la 


'A  LA  DOCTRINA  CRISTIANA.  5 

moiuorin,  cuan  olvidado  tenemos  el  verdadíro 
fructo  d'esta  sancta  zcrimonia,  que  en  el  bnp- 
lismo  usamos,  de  convidar  compadres  para  ios 
niños,  i  para  todos  los  que  Se  baptizan.  1,  de 
ahí,  ocurriéronme  muchas  cósas,  do  que  no  pu- 
de dcjAr  de  quejarme,  porque  rae  dolían.  I  asi 
me  contenió,  como  a  enfermo,  que  le  oyen  que- 
jAr  los  que  están  al  dorredór:  i  ni  él  puede  házér 
menos,  ni  los  otros  entienden  dónde  le  duele. 
Quédese,  pués,  esto  asi,  jeneralmontc  dicho,  o, 
si  quisierdes,  por  supérfluo,  i  demasiado,  aun- 
que me  pareze,  que  os  ha  despertado  codizia:  1 
diré  d'esle  prinzipio,  que  dio  ocasión  a  todo  lo 
otro. 

De  la  Zerimonia  del  Baptismo. 

CAPITULO  II. 

Dionisio.  Esta  Zerimonia,  i  costumbre,  do  lle- 
var compadres,  a  los  que  se  han  de  baptizár, 
es  mui  antigua  en  la  Iglesia.  El  /"  fin,  para  que  foi. 
se  hizo,  fué  para  que  estos  tomasen  carpo,  de 
enseñarlos  en  la  doctrina,  e  camino  do  cristian- 
dád.  Tñnto,  que  dize  sant  Agustín,  que  son  fia- 
dores del  baptizado,  i  salen  por  él,  para  delan- 
te de  Dios.  I  asi  vemos ,  que  cuando  baptizan 
un  niño,  que  por  sí  no  puede  respondér;  los  pa- 
drinos responden,  i  prometen  en  su  nombré. 
La  manera  del  salir,  d'esta  fi.'mza,  es  cuando  ya 
él  tuviere  juizio,  i  discrezión  para  ello,  enseñar- 
le el  camino,  por  dónde  ha  de  ser  guiado,  para 
servir  a  Jesu  Cristo,  nuestro  Rcdemptór,  i  Se- 
ñor: i  exorlaric,  no  una,  sinó  muchas  vezes,  a 


■  ,  G  'A  DE  LA  ZEniMONIA  S 

la  vida,  i  costumbre?,  confoi-mcs  á  tal  doctrina. 
I  asi  vemos,  que  son  llamados  Compadres,  que 
quiere  dezir^  juntamente  padres,  con  los  que  los 
cnjcndraron.  Porque,  asi  como  el  padre  enjon- 
dra,  i  comunica  el  ser  a  su  hijo,  según  la  natu- 
raleza; asi,  el  que  lo  enseña  en  el  verdadero  co- 
nozimionto  de  Dios,  lo  enjcndra,  en  un  nuevO' 
naszimicnto,  do  mui  mayor  valor  que  el  pri- 
mero, i  en  un  nuevo  ser,  e  nueva  dignidad  do 
hijo  de  Dios,  que  es  la  verdadera  fuente,  i  raiz, 
de  donde  mana  todo  este  hién.  Por  esta  misma 
razón,  el  Apóstol  sant  Pablo,  dize  a  los  de  Corin- 
tbo:  que  él  es  su  espiritual  padre,  i  él  los  enjen- 
dró  en  Jesu  Cristo:  i  a  los  de  Galázia  dize,  que 
los  paría  otra  voz:  porque  los  tornaba  a  enseñar. 
En  la  primitiva  Iglesia,  cuando  se  ponia  verda- 
dera diiijenzia,  para  que  no  sehiziese  cosad'es- 
tas,  en  balde,  i  sin  propósito,  escojían  para  pa- 
dres espirituales,  hombres  que  ni  les  faltase  vo- 
luntad, ni  sabér,  para  doctrinar  los  hijos,  o,  como 
agora  dezimos ,  ahijados.  I  una  de  las  cosas  do 
que  mas  prinzipál  cuidado  se  tenia  era,  quehobie- 
se  tales  maestros,  a  quien  encomendasen,  los 
que  nuevamente  eran  baptizados,  que  eran  de 
edad  ya  crezida;  i  a  los  que  lo  hablan  sido,  de 
Pol.  6.  niños,  i  comenzaban  a  tener  edad  i  juizio.  No 
podéis  pensar  la  gran  diiijenzia,  que  en  esto  se 
tuvo,  i  el  mucho  caso,  que  d'ello  se  hizo,  c  los 
exámenes  que  se  hazian,  para  ver  qué  tanto  te- 
nían alcanzado  de  Cristiandad,  en  la  doctrina,  c 
la  vida:  i  en  entender  cómo,  e  cuándo,  los  habían 
de  admitir  á  los  otros  sacramentos,  e  aun  al 
mismo  baptismo,  a  los  que  de  edád  creszida,  se 


DEI,  BAPTISMO.  ^  7 

venían  a  tornar  cristianos.  Por  nuestros  grandes 
pecados,  lodo  hapercszido,  c  se  nos  ha  dcsliccho 
entre  las  manos.  Solamente  habernos  quedado 
con  las  devisas  o  muestras, — sin  sabér  para  qué 
son,  o  qu6  es  lo  que  quieren  dczir.  ¿No  es  gran 
lAstima  (para  el  que  tieno  algún  sentimiento,  o 
zclo,  de  la  gloria  del  que  redimió  nuestras  áni- 
mas, c  de  la  salud  de  los  hombres;)  ver  cómo  tor- 
nan Cristiano,  a  un  negro,  a  un  moro,  o  a  un 
indio;  ver,  el  tiempo  c  sazón  en  que  lo  baptizan, 
c!  cuidado  de  enseñarlo,  c  lo  que  le  enseñan  des- 
pués de  baptizado?  Que  no  parczc,  sino,  que  de 
industria,  los  atrahcmos  e  persuadimos  a  esto, 
para  que  hagan  burla,  e  so  rían  de  nuestros  mis- 
tciios,  e  sacramentos.  Mas,  ¿qué  cuidado  que- 
réis que  tengan  de  estos,  pues  que  no  lo  tienen 
mayór  de  sus  propios  hijos?  Baptizan  un  niño, 
para  cumplir  con  la  zerimonia  de  la  Iglesia: 
llaman  Compadres,  no  de  quien  ellos  pien- 
san que  ha  de  venir  algún  buen  ejemplo,  o  doc- 
trina, para  su  hijo,  sinó  a  quien  nunca  mas 
lo  ha  de  ver,  ni  acordarse  d'ól :  o,  de  quien 
se  honrren  para  con  el  mundo:  o,  con  quien 
llenen  alguna  amistád;  de  las  que  el  mun- 
do suele  tener.  Estos ,  cuando  son  mui  di- 
lijentcs,  i  cuidosos  de  lo  que  deben,  despidense 
de  los  padres,  diziendo  que  procuren  de  enseñar 
a  sus  liijos.  Lo  que  el  padre  hazc  (hablo  de  los 
que  mas,  parezc,  que  c^'esto  se  acuerdan)  es,  que 
una  mujór  de  casa,  o  su  madre  (aunque  d'esto 

pocas  vezes  se  prezian  las  madres),  le  enseñen  foi.  7. 
el  Ave- María  :  Paler-noster  :  Credo  :  i  Salve- 
vgina:  lo  cuál  ni  el  niño  entiende,  ni  quien  se 


8  íí.  DE  LA,  MALLIZIA  ?» 

lo  enseña  tampoco.  Ilazc  mil  erradas  en  la  len- 
gua: i,  en  el  entendimiento,  no  entramas,  de 
aquello,  que  a  mi,  el  sonido  de  lo  que  no  entien- 
do, ni  sé  que  es.  Restaba  un  solo  remedio,  que 
era,  enviarlo  a  una  escuela,  o  casa  do  doctrina, 
donde  esto,  se  le  enseñase  de  verdád:  donde 
juntamente  lo  criasen  con  leche  de  conozimien- 
to,  i  nombre  de  Jesu  Cristo  nuestro  Redemptór: 
i  lo  industriasen  en  las  costumbres,  i  obras,  que 
con  esta  doctrina  conforman.  Envianlo,  Dios  en 
hora  buena,  a  la  escuela,  donde,  el  que  lo  ense- 
ña, procura,  cuando  mucho,  de  hazér  su  ofizio, 
que  es,  enseñarlo  á  Icér,  i  cobrar  su  paga,  i  jor- 
nál :  que,  no  para  otro  fin,  ni  con  otro  zelo,  está 
allí.  Deprende  lo  que  vee ,  lo  que  oye ,  i  lo 
que  lee. 

De  la  malizia  de  los  hombres. 

CAPITULO  III. 

Dmisiü.  No  tengo  pazienzia,  cuando  algu- 
nas -vezes  oigo  dezlr,  a  hombres  que  parcszen 
cuerdos:  Que  la  naturaleza,  va  cresziendo  en 
malizia:  que  la  jcnerazión,  i  linaje  de  los  hom- 
bres, se  va  empeorando  *:  que,  en  su  tiem- 
po, i  de  sus  padres,  i  abuelos  ^,  eran  los  mozos 
mui  simples,  i  bién  inclinados:  c  que  los  niños 
de  agora,  naszen  cargados  do  ruindades:  que, 
no  han  llegado  á  siete  años,  cuando  no  hai  mal- 


*  En_  el  imiircso  antiguo:  2  .\sl  el  impreso  nnligvio, 
emporcado.  por  abuelo,  o  agüelo. 


DE  LOS  HOMBRES.  ?í  O 

dád,  quo  no  entienden;  no  hai  yízío,  que  no 
conozcn;  i,  que  en  conoszióndolo,  no  lo  acome- 
tan. I  no  parftn  mientes,  los  pecadores,  que  de 
sus  mismas  capas,  i  ejemplos,  i  de  la  mala  in- 
dustria, i  mucho  descuido  do  todos,  naszcn  es-  Voi  3. 
tos  creszimicntos,  i  ventajas  de  maldád.  Si  mu- 
chas mas  malizias,  i  pecados,  saben  agora  los 
niños,  que  los  de  zient  años,  es,  porque  veen, 
i  oyen,  mui  mas  mala  doctrina,  i  muchos  mas 
ejemplos  d'ella,  en  las  casas  de  sus  padres;  que 
los  pasados,  en  las  de  los  suyos.  Salen  de  su 
casa,  con  este  buén  aviso  i  prinzipio:  van  a  de-  _^ 
prcndér  donde  hallan  compañeros  del  mismo  -* 
ofizio :  agúzase  un  hierro  con  otro  *.  La  doctrina 
con  que  son  enseñados,  i  los  Libros  en  que  leen, 
¡o,  bendito  sea  Dios,  e  qué  tales  son!— Toda 
cuanta  vanidád  tiene  el  mundo,  toda  cuanta 
locura:  todo  cuanto  mal  ejemplo:  todo  cuan- 

•  Esto   dicho  Ic  adoptó      la  Inquisizión ,  etc. ,  al  fin 
Montes,  o  Montano  «Artes  de      poniéndolo  asi : 


Víase  el  tomo  XIII  do  Re-  Véase  Prov.  XXVII,  17. 
íiifmistas.  A  la  pájina  330. 


.10  'A  DE  LA  MALIZU  ?? 

to  fuego  de  malizia:  cuanta  torpedád  i  feal- 
dád:  todo  va  a  parar  allí.  Él  sacó  malas  zente- 
,  Has  del  vientre  de  la  madre :  sopladas,  c  aviva- 
das d'esta  manera,  ¿cómo  no  han  de  arder,  e 
abrasar  el  mundo?  Esto  se  les  queda  cuando  mo- 
zos: i  cu  estas  locuras  leen,  e  entienden,  ea 
ellas  quedan  inclinados:  o  ¡ojalá  no  durase  esta 
provisión,  bástala  vejéz!  Dizen  también  (si  os 
plazo):  que  es  bión,  que  sean  ansí  los  niños:  que 
deprendan,  i  traten  todo  esto,  porque  salpnn 
discretos  i  avisados,  i  para  parezcr,  e  valer 
en  el  mundo:  i,  que  el  ser  mozo  cuerdo,  i 
buén  Cristiano  es  señál  de  parar  en  neizio  ;  o 
ser  después,  loco  e  mal  Cristiano.— Estas  son 
vozes  del  demonio,  habladas  e  entonadas  por  ór- 
gano de  los  hombres,  tomadas  por  instrumento 
para  ello.  No  quiero  dezír  agora,  por  no  dete- 
nerme, cómo,  ellos  mismos ,  descubren,  que 
son  siervos,  i  esclavos,  de  la  gloria,  i  vaniddd 
del  mundo;  como  son  enemigos  de  la  simplizi- 
dád  '  christiana.  Solamente  quiero  avisar,  que 
no  bal  mas  simple  ,  ni  mas  durable  cristiandad, 
que  la  que  juntamente  va  cresziendo  con  la  mis- 
Foi. 9.  ma  edád  del  niño.  Porque,  aunque  no  hiziese 
mas,  sinó  ir  estorbando,  i  deshaziendo  aquellas 
malas  plantas  e  inclinazionos,  con  que,  por  par- 
te de  ser  hijo  de  .\dám,  él  naszió; — era  grandí- 
sima cosa,  i  que,  con  grandísima  dilijenzia,  so 
'  debia  de  procurar.  Vereislo  claro  en  un  ejem- 
plo. Si  vos  tuvicsedes  unas  raízes  de  un  muí 
•    mal  árbol,  i  mui  ponzoñoso,  en  vuestra  casa,  i 


'  Fl  antiguo  .  por  errata  :  suplicidad. 


DE  LOS  HOMBRES.  11 

vuestro  vczino  tuviese  otro:  i  él  podase,  i  re- 
gase el  suyo,  con  mucha  dilijcnzia,  i  a  sus  tiem- 
pos, i  vos  pusiésedes,  al  vuestro,  estorbos  para 
que  no  crczicso:  lo  qucmáscdcs:  lo  dcjáscdes 
sin  água:  ¿cuál  ternía  peór  alhaja  en  su  casa, 
de  ahí  a  dos  años;  vos,  o  vuestro  vczino?  Pués, 
mas  os  quiero  dezh- :  que  d'cstos  que  son  cria- 
dos en  simplizidád  cristiana;  i  que  desde  su  ni- 
fiéz  comenzaron  a  bchér  esta  doctrina;  no  veréis 
uno,  que  después  vuelva  atrás,  sinó  por  com- 
pañías, i  induzimicntos,  do  los  que  fueron  siem- 
pre malos.  De  manera,  que  ésto  era  tan  bueno, 
por  razón  de  sus  buenos  prinzipios,  i  doctrina, 
que  él  solo,  i  de  si  mismo,  nunca  fuera  malo: 
i  los  otros  son  tan  malos,  que  no  contentos  con 
serlo,  van  a  sacár  al  otro  de  su  bondád.  De  lo 
que  toca  a  la  prudenzia;  digo  os:  que,  de  ver- 
dadera sagazidad,  de  firme  discrozión,  i  de  pru- 
denzia; mas  se  saca  i  deprende  de  los  Libros,  i 
doctrinas  cristianas;  que  de  todos  los  otros  del 
I  mundo:  aunque  entren,  en  ellos,  todos  cuantos 
Philósofos  cscribiéron.  Cuanto  mas,  que  lo  que 
en  estos  tiempos  se  usa  leér  :  no  es,  sinó  toda  la 
vanidád',  toda  la  escoria,  toda  la  inzitazión  do 
torpedades,  locuras,  i  vizios,  que  los  hombres 
perdidos,  i  vanos,  han  azertado  A  ohr.ir,  i  pon- 
sár.  ¡O,  quién  viese,  antes  que  Dios  me  llevase 
d'esle  mundo,  echada  de  entro  los  cristianos, 
tanta  escriptura  tan  vana,  i  tan  pcrjudizial  para 
ellos:  que  so  nos  han  entrado  poco  á  poco:  hasta 
que  ya,  sin  parár  f  mientes  en  ello,  todos  esta-  Foi. 
mos  inüzionados,  i  aun  en  los  templos  sagrados 
se  nos  ha  querido  metér !  Mas  dejemos  esto,  por- 


12  "A  DE  LA  MALA  ENSEÍÍANZA  7? 

que  nos  aparta  mucho  de  nuestro  camino,  i  es 
cosa  para  nunca  acabár,  i  lo  quo  es  peór,  sin  re- 
medio. 

De  cuan  mál  son  enseñados  los  nifios  en  nuestro 
tiempo. 

CAPITULO  IV. 

Patrizio.  No  os  he  querido  ir  á  la  mano ,  ni 
respondér,  ni  prcguntár  nada;  por  dejaros  ir 
adelante:  porque  avcriguadamente,  vos  me  ha- 
heis  contado  la  historia  de  toda  mi  vida,  i  las  de 
muchas  jentes  que  yo  conozco.  Por  mis  peca- 
dos, de  la  misma  manera,  que  vos  habéis  dicho, 
fui  criado:  i  esa  mala  leche  mamé  :  i,  agora,  en 
la  edád  que  estoi,  conozco  por  experienzia,  quo 
tengo  mucha  mala  ventura  en  mi  ánima,  i  en 
mis  costumbres,  e  inclinazión :  que  no  fuera  tan 
mala  de  desechar,  si  en  la  niñez  no  hobiera 
echado  tan  profundas  raizcs.  Vezáronme  '  a  san- 
liguár,  i  el  Pater-noster,  i  Ave-María.  Como  vos 
dezis  :  ni  yo  sabía  qué  era :  ni  para  qué  propó- 
sito: sinó  como  si  fuera  picaza,  o  papagayo. 
Reíanse,  de  como  no  azertaba:  i  esto,  no  solo  en 
la  edád  en  que  no  tenía  discrezión  para  mas  de 
parlarlo;  mas  también  cuando  ya  so  me  enten- 
día tánto,  qué  como  alcanzaba  otras  cosas,  pu- 
diera alcanzár  algo  de  bueno.  Fui  al  escuela, 
donde  no  hal  ruindád,  que  no  deprendí:  lo  que 
me  aproveché  de  leer,  fué  afizionarme,  i  avisar- 


»  En  cl  impr.  antiguo :  Bezaromc  :  en  vez  de  Avezárcnme. 


12  "A  DE  LA  MALA  ENSEÍÍANZA 

que  nos  aparta  mucho  de  nuestro  camino,  i  es 
cosa  para  nunca  acabir,  i  lo  que  es  peór,  sin  re- 
medio. 

Di  cuan  mál  son  enseñados  los  nifios  en  nuestro 
tiempo. 

CAPITULO  IV. 

Patrizio.  No  os  he  querido  ir  á  la  mano,  ni 
respondér,  ni  prcguntár  nada;  por  dejaros  ir 
adelante:  porque  averiguadamente,  vos  me  ha- 
béis contado  la  historia  de  toda  mi  vida,  i  las  de 
muchas  jantes  que  yo  conozco.  Por  mis  peca- 
dos, de  la  misma  manera,  que  vos  habéis  dicho, 
fui  criado:  i  esa  mala  leche  mamé  :  i,  agora,  en 
la  cdádque  estoi,  conozco  por  cxpcrienzia,  que 
tengo  mucha  mala  ventura  en  mi  ánima,  i  en 
mis  costumbres,  e  inclinazión:  que  no  fuera  tan 
mala  de  desechar,  si  en  la  niñez  no  hohiera 
echado  tan  profundas  raizcs.  Vezáronme  '  a  san- 
tiguár,  i  el  Pater-nostcr,  i  Ave-Maria.  Como  vos 
dezis  :  ni  yo  sabía  qué  era :  ni  para  qué  propó- 
sito: sinó  como  si  fuera  picaza,  o  papagayo. 
Rcianse,  de  como  no  azertaba:  i  esto,  no  solo  en 
la  edád  en  que  no  tenía  discrczión  para  mas  de 
parlarlo;  mas  también  cuando  ya  se  me  enten- 
día tánto,  qué  como  alcanzaba  otras  cosas,  pu- 
diera alcanzár  algo  de  bueno.  Fui  al  escuela, 
donde  no  hai  rnindád,  que  no  deprendí:  lo  que 
me  aproveché  de  leér,  fué  afizionarme,  i  avisar- 

»  En  el  impr.  antiguo :  Bezaromc  :  en  vez  de  Avezáronme. 


íff.  DE  LOS  NIÑOS.  ^  13 

me,  de  grandes  locuras,  i  vanidades,  i  vizios. 
Bobilas  con  tanta  s6d  ,  c  tanto  descuido,  e  spgu- 
ridád;  que  agora,  aunque  quiera,  no  las  puedo 
echár  de  mi  casa.  Cuando  llegué  á  edád  mas 
f  crcszida,  iba  a  oír  los  sermones:  e  como  yo  rol. 
iba  sin  prinzipios  de  verdadera  cristiandád,  sin 
sana,  o  zicrta  doctrina  :  ni  entendía,  ni  paraba 
mientes,  en  lo  que  mas  me  convenía :  cuales  lle- 
vaba los  prinzipios,  tal  tenia  la  atenzión.  Con  unos 
Predicadores  me  hallaba  tán  nuevo,  que  me  pa- 
rezía  que  me  dezían,  c  convidaban  ,  a  cosas  im- 
posibles. Otros  predicaban  cosas ,  que  hazian 
poco  a  mi  caso  :  por  contentár  el  mundo,  o  por 
su  vanagloria,  i  por  vocablos  que  yo  no  enten- 
día. De  manera,  que  se  me  pasó  mi  vida,  sin 
que,  bién  mirado,  yo  entendiese  mas  de  cristia-  - 
no,  de  aquello  que  en  ninguna  manera,  podía 
dcjár  de  entendér,  siendo  hombro,  i  que,  a  no 
entenderlo,  me  pudiera  contár  con  los  animales 
sin  razón.  íbamc  tras  el  hilo  de  la  jente :  hazla 
las  zcriraonias  que  vía  haz6r  a  los  otros:  com- 
pila con  estas  cosas  do  fuera:  ni  echaba  menos 
mas :  ni  alcanzaba  mas.  Tenia  en  poco  el  peca- 
do: habíale  poco  miedo :  pareziame,  que  traía 
en  la  bolsa  la  misericordia  de  Dios,  sin  acordar- 
me, ni  dolerme,  cómo  vivía,  sin  verdadero  amór 
suyo,  sin  verdadero  temór,  sin  verdadera  fé,  i 
verdadera  caridád.  Con  estarme  un  año  tan  bo- 
zál  como  otro;  i  tan  sin  entendér  lapuridád,  i 
limpieza,  i  la  rcnovazión,  que  Jesu  Cristo  nues- 
tro Redemplór  pide,  i  pone  en  los  suyos.  ¡I  qin'era 
Dios,  que  no  me  tenga  agora,  la  misma  zegue- 
dád,  i  miseria  que  antes!  A  lómenos,  séos  dezir. 


i  -i  DE  JA  MALA  ENSEÑANZA  ?» 

que  si  en  algo  esloi  mas  sobre  aviso;  después 
de  Dios,  vos  habéis  sido  la  causa.  I,  que  una 
de  las  cosas  cn  que  alabo  i  conozco  su  misericor- 
dia, es  habér  encaminado,  no  s6  por  dónde,  a 
'  que  tuviese  amistád  con  vos:  para  que  viese  las 
llagas,  i  desventura,  de  que,  viviendo  yo  tan 
descuidado,  mi  ánima  estaba  tan  maltratada. 
Iluélgome,  que  por  vuestro  consejo,  yo  ho  tra- 
Foi.  12.  bajado  algo  do  lo  que  he  ''  podido,  cn  que  esto 
nii'io  fuese  bión  encaminado:  i  que  quiso  Dios, 
que  fuese  el  mayór,  para  que  de  tan  buén  avi- 
so les  alcanzo  parte  A  los  otros.  Ziertamcntc, 
gran  cosa  seria,  que  (como  vos,  Sefiór,  apuntas- 
tes)  hobiesc  manera,  para  que  los  niños,  c  aque- 
llos que  son  mas  que  niños,  fuesen  enseñados 
en  doctrina,  i  virtudes,  conformes  al  nombre,  i 
profesión  que  del  haptismo  sacamos.  Con  que 
asi  los  padres  naturales,  cojiio  los  espirituales, 
se  pudiesen  descuidar,  i  cumplir  con  lo  que  de- 
bían. Porque,  no  todas  vezcs,  pueden,  ni con- 
tesze,  ser  los  unos,  ni  los  otros,  tán  enseñados, 
que  basten  para  esto  :  ni  se  ofrcszen  a  todos 
las  ocasiones,  e  aparejos,  que  para  ello  son  ne- 
zcsarios.  I  aun  si,  vos,  me  diésedes  lizenzia,  yo 
adivinaría  (aun  que  no  sea  tan  avisado)  el  cómo 
se  había  de  hazér,  i  quién  tiene  la  culpa  de  no 
hazerse. 

Dionisio.  Cosa  es,  que  podríamos  todos  ha- 
zér; si  nos  alcanzase  parte  de  la  pena  de  los 
adivinos. 

Patiuzio.   De  manera,  que  podremos  adivi- 


1  lodos,  en  cl  impreso  antiguo. 


"A  DE  LOS  NIÑOS.   ?»  15 

nár,  que  si  lo  dejais  de  dezir,  ¿es  por  el  miedo? 

Dionisio.  Xo,  por  ziorto,  que  no  soi  tan  co- 
barde como  eso,  ni  se  corre  tanto  peligro :  sinó 
por  otras  cosas,  que  yo  mo  entiendo,  que  haze 
poco  al  caso,  platicarlas  aquí.  I  también,  porque 
me  parezc,  que  pues  á  todos  nos  va  tanto  en 
ello,  cada  uno  debe  de  mirár  lo  que  le  conviene, 
i  no  pensár,  que  le  hade  dár  remedio,  la  culpa 
j  que  los  otros  tienen  en  su  perdizión  ,  pues  que 
■  él  no  está  sin  ella.  Graziosa  cosa  es,  que  nunca 
hagamos  sino  quejarnos,  de  lo  que  los  otros  no 
hazen,  c  no  hazér  nosotros  mas  que  ellos.  ¿No 
seria  hermosa  locura,  que  uno,  no  comiese,  te- 
niendo el  manjar  delante,  porque  otro  no  se  lo 
daba,  i  se  dejase  morir?  Castigarían  el  otro,  por- 
que no  se  lo  dió :  verdád  es:  mas  él,  se  queda- 
ría por  muerto  :  pues  que  f  fué  tan  neszio,  i  tan  poi.  13. 
porfiado,  que  no  lo  quiso  tomár.  Pues,  esto 
mismo  contesze,  en  lo  que  agora  tratábamos. 
Todos  nos  quejamos ,  que  no  nos  hazen  buenos 
los  que  tienen  cargo  d'ello :  como  si  nosotros  no 
fuésemos  obligados  á  serlo.  1,  crcedme,  que 
nunca  Dios  aparta  tanto  su  misericordia  de  la 
Iglesia,  que  redimió,  que  no  tenga  en  ella, 
quien  verdaderamente  guie  por  el  camino  de  su 
verdád:  aunque,  en  unos  tiempos,  haya  mayor 
abundanzia  d'esto,  que  en  otros.  Cada  uno  mire 
tras  quien  sigue:  que  no  le  faltará  remedio.  De- 
jemos esto,  i  entendamos  en  nuestra  obra  antes 
que  se  nos  pase  el  tiempo.  Porque  quiero  ver,  si 
I  por  las  señas  que  os  di,  supístes  hallar  buén 
Maestro,  para  mi  ahijado  Ambrosio. 
Patrizio.   Sé  os  dezír,  que  tuve  bién  en  la 


16  V!.  DEL  ExAmEN  >Í 

memoria  las  señas,  i  que  trabajé  por  azertdr. 
Mas,  si  erró  yo,  o  61  ha  sirio  perezoso  i  ruin,  ca 
dcprendór  lo  que  le  enseñaron;  agora  so  pare- 
7,en\,  pii6s  no  le  traigo  i)ara  otra  cosa,  sinó  para 
que  lo  examinéis,  i  lo  castiguéis,  e  a-viseis  de 
lo  que  ha  do  hazór :  que  mucha  mas  razón  hai, 
para  que  obedezca  a  vos,  que  a  mi,  c  ansí  se  lo 
tengo  mandado. 

Dionisio.  Todo  se  puede  hazér:  tomár  el  con- 
sejo que  yo  le  diere;  i  cumplir  lo  que  vos  le 
mandáredes.  I  el  castigo,  que  aquí  habrá,  será 
mui  blando,  i  provechoso,  c  conforme  al  mu- 
cho amór  que  le  tengo. 

Delprinzipio  del  examen  de  la  Doctrina 
Cristiana. 

CAPITULO  V. 

Dionisio.  Llegaos  acá,  hijo  Ambrosio,  i  res- 
pondédme  a  todo  lo  que  os  preguntare,  mui 
d'espázio,  i  sosegadamente:  sin  altcrazión,  i  sin 
turbaros:  que  los  que  estamos  aqui,  vuestros 
padres  somos,  i  con  mucho  amór,  o  mansedum- 
bre, os  avisaremos,  i  enmendaremos,  en  lo 
Foi.  14.  r  que  errárcdcs.  ¿Sabéis  signaros? 

Ambrosio.    Sí,  5cñór. 

Dionisio.  No  quiero  que  os  afrentéis,  porque 
os  preguntó,  si  sabíades  signaros:  que  bién  sé, 
que  vuestra  cdád,  i  estudio,  requiere^  que  estéis 
mui  adelante  d'csto,  i  que  seáis  ya,  medio  le- 
trado. Mas  quise  tomár  prinzipio  de  aquí,  porque 
mi  propósito  es ,  llevár  desde  los  primeros  fun- 


ÍS.  DE  L.\  DOCTniNA  CRISTIANA.  17 

damcntos,  la  doctrina  que  habéis  dcprcndidn,  i 
ver,  cómo  os  la  enseñó  vuestro  Macslro,  i  cómo 
vos  la  cntendistcs.  I  asi,  me  habéis  de  respon- 
d6r,  no  dejando  cosa  do  lo  que  os  mostraron:' 
como  si  por  escrito  la  rczáscdes.  Agora,  comen-' 
zád  a  signaros. 

Ambrosio.    Per  signum  cruda,  de  inimicis 
nostris  libera  nos,  Domine,  Detis  noslcr.  In  no- 
mine Vatris,  et  Filii ,  el  Spiritus  Saricti. 
Dionisio.    ¿Qué  quiere  dczir  eso  en  romanze? 
Amdrosio.   Hago  la  señál  de  la  cruz,  en  mi 
frente,  i  en  la  boca,  i  en  el  pocho:  i  ruego  a 
nuestro  Dios,  que  "por  ella,  nos  libre  de  nuestros 
cncm.igos:  i  nombro  las  personas  de  la  sancti- 
sima  Trinidad:  baziendo  otra  vez,  cuando  digo 
estas  palabras,  la  misma  señál  de  la  cruz,  en  el 
rostro,  i  pecho. 
Dionisio.   ¿I  esto,  cuándo  lo  hazcis? 
Ampuosio.    Hago  lo  todas  vezcs,  que  comienzo 
alguna  cosa;  para  encomendarme  á  Dios,  quo 
me  guie,  i  ampare  en  ella.  Prinzipalmcnlo, 
cuando  me  levanto  de  la  cama  :  cuando  salgo  do 
casa:  cliando  entro  en  la  iglesia  :  cuando  vuelvo 
á  dormir.  Suplicando  siempre  a  nuestro  Señór, 
que  en  todos  aquellos  tiempos ,  c  lugares,  i  en 
todo  lo  que  en  ellos  se  me  ofreszicrc,  me  guarde, 
i  ampare,  con  su  misericordiosa  mano,  para  que 
I   no  haga,  ni  piense ,  cosa  con  que  su  .Majestad 
sea  ofendida. 
Dionisio.   Está  bien :  i  aunque  este  es  el  prin- 
|l  zipio  por  donde  quise  comenzar;  bien  hai  hartas 
■    cosas,  que  preguntaros  en  él,  las  cuales  quiero 
dejár  para  el  fin,  cuando  yo  haya  visto,  cómo  te- 
2 

I 


18  PRINZIPIO  DEI.  EXAMEN  ^ 

Foi.  16.  neis  otitcndido,  lo  quo  adelante  oircis.  Agora 
me  responded:  Pues  quo  algunn  vez  habrA  pasa- 
do por  vuestra  fantasía  pensar  qué  cosa  sois, 
cómo  conteszo  a  todos  los  hombres.  Ya  vos  te- 
neis  edad,  i  andáis  en  el  estudio:  ¿quó  liaLciS 
asentado,  en  vuestro  corazón,  quo  sois? 

AmürOsio.    Soi  hombro  cristiano. 

Dionisio.  Respondéis  mui  bi6n.  Mas,  veamos, 
¿por  quó' juntastás  esas  dos  cosas,  hombre,  i 
cristiano? 

:  Ambrosio.   Porcjué  estas  comprehendcn,  i  de- 
claran todo  mi  sér,  i  me  dan  a  conozúr  a  mí 
mismo., 
Dionisio.  ¿Cómo? 

AMnuosio.  Por  parte  de  hombro,  conozco, 
que  soi  criatura  de  Dios,  i  hechura  do  sus  ma- 
nos :  mas  veo,  que  soi  enjcndrado ,  i  nazido  en 
pecado,  i  fuera  de  su  amor,  i  grAzia ;  i  dester- 
rado del  Reino  para  quC  Él  crió  a  nuestros  pri- 
meros Padres.  I  cónozco,  que  soi  nazido  con 
mui  malas  inclinazioncs ,  sin  ainór,  i  temór  Sil- 
yo,  vasallo,  i  esclavo  del  pecado. — Por  parto  dO 
sor  cristiano»  soi  salido  de  todas  estas  miserias: 
^  tengo  un  nuevo  ser  spirituál  de  ser  hijo  de  Dios, 
do  cstár  en  amór ,  i  grázia  suya ,  si  yó  por  mi 
culpa  no  lo  quiero  perder. 

Dionisio.   ¿Cómo  alcanzastcs  este  nuevo  sor? 

Amdrosio.  fLeJ  Alcanzó,  por  Jcsu  Cristo,' riijo 
unijénito  de  Dios,  que  me  redimió  :  i  dió  su  san- 
gre por  mi,  i  me  sacó  de  la  subjozión,  i  capti- 
verio  del  ipecado,  i  me  alcanzó  favor  pnra  que 
pueda  venzerlo,  e  sobrepujár  todas  sus  fuerzas, 
e  hazér  lo  contrario  de  lo  que  61  quisiere,  i  con- 


íS.  DE  L.^  DOCTUINA  CRISTIANA.  10 

forme  a  lo  que  Dios  me  mandare.  I  rcconziliómc 
^con  su  Padre,  para  que  me  perdone  mis  culpas, 
i  me  resziba  por  hijo :  i  me  torne  a  ascntár  en 
sus  Libros ,  por  heredero  de  los  bienes  que  per- 
di,  por  la  culpa  que  heredó  do  nuestros  primeros 
Padres. 

Dioxisio.  Do  manera,  que  de  ahí  se  podrá  sa- 
cár  la  difcrcnzia,  que  hai  del  hombre  que  es 
cristiano,  al  que  no  lo  es. 

Ambrosio.    Es  verdád. 

Dionisio.    Ea,  dczilda. 

Ambrosio.   El  f  que  no  es  cristiano ,  quédase  Foi.  ic. 
en  este  pecado,  i  en  la  condenazión  en  que  nas- 
zió,  subjeto  i  \a?allo  al  demonio,  desterrado  de 
la  hercnzia  del  Reino  de  Dios,  en  este  mundo,  i 
en  el  otro. 

Dio.MSio.   ¿Por  qué  es  eso? 

AMnnosio.  Porque  fué  la  voluntad  de  Dios, 
que  ninguno  entrase  en  su  grAzia*,  ni  alcanzase 
perdón  de  su  pecado,  i  destierro,  sinó  per  medio 
de  su  Hijo,  al  cuál  el  inQél  no  conoszo,  ni  cree; 
ni  rcszibe  su  BeneGzio. 

Del  Sacramento  del  Baptismo,  i  de  lo  que  alcan- 
zamos en  el. 

CAPITULO  VE 

Dionisio.  Bién  lo  dezís.  Mas,  veamos  esa  cris- 
tiandád,  i  amistad  con  Dios ,  ¿desde  cuándo  co- 
mienza? 

'  En  el  antiguo  inipreso:  jra/íff.    I   '  V  :  ;,«':•-,■■'' 


20  DEL  SACn.VMENTO  ^ 

Ambrosio.   Comienza  en  el  baptismo. 

Dionisio.   ¿En  qué  manera? 

Ajibrosio.  Porque  así  como  en  el  baptismo 
se  lava,  i  limpia  el  cuerpo,  con  aquel  agua  ma- 
teriál;  ansi,  espiritualmento,  por  virtüd  de  la 
sangre  de  Jesu  Cristo  nuestro  Rodcraptór,  es  la- 
vada el  ánima,  i  todo  el  hombre,  del  pecado  en 
que  naszimos,  e  de  todos  los  otros  pecados,  que 
antes  del  baptismo  se  han  cometido:  como  con- 
tesze,  en  los  que  se  tornan  cristianos,  i  se  bapti- 
zan ya  hombres. 

Dionisio.  Declaradme  mas,  eso  limpiar  del 
ánima  con  la  sangre  de  Jesu  Cristo. 

Ambrosio.  Agradú  tanto  al  Padre  eterno,  ofre- 
zerse  su  Hijo  a  la  muerte,  i  derramar  su  sangre, 
i  hazerse  sacrifizio  por  los  hombres;  que,  por 
amor  d'Él,  en  siendo  el  hombre  baptizado,  luego 
Él  le  perdona  aquella  culpa  en  que  todos  caímos 
en  Adán;  i  todas  las,  que  de  allí,  antes  del  bap- 
tismo naszieron:  i  alza  el  destierro,  i  rcszibc  al 
hombre  por  hijo  :  pone  silenzio  al  demonio ,  i  al 
infierno,  para  que  ya  no  le  acusen  de  aquello,  ni 
Foi.  1".  tengan  derecho  a  él :  i  restituye  lo  /"  en  su 
amor  e  grázia,  i  en  la  herenzia  de  los  bienes 
que  Él  tiene,  i  tuvo  siempre  aparejados  para  los 
suyos. 

Dionisio.  De  manera,  ¿que  ese  perdonar,  o 
ése  perdér  Dios  la  ira  contra  el  hombre,  i  esc 
restituirlo,  i  tornarlo  en  su  gráziá;  dezis,  que 
es  aquella  limpieza,  i  aquél  quedar  el  hombre, 
spiritualmente  lavado  en  el  baptismo? 

Ambrosio.   Ansí  es. 

Dionisio.   ¿Hai  mas  en  el  baptismo? 


'A  DEL  BAPTISMO  ?í  51 

Ambrosio.  Si  hai.  Porque  pone  Dios  en  el 
Hombre  sus  clones :  i  como  á  cosa,  que  ya  Él  res- 
zibe  por  hijo,  da  le  mui  hermosas,  i  ricas  joyas, 
las  cuales,  Él  no  da,  a  ninguno  de  los  otros  hom- 
bres, que  no  son  baptizados:  porque  aquellos 
son  esclavos:  i  no  es  razón,  ni  es  su  voluntád, 
que  traigan  ellos  las  señales,  ni  las  riquezas,  i 
joyas,  de  los  hijos. 

Dionisio.  Eso  me  contenta  mucho.  Mas  ha- 
béismelo  de  dcclarár  más. 

Ambrosio.  Digo,  que  juntamente,  con  el  Lap- 
tismo,  es  limpiada  el  ánima  de  aquella  culpa, 
por  el  perdón,  i  reconziliazión,  que  dije:  i  enrri- 
quczida  de  joyas :  que  son  unos  dones,  que  Dios 
pone  en  ella,  para  que  ande  vestida  del  hábito, 
i  ropa,  que  Él  quiero,  que  anden  los  suyos.  Por- 
que, en  el  punto  que  uno  es  baptizado,  si  por 
culpa  del  mismo  no  se  estorba  (la  cuál  no  pue- 
den tener  los  niños)  su  ánima  es  hecha  templo 
de  Spíritu  Sancto,  i  casa  en  que  Él  mora:  co- 
municando sus  dones.  I  es  esto,  como  razión 
que  le  dan,  deque  so  mantenga,  en  tanto  que 
anduviere  en  la  casa  de  Diós,  i  viviere  en  este 
mundo. 

Dionisio.  De  manera,  que  en  todo,  lo  tratan 
como  a  hijo,  perdónanle  su  pecado  :  zc?a  la  ira 
de  Dios:  sácaalo  de  la  subjozión  del  Demonio: 
de  esclavo,  rczibcnlo  por  hijo.  Como  a  hijo,  ade- 
rczanlo  de  joyas,  i  de  atavíos  :  i  no  d'estos  gro- 
seros de  la  tierra,  sino  de  joyas  nuevas,  que  saca 
el  Padre,  de  la  cámara  de  su  riqueza.  Dan  le 
instrumentos  i  aparejos  con  que  viva'i  c  oinc, 
como  hijo  de  Dios:  ''  e  aziertc  a  hazcr  obras  que  F"''  i^- 


22  'A  DEL  SACHAMEXTO  ^ 

contenten,  c  parezcan  bien,  en  los  ojos  de  su 
Padre.  Dan  le,  aquella  razión  de  la  mesa  de  Dios, 
con  que  su  ánima  esté  sustentada  espiritual- 
mcnto:  i  no  coma  de  casa  ajena,  ni  rcsciba  nada 
de  su  enemigo,  hasta  que  llegue  la  hercnzia 
cumplida,  de  los  bienes,  c  riquezas  del  zielo 
Dan  le  armas  con  que  se  defienda,  para  que  el 
Demonio  c  infierno,  no  lo  tornen  a  captivár. 

Ambrosio.    Todo  es  verdad. 

DiOMSio.  Si  es,  por  zierto.  I,  pluguiese  a 
Dios,  que  todos  los  que  tienen  nombre  de  cris- 
tianos, trajesen  esta  verdad  muchas  vczes  a  su 
memoria,  para  que  conoziescn  lo  que  eran  sin 
Jesu  Cristo  nuestro  Rcdemptór,  i  lo  que  son  por 
Él:  i  temiesen  de  pei\icr  tan  grandes  cosas,  co- 
mo por  su  misericordia  han  ganado.  Quien  esas 
cosas  os  enseñó,  azertó  mui  bién  en  ello.  Vea- 
mos, ¿qu6  os  dijo  después;  o  cómo  os  dió  a  en- 
tender las  obras,  que  el  cristiano  ha  de  haz6r, 
después  que  es  baptizado,  c  llegado  c  edad  en 
que  tiene  conoszimiento  dcbicMi,  i  de  mal? 

Ambrosio.  Guando  el  hombre  es  llegado  a  esa 
cdád,  conviene,  que  se  ayude  de  doctrina,  por 
la  cuál  conozca  el  bién,  que  reszibió  en  el  bap- 
tismo;  la  grande  riqueza  que  Dios  le  dió,  para 
que  esté  avisado  de  no  perderla,  sino  que  la 
guarde,  i  la  estime  en  mucho,  i  sepa  cómo  la  ha 
do  ponér  en  plática,  i  como  lia  de  usar  de  aque- 
llos favores,  i  dones,  que  secretamente  Dios  le 
comunicó.  Esta  doctrina,  mo  dijo,  mi  ]\Iacstro, 
que  estaba  en  la  sagrada  Escritura,  dicha  por 
muchas  palabras,  i  encubierta  con  grandes  mis- 
terios: mas  que  la  Iglesia  habia  procurado  de. 


DE  LA  DOCTniNA  CRISTIANA.  ^  23 

en  ])rcYCS  palabras,  sacar  la  suma  de  todo  lo 
que  mas  conviene,  i  es  nczesarío  sabór,  para 
qué  mas  zicrLamcnte  nuestra  memoria  lo  pueda 
comprender,  i  repetir  muchas  í  vczcs.  I  los  no-  Foi. 
vizios  en  la  fé,  c  los  que  tienen  nezcsidád  de  en- 
tender en  otras  muchas  cosas,  tengan  este  breve 
sum;u'io,  donde  su  memoria  se  ejcrzite;  i  se 
avisen  de  lo  que  han  de  creer,  c  hazér. 

.  De  la  división,  i  suma  da  la  Doctrina  Cristiana. 

CAPITULO  VII. 

Dio.Nisio.  Verdad  os  dijo  vuestro  Maestro.  I 
este,  el  Catezismo ,  o  doctrina,  que  la  Iglesia 
cristiana,  cu  sus  prinzipios  ordenó,  i  abrevió, 
para  que  fuese  ordinariamente  enseñado  a  todos 
los  cristianos  :  prinzipalmcnte,  a  los  que  nueva- 
mente se  convertían,  c  a  los  niños,  que  tenían 
ya  edad  para  ello.  Para  esto,  estaban  diputados 
en  las  iglesias,  por  los  Obispos,  no  cualesquiera 
maestros,  sino  mui  buscados,  e  mui  señalados 
en  doctrina,  i  vida.  Allí  enviaban  los  padres, 
sus  hijos:  c  aunque  muchos  d'ellos,  dcprcndie- 
seu  oüzios  manuales,  para  su  sustentazión ,  con 
un  poco  de  tiempo  que  tomaban,  la  mucha 
continuazión ,  la  dilijenzia  del  llacstro,  el  cui- 
dado i  ejemplo  de  los  padres,  que  les  tomaban 
cuenta  d'cllo;  hazían  que  en  poco  tiempo,  estu- 
viesen cumplidamente  enseñados,  c  tuviesen  en 
la  memoria,  la  suma  do  la  doctrina,  que  hibian 
de  creer,  i  obrar  Agora,  por  nuestros  pecados, 
ninguna  cosa  de  esto  vemos,  sinó  solamente  rn 


24  DE  LA.  DOCTrjNX  CRISTIANA.  ?? 

los  Libros.  Porque  Maestros,  ya  no  los  hai:  los 
padres,  mal  enseñarán á  los  hijos,  lo  que  no  sa- 
ben, ni  obran.  Mas,  dejado  esto,  para  cuando 
el  Scüór  fuere  servido  de  remediarlo:  dc^^ídme, 
vos,  el  orden,  que  vuestro  maestro  tuvo  en  en- 
señaros esto.  Que,  de  creer  es,  según  parcsze 
ser  docto,  i  de  buen  zelo,  que  seguiría,  el  mis- 
•20.  mo  que  la  Iglesia  siempre  tuvo:  porque  el 
conzierto,  i  orden,  hazc  m.ucho,  para  mas  fazil- 
mente  entender  una  cosa,  i  retenerla  en  la  me- 
moria. 

Ambrosio.  Dijomc:  que  el  Hombre,  prinzi- 
palmente  tiene  dos  partes,  que  son,  cuerpo,  i 
espíritu  :  e  que  ambas  dos,  las  quiere  Dios  lim- 
pias, i  puras,  i  empleadas  en  su  servizio.  I  así, 
la  doctrina  que  la  Iglesia  nos  enseña,  prinzipal- 
mente  es  dividida  en  dos  partes.  La  primera  en- 
seña, qué  tales  han  de  ser  las  obras  de  dentro, 
que  son  las  del  spiritu.  La  segunda,  qué  tales 
han  de  ser  las  de  fuera,  porque,  aunque  estas 
exteriores,  sean  fructos  de  las  interiores ,  i  ten- 
gan en  ellas  su  raíz,  e  su  fundamento,  hazcmos 
este  repartimiento,  porque  las  primeras  son  se- 
cretas, e  solo  Dios  las  alcanza  a  juzgar.  Las  se- 
gundas son  ejemplos  exteriores,  de  que  pueden 
juzgár  los  hombres. 

Dionisio.  Bien  lo  dezís.  Comenzad  agora,  i 
dezíd  me,  siguiendo  esta  división,  ¿cómo  ha  de 
estar  enseñado  el  ánimo  del  hombre;  qué  obras 
ha  de  haber  en  su  espíritu,  para  que  se  conten- 
te, e  sirva.  Dios  d'él? 


25 

Del  conoziniento  de  Dios. 

CAPITULO  VIH. 

Aíranoslo.  En  lo  primero,  quiere  Dios,  que  el 
entendimiento  del  hombro,  est6  verdaderamente 
alumbrado,  i  enseñado,  i  tenga  zierto  conos- 
zimiento  de  quién  es  Dios :  que  aziertc  á  sentir 
verdaderamente,  de  su  ser,  de  su  poder,  de  su 
bondad,  de  su  justizia,  de  su  misericordia,  c  de 
su  sabér;  e  de  las  cosas,  que  por  el  mismo  hom- 
bre ha  hecho,  e  haze.  Para  que,  conforme  a  este 
conozimicnto,  lo  sepa  estimár,  e  adorar:  sepa 
encomendarse  a  Él;  fiarse  d'Él:  tomár  su  Con- 
sejo, i  aviso:  i  dar  le  grazias  por  todo.  No  ^  quie-  Tol.  21. 
re  Él,  que  el  hombre  finja  falso  Dios  en  su  cora- 
zón: ni  couziba,  de  otra  manera,  que  Él  es:  ni 
tenga,  en  esto,  falso  conozimicnto,  ni  engañada 
imajinazión:  porqué  estónzes,  no  adoraría  a  Él, 
ni  so  fiaría  del  verdadero  Dios;  sinó  de  aquél 
falso,  que  él  tiene  finjido  en  su  cabeza:  ni  esti- 
maría, ni  se  allegaría,  a  las  obras  del  verdadero, 
sinó  a  las  del  falso,  con  quien  se  engañaba.  Do 
aquí  es,  que  quien  yerra  en  lo  prinzipál  de  la  Fe, 
■que  es  el  verdadero  conoszimiento  de  Dios,  y 
en  sentir  verdadera  i  azcrtadamente  d'Él,  i  de  sus 
obras;  va  perdido,  porque  ha  errado  la  puerta.  I 
ningún  camino  hai,  por  donde  no  se  pierda:  ni 
obras,  por  donde  se  salve. 

Dionisio.  Basta  lo  que  en  eso  habéis  dicho, 
para  que  yo  entienda,  cuán  bién  os  fué  ense- 
ñado, i  cuán  bién  lo  habéis  vos  entendido.  Ben- 
dito sea  Dios  por  ello.  Mas,  vamos  adelante,  c 


i  26  DEL  CONOZLMIENTO  ?» 

dozícl  me,  porque  deszciiclainos  mas  a  lo  par- 
ticulár,  (pues  que  Dios  quiero  que  tengamos  ver- 
dadero conoszimicnto  de  quien  Él  es,  i  de  quién 
nosotros  somos,  i  do  sus  obras  e  maravillas,  co- 
mo vos  habéis  dicho,  e  con  mui  grande  verdad) 
¿qué  orden,  e  conzierto,  tenéis  vos ,  para  com- 
prchcndcrlo  en  pocas  palabras,  i  traerlo  ordina- 
riamente a  vuestra  memoria? 

A_MDROSio.  Ese  cuidado  tomó  por  todos  noso- 
tros la  Iglesia:  que,  así  por  no  dar  lugúr,  a  quo 
cada  uno  hablase  en  esto  su  pareszér ,  e  presu- 
miese do  dar  sentenzia ,  c  seguir  su  cabeza;  co- 
mo, para  que  con  mayor  brevedad,  c  conzierto, 
pudiésemos  saber,  i  cncomcndár  a  nuestra 
memoria;  colijió  la  suma  de  todo  ello  ,  en  ziertos 
artículos,  en  los  cuales  (avisada  con  Spíritu  Sáne- 
lo, i  mediante  la  lumbre  d'él,  informada  de  la 
verdad  de  las  Escrituras  divinas)  sumó,  c  puso 
por  singulár  orden,  e  conzierto,  lo  prinzipál,  e 
Foi.  22.  mas  señalado,  que  nuestra  rclijión  f  contiene. 

DroNisio.    ¿Cuántos  son  ésos  Artículos? 

A_MBUOSio.  Son  Dúze,  Aunque  otros  los  suman 
en  Gatorzc.  I  en  esto  va  mui  poco :  pues  que  no 
hai  palabra  de  mas,  ni  de  menos,  en  los  doze, 
que  en  los  Catorze. 

Dionisio.   ¿Por  que  se  llaman  Artículos? 

AMnaosio.  Pusieron  les  este  nombro,  porque 
así  como  hai  artículos,  o  coyunturas,  cu  el 
Hombre,  que  son  las  prlnzipalcs  partes  de  su 
cuerpo,  c  por  donde  se  manda,  i  gobierna;  asi 
estos  artículos  ,  son  las  principales  partes  de 
la  Fé:  que,  por  ellos,  se  gobierna  el  cuerpo 
místico  déla  Iglesia,  c  mediante  ellos,  scjun- 


•A  DE  DIOS.  J5  27 

tan  unos  miembros  con  otros.  Porque  todos  los 
hombres,  que  en  la  vcrdaJcra  confesión  de  es- 
tos ,  convienen ;  son  miembros  d'estc  sancto 
cuerpo  :  i  los  otros,  son  apartados,  i  cstraños. 

Dionisio.  Dezid  me,  primero,  estos  Articules, 
en  latín  como  los  tiene  ordenados  la  Iglesia: 
i,  después,  dczírmclos  hcis,  en  romanzo. 

Ambrosio.  Credo  in  Deum:  patrem  Omnipo' 
tcntem:  Creatorcm  Cccli ,  cí  terree. — Et  in  Jesum 
Christum  filium  cjas  unicum  :  Dominum  nos- 
trum.  Qai  conccptus  cst  do  Spiritu  Sancto :  nac- 
tus  *  ex  María  Virgina.  Passus  sub  Pontio  Pilato. 
Crucifixus,  viortuus,  el  scpultus.  Desccndit  ad  in- 
feras. Tertia  die  resurrexit  a  morluís.  Asccndil 
in  Coelum  :  sedet  ad  dcxtcram  Dci  Patris  Oinni- 
potentis.  Inde  vcníurus  esl,  iudicare  vivos,  et  mor- 
tuos.  Credo  in  Spiritum  Sandum,  et  Sanctam 
Ecclesiam.'Sanctorum  communionem.  Remisionem 
peccatorurn,  carnis  resurrectioncn.  Et  vitamctcr- 
nam.  Amen. 
Dionisio.  Dezidlo  en  romanzo. 
Ambrosio.  Creo  en  Dios  Padre,  Todo-poderoso, 
Criadór  del  zielo,  i  de  la  tierra.  I  en  Jesu  Cristo, 
su  único  Hijo,  Señór  nuestro.  El  cuál  fué  conze- 
bido,  por  Spiritu  sancto,  de  María  virjcn.  ■'"  Pa-  Foi.  23. 
dczió  debajo  de  Ponzío  Pilato.  Fué  cruzificado,  i 
muerto,  e  sepultado.  Dcszcndió  a  los  infiernos. 
I  a  terzero  dia  rcsuszitó  de  los  muertos.  Subió  al 
zielo ,  i  está  asentado  a  la  diestra  de  Dios  Padre 


1  El  año  1551  ,  que  es  el  Eípaña,  al  qiio  no  sahfa  la- 

ác  la  imprcsián de  este  Libro,  tin.  Hoi,  solo,   se  dizc  la 

se  enseñaba  ,  en  lalln  (!),  la  Misa. 

Doctrina  cristiana ,  en  toda  a  Asi ,  por  naíus. 


28  "A  DEL  CONOZIMIENTO  5» 

Todo-poderoso.  I  de  ahí,  ha  de  venh-,  a  jiugár  los 
vivos,  i  los  muertos.  Creo  en  el  Espíritu  Sancto. 
I  ea  la  sancta  Iglesia  Católica.  La  comunión  de 
los  Sanctos.  I  el  pcrdóa  de  los  pecados.  La  rc- 
surreczion  de  la  carne.  I  la  vida  perdurable. 
Amén. 

Dionisio.  Bien  está  dicho.  Mas  es  mcncstér, 
que  comenzeis  a  declarar  todo  eso,  por  orden:  i 
porque  para  entenderlo  mejór,  i  con  mayor  fa- 
zilidád,  haze  mucho,  tenerlo  dividido  en  sus 
partes;  será  bión,  que  comenzeis,  por  la  divi- 
sión que,  d'el  Símbolo,  os  enseñaron;  i  luego 
iremos  a  la  explicazión. 

Ambrosio.  La  mas  própria  división  del  Sím- 
bolo es,  partirlo  en  tres  partes  :  conform.e  a  las 
tres  Personas  divinas.  En  la  primera,  se  trata  de 
la  persona  del  Padre,  i  de  lo  que  se  le  atribuyo. 
En  la  segunda,  de  la  del  Hijo,  i  do  lo  que  tam- 
bién se  le  atribuye.  En  la  terzera,  de  la  del  Es- 
píritu Sancto,  i  de  lo  que  le  atribuímos.  Al  Pa- 
dre, se  le  atribuye,  lacrcazión,  i  el  poder.  No 
porque  el  poder,  i  la  creazión,  no  sea  de  toda 
laTrinidád;  sinó  porque  la  persona  del  Padre 
es  la  primera,  i  de  ninguna  es  produzida,  i  ella 
es  prinzipio  de  la  produczión  de  las  otras  :  i  ansí 
le  damos  la  primera  parte  del  Símbolo.  A  la 
del  'Hijo ,  so  atribuye  la  Rcdempzión ,  i  Sabidu- 
ría, porque  es  Palabra  eterna  del  Padre  ,  i  pu- 
blicó, e  predicó  su  voluntad  a  los  hombres:  i 
encarnó  *,  e  murió  por  ellos.  A  la  persona  del 
Spíritu  Sancto  se  atribuye,  lagrázia,  i  sanctifi- 

1  El  impreso  antiguo:  «incarno." 


DE  d;os.  JS  20 
cazión:  i  a  Él  conviene  la  tcrzora  parte  del 
Símbolo. 

Dmisro.  Azcrtado  habéis  el  camino :  i  por- 
que eso  mismo  habéis  de  repetir  adelante ,  no 
quiero  preguntaros  mas,  sinó  que  comenzó-  Foi. 24. 
mos  á  tratar  de  nuestros  artículos.  I  mirá  que 
no  solo  quiero,  que  hablemos  en  esto  con  la 
plática  del  entendimiento,  mas  también  con  la 
do  la  voluntad.  Porque,  ya  sabéis,  que  hai  una 
Fé  sin  obras,  la  cuál,  es  Fé  muerta,  i  que  no 
basta  para  llevarnos  al  ziclo:  o  otra,  enamorada, 
i  enzendida  con  caridád,  que  no  se  contenta,  ni 
queda  satisfecha,  sin  ponér  en  obra  aquello  que 
cree.  Esta  es,  la  que,  de  verdad,  salva  a  los 
hombres,  i  la  que,  con  suavísimo  yugo,  los  trac 
afizionados  a  si,  e  sabjctos  a  los  que  quiero. 
Bién  veo,  que  me  entendéis,  e  por  éso  voi  ade- 
lanto. En  el  primero,  dezís:  que  creéis  en  Dios 
Padre,  Todo-poderoso,  Criadór  del  ziclo,  i  de  la 
tierra.  ¿Que  es,  lo  que  vos  sacáis  de  aquí? 

Del  primér  Articulo  do  la  Fe,  i  de  la  plática, 

■    i  uso  d'él.       ■  'iii¡..:;;¡  .{:■  M,.,; 

CAPITULO  IX.  '  ;. 

Ambrosio.  Esta  es  la  primera  entrada,  para 
tonór  notizia,  i  conozimiento  de  Dios.  Porque, 
como  Kl  sea  una  cosa  tan  grande,  c  tan  incom- 
prehensible, i  esté  lejos  nuestro  entendimien- 
to, de  poderlo  alcanzar;  dá  se  nos,  esta  puerta 
de  las  criaturas,  para  que,  por  ellas,  vengamos 
en  algún  conoszimiento  de  quien  Él  es.  Confo- 


30  «S.  DEL  TRIMÉn  ARTÍCULO  % 

saraos  Ic,  por  de  infinito  poder  :  por  Criadór  del 
ziclo,  i  de  la  tierra,  i  do  todo  lo  que  en  olla  se 
enzierra.  En  estas  palabras  damos  a  entcndór, 
c  confesamos,  cómo  es  el  •  Aulór  de  todo:  Se- 
-  ñór  de  todo:  Gobernador,  i  Proveedor  de  todo. 
Conoszcmos,  e  confesamos  su  poder,  en  haber 
Foi.  25.  criado  f  una  cosa  tan  grande,  i  tan  maravillosa. 
Su  bondád,  en  haberlo  querido  hazór,  sin  ha- 
berlo Él  menester,  ni  pre tender  interese  nin- 
guno. Su  sabiduría,  en  el  órden  ¡  conzicrío  qac 
le  puso:  i  en  guiár  lo,  c  sustentárlo,  como  lo. 
sustenta,  cguia.  Su  grande  niagnifizcnzia,  i  bo- 
nefizios,  i  lo  que  el  Hombre  le  debo;  pues  hizo 
todo  esto  por  amor  d'él.  Su  misericordia;  pues 
con  tantas  ofensas  como  le  habernos  hecho,  e 
hazemos,  nunca,  por  eso,  lo  muda  ni  desbarata, 
sinó  que  deja  salir  sü'sol,  sobre  justos,  i  peca- 
dores. 

Dionisio.  Muí  bitn  me  parezc  lo  que  habéis 
dicho.  Mas  querría  mucho  saber,  d'csa  considc- 
razión,  que  vuestro  entendimiento  en  este  ar- 
ticulo haze,  qué  es  lo  que  alcanza  a  vuestra  vo- 
luntad: porque  no  puede  ser,  que  uno  considere, 
e  tantee  tán  bien,  eso  que  vos  habéis  dicho ,  sin 
.  que  su  voluntád  dé  grandes  señales,  si  no  está 
mui  cndureszido,  i  mui  apartado  de  Dios. 

Ambrosio.  Lo  que  los  otros  hazen,  yo  no  lo 
sé:  mas  diré,  lo  que  mi  Maestro  me  enseñó,  i 
lo  que  yo  tengo  por  costumbro. 

Dionisio.   Pues  no  quiero  yo  mas  d'eso.  i 

1  Tal  vez,  dcha  leerse  as(:      Señor  de  todo,»  etc. 
«Como  es  El,  Antór  de  todo,  ' , 


?A  DE  LA  FÉ.  9?  31 

AMnnosio.  Cnanrlo  pienso  en  esto  podór  tán 
grande,  quedo  l;\n  eraharazado,  que  no  sé  mas, 
sino  adorár,  c  rcvcren/Jár,  dentro  do  mi  cora- 
zón, a  quien  tan  gran  podór,  i  majeslAd  alcanza. 
Por  otra  parte,  me  toma  grande  temór:  e  parés- 
zcme,quc  estoi  como  temblando,  i  encojido,  do 
pcnsár,  si  algún  di  a,  por  mi  culpa,  tengo  de 
provocár  tán  grande  poder  contra  mi. 

Dionisio.  I  ése  temór  ¿no  os  cntristeze  mucho? 

Ampuosio.  No  me  onlristezc,  cuando  quiera, 
que  con  todas  mis  fuerzas,  he  trabajado  por  ser- 
vir a  Dios.  Antes  ,  pasado  aquél  primér  mo- 
vimiento de  tcmór,  me  alegro  mucho,  i  se  so- 
siega en  grande  manera  mi  corazón. 

Dionisio.   Eso  quiero  que  me  digáis. 

Ambrosio.  Porque  conozco,  que  quien  esto 
crió,  i  mostró  en  ello'tán  grande  poder;  me  (  FüI. 2r,. 
convidó  con  ello  mismo,  para  quó  Lo  conociese, 
o  Lo  .siguiese :  i  en  lodo  ,  i  por  todo ,  me  fuese  a 
El.  Veo,  que  lo  crió  para  mi,  e  para  que  me 
aprovechase d'cllo:  veo,  que  me  trata  como  Se- 
ñór,  i  como  Padre:  luego  Comienzo  a  sentir  el 
raayór  plazcr  del  mundo,  en  pensar,  que  tengo 
un  Señor,  c  un  Padre  ,  que  tánto  puede  i  que 
esto  podér,  me  es,  como  un  lugar  sagrado j  a 
donde  yo  en  mis  trabajos  me  acoja:  i  que  puós 
es  de  mi,  Padre,  i  de  mí,  Señor,  se  empleará  para 
mí,  cuando  quiera,  que  yo  lo  hubiere  menester. 
Alegróme,  asimismo,  en  considerar,  que  esta 
bondád ,  que  Él  mostró ,  en  criár  todo  este  mun- 
do; la  mostrará  mui  mejor,  en  desterrár  la  mali- 
ziii  de  mi  pecado,  cuando  quiera,  quO  yo,  con 
verdadera  voluntád  se  lo  suplicare:  i  me  comu- 


32  'íS.  DEL  rniMÉR  AniícuLO.  ?5 
iiicnrA  sus  dones,  i  lúcncs,  para  que  yo  Le  sirva, 
c  agrade.  I,  con  eslo,  tomo  gran  esfuerzo,  c 
confianza,  para  contra  el  Demonio,  contra  el  in- 
fierno, i  contra  el  pecado.  Cuando  considero  mi 
poco  sabér,  i  zcgucdád,  i  me  paro  a  mirár  cómo 
ni  sé,  de  mí  propio,  por  qué  camino  tengo  de 
guiar  lo  que  deseo,  ni  por  cuál,  tongo  de  estor- 
bár  lo  que  huyo;  ni  sé  lo  que  me  conviene  de- 
sear, ni  cuAl  mo  saldrá  a  mejór,  el  sí,  o  el  nó; 
loque  deseo,  o  lo  que  temo; — acuerdóme  luego 
del  sabor,  d'estc  Señór,  que  yo  creo:  c,  do  có- 
mo es  Hazedór  del  zielo,  i  de  la  tierra,  i  que 
por  su  Providenzia,  e  sabér,  es  todo  rcjido:  i 
luego,  encomiéndome  a  Él :  c  sigo  las  pisadas  do 
su  voluntád,  notificada  por  su  palabra:  con  es- 
tárzierto,  i  seguro,  que  no  apartándome  d'Él, 
todo  se  ha  do  azertár.  I,  que  cualquiera  cosa 
que  salga,  aquello  es  lo  azertado,  i  lo  que  a  mí 
mas  convenia.  D'esta  manera,  cada  vez  que  co- 
mienzo a  rezár  el  Credo,  parcsze,  que  en  solo 
este  primér  Artículo,  rczibe  mi  corazón  grande 
esfuerzo,  gran  plazér,  i  confianza:  como  tengo 
tal  Señór,  tal  podér,  tal  bondad,  tal  misericor- 
dia, i  tal  sabér  de  mi  parte. 
Foi. 27.  Dionisio.  Verdaderamente,  vos,  habéis  de- 
clarado mui  hién,  la  teórica,  i  la  plática  del  pri- 
mér Artículo  de  la  Fé.  Dios  le  dé  el  galardón  al 
Maestro,  que  tan  bién  os  lo  enseñó:  pués  que 
no  solo  os  mostró,  a  que  lo  dijésedes,  sinó,  a 
que  mui  despázio  lo  consideráscdes,  o  la  manera 
con  que  habíades  do  aplicár  vuestra  voluntád  a 
él.  Porque,  ziertamente,  mas  os  aprovechará  un 
Credo,  rezado  d'esta  manera,  que  mil,  mui 


•A  DE  LA.  FÉ  J5  33 

apresurados.  Mas,  quiero  que  me  digáis  una  co- 
sa, i  aun  (los.  La  primera,  ¿si  hazeis  esa  consi- 
derazión,  cada  vez  que  lo  rezáis? 

Amuiíosio,  Ninguna  vez  me  paro  á  rczár,  que 
no  piense  todo  eslo,  aunque  algunas  vczes,  con 
mcjór  disposizión ,  i  con  mas  cspñzio,  que  otras. 

DioNi.sio.   ¿No  os  pone  fastidio,  pcn.sár  siem- 
pre una  misma  cosa?      ^  < 

Amurosio.  Si  pornía,  si  yo  no  tuviese,  mas 
de  una  vez,  nczcsidád  d'ello;  i  si  no  sacase 
siempre  nueva  gananzia.  Mas,  como  sea  mi  mi- 
seria tan  grande;  pocas  cosas  se  me  ofrcszen,  en 
que  no  haya  menester  considerar  esto,  para  con- 
formarme con  la  Yoluntád  de  Dios :  para  enca- 
minarlas siempre  en  su  servizio:  i  cstár  conten- 
to ,  con  lo  que  de  su  mano  saliere,  i  tenerlo  por 
mcjór.  I,  paresze,  que  nunca  vez  pienso  en  es- 
to, que  no  me  dá  Dios  á  conoszór,  ¿'estas  cosas, 
mas  do  lo  que  hasta  allí,  alcanzaba. 

Dionisio.  Huélgome  de  oíros  eso.  Mas,  la 
otra  cosa,  que  os  quería  preguntár,  es:  ¿qué 
remedio  tenéis,  cuando  vos  veis,  que  una  cosa 
va,  a  vuestro  pareszér,  bién  guiada,  e  que  jus- 
tamente dcbría  de  suzedér  de  otra  manera  de  lo 
que  suzcdc  ? 

AjiBnosio.  En  ese  caso,  esfuerzo  me,  i  ase- 
guro, conlaF6:  que,  por  eso,  en  el  prinzipio 
del  Articulo  .entré  creyendo :  i  así,  zierro  los  ojos 
ami  voluntád,  c  ami  razón;  ca  mi  sabór,  e  a 
mi  deseo;  i  soi  zicrto,  que,  aunque  yo  no  lo  en- 
tienda, ello  vá  bi6n  guiado;  pues  yo  lo  puse  en  • 
las  manos  f  del  Señór:  i  así  me  contento,  con  lo  FoI.  28. 
que  Él  quiere. 

3 


34  '¿^  DEL  PHIMÉR  artículo  ^ 

Dioxisio.  Muibién  me  habéis  declarado,  có- 
mo se  entiende,  o  cómo  se  ha  do  creer,  i  plati- 
cir,  el  primer  Artículo;  i  cuáles  serán  aquellos, 
que  conformaren  sus  obras,  con  la  fó  d'él.  Jlas, 
para  entenderlo  mas  perfectamente,  haze  mucho 
al  caso  ver,  quien*  son  los  que  contra  él  pecan: 
para  que  de  los  unos,  i  de  los  otros,  colijamos 
complidamente ,  la  guarda,  i  plática  d'él. 

Ambrosio.  Pecan  contra  él,  lo  primero:  los 
que  creyci'on  que  liabia  muchos  dioses,  no  siendo 
Él  mas  de  uno.  Los  idólatras,  que  en  lugar  del 
verdadero  Dios,  adoraron,  i  atribuyeron  esta 
honi-a,  a  los  Demonios,  o  a  las  Criaturas.  Pe- 
can, los  que  niegan  la  Providencia  Divina,  i  d¡- 
zen,  que  Dios  [no]  -  tiene  cuidado,  de  guiár,  i 
rcjir  nuestras  cosas.  Los  que  atribuyen  el  con- 
teszimiento  d'cUas  a  la  Fortuna,  o  a  los  liados: 
o  a  otras  vanidades,  que  ellos  han  imajinado.  Los 
Filósofos,  que  dijeron,  que  Dios  no  había  criado 
el  mundo.  Los  agoreros,  i  hechizeros,  i  supersti- 
ziosos,que,  dejado  el  saber  de  Dios,  quieren  saber 
por  otro  camino  las  cosas:  que  dejado  su  podér,  se 
quieren  socorrér  de  otro  podér:  que  teniendo 
por  mcjór  lo  que  ellos  querían  3,  que  lo  que  Dios 
quiere,  buscan  otros  caminos,  i  voluntades,  para 
que  la  suya  se  cumpla,  ya  que  veen,  que  la  de 
Dios ,  manda  otra  cosa :  i  quieren  ganár  con  su- 
perstiziones,  e  invcnziones  malas,  la  voluntad 
do  los  Demonios,  creyendo,  que  de  allí  sacarán, 
lo  que  no  pueden  sacár,  de  la  justa  voluntád  de 


í  Véase  la  Nota,  páj.  10. 
^  Falta  CSC  [no] ,  en  el  im- 
preso antiguo  :  nczesario,  a 


mí  vér. 
3  querrían  (.'). 


"A  DE  LA  FÉ.  S  35 

Dios.  Pecan,  los  que  desesperan,  o  por  tristezas, 

0  por  pecados,  o  por  desastres,  i  malos  contcs- 
zimicntos  :  porque  no  creen,  de  verdad,  en  el 
podór,  c  en  la  misericordia;  i  en  el  sabér,  i  en 
la  bondad,  que  confesamos,' que  hai  en  Dios. 

-  Dionisio.  No  digáis  mas,  cuanto  á  este  Ar- 
ticulo, que  yo  estoy  bien  satisfecho.  Porque,  f  Fol. 
aunque  haya  mucho  mas  que  dczir,  i  mucho 
d'ello  os  podria  yo  preguntar:  para  vos,  basta 
lo  que  habéis  entendido :  cuanto  mas,  que  quien 
hasta  ahí  llegare,  verá  que  está  descubierto  ca- 
mino, para  poder  ir  mucho  mas  delante,  si  el 
quisiere.  Quiero  que  paséis  al  segundo  Articulo. 

Del  segundo  Articulo  de  la  Fé:  i  del  misterio 
de  la  Trinidad,  i         '  ¡'  ^  ■  ' 

CAPITULO  X.  ■  . 

A.MDRosio.  El  segundo  Articulo  es:  Creér  en 
Jesu  Cristo,  único  Hijo  de  Dioá,  Señor  nuestro. 

1  aquí  comienza  la  segunda  parte  del  Símbolo. 

.  Dionisio.  Pareszo  me,  d'esas  palabras,  que 
jlamastes  en  el.primór  Articulo,  a  Dios,  Padre; 
dando  a  entender,  que  tenía  Hijo:  lo  cuál  pa- 
reszo agora,  por  este  .segundo  Artículo  mas  cía-  - 
ramente,  i  vos  no  dijiste?  palabra  azcrca  d'cso. 
:  Ajinnosio.  Ansí  es  verdád.  Porque  mi  Maes- 
tro me  lo  enseñó  d'csta  manera:  diziendo,  que 
en  estos  Artículos,  poco  A  poco,  se  va  decla- 
rando el  misterio  de  la  Trinidád,  i  que  era  bién 
dilatarlo.  Porque,  aunque 'sea  vcrdády  que  la 
^sentcnzia  del  primer  Articulo  es,  que  hai  una 


36  *  DEL  SEGUNDO  AnTÍCULO  J"? 

Persona,  que  es  Dios  Padre,  disliata  de  otra 
Persona,  que  es  Dios  Hijo,  c  que  esto  se  nos  dó 
a  cntendér  por  aquella  palabra  Padre;  pareszc, 
quG  fu6  bién  no  tratarlo  allí  tan  por  entero, 
hasta  que  llegásemos  a  tratár  de  otros  Artícu- 
los, cspezialmonto  d'estc  segundo,  e  que  que- 
dase para  este  segundo  Artículo,  de  donde  mas 
claramente  se  colije  la  razón,  de  sor  Padre  eter- 
no: i  do  confesarlo  nosotros  por  tal:  pues  con- 
fesamos, que  tiene  naturál,  i  eterno  Hijo. 
Dionisio.  Cuanto  a  este  punto,  mui  bién  me 
Foi.30.  habéis  satisfecho  del  Articulo.  Quiero  agora 
quo  me  digáis,  cómo  lo  entendéis,  C  el  prove- 
cho que  sacáis  d'él. 

Ambrosio.  En  este  segundo  Articulo  confesa- 
mos, que  aunque  Dios  sea  uno,  simple,  i  de 
una  sustanziu,  i  ser;  es  trino  en  personas. 
Quiero  dezír,  que  hai  una  naturaleza  divina,  la 
cuál  con  un  mismo  ser,  i  un  poder,  i  una  vo- 
luntád,  i  un  amor,  i  querér;  está  en  tres  per- 
sonas, e  que  estas  no  son  mas  de  un  Dios:  por- 
que no  tienen  mas  de  un  Ser,  i  un  Poder,  e 
una  Voluntád.  I,  para  ser  muchos  Dioses  habia 
de  tenér  cada  uno  su  sér,  c  su  podér  distincto 
de  los  otros,  como  vemos  que  es  en  los  hombres, 
i  en  todas  las  otras  cosas.  I  porque  esto,  ni  e?, 
ni  puede  ser,  en  la  Sanctisima  Trinidad,  no  es 
mas  de  un  Dios ,  aunque  sean  tres  las  personas: 
ni  hai  otra  difcrenzia  entre  ellas,  sino  que  la 
una  es  Padre,  porque  enjendra  eternalmente  a 
su  bendito  Hijo:  i  la  otra  os  Hijo,  porque  es 
eternalmente  onjendrado  por  una  manera  mui 
exzelentc,  e  quo  tvasziende  nuestro  entendimicn- 


íft.  DE  LA  FÉ.  ?»  3* 

to:  i  la  toi'zera  es  Espíritu  Sanólo ,  porque  pro- 
zedc  do  las  dos  primeras,  Padre,  ¡  Hijo,  tam- 
bión  por  una  manera  inefable.  Del  cuál  tambión 
tenemos  en  el  Credo,  su  articulo  distincto,  don- 
de se  cumple,  del  todo,  la  confesión  d'eslo  mis- 
terio. 

Dionisio.  Mucho  me  habéis  contentado  ;  por- 
que habéis  dicho  lo  que  basta,  que  el  verdadero 
cristiano,  entienda  d'óste  misterio;  i  en  lo  de-  • 
mas  lo  adore,  i  reverenzie,  dentro  do  su  cora- 
zón, sin  que  su  entendimiento  so  desmande,  a 
volár  sin  Alas,  i  a  lugár  que  está  tan  alto,  que 
mas  es,  para  poner  relijión,  i  acatamiento,  i 
espanto,  que  para  despertár  curiosidád.  Agora 
pasád  adelante. 

Ambrosio.  Digo,  quo  on  este  segundo  Artículo, 
confesamos,  que  el  Padre  eterno,  que  es  la  pri- 
mera persona  en  la  Trinidád,  tiene  un  Hijo,  r  Foi. 
también  eterno,  e  igual  con  él,  enjcndrado  de 
su  substanzia:  al  cuál  llamamos  Verbo,  o  Pala- 
bra divina,  i  eterna,  pol-quc  es  enjcndrado  por 
vía  de  entendimiento,  conoszióndose  el  Padre  a 
si  mismo:  de  donde  se  produzc  aquella  notizia, 
e  im.'^jen  suya,  que  es  de  infinita  porfc?,ión,  i 
bondad,  la  cuál  es  su  Hijo.  A  esto  mismo  Hijo 
envió  el  Padre  eterno,  al  mundo,  a  que  se  hi- 
zicse  Hombre,  i  remediase  los  hombres,  que 
estaban  perdidos,  i  para  siempre  desterrados 
del  zielo.  I  de  aquí  es,  que  (\  este  mi.?mo,  quo 
por  la  razón  que  agora  dije,  llamamos  Verbo,  i 
imíjen  del  Padre,  considerándólc  hecho  hombre, 
¡remediador,  i  Señór  nuestro,  lo  llamamos Jesu 


38  ÍR.  DEL  SEGTODO  ARTÍCULO  ^ 

CniSTO.  Porque  Jesús,  quiero  dczir  Salvaclór:  i 
el  Padre  eterno  quiso  que  tuviese  este  nomln-e, 
i  mandó  por  el  ánjel ,  que  lo  Ihmason  Jesús, 
porque  Él  liabia  de  salvar  a  los  hombres,  de  la 
captividád,  i  miseria  del  pecado,  i  tornír  nos 
a  la  grázia  de  su  Padre,  i  á  los  bienes,  i  heren- 
zia  del  ziclo.  Cristo,  quiero  dczir  UnjiJo,  que 
■vale  tanto  como  Rei.  Porque,  antiguamente, 
cuando  á  uno  hazian  Rei,  lo  unjían,  como  agora 
lo  coronan.  Por  esto  nombre  se  nos  dá  mas  cla- 
ramente á  entender  el  primero,  que  dije,  que 
era  Jesús,  ó  Salvadór;  i  la  dignidad,  e  ofizio, 
que  nuestro  Redcmptór  para  con  nosotros  tiene, 
que  es,  ser  nuestro  Rei  i  Señor:  c  como  tal  nos 
favorcze,  nos  ama,  nos  gobierna,  i  rijo:  nos  de- 
fiende, e  ampara,  de  nuestros  enemigos.  I  ansí, 
estar  en  su  Reino,  no  es  otra  cosa,  sino  se?  redi- 
midos, i  librados  por  Él:  ser  defendidos  del  De- 
monio, del  pecado,  e  de  la  muerte:  csíár  en  un 
Reino  de  paz,  c  de  pcrd'ín,  con  su  Padre.  I 
aquél  es  morador  d'cste  Reino,  i  vasallo  d'esto 
Rei,  que,  de  verdád,  e  de  todo  coi'azún  lo  con- 
fiesa, e  le  conosze  por  su  Rei,  por  su  Señor,  i 
Remediador:  que  verdaderamente  cree,  que  por 
.32.  Él  es  libj'C  de  la  subjezión,  c  captivcrio  del 
Demonio:  que  tiene  su  voluntad,  i  su  corazón, 
aparejado  c  presto,  para  servirle:  i,  que  éste 
solo,  tiene  por  todo  su  bién,  por  su  buena  ven- 
tura, i  buena  dicha:  que  nunca  consiente  en 
consejo,  ni  traizión,  contra  sus  Leyes,  i  Manda- 
mientos: que  cuando  quiera,  que  ve  el  Man- 
damiento de  su  Rei,  lo  pone  sobre  su  corazón, 


DE  LA  FÉ.    S  30 

i  lo  obcdeszc,  c  lo  cumple,  e  adonde  quiera, 
que  lo  llaman  *,  va:  e,  en  aquello  entiende,  que 
sabe,  que  contenta,  c  aovada,  a  su  Rei,  c  Scñór. 

Dionisio.  Do  suerte,  que  según  lo  que  habéis 
dicho,  la  suma  d'este  segundo  Artículo  es,  creer, 
que  el  Padre  zclcstiál,  el  acuerdo,  o  eterno  Con- 
sejo, envió  al  Hijo,  a  que  se  hizicsc  verdadero 
hombre,  e  asi  hecho  hombre,  i  compañero  de 
los  hombros,  los  librase,  c  sacase,  del  yugo,  i 
subjezión  del  Demonio,  les  alcanzase  perdón,  e 
paz  de  su  Padre,  fuese  su  Capitán,  su  Rei ,  i  Se- 
ñór,  para  que  con  su  favor,  puedan  ser  defendi- 
dos, i  que  no  tornen  á  la  miseria,  i  captividád 
del  pecado:  puedan  tener  fuerza,  c  aliento,  para 
servir  á  su  Rei,  i  obcdcszcr  sus  Leyes,  i  Manda- 
mientos. Lo  cuál  todo,  me  pareze  mui  bién  di- 
cho, i  entendido,  e  conforme  a  laEscriptura.  So- 
lamente quiero,  que  me  digáis,  qué  gusto,  qué 
sentimiento  tenéis ,  cuando  rezando  el  Credo 
(pues  que  cada  dia  lo  rezáis)  hazcis  memoria 
d'este  segundo  Articulo. 

De  la  Considcrazión ,  i  plática  del  segundo 
Artículo. 

CAPITULO  Xí. 

AMnnosio.  Losque  verdaderamente  son  siervos, 
i  vasallos  dotan  buón  Rei,  creo  yo,  que  sentirún 
cosas,  que  yo  no  las    sabré  dczir,  por  m  tener  joiio  33. 

'  llamad:  o  se  refiere  a  Ins  le  llama  el  Scñór ,  allí  ra  el 

Leyes ,  i  Mandamientos  Di-  cristiano.  Todo  sale  a  un 

vinos:  o  es  errata,  por /Mmo:  mismo  sentido, 
es  dezlr :  a  donde  Quiera  que 


40  ÍR.  DEL  SEGUNDO  ARTÍSi'LO 

tan  empleado  mi  corazón  en  su  servizio,  como 
sería  razón.  Mas  diró,  lo  que  yo,  con  mi  flaque- 
za, hago :  o,  aun  esto,  no  sé  si  sabré  dezlr.  En 
este  Articulo,  mo  acude  a  la  momería,  cada  vez 
que  lo  rezo,  cuasi  lo  mismo,  que  en  el  prime, 
ro,  aunque  este  m.c  despierta,  a  mi  parcszér, 
con  mayor  fuerza,  que  el  otro.  Porque  en  el  pri- 
mero, considerábalas  mcrzcde.s,  i  dones,  que 
Dios  nos  habla  dado  en  criarnos,  e  sustentarnos: 
i  lodos  los  otros  bienes,  que  este  mundo  tiene. 
Mas,  en  este  segundo,  represéntaseme,  otro 
mui  mayor  don,  c  mcrzcd:  que  és,  habernos 
dado  Dios  a  su  mismo  Hijo,  para  que  nos  reme- 
diase, e  alumbrase,  de  toda  la  zeguedád,  i  mi- 
seria, en  que  por  nuestra  culpa  habíamos  caído. 
Muchas  Yczcs,  cuando  pienso  en  esto:  i  miro, 
cuán  adelante  va  la  bondad,  i  misericordia  de 
Dios,  de  lo  que  los  hombres  pudieran  azcrtár  a 
pedir,  o  a  pensár: — i  considero,  por  otra  parte, 
lo  que  todos  hazemos:  a  lo  menos,  lo  que  yo 
hago:  i  me  acuerdo  de  mis  pecados,  i  malda- 
des: e,  aun,  de  haberme  habido,  floja,  i  dcpcui- 
dadamente,  en  servir  a  tal  Señor:— me  toma 
tan  grande  vergüenza,  e  afrenta  de  mí  mismo; 
que  mo  paresze,  que  querría  huir  de  mí ,  por  no 
verme:  i  algunas  vezes  me  toma  tan  gran  ene- 
mistád  comigo,  que  querría  hallár  quien  mo 
vengase  de  mi.  I  tengo  en  poco ,  a  los  que  me 
tratan  bien,  e  como  que  me  enojo  con  ellos, 
porque  no  me  conoszen,  i  *  me  hazen  el  trac- 

1  Parczc,  que  debería  de-      (amiento ,  no  como  quien  yo 
ztr :  •  i  no  me  hazcn  »  etc.,  o      soi  » 
bien :  «á  me  liazen  el  tra- 


'•<^  DE  LA  TÉ.  ^  U 

lamicnto  como  quien  yo  soi.  Todas  las  cosa?, 
que  bien  me  suzedcn ,  me  parczc,  que  me  con- 
denan: c  que  las  guían,  i  buscan  mis  pecados, 
para  testigos  contra  mi :  c  para  que  sea  mayor 
mi  perdizión,  i  dcsagradezimiento.  Cuando  al- 
gunas vczes,  tras  pensAr  este  Artículo,  e  con- 
fesión que  yo  mismo  hago,  so  me  ofrcpze  en  la 
memoria,  el  día  en  que  tengo  de  parcFzér  en 
la  prcscnzia  f  do  Dios,  para  ser  juzgado;  con-  Foi, 
tesze  desatinarme  lánto,  que  no  parcszo  sinó, 
que,  desde  agora,  busco  adonde  me  meta,  i  es- 
conda. I  póncsc  me  tan  grande  confusión  en  el 
corazón,  i  en  el  entendimiento,  i  en  la  lengua, 
i  aun  pienso,  que  en  el  rostro:  que  muchas  ve- 
zes,  por  grande  cspázio,  no  lo  puedo  desechár 
de  mí:  porque  me  parcsze,  que  no  tengo  de  te- 
ner lengua  con  que  respondór;  i  que  tenerla, 
seria  mui  mayór  desvergüenza:  pues,  hablando 
la  verdad ,  e  estando  en  Juizio  donde  no  tiene 
lugár  la  mentira,  no  podría  yo  dezír,  sinó,  que 
no  creí  verdaderamente  este  Artículo :  c  silo 
creí,  fué  con  una  fó  muerta,  i  desalmada  ,  pues 
no  quise  rczibir  a  Jesu  Cristo,  Hijo  de  Dios  vivo, 
por  mi  Señor,  sinó  que  lo  deseché,  i  tuve  en 
poco:  porque,  o  vivo  engañado,  o  el  no  ngra- 
doszér,  ni  servir  dsta  merzéd,  es,  como  no  que- 
rerla, ó  desecharla.  Mas  cuando  yo  busco  per- 
dón para  mis  pecados,  o  remedio  para  cualquier 
trabajo  que  sea,  súijitamento  parcsze,  que  oslo 
mismo  Artículo  me  muda,  i  pone  al  revés.  Por- 
que veo  que  para  tan  grandes  males ,  i  culpas, 
como  son  las  mías,  e  para  tanto  trabajo,  i  mi- 
seria, me  hizo  Dios  tan  grande  merzéd,  como 


h1  DEL  SEGUNDO  ARTÍCULO  ^ 

fué  darme  A  su  Hijo,  para  qnc  fuese  mi  Scñór, 
c  mi  amparo:  luego  me  parcszc,  que  Él  me 
guia,  i  me  lleva  de  la  mano,  delante  su  Padre, 
i  que  responde,  i  lialtla  por  mí :  que  es  mi  aho- 
gado, ¡me  defiende,  como  mi  Señor,  i  Redemp- 
tór:  i  que  cubre  mi  vergüenza,  i  conTusión,  con 
los  méritos,  i  servizios,  que  a  su  Padre  hizo.  I 
esta  considcrazión,  i  fé,  que  en  este  Articulo 
tengo,  muda  mis  desconfianzas,  en  esperanza: 
c  mis  tristezas ,  en  alegría :  e  mis  desasosiegos 
en  reposo.  I  si  yo  no  fuese  tan  ruin,  i  tan  flojo, 
nunca  salgo  d'estc  juizio  ,  que  comigo  hago, 
cuando'  pienso  en  este  Articulo,  sin  merzcdcs 
Foi.35.  nuevas,  i  señales  de  amistad:  que  es  aliento, 
i  deseo,  para  servir  d  tal  Señor:  i  enemistad,  i 
deseo  de  venganza,  contra  el  Demonio,  c  contra 
el  pecado. 

Dionisio.  Verdaderamente,  vos  haheis  dado 
bién  a  entender,  que  quiere  dczir  el  Artículo,  c 
cómo  se  ha  de  creer:  c  la  obligazióu  en  que 
pone  a  los  hombres.  I  no  me  espauto,  que  la 
considcrazión,  e  confesión  d'él,  desatine  vues- 
tro entendimiento,  i  el  de  todos  los  hombres 
cristianos :  i  le  ponga  todas  esas  confusiones, 
esos  desasosiegos,  i  alteraziones,  que  dozís:  an- 
tes me  espanto,  de  los  que  nunca  pasan  por 
ellas :  porque  aquél  es  verdaderamente  loco,  que 
nunca  siento  esas  locuras;  i  bién  parcszc,  que 
cuando  haze  la  confesión  d'este  Articulo,  lo  reza 
como  picaza,  sin  parar  mientes  en  lo  que  dize 
que  cree:  pues  nunca  coteja,  ni  haze  compara- 
zión ,  de  sus  culpas,  a  tales  merzcdcs:  de,  quien 
es  él,  i  quien  el  Señor,  que  le  dieron:  do  lo 


°A  DE  LA.  FÉ.  ?»  43 

mal,  '  que  so  aprovecha  d'cllo,  siendo  tesoro 
tan  rico:  del  doscuido  de  la  -vida,  en  que  vive, 
con  la  cuenta  que  lo  han  de  pedir.  Porque  si  61 
hiziose  oslo,  por  cndurcszido  que  estuviese ,  por 
insensible  que  fuese,  le  pornla  todo  esto  grande 
espanto:  lo  acarrearía  tan  gran  confusión,  i  ver- 
güenza, que  de  verso  tan  congojado,  e  acosado, 
buscase  camino  para  volverse,  c  encomendarse, 
a  quien  confiesa  que  es  su  Señor ,  i  que  le  fué 
dado  del  Padre,  para  remedio  de  todos  sus  ma- 
les. I  estas' alterazioncs,  i  desasosiegos,  le  ha- 
rían ahorrcs/,6r  la  vida  pasada,  i  que  tomase 
d'ella  escarmiento,  i  aviso  para  lo  porvenir:  i 
haüaría  en  .Icsu  Cristo,  nuestro  único  Señor, 
puerto  de  paz ,  i  sosiego ,  i  de  viva,  i  segura  fó, 
para  adelante.  ¡O  cuán  bien,  que  lo  habéis  di- 
cho, i  como  habéis  dado  á  entender,  como,  por 
su  misma  boca ,  se  condena  el  mal  hom!ire,  que 
estando  apartado  de  la  verdadera  f é ,  de  la  ver- 
dadera obedicnzia,  ^  i  amór  del  Rcdcmptór,  i  Foi. 
Scñór  del  mundo,  dize,  que  cree,  i  se  enco- 
mienda en  Él ,  i  que  es  su  verdadero  Scñór !  I 
no  mira  el  desventurado,  que  61,  no  es  su  va- 
sallo: ni  su  siervo:  pues  tiene  pensndas,  i  ur- 
didas, i  vivas  dentro  de  su  corazón,  mil  malda- 
des, i  traiziones,  contra  el  que  dize,  que  es  su  Se- 
ñór.  ¿Cnnipadczo  se  esto,  entre  Señór,  o  siervo, 
si,  do  verdáil,  el  uno  es  Señór,  e,  de  verdad,  el 
otro  es  siervo?  Grande  es  la  zeguedád,  i  dos- 
ventara,  del  que,  en  esto,  no  para  mientes. 
¡Bendito  sea  el  Señór,  c  debéis  le  dar  inünilas 

*  En  el  impreso  antiguo  dize  «del  mal».'  pero  parczc  errata. 


Vi  «.DEL  SEGUNNO  ARTÍCULO  ^ 

gi-iizias,  que  os  ha  dado  eso  conozimicnto :  que, 
do  su  mano  es  (creédmc  en  esto),  i  no,  de  vues- 
tra cosecha!  I  no  os  tengáis,  por  eso,  en  mas 
que  los  otros,  sino,  por  mas  obligado,  [ij  encar- 
gado con  mayores  deudas.  Digo  os,  que  me  hol- 
gara, de  detenerme  mas  en  esto,  porque  es  muí 
dulzo:  i  muí  rica  esta  palabra,  o  palabras:  Jesu 
Cristo,  Hijo  de  Dios,  Señor  >'üESTno:  i  hai  mil 
cuentos  de  cosas ,  que  considerár,  i  rumiar  en 
olla.  Mas  vase  haziendo  tarde,  i  tenemos  mucho 
de  que  tratár.  Solamente  me  declar'ád  esta  pa- 
labra «único»,  i  luego,  iremos  adelante. 

Ambrosio.  Esta  palabra  se  refiere  a  la  otra, 
en  que  dijimos,  qne  era  «Hijo  » :  c  quiere  dczír, 
que  es,  un  solo,  natural  Hijo,  del  eterno  Padre: 
a  difercnzia  de  los  hijos  adoptivos,  que  son  todos 
aquellos ,  que  por  la  sangre  del  Hijo  naturál  son 
adoptados,  i  rezebidos,  en  amor,  i  grózia  del 
Padre. 

Dionisio.  Bien  está  oso.  I  podéis  añadir:  que 
ansí  como  el  Padre  tiene  un  solo  Hijo  naturál; 
ansí  nosotros  na  tenemos,  sinó  un  soi.o  Señór,  i 
Mediadór  de  nuestras  culpas,  que  es  el  único  Hijo 
del  Padre:  el  cuál  nos  fuó  dado,  para  que  media- 
se entre  nosotros,  i  Él :  e  fuese  Autór  do  nuestra 
rcdcmpzión,  i  remedio.  I  d'csla  doclarazión,  se 
veo  manifiestamente,  cuales  son  los  que  pecan 
Foi.  37.  contra  este  segundo  r  Artículo,  i  cómo  se  peca. 
Porque,  asi  como  dijistcs,  que  pecaban  contra 
el  primer  articulo,  todos  aquellos,  que  busca- 
ban remedio,  ni  otra  cosa  alguna,  sinó  en  Dios, 
i  mediante  los  caminos  que  Él  permite ,  como 
Gobernador,  i  Provcedór  de  todas  las  cosas:  así 


"A  DE  LA  l-É.  4") 

pecan  contra  el  segundo  todos  aquellos,  que 
buscan  otra  entrada,  c  confian  en  otra  cosa,  pa- 
ra con  Dios,  sino  es,  su  Unijénito  Hijo.  Señor 
nuestro.  De  suerte,  que  el  que  cree,  que  Dios 
le  perdonará  por  otra  cosa,  fuera  de  su  Hijo  :  el 
que  le  pido  dones  del  zielo ,  por  otro  m6rito  :  el 
que  le  pide,  que  lo  rísziba  en  su  grázia,  e  le 
haga  heredero  del  zielo,  alegando  otra  cáusa  al- 
guna: el  que  le  pide  verdadera  paz,  verdade- 
ra justizia,  dentro  de  su  ánima,  e  no  pone 
toda  su  confianza,  para  alcanzar  esto,  en  el 
Hijo; — este  no  será  oido  del  Padre,  [i|  poca 
contra  este  segundo  Articulo.  I,  por  esto,  no 
penséis,  que  van  fuera  de  aqui,  las  orazionos  que 
hazc  la  Iglesia,  i  los  sanctos  d'clla :  ni  otras  bue- 
nas obras.  Porque,  bien  entendido  todo  esto,  son 
pedazos,  i  sobras,  de  la  riqueza  de  Jesu  Cristo, 
i  todo  so  atribuye  a  Él ,  i,  si  tiene  valor,  es  por 
El.  I  ansi,  siempre  en  nuestra  intenzión,  e  en 
nuestra  fe,  ha  de  ir  El,  en  la  delantera,  i  en  Él  se 
ha  de  ponér  la  confianza.  I  d'csta  manera,  apro- 
vecha lo  que  sus  miembros  hazen ,  e  piden ,  por 
la  virtud,  que  resziben,  de  cstár  unidos,  o  in- 
corporados con  Él.  De  aqui  veréis  ,  que  so  peca 
contra  este  Artículo,  confiando  en  nuestras  pro- 
prias  obras,  ensoberbcziéndonos  d'ellas,  pen- 
sando, que  por  nuestras  industrias,  o  nuestro 
vdlér,  somos  mas,  i  tenemos  mas  parte  con  Dios, 
que  los  otros :  que ,  por  ellas  habemos  de  ser 
sanctos:  que,  por  nuestras  solas  fuerzas,  nos 
habemos  de  aventajár,  i  contentár  a  Dios,  que 
nos  tenga  por  justos,  e  nos  dé  el  zielo.  Porque 
esto,  es  no  entrár  por  Jesu  f  Cristo,  unijénito  Foi. as. 


4G  DEL  TERZEHO  ARTÍCULO  7» 

Hijo  de  Dios :  ni  tomarlo  por  Señor.  iMuclio  ha- 
bernos do  trabajar,  por  hazér  buenas  obras,  i 
servir  mucho  a  Dios:  mas,  no  solo  las  obras,  i 
los  Écrvizios,  mas  también  el  trabajár  para  ello, 
e  quererlo  hazér;  lo  habernos  de  alrilmír  a  Jcsu 
Cristo  nuestro  Señor,  nuestro  Salvador,  i  Rei: 
— i  tcnér  por  sabido,  i  zierto,  que  todos,  son 
dones  recaudados  para  nosotros,  por  mérito  su- 
yo :  i  quo  todos  los  bienes  ,  que  nos  vienen  del 
Padre,  nos  vienen  por  medio  d'Kl :  i  que  Él  es 
nuestra  justizia,  nuestra  confianza,  nuestro  bien 
obrár,  i  nuestro  agradar  á  su  Padre ,  e  no  estri- 
bar en  otra  cosa,  listo  es  ser  Rei ,  i  Señor  nues- 
tro. Agora  dezid  el  tcrzcro  Artículo. 

Del  tcrzero  Articulo  de  la  F¿,  i  de  la  considcra- 
zión,  i  uso  d'cl. 

CAPITULO  XII.  .'■  ■ 

Ambrosio.  El  terzcro  Articulo  es :  que  fué  con- 
zebido  del  Spiritu  Sancto:  i  naszió  de  María  Vir- 
jen.  T,  ansí  este,  como  todos  los  mas  de  los  que 
se  siguen;  son  declarazión  del  segundo:  porque 
declaran  mucho,  de  las  propiedades  de  nuestro 
Rcdemptór  Jcsu  Cristo;  i  nos  dan  mayor  cono- 
zimieiito  de  su  persona;  i  cuentan  lo  que  por  no- 
sotros hizo;  i  por  qué  camino,  nos  fué  dado  por 
Señor,  i  Redcmptór;  i  a  qué  fin  habernos  de  lle- 
gár,  siguiéndolo.  En  este  terzcro,  se  nos  enseñan 
dos  cosas,  lambas  hazea  mucho  al  caso,  para 
conoszér  su  grandeza,  i  para  despertarnos,  a  ser- 
le agradezidos,  i  subditos.  La  primera,  es,  ser 


°A  PE  I.-V.  FK.  9»  47 

hecho  por  nosolros  verdadoro  Hombro.  La  segun- 
da, su  ¡nozcnz.ia,  i  pureza.  Sabemos,  que  es  ver- 
dadero hombro,  ansí  como  lo  es  cualquiera  de 
los  otros  hombres,  porque  tomó  nuestra  natu- 
raleza, c  se  vistió  de  nuestra  carne,  toman-  foI.  30. 
dola  de  verdadera  madre,  i  mujer,  como  son 
las  otras  mujeres.  Easí,  el  que  solamente  era 
Hijo  de  Dios,  i  solamente  tenia  naturaleza  Di- 
vina: después  fué  dicho,  verdadero  Hijo  de  hom- 
bre, c  tenor  también  ánima,  i  cuerpo,  como 
nosotros:  su  inozcnzia,  i  limpieza, se  manincsta, 
enque  no  fué  conzebido  como  son  los  otros  hom- 
bres; sinó  (por  favór  del  zielo)  por  obra,  i  indus- 
tria del  Spiritu  Sancto.  Porque  todo  lo  que  el 
poder  de  naturaleza  no  podía  alcanzar,  lo  suplió 
la  Omnipotenzia  Divina,  formando  aquél  Cuerpo 
sanctisimo,  c  dándole  verdadera  ánima  en  el 
vientre  de  laVirjen,  sin  que  hobicsc  defecto 
alguno,  para  que  no  fuese  verdadero  hombre. 

Dionisio.  De  suerte,  que  la  Virjen,  allí,  sir- 
vió con  su  sangre,  i  carne  bendita:  de  donde 
fué  formado  aquél  sanctisimo  Cuerpo:  lo  demás, 
todo  es  obra  de  Espíritu  Sancto.  I  ansi ,  por  par- 
te de  lo  que  tomó  de  la  madre,  es  verdadoro 
hombre:  por  parte  de  ser  conzebido  por  Spiritu 
Sancto,  quedó  sin  raíz,  ni  sospecha  de  pecado: 
sin  la  subjezión,  i  condenazión,  en  que  son  con- 
zobidos  los  otros  hombres.  Tenemos,  pues,  Se- 
ñór,  i  Rcdciuptór,  que,  por  parte  de  Dios,  tiene 
la  misma  saiiclidád  do  su  Padre:  por  parte  de 
hombre,  es  sandísimo,  c  innozentísimo,  por  ser 
sancta,  i  por  Espíritu  Sancto,  su  conzepzión. 
Tal,  por  zierto,  convenía  que  fuese,  el  que  ve- 


'iS  If.  DEL  TF.n7.EnO  ARTÍCULO 

nia  A  de?terrár  el  pecado  de  los  ho.mbros;  el 
qiio  venia  A  falisfa^^ór,  por  olios;  el  que  con 
darles  parte  de  su  sanctidád,  i  limpieza,  los  ha- 
bla de  sanctiñcár,  i  limpiAr,  c  pararlos  tales, 
qiic  agradasen,  i  pareciesen  hién  á  su  Padre. 
TAI  convenía  que  fuese  Xquél ,  a  quien  habernos 
de  tener  siempre  delante  los  ojos  para  imitalle: 
a  cuyo  blanco  habomos  de  encaminar;  e  endcre- 
Foi.  40.  zár  todos  nuestros  pensamientos,  i  obras,  para 
que,  d'esta  imitazión  e  seguimiento,  se  nos  pe- 
gue a  nosotros  limpieza.  No  quiero,  en  esto,  pa- 
sát  mas  adelante:  sinó,  que  me  digáis,  cómo 
consideráis,  vos,  este  Articulo,  para  aprovecha- 
ros d'él. 

A.MBitosio.  Lo  que  mi  Jilaestro  me  enseñó  es, 
que  cada  vez  qufe  lo  rezase,  pusiese  los  ojos  en 
la  limpieza  de  la  humanidad  de  nuestro  Re- 
demptór,  i  considerase,  que  asi  como  ftl  e?  lim- 
pio, i  sin  mácula,  ni  zentclla  de  pecado,  ansí 
quiere  que  nosotros  trabajemos  con  todas  nues- 
tras fuerzas,  de  llegarnos  a  l'.l  con  grande  fó :  i 
que  poniendo  en  Él  toda  nuestra  confianza,  lo  su- 
pliquemos, que  nos  favorezca,  para  dosechár  de 
nosotros  la  fuerza,  c  podór  del  pecado:  nos  dé 
spiritu  de  limpieza,  que  purgue  nucsfros  cora- 
zones, nuestros  pensamientos,  i  obras:  i  que 
ansí,  por  nuestra  parte,  lo  trabajemos,  con 
obras,  i  con  voluntad.  Porque  ansí  como  VA  fué 
conzebido,  por  obra  de  Spiritu  Sancto,  i  no  por 
la  manera,  que  son  todos  los  otros  hijos  de 
Adam;  ansí  quiere,  que  los  suyos  renazcan  otra 
vez,  e  que  rcnunziando  el  linaje  de  Adam ,  quie- 
ro dezir,  la  subjezión  del  pecado,  que  por  este 


DE  LA  FÉ.  49 

caminónos  vino;  nazcamos  en  Jcsu  Crislo,  por 
favór,  i  inspirazión  de  Spirilu  Sánelo.  Do  dónelo 
nos  \iene  la  fuerza,  que  dije,  para  rcnunziár  el 
pecado,  o  salir  de  su  subjezión,  c  enemistarnos 
con  61.  Porque,  el  que  d'esta  manera  nasze,  des- 
de aquél  punto ,  es  dicho  hijo  de  Dios,  por  razón 
de  la  imitazión,  que  liene,  con  la  limpieza  de 
su  Unijénito  Hijo,  por  la  fe,  que  en  Él  tiene,  i 
por  haberse  en  Él  ejecutado  el  efecto  de  la  Ro- 
dempzión,  que  \ino  a  hazér  de  los  hombres.  I, 
luego,  este  nuevo  naszimicnto,  le  pone  nuevo 
corazón,  i  nueva  voluntád,  con  que  tiene  gran- 
de fe  con  nuestro  Redemptór  Josa  Cristo:  grande 
amor  con  que  pone  en  obra,  todo  lo  que  sabe, 
f  que  Él  manda. 

Dionisio.  De  eso  mismo,  que  habéis  dicho, 
terneis,  vos,  ya  sacada  regla  para  conozér,  cuán- 
do no  cumplo  bién,  el  hombre,  con  ese  Articu- 
lo, c  Confesión,  que  haze;  c  cuándo  le  falta  viva 
fe  para  con  lil. 

Ajiimosio.  Ansí  es  verdAd,  porque  cuando 
quiera,  que  el  hombre,  huye  d'esta  limpieza,  i 
d'esta  jenerazión  espirituál ,  i  la  tiene  en  poco, 
e  estima  en  mas,  el  ruin  linaje  de  la  carne,  i 
sus  obras,  i  se  contenta  con  estarse,  en  ser  hijo 
de  pecado;— es  señál,  que  tiene  en  poco,  aque- 
lla limpieza  de  la  humanidad  de  nuestro  Re- 
demptór: que  no  la  acata  ni  revcrenzia :  pués 
no  la  quiere  imitár:  i,  en  cuanto  es  en  si,  des- 
echa, i  aparta  de  su  ánima,  aquella  jenerazión 
espirituál,  que  por  el  Spiritu  Sancto,  los  fieles 
de  Jesu  Cristo,  nuestro  Redemptór,  alcanzan.  Pa- 
resze  mas  claramente  el  pecado  d'estos  tales,  i 
4 


50  ÍP.  DEL  TEnZERO  AUTÍCUI.O  f' 

lo  poco  en  que  tienen,  en  el  corazón,  la  confe- 
sión, que  hazen  con  la  boca;  cuando  quiera,  que 
secretamente,  en  su  corazón,  o,  por  la  Palabra 
de  Dios,  o  por  otras  ocasiones,  i  razones,  el  Es- 
píritu Sancto  los  llama,  i  los  convida,  i  les  rue- 
ga, que  resziban  d'Él,  aqueste  nuevo  naszimien- 
to,  i  jcnerazión  spirituál;  que  aborrezcan  el  pe- 
cado, i  la  suziedád  d'61,  e  amen  la  limpieza  del 
Redemptór,  de  la  cuál,  Él  les  comunicará,  para 
si  se  quieren  llegár  a  Él;  que  se  muden  en  el 
corazón,  i  en  las  obras,  e  resziban,  de  su  mano, 
uno  como  nuevo  ser,  con  que  sean  bccbos  her- 
manos de  Jesu  Cristo,  nuestro  Redemptór;  por- 
que, ansí  como  Él  fué  conzebido  por  obra  de 
Spiritu  Sancto,  por  virtud,  i  fuerza  divina,  ansí, 
d'esta  misma  fuente,  les  viene  á  ellos,  esta  es- 
pirituál  jenerazión,  i  adopzión; — i  el  que  estas 
vozes,  i  estos  ruegos  del  Espíritu  del  ziclo  tiene 
en  poco;  i  el  que  estos  llamamientos,  e  ocasio- 
nes, que  para  ello  le  ponen  delante,  desecha; 
pareszc,  que  con  grande  afrenta  habría  de  hazér 
Pol.  42.  la  Confesión  '  d'este  Artículo ,  i  confundirse  con- 
sigo mismo,  pues  conüesa  con  la  boca,  lo  que 
tiene,  en  tan  poco,  en  el  corazón. 

Dionisio.  Bien  me  habéis  satisfecho.  Sola- 
mente os  falta,  para  cumplir  este  Articulo,  16 
de  la  virjinidád  de  nuestra  Señora.  Dczidme, 
qué  es,  lo  que  zerca  d'esto',  os  ensoñaron. 

Ambrosio.  En  este  Artículo,  donde  se  trata 
de  la  verdadera  conzcpzión  de  nuestro  Redemp- 
tór, se  trata  también  de  su  Madre.  En  lo  cuál, 
pretende  la  Iglesia  enseñarnos:  Lo  primero,  ser 
nuestro  Redemptór,  verdadero  hombre,  i  su  hu- 


"A  DE  LA.  FÉ.  1^  ■j[ 

mauidád  sanctisima,  no  fantástiga  ni  finjida, 
sino  zierta,  i  verdadera;  pues  le  dá  verdadera 
mujer,  por  madre,  i  nos  la  señala  por  nombre. 
Lo  segundo,  haze,  todo  esto,  mucho  al  caso, 
para  lo  que  yo  dije ,  del  misterio  de  la  limpieza 
del  Redcmptór,  e  de  la  que  vino  a  obrár  en 
nosotros.  Porque,  ansí  como  fué  conzcbido  por 
Spiritu  Sancto,  i  por  obra  Divina;  ansí  la  Madre, 
fué  limpia,  fué  de  inestimable  castidád,  entera 
i  virjen,  e  cual  la  halló,  tal  la  dejó,  i  quedó 
para  siempre  jamás  ^.  I ,  ansí  como  en  ser  ver- 
dadera mujér,  conozemos,  ser  la  humanidad 
del  Hijo,  zierta,  i  verdadera,  ansí,  en  todo  lo 
demás,  se  nos  dá  a  entendér,  ser  esta  misma 
humanidad,  innozentisima,  i  limpísima:  pues 
tan  lejos,  c  tán  desterradas  van  de  su  conzep- 
zión,  e  naszimiento,  todas  las  zircunstanzias  de 
la  jenerazión  carnál,  e  su  Madre,  de  las  otras 
madres  todas.  Dásenos  también  aviso  del  mis- 
terio de  la  limpieza,  que  en  nosotros  viene  a 
obrár:  i  cuáles,  quiere  Él,  que  seamos,  c  ha- 
zernos  de  su  mano,  si  nosotros  no  lo  desechá- 
remos, i  fuéremos  perezosos  en  ello.  Convída- 
nos también  este  Artículo,  a  que  consideremos 
la  limpieza,  e  sanctidád,  que  la  Virjen  debía  ta- 
nér,  pues  fué  escojida  para  madre  de  tal  Hijo,  c 
que  en  ella  ^  se  obrase  tan  grande  misterio.  foI. 
Pone  nos  la,  como  dechado  para  que  miremos 
en  ella,  i  la  procuremos  de  imitár,  e  seguir:  i 
entendamos,  cuánto  agrada  a  Dios,  la  limpieza, 

t  Asi  en  el  antiguo  impreso.      primero,  del  Evanjcliode  San 
*Par.-iesto,  léase  el  ver-  Mateo, 
siculo  x'iltimo,  del  Capitulo 


52  i*   DEL  TEnZERO  ARTÍCULO 

i  caslidád:  para  que  conozcamos,  engrandezca- 
mos ,  o  alabemos ,  las  marabillas ,  c  poder  del 
Scñór;  c  da  se  nos,  aquí  en  la  Virjen  un  instru- 
mento para  todo  esto.  I  ansí,  como  a  cosa  tan 
sancta,  nos  humillamos,  la  acatamos,  i  estima- 
mos tanto,  i  cngrandcszemos  en  ella,  las  obras, 
i  marabillas  de  Dios. 

Dionisio.  Basta  esto,  pues  el  tiempo  nos  va 
faltando,  dezíd  del  cuarto  Articulo. 

Del  cuart-o  Artkulo  de,  la  Fe:  i  de  sus 
Consideraziones. 

CAPITULO  XIII. 

Amurosio.  El  cuarto  Artículo  es:  creer,  que  el 
unijénito  Hijo  de  Dios,  después  de  sór  hecho 
verdadero  hombre,  verdaderamente  murió  por 
nosotros,  siendo  scntenziado  por  Pónzio  Pilato, 

0  fué  puesto  en  verdadera  sepultura,  como  ver- 
daderamente muerto. 

Dionisio.  Declarád  me  el  entendimiento  d'eso, 

1  el  provecho  que  nos  vino ;  i  la  plática ,  i  obra 
d'ello. 

Ambrosio.  Entiéndese  que  Jesu  Cristo,  nues- 
tro Rodemptór,  aunque  no  podía  morir,  en  cuan- 
to era  Dios;  murió  en  cuanto  era  hombre,  i  por 
la  manera,  que  mueren  los  otros  hombres :  que, 
por  los  grandes  tormentos  que  le  dieron,  se 
apartó  su  ánima  sanctísima,  de  su  cuerpo :  por- 
que esto  es  morir.  La  c.iusa  d'esto,  se  puede 
tratar,  i  considerar  de  muchas  maneras.  Si  la 
consideramos  por  parto  del  consejo  divino,  fue: 


'/^  DE  L.\  FÉ.  ?»  53 

que  el  Padre  eterno  quiso,  que  los  hombres  Foi. -n. 
fuesen  remediados,  o  Él  satisfecho  de  la  ofensa, 
que  lo  habían  hecho;  por  vía  de  un  prézio  in- 
estimable, de  un  sacrifizio  grandísimo,  c  do  in- 
finito valor,  que  fuese  paga,  i  satisfazión,  para 
Él;  i,  para  los  hombres,  perdón,  i  justizia.  Por 
parte  de  la  humanidad  de  Cristo,  nuestro  Scñór, 
fué  su  voluntad,  que  su  Padre  fuese  satisfecho, 
e  que  en  su  humanidád  verdadera,  e  verdade- 
ramente d'el  linaje  de  Adán,  i  parentesco  de  los 
hombres ;  se  hiziese  venganza,  de  las  ofensas,  i 
pecados,  de  los  hombres ,  contra  la  majestád  di- 
vina del  Padre,  i  que  de  aquí  resultase  perdón  e 
justizia  para  los  mismos  hombres,  de  cuyo  linaje 
Él  se  había  hecho:  i,  que  fuese  su  sangre,  un  vivo, 
i  perpetuo  sacrifizio,  lleno  de  innozenzia,  de  jus- 
tizia, i  de  valór,  ofrezido  delante  los  ojos  de  su 
Padre,  por  parte,  i  para  perdón  do  los  hombres, 
pecadores,  e  condenados.  I  para  que  esto  se 
efectuase,  el  mismo  Redcmptór,  o  Scñór,  se 
ofrcszió,  de  entera,  i  libre  voluntád,  a  la  muer- 
te. Porque ,  el  mundo ,  no  tenía  poder  para  dár- 
sela, si  Él  no  quisiera".  Por  parte  de  los  hom- 
bres, la  cáusa  d'esta  muerte,  fu6  su  maldad,  i 
Iralzión  d'ellos :  porque  no  pudieron  sufrir  la 
justizia  de  nuestro  Redcmptór,  tuviéronle  invi- 
dia,  aborrcsziéronla,  i  persiguiéronla.  No  pudie- 
ron sufrir  su  reprehensión,  su  palabra,  e  su 
verdad.  No  quisieron  caér  de  su  tiranía,  i  esti- 
ma, ni  que  el  mundo  fuese  desengañado.  I  ansí, 
se  juntaron  para  dársela,  con  grandísima  cruel- 
dád,  e  rabia,  los  sazerdotes,  i  letrados  de  la 
Lei,  los  Pontifizes,  i  relijiosos  d'ella,  los  tirano.^, 


54  'A  DEL  CUARTO  ARTÍCULO  N 

c  gobernadores  del  pueblo,  Heredes,  i  Pónzio 
Pilato.  Porque,  los  primeros  temieron,  que  el 
pueblo  habia  de  venir  en  conoszimiento  ,  cómo 
Cristo,  nuestro  Redemptór,  dezia  verdad,  i  ellos 
no  la  dezian  :  cómo  falsaban  la  palabra  de  Dios: 
Fol.  45.  cómo  teniendo  f  ofizio  de  cnscñár  vcrdád,  i  vir- 
tud, e  reprehender  mentira,  i  pecado;  eran  ellos 
los  mas  injustos,  e  mayores  pecadores:  como 
engañaban  al  pueblo ,  enseñándole  vanas  con- 
fianzas ,  locas,  i  perdidas  rclijiones,  enderezadas 
a  sus  deseos,  a  su  eslima,  i  tiranía,  e  provecho, 
sacadas  de  sus  imajinaziones,  i  no  de  la  doctrina 
cristiana.  Los  otros,  temieron  también  sus  rei- 
nos «,  tuvieron  la  vida,  i  palabra  d'Él,  por  escán- 
dalo, por  locura,  i  desvarío.  Fué  la  m.uerte  tan 
cruél,  para  que  conozcamos,  cuán  injusto  es  el 
mundo  en  sus  justizias ,  cuán  ziego  en  sus  pa- 
reszcres,  cuán  amigo  de  sus  venganzas,  cuán 
captivo  de  sus  apetitos!  Como  no  tiene  medida, 
ni  conosze  misericordia,  ni  sabe  qué  es  justizia; 
i  que  esto  anda,  i  se  ejecuta,  donde  quiera  que 
no  hai  conozimiento,  ni  palabra  do  Dios,  i  rei- 
nan pecados,  i  vizios:  fué  con  tanta  zircunstan- 
zia  de  afrentas,  e  de  tormentos,  para  que  co- 
nozcamos, cuán  grande,  i  hondo  era,  aquél  pié- 
lago de  la  voluntad,  i  amór,  que  tenía  de  servir 
a  su  Padre,  i  cumplir  su  voluntád,  i  remediar  a 


1  Hai  aquí  elipsis.  La  frase 
toda,  es  asi.  o  Los  otros  te- 
mieron perder  sus  reinos.»  Es 
dczfr:  Los  Ecguladores  del 
mundo ,  los  Prlnzipcs ;  se 
unieron  con  los  Sazerdotes 


Judíos ,  al  nazér  nuestro  Sc- 
ñír  Jcsu  Cristo  ,  i  después; 
para  perseguir  la  doctrina  de 
.Icsús ,  que  temían  ,  i  .iborre- 
zlan. 


DE  LA  FÉ.   ?>  55 

nosotros: — i,  para  que  tomasen  ejemplo,  los 
que  le  quisiesen  '  seguir,  de  lo  que  han  de  es- 
perár  del  mundo,  i  la  fé,  que  haa  de  tenér, 
cuando  se  hallaren  en  trabajos,  i  afrentas,  po- 
niendo los  ojos  en  lo  que  Él  padcszió.  Fué  en 
cruz,  tendido,  e  enclavado  en  ella;  para  que  en- 
tendamos, i  consideremos,  el  misterio,  que  alli 
se  obró,  que  fu6  cruzificár,  i  matár,  el  podér,  i 
tiranía  del  pecado,  que  en  nuestra  carne  reina- 
ba: mortificarla,  i  quitallc,  aquellas  malas  fuer- 
zas: para  que  reinase  el  Spiritu,  o  la  prinzipál 
jenerazión ,  de  que,  poco  ha,  hablábamos :  para 
que  ya,  no  sea  por  parte  del  podér  del  pecado, 
sinó  de  nuestra  flojedád,  i  culpa,  si  de  nosotros 
se  enseñoréare.  Fué  sepultado:  ''lo  primero,  Foi. « 
para  que  mas  manifiesta  fuese  su  muerte,  c 
después ,  su  Resurreczión  :  lo  segundo ,  para 
que  supiésemos,  cuán  hasta  el  cabo,  llegó  el 
quitar  el  podér  a  la  maldád  de  nuestra  carne, 
cruzificando  la  suya,  que  era  innozcnte :  pues 
no  paró  hasta  ponerla  en  la  sepultura,  que  es 
declararnos,  cuán  venzida  nos  la  dejó.  El  prove- 
cho todo,  que  so  ha  dicho.  Él  nos  lo  ^  dejó  ga- 
nado: no  queda,  sinó,  que  nosotros  sepamos,  i 
procurémos  usár  d'él,  para  que  no  lo  perdamos 
i  Él  se  quede  con  su  riqueza,  i  nosotros  con 
nuestra  perdida.  Usarémos  del,  cuando  quiera 
que  confiando  en  Él,  i  pidiéndole  favór,  mortifi- 


»  Sogiilr  a  Cristo,  \'oluntá- 
riamcntc,  presupone  la  snn- 
iidád,  e  inviolahilidád ,  de 
una  completa  liberlád  hcll- 
jiosa;  aumiiic  sean  pcrse- 
Euidos  I  por  los  poderes  riel 


mundo ,  los  que  guiernn  se- 
guirle. No  se  manda  al  que- 
rér,  ni  a  la  volunt  id  humana, 
en  su  purera,  sinó  por  solo 
Dios. 

'  los :  en  el  impr.  antiguo. 


56  DEL  CUAUTO  ARTÍCULO  % 

cáremos  las  malas  obras  de  nuestra  carne ,  to- 
mando primeramente  fuerza  en  la  fé,  o  en  el 
spíritu  que  nos  dá;  c  luego,  trabajando  nosotros 
de  castigarla,  con  los  ayunos,  i  disziplinas,  e 
ejerzizios,  que  conosziéremos  que  son  menestér. 
Porque  esto  es  imitár  el  misterio  de  los  marti- 
rios, con  que  su  carne  sanctlsima  fué  alormcn* 
tada  i  cruzificada;  no  cansarnos  basla  ponerla  en 
la  sepultura,  que  quiere  dezir,  hasta  que  sea 
verdadera  la  muerte,  c  nosotros  la  traigamos 
debajo  de  los  piés,  i  vcnzida,  c  ella  'no  venza 
a  nosotros. 

Dionisio.  Yo  os  digo,  que  el  que  esto  os  en- 
señó, lo  debía  do  tener  bién  pensado,  i  aun 
:  pedido  a  Dios,  que  se  lo  enseñase.  D'estos  tales 
hombres,  querría  yo,  que  hubiese  muchos,  que 
no  contentos  con  parár  en  lo  que  la  letra  sue- 
na, emplean  su  fé,  su  amor,  i  su  voluntád,  i 
deseo,  en  los  misterios,  que  el  espíritu  del  zie- 
lo  pretendió  en  todas  esas  cosas.  I,  si  hobiera 
tiempo,  no  creáis,  que  dejáramos  tan  presto, 
cosa  tan  dulzo,  i  tan  buena:  que,  también  yo 
dijera,  lo  que  Dios  me  ha  dado  a  entendér 
d'cUo,  c  lo  que  en  la  Sagrada  Escritura,  median- 
Foi.  47.  te  su  grázia,  he  rumiado.  Mas  no  hai  tiempo, 
e  lo  que  vos  habéis  dicho  es  tánlo,  cuanto  plega 
áDios,  que  todos  los  cristianos  cnlicndan.  Mas 
V  quiero  sahér,  corrió  tenéis  tan  en  la  memoria, 
todo  lo  que  os  enseñó. 

Ambrosio.  Dos  cosas  fueron  ocasión,  que  me 
quedase  mucho  d'ello^  en  la  rnémoria.  La  primera, 
porque,  allende  de  haberme  lo  enseñado ,  me  lo 
tornaba  á  repetir,  cada  vez,  que  veía,  que  yo 


^  DE  LA  FÉ.  ^  [lT 

obraba  al  contrario  d'ello,  o  mo  habia  *  descui- 
dadamente. La  segunda,  porque  me  lo  hizo  to- 
do escribir,  porque  no  solo  me  aprovechase  a 
mi,  mas  pudiese  también  comunicarlo  con  otros. 

Dionisio.  Tuvo  mui  grande  razón:  i  nosotros 
vamos  adelante,  porque  habéis  bién  concluido, 
con  el  Articulo  de  la  muerte  de  nuestro  Rc- 
demptór:  Ya  vos  tornéis  en  vuestros  pnpelcs,  i 
también  en  la  memoria,  de  que  manera  obran 
los  pecadores,  contra  la  fé,  i  confesión  d'cstc 
Articulo  :  que  será,  cada  i  cuando,  que  los  hom- 
bres, no  pusieren  todo  su  esfuerzo,  i  confianza, 
en  la  muerte,  i  sangre  del  Redemptór,  i  no  pen- 
saren ,  que  ésta  sola  2,  es  su  satisfazión.  I  cuan- 
do por  miedo  de  peligros,  de  infamias,  i  de 
muerte,  i  de  juizios  de  hombres,  aflojaren  en  la 
vcrdád,  i  en  lo  que  conozen  que  es  volunt;\d  de 
Dios.  Pecarán  también,  contra  el  misterio  d'esic 
Articulo,  según  que,  vos,  mui  bien  lo  declaras- 
tes:  los  que  tienen  tan  regalada,  i  tan  estimada 
su  carne,  quo  aunque  conoszen,  que  de  allí 
so  recresze  mucho  daño,  i  perjuizio  para  su  spi- 
ritu,  i,  que  si  la  castigasen,  i  maltratasen,  no 
estaría  tan  mandona,  ni  tan  señora,  ni  ternia 
tantas  fuerzas,  ni  Ímpetus;  no,  por  eso,  la  cas- 
tigan, ni  le  hazen  desabrímicnto  alguno  (tanto 
les  duele  enojarla) :  antes  la  dejan  cstár  en  vi- 
zios,  i  torpedades.  Ansí  mismo  pecarán,  ios  que 
viendo  (como  muchas  vezes  se  veejquecon  casti- 


•  me  habla  :  quicrR  dczlr: 
me  condúzta.  Ilahérse  aquí 
tiene  la  azcpziiin  de  ,  cnndu- 
iii  sc :  portarse  :  ó  prozedér. 


3  Obsérvese  a<~ai  la  Dor- 
trina  de  la  .Iiistificazirtn,  con- 
forme a  la  de  Yaldés. 


53  'A  DEL  CUARTO  ARTÍCULO  ?• 

garla,  i  sojuzgarla,  con  ''ejcrzizios  de  peniteiizia, 
i  mortificazión,  van  cada  dia  de  bién  en  mejór; 
al  mejór  tiempo  la  dejan  [de  castigar,  i  sojuz- 
gárj,  '  la  vuelven  a  regalar,  i  contcntrir:  teniendo 
en  menos  estima,  el  pecado  cometido  contra 
Dios,  que  el  desabrimiento  que  ellos  pueden  res- 
zebir.  Porque  estos  no  la  ponen  en  la  sepultura 
ni  la  subjetan,  e  meten  debajo  los  pies,  como 
venzida,  i  esclava.  Ansí,  que  todos  los  que  en 
tales  tranzes,  i  ocasiones,  como  estos,  que  he 
dicho,  se  vieren  puestos;  deben  luego  acudir  a 
la  Confesión,  que  en  el  «Credo»  hazen:  e  parar 
en  este  Articulo  por  algún  espázio :  e  pedir  se, 
a  si  mismos  cuenta,  qué  quiere  dezir:  «pades- 
zió  el  Redemptór  del  mundo,  sentenziado  por 
Pónzio  Pilato:  fué  muerto,  i  sepultado.»  I,  que 
lo  creen  ansí.  I,  a  mi  cargo,  que  se  afrenten,  i 
avergüenzen ,  de  confesár,  que  creen  esto ,  i  que 
no  obran  conforme  a  ello. 
Pasdd  adelante. 

Del  quinto  Articulo  de  la  Fe,  i  de  la  plática  d'él. 

CAPITULO  XIV. 

Ambrosio.  El  quinto  Artículo  es:  Creér,  que 
deszendió  a  los  infiernos. 

Dionisio.  Esto  quiero,  que  me  digáis,  en  bre- 
ve. Porque  es  Articulo  de  grande  admirazión,  i 


i  Lo  que  va  en  1 1 ,  no  se 
lee,  en  el  impreso  antiguo. 
Lo  añadí,  porque  se  sobre- 
entiende ;  i  por  parczermc, 
que  falta,  o  por  elipsis,  o  por 


descuido. 

*  Véase  la  Ep.  a  los  Rom., . 
vi ,  4.:  i  la  Ep.  a  los  Colos. 
ü,  12. 


'A  DE  LA  l-É.   ?í  oO 

de  glande  misterio:  Que  el  Hijo  de  Dios,  no 
contento  con  morir  por  nosotros,  e  morir  tal 
muerte ,  quisiese  aún  deszendér  a  los  infiernos. 
Grande  debe  de  ser,  el  misterio,  i  la  razón  d'csto. 

AjiEROsio.  Las  mismas  palabras  oí  dezir  mu- 
chas vezes ,  a  mi  Maestro :  i  dezia  tras  esto ,  que 
le  pareszia,  que  ninguna  cosa  habia  hecho  Dios, 
que  tan  grande,  e  tan  zierto  remedio  tuviese, 
para  alguna  enfermcdád  corporal.  Como  era,  el 
que  la  considerazión,  i  fé  d'este  Articulo  ''  te-  Foi. 
nía,  para  una  enfermedad  espirituál,  de  que 
muchos  hombros,  de  los  que  juzgamos,  i  tene- 
mos, por  mejores;  son  continuamente  atormen- 
tados. Deziame  :  que  el  entendimiento  d'este  Ar- 
ticulo era ,  que  el  ánima  de  nuestro  Señor,  en- 
tretanto, que  su  cuerpo  quedó  en  la  cruz,  i  fué 
puesto  en  la  sepultura,  por  aquellos  tres  días; 
deszendió  al  lugár,  en  que  los  Padres,  i  Fieles, 
que  con  esperanza,  e  fé  de  su  venida,  habíau 
muerto,  estaban  detenidos.  I  esto  era,  porque 
aun  no  era  ofreszido  el  gran  SacriGzio,  que  ha- 
bía de  abrir  el  zielo,  e  hazér  libre,  e  franca,  la 
vista  de  Dios;  que  era  la  sangre  del  RcJcmplór. 
I  que  los  sacó  de  allí,  quebrantando  aquellas 
cárzelcs:  alumbrando  aquellas  tinieblas:  toman- 
do la  posesión  del  Reino,  i  victoria  contra  el  De- 
monio. I  que  en  esto  se  parezia  manificstamcn- 
Ic  la  profundísima  humildád  de  Cristo,  nuestro 
Redemptór,  e  la  séd,  que  tenia,  de  la  salud,  i 
redempzión  de  los  hombres,  i  la  grande  volun- 
tad, e  afizión,  con  que  por  ellos  murió:  pues 
escapado  ya  de  la  cruz,  i  afrentas,  en  que  los 
malos  lo  habían  puesto,  dejando  su  cuerpo  de 


co  'A  DEL  QUINTO  artículo  '% 

túl  maubra  tralado;  empicó  luego  el  ánima,  en 
tánta  humildád,  que  bajó  en  ella  al  Iníierno. 
Porque,  aunque  Él,  no  dcszendicsc  allá,  como 
culpado,  sinó  como  Vcnzedór,  i  triunfador;  en 
fin,  fué  scñál  de  su  grande  humildad,  i  amor 
(pudiendo ,  con  su  mandado,  qncbrantár  las 
puertas  del  Infierno),  ir  El  mismo,  o  bnjAr,  al 
lucár  tan  desterrado  del  zielo :  a  !a  fealdad,  i 
obscuridAd  de  la  cárzel  del  Demonio,  e  que  pará 
él,  había  hecho,  e  diputado.  I  enirár  en  aquél 
lugir,  donde  cstóbau  detenidos  los  que  habían 
tenido  su  fé:  i  con  su  misma  voz,  i  palabra, 
darles  las  buenas  nuevas,  alegrarlos  con  su 
vista,  sacarlos  de  allí  con  su  mano,  espantár 
con  su  prescnzia  al  Demonio,  entrarlo  en  su 
Foi.  50.  mismo  '■Reino,  abrirle,  i  quebrantarlo  sus  puer- 
tas, para  que  quedase,  como  saqueado,  i  des- 
pojado, c  sin  poder,  e  sin  Reino.  Doziamc,  que 
sola  esta  considerazión  bastaba,  para  afrentar,  i 
quebrantar,  todas  las  soberbias  del  mundo:  e 
para  que  tuviesen  los  hombres  (que  emplean  sus 
vidas  en  servir  a  Dios,  i  en  hazér  bién  A  sus 
prójimos)  en  mui  poco,  todo  lo  quehazían:  por 
mui  livianas  todas  las  afrentas,  i  trabajos,  que 
se  les  recrezicáon :  i  que  se  condonasen ,  pól- 
mui  soberbios,  cada  vez  ,  que  presumiesen,  que 
hazian  algo.  I  que  aquellos,  que  íe  cánsaban,  i 
paraban,  pensando,  que  bastaba,  i  era  algo,  lo 
que  habían  hecho,  Contentándose,  i  onsoberbe- 
ziéndose  d'cUo;  pecaban  propiamente  contra  la 
verdadera  confesión,  i  sentimiento  d'este  Ar- 
ticulo. I  que  el  verdadero  aprovecharse  d'él, 
era  pensar,  que  todos  los  trabajos ,  e  obras,  que 


por  scrvizio  de  Dios,  i  Lién  del  prójimo,  se  re- 
creszen,  son  muí  livianos:  abajar,  e  humillár 
sus  pensamientos,  i  corazón:  e  cstár  ziortos  do 
la  volimtád,  o  cuidado,  que  el  Rcdemplór  del 
mundo  tiene ,  de  los  que  en  esta  vida,  se  enco- 
miendan en  Él,  pui's  tanto  tuvo,  de  los  que 
tanto  tiempo  había,  que  eran  muertos. 

Dionisio.  ¡1  qué  de  cosas,  que  se  pudieran 
ahidezir,  de  los  que  por  una  nonada,  que  ha- 
zen,  se  ponen  luego  á  descansar:  i  que  desdeñan 
de  entendér,  por  sus  mismas  personas,  en  mu- 
chas cosas  de  las  que  son  obligados,  e  '  ense- 
ñando, que  basta  encomendarlas  a  otros,  c  que 
no  es  razón,  que  ellos  se  bajen  ,  i  empleen  en 
todo : 

Mas  esto,  es  materia  honda,  i  no  haze  mucho 
al  caso  para  vos.  Dezid  el  Artículo  que  se  sigue. 

