Skip to main content

Full text of "Vegetacion espontánea y repoblacion de los médanos de la zona litoral de Veracruz"

See other formats


■ 


c 


¿y 


=== 

VEGETACION  ESPONTÁNEA 


Y 

REPOBLACION  DE  LOS  MÉDANOS 


DE  LA  ZONA  LITORAL  DE  YERACRDZ. 


VEGETACION  ESPONTANEA 


Y 

REPOBLACION 

DE  LOS  MÉDANOS 

DE  LA  ZONA  LITORAL  DE  YERACRUZ 


INFORME  PRESENTADO  Á LA  SECRETARÍA  DE  FOMENTO 


POR  EL  INGENIERO  AGRÓNOMO 

IGNACIO  OCHOA  VILLAGÓMEZ 


MÉXICO 

OFICINA  TIPOGRAFICA  DE  IA  SECRETARIA  DE  FOMENTO, 

Calle  de  San  Andrés  número  15. 


1885 


/ Oj  1 0 

% ^ 


i 


(i .)  O l'i  l¡  A 
MUIA  UOOfiA 
01!  A V íi  A l¡ 
Vi  I í: « ■:  VHIÍH 


De  conformidad  con  lo  dispuesto  por  esa  Secretaría  en  su  oficio  relativo, 
practiqué  en  las  cercanías  del  puerto  de  Y eracruz  las  operaciones  conducentes 
al  estudio  del  saneamiento  y repoblación  do  los  médanos  inmediatos  á aquel 
puerto.  Y como  resultado  de  la  comisión  que  recibí,  tengo  la  honra  de  dar 
cuenta  con  el  siguiente  Informe,  al  cual  acompaño  un  Herbario,  y las  colec- 
ciones que  van  detalladas  en  mi  Oficio  de  remisión. 


NTRE  las  diversas  manifestaciones  de  la  acción  incesan- 
te de  los  mares  sobre  los  continentes,  la  invasión  de  los 
montículos  de  arenas  arrancadas  de  la  roca  y arrojadas 
á la  playa  por  las  olas,  es  un  fenómeno  geológico  que,  con  justo 
motivo,  ha  llamado  en  todos  tiempos  la  atención. 

En  aquellos  sitios  en  que  la  costa  se  levanta  erizada  de  rocas 
y escarpada,  la  marea  azota  y socava  los  cimientos,  ocasionando 
el  derrumbe  de  enormes  masas  que  las  aguas  rompen  y desmenu- 
zan después. 

No  es  cierto  que  estas  moles  desprendidas  de  la  orilla  se  depo- 
siten para  siempre  en  el  Océano;  al  contrario,  desde  que  caen  al 
mar,  son  arrebatadas  y removidas  por  la  acción  combinada  del 
flujo  y reflujo,  por  la  fuerza  de  los  vientos  ó por  las  corrientes 
submarinas  que  las  tienen  en  constante  movimiento,  y las  redu- 
cen á una  extrema  división.  Sucede  así,  que  los  cascajos,  arenas 
gruesas  y materias  terrosas,  en  virtud  de  su  mayor  peso,  conclu- 
yen por  depositarse  en  distintos  lugares  del  Océano,  en  donde 
encuentran  las  condiciones  necesarias  para  su  estabilidad;  pero 
las  arenas  finas,  como  más  ligeras,  quedan  en  suspensión;  son 
arrastradas  por  el  flujo  del  mar  y por  las  olas  y depositadas  sobre 
las  costas  más  bajas.  En  cada  reflujo  queda  enjuta  aquella  orilla, 
que  calienta  el  sol  y el  viento  impele  en  seguida  hácia  los  conti- 
nentes: de  tal  suerte,  que  si  el  hombre  no  pensara  en  detener  estos 
montículos  movedizos,  prontamente  cubrirían  las  comarcas  y cam- 
piñas. 


8 


Con  la  acción  combinada  del  aire,  de  la  humedad  y del  tiempo, 
estas  arenas  se  endurecen  mezclándose  con  los  restos  animales  y 
vegetales  que  sorprenden  á su  paso,  formando  verdaderas  cuestas 
ó colinas  que  en  francés  se  llamaron  “dunes/’y  en  nuestro  país  se 
conocen  con  el  nombre  de  médanos. 

Así  es  como  las  dunas  del  Golfo  de  Gascuña  sepultaron  en  la 
arena  varias  ciudades  que  figuran  en  los  mapas  de  la  edad  média. 

Las  arenas  movedizas  de  la  Arabia  desierta  producen  las  cons- 
tantes trasformaciones  que  mudan  la  faz  y el  aspecto  de  sus 
costas. 

Muchas  ciudades  y aldeas  del  Egipto  han  sido  invadidas  por 
las  arenas  del  Desierto,  desde  que  la  indolencia  musulmana  no 
cuidó  de  contenerlas. 

Y sin  ir  más  lejos,  las  ruinas  de  la  antigua  Villa  Rica  de  la  Ve- 
racruz,  fundada  por  Cortés,  cerca  de  Zempoala,  están  actualmen- 
te cubiertas  por  la  arena. 

Varias  circunstancias  locales  han  contribuido  poderosamente 
en  nuestras  costas  del  Golfo,  y muy  principalmente  en  las  cerca- 
nías de  Veracruz,  para  formar  las  dunas  ó médanos. 

Los  primeros  regidores  de  esta  villa,  no  hablan  en  su  carta  á 
Cárlos  V,  refiriéndose  al  aspecto  de  la  costa,  sino  de  desiertos  are- 
nales; pero  probablemente  ya  existian  los  médanos  en  aquella 
época,  aunque  no  se  haya  hecho  mención  alguna  de  ellos. 

Es  bien  sabido  que,  en  aquel  tiempo,  el  cordon  litoral  de  Vera- 
cruz  estaba  formado  por  un  arrecife  madrepórico  ó piedra  múcar, 
que  en  algunas  partes  se  elevaba  á la  altura  de  1 á 2 metros  sobre 
el  nivel  de  las  más  altas  mareas.  Este  depósito  de  coral  ha  sido 
ventajosamente  empleado  como  material  de  construcción,  en  la 
fortaleza  de  Ulúa,  en  las  fincas  de  la  ciudad,  en  sus  baluartes  y 
murallas,  y no  quedan  ya  vestigios  de  él.  La  aparición  de  los  mé- 
danos en  las  cercanías  de  Veracruz,  comenzó,  quizá,  desde  que 
cesó  el  abrigo  que  prestaba  el  arrecife. 

