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VEGETACION ESPONTÁNEA
Y
REPOBLACION DE LOS MÉDANOS
DE LA ZONA LITORAL DE YERACRDZ.
VEGETACION ESPONTANEA
Y
REPOBLACION
DE LOS MÉDANOS
DE LA ZONA LITORAL DE YERACRUZ
INFORME PRESENTADO Á LA SECRETARÍA DE FOMENTO
POR EL INGENIERO AGRÓNOMO
IGNACIO OCHOA VILLAGÓMEZ
MÉXICO
OFICINA TIPOGRAFICA DE IA SECRETARIA DE FOMENTO,
Calle de San Andrés número 15.
1885
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De conformidad con lo dispuesto por esa Secretaría en su oficio relativo,
practiqué en las cercanías del puerto de Y eracruz las operaciones conducentes
al estudio del saneamiento y repoblación do los médanos inmediatos á aquel
puerto. Y como resultado de la comisión que recibí, tengo la honra de dar
cuenta con el siguiente Informe, al cual acompaño un Herbario, y las colec-
ciones que van detalladas en mi Oficio de remisión.
NTRE las diversas manifestaciones de la acción incesan-
te de los mares sobre los continentes, la invasión de los
montículos de arenas arrancadas de la roca y arrojadas
á la playa por las olas, es un fenómeno geológico que, con justo
motivo, ha llamado en todos tiempos la atención.
En aquellos sitios en que la costa se levanta erizada de rocas
y escarpada, la marea azota y socava los cimientos, ocasionando
el derrumbe de enormes masas que las aguas rompen y desmenu-
zan después.
No es cierto que estas moles desprendidas de la orilla se depo-
siten para siempre en el Océano; al contrario, desde que caen al
mar, son arrebatadas y removidas por la acción combinada del
flujo y reflujo, por la fuerza de los vientos ó por las corrientes
submarinas que las tienen en constante movimiento, y las redu-
cen á una extrema división. Sucede así, que los cascajos, arenas
gruesas y materias terrosas, en virtud de su mayor peso, conclu-
yen por depositarse en distintos lugares del Océano, en donde
encuentran las condiciones necesarias para su estabilidad; pero
las arenas finas, como más ligeras, quedan en suspensión; son
arrastradas por el flujo del mar y por las olas y depositadas sobre
las costas más bajas. En cada reflujo queda enjuta aquella orilla,
que calienta el sol y el viento impele en seguida hácia los conti-
nentes: de tal suerte, que si el hombre no pensara en detener estos
montículos movedizos, prontamente cubrirían las comarcas y cam-
piñas.
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Con la acción combinada del aire, de la humedad y del tiempo,
estas arenas se endurecen mezclándose con los restos animales y
vegetales que sorprenden á su paso, formando verdaderas cuestas
ó colinas que en francés se llamaron “dunes/’y en nuestro país se
conocen con el nombre de médanos.
Así es como las dunas del Golfo de Gascuña sepultaron en la
arena varias ciudades que figuran en los mapas de la edad média.
Las arenas movedizas de la Arabia desierta producen las cons-
tantes trasformaciones que mudan la faz y el aspecto de sus
costas.
Muchas ciudades y aldeas del Egipto han sido invadidas por
las arenas del Desierto, desde que la indolencia musulmana no
cuidó de contenerlas.
Y sin ir más lejos, las ruinas de la antigua Villa Rica de la Ve-
racruz, fundada por Cortés, cerca de Zempoala, están actualmen-
te cubiertas por la arena.
Varias circunstancias locales han contribuido poderosamente
en nuestras costas del Golfo, y muy principalmente en las cerca-
nías de Veracruz, para formar las dunas ó médanos.
Los primeros regidores de esta villa, no hablan en su carta á
Cárlos V, refiriéndose al aspecto de la costa, sino de desiertos are-
nales; pero probablemente ya existian los médanos en aquella
época, aunque no se haya hecho mención alguna de ellos.
Es bien sabido que, en aquel tiempo, el cordon litoral de Vera-
cruz estaba formado por un arrecife madrepórico ó piedra múcar,
que en algunas partes se elevaba á la altura de 1 á 2 metros sobre
el nivel de las más altas mareas. Este depósito de coral ha sido
ventajosamente empleado como material de construcción, en la
fortaleza de Ulúa, en las fincas de la ciudad, en sus baluartes y
murallas, y no quedan ya vestigios de él. La aparición de los mé-
danos en las cercanías de Veracruz, comenzó, quizá, desde que
cesó el abrigo que prestaba el arrecife.
