Skip to main content

Full text of "México en 1554. Tres diálogos latinos que Francisco Cervántes Salazar escribió é imprimió en México en dicho año"

See other formats


íSá^^üsm 


IN  MEMORY 

OF 

aibert  (Bortón  (5rcenc 

OF  THE  ClASS  OF  1820 
FUND  GIVEN  BY 

Samuel  Cotftn  Bastman 

OF  THE  CLASS  OF  1857 


fvi^-"^ 


í^p^ 


C''> 


U^h 


m^^^s^L 


,v  .|^.^,Y  %^^5F' 


fe.' 


IfeM 


>'\^ 


^-^- 


■'^^^ 


¡^£m 


BOOKS 

ABOÜT 

MÉXICO 


MÉXICO  EN  1554 


DIÁLOGOS 


Francisco  Cervantes  Salazar, 


I 


DE  ESTE  LIBRO 

SE  HAN  IMPRESO  CIENTO  SESENTA  Y  CINCO  EJEMPLARES  EN  PAPEL  COMÚN 

Y  QUINCE  EN  PAPEL  MARQUILLA. 


Nüm,:.lo...Q.. 


IMPRESO  POR  F.  DÍAZ  DE  LEÓN  Y  S.  WHITE. 
Calle  de  Lerdo  núm.  2. 


M[ÉXICOENi554 


TRES  DIÁLOGOS  LATINOS 

QUE 

Francisco  Cervantes  Salazar 

ESCRIBIÓ  É  IMPRIMIÓ  EN  MÉXICO 

EN  DICHO  AÑO. 


LOS  REIMPRIME,  CON  TRADUCCIÓN  CASTELLANA 


JOAQUÍN  garcía  ICAZBALCETA 

Individuo  de  Número  de  la  Sociedad  Mexicana  de  Geografía  y  Estadística , 

Miembro  Correspondietite 

de  las  Reales  Academias  Española  y  de  la  Historia,  de  Madrid. 


MÉXICO 

L   DE  AnD] 
e  Agustinos 

1875 


Antigua  Librería  de  Andrade  y  Morales, 

Portal  de  Agustinos  núm.3. 


et^i 


AL  SEÑOR 


DON   ¡OSE  MARÍA  ANDRADE 


EN   TESTIMONIO 
DE   ANTIGUA,   SINCERA   Y    NUNCA    INTERRUMPIDA   AMISTAD, 


Joaquín  García  Icaxbalceta. 


H77¿1? 


s 


NOTICIAS 


DEL    AUTOR    Y    DE    LA    OBRA, 


L  ilustre  bibliotecario  español  D.  Nicolás  Anto- 
nio anduvo  tan  escaso  de  noticias  de  nuestro 
Francisco  Cervantes  Salazar,  que  no  pudo 
decir  de  él  otra  cosa,  sino  que  nada  sabia  :  nescto 
quis,  aut  unde  oriundas.  El  diligente  académico 
D.  Francisco  Cerda  y  Rico,  que  en  1772  reim- 
primió las  obras  de  Cervantes,  nos  dio  en  el  pró- 
logo unos  incompletos  apuntes  biográficos  del  autor,  sin  mencionar 
para  nada  su  traslación  á  México.  Aunque  son  pocos  los  datos 
que  he  podido  recoger  por  otras  partes,  sirven,  sin  embargo,  para 
ampliar  algo  las  noticias  deCerdá  y  Pvico.  (i) 

No  queda  duda  de  que  Cervantes  nació  en  Toledo;  pero  no  es 
posible  señalar  con  certeza  la  fecha  de  su  nacimiento.  Creí,  y 
aun  así  lo  dije  (2),  que  podia  fijarse  la  de  1521,  porque  su  maes- 
tro Venegas,  en  el  Prólogo  de  las  Obras  impresas  en  1546,  dice 
que  ((siendo  (Cervantes)  de  edad  de  veinticinco  años,  ha  tirado  la 
((barra  sobre  más  de  cuarenta.))  Pero  no  tardé  en  reflexionar  dos 
cosas:  la  una,  que  aun  cuando  ese  prólogo  se  imprimió  en  1546, 


1  Copio  al  fin,  literalmente,  los  pasajes  de  los  autores  que  me  han 
servido  para  formar  esta  biografía.  Así  pongo  al  lector  estudioso  en  ap- 
titud de  juzgar  si  he  entendido  mal  ó  desperdiciado  algún  dato.  A  estas 
noticias  hay  que  agregar  las  pocas  que  se  encuentran  esparcidas  en  los 
Diálogos  que  á  continuación  se  reimprimen. 

2  Diccionario  Universal  de  Hisioria  y  de  Geografía,  tom.  II,  pág.  305. 


Vril  NOTICIAS 

no  es  seguro  que  se  escribiera  ese  año,  en  que  acaso  habia  ya  muerto 
Venegas;  la  otra,  que  de  las  palabras  de  este  no  se  infiere  de  una 
manera  absoluta  que  al  tiempo  que  él  escribía  tuviese  Cervantes 
los  veinticinco  años,  sino  que  cuando  tenia  esa  edad  habia  aven- 
tajado á  otros  mayores;  si  bien  es  verdad  que  las  palabras  «ha 
«tirado,))  reducen  la  latitud  de  tal  interpretación,  pues  designan 
una  época  no  muy  lejana.  La  necesidad  de  atrasar  el  nacimiento 
de  Cervantes  se  confirma  al  ver  que  en  la  Descripción  del  Arzo- 
bispado de  MéxicOy  hecha  en  1570,  se  le  llama  «hombre  viejo;)) 
calificación  que  no  seria  propia,  si  el  que  era  objeto  de  ella  hu- 
biera nacido  en  1521,  pues  solo  tendría  entonces  cuarenta  y  nueve 
años.  El  Sr.  Arzobispo  Moya  de  Contreras  decia  después,  en 
1575,  que  nuestro  Cervantes  tenia  «más  de  sesenta  años, ))  lo  cual 
nos  lleva  á  fijar  su  nacimiento  antes  del  año  de  151 5.  Esta  fecha, 
lejos  de  oponerse  á  alguna  otra  de  las  que  tenemos  bien  conocidas 
en  su  vida,  se  ajusta  mejor  con  ellas  que  la  de  1521.  No  parece 
probable  que  á  los  veinticinco  años  tuviera  ya  hechos  sus  estudios 
de  humanidades,  y  ademas  de  haber  viajado  fuera  de  su  pais,  hu- 
biera escrito  y  publicado  el  volumen  de  sus  obras,  en  que  algunas 
circunstancias  revelan  que  el  autor  gozaba  ya  de  cierta  considera- 
ción en  la  sociedad,  y  en  cuyo  prólogo  consta  que  tenia  escritas 
otras.  Beristain  dice  que  Cervantes  nació  «á  principios  del  siglo 
«  XVI ; ))  y  por  poco  que  nos  contente  tan  vaga  designación,  es  ne- 
cesario conformarnos  con  ella,  porque  no  hay  datos  para  precisarla 
más.  El  maestro  Venegas  alude  á  la  nobleza  de  los  ascendientes 
de  Cervantes;  pero  sin  duda  esa  nobleza  no  iba  acompañada  de 
los  bienes  de  fortuna,  á  juzgar  por  los  empleos  que  desempeñó 
nuestro  autor. 

Discípulo  fnuy  querido  de  Vives  fué  Cervantes,  si  hemos  de  creer 
á  Beristain;  pero  este  testimonio  único,  me  parece  muy  debili- 
tado, ó  más  bien  destruido,  por  el  argumento  negativo  que  ofrecen 
los  escritos  del  mismo  Cervantes.  Respetaba  y  admiraba  á  Vives; 
tradujo  su  Introducción  y  Camino  para  la  Sabiduría,  comentó  y  con- 
tinuó sus  Diálogos,  y  ni  en  la  dedicatoria  de  aquella  obra,  ni  en 
lugar  alguno  de  esta,  ni  en  ningún  otro  escrito  suyo  que  conozca- 
mos, se  vanagloria  de  haber  sido  discípulo  del  sabio  valenciano: 
cosa,  que  á  ser  cierta,  no  habría  dejado  de  mencionar  para  honra 
propia.  El  pasaje  de  la  Fida  de  Vives,  puesta  al  frente  de  los  Diá- 
logos, solo  prueba  que  tenía  amistad  con  él;  y  su  silencio  en  oca- 
sión tan  oportuna  para  decir  que  le  había  tenido  por  maestro,  es 
una  prueba  de  lo  contrario. 

Mas  si  Cervantes  no  fué  discípulo  de  Vives,  fuélo  indudablea 
mente  del  sabio  y  piadoso  Alejo  de  Venegas  (i),  que  en  su  patri- 

I     Alejo  de  Venegas  (ó  de  Vanegas)  de  Busto  fué  natural  de  Toledo 


DEL  AUTOR   Y    Uli  LA   OBRA.  IX 

Toledo  buscaba,  por  medio  de  la  enseñanza,  la  subsistencia  de  su 
numerosa  familia.  Del  aprovechamiento  de  Cervantes,  sobre  todo 
en  la  lengua  latina,  da  testimonio  el  mismo  Venegas  en  el  prólogo 
á  las  obras  del  discípulo,  de  quien  sabemos  también,  que  estudió 
cánones  en  Salamanca. 

La  preponderancia  de  España  en  aquel  siglo  y  la  grande  ex- 
tensión de  sus  dominios,  eran  causa  de  que  los  jóvenes  españoles 
viajaran  á  menudo  por  diversos  paises,  en  especial  por  Italia  y 
Flandes,  unos  para  instruirse,  otros  para  buscar  fortuna  en  las  ar- 
mas ó  en  los  empleos  civiles,  y  agregados  otros  al  servicio  de  los 
personajes  que  pasaban  á  desempeñar  cargos  en  las  provincias  su- 
jetas á  la  corona.  Nuestro  Cervantes  fué  de  estos  últimos,  y  pasó 
á  Flandes,  ignórase  con  qué  carácter,  en  compañía  del  Lie.  Girón. 
No  he  podido  fijar  la  fecha  de  este  viaje,  ni  su  duración,  y  solo 
hallo  que  de  regreso  á  su  patria  ejercía  ya  Cervantes  en  1540  el 
empleo  de  secretario  latino  del  cardenal  D.  Fr.  García  de  Loaysa, 
general  de  la  orden  de  Sto.  Domingo,  obispo  de  Osmay  deSigüenza, 
arzobispo  de  Sevilla,  consejero  de  Estado,  comisario  de  Cruzada, 
inquisidor  general,  y  sucesor  del  arzobispo  Fonseca  en  la  presi- 
dencia del  Consejo  de  Indias.  Ocupaba  todavía  Cervantes  este 
empleo  el  25  de  Agosto  de  1 545  ;  mas  parece  que  le  había  dejado 
antes  del  22  de  Abril  del  año  siguiente,  fecha  del  fallecimiento 
del  cardenal,  porque  precisamente  se  estaban  imprimiendo  enton- 
ces en  Alcalá  las  obras  de  Cervantes,  y  no  hace  en  ellas  mención 
alguna  del  protector  que  acababa  de  perder.  En  1550  era  el  au- 
tor catedrático  de  retórica  en  la  universidad  de  Osuna,  y  hay  quien 