A>n5Rosio.  La  otra  parte  d'este  Articulo  es, 
creer,  que ,  al  terzero  día  de  su  muerte  rcsus- 
zitó:  que  su  ánima  sanctisima  se  tornó  a  juntar 
con  su  cuerpo:  i  Vivo,  i  Glorificado,  salió  de  la 
sepultura,  para  nunca  f  mas  morir. 

Dionisio.  Dezidme  el  entendimiento  d'cse  Ar- 
ticulo, i  el  misterio  d'él. 

Amtíropio.  El  entendimiento  es:  que  como  el 
Redcmptór  del  mundo  murió,  para  salisfazcr  por 
los  hombres,  no  consintió  su  eterno  Padre,  que 
pasado  el  terzero  día,  que  fué  término  bastante, 
para  que  se  viese,  ser  verdadera  su  muerte,  i 


1  Asi  en  el  impreso  anti- 
guo. Pero,  o  sobra  la  conjun- 
zión  e  ,  o  hai  que  corrcjir  el 
tenso,  1  luór ,  e  enseñan.  Por 
lo  dcmís,  cl  Autór,  con  esta 


exclaraazión,  ali'.ie  a  Ins  TrA- 
zercs  eclesiásticos ,  Papas, 
Prelados  ,  Jcncrnlcs  jesuíti- 
cos ,  i  Eclesiásticos  ai'itcri?a-- 
dos  de  toda  espczio. 


C2  Sff.  DEL  QUINTO  ARTÍCULO  ?í 

fuese  mas  admirable  su  Resurreczión ;  quédase 
mas  entre  los  muertos,  sino  tornarlo  a  vida  in- 
mortdl,  e  gloriosa:  pues  Él  se  había  ofreszido  a 
muerte  tan  cruél,  i  tan  deshonrada:  i  que  cono- 
ziese  el  mundo,  quien  era  Aquél  a  quien  habla 
condenado,  i  tenido  en  poco.  El  misterio  es,  que 
ansí  como  Él  resuszitó  verdaderamente,  nr.si 
spiritualmcnte  resuszitó  con  Él,  nuestra  vida,  i 
nuestra  justizia,  e  nuestra  paz;  e  que  esto  es, 
[el]  fructo,  que  de  su  muerte  sacamos:  i,  que 
como  su  morir,  e  sus  trabajos,  fueron  para  pa- 
rár,  en  tan  doriosa,  i  triunfante  Resurreczión; 
ansí  nuestras  peuitenzias ,  e  nuestras  obras,  han 
de  ser,  para  salir  venzedorcs,  i  señores  del  pe- 
cado, que  es  nuestra  verdadera  muerte:  i  creer 
que  en  el  día  del  Juizio,  resuszitaremos  en 
cuerpo,  i  ánima,  como  Él  resuszitó.  Porque  los 
miembros,  han  de  seguir  en  todo  '  a  su  cabeza. 
E  los  que  do  tal  manera  pelean,  que  salen  con 
gi-ande  victoria  contra  el  pecado,  e  grande  pro- 
pósito ,  i  perseveranzia  contra  61 ;  son  los  que  se 
aprovechan  de  la  plática  d'csto  Artículo.  E  los 
qué  son  tan  poco  constantes,  que  luego  tornan 
a  caér;  son  los  que  guardan  mal,  el  uso  d'él: 
pues  resuszitan,  para  tornár  luego  a  morir,  i  no, 
para  larga,  i  perpetua  vida. 

Dionisio.  Bién  está  declarado.  I  también  os 
dina,  vuestro  Maestro,  el  conzierto,  que  tienen 
estos  misterios,  i  victorias  del  Redemptór:  i, 
cómo  destruyó ,  i  venzió ,  todos  nuestros  ene- 

i  E?ta  es  la  prande  dificul-  tadn  en  el  Cap.  x!x,  21— 22, 
tid  para  el  Cristiano.  Esta  de  s.  Mateo:  i  Cáp.  t,  21-22, 
la  que  entristezió  al  jóvon  zi-      de  s.  Marcos. 


V.  DF.  La  té.  ^  G3 

migos,  i  deshizo,  las  pérdidas,  i  captividadcs, 
on  quG  calmos  por  el  ^  pecado.  Porque,  on  dcr- 
ramár  su  sangre,  destruyó  nuestro  pecado,  i 
rompió  la  obligazión,  que  contra  nosotros  tenia, 
satisfaziendo  cumplidamente  ,  con  esto  mismo, 
a  su  Padre.  En  ser  cruzificada  su  carne  sandí- 
sima, i  muerta;  se  venzió  el  poder,  i  maldád, 
de  la  nuestra,  i  nos  dió  podér  para  venzerla.  En 
bajár  ai  infierno,  quitó  el  poder  al  Demonio,  i 
lo  echó  de  la  tiranía,  i  Reino,  que  tenía  ocupa- 
do. En  rcsuszitár,  venzió  nuestra  muerte,  e  le 
quitó  todo  el  mal,  i  veneno,  que  tenia.  De  ma- 
nera, que  quedaron  destruidos  nuestros  enemi- 
gos todos:  Carne,  Pecado,  Infierno,  Demonio, 
i  Muerte.  Para  que  veáis,  si  es  bién,  que  viva 
descuidado,  quien  tales  benefizios  ha  reszibido, 
i  tiene  de  dár  cuenta  d'ellos.  Pasamos  a  lo  que 
resta. 

Del  sexto  Articulo  de  la  Fé . 
CAPITULO  XV. 

Ambrosio.  El  sexto  Artículo  es:  creér,  que 
subió  a  los  zielos,  e  está  asentado  a  la  diestra 
de  Dios  Padre. 

Dio.Nisio.    Dczid  de  ese,  como  de  los  otros. 

Ajinnosio.  Como  Cristo,  nuestro  Rcdcmptór, 
en  cuanto  hombre,  en  este  mundo,  trabajó  tan- 
to, e  murió  en  servizio  de  su  Padre,  predican- 
do su  palabra,  e  sujustizia,i  su  verdad,  i  le 
ganó  el  Reino  de  los  hombres,  reconziliándolos, 
i  poniéndolos  debajo  de  su  jurisdizión,  i  paz; — 


C'l  "A  DEL  SESTO  AIITÍCULO  ^ 

ansí  el  Padre,  después  do  haberlo  resuszitado, 
en  pago  d'estos  servizios,  lo  sube  al  zielo,  c  le 
entrega  el  Reino  del  mundo,  e  lo  asienta  a  su 
diestra:  que  quiero  dezir;  hazerlo  Rei,  i  Señor 
de  todo:  e  le  pone  allí  silla,  para  que,  desde  el 
Foi.  53,  zielo,  '  lo  mande,  i  lo  rija  todo,  pues  que  todo 
lo  ganó.  I  para  esto  tiene  el  podór,  i  voluntád 
de  su  Padre,  ganado,  e  de  su  parte  :  i  por  esto, 
scdize.estár  asentado  a  su  diestra:  asentado 
como  Rei,  i  Señór :  e  a  la  diestra  ,  por  el  favór, 
que  tiene  d'Él,  i  señorío,  i  poder,  sobre  todas 
las  criaturas.  I,  en  subir  Él,  es  para  nosotros, 
zierto  argumento,  i  señal,  que  también  ha  de 
ser  aquél ,  nuestro  fin ,  c  paradero ,  si  en  lo 
demás  ,  lo  siguiéremos.  Enséñasenos  también, 
en  este  misterio,  la  manera  en  que  nos  ha- 
bemos  de  habér  con  Él,  que  es  adorarlo  en 
espíritu  Pues  que  ya  quitó  la  carne  de  nues- 
tra presenzia,  entiéndese  que-  le  habernos  de 
servir  con  cosas  spirituales:  que  es,  dándole 
nuestro  corazón,  e  nuestra  voluntád:  teniendo 
verdadera,  e  viva  fe,  en  todas  sus  palabras,  i 
promesas.  Porque,  donde  esto  hai,  luego  todas 
las  obras,  que  d'ello  manan,  son  espirituales. 
I  dándole,  de  verdad,  el  corazón,  c  teniendo 
con  él  zierta  fé,  luego  se  pone  en  obra,  la  plá- 
tica d'este  Artículo,  i  misterio,  que  es,  no  ha- 
zer  fundamento,  ni  ponér  nuestra  afizión  en  las 
cosas  de  la  tierra ,  sinó  emplearnos ,  del  todo, 
en  las  del  zielo.  Porque  si  confcsam.os,  de  ver- 

*  *Los  verdaderos  adnr'n-      en  rspirilii,  i  verdad.»  San 
dores ,  adorarán  al  Padre,      Juán.  Cap.  1.  23. 


DE  LA   FÍ;.  ?5  ^  Cr> 

(lúcl,  ^[uc  nunslro  Rodr mptór  .Icsu  (Irislo  os  nucs- 
lio  tesoro;  c  si  es  vcrdád,  como  lo  es,  que  don- 
de est;l  nuestro  tesot-o,  allí  está  nuestro  corazón, 
sigúese,  manifiestamente,  que  nuestra  afizión, 
e  prinzipAl  amór/no  estará' en  las  cosas  de  la 
tierra,  sino  en  las  del  ziclo.  Las  cosas  del  ziclo 
son  aquellas,  que  el  Redemplór  vino  á  obrar  en 
el  mundo,  que  son,  justizia,  i  f 6 :  enemistad 
contra  el  pecado,  i  victoria  contra  61,  contra  el 
Infierno,  i  contra  la  muerto.  I  el  hombre,  que 
confesando,  que  el  Señór,  que  lo  redimió,  está 
en  el  zielo,  i  asentado  a  la  diestra  del  Padre, 
(ione  su  cuidado  puesto,  i  empleado,  en  las  co- 
sas /"  de  la  tierra,  e  d'ollas  quiere  sor  favores-  Foi- 
■/.ido,  i  estimado,  n  socorrido  en  sus  Iralmjos;  esto 
obra  contra  la  plática  d'cste  Artículo,  i  no  van 
conformes  sus  obras,  con  la  confesión,  que  haze, 
l)ucs  que  estando  su  Rci ,  i  su  bien,  en  el  ziclo, 
liene  él  puesto  su  amór  en  la  tierra :  i  teniendo, 
de  su  parte,  tanto  favór,  como  es  estár  su  Sc- 
Fiór,  i  Redemptór,  a  la  diestra  del  Padre,  se 
abaja  él,  i  azívila  tanto,  que  pido  favór,  i  socor- 
ro, a  las  miserias  e  vanidades  del  mundo,  i  en 
ellas  está  confiado,  i  allí  pone  su  esperanza.  Esto 
os,  lo  que  mi  maestro  me  enseñó  en  este  Ar- 
tículo. 

Dionisio.  Hizo  mui  bién  en  enseñaros  '  lo 
ansi.  I  porque  basta  para  entendór  eso,  pasad  al 
séptimo  Artículo. 

1  En  el  antiguo:  ensenarnos  lo.  .  ,  .v,  .;  ' 


GG 


Del  scplimo  Arlicuh  de  ¡a  Fe:  i  del  t/so,  i  consi- 
derazión  d'él. 

•  CAPITULO  XVI.    ■   U-';-s--'<:  • 

■'  AMTinosin.  Rl  séptimo  Arliculo  es,  qno  lia  do 
venir  dcpdc  allí ,  a  ju;^g>'\r  vivos,  i  muertos. 

DIO^•ISIO.    Quiero  ver,  como  entendéis  eso. 
■  '  Amiírósio.  '  Dos  promesas  lifii,  en  la  sagrada 
Escritura,  devenir  nuestro  Rcdemptór  Jcsu  Cristo 
ni  mundo.  La  una,  para  redimirlo.  La  otra,  prtra 
juzgarlo.  La  primera  fué,  en  grande  humildad, 

■  '  e  mansedumbre ,  e  en  gran  menosprecio  ,  que 
d'Él  tuvo  el  mundo.  La  segunda  será  ,  con  gran 
podér,  i  mnjeslád,  e  con  ])oncr  al  mismo  mun- 
do, muí  grande  espanto,  i  temor.  Porque  el 
Padre  eterno,  en  pngo  dé  luibér  su  Unijónito 
Hijo  redimido  los  hombres,  i  haberse  bajado,  a 
serjU7;gado,  i  senlenziado  de  hombres,  [quiso, 
que  fuese  Kl,  Juez  de  los  mismos  hombres  J 
para  que  por  su  scntetizia,  e  palabra,  los  malos 
sean  condenados,  c  los  justos  heredados,  en  las 
promesas,  i  bienes  de  su  Reino.  Esto,  se  espc- 

Foi.  55.  ra,  que  será  al  i'  fin  del  niundo,  i  que  después, 
no  habrá  mas  jenerazión  de  hombres:  ni  mas 
'naszcr  ni  morir:  sinó,  que  los  malos,  su  quc- 


1  En  cl  impreso  .intigiin, 
faU.i  aquí  algo,  conozida- 
mrnlc  por  olviJo  del  impre- 
sor, r.ira  r.-mc:ll.ir  n.=ítn,  i 
q\U'  la  frase  lia^-^a  geni  ido  ;  se 
Mlpll'   Im  .|llr  v.i  ciilrc  1 1. 


mándnln ,  (Ir.  otra  obr.i  dtl 
Pr.  Constanlinu,  intitulada: 

DOCTHINA  r.lLIUSTIANA  ,  CtC. 

,\rvírñ.  Vi'npf,  cii  ella, 

cl  füliu  2oH,  viicllu. 


DK  LA  I'É.  67 

(lai'An  en  pcrpótua  miseria,  i  los  buenos,  en 
perpetua  gloria. 

Dionisio.  Muí  bién  lo  habéis  declarado  :  i 
bión  parcszc  este  consejo,  cosa  de  las  manos,  i 
de  la  justizia  de  Dios.  Que,  pués  su  Hijo,  i  Re- 
demptór  nuestro ,  tanto  padezió  por  los  hom- 
bres, i  les  predicó  la  voluntád  do  su  Padre,  c 
el  camino,  para  ganar  el  Reino  del  ziclo;  sea 
hecho  Rei,  i  Soñór,  e  .Tuéz  do  los  mismos  hom- 
bres. I  quiero  dcziros  yo  agora,  lo  que  muchas 
vczes  pienso,  cuando  me  viene  esto  Artículo  a 
la  memoria.  I  es,  que,  por  una  parto,  me  alegro 
mucho,  e  asi  juzgo  que  lo  han  de  hazúr  todos 
los  cristianos,  viendo  que  tan  de  nuestra  parte 
tenemos  el  Juéz,  que  es  el  mismo  que  murió 
por  nosotros :  i  que  es  grande  mcrzód,  como  de 
verdád  lo  es,  la  que  en  esto  se  nos  ha  hecho. 
Por  otra  parte  me  toma  grandísimo  espanto,  i 
tcmór,  cuando  veo  la  vida,  que  vivimos:  i  las 
obras,  que  hazemos:  c  lo  que  debemos  al  Señór, 
que  nos  ha  de  juzg;\r.  I,  que  de  tal  manera  se 
ha  de  haber  en  este  Juizio ,  que  el  prinzipál  res- 
pecto, que  se  hade  tenér,  es :  a  que  la  Majcstád 
de  su  Padre,  sea  satisfecha,  i  su  justizia  quede 
cumplida,  i  que  sus  enemigos  sean  castigados. 
I,  que  ansí  como  en  su  muerte  quiso  derramar 
.su  sangro,  por  el  zel»,  que  tenía,  de  la  honra 
de  su  Padre,  i  para  que  los  hombres  quedasen 
perdonados,  i  libres;  ansí  en  esta  otra  venida, 
no  quiere,  que  estas  dos  cosas  .se  deshagan,  ni 
aparten  :  sinó,  que  el  que  se  hallare  enemigo  de 
.su  Padre,  sea  tratado  como  tal:  e  el  amigo,  i 
servidor,  reine  perpetuamente  con  Kl.  Por  csu, 


08-  °A  \m,  SKPTiMO  AiiTÍ(;i:i,o  7'» 
nos  dejó  avisados,  de  ciián  eslrccha  cuenta  so 
nos  ha  de  pedir,  que  aun  de  las  palabras  üzio- 
sas,hadc  habér  juizio,  c  razón.  I,  de  aquí  es, 
Foi. DC.  f  que  no  me  espanto,  que  esté,  tal  día  como 
este,  en  la  Sagrada  Escritura,  jiublicado  por  tan 
temeroso.  Porzicrto,  sola  la  imajinazión  pono 
espanto.  ¡Un  Juizio,  donde  han  de  parcszér  to- 
das las  .criaturas  del  zielo  ,  las  del  inliorno,  c  las 
de  la  tierra  (Ánjeles,  Demonios,  i  Hombres),  en 
prescnzia  de  la  santísima  Trinidad :  el  Juez,  ol 
mismo,  que  murió  por  nosotros  :  la  cuenta ,  pa- 
labras, obras,  i  pensamientos!  No  sé  cómo  vivi- 
mos tan  descuidados.  Mas,  veamos:  ¿dijo  os, 
algo,  vuestro  Maestro ,  del  tiempo  en  que  había 
de  ser? 

Amiírosio.  Dijomc,  que  lo  temiese,  como  si, 
cada  dia,  hobiese  de  sor:  mas,  que  pensar  en  ol 
cuilndo  *;  no  lo  hizicso.  Porque  dejó  nuestro 
Redemptór  Jcsu  Csisto,  puesto  siicnzio  en  olio. 
1  dijo:  que  era  un  socretn ,  que  no  se  comunica 
rá  nadie:  que  su  Padre  lo  tenia  zeri'ado  en  su 
pecho. 

Dionisio.  Dijo  mui  bien.  Solamente  resta  quo- 
dcclareis,  qué  quiere  dezir,  cuando  dize ,  que 
ha  de  juzgár  vivos,  i  muertos;  qué  entendéis, 
vos,  alli,  por  vivos,  i  por  muertos.  I  luego  di- 
réis, lo  que  dehc  hazér  el  hombre,  para  que  la 
confesión  d'estc  Artículo,  le  sea  sánela,  i  pro- 
vechosa. 

A>amúS!o.  Por  vivos,  podemos  ontendór.  los 
que  en  aquél  tiempo  so  hallaron  vivos:  i  por 


I  QuivTQ  .Icv:ir :  mus  ,  que  ¡leitsár,  en  náiiilu  seria ,  etc. 


V,  DE  i,A  ri':.  5^  GO 
muertos,  los  ([110  por  toilo  el  tiempo  de  ánies 
liol)iercn  muerto.  O  podemos  de/.ir,  que  muer- 
dos, quiere  dezir,  los  que  serán  condenados;  i 
vivos,  los  justos,  i  salvos.  Porque  los  unos,  ir:in 
a  perpélua  muerte  :  i  los  otros,  a  perpetua  vida. 
I ,  en  este  Articulo ,  según  que  mi  Maestro  me 
dijo,  i  después  yo  he  oido,  i  Icido;  se  da  doc- 
trina, i  enseñamiento,  do  temór,  para  los  bue- 
nos, i  para  los  malos.  Porque  los  unos,  conzibcn 
temór,  i  relijión,  i  rcvorenzia  mui  grande,  de 
contemplar  la  majcstAd,  e  poder,  con  que  el 
Hijo  de  Dios  ha  de  pareszór  aquél  dia:  f  i  humi-  Foi. 
liándose,  delante  de  su  misericordia,  teniendo  en 
poco  sus  obras,  i  acusando  sus  pecados;  ponen 
toda  su  confianza  en  la  .sangre,  i  bondad,  del 
que  primero  los  redimió,  i  eslónzcs  los  ha  de 
juzgár.  A  los  malos,  que  solamente  saben  fcmér 
los  castigos,  i  penas,  tambión  les  es  medizina, 
la  considerazión  d'cstc  Articulo,  si  del  todo  no 
quieren  ser  perdidos,  i  reprobados.  Porque  mu- 
chas vczes  contesze,  que  viendo  el  pecador  el 
tormento,  que  le  estA  aparejado,  aunque  no 
ame  á  Dios,  por  solólo  que  en  ello  le  va,  co- 
mienza a  poner  freno  á  sus  malas  obras,  i  desea, 
i  procura  de  seguir  otio  camino,  i  poco  á  poco, 
con  los  favores  del  ziclo,  llega  a  amár,  i  a  scrviral 
Señor,  de  corazón,  i  de  voluntád.  Poi'qne  la  Mi- 
sericordia divina  es  tan  grande,  que  por  muchos 
caminos,  i  maneras,  se  comunica  a  los  hombres. 
I  asi ,  los  que  esta  confesión  menosprezian ,  i  tie- 
nen cu  poco,  i  pareszc,  que  con  las  obras  la 
deshazcn  ,  i  niegan;  propiamente  son  nquollos, 
on  cuyos  corazones,  nunca  entra  luieno,  ni  nial 


70  DEL  SÉrXIMO  AUTÍCULO  ^ 

temor,  sinó,  que  con  gran  desenfrenamiento,  i 
monosprczio  de  los  castigos  con  que  Dios  los 
tiene  amenazados,  viven,  i  sosiegan  en  sus  mal- 
dades. 

Dionisio.  Muí  bién  lo  tenéis  entendido:  ¡i 
pluguiese  a  Dios,  que  no  fuese  tan  grande  la 
multitud  d'cstos  burladores,  que  vos  habéis  di- 
cho! i  tales  se  deben  dczir,  pues  parcsze,  que 
se  ríen  do  los  castigos,  i  penas,  que  la  justizia, 
i  potenzia  do  Dios,  tiene  aparejados  para  los  ma- 
los. ¡I,  qué  d'ellos  hai,  que  buscan  maneras,  i 
caminos  para  ten6r  esto  en  poco;  dizicndo  en' 
sus  corazones,  i,  aun  a  las  vczes,  por  palabras: 
Que  el  Día  del  Juizio,  va  mui  á  la  larga:  que 
hai  mil  siglos  de  íiquf  allá:  i,  que  cuando  él 
venga,  ya  cada  uno  estará  en  su  lugñr:  que  no 
ha  de  ser  tan  riguroso,  como  el  Evanjclio  lo 
Foi.  53.  pinta!  Antes,  ''  creen  ellos,  que  aquél  Día,  ha 
de  ser  para  mayór  misericordia,  i  perdón:  i,  que 
todo  lo  demás,  so  dize,  para  espantarnos,  por- 
que no  vivamos  tan  mal.  Estas,  todas  son  blas- 
femias, hechas,  e  dichas,  contra  la  confesión, 
que  d'este  Artículo,  la  Iglesia  Católica  hazc.  Son 
soberbias,  de  los  vanos,  i  endureszidos  enten- 
dimientos, que  no  quieren  entender  mas,  do  lo 
que  su  locura,  i  bajeza  les  enseña.  I  es  bien,  que 
sépanlos  desventurados:  lo  primero:  que  cuan- 
to mas  aquél  Día  se  tarda,  tánto  es  pcór  para 
ellos,  i  scñdl  de  mayór  rigór,  i  castigo,  si  se 
descuidan ,  i  perseveran  en  sus  pecados.  Lo  se- 
gundo :  que,  aunque  de  todos  los  que  vivimos, 
cada  uno,  haya  pasado,  primero,  por  su  par- 
ticulár  juizio;  aquel  Dia  hade  ser  tal,  que  el 


tR.  DK  LA  rÉ.  55  71 

Demonio,  que  tantos  años  ha,  que  está,  coikIc- 
naJo;  dosclc  agora,  i  desde  entonzcs,  lo  teme, 
¡  tiembla  de  pensar  en  él.  El  cuál,  ha  de  ser  allí 
juzgado,  con  todos  sus  ministros ,  i  amigos  *.  I 
porque  esto  basta,  digamos  del  octavo  Artículo, 
donde  comienza  la  terzera  parle  del  Símbolo, 
porquera  dejistcs,  como  se  dividía  en  tres  Par- 
tes, i  la  razón  d'cUo.  I,  cómo  algunas  opora- 
zioues,  de  las  que-  Dios  en  nosotros  obra,  puesto 
caso,  que  sean  hechas  por  todas  las  tres  Perso- 
sonas  de  la  sandísima  Trinidád,  unas  de  ellas 
se  atribuyen  a  una  persona,  i  otras  a  otra,  por 
razón  de  la  manera  de  la  produzión,  i  orden, 
que  en  sí  tienen.  I,  pues  esto  ya  está  dicho,  i 
habernos  tracfado,  en  la  primera  parte,  de  las 
obras,  que  atribuimos  al  Padre,  i  en  la  segunda, 
do  las  que  se  atribuyen  al  Hijo;  dezíd,  agora,  en 
esta  terzera,  del  Spírilu  Sánelo,  i  de  lo  que  se 
le  atribuye. 

Dd  octavo  Articulo  de  la  Fé:  i  de  la  considcrazióu, 
i  uso  d'él. 

CAPITULO  XVIl. 

Ammiosio.      El  octavo  Artículo  es,  creer  en  foI. 59. 
el  Spírilu  Sancto.  I  este  comprehende  dos  cosas. 
Lo  primero ,  que  del  Padre ,  i  del  Hijo,  prozedc 
una  terzera  persona,  que,  verdaderamente,  es 

l  Aluiic  a  los  malos  Minis-  Ju.ín  de  la  Cruz,  murho  des- 
tros,  i  Trcdicadorc? :  a  los  pués :  ¡"¡uc  Jcsu  Cristo  es 
faisos  Amigros  del  Evanjclio.  mui  poco  conozido  de  los  qtie 
Al  mismo  propósito  dijo  san  se  licncn  por  sus  Amigos." 


7-2  DEI.  OCTANO  .UITÍGL'I.U 

Dios:  (le  un  mismo  sor,  i  liorulád,  i  ¡utlúr,  qiu; 
Jas  dos  primci'ns.  I  aquí  so  acaba  de  con  fosar  el 
misterio  de  b  sancta  Trinidad,  en  que  creemos 
ser  tres  Personas ,  i  un  solo  Dios  verdadero. 

Dionisio.  ¿I'or  qué,  veamos,  llamáis  a  csla  ter- 
zera  Persona,  Espíritu  Sancto,  pues  que  cada 
una  d'ellas  es  espirita?  ■» 

Amcuosio.  No  le  llamamos  Spiritu  Sancto, 
por  esa  razón  :  porque  ya  se  tiene  por  sabido, 
que  estas  personas  son  spiritii  :  i  que  Naturaleza 
divina,  no  es  cosa  corporál,  sino  espiritual:  sinó 
llamámos  le  Espíritu  Sancto,  por  la  manera  de 
su  produzión.  Porque,  asi  como  á  la  segunda 
Persona,  le  llamamos  Hijo,  por  sor  cnjendrado; 
asi  a  la  terzera,  lo  llamamos  Espíritu,  por  ser 
aspirado,  o  por  otra  razón  mas  palpable,  i  mas 
clara,  páralos  que  no  son  tan  cjcrzitados  en  es- 
tudio de  letras,  i  es,  por  la  obra  que  le  atribui- 
mos, que  en  nosotros  haze,  que  es,  inspirar  en 
nosotros  :  o,  para  hablar  mas  claro,  darnos  vida 
.'ípirituAl.  Porque,  si  vivimos  spiritualmcnto,  cu 
la  vida  que  Dios  quiere ,  que  vivamos,  que  es,  en 
su  amor  i  grázia;  es  por  un  aliento,  i  un  spintu 
de  vida,  que  del  Sancto  Spiritu  nos  viene.  I  asi 
se  entiende  la  segunda  parte,  que  dije,  que  este 
Artículo  compiehendia  ,  que  os:  creer,  que  todo 
nuestro  biéa,  todas  las  obras  con  que  agrada- 
mos, i  servimos  al  Señór,  vienen  por  favor,  por 
enseñamiento,  i  por  virtud,  que  del  Espirita 
Sancto  nos  viene. 

Dionisio.  Todo  lo  habéis  dicho  mui  Lién.  Mas, 
sola  una  cosa  quiero,  que  me  rcsfiondais,  i  ser- 
virá, para  que  mas  se  declare  cslo,  que  agora 


'A  DE  La  té.  ?• 

(lojistes.  rrimcro  tractainos,  como  toJa  nuoslra 
f  confianza,  i  nuestro  bien  era  del  Hijo,  i  VA  Foi.  co. 
era,  nuestra  Redcmpzión ,  i  nuestra  Juslizia:  i 
agora,  me  parcsze,  que  lo  dais  todo  al  Siiiritu 
Sancto.  Quiero  ver  como  declaráis  esto.  Porque 
hazc  mucho  al  caso  para  entender  la  grandeza 
d'estos  misterios,  i  para  ver  las  muchas  mara- 
billas,  que  Dios  nuestro  Señór,  por  nosotros  ha 
obrado. 

Ajínaoslo.  Verdád  es,  que  en  declarár  esto, 
se  da  mucha  lumbre  a  nuestro  entendimiento,  i 
nuestra  voluntad  so  despierta,  para  el  agrades- 
zimicnto,  i  servizio  de  tan  grandes  mc-zodes  :  i 
así  me  lo  enseñó  mi  maestro,  i  conforme  a  lo 
que  él  me  dijo  responderé.  1,  hión  entendido, 
lo  que  en  los  otros  Artículos  se  dijo ,  poco  es 
menester,  para  que  esto  de  agora  se  entienda. 
La  obra  de  nuestra  redempzión  prinzipalmcnte 
es  de  la  Trinidid  toda:  porque  de  consejo,  i  do 
voluntad,  de  todas  tres  personas,  vino  el  Ilijo 
al  mundo,  i  .se  hizo  hombre:  i  hecho  hombre, 
murió  por  nosotros,  i  satisfizo  por  nuestras  cul- 
pas ,  i  fué  sacrifizio,  para  que  la  Trinidád  Sanc- 
tisima,  quedase  aplacada,  i  satisfecha,  i  perdo- 
nándonos, nos  rezibiese  en  su  amor,  i  grazia. 
Mas,  porque  solo  el  Hijo,  es  el  que  incarnó,  i 
solo  Él ,  fué  el  Sacrifizio ;  por  esta  manera ,  se  lo 
atribuye  particularmente  nuestra  Redempzión, 
i  salud.  I  porque  tcnér  verdadero  conoszimiento, 
i  fé,  de  las  cosas,  que  el  Hijo  hizo  por  nosotros, 
i  de  lo  que  nos  dejó  dicho,  i  mandado,  i  cum- 
plir con  aquél  anió^  con  aquella  limpieza,  i  bon- 
dad, que  se  requiere,  que  tengamos;  no  es  cosa 


74  'A  DEL  OCTAVO  AiniGULO  ?í 

du  nuestras  fuerzas,  sino  fie  los  dones,  i  favores, 
que  del  Espíritu  Sancto  nos  vienen,  i  a  Él  se 
atnbuycn ,  aunque  prozcdan  de  toda  la  Trinidód; 
viene  a  que  di?an:os,  i  confesemos,  por  esta  con- 
siderazión,  que  todo  nuestro  bien ,  i  nuestra  v¡- 
dá,  depende  de  la  grázia  d'Él.  I  asi  dezimos,  quo 
Foi.  Gl.  nuestra  Redempzión,  por  primera  i  prinzipál  f  au- 
toridád,  es  de  laTrinidád  sanctisima:  i  porhabér 
por  nosotros,  muerto  el  Hijo,  es  de  Cristo  nuestro 
Rederaptór , como  por  medio,  i  sacriíizio:  i,  por 
alumbrarnos,  para  conozcr  todo  esto,  i  damos 
fuerza,  para  agradszcrlo,  i  seni-irlo;  dezimos, 
que  todo  nuestro  bien,  i  spirituál  vida,  depende 
de  los  dones  del  Spiritu  Sancto. 

Dioxrsio.  lincho  me  habéis  contentado,  i  con 
harto  claras  palabras',  habéis  satisfecho.  I  ansí 
es  todo  verdad^  que  el  medio  de  nuestra  Rcdemp- 
zión,  i  la  satisfazión  por  nosotros,  es  el  Hijo. 
Mas,  cumplir  con  lo  que  su  Evanjclio  nos  man- 
da ,  no  podemos,  por  ser  tan  para  poco ,  si  el  Es- 
píritu d'el  zielo,  no  nos  esfuerza,  i  nos  sustenta. 
I  asi,  lo  que  en  este  Artículo,  se  atribuye  al  Es- 
píritu Sancto ,  es,  que  nos  dá  aliento  para  que 
reszibamos  á  Jesu  Cristo  :  porque,  aunque  Él  se 
nos  dio,  no  le  sabríamos  nosotros  tomar,  ni  se- 
guir, sin  Spiritu  Sancto.  De  suerte,  que  en  buéa 
romanzo ,  querrá  dezir  nuestro  Artículo  (allende 
de  la  confesión ,  que  hazemos,  de  la  tcrzera  per- 
sona de  la  Trinidad  sanctisima) ,  que  confesamos 
también,  que  nuestras  fuerzas  son  flacas;  i  que 
creemos  verdadera,  i  zicrtamentc,  que  ningún 
bién  habría  en  nuestros  corazones,  con  que,  de 
vcrdid ,  agradásemos,  i  sirviésemos  á  Dios;  si 


DE  LA  FÉ.   9S  75 

por  el  Espíritu  Sancto,  no  nos  fuese  comunica- 
do. I,  de  aquí  se  vce  :  quien  son  los  que  en  la 
obra,  i  voluntád,  confirman  esta  confesión: 
quien  son  los  que  van  contra  ella,  en  sus  he- 
chos, aunque  la  publiquen  por  la  boca.  Aquellos 
conformarán  su  vida ,  i  su  corazón ,  con  la  fó,  i 
confesión  d'oste  Artículo,  que  desconfiaren  de 
todas  sus  fuerzas,  i  se  encomendaren  en  labon- 
dád,  i  misericordia  divina,  para  que  con  su  Spi- 
ritu  lo  guie,  i  haga,  que  sus  ánimas,  sus  pen- 
samientos, i  obras,  estén  vivas,  en  servizio  de 
suMajestád:  i  faqucUosJ,  que  por  mucho,  que 
ellos  trabajan,  no,  por  eso  se  f  ensoberbeszcn,  Poi. 
ni  tienen  en  mas,  ni  hazen  mayór  estima  do  su 
podér.  Irán  al  revés  d'esta  confesión ,  las  obras 
de  muchos,  que  ántes  que  ningún  bién  hagan, 
están  sobérbios,  i  contentos  de  lo  que  han  de 
hazér,  teniendo  esperanza,  i  scguridád,  de  sus 
proprias  fuerzas.  I  otros,  que  después  que  han 
hecho  alguna  cosa-,  que  tenga  color  de  bien ,  o, 
que ,  de  vcrdád  lo  sea ;  vienen  a  deshazerlo  to- 
do, con  atribuirlo  a  sí  mismos,  i  dentro  de  sus 
corazones  S  darse  la  honrra,  e  victoria  d'cUo. 
También  pecan  contra  esto  Articulo,  los  que  es- 
timan en  poco,  los  dones,  que  del  Spiritu  Sanc- 
to les  vienen,  i  los  desechan,  i  contradizcn,, 
como  son  aquellos,  que  muchas  vezes  son  lla- 
mados, i  avisados,  d'estc  Espíritu,  i  esforzados 
para  la  pcnitcnzia,  i  camino  del  Evaniclio;  i 


•  Imiiorl.mtisimo aviso.  Den- 
tro de  nuestros  corazones. 
Comento  bello  del  paso,  qiic 
Icpmos  en  s.  Lucís ,  capltu- 
1'.  xvü,  versículo  10.  Dentro 


de  nosotrns,  debemos  Icnér  \ 
esa  pcrsiiasicm :  poi  que  los 
que  dizen  ,  i  tin  hiizcn  ,  snu 
Fariseos. 


7()  ÍR,  DE  LÜS  DO.NKS  7? 

dios,  mjnospreziándolo,  i  Jcspidióndolo  de  si, 
porfían  en  su  mala  vida.  Los  cuales,  parczc,  que 
han  tomado  porfia  con  el  Spíritu  Sancto,  Él  a 
llamarlos,  i  ellos  a  hazcrsc  sordos.  Mas,  pués 
quü  habernos  dicho,  que  el  Splritu  divino,  me- 
diante sus  dones,  gobierna,  i  da  vida  a  los  jus- 
tos, los  llama,  i  esfuerza,  i  sustenta,  en  el  ca- 
mino del  Evanjelio;  quiero,  que  me  digáis,  que 
es  lo  que  tenéis,  azerca  d'csto,  entendido:  cuán- 
tos, i  cuales,  son  estos  dones.  Porque  haze  mu- 
cho al  caso,  para  que  el  cristiano  tenga  mas  clari- 
dad ,  i  zertidumbrc  d'cstas  cosas  todas. 

De  la  razón,  i  usu  de  los  dones  del  Espíritu 
Sánelo. 

CAPITULO  XVIII. 

Ambrosio.  Los  dones  del  Rpiritu  Sancto  son 
l.antos;  que  seria  mui  larga  cosa  contarlos,  i  aun, 
según  lo  que  a  mi  me  pareszc ,  no  croo ,  que  ha- 
brá, quien  bastase  para  ello.  Comunmente,  según 
Foi.  G3.  a  mí  me  cnseñáron,  f  eyo  después  he  entendido, 
se  reduzen  a  siete.  Porque ,  en  pocas  palabras, 
podamos  tener  comprehendida  tanta  mullitúd  de 
bienes. 

Dionisio.  Bién  dezís,  i  en  lo  uno,  i  en  lo 
otro  azertais.  Solamente  quiero,  que  me  nom- 
bréis esos  dones,  e  digáis,  como  los  entendéis. 
Porque  luego  se  verá,  cuán  grande  es  el  número 
de  las  merzedes,  que  el  Spiritu  Sancto  nos  co- 
munica. 

AMnnosio.    Los  nombres  d'estos  dones  son: 


'A  DEL  ál'iuITf  SANClÚ.  /»  77 

don  (le  Sahiduria,  do  l'lntcndimionto ,  do  Gonso- 
jo,  de  Fortaleza,  de  Sxienzia,  de  Piedad,  de  Te- 
mor de  Dios. 

DiONSiio.  Siete  son  esos,  que  habéis  dicho: 
seguildos  agora  por  orden. 

Ajinnosio.  El  don  de  la  Sahiduria  es,  la  que 
ha  mciicstór  el  ánima,  para  conozór  la  l)(]nd;id 
de  Dios  ,  i  las  obras,  con  que  quiere  sei-  servido. 
I  este  don,  las  imprime  en  ella,  i  le  haze,  que 
las  conozca,  i  las  ame,  i  tome  gusto,  i  sabor  en 
ellas.  El  segundo,  don  del  Entendimiento,  es, 
una  lumbre,  i  una  claridad,  que  el  S[úrjtu  Sáne- 
lo dá  ,  a  los  corazones  humanos,  para  que, 
viendo  el  Evanjelio,  i  palabra  divina,  lo  entien- 
dan, i  conozcan,  lo  que  Dios,  en  ella,  manda, 
c  quiere.  El  terzero,  don  de  Consejo,  es  un 
aviso,  que  el  Spiritu  Sancto  da,  a  quien  El  es 
servido,  para  hallar  remedio,  i  Consejo,  en  las 
dudas,  i  trabajos  ,  en  que  el  hombre  ,  o  su  pró- 
jimo ,  se  hallare  puesto.  El  cuarto,  es  Foi-talcza, 
que  es  un  esfuerzo,  i  una  constanzia,  dada  con- 
tra los  impedimentos,  que  se  ofreszcn  a  los 
hombres,  para  estorbarlos,  i  desviarlos,  del 
complimicnto  del  Evanjelio.  El  quinto  es  Szi- 
cnzia ,  la  cuál  es  dada ,  a  los  verdaderos  Enso- 
ñadores de  la  palabra  de  Dios,  i  que  para  edi- 
ficazión  de  la  Iglesia,  ti  atan  :a  Escriptura  divi- 
nad El  sexto  es  Piedád,  con  que  el  ánima,  rc- 


i  Nótele  bien.  No  tionrn 
rl  don  (le  la  Zitnzia,  Ins  que 
iin  son  F.nitciiaíioreit  vcrdn- 
itero.i :  i  t.Tli-s  no  >on,  los  ijiic 
nsati  lie  l.is  l'.sf ricuras  pan 
fino  iliviTSos,  ([lie  el  de  rili- 
l¡Ciir  a    la  cii  ij-p-g-a'iÚM ,  n 


pnrzión  de  sccniilnrr's  f-.iAa 
de  .Icsnirisln,  mirslr.i  í^c''\'''r, 
((IIP  liai  cpir^iilí  <^  por  In- 
da 1.1  liorra  :  a  la  Iclc^ia  ,  a 
I.-i  CnnSTi-g-azión ,  o  rmnion, 
di'  ri  istinnos  fi^  Ir".. 


78  'A  DEL  NONO  ARTÍCULO  ^ 

zibc  limpieza:  aíizión  con  Dios :  cncmistád  con 
el  pecado :  [don]  con  el  cuál ,  es  sanctificada: 
Foi.  G4.  adornada  de  simplizidád:  enamorada  ^  de  las  co- 
sas del  zielo:  descosa  de  alcanzarlas.  El  sép- 
timo ,  e  último ,  os ,  Tcmór ,  que  es  un  conti- 
nuo cuidado,  una  relijión,  un  acatamiento,  i 
rezclo,  en  las  cosas,  que  portcnczen  a  la  glo- 
ria ,  i  voluntad  de  Dios :  como  pienso ,  que  ya 
dije ,  cuando  respondí  a  los  primeros  Artículos. 

Dionisio.  Es  verdád:  i  por  eso,  i  porque  sería 
cosa  mui  larga,  hablár  mas  particularmente,  de 
estos  dones,  no  quiero,  que  al  presente,  trac- 
temos  d'ello:  aunque  la  materia  es  tál,  que  hai 
bien  que  dczír  en  ella,  i  tan  nezesaria,  i  tan 
sabrosa,  que  de  mui  buena  voluntád,  empleara 
yo  parte  del  tiempo  en  ella.  Mas  no  quedará  así: 
que  un  día,  os  verneis  acá  despazio,  i  tractare- 
mos  de  solo  esto.  Agora,  dczid  adelante. 

Del  nono  Arliculo  de  laFé:  i  de  la  Considerazión 
i  uso  d'cl. 

CAPITULO  XIX. 

AMBfvOsio.  El  noveno  Artículo  es: creer,  que 
hai  una  Iglesia  Católica,  i  Sancta,  sanctiCcada 
por  favor,  i  obra  del  Spíntu  Sancto,  como  habe- 
rnos dicho. 

Dionisio.  ¿Qué  quiere  dezír  Iglesia,  i  Sancta, 
i  Oatólica? 

A.MRi\osio.  Iglesia,  quiere  dezir,  tanto  como 
Aijuntamicnto ,  ó  Congrcjazión:  i  asi,  a  toda  la 
congregazion ,  de  todos  los  cristianos,  adonde 


DE  L,V  VÉ.  7'J 

quiera  que  cslón  rcpai'lidos ,  llamamos  Iglesia. 
Porque,  aunquó  cslén  mui  apartados  unos  de 
otros,  por  convenir  lodos  en  una  fé,  en  un  bap- 
tismo,  i  en  una  obediencia  de  Jesu  Cristo,  nues- 
tro Rcdcmptór,  los  llamamos  Iglesia.  Dezimos, 
que  es  Sancta,  porque  los  que  están  ayuntados 
en  un  Cuerpo  místico,  i  son  miembros  d'6!,  tie- 
nen por  Cabeza,  a  nuestro  Rcdemptór  Jesu  Cris- 
to: i  son  sanctificados  por  Spiritu  Sancto.  Llá- 
mase Católica,  a  difercnzia  de  las  Congrcgazio- 
nes  Zismáticas,  i  de  las  de  los  herejes.  Porque  Foi.  63. 
estas  se  apartan ,  i  hazeti  división  do  la  verda- 
dera fe,  i  obedienzia,  de  nuestro  Redcmptór:  i 
porque  comprchendamos  la  Iglesia  de  todos 
tiempos,  de  todos  lugares,  i  de  todas  nazioncs, 
que  tienen  una  misma  Fé 

Dionisio.  Todo  lo  que  babeis  dicho,  me  pa- 
reze  bien.  Mas  quiero  .«abér,  a  donde  ponéis  a 
los  Ciistianos,  que  son  pecadores,  i  no  quieren 
salir  de  sus  pecados.  Porque  estos,  no  todos  se- 
rán ¿ismálicos,  ni  herejes,  ni  tampoco  veo,  que 
sei'án  de  la  compañía  de  la  Iglesia  Sancta,  sien- 
do tan  malos;  ni  miembros  del  Cuerpo  de  nues- 
tro Redcmptór,  pues  Él  no  los  tiene  por  suyos. 

Amiikosio.  Estas  palabras,  «Iglesia  Sancta,» 
tienen  dos  significazionos.  Por  la  una,  entcndo- 
'mos,  la  congrcgazión  do  todos  aquellos,  que 


l  Zicriamontc.  Poroso,  di- 
jo el  Liriiioiiso  ;  Lo  que  EN 
Ton\s  partes:  lo  que  sikm- 
1-hf::  In  que  por  tohüs,  se  ha 
creiilo:  valo^rci  dnilrra,  i  pro- 
pinmcnlr  ,  es  ral/ilico.  C.it''i- 


Con  qnc  tlcrcclio  se  a|iplli.!.i, 
a  si  propirx,  ca/ó/icn,  una  ¡inr 
te,  si  acaso,  de  la  Ii^-losia  Uni- 
versal ,  excluyendo  las  oirás; 
es  lo  que  no  os  fazil  conipreu- 
dcr  :  ni  tamiioro  ,  la  infalihi- 
liilinl. 


80  DEL  NONO   \nTÍCUI.O  9» 

confiesan  In  Fe  Calóüca,  i  partizipan  en  los  Sa- 
cramentos: aunque  haya  entre  ellos  algunos, 
rjne  en  sus  corazones  tengan  pecado,  i  no  oslón 
juntos  con  Dios,  por  caridád,  i  por  grázia.  1, 
d'esta  manera,  solamente  están  fuera  d'csta 
Iglesia,  los  infieles,  herejes  i  descomulgados. 
En  los  demás,  súfrese,  que  estó,  por  este  tiem- 
po, la  paja,  junta  con  el  grano.  Por  la  otra  sig- 
nificazión  ,  solamente  son  entendidos  los  miem- 
bros verdaderamente  sanctificadns,  no  solo  por 
la  profesión  de  la  Fé ,  mas  por  grázia  del  Spiritu 
Sancto,  i  mediante  ella,  unidos  con  su  cabeza. 
1  d'osto  habla  mas  claramente  la  segunda  parte 
del  Articulo,  que  es,  de  la  Comunión  de  los 
Sanctos. 

Dionisio.  Bien  dezis:  i  harta  mi.=eria  tienen, 
los  que  teniendo  nombre  de  miembros  de  tan 
sánelo  Cuerpo,  ala  verdad,  no  son,  sinó  podri- 
dos, i  sin  obedienzia,  e  sin  amór.  I  aunque  to- 
davía tienen  estos  mas  aparejo,  para  vulvér  al 
verdadero  camino,  que  los  herejes,  que  primero 
dijistes,  por  la  doctrina,  que  oyen,  i  por  no  es- 
tar I' metidos  en  tan  grandes  errores;  todavía  es  • 
gran  lástima  d'ellos:  i  querría  mucho  sabér,  qué 
corazón  tienen,  o  que  es  lo  que  sienten,  cuando 
vienen  a  confesároste  Articulo,  i  dizen,  que 
creen,  que  hai,  acá  en  la  tierra,  una  compañía, 
o  Iglesia^  a  quien  el  Spiritu  Sancto  comunica 
sus  dones,  i  les  da  limpieza,  i  sanctidád:  i  sn- 


'  Así  rl  imprcs"  anligfun. 
],  ino  p.ircic ,  errata,  por, 
hf  gran  lá^lima.  El  Dr.  Cons- 
laiUino.  como  en  otro^ 

[la'ios.  lili  os  f>\]ili'/.ito.  i  ach  c- 


dr  no  lo  es  ,  a  mi  ver.  Por 
Cabeza.,  en  lodo  el  paso,  (vra- 
se  adelante)  entiende  a  Cris- 
to. Lo  que  entiende  por  Igle- 
sia sánela,  \i-3'c  addanic. 


DE  LA.  VÉ.  81 

bicudo  ellos,  que  no  tienen  parte  en  esta  com- 
pañía, sinú  que  sóndela  otra,  que  tiene  otra 
cabeza,  que  es  el  demonio,  i  tiene  enemistad,  i 
bando,  con  el  Redemptór  del  mundo:  por  zier- 
to,  grande  razón  sería,  que  el  que  en  tan  mal 
csUido  se  halla,  i,  rezando,  llega  á  la  confesión 
d'este  Artículo,  se  aicmorizafc,  i  turbase  con- 
sigo mismo ,  i  no  pasase  con  tan  gran  descuido 
por  él,  como  muchos,  creemos,  que  pasan.  Esto 
Artículo  convida,  i  avisa,  a  todos  los  cristianos, 
a  que  miren  mucho  ,  por  la  paz,  i  concordia,  de 
la  Iglesia :  que  tengan  en  gran  revercnzia ,  i  aca- 
tamiento, al. estado,  i  doctrina  d'clla:  i  favorez- 
can, i  miren  mucho,  por  los  que  sirven  a  Dios, 
i  dan  buen  ejemplo  á  los  otros:  i  que  no  pongan, 
;i  estos  tales,  estorbo,  ni  escándalo  ninguno. 
Porque,  los  que  lo  contrario  hazcn,  pecan  con- 
tra este  artículo.  Ya,  vos,  habréis  oido,  i  vues- 
tro Maestro  os  lo  enseñaría,  cuánto  ofenden  es. 
tos  a  Dios,  i  cuán  amenazados  están  en  la  Sa- 
grada Scriptura.  Mas,  varaos  adelante,  i  dezid 
el  Artículo  que  se  sigue. 

A.Mnnosio.  Lo  que  se  sigue  es  parto  d'cstc 
mismo  Artículo,  que  es:  crc6r  la  comunión  de 
los  sanctos :  i  en  esta  parte  se  trata  mas  propria- 
mcntc,  de  la  sanctidád  de  los  miembros  de  la 
Iglesia  como  comenzó  á  dezir,  en  la  parte  que 
prczedió.  Porque  todos  los  que  son  miembros  de 
la  Iglesia,  que  dijimos  «sancta,»  tienen  una 
comunicazión  con  Gristo,  nuestro  Redemptór,  i 


*  La  primera  acotazión,  en 
el  impreso  antig^uo,(lizc 


ro,  en  lugar  <lc  nono,  que  lie 
inicsln,  piir  pnrc7.crinc  crrala, 

O 


82  'A  ütíL  NONO  .MlTÍCL'l.u' ?»  ^ 

Otra  consigo  mismos:  con  Él,  la  tiimoa,  como 
con  Cabeza,  porque  lodos  convienen,  en  que- 
rerle ^  servir  con  una  fé,  i  una  caridad,  i  una 
obedícnzia,  i  una  parüzipaz.ión  de  Sacramentos. 
Consigo  mismos,  porque  obedcszicndo  á  su  ca- 
beza, no  puede  dejar  de?hahér  grande  amislád, 
i  gran  conformidad  entro  ellos.  I  asi,  con  mui 
grande  liberalidad,  i  amor,  se  comunican  entre 
si,  los  bienes  espirituales,  i  temporales,  que 
tienen:  rogando  unos,  por  otros,  favoreszién- 
dose:  usando,  entre  si,  de  viva,  i  cnzendida  ca- 
ridád. 

Dionisio.  Flabeislo  dicho  tan  bien,  que  me  pa- 
resze,que  en  tan  pocas  palabras,  no  lo  azertára 
yo  á  dezir  mejor.  No  resta  sinó,  que  tengáis 
grande  cuidado,  de  vivir  siempre  en  esta  cari- 
dad, i  largueza,  con  vuestros  prójimos  todos, 
prinzipalmentc  con  los  que  viérodes,  que  son 
amigos  de  Dios:  porque  ya  terneis  visto,  cuan 
mala  cuenta  dará  d'cstc  articulo,  ol  que  enso- 
herbcszido  do  sus  bienes  espirituales,  se  alzare 
con  ellos,  i  quisiere,  para  si  solo,  la  sanctidád: 
i  el  que,  por  codizia  de  los  temporales,  dejare  de 
favoreszér  la  gloria,  la  fé,  i  la  obedienzia  del 
Redemptór  del  mundo ,  i  el  acrcszeutamiento  de 
sus  fieles  *.  Dezid  adelante. 


'  Tlai ,  me  paifzn  ,  en  e¡!,is 
palabras,  ziorta  fuerza  de  in- 
Icnzión.para  rrprobir  justa- 
mente ,  la  falíl  maíniiiiaria 
de  errores,  que  tienen  que 


sognirsc  ,  de  Enscñadores  ,  i 
Cleros  ,  i  Ordenes  vque  ven- 
den, lo  que  enseñan, i  orde- 
nan: i  licnon  ,  eso,  por  oflzio 
lucrativo ,  i  S'tnlo  a  la  vez. 


83 


Del  Jézimo  Arliculo  de  la  F¿. 
CAPITULO  XX. 

Ambrosio.  El  dézimo  Articulo  es:  creer  que 
hai  remisión  de  pecados.  Enlióndeso,  que  en  esta 
vida,  que,  vivimos,  por  la  Londád,  i  misericor- 
dia de  Dios,  i  por  la  sangre  de  nuestro  Re- 
demptór,  puede  uno  alcanzar  perdón  de  todos 
sus  pacados,  por  muchos  que  haya  hecho,  i  ma- 
la vida,  que  haya  vivido:  i  que  puede  tornár  a 
la  amistad,  i  grdzia  del  Sefiór,  la  cuál  había 
perdido  por  el  pecado. 

Dionisio.  Por  zicrto,  esc  es  un  Articulo  de 
grande  consolazión  para  los  hombres:  i,  que  yo 

no  sé  cómo,  os  azcrtase  a  dezu-,  el  plazér,  que  foi.cs. 
tengo  en  mi  corazón,  cada  vez,  que  me  acuerdo 
d'esto.  Porque,  por  una  parte,  me  esfuerzo  mu- 
cho, para  pelear  contra  mis  pecados,  i  ruinda- 
des: por  otra,  tengo  gran  consolazión  de  pensar, 
que  muchos,  que  han  andado  mucho  tiempo, 
perdidos,  i  desterrados  de  la  grázia,  i  amor  de 
Dios,  tornaron  a  cobrar  este  hién,  i  a  ser  per- 
petuamente bienaventu.'-ados.  Mas,  sobre  todo, 
me  alegro  mucho,  por  parte  de  la  honra  de  Dios, 
i  de  la  sangre  de  su  Hijo,  i  Señor  nuestro:  por- 
que, me  parcszc,  que  ninguna  cosa  hai,  que 
tanto  la  magniPieste  ',  ni  que  tnnto  nos  descubra, 
cuán  grande  es  el  valor,  i  prézio,  que  delante  de 
los  ojos  del  Padre,  alcanzó  la  sangre  del  Re- 

'  Así  en  el  impreso  .inlig-uo.  por,  manipesle. 


81  ".f.  DEL  UNDÉCIMO  AHTÍCÜLO 

dcmplór,  como  en  dejár  abierta  csla  puerta,  por 
donde,  cada  vez,  que  el  pecador  se  volviese  a  Él, 
pudiese  ser  perdonado,  de  todos  sus  pecados,  por 
grandes,  i  abominables,  que  fuesen.  I,  porque 
ya  vos  teméis  entendido,  que  los  que  mas  gra- 
vemente pecan  contra  este  Articulo,  son  aque- 
llos, que  por  la  muchedumbre  de  sus  pecados, 
desesperan,  o  desconfían  de  la  misericordia  de 
Dios;  dezíd  adelante. 

Del  undézimo  Arliculn  de  la  Fe. 

CAPITULO  XXI. 

Ambrosio.  El  Artículo  onze  es:  creer  la  Ro- 
surreczión  de  la  carne.  Entióndcse,  que  ánles, 
que  seamos  juzgados,  habernos  todos  de  rcsuzi- 
tár,  en  cuerpo,  i  en  ánima,  i  que  esta  carne  que 
vemos  ir  a  la  sepultura ,  i  tornarse  polvo,  ha  de 
tornár  a  su  mismo  ser,  i  á  la  compañía  del  áni- 
ma, conque  primero  estuvo  junta,  i  nunca  mas 
apartarse  d'ella. 

Dio.Nisio.  Esta  es  una  de  las  cosas,  que  mas 
espantó  á  los  Filósofos,  i  sabios  del  mundo: 
porque  quién  no  tiene  don  de  Fé,  no  puede  bién 
Folio  69.  entender  las  marabillas  de  f  Dios.  Mas  en  esto 
el  bu6n  cristiano,  no  tiene  mas  que  dudár,  ni 
pensar,  sinó  cre6r,  que  quien  tuvo  tanto  podér, 
que  pudo  criár  el  mundo  de  nada,  i  hazér  el 
cuerpo  del  Hombre  de  im  poco  de  tierra;  lo  po- 
drá resuszitár,  después  de  muerto,  cuando  Él 
fuérc  servido.  Dezíd  del  último  Artículo. 


85 


Del  úUimo  Articulo  de  la  Fe. 
CAPITULO  XXII. 

Amiirosio.  El  iiUimo  artículo  es:  crcór,  que 
dará  Dios,  a  los  que  en  este  mundo  le  hobicron 
servido,  i  se  hobicron  sabido  aprovcchár  de  la 
sangre  de  su  Hijo,  una  vida  eterna  que  nunca 
haya  '  de  tener  fin,  teniéndolos  en  su  corupa- 
ñia,  donde  gozarán  en  cuerpo,  i  en  ánima,  de 
aquellos  bienes,  que  Él  les  tiene  prometidos.  I, 
que  los  malos ,  durarán  para  siempre,  padeszien- 
do  en  sus  cuerpos,  i  ánimas,  los  tormentos,  i 
penas,  que  mereszieron  sus  obras. 

Dionisio.  Bendito  sea  Dios,  que  os  ha  dado 
grázia,  para  que  entendiésedcs  tan  bién,  la  Su- 
ma de  nuestra  Fe,  i  aunque,  como,  vos,  habéis 
apuntado,  de  la  doctrina  de  la  Fó,  se  podría  sa- 
cár  la  de  las  obras ,  i  por  lo  que  cada  uno  con- 
fiesa, que  cree,  podría  bien  conoszér,  lo  que  es 
obligado  a  hazér,  i  cuando  lo  deja  de  cumplir; 
mas  porque,  esto  no  lo  alcanzaron  todos  tan  cla- 
ramente, bién  será,  que  ya  que  habemos  dicho 
de  lo  que  toca  a  nuestra  Fé,  digamos  también 
de  la  doctrina  de  las  obras :  la  cuál  está  escripta 
en  los  Diez  Mandamientos,  que  Dios  dió  a  su  Pue- 
blo, donde  Él  declara  cómo  quiere  ser  servido: 
i  esto,  tan  llana,  i  abiertamente,  que  ningún 
hombre,  por  poco  que  sepa,  puede  dcjár  de  en- 

1  Ponjo  haya  ,  porque  el  imprcío,  me  parnzc  crrat-i. 
había,  o  auia ,  del  anligim 


SG  'A  DEL  ÚLTIMO  artículo  /? 

tenderlo.  I  pues  no  es  de  creer,  sinó  que  quien 
tan  bién  os  enseñó  lo  que  hasta  aquí  habeir.os 
FoJ.  70.  platicado,  f  no  menos  haría  en  todo  lo  demás; 
quiero  que  me  digáis  brevemente,  qué  es  el  fin, 
c  intenzión  d'estos  Mandamientos:  i  después, 
particularmente,  me  los  declaréis,  cada  uno 
por  si.  , 

Ambrosio.  El  fin  d'estos  Mandamientos  es, 
que  el  hombre,  en  todas  sus  obras,  asi  las  inte- 
riores, como  exteriores,  sirva  al  Señór,  que  lo 
crió;  i  sean  todos  sus  hechos,  un  traslado,  de 
su  bondad,  i  limpieza.  Esta  voluntód  de  Dios, 
Délos  Dioz  está  declarada,  por  Diez  Mandamientos.  Porque 
mandamien-  estos  comprchendcn  en  si,  todas  las  obras,  en 
que  el  hombre,  en  esta  vida,  puede  ocuparse,  ó 
lamayór  parte  d'ellas,  i  son  plática,  i  cjecuzión 
dados.  de  la  Fé,  i  por  donde  se  conosze,  si  es  zierta,  i 
verdadera.  Estos  Mandamientos .  dió  el  Scñór  a 
Moisén,  escriptos  en  dosTabl.is  ele  piedra.  En  la 
primera,  estaban  los  tres,  que  prir.zipalmente, 
perteneszen  á  la  relijión,  a  la  gloria,  i  honrra 
de  Dios.  En  la  segunda,  los  siete,  que  pertenes- 
zen al  prójimo,  i  son  como  ramos,  que  naszen 
de  la  raíz  de  los  tres  primeros. 

Dionisio.  Esto  está  mui  bién  dicho.  I,  por 
tanto,  dezid  del  primér  Mandamiento,  porque 
los  llevemos  todos  por  orden. 


tos  de  la  Leí, 
i  del  fin  para 
que  faeron 


87 


Del  primer  Mandamiento  de  la  Lei :  i  de  las 
costas  que  comprehende.        '  ■ 

CAPITULO  XXIII.  ,     •  •■•■^ 

AMnnosio.    VA  primór  Manrlnmionto  es'.  No 
turnas  Dioses  ajenos  delante  de  mí 
Dionisio.    ¿Qué  quiero  dczir  esto? 
AMniiOFio.    Por  este  Mandamiento  pide  Dios: 
que  tenga  el  hombre,  toda  su  fé,  i  todo  su 
amor,  puesto  en  Él.  I  diólo  a  entender  por  estas 
palabras.  Porque,  como  el  hombre  vive  en  este 
mundo,  nezesitado,  luego  busca,  de  dónde  pue- 
da ser  remediado,  i  dónde  ponera    su  Fé,  i  con-  FúI 
fianza.  I,  de  aquí,  nazió  la  Idolatría,  que  los 
Jentiles  tu\icron,  buscando,  i  adorando,  falsos 
Dioses,  de  quien  pensaba:n,  que  hablan  de  ser 
favoreszidos,  i  amparados: — i  la  que  los  malos 
cristianos  tienen,  cuando  ponen  su  esperanza 
en  sí  mismos,  o  en  otros  hombres;  o  en  su  sa- 
ber, en  su  podér,  en  sus  fuerzas,  i  riquezas. 
Cuando  aman  tanto  los  cosas  d'cste  mundo,  que 
olvidan  el  amór,  i  fé,  que  en  solo  Dios  debían 
tener.  Porque,  todo  esto,  es  una  manera  de  ido- 
latría; i  ponér  en  su  corazón  Dioses  extraños,  i 
falsos,  en  prescnzia  del  Dios  verdadero,  que, 
solamente,  habia  de  ser  adorado,  i  amado.  Esto 

I  i\o  tcndrñs  dioses  ajenos  rarlrc  Casp/ir  AsU'lc,  se  Ice: 

delnile  de  mí.  [F.\o(\o  c.  XX.  o  ¿CuAl  es  el  prim/'r  Mnn- 

V.  3.).  Así  tradujo  el  Pariré  Anmiento  de  la  Lei  de  Dios?— 

Scio  ,  conforme  al  texto  He-  i    R. — Amar  a  Dios  sobre  Indas 

breo  ,  i  como  Ir.idnju  Cona-  las  cosas."  Vc.iso  liicg-o, 
taiitino. — I-ji  el  Catczismo  del 


88  "¿s  DEL  rniMKn  mandamiento  ?• 
todo  es  proliibido,  on  ostc  primér  Mandamien- 
to. El  cuál,  nos  enseña,  i  manda :  que  a  nn  solo 
Señor  honrremos,  i  conozcamos  por  Dios  :  a  Él 
solo,  amemos,  como  a  cosa  de  infinita  bondád: 
en  Él  solo,  pongamos  nuestra  esperanza:  a  Él 
solo,  pidamos  remedio,  como  a  Cíiusa,  i  Fuente, 
de  nuestros  bienes :  a  Él  solo,  tengamos  por  ver- 
dadero: i  a  todos  los  otros,  en  quien  las  jcntes 
perdidas  confian;  por  mentira,  i  por  engaño 
Que  sepamos,  que  los  que  a  Él  se  allegan ,  son, 
los  verdaderamente  bi6n  librados,  i  favorcszi- 
dos:  i  todos  los  que  d'Él  se  apartan,  i  en  otra 
co.?o  esperan,  son  perdidos,  i  burlados,  como 
hombres  que  siguieron  la  vanidad,  i  buscaron 
;  salud  en  ella. 

Dionisio.  A  marabilla  me  habéis  contentado 
,en  la  declarazión  d'estc  Mandamiento:  que  es 
tal,  i  tan  grande,  que  del  cumplimiento  d'cl, 
depende  toda  la  bienaventuranza  del  hombre :  i 
de  no  cumplirlo,  su  miseria,  i  desventura.  Mu- 
cho me  entristezco,  cuando  pienso  la  exzclcnzia 
d'este  mandamiento,  i  el  caso,  que  Dios  hnze 
d'cl:  i  cuando  miro  los  cristianos,  que,  con 
la  boca,  no  saben  confesar  mas  de  un  Dios,  i 
dizen,  que  Éste  solo,  es  el  verdadero,  i  que  todo 
Foi.72.  lo  domas,  es  engaño,  i  mentira;  i  por  otra 
parte,  tienen  su  corazón,  hecho  templo  de  ¡do- 
los, ¡  Dioses  falsos.  De  soberbia,  do  riquezas. 


I  Kn  los  C.alczi<;mo5  espa- 
ñoles, pndrl.i,  fin  riesgo  ,  pn- 
ncrse  todo  lo  qiic  antezc-ilo  ,  i 
lo  iiuc  siegue  ;  para  que  lo  ru- 
miasen bien  los  miles  ,  i  mi- 


les, lie  españoles,  afiliados  en 
Coiradlas  ,  Coros  ,  Confcren- 
ziaf  ,  Asoziaziones  ,  Obras, 
Medallas,  Flores ,  Inslilutos, 
Ordenes ,  ele. 


^  DE  LA  LEI.  je  89 

de  linajes,  do  avarizia,  de  deleites,  de  afizioncs, 
i  amores  locos:  i  en  todas  estas  cosas,  o  en  al- 
gunas d'cllas,  tienen  empleado  su  amór,  i  su 
esperanza.  De  allí  depende  su  contentamiento: 
i  en  ella  andan  desvelados,  con  grande  cuidado, 
i  dilijenzia,  como  si  alli  estuviese  todo  su  bién. 
Quien  le  preguntase  a  uno  d'estos:  "¿Vos,  her- 
mano, habéis  oído  el  primér  Mandamiento? 
¿Adoráis  Dioses  ajenos?»  Respondería,  «que  no,» 
i  aun  con  grande  enojo.  ¡Quién  pudiese,  con 
ellos,  que  considerasen  las  palabras,  con  que 
este  Mandamiento  está  escripto  :  para  que  vie- 
sen ,  cuán  grande  cosa  es  cumplirlo ,  i  lo  mu- 
cho, que  en  él  se  demanda:  para  que  viesen, 
si  adoran  Dioses  estraños!  Ya,  vuestro  Maestro, 
os  diría,  como  unos  Mandamientos  son  afirma' 
iivos,  i  otros  negativos.  Porque  unos,  entran 
mandando ,  que  se  haga  alguna  cosa :  otros,  en. 
tran  vedando ,  como  este  primero.  En  el  cuál 
aunque  comenzó  afirmando,  diziendo:  »Yo  soi 
tu  Dios;  o  mandó,  luego,  prohibiendo,  i  dizien- 
do: «No  temás  Dioses  ajenos  delante  de  mi.» 
.Muchas  razones  hai,  d'esto,  que  seria  cosa  larga 
traerlas.  Para  el  presente,  basta  una,  i  es:  que 
esta  manera  de  mandamientos  negativos ,  es 
mas  clara,  que  otra:  porque  com.prehende  to- 
dos los  tiempos  presente,  pasado,  i  porvenir: 
i  despierta  mas,  la  memoria,  del  hombre,  para 
conoszimiento  de  su  pecado.  Esta  es  la  causa, 
por  qué  los  mas  de  los  Mandamientos,  están 
dados  d'esta  manera:  aunque  ninguno  haya» 
afirmativo ,  que  no  le  corresponda  su  negativo, 
que  le  ayude  a  dcclarár;  i  ningún  negativo,  deje 


90  «S.  DEL  rniMÉn  mandamii;nto  7» 
de  tenéf  enzcrrado,  on  si,  un  afirmativo.  Mas, 
Foi.  73.  estimas  expresa  la  negazión,  por  la  razón,  f 
que  ya  dije  de  los  tiempos,  l  asi,  cada  vez,  que 
el  mandamiento  negativo,  viene  a  la  memoria 
del  hombre,  se  ha  de  acordár,  no  solo  del  tiem- 
po presente,  i  porvenir,  mas  también  del  pasa- 
do: i  mirar,  si  en  algún  tiempo  ofendió,  i  pro- 
curar la  enmienda,  i  remedio.  El  ejemplo,  está 
claro  en  esto  mandamiento,  cuando  so  dió'  ál 
Pueblo  de  los  .ludios:  porque  diziéndoles  estas 
palabras,  se  les  dió  a  entender  un  mandamiento 
afirmativo,  que  aquí  estA  enzorrado.  Que  tuvie- 
sen al  Señor,  por  su  Dios,  i  allende  d'csto,  que 
supiesen  que  ellos,  i  todas  las  .lentes,  que  en  al- 
gún tiempo,  habían  '  puesto  en  otros  su  con- 
fianza, le  habían  ofendido,  i  cometido  gran  Irai- 
zión,  contra  su  Majestad.  I,  en  ninguna  manera, 
quería  compañía,  ni  que,  con  ütro,  sb  repartiese 
la  confianza,  ni  el  amor,  ni  la  fó.  I  así,  comun- 
mente se  declara  muí  bién  este  Mandamiento, 
para  que  todos  lo  entiendan,  dizicndo:  Que  ame- 
mos a  Diossobri  todas  las  cosas.  Porqué,  quien  asi 
le  amare,  todas  lasdejari  por  Él,  cuando  fuere 
menestór,  i  ninguna  -  habrá,  por  quien  lo  deje, 
ni  olvide.  Hai  muchas  jentes,  tan  mal  enseñadas, 
i  que  con  tanto  descuido  miran  estas  cosa?  ,  que 
ofendiendo  a  Dios  de  mil  maneras,  i  poramór  dé 
mil  vanidades  ,  cuando  los  preguntan  ,  ¿si  aman 
a  Dios,  sobre  todas  las  cosas?  responden:  que  sí 
porzicrto:  engañados  de  una  imajinazión,  en 

•  Auin  ,  en  el  antiguo  im-  lucR-n. 
re.so.    Pero   C3  errata  por  2'Ninguna.. 
auian,  ó  habían,  como  se  vcc 


"A  nr;  t,.\  lki.  ?5  ^'  , 

que  piensan ,  que  Icnclle  conzebido  por  Grande, 
i  poi-  Poderoso,  i  por  Hermoso,  i  por  Justo,  e 
Misericordioso;  i  porque  no  le  blasfemarían,  ni 
renegarían;  que  esto  es  amarle  sobre  todas  las 
cosas.  1  no  miran  los  pecadores,  que  aquí,  no 
dan  nada  do  su  casa,  i  si  dan,  dan  la  imajina- 
zión,  noel  corazón:  porque  para  amarlo,  i  te- 
nerlo, de  verdád,  por  tál;  cuál  ellos  dizcn  que 
es :  requiérese,  que  haya  en  su  corazón,  una  es- 
tima grande  de  Dios,  con  que  les  parezca  cosa  FoI. 
mui  fea  ofenderle,  o  apartarse  d'Él.  I,  que  estas 
cosas  todas,  i  estas  exzclenzias,  que  juzgan  de 
Dios;  las  miren',  no  como  en  co-^a  muerta,  ni 
cosa  pintada;  sinó  como  en  cosa  viva,  i  de  grande 
majcstád,  i  bondád.  De  suerte,  que  esta  hermo- 
sura, les  lleve  tras  si  los  ojos,  i  el  corazón.  Yo 
confieso,  que  según  la  flaqueza  del  hombre,  se- 
gún su  ruin  metál ,  i  zcguedád,  junto  con  la  con- 
trariedád,  que  el  Demonio,  i  el  Mundo,  i  la  Car- 
ne, le  hazen;  difizil  CQsa  es,  cumplir  con  este 
Mandamiento:  i  tñn  difizil,  que  es  nezcsario, 
paradlo,  particulár  .socorro  del  ziclo.  Mas,  cslo, 
no  saca  do  culpa  los  hombres:  antes,  los  ha- 
bía de  desportár,  para  poner  mayór  dilijenzia,  ¡ 
andár  siempre  en  gran  cuidado,  para  no  apar- 
tarse d'él.  ¿No  os  paresze,  a  ros,  que  seria  mala 
escusa,  que  en  un  camino  peligroso,  i  lleno  de 
ladrones,  se  fuese  uno  por  él,  sin  armas,  ni  apa- 
rejo ninguno,  para  poderlo  pasár:  que,  yéndose 
durmiendo,  se  quejase  después,  que  lo  habían 
robado:  i  que  echase  la  culpa,  que  él  tenia,  n 
los  ladrones,  i  a  la  aspereza  del  camino,  siendo 
esto  mismo,  lo  que  le  obligaba,  a  que  fuese 


02  'A  DEL  PniMÉR  MANDAMIENTO  ?» 

mas  proveído?  Grande  es  este  Mandamiento:  no 
hai  duda  d'ello:  mas  grandes  son  las  industrias, 
i  caminos,  con  que  Dios  nos  despierta,  para  que 
Le  amemos:  i  mui  mayores  los  favores,  que, 
después  de  despertados,  nos  da,  para  ponerlo  en 
efecto.  ¿Cómo  queréis,  vos,  que  se  levante  el 
corazón  del  hombre,  a  enamorarse  de  Dios;  pues 
tán  poco,  considera  sus  obras,  tán  poco,  para 
mientes,  en  su  hermosura,  tánto  descuido  tiene 
en  pcnsár  en  las  cosas  todas,  de  donde  ha  de 
naszér  el  amor,  i  por  donde  habernos  de  ser 
despertados,  a  pedir  favor,  i  grázia,  con  que  Le 
amemos?  Cosa  paresze  de  gran  espanto,  ver, 
que  un  hombre,  no  ame  a  Dios:  mas,  de  mu- 
chos hombres,  no  me  espanto,  que  no  lo  amen: 
Foi.  75.  porque,  si  les  preguntáis,  ¿qué  es,  lo  que  tie- 
nen pensado  de  Dios?  no  saben  dár  m-ás  razón, 
que  de  lo  que  nunca  vieron,  ni  oyeron  dez!r. 
Los  que  desean  emplcái'  su  amór,  en  ton  grande 
cosa  como  es  Dios;  gran  dilijcnzia  ponen,  en 
snhér  nuevas  d'Él,  en  habór  informazión  de  sus 
obras.  Apartan  su  pensamiento  de  vanidades, 
empleándolo,  en  considerár  las  muestras,  que 
todas  las  cosas  criadas,  dan,  del  sabér,  de  la 
bondád,  de  la  misericordia  divina.  I  si  esto  bas- 
ta, para  que  muchos  conzibiesen  en  su  corazón 
grande  estima  del  nombre,  i  obras  del  Señór, 
¿qué  hará,  el  que  considerare,  i  mirare  con 
atcnzión,  al  Hijo  de  Dios,  hecho  hombre,  envia- 
do por  el  Padre;  puesto  en  la  Cruz,  i  muerto,  i 
rcsuszitado,  para  salud  de  los  hombres?  Yo  os 
digo:  que  me  espantaría  yo  mucho  mas,  que  de 
ninguna  cosa  monstruosa  del  mundo,  de  quien. 


«.  DE  LA.  LEI.  J6  93 

en  eslo,  alcnLamente  pensase,  i  no  se  fuese  lue- 
go a  Dios,  i  le  pidiese  favor,  para  cmplcár  en 
Él,  todo  su  corazón,  toda  su  voluntad,  i  todo  su 
amór.  Mucho  quisiera  poder  detenerme  en  esta 
materia ,  porque  es  el  fundamento,  en  que  todas 
las  obras  del  cristiano  estriban:  sinó,  que  el 
tiempo  no  nos  dá  lugár.  Mas,  algún  dia,  con 
ajiida  de  Dios,  trataré  yo  esto  mui  de  espázio, 
para  que  veáis,  cuán  grande  cosa,  i  cuan  peco 
conoszida,  de  los  pecadores,  es,  laque  este  pri- 
mer Mandamiento  nos  enseña;  i  lo  mucho  que 
debemos  á  Dios,  por  solo  mandarnos,  que  le 
amemos.  Basta,  agora,  que  quede  asertado,  que 
la  guarda  d'él,  consiste,  en  que  uno  ame  a  Dios, 
en  tal  m^anera,  que  procure  ser  informado  de 
las  cosas  que  Él  quiere,  i  de  las  que  abcrreze:  i 
con  grande  dilijenzia,  i  alegre  corazón,  ponga 
en  obra,  las  que  sabe,  que  quiere;  i  tenga  ene- 
mistad, i  huya,  de  las  que  sabe,  que  le  ofenden: 
— i  que  cuando  alguna  d'cstas  tales,  trujore  *  al- 
gún falso  color  de  bondad,  o  de  contentamiento, 
o  de  provecho ;  piense,  luego,  cuán  mas  hermo- 
sa, i  mas  provechosa  f  cosa,  es  amár  a  Dios,  i 
contentarle,  i  servirle;  !  así  zcrrará  los  ojos  a  lo 
otro  todo.  Agora  dezid ,  vos ,  la  manera,  en  que 
este  Mandamiento  se  quiebra:  porque  esto,  dá 
mucha  claridad,  i  haze,  que  se  entienda  cum- 
plidamente. I  podréis  comenzár,  por  las  obras 
con  que  se  cumple,  i  luego,  pasareis  a  las  otras, 
que  le  son  contrarias. 

*  Sobre  esta  Voz ,  véase  el  jiñas  S-'i,  i  56.,  i  nótese  lo  q^se 
•DUlo^  de  la  LetgTa,"  p»-      Jize  Vaidés  en  la  56. 


94 


De  las  obran,  con  que  el  primér  Mandamiento  se 
cumple. 

CAPITULO  XXIV. 

Ambrosio.  Como  Dios  soa,  una  cosa  de  gran 
bondad,  i  de  grán  remedio,  señaladamente  es 
ofendido  de  aquellos ,  que  le  quitan  la  honrra, 
que  á  tan  gran  bondád  se  debe,  i  ponen  su  con- 
lianza,  en  cualquiér  otra  cosa,  de  las  que  Él  no 
permite.  Porque,  como  primero  respondí,  los 
Mandamientos,  son  la  plática,  i  la  esecuzión,  de 
laFé.  I  este  primero,  contiene  las  obras  del  pri- 
mer Articulo,  en  que  creemos  en  Dios  Padre 
Todopoderoso,  Criador  del  zielo,  i  de  la  tierra. 
I  las  mismas  obras,  con  que  se  pone  en  obra,  la 
verdadera  F6  de  aquél  Articulo;  son  las  que  este 
Mandamiento  nos  pide.  I  las  mismas,  que  con- 
iradizen  a  aquél  Artículo,  e  hazen,  en  los  que 
las  obran,  que  les  quedo,  solamente  una  fé 
muerta,  i  sin  virtud;  son  las  que  este  primér 
Mandamiento,  vieda  *,  e  condena.  De  aquí  es,  que 
así  como  cuando  dezimos,  que  creemos  en  Dios, 
Todopoderoso,  Criador  del  zielo,  i  de  la  tierra, 
somos  avisados,  que  ni  confiemos  en  otro  podér, 
7ii  en  otra  bondád,  ni  en  otro  saber,  ni  en  otra 
justizia,  así,  en  este  Mandamiento,  nos  en- 
señan, que  le  amemos  de  todo  corazón:  que 
corresponda  nuestro  araór,  i  agradcszimiento,  á 
aquél  coTioszimicnto,  i  fé,  que  el  primér  Artículo 


J  vicJa,  en  vez.  Je  veáa¡  que  ahora  «Iczimoa. 


V.  DE  1,A  Li;i.  ?3  'Jó 
nos  enícñó.  De  donde  se  sigue,  que  las  oLrns 
d'cstc  Mandamicnlo,  son  las  mismas  del  Arlicu- 
lo.  Creerle,  i  acatarle,  f  servirle,  poner,  en  Él,  Foi.  77. 
toda  la  esperanza,  nimca  dud.ir  de  su  poder,  i  de 
su  misericordia:  i  amarle,  en  las  nezesidades, 
con  grande ,  i  zicrla  confianza :  ohedeszcrle  con 
mucho  contentamiento,  i  plazér:  buscar  su  glo- 
ria: rcszcbir  alegría,  de  las  cosas  en  que  Él  se 
sirve;  e  pesár,  cu  las  que  su  hazen  contra  su 
Mandamiento,  i  servizio:  posponér,  i  menospre- 
ziár  todas  las  cosas,  antes  que  ofenderle,  ni  pa- 
sar sus  Mandamientos:  i,  para  recojerlas  en  bre- 
ve, digo:  que,  todas  estas  obras,  se  cnzierran, 
en  fé  ,  i  en  caridad ;  i  en  esperanza,  i  temór.  Las  Obrss  cnntra- 
obras  contrarias  son,  confiár  el  hombre,  en  su  rias  ai  primer 
proprio  saber:  gloriarse  de  lo  que  puede,  i  en  la  ^i^"'^-'""»'"'''- 
muchedumbre  de  sus  riquezas  :  dej.ir  el  servizio 
do  Dios,  por  contentár  los  Prlnzipcs,  i  Poderosos 
del  mundo:  tener  en  mas  el  mal,  que  estos 
pueden  hazér,  que  la  ira,  i  el  castigo  del  Señor. 
Son  contra  este  mismo  Mandamiento,  las  sectas, 
i  opiniones,  que  derogan,  al  podér,  al  saber,  a  la 
bondad,  e  misericordia  Divina  Pecan,  contra 
él,  los  que  siguen  superstiziones,  i  los  que  con- 
fian, que  obligarán  a  Dios,  con  algunos  ritos  ó 
zorimonias,  mas,  que  con  fé,  i  con  amor:  los 
que  están  tan  amigos  de  sus  maldades,  que  me- 


1  Quien  lc!>  cstn  ,  i  lo  q>ie 
f  ¡gue  ,  i  lo  apruebo ;  no  lla- 
mará Vicario  de  Cristo,  a  na- 
die :  ni  Sagrados,  n  los  Cáno- 
nes: ni  Sacrosanto  al  Conzl- 
lio  de  Trento:  ni  Sanio,  al 
Oftiio  de  nucinúr  humbres:  ni 


Infalible,  a  ninpiina  T^losia, 
o  rcunii')n  de  crislimos  fali- 
bles: ni  Compañía  de  Jesús, 
a  los  que  imperan,  i  comen  ,  i 
avasállanoste  mundo,  prome- 
tiendo otro. 


90  Ifs  DEL  SEGUNDO  ?? 

nosprezian  el  castigo  de  Dios,  ¡  viven  como  se- 
guros del  juizio,  que  sus  obras  merczen:  los 
que  desesperan:  i,  por  c!  contrario,  los  que  po- 
nen su  confianza  en  sí  mismos,  i  en  las  obras 
de  su  juslizia  :  los  que  menosprezian  la  palabra 
de  Dios,  i  se  apartan  d'cUa,  o  por  intereses,  o 
por  miedos ,  o  por  escándalos. 

Dionisio.  Parcszeme,  que  no  es  menester  que 
pongáis  mas  ejemplos  :  que  los  puestos,  bastan. 
Pasád  al  Mandamiento  segundo. 

Del  segundo  Mandamiento  de  la  Lei. 

CAPITULO  XXV. 

Foi.  7S.  A.MBnosio.  f  El  segundo  Mandamiento  es :  No 
tomarás  su  Nombre  en  vano.  Eslc  se  sigue,  tras 
el  primero,  con  mui  grande  conzierto,  i  razón. 
Porque,  en  el  primero,  fué  instruido  nuestro  co- 
razón, de  cómo  había  de  honrrár  a  Dios,  i  de 
cómo  lo  había  de  acatár,  i  servir.  Este  segundo, 
comienza  a  tratar,  de  las  muestras  de  fuera,  por 
las  cuales,  el  Señór  suele  manifestar,  lo  que  en 
su  ánima  tiene.  I  porque  la  mas  propincua  se- 
fiál  es,  la  de  la  lengua,  ensáñasenos,  por  este 
Mandamiento,  que  no  tomemos  el  Nombre  de 
Dios  en  vano.  I,  aunque  sea  así,  que  el  que  de 
verdád  amare  a  Dios,  en  su  corazón,  tel-ná  siem- 
pre mucho  cuidado,  de  nunca  ofenderle  con  las 
palabras;  dásenos  este  Mandamiento,  para  ma- 
yór  abundánzia,  i  mayor  declarazión ,  condcszcn- 

1  Véase,  (ólio  112.  "Doclrino  Cn'í/íaiia» por  el  Aulór. 


'A  MANDAMIENTO.  >•  'd7 

diendo,  en  todo,  la  Divina  majestad,  con  nues- 
tra grande  pesadumbre ,  i  rudé/,.  Da  se ,  por  via 
de  negazión ,  diziendo :  no  tomarás  su  Nombre 
en  vano;  por  las  razones,  que  ya  dije.  Mas  ha- 
bernos de  entender,  luego,  el  Mandamiento  afir- 
mativo, que  en  este  negativo  está  enzerrado. 
Porque  como  el  hombre  tenga  á  Dios  en  su  cora- 
zón, por  fuerza  es,  que  haya  de  hablar  d'Él :  e 
asi,  somos  enseñados,  por  la  aíirmazión,  que 
este  Mandamiento  tiene,  que  zclebremos  su 
sancto  Nombre ,  loándole ,  magnificándole,  dán- 
dole grázias :  manifestándole,  i  invocándole,  para 
ser  socorridos  d'Él ;  confesando,  que  somos  su- 
yos, i  que  esta  es  nuestra  bienaventuranza. 
Tras  esto ,  habernos  de  considerár ,  el  man- 
damiento negativo ,  en  que  se  nos  manda,  que 
este  Nombre,  no  lo  tomemos  en  vano:  porque, 
aunque  él,  no  sea  mas  de  una  voz,  es  significa- 
da por  ella,  la  Majestád  divina,  a  quien  es  ende- 
rezada nuestra  confesión,  e  a  quien  se  ha  de  te- 
ner tan  grande  respecto.  Tomar  este  Nombre, 
en  vano,  no  quiere  f  dezír  otra  cosa,  sino  to-  Foi. 
marlc  para  aprovecharnos  d'Él,  en  cosas  no 
buenas :  o  para  hablar  mal  de  aquello,  que  signi- 
fica, que  es  Dios:  o  para  alguna  cosa  vana,  i  de 
ninguna  imncrtanzja,  con  mcnosprezio,  i  poca 
reverenzia  d'Él La  razón  d'esto  es:  porque  co- 
mo el  Señór  sea,  summa  Verdád,  summa  Sabi- 


t  Temo ,  que  eslo ,  no  se 
considera  bién,  en  España.  Si 
se  consirjerase  ,  se  supUmiría 
e!  Juramento,  en  las  Cortes: 
i  en  los  Tribunales  zivilcs, 
eclesiásticos  ,  i  militares  :  i, 


en  las  calles ,  no  resonaría 
tan  inzesantc ,  la  espantosa 
blasfemia,  que  en  zcnlenarcs 
de  bocas  resuena ,  á  cada  pa- 
so ,  i  que  no  puede  escribirse, 
sin  liorrór. 


7 


98  f.  DEL  SEcrsno  ^ 

diiría,  i  d'Kl  nos  vengan  todos  los  bienes,  i  no 
haya  otra  cosa  en  el  mundo,  en  quien  podamos 
tenér  esperanza,  ni  debamos  de  confiár,  ni  es- 
perar socorro;  —  no  debe  de  ser  nombrado,  en- 
tre los  hombres,  sinó  para  semejantes  cosas. 
Esto  es,  para  darle  grázias:  para  pedirle  con- 
sejo: para  que  nos  ampare,  i  favorezca:  para 
despcrtár,  i  atraer  a  los  hombres,  a  conozimicn- 
to  díl :  para  testimonio  de  la  verdad ,  i  favor, 
de  nuestros  prójimos:  finalmente,  para  que,  de 
nuestras  palabras,  se  conozca,  la  estima  que 
d'ÉI  tenemos  en  el  corazón.  De  aqui  está  claro, 
cuales  son  las  propias  obras  d'este  Mandamien- 
to, por  la  parte,  que  es  afirmativo,  o  que  en- 
zierra  en  si  afirmazión;  i  cuales  son  las  que  lo 
Obra*  del  se-  contradizen ,  por  la  razón ,  que  es  negativo.  Las 
Sn^enJ-T*"  P"™°^^  invocazión  del  sancto  Nombre  de 
Dios,  parala  cuál,  es  meneslér  tener  fé,  i  co- 
noszimiento,  de  su  unijónito  Hijo,  Cristo  nuestro 
Redemptór.  Porque  nuestra  indipnidid  es  tan 
grande,  i  de  tal  manera  nos  condena  la  con- 
zienzia  de  nuestros  pecados ,  que  ningunos  bie- 
nes osaríamos  pedir,  ni  Csperár,  sinó  tuviésemos 
Medianero,  cuya  dignidád  sea  tal,  que  podamos 
confiár  en  ella,  cuál  es,  la  del  Redemptór  del 
mundo.  De  donde  se  sigue,  cuánto  ha  de  ser 
ensalzado ,  i  reverenziado  su  Nombre :  i  cómo, 
juntamente,  se  entiende  de  la  doctrina  d'este 
'  segundo  Mandamiento.  Es  también  obra  d'este 
prezepto,  hazér  grázia  al  Señor.  Esta  es  una 
profesión  exteriór,  que  nasze  del  primér  Man- 
Foi.80.  damiento.  Porque,  asi  como  allí,  '  somos  in- 
formados :  que  le  conozcamos  por  Criadór,  por 


*  KASDAinESTO.  99 

Salvadór,  i  for  Autor  de  todos  los  bienes,  i,  por 
tanto,  se  le  deLc  crandisimo  agradesziiciento,  i 
obedienzia;  asi  se  nos  manda  aquí,  que  demos 
testimonio  d'esto,  entre  loshombrcsy  gloriando 
nos  de  tal  Scñór,  confesando  sus  beneOzios, 
e  inzitando  a  los  otros,  para  que  lo  conoz- 
can: qae  lo  teman:  lo  crean:  i  esperen  en  Él. 
Item :  es  obra  d'cste  segundo  Mandamiento, 
alabár  al  Señor,  por  todo  lo  que  su  Majcstád  ha- 
ze ,  agora  sea  para  nosotros  próspero ,  agora  sea 
adverso:  confesando,  que  la  prosperidad  viene, 
por  su  misericordia ,  i  la  adversidád  por  nues- 
tros pecados:  i  pedirle  siempre  remedio,  para 
las  cosas  que  tocan  a  su  gloria,  i  para  nuestra 
salvazión,  i  sustentamiento.  1  así,  son  obras 
d'este  Mandamiento,  todas  las  crazioncs,  que  la 
Iglesia  en  el  ofizio  di%-ino  haze :  i  las  que  hazen 
los  miembros  d'eüa,  particularmente.  Será  tam- 
bién obra  de  este  mismo  Mandamiento,  evitár, 
i  perseguir  las  blasfemias  i  todas  las  cosas  por 
donde  el  Nombre  del  Seüór  es  maltratado,  i  des- 
acatado entre  las  jentes:  como  son,  la  pocare- 
verenzia,  que  se  tiene  a  su  palabra,  i  a  las  co- 
sas sanctas.  Es  propria  *  obra  d'este  Mandamien- 
to, usár  del  sancto  >'ombre  de  Dios,  i  traerlo 
por  testimonio,  para  socorro  de  la  verdád,  que 


t  Por  Cite  paso  vemos,  qoc 
ys  en  tícmpo  del  Dr.  Cons- 
tantino ,  eran  comunes ,  en 
Espara  las  bloifémias,  a  qne 
se  alaHc  en  una  Nota  ante- 
riór.  ni  Doctor  aboya  aqni, 
por  perteguirlas.  ¿Cómo? 
¿PciagTiiendo  a  lo»  Hasfe- 
90tí  Asi,  no  se  desanai^ 


el  mil.  Otro  remedio  bai  mas 
radical.  ¡Por  tlasfemo,  lan- 
bién  ,  persignieion ,  i  quema- 
ron al  Doctor  I 

'  Esto  no  es  zierto,  a  mi 
pareicr.  Ko  ¡trwr.  Sapiimfr, 
en  iodo  Mf»,  e)  juramento, 
es  obra  de  este  MaaáamieDto. 


Obras  contra- 
rias del  se- 
gundo Man- 
damiento. 


100  DEL  SEGUNDO  /* 

importa,  i  está  on  peligro;  para  la  nezcíidád 
del  prójimo  ,  o  para  !a  de  la  república:  i  cuando 
es  menestér,  para  la  gloria,  i  lionrra  del  Señór. 
Las  obras,  que  son  contra  este  Mandamiento, 
son ,  las  que  propriamente  son  contrarias,  i  ene- 
migas a  estas.  No  invocar  a  Dios:  no  dar  Le 
grázias:  invocar  Demonios,  i  cosa?  de  supersti- 
zión:  sembrar  falsa  doctrina,  ó  defenderla:  de- 
pravar, i  calunmiár  la  verdadera:  no  enseñar  la 
verdad,  cuando  la  vocazión  lo  pide:  no  socor- 
rer, con  *  esta  misma  verdad,  cuando  es  me- 
nester: negarla  verdad,  i  desamparar  la  confe- 
sión de  Dios,  ni  por  dádivas,  ni  por  intereses, 
ni  por  persecuciones,  ni  tormento,  ni  muerte. 
Pecan,  contra  este  Mandamiento,  los  que  se 
alaban  a  si  mismos,  i  se  atribuyen  los  dones 
de  Dios,  i  quieren,  que  no  a  Él,  sinó  a  ellos, 
se  den  las  grázias  por  lo  que  son ,  o  por  lo 
que  bazcn.  Los  que  por  falta  de  pazienzia,  se 
maldizeu,  i  llaman  el  nombre  de  Dios,  no  para 
ser  favoreszidos,  sinó  para  ser  maltratados  d'Él. 
Los  que  lo  toman,  para  maldezir  a  otros,  i  para 
otras  semejantes  execraziones;  habiéndolo  do 
llamár,  para  amparo,  i  para  remedio  de  todos. 
Pecan,  los  que  lo  mezclan  en  conjuros,  o  en  en- 
salmos, donde  hai  nombre  del  Demonio,  o  de 
superstizión ,  o  de  vanidád:  porque  habiendo  de 
ser  en  Él  solo,  la  confianza,  lo  acompañan  con 
cosas  vanas,  o  diabólicas.  Pecan,  asimismo,  los 
que  lo  llaman,  o  usan  d'Él,  para  pedirle  cosas 
ilízitas.  Los  que  lo  traen  en  la  boca,  con  false- 


1  En  vez  de,  con  esla  ,  pareze ,  que  debería  dezír,  a  esta. 


°A  MANDAMIENTO.   ?•  lOÍ 

dad,  c  hipocresía,  para,  mas  a  su  salvo,  encu- 
brir algún  mal,  o  daño,  que  hazcn,  o  mala  vida 
que  tienen,  o  engañar  a  otros,  para  que  los  ten- 
gan por  sánelos,  o  para  fin  de  otros  intereses. 
Pecan  también,  los  que  usurpan  este  Nombre, 
o  las  palabras  de  la  Escriplura,  i  de  cosas  sáne- 
las, para  cosas  de  burla,  pará  óosas  deshones- 
tas, para  mezclarlas  eon  fábulas:  para  dczír  do- 
naires, o  mosirár,  que  no  las  creen,  o  que  las 
tienen  en  poco.  No  pecan  menos,  los  qiio  tratan 
la  doctrina  divina,  con  cosas  rio  hurlas,  para 
agradár  a  la  vana  jcntc,  con  vanas  imajinazio- 
nos,  i  con  mezclado  falsedad  Pocnn  gravisi- 
mamentelos  perjuros,  que  traen  la  summa  ver- 
dad en  testimonio  de  su  mentira,  i  la  quieren 
confirmár  con  ella,  i  aprovecharse  de  la  relijión 
del  otro ,  para  blasfemia  del  nombre  divino,  f  82- 
Pecan  los  que  tienen  mal  afecto,  i  mala  costum- 
bre de  jurár,  sin  propósito,  i  sin  nozcsidád,  para 
cosas  vanas,  i  de  ninguna  importanzia,  sinó  con 
temeridád,  i  menosprczio  del  juramento. 

Dionisio.  Ya  se  puede  ver,  por  lo  que  habéis 
dicho,  cuál  es  la  verdadera  doctrina,  d'cstc  sc- 


*  '>Los  que,  en  un  renfildn, 
lian  vintaih  un  cnamnrarlo 
dislntiiio  ,  í,  rn  otro ,  hazcn 
un  sr.nnonzico  cris/iano,  que 
es  nn  coiiirnto,  i  un  Tcqnio, 
oírle,  o  /í-í//e.>i— Podría  aña- 
dirse, nlií,  ron  Zurvantos: 
pues  hai  maniricsla  alusiiín, 
mn  parcZc  ,  en  ése  paso  ,  a¡ 
gran  rt>pucsto,  i  casi  riqueza 
inagulable,  del  ramo  de  nues- 
tra Literatura  poética  anti- 
RUR  ,  que  comprende  Farsas, 
Autos,  Rclazioncs  ,  Historias, 


Ilomarzcs,  Canziones  ,  Tro- 
vas ,  i  Santorales  ,  i  Loas,  i 
Zcrt.Amcnc« ,  a  lo  divino ,  i 
burlesco  ;  donde,  a  raudales, 
derramaron  copia  de  sales  in- 
jcniosas  los  poetas  antiguos 
de  líspaoa  :  i  Ioí  imitaron, 
después,  sin  escrúpulo,  ni 
modo,  liasla  nuestros  prime- 
ros Poetas  flóri;;os,  mas  en- 
cumbrados, que  vinieron, des- 
pués que  acababan  los  Inqui- 
sidores, de  martirizár  al  Doc- 
tor Constantino. 


102  'A  DEL  TERZERO  ^ 

gundo  Mandamiento:  i  conténtame  mucho,  esta 
manera,  que  lleváis,  de  dar  la  razón,  del  orden 
d'estos  mandamientos,  i  por  qué  uno,  ?e  sigue 
tras  otro.  Asimismo,  aquella  explicazión,  de  có- 
mo el  negativo,  presupone  su  afirmativo :  i  los 
ejemplos,  que  ponéis,  de  por  parte  de  afirmati- 
vo, i  de  negativo:  i  parézcmc,  que  lo  debéis  de 
seguir  en  lodos.  Porque,  aunque  parezca  pro- 
lijo, i  pesado,  i  contezca,  que  una  misma  cosa, 
so  repite  en  muchos  mandamientos,  i,  a  las  ve- 
zcs,  en  uno;  hazc  mucho  al  caso  esto,  para  los 
que  no  son  tan  ejerzitados,  i  han  menester  mui 
gran  dcciarazión :  i  que  se  dcszienda  con  ellos 
mui  a  lo  particulár.  Seguí,  agora,  vuestra  doctri- 
na, I  dezid  del  terzero  mandamiento. 

Del  ierzero  Mandamiento  de  la  Leí,  i  último  de  la 
primera  Tabla. 

CAPITULO  XXVI.  . 

Amdrosio.  K1  terzero  Míindamiento,  en  orden, 
es  el  último  de  los  tres,  de  la  primera  Tabla, 
en  que  se  acaba  de  enseñar,  e  instruir  el  hom- 
bre, en  cómo  se  ha  de  haber  en  el  servizio,  i 
honrra  del  Señór. 

Dionisio.   Dcclarád  mas  eso. 

AirBROSio.  Quiero  dezir ,  que  en  el  primer 
Mandamiento,  se  dijo,  qué  tal,  hablado  sér  el 
corazón  del  hombre,  para  con  Dios:  en  el  se- 
gundo, qué  tales,  han  de  ser  sus  palabras:  en 
el  terzero,  se  dize,  qué  tales  han  de  sér  todas 
las  obras. 


'A  1U.^DA3IIEST0.  S  103 

D.'osisro.  Esto  quiero ,  que  me  declaréis  mas 
llanamente:  porque  este  Mandamiento,  es,  de 
la  sanctiGcazióa  de  la  üesta:  i,  por  esta  parte, 

pcrteneze  solamente,  a  la  honrra  de  Dios.  fiiL 
Quiero,  agora,  que  me  digáis,  cómo  aquí  el 
hombre  es 'enseñado,  en  qué  manera  se  ha  de 
haber  en  todas  las  otras  obras.  O,  si  entendéis, 
solamente  de  las  obras,  que  pcrteneszen  a  la  re- 
relijión,  i  honrra  de  Dios 

AjffiROsio.  Lo  que  yo  entiendo  *  d'esto,  cuan- 
do mi  Maestro  me  lo  enseñó,  es:  qae  no  es  otra 
cosa  « sanctificár  las  fiestas ,  i  sinó  habér  ziertos 
días,  que  los  Fieles,  serialan,  i  ofreszen  al  culto 
divino  :  el  cuál  consiste ,  en  que  la  Iglesia,  con- 
curra, a  las  públicas  zerimonias,  que  san  sta- 
tuidas,  i  señaladas,  para  que  esteriormente. 
Dios  sea  reconoszido,  acatado,  i  reverenziada ;  i 
muestren  todos  los  fieles  la  obedienzia,  que  en 
esto  tienen,  i  con  bueno,  i  sancto  ejemplo,  se 
provoquen  unos  á  otros.  Que  en  estos  tales  días, 
señaladamente,  sea  honrrado,  llamado,  e  invo- 
cado, i  servido,  con  palabras,  i  con  obras,  de 
verdadera  fé ,  i  de  verdadera  caridád :  i  que,  en 
ellos,  la  Iglesia  se  junte  a  oír  la  palabra  Divina,  ^ 
por  la  cuál  ha  de  ser  alumbrada,  i  guiada,  en 
todas  las  otras  cosas.  I,  por  esto,  se  dize,  que 
en  este  Mandamiento,  es  instituido,  el  hombre, 
de  cómo  se  ha  de  habér,  en  todas  las  otras  co- 
sas, para  con  Dios.  Porque,  no  solo  es  enseña- 


l  Todo  este  periodo ,  atri- 
buido a  Dionisio,  está  con- 
fuso :  pero ,  no  he  ereido  lízi- 
to,  el  Toriarle,  modificándole, 


a  mi  Tolmtád  con  an  ñ.  Le 
he  dejado,  paes,  intacto. 

'  Pareze,  q:ie  debería  de- 
zir,  enlindl. 


104  'A  Dtr.   TKUZEÜÜ  ^ 

do,  en  cómo  lo  lia  de  honrrár  cxferiorraente; 
cómo  ha  de  tener  ziei  to  culto,  i  zerimonias,  con 
que,  en  la  congregazlón  de  los  otros,  dé  señal, 
i  profesión  de  su  Fé;  cómo  lo  ha  de  confesár; 
cómo  lo  ha  de  llamár,  e  invocár,  para  ser  ampa- 
rado, i  favorezido  d'Él; — mas  también,  avisa- 
do, i  enseñado,  que  en  estos  tales  dias,  ova  '  la 
doctrina,  i  palabra  de  Dios,  de  la  cuál,  ha  do 
deprender,  el  verdadero  uso,  i  fin,  de  todas  las 
otras  obras. 

Dionisio.  Muibién  habéis  declarado,  qué  quiere 
dezlr,  «sanctiQcar  la  fiesta:»  i  qué  quiero  dezir, 
«ofrezerlo  al  Señór.»  Mas  quiero  también  que 
me  digáis,  por  qué  sa  manda,  que  en  este  tál 
Fo!.  84.  dia  no  se  haga  obra  servil:  i  qué  quiere  dezlr, 
obra  servil. 

Ambrosio.  Obra  servil  es  aquella,  en  que  mío 
trabaja,  o  haze  trabajár  a  otro  corporalmente, 
sin  la  nezcsidád,  o  caridad,  (porque,  muchas 
vezes,  se  puede,  i  debe  permitir,  semejante  tra- 
bajo); sinó,  por  solo  respecto,  de  ganar  algo,  o 
por  tener  en  poco,  lo  que  la  Iglesia,  en  los  tales 
dias,  haze.  Estas  obras  prohibió  Dios,  en  el  día 
del  sábado,  no,  porque  entonzes,  de  sí,  fuesen 
malas,  ni  agora  lo  sean;  sinó  porque  el  hombre, 
se  hallase  desembarazado,  para  la  verdadera,  i 
spirituál  sanctificazión  de  la  fiesta.  Porque  como 
61  está  en  este  mundo,  como  en  destierro,  i 
para  ser  mantenido,  en  él,  del  trabajo,  i  sudor 
de  sus  manos,  da  se  le  lugar,  en  los  otros  dias 

4  Oya',  por  oiga.  Vea,  ca-  paña^  para  que  se  congrega 
da  uno  de  los  Fieles  ,  en  Es-      )&s  días  festivos. 


'A  MANDAMIENTO.  7»  "  105 

para  que  trabaje,  i  busque,  lízitos,  i  honestos 
módios,  con  que  pueda  mantenerse ^  a  sí,  i  a  su 
familia,  i  socorrer,  al  que  tuviere  iiezesidád,  i 
que  no  lo  robe,  ni  lo  adquiera,  por  maldád,  ni 
por  engaño.  Mas,  porque  entendiendo  siempre, 
en  esto,  i  empleándose,  del  todo]  en'  el  cuidado 
del  cuerpo,  i  do  lo  que  a  esta  presente  vida  per- 
tenesze,  podría  suzedcr,  que  se  olvidase  de  Dios, 
i  de  la  vida  spirituál ,  la  cuál  es  nczcsária,  para 
gozár  de  otra  mejor,  i  mas  verdadera,  i  mas  lar- 
ga vida; —  señálasele,  zierto  tiempo,  i  día,  el 
cuál,  sea  como  dezmado,  i  ofreszido  a  Dios,  en 
que  se  desembarazo,  de  todos  los  otros  cuida- 
dos, [i]  extcriór,  c  interiormente,  baga  rcconos- 
zimiento ,  al  Señór,  que  lo  crió ,  i  lo  sustento,  en 
este  mundo,  i  le  tiene  prometidos,  grandes,  i 
eternos  bienes.  I,  que  para  esto,  se  junte  con 
los  otros  miembros,  de  la  Iglesia  donde  se  ha- 
llare, en  scñál,  que  tiene,  una  misma  obcdien- 
zia  con  ellos:  resziba  doctrina,  i  mantenimiento 
spirituál,  para  su  ánima:  vaya  enseñado ,  para 
obrár  todas  sus  cosas,  con  fé,  i  obedienzia  del 
Señór  :  sococorra  la  nczesidád  de  sus  prójimos:  Fui 
ofrezca  sacrifizios  spiritualcs  de  orazión,  i  de 
grázias:  conosziendo,  i  confesando,  que,  por  su 
pecado  era  perdido ,  i  condenado  desde  su  na- 
zimiento:  i  que  los  trabajos  d'esta  vida,  i  los 
sudores,  i  ejerzizios  de  sus  manos,  eran  ira  de 
Dios,  i  maldizión  de  su  pecado:  i,  que  por  me- 
dio de  Jcsu  Cristo,  Unijénito  Hijo  suyo ,  Rcdemp. 
tór,  i  Señór  nuestro,  se  ha  vuelto  todo,  al  revés: 
que  su  pecado  es  perdonado:  i  la  cruz,  i  tra- 
bajo, de  su  destierro,  es  tornada  en  bondizión» 


lOC  DEL  TERZEnO  J§ 

si  ól  la  quiero  sufrir  en  pazicnzia,  i  en  fé,  i 
amór  del  Scñór.  I ,  que ,  do  aqui,  conozca  cuan- 
to debc[a|  Aquél,  que  no  solo  lo  sustenta,  i  lo 
bcndize,  en  los  trabajos  d'cstc  mundo  ,  mas,  al 
fin  d'ellos,  lo  espera,  con  quietud,  i  holganza, 
que  nunca  ha  de  tener  fin. 

Dionisio.  Ilabeislo  declarado,  mui  a  mi  con- 
tento, i  mui  verdaderamente,  i,  zicrtamcntc, 
aquella  es  verdadera  fiesta,  i  donde  verdadera- 
mente se  huelga,  en  la  cual  se  hizicren  tales 
considerazioncs,  tan  dulzes,  i  tan  sabrosas:  i  de 
donde  tanta  recrcaziún,  i  descanso,  se  lleva, 
para  el  trabajo  de  los  otros  días.  I  agora  se  en- 
tiende mcjór,  lo  que  al  prinzipio  dejistes:  Que 
aunque  esto  Mandamiento,  paresze,  que  sola- 
mente contiene,  las  obras,  que  perteneszcn,  al 
culto,  I  honrra  de  Dios;  tiene  también  doctrina, 
i  enseñamiento,  de  todas  las  obras  del  hombre. 
Pues  en  semejantes  días,  se  haze  una  como  pro- 
visión de  doctrina  de  conoszimicnto ,  i  alivio, 
para  todos  los  trabajos,  i  todas  las  obras,  en  que 
el  hombre  ha  de  pasár  esta  vida.  Grandes  miste- 
rios tiene  este  mandamiento,  mui  spirituales,  i 
mui  provechosos.  No  sé,  si  vuestro  Maestro,  os 
dijo  algo  d'ellos. 

Ajicaosio.  Dijomc,  quo  aquí  estaban  enzerra- 
dos  grandes  secretos:  mas,  que  por  cstónzes, 
no  quería  tratúr  d'ellos,  hasta  que  yo  estuviese 
rol.  80.  cjerzitado  en  la  guarda  do  este  Mandamiento, 
conforme  í  le  declarazión,  que  61  me  daba,  que 
es,  esta  misma,  que  he  hecho. 

Dionisio.  Hizo  mui  bién,  i  mui  azertada- 
mcntc;  porque  hai  muchos,  que  luego  quieren 


í<  MANDAMIENTO.  ?»  1  07  1 

sabór,  i  ponór  en  obras,  las  cosas  mui  subidas 
de  spíritu,  i  de  grandes  sentimientos,  dejando 
de  cumplir,  lo  que  los  mandamientos  de  Dios,  a 
la  letra,  i  claramente,  piden.  I,  no  solo  deján- 
dolo de  cumplir,  mas  siendo  mui  inhábiles,  para 
las  tales  obras,  i  aun  burlando  d'ellas,  i  tcnión- 
dolas  en  poco.  Vuestro  Maestro  os  aconsejó  mui 
bión,  que  os  cjcrziteis,  en  la  ejccuzión  d'cstc 
Mandamiento,  según  la  dcclarazión,  que  él  os 
dió:  que  dcspuós,  todo  eso  otro,  se  puede  entcn- 
dér,  i  en  tiempo,  que  so  saque,  d'ello,  verda- 
dero provecho.  Porque,  a  hazerlo  al  rcvós,  como 
muchos  lo  hazen,  ni  quedariades  con  lo  uno,  ni 
con  lo  otro,  sinó  con  engañár  a  vos  mismo,  i  a 
otros.  Agora ,  dezídme  las  obras,  con  que  este 
Mandamiento  se  guarda,  i  las  contrárias,  con 
que  deja  de  ser  guardado. 

Ambrosio.    Las  obras  de  este  I\Iandamiento  obras  aoi  ter- 
sen: oír  la  palabra  de  Dios:  favoreszér  al  minis-  ^^au- 
trod'ella:  usár  de  los  sacramentos  rectamente: 
provocár  a  otros  con  su  buen  ejemplo :  concur- 
rir, en  los  días  de  la  Fiesta,  al  oGzio  divino:  te- 
ner ejerzizio  de  orazión,  de  obras  de  caridád,  i 
de  sanctos,  i  buenos  ejemplos.  Las  obras  contra  obras  contrá- 
él,  son:  menosprézio  de  la  palabra  do  Dios:  de  riasaitcrzcro 
las  públicas  zerimonias :  no  usár  de  los  sacra-  '^^^"'ian"'-"''»- 
montos:  usár  indebidamente  d'cUos:  instituir  re- 
lijiones  vanas,  i  supersliziosas:  dár  malos  ejem- 
plos, el  dia  de  la  Fiesta,  para  que  otros  no  hagan 
lo  que  son  obligados  en  semejantes  días:  hazér 
obras  serviles,  que  embarazan ,  e  impiden  al 
hombre,  para  hazér  aquello,  a  cuyo  fin,  prin- 
zipalmente,  la  Fiesta  es  instituida. 


i  08        "ifs  DEL  CUAÍlTO  MANDAMIKMO  ?í 

Dionisio.  iVo  es  mcncstór,  quo  paséis  adelan- 
te. Solamcnle,  me  responded,  a  una  cosa:  i 
es,  ¿qué juzgáis,  yos,  de  muchos,  que,  aunque 
en  el  día  de  la  Fiesta  no  trabajen,  ni  dejan  de 
oír  misa,  vemos,  cuán  mal  oyen  la  misa,  i  cudn 
sin  fructo,  i  cuan  peor  el  sermón?  I  aquella 
hora,  i  aun  lo  mas  del  día,  so  les  pasa,  en  vanos 
pensamientos,  en  feos,  i  torpes  ejemplos,  en 
dar,  en  todas  sus  cosas,  grandes  muestras  de  su 
locura,  en  juegos,  en  blasfemias,  en  glotone- 
rías *;  i  en  otras  muchas  cosas,  que  están,  por 
nuestros  pecados,  tan  públicas,  i  sabidas,  que 
no  esmenestér,  que  yo  aquí  las  repita.  ■ 

Ambrosio.  Digo,  que  aunque  [aj  aquellos  ta-' 
les,  la  Iglesia  no  los  castigue,  porque  pareze, 
que  cumplen,  con  lo  exterior  d'este  Mandamien- 
to; tienen  otro  Juéz,  que  los  castigará;  i  a  quién 
darán  cuenta  del  spirituál  cumplimiento,  de  la 
sanctiñcazión  de  la  Fiesta. 

Dionisio.  No  es  menester',  que  gastéis  mas 
palabras:  que  por  lo  que  habéis  diclio  ,  se  conos- 
ze,  que  lo  tenéis  mui  bien  entendido.  Dezíd  del 
cuarto  Mandamiento.    ■ '    ■  ■"'      •  •• 

Del  cuarto  Mandamiéntó  de  la  Lei ,  i  'primero, 
de  la  segunda  Tabla. 

CAPITULO  XXVII..  ^^.iii;7  ..j.-:,.^ 

Amdrosio.  En  el  cuárto  Mandamiento ,  co- 
mienza la  segunda  Tabla,  en  la  cuál,  el  hombre 


I  Glutonen'as,  en  el  antiguo  impreso  ,  por  arciismo. 


'.A  DE  i.A  i.ni.  ?»  109 
es  enseñado,  en  cómo  se  ha  de  liaLér,  con  los 
otros  hombros.  Qué  respecto  los  lia  de  tcnór.  Qnk 
obras  ha  de  hazór.  I  de  cuáles,  so  ha  do  guardar, 
para  no  ofenderlos.  I,  porque  lo  prinzipál,  que 
entro  los  hombres  conserva  la  paz,  i  el  orden 
que  Dios  les  ha  puesto,  es  la  obedienzia,  i  sin 
esta,  ningún  otro  bién  podría  tenór  lugar;  co- 
mienza a  tratar,  d'ella,  el  cuarto  Mandamiento, 
i  primero,  d'esta  segunda  Tabla:  en  el  cuál,  el 
Señor  nos  manda,  que  honrremos  a  nuestros  ^o'- 
Padres.  I,  porque  este  vocablo  honrrár ,  tiene 
mui  grande  significazión ,  mándasenos  aqui,  que 
no  solo  les  tengamos  obedienzia,  así  liviana- 
mente, sino,  que  les  tengamos,  un  grande  res- 
pecto, i  acatamiento:  como  a  instrumentos,  a 
quien  Dios  escojió,  para  darnos  sér  en  este  mun- 
do. I  asi,  nos  habernos  de  preziár,  i  conten- 
tar d'ellos ,  de  cualquier  linaje,  i  condizión, 
que  sean,  como  de  cosa  dada,  i  escojida  de  la 
mano  de  tal  Señor,  e  para  tan  grandes  fines,  i 
efectos.  Ilabómoslos  do  socorrór,  en  sus  nczesi- 
dades,  e  trabajos,  con  grande  amór,  i  pazienzia, 
si,  alguna  vez,  nos  fueren  difiziles,  i  enojosos. 
Porque,  en  esta  honrra,  que  aquí  se  nos  pide, 
se  enzierra  un  singulár  agradeszimionto,  que 
habernos  de  tener  á  nuestros  Padre?,  e  una  paga 
igual,  de  lo  que  por  nosotros  hizieron.  Ellos 
nos  cnjcndraron,  i  después  de  Dios,  nos  die- 
ron sér:  criaron  nos,  i  sustentáron  nos,  con 
grande  trabajo,  i  cuidado,  i  con  mucho  su- 
frimiento, de  nuestra  niñéz,  i  de  nuestras  igno- 
ránzias,  i  pesadumbres.  Justo  es,  que  resziban 
de  nosotros,  iguál,  i  aun  mayor  benefizio,  si 


tío        "A  DEL  CUAniO  MVND.UIIENTO  ^ 

mnyór  lo  pudiese  haber,  que  el  ser  que  d'ellos 
rcszcbimos.  Que,  como  ellos  nos  amaron,  los 
ameraos:  como  tuvieron  grande  cuidado  de  nos- 
otros, asi  lo  tengamos  d'ellos:  que  los  sustente- 
mos, como  nos  sustentaron:  i  que  tengamos 
siempre  en  la  memoria,  cuántas  cosas  nos  su- 
frieron, i  con  cuánto  amór,  i  pazicncia:  i  co- 
nozcamos, que  ningún  trabajo,  ninguna  pesa- 
dumbre, nos  pueden  dár,  con  su  pobreza  ,  con 
sus  enfermedades,  con  su  condizión,  o  con  su 
edád;  que  pueda  igualár,  con  el  que  nosotros 
les  dimos,  i  con  todas  las  ignoránzias,  i  porfías, 
i  desvarios,  que  suelen  acompañár,  la  primera 
edád  en  que  nos  criaron.  I  que,  sobre  todo,  re- 
I.  so.  •verenzlcmos  en  olios ,  aquella  ^  superioridad, 
que  Dios  quiso,  que  tuviesen  sobre  nosotros. 

Dionisio.  Hasta  ahí,  todo  está  bien  dicho: 
resta  que  digáis,  si  este  Mandamiento  se  extien- 
de a  otras  personas  algunas,  o  solamente  com- 
prehende,  ú  los  Padres  naturales. 

A  cuales  personas  se  ha  de  cxlcndér,  lo  que  pide 
el  cuarto  Mandamiento. 

CAPITULO  XXVIII. 

Aotrosio.  Como  este  Mandamiento  sea  de 
obedienzia,  i  no  de  cualquier  obedienzia,  s¡- 
nó  de  aquella,  que  es  menester,  para  con- 
scrvár  el  conzierto,  i  paz,  que  Dios  tiene  pues- 
ta, i  pide,  que  haya  entre  los  hombres;  cla- 
ro está  que  se  extenderá,  a  todos  aquellos, 
que,  para  este  fin,  son  superiores,  i  como  pa- 


«.  DE  LA  LEI.  9»  111 

dvcs.  I  asi  habernos  de  cntendór,  que  cu  esto 
Mandamiento,  está  mandado  ,  que  honrrcmos,  i 
obedezcamos,  a  nuestros  superiores  todo?.  Que 
los  vasallos,  obedezcan  a  sus  Reyes,  a  sus  Se- 
ñores, a  sus  Ministros,  i  a  sus  Justizias:  la  mu-  ■ 
jór,  al  marido  :  los  siervos  al  Señór:  los  diszípu- 
los,  lionrren,  i  sean  agradcszidos  á  sus  Maestros: 
i  todos  estos,  a  los  Perlados,  i  Ministros  de  la 
Iglesia,  por  quien  son  encaminados,  i  enseña- 
dos, para  el  conosziraiento,  i  servizio  de  Dios. 
Porque,  todos  estos,  tienen  razón  ,  i  ofizio  de 
padres,  para  con  los  otros.  Los  Prinzipes  i  Jli- 
nistros  de  la  Justizia,  nos  substentan  en  paz  ,  i 
en  concordia:  el  Perlado,  paresze,  que  cnjendra 
do  nuevo  al  subdito,  enseñándole  fó,  i  cono- 
zimiento,  del  servizio  del  Señór:  el  Maesiro,  pa- 
resze, que  da,  uno  como  nuevo  ser,  al  diszipulo: 
el  Señór,  es  como  padre  de  su  familia:  i  asi  se 
puede  ir  discurriendo,  por  todos  los  demáí.  I, 
por  esto,  no  solo  se  Ies  debe  honrra,  i  aca- 
tamiento de  exteriores  zerimonias,  mas  tam-  Foi. 
bién  de  lengua,  de  comedimiento,  do  rcconos- 
zér  la  superioridád,  i  ventaja,  que  Dios  les  quiso 
dár:  de  no  perseguir,  e  infamar  sus  faltas,  si  al- 
gunas les  conosziéremos:  de  tener  respecto,  i  es- 
tima, al  oOzio,  i  cargo  que  tienen. 

Dionisio.  Satisfecho  habéis,  a  mi  pregunta. 
I  aunque  esta  materia,  se  podría  asaz  dilatár,  i 
no  sin  mucho  provecho ;  no  seré  sinó  mui  bre- 
ve, en  dczir  mi  pareszér,  azerca  d'olla,  pués 
el  tiempo ,  no  da  lugar  a  otra  cosa.  Mui  bién 
apuntastcs  la  razón,  porque  todos  aquellos,  que 
nombrastes ,  son  comprehendidos  en  este  Man- 


112        'A  DEL  CUARTO  JrAXDAMIEíCXO  ^ 

damienlo,  que  es,  por  la  imitazióu,  i  razón, 
que  tienen  de  padres.  I  asi,  la  honrra,  que  este 
Jlandamicnto  dizc,  que  ss  les  debe;  tiene  tres 
grados,  los  eualos,  diré  yo,  njora,  algo  mas 
claro ,  que  vos ,  aunque  todo  se  puede  sacAr  de 
vuestras  p.alabras.  El  primero  es :  que  habernos 
de  acatar,  i  estimaren  mucho,  la  prosenzia  de 
Dios  en  ellos,  dándole  muchas  grázias,  por  tal 
providenzia,  e  misericordia,  como  usa  con  nos- 
otros, en  darnos  aquellos,  por  sus  Ministros. 
'  Porque,  todos  los  que,  vos,  dcjistes,  no  son,  sinó 
unos  Ministros  del  Señor,  que  representan  su 
prescnzia ,  su  autoridad,  i  su  favor ;  i  a  quien 
Él  ha  cometido  sus  vezes.  Porque  el  oGzio  de 
Dios  es,  darnos  ser:  hazernos  merzéd  de  conos- 
zimiento,  de  fé,  i  de  amor,  para  con  Él  mismo: 
dar  nos  sustentamiento  en  esta  vida:  industriar- 
nos, para  el  remedio  de  nuestros  trabajos  :  ad- 
ministrarnos paz,  i  justizia.  De  lo  cuál  todo.  Él 
haze  Ministros,  a  aquellos,  de  quien,  vos,  he- 
zistes  menzión.  I  a.si,  so  les  debia,  el  primér 
grado  de  honrra,  que  yo  dije  :como,  aque- 
llos, que  representan,  la  hondád,  i  presenzia  del 
Señor :  i  ésta  habernos  de  reverenziár  en  ellos, 
i  tenerla  siempre  en  nuestra  memoria.  El  se- 
Foi.  91.  gundo  grado  de  ''honrra,  que  a  estos  todos, 
se  les  debe,  es,  obedienzia:  como  a  persona 


i  Asi  el  impreso  antiguo,  i 
no  pienso ,  que  sea  errata, 
por  personas.  Por  lo  demás, 
jiara  cuanto  ha  dicho ,  i  va 
Hiziendo  el  Dr.  en  este  Capí- 
tulo sobre  Pastores,  i  Mitiis- 
Iros ,  i  la  honrra,  que  mcre- 


zcn  ;  todo  ello  ,  se  entenderá 
nr-jór ,  leyendo  con  ríefen- 
zión,  clCapítuloX,  del  Evan- 
jelio  do  s.  Juán,  donde  ,  al 
rebatir  nuestro  Señór ,  la  ira- 
putazión,  que  se  ¡o  hizo  en 
el  IX,  24,  de  ser  un  impos- 


5S.  HE  LK  LEI.  ?»  113 

a  quien  Dios  dió  dignidád,  i  supcrioricLid  sobre 
nosotros:  i  dones  de  sabiduría,  i  de  podér:  i  de 
las  cosas  ,  de  que  tenemos  nczcsidád.  I  supli- 
carle, que  siempre  los  envió  talos,  que  bagan 
el  ofizio  para  que  son  enviados:  quo  los  conser- 
vo, i  guarde,  como  a  instrumentos,  i  ministros 
de  su  Providenzia.  El  terzcro  grado  de  honrra  es: 
no  disminuir  su  autoridild,  infamándolos,  por 
los  defectos  que  en  ellos  conosziéremos,  o  a  nos- 
otros se  nos  antojaren.  Antes,  conoszcr,  que  si 
faltas  hai  en  ellos;  nuestros  pecados,  i  ofensas, 
han  mereszido,  que  no  los  tengamos  m.cjorcs:  i 
sufrirlos,  en  pazienzia,  como  la  cruz  puesta  por 
mano  del  Señór,  sobre  nuestros  hom.bros,  para 
aviso,  i  castigo,  de  nuestras  maldades.  I,  zierta- 
mente,  importaba  mucho,  que  este  Prezepto,  por 
ser  (si  bi6n  lo  consideramos)  jcnerál  a  toda  obc- 
dienzia,  fuese  mui  tractado,  i  mui  enseñado,  a 
todo  jénero  de  hombres.  Mas,  quiero  acabar,  con 
dczir  solam.ente  una  cosa,  que  no  creo,  a  vues- 
tro Maestro  se  le  olvidó,  i  es:  que  asi  como  este 
Prezepto  pide  obcdienzia,  a  toda  manera,  i 
suerte  de  hombre,  por  la  forma,  i  manera  que 
habcmos  declarado;  asi  por  un  secreto  camino  ^ 


l  ír;  muestra  con  c=n  alcgriría 
pnslorúl,  qvio  nada  buscaba, 
sino  jl  bcccrizio  del  pueblo: 
que  Kl  fué  el  verdadero  Pas- 
tór,  i  Mesías:  que  los  que  se 
llamaban  Pastores ,  i  exco- 
mulgaban, a  los  que  le  rcco- 
nnzlan  por  el  Mesías;  eran 
cnscñarlorcs  falsos,  c  impo<i- 
tnrcs,  que  lejos  de  buscar  Kl, 
su  interés  rropio,  romo  liazc 
un  impostor  -.  buscaba  solo  el 
bién  del  pueblo,  i  daba  por 


ellos  la  vida:  i  que  solo  mc- 
rczen  cl  nom_brc  de  Pnsíores, 
los  quo  de  Kl  lian  aprendido, 
i  prcdiran  su  docirina. 

1  Gran  fuerza  tiene,  a  mi 
ver,  este  modismo  del  Doc- 
tór.  Porque,  sentando,  que  es- 
te iirc:c¡!ln  de  la  ohcdtcnzin, 
es  un  .^errctn  inndn  Ican^innj 
de  e.rijtr  ipcdirl,  >m  dchúr  im- 
preszindiblc  de  los  Supurio- 
res; — vino  a  dezlr  a  Carlos  V, 
i  a  Felipe  II.,  i  a  los  Prcla- 

S 


114  DEL  CUAUTO  ÍFANDAMIETO 

pido  a  todos  los  Superiores,  la  manera,  en  qiio  so 
han  de  haber  con  los  súliditos.  De  manera  que 
no  es  menos  obligado,  a  este  Mandamiento,  el 
padre,  al  hijo;  i  el  superiór,  al  subdito;  i  el  ma- 
rido, a  la  mujer:  i  el  señor,  al  siervo;  que,  por 
lo  contrario:  aunque,  por  otra  considcrazión: 
la  cuál  está  cubierta  en  el  mismo  Mandamien- 
to. Porque,  cuando  se  dize,  que  el  hijo  lionrrc, 
i  obedezca  al  padre;  cntióndese,  que  es  por  ra- 
zón del  ofizio,  que  el  padre  tiene  para  con  el 
hijo,  que  es  no  solo  ser  padre  natural,  mas  tam- 
bién, tenér  cuidado  de  su  crianza,  i  de  sus 
Fol,  92.  costumbres:  f  do  cjerzitarlo  en  virtud,  i  conos- 
zimiento  de  Dios.  Donde  claramente,  hablando 
con  el  hijo,  se  le  pide,  al  padre,  ofizio  del  Pa- 
dre. I,  en  pedir  al  subdito  que  obedezca,  i 
honrrc  al  Perlado,  se  le  dá  a  entender  al  Per- 
lado, los  dones,  que  ha  de  tenér,  para  ser  Per- 
lado. La  dilijenzia,  la  szienzia  ,  i  el  zclo,  que  se 
ha  de  hallár,  en  el  Pastor;  de  las  ánimas  que 
tiene  a  cargo.  Esto  es,  lo  que  también  a  él,  se 
'  le  pide,  en  este  Mandamiento:  lo  cuál,  si  no 
tiene,  sepa,  que  no  es  llamado  de  Dios,  para 
tal  ofizio.  Por  este  mismo  camino,  se  le  pide  al 
Prinzipc  lo  que  se  requiere,  para  el  gobierno, 
para  la  justizia,  i  la  paz  de  sus  vasallos.  I,  al  Mi- 
nistro de  la  justizia,  la  szienzia,  i  guarda  de  las 
Leyes:  la  fiél  cjccuzión  de  laverdád.  Por  ésto 
camino,  podríamos  ir  discurriendo  por  el  ma- 


dos,  i  a  los  Tciílogos  autori- 
zados de  su  tiempo:  "Por 
secreto  modo,  me  es  pcmi- 
lido ,  llariiir  viicslra  nlcn- 
lión:  mirád  bión,  lo  que  ha- 


zcis,  c'c.»— Véase  adelante. 
Pero  ellos,  no  hizieron  mas, 
que  cojér,  i  prender,  i  matar 
a¡  Doctor. 


cuarto  m 
damicntn 


DE  lA  LEI.   ?»  115 

ritió  pnra  con  la  miijór:  i  por  todoK  los  estados. 
Mas,  porque  pasemos  adelanto,  i  porque  esto 
basta,  para  quien  tanta  afizión  tiene,  de  guar- 
dar los  Mandamientos  de  Dios,  como,  vos,  mos- 
tráis; acabaremos  con  que,  vos,  en  breve  sum- 
ma,  contéis  algunas  de  las  obras,  que  este 
Mandamiento  requiere,  i  los  pecados,  que  con- 
tra él  se  cometen :  como  habéis  hecho  en  Ins 
otros  Mandamientos. 

Ambrosio.  Las  obras  d'este  Mandamiento  '^'^"s 
son,  las  que,  en  summa,  se  han  dicho,  en  la 
explicazión  d'él ,  que  es ,  no  solo  tener  cxtc- 
riór  acatamiento,  mas  también  interior,  a  los 
padres  naturales  ;  a  los  espirituales:  i  ministros 
del  Evanjelio;  a  los  Prínzipes  ,  i  Gobernadores 
de  la  paz  i  justizia  temporál :  las  mujeres ,  a 
sus  maridos:  i  Siervos,  al  Señor.  Perqué,  lo- 
dos estos,  son  ministros  de  su  Providcnzia, 
[mándasenos  J  •  los  obedezcamos,  hasta  en  tan- 
to, que  manden,  cosa  contra  el  servizio  suyo. 
Porque ,  en  mandando  esto ,  luego  dejan  de  ser 
sus  ministros.  Donde  mas  claramente  se  en- 
tiende, cuánto  quiere  Dios,  que  los  honrrc-  Foi.03. 
mos  ,  cuando  no  mandan  ,  cosa  contra  su  servi- 
zio. Pecan  contra  esto  Mandamiento ,  los  que  obras  contr.i- 
menosprczian  a  sus  padres :  los  que  se  afrentan  ['^^ 
del  linaje,  o  bajeza  de  ellos:  los  que  los  niegan, 
por  hazersc  de  otro  linaje,  o  por  otro  cualqu¡6r 
interese :  los  que  no  los  obedezca ,  en  lo  que 
justamente  mandan:  los  que  les  responden  des- 


Mandamiento 


'  Se  suple  isa  voz,  por  tal-  descuido,  o  errata  ,  en  el  ini- 
tár,  o,  otra  semejante,  por      preso  antiguo. 


tlG  "f.  DFX  ciiAnro  mandamiento  ?? 
acatadamente:  los  quo,  on  presencia,  o  en  au- 
scnzia,  lial)lnn  fnal  d'cllos;  los  que  descu- 
bren ?us  faltas:  los  que  hurlan,  i  escarncszcn 
d'ellos:  los  que  menospre/ian  sus  razones,  i  au- 
toridád :  los  que  los  desamparan  en  los  trabajos, 
¡  nczesidadcs.  Pecan,  los  subditos,  que  menos- 
prezian  las  Leyes  de  los  Superiores:  que  les 
niegan  los  tributos,  que  se  les  deben  ,  o  los  de- 
fraudan en  la  paga  d'ellos:  los  que  los  infa- 
man, i  son  causa,  quo  el  pueblo  los mcnospre- 
zic:  los  que  son  scdiziosos,  i  alborotadores  con- 
tra ellos.  Con  estos  mismos  pecados,  quebran- 
tan la  guarda  de  este  Mandamiento,  los  quo  los 
cometen,  contra  los  ministros  de  la  Iglesia.  To- 
do esto  so  entiende,  según  la  parte  de  la  auto- 
ridad, e  jurisdizión,  que  cada  uno,  tiene  sobre 
su  subdito.  Porque,  en  una  manera,  es  la  del 
marido,  con  la  mujer:  en  otra,  la  del  maes- 
tro, con  el  diszipulo:  en  otra  la  del  padre,  con 
el  hijo.  Aunque  a  todo?,  jcncralmcnte,  se  les 
debe,  acatamiento,  i  gratitud.  I  si  algunas  dife- 
-renzias  bai,  de  unas  obedienzias,  aotra.s,  serán 
mui  lijeras  de  conoszér,  al  que  tiene  afizión  a 
guardar  el  Jlandamiento  de  Dios.  Los  Superiores 
pecan,  si  no  guardan  la  regla,  que,  en  el  prin- 
zipio  dije.  El  padre,  que  no  tiene  cuidado  de 
criAr  a  su  liijo:  que  no  lo  ama,  como  a  fructo, 
que  Dios  le  dió:  que  no  lo  encamina,  e  indus- 
tria, a  que  obedezca  los  Mandamientos  de  Dios. 
El  Prínzipe,  que  pone  injustas  leyes:  que  no 
Foi.  üi.  haze  ejecutar  las  justas,  que,  con  tiranía,  toma 
lo  que  no  le  deben  los  subditos:  que  permite 
malos  ministros :  que  se  deja  corrompér  por 


^  DE  LA  LEI.  ?S  117 

favores,  por  gr;\zia,  o  por  desamór,  o  por  dádi- 
vas, o  por  intereses.  Por  estos  mismos  caminos, 
ofenden  los  otros  Ministros.  I,  de  aquí  se  veo, 
por  que  manera  lo  quebrantan,  los  Perlados 
eclesiásticos,  menosprcziando  la  szienzia,  que 
han  mcncstér  para  el  gobierno  de  sus  ovejas: 
permitiendo  que  sean  mal  apazentadas:  tenien- 
do mas  cuidado  de  los  bienes  temporales,  que 
do  los  spirituales 

Dionisio.  Lo  dicho,  me  parezo,  que  basta, 
para  el  entendimiento  d'cste  prczcpto.  Aunque, 
según  yo  veo,  que  vos,  lo  entendéis,  bién  me 
pareze,  que  podriades  pasar  adelante.  Dezid  del 
quinto  Mandamiento. 

Del  quinto  Mandamiento  de  la  Lei. 

CAPITULO  XXIX. 