Pero prescindiendo de lo que la tradición ó la Historia nos en-
señen sobre este particular, no cabe duda que el litoral de la bahía
puede considerarse como un malecón, contra el cual, los vien-
tos dominantes y el perpetuo movimiento de las aguas de Este á
Oeste, arrojan sin cesar las arenas que el Océano tiene en sus-
pensión. Por otra parte, según los sondeos y reconocimientos que
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se han practicado, resulta que el perfil del lecho del mar en toda
la playa inmediata, favorece notablemente este depósito.
El poder calorífero absorbente *de las arenas y su extrema te-
nuidad, prestan ocasión á los vientos para arrebatarlas y remo-
verlas, formando con ellas montículos movedizos más ó ménos
elevados.
Experimentan notables trasformaciones estas pequeñas colinas
en la época de los equinoccios, y en los meses de Octubre á Mar-
zo en que reinan los vientos impetuosos llamados “Nortes.” Ocu-
pan dilatadas extensiones, conservando las huellas del viento que
las ha impelido; y como dice Bremontier, refiriéndose á las dunas
del Golfo de Gascuña, “pudieran compararse al aspecto de un mar
embravecido, cuyas encresj^adas olas fuesen súbitamente fijadas,
en medio de una tempestad.”
En la parte expuesta al viento reinante, la pendiente de los mé-
danos es suave y no excede de 25 á 30 grados: no sucede otro
tanto al lado opuesto, en donde las arenas que llegan á la cima y
la rebasan, se deslizan en virtud de su propio peso, tomando la
inclinación que corresponde á su talud natural, y que, como el
cálculo indica, es de 34J grados. Algunos médanos alcanzan la
altura de 50 y aun 80 metros sobre el nivel de la playa.
La configuración de estas costas va cambiando, como debe su-
ponerse, porque variando de lugar los médanos, cambian también
de sitio los valles y cañadas que están entre ellos comprendidos.
En la estación de las lluvias, aquellos bajos se trasforman en
pantanos y pequeños lagos, en donde, los restos orgánicos entran
prontamente en descomposición bajo los rayos ardientes de un
sol ecuatorial, y mantienen una atmósfera húmeda y saturada de
miasmas, muy nociva á la salubridad: á esta circunstancia se aña-
de la influencia malsana de los desechos marinos que arrojan las
olas á la playa, y los cuales entran también en putrefacción muy
fácilmente.
Por otro lado, ese constante vaivén de las arenas impide dar
salida á aquellas aguas estancadas, porque cubrirían los canales
y sepultarían las obras de construcción que con tal objeto se em-
prendieran.
La zona litoral se eleva á unos 162 metros (500 piés) sobre el
nivel del mar, y se extiende en llanadas ó sabanas arenosas, en-
V egetacion.— 2
10
trecortadas por los médanos que forman pequeñas cordilleras,
cuyas faldas se inclinan suavemente hacia la playa.
El período de las lluvias es allí de cinco meses, desde Junio
hasta Noviembre, y la cantidad de agua que cae anualmente es
de lm62 por término medio. En el resto del año, el vapor de agua
llevado en suspensión por los alisios no llega á precipitarse: de
un lado, la elevada temperatura producida por la posición zenital
del sol, y por otro la influencia de las montañas vecinas, se com-
binan para dar este resultado.
En el invierno, hay que agregar otra causa de mayor impor-
tancia: sucede en efecto con frecuencia, de Octubre á Marzo, que
el viento Noroeste del Golfo se interrumpe por los “Nortes,” que
no son otra cosa que una desviación del alisio, producida por la
aspiración que las costas bajas de la península de Yucatán ejer-
cen, á la manera del tiro de una inmensa chimenea. Las ráfagas
ó bocanadas de este aire frió que se desprenden de la bahía de
Hudson, atraviesan el Canadá y la parte oriental de los Estados
XJnidos, se saturan de vapores en las aguas del Golfo, y vienen
después á descargarse con extraordinaria violencia sobre el para-
lelo de Yeraeruz y de la Habana; pero como se encuentran con
capas de aire muy caliente, su punto de saturación se retrasa, y no
alcanzando á resolverse en lluvia, sólo refrescan la temperatura.
Estas conmociones atmosféricas se anuncian por una violenta
perturbación en la marcha del barómetro.
Casi siempre, un stratus, cuyo perfil aparece al Norte, dibuja-
do en lontananza á la manera de una oscura faja, es el precursor
seguro de este fenómeno imponente.