Pero  prescindiendo  de  lo  que  la  tradición  ó la  Historia  nos  en- 
señen sobre  este  particular,  no  cabe  duda  que  el  litoral  de  la  bahía 
puede  considerarse  como  un  malecón,  contra  el  cual,  los  vien- 
tos dominantes  y el  perpetuo  movimiento  de  las  aguas  de  Este  á 
Oeste,  arrojan  sin  cesar  las  arenas  que  el  Océano  tiene  en  sus- 
pensión. Por  otra  parte,  según  los  sondeos  y reconocimientos  que 


9 


se  han  practicado,  resulta  que  el  perfil  del  lecho  del  mar  en  toda 
la  playa  inmediata,  favorece  notablemente  este  depósito. 

El  poder  calorífero  absorbente  *de  las  arenas  y su  extrema  te- 
nuidad, prestan  ocasión  á los  vientos  para  arrebatarlas  y remo- 
verlas, formando  con  ellas  montículos  movedizos  más  ó ménos 
elevados. 

Experimentan  notables  trasformaciones  estas  pequeñas  colinas 
en  la  época  de  los  equinoccios,  y en  los  meses  de  Octubre  á Mar- 
zo en  que  reinan  los  vientos  impetuosos  llamados  “Nortes.”  Ocu- 
pan dilatadas  extensiones,  conservando  las  huellas  del  viento  que 
las  ha  impelido;  y como  dice  Bremontier,  refiriéndose  á las  dunas 
del  Golfo  de  Gascuña,  “pudieran  compararse  al  aspecto  de  un  mar 
embravecido,  cuyas  encresj^adas  olas  fuesen  súbitamente  fijadas, 
en  medio  de  una  tempestad.” 

En  la  parte  expuesta  al  viento  reinante,  la  pendiente  de  los  mé- 
danos es  suave  y no  excede  de  25  á 30  grados:  no  sucede  otro 
tanto  al  lado  opuesto,  en  donde  las  arenas  que  llegan  á la  cima  y 
la  rebasan,  se  deslizan  en  virtud  de  su  propio  peso,  tomando  la 
inclinación  que  corresponde  á su  talud  natural,  y que,  como  el 
cálculo  indica,  es  de  34J  grados.  Algunos  médanos  alcanzan  la 
altura  de  50  y aun  80  metros  sobre  el  nivel  de  la  playa. 

La  configuración  de  estas  costas  va  cambiando,  como  debe  su- 
ponerse, porque  variando  de  lugar  los  médanos,  cambian  también 
de  sitio  los  valles  y cañadas  que  están  entre  ellos  comprendidos. 

En  la  estación  de  las  lluvias,  aquellos  bajos  se  trasforman  en 
pantanos  y pequeños  lagos,  en  donde,  los  restos  orgánicos  entran 
prontamente  en  descomposición  bajo  los  rayos  ardientes  de  un 
sol  ecuatorial,  y mantienen  una  atmósfera  húmeda  y saturada  de 
miasmas,  muy  nociva  á la  salubridad:  á esta  circunstancia  se  aña- 
de la  influencia  malsana  de  los  desechos  marinos  que  arrojan  las 
olas  á la  playa,  y los  cuales  entran  también  en  putrefacción  muy 
fácilmente. 

Por  otro  lado,  ese  constante  vaivén  de  las  arenas  impide  dar 
salida  á aquellas  aguas  estancadas,  porque  cubrirían  los  canales 
y sepultarían  las  obras  de  construcción  que  con  tal  objeto  se  em- 
prendieran. 

La  zona  litoral  se  eleva  á unos  162  metros  (500  piés)  sobre  el 
nivel  del  mar,  y se  extiende  en  llanadas  ó sabanas  arenosas,  en- 

V egetacion.— 2 


10 


trecortadas  por  los  médanos  que  forman  pequeñas  cordilleras, 
cuyas  faldas  se  inclinan  suavemente  hacia  la  playa. 

El  período  de  las  lluvias  es  allí  de  cinco  meses,  desde  Junio 
hasta  Noviembre,  y la  cantidad  de  agua  que  cae  anualmente  es 
de  lm62  por  término  medio.  En  el  resto  del  año,  el  vapor  de  agua 
llevado  en  suspensión  por  los  alisios  no  llega  á precipitarse:  de 
un  lado,  la  elevada  temperatura  producida  por  la  posición  zenital 
del  sol,  y por  otro  la  influencia  de  las  montañas  vecinas,  se  com- 
binan para  dar  este  resultado. 

En  el  invierno,  hay  que  agregar  otra  causa  de  mayor  impor- 
tancia: sucede  en  efecto  con  frecuencia,  de  Octubre  á Marzo,  que 
el  viento  Noroeste  del  Golfo  se  interrumpe  por  los  “Nortes,”  que 
no  son  otra  cosa  que  una  desviación  del  alisio,  producida  por  la 
aspiración  que  las  costas  bajas  de  la  península  de  Yucatán  ejer- 
cen, á la  manera  del  tiro  de  una  inmensa  chimenea.  Las  ráfagas 
ó bocanadas  de  este  aire  frió  que  se  desprenden  de  la  bahía  de 
Hudson,  atraviesan  el  Canadá  y la  parte  oriental  de  los  Estados 
XJnidos,  se  saturan  de  vapores  en  las  aguas  del  Golfo,  y vienen 
después  á descargarse  con  extraordinaria  violencia  sobre  el  para- 
lelo de  Yeraeruz  y de  la  Habana;  pero  como  se  encuentran  con 
capas  de  aire  muy  caliente,  su  punto  de  saturación  se  retrasa,  y no 
alcanzando  á resolverse  en  lluvia,  sólo  refrescan  la  temperatura. 

Estas  conmociones  atmosféricas  se  anuncian  por  una  violenta 
perturbación  en  la  marcha  del  barómetro. 