A.Miinosio.  El  quinto  Mandamiento  es:  No 
matarás.  Este  tiene  su  razón,  i  orden,  como  los 
otros,  que  habemos  dicho:  porque,  propriamen- 
te,  tras  el  Mandamiento  déla  obedienzia,  viene, 
el  que  nos  enseña,  lo  que  en  particulár  debe- 
mos hazér,  con  todos  los  hombres  de  cualquier 
suerte,  i  condizión  que  sean  -.  I  porque  lo  quo  los 
hombres  mas  aman ,  i  mas  estiman ;  de  las  cosas 


i  El  Doctor  parpzc  aquí  se- 
ñalar tres  pecados  frccuontcí, 
en  un  Prelado  malo  :  mcnos- 
prczio  de  la  Biblia:  quitár  esc 
pasto  del  alma  ,  a  sus  subdi- 
tos :  codizia,  junta  con  ambi- 
zión. 


*  Con  lo'hs  los  hom- 
bres, etc.  Nótese,  alil,  el 
distintivo  del  rristiani-mo  ;  el 
cristiano ,  dehc  amnr ,  t  no 
perseguir,  al  que  no  tiene  por 
tal.  Léase  bien. 


118  "/i  DEL  QUINTO  MANDAMIEN'íO  ^ 

d'cstc  mundo,  es  la  vida;  por  eso,  se  pone  cslc 
Mandamiento  en  la  delantera,  en  que  fsej  nos 
manda :  que  a  ninguno  de  nuestros  prójimos 
quitemos  la  vida,  por  nuestra  propria  auto- 
ridád  ». 

DiONisiO.   ¿Por  qué  dezís,  eso,  de  nuestra  au- 
toridad? Porque,  pareszo,  que  dais  a  entender, 
'  que  por  ajena  autoridád,  podría  ,  alguno,  matar 
a  otro. 

Ambrosio.  Asi  es  la  verdád.  Porque  el  que 
es  ministro  de  la  Justizia,  puede,  por  autoridád 
.05.  de  la  Lei,  o  de  su  Superior,  quitár  la  vida  a 
otro.  Mas  esta  no  es  particular  venganza  de  al- 
guno ,  sinó  de  toda  la  república,  a  la  cuál,  con- 
viene castigár,  e  quitár  de  sí,  los  malos,  c  pcr- 
judiziales  miembros ,  que  pervierten,  en  ella,  la 
paz,  i  la  justizia,  i  servizio  de  Dios.  Estos  son 
justamente  castigados,  porque,  quebrantan,  i 
raenosprczian,  el  cuarto  Mandamiento  de  la 
obedienzia,  que  agora  dijimos,  con  grande  desa- 
sosiego, i  daño,  de  la  república,  i  de  lo  que  Dios 
quiere,  i  ordena :  i ,  d'esta  manera  de  matar,  no 
habla  nuestro  Mandamiento:  porque  esto  so  en- 
zierra,  eii  la  pena,  que  mcrcszen  muchos,  de 
los  que  quebrantan  el  cuarto,  i  primero  d'esta 
segunda  Tabla.  En  este,  solamente  se  trata  de 
la  particular  venganza,  que  muchas  vczes  los 
hombres,  por  su  propria  autoridád,  quieren  to- 
már.  Por  este  Mandamiento,  no  solo  es  prohi- 
bido matár  al  hombre  extcriormcntc,  mas  tam- 

i  por  la  ojrnn,  tampoco:  mulgado  ya  el  Kvarjclio,  c 
añadiría  yo.  La  vida  de  un  Buena  Nueva.  Sirva  esta  Ko- 
hombre  ,  es  inviolable,  pro-      ta,  para  lo  que  iigue. 


?S   DF,  LA  LEI.  9t  110 

bién  los  afectos,'  i  pasiones' del  corazón,  de 
donde  se  suele  rccrczcr  la  voluntad,  i  obra,  de 
matár:  porque,  prohibido  el  efecto,  es  vista  ser 
prohibida  la  cáusa.  Las  pasiones,  de  donde  pro- 
zede  la  voluntad,  o  obra,  de  ser  homizida,  son: 
ira,  soberbia,  invidia,  avarizia,  deseo  do  ven- 
ganza, o  de  otros  intereses,  a  que  nuestra  mala 
inclinazión  nos  atrae.  Todos  estos  malos  afectos 
son,  por  este  prezepto,  prohibidos,  como  cau- 
sas, i  despertadores  de  tan  mala  obra,  como  es 
el  homizidio.  I,  porque  de  tan  malas  cáu- 
sas,  ningunos  efectos  pueden  naszér,  que  tam- 
bién no  sean  malos;  son  también  vedados ,  por 
esta  misma  razón,  la  infamia  de  mi  prójimo;  el 
hablar  de  manera,  que  atraya,  a  otros,  en  ira, 
o  menosprezio  d'él.  Finalmente,  nos  obliga,  este 
Mandamiento,  a  que  ni  con  obras,  ni  con  len- 
gua, ni  con  ocasión,  ni  voluntád;  seamos  per- 
judiziales,  o  dañosos  f  a  los  hombres  La  raíz  i  Foi.  9g. 
fundamento,  del  mal,  que  de  un  hombre  viene 
a  otro,  naszc  en  el  corazón:  de  allí,  se  encamina 
a  la  lengua,  i  a  las  manos,  i  a  todas  las  otras 
obras,  por  donde  el  hombre  os  maltrae tado  do 
su  prójimo.  Por  esta  razón,  hnbcmos  de  enten- 
der, que  prinzipalmente,  son  prohibidas  en  este 
Mandamiento,  todas  cualesquiér  pasiones ,  que 
pueden  encaminár  el  corazón  del  hombre,  a 
cualquiér  daño,  i  perjuizio  do  otro.  Quiere 
Dios,  entre  los  hombres,  grande  concordia,  i 

1  Pccapazitonbii'n,  los  qtio  fox  i.  los  hombres  con  fus 

jnzgan,  perFig^uiencIo,  a  otros  obrn:^,  i  sns  Icnqnnt;  rn  Ins 

por  rdusasfie  rclijion;  si  son,  ocasiones,  i  con  la  volunlád. 
o  no,  per  judiziales,  i  daño- 


120         »  DEL  QUINTO  MANDAjriENTO 

amistád,  i  grande  libcralidád,  i  largueza  do  los 
unos,  para  con  los  otros.  Porque  como  todo  el 
mundo,  sea  criado  por  causa  del  hombre,  i  el 
mismo  mundo,  no  sea,  sinóun  traslado,  ¡  muestra 
del  amór,  i  de  la  benefizcnzia  de  Dios;  en  ningu- 
na otra  cosa  mas,  se  puede  conoszér  este  amór,  i 
esta  liberalidád,  i  largueza  de  Dios,  que  en  la 
paz,  i  en  la  concordia  de  los  hombres,  que  Él 
crió ,  para  ser  conoszido  en  ellos.  Porque ,  con 
ella,  dan  a  entendór,  que  son  siervos,  i  vasallos, 
de  un  mismo  Señór;  que  reconoszen  una  mis- 
ma fuente,  ¡orijen  de  todos  sus  bienes.  I,  por 
el  contrai-io,  con  la  discordia ,  i  enemistád,  pa- 
reszo  que  quieren  dezir,  que  no  son  todos  de  una 
casa,  ni  viven  debajo  de  una  misma  obedionzia; 
pues  no  imitan  todos  a  un  Señór,  ni  le  pares- 
zen,  en  la  paz,  para  que  los  crió;  ni  en  la  mag- 
nifizenzia,  que  con  todos  ellos  ha  usado.  Do 
aqui  es,  que  los  que  mas  procuran,  por  la  con- 
servazión  d'esta  paz,  i  raayór  pazienzia  tienen, 
porque  no  sea  deshecha,  ni  rompida,  mas  zier- 
tos,  i  mas  conoszidos  siervos,  son  del  Señor:  i 
así,  testifica  d'ellos,  nuestro  Rcdcmptór,  en  el 
Evanjelio:— «Bienaventurados  los  paziñcos:  por- 
que estos,  serán  llamados  hijos  de  Dios.»  Bien- 
aventurados los  mansos;  porque  ellos,  poseerán 
Fol.97.  la  tierra.»— Dando  f  a  entender,  que  estos  so- 
los, responden,  i  aprueban,  como  verdaderos 
hijos:  estos  dan  testimonio,  de  quien  los  crió, 
en  el  mundo  representando  aquella  bondád, 
aquella  paz,  i  concordia,  que  so  requiere,  que 
tengan  los  hijos  de  un  mismo  Padre,  i  de  tal 
Padre:  ellos  solos,  usan  del  dominio  de  la 


"A  DE  L\  LEI.  9S  1'21 

tierra ,  según  la  condizión  ,  i  fin ,  para  que 
les  füc  entregada.  I  asi,  los  que  rompen,  i  mc- 
nosprczian  esta  paz,  i  que  ninguna  cosa  quie- 
ren sufrir,  ni  hazcr,  por  respecto  de  la  con- 
servazión  d'ella;  son  como  deshazcdores ,  i 
afrentadores  do  la  obra  de  Diós;  i  dados,  i  sen- 
tenziados ,  por  enemigos  suyos :  porque  en  cuan- 
to en  ellos  es,  borran  ,  i  desbazcn,  el  traslado, 
con  que  Dios  en  este  mundo,  mas  representado, 
i  conoszido  es. 

Dionisio.  Cuanto,  que,  si  d'esta  manera,  vos, 
entendistes ,  todo  lo  que  vuestro  Maestro ,  os  en- 
señó: yo  os  digo,  que  no  estáis  mui  lejos,  de 
ser  tan  Maestro  como  él.  Quiera  Dios,  que  con 
aquella  aüzión  lo  pongáis  en  obra,  con  que,  pa- 
rcsze,  que  lo  dezis.  No  quiero,  que  paséis  mas 
adelante,  en  esto,  sinó,  que  me  digáis,  las 
obras  afirmativas  de  este  Mandamiento,  i  luego, 
las  negativas:  porque,  este  Mandamiento,  aun- 
que es  negativo,  no  estará  sin  su  afirmativo. 
Esto,  no  es  para  mas,  de  para  que  se  dé,  una 
mui  llana,  i  fazil  cxplicazión,  de  los  Mandamien- 
tos: que,  a  la  vcrdád,  bién  mirado,  todo  se  cn- 
zierra  en  la  declarazión  que  dais  d'ellos. 

Ambrosio.  Este  Mandamiento ,  aunque  vaya  ohras  ,m 
dado  por  via  de  negazión,  diziendo:  «No  mata-  1"'"^'^' 
rás :»  sigúese  d'cl,  manifiestamente,  que  inclu- 
ye  en  sí  afirmazión  :  porque  probibicndo  los 
malos  afectos  del  corazón,  que  son  en  perjuizio 
del  prójimo;  es  visto,  pedir  buenos,  i  provecho- 
sos afectos ,  para  el  mismo  :  i,  probiliicndo  ma- 
las palabras,  i  obras,  es  visto,  pcdii'Ins  buenas. 
I  asi,  /■  las  obras  d'cste  Mandañiicntü,  perla  i-ci.os. 


122  DEL  QUINTO  MANnAMlKNTO  ^ 

parto  afirmativa,  son:  buen  z.elo,  ilc  los  bie- 
nes de  su  prójimo:  perdón  do  todas  las  injurias: 
pazicnzia,  i  sufrimiento  en  ellas:  socorro  en  las 
nczcsidadcs :  rogár  a  Dios,  que  lo  ampare ,  i  lo 
favorezca,  en  los  bienes  del  cuerpo,  i  del  áni- 
ma. Señaladamente,  en  este  Mandamiento,  es 
encomendada  la  pazicn/.ia,  sin  la  cuál,  no  so 
puede  conservar,  la  paz,  i  concordia,  entre  los 
hombres.  Pedir  al  Señór,  socorro  para  todo  esto: 
porque  el  corazón  humano,  do  su  propria  raíz, 
i  naturaleza,  es  soberbio,  i  mal  sufrido,  i  ami- 
go de  verse  vengado.  Suplicarle,  con  toda  hu- 
mildad, que  ,  para  esto  caso,  haga  nuestro  cora- 
zón, tán  largo  como  Él  lo  pide:  que  nos- dé, 
mansedumbre  para  con  nuestros  prójimos:  es- 
tudio', i  dilijenzia,  do  paz,  i  concordia,  con 
ellos  mismos:  largueza  para  mcnospreziár  todo 
aquello,  que,  en  esto,  pusiere  estorbo.  Que  no 
I  domos  mal,  por  mal:  sino,  quo  antes,  por  el 
mal,  demos  bión.  Quo  reguemos,  por  nuestros 
enemigos:  i  que  confiemos,  de  la  gi'an  bondad, 
i  misericordia  do  Dios  ,  que  los  ha  de  convertir,, 
Obras  con-  i  encaminar  a  buen  fin.  Las  obras  d'eslc  mismo 
irarias  al  Mandamiento,  por  la  partc ,  quo  OS  negativo.  O, 
damic°nio7'  ^^^^  hobVlc  mas  propriamentc,  aquellas,  por 
donde  61  es,  quebrantado,  i  mcnosprcziado, 
son:  ira,  i  rcncór,  con  el  prójimo :  invidia:  deseo 
de  alguna  venganza:  palabras  injuriosas,  en  au- 
scnzia,  o  en  prcscnzia:  cscripturas,  con  que  lo 
infamen,  i  afrenten.  Ser  calumniadór  do  sus  pa- 


1  Esluriio,  aquí,  tiene  la  iiicliitazión,  deseo,  amór, 
:\zcp2iún  lalina,  de,  afnióii, 


DE  LA  LKI.  %  123 

labras,  o  de  sus  obras:  scrmalsin,  para  contra 
úl:  dar  consentimiento  o  consejo,  para  contra 
ello:  poder  le  socorrer  en  sus  nozcsidadcs,  i  no 
hazcrlo.  Pecan  contra  este  Mandamiento,  los 
que  hazen  hechizos,  o  dan  bebedizos,  de  donde 
se  rccrcszo  daño  para  la  salud,  o  juizio,  de  poi. .,9. 
los  hombres:  las  madres,  que  matan,  en  el 
vientre,  a  sus  hijos;  o  hazcn  cosas,  con  que 
estorban  el  conzebimiento  d'ellos:  los  que  se 
matan  a  sí  mismos;  o,  por  malos  rejimientos, 
por  gula,  i  desenfrenamiento,  o,  por  otras  por- 
fías, o  superstiziones,  azelerau  su  muerte,  o 
cortan  miembros  de  su  cuerpo:  los  ministros  de 
la  justizia,  que  no  por  solo  zelo  d'ella,  sinó  con 
crueldad,  i  menosprezio  de  los  hombres,  la  po- 
nen en  ejecuzión. 

Dionisio.  No  digáis  mas,  que  harto  sería  de 
rudo,  quien  por  las  reglas,  que  habéis  dado,  no 
sacase  las  que  dejais.  Dczid  del  sexto  j\Ian- 
damiento.  I,  pues  que  comcnzastes,  a  dar  la  ra- 
zón del  conzicrto,  i  orden,  que  hai  entre  ellos; 
diréis,  porqué  éste,  se  sigue  tras  este  otro,  del 
no  matar,  como  hasta  aquí  habéis  hecho. 

Del  sexto  Mandamiento  de  la  Lei. 

CAPITULO  XXX. 

A.^InR0SI0.  El  sexto  Mandamiento  es:  uNo  co- 
meterás adulterio.»  Es  negativo,  como  el  pasa- 
do, mas  tiene  también  su  afirmativo. 

Dionisio.  Luego  declarareis  eso  punto.  Dú- 
zid,  agora,  de  lo  primero. 


124         'A  DEL  SEXTO  MANDAMIENTO  ?» 

AMnnosio.  La  cosa,  qup,  dcspuós  de  la  vida, 
el  liomhro  mas  eslima,  i  ama;  es  la  mujer,  que. 
tiene  consigo  ,  juntada  por  matrimonio  :  i  asi  lo 
muestra  la  cxpcricnzia,  en  todos  aquellos  hom- 
bres que  no  desvarían  de  la  razón.  Este  amor, 
mandó  Dios,  que  hobicsc,  entre  el  hombre,  i  la 
muj6r:  i  puso  grande  inclinazión,  i  grandes 
prendas  para  ello  Porque,  de  ninguno  hazc 
tanta  conüanza  el  hombre ,  como  de  su  propria 
mujer:  i  la  mujer  de  su  proprio  marido.  Ko  solo 
tienen  la  \ida,  i  la  casa,  juntos;  mas  todos  los 
bienes,  i  trabajos,  son,  entre  ellos,  comunica- 
Foi.  100.  dos,  /■  i  como  unos  :  i  sobre  todo,  la  igual  parte, 
que  tienen  eu  los  hijos,  si  Dios  se  los  da.  De 
aquí  es,  que  después  de  quitar  Lívida,  al  hom- 
bre; la  mayór  injuria,  que  se  le  puede  hazcr, 
es  tomarle  su  mujer,  o,  a  la  mujer  tomarle  el 
marido.  Porque  es  quebrantar,  i  deshazér  aque- 
lla grande  amistád,  i  gran  fe,  que  entre  ellos 
hai.  Por  esto,  este  Mandamieto,  de  «no  cometer 
adulterio,»  se  sigue  luego  tras  el  otro,  do  «no 
matarás. »  I  asi  como  el  quebrantamiento  del 
otro,  es  grande  mcnosprezio  de  la  obra  de  Dios; 
así  lo  es  este,  de  la  fé,  que  Él  quiso,  que  hobie- 
se,  entre  el  hombre,  i  la  mujer.  De  la  zertinidád, 
que  a  cada  uno  dió,  para  que  conoziesc  su  pro- 
prio hijo,  i  tuviese  cargo  d'él,  como  de  cosa  tan 
suya;  i  del  sacramento  grande,  que,  por  esto, 
es  signiücado,  que  es,  el  espiritual  matrimonio 

1  Váyaso  nolan(!o ,  enlodo  rrilrcamcntc  soslcnidas,  por 

cslo ,  cuán  fuertes  razones  la  fuerza  de  los  gobiernos. 

BC  desprenden,  naturalmenlo,  Véase.  Ep.  I.   a  Tiiiiolco. 

contra   las  leyes  humanas,  Cap.  iv.  3. 
del  zclibalo,  prescritas ,  i  sa- 


DE  LA  I.EI.  ?!  125 

(le  entre  Cristo,  nuestro  Redempfór,  i  la  Iglcsin, 
que  t\  redimió.  De  lodo  esto  linzc  burla ,  i  es- 
carnio, el  que  quebranta  este  Mandamiento. 

Dionisio.  Pasta  eso,  que  habéis  dicho,  para 
que  entendamos,  cuan  grande  mal  es,  no  guar- 
dar este  Mandamiento.  Mas,  es  menester,  que 
paséis  mas  adelante,  i  nos  digáis,  si  solamente 
es  defendido  por  este  Mandamiento,  tom.-lr  la 
mujér  ajena,  o  el  marido  ajeno;  o,  también 
otras  cosas,  por  donde  los  hombres,  algunas  ve- 
zes,  veemos,  que  han  cometido  fealdades,  ¡  tor- 
pedades. 

Ambrosio.  Por  esto  comenzó  a  dezír,  que  este 
Mandamiento,  aunque  es  negativo,  contiene  en 
si,  un  afirmativo,  i  según  ambas  maneras,  so 
ha  de  considerar,  para  ser  bien  entendido.  Por- 
que, cuando  se  prohibe  el  adulterio,  prohíbese, 
por  el  consiguiente,  la  raiz  donde  *  esta  mala  obra 
nasze:  como  dije  en  este  otro  Mandamiento  de 
no  matár:»  porque  si  la  raiz  no  fuese  mala,  no 
se  daría  por  malo,  el  fructo  que  d'cUa  .salo.  I 
quien  avisa,  que  se  /"  guarden  del  fructo,  como  f»!- 
de  cosa  mortífera,  i  pestilenziál;  da  a  entender 
la  maldad,  que  la  raíz,  en  si,  tiene.  I  asi  digo, 
que  en  este  Mandamiento,  es  prohibido,  el  áni- 
mo, que  es  mal  inclinado ,  i  consontidór  de  cosa 
deshonesta,  i  fea.  I  a.si,  es  vedada  aquí,  toda 
obra,  i  todo  consentimiento,  con  que  la  hones- 
tidad, i  limpieza,  os  quebrantada,  de  cualquier 
manera,  que  sea.  Porque  es  vedado  todo  des- 
enfrenado apetito:  i  todo  aquello',  que  fuere  en- 

>  Dónde,  por  d'oniic,  o  de      dizc:  «do  sale  .i  mover  Erticr- 
doiide.  As(Fr.  Luis  de  León,      ra,  por,  de  donde  saV,  etc. 


<.)br.-is  dd 
soxio  man- 
(lamicnti). 


flbras  con- 
trárias  al 
sexto  Man- 
damiento. 


12C>         r/:.  DEL   SEXTO  M.\NnA>:iENTO 

cnmin.ldo,  ó  tuviere  pcmojanza  ,  o  rastro,  de  lo 
que  solamente  es  permitido,  a  los  qnc  están 
juntados  en  lejitimo  matrimonio.  1  asi,  en  el 
Mandamiento  afirmativo,  quo  este  negativo  con- 
sigo trac,  se  nos  demanda  en  este  caso,  toda 
limpieza  de  cuerpo,  i  do  Anima.  Porque,  como 
el  ánima,  sea  casa,  i  posada  de  Dios,  i  el  cuer- 
po, lo  sea  del  ánima;  quiere  Él,  que  todo  ello, 
esté  sailctiñcado  a  su  servizio,  i  limpio,  i  puro, 
como  conviene  a  casa,  donde  tal  Scñúr,  dizc 
que  quiere  morar.  Por  esto  en  este  Mandamiento, 
so  nos  demandan  castos,  e  limpios  pensamien- 
tos: la  vista,  i  todas  las  muestras,  que  de  nos- 
otros salieren :  las  palabras,  que  habláremos:  las 
cónversazioncs,  que  tuviéremos,  todas,  con  ho- 
nestas señales,  i  ejemplos.  I,  que  no  demos 
ocasión,  que  por  nuestra  culpa,  i  descuido,  juz- 
gue nadie  otra  cosa  de  nosotros.  I  estas  son  las 
obras',  por  donde  este  mandamiento  es  guarda- 
do, por  la  parte  de  su  afirmazión. 

Dio.MSio.  Dczid  las  otras,  por  donde  es  me- 
nospreziado,  i  rompido;  que  serán  las  contrá- 
rias  de  las  que  agora  dejistes. 

Ambrosio.  Así  es  verdad.  Las  Obras  contrá- 
rias  a  este  Mandamiento  son:  pensamientos  tor- 
pes: hablas  encarriinadas  á  ello:  muestras,  o 
mirár  deshonesto;  tcnér  tracto,  o  conversazión, 
con  jenfc,  que  livianamente  es  atraída,  a  seme- 
jantes pláticas:  darles  f  ocasión  a  alguna  li- 
viandad: dar  consentimiento  en  semejantes  co- 
sas; favoreszerlas;  o  dejarlas  de  estorbár.  Pe- 
can, contra  este  Mandamiento,  las  madres,  i 
padres,  que  no  dan  grande  ejemplo  de  honesti- 


'A  DE  LA  LEI.   /S  \'2~ 

t\fu\  ;\  sus  hijos:  qnfi  no  ponen  dilijcnzia  on 
giianlai-los.  Las  que  dpjnn  a  sus  hijas  anclár  dos- 
inandaJas,  por  donde  se  los  puede  recroszér  in- 
con viniente  alguno.  Los  que  tienen  súbd¡l,o.<í 
deljajo  do  su  mano,  ¡  en  esto  caso  no  tienen  la 
vijilanzia,  sobre  ellos,  que  es  menester.  El  ma- 
rido ,  que  con  sú  propria  tfiujcr,  usa  desenfrena- 
da, e  ilizltamente,  nO  según  la  rcverenzia,  que 
el  matrimonio  les  permite.  Los  que,  por  comi- 
das, ¡  regalos,  dejan  creszér  en  su  cuerpo,  las 
fuerzas,  e  tiranía  do  su  rum  apetito.  Los  que 
usan  de  gal.is,  i  otras  semejantes  cosa?,  para 
esto  fin;  para  paroszér  bión,  i  provocar  en  sí,  o 
en  otros,  estas  tales  locuras.  Los  que  hazon  In 
mismo,  con  músicas:  con  scripturas  do  vanida- 
des. Los  que  las  componen,  i  escriben.  Los  hi- 
pócritas, que  debajo  de  palabras  sanctas,  i  de 
cosas  do  rclijión,  encubren,  i  crian  pensamien- 
tos feos;  i  con  tales  achaques,  tienen  convcr- 
saziofiós,  i  compañas  peligrosas.  Pecan  también, 
gravemente,  los  que  por  alguna  compaña,  o 
convcrsazión ,  sufren ,  que  haya  sc.'^ndalo ,  e  in- 
famia d'ello,  entre  la  jente:  porque,  en  este 
caso,  no  basta  tener  uno  limpio  su  corazón, 
sinó,  que  es  menester,  que,  en  cuanto  en  si  es, 
eslorbc  el  pcrjuizio,  de  su  fama,  o  de  la  ajena. 

Dionisio.  No  quiero,  que  por  agora,  gaste- 
mos mas  tiempo  en  esto:  aunque,  por  zierlo, 
vos,  lo  habéis  dkho,  de  lal  manera,  que  no 
solo,  a  vos,  se  deben  muchas  grázias,  por  ello; 
mas  también  a  vuestro  Maestro:  i,  aun  no  sé, 
si  mas  prinzipalmcntc ,  que  a  Tos.  Pues  os  en- 
señó, que  tratváscdcs de  tal  materia,  tan  limpia, 


128        'A  DEL  SÉPTIMO  MANDAMIENTO 

Fol.  103.  i  inii  castamente,  sin  f  meteros  en  otras  tor- 
pcdadcs,  lie  que  niuclios,  liazen  mui  gran- 
des, i  mui  largas  pláticas,  i  mui  sin  provecho 
porque,  por  nuestros  pecados,  mas  se  sabe, 
d'ello,  que  os  mcncstér;  i  solamente  hablár  en 
ello,  es  afrenta.  Vos  dejistcs,  en  summa,  lo  que 
haze  al  caso:  i  encarczistes  mui  bión;  la  viji- 
lánzia,  que  en  esto  caso,  todas  las  jentes  deben 
traér  sobro  sí,  por  ser  la  flaqueza  humana  tan 
grande^^,  i  los  peligros,  tántos,  i  tan  a  la  mano. 
Lo  demás,  sépanlo  los  confe.<íores ,  para  cuando 
fuere  menester.  Vos,  dezíd  del  séptimo  Man- 
damiento, do  la  manera  que  habéis  dicho,  do 
todos  los  otros. 


Dd  séptimo  Mandamiento  de  la  Lci. 
CAPITULO  XXXL 


Amurosio.  El  séptimo  Mandamiento  es :  «No 
Imrtarás.»  Este,  también  es  negativo,  i  tiene  su 
afirmativo :  sigúese,  en  orden,  tras  este  otro, 
de  que  agora  dijimos.  Porque,  después  de  la 
mujér,  lo  que  mas  ama  el  hombre,  son  todos 
los  otros  bienes,  como  son  los  hijos,  i  los  bienes 
temporales,  i  lo  que  pareszc  ,  que  va  en  corapa- 


1  KI  Doctór  aUidp,  aquí,  a 
i-sos  «Artes  de  onszEMnAD» 
i|uc  tanto  abundan  en  Espa- 
ña:  ronifipor  ejemplo:  uArle 
tic  bifn  rniifcsár  :  assi  pura 
el  confciór,  como  para  el  pe- 
nitcnle :  hecha  pnr  el  licve- 
reiiiio  Maestro  Pedro  Ciruelo. 
M.n.Xlviü.  Sevilla.  Svo.o  i 
vtrcs,  n\ucbo  mas  obszcnos 


aun.  La  enmienda,  de  esto, 
en  nuestros  tiempos,  la  mani- 
fiesta', en  sus  muchas  cdi/io- 
ncs'í  el  obxzenisimo  :  '•¡¡cdo 
práctico,  i  Fntil  de  haz.i'r 
una  Cnnfcsifin  jct!rr/tl.--Com- 
puesto  por  el  V.  Pedro  Cala- 
tayful ,  Misionero  de  la  Com- 
ruíiia  de  Jesús;  que  es  una 
verdadera  Spintria. 


•«í.  DE  I.A  LEI.  ^  120 

ñia  d'esto;  por  esta  razón,  en  este  Mandamien- 
to, so  nos  dizn:  que  no  tomemos,  a  otro,  lo 
que  es  suyo.  En  esto,  tiene  lugár,  la  misma  ra- 
zón, que  en  los  otros  Mandamientos  dijo,  para 
mayor,  i  verdadera  e.xplicazión  d'ellos.  1  es, 
que,  prohibiendo  el  hurto,  se  sigue  luego,  que 
son  también  prohibidas  las  raizcs,  de  donde  sa- 
le el  hurtar.  Esta  es,  la  avarizia:  la  cobdizia 
de  las  cosas  ajenas:  la  invidia  d"ellas:  el  me- 
nosprezio  de  quien  las  tiene.  I,  por  el  contra- 
rio, se  nos  manda,  la  dispusizión,  que  en  este 
caso,  en  nuestro  corazón,  habernos  de  tener, 
que  es  el  íilandamiento  afirmativo,  que  el  nega- 
tivo, trae  en  su  compañía,  i  lo  presupone.  Es- 
ta dispusizión,  es  una  buena,  i  larga  volun-  ^oi.  io4. 
tád.  de  alegrarnos,  de  los  bienes  de  nuestros 
prójimos:  que  seamos,  en  esto,  sanos,  i  libera- 
les :  ¡  que  estemos  t;in  lejos  ,  de  pesarnos  de  los 
bienes  ajenos;  que  estemos  aparejados,  para  dar 
de  los  nuestros,  cuando  ocurriere  la  nczesidád. 
Quien  esta  dispusizión  tuviere,  tiene  aparejo 
mui  fazil,  para  el  cumplimiento  de  las  obras 
d'este  prezepto,  por  la  parte,  que  enzicrra  en 
si  un  afirmativo.  Las  obras  conlrárias  a  él,  son, 
tomar  alguna  cosa  de  la  hazicnda  ajena,  contra 
la  disposizión,  i  mandamiento,  délas  leyes:  robár 
loshijos  ajenos,  sosacarlos,  i  persuadirlosparaque 
hagan  alguna  cosa  mal  hecha;  o  que  no  obedezcan 
a  sus  padres:  rcszcbir  d'ellos  alguna  cosa  estando 
en  podér  de  los  padres,  i  tutores.  La  misma  cuen- 
ta es,  de  los  siervos,  i  mujeres  casadas.  Pecan 
contra  este  Mandamiento ,  los  que  no  obedeszen 
las  sentenzias  de  los  Juezes,  que  tienen  .lutori- 

i 


130         ora,  séptimo  mandamiento  ?í 


(lád  do  juzgír:  los  que  Iracn  pleitos  injustos:  los 
que  injustamente  los  dilatan  :  los  que  encubren 
las  scripluras,  i  el  camino,  por  donde  se  podría 
saber  la  verdád  :  los  que  son  consejeros,  1  mi- 
nistros d'cUo:  los  que  alegan  mentira,  i  false- 
dad, i  se  aprovechan  d'ella :  los  que  no  pagan 
cumplidamente,  las  rentas  de  los  Prínzipes,  i 
délas  Repúblicas,  fi]  los  diezmos  '  de  las  igle- 
sias: los  Señores,  que  no  pagan  á  los  criados,  o 
les  dilatan  las  pagas,  con  daño,  i  detrimento 
d'ellos,  los  que  no  pagan,  a  tiempo;  o  lo  alar- 
gan, o  pleitean,  por  traér  á  los  otros,  a  ta- 
les conziertos,  que  pierdan,  do  lo  que  so  les 
debía:  los  Prínzipes,  que  tiránicamente  lle- 
van, lo  que  no  se  les  debe,  que  no  emplean, 
lo  que  justamente  se  les  debe,  en  aquello  para 
que  es.  Lo  mismo  [digo],  de  los  Perlados  ecle- 
si.isticos.  Pecan  los  juezcs,  o  ministros  de  ofi- 
105.  zios  públicos,  que  llevan  mas  derechos  de  lo 
que  se  les  debe;  o  usan  de  ai  te?,  im  añeras,  por 
donde  los  otros  se  los  den.  Los  que  faisán,  o 
mezclan  las  cosas  que  venden:  o  dan  uno  poi- 
otro:  o  no  tál,  cual  debía  de  ser,  conforme  a  las 
leyes,  que  sobre  ello  están  puestas;  con  pala- 
bras, con  pesos,  i  medidas  falsas,  i  de  otras 
muchas  maneras.  Los  que  usan  de  contractos 
usurários,  e  injustos.  Los  que,  contra  derecho, 


i  La  conlribiizit'in  ilcl  /))>;- 
mo ,  no  fxi>to,  lir  hecho,  i 
existo  en  el  Catctismn,  que 
se  enseña  en  tod.'i^  las  ]■>- 
ciielns  do  K^paña  :  que  es 
anoniilía  ridicula,  i  vcrponzo- 
sa.  El  [)ic:.nio  ,  os  ,  solo  ,  o, 
fué  Leí  juilnica.  Nuestra  Lei 


nueva,  o  Cristiov/i ,  ivpiifrna, 
1  ccm-lrna  loítn  clase  ilc  con- 
Irihuzión  re¡i]wxa,  Torzada. 
Todo  lo  que  den  ,  los  cristia- 
nos ,  por  motivo  de  relijiñn,  o 
culto ;  debe  ser  vo/iirilnrin. 
TxlüPredicadórdcIF.vanjelio, 
lehe  nianlenerse  í  su  cesta. 


"A  DK  LA  LEI.  J5 


131 


1  vcrdád,  votan  en  Cabildos,  en  Juizios,  o  Ayun- 
tamientos. Los  que  admiten  personas  indignas,  o 
las  prefieren  a  otras ,  para  ofizios  eclesiásticos, 
o  seglares.  Los  Juezes,  que  permiten  malos  ofi- 
ziales,  que  dañan  lo  que  hazen,  o  -lo  menosca- 
ban: porque  estos,  son  todos,  ladrones  do  la 
república  «.  Así  lo  son,  los  que  llevan  salá- 
rios  de  la  república,  o  délas  personas  d'ella, 
por  cargos,  para  los  cuales,  ellos  no  son  sufi- 
zientes.  Los  hipócritas:  los  que  con  íinjidas  san- 
tidades, con  milagros  falsos,  o  con  mentiras,  i 
vanos  induzimientos,  i  muestras;  engañan  la 
jente  simple,  i  comen  la  limosna,  que  había  de 
ser,  de  los  pobres.  I,  según  la  cosa  es,  de  mas 
calidád,  o  de  mayór  importanzia;  asi  será  ma- 
yór,  el  pecado,  i  el  hurto.  Pecan,  los  que  con 
palabras,  o  otras  maneras,  quitan  á  otro  la  fa- 
ma, i  son  causa,  que  no  alcanzo,  lo  que  pudiera 
alcanzár,  por  la  mala  obra  de  los  que  lo  estor- 
baron indebidamente.  Pecan,  asimismo,  los  que 
no  socorren  la  nezcsidád  de  su  prójimo,  cuando 
lo  vcen  en  ella:  porque  tal  puede  ser  la  neze- 
sidád,  que  sea,  quitarle  su  hazienda.  Porque,  en 
aquél  tal  caso,  como  cosa  própria  se  le  debía,  i 
no  era,  el  que  le  había  de  socorrér,  sinó,  uno 
como  depositario,  para  proveerle,  en  viéndole 
en  tal  nezesidád.  Finalmente,  pecan  contra  este 
Mandamiento,  los  que  desconfian  de  la  verdád, 
do  la  bondad ,  c  misericordia  de  Dios,  por  donde 
vienen  á  socorrerse,  i  a  remediarse  por  malos  t  rol. loo. 

»  Este  mal,  continúa ,  en  nfilcs  de  jiisllzi.i,  son  lo  que 
aumento,  en  toda  España  :  i  en  la  versión  Vulgata  se  dizr, 
Je  tal  manera,  que  los  tribu-      s]>eltiiirn  Iníroniim. 


132     'A  oni.  sí;PTiMO  mandamiento 
medios,  i  malos  consejos      Porque,  de  aqui, 
naszc  el  hurtar,  i  el  querer  usurpár  lo  ajeno, 
por  tantas,  ¡  tan  malas  maneras. 

Dionisio.  Aunque,  azcrca  d'csto  Mandamien- 
to, no  hobiéradcs  dicho,  sinó  esta  postrera  ra- 
zón; bastara,  para  que  yo  viera,  cuan  bién,  os 
lo  enseñaron,  i  cuán  bión  lo  cnlcndistos  vos. 
Porque,  ziertamente,  este  demasiado  cuidado, 
que  tiene  el  hombre  pecador,  de  su  honrra,  i 
de  lo  que  ha  menester,  i  de  lo  que  ha  de  dejar 
a  sus  herederos;  es  la  fuente,  de  donde  mana 
tanta  codizia,  i  tantos  i  tan  graves  males.  Que, 
si  él,  se  confiase  verdaderamente,  de  la  palabra, 
que  Dios  le  tiene  dada;  de  su  Sabiduría,  de  su 
Providenzia,  i  de  su  Misericordia;  entendería,  i 
ternia  por  zierto,  que  Dios  lo  substentaria,  i  lo 
remediaría  en  sus  nczesidadcs,  con  solamente, 
que  él,  usase  de  lizitos,  i  justos  medios.  I,  cual- 
quiera cosa,  que  en  esto  le  suzcdicse,  aunque 
él,  por  estónzcs,  no  alcanzase  a  entenderla  cum- 
plidamente, la  ternia  por  buena,  como  a  cosa 
guiada  por  el  consejo  del  Señor,  i  salida,  de  la 
mano  do  su  verdád ,  e  misericordia.  Mas ,  como 
los  pecadores,  i  mundanos,  tienen  por  mejór 
azertado  su  consejo,  que  el  de  Dios;  escojen 
mas,  para  sí,  lo  que  ellos  desean:  que,  lo  que 
Él  les  da :  creen ,  que  al  mejor  tiempo  les  falta- 
rá. Que  si  van  por  el  camino  de  Dios,  ternán 
flaco  substentamiento  sus  cdifizios,  e  imajina- 
ziones:  que  no  durarán,  i  darán  consigo  en  el 
suelo.  Por  esto,  póncnles  columnas,  de  sus 


1  Pcrfoctamonte  diclio  ,  i  tristemente  zierto. 


'A  DE  LA  LEI.  ?S  133 

obras;  afirmanlas  con  sus  astúzias,  e  invenzio- 
nes,  creen,  que  serán  uias  durables,  i  firmes, 
con  sus  urdimientos,  i  robos,  que  con  lo  que 
Dios  manda,  i  permite.  De  aquí  nasze,  que  no 
hai  fidelidad  entre  los  hombres:  que  los  Supe- 
''iores,  se  desmandan  tanto,  céntralos  inferio- 
res: los  inferiores,  contra  los  superiores :  Que 
ni  se  guarden  leyes,  ni  se  tenga  respecto  f  á  i-oi.ioi. 
verdad,  ni  justizia:  que  ninguna  cosa  esté  segu- 
ra, de  la  cobdizia,  i  maldád  humana:  que  ni 
baste  deudo,  ni  amistad,  para  poner  un  poco  de 
freno  en  esto:  ni  la  relijión  de  los  templos,  ni 
cosas  sagradas,  para  que  no  haya  tantos  sacri- 
lejios  públicos,  i  secretos;  claros,  i  disimulados. 
Como  hurtos  de  la  plaza,  i  de  las  otras  contrata- 
ziones,  i  casas.  Ya,  yo  me  iba  desmandando,  a 
mas  de  lo  que  el  tiempo  sufre:  por  tanto,  qué- 
dese para  mas  espázio;  i  pasád  al  octavo  ]\Ian- 
damiento. 

Del  octavo  Mandamiento  de  la  Lei. 

CAPITULO  XXXII. 

■  i'  ' 

Ambrosio.  El  octavo  Mandamiento  es:  «Xo 
hablarás  contra  tu  prójimo,  falso  testimonio.  ■> 
Este,  i  los  dos  últimos,  que  se  siguen;  son  una 
mal  fazil,  i  clara  exposizión  de  todos  los  pasa- 
dos. En  este,  se  prohibe  el  daño,  que  viene  de 
un  hombre,  a  otro,  por  respecto  do  la  lengua. 
Esto  tiene  prinzipál  lugar,  en  los  Juizios,  don- 
de se  dá  grande  fé,  al  testigo,  i  al  .Tuéz,  i  los 
dichos  d'estos,  tienen  grande  peso,  i  autoridád, 


13-1         'A  DEL  OCTAVO  MANUAMIENTO 

i  depende  d'cllos ,  grande  cosa,  para  el  perjui- 
zlo,  o  provecho  de  los  hombres,  asi  en  la  vida, 
como  en  la  fama,  como  en  la  hazienda.  Por  es- 
ta razón,  es  aquí  mandado,  particularmente, 
que  el  hombre  no  diga  falso  testimonio,  contra 
su  prójimo.  Dizclo,  el  testigo,  que  falsa,  o  ca- 
lumniosa, o  mañosamente,  dizo  su  dicho;  i  por 
cualquier  manera,  que  sea,  es  encubridor  de  la 
verdád,  que  debria  dezír.  Dizelo,  el  que  lo  pre- 
senta, s¡  lo  entiende.  El  que  se  lo  persuade.  I  el 
Juéz,.  o  Ministro,  que  lo  sufre;  o,  lo  disimula, 
6i  lo  conoze.  Dize  falso  testimonio,  el  Juéz, 
que  tuerze  la  Leí :  que  encamina  maliziosamen- 
•  i.os^  te  las  palabras,  f  para  alguna  de  las  partes: 
-^.que  no  quiere  ser  informado  de  la  verdád:  que 
no  pone  dilijenzia  para  saberla.  Dize  falso  testi- 
monio, el  Notario,  que  trastrueca  las  palabras, 
o  no  las  pone,  o  las  pone,  de  otra  manera,  que 
son  dichas;  a  fin,  que  la  verdád  no  sea  sabida, 
o  por  favoreszér  mas  a  una  parte,  que  a  otra. 
Dize  falso  testimonio,  el  Prinzipe,  o  Superior, 
que  no  castiga  tales  maldades ,  ni  provee,  cuan- 
to en  si  es,  para  que  no  las  haya. 

Dionisio.  Contento  estoi,  de  lo  que  habéis  di- 
cho, azerca  de  los  Juizios.  I  bién  creo  yo,  que 
si  los  hombres,  del  todo  entendiesen,  cuán  gra- 
ve es,  este  pecado  do  dezír  falso  testimonio,  no 
andana  tan  vulgár,  como  por  nuestros  pecados 
vemos,  que  anda.  Porque,  bi6n  mirado,  es  un 
atrevimiento  contra  Dios,  no,  así  de  cualesquie- 
ra, sinó  de  dezirle,  que  miente,  o  hazér,  que 
sea  tenido  por  mentiroso;  que  es  lo  mismo. 
Quiero  que  veáis  esto,  mas  claramente,  para 


«.  DE  LA  I,EI.  7»  135 

quo,  mas  de  vcrdád,  aborrezcáis  este  pecado,  i 
procuréis,  que  otros  lo  aborrezcan.  Dios  os  el 
sabidór  de  toda  vcrddd:  i  Él  salie,  quien  la  trac- 
ta,  i  quien  no.  Él  es  un  Oráculo,  a  quien  habe- 
rnos de  acudir,  a  que  nos  la  diga;  pues  Él  es, 
verdadero  Juéz  d'ella.  Quiso  Él,  que  tuviésemos 
en  tánto ,  al  hombre ,  por  ser  hecho,  a  su  seme- 
janza, i  como  Lugár-tenicnte  suyo,  en  la  Tier- 
ra; que  nos  dijo,  i  mandó,  que  preguntásemos 
al  hombre  esta  verdid ;  que  en  lo  que  alcanzase 
d'ella,  61  nos  la  diria.  E  así  quiero,  que  al  Juéz 
vayamos  *,  para  sabér  la  verdid  de  la  justizia :  i, 
que  al  testigo  preguntemos,  la  verdad  de  cómo 
pasa  el  hecho:  i  asi,  de  los  otros  i\Iinistros.  I 
estos,  dizeÉl,  que  dirán  la  verdád.  Pues,  si  es-  - 
tos ,  a  quien  Dios  me  envía,  i  me  dize ,  que  están 
en  su  lugar;  la  encubren,  o  la  tornan  al  revés,  i 
de  verdád,  hazen  mentira,  i  de  mentira  verdád; 
esto,  f  ¿no  es  querér  hazér  a  Dios  mcnl iroso,  i  Foi.ion. 
desmentir  su  verdád,  i  el  camino,  i  orden  que 
Él  dió,  para  que  se  supiese?  Mucho  mas  pudiera 
dezir,  azcrca  d'esto;  mas  su  tiempo  se  verná, 
siendo  Dios  servido  d'ello,  como  creo  yo,  que  lo 
es.  Dezidme,  vos,  agora,  si  esto  Mandamiento, 
tiene  también  su  afirmativo,  i  si  se  extiende  a 
mas,  que  en  los  Juizios:  porque  no  dejéis  el  or- 
den, que  hasta  aquí  habéis  guardado,  que  me 
ha  parcszido  muí  bién. 

Ambrosio.  Esto  Mandamiento  se  sigue,  pro-  obras iici oc- 
priamcntc,  tras  este  otro;  porque  aquí  se  pro-  |b„°ic.nto!""' 


1  7fl»iM,  en  el  antiguo  im-  raismo,  tal  vpz,  por  rdi/nniM. 
preso.  Pareze  errata ,  o  ar-       i  ■ 


I3Ü  T\F.].  'i'Kn/.Rno  MANnA,Mii:;iNTO  % 
liibc  el  (laño,  quó,  por  palabras,  puede  ha7.ér  ol 
hombro  A  su  prójimo,  Tietio  también  su  afirma- 
tivo: poi-quc  piclú  siniplizidád  do  cofazón,  íuii- 
mO  libre  ,  i  desembarazado  de  toda  malizia  ,  i  dc 
lodo  ñial  respectó :  que  ,  a  no  faltar  esto,  no  ha- 
bría falso  testimonio.  Quiere  Dios,  que  tengamos 
un  juizio  simple,  con  que  no  feenténzicmos  an- 
tes de  tiempo ,  ni  echemos  las  cosas,  a  la  peór 
parte:  que  con  tener  pruderizia  de  serpientes, 
para  huir  toda  ocasión,  i  vclár  siempre  sobro 
nosótl-os;  tengamos  juntamente ,  para  con  nues- 
tros prójirftoá,  simplizidád de  palomas:  que  sinta- 
mos los  trabajos  de  nuestros  hermanos:  que  favo- 
rezcamos Sús  cosas  :  que  hablemos  siempre  bión 
d'ellos,  i,  cilcubramos,  en  cuanto  en  nosotros 
fuere,  sus  faltas.  I  asi,  es  este  Mandamiento 
afa-mativo  *.  I,  por  la  parte,  que  es  negativo,  so 
veda  toda  palabra  Cn  que  el  prójimo  puede  ser 
ofendido;  i  por  esto  habernos  de  cntendél',  que 
no  solo  son  prohibidos  los  falsos  testimonios, 
que  en  Juizio,  se  pueden  dezir;  mas  también 
"los  de  fuera  de  Juizio.  Finalmente,  osle  Man- 
damiento, propriamentc,  es  un  freno,  para  la 
lengua,  pará  que  nunca  se  desmande  á  hrtblár 
en  daño  do  otro  ;  Porque  la  cosa ,  que  los  hom- 
Foi. lio.  bres,  Trías  á  mano  tienen,  i  de  que  mas  f  lijcra- 
mcnle  usan ,  és  la  lengila ,  i  así  es  la  cosa ,  sobre 
que  menos  vijilanzia  tienen  ^  i  con  que  mas 
presto  dañan  a  sú  prójimo»  Ella  es  instrumento 


1  En  cl  impreso  antiguo 
dizc  :  » I  .is¡  ni  este  Man- 
damiento vepalivo  ,  oten  Pe- 
ro ,  hai  errata  manificíla  :  i 


he  cnrrejido,  es,  i,  afirmati- 
vo :  i'orquc ,  parcze ,  que  eso 
pcndría  aqui  cl  A  itíf. 


'A  DE  LA  I.EI.  S  137 

(le  la  ira,  i  de  la  soberbia:  de  la  lisonja,  i  de  la 
vanagloria:  todo  esto,  va  en  un  punto,  a  parar 
allí.  Estas  son  las  armas,  con  que  mas  presto 
nos  vengamos;  c  siendo  la  cosa,  con  que  mas 
daño  hazemos;  es  el  daño,  en  que,  entre  todos 
los  otros,  menos  estimamos,  i  de  que  menos 
nos  correjimos.  Esta  es  la  causa,  por  qué  nos 
dió  Dios,  este  particulár  prezepto,  para  rcco- 
jimiento  de  la  lengua.  I  asi  no  solo  pecan  contra 
el,  los  que  dizcn  falscdúd  en  el  Juizio,  que  son 
los  que  arriba  dije;  mas  los  que  la  dizen  fuera 
d'cl,  de  cualquier  m.anera,  que  sea.  Pecan,  los 
que  descubren  las  faltas  de  sus  prójimos,  i  ba- 
zen,  que  las  sepan,  i  entiendan,  los  que  no  las 
sabian.  Porque  dado  caso,  que  digan  en  ello 
vcrdád,  todavía,  el  descubrirlo^  trae  consigo 
zierta  manera  de  falsedad.  Porque  es,  contra  el 
Mandamiento  de  Dios :  i  contra  la  Lei ,  que  ex- 
presamente dize,  que,  lo  que  uno  no  quiere 
para  si,  no  lo  quiera  para  otro  :  i  contra  el  De- 
recho natural,  que  encubre  el  secreto,  con  quo 
el  otro  puede  ser  dañado,  sin  recrezcrsc  *,  de 
dezirlo,  otro  mayór  provecho,  que  de  callarlo: 
como  es,  en  el  Juizio,  en  los  casos,  que  se  per- 
mite, i  debe  dezir.  De  aquí  se  conoze,  que  pe- 
can contra  este  Mandamiento,  los  que  presumen 
de  grandes  reprchendedorcs,  i  dan  a  entender, 
que  tienen  gran  enemistád  con  los  vizios.  Por- 
que nunca  hazen,  sino  dezír  mal,  de  los  que 
tienen  ofizios  en  las  repúblicas:  de  los  que  es- 
tán en  mas  altos,  i  señalados  lugares  ,  contando 

*  Sm  recraersc ,  equivale  a  <'  cuando  no  se  rccreic.'- 


138        'A  DEL  OCTAVO  MANDAMIENTO  ?» 

cuentos,  i  fábulas  d'cllos:  porque  el  ofizio  de 
tratárde  las  faltas  ajenas,  es  proprio  de  los  Su- 
periores que  tienen  cargo  de  castigarlas,  i  de  los 
Fol.  111.  Predicadores,  quo  las  han  de  rcprchcnd(^r,  f  i 
enseñar  el  camino  de  la  enmienda  d'ellas.  I  aun 
estos,  no  han  do  ser  tan  atrevidos,  i  (an  desaca- 
lados,  como  algunos  scprézian  de  ser.  sinó  con 
aquella  templanza,  i  con  aquella  considerazión, 
i  uso,  que  la  divina  Escriptura  enseña.  De  suer- 
te, que  pecan  contra  este  mandamiento,  todos 
los  murmuradores,  i  deslenguados:  todos  los 
mentirosos:  i  todos  los  hipócritas,  que  tienen 
uno,  i  finjen  otro;  que  hazon  muestras,  i  apa- 
ricnzias,  para  que  los  estimen  en  mucho;  que 
hablan,  de  manera,  i  para  fin,  que  entien- 
dan, ¡presuman  los  otros,  grandes  cosas  d'ellos; 
que  los  prefieran,  i  tengan,  en  mas,  que  a 
otros':  porque,  todo  esto,  es  querér  engañar, 
i  jénero  de  falsedad.  Aquí  también  entran  los 
vanagloriosos,  i  los  lisonjeros;  porque  todo  esto, 
tiene  mui  gran  parentesco,  con  la  mentira,  i 
con  el  fin  que  ella  pretende.  Pecan  también  los 
Predicadores,  que  dizen,  i  tratan  mentiras,  en  el 
pulpito:  i  alegan,  i  declaran  la  Scriptura,  o  otras 
cosas,  con  falsedád  2.  Finalmente,  todos  aque- 
llos, que  dizen  mentira. 
Dionisio.  Digo  os,  que  habéis  tocado  una  cosa, 


í  Alurlc  a  1.1  jonlc  de  alto 
bonete.  Ésta  puso,  con  exacto 
emblema,  la  cstátiia  de  su  Ca- 
beza, pisando  un  globo  dcl.i- 
piz  lizuli.  Ahora,  en  España, 
se  aventaja  mucho,  en  poder, 
por  haberse  multiplicado  la 


pohlazión  :,  pero  ,  en  tiempo 
del  Uoclór ,  esc  poder,  que 
era  grande  también  ,  estaba 
menos  desflorado ,  o  menos 
acanallado  ,  que  hoi.  I  lo  que 
sifruc,  les  cuadra  igualmente. 
3  IJai  bastantes  de  estos. 


DE  LA  LEI.  ?5  139 

sobre  quo  habia  bien  que  hablar:  que  es:  eso 
del  mentir  de  los  Predicadores :  lo  cuál  yo  no  - 
pudiera  creér,  si  d'cUo  no  tuviera  tanta  cxpc- 
rienzia.  Mas, /,qui6n  habia  de  crcór,  que  subia 
nadie,  al  lugár  de  Jesu  Cristo,  que  es  la  misma 
verdád,  a  dezir  mentira;  i,  sin  grandisimo  es- 
tudio, i  dilijcnzia,  para  no  ca6r  en  ella?  Di6n 
dijistes,  poco  ha,  en  cuan  poco  teníamos  el  daño 
de  la  lengua;  i  cuán  grandes  daños  se  hazcn 
con  ella.  Mas  dejemos  esto,  que  es  negozio,  lar- 
go de  entender:  i  declaradme,  vos,  lo  que,  ago- 
ra en  las  últimas  palabras  dejistes :  que  toda 
mentira,  era  pecado  contra  este  Mandamiento. 
Porque,  hai  mentiras,  quo  no  son  en  perjuizio 
de  nadie :  i  paresze  rézia  cosa  condenarlas  todas, 
por  pecado.  ^  Fi^I-  H'-'- 

Ambrosio.  Verdád  es,  que  asi  lo  dije:  mas 
hai  mui  grande  diferenzia,  de  ser  pecado  mortál, 
a  ser  pecado  veniúl.  I,  para  esto,  mi  Maestro  me 
dijo,  que  los  Teólogos,  ponían  tres  difcrcnzias  Tres  maneras 
de  mentira.  La  primera  manera  es,  cuando  la  de  mentira, 
mentira  es  en  daño  del  prójimo,  o  con  intenzión 
d'ello;  i  esta,  siempre  es  pecado  mortál,  si  la 
intenzión  no  fuese  de  tal  manera  encaminada,  i 
el  daño  tan  liviano,  que  lo  excusase.  La  segunda 
es,  cuando,  ya  que  sea  mentira,  no  es,  sinó  para 
aprovechar  a  alguno,  sin  quo  de  allí  resulte 
daño  á  otro,  ni  haya  tal  intenzión;  i  cnton- 
zes  es  pecado  veniál.  La  tcrzcra  manera  es, 
la  mentira  de  burla,  que  no  es,  sinó  por 
plazcr,  i  no  por  daño  do  nadie;  i  esta  también 
es  pecado  veniál:  i  lo  mejór  seria  huirlo:  i 
la  costumbre  d'ello,  sabemos,  que  suele  en- 


l'lO  'A  DEL  XONO,   I  DÉZIMO 

cnminár  oíros  vizios,  i  otras  mentiras  de  mas 
calidád. 

Dionisio.  Bién  me  habéis  satisfecho:  i  dicho 
habéis  lo  que  basta,  para  el  entendimiento,  i 
obra  d'estc  prezepto.  Dczid,  agora,  de  los  que  se 
siguen. 

Del  nono,  i  dézirno  Mandamiento  de  la  Lei. 
CAPITULO  XXXIII. 

.^Mcnosio.  Tras  este,  se  sigue  el  nono,  i  dé- 
zimo,  que  es:  «No  cobdiziarás  la  mujer  de  tu 
prójimo,»  i  este  es  el  nono  :  i  el  dézirno  es:  «No 
cobdiziarás  su  hazicnda.»  Van  así  juntos,  porque 
la  declarazión  d'ellos,  \'a  por  un  mismo  camino: 
tanto,  que  muchos  dijeron,  que  estas  dos  scn- 
tcnzias,  no  hnzian  mas,  de  un  soló  Mandamien- 
to. Mas  la  iglesia  tiene  ya  costumbre  de  divi- 
dirlos, i  de  ponerles  número  de  diéz. 

Dionisio.  Bién  me  parcsze  lo  que  habéis  di- 
Foi.  113.  cho:  aunque  todavía  os  quiero  preguntdr  una  f 
cosa,  que  podría  ponér  escrúpulo,  no  solo,  a 
vos,  mas,  a  otros,  mas  avisados  en  estas  cosas, 
que,  vos.  I  es,  que  parcsze,  que  estos  dos  Man- 
damientos son  aquí,  demasiados.  Porque  el  nono, 
está  tractado,  i  declarado,  en  el  sexto,  donde  es 
prohibido  el  adulterio;  i  el  dézirno,  en  el  sépti- 
mo, donde  se  nos  manda,  que  no  hurtemos.  1. 
como  allí,  vos,  muibién  dejistes;  aquellos  Man- 
damientos, aunque  son  negativos,  incluyen,  en 
si,- otros  afirmativos:  i  no  solo,  piden  limpieza 
de  manos,  i  de  obras  defuera,  mas  también  del 


MANDAMIENTO.  141 

corazón.  ¿Qué  razón,  veamos,  os  dijo,  a  vos, 
vuestro  Maestro,  por  donde  se  sabe,  que  estos 
dos  Mandamientos  últimos  son  supérfluos'^ 

Ajronosio.    Verdad  es,  que  la  sentenzia  d'estos 
dos,  está  metida  en  el  sexto,  i  séptimo:  mas, 
no  por  esto,  se  concluye,  que  estos  dos  sean  su- 
pérfluos.  La  razón,  que  mi  Maestro  me  dijo,  es:  Kazón  por 
que  la  rudeza  del  hombre,  para  entender  las  co-  ''"'^ 

,  .  dieron  los  dos 

sas  de  Dios,  es  lan  grande,  i  la  mclinazion,  tan 

'  ^  '  Ultimos  Man* 

inzitada,  i  poderosa,  para  contradezir  las;  que  damicntos. 
es  menester  mui  grande,  i  mui  manifiesta  de- 
clarazión,  para  que  las  entienda,  i  para  que 
quede  convcnzido,  i  no  pretenda  ignoranzia,  ni 
busque  excusas  en  ellas.  Por  esta  razón,  se  po 
neu  estos  dos  últimos  Mandamientos:  los  cua, 
les,  son  una  breve  declarazión  de  los  pasados- 
mui  manifiesta,  i  sin  dubda,  o  contradizión  algu- 
na. Porque,  aunque  sea  verdád,  i  la  razón  así  lo 
enseñe;  que  en  aquellos  Mandamientss  sexto,  i 
séptimo,  i  en  todos  los  que  habemos  dicho,  no 
solo  se  pida  la  limpieza  de  las  manos,  i  de  las 
obras  exteriores,  mas  también  la  del  corazón,  i 
nos  obliguen,  á  que  no  tengamos,  ni  demos  ca- 
bida en  él,  a  ningún  mal  consentimiento,  antes 
lo  tengamos  fortaleszido  con  mui  buenos,  i  .sanc- 
íos  pensamientos;  —  aunque,  esto,  comocomen- 
zé  adezir,  sea  así  verdád;  está  como  secreto,  Foi.  ii4. 
i  encubierto ,  i  no  dize ,  expresamente ,  que  ten- 
gamos limpio  el  corazón.  Porque,  como  las 
obras  exteriores,  son  las  que  mas  dañan,  i 
ofenden  al  prójimo,  i  de  solos  los  pensamientos 
de  uno,  nunca  otro  reszibiría  mal,  i  estas  tales 
obras,  son  lasque  están  subjetas á nuestro jui- 


'A  nr.h  nono,  i  décimo  'A 
zio,  i  en  quo  nosotros  podemos  scntcnziAi-,  i  no 
podemos  cntrAr,  ni  juzrír  el  corazón  del  hom- 
bre; pusiéronse  en  todos  los  Mandamientos,  que 
de  la  segunda  Tabla  habernos  dicho ,  clara,  e  dis- 
tintamente, porque  esta  es  justizia,  que  toca  a 
los  hombres,  i  la  que  ellos  conoszen,  e  piden. 
La  otra,  que  es  de  la  limpieza  del  corazón,  que 
es  justizia  de  Dios,  que  Él  lapide,  i  Él  solo 
laconoze,  i  quiere,  que  aunque  la  otra  baste, 
para  con  los  hombres,  no  basta  para  con  Él; 
pónese  algo  mas  obscura,  i  sácase  por  razón, 
de  que  Dios,  no  solo  quiere,  que  no  sean  orcn- 
didos  los  hombres,  sinó  también,  que  delante 
los  ojos  de  su  ¡Majestad,  no  haya  pensamiento 
feo,  ni  malizioso,  ni  enemigo  do  su  prójimo. 
Porque  asi  como  los  benefizios,  i  obras,  de  quo 
Él  nos  haza  merzéd,  salen  de  una  larga,  i  be- 
nignísima voluntád,  llena  de  amór,  i  de  mise- 
ricordia; asi  quiere,  que  sean  las  nuestras,  sin 
que  haya  diversidád,  o  ünjimicnto,  entre  las 
obras,  i  el  corazón.  Mas,  como  al  prinzipio  dije, 
la  rudeza  do  los  hombres,  es  grande,  para  tan 
grande  cosa,  i  la  inchnazión  mui  mala,  i  fázil- 
mente  buscará  alguna  excusa,  diziendo:  que  61 
no  entendía  estas  subtilczas,  i  que  era  pe- 
dirlo cosas  mui  demasiadas:  i,  que  puós  Dios, 
no  las  había  puesto,  distinctamente  en  sus  Man- 
damientos, no  era  do  crcér,  que  obligaba  a 
'  ellas,  ni  que  ponía  sobre  nuestros  hombros, 
tan  grande  carga.  Por  esto ,  en  estos  dos 
últimos  Mandamientos,  se  le  pone  expresa- 
mente, «que  no  cobdizie  la  mujer,  ni  los 
Foi.  ii.'i.'  bienes  de  su  prójimo.»  Donde  está  ^  claro,  quo 


.I'l2  'A.  ViF.L  NONO,  I  DÉCIMO  'A 

7A0,  i  en  que  nosotros  podemos  scntcnziái-,  i  no 
podemos  cntrAr,  ni  juzgár  el  corazón  del  hom- 
bre; pusiéronse  en  todos  los  Mandamientos,  que 
de  la  segunda  Tabla  habernos  dicho ,  clara,  e  dis- 
tintamente, porque  esta  es  justizia,  que  toca  a 
los  hombres,  i  la  que  ellos  conoszen,  e  piden. 
La  otra,  que  es  de  la  limpieza  del  corazón,  que 
es  justizia  de  Dios,  que  Él  lapide,  i  Él  solo 
laconoze,  i  quiere,  que  aunque  la  otra  baste, 
para  con  los  hombres,  no  basta  para  con  Él; 
pónese  algo  mas  obscura,  i  sácase  por  razón, 
do  que  Dios,  no  solo  quiere,  que  no  sean  ofen- 
didos los  hombres,  sinó  también,  que  delante 
los  ojos  de  su  ¡Vlajestád,  no  haya  pensamiento 
feo,  ni  malizioso,  ni  enemigo  de  su  prójimo. 
Porque  así  como  los  benefizios,  i  obras,  de  que 
Él  nos  haza  merzéd,  salen  de  una  larga^  i  be- 
nignísima voluntád,  llena  de  araór,  i  de  mise- 
ricordia; asi  quiere,  que  sean  las  nuestras,  sin 
que  haya  diversidád,  o  ünjimicnto,  entro  las 
obras,  i  el  corazón.  Mas,  como  al  prinzipio  dije, 
la  rudeza  de  los  hombres,  es  grande,  para  tan 
grande  cosa,  i  la  inchnazión  mui  mala,  i  fázil- 
mente  buscari  alguna  excusa,  diziendo:  que  61 
no  entendía  estas  subtilczas,  i  que  era  pe- 
dirlo cosas  mui  demasiadas:  i,  que  pues  Dios, 
no  las  había  puesto,  distinctamente  en  sus  Man- 
damientos, no  era  do  crcér,  que  obligaba  a 
'  ellas,  ni  que  ponía  sobre  nuestros  hombros, 
tan  grande  carga.  Por  esto ,  en  estos  dos 
últimos  Mandamientos,  se  le  pone  expresa- 
mente, «que  no  cobdizie  la  mujer,  ni  los 
Foi.  u.'i;  bienes  de  su  prójimo.»  Donde  está     claro,  que 


MANDAMIENTO.  ^     '  1 43 

se  le  pide  limpieza  de  voluntdd,  i  de  corazón. 

Dionisio.  Tal  sea  mi  vida,  cómo,  vos,  lo  ha- 
béis declarado.  Mas,  qué  diréis  a  esto,  que  yo 
agora  dubdo,  i  es:  que,  parcsze,  que- solo  so 
pide  esta  limpieza,  para  el  sexto,  i  séptimo  Man- 
damiento, de  no  adulterár;  i  de  no  hurtár:  so- 
bre los  cuales,  pareze^  que  solamente  hablan 
estos  dos  postreros,  de  no  cobdiziár  la  mujer, 
ni  hazicnda  del  prójimo.  ¿Qué  diremos  do  los 
otros  Mandamientos?  ¿No  requieren  tambión, 
limpieza  de  corazón? 

Ambrosio.  Si  requieren,  i  tambión  hablan 
d'ellos,  estos  dos  Mandamientos.  De  los  de  la 
primera  Tabla,  no  hai  que  tractir:  que  clara- 
mente piden  pureza  del  corazón,  pues  el  pri- 
mero, entra  diziendo,  que  amemos  a  Dios,  de 
toda  nuestra  voluntád,  i  de  todo  nuestro  cora- 
zón. Pues,  los  de  la  segunda  Tabla,  todos  es- 
tán enzorrados,  en  estos  dos  postreros:  porque 
el  dózimo,  dize,  que  «nocobdizie  el  hombre, 
cosa  alguna  de  aquellas,  que  son  proprias  de  su 
prójimo.  Pues  quien  no  le  cobdiziare  quitfir  la 
I  mujór,  ni  nada  de  aquello,  do  que  Dios  le  ha 
hecho  merz6d,  i  dádoselo  por  suyo;  claro  está, 
que  ni  le  cobdiziard  quitár  la  fama,  ni  la  vida, 
ni  la  hazienda,  ni-  otra  cosa  alguna.  De  manera, 
que  en  mandar,  que  estó  nuestro  corazón,  puro 
d'eslos  dos  malos  apetitos,  que  son,  torpedád, 
i  deshonestidad  de  la  carne,  de  cualquier  ma- 
nera, que  sea,  i  codizia  do  cosas  ajenas;  se  nos 
manda,  que  lo  tengamos  puro,  en  todos  los 
Mandamientos  de  la  segunda  Tabla. 

Dionisio.    Yo  me  doi  por  bién  respondido.  I 


l  'li  ».  DEL  NONO,   I  DÉZIMO 

para  que  veáis,  cuant.'i  razón  toncis,  en  lo  que 
habéis  dicho;  considcrád  en  el  Evanjelio,  las 
opiniones,  que  en  esfc  caso,  los  fariseos  tenían: 
i  veréis,  que  aun  dcspuós  de  serles  tan  notifica- 
dos, i  tan  repetidos,  esos  dos  prezcptos;  todavía, 
Foi. lio.  creían,  que  bastaba  cumplir  f  los  Mandamien- 
tos de  Dios,  con  las  obras  de  fuera  :  i,  que  aun- 
que bebiese  malizia  en  el  corazón  ,  no ,  por  eso, 
serían  condenados,  con  que,  la  tal  malizia,  no 
saliese,  a  ponerse  en  obra.  De  aquí  naszia  aque- 
lla arroganzia,  i  soberbia  grande,  que  consicru 
tenían,  de  ver,  que  los  otros  hazían  obras,  que 
se  las  pudiesen  ver,  i  juzgár  los  hombres,  por 
malas;  i ,  que  ellos  no  las  hazían  :  teniendo  por 
'  cosa  mu¡  liviana,  o  de  ninguna  tacha,  ni  culpa, 
la  malizia  de  su  corazón,  de  quien  Dios  era  tes- 
tigo. I,  por  nuestros  pecados,  aun  agora,  que 
por  la  palabra,  i  doctrina  de  Cristo,  Rcdcmptór 
nuestro,  tanta  luz  tienen  estas  cosas;  se  halla 
Jíncrodeso-  todavía,  cntre  los  hombres,  este  malvado  jé- 
bcriiiíi,  i  do  h!-  ^q^q  ¿jg  hipocresía;  de  muchos,  que  on  las 
pciítTosa  "^^  obras,  que  se  pueden  acá  juzgár,  tienen  grande 
vijilanzia:  grande  composizión i  conzierto:  i, 
en  el  secreto  do  su  corazón,  tienen  gran  des- 
conzierto,  i  revuelta  de  ruines  intcnziones,  de 


I  Compnsizirtn,  aquí,  cqui- 
valo  a  comjwalurit :  i  el  Dnc- 
lór  va  rctr.itando  lo?  mismos 
clérigos,  de  alto  bonete,  mcn- 
zionados  en  una  ÍÑota  prczc- 
dcnte.  I  tan  importante  le 
parezió  (i  con  razón)  el  re- 


trato ,  que  puso  arolaziún  a 
marjcn,  parí  mcj.'lr  tild.ir  a 
esos  írics,  soberbios,  i  peli- 
grosos hipócritas.  Nótelos  de 
fríos:  mas  solo  en  Ja  apa- 
ricnzia,  pues  un  Poeta  nues- 
tro, dizc  de  ellos  : 


Jente,  cjue  está  fría,  i  quema. 
Cuál  caldo  de  zorra  artera. 
¡Guarda  fuera ! 


1Í4  'A  DEL  NONO,   I  DÉZIMO  ^ 

para  que  veáis,  cunntA  razón  tcncis,  en  lo  que 
habéis  dicho;  consitlerñd  en  el  Evanjclio,  las 
opiniones,  que  en  este  caso,  los  fariseos  tenían: 
i  veréis,  quo  aun  después  de  serles  tan  notiQca- 
dos,  i  tan  repetidos,  esos  dos  preceptos;  todavía, 
Pol.  iiG.  creían,  que  bastaba  cumplir  f  los  Mandamien- 
tos do  Dios,  con  las  obras  de  fuera  :  i,  que  aun- 
que hobiesc  malizia  en  el  corazón ,  no,  por  eso, 
serían  condenados,  con  que,  la  tal  malizia,  no 
saliese,  a  ponerse  en  obra.  De  aquí  naszia  aque- 
lla arroganzia,  i  soberbia  grande,  que  consijro 
tenían,  de  ver,  que  los  otros  hazían  obras,  que 
se  las  pudiesen  ver,  i  juzgár  los  hombres,  por 
malas;  i,  que  ellos  no  las  hazían  :  teniendo  por 
■  cosamui  liviana,  o  de  ninguna  tacha,  ni  culpa, 
la  malizia  de  su  corazón,  de  quien  Dios  era  tes- 
tigo. I,  por  nuestros  pecados,  aun  agora,  que 
por  la  palabra,  i  doctrina  de  Cristo,  Rcdcmptór 
nuestro,  tanta  luz  tienen  estas  cosas;  so  halla 
Jíncrodcso-  todavía,  entre  los  hombres,  este  malvado  jé- 
borbia.idohi-  j^(,[.q  lüpocrcsía;  de  muchos,  que  en  las 
pcl^Jríi's^a  obras,  que  se  pueden  acá  juzgár ,  tienen  grande 
vijilanzia:  grande  composizión i  conzierto:  i, 
en  el  secreto  do  su  corazón,  tienen  gran  des- 
conzierto,  i  revuelta  do  ruines  intcnziones,  de 


I  CompnsizWn,  aquí,  oqui-  trato  ,  que  puso  acotazión  a 

vale  a  composliirn :  i  cl  Doc-  marjcn,  pan  mcj.'^r  tiUlAr  a 

liír  va  retratando  lo'  mismos  eses  fríos,  soberbio?,  i  pcü- 

clérigos,  de  alto  bonete,  mcn-  grosos  hipócritas.  Notólos  do 

zionados  en  una  Nota  prcze-  fríos:  mas  solo  en  la  apa- 

dente.   I  tan  importante  le  ricnzia ,  pues  un  Poeta  nucs- 

parezió  (i  con  razón)  cl  re-  tro,  dize  de  ellos  ; 

Jente,  que  está  fría,  i  quema, 

Cuál  caldo  de  zorra  artera. 
¡Guarda  fuera ! 


'A  MANDAMIENTO.  7»  145 

soberbivis,  Je  ¡nvidias,  i  de  semcjanLes  apetitos, 
i  deseos.  Lo  cuál,  ellos  tienen  en  poco,  con  que 
no  sean  entendidos,  i  condenados  del  mundo. 
I ,  no  solo  tienen  soberbia  d'esto,  para  con  los 
hombres,  mas  aun  para  con  Dios;  porque  les 
paresze,  que  todo  aquello  que  ellos  tienen  en  su 
corazón,  es  una  nada,  o  cosa  mui  liviana  de  ser 
despachada,  i  perdonada :  que  los  otros,  llevan 
camino  de  ser  perdidos,  i  ellos,  de  ser  gana- 
dos: que  la  cuenta,  para  con  los  hombres,  es 
mui  pesada:  la  que,  solamente,  para  con  Dios, 
es  mui  liviana:  que  si  justos  hai  en  el  mundo, 
ellos  son:  que  los  otros  son  claramente  malos. 
¡Qué  de  inconvinientcs,  se  les  recreze,  de  aqui, 
a  estos  miserables  hombres:  cuán  mal  tienen 
entendido  la  justizia,  i  juizio  de  Dios:  qué  ziegos 
andan  en  sus  caminos!  De  donde  viene  que  no 
se  conozcan,  i  que  no  pongan  dilijcnzia,  en  des- 
echár,  i  venzér,  la  ^  maldad  de  su  corazón :  que  Foi- 
no  pidan  a  Dios,  perdón  de  su  pecado,  tan  ver- 
daderamente como  so  habla  de  pedir.  Zicrta- 
mente,  lijera  cosa  es,  alcanzár  de  Dios,  perdón, 
e  misericordia  de  sus  culpas,  si  él  lo  pide,  de 
verdad.  .Mas,  ha  de  estár  desengañado,  i  tonér 
por  cosa  sabida,  que  tan  de  verdad  lo  ha  de  pe- 
dir, el  que  tiene  la  malizia  en  el  corazón,  como 
el  que  la  tiene  en  las  manos :  i  por  tan  conde- 
nado, i  perdido,  se  ha  de  dár,  por  su  parte,  i 
por  todo  cuanto  él  mereze.  Es,  este  tal,  menos 
escandaloso      i  menos  dañoso,  para  los  próji- 


•  Me  parcze,  que  tiene  ra- 
7.<Sn  el  Doctor,  diziendo  :  que, 
lot  tales,  son  menot  etcania- 


losoí:  pero  que  ñola  tiene, 
añadiendo  ^  que  son  mtnot 
dañosos. 

10 


146  'A  DEI.  NONO,   1  DÉCIMO  ?• 

inos,  i  para  la  república:  yo  asi  lo  confieso: 
mas,  no  se  ha  do  cngañAr,  por  aquí,  ni  dojár  do 
conozér,  que  es  abominable,  i  condenado,  en  el 
juizio  de  Dios:  salvo,  si  no  tiene,  en  poco,  ser 
visto,  CMi tendido,  i  conoszido  de  Diosj  i  en  mu- 
cho, i  por  cosa  miii  rézia ,  ser  conoszido  de  los 
hombres;  como,  a  la  verdád,  lo  piensan  algu- 
nos. Lo  cuál,  ¿qué  otra  cosa  es,  sinó  poca  esti- 
nia,  blasfemia,  i  menosprózio,  de  la  presenzia 
de  Dios ;  i  temór ,  i  revorcnzia  de  los  hombres? 
Compárase,  el  pecadór  con  los  que  tienen 
maldades,  i  pecados,  en  las  manos,  i  en  la  len- 
gua, i  en  las  cosas  exteriores,  que  acá,  de  fue- 
ra, parezen:  i  no  se  habia  de  comparar,  sinó, 
con  los  que  no  las  tienen,  ni  en  las  manos,  ni 
en  el  corazón;  ni  en  lo  claro  ,  ni  en  lo  secreto; 
que  le  parezen,  en  lo  que  juzgan  los  hombres, 
mas  no,  en  lo  que  juzga  Dios.  Ni  ba  de  ser  tan 
desconfiado,  de  la  misericordia  de  Dios,  ni  de 
la  eficázia  de  su  palabra,  que  no  crea,  que  hai 
mucbos  d'cstos  tales,  en  quien  se  ejecuta,  i  ha- 
ze  su  obra,  el  misterio  del  Evanjelio,  i  la  san- 
gre dclRedemptór.  Estos,  ha  de  pensár,  que  son 
los  justos:  i,  que  61,  no  lo  es:  i  en  el  aca- 
tamiento, i  memoria  d'ellos,  se  había  de  confun- 
dir, i  humillár,  dentro  de  su  pensamiento.  No 
Foi.  118.  quiero,  en  esto,  alargarme  ^  mas:  sinó  tornár 
a  vuestra  dcclarazión,  que  me  parcsze,  que  bas- 
ta, para  el  entendimiento  d'estos  dos  últimos 
Mayórcxicn-  Mandamientos.  Aunque,  no  dejaré  de  deziros  dos 
sión ,  i  deci.v  cosas,  azcrca  d'ellos,  que  sé  que  os  agradarán, 

1  Es  dczi'r  ;  ése  recad6^,  ra  :  i  revuelto,  i  dcsconzerta- 
que  va  rotralíindo  ,  compiles-  io ,  en  su  intcriór  :  el  frió  ,  i 
lo  ,  i  conzcrlailo ,  ¡lor  de  fue-      peligroso  hip(^crit.i. 


•A  MANDAMIENTO.  147 

i  OS  harán  harto  provecho,  con  el  ayuda  del  Se-  "^'^^n.  <i<^  lo» 
ñór.  La  primera  sea:  que  estos  dos  Mandamien- 

.     ,  .  ..         ,  ,  Mandamien- 

tos, tienen  una  zierla  considerazion  sobre  el 

sexto,  i  séptimo,  do  quién  hablábamos,  allende 
de  lo  que,  vos,  habéis  dicho;  que  .sirve  para 
mayór  extensión,  i  entendimiento  d'ellos:  i  es: 
que  en  estos  dos  prezeptos,  se  nos  viedan  unos 
ziertos acometimientos,  que  la  justizia  humana 
no  condenaría;  i  nos  enseñan  el  uso,  de  la  zicr- 
ta  i  verdadera  caridád.  Quiero  declararlo  por 
ejemplos,  porque  mejór  lo  entendáis.  Claro  estxl 
que  si  uno,  contrata  con  otro,  i  solamente  lo 
engaña  en  la  mitád  del  justo  prézio ;  que  el  Juóz, 
no  mandará  deshazér  aquél  contracto,  ni  que  la 
parte  agraviada,  sea  satisfecha.  Mas,  esto,  por 
la  Lei  de  Dios,  que  está  dada,  en  el  último  Man- 
damiento, no  deja  de  ser  pecado.  Item:  hai  uno, 
que  no  quiere  hurtar  la  casa,  o  la  heredád  de 
su  prójimo;  mas  desea,  que  el  otro  se  la  ven- 
diese, aunque  el  otro  fuese  engañado,  i  perdi- 
doso, en  ello,  con  tal  que  61  ganase:  o  codizia 
verlo,  en  tanta  rezesidád,  que  se  la  venga  a 
vender,  o  empeñár.  I  asi,  hai  muchos  hombros, 
que  procuran,  o  desean  las  cosas  ajenas,  no 
hurtándolas,  mas,  a  lo  menos,  sin  tenér  respec- 
to al  daño,  que  al  otro  se  le  podría  rccreszér 
d'ello.  Muchos  ejemplos  podría  ponór  d'esla  ma- 
nera: en  procurar  los  criados  ajenos,  los  hijos, 
para  casamientos,  i  otras  cosas  asi;  sin  tenér 
cuenta,  con  las  pérdidas,  i  afrentas,  en  que  trae 
a  sus  prójimos,  con  aquellas  tales  obras.  Las 
cuales,  el  mundo,  i  la  justizia  humana,  no  scn- 
tenzia  por  hurto,  i,  a  la  verdád,     son  contra  Foi.iio. 


.148  DEI.  NONO,  I  nÉCIMO  9» 

rl  dézimo  Mandamiento,  que ,  verdaderamente, 
estrecha  la  cobdizia  de  los  hombrea,  i  ensancha 
la  Lei  de  la  caridad,  i  es  propriamcnte  declarado 
por  el  otro  mandamiento,  qne  dizc:  «Amarás  al 
prójimo  como  a  tí  mismo:»  i  por  la  otra  regla: 
«No  desees,  para  otro,  lo  que  no  quieres  para 
ti.»  Otro  ejemplo ,  de  «  no  cobdiziarAs  la  mnjór 
ajena.»  Muchos  hai,  que  no  desean  la  mujer  de 
su  prójimo,  para  adulterár  con  ella:  mas,  a  lo 
menos,  desean,  que,  por  alguna  vía,  dejase  de 
ser  mujer  del  otro,  i  lo  fuese  suya,  aunque  el 
otro  perdiese  en   ello:  teniendo  en  poco,  la 
perdida  de  su  hermano,  con  tal,  que  a  él  se  le 
recrezca  gananzia.  Esto  todo  es  contra  estos  dos 
Mandamientos:  quiero  dezír,  contra  la  lei  déla 
verdadera  caridád,  que  manda,  que  nadie  haga, 
contra  otro,  lo  que  no  querría,  que  fuese  hecho 
contra  si.  Bién  sé,  que  estos  dos  mandamientos, 
que  son  Lei  de  caridád,  como  ya  he  dicho;  a  los 
hombres  carnales ,  i  que  no  tienen  experionzia, 
en  su  corazón,  de  la  liberalidad,  i  alegría,  que 
la  caridád  consigo  trae;  se  les  hazen  muy  gra- 
ves, e  mui  pesados.  Mas,  no  es  de  marabillár: 
que  asiles  es,  todo  el  Evanjelio,  i  el  yugo  de 
Jesu  Cristo.  Los  hombres  bien  pueden  buscár 
sus  provechos :  mas  no  han  de  buscár,  en  ellos, 
las  pérdidas  de  sus  prójimos.  I,  para  que  mas  a 
vuestro  plazér,  entendáis  estos  dos  Mandamien- 
tos; acordaos,  de  lo  que  el  Evanjelista  sant  Juán 
dize  en  su  Canónica,  i  veréis  cómo,  en  zierta 
manera,  es  exposizión  para  ellos.  Dize  allí  ': 


Véanse  los  versículos  15.  Epístola  de  9.  Juan. 
16  del  Capitulo  ii.  de  la  I. 


MANDAMIENTO.  %  1-i'J 

"que  no  amemos  al  mundo,  ni  a  las  cosas  d'él: 
porque  lo  que  hai  en  el  mundo,  no  es,  sinó  co- 
dizia  de' carne,  i  codizia  de  ojos,  i  soberbia  de 
vida.»  Aquí  dize:  «que  no  codizicmos  la  mujér 
ajena,  ni  las  cosas  de  nuestros  prójimos.»  Don- 
de Si  bién  lo  miráis >  hallareis  en  sant  Juán,      foI.  120. 
lo  mismo,  que  en  estos  últimos  mandarrtirntos. 
Mas  dejémoslo  agora,  porque  seria  cosa  larga 
tratarlo.  Lo  otro,  de  que  dije,  que  osansaria;  es:  PirticuUr 
que  aquí  somos  amonestados,  qútí  peleemos  con  a>''so,  que  es- 
la  mala  cobdizia,  e  inclinazión  que  heredamos  '"f  M.mda- 

■  '  ■      i         .     1   ,    •     1      míenlos  dsin. 

del  pecado :  que  la  procuremos  de  traer  debajo  de 
los  piés:  i  que  cada  dia  varaos  '  ganando  tierra 
con  ella.  Porque,  a  descuidarnos  en  esto,  grande 
es  el  peligro  que  corrcrtios,  i  grandes  irtconVi- 
nientes  son  los  que,  d'ésta  mala  raiz,  se  nos 
■pueden  rccrczór^  Porqué,  d'esta  codizia,  nazen 
todas  las  otras  malas  codiziáS:  i,  si  nosotros  nos 
dormimos  para  cdn  ella;  ella  nunca  duerme  para 
con  nosotros.  I  todo  lo  qUe,  con  nucsti'O  descui- 
dó, se  afiade,  a  ella,  de  fuórzas;  áe  añado  tam- 
bién de  dÍGcultád,  de  trabajó';  i  de  peligro,  á  las 
niles'tl-as:  de  dimínüzióh,  i  de  enfriamiento,  a 
los  favores,  c  inspirazioilGs,  que  ,  del  Séñór,  rc- 
zebimós.  Esto  he  qderido  deziros,  para  que  en- 
tendáis este  éccrbtó  Aviso,  que,  estos  dos  Man- 
damientos, nos'dah  :  pórq'uc'como  son,  de  mano 
de  la  misericordia  del  Eterno  Padre,  vienen  lle- 
nos de  lümbre,  i  Qi¡  rémedios.  Contra  las  calitc- 
las  de  nuestro  ertémigo,  r^iie,  con  tanta  dilijen- 
zia,  i  cuidado;  busc.i'  nucstl-a  perdición.  Agora, 

(  Vamos,  por  vayamos,  i    '  i'',  ■         ;'■  !    .'¡'fíl^;  't!;. 


,150  'ií.  AHREVIAZIÓN  BE  LOS 

rúe.  dczld ,  qu6  mas  ós  dijo  ,  vuestro  Maestro, 
azerca  de  los  diéz  Mandamientos. 

AMonosio.  No  me  dijo  otra  cosa,  mas  de 
encomendarme,  que  los  tuviese  siempre  en  la 
merúoria:  que  me  recrease  en  pensár  en  ellos,  i 
los  tuviese  por  regla,  c  guia,  de  todos  mis  pen- 
samientos, i  obras. 

Una  breví  ,■  i  compendiosa  resoluzión  de.  la  doclri- 
■  na,  que  hasta  aqui  se  ha  tractado. 

CAPITULO  XXXIV. ;  ., 

Dionisio.  Tal ''Maestro  depare  Dios,  a  todos  los 
que  quisieren  ser  diszipulos  ,  do  la  doctrina  del 
Evanjelio.  Ese  postrero  aviso,  procurad,  vos,  de 
cumplir,  que  yo  os  digo,  que  no  es  tán  poco  lo 
que  os  enseñó,  i  aqui  habéis  dicho,  como,  por 
ventura,  a  vos,  os  pareze.  ¡Pecador  de  mí!  ¿i, 
que  mas,  os  había  do  dezír?  Vos,  habéis  tracta- 
do, aquí,  en  la  declarazión  del  Símbolo,  la  ma- 
teria de  la  Fó,  i,  de  lo  que  ol  hombre  ha  de 
creer,  Platicastes  mui  bi6n ,  cómo  se  habla  do 
sentir,  i  estimár  cada  articulo.  Después,  sacas- 
tes  d'ellos,  como  de  raíz,  el  fruto  de  las  buenas 
obras;  i  hezisteslas,  exámcn,  i  pruebas,  i  mani- 
festazión  de  los  diéz  Mandamientos.  Luego  trac- 
tastos,  esto  mismo,  mas  palpablemente,  por 
los  Diéz  Mandamientos,  para  que  ninguno,  por 
rudo,  i  rústico  que  fuese,  dejase  do  entender,,  el 
camino,  i  regla,  de  bién  obrár:  porque  la  ma- 
nera, con  que  lo  tractastes  primero,  era  cosa 
mas  subtíl.  I  holgué  me  a  marabilla,  de  ver. 


'A  DIKZ  MANDAMIENTOS.   ?»  151 

que  muchas  vezes  deziddcs,  en  los  Mandamien- 
tos, lo  mismo  que  habiadcs  dicho  en  el  Símbo- 
lo; i  do  la  grande  concordia,  que  hai ,  entre  la 
una,  ¡  la  otra  doctrina,  entre  la  de  la  Fe,  i  de 
las  Obrds:  i  cómo  se  baja  la  divina  Sabiduría,  a 
querer  tractár  con  los  rudos,  i  bajos  homlircs 
conforme  a  su  capazidííd.  Dividistes  los  Man- 
damientos, mui  avisadamente,  en  dosTablas.  En 

Í la  primera,  dijistes,  que  se  trataba,  de  cómo 
nos  hablamos  de  haber  particularmente  con  Dios 
nuestro  Señor,  en  las  cosas  de  su  honrra,  i  glo- 
:  ria.  En  la  segunda,  de  cómo  nos  habemos  do 
haber,  con  el  prójimo.  Distes  la  razón  por  qué' 
los  mas  d'cstos  Mandamientos,  eran  dados  por 
j  via  de  negazión:  i  cómo,  los  que  eran  afn-mati- 
I  vos,  incluían  en  sí,  otro  negativo :  porque  e] 
I  que  manda  una  cosa,  es  claro,  que  próhibe  lo 
j  contrário  d'ella.  Dejistcs  también,  í  que  cada  Foi. 
i  uno  de  los  negativos,  incluíá  un  afii'mntivo: 
1  porque  no  quiere  Dios,  que  nuestra  cánima  (cuya 
¡  capazidád  es  tan  grande  ,  como,  de  posada,  que 
i  fué  hecha,  para  que.  Él  mismo,  morase  en  ella) 
;  esté  vazia:  sinó,  que  eche  de  si  todo  mal ,  i  se 
pueble,:  i  guarnez'ca,  de  todo  bién;  Do  donde  se 
vce,  cómo,  do  todas  partes,  nos  zercan ,  i  ve- 
lan, la  misericordia,  i  mandamientos  del  Sefiór: 
echando  de  nosotros,  todas  otras,  i  pensamien- 
tos fobs:  i  bastcziéndonos ,  de  hermosura,  de 
fé/  de  fortaleza;  i  de   amor  suyo.  Posistcs 
ejemplo,  en  las  unas,  i  en  las  otra?  obras:  en 
las  qué  habíamos  de  tdmár,  i  en  las  que  ha- 
blamos de  dejár;  para  que  todo  quedase  mas 
claro,!  no  hobicsc  nadie,  que  sé  pudiese  que- 


lo2  "A  ADREVIAZIÓN  DE  LOS  /* 

jar,  que  no  lo  entendía.  I  aunque  los  ejemplos 
no  fueron,  todos  los  que  se  pudieran  traér;  bas- 
tan aquellos,  que  pusistes,  para  regla,  i  conos- 
zimiento,  de  todos  los  otros.  E  yo  os  zcrtifico, 
que  quien  aquellos  pusiere  por  obra,  él  tenga 
afizión  a  obrár  los  demás,  i  que  no  alegue,  que 
no  los  entiende;  porque  él  los  conoszerá,  i  al- 
canzará mui  bién.  No  resta  mas,  azarea  d'esto, 
sino  la  Abueviazión ,  que  Cristo,  nuestro  Re- 
dcmptór,  hizo  d'estos  Diéz  Mandamientos,  para 
que  veáis,  por  cuantas  maneras,  nos  enseña  la 
misericordia  divina,  que,  lo  que,  para  unos, 
dize,  en  breve;  dizc,  para  otros,  mui  largo; 
condeszendiendo  a  todas  nuestras  rudezas,  e  in- 
habilidades, como  vistes,  vos,  en  lo  mismo, 
que  habéis  dicho  del  Símbolo ,  i  de  los  Man- 
damientos. 

Abreviazión  de  los  Diez  Mandamientos,  en  dos. 

CAPITULO  XXXV. 

Dionisio.  En  el  Evanjelio,  abrevió  nuestro 
Rcdemptór,  todos  los  diéz  Mandamientos,  en 
Dos:  «En  amár  a  Dios:  i  al  prójimo:»  hazien- 
Foi.  123.  do  f  fuente,  i  raíz,xil  amór  de  todos  nuestros 
pensamientos,  i  obras:  porque,  dónde  éste  no 
hobiere,  siempre  hai  pereza,  i  pesadumbre  en 
el  obrár:  siempre  falsedad,  i  hipocresía:  i  nun- 
ca, en  ello,  se  pretende,  verdadero  bién,  sino 
falsos,  i  engañosos  intereses     Mas,  donde  el 

1  Todo  esto,  i  cuanto  si-      amór  cristiano,  presupone, 
guc,  azerca  de  la  Lei  del  impre52Índiblcmcnte,L\CoM- 


»  DIEZ  MANDAMIENTOS.  153 

amor  es  el  que  manda,  e  guia  las  cosas;  siem- 
pre las  endereza ,  a  la  cosa  amada :  siempre  a 
darle  contentamiento:  siempre,  es  ella,  el  prin- 
zipál  fin,  que  se  busca:  nunca  sabe  estar  olvida- 
dizo, i  estéril:  i  todo  se  le  haze  liviano  de  obrar: 
en  todo  tiene  verdadera  confianza  de  lo  que 
ama ;  porque  la  raíz  de  donde  nasze ,  es  la  Fé. 
Veis  aquí,  la  causa,  porqué  nuestro  Redcmptór 
dijo:  que  en  estos  dos  Mandamientos,  de  «amár 
a  Dios,"  i  a  amár  al  prójimo;"  consistía  la  Lei,  i 
los  Profetas.  Porque,  quien  ama  a  Dios,  siempre 
confiará  en  Él ;  terná  grande,  i  continuo  cuida- 
do, de  servirle  :  acatará  dentro  de  su  corazón, 
i  temerá,  aquella  grande,  e  divina  Majestád: 
deseará,  i  procurará,  que  todos  le  conozcan,  i 
le  den  gloria:  convidará,  para  ello,  con  pala- 
bra, i  con  ejemplo:  i  ninguna  cosa  rehusará,  de 
las  que  tocan  a  la  relijión,  i  servizio,  de  tal  Se- 
ñor. Por  este  mismo  camino,  quien  amare  a  su 
prójimo;  a  mi  cargo,  que  nunca  le  quite  la  vida: 
ni  le  quite  la  mujér  :  ni  le  robe  la  hazicnda:  ni 
le  ofenda  en  la  fama ;  ni  le  desampare  en  la 
nezesidád,  ni  haga  cosa  contra  él,  de  las  que  él 
viere,  que  no  es  razón,  que  se  hagan,  contra  sí 
mismo    Veis  aquí,  una  mui  breve,  i  mui  clara 


FLETA,  E  INMOLADLE  LIDEH- 

tAd  Reluiosa.  Ni  el  amár, 
ni  la  relijión  cristiana  ,  pue- 
den exijirse,  á  la  fuerza.  V'o- 
lunlád  forzada ,  no  es  volun- 
tad. Sin  ésta,  no  hai  cristia- 
nismo. 

1  Lnp  inquisidores,  al  Doc- 
tór  Constantino  ,  le  quitaron 
la  vida:  (la  mujér  no,  por- 
que no  la  tenia) :  le  robaron 


la  hazienda  :  le  ofendieron  en 
la  fama:  hizicron,  que,  todos, 
le  desamparasen,  en  la  neze- 
sidád :  e  hizicron  contra  él, 
cuanto  pudieron ,  i  cu.mto 
ellos ,  no  hubieran  querido, 
que  se  hiziese  con  ello-; ,  a  nn 
estár  locos.  ¡Amaron  los  In- 
quisidores, al  Dr.  Constanti- 
no? ¿Fueron  cristianos,  nun- 
ca, los  Iiiquisidores? 


^  DIEZ  MANDAMIENTOS.  153 

amór  es  el  que  manda,  e  guia  las  cosas;  siem- 
pre las  endereza,  a  la  cosa  amada;  siempre  a 
darle  contentamiento:  siempre,  es  ella,  el  prin- 
zipál  fin,  que  se  busca:  nunca  sabe  estar  olvida- 
dizo, i  estéril:  i  todo  se  le  haza  liviano  de  obrar: 
en  todo  tiene  verdadera  confianza  de  lo  que 
ama ;  porque  la  raíz  de  donde  nasze ,  es  la  Fé. 
Veis  aquí,  la  causa,  porqué  nuestro  Redemptór 
dijo:  que  en  estos  dos  Mandamientos,  de  «amár 
a  Dios,"  i  a  amár  al  prójimo;»  consistía  la  Lei,  i 
los  Profetas.  Porque,  quien  ama  a  Dios,  siempre 
confiará  en  Él :  terná  grande,  i  continuo  cuida- 
do, de  servirle  :  acatará  dentro  de  su  corazón, 
i  temerá,  aquella  grande,  e  divina  Majestád: 
deseará,  i  procurará,  que  todos  le  conozcan,  i 
le  den  gloria:  convidará,  para  ello,  con  pala- 
bra, i  con  ejemplo:  i  ninguna  cosa  rehusará,  de 
las  que  tocan  a  la  relijión,  i  servizio,  de  tal  Se- 
ñor. Por  este  mismo  camino,  quien  amare  a  su 
prójimo;  a  mi  cargo,  que  nunca  le  quite  la  vida: 
ni  le  quite  la  mujér  :  ni  le  robe  la  hazicnda:  ni 
le  ofenda  en  la  fama ;  ni  le  desampare  en  la 
nezesidád,  ni  haga  cosa  contra  él,  de  las  que  él 
viere,  que  no  es  razón,  que  se  hagan,  contra  sí 
mismo    Veis  aquí ,  una  mui  breve,  i  mui  clara 


FLETA  ,  E  INMOLADLE  UDEtl- 

TÁD  Relijiosa.  Ni  el  amár, 
ni  la  relijión  cristiana  ,  pue- 
den exijirsc,  á  la  fuerza.  Vo- 
luntád  forzada,  no  es  volun- 
tad. Sin  ésta,  no  hai  cristia- 
nismo. 

i  Lop  inquisidores,  al  Doc- 
tór  Constantino  ,  le  quitaron 
la  vida:  (la  mujér  no,  por- 
que no  la  tcnlal :  le  robaron 


la  hazicnda  :  le  ofendieron  en 
la  fama:  hizicron,  que,  todos, 
le  desamparasen,  en  la  neze- 
sidád :  e  hizicron  contra  él, 
cuanto  pudieron,  i  cuanto 
ellos ,  no  hubieran  querido, 
que  se  hiziese  con  ellos  ,  a  no 
estár  locos.  ¡Amaron  los  In- 
quisidores, al  Dr.  Constanti- 
no? ¿Fueron  cristianos,  nun- 
ca, ¡os  líiquisidore»? 


V.  DIIÍZ  MANDAMIENTOS.  153 

amór  es  el  que  manda,  e  guía  las  cosas;  siem- 
pre las  endereza,  a  la  cosa  amada;  siempre  a 
darle  contentamiento:  siempre,  es  ella,  el  prin- 
zipál  fin,  que  se  busca:  nunca  sabe  estar  olvida- 
dizo, i  estéril:  i  todo  se  le  haze  liviano  de  obrar: 
en  todo  tiene  verdadera  confianza  de  lo  que 
ama ;  porque  la  raíz  de  donde  nasze ,  es  la  Fé. 
Veis  aquí,  la  causa,  porqué  nuestro  Redcmptór 
dijo:  que  en  estos  dos  Mandamientos,  de  «amár 
a  Dios,')  i  » amár  al  prójimo;"  consistía  la  Lei,  i 
los  Profetas.  Porque,  quien  ama  a  Dios,  siempre 
confiará  en  Él :  terná  grande,  i  continuo  cuida- 
do, de  servirle  :  acatará  dentro  de  su  corazón, 
i  temerá,  aquella  grande,  e  divina  Majestád: 
deseará,  i  procurará,  que  todos  le  conozcan,  i 
le  den  gloria:  convidará,  para  ello,  con  pala- 
bra, i  con  ejemplo:  i  ninguna  cosa  rehusará,  do 
las  que  tocan  a  la  relijión,  i  servizio,  de  tal  Se- 
ñor. Por  este  mismo  camino,  quien  amare  a  su 
prójimo;  a  mi  cargo,  que  nunca  le  quite  la  vida: 
ni  le  quite  la  mujér  :  ni  le  robe  la  hazicnda :  ni 
le  ofenda  en  la  fama :  ni  le  desampare  en  la 
nezesidád,  ni  haga  cosa  contra  él,  de  las  que  él 
viere,  que  no  es  razón,  que  se  hagan,  contra  si 
mismo    Veis  aquí,  una  mui  breve,  i  mui  clara 


rt  ETA,  E  INMOLADLE  LIDEH- 

tAd  Reltjiosa.  Ni  el  anuir, 
ni  la  relijión  cristiana  ,  pue- 
flon  exijirsc,  á  Ja  fuerza.  Vo- 
luntád  forzada ,  no  es  volun- 
tad. Sin  ésta,  no  hai  cristia- 

1  LoB  inquisidores,  al  Doc- 
tór  Constantino,  le  quitaron 
la  vida:  (la  mujér  no,  por- 
que no  la  tenia) :  le  robaron 


la  hazicnda  :  le  ofendieron  en 
la  fami:  hizicron,  que,  todos, 
le  desamparasen,  en  la  neze- 
sidád :  e  hizicron  contra  él, 
cnanto  pudieron ,  i  cuanto 
ellos ,  no  hubieran  querido, 
que  se  hiziese  con  ellos  ,  a  nn 
estár  locos,  i  Amaron  los  In- 
quisidores, al  Dr.  Constanti- 
no? ¿Fueron  cristianos,  nun- 
ca, los  Inquisidores? 


I54  "A  AfiREVIAZlÓN   LIE  I.OS  7» 

í^xposizióii  de  los  Mandamientos  divinos:  pai  a  que 
si  algdno  dijere,  o  se  excusare,  con  alegár,  que  es 
prolija  cosa,  tratarlos;  difizil,  i  obscura  de  cntcn- 
dór;  lo  toméis,  luego,  ¡i  Lis  niailos,  con  dczii': 
que  ame,  verdaderamente  a  Dios,  i  vcrdadcra- 
menté  a  su  prójimo:  i,  que  pregunte,  i  haga 
.124.  testigo,  a  su  mismo  corazón,  i  conzienzia,  si  f' 
aquél  amór  es  verdadero,  i  zierto;  o  si  es  flaco,  si 
es  solapado,  c  finjido.  I,  que,  con  solo  esto,  enten- 
derá todos  los  Di6z  Mandamientos  :  i  conoszerá,  si 
los  cumple,  o  no  los  cumple:  sin  quo  alegue,  la 
flaqueza  de  su  memoria,  o  cortedad  de  su  en- 
tendimiento, para  tan  larga  ¡lezión.  Concluire- 
mos, en  esta  materia,  con  avisaros,  a  que  ten- 
gáis atcnzión  a  esto,  que  yo,  agora,  diré.  Lo  pri- 
mero:  que  entendáis,  que  estos  Mandamientos,, 
todos  están  metidos,  en  el  primór  Articulo  de  la 
Fe,  en  que  confesamos,  que  creemos  en  Dios. 
Porque  como  allí  tractastes,  i  mui  bien  :  el  que 
vcrdadcramcilto,  Creé  en  Dios;  acátale,  confor- 
me a  la  tal  crcenzia  :  conforme  a  cUá,  se  confia 
d'Él:  tiene  por  bueno,  i  sancto,  lo  que  le  man- 
da, i,  como  tal,  lo  pone  por  obra.  I,  a  no  ser  asi,' 
no  podríamos  dezir,  que  aquella  Fó  ,  seria  viva, 
sinó  muerta,  i  como  cosa  sin  ánima.  De' suerte, 
que  la  fé,  i  amór  del  Señór;  han  de  acompa- 
ñAr  todas  las  cosas  del,  hombre;  i  ser  como  vida, 
i  ánima  d'ellas;  para  que  se  pueda  dezir,  que, 
verdaderamente,  cumple  sus  Mandamientos,  i 
que  se  efectuarán  en  61,  las  prümesas,  que  con- 
sigo traen.  Esto  es  lo  que,  por  mas  claros  tcT- 
minos  se  suele  dezir:  que  el  que  quiere  cun'i- 
plir  los  Mandamientos  de  Dios,  los  ha  de  obrar 


Sí.  DIEZ  MANDAMU-NTUS.  7»  i  55 

por  amor  suyo :  i  este  ha  de  sér  el  prinzipál  fin, 
que  en  sus  obras  ha  de  tenér.  De  suerte,  que  si 
ama  al  prójimo,  no  ha  de  sér,  por  sus  antojos, 

0  afizioncs  mundanas;  sino  porque  es  obra  de 
Dios ,  criada  a  su  semejanza :  i  por  cuyo  respec- 
to, Él  crió  el  zielo,  i  la  tierra,  i  le  tiene  guar- 
dados, i  prometidos,  infinitos,  i  eternos  bienes. 
Ha  de  pensár,  cuan  fea,  i  abominable  cosa  es, 
aborreszér,  á  quien  Dios  ama:  quitarle  los  bienes, 
que  Él  le  envia:  ofcndór  a  quien  Él  guarda,  i 
tiene  su  Carta  de  amparo,  i  seguro.  Asi  que,  este 

es  el  fin,  a  quien  so  han  ^  de  referir,  o  ondcrc-  Foi.  12.1. 
zár,  la  obedienzia,  i  guarda,  de  los  Mandamien- 
tos: que  es,  guardarlos,  por  obedienzia,  i  por 
amor  de  Dios:  i,  si  asi  no  se  haze,  la  guarda 
d'ellos  no  es  cumplida,  ni  perfecta.  Provechosa 
materia  es  esta,  en  grande  manera:  e  si  Dios 
fuere  servido,  yo  la  trataré,  con  vos,  algún  día, 
bien  a  la  larga.  Lo  segundo,  que  quiero,  que 
noteiá  es:  que  cuando  os  paresziere,  que  habéis 
trabajado  en  el  cumplimiento,  de  algunos  de  los 
Mandamientos,  a  que  el  Señor  nos  obliga;  nun- 
ca quedéis,  tan  contento  de  lo  que  habéis  hecho; 
que  le  dejéis  de  pedir  perdón  de  vuestras  faltas, 

1  suplicai'le,  que  supla  Él,  con  su  grande  mise- 
ricordia, li  escaséza  de  vuestras  obras,  de  vues- 
tra fé,  i  de  vuestro  amor:  porque,  todo  este 
edifizio,  cuan  grande  es;  basta  para:  minarlo,  i 
dár,  con  él,  en  el  suelo,  un  poquito  de  soberbia, 
i  zegueddd.  I,  bi6n  dije,  zeguedád,  porque  no 
hai  cosa  tan  ziega  en  el  mundo ,  como  la  sober- 
bia   Parézome,  que  habernos  tractado,  un  ra- 

'  I  aun,  por  eso  ,  quizá,       no  hai  en  el  mundo,  hombrci 


156  °A  AcnEViAEiÓN  Dt:  los  9» 
zonable  pedazo,  de  la  doctrina  cristiana;  i  de  lo 
que  nos  ha  de  dar  la  vida,  para  que  fuemos 
criados.  I,  aun  también,  me  paresze,  que  se  nos 
va  hazicndo  tarde  ¡  i  podría  ser,  que  la  hora  de 
comér  se  os  pasase.  Véd,  Señór  Compadre,  lo  quo 
mandáis,  que  se  haga :  si  tenéis  gana  de  comér, 
dejaremos  nuestra  Plática,  para  la  tarde;  ¡  sino 
pasaremos  un  poco  adelante. 

Patiuzio.  a  vos,  querría  yo,  Señór,  que  no  se 
os  hiziese  de  mal,  que,  de  mí,  os  digo,  que  me 
pareze,  que  estoi  olvidado,  no  solo  de  comér, 
mas  de  todas  las  cosas  del  mundo :  i  que  aunque 
estuviese  aquí  un  año,  ninguna  mudanza  senti- 
ría en  esto.  Otro  tiempo,  solíanme  pareszér,  es- 
tas cosas,  largas,  i  prolijas:  agora,  doi  infinitas 
grázias  a  Dios,  que  me  ha  despertado  la  ham- 
bre, de  lo  que  yo  mas  nezesidád  tengo.  Esto  es 
Foi.  126.  lo  que  agora  ''  yo  siento:  aunque  no  se  ha  de 
hazér  sino  lo  que  vos,  Señór,  mandáredes. 

Dionisio.  En  el  nombre  do  Dios:  que  d'estos 
tales  trabajos,  yo  no  me  canso.  Tornemos,  hijo 
Ambrosio,  a  nuestra  razón,  pues  que  vuestro 
padre,  tanta  hambre  tiene  d'ella.  Esto  todo,  que 
hoi  habemos  platicado,  ¿paresze  os,  a  vos,  que  es 
cosa  mui  lijera  de  hazér,  para  las  fuerzas  del 
hombre;  o  que  tiene  alguna  dificultád,  i  que  no 
es  tan  fazil,  como  a  algunos  les  paresze?  ¿Dijo 
os,  vuestro  Maestro,  algo  d'csto? 

Ambrosio.    SI  dijo  :  i  aun  mandóme,  que  nun- 


mus  ziegos,  que  nofotro?,  Ins 
mas  de  los  españoles.  Espa- 
ña ,  en  su  soberbia ,  oprimió 
gran  parte  de  la  tierra ,  sin 


conozér  donde  estaba  la  ver- 
dadera grandcz.i  •,  i  cuál  era 
la  lonblo  rcputazión.  Hoi  c» 
befa  de  la  Naziones. 


'A  DIEZ  MANDAMIENTOS.  ?»  157 

ca  lo  apartase  de  mi  memoria:  sinó,  que  vol- 
viese muchas  vezes  a  ello,  como  a  cosa  que  era 
la  llave  de  toda  la  salud  del  hombre.  Dijome 
que  los  Mandamientos  de  Dios,  eran  una  cosa  Cuán  grande 
mui  alta,  i  de  grande  hermosura,  i  bondiid :  i  cshmhabiii- 

,      .  ,  i       n  •  1        f'ád  del  hom- 

que  las  fucfzas  humanas  eran  tan  flacas,  i  ha- 
Lian  quedado  tan  maltratadas  del  pecado;  tan 
amigas,  e  inclinadas,  a  las  cosas  de  la  tierra; 
que  no  se  podían  levantár,  al  amór  de  lo  que 
Dios  manda,  ni  al  verdadero  cumplimiento  de 
sus  Prezeptos,  para  que  lleguemos  a  alcanzár, 
la  promesa  de  su  bienaventuranza,  sin  favor,  i 
gráziasuya.  Dljome  también,  que  su  misericor- 
dia es  tan  grande,  que,  conosziendo  nuestra  mi- 
seria, nuestra  grande  falta,  i  pobreza;  dá  su 
favór,  i  socorro,  con  grande  liberalidád.  I,  que 
j  cuanto  mas  nosotros  conoszcmos ,  lo  que  nos 
I  falta ,  cuanto  mas  nos  congojamos,  i  añijimos 
d'ello;  tanto  mas  Él  se  alarga,  en  remediarnos, 
i  i  socorrernos.  I,  que  para  todas  nuestras  miserias, 
¡  i  señaladamente ,  para  esta,  que  es  la  mas  prin- 
zipál  de  todas;  no  habla  en  el  mundo  mayór  ali- 
vio, ni  cosa,  a  que  con  tanto  provecho  nos  poda- 
mos acojér,  como  es  la  Orazión.  I,  que  estas  Lasarmasdei 
son  las  prinzipales  armas  del  cristiano,  i  el  ca-  cristiano,  la  . 
mino,  para  alcanzár  de  la  misericordia  del  Se- 
ñór,  lo  que  nos  quitó  el  Demonio,  por  su  ma- 
lizia. 


I5S 


Prosigue  '  la  materia  de  la  inhabilidád  de  las 
fuerzas  humanas:  i  de  la  nezesidád  del  favor 
de  Dios. 

CAPITULO  XXXVI. 


Comparazioti, 
en  que  se  de- 
clara, la  po- 
qucdid,  i  mi- 
seria, que  el 
hombre,  de  si 
proprio  tion«. 


Dionisio.  Verdadcramenle ,  no  paresza,  sinó 
que  sabíadcs  lo  que  yo  deseaba,  según  habéis 
azcrtado  a  responder  tan  conforme,  a  lo  que  yo 
echaba  menos,  en  todo  lo  que  habernos  tracta- 
do i  deseaba ,  que  se  hablase  d'esto ,  antes ,  que 
nuestra  plática  se  acabase.  Mui  bión  azertó 
vuestro  Maestro,  a  guiaros  en  esto:  cncares- 
ziendo  os,  primero,  la  miseria,  i  poquedád  del 
hombre,  para  poder  levantarse  al  cumplimien- 
to de  lo  que  Dios  le  pide:  i  alcanzár,  por  este 
camino,  los  bienes  que  le  ha  prometido.  I,  creed- 
me,  que  ni  él,  ni  yo,  ni  nadie  del  mundo, 
basta  a  cncarezcros  sufizientemente,  en  este 
caso,  de  qnu  agora  hablamos;  la  inhabilidád, 
i  desventura  del  hombre:  i  cuán  grande  es  la 
nezesidád,  que  tiene,  del  favor  de  Dios.  Dezid- 
me,  por  vuestra  vida,  ¿no  terniadcs  por  gran- 
de miseria,  que  un  hombre,  tuviese  grandísima 
nezesidád  de  com6r,  i  que  supiese  zertisima- 
montc,  que,  si  comiese,  viviría;  i ,  que,  a  no 
comér,  tenía  en  las  manos  la  muerte,  i,  que, 
con  ser  esto  asi  como  he  dicho ,  este ,  no  tu- 
viese que  comér,  ni  industria  para  buscarlo,  ni 
hallase  quien  se  lo  diese,  ni  lo  hobiese  en  el 
mundo?  ¿No  os  pareszeria,  esto,  el  estremo  de 
toda  mala  ventura?  Pues,  c.^perá:  i  veréis  otro 


«.  DE  LA  ohazión.  ?í  159 
mayor.  Imajiná,  que  se  halla  un  tan  grande 
Amigo  d'este  hombre,  i  que  tanta  piedád  ha  te- 
nido d'él,  que,  con  un  zicrlo  artifizio,  le  halla 
de  comér  mui  abastadamente  ,  i,  hallado,  se  lo 
trae,  i  se  lo  pone  delante,  i  le  dize,  que  coma: 
i  que,  entónzes,  el  triste  hombre,  f  no  tuviese  rol.  i2s. 
fuerza  para  comer,  ni  pudiese  abrir  la  boca  ,  ni 
hobiese  en  61,  punto,  ni  rastro  de  apetito,  para 
ello:  i,  esto  todo,  viendo  el  manjár  delante,  i 
traido  por  industria  de  aquél  su  tan  erando  Ami- 
go. Pues,  esta  es  la  miseria  del  hombre,  para 
con  Dios:  i  mui  mayór,  i  mui  sin  comparazión, 
como  luego  podréis  ver.  Tiene  nezesidád  el  hom- 
bre para  vivir  vida  del  zielo,  vida,  que  nunca  se 
acaba,  e  vida  bienaventurada,  de  comér,  un 
manjár,  que  ni  él  lo  sahc  buscár,  ni  hai  quien  se 
lo  pueda  traer,  ni  lo  hai  en  la  tierra  toda.  Esto 
es:  saber  la  voluntád  de  Dios:  qué  es  aquello, 
con  que  Él,  seria  contento,  i  servido:  qué  po- 
drían hazér  los  hombres,  para  ganar  aquella  vi- 
da ,  que  Él  solo  ,  puede  dar  ;  i  escapar  de  muerte 
miserable,  i  eterna.  Esto,  no  lo  puede  alcanzár  el 
hombre,  sin  sabér  la  voluntád  de  Dios,  i  sin  con- 
formarse con  ella  :  porque,  esto  solo,  es  el  cami- 
no, para  esta  vida  que  él  busca:  i  todos  los 
otros,  que  él  atinase;  todas  las  imajinaziones, 
que  para  esto  hiziese;  lodos  los  que  le  pudiesen 
cnsefiár,  los  hombres,  de  la  sabiduría  del  mun- 
do ;  todos  serían  caminos  do  perdizión  ,  i  de  ale  - 
jarlo  do  Dios,  i  guia  para  la  muerte.  Viene  cs- 
tonzes,  el  mismo  Authór  do  la  vida :  i  descubro 
al  hombre  este  secreto:  i  usando  con  él,  de 
aquella  su  grande  misericordia,  dizcle:  «Cata 


ICO  "A  nr„soi.uziüN  ?S 

aqui ,  lionibro,  dóndo  te  traigo  manjar  de  vida: 
cala  aquí,  el  secreto  de  mi  voluntád:  come,  i 
vivirás:  creo,  en  Mi  ^ verdaderamente :  confíate 
solamente  de  Mi :  pon  en  Mi ,  toda  esperanza: 
conténtate,  i  alógrate  comigo  solo;  aunque 
todo  lo  otro  te  falte  :  aqui  te  descubro  el  secreto 
de  las  obras  con  qué  Yo  soi  servido  :  con  que 
quiero,  que  des  muestra,  en  el  mundo,  do  que 
eres  mió  :  con  que  representes  en  él,  que  eres 
Foi.129.  hechura  de  mis  manos,  i  des  nuevas  de  quien 
so;,  i  de  mi  bondád,  e  limpieza:  gobiérnate,  en 
lodos  tus  hechos,  por  el  Memoriál  d'estos  Man- 
damientos; i  no  hayas  miedo  de  perderte,  que, 
por  ellos,  se  camina,  a  mi  Casa,  i  a  mi  Reino. 
Por  tanto,  está  bién  avisado:  que  no  te  apartes 
de  mi  Voluntád ,  ni  olvides  cosa  de  lo  que  pido, 
que,  en  esto,  está  tu  remedio.»  Grande  es,  esta 
misericordia,  deque  el  Scñór  usa  con  el  hom- 
bre, i  no  hai  lengua,  que  la  pueda  cxplicár.  I, 
¡o  desventura  grande  de  los  hombres,  que  no 
la  conoszen,  i  que  no  entienden,  cuántas,  i 
cuán  continuas  grázias  se  deben,  a  la  bondád 
del  Señor,  por  solo  querernos  dar  Mandamien- 
tos, en  que  nos  descubre,  i  da  a  entendér,  que 
se  quiere  servir  de  nosotros;  i  en  qué  manera 
se  quiere  servir!  Mas,  está  tal,  el  miserable 
hombre  ,  para  esta  merzéd  ;  como  el  otro,  qu6 
dézia  ,  para  el  manjár  corporál,  que  su  amigo  le 
traía.  Ni  tiene  fuerza,  para  estos  Mandamientos, 
ni  apetito,  para  ellos:  sino  un  desmayo,  i  una 
pesadumbre,  que  no  se  puede  dezír.  "Come, 
hombre,  d'este  manjár  de  vida.»  «Señór,  no 
puedo."  «Mira,  que  no  puedes  vivir,  siné^, » 


TIF,  lA  OnAZIÓN.  ?S  1C1 

"Aunque  sea  asi  la  verdad,  no  tengo  fuerzas  para 
comerlo.»  ¡0  j^ramlc  miseria  de  hombre:  que 
le  han  traído  la  vida,  a  las  manos,  i  cstii  en  el, 
tan  apoderada  la  muerte,  que  no  se  puedo  apro- 
vechAr  de  la  vida!  ¿No  es,  este  caso,  mas  tris- 
te, i  mas  de  llorár,  que  el  primero  de  la  com- 
parazión,  que  puse?  Si,  por  zicrto,  i  tanto  mas 
triste,  i  mas  de  llorár,  cuanto  es,  la  una  vida, 
mayór,  que  la  otra.  Porque  la  vida  de  acá,  corta 
es,  i  presto  se  ha  de  acahár:  i  poco  va,  que  so 
acabe  algo  mas  presto;  o,  de  una  manera,  m.as 
que  de  otra*:  pues,  son  tan  livianos,  los  bie- 
nes de  que  puede  gozár  ,  por  larga  que  sea. 
Mas,  la  vida,  de  que  tratamos,  que  es  vida  eter- 
na, vida  de  gozar  de  Dios,  i  de  bienes,  que 
no  saben  tener  f  fin :  esta  es  la  que  se  ha  de  Foi.  i.in. 
llorár,  si  se  pierde.  Mas,  si  le  preguntasen  al 
hombre  (i  pongamos,  que  fuese  Dios,  el  que  se 
lo  preguntase) :  ollombrc  triste,  ¿qué  es  la  cau- 
sa, que  trayéndote  la  vida  a  las  manos ,  no  la 
tomas?  ¿Quién  te  puso  en  tanto  desmayo,  i  fla- 
queza?» No  podria  respondér,  con  vcrdád,  otra 
cosa,  sino  dezir:  «Señor,  yo  mismo,  me  metí 
en  esta  desventura ,  i  fui  causa  de  mi  perdizión, 
i  justamente  quedo  perdido.  Vos  me  pcdis,  co- 
sas de  vuestro  servizio,  cosas  de  amaros,  i  de 
confiar  en  vos :  yo  me  meti  en  servizio  del  De- 
monio: yo  me  aparté  de  vuestra  obedienzia:  i 
coníié  en  vuestro  enemigo:  el  cuál  me  ha  parado 
tal,  cual  estoi:  i  tan  grandes  son  las  reliquias, 

'  F-n  loj  calabozos  infectos,      de  Sevilla,  murió  martirizado 
i  sacrilegos  de  la  Inquisizión      el  Dr.  Constantino  II 

il 


I62  "A  DE  LA  DOCrniNA  ^ 

de  aquella  primera  cnfcrmedád  ,  que  no  só,  Se- 
ñor, serviros.  Pedisine  cosas  de  vucslra  grázia, 
i  amistad  :  lodo  esto  perdí,  cuando  me  aparté 
de  Vos.»  «O,  hombre,  pues  para  que  conozcas, 
cuán  grande  es,  mi  Misericordia,  i  cuanto  es, 
lo  que  me  debes;  mira,  lo  que  quiero  hazcr  con- 
tigo, que,  no  solo,  quiero  traerte  la  vida  a  las 
manos,  mas  el  apetito  también ,  que  te  falta,  i 
las  fuerzas,  que  tu  no  tienes.  Tú  estáis,  fuera 
de  mi  grázia  ,  i  de  aquí  naszcn  tus  grandes  ma- 
les. Yo  te  quiero  volver  a  ella,  i  que  sea  todo, 
a  mi  costa:  darte  los  bienes,  i  que  seas  capaz 
d'ellüs.  I,  porque  en  las  obras  de  mi  misericor- 
dia, no  quede  mi  justizia  ofendida;  Yo  quiero 
buscar  un  camino,  con  que  todo  quede  entero, 
Yo  satisfecho ,  i  tu  remediado'.  Yo  quiero  dar 
mi  Hijo,  por  ti;  para  que  pague  lo  que  tu  debías, 
i  que  sea  entera  satisfazión  para  Mí;  i,  para  tí, 
entero  remedio.  Mira,  cuán  caro  cuestas,  de 
volver  a  Mi ,  i  lo  que,  de  aquí  adelante,  me  de- 
bes, sobre  todo  lo  que  debías.  Tu,  te  hezistc  mi 
enemigo,  i  saliste  de  mi  grázia:  Yo  quiero  dar  a 
mi  Hijo,  por  tí,  cuyos  servizios,  sean  -  tales,  i 
tan  en  mi  grázia,  que  con  la  que  a  El  le  so- 
brare, podrás  tu  vivir  ,  i  cobrar  lo  que  perdiste. 
Por  las  obras  ,  i  méritos  d'Ksto,  i  por  lo  mucho. 


•  Al  tr.ntár  aquí,  el  Doc- 
trfr,  de  pste  profundo,  o  mas 
bién  ,  insondable  nsimto  ,  de 
la  Justificazión  ,  i  Hcdcnzirtn 
lium.ma,  jior  medio  de  Cris- 
to ;  3C  olvidó ,  me  parcze,  de 
que  es  inexplicable.  Biín 
comprende,  la  razón  huma- 
na ,  que  el  hombre,  por  ni 


so  jiií'fie^.  "i  se  salva  :  que 
nesnifn  un  .Salv.^dúh  :  po- 
ro ,  mas  allá  ,  no  llcgr» ,  sin¿ 
.  por  Fe. 

2  Scnn  ,  puede ,  que  si-,i 
errata,  por  scr/in:  pues  habla 
de  Cristo,  arunziando  su  vi- 
da cbmo  hombre.  Téase, 
que,  luego,  Jizc."  agradaTá. 


"A  DE  LA  ohazión.  9»  1G3 
que  me  agradará;  te  daré  Yo  fuerzas,  i  grázia, 
con  que  me  sirvas,  i  tornes  a  mi  amistád."  ¿Qué 
os  parcsze,  d'csta  misericordia,  de  que  Dios  ha 
usado  con  el  hombre?  ¿Parészcos,  que  le  que- 
da obligado;  que  es  razón,  que  le  de  grázias, 
por  ello;  que  busque  su  Ilonrra,  i  su  Gloria,  i 
su  scrvizio;  que  debe  de  cono7,6r,  la  grande  ne- 
zesidád,  que  tiene,  de  la  Grázia,  i  favor  del  Se- 
ñor; que  debe  de  confesar  su  pobreza,  i  falta, 
para  que  Él,  cada  dia,  reparta,  i  le  envié  de  la 
fuente  d'esta  misericordia?  _! 

Dc¡  valor,  i  7iczes)dád  de  la  Orczión:  i  de  la 
cficázia,  i  condizioncs  d'ella. 

CAPITULO  XXXVIl. 

He  traido  esto  para  que  entendáis ,  la  gran- 
de nczesidád ,  que  el  hombre  tiene ,  de  !a  ora- 
zión :  lo  mucho  en  que  la  debe  estimar,  como  a 
cosa  de  grande,  é  incomparable  provecho:  i 
como  a  instrumento  eñcazisimo ,  para  traór,  ca- 
da dia,  el  remedio,  que  de  parte  de  Dios,  ya 
está  ganado.  D'csto  mismo,  que  he  dicho,  co- 
noszercis  la  dispnsizión ,  i  aparejo,  que,  para  la 
orazión,  se  requiere;  la  manera,  que  ha  de  tc- 
nér ;  i  el  fin  ,  que  en  ella  se  pretende:  para  que 
veáis,  que  no  me  he  alargado  en  balde,  en  esta 
mi  comparazión.  De  donde  notareis,  que  una  de  Disrcfízión 
las  dispusiziones,  que  para  ella  es  nezcsaria,  es  raraiaOr.v 
un  grande  conoszimiento ,  que  el  hombre  ha  de 
tener  de  sus  faltas,  de  sus  poquedades,  e  mise- 
rias: un  desconfitár  de  sus  proprias  fuerzas :  un 


104  "A  DE  LA.  DOCTniNA  7* 

confesiír  su  prandc  inhábil ¡il;id ,  i  pobrozn .  Tras 
esto,  una  verdadera  fé,  con  que  oslé  zicrto,  que 
rol.  132.  lodos  los  liicnes  que  a  élic  faltan,  están  abun- 
dantisimamcnlc  atesorados,  en  la  misericordia 
del  Scfiór,  panados  por  los  móritos,  i  sangre,  do 
nuestro  Rcdemptór  Jesii  Cristo.  De  aquí,  le  lia 
de  naszér,  una  grande  confianza ,  que  pues  tal 
prenda  tenemos,  i  tal  Mediador  hai,  entre  el 
hombre,  i  Dios ;  no  se  debe  de  dubd.ór,  sinó  que 
la  orazión  será  oida,  i  que  azeptará  nuestras 
petiziones,  por  Jesu  Cristo,  Hijo  suyo,  i  Señór 
nuestro,  quien,  antes  que  lo  tuviésemos,  tuvo 
tan  grande  afizión  a  nuestro  remedio,  que  lo  en- 
vió para  él.  Tras  esto,  está  claro  de  conoszér  las 
grandes  grázias,  que  ,  en  la  Orazión,  le  debemos 
dar,  por  tan  cncareszidas  merzedes:  i  que  no  de- 
bemos pedir,  en  ella,  cosa  que  sea  contra  su  scr- 
vizio ,  i  gloria ,  sino  ,  que  esta ,  vaya  siempre  en 
la  delantera.  Pues,  trayendo  a  este  fin,  todo  es- 
to, que  he  platicado,  digo:  que  el  camino,  que 
primero  ora  tan  difizil,  de  parte  del  hombre,  pa- 
ra el  cumplimiento  de  lo  que  Dios  quiere ,  i  para 
alcanzar  su  bienaventuranza;  es  hecho  tan  fazil, 
por  Jesu  Cristo,  Redemptór,  i  Señór  nuestro,  que 
no  queda  excusa,  que  el  hombre  pueda  ponér, 
para  no  ponerlo  en  obra.  1  digo,  que  c?  mu  i  bién, 
i  mui  nezesario,  que  so  le  encarezca  al  hombre, 
la  dificultád  ,  que  hai ,  de  parte  suya  ,  para  •  los 
Mandamientos  de  Dios;  para  que  conozca,  de  dón- 
de ic  vino  la  faziüdád ;  i  la  agradezca ,  a  quien  se 

<  Mas  claro  cslan'a,  si  c!i-      (■  por  errata,  falt.i  os.n  vm 
jcsc  :  «para  cumplir  los  Man-       rumplir,  o  otra  semejante, 
damicnlos:  ctc.i>  Por  elipsis, 


1C6  "A  DE  LA  DOCTRINA 

cíe  io3  ofiíios  los  ofizios  divinos,  que  cada  dia  veis,  i  el  oflzio 
divinos.        sazcrdotál.  Quiera  el  Señór,  por  su  infinita  mi- 
sericordia, remediar  lo  que,  en  esto,  falta;  i 
iX^   proveér  siempre  su  Iglesia  de  tales  Oradores, 
que,  para  con  Él  sean  parte,  para  aplacár,  la 
ira,  que  los  pecadores  provocan.  Eién  veo,  que, 
para  muchas  cosas  de  las  que  he  dicho,  se  re- 
j  quiere,  mayor  dcclarazión  de  la  que  yo  lie  dado: 

mas  pienso,  que,  vos,  estaréis,  en  esto,  tan  bién 
enseñado,  que  supliréis  mucho  de  lo  que,  por 
no  detenernos  tanto,  yo  he  dejado  do  dezir:  por- 
que seria  cosa  mui  larga,  dezir  la  cosa  dos  ve- 
zes;  dezid,  vos,  agora,  lo  que  azerca  d'esto  de- 
prendistes. 

Ambrosio.    Lo  que  yo,  en  eso,  puedo  dezir,  es 
-  casi  lo  mismo,  que  agora  he  oído:  aunque  no 
con  tanta  hrevedád,  ni  por  t<nn  buenos  térmi- 
nos, como  esto. 

Foi.  131.      Do  la  prcparazión ,  i  condizioncs ,  ^  que  sa 
requieren,  para  ¡a  Orazión. 


CAPITULO  XXXVIll. 


Para  que  la  Orazión  sea  mas  azertada,  requié- 
rese preparazión,  o  que  tenga  zicrtas  condizio- 
Primcra  con-  "GS,  quc  cs  lo  mismo.  Lo  primcro,  se  requiero: 
.lizi.'m  de  la  que  no  oremos,  en  confianza  nuestra,  ni  con 
Orazión.        pensar,  que,  por  nosotros,  habernos  de  ser 

presente,  lo  que  antes  dijo,  mo  él  deja  dicho  antes),  por 

I  lo  que  luegfo  dize  ;  carezen,  culpa,  do  los  llamados  sazer- 

cnterarncnlc,  la  mayor  parte  dotcr.  NiUcse  el  rrmrdio,  quo 

de  los  llama,dos  cristianos,  espera,  quo  es  el  único. 
del  manjár  de  la  orazión  (co- 


V-  DE  LA  ORAZIÜÍ).   ^»  167 

oídos;  sino  en  conCanza  de  la  misericordia  de 
Dios,  i  en  la  verdád  de  su  palabra;  haziendo  el 
fundamento  de  nuestra  orazión,  a  Jesu  Cristo, 
Scñór,  i  Rcmediadór  nuestro.  Él  es  el  inlerzcsór, 
por  cuyo  respecto  somos  oídos,  por  quien  nues- 
tras pctizioncs  son  azeptadné.  Esía  fu6  la  volun- 
tád  del  Eterno  Padre,  de  no  oír  a  hombre  del 
mundo,  sinó  por  medio  de  su  (mico  Hijo.  De 
suerte,  que  habernos  de  tcnér  por  sabido,  que, 
en  su  nombre,  i  no  en  otro,  habernos  de  ser 
oídos :  i ,  que  Él ,  es  altar,  en  que  se  ¡ha  de 
ofrezcr  este  spirituál  sacrifizio.  Lo  segundo,  CoiuJ^iiJn  se- 
que es  menester  para  orar,  es,  grande  atenzión,  p-'"'^^'  <^'^ 
i  rcverenzia.  Porque,  no  es  otra  cosa  la  Orazión,  0^"'°"- 
sino  una  plática  con  Dios,  ó  con  Jesu  Cristo  su 
Hijo,  Hombre,  i  Dios  verdadero.  Pues,  aquí 
habemos  de  considerar,  cuanto  desacato  seria, 
si  hablásemos  con  un  PHnzipc  de  los  do  la  tier- 
ra, hablar  sin  atenzión,  i  conzierto:  sin  mirar, 
muí  bien,  lo  que  dijésemos;  sin  tcnór  le  aca- 
tamiento: sin  pesár  nuestra  pctizión:  i  sin  estar 
mui  despiertos,  para  ver  lo  que  respondía:  i  en 
que  no  se  nos  cayese  palabra,  que  fuese  en  de- 
servizio  suyo ,  o  que  le  pudiese  enojár.  Asimis- 
mo, si  fuese  nuestra  plática,  con  alguno  de  los 
Sabios  del  mundo;  procuraríamos  que  todo  lo 
que  hablásemos,  fuese  mui  conzcrtado,  i  me- 
dido, i  mui  pensado,  i  estudiado.  Pues,  si  esto, 
se  ha  do  hazér  con  los  Prinzipcs,  i  Sabios  do  la 
tierra,  i  con  quien  no  se  puede  aventurar,  sinó 
cosas  de  la  tierra;  cuanto  mas  se  debo  hazér,  F"I. 
con  el  Poder,  i  Sabiduría  divina,  con  quien  va- 
mos a  negoziár  co.sas  de  tan  grande  peso;  i  que 


168 


DE  I.AS  CONUIZlOXEí  % 


La  tcrzera 
condiziún  de 
la  ornzión. 


Cuarta  con- 
dizión  de  la 
Orazión. 


sabemos  que  nos  está  oyendo  con  grandísimn 
atenzión.  Debe,  pues,  el  que  ha  de  orár,  reco- 
jcrsc  todo  en  si :  i  hablír,  en  su  Orazión,  con  la 
Majcstdd  divina,  con  el  mayór  acatamiento,  i 
humildád,  que  él  pudiere.  La  terzera  condizión, 
que  la  Orazión" ha  de  tenér,  es:  que  sea  en  spí- 
ritu.  Quiero  '  dezir,  que  salga  de  corazón:  i  que 
no  solo  ore  la  boca ,  sino  que,  dentro  del  ánima, 
tengamos  cnzcndida  nfizión,  con  la  cuál  demos 
vida  A  la  Orazión ,  que  hazemos;  i  la  ^  hagamos, 
en  cuanto  es  en  nosotros,  que  represento  nues- 
tra pctizión,  i  deseo,  delante  de  Dios.  El  cuál 
oye,  mui  mas  presto,  i  se  inclina  a  la  simplizi- 
dád,  i  ánsia,  del  corazón  humilde ;  que  á  las 
palabras,  i  razonamientos  polidamente  compues- 
tos. I  esto,  me  dijo  mi  Maestro,  que  era,  lo  que 
el  Redcmptór  enseña  en  el  Evanjelio:  que  nos 
recojamos  para  orár,  i  entremos  en  nuestro  re- 
traimiento: i  allí,  en  aquél  lugár  escondido,  nos 
verá,  e  oirá  el  Eterno  Padre.  Este  secreto,  i  re- 
traimiento es;  cuando  para  hablar  con  la  Majcs- 
tád  divina,  echamos  de  nuestro  corazón  el  es- 
truendo de  los  deseos,  i  de  los  cuidados  munda- 
nos; cuando,  en  el  sosiego,  de  pcnsár,  que  el 
Señor,  que  nos  mandó  orár  ,  oirá  nuestra  pcti- 
zión; con  sancto  atrevimiento,  i  confianza,  des- 
pertamos nuestra  ánima,  nuestro  deseo,  i  neze- 
sidád,  a  que  en  aquél  silenzio,  i  soledád,  se  le 
manifieste,  i  dé  cuenta  de  si.  La  cuarta  condi- 
zión, que  la  Orazión  requiere,  es:  que  sea  he- 


i  Quiere  en  el  anliguo  im-  preso  an'.iguo :  i  aunque  se 
preso.  sufre  cl  caso  tcrzcro  ;  creo 

*  Le  hagamos:  en  cl  im-      liai  errata,  por  M. 