Sopla al principio un viento ligero de tierra; se experimenta
un calor sofocante; en seguida sopla brisa; la cima del Citlalte-
petl se proyecta sobre un cielo azul y despejado, al mismo tiem-
po que oculta su falda entre un velo vaporoso y trasparente. La
humedad se precipita á manera de rocío sobre el empedrado de
las calles, en las barandillas de los balcones y en los objetos de
madera y fierro. En tales circunstancias, el fenómeno comienza.
La tempestad se desata. Levanta el mar sus encrespadas olas,
que baten con furia sobre los muelles y salvan á veces la muralla.
La comunicación con el castillo de Ulúa se interrumpe. Las em-
barcaciones cortan sus amarras y huyen á alta mar, ó van á bus-
11
car abrigo detrás del inmediato islote de Sacrificios- La duración
del fenómeno se prolonga por dos, cuatro y aun ocho dias.
Otra de las circunstancias que influye poderosamente en el cli-
ma de Yeracruz, es la corriente marítima llamada el Gulf-Stream,
que desde que entra en el Golfo de México, corre paralelamente
á nuestras costas y voltea por la punta de la Florida para diri-
girse á Terranova.
Bastará fijarnos en que el agua es el cuerpo que posee la ma-
yor capacidad calorífica, para comprender que la circulación cons-
tante é inmediata de esta inmensa masa de agua caliente, es no
solamente un foco activo de calor, sino también la causa incesan-
te de vapores, cuyos efectos deberán hacerse sentir desde luego
sobre las costas y en seguida en la tierra firme. Se debe también
á la presencia de esta corriente, el depósito constante que deja el
mar sobre sus orillas.
Está situado Yeracruz á los 19° 11' 30" de latitud Norte, y á
los 2o 46' 56" de longitud Este del meridiano de México.
En la estación del verano sube la temperatura máxima hasta
35° del termómetro centígrado, y la mínima llega á 25°, siendo
de 29° la temperatura média en este período del año.
En el invierno, la temperatura máxima oscila entre 20° y 24°,
y la mínima llega hasta 12°, resultando entonces de 18° á 19° la
temperatura média.
Dominan en los meses de Marzo y Abril, con la velocidad or-
dinaria de 8 á 11ra por segundo, los vientos fuertes del Sur. Des.
de el mes de Diciembre hasta el de Febrero sopla comunmente
el S.E., y en seguida el Norte, que lo hace á veces con la ve-
locidad de 19m por segundo, y está ordinariamente cargado de
ozono.
Del mes de Mayo á Noviembre reina el alisio del S.E., durante
el dia, y la brisa del N.O. en la noche.
La presión atmosférica média es casi la altura barométrica que
corresponde al nivel del mar, es decir, 0m762.
El higrómetro indica generalmente, durante los “Nortes/’ la
humedad relativa de 0.80 á 0.86 por término medio.
Por último, la declinación magnética es de 7o 27' hácia el Este
Estos datos, unidos á lo que anteriormente dejo apuntado, po-
drán servir para estudiar la distribución de las diversas especies
12
vegetales, en las que la influencia del clima depende más bien de
las temperaturas extremas que de la temperatura média.
Pasados algunos momentos, después que ha soplado un Norte,
es cuando la zona litoral de Yeracruz es digna de estudiarse.
Desde luego, la parte azotada por el viento presenta á la vista
el cuadro de una lucha, sostenida por una raquítica vegetación
contra el elemento destructor.
Las huellas del viento se ven impresas en las ondulaciones
que la arena ha conservado.
La vegetación poco densa y elevada, se compone principalmen-
te de varios géneros de Gramíneas, como el Genchrus racemosus ,
de espinoso cáliz; el Eragrostris reptans, de enrolladas hojas, y cu-
yas raíces capilares que nacen de cada nudo, se adhieren en la
arena como los tentáculos de un molusco.
La Cassia recumbens , de hojas bipenadas y pequeñísimos folió-
los, que esconde sus delicadas flores en la arena.
Otros diversos grupos de plantas herbáceas, entrelazados con
malváceas del género Sida, y breñales de Acacias y Mimosas de
gruesas espinas. Algunos matorrales en que descuella el JBromelia
pinguin, cuyas hojas rígidas, armadas de algunas puntas en su
orilla, parecen adaptarse muy bien al clima reseco de la costa;
pero lo que principalmente caracteriza la vegetación de esta par-
te de los médanos, son algunos tipos de la familia de los Palme-
ros y de las Cácteas, que también resisten los rigores del clima.
Examinando más detenidamente la vegetación espontánea de
esta parte de la zona, se distinguen las especies siguientes, cuyos
ejemplares pude colectar y figuran en el Herbario que va adjunto
al presente Informe:
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Gramíneas.