Casi  siempre,  un  stratus,  cuyo  perfil  aparece  al  Norte,  dibuja- 
do en  lontananza  á la  manera  de  una  oscura  faja,  es  el  precursor 
seguro  de  este  fenómeno  imponente. 

Sopla  al  principio  un  viento  ligero  de  tierra;  se  experimenta 
un  calor  sofocante;  en  seguida  sopla  brisa;  la  cima  del  Citlalte- 
petl  se  proyecta  sobre  un  cielo  azul  y despejado,  al  mismo  tiem- 
po que  oculta  su  falda  entre  un  velo  vaporoso  y trasparente.  La 
humedad  se  precipita  á manera  de  rocío  sobre  el  empedrado  de 
las  calles,  en  las  barandillas  de  los  balcones  y en  los  objetos  de 
madera  y fierro.  En  tales  circunstancias,  el  fenómeno  comienza. 
La  tempestad  se  desata.  Levanta  el  mar  sus  encrespadas  olas, 
que  baten  con  furia  sobre  los  muelles  y salvan  á veces  la  muralla. 
La  comunicación  con  el  castillo  de  Ulúa  se  interrumpe.  Las  em- 
barcaciones cortan  sus  amarras  y huyen  á alta  mar,  ó van  á bus- 


11 


car  abrigo  detrás  del  inmediato  islote  de  Sacrificios-  La  duración 
del  fenómeno  se  prolonga  por  dos,  cuatro  y aun  ocho  dias. 

Otra  de  las  circunstancias  que  influye  poderosamente  en  el  cli- 
ma de  Yeracruz,  es  la  corriente  marítima  llamada  el  Gulf-Stream, 
que  desde  que  entra  en  el  Golfo  de  México,  corre  paralelamente 
á nuestras  costas  y voltea  por  la  punta  de  la  Florida  para  diri- 
girse á Terranova. 

Bastará  fijarnos  en  que  el  agua  es  el  cuerpo  que  posee  la  ma- 
yor capacidad  calorífica,  para  comprender  que  la  circulación  cons- 
tante é inmediata  de  esta  inmensa  masa  de  agua  caliente,  es  no 
solamente  un  foco  activo  de  calor,  sino  también  la  causa  incesan- 
te de  vapores,  cuyos  efectos  deberán  hacerse  sentir  desde  luego 
sobre  las  costas  y en  seguida  en  la  tierra  firme.  Se  debe  también 
á la  presencia  de  esta  corriente,  el  depósito  constante  que  deja  el 
mar  sobre  sus  orillas. 

Está  situado  Yeracruz  á los  19°  11'  30"  de  latitud  Norte,  y á 
los  2o  46'  56"  de  longitud  Este  del  meridiano  de  México. 

En  la  estación  del  verano  sube  la  temperatura  máxima  hasta 
35°  del  termómetro  centígrado,  y la  mínima  llega  á 25°,  siendo 
de  29°  la  temperatura  média  en  este  período  del  año. 

En  el  invierno,  la  temperatura  máxima  oscila  entre  20°  y 24°, 
y la  mínima  llega  hasta  12°,  resultando  entonces  de  18°  á 19°  la 
temperatura  média. 

Dominan  en  los  meses  de  Marzo  y Abril,  con  la  velocidad  or- 
dinaria de  8 á 11ra  por  segundo,  los  vientos  fuertes  del  Sur.  Des. 
de  el  mes  de  Diciembre  hasta  el  de  Febrero  sopla  comunmente 
el  S.E.,  y en  seguida  el  Norte,  que  lo  hace  á veces  con  la  ve- 
locidad de  19m  por  segundo,  y está  ordinariamente  cargado  de 
ozono. 

Del  mes  de  Mayo  á Noviembre  reina  el  alisio  del  S.E.,  durante 
el  dia,  y la  brisa  del  N.O.  en  la  noche. 

La  presión  atmosférica  média  es  casi  la  altura  barométrica  que 
corresponde  al  nivel  del  mar,  es  decir,  0m762. 

El  higrómetro  indica  generalmente,  durante  los  “Nortes/’  la 
humedad  relativa  de  0.80  á 0.86  por  término  medio. 

Por  último,  la  declinación  magnética  es  de  7o  27'  hácia  el  Este 

Estos  datos,  unidos  á lo  que  anteriormente  dejo  apuntado,  po- 
drán servir  para  estudiar  la  distribución  de  las  diversas  especies 


12 


vegetales,  en  las  que  la  influencia  del  clima  depende  más  bien  de 
las  temperaturas  extremas  que  de  la  temperatura  média. 


Pasados  algunos  momentos,  después  que  ha  soplado  un  Norte, 
es  cuando  la  zona  litoral  de  Yeracruz  es  digna  de  estudiarse. 

Desde  luego,  la  parte  azotada  por  el  viento  presenta  á la  vista 
el  cuadro  de  una  lucha,  sostenida  por  una  raquítica  vegetación 
contra  el  elemento  destructor. 

Las  huellas  del  viento  se  ven  impresas  en  las  ondulaciones 
que  la  arena  ha  conservado. 

La  vegetación  poco  densa  y elevada,  se  compone  principalmen- 
te de  varios  géneros  de  Gramíneas,  como  el  Genchrus  racemosus , 
de  espinoso  cáliz;  el  Eragrostris  reptans,  de  enrolladas  hojas,  y cu- 
yas raíces  capilares  que  nacen  de  cada  nudo,  se  adhieren  en  la 
arena  como  los  tentáculos  de  un  molusco. 

La  Cassia  recumbens , de  hojas  bipenadas  y pequeñísimos  folió- 
los, que  esconde  sus  delicadas  flores  en  la  arena. 

Otros  diversos  grupos  de  plantas  herbáceas,  entrelazados  con 
malváceas  del  género  Sida,  y breñales  de  Acacias  y Mimosas  de 
gruesas  espinas.  Algunos  matorrales  en  que  descuella  el  JBromelia 
pinguin,  cuyas  hojas  rígidas,  armadas  de  algunas  puntas  en  su 
orilla,  parecen  adaptarse  muy  bien  al  clima  reseco  de  la  costa; 
pero  lo  que  principalmente  caracteriza  la  vegetación  de  esta  par- 
te de  los  médanos,  son  algunos  tipos  de  la  familia  de  los  Palme- 
ros y de  las  Cácteas,  que  también  resisten  los  rigores  del  clima. 