y  floreció  en  la  primera  mitad  del  siglo  XVI.  Estudió  teología,  con  in- 
tención de  abrazar  el  estado  eclesiástico;  pero  mudado  luego  el  propó- 
sito, se  casó,  y  abrió  en  Toledo  una  escuela  de  latinidad  y  letras  huma- 
nas. No  sé  en  qué  año  falleció.  D,  Nicolás  Antonio  i^Bibl.  Hisp.  Ahva, 
tom.  I,  pág.  8),  Juan  Ginés  de  Sepúlveda  (Epist.  3,  lib.  VII,  apud  Opera, 
tom,  III,  pág.  331)  y  otros,  hacen  grandes  elogios  de  su  erudición.  Es- 
cribió varias  obras,  entre  ellas  la  intitulada  Diferencias  de  Libros  que  hay 
en  el  Universo,  la  cual  no  es,  como  pudiera  creerse  por  su  título,  una 
crítica  literaria,  sino  un  tratado  de  filosofía,  acerca  del  modo  de  leer  en 
los  libros  de  Dios,  que  son  la  Naturaleza,  el  Hombre  y  el  Cristianismo. 
También  escribió  la  Agonía  del  tránsito  de  la  Mtiei'te,  con  los  Avisos  y 
Consuelos  que  cerca  della  son  provechosos.  Ticknor  creyó  que  la  primera 
edición  de  esta  obra  era  la  de  Alcalá,  1574,  en  8?;  pero  es,  cuando  me- 
nos, la  tercera,  pues  en  el  Catalogus  del  Marqués  de  Morante  se  cita  una 
de  Alcalá,  1565,  en  4?,  y  yo  tengo  una  de  Toledo,  Juan  de  Ayala,  1547, 
en  4?  fiot.,  que  debe  ser  la  primera,  aunque  la  dedicatoria  y  demás  prin- 
cipios tienen  la  fecha  de  1537.  Después  se  reimprimió  por  cuarta  vez 
en  Valladolid,  1583,  en  8?  Lo  más  curioso  de  esta  obra  es  la  Breve  de- 
claración de  las  sentencias  y  vocablos  oscuros,  que  lleva  al  fin,  formando 
un  libro  separado,  y  cuya  dedicatoria  está  fechada  en  Toledo  á  31  de 
Octubre  de  1543. 


NOTICIAS 


diga  que  fué  profesor  en  la  de  Alcalá.  Es  noticia  de  Beristain, 
quien,  al  parecer,  la  tomó,  con  otras,  de  la  Crónica  de  la  Univer- 
sidad de  México f  escrita  por  Cristóbal  Plaza:  obra  que  disfrutó 
nuestro  bibliotecario,  y  que  hoy,  por  desgracia,  ya  no  se  encuen- 
tra; pero  es  ciertamente  extraño,  que  haciendo  el  mismo  Cer- 
vantes, en  sus  Diálogos,  mención  expresa  de  haber  enseñado  retórica 
en  una  universidad  menor,  como  era  la  de  Osuna,  callara  la  cir- 
cunstancia, más  honrosa  para  él,  de  haber  sido  profesor  en  la  in- 
signe Complutense.  Es  de  creerse,  sin  embargo,  que  hubo  de 
residir  en  aquella  ciudad,  pues  allí  hizo  imprim.ir  sus  obras. 

La  vida  de  nuestro  autor  se  divide  naturalmente  en  dos  partes : 
el  tiempo  que  pasó  en  España,  y  el  que  residió  en  México.  Antes 
de  entrar  á  referir  lo  que  se  sabe  de  este  período,  terminaremos 
lo  tocante  al  primero  con  la  noticia  de  las  obras  que  Cervantes 
publicó  en  España. 

Estas  obras  no  son  de  grande  extensión,  ni  le  pertenecen  sino 
en  parte.  Redúcese  todo  á  un  tomo  en  49  impreso  en  Alcalá  de 
Henares,  por  Juan  de  Brocar,  hijo  del  célebre  Arnaldo  Guillen  de 
Brocar,  impresor  de  la  Poliglota  Complutense.  Tuve  una  vez  á 
la  vista  esa  edición  original;  mas  descuidé  anotar  la  descripción 
de  ella.  Me  guio  ahora  por  la  reimpresión  que  D.  Francisco  Cerda 
y  Rico  hizo  en  1772,  en  casa  de  D.  Antonio  de  Sancha,  también 
en  un  tomo  en  4? 

El  título  de  la  antigua  edición,  que  Cerda  compendió  en  la 
nueva,  era  como  sigue:  (i) 

(( Obras  que  Francisco  Cervantes  de  Salazar  ha  hecho,  glossado  y 
«traduzido.  La  primera  es  un  Diálogo  de  la  Dignidad  del  Hombre, 
«donde  por  manera  de  disputa  se  trata  de  las  grandezas  y  maravi- 
«llas  que  hay  en  el  hombre,  y  por  el  contrario  de  sus  trabajos  y 
«miserias,  comenzado  por  el  maestro  Oliva,  y  acabado  por  Fran- 
(c  cisco  Cervantes  de  Salazar.  La  segunda  es  el  Apólogo  de  la 
«Ociosidad  y  el  Trabajo,  intitulado  Labricio  Portundo,  donde  se 
«trata  con  maravilloso  estilo  de  los  grandes  males  de  la  ociosidad, 
«y  por  el  contrario  de  los  provechos  y  bienes  del  trabajo,  com- 
« puesto  por  el  protonotario  Luis  Mexia,  glosado  y  moralizado 
«por  Francisco  Cervantes  de  Salazar.  La  tercera  es  la  Litroduc- 
«cion  y  Camino  para  la  Sabiduría,  donde  se  declara  qué  cosa  sea. 


I  Se  ha  rectificado  este  título  conforme  al  n?  158  de  las  Adiciones  á 
la  Biblioteca  Americana  Vetiistissima.  El  autor  ( Mr.  Heury  Harrisse ) 
incluyó  las  Obras  de  Cervantes  Salazar  entre  los  libros  relativos  á  Amé- 
rica, solo  por  la  epístola  dedicatoria  á  Hernán  Cortés.  Hay  en  ese  ar- 
tículo algunas  inexactitudes,  como  decir  que  en  México  se  proyectaba 
hacer  una  reimpresión  de  las  obras  de  Cervantes.  De  lo  que  hablé  varias 
veces  al  autor  fué  de  la  reimpresión  de  estos  Diálogos. 


DEL   AUTOR   V   DE   LA   OBRA.  XI 

«y  se  ponen  grandes  avisos  para  la  vida  humana,  compuesta  en  la- 
ce tin  por  el  excelente  varón  Luis  Vives,  vuelta  al  castellano  con 
«muchas  adiciones  que  al  proposito  hacian,  por  Francisco  Cer- 
(( vántes  de  Salazar. » 

Cada  obra  tiene  portada  y  foliatura  particular.  La  primera  está 
dedicada  á  Hernán  Cortés,  por  medio  de  una  epístola,  llena  de 
elogios  al  Mecenas,  como  era  natural,  pero  que  no  ofrece  circuns- 
tancia alguna  por  donde  merezca  que  la  copiemos  aquí.  La  parte 
que  añadió  Cervantes  á  la  obra  de  Oliva  es  mucho  mayor  que  ella, 
y  tanto,  que  en  la  edición  de  Cerda,  el  Diálogo  de  Oliva  ocupa 
44  págs.,  y  la  continuación  de  Cervantes  127. 

La  segunda  obra  es  el  Apólogo  de  la  Ociosidad  y  el  Trabajo,  por 
el  protonotario  Luis  Mexia.  Ticknor  dice  (i)  que  nada  se  sabe 
de  este  autor;  que  el  Apólogo  está  tomado  en  gran  parte  de  la  Fi- 
sión deleitable  del  Br.  Alfonso  de  la  Torre,  y  que  su  estilo  es  cas- 
tizo y  bastante  elevado:  á  mí  me  parece  una  cansada  alegoría.  Le 
cargó  Cervantes  de  notas  curiosas,  henchidas  de  erudición  greco- 
latina,  y  dedicó  todo  á  D.  Juan  Martinez  Silíceo,  arzobispo  de 
Toledo.  Tras  la  dedicatoria  viene  un  interesante  prólogo  del 
Maestro  Alejo  de  Venegas  al  benig?io  y  pió  lector  y  y  no  sé  por  qué 
está  colocado  en  este  lugar,  siendo  el  suyo  propio  al  principio  del 
tomo,  puesto  que  se  refiere  á  las  tres  obras  contenidas  en  él.  Sigue 
luego  un  Argumento  y  moralidad  de  la  obra,  por  Francisco  Cervan- 
tes de  Salazar,  á  continuación  el  Apólogo,  y  al  fin  una  nota  en  que 
se  expresa  que  aquella  obra  se  imprimió  en  Alcalá  de  Henares, 
en  casa  de  Juan  de  Brocar,  en  el  mes  de  Mayo  del  año  de  1546. 

La  tercera  y  última  parte  del  volumen  es  la  célebre  Introduc- 
ción á  la  Sabiduría,  escrita  en  latin  por  Luis  Vives,  y  traducida  al 
castellano,  con  algunas  notas,  por  nuestro  Cervantes.  (2)  La  tra- 
ducción es  algo  parafrástica,  mas  no  carece  de  mérito:  las  notas 
se  reducen  á  unos  breves  comentarios  para  aclaración,  ó  más  bien 
confirmación  del  texto.  Una  de  ellas,  acaso  la  más  larga,  quiero 
copiar  aquí,  como  muestra  del  estilo  castellano  de  Cervantes  Sa- 
lazar, á  quien  D.  Diego  Clemencin,  en  su  gran  Comentario  al 
Quijote,  no  contó  entre  los  que  condenaron  y  abominaron  la  per- 
niciosa lectura  de  libros  de  caballerías.  Dice  Vives  que  no  deben 


1  Historia  de  la  Literatura  Española,  trad.  de  G^ayangos  y  Vedia, 
2^  época,  cap.  5. 

2  También  tradujo  al  castellano  esta  obra  Diego  de  Astudillo ;  y  lo 
que  es  más  extraño,  la  tradujo  en  verso  en  1791  el  Dr.  D.  Pedro  ^chó  y 
Rius,  á  quien  censuró  acremente,  y  con  sobrada  justicia,  por  su  insufri- 
ble prosaísmo,  el  Sr.  D.  Leopoldo  Augusto  de  Cueto,  en  su  excelente 
Bosqziejo  Histórico-Críiico  de  la  Poesía  Castellana  del  Siglo  XVI /I,  puesto 
al  frente  del  tomo  61  de  la  Biblioteca  de  Autores  Españoles,  de  Rivade- 
nevra. 