Cenchrus racemosus (rosetilla)
Eragrostis reptans.
Leersia mexicana.
Poa rariflora.
Leguminosas.
Cassia chamacristoides.
Acacia cornígera.
Malyáceas.
Sida Cordifolia.
Malva scoparia.
Bromeliáceas.
Bromelia pinguin (Timbiriche).
Palmeros.
Coccus guacuyule (Palma coyol).
CACTEAS.
Cactus opuntia.
ija familia de las umbelíferas está representada allí por el Hy-
drocotile umbellata, que abunda en los puntos húmedos y som-
bríos.
Las Comelíneas, por la Commelyna tuberosa , cuyas moradas flo-
res matizan el tapiz que forman las gramíneas.
Las Cyperáceas están representadas por algunas especies per-
tenecientes á los géneros Carex , Ciperus y Scirpus, que pueden
verse también en el Herbario.
Y por fin, flotan en la orilla del mar ó son arrojadas por las olas
á la playa, las Cryptógamas siguientes:
La Dictiota ciliata , la Dictiota fasciola y la Dictiota bastagresia-
na con la 'Badina pavonia.
El Sargassum montagnei , de grandes esporos.
El Memalion multifidum y el Halimeda opuntia , que arrojan los
vientos á la orilla.
Con más riqueza de formas y mayor variedad en las especies,
se presenta la vegetación en la parte Sur de los médanos, abriga-
da de los vientos. Las formas tropicales adquieren allí su entero
desarrollo.
Esta porción interior de la zona tiene un tapiz de gramíneas,
entre las que descuellan el Buchloe dactyloides ó Buffalo-gras, que
abunda en las praderas americanas.
Se distinguen también las especies siguientes, cuyo carácter
geográfico depende indudablemente de la dirección de los vien-
tos reinantes;
14
Gramíneas.
Paspalum conjugatum. I Cynodon dactylon.
Eleusine indica. I Chloris distachya.
Leptochloa filiformis.
Las especies de otras familias que imprimen una fisonomía par-
ticular á la región de esta zona litoral, son la forma desarrollada
de los Palmeros, la del Ficus sicomorus, el G-uarea ramiflora ópa-
lo corado, el Palo mulato y diversas Bosáceas y Mimosas arbores-
centes.
La aglomeración de vegetales leñosos y la abundancia de pa-
rásitos ó epífitos, y las lianas que adornan el tronco de los árbo-
les, le comunican un aspecto enteramente tropical.
Algunas Aroideas, Scitamineas y Heléchos que crecen á la
sombra, aumentan notablemente las dimensiones de su follaje.
Las siguientes especies que aparecen en el Herbario, son:
Leguminosas.
Hedysarum flexosum.
Abrus precaíorius.
Erikcriva coraloides.
Malváceas.
Las de la región anterior, y además
Malvaviscus coucinus.
Anoda-hastata.
Bombáceas.
Pachira fastuosa.
Meliáceas.
Guarea ramiflora.
Melia azederach.
Vitíceas.
Vitis silvestris.
Lantana aculeata.
Asclepiadeas.
Asclepias curassavica.
Auranciáceas.
Citrus medica.
Anacardiáceas.
Mangifera indica.
Papaveráceas.
Argemone mexicana.
Scitamíneas.
Canna indica.
Papayaceas.
Carica papaya.
SOLANEAS.
Solanum marítimum.
Convolvuláceas.
Convolvulus arvensis.
Heléchos.
Caenopteris acbillaefolia.
Compuestas.
Palafoxia Lindenii.
Mikania denticulata.
M. Houstonii.
Bidens pilosa.
Amarantáceas.
Gomphrena globosa.
Ranunculáceas.
Clematis Gaericea.
Gramíneas.
Arundo nitida.
15
En las orillas de los pantanos ó lagunas interpuestas entre los
médanos, se distinguen comunmente las siguientes:
Potamogetón natans.
Salvinia auriculata.
Xanthosoma maffafa.
Marsilia policarpa.
Debo mencionar, además, otras especies que no pude colectar
por no haberlas encontrado en florescencia, y que son, sin embar-
go, de la mayor importancia en el estudio de la flora de esta re-
gión litoral.
Guazuma ulmifolia
Malváceas
.. Guásima.
Chrysophilum cainito
Zapotáceas
.. Zapote blanco.
Anona cherimolia
Anoneas
.. Chirimoya.
Cordia Boissieri
Borragíneas
.. Anacahuita.
Plumbago capensis
Plumbagíneas..
. Plumbago.
Datura stramonium
Solaneas
Toloache.