Examinando  más  detenidamente  la  vegetación  espontánea  de 
esta  parte  de  la  zona,  se  distinguen  las  especies  siguientes,  cuyos 
ejemplares  pude  colectar  y figuran  en  el  Herbario  que  va  adjunto 
al  presente  Informe: 


13 


Gramíneas. 

Cenchrus  racemosus  (rosetilla) 
Eragrostis  reptans. 

Leersia  mexicana. 

Poa  rariflora. 

Leguminosas. 

Cassia  chamacristoides. 

Acacia  cornígera. 


Malyáceas. 

Sida  Cordifolia. 

Malva  scoparia. 

Bromeliáceas. 
Bromelia  pinguin  (Timbiriche). 

Palmeros. 

Coccus  guacuyule  (Palma  coyol). 

CACTEAS. 

Cactus  opuntia. 


ija  familia  de  las  umbelíferas  está  representada  allí  por  el  Hy- 
drocotile  umbellata,  que  abunda  en  los  puntos  húmedos  y som- 
bríos. 

Las  Comelíneas,  por  la  Commelyna  tuberosa , cuyas  moradas  flo- 
res matizan  el  tapiz  que  forman  las  gramíneas. 

Las  Cyperáceas  están  representadas  por  algunas  especies  per- 
tenecientes á los  géneros  Carex , Ciperus  y Scirpus,  que  pueden 
verse  también  en  el  Herbario. 

Y por  fin,  flotan  en  la  orilla  del  mar  ó son  arrojadas  por  las  olas 
á la  playa,  las  Cryptógamas  siguientes: 

La  Dictiota  ciliata , la  Dictiota  fasciola  y la  Dictiota  bastagresia- 
na  con  la  'Badina  pavonia. 

El  Sargassum  montagnei , de  grandes  esporos. 

El  Memalion  multifidum  y el  Halimeda  opuntia , que  arrojan  los 
vientos  á la  orilla. 

Con  más  riqueza  de  formas  y mayor  variedad  en  las  especies, 
se  presenta  la  vegetación  en  la  parte  Sur  de  los  médanos,  abriga- 
da de  los  vientos.  Las  formas  tropicales  adquieren  allí  su  entero 
desarrollo. 

Esta  porción  interior  de  la  zona  tiene  un  tapiz  de  gramíneas, 
entre  las  que  descuellan  el  Buchloe  dactyloides  ó Buffalo-gras,  que 
abunda  en  las  praderas  americanas. 

Se  distinguen  también  las  especies  siguientes,  cuyo  carácter 
geográfico  depende  indudablemente  de  la  dirección  de  los  vien- 
tos reinantes; 


14 


Gramíneas. 

Paspalum  conjugatum.  I Cynodon  dactylon. 

Eleusine  indica.  I Chloris  distachya. 

Leptochloa  filiformis. 

Las  especies  de  otras  familias  que  imprimen  una  fisonomía  par- 
ticular á la  región  de  esta  zona  litoral,  son  la  forma  desarrollada 
de  los  Palmeros,  la  del  Ficus  sicomorus,  el  G-uarea  ramiflora  ópa- 
lo corado,  el  Palo  mulato  y diversas  Bosáceas  y Mimosas  arbores- 
centes. 

La  aglomeración  de  vegetales  leñosos  y la  abundancia  de  pa- 
rásitos ó epífitos,  y las  lianas  que  adornan  el  tronco  de  los  árbo- 
les, le  comunican  un  aspecto  enteramente  tropical. 

Algunas  Aroideas,  Scitamineas  y Heléchos  que  crecen  á la 
sombra,  aumentan  notablemente  las  dimensiones  de  su  follaje. 
Las  siguientes  especies  que  aparecen  en  el  Herbario,  son: 

Leguminosas. 

Hedysarum  flexosum. 

Abrus  precaíorius. 

Erikcriva  coraloides. 

Malváceas. 

Las  de  la  región  anterior,  y además 
Malvaviscus  coucinus. 

Anoda-hastata. 

Bombáceas. 

Pachira  fastuosa. 

Meliáceas. 

Guarea  ramiflora. 

Melia  azederach. 

Vitíceas. 

Vitis  silvestris. 

Lantana  aculeata. 

Asclepiadeas. 

Asclepias  curassavica. 

Auranciáceas. 

Citrus  medica. 

Anacardiáceas. 

Mangifera  indica. 

Papaveráceas. 

Argemone  mexicana. 


Scitamíneas. 
Canna  indica. 

Papayaceas. 
Carica  papaya. 

SOLANEAS. 
Solanum  marítimum. 

Convolvuláceas. 
Convolvulus  arvensis. 

Heléchos. 
Caenopteris  acbillaefolia. 

Compuestas. 
Palafoxia  Lindenii. 
Mikania  denticulata. 

M.  Houstonii. 

Bidens  pilosa. 

Amarantáceas. 
Gomphrena  globosa. 

Ranunculáceas. 
Clematis  Gaericea. 

Gramíneas. 
Arundo  nitida. 


15 


En  las  orillas  de  los  pantanos  ó lagunas  interpuestas  entre  los 
médanos,  se  distinguen  comunmente  las  siguientes: 


Potamogetón  natans. 
Salvinia  auriculata. 
Xanthosoma  maffafa. 
Marsilia  policarpa. 


Debo  mencionar,  además,  otras  especies  que  no  pude  colectar 
por  no  haberlas  encontrado  en  florescencia,  y que  son,  sin  embar- 
go, de  la  mayor  importancia  en  el  estudio  de  la  flora  de  esta  re- 
gión litoral. 


Guazuma  ulmifolia 

Malváceas 

..  Guásima. 

Chrysophilum  cainito 

Zapotáceas 

..  Zapote  blanco. 

Anona  cherimolia 

Anoneas 

..  Chirimoya. 

Cordia  Boissieri 

Borragíneas 

..  Anacahuita. 

Plumbago  capensis 

Plumbagíneas.. 

. Plumbago. 

Datura  stramonium 

Solaneas 

Toloache. 

Solandra  grandiflora 

??  