Dli  LA  OUAZIÓ.N.  100 

cha  con  fé.  Esta  us,  una  gran  conOauza,  que  el 
hombre  ha  de  tenér,  que  os  oido.  Esta,  para  ser 
zicrta,  i  viva,  no  ha  de  hazér  fundamento,  en  el 
valór,  i  merczlmiento  de!  que  pide,  sinó  en  la 
inGnita  Londád  de  Dios,  que  para  mas  manifes- 
tarse,  fué  servida  de  prometer  que  estaba  i'  Vox.vic. 
siempre  aparejada,  para  rcmediár  las  nczcsida- 
des,  i  trabajos  de  los  hombres,  i  comunicarse  con 
ellos.  De  manera,  que  el  proprio  ofizio  d'csta 
confianza  es:  conozér,  i  tener  por  zierto,  que 
aunque  por  nuestras  culpas  somos  perdidos,  i 
no  tenemos,  ni  podemos  alcanzar  cosa,  por  don- 
de merezcamos  ser  oídos  en  nuestros  trabajos, 
i  remediados  en  ellos;  la  grandeza  de  la  divina 
bondád,  por  habernos  dado  al  Redomptór  del 
mundo,  para  que  nos  redimiese,  i  salvase;  nos 
hazeziertos,  que  siempre  nos  oirá,  i  remediará, 
pues  que  así  lo  prometió,  por  respecto  d'Él,  i  el 
Interzesór,  i  Sacrifizio ,  que  por  nosotros  se 
ofreszió,  está  siempre  vivo.  Es,  asimesmo^  el 
ofizio  d'esta  fé,  hazér,  que  después  de  la  Ora- 
zión  no  quedemos  incrédulos,  ni  congojados; 
ni  escudriñemos,  si  fuera  mejor,  que  nuestra 
Orazión  fuera  de  otra  manera  azcptada:  que  las 
cosas  nos  suzedieran  de  otra  suerte:  que  había 
otro  remedio  mejór,  que  ul  que  Dios  ha  dado: 
que  es  pasado  el  tiempo,  i  la  sazón,  i  que  ya  no 
podemos  ser  remediados.  Estas  cosas  todas  son 
señales,  no  de  fé,  sinó  de  curiosidad,  i  sabidu- 
ría humana:  i  deque  pensamos,  que  nosotros 
tenemos  mas  cuidado  do  nosotros  mismos,  i  sa- 
bemos mas,  lo  que  nos  cumplo,  que  Diós.  La 
fé,  hade  zcrrár  los  ojos,  i  ponerlo  todo  en  la 


170  DL"  LAS  CONDIZIÜ.NES 

m;ino  ilol  Señúr:  i  canudo  liobiéronios  tentado 
los  módios  lizilos  .  que  ella  misma  nos  permite, 
i  nos  dá,  por  instrumcnlof  de  su  providcnzia; 
ponér  en  nosotros,  con  cualquier  cosa  que  su- 
zeda,  una  seguridad,  i  conlcntamicnlo,  con  quo 
estemos  zicrtos,  que  pues  nos  remitimos  a  la 
bondad  de  Dios;  pues  parczimos  delante  d'Él;  i 
hezimos  nuestra  suplicazión  ;  ello  va  bión  enca- 
minado; i  que  no  nos  quede  mas  de  confiar  lo 
que  no  entendemos  de  su  infinito  saber,  pues, 
que  tenemos  por  zierto,  que  nunca  su  miscri- 
■  i-ui.  137.       cordia  f  sabe  faltar  su  palabra.  Lo  quinto  que 
(¿uinia  coiiiii-  lia  de  tener  el  que  ora,  es,  pazicnzia.  Porque  mu- 
zión  de  la  chas  Yczes  Dios  dilata  las  mcrzcdes,  que  le  pe- 

Orazión.  ^  ■  l  c- 

dimos,  o  para  probar  nuestra  fe,  para  ver,  si  por 
tardarse  aquello,  acometemos  a  buscar  el  reme- 
medio,  por  ilizitos,  i  malos  caminos;  o  para  que 
mas  conozcamos  nuestra  nczcsidád,  i  mas  esti- 
memos sus  dones,  i  para  enzendér  en  nosotros 
mayor  hcrvór  de  orazión  ;  o  porque  asi  cumplo 
.1  nosotros;  o  por  otras  cosas,  que  Él  sabe. 
Esta  virtud  es  mui  nezesaria  en  la  Orazión ,  para 
que  conserve  el  fructo  d'ella,  i  la  tentazión  no 
nos  quito  tanto  bién  de  entre  las  manos:  por- 
que hai  muchos,  que,  para  un  poco  de  tiempo, 
se  disponen  a  orár,  ponen  grande  cficázia  en 
ello,  i  sufren  mucho  trabajo:  solameulc  no  saben 
sufrir  la  dilazión.  I  esto  les  haze  desmay.ár ,  i 
perder  todo  lo  ganado,  si  algo  habían  ganado. 

Dionisio.  ¡Aún  si  supiéscdes  bién,  cuanta  vcr- 
i!;id  habéis  dicho!  Contczc  eso,  muchas  vezes,  en 
toda  suerte  de  petiziones,  i  mas  en  aquellas, 
con  que  los  hombres  procuran  bienes  espiritua- 


Di;  LA  OIIAZIÓN.  /*  171 

les,  i  dones  de  Dios.  Conoszcn,  i  creen  ,  que  los 
liai  en  otros  :  tómales  cobdizia  d'cllos;  supli- 
canlo  a  Dios:  cjerzítansc  en  la  Orazión:  i  en 
viendo,  que,  en  un  poco  de  tiempo,  no  alcanzan 
lo  que  piden,  que,  en  ocho  dias,  no  son  otros; 
luegodesmayan,  i  desconfian;  i  ni  queda  Orazión, 
ni  queda  fe,  ni  cosa  que  le  parezca:  para  que 
veáis,  qué  haze  allí,  la  falta  de  la  pazienzia.  Mas, 
no  quiero  agora  estorbaros  :  pasad  adelante,  en 
vuestras  condiziones. 

Ambrosio.   La  sexta  condiziones:  que  sicm-  Sexta  conji- 
prc  nos  guardemos  mucho,  de  pedir  en  la  Ora-  ^'^ 
zión,  cosa  contra  el  servizio  de  Dios  :  i  que  nun-    '   "  ' 
ca  dejemos  de  hazcr  esta  salva,  i  suplicármui 
de  verdád  a  la  Majestád  divina,  que  no  permita, 
que,  por  ocasión  /"nuestra,  ella  sea  ofendida,  Foi.  138. 
ni  desacatada.  La  séptima  condizión  os:  que  nos  .Scpt-.-na  con- 
guardemos de  obrar,  con  las  manos,  o  de  tener  <iizi5n  de  u 
en  el  corazón,  cosa,  que  provoque  la  ira  del  Se-  . 
ñor,  a  quien  vamos  a  pedir  raerzedcs,  i  que  use 
de  clemenzia  con  nosotros;  porque  esto  seria, 
deshazér,  por  una  parte,  lo  que  procuramos  ha- 
zér,  por  otra.  Sinó,  que  pongamos  mucha  dili- 
jenzia,  en  que  con  buenas,  i  sanctas  obras,  ayu- 
demos nuestra  Orazión,  i  no  haya  contradizión 
en  nosotros,  entre  las  palabras,  i  hechos.  La  ociava  con- 
octava  cosa,  que  se  requiere,  es:  que  siem-  dizión  de  ¡a 
pre,  nuestro  prinzipál  deseo,  nuestra  prinzi-  O"^''^"- 
pál  Orazión,  ipetizión;  sea  encaminada  a  bie- 
nes spirituales ,  i  acosas,  que  nos  encaminen 
a  Dios:  i  que  de  tal  manera  pidamos  aquello  do 
que  en  este  mundo  tenemos  nczesidád;  i  las 
cosas,  a  que,  en  esto,  mas  la  caridad  nos  con- 


172  1)K  LAS  OIIKAS,  I  nOMPAÑÍA  ^ 

villa;  que  siempre  vay.i  lo  primero  en  l;i  delan- 
tera, i  supliquemos  niui  deverdád,  que  nunca 
la  Misericordia  divina  consienta,  que  lo  que  para 
pasar  este  mundo  pedimos,  haga  daño,  o  impe- 
dimento, a  los  bienes,  que  son  menester,  para 
poder  alcanzi'ir  el  otro. 

De  las  buenas  obras,  que  han  de  acompafíár 
la  Ovazión. 

CAPITULO  XXXIX. 

Dionisio.  Quiero  os  atajar  ahí,  que  Lién  veo, 
que  aunque  el  camino  que  habéis  comenzado, 
es  algo  largo ,  vos  lo  andáis  de  tal  manera,  que 
sin  perderos  en  él ,  lo  podriadcs  llegár  al  cabo. 
Mas  esto  no  se  haze,  para  que  tratemos  las  cosas 
tan  a  la  larga,  ni  para  que  aquí  comprehenda- 
mos,  todos  los  jéneros  de  Oraziún;  que  esto, 
mayor  espázio  requiere.  Basta  por  agora,  que 
yo  conozca,  cuan  bién  fundado  estáis  en  todo, 
Foi.  130.  i  que  por  la  bondad  de  Dios,  tenéis  prinzi- 
pios,  con  que,  cuando  fuere  mencslér,  podéis 
pasár  adelante,  a  muchas  cosas,  que  agora  de- 
jaremos de  tratar:  porque, -ya  que  el  tiempo  es 
breve,  lo  gastemos  en  lo  mas  nezesario.  Una 
cosa  quiero  que  tornemos  a  repetir ,  porque 
siendo  mui  nezesaria  para  la  orazión ,  veo,  que, 
por  nuestros  pecados,  muchos  la  dejan  atrás.  1 
porque  á  nosotros  no  contezca  otro  tanto,  será 
bién,  quo  un  poquito  tratemos  d'ella:  que  yo 
se,  que  os  aprovechará,  üejistes :  que  las  bue- 
nas obras,  han  de  acompañar  la  orazión :  i  de- 


'A  UE  LA  onvziós.  1*3 
jislosmui  grande  vcrdád.  I,  para  que  lo  veáis 
bión  claro,  mirá  en  la  divina  Scriptura,  en 
cuantos  lugares,  i  con  cuanta  cficázia,  nos  en- 
comienda, juntamente  con  la  orazión,  el  ayu- 
no, i  la  limosna,  para  que  seamos  oídos.  Po- 
dcislo  ver  en  Esaías,  i  en  otros  muchos  lugares, 
asi  del  Nuevo,  como  del  Viejo  Tcslamcnto.  La 
razón  d'esto,  está  nuii  clara  para  cualquiera, 
que  está  ejerzitado  en  el  artifizio,  que  la  divina 
Scriptura  usa:  porque  lo  prinzipál,  que  en  la 
Orazión  pretendemos  es,  provocar  la  divina  Ma- 
jestad, a  que  haya  misericordia  de  nosotros,  ¡ 
alargue  la  mano  de  sus  inünitos  bienes,  para  el 
remedio  de  nuestras  nezesidades.  También  la 
verdadera  orazión,  o  el  que  verdaderamente 
ora,  no  es  inlcrcsál  para  sí  solo,  ni  quiere  so- 
lamente para  sí  el  remedio;  ni  busca  daño  de 
nadie.  ¿No  es  esto  asi?  Pues  con  la  limosna  se  Cndn  prove- 
humilla  el  hombre;  i  profesa  todo  esto,  cuando,  '^^'■^^^  '■'^ 
con  pedir  la  misericordia  del  zielo,  no  niega  él,  Jlj^^j/razi'-.n 
la  que  puede  hazér  en  la  tierra:  i  es,  como  si 
dijese  a  Dios:  "Señor,  no  quiero  yo  vuestras 
misericordias,  para  alzarme  con  ellas  :  porque 
ladrón  seria  si  tal  hiziese:  que,  vuestras  son,  i 
no  mías.  No  las  quiero,  para  daño  de  mis  her- 
manos, pues  las  mereszen  ^  ellos,  mejor  que  Foi.  ito. 
yo.  D'estas  de  que.  Vos,  me  habéis  hecho  mcr- 
zéd,  quiero  repartir;  en  scñál,  i  protestazión,  que, 
como  hechura  vuestra,  uso  de  misericordia:  co- 
mo. Vos,  siempre  la  usastes  comigo.  I  no  per- 
mitáis, Vos,  sobre  mi,  tánto  mal,  que  con  mis 
mismas  obras,  yo  me  condene,  yendo  a  pediros 
misericordia,  no  usándola  con  mi  prójimo.»  Veis 


174  DE  LAS  ODUAS  ,  I  COMPAÑÍA  ^ 

aquí  cómo ,  por  la  limosna,  so  nos  di.  aquí  a  cn- 
tcndér,  totlas  las  obras  do  que  somos  obligados 
L.1  comrañra  al  prójimo.  Vengamos  al  ayuno,  ¿rs'o  habéis  di- 
dciAyunocon  ^j^^        -^^  orazión,  requiere  atenzión,  requiere 

la  Ornzi.^n.  .  •       ,        ,      •     ,  , 

rcvcrenzia,  requiere  ucrvór,  i  oirás  muchas  co- 
sas? Pues  todo  esto  estorba  muchas  rezes  la 
carne,  con  cstAr  mas  regalada,  de  lo  que  .'^oría 
razón.  Para  esto  es  grande  remedio,  la  absti- 
nenzia,  i  el  ayuno.  Con  que,  en  cuanto  en  nos- 
otros es,  no  le  permitimos  ' ,  que  esté,  tan  enlo- 
dada, en  los  cuidados,  i  deleites  d'este  mundo, 
que  nos  lleve  allá  por  fuerza  nuestro  corazón, 
i  ocupe  nuestra  memoria,  i  sea  una  enemiga,  i 
coatradezidora  de  los  bienes  del  spiritu;  i  que 
con  su  fortaleza,  i  ferozidád,  esté  siempre  a  la 
puerta,  como  para  resistirles,  i  defenderles  la 
entrada,  o  para  echarlos  de  casa.  Tomád  pues, 
vos,  mi  consejo:  o  (para  mejor  dezír)  el  de  la 
divina  Scriptura :  i  siempre,  con  vuestra  orazión, 
anden  las  Obras  de  Caridád,  según  la  posibili- 
dad Dios  os  diere.  Siempre  lenéd  vela  sobre  vos, 
para  que  no  se  ensoberbezca  vuestra  carne,  i  se 
haga  como  bestia  indomable,  con  los  regalos 
del  mundo.  I  dejá[dj  hazér  a  Dios,  que  Él  hará 
suofizio,  i  no  será  en  balde  vuestra  orazión. 
Acabaremos  en  esta  materia,  con  que  me  res- 
pondáis primero,  a  algunas  dubdas,  que  se 
me  han  ofreszido,  de  las  condizioncs,  que  de  la 
orazión  dejistes.  Es  la  primiOra :  queme  pareszc, 
que  distes  a  entender ,  que  el  que  ha  de  orár, 


i  Ai!  el  impreso  antiguo:  mitamos.» 
mas  parc7.c  errata  por  per- 


'A  DE  LA  OHAZIÚN.  175 

lo  ha  de  f  hnzér,  con  fi'-,  i  con  cspcranf.a,  i  con 
caricUid.  Pues,  si  asi  es,  ¿qué  remedio  lo  que- 
dará al  pccadúr,  que  está  sin  estos  tres  done«: 
o,  hablando  mas  claro,  que  no  estii  en  grázia, 
sino  en  pecado?  ¿Cómo  orará  este  tal?  porqué, 
según  vuestras  reglas,  de  solos  los  justos  es  la 
Orazión.  La  segunda  duhda  naszc  d'esta,  i  es: 
que  dejistcs,  que  la  Orazión  lia  de  ser,  en  her- 
vor de  Spiritu.  No  creo  yo,  que  entendéis  vos, 
que  este  hervor,  sea  solamente  de  spiritu  hu- 
mano, sino  de  spiritu,  que  es  don  del  zielo. 
Pues  si  el  pecador  no  lo  tiene,  ¿cómo  orará  en 
él?  Respondedme  a  estas  dos  cosas,  que  no  son 
para  que  vos  estéis  sin  salisfazión  para  ellas. 

De  ¡a  Orazión  del  Jvsto ,  i  de  la  del  pecador  :  i  de 
la  diforenzia  que  entre  ellal^]  hai. 

CAPITULO  XL. 

Ambrosio.  La  zierta,  i  la  eíicáz  Orazión,  o? 
la  del  Justo,  que  es,  la  que  va  con  fé,  i  con 
esperanza,  i  con  caridad.  I  en  estas  otras  '  vir- 
tudes, se  incluyen  todas  las  condizioncs,  que 
yo  puse,  i  son  como  fuentes  d'ellas:  porque  la 
fé,  da  confianza  a  la  Orazión:  la  caridad,  la  cn- 
zicndo:  i  la  esperanza,  le  da  pazienzia,  i  la  subs- 
lenta.  Mas,  con  lodo  esto,  no  excluimos  de  la 
Orazión  a  los  Pecadores,  porque  ellos  son  ,  los 
que  mas  nezesidád  tienen  d'ella.  Aquellos  peca- 


I  «Otras,»  dize  el  impreso  por  otros. n  «I  pii  oslas  trrs 
antiguo:  mas  parczc  errata,      virtudes,  etc.» 


17G        °A  DE  LA  On.VZIÜN  DEL  JUSTO  ^ 

dores  no  tienen  parto  con  la  Orazión ,  que  se 
huelgan  con  sus  pecados,  i  desean  vivir  en 
ellos;  i  que  están  tan  lejos  do  querér  el  remedio; 
que,  pareze,  i  aun  es  asi,  que  aunque  se  lo  die- 
sen, como  muchas  vczes  se  lo  dan;  no  lo  toma- 
rían. Mas  el  pccadór,  que  siente  su  pecado,  i 
le  acusa,  i  condena  su  misma  conzienzia,  i 
Foi.  U2.  querría  salir  d'ól ;  este,  bien  puede  /'orár,  prin- 
zipalmente  con  orazión  con  que  pida  a  Dios  per- 
Cuái  ha  (!c  dón,  i  fin  de  su  pecado.  I,  tenga  por  zierto,  que 
scriaOrarián  auH  aqucllo  quo  cntonzcs  haze,  es,  porque  la 
del  pecador,    poderosa  mano  de  Dios  le  ha  despertado  a  ello. 

I  como  su  misericordia  no  tenga  fin ,  i  siempre 
se  inclino  a  los  pobres,  i  nezesitados  de  su  re- 
medio; no  cansándose  el  pccadór,  no  dejará 
ella  do  hazér  su  ofizio ,  que  es  alumbrar,  i  re- 
mediar, i  proseguir  lo  que  comenzó,  aunque  el 
pecadór  no  lo  merezca :  i  despertará  en  él  zen- 
tella  de  spiritu ,  que  pelee  contra  el  pecado,  i 
poco  a  poco,  o  como  fuere  servido,  le  comen- 
zará a  dar  de  sus  dones,  los  cuales,  aunque  al 
prinzipio  no  sean  tan  creszidos,  por  ser  de  la 
mano  de  Dios,  son  de  inestimable  valór.  1  como 
tengan  grados,  lo  prinzipál,  que  se  ha  de  pedir, 
es  el  augmento  d'ellos;  i  que  el  Señór,  que  tan- 
ta misericordia  tuvo,  que  puso  zentella  de  sus 
dones  a  donde  el  Demonio  tenia  su  casa ;  que 
comenzó  a  desperLár,  donde  tan  gran  sueño  ha- 
bía ;  que  previno  con  su  grázia ,  al  vasallo  del 
■  pecado;  Él  la  acrcziente,  i  llegue  a  cumplido  fin, 
hasta  que  en  el  ánima  en  que  esto  se  comen- 
zó, la  fó,  i  la  esperanza,  i  la  caridád,  hagan  su 
ofizio.  Eslonzes  la  Or.izión  d'oslc  tal  será  eficáz. 


I 

'A  I  DEL  PECADOR,  177 

será  de  verdadero  fructo,  porque  ,  para  ella,  no 
tiene  puertas  *  el  ziclo,  por  llevár  las  condizio- 
nes  todas,  que  yo,  al  prinzipio,  propuse. 

Dionisio.  ¡O,  cómelo  habéis  dichobién:i 
en  cuán  pocas  palabras  habéis  tractado  de  la 
Orazión  del  Pecador,  i  de  la  diferenzia,  que  hai, 
de  la  d'él,  a  la  del  Justo :  i,  sobre  todo,  i  lo  que 
mas  me  ha  contentado,  cuán  grande  es  la  mi- 
sericordia de  Dios!  Bendito,  i  alabado  sea  Él, 
para  siempre  jamás:  que  así  sabe  remediár,  lo 
que  el  Demonio ,  i  nosotros  dañamos.  Veamos, 
qué  dezis,  a  la  segunda  cuestión. 

Ambrosio.  De  la  respuesta  de  la  primera,  se 
saca  la  de  la  segunda.  Porque  í  claro  está,  que  Foi.  143. 
cuando  yo  dije,  que  la  verdadera  Orazión  había 
de  sér  en  hervor  de  corazón,  i  de  spíritu,  no 
entendía,  que  era  solamente  de  spíritu  de  las 
fuerzas,  e  industria  del  hombre,  sinó  de  spíritu 
del  zielo,  que  es  don  de  Dios,  i  don  de  verda- 
dera Orazión.  Mas,  entiéndese,  que  así  como  el 
pecadór,  de  quien  agora  dije,  oró,  aunque  no 
de  tal  Orazión,  como  el  Justo;  i  despertado,  i 
guiado  del  Señór,  i  substentado  de  la  mano  de 
su  grande  misericordia,  llegó  a  tcnér  Orazión 
justa,  i  eficáz;  así  el  que  se  siente  sin  espíritu 
de  Orazión,  i  conosze,  que  por  sus  pecados  le 
falta;  debe  pedirlo  al  Señór,  como  él  pudiere,  i 
conozér,  que  aún  aquél  pedirlo ,  i  desearlo,  es 
cosa  de  Dios,  i  señál,  que  su  misericordia  lo  vie- 
ne a  buscár,  i  no  contradezirla  ni  rehusár  de  se- 


í  Es  dczir:  no  tiene  puer- 
cas !■  zerradaS"  el  zielo,»  es 
indudable,  que  elDoctór  usó, 
ahí ,  de  una  elipsis  elegante. 


en  su  tiempo.  Las  puerta» 
se  ponen,  o  tienen,  para  ettir 
zerradas. 


12 


178        °A  DE  LA  ORAZIÓN  DEL  JUSTO  ?» 

guir  por  donde  lo  guian.  I  el  Señor  que  comenzó, 
hará  tanto  en  él,  que  le  dé  yerdadcro  spiriLu  de 
Orazión,  si  el  mismo  hombre  no  lo  estorba  con 
su  pecado,  i  neglijcnzia.  Aunque  es  menester 
mui  grande  atenzión,  para  no  contentarse  tem- 
prano, i  pensár,  que  ya  han  llegado  a  aquel  es- 
píritu, i  hervor,  antes  que  con  muchas  Icguns 
lleguen  a  él. 

Dionisio,  Verdád  es  eso.  Mas ,  tiempo  es ,  que 
demos  fin  a  esto,  i  que  me  respondáis,  qué 
manera  de  Orazión,  os  parcsze  a  vos,  que  ha- 
brá, que  tenga  todas  las  condiziones,  que  ha- 
bernos dicho :  porque  ellas  son  tales,  i  tan  bue- 
nas, i  nuestra  ignoranzia  tan  grande;  que  pien- 
so, que  habrá  pocos,  que  la  sepan  guardar, 
i  que  no  se  engañen  en  muchas  d'ellas.  I  se- 
ria mui  grande  cosa,  que  hobiesc  una  Orazión, 
de  tal  manera  compuesta,  que  la  tuviésemos 
como  guia,  i  como  dechado,  para  conformar- 
nos con  ella.  ¿Sabéis,  vos,  que  haya  alguna, 
que  contenga  todo  esto? 

Ambrosio.  Sé,  que  hai  muchas  en  los  Profetas, 
i  en  los  Salmos ,  i  en  toda  la  sagrada  Escriptu- 
Foi.  144.  ra,  las  cuales,  como  son  f  de  hombres  sanc- 
íos,  i  que  tenían  spiritu  de  Dios  ,  llevan  mui 
grande  conzierto  ,  i  son  como  las  quiere  el  Se- 
Oriziñn,  que  fiór.  Mas,  teucmos  una  en  el  Evanjc'io,  que  en 
nuestro senór  jjjyj  brevcs  palabras,  contiene  todas  aouellas, 

enseno.  11, 

que  ha  de  tenér  una  verdadera,  i  .sancta  Ora- 
zión. Esta  es  la  que  Ciisto,  nuestro  Redemptór, 
enseñó  a  sus  Diszipulos,  que  comunmente  lla- 
mamos, la  Orazión  del  Palcr  noster,  porque  asi 
comienza  ella. 


'A  DEL  PATER  NOSTER  ^  1  70 

Dionisio.  Ahí  os  quena  yo  traér,  i  paresze- 
mc,  que  lie  azertaJo  a  guiaros  a  ello.  Por  zier- 
to ,  Orazión  enseñada  por  tal  Maestro ,  ella  será 
bién  azertada:  e  yo  os  aseguro,  que  nunca  deje 
do  púr  oida  ,  si  pór  culpa  nuestra  no  fuere.  I ,  no 
es  posible,  sino  que  sea  grandísimo  tesoro,  pues 
socorrió  con  él,  el  Redemptór  del  mundo ,  a  los 
hombres,  que  Kl  redimió,  i  que  viven  en  este 
destierro,  i  en  tan  gran  nezcsidád  de  Orazión,  i 
do  azertada  Orazión.  E  yo  soi  tan  afizionado  a  ella, 
que  aunque  os  dé  algún  trabajo,  me  habéis  de 
hazér  plazér  de  dezirme ,  la  Declarazión ,  que 
vuestro  Maestro  os  dió :  que  yo  sé,  que  ni  él  de- 
jaría de  dárosla;  ni,  vos,  la  tcrneis  olvidada. 

Ambrosio.  Una  declarazión  me  dió  d'ella,  aun- 
que no  tan  larga  como  quisiera.  Mas  prometióme 
de  extenderla  mas,  cuando  yo  estuviese  algo  mas 
ejerzitado. 

Dionisio.   Todo  eso  me  parcsze  bién,  c  ya  de- 
seo, que  comenzeis. 

Ambrosio.  Esta  Orazión  enseñó  nuestro  Re- 
demptór a  sus  Diszipulos,  que  le  dijeron,  que 
los  enseñase  a  orár,  como  sant  Juán  habia  he- 
cho a  los  suyos.  Él  les  dijo :  que  orasen  d'csta 
manera  :  «■  Pater  noster ,  qui  es  in  Ccvlis:  sanctifi-  Pntei-  noster. 
cctur  riomnn  tuum.  Adveniat  regnum  tuum.  Fiat 
voluntas  iua  :  !:icul  in  ccclo,  et  in  tcrra.  Panem 
msinnn  quotidianum  *  d<x  nobis  liodie  ,  el  dimitte 


i  Hn  I.\  "niblia  Sacra 
Vulnaía  ctilionis  Sixli  Quin- 
li  Poní.  Max.  Iiusu  recngnita 
alque  cdila.  Romeo  Ex  Typo- 
grapfiia  Apostólica  Vaticana 
a.D.XCIU,  .  en  la  páj.  8r,9, 


columna  scgundn,  r.  primern, 
se  pone  :  Pnncm  nostnim 
supcnubstanlialem  da  nohis 
tlodie.-<  Pero  la  pAjina  921, 
columna  1.',  r.  dezimo  quin- 
10  .  se  pone  :  «Pauem  nos- 


180  'A  DE  I,\  ORAZIÓN.  S 

tiobis  dcbila  nosira:  ^icul  ct  nos  diniiitiuius  debí- 
torilius  nostris.  Kl  ve  nos  inducas  in  Icnlationrni. 
Sed  libera  7ws  a  malo.  Amen» 
Foi.  nr,.      Dionisio.    Eso     mismo  dczíd  en  romanzo. 

Ambrosio.  « Padre  nuestro  ,  que  eres  en  los 
zielos :  sanctificado  sea  el  tu  nombre.  Venga  el 
tu  Reino.  Hágase  tu  voluntád  en  la  tierra,  asi 
como  se  haze  en  el  zielo.  iXuestro  pan  el  do  ca- 
da día  danos  lo  hoi.  I  perdónanos  nuestras  deu- 
das, así  como  nosotros  perdonamos  a  nuestros 
deudores.  I  no  nos  traigas  en  tentazión ,  sino  lí- 
branos del  mal.  Amén. » 

Dio.Nisio.  Hasta  ahí ,  todo  está  mui  bueno.  Co- 
menzád  a  declararla:  que  no  creo,  que  haréis 
menos  en  esto,  que  en  todo  lo  que  hasta  aquí. 
Divi5ión  de  Amdrosio.  De  diferentes  maneras  suclcn  mu- 
la  ürazión.  ^y^^^  dividir  esta  Orazión.  Mi  Maestro  dividió  la 
en  siete  petiziones,  e  dijo ,  que  esta  era  la  común 
división,  que  los  doctores  sanctos  seguían. 

Dionisio.  Muí  buen  conzierto  lleváis:  i  pues 
que  vais  por  ahí,  quiero  ,  que  no  solamente  me 
declaréis  cada  una  de  esas  petiziones,  mas  tam- 
bién cada  palabra  d'ellas :  porque  ya,  vos,  veis, 
que  no  habrá  en  ella,  no  digo  palabra,  mas  ni 
silaba,  que  no  enzierro  en  si,  grandísimo  teso- 
ro, i  misterios  de  grande  vcnerazión.  Algunos 
aplican  estas  siete  petiziones ,  a  los  siete  días  de 
la  semana.  Mas,  no  hai  agora  nezcsidád  de  traer 
algo  d'cso:  solamente  proseguí  vuestras  petizio- 
nes, i  vuestra  declarazión. 

Irum  cotidianum  áa  voiis  ho-  de  texto  ¡rrecnsnble  para  los 
rfitf.'i  Zito  esta  edizión,  por-  Católicos -Romanos.  Impre- 
que Tiene  considtrada  en  la  sión  de  Aldo ,  el  menór  ,  aun- 
clase  de  Biblias  Canónicas,  o      que  sin  su  nombre. 


181 


De  la  Declarazión  de  la  primera  parle  de  la 
Orazión. 

CAPITULO  XLI. 

Amurosio.  La  primera  palabra  de  nuestra 
Orazión  es:  «Padre»  i  este  os  el  nombre,  con 
que  en  ella  nombramos,  e  invocamos  a  Dios. 
En  esta  palabra,  antes  que  adelante  pasemos, 
se  nos  encomiendan  muchas  de  las  condizio- 
nes,  que  dije  de  la  f  Orazión:  la  de  la  fé,  la  foi.  U6. 
de  la  pazienzia,  la  do  la  Caridad,  i  de  la  espe- 
ranza :  Porque  llamár  a  Dios,  «Padre;»  i  no  padro. 
solo  padre  por  creazión,  como  es  de  todos  los 
hombres ,  i  de  todas  las  criaturas ,  sino  con 
zierta  particularidád  ,  i  privilejio,  como  padre  de 
hijos  de  adopzión;  es  cosa  de  tanta  digniddd, 
que  ningún  entendimiento  criado,  basta  a  en- 
gnandezerla.  Porque,  siendo  hijos  de  perdizión, 
echados,  i  desterrados  de  su  Reino:  por  el  deu- 
do ,  que,  su  Hijo,  con  nosotros  tomó;  por  la 
sangre  que  derramó;  nos  reconzilió  consigo ,  i 
nos  reszibió  por  hijos ,  i  nos  dió  tan  grande  li- 
zenzia,  como  es,  que  le  llamamos  «Padre.»  De 
manera,  que  este  nombre  de  padre,  según  esta 
signiOcazión ,  no  lo  ha  de  usurpár,  sino  aquél, 
a  quién  Jcsu  Cristo ,  nuestro  Rcdemptór  lo  en- 
seña, i  le  descubre  ,  este  secreto  :  Quiero  dezir, 
a  quién  *  cree  en  Él,  i  lo  conoszc  por  Redemp- 

»  El  verbo  usurpAr,  .inte-  la  azepzión  de  usar,  o  valerse 
rior, que  también  rijo  este  3C-  de.  I  aquí,  o  Uai  que  quitír 
f,undo  «a  quien;"  tiene  alii      la  prcposizii5n ,  i  Icér,  «quién 


182  íff.  DL  L\  DlCCLAUAZrÓN  f» 

tór.  Esto  es  lo  que  dize  sant  Juán:  *  «  dió  podér, 
de  ser  hijos  de  Dios ,  a  los  que  creen  en  el  nom- 
bre de  Jesu  Cristo,  verdadero  Hijo  de  Dios. »  Por 
esta  manera  tAn  privilejiada ,  llamar  a  Dios  con 
nombre  de  n  Padre ; »  cosa  fuera  digna  de  gran- 
dísimo castigo,  si  solamente  fuera  salida  del 
atrevimiento  del  hombre.  Jlas,  como  sea  lizen- 
zia,  que  Él  mismo  nos  dá;  i  Cristo,  Redcmptór 
nuestro,  i  autor  d'esta  grande  reconziliazión,  la 
conCrma,  i  nos  convida  a  ella;  con  grande,  i 
zierta  confianza,  lo  podemos  hazér.  Así  canta  la 
iglesia  :  «  amonestados  do  mandamientos  de  sa- 
lud, e  informados  de  divino  aviso;  osamos  dczír: 
«Padre  nuestro,  que  estás  en  los  zielos,  etc.»  - 
De  todo  esto  se  sigue,  lo  que  yo  dije,  de  la  fé, 
i  confianza ,  que  babemos  de  tener  de  alcanzár 
lo  que  pidiéremos,  pues  pedimos  a  nuestro  Pa- 
dre: i  que  Él  nos  convida ,  i  manda,  que  lo  lla- 
memos así.  La  esperanza,  aunque  se  dilate,  pues 
Fol.  147.  debemos  ^  tcnér  por  zicrto,  que  no  es  por  no 
quererlo  dai-,  pues  es  nuestro  Padre,  sino  por- 
que nos  ama  como  a  hijos,  i  sabe  si  nos  está 
bién  lo  que  pedimos,  ó  no;  i  cuándo^  i  en  qué 
manera  nos  está  bién.  La  pazienzia,  para  cuando 
nos  castigare,  i  pidiéndole  regalos,  por  ventura 
nos  diere  azotes:  pues  es  nuestro  Padre,  el  que 


cree  en  Él  ;  "  o  suponer  una 
de  las  frecuentes  elipsis  u.'sa- 
saJas  por  el  Doctor,  rreficro 
lo  primero,  por  partzcrmc  lo 
mas  naturál.  La  errata,  a  mi 
ver  ,  provino  del  primer  "  a 
quien.»  Leo,  pues:  ./Quiero 
ÚQZír,  quien  cree  en  Kl,  etc.» 
1  Véase  el  Capitulo  prime- 
\  ro,  vers.  i'¿.  del  Evaiijclio  de 


s.  Juán. 

2  Palabras  Iraduzi.las  lite- 
ralmente del  Canon  de  la  Mi- 
sa .  «  i'ra-eeptis  .«alut.-lribus 
móriti,  ct  divina  in^ititutiiine 
formíli,  audcmus  díccre.  Pa- 
tcr  nostrr  qui  es  in  coclis:  etc.  i> 
Véase  J/w,Ta/«  liomnnum,  etc. 
Mníriti  M.DCC.LXIX.  piji- 
na  27Ó.  de  la  Kdizit^n  en  Kvo. 


'A  DE  L.\  Oll.VZlÓ.N.  9»  133 

nos  castiga.  La  caridád,  i  amór,  que  le  debe- 
mos, como  hijos,  pues  que  lo  llamamos  Padre. 
La  rcYcrenzia,  i  acatamiento,  el  tcmór,  i  la 
atenzión,  que  habernos  de  tcnér  con  Él.  Por  esto 
mismo  nombre ,  es  avisado  el  pecadór  de  sus 
malas  obras :  del  grande  juizio  que  espera,  pues 
siendo  el  enemigo  de  Dios,  se  atreve  á  dezír, 
« Padre.»  No  entran  en  su  Reino ,  sinó  sus  hijos: 
i  los  que  no  son  d'este  Reino ,  no  son  sus  hijos: 
ni  son  de  su  Reino  ,  sinó  los  que  le  obcdoszen, 
c  sirven.  I  el  que  no  lo  haze,  toma  este  nombre 
do  «Padre,»  en  vano:  con  el  cuál  se  había  de 
confundir,  i  huir  de  sí  mismo,  i  de  sus  pecados. 
I,  así  como  no  hai  en  el  mundo,  ni  podemos  pen- 
sár,  cosa  a  quien  tan  propriamente  pertenezca 
este  nombre  de  "Padre,"  como  a  Dios;  pués  no 
solo  nos  dió  ser,  mas  después  de  perdidos,  nos 
rejeneró ,  á  costa  de  la  muerte,  i  pasión  de  ?u 
unijénito  Hijo,  heredándonos  en  una  misma  he- 
renziaconÉl;  así  no  habernos  do  llamár  Padre, 
a  otro,  que  a  Él,  en  la  tierra:  en  quien  ponga- 
mos toda  nuestra  confianza,  i  a  quien  demos  la 
honrra,  i  agradezcamos  todo  lo  que  somos,  i  es- 
peramos ser:  procurando  en  todos  nuestros  pen- 
samientos, i  obras,  que  parezcamos  hijos  de  tal 
Padre.  Sigúese  en  la  Orazión :  « nuestro.  i  «Padre  >'i¡csiro. 
nuestro.»  Llamár  a  Dios,  «Padre  mió,»  singular- 
mente; a  solo  Jesu  Cristo,  nuestro  Redemptór, 
conviene:  porque  Él  solo  es  hijo  naturál,  i  nos- 
otros adoptivos.  A  nosotros  conviene  llamarle, 
«Padre  nuestro : »  porque  todos  '  somos,  de  una 

1  Todos  los  hombres:  asiá-  europeos,  o(.zeánico«.  Todos, 
ticos,  africanos  ,  americanos,      Lo  mismo  el  id('>Iatra,  el  ju- 


184  ^  DE  LA  ENTRADA 

Fol.  148.  misma  f  manera,  hijos  suyos,  igualados  en  una 
adopzión.  I  en  esta  palabra,  «nuestro»  es  avi- 
sado el  hombre,  con  que  caridád,  i  humildád, 
ha  de  orár:  no  diferenziándose,  ni  ensobeibes- 
zióndose,  sobre  los  otros  hombres,  pues  confie- 
sa, que  son  sus  hermanos,  i  que  todos,  son  hi- 
jos de  un  mismo  Padre.  Por  tanto,  debo  mirár, 
s¡  los  tracta  como  a  hermanos;  o  si  los  menos- 
prezia  como  a  siervos;  o  les  haze  obras  de  ene- 
migo. Si  conosze,  que  son  iguales  con  él ,  i  re- 
demidos  con  igual  prezio,  por  la  misericordia  de 
un  Padre.  De  aquí  también  se  saca,  cuán  sin 
contenzión  habemos  de  orár,  cuán  sin  invidia, 
i  sin  particulares  intereses.  IS'o  hai  mió,  ni  para 
mi,  en  toda  esta  Orazión  :  sinó  nosotros,  i,  para 
nosotros.  De  donde  se  entiende,  que  el  prinzipál 
título ,  por  quien  esta  Orazión  se  haze ,  es  en 
nombre  de  la  Iglesia.  Siempre  se  ha  de  pedir  la 
prosperidád  d'ella,  i  ningún  don,  ninguna  mcrzéd 
spirituál,  ni  temporil,  ha  de  dcmandár  el  cristiano, 
que  no  quiera  por  partizioncro  en  ella,  a  su  pró- 
Que  eres  en  jimo.  Sigucsc  cn  la  Orazión,  «que  eres  en  los  zic- 
loi  líelos.  ]Qg_„  ggi^j^  partícula,  juntamente,  se  nos  des- 
pierta la  confianza:  i  somos  avisados  cuán  grande- 
mente habemos  de  sentir  do  Dios,  a  quien  tene- 
mos por  Señór,  i  Padre.  En  todas  partes  está 
Dios,  i  no  tiene  lugár  diputado,  que  estando  en 
él,  deje  de  estár  en  los  otros.  Mas,  por  una  zicrta 
considerazión,  señalámosle  por  morada  el  zielo. 


dio,  el  mahometano  ,  que  el  buenos ,  o  malo!"  hijos.  Víase 

cristiano.  Todos  los  hombres.  el  Carítulo  VI,  32 ,  33,  del  II 

I  Dios  solo,  sabe  ,  i  conoze,  de  Cronic.  o  Paralip. 
cuáles,  entre  ellos,  eon  loi 


V.  DU  LA  ORAZIÚN.  S  I 

como  liigár  de  grande  exzclencia,  i  hermosura: 
de  grande  majcstúd ,  i  podér,  de  grande  abiin- 
danzia  de  bienes:  de  seguridád  ,  i  perpetuidcáJ. 
Por  manera,  que  así  como  en  las  cosas  de  acá, 
por  el  cdifizio  de  una  casa,  juzgamos  muclio, 
del  podér,  i  riqueza  de  un  Señór;  asi  las  cosas 
del  zielo,  nos  despiertan  considcrazión,  de  la 
grandeza  i  majestád  de  Dios:  i  confesamos  /  por  roí.  uo. 
esta  palabra,  la  miseria  de  los  que  estamos  en  la 
tierra:  cuan  nezesitados  estamos  de  bienes,  cuán 
subjectos  á  peligro,  i  mudanza  :  i  que  todo  esto 
nos  ha  do  ser  remediado,  i  por  la  mano  del  Se- 
ñór, que  nos  quiso  dar  a  entender  por  » el  zie- 
lo,» que  tiene  el  lugár  para  sus  hijos,  de  seguri- 
dád, de  perpetuidád ,  de  grandes,  i  eternos  bie- 
nes. Convídanos  esta  misma  palabra,  a  que  nos 
acordemos,  de  cómo  el  zielo  es  nuestra  propria  ^ 
orijen ,  ¡  naturaleza :  pues  el  Señór,  que  habita 
en  él,  nos  crió  para  su  casa:  i  para  tenernos 
siempre  en  su  compañía:  i  que  por  culpa,  i  pe- 
cado nuestro,  estamos  desterrados  d'él  ,  i  en  lu- 
gár de  tanto  trabajo,  i  peligro.  I  asi,  debemos  de 
sospirár,  por  volvér  a  él,  i  procurár  con  toda  di- 
lijcnzia  ,  que  nuestros  pensamientos,  i  obras  se 
conformen  con  este  deseo.  Hasta  aquí,  escomo 
entrada,  i  prohemio  de  la  Orazión:  tras  el  cuál, 
se  sigue  luego  la  primera  pctizión,  en  que  ha- 
blando con  Dios,  i  con  nuestro  Padre ,  pedimos: 
« sea  sanctiücado  el  tu  nombre.» 


186 


Fol.  150. 


De  la  primera  pclizión  de  la  Orazión. 

CAPITULO  XLII. 

Por  el  «  nombre  de  Dios,»  en  este  lugár,  ha- 
bernos de  entender  el  mismo  Dios;  la  notizia,  la 
gloria,  i  honrra  d'Él.  Pedir  que  sea  sanctiiicado 
su  nombre,  no  es  otra  cosa,  sino  pedir,  que  sea 
conoszido  por  quien  es,  i  honrrado,  i  servido, 
conforme  a  tal  conoszimicnto.  Este  es  deseo  de 
verdaderos  hijos,  que  ponen  en  la  delantera  do 
todo,  la  gloria,  i  honrra  del  Padre:  i  esto  es, 
lo  que  prinzipalmente,  i  ante  todas  cosas  procu- 
ran. Aquí,  se  han  de  considcrár  dos  cosas.  La 
primera,  el  grande  fuego,  i  deseo,  que  ha  de 
habér  en  nuestro  corazón,  que  Dios  sea  conos- 
zido: que  todas  las  jentes,  adoren  i'  su  Nombre, 


liizeio  de  la  j  aicanzeu  a  conoszér,  cómo  Él  solo,  es  el  ver- 

fanctificazión 
del  Kombre 


dadero  Señór:  como,  en  Él  solo,  está  todo  el  re- 
dei  ScñiJr.  modioj  i  la  dilijenzia  que  do  nuestra  parte,  ha- 
bernos de  poner  para  esto.  De  muchas  maneras 
es  Dios  deservido,  i  desconoszido.  Entrelas  na- 
zioncs,  que  no  profesan  la  relijión  cristiana,  es 
blasfemado  su  nombre;  pues  lo  es  el  de  su  Hijo: 
i  sabemos,  que  quien  no  honrra  al  Hijo,  no 
honrra  al  Padre.  D'ellos,  ponen  su  confianza  en 
falsos  profetas:  d'ellos,  en  ídolos,  i  cosas  cria- 
dos: otros,  en  vanas,  i  perdidas  snpcrstizioncs. 
Entre  los  que  confiesan ,  que  Lo  conoszen ,  i 
creen,  hai  muchos,  que  tienen  las  obras  mui 
conli'árias  de  las  palabras:  i  que,  no  solo  Le 
ofenden;  mas  son  causa  de  grande  escándalo, 


V-  DK  LA  Or.AZIÓN.   ?•  187 

para  los  infieles,  i  ocasión,  que  juzguen  por 
nuestras  obras,  la  crccnzia  que  tenemos.  Para 
todo  esto,  se  Lo  pide,  al  mismo  Señór,  que 
sea  sanctificado  su  Nombre:  i  no  se  ha  de  pe- 
dir esto,  sin  grande  sentimiento,  i  zelo,  de  que 
É!  no  sea,  verdaderamente  acatado,  i  servido;  i 
sin  grdndC;  i  cnzendido  deseo  d'ello.  La  otra  co-  ai  mismo  Si- 
sa, que  se  ha  de  considerar,  es,  que  la  misma  ñúrsciepidc 
honrra,  i  sanctificazión  que  deseamos,  que  Él  "nctifica- 
tenga,  i  que  nosotros  le  demos;  la  pedimos  a  ¡^(XmoT^do 
Él  mismo,  para  que  la  encamine,  i  haga  que  dar. 
llegue  a  efecto.  En  lo  cuál  se  nos  enseña:  que 
ni  es  de  nuestras  fuerzas,  honrrarlo,  i  sanctiíi- 
carlo,  ni  de  nuestro  juizio  azertar  el  cómo:  sinó, 
que  Él  ha  de  dar  el  favór,  para  lo  uno,  i  para  lo 
otro  *.  No  Le  podemos  nosotros  servir,  por  nues- 
tro solo  juizio,  no  con  nuestro  espíritu,  o  imaji- 
nazión.  Él  es,  el  que  nos  ha  de  avisar  do  lo  que 
le  agrada:  i  enviar  en  nuestros  corazones,  aliento, 
i  espíritu  d'ello:  i  darnos  con  su  palabra,  notizia, 
como  cada  dia  nos  dá,  de  lo  que  quiere,  que  ha- 
gamos para  servirlo:  i  enviarnos,  de  su  mano, 
fuerzas  para  que  lo  pongamos  /"  en  obra.  A  nos-  p,^, 
otros  perteneszc  pedir  a  su  Jlajestád  todo  esto,  i 
pedirlo,  como  hombres  nezesitados  d'ello,  i  en- 
zendidos,  i  congojados,  del  deseo  de  su  gloria.  Per- 
tencze  ponér  de  nuestra pai-fe,  para  ello,  grande 
solizitúd,  i  dilijcnzia:  i  procurar,  que  los  dones, 
que  para  esto  pedimos  a  Dios,  no  nos  sean  dados 

1  Todorslo,  i  lo  que  si-  en  parliciilár  la  Romana,  a 

giic  ,  me  p.irfzc ,  nnn  conde-  sns  Lid'irjias,  Cánones,  i  lii- 

nazión  impliV.ila ,  de  la  fuer-  üialcs.  Comienzan,  |nies,  pur 

za ,  o  aiiloridid  compulsiva,  tío  saber  el  slgnificndo  del 

que  dan  las  .«celan  cristianas,  Padre  pívj:?t/!0. 


18S  'A  Dt;  I,A  SKüUNDA  I'K'M^IÓN  ?» 

en  vano.  1,  como  los  pecados  solos',  sean  los  qnc 
Le  ofenden,  i  los  verdaderos  enemigos  de  la 
honrra ,  i  sancliCcazión  de  su  Nombre;  debe  el 
que  esta  petizión  hizicre,  tomár  grande  cnemis- 
tád  con  ellos:  huir  do  su  compañía,  como  de 
enemigos,  i  estorbadores,  de  aquella  sanctifica- 
zión,  que  fil  pide:  i  pedir  al  Scñór,  que  des- 
pierte, i  lleve  adelante,  esta  enemistád,  en  61, 
i  en  todos  los  hombres;  pues  cntonzes  so  podrá 
dezir,  «que  es  sanctificado  su  sanctisimo  Nom- 
bre;» cuando  en  los  hombres  no  reinare  pecado, 
sinó  sanctidád,  c  justizia.  Esta  es,  la  primera  pe- 
tizión, que  Cristo,  nuestro  Redemptór  ,  quiso, 
que  pidiósemos  al  Padre :  dándonos  ejemplo  en 
si  mismo,  que  tuvo  siempre  esto  por  fin,  i  nin- 
guna cosa  rehusó,  a  que,  para  ello,  no  se  ofres- 
ziese. 

Ds  la  segunda  petizión  da  la  Orazión. 

CAPITULO  XLIII. 

Orden  que  SigucsG  la  segunda  petizión,  que  es:  «Venga 
cst»  orazión  cl  tu  Roino.  ■)  En  la  cuAl ,  sc  doclara  mas,  la  pH- 
liene.  mera.  Porque,  entre  otras  exzelenzias,  que  esta 

Orazión  tiene,  es  esta  una :  que  siempre,  lo  que 
se  sigue,  es,  como  mas  clara,  i  mas  viva  expo- 
Dos  maneras  sizión  de  lo  que  prezedió.  No  pedimos,  aquí,  el 
de  Reino.  Roino  coH  quc  Dlos  reina  sobre  todas  las  criatu- 
ras ,  como  Autór ,  i  Scñór  d'cllas :  porque  este 
Reino,  ni  va,  ni  viene:  siempre  es,  i  nunca  ha 
de  tenér  fin.  Tiene  otro  reino  particular,  que  es 

l  NAtcsc  bilin.  Le  ofenden      den  las  difcrcnzias  de  cultos, 
tolos  los  pecados.  No  le  ofcn- 


'A  DE  LA  OnAZIÓN.   S  180 

de  glázia,  i  de  ^  gloria:  en  el  cuál  solamente  snn  fo'- 
contados,  aquellos  que  tienen  su  spiritu,  i  es- 
tán en  su  grázia,  i  amór.  A  estos  rije  Él ,  con 
una  jurisdizión  mansísima,  i  amorosa,  con  domi- 
nio de  suavísimo  yugo.  Ampáralos,  con  grande 
misericordia:  líbralos,  de  todos  les  peligros:  tic- 
neles  hechas  mcrzedes,  de  mui  grandes  privilo- 
jios,  i  cscnzioncs:  porque  los  ha  libertado  de  la 
jurisdizión  del  pecado,  de  la  muerte,  i  del  in- 
fierno. El  tributo,  de  los  vasallos  d'cstc  Reino, 
es  de  amór,  i  confianza :  i  la  misma  suhjezión 
d'él,  es  la  libertád  i  franqueza.  Esto  es  Reino 
de  grande  paz,  donde  todo  se  contrata  con  amór, 
i  fé.  D'estc  Reino  son  todos  aquellos,  que  ver- 
daderamente sirven  a  Dios;  i  que  procuran,  do 
no  perdér  la  libertád ,  que  Cristo ,  nuestro  Re- 
dcmptór,  i  Señór,  les  ganó.  Pedir  la  venida 
d'este  Reino,  no  es  otra  cosa  sinó  pedir,  que  este 
Reino  se  augmente,  i  vaya  siempre  en  crcs- 
zimiento  :  pedir  abundanzia  de  paz,  de  spiritu, 
de  fé,  de  amór,  i  de  todos  los  dones  del  zielo: 
pedir  diminuzión  de  todo  lo  que  a  esto  contra- 
dize,  i  estorba;  i  victoria  contra  ello.  Muchas 
cosas  son,  las  que  tienen  cnemistád  con  este 
Reino:  pues  la  tienen  el  demonio,  el  mundo,  i 
la  carne;  señores  tán  poderosos;  que  tántos  va- 
sallos tienen;  que  tántas  artes  de  guerra  saben; 
que  tan  diestros ,  i  ejcrzitados  son  en  engaüár. 
Por  esto,  pedimos  al  Señór,  en  esta  segunda  pe- 
tizión,  que  «venga  su  reino : «  que  haya  muchos, 
que  Le  conozcan:  muchos,  que  Le  sirvan:  mu- 
chos, que  resistan,  á  los  que  pelean  contra  este 
Reino:  que  haya  constánzia  en  las  adversida- 


100         "A  DE  LA  SEnUNDA  PETIZIÓN 

(les  fidclidád  en  tratár  las  cosns  do  Dios:  que 
no  nos  alzcnios  con  sus  bienes :  que  no  nos  los 
alribuyamos:  a  Él  solo,  los  pidamos:  a  Él  solo 
los  agradezcamos:  El  solo,  queramos,  que  reine 
Foi.  153  sobre  nosotros:  que  su  voUmitád,  sea  nuestra 
Lei:  su  palabra,  nuestra  lumbre:  sus  Manda- 
mientos, nuestra  alegría:  su  ser  suyos,  nuestra 
riqueza:  el  padeszér  por  Él,  nuestra  gloria.  El 
fin,  i  remate  d'cstc  Reino,  es  la  bienaventuran- 
za, que  Él  tiene  prometida,  a  los  que,  en  este 
mundo,  Le  tuvieren  por  Eei :  la  cuál  suplica- 
mos, que  también  venga.  Esto  es,  que  pedimos 
perseveranzia ,  para  alcanzarla:  i  que  la  l\Iaj es- 
tad divina,  azclcrc  la  conversión  de  todas  las 
jentes:  haga,  que  todos  lo  conozcan,  i  sirvan; 
para  que  se  azerque  la  posesión  del  zielo,  donde 
tengamos  seguridad,  que  nunca  mas  será  ofen- 
dido:" donde  estaremos  libi-cs,  de  tanto  adver- 
sário  como,  en  este  mundo,  tenemos,  para  sa- 
carnos d'cstc  Reino:  donde,  en  una  concordia, 
cu  una  voz,  lumca  zescmos  de  loarle,  do  darle 
grázias,  por  tantas  merzcdes,  como  nos  hizo,  en 
hazernos  suyos.  Esta  petizión  está  también  llena 
La  Caridad  ^'^  grandísima  caridád,  para  con  nuestros  her- 
quecstapcu-  manos ,  i  prójimos;  pues  que  no  solo  suplica- 
zirtn tiene.  mosenclla,  quG  en  esta  vida  reziban  spíritu 
del  zielo,  con  que  sean  vasallos  d'este  Reino,  i 
sus  .-'inimas  sean  libradas  de  pena  eterna,  i  he- 


*  Cii.uirlo  PC  consideran  tas 
zircunstanzias  az.-irnsas ,  en 
que  el  Doctír  escribía  tndo 
esto ;  se  encuentra  en  ello,  nn 
interús  vivo,  i  animado,  jiara 


leerlo,  i  releerlo  de  nuevo:  i 
para  penetrarse  liond.amcnte, 
de  la  verdad  ,  que  en  todo  es- 
to se  contiene. 


"A  DE  i,\  on  vziÓN.  ?•  191 
redadas  de  zclestiales  bienes:  mas  también  pe- 
dimos, que  so  azcrquc  el  cinriplimiento  del  Rei- 
no, por  el  cuál,  sean  librados  de  las  miserias, 
i  congojas  d'esLe  mundo  :  de  la  pobreza,  en  que 
muchas  vczcs  so  vccn :  de  la  lirania,  que  padcs- 
zen:  de  los  trabajos,  i  adversidades,  a  que  esta 
miserable  vida,  está,  cada  dia,  eubjecta:  para 
que  no  solo  sus  ánimas,  mas  también  sus  cuer- 
pos, estén  fuera  de  tantos  peligros. 

De  la  tcrzera  pctizión  de  la  Orazión. 

CAPITULO  XLIV. 

I  porque  la  venida  de  este  Reino  consiste  en 
lo  que  Dios  tiene  mandado  que  so  cumpla:  si- 
gúese, luego,  la  terzera  pelizión,  que  dezi-  Foi.  154. 
mos:  «Hágase  tu  voluntád,  en  la  tierra,  así  como 
se  bazo  en  el  zielo.»  Esta  voluntád,  es  aquella, 
que  Él  tiene  notificada  por  su  palabra:  i  la  que 
quiso,  que  su  unijénito  Hijo,  i  rcdemptór  nues- 
tro, nos  predicase,  para  que  baziendo  nosotros 
aquello,  que  Él  dize,  que  quiere;  alcanzemos 
los  bienes,  i  hcrcnzia,  que  nos  tiene  prometi- 
dos. I  porque,  para  esto,  hai  tanta  flaqueza,  i 
contradizión,  en  nosotros:  suplicárnosle.,  humil- 
mente ,  que  pues  nosotros,  de  nuestra  natu- 
raleza, somos  ziegos,  i  errados;  Él  por  su  infinita 
bondád  e  misericordia,  encamine  nuestras  cosas, 
enderezo  nuestros  corazones,  i  obras,  de  tal  ma- 
nera; que  se  cumpla  siempre  su  voluntad,  i  lo 
que  nos  tiene  mandado,  i  que  por  su  único  Hijo 
nos  reveló  :  lo  cuál ,  todo  es  para  gloria  suya ,  i 


102  'A  DE  LA  TEn/.EnA  PETIZIÓN  S 

provecho  nueslro.  El  orijindl,  de  la  Iglesia  ño 
acá,  es  la  Iglesia,  que  está  en  el  zielo:  a  ella  ca- 
minamos, i  a  ella  habernos  de  tomñrpor  decha- 
do, de  lo  que  habernos  de  hazór  acá.  Por  oso, 
pedimos  al  Señor,  que  encamine,  i  ordene,  que 
asi  cumplamos  acá  su  voluntad;  como  escum- 
cumplida  en  el  zielo:  que,  pues  nos  quiere  para 
juntarnos  con  los  que  están  allá;  haga,  que  les 
parezcamos,  en  el  contentamiento,  que  tienen 
con  todo  aquello,  que  Él  quiere.  Aqui ,  si  bien 
lo  miramos,  i  si  de  verdád ,  i  de  corazón,  es  la 
orazión,  que  hazemos;  confesamos  muchas  co- 
Dcciarazián d'  sas ,  i  pc^imos  remedio  de  todas  ellas.  Lo  pri- 
ísta  petizión.  mero,  confesamos  nuestra  inhabilidád,  para  cosa 
tan  alta,  como  es  la  voluntád  de  Dios:  la  ruin 
inclinazión,  i  contrariedad,  que  tenemos,  para 
consentir  cosa  tan  buena:  la  ignoránzia,  que 
tenemos,  para  saber  lo  que  nos  es  provechoso, 
o  dañoso:  la  zeguedád,  i  soberbia  de  nuestra  sa- 
Fói.  155.  biduria,  cuando  se  atreve  a  pedirlo     que  no 
sabe,  si  lo  quiere  Dios:  el  regalo,  i  delicadez,  de 
nuestra  carne ,  para  no  sufrir  desabrimiento,  ni 
cosa,  que  ella  juzgue  por  mal :  la  falta  que  te- 
nemos de  fé,  para  contentarnos  con  lo  que  nues- 
tro misericordioso  Padre  quiere:  i  de  pazienzia, 
para  sufrirlos  trabajos,  i  tentaziones,  que  vinie- 
ren de  su  mano.  Todos  estos  males  nuestros, 
confesamos,  i  protestamos:  i  do  todos  pedimos 
remedio,  cuando  dezimiOs:  «hágase,  Scñór,  vues- 
tra voluntád  en  la  tierra,  como  se  haze  en  el 
7,ielo:»  i  es  tanto  como  si  dijésemos.  «Piadosísimo 
Padre,  cuya  bondad,  i  poder,  como  cosa,  que  es 
infinita,  no  puede  ser  entendida,  ni  alcanzada: 


"A  DE  LA  ORAZIüN.  ?•  193 

nosotros,  a  quien,  vos,  liabcis  tenido  por  bien, 
do  llamarnos,  vuestros  hijos:  Confesamos  lui- 
milmcnte  delante  vuestra  Majcst/id  ,  que  na 
hai ,  ni  puede  haber,  ni  puede  caber  en  enten- 
dimiento criado,  cosa  mas  justa,  ni  mas  sábia, 
ni  mas  hermosa,  que  es  vuestra  voluntad,  i 
aquello  que,  Vos,  queréis.  Confesamos  también, 
que  ella,  es  el  camino,  para  llegír  a  gozaros. 
No  podemos  esconder  de  vuestra  sabiduría,  ni, 
tampoco,  queremos  nocí r,  cuánta  contradizión 
hai  en  nosotros,  para  tan  grande  bién:  cuanta 
ignoranzia,  para  lo  que  nos  cumplo:  cuanta 
zcgucdád,  en  nuestros  ojos,  para  cosa  tan  her- 
mosa; cuan  regalados  nos  tiene  esto  mundo: 
cuan  poco  sufrimiento  tenemos :  cuan  mal  nos 
confiamos  de  Vos.  Suplicamos  os,  Señór,  que 
Vos,  nos  encaminéis  de  vuestra  mano,  a  tanto 
bién,  como  es  el  cumplimiento  do  vuestra  vo- 
luntad: Vos,  enmendéis,  nuestras  locas  peti- 
zioncs,  i  nuestros  vanos  deseos:  i  nunca  per- 
mitáis ,  que  se  cumpla  ni  venga  a  efecto ,  cosa 
quesea  contra  lo  que.  Vos,  mandáis.  Si  fuere 
mcnestér  castigos;  desdo  aquí,  Señor,  los  pedi- 
mos ': — i,  pues  vuestra  liberalidád  es  tánta, 
también,  Señór,  demandamos ,  la  pazicnzia,  para 
ellos.  Nunca  oyais  ^  las  petizioncs  de  nuestra 
carne,  que  es  loca,  i  ziega:  desde  aqui,  las  re- 
vocamos todas:  i  siempre  se  cumpla,  lo  que 


'I  Estas  tatfdicas  súplicas, 
tal  vez,  las  haría  sonar  desde 
los  pvilpitos,  mas  de  una  vez, 
en  los  templos  do  PcvUla  ,  la 
voz  elocuente  del  Dr.  Cons 
lamino.  I ,  a  l'.icgo :  en  esa 


misma  Sevilla  miirió  el  Doc- 
tor, atormentado,  i  calumnia- 
do, dentro  de  los  calabozos 
de  la  Inquisizión. 
2  Onnis,  ynr  niftnis. 


DE  LA  OKAZIÓN.  193 

nosotros,  a  qiiion,  vos,  habcis  tenido  por  bién, 
de  llamarnos,  vuestros  hijos:  Confesamos  hu- 
milmcnte  delante  vuestra  Majcst/id  ,  que  n& 
hai ,  ni  puede  haber,  ni  puede  caber  en  enten- 
dimiento criado,  cosa  mas  justa,  ni  mas  sabia, 
ni  mas  hermosa,  que  es  vuestra  voluntád,  i 
aquello  que,  Vos,  queréis.  Confesamos  también, 
que  ella,  es  el  camino,  para  llegAr  a  gozaros. 
No  podemos  esconder  de  vuestra  sabiduría,  ni, 
tampoco,  queremos  ncgír,  cuánta  contradizión 
hai  en  nosotros,  para  tan  grande  bién:  cuanta 
ignoranzia,  para  lo  que  nos  cumple:  cuanta 
zeguedád,  en  nuestros  ojos,  para  cosa  tan  her- 
mosa: cuan  regalados  nos  tiene  este  mundo: 
cuan  poco  sufrimiento  tenemos :  cuan  mal  nos 
confiamos  de  Vos.  Suplicamos  os,  Señór,  que 
Vos,  nos  encaminéis  de  vuestra  mano,  a  tanto 
bién,  como  es  el  cumplimiento  de  vuestra  vo- 
luntád: Vos,  enmendéis,  nuestras  ¡ocas  peti- 
ziones,  i  nuestros  vanos  deseos:  i  nunca  per- 
mitáis ,  que  se  cumpla  ni  venga  a  efecto ,  cosa 
quesea  contra  lo  que.  Vos,  mandáis.  Si  fuere 
mcnestér  castigos;  desde  aquí.  Señor,  los  pedi- 
mos *: — i,  pues  vuestra  liberalidad  es  tánta, 
también,  Señór,  demandamos ,  la  pazicnzia,  p:íra 
ellos.  Nunca  oyais  ^  las  petizioncs  de  nuestra 
carne,  que  es  loca,  i  ziega:  desde  aquí,  las  re- 
vocamos todas:  i  siempre  se  cumpla,  lo  quo 


■«  Estas  fatídicas  súplicas, 
tal  vez,  las  haría  «¡onár  rlcsdc 
1-15  pulpitos,  mas  de  una  vez, 
en  Ins  templos  de  Sevilla  ,  la 
voz  elociienlc  del  Dr.  Cons 
tantino.  I ,  a  luego  :  en  esa 


misma  Sevilla  muñó  el  Doc- 
tor, atormentado,  i  calumnia- 
do, dentro  de  los  calabozos 
:  de  la  Inqnislzión. 
*  Oyais,  por  nii)i:is. 


I9-Í  "A  VK  I,\  CUARTA   I'ünZlÓN  S 

quiere  vilcflr.i  boiklád.  En  el  ziclo,  Señor,  no 
ha¡  quien  no  quiera  lo  que  Vos,  queréis:  no  ha! 
cosa,  que  le  resista.  Asi,  Señór,  os  pedimos,  con 
ÍGfni(lo,'  i  eonos/.inniento  do  nuestras  faltns,  una 
zentella,  de  aquól  contenínmicnto,  tan  azeria- 
áo  :  de  aquélla  confianza  tan  segura :  de  aquella 
snítldui'iá,  que  asi  alcanza  a  conoszéi-,  que  nin- 
guna cosa  hai  buena,  ningúnh  'cosa  hermosá, 
sinó  la  que  vuestra  sancta  ,  i  misericordiosa  vo- 
liírtlad  quiere.  11  Esto  es,  lo  que,  en  summa,  con- 
tfcnó  t?lá  terzcrá  pótizióu.  Por  que  en  ella,  pe- 
dimós'verdádéi-a  mortificazióri  de  la  carne;  i  de 
nuestros  firoprios  afectos,  que  son  la  fuente,  de 
donde  tnanan  todos  los  inconvinientcs ,  i  estor- 
bos, que  he  dicho. 

'  '    ■  De  la  cuarta  pelizión  de  Jn  Orniión  '.  ■ 

.■\'.\  .-'.lA      -CAPITULO  XLV; 

Siguése  la  cuarta,  que  es.  iiNiiestró  pan,  el 
de  cada  día,  dánoslo  hoi.»  Hasta  aquí  habe-^ 
mo8  pedido  todo  aquello,  que  es  tncncslór,  para 
;  ■      ser  rtioradores  del  Reino  del  i',ielo;  i  verdaderos 
hijos- de  Dios.  Agora  tíos  enseña  'di  Redemptór, 
démandár  aquellas  cosas,  cuVa '.falta  nos  podi-ia 
ponéf  gran-  impcdirtieíiló,  pdra  cálcanzai'lo;  i  ser 
ocasión  de  grandes  caldas.  Pói-  esta  cánsA,'  pe- 
dimos aqui,  la  nezesaria  subsLentnziiiu ,  que  es 
DoB  maneras  « cl  pan  cotidiano.»  Dos  maneras  bai  de  pan, 
<ic  pan  cotí-  significíldas  cn  nuestra  pctizión:,i  del  uno,  i  del 
otro,  tenemos  nezesidád,  para  que  seamos  subs- 
tentados  en  esta  vida,  on  .servizio  del  Señór.  El 


«.  DE  LA  OHAZIÓN.  ?5  19') 

un  pnn  es  spiiituál,  con  que  la  vidn  de  fé,  que 
es  vida  f  ?pir¡tu;\l ,  sea  cada  dia  esforzada,  para 
que  siempre  vaya  en  creszimiento,  i  no  venga 
en  diminuzión ;  o  a  que  •  la  perdamos  del  todo. 
Estopan,  es  Jcsu  Cristo,  nuestro  Rcdcmptór: 
pan  de  vida,  que  fué  enviado  del  zielo.para 
sermanjár,  i  substentazión  de  nuestra  ánima, 
i  librarnos  de  eterna  muerte.  Este  nos  es  comu- 
nicado, mediante  su  palabra  * :  por  lo  cuál ,  pe- 
dimos aquí,  lo  primero,  i  prinzipál,  continuo, 
i  zierto  ministerio,  de  la  palabra  de  Dios:  que 
nos  sea  siempre  exhortada ,  i  predicada,  i  nunca 
sintamos  falta  d'clla.  Pedimos  Ministros  que  re-  Pan 
partan  este  pan  azertadamenle:  no  corrompido,  '""'^ 
ni  mezclado  con  levadura  de  vanidades  huma- 
nas :  cuya  dilijenzia,  cuyo  zelo,  i  obras,  nos  des- 
pierten, i  amonesten,  para  el  cumplimiento  de 
lo  que  debemos I,  porque  ni  el  que  planta, 
ni  el  que  riega  ,  es  algo,  si  el  Señór  no  da  cres- 
zimiento; demandamos,  juntamente,  eficazia 
para  la  palabra:  que  el  Spiritu  del  2ielo,  la 
asiente  de  tal  manera  en  nuestros  corazones; 
que  ejecuto  aquellos  afectos,  para  que  ella  fué 
enviada;  i  alcanzemos  el  spirituál  mantenimien- 
to de  grázia,  que  el  Redemplór  nos  ganó.  Es 
tAn  grande  la  pesadumbre  de  nuestra  carao,  táu 


I  Aif  ol  imprcíu  .nntiguo. 
Parczrn  «obrlir  las  T07cs  ,  n 
que  :  l  dcbér  dezir :  eo  la  per- 
damos del  Indo.» — Tal  vez, 
pnr  mn  de  las  utiinlcs  elipsis 
del  Aiitór,  se  Fobrccnlicndc; 
«o  venffit  a  .íurerf^r,  que  U 
perdamos,»  etr. 

5  Nótese  hicn  la  doclrina 
del  Doetúr. 


3  La  dcFcrip7.i'^n,  aquí  he- 
clin,  de  los  M¡i\¡slros,  o  Pre- 
dieadorcs  del  Evanloüo,  la 
sacrt  el  Doctór,  justamente, 
de  la  cotidiana  caren2Í.%  ,  que 
de  ellos  hai :  i  de  la  nfzesl- 
dád  cotidiana  de  pedirlos,  al 
líniro ,  que  los  ordena  ,  i  dn: 
.1  .Tesu  Cristo  solo,  por  su  ts- 
piritu. 


DE  hK  ORAZIÓN.  ?5  19') 

un  pnn  es  spiriUiál,  con  que  la  vida  de  (6,  que 
es  vida  /"  spirituál,  sea  cada  dia  esforzada,  para 
que  siempre  vaya  en  creszimiento,  i  no  venga 
en  diminuzióii;  o  a  que  •  la  perdamos  del  todo. 
Estopan,  es  Jesu  Cristo,  nuestro  Redcmptór: 
pan  de  vida ,  que  fué  enviado  del  zielo ,  para 
ser  manjár,  i  substentazión  de  nuestra  ánima, 
i  librarnos  de  eterna  muerte.  Este  nos  es  comu- 
nicado, mediante  su  palabra  por  lo  cuál ,  pe- 
dimos aquí,  lo  primero,  i  prinzipál,  continuo, 
i  zierto  ministerio,  de  la  palabra  de  Dios:  que 
nos  sea  siempre  exhortada ,  i  predicada,  i  nunca 
sintamos  falta  d'ella.  Pedimos  Ministros  que  re- 
partan este  pan  azertadamenle:  no  corrompido, 
ni  mezclado  con  levadura  de  vanidades  huma- 
nas :  cuya  dilijenzia,  cuyo  zelo,  i  obras,  nos  des- 
pierten, i  amonesten,  para  el  cumplimiento  de 
lo  que  debemos I,  porque  ni  el  que  planta, 
ni  el  que  riega ,  es  algo,  si  el  Señór  no  da  cres- 
zimiento; demandam.os,  juntamente,  eficazia 
para  la  palabra:  que  el  Spiritu  del  zielo,  la 
asiente  de  tal  manera  en  nuestros  corazones; 
que  ejecute  aquellos  afectos,  para  que  ella  fué 
enviada;  i  alcanzcmos  el  spirituál  mantenimien- 
to de  grázia,  que  el  Redemptór  nos  ganó.  Es 
tán  grande  la  pesadumbre  de  nuestra  carne,  tán 


I  Aif  ol  imprcíu  .nnliguo.  3  La  dcr cripzií^n ,  ftqut  he- 

Parczni  soliríir  la'i  Tn7cs  ,  a  cli.i,  de  tos  Mijúslros,  o  Prr- 

jKe  :  1  dcbér  (lozír :  eo  la  per-  diradorcs  del  Evanitlio,  la 

damos  del  Indo.» — Tal  vez,  sacrt  el  r)oct(^r,  justamente, 

pnr  nna  de  las  usiinlcs  elipsis  de  li  cotidiana  caronzia  ,  que 

del  Aiitór,  se  sobrccnlicndc;  de  ellos  hai :  i  de  la  nfzesl- 

«o  venffft  a  su:edér,  qnc  \k  dád  cotidiana  de  pedirlos,  al 

pordamos,»  rU.  único,  qvic  los  ordena  ,  i  dn: 

'  Nótese  hicn  la  doctrina  a  .Tesii  Cristo  solo,  por  su  fcs- 

dfl  Dorf.ir.  piritu. 


lOG       "A  DE  i,A  cuAiiTA  pi:tizión  ?• 
grande  nuestro  dcymnyo;  que  si,  c.iilarlia,  no 
fuese  esforzada  nuestra  fó,  con  la  mano  del  Se- 
ñor: pocos  pcrmanezerlan  en  esta  vida,  que  es 
vida  de  spirilu,  i  dejustizia  del  ziclo.  I,  como 
naturalmente  seamos  desconfiados,  fázilmentc 
caeríamos  en  grandes  faltas,  si  nos  hallásemos 
sin  aquello,  que  naturalmente  es  mencstór. 
Pan  de  subs-  para  pasár  la  brevedad  d'esta  vida.  I  esta  es  la 
teniazWn  cor-  j-azón ,  por  donde  juntamente  pedimos ,  la  sus- 
tentazión  de  la  vida  corporal,  que  es  la  otra  ma- 
nera de  pan,  que  en  esta  petizión  va  metida. 
Larga,  i  de  inmensa  liberalidéd,  es  la  mano  de 
;Foi.  153.  nuestro  soberano  f  Padre,  para  repartir  a  sus 
hijos  d'este  pan :  pues,  vemos,  que  por  todo  el 
mundo  lo  derrama,  i  que  no  lo  niega,  a  bue- 
nos, ni  a  malos.  Mas,  mándanos  nuestro  Maes- 
tro, i  Señor,  que  lo  ])idamos;  para  que  enten- 
damos de  dónde  nos  viene;  i  a  quien  le  habe- 
rnos de  agradcszér:  i,  que  sopamos,  que  si  lo 
tenemos,  no  lo  debemos  a  nuestros  trabajos,  e 
industrias,  sinó  al  Padre  zelesliál,  a  quien  toda 
naturaleza  sirve,  i  obedeszo;  i  por  cuyo  man- 
damiento obra,  o  deja  de  obrar,  en  nuestro  ser- 
vizio.  I,  aunque  esto  sea  asi,  no  por  eso  habcmos 
de  dejár  de  trabajár,  ni  de  buscar  los  médios, 
i  caminos,  que  para  nuestra  substentazión  1^1 
nos  ha  dado.  Porque  esto  sería  tentarlo,  i  dar  a 
entender,  que  no  conoszemos,  cómo  estamos 
en  tierra  de  trabajo,  i  de  destierro;  i  subjefes, 
a  que  vivamos  en  este  mundo,  del  sudor  de 
nuestras  manos;  seria  blasfemar     i  menospre- 


>  No  se  considera  esto  asi, 
en  Espaüa.  Para  ser  caballe- 


ril, i  para  ser  santo,  un  c-p.l- 
ñúl,  lo  primero,  que  haze,  ei 


DE  LA   ORAZION.   V'  197 

íiAr  SU  pi'ovidcnzia,  la  cu¿l ,  Él  nos  dio,  para 
instrumento  de  su  misericordia,  i  bondad,  i  nos 
despierta  con  olla,  a  que  lo  conozcamos,  i  sir- 
vamos. Do  donde  habernos  de  tomAr  aviso,  que 
todo  se  lo  habcmos  de  agradeszér:  que  lodo  es 
suyo  i  todo  se  lo  debemos:  las  mcrzcdes,  las 
industrias,  i  caminos  por  donde  nos  vienen.  Pe- 
dimos, «el  pan  de  cada  día,»  i  que  «nos  lo  dé, 
[jara  hoi.D  No  pedimos  para  muchos  años:  como 
infieles,  ni  como  tasadores  de  nuestra  vida:  ni 
pedimos  cosas  supéríluas,  ni  grandes,  ni  dema- 
siados aparatos;  sinó ,  solamente,  «el  pan  cuo- 
tidiano,» i  que  nos  lo  dé,  para  el  dia  presente. 
No  es,  esta,  nuestra  patria,  i  naturaleza:  ni  ha- 
bernos de  quedar  aquí.  No  son  d'esta  tierra, 
nuestros  proprios  plazeres,  i  honrra:  para  que 
pidamos  cosas  sobradas,  que  sirvan  mas  para 
fáustos,  i  sobérbias,  para  vanagloria,  i  vanos 
deleites;  que  para  nczesaria  substcntazión  de 
jentc,  que  va  de  camino,  f  i  que  va  a  gozár  de 
bienes,  i  de  posada  que  no  tiene  comparazión. 
Si  tenemos  para  hoi;  aun  no  sabemos,  si  sere- 
mos vivos  mañana :  i  si  lo  fuéremos;  en  la  mano 
donde  esta  nuestra  vida,  están  también  todos 
los  bienes,  i  todo  lo  que  es  menester  para  ella. 
El  Señor,  que  nos  la  alargó,  alarga  juntamon'e, 
con  ella,  el  amparo,  i  substentaziún.  .\qui  nn 
se  entiende,  que  habemos  de  cstár  oziosos,  i 
que  ningún  cuidado  habemos  de  tenér  de  nos- 


li.izcrsc  nn  perfecto  liolgri- 
zán:  .-iboininár  Inda  cl.isf  Je 
trabajo  nianuál ,  i  corporál: 
vivir  a  rosta  ajena  :  oprimir. 


i\c  mil  modos,  al  que  gmic  el 
pan,  con  su  sudr'r:  i  degra- 
darle también. 


198  íff.  DE  LA  CUARTA  PETIZIÓN  ^ 

Oíros,  ui  de  nuestra  familia:  sino  es,  una  jiru- 
iiibizión,  del  demasiado  cuidado;  de  la  demasia- 
da ambizión ,  que  muchos  tienen;  confiando 
mas  en  sus  industrias,  que  en  la  misericordia 
divina;  teniendo  tán  poca  fé,  qucpiensan,  que, 
a  cada  paso,  les  ha  de  faltar  Dios,  i  que  supli- 
rán ellos  esta  falta  con  su  falla  de  confianza,  i 
De  la  Cari-  sobra  de  solizitúd.  Es  también  de  notar,  que  en  la 
dádd'esupc-  petizión  no  dpzimos,  ndcómelo  »  si  nó,  «dánoslo;» 

como  quien  pide  para  muchos.  1  asi  es,  que  no 
ha  de  pedir  nadie,  para  sí  solo,  sino  juntamen- 
te para  su  prójimo.  De  donde  está  claro,  cuan 
mal  pedirá,  el  que  pidiere,  para  subjectár,  o 
para  hazér  ventajas,  a  otros,  o  para  que  estén 
ellos,  mas  nezesitados,  que  él  Para  todos,  pi- 
de cada  uno:  i  jenerál,  es  este  cuidado:  i,  como 
yo  pido  para  los  otros;  asi  los  otros  para  mi: 
porque  esta  orazión,  i  pctizión,  la  enseñó,  el 
que  tuvo  tanta  caridád,  que  murió  por  sus  ene- 
migos :  i,  en  toda  ella,  van  las  señas  d'esto.  Con- 
sidere, pues,  el  que  pide,  si  pide  bién;  que  pide 
para  todos:  i,  que  si  rezibe;  asimesmo,  rezibe 
para  todos.  Salvo,  sino  pide  con  ima  fé,  i  res- 
zibe  con  otra -.  I  si  una  es,  como  ha  de  ser,  la 
fé  del  orár,  i  del  reszebír:  debe  también  de  pen- 
sar, como  negará  a  su  prójimo,  cuando  lo  viure 


f  Muchos  piden  así.  Aiir, 
desde  ül  i'.v'ilpito,  se  enrorgau 
Ptidre-nucsíros,  par.i  una  nc- 
icsidád :  que  no  es  ctra  cosa, 
que  una  'tentcija  privada:"  6 
una  ufcntnja  departido.^ 

^  Xo  se  coDZibe,  según  es- 
to ;  cómo  pueda  orár  bien, 
ron  csla  Orazión  del  Padre 


nuestro,  c)  amitro  de  la  guer- 
ra ,  c!  traficante  de  esclavos, 
el  fautór  directo,  o  indirecto, 
de  cualqiiiér  jcncro  Je  pcrsc- 
cuzión  rclljiosa  ■,  i  otros  seme- 
jantes violadores  de  la  paz  ,  i 
libcrlád,  i  seguridád  del  hom- 
bre, bu  semcj.mte,  i  prójimo. 


*A  DE  I.A  ORAZIÓN.   S  l'JO 

en  iiezesidad ,  lo  que  demandó,  i  rcszibió  para 
él.  Porque,  si  el  otro,  fué  neglijentc  en  pedir; 
basta,  que  él,  haya  pedido  para  ambos:  i,  si  Foi.i--:o. 
pidió,  i  no  se  lo  dieron  en  sus  manos;  diéron- 
selü  en  las  d'este  otro,  a  quien  hizieron  dcposi- 
táriod'ello,  i  terzero  para  que  se  lo  diese.  Estas, 
i  otras  muchas  considernziones  ',  debe  de  Imzér, 
en  esta  pelizión,  el  cristiano,  porque  es  doctri- 
na, i  profesión,  que  los  hombres,  para  con  sus 
prójimos,  han  de  tcnér.  La  quinta  petizión  es. 
•  Perdona  nos,  nuestras  deudas,  asi  como  nos- 
otros, perdonamos  a  nuestros  deudores.» 

De  la  quinta  petizión  de  la  orazióji. 

CAPITULO  XLVL 

El  prinzipál  impedimento,  que  podíamos  te- 
nér,  para  no  alcanzár,  lo  que  al  Padre  zelestiáh 
tenemos  pedido ;  o  (ya  que  alguna  cosa  alcanzá- 
semos) para  no  poseerlo,  ni  gozarlo,  con  su 
Bendizión;  sería,  Loncrlo  enojado,  i  cstár  fuera 
de  su  grázia.  Por  esto,  en  esta  quinta  petizión 
pedimos,  que  perdone  nuestras  faltas,  i  pecados: 
que,  esto  es,  lo  que  por  ndéudas,"  liabemos  de 
entender  aquí.  Nuestra  flaqueza,  es  mui  grande: 
nuestro  esforzarnos,  mui  desmayado:  de  aquí 
viene,  que  sean  mui  continuas  estas  caídas:  i 
si  por  algunas  d'ellas,  o,  por  mui  muchas,  que 
fuesen;  la  divina  Misericordia,  zcrrase  la  puer- 
ta: ¿quién  seria  aquél,  tan  .lusto,  que  escapase 

1  Véase  la  considefazión      DiÉ7.,  de  Valdós. 
LXXI.  ,  en  las  Ziento  ,  i 


2üO  "A  DE  LA  QL'INTA  l'ETIZIÜ.N  f> 

de  ser  condcnndo?  El  Rcdcmptór  del  mundo,  no^ 
dlzc:  que  pidamos  perdón,  de  nuestros  pecados, 
i  deudas:  senil  es,  luego,  que  siempre  está 
abierta  la  puerta,  para  quién,  de  verdad,  lo  pi- 
diere. Enséñanos,  juntamente,  con  esto;  que 
>Solo  el  perdón  del  eterno  Padre,  es  el  que  nos 
libra,  enteramente,  de  los  pecados:  i  nos  deja 
desadeudados :  porque  no  hai  en  el  mundo, 
quien  nos  pueda  dar  Carta  de  liberlád,  de  tál 
déuda,  si.  Él  solo,  no  I,  si  este  ''  perdón,  no 
tuviésemos;  no  hai  cosa,  que  pudiésemos hazér, 
que  montase  alguna  cosa,  para  que  dejásemos 
de  ser  deudores.  Llamárnosle  «perdón  suyo,»  i 
no  " paga  nuestra:  »  porque,  si  en  estas  tales 
deudas,  fuésemos  tractados  con  rigór  de  justi- 
zia,  i  no  con  blandura  de  misericordia;  Él  se 
quedaría  Justo,  i  nosotros  deudores,  i  condena- 
dos. Con  esta  misma  petición ,  somos  amonesta- 
dos a  la  penitenzia,  i  a  la  memoria  de  nuestros 
pecados;  i  a  que  conozcamos  cucán  abominable 
cosa  es,  ofcndér  á  tal  Señór,  i  tal  Padre:  i  que 
con  grande,  i  firme  propósito,  de  enmendar  lo 
porvenir;  pidamos,  de  lo  pasado,  perdón-.  So- 
mos juntamente  avisados,  de  las  cotidianas  fla- 
quezas, i  caídas  de  pecados  veniales;  i  de  la  ne- 
zesidád,  que  tenemos,  de  la  continua  orazión. 
Dize  mas:  «así  como  nosotros,  perdonamos  a 


1  Cuando  los  csp.iñoks, 
quieran  enicndér  bien  esto, 
ontónzes  comenzarán,  me  pa- 
/ezc  ,  a  moralizarse,  i  a  arrc- 
penürsc  también  cíe  su  mal 
vivir,  i  (Ic  su  ¡lefir  ronftnr,  en 
la  absnUizii'm  ,  o  en  la  Bula, 
n  condonazión,  de  otro  cpiizA 


]v6r,  que  ellos. 

2  Un  zékbrc  Sevillano, 
acostumbraba  hazcr  esta  ora- 
zión. 'I  Perdone  tu  miscricor- 
dta  ,  ¡o  que  ful :  reforme  íu 
¡irAzia ,  lo  e¡uc  soi:  ílirija  tu 
sabiduría,  lo  que  seré. » 


•A  DE  l.A  OtlAZlÓN.  7»  20[ 

nuestros  deudores. -i  Rézia  cosa  seria,  i  grande 
menosprczio  de  laMajcstód  divina,  que  le  pidié- 
semos que  perdonase  nuestras  grandes  culpas,  i 
■   ofensas;  i  que  no  perdonásemos  nosotros,  a  nues- 
tros hermanos,  las  livianas  que  d'cllos  podemos 
reszebir:  porque,  en  comparazión  de  las  otras, 
no  pueden  dejár  de  s6r  mui  livianas.  Casa  de 
grandísima  concordia,  es  la  Iglesia  Cristiana*, 
entre  los  hijos,  con  los  padres,  i  los  hermanos, 
entre  si  mismos.  De  parte  do  nuestro  Padre, 
zierta,  i  segura  tenemos  la  paz:  pues  nos  dize, 
que  le  pidamos  perdón  de  nuestros  desacatos ,  i 
ofensas ;  que  Él  lo  dará ,  i  tornará  a  soldar  con 
su  misericordia,  i  mansedumbre,  la  paz,  que 
fué  quebrada  por  nuestra  culpa. — Pues  asi,  será 
mías  verdadero  hijo  suyo  aquél,  por  quien  no 
quedare,  que  sea  hecha  concordia,  entre  los  hor- 
-   manos.  Aquél,  de  verdad,  procura,  i  haze  la 
concordia,  i  paz,  que  de  buén  corazón,  i  volun- 
tád,  perdona  la  deuda  al  deudor:  /  i,  si  el  otro  Foi.  Iü2. 
perseverare  en  su  culpa,  alómenos,  el  que 
perdona,  ya  se  ha  mostrado  hijo  del  zclcstiál 
Padre,  pues,  por  su  parte,  no  ha  faltado  el  per- 
dón. No  habernos  de  csperár ,  para  pcrdonár 
nuestras  deudas,  que  nos  den  ,  d'ellas,  satisfac- 
zión :  porque  ya  no  seria  perdón,  sinó  paga.  An- 
tes, habernos  de  considerár,  de  la  manera  con 
que  el  Señór  perdona  nuestras  deudas,  i  culpas, 
i  lo  que  seria  de  nosotros,  si  usase  con  aquél 
rigór  de  que  algunos  usan  con  sus  heimanos, 
demandando  entera  satisfazión,  i  paga,  i  aun, 

I  España  es  Casa  ,  de  per-  discordia, 
pclua,  i  grandísima,  i  jcncrál 


202  DE  LA  QUINTA  PETKIÓN  ?» 

a  las  vczcs ,  pasando  adelante.  No  tiene  menos 
caridád  estó  petizión,  que  todas  las  otras  pasa- 
das, antes,  la  tiene  mayór,  si,  de  verdád,  va 
pedida.  Porque  así  como  en  las  otras  demanda- 
mos, no  particularmente,  cada  uno,  para  si  solo, 
sinó,  cada  uno  para  todos;  así  lo  hazemos  en 
esta,  i  en  aquello,  de  que  mayór  nezesidád  tie- 
nen todos,  que  es  que  le  sean  perdonados  sus 
pecados.  Pues,  ¿cómo  se  puede  hazér,  que  yo 
pida, 'de  verdadero  corazón,  i  sin  falsedád,  i 
mentira,  perdón  para  mis  hermanos,  si  no  hago 
loque,  a  lo  menos,  es  en  mi  mano,  que  es, 
perdonarle  lo  que  él  me  debe,  i  la  ofensa,  que 
me  ha  hecho?  Si,  de  verdád,  pido  para  él,  ¿por 
qué  no  le  doi  la  parte,  que  tengo,  de  aquello 
que  pido?  En  esta  petizión,  no  entendemos,  que 
han  de  ser  deshechos  lo  scon tractos,  que  no  son 
contra  caridád,  i  que  la  justizia  humana  tiene 
aprobados:  porque,  eso,  es  mui  dislincta  cosa, 
i  antes  son,  si  bi6n  se  usa  d'cllos ,  para  concor- 
dia, i  paz,  de  los  hombres.  Ni  entendemos  tam- 
poco, que  los  Majistrados,  i  Ministros  de  la  re- 
pública, han  de  dejar  de  castigár  los  dclictos: 
porque  eso  no  sería  perdonar  las  déudas,  sinó 
favorcszér  los  pecados,  i  caér  en  mayores  culpas. 
Dionisio.  Parészeme,  que  habéis,  con  eso, 
Foi.  163.  acabado  esta  quinta  petizión:  ^  i  quiero  os  yo 
preguntar  una  cosa,  antes  que  paséis  a  la  sexta. 
¿Qué  os  paresze ,  que  deben  hazér,  los  que  es- 
tán enemistados  con  su  prójimo,  i  desean  ven- 
ganza d'él,  i  rezan  esta  Orazión?  Porque,  a  lo 
menos,  no  podrán  ellos  dezír,  que  les  sean  per- 
donadas sus  déudas,  como  ellos  perdonan  las 


'  / 

y.  DE  LA  ORAZIÓN.  fi  203 

suyas:  i,  si  lo  dizen,  está  claro,  que  ellos  mis- 
mos se  condenan.  I,  aun  yo  he  visto  muchos 
que  consejan,  que  estos  tales,  no  digan  esta  pe- 
tizión,  ni  toquen  en  olla:  i  he  visto  también, 
quien  sigue  este  consejo,  i  que  se  guardan  de 
dezirla,  como  de  alguna  cosa  mui  mala.  ¿Qué 
dezís,  vos,  a  esto? 

AMBnosio.  También  mi  Maestro  me  contó, 
que  habia  visto  eso  mismo :  e  yo  después  acá, 
lo  he  visto.  Lo  que  él  me  dijo,  diré.  Los  que  de- 
sean venganza  de  su  prójimo,  claro  está,  que  su 
Orazión  es  en  vano,  pues  no  son  hijos  verdade- 
ros del  Padre,  a  quien  piden,  con  nombre  de 
hijos;  ni  oran  con  fé,  ni  con  caridád,  sino  con 
boca,  i  corazón  mentiroso.  Mas,  dejár  de  dezlr, 
aquella  parte  de  la  Orazión,  de  quién  yo  agora 
hablé;  es  vanidád:  porque  él  lo  haze,  temiendo, 
que  si  la  dize,  le  condenarán  por  ella,  i  no  le 
perdonarán  sus  pecados;  i  creyendo,  que  en 
las  otras  petizioncs  es  oído:  i  no  quiere  serlo  en 
esta.  I  engáñase  el  pecadór,  de  muchas  mane- 
ras. Lo  primero,  ya  él  no  ora,  como  diszipulo 
de  Jesu  Cristo,  nuestro  Señór,  pues  no  ora,  co- 
mo Él  le  mandó:  antes,  falsa  *  la  Orazión ,  que 
Él  le  enseñó,  i  quita  d'ella,  lo  que  le  paresze. 
De  donde  se  sigue,  que  el  Padre  no  la  azeptará; 
pues  no  es  la  que  su  hijo  enseñó.  Lo  segundo, 
engáñase  en  que  teme  la  condenazión,  que  haze 
contra  sí,  con  la  boca;  i  no,  la  que  haze  con  el 
corazón.  I  piensa  el  loco,  que  Dios  no  ha  de  en- 

I  Ya  conozeri  el  lectór,  a      solo,  de  negro,  1  pardo, 
los  Casuistas  aludidos  aquí.         *  Falsea,  dezimos  ahora. 
Muchof  son ;  i  no  veslidos, 


204  DE  LA  SEXTA  PETIZlÓN 

tendér  su  corazón,  i  que  entenderá,  lo  que  di- 
jere con  la  lengua.  Lo  terzero,  en  que  se  en- 

164.  gaña  es:  que  cree,  que  las  otras  petiziones,  f 
serán  oídas;  i  no  quiere,  que  aquella  lo  sea.  I 
las  otras  no  lo  serán;  como  petiziones,  nodo 
hijo,  si  nó  de  siervo  malo,  i  traidor;  i  será  oída 
aquella,  aunque  él  la  hurte,  i  la  deje  de  dczir: 
porque  no  le  serán  perdonados  sus  pecados, 
pues  él  no  perdona  a  quien  le  ofende.  Vcrdád 
es,  que  hai  algunos,  que  tienen  rencór  con 
sus  prójimos,  i  tienen  tan  endureszidos  sus 
corazones,  que  no  los  pueden  tan  fázilmen- 
te  desechár  de  si:  mas  pésales  d'ello:  i  quer- 
i'ian  que  su  corazón  fuese  mudado,  i  entretanto, 

,  abstiénense  de  hazér  mal  a  su  prójimo,  con 
obras,  o  con  palabras,  ya  que  no  se  abstienen 
en  el  corazón.  Estos  tales,  justamente  pueden 
hazér  esta  Orazión,  i  pedir  en  ella,  victoria  con- 
tra sus  pasiones:  i  el  Señórlos  oirá,  i  dará  spi- 
ritu  bueno,  á  quien  lo  echare  menos,  i  con  co- 
noszimiento  d'ello  lo  demandare. 

Dionisio.  La  respuesta  ha  sido  mui  buena. 
Dezid  de  la  sexta  petizión.  ■ 

De  la  sexta  petizión  de  la  Orazión. 

CAPITULO  XLVII. 

Amiíhosio.  La  sexta  es.  «No  nos  traigas  en 
tentazión. «  Para  el  entendimiento  de  esta,  es  me- 
nestér,  que  sepamos,  que  Dios,  muchas  vczes 
prueba  a  los  suyos,  para  que  ellos  mismos  en- 
tiendan ,  si  están  firmes  en  su  fe ,  o  si  son ,  co- 


DE  LA   ORAZIÓN.  9»  2Ü5 

mo  (le  prestado,  entretanto,  que  ninguna  adver- 
sidád  los  conlradize.  Muchas  vezes  también  cas- 
tiga los  pecadores,  viendo  que  van  desmandados, 
i  que  es  menestér  azote,  pava  que  tornen  en  si, 
i  conozcan ,  cómo  van  huidos  de  la  Casa  de  su 
Padre.  Ninguna  d'estas  tentaziones,  es  mala:  Dos  maneras 
antes,  la  una,  j  la  otra,  son  mui  provechosas:,  tentazión. 
i  son  enviadas  a  los  hombres,  con  grande  mi-  Foi.  ir.o. 
sericordia,  de  que  el  Señór  usa  con  ellos.  Por- 
que de  ser  probados  en  la  cruz,  mui  grandes 
prevechos  les  vienen,  si  ellos  mismos,  no  los 
quieren  perdér.  Esto  es  mui  claro,  pues  es  tam- 
bién claro,  que  el  que  persevera  en  la  tentazión. 
i  por  ella  no  es  mudado;  sale  con  mayor  rique- 
za ,  con  mayór  conoszimiento  de  la  divina  bon- 
dád:  enamorado,  para  darle  muchas  mayores 
grózias:  i  bastezido  de  nuevos  dones,  i  nuevas 
merzedes.  Si  cae,  conosze  su  flaqueza:  pierde 
los  brios,  que  tenia,  de  estimarse  de  siervo  de 
Dios:  pide  fuerzas,  de  nuevo:  humíllase  :  i  con- 
fúndese, en  fsi  mismo,  por  habér  caido:  está, 
para  lo  de  adelante,  mas  avisado,  i  conosze  me- 
jór  el  peligro:  i  de  dónde  le  ha  de  venir  el  es- 
fuerzo, i  el  venzér.  Del  castigo  que  el  Señór 
nos  envia  por  nuestras  culpas,  i  pecados,  los 
mismos  pecadores  tenemos  grandisima  nezesi- 
dád:  porque  sin  él,  podría  ser,  que  zebados  de 
la  prosperidád  del  mundo ,  i  del  buén  suzeso 
do  nuestras  culpas;  las  siguiésemos,  a  rienda 
suelta,  i  del  todo  nos  perdiésemos.  Así  qué,  la 
una,  i  la  otra;  es  misericordiosísima  tentazión; 
i  que  si  alguna  vez  no  nos  suzede  bién,  es  por 
sola  nuestra  culpa,  i  obstinazión':  que,  en  ellas^ 


2Ü6  'A  DK  LA  SEXTA   I'ÉTIZIÓÑ  ?5 

no  bai  sinó  nianáedumbi-e,  i  vozcs  con  que 
nuestro  Padre  nos  llama,  para  llegarnos  mas  a 
Sí,  o  volvernos  si  vamos  huyendo.  D'estas 
maneras  de  tenta/Jón,  no  se  entiende  la  peti- 
Tentaiiones  zión,  que  hazemos.  Hai  otras  tentaziones.  que 
m»)»!.^  .     gQjj       Demonio,  ¡  del  Mundo,  i  de  la  Carne. 

Estas,  como  son  de  mala  raíz,  siempre  tiran  a 
■  mal  fin,  i  el  propósito  del  Demonio,  no  es  sinó 
derribarnos,  ¿'estas,  suplicamos  a  Dios,  que  nos 
libre.  I  tdnto  es,  dezir:  « no  nos  traigas  en  ten- 
tazión;»  como  dezir:  Señór,  aunque  estas  tenta- 
ziones no  sean  de  las  vuestras  (pórquo,  Vos,  no 
tentáis  para  derribár,  ni  matár,  sinó  para  levan- 
Foi.166.  ta,.^  r  i  ¿jij.  xiáo),  mas,  porque  ninguna  cosa  se 
puede  haz^r,  sin  permisión,  i  consentimiento 
vuestro;  suplicamos  a  vuestra  infinita  clemen^ 
zia,  que  no  dé  lugar,  a  que  estos  enemigos 
nuestros,  usen  do  su  podér,  !  fuerza,  contra 
ilo.sotros.  Vos,  Señór,  i  Padre  nuestro,  sabéis 
cuán  poderosos  son  ellos,  i  cuán  flacos  somos  nos- 
otros: cuánta  es  la  enemistád,  que  el  Demonio 
nos  tiene  :  cuánta  es  su  diiijenzia,  para  des- 
truirnos. No  consienta  vuestra  misericordia,  que 
seamos  tentados  por  él :  i,  si  lo  fuéremos,  que 
de  tal  manera  seamos  favoreszidos,  que  no  sea- 
mos venzidos  en  la  tentazión,  sinó  que  loque 
él  Comienza,  para  nuestro  mal,  se  encamine, 
para  nuestro  bién,  i  para  que  él  quede  venzido, 
,  i  nosotros  venzedores.»  Esta  es  nuestra  petizión: 
en  la  cual  habernos  de  conoszér,  cuan  sin  fuer- 
zas estamos,  do  nuestra  parte,  para  resistir  al 

t  Volvernos,  aquí;  en  la      vér."  Forma  Aí/5/ liebrca.v 
Bicpzián  de,  nhazprnos  vol- 


'A  DE  LA  ORAZION.  ^  207 

Demonio,  i  a  sus  tentaziones,  i  pedir  siemiire 
socorro  del  zielo,  para  la  victoria;  si  nuestros 
pecados  mereszieren,  que  seamos  tentados:  o  el 
Señór  por  esta  misma  cáusa,  lo  permitiere. 

■  D¿  la  séptima  petizión  de  la  Orazión.    1  • 

•:.:.    /        .  CAPITULO  XLVIH. 

La  séptima,  i  última  petizión  es :  «Líbranos 
del  mal.»  Esta,  no  solo  es  una  mas  abundante 
declarazión  ,  de  la  petizión  ,  antes  d'ella;  mas  es 
una  summa,  ó  recapitulazión ,  de  toda  la  Ora- 
zión, en  que  pedimos :  que  seamos  guardados 
de  todo  aquello,  que  nos  pudiere  encaminar,  a 
deservir,  i  olvidár,  á  nuestro  Santísimo  Padre 
El  prinzipál  «mal,»  que  en  esta  petizión  habe- 
rnos de  entendér,  es,  el  Demonio:  i  luego,  todas 
las  obras,  que  d'él  salen.  Él  es  malo:  i  autor  do 
todo  mal:  í  a  él  habernos  de  tenér  por  la  prin- 
zipál fláusa  de  nuestros  niales.  Él  causó  nuestro 
f  pecado :  él  es  el  autór  de  la  muerte :  el  urdió  foI.  167 
la  condenazión  de  los  hombres:  i  no  es  otro  su 
ejerzizio,  sino  procurár  nuestros  males:  no  solo 
los  del  ánima,  mas  los  del  cuerpo  también.  De 
aqui  habernos  de  tomar  aviso,  que  cuando  nues- 
tro prójimo  noshiziere  algún  mal;  luego  le  per- 
donemos por  ello:  i  que  antes  tengamos  piedád, 
i  lástima  d'él,  que  rencor,  i  mal  querenzia,  por- 
que cayó  en  las  manos  de  nuestro  enemigó,  a 
quien  habemos  de  pasár  todo  nuestro  enojo,  i 

I  Nólcse  ,  que  únicAifadnlí      lulo  el  Docfór.  A  Dios  solo. 
•  Dios  solo ,  atribuye  este  ti- 


208  'A  DE  LA  SKPTIMA  PETIZIÜX  S 

cncmistád,  por  haberlo  enlazado  en  sus  redes. 
Do  manera,  que  cuando  dezimos:  «líbranos  del 
mal,»  ninguno  pide  solamente  para  si,  sino  para 
todos  los  prójimos,  como  en  las  otras  petizio- 
nes.  I  no  solo  pedimos,  en  ello,  ser  librados  de 
la  pena,  que  de  los  otros  hombres  nos  viene; 
mas,  que  ellos  sean  libres  de  la  culpa  en  que 
incurren,  ofendiéndonos:  que  es  el  mas  verda- 
dero mal.  I,  como  del  Demonio,  como  de  capi- 
tal enemigo  nuestro,  salgan  muchas  vezcs  las 
discordias,  las  guerras,  las  postilenzias,  las  he- 
rejías, i  zismas,  con  otros  muchos  males,  i  por 
su  cáusa  nos  hayan  venido;  pedimos  aquí,  tam- 
bién ser  librados  de  todo  ello;  i  pazienzia,  para 
cuando  por  nuestros  pecados,  nos  viéremos  en 
cualquiera  cosa  d'estas.  I  esto  es,  lo  que  esta  pe- 
tizión  también  añade  sobre  la  que  prezedió :  por- 
que hai  algunos  trabajos,  que  por  cuanto  los  per- 
mite el  Señor  para  prueba ,  i  enmienda  nuestra; 
es  *  tentazión  saludable  ,  i  enderezada,  para  tal 
fin.  Mas,  en  cuanto  el  Demonio  los  busca,  para 
:  vengarse  de  nosotros,  i  llevarnos  a  mayór  mal; 
suplicamos  al  Señór,  que  nos  libre  d'ellos,  con 
todos  los  otros,  que  siempre  vienen  acompaña- 
dos de  grandes  pecados,  como  cosas  de  la  incli- 
nazión,  i  propriedád  del  Demonio;  cuales  son  al- 
gunos de  los  que  agora  yo  dije.  I  porque  nuos- 
Foi.  1C8.  tro  enemigo,  ^  aunque  tiene  grande  deseo  do 
dañarnos,  no  tiene  mas  podér,  para  ello,  de 
cuanto  por  la  mano  de  Dios  le  es  permitido;  su- 

*  Asi  el  impreso  intiguo 
Parczc  ,  que  deberla  dezír 
"  soa  tentazión,:»  rcGriéndo 


se  a  trabajos,  mejor  que  u 
prueba.  ■  >'■'"■'  i 


íí.  DE  LA  0RAZ1ÓN.  ?8  209 

plicamos  aquí,  que  no  le  dejo  andár  suelto,  sinó 
que  siempre  lo  tenga  atado :  porque  si  él  libre 
se  viese,  ningún  bién  espirituál,  ni  temporál, 
nos  dejarla.  Tanta  es  la  enemistád  que  con  nos- 
otros tiene.  Concluye  la  Iglesia  esta  Orazión,  con 
esta  partícula  «Amén.»  Esta  voz  es  por  quien  D'csta  paia- 
pedimos  confirmazión  de  todas  nuestras  petizio-  ^""^ 
nes:  i  suplicamos,  que  no  nos  estorben  nuestros 
pecados  aquello,  que  por  la  Divina  misericordia 
nos  es  prometido:  sinó,  que  todo,'  sea  zicrto,  c  • 
ürme.  Con  este  «Amén,»  confirma  Dios  sus  pro- 
mesas: i  porque  la  flaqueza  de  nuestra  fé,  siem- 
pre es  mui  grande;  socorre  Él,  con  afirmár,  i 
jurar,  que  será  zierto  lo  que  promete:  i  esta  re- 
pitimos  nosotros,  pidiendo  la  misma  confirma- 
zión, que,  para;  mas  esforzarnos,  Él  tuvo  por 
bién  de  hazér.  I  aquí  tiene  fin  la  Orazión. 

Dionisio.  Razón  tuvistes  de  dezlr,  que  quisié- 
rades  la  Declarázión  mas  larga  :  porque ,  de  cosa 
tan  buena,  cuanto  mas  tuviérades  fuera  mejór. 
Mas  lo  que  habéis  dicho  es  tán  zierto,  i  de  tan 
sancto,  i  verdadero  espíritu,  qué  me  parcsze, 
que  basta,  para  que  tengáis  regla  zierta,  de 
ejerzizio  tan  saludable,  i  tan  nczesa'rio,  como  es 
la  Orazión.  ¡O,  marabilloso  Dios,  i  cuán  grandes 
señales ,  dió  el  Redemptór  del  mundo ,  de  ser  la 
misma  Sabiduría  divina,  i  Hijo  unijénito,  del 
Eterno  padre!  En  esta  tan  breve  Orazión,  ¡  quó 
de  misterios,  qué  do  cosas  de  tan  grande  admi- 
razión  colejió!  ¿Qué  hombre  del  mundo,  ni  qué 
multitud  de  hombres,*,  d^  cuantos  ha  habido, 


1  Estoi  en  cslo.  I  ojalá  no  tablezidose  dogmáticamente, 
íc  hubieran  compuesto,  ni  es-      tantas  Litúrjias  ,  i  Rituales,  i 

14 


210    .      ÍS.  DK  LA  Sl'íPTnU  PETIZIÓN  ?t 

n¡  habrá  on  el  mundo  azcrLni'á  asi,  a  cntcndúr 
sus  proprias  nezesidades ,  como  Él  aquí  laé  pin- 
tó? ¿Quién  asi  azertara  a  demandar  el  reríiédio? 
Bién  pareszG,  que  era  Múdioo,  que  venía  &  rcme- 
roi.  169.  diarlas,  /■  pues  así  las  supo  entendér,  i  así  las 
supo  curar.  ¡O,  quién  viese,  por  todos  los  cris- 
tianos, entendida,  i  platicada  esta  Orazióu,  si- 
quiera como,  vos,  la  habéis- declarado!  Mas,  por 
nuestros  grandes  pecados,  no  hai  cosa  mas  des- 
echada. No  quiero  estorbar  nuestra  plática,  con 
descubriros  aquí  el  dolór,  que  siento  i  la  gran- 
de razón,  que  d'ello  tengo.  I  también,  porque  no 
quieroy  que  tan,  temprano  eomenzeis  a  enten- 
der, lo  que  el  tiempo,  i  él  mundo,  osenseña- 
'  rán.  Quiera  el  Señór,  que  sea. para  grande  pró* 
vecho  vuestro,  Dezídmff,  agora,  si  os  enseñó  cSEo 
vuestro  Maestro,  alguna  otra  Or&zión  :  o,'  si  oá 
dijo',  que  rezáscdes  otras;  porque,  sabéis,  fjuo 
hai  múchas,  i  mui  mas  estimíidas,  i  que  esta, 
por  marabilla  la  rezan ;  a  lo  menos  con  los  sen-* 
timieiitos,  que,  vos,  aquí  habéis  dicho.  Porqué^ 
los  que  mas  devotos  le  son,  en  media  hora,  re- 
zan trezientas,  o  Cuatrozientas*;  i  los  líienos 
entienden  el  latín  d'ellai  tíi  aün,  el  ronianze 
tampcco.  /    .  ; 


Formularios  de Oráziónes,  Ilt-  patítico,  i  píófurtdo. 
ñas  de  todo  lo  mas  corrosivo.        2  1  tatfibién  Un  millón  de 

de  nuestras  malas  pasiones:  Ave-Nanas  ,  rezan  algunos, 

llenas  do    sensualidad,   di  ín  poco  tiempo.  Véase  el  Qui 

ódio,  do  soberbia, .do  intolc-(  jote.  Capllulo   XXVI,  fo- 

ranzia!  '  lio  05 ,  columna  2.*,  Kdiziún 

1  Este  doKr,  por  ver  el  de  Lisboa  del  Año  1695.— 

destino,  que  aguarda,  a  la  Paso  quitado,  en  ía  Edizión 


mal  enseñada  juventud;  C8      de  ICOS. 


•211 


De  la  Ilcgla,  que  d'csta  Orazión  se  naca,  para 
conoszér  todas  las  otras. 

CAPITULO  XLIX. 

Ambrosio.  Lo  que  en  este  caso  me  dijo,  es: 
que  la  Orazión,  mas  consistía  en  sentenzia,  i  en 
fé ,  i  en  spíritu ;  que  no  en  guardár  siempre  un 
orden ,  i  conzierto  de  palabras  • :  i  que  la  Ora- 
zión, que  tuviese  la  misma  sentenzia ,  que  esta; 
i  tuviese  las  mismas  condiziones,  i  con  ellas 
fuese  hecha;  que,  en  valór,  era  esta  misma  Ora- 
zión, aunque  diíirieso  en  los  vocablos,  i  en  el 
orden  d'ellos.  I,  que  d'esto,  se  podían  ponér 
muchos  ejemplos  de  las  oraziones  de  la  Sagra-  ' 
da  Scriptura,  como  yo  pienso,  que  dije,  cuando 
comenzamos  esta  materia,  Mas,  que  si  hobiese 
f  alguna  que  no  tuviese  estas  condiziones,  i  esta  Foi.  170. 
sentenzia;  que  era  mui  distincta  Orazión.  I  que, 
por  lo  menos  era  cosa  en  que  no  podíamos ,  ni 
debíamos  confiár.  I,  que  esto  bastaba,  para  que 
huyésemos  d'ella. 

Dionisio.  No  hai  mas  que  dezir:  i  vuestro 
Maestro  os  enseñó,  como  hombre  mui  prudente, 
i  mui  cristiano.  ¡Sánelo  Dios!  El  que  no  pide, 
lo  que  en  esta  Orazión  se  pide,  i  con  las  condi- 
ziones que  se  pide ;  ¿a  quién  sigue,  por  Maestro, 
pues  que  no  sigue  al  Maestro,  i  Redemptór  de 
los  hombres?  ¿Quién  le  descubre  la  voluntad 

*    «Non  vox,  sed  Tolum:  non  música  córdula,  sed  cor : 
non  clainor ,  sed.  amor,  pulsat  in  aure  Dei,» 


212     «.DE  h\  RLCAPITÜLAZIÚN,  I  SUMA  9» 

(1p1  Padre,  si  el  hijo  no  se  la  declara?  ¿Qué  de- 
fecto halla  en  Él,  que  lo  ponga  en  nezesidád  de 
buscar  enmendador  * :  o  qué  cosa  puede  pedir, 
justamente,  para  el  ánima,  i  para  el  cuerpo; 
para  esta  vida,  i  para  la  otra;  para  la  gloria,  i 
-  honrra  de  Dios,  que  aquí  no  esté  pedida,  i  sanc- 
Rccapiiui.v    lamente  podida?  ¿Qué  mas  quiere,  de  conoszér 
zión , i  suma,  q\  g,.;\n  podér,  i  majcstúd  do  Dios;  su  grande  c 
dciaOrazit'm.  j^ef^^jig  ¡j^isp,.¡(,ordia ,  en  haberlo  reszibido  por 
hijo:  de  pedirle  sanctificazión  de  su  Nombre,  i 
que  él  sea  de  los  sanctificadorcs:  que  todo  el 
mundo  lo  conozca,  quo  todos  lo  sirvan,  i  se 
gloríen  de  x\n  mismo  Padre:  que  venga  su  Rci- 
nOj  i  resziban  todos  aquél  yugo  dé  amór:  que 
desechada  la  tiranía  del  Demonio,  i  del  pecado, 
con  grande  paz,  i  concordia,  hagan  en  la  tierra 
su  volunt'id,  como  es  hcchíi  en  el  zielo:  que  se 
le  dé,  en  esta  vida,  todo  lo  que  es  nczcsario, 
•  de  bienes  spirituales,  i  corporales:  que  perdone 
nuestros  pecados:  que  nos  libre  de  malas  tenta- 
ziones,  i  de  todas  adversidades:  quo  no  permi- 
ta, que  el  Demonio  nos  dañe,  ni  ejecute  su  de- 
seo contra  nosotros?  ¿Qué  mas  quiere?  ¿Qué 
aflizión,  o  qué  caso  particular  se  le  puede  ofres- 
zér,  que  no  hallo,  en  esta  Orazión,  materia,  i 
Foi.iíi.  regla,  para  platicarlo  con  Dios?  Bién  dojistes.  í 
Las  palabras  pueden  sér  de  muchas  maneras: 
,  porque  Dios,  en  estas  cosas,  no  está  atado  a  una 
manera  de  palabras:  las  razones,  bién  pueden 

1  Esto  ,  i  cuanto  sig^uo ,  en  caer  fázilmcnte  ,  en  sacríle- 

!a  rccapitulazWn ,  me  parcze  sro :   en  enmendadór  de  la 

concluyeme.  El  que  usa  otra  Doctrina  de  nuestro  Señor 

Orazirtn  ,   q\ie  ésta  ;  puede  Jesu  Cristo, 


"A  DE  LA  ORAZIÓX.  213 

llcvár  diversa  composizión :  mas  la  doctrina,  la 
materia ,  las  reglas,  i  condiciones  do  la  Orazión; 
el  spiritu,  i  fé  d'ella;  sacarse  tiene,  todo  esto, 
de  ésta,  que  nos  enseñó,  el  Enseñadór  del  mun- 
do. Aunque,  de  mí,  os  digo:  que  soi  tan  afizio- 
nado  a  las  palabras,  que  el  Evanjelio,  i  toda  la 
Scriptura  usa;  que  nunca  me  querría  apartar 
d'ellas:  ni  me  hallo,  a^dezlr  otras:  aunque  no 
sea  tan  nezesario,  que  siempre  se  haya  de  lia- 
zér.  Mas  la  flaqueza  do  los  hombres  es  tanta; 
que  cada  día  es  venzida:  Ja  ignoranzia,  i  la 
mala  confianza,  tan  grande;  que  muchas  vezes, 
toma  uno  por  otro;  i  mil  vezes,  es  engañado,  en 
lo  mismo  que  cree,  que  mas  azierta.  Las  cáu*- 
sas,  i  maneras  d'estOy  andando  el  tiempo,  con 
ayuda  del  Señór,  las  platicaremos;  para  que  se 
cumpla  el  deseo,  que  tenéis,  de  tener  esta  Ora^ 
zión  tractada  mas  a  la, larga:  porque  mucho 
queda  que  dczir,  i  muchos  misterios  se  nos  des- 
cubrirán :  ,que  no  nos  los  negará  la  misericordia 
de  nuestro  Padre.  Tractaremos  también,  cómo  se 
saca  de  aquí,  i  cómo  se  reduze,  otra  parte  de 
Orazión,  que  llaman  contcmplazión porque 
en  esto  nadie  os  engañoi  ; Guíelo  Dios,  para 
sanctiOcazión  de  su  sancto.  Nombre.  Con  todo, 
olvidado  se  me  había,  de  preguntaros,  qué'  re- 
medio hai  para  cosa  tan  larga,  como  seria;  si 
cada' vez  ss  bebiese  de  rezar  ol  «Pacer  ncstcr," 
con  todas  estas  consideraziones,  que  aquí  habe- 


I  Lo  que  Juán  de  Valdés 
llamaba  «sus  dos  Libros  fa- 
voritos: Orazión  1  i.  Consi- 
dcrazión  p>  promcUa  ol  Doe- 
lór  Constanlino  examinar  ade- 


lante, con  toda  extensión.  El, 
i  Valdós  (aunijuc  no  aparezca, 
a  primera  rislal.  se  confor- 
man, en  •ponsamicntó,  lo  que 
•  en  dóctrihi,-  :         ■   ■  ■ 


214     °A  DE  LA  RECAPITULAZIÓN,  I  SUMA  S 

mos  platicado.  Porque,  aunque  sean  mui  bue- 
nas, i  mui  sanctas,  hai  muchos  que  tienen  por 
dcvozión ,  de  rezarlo  muchas  vezes :  i  como,  vos, 
lo  habéis  dicho  en  una  sola ,  se  gastaría  buen 
espázio  de  tiempo. 

Ambrosio.  Sé  yo ,  que  aunque  no  so  hiziescn 
Fol.  m.  estas  considcrazioncs,  ''mas  de  una  vez,  ora 
fuesen  mas  cortas,  ora  mas  largas;  sería  cosa 
mui  provechosa  para  los  que  rezan  esta  Orazión. 
Para  los  que  ponen  su  devozión ,  mas  en  tasas 
de  números,  que  en  spíritu  de  fé;  yo  no  sé, 
qué  remedio  hai 

Dionisio.  Bién.  Dejemos  agora  estos:  i  deje- 
mos también  los  oziosos,  que  sobrándoles  el 
tiempo,  para  lo  ^no,  i  para  lo  otro,  ni  hazen 
'  *  uno,  ni  otro.  ¿Qué  diréis  de  aquellos,  que  están 
ocupados  en  trabajos,  i  ejerzizios  nozesarios? 
¿Qué  harán  estos,  para  cosa  tan  larga? 

A.MDROsio.  No,  por  fuerza,  estas  considera- 
ziones,  han  de  ser  siempre  tan  largas,  ni  siem- 
pre tan  cortas.  Mas,  parészeme,  que  todo  cris- 
tiano, que  oye  la  doctrina  del  Evanjeho;  debe 
de  tenér  entendida  la  sentenzia  d'esta  Orazión, 
i  sabér  que  la  ha  de  rezár,  con  la  fé,  i  condi- 
ziones,  que  he  dicho.  I  el  que  ésto  tuviere  de 
una  vez  entendido,  i  asentado  en  su  corazón;  él 
holgará  de  habitiiírse  a  ello :  i  ningún  ejcrzizio, 
ni  trabajo,  lo  podrá  tanto  ocupár,  que  alguna 
vez,  i  aun  muchas  vezes,  no  pueda  envolvér 
todo  esto  en  un  breve  movimiento,  i  sospiro  de 

1  El  remedio,  t.ilvez,es,  soluta,  prezeptuada  en  el 
aquí,  la  obediensia,  exacta,  Evanjcliode  s.  Mateo,  VI.  7. 
i  COrdUl,  a  la  prohibizión  ab-      Véase  allí  el  remedio. 


5ft  DU  LA  CONI-ICSIÓN.   ?»  1 5 

Su  corazón ,  i  con  una  saeta  do  fé ,  eii\  iarlo  de 
presto  al  zielo,  donde  el  Padre  de  misericordia 
lo  desenvolverá,  i  entenderá  bién' a  la  larga, 
por  breve ,  que  haya  sido  acá.  Esto,  me  p'aresze, 
que  pueden  hazér  todos,  aun  en  las  mismas 
lloras  de  la  ocupazión  :  i  mucho  mas,  en  las  que 
ellos,  para  tal  obra  escujiercn.  :  ' 
•  Dionisio.  Con  eso,  quiero  que  acabemos,  lo 
que  toca  a  esto  de  la  Orazión:  porque,  aunque 
con  brevcdád,' mucho  es  lo  que  habéis  dicho: 
espezialmente  para  quien  quisiere  mirarlo  con 
intenzión  de  aprovecharse  d'ello.  Quisiera,  que 
pasáramos  a  la  doctrina  de  los  Sacramentos 
mas,  estaréis  ya  cansado,  i  estas  cosas  quieren 
reposo:  mayormente  para  los  prinzipios.  Direis- 
Tne,  agora,  en  pocas  f  palabras,  qué  manera  fo(.  173. 
.  tencis  en  la  Confesión,  i  en  la  comunión,  i  en 
el  oir  de  la  misa.  Lo  demás,  quedarse  ha,  para 
otro  dia,  como  materia  mas  larga,  i  aun  no  tan  ■ 
nezesaria,  ni  tan ; cotidiana.  Dezid,  primero,  de 
la  Confesión.  ' 

De  la  Confesión:  en  que  brevemente  sa  Irada,  lo 
mas  prinzipál  d'ella. 

•■  •  r  CAPITULO  L.  -í' 

Ambrosio.   En  la  materia  de  la  Confesión ,  me 
dijo  mi  Maestro,  que  habla  de  considerar:  cuán  ' 
en  creszimiento  va  siempre,  para  con  los  hom- 
bres, la  misericordia  de  Dios;  pues  dejó  podér  a 


i  Posterga  eso,  azert.id.i-  esenziáiraento  prczisa. 
mente.  ís'o  la  haze  doctrina 


216  "A  DE  LA  CONFESIÓN  9S 

'  los  ministros  do  la  Iglesia,  para  que,  con  \'¡Ya 
voz,  i  en  Nombre  suyo,  absolviesen  al  bombro 
de  su  pecado,  i  lo  diesen  por  libre,  e  quito,  i 
que  Él  daba  la  tal  absoluzión,  porzicrla,  i  fir- 
me, i  que,  por  tal,  la  pasaría  en  su  juizio.  Esto 
es  cosa  *,  que  asi  como  pone  gran  admirazión, 
asi  ha  de  obligarnos  mucho.  Grande  admirazión 
despierta^  pensar,  que  tan  zierto  es  el  perdón 
de  nuestros  pecados,  ganado  por  la  muerte,  i 
pasión  del  Redemptór  del  mundo ;  tan  eücáz ,  i 
poderosa,  es  aquella  misma  muerte  para  él; 
tanta  la  sed  del  Redemptór,  que  lo  alcanzcmos; 
tan  grande  su  afizión,  i  amór,  para  consolár,  i 
alegrar  nuestras  conzienzias,  i  hozór  las  ziertas 
d'esto;  que  dejó  poder  á  los  hombres,  para  que, 
en  nuestra  presenzia,  nos  viésemos  absolvér  de 
nuestras  culpas :  con  nuestros  oídos  oyésemos 
aquella  voz  de  perdón  de  nuestros  pecados  :  de 
reconzíliados  con  nuestro  soberano  Padre  ;  de 
zíertos  herederos  del  zielo  :  i  que  este  poder  sea 
tan  sin  dubda ,  sea  tan  averiguado;  como  si  nos 
llevasen  al  zielo,  i  alli  lo  oyésemos,  (  o,  con 
una  voz  de  allá  nos  lo  revelasen:  pues  deszen- 
dió  de  allá  el  Hijo  de  Dios,  que  dió  este  podér 
en  la  tierra  De  aquí  nos  naze  una  obligazión, 
de  procurár,  con  mui  grande  dilijenzia,  que  ten- 
gamos muí  pocas  vezes  nezesidád  (i  mejór  sería, 
que  nunca  la  tuviésemos)  de  tal  juizio,  i  perdón 


t  Esto,  lo  que  es  ,  es  una 
cosa  entcramcnlc  falsa  ,  a  mi 
parczér;  i  enteramente  desti- 
tuida do  fundamento.  Solo 
Dios  puedo  absolver  :  i  cono- 
zér  al  absuelto.  La  absolu- 


zión del  Sazcrdote  ,  es  un  se- 
g-uro ,  insegurísimo. 

2  Pero  el  Doctor,  debió, 
ahí,  dezír,  a  quienes.  Es  dc- 
2i> :  que  lo  dió ,  a  los  Após- 
toles. 


DE  LA  CONFESIÓN.  9»  217 

como  este.  Pecadores  son  todos  los  hombres: 
por  tales  se  han  de  corfcsár,  i  tcnór,  por  sus  or- 
dinárias  flaquezas,  i  poquedades:  i  cosa  extraña 
sería,  en  el  mundo,  habér  hombre  en  él,  que 
no  tuviese,  no  digo  uno,  mas  muchos  pecados 
veniales:  mas,  es  la  misericordia  de  Dios,  tan 
sin  medida,  que  considerando  muestra  miseria, 
i  la  caríie,  que  con  nosotros  traemos,  i  el  mun- 
do donde  vivimos;  quiso  hazér  jenerál  perdón 
d'ellos,  diziendo,  que  aunque  eran  ofensas  su- 
yas; Él  tenia  por  biénj  que  por  ellas,  no  fuése- 
mos condenados  a  pena  eterna,  ni  apartados  de 
su  grázia.  Por  este  perdón,  de  tanta  misericor- 
dia, no  se  dá  atrevimiento  .a  los  hombres,  para 
que  no  se  les  dé  nada  do  pecár  venialmente.  Pecados  ve- 
Perdón  es  este,  parala  flaqueza:  que  no  aire-  niales, 
vimicnto,  o  menosprezio,  para  la  voluntád.  Bas- 
ta el  nombre  de  ofensa  de  Dios,  para  que  la 
obra. nos  parezca  fea,  i  procuremos  de  huir 
d'ella.  Otra  manera  de  pecados  hui ,  los  cuales  Pecados  mor- 
llamamos  mortales,  que  cada  uno  d'ellos,  es  un  'í»'cs. 
crimen  salido  de  la  malizia  de  nuestra  volun- 
tád, i  del  menosprezio  del  mandamiento  de 
Dios,  . por  cuya  causa  somos  apartados  de  su 
grázia,  i  condenados  a  muerte  pcrpótua.  Estos 
son ,  la  propria  materia  de  la  confesión,  i  del  sa- 
cramento de  la  penitenzia :  que  de  los  otros  pri- 
meros, nadie  puso  obligazión :  aunque  el  que 
los  quisiere  confesár,  mui  bién  lo  puede  hazér, 
i  bién  lo  pueden  absolvér  d'ellos;  i  sacramento 
será  :  lo  cuál  no  puede  ser,  donde  no  bebiese  Poi.  175. 
uno,  ,  ni  otro  pecado.  I  sacrilejio  cometería  el 
Ministro,  que  en  tal  caso,  absolviese,  porque, 


218  'A  DE  LA  CONFESIÓN.  S 

ser  dcsaLado,  culpa,  i  ligadura  presupone.  Digo, 
pues,  que  deben  los  hombres  procurár,  con 
gran  dilijenzia,  que  nunca  haya  en  ellos,  con- 
2¡enzia,  i  condennzión  de  pecado,  que  les  obli- 
gue a  pareszér  en  tal  juizio :  que  es,  el  pecado 
mortal:  porque  mejor  es,  estár  sano,  que  estár 
en  nezesidád  de  buscar  la  medizina,  aunque  la 
haya.  I  a  qui^n  Dios  tan  grande  merzéd,  como 
esta,  hiziese,  que,  en  el  tiempo,  que  los  fieles 
suelen  acudir  a  este  sacramento,  so  hallase  sin 
esta  tan  mala  carga;  podría  él  también  (i  débe  lo 
de  hazér,  por  no  dár  ocasión  de  escándalo) ,  pa- 
reszér delante  del  ^linistro  de  la  Iglesia,  i  hazér 
confesión  de  los  pecados  veniales:  e  sinó  tomár 
algún  consejo  con  él ,  o  dczir,  como  él  venia  a 
mostrdr  su  obedicnzia:  i  esto  mismo  puedo  ha- 
zér, las  vezcs.  que  a  él  le  pareszicre ,  si  hallare 
provecho  d'ello.  Mas  la  flaqueza  e  miseria  de  los 
hombres  es  tanta,  que  pocos  se  hallarán,  que 
alguna  vez  no  sientan,  el  juizio,  i  condénazión, 
d'esta  malaventurada  culpa.  La  doctrina,  que, 
en  este  caso,  mi  Maestro  me  dió,  es :  que  si ,  al- 
guna vez,  mi  desastre  fuesQ  tan  grande,  i  tan 
mal  recaudo  hubiese  puesto  en  mi  ánima;  que 
la  dejase  afear,  con  semejante  ofensa  de  la  ma- 
jestad, i  bondád  Divina;  luego,  con  grande  án- 
sla,  i  dilijenzia  búscasela  medizina.  Esta,  me 
dijo,  que  se  hallaba,  en  la  misma  Bondád  ofen- 
dida: i  que  en  ninguna  otra  parte  so  puede  ha- 
llár  ».  Que,  dentro  de  mi  corazón,  considerase 


»  Se  habla  descaminado  el  ñas  humanas,  sobre  la  Con- 
Doctór,  acudiendo  a  doclri-      fcsión,  i  absoluzión.  Aquí  ya, 


'A  DE  LA  CONFESIÓN.  S  219 

quién  era  Aquél,  contra  quien  había  errado,  i 
cuyo  Mandamiento  habia  tenido  en  tan  poco:  Confesión  a 
Cuán  grande  su  poder  para  destruirme :  cuan  in- 
digna su  bondad,  de  ser  deservida,  i  desacatada: 
cuánta  era  la  obligazión,  que  tenia,  para  ser- 
virle :  pues,  no  solo  era  mi  Señór,  mas  era  f  mi  Foi.  i76. 
verdadero  Padre,  i  me  habia  redomido,  i  com- 
prado, para  que  gozase  d'ÉI:  cuan  grande  trai- 
dor habla  sido,  pues  habia  destruido  tan  gran- 
des bienes,  como  me  habia  dado  en  podér;  i 
que,  como  hombre  condenado,  i  juslisimamente 
condenado,  me  pusiese  delante  d'Él,  e  dijese. 
«Señór  mió:  Dios,  i  Redemptór  mió:  de  cuyo 
podér  no  puedo  huir:  con  vergüenza,  i  rostro  de  Sentimiento 
malhechór,  parezco  delante.  Vos  :  no  tengo  qué  ''<='p«"<í°- 
alegár,  ni  con  qué  excusarme:  aquí  traigo  mi 
corazón ,  donde  los  ojos  de  vuestra  bondád,  vean 
pintada  la  traizión,  i  la  maldád,  que  contra  Vos 
cometí.  Bién  conozco,  cuan  fea  cosa  es,  para  pa- 
reszér  delante  de  Vos:  mas  vengo  llamado  de 
vuestra  misericordia,  que  por  todo  el  mundo  dá 
vozes,  buscando  los  traidores  como  yo.  Ella,  Se- 
ñór, me  ampare ,  de  vuestra  justísima  ira.  ¿Qué 
haré  yo.  Dios  mió;  adonde  iré;  con  qué  ojos 
me  podré  mirdr;  si  vuestra  misericordiosa  ma- 
no, no  borra  tan  abominable  figura,  como,  en 
mí,  dejó  mi  pecado?  ¿Adonde  parezera,  quien, 
en  lugár  de  la  imájen  de  vuestra  hermosura,  Cómo  se  ha 
lleva  la  de  vuestro  enemigo?  Por  quien  Vos  sois,  '^^  P'^'^'f  P"- 
Scfiór:  por  la  gloria  de  vuestro  Nombro:  por  la  ^^"^ 


parcze  ,  volver  a  entrar  en  el  damos  por  ahsoluzi3n,  confe- 
camino  de  las  Escrituras,  lia-  sándonos  a  Él  solo  ,  con  ver- 
no,  i  seguro.  A  Dios  solo  acu-      dadero  arrepentimiento. 