Solandra grandiflora
??
. Floripondio.
Coceos nucíferus
Palmeros
. Palma del coco.
Cactus grandiflora
Cácteas.
Cactus monilífera
n
Cactus cochenilífera .
77
Bromelia ananas
Bromeliáceas....
. La Pifia.
Eriodendron anfractuosum..
Pochote.
Psydium pomiferum
Mirtáceas
,. Guayabo.
Indigofera ornithopodioides.
Leguminosas....
. Añil.
Coceos guacuyule
Palmeros
,. Coyol.
Ficus Sycomorus
Urtíceas
. Higuera silvestre.
El distinguido naturalista Mr. E. Fournier, que sin disputa po-
see el Herbario más completo de nuestra Flora mexicana, se ha
ocupado también de la vegetación de esta región litoral del Gol-
fo, y cita las especies siguientes:
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GRAMÍNEAS.
Dactyloctenium segiptiacum.
Hemarthria fasciculata.
Oplistemenus.
Stenotaphrum americanum.
Eragrostis Y era-crucis.
Leersia Gonini.
Trachypogon Gonini.
Agrostis virginica.
EUFORBIÁCEAS.
Croton rivinofolius.
C. reflexifolius.
C. cortesianus.
CONVOLVULÁCEAS.
Convolvulus palustris.
C. Germannise.
C. Eosiflorus.
Caliptigia soldanella.
Justamente sorprende que una vegetación tan vigorosa y que
reviste tanta riqueza en las formas como variedad en las especies,
se levante en un terreno que á primera vista parece estéril é im-
propio para todo cultivo.
Aquellas arenas, de algunos metros de profundidad, extrema-
damente finas, susceptibles de moverse al menor soplo del viento,
no se creería que fuesen á propósito para dar asiento y vida á
aquella diversidad de plantas herbáceas y árboles de grande talla;
pero estudiándolas con más detenimiento se podrá descubrir que
poseen, entre otras propiedades, la de absorber el vapor de agua
que habitualmente existe en bastante cantidad en el aire en aquel
clima, de tal manera, que á la profundidad de 0.m15, se conserva
siempre cierto grado de humedad que es muy favorable á la ger-
minación y crecimiento de las plantas.
Absorben además estas arenas las sustancias orgánicas y sales
amoniacales contenidas en la atmósfera, las retienen entre sus par-
tículas y las proporcionan después según las necesidades de la ve-
getación.
Examinadas al microscopio, se presentan compuestas estas are-
nas de cristales de cuarzo, de fragmentos oscuros de hornblenda
y de algunos átomos de carbón de piedra.
LEGUMINOSAS.
Tephrosia litoralis.
Desmodium arenarium.
Ehynchosia menispermoides.
AMARANTÁCEAS.
Amaranthus spinosus.
Iresine diffusa.
Gomphrena interrumpta.
ACANTÁCEAS.
Cryphiacanthus barbadensis.
Dipteracanthus procumbens.
Adhatoda dipteracantha.
AMENTÁCEAS.
Celtis litoralis.
Platanus Liebmanni.
17
Se descubren además unas granulaciones blanquizcas, unidas
entre sí, formando grupos ó mallas, y depósitos de restos orgáni-
cos de pólipos, moluscos y foraminíferos en sus diversas formas.
El análisis químico, aunque practicado de una manera imper-
fecta y apénas aproximado, viene no obstante confirmando el re-
conocimiento microscópico anterior, porque en 100 partes de esta
arena se encuentra la siguiente composición:
Arena fina cuarzosa y hornblenda 90.00
Fosfato y carbonato de cal 4.50
Agua y restos orgánicos 5.50
100.00
La presencia de los restos orgánicos y el fosfato de cal en estas
tierras, así como las propiedades físicas que dejo apuntadas, nos
explican suficientemente la variada y vigorosa vegetación de que
están cubiertas, favorecidas por el clima tropical en que se en-
cuentran.
De sentirse es que el puerto de Yeracruz, el más importante y
concurrido de todos los de la Eepública, reúna á los graves in-
convenientes de un mal fondeadero las condiciones malsanas de
nuestras costas del Golfo, y además el azote del vómito ó fiebre
amarilla, á los que están expuestos, sobre todo, los extranjeros y
personas no connaturalizadas con el país. Y mucha razón ha ha-
bido por parte del Supremo Gobierno y del Municipio de Yera-
cruz para tratar de combatir las causas de insalubridad de este
puerto.