. Floripondio. 

Coceos  nucíferus 

Palmeros 

. Palma  del  coco. 

Cactus  grandiflora 

Cácteas. 

Cactus  monilífera 

n 

Cactus  cochenilífera . 

77 

Bromelia  ananas 

Bromeliáceas.... 

. La  Pifia. 

Eriodendron  anfractuosum.. 

Pochote. 

Psydium  pomiferum 

Mirtáceas 

,.  Guayabo. 

Indigofera  ornithopodioides. 

Leguminosas.... 

. Añil. 

Coceos  guacuyule 

Palmeros 

,.  Coyol. 

Ficus  Sycomorus 

Urtíceas 

. Higuera  silvestre. 

El  distinguido  naturalista  Mr.  E.  Fournier,  que  sin  disputa  po- 
see el  Herbario  más  completo  de  nuestra  Flora  mexicana,  se  ha 
ocupado  también  de  la  vegetación  de  esta  región  litoral  del  Gol- 
fo, y cita  las  especies  siguientes: 


16 


GRAMÍNEAS. 

Dactyloctenium  segiptiacum. 
Hemarthria  fasciculata. 
Oplistemenus. 

Stenotaphrum  americanum. 
Eragrostis  Y era-crucis. 
Leersia  Gonini. 
Trachypogon  Gonini. 
Agrostis  virginica. 

EUFORBIÁCEAS. 
Croton  rivinofolius. 

C.  reflexifolius. 

C.  cortesianus. 

CONVOLVULÁCEAS. 

Convolvulus  palustris. 

C.  Germannise. 

C.  Eosiflorus. 

Caliptigia  soldanella. 


Justamente  sorprende  que  una  vegetación  tan  vigorosa  y que 
reviste  tanta  riqueza  en  las  formas  como  variedad  en  las  especies, 
se  levante  en  un  terreno  que  á primera  vista  parece  estéril  é im- 
propio para  todo  cultivo. 

Aquellas  arenas,  de  algunos  metros  de  profundidad,  extrema- 
damente finas,  susceptibles  de  moverse  al  menor  soplo  del  viento, 
no  se  creería  que  fuesen  á propósito  para  dar  asiento  y vida  á 
aquella  diversidad  de  plantas  herbáceas  y árboles  de  grande  talla; 
pero  estudiándolas  con  más  detenimiento  se  podrá  descubrir  que 
poseen,  entre  otras  propiedades,  la  de  absorber  el  vapor  de  agua 
que  habitualmente  existe  en  bastante  cantidad  en  el  aire  en  aquel 
clima,  de  tal  manera,  que  á la  profundidad  de  0.m15,  se  conserva 
siempre  cierto  grado  de  humedad  que  es  muy  favorable  á la  ger- 
minación y crecimiento  de  las  plantas. 

Absorben  además  estas  arenas  las  sustancias  orgánicas  y sales 
amoniacales  contenidas  en  la  atmósfera,  las  retienen  entre  sus  par- 
tículas y las  proporcionan  después  según  las  necesidades  de  la  ve- 
getación. 

Examinadas  al  microscopio,  se  presentan  compuestas  estas  are- 
nas de  cristales  de  cuarzo,  de  fragmentos  oscuros  de  hornblenda 
y de  algunos  átomos  de  carbón  de  piedra. 


LEGUMINOSAS. 
Tephrosia  litoralis. 
Desmodium  arenarium. 
Ehynchosia  menispermoides. 

AMARANTÁCEAS. 
Amaranthus  spinosus. 

Iresine  diffusa. 

Gomphrena  interrumpta. 

ACANTÁCEAS. 

Cryphiacanthus  barbadensis. 
Dipteracanthus  procumbens. 
Adhatoda  dipteracantha. 

AMENTÁCEAS. 
Celtis  litoralis. 

Platanus  Liebmanni. 


17 


Se  descubren  además  unas  granulaciones  blanquizcas,  unidas 
entre  sí,  formando  grupos  ó mallas,  y depósitos  de  restos  orgáni- 
cos de  pólipos,  moluscos  y foraminíferos  en  sus  diversas  formas. 

El  análisis  químico,  aunque  practicado  de  una  manera  imper- 
fecta y apénas  aproximado,  viene  no  obstante  confirmando  el  re- 
conocimiento microscópico  anterior,  porque  en  100  partes  de  esta 
arena  se  encuentra  la  siguiente  composición: 


Arena  fina  cuarzosa  y hornblenda 90.00 

Fosfato  y carbonato  de  cal 4.50 

Agua  y restos  orgánicos 5.50 


100.00 

La  presencia  de  los  restos  orgánicos  y el  fosfato  de  cal  en  estas 
tierras,  así  como  las  propiedades  físicas  que  dejo  apuntadas,  nos 
explican  suficientemente  la  variada  y vigorosa  vegetación  de  que 
están  cubiertas,  favorecidas  por  el  clima  tropical  en  que  se  en- 
cuentran. 


De  sentirse  es  que  el  puerto  de  Yeracruz,  el  más  importante  y 
concurrido  de  todos  los  de  la  Eepública,  reúna  á los  graves  in- 
convenientes de  un  mal  fondeadero  las  condiciones  malsanas  de 
nuestras  costas  del  Golfo,  y además  el  azote  del  vómito  ó fiebre 
amarilla,  á los  que  están  expuestos,  sobre  todo,  los  extranjeros  y 
personas  no  connaturalizadas  con  el  país.  Y mucha  razón  ha  ha- 
bido por  parte  del  Supremo  Gobierno  y del  Municipio  de  Yera- 
cruz para  tratar  de  combatir  las  causas  de  insalubridad  de  este 
puerto. 

Sin  pretender  averiguar  cuál  pueda  ser  el  verdadero  origen  del 
vómito,  sólo  llamaré  la  atención  sobre  esta  circunstancia:  todos 
los  que  se  han  ocupado  de  esta  cuestión  interesante  convienen  en 
que  la  enfermedad  aparece  y comienza  á propagarse  cuando  con- 
curren ciertas  condiciones'  de  humedad,  de  calor  y de  impureza 
en  la  atmósfera,  que  se  producen  en  determinada  época  del  año: 
todas  ellas  están  subordinadas  al  clima  de  aquel  lugar  y aun  po- 
dría decirse  que  lo  caracterizan;  por  consiguiente,  todo  aquello 
que  tienda  á mejorarlo,  producirá  necesariamente  sus  efectos  en 
el  mismo  sentido  respecto  de  la  salubridad. 