XII  NOTICIAS 


leerse  libros  malos  ni  viciosos,  y  Cervantes  agrega:  «En  esto  se 
«habia  más  de  cargar  la  mano,  y  es  en  lo  que  más  nos  descuida- 
«mos,  porque  tras  el  sabroso  hablar  de  los  libros  de  caballerías, 
«bebemos  mil  vicios,  como  sabrosa  ponzoña;  porque  de  allí  viene 
«aborrecer  los  libros  sanctos  y  contemplativos,  y  el  desear  verse 
«en  actos  feos,  cuales  son  los  que  aquellos  libros  tratan.  Ansi  que 
«con  el  falso  gusto  de  los  mentirosos,  perdemos  el  que  tendríamos, 
«si  no  los  oviese,  en  los  verdaderos  y  sanctos:  en  los  cuales,  si 
«estuviésemos  destetados  de  la  mala  ponzoña  de  los  otros,  halla- 
« riamos  gran  gusto  para  el  entendimiento,  y  gran  fruto  para  el 
«ánima.  Guarda  el  padre  ásu  hija,  como  dicen,  tras  siete  paredes, 
«para  que  quitada  la  ocasión  de  hablar  con  los  hombres,  sea  más 
«buena;  y  déjanla  un  Amadis  en  las  manos,  donde  deprende  mil 
«maldades,  y  desea  peores  cosas,  que  quizá  en  toda  la  vida,  aun- 
«que  tratara  con  los  hombres,  pudiera  saber  ni  desear;  y  vase  tanto 
«tras  del  gusto  de  aquello,  que  no  quisiera  hacer  otra  cosa;  ocu- 
«pando  el  tiempo  que  habia  de  gastar  en  ser  laboriosa  y  sierva  de 
«Dios,  no  se  acuerda  de  rezar  ni  de  otra  virtud,  deseando  ser  otra 
«Oriana,  como  allí,  y  verse  servida  de  otro  Amadis.  Tras  este 
«deseo  viene  luego  procurarlo,  de  lo  cual  estuviera  bien  descui- 
«dada,  si  no  tuviera  donde  lo  deprendiera.  En  lo  mesmo  corren 
«también  lanzas  parejas  los  mozos,  los  cuales,  con  los  avisos  de 
«tan  malos  libros,  encendidos  con  el  deseo  natural,  no  tratan  sino 
«cómo  deshonrarán  la  doncella,  y  afrentarán  la  casada.  De  todo 
«esto  son  causa  estos  libros,  los  cuales,  plega  á  Dios,  por  el  bien 
«de  nuestras  almas,  vieden  los  que  para  ello  tienen  poder,  w  Estas 
justísimas  observaciones  son  tan  aplicables  á  los  libros  de  caballe- 
rías, como  á  las  novelas  modernas. 

Dedicó  Cervantes  su  traducción  á  la  Serma.  Sra.  D?-  María, 
infanta  de  España,  hija  de  Carlos  V,  después  Emperatriz  de  Ale- 
mania, y  reina  de  Hungría.  Al  fin  de  la  primera  edición  consta 
que  se  acabó  de  imprimir  á  i8  de  Julio  de  1546.  Cerda  añadió 
en  la  segunda  el  texto  latino  de  Vives.  Las  obras  mencionadas, 
con  un  prólogo  del  editor,  y  el  discurso  de  Ambrosio  de  Morales  en 
favor  de  la  lengua  castellana,  es  lo  que  contiene  la  edición  de  1772. 
Costeó  la  impresión  D.  Manuel  Negrete,  marques  de  Torreman- 
zanal,  coronel  del  regimiento  de  Voluntarios  extranjeros,  (i) 

Estas  son  las  noticias  que  he  podido  hallar,  pertenecientes  al 
tiempo  que  Cervantes  Salazar  vivió  en  España:  veamos  ahora  lo 


I  D.  Nicolás  Antonio,  al  mencionar  el  libro  de  Cervantes,  dice  quem 
vulgus  terit :  expresión  que  Beristain  creyó  despreciativa,  tomándola  en 
el  sentido  de  que  el  libro  «andaba  entre  los  pies  del  vulgo; »  mas  en  esto 
padeció  error  el  erudito  deán,  porque  tero,  tratándose  de  libros,  no  sig- 
nifica   " 


DEL  AUTOR  V  DE   Lx\  OBRA.  XIII 

que  hizo  en  México,  adonde  ignoraron  los  literatos  españoles  que 
hubiese  pasado,  perdiéndole  totalmente  de  vista  desde  que  en  i  546 
publicó  el  tomo  de  sus  obras. 

Duda  Beristain  si  Cervantes  vino  á  México  convidado  por  Cor- 
tés, á  quien  habia  dedicado  el  Diálogo  de  la  Digriidad  del  Hombre ^ 
ó  llamado  por  su  pariente  el  Dr.  Rafael  Cervantes,  tesorero  déla 
Iglesia  Metropolitana.  Lo  primero  no  parece  ni  probable,  porque 
Cortés  murió  en  España  á  fines  del  año  siguiente  de  1547,  y  el 
viaje  de  Cervantes  no  se  verificó  sino  hasta  unos  tres  años  después: 
lo  segundo  podrá  ser  cierto,  aunque  Beristain  lo  da  como  dudoso, 
y  yo  no  encuentro  ningún  otro  .dato  ó  indicio,  ni  aun  de  que  hu- 
biera parentesco  entre  los  dos  Cervantes.  Más  natural  es  creer 
que  habiendo  estado  el  nuestro  al  servicio  del  cardenal  Loaysa, 
presidente  del  Consejo  de  Indias,  tuvo  por  eso  ocasión  de  conocer 
á  muchos  de  los  que  volvían  de  América  á  tratar  negocios  en 
aquel  consejo,  de  lo  cual  vinieron  las  relaciones  con  Cortés,  y  más 
adelante  la  determinación  de  visitar  unos  paises  de  que  ya  tendría 
largas  y  favorables  noticias.  Tal  vez  la  falta  de  nuevo  protector, 
ó  de  empleo  en  que  ganar  la  subsistencia,  le  obligó  á  emigrar,  co- 
mo tantos  otros,  para  buscar  fortuna  en  el  Nuevo  Mundo. 


«chos,  tener  muchos  lectores,»  lo  cual,  lejos  de  ser  una  calificación  inju- 
riosa, demuestra  más  bien  estimación.  Horacio  ( Ep.  I,  lib,  II )  dijo  : 

....  Quid  nunc  essct  vetus?  aut  quid  haheret 
Quod  tegeret  tereretqiic  viritim  puhlicus  ttsus? 

que  Burgos  tradujo: 

"  ¿  Qué  habría  antiguo  ahora  ?   ¿  Cuáles  libros 
Leyera  y  releyera  todo  un  pueblo?  " 

En  Marcial  vemos  ( Epig.  3,  lib.  VIII )  Teritar  nostcr  ubique  liber,  y 
(Epig.  3,  lib.  XI)  A  rigido  teritiir  Centtinom  liber.  Seguramente  que 
Marcial  no  habia  de  decir  que  su  libro  era  pisoteado  en  todas  partes,  y 
hasta  por  los  soldados.  Lo  único  de  D,  Nicolás  Antonio  que  pudiera  in- 
terpretarse en  mala  parte,  es  la  circunstancia  de  decir  que  el  libro  andaba 
en  las  manos  del  vulgo,  cuando  pudiera  haber  dicho  en  las  de  todos;  si 
bien  vulgus  significa  también  el  público  en  general,  y  no  exclusivamente 
lo  que  nosotros  entendemos  por  vulgo.  Se  acaba  de  desvanecer  la  sospe- 
cha al  ver  que  el  artículo  termina  mencionando  el  elogio  que  Ambrosio 
de  Morales  hizo  de  las  obras  publicadas  por  Cervantes;  tal  vez  la  expre- 
sión vulgus  solo  significa  que  por  estar  escritas  esas  obras  en  roi7iance, 
se  hablan  vulgarizado.  Pero  sea  favorable  ó  adversa  la  calificación,  ¿qué 
motivo  tuvo  D.  Nicolás  Antonio  para  hacerla?  Si  es  un  elogio,  no  pa- 
rece fundado,  porque  el  libro  no  se  habia  impreso  sino  una  sola  vez  en 
más  de  un  siglo,  lo  cual  no  es  indicio  de  gran  popularidad.  Si  es  una 
frase  de  desprecio,  no  es  justa,  porque  el  libro  no  es  despreciable,  ni  por 
su  asunto  ni  por  su  desempeño.  No  puede  pensarse  tampoco  que  alguna 
pasión  influyese  en  el  ánimo  del  gran  bibliotecario  español,  pues  se  tra- 
taba de  un  autor  que  sobre  llevar  un  siglo  de  muerto,  le  era  totalmente 
descoriocido. 


XVI  NOTICIAS 

«  en  diversas  materias  y  difíciles,  y  por  allí  me  pueden  juzgar,  pues 
«por  los  hechos  públicos  se  conocen  las  personas,  y  no  por  las 
«hablillas  de  rincones.  Allende  de  esto,  señores,  he  leido  muchos 
«dias  de  los  cuatro  libros  de  Sentencias,  siempre  con  grande  au- 
« ditorio;  y  si  se  perdieron  los  oyentes  que  me  han  oido,  vuestras 
«mercedes  lo  saben.  Pero  porque  nuestra  contienda  es  sobre  la 
«lición  de  Filosofía  moral  de  Aristóteles,  diré  de  ella  en  especial. 
«Vuestras  mercedes  saben  cuantos  tiempos  han  pasado  que  en  esta 
«cátedra  ningún  lector  tuvo  auditorio,  sino  solo  maestro  Gonzalo, 
«  do  bien  se  ha  mostrado  que  es  cosa  de  gran  dificultad  leer  bien  la 
«doctrina  de  Aristóteles  en  lo  moral,  que  no  lo  puede  hacer  sino 
«hombre  de  muchas  partes  y  de  especial  suficiencia. . . .  Pues  si  yo 
«  he  leido  muchas  veces  esta  lición  extraordinaria,  y  no  con  menos 
«oyentes  que  el  maestro  Gonzalo  tuvo  cuando  tenia  más,  verísi- 
«mil  cosa  es  que  para  esta  lición  tengo  la  suficiencia  que  es  me- 
«nester.  Y  si  en  Retórica  y  Matemáticas,  que  ni  oi  de  preceptor 
«ni  lei  en  escuelas, ....  dicen  que  sé  tanto,  ¿qué  no  sabré  en  las 
«otras  disciplinas  que  tantos  años  he  ejercitado  en  escuelas?» (i) 
Por  este  estilo  va  todo  el  Razonamiento^  en  un  tono  de  vanidad 
insoportable;  y  sin  embargo,  el  gran  Ambrosio  de  Morales  dice 
que  todos  celebraban  mucho  la  modestia  con  que  está  escrito! 
¿  Qué  no  estarían  acostumbrados  á  leer  y  oir  los  que  así  pensaban? 
A  lo  menos  en  sus  escritos  no  mostró  tanta  vanidad  el  pobre  de 
Cervantes. 