Sin pretender averiguar cuál pueda ser el verdadero origen del
vómito, sólo llamaré la atención sobre esta circunstancia: todos
los que se han ocupado de esta cuestión interesante convienen en
que la enfermedad aparece y comienza á propagarse cuando con-
curren ciertas condiciones' de humedad, de calor y de impureza
en la atmósfera, que se producen en determinada época del año:
todas ellas están subordinadas al clima de aquel lugar y aun po-
dría decirse que lo caracterizan; por consiguiente, todo aquello
que tienda á mejorarlo, producirá necesariamente sus efectos en
el mismo sentido respecto de la salubridad.
18
El cambio de sitio de los médanos y de las arenas movedizas,
que todo lo invaden; los pantanos que se forman con el agua de
las lluvias en los pequeños valles ó cañadas, y que se convierten
en focos de emanaciones malsanas, todo ha indicado que para me-
jorar las condiciones climatológicas se deberá comenzar por con-
tener las arenas arrojadas á la orilla, y repoblar y sanear los mé-
danos después.
Para lograr lo primero empleó Bremontier con muy buen
éxito, cerca de Burdeos, fajinas ó tablones fijados á pilotes ó ma-
deros, y colocados paralelamente á la orilla del mar, con la al-
tura conveniente para detener las invasiones de las primeras
arenas; y para conseguir lo segundo emprendió con no ménos
éxito la repoblación de las dunas de Burdeos, con plantaciones
de pino marítimo; obras que justamente han inmortalizado su
nombre.
Una vez que tal sistema ha producido tan excelentes resulta-
dos, se ba tratado de imitar, y para poderlo adaptar al clima y
necesidades de Yeracruz, sólo se discute sobre las especies vege-
tales que más convengan á aquel lugar, ya que el pino marítimo
no ha podido prosperar.
Aconseja el Sr. Hübbe, inspector de las dunas de Keitum, el em-
pleo de la caña de médano, Arundo arenaria , para fijarlas arenas
de la playa.
El Sr. Juan E. Eamos, en un trabajo inédito que sobre este par-
ticular escribió, da útiles consejos sobre los mejores métodos de
cultivar algunas plantas en los arenales, y es de opinión (aunque
confiesa que no conoce el clima de Yeracruz) que podría ensa-
yarse la plantación de varios árboles resinosos y balsámicos, que
espontáneamente crecen en la isla de Pinos.
Otros autores que se han ocupado de este mismo asunto, reco-
miendan para la repoblación de los médanos de Yeracruz diversas
plantas de rápido crecimiento, y citan el eucalyptus, el laurel de
las Indias, la ceiba y otros varios.
Cuestiones son éstas que no pueden resolverse sin tener á la
vista el estudio minucioso del clima y condiciones geológicas de
la localidad.
Hé aquí el motivo por que esa Secretaría ha dispuesto acerta-
damente que ántes de emprender un trabajo serio en ese sentido,
19
se comience por explorar y estudiar aquella parte de la zona lito-
ral del Golfo.
No es mi ánimo contradecir la opinión autorizada de personas
tan competentes en la materia de que se trata, y sólo me limito á
exponer la mia, fundándola en los datos que he ido á recoger en
la misma localidad.
Los centros de vegetación no están repartidos al acaso y de una
manera caprichosa, como pudiera creerse á primera vista: se ob-
serva siempre en su distribución la obediencia á ciertas leyes in-
mutables que presiden á la variedad de las especies, y de aquí
precisamente se derivan los principios que han servido de cimien-
to á una nueva ciencia que se llama Geografía Botánica.
Cada especie vegetal tiene una patria determinada, y cuando
se propaga no lo hace sino dentro de los límites que la naturaleza
inorgánica le fija, y sin quebrantar jamas los vínculos que ligan
el organismo vegetal al mundo físico de que está rodeado.
No basfa que el suelo adonde una planta se trasporta, conten-
ga en su composición todos los elementos necesarios para su nu-
trición: es necesario también que el clima por su parte no oponga
obstáculo alguno para su perfecto desarrollo.
Y como la determinación del clima de un lugar es una cuestión
complexa que depende de su latitud, de su altura sobre el nivel
del mar, de su temperatura, de sus accidentes topográficos, vien-
tos dominantes, etc., etc., cada una de estas circunstancias tiene
que influir muy directamente, no sólo en la fisonomía de la vege-
tación, sino también en la distribución de las especies.
En comprobación de lo que acabo de decir, se observa en nues-
tro país, bácia el lado del Golfo y sobre el 19° paralelo en que Ye-
racruz está situado, la siguiente sucesión de zonas vegetales muy
bien marcadas:
Partiendo de la playa con dirección á los Andes mexicanos, la
región tropical se eleva basta los 1,949 metros sobre el nivel del
mar.