18 


El  cambio  de  sitio  de  los  médanos  y de  las  arenas  movedizas, 
que  todo  lo  invaden;  los  pantanos  que  se  forman  con  el  agua  de 
las  lluvias  en  los  pequeños  valles  ó cañadas,  y que  se  convierten 
en  focos  de  emanaciones  malsanas,  todo  ha  indicado  que  para  me- 
jorar las  condiciones  climatológicas  se  deberá  comenzar  por  con- 
tener las  arenas  arrojadas  á la  orilla,  y repoblar  y sanear  los  mé- 
danos después. 

Para  lograr  lo  primero  empleó  Bremontier  con  muy  buen 
éxito,  cerca  de  Burdeos,  fajinas  ó tablones  fijados  á pilotes  ó ma- 
deros, y colocados  paralelamente  á la  orilla  del  mar,  con  la  al- 
tura conveniente  para  detener  las  invasiones  de  las  primeras 
arenas;  y para  conseguir  lo  segundo  emprendió  con  no  ménos 
éxito  la  repoblación  de  las  dunas  de  Burdeos,  con  plantaciones 
de  pino  marítimo;  obras  que  justamente  han  inmortalizado  su 
nombre. 

Una  vez  que  tal  sistema  ha  producido  tan  excelentes  resulta- 
dos, se  ba  tratado  de  imitar,  y para  poderlo  adaptar  al  clima  y 
necesidades  de  Yeracruz,  sólo  se  discute  sobre  las  especies  vege- 
tales que  más  convengan  á aquel  lugar,  ya  que  el  pino  marítimo 
no  ha  podido  prosperar. 

Aconseja  el  Sr.  Hübbe,  inspector  de  las  dunas  de  Keitum,  el  em- 
pleo de  la  caña  de  médano,  Arundo  arenaria , para  fijarlas  arenas 
de  la  playa. 

El  Sr.  Juan  E.  Eamos,  en  un  trabajo  inédito  que  sobre  este  par- 
ticular escribió,  da  útiles  consejos  sobre  los  mejores  métodos  de 
cultivar  algunas  plantas  en  los  arenales,  y es  de  opinión  (aunque 
confiesa  que  no  conoce  el  clima  de  Yeracruz)  que  podría  ensa- 
yarse la  plantación  de  varios  árboles  resinosos  y balsámicos,  que 
espontáneamente  crecen  en  la  isla  de  Pinos. 

Otros  autores  que  se  han  ocupado  de  este  mismo  asunto,  reco- 
miendan para  la  repoblación  de  los  médanos  de  Yeracruz  diversas 
plantas  de  rápido  crecimiento,  y citan  el  eucalyptus,  el  laurel  de 
las  Indias,  la  ceiba  y otros  varios. 

Cuestiones  son  éstas  que  no  pueden  resolverse  sin  tener  á la 
vista  el  estudio  minucioso  del  clima  y condiciones  geológicas  de 
la  localidad. 

Hé  aquí  el  motivo  por  que  esa  Secretaría  ha  dispuesto  acerta- 
damente que  ántes  de  emprender  un  trabajo  serio  en  ese  sentido, 


19 


se  comience  por  explorar  y estudiar  aquella  parte  de  la  zona  lito- 
ral del  Golfo. 

No  es  mi  ánimo  contradecir  la  opinión  autorizada  de  personas 
tan  competentes  en  la  materia  de  que  se  trata,  y sólo  me  limito  á 
exponer  la  mia,  fundándola  en  los  datos  que  he  ido  á recoger  en 
la  misma  localidad. 

Los  centros  de  vegetación  no  están  repartidos  al  acaso  y de  una 
manera  caprichosa,  como  pudiera  creerse  á primera  vista:  se  ob- 
serva siempre  en  su  distribución  la  obediencia  á ciertas  leyes  in- 
mutables que  presiden  á la  variedad  de  las  especies,  y de  aquí 
precisamente  se  derivan  los  principios  que  han  servido  de  cimien- 
to á una  nueva  ciencia  que  se  llama  Geografía  Botánica. 

Cada  especie  vegetal  tiene  una  patria  determinada,  y cuando 
se  propaga  no  lo  hace  sino  dentro  de  los  límites  que  la  naturaleza 
inorgánica  le  fija,  y sin  quebrantar  jamas  los  vínculos  que  ligan 
el  organismo  vegetal  al  mundo  físico  de  que  está  rodeado. 

No  basfa  que  el  suelo  adonde  una  planta  se  trasporta,  conten- 
ga en  su  composición  todos  los  elementos  necesarios  para  su  nu- 
trición: es  necesario  también  que  el  clima  por  su  parte  no  oponga 
obstáculo  alguno  para  su  perfecto  desarrollo. 

Y como  la  determinación  del  clima  de  un  lugar  es  una  cuestión 
complexa  que  depende  de  su  latitud,  de  su  altura  sobre  el  nivel 
del  mar,  de  su  temperatura,  de  sus  accidentes  topográficos,  vien- 
tos dominantes,  etc.,  etc.,  cada  una  de  estas  circunstancias  tiene 
que  influir  muy  directamente,  no  sólo  en  la  fisonomía  de  la  vege- 
tación, sino  también  en  la  distribución  de  las  especies. 

En  comprobación  de  lo  que  acabo  de  decir,  se  observa  en  nues- 
tro país,  bácia  el  lado  del  Golfo  y sobre  el  19°  paralelo  en  que  Ye- 
racruz  está  situado,  la  siguiente  sucesión  de  zonas  vegetales  muy 
bien  marcadas: 

Partiendo  de  la  playa  con  dirección  á los  Andes  mexicanos,  la 
región  tropical  se  eleva  basta  los  1,949  metros  sobre  el  nivel  del 
mar. 

Desde  esta  altura  basta  los  2,534  metros,  se  extiende  la  región 
forestal  de  los  encinos,  y comienza  allí  mismo  la  de  las  coniferas, 
que  se  eleva  basta  los  3,996  metros  sobre  el  nivel  de  los  mares. 