I  Si  este  Razonaniienio  desagrada,  es  por  la  circunstancia  de  ala- 
barse tanto  á  si  propio  el  autor,  pues  por  lo  demás  era  cierto  lo  que  decía. 
Pérez  de  Oliva  nació  en  Córdoba  en  1492.  Estudió  en  Salamanca,  Al- 
calá, Roma  y  París,  Viajó  mucho,  y  nos  dice  que  anduvo  más  de  tres  mil 
leguas  fuera  de  España.  Los  papas  León  X  y  Adriano  VI  le  hicieron 
proposiciones  ventajosas  para  fijarle  en  Italia;  pero  él  prefirió  volver  á 
su  patria,  donde  fué  catedrático,  y  luego  rector  en  la  universidad  de  Sa- 
lamanca. Murió  en  lo  mejor  de  su  edad  el  año  de  1530.  Sus  obras  fueron 
publicadas  por  su  sobrino  Ambrosio  de  Morales,  en  Córdoba,  año  de  1585, 
en  4?,  y  reimpresas  en  Madrid,  1787,  2  tomos  en  8?  Las  principales  son, 
el  Diálogo  de  la  Dignidad  del  Hombre,  un  Discurso  de  las  Potencias  del 
Alma,  otro  sobre  la  navegación  del  Gtiadalquivir,  y  el  Razonamiento  ya 
citado.  Hay  ademas  traducciones  castellanas  del  Anfitrión  de  Plauto, 
de  la  Venganza  de  Agamenón  y  de  la  Hécuba  triste  de  Eurípides ;  que 
son  más  bien  refundiciones.  Con  estas  obras  se  publicaron  otras  de  Mo- 
rales. Escribió  ademas  Oliva  diversos  tratados  que  quedaron  manuscritos 
ó  se  perdieron,  entre  ellos  uno  De  Magnete,  del  cual  nos  da  Morales 
la  siguiente  curiosísima  noticia :  «  Pudiera  también  poner  aquí  lo  que  el 
«Maestro  Oliva  escribió  en  latín  de  la  piedra  imán,  en  la  cual  halló, 
«cierto,  grandes  secretos.  Mas  todo  era  muy  poco,  y  estaba  todo  ello 
« imperfecto  y  poco  más  que  apuntado,  para  proseguirlo  después  despacio, 
«y  tan  borrado,  que  no  se  entendía  bien  lo  que  le  agradaba  ó  lo  que  re- 
aprobaba.  Una  cosa  quiero  advertir  aquí  cerca  de  esto.  Creyóse  muy  de- 


DHL   AUrOR    V    üi:    Iw\   OBRA.  XVII 

El  peor  cargo  que  le  dirige  su  prelado  es  sin  duda  el  de  desarre- 
glo en  las  costumbres,  y  debemos  suponer  que  el  respetable  arzo- 
bispo no  avanzarla  tan  grave  acusación  sin  fundamento  bastante; 
pero  valdría  más  que  la  hubiera  omitido  en  un  documento  de  esa 
naturaleza,  en  que  deben  pesarse  las  menores  palabras,  ya  que  el 
acusado  ignora  el  cargo  y  no  tiene  medio  alguno  de  defensa.  Me- 
nos le  tiene  hoy  Cervantes  después  de  dormir  tres  siglos  en  el 
sepulcro.  Pero  si  es  que  no  tuvo  virtud  suficiente  para  resistir  á 
sus  pasiones,  á  lo  menos  no  sembró  semillas  de  corrupción  en  sus 
escritos,  como  tantos  otros  que  han  perpetuado  así  el  escándalo  y 
el  daño  de  la  sociedad.  Nada  hay  en  las  páginas  de  Cervantes  que 
pueda  ofender  la  moral  más  rígida,  y  antes  bien  están  llenas  de 
excelentes  máximas.  A  ser  cierta  la  acusación,  seria  Cervantes  el 
reverso  del  sucio  Marcial,  que  decia.  Lascivia  est  nobis  pagina, 
sed  vita  proba,  y  ofrecerla  un  ejemplo  más  de  la  contradicción  que 
con  frecuencia  se  nota  entre  las  palabras  y  los  hechos  de  los  es- 
critores. Y  después  de  todo  ¿quién  es  más  reprensible?  ¿El  que 
cae  de  flaqueza  y  lo  oculta,  sin  hacer  alarde  del  vicio  ni  escanda- 
lizar á  la  posteridad,  ó  el  que  se  complace  en  ostentar  la  corrup- 
ción y  comunicarla  á  los  demás?  Juzguemos  á  Cervantes  como 
escritor,  agradezcámosle  el  provecho  que  saquemos  de  sus  obras, 


«veras  de  él,  que  por  la  piedra  imán  halló  cómo  se  pudiesen  hablar  dos 
^ausentes:  es  verdad  que  yo  se  lo  oi  platicar  algunas  veces,  porque  aun- 
«que  yo  era  muchacho,  todavía  gustaba  mucho  de  oírle  todo  lo  que  en 
«conversación  decia  y  enseñaba.  Mas  en  esto  del  poderse  hablar  así  dos 
«ausentes,  proponía  la  forma  que  en  obrar  se  había  de  tener,  y  cierto  era 
«sutil;  pero  siempre  afirmaba  que  andaba  imaginándolo,  mas  que  nunca 
«allegaba  á,  satisfacerse,  ni  ponerlo  en  perfección,  por  faltar  el  fundamento 
«principal  de  una  piedr;i  imán  de  tanta  virtud,  cual  no  parece  se  podría 
«hallar.  Pues  él  dos  tenia  extrañas  en  su  fuerza  y  virtud,  y  había  visto 
«la  famosa  de  la  Casa  de  la  Contratación  de  Sevilla,  Al  fin  esto  fué  cosa 
«que  nunca  llegó  á  efecto,  ni  creo  tuvo  él  confianza  que  podría  llegar.» 
Sin  duda  que  esta  indicación  de  Morales  no  presta  fundamento  para  atri- 
buir á  Oliva  la  primera  idea  del  telégrafo  electro-magnético;  pero  es 
cosa  bien  singular,  aunque  hasta  ahora  no  ha  llamado  la  atención,  ver 
que  en  los  primeros  años  del  siglo  XVI,  cuando  aun  no  se  conocía  ni  el 
nombre  de  electricidad,  un  sabio  español  esperaba  encontrar  un  modo 
de  que  por  medio  del  im.an  se  hablasen  dos  ausentes,  es  decir,  lo  que  al 
cabo  vino  á  obtenerse  por  la  combinación  del  magnetismo  y  de  la  elec- 
tricidad. 

Ademas  de  las  obras  mencionadas,  consta  que  Oliva  escribió  en  Seyi- 
11a,  hacia  1525,  probablemente  á  la  vista  de  D,  Fernando  Colon  y  por 
los  documentos  que  este  mismo  le  proporcionó,  una  Historia  en  caste- 
llano de  la  Vida  y  hechos  del  Almirante  D.  Cristóbal.  Este  precioso  ma- 
nuscrito, que  estuvo  en  la  Biblioteca  Colombina,  ha  desaparecido  y  se  ig- 
nora su  paradero.  Véase  Fernand  Colomb,  sa  vie,  ses  aitvres,  (por  Mr.  fí. 
Harrisse)  pág.  151. 


NOTICIAS 


y  si  como  hombre  tuvo  defectos  y  flaquezas,  aquel  que  esté  sin 
pecado  tírele  la  primera  piedra. 

Al  llegar  Cervantes  á  México  traia  ya  escrito  el  comentario  á 
los  Diálogos  de  Vives,  y  los  cuatro  primeros  de  los  siete  Diálogos 
originales  que  añadió:  los  tres  restantes,  (reimpresos  en  este  vo- 
lumen), fueron  escritos  en  México,  y  acabados,  ó  á  lo  menos  re- 
tocados, en  el  mes  de  Agosto  de  1554.  Inmediatamente  los  dio  á 
la  prensa,  puesto  que  la  impresión  quedó  concluida  el  6  de  No- 
viembre del  mismo  año.  Sea  porque  se  imprimieron  pocos  ejem- 
plares, ó  pornue  todos  ellos  fueron  á  parar  en  las  destructoras 
manos  de  los  estudiantes,  el  caso  es  que  el  librito  de  Cervantes 
ha  venido  á  ser  sumamente  raro,  y  tanto,  que  en  1844  el  Sr.  Ala- 
man  le  consideraba  totalmente  perdido,  (i)  Mas  por  los  años  de 
1849,  el  Sr.  D.  José  María  Andrade  (cuyo  nombre  ha  de  men- 
cionarse siempre  que  se  trata  de  un  servicio  á  nuestra  historia  ó 
literatura)  me  avisó  que  había  encontrado  un  ejemplar  entre  los 
libros  de  su  finado  hermano  D.  Manuel,  quien  á  su  vez  le  había 
hallado  entre  los  que  dejó  á  su  fallecimiento  el  célebre  botánico 
D.  Vicente  Cervantes.  El  Sr.  D.  José  María  Andrade  había  pres- 
tado el  libro  al  Sr.  Alaman,  quien  por  eso  le  mencionó  ya  en  el 
Prólogo  del  tomo  III  de  sus  Disertaciones  (1849),  ofreciendo 
publicarle  en  el  Apéndice;  promesa  que  no  llegó  á  cumplir,  ni 
tampoco,  por  consiguiente,  la  de  acompañarle  un  plano  de  la  ciu- 
dad, «comparando  su  actual  estado  y  forma,  con  la  que  se  le  dio 
«cuando  se  reedificó.»  Pasado  algún  tiempo  recogió  el  libro  el 
Sr.  Andrade,  y  tuvo  la  bondad  de  regalármele:  esta  es  la  historia 
de  mi  ejemplar.  Durante  muchos  años  fueron  infructuosas  mis  di- 
ligencias para  encontrar  otro  de  donde  copiar  las  fojas  289  y  290, 
que  faltaban  en  el  mío,  y  comprendían  el  final  del  último  diálogo 
Mexicus  Exterior.  Al  cabo,  en  Abril  de  1866,  me  comunicó  el 
Sr.  Lie.  D.  Joaquín  Cardoso  otro  ejemplar  trunco  y  muy  maltra- 
tado, que  no  comprendía  los  Comentarios  á  Vives,  sino  solamente 
los  Diálogos  originales  de  Cervantes:  desgraciadamente,  de  las 
varias  fojas  que  le  faltaban  era  una  la  289,  y  solo  pude  copiar  la 
290.  Muy  remota,  casi  nula,  es  la  esperanza  que  queda  del  ha- 
llazgo de  otro  ejemplar,  y  he  tenido  que  resolverme  á  dejar  ese 
hueco  en  la  reimpresión. 

El  libro  es  en  89  menor  y  de  letra  romana.  Falta  también  en 
el  mío  la  portada  impresa,  que  está  suplida  con  otra  de  mano,  y 
solo  contiene  estas  palabras :  «  Comme?itaria  in  Ludovici  Vives  (sic) 
«  Exercitationes  Lingu¿c  LatiiiíC,    Mexici,  apud  Joannem  Paulum 


I     Discrladoncs  sobre  /a  Historia  de  la  República  Mexicana ,  tom.  II, 
pág.  251. 