Desde esta altura basta los 2,534 metros, se extiende la región
forestal de los encinos, y comienza allí mismo la de las coniferas,
que se eleva basta los 3,996 metros sobre el nivel de los mares.
A los 4,515 metros se encuentra generalmente el límite de las
nieves perpetuas.
20
Cierto es que el carácter mixto de formas vegetales, carácter
peculiar de las montañas mexicanas, se presenta en la región fo-
restal que reúne los encinos á las formas arborescentes del clima
tropical. Muy cierto es también que en las inmediaciones de O ri-
zaba, á unos 649 metros de altura, los encinos siempre verdes re-
visten una gran parte de la región montañosa, y se ven confun-
didos con algunos representantes del laurel y otros pertenecientes
á las cycádeas y myrtáceas.
Pero no se podrá señalar otro caso, que el muy raro del Joru-
11o, en cuyos flancos se ha encontrado el Pinus oocarpa á 600 me-
tros de altura, y nunca se ha observado en nuestro país que estas
coniferas desciendan hasta las playas.
Mucho llama la atención ciertamente el caso excepcional que
se presenta en Cuba y en Haiti, de que los pinos bajen hasta la
región cálida de la costa, y crezcan allí confundidos con la Caoba
y los Palmeros; miéntras que en México, no dan un paso fuera de
los límites de su zona, y no se les encuentra sino desde los 975 me-
tros de altura sobre el nivel del mar; y no obstante, las especies
son tan próximas, que se les había refundido con el nombre de
Pinus Occidentalis.
El pino que habita las costas bajas y calientes de Nicaragua,
es el mismo que en la isla de “Pinos” es compañero de la Caoba,
y el mismo también que en México jamas desciende de la altura
mencionada. Fenómeno notable, que sólo puede explicarse por
los contrastes que por causa del clima se producen entre especies
muy próximas.
Hay, en efecto, poca concordancia entre el clima de las costas
■de Yeracruz y el de la isla de Cuba, por más que las latitudes
sean poco diferentes; pero como ántes he dicho, la latitud no es
el único factor, ni el que más influye en la determinación de los
climas.
He todo lo expuesto, deduzco lo siguiente:
Que la repoblación de los médanos de Yeracruz no puede ha-
cerse por medio de la vegetación forestal; y que debemos limitar-
nos á elegir para este objeto las especies más convenientes de la
Flora tropical.
He poco tiempo á esta parte, algunos autores, sobre todo los
agrónomos alemanes, vienen recomendando las especies de la fa-
21
milia de las Casuarinas de Australia, como las plantas más ade-
cuadas para repoblar los arenales de las orillas del mar; asegu-
rando que se La obtenido el éxito más completo en todos los
trabajos de est§ género que con ellas se han emprendido.
Se les llama así, porque los verticilos ó mechones de hojas aci-
culares que tienen estas plantas en los nudos del tallo, dan una
idea del plumaje del Casoar; pero son parecidas por su parte á las
que nosotros conocemos vulgarmente con el nombre de “colas de
caballo'’ [Equisetum].
!No tienen expansiones foliáceas, y la superficie de sus órganos
está cubierta de una epidermis densa, rígida é incolora, que sirve
para limitar la evaporación de la sávia. Protegidas asilas hojas,
al abrigo de las variaciones producidas por el cambio de las esta-
ciones, pueden conservarse mucho tiempo sin necesidad de reno-
varse por medio de botones; de tal suerte, que miéntras las demas
plantas aprovechan la estación húmeda para retener el agua en
sus tejidos y prolongar así el período de su desarrollo, las Casua-
rinas se estacionan en su crecimiento si la sequedad del Estío las
sorprende. Aprovechan la humedad de la lluvia cuando la hay,
y continúan creciendo miéntras experimentan su efecto, sin tener
necesidad de preparar nuevos botones, porque los órganos anti-
guos quedan intactos.
Los otros vegetales son de climas periódicos. Las Casuarinas
prosperan con la humedad eventual, y según ésta sea, escasa ó
abundante, así se las ve crecer ó estacionarse.
En una palabra, son la expresión más sencilla de una planta
que se adapta perfectamente á un clima que exige lento desarro-
llo y susceptible de ser interrumpido.
Desde luego se echa de ver que por esta circunstancia, quizá
pudieran emplearse ventajosamente, y se adaptarían al clima de
la zona litoral que nos ocupa.
Yo encontré en la isla de Sacrificios una especie de arundo ó
caña, el “arundo nitida,” cuyo ejemplar puede verse en el Her-
bario.