2-20  DE  LA  CONFESIÓN 

sangre,  que  vuestro  Unijénito  Hijo  derramó  en 
-      'la  cruz:  por  los  scrvizios,  que  os  hizo:  por  aquól 
grande  contentamiento,  que  d'El,  i  do  sus  obras 
tenéis:  os  suplico,  que  no  permitáis,  que  parta 
yo,  condenado,  de  vuestra  presenzia.  No  me 
.1-,   ■     hallo  sin  vos,  Señór,  i  Dios  mió:  i  agora  que  mo 
faltáis; .conozco  lo  que  perdí.  Tornadme  a  fiár 
de  vuestros  bienes:  que  la  confusión,  i  peligro 
en  qué  me  he  visto,  me  deja  tan  escarmenta- 
do; que  porné  mejor  recaudo,  de  aquí  adelanto, 
Conoszimicn-  en  ellos.  Yo  mc  conozco  por  mas  flaco,  i  peór 
to  de  si  mis-  pensaba :  i ,  como  a  tal,  me  dád  favor, 

mo.  ,  ,  , 

para  que  no  me  vea  yo,  mas  desterrado  de  vues- 
Foi.177.  •,    tra  grazia.  )i     Avisóme  también,  que  cuando 
Conoszimien-  Comenzase  a  sentir,  semejante  dolór  de  mi  po- 
to de  la' mi-  cado;  que  entendiese  que  la  mano  del  Señór, 
P^"""*^'*  ^*  me  despertaba:  i  su  misericordia,  me  venia  a 
buscár :  i  me  traía  en  conoszimiento  de  mi  per- 
dizión:  i  que  ella  era,  la  que  me  ponía  a  mí 
mismo,  delante  de  mis  ojos;  para  que  viese  la 
grande  traizión,  que  había  cometido.  Que  me 
asiese,  d'este  misericordioso  socorro,  i  pasase 
adelante  en  mi  penitenzia:  i  me  aprovechase  de 
tan  grande  bién,  como  es,  comenzar  a  conoszér 
mi  pecado,  i  ser  despertado  para  ello.  I,  que 
cuando  asi  me  hobiese  confesado  a  Dios,  que  to- 
.das  las  cosas  conosze;  i  esto,  con  el  mayór  dolór 
que  yo  pudiese,  haziendo  clara,  i  descubierta 
condenazión  de  mi  maldad,  sin  escusas,  ni  ro- 
deos: estonzes  buscase  un  ministro,  que  no  tu- 
viese tal  familiaridád,  i  amislád  comigo  ,  que, 
Confesión  al  por  ella,  me  pudiese  lisonjear,  o  haberse  mas 
iglesia.        blandamente  de  lo  que  seria  razón.  En  el  cuál, 


5ft  DE  LA  CONFESIÓN,  Ji  221 

me  dijo  ([uo  para  tal  caso,  han  de  concurrir  to  -  Cnü  ha  ie 
das  estas  cosaá  (i  que  tal  lo  procurase  de  habér)  ^er  d  Minls- 
que  son:  szicnzia  para  desengañarme,  i  conos- 
z6r  las  calidades,  i  fuentes  do  mis  pecados j  i 
darme  zierto  aviáo,  í  consejo,  para  el  remedio 
d'ellos.  Zelo  de  la  gloria  de  Dios:  i  dé  la  salud 
de  los  hombrefe,  para  que  no  le  estorbe  la  pere- 
za, i  se  haya,  en  ello,,  ncglijentemente.  Que  no 
pretendá  de  mi,  cosa  alguna,  mas  de  la  penitén" 
zia  de  mis  pecados,  para  que  el  Señór  sea  glori-  > 
ficado,  e  yo  no  me  pierda.  Que  tenga  prudenísia, 
para  haberse  comigo  de  tal  manera,  que,  en 
lugárde  darme  aviso,  no  me  descubra  maneras 
de  pecados  j  que  seria  mcjór  que  no  las  supie- 
se   Que,  delante  de  este,  yo  me  acusase,  i  con- 
fesase, con  grandísimo  deseo,  i  con  suplicarlo  a 
Dios,  que  azertase  a  descubrirme,  i  manifestar- 
me,, cual  yo  era;  i  que  por  tal  fuese  conoszido, 
f  i  tractado;  estando  aparejado  para  ponér  mi  foI.178. 
corazón  delante,  si  pudiese  ser:  porque  clara,  c 
distinctamente,  pudiese  ver,  quién  habia  sido, 
para  con  el  Sefiór,  que  "me  crió,  i  redimió.  Quo  como  so  ha 
estonzes  pensase  en  mí,  i  se  me  representase,  de  considerár 
que  pareszia  delante  de  un  juizio,  donde  el  De-     coníeaión. ' 
monio  era  el  aCusadór,  i  mí  conszienzla  el  tes- 
tigo; i  que  yo  no  podía  negár  mi  nialdád :  i  el 
Juéz  mostraba  leí  clara,  i  expresa,  por  donde 
yo  debía  de  ser  condenado  a  penas  eternas,  i  a 
íjue  Dios  me  tuviese,  i  tratase  para  siempre ,  co- 
mo a  enemigo.     quo  visto  este  juizio,  yo  con- 
sintiese en  la  condenazión  de  mi  culpa;  i  confc- 


»  Véa»c  la  Nota,  eh  la  pajina  12S. 


222  'A  DG  LA  CONFESIÓN.  J6 

La  confianza  gago  qufi  aqucUo  mcreszía:  mas,  quo  de  cjecu- 
quo  el  peca-  ^^^^^      scntcnzia  en  mí ;  vo  apelaba  para  Jesu 
Cristo,  IIijo  de  Dios,  vivo  Bemediadór  de  los 
hombres:  para  alcgár  delante  su  Majcstád,  la 
muerte  que  por  mi  padeszió:  los  servizios,  quó 
hizo  a  su  Padre:  para  que,  por  ellos/ Él  con  su 
misericordia  me  amparo,  i  me  libre  de  la  tira- 
nía del  Demonio,  que  con  sed  de  mi  pbrdizíón, 
rae  había,  seguido  para  que  pecase ;  i  ahora  me 
sentenziaba,  i  condenaba  por  ello.  I  qüe  la  me- 
moria d'este  Juizio  tan  misericordioso:  la  pa- 
labra del  Redemptóí  del  mundo,  me  esforzase 
mucho:  que  le  diese  infinitas  grázias,  por  habér 
dado  tál  podér  a  la  Iglesia ,  i  a  sus  ministros, 
*    que  con  clara  voz  en  nombre  d'Él,  me  perdo- 
como  ha  do  nase  mi  culpa,  i  me  tornase  a  su  amistád.  Que 
salir  el  hom-  gaüese  de  allí,  escupiendo,  i  maldiziendo  mi  pe- 
bre, de  la  con-       j      .        .        1  1     1        •      •       1  T 

fcsión  cado:  i  pusiese  delante  mis  ojos  el  peligro,  en 

:  queme  había  visto:  aquél  riguroso  Juizio,  én 
que  el  Demonio  mo  acusaba,  i  me  condenaba, 
por  mí  misma  conszienzia :  el  trueque,  que  ha- 
bia  hecho,  en  dejar  Scñór,  que  con  tanta  man- 
sedumbre, e  misericordia,  perdonaba  la  trai- 
zión  cometida  contra  Él;  por  el  que  con  tanta 
Foi.  179.  crueldád  buscaba  mi  pordizión,  f  por  lo  que  so 
había  hecho  por  contentarle.  Que  reinase;  de  ahí 
adelante,  siempre,  en  mi  corazón,  una  enemis- 
tád  con  el  Demonio,  un  agradeszimiento  con  el 
Señór,  una  dilijeiizia  para  no  volver  a  nczcsidád 
de  semejante  confesión.  Porque  la  misericordia 
divina,  no  mereze  ser  menospreziada,  i  tenida 
en  poco,  por  tan  fázilmento  comunicarse,  i  es- 
tar siempre  aparejada  para  ello :  antes ,  por  esa 


^  DE  LA  CONFESIÓN.  9»  223 

misma  razón,  dobe  de  ser  mas  acatada,  i  ado- 
rada con  tanta  rcvcrenzia;  que  huyamos  de  tc- 
n6r  nczesidád  de  pareszúr  delante  d'ella,  como 
menospreziadorcs,  i  ofendedores  suyos.  Esta  es 
la  doctrina  de  mi  Maestro,  para  cuando  en  tal 
nezesidád  me  viese. 

Dionisio.  No  permita  Dios,  que  os  veáis  en 
ella.  Mas,  cuanto  a  la  doctrina,  por  zierto,él 
habló  mui  bién :  i  en  eso,  que  habéis  dicho  (aun- 
que con  grande  brevcdád)  está  todo  lo  bueno,  i 
zierto,  que  en  este  caso  se  puede  dezir.  ¿Dijo 
os,  por  ventura,  que  era  bueno,  que  confesáse- 
des,  muchas  vczcs,  un  mismo  pecado? 

Ambrosio.  Dijome,  que  no  era  nezesario,  que 
el  pecado,  solo  una  vez  cometido,  se  confesase 
muchas  vezes.  Mas,  que  algunos  habia,  que  sa- 
caban provecho',  de  tornarlo  a  confesár;  i  otros, 
que  sacaban  daño :  i ,  que  esto  unas  vezes  era, 
por  parte  d'ellos;  otras  por  parto  del  ministro. 
Que,  en  este  tal  caso,  el  confcsór,  si  es  pruden- 
te, conoszerá,  a  cuál  conviene  lo  uno  ,  i  a  cuál 
conviene  lo  otro. 

Dionisio.  No  erró  en  eso,  que  dijo.  Bién  será, 
que  digáis  de  la  Comunión. 

Del  sacramento  de  la  Eucharistia^  i  Comunión. 

CAPITULO  LI.  « 

AMcaosio.    La  Comunión  es  el  sacramento  del 


*  En  este  Capítulo ,  como 
en  el  antcriór  ,  manto  no  c» 
de  la  Biblia,  ni  del  cristianis- 
mo ,  lo  faca  ,  i  toma  el  Doc- 


tór.  de  aquella  zionzia ,  cuyo 
emcilema  era  su  Bonete  de 
Doctrtr  en  Teolojía. 


í'2'¡  4S.  DE  LA  COMLTKÓIN.  ?» 

cuerpo,  i  sangre  del  Rcdcmptór  del  mundo,  lis- 
'  Fot.  180.  mui  diferente  cosa,  del  sncramento  ^  de  la  pc- 
Ladi/ercnzia,  nitcnzia  :  porque  cl  de  la  penitenzia,  reconzilia 
que  hai  entre  ^  estaban  perdidos:  esto  otro,  no  es, 

estos  dos  SI-     .    ,  ,  ...   ,        .  . 

cramentos.  ^"^'^  V^^'^  'OS  ya  rcconzuiados ,  1  que  no  tienen 
conszicnzia  de  pecado  mortal.  Porque  en  este  sa- 
cramento se  representa,  que  comemos  a  la  me- 
sa de  nuestro  mismo  Señór,  con  los  otros  cria- 
dos suyos;  i  que  el  manjár  d'esta  mesa  es  cl 
pan;  que  es  cuerpo,  i  sangre  del  Señór.  Pues, 
¿cómo  ha  de  llegar  a  comerlo,  el  que  no  está  en 
grázia  del  Señór,  ni  es  de  la  compañía  de  los 
otros  criados,  que  andan  en  su  servizio?  Añade, 
este  tal,  traizión,  sobre  traizión :  pues  viviendo 
en  deservizio  de  su  Señór,  desvergonzadamente 
^  viene  a  asentarse  a  su  mesa,  como  si  fuese  de 
los  que  le  sirven  :  engañando  a  los  compañeros, 
que  lo  juzgarán  por  tal,  i  creerán,  que  sirve  al 
Señór,  zierta,  i  verdaderamente.  Estos  tales,  es- 
peran grande,  i  espantoso  juizio  sobre  si,  cuál 
les  está  prometido. 

Dionisio.  Dejemos  esos :  i  hablád  de  los  otros, 
que  trabajan  con  todas  sus  fuerzas,  por  no  apar- 
tarse de  la  grázia  de  su  Señór,  i  su  conzienzia  no 
los  acusa  de  ese  pecado,  que,  vos,  dezis;  ni  tie- 
nen su  voluntád  determinada  de  obedeszér,  en 
tal  caso,  al  Demonio,  i  apartarse  de  los  Man- 
damientos de  Dios:  antes  desean  ser  favorezidos, 
(de  tal  manera,  que  nunca  lo  ofendan:  i  lo  tra- 
bajan, i  ponen  por  obra,  en  cuanto  es  en  si. 
¿Qué  os  pareszc  d 'estos? 
Para  quién  es  AMBROSIO.  Esos  son ,  los  que  han  de  ser  ex- 
la  Comimión.  hortados,  i  admitidos  a  este  sacramente:  porque 


'A  DE  LA  COMUNIÓN.  JS  225 

son ,  los  que  el  Redemptór  convida ,  a  que  co- 
man a  su  mesa. 

Dionisio.  Pues,  quiero ,  que  me  digáis  el  uso, 
d'cstc  tan  admirable  sacramento :  i  cómo  os  pa- 
resze,  a  vos,  que  se  debe  de  reszcbir:  si  serán 
muchas,  o  pocas  vezes.  Dezid  alo  primero:  i 
después  diréis  a  lo  segundo. 

Ambrosio.   A  lo  primero  digo ,  que  este  sacra- 
mento, es  un  memoriál ,     i  representazión ,  de  Foi.  isi. 
la  muerte ,  i  pasión  de  nuestros  Señór  Jesu  Cris-  considerazión 
to.  Su  pasión  tuvo  dos  cosas :  una  visible,  i  otra  del  sacramen- 
invisible.  La  visible;  por  cuanto  padeszió  públi-  todciaiur. 
camente ,  i  a  los  ojos  de  los  hombres :  declaran- 
do Él,  i  manifestando  por  su  palabra,  cómo  pa- 
deszia  por  ellos.  La  invisible  fué,  que  secreta- 
mente obró  victoria  contra  el  pecado ,  i  contra 
la  muerte;  i  alcanzó  virtud,  i  poder,  para  que 
nuestra  carne  fuese  mortificada,  i  venzida:  i  lo 
comunicó  a  los  hombres,  para  que  alcanzasen 
victoria  de  todo  esto.  Pues,  d'esta  misma  mane-  Dosusosd'e»- 
ra,  el  sanctisimo  sacramento,  con  que  estapa-  *°  sacramca- 
sión  es  representada ,  tiene  dos  usos :  el  uno  es 
cxteriór,  i  el  otro  interior.  El  exteriór  es,  con- 
cun-ír  los  miembros  de  la  Iglesia ,  a  la  zelebra- 
zión  d'este  misterio  sanctisimo,  con  grandísima 
reverenzia,  i  acatamiento,  considerando,  que  es 
representazión  de  la  muerte  del  Redemptór:  i 
no  reprcsentazión,  así  como  quiera,  sinó  donde 
se  halla  el  mismo  cuerpo  * ,  que  fué  enclavado 
en  la  cruz,  i  la  misma  sangre,  que  fué  derra- 
mada :  que  son  zertisimas  prendas ,  de  nuestra 


*  Sobre  todo  esto,  véanse  las  observazioncs. 

15 


*  DE  LA.  COMUNIÓN.  ?•  "225 

son,  los  que  el  Redomptór  convida,  a  que  co- 
man a  su  mesa. 

Dionisio.  Pues,  quiero,  que  me  digáis  el  uso, 
(Veste  tan  admirable  sacramento :  i  cómo  os  pa- 
resze,  a  vos,  que  se  debe  de  reszebir:  si  serán 
muchas,  o  pocas  vezes.  Dezid  alo  primero:  i 
después  diréis  a  lo  segundo. 

Ambrosio.   A  lo  primero  digo ,  que  este  sacra- 
mento ,  es  un  memoriál ,  f  i  representazión ,  de  Foi.  i8t. 
la  muerte ,  i  pasión  de  nuestros  Señór  Jesu  Cris-  considerazión 
to.  Su  pasión  tuvo  dos  cosas :  una  visible,  i  otra  del  sacramen- 
invisible.  La  visible;  por  cuanto  padeszió  públi-  t» ¿«^ 
camente,  i  a  los  ojos  de  los  hombres:  declaran- 
do Él,  i  manifestando  por  su  palabra,  cómo  pa- 
deszia  por  ellos.  La  invisible  fué,  que  secreta- 
mente obró  victoria  contra  el  pecado,  i  contra 
la  muerte;  i  alcanzó  virtud,  i  poder,  para  que 
nuestra  carne  fuese  mortificada,  i  venzida:  i  lo 
comunicó  a  los  hombres,  para  que  alcanzasen 
victoria  de  todo  esto.  Pues,  d'esta  misma  mane-  Dosusosd'e»- 
ra,  el  sanctisimo  sacramento,  con  que  estapa-  ^=  s^ramen- 
sión  es  representada,  tiene  dos  usos:  el  uno  es 
exteriór,  i  el  otro  interior.  El  exteriór  es,  con- 
cun-ír  los  miembros  de  la  Iglesia,  a  la  zelebra- 
zión  d'estc  misterio  sandísimo,  con  grandísima 
rcvercnzia,  i  acatamiento,  considerando,  que  es 
representazión  de  la  muerto  del  Redemptór:  i 
no  representazión ,  así  como  quiera,  sinó  donde 
se  halla  el  mismo  cuerpo  ' ,  que  fué  enclavado 
en  la  cruz,  i  la  misma  sangre,  que  fué  derra- 
mada :  que  son  zertisimas  prendas ,  de  nuestra 


•  Sobre  todo  esto,  véanse  las  observazioncs. 

15 


226  de  la  comunión  92 

Redempziüu,  i  de  nuestro  bión.  Hazér,  en  este 
concurso,  profesión  de  como  creemos,  i  confe- 
samos, que,  por  la  muerlc  del  Hijo  do  Dios, 
Dios  i  hombre  \erdadcro,  fuemos  *  redimidos,  e 
libertados  de  la  captividád  del  Demonio,  i  he- 
chos herederos  del  zielo.  Es  tambión  pane  d'es- 
'  te  uso  cxtcriór,  reszcblr  visiblemente  el  cuerpo 
i  sangre  del  Redomptór  del  mundo;  en  que  da- 
mos a  eutendór,  i  confesamos,  que,  por  su  muer- 
.  te,  tenemos  vida:  que  Él  es,  el  spirituál  man- 

.  jár,  que  destierra  nuestra  muerte,  i  nos  comu- 
nica un  vivir  del  zielo,  desanctidád,  i  justizia, 
-    i  redempzión.  En  esto  mismo  confesamos  tázita, 
i  aun  expresamente,  el  vinculo  de  la  caridad, 
Foi.asi.  que  con  nuestros  hermanos  tenemos,  i  el  f  Re- 
demptór  nos  dejó  encomendado  en  la  zena,  c 
■  instituziónd'este  sacramento:  pues  concurrimos 
a  una  mesa  igualmente,  e  igualmente  se  nos  re- 
parte un  pan,  de  un  mismo  Señór.  I,  quien- 
;  d'estas  cosas  se  aparta,  o  en  ellas  está  falso;  no 
lleva  camino  de  azertár  en  el  uso,  e  instituzión. 
Uso  invisible  d'estc  Sacramento.  El  interiór  uso  es,  los  spiri- 
d'esu  sacra-  tuales.  cfectos,  que  obra,  en  aquél,  que  con  ver- 
mcnto.         dadora  fe,  e  dignamente,  loreszibe:  esto  es, 
-  ser  efectuado  secretamente,  en  nosotros,  aque- 
llo, que  exteriormcnto  profesamos,  i  agora  acabé 
de  dczír.  Que  nuestra  fé  sea  fortaleszida ,  nues- 
tra carne  mas  mortificada,  pues  la  juntamos 
con  la  del  Redemptór  del  mundo,  que  fué  sanc- 
tísima,  e  innozentisima:  que  crezca  la  enemis- 


1  Fuemos,  por  fuimos  ,  es  errata,  mas  bien  en  el  anti- 
un  arcaísmo  ,  que  me  pnrczc      ¡juo  impreso. ...     un  ■ 


SS.  DE'  LA  COMUNIÓN,  >»  227 

tád  contra  el  pecado;  el  amór,  i  la  obodienzia, 
de  los  mandamientos  de  Dios:  que  sea  enzen- 
dida  la  Cariddd  para  nuestros  prójimos;  pues  la 
muerte  do  quien  bazemos  memoria,  i  a  dondo 
vamos  a  reszebir  -vida,  fué  obra  de  tan  exzesiva 
caridád,  i  de  amór  do  la  salud  do  los  hombres.  '. 
■  Dionisio.  Según  eso,  que  habéis  dicho,  no 
será  malo  continuilr  muchas  vezcs  este  sacra- 
mento :  ¿qu6  03  pareze,  o  yos,  d'esto?- 
-■  Ambrosio.  Así  'os  yerdád  :  que  no, es  malo, 
sinó  bueno,  si  azertadamente  se  haze.  Antigua^ 
mentó,  mayór  cuidado  habia  de  reszebirlo,  que 
agora:  mas  como  se  fué  enfriando  la  caridád 
pntre  los  hombres ,  fuese  enfriando  también  el 
uso  del  sacramento  d'clla:  por  lo  cuál  la  Iglesia 
acordó,  de  no  obligár  a  los  fieles,  a  que  lo  res- 
zibiesen ,  mas  de  una  vez  en  el  año :  porque  no 
fuese  cáusa,  su  descuido  d'ellos,  de  volverles 
en  pecado,  la  obligazión  de  mas  vezes:  aunque, 
pon  esto,  no  zerró  la  puerta,  a  quien  quisiese 
allegarse  a  él,  con  mayór  continuazión.  Las  mis- 
mas condizionGs  quó  sé  requieren  para  el  que 
llega  muchas  vezes,  f  se  requiere  para  el  quo  FoI.  i83. 
llega  una;  i  el  uño  no  debe  de  juzgar  al  otro: 
pues,  que  cada  uno,  se  puede  aprovechár,  i  enr- 
riqueszcr,  de  la  pasión  del  Redemptór  del  mun- 
do. El  que  mui  mucho  lo  continuare,  debe  de  como  se  ha 
considerár,  que  pues  este  sacramento  es  de  gran-  do  continuár 
disima  paz;  no  lo  haga  él,,  sacramento  dees- 
cándalos,  i  contenziones;  pués  es  de  grande  hu-  °' 
mildúd;  no  lo  haga  de  soberbia,  i  arroganzia: 
pues  es  misterio  de  simplizidád,  i  verdad;  no  lo 
haga  de  hipocresía ;  pues  es  de  verdaderos,  i 


228  "A  DE  LA  COMUNIÓN.  ?S 


ciertos  fructos;  no  lo  haga,  por  su  culpa  de  fan- 
tástigos,  i  engañosos  *.  Debe  de  tomár  consejo, 
con  ministro  zeloso  de  Dios,  que  tenga  tién  en- 
tendida la  zertinidád  de  la  doctrina,  i  el  fin,  para 
que  nuestro  Redemptór  instituyó  este  misterio. 
A  este  tal  debe  de  descubrir  su  conzienzia,  i  su 
corazón,  sin  que  nada  d'él  encubra,  i  seguir  el 
pareszér,  que  le  diere,  porque  éste  le  avisará  del 
verdadero  uso  de  la  zena  del  Señór :  de  como  se 
puede  aprovechár  d'él ,  aun  el  dia  que  corporal- 
mente  no  lo  rezibiere:  conoszerá,  como  llega: 
si  saca  verdaderos  fructos,  o  solamente  aparen- 
tes, i  falsos;  e  distinctos  de  aquellos,  para  que 
esto  fué  ordenado.  I,  como  este  tál  ministro, 
hobiere  bién  considerado  todo  esto ,  i  le  conse- 
jare, que  siga  su  continuazión;  sígala  mucho  en 
buena  hora:  que  grandes  bienes  ganará  en  ello. 
Esta  es  la  doctrina,  que  mi  Maestro  me  dió, 
azerca  d'este  sacramento. 

Dionisio.  Bién  se  pudiera  alargár  mas  en  ella, 
i  no  se  perdiera  nada:  mas  su  tiempo  se  verná. 
I  mucho  mas  habéis  dicho,  de  lo  que  pensáis: 
porque  vuestro  maestro  quiso  daros  esta  materia, 
en  que  andando  el  tiempo,  veréis,  que  tenéis 
bién  que  pensár.  Lo  del  oir  de  la  misa,  no  se 
nos  olvide. 


«  Véase  la  Nota  1.,  en  la 
pájina  51.  Por  lo  demás,  el 
Doctór  en  esos  renglones, 
describe  exactamente  ,  aque- 
llas personas ,  que  comulgan 
todos  los  días ,  aun  ahora,  en 
Españ.>  :  i  a  los  que  nuestras 


jentes  del  pueblo,  con  aquella 
propiedád  particulár  de  sus 
idiotismos,  llama,  por  des- 
confianza de  su  relijión :  el 
lío  comulga ;  o  la  tía  comul- 
ga :  seffún  el  sexo. 


229 


De  cómo  se  debe  oír  la  Alisa,  i  el  Sermón 

CAPITULO  Ul.  f    .  ■  Fol.181. 

Ambuosio.  La  doctrina  del  oír  de  la  misa,  es 
la  misma,  con  la  que  dije,  del  uso  exteriór  del 
misterio  del  altár ;  aunque  pasa  mas  adelante, 
porque  hai  también  su  uso  spirituál  del  mismo 
sacramento.  La  misa  tiene  dos  consideraziones 
jenerales;  que,  particulares,  muchas  mas  tiene. 
De  las  jenerales,  dize  mi  doctrina,  que  es  la  pri- 
mera, entender,  que  la  misa,  es  una  viva  re- 
presentazión  de  la  pasión  del  Redemptór  del 
mundo,  como  ya  dije.  La  segunda  es,  que  tiene 
grande  doctrina,  espezialmcnte ,  en  la  Epístola, 
i  en  el  Evanjelio,  que  en  ella  dizen.  Lo  que  yo 
hago  es,  procurar  de  Uevár  Lién  leido  el  Evan- 
jelio, i  la  Epístola  de  aquél  dia:  i  aun,  si  hallo 
algunos  de  mis  compañeros,  o  otros,  que  me 
quieran  oir,  se  lo  leo  en  un  Libro  que  tengo  de 
los  Evanjelios ,  en  romanze*,  en  que  lo  suelo 
leér  a  la  jen  te  de  casa,  la  noche  de  antes,  o 
aquella  misma  mañana.  I  ruégeles,  que  lo  escu- 
chen, i  lo  encomienden  a  la  memoria,  i  que 
miren  cuanto  nos  va  en  ello.  En  la  iglesia,  ovo  * 
la  misa,  con  la  mayor  atenzión,  que  yo  puedo: 
i  apartándome  de  los  que  hablan ,  i  estorban  a 
los  otros,  con  sus  pláticas.  Estol  mui  atento  a 

1  Puede  alndír  al  Libro  de  año ,  etc."  c  impreso  en  Se- 

Frai  Ambrosio  de  Montcsi-  ~  villa  en  el  A.  1543. 

nos,  intitulado :  •Epístolas,  i  '  Oyó,  por  oigo. 
Etanjclios ,  para  todo  c! 


230  «S.  DE  LA  MISA.  9S 

]a  doctrina  do  la  Epístola,  i  del  Evanjclio:  i  su- 
plico a  Dios  con  la  mayor  aOzión,  que  según 
mis  pobres  fuerzas  yo  alcanzo,  que  quite  de  mi 
ánima  todo  estorbo,  i  todo  embarazo:  i  me  ponga 
oídos  de  verdadera  fé  con  que  oiga  la  doctrina,  que 
su  Hijo  descubrió  al  mundo:  que  así  como  ella  es 
cosa  tan  rica,  i  tan  poderosa,  i  de  tan  gran  sua- 
vidád,  así  me  dé  luz,  con  que  la  conozca,  i  saber 
conque  la  estime,  i  prézie:  i  gusto  conque  sienta 
su  dulzedumbre :  i  amor ,  con  que  la  ponga  en 
Fói.  iSü.  obra.  Encomiendo  a  mi  memoria,  f  lo  que  prin- 
zipalmente  -veo,  que  me  toca:  para  particular- 
mente tornár  a  pensár  en  ello :  como  si  es  al- 
guria  cosa,  que  me  avisa  de  lo  que  yo  ignoraba; 
»      o  de  faltas  en  que  suelo  caer;  o  de  remedio  para 
mis  pasiones;  i  nótelo  con  la -mayór  atenzión, 
ParticuUr  que  puedo.  Después  d'csto,  paso  mí  pensamien- 
considcrazión  gacriüzio  quo  cl  Rcdemptór  del  mimdo 

hizo  de  Sí  mismo,  en  el  árbol  de  la  cruz,  i  doi 
infinitas  grázias  al  Eterno  Padre,  que  fu6  ser- 
vido, que  fuésemos  rescatados ,  i  vueltos  en  su 
grázia,  i  amór,  por  tan  grande,  c  inestimable 
prézio :  i  que  tan  grande  sacrifizio,  fuese  ofres- 
zido  por  nosotros.  Suplicóle,  que  no  permita  quo 
le  seamos  desagradeszidos;  i  que  como  siervos 
desconozidos ,  i  ziegos,  nos  volvamos  a  captivár, 
en  la  miseria  de  nuestras  culpas.  Llamo  al  Re- 
demptór  del  mundo,  pidiéndole,  con  el  mayór 
conoszimiento  do  mis  flaquezas,  que  yo  puedo, 
que,  pues,  su  muerte,  fué  nuestra  redcmpzión, 
fué  nuestra  vida,  o  victoria;  que  tenga  por  bión, 
de  eñtrár  en  mi  ánima,  dando  le  vida  de  fé ,  de 
caridad,  de  conoszimiento  de  mis  culpas:  de  po^' 


°A  DEL  SERMÓN.  9»  231 

dér  contra  el  pecado :  que  Él  le  sea  manjár  de 
vida,  i  de  espirituál  sustentamiento.  Tras  esto,  Tcrzcro  fruto 
oigo  las  oraziones,  que  en  la  misa  se  dizcn;  i  J''»""^». 
como  yo  mejor  sé ,  ruego  al  Señor,  que  de'  tal 
manera  encamine  las  cosas,  que  tocan  a  su  glo- 
ria, i  a  su  servizio;  que  nuestros  pecados  no 
estorben  los  bienes,  que  su  misericoi-dia  nos 
tiene  prometidos:  sinó,  que  sea  zierto,  i  firme, 
lo  que  su  summa  Verdád  tiene  dicho :  i  que  las 
oi-azioncs  de  su  Iglesia  lleguen ,  i  sean  azepta- 
das,  en  el  acatamiento  de  su  Majestád.  Si  hai  Como  se  ha 
sermón,  no  lo  dejo  de  oír,  ni  de  tornarme  a  to-  <i« 
már- cuenta  de  lo  que  he  aprovechado  aquél  dia. 
Si  hai  muchos  sermones,  procuro  siempre  oir, 
al  que  con  menos  interese  de  su  hazienda,  i  de 
su  gloria,  i  con  menos  respecto,  '  del  vano  fói.  18G. 
contentamiento  del  mundo,  predica  la  palabra 
de  Dios    i  que  con  mayor  zelo,  i  mas  scnzilia 
pureza,  la  tracta.  A  estos  tales,  (cuando  quiera, 
que  yo  puedo)  los  oigo  con  grande  atcnzión,  i 
dilijenzia,  i  con  mucha  reverenzia  de  la  pala- 
bra que  predican.  La  prinzlpál  manera  que  ten- 
go, para  aprovecharme,  es  notár  señaladamen- 
te, algunas  cosas.  Lo  primero,  lo  que  toca  a  los 


1  De  lo  que  an,.czedc ,  se 
infiere  claramente  ,  al  pare- 
zér,  que  el  Doclór  Constan- 
tiao,  presupone  en  lodos  los 
predicadores  de  su  tiempo, 
los  pecados  rcjiufínantcs  do 
codisia ,  ombizión ,  vananlo- 
ría,  1  (i£Ía/oii(ín,  o  lisonjcría. 
I  creo  exacto  su  juízio,  salva 
una,  que  otra  exzepzión,  que 
confirman  la  regla  jcncrál.  El 
Obispo  de  Salamanca  en  el 


año  de  1733,  o  séase ,  el  In- 
quisidúr  D.  Felipe  Bertrán; 
pensaba  igualmente  ,  que  el 
Dr.  Constantino,  azerca  de 
los  Predicadores  de  su  tiem- 
po Véase  su  Pastorál,  a  ¡os 
Predicadores:  o  ,  a  lo  menos, 
las  zitas ,  que  hago  de  ella  en 
las  Obscrraziones.  Asi  hazc 
300  años,  que  se  evanjcliza, 
a  la  mísera  España  ,  por  sus 
clérigos,  i  véase  la  f  ij.  235. 


232  '«^  DEL  SEKMÓN  ?• 

misterios  de  lo  que  el  Señór  lia  hecho  por  nos- 
otros, i  está  tractado  en  su  Scriptura.  Esto  ha- 
ga, para  que  mi  ánima  so  levante  con  admira- 
zión,  i  cngrandcEzimicnto  de  las  cosas  do  Dios, 
lo  adore,  i  acate  con  mayór  reverenzia  ;  i  conoz- 
ca lo  que  le  debemos,  i  procure  de  empleár  en 
Él  solo,  toda  su  fé,  i  todo  su  amor.  Tras  esto, 
noto  lo  que  toca  a  mis  obras,  i  a  los  avisos,  que 
es  menestér  tenér  para  ellas.  Entro  en  cuenta 
comigo,  i  afréntome  a  mí  mismo,  cuando  veo, 
que, he  oido  muchas  vezes  una  cosa;  i  que  no 
tengo  mas  mejoría,  ni  enmienda  por  ello.  Luego 
encomiendo  a  mi  memoria,  todo  aquello,  que 
me  enseña,  i  me  despierta,  para  entendér  las 
astuzias  del  Demonio;  las  falsedades,  i  engaños 
.  V  de  mi  misma  carne;  la  hipocresía,  i  soberbia  con 
que  mina;  los  peligros,  que  de  parte  del  mun- 
do, i  de  mis  prójimos,  se  me  pueden  ofrezér.  En 
el  fin,  suplico  al  Señor,  que  asiente  su  palabra 
en  mi  corazón:  ruego  por  toda  la  Iglesia:  i  por 
'  los  ministros  del  Evanjelio ,  que  alcanzen  szien- 
zia,  i  spiritu,  para  tan  grande  cosa,  como  tie- 
nen a  cargo :  i  que  sus  obras  sean  tales ,  que  no 
solo,  con  la  palabra,  mas  con  todo  lo  quahizie- 
ren;  edifiquen,  i  exhorten,  a  los  que  los  oyen. 
Torno  en  la  noche ,  a  repetir  todo  esto;  i  asi  me 
encomiendo  -al  Señór. 

Dionisio.  Hasta  aquí,  tenía  yo  pensamiento, 
de  examinaros  en  esta  primera  plática.  Bendito 
sea  el  Señór,  que,  así  se  ha  acordado  de  vos. 
Pol.  IBT.  que  en  vuestra  primera  edád  os  haya  hecho  ' 
tan  grandes  merzedes.  Verdaderamente,  si  yo 
no  tuviese  tan  grande  confianza  en  su  infinita 


DEL  SERMÓN.  ^  233 

misericordia,  que  es  lo  prinzipál;  i  después,  en 
\uestra  dilijcnzia;  yo  tcrnia  grande  miedo  de 
vos,  porque  scriades  digno  de  grandísimo  casti- 
go, si  le  fuésedes  desagradezido.  Él,  por  su  infi- 
nita clemcnzia,  os  guarde,  i  tenga  de  su  mano, 
para  que  no  le  seáis  traidór,  ni  desconozcáis  tan 
grandes  bienes  como  de  su  misericordia  tenéis 
reszebidos  I,  hago  os  saber,  que  por  mui  afi- 
zionado,  que  Le  seáis;  por  mucho,  que  os  con- 
tentéis en  servirle;  es  mui  poca  cosa,  en  com- 
parazión,  de  lo  que  adelante  veréis,  i  de  lo  que 
Él  os  comunicará,  si  perseveráis  en  su  amor. 
A  vuestro  maestro  sois  en  grande  cargo:  i  siem- 
pre le  tenéd  grande  reverenzia,  como  a  vuestro 
mismo  padre.  I,  veamos  :  ¿esta  doctrina,  no  la 
cscrebistes  toda?  No  os  tengo  yo  a  vos,  por  tan 
perezoso,  que  dejásedes  cosa  d'ella. 

AsiBROsio.  Toda  la  tengo  por  escripto,  ansí 
como  aquí  la  he  dicho :  i  enmendada  de  mano 
de  mi  Maestro. 

Dionisio.  Eso  bien.  Agora  os  id,  con  la  ben- 
dizión  del  que  os  crió,  i  os  hizo  tan  grandes 
merzedes:  i  dezid  en  casa,  que  aderezen  de  co- 
mér,  que  pasa  ya  de  hora.  I,  mirúd,  queme 
vengáis  a  ver  muchas  vezes:  que  holgaré  mu- 
cho con  vos*. 

¿Qué  os  parcze,  Señór  Compadre,  de  lo 
mucho,  que  debéis  a  Dios.  Por  zierto,  aun- 
que no  hobiéradcs  reszebido,  de  su  mano,  otra 

«  Si,  como  es  posible,  diri-  c.^rzclcs  de  los  Inquisidores; 

jió  el  Dr.  Constantino  ,  estas  i  al  sabór,  o  qriizá  ver,  que- 

palabras.  alguna  vez,  auno  mados  sus  liuosos  ,  i  cfijic  1 
de  sus  diszípulos ;  1  cuánta  .       ^  Hc  puesto  aquí  párrafo 

pena ,  no  debicj  sentir  este,  ¡que  no  tiene  la  ed.  ant.)  por 

al  sabér  que  había  muerto  el  haberse  ido  Ambrosio,  i  que- 

Doclór,  martirizado  en  las  dár  solos  Dionisio  i  Patrizio. 


234  fín  he  la  uogtuina  ?• 

merzéd,  después  ile  haberos  redemido,  sino  da- 
ros esto  hijo;  dcbíades  de  andur  desvelado,  i 
buscando  noches,  i  días,  en  qué  servirle.  ¿En 
poco  tenéis,  que,  de  tan  temprano,  éste  co- 
mienze  a  conoszér  a  Dios;  i  tan  de  verdad  co- 
noszido?  ¿Quéhiziéradcs,  si  en  los  años,  que  ha, 
lo  viérades  Privado  de  algún  Prínzipe?  Que  vaya 
FjI.  188. .  el  mundo  para  quien  es,  con  sus  privanzas,  i 
sus  riquezas.  El  verdadero  Prinzipo,  es  Dios:  i 
verdadera  privanza  es  esta  :  i  conoszéd  lo  que 
tenéis,  i  a  lo  que  estáis  obligado. 

Patrizio.  Él  sea  gloriOcado,  i  bendito,  por 
todo:  i  me  dé  el  conoszimiento,  i  luz,  que  me 
falta:  aunque,  con  mi  pobreza,  bién  entiendo 
las  grandes  merzedes ,  que  Él  siempre  me  ha 
'  hecho,  i  sobre  todas,  esta,  tan  señalada.  Espero 
'  en  su  misericordia,  que  los  otros  niños  meno- 
res ,  han  de  seguir  las  pisadas  d'estc.  De  mí ,  os 
zertifico ,  que  muchas  vezcs,  cuando  le  oigo  esta 
doctrina  (porque  algunos  días'  se  la  hago  dezir 
toda :  así  para  que  él  la  tenga  en  la  memoria, 
como  para  que  los  otros  niños,  i  la  jente  de  ca- 
sa, la  oyan,  i  se  afizionen  a  tales  obras,  i  no  ú 
cosas  de  vanidades)  muchas  vezes,  como  digo; 
pareze,  que  me  toma  un  grande  espanto,  pues- 
to que  no  se  lo  doi  a  entender,  porque  no  se 
ensoberbezca :  i  quedo  corrido  comigo  mismo. 
¡Sancto  Dios!  ¿I ,  qué  es  esto?  ¿qué  castigo  es, 
el  que  yomerezco¿  ¡Que  esto  mozuelo,  conozca 
a  Dios,  i  lo  ame,  i  lo  sienta  en  su  corazón;  i 
que  yo  me  esté,  como  una  cosa  perdida!  ¡Que 
sepa  este,  lo  que  yo  no  sabia,  cuando  él  nas/Jó; 
que  esté  tan  firme  en  iu  fé:  que  entienda  tan 


'A  CRISTIANA.  S  235 

de  raiz  lo  que  cree:  que  alcanzo  la  grandeza  Je 
aquellos  misterios,  i  así  tenga  su  corazón  en 
ellos!  ¡Que  tenga  tan  estudiados  sus  Mandamien- 
tos, tán  declarados,  i  tan  distinctos  :  que  de  tál 
manera  se  desvele ,  por  cumplirlos :  tán  amigo 
^  del  bi6n  de  sus  prójimos:  tan  aparejado  para 
sufrirlos,  i  perdonarlos!  ¡Que  sepa,  asi,  loque 
ha  de  pedir  al  Señór :  i  esté  tan  contento  con 
su  voluntad  :  que  su  confesión  sea  tan  prove- 
chosa: tán  verdadera  su  comunión:  que  se  apro- 
veche de  la  misa:  que  tenga  tanta  alenzión  a  la 
doctrina  del  Evanjelio:  que  ande  siempre  ba- 
ziendo  provisión,  para  creszér  en  el  bién,  para  ^  Foi.  189. 
apartarse  del  mal :  que  siempre  ande  buscando 
estos  avisos:  i,  sobre  todo,  que  lo  tenga  todo 
por  tan  lijero,  i  tan  fázil,  que  no  paresze,  sinó 
que  se  come  las  manos  tras  ello!  ¡E  yo,  con  Conoszimien- 
mis canas  acuestas,  que  me  confiese  a  cabo  de  todeioshom- 
un  año;  i  esto,  a  palos:  que  comulgue,  sin  sa-  ^.T 
ber  qué  es,  ni  para  qué  (i  asi  saco  el  provecho  vanidád. 
d'ello):  que  no  se  halle,  en  mí,  mejoría  en  un 
año,  masque  en  otro!  Voi  a  misa:  vengo  de 
misa:  rezo  a  bulto,  i  lo  mas  presto  que  puedo, 
i  con  la  menos  atenzión.  Lo  demás,  preguntaldo 
a  un  alárabe.  Oigo  el  sermón  ,  i  escojo  siempre 
el  mas  vano ,  i  el  que  menos  desabrimiento  dé, 
a  mi  conszienzia,  i  que  mas  parlería  tenga.  Si 
oigo  del  Reino  de  Dios,  i  del  yugo  de  Josu  Cris- 
to: de  cuán  sabrosa  cosa  es  servirle:  pareszeme 
nuevas  venidas  de  lejos  :  i  así,  se  me  pasan:  o, 
como  cosas  en  que  va  poco.  No  ha  asomado  la 
cruz,  con  zient  leguas;  cuando  ando  muerto  de 
miedo  d'clla;  hombre  sin  confianza,  c  sin  pala- 


236  i-iN  DE  f,A  nocxniNA  í* 

bra  de  Dios  Todo  es,  mi  plazér:  mis  vanidades: 
mi  hazienda:  mi  honrra  :  mis  negozios:  mis  in- 
tereses; i  esto,  con  nombre  de  cristiano,  i, aun 
con  presumpzión  d'ello,  si  os  plaze  I,  el  por 
qué,  es:  que  ha  mucho  tiempo,  que  tengo  por 
costumbre,  de  hazér  ziertas  cosas,  que  me  pa- 
reszían  a  mí,  que  bastaban  para  ello  :  i ,  no  solo 
me  pareszia  a  mí;  mas  a  otros,  que  saben  mas 
que  yo*.  Las  cuales,  verdaderamente,  dejo  do 
nombrár,  de  vergüenza,  porque  no  veáis,  en 
qué  ponemos  los  tales  como  yo,  la  cristiandád; 
i  pensamos,  que  somos,  de  los  que  ha  de  ponér 
Dios,  cabe  los  serafines:  i  que  haría  grandísimo 
yerro,  si  otra  cosa  fuese.  Pues,  no  ha  de  ser 
así:  yo  os  prometo,  que  habcmos  de  mudár  el 
'  pellejo,  cueste  lo  que  costare  I,  aunque  por 
vuestra  doctrina,  i  por  lo  que  he  visto  d'este 
Foi.  100.  mi  hijo.  Dios  me  f  ha  comenzado  a  despertár, 
i  procuro  de  irme  enmendando;  no  estoi  con- 
tento con  lo  hecho :  adelante  ha  de  pasár  esto: 
que  para  ruindad  tan  envcjeszida  mucha  cosa 
es  menester.  Vos,  Señór,  prestad  pazicnzia:  que 
aqui  me  habéis  de  tener  los  mas  de  los  días,  no 
solo,  para  que  mui  de  espázio  platiquemos,  lo 


I  Pintura  exacta ,  de  los 
españolea  ,  que  so  llaman,  a 
su  antojo,  ckistianos  ,  i  pre- 
sumen mucho  de  serlo.  La 
causa  de  eso,  la  dize  ense- 
guida. 

í  Clérigos,  Frailes,  Teó- 
lopos, 

3  Mas  de  treszicntos  años 
liaze  ,  que  oslo  se  escribió  ;  i 
hasta  ahora,  no  han  mudado 
los  españoles  el  pellejo  do 


hipocresía,  con  que  disfrazan 
su  irrolijion.  Si{;uen  creyén- 
dose con  derecho  a  la  ploria, 
por  sér  tcrzíarios  ,  cortcsano.i 
de  María  ,  do  su  corazín ,  de 
sus  Flores ,  adoradores  de 
sanVizcnte  de  Paul,  de  santa 
Filomena,  de  la  medalla  mi- 
lagrosa ,  de  la  medalla  do 
Cliina,  de  la  sangre,  del  co- 
razón, etc.,  etc.,  etc. 


"A  CRISTIANA.  N  -231 

que  hoi  aquí  se  ha  tractado ;  mas  para  que  pa- 
semos mucho  adelante.  Porque  quiero  que  mi 
corazón  comienze  a  sentir  las  grandezas  de  Dios, 
i  se  despierto,  i  desvele,  en  la  profundidad  de 
los  misterios,  que  por  nosotros  ha  obrado:  para 
que  mas  conozca  mi  ingrititúd,  i  con  mas  amór, 
i  lijereza,  siga  su  Lei,  i  sus  Mandamientos,  i 
esté  mui  avisado  d'ellos,  i  aun  bien  aparejado 
para  lo  que  viniere,  si  la  Divina  misericordia 
nos  quisiere  castigrir,  i  ponér  en  cruz;  que  es- 
tonzes  se  vee,  quien  es  cada  uno.  Esto  me  ha- 
béis prometido  muchas  vezes:  obhgado  sois  a 
cumplirlo. 

DioMsio.  Que  eso,  i  mucho  mas,  se  hará 
por  vuestro  servizio:  pues  es  todo  para  gloria 
de  Dios:  agora  id  con  su  bendizión. 

Patrizio.   El  quede  con  vos. 


m  m 


neo  (/razias. 


238 


191.  El  f  Sermón  que  nuestro  Señór  Jcsu  Cristo  ' 
hizo  en  el  monte.  Traduzido  en  caste- 
-    llano  por  el  doctór  Constantino. 

Con  la  mayor  brevedad  que  nos  fué  posible, 
comprehcndimos,  en  cstaSumma,  todo  lo  prin- 
zipál,  i  lo  nezesarid,  que  Id  doctrina  cristiana 
contiene:  teniendo  respecto,  a  que  ni  la  proli- 
jidad del  volumen,  pusiese  fastidio,  a  quien  lo 
quisiese  leér;  ni  la  brevedád  diese  ocasión,  para 
,  que  dejásemos  de  tractár  cosa,  que  fuese  de 
mucha  importanzia.  De  manera,  que  podemos 
dczír,  que  si  en  las  palabras  es  breve,  en  la 
sentenzia  es  mui  largo.  Será  nezesario,  que  mu- 
chos do  los  que  lo  leyeren,  incurran  en  diver- 
sos estrcmos,  por  cáusa  de  la  diversidád,  que 
ellos  ternán  en  sí  mesmos  A  unos,  pareszerá 
cosa  breve,  a  otros  cosa  pesada.  Juzgaranla  por 
breve,  los  que  cjerzitaren  la  doctrina  cristiana, 
solamente  con  imajinazión  ;  i  midieren  la  gran- 
deza, i  hermosura  d'ella,  por  la  sobrehaz,  i 
pintura  de  fuera.  De  fuerza  es,  que  estos  tales, 
la  hora  que  se  persuaden ,  que  son  cristianos, 
suplan,  i  añadan  ,  en  gusto  de  palabras,  lo  que 
les  falta  de  gusto  de  obras.  Tenerla  han,  por 
pesada,  los  que  la  acometieren  a  obrar,  con  sola 
la  liviandad  de  su  corazón,  i  con  prcsumpzión 
de  sus  proprias  *  fuerzas.  Mas  aquellos,  que  con 
considerazión,  i  con  fé,  de  la  grandeza  d'osta 

1  Hiwmcs,  otra  edizión.  ^  proiihs ,  oU\  c¿'.7.'um. 


?í  DE  EL  MONTE.  ?í    '  239 

doctrina,  la  tomaron  en  las  manos;  ¡  con  pedir  • 
el  favór  al  Sefiór,  que  la  manifestó  en  el  mundo, 
la  quisieren  estudiár,  i  ponér  en  efecto;  de  cada 
palabra  d'ella,  sacarán  larga  lezión,  en  que  su 
pensamiento  se  emplee:  i  el  ejeríizio  de  las  mis- 
mas obras,  les  ofrezerá  •  grande  *  experienzia 
para  conozerla,  i  para  conoszerse.  Las  obras  del 
verdadero  cristiano  Son  tales,  que  ellas  mismas 
í  descubren ,  que  ftoii  enseñadas  del  zielo :  i  que  Foi.  192. 
lio  pueden  ser  piiestas  én  efecto,  sin  favór  venido 
de  allá  :  i  que  tienen'  por'  contrários,  por  estor- 
bo, i  por  enemigos,  la  carne,  i  la  misma  flaque- 
za del  hombre,  las  leyes,  i  costumbes  del  mun- 
do, las  astúziás,  i  podér  del  Demonio.  De  lo 
cuál  se  sigue,  manifiestamente,  ser  verdád  lo 
que  habernos  dicho,  que  fel  uso  d'estas  tales 
obras,  haze  grande  maestro  al  cristiano,  que, 
de  verdád,  i  con  zierto  ánimo  las  acoriietc:  i  le 
enseña  la  grandeza  de  la  doctrina :  lo  saca  de 
grandes  dubdas  lo  desen^'uelve  de  grandes 
marañas:  le  avisa  de  su  flaqueza:  í  le  humilla 
en  su  cofazóh :  dale  conoszimiento  de  las  indus- 
trias, í  cautelad,  de  sus  enemigos:  púnelo  en 
nezesidád  de  pedir  continuo  socorro:  i  dale  gran- 
de, i  zierto  sentimiento  d'él.  A  este  tal ,  cual- 
quiera doctrina  cristiana,  por  breve  quesea,  le 
dará  ocasión  de  grande ,  i  de  larga  materia,  pa- 
ra el  entendimiento,  i  para  las  obras.  Verdád 
es  ,  que  los  que  a  este  estado  han  llegado,  sue- 
len tomár  tanto  contentamiento  en  la  conside- 


1  Ofrcsccrá  :  olra  cd. 

2  espcrienzia :  otra  cd. ,  i 


íuegó  conoscerla. 
'  3  dudas,  ot.  cj. 


240  °A  DEL  SEnMÓN  DEL  SEÑÓft  ?» 

razión ,  i  contcmplazión  de  la  Lci  divina ,  que 
cualquier  libro  les  paresze  corto:  i  la  misma 
sed ,  que  tienen,  les  haze  buscár  avisos,  para  lo 
que  ignoran,  c  diversidades  de  cosas,  que  los 
despierten  a  mayór  conoszimiento,  lo  cuál  yo 
no  desalabo,  antes  me  paresze  mui  bién.  Otros 
hai,  que,  agora  sea  por  parte  de  su  rudeza,  ago- 
ra por  otra  ocasión;  leen,  i  oyen ,  muchas  cosas, 
'  .  que  no  las  entienden:  i  que  tienen  nezesidád 
do  mucha  diversidád,  i  manera  de  doctrina, 
aunque  la  sentencia  sea  una :  para  que  lo  que, 
por  una  manera,  les  es  obscuro,  por  otra  les 
sea  claro.  Los  unos,  i  los  otros,  tienen  mui 
grandísima  *  nezesidád  de  Icér,  i  oír,  cosas  fir- 
mes, i  do  zierta  doctrina,  porque  con  el  buén 
deseo  de  azcrtár,  no  den  consigo  en  caminos 
Foi.  193.  perdidos :  /  i  que  en  lugár  de  mayores  avisos, 
tropiczen  en  mas  zcguedád.  Para  este  fin,  i  con 
este  mismo  intento,  ya  tenemos  prometido  otro 
mas  largo,  i  mas  copioso  tractado,  el  cuál,  con 
ayuda  de  nuestro  Seüór  Jesu  Cristo,  cuyo  favór, 
señaladamente ,  para  estas  tales  cosas ,  es  menes- 
tór;  saldrá  presto  .a  luz.  Solamente ,  queremos 
aquí,  que  el  lector,  quede  desde  agora  avisado, 
que,  aunque  muchas  cosas  de  la  divina  Scrip- 
tura*,  así  del  viejo,  como  del  nuevo  Testamen- 
to, parezcan  entre  sí  diferentes  .doctrinas;  Ja 
mayor  parte  de  aquellas ,  vienen  a  reduzirse,  a 
la  que  ,en  este  libro  tractamos :  i  esta  es  el  fin, 


1  grande :  en  otra  cd.  3  parcscnn  cnírc  si  de  di- 

2  ScTiptura ,ansi  ;  en  otra  f érenles:  en  otra  ed. 
cdizidn. 


'A  EN  EL  MONTE.  9»  241 

i  el  intento,  i  la  prueba  d'ellas.  Ejemplos  po- 
dríamos poner,  en  muchas  cosas  de  los  sacriü- 
zios:  ea  muchas,  que  los  profetas  tractaron  :  en 
muchas  histórias;  i  en  muchos  psálmos.  Lo  cuál 
todo,  aunque  muchas  vezes  parezca,  que  con- 
tiene, entre  sí,  diferentes  doctrinas,  unas  de 
otras;  a  la  verdád,  después  de  entendido  el  in- 
tento, i  uso  d'ello;  se  vee,  no  ser  otra  cosa,  lo 
uno,  i  lo  otro,  sino  el  cumplimiento  de  los  Man- 
damientos de  Dios,  con  todo  lo  demás,  que  va 
scripto  en  esta  breve  Summa.  Dejáremos  los 
ejemplos  d'esto,  para  lugár  de  muyór  espázio; 
i  pomemos  solamente  uno,  que  es,  el  Seujión, 
que  nuestro  Redemptór  Jesu  Cristo  hizo  en  el 
Monto:  donde  está  comprendida  toda  esta  doc- 
trina, aunque  por  mui  diferentes  palabras.  Dife- 
rentes son,  al  parezér  * ;  mas  quien  lo  conside- 
rare, conoszerá  claramente,  no  ser  otra  cosa, 
sinó  una  exhortazión  eíicazisima ;  i  una  viva  de- 
clarazión  do  la  Lei ,  i  Mandamientos  de  Dios: 
tal,  cuál  convenía,  que  fuese  dada,  por  su  uni- 
jénito  Hijo,  luz,  i  Redemptór  *,  de  los  hombres. 
Por  ser  enseñada  por  tal  Maestro,  i  conlcnór  en 
si,  tan  grande  perfeczión,  i  aviso;  seria  razón, 
que  la  tuviese  el  cristiano,  mui  familiar;'  f  i  la  Foi. 
metieso  en  su  corazón  ,  teniéndola  por  continuo 
dechado  do  sus  pensamientos ,  i  obras.  Pares- 
zióme,  que  sería  bién  ponerla,  al  fin  d'este  li- 
bro, para  que  se  vea  la  conformidád  de  lo  que 
61  contiene,  con  la  doctrina  del  Redemptór;  L 

*  Olr.i  cd.  parescer.  '  luz  ,  i  redempción  :  en 

ulra  ed. 

16 


i'sl  sicn.>rÓN  m:\.  snSón  ?» 

(|ii(í  se.i  ellacl  cx.'imcn,  i  la  prueba,  la  dcclara- 
zion  ,  i  la  luz,  do  todo  lo  que  los  hombros  dije- 
len.  Bión  entiendo,  que  requeria  mas  copiosn 
docliua/.ión ,  do  la  que  al  presente  so  lo  puctlo 
dar :  mas  el  mismo  libro  tracta  la  mayór  parte 
de  toda  ella,  i  por  los  mismos  caminos,  i  las 
mismas  iutenzioncs;  porque  a  esto  se  tuvo  fin, 
^  cuando  escribíamos  este  Catezismo.  Lo  cuál  verá 
claramente  el  lector,  si  atentamente  lo  conside- 
rare, i  fuere  estudioso  deponerlo  en  obra.  Este 
Sermón,  entre  todos  los  que  nuestro  Redemptór 
predicó,  rcsplnndeszo,  como  sol  entre  las  estre- 
llas, por  las  zircunslánzias  con  que  fué  predica- 
do; por  los  misterios,  que  en  él  se  declaran; 
por  la  luz,  que  da  a  la  Lei;  por  lo  que  descubre 
do  la  voluntad  divina;  por  la  entereza,  que  pide 
al  cristiano;  por  la  muestra,  que  da,  'de  la  obra 
de  las  manos  do  Dios,  i  cuáles,  quiere  Él,  que 
sean  los  que  se  llaman  suyos;  por  el  destierro, 
i  condenazión,  que  pone,  a  la  prudenzia,  i  ambi- 
zión  de  la  carne,  en  querer  siempre  zegár  i  tov- 
zór  la  verdad,  i  grandeza,  de  la  Palabra  divina. 
I  asi  ',  los  sanctos  Doctores,  predicaron  siempre 
esto  Sermón;  como  cosa  tan  grande,  i  tan  im- 
portante; proponiéndolo  por  summa ,  i  recapitu- 
lazión ,  de  toda  la  doctrina  Evanjélica ,  i  por  fin, 
i  paradero ,  de  las  obras  del  Cristiano.  Por  el 
poco  lugar,  que  agora  tenemos,  i  la  brevedad, 
que  este  libro  demanda ;  solamente  traduzire- 
mos,  de  latin  en  roman^.e,  los  tres  Capítulos  de 
sant  Mateo,  en  que  este  sermón  está  comprc- 


1  ansi:  cu  (itra  o.l. 


"A  EN  EL  MONTE,  f*  243 

hendido:  poniendo,  primero,  algunos  avisos, 

que  darán  luz  al  leclór,  f  para  que,  con  mas  pro-  Foi.  ios. 

Yccho  la  lea. 

f  El  primero  '  aviso  es :  que  nuestro  Re- 
demptór,  en  este  Sermón,  descubre  cómo  la  hi- 
pocresía, i  prudenzia  carnál;  torzieron  mucha 
parlo  do  la  Lei  de  Dios,  por  dár  mas  freno  a  sus 
apetitos,  con  mala,  i  dañosa  seguridád,  déla 
conszienzia,  i  del  corazón,  de  los  que  quieren 
en  este  mundo  vivir  a  su  voluntád  ;  i  después, 
alcanzár  el  otro. 

^  Sea  el  segundo  aviso  :  que  nuestro  Re- 
demptór  da  a  entender,  en  esta  doctrina,  que  a 
cualquiera,  que  la  quisiere  poner  en  obra;  le 
seguirá  luego,  compañía  de  cruz,  i  que  se  le 
recrezerán  *  grandes  molestias,  por  parte  de  la 
carne,  i  del  mundo,  i  del  demonio. 

f  El  terzero  aviso  sea:  que  la  exzelenzia 
d'esta  doctrina,  convida  al  hombre  a  que  se  co- 
nozca; i  tenga  en  poco,  sus  proprias  fuerzas;  i 
vea,  cuán  diferente  cosa  es,  lo  que  el  Señór  le 
demanda,  de  la  vanidád  de  su  corazón:  i  con 
este  conoszimiento,  acuda  a  la  fuente  de  la  mi- 
sericordia, 1  en  todas  sus  obras  pida  favór,  i  so- 
corro, al  Authór  de  tan  sancta  Lei. 

C  El  cuarto  aviso  es:  que,  esta  doctrina  se 
ha  do  entendér  con  libertad  de  spíritu :  quiero 
dczlr,  que ,  no  todo  lo  que  ella  enseña,  se  ha  do 
cumplir,  así '  al  pié  de  la  -letra,  asiéndose,  a  la 
fuerza,  i  rigór,  desolas  las  palabras:  porqué, 
éstas,  pónense  para  leczión     i  para  aviso  del 


1  primér  :  en  otra  ed. 
1  recrescer»n  :  en  otra  cd. 


3  anH  :  en  otra  ed. 

4  leción:  tra  ed. 


lf~  sr:nMnN  dkl  sii.Ñón  S 
corazún,  i  no,  para  qnc  snporsliziosamontc  sean 
pucslas  en  obra.  Orijoucs  fué  rcproliendido,  quo, 
por  cumplir  lo  que  csLa  doctrina  manda,  nunra. 
■  quiso  tonér  dos  ropas:  lo  cuál,  si  él  hazla  eií- 
perstiziosamente,  creyendo,  que  de  oti'a  mane- 
ra no  se  podría  cumplir  el  Evanjelio;  está  claro, 
que  era  error.  Mas,  si  él  lo  hazía,  con  libertad 
de  spiritu  (como  se  debe  de  pensAr  de  tan  oxzc- 
lente  varón);  no  erraba  en  ello.  Lo  que  esta  doc- 
trina demanda,  es:  que  el  corazón  del  hombro 
tonga  en  si,  aquella  libcralidúd,  i  aquella  lar- 
Fni  193.  gueza,  /"que  aquí  so  le  pide.  Porque,  cuando 
él  la  tuviere,  el  mismo  spiritu ,  la  fé,  i  la  cari- 
dád ;  le  enseñarán,  i  le  avisarán,  la  medida  do 
^  las  obras,  en  la  cuál ,  ni  será  escaso,  ni  super.'^- 
tizioso;  porque  tiene  en  el  corazón  liberalidád 
para  todo,  i  sabrá,  que  la  Lci  de  Dios,  allí  haze 
su  fundamento  ,  i  de  alli  saca  las  obras.  Eslon- 
zes  tiene  el  hombre  libertad  de  spiritu ,  cuando 
está  informado  su  corazón ,  de  verdadera  fé,  i  do 
verdadera  caridád:  i  obedezo  *  con  alegre  áni- 
mo: i  sirve  con  grande  amór:  lo  cuál,  lo  bazo 
suavemente  *  obediente  :  lleno  de  caridad  ,  i  de 
obras:  dotado  de  buén  ejemplo:  confiado  en  la 
misericordia  de  Dios:  i  sin  servidumbre  de  su- 
perstizión. 

^  El  quinto  aviso  es  :  que  nuestro  Redemp- 
tór.  teniendo  considerazión,  al  desmayo,  i  fla- 
queza do  los  hombres,  i  a  los  grandes  trabajos, 
que  se  les  recreszen,  de  querer  guardár  la  Lei 


1  oiieilcscc:  "lT!í  cá.  errata  í\u  suniamnile ,  i  no, 

2  suamenle:  en  otra  ud.,      <]f  snnueiiieiile. 
que  me  li.vze  dudar ,  si  será 


«.  EN  EL  MONTE.  9»  245 

lio  Dios,  i  nunca  volver  atrás;  los  exhorta,  i  los 
anima,  con  magnificas  promesas ;  enseñándolos, 
cómo,  por  aquellos  caminos,  que  el  mundo  juz- 
ga por  miserables,  i  trabajosos  ;  se  alcanzu  la 
bienaventuranza  en  el  zielo:  i  cuan  diferentes 
son  los  juizios,  i  pareszér  del  mundo,  del  juizio, 
i  paroszcr  de  Dios,  azerca  de  aquellos  que  pactes- 
zen  on  esta  vida,  no  apartándose  de  los  Man- 
damientos, i  Lei  del  ziclo. 

f  VA  sexto  aviso  es:  que  para  el  cumplimion- , 
lo  d'esta  doctrina,  debe  el  hombre  ponér  los 
ojos,  en  quien  ¡a  predicó  en  el  mundo,  Jesu 
Cristo,  Redemptór,  i  Señor  nuestro.  En  todo  lo 
habernos  de  tomár  por  dechado,  por  ejemplo,  i 
por  esfuerzo  nuestro.  Él  es,  el  que  nunca  so 
apartó  de  la  voluntad  de  su  Padre.  El  es,  el  pcr- 
donadór  de  todas  las  ofensas,  i  injurias,  que  el 
mundo  le  hizo.  Él ,  aquél  Piélago  de  caridad,  sin 
medida,  para  amigos,  i  para  enemigos.  Él,  f  el  poi.  u;. 
perseguido  por  la  verdad,  i  por  la  justizia:  para 
que  de  la  injustizia,  que  contra  Él  usó  el  mun- 
do ,  resultase  justizia  para  nosotros.  É!,'cntrÍ5- 
ieszido  para  que  nosotros  fuésemos  alegres.  Él, 
el  que  lloró  nuestra  perdizión,  i  nos  redimió  *  a 
costa  suya.  Él  mismo,  es  aquél,  en  quien  el 
Padre  eterno,  como  en  cabeza  ,  i  mayorazgo  de 
los  hombres,  puso  todas  las  bienaventuranzas: 
para  que  estuviésemos  ziertos,  que  si  le  pares- 
ziamos,  en  la  obedienzia,  le  pareszcriamos  tam- 
bién en  el  premio.  Oigámosle,  pues,  como  a  En- 
scüadór,  i  como' Manifestador,  de  los  secretos,  i 

l  i  mis  redimió  lan  a  cosía  snj/t :  en  otra  cii 


246  SERJIÓS  DEL  SEÑOR  5 

voluntád  de  su  Padre.  Sigamos  Le,  como  a 
guía,  i  como  a  ejemplo  de  todo  bién.  Favorezca- 
mos nosd'Él,  como  de  fuente  de  nuestros  bienes, 
como  de  interzesór,  i  Abogado  nuestro:  i  siempre 
en  nuestra  Orazión,  vaya  adelante  su  meres- 
zimiento,  su  muerte,  i  su  sacrifizio:  para  que  asi « 
como  nosotros  oimos  por  Él,  la  voluntád,  i  Lei  do 
6u  Padre ;  así  *  en  Él ,  i  por  Él ,  seamos  oídos. 

Sigúese  el  Sermón  del  Señor  en  el  Monte: 

Matthei.  V. 

Viendo  Jesús  las  compañas ,  subió  en  el 
Monte ,  i  como  se  hobiese  ^  asentado,  alle- 
gáronse a  Él  sus  Diszípulos,  i ,  abriendo  su 
boca,  enseñábales*,  diziendo. 

I.  ^  Bienaventurados  los  pobres  en  el  spl- 
rilu,  porque  d'ellos  es  el  Reino  de  los  zielos. 
T   Pobres  en  spiritu ,  los  humildes. 

U.  ^  Bienaventurados  los  mansos ,  porque 
ellos  heredarán  la  tierra. 

III.  ^  Bienaventurados  los  que  lloran ,  por- 
q,ue  ellos  serán  consolados. 

IV.  Bienaventurados  los  que  tienen  ham- 
bre, i  sed,  de  justizia  :  porque  ellos  reszi- 

Foi  198  birán  hartura. 


1  antl :  en  otra  ed.  eanj'Ca. 

2  utiue  ;bubtese  I :  en  otra 


•J^  EN  EL  MONTE.  »  247 

^  Bienaventurados  los  misericordiosos,  A 
porque  ellos  alcanzarán  misericordia. 

^  Bienaventurados  los  limpios  do  cora-  \ 
zón,  porque  ellos  verán  a  Dios. 

^  Bienaventurados  los  pazíQcos :  que  > 
ellos  serán  llamados  hijos  de  Dios. 

^    Bienaventurados  los  que  padezen  per-  ^ 
secuzión  por  la  justizia,  porque  d'ellos  es  el 
Reino  de  los  zielos.  . 

T   Padcszcr  por  la  justizia,  es,  ser  perseguido 
por  obras  justas,  i  verdaderas. 

^  Bienaventurados  sois,  cuando  os  in- 
juriaren los  hombres,  i  os  persiguieren  ,  i 
dijeren  muchos  males,  contra  vosotros:  i 
esto  dijeren,  por  mi  cáusa,  i  mintiendo. 
Alegráos,  i  gozáos,  porque  vuestro  premio, 
abundante  es  en  los  zielos.  D'esta  manera 
persiguieron  a  los  profetas,  que  fueron  ante 
de  vosotros. 

T  Házese,  aquí,  diferenzia,  de  cuando  padesze 
el  hombre  por  su  culpa,  a  cuando  padeszc  sien- 
do innozente:  i  los  que  le  persiguen,  mienten  en 
sus  injurias,  i  acusazión. 

^  Vosotros  sois  la  sal  do  la  tierra  :  i  si 
la  sal  pierde  su  sabór',  ¿con  qué  podrá  ser 
salada?  Para  ninguna  cosa  aprovecha,  de 
ahí  adelante,  sinó  para  que  sea  fuera  alan- 
zada, i  pisada  de  los  hombres. 


248  SERMÓN  DEL  SEÑÓU  ^ 

I  Señálase  el  oGzio ,  las  propriedades,  i  con- 
diziones,  que  ha  de  tener  el  Perlado,  i  Ministro 
del  Evanjelio  *. 

^  Vosotros  sois  luz  del  mundo  :  no  pue- 
de la  ziudád,  que  está  edificada  en. el  mon- 
te, ser  escondida  ;  ni  enziendenMa  candela, 
-  i  la.  ponen  debajo  del  aimüd,  sino  sobre  el 
candelero,  i  da  luz  a  todos  los  que  están 
en  casa.  De  tal  manera  resplandezca  vues- 
tra luz,  delante  los  hombres,  para  que  vean 
vuestras  buenas  obras,  i  den  gloria  a  vues- 
tro Padre,  que  está  en  los  zielos. 

XII.  '  ^  No  penséis,  que  fué  mi  venida,  para 
destruir  la  Lei,  o  los  Profetas.  No  vine  para 
destruir,  sinó  para  cumplir.  Digo  os,  de  ver- 

Foi.  190.  dád,  ante  pasará  el  zielo,  ^  i  la  tierra,  que 
una  jota,  o  un  punto  de  la  Lei ,  se  deje  de 
cumplir ,  basta  que  todas  las  cosas  sean 
hechas. 

XIII.  ^  Cualquiera,  pues,  que  quebrantare 
uno  d'estos  Mandamientos  pequeños,  i  asi,  lo 
enseñare  a  los  hombres;  pequeño  será  11a- 

1  No,  mo  parezc.  Scíiálaic, 
aquí,  el  cfizio  de  (odoí  ¡os 
.cristianos,  que  deten  impe- 
dir la  putrcfaczión  del  mun- 
do, i  ser  así  la  sal  de  él.  Si 
los  ct  islianos ,  so  hazen  in- 
dignos de  su  nombre,  i  voc.-i- 
zión ,  i  cspiritualmcntc  cor- 
rompidos ;  ya  no  pueden  vol- 
ver a  iaionarse ;  por  lo  mis- 


mo, que  no  tienen  ensoñado- 
res ,  ni  Rufas,  en  la  tierra.  Su 
Ensfñadór  único  ,  Cris- 
to. Él  es  ,  su  único  Maestro, 
i  Pastíjr :  el  Espíritu  de  Cris- 
to, tu  gnla.  Los  cristianos  to- 
dos ,  ilcbcn  ser  (o  no  serán 
nislianosj ,  cnscñadorcs ,  i 
g'ilas,  i  sal ,  i  tu: ,  de  la 
tierra. 


*  EN  EL  MONTE.  249 

mado  en  el  Reino  de  los  zielos.  El  que  obra- 
re ,  i  enseñare ,  este  será  llamado  grande 
en  el  Reino  de  los  zielos. 

T  La  autoridád ,  que  tiene  la  palabra  de  Dios, 
i  la  pena  de  quien  la  falsa,  i  le  quita  sus  quilates. 

^   Digo  os,  de  verdád,  que  si  no  fuere  XlV. 
mayór  vuestra  justizia  i  que  la  de  los  Scri- 
bas,  i  Phariseos,  no  podéis  enlrúr  en  el 
Reino  de  los  zielos. 

í   La  diferenzia,  que  hai,  de  la  verdadera 
sanctidád,  a  la  que  los  hipócritas  tienen. 

^  Oído  habéis,  que  fué  dicho  a  los  an-  xv. 
tiguos,  «no  matarás  :  cualquiera,  que  ma- 
tare, quedará  obligado  a  juizio. »  Yo  digo, 
a  vosotros:  que  cualquiera  ,  que  se  airare 
contra  su  hermano,  será  obligado  á  juizio. 
Cualquiera ,  que  dijere  contra  su  hermano 
apuntamiento  de  injuria ,  será  obligado  a 
oonzilio.  Cualquiera  que  le  dijere  loco  ,  será 
obligado  a  la  llama  del  Infierno. 

T  Por  juizio,  entiende  aqui  el  Juzgado,  donde 
había  pocos  juczes,  i  era'liviana  la  pena.  Por  oon- 
zilio, entiende  el  Juzgado,  donde  todos  los  Juc- 
zes juzgaban ,  como  en  cosa  de  mas  cualidád. 
Añade  nuestro  Redemptór,  sobre  estos  dos  jui- 
zios,  el  tormento  del  infierno. 

I   Pues,  si  llevares  tu  ofrenda,  al  altár,  xvi. 
c  ahí  te  viniere  á  la  memoria ,  que  tu  pró- 
jimo tiene  alguna  razón  de  enojo,  contra  lí; 


250  »  SEKJlüN  DEL  SEÑÓn.  9» 

deja  allí  la  ofrenda  delante  del  allár,  i  ve, 
i  reconzüiate  primero  con  lu  hermano:  i, 
cuando  esto  hayas  hecho  ,  ven  ,  i  ofresze  lu 
ofrenda.  , 

T  Este  es,  cncareszimiento,  i  verdadero  loor 
de  la  Carid.kl :  en  que  se  declara,  que  ella  ha  de 
ir  en  la  delantera,  para  todas  las  buenas  obras, 
como  uno  de  los  mayores,  i  mas  prinzipales  fun- 
damentos de  todas  ellas. 

XVII.  T  Conziértate  con  tu  adversario ,  do 
presto,  entre  tanto,  que  estuvieres  en  el  ca- 
mino con  él :  porque ,  por  ventura  ,  lu  con- 

i'oi.  üoo.  trário,  f  no  te  lleve  delante  del  Juéz ,  i  el 
Juéz  te  entregue  al  ministro,  i  seas  metido 
en  la  cárzel.  DIgote  de  verdád,  que  no  sal- 
drás de  all!,  hasta  que  hayas  pagado,  hasta 
el  último  cuatrín, 

^  En  esto  se  nos  enseña,  con  cuánta  dilij<;n- 
zia,  habernos  de  procurár,  que  no  se  rompa  la 
caridád:  i  el  peligro,  que,  de  no  hazerlo,  nos 
puede  venir.  Pónese  por  ejemplo,  señaladamen- 
te, la  materia  de  los  pleitos:  que  suelen  ser  oca- 
siones, de  muchos  males.  Son  en  él ,  particular- 
mente reprehendidos,  los  deudores  avarientos, 
que  no  quieren  pagar  lo  que  deben,  sin  pleitos, 
i  sin  contiendas.  Es  ejemplo  universál  para  mu- 
chas otras  cosas. 

XVIII.  T  Oístes ,  que  fué  dicho  á  los  antiguos. 
«No  cometerás  adulterio.»  Yo  digo  a  vos- 
otros: que  todo  aquél ,  que  mirare  a  la  mii- 


"A  EN  EL  MONTE.   N  251  ' 

jer  para  cobdiziarla ,  ya  cometió  adullerio 
contra  *  ella,  dentro  de  su  corazón.  Pués, 
si  tu  ojo  derecho,  fuere  escándalo  para  tí, 
sácalo ,  i  lánzalo  ^  fuera.  Porque  mejor  te 
será ,  que  uno  de  tus  miembros  perezca; 
que  ser  todo  tu  cuerpo  ¿chado  en  la  llama 
del  infierno.  I  si  tu  mano  derecha,  te  escan- 
dalizare; córtala  i  alánzala  de  tí:  mejór  te 
será,  que  perezca  uno  de  tus  miembros, 
que  ser  echado  todo  tu  cuerpo  en  el  In- 
fierno. 

T  Enséñanos  el  Redemptór:  que  el  orijen  ,  i 
fuente  de  los  pecados,  está  en  los  corazones  :  i 
que  estos  habernos  de  tener  limpios :  porque  no 
aprovecha  guardar  las  manos  de  la  mala  obra,  si 
no  guardamos  el  corazón  del  mal  deseo.  Mánda- 
nos, juntamente,  que  con  grande dilijenzia  evi- 
temos las  ocasiones  do  los  pecados,  aunque  sea 
con  desabrimiento,  i  con  costa  nuestra. 

^  Dicho  está.  «Cualquiera,  que  des-  xix. 
echare  a  su  mujér ,  de  lo  carta  de  quita- 
zión,»  Yo  digo  a  vosotros ,  que  todo  aquél, 
que  dejare  a  su  mujér,  s¡  no  fuere  por  cáusa 
de  fornicazión,  haze,  que  ella  sea  adúltera: 
i  el  que  se  casare  con  ella,  comete  adul- 
lerio. 

<  con  ella:  en  otra  cd.  S  corta  le  la:  en  otra  cd. 

*  i  alánzalo :  en  otra  ed. 


"■jÍ  SEUIKÍN  DliL  SEiÑÓn  ?5 

Enséñasenos,  en  esto,  la  grande  concordia 
del  matrimonio:  i  con  cuanta  caridad,  ¡  pazicn- 
zia,  se  deben  de  sofrir  entre  si,  el  marido,  i 
la  mujer:  i  con  cuanta  dilijenzia  se  ha  de  pro- 
Foi. üOi.  curar  f  la  pnz.  1  Nótase,  asimesmo  cuan  in- 
disoluble vinculo  es  este:  cuanto  ama  Dios  la 
sancta  compañía  de  los  junctados  en  matrimo- 
nio: pues,  ninguna  cosa  permito  que  la  rompa, 
sino  solo  ^  el  adulterio.  De  lo  cuál,  habernos  de 
entender,  cuán  abominable  cosa  es,  este  crimen, 
para  delante  los  ojos  de  la  Majestad  divina. 
XX.  ^  Ilcm  ,  habéis  oído  que  fué  dicho  a  los 
antiguos:  «No  te  perjurarás,  i  cumplirás 
con  el  Soñór  lo  que  jurares.»  Yo  digo  a 
vosotros :  que  en  ninguna  manera  juréis:  ni 
por  el  zielo,  porque  es  trono  de  Dios:  ni 
[)or  la  tierra ,  porque  es  estrado  de  sus 
piés  :  ni  por  Jerusalém  ,  porque  es  ziudúd 
del  gran  Re¡.  Ni  jurarás  tampoco,  por  tu 
cabeza,  porque  no  es  en  tu  poder,  hazcr  un 
cabello  blanco ,  ó  negro.' Será  vuestro  ha- 
blar: «Ansí  es:»  o,  «no  es  ansí.»  Lo  que 
de  mas  d'esto  se  añade,  de  mala  raíz  pro- 
zede. 

^  Prohibense,  en  esta  doctrina,  los  lomera- 
rios  juramentos,  i  que  so  hazen  sin  justo  fin,  i 
sin  justa  causa,  i  enséñase  nos,  junctamenle, 


'  aiifrír:  en  nUa  cd. 

-  ansi  mismo:  en  olr.i  cd. 


5  stilii :  en  otia  c(l. 


•  *A    EN  EL  MONTE  ?8  253- 

(jun  ol  juramento  hecho,  por  justa  causa  S  lia 
(le  ir  cncaminailo  a  gloria  ilc  Dios :  i ,  por  esto, 
no  habernos  do  jurár  por  otro  nombre,  sino  por 
el  /suyo:  porque  esta  es  gloria,  i  dignidad  ,  que 
a  Él  solo,  so  le  debe. 

^  Oído  habéis,  que  fué  dicho.  «Ojo  por  XXI. 
ojo:  i  diente,  por  diente.»  Yo  os  digo,  a 
vosotros :. que  no  resistáis  al  mal:  antes,  si 
alguno  te  diere  una  bofetada ,  en  tu  mejilla 
derecha,  ofrézele  la  otra.  I  al  que  quisiere 
contendér  contigo,  por  pleito,  i  llevarte  tu 
sayo,  déjale  también  la  capa.  I,  si  alguno 
le  llevare,  por  espázio  de  mil  pasos;  ve  con 
él  dos  mil.  AI  que  te  pidiere,  darás:  no  des- 
echarás ,  al  que  te  pidiere  emprestado. 

1  A.1  prinzipio,  dijimos  la  manera,  con  que 
se  han  de  tomár  estos  encareszimientos:  porque 
son  doctrina  para  el  corazón :  el  cuál  ha  de  es- 
tiir  tan  liberal,  i  tan  ensanchado,  i  tan  informa- 
do de  cariddd,  que  nunca  se  determine  de  dár 
mal,  por  mal:  ni  a  vengar  su  propria  injuria:  i 
que  esté  aparejado  para  todas  aquellas  obras, 
que  aquí  se  ponen:  i  para  ponerlas  *  ansí  cu 
efecto,  antes  que  admitir'ofensa  de  Dios,  i  que- 
brantamiento de  sus  Mandamientos.  Cumplir  las 
obras,  así  a!  pié  do  la  letra,  no  es  siempre  nn- 


t  Xo  liiii  ciiisa  jiisU,  que 
ju.-lifi.iiic  ti  juramento.  Ni 
me  parcze,  (arísaismo  dc- 
xir,  (|iie  todo  juramrnto,  rstá 


vedado,  ahí  en  la  iloctrina 
do  Cristo;  cJara,  i  terminan- 
temente. 
'  poneüas :  tn  otra  ed. 


254  SEUMÓN  DEL  SEÑOR  9» 

Fol. 202.  zcsario:  sinó  f  en  el  caso,  que  habernos  dicho: 
i  obligarnos  nosotros  mcsmos  a  ello,  seria  su- 
perstizión.  Es  el  encareszimieuLo  tan  grande, 
porque  habla  con  el  corazón ,  i  con  la  disposizión 
del  i'inimo ;  al  cuál  no  se  le  pono  tasa  en  la  Lci 
de  Caridad. 

XXll.  ^  Oído  habéis,  que  fué  dicho.  «Amarás 
a  tu  pi'ójiino,  i  aborrezerás  a  tu  enemigo.» 
Yo  *  os  digo  a  vosotros :  amád  a  vuestros 
enemigos:  orádbién,  a  los  que  os  maldi- 
zen:  hazéd  bién,  a  los  que  os  aborrezen: 
hazéd  orazión,  por  ios  que  os  perjudican ,  i 
los  que  os  persiguen:  porque  seáis  hijos  de 
vuestro  Padre,  que  está  en  los  zielos :  El 
cuál,  deja  salir  su  sol,  sobre  buenos,  i  so- 
bre malos :  i  envía  lluvia  sobre  justos,  i  so- 
bre injustos.  Porque  ,  si  solamente  amáre- 
des,  a  aquellos ,  que  os  aman,  ¿qué  premio 
tenéis  por  ello?  ¿Por  ventura,  no  hazen  esto 
mesmo  2,  los  publícanos?  I  si  solamente  sa- 
ludáredes,  i  tractáredes  amigablemente,  a 
vuestros  hermanos ,  ¿qué  cosa  de  ventaja 
liazeis?  ¿Por  ventura  ,  no  hazen  esto  mismo 
los  publícanos?  Seréis,  pues,  vosotros,  per- 
fectos, como  es  perfecto  vuestro  Padre,  que 
está  en  los  zielos. 
T   Clara  es,  esta  doctrina,  del  amor  que  debo 


*  Yo  (ligo  :  en  otra  cd. 


^  mismo:  en  otra  cd. 


°A  DE  EL  MONTE.  9»  255 

tenéi*  d  cristiano,  con  amigos ,  i  Cón  eneúiigos; 
aunque,  én  las  obras,  mui  obscura  es,  por  lo 
poco  que  se  platica.  La  persuasión,  que  para  ello, 
nuestro  Redemptór  propone;  es  de  si,  eficazísi- 
ma:  pues  nos  pone  por  ejemplo,  a  su  Padre  zo- 
lestiál:  que  a  ningunó  tracta  como  a  enemigo, 
siendo  ofendido  de  íodós.  A  Él  habernos  de  imi- 
tár,  si  queremos  prcziarnos  d'este  nombre  do 
hijos  suyos.  '  ' 

T  CAPITULO  VI.  XXUI. 

Mirád  bién ,  que  no  hagáis  vuestra  li- 
mosna, en  presenzia  de  los  hombres,  para 
ser  vistos  d'ellos:  porque,  de  otra  manera, 
no  tenéis  premio  de  mano  de  vuestro  Padre, 
que  está  en  los  zielos.  De  manera,  que  cuan-  ' 
do  tu  hizieres  limosna,  no  vaya  la  trompeta 
pregonándolo,  delante  de  tí;  de  la  manera 
que  lo  hazen  los.  [.  hipócritas ,  en  las  con-  F01.203. 
gregaziones,  i  conventículos,  para  ser  de 
los  hombres  glorificados.  Digo  os ,  do  vor- 
dád ,  que  ya  tienen  su  galardón.  Empero, 
lá,  cuando  hizieres  limosna,  no  sepa  tu 
mano  izquierda ,  lo  que  haze  tu  derecha: 
porque  tu  limosna  sea  en  secreto  :  i  tu  Pa- 
dre, el  que  lo  vee  en  secreto,  Él  te  lo  pa- 
gue en  pública  plaza^  .. 

^  No  se  prohiben,  en  estadotrina,  los  bue- 
nos ejemplos:  sinó  enséñasenos,  cuAn  peligroso 


25G  5R.  SERMÓN  DEL  SEÑÓU  ?» 

i  cuán  ordinario  vizio  es,  el  de  la  vanagloria:  i 
cómo,  esta  polilla,  suelo  muchas  vezes  acompa- 
ñar las  limosnas,  i  buenas  obras:  i  ser  el  fin, 
que  muchas  personas  pretenden  por  ellas.  La 
malizia  de  nuestro  corazón  es  tanta,  que  debe- 
mos estar  siempre  avisados,  do  guardarnos,  do 
la  ocasión  de  la  vanagloria :  la  cual  suele  pro- 
zedér,  comunmente,  de  las  lisonjas,  i  loores,  de 
los  otros  hombres.  I  asi  es  sano  consejo,  que 
las  limosnas  ,  i  buenas  obras  que  los  hombres 
j;;  suelen  luego  encareszér,  o  loár  con  palabras;  las 
hagamos  secretamente:  i  quien  este  consejo,  me- 
nosprezia,  menosprezia  la  doctrina  de  Jesucristo, 
que  sabe  mejór,  que  nosotros  mesmos  *,  lo  que 
conviene  para  nuestra  salud,  i  lo  que  cáusa  la 
enfermedad. 

XXIV.  T  ■  Semejantemente,  cuando  orares,  no 
serás  como  los  hipócritas ,  porque  estos  sue- 
len estár  orando  en  los  ayuntamientos,  i 
rincones  de  las  plazas,  para  quo  los  vean  los 
hombres.  Digo  os,  deverdád,  que  tienen 
su  galardón.  Tú,  cuando  oras,  entra  en  tu 
retraimiento ,  i  zerrada  tu  puerta  ,  haz  ora- 
zión  a  tu  Padre,  en  oculto  :  i  tu  Padre,  que 
lo  vee  en  oculto ,  te  dará ,  en  público ,  el 
premio. 

^  La  misma  pestilenzia  de  vanagloria ,  que 
suele  dañár  las  obras  de  caridád,  hechas  en  fa- 
'•vór  del  prójimo,  suele  también  ser  destruizión 


1  avsl  :  en  otra  ed. 


'  mimo* :  en  otra  ed.;. 


'A  EN  EL  MONTE.  257 

para  las  otras  »  obras  del  culto  divino:  como  es, 
de  la  orazión,  en  quien  nuestro  Rcdemptór  pono 
ejemplo.  Mucha  mayór  vanagloria  es ,  la  que 
suele  pelear ,  i  venzér  por  este  camino  ,  que  por 
otro  alguno  de  las  otras  obras.  Así*  dize,  en 
otra  parte,  nuestro  Redemptór  :  que  comían  los 
Fariseos,  las  casas  de  las  viudas,  con  título  do 
sanctidád;  el  cuál  ellos  adquirían,  vendiéndose 
por  hombres  de  larga  orazión;  para  esto  enseña 
el  Hijo  de  Dios,  /  que  huigamos  de  semejante  F0I.201. 
vizio:  i  no  demos  ocasión  a  vana  lisonja,  ni  a 
vanagloria. 

^  Cuando  oráredes ,  no  gastéis  muchas  XXV. 
palabras,  como  hazen  los  jentiles ,  pensando,  - 
que  por  hablár  mucho ,  serán  oidós.  No 
seáis,  pués,  semejantes  a  ellos,  porque  bién 
sabe  vuestro  Padre ,  aquello ,  de  que  vos- 
otros tenéis  nezesidád ,  ante  que  Le  pidáis. 
Orareis ,  en  esta  forma.  Padre  nuestro ,  que 
estás  en  los  zielos :  tu  nombre  sea  sancti- 
ficado.  Venga  el  tu  Reino.  Ansí  se  haga,  en 
la  tierra,  tu  voluntád  ,  como  se  haze  en  el 
zielo.  Nuestro  pan,  de  cada  dia  ,  danos  lo 
hoi.  I  perdónanos  nuestras  déudas,  ansí  co- 
mo nosotros  perdonamos  a  '  nuestros  deu- 


1  F.n  el  antiguo  impreso  do 
1551.,  qiic  C8  mi  orijinál,  di- 
ze, por  errata,  probablemen- 
te ,  para  las  obras.  Pero  en 
la  edizión  del  cjcmplár,  que 
se  conserva  en  Dublin,  dize: 
paro  las  oirás  obras. 


2  Ansí,  en  otra  ed. 

3  Fa'Ua  la  preposizirtn  a, 
en  el  impreso  antiguo  ;  pero 
claramente  por  errata.  Véase 
'la  pájina  180,  i  c!  fólio  íii, 
en  el  ejcmplár  de  la  otra  cd. 


258  '<R  SERMÓN- DEL  SEÑÓH.  ?» 

dores,  l  no  nos  traigas  en'  tehtazión.  Sino  . 
líbranos  del' mal.  Amén.  Porque  si' pei'doná.- 
redes  sus  pecados ,  a  los  hombres ;  el  Padre 
zelesliál  perdonará  a  vosotros.  Mas,  si  vos- 
otros no  perdonáredes  a  los  hombres  sus 

.  pecados;  ni  vuestro  Pádí-e  perdonará,  a  vos- 
otros, los  vuestros.  ■ 

.  V  lista  es  doctrina  del  valór,  i  eücázia  de  la 
Orazión.  Enséñasenos,  aquí,  como-,  no  por  mu- 
chas palabras  son  los  hombres  mas  oídos,  sinó  por 
. ,  ser  la- Orazión  hecha  con  mayór  fó,  con  mayór 
conoszimiento,  i  con  mayór  humildád:  i  que  la 
^  largura  déla  Orazión,  mas  se  mide  por  el  cora-í 
zón,  que  por  la mu'ltiplícazión  de  palabras.  Dá- 
nos  forma,  i  manera,  cómo  habernos  de  orár: 
de  donde  se  saca  cuán  grande  debe  de  ser,  la 
estima,  que  habernos  de  tcnór  do  esta  breve  Ora- 
zión que  el  Redcmptór  del  mundo  enseñó  :  cuya 
declarazión  pusimos  arriba  en  este  presente  Li- 
bro; según  que  Dios  nos  lo  dió  a  entendér. 

XXVI.  ■ .  ^  Cuando  ayunáredes ,  no  seáis  ifistes '  " 
cómo  los  hipócritas,  los  cualos demudan  sus 
jestos,  para  que  los  hombres  veaii,  que 
ayunan.  Digo  os,  de  verdád  ,'que  tienen  su 
galardón.  Mas ,  tú ,  cuando  ayunares ,  unjo 
tu  cabeza ,  i  lava  tu  rostró,.  porljüé  los  hom- 
bres no  vean,  quo- ayunad", 'sihd  tu  Padre, 
el  que  está  en  oculto :  i  tu' Padre ,  el  que 


ÍR.  EN  EL  JIONTE.  S  259 

lo  vee  ,  en  secreto ,  te  dará  la  paga ,  en  pú- 
blico. 

T  Lo  mismo  ensena  aquí,  azerca  del  ayuno, 
que  enseñó,  f  primero  azerca  de  la  limosna,  i  Foi.  200. 
de  la  orazión:  que  huigamos  la  hipocresía,  i  va- 
nagloria, i  estima  del  mundo;  porque  no  ven- 
gamos a  zebarnos ,  i  a  contentarnos  con  esto:  i 
esto  mismo,  se  nos  dé  por  premio.  Es  regla  je- 
nerál,  para  el  fin,  que  ha  de  pretendér  el  hom- 
bre, en  sus  obras. 

^  No  alleguéis,  vuestros  thesoros,  en  la  xxvil. 
tierra ,  donde  *  la  carcoma ,  i  la  polilla  cor- 
rompen 2;  i  donde  los  ladrones  cavan ,  i 
hurtan :  mas  ponéd  vuestros  thesoros  en  el 
zielo ,  donde  ni  la  carcoma ,  ni  la  polilla 
corrompen  \  i  donde  los  ladrones  no  cavan, 
ni  hurtan :  porque  donde  estuviere  vuestro 
thesoro ,  allí  estará  vuestro  corazón. 

T  Jenerál  doctrina  es,  para  todas  nuestras 
obras: — quo  no  las  encaminemos,  a  intereses  de 
la  tierra:  porque  todo  esto  es  perezedero,  i  sub- 
jecto  a  grandes,  i  ziertos  peligros.  Que  busque' 
mos  los  bienes  del  zielo ,  que  en  ninguna  ma- 
nera se  pueden  perder. 

^   La  candela  del  cuerpo  es  el  ojo.  De  xxvill. 
manera,  que  si  tu  ojo  fuere  simple,  será  res- 
plandeszieote  todo  tu  cuerpo.  Mas ,  si  fuere 
malo  tu  ojo,  todo  tu  cuerpo  será  tenebroso. 


I  adonde:  en  otra  c<l. 


2  corrumpen  :  en  otra  ed. 


EN  EL  MONTE.  >»  259 

lo  vee  ,  en  secreto ,  te  dará  la  paga ,  en  pú- 
blico. 

T  Lo  mismo  enseña  aquí ,  azerca  del  ayuno, 
que  enseñó,  f  primero  azerca  de  la  limosna,  i  Foi.  200. 
de  la  orazión:  que  huigamos  la  hipocresía,  i  va» 
nagloria,  i  estima  del  mundo;  porque  no  vcn- 
gomos  a  zebarnos,  i  a  contentarnos  con  esto:  i 
esto  mismo,  se  nos  dé  por  premio.  Es  regla  je- 
nerál,  para  el  fin,  que  ha  de  pretendér  el  hom- 
bre, en  sus  obras. 

I  No  alleguéis,  vuestros  thesoros,  en  la  xxvil. 
tierra ,  donde  *  la  carcoma ,  i  la  polilla  cor- 
rompen 2;  i  donde  los  ladrones  cavan ,  i 
hurtan :  mas  ponéd  vuestros  thesoros  en  el 
zielo ,  donde  ni  la  carcoma ,  ni  la  polilla 
corrompen  2;  ¡  donde  los  ladrones  no  cavan, 
ni  hurtan :  porque  donde  estuviere  vuestro 
thesoro,  allí  estará  vuestro  corazón. 

T  Jenerál  doctrina  es,  para  todas  nuestras 
obras:— que  no  las  encaminemos,  a  intereses  de 
la  tierra:  porque  todo  esto  es  perezedero,  i  sub- 
jecto  a  gi-andes,  i  ziertos  peligros.  Que  busque • 
mos  los  bienes  del  zielo ,  que  en  ninguna  ma- 
nera se  pueden  perder. 

^   La  candela  del  cuerpo  es  el  ojo.  Do  XXVIII. 
manera,  que  si  tu  ojo  fuere  simple,  será  res- 
plandesziente  todo  tu  cuerpo.  Mas ,  si  fuere 
malo  tu  ojo,  todo  tu  cuerpo  será  tenebroso. 


1  adonde:  en  otra  cd. 


2  corrumpcil :  en  otra  ed. 


260  'A  SERMÓN  DEL  SESÓA.  9» 

Pues,  si  la  lumbre,  qbe  es  en  ti,  ^on  ti- 
nieblas; las  mismas  tinieblas,  ¿qué  tan  gran-' 
des  serán  ? 

'  t'  Con  hermosa  comparazión'  declara,  cuán 
grande  nezesidád  tenemos,  que  la  intenzión  de 
'  nuestro  ánimo  est6  simple,  derecha,  i  conforme, 
con  la  voluntád  de  Dios,  j.cofi  la  obedienzia  de 
sus  Mandamientos:  i  cómo,  de  la  simplizidád,  i 
caridád,  d'esta  tal  intenzión,  resulta  válór,  i 
lustre,  á  todas  las  otras  obras:  i,  por  el  contra- 

'  V.'':  rio,  cuando  ésta  está  torzida;  todo  lo  de  más 
está  tcsrzido;,  i  obscuro ,  por  mücho  que  procu- 
remos pintarlo,  en  las  obras  i!  muestras  de 
fuera. .,  ■  •  •  ■■ .  '  '  -  i       •  •       ■  ' 

.  XXIX  ■  1"  Ninguno  puede  servir  a  dos  Señores; 
porque  o  aborreszerá  el  uno,' i  amará  al 
otro;  o  allegará  se  al  uno,  i.m.enospreziará 
al  otro.  No  podéis  servir  a  Dios,  ¡  a  las  ri- 
quezas. 

«f  Demuestra  cuán  grande  peligro  es  el  de  la 
avarizia:  i  cómo,  por  causa  ¿'ella,  muchos  se 
olvidan  de  Dios,  i  de  la  guardu  de  sus  Man- 
damientos. Estos  son  aquellos,  que  sin  la  regla, 
i  sin  la  medida,  con  que  Dios  permite,  que  bus- 

^   quemes  lo  nczesario;  ponen  su  afizión,  i  sucs- 

Foi.  200  peranza^  en  la  hazienda:  i  pnreszc  que  hazert 
,  d'ella  otro  Dios;  i  así  *  la  qbedeszen,  i  tienen 

por  tal,  como  en  competenzia,  i  eu  igualdád^ 
del  verdadero  Dios,  i  verdadero  Sefiór.- 


1  ansí :  en  otra  cd. 


.  ».  EN  EL  MO.NTE.  S  Í2G1 

^,  Por  tanto ,  os  digo,  que  no  seáis  so-  xxx. 
lízitos,  para  vuestra  vida,  de  lo  que  habéis 
de  comér,  i  habéis  de  bebér:  ni,  para. vues- 
tro cuerpo ,  de  lo  que  habéis  do  vestir.  ¿Por 
ventura,  no  es  la  vida,  mas ,  que  el  man- 
jár ;  i  el  cuerpo  mas ,  que  la  vestidura? 
Volved  los  üjos ,  a  las  aves  del  zielo ,  que  ni 
siembran ,  .ni  cojen ,  ni  amontonan  en  las 
trojes ,  i  vuestro  Padre  zelestiál ,  les  dá  de 
comér.  ¿Por  ventura,  no  sois  vosotros,  mas 
aventajados,  que  ellas?  ¿  Quién  de  vosotros, 
con  su  solizitüd,  puede  añadir  un  cobdo  a 
su  estatura?  De  la  vestidura,  también,  ¿para 
qué  tenéis  congoja?  Parád  mientes,  en  los 
lirios  *  del  campo ,  cómo  creszen ,  sin  tra- 
bajár,  ni  hilár;  i  digo  os,  de  verdád,  que 
ni  Salomón  ,  en  toda  su  gloria  ,  fué  vestido 
como  uno  d'estos.  Pués,  si  el  heno  del  cam- 
po, que  hoi  es,  i  mañana  lo  echan  en  el 
horno,  así  lo  viste  Dios;  ¿cuánto  mas,  a 
vosotros,  hombres  de  poca  fé?  Asi  ^  que, 
no  tengáis  congoja ,  diziendo ,  ¿  qué  come- 
remos ;  o ,  qué  beberemos ;  o  ,  con  qué  nos 


i  lirios  ,  por  lilios ,  o  osu- 
scnns;  c»  una  de  aquellas 
corrupziones  de  vocablos,  do 
las  cuales  ,  i  su  jeneralidád, 
8c  ven  ejemplos ,  en  nuestra 
lengua ,  i  en  otras.  Asi  tam- 


bién, todos  dizcn  Canál  di  ta 
Mancha  ,  i  nd  Canál  de  la 
¡langa,  que  es  lo  recto :  por 
venir  do  antiguo ,  corrompida 
la  interpritazión. 
'  Ansí,  en  otra  ed. 


262  "A  SERMÓN  DEL  SEÑÓR  ?í 

■■  cubriremos?  Porque,  estas  cosas  todas ,  los 
jentiles  las  buscan.  Sabe  bién  vuestro  Padre 
zelestiál ,  que  d'estas  cosas  todas ,  tenéis 
nezesidád.  Buscád,  pues,  primero,  el  Rei- 
de  Dios,  i  su  justizia,  i  estas  cosas  todas,' 
se  os  añadirán.  Así  *  que ,  no  seáis  solizi-, 
tos,  para  mañana:  porque  el, día  de  ma- 
ñana será  solízito,  para  sí  mismo.  Bástale  al 
día  su  fatiga. 

T.  No  nos  mandan,  ni  nos  permiten,  en  esto, 
que  vivamos  oziosos,  sinó,  prohibense  los  de-' 
masiados  cuidados,  que  naszen  de  infidelidád,  i 
desconfianza.  Los  jentiles,  como  hombres  sin 
fé,  i  sin  verdadero  conoszimiento,  piensan,  que 
si  ellos,  con  su  propria  dilijenzia,  no  adquieren  , 
todas  las  cosas;  Dios  no  tcrná  cuidado  de  dárse- 
Foi.  207.  las.  Elh(5rabre  fi6I,  ha  de  pensár,  que  Dios  lo 
crió:  i  que  crió,  para  él,  todo  lo  restante  del 
mundo :  i  que  Él  tiene  cuidado  de  substentarlo: 
i  que  el  mismo  cuidado,  que  hoi  tiene  d'él;  lo 
temá  mañana,  i  los  otros  días.  De  manera,  que 
haiemos  de  tenér  fé,  que  nuestra  dilijenzia,  i 
solizi túd,  no  es  otra  cosa,  sinó  un  alargar  las 
manos,  para  tomár  lo  que  el  Señór  nos  envía:  i 
que  Él  es,  el  que  lo  cría,  i  lo  adereza  todo,  i  lo 
envía  a  nuestra  casa ,  para  que  con  ello  seamos 
substentados  en  esta  vida.  Nuestro  prinzipál  cui- 
dado, i  prinzipál  dilijenzia,  ha  de  ser,  buscúr  el 
Reino  de  Dios,  i  su  justizia;  i  todo  lo  de  mas, 


«  Ausi :  en  otta  cd. 


"A  EN  EL  MONTE.  263 

de  que  tuviéremos  nezcsidád ,  so  nos  añadirá. 
El  Reino  de  Dios,  i  la  justizia  d'Él ,  es,  buscár 
su  gloria,  i  obedeszcr  en  todo  sus  Mandamien- 
tos: i  que,  en  esto,  se  ejerzíte,  i  se  emplee, 
nuestra  prinzipál  dilijenzia  i  quien  nos  hiziere, 
tan  grande  merzéd,  que  nos  dé  justizia  del  ziclo, 
i  nos  haga  obedientes,  i  conformes  a  su  volun- 
tá'd;  El  mesmo  •  nos  dará  lo  que  es  menos,  i  lo 
que  no  fué  criado  para  otro  fin,  sinó  para  que, 
en  esta  vida,  nos  aprovechásemos  d'ello.  Si  no 
alcanzáremos,  d'esto,  lo  que  pide  la  vanidad,  i 
la  demasiada  codizia  *  del  mundo,  a  lo  menos, 
alcanzaremos  lo  que  la  Misericordia  divina  sabe, 
que  mas  nos  conviene ,  i  que  menos  nos  estor- 
bará, para  el  camino  del  zielo. 

^  CAPITULO  VII.  XXXI. 

.  No  juzguéis  ,  porque  no  seáis  juzgados. 
No  condenéis ,  porque  no  seáis  condenados. 
De  la  manera  con  que  juzgáredes,  seréis  juz- 
gados :  i  con  la  medida,  que  midiéredes,  os 
medirán  ¿Por  qué  estás  atento  a  la  pajue- 
la ,  que  está  en  el  ojo  de  tu  hermano ;  i  no 
vees  la  viga,  que  está  en  tu  ojo?  ¿Cómo, 
veamos  ,  dirás  a  tu  hermano:  «  Espera,  sa- 
caré una  pajuela  de  tu  ojo;»  teniendo,  tu 
una  viga  en  el  tuyo?  Hipócrita,  alauza,  pri- 


1  tiiismo :  en  otra  cd, 

2  cohdicia :  en  olta  é\. 


'■i  midirón.  en  otri  ed. 


264  "A  SERMÓN  DEL  SEÑOR  ?• 

mero,  la  viga  de  tu  ojo :  i  estónzes  verás, 
para  sacár  la  pajuela ,  del  ojo  de  lu  her- 
mano. 

^  Es,  aquí,  reprehendido  el  temerario  juizio 
do  los  hombres,  en  juzgár,  i  condcmuár,  las 
intcnziones,  i  obras  de  sus  prójimos  Vizio  es 
abominable,  i  de  que,  séñaladamentc,  usan  los 
hipócritas:  cuyo  olizio  es,  ser  juezes,  i  rcpre- 
hendedores,  de  todos  los  otros;  pensando,  quo 
por  este  camino  alcanzarán  ellos  mayór  estima. 
Amenázalos  el  Señór,  que  verná  sobre  ellos, 
Pol.  203.  aquella  /  manera  de  juizio  de  que  ellos  usan 
contra  sus  prójimos. 

XXXII.  ^  No  deis,  lo  que  es  sancto ,  a  los  per- 
ros :  ni  alanzeis  vuestras  piedras  preziosas, 
ante  los  puercos :  porque ;  por  ventura ,  al- 
guna vez  los  puercos  no  las  pisen  con  sus 
piés :  i  los  perros  vueltos  contra  vosotros, 
os  despcdazen. 

1  Enséñanos  la  manera,  con  que  se.  han  de 
tractár  los  misterios  sagrados,  i  la.  doctrina  do 
laScriptura:  i  la  sancta  prudenzia,  quo  en  esto 
se  ha  de  tenér:  i  cuan  indignos  son  muchos,  do 
ser  partizipantes  de  semejantes  bienes. 

XXXIII.  ^  Pedid ,  i  daros  han ,  buscád  ,  i  halla- 
reis: llamád,  i  abriros  han:  porque  todo 
aquél ,  que  pide,  rezibe  * :  i  el  que  busca, 


i  Es  dczlr :  jiizg-ár,  í  con- 
denár,  lemerarinmeulc. ,  a 
otros  ,  por  de  peores  intenzio- 
ncs  ,  i  obras  ;  que  las  del  que 


juzga.Tencrse  por  mejor  que 
otros  ,  es  juizio  temerario. 
^  rescibe:  en  otra  cd. 


ÍP.  EN  EL  MONTE.  2G5 

halla:  i  al  que  llama,  le  abren.  ¿Por  ven- 
tura ,  hai  entre  vosotros  algún  hombro,  que 
pidiéndole  su  hijo  pan,  le  dá  una  piedra;  o  .  . 
que  si  le  pidiere  un  pez,  le  dé  una  serpien- 
te? Pues  si  vosotros,  siendo  malos,  sabéis 
dar  buenos  dones  a  vuestros  hijos;  ¿cuánto 
mas,  vuestro  Padre ,  el  que  está  en  los  zie- 
ios,  dará  buenas  cosas ,  a  quien  se  las  pi- 
diere? 

1  Mándanos,  que  pidamos,  con  grande,  i  zicr- 
ta  confianza,  diziendo,  que  somos  hijos:  i  que 
Dios  es  nuestro  Padre :  i  que  no  nos  negará  lo 
que  el  Padre  debe  de  dar  al  hijo,  que  mucho 
ama.  Dize  :  que  nos  dará  bienes,  i  no  males: 
en  lo  cuál  se  nos  enseñan  junctamente  dos  co- 
sas. La  primera,  que  pidamos  lo  que  es  justo, 
i  lo  que  es  bueno;  i  no  lo  injusto,  ni  malo:  pues 
que  pedimos  a  Padre,  que  es  tan  justo,  i  tan 
sancto.  La  segunda,  que  conozcamos,  cuánta  es 
la  misericordia  del  Padre  zelestiál ,  para  con 
nosotros:  pues,  siendo  nosotros  tales,  que  pedi- 
mos cosas  malas,  i  que  no  nos  convienen;  Él  no 
nos  quiere  dar,  sinó  lo  que  es  bueno,  i  lo  que 
nos  conviene. 

^   Todo  aquello,  que  queréis,  vosotros,  XXXIV. 
que  hagan  los  otros  hombres,  con  vosotros 
mesmos  * ,  aquello  mesmo  ^  hazéd  vosotros 
con  ellos :  porque  esto  es  la  Lei ,  i  los  Pro- 
phetas. 

1  mismos:  en  otra  ed.  '  2  mismo:  eii  otra  cd.' 


2G6  !A  SERMÓN  DEL  SEÑÓR-  9» 

1^  Esta  es  la  grandeza  del  Evanjclio :  i  verda- 
dera regla  de  nuestras  obras.  Si  estas  palabras 
trajesen  los  hombres  escripias  en  sus  corazones, 
Foi.  209.  i  midiesen  con  ellas  todos  sus  hechos;  de  '  otra 
manera  andaría  el  mundo:  otro  ejemplo  darían 
los  cristianos :  i  otra  estima  ternian  d'ellos  las 
otras  naziones.  Parezerían  '  verdaderos  hijos  del 
Padre  zelestiál  de  quien  ellos  se  prezian :  i  ver- 
daderos diszipulosde  Jesu  Cristo,  verdadera  luz 
del  mundo.  De  un  Emperadór  se  lee,  que,  pre- 
guntando por  la  Leí ,  que  los  cristianos  tenían; 
le  fué  respondido,  que  guardaban,  esta  Leí  que 
nuestro  Redcmptór  aquí  pone:  a  lo  cuál,  él  re- 
plicó, que  no  podia  ser  mala  jente,  lo  que  tenia 
tal  Leí. 

XXXV.  ^  EotrAd  por  la  puerta  angosta ,  por- 
que ancho,  i  espazioso,  es  el  camino,  que 
lleva  a  la  perdizión,  i  muchos  son  los  que 
entran  por  él.  Porque  es  angosta  la  puerta, 
i  es  estrecha  la  carrera ,  que  lleva  a  la  vi- 
da :  i  pocos  soü  los  que  la  hallan. 

1  Aviso  grande  es  este ,  i  terrible  amenaza, 
para  los  descuidados,  i  holgazanes,  i  para  los 
qué  junctamente  *  quieren  vivir  conforme  a  la 
anchura  de  sus  apetitos:  i  tenér  seguro  el  zielo, 
a  su  parcszér.  Dízese  aquí,  que  la  puerta  es  an- 
gosta, i  el  camino  es  estrecho:  porque  los  hom- 
bres de  su  propria  naturaleza,  i  inclinazión,  es- 
tán cargados  de  muchos  vanos  deseos,  i  vanos 
cuidados:  los  cuales,  es  menester,  que  sean  cor- 


1  Parescei  ian:  en  oUa  cd. 


2  juntameníe  :  cu  olía  cd. 


íft  EN  EL  MONTE.  S  2G7 

tados,  i  desechados,  para  que  esto  camino  se 
pueda  andár:  Porque,  de  otra  manera,  no  es 
posible  que  vayan  por  él. 

^  Guardaos,  atenlamente,  de  los  falsos  XXXVI. 
Prophetas ,  que  vienen  a  vosotros ,  con  ves- 
tiduras de  ovejas,  i  son  lobos  robadores,  de 
dentro  :  por  sus  fructos  los  conoszerois.  ¿Por 
ventura,  cojen  uvas,  de  las  espinas;  o  hi- 
gos, de  los  abrojos?  Pues,  d'esta  manera, 
todo  buén  árbol ,  da  buenos  fructos:  ¡  el  ár- 
bol podrido,  da  malos  fructos.  No  pufede 
el  buén  árbol  bazér  malos  fructos;  ni  puede 
el  mal  árbol ,  bazér  buenos  fructos.  Todo 
árbol ,  que  no  haze  *  buén  fructo  ,  es  cor- 
tado ,  i  echado  en  el  fuego  :!por  sus  obras, 
pués  los  conozereis  ^. 

1  Si  esta  regla  siguiesen  los  hombres,'  no  se- 
rian tantas  vezes  engañados ,  de  vanos  Enseña- 
dores,  i  de  vanas  doctrinas. 

No  todo  aquél,  que  me  dize:  Señor,  XXXVII. 
Señór:  entrará  en  el  Reino  de  los  zielos: 
sinó  el  que  hiziere  la  voluntád  de  mi  Padre, 
que  está  en  los  zielos.  Muchos  me  dirán  en 
aquél  día:  Señór,  Señór,  ¿no  prophelizamos  ''  foi.  210. 

1  Fme:  en  la  ed.  de  1531:  2  En  eslcrárrafo  xxxvi.  el 

l>eru,  en  utra,  Afljí.  I  donde,  ¡lucS,  lUtimo,  no  está  en  la 

aquí ,  so  vonc  Biemprc  fruc-  cdizión  de  15C1 ,  pero  si ,  en 

tos,  frítelo  :  la  otra  edizíón,  olta. 

algmi.T  ve» /'rw/M,  /^rií/fl.  •  .; 


268  í^,  SERMÓN  DEL  SEÑÓR  ^ 

en  nombre  luyo ;  no  alanzamos,  en  tu  Nom- 
bre, demonios;  i  hezimo,?,  en  tu  Nombre,  mu- 
chas marabillas?  Estonzes,  responderles  he: 
Nunca  os  conozi :  aparláos  de  rní,  los  que 
obráis  maldád. 

^  Pues  todo  aquél,  que  oye  estas  mis 
palabras,  i  las  pone  en  obra  ,  aseme- 
jarlo he,  a  un  varón  sábio ,  que  edificó 
su  casa  sobro  una  peña  :  i  deszendió  la  llu- 
via, ¡  vinieron  los  ríos,  i  soplaron  los  vien- 
tos, i  combatieron  en  aquella  casa,  i  no 
cayó,  porque  estaba  fundada  sobre  piedra,. 
Por  el  contrario :  todo  aquél,  que  oye  estas 
mis  palabras,  i  no  las  pone  en  obra;  será 
asemejado  a  uh'hombre  loco,  que  edificó  su 
casa  sobre  arena ,  i  deszendió  la  lluvia ,  i 
vinieron  tos  ríos ,  i  soplaron  los  vientos ,  i 
hizieron  ímpetu  sobre  aquella  casa,  i  cayó: 
i  fué  grande  su  caída. 

T  Jenerál  doctrina  es  esta:  que  pone  diferen- 
zia,  entre  la  verdadera  confianza  que  han  de  le- 
nérlos  hombres;  i  la  vana  que  muchos  tienen 
para  ganar  el  ziolo.  Cosa  es  de  admirazión,  ver: 
¡cuán  olvidado  está,  este  aviso  tan  grande,  que, 
para  cosa  tan  grande,  nuestro  Redemptór  nos 
enseña;  i  cuan  perdido  está,  en  este  caso,  el 
mundo:' cuán  lleno  de  vanidád,  i  de  vanos  En» 
senadores!  Dejemos  esto:  porque  es  mui  au- 


V.  EN  EL  MOMTE.  ?»  26'.) 

gosto  el  lugár,  para  deplordr,  perdizión  tan 
grande'. 

*[  •  rconles¿íó,  quo  como  estas  palabras 
acabase  Jesús  ,  se' espantaron  las  compañas 
de  sd  Doctrina  ;  porque  los  enseñaba,  como 
quien  tiene  poteslád  ,  ¡  no  como  los  Scribas. 

^  Esta  difercnzia,  que  aquí  se  pone,  de  la 
autoridad,  que  mostraba  el  Redemptór  del  mun- 
do, en  su  doctrina;  a  la  que,  en  la  suya,  mos- 
traban los  Scribas,  i  Phariseos;  es,  que  ellos 
enseñaban  tradiziones  i  como  hombres,  que 
no  tractaban  sinó  enseñamiento  de  hombres,  i 
en  todo  ello,  se  hablan,  como  jente,  quo  pre- 
tendían cpntentár  al  pueblo:  tenérhonrra,  i  va- 
nagloria :  i  otros  muchos,  intereses.  Cristo, 
nuestro  Redemptór,  enseñaba  la  pureza  de  la 
Scriptura:  tractábala  con  tanto  spirilu,  i  tanta 
verdád,  que  bién  pareszia  cosa  del  zielo.  No 
buscaba  vano  favór,  ni  que  lo  siguiese  la  vana 
jente.  En  todo  ello  mostraba,  que  ni  rehusaba 
peligro,  ni  pretendía  interese:  sinó  que  so- 
lamente f  amaba  la  verdád:  la  gloría  de  su  Pa- 
dre., i  la  salud  de  los  hombres,  aunque  en  ello 
perdiese  la  vida      Estas  eran  las  condiziones 


'  Rebosa,  desgraziadamcn-  ^  sus  Iradizioncs ,  en  otra 

te,  on  íxactitiid  ,  1  Tcrdid,  ediziiin. 

esa  cxclamaziún  sentida,  del  3  Aqiil  acaba  este  Discur- 

Dr.  Constantino  :  rcrquc  Ks-  so  ,  sobre  el  Sermón  en  el 

paña  sigTiellcna  de  v.inidád,  Monte,  en  la  edizión  ,  de 

1  de  vanos  Enseñadores;  cuyo  donde  tomé  las  variatitea  quo 

Interés  no  es  otro ,  que  el  de  van  apuntadas,  al  pie  de  pá- 

ahuyentar  toda  luz  de  r.van-  jiña.  Lo  mismo  suzcde  en  el 

jelio,  toda  enseñanza  directa,  cjcmplir  ,  que  se  conserva  en 

i -libro  de  las  Escrituras,  toda  Bruselas.  Víanse  las  OnsER- 

doctrina  no  amasada -por  elír  vaziones. 
rig-os. 


XXXVIII. 


270  'A  SliltMÓN  DKI,  SEÑOR. 

lid  Maestro  d'csta  grande  doctrina:  i  nezesaria 
cosa  es,  que  los  diszipnlos  d'olla  Ío  imiten,  si 
(¡uieren  salir  con  el  fin  ,  que  les  es  prometido. 
Una  de  las  prinzipales  razones ,  por  donde  mui 
pocos  alcanzan  esta  verdad,  i  pcrfeczión  evan- 
jélica  (dado  que  conozcan,  que  es  nezesaria  co- 
sa, para  ir  al  ziclo,  i  en  alguna  manera  se  dis- 
pongan para  conseguirla)',  es,  el  poco  conos- 
ziraiento,  i  la  liviana  considerazión  con  que  la 
miden.  Porque  si  ellos  pesasen  hión  la  grandeza 
d'esto ,  que  el  Redemptór  de  la  vida  enseña : 
cómo,  por  esta  doctrina  pide  al  hombre,  i  quiere 
plantárenél,  una  renovazión  de  la  imajen,  i 
semejanza,  en  que  fué  criado:  una  imitazión  de 
la  divina  bondad:  una  mortificazión  do  aquellas 
malas  raizes,  i  plantas,  que  el  demonio,  i  el 
pecado ,  sembraron  en  él :  si ,  por  otra  parte, 
pesasen,  cuán  levantada  cosa  es  esta,  sobre  sus 
fuerzas:  cuán  poseídos  quedaron  del  demonio, 
por  el  pecado:  cuanto  los  ha  dañado  su  mala 
costumbre:  cuán  grande  es  la  contradizión ,  que 
hazc  la  carne,  i  el  demonio,  i  el  mundo,  para 
que  no  alcanzcn  esta  grande  merzéd :  cuán 
grande  iiezesidád  tienen  ,  de  fucrzn[sl  *  del  ziclo, 
para  salir  con  esta  tal  empresa: 'cuan  flacamente 
las  piden:  cuan  escasamente  las  toman  :  cuánto 
se  les  deshazen  entre  las  manos,  por  su  proprio 
descuido,  i  por  su  ingratitud;— ziertamenle,  no 
andarían  tan  seguros,  ni  estimarían  en  tan  po- 
co, esta  doctrina,  ni  se  proveerían  tan  mal.  para 

\.  fuerza,  solo,  en  el  im-      siRue  luego  ,  líquierc  aquf  el 

preso  antiRUO  :  pero,  pareze,      pluril.     ........  „  

irrala,  inic5  el  las  piden,  qai:  •      '      ■  •  / 


EN  KI.  MONTE.  9í  271 

SU  cumplimiento.  Mas,  os  lAnta  nuestra  mise- 
ria, tanta  nuestra  zeguedád;  que  ni  estimamos 
la  grandeza  de  la  doctnna:  ni  sabemos,  ni  que- 
remos conoszér  el  fin  que  por  ella  se  alcanza. 
Antes,  nosotros  mesmos,  nos  dejamos  engañar: 
consentimos,  i  procuramos,  que  la  grandeza,  i 
pureza  d'csta  verdad,  sea  aguada  con  falsos  en- 
tendimientos. De  manera,  que  siendo  ella  d;ida 
para  mortificazión,  i  destruizión  de  todas  obras 
de  carne;  permitimos  que  sea  acompañada , -i 
rejida,  con  sabiduría,  i  prudenzia  carnal:  sien- 
do el  camino  del  zislo;  lo  queremos  encamir.Ar 
por  la  tierra:  trayendo  grande  aspereza,  contra 
todos  los  estorbos  d'este  camino;  la  queremos 
ablandar ,  i  pegarle  de  nuestra  costumbre ,  i 
nuestro  regalo:  siendo  cosa  altísima;  la  quere- 
mos tractár  como  cosa  baja  :  exzediendo  a  nues- 
tras fuerzas;  acometemos  a  cumplir,  con  nues- 
tra flaqueza,  i  nuestro  descuido;  trayendo  ella 
guerra,  contra  los  intereses  de  la  carne,  i  del 
mundo;  f  queremos  hazér  paz,  entre  nuestros  Foi. 212. 
intereses,  i  ella.  Hazémonos  espantados,  i  es- 
candalizados de  lo  que  pide:  i  con  nombre  de  fa- 
voreszér  a  nosotros,  juntamos,  i- nos  hazemosde 
un  bando,  con  quien  mas  la  contradize.  Ser, 
todo  lo  dicho  verdád  :  claramente  nos  lo  enseña 
el  poco  fructo,  que  en  nosotros  haze,  esta  di- 
vina sabiduría,  que  el  Redemptór  del  mundo  nos 
enseñó.  Ser  las  causas  d'este  poco  fructo,  las 
que  habemos  señalado;  cualquiera  hombre  que 
quisiere  ponér  mientes  en  ello,  i  entrar  en 
cuenta  consigo  mcsmo;  lo  conozerá  fázilmente. 
El  remedio  sería,  el  que  es  único,'  i  nezesário: 


272  'A  SERMÓN  DEL  SE.ÑÓII  ^ 

pedir  a  Dios  cnnopzimiento  pani  entender,  cuan- 
to nos  va,  en  alcanzar  la  grandeza  d'esta  doclri- 
na:  para  que,  conozido  esto,  trabajásemos  do 
ponerla  en  obra ,  pidiendo  al  Scñór  favór  para 
ello.  La  primera  cosa,  que  nos  ha  de  encaminár 
en  la  estima  de  lo  que  en  este  Sermón,  el  Re- 
demptórdel  mundo  nos  enseñó,  es:  la  conside- 
razión  de  la  misma  persona  que  lo  enseñó.  No 
puede  dejár  de  ser  grande,  e  inestimable  bién, 
para  el  hombre,- el  secreto  que  el  Eterno  Padre 
descubre  por  la  boca  de  su  unijénito  Hijo.  Apar- 
tarso  debe  de  todos  los  otros  caminos  ,  de  todos 
los  avisos,  que  la  sabiduría  del  mundo  ha  da- 
do; el  que  tiene  nom'bre  '  de  cristiano.  En  éste 
solo,  hade  poner  los*  ojos:  porque  todos  los 
otros  son  contrarios,  o  supérfluos  ,  para  alcan- 
zár  la  verdád.  Este  solo,  es  el  zierto,  i  el  neze- 
sario:  i  en  quien  se  debe  emplear  toda  la  dili- 
jcnzia,  todo  el  estudio,  i  toda  la  vida:  así  como 
el  Redemptór  de  la  vida,  gastó  todo  el  tiempo  do 
su  Icgazióu,  en  enseñár  a  los  hombres  osta  sa- 
biduría. Lo  segundo,  que  ha  de  considerar  el 
hombre  cristiano,  es :  lo  mucho  que  le  costó  al 
Hijo  de  Dios,  predicár  esta  verdád  en  el  mundo, 
pués  le  costó  la  honrra,  i  la  vida:  i  tanta  con- 
tradizión  halló  en  la  tierra,  para  estorbar  el 
conoszimiento  d'ella.  Do  aquí  ha  de  colejír  el 
hombre,  que  acometér  a  ser  cristiano,  es  aco- 
metér  grande  cosa :  que  pués  sigue  a  Jesu  Cris- 


' '  '  Lo  que  va  cr.trc  los  <'.os 
'••,  CflA  rcpctiJn  en  renglón 
Uuplica'io,  en  la  cdizii'm  del 
l'-51  que  reimprimo.  Vívan- 


se las  obscrrazioncs.  I  nó- 
tese, con  mucha  atenzióni:  lo 
ijiic  dize  el  Doctór. 


íff.  EN  EL  MONTE.  273 

to.  Hijo  de  Dios,  en  la  doctrina;  ha  de  estár 
aparejado  para  pareszerlo  en  los  peligros,  que, 
por  ella,  se  le  recrcszieren.  Cuando  esto  tuviere 
bién  entendido,  entenderá,  luego,  la  grande 
guerra,  que  le  ha  de  hazér  el  mundo,  si  qui- 
siere llegar  al  cabo,  lo  que  su  Maestro  le  dejó 
enseñado.  Cuánta  dilijenzia  ha  de  ponér  el  de- 
monio, cuanta  solizitúd  la  carne,  para  que  esto 
no  se  ponga  en  efecto.  Estará  prevenido  contra 
el  escándalo,  que  nezesariamente  se  le  recre- 
zerá ;  para  poderlo  mejór  vSnzér,  i  pasár  ade- 
lante, con  tan  grande  empresa.  Pedirá  fuer-  Fái.  2i3. 
zas,  i  favór  del'zielo,  para  ponér  en  obra,  la 
sabiduría  que  de  allá  viene  revelada,  i  para 
quien,  la  tierra,  está  tan  rebelde,  i  tan  ziega. 
Con  estos  médios,  penetrará  por  todos  los  peli- 
gros: i  con  la  compañía  do  Aquél,  que  en  todo 
lleva  la  delantera,  alcanzará  el  fin,  que  por  la 
summa  Verdád  está  prometido  a  los  tales.  Esta 
misma  Doctrina,  ha  de  tenér  el  hombre  por  ni- 
vél,  i  por  regla  para  medir  la  cualidád  de  sus 
obras,  para  tomarse  cuenta  del  camino  que  lle- 
va: i,  pués  se  prézia  de  nombro  de  cristiano,  i 
por  este  título  se  piensa  salvár;  entendér  qué 
tanto,  corresponde,  en  el  hecho,  con  el  nom- 
bre. Si  es  cristiano,  zierto  está,  que  le  convie- 
nen estas  bienaventuranzas  predicadas  por  la 
boca  del  Redemptór:  i  con  las  mismas  condi- 
ciones, que  las  predicó.  Mire,  pues,  cuando  se 
contentare  de  pensár  que  es  cristiano;  qué  tanto 
tiene  de  pobreza  despíritu:  qué  tanto  alcanza 
de  desconfianza  de  si  mesmo :  de  poca  estima 
de  sus  obras :  porque,  por  ventura,  no  se  alegre 
18 


27  4  V.  SEnMÓN  DEL  SEÑÓn.  ?» 

con  imajinazión  falsa,  i,  crea,  rjuc  ha  do  ser 
bienaventurado  en  la  tierra,  i  en  el  zielo :  te- 
niendo su  corazón  rico  de  propria  confianza,  i 
de  proprio  contentamiento  :  lo  cual,  esta  doctri- 
na no  sufre,  ni  adfmite  verj '  dadei'a  prosperi- 
dád  de  la  tierra.  Compare  sus  obras,  i  sus  pen- 
samientos, con  esta  Doctrina:  i  mii'o,  quó  parto 
tienen  de  la  mansedumbre,  que  el  Rcdemptór 
del  mundo  predicó;  i  por  cuya  razón  prometió 
a  los  mansos,  la  posesión  de  la  tierra.  Mida,  con 
esta  misma  Regla,  la  carga  de  la  cruz,  que  Dios 
le  tiene  repartida:  mire  bién  cómo  la  sufie: 
porque  a  los  entristezidos  con  tristeza  de  sancta, 
i  misericordiosa  cruz,  les  es  prometido  el  verda- 
dero consuelo.  Finalmente,  el  uso  d'esta  sancta, 
i  grande  Doctrina,  para  el  verdadero  cristiano, 
es,  traerla  siempre  en  la  memoria,  i  en  el  cora- 
zón, para  espejo,  i  toque  de  sus  pensamientos, 
i  obras :  para  aplicarla  continuamente  a  su  vida, 
i  conoszér  por  ella,  lo  que  le  falta:  i  procurár, 
de  ir  cada  día  crcziendo  en  la  bondád ,  i  perfec- 
zión,  que  el  Señór  le  pide. 

•A  Fin  de  la  Summa  de  doctrina  cristiana,  9» 
compuesta  por  el  Doctór  Constantino: 
impresa  en  Sevilla  por  Cristoval  Álvarez: 
a   xxviii   de  Marzo 
Año   de  1551. 


1  En  el  impreso  antiguo  dd 
año  1551  ,  que  me  Birve  de 
orijinál,  la  llana  primera  del 
fólio  213  ,  acaba  ron  las  vo- 
zes ,  ni  adn  ;  i  la  segunda 
llana  vuelta  comienra  con  la 


media  palabra  «  dailera»,  co- 
mo ahí  va.  Falta,  pues,  algo, 
por  culpa  del  improsór.  He 
suplido,  loque  va  entro  I  I; 
pero  nada  mas,  que  a  la  ven- 
tura. 


275 


'  Tabla  de  los  Capítulos  contenidos  en  este  foi.2h. 
Coloquio  de  doctrina  cristiana. 


^  Capitulo  primero:  de  la  obligazión  de 
cnseñár  la  doctrina  cristiana:  i  del 
descuido  que  en  esto  hai.  Folio.  *  i. 

1  Capitulo  II.  De  la  zerimonia  del 
Baptismo.  Fólio   IV. 

1  Capítulo  111.  De  la  malizia  de  los 
hombres.  Fólio   VII. 

^  Capitulo  IV.  De  cuán  mal  son  ense- 
ñados los  niños,  en  nuestro  tiem- 
po. Fólio   X. 

1  Capitulo  V.  Del  prinzipio  del  exá- 
men  de  la  doctrina  cristiana.  Fólio.  XIII. 

1  Capítulo  VI.  Del  sacramento  del 
Baptismo ,  i  de  lo  que  alcanzamos 
en  él.  Fólio   XVI. 

^  Capitulo  VII.  De  la  división,  i  Sum- 
ma  de  la  doctrina  cristiana;  Fólio..  XIX. 

1  Capítulo  VIII.  Del  conoszimiento  de 
Dios.  Fólio  ;.  XX. 

1  Capítulo  IX.  Del  primero  Artículo 
de  la  Fe.  Fólio   XXIV. 

1  Capitulo  X.  Del  segundo  Artículo  de 
laFé.  Fólio   XXIX. 

1  Capítulo  XI.  De  la  considerazión ,  i 
práctica  del  segundo  Articulo.  Fólio.  XXXII. 

1  Capítulo  XII.  Del  terzero  Artículo  de 
la  Fé ,  i  de  la  considerazión,  i  uso 
del.  Fólio  XXXVIIL 


•  Indica  los  fúlios  antiguos, 
quoTan  acotados  en  las  már- 


Jcnes :  no  las  pájíiias  de  ís<a 
reimpresión. 


276  TADLA.  }* 

1  Capítulo  XIII.  Del  cuarto  Artículo 
de  la  Fó,  i  de  sus  consideraziones. 
Folio   XLIH. 

1  Capítulo  XIV.  Del  quinto  Artículo 
de  la  Fó,  i  práctica  d'él.  Fólio   XLVIII. 

^  Capitulo  XV.  Del  sexto  Artículo  do 
la  Fé.  Fólio   LlI. 

1  Capitulo  XVI.  Del  séptimo  Artículo: 
i  del  uso,  i  considcrazión  d  el.  Fólio.  Lllll. 

1  Capítulo  XVII.  Del  octavo  Artículo 
déla  Fé,  i  de  la  considerazión ,  i 
uso  d'él.  Fólio   LVIII. 

1  Capitulo  XVIII.  De  la  razón,  i  uso, 
de  los  dones  del  Spíritu  Sancto. 
Fólio   LXII, 

1  Capitulo  XIX.  Del  nono  Artículo  de 
f  la  Fé,  i  de  la  considerazión,  i  uso 
d'él.  Fólio   LXI-V. 

j  Capítulo  XX.  Del  dézimo  Articulo 
de  la  Fé.  Fólio   LXVII. 

1  Capítulo  XXI.  Del  undézimo  Articulo 
de  la  Fé.  Fólio   LXVIII. 

1  Capítulo  XXII.  Del  último  Artículo 
de  la  Fó.  Fólio   LXIX. 

1  Capitulo  XXIII.  Del  primér  Man- 
damiento déla  Lei.  Fólio   LXX. 

1  Capítulo  XXIV.  De  las  obras  con 
que  el  primero  Mandamiento  se 
cumple.  Fólio   LXXVI. 

^  Capítulo  XXV.  Del  segundo  Man- 
damiento de  la  Lei.  Fólio   LXXVII. 

1  Capitulo  XXVI.  Del  torzero  Man- 
damiento de  la  Lei.  Fólio   LXXX/I. 


•A  TABLA.  9í  277 

1  Capítulo  XXVII.  Del  cuarto  Man- 
damiento (le  la  Lei.  Folio  LXXXVII. 

1  Capitulo  XXVIII.  A  cuales  personas 
se  ha  (le  entendér,  lo  que  pide  el 
cuarto  Mandamiento.  Fólio  LXXXIX. 

1  Capitulo  XXIX.  Del  quinto  Man- 
damiento de  la  Lei.  Fólio   XCIV. 

1  Capítulo  XXX.  Del  sexto  Man- 
damiento do  la  Lei.  Fólio   XCIX. 

1  Capítulo  XXXI.  Del  séptimo  Man- 
damiento do  la  Lei.  Fólio   ClII. 

1  Capitulo  XXXIi.  Del  octavo  Man- 
damiento do  la  Lei.  Fólio   GVII. 

^  Capitulo  XXXIII.  Del  nono,  i  dézimo 
Mandamiento  de  la  Lei.  Fólio   CXII. 

1  Capítulo  XXXIV.  Una  breve,  i  com- 
pendiosa resol  uzión  de  los  diez 
Mandamientos.  Fólio   GXXI. 

1  Capítulo  XXXV.  De  la  abreviazión 
de  los  X.  Mandamientos.  Fólio. . . .  CXXII. 


1  Capítulo  XXXVI.  Dondo  se  prosigue 
la  materia  de  la  inhabilidád  de  las 
fuerzas  humanas,  i  de  la  nezesidád 
del  favór  de  Dios.  Fólio   CXXVII. 

1  Capitulo  XXXVII.  Del  valór,  i  neze- 
sidád de  la  Orazión:  i  de  la  eficázia, 
i  condiziones  d'ella.  Fólio   CXXXI. 

1  Capitulo  XXXVIII.  De  la  prepara- 
zión,  i  condiziones  que  se  requieren 
para  la  Orazión.  Fólio   CXXXIV. 

i  f  Capítulo  XXXIX.  De  las  buenas  Foi.  2i6. 

obras,  que  han  de  acompañar  a  la 
Orazión.  Fólio   CXXXVIII. 


278  TABLA.  íí 

T  Capitulo  XL.  Do  la  Orazión  del  Jus; 
to,  i  de  la  del  Pecadór :  i  de  la  di- 
ferenzia  que  entro  ellas  hai.  Folio..  CXLI. 
1  Capitulo  XLI.  De  la  declarazión  de 
la  primera  parte  de  la  Orazión. 


Fólio   CXLV. 

1  Capítulo  XLII.  De  la  primera  peti- 

zión  de  la  Orazión.  Fólio   CXLIX. 