DKL  AUTOR  V  DK  LA  OBRA.  XIX 

HBristnsern.    i  554.  »  Dudo  mucho  que  sea  copia  exacta  de  la  ori- 
ginal. 

En  la  foja  aij  se  halla  la  siguiente  dedicatoria  á  la  Universidad. 

u^  Per  celebri  Academi?  Mexican?,  &  clariflimis  eius  patro- 
nis,  Francifcus  Ceruantes  Salazarus  fauíla  omnia  precatur. 

Sentio,  multis  ac  magnis  beneficijs,  adeo  me  Academit,»  Mexi- 
cana, &  vobis  eiusdem  patronis  deuinctü  efle :  ut  nihil  perinde 
curauerim,  qua  quo  pacto  ipfis  refpondedo  quatum  in  me  foret: 
pluribus  &  maioribus  me  dignum  pr^ílarem,  quumcp  nifi  confeíla 
re,  coquiefcere  minime  potuiíTem  :  qua  tádiu  optaueram,  animum 
manifellandi  meum,  occafionem  nadus:  ut  in  noua  regione,  &  in 
noua  magis  Academia,  non  nihil  proficuus  accederem :  elucida- 
tiones,  quas  olim  in  Viuem,  quum  agerem  in  Hispania,  compo- 
fueram:  recognitas,  una  cum  aliquot  Diálogis,  Viuis  inílituto  fa- 
uentibus,  euulgare  cóílitui.  Partim  ut  hic  liber  pr^ceptoribus, 
quorú  nonnullisnegotiumfaceíTebat:  dilucidior  accederet.  Partim 
uero  ut  una  cú  adieftione  colloquiorum,  utilior  &  proinde  com- 
mendatior,  Sermonis  latini  íludiofis,  uelut  renafceretur.  Adieci 
Ítem  quo  labor  meus  magis  commendaretur,  permixtas  lucubra- 
tionibus  meis,  interpretationes:  quas  ante  me  iam  pridem  Motta 
Complutenfis,  uir  certe  doftiíTimus,  in  autoris  cognitionem  pu- 
blicauerat:  nequid  eíTet,  quod  fedulus  inñitutor,  &  cupidus  auditor 
desiderare  potuiíTent.  Eo  namqp  oportebat  lingu?  latin?  Exerci- 
tatione  (hic  enim  e  libro  titulus  digniíTimus)  explicatiorem,  & 
magiftris  &  difcipulis  tradi :  quo  ad  comparandum  latinü  idioma 
ex  multis  libris  utilior  eíl.  Quare  Gymnafij  Mexicani  munificé- 
tiíTimi  patroni,  meum  hunc  labore  (fi  quis  eñ)  ita  excipite  ut  & 
ueílris  in  me  maximis  beneficijs,  non  nihil  refpondiíTe  confirme- 
tis:  &  alioqui  ultro  currenti,  maioraqp  parati,  íic  calcar  addatis,  ut 
etiam  íi  uelim,  nifi  cü  dedecore  defiílere  non  poíTim.  Válete.» 

En  seguida  viene  (aiij)  la  vida  de  Vives,  que  el  lector  puede 
ver  en  el  apéndice  á  esta  noticia,  con  el  n9  IV. 

El  texto  de  Vives  y  el  Comentario  de  Cervantes,  empiezan  en 
la  foja  4  y  llegan  á  la  227.  Las  cinco  primeras  (i  á  5)  no  están 
numeradas,  y  la  8,  última  del  pliego  a  y  compañera  de  la  portada, 
falta  asimismo  en  mi  ejemplar.  El  texto  de  Vives  está  de  carác- 
ter grueso,  como  el  que  hoy  se  llama  atanasiay  y  el  comentario 
de  otro  más  pequeño,  como  entredós.  No  va  el  comento  al  fin 
de  cada  Diálogo,  sino  intercalado  en  él  á  pedazos.  Sirva  de  mues- 
tra el  primer  trozo. 

«tSVRRECTIO  MATUTINA. 
BEATRIX  puella,  EMANVEL,  EVSEBIVS. 
lESVS  Chriñ5  exufcitet  vof  á  fomno  uitiorum.    Heus  pueri. 


XX  NOTICIAS 

eílís  ne  hodie  euigilaturir  EV.  Nefcio  quid  inciditmihi  i  oculos, 
ita  uideor  eos  habere  plenos  harén?.  BE.  H?c  e  tua  prima  catio 
matutina,  &  bene  uetus.  aperiam  feneílras  hafce  ambas,  ligneá  & 
uitream,  ut  feriat  clarú  mane  ueftros  amborum  oculos.  Surgite. 
EV.  Tam  multo  mane?  BE.  proprior  é  meridies,  quam  aurora. 
Vis  tu  Emanuel  recente  fubuculam?  EM.  Nihil  nunc  eíl  neceíTe, 
h?c  eíl  fatis  munda,  eras  fumam  altera.  Cedo  mihi  thorace. 
BE.  Quem?  fimplü  an  diploidem?  EM.  Quem  uoles,  mea  nihil 
refert.  Porrige  huc  ñmplum,  ut  fi  íim  hodie  lufurus  pila,  minus 
grauer. 

Surre¿lio  matutina. 
Ceruantes. 

^  Et  bene  uetus,  ideíl  fatis  uetus,  aperiam  íeneilras  hasce 
ambas  lignea,  Ne  qui  Flandrie  morem  ignorauerit,  ambas  fene- 
ílras duas  eífe  putet,  fciat:  propter  frigus,  quod  máximum  eíl  in 
ea  regione,  vitreis  &  liguéis  januis,  eandem  feneftram  claudi  folere: 
ut  die  apertis  liguéis,  vitre?  qu?  clauf?  manet,  frigus  propellant  a 
cubículo,  lucemq^  admittát.  Sonat  Hifpane  abriré  los  dos  Pares 
de  encaxes:  el  de  madera  y  el  de  vidro.  Id  genus  funt  alij  multi 
loci,  quos  exponendos  ceníui,  intelligens  nimirum,  nifi  ab  eo,  qui 
apud  Flandros  uerfatus  fuerit,  percipi  non  poíle.  Quare  hunc  in 
fe  animum,  íludiofi  boni  coníulant.  recen,  fubu-camifa  limpia, 
tora,  el  iubon.  fim.  an  dip.  el  fenzillo  o  el  eílofado-nam  diploos. 
u.  interptatur  dúplex,  vnde  diplois.  dis.  por  cofa  doblada  o  afor- 
rada, minus  grauer  elle  mas  fuelto  o  mas  ligero. 

La  vuelta  de  la  foja  227  es  blanca.  En  el  frente  de  la  228,  sig- 
natura Fiiij  está  la  portada  particular  de  los  Diálogos  de  Cer- 
vantes, que  reproducimos  al  frente  de  ellos  en  fotolitografía,  (i) 

La  dedicatoria  al  Sr.  Montúfar  ocupa  la  vuelta  de  esta  portada 
y  toda  la  foja  siguiente  229.  Siguen  luego  la  dedicatoria  á  la  Uni- 
versidad y  los  cuatro  Diálogos  Sa/íus,  Ludus  Sphera  per  annulum 
ferreuTUy  Obeliscortimyswe  lignearum  pyramidularum  ludus,  y  Ptlce 
palmarice  ludus,  que  terminan  casi  al  fin  de  la  vuelta  del  f9  247, 
donde  empieza  el  quinto  Diálogo  Academia  Mexicana,  que  acaba 
en  el  frente  del  f9  257,  y  allí  mismo  está  el  titulo  del  sexto,  Ci- 
vitas  Mexicus  interior,  cuyo  final  toma  dos  líneas  del  frente  del 
f9  279.  El  séptimo  Diálogo  Mexicus  Exterior,  ocupa  desde  allí 
hasta  llenar  el  f9  290:  ya  he  dicho  que  en  mi  ejemplar  falta  aun 
el  289.  Concluye  el  libro  con  cuatro  fojas  sin  numerar,  que  com- 
prenden la  epístola  de  Alfonso  Gómez,  discípulo  de  Cervantes; 
la  fe  de  erratas  del  Comentario  á  Vives,  otra  de  los  Diálogos  de 

I  Esta  fotolitografía  ha  sido  ejecutada  por  mi  hijo  Luis,  que  de  afi- 
ción se  ha  dedicado  á  esta  clase  de  trabajos. 


DEL    AUTOR    V    Dt    I-A   OBRA.  XXI 

Cervantes,  la  epístola  del  impresor  Juan  Pablos,  y  e)  colofón  en 
la  vuelta  de  la  última  de  estas  cuatro  fojas. 

Cervantes  y  sus  elogiadores  hablan  de  otras  obras  «más  impor- 
«tantesw  que  estaba  escribiendo,  ó  tenia  ya  concluidas.  A  juzgar 
por  el  carácter  del  autor,  su  profesión  y  estudios,  es  de  creerse 
que  se  trataba  de  algunas  obras  teológicas  ó  filosóficas;  pero  nin- 
guna ha  llegado  á  nosotros.  La  obra  principal  de  Cervantes  fué, 
á  Jo  que  parece,  su  Crónica  ó  Historia  de  las  Indias,  escrita  en 
castellano,  y  que  nunca  se  ha  impreso,  ni  consta  que  exista  hoy 
manuscrita  en  parte  alguna.  Estuvo  en  la  biblioteca  del  conde- 
duque  de  Olivares:  túvola  Barcia  en  su  rica  librería,  y  en  el  mis- 
mo tiempo  había  una  copia  en  la  Biblioteca  particular  del  Rey. 
Creyendo  yo  que  de  estas  copias  se  habría  conservado  á  lo  menos 
la  última,  hice  todas  las  diligencias  posibles  para  averiguarlo;  pero 
se  eslrellaron,  por  entonces,  en  las  puertas  de  aquella  biblioteca, 
cerradas  á  todo  el  mundo.  Mucho  tiempo  después  entré  en  cor- 
respondencia con  el  bibliotecario  mismo  de  ella,  el  conocido  y 
diligente  literato  D.  M.  Remon  Zarco  del  Valle,  mi  buen  amigo, 
quien  me  aseguró  en  carta  13  de  Setiembre  de  1869,  haber  bus- 
cado sin  fruto  la  Crónica  de  Cervantes. 