Cubre esta gramínea gran parte de la isla, y crece allí espon-
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táneamente por supuesto. Su nudosa rizoma, que se propaga de
una manera extraordinaria, se extiende formando una red ó ma-
lla, la más á propósito para contener y fijar las arenas.
Pues bien, yo aconsejarla que en lugar del “arundo arenaria'1
que el Sr. Hübbe propone para este objeto, se empleara este otro,
que con ménos gastos y más probabilidades de buen éxito, se
puede tomar de la misma localidad.
También es mi opinión que una vez contenidas las primeras
invasiones de la arena, por medio de fajinas colocadas paralela-
mente á la orilla del mar, y á unos 40 ó 50 metros de distancia
del límite de las aguas, se proceda al plantío de la primera zona
vegetal con esta gramínea, que servirá de parapeto y abrigo á la
zona siguiente. Las nuevas arenas que salgan del mar para per-
judicarlas, serán retenidas por el cordon de fajinas, cuya altura
podrá aumentarse si fuere necesario, y con ellas mismas se forma-
rá en poco tiempo un valladar, que impedirá á las siguientes sa-
lir fuera de la playa, siendo arrastradas al mar por el ímpetu de
las olas. Esta lucha continua vendrá á producir necesariamente
una modificación en el perfil del cordon litoral, cada dia más fa-
vorable al objeto que uno se propone.
Se formará la segunda zona ó faja, con plantas de vegetación
rastrera y de rápido crecimiento, con las diversas especies de gra-
míneas que nacen allí espontáneamente, entremezclándolas con
sembrados esparcidos á largos trechos, de Mimosas de gruesas es-
pinas y Malváceas del género Sida. Esta zona podrá tener unos
60 metros de ancho.
Dado este primer paso, fácil seria después proceder á la plan-
tación de árboles de mayor talla, escogidos entre las especies que
son comunes allí, y cuya monografía va detallada en el presente
Informe.
Plantada la segunda zona, se plantará la tercera, y así sucesi-
vamente, cuidando de no dejar ningún vacío sensible entre ellas,
sino que queden contiguas unas á otras.
Las especies que para este objeto deben preferirse, son, en mi
concepto, la forma Sicomorus ó Higuera silvestre, el Palo mulato,
el Palo colorado, G-uarea ramiflora , el Celtis littoralis , el Jatropha
y algunas otras tomadas entre las familias de las Cácteas, Cycá-
deas, Mirtáceas y Amentáceas, que se desarrollarían y crecerían
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tanto más rápidamente, cuanto que la naturaleza y clima de aquel
suelo les es muy favorable.
Aparte de las inapreciables ventajas que la repoblación de los
médanos produciría, mejorando desde luego las condiciones de
salubridad del puerto de Yeracruz, se podría también, una vez
fijadas las arenas, abrir algunos de aquellos [terrenos al cultivo,
lo cual aumentaría notablemente su valor. Se sabe muy bien que
son aptos para todo género de producción agrícola, sin necesidad
de abonos ó correctivos, y sin que sea necesario recurrir al “año
y vez” ó á cualquier otro sistema de rotación. En una palabra,
estos ricos terrenos pueden conservar por un largo período de
años una fertilidad inagotable; y aun cuando los rendimientos
disminuyeran, se tendría en el empleo de los Varechs, desechos
marinos é inmundicia de la ciudad, un recurso ilimitado.
Presentan todavía otras ventajas: pues "según su composición
mixta, en la que el elemento calcáreo y el arenoso existen en pro-
porción conveniente, son poco sensibles á las variaciones atmos-
féricas; sü grande profundidad y la frescura del subsuelo, los ha-
cen á propósito para la vegetación de plantas de raíces largas y
pivotantes como la alfalfa y otras, cuyas cosechas alcanzarían el
máximum de su rendimiento.
Allí se cultivarían, sin duda con buen éxito, la morera y la vid,
la caña de azúcar y el añil, que crecen espontáneamente y en es-
tado silvestre.
Creo, con lo expuesto, haber dejado desempeñada la comisión
que se me encomendó; y terminaré, deseando vivamente que se
ponga en práctica aquella obra, sobre’cuyo carácter de utilidad
pública y privada no podrá suscitarse duda alguna.
México, Agosto 18 de 1884.
Ignacio Ochoa Villagómez.
,
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de la Bahía y Zona litoral de
VERACRUZ;
formada por el Ingeniero
IGNACIO OCHOA V1LLAGOMEZ,
para el estudio de la fijación de los médanos
inmediatos á aquel puerto.
1884—
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