1  Capitulo  XLIII.  De  la  segunda  peti- 

zión  de  la  Orazión.  Fólio   CLI. 

1  Capitulo  XLIV.  De  la  terzera  peti- 

zión  de  la  Orazión.  Fólio   CLIII. 

^  Capítulo  XLV.  De  la  cuarta  petizión 

déla  Orazión.  Fólio   CLVI. 

1  Capítulo  XLVI.  De  la  quinta  peti- 
zión de  la  Orazión.  Fólio   CLX. 

1  Capitulo  XLVII.  De  la  sexta  peti- 
zión de  la  Orazión.  Fólio   CLXIV. 

1  Capitulo  XLVllI.  De  la  séptima  pe- 
tizión de  la  Orazión.  Fólio  '  CLXVl. 

1  Capítulo  XLIX.  De  la  regla,  que  de 
la  Orazión  del  Pater  noster,  se  saca , 
para  conozér  todas  las  otras.  Fólio.  CLXIX. 
1  Capítulo  L.  De  la  Confesión:  en  que 
brevemente  se  tracta  lo  prinzipál 


d'ella.  Fólio   CLXXII.  - 

1  Capítulo  LI.  Del  Sacramento  de  la 

Eucharistía,  i  Comunión.  Fólio.. ..  CLXXIX. 
1  Capítulo  LII.  De  cómo  se  ha  de  oír 

la  Missa,  i  el  Sermón.  Fólio  CLXXXIV. 

El  Seioión  del  SeSór  en  el  Monte. 

Fólio   CXGVII. 

^  Laus  Dco, 


CATECISMO. 


/ 


177/4 


279 

|A.L  '  REVEnENDÍSlMO  SeÑÜR  DoN  JüÁN  FERNANDEZ    Fol.  2. 
TeMUÑO,  OdISPO   DE  LeON,  ETC. 

■  Si  no  tuviera  expcrienzia,  de  cuán  bién  tiene 
entendido,  Vuestra  Señoría,  la  condizión  del 
estado  en  que  Dios  le  ha  puesto;  cuan  grande 
cosa  es  presidir  en  Iglesia  Cristiana,  i  liazér 
ovejas  para  el  Sumo  Pastór,  Jesu  Cristo :  no  de- 
jara de  dezir  aquí  mi  parezér,  azerca  de  lo  que 
requiere  este  ofizio,  tan  deseado  de  muchos  del 
mundo,  i  entendido  de  tan  pocos.  Mas,  como 
estoi  zierto ,  de  lo  que  azerca  d'este  jéncro  de 
cruz,  vuestra  Señoría,  alcanza;  i  cuán  pesada 
tiene  esta  obligazión,  que  está  puesta  sobre  un 
hombre ,  para  que  contra  todo  el  estorbo  de  Sa- 
thanás,  sea  medio  por  donde  la  sangre  del  Hijo 
de  Dios,  haga  verdadero  fruto  en  los  otros  hom- 
bres; no  gastaré,  en  esto,  mas  tiempo  de  lo  que 
basta ,  para  dezír,  cuanto  es  el  contentamiento, 
que  de  esto  me  cabe :  para  en  cuyo  testimónio, 
como  hombre  que  poco  puede,  sirvo  con  lo  poco 
que  puedo. 

Aunque  es  pequeño  el  servizio,  si  él  no  per- 
diera por  culpa  mia;  no  dejara  de  conoszér, 
que,  para  el  fin  a  que  va  enderezado,  era  de 
mayór  estima,  que  otros  muchos  de  mas  apa- 
renzia.  Mas,  como  la  luz  de  la  Palabra  Divina, 
pasa  por  las  tinieblas  de  los  tales  como  yo:  pa- 
reze,  que  pierde,  en  esto,  mucho  de  su  res- 
plandór.  Como  quiera,  que  ello  sea.  Vuestra 
Señoria,  terná  respecto  a  la  cualidad  de  la  obra, 
i  a  la  voluntad  con  que  yo  la  ofrezco.  Para  lo 
cuál,  allende  de  otras  muchas  obligazioncs,  f  Foi.a. 


280 

.  bastaba  ver,  que  Vuestra  Señoría,  siempre  ha 
manifestado  tAnto  deseo,  que  la  jcnte  sea  in- 
dustriada, f^n  los  Prinzipios,  i  Summa,  de  la 
doctrina  cristiana;  i  que  hagan  costumbre,  i  há- 
bito', en  el  entendimiento,  i  en  la  obra  d'ella.  A 
la  verdád,  nunca  la  Iglesia  tuvo  tan  grande  ne- 
zesidád  de  esto ,  como  agora  tiene :  ni  pienso, 
que  hai  remedio  tan  prinzipál,  para  tornár  las 
cosas  á  su  bu6n  prinzipio.  Para  esto  servirá  este 
pequeño  Cathezismo :  conforaiado  en  la  breve-  ^ 
dád,  en  la  simplizidád,  i  llaneza,  con  la  capa- 
zidád  de  los  niños,  i  de  cualquiér  condizión  de 
jente.  Aunque  sea  este  Librito,  común  a  toda  la 
Iglesia  Cristiana,  particularmente  lo  es,  para  la 
de  Vuestra  Señoría,  por  haberlo  tantas  vezes 
^  pedido:  por  la  obligazión  del  autór:  i,  lo  prin- 
zipál de  todo,  por  la  mucha  dilijenzia,  que  en 
aquella  sancta  iglesia  se  ha  de  ponér :  por  lo 
mucho  que  ha  de  fructificár  en  olla:  i  por  el 
ejemplo  que  ha  do  dar  a  otras ,  mediante  el  fa- 
vór  de  Dios.  El  cuál,  por  su  infinita  misericor- 
dia, tenga  por  bién  de  visitár  sus  ovejas;  i  con- 
servar á  Vuestra  Señoría,  en  este  sancto  propó- 
sito, por  muchos  años. 

^   Lo  que  este  Gatezismo  contiene,  es  lo  si- 
guiente. 

I.  Un  breve  Aviso  d'el  conoszimiento,  que 
ha  de  tener  el  Cristiano. 

II.  LaDeclarazión  de  los  Artículos  de  la  F6. 

III.  La  Declarazión  de  los  diéz  Mandamientos. 
VI.   La  La  Declarazión  de  la  Orazión  del  Patcr 

nosler. 

V.   El  Uso  de  los  Sacramentos. 


*A  CATE2ISM0  CRISTIANO.  9»  281 

La  f  primera  cosa  que  ha  de  entendér  el  Cris-  Foi.  4. 
tiano,  es:  que  nasze  privado  de  la  grázia,  i 
amistód  de  Dios :  condenado  a  estár  desterrado 
de  su  presenzia,  en  la  vida,  i  en  la  muerte,  para 
siempre  jamás. 

Esta  condenazión  es,  porque  pecaron  nues- 
tros primeros  padres,  engañados  por  el  demo- 
nio, i  pecamos  nosotros  en  ellos.  La  grázia  que 
ellos  perdieron ,  perdimos  también  nosotros. 

Hijos  somos  de  traidores,  i  sentenziados  por 
tales.  Imitadores  somos  de  sus  malas  obras,  fal- 
tos nos  hallan  de  la  justizia,  que  ellos  des- 
echaron ,  i  con  obligazión  de  tenerla.  Pér- 
dida fué,  en  que  cayeron,  para  si,  i  para  su  li- 
naje todo. 

Tuvo  tanta  misericordia  Dios,  de  los  hombres, 
que  envió  su  Unijénito  Hijo,  al  mundo,  para  que 
se  hiziese  hombre. 

Naszió  de  madre  virjen:  enseñónos  el  camino 
del  zielo :  murió  por  nosotros  en  cruz. 

El  sacrifizio  de  la  sangre ,  i  la  muerte  que 
ofrezió  por  nosotros,  aplacó  la  ira  del  Padre;  i 
hizo,  que  por  aquella  humildád,  ¡  sacrifizio  tan 
innozente  ,  fuese  nuestra  culpa  perdonada,  i 
vueltos  los  hombres  en  la  primera  amislád. 

Este  perdón,  i  este  bcneüzio,  se  nos  comu- 
nica en  el  Sacramento  del  Baptismo :  alli  es  des- 
terrada la  culpa,  i  nos  es  dada  la  grazia.  Habe- 
rnos de  entendér,  i  creér,  que  ansí  como  el  agua 
tiene  virtud  para  limpiár  el  cuerpo,  f  de  fuera,  po¡_  5^ 


I  Asi  la  ediziún  antigua. 
Parezc ,  que  csUrla  mejor, 


•  hallamos.* 


282  'A.  CATEZISJIO  >! 

ansí  la  pasión  d'el  flijo  de  Dios,  tiene  virtud  para 
limpiár  el  ánima,  i  la  limpia  allí. 

En  este  sacramento  cumple  con  nosotros  el 
Señor,  lo  que  nos  tenia  prometido,  por  medio 
del  sacrifizio,  i  de  la  interzesión  de  su  Hijo:  i 
nosotros  azeptamos  la  merzéd,  i  Le  prometemos, 
de  no  serle  mas  traidores.  Dcspedimonos  del 
primér  estado:  prometemos  de  ser  obedientes  A 
los  Mandamientos  divinos,  i  de  contradezir  al 
demonio,  que  nos  engañó,  i  do  serle  siempre 
enemigos. 

Renovados  con  esta  Grázia,  i  esforzados  con 
este  Beneñzio,  i  siendo  tan  poderosos,  que  te- 
nemos a  Dios  de  nuestra  parte;  quedamos  en 
obligazión  de  cumplir  lo  que  prometimos.  No 
podemos  ponér  excusa,  pues  que  somos  perdo- 
nados: i  nos  dan  fuerza,  i  esfuerzo,  para  ven- 
zér  a  nuestro  enemigo  el  demonio,  si  nosotros 
mismos  no  queremos  desechar  las  armas,  i  de- 
jarnos venzér:  como  nuestros  Padres  hizieron. 

Como  hombres  renovados,  i  hechos  otros,  ha- 
bernos de  ser  imitadores  del  nuevo  Hombre,  que 
nos  redimió  *.  Han  de  ser  limpios  nuestra  áni- 
ma, i  nuestro  cuerpo:  nuestros  pensamientos, 
i  nuestras  obras. 

La  limpieza  del  ánima  consiste,  en  que  ten- 
gamos verdadero  conoszimiento  de  Dios,  i  de  las 
merzedes  que  nos  ha  hecho ,  i  cada  día  nos  ha- 
ze,  i  ha  de  hazér.  Que  tengamos  aviso  de  su 


t  Léase,  en  la  Epístola  II, 
a  los  Corintios,  en  el  canllu- 
lo  V.  el  vers.  17.;  i  en  el  19. 
"el  mundo',"  señala  ,  que  rc- 


conzilic^,  a  lodos  los  hombres, 
si  voluntário.s  se  renuevan, 
i  admiten  la  rcconziliazión. 


CRISTIANO.  ?!  2S3 

voluntad,  i  de  lo  que  nos  manda:  i  nuestro  co- 
razón esté  enamorado  de  sus  Mandamientos,  i 
asi  los  ponga  por  obra,  i  tenga  en  í  poco  todos  FoI.  6. 
los  trabajos,  que  por  esto,  se  le  recreszieren.  I 
que  d'estas  raizes  salga  fructo  de  sanctificazión, 
para  el  cuerpo ,  i  de  buén  ejemplo  para  nuestros 
prójimos. 

Los  artículos  de  la  Fó,  sirven  para  lo  primero: 
para  dar  lumbre  á  nuestro  entendimiento,  en  la 
verdadera  notizia,  i  conoszimiento,  de  quién  es 
Dios,  i  de  la  grandeza  de  sus  beneflzios,  i  de 
sus  obras,  i  marabillas. 

Los  Diéz  Mandamientos  sirven  para  lo  segun- 
do :  para  declararnos  lo  que  el  Señór  quiere  de 
nosotros,  de  nuestros  pensamientos,  de  nuestro 
corazón,  i  de  nuestras  obras. 

La  Orazión ,  sirvo  para  pedir  todo  esto :  paiM 
alcanzár  remedio  contra  nuestras  flaquezas:  para 
demandár  perdón  de  lo  que  faltamos,  para  que, 
pues  cada  día  estamos  en  tan  grandes  peligros; 
cada  dia  seamos  ¡favorezidos,  esforzados,  i  con- 
solados, para  salir  con  victoria. 

En  los  sacramentos,  damos  testimonio,  de 
cómo  somos  miembros  de  una  Sancta  Iglesia,  i 
de  cómo  nos  preziamos  de  serlo,  teniéndole  en 
todo  grande  obedienzia.  Somos  con  ellos  favore- 
zidos, i  esforzados,  de  grande  virtud  para  todo 
lo  bueno,  i  para  enemistad,  i  contradizión  de' 
todo  lo  malo. 

Agora  se  seguirá  todo  esto, 
por  orden:  i  después, 
su  Declarazión. 


284 


IR  CATEZISMO  9S 


^  El  ^  Credo  en  Latín. 

Credo  in  Deum  Palrem  omnipotenlem :  crcato- 
rcm  cccli  et  terroB.  Et  in  Jesum  Chuisttim,  plium 
ejus  um'cum :  Dominum  nosírum.  Qui  conccpius 
est  de  Spiritu  Sancto.  Natus  ex  Maria  Virginc. 
Passus  sub  Pontio  Pílalo:  crucifíxus,  morluus, 
et  sepultus  \est].  Descendit  ad  inferas,  Tertia  die 
resurrexit  a  rnoríuis.  Áscendit  in  ccelum :  sedct  ad 
dexteram  Dei  Patris  omnipotentis.  Inde  venturus 
est  indicare  vivos  et  mortuos. 

Credo  in  Spiritum  Sanctu7n.  Sanctam  Eccle- 
siam  Caiholicam.  Sanctorum  Commiinioncm.  Re- 
missioncm  peccatorum.  Carnis  resurreclionem.  Et 
vitam  eternam.  Amen, 

El  Credo  en  Romanze, 

Creo  en  Dios  Padre,  todo  poderoso:  Criadór 
del  zielo,  i  de  de  la  tierra.  I  en  Jesu  Cristo,  su 
único  Hijo,  Scñór  nuestro  ».  El  cuál  fué  conze- 
bido  por  Spiritu  Sancto,  i  naszió  de  Maria  Vir- 
jen.  Padezió  debajo  de  Ponzio  Pilato :  fué  cru- 
ziücado,  muerto,  i  sepultado.  Dcszendió  á  los 
infiernos.  I,  a  terzero  dia,  resuszitó  de  los 
muertos.  I  subió  al  ziclo,  i  está  sentado  a  la 
diestra  del  Padre ,  todo  poderoso.  I ,  de  allí ,  ha 
de  venir  a  juzgár  los  vivos,  i  los  muertos. 


1  Fr.  B.  Carranza  da  Mi- 
randa (en  su  Catczismo  :  An- 
vers.  1558 ,  al  fol.  G  (  traduze 
cBto  asi :  •  /  en  Jcíu  Cristo 


su  Dijo ,  un  soto  Scilór  nues- 
tro :  »  tomándolo  del  Credo 
Nizeno. 


CRISTIANO.  >S  285 

Creo  en  el  Spiritu  Sancto.  I  la  Sancta  Iglesia 
Cathülica.  La  Comunión  de  los  Sanctos.  El  per- 
/'de  los  pecados     La  resurreczión  de  la  carne,  ¡ 
la  vida  perdurable.  Amén. 

03=*  f  Siguense  los  Diéz  Mandamientos.  roí.  s. 

El  primero  os: 

«Amár  a  Dios,  sobre  todas  las  cosas.» 
El  segundo. 

«No  jurdr  su  santo  Nombre  en  vano.» 
-  El  terzero. 

■    «Sanctificár  las  Bestas.» 
El  cuarto. 

«Honrrár  padre,  i  madre.» 
El  quinto.  «No  matár.» 
El  sexto.  «No  fornicár.» 
El  séptimo.  «No  hurtar.» 
El  octavo. 

«No  levantár  falso  testimonio.» 
El  noveno. 

«No  desearás  la  mujér  de  tu  prójimo.» 
El  dézimo. 

No  desearás  los  bienes  ajenos.» 

1  La  Orazión  del  Pater  nostcr  en  Lalin. 

Pater  noster,  qui  es  in  ccelis.  Sandiícehir  no- 
men  íwum.  Adveniat  Rcgnumtuum.  Fiat  voluntas 
tua,  sicut  in  cceIo  ,  el  in  térra.  Panem  noslrum 
quotidianum  da  nobis  liodie.  El  dimitte  nobis  de- 


i  Carranza  dize:  «i,  por  cuál  añade ,  i  no  toma,  ni  del 
virtud  de  los  Sacramentos,  la  Credo  Nizcno  :  ni  del  llama- 
Teraisión  de  los  pecados : »  lo      <lo  de  los  Apóstoles. 


286  'A  CATEZISMO  ?S 

bita  nostra,  sicut  et  nos  dimitlúnus  dcbitoribus 
nostris.  Et  ne  nos  inducas  in  tentationem.  Sed  li- 
bera nos  a  malo  Amen. 

1  El  Paler  nosler  en  Romanze. 

Padre  nuestro,  que  eres  en  los  zielos.  Sancti- 
Gcado  sea  el  tu  Nombre.  Venga  el  tu  Reino.  llá- 
gase tu  voluntád  en  la  tierra,  ansí  como  se  hazo 
en  el  zielo.  Nuestro  pan,  el  de  cada  día,  dá- 
noslo hoi.  I  perdónanos  nuestras  deudas;  ansí 
como  nosotros  perdonamos  a  nuestros  deudores. 
I  no  nos  traigas  en  tentazión :  sino  líbranos  del 
mal.  Amén. 

FÓi.  9.     ^  Declarazión  del  Símbolo ,  que  contiene  los 
Artículos  de  la  Fé. 

El  Símbolo,  en  que  están  comprehendidos  los 
Artículos  déla  Fé,  se  divide  en  tres  partes, 
conforme  a  las  tres  personas  de  la  sanctísima 
Trinidad,  que  en  él  están  nombrados:  Padre,  i 
Hijo ,  i  Spíritu  Sancto. 

A  la  persona  del  Padre,  se  atribuyen  ziertos 
Artículos:  otros  a  la  persona  del  Hijo :  otros  a  la 
persona  del  Spíritu  Sancto. 

Aunque  hazemos  menzión  de  tres  personas, 
no  habernos  de  creer,  que  hai  tres  Dioses:  por- 
que no  hai  mas  do  un  Dios.  El  Padre  es  Dios,  i 
el  Hijo  es  Dios,  i  el  Spíritu  Sánelo  es  Dios:  í  no 
hai  mas  de  un  solo  Dios:  porque  no  hai  en  las 
tres  Personas  mas  de  un  ser,  i  de  un  poder,  i  de 
una  voluntád.  Por  esta  misma  razón  son  igua- 


«,  CRISTIANO.  J<  287 

Ies  entre  si,  ¡  con  concórdia  de  un  mismo  ser, 
¡  de  un  mismo  poder,  criaron ,  i  gobiernan  el 
mundo. 

Todos  los  Artículos  del  Símbolo,  son  doze:  i 
si  quisiéremos  dividir  dos  d'ellos,  en  otros  dos, 
como  algunos  hazen,  serán  quatorze:  i  todo 
sale  a  una  cuenta. 

^  El  primero  Arliculo  es: 

«Creo  en  Dios  Padre  ,  todo  poderoso,  Criadór 
del  zielo,  i  de  la  tierra.» 

Crcér  esto,  es,  tenér  conoszido ,  i  asentado  en 
nuestro  corazón,  que  hai  un  Dios,  que  siempre 
fué,  i  siempre  será.  El  cuál  es  de  infinito  po- 
dér,  de  infinita  bondád,  i  de  infinito  sabér.  El 
mismo  '  crió  el  zielo,  i  la  tierra:  i  dió  prinzi- 
pio  í  i  ser,  a  todas  las  criaturas.  Él  es,  el  quo  FoI.  lo. 
lo  sustenta,  i  lo  gobierna  todo.  Ninguna  cosa, 
se  haze  contra  su  voluntád.  Por  su  Providenzia 
es  encaminado  todo :  i  es  ejecutado  por  su  que- 
rér.  Todos  los  bienes  nos  vienen  de  su  mano. 
Él  nos  guarda,  i  nos  ampara:  i  tiene  cuenta 
con  nuestras  obras,  para  pagar  a  cada  uno  se 
gún  obrare. 

Esta  Fe,  ha  de  estár  tan  segura,  i  tan  zierta 
en  nuestra  ánima;  que  ni  la  vida,  ni  la  muerte, 
ni  los  bienes,  ni  los  males,  nos  aparten  un  puntó 
d'ella. 

Cuando  nombramos  este  nombre  «Padre,»  ha- 
bémonos  de  acordár  déla  Primera  persona  de  la  - 


4  Tal  vez,  deba  leerse,  «Kl 
mismo. "  Véase  luego ,  i  la 


Nota  en  la  píjina  30  de  este 

tomo. 


CRISTIANO.  5<  287 

les  entre  si,  ¡  con  concórdia  de  un  mismo  ser, 
i  de  un  mismo  poder,  criaron ,  i  gobiernan  el 
mundo. 

Todos  los  Artículos  del  Símbolo,  son  doze  :  i 
si  quisiéremos  dividir  dos  d'ellos,  en  otros  dos, 
como  algunos  hazen,  serán  quatorzo:  i  todo 
sale  a  una  cuenta. 

1  El  primero  Articulo  es: 

«Creo  en  Dios  Padre  ,  todo  poderoso,  Criadór 
del  zielo,  i  de  la  tierra.» 

Creér  esto,  es,  tenér  conoszido ,  i  asentado  en 
nuestro  corazón,  que  hai  un  Dios,  que  siempre 
fué,  i  siempre  será.  El  cuál  es  de  infinito  po- 
dér,  de  infinita  bondád,  i  de  infinito  sabér.  El 
mismo  '  crió  el  zielo,  i  la  tierra:  i  dió  prinzi- 
pio  í  i  ser,  a  todas  las  criaturas.  Él  es,  el  quo  foI.  lo. 
lo  sustenta,  i  lo  gobierna  todo.  Ninguna  cosa, 
se  haze  contra  su  voluntád.  Por  su  Providenzia 
es  encaminado  todo :  i  es  ejecutado  por  su  que- 
rér.  Todos  los  bienes  nos  vienen  de  su  mano. 
Él  nos  guarda,  i  nos  ampara:  i  tiene  cuenta 
con  nuestras  obras,  para  pagar  a  cada  uno  se 
gún  obrare. 

Esta  Fe,  ha  de  estár  tan  segura,  i  tan  zierta 
en  nuestra  ánima;  que  ni  la  vida,  ni  la  muerte, 
ni  los  bienes,  ni  los  males,  nos  aparten  un  puntó 
d'ella. 

Cuando  nombramos  este  nombre  «Padre,»  ha- 
bémonos  de  acordár  déla  Primera  persona  de  la 

»  Tal  vez,  deba  leerse,  «Kl      Nota  en  la  pájina  30  de  este 
mismo.  II  Véase  luego ,  i  la  tomo. 


288  'A  CATEZISMO  5 

Trinidád  :  la  cuál  tiene  Hijo  enjendrado  eter- 
nalmento,  poruña  manera  do  jenerazión,  que 
trasziende  nuestro  sabér;  i  juntamente  es  Dios, 
con  su  Padre. 

Habómonos  tambión  de  acordár,  cómo,  por 
otra  manera  mui  diferente,  por  habernos  cria- 
do, i  por  sustentarnos,  es  Padre  do  todos  nos- 
otros que  nos  ama  i  nos  provee  en  todos  nues- 
tros trabajos:  i  nos  tiene  aparejados  grandes 
bienes,  si  le  sirviéremos  como  Él  manda. 

Es  también,  nuestro  Padre  Espiritual,  por  ha- 
bernos dado  su  Unijénito  Hijo,  para  que  se  hi- 
ziese  hombre,  i  fuese  hermano  nuestro:  de  don- 
de resulta,  que  somos  hijos  adoptivos  suyos, 
enjendrados  espiritualmente. 

Cuando  confesamos,  que  es  Todo-poderoso, 
habernos  de  considerár  la  reverenzia,  que  se  de- 
be de  tcnér  á  tan  grande  Majestád. 

Habemos  mucho  de  temér  de  ofender  a  tan 
grande  Señór,  que  con  sola  su  palabra  puede 
destruir  el  mundo.  Ha  de  habór  grande  alegria 
Foi.  11.  en  nuestros  corazones,  de  ver,  que  os  lan 
grande  el  podér  del  Señór,  que  nos  crió ,  i  nos 
rije,  i  tiene  su  guarda.  Con  esta  alegria,  nos 
habemos  de  Uegár  a  Él ,  obedeziéndole  en  todos 
sus  Mandamientos,  no  enojándole,  ni  dessirvicn- 
dole:  temiendo  siempre  el  castigo  de  su  mucho 
podér:  i  con  grande  seguridád,  que  siempre  nos 
defenderá,  si  nosotros  no  le  ofendemos:  i  amán- 
dole, como  se  debe  de  araár  Señór,  i  Padre  tan 
poderoso,  i  tan  justo,  i  tan  bueno. 


*.  CmSTIAKO.  Jt 


1  El  segundo  Articulo  es : 
flCircér  en  Jesucristo  su  único 'Hijo,  Señor 

nuestro.*  >   .1   <  ■       :         ■  i^ 

■  Aqui  comienzaila  segunda  parte:,- en  que  se. 
hazo  mcnzión  del  Hijo:  dol  cuil  dijimos,  quo  es 
Dios,  juntamente  con  su  Padre:-es  imájon,  i, 
sabiduría  suya,  énjendrado  eternalmentc.  Lla- 
márnosle Jesús,  que  quiere  dezir,  Salvadór:  por- 
que salvó  el  mundo  *.  Llamárnosle  Cbisto,  que 
quiere  dezir;  Unjido :  porque  le  unjió  el  Padre, 
para  Reí  Espiiutdál  de  los  hombres.  Llamámoslo 
SEÑón  NUESTRO,  iporque  nos  redimió:  i  porque 
es  nuestra  defensa^i  nuestro  Juéz.  Dizese  Unico 
Hijo  de  Dios,  porque  Él  solo,  es  Hijo  natural  del 
Eterno  Padre:  i  los  otros  son  espirituales,  i  de 
adopzión.         /  .         •  •  ,  :  '  ■ 

En  la  confesión  d'este  Artículo,'  habernos  de 
tenér  grande  revérenzia  a  la  persona  de  Cristo, 
nuestro  Rcdemptór.  Habémonos  de  alegrár  mu- 
cho, de  tenér  tal  Señór,  i  de  pi-ocurár  de  cum- 
plir, todo  lo  que  Él  nos  mandó  *,  pues  que  nos 
ha  de  juzgár.  Habernos  de  dár  siempre  grázias 
al  Padre,  que  nos  quiso  hazér  tan.  grande  mer- 
zéd,  í  de  darnos  su  Hijo  unijénito,  para  Benefi- 
zios  tan  grandes  como  d'Él  nos  vienen. 


1  Verdád ,  a  mi  parezér, 
importantísima.  Víase  11. 
Epístola  do  s.  Pablo  a  los 
Corintios.  Capítulo  "V.  19:  i 
los  zinco  versículos  anterio- 
res. Léase  todo  íl  paso,  ver.. 


sículos  14-19,  i  se  verá  la  iril.- 
portánzia  suma  de  esta  vcrr 
díd,  ziertamentc  católica. 

»  Véase  XI.  Ep.  Cor.V.  15, 
i  17.  Nótese  la  voz  Beneflzios 
de  Cristo.  , 

19 


?00 


iS.  OATEZISMO  >» 


^  El  terzero  Articulo  de  la  Fc'es: 

«Que  fué  coiizebido  do  Spíritu  Sancto,  i  nas- 
zió  de  María  Virjcn.» 

Quiere  dezir  esto:  que  el  Hijo  de  Dios,  siendo 
Dios,  se  hizo  hombre,  i  que  fué  conzebido  en 
el  vientre  de  su  Madre  por  distinto  médio  de 
todos  los  otros  hombres  :  por  una  manera,  que 
la '  potenzia  infinita  de  nuestro  Señor  quiso 
obrár:  la  cuál  nuestro  entendimiento  no  sahe, 
ni  puede  comprehendér.  Tuvo  madre  sandísi- 
ma, i  Virjen  :  porque,  para  ser  hombre,  no 
tuvo  otro  padre,  sinó  el  mismo,  que  tiene,  i 
siempre  tuvo  en  el  zielo;  de  quien  es,  i  fué 
eternalmente  enjendrado.  Tomó  verdadera  car- 
'  ne  de  la  Virjcn,  i  fué,  i  es  verdadero  hom- 
bre, enjendrado  en  tiempo  por  el  mismo  Padre, 
que  habcmos  dicho,  con  cuya  voluntád,  i  po- 
dér,  fué  hecha  aquella  conzepzión  en  las  secre- 
tas entrañas  de  la  madre  santísima. 

Para  redimir  a  los  hombres  naszidos  en  peca- 
do, era  menestér,  que  nos  redimiese,  hombro 
no  subjcto  a  pecado.  Todos  somos  de  linaje  de 
traidores,  i,  por  ese  mismo  caso  traidores.  Con- 
venia, que  el  hombro,  que  nos  hubiese  de  li- 
brár,  fuese  do  nuestro  mismo  linaje,  para  pa- 
gar por  nosotros:  i  enjendrado  de  tal  manera, 
que  no  tuviese  parte,  ni  hcrcnzia  de  la  traizión. 
Tal  es  nuestro  Redemptór  Jesu  Cristo,  cuya 
madre  es  Virjen,  cuyo  Padre  es  Dios.  Ansí  como 
la  humanidád  estaba  en  Él  unida  con  la  divini- 
Fol.  13.  dád;  ansí  era  morada  de  toda  limpieza,  de 
toda  innozenzia,  i  de  toda  santidad. 


•A  CRISTIANO.  >• 


291 


La  misma  confesión  de  este  Artículo  nos  a\isa 
de  la  grande  estima  en  que  debemos  tener  la 
huraanidád  de  nuestro  Redcmptór,  i  de  cómo  la 
habernos  de  seguir,  i  ponér  por  ejemplo,  i  por 
dechado  en  nuestras  obras  todas.  Él  es,  nuevo 
hombre,  i  enjendrado  de  nueva  manera:  razón 
es,  que  nosotros,  por  imitár  Le,  i  mediante  el 
favór,  que  por  Él  alcanzamos,  seamos  nuevos 
hombres  ' :  i  que  desechemos ,  en  todo,  las  reli- 
quias, i  condiziones,  del  viejo  pecado,  hazien- 
do  nueva  vida  de  obedienzia  a  lo  que  nuestro 
Señór  manda :  i  de  nuevo  ejemplo  de  sanctas 
obras. 

-  ^  El  cuarto  Articulo  es: 

«Creér,  que  el  Hijo  de  Dios,  después  de  ser 
hecho  hombre ,  murió  por  nosotros :  i  fué  sen- 
tenziado  porPonzio  Pilato,  cruziGcado,  i  muer- 
to, i  puesto  en  la  sepultura.» 

La  declarazión  d'esto  es :  Que  como  nosotros 
estábamos  en  enemistád  de  Dios ,  por  razón  de 
nuestro  pecado;  su  unijénito  Hijo,  quiso  pagár 
nuestra  déuda,  ofreziéndose  por  sacriüzio  do 
nuestra  culpa,  i  derramando  por  nosotros  su 
sangre.  Su  muerte  no  fué  forzada:  porque  nadie 
era  poderoso  para  dársela  contra  su  voluntad, 
por  cuanto  era  verdadero  Dios.  Él  mismo,  quiso 
morir,  por  obedezér  a  su  Padre,  cuya  voluntúd 
era,  que  do  esta  manera  fuésemos  redemidos. 
Ofrezió  liberalmente  su  sangre,  porque  quedá- 
semos perdonados,  i  la  ira  del  Padre  aplacada. 


i  II.  Corint.  V.  17.  Véase; 


29Í  'A  oatkzismo  Jí 

Sentenziólo  Ponzio  Pilato  por  falsas  acusazioncs 
de  los  Judíos:  i  por  contentarlos  en  ello,  sen- 
Füi.  14.  tdnziólo  f  a  muerte  de  cruz,  muerte  cruel,  i  do 
grande  infamia,  para  dar  a  entendér,  que  moría 
por  hombres  mui  pecadores:  i  lo  mucho  que  se 
humilló ,  por  ensalzar  a  nosotros.  Fué  puesto  en 
la  sepoltura,  públicamente,  para  que  mas  noto- 
ria fuese  su  muerte,  i  mas  conoszida  su  rcsur- 
rezión.  i 

•  Cuando  este  Articulo  confesamos,  habernos  de 
cono.szér,  cuán  grande  fué,  i  es,  nuestra  mal-- 
dád;  pues  tan  caro  fué  el  remedio:  cuán  grande 
la  misericordia  del  Padre  Eterno,  en  dar  por 
nosotros  su  hijo;- cuán  grande  la  obedienzia,  i 
misericordia  del  mismo  Hijo,  pues  con  tanta  li- 
^  beralidád  obedczió,  i  se  ofrezió  a  la  cruz.  Habe- 
rnos de  procurár  de  ser  mui  agradezidos  a  todo 
.esto:  pues  ningún  agradezimiento  puede  ser  tan 
grande,  que  iguale  con  la  minima  parto.  ; 

Habernos  de  considerár,  que  pues  tan  grande 
fué  el  prezio  de  nuestra  redempzión,  ninguna 
otra  cosa  bastaba,  para  ser  redimidos. 
.  Por  esto,  habcmos  de  ponér  toda  nuestra 
confianza,  en. esta  muerte,  i  en  este  «acrifizio: 
ofrezerlo  cada  día  en  nuestras  oraziones,  i  en 
nuestras  obras,  i  conoszimiento :  confesando, 
que  solo  esto  es  nuestro  remedio,  i  poniendo 
en  ello  nuestra  esperanza  toda.  ■ . 

El  quinto  Articulo  es: 

«Creér,  que  deszendió  a  los  infiernos:  i  que 
después  d'esto  subió  a  los  zielos. » 


•A  cniSTiAKO.  S  293 
La  dcclarazión  es  esta.  Desdo  el  prinzipio.  del 
mundo,  luego  que  pecaron  los  hotnbres;  prome- 
tió Dios  de  dar  a  su  Hijo,  para  nuestro  remedio r 
i  esta  promesa,  por  ser  salida  de  la  Verdad  di-  . 
vina,  aprovechaba  a  los  que,  en  fé  d'cUa,  vi- 
vían, i  morían,  i  por  este  Sacrifizioy  que  habla  Foi. 
de  venir,  pedían  perdón  de  sus  petados,  i  hazian 
penitcnzia  d'ellos.  Mas  cómo  aun-  no  ora  puesta 
en  obra,  la  venida,  i  muerte  del  Redemptór; 
estábase  el  zielo  zerrado:  ií  aquellos  Fieles  que 
ansí  morían,  eran  depositados  en  zierto  lugáV; 
que  en  este  Articulo  se  llama -infierno.  Al  cuál 
deszendió  el  ánima  de  nuestro  Redemptór,  junta 
con  la  Divinidad,  dejando  el  cuerpo  en  la.sc- 
poltura  :  quebrantó  aquella  cárzel,  i  sacó  do 
aquella  obscuridád,  aquella  santa  jonle:  ale- 
gróla con  su  presenzia,  que  tan  deseada  tenían: 
llevólos  consigo  al  zielo,  cumpliendo  con: ellos 
todo  lo  que  de  tantos  años  antes  estaba  prome- 
tido. 

Con  la  confesión  d'este  Articulo,  debemos  jun- 
tamente considerar,  cuán  verdadero  es  Dios  en  su 
palabra:  cómo  nunca  falta  a  los  suyos:  cuán  gran- 
de fué  la  misericordia  del  Redemptórdel  mundo, 
que  en  acabando  de  morir,  i  pasar  tranze,  tan  ri- 
guroso, estando  su  cuerpo  en  la  sepoltura,  bajó 
Él  a  las  honduras  de  la  íierra-,  áibusciir,  i  con- 
solár  sus  amigos,  i  a  ser  Éi,  mismo  el  mensa- 
jero de  la  Buena  nueva  de  su  redempzión.  Ha 
se  de  dcspertár  nuestro  corazóa  al  agradczimíen- 
to,  i  servizio,  de  tan  grande  anlór:  a  tener  veri 
dadera  conüanza,  que  nunca  su  remedio-,  ños 
podrá  faltár,  si  nosotros  no  faltamos.-  t- 


294  'A  OATEZISMO  /* 

La  segunda  parte  d'estc  Articulo  es:  «Creer, 
que  rcsuzitó  de  entre  los  muertos.»  Quiere  de- 
zír,  que  después,  que  su  Anima  santísima,  junta 
Foi.  16.  con  laDivinidád,  sacó  f  los  santos  Padres  del 
Limbo,  se  tornó  a  juntár  con  el  cuerpo,  con 
quien  también  la  Divinidád  estaba  junta;  i  se 
tornó  todo,  a  la  compañía  en  que  primero  esta- 
ba, i  resuszitó  con  vida  inmorlál,  i  gloriosa,  i 
de  mayór  exzolenzia,  que  se  puede  pensar, 
Dando  nos  a  entendér ,  que  ansí  como  Él  fué 
librado  de  todos  aquellos  trabajos,  ansí  seremos 
nosotros  librados  del  pecado,  i  de  la  muerte,  i 
de  todas  nuestras  aflicziones,  si  le  quisiéremos 
imitár  en  la  obedienzia,  i  en  las  obras  de  jus- 
tizia. 

•         1  El  sexto  Articulo  es :  y  :" 

aCreér,  que  subió  a  los  zielos,  i  que  está  asen- 
tado  a  la  diestra  de  Dios  Padre. » 

La  intelijenzia  d'estc  Articulo  es:  Que  después 
de  pasados  cuarenta  días,  en  que  aparezió  a  sus 
diszipulos  resuszitado;  subió  al  ziclo,  como  a 
lugár  debido  por  premio  de  lo  que  babia  hecho. 
I  alli  reina,  i  es  Señor  de  los  hombres  que  re- 
dimió: i  está  asentado  a  la  diestra  del  Padre: 
quiere  dezir,  cuán  favorozido  es  del  Padre  Eter- 
no: cómo  tiene  el  gobierno  de  la  Iglesia:  i  es 
premiado  con  grandísima  honrra,  i  con  bienes 
inestimables.  ' 

Cuando  este  Articulo  nos  viniere  a  la  memo- 
ria, como  es  justo  que  venga  muchas  vezes;  no 
'habernos  de  pensar,  que  nuestro  licdemptór  está 
en  el  zielo  gozando  de  aquellos  bienes,  i  olvidado 


ÍP.  CRISTIANO..  ?!  295 

de  nosotros  por  quien  padezió:  tantos  trabajos: 
antes,  habernos  de  creér,  que  el  mismo  deseo, 
i  cuidado,  que  tuvo  de  nuestra  salud,  cuando 
anduvo  por  el  mundo )  tiene  agora,  a  la  diestra 
del  Padre.  Ansi  como  estónzes  oyó  a  los  afliji- 
dos;  i  tuvo  grande  misericordia  /"  d'ellos;  ansí  Foi.  17. 
los  oye  agora,  para  remediarlos,  i  favorezerlos. 
Como  en  aquél  liempo  anduvo  con  nosotros  en 
carne,  i  en  presenzia  corporál ;  ansi  anda  agora  i..-, 
,en  espíritu,  con  su  providehzia,  i,  su  misericor- 
dia, buscándonos,  i  guiúndonos,  para  que  sal- 
gamos de  nuestros  pecados,  i  ganemos  los  bie- 
nes, que  nos  prometió.  .  . 

..^  El  séptimo  Articulo  es: 

«Que  el  mismo  Redemptór,  que  subió  a  los 
zielos,  ha  de  venir,  desde  allí,, a  juzgúr  vivos,  i 
-muertos.». 

■  El  entendimiento,  d'este  Artículo  es:  Qué, 
pasado  el  tiempo,  que  Dios  tiene  determinado, 
que  vivan  los  hombres  en  este  mundo;  verná  el 
fin  de  todos  ellos:  i  que  estonzes  nuestro  Señor 
Jesu  Cristo  deszenderá  del  zielo  ,  como  Él  mis- 
mo lo  contó  a  sus  diszipulos,  i  juzgará  a  todos 
los  que  estónzes  estuvieren  en  el  mundo,  i  mu- 
rieren en  aquella  sazón,  i  a  todos  los  pasados 
hasta  aquel  punto.  :  '  i . 

.i  Juzgará  por  el .  Evanjelio ,  que  predicó:  pi- 
diendo cuenta  de  cómo  lo  cumplió  cada  uno:  i 
el  que  en  este  examen  fuere  hallado  justo,,  sei'á 
scntenziado  por  tal,  ¡  "llevado  al  Reino  del  zielo. 
El  que  fuero  hallado  falto,  seíá  Conószido,  allí, 


296  'A  CATE2ISM0  S* 

por  quien  fué,  ¡  condenado  a  las  penas  del  in- 
fierno, para  siempre  jamás  D'esta  scntenzia  no 
hai  apelazión.  ni  puede  lenór  remedio,  porque 
el  Padre  tiene  scnaladó  por  Juóz,  'a  su  Hijo,  i 
dado  por  hecho  lo  que  Él  hiziere.  '       '  "■ 

•  :  En  este  Articulo  habernos  de  conoszér,  cuán 
grande  es  el  cuidado,  i  la  cuenta.i  que  nuestro 
•Redemptór  tiene  con  nosotros  en  este  mundo; 

.13.  pués  ha  do  ser  después  Juéz,  i  Juez  justí- 
simo. Juntamente  habernos  de  entender,  que, 
ansí  como  nos  amó  para  morir  por  nosotros;  i 
como  nos  ama  "para  procurár,  que  no  nos  torne- 
mos a  nuestra  perdizión;  i  como  tiene  miseri- 
cordia para  perdonarnos,  si  nos  quisiéremos  vol- 
vér  a  Él;  —  ansí  el  dia,  que  nos  Juzgare,  será 
rigurosísimo,  i  bravo  contra  los  pecadores,  que 
'no  quisicron'  hazér'pcnitenzia,-  ni'guardár  el 
Evanjelio,  que  Él  predicó.  Debemos,  pués,  de 
tal  manera  aprovecharnos  aquí  de  su  misericor- 
dia, que  después  no  caigamos  en  las  manos  do 
su  justizia :  i  tener  siempre  dolante  de  nuestros 
ojos  este  juizio.  - 

^  El  octavo  Articuló  es: 

■■■  «Confesar,  i  creer,  la  persona  del  Espíritu 
Sancto.» 

I  aquí  comienza  la  terzera  parte  del  Símbolo. 
■  Dijimos,  que  había  Padre,  que  era  Dios:  i, 
que  había  Hijo,  'quo  támbicrt  era  Dios  como  el 
Padre,  í  por  nosótros  se  hizo  hombre:  agora  de- 
zimos, que  hai  Espíritu  Sancto,  que  es  Dios,  el 
cual  prozedc  del  Padre,  i  del  Hijo:  i  todas  tre.s 


-•A  cniSTiANO.  'A  297 
personas  no  son  mas  de  un  Dios,  como  ya  está 
.declarado.  A  esta  terzera  persona  del  Spiritu 
Sancto,  so  Id  atribuye  la  obra  de  dar  lumbre  a 
nuestros  entendimientos,  para  el  conoszimiento, 
i  aviso,  de  la  santa  Dotrina:  i  la  de  dcspertdr 
nuestros  corazones,  enzcnderlos,  i  esforzarlos, 
para  buenos,  i  santos  pensamientos,  i  ipara bue- 
nas obras.  Muchos  son  los  dones,  que  le  atribu- 
ye la  Divina  Escriptura,  i  que  de  su  mano  nos 
vienen  :  mas,  para  mas  fázilmente  retenerlos  en 
la  memoria,  se  reduzen  a  siete,  que  son:  don 
de  Sabiduría,  para  cónoszér  la  bondad  f  de  Dios: 
don  de  Entendimiento,  para  que  nos  aproveche- 
mos de  la  palabra  Divina:  don  de  Consejo,  para 
venzér  los  engaños  de  nuestra  carne,  i  las  astú- 
zias  del  Demonio  :  don  de  Fortaleza,  para  perse- 
-verár  enlo  bueno:. don  de  Szienzia,  para  el. en- 
señamiento de  nuestros  prójimos :  don  de  Pie- 
dad, con  que  nuestra  ánima  se  afizione  a  nuestro 
Señor,  que  nos  crió,  i  nos  haze  tantas  merze- 
des:  don  de  Temór,  para  tenerle  grande  revc- 
renzia,  i  grande  obedienzia  a  sus  Mandamientos. 

No  nos  habernos  de  contentar  con  confesár 
este  Articulo  con  la  boca  solamente,  sinó,  con 
tenerlo  en  eí  corazón,  i  pedir  continuamente, 
que  el  Espíritu  divino  more  en  nuestras  ánimas; 
i  las  alumbre,  las  alegre,  i  las  csfuei-ze,  i  las 
haga  siempre  creszér,  de  bién,  en  mójór:  i  pos- 
poner todas  las  cosas  d'este  munda.,  al  servizio 
suyo,  i  a  su  gloria.  .; : 

1  El  nono  Articulo  es: 
'  n  Creér^  que  hai  Iglesia  Gathólicra  ;■  i  Sánela.»- 


'208  "A  CATEZISMÜ  S 

Cuya  dcclarazión  es:  que  de  los  hombres  redc- 
midos  por  la  muerte  de  nuestro  Rcdemptór,  i 
enseñados  con  su  Evanjelio ,  hai  en  el  mundo 
una  Congregación,  que  conservan  la  grázia,  que 
por  el  Espíritu  Sancto  les  fué  dada:  la  fé  de  lo 
que  se  predicó  por  los  Sanctos  Apóstoles:  i  la 
guarda  do  los  Mandamientos  divinos  Cuando 
afirmamos,  que  hai  esta  Congregazión,  no  que- 
remos, dezír,  que,  por  fuerza,  estos  hombres 
"    justos,  hayan  d'estár  en  una  compañía,  ó  en  una 
morada,  zerca  unos  de  otros.  Porque  dado,  que 
.-   ;    esté  el  uno,  mui  muchas  leguas  d'el  otro;  son 
Foi.20   de  una  misma  Congregazión  ,  i  de  una  f  misma 
Iglesia.  I  aquello,  que  los  junta,  i  los  haze  unos; 
no  es  zercanía  de  lugar,  sinó  conformidád  db 
'      una  fé ,  de  un  taptismo ,  do  una  obedienzia  de 
Evanjelio,  de  una  grázia,  i  sanctificazión  d'el  Es- 
píritu Sancto. 

Llamamos  a  osla  Iglesia,  «Sancta;»  porque 
por  su  fé,  i  sus  obras,  son  todos  los  miembros 
d'ella,  azeptns  á  Dios,  i  juntados  con  Él,  en 
grandi.sima  amistad.  Llámase  «Cáthólica,»^  por- 
que donde  quiera  que  estén  los  tales  miembros, 
son  miembros  de  un  mismo  cuerpo  místico;  i 
espirituil,  cuya  cabeza  es  Cristo,'  ntíestro  Re- 
demptór.  Con  el  cual  están  juntos,  por  la  razón 
que  ya  tenemos  declarada,  i,  entre  sí  mismos, 
están  unidos  con  una  misma  fé,  i  una  misma  ca- 
ridad, sin  que  errór,  ni  herejía,  los  divida  en- 
tre si. 

1   Nótese  bien  la  definí 
lión,  ahí,  do  iglesia  católica 


i  I  véase  la  Ñola  puesta  "> 
cnla  pájina79.  ' 


»  cniSTiANü.  ?5  290 
Cuando  confesamos,  que  hai  esta  tal  Iglesia, 
queremos  dezlr,  que  nunca,  do  estos  tales  hom- 
bres santos,  i  justos,  habrá  totalmente  falta: 
sinó,  que  siempre  habrá  algunos  d'ellos,  pocos, 
o  muchos :  porque  esta  honrra  quiere  el  Padre 
Eterno  dar  a  su  Hijo :  que  siempre  haya  en  la 
tierra,  quien  se  aproveche  de  su  Benefizio:  i  la 
conozca :  i  le  dé  grázias  por  ello. 

Lo  que  la  memoria,  i  confesión  de  este  Ar- 
ticulo, ha  de  obrár  en  nosotros,  es:  ponernos 
grande  deseo,  de  ser  de  esta  santa  compañía:  pro- 
curarlo con  todas  nuestras  fuerzas,  pidiendo  a 
nuestro  Señór  favór  para  ello :  i  por  ninguna 
cosa  d'el  mundo ,  admitir  pensamiento ,  ni  obra, 
que  nos  aparte  de  tan  santa  congregazión ,  a 
quien  el  Redemptór  del  mundo,  tiene  prometi- 
das tan  grandes  merzedes.  Esto  que  agora  diji- 
mos, es  la  declarazión  de  la  segunda  f  parte  foI. 
d'este  mismo  Articulo:  si  no  lo  queremos  hazér, 
Articulo  por  sí:  en  que  confesamos,  la  Commu- 
nión  de  los  Santos.  Una  misma  sentenzia  es,  de- 
zír,  Cathólica;  i  dezlr,  Communión  de  los  Sánelos. 

^  El  dézimo  Articulo  es : 

•  Que  hai  remisión  de  pecados.» 

Queremos  dezir,  que  la  muerte  del  Hijo  de 
Dios,  i  Señór,  i  Redemptór  nuestro;  no  solo  al- 
canzó perdón  para  los  pecados  de  los  que  hasta 
alli  hablan  sido;  —  sinó,  que  para  todos  los  hom- 
bres, en  cualquier  tiempo  que  sean,  fué  sufi- 
ziento:  do  tal  manera,  que  aunque  muchas  ve- 
zes  hayan  ofendido  al  Señór;  si  hizieren  peniten- 


300  «  TATEZIb.MO  S 

zid  d'cUo,  i  verdaderamente  pidieren  perdón; 
les  scráil  perdonados  sus  pecados  todos:  porque 
siempre  está  ^ixn  la  virtud  del  Sacrifizio,  que 

se  ofrczió  por  nosotros.    •    •    ,    i  ; 

•  Estp  Articulo,  no  noába  do  dar  atrevimienta, 
para  que  tengamos  en  poco  el  pecado,  ni  .no$ 
descuidemos  en  61 :  porque  esto  es  do  hombres 
mui  desagrade/idos,  i  provoca  mucho  la  ira  de 
Dios.  Cuanto  mas  aparejado  estuviere  al  perdón, 
i  mayór  fuere  la  misericordia;  tanto  mas  nos  ha 
de  ponér  obligazión  de  no  ofendér  ni  enojár,  a 
Señórtan  bueno.  ••      •  •■  •  :   - 

',í:         El  Articulo  pnzeno  es:     .  ;. 

^  .  íCreér,  que  hai  Resurrezión  de  carne.»  - 
:Cuya  intelijenzia  es :  que  no  solo  nuestras  ánir 

;  ..■  ;  mas  han  de  gozár  de  la  bienaventuranza  del  zie- 
lo,  si  guardáremos  lo  que  nos  es  mandado,  i 
verdaderamente  sirviéremos  al  Señór;  mas  que 
nuestros  cuerpos  se  han  de  juntár  con  ellas,  i 
en  una  compañía  que  nunca  so  acabe ,  estarán 

Foi.  22.  en  perpétua  gloria.  I  aunque  parezca  ''  ansi, 
que  nuestra  carne  se  corrompe,  i  se  deshaze, 
convirtiéndose  en  tierra,  después  de  la  muerte, 
el  podér  de  Dios  es  tan  grande,  que  la  puede 
tornar  á  su  mismo  sér::  i  ansí  lo  hará.  De  mane- 
ra, que  los  buenos  vayan  .en  cuerpo,  i  en.  áni- 
ma al  zielo;  i  los  malos  vayan  .en  cuerpo,  i  en 
ánima,  a  las  penas  eternas.;.         ■ .      ¡;  : ;■• 

:  ri  -  '.íflivn;-)  ;]'•■  ,--<vj 

■:¡-»ii  i  •;  : ;  /  ;',  ú'      .-iO  i-ví      nr::,.ii  f .;-,/:  iÍ  -.  :T  ' 


cniSTiANO.  S 


301 


,  •  .  ..   .1  Eldozeno  Articulo  ex:  ... 

■  «Que  dará  Dios,  a  los  que  le  hubieren  sen'ido,' 
viflá  sin  finVii  ■'  '  '  '  '  ■  " 

'  'Que  Vivirán  en  uii'a  vida  iicnáven turada,  lle- 
na demayores  iiencsj'que  podemos  imajinár: 
en  compañía , -  i  en  amistád,  del  Scfiór,  que  nos' 
crió,  i  nos  libró:  con  conoszimiento  de  las  gran- 
des merzedes,  cjue  d'Él  rezebimos.  Lo  cuál  sórá 
cdusa,  que  transportados  en  grande  espanto,  i 
en  grande  gloria,  siempre  le  estemos  loando,  i 
glorificando.  ■  '      '  ' 

•  Aquí' sé  ácábán  los  Artículos  de  la  Fé,  los 
cuales  (según  que  al  prinzipios  dijimos) ,  sirven 
para  la  notizia,  i  el  conozimiento,  que  habernos 
de  tenér  de  Dios,  i  de  sus  marabillas,  i  de  sus 
bcneCziosj  i  de  la  obligazión ,  que  tenemos 
para  servirle.  Agora  se  dirá  de  los  Diéz  Man- 
damientos. .■    ■  .      ■  i 

Sigúese  Já"  Veclarazi'ón  de  tos  Diez  Mandamiéniós. 

La  voluntád  de  Dios,  en  lo  que  pcrteneze  a 
nuestras  obras,  i  a  la  manera  en  que  le  habe- 
rnos de  servir;  está  manifestada,  i  declarada, 
en  los  Diéz  Mandamientos.  Estos  habemos  de 
tenér  por  regla,  para  todo  lo  que  pensáremos, 
i  todo  lo  que  hiziéremos.  De  manera,  que  el 
verdadero  uso  d'ellos  será  :  tcnér  una  jcncrál 
determinázión,' en  ■  nuestro  coi-azón ,  de  no  foI.23. 
quebrantár  ni  uno  d'ellos,  por  cosa  que  se  nos 
ofrezca  de  prospevidád,  ni  de  adversidád.  •  ■    •     '"'  ■ 

Flabémoslos  de-  tenér  en  nuestra  memoria;  i 


302  'A  CATECISMO  /5 

cuando  nuestro  pensamiento,  nuestro  deseo,  o 
nuestra  obra,  no  fuese  manifiestamente  lizita, 
i  honesta ;  luego  habernos  de  acudir  al  Man- 
damiento que  trata  d'ello;  i  examinarlo  ,  i  mi- 
rar, si  en  alguna  manera  nos  apartamos  de  lo 
que  allí  Dios  nos  tiene  mandado.  I  si  viéremos, 
que  no  conforma  con  el  mandamiento,  sinó. 
que  por  la  tal  cosa,  se  quebranta  la  regla  que 
allí  está  puesta;  habernos  de  conoszér  luego, 
que  nuestro  Señór,  sería  gravemente  ofendido 
con  tal  obra,  o  tal  pensamiento:  i  apartarnos 
d'ello,  como  de  cosa  abominable:  quedando  con- 
tentos de  haberlo  huido,  i  desechado  de  nos- 
otros; sin  hazér  estima  ni  caso,  de  la  pérdida, 
ni  afrenta,  que,  por  ello,  se  nos  siguiere, 
v  Estos  Diéz  Mandamientos,  se  dividen  en  dos 
partes.  Los  tres  primeros,  van  mas  particular- 
mente enderezados  a  la  honrra,  que,  habernos 
de  dar  a  Dios,  en  nuestro  corazón,  i  en  las  obras 
defuera:  los  otros  siete,  tratan  de  las  obras 
que  habemos  de  tenér,  para  con  nuestros  pró- 
jimos :  en  lo  cuál  quiere  también  nuestro  Se- 
ñór, que  tengamos  limpieza  en  el  corazón ,  i  en 
lo  que  de  fuera  se  manifiesta. 

^  El  primer  Mandamiento  es : 

«Amar  a  Dios  sobre  todas  las  cosas.» 

Quiere  dezir:  que,  de  conoszérle  quién  es, 
habemos  de  considerár,  cuán  justa  cosa  es  amár, 
a  Señór  tan  poderoso,  tan  sábio,  tan  justo,  i 
Pol.  24.  tán  bueno :  i  que  (  este  amí)r  sea  tan  grande, 
que  exzeda  al  amór  de  todas  las  otras  cosas :  que 


'A  CRISTIANO.  S  303 

lodo  quede  atrás,  i  esta  vaya  adelante.  Habernos 
de  sentir  en  nuestro  conoszimicnto,  i  en  nues- 
tro corazón ,  una  grande  obligazión  de  amarle 
de  tal  manera :  i  de  empleár  en  61  todas  las  fuer- 
zas de  nuestro  amór:  i  tenér  mucho  conten- 
tamiento, de  estár  obligados  a  esto,  con  grande 
deseo  de  hazér  todo  lo  que  Él  manda,  i,  en  nin- 
guna cosa,  desagradarle. 

Si  se  ofreziere  alguna  de  las  pérdidas  del  mun- 
do, menospreziarla  con  grande  ánimo,  antes 
que  ofenderle  en  un  punto :  porque  de  otra  ma- 
nera, mas  amaríamos  lo  que  perdemos,  que  a  - 
Él.  Cualquier  trabajo,  que  se  nos  recresziere, 
por  su  servizio,  darlo  por  mui  bién  empleado: 
pues  se  sufre  por  tal  Señór. 

Las  obras  con  que,  jeneralmente  ,  este  Man- 
damiento se  pone  en  efecto,  son,  deseo  que  su 
gloria  vaya  adelante,  i  que  sea  conoszido  por 
quien  Él  es,  i  servido  como  tal.  Favorczér  a  todo 
lo  que  es  en  su  servizio  :  contradezír  a  todo  lo 
que  le  dessirve:  llamarle,  en  todas  las  nczesi- 
dades,  como  a  Solo,  i  verdadero  Remediadór 
d'ellas.  Darle  grázias,  i  darle  gloria,  por  todas 
las  cosas:  i  por  el  cumplimiento  de  su  voluntád. 
Tenér,  en  todos  los  trabajos,  grande  pazienzia. 
Esperár  siempre  en  El,  con  grandísima  confian- 
za. Conoszerlo,  i  confesarlo  por  verdadero,  i  por 
justo  en  todas  sus  cosas.  Demandarle  perdón, 
de  todos  los  defectos,  i  todas  nuestras  culpas. 
Hazér  verdadera  penitenzia  de  haberle  ofendido: 
temerle,  como  a  tan  bueno  ,  ¡  justo  Señór:  pro- 
vocár  f  a  los  otros  (para  que  le  conozcan,  i  que  poi. 
le  sirvan)  con  ejemplo,  i  con  dilijenzia. 


30í  'Á  CATECISMO 

Las  obras,  con  que  se  quebranta  éste  Man* 
ünmiento,  son  las  contráriasa  las  que  habemoa- 
dicho :  temer  poco  su  castigo :  estimdr  éií  pocó' 
su  reverenzia:  conGúr  en  cosas  *,  que  son  con- 
tra SLl  voluntád :  en  fuineS  obras:  en'  supersti-' 
^íiones,  i  hechizerlas:  i  eh  fávór  dél  Demohiófr 
otras  cosas,  que  se  pueden  entendér,  por  las  que 
ya  habernos  dicho.         '  "'      -      -  - 

•'  ■  ■   ■  ^  El  segundo  Mandamiento' c$:'  "■  ' 

«No  tomir  el  santo  Nombre  de  Dios  en  vaho.» 
■  Es  nuestro  Señór,  suma  verdád,  i  Favoreze* 
dór  de  quien  es  verdadero:'  i  enétriigó  de  la 
mentira,  i  de  la  falsedád.  tíl  'que  jura  bu  Nom- 
bre, es  como  si  Lé  trajese  por  testigo  dé  lo  que 
dizc:  i  ofrózcso  al  castigo  que  rrier'eze;' si  ñó 
dizé  verdád.  De  aqui  es,  que  este  Nombre,  pot" 
dondé  lodos  entendemos,  i  significámos  cósií 
tan  grande,  i  tan  poderosa  como  es  Dios;  no  se 
ha  de  pronunziá'r  por  riuestra  lioca,  para  false- 
dád, ni  para  mentira:  porque  es  grande  atre- 
vimiento, i  grande  traizión,  querér  encubrir 
nuestro  engaño ,  i  nuestra  falsedád ;  con  autori- 
dad de  la  Suma  Verdád:  i  qderór,  por  esto  mismo 
camino,  engañár  a  nuestro  prójimó.  No  se  ha 
de  traér,  tampoco,  para  cosas  de  burla,  ni  para 
cosas  de  poca  importanzia ,  aunque  digamos 
"verdád  en  ellas.  Solamente  habernos  de  usár 


■  t  Este  C3  un  Aríso  inipor-  '  tanla idolauta  ,  guiiolaMa^\ 
tanto  :  particularmente  para  arlolaíria  ,  como  reina.  , 
nosotros  los  españoles,  entre 


3R  CRISTIANO.  Jí  305 

(l'el  tal  juramento  *,  cuando  la  caridád  ansí  lo 
pidiere,  i  fuere  cosa  verdaderamente  convenien- 
te a  nuestros  prójimos;  o  nos  lo  demandare, 
quien  tuviere  autoridád  para  ello.  Porque  es- 
tonzes  es  darle  gloria,  i  llamár  su  verdád,  para 
f  lo  que  en  si  es  verdadero.  Hase  de  hazér  con  Foi.  ir., 
ánimo  deliberado,  i  que  entienda  lo  que  haze, 
como  en  cosa  de  grande  reverenzia,  i  de  grande 
majestád.       •       .  ,   .   - 1,  .. 

Ansí  como  habernos  dé  huir  d'el  juramento, 
i  de  tomár  para  tal  fin  el  Nombre  de  nuestro 
Señór,  si  no  fuere  en  los  casos  que  habemos 
dicho;  ansí  lo  habemos  de  traér  en  la  boca, 
para  llamarle :  para  darle  grázias :  para  conso- 
lár,  i  exhortar  con  Él ,  a  nuestros  prójimos :  por- 
que este  es  el  verdadero  uso ,  que  el  cristiano 
ha  de  tenér  de  tal  nombre.  I,  por  lo  que  se  há 
dicho,  se  entiende  porqué  obras,  es  cumplido 
este  Mandamiento,  i  por  qué  obras,  es  que- 
brantado. /  •:  ;       '       ':  :    ■  -  '  '    '  : 

,       ^'El  terzero  ñíandamienlo  es: . 

.  «Sanctificár  la  Fiesta*.».  '  ' 
''Lo  cuál  habemos  de  entender  en  esta  manera: 
Vivimos  en  el  mundo  con  mucho  trabajo,  y  en 
diversas  ocupaziones;  según  que  la  justa  voca- 
zión,  i  estado  de  cada  uno,  le  demanda,  i  le 
obliga.  \r.-  ;\  : 

1  Páríicme;  qüe  debemos  '  Ño  ¡urorfioS,  pues,  de  nihpún 
.ilonemo»  inojór,,alo  dicho  j  -.mado:  con  perdón  dclDoctór. 
por  nuestro  Scnór .  según  re-  *  Nótese  bién  el  uso  del 
fleré  s.  Mateo,  capitulo  V.  31.  ,  singnlát!  alusivo  solo  al  Do- 
«Pero  Yo  os  üigo:  que  de  ,  .mingo,  o  día  del  reposo.  . 

NOÍCÚN   MODO  JUREra.»   CtC.  '  ' 

20 

/ 


30C  'A-  CATDZISMO  ^• 

Tenemos  juntamónLo  nczcsidácl,  ilc  alcalizar 
verdadera  noLizia  de  la  palabra  de  Dios,  i  dolo 
que  su  Santa  Voluntad  quiere.  Habernos  de  en- 
tender, i  tratar,  el  uso  de  los  santos  sacra- 
mentos: habernos  de  convenir  en  uno,  con  los 
::;  otros  miembros  de  la  Iglesia,  donde,  unos  a 
otros  nos  exhortemos,  i  nos  conozcamos,  i  de- 
mos testimonio' de  lo  que  creemos,  i  de  lo  que- 
seguimos:  dando  muestras  de  la  obedienzia,  que 
a  la  Iglesia,  i  a  sus  Ministros  tenemos;  teniendo 
conformidad  en  unas  mismas  zerimonias,  honr- 
rando  con  públicas  muestras  a  nuestro  Señór.  "  ) 
Para  esto  se  diputan,  i  se  apartan,  ziertos  días  . 
en  que  nos  eropleemos  en  lo  que  está  dicho: 
Foi.  27.  desembarazándonos  f  de  todas  las  otras  cosas, 
que,  para  ello ,  nos  podrkin  poner  impedimenta 
alguno.  ',         ■  .  i  '    '  '  ■ 

•  Para.que  esto  verdaderamente  sé  cumpla,  hn 
de  zesár  nuestro  cuerpo',  i  nuestra  ánima,  de 
las  otras  ocupazioncs:  i  emplearse  todo,  en  lo 
que  tenemos  ya  declarado:  en  lo  cuál  damos  a 
entender,  que  nos  descuidamos  de  todas  las  co- 
sas, porque  todo  lo  tenemos  seguro,  si  nos  em- 
pleáremos en  verdadero  conoszimiento  ,  i  cum- 
plimiento de  ■  la  voluntad  de  Dios.  Cúmplese 
verdaJeramonte  este  Mandamiento,'  cuando  no 
solo  se  cumple  con  las  muestras'  de  fuera,  sinú 
qub  también  se  cumple  con  el  corazón ,  i  con  el 
ejerzizio  espiritual :  cuando  olmos  la  palabra  díi 
Dios:  cuando  nos  hallamos,  juirlamente  con  los 
oíros;  en  el  ofizio  divino:  cuando  íio  estorba-'! 
raos  a  nuestros  prójimos ,  antes  les  damos  buén 
ejemplo  ,  para  lo  que  han  de  hazér;  cuando  nos 


«.  CRISTIANO.  ^  307 

tomamos  cuenta  do  nuestras  mismas  obras: 
cuando  consideramos  lo  que  debemos  a  Dios,  i 
la  doctrina,  que  en  tales  días,  la  Iglesia  nos  en- 
seña :  cuando  crtmcndamós  nuestros  defectos: 
cuando  pasamos  mas  adelanto  en  el  bien :  cuan- 
do favorczemos ,  i  encáminamos<  el  servizio  de 
Dios :  cuando  coñ  verdadera ,  i  santa  orazión, 
pedimos  perdón  do  nuestros  pecados;  llamamos 
a  Dios,  que  nos  guie, M  le  encomendamos  nues- 
tras cosas  todas,  para  que  las  encamine  en  su 
sanio  servizio.   >■'■■•!     •    .  .. 
■  Las  obras  con  "que  este  mandamiento  se  que- 
branta, i  de  qué  nos  debemos  de  guardár  mu- 
cho, son:  tener  en  lánto  las  cosas  f  corpo-  Foi. 
rales,  i  las  ganánzias  d'ellas;  que  dejemos  de 
ponérenobra,  ló' que  habemos  dicho:  empleár 
nuestros  pensamientos ,-  i  nuestros  ejerziziós ,  en 
tales  cosas,  que  embarazan,  i  dañan,  el  verda- 
dero uso  espirituál  de  la  fiesta :  tratar  cosas  tan 
santas  como  habenios  declarado ,  con  tanto  me- 
nosprczio,.i  ruin  ejemplo;  que  ni  para  otros,  ni 
para  nosotros,  saquemos  provecho. 
'  En  los  ejerziziós,'!  trabajos  corporales,  la  ca- 
ridád,ii  la  Iglesia,  que  siempre  la  sigue;  dis- 
pensa algunas  vezes,  según  son  las  nezcsidades. 
I,  el  mismo  fin  por- donde  se  dispensa,  convida 
a  quo'juntamentG'feea  nuestro  Señor  alabado,  i 
llamado  para  todoi' 

-"  En  este-' tcrzero' Mandamiento,  so  acaban  los 
de'  la  Primera'  Tabla  :  los  cuales,  cómo  está  ya 
dicho  ,  prinzipalmcnte  van  enderezados  a  la  glo- 
ria de  Dios.  En  él  Primero,  dijimos  >  qué  tál  ha- 
bía de  ser  el  corazón;  del  Cristiano;  En  el  Según- 


30$'  'A  CATEZtPMO,  Tí  • 

f]o  ,  cuAl  habia  do  ficr  RU(  Icní^ua.  En  oí  tci  zoro, 
qu;U.eá  han  de  sel-  todas  las  otras  obras  ,■  en  que^ 
se  ha  de  ocirpár:  i.-de  qüó  manera  laé  ha  díí 
encaminar;  i  con  qué  coúoszimiento  de  todo  lo 
que  perteneció  a  la  rclijiórt-quc  sigue.-  :  !  :  n-, 
,  Los  Mandamientos  do  la  Segunda  Tabla>soit' 
los  siete,  que  nos  dan  aviso  do  las  obras,:  que 
habernos  de  tenór)  para  con  nuestros  prójimúSi, 

D'estos,  09  el  Cuarto;  ti  Primero;  en  que  é& 
nos  manda:  «Que  honrremos  "a  nuestros  padres.»; 

Ouiere  dezir,  que  los  tengamos  en  mucho, 
pcfes  que  Dios  loS  escojió  por  instrumentos  para 
Foi.  29   darnos  sor., ,  No  solo  habernos  de  '  honrrdr ,  ai 
'      ;  padre,,  i\  madre,  que  nos  enjendraron;  masa 
todos  aquellos»  que  nos  son  dados poritiíiyorés,' 
para  enseñamos  :  para  administrarnos  paz,  i  jus- 
tizia.  A  todos  los  hombres  somos  en  grande  obli- 
gazión  ,  pues  que  son  nuestros  prójimos;  mas  a 
los  que  habernos  dicho/  se  les  debe  particulál- 
respecto  i  acatamiento;  Este  honi-rár,  no  solo  ha 
•  de  ser  en  lo  do  fuera >  mas  de  dentro,  ha  de  har, 
bér  grande  estima,  i  grande,  respecto :  no  solo 
ha  de  ser  de  palabra;  líias  de  obras,'  según  que 
el  estado  de  cada  uno  Requiere  j-.í  hós  iione  obll- 

gaziÓn.,,   :.  ,;;  \'i->y\Í  .;'!f:ff?!<;  /.TÍJIj 

,;■  Cúmplese  este  Mandamiento^  cüando  quiera] 
que  con  humildes  palabras  intratáremos  ailospa* 
dres  que  nos  enjendraron  :  cuatido  los  sufriérd-i 
mps,  con  grande  pazierlzia  ;' cuando,  los  obcde- 
ziéremos  en  todas  las.  cosas  jüStas;  cuañdo  los 
socorriéremos  en  sus  nezesidades,  "aunque  nos 
cueste  .grande  trabajo  :r,;tüando  les  fuéremos 
agi-adezidos,  de  lo  que [p'ori" nosotros  hiziéron> 


«.  cniSTUNO.  a  i309 
dando  nos  ser,  i  criando  nos:  cuando  a  los  Pro- 
lados, i  Ministros  de  la  Iglesia,  los  acatáremos, 
i  los  obedeziéremos ,  en  los  enseñamientos  de  la 
santa  doctrina;  i  los  estimáremos  en  mucho,  te- 
niéndoles grande  respecto  :  cuando  no  los  me- 
nosprcziáremos,  i, disfamáremos,  por  sus  defec- 
tos; cuando  A  los  otros  Ministros  tuviéremos  el 
acatamiento,  que  su  dignidád  requiere;  i  los  su- 
friéremos como  a  cosa  puesta  de  mano  de  Dios: 
cuando  tuviéremos  particulár  agradezimiento ,  a 
todo  el  otro  jénero  de  Superiores  (que  nos  en- 
señaron, i  favorezieron  en  el  cargo,  que  de  nos- 
otros tenían),  reconosziendo  lo  que  les  debemos. 

Por  f  las  obras,  contrarias  a  las  que  se  han  puj.  39. 
dicho,  se  quebranta  este  mandamiento.  Por  de- 
zir  malas  palabras  a  nuestros  padres:  por  no 
obedezerlos:  por  no  favorezerlos  en  sus  traba- 
jos: por  huir  d'ellos,  no  queriendo  reconoszér 
la  grande  obligazión  que  tenemos,  para  estimar- 
los en  mucho,  i  servirlos  en  todo.  Por  menos- 
preziár  los  Ministros  de  la  Iglesia:  por  burláx* 
d'ellos,  i  tener  en  poco  el  ofizio,  que  tienen;  por 
los  defectos  que  en  ellos  halláremos.  Por  menos- 
preziár  también  los  ministros  de  la  justizia,  por 
dar  ocasión ,  que  sean  tenidos  en  menos.  Por  ser 
desagradezidos  á  todo  jénero,  de  los  que  nos  han 
tenido  en  cargo,  i  de  cuya  mano,  nos  ha  venido 
algún  bien  para  nuestras  ánimas,  o  para  nues- 
tros cuerpos. 

1  El  quinío  Mandamiciilo  es: 

«No  multarás.»   

A  todos  los  hombres  crió  Dios,  i  los  hizo  her- 


310  'ÍS.  CATECISMO 

manos  unos  de  otros.  Quiere ,  que  como  her- 
manos vivan  en  grande  conformidad.  Cometo 
mui  grande  pecado ,  aquél  que  la  quiebra.  I  si 
uno  fuere  tan  malo ,  que  diere  ocasión ,  a  que 
•esta  tal  amistád  se  rompa;  el  otro  ha  do  tener 
tánta  pazicnzia,  que  lo  sufra,  i  en  cuanto  es  en 
'si,  huiga  de  la  culpa,  que  el  otro  tiene,  tra- 
tando de  tal  manera  las  cosas,  que  no  se  rom- 
pan'por  su  parte  las  leyes  de  la  caridád,  a  la 
justizia  pública,  antes  permite*,  i  manda,  que 
castigue  a  los  culpados:  en  lo  cuál,  no  solo  no 
-se  quebrantan  las  leyes  de  la  caridád,  antes  se 
cumplen:  porque,  d'esta  manera,  es  defendida 
Foi.31.  la  concordia,  i  la  paz,  i  amparada  /"  la  innozen- 
zia:  todo  lo  cuál  perezería,  si  la  maldád  de  los 
hombres  tuviese  lizenzia,  para  poner  en  efecto 
sus  ruines  intenziones.  ■  ■  ■ 

Pídenos  este  Mandamiento,  que  tengamos  co- 
-razón  amigable/i  caritativo,  con  nuestros  pró- 
jimos todos,  que  les  perdonemos,  de  buena  vo- 
■luntád,  las  injurias,  que  nos  hizioren:  que  ten" 
•gamos  sufrimiento,  i  pazicnzia  para  todo  esto; 
la  cuál  dará  nuestro  Scñór ,  si  de  verdád  se  la 
demandáremos.  No  solo  habemos  de  perdonar- 
los, mas  amarlos,  como  si  fuesen  amigos  nues- 
tros: socorrerlos  en  sus  nczesidades,  i  pedirá 
Dios  para  ellos,  lo  que  pedimos  para  nosotros. 

Son  contrários  a  este  Mandamiento,  el  rencor 
contra  nuestros  prójimos  :  el  deseo  de  venganza: 
las  injurias  de  obras,  o  de  palabras:  la  calum- 

Así  aparczu,  en  la  cdi-      tuarii  ast-.—nlns  le'jcs  lie  la 
^  z'ión  antigua.  Yo  suprimiría      caridád.  A  la  Juslizia  píibli- 
i'sc  anles,  por  errata ,  i  pun-      ca  pcrmile,  i  manda,  etc.- 


^  CRISTIANO.  9»  311 

iiia,  i  la  mentira  contra  ellos:  el  favor,  o  mal 
consejo,  para  dañarlos:  la  invidia  de  sus  bie- 
nes: finalmente,  todo  aquello,- que  clara,  o  en- 
cubiertamente, les  hiziere  perjuizio.  El  motarse 
uno  a  sí  mismo,  o  tratárse  de  tal  manera,  que 
se  le  cause  la  muerte.  Porque  como  el  hombre 
sea  cosa  de  tan  grande  dignidád,  han  lo  de  fa- 
vorczér  los  otros  hombres,  conforme  a  lo  que 
Dios  tiene  mandado:  i  no  ha  de  quitár  nadie  la 
vida  a  otro,  ni  a  sí  mismo;  sinó  remitirlo  todo 
en  las  manos  de  quien  lo  crió  :  ni  le  ha  de  ha- 
zér  injuria,  pues  que  tan  grande  ■  Señor  es,  el 
que  lo  favoreze. 

1  El  sexto  Mandamiento  es : 

•No  cometerás  adulterio. » 

En  este  Mandamiento,  se  declara  la  voluntad, 
•que  Dios  tiene,  azerca  de  nuestra  limpieza,  en 
nuestros  pensamientos,  i  en  nuestras  obras;  en 
nuestra  '  ánima,  i  en  nuestro  cuerpo.  Permi-  fo\.í2. 
tió  •  Dios  al  hombre  compañía  de  mujér,  con  l:i 
cual  se  pudiese  juntár,  con  bondizión  suya,  en 
santo  ayuntamiento  de  matrimonio.  Quiso  dar, 
a  cada  uno  do  los  que  de  tal  manera  se  junta-  ' 
rcn,  compañero  para  los  trabajos,  i  para  todo 
aquello  en  que  Él  quiero  ser  servido.  Permitióle 
honesto  uso,  para  la  multiplicazión  del  linaje 
humano,  i  para  el  acreszcntamiento  de  la  santa 
Iglesia.  Este  es  el  prinzipál  fin  del  matrimonio 

1  u  o r llenó  Dios  al  hom-  del  zclibato  eclesiástico,  no 

f;re,ctc.n  sería  expresión  mas  permitió  al  Doctor  ponér  or- 

cxada.  Véase  el  Capitulo  II,  ,  ienó. 

V.  18.  del  .léncsis.  Xa  IxA  '  ■• 


3\'¿  '5í>  CATEZiSMO  5 

i  con  este  conoszimiento  se  han  de  juntár,  i  vivir 
en  61  los  fieles.  Fuera  d'esto,  ninguna  otra  cosa 
es  lízita;  i  comete  grande  pecado,  quien,  con 
solo  el  pensamiento  que  sea,  acomete  a  tomir 
la  compañía  ajena»  Cuando  el  adulterio  nos  es 
prohibido,  dAsenos  juntamente  a  cntendér,  que 
cualquiera  otro  uso  de  torpedid,  nos  es  también 
defendido  No  solo  es  defendido  en  las  obras, 
mas  es  defendido  en  los  consentimientos  de  lavo- 
luntád.  Lo  uno,  i  lo  otro,  quiere  limpio  nuestro 
Señór,  i  en  nada  quiere  que  seamos  feos,  ni  de- 
lante de  los  hombres,  ni  delante  d'Él.  Todos 
nuestros  ejemplos,  nuestras  muestras,  nuestras 
pláticas;  han  de  ser  encaminadas,  a  que  no  dén 
otra  muestra,  de  la  que  habemos  dicho. 
^  Son  prohibidos  por  este  Mandamiento,  todos 
los  ayuntamientos,  que  no  son  de  santo,  i  de 
lejitimo  matrimonio:  las  palabras,  i  las  señas, 
que  tienen  aparenzia,  o  dan  ocasión  de  torpe- 
dád  alguna:  las  conversaziones  con  jente  livia- 
na: los  consentimientos  en  pláticas,  o  en  mués-' 
tras  de  vanidád:  el  descuido  consigo  mismo,  ' 
con  los  que  tiene  a  cargo,  para  dejarles  soltura 
con  que  '  se  encaminen  a  tales  cosas:  en  con- 
Fui. 33.  clusión,  todo  aquello,  que  hade  afeár  nuestro 
pensamiento,  o  nuestro  cuerpo ,  para  que  no  po* 
damos  parezér  limpios  en  el  Juizio  de  Dios,  i  en 
el  de  la  jente. 

1  El  séptimo  Mandamiento  es : 

«No  hurtarás.» 
^   Reparte  Dios,  en  este  mundo,  los  bienes  lem- 

«  ilcfendido :  en  azepzián  de  proMHdo :  vedado. 


CRISTUNO.  5  313 

porales,  según  lo  quiere  su  volunlád:  la  cuál, 
es  tan  santa,  i  tan  justa;  qtie  no  puede  haber  en 
ello  yerro,  n¡  nos  podemos  querellár  de  lo  que, 
en  este  caso,  haze:  porque,  allende  de  ser  ab- 
soluto Señór,  i  libre,  para  dar,  i  quitár,  lo  que 
quiere;  juntamente  es  tan  misericordioso  para 
con  nosotros,  que  siempre  nos  gula,  por  el  ca- 
mino que  mas  nos  conviene ,  si  no  somos  tan 
porfiados,  que  determinadamente,  queramos  per- 
dernos. Con  este  presupuesto ,  i  con  este  conos- 
zimiento,  habemos  de  tcnér  por  bueno,  que 
nuestros  prójimos  tengan  aquello,  que  la  libera- 
lidád  de  nuestro  Señór  les  hubiere  dado.  Nues- 
tras nezesidades ,  remediarlas  hemos  con  nues- 
tro trabajo,  i  con  lizitos  medios,  sin  tomár  a 
nuestros  hermanos  su  hazienda,  contra  su  vo- 
luntád:  porque  esto  seria  no  tener  por  bién  he- 
cho lo  que  Dios  haze. 

Cúmplese  este  Mandamiento,  cuando  tenemos 
larga,  i  buena  voluntád,  con  que  nos  alegramos 
de  los  bienes  délos  •  nuestros  hermanos,  con 
que  damos  grazias  a  Dios,  que  se  los  encaminó, 
i  le  rogamos,  que  se  los  conserve,  si  han  de  ser 
camino  de  su  salvazión :  Cuando  seguimos  las 
reglas  de  caridad,  en  ayudarlos;  i  favorezerlos 
en  ello. 

.  Las  obras  con  que  este  Mandamiento  í  es  Fol.  .34 
quebrantado,  son:  Invidia,  i  pesár,  de  los  bie- 
nes de  nuestros  prójimos :  deseo ,  que  los  pier- 
dan, i  vengan  á  menos:  dar  favor,  o  consejo, 
para  contra  ellos:  tomarles  de  su  hazienda,  o  de 


1  los,  aquí,  parczc  rcdundiintc. 


314  'A  CATEZISMO  ?5 

cualcsqaiér  otros  bienes;  o  por  nuestras  manos, 

0  por  nuestras  industrias,  o  nuestros  consen- 
timientos, no  permitiéndolo  ellos:  negár  lo  que 
debemos:  pleitearlo,  i  trampearlo:  engañara 
alguien,  o  llevár  mas  de. lo  que  se  nos  debe: 
hazér  contratos  usurarios,  o  injustos:  introduzír 
costumbres  tiránicas  ':  negár  el  socorro  al  po- 
bre, que  lo  ha  menester:  inventar  maneras  no 
llzitas,  ni  provechosas  para  la  república,  con 
que  la  jcnte  sea  engañada,  !  disipe  su  hazienda: 
encubrir  la  verdád  con  que  nuestros  prójimos 
han  de  ser  aprovechados,  i  favorezér  la  mentira. 

 ■    ^  El  octavo  Mandamiento  es: 

«No  dirás  contra  tu  prójimo  falsó  testimonio.  » 

El  hombre  os  traslado  de  Dios:  i  por  eso,  ha 
de  ser  simple,  i  verdadero,  en  todas  sus  cosas, 
lia  de  tener  cuidado,  que  sus  palabras,  sean 
limpias  de  toda  falsedád,  i  de  todo  engaño.  Cuau- 
do  la  verdád  estuviere  encubierta,  i  fuere  cosa 
digna  de  ser  manifestada;  hala  de  manifestar: 
Considerando,  que  no  solo  tiene  por  juéz  *  a  los 
hombres,  mas  que  tiene  por  Juéz  á  Dios.  Todas 
sus  palabras  han  de  ser  apazibles,  i  sin  perjuizio 
para  sus  prójimos :  porque  la  lengua  es  uno  de 
ios  prinzipales  instrumentos,  que  Dios  nos  dió, 

1  con  que  mas  bién  podemos  hazér. 

Es  quebrantado  este  Mandamiento:  por  ser  el 


1  Costumbres  tiránicas  son, 
entre  otras:  las  Quintas:  ci 
estanco  de  la  sal:  la  lotería: 
los  Consumos  ,  i  Puertas :  la 
alcabala :  las  gabelas  sobre 


hercnzias, sobre  enterramien- 
tos: los  sclliis.i')  timbres,  has- 
la  para  rcsiiirár ,  etc. — Véase 
también  mas  aJel.ante. 
•2  JuciCS,  debería  dezir. 


'A  CRISTIANO.  "?»  315 

hombre  falso  testigo:  por  persuadir  a  otro,  que 
lo  sea:  por  escurezérla  verdád,  con  palabras,  Foi. 
i  mañas:  por  descubrir  las  faltas  de  nuestros 
-prójimos,  i  traerlos  en  infamia,  o  en  alguTia 
pérdida.  Quebrántanlo,  los  murmuradores,  i  des- 
lenguados: hipócritas  :  i  los  autores  de  cualquier 
engaño,  o  falsedád,  para  (mediante  estos  me- 
dios) alcanzar  lo  que  no  merezcn,  ni  les  viene 
[de]  derecho.  Ansí  mismo,  lo  quebrantan,  los 
que  persuaden,  i  atraen  a  otras  personas,  para 
que  hagan  algún  agravio,  o  sin  justizia.  Final- 
mente es  contra  este  mandamiento,  todojénero 
de  mentira:  i  dado  que  haya  algunas  mentiras 
tan  livianas,  i  tan  sin  perjuizio  de  nuestros  pró- 
jimos, que  no  son  pecado  mortál ;  a  lo  menos, 
son  veniál.  I  lo  mejór,  i  ló  mas  seguro,  es,  apar- 
tarnos de  tal  costumbre,  en  cuanto  pudiéremos: 
porque  allende  de  ser  pecado  veniál,  la  costum- 
bre de  semejante  oOzio;  suele  encaminár  los 
hombres,  a  mayores  inconvenientes. 

,  -.     :  •    1  El  nono  Mandamiento  es: 

.^j  «No  cobdiziár  la  mujer  del  prójimo.» 

/  el  dézimo  es:  . 

'  '«No  cobdiziár  su  haziénda.» 

La  dcclarazión  d'estos  va  junta;  porque  un 
mismo  es  el  intento  que  pretenden.  Estos  dos 
Mandamientos  son ,  para  prohibir  la  cobdizia  de 
nuestro  corazón :  para  que  sepamos,  que  alli  es- 
tá la  raiz  del  pecado:  i  que  ni  mas,  ni  monos, 
ofendemos  a  Dios,  cuando  consentimos  en  la 


316  'A  CATEZISJIO  )S 

voluntad ;  que  si  lo  pusiésemos  en  la  obra: 
cuando  no  queda  por  efectuár,  sinó  porque  nues- 
tras fuerzas  no  bastan  para  tal  efecto.  De  mane- 
ra, que  estos  dos  Mandamientos,  son  como  una 
glosa  de  todos  los  otros,  para  que  de  todos  ellos 
Foi  3G.  tengamos  f  mui  perfecta  declarazión.  Muchos 
hubo,  quü  les  parczía,  que  cumplían  con  lo  que 
les  era  mandado;  si  no  pusiesen  en  obra  el  pe- 
cado, ejecutándolo  exteriormente :  i  hazían  mui 
poco  caso  de  tenerlo  en  el  deseo,  i  en  el  con- 
sentimiento del  corazón.  Contra  estos  hablan 
derechamente,  los  dos  últimos  Mandamientos, 
en  que  se  nos  dize,  que  no  codiziemos  la  mujer 
de  nuestro  prójimo,  dentro  de  nuestro  corazón: 
ni  codiziemos  las  cosas  de  su  hazicnda ,  ni  cosa 
de  lo  que.  le  perteneze  :  porque  no  solo  han  de 
estár  nuestras  manos  limpias,  para  con  él;  mas 
también  lo  ha  de  estár  nuestra  voluntád.  En  ha- 
zerse  aquí  menzióa  de  la  mujer,  i  de  la  hazicn- 
da de  nuestro  hermano;  habernos  de  colijir  la 
misma  razón ,  para  todas  las  otras  cosas :  en  to- 
do, habernos  de  estár  sin  codizia  de  dañarle,  i 
con  ánimo  aparejado  de  favorezerle,  i  de  hazerle 
bién,  i  de  cumplir  con  él,  en  todas  las  cosas,  las 
santas  leyes  de  la  caridád,  que  Dios  nos  tiene 
mandadas. 

En  estos  dos  Mandamientos  ha  de  conoszér  el 
hombre,  la  grande  limpieza  que  nuestro  Señór 
le  demanda;  para  que  mire  cómo  vive  en  este 
mundo,  i  la  cuenta  que  ha  de  dar  de  sí :  ha  de 
considerar  que  no  tiene  por  juezes  a  los  hom- 
bres (aunque  les  ha  de  tener  mui  grande  respec- 
to, ¡  huir  d'cscandalizarlos),  sinó,  que  tiene  por 


CRISTIANO.  H  -  317 

Juéz  á  Dios,  quo  penetra  los  corazones:  ha  de ^ 
pensár,  que  en  todas  sus  obras  lo  está  mirando, 
i  teniendo  cuenta,  de  qué  voluntad  salen,  i  si" 
son  früctos  de  buena  raiz;  porque,  por  alli  lo 
han  de  juzgár,  i  hazér  el  exámen  de  lo  que  es. 

Estos  ^Eou  los  Mandamientos  con  que  la  bon-  Foi.  37'. 
dád  Divina  ,  nós  tiene  manifestada  su  voluntád. 
Kstos  hade  tenér  el  hombre  entendidos,  ¡  ru-, 
miados,  i  amados  en  su  corazón:  como  cosa 
mui  preziosa,  dada  por  la  mano  de  quien  lo 
quiere  salvár,i  nó  lo  quiere  salvár  por  otro  ca- 
mino. Ha  de  teriér  por  averiguado,  que  el  De- 
monio, i  el  Mundo,  i  la  Carne,  han  de  ponér 
dilijenzia  mui  grande,  para  que  no  los  cumpla. 
Lo  que  ha  de  hazér  es,  resistirles  poderosamen- 
te, i  procurár  de  venzerlos,  teniendo  en  poco 
todos  jos  daños,  que  lo  pueden  hazér,  aunque 
sean  pérdidas  de  bienes  del  mundo,  aunque  sean 
tormentos,  i  trabajos  mui  grandes,  aunque  sea 
pcrdéf  la  vida.  Considere,  que  estos  que  aqui 
le  persiguen,  i  le  quieren  engaüár,  por  una  par- 
te ofreziéndole  muchos  regalos,  i  por  otra  mu- 
chas pérdidas;  no  han  de  ser  después  sus  jué- 
zes,  sinó  sus  acusadores,  i  sus  enemigos:  i  que 
El  que  le  pone  estos  Mandamientos,  es  el  que 
le  ha  de  juzgár,  i  le  ha  de  juzgár  por  ellos,  i 
defenderle,  de  todo  lo  que  le  hiziere  contradi* 
zión,  si  él  los  hubiere  cumplido, 
r.  Débc  de  pensár,  i  traér  a  su  memoria  conti- 
nuamente, que  allende  de  servir  a  tan  grande, 
i  a  tan  btién  Señór  con  las  obras,  que  en  estos 
Mandámientos  le  son  demandadas;  no  le  sirve 
sin  grande  premio:  i  que  en  el  otro  mundo  le 


318.  'A.  CATEZISMO  ?»' 

(lani  gloria,  que  no  tenga  fin,  teniéndolo  siem- 
pre cn.su  compañía,  regalado  i  favorezido,  co- 
mo a  cosa  mui  amada.  I  en  este  mundo,  lerná 
cargo  de  su  innozcnzia,  i  de  su  juslizia,  i  favo- 
rezerá  sus  propósitos,  i  porná  amparo  a  sus  des- 
Foi. 38.,  zendicntcs,  cuando  su  infinita  sabiduría  f  juz- 
gare, que  es  el  proprio'  tiempo  do  cumplir  su 
palabra.  '  '   .  :  i    ,  ;  ■        : . 

•.En  esto  ha  de  ponér  siempre 'los  ojos, -como 
en  fin,  i  paradero  de  -todas  las  obras,  para  que 
se  alegre,  i  se  esfuerzo  en  ellas.  Tenga  en  los 
trabajos  pazienzia,  i  persevere,  i  vaya  creszien- 
do  en  el  bién:  si  lo  uno  le  congojare;  conside- 
re, que  es  cosa  breve,:!  perezedera:  i  que  lo  que 
se  espera  por  buenas  obras,  i  por  el  bufen  cora- 
zón,; no  tiene  fin.  Para  que  el-  plazór,  que  de 
aquí  nasziere,  venza  toda  la  otra  tristeza,  i  no 
\  desmaye  en  su  buen  camino.'  i  ■  ' 
I  Si  midiere. la  regla  d'estos  Mandamientos  san- 
tos, con  la  poquedád  de  sus  fuerzas,  como  la  de- 
be medir;  si  comparare,  entro  si,  estas  dos  co- 
sas, de, la  una  partCj  la  hermosura  de  las  obras, 
que  le  son  demandadas,  i. de' otra  parte,  la  feal- 
dád,  que  muestran  sus  inclinazioncs,  i  los  re- 
sábios  de  su  corazón;'  no  se  espante,  ni  deses- 
pere, porque  bién  sabe  el  Señór ,  que  le  puso 
estos  1  Mandamientos,  que'  el  grande  poder  del 
pecado,  inhabilitó  al.  hombre  para' cumplirlos 
de  tal  cumplimiento,  i- obra,  que,  por  ello,  haya 
de.  volvér  en  la  primera  amistád.  Con  fuerzas 
ajenas  los  ha  de  cumplir,  que  no  con  las  suyas: 
las  i  ajenas,  son  poderosas,  porque  son  las  de 
•Dios :;  son  ziertas ,  porque  son  ganadas  con  la 


CRISTIANO.  9»'  319, 

sangre  de  su  Uiiijénito  Hijo,  cuyo  Sacrifiüio  al- 
canzó esto  favor,  para  que  no  nos  perdamos;  sino 
que  nos  esfuérzen,  i  nos  den  aliento  d'cl  zielo, 
i  el  Epíritu  Sancto  nos  guie,  i  sea  con  nosotros, 
para  cumplir  lo.  que  nos  es  demandado  :  paral 
que  nuestras  obras,  de  malas,  que  habían  de^ 
ser  por  nuestro  pecado,  se  toi-ncb  en  buenas, 
por  la  grázia  f  que  nos  ha  ganado  Jesu  Cristo,'  Foi. 
nuestro  Redemptór:  para  que  nuestro  corazón, 
de  feo,  se  torne  hermoso:  i  do  las  malas  incli-' 
naziones,  i  del  mal  rastro  que  dejó  en  jéljel  pe-, 
cado,  se  mude  en  buenos  deseos:  pelee  contra  lo  ■ 
malo  ,  i  lo' venza;  i  abraze,  i  siga  lo  bueno.  De  .  ^ 
suerte,  que  estos  Mandamientos,  se  han  de  con- 
siderár  con  grande  humilidád,  de  parte  'de  nos- 
otros mismos,  i  de  lodo  lo  que  podemos:  co-. 
nosziendo,  que  seríamos  perdidos,  si  con  solas 
nuestras  fuerzas  nos  dejasen ,  para  ponerlos  en 
obra.  Por  parte  de  quien  nos  los  pide ,  hanse  de^ 
considerár,  con  grandísima  fé,  teniendo  por  cosa 
zierta,  que  el  Demonio,  nuestro  enemigo,  es 
venzido;  i  venzido  por  Jesu  Cristo,  Redemptór, 
i  Sefiór  del  mundo  :  i  venzido  para  fin ,  que  no 
nos  pueda  vcnzér,  si  nosotros  no  queremos  con- 
sentir, en  ia  perdizión:  sinó  que  allegándonos 
con  verdadera  humilidád,  i  pidiendo  favór  a 
nuestro  Señór,  para  la  justizia,  i  limpieza,  que 
nos  demanda,  en  las  obras,  i  en  el  corazón  *; 
¡  no  huyendo  nosotros  .de  lo  que  nos  dieren, 

1  Limpieza  en  el  corazón,  de  habér  cristianismo,  sin  pu- 

i  tlmi>iesa  en  ¡as  otras:  he  reza  de  corazón ,  i  pureza  de 

ahí  el  distintivo  del  verdade-  obras.     .      .     ,       ,  . 
ro  cristiano.  No  hai,  ni  pue-  '  ■  >       ,•      Uin' xí^r./.i . 


320  'A  CATEzrsMO  ^ 

sinó  abrazándolo,  i  queriéndolo,  como  a  cosa 
mui  estimada;  aunque  con  trabajos,  i  contradi- 
ziones,  en  fin,  saldremos  con  grande  Vitoria. 
,  Son  tan  grandes  nuestros  defectos,  i  nuestras 
flaquezas,  i  tantos  los  impedimentos,  que  por 
muchas  partes  se  nos  ofrczcn ;  que  seria  grande 
mnrabiUa,  hallarso  quien  cumpliese  estos  Man- 
.  damientos  tan  perfectamente,  como  serla  justo 
que  los  cumpliésemos :  mas  es  tanta  la  miseri- 
cordia Divina,  que  si  nosotros  tuviéremos,  apa- 
rejada, i  verdadera  voluntad  para  ponerlos  en 
obra ,  i  aplicáremos  nuestras  fuerzas  a  ello ,  de 

Foi.40;  manera  f  que  ni  por  nuestra  traizión,  ni  por 
nuestra  flojedad ,  se  deje  de  hazér  lo  que  se  re- 
quiere do  los  otros  defectos  pequeños,  que  ha- 

'  zen,  i  son  ocasión,  que  no  llegue  todo  a  colmo, 
se  nos  da  perdón,  i  so  liaze  grázia  d'ellos:  no 
por  nosotros,  sino  por  Jesu  Cristo,  nuestro  Re- 
demptór,  cuya  justizia  es  tan  grande,  para 
delante  de  los  ojos  del  Padre,  que  de  sus  so- 
bras, ¡  demasías,  se  suplen  nuestros  defectos: 
'  porque  su  justizia,  es  nuestra  justizia,  para  que^ 
si  no  fuéremos  malos,  la  podamos  alegár  en  el 
juizio  Divino. 

-  Todos  estos  Mandamientos  dichos,  se  vienen 
a  enzerrár  en  dos,  para  que  con  niayór  fazilidád 
los  podamos  comprehendér/  i  traér  a  nuestra 
memoria.  Estos  son;  . 

«Am.ír  a  Dios  Bobue  todas  las  cosas.  I  al  pró- 
jimo COMO  A  nosotros  mismos.» 

Quien  ama  a  Dios  sobre  todas  las  cosas ,  por 
ninguna  le  dejará  de  obedezér :  i  ninguna  le  do- 


°A  CRISTIANO.  9»  321 

Icrú  tanto,  que  no  la  estime  en  miü  poco,  por 
no  dejár  al  Señór  a  quien  ama,  ni  hallarse  de- 
jado d'Él.  Este  amór  produzirá  en  él,  grandísi- 
mos frutos  de  verdadera  confianza:  que  todos  co- 
nozcan al  verdadero  Señór :  que  todos  Lo  obe- 
dezcan, i  le  den  gloria:  para  esto  servirá,  con 
obras,  i  con  ejemplos,  cuando  fuere  menestér. 

Quien  ama  al  prójimo,  como  a  si  mismo;  no 
le  quitará  la  vida,  ni  la  mujer,  ni  la  hazicnda, 
ni  la  honrra ,  ni  la  fama :  ni  le  hará  agravio,  ni 
sinjustizia:  ni  le  dejará  de  favorezér,  cuando  lo 
viere  en  nezesidád.  Estas  dos  cosas,  que  habe- 
rnos dicho,  son  el  verdadero  examen,  de  la  guar- 
da de  los  Mandamientos.  ^  Considerár,  si  ama-  Fui- 
mos a  Dios  sobre  todas  las  cosas,  o  si  hai  alguna 
por  quien  Le  dejemos:  mirár,  si  hazemos  por^ 
nuestros  prójimos,  lo  que  querríamos  que  se  hi' 
ziese  por  nosotros  mismos. 

Ya  dijimos  cuan  dificultoso  era  todo  esto  para 
nuestras  fuerzas :  i  cómo  la  victoria  seria  zierta, 
si  do  verdad  pidiésemos  a  Dios  el  favór;  i  de  ver- 
dád  nos  aprovechásemos  d'él. 

Para  esto,  prinzipalmente .  i  para  todas  las 
otras  nezesidades,  que  en  el  destierro  d'este 
mundo  se  nos  ofrezen;  es  el  prinzipál  remedio, 
la  OnAzióN.  Estas  son  las  verdaderas  armas ,  con 
que  se  defiende  el  cristiano,  de  todas  las  adver- 
sidades que  le  persiguen :  i  con  que  alcanza  de 
Dios  la  zertinidád,  i  cumplimiento,  de  lo  que  le 
es  prometido:  porque  en  ella  nos  humillamos, 
como  nezesitados:  pedimos  con  gran  confianza 
de  la  suma  bondád,  i  con  zertinidád  do  lo  que 
el  Señór  nos  tiene  prometido.  De  suerte,  que  si 
21 


322  "A  CATEZISMO  9» 

nosotros  no  dañamos  nueetra  Orazióii,  o  con 
nuestra  soberbia,  o  con  nuestra  desconfianza,  o 
con  ser  en  ella  traidores,  i  falsos,  quo  dczimos 
una  cosa  con  la  boca ,  i  tenemos  otra  en  el  co- 
razón, hablando  de  una  manera,  i  obrando  de 
.otra;  —  no  hai  cosa,  de  las  que  verdaderamente 
nos  han  de  encaminár  alpún  bien,  que,  por  esto 
medio  de  la  Orazión,  no  la  alcanzemos,  i  tenga- 
mos segura. 

La  mayor  causa  por  donde  muchas  cosas  su- 
zcden  desastradamente  á  los  hombres ,  i  lo  que 
pareze  que  tenía  buenos  prinzipios,  tiene  malos 
Foi.  42.  fines;  i  quo  de  la  prosperidád,  f  salgan  las  ad- 
versidades; de  los  plazeres,  prozedan  tristezas; 
lo  que  parezía,  que  iba  bión  encaminado,  ca- 
rezca de  buén  paradero ;  —  es:  por  no  ir  guia- 
do, ni  pedido  con  Orazión.  Porque  las  cosas, 
que  van  sin  ella,  llevan  compañía  de  soberbia 
nuestra,  llevan  vana  confianza;  ziegas,  i  guiadas 
por  nuestra  propria  voluntád,  i  por  nuestra  sa- 
biduría: van  sin  buena  dicha,  i  sin  luz,  pues  quo 
no  van  pedidas  á  la  Fuente  de  todos  los  bienes, 
que  es  Dios,  ni  encomendadas  a  Él,  ni  confiadas 
de  su  bondád. 

Muchas  vezes,  en  la  Orazión,  se  mezclan  su- 
perstiziones,  i  cosas  al  revés  del  camino,  que 
el  verdadero  cristiano  debe,  seguir:  i  como  el 
Demonio  conoszc,.  cuan  grande  remedio  tene- 
mos en  esta  obra;  procura  de  engañarnos  en 
ella,  para  que  ya  que  usáremos  d'ella,  usemos 
desvariadamente,  i  con  tan  grandes  defectos, 
que  no  consigamos  verdadero  fructo ,  sino  cosas 
de  burla,  i  de  falsedád. 


CniSTUNO.  ?• 


323 


Para  que  ninguna  d'estas  cosas,  se  entremcUi 
en  nuestra  Orazión,  debemos  de  seguir,  por  re- 
gla, la  doctrina  que  nuestro  Redemptór  azerca 
d'esto  nos  enseñó :  poniendo  la  Orazión,  que  por 
su  misma  boca  pronunzió,  por  ejemplo,  i  por 
dechado ,  por  donde  encaminemos  todas  nues- 
tras petiziones :  de  tal  manera,  que  la  Orazión, 
que  no  tuviere  la  fé,  ni  la  confianza,  que  aque- 
lla nos  muestra;  la  que  demandare  otras  cosas; 
la  que  nos  llevare  por  otro  camino;  la  que  mez- 
clare otras  condiziones;  habemos  de  tenér  por 
zierto,  que  no  es  provechosa  Orazión,  antes  es 
muí  dañosa:  porque  ni  en  ella  se  busca  la  gloria 
de  Dios,  ni  el  cumplimiento  de  f  su  Voluntád,  Foi. «. 
ni  se  piden  verdaderos  bienes;  ni  se  haze  con- 
fianza de  quien  se  debe  hazór. 

Para  que  esto  mejór  se  entienda,  será  bién, 
que  tengamos  entendidas  las  condiziones  de  la 
verdadera  Orazión:  i  que,  después,  declaremos 
la  que  el  Evanjelio  nos  tiene  enseñada. 

Lo  primero :  No  ha  do  pedir  el  hombre  en  con- 
fianza suya,  sinó  en  confianza  d'el  Hijo  de  Dios, 
Jesucristo,  nuestro  Redemptór,  que  es  nuestro 
Abogado,  i  nuestro  Sacrifizio,  i  por  quien  somos 
oidos.  Esto  nos  encomienda  Él,  cuando  dize, 
« que  pidamos  en  su  Nombre. »  I  la  Iglesia  ansí 
lo  pide,  i  protesta  en  fin  de  sus  Oraziones,  el 
nombre  de  nuestro  Señór  Jesu  Cristo.  Lo  segun- 
do: es  menester,  que  tengamos  grande  reveren- 
zia ,  i  grande  atenzión ;  mirando  mui  bién  lo  que 
dezimos,  i  considerando  con  quien  hablamos:  no 
olvidándonos,  ni  descuidándonos  en  ella,  como  . 
se  suele  hazér,  en  las  cosas  que  poco  importan. 


32Í  'A  C.VTEZISMO  S 

Lo  terzuro  :  habernos  de  orár,  de  corazón,  afizio- 
nadaincnle,  i  con  vcrdád;  jiroponiondo  nuestro 
deseo  delante  de  Dios,  con  sentimiento  de  lo  que 
hazemos.  I  esto  se  llama ,  orár  en  espíritu:  por- 
que tálafizión,  i  lal  sentimiento,  es  don,  dado 
de  la  mano  de  nuestro  Sefiór,  i  lumbre,  i  guia 
d'cl  Espíritu  Sancto.  Lo  cuarto  r  habernos  de  orár 
con  fé:  quiere  dezir,  que  buhemos  de  tenér  con- 
fianza, que  si  nos  conviene  lo  que  pedimos,  i  es 
para  nosotros  verdadero  bien ;  se  nos  dará;  i  ha- 
bernos de  remitir  el  cómo,  i  el  cuándo,  en  la 
bondád,  i  en  la  sabiduría  del  Señór  á  quien  lo 
pedimos.  Lo  quinto :  habernos  de  tenér  grande 
Foi.  44.  pazienzia,  f  si,  por  caso,  se  dilatare  el  cumpli- 
^  miento  de  nuestra  petizión,  considerando,  cuán 
tomejór  conosze  lo  que  nos  conviene;  i  cuánto 
mejor  sabe  la  bondád  de  nuestro  Señór,  el  tiem- 
po en  que  nos  conviene,  que  nosotros  mismos. 
Lo  sexto:  que  siempre  supliquemos  en  nuestra 
Orazión,  que  seamos  encaminados  a  no  pedir 
cosa,  en  que  nuestro  Señór  haya  de  ser  ofendi- 
do: i  si  acaso  por  ignoranzia  lo  pidiéremos;  que 
no  se  cumpla  nuestra  petizión.  Lo  séptimo:  ha- 
bernos de  ayudar  nuestra  Orazión ,  con  nuestras 
buenas  obras;  porque,  hazerlo  de  otra  manera, 
seria  atrevimiento  mui  grande;  i  burlar  de  tan 
santa  cosa,  como  es  hablár,  i  tratar  con  Señór 
tan  poderoso.  Lo  último  de  todo,  habernos  de 
poner  siempre  en  la  delantera  los  bienes  espiri- 
tuales, como  cosa  do  que  prinzipalmente  nos  ha- 
bernos de  aprovechár:  i  que  todas  las  otras  cosas 
sirvan  i  vayan  encaminadas  paráoste  fin. 

Ilaze  mucho  al  caso,  para  que  nuestra  üi  azión 


"A  cuiSTUNO.  9»  325 
sea  azopta,  que  no  la  acometamos  a  secas:  sino, 
que  según  nuestras  fuerzas ,  llevemos  en  la  de- 
lantera, i  en  su  compañía,  otras  buenas  ayudas; 
prinzipalmcnte,  de  limosna,  i  de  ayuno  :  porque, 
esto ,  humilla  verdaderamente  al  Cristiano :  i  si 
verdaderamente  va  hecho,  *  maniOéstase  mucho 
en  ello,  la  vcrddd  de  su  Orazión. 

La  verdadera  Orazión,  ha  do  tenér,  por  raí- 
zes,  Fé,  i  Caridid,  i  Esperanza:  las  cuales  cosas, 
solamente  tienen  los  justos.  Mas  el  pecador,  que 
desea  salir  del  pecado,  i  lo  conoszc  por  malo,  i 
está  aparejado  para  la  penitenzia;  bién  puede,  i 
debe  de  orár:  prinzipalmente,  pidiendo  f  al  Foi.  45. 
Señór,  verdadero  aborrezimiento  de  tan  grande 
mal :  lumbre  para  conoszcrlo:  fuerzas  para  des- 
echarlo. I  prosiguiendo  en  esta  pctizión,  i  ayu- 
dándose por  todas  partes;  Diosleoii-á,  i  le  dará 
las  verdaderas  armas,  de  la  verdadera  Orazión, 
para  en  lo  de  adelante. 

1  Declarazión  de  la  Orazión  del  Pater  nuster. 


La  Orazión  del  fPater  noster»,  de  quien  ha- 
bernos hablado,  se  divide,  comunmente,  en 
siete  Petiziones :  en  las  cuales,  estiln  enzorrados 
nuestros  bienes  todos,  espirituales,  i  corporales, 
l,  por  esto,  dijimos  primero,  que  ésta,  érala 
verdadera  regla,  do  todas  las  Orazioncs. 


1  Si  fl  lector  dosca  iccor- 
<lár  cómo  30  liazc  el  verdade- 
ro ayuno,  i  la  venltnlera  ora- 
iifm ;  lea  con  ntcnzii5n  lnll.^ 


el  Capihilo  LVIII.  (le  Isaías. 
Sabrí,  entónrcs,  cómo  6e  de- 
be nyunár. 


326 


If.  CATEZIbMO  >• 


1  La  primera  petizión  es: 

nPadrc  nuestro,  que  estás  en  los  zielos,  sanc- 
ficado  sea  eP tu  Nombre. » 

En  esta  petizión  pedimos,  que  Dios  sea  co- 
noszido,  glorificado,  acatado,  obedezido,  i  ser- 
vido ;  como  es  razón  que  lo  sea  tan  grande,  i  tan 
bu6n  Señór.|Esto  es  lo  primero  do  nuestra  Ora- 
zión,  como  cosa  mas  prinzipál.  Esto  se  le  pide  á 
Él  mismo,  porque  solo  Él,  es  el  que  lo  ha  de 
guiár:  i  solo  Él,  es  el  que  nos  puede  dar  lum- 
bre, i  fuerzas,  para  que  se  haga.  No  seriamos 
nosotros  para  tan  grande  cosa,  si  Él  no  nos  en- 
^    .  caminase  para  hazorlo. 

Llamárnosle  «Padre»,  porque  nos  crió,  i  nos 
dió  ser:  porque  dió  su  Hijo  por  nosotros,  para 
que  fuésemos  redemidos,  i  santificados,  i  tor- 
nados en  hijos  espirituales  suyos.  La  lizenzia, 
para  que  le  llamemos  «Padre,»  Él  nos  la  dió. 
Nuestro  pecado  nos  la  habia  quitado :  i  el  mismo 
Señór,  dando  A  su  Hijo  por  nosotros,  nos  la  res- 
Foi.  46.  tituyó.  '  Habernos  de  tenér  confianza  en  Él, 
como  en  verdadero  Padre :  habernos  de  acudir  a 
Él,  con  nuestros  trabajos,  como  á  Padre,  que 
nos  quiere  mucho.  Como  á  tál.  Le  debemos  de 
servir,  i  de  honrrár:  tenerle  grande  revercnzia, 
i  grande  lemór:  sufrirlo,  si  nos  castigare:  i  te- 
nér grande  pazienzia,  conosziendo,  que  es  castigo 
de  verdadero  Padre ^  i  qne  nos  castiga  por  en- 
mendarnos, i  porque  no  nos  perdamos. 

Llamárnosle  «Nuestro;»  porque  Padre  natu- 
ral, es  de  solo  su  Unijénito  Hijo,  i  Redemptór 


?R.  CRISTIANO.  >•  3'27- 

nuestro.  Padre  espirituál,  es  de  todos  aquellos, 
que  se  quieren  aprovechár  del  Sacrifizlo  de  su 
único  Hijo.  Igualados  estamos  todos,  en  este 
caso,  si  los  unos,  no  nos  queremos  apartar  de 
los  otros.  Todos  somos  hermanos :  i  quien,  con 
soberbia  de  ventaja,  hiziere  estaOrazión,  en  lo 
que  piensa ,  i  en  su  intenzión;  no  dize  verdád, 
cuando  dize  «nuestro»,  pues  que  dá  a  entendér 
en  su  pensamiento,  que  es  mas  «suyo,»  que  de 
los  otros  '.  Igualados  estábamos  todos,  en  el  pe- 
cado: no  hai  razón,  para  que  nos  ensoberbezca- 
mos. Con  amór  de  nuestros  hermanos,  sin  invi- 
dia  para  con  ellos ,  habemos  de  pedir.  En  com- 
pañía de  la  Iglesia,  ha  de  ser  nuestra  Orazión:  i 
ansí  habemos  de  confesar,  que  en  fé,  i  en  la 
congregazión  d'ella.  Oramos.  I  esto  es  loque 
quiere  dczir,  ('Nuestro. « 

Cuando  dezimos,  «que  estás  en  los  zielos;» 
habemos  de  entendér,  cuán  poderoso  es,  cuan 
rico,  para  darnos  bienes:  cuán  seguras  están  to- 
das sus  cosas,  i  cuán  seguras  están  las  nuestras, 
pues  están  en  su  podér :  cuan  hermosa ,  i  cuan 
abastada  es  la  casa,  que  nos  f  tiene  aparejada,  Foi. 
si  no  nos  apartáremos  de  servirle. 

Primet-a  Petizión  de  la  Orazión. 

Cuando  dezimos,  «Sanctificado  sea  el  tu  Nom- 
bre; »  no  habemos  de  echár  esta  carga  a  nuestros 

1  Dezir,  t  Padre  nuestro,"  africano,  asiático,  americano, 
c  Ir  a  robir  imatór,  al  herma-  o  ozcánico  ;  equivale  a  escar- 
no nuestro,  o  al  hijo  de  núes-  nezér  á  nuestro  Podre,  i  bur- 
tro  Padre ,  solo  porque  es  larnos  de  la  Orazión. 


328  CATEZISMO  J8 

hciinanos,  i  huir  nosotros  d'clla.  Si,  de  vcrdád, 
lo  dezimos,  pongamos  en  obra  lo  que  deseamos. 
Seamos  de  los  primeros,  i  demos  ejemplo  a  to- 
dos los  otros:  provoquemos  á  los  que  no  lo  ha- 
zeri.'i  sigamos  á  los  que  lo  hazen. 

Estonzes  Lo  sanctiücaremos  verdaderamente, 
cuando  para  este  tal  fin  nos  juntáremos,  con  los 
que  siguen  la  obedienzia  de  sus  mandamientos: 
cuando  favoreziércmos  todas  las  cosas,  que  son 
para  gloria  suya:  cuando  empleáremos  nuestra 
industria,  nuestra  dilijenzia,  i,  si  fuere  menes-  ¡ 
tér,  todo  lo  que  mas  tuviéremos,  para  suser- 
vizio :  cuando  contradijéremos,  lo  que  va  contra 
Él,  estorbándolo,  en  cuanto  en  nosotros  fuere: 
cuando  nos  apartáremos  de  los  que.  Le  desobe-  ■ 
dezen:  cuando  aborreziéremos  tales  obras,  i  tal 
compañía,  aunque,  por  ello,  háyamos  de  pade- 
zér.  Estonzes,  podemos  estár  mui  ziertos,  que 
nuestra  Orazión  es  verdadera,  i  que  es  oída;  por- 
que oramos  como  verdaderos  miembros  de  la 
santa  Iglesia.  .    ■.  :  ;    -  .  . 

1  La  Segunda  Petizión  es: 

«Venga  el  tu  Reino.  » 
No  se  puede  alcanzar  el  cumplimiento  de  la 
Primera,  sin, el  cumplimiento  d'csta  Segunda. 
No  puede  ser  verdaderamente  sanctificado  el 
Santo  Nombre  de  Dios;  si  su  Reino,  no  viene  a 
Foi.  48.  nosotros.  /  Entiéndese  esta  petizión,  del  Reino 
espirituál,  con  que  nuestro  Señor  reina  sobre 
nuestras  ánimas :  teniéndole  nosoti'os  por  nues- 
tro Rei,  ipornuesU-o  Juéz:  sirviéndole,  i  acá- 


»  CRISTIANO.  %  329 

tándole,  como  a  tal.  Este  «Reino,  ha  de  venir  de 
su  mano,  porque  Él  es,  el  que  nos  ha  de  favorc- 
zér  para  ello:  Él  es,  el  que  nos  ha  de  dar  fuer- 
zas, i  lumbre,  para  que  le  obedezcamos.  Solos 
los  Justos,  son  los  verdaderos  subditos  d'este 
Reino,  porque  solos  ellos,  son  gobernados  por  sus 
Leyes ,  i  por  sus  Mandamientos.  Estos  son  favo- 
rezidos  como  vasallos  de  tal  Señór.  Cuando  pe- 
dimos, que  venga  este  Reino;  queremos  dezir, 
que  nuestro  deseo  es,  que  haya  multiplicazión 
de  Justos:  que  la  doctrina  del  Evanjelio,  se  vaya 
extendiendo  por  todo  el  mundo :  que  los  hom- 
bres alcanzen  perfecta  luz:  que  oigan  la  pala- 
bra de  nuestro  Redemptór  Jesu  Cristo,  i  oyén- 
dola, la  obedezcan:  para  que,  d'esta  manera, 
este  Reino  se  vaya  haziendo  mayór,  i  se  nos 
vaya  azercando  el  día,  en  que  habemos  de  ser  • 
juzgados,  i  el  Reino  de  nuestro  Redemptór  ha 
de  ser  perfectamente  cumplido,  i  los  Justos  han 
de  gozár  de  la  segura  posesión  de  sus  bienes; 
entrando  resuszitados,  i  tornados,  ¡1  la  compañía 
de  cuerpo,  i  ánima,  para  reinár  en  el  zielo  por 
siempre,  sin  fin. 

Si  verdadero  es  nuestro  deseo,  cuando  esto 
pedimos ,  habemos  de  poner  dilijenzia  mui  gran- 
de, en  que,  nosotros  mismos,  seamos  verdaderos 
vasallos  del  Reino  de  quien  hablamos:  que  todo 
nuestro  contentamiento,  i  nuestra  buena  ven- 
tura, sea  tenér  tal  Señor,  por  Rei:  obcdezér  a 
sus  Leyes,  i  a  sus  /'Mandamientos:  gozár  do  Foi.  49. 
sus  privilejios:  i  esperár  paga  tan  grande  como 
Él  tiene  prometida. 


330 


CATEZIS.MO  S 


1  La  terzera  Petizión  es:  / .  ' 

■  «Hágase  tu  Voluntád  en  la  tierra ,  ansí  como 
se  haze  en  el  zielo.» 

Estonzes  reina  nuestro  Señor  en  nosotros, 
según  el  Reino  espirituál,  que  en  esta  Orazión 
entendemos,  cuando  los  Mandamientos  de  su 
santísima  Voluntád,  son  cumplidos  por  nosotros 
mismos.  I  porque  los  que  están  en  el  zielo,  no 
tienen  ellos  otra  cosa,  que  mas  estimen,  que 
cumplir  todo  lo  que  les  es  mandado;  son  per- 
fectos, i  seguros  vasallos  d'este  Reino,  i  allí  es 
el  Reino  espirituál  de  nuestro  Señór,  perfecto  i 
cumplido.  Pedimos,  (i  debérnoslo  de'  pedir  con 
grande  zelo)  que  las  voluntades  de  los  que  en  la 
tierra  vivimos,  imiten  á  las  de  aquellos,  que 
están  en  el  zielo:  que,  como  ellos  obedezcn  con 
tan  grande  amór,  sirven  con  tan  grande  alegría; 
ansí  nosotros  desechemos  la  pesadumbre ,  ven- 
zamos los  estorbos :  para  que  perseverando  en 
esto,  con  favór  de  nuestro  Rei,  lleguemos  á.  es- 
táren  la  compañía,  i  en  la  seguridad  de  los  mis- 
mos, que  en  el  zielo,  le  sirven,  i  le  obedezen. 

Esto  habemos  de  pedir,  para  nosotros,  i  para 
todos:  trabajarlo  por  nuestra  parte:  i  servir  de 
ejemplo,  i  de  exortazión,  i  do  toda  dilijenzia, 
para  que  este  Reino  sea  grande:  para  que,  pués 
es  uno  el  Señór,  sean  unos  los  vasallos:  puós  Él 
es  tan  grande,  sea  el  Reino  mui  grande:  pués 
que  tiene  tantos  bienes,  sean  para  muchos:  pués 
que  todos  Le  debemos  tanto,  todos  Le  sirvamos: 
pués  que  nos  hizo,  para  que  fuésemos  suyos,  no 


'A  CRISTIANO.  9»  331 

salgamos  por  nuestra  culpa ,  de  í  tan  rica  casa,  foI.  so. 
i  de  la  posesión  de  tan  grande  bién. 

Pués  que  pedimos,  que  se  haga  su  Voluntád, 
habernos  de  subjetár  a  ella  la  nuestra :  conos- 
ziendo ,  que  Él ,  sabe  mucho  mejór  lo  que  nos 
conviene,  que  nosotros  lo  sabemos:  que  Él  nos 
quiere  mucho  mas,  que  nosotros  nos  queremos: 
¡  con  este  presupuesto ,  habernos  de  eslár  con- 
tentos con  lo  que  do  su  mano  viniere:  porque,  a 
ser  de  otra  manera ,  nuestra  petizión  irla  mez- 
clada con  falsedád. 

1  La  cuarta  Petizión  es: 

«Nuestro  pan,  el  de  cada  dia,  dánoslo  hoi.» 

Como  tiene  nuestro  Dios  providenzia ,  i  cui- 
dado, para  salvarnos,  ¡  darnos  gloria,  i  nos  no- 
tifica sus  Mandamientos,  para  que  queriendo 
nosotros  servirle ,  seamos  dignos  de  parezér  en 
su  presenzia,  i  de  ser  vasallos  de  aquél  grande 
Reino,  que  su  Hijo  nos  ganó ;  ansí  tiene  cuidado 
de  sustentarnos  en  esta  vida :  porque  de  otra 
mano,  ni  de  otra  casa,  ningún  bién  nos  puede 
venir.  I  porque  esta  vida  es  corta,  i  la  zeguedád 
que  tenemos,  juntada  con  la  abundanzia  de  los  . 
bienes  de  la  tierra,  nos  es,  a  las  vezes,  cáusa, 
que  perdamos  la  vida  eterna ;  no  demandamos 
en  esta  Petizión,  cosas  mui  peregrinas,  ni  no- 
vedades d'ellas,  sino,  «pan,»  que  quiere  dczir, 
común,  i  ordinario  sustentamiento:  conforme  al 
estado  de  la  penitenzia  en  que  estamos  puestos: 
no  pedimos  para  soberbias,  ni  para  ambizioncs, 
sino  pedimos,  lo  cotidiano:  no  pedimos  para 


332  «P.  CATEZISMO  5 

muchos  años,  porque  uo  sabemos,  s¡  los  vivire- 
mos: i  dado  que  los  vivamos,  el  mismo  Señor, 
que  nos  mantuvo  un  día,  so  queda,  para  mante- 

Foi.  51.  ncrnos  los  otros,  con  aquél  mismo  podér,  i  con 
la  misma  misericordia.  Si  de  otra  manera  pidié- 
semos, daríamos  a  entender  que  desconfiábamos, 
i  que  temíamos  la  venida  de  algún  tiempo  en 
que  a  nuestro  Dios  le  faltase  lo  que  agora  tiene, 
o  Él  faltase  a  nosotros. 

I  porque  en  todo  lo  que  pedimos,  han  de  ir 
en  la  delantera  los  bienes  espirituales;  pedimos 
también  juntamente  el  mantenimiento  del  pan 
del  zielo,  que  es,  predicazión  de  la  Palabra  di- 
vina: uso  de  los  sánelos  sacramentos:  verdadera 

^  intolijenzia  de  todo,  conforme  á  la  voluntad  de 
quien  nos  lo  envía.  r  -i;  : 

^  La  quinta  Petizión  es:  - 

«Perdónanos,  nuestras  deudas,  an si  como 
nosotros  perdonamos  a  nuestros  deudores.» 

Estas  déudasson  nuestros  pecados,  de  quien 
pedimos  perdón  á  nuestro  Señor,  para  que  no 
nos  ponga  estorbo,  en  la  entrada  del  Reino  del 
zielo.  Da  nos  a  entendér  esta  petizión,  cuan 
grande  nezcsidád  tenemos  de  perdón :  i  que  no 
tenemos  otro  medio,  sino  solo  este,  para  podér 
parezér  limpios  en  el  juizio  Divino;  i  que  este  re- 
medio, solamente  nos  puede  venir  de  la  mano 
de  Dios:  i  que  no  hai  otra  cosa  en  el  mundo,  con 
que  se  pueda  suplir.  Convídanos,  ansí  mismo,  a 
grande  humildad :  pues  >1  Rcdcmptór  del  mun- 
do, que  tán  bién  nos  conosze,  dizc,  que  pida- 


'A  cnisTiANO.  ?!  333 
mos  siempre  pordún  de  lo  que  debemos.  Sefiál 
es,  que  sabu,  que  somos  deudores,  pues  que  t.nl 
aviso  nos  da,  i  tal  Mandamiento  nos  pone.  Nues- 
tra Conszienzia,  ha  de  estAr  siempre  libre  do 
pecado  mortal,  que  es,  determinado  consenti- 
miento, de  quebrantár  el  Mandamiento  del  f  FüI.  5'¿ 
ziclo.  De  los  otros  defectos,  i  pecados  veniales, 
habemos  de  poner  mucha,dilijenzia,  para  escu- 
sarlos :  i  con  todo  esto,  hábemos  de  tcnér  por 
ziorto,  ser  nuestra  flaqueza  tanta,  que  siempre 
estamos  envueltos  en  ellos:  no  los  habemos  de 
tener  en  tan  poco,  que  dejemos  de  pedir  perdón, 
pues  no  los  tiene  en  tan  poco,  el  Señór,  que  nos 
redimió,  cuando  nos  manda,  que  pidamos  per- 
dón para  ellos. 

Esto  mismo  que  pedimos,  nos  obliga  a  que 
perdonemos  tí  nuestros  prójimos,  si  en  algo  nos 
oíendieron:  porque  serla  grande  soberbia,  pedir 
perdón  a  nuestro  Señór;  i  nosotros  no  querér 
pcrdomlr.  Una  de  las  mayores  cosas,  que  pode- 
mos llevar  delante  de  Dios,  para  pedir  perdón  do 
nuestros  pecados,  es,  habér  perdonado  nosotros 
las  injurias ,  que  de  nuestros  hermanos  hubiére- 
mos rezebido.  I  esto  nos  enseña  la  potizión:  i 
pues  ella  lo  dize,  verdád  sera. 

1  La  sexta  Peíizión  es: 

«No  nos  traigas  en  tentazión.» 

Nuestra  flaqueza  esmui  grande,  i  el  Demonio 
muisolizito,  para  engañarnos:  inzítanos  a  so- 
berbia, procura  de  despertar  en  nosotros  ira, 
avarizia,  codizia  de  bienes  ajenos,  feos  deleites, 


334  °A  CATEZISMO  ?S 

i  deseos  de  carne.  De  todo  esto,  i  de  lo  que  tiene 
semejanza  con  ello,  suplicamos  a  nuestro  Seüór, 
que  nos  libre:  que  no  permita,  que  estas  cosas 
se  despierten  en  nosotros:  ni  que  el  Demonio 
nos  haga  guerra  con  ellas.  I,  que  si  por  razón  de 
nuestra  flaqueza,  en  algo  fuéremos  tentados; 
salgamos  venzedores  de  todo,  i  con  mayór  aviso, 
i  con  mayores  fuerzas,  para  lo  de  adelante. 
Foi.  53.  También  f  nos  enseña  esta  Petizión,  que  tenga- 
mos verdadera  humildád,  i  conoszimiento ,  de 
•  lo  poco  que  podemos  ;  pues  el  Redemptór  nos 
manda  pedir:  que  no  seamos  traídos  en  tenta- 
zión :  sino  que  seamos  amparados ,  i  defendidos 
de  todo. 

También  pedimos  aquí ,  que  cuando  nuestro 
Señor  nos  tentare  por  adversidades,  i  trabajos; 
si  con  la  una  mano  quisiere  castigamos ,  i  pro- 
bdr  quien  somos;  con  la  otra,  nos  favorezca, 
para  darnos  victoria. 

T  La  séptima  Petizión  es: 

üLibranos  del  mal.» ' 

Esta  Petizión,  va  asida  con  la  pasada,  en 
que  pedíamos ,  que  no  fuésemos  traídos  en  ten- 
tazión. 

De  todo  jénero  de  mal ,  que  nos  puede  enca- 
minár,  o  ser  ocasión  para  apartarnos  de  la  ver- 
dadera obedienzia  de  nuestro  Señor;  pedimos 
aquí,  que  seamos  librados. 

El  autor,  i  prinzipio  de  todos  los  males,  es 
el  Demonio :  él  es ,  el  que  procura  nuestro  peca- 
do,  i  el  que  quiere  nuestra  perdizión ,  i  el  que 


'A  cnisriANo.  %  335 
causa  en  el  mundo  mui  grandes  males,  grandes 
discordias,  i  errores.  De  todo  esto  suplicamos  a 
nuestro  Padre  Zelestiál,  que,  por  su  grande  mi- 
sericordia, seamos  librados:  que  ni  el  Demonio 
tenga  parte  en  nosotros ,  ni  nos  venza ,  para  que 
pequemos,  ni  siembre  disensiones  entre  los  fie- 
les-: sino  que  con  grande  victoria,  salgamos  de 
lodos  los  trabajos, con  alegre  esperanza,  i  zierlo 
conozimiento  del  Señór  por  quien  somos  libra- 
dos, dándole  grázias,  i  gloria  por  ello. 

Habemos  de  tener  por  zierto ,  que  si  la  Ora- 
zión  de  los  Justos,  en  esta  parte,  no  fuese  oída; 
no  tcrnian  cuenta  los  males,  que  nuestro  ene- 
migo í  el  Demonio,  ejecutaría  en  nosotros:  i,  foI. m. 
que  todo  lo  que  no  haze,  es,  porque  se  lo  impide 
la  bondád  del  Señór,  que  inclina  sus  orejas 
a  esta  petizión,  que  la  Sancta  Iglesia  suplica. 
«.\mén.» 

Concluyese  esta  Orazión,  con  este  vocablo 
Amén,  por  el  cuál  confirmamos,  lo  que  dezimos, 
i  nos  anunziamos  bién ,  de  parte  de  Dios,  te- 
niendo, en  lodo,  por  zierta  su  santa  Palabra: 
Porque,  con  este  mismo  vocablo  suele  Él,  con- 
firmáren  la  Divina  Escriptura,  lo  que  nos  pro- 
mete. Estemos  nosotros  ziertos,  para  con  Él;  que 
seguros  podemos  estár,  de  estár  zierto  Él,  para 
con  nosotros. 

Esta  Orazión  ha  de  ser  la  Regla  de  todas  las 
que  hiziéremos.  Aquí,  pedimos  gloria,  para 
nuestro  Señór:  ansí  la  habemos  de  pedir  en  las 
otras:  aquí,  lo  confiamos  todo,  de  su  justísima 
Voluntad,  i  de  su  grande  misericordia;  ansí  lo 
habemos  de  hazér,  en  las  otras:  aquí,  nos  hu- 


336  »  CVTEZISMO.  9S 

millamos,  con  conozimionto  de  nosotros  mis- 
mos, con  pedir  perdón  de  nuestros  pecados,  con 
perdonár  nosotros  a  nuestros  prójimos :  no  ha  de 
contradczir  a  esto,  ninguna  de  las  otras  Orazio- 
nes:  aquí,  no  hai  superstizión,  ni  nombres  vanos, 
ni  petiziones  locas,  ni  cosas  inventadas,  i  tasa- 
das, por  invcnziones  do  jcntc  atrevida,  ni  por 
caminos  secretos,  como  algunos  procuran. 

De  todo  esto  habernos  de  huir:  porque,  en 
mucho  d'cllo,  hai  clara  maldád,  i  engaño  mui 
Tnanifiesfo.  I  en  mucho,  también,  de  lo  que  la. 
simple  jente  no  conosze;  hai  encubiertas  supers- 
tiziones,  i  mui  locas  confianzas 

La  Orazión,  quehabemos  declarado,  nos  en- 
seña el  verdadero  fin  de  lo  que  nos  í  conviene: 
a  Quién,  i  por  qué  razones,  lo  debemos  pedir. 
Clara  es,  i  sin  mezcla  d'engaño:  enemiga  es,  de 
todas  las  mañas,  que  el  Demonio  usa.  Tememos 
por  regla  zierta,  que  la  Orazión,  que  contradi- 
jere a  esta;  es  mala,  i  de  mal  maestro,  i  dañosa 
para  los  hombres. 

<[  Sigúese,  de  Iok  Sacramentos 

Tiene  la  Iglesia  sus  Sacramentos,  con  que 
somos  enseñados,  i  favorczidos :  los  cuales,  han 
de  ser  tenidos  de  nosotros  en  mui  grande  reve- 
rcnzia.  Habernos  de  tener  mui  mucho  cuidado  de 
usar  d'ellos  debidamente,  i  de  huir  de  todo  mal 


1  Indica,  sin  duda,  el  iu-  vadas,  de  IraGcár  con  la  rc- 

sondablc  caudál  de  las  devo-  lijiiín. 

ziones,  inventadas  por  los  2  Sobre  esta  Dúclrina  d« 

hombres  entregados  .il  rcpro-  Sacramentos.  Víanse  las  Ob- 


lo  scntidn,  o  a  las  ¡irtcs  mal-  scrvazioncs. 


<ft  CRISTIANO.  J*  337 

uso:  porque  sería  incurrir  en  grande  ofensa  de 
nuestro  Señór ,  i  menospreziár  las  grandes  mer- 
zedes ,  que  Él  nos  ha  hecho.  No  trataremos  aquf, 
sino  de  los  mas  prinzipalcs,  i  que  son  mas  co- 
munes a  los  cristianos  todos. 

í  Del  Sacramento  del  Baptismo. 