Según  Barcia  dice,  faltaba  el  final  en  su  copia,  y  estaba  firmada 
por  el  Lie.  Falderrama,  que  él  cree  era  el  inflexible  visitador  de 
la  audiencia  de  México,  llamado  el  molestador  de  los  indios.  Al- 
guno intentó  plagiar  la  obra  de  Cervantes,  y  al  efecto  corrigió  los 
pasajes  en  que  el  autor  hablaba  en  primera  persona,  poniéndolos 
en  tercera;  mas  no  sé  qué  fundamento  tuvo  Beristain  para  decir 
que  el  reo  de  ese  conato  de  plagio  fué  el  mismo  Lie.  Valderrama. 
De  la  Crónica  solo  se  sabe  que  era  la  Historia  de  la  Nueva  Es- 
paña y  de  su  conquista;  que  había  en  ella  una  descripción  de  la 
ciudad  de  México,  en  la  cual  el  autor  se  refiere  á  los  Diálogos 
(que  Barcia  no  conoció),  y  por  lo  mismo  se  prueba  que  fué  es- 
crita después  de  estos ;  sin  duda  antes  de  1565,  año  en  que  regresó 
á  España  el  Lie.  Valderrama,  quien  se  llevaría  entonces  la  copia 
que  luego  fué  de  Barcia.  El  cronista  Herrera  disfrutó  la  obra,  y 
califica  á  su  autor  de  «varón  diligente  y  erudito.» 

Vanas  han  sido  también  todas  mis  diligencias  para  encontrar 
otra  obra  de  Cervantes  que  indudablemente  vio  Beristain,  es  de- 
cir, el  Túmulo  Imperial,  ó  sea  la  relación  de  las  exequias  hechas 
en  México  al  Emperador  Carlos  V,  impresa  por  Antonio  de  Es- 
pinosa en  1560,  en  4?.  «Papel  raro,  dice  Beristain,  y  digno  de 
«reimprimirse,  por  la  grandiosa  idea  que  da  de  la  lealtad  y  riqueza 
«mexicana.  »  Cierto  que  si  lograra  yo  haberle  á  las  manos  no  tar- 
daría en  reimprimirle,  porque  aparte  de  su  extraordinaria  rareza, 
ha  de  contener  noticias  curiosísimas  del  estado  de  la  ciudad  de 
México  en  aquella  época.    También  merecería  la  reimpresión. 


XX  U  NOTICIAS 

por  ser,  á  lo  que  entiendo,  el  primogénito  de  la  dilatada  familia 
de  exequias  y  arcos  triunfales^  entradas  y  eanonizacio?ieSyjuraSy  certa- 
menesy  &c.,  que  con  títulos  casi  siempre  extravagantes,  se  publica- 
ron abundantemente  en  México  durante  la  dominación  española, 
y  que  hoy  se  ven  con  poco  aprecio,  á  pesar  de  su  rareza  y  de  que 
contienen  noticias  preciosas  y  únicas  acerca  de  las  costumbres  del 
pueblo  y  del  estado  de  las  artes.  Son  ademas  unos  documentos 
indispensables  para  la  historia  de  la  literatura  mexicana,  y  aun  de 
la  española,  de  que  la  nuestra  era  entonces  una  rama.  En  esos  li- 
bros se  nota  cómo  esta  rama  mexicana,  aunque  tan  apartada  del 
tronco,  seguia  la  misma  suerte  de  este,  y  le  igualaba,  ó  acaso  le 
superaba  en  decadencia.  Verdaderamente  espanta  ver  en  esos  li- 
bros las  hazañas  que  ejecutaban-  aquellos  poetas  en  laberintos,  rue- 
das, estrellas,  acrósticos  y  qué  sé  yo  cuántas  otras  combinaciones 
increibles,  castellanas,  latinas  y  hasta  griegas,  produciendo  al  fin 
unas  composiciones  tan  laboriosas  como  ininteligibles,  que  causan 
pena  al  lector,  por  aquel  lastimoso  despilfarro  de  ingenio  en  tan 
absurda  y  estéril  «gimnástica  del  entendimiento))  como  la  llama 
un  escritor  moderno,  y  al  mismo  tiempo  le  asombran  por  la  co- 
pia de  estudios  que  revelan.  Curioso  seria  comparar  el  libro  de 
Cervantes  con  los  de  sus  sucesores:  atendiendo  á  la  época  y  al 
autor,  es  de  presumirse  que  no  andará  escaso,  sirio  sobrado  de  eru- 
dición sagrada  y  profana;  pero  no  igualará  á  los  otros  en  oscuridad 
y  extravagancia. 

Gustaba  Cervantes  de  elogiar  á  los  escritores  contemporáneos, 
tal  vez  con  el  objeto  de  que  su  nombre  figurara  hasta  en  obras 
agenas,  por  medio  de  epístolas  laudatorias.  Cinco  conozco:  una 
en  el  Vergel  de  Sanidad  ó  banquete  de  caballeros  y  orden  de  vivir 
del  Dr.  Luis  Lobera  de  Ávila,  que  se  imprimió  en  Alcalá  de  He- 
nares, en  casa  de  Juan  Brocar,  1542,  fol. ;  está  en  latín  y  caste- 
llano. Otra  en  el  Arte  Triphariay  de  Fr.  Juan  Bermudo,  impresa 
en  Osuna,  por  Juan  de  León,  1550,  4?,  got.  Otra  en  la  Dialéc- 
tica Resolutio  de  Fr.  Alonso  de  la  Veracruz,  impresa  en  México, 
por  Juan  Pablos,  1554.  fol.  La  cuarta  va  al  frente  del  Speculum 
Conjugiorum  del  mismo  autor,  impreso  también  en  México  por 
Juan  Pablos,  1556,  49;  y  la  quinta  está  en  las  Opera  Medicinalia 
del  Dr.  Francisco  Bravo,  impresas  en  México,  1570,  89  Hallo 
además  otra  epístola  latina  de  nuestro  Cervantes  á  Juan  de  Mal- 
donado,  en  la  Noticia  Crítica  de  varios  libros  curiosos  impresos  por 
D.  Antonio  de  Sancha,  que  se  imprimió  en  1778  al  fin  del  tomo  I 
de  las  Obras  Poéticas  de  D.  Fícente  García  de  la  Huerta,  (i) 


I     Daremos  algunas  otras  noticias  de  estas  epístolas  tic  Cervantes,  y 
libros  en  que  se  hallan. 

T.     No  he  visto  el  Vergel  de  Sanidad,  y  solo  conozco  la  epístola  por 


DEL   AUTOR   V   DE   LA   OHKA. 


AI  decidirme  (en  1854)  ^  reimprimir  ios  Diálogos^  con  tra- 
ducción castellana  y  notas,  hube  de  comenzar  por  la  corrección 
del  texto  latino,  impreso  con  la  antigua  ortografía,  y  sin  orden  al- 
guno en  la  puntuación,  como  puede  notarse  en  las  muestras  que 
con  tal  objeto  he  puesto  en  esta  introducción.    Logre  que  se  en- 


astar copiada  en  la  Abolida  Crítica  de  Varios  Libros  Curiosos  impresos  por 
D.  Antonio  de  Sancha,  pág.  5.  No  tiene  fecha,  ni  ofrece  interés  particular. 

II.  El  Arte  Tripharia  de  Fr.  Juan  Bennudo,  comprende  «tres  arte- 
«zicas  breves,  una  de  canto  llano,  otra  de  canto  de  órgano,  y  la  tercera 
«de  tañer  órgano.»  La  epístola  de  Cervantes,  dirigida  «A  la  yllustre  y 
«muy  reuereda  señora  doña  ysabel  pacheco  abadesa  del  monesterio  de 
«  Sancta  clara  de  montilla, »  lleva  fecha  en  Osuna  á  4  de  Febrero  de  1550. 
Demuestra  que  el  autor  era  á  la  sazón  catedrático  de  retórica  en  aquella 
universidad,  y  «aficionado  á  la  música.»  Debo  la  noticia  de  este  libro  y 
copia  de  la  carta  de  Cervantes,  á  mi  amigo  el  Sr.  Zarco  del  Valle. 

III  y  IV.  De  estas  dos  obras  del  Mtro.  Veracruz  se  habló  ya  en  su 
biografía,  pág.  65  de  este  tomo,  y  las  epístolas  de  Cervantes,  no  contie- 
nen cosa  que  merezca  mencionarse. 

V.  La  obra  de  Bravo  tiene  el  siguiente  título:  «Opera  Medicinalia, 
«in  qbus  q(  plurima  extant  scitu  medico  necessaria  in  4.  li.  digesta,  quíe 
«pagina  versa  cótinentur,  Authore  Francisco  Brauo  Orsunesi  doctore,  ac 
«Mexicano  medico.  \  Mexici,  apud  Petrum  Ocharte.  Cum  priuilegio, » 
En  8?  El  único  ejemplar  que  se  conoce  de  este  libro  pertenece  al  célebre 
bibliófilo  de  Nueva  York,  Mr.  J.  Lenox.  El  título  está  en  el  centro  del 
mismo  pórtico  que  figura  al  frente  de  los  Diálogos  de  Cervantes ;  y  como 
W^XiO.,  grabada  en  la  misma  pieza,  la  fecha  de  1549,  no  faltó  quien  cre- 
yera ser  la  del  libro,  por  lo  cual  le  incluyó  Mr.  Harrisse  en  su  Bibliotheca 
Afnericana  Vetustissima,  que  comprende  los  libros  relativos  á  América 
publicados  de  1493  á  1550.  Pero  allí  mismo  expresó,  como  era  natural, 
graves  dudas  acerca  de  la  legitimidad  de  la  fecha,  puesto  que  el  libro 
está  dedicado  al  virey  Enriquez,  cuyo  gobierno  fué  muy  posterior  (1568- 
1580).  Quien  primero  me  díó  noticia  de  este  libro  fué  mi  estimado  amigo 
el  Dr.  Berendt,  manifestando  igual  duda  é  incluyéndome  un  calco  de  la 
portada,  con  lo  que  me  bastó  para  conocer  el  origen  del  error,  y  demos- 
trarle, tanto  al  doctor  como  á  Mr.  Harrisse.  Posteriormente  me  escribió 
Mr.  Lenox,  enviándome  copia  de  los  preliminares  de  su  libro,  y  pregun- 
tándome si  podria  yo  fijar  la  fecha  de  él.  Creí  que  podia  señalarle  la  de 
1576  ó  77,  fundado  en  que  á  la  vuelta  de  la  portada  hay  un  sumario  ó 
índice,  que  comienza  así:  «^  i  lib.  co7itinet  tmiversam  doctrinamimma- 
anis  ?norbi  (tavardete  vulgo  dicti)  qzd per  hanc  mexicaiiam  provinciam. 
v.popíilariter  grassatur  in  quo  libro  natura  ejus  exponitur,  caztsa:,  signa, 
v-syjiiptomata,  ct  debita  juedella  proponitur ;  )t  lo  cual  entendí  que  se  refe- 
ria á  la  gran  peste  de  1576.  Pero  después  (16  de  Agosto  de  1871)  me 
escribió  de  Paris  Mr.  Harrisse,  que  en  Madrid  liabia  visto  la  tirilla  mis- 
ma cortada  en  lo  bajo  del  frontis  al  ejemplar  de  Mr.  Lenox,  y  en  la  cual 
aparece  la  fecha  de  1570.  Añade  que  esa  mutilación  del  libro  la  hizo 
uno  de  sus  poseedores,  para  vengarse  de  un  librero  I 

El  Sr.  Lenox  tuvo  la  bondad  de  enviarme  copia  de  la  epístola  de  Cer- 
vantes, que  se  reduce  á  elogiar  al  virey  Enriquez. 