A los  4,515  metros  se  encuentra  generalmente  el  límite  de  las 
nieves  perpetuas. 


20 


Cierto  es  que  el  carácter  mixto  de  formas  vegetales,  carácter 
peculiar  de  las  montañas  mexicanas,  se  presenta  en  la  región  fo- 
restal que  reúne  los  encinos  á las  formas  arborescentes  del  clima 
tropical.  Muy  cierto  es  también  que  en  las  inmediaciones  de  O ri- 
zaba, á unos  649  metros  de  altura,  los  encinos  siempre  verdes  re- 
visten una  gran  parte  de  la  región  montañosa,  y se  ven  confun- 
didos con  algunos  representantes  del  laurel  y otros  pertenecientes 
á las  cycádeas  y myrtáceas. 

Pero  no  se  podrá  señalar  otro  caso,  que  el  muy  raro  del  Joru- 
11o,  en  cuyos  flancos  se  ha  encontrado  el  Pinus  oocarpa  á 600  me- 
tros de  altura,  y nunca  se  ha  observado  en  nuestro  país  que  estas 
coniferas  desciendan  hasta  las  playas. 

Mucho  llama  la  atención  ciertamente  el  caso  excepcional  que 
se  presenta  en  Cuba  y en  Haiti,  de  que  los  pinos  bajen  hasta  la 
región  cálida  de  la  costa,  y crezcan  allí  confundidos  con  la  Caoba 
y los  Palmeros;  miéntras  que  en  México,  no  dan  un  paso  fuera  de 
los  límites  de  su  zona,  y no  se  les  encuentra  sino  desde  los  975  me- 
tros de  altura  sobre  el  nivel  del  mar;  y no  obstante,  las  especies 
son  tan  próximas,  que  se  les  había  refundido  con  el  nombre  de 
Pinus  Occidentalis. 

El  pino  que  habita  las  costas  bajas  y calientes  de  Nicaragua, 
es  el  mismo  que  en  la  isla  de  “Pinos”  es  compañero  de  la  Caoba, 
y el  mismo  también  que  en  México  jamas  desciende  de  la  altura 
mencionada.  Fenómeno  notable,  que  sólo  puede  explicarse  por 
los  contrastes  que  por  causa  del  clima  se  producen  entre  especies 
muy  próximas. 

Hay,  en  efecto,  poca  concordancia  entre  el  clima  de  las  costas 
■de  Yeracruz  y el  de  la  isla  de  Cuba,  por  más  que  las  latitudes 
sean  poco  diferentes;  pero  como  ántes  he  dicho,  la  latitud  no  es 
el  único  factor,  ni  el  que  más  influye  en  la  determinación  de  los 
climas. 

He  todo  lo  expuesto,  deduzco  lo  siguiente: 

Que  la  repoblación  de  los  médanos  de  Yeracruz  no  puede  ha- 
cerse por  medio  de  la  vegetación  forestal;  y que  debemos  limitar- 
nos á elegir  para  este  objeto  las  especies  más  convenientes  de  la 
Flora  tropical. 

He  poco  tiempo  á esta  parte,  algunos  autores,  sobre  todo  los 
agrónomos  alemanes,  vienen  recomendando  las  especies  de  la  fa- 


21 


milia  de  las  Casuarinas  de  Australia,  como  las  plantas  más  ade- 
cuadas para  repoblar  los  arenales  de  las  orillas  del  mar;  asegu- 
rando que  se  La  obtenido  el  éxito  más  completo  en  todos  los 
trabajos  de  est§  género  que  con  ellas  se  han  emprendido. 

Se  les  llama  así,  porque  los  verticilos  ó mechones  de  hojas  aci- 
culares que  tienen  estas  plantas  en  los  nudos  del  tallo,  dan  una 
idea  del  plumaje  del  Casoar;  pero  son  parecidas  por  su  parte  á las 
que  nosotros  conocemos  vulgarmente  con  el  nombre  de  “colas  de 
caballo'’  [Equisetum]. 

!No  tienen  expansiones  foliáceas,  y la  superficie  de  sus  órganos 
está  cubierta  de  una  epidermis  densa,  rígida  é incolora,  que  sirve 
para  limitar  la  evaporación  de  la  sávia.  Protegidas  asilas  hojas, 
al  abrigo  de  las  variaciones  producidas  por  el  cambio  de  las  esta- 
ciones, pueden  conservarse  mucho  tiempo  sin  necesidad  de  reno- 
varse por  medio  de  botones;  de  tal  suerte,  que  miéntras  las  demas 
plantas  aprovechan  la  estación  húmeda  para  retener  el  agua  en 
sus  tejidos  y prolongar  así  el  período  de  su  desarrollo,  las  Casua- 
rinas se  estacionan  en  su  crecimiento  si  la  sequedad  del  Estío  las 
sorprende.  Aprovechan  la  humedad  de  la  lluvia  cuando  la  hay, 
y continúan  creciendo  miéntras  experimentan  su  efecto,  sin  tener 
necesidad  de  preparar  nuevos  botones,  porque  los  órganos  anti- 
guos quedan  intactos. 

Los  otros  vegetales  son  de  climas  periódicos.  Las  Casuarinas 
prosperan  con  la  humedad  eventual,  y según  ésta  sea,  escasa  ó 
abundante,  así  se  las  ve  crecer  ó estacionarse. 

En  una  palabra,  son  la  expresión  más  sencilla  de  una  planta 
que  se  adapta  perfectamente  á un  clima  que  exige  lento  desarro- 
llo y susceptible  de  ser  interrumpido. 

Desde  luego  se  echa  de  ver  que  por  esta  circunstancia,  quizá 
pudieran  emplearse  ventajosamente,  y se  adaptarían  al  clima  de 
la  zona  litoral  que  nos  ocupa. 


Yo  encontré  en  la  isla  de  Sacrificios  una  especie  de  arundo  ó 
caña,  el  “arundo  nitida,”  cuyo  ejemplar  puede  verse  en  el  Her- 
bario. 