El  Baptismo  es  la  puerta  por  donde  entramos 
en  la  Iglesia,  como  ya  al  prinzipio  dijimos.  Allí 
somos  reconziliados,  i  vueltos  en  la  grázia,  i  en 
laamistád  del  Señór,  que  teníamos  airado  con- 
tra nosotros.  Habernos  de  entendér,  que  lo  que 
allí  se  bazo,  no  solo  es  zerimonia  de  fuera,  sino, 
que  allende  d'esto,  secretamente  en  nuestra  áni- 
ma, se  nos  comunica,  fé,  i  caridád,  i  esperanza: 
que  son  unas  vestiduras  espirituales,  con  que 
parezemos  hién  delante  de  Dios.  Perdónasenos 
nuestro  pecado ,  i  póncse  silenzio  al  Demonio, 
para  que  ya  no  nos  pueda  acusár  d'él:  por  cuanto 
somos  redemidos ,  i  limpiados ,  i  nuestra  culpa 
es  deshecha.  Lo  f  mismo,  que  de  fuera  se  haze,  Foi.  56. 
nos  amonesta  de  los  efectos,  i  obras  espirituales, 
que  no  podemos  verlas,  sino  con  ojos  de  fé. 
Amonéstanos  juntamente,  de  la  obligazión  que 
nos  queda,  para  no  volvér  mas  al  pecado.  Aili 
nos  limpian,  pgr  de  fuera,  con  agua:  i  dizen, 
que  nos  baptizan  en  el  nombre  del  Padre,  i  del 
Hijo,  ¡  del  Espíritu  Santo,  Todo  esto  junto,  las 
palabras,  i  el  agua;  es  el  Sacramento.  Lo  cuál 
tiene  virtud  por  la  muerte  de  nuestro  Rcdemp- 
tór  Jesu  Christo,  i  por  la  limpieza,  que  Él  nos 
ganó.  Házese  menzión  de  todas  las  tres  personas: 
22 


338  ilR  CATEZISMO  ?! 

del  Padre,  que  quiso  dai- su  Hijo:  del  Hijo,  que 
se  quiso  liazér  hombre,  i  murió  por  nosotros: 
del  Espíritu  Sánelo,  a  quien  se  atribuye  el 
alumbrarnos,  i  esforzarnos,  para  todos  los  bie- 
nes espirituales.  Porque  sepamos,  que  toda  la 
santísima  Trinidíd,  de  un  acuerdo,  i  de  una  vo- 
lunliid,  está  de  nuestra  parte,  para  perdonarnos 
nuestro  pecado,  i  darnos  el  Reino  del  zielo,  si 
perseveráremos  en  aquél  estado ,  i  en  la  guarda 
de  aquellos  bienes. 

•Las  zerimonias,  que  la  Iglesia  usa,  también 
despiertan  allí  grande  aviso  de  lo  que  rezibimos, 
i  de  lo  que  debemos  hazér.  Cuando  ponen  al  ni- 
ño una  candela  en  la  mano,  es,  dar  a  entendér, 
que  le  es  comunicada  una  luz ,  con  quo- venza  la 
tiniebla,  i  zeguedád^del  pecado:  enseñándole 
con  esto  mismo,  que  la  palabra  de  Dios,  es  lum- 
^  bre,  que  en  este  mundo  le  ha  de  guiár,  i  a  quien 
debe  de  seguir  en  todos  sus  hechos :  i  que  no 
hai  otra  claridad,  que  pueda  valcrle,  porque  to- 
do lo  demás,  es  engaño,  i  es  tiniebla.  La  ro- 
Foi.  67.  pita  f  blanca,  que  lo  ponen,  le  es  unaamones- 
taziüu  ,  i  una  como  divisa  de  la  innozenzia,  que 
saca  de  allí:  encargándole,  que  la  guarde,  para 
parezér  con  ella  en  el  Juizio  d'el  Redeptór,  por- 
que sin  esta,  no  le  conoszerá,  ni  consentirá  que 
se  llame  suyo.  La  sal ,  que  le  ponen  en  la  boca, 
es,  para  desportarlo,  i  darle  a  entendér ,  que  re- 
zibe  allí  un  don  de  Sabiduría,  no  de  Sabiduría 
del  mundo ,  sino,  de  otra,  quo  es  d'el  Evanjelio: 
con  cuya  obedienzia,  ha  de  salár,  i  dar  sabór  a 
todas  sus  obras,  para  que  parezcan  bien,  en  el' 
acatamiento  de  Dios/como  obras  de  hijo  suyo,  i 


°A  cniSTUNO.  5* 


339 


que  obcdczc  sus  Mandamientos.  Son  llamados 
compadres,  i  testigos,  que  en  nombro  do  la 
Sancta  Iglesia,  respondan  por  él,  i  lo  reziban  en 
su  gremio,  i  en  su  compañía  con  ofrezimiento  de 
tenerlo  por  hijo  cspirituál,  i  por  hermano  de 
todos:  i  de  rcduzirlo  a  la  memoria,  lo  que  pro- 
metió en  el  Baptismo,  i  enseñarle  el  camino  por 
donde  lo  ha  de  guiár.  Lo  prinzipál ,  i  nezcsario, 
d'este  Sacramento,  consiste,  en  solas  las  pala- 
bras, en  que  dizen,  que  lo  baptizan  en  nombre 
del  Padre,  i  del  Hijo,  i  del  Espíritu  Santo;  i  en 
el  agua  que  derraman  sobre  él.  Todo  lo  demás, 
zerimonias  son  de  la  Iglesia,  i  avisos  mui  san- 
tos, de  lo  que  allí  espiritualmente  se  haze,  i  de 
la  obligazión ,  que  al  Cristiano  le  queda,  en  agra- 
dezimiento  de  tan ^ande  merzód. 

Cuando  la  nezesidád  no  deja  tanto  espázio, 
basta  lo  prinzipál,  i  esenziál  del  Baptismo:  em- 
pero, cuando  hai  tiempo  para  todo,  en  mucho  se 
ha  de  estimár,  hazér  representazión  en  la  Igle- 
sia, i  ofrczér  públicamente  al  niño,  o  quien  Foi. 58. 
quiér  que  sea,  por  uno  de  tan  santa  compañía,  i 
mostrando  allí,  la  obedicnzia,  que  se  le  debe,  i 
haziendo  protestazión ,  que  de  allí  adelante,  ha 
de  ser  de  aquella  manada,  i  se  obliga  a  ser  obe- 
diente, como  verdadero  hijo. 

Si  después  de  baptizado  uno,  pecare  pecado^ 
que  le  aparte  de  la  compañía,  i  de  la  grazia  de 
Dios,  i  tuviere  tan  poco  cuidado  en  el  tesoro  que 
había  ganado,  que  lo  haya  dejado  perder;  no  es 
menester  tornarse  a  baptizár,  ni  se  debe  de  ha- 
zér: porque  basta  aquella  protestazión,  que  una 
vez  se  hizo,  i  haberle  abierto  la  puerta  de  la 


'¿\0  'Á  CATEZISMO  S 

Iglesia,  para  que  se  lo  comunicase  el  valor  de  l;t 
sangre  del'  Redcmptór  del  mundo:  El  remedio 
es,  cstonzcs,  la  penitenzia:  con  la  cuál  üc  torna 
a  cobvár,  lo  que  va  se  había  perdido. 

f  Del  Sacramcnio  de  la  Penitenzia. 

El  sacramento  de  la  Penitenzia,  esolverda' 
dero  camino,  páralos  caldos,  i  apartados  de  Ja 
grazia,i  de  la  amistad  del  Soñór,  Para  que  la 
Penitenzia  sea  verdadera,  ha  de  hahér  verdadero 
conoszimiento  de  pecado,  i  de  cómo  ofendimos 
con 61,  tan  grande,  i  tan  poderoso  Señór,  i  de 
quien  tcniamos  rezcbidas,  tan  grandes  merzedes. 
Habernos  de  confesár,  primeramente,  en  nuestro 
corazón  ;  que  justamente  seriamos  condenados  a 
penas  eternas,  si  con  estrocho  rigór  de  justizia 
se  pesase  nuestra  maldad.  Habemos  de  tcn^r 
poF  cosa  abominable,  i  fea,  el  pecado  que  co- 
metimos, doliéndonos  con  verdadero  dolór,  de 
habór  caído  en  tan  grande  yerro :  no  solo  por  e! 
Fo!.  5a.  infierno,  que  merezemos,  sino,  prinzipalmcnte,  f 
porhabér  ofendido  a  la  infinita  bondad,  a  lajus-' 
tizia,  i  a  la  misericordia  de  nuestro  Dios:  siendo 
tan  malos,  i  tán  desagradezídos,  que  quesimos 
mas  contentár  al  Demonio,  nuestro  enemigo,  i 
ganár  el  infierno,  por  contentarlo,  jquc  servir  a 
quién  nos  crió,  i  dió  por  nosotros,  su  unijénito 
Hijo,  i  nos  ha  repartido  tan  grandes  bienes.  1 
que  siendo  cuales  fuimos,  en  ofenderlo,  nonos 
quitó  luego  la  vida,  i  nos  condenó  a  penas  éter* 
ñas:  antes  nos  dilató  el  tiempo,  esperándonos  a 
penitenzia : "avisándonos  con  su  palabra:  i  lla- 
mándonos con  mil  ocasiones.  '      ■        ■  ■■  -'.  '•' 


"A  CRISTIANO.  9»  351 

:.  Cuando  este  conoszimiento ,  i  esle  dolor,  os 
verdadero,  luego  pone  grande  confusión  en  el 
pccadór,  i  lo  afrenta  consigo  mismo,  i  despierta 
firme  propósito,  de  no  volvér  mas  a  tan  grande 
peligro,  ni  ofendér  al  Señor,  i  al  Padre  a  quien 
tanto  debe:  luego  procura  de  dcsechár  los  viejos 
caminos,  do  cortár  todas  las  raizes,  de  donde 
salió  tan  mal  fructo :  luego  enziende  grande  de- 
seo de  tornár.a  la  primera  amistúd,  i  a  la  paz,  i 
.reposo  de  la  conszienzia. 

Este  dolor,  i  este  sentimiento,  aunque  por 
parte  del  pecado  sea  mui  grande,  no  ha  de  deses- 
perár,  ni  ha  de  cntristezér  al  pecador,  en  tanta 
manera,  que  piense,  que  no  hai  salida.  Luego  ha 
do  recurrir,  i  traer  a  su  memoria,  cómo  el  Re-  • 
-demplórd'el  mundo,  que  está  a  la  diestra  del 
¡Padre,  todavía  tiene  voluntád  de  darle  remedio, 
todavía  le  busca  para  este  fin.  Debe  de  conside- 
.rár,  que  el  Sacrifizio,  que  por  nosotros  se  ofre- 
zió  en  la  cruz;  siempre  tiene  su  valór ,  i  su yida, 
•i  su  virtud,  para  recobrarnos :  no  es  tan  corto  su 
¡poder,  ,/  ni  tan  de  tasada  estima ,  qun  perdiese  FüI.  go. 
su  virtud,  por  ningunos  pecados,  que  haya  en 
el  mundo :  ni  que  basten  nuestras  maldades  a 
.ponerle  tasa,  si  nosotros  mismos,  no  queremos 
-perseverár  en  ellos. 

Esta  tal  considerazión  ,  i  lafó,  que  azerca 
d'esto,  la  Divina  Escriptura,  i  nuestra  madre  la 
Iglesia,  TIOS  tienen  enseñada;  ha  de  despertar  en 
el  pecador  confianza  muí  grande,  que  habrán 
misericordia  d'el,  i  le  perdonarán  sus  pecados. 
Nú  ha  de  estribár  esta  conlianza,  en  las  cosas 
que  él  haze,  .ni  puede  hazér;  sino  en  la  grande 


342  ÍP.  CATüziSMO  y» 

riqueza  ilc  la  sangre  de  Jesu  Chrülo ,  Rcdemptór, 
i  Señór  nuestro,  i  en  el  contentamiento,  que  el 
Padre  Eterno  rezibía  para  siempre ,  con  ella, 
cuando  se  ofrezió  en  la  cruz,  por  redempzióu  de 
los  pecadores. 

Lo  que,  de  su  parle,  el  pecadór  ha  de  Uevár, 
es,  el  conoszimiento,  que  habernos  dicho  i  el 
dolór  de  habér  ofendido  a  la  suma  Bondad :  la 
enmienda  para  lo  de  adelante.  Porque,  sin  esto, 
no  podría  hallar  lugár  en  61,  la  misericordia  Di- 
vina: ni  él  ternia  camino  por  donde  pedirla. 
Junto  con  esto,  ha  de  ser  toda  su  confianza  en 
aquél  sacrifizio,  que  él  estonzes  ofreze,  mediante 
lafé.que  lleva.  Conoszicndo  juntamente,  que 
*  esta  lumbre,  con  que  ha  visto  su  "perdizión;  este 
entendér  su  maldád;  este  dolerse  de  sus  peca-  ■. 
dos;  este  bueno,  i  determinado  propósito,  para 
to  demás  de  la  vida;  todo  esto,  le  fué  enviado,  \ 
por  la  misma  mano  de  Aquél,  a  quien  demanda 
perdón. 

Todo  esto,  que  habernos  dicho,  azerca  de  ja 
penitenzia  del  pecadór,  ha  de  ser  tan  zierto,  i 
tán  poderoso,  que  le  ponga  grande  cobdizia  de 
Foi. 61.  tornár  ala  unidád  de  la  Iglesia,  f  i  de  oír  allí 
la  voz  de  cómo  es  perdonado,  i  tornado  al  nú- 
mero de  los  verdaderos  hijos ,  i  a,  la  partizipa- 
zión ,  i  prendas,  do  los  Sacramentos. 

Para  esto,  no  es  menestér,  que  parezca  de- 
,  lante  de  toda  la  muchedumbre  de  los  Celes:  la 
Iglesia  tiene  puestos  sus  ministros,  para  que  en 
lugár  d'ella,  oigan  á  los  pecadores:  les  miren 
las  enfermedades:  les  apliquen  la  medizina:  les 
declaren,  si  llevan  mal  camino,  o  si  lo  llevan 


íR.  cnisTiAiNO.  ?•  3'i3 
bueno:  les  den  zcrtinidád  de'  lo  uno,  o  zerlini- 
dád  de  lo  otro. 

Con  esto,  no  se  ha  de  descuidar  el  penitente, 
on  tanta  manera,  que  deje  de  buscar  antes  buén 
•Ministro,  ¡  buen  módico  para  su  Anima  que 
malo,  i  do  poco  cuidado,  i  sin  intelijcnzia  del 
ofizio  quo  tiene:  cuanto  soil  mayores  l.is  llagas, 
tanto  se  debe  buscár  mas  experto  medico,  . 

Delante,  pues,  del  Ministro,  se  presente  el 
pccadór;  i  sin  trapaza,  ni  engaño,  manifieste  su 
conszienzia,  con  ánimo,  i  deseo  simple,  que  sus 
llagas  sean  entendidas,  i  remediadas..  Cuando, 
con  confesión  verdadera,  hubiere  manifestado 
su  enfermcdád,  i  el  conoszimiento,  í  el  dolór,  i 
propósito,  que  tenemos  dicho;  el  buén  Ministro 
le  declarará,  cómo  la  misericordia  de  Dios  lo 
admite  en  su  guarda,  i  le  perdona  todo  lo  pasa- 
do, i  le  torna  a  confiár  grandes  bienes,  como  a 
hijo  mui  amado,  protestando,  de  darlos  cada 
día  mayores,'  si  61  no  volviero  atrás.  Esto  lo 
,es  mandado  al  buén  Ministro ,  que  haga  en  tal 
caso :  como  también  le  es  mandado ,  que  lo  scn- 
•tenzie  por  perdido,  i  por  condenado,  si  no  lle- 
vare lo  que  habemos  dicho. 

Este  •/■  juizio,  que  entre  el  Ministro,  i  el  pc- 


,1  «A  este  propósito  dize 
•Ávila:  Escojéd,  uno  cnlrc 
"mil :  i  yo  digo ,  entre  dlíz 
'mil:  porque  se  hallan  mu- 
"clios  menos  ,  que  pensamos, 
•que  sean  capazos  de  este  ■ 
•  nflzio." — Esto  80  leo  en  la 
Vida  Devota,  que  tradujo 
(¿ucvcdo.  I  lo  mismo,  enla  i 
que  mas  escrupulosamente, 
tradujo  Cabillas  Don-Yogüe. 


I ,  digo  yo  ,  que  si  cada  cató- 
lico-romano ¡que  son  ,  los  que 
usan  la  confesión  auricuLIr) 
ha  de  escojtr  uno,  cnlrc  dii'2 
mil,  para  confesarse  :  í  tiene 
mucho  pcUpro,  si  escojo  mal, 
BCgun  tradujo  CubiUns  ;  en- 
tonzcs,  li)  mcjór  para  él,  se- 
rá ,  confesarse  a  Dios  soto, 
pero  de  veras  :  arrepentirse; 
e  ir,  i  no  pecár  mas.  ■ 


344  3P.  CATEZISMO  J< 

nitcntc  pasa;  no  lo  ha  do  tenér  ol  hombre  en 
tan  poco,  que  le  parezca,  que  lo  ha,  con  el  sa- 
zerJoto  solo.  Sepa,  que  no  vaabsuelto  por  au- 
toridád  privada,  i  por  solamente  aquél ,  quó  le 
absolvió;  sino,  que  lo  es  comunicado  esto  be- 
ncfizio,  por  autoridád  del  Hijo  de  Dios,  en  cuyo 
lugár  está  su  Ministro.  Cuenta  habernos  de  ha- 
zór,  que  parezcmos,  delante  de  toda  la  Iglesia, 
i  que  con  autoridád  de  toda  ella,  cuan  grande 
es,  nos  es  declarado  nuestro  perdón.  No  quiere 
ella,  que  nuestros  pecados  sean  manifiestos, 
sino  a  uno  solo:  mas,  para  el  absolvér,  i  para 
el  perdonar,  quiere  que  sea  tan  grande,  i  tan  es- 
timada la  autoridád  del  Ministro,  como,  si  de 
toda  ella,  fuese.  : 

Ansí  como  el  malo,  que  no  llevó  el  conos- 
zimiento,  ni  las  cosas  de  quehabemos  tractado; 
debe  de  salir  mui  triste ,  i  con  tenerse  por  apar- 
tado de  los  bienes  del  zielo,  porque  hizo  engaño 
al  Ministro,  no  diziendo  la  verdad,  o  ,  si  la  dijo, 
ha  oído  sentenzia,  cual  sus  obras  merezen ;  ansí, 
el  otro  que  usó  de  la  scnzillcz,  que  tenemos  de- 
clarada, i  llevó  en  su  corazón  lo  que  ya  está  pla- 
ticado; debe  de  salir  dt  allí  con  grandísima  ale- 
gría: con  mucha  estima  del  bién  que  lleva:  i 
con  mui  cnzendida  codizia,  de  nunca  perderlo. 

1  Del  sánelo  sacramento  del  Altár. 

Para  los  hijos  perdonados,  i  vueltos  en  amis- 
tad, tiene  la  Iglesia  otro  Sacramento,  que  es,  el 
cuerpo,  i  la  sangre  de  nuestro  Redcmptór  Jcsu 
Christo. 


'  Ift  CRJSTUNO.  J5  345 

'  '••  Quiso  Él  dejár  esta  prenda  en  el  mundo,  para 
mayór  zertinidád  del  amór,  que  nos  tiene,  i 
mayor  obligazión  f  de  lo  que  Le  debemos.  Fué  Fol. 
su  misericordia  servida,  que  quedase  acá,  coa 
nosotros;  para  que  entendiésemos  cuanto  ama  ' 
nuestra  compaaia :  para  que  nos  fuese  un  con- 
tinuo esfuerzo,  i  sustentazión  contra  el  pecado. 
Dejólo,  debajo  de  espezie  de  pan,  i  de  vino;  pa- 
ra que  entendamos,  que  ansí  como  el  pan,  i  vino 
materiál,  sustentan  la  vida  corporál  del  hombre, 
i  le  dan  ordinario  esfuerzo;  ansí  el  cuerpo,  i  la 
.  sangi-e  del  Redemptór,  sustentan  a  la  vida  espiri- 
tuál,  i  le  comunican  mui  grandes  fuerzas.  Como 
en  la  mesa  donde  se  hallan  padres ,  i  hijos ,  o 
compañeros,  es  el  pan  i  vino,  común  a  todos,  i 
señál  de  grande  amistád ,  entre  los  que  están 
allí;  ansí  el  Sacramento  del  altár,  es  para  los  de 
una  misma  compañía.  Protestamos,  i  damos  a 
entender,  cuando,  lo  rezibimos ,  que  todos  los 
que  tenemos  parte  en  este  santo  convite,  somos, 
entre  nosotros ,  hermanos :  nos  amamos  como 
tales:  somos  hijos  de  un  mismo  Padre:  i  vivimos 
cu  una  obcdienzia.  I,  por  esto,  tiene  nombre  de 
comunión:  porque  todos  comunicamos  en  las 
cosas ,  i  en  la  manera,  que  se  ha  declarado. 

De  aquí  se  conosze,  que  no  son  dignos  d'estc 
manjár,  los  que  no  aman  verdaderamente  a  sus 
prójimos:  ni  los  que  por  tcnór  pecado  en  su  co- 
razón, so  han  despedido  de  ser  hijos  de  Dios,  i 
de  ser  miembros  de  la  santa  Iglesia.  Traizión  es 

1  Como  esto  me  parczo  un      sabér,  i  picdád  como  fué  el 
desaliño,  siunto  verlo  aquí      Dr.  Constantino, 
escrito  por  un  hombre  de  , 


316 


■Jft  CATEZISMO  ^ 


la  que  haxen,  cnjuntarsfi  con  los  otros,  con  fal- 
sa, i  atrevida  disimulazion :  i,  no  solo  no  ganan 
•  ■  los  bienes,  que  allí  se  reparten;  mas  añaden 
nuevo  pecado,  i  nueva  condcnazión. 

Foi.  64.  Lo  prinzipál '  de  la  Comunión,  es,  f  ofrezer- 
le,  i  rezibirle  spiritualmente  por  la  fé,  ¡  por  la 
limpieza  do  corazón,  de  que  habernos  tratado: 
mas,  no,  por  esto,  salimos  de  obligazión  de  to- 
marlo en  el  santo  altár,  porque  es  vm  bien  so- 
bre otro.  I  ansí  la  Iglesia  nos  tiene  mandado,  que 
por  lo  menos,  una  vez  en  el  año  lo  rezibamos. 
Mas  con  todo  esto,  es  mui  buén  consejo,  conti- 
nuarlo mas  vezes,  para  creszimiento  de  mayo- 
res bienes,  i  para  mas  ordinaria  memoria,  de  lo 

^  que  debemos.  Ea  tres  cosas  se  ha  de  tenér  gran- 
de atenzión,  azerca  del  uso  d'este  Sacramento, 
por  ser  él  de  tan  grande  dignidad,  i  de  tan 
grande  importanzia.  La  primera  es,  la  limpieza 
con  que  a  él  ha  de  llegar  el  cristiano,  conside- 
rando, que  se  asienta  a  una  misma  mesa  cou  el 
Redemptór  del  mundo :  reduziendo  a  su  memo- 
ria, que  es  sacramento  de  paz,  i  de  concordia 
entre  todos  los  fieles:  para  que,  ansí,  la  tenga 
él  coa  todos,  perdonando  las  injurias,  siguiendo 
en  todas  sus  obras  verdadera ,  i  sancta  caridad, 
para  con  sus  prójimos.  La  segunda  cosa,  es,  que 
no  ha  de  llevár  en  su  corazón  malizia  determi- 
nada de  pecado:  porque,  para  los  hijos  es  este 
manjár,  i  no  para  los  enemigos.  Donde  hai  cons- 
zienzia  dañada,  mas  mal  haze,  que*  provecho. 


1  Por  ;o  qao  =c  si^ic ,  se 
conoze  ,  qae  falUn  aquí ,  ¡as 
vozes :  «  del  Sacramenlo :  •  o 


por  elipsis,  o  por  omisión. 

2  La  copia  dizc  ie,  por, 
'pie. 


•A  CBISTIANO.  ?!  347 

Donde  el  corazón  está  determinado  de  tener 
obedienzia  a  los  Mandamientos  divinos,  i  ene- 
mistad con  las  malas  obras;  allí  pone  él  verda- 
dera salud,  dando  creszimiento  en  lo  bueno: 
desterrando,  ¡  quitando  fuerzas,  -a.  las  tentazio- 
nes  esprirituales,  para  que ,  cada  día ,  sean  me- 
nores, dándonos  remedio  contra  nuestras  fla- 
quezas: porque,  para  los  que  esto  padezen,  es 
mas  propria  f  esta  medizina :  no  hai  porque  se  Foi.  65. 
aparten  d'ella:  que  medizina  es  de  misericordia, 
cuyo  ofizio  es,  quitar  los  desmayos,  que  quedan 
a  los  que  sanaron.  Lo  tcrzero,  que  ha  de  tenér, 
es,  entendér  el  verdadero  uso  d'este  sacramento: 
considerár  los  verdaderos  frutos,  que  son  los 
que  habemos  dicho,  para  que  no  se  engañe,  i  lo 
engañen;  i  por  cosas  de  verdadera  salud,  hallo 
fructos  de  falsa  aparenzia, 

1  Del  oír  la  Misa,  i  Sermón,  i  de  las  otras  cosas, 
que  los  Crislianos  tienen  en  uso,  i  deben  seguir. 

Entre  las  cosas  en  que  el  Cristiano  debe  ser 
ejerzitado,  prinzipalmenté  en  los  días  de  fiesta,  ■ 
es:  oir  Sermón,  i  oir  Misa.  Azerca  d'esto,  no  nos 
habertlos  de  contentár,  con  cumplir,  solamente 
en  lo  exteriór,  i  dezlr,  que  nos  hallamos  allí:  por 
que  si  no  se  haze  mas  d'esto,  aunque  sea  ansí  ver- 
dád,  que  aquella  obedienzia  .nos  excuse  para  el 
castigo;  mui  poco  fructo  es  el  que  se  saca;  i,  a 
las  vezes,  se  saca  daño,  por  las  i-uines  cosas, 
que  se  entremeten  entre  los  que  no  buscan  vei'- 
dadero  provecho.  Debemos  mirar,  que  estas  dos 
cosas ,  de  que  la  Iglesia  siempre  hizo  tan  grande 


348  */.  catezisjio  ^ 

caso;  no  serán  táii  livianas,  como  algunos  las 
juzgan,  ni  de  poco  fundamento,  ni  enderezadas, 
para  tan  flaco  provecho,  como  muchos  sacan. 

El  Sermón  es  una  continua  lezión  de  lo  que 
debemos  hazér,  con  reduzir  nos  a  la  memoria, 
la  obligazión  que  tenemos  a. nuestro  Señor:  i 
declara  nos  cl  daño  do  nuestro  pecado :  es  un 
avisarnos,  para  lo  malo,  i  esforzarnos,  paralo 
Ppi.ce.  bueno.  Do  lo  cual  todo,  tenemos  mucha- /"  ne- 
zcsidád,  porque  es  mui  grande  nuestra  flaqueza, 
i  nuestro  olvido  mui  ordinario:  i  el  Demonio,  i 
el  Mundo,  i  la  Carne,  siempre  traen  guerra  con 
nosotros,  para  zegarnos,  i  hazér  que  nos  apárte- 
nlos del  verdadero  camino. 

Remedio  tan  grande  como  es,  cl  de  la  palabra 
Divina,  cosa  tan  encomendada,  de  la  boca  de 
nuestro  Redemptór,  i  por  todos  sus  diszipulos; 
debe  de  ser  codiziada  con  grande  voluntád,  bus- 
cada con  dilijénzia,  i  oida  con  mucha  atenzióñ. 
Debe  de  acudir  el  Cristiano  al  Sermón  que  mas  ^ 
le  descubre  sus  enfermedades,  que  mejores,  i 
mas  ziertas  medizinas  le  pone,  que  mas  lo  apar- 
ta de  lo  malo ,  i  mas  lo  esfuerza  para  lo  bueno, 
que  mayór  espanto  le  pone  para  lo  uno,  i  mayo- 
res álas,  para  lo  otro.  Esto  tomará  por  regla,  pa- 
ra conoszér  la  doctrina,  i  entrar  en  cuenta,  con 
sigo  mismo,  del  provecho  que  rezibe.  Cuanto 
mas  frío  se  sintiere,  tanto  debe  de  poner  mas 
dilijénzia  en  oír  la  verdád,  humillánd,ose,  i  co- 
nosziendo,  que  por  sus  grandes  maldades,  i  por 
la  dureza  de  su  corazón ,  no  haze  impresión  en 
cl,  la  palabra  do  Dios,  ni  cl  Espíritu  del  zielo, 
halla  entrada  en  su  ánima.  Procurando  la  en- 


°A  cniSTiANO.  S  340 
inienda  de  sus  obras,  pidiendo  a  nuestro  Scñór, 
que  destierro  la  pcrtinazia  de  su  voluntúd,  i  le 
dé  lumbre,  para  quo  conozca  verdaderamente 
los  muchos  bienes  de  que  le  es  encargo,  i  los 
males  en  que  está  envuelto. 

Recorrerá  su  memoria,  i  mirará  atentamen- 
te las  llagas  de  su  Conszicnzia:  i  aquella  palabra, 
o  parte  dol  Sermón,  que  mas  a  su  propósito 
hazc,  i  mas  remedio  lo  pone;  rocojerála  con  fo1.67, 
mucha  atcnzión:  guardarla  ha,  como  cosamui^ 
preziada :  traerla  ha  muchas  vczes  a  su  pensa- 
miento, usando  d'ella  para  su  salud. 

Cuando  viere,  que  habiendo  muchas  vezes 
oido  el  remedio  de  su  pecado,  no,  por  eso,  tu- 
viere mas  enemistad  para  con  él ,  ni  hubiere 
puesto  mayór  dilijenzia  para  echarlo  de  si ;  en- 
tenderá, que  la  ira  de  Dios  es  mui  grande  contra 
el  tal  hombre,  i  mui  grande  su  obstinazión  para 
resistir,  i  zerrár  la  puerta  a  los  favores  del  zielo. 
Debe  este  tal  pecadór,  conzcbír  grande  temór 
d'esto,  i  con  mui  grande  dilijenzia  buscár  la  en- 
mienda, antes  que  venga  el  juizio  de  Dios,  i  to- 
mándolo tan  mal  proveído,  ejecute,  contra  él, 
la  áentenzia,  que  merezen  sus  obras. 

Estas  son  las  reglas,  que  ha  de  seguir  cada 
uno,  para  oír  la  santa  doctrina  de  los  Sermones: 
este  es  el  provecho ,  que  ha  de  buscár,  i  la  ma- 
nera de  conoszerlos.  Do  lo  cuál  podemos  fázil- 
mcnte  entendér ,  con  cuánta  atcnzión  habcmos 
de  cstár,  cuánto  habemos  de  huir  do  vanas  con- 
sejas, pcrjudizíales  i  no  pcrjudiziales,  tapando 
los  oídos  a  todo,  esperando,  con  grande  deseo; 
la  palabra  del  Redcmptór  del  mundo,  ih.iziendo 


350  «.  CATEZISMO  9S  " 

cuenta,  que  Él  mismo ,  es  el  que  nos  la  enseña, 
porque  ansí  lo  dejó  dicho,  que  el  que  oyese  a  su 
verdadero  ministro,  a  Él  oía  que  ansí  -sería 
premiado ,  si  obedeziesc ,  i  castigado  si  no  obe- 
dezicse. 

No  ha  de  salir  de  su  casa  el  Cristiano,  para 
oir  el  Sermón,  con  el  descuido  que  sale,  para 
las  cosas  oziosas :  Con  sentimiento  ha  de  ir  de  su 
Foi.  68.  nezesidád :  con  reverenzia  f  de  la  doctrina,  que 
le  han  de  enscüár  :  con  encomendarse,  de  ver- 
dadero corazón,  a  nuestro  Señór,  que  lo  alum- 
bre ,  i  le  abra  camino ,  para  ponerla  por  obra. 

1  De  la  Misa. 

Ansí  como  el  día  de  la  fiesta  es  diputado  pa- 
ra ofr  la  palabra  de  Dios;  también  lo  es,  para 
que  se  oiga  el  Ofizio  Divino,  prinzipalmcnte  el 
de  la  Misa.  Antiguamente,  en  semejantes  días, 
comulgaban  todos  los  que  se  hallaban  presentes: 
manifestando  en  ello,  la  caridád,  i  concordia, 
que  entre  ellos  había:  mas,  ya  que  tan  buena 
costumbre  es  perdida,  debe  de  procurár  el  Cris- 
tiano, de  aprovecharse  de  la  Comunión  espiri- 
tuál,  i  de  gozar  del  provecho  para  que  tan  santo 
ofizio  fué  instituido. 

La  misa,  en  lo  prinzipál  d'ella,  es  una  repre- 
scntazión  *  de  la  muerte ,  i  pasión ,  de  nuestro 


1  No  sé,  si  aludirá  el  Doc- 
tór  a  lo  que  Icemos ,  en  el 
Cap.  X,  16,  de  s.  Lucas; 
donde  nuestro  Señór,  habló 
con  sus  Apóstoles,  i  verdade- 


ros ilinislros  suyos,  aunque 

no  clérigos. 

2  ¿Ciímo  pudo  escribir  eso 
el  Doctór!  A  m(,  la  misa  me 
parczc  Farsa. 


íR  cniSTiANo.  9*  351 . 

Scfiór  Jesu  Cristo :  conforme  a  lo  que  Él  nos 
dejo  mandado :  qué  hizióscmos  memoria  de  su 
muerte,  hasta  que, Él  viniese  a  juzgarnos.  Él,  en 
su  última  zena,  distribuyó  '  su  cuerpo,  i  su  san- 
gre, a  sus  sanólos  diszípulos:  declarando,  por  eslo 
mismo,  como  entregaba  a  toda  la  Iglesia  el  fruc- 
to  de  su  Pasión :  dejándonos  por  prenda  d'csto, 
lo  mismo  que  *  iba  a  ofrczér.  Ilazemos  memoria 
do  todo  esto  en  la zelebrazión  de  la  misa,  donde 
con  represcntazión  de  su  santa  Muerte ,  i  d'el 
grande  amór  que  nos  tuvo;  se  nos  comunica 
manjar  espirituál ,  para  la  vida  del  ánima :  como 
ya  está  declarado. 

D'esto  que  tenemos  dicho,  hade  sacár  el 
hombre  fiél,  el  entendimiento,  de  cómo  se  ha  de 
hahér,  i  f  de  qué  cosas  ha  de  buscár,  cuando 
conviniere  a  la  representazión  ,  i  memoria ,  de 
zerimonia  tan  sancta.  Debe  de  considerár,  que 
están,  allí,  el  cuerpo,  i  la  sangre  del  Redemp- 
tór,  i  la  memoria  de  su  Pasión :  i  con  mui  gran- 
de sentimiento,  ofrezér  este  Sacrifizio  delante 
del  Eterno  Padre,  para  grande  gloria  de  su  Unico 
Hijo,  i  d'el  mismo  Padre,  que  lo  envió  al  mun- 
do: pidiendo  perdón  de  sus  proprios  pecados:  es- 
fuerzo, i  aliento,  para  siempre,  i  en  todas  las 
cosas,  obedezér,  i  servir,  por  virtud  d'este  ofre- 
zimiento  que  se  hizo  en  la  Cruz.  Porque  aunque 
una  sola  uez  murió  el  Redemptór  del  mundo,  i 


>  El  pan  ,  i  el  vino  ,  fud  lo 
que  distribuyó :  i  a  todos  :  i 
dijo :  que  con  ambas  cosas, 
significaba  su  cuerpo ,  i  su 
sangre.  (Veaso ,  luego ;  una 
tola  vei).  "Este  es  mi  cuerpo* 


(q.  d.  esto  signipca  mi  cuer- 
po) i  no  es  lo  mismo  que  dc- 
zlr :  esle  es,  etc.  Esio,  no  es 
iguál  a  Este. 

'  La  copia  dize  de,  corrijo 
que. 


352  ?R  CATEZISMO  >5 

no  tiene  mas,  la  muerte,  podér  en  Él,  cada  día 
podemos  rcnovár  esto  Sacrifizio,  ofreziéndolo 
con  viva  fé,  i  para  el  mismo  fin,  que  fué  pri- 
mero ofrczido,  que  es  para  perdón  de  pecados,  i 
para  alcanzar  el  espíritu  del  ziclo,  que  nos 
alumbre,  i  nos  favorezca.  I  aunque,  no  siempre 
comulguemos  allegándonos  al  allAr,  habemos  de 
tenór  por  zierto,  que  esta  es  verdadera  comu- 
nión espirituál,  i  no  habemos  de  quedár  sin  ella, 
porque  este  es  el  prinzipAl  fin,  para  que  la  misa 
se  dizc  Uno  de  los  prinzipales  efectos  en  que 
se  conoszerá  esta  comunión  espirituál ,  será  la 
caridád  para  con  nuestros  prójimos,  ayuntándo- 
nos con  ellos  con  vínculo  de  grande  amór:  con 
perdonarlos,  sien  algo  nos  han  ofendido:  con 
usár  con  ellos  de  aquellas  obras,  i  de  aquella  in- 
tenzión,  que  el  Redemptór  del  mundo  nos  dejó 
mandado. 

Dicho  habemos  el  prinzipál  fin,  por  donde 
conviene  el  Cristiano  a  este  Sancto  Oñzio,  al 
cuál  debemos  f  do  acompañár,  con  Orazión  por 
toda  la  Iglesia:  con  pedir  verdaderos  Ministros, 
que  nos  alumbren ,  i  enseñen  el  verdadero  Ca- 
mino, por  donde  nuestro  Sefiór  quiere  ser  ver- 
daderamente servido:  i  suplicár,  por  la  multi- 
plicazión  de  los  üeles,  i  por  la  paz,  i  salud  do 
todos,  llanso  de  oír  atentamente  la  Epístola,  i  el 
Evanjelio  *,  tomando  de  allí,  mcdizina,  i  es- 
fuerzo, para  lo  que  debemos  hazér. 


1  No  so  diría  un.i  sola  mi- 
sa, me  parezc  ,  el  día  en  que 
se  prohibiese  absolutamente, 
rczibír  dinero  por  dezlrlas. 


Como  Rcprescntazión  la  pa- 
gan los  espectadores. 

'  Que  dizen  en  lengua  ex- 
traña. -  ■ 


»."cnisTiANO.  S  353 
Cosa  de  tan  grande  seso ,  i  de  tan  grande  im- 
portánzi.i,  no  so  ha  de  oír  con  liviana  atenzión, 
ni  con  descuidos,  ni  derramamientos,  a  cosas  de 
vanidád:  porque  estamos  en  templo  santo,  de- 
dicado no  para  cjerzizios  do  burla,  sino,  para  la 
memoria  de  los  grandes  Benefizios,  que  nos  han 
sido  comunicados,  i  cada  dia  se  nos  comunican, 
por  la  bondád,  i  misericordia  Divina. 

El  efecto,  que  d'estas  cosas,  i  de  todas  las 
otras  zerimonias,  que  la  santa  Iglesia  usa,  debe 
de  sacár  el  Cristiano,  es,  el  que  ya  muchas  vezes 
tenemos  señalado:  estudio,  i  dilijenzia  mui  gran- 
de, para  la  limpieza  de  corazón,  i  limpieza  de 
Obras :  porque  todo  sirve  de  aviso ,  i  de  enseña- 
miento, para  este  fin.  La  obedienzia  exteriór, 
muestra  es  de  la  ¡nteriór:  i  disziplina,  i  conzier- 
to ,  que  a  esto  nos  encamina. 

Debemos  de  ser  obedientes,  en  lo  de  fuera, 
prinzipalmente  a  la  Iglesia,  por  quien  somos  en- 
señados, i  rejidos:  porque  ansí  lo  manda  nues- 
tro Señór:  que  con  todo  lo  que  somos,  lo  que 
pareze,  i  lo  que  noparezo,  demos  testimonio, 
que  somos  suyos.  Juntamente  con  esto  habernos 
de  tener  sabido,  que  si  de  dentro  no  tenemos 
verdadera  justizia,  i  lo  que  f  en  este  Catezismo  foI.  7i. 
se  nos  enseña;  todo  lo  exteriór  *  por  mui  apa- 
rente que  sea,  no  nos  puede  remediar,  para  que 
no  seamos  Condenados.  Mas  débese  do  seguir, 
por  el  ejemplo ,  que  so  debo  de  dar  a  nuestros 
prójimos:  i  porquo,  sobre  la  nuldád,  que  tene- 

•  Aquí,  rae  pareze,  viene  a  zión,  o  aglomerazión  de  zere- 
dcmostrár  el  Doctór,  que  la  raónias,  sinmasvalór,  que 
Mita,  es  nna  Bepietcota-      para  la  cozina  de  los  clérig-os. 

n 


354  'A  CATEZISMO  S 

mos,  no  añadamos  otro  pecado  de  desvergüenza, 
iíle  racnosprozio.  Del  buen  color,  que  de  fuera 
mostramos ,  i  que  viéremos  en  los  otros;  habe- 
rnos de  tomár  amonestazión,  de  la  obligazión' 
que  tenemos,  para  lo  de  dentro,  i  afrentarnos 
con  nosotros  mismos,  de  cómo  no  la  cumpli- 
mos. Esto  es  el  fin  que  de  todas  buenas  muestras 
de  fuera,  tiene,  i  debe  tenér  el  Cristiano:  i  no 
para  que  haya  de  ponér  confianza  en  ello,  pen- 
sando, que  podrá  suplir  la  falta  de  todo  lo  de- 
más, qne  tenemos  platicado. 

No  puede  dejar  el  buén  árbol  de  produzir  bue- 
na fruta,  i  también  hermosas  flores.  Ansí,  el 
que  en  su  corazón  es  justo,  no  lleva  camino, 
sino  que  mostrará  grande  obedienzia,  i  provo- 
cará  con  buén  ejemplo;  i  en  todas  sus  co- 
sas tcmá  color  de  hombre,  que  teme  á  Dios,  i 
que  tiene  respeto  á  sus  mayores,  i  a  todos  sus 
prójimos. 

El  malo ,  ya  que  carezca  de  la  verdadera  bon- 
dad ,  no  debe  de  ser  tan  atrevido ,  que  en  lo  de 
fuera,  pueda  ser  juzgado  por  lo  que  es.  Siga  lo 
que  en  esto  tenemos  dicho,  i  para  el  fin  que 
tenemos  dicho,  i  no  para  engañar  al  mundo:  pre- 
tendiendo intereses  injustos  con  su  hipocresia. 

D'esta  doctrina,  juntamente  con  la  que  se  di- 
jo, de  la  guarda  de  los  Mandamientos,  i  Artícu- 
los de  la  fé,  i  del  uso  de  la  Orazión;  se  colije 
-  Foi. 72.  cuál  ha  de  ser  la  vida,  ^  i  trato  del  hombre, 
que  quiere  ser  premiado  de  la  mano  de  Dios, 
para  con  todos  los  otros  hombres.  Colijese  cuá- 
les han  de  ser  sus  pláticas,  i  sus  conversazio- 
ncí,  su  hábito,  i  todo  ci  conzierto  de  todas  sus 


'A  CRISTIANO.  5 


353 


cosas.  Todo  esto  ha  de  Ir  sin  muestra  de  sober- 
bia, ni  vanidad,  ni  de  invidia,  ni  de  menospré- 
zio  de  sus  hermanos :  todo  con  ejemplo  de  cor- 
dura, i  de  honestidád,  i  de  temór  de  Dios,  i  de 
vida  de  cristianos. 

Los  de  mas  edád,  han  de  dar  a  los  otros  ejem- 
plo, criando  á  sus  hijos  con  estas  costumbres: 
amonestando,  i  enseñando  a  todos  con  buén  pa- 
rezér,  i  con  reprehensión,  i  con  mansedumbre. 

Los  de  menos  edád ,  han  de  conoszér  la  obli- 
gazión ,  (jue  deben  de  tenér  para  seguir  a  los 
otros,  i  que  no  los  excusa  la  mozedád,  del  gran- 
de cargo,  que  tienen  "al  buén  ejemplo,  i  a  ser 
cristianos.  De  esta  manera,  i  para  este  fin/tie- 
nen de  tratár  las  madres,  a  las  hijas :  procuran- 
do lo  primero,  que  entiendan  el  fin  para  que 
son  naszidas ,  i  lo  que  prometieron  en  el  Daptis- 
mo :  i  la  verdadera  guarda,  i  cumplimiento 
d'ello.  Lo  segundo,  que  no  den  ocasión,  a  que 
los  prójimos  tengan  que  juzgar,  siquiera  porque 
en  sus  juizios  no  pequen:  antes,  conviden  en 
todo,  a  que  alaben  a  Dios,  por  ver,  como  res- 
^landeze  en  tales  edades,  la  obedienzia  de  sus 
?. 'andamientos. 

Enseñado  d'esta  manera  el  cristiano,  prosi- 
guiendo por  este  camino,  terna  vida  quieta,  i 
segura.  Porque  aunque  el  mundo  le  ponga  tro- 
pezaderos, i  le  haga  guerra  con  muchos  trabajos; 
la  confianza  que  hubiere  puesto  en  f  nuestro  fo1,73. 
Señor,  el  conoszimiento  de  su  misericordia  le 
dará  páz  en  su  corazón :  i  con  alegre',  i  con  es- 
forzado ánimo,  pasará  por  todo  lo  d'esta  breve 
vida ,  esperando  el  cumplimiento  de  lo  que  le 


356  íff.  CATHZISMO  S 

está  prometido:  el  cuál  no  puede  faltár,  pues 
no  falta  él,  en  el  obedezór. 

La  mas  frecuente  considerazión ,  que  el  cris- 
tiano debe  hazér,  i  de  donde  sacará  mui  grandes 
provechos,  es,  la  continua  memoria  de  labora 
de  la  muerte:  no  para  entristezcrse,  ni  para  des- 
mayarse, ni  para  descuido,  ni  aborrezimiento, 
de  lo  que  tiene  a  cargo ,  como  muchos  hazen: 
por  lo  cuál  tienen  por  mal  agüero ,  el  nombre 
de  la  muerte,  i  nunca  quieren  pensár  en  ella: 
de  donde  resulta  que  nunca  traten  sus  cosas, 
como  hombres  que  han  de  morir. 

Muí  distinto  es  el  camino,  que  enseña  nues- 
tra doctrina:  porque  en  la  Considerazión  de  la 
»  muerte  halla,  el  Cristiano,  plazér,  conosziendo 
en  esto,  cuan  breves  son  los  trabajos:  r  que  por 
cosa  de  tan  poca  dura,  no  es  razón  que  perda- 
mos nuestra  pazienzia,  ni  nos  apartemos  punto, 
de  lo  que  nos  tienen  mandado:  Considerando 
también,  como  se  azerca  el  estado  en  que  goza- 
remos de  Dios,  i  nunca  mas  Le  desserviremos; 
sácase  también  temór,  para  que  no  nos  tome  la 
muerte  en  ruin  estado,  descuidados  de  la  cuen- 
ta, i  en  peligro  de  perdernos.  Despiértase  freno 
contra  la  avarizia,  contra  la  soberbia,  i  contra 
la  ambizión:  enjéndrase  fastidio  de  los  malos,  i 
prohibidos  plazeres,  i  de  las  cosas  con  que  esto 
inundo  nos  quiere  detener,  i  engañár;  cuando 
Foi.74.  tenemos  considerazión,  que  hade  f  venir  la 
muerto,  i  que  ha  de  venir  mui  presto. 

Dado  que  la  carne  tema,  por  su  naturál  fla- 
queza,  i  rehuse  aquesta  memoria,  i  deseche  de 
si  tales  pensamientos;  habérnosla  de  habituar,  a 


•A  CRISTIANO.  ?•  3rt7 

que  mientras  pcór  le  parezca,  mas  atentamente 
lo  piense,  i  lo  trate,  hasta  que  haga  costumbre 
a  que  no  ponga  tanta  violenzia  para  no  pensár 
en  ello.  El  espíritu  es,  el  que  se  ha  esforzar  con 
lasconsidcraziones  ya  dichas,  i  ponór  freno  a  la 
carne ,  para  que  no  se  desmande  con  el  olvido: 
i  oiga  siempre  esta  dotrina,  i  lo  sea  como  un 
azote  [con]  que  la  andan  castigando,  encami- 
nándola siempre  al  bien,  i  apartándola  del  mal. 

Esta  considerazión ,  i  memoria,  de  ser  la 
muerto  cosa  tan  zierta,  i  el  tiempo  do  su  venida 
ser  tan  inzierto;  debe  de  ser  grande  causa,  para 
que  el  Cristiano  tenga  de  tal  manera  proveídas 
sus  cosas,  ansí  las  d'este  mundo,  como  las  del 
otro,  que  en  la  hora,  que  Dios  le  llamare,  no 
tenga  otro  ncguziü  en  que  se  embarazo,  sino 
solamente  en  dar  grazias  a  quiert  le  llama,  i  lo 
ha  llegado  a  aquél  punto:  i  encomendarle  su  áni- 
ma, para  que  según  Él  tiene  prometido,  le  llevo 
en  su  compañía. 

Grande  yerro  es,  esperár  a  tal  punto,  para 
perdonár  el  hombre  a  sus  enemigos ,  i  para  co- 
noszér  la  grandeza  de  sus  pecados,  i  hazér  la  pe- 
nitenzia,  que  es  obligado.  Ese  engaño,  suele  ir 
acompañado  con  otro,  en  los  hombres  que  tie- 
nen poco  cuidado  de  cosa  tan  grande:  porque 
no  solo  aguardan  *  las  cosas  do  su  ánima,  para 
cuando  ya  no  tengan  hora  de  vida;  mas  aguar- 
dan también  todos  los  negózios  de  su  hazienda, 
^  de  sus  cuentas,  i  de  sus  restituziones.  Lo  FoI.  75. 


\  aguardan  ,  aquí,  i  luego; 
o  licnc  la  azepzión  do  guar- 
dan, o  debe  8cg:uír8elc  la  par- 


tícula en:  aguardan  en  hi 
cosas  :  o,  guardan  las  cosos 
de  tu  ániwa,  etc. 


358  "A  CATliZISMO  ?• 

cuál  suele  dar  grande  desasosiego  en  tal  punto: 
i  despertár  guerra,  en  el  tiempo,  que  mas  paz 
había  do  haber:  i  mas  escuridAd,  cuando  mas 
luz:  i  mas  desasosiego,  cuando  mas  reposo. 

Dado  caso, -íjue  supiésemos,  cómo  i  cuando 
nos  habla  de  venir  la  muerte ,  i  el  espázio  que 
nos  habia  de  dar,  lo  cuál  es  imposible ,  que  en 
esta  vida  se  sepa,  según  la  común  orden  que 
Dios  tiene  puesta;  sería  mui  grande  locura, 
aguardár  a  juntár  las  cosas  de  los  testamentos, 
¡  las  revueltas,  i  declaraziones  de  las  bazien- 
das,  con  los  negózios  del  ánima,  i  de  lo  que  se 
debe  a  Dios:  cuanto  mas,  estando  tan  inziertos 
del  tiempo ,  i  de  la  manera  en  que  habemos  de 
morir. 

Si  el  cristiano  siguiere  verdaderamente  lo  que 
enseña  esta  doctrina,  azerca  de  la  vida,  i  de  la 
muerte;  podrá  tener  vida  pazifica,  i  mas  rica, 
que  ninguna  de  las  do  los  Prínzipes  de  la  tierra. 
Esperará  la  muerte,  con  poco  temór :  rezibirla 
ha,  cuando  venga,  como  cosa  de  grande 
merzéd,  de  la  mano  de  nuestro  Señor:  I 
alcanzará  la  posesión  de  los  bienes,  que 
solamente  puede  dár.  El  que  por  su 
grande  misericordia,  nos  los  tiene 
prometidos, 
í  Fin  del  Caíezismo  Cristiano. 
Ordenado  por  el  Doctor 
Constantino. 


CONFESIÓN  f 

DE    UN  PECADÓn, 
DELANTE   DE  JESUCRISTO 
REDEMPTÓR,    1  JUEZ  . 
DE  LOS  HOMBRES.  \ 

La  cuál  servirá  para  exhortár,  a  cualquier  otro 
pecador,   a  verdadera  penitenzia,  i  darle 
doctrina  de  muchas  consideraziones,  azei-ca 
del  couoszimiento  de  si  mismo,  i  de  lo 
que  debe  a  Dios,  i  de  como  ha  de 
invocár     la    '  misericordia  Divina 
siguiendo,  en  todo,  por  luz,  i  por  ' 
regla,  lo  que  para  cada  cosa 
d'estas,  la  Sancta  Scriptura 
nos  tiene  ensciiado. 


360  'A  CONFESIÓN  % 

Delante  del  Juizio  de  Vuestra  misericordia  pa- 
rezco, unijcnito  Hijo  de  Dios,  dado  por  mano  del 
Eterno  Padre,  para  ser  prózio,  i  redcmpzión: 
para  ser  Sacriüzio,  i  Juez  de  los  hombres. 

Vengo,  Señor,  para  que  me  oigáis,  no  de  mi 
justizia,  sino  de  mis  pecados:  no  de  mis  dere- 
chos, sino  de  mis  culpas,  i  de  las  grandes  ofen-  J 
sas,  que  yo  he  cometido,  no  solo  céntralos 
hombres,  mas  contra  la  majcstád,  i  bondad,  e 
misericordia  de  vuestro  Padre. 

Traen  me,  por  una  parte,  como  forzado,  las 
penas,  i  tormentos  del  Infierno,  que  mis  mal- 
dades anunzian  dentro  de  mi  corazón.  Por  otra, 
rae  llama  vuestra  Misericordia;  i  conoszér,  aun- 
^       que  mui  tarde,  quién  habéis  sido.  Vos,  para  mi, 
Foi.  77.  i  quien  he  sido    yo,  para  Vos. 

Acusado  vengo  por  mi  conszienzia:  condem- 
nado  por  ella  misma,  constreñido  por  los  tor- 
mentos de  mi  mismo  conoszimiento :  a  dezír,  i 
a  Confesár,  delante  de  los  hombres,  delante  de 
los  ánjeles,  en  presenzia  de  la  tierra,  en  pre- 
senzia  del  zielo,  en  el  audienzia  de  Vuestra 
Majestád,  i  de  la  justizia  Divina;  que  justamente 
merezco  ser  condemnado  a  perpétuo  destierro 
de  los  bienes  del  zielo,  i  a  la  perpétua  miseria 
de  la  servidumbre,  i  compañía  de  Sathanás. 

Redcmptór,  i.Señór  mió:  acabado  era  mi 
pleito,  si  solamente  fuera,  vuestro  Juizio,  Juizio 
desentenziár,  i  de  condemnár  pecadores.  ¡Ai  de 
mi,  sime  hobieran  de  juzgár  los  Anjeles:  sime 
hobiera  de  juzgar  yo  mismo!  ¡Desdichada,  i  mal 
aventurada  mi  suerte ,  si  en  confesando  yo  mis 
culpas,  i  déudas,  hubiera  de  ejecutár  mi  acre- 


'A  CONFESIÓN.  361 

cdór:  si,  sabida  mi  maldad,  no  semo  dioramas 
dilazión:  si,  en  no  teniendo  qué  respondón,  lue- 
go fuera  pronunziada  por  justa,  la  acusación  de 
mis  adversarios:  si,  en  no  teniendo  con  qué  pa- 
gir,  luego  fuera  metido  en  la  cárzel,  ni  arbitrio 
de  mi  enemigo!  Quesistes,  que  esta,  fuese  jus- 
tizia  de  la  tierra ,  porque  no  se  aventura  a  per- 
der por  eila,  sino  solamente  tierra. 

Mas,  como  en  la  otra.  Señor,' se  aventura  a 
perder  el  zielo,  i  se  aventura  a  perderos,  a  Vos; 
ordenó  vuestra  bondad ,  que  supiesen,  para  tal 
caso,  nuevas  Leyes  de  justizia,  sacadas  de  la 
grandeza  de  vuestra  misericordia,  en  la  cuál, 
así  fuesen  vuestros  caminos,  distintos  de  los  del 
mundo,  como  el  zielo  es  de  la  tierra. 

Bendito  seáis  Vos,  Señór;  i  alaben  os  para 
siempre,  los  que  os  saben  conoszér:  que  tal  foI. 78. 
es  vuestro  Juizio:  que  vcnistcs  a  esto  mundo,  no 
para  condemnár  pecadores ,  sino  para  salvár  pe- 
cadores: que  siendo  Justo,  sois  Juéz,  i  Abogado 
del  reo,  i  enemigo  de  quien  le  acusa:  que  su- 
fristes  tantos  trabajos,  i  fuistes  en  tantas  mane- 
ras tentado,  para  que  mayores  prendas  tuviése- 
mos de  Vuestra  misericordia:  que  sois  Santidad 
para  el  malo:  justizia  para  el  culpado  :  paga,  i 
satisfazión  para  el  que  no  tiene :  sabiduría  para 
el  engañado ,  i  para  responder  por  el  que  no 
sabe. 

Esto,  quede  Vos  sé,  Redemptór  mió,  me  trae 
a  Vos.  Este  conoszeros  por  tal:  esto,  ha  podiilo 
mas  comigo;  que  el  conozér,  quien  yo  soi,  para 
no  osar  parezér  delante  de  Vos. 

¿Por  dónde  comenzaré,  Señór,  a  dar  cuenta. 


362  íP.  co.Ni-Ksiü.N.  ?♦ 

tic  mis  maulados:  quó  camino  scguiró  ,  para  que 
se  puedan  mcjór  entender  los  desastres  de  mi 
vida? 

Bién  veo,  Rodcmptór  mió,  que  todo  lo  sabéis 
Vos:  mas  qucrriame  yo  conoszér,  por  mejór  co- 
noszeros  a  Vos.  Bién  entiendo,  que  no  se  puede  , 
hazcr  summa,  de  la  muchedumbre  de  mis  peca- 
dos, porque  se  han  multiplicado,  sobre  los  ca- 
bellos de  mi  cabeza,  i  sobre  las  arenas,  que  es- 
tán en  el  mar.  Mas  a  lo  menos,  querría  espa- 
ziarme  algún  tanto,  por  alguna  parte  do  mis 
miserias,  para  que  así  como  en  otro  tiempo,  me 
recreé  con  mis  culpas,  asi  en  este  de  agora,  llo- 
ren mis  ojos,  i  mi  corazón,  viendo  el  estrago 
,  que  yo  mismo  he  hecho ,  en  los  bienes ,  que  Vos 
me  distes. 

Dadme,  Señór,  ojos  con  que  me  vea:  i  fuerzas, 
con  que  pueda  sufrir  a  considerarme.  Porque 
tantas,  i  tales  son  mis  maldades,  que  yo  mismo 
rol.  79.  me  avergüenzo  de  conoszerlas  por  mías ;  i 
acometo  a  remediarme  con  otra  maldad,  des- 
mintiendo, i  negando  a  mí  mismo,  como  si  pu- 
diese hallárotro  yo,  que  no  fuese  tan  culpado. 
Con  todo  esto  veo,  Señor,  que  es  tanta  vuestra 
misericordia,  que  zerrando  yo  los  ojos  a  la  pre- 
scnzia  de  mis  pecados;  tenéis  los  vuestros,  abier- 
tos ,  i  atentos ,  a  todos  ellos. 

Bién  parcsze,  Redemptór  del  mundo,  que  mi- 
ráis llagas,  para  sanarlas:  pués,  siendo  ellas  tan 
feas,  no  os  ponen  fastidio,  i  sufrís  a  poner  en 
ellas,  la  limpieza  de  vuestras  manos.  Guiadmc, 
Señór  mió,  i  tracdmc  con  Vos,  porque,  a  solas, 
no  sabré  conúszerme,  Vuestra  Compañía  me 


'A  CONFESIÓN.  ?»  363 

porná  esfuerzo,  para  que  jjücda  sufrir  a  mirar- 
me. Tencdmc,  porque  no  huya  yo  de  mi  mismo. 
Sustentadme,  porque  no  desespere.  Mandád  al 
Demonio,  que  calle,  hasta_  que,  Vos,  respondáis, 
por  mí. 

Tiempo  fué,  Señór,  cuando  yo  no  era :  distes-  . 
me  ser,  i  formdstcsme,  en  el  vientre  de  mi  ma- 
dre. Allí  me  pusistcs  imajon,  i  representazión 
vuestra,  i  capazidád  para  vuestros  bienes.  Nin- 
guna cosa  hubo  tan  menuda,  ni  tan  imperfecta 
en  mi  ser,  que  no  fuese  encaminada  por  Vues- 
tro sabér,  i  por  Vuestra  industria,  hasta  que  lle- 
gase a  su  perfeczión.-  Con  grande  marabilla,  i 
con  favór  de  Vuestra  mano ,  salí  al  mundo ,  en 
que  fui  reszebido ,  i  recreado ,  con  el  regalo  de 
vuestra  Providenzia. 

Halléme  desnudo,  i  vestístesme:  sin  fuerzas, 
i  sustentástesme :  i  en  todo,  distes  a  entcndér, 
que  en  sola  la  confianza  de  Vuestra  misericordia 
nazia,  i  que  ésta,  nunca  me  había  de  faltár. 
.  Antes  que  pudiese  sentir  mi  perdizión,  estaba 
perdido :  i  d'el  vientre  de  mi  madre  f  saqué  el  Foi.  so. 
pecado:  que  era  la  suerte,  que  me  cabía,  por 
ser  de  linaje  de  Adám.  Esta  es  la  riqueza,  que 
heredé  de  mis  padres:  desnudéz,  i  pecado.  En 
todo,  me  rezibió  Vuestra  misericordia  en  sus 
manos:  socorristesme,  Señór,  en  mi  pobreza;  i 
librástesme  de  mis  males.  Hezislesmo  rico,  i 
hermoso:  desterrastes  mi  fcaldád,  de  mi  ánima: 
limpiástes  me  con  el  água,  que,  Vos,  teníades 
clarificada,  por  la  limpieza  de  Vuestra  sangre. 

Depositistes  en  mi  los  bienes,  que  yo  mas 
había  menester,  que  mas  me  hazian  vuestro, 


3()4  'A  cu.\Ki:siiiN.  S 

que  mas  me  libraban  de  mi  Enemigo  ,  que  mas 
miedo  le  ponían,  que  mas  zierlas  prendas  eran 
de  mi  bienaventuranza.  Si  no  me  pusiera  silen- 
zio  Vuestro  saber  ,  i  la  confianza,  que  en  Vos, 
Señór,  tengo,  viéndome  como  me  veo;  no  de- 
jara yo  también  de  dezír:  «¡Oh,  si  me  hubieran 
llevado,  desdo  allí,  a  la  scpoltura  !: »  '  Porque 
se  pudiera  dezir,  que  el  ser,  era  para  mis  bienes: 
i  para  mis  males,  i  mis  pecados,  fuera,  como 
quien  no  tuvo  ser! 

Mas  no  quiero  ser  juéz  de  vuestra  gloria,  pues 
que  tan  poco  la  he  procurado:  ni  de  vuestra  Vo- 
luntád,  pues  es  la  misma  juslizia.  Ser\istes  os, 
Señór,  de  mi;  i  fui  vuestro,  el  tiempo  que  no 
tuve  habilidad,  para  dejarlo  de  ser.  Estuvieron 
^  vuestros  bienes  enteros  en  mi,  entretanto,  que 
yo  no  tuve  la  llave  d'ellos.  No  duró  mas  mi  inno- 
zenzia,  de  cuanto  no  tuve  ojos  pam  la  malizia. 

Cuando  dormí,  puedo  dezír,  que  fui  vuestro: 
cuando  desperté,  para  conoszeros,  no  quise, 
Señór,  miraros.  Cuando  mas  os  habia  de  seguir, 
me  di  mas  priesa  para  huir  de  Vos.  Afizionéme  a 
Foi.81.  mi  perdizión:  a  ^  rienda  suelta  corri  con  ella: 
entreguéle  vuestros  bienes,  para  que  los  trac- 
tase  i  los  disipase,  como  quien  ella  era;  i 
como  quien  yo  era.  Con  todos  vuestros  enemi- 
gos me  junté,  como  si  dependieran  todos  mis 
bienes,  de  seros  mas  vezes  traidór.  Yo  mismo 
tapé  mis  ojos,  zerró  mis  oídos,  i  mis  sentidos, 
para  no  cntendér  cómo  estaba  en  vuestra  Casa: 
cómo  era  vuestro ,  el  zielo  que  me  alumbraba, 

I  véase  en  .Job.  on  esta  voz. 

*  No  está  clara  ,  la  copia. 


°A  CONFISIÓN.  S  3()L) 

la  tieiT.i  que  me  sostenía:  cómo  era  ladrón  do 
todo,  dcsconozido,  i  traidór  a  vuestra  Bondad, 
desvergonzado  a  vuestra  misericordia,  atrevido 
a  vuestra  justizia.  I  asi,  dormia  seguro,  como  si 
entendiera  en  serviros,  i  me  aprovechara  de 
todo,  para  el  fm  que.  Vos,  me  lo  distes. 

1  Primer  Mandamiento. 

Convidándome  tantos  Bcnefizios  Vuestros,  a 
que  os  amase  de  todo  mi  corazón;  a  que  emplease 
mi  voluntád  en  serviros;  despertase  mis  fuerzas 
todas,  para  el  cumplimiento  de  aquellas  obras 
con  que  queréis,  que  se  señalen,  los  que  son 
hechos  a  vuestra  semejanza;  a  todo  me  hize  sor- 
do. Abrí  las  puertas,  a  vuestros  enemigos,  i 
mios;  la  posada,  que  era  para  solo  Vos,  consen- 
tí, que  se  poblase  de  injurias,  i  de  desacatos, 
contra  vuestra  Majestad.  Donde  yo  había  de  res- 
zebír,  la  bienaventuranza  de  vuestra  mano;  re- 
zebi  la  malaventura,  i  la  tiniebla  de  Sathanás. 
D'esta  manera,  Señór,  aderezaban,  i  aparejaban 
mis  maldades,  lugár,  para  vuestros  bienes.  D'esta 
manera,  tuve  guardada  la  imajen,  que  impri- 
mistes  en  mi.  Nopareszia,  sino  que  me  iba  la 
vida,  i  mil  vidas,  en  que  no  me  conosziéscdcs, 
cuando,  Señór,  me  buscásedes.  'Habiéndome,  Foi.82. 
Vos  solo,  criado;  Vos  solo,  redimido;  Vos  solo, 
buscádome  en  mis  miserias,  para  libertarme 
d'ellas;  dependiendo  do  sola  vuestra  bondád,  la 
eternidád,  e  infinidad,  de  tanto  bién  pava  mí; 
tantos  Dioses  di,  a  mi  corazón,  cuantos  eran  ios 
intereses  de  mis  maldades. 


366 


Sf.  CONFESIÓN.  ^ 


1  Idolatría  Spiriluál. 

Si  me  pregantais,  Dios  mió,  quién  soi;  no 
podré  yo  respondér,  que  *  soi  de  los  hijos  de 
Jsraól,  del  linaje  de  Abrahám  ,  escojido  para  ser 
vuestro.  Mi  raíz,  Señor,  es  de  la  tierra  do  Ca- 
naán :  mi  padre  es  Amorreo ,  i  mi  madre  Hetca. 
Soi  de  los  que  afearon  las  obras  de  vuestras  ma- 
nos :  de  los  que  en  grande  manera  provocaron 
vuestra  ira :  de  los  que  olvidados  de  vuestros 
Beneñzios,  se  quisieron  alzár  con  ellos;  sin  amár 
vuestra  bondad,  sin  temér  vuestra  justizia  :  de 
los  que  adoraron  sus  deleites,  sus  soberbias,  i 
^  desvergüenzas:  de  los  que  siguieron  Demonios, 
i  les  consagraron  sus  ánimas,  i  les  pidieron  fa- 
vór  para  sus  deseos.  No  sé  ,  otros  hombres  con 
qué  compararme,  sino  aquellos,  a  quien,  Vos, 
sentenziastes  por  tales,  i  cuyas  obras,  yo  sé  que 
seguí;  pues  di  a  mis  apetitos,  i  malas  cobdizias, 
i  a  quien  los  favoresziesc;  la  obedicnzia,  i  la  re- 
verenzia,  que  se  había  de  dar,  a  Vos  solo.  A  los 
otros  falsos  Dioses,  finjidos,  i  reverenziados  en 
mis  pecados,  i  mis  cobdizias;  daba  yo  lo  zierto 
de  mi  corazón :  a  Vos,  que  solo  sois  verdadero 
Dios,  i  solo  mi  Dios;  daba  lo  falso,  i  lo  menti- 
roso. A  ellos,  llamaba,  de  verdad:  a  Vos,  lla- 
maba do  burla.  En  ellos  [  ponía J  mi  zierta  es- 
peranza :  en  Vos,  la  vana  esperanza.  Llamábaos, 
Pol. 83  i  huía  de  Vos.  Dezía,  que  érades  f  mi  Dios,  i 
mentía.  Pedios  favór,  para  mis  traiziones,  come- 

'  rff ,  en  la  copia,  en  vez  de  que. 


«.  CONFESIÓX.  ?f  367 

t.ilas  contra  Vos  mismo.  Deziaos,  que  favorezié- 
sedes ,  lo  que  yo  no  fiaba  de  vuestras  manos. 
De  tal  manera  os  llamaba,  parálales  obras,  i 
tales  fines;  que  se  atrevía  la  desvergüenza,  i 
blasfemia  de  mi  corazón,  a  querér,  que  fuése- 
des,  Vos,  como  yo. 

1  Segundo  Mandamiento. 

Siendo,  lo  secreto  del  ánima,  tal,  no  pudo  te- 
nér  mejor  sér,  el  uso  de  mi  palabra.  Como  os 
llamaba  Señór,  en  el  corazón,  así  os  llamaba  en 
la  boca.  En  lo  uno ,  era  falso,  para  con  Vos :  en 
10  otro,  para  con  Vos,  i  para  con  los  hombres. 
Aprovechémc  de  vuestro  Nombre,  para  pareszór, 
que  era  vuestro,  i  para  mis  intereses.  La  cos- 
tumbre me  llevó  la  lengua  a  Vos,  estando  mi 
corazón  tan  lejos  de  Vos.  Llamé  os,  sin  verda- 
dera fé :  pedios  socorro ,  sin  verdadera  esperan- 
za: usé  de  vuestro  Sancto  Nombre,  como  de  cosa 
vana ,  i  para  cosas  do  vanidád :  fueron  mis  ora- 
ziones  sin  fructo :  Invoqué  os,  i  llevóse  el  aire 
mi  sacrifizio,  porque  trataba  con  Vos,  no  guar- 
dando os  fé,  ni  palabra,  i  queriendo,  que  la 
guai-dásedes.  Vos,  comigo.  Siendo  vuestro  Sanc- 
to Nombre,  el  memoriál,  que  yo  había  de  traér, 
para  conoszér  quien.  Vos,  érades,  con  quien  yo 
me  había  de  despertar,  donde  quiera  que  lo 
oyese;  con  que  yo  habla  de  despertár,  i  ense- 
ñár  a  otros,  el  temór,  i  reverenzia,  que  todos  os 
deben;  tractélo  como  a  Nombro  do  vanidád, 
para  desacato  de  vuestra  MajesUid,  i  Grandeza,  i 
dando  ocasión  a  otros  muchos,  que  liizie?cn  lo 


3G8  "A  CONFEálü.V.  JS 

mismo  que  yo :  como  si  no  bastaran ,  a  mi  cora- 
zón, solamente  mis  maldades. 

Foi.  8í.  r  ^  Terzero  Mandamiento. 

Señalastcs  me  días,  en  que  yo  me  señalase 
cómo  era  Vuestro:  que  en  tales  tiempos  diese 
testimonio,  de  cómo,  todo  tiempo,  *  os  servía: 
.  en  que  deprendiese  vuestros  Mandamientos,  i 
las  Leyes  de  vuestra  justizia.  En  que  tractase 
con  mi  corazón,  la  grandeza  de  vuestro  podér, 
de  vuestra  bondád,  ¡  de  vuestra  misericordia: 
el  camino  por  donde  me  perdí:  i  el  que.  Vos, 
hallastes,  para  buscarme,  deszendicndo  del  zie-* 
lo,  a  morir  por  mi  vida,  a  ser  perseguido,  i  des- 
honrradodel  mundo,  porque  quedase  yo  honr- 
rado,  delante  de  vuestro  Padre. 

Por  mil  maneras,  me  declarastes,  que  no  me 
hezistes,  ni  me  enrriquezistes ,  para  mi  solo: 
sinó,  para  que  repartiese,  con  todos  los  otros, 
de  lo  mucho,  que  me  habíades  dado:  que  en- 
señado yo  de  Vos,  enseñase  a  otros:  llamado, 
los  llamase :  los  avisase  con  mis  palabras :  los 
provocase  con  mis  ejemplos:  siguiese,  i  estima- 
se en  mucho,  la  compañía  de  los  que  sou  vues- 
tros, i  mo  preziase  de  ser  uno  d'ellos.  Por  nin- 
guna parte,  me  dejó  vuestra  misericordia  sin 
remedio  :  i  por  todas,  me  dejó  sin  excusa.  Pro- 
veístcsTie,  de  lo  que  en  esta  corta,  i  miserable 
vida,  es  nezesario,  para  pasarla:  para  que  el 
trabajo  de  lo  que  ha  menestér  el  cuerpo,  no  es- 


1  "Me  parczc,  que  debería  dczir :  en  lodo  tiempo. 


CONl-ESIÓK.  ?s  3G0 

torbaso  al  ánima  en  su  holganza:  para  que  tu- 
viese tiempos,  en  que,  olvidado  de  todo,  sola- 
mente me  acordase  de  Vos :  para  que ,  de  espal 
zio,  os  conosziese ,  i  de  espazio.  Señor,  os  llama- 
se: para  que  sintiese  la  fiesta,  í  experimentase 
;cl  reposo  de  Vuestras  Obras,  en  mí :  para  llevar 
provisión  do  fé,  do  amór,  de  esperanza,  i  de 
caridád,  con  que  me  sustentase,  i  me  defen- 
diese f  en  mis  peligros,  i  mis  trabajos:  para  Foi. 85. 
que  en  la  cruz  d'esta  tan  cansada  vida,  me  re- 
crease, i  estuviese  en  fiesta  con  Vos.  — ¿Qué 
diré,  Señór,  aqui?  ¿Quó  cuenta  daré,  d'esto 
cargo?  Vos  sabéis  ínis  graves  culpas,  i  deudas, 
las  cuales  yo  no  puedo  sabér,  según  es  el  peso, 
i  número  d'ellas. 

Dedicáronse  á  mi  vanidád,  las  Fiestas,  que 
solo  habían  de  ser  dedicadas,  a  vuestro  Nombre, 
i  servizio.  Fueron  plazeros  de  mi  locura,  los 
que  solamente  habían  de  ser,  de  llamaros,  i  de 
conoszeros.  En  lugár  de  sacár  lumbre ,  saqué 
zeguedád:  en  lugár  de  llamaros.  Os  alejé  de 
mí:  habiendo  do  convidar  a  otros,  les  estorbé 
yo  el  camino,  con  mis  palabras,  i  obras.  Huí 
de  los  que  eran  vuestros,  i  fué  mi  fiesta,  con 
^•uestros  enemigos.  I  como  si  fuera  vuestra  Es- 
cuela leczión  para  aborreszeros;  ansí  sacaba  yo 
el'fructo.  Ponía,  como  enemigo  vuestro,  una 
cruz  en  vuestros  hombros,  fabricada  por  mis 
maldades,  en  el  día,  qué  Vos  me  convidábades, 
á  que  tuviese  fiesta  con  Vós.  " 

^  Cuarto  Mandamiento. 

Quien  a  Vos,  Señór,  desconozía,  i  menospre- 
24 


370  íP.  CONTESION. 

ziaba,  que  sois  tanto  mas  de  estimár,  i  mayór 
que  todo;  claro  será  de  juzgár,  que  tanto  caso 
haria,  de  lo  que  pusistes  en  Vuestro  lugár. 

Vos,  que  juntamente  con  \uestro  Padre,  for- 
mastes  tierra,  i  ziolo  para  mi :  que  me  distes 
ser,  i  me  sacastos  a  luz:  que  fuistes  mi  Padre, 
en  criarme:  mi  Sacrifizio,  para  rediminnc:  que 
me  cnjendrastes,  de  nuevo,  a  costa  de  vuestra 
'  sangre:  que  sois  lumbre,  para  guiarme:  Aboga- 
do para  responder  por  mt:  Vos  cuyos  BcneQzios, 
i  Misericordias  para  librarme  de  perdizión ,  ni 

Foi.  8fi.  pueden  ser  contadas,  ni encareszidas: — habéis 
sido  Vin  desconoszido,  i  tan  negado  de  mi  cora- 
zón: tan  menospreziado  de  mis  palabras;  tan 

^  ,  desacatado  de  mis  obras: — ¿Cómo  no  lo  habían 
de  ser  los  padres,  que  solamente  fueron  minis- 
tros para  darme  el  cuerpo,  i  traerme  a  esta  bre- 
ve vida?  ¿De  qué  mayores  no  huiría,  quien  tan- 
to huyó  de  Vos?  ¿De  cuya  juridizión  no  se  sal- 
dría, quien  se  quiere  salir  de  la  Vuestra?  ¿A. 
quién  no  mcnospreziaria,  quien,  a  Vos,  menos- 
preziaba?  ;,Qué  temería,  quien  no  temía  Vues- 
tra Justizia?  ¿Qué  bienes  agradeszeria,  quien  los 
Vuestros  no  agradeszia?  ¿Por  dónde  se  movería, 
a  tenér  reverenzia  a  otros,  quien,  con  tantos 
benefizios,  nunca  se  movió  a  tenerla  a  Vos? 

Viví,  como  si  yo  mismo  me  hubiera  criado: 
como  si  ningún  favór,  hobiera  reszebido  de  otros, 
sin  lei,  i  sin  supcriór:  soberbio,  i  desagrades! 
zidoatodos:  hecho  juéz  de  aquellos,  de  quien 
yo  habla  de  ser  juzgado.  Teniendo  nezcsidád  do 
quien  me  favoresziese,  de  quien  me  rijiese,  i  me 
gobernase,  de  quien  me  pusiese  freno,  i  me  cas- 


\ 


°A  CONFESIÓN.  J5  371 

ligase  mis  grandes  solturas;  de  todo  me  quise 
eximir.  '  " 

Quise  que  nadie  pusiese  impedimento  a  mis 
apetitos:  abürrezl  loda  lei  de  justizia:  en  todo 
quiso  ser  tirano.  ■    .  . 

j  .      .       .  ■'  •  r,  ir.  ■■■ 

.■i  '.M^ ..  ^  Quinto  Mandamiento.  /  '-)'> 

Como  procuré,  que  mi  corazón  malvado,  i  de 
su  nazimiento  traidór,  no  tuviese  á  quien  temér, 
ni  por  cuyo  respecto,  tuviese  vergüenza;  con- 
sentí, que  se  desmandase,  en  menosprezio,  i 
aborreszimiento  de  mis  prójimos :  no  curando  do 
considerar,  que  eran  obra  de  vuestras  manos, 
como' yo  lo  era:  criados  para  el  mismo  fin:  rc- 
demidos  por  vuestra  sangre:' sustentados  ^  por  FoI. 87. 
vuestra  misericordia:  dotados,  i  privilejiados, 
con  grandes  merzedes  vuestras :  de  quien  Vos; 
Señór,  érados  servido,  i  el  mundo  era  aprove- 
chado. Desechábalos,  i  teníalos  en  poco:  vengá- 
bame de  las  nonadas,  que  desplazfan  a  mis  locos 
antojos.  No  trayendo  en  mi  memoria,  cuánto.Vos, 
les  perdonábades  i  los  esperábades,  i  cuanto  per- 
donábades,  i  esperábades  a  mi  mismo.  Las  inju- 
rias, que  yo  hazla  a  otros,  pareszianme  cosa  li- 
viana: la  paja,  que  se  movía  a  mi  descontento, 
era  cosa  intolerable.  ¡Tan  grande  es  la  tiranía, 
que  entró  en  tan  triste,  i  tan  miserable  corazón! 

' ■  ■     :^  Sexto  Mandamiento.  ■'•  í 

•  Siendo,  Vos,  la  hermosura ,  en  quien  yo  había 
de  empleár  mi  ánima,  i  pensamientos :  habiendo 


372  'A  CONFESIÓN.  S 

cn  ol  mundo  tal  onlun  ,  t¡ü  conzicrlo  dü  vuestras 
criaturas,  que  dan  nuevas  tan  grandes, .  i  tan 
ziertas,  do  lo  que.  Vos,  sois;  cónsenti  derramar 
jpis  ojos,  por  la  flor  de  la  vanidád:  enminú  con 
grande  descuido,  sinzerrárlas  puertas  í\  mi  cu- 
razón:  sin  conozér,  ni  medir,  cómo,  mi  apetito, 
hazia  cosa  raui  fca^  lo  qu.o,'Yos\  "hczistes  her- 
moso: cómo  hazlan  torpe,  mis  pensamientos,  lo 
quo.  Vos,  criasles  para  ser  limpio.  Quemélne, 
sin  quo  lo, sintie^?:  : esperé,  lo  quo -había  de 
huir:  bebí , venenos  mortales,  en  vueltos  >  i  di?i' 
•  anulados,  en  Talsa  miél,  i  sabiendo  quc  los,be-: 
bia.,:Perd¡me.¡ con  Ja  soltura :  ¡.cuando  probé  a 
remediarme,  descuidóme  en  la  medizinfi.  Ló  quo 

\  h^yici  do^curár  CPn¡  espinas,  quería  untar  con 
,  ..j  blanduras.  Andaba;  011;  el  mismo  camino  dóndb 
me  perdí  j;  i  ,ng  temía  mi  perdizión  :  amenazaba 
a  mis.  enemigos;  ¡  emperezaba  cuándo  mo  se-» 

Fol.ss.  guian.  /;  En  tales,  Igcuras  eraxfizón,  que  cayese, 
quien  por  tantas,  i  tules  maneras,  se  había  apar- 
tado de  Vos.  Vos  nic.quoriades  todo  limpio:. yo 
quería  ser  todo  feo;  i  pensaba  de  ser  limpio^  sin 
Imír  de.la  fealddd.! No-paró  tíii  locura  en  esto: 
quo;  por:todo  lo;  yfidado,i  qüiso  soltarse,  i' lod6 
-.  lo. quiso  tirar)izár.,r,r[  .;  ,.,:.)  r.  ;  !.-.:,fí  i  .;  -."p  ,  n-ii'i 

,;: .  ^  ScpHmo Mandamidnlo .    '  j.  .•  9  í.t- 

Repartistes  el  mundo  a  los  hombres,  i  todos  los 
bienes  d'él,  ccmO  Señor  tan  justo,""  i  tan  liberal, 
i  que  ninguna  nezesidád  teniades  de  tales  rique- 
zas:,pi  había  tasa  a  vuestra  Potcnzia,  j  SoJbidu- 
riíi,,pa>-a,no  m.uUiplicarla  a.  la  medida',  que  Vos 


'A  CONFESIÓN,  fi  373 

fluisiéseJcs.  No  me  quise  contentár,  con  la  parle 
que  me  cupo  :  siendo  yo  tal,  que  si  don  mis  obras 
so  hubiera  de  tenér  cuenta;  ninguna  cosa  de 
cuantas  criastes,  había  de  qucdár  cu  mis  manos. 
Si  se  mirara  como  usaba,  de  lo  que  me  distes;  era 
robadór,  i  disipadór  de  todo.  Perla  medida,  í  pór 
la  brevedád  d'esta  miserable  vida,  baátábdme  la 
menór  parto:  i  todo  lo  demás  eran  sobras  depo- 
sitadas en  mí,  para  ajenas  nezcsidados.  Por  la, 
cruz,  i  por  el  destierro,  en  que  mi  pecádo  rto 
puso,  bastábame,  i  -  era  regalo  mu¡  grande, 
el  trabajo  de  mis  manos.  Por  vuestra  bondad, 
vuestra  largueza,  i  sabiduría;  debiera  yo  do  en- 
tendér,  que  me  dábades,  lo  que  me  convenía,  i 
que  no  podía  dar  buén  fruCto,  lo  adquirido  pór 
otras  manos.  Mas  yo,  jigante  en  mis  pensartiefi- 
tos,  todo  cuanto  hai  en  el  mundo  quóría,  i  óorrt-' 
prehendla  corí  olios.  Guardaba  las  manos,  de  la» 
haziendas,  i  dignidades  ajenas;  i  no  paraba 
mientes,  cómo  me  dejaba  abierta  la  puerta  de 
mi  soberbia,  á  la  cuál ,  parézieran  poca  cósa  mil 
mundos.  Consentí  zegár  mis  ojos:  descuídeme,  f  Foi.89. 
en  tenérmelos  así;  para  que  no  viesen  ,  quien 
era  yo,  para  que  no  me  sobrase,  el  mas  olvida- 
do rincón  do  la  tierra;  i  a  cuantos  había  re- 
partido vuestra  mano,  i  con  cuánta  justizia, 
aquello  que  poseían.  No  sabía  hazér  diferenzia, 
de  lo  que  se  alcanza  con  vuestra  Voluntad,  a  lo 
que  da  la  malizia  del  mundo :  en  todo  consen- 
tía, que  se  zcbasen,  mis  vanidades,  i  mi  Tiogne- 
dád.  Contentábame  con  ser  justo,  para  cóll  los 
hombres;  sin  mirár,  i  sin  cstimár,  cómo  Vos, 
sabíadcs,  que  era  ladi-ón. 


374 


CONFESIÓN. 


1  Octavo  Mandamiento. 

No  solo  me  levanté,  i  me  engrandeszi  en  un 
jéncro  de  bienes,  mas  para  todos  los  bienes, 
i  males  del  mundo,  hize  espázio  en  mi  locu- 
ra. Trataba  con  medidas  falsas,  como  engaña- 
dór,  i  como  mentiroso.  Para  mí,  tomaba  mu- 
cho: a  los  otros  daba  poco.  Juntamente  men- 
tía para  mis  defectos ,  i  para  las  bondades  de 
otros.  Habiendo  de  andár,  á  cubrü-  la  afren- 
ta de  mi  prójimo ,  i  a  que  no  la  descubriese; 
ningún  remedio  ponía,  bailándola  descubierta. 
Era  injusto,  i  demasiado,  para  mis  sobras :  injus- 
<  to,  i  demasiado,  para  las  faltas  ajenas.  Procura- 
ba que  se  añadiese  en  mí,  pensando  como  hom- 
bre vano,  que  habla  yo  de  creszér,  con  lo  que  a 
los  otros  faltaba.  Daba  mas  crédito  a  mis  pró- 
prias  lisonjas,  que  a  las  verdades  ajenas. 

1  Noveno,  i  Dezimo  Mandámicnto. 

Las  cosas,  que  vuestra  Justiziapusoen  ajenas 
manos,  i  las  entregó  por  próprias  de  quién  las 
tenia;  ¡ cuántas  vezes  las  miró  por  suyas,  la  ma- 
la raíz  de  mi  corazón !  ¡  Cuántas  vezes  con  un 
malvado  descuido,  se  dejó  soñár,  que  andaba 
eiTada  vuestra  Providenzia  pues  había  echado 
Fol. 00.  en  otra  parte,  lo  f  que  a  mi  bién  pareszía,  sin 
hazerme  señór  de  todo!  Para  todos  los  males, 
me  hallé  velando:  i  para  todos  los  bienes,  dor- 


»  NB.  NB. 


'A  CONFESIÓN.  Jí  375 

mido.  Nunca,  para  estos,  tuvo  mas  de  unos  fla- 
cos prinzipios,  i  luego  me  cansé  en  ellos:  por- 
que, como  venían  de  vuestra  Mano,  uunca  les 
daba  buena  posada.  Para  las  maldades  fui  por- 
fiado: i  cuando  no  puse  las  manos,  di  lugár,  ¡ 
me  descuidé,  para  que  tractasen  con  ellas  mis 
devaneos.  No  consistiendo  mi  buena  suerte  en 
otra  cosa,  sinó,  en  que  vuestra  Bondád,  i  Sabi- 
duría, rae  pusiesen  Leyes,  i  Mandamientos,  que 
fuesen  candela  para  mis  pi6s,  lumbre  para  mis 
caminos,  con  lo  cuál,  yo  tuviese  seguridád,  que 
había  cosas  de  que,  Vos,  érades  servido; — escojí 
mas,  soberbia  esenzión  de  todos:  sin  querér 
considerár,  que  lo  que  yo  tomaba  por  libertád, 
era  ser  esclavo,  i  captivo  de  la  ignoranzia,  i  de 
la  miseria  en  que  el  Demonio  me  puso. 

1  ÁTliculos  de  la  Fé. 

■  Prcziábame  mucho  delaFé.i  de  la  palabra, 
que,  Vos,  en  el  mundo  predicastes;  i  no  entraba 
en  cuenta  comigo,  para  ver,  cuánto  faltaba  de 
lo  que  fuera  oía,  i  confesaba  con  las  palabras, 
para  lo  que  debiera  yo  de  sentir  dentro  de  mi 
corazón. 

Afirmaba  que  Vuestro  Eterno  Padre,  junta- 
mente con  Vos ,  i  con  el  Spiritu  Sancto,  criastes 
el  zielo,  i  la  tierra:  manifestando  en  esta  tan 
grande  obra,  i  llamando  a  los  hombres,  a  que 
couosziesen ,  ser  vuestro  Podré  infinito :  vuestra 
Misericordia ,  sin  término :  vuestra  Bondád ,  i 
vuestra  Hermosura,  sobre  todo  lo  que  se  pue- 
do descár,  ni  pensár  :  vuestra  Sabiduría,  confor- 


376  °A  CONFESIÓN.  S 

rae  a  la  medida  de  vuestro  Poder :  vuestra  Pro- 
Foi. 91.  videnzia  sin  descuido,  i  sin  defecto:  \'uestro 
Amparo ,  tan  seguro,  i  tan  zierto,  tan  duradero, 
i  tan  firme ,  como  la  mi.=;ma  tierra ,  el  mismo 
zielo,  que  hezistes  para  este  fin. 

Todo  esto  me  pareszía  claro :  i  así  había  de 
ser  ello,  para  convcnzerme,  i  llevarme  á  la  obe- 
dienzia  de  vuestra  Palabra  ,  i  á  la  seguridád  de 
vuestras  Promesas.  Mas,  ¡loco,  i  perdido  de  mi, 
que  tenía  la  traizión  dentro  de  mi  ánima ,  i  no 
la  sentía! 

Dubdaba  si  habiades  de  cumplir  comigo;  i 
andaba  a  buscár  remedio,  i  seguridád,  por  mis 
mañas,  de  lo  que  dubdaba  de  Vos.  Pensaba  de 
hallar  en  lugares  diversos ,  i  derramados,  lo  que 
no  quería  buscár  en  Vos  solo.  No  me  preziaba 
de  rico,  i  de  favoreszido,  por  lo  que  tenía  depo- 
sitado en  Vos;  i  contentábame  con  lo  poco  que 
pensaba  robaros,  alzándose  con  ello  mi  corazón, 
sin  conoszór,  que  era  vuestro,  i  que  mucho  mas 
tenía  yo  enVos,  si  os  lo  quisiese  pedir.  Vos,  á  con- 
vidarme con  vuestra  grandeza,  a  atemorizarme, 
con  tan  grande  Podér,  si  os  negase :  Yo,  a  nun- 
ca acabár  de  entender,  cuán  poderosa  era  vues- 
tra Bondád ,  para  mis  regalos,  i  vuestra  ira  para . 
mis  castigos. 

¡Quién  pudiese,  Señór,  Uorár  siquiera  un 
poco  de  lo  que  sería  razón ,  aquél  sueño,  aquél 
reposo,  i  seguridád  que  perdí;  por  no  confiarme 
de  vuestras  manos,  por  no  irme  tras  vuestra  sa- 
biduría, por  no  tractarme  como  hijo  de  tan  rico, 
i  de  tan  poderoso  Padre! 

I,  sobre  todo:  ¡Haberlo  trocado,  por  tan  gran- 


°A  CONFESIÓN.  JS  377 

de  desasosiego,  en  mi  corazón;  dejándolo  andár 
vagabundo  por  la  miseria  d'csta  pobre  vida:  bus- 
cando seguridad  donde  no  la  había  :  favór  en  los 
enemigos  :  zcrtinidád,  donde  todo  es  ^  falso:  Foi. 
vcrdád,  donde  no  hai  sinó  engaño:  libertád, 
donde  todo  es  subjezión,  i  captiverio! 

Siendo  Criadór,  i  Sustentadór  del  mundo,  con 
vuestro  Padre,  en  unidád  de  una  esenzia,  i  de 
un  Dios:  conoszicndo,  que  la  primera  merzéd 
liabia  sido  tan  mal  empleada  en  mis  manos;  to- 
mastes,  Señór,  nuevo  ofizio  para  mi :  de  ser  mi 
Salvador,  i  de  ser  mi  Reí :  de  librarme  de  todos 
los  peligros,  i  desastres  en  que  yo  mismo  me 
habla  puesto :  i  de  ser  siempre  mi  Capitán ,  i  mi 
Defensór,  para  que  no  tomase  a  caér  en  ellos. 
Yo,  como  hombre  sin  juizio,  sin  sentimiento  de 
mis  proprios  males,  sin  conoszimiento  *  de 
vuestra  Misericordia;  ni  estimé  mi  primera  per- 
dizión,  ni  agradezl  vuestros  Dcneüzios,  ni  escar- 
menté en  la  primera  pérdida,  ni  tomé  el  reme- 
dio para  las  otras. 

Nombrábaos  por  nombre  de  Salvadór  mió;  i 
tenía  todavía  asidas  las  manos,  en  mi  misma 
perdizión.  Llamábaos  mi  Rei ,  i  mi  Defensór;  i 
burlaba  de  vuestras  leyes ,  salíame  de  vuestra 
jurisdizión,  i  desamparaba  vuestra  bandera.  I 
teníame  tan  loco ,  el  engaño  de  mi  pecado ,  que 
confesando,  que  Vos  sólo  erados  mi  Rei;  Vos 
sólo  mi  Salvadór;  como  me  avisára  mi  misma 
conszienzia,  de  la  mentira  que  confesaba;  —  rc- 

1  conoszimieiiío,  aquí  tionc  coiioaimicnlo. 
mas  bien  la  azepzión  de  re- 


°A  CONFESIÓN.  H  377 

de  desasosiego,  en  mi  corazón;  dejándolo  andár 
vagabundo  por  la  miseria  d'esta  pobre  vida:  bus- 
cando seguridad  donde  no  la  habla  :  favór  en  los 
enemigos  :  zcrtinidád,  donde  todo  es  ''  falso:  Foi. 
verdád,  donde  no  hai  sinó  engaño:  libertád, 
donde  todo  es  subjezión,  i  captiverio! 

Siendo  Criadór,  i  Sustentadór  del  mundo,  con 
vuestro  Padre,  en  unidád  de  una  esenzia,  i  de 
un  Dios:  conosziendo,  que  la  primera  merzéd 
había  sido  tan  mal  empleada  en  mis  manos;  to- 
mastes,  Señór,  nuevo  ofizio  para  mi :  de  ser  mi 
Salvadór,  i  de  ser  mi  Rei :  de  librarme  de  todos 
los  peligros,  i  desastres  en  que  yo  mismo  me 
habla  puesto :  i  de  ser  siempre  mi  Capitán ,  i  mi 
Defensór,  para  que  no  tomase  a  caér  en  ellos. 
Yo,  como  hombre  sin  juizio,  sin  sentimiento  de 
mis  proprios  males,  sin  conoszimiento  *  de 
vuestra  Misericordia ;  ni  estimé  mi  primera  pcr- 
dizión,  ni  agradezL  vuestros  Bcneüzios,  ni  escar- 
menté en  la  primera  pérdida,  ni  tomé  el  reme- 
dio para  las  otras. 

Nombrábaos  por  nombre  de  Salvadór  mió;  i 
tenia  todavía  asidas  las  manos,  en  mi  misma 
perdizión.  Llamábaos  mi  Rei ,  i  mi  Defensór;  i 
burlaba  de  vuestras  leyes ,  salíame  de  vuestra 
jurisdizión,  i  desamparaba  vuestra  bandera.  I 
teníame  tan  loco ,  el  engaño  de  mi  pecado ,  que 
confesando,  que  Vos  sólo  érades  mi  Rei;  Vos 
sólo  mi  Salvadór;  como  me  avisára  mi  misma 
conszienzia,  de  la  mentira  que  confesaba;  —  rc- 

1  conosiimiento,  aquí  tionc  conotiimicnto. 
mas  bien  la  azepzión  de  re- 


378  °A  CONl'ESIÓN. 

mediaba  mis  temores,  con  mil  vanas  confianzas, 
mui  distintas,  i  raui  apartadas,  de  lo  que.  Vos, 
me  enseñastes,  i  de  lo  que,  Vos,  sois. 

Habiendo  sido  tanta  la  soberbia  del  hombre, 
que  quiso  ser  como  Dios;  tuvistes  tanta  miseri- 
cordia do  su  caída,  que  os  bajastcs.  Vos,  no 
solo,  a  ser  como  hombre,  mas,  á  ser  verdadera- 
mente hombre:  no  solo  hombre,  mas  el  mas 
bajo  de  los  hombres :  tomando  hábito  de  sier- 

Fol.  93.  vo,  para  darme  a  mi  libertád.  Para  que  f  por  el 
camino  de  vuestra  clemenzia  i  sabiduría,  alcan- 
zase el  hombre,  mucho  mas  de  lo  que  por  su 
soberbia,  i  por  su  ignoranzia,  habia  acometido, 
sin  poder  salir  con  ello;  i  entregándose,  por  el 

^  mismo  caso,  en  las  manos  del  Demonio,  para 
que  fuese  amo  él,  i  quedase  captivo  d'él;  des- 
teiTado  de  vuestra  presenzia,  sentenziado  con 
vuestra  ira ,  siervo  de  quien  le  engañó ,  pues 
quiso  tomár  su  consejo,  para  desobedeszér,  i 
desacatar  la  majestád ,  i  justizia  de  Vuestro  Pa- 
dre, De  tal  manera  conzertastes,  lo  que  él  no 
supo  guiár;  que  podemos  dczir,  i  es  verdád,  que 
el  hombre  es  verdadero  Dios,  pues  que.  Vos,  sois 
verdadero  hombre:  que  ya,  todos  los  hombres, 
tienen  habilidad,  i  lizenzia,  para  ser  como  Dios, 
pués  son  vuestros  hermanos  por  el  linaje,  i  Vues- 
tro Padre,  los  llama,  i  Vos,  los  llamáis,  a  que 
sigan  vuestras  pisadas:  a  que  sean  como  Vos:  a 
que  imiten  vuestra  obedienzia,  i  vuestra  justi- 
zia, i  vuestra  bondád:  para  que  de  verdád,  se 
pueda  dezír,  que  son  hijos  de  Dios,  i  naszidos  de 
Dios.  ¡Malaventurado  el  hombre ,  que,  por  otras 
manos ,  quiere  granjear  sus  bienes ,  pues  tanta 


íft.  CONFESIÓN.  ?•  379 

ventaja  haze ,  lo  que  vuestra  misericordia  le  da, 
a  lo  que  sabe  pedir  su  soberbia! 

Cómo  os  haya  yo  agradeszido  estas  merzedes; 
el  conoszimiento,  que  d'ellas  he  tenido;  Vos, 
Señór,  lo  sabéis  mui  bién.  I,  ¡ojalá,  lo  supiese 
yo,  para  que  huyendo  de  mi,  mo  llegase  a  Vos! 
Porque  sobre  todas  mis  maldades,  i  miserias, 
todo  cuanto  alcanzo,  i  siento,  de  la  grandeza  de 
mis  pecados ,  es  lo  menos,  que  d'ellos  tengo. 

¡Tántos  años  ha,  Señór,  que  os  hizistes  hom- 
bre por  mí,  bajando  os  tanto,  por  levantarme!  Foi. oi. 
Yo,  f  siempre  ensoberbezido  de  ser  como  Dios, 
— no  por  el  camino  que  Vos  me  enseñastes, 
sino  por  el  mismo  en  que  me  perdí, — obedes- 
ziendo  a  vuestro  enemigo,  i  tomando  competen- 
zia  con  Vos;  ¿qué  otra  cosa  era,  sinó  ésta,  la 
que  la  soberbia  de  mi  corazón  emprendía,  cuan- 
do me  quería  rejir,  por  mi  proprio  sabér; — re- 
mediarme, por  mis  caminos,  dar  contentamien- 
to, i  regalo,  ala  porfía,  i  desobcdienzia,  que  es- 
taba en  mí,  contra  Vos? 

Para  los  otros,  era  un  gusano,  i  todos  enten- 
dían de  mí,  mi  poquedád,  i  bajeza  :  para  solo  yo, 
para  mis  pensamientos,  i  mi  juizio ,  era  mi  Dios: 
pues  en  tanto  olvido  ponía  lo  que  érades,  Vos, 
para  mí ;  i  a  lo  que  Os  bajastes  por  mí. 

Dezendistes  a  ser  hombre,  i  nuevo  hombre; 
del  mismo  linaje  de  Adám,  i  sin  la  culpa  do 
Adám  :  porque  así  convenia  a  vuestra  grandeza, 
i  con  venia  a  nuestra  justizia  *.  Tomastes  la  huma- 
nidid,  i  nazistes  de  madre  Virjen,  para  que,  en 

1  justiiia,  aquí,  por  jMíifieazión. 


CONFESIÓN.  N  379 

ventaja  haze ,  lo  que  vuestra  misericordia  le  da, 
a  lo  que  sabe  pedir  su  soberbia! 

Cómo  os  haya  yo  agradeszido  estas  merzedes; 
el  conoszimiento,  que  d'ellas  he  tenido;  Vos, 
Señór,  lo  sabéis  mui  bién.  I,  ¡ojalá,  lo  supiese 
yo,  para  que  huyendo  do  mi,  me  llegase  a  Vos! 
Porque  sobre  todas  mis  maldades,  i  miserias, 
todo  cuanto  alcanzo,  i  siento,  de  la  grandeza  do 
mis  pecados ,  es  lo  menos,  que  d'ellos  tengo. 

¡Tintos  años  ha,  Señór,  que  os  hizistes  hom- 
bre por  mí,  bajando  os  tanto,  por  levantarme!  Fol.  oi. 
Yo,  f  siempre  ensoberbezido  de  ser  como  Dios, 
— no  por  el  camino  que  Vos  me  enseñastes, 
sino  por  el  mismo  en  que  me  perdí, — obedes- 
ziendo  a  vuestro  enemigo,  i  tomando  competen- 
zia  con  Vos;  ¿qué  otra  cosa  era,  sinó  ésta,  la 
que  la  soberbia  de  mi  corazón  emprendía,  cuan- 
do me  quería  rejir,  por  mi  proprio  sabér; — re- 
mediarme, por  mis  caminos,  dar  contentamien- 
to, i  regalo,  ala  porfía,  i  desobedienzia,  que  es- 
taba en  mí,  contra  Vos? 

Para  los  otros,  era  un  gusano,  i  todos  enten- 
dían de  mí,  mi  poquedád,  i  bajeza  :  para 'solo  yo, 
para  mis  pensamientos,  i  mi  juizio ,  era  mi  Dios: 
pues  en  tai^to  olvido  ponía  lo  que  érades,  Vos, 
para  mí ;  i  a  lo  que  Os  bajastes  por  mí. 

Dezendistes  a  ser  hombre,  i  nuevo  hombre; 
del  mismo  linaje  de  Adám,  i  sin  la  culpa  do 
Adám :  porque  así  convenia  a  vuestra  grandeza, 
i  convenia  a  nuestra  justizia Tomastes  la  huma- 
nidád,  i  nazistes  de  madre  Virjen,  para  que,  en 


l  Justiiia,  aquí,  por  jMíificaiión, 


380  CONFESION.  ?5 

todo,  nos  favorcziéscdes ,  i  fucsedes  ,  en  todo, 
tal  hombre,  cual  era  razón  que  fuese,  el  que, 
siendo  hombre,  era  Dios.  Llaraástesnos  a  ser 
nuevos  hombres,  para  que  con  el  privilejio,  i  fa- 
vór,  que  vuestra  compañía  nos  daba,  desecháse- 
mos la  culpa  heredada  do  nuestros  padres,  i  to- 
másemos nuevo  prinzipio ,  i  nuevo  mayorazgo 
en  Vos:  para  que,  como  habíamos  traido  la  imá- 
jen  del  viejo  hombre,  i  del  culpado ;  trajésemos 
después,  i  representásemos,  la  del  nuevo,  i  del 
innozente.  Yo,  amigo  de  mi  vejéz ,  aOzionado, 
i  contento  de  mis  viejas  culpas ,  como  si  bien 
rae  hubiera  ido  en  ellas;  contentábame,  con  que 
fuéscdes,  Vos,  innozente,  i  quedarme  yo  culpa- 
FqI.  9o.  do ;  sin  mirar,  que  no  solo  me  perdía  f  i  era  el 
daño  para  mí ;  mas  que  hazia  grande  injuria  a 
Vuestra  bondád,  en  desecharla,  i  dejarla  sola, 
habiendo  venido  a  buscár  a  mi. 

Poblóse  toda  la  tierra  de  Vuestro  Espíritu,  i  de 
la  renovazión  que.  Vos,  trajistes  al  mundo:  de- 
jaron tantos  la  servidumbre,  i  el  trajo  viejo,  para 
vestirse  de  la  nueva  juslizia,  que,  Vos,  dábades 
a  los  hombres.  Yo  me  quedaba  en  mis  viejos  ma- 
les, cndureszido,  i  hecho  cadadiapeór:  mas  ol- 
vidado de  Vos,  i  de  lo  que  pudiera  ser  yo,  si  qui- 
siera responder  a  la  voz  con  que  me  liamábades, 
i  á  las  merzcdes  que  me  hazíades.  Para  que  no 
quedase,  al  Demonio,  derecho,  ni  calumnia  con- 
tra mi  justizia:  para  que  la  injuria,  i  el  desacato, 
cometido  contra  la  Majestád,  i  mandamiento  du 
Vuestro  Padre,  quedasen  enteramente  perdona- 
,  dos;  para  que  mayores  prendas  tuviese  yo ,  de  lo 
que  hazíades  por  mi,- i  de  lo  que  tenia  en  Vos; 


CONFESIÓN.  S  381 

para  que  la  grandeza  de  la  obligazión,  me  lleva- 
se, Señór,  a  serviros:  pusiese  álas  a  mi  ánima, 
para  buscaros : — quesistes  morir  por  mí ,  muerte 
afrentada,. i  cruél,  cu  podér  de  Juczes  injustos, 
atormentado ,  i  deslionrrado,  en  presenzia  del 
mundo  :  todo  para  mi  derecho;,  todo  para  dar  a 
cntendór ,  cuánto  estimábades  mi  remedio,  pues 
que  tal  prózio  Os  costaba  ,  i  tan  do  voluntád  lo 
ofrcsziades.  No  tenia  ya  el  Demonio  parte ,  ni  de-  , 
recho  para  acusarme :  no  ,  el  mundo,  para  ven- 
zerme :  no ,  la  carne ,  para  sujetarme  :  porquo  to- 
do To  venzistcs.'  Vos,  para  que  yo  lo  hallase  ven- 
zido..  El  SacriOzio  de  Vuestra  Sangre,  me  hazla 
libre:  Vuestro  Espíritu,  i  favór,  quedaba  en  mi 
compañía;  para  que  la  traizión,  que  traía  con- 
migo, por  las  reliquias  de  mis  viejos  males ,  no 
me. bastase  í.  a  engañar,  ni  venzér,  si  no  mo  Foi.  og. 
quisiese  engdñár  yo  miámo,  i  me  dejase  venzér. 
•  •  Habiendo  ya  muerto  mis  enemigos,  con  Vues- 
tra muerte,  yó  mismo  les  daba  vida,  para  que 
me  mataren  dé  nuevo :  yo  les  daba  el  cuchillo, 
i  las  armas ,  que  les  habiades  ya,  Vos,  quitado: 
dando  testinlonio,  en  todo,  que  me  hallaba  me- 
jór  con  mi  perdizión ,  que  con  el  remedio,  que. 
Vos,  me  distes.'  ' 

:  No  acordándome  de  las  injurias,  i  afrentas, 
que  padezistes  por  mi,  del  tractamiento,  que  os 
hizo  el  mundo,  de  la.  injustizia,  que  usó  con 
Vos,  do  la  pobreza  en'  que  me  buScastes,  de  la 
pazienzia  con  que  lo'  sufristes ,  de  la  clcmenzia 
con  jque  perdonastcs  a  yuestroa  enemigos;  — 
quise  yo  apartarme  tanto  de  Vos,  que,  injurian- 
do yo  a  todos,  nadie  injuriase  a  mi:  que,  ne- 


382  ÍP.  CONFESIÓN.  ?í 

gada  vuestra  verdád,  prevalesziese ,  i  fuese 
honrrada  mi  mentira:  i  que  fuese,  en  todo,  mas 
privilejiada  mi  culpa  en  el  mundo,  que  fué 
Vuestra  sanctidád,  Vuestra  bondád,  i  Vuestra 
innozenzia. 

Resuzitastes,  Señór,  para  Vuestra  gloria,  i 
para  la  mía.  Rcsuzitó  Vuestro  podér,  Vuestra 
honrra,  i  Vuestra  justizia:  i  juntamente  resuszi- 
taron  con  Vos,  los  bienes,  que  de  Vuestra  ma- 
no, para  mi  habiades  traído. 

Yo,  amadór  de  mi  grande  sueño ;  halléme  me- 
jór,  a  estar  muerto,  que  a  resuszitár  con  Vos: 
a  quedarme  acá,  con  mis  enemigos,  que  a  pa- 
reszér  en  Vuestro  triunfo,  delante  de  Vuestro 
Padre.  ; 

Asentado  a  la  diestra  de  Vuestro  Padre,  don- 
de lo  meresze  Vuestra  obedienzia,  i  los  sérvi- 
zios,  que  le  bezistcs;  allí  no  me  tenéis  olvidado: 
allí  sois  Interzesór,  i  Abogado,  para  favoreszer- 
me :  i  el  mismo  cuidado  tenéis  de  mí ,  que  tu- 
Foi.  97.  \istes  en  la  cruz,  cuando  moristes  f  por  mi 
remedio. 

Yo,  ziego  para  este  conozimiento :  sordo,  i 
loco,  para  esta  fé  :  ingrato  para  estas  mcrzedes: 
nunca  di  -verdadero  fin  a  mis  males,  ni  verdade- 
ro prinzipio  a  mis  bienes:  nunca  acabé  de  ponér 
los  ojos,  en  esta  esperanza,  i  en  la  obligazión, 
que  tenía  para  serviros,  i  morir  por  Vos;  es- 
tando sobre  todo  tan  zierto  de  la  paga,  que  ha- 
béis de  dár,  a  los  que  quisieren  ser  vuestros. 

.\ndaba  en  la  compañía  de  Vuestra  Iglesia: 
aprovechábame  de  nombre  de  vuestro:  usur- 
paba vuestras  mcrzedes,  como  si  de  verdád 


•A  CONFESIÓN.  JS  383 

fuera  vuestro:  no  conosziendo,  que  tal  cosa 
donde,  Vos,  sois  la  cabeza,  i  que  está  sanc- 
tiücada  con  Vuestra  sangre;  no  admite,  para 
los  verdaderos  bienes,  a  los  tales  como  yo:  i 
que  cuanto  mas  yo  la  engañaba,  mas  engañaba 
a  mi  mismo.  En  todo  ful  tan  endurezido,  que  ni 
me  quise  obligar  por  los  benefizios,  ni  me  ate- 
morizó por  los  castigos,  i  las  amenazas,  con  que 
nos  avisa  vuestra  justizia.  Nunca  entró  en  mi 
corazón,  verdadero  temór  de  vuestro  Juizio, 
porque  no  quería  entendér  la  grandeza  de  mi 
pecado. 

Si  yo,  Señór,  conosziera,  cuán  poca  nezesi- 
dád  teniades,  Vos,  de  mis  bienes:  cuán  poco 
montaba  para  la  grandeza  de  vuestra  Casa ,  es- 
tár  o  no  estár  en  ella,  una  nada  como  yo:  si 
considerara,  por  otra  parte,  mis  atrevimientos, 
i  ofensas  contra  Vuestra  Majestád :  cuán  dañoso 
era,  para  los  vuestros:  cuán  estorbadór  de  la 
gloria,  que  ellos  os  daban: — temiera  vuestro 
Juizio,  i  pusiera  algún  término  en  mis  pecados. 
Mas  como  era  ziego  para  lo  uno,  ansí  lo  era  para 
lo  otro.  De  no  conoszorme  a  mí  prozedía,  que 
tampoco  os  conoziese  a  Vos.  Do  no  sabér  esti- 
mar la  grandeza  de  vuestra  Misericordia  f  na-  Fol. 
zía,  que  no  estimase  la  de  vuestro  Juizio,  i 
de  vuestra  justizia.  Encaminábase,  de  aquí,  mi 
locura,  i  mi  perdizión:  porque,  cuando.  Vos, 
me  buscábades  con  los  regalos,  me  hazla  yo 
mas  soberbio,  i  consideraba  menos,  de  qué  ma- 
no podriafnj  venir.  Cuando  me  llamábades  con 
los  castigos ,  estonzes  me  endureszla  mas,  como 
malo,  i  rebelde  esclavo. 


384  'A  coxFijsióN  ^ 

Con  tan  grandes  zeguedades ,  con  tan  grandes 
ignornnzias  do  Vos,  i  de  mí,  con  tan  grande 
olvido  de  vuestros  bienes,  i  tanto  menosprézio 
do  vuestros  azotes;  no  podían  ser  mis  peniten- 
zias,  sino  mui  falsas:  doradas  con  falso  oro: 
aparejadas  para  ser  llevadas  del  primer  viento, 
i  primer  peligro  con  que  me  tentaso  el  Demo- 
nio, o  la  concupiszenzia  de  mi  corazón. —  Si  yo 
edificara  sobre  Vos,  que  sois  firme  Piedra:  sobre 
conoszimiento  de  quien  Vos  sois,  de  vuestra 
Misericordia,  i  de  vuestra  Justizia:  no  bastaran 
todas  las  tempestades  del  mundo  a  llevarme: 
porque  me  defendiérades  Vos.  Mas  como  edifi- 
qué sobre  arena,  con  hermoso  ediüzio  en  el  pa- 
reszér,  i  falso  en  los  fundamentos;  estaba  mi 
^  caída  zierta,  como  era  cosa  zierta,  que  había  de 
ser  combatido.  Con  tantas  caídas,  nunca  escar- 
menté, ni  quedé  mas  avisado,  paraponér  mejor 
fundamento  en  mi  enmienda,  i  en  mi  peniten- 
zia. —  Seáis  Vos,  Scñór,  bendito:  i  bendito  el 
Padre ,  que  os  envió :  que  perdiéndome  yo ,  co- 
mo oveja  loca;  i  apartándome  de  vuestra  ma- 
nada por  tantos,  i  tales  caminos,  por  todos  mo 
habéis  buscado,  porque  no  llegase  al  cabo  mi 
perdizión.  Pues  que  me  habéis  esperado,  claro 
está,  que  rae  buscábades.  Pues  que  tantas  ve- 
zes,  como  mi  enemigo  me  vió  en  sus  manos,  no 
Fói. 99.  me  llevó;  zierta  cosa  es,  Señór  mío,  que  lo 
atábades.  Vos,  las  manos.  Él  tenia  ya  su  ganan- 
zia,  i  no  tenía  mas,  que  esperár»  Vos  sois,  el 
que  me  esperábades,  porque  no  me  perdiese  yo. 

Aquí  vengo  a  vuestro  Juizio:  i  hasta  que,  Vos, 
habléis  a  mi  corazón,  i  le  digáis,  cómo  sois  su 


^  CONFESIÓN.  ?•  385 

salud,  i  su  remedio;  no  podré  désechár  los  gran- 
des temores,  quo  do  la  conszienzia  de  mi  peca- 
do prozcden.  Perdidos  son  mis  esfuerzos:  la 
grandeza  del  peligro ,  ha  hecho  que  se  descubra 
la  vanidád  do  mis  confianzas:  la  zertinidád  do 
mis  muchas,  i  grandes  maldades,  no  puedo  de- 
jar do  temér  el  rigór  do  vuestro  juizio.— Gonvcu- 
zidas  son  mis  locuras  :  i  la  brevedad  do  mis 
días,  pone  a  mi  ánima  grande  pavór,  porque  ■ 
sabe,  en  qué  se  han  gastado  los  años,  en  que  me 
esperábades  para  que  os  conosziese,  i  amase. 
¡Fucronse,  como  humo,  los  muchos!  ¡Ai  do  mí, 
si  no  me  aprovecho,  délos  pocos,  que  me 
quedan ! 

Miro,  por  una  parte,  vuestra  bondád;  i  por 
otra,  mis  pecados.  Oigo,  de  vuestra  Palabra, 
cuán  enemigo  sois  de  maldád.  Conozco,  por  la 
experienzia,  los  castigos  que  vuestra  Justizia  ha 
hecho  en  el  mundo,  en  señál  del  aborreszimien- 
to,  que  tenéis  con  el  pecado.  Miro  la  cárzcl  del 
infierno  aparejada  para  el  Demonio,  i  para  los 
que  imitasen  sus  obras.  Como  veo  que  soi  uno 
d'ellos,  no  queda  sosiego  en  mi  carne,  ni  queda 
lumbre  en  mis  ojos;  porque  espero  cada  hora  la 
muerte,  que  me  ha  de  presentár  en  Vuestro 
Juizio.  Con  todo  esto,  puede  tanto  vuestra  Mise- 
ricordia, que  me  trae  a  Vos.  Porque,  aunque  se 
han  manifestado  mucho  las  obras  de  Vuestra  , 
ira,  contraía  maldád  del  pecado;  mucho  mas  so 
han  manifestado  f  las  de  vuestra  Clemenzia,  Foi.  loo. 
para  librár  a  los  hombres  d'él.  —  Castigár- al  ■ 
mundo ,  porque  os  ofende ;  no  os  cuesta  mas  do 
mandarlo :  remediarlo,  porque  no  se  pierda,  cos- 
25 


■    38G  ■    "A  CONFESIÓN.  ^ 

tó  OS,  Señor,  Vuestra  sangre,  derramada  en 
.  cruz,  por  manos  de  aquellos  mismos  por  quien, 
'  Vos,  la  ofresziades,  i  la  derramábades.  Para 
mostrár  el  rigór  de  vuestra  Juslizia,  hezistcs 
obras  de  grande  poder,  i  obras  de  Dios:  para  * 
la  grandeza  de  vuestra  Misericordia ,  hezistes  os 
hombre:  tomastes  nuestra  flaqueza:  sufristes 
muerte,  i  afrentas,  para  dárnoslas  por  prendas 
del  perdón  de  las  primeras. 

Pues  que  Vos,  Señor,  no  queréis  que  me  pier- 
da, aunque  yo  me  haya  perdido,  vengóme  a 
.Vos.  Vengo,  como  el  Hijo  Pródigo,  a  buscar  el 
buén  tratamiento  de  vuestra  casa:  habiendo  co- 
noszido  con  grande  experienzia  de  mis  pérdidas, 
i  de  mis  daños,  cómo  son  mis  enemigos,  todos 
aquellos,  por  quien  yo  dejo  de  serviros. — Por 
mucho  que  la  conszicnzia  de  mis  pecados  me 
acuse :  por  mucho  mal,  que  yo  sepa  do  mi :  por 
mucho  temór,  que  me  pone  vuestro  Juizio:  no 
puedo  dcjár  de  tener  esperanza,  que  me  habéis 
de  perdonai- :  que  me  habéis  de  favoreszér,  para 
que  nunca  mas,  me  aparte  de  Vos. — ¿No  tenéis. 
Vos,  dicho,  Sefiór,  i  jurado;  que  no  queréis  la 
muerte  del  pecador?  ¿que  no  rezebis  plazér,  en 
la  perdizión  do  los  hombres?  ¿No  dezis,  que  no 
venistes  a  buscár  justos,  sino  pecadores?  ¿no,  a 
los  sanos,  sino  a  los  enfermos?  ¿No  fuistes.  Vos, 
castigado  por  los  pecados- ajenos?  ¿No  pagastes, 
por  lo  que  no  hezistes?  ¿No  es,  Vuestra  sangre, 
sacrifizio,  para  pei-dón  de  todas  las  culpas  del  li- 
Fol.  101.  naje  humano?  ¿No  es  verdad,  que  f  son  mayores 

-  1  Quiere  ciezír :  •  para  mostrar  ¡a  grandeza  rfí;»ctc. 


'A  CONFESIÓN.  9»  387 

vuestras  riquezas,  para  mis  bienes,  que  toda  la 
culpa,  i  miseria  de  Adám,  para  mis  males?  ¿No 
llorastes.  Vos,  por  mi;  pidiendo  perdón  por  mi; 
i  Vuestro  Padre  os  oyó?  ¿Pues,  quién  ha  de  qui- 
tár  de  mi  corazón,  la  confianza  de  tales  pro- 
mesas? 

Si  yo,  Señór,  hubiera  naszido  solo  en  el  mun- 
do; ó,  si  yo  solo  fuera  pecadór,  i  todos  los  otros 
justos;  no  dcjárades,  Vos,  de  morir  por  mí: 
pues  no  teniades  nezesidád  de  los  otros,  ni  do 
de  mi.  I  tal  soi  yo ,  i  tales  han  sido  mis  obras, 
que  pusieran  como  fuerza  a  vuestra  Misericor- 
dia, a  que  no  solo  muriérades,  mas  que  mu- 
riérndcs  con  la  misma  muerte,  i  con  las  mis- 
mas zircunstanzias,  con  que  moristes  por  to- 
dos: para  que  vuestra  Misericordia  se  mos- 
trara mayór,  i  mis  prendas  fueran  mayores. — 
Quiero,  Seaór,  hazér  cuenta  (i  no  mentir^  en 
hazerla),  que  yo  solo  tengo  nezesidád  délos 
bienes,  que  repartistes  á  todos.  Ya  que  todas  las 
culpas  sean  mias;  Vuestra  muerte  es  toda  mía. 
Ya  que  yo  haya  cometido  los  pecados  de  todos, 
bién  osaré  confiár  de  Vos,  que  es  vuestro  Sacri- 
fizio,  i  vuestro  Perdón,  todo  mío ,  aunque  lo  sea 
de  todos. 

Este  es  el  día,  Señór,  en  que.  Vos,  mas  mos- 
trareis quien  sois.  Esta  es  la  obra  de  que,  Vos, 
os  podréis  preziár  delante  de  Vuestro  Padre,  i 
delante  de  todo  el  zielo,  como  de  obra  de  vues- 
tras manos. — Pues  que  sois  médico,  i  tal  Mc- 
■  dico  ;  aquí  tenéis  llagas,  i  tales,  que  solo,  Vos, 
las  podéis  sanár.  Aquí  cstá'toda  la  destruizión, 
i  todos  los  males,  que  han  podido  hazér  en  mí, 


3S8  'A  CONFESIÓN.  ^ 

vuesfros  enemigos,  i  mios.  Pues  que  sois  salíuJ, 
i  salud  cual  es  la  mano  de  vuestro  Padre»  que 
Os  [laj  diój  áqul  están  enfermedades  dosambara- 
Foi.  102.  das,  i  desafiuziadas  do  todas  las  otras  tncdi- 
zinas  del  üiundo.  Pues  que  sois  Salvador;  aquí 
está  tál  perdizión,  que  si,  Vos,  la  remediáis,  co- 
noszerán  vuestros  enemigos,  i  vuestros  amigos, 
biéu  claramente,  Quién  sois.  Pues  que  sois  Sa- 
biduría venida  del  zielo  a  la  tierra;  aquí  poddis, 
Señór  emplearla,  donde  no  hai  mas  sábér,  de 
saberse  perdér,  por  apartarse  de  VoS.  Pues  que 
sois  Redempzión;  aquí  está  un  captivo  en  podér 
de  mil  tiranos,  quü  le  ban  robado  grandés  ri- 
quezas, i  lo  tienen  en  mil  tormentos,  i  le  apare- 
jan otros  mayores.  Pues  que  sois  Sánctificazióu, 
i  Hermosura,  aquí  está  líi  torpcdád,  i  fealdádj 
de  las  obras  del  Demonio:  quitádla,  Señór,  i  vc- 
ráse  quien  sois.  Pues  que  sois  Misericordia,  ¿dón- 
de se  piiedc  olla  mejor  mostrár,  que  donde  bai 
tánta  miseria?  Pues  qiio  sois  Juéz,  para  juzgár 
el  mundo,  ¿a  quién  podéis  mejór  condcmnár, 
qui^  al  Demonio  que  me  persigue;  i  a  la  acusn- 
zión  que  hie  pone;  i  a  las  tráiziones  con  que  me 
engaña? 

Tal  soi  yo,  que  todo  cuanto.  Vos,  soisj  es  Uie- 
nestcr  para  mi^  Tal  f5ois  Vos,  Sei^ór,  i  tantá  so- 
bra tenéis  de  todo;  que  líon  sola  una  gota  de 
cada  cosa,  quedaré  libre  del  todo.  Si  me  pai-áro 
a  pensar  con  quien  de  los  que  os  ofendierón  s<^- 
rá  biéu  'que  me 'compare;  sé  que  me  hallanV 
mas  culpado  ,  ¡  más  ingi-at;o  tjue  todos  lospeca- 
'  doVosi  Negaron  Os,  los  nrestrosj  mas  duróles 
paco  ci  nxígár,  i  mucbo  la  üonfcsióTi :  la  traíziún 


°A  CONFESIÓN.  ?!  389 

fué  mui  breve,  i  la  fidelidád  mui  largn.  Yo  soi 
de  los  que.,  desde  el  prinzipio,  os  negaron,  i  os 
persiguieron,  hasta  poneros  en  cruz:  no  permita 
vuestra  Clemcnzia  que  sea  de  los  que  os  blasfe- 
maron, i  escarnezicron  f  en  ella,  ¡  nunca  de-  roi.ios, 
jaron  de  blasfemaros.  Baste ,  Señór ,  que  os 
vcndi,  como  Judas,  por  aljatidos,  i  viles  pré- 
zios.  Baste,  Señór,  que  siei)do  de  vuestra  compa- 
iiia,  era  ladrón  de  vuestra  liazienda,  i  que  el 
agradeszimiento  de  tantas  merzedes,  fué  sej-os 
traidór,  como  élj  sin  que  vaya  tanto  adelante, 
.que  desesperado  de  vuestra  Misericordia,  para 
siempre" me  pierda:  siendo  mui  mayór, maldad 
la  postrera,  de  no  confiar  de  Vos,  que  la  prime- 
ra, de  haberos  vendido. — No  permita  vuestra 
sangro,  pues  la  derramastes  por  mí,  que  mis 
pecados  pasen  mas  adelante:  pues  seria  éste,  el 
postrero  escalón  de  mi  perdizión. 

Desacatado  se  han,  contra  vuestra  Justizia:  es- 
carnezido  han  vuestras  obras:  abofeteado  han, 
vuestro  sanctp  rostro:  coronado  Os  han  d'cspinas: 
hcclio  han  burla, de  vuestro  Dcino :  gritado  Os 
han  por  las  calles:  enclavado  os  han  en  la  cruz: 
j,  por  último  refrijerio,  os  han  dado  hiél,  i  vi- 
nagre. ¿Cómo  puedo  yo  negar  esto,  Redemptór 
mió?  ¿Para  qué  tengo  de  esjierár,  a  que  me  ha- 
gan confesár  esto  ,  los  tormentos  de  mi  castigo, 
pues  bastan,  i  sobran,  los  de  mi  culpa,  i  de  mi 
conszienzia,  para  que  lo  confiese? 

Soliarne ínarabiljár,  déla  mald.id  de  los  que 
Os  cruziíicaron;  cuando  estaba  tán  ziego  que  no 
me  veía,  como  estaba  entre  ellos,  en  la  misma 
obra :  cuando  no  paraba  mientes,  en  las  traizio- 


390  'A  CONFESIÓN  ?» 

ncs  de  mi  corazón  :  en  el  ejemplo  de  mis  malas 
obras:  en  el  poco  tcmór  de  vuestro  Juizio :  en  el 
desprezio  de  vuestros  Mandamientos  :  en  la  poca 
estima  de  vuestra  Misericordia.  Porque  si  yo, 
estónzes  me  conosziera;  viera  la  corona  de  espi- 
nas en  mis  manos,  para  vuestra  Cabeza:  los  cla- 
.104.  vos,  para  poneros  en  Cruz:  i  la  bebida  que 
Os  daba,  con  el  poco  caso  que  bazía,  de  lo  que 
,por  mi  sufriades.  Pasár  mas  adelante  d'esto,  se- 
ria np  tener  remedio.  Siquiera,  el  espanto  de 
vuestro  Juizio,  la  ira  de  vuestro  Padre,  -contra 
los  que  os  menosprezian,  me  haga  zesár,  i  de- 
zir,  que  verdaderamente  sois  Hijo  de  Dios.  Basta 
ser  ladrón,  i  malhcchór;  hasta  estár  zerca  de  Vos. 
Tiempo  es  ya,  de  pedir  remedio. 

Señór:  acordaos  de  mí,  pues  que  estáis  en 
vuestro  Reino.  No  tengo  mas  que  alegár,  para 
mi  justizia,  de  conoszér  cuan  injusto  soi.  No 
tengo  con  qué  moveros,  sino  con  que  veáis  mis 
grandes  miserias.  No  tengo  mas  derecho,  para 
el  remedio  de  vuestra  mano,  sino,  no  tenér  otro 
remedio. —  De  mi  parte,  no  hai  otro  sacriíi- 
zio,  sino  mi  spiritu  atribulado,  i  mi  corazón  afli- 
jido:  i  aun  este  no  tuviera,  sino  me  hobiérades 
despertado,  para  que  conoszieso  mi  grande  pe- 
ligro. 

El  sacrifizio,  que  yo  he  mcncstér,  que  es  el 
de  Vuestra  Sangre,  i  de  vuestra  Justizia;  Vos, 
Señór,  me  lo  daréis,  para  que  lo  ofrezca  yo. 

Crii''id  nuevo  corazón  on  mi:  rcnovád  en  mis 
entrañas,  spiritu  de  verdadero  conoszimiento: 
esfuerzo  para  serviros :  para  venzcr  a  mis  cno- 
migos:  para  meaospreziár  mis  pérdidas  todas: 


'A  CONFESIÓN.  7t  391 

pues  ningún  bién  puedo  perdér,  quedando  en 
vuestro  servizio.  ,  '    ■  •  . 

Convertidme,  Seüór>  i  quedaré  de  verdád  con- 
vertido :  porque,  eslónzes  será  Yerdadcra  mi  pe- 
nitcnzia;  cuando,  Vos,  me  castigdredes  con  vues- 
tra mano:  me  atemoijizáredcs  con  vueslro  Jui- 
zio  :  me  revcldrcdes  mi  perdizión.  Estonzes  que- 
daré yo  con  verdadera  enemislód  del  pecado; 
cuando  ,  Ves,  quedáredes  con  migo,  para  guar- 
darme./Queda  mi  carnp  en  mi  compañia,  gran- 
de, i  verdadera  enemiga.  El  Demonio  me  ha  de 
tentár  mas,  cuanto  mas  me  llegare  á  Vos.  El 
mundo  está  lleno  de  lazos,  para  tornarme  a 
prendér.  Dádme,  Vos,  Spñór,  espíritu  tan  prin- 
zipál,  i  tan  poderoso;  que  mortifique  verdade- 
ramente la  rebelión ,  i  contradizión  de  mi  carne, 
para  que,  ya  que  hable,  no  sea  obedcszida:  ya 
que  acometa,  no  venza.  Dcjád  tal  gusto  de  Vos, 
en  mi  ánima;  que  los  manjares  primeros,  le  pa- 
rezcan tan  amargos,  como  ellos  son. 

Bién  sé,  Redemptór,  i  Señór  mió,  que  me  te- 
neis  oído.  Vos  sabéis  mis  nezesidades,  mui  me- 
jor, que  yo  las  entiendo.  Mas  sentís.  Vos,  mis 
trabajos,  que  los  siento  yo.  Mayores  son  mis  pe- 
ligros, que  yo  los  sé  encareszér,  ni  temér.  ^'o 
tengo  de  que  dubdár  de  Vos,  ni  de  la  misericor- 
dia, que  prometistes,  a  los  que  se  dejasen  ha- 
Uár  de  Vos.  El  temor,  i  la  dubda,  que  tengo,  de 
mí  mismo  es:  que  de  Vos,  seguro  cstoi.  1  tal 
sois  Vos,  Señór;  tánto  procuráis  mi  salud;  que 
conzibo  grande  fé ,  que  no  me  habéis  de  dejar; 
ni  habéis  de  permitir,  que  se  pierda,  por  mi 
parte,  lo  que  tan  zierto  está  de  la  vuestra. 


392  *A  CONFESIÓN.  ^ 

Dádme  el  alegría,  que,  Vos,  soléis  dar,  á  lúá 
que  de  verdád  se  vuelven  a  Vos.  Hazéd,  que 
sicntá  mi  corazón  el  ofizio  de  Vuestra  Jlisericor- 
dia :  la  unzión  con  que  soléis  untar  las  llagas  de 
los  que  sanáis:  porque  sienta  yo,  cuán  dulze  es, 
el  camino  do  vuestra  Cruz;  i  cuán  amargo  fuó 
aquél  en  que  me  perdí. ,  ■ '  ''\ 


í  Fin  de  la  Coíifcsión.  compuesta  por  el  Doctor 
Constantino. 


393 


EpIsTOLA      DEL  BIENAVENTURADO  SANT  BERNARDO:    Fol.  106. 
DE  LA  PERFECTIÓN  DE  LA  VIDA. 

Si  complidnmcnte  quisieres  hazér  lo  que  te 
cumple;  es  nezesario.  quo  hagas  dos  cosas.  La 
primera,  que  te  apartes  de  todas  las  cosas  tran- 
sitorias, i  quo  no  hagas  mas  caso  d'ellas,  que 
si  no  fuesen.  La  segunda,  que  de  tal  manera  te 
dés  a  Dios;  que  ninguna  cosa  digas,  ni  hagas, 
sino  lo  que  firmemente  creyeres,  que  le  plaze. 
Lo  primero  harás  d'esta  manera:  que  por  todas 
las  maneras,  que  pudieres,  te  envilezcas,  pen- 
sando que  no  eres  nada:  i  que  creas,  que  todos 
son  buenos,  i  mejores  que  tú,  i  que  mas  agrá-  i 
dan  a  Dios.  I  que  cualquiera  cosa,  quo  vieres,  o 
oyeres  hazér  a  personas  relijiosas,  i  de  buena 
fama;  que  pienses  que  se  hazo  con  buena  inten- 
zión,  aunque  te  parezca  al  contrario:  porque 
muchas  vezes,  esta  hum^a  sospecha,  se  enga- 
ña. A.  '  ninguno  desagrades:  ni  hables  cosas  en 
tu  alabanza,  aunque  mas  familiár  tuyo  sea,  con 
quien  las  hablares.  Antes  trabaja  de  encubrir  tus 
virtudes,  que  tus  vizios.  De  ninguno  hables  mal, 
aunque  sea  verdad,  i  cosa  manifiesta:  i  esto,  sino 
fuere  en  la  confesión ;  cuando  de  otra  manera, 
no  pudieres  manifestár  tu  pecado  Con  mejor 
voluntád  oye,  cuando  alguno  fuíre  alabado, 
que  cuando  fuere  vituperado.  Cuando  habla- 


1  Al  ninguno-,  en  la  edizión 
(le  Sevilla  del  a.  154r>,  Mas, 
pareze,  e-rala  clara :  pues  no 
cabe ,  ahí ,  el  al  del  ttliuil  la- 


tino. 

2  Est.i  me  preze  lójica 
mala,  i  onticristiano. 


394  »  Epístola  ?5  ~ 

res,  tus  palabras  sean  pocas,  i  de  mucha 
substanzia,  i  de  cosas  de  Dios.  Si  alguno  ha- 
blare contigo  cosas  vanas,  cuan  presto  pudie- 
res, acorta  la  habla:  i  pasa  a  otras  palabras,  que 
sean  servizio  de  Dios.  Cualquiera  cosa,  que  le 
acaezca;  si  fuere  próspera,  no  te  alegres:  si  con- 
traria, no  te  entristezcas:  piensa  que  todo  es 
nada,  i  alaba  a  Dios.  Cuanto  mas  pudieres,  te 
recojo :  i  entiende  con  dilijenzia,  en  lo  que  mas 
te  ha  de  aprovechAr.  Huyo  las  hablas,  cuanto 
pudieres:  porque  mejor  es  callár  que  hablar. 
Cuando  vieres  alguna  cosa,  que  te  desagrada,  si 
-  fueres  en  culpa,  enmiéndate.  Et  si  vieres  alguna 
cosa,  que  te  dé  plazér;  mira,  si  cabe  en  ti,  i 
guárdalo:  i  sino,  procura  de  enmendarte:  i  d'es- 
Foi.  107.  ta  manera,  te  sean  todas  las  f  cosas,  como  es- 
pejo, para  llevarte  á  lo  bueno,  i  apartarte  de  lo 
malo.  De  ninguna  cosa  murmures  con  nadie: 
nunca  afirmes,  ni  niegues  cosa,  con  porfía:. mas 
de  tal  manera  te  rije,  que  nadie  se  ]iueda  que- 
jar de  tí.  Huye  de  ser  risueño:  i  no  te  hallen 
presto  para  las  cosas  de  risa.  En  todos  tus  di- 
chos, ten  tal  manera,  que  sean  sin  mucha  de - 
tcrminazión.  •  '  , 

•[  Lo  segundo,  que  has  de  hazcr,  es  orár,  con 
gran  devozión,  en  las  horas  convenibles;  i,  que 
de  día,  i  do  noche,  pienses  en  tu  corazón  ,  lo  que 
■ruegas  a  Dios:  i  aquello,  pongas  por  obra  con 
dilijenzia:  i  piensa,  en  cuanta  gloria  est.án  los 
Sánelos  a  quien  le  encomendares  i.  Tres  cosas. 