En  el  Apéndice  he  colocado  la  carta  á  Juan  de  Maldonado,  por  con- 
tener algunas  noticias  de  nuestro  autor. 


XXIV  NOTICIAS 

cargase  de  tan  delicado  trabajo  mi  excelente  y  lamentado  amigo, 
el  Sr.  D.  José  Bernardo  Couto,  quien  le  desempeñó  como  debia 
esperarse  de  su  literatura.  Me  habia  ofrecido  revisar  también  la 
traducción  castellana,  que  comencé  á  hacer  conforme  al  texto  ya 
corregido;  pero  diversas  ocupaciones,  y  entre  ellas  la  publicación 
de  la  Colección  de  Documentos  para  la  Historia  de  México,  lle- 
naron de  tal  modo  mi  tiempo,  que  antes  de  concluir  yo  mi  tra- 
ducción, terminaba  el  Sr.  Couto  su  carrera  mortal,  el  dia  1 1  de 
Noviembre  de  1862.  Tan  deplorable  acontecimiento,  lo  agitado 
de  la  época,  y  más  que  todo,  un  golpe  de  la  muerte  que  pocos 
meses  antes  me  habia  herido  en  lo  íntimo  del  hogar  doméstico, 
fueron  causa  de  que  olvidase  yo  aquellos  papeles.  Años  después, 
tropecé  con  ellos  cuando  me  ocupaba  en  publicar  la  Historia  Ecle- 
siástica Indiana  de  Fr.  Gerónimo  de  Mendieta  (1870);  acabada 
esta,  volví  mi  atención  á  los  Diálogos,  y  puramente  á  ratos  per- 
didos completé  lo  que  faltaba  de  la  traducción  y  notas,  buscando 
en  semejante  trabajo  un  entretenimiento  útil  y  una  distracción  á 
mis  penas.  Mi  buen  amigo  el  Sr.  D.  José  María  de  Bassoco,  miem- 
bro correspondiente  de  la  Academia  Española,  me  ha  instado  con- 
tinuamente á  publicar  esta  obrita;  tomó  á  su  cargo  hacer  una  nueva 
revisión  del  texto,  corrigió  igualmente  la  traducción,  y  por  últi- 
mo se  ha  tomado  el  trabajo  de  leer  todas  las  pruebas,  tarea  que 
no  interrumpió  ni  aun  enmedio  de  una  penosísima  enfermedad. 
Sin  su  empeñosa  cooperación,  acaso  no  habría  salido  á  luz  este 
volumen.  No  debo  temer  que  persona  tan  versada  en  ambos  idio- 
mas, haya  dejado  escapar  ningún  ejror  de  importancia. 

Los  pasajes  oscuros,  y  las  alusiones  á  la  literatura  antigua,  pe- 
dían algunas  notas;  pero  sobre  todo  eran  necesarias  para  esclare- 
cer la  descripción  misma  de  la  ciudad  antigua.  Quise  ademas  tocar 
algunas  materias  generales,  que  dieran  mayor  atractivo  á  una  pu- 
blicación que  por  su  naturaleza  solo  podía  interesar  á  los  habi- 
tantes de  la  ciudad  de  México.  Este  trabajo  de  anotación,  que 
mi  erudito  amigo,  el  Sr.  D.  Manuel  Orozco  y  Berra,  ha  tenido 
la  bondad  de  revisar  por  entero,  (i)  se  comenzó  bajo  un  plan  muy 
limitado,  que  fué  ensanchándose  insensiblemente.  Llevado  del 
atractivo  que  para  mí  tenia  el  asunto,  dejé  correr  la  pluma  sin  ad- 
vertirlo, y  cuando  quise  poner  remedio,  cercenando  lo  que  parecía 
superfluo,  ni  mis  amigos  lo  permitieron,  ni  yo  tuve  valor  para 
desechar  lo  que  tanto  trabajo  me  habia  costado.  El  lector  no  debe, 
pues,  considerar  estas  notas  como  un  comentario  en  regla,  sino  más 
bien  como  una  conversación  en  que  unas  especies  traen  otras,  hasta 


I     Debo  igualmente  á  la  amistad  del  Sr.  D.  José  Joaquín  de  Arriaga 
varias  indicaciones  útiles,  sobre  todo  en  lo  tocante  á  historia  natural. 


DEL  AUTOR  Y  DE  LA  OBRA.  XXV 

que  sin  sentir  se  va  dejando  muy  lejos  el  asunto  primitivo,  (i) 
Al  cabo,  no  es  tanto  lo  que  se  ha  escrito  acerca  de  nuestra  histo- 
ria, para  que  esté  de  sobra  una  publicación  cuyo  objeto  no  es  tan 
solo  conservar  á  la  posteridad  un  curioso  monumento,  próximo  á 
perderse,  sino  revivir  también  la  memoria  de  los  gloriosos  hechos 
de  nuestros  antepasados,  que  en  breve  tiempo  ejecutaron  la  gigan- 
tesca obra  de  conquistar,  convertir  y  colonizar  casi  toda  la  exten- 
sión del  doble  continente  americano,  y  enviaron  á  él,  no  sola- 
mente la  hez  del  pueblo,  como  se  ha  repetido  hasta  el  fastidio, 
sino  muchísimos  hombres  honrados,  y  muchos  de  verdadero  mérito 
que  podian  figurar  y  aun  de  hecho  hablan  figurado  airosamente, 
así  en  la  madre  patria  como  en  las  naciones  extranjeras.  Al  mis- 
mo tiempo  se  procuraba  difundir  la  noticia  de  algunas  glorias  de 
México,  casi  olvidadas  hoy  de  sus  mismos  naturales,  más  dili- 
gentes, por  lo  común,  en  instruirse  de  lo  extraño,  que  en  averi- 
guar lo  de  su  propia  casa.  En  gracia  de  la  diversidad  de  materias 
que  he  tenido  necesidad  de  tratar,  el  lector  benévolo  disimulará 
algunos  errores,  y  yo  me  daré  por  contento  si  he  proporcionado 
una  lectura  útil  y  agradable  á  todos  aquellos  que  desean  saber  de 
sus  antepasados  algo  más  que  el  mero  hecho  de  que  existieron. 

Al  tender  la  vista  por  el  largo  espacio  de  un  cuarto  de  siglo  que 
ha  pasado  desde  que  por  primera  vez  pensé  en  ejecutar  el  trabajo 
que  hoy  concluyo,  no  puedo  dejar  de  rendir  infinitas  gracias  á  la 
Providencia  Divina,  por  haberme  conservado  la  vida,  y  por  los 
innumerables  beneficios  que  me  ha  dispensado,  entre  los  cuales 
cuento  en  primer  lugar  los  castigos  que  para  enmienda  de  mis  yer- 
ros he  recibido  de  su  paternal  mano.  Por  eso,  al  despedirme  del 
lector,  le  invito  á  que  de  lo  intimo  de  su  corazón  alabe  conmigo 
al  Autor  de  todo  bien,  diciendo: 

Soli  Deo  honor  et  gloria  in  sécula  saeculorum.  Amen! 

México,  8  de  Noviembre  de  1874. 

Joaquín  García  Icazbalceta. 


I  Únicamente  para  abreviar  las  citas  y  para  que  el  lector  pueda  ve- 
rificarlas fácilmente,  he  puesto  al  fin  ;del  tomo  una  lista  de  los  autores 
citados  en  las  notas.  Una  costosa  experiencia  me  ha  hecho  conocer  que 
estas  bibliografías  son  bien  útiles  al  lector  estudioso.  El  que  no  lo  sea, 
puede  dejarlas  á  un  lado. 


APÉNDICE. 


I. 

«Cervantes  Salazar  Joanni  Maldonato  S.  —  A  prandio  signifi- 
caverat  mihi,  qui  has  ad  te  dabit,  Maldonate  doctissime,  istuc 
expediundi  cujusdam  negotii  causa  se  velle  proíicisci:  cumque  ad 
te  scribendi  desiderio  arderem,  ñeque  ad  hoc  temporis  essem 
nactus  ocasionem,  hanc  juxta  proverbium  premendam  censui;  illud 
tametsi  vererer,  ne  ignotus,  et  bonarum  fere  litterarum  ignarus 
tibi  aut  molestus,  aut  ingratas  accederem.  Utcumque  tamen  con- 
tingat,  jacta  est  alea:  extorquebo  a  te  epistolam  clava,  et  Diome- 
dis  ut  fíat  permutatio,  dabimus  asnea  et  accipiemus  áurea:  nec 
id,  si  velis,  negabis.  Vestrum  enim  est,  hoc  est,  doctissimorum 
virorum,  ut  responsione  neminem  dedignemini.  Ne  vero  quis, 
quave  conditione  sim  te  lateat,  Cervantes  nomen  est,  Toleti  sum 
natus,  et  Cardinalis  Hispalensis  a  secretis  latinae  linguse.  Nostra 
omnia  nunc  accipe,  qui  tua  jam  diu  novimus.  Bene  vale,  patriae 
tuse  ornamentum,  Cervantemque  inter  tuos  non  postremum  colloca. 
Vallisoleti  VIII.  kalend.  Sept.  (1545)» 

(  Hállase  en  la  Noticia  Critica  de  Varios  Libres  Curiosos^  impresos  por  D.  An- 
tonio de  Sancha^  y  allí  dice  que  se  tomó  de  un  Códice  MS,  de  D.  Ramón  de 
Cabrera.) 

II. 

«Pues  Francisco  Cervantes  de  Salazar  imprimió  quantas  cofas 
ai  de  las  dos  philosophias,  fin  otras  mui  buenas  de  diverfas  difci- 
plinas,  clara  i  agraciadamente  dichas,  que  nadie  de  ellas  podian 
eftar  bien  en  nueílra  lengua.  » 

(Ambrosio  de  Morales,  Discurso  sobre  la  Lengua  Castellanay  al  frente  délas 
Obras  de  Cervantes  Saladar,  Madrid,  1772,  pág,  24,) 


XXVIH  APÉNDICE. 

III. 