Cubre  esta  gramínea  gran  parte  de  la  isla,  y crece  allí  espon- 


A K H 0 L 
A B Li  0 i \ I 


22 


táneamente  por  supuesto.  Su  nudosa  rizoma,  que  se  propaga  de 
una  manera  extraordinaria,  se  extiende  formando  una  red  ó ma- 
lla, la  más  á propósito  para  contener  y fijar  las  arenas. 

Pues  bien,  yo  aconsejarla  que  en  lugar  del  “arundo  arenaria'1 
que  el  Sr.  Hübbe  propone  para  este  objeto,  se  empleara  este  otro, 
que  con  ménos  gastos  y más  probabilidades  de  buen  éxito,  se 
puede  tomar  de  la  misma  localidad. 

También  es  mi  opinión  que  una  vez  contenidas  las  primeras 
invasiones  de  la  arena,  por  medio  de  fajinas  colocadas  paralela- 
mente á la  orilla  del  mar,  y á unos  40  ó 50  metros  de  distancia 
del  límite  de  las  aguas,  se  proceda  al  plantío  de  la  primera  zona 
vegetal  con  esta  gramínea,  que  servirá  de  parapeto  y abrigo  á la 
zona  siguiente.  Las  nuevas  arenas  que  salgan  del  mar  para  per- 
judicarlas, serán  retenidas  por  el  cordon  de  fajinas,  cuya  altura 
podrá  aumentarse  si  fuere  necesario,  y con  ellas  mismas  se  forma- 
rá en  poco  tiempo  un  valladar,  que  impedirá  á las  siguientes  sa- 
lir fuera  de  la  playa,  siendo  arrastradas  al  mar  por  el  ímpetu  de 
las  olas.  Esta  lucha  continua  vendrá  á producir  necesariamente 
una  modificación  en  el  perfil  del  cordon  litoral,  cada  dia  más  fa- 
vorable al  objeto  que  uno  se  propone. 

Se  formará  la  segunda  zona  ó faja,  con  plantas  de  vegetación 
rastrera  y de  rápido  crecimiento,  con  las  diversas  especies  de  gra- 
míneas que  nacen  allí  espontáneamente,  entremezclándolas  con 
sembrados  esparcidos  á largos  trechos,  de  Mimosas  de  gruesas  es- 
pinas y Malváceas  del  género  Sida.  Esta  zona  podrá  tener  unos 
60  metros  de  ancho. 

Dado  este  primer  paso,  fácil  seria  después  proceder  á la  plan- 
tación de  árboles  de  mayor  talla,  escogidos  entre  las  especies  que 
son  comunes  allí,  y cuya  monografía  va  detallada  en  el  presente 
Informe. 

Plantada  la  segunda  zona,  se  plantará  la  tercera,  y así  sucesi- 
vamente, cuidando  de  no  dejar  ningún  vacío  sensible  entre  ellas, 
sino  que  queden  contiguas  unas  á otras. 

Las  especies  que  para  este  objeto  deben  preferirse,  son,  en  mi 
concepto,  la  forma  Sicomorus  ó Higuera  silvestre,  el  Palo  mulato, 
el  Palo  colorado,  G-uarea  ramiflora , el  Celtis  littoralis , el  Jatropha 
y algunas  otras  tomadas  entre  las  familias  de  las  Cácteas,  Cycá- 
deas,  Mirtáceas  y Amentáceas,  que  se  desarrollarían  y crecerían 


23 


tanto  más  rápidamente,  cuanto  que  la  naturaleza  y clima  de  aquel 
suelo  les  es  muy  favorable. 

Aparte  de  las  inapreciables  ventajas  que  la  repoblación  de  los 
médanos  produciría,  mejorando  desde  luego  las  condiciones  de 
salubridad  del  puerto  de  Yeracruz,  se  podría  también,  una  vez 
fijadas  las  arenas,  abrir  algunos  de  aquellos  [terrenos  al  cultivo, 
lo  cual  aumentaría  notablemente  su  valor.  Se  sabe  muy  bien  que 
son  aptos  para  todo  género  de  producción  agrícola,  sin  necesidad 
de  abonos  ó correctivos,  y sin  que  sea  necesario  recurrir  al  “año 
y vez”  ó á cualquier  otro  sistema  de  rotación.  En  una  palabra, 
estos  ricos  terrenos  pueden  conservar  por  un  largo  período  de 
años  una  fertilidad  inagotable;  y aun  cuando  los  rendimientos 
disminuyeran,  se  tendría  en  el  empleo  de  los  Varechs,  desechos 
marinos  é inmundicia  de  la  ciudad,  un  recurso  ilimitado. 

Presentan  todavía  otras  ventajas:  pues  "según  su  composición 
mixta,  en  la  que  el  elemento  calcáreo  y el  arenoso  existen  en  pro- 
porción conveniente,  son  poco  sensibles  á las  variaciones  atmos- 
féricas; sü  grande  profundidad  y la  frescura  del  subsuelo,  los  ha- 
cen á propósito  para  la  vegetación  de  plantas  de  raíces  largas  y 
pivotantes  como  la  alfalfa  y otras,  cuyas  cosechas  alcanzarían  el 
máximum  de  su  rendimiento. 

Allí  se  cultivarían,  sin  duda  con  buen  éxito,  la  morera  y la  vid, 
la  caña  de  azúcar  y el  añil,  que  crecen  espontáneamente  y en  es- 
tado silvestre. 

Creo,  con  lo  expuesto,  haber  dejado  desempeñada  la  comisión 
que  se  me  encomendó;  y terminaré,  deseando  vivamente  que  se 
ponga  en  práctica  aquella  obra,  sobre’cuyo  carácter  de  utilidad 
pública  y privada  no  podrá  suscitarse  duda  alguna. 

México,  Agosto  18  de  1884. 


Ignacio  Ochoa  Villagómez. 


, 

. 

. 

. 


de  la  Bahía  y Zona  litoral  de 

VERACRUZ; 

formada  por  el  Ingeniero 
IGNACIO  OCHOA  V1LLAGOMEZ, 

para  el  estudio  de  la  fijación  de  los  médanos 
inmediatos  á aquel  puerto. 

1884— 


Escala  bu 


w 


■ , 

I 


. 

■ 


i* 


1:  .