1  "A'o  ícndrás  Dioses  nje-  s.  Bem-irdo  en  loi  EscrifBs 

1WS  (ie.lnnlc  lie  mi',  se  Ice  en  del  Dr.  Constantino,  pimso, 

ül  Exodo  X.K,  3. — I,  como  no  que  no  tradujo  él ,  esta  Epís- 

sc  lee  frase  iguál  a  esa  de  toUi. 


«R.  DE  s.  Bernaudo.  ?»  395 
ten  siempre  en  la  memoria:  qué  fuiste:  qué 
eres:  quién  '  serás.  Que  fuiste  un  poco  de 'vil 
materia  hedionda.  Que  eres  una  casa  de  estiér- 
col podrido.  Que  serás  mánjár  de  gusanos.  Tam- 
bién imajina  la  cruel  pena  de  los  que  están  en 
"cl  infierno :  i  cómo  nUhca  se  acabará:  i  que  por 
tan  poco  tiempo  de  deleite,-  tantos  males  pnsañ 
para  siempre.  Imajina  también  la  perpétua  glo- 
ria del  paradiso  *,  que  nunca  lerná  fin.  I  en  cuán 
breve  tiempo  la  ganaron.  I  cuánto  llanto,  i  dolór; 
ternán  aquellos,  que,  por  tan  pequeña  cosa,  tan- 
ta gloria  perdieron.  I  cuando  alguna  cosa  te  des- 
agradare ,  piensa,  que  si  estuvieses  en  el  infier- 
no, muchos  mas  males  que  esos,  pasarías:  i  asi 
podrás  sufrir  todo  lo  que  te  acaeziere  por  amór 
de  'Christo.  Cuando  tuvieres  alguna  cosa  que  te 
agrade,  o  la  deseas  tcnér,  piensa,  que  si  estu- 
vieses en  el  paradiso  ,  aquello,  i  cuanto  mas  qui- 
sieses, tendrías.  Cuando  fuere  fiesta  de  algún 
sancto,  párate  apensár,  cuantas  cosas  sufrió  por 
amór  de  Dios,  i  cuan  brevemente  pasaron,  i 
cuán  eternos  gozos  alcanzó  por  ello.  También 
piensa,  cuán  presto  se  pasaron  los  tormentos  de 
los  buenos,  i  los  gozos  de  los  malos:  i  cómo,  los 
buenos,  con  estos  tormentos,  alcanzaron  gloria 
eterna:  i  los  malos  con  sus  breves,  i  no  debidos 
deleites,  la  pena  eterna.  Cuando  te  venzierc  la 
pereza,  imajina  con  dilijenzia,  i  piensa,  el  tiem- 


1  Por  lo  fiuc  antczedo  ,  i 
signe,  parozc,  que  dchtil.i 
dezír  qud,  i  no  quión  como  el 
eontexto  lo  requiere. 

2  faradyso,  en  la  edizión 
anticua  del  1515 :  i  lo  mismo 


liicpo  :  tomada  la  vuz  latina. 
Niicreo,  quesea  errata  por 
j}íiralso,  o  parn'jso ;  a  pesar 
de  que  en  el  liiriiunario  de 
la  Arademia,  no  se  rojistre  la 
voz  Paradiso.  ■ 


306  "A  Ei'ibToi.A 

rol.  IOS.  po  que  pierdes  :  f  i  cómo ,  los  que  están  en  las 
penas  infernales,  si  tuviesen  todo  el  mundo  por 
suyo,  lo  darían,  pou  un  poquito  del  tiempo  que 
perdieron.  Cuando  algunas  tribulaziones  to  vi- 
nieren, piensa,  como  los  que  están  en  la  bien- 
aventuranza, ya  no  las  tienen.  I  cuando  no  ha- 
llares consolaciones,  considera,  cómo  los  que  es- 
tán en  el  Infierno,  carezcn  de  toda  consolazión  *. 
Cada  dia ,  cuando  te  fueres  ;'i  dormir,  examina 
con  diiijenzia,  tu  conszicnzia :  qué  es  lo  que 
pensaste,  o  dijiste,  o  heziste  aquél  dia:  i  de  qué 
manera,  el  espázio  de  tiempo,  que  te  fué  dado, 
para  ganár  la  gloria,  lo  gastastes:  i  si  bien;  ala- 
La  á  Dios:  i,  si  mal,  i  con  neglijenzia;  jime  tu 
^  pecado,  i  el  dia  siguiente,  luego  lo  confiesa.  Si 
alguna  cosa  pensaste,  o  dijiste,  o  heziste,  que 
te  remuerda  la  conszicnzia;  no  comas  basta  que 
lo  confieses. 

Esto  te  digo,  en  fín :  que  imajines  dos  ziuda- 
des:  una  do  todos  cuantos  tormentos  se  pueden 
pensar;  i  esta  es  el  infierno:  otra,  de  toda  Ja 
consolazión,  i  alegría  que  so  puede  imajinár;  j 
'  esta,  que  es  el  paraíso  2;  i  que  de  nezcsidád, 
has  de  ir,  á  la  una  de  estas :  i  lo  que  te  puede 
llevár  a  la  una,  i  lo  que  te  puede  llevár  a  la  otra. 

Zierto  soi,  que  si  guardares  bién,  lo  que  aquí 
to  escribo  ';  que  el  Spíritu  Sancto,  que  te  mues- 
tra a  tí,  i  a  todos;  morará  contigo,  i  te  enseñará 
perfectamente,  a  hazér  lo  que  te  he  dicho:  i, 
para  que  bién  lo  guardes ,  ninguna  cosa  d'ello 


1  Consocion ,  por  errata,  guíente, 
cu  el  imp.  antiguo ,  por  liabér         2  paraijso :  la  a.  ed. 
puesto  el  la,  en  el  renglón  si-         3  escriuio:  en  el  iirrp.  ant 


"A  DK  s.  Beunaudo.  S  397 
mcnosprézies.  I  continúa  muchas  vezcs 
a  Icér  esla  mi  carta:  i  cuando 
hallares  haber  hecho  lo  que 
te  he  escripto ;  alaba  a  Dios 
que  es  piadoso,  i 
misericordioso , 
por  todos 
los  siglos 
de  los 
siglos.  ■ 
AMEN. 


FINIS. 


^  DOCTRINA  QUE  MUESTRA,  foi.  ido. 
como  ■  cada  uno  debe  rcjir,  i  gobernár 
su  casa:  ordenada  por  sant  Bernardo. 
Adizionada,  i  vuelta,  do  latín,  en 
castellano,  por  el  Maestro 
Navan-o,  Canónigo  de 
la  sancta  Iglesia 
de  Sevilla. 


t  Estos  folios  se  refieren  al      conserva  en  la  líibliolcca  Je 
ejemplár  de  la  cdizión  de  la      la  Triniftód,  en  Dublin.  '• 
Sumrt  de  fíocírina ,  que  se 


DOCTRINA  QUE  MUESTRA,  foi.  i&o. 
como  cada  uno  debe  rcjir,  i  gobernár 
su  casa:  ordenada  por  sant  Bernardo. 
Adizionada,  i  vuelta,  do  latín,  en 
castellano,  por  el  Maestro 
Navan-o,  Canónigo  de 
la  sancta  Iglesia 
de  Sevilla. 


t  Estos  fñl ¡os  se  refieren  al      conserva  en  la  Uibliolcca  Je 
ejemplár  de  la  cdizión  de  la      la  TrinMd,  en  Dublin.  '• 
Suma  de  fíoc trina ,  que  se 


t  EPÍSTOLA  SILVESTRE  DE  BERNARDO- 

DiRijiDA  A  UN  Caballero,  que  le  rogó  que  lk 
diese  informazión,  cómo  había  de  gobernar  su 
casa:  en  romanze.  Adizionada  por  el  Maestro 
Martin  Navarro,  Canónigo  de  la  Sancta  Iglesia 
de  Sevilla:  dirijida  a  los  íim  reverendos  se- 
ñores DeAn,  -i  Cabildo,  de  la  dicha  Sancta 

IGLESIA. 

PRÓLOGO. 

Muí  reverendos  señores:  porque  la  regla,  ¡ 
ordeu  del  rejimiento  de  casa,  que  en  grie- 
go se  llama  economía;  es  szienzia  aparta- 
\  da  de  las  otras;  escribió  sant  Bernardo  la  Epís- 

tola infra  escripta,  a  un  Caballero  amigo  suyo, 
de  cómo  se  babia  do  rejlr;  i  moderar  a  si,  i  a  su 
casa,  i  familia,  en  todas  las  cosas  nezesarias  al 
uso  cuotidiano.  La  cuál,  me  pareszió  que  por-, 
quo  fuese  mas  común  a  todos ,  como  bién  jenc- 
rál;  se  debia  sacár  en  nuestro  romanze,  i  Len- 
gua vulgár,  con  algunas  adiziones  ó  glosillas; " 
declarando  mas,  i  aplicando,  la  intenzión,  ¡  sen- 
,  •  tido  d'ella.  Porque,  como  quiér  que  sant  Ber- 
nardo fuese  Letrado,  i  por  su  prudenzia,  i  discrc- 
Foi.151.  zión,  escribiese  ^  lo  prinzipál  que  era  mencstér, 
para  el  rejimiento  de  Casa;  pero  *  la  experienzia 
de  los  hombres,  i  la  diuturnidád  del  tiempo,  que 
cada  dia  se  adelgaza  mas;  dió  cáusa,  a  quo  en 
algunos  pasos,  la  hobiesc  de  alargár,  o  declarár. 


1  piro,  .nqui,  i  en  otras  par-  embargo;  con  lodo;  no  ois- 
te3,ücnol.-i  azcpziún  de  sin      tanto.  ..  . 


•A  PRÓLOGO.  S  401 

I  poríjue  laá  petsórtas  Eclesiásticas,  espezial- 
mcntó  los  que  residen  en  iglesias  Catedrales,  i 
pocó  en  sus  casas;  tienen  mas  nezesidád  d'esta 
Orden,  i  aviso  de  vivir;  me  pareszió  cosa  conve- 
liente,- enderezárla  a  vuestras  Mcrzedes,  i  a 
óada  uno  d'ellos:  porque  será  dechado,  i  en- 
xemplo,  para  las  otras  personas  seglares:  i  los 
que  quisieren  usár  d'ella  en  la  parte  que  lés ' 
tocare,  i  a  su  propósito  hiziere; 
bién  sol  zierto,  que  sentirán 
descanso  en  sus  personas 
i  provecho ensuhazienda. 
Vuestras     R.  P. 
reziban  mi  volutád, 
i  azeten  lo  que 
sant  Bernardo 
dize, 

quo  es  lo  siguiente; 


26 


'A  PRÓLOGO.  9í  401 

I  poríjue  líiá  persórtas  Eclesiásticas,  •  espezial- 
mentó  los  que  residen  en  iglesias  Catedrales,  i 
pecó  en  sus  casas;  tienen  mas  nezesidád  d'esta 
órden,  i  aviso  de  vivir;  me  pareszió  cosa  conve- 
rtiente,- enderezárla  a  vuestras  Merzedes,  i  a 
óada  uno  d'ellos:  porque  seri  dechado,  i  en- 
xemplo,  para  las  otras  personas  seglares:  i  lós 
que  quisieren  usár  d'ella  en  la  parte  que  les ' 
tocare,  i  a  su  propósito  hiziere;  ' 
bién  sói  zierto,  que  sentirán 
descanso  en  sus  personas 
i  provecho ensuhazienda. 
Vuestras     R.  P. 
reziban  mi  volutád, 
"i  azeten  lo  que 
sant  Befnardo 
;  •  '  •  ■  dize, 

•■■^  'que  es  lo  siguiente. 


26 


402 


Ruégasme,  con  mucha  importunidád,  que 
te  enseñe  doctrina  saludable  para  la  go- 
bernazión  de  tu  casa :  i  cómo  te  has  de 
tratar  con  tu  familia.  I  aunque  estos  negozios 
mortales,  por  la  mayór  parle,  estén  subjetos  a 
aczidenles  de  fortuna;  no,  por  eso,  los  sábios 
varones  dejaron  do  dar  lei  justa,  i  regla  sancta, 
para  que  los  hombres  cuerdos ,  puedan  vivir  con 
buen  conzierto  i  razón :  i  estén  proveídos  con 
remedios  provechosos ,  para  se  defensár  contra 
las  desdichas,  que  pueden  aconteszér. 

Prosigue  el  Consejo. 

^  El  gasto  de  tu  persona,  i  casa,  sea  menór, 
que  tu  renta,  i  facultad:  que,  sisón  iguales,  pue- 
den acaeszér  casos  sin  pensar,  i  infortunios,  por 
do  te  pierdas;  i  vivas  penado,  i  abatido. 

La  moderazión  es  mui  nezesnria:  mas  grave 
dolór  será  a  tí,  caér  de  tu  estado;  que,  antes  de 
caldo,  recojerte  con  sabia  prudenzia.  Lo  que  gas- 
tas '  con  el  pobre,  te  será  agradeszido:  lo  que 
gastas  en  auctoridád  de  tu  estado,  es  honrroso: 
lo  que  gastas  con  vagamundos,  es  vituperable: 
lo  que  gastas  con  tus  amigos,  es  conveniente  a 
razón. El  gasto  suntuoso  de  núpzias*,  desposó- 
las, rios;  mas  ^  es  indizio  de  liviandad,  que  de  ho- 
nór.  En  este  articulo,  ten  por  costumbre,  de 


1  Así:  pareze  que  debía 
dezír,  goslrs:  i,  lo  mismo  en 
los  tres  sigruicntes 

2  dcminrias  desposorios, 
dize  la  cdizión  antigua;  m.ts, 
a  mi  parczér,  hai  errata  do- 


ble: de  unir  dos  vozes:  i  es- 
cribir mal  una:  pues  minzias 
por  núpzias  ,  aun  cuando  so 
hay,%  usado,  serla  un  barba- 
rismo. 


403 

conferir  siempre  la  agonía  del  gastár,  con  el 
trabajo  del  gandr.  • 

^  La  comida  de  tus  familias,  sea  moderada: 
antes  coman  manjares  gruesos  que  delicados:  don- 
de nasze  la  gula  desordenada,  que  es  un  vizio  in- 
corrcjible,  que  con  (la  vida)  '  solamente  se  acaba. 
La  gula,  en  el  hombre,  es  una  lepra  incurable, 
que  se  acrezienta  con  el  vivir.  En  los  dias  fes- 
tivos, i  de  páscuas,  el  comér  sea  algo  abundante, 
i  uo  curioso:  por  manera,  que  satisfagas  a  la  ne- 
zesidád,  i  no  a  la  fantasía . 

Aviso  singular. 

^  Procura,  cuanto  pudieres,  que  haya  ¡ileito, 
entre  la  bolsa,  i  la  gula.  I  cuando  algo  te  pidie- 
re la  gula,  dile,  que  está  embarazado,  a  pedi- 
miento  de  la  bolsa.  E  si,  por  ventura,  fueres 
compelido  a  sentenziár  en  esta  causa,  no  seas  ini- 
cuo juez:  que,  sabida  la  verdad,  comunmente, 
la  justizia  es  de  la  bolsa.  Los  testigos  de  la  gula, 
son  pobres:  bajos:  de  racz  condizión:  i  deponen, 
no  jurados,  ni  llamados;  salvo  injeridos  de  su 
propia  voluntad:  los  cuales  son,  golosina  epicú- 
rea: vorazidád  inhumana:  sed  artifiziosa:  apetito 
desordenado.  Cuanta  autoridad  tengan  estos  tes 
tigos,  es  muí  notorio:  que  son  parientes  propín- 
eos, de  brutos  animales.  Los  de  la  bolsa,  sonde 
mas  crédito:  el  arca  vazía :  la  troxe  sin  pan:  la 

«  que  con  solamente  se  acá-  dize,  familias;  puede  habér 

ha,  se  lee  en  la  cdizión  anti-  errata  por  familiafrejs;  si  en 

g-ua,  por  errata  manifiesta  de  el  MS.  del  Autór  so  escribió 

omisión,  de  las  vozes  que  ahí  la  voz  abreviada, 
suplo.  Antes,  también,  donde 


m 

despensa  sin  provisión:  los  siervos  hambrientos: 
los  mozos  desnudos.  Estos  deponen  do  vista,  i 
con  mas  aparcnzia.  Claro  está,  por  quién  debes 
sentenzii'ir,  si  no  eres  apasionado  Juez.  Esto  so 
entienda,  con  tal  condizión,  que  la  cobdizia  no 
haya  sido  el  Abogado  déla  bolsa:  que  en  tal  caso; 
'  -  ■  la  gula  puede  apclár  de  la  sentenzia:  i  tu  .debes 
admitir  la  apelazión:  porque  codizia,  es  raíz  de 
males,  que  haze  al  hombre  ser  homizida  de  sí. 
\Avarizia  es  un  tcmór  de  sor  pobre:  i  este  temór, 
ha.-!;e  al  avariento,  que  siempre  viva  en  pobreza, 
como  cuitado,  i  mezquino.  Para  una  sola  cosaos 
íitile  el  avaro:  para  adquirir  con  pena,  i  guardár 
con  solizitúd,  lo  que  otro  ha  de  gastar  con  d¡- 
^  soluzión. 

V  Dilijenzia,  en  el  Señór,  es  virtud  muí  esti- 
mada. Sci  Goüzito  en  sabér,  qué  voluntád  te  ten- 
gan tus  sirvientes:  i  por  qué  manera  te  sirver.:  si 
es  de  amor,  o  de  temór,  o  de  puro  interese:  ca 
el  descuido  en  el  gobernador,  es  un  fuego 
cruél,  que  quema  la  casa  por  cuatro  partes.  El 
estado  del  neglijente  es  un  alcázar  viejo,  que,  en 
Füi.  153.  breve,  dará  consigo  /"  en  tierra.  Mui  pocas  vezcs 
dilijenzia,  i  desdicha,  se  asientan  a  una  mesa. 
Los  infortunios,  i  pereza,  suelen  andár  en  com- 
pañía. Nunca  vi  mas  vaha  esperanza,  que  la  del 
neglijente  perezoso:  espera,  que  Dios  hará  sus 
negozios,  estándose  él  durmiendo  con  oziosidád: 
i  no  mira,  lo  que  dize  la  Scriptura,  «yo  os  man- 
do, que  estéis  apcrzcbidos,  con  vijilanzia.»  Así 
que,  se  zicga,  i  vive  engañado:  contemplando  lo 
que  puede  Dios,  i  no  lo  que  manda. 
1   Si  tuvieres  mucho  pan  en  tus  silos  i  cáma- 


/i05 

ras;  no  desees  careslia  d'ello,  que  serás  Iiomi- 
zida  de  los  pobres:  venderlo  has,  cuando  estuvie- 
re en  tal  prezio,  que  el  pobre  lo  pueda  comprar: 
de  lo  queda  por  ello,  te  haze  grázia:  lo  que  com- 
pra de  tí,  suyo  es:  lo  cuál  se  le  debe,  por  titulo 
de  nezesidád.  A  tus  amigos,  i  parientes,  darlo 
has,  por  menór  prezio :  que  l'amistúd,  mejór  se 
conserva,  por  buenas  obras,  que  coa  dulzes  pa- 
labras: i  conoze,  por  mui  zierto,  que  mas  zierto 
amigo  es,  el  que  te  socorre  callando,  con  parte 
de  sus  bienes,  que  el  que,  hablando,  te  ofreze 
toda  su  hazienda.  No  tengas  por  amigo  Gél,  al 
que  te  alaba  en  tu  presenzia:  que  este  es  el  oíi- 
zio  de  secreto  engañadór.  I  cuando  tu  amigo 
te  pidiere  Consejo,  procura  de  le  dezir,  lo  quo 
conviene  a  la  razón,  i  no  a  su  voluntád.  I  avi- 
so te,  que  no  digas,  «hazéd  esto:»  que  es  dezir 
peligroso.  Díle:  «yo  asi  lo  haría,  si  en  tal  caso  me 
viese:»  por  que  del  buén  Consejo,  te  darán  pocas 
grázias:  del  malo,  luego  serás  reprehendido.  Si 
tuvieres  enemigos,  procura  de  audár  acompañado 
con  personas  conozidas:  aunque  sea,  de  baja 
suerte,  no  lo  tengas  en  poco,  ni  te  descuides: 
que  el  tenór  en  poco  al  enemigo ,  ha  salteado  a 
muchos  buenos,  a  traizión:  ni  te  asegures,  si 
fuere  flaco,  i  callare,  que  su  disimulazión ,  es 
mas  de  trégua,  que  de  paz. 

1  La  mujer  que  tienes,  si  ea  virtuosa,  hónr- 
rala  como  discreto,  que  la  tal,  es  corona  de  su 
marido.  Empero,  si  no  es  tal,  i  supieres  su  trai- 
zión; este  sabér,  es  herida  incurable:  mitigárse 
ha  tu  dolór,  cuando  supieres,  que  hai  otra  peor 
que  la  tuya,  en  fama,  i  vida,  i  condizión.  li  si 


406 

la  tuya,  es  consuelo  para  otros,  mas  te  valiera- 
no  ser  naszido,  que  casado.  La  pena  justa,  de  la 
perversa  mujer  era,  que  viva  la  enterrasen.  Si  la 
quisieres  correjir;  digo  te,  que  mejór  se  castiga 
con  risa,  que  con  palo:  que  si  está  endurezida,  el 
castigo,  pienso,  la  hará  peór. 

T  Las  vestiduras  ricas,  declaran  la  pobreza 
del  seso.  La  ropa  mui  preziada,  es  causa  de 
murmurazión,  i  envidia,  a  los  vezinos.  Procura 
Foi.  154.  de  ser  estimado,  por  la  bondád,  i  no  por  f  el  ves- 
tido. La  virtud  permaneze:  el  vestido  acábase 
con  vejéz.  Grande  infamia  tuya  es,  que  se  diga 
con  verdád,  que  vale  mas,  lo  que  traes  a  cuestas, 
qu'el  mérito  de  tu  persona. 

1  Si  fueres  visitado  de  truhanes,  avisóte,  que 
estos  son  interzesores,  i  medianeros,  que  te  quie- 
ren casar  con  una  Señora,  que  se  llama  Pobreza: 
cuyos  fijos  son,  nezesidád,  i  abatimiento:  no  des 
audienzia  a  sus  palabras:  que  te  zegarán,  por  tal 
manera;  que  la  medizina  con  que  has  de  sanár, 
es  peór  que  la  dolenzia.  Prudente  serías,  si  les 
pagases  el  salario,  en  la  moneda  de  su  servizio. 
El  criado  altivo,  ¡  parladór,  despídele  de  tu  casa, 
que  d'él  no  se  espera,  si  no  ser  tu  enemigo.  I 
el  siervo,  que  procura  de  contentarte,  i  de  seguir 
tu  apetito;  aparta  le  de  ti,  que  no  te  quiere  bién, 
ni  te  dirá  verdád.  Pruébalo.  En  dia,  que  faga 
grande  calór,  di  tú,  que  hazo  frío:  mira,  cómo 
luego  se  conzei-tará  con  tu  palabra.  El  siervo  quo 
tiene  vergüenza,  en  el  rostro,  humilde  i  dilijente, 
<¡ue  procura  de  te  dezír  verdád;  ámale  como  a 
hijo:  porque  es  fiél,  i  zicrto  en  tu  servizio.  El 
siervo  que  te  viniere  con  parlerías,  mándale 


407 


castigar;  que  si  le  oyes,  dará  ocasión  Jo  turbar 
toda  tu  casa:  i  el  escudero,  que  en  tu  presenzia 
te  alabare,  guárdate  d'él,  que  quiere,  con  pala- 
bras, conprár  tu  fazienda. 

^  Si  quisieres  edificár,  mira  que  a  esto  ejer- 
?Ízio  te  compela  nczosidád,  i  no  cobdizia,  que  no 
sabe  ponér  término  en  su  inclinazión.  El  desor- 
denado deseo  de  edificár,  acarrea,  en  breve,  la 
venta  de  lo  que  has  edificado.  La  torre  acabada, 
i  arca  vazia:  en  este  estudio,  se  aprende  pru- 
denzia,  aunque  tarde,  i  a  mucho  daño  de  los  que 
estudian  en  él.  Si  bebieres  de  vendér,  no  vendas 
el  patrimonio,  que  heredaste:  mejor  es  sufrir  la 
hambre,  que  vendér  lo  de  tus  pasados;  vendién- 
dolo, infamas  a  tí,  i  a  ellos:  a  ti  de  pródigo,  i 
perdido;  i  a  ellos,  de  codizia  desordenada:  que 
(como  se  dize)  nunca  de  bazienda  mal  ganada, 
gozó  el  terzero  heredero .  Cuando  hobieres  de 
comprár,  no-  compres  en  compañía  de  hombre 
poderoso:  que  te  pornás  en  subjezión,  o  en  dis- 
cordia, que  son  inconvenientes  conozidos.  E  si 
en  compañía  de  pobre,  tuvieres  alguna  posesión, 
trata  le  bién,  porque  él  no  la  venda,  a  otro  mas 
poderoso,  que  tu,  i  pagues  tu  culpa,  en  la  ma- 
nera que  -  ofendiste. 

1  En  el  uso  del  vino,  debes  tenér  modestia: 
escusa  la  embriaguéz,  que  empide  el  ofizio  de 
razón:  el  beodo  sola  una  cosahaze  bién,  que  es 
caér  en  el  lodo;  pena  justa  de  su  pecado.  Digo 
te,  que  la  abstinenzia  del  vino,  es  prudenzia  sin- 
gulái":  i  el  que,  entre  muchos  vinos  í  i  banquetes,  pol.  105. 
se  demuestra  modesto  en  el  bebér;  puede  se  de- 
zir,  Dios  terrenal,  según  ficzión  de  Poetas.  E  si 


408 

en  algo  exzedisto,  i  te  sientes  un  poco  alegre:  fu- 
ye  el  consorzio,  porque  no  sea  conozida  tu  des- 
orden. Procura  el  sueño,  antes  que  hables:  que 
este  vizio,  mu¡  mal  se  escusa  con  palabras,  por 
que  ellas  mismas  le  condenan,  i  con  razón:  fea 
cosa  es  la  judicatura  del  vino,  en  el  hombre  mo- 
zo, i  mui  pcór  en  el  gusto  de  la  mujer. 

í  Cuando  estuvieres  enfermo,  no  llames  al 
físico,  que  tiene  mucha  szienzia,  i  poca  expe- 
rienzia:  que,  en  este  oCzio  do  curár,  matando  a 
unos,  se  aprende  el  sanár  a  otros.  Procura  mé- 
dico prudente,  experimentado,  atentado:  mas 
amigo  de  esperar,  que  de  concluir.  E  si  quisie- 
re hazér  en  ti  nuevo  experimento,  no  lo  con- 
sientas :  ni  cures  mucho  del  que  anda  mui  ves- 
tido, con  joyas,  i  anillos:  que  aquellas  cosas,  no 
son  para  sanár,  salvo  para  mas  ganár.  Vergüenza 
será  a  ti,  dar  pequeño  salario,  a  quien  trae  con- 
sigo tantas  riquezas. 

^  Debes  tener  dilijenzia,  en  mirár  algunas 
vezes,  tus  caballos,  i  muías:  i  no  te  confies  de 
tus  criados,  que  enojados  contigo,  ejecutan  en 
ellos  5!u  venganza.  Los  perritos  de  falda,  presen- 
ta los,  a  las  Reinas,  i  Señoras  do  Estado,  para 
que,  con  ellos,  tengan  su  pasatiempo.  Los  perros 
de  caza,  mas  enojo  traen,  i  daño;  que  dan  pro- 
vecho, ni  plazér. 

*i  Llegada  la  vejez,  que  es  propincua  al  mo- 
rir; debes,  en  vida,  ordcnár  las  cosas,  que  cum- 
plen a  la  salud  de  tu  ánima:  i  de  tal  manera, 
que  todas  las  cosas,  asi  ordenadas,  en  tu  vida, 
sean  apazibles  al  mundo,  i  a  Dios  azeptas:  por 
que  Él  se  acuerde  de  ti.  I  debes  olvidár  los  hijos. 


409 

imujér;  que  es  mui  peligroso  para  este  viaje.  I, 
con  salud,  ordena  tu  testamento.  No  esperes  la 
enfermedad,  que  muchas  vezcs  priva  el  sentido. 
I,  primero,  manda  pagár  lo  que  debes;  espczial- 
mcnte,  a  tus  criados.  I,  de  lo  que  quedare,  haz 
mandas  pías,  como  cathólico.  I  elije,  por  cura- 
dór  de  tu  ánima,  a  persona,  que  sepas,  que  tiene 
cargo  de  la  suya.  No  cures  de  amigos,  en  este 
paso;  salvo  de  siervos  de  Dios,  a  quien  te  debes 
encomendár.  I  deja  tus  hijos  herederos  tán  pazl- 
ficos,  que  después  de  tus  días,  no  se  fagan  ene- 
migos, por  el  repartir  de  tu  liazienda.  Esto  se  me 
ofrezió  que  dezír,  en  respuesta  de  tu  pregunta; 
lo  que  fuere  provechoso,  reszibe  lo,  como  de 
amigo:  i  lo  que  no  es  tal;  reprehende  mi  igno- 
ranzia,  i  no  mi  intenzión. 


FIN. 


OBSERVAZIONES 


SOBRE 

ESTOS  TRATADOS. 


Suma  de  Doctrina  Cristiana. 

Si  juzgámos  por  la  ZéJula,  o  permiso  para  su 
impresión ,  que  va  en  la  hoja  segunda  de  este 
tomo,  fechada  a  22  de  Agosto  del  año  1548;  es 
probable,  que  la  edizión  primera  de  la  Suma,  se 
hiziese  áziael  año  de  1540,  i  tal  vez  acompañada, 
de  alguna  »Exposizión  del  primév  Salmo.  Bea- 
tas Vir.» 

Como  el  Permiso,  aquí  reimpreso,  comenzó 
a  usarse  el  año  1551,  i  está  al  frente  de  la  edi- 
zión, que  me  sirve  de  Orijinál;  infiero,  que 
acontezeria  una  cosa  parezida,  con  el  que  sir- 
viese para  la  edizión  primera  de  ella.  Es  dezir, 
que  el  Permiso  primero,  conzedido  al  Dr.  Cons- 
tantino, parala  impresión  de  sus  Zinco  Libros, 
se  expedirla  ázia  el  año  de  1538,  pues  permisos, 
o  privilejios  semejantes,  se  daban  siempre  por 
diez  años. 

Siendo  zicrto  el  supuesto,  serán  entonzes  tres, 
las  ediziones  do  la  Suma  ,  impresas  en  Sevilla: 
1540.— 15  i5.— 1551.— I  puede  habér  otras. 


420  SP.  OBSEnVAZIOXES.  >f 

De  Ja  cdizión  de  1545  se  conserva  un  ejemplár 
en  la  Biblioteca  Bcál  de  Bruselas,  cuyo  Colofón 
se  halla  al  pie  de  su  folio  clxxix,  después  de  la 
palabra  «vida»,  con  la  cuál  finaliza  en  ella  (igual- 
mente que  en  el  ejemplár  Dublinensc)  el  Sermón 
en  el  Monte,  como  se  advierte  en  la  Nota  3; 
puesta  en  la  páj.  26'J.  Para  conservar  la  memoria 
jde  esta  cdizión,  se  reimprime  cxactamentesu Por- 
otada, con  el  Colofón  al  respaldo. Véase  la  páj.  415. 
\  De  la  cdizión  del  año  de  1551  so  reimprime 
^,  también  su  Portada  en  la  páj.  413,  i  al  respal- 
^  do,  el  Colofón.  Es  trasunto  fiél  dé  la  que  tiene 
el  ejemplár,  que  poseo,  i  que  me  ha  servido  de 
orijinálpara  esta  reimpresión,  comoqueda  dicho. 

Además  de  las  sevillanas,  hai,  pareze,  otra 
edizión  de  Ambercs,  por  Martín  Nuzio,  sin  año 
de  impresión,  i  a  esta  ediziórt,  pienso,  que  per- 
teneze  el  ejemplár  incompleto  de  la  Suma,  que 
se  conserva  en  la  Librería  del  Colojio  de  la  Tri- 
nidád,  [Trinüy  College],  en  Dublin.  Esto  mas 
bién,  es  conjetura,  porque  desgraziadamente, 
al  ejemplár  de  Dublin  le  falta  la  Portada.  Fál- 
tánle  también  las  hojas  desde  el  fólio  120,  al 
fólio  134.— Está  marcado  en  el  Catálogo,  con 
la  señál  GC,  00,  36;  i  con  el  título,  «Coloquio 
de  Doctrina  Cristiana.n  Mr.  Thomás  Noble  Colé, 
copió,  de  este  volumen,  el  Sermón  en  el  Monte, 
i  la  Epístola  Silvestre  de  Bernardo.  Hizo  su  copia, 
letra  por  letra,  palabra  por  palabra,  renglón  por 
renglón,  i  pájina  por  pájina:  la  concluyó  el  31. 
Vllm.  1858:  la  colazionó,  luego,  dosvezescon 
el  orijlnáí,  palabra  por  palabra :  i  para  mayór  es- 
crupulosidád ,  la  leyó  con  atenzión,  i  colazionó. 


•A  OBSEUVAZIONES.  9?  421 

por  terzcra  vez,  el  23.  IXm.  de  1858.  i  la  envió 
a  B.  B.  Wiffen  ;  i  este  incansable  amigo ,  me  la 
remitió  bién  encuadernada,  entre  otros  MSS.> 
rezibiéndola  yo  el  21 .  VlIIm.  1859. 

Esta  copia  de  Tliomas .Noble  Colé,  me  ha  ser- 
vido, para  apuntár  las  variantes  rejistradas  al 
pie  de  lííijina,  en  las  que  va  reimpreso  el  Ser- 
món en  el  Monte:  i  para  reimprimir  la  Epístola 
des.  Bernardo,  que  tradujo  el  Canónigo  Martin 
Navarro,  i  la  oudl  es  un  medroso  arrimó  en  tal 
cdizión.  ■ 

El  ejempldr  de  Dublin,  le  atribuyo  a  la  cdi- 
zión de  Amberes  (que  luego  se  verá  menzionada 
por  D.  Nicolás  Antonio)  por  el  carácter  de  letra 
redonda:  por  el  grabado  de  la  cruziüxión,  pues- 
to en  el  folio  150  primera  llana,  i  que  sirve  de 
Portada  a  la  Epístola  Silvestre  de  Bernardo ,  i 
muestra  ser  do  dibujo  flamenco. 

De  estas  tres  ediziones  de  la  Suju,  de  que  ten- 
go conozimiento  seguro,  por  los  ejemplares  que 
dejo  zilados;  he  preferido,  para  su  reimpresión, 
el  cjemplár  completo  que  poseo,  de  la  edizión 
del  año  de  1551;  porque  entre  ellos,  claramente 
apnreze  el  mas  ultimado,  o  el  mas  perfecziona- 
do,  por  su  Autór. 

No  solo  tiene  este  ejemplár  el  remate  adizio- 
nado  al  comento  del  Sermón  en  el  Monte;  sinó, 
que,  a  este  Sermón,  ó  Compendio  incomparable, 
i  verdaderamente  zelcstiál,  de  la  doctrina,  i  fi- 
losofía cristiana,  no  se  le  desdora,  en  el  volu- 
men del  a.  1551,  con  la  contera  impropia,  por  no 
dezir  mas,  de  la  Carta  de  Bernardo. 

El  mismo  Constantino  Ponze  de  la  Fuente, 


422  *.  ODSEUVAZIONES.  9C 

Doctór  entre  los  hombres  de  su  Escuela ,  entón- 
zes  vciicradísimo,  dizc  ahi,  pájina  241. — uPares- 
sziómo,  que  seria  bien  ponér  la  [doctrina  del 
«Sermón  en  el  MontcJ,  al  find'estc  Libro,  ■pava 
nque  se  vea  la  conformidád  de  lo  que  él  con- 
«tiene,  con  la  doctrina  delRedcmptór;  i  quesea 
«ella,  el  examen,  i  la  prueba,  la  declarazión,  i 
Illa  luz,  de  todo  lo  que  los  hombres  dijeren.» 

Do  suerte,  que  estas  palabras,  parczcn  un  casi 
justo,  i  completo  descargo,  que  da  el  Doctór 
Constantino,  por  habór  escrito  este  Libro :  i,  al 
mismo  tiempo,  son  una  prueba,  o  muestra,  de 
la  rectitud  de  sus  conozimientos  cristianos. 

Porque  pareze  innegable,  que  estampando  él, 
por  remate  del  Libro,  quo  habla  compuesto  so- 
bre doctrina  cristiana,  i  su  enseñanza,  la  traduc- 
zión  del  Sermón  en  ei.  Monte;  dijo  claro  a  todos: 
que  los  libros  para  enseñár  la  Doctrina  Cristiana, 
quo  no  se  ajusten,  i  estén  del  todo  conformes, 
con  la  doctrina  clara,  i  explízita,  i  con  el  espí- 
ritu Divino,  do  este  Sermón  de  nuestro  único 
Enseñadór  infalible;  nada  valen  para  nuestra  en- 
señanza. En  esto,  Constantino  azertó ,  i  propia- 
mente fué  Doctór.  Es,  como  si  hubiera  acotado, 
ahi ,  aquellas  palabras  inspiradas,  que  leemos  en 
el  Capitulo  segundó  de  la  Carta  de  s.  Pablo  a  los 
Colosenses,  cuando  les  dize  : 

nCuidúd,  de  que  no  haya  ninguno,  que  os  arre- 
«bate  [el  entendimiento]  por  medio  de  su  ñloso- 
nfia,  i  su  vano  engaño;  [enseñándoos]  según  los 
«prczcptos  de  los  hombres,  según  los  rudimen- 
»tos  del  mundo,  i  no  según  Cristo. » 
•  Pienso;  pués,  que  Constantino  de  la  Fuente, 


«.  ODSERVAZIONES.  S  423' 

para  no  soparár  de  su  doctrina;  Id  piedra  do  to- 
que, en  que  nezeSáriamcnto  habían  de  ensayarse 
los  quilates  de  sú  bondád;  concluyó  el  Libro  de 
la  Suma  ,:  con  el  Seuíión  en  el  Monte.  I  si  en 
ediziones  anteriores  al  año  de  1551,  tomo  eti  la 
del  ejemplár,  que  se  conserva  en  Diiblin,  sigue 
al  Sermón,  esa  Carta  de  s.  Bernardo;  1  ésto  se 
hizo  con  anuenzia  del  Doctór;  el  moliVo  de  esto 
fué,  el  indicado  arriba  con ¡. las. ivozes  medroso 
arrimó.  ;',u\\\  .'•■■>!  r.\r-<\-  ><■'•('■■■'.  :.•'.:•■(  i-i-'t 

.  El  Maestro  Martin  Navarro ,  Canónigo  de  Sé- 
villa,  fué  quien  trasladó  la  Epistola  de  s.  Ber- 
nardo ,'  como  se  nota  en  su  encabezamiento  se- 
gundo; pájina  400.  Antes,  el  mismo  Navarro,  a 
ruego  de  la  Marquesa  de  Montemayór,  doña  Isa- 
bél  Enrriquez,  escribió  un  opúsculd,  que  so  in- 
titula Tratado  dí:l  Santísimo  Nombre  de  Jesús,  el 
cuál  se  imprimió  en  Sevilla;  el  año  de  1525,- 
en  4.°,  por  Diego,  o  Jacobo  Cromberger.  — I 
Navarro  tradujo  también,  según  pienso,  la  Car- 
ta, Dé  la  Perfeczión  de  la  Fida,  reimpresa  ahí 
en -lias  pajinas  393 — 397.  Nótese que  en  las 
Portadas  antiguas  de  estas  Obras  del  Dr.  Cons- 
tantino j  no  se  menzionan  esas  dos  Cartas  de  san 
Bernardo.  Tampoco  én  el  Permiso  para  la  impre. 
sión,  qiie  va  reimpreso  al  prinzipio  de  este  to- 
mo. I,  desde  luegó,'las  hubiera  suprimido  en  la 
edizión  presente,  a  habérmelo  permitido  la  con- 
servazión  fiél ;  de  ;  estos  libros  relazionados  con 
ellas,  por  la  amistád,  i  motivos,  de' sus  escri- 
tor es;'.  í     .•'.(  .r.'.pj  í  )  r' o^  nl!fi'v;'):;-,ví- 

-  Navarro  fu6  compañero,'  i  se  mosiró;  al  pare- 
zér,  amigo  de:nuéstro  Autór,  i  también,  á  su 
27 


424  OBSimvAZ  IONES.  ^ 

manera  clericál¿  amigo  de  reforma  rclijiosa,  co- 
mo se  desprende  de  las  Cartas.  Ambos  temerosos 
(aunque  por  motivos  diferentes) ,  de  que  apare- 
■  zicndo  los  Escritos  solos  del  Doctór,  pudiesen 
hallár  obstáculos,  entre  los  conterráneos  escru- 
pulosos; se  dispusieron  el  uno  a  prestár,  i  el  otro 
a  admitir  ese  arrimo  del  nombre,  i  Cartas  de 
s.  Bernardo.  ■     '  ■  ■        •  ' 

Porque  era  nombre,  el  de  s.  Bernardo,- do 
muí  buén  sonido  para  los  timoratos  de  España. 
Florczió  en  el  siglo  XII :  fundó  una  nueva  Orden 
monacál:  fuó  hombré  de  calidades  eminentes, 
i  de  mucho  zelo :  nuestros  pintores  nos  le  pre- 
sentan mamando  do  los  mismos  pechos  do  la 
Virjen:  fuó  además  perscguidór  de  los  escritores 
de  zclebridád,  como  se  le  víó  contra  Abelardo, 
i  Amoldo  de  Brescia:  so  ocupó  mucho  de  pa- 
siones humanas,  en  los  movimientos  perpétuos, 
que  trajo,  para  abrumár  con.anatemas,  a  cuan- 
tos le  parezfan  heterodoxos :  sacrificó  mucha 
jente  con  la  invenzión  horrible,  i  san.í^uinaria, 
de  las  Cruzadas:  con  su  buena  rcput-azión,  i  con 
el  ardor  qué  solizitaba  la  condena  de  sus  adver- 
sarios )  ganó  siempre  el  asentimiento  de  los  Jue- 
zes,  e  hizo  sucumbir,  bajo  el  peso  de  las  preocu- 
paziones,  i  de  los  pro'zcdimicntcs  irregulares,  a 
las,  personas  que  acusó:  so- le  canonizó -final- 
mente. ¿Qué  mejór  escudó ;  pués,  que  una  Epís- 
tola do  3.  Bernardo,  para  un  Libro  del  Doctór 
Constantino?  :  ■  i  . 

Mas  acreditado  ya  el  Libro,  pudo  bién  salir,  de 
nuevo,  en  el  año  de  1551,  sin  nezositár  scme- 
jente  arrimo:  i  así  lerciiüprimió  el  Doctór,  en  las 


obseuvaziones.  J5  425 
216  hojáSy  ((ae  van  ahí  reímprcsás,  hasta  la  pá- 
jiña  278. 

Eso  baste,  al  presente,  éri  cnanto  á  las  impre- 
siones antiguas  de  la  SujíA  DÉ  Docíuii^a,  cotia- 
puesta  por  el  Autór.  íiías  respecto  al  quilatadór 
que  lá  puso;  o  séase,  a  su  traduczión  del  Sermón 
UN  BL  Monte;  áú  obsórVárá,  por  lo  que  signe,  que 
logró  fjrovidenzialmentó  sei"  aprobado  i  reim'' 
preso,  i  aiín  podríamos  dezir  casi  mejorado,  po^ 
los  mismos  proscribidorés  de  la  memoria,  i  es-" 
critos,  del  Dr<  Cohstaritifio. '  ' 

Hai  üñ  áuréó  Librito  Castellano,  Cuya  Portada 
copiaré  literál: 

-^«Libro  llamado  Ouiadip6cadof6S>  en  el  cuál 
sé  éniefía  iodo  lo  qué  el  Criúiaixó  debe  hazér,  dende 
el  pfiñzipio  dó  su  Converiióhj  hdslá  el  fin  déla  Per* 
feczión.—Cómp'uéStO  por  él  Reverendo  Padre  hai 
Luis  de  Gtánada  de  la  Orden  de  s.  Domingo.— ^ 
Impreso  en  Lisbóa,  én  cüSade  Joánnes  Blauio,  de 
Colonia.  1556.  Conprivilejío  ñeá(,po)' dici  Años.» 

Es  un  tomito  en  dozavó^  prolongado,  i  cslre- " 
ch5,  en  la  forma^  i  tamaño  de  los  vls^efes  viejos; 
pero  eii  papél-  buérióV  e  impresión  clara,  i  que 
tiene  222  hojas,  o  folios.  En  la  llana  primera  de 
lá  hojá  lé8,  ácabá  la  «Regla  de  bién  \'ivír:.)  I  a 
la  vuelta,  comienza  el  Apéndize,  con  una  Carta 
del  Padre  Fr'.  Tomás  de  Villanüeva,  Arzobispo  de 
Valenziá.  Sigue  líha  «^cgla  de  Vida,»'  alfolio 
171,  vuelto,  por  elReVercndo  P&ivá  Maestro  Juári 
de  Ávila.  I  en  áeguida,  al  folio  1 76  ^'ucltó,  CCk 
mienza  el  Sermók  ntú  SeRóíi  Etí  él  MoN-fí',  pre- 
puesto a  él,  ün  Prólogo  de  poco  rtaS  de  siete  pá' 
jiñas.  El  Sermón,  se  reimpritne  allf,  con  lijeras 


426  «.  ODSEIIVAZIONES. 

variantes,  en  esta  misma  versión  del  Dr.  Constan- 
lino.  I  repito,  que  se  reimprime ,  casi  mejorado, 
porque  las  Notas  del  Doctór,  que  intercaló  ól, 
entre  el  texto,  como,  por  ejemplo,  las  que  van 
al  pié  de  los  párrafos  xv.  i  xvii.,  se  desglosan, 
en  el  Librito  do  Lisboa,  i  se  las  coloca  en  el  Pró- 
logo, reimprimiendo  sin  interrupzión  los  tres 
Capítulos  del  Evanjclio.  Además  de  las  Notas  del 
Dr.  injeridas,  se  añaden  en  el  Prólogo  pensa- 
mientos mui  acordes  a  los  suyos.  He  aqui  uno. 

«Asi  que,  pues  hasta  aquí  habernos  oído  a  los 
«ministros  de  Dios;  oigamos  agora  al  mismo  Dios, 
»quo  habla  por  boca  de  su  UnijénitoHijo:  si  hasta, 
naquf  habemos  bebido  de  los  chorrillos  de  la  sa- 
»biduria  humana;  bebamos  agora  do  la  misma 
iiFucnto  de  vida:  i  si  teníamos  en  poco,  las  pa- 
«labras  sahdas  del  pecho  de  un  hombre  mortál; 
«tengamos  en  mucho,  las  que  salieron  de  aquél 
«almario,  donde  están  enzorrados  todos  las  teso-, 
«ros  de  la  sabiduría,  i  szienziade  Dios.» 

■  Confróntense  esas  palabras,  con  las  que  leemos 
del  Dr.,  en  la  pájina  245.,  corroboradas,  luego, 
con  las  puestas  en  las  pájinas  270-274.,  i  se  nota- 
rá conformidádl:  ;  ' 

■  En  el  Librito  impreso  en  Lisboa,  a  la  traduc- 
zión  del  Sermón  en  el  Monte,  del  Dr.  Constanti- 
no, se  añaden  los  siguientes  pasos  notables,  to- 
mados del  Testamento  Nuevo.  Las  palabras  del 
Scñór,  sobre  las  obras  de  misericordia,  recorda- 
das en  el  Capítulo  XXV.  dos.  Mateo.— Las  que  so  / 
leen  en  el  Capitulo  x.  del  mismo,  sobre  la  regla 
de  perfeczión,  i  vida  Apostólica. — Las  del  Sermón 
de  sobre  zena,  que  nos  recuerdan  los  Capítulos 


OUSERVAZIONES.  JS  427 

XV,  xvi  i  xvii,  de  s.  Juán.— Una  paráfrasis  de  los 
capítulos  do  cartas  de  s.  Pablo,  por  este  orden: 
Capítulo  xü.  a  los  Romanos.  Capítulos  iv. ,  v.,  i 
vi.  a  los  Efesios. — Capítulos  iii.,  i  iv.  a  los  Fili- 
penses. — Capítulo  vi,  do  la  segunda  a  los  deCo« 
rinto.— Cap.  xi,  do  la  misma. 
■  En  csteLibrito  se  omito  el  nombro  del  Doctór 
Constantino,  al  paso  que  se  reimprimo  uno  de 
sus  trabajos  mejores,  cual  es  la  versión  do  los 
tres  Capítulos  do  s.  Mateo.  El  quinquenio  trascur- 
rido desde  el  año  de  1551,  al  de  1556.,  había 
inclinado  ya  la  balanza,  en  aquellos  lúgubres 
días,  a  favor  do  los  Inquisidores,  de  suerte,  quo 
no  se  atrevieron  a  estampár  el  nombro  de  Cons- 
tantino, los  que  su  trabajo  reimprimían. 

'  '  '  •  Catezismo.     '  ^  ■  ■  •■  '  '  ■ 

"  De  él  no  conozco  mas  edizióu,  que  la  de  An- 
vers,  o  Amberes,  hecha  en  un  tomo  en  Octavo 
español,  el  año  1556,  cuya  Portada  reproduzco;  -, 
i  cuyas  108  hojas,  o  folios,  van  acotadas  en  las 
márjenes  correspondientes  de  esto  volumen, 
desde  la  pájina  279  a  la  358. 

El  ejemplar,  que  me  sirvo  de  Orijinál,  se  con- 
serva en  la  Biblioteca  Reál  de  Bruselas.  Tal  vez 
(si  antes  no  se  imprimió  en  Sevilla)  no  haya  mas 
edizión:  i  sea  estala  indicada' por  R.  G.  Monta- 
no, [Edidit  Calhcchismum  in  locis  liberioribus:] 
en  la  pájina  295,  de  su  Libro,  Inquisitionis 
Hispanicac  Artes;  que  reimprimí  el  año  de  1857; 
i  que  puede  confrontarse  con  la  pájina  327,  de ' 
la  misma  Obra  en  Castellano,  que  habia  impreso 


428  «.  OBSERVAZIONES.  ?í 

en  el  año  de  1851,  a  mi  sola,  i  única  costa,  pues 
nunca  he  impreso  Libro  a  expensas  de  nadie. 

También  el  Catezismo  salió  arrimado  a  nom- 
bres de  autoridad,  pues  lleva  una  Dedicatoria  a 
un  Obispo  de  León,  i  por  adiziún  finál,  la  Carta 
de  s.  Bernardo,  que  va  en  las  pajinas  393-97,  i 
que  probablemente  será  trabajo  del  Canónigo  Na- 
varro, traductór  de  la  que  acompaña  a  la  Suma. 
A  esta  no  le  falta  su  Dedicatoria,  porque  la 
dirijió  al  Cardenál  Loaísa:  pero  como  i  este  ami- 
go de  D.  Felipe  II.,  i  educadór  de  D.  Felipe  III., 
se  le  conoze  mejór,  que  al  Obispo  de  León,  no 
he  creido  nezcsario  ocuparme  de  él.  Mas  como 
el  Obispo,  fué  antes  compañero  del  Dr.  Cons- 
tantino, i  se  trataron  con  familiaridad,  no  pare- 
ze  impertinente  considerarle  mas  de  zerca. 

Don  Juan  Fernandez  do  Temiüo,  fué  naturál 
de  la  Puente  de  Valdevicjo,  o,  quizá,  Valvieja, 
en  el  Arzobispado  de  Burgos.  Entró  en  el  Colcjio 
Mayór  de  S.  Salvador  de  Oviedo,  en  Salamanca, 
en  el  año  de  1524.,  i  fué  uno  de  los  primeros 
Colejiales,  que  D.  Diego  Miguez  de  Vendaña  Ga- 
nes, elijió  para  el  establezimiento  del  referido 
Colejio.  Fué  Catedrático  de  Leyes  en  dicha  Uni- 
versidád,  i  después,  Vicario  Jenerál  de  Sevilla, 
Canónigo,  i  Dignidád  de  Priór  de  la  misma  Igle- 
sia. En  10  del  ix.  mes,  del  año  1546  tomó  pose- 
sión do  aquél  Arzobispado,  en  nombre  de  Don 
Fernando  Yaldés:  i  en  10  del  x.  mes,  siguiente, 
fué  consagrado  para  la  Iglesia  de  León,  donde  el 
Dr.  Muñóz  tomó  posesión  en  su  nombre,  en  1(> 
del  propio  mes. 
Fu6  uno  de  los  Obispos  del  Gonzilio  de  Tren- 


OUSERVAZIONES.  JS  429 

to,  de  donde  ya  so  había  restituido  a  su  Diózesi, 
en  el  año  do  1553.,  en  que  el  Dr.  D.  Diego  de 
Covarrubias,  Oidór  de  la  Chanzilleria  de  Gra- 
nada, i  electo  Arzobispo  de  Santo  Domingo,  le 
dedicó  sus  Comentarios  iíi  Regulam ,  Pecca^ 
tum,  etc.  En  la  Portada  dó  esta  Obra,  fee  grabaron, 
las  armas  del  Obispo  Temiño ,  i  en  la  Epístola 
Dedicatoria,  pondera  elDr,  Covarrubias,  la  gran- 
de aplicazión  del  Obiépo,  al  conozimiento,  i  reso- 
luzión,  de  los  asuntos,  i  ncgozios,  del  Conzilio 
Tridentino,  lasmuchás  penalidades,  que  sufrió  en 
su  viaje,  volviendo  a  España,  no  sin  grave  ries- 
go de  la  vida,  i  en  fin,  la  virtud,  erudizión,  zelo 
por  la  república  Cristiana,  i  otras  prendas,  que 
le  hazian  feliz,  en  el  gobierno,  i  famoso  en  todo 
ol  Reino  de  España.  ^ 

B.  Arias  Montano,  hizo  mcmoriá  de  este  Obis- 
po Temiño,  cuando,  al  liablár,  del  talento  de  su 
propio  Padre,  dize  en  el  Libro  iv  do  Rhetórica, 
que  Temiño  guardaba  sus  cartas. 

.  ir. :   .   TesÜB  mlU  certus  .  -  > 

Tegminus,  Lcglo  Hesporiaa  quo  prasulo  quondam 
Gaudcbat;  namque  nie  mci  tnonimcnta  parentis 
Et  spcctanda  olim,  et  cunctU  laudanda  fercbat. 
Dli  bis  duodena  dabatur  epístola  nostró 
. .  A  gcnitore,  nolis  variis  depicta,  occ  una 
,  Altorius,  prtcterquan  aut  signa,  aut  nomina  tantum 
Auctorem  téstala  suum  sub  úne  tencbat. 

•V' Murió  el  Obispo  Tétriiño  en  el  año  de,  1557,  i 
fué  sct^ultado  en  la  nave  mayor  de  la  Catedral, 
a  la  entrada  del  Coro;  a  Temiño  sucedió  Don 
Andrés  Cuesta,  desdé  el  año  de  1558<  hasta  el 
de  1564.  " 


430  °A  ODSERVAZIONES.  9» 

,  ' Por  consiguiente,  este  Catezismo,  qiie  reim- 
primo de  la  única  cdizión,  que  de  él  conozco^  se 
imprimió  en  Amberes,  un  año  antes  de  la  muerte 
áe\  Obispo  Tcmiño,  él  cuál,  muchas  vczes  había 
pedido  al  Dr.  Constantino,  que  le  escribiese. 
Véase  la  Dedicatoria.  Como  el  Catezismo  tiene 
solo  75,  hojas,  pequeñas,  en  la  edizión  antigua. 
(Véanse,  en  esta,  las  márj  enes)  se  añadió,  en  otras 
30  hojas  la  Contesió.x,  i  en  3  hojas,  por  medroso 
arrimo,  la  Carta  de  s.  Bernardo,  que  va  reimpre- 
sa,, en  las  pájinas  393-97.  Azerca  de  la        ■  ' 

.  Confesión  del  Pecadór, 

ocurre  dezir,  que  tainpoco  he  visto,  de  ella,  mas 
edizión  Castellana,  que  laque  acompaña  al  Cate- 
zismo i,  por  eso,  va  ahí  reimpresa,  en  seguida,  en 
las  pájinas  359—392.  >  .  • 
-  En  el  tomo  en  folio,  intitulado:  fHisloire  des 
Martyrs,  etc.,  MDCVIII,  que  se  divide  en  XII 
Libros,  obra  escrita  por  Juán  Crespin  (o  Grcpin), 
i  añadida  por  Goulart:  en  su  Libro  viii.,  al  folio 
501,  vuelto,  hai  una  Notizia  del  Dr.  Constantino 
Ponze  de  la  Fuente,  que  llena  unas  cuatro  co- 
lumnas, i  acaba  en  el  folio  502,  vuelto,  donde 
comienza  la — «Confessión  d'unPecheur  deuant 
Jesüs  Christ  Sauveur  et  Juge  du Monde.»  El  tra- 
ductórfranzésdize  de, ella:  tcetahleau  lequel  nous 
prescntons  maintenant  auLecteur,  l'ayans  recouvrc 
dépuis  n  agüeres  a  la  bojine  heure,  et  traduit 
d'Espagnol  en  Frangois  comme  s'ensuit.n—l  pone, 
en  seguida,  la  Confesión,  en  unas  catorze  co- 
lumnas, finalizándola  en.el  folio ,  506, .  columna 
segunda.  ■      .í  .; ;  ■  :■ 


».  observaziones.  9S  431 
Esta  Obra,  Historia  dé  los  Mártires,  (Histoire 
des  Marlyrs)  parezc  la  misma,  que  la  que  Daylo 
zita,  en  edizión  del  año  de  1556,  bajo  el  título 
de,  Acia  ü/aríi/rum,  según  61,  recuellis  par  Jean 
Crepin.  I  la  misma  también,  que  rcjistra  Conm- 
do  Gesnero,  o  su  abreviadór  Josias  Simler,  en  la 
pájina  358,  columna  segunda,  de  su  Bibliotheca 
(edizión  de  Zurich  del  año  1574);  así: — «Joannes 
íCrispinus,  Atrebas,  coUegit  et  in  publicum  edi- 
idit  Actiones  etMonumenta  eorum,  qui  a  Vui- 
))clef  et  Husso,  ad  nostram  hanc  ostatem  pro 
nChristo  mortui  sunt.  Geneuae.  1560.»  ¡Juán 
nCrispin,  natural  de  Arras,  recojió,  i  publicó 
)iZas  Actas,  i  Memorias  de  aquellos,  que  desde 
tíos  tiempos  de  Wiclef,  i  Huss,  hasta  los  núes- 
yitros,  han  muerto  por  la  fé  de  Cristo.  Jine- 
obra.  1560j.» 

Se  vé,  que  esa  de  Jinebra,  es  edizión  posterior 
a  la  zitada  por  Bayle:  i'que  este  llama  Crepin,  al 
que  Gesner denomina  Crispin,  i  yoCrespin.  Para 
mi  todo  es  uno:  pero  aduzco  ambos  nombres  i 
ediziones,  no  solo  por  la  minuziosidád  reparable 
de  los  modernos,  en  ■  deletrcár  los  nombres  de 
Autores,'  con  toda  escrupulosidád;  cuanto  por  no 
estár  seguro,  si  el  orijindl  do  la  Historia,  es  latí- 
no,  ó  franzés,  como  pareze. 
:  •  Sea  lo  que  fuere,  la  Confesión,  en.  íranzes, 
viene  a  confirmár  aquella  Opinión,  que  aduje  ya 
en  otro  lugár,  de  un  Concolega  mió,  antiguo 
Obispo  de  Albarrazín,  de:  i\'o  haber  cosa  mas  lejos 
de  la  traduczión,  que  lo  traduzido.  Todo  el  atrac- 
tivo del  orijinál  castellano  desaparezc  en  ese 
traslado  franzés  de  la  Confesión,  i  de  tal  suerte, 


432  ODSEHVAZ IONES.  ?6 

que  la  deja  reduzida,  a  mi  ver,  a  un  montón  de 
escombros . 

I,  sin  embargo,  esa  misma  traduczión  franzesa: 
so  reimprimió  el  año  de  1760,  én  unas  trezo 
hojas  (pajinas  459-483),  del  tomo  VI,  Parte!  y 
de  la  Miscellanea  Groningana,  recomendándola 
con  estaespezio  de  preámbulo:  «Lcctori  benevo- 
))lo  communicare  voluimus,  cum  ea  [la  Conte- 
oSiónJ  ex  idiomate  Hispánico  in  Gallicum  sit 
«transíala,  atquc  in  Actis  MartjTum  Majoribus 
))Lib.  VIII,  Fol.  502;  et  sqq.  relata,  unde  eandcm 
nlectu  atque  severa  *  meditatione  dignissimam, 
«excerpere,  atque  ne  ejus  obliteretur  memoria, 
shuic  Parti,  bona  tua,  ut  speramus,  cum  venia, 
xinserere  volupe  fuit.» 

Entro  los  desastres  literarios  de  nuestra  des- 
venturada España,  uno  es,  el  que  revelan  esos 
renglones,  el  desprezio,  o,  si  se  quiere,  el  des- 
pego, o  descuido  de  los  extranjeros  en  Icér  los 
libros  españoles.  Si  en  Groninga ,  o  Groningen, 
los  doctos  de  su  Universidad,  el  año  de  1760,  hu- 
bieran buscado  con  ahinco  el  texto  Castellano, 
do  la  CoNTESióN  DEL  Pecadúrj  parozo,  que  le  ha- 
brían hallado  sin  gran  diíicultád,  en  el  Libro  del 
Catezismo,  impreso  en  Aniberes  el  año  de  1556. 
— Asi  no  la  habrían  reproduzido  en  la  jerga  fran- 
zesa, conque  se  la  disfrazó,  encubriendo  todo  su 
garbo  naturál,  i  la  viva  ¡majen  de  ese  pesáx  con- 
movente,  i  exquisito,  que,  se  descubro,  i  resal- 
ta, al  punto,  en  las  vozes  castellanas,  i  en  sus 
jiros,  i  colocazión. 

I  severa,  ahi,  quizá  es  errata  por  rcvcriK-  •'" 


»  ODSERVAZIONES.  ?•  433 

Además  de  esas  cuatro  obras  del  Dr.  Constan- 
tino, reimpresas  en  este  volumen,  a  sabér;  ■ 
«Suma  de  Doctrina  Cristiana.»  , 
«Sermón  de  nuestro  Sefiór  en  el  Monte.» 
oCatezismo  Cristiano:» 
nConfesiún  de  un  Pecadór.» 
Sabemos  que  dejó  escritas,  las  siguientes:  e 
impresa  ya  esta  primera; 

oDoctrina  Christiana,  en  que  está  conprehen- 
ndida  toda  la  información,  que  pertenece  alhom- 
ifbro  que  quiere  servir  a  Dios.  Por  el  Doctor 
n  Constantino.  Parte  Primera,  de  los  artículos  de 
»la.fé.  [Aquí  hai  un  escudo,  o  emblema  de  unión, 
)    »con  la  Orla:  Concordia  res  parvae  Crescunt.\ En 
i    «Anvers.En  casa  de  Juan  Steelsio.  AñoD.M.LIIII. 
»[Asl,  en  vez  de  MD.LIIIIJ.  Con  Privilegio  Impe- 
»riál». — El  Colofón  dize:  «Este  libro  siendo  apro- 
libado  por  los  Inquisidores  de  España,  no  tiene  ne- 
-  tzesidád,  de  otra  aprobazión.  Mas  por  satisfazér 
nal  impresor,  digo:  que  esmui  católico,  idegran- 
tidisima  utilidád  para  cualquier  Cristiano,  que  lo 
nleycre. —  Frai  Angel  de  Castilla:n — 

aFué  impreso  en  Annuers  en  Casa  de  Juan  La- 
tió Año, — M.D.LIlIhu — Tiene  este  tomo,  en 
4."  pequeño  españól,  13  hojas  de  prinzipios,  que 
ocupan  la  portada:  Dedicatoria  a  Carlos  V,  5 
pAjinas;  Prefazión,  diez  hojas:  i  luego  398  hojas  ^ 
foliadas  (796  pájinas).  Cada  pájina,  cuando  está 
llena:  tiene  36  renglones  de  letra  redonda,  i 
metida:  i  cada  renglón  de  44  letras,  mas  o  me- 
nos. Si  Juán  Stelsio,  no  es  la  misma  persona  que 
Juán  Latió,  el  primero  seria  el  que  costease  el 
Libro,  que  el  segundo  imprimió.  ,4i1'íí;I¿íí.  vr,-.  • 


434  «.  OCSERVAZIONES.  >í 

Las  Obras,  quo  no  ho  visto  son: 
«Exposizión  del  primór  Salmo  do  David,  Bca- 
tus  vir,i> 

(«Discursos  sobre  los  Libros  do  Salomón,  Pro- 
verbios, Eclesiastes,  i  CantAr  de  Cantares.» 

«Discursos,  sobro  el  Libro  de  Jób.» 

iiUn  gran  Libro,  en  quo  trataba:  Del  estado  do 
la  Iglesia.  De  la  verdadera  Iglesia,  i  de  la  Iglesia 
del  Papa,  a  quien  llamaba  Anticristo.  Del  Sa- 
cramento de  la  Eucaristía,  i  del  invento  de  la 
misa.  De  la  justificazión  del  hombre.  Del  Purga- 
torio, a  quien  apellidaba  Cabeza  de  lobo.  De  las 
Bulas,  einduljenzias.  Do  los  méritos  humanos.  De 
la  Confesión».— Este  Libro,  escrito  todo  do  su 
puño  i  letra,  i  ahora,  probablemente  perdido,  fué 
el  que  sirvió  a  los  Inquisidores  de  Sevilla,  para 
interrogarle,  i  obligarle  a  una  declarazíón  franca. 

Además  de  esas  obras,  quizá  existan  manus- 
critos, dentro,  o  fuera  de  España,  i  arrumbados 
en  algún  rincón,  vários  dolos  muchos  Sermones, 
que  predicó. 

El  Libro  do  la  Exposizión  del  primer  Salmo  da 
David,  pienso,  c[ue  se  imprimió  no  solo  por 
incluirse  en  la  Lizenzia,  con  que  se  encabeza  este 
tomo,  sino  por  lo  que  dize  Montes,  en'  su  libro: 
Inquisitionis  Ui.tpanicce  Artes,  paj.  295,  (o  pajina 
327  de  la  traduczión),  en  las  ediziones,  que  im- 
primí a  costa  mía,  i  sin  pedir  dinero  a  nadie 
Montes  dize  allí,  que  nos  quedan  del  Dr.  Constan- 
tino seis  discursos,  o  sermones,  sobre  otros  tantos 

1  (luego  se  veri  que  lo  ase-  2  lo  mismo  quo  el  Dtalos/0 
gura  D.  Nicolás  Antonio).  de  la  Lengua  i  demás. 


'A  ODSERVAZIONES.  S  435 

versículos  del  Salmo  primero  de  David,  i  aun  los 
mas  eruditos  echan  de  ver  en  ellos  la  instruczión 
rara  de  aquél  hombre,  unida  con  un  sumo  artifizio 
en  el  dezir. » 

Claro  parcze,  que  dan  a  cntcndéresas  palabras, 
que  andaban  impresos  los  Discursos,  o  Exposi- 
zión  del  Salmo,  cuando  los  doctos,  en  jenerál, 
los  podían  considerár.  Montes,  además,  habla  de 
ellos,  al  enumerár  las  obras  que  aquí  reimprimo: 
menzionando  aparte  las  que  aun  no  se  habían  pu- 
blicado, como  el  Job,  i  los  Libros  de  Salomón, 
que  Montes,  i  sus  desterrados  compañeros  po- 
seían manuscritos,  fuera  de  España,  i  que  pen- 
saban dar  a  la  estampa,  en  Heidelberga,  o  en 
otro  sitio  de  su  morada  errante.  Véanse,  en 
Montes,  la  pájina  284  del  latino,  i  314  del  caste- 
llano; i  en  él,  la  Nota. 

Las  notizias,  que,  azcrca  del  Dr.  Constantino, 
trac  la  Uistoire  des  Martyrs,  i  que  luego  se  reim- 
primieron en  la  Miscellanea  Groningana,  se 
copiaron  verbalmcnte  del  prezitado  Libro  de! 
Montes;  como  ya  las  reimprimí  r  en  los  tomos 
V  i  Xin  de  mi  Coleczión  de  Reformistas  Anti- 
guos Españoles,  donde  el  Lectór  puede  verlas . — 
I  pues  no  se  trata  ahora  de  elojiár,  i  menos  de 
Canonizár,  al  martirizado  Doctór;  recapitularé,  lo 
que  de  él,  i  sus  e.scritos,  dizen  los  Doctores  Ro- 
manistas, no  sé  con  cuanto  candor,  i  sinzeridád. 

En  la  BibliothecaNova,  de  D.  Nicolás  Antonio, 
tomo  I,  pájina  256,  columna  1.',  i  2.*,  edizióa 
de  Madrid  del  año  de. 1783,  leemos  lo  siguiente: 
.  «Constantino  de  la  Fuente,  naturál  de  San 
«Clemente,  Diózesi  de  Cuenca,  doctór  Teólogo, 


436  ^  oíSEnvAMONES,  7» 

«i  Predicadór  dól  Augusttsimo  Enipcwdór  Cárlú& 
)>V,  ¡  del  Piinzipc'D.  Felipe/  cori  el  cuál  pasó  a 
Mlngkterm.  Fué  también  Canónigo  Majistíál  dc 
»la  santa  Iglesia  dc  Sevilla:  escribió)  (N.  B.), 
rt cuando  aun  no  s&  había  despojado  de  su  buen 
«j'utzto  [cura  nondum  cxuissct  búíiam  ínentcmj, 
))si  creemos  a  Antonio  Pos'sovino,  i  a  loá  4uó  for- 
t)ma.TÓn\a.  BibUotheca;  Ges7ieriand.  '  ^  ■  '  ; 
■  iiSummafn  Chrísíian(t'doclrin(É.  A.tóberes,  éü 
«octavo,  en  lengua  vulgár  Española,  según  nota 
»cl  Autór  del  Suplemento  a  la  Biblioteca  Gesne- 
vriana:  el  titulo  Castellano  dc  lA  Obraos,  Suma 
«de  doctrina  Christiana:  ala  cuál  só' añade:  ElSer- 
yimón  de  Christo  nuestro  Redemptór  en  el  Monte, 
ttraduzido  por  el  mismo  Autor,  con  declaraziones) 
»dedicada  a  Garzia  dé  Loaisa,  Cardenál  de  la  S.  R.  I. 
uarzobispo  de  Sevilla.  En  Amberes,'  eü  Casa  de 
«Martin  Nuzio,  sin  menzión  del  año. 

«Expositionem  In  Psalmum  I.  Davidis:  dlstri- 
«buida  en  -vi  Pláticas.  Amberes,  por  el  mismo 
«Nuzio  [IbidemJ.  1556.  también  en  castellano, 
«según  lo  dizo  el  autór,  que  acabo  de  zitár:  pero, 
))sin  embargo,  pareze,  que  puede  asegurarse,  que 
«dicha  Exposizión,  sea  del  Salmo  quincuajésimo; 
Mpues  fazil  es  la  equivoCíizión  de  I.  poí  L. 

aílominis  Peccatoris  Confessionefii:  A  no  ser,  quo 
«sea  la  obra  misma  de  la  Exposizión  del  Psalmo 
Zierto  es,  que  antes  de  las  otras  obras,  áe 
«prohibo  nominalmente  ¡TWrtundíim]  esta  Confe- 
«sión,  en.  el  Indize  Expurgatorio  Español. 

tMagnum  Cathechismum.)>  [Doctrina  CristianáJ. 

y>Commenta/ria  in  Proverbia  Salomonis,  in  Écle- 
*siasten,  iñ  Cántica  Canticorum,  i  finalmenté,  «rt 


QBSERVAZIONES.  437 

»/o6.— Todos  los  cuales  Cbmentarios',  alaba  tam- 
xbién /orje  Brando,  cii  sü  Dibliotheca  Officinalis. 

«Por  loque  toca  al  Ecclcsiastes,  alabó  este  Co- 
))mcntario,  Fabián  Justiniano,  en  su  Indize  Uni- 
nversál,  cometiendo^  sin  embargo,  un  yerro  en  el 
•nombre  del  autór,  pues  él  que  nombra  él  allí, 
tConstantinus  Forctius,  es,  Constanlinus  Fontius 
»f Constantino  de  la  FuenteJ:  lo  que  advirtió  ya, 
»ml  paisano  Juán  Pineda,  en  el  Capítulo  XIII, 
«párrafo  6,  de  la  Prefazión  a  sus  doctísimos  Co- 
omentarios,  sobre  este  propio  Libro  Bíblico:  i  de 
«paso,  refiere  allí  mismo,  el  íín  lastimoso  de 
«Constantino. 

«Rodeado  este  Varón,  con  tantas  dotes  de  doc- 
» trina,  i  apoyos  do  estimazión  (para  que  nadie" 
«presuma  sabér  mas.  de  lo  que  del)e,  sino  que, 
•mas  bién,  tema,  i  se  guarde  de  sí  propio;)  i  caí- 
«do  en  herejías  torpísimas;  mientras  estaba  pro- 
aso,  i  viendo  ya  que  iba  a  aparezér  encausado 
«delante  de  todo  el  pueblo  Sevillano,  por  após- 
«tata  de  lafé  verdadera,  se  dió  a  sí  mismo  la 
«muerte,  pomo  presentarse  vivo,  cti  eszena  se- 
«mejantc.  No  pudó,  sin  embargo,  librár  a  su  ca- 
itdáver  de  las  llamas  vengadoras,  suplizío  a  que 
«fue  condenado  en  Sevilla  el  año  de  1559. — 
•Azerca  de  lo  cuál,  véase  a  Luis  Cabrera,  en  la 
«Historia  de  Felipe  II  Reí  de  las  Españas,  Libro 
«V,  Capítulo  iii.»  • 

Eso  es  cuanto  dizo  D.  Nicolás  Antonio:  i  pués 
61  se  refiere  a  su  paisano  Pineda,  i  nos  remite  al 
tomo  de  Cabrera;  en'  fé  de  ínjenuidád  pondré 
aquí  las  palabras  de  ambos.  ' 

Cojiendo  el  tomo,  cuya  Portada  dize;  "'"í  '"■>  "  ' '- 


433 


°A  ODSEnVAZIONES/  ^  ■ 


.  t'Joanms  de  Pineda  HispalcTisis  e  Societate  Jesu 
in'Ecclesiasten  Commenlariorum  líber  uniis,  etc.- 
Parisiis.  Apud  Michaelem  Sonnium.  MDCXX.-Un 
tomo  en  folio  de  mas  de  900  pájinas,  a  ;dós  co« 
luranas:  en  las  pájinas  29,  i  30  del  tomo,  se  halla 
er  párrafo  VI,  Capitulo  13,  que  apunta  D.  N.  An- 
tonio. I  el  Padre  Juán  de  Pineda,  al  menzionár 
en  él,  que  hai  otros  Expositores  del  Libro  del  Ec" 
clesiastés,  que  él  no  logró  ver;  remite  a  sus  lec- 
tores al  Libro  4."  de  la  Biblioteca  de  Sixto  Se- 
nense:  a  la  Biblioteca  Escrituraria  de  Anjel  Boc- 
ea, al  fin  del  Libro  de  Escritores  Eclesiásticos, 
por  el  Cardenál  Bellarmino:  a  las  Notas  de  su 
Cofrade  Andrés  Scotto,  a  . las  Melaphrasis  de  Gre- 
gorio Thauraaturgo:  i,  por  último,  ala  Tábla,  o 
Elenco  de  Autores  Bíblicos,  que  al  fin  de  su  In- 
dize  Universál,  pone  ,  Fabián  Justiniano.  Añado 
Pineda,  que  en  esos  Libros,  se  enumeran,  poco 
másemenos,  sesenía Intérpretes  del  Ecclcsiastes.' 

En  seguida  nota,  :  «que  el  Fabián  Justiniano, 
»así  como  es  digno  de  glória,  i  alabanza,  por  ha- 
»bér  dispuesto  suindize  Universál;  así  éste  sería 
»obra  mucho  mas  útil,  si  hubiese  salido  a  luz, 
«trabajado  con  exactitúd,  i  dilijenzia  mayores: 
«que  siendo,  como  es,  un  trabajo  impremedita- 
))do,  i  atropellado,  no  solo  hai  en  él  muchas  co- 
»sas  triviales,  i  faltan  ótras  mui  deseables;  sino- 
«que  tiene  errores  graves:  o  por  la  ignoranzia 
«de  los  amanuenses,  o  por  la  de  otros  ineruditos.» 
Para  probár  esto  (dize  el  Padre  Pineda),  «que 
«basta  ver  el  Breve  Indizc  de  los  Escritores:  don- 
»dese  leerá  a  Jansenio,  que  aunque  escribió  so- 
»bre  elEcclesiásticOi  .nunca  tocó  a\  Ecclesiastes: 


5R,  OBSEUVAZÍONES.  9»  439 

la  Roberto  Shir-wode,  quo  tampoco  escribió  Co- 
tmentarios,  sino,  que  solo  trabajó  una  traduc- 
»zióu  nueva,  del  Hebreo,  del  dicho  Libro:  a  los 
«Comentarios  do  Hj-pólito,  que  jamás  existieron: 
»a  los  Comentarios  de  Benito  Arias  Montano,  que 
«nunca  él  imajinó;  i  quo  solo  escribió  una  Pará- 
ufrasis  Poética,  i  nimiamente  literál:  a  los  tres' 
«Librillos  escritos  en  españól  por  Diego  de  Este- 
>illa,  solo  por  su  título,  de  laVanidád  del  Mundo; 
Dcontando  a  su  autór,  impropiamente,  entro  los 
«intérpretes  sagrados: — i,  añade  Pineda:  que  en 
nel  dicho  Indize  de  Fabián,  se  lee: —«Comentários 
»al  Ecclcsiasícs  de  Constantino  Forezio  [Constan- 
»tini  Foretij];  por  un  yerro  í'ns/^'ne  (señalado) 
»del  Escritór,  o  del  Impresór:  yerro  que  se  repi- 
»tió  en  el  Libro  del  mismo  Fabián:  ^Comentario 
tde  Sacra  Scriptura,  ejusque  usu  ac  intcrpretiius, 
nRoriKB  1614»:  adonde,  en  vez  de  Foretio,  debió 
aponerse  Fon/íum,  «nam  is  Ule  (prosigue)  esí,' 
oConslantinus  Fontius,  damnalus  auctor,  qui  cuín 
»ex  Anglicana  et  Germánica  Peregrinatione  mul- 
utum  Luiheraniccn  scabici  contraxisset ,  convexis- 
itsetquc  eó  unde  profectus  fuerat,  non  prim  curari 
npoluity  quám  salutífero  Sanctm  Inquisilionis  igno 
teius  ossa,  ante  annos  sexaginta,  plus  minusve, 
ytHispali  publicó  concremarentur.  Scripserat  vcró 
tnescio  quas  in  Prouerbia  et  ' Ecclesiasten  mcdita- 
ntiones», — [porque  este  es  aquél  Constantino  déla 
nFuente,  autór  condenado,  que  habiendo  contraído 
»mucho  humór  de  sarna  Luterana,  en  el  viaje  a  In- 
fglaterra,  i  Alemania,  i  habiendo  traido  consigo 
«[la  dicha  sarnaj,  al  lugar  de  donde  había  partido 
»[es  dezir  ,a  Sevilla],  no  pudo  ser  curada,  sin  que 
28 


440  °A  OBSEnVAZIONES.  ?í 

»s6  quemasen  públicamente  sus  huesos  en  Sevilla, 
tcon  el  fuego  salutífero  de  la  Santa  Inquisizión, 
nanies  del  año  1560,  poco  mas  o  menos.  Había 
vescriío  [el  Dr.  CoustantinoJ,  no  sé  que  MeditaziO' 
unes,  sobre  los  Proverbios,  i  el  Ecclesiastes]. » 

I  prosiguiendo,  en  la  manera  poculi;ir  a  ellos, 
el  Padre  Pineda  (que  murió  de  80  años,  el  de  1 637) 
en  su  candoroso,  i  caritativo  exámen  del  Indize 
del  Fabián,  añade  en  tono  de  cariño:  «que  hai  en 
«él  otros  no  pocos  errores  de  semejante  laya  [hujus 
«fariñas]:  lo  cual  nota,  no  porque  quiera  zaherir 
11  en  nada  al  docto  Fabián,  benemérito  de  las  letras; 
asino  para  que  en  trabajo  tánto,  tan  honesto,  i  tán 
nutil,  continúe  con  mas  alegría;  puliendo,  liman- 
»do,  añadiendo,  quitando:  etc.» 

I  sigue  Pineda  aconsejando  al  Fabián ,  que  no 
seria  de  la  Compañía,  cuando  no  le  califica  con 
la  voz  nuestro,  como  hizo  antes,  con  el  que  llama 
noster  Andreas  Scoiíus.— Mas  basta  lo  aduzido, 
en  comprobazión  de  la  zita  primera  do  D.  Nico- 
lás Antonio,  que  nos  indica  luego,  al  fin  de  su 
Artículo,  que  veamos  el  Libro  de  Cabrera. 

La  Primera  Parte  de  la  Historia  de  Felipe  U, 
Rei  de  España,  de  Luis  Cabrera,  se  imprimió  en 
Madrid  en  un  tomo  en  folio  de  1176  pájinas,  el 
año  1619  por  Luis  Sánchez,  impresór  del  Rei. 
Tiene  el  tomo  una  Portada  grabada,  donde  apa- 
reze  Felipe  II  materialmente  representando  al  In- 
jenioso  Hidalgo  Manchcgo.— En  este  Libro,  refi- 
riéndose al  año  de  1559,  se  lee,  del  D.  Felipe,  lo 
siguiente,  en  las  pájinas  235.-36. 

«Hizo  su  entrada  en  Valladolid,  a  ocho  de  Se- 
otiembre.  Para  el  Castigo  de  los  que  en  Lu.- 


»  OBSERVAZIONES.  S  4  Í  l 

teranos  CoventLculos  publicaron  la  herejía,  es- 
» tragando  las  vidas  a  los  almas,  hizo  zelebrár 
«Auto  al  Santo  Ofizio  de  la  Inquisizión,  i  asistió- 
ule,  teniendo  su  estoque  en  altó,  el  Conde  de 
nOropesa,  a  quien  toca.  Acabado  el  Sermón,  que 
«predicó  D.  Juán  Manuél,  Obispo  de  Zamora,  nie- 
«to  de  D.  Juán  Manuél,  el  Bueno  {!),  deszendiente 
«del  Infante  D.  Manuél,  hijo  del, Señor  Rci  de 
«Castilla  D.  Hernando  el  Santo;  antes  de  leér  las 
•  culpas  de  los  miserables  delincuentes,  le  dijo 
»en  voz  alta,  el  Cardenál,  de  Sevilla  D  .  Hcr- 
»nando  de  Valdés,  Inquisidór  jenerál,  uDomine, 
tadjuva  nos.«  El  Rei  se  levantó,  i  sacó  la  espa- 
■>da,  en  señál  de  que  con  ella  defendería  la  fé, 
líLuego  el  Arzobispo,  leyó  esta  protestazión. 

«Siendo  por  Decretos  Apostólicos,  i  sacros  Cá- 
«nones  ordenado,  que  los  Reyes  juren  de  favo- 
«rezér  la  Santa  Fé  Católica,  i  Relijión  Cristiana, 
j)¿V.  M.  jura  por  la  Santa  Cruz  donde  tiene  su 
uReál  diestra  en  la  espada,  que  dará  todo  el  favor 
nnezesario  al  Santo  Oüzio  de  la  Inquisizión,  i  a 
»sus  Ministros,  contra  los  herejes,  i  apóstatas,  i 
xcontra  lós  que  los  defendieren,  i  favorczieren,  i 
«contra  cualquiera  pei'sona,  que  directa,  o  indi- 
«rectameute,  impidiere  los  efectos,  i  cosas  del 
«Santo  Ofizio,  i  forzará  a  todos  los  subditos,  na- 
uturales,  a  obedezér,  i  guardár,  las  Constituzio- 
»nes,  i  Letras  Apostólicas,  dadas,  i  publicadas, 
«en  defensión  de  la  Santa  Fe, Católica,  contra 
»los  herejes,  i  contra  los  que  los  creyeren,  re- 
«zeptaren,  o  favorczieren?—!  el  Rei  .dijo;  «Assí 
»lo  juro.»  ,  .     '  • 

«Hallóse  por  esto  presente  a,  ver  llevár,  i  ■  en- 


442  ^  OBSERYAzroNESi  y» 

«tregár  al  fuego  muchos  delincucnlcs,  acompa- 
líñados  de  sus  guardas  de  a  pié,  i  de  a  caballo, 
nqüe  ayudaron  a  la  cjecuzión,  i  entré  ellos,  a  Dón 
«Cdrlos  de  Sesé,  noble,  grande  i  pertinaz  hereje, 
»que  le  dijo»  ¿Cómo  lo  dejaba  quemár? — i.  res- 
«pondió:  «Yó  traeré  leña,  para  quemár  á  mi  hijo, 
»si  fuero  tart  malo  corto  vós.  a 

«En  Sevilla,  quemaron  en  otro  Atito  do  Inqui- 
iisizión  zincuenta,  i  los  huesos  del  Dotór  Constan* 
»tino,  porque  so  mató  en  la  cárzel  con  ün  cuchi- 
nllo,  el  Luterano,  casado  con  dos  mujeres,  vi' 
B viendo  ambas,  i  tomó  el  Orden  Sazerdotál 
«también.» 

Eso  es  cuanto  arroja  de  sí,  la  cbraprohazión  de 
las  zitas  hechas  por  D.  Nicolás  Antonio,  do  los 
Libros  do  Pineda,  i  Cabrera. — A  este  último  (aun- 
que cuenta  fábulas  de  viejas,  sóbrela  vida,' i 
muerto  del  Doctóf  Constañtino),  ni  le  creo  ca- 
lumniadór,  ni  digno  de  rcfutazión.  Constantino 
Ponzcde  la  Fuente  casó  con  dos  mujeres,  (no  co- 
mo él  dize) :  casó  antes  de  ordenarse  de  clérigo: 
i  añado  yo,  que  tuvo  una  juventud  borrascosa,  i 
suelta.  Pero  también  añado,  que  nazió  i  se  crió 
en  Éspaña,  i  en  el  siglo  xvi.  Lo  tormentoso  de  sus 
verdes  años,  no  influyó  en  contra  suya,  con  Cabre- 
ra, i  otros,  hasta  ácsjjuc's del  bautismo  de  su  verda- 
dero arrepentimiento.— Frei  Lope  Félix  de  Vega 
Carpió,  casó  dos  vezes:  tuvo  tratos  e  hijos,  con 
otras  dos  mujeres,  estando  ca&ado:  derramó  la  san- 
gre humana^  en  lanzes  privados,  i  como  soldado: 
escribió  inmoralidad  toda  su  vida,  soltero,  casado, 
i  sazerdote:  pero,  como  se  honró  con  servizios  s6- 
cretos,  a  los  Grandes,  i  con  servizios  públicos ,  i 


OnSERVAZIONES.  S  443 

secretos,  a  la  Inquisizión,  de  quien  fué  familiár, 

0  criado:  le  vemos,  hoi  mismo,  zircundado,  en 
esta  España  indefinible,  de  gloria;  i  comó  santifi- 
cado. Se  ha  determinado  por  la  Á(^adcmia  de  la 
Lengua,  reimprimir  todas  las  bizarrías  pasmo  r 
sas,  de  esle  segundo,  i  sin  primero,  inagotable 
Tostado  dó  la  poesia  española,  i  de  la  prosa  es- 
pañola: reimprimir  la  selva  do  sus  Comedias,  la 
maraña  toda  de  sus  relaziones  milesias:  i  esto 
ji  mas  de  habér  consagrado  su  Casa  como  por 
prenda  de  culto:  al  idioma,  que  él  usó,  i  que 
no  quieren  usáp  los  Académicos  mismos :  i  ha- 
berle hecho  unas  Funerales,  para  descanso  de 
su  alma,  mas  de  doszientos  años  después  de  su 
muerte.  Ya  nos  dijq  Iriarte,  que 

■  'I'.       .  .        ,.,.,í:;  .  ■;  ■ 

,(Ui:!!'!  '  i  A  triitár  dé  un  gravísimo  ncgozio  - 

.■r:r  ,  :  .  '  Sojuataroi^  loa  zánganos  vm  día,  ote. 

1  si  bién  todo  eso  importa  poco;  so  trae  aquí 
para  probár,  que  al  Doctór  Constantino,  le  hu- 
biera elojiado  sumamente  Cabrera,  como  elojia 
a  Felipe  II,  que  casó  cuatro  vezes,'  i  tuvo  otras 
distracziones  amorosas;  si  el  Doctór  no  se  hubie- 
ra declarado,  él  mismo  en  su  prisión,  por  hereje. 
Prueba  también  esto,  lo  que  nos  enseña  el  Capí- 
tulo xxiv,  14.  de  los  «IIechos  de  los  Apóstoles»: 
que  pudo  el  Doctór  Constantino,  dar  culto  al 
Dios  de  nuestro  padres,  teniendo  fé  en  todas  las 
cosas  escritas  en  la  Lei;  i  en  losProfetas,  siguien- 
do el  camino,  qué  él  buen  Cabrera  llama  herejía. 
Pero  los  arranques  de  Cabrera,  i  Pineda,  i  aun 
los  del  modesto,  !!  docto  D,  Nicolás  Antonio, 


444  ''a  jddServa2iónés.  ">» 

qüo  los  ^ita  comó  infamantes  a  lá  memoria  del 
Doctór;  traen  a  la  mia,  las  palabras  hotables,  coll 
que  D.  Lorenzo  Vander  Hammen,  i  León,  natu- 
ral de  Madrid,  i  Vicario  de  Jubilós,  Cn  su  libro 
intitulado  Dom  Felipe  el  Phuúén^té  i  el  sine  exem- 
plo  MaximuSi  segúü  le  califica,  recuerda  los  mo- 
mentos de  muerte,  ád  qucmadór  de  los  huesos 
del  Dr.  Constantino,  laspalabi-as  son,  entre  otras, 
estas:  •  ■   '  •       ■    ■  ■  ■  ;  ■  ' 

"La  muerte ■  no  le  quiso  arrebatár  de  golpe; 
»sino  hazerlc  sentir  primero,  cómo  los  Prlnzipes 
1  i  Monarcas  de  la  tierra  tienen  tan  miserables,  i 
»vergonzosas  salidas  de  la  vida,  cómo  los  maspo- 
hbres  d'ella:  í  en  efecto,  le  acometió  con  ejérzito 
«innumerable  de  aczidentes,  :unos  de  enfado,  i 
«otros  asquerosos,  aun  para  mayores  fuerzas  su-, 
«periór.  EraD.  Felipe,  en  esta  batalla,  él  mismo, 
)>el  campo  del  combate,  el  combatiente,  i  el  com- 
ubatido:  i  aunque  se  hallaba  en  tal  estado,  no  le 
"Causaba  la  miseria  presente,  tanto  horror  Como 
)ilaporYenir..nepresentábalc  la  aprehensión  fuer- 
ote,  que  en  este  discurso  hazía,  los  abismos  de  la 
«justizia  de  Dios:  la  cuenta,  tan  por  menudo,  i 
»tan  estrecha»  que  le  había  dár,  de  tantos  días, 
«tintas  aczioneS,  tántos  pueblos,  tánta  sangro 
»[NB.J  perdida,  i  derramada:  i  quisiera  antes 
nhabér  nazido  pobre  pastór,  que  Reí  de  España, 
«o  haber  muerto  en  su  juventúd:  echando  de  ver 
»que  no  es  pequeña  prueba,  de  que  Diós  ama  a 
»un  hombre,  el  sacarle  temprano,  de  las  inco- 
«modídades  ,  i  aflicziones  de  la  tierra.» 

Puede  ocurrirse  a  cualquiera,  que  en  la  carga 
de  remordimientos,  que  ./ibrumabañ  postreros,. 


íR.  OBSEnvAZiONES'.  S  445 
la  conzienzia  del  infeliz,  i  atribulado  Monarca: 
entre  esa  tanta  sangre  derramada,  entre  esc 
aguijón,  de  que  Dios  no  /e  ama6a ;  se  acordase 
D.  Felipe  de  los  Sermones,  que  desde  el  año  do 
1548,  habla  oido  al  Dr.  Canstantino,  i  al  Doctór 
Cazalla;  i  la  retribuzión  de  muerte,  con  que  les 
habla  pagado  sus  advertenzias  de  vida. 

Fázilmente  se  ilustrarla  esta  considerazión, 
no  solo  glosando,  por  enzima,  vários  pasos  do 
los  escritos  del  Dr.  Constantino,  como  por  ejem- 
plo, lapájina  348  de  este  tomo;  sino  copiando 
las  defensas  de  muchos  amigos  do  D.  Felipe,  i 
de  sus  postrimerías.  Pero  la  digresión  nezesaria, 
para  la  glosa,  i  las  copias,  además  de  larga,  sería 
impertinente,  i  forzosamente  ágria. 
.  Basta  eso:  i  continuemos  en  la  tarea  enojosa 
de  examinár  los  frutos  azerbos  de  critica  literá- 
ria,  que  prozeden  de  la  iniquidád  del  exclusivis- 
mo relijioso:  repasemos,  pués,  en  la  memoria, 
las  calumnias  mas  zercanas  a  nosotros,  i  los  dic- 
terios do  que  fué  blanco  el  Dr.  Constantino,  no- 
venta años  haze,  en  tiempo  de  Cárloslll.  ■ 

D.  Franzisco  Cerdá  i  Rico/ Abogado,  Ofiziál 
de  la  Secretaria  del  Despacho  Universál  de  In- 
'dias,  i  Académico  de  la  Historia;  habiendo  sido 
rezibido  antes  por  Ofiziál  de  la  .Biblioteca  Reál, 
viendo  las  preziosidades,  que  constaban  entonzes 
en  ella,  particularmente  de  buenos  Autores  Es- 
pañoles Antiguos;  se  dolió  mucho,  de  que  estos, 
se  hallasen  sepultados  en  el  olvido,  mientras  de 
continuo  se  publicaban  obras  fútiles,  i  de  las  que 
el  público  no  podía  sacár  provecho  alguno'.  Por 
esto  conzibió  el  designio,  de  ir  reimprimiendo 


'i  4  6  «,  OBSERVAZIONES.  9í 

algunas  de  las  antiguas,  ¡lustrándolas  con  las 
notizias  do  sus  Autores,  i  otras  pertcnczicntes  a 
la  Historia  literaria.  Las  primeras  que  publicó,  a 
expensas  de  la  Bil)liotcca  Redi,  fueron  las  que 
•compí-ehende  este  tomo:  , , 

Alphonsi  GarsiíE  Jlíatamori  hispalcJiUsel  RJie- 
'  toris  primara  Cumpíutcnsi!:  Opera  Omnia,  nunc 
primum  in  unum  Corpus  Coacta.  Accedit  Com- 
mcntarius  de  Vita  ct  Scrtptis  Auctoris.  Matriti 
Anno  M.D.CC.LXIX.  Tupis  Andtcce  Ramírez. 
Superiorun  Permissu. o— Vno  en  A.°  mayór:  '28 
hojas  al  prinzipio;  i  700  pájinas. 
.  En  la  hoja  13.'  de  las  no  pajinádas,  una  de  las 
que  contienen  el  Comentario  del  Sr.  Cerdá  i  Rico 
sobro  la  Vida,  i  Escritos  do  su  Héroe,  dize  así: 

«Unum  te  monere  visum  cst,  lector  eradite, 
prius  quam  ulterius  progrediamur  intcgrum  de 
Constantino  Fontio  damnatae  memoria:  altare 
elogium  hinc  penitus  crasum :  quod  acquc  boni' 
que  consulas  vohcmus.  Fuit  enim  Constautinus 
homo  vafer  ac  vcrsipellis  ex  eorum  numero  ,r>  Qui 
Curios  simulant  et  Bacchanalia  vivunt.  Nam 
scientia  sua  inflatus  detracta  impudenlim  larva 
pestilentissimas  hareses  profiteri  est  ausus.  Egre- 
gie  ut  solet  omnia  rem  narrat  Nic.  Aktonius.  Bi- 
blioth.  Nov.  vol.  I.  paj.  196. 

[I,  en  seguida,  trascribe,  solo  el  pedazo  último^ 
del  Artículo  de  D.  N.  Antonio,  que  ya  traduje, 
antes,  entero,  todo  él  de  referenzias:  i  prosigue:] 

«Sed  cave  ne  maculam  aliquam  auctori  nostro 
temeré  inuras.  Edita  est  enim  Apologia  anno 
MDLIII.  quo  tempore  Constantinus  bene  de  reli- 
>gione  sentiré  ómnibus  videvatur,  eaque  ^rat  apud 


«.  OD3ERVAZI0NES.  ?•  447 

oñincs  nominis  sui  exisiimatio  qualem  descripsit 
Matamorüs.  Nec  aliter  nos  iuclicare  sinit  regii 
oratoris  munus ,  quod  tune  oblinebat.  Sed  postea 
cum  religione  omnia  illa  animi  ornamenta  si~ 
muí  amisit.  Quod  si  tune  }í\iaííOuvs  ser ipsissel, 
non  dubilo  quin  hominem  hunc  diris  devovis- 
set,  quemadmodum  ex  ipso  auclorc  evidcnícr  pro- 
bare possumus.»— [Antes  que  prozedamos  mas  ade- 
lante. Lector  erudito ,  nos  pareze,  que  debemos 
advertirte  una  cosa,  i  es:  qúé,'  de  aquí,  hemos 
quitado  enteramente  lodo  el  elojio  de  Constantino 
de  la  Fuente,  autor  de  condenada  memoria:  lo 
cuál  queremos  que  apruebes ,  i  lleves  á  bién.  Por- 
que Constantino  fué  hombre  tan  astuto  como  tai- 
mado, del  número  de  aquellos, 

iiQue  se  aparentan  Cúrios,  1  en  Bacanales  viven. • 

Pues  hinchado  con  su  zienzia,  quitada  la  máscara 
de  su  impudénzia ,  se  atrevió  a  enseñár  herejías 
peslilentisimas.  Refiérelo,  tan  bien  como  suele  con- 
tarlo todo,  Nicolás  Antonio,  en  su  Biblioteca 
Nueva,  tomo  I.  pájina  196.  ■  ; 

— Pone  el  pedazo  último  del  Articulo,  i  continúa: 
Mas,  guárdate  de  imponér  temerariamente  algu- 
na mancha  infamante  sobre  nuestro  Autor.  Pués 
la  apolojia  se  publicó  en  el  año  1553 :  época  en  la 
cuál  a  todos  les  parczia  que  Constantino  opinaba 
bién  azerca  de  rcUjión:  i  tal  era  la  estima,  que 
todos  hazian  de  su  nombre,  cuál  Matamoros  des- 
cribió. Ni  nos  deja  juzgar  de  otra  suerte,  el  cargo 
qué  tenia  entonzes  de  Predicador  del  Rei.  Pero 
después,  junto  con  la  relijión ,  perdió  todos  aque- 
llos ornatos  del  almá.  Si  entonzes  hubiese  escrito 


I 


448  il^  OIlSERVAZIONES.  JS 

Matamoros,  no  tengo  duda,  que  hubiera  inalde- 
zido  a  este  hombre ,  como  lo  podemos  probár,  por 
las  obras  mismas  del  autór«\.  etc. 

Eso  es  cuanto  se  le  ocurrió  ponér  a  D.  Fran- 
zisco  Cerdá  i  Rico,  en  contra  de  la  relijiosidád 
del  Doctór  Constantino.  Su  ocurrénzia  me  pa- 
rczo  dcsnzcrtada,  o  impropia  de  un  literato,  por 
varias  razones. 

En  primér  lugár,  tratando  do  reimprimir  to- 
das las  Obras  del  Maestro  Matamoros,  al  cuál  no 
podía  ya  consultar,  por  hazér  casi  dos  siglos  que 
había  muerto;  lo  que  cumplía  a  la  injenuidád 
literaria,  i  al  carácter  de  fidedigno  humanista, 
i  editor,  que  al  parczcr  ambizionaba  D,  F.  Cer- 
dá; era  el  habép  reimpreso  lí  Apolojia,  confor- 
me a  la  edizión  del  año  de  1553.,  i  no  darnos 
una  edizión  mutilada  de  ella.  I  al  elojio  del  Doc- 
tór Constantino,  que  no  le  gustaba,  pudo  po- 
nerle por  Nota  condenatoria,  cuanto  creyese 
nezesario,  para  agradar  a  todas  las  sotanas,  goli- 
llas, i  faldas  de  España,  que  a  D.  Franzisco  le 
pareziesen  ortodoxas,  i  temibles. 

Luego ,  ya  que  para  condenár  la  memoria  del 
Dr.  Constantino,  se  apoya  en  la  autoridád  de 
D.  Nicolás  Antonio,  trascribiendo  un  pedazo  del 
Articulo  de  la  Biblioteca  Nueva;  pareze  ,  que  el 
Sr.  Cerdá,  debia  haberse  hecho  cargo,  de  lo  que 
reza  el  pedazo  antariór,  que  no  trascribió;  en  el 
cuál  D.  Nicolás  Antonio,  aprueba,  implizitamen- 
tc  las  obras,  que  aquí  reimprimo,  del  Doctór; 
pues  que  dize,  que  las  compuso,  cum  nondum 
exuisset  bonam  mentem,  o  ,  cuando  aun  no  se  ha- 
bía despojado  de  su,  buén  juizio.» 


5R.  ODSERVAZIONKS.  S  449 

■  I  inui  malo  hubiera  sido  el  del  Maestro  Mata- 
moros, si  hubiera  mudado  de  parezór,  respecto 
al  mérito  del  Doctórl  Constantino,  innezesaria- 
mcnte,  i  contra  la  verdád. 

Convengo  con  el  Sr.  Cerdá,  en  que  Matamo- 
ros hubiera  (como  dize)  maldezido  a  este  hombre, 
cuantas  vczes  se  lo  hubiesen  ordenado  los  In- 
quisidores i  porque  eñ  nuóstra  monástica  Espa- 
ña,- nada  es  docto,  ni  sazonado,  en  letras,  si  no 
obtiene  antes  el  asentimiento,  i  firma,  de  los  fa- 
náticos mas  zerrados)— pero  como  las  obras  que 
al  Dr.  Constantino  le  granjearon  su  justa  ala- 
banza, habían  sido  aprobadas  por  los  Inquisido- 
res de  España ,  no  tenían  nezesidád  de  otra  apro- 
bazión,  como  dijo  Frai  Ánjel  de^  Castilla,  según 
vimos:  ni  Matamoros,  por  consiguiente,  tenía 
que  acudir  a  la  inconsistenzia,  de  borrár  esas 
alabanzas.  I  cuando  en  sn  Apolojia,  vemos  elo- 
jiado  al  Obispo  Osio,  i  al  Arzobispo  Frai  Barto- 
lomé Carranza  de  Miranda;  al  mismo  tiempo, 
que  se  abstuvo  de  elojiár,  a  Frai  Luis  Carvajál, 
«por  no  ofendér  las  zenizas  del  indignado  Eras- 
mo/i)  firati  simul  et  indignabundi  Erasmi  manes 
a  proposito  deterruissentj,  como  dá  a  entcndór; 
— ^pareze  naturál,  que  el  paso  de  ISiApolojia,  ex- 
purgado por  el  Sr.  Cerdá,  le  hubiera  dejado  en 
su  lugár  Matamoros,  con  las  salvedades,  que 
dejó,  el  del  Obispo  Osio. 
.  En  lo  que  no  es  posible  convenir  con  el  se- 
,ñór  Cerdá,  es,  en  aplicár  al  Doctór  Constantino 
el  verso  de  Juvenál:  pues,  a  mi  ver,  estuvo  tan 
lejos  de  aspirár  a  que  le  tuviesen  por  otro  Cu- 
rio, ni  por  cualquiér  otra  antonomasia  de  virtud 


I 


hbú  "A  OBSERVAZIONES.  >? 

azendrada ;  que  en  esto  mismo  volumen ,  desdo 
lá  pójina  360  a  la  392,  tenemos  la  Confesión,  no 
solo  de  aquellos  pecados,  i  locuras  de  su  juren- 
íúd,  que  le  echaban  en  cara  los  quo  callaban  las 
propias  ,  i  las  de  otros;  sino  que  -vemos  al  Doc- 
tor Constantino  postrado  enteramente,  i  sin  mas 
esperanza,  que  en  su  Bcdentór  :  i  le  oímos  cx- 
clamár  ahí  en  la  pAjina  388:  «Tal  soi  yo,  que 
todo  cuanto,  Vos,  sois,  csmencstér  para  mi. ^> — i 
en  la  390,  reconozerso,  i  dezir:  «Z)e  mi  parte, 
no  hai  otro  sacrifizio,  sinó  mi  espíritu  atribula- 
do, i  mi  corazón  aflijido:  i  aun  este  no  tuviera, 
si  no  me  hubierais  despertado  para  que  conoziese 
mi  grande  peligro.»        '  ' 

Este  lenguaje,  a  lo  menos,  descubro  unos  sen- 
timientos conformes  a  los  del  Publicano,  i  no 
a  los  del  Fariseo,— que  rejistró  s.  Luoas  xviii. 
10 — 13.  Descubrir  el  farisaísmo  de  otros,  fué  para 
ellos  su  pecado  prinzipál.  ■ 
•  Con  un  criterio  semejante  al  de  Di  F.  Ccrdá, 
cojieron  los  Inquisidores  aquel  extraño  Libro  de 
Caballerías,  i  Perjurios,  de  D.  Felipe  II.,  quo  nos 
dejó  Calvete  de  Estrella,  i  que  se  imprimió  en 
Amberes  el  año  de  1552.,  i  borraron  en  él  los 
pasos  siguientes  :  '  ■ 

Folio  5  vuelto:  « El  Doctór  Constantino,  mui 
))gran  Filósofo,  i  profundo  Teólogo,  i  de  los  mas 
«señalados  hombres  en  el  pulpito,  i  clocuénzia, 
«que  ha  habido,  de  grandes  tiempos  acá,  como 
»lo  muestran  bién  claramente  las  obras  que  ha 
«escrito,  dignas  de  su  injenio.» 

Folio  325  vuelto:  «Pasóse  la  Cuaresma  [del 
«año  1549.]  en  oir  Sermones  de  los  grandes  Prc- 


I 


«.  OBSERVAZIONES.  ?*  451 

ndicadores  que  en  la  Corte  había,  en  espeziál 
nros,  los  cuales  eran,  el  Doctór  Constantino,  el 
I-Comisario  Frai  Bernardo  de  Fresneda,  el  Doctór 
«Agustín  de  Cazalla,  Predicadór  del  Emperadór, 
•exzelentísimo  Teólogo,  i  hombre  do  gran  doc- 
«trina,  i  clocuenzia.» 

I  en  el  folio  7  •vuelto,  dejó  notado:  que  cuan- 
do el  año  de  ISíS.,  se  embarcó  Felipe  II.  en  Cas- 
tellón: «el  primero  dia  de  Noviembre,  que  se 
nzelebra  la  fiesta  de  todos  los  Santos,  salió  el 
«Prínzipe  a  misa,  a  la  Iglesia  Mayór.  Hízose  el 
j  nofizio  divino  con  grande  solemnidád,  i  predi- 
Bcó,  tan  singularmente  como  lo  suele  hazér 
«siempre  el  Doctór  Constantino. u 

I  el  mismo  Calvete  dize,  «que  el  2  de  Noviom- 
»bre  se  embarcó  Franzisco  Duarte  en  la  galera 
«Divicia  del  Prinzipe  Doria.  Venían  con  él,'  el 
»Doctór  Constantino,  D.  Diego  Laso  de  Casti- 
olla,  etc.»  I  como  este  embarque  ocurrió  en  un 
invierno  prozeloso,  i  tempestuoso  por  demás,  i 
el  día  antes  predicó  el  Doctór  el  Sermón,  ahí 
aplaudido,  i  en  ocasión  tan  solemne,  sin  duda 
seria  notable,  i  preludio  singulár  de  los  otros 
Sermones,  que  predicó  por  última  advertenzia 
a  Felipe  II.,  en  la  Cuaresma  ya  raenzionada,  i 
en  sazón  tan  peculiár.  Pues  pronunzió  dichos 
Sermones  delante  de  su  Prinzipe,  cuando  éste 
recorría  la  Flandes,  i  la  Holanda,  como  Domi- 
nios en  que  había  de  suzedér  a  su  Padre :  i  cuan- 
do en  cada  zludád  prinzipál  de  aquellas  tierras, 
iba  repitiendo  con  solemnes,  fuertes,  i  claras 
palabras,  juramentos  clarísimos,  de  guardár,  i 
mantenér  los  Fueros,  leyes,  i  libertades,  de  sus 


452  ^  OBSEUVAZIONES.  ?8 

naturales. — Unos  diez  años  después  de  esto,  su 
manifestaron  las  intenziones,  i  relijiosidád  de 
ambas  personas  :  el  Doctor,  i  Predicador  Cons- 
tantino murió,  como  ya  -vimos,  martirizado  en 
las  Cárzeles  de  la  Inquisizión  de  Sevilla,  por  su 
manera  de  entendór,  i  amar  el  Evanjelio:  i  Fe- 
lipe II.,  faltando  a  todos  sus  juramentos,  i  a  toda 
lei  do  humanidád,  se  ocupó  con  todo  ahinco  en 
mandar  degoUár,  quemár,  i  perseguir,  por  todas 
partes,  a  cuantos  no  pensaban,  en  relijión,  como 
él  dezia,  que  pensaba.  Si  aquí  no  recordamos 
las  palabras:  «Vosotros  no  sabéis  de  qué  espí- 

KITU  HAJBEIS  de  SER  :  PORQUE  EL  IIuO  DEL  HOMBRE 
NO   HA  VENIDO  PARA   DESTRUIR  LAS  VIDAS  DE  LOS 

HoxiDRES,  SINO  PARA  SALVARLAS;»  uo  s6  cuando 
las  recordaremos. 

Aduzidas,  a  la  letra,  las  zitas,  i  expurgos,  de 
los  adversários  del  Dr.  Constantino ;  pudieran 
copiarse,  ahora,  las  palabras  con  que  le  ensal- 
zan, los  que  bién  le  querían  :  mas,  por  la  mis- 
ma razón,  que  respeto,  i  amo,  la  memoria  de 
Constantino  de  la  Fuente,  como  la  de  cuantos 
fueron,  i  sean  victimas  de  la  persecuzión  reli- 
jiosa,  que  los  hombres  en  su  locura,  sanzionan 
sacrilegamente  en  sus  Códigos  con  titulo  do  Le- 
yes sobre  Relijión;  por  lo  mismo,  que  miro  como 
una  lei  inviolable  para  todo  crisliano,  la  obser- 
vanzia  de  una  completa  libertad  relijiosa;  —  m(i 
basta  declararlo  asi,  i  repetir  al  lectór,  quo  lo 
que  pudiera  leer  aquí,  en  abono  del  Dr.  Cons- 
tantino; lo  hallará  en  los  tomos  V.  i  XIII.  de  los 
Reformistas  Antiguos  Españoles,  i  en  las  pajinas 
que  se  alegaron  antes.    ■;  ,        ■  -'•i,-.; 


«,  OBSERVAZIONES.  S  453 

Solo  importa  coníirmár,  lo  que  en  ellos  se 
dize,  respecto  a  las  Explicaziones,  o  Discursos, 
que  el  Doclór  hizo  en  la  Cátedra  de  Escritura, 
que  instaló  el  Rectór  Escobár  en  el  Colejio  de 
Ñiños  de  la  Doctrina  de  Sevilla.  Esas  Explicazio- 
nes, o  Lecziones,  sobre  los  Proverbios,  Ecle- 
siASTEs,  CantAr  de  Cantares,  i  mitád  de  Job; 
existían  todas  manuscritas  (i.recojidas  por  uno 
de  sus  mas  zelosos  oyentes ,  a  quien  Montes  de- 
signa con  la  abreviatura  Bab.),  en  Heidelbcrga, 
mas  bién  que  dentro  de 'España,  en  el  año  do 
1567.:  pues  Montes  dize;  «cuando  las  publiquc- 
nmos,  se  verá,  cuán  atrás  dejó  a  todos  los  que 
«hasta  aquí  escribieron  algo  azerca  de  aquellos 
«Libros,  i  se  podrá  juzgár  con  mas  azierto,  de 
«la  erudizión  suma  de  aquél  hombre.»  De  ahí 
pareze  inferirse,  que  Montes,  i  sus  compañeros 
de  peregrinazión,  tenían  consigo,  i  casi  dispues- 
tos para  la  prensa,  esos  Discursos  del  Dr.  Cons- 
tantino.—I  cuando  el  propio  Montes  se  duele, 
allí,  porque  el  Doctór  hiziese  oposizión  a  la  Ca- 
nonjía Majistrál ,  «por  las  importunas  persuasio- 
nes, i  ruegos  de  ziarto  amigo,  a  quien  ojalá  no 
hubiese  hecho  tanto  caso  (pues  aun  estaría,  tal  vez, 
entre  los  vivos,  si  no  le  hubiera  tenido  esa  defe- 
renzr'a);»  — alude  quizá  al  Canónigo  Temiño,  o 
al  Canónigo  Navarro. 

Limitadas  prinzipalmente  estas  Observaziones, 
a  dar  cuenta  así  de  las  Obras  reimpresas  en  este 
tomo,  como  de  otras  del  Autór,  de  las  cuáles  se 
hazen  cargo  sus  adversários,  i  sus  amigos:  i  ha- 
biendo acompañado  esa  cuenta,  con  las  notizias 
mas  indispensables  de  su  persona,  i  de  los  ca- 


454  ODSEUVAZIONES.  S 

SOS,  i  tribülaziones,  que  le  cupieron  en  suerte;— 
las  debía  prolongár  ahora,  pasando  primero,  al 
examen  de  ambas  cosas,  i  luego,  a  notár  los 
puntos  reparables,  i  dignos  de  considerazión  en 
estos  escritos.  Pero  dejo  do  hazerlo,  no  sé  si  mas 
por  amor,  o  vizio  de  pereza,  que  por  amór  de 
brevedád.  \  ■     '  ' 

Nada  pierden,  por  esto,  el  Autór,  i  sus  escri- 
tos: ni  mi  cortés  lectór  perderá  maS  de  su  tiem- 
po, si  examinó  todo  el  tomo:  porque  ya  por  si 
propio  habrá  formado  su  juizio. 

Por  mi  parte,  en  cuanto  al  mérito  literario,  ¡ 
al  arte  de  Escritór,  pienso  que  puedo  contarse, 
este  nuestro,  entre  los  mejores,  i  aplicárselo 
con  toda  verdád,  lo  que  el  año  do  1610.  escri- 
bía, azerca  de  nuestros  aszéticos,  el  Cardenál 
Bentivoglio,  diziendo  en  una  de  sus  Cartas: 

«Sonó  valent'uomini  veramente  gli  Spagnuoli 
nnelle  composizioni  spirituali;  c  non  so  come 
»la  lingua  ancora  porta  con  se  maggiór  peso 

«con  la  sua  gi-a\itá  per  imprimcr  lo  coso  » 

I  confirmándolo  SíTorza  Pallavicini,  añade :  «fan- 
»no  vedere  ció  che  raccontano,  fanno  credorc 
«ció  che  affermáno,  incántano  gli  uditori :  o  tal 
«hora  qucsta  magia  della  lor  lingua  ó  si  potente, 
ícho  se  arrivano  a  farsi  ascoltaret  violentarlo  a 
afarsi  amare.  Or  la  nazione  Spagnuola,  natu- 
uralmente  ingegnosa,  vivace,  e  gentile,  abbon- 
>3da  di  tali  uomini.»— / 

El  Doctor  Constantino  Ponze  de  la  Fuente,  es, 
a  mi  ver,  entre  esos,  uno  de  los  mejores  escri- 
tores castellanos:  porque  si  el  Lenguaje  so  re- 
alza mas ,  cuando  representa  a  los  oyentes  con 


I 


'A  OnSERVAZIONES.  ?»  '(55 

la  mayor  viveza,  una  clarísima  Idea  de  lo  quo 
la  mentó  esconde;  la  locuzión  del  Doclói-',  que 
tán  bién  azertó  a  explicar  sus  pensamientos  mas 
ocultos,  sin  mendigár  vocablos  obscuros,  puede 
llamarse  verdaderamente  páuta,  i  modelo  en 
nuestra  lengua.  I  esta  pareze  prez  distintiva  dff 
cuatro  Escritores  Reformistas  Españoles :  Valdés, 
Pérez,  Valora,  i  este.  Confróntense  con  los  Prln-, 
zipes  del  lenguaje  castellano,  a  lo  menos;  con 
los  mas  conozidos :  en  Granada,  en  León,  en  Ma- 
lón de  Chaide,  i  en  otros  muchos  mas  antiguos, 
i  mas  modernos  que  ellos;  campea,  si,  con  pu- 
reza el  lenguaje  castellano,  i  con  elocuenzia 
también,  i  mas, elevada,  que  la  de  esos  cuatro: 
pero  en  naturalidád  de  elocuzión,  i  de  vozes,  lie. 
van.  los  cuatro  la  palma.  No  se  les  descubro 
nunca  el  menór  indizio  de  haber  querido  mode- 
Mr  en  todo  el  castellano,  a  la  manera  latina :  ni 
el  do'.habér  buscado  con  dilijcnzia,  o  en  las 
obras  poéticas  de  sus  tiempos,  o  en  los  Diczio- 
nários  extraños,  o  en  el  capricho  propio;  vozes 
que  cautiven  por  su  armonía,  o  deslumhren  por 
su  belleza.  Tratan  solo  de  hazerse  cntendér,  has- 
ta del  mas  rudo;  i  de  persuadir,  con  mucha 
templanza.  No  quieren  arrebatár,  ni  cautivár 
con  artifizio  á  sus  lectores.  ■ 

Pareze  quo  tenemos  clara  prueba  de  esto,  con- 
trayéndonos  solo  al  Dr.  Constantino,  i  a  lo  que 
en  este  tomo  se  lee.  Véase,  sinó  la  pajina  240., 
donde  el  autór  manifiesta  deseo  vivo,  ante  todo, 
de  no  extraviár  a  sus  lectores  por  caminos  per- 
didos: de  que  no  lean  cosas,  que  no  entiendan: 
de:  variár  sus  modos i  explicaziones ,  solo  para 
29 


456  °A  onsEnvAzioxES.  J» 

quo  lo  qiío  por  una  manera  les  fué  oscuro ,  por 
otra  les  sea  claro.  I  su  intento  lo  efectüó  con 
honra  de  su  injenio,  i  en  manera  que  muí  pocos 
le  compiten.  En  esa  misma  pajina  240.,  nótese, 
que  viene  anunziada  la  impresión  de  su  libro, 
DoGiniNA.  CtmtSTiANA,  ya  zitado.  Pués  confrort- 
tándole  con  la  Suma  de  Doctrina,  i  a  esta,  luego/ 
con  el  Catezismo;  se  vó,  que  sin  dejár  absoluta- 
mente nada  susLanziál,  supo  el  Doctór  abreviár, 
con  azicrto  sumo ,  la  obra  primera,  on-la  segun- 
da, i  esta,  después,  en  la  terzera.  Colazionando 
la  Suma,  con  el  Catezismo,  s6  ven  en  éste,  aun 
mas  suzintas  las  infcrenzias  Sacadas  de  los  Man- 
camientos, i  OnAziÓN  DoMiNicÁti,  para  inculcar 
la  santidid  ci-ístiana :  pero  las  infereriziaá,  no  so 
desvirtúan  por  lo  suzinto;  sino  que  mas  bien  lo 
compendioso  las  avigora.  Después,  hallo  en  to- 
das tres  obras,  una  "belleza,  si  se  quiere  negati- 
va, pues  consiste,  en  que  no  adolczen  de  una 
aberrazión;  o  desconformidad,  que  con  la  Doc- 
trina cristiana  se  nota  por  desgrazia,  en  todos  los 
Catezismos,  i  libros  españoles ,  que  tratan  do 
Doctrina  Cristiana.  Ni  en  las  obritas  del  Doctór 
Constantino,  ahí  presentes,  ni  en  la  línayór  quó 
compendian;  no  "se  pone  (véase  lá  pííjiná  383: 
renglón  2.);  ala  falibilidád  hiimana,  al  hombre 
miserable,  í  mortál,  i  falible  a  cada  paso;  por 
Cabeza  infalible  de  la  Iglesia  do  nuestro  Señór 
Jcsií  Cristo  i  ni  semejante  miseria  se  nicnziona, 
ni  aun  para  condenarla.  En  esto  so  distingue  el 
Doctór  de  Calviuo,  i  Lutero,  apesár  de  ser  Teó- 
logo, i  Canonista  de  la  Iglesia  do  España,  i  ha- 
ber impreso  sus  Libros  con  la  aprobazión  de  los 


«.  OBSERVAZIONES.  9»  Í57 

Inquisidores  del  castillo  de  Triana.  I  esa  belleza 
negativa,  -es,  a  mi  parezér,  no  solo  importante, 
sino  santa.  El  Doctór  Constantino  es  ritualista, 
i  ahi  es  un  admitidór,  por  consecuenzia,  de  esas 
doctrinas  de  bautismos,  de  sacramentos,  de  sa- 
crifizios,  derivaziones  todas  de  la  Lei  Antigua: 
pero  el  Doctór,  no  mancha  esas  pájinas,  con  la 
menzión  mas  leve  de .  abcrrazión  tamaña.  Des- 
preziár  así,  en  semejante  punto,  toda  coniro- 
versia,  parcze  una .  gran  belleza ,  en  libros  de 
enseñanza  cristiana.  . 

Me  permitiré,  por  último,  alabár  el  don,  que 
había  rezibido  el  Autór,  o,  séase  la  propiedád  de 
inferir,  i  diszernír,  del  exámen  que  haze  de  los 
Mandamientos,  Orazión  Dominicál ,  i  Sermón  en 
el  Monte;  la  nezesidád  de  examinarse,  a  sí  pro- 
pio :  como  lo  haze  en  la  Confesión  del  Pecador. 
1  confesándose ,  después  do  ese  cxámcn  ,  se  nos 
presenta  Predicador,  que  enseña  predicándose, 
i  cumpliendo  coa  el  debér  de  .examinarse  a  sí 
mismo.  ■ 

Dijo  bién  un  pcnsadór  profundo :  que  la  ex- 
zelenzia  do  la  naturaleza  humana,  !  lo  que  dis- 
tingue al  hombre  de  las  criaturas  inferiores,  aun 
mas  que  la  sola  razón,  es :  que  puede  reüexionár 
sobre  cuanto  se  obra  dentro  de  él,  i  puede  dis- 
zernír las  inclinaziones  de  su  alma  /  izerziorarse 
de  sus  propios  ñnes. 

Pues,  ahora  hién:  no  se  le  habria  conzedido  al 
hombre  esta  facultád  que  le  distingue  de  exa- 
minarse a  sí  propio;  si  no  se  hubiera  tenido  el 
designio,  de  que  esa  lacultid  la  mantuviese  en 
ejerziziohabituál.  Es  loi  común  de  la  prudenzia. 


458  SR.  OBSERVAZIONES.  7» 

mirár  bién  por  nuestros  bienes,  así  espirituales) 
como  temporales.  Tenemos  apetitos  que  domi- 
nár,  imajinazión  que  sujetar,  temperamento  que 
reglar,  pasiones  que  subyugar  :  i  esta  opcrazión 
interna,  no  puede  efectuarse,  ni  podemos  tcnór 
a  raya  nuestros  pensamientos,  ni  dár  a  nuestras 
aüzioncs  su  inclinazión  propia,  ni  preservár  do 
una  coutinua  insurreczión  a  esta  «republiquilla,» 
o  a  este  «mundo  abreviado»  de  nuestro  cuerpo; 
ni  podemos  tenór  sobre  él,  facultad  moderadora, 
si  no  mantenemos  en  continuado  ejerzizio,  esta 
capazidád  de  diszernir,  i  esta  facultad  de  inspcc- 
zionár.  Sin  una  vijilanzia  constante,  la  imajina- 
zión se  nos  volverá  bandolera:  la  conzienzia  una 
declarada  rebelde. 
Esta  vista  interna,  esto  poder  de  introvisión, 

0  de  podernos  inspeczionár,  se  nos  conzcdió,  para 
que  tengamos  una  vela  continua  sobre  nuestra 
alma.  De  la  vijilanzia  inzesante  con  los  mo- 
vimientos internos  de  esas  fructíferas  semillas 
do  aczión,  de  esos  prinzipios  prolíOcos  de  vizio, 

1  virtud,  dependerá  la  formazión,  i  aumento 
de  nuestro  carácter  morál,  i  relijioso.  Mas  no 
basta  una  ojeada  superfiziál ,  para  una  cosa 
tan  profunda:  una  vista  insegura,  no  llegará  a 
penetrár  cosa  tan  engañosa ;  ni  una  mirada  al 
acaso,  cosa  tan  fluctuante  como  el  corazón  hu- 
mano. 

Tenemos  que  cxaminár  no  solo  nuestra  con- 
ducta ,  sino  nuestras  opiniones :  nuestras  faltas, 
i  también  nuestras  prcocupaziones:  nuestras  pro- 
pensiones, i  también  nuestros  juizios.  Nuestras 
acziones,  se  nos  muestran  de  suyo ;  i  no  rcquic- 


«.  0U3ERVAZI0NES.  98  159 

reii ,  que  tan  de  zerca  las  escudriñemos ,  conio 
nuestras  intcnziones. 

Volvamos,  pues,  continuamente,  como  el  Au- 
tor en  la  Confesión,  a  considcrár  nuestro  inte- 
riór;  i  asi  combatiremos  la  zcguora  de  nuestro 
amór  propio,  que  nos  haze  tragarnos  las  lison- 
jas ajenas.  Al  que  no  se  lisonjea  a  si  propio,  no 
le  dañará,  de  seguro,  la  ajena  lisonja.  Si  exami- 
namos bién  nuestros  motivos,  nos  avergonzare- 
mos con  frecuenzia,  de  que  nuestras  acziones  se 
alaben.  Examinemos  lo  que  hazemos,  pero  mas 
el  por  qué  lo  hazemos,  por  cuál  motivo,  i  con 
qué  fin. 

Acordémonos,  sin  embargo,  que  hai  un  exa- 
men de  sí  mismo,  flctizio,  ó  espúreo,  que  mas 
que  para  alumbrar,  sirve  para  zegár.  Quien  se 
considera  con  satisfaczión ,  por  liabér  abandona- 
do algún  vizio  notorio,  o  algún  pecado  habitual, 
que  tenia;  i  por  habér  sustituido  algunas  fórmu- 
las, a  una  irrelijiosidád  manifiesta:  quien  so 
complaze,  entónzes,  comparando  lo  que  es,  con 
lo  que  era ;  se  engaña  a  sí  propio,  examinándose 
al  tenor  solo  de  su  conducta  pasada,  i  no  según 
la  regla  del  Espíritu,  i  de  las  Escrituras.  El  re- 
cuerdo de  habér  dejado  algún  vizio,  o  de  ha- 
bér adquirido  alguna  virtúd,  alimentará  nuestra 
vanidad  :  pero  el  habituarnos  a  examinár  con- 
tinuamente nuestra  maldád,  a  rumiar,  digá- 
moslo así,  nuestros  pecados,  aunque  amarga, 
i  penosa,  será  cosa  útil,  i  segura.  Solo  po- 
demos conozér  bién  nuestro  corazón,  escudri- 
ñándole a  fondo :  i  solo  conoziendo  nuestro  co- 
razón ,  podemos  reíormár  nuestra  vida. — Al  cxa- 


460  ODSERVAZIONES.  ^ 

mende  nosotros  mismos,  nos  guía,  el  examen 
que  hizo  do  si  el  Dr.  Constantino  en  la  Confe- 
sión del  Pccadór.  No  despreziemos  su  ejemplo, 
i  su  aviso. 

■  En  cuanto  a  los  sacramentos,  i  otras  doctrinas 
ritualistas,  que  se  enseñan,  o  adoptan  en  estos 
Escritos  del  Dr.  Constantino;  me  parezen,  cuan- 
do menos,  cosas  mui  ajenas  de  la  enseñanza  de 
la  relijión  cristiana.  Si  adorár  a  Dios  en  espíri- 
tu, i  verdad,  es  ser  verdadero  Cristiano,  esto 
solo  parezc  lo  único  nczesario,  i  lo  que  debe  úni- 
camente enseñarse  al  diszípulo ,  o  seguidór  de 
Cristo. — I  en  cuanto  á  la  infalibilidád  de  aquellas 
Iglesias,  que  se  componen  de  otros,  que  de  ado- 
radores en  espíritu,  i  verdad;  estos  mismos  Escri- 
tos, en  la. suerte  desiguál  que  tuvieron,  nos  se- 
ñalan claramente  lo  que  debemos  pensar.  Cuan- 
do los  Inquisidores  de  España,  no  tuvieron  a  su 
Autór,  por  heterodoxo;  los  aprobaron,  i  alaba- 
ron, encarezidamente:  i  luego,  cuando  quema- 
ron los  huesos,  i  calumniaron  la  memoria  del 
Doctór,  entonzes  condenaron  como  pestilentes, 
estos  mismos  Escritos,  que  aprobaron  antes  como 
saludables.  ¿Quó  infalibilidád  es  esta?  Segura- 
mente, que  si  nuestro  Salvadór,  hubiera  suje- 
tado a  los  Cristianos,  en  todas  las  partes  de  la 
tierra,  al  dominio  e  inspeczión  del  Jefe  de  una 
Iglesia,  de  semejante  infalibilidád;  había  im- 
puesto a  un  hombre  un  debór,  que  zicnto  no 
podían  descmpcñúr;  i  había  escojido  una  de  las 
formas  de  gobierno  mas  imperfectas  que  pudie- 
ran imajinarse. — Madrid  Xllm.  1863. 

Luis  de  Usóz  i  Rto. 


..,-.f.:,„  i  VÉ  DE  ERRATAS.    ...         ..  - 

o!'  '  '.  '  ■  .'í  .«'•■'i 

Hoja  i.'  Plana  1.*  .r.  .29 ..se  sq.  (Bórrese  un  se) 
Hoja  4. 'vuelta,  r.  .10.  Léase  así:  «grandes  christia- 
.  nos:  grandes  i  .constantisimos» 
—  I  en  el  r.  28  de  la  mismaléase:  envcjcszidas 


Paj.  17.  r,   5.   escrito  . .  escripto 

Paj.  18.  r.  20.  .  .nazido... . . . .  .  naszido  '  * 

Paj.  19.  r.  26..  veamos.: ...  .  veamos,    .  '  ■ 

Paj.  20.  r.  l'i. .  .ofre-   ofres- 

Paj.  22.  r. .  4.   resciba   resziba 

Paj.  25.  r.    {.    connzi miento,  conoszimknio 

—  —  r.   9.    e  de   i  de 

Paj.  26.  r.  14.  .  lo   .  lo  . 

—  —  r.  31,  .  principales.,  prinzipales,- 

Paj.  31.  r.  28... hubiere   hobiere  : 

Paj.  33.  r.  29.   e  a.........  .  i  a  . 

Paj.  40.  r.    4.   memeria   memoria 

Paj.  44.  r.  25.  ,Autór  el  Autór    .  ■ 

—  — r.  29... asi   ansí  /, 

Paj.  45.  r.    8.   causa   cosa 

Paj.  46.  r.  14.   el   del  • 

Paj.  ,  .48.  r.   8.   Bórrese  el  «;» 

—  —  r.  18.   asi   ansí 

Paj.  52.  r.    9.    dczíd   i  dczid 

Paj.  56.- r.    8.   no   e  no 

—  —  r.  15.   D'estos   DVsos 

Paj.  58.  r.    4.    la  vuelven. .  i  la  vuelven 

Paj.  68.  r.    5.   Escritura...  Escriptura. 

Paj.  74.  r.  12.    agradezerlo. .  agradeszcrlo 

Paj.  85.  r.  15.    Fe,  i   Fe.  I 

Paj.  86.  r.  12.   i   c 


( 


Paj. 
Taj. 
Paj. 
Paj. 
Paj. 
Paj. 


Paj. 
Paj. 
Paj. 

Paj. 
Paj. 
Paj. 
Paj. 
Paj. 
Paj. 

Paj. 
Paj. 


130.  r.  20.  '   i  maneras 

138.  r.        aparionzias. .  aparcnzias 

196.  r.  18.    le   lo 

202.  r.  17   los  contractos, 

205.  r.  17.  '   bastcszido 

215.  r.   3.   entenderá...  extenderá 
Es  errata  de  la  Edizión  antigua 
del  1551.,  que  debió  correjirse.  ■    • .  •'  ' 

218.  r.    4.   les.   los  ' 

223.  r.  15.    solo   sola 

227.  r.  31.    ..•  •          mildád;  arro- 

ganzia: 

286.  r.  18.    nombrados.,  nombradas 
303.  r.    1.    adelante,...  delante 

320.  r.  15.    quiere.   quiere; 

338.  r.  25.   Redeptór....  Redemptór 

342.  r.  18.  •  to   lo 

359.  r.    1.   [Al  marjen  falta  el  Folio  76  de 
la  Ed.  Antigua.] 

369.  r.  20.   saque   saqué 

375.  r.  28.   Podré.   Poder 


1  Es  vergonzosa  esta  Fé  de  erratas  :  pero  ma-* 
yor  vergüenza  sería  el  no  rcjistrár  las  que  se 
han  notado.  -  .  - 


CONTIENE  ESTE  TOMO. 


Suma  de  Doctrina  Cristiana.  Pajinas.  1—237. 

Sermón  de  nuestro  Señor  en  el  Monte.  238—274. 

Tabla  de  los  Capitulos  de  la  Suma. ..  27.5—278. 

Catezismo  Cristiano   279—358. 

Confesión  de  un  Pecador   359—302. 

Carta  de  s.  Bernardo   393—397. 

Otra  carta  del  mismo   399—409. 

Tres  Portadas  antiguas   411 — 418. 

Observazioues  sobre  los  Tratados  re- 
impresos  419 — 460. 

-  Se  han  omitido  en  las  Observaziones,  las  zi- 
tas  anunziadas  en  la  Nota  de  la  pajina  231.,  de 
la  Pastoril  del  Inquisidor  Bertrán;  por  haber 
omitido  también  lo  que  en  ellas  se  puso,  en  un 
prinzipio,  relativo  a  los  Sermones  del  Doctór 
Constantino. 


%3 


I 


.t::.;í;'r  :. , ;  .  ..i, ■■;:;)■ 


.••■.'—  .■;>  ..i<'  ,  .      [y.     /;  ■     ':  •  -!  •,!,  iMnT. 

:   

"OSSIBUS  EREPTJS  RE^•OCAT  L^T1TI\  MEDULLAS.n  • 

.    •   '    ^  '  '  •  ;h 

.'■M  -Wh......  ...^^  ■■■  .  V.T 


n;i  ri')  ,!'■■:;.■;      -  "      :  '  '  V  '  ••■  ;  oi  •.'rír-; 


VVfRT 

ROOBINDI-.