«Todas  eftas  obras  van  en  Romance,  como  es  manifiefto,  len- 
gua muí  celebrada  i  eftimada,  aun  fuera  de  Efpaña;  por  donde 
no  se  deve  tener  en  poco  por  fer  en  lengua  materna :  que  pues  él 
(Cervantes)  teniendo  tan  fácil  eílilo  en  Latin,  como  los  que  le  co- 
nocemos, juzgamos,  tuvo  por  mejor  aprovechar  a  muchos  en  la 
lengua  vulgar,  que  a  pocos  en  la  latina.  » 

«Cierto  es  que  no  es  de  tener  en  poco,  que  fiendo  él  (Cervan- 
tes) de  edad  de  veinte  i  cinco  años,  ha  tirado  la  barra  fobre  mas 
de  quarenta.   I  en  efte  tiempo,  quando  mas  repofo  avia  de  tener, 
fue  con  el  mui  manifico  feñor  Licenciado  Girón  á  Flandes:  aun- 
que por  fu  diligencia  lo  que  le  faltava  del  eíludio  quieto,  ganava 
con  la  converfacion  de  muchos  varones  doctos,  con  quien  por  allá 
conversó,  i  defpues  que  vino  de  allá  empleófe  en  el  fervicio  del 
Revereridifsimo  feñor  Cardenal  Don  García  de  Loaisa,  Arzobifpo 
de  Sevilla,  &c.,  fu  patrono  i  feñor  de  felice  recordación:  por  los 
quales  eílorvos  se  puede  efperar,  que  facaria  á  luz  otras  muchas 
obras  aventajadas,  íi  hallaífe  efpaldas  en  el  favor  de  los  que  devrian 
favorecer  los  buenos  trabajos.   Efpecialmente  que  de  todas  partes 
eílá  tan  bien  rodeado,  que  aun  la  línea  de  sus  mayores  Cervantes 
i  Salazaresy  familias  por  cierto  nobles  i  antiguas,  le  da  algunas 
alas  para  efcrevir  libremente.  Aqui  eftendiera  yo  un  poco  la  plu- 
ma, fino  me  hiciera  callar  el  Ángel  fant  Raphael  con  la  refpueíla 
que  en  el  capitulo  V.  hizo  callar  a  Tobias,  que  pidiéndole  el  buen 
viejo  del  linage  de  fus  mayores,  dixo  el  Ángel:  Tengote  de  fervir 
con  la  nobleza  de  mi  linage,  ó  con  la  fidelidad  de  mi  oficio,  que 
es  acompañar  a  tu  hijo?    Deña  manera  diré  yo,  que  pues  Fran- 
cisco Cervantes  de  Salazar  no  ha  de  fervir  al  prefente  con  fu 
noble  i  antigua  genealogía,  tomemos  fus  obras  con  que  nos  puede 
fervir,  que  yo  soi  cierto  que  ellas  darán  teílimonio  mas  cierto  que 
todos  los  blafones  de  las  alcuñas.   Eñas  darán  teílimonio  de  sí  y 
de  las  otras  que  le  quedan:  las  quales  faldrán  á  luz  quando  eftas 
les  hicieren  camino,  que  a  la  verdad  yo  no  quiero  decir  lo  que 
del  fiento,  porque  por  aver  fido  el  autor  mi  difcipulo,  el  juicio 
que  del  yo  dieífe,  mas  fe  penfaria  que  falia  de  amor  i  afición,  que 
le  tengo,  que  de  la  fencilla  verdad,  la  qual  fuele  fer  fospechofa, 
quando  corre  las  parejas  con  el  amor. » 

(Alejo  de  Venegas,  Prólogo  al  Apólogo  de  la  Ociofidad y  el  Trabajo^  en  las 
mismas  Obras  de  Cervantes  Solazar^  págs.  XV,  XIX.) 

IV. 

^  Compendiosa  Lvdouici  Viuis  uita:  per  Francifcum  Ceruan- 
tem  Salazarum. 

Fuit  Ludouicus  Viues,  fiquid  id  facit,  ad  ueram  eius  comanda- 


APENDICH. 


tionem,  iiatione  Hilpanus:  Patria,  ut  operum  ticulus  declarat  Va- 
lentinus:  honefto  natus  genere:  llatura  mediocri:  &  qu^  ad  procera, 
magis  qj  ad  breuem  accederet.  Vultu  hilari,  cü  inata  qdam  gra- 
uitatc.  puer  patria  reliquit,  poilqj  ibidc  factum  latin^  lingu?  ty- 
rocinium,  luteti^  Parrifiorum,  primü  Grecis  literis,  &  quidem 
maximis  pfectibus,  operam  dedit.  deinde  Dialéctica  &  vtraqj 
Philolbphiam,  cum  Theologia,  fic  coniunxit,  vt  ad  omnia  diui- 
nitus  effictus  videretur.  Hiiloria  omnium  máxime  tenuit,  vt  plane 
eius  in  Aguilinum  de  ciuitate  Dei  commentaria  teilantur,  facilí- 
tate tanta,  tum  Gr?ce,  tum  Latine  loqucdi  fuit,  vt  nQcp  loque- 
retur:  quin  pr^meditatus  dicere  videretur,  id  autc  nulli  mirum 
accedet,  qui  acérrimo  eü  ingenio,  &  maturo  iudicio,  íirmiílimacp 
memoria,  fuille  ex  me  fciuerit.  mihi  enim  vt  gratificaretur,  Di- 
ctatorü,  Conlulum,  Cenforú,  Pr^torü  &:  aliorum,  q  cuteros  magi- 
ftratus  geílerüt  nomina,  cü  agnominibus,  pr^nominibus.  Se  cogno- 
minibus,  &  quid  fmguli,  quibus  velocis,  pr^clarum  facerent:  quaíi 
eo  tempere  vixifiet,  &  familiariffime  cü  illis  egiíTet:  memoriter 
recenfuit.  Brugis  multa  fcripfit.  Louani  floruit.  &  Luteti?  inumera 
admirabilis  eruditionis,  S¿  eloqueti?  fu§  Documenta  edidit.  Lutero 
q  tune  impune  p  Germaniá  graílabatur  (tá  pius  fuit)  accerrime 
íemper  obílitit  ,  tametñ  ab  eodem  multis  pollicitationibus  prouo- 
catus.  vixit  annos  paulo  plus  quinquagintafex.  obijt  Brugis  morbo 
articular!,  fepultus  ibidem  honorificentiíTime,  Do¿l:orum  omnium 
fu?  tempeñatis,  plurimis  infcriptionibus  de.coratus. 

(  Francisco  Cervantes  de  Salazar,  l^ida  de  Vi'veí^  al  frente  del  Comenta- 
rio á  sus  Diálogos,  México,  1554.) 

V. 

((El  doctor  Francisco  Cervantes  teólogo  y  buen  latino  honbre 
viejo  y  de  poca  espiriencia  e  las  cosas  del  coro  e  igl'ia. » 

(Descripción  de!  arzobispado  de  México.  Pieza  n?  3.  Relación  que  da  el  con- 
tador Pedro  Cuadrado  de  lo  que  han  producido  los  diezmos  desde  1 550  á  1 558. 
Fecha  9  de  Octubre  de  1569.  Al  pié  de  este  documento  hay  una  posdata  de  di- 
versa letra  sin  fecha  ni  firma,  que  contiene  una  noticia  de  las  personas  que  en- 
tonces formaban  el  coro  de  la  Iglesia  Catedral,  y  entre  los  canónigos  se  cuenta 
á  Cervantes.  MS,  original  en  mi  poder.) 

VI. 

((El  canónigo  Francisco  Cervantes  de  Salazar,  natural  de  tierra 
de  Toledo,  de  mas  de  sesenta  años,  ha  veinticinco  que  está  en 
esta  tierra,  á  la  cual  vino  lego  en  opinión  de  gran  latino  aunque 
con  la  edad  ha  perdido  algo  desto.  Leyó  muchos  años  la  cátedra 
de  Retórica  en  esta  universidad,  graduóse  de  todos  tres  grados  en 
Artes  por  suficiencia,  ordenóse  habrá  veinte  años  de  todas  órde- 


XXX  APÉNDICE. 

nes,  y  oyó  teología  cuatro  años,  al  nn  de  los  cuales  se  graduó  de 
bachiller,  y  después  de  licenciado  y  doctor,  habiéndose  graduado 
á  los  principios  de  bachiller  en  cánones,  por  remisión  de  cursos. 
Es  amigo  de  que  le  oigan  y  alaben,  y  agrádale  la  lisonja:  es  li- 
viano y  mudable,  y  no  está  bien  acreditado  de  honesto  y  casto,  y 
es  ambicioso  de  honra,  y  persuádese  que  ha  de  ser  obispo,  sobre 
lo  cual  le  han  hecho  algunas  burlas.  Ha  doce  años  que  es  canó- 
nigo: no  es  nada  eclesiástico,  ni  hombre  para  encomendarle  ne- 
gocios. )> 

(  Relación  de  los  clérigos  que  hay  en  ¡a  Santa  Iglesia. y  Arzobispado  de  McxicOj 
por  el  arzobispo  D.  Pedro  Moya  de  Contreras,  dirigida  á  S.  i^f.,  y  por  su 
mandado  hecha  reser-v adámente  á  24  de  Marzo  de  1575.  MS.  original.  Nota 
comunicada  por  el  Sr.  D.  Francisco  González  de  Vera,  de  Alcalá  de  Henares.) 

VIL 

(cQuando  el  Rey  nueílro  feñor  Don  Felipe  II  (de  gloriofa  me- 
moria) me  mado  efcreuir  eíla  general  hiñoria,  ordeno  q  fe  me 
dieíTen  los  papeles  q  auia  en  fu  Real  cámara,  y  en  la  Guardajoyas 
....  Vi  también  treinta  y  dos  fragmetos  manufcritos  e  impreífos 

de  diuersos  autores y  las  memorias  del  Doílor  Ceruantes, 

Dean  de  la  fanta  Iglesia  de  México,  varó  diligete  y  erudito.» 

(Antonio  de  Herrera,  Historia  General  de  los  Hechos  de  los  Castellanos  en 
las  Islas  y  Tierra  Firme  del  Mar  Océano,  Madrid,  160 1,  1615,  4  toms.  fol., 
Déc.  VI,  lib.  3,  cap.  19.  -En  la  lista  de  ^^Los  Autores  impresos  y  de  mano  que 
^^han  escrito  cosas  particulares  de  las  Indias  Occidentales^''''  puesta  al  frente  de  la 
obra,  consta  "  El  Dean  CeruantesT ) 

VIII. 

((Diofele  la  Cathedra de  Rhetorica,  al  Licj»  Francifco  de 

Ceruantes.»  (Prólogo,  ^  6.)  «Y  á  3.  de  lunio  inicio  los  eíludios 
con  Oración  el  Licenciado  Francifco  de  Ceruantes.  »  (Ib.,  vto.) 
«El  dia  figuiente  22.  de  lulio,  de  dicho  año  (1553)  (fué  electo 
consiliario)  el  Licenciado  Francifco  de  Ceruantes,  Cathedratico 
de  Rhetorica.»  (Ib.,  fol.  seq.) 

{^Estatutos y  Constituciones  Reales  de  la  Imperial  y  Regia  Universidad  de  Mé- 
xico, México,  1668,  fol.) 

IX. 

«Franciscus  Cervantes  de  Salazar,  nefcio  quis  aut  unde  oriun- 
dus,  infcripfit  fe  auftorem  ei  libro,  quem  vulgus  terit,  nempe : 

«  Oirás  que  Francifco  Cervantes  de  Salazar  ha  hecho,  glofado  y 
traducido.  Hasc  fcilicet: 

ü  Apólogo  de  la  Ocifiodad  y  el  Trabajo,  intitulado  Labricio  Por- 


APÉNDICE.  XXXI 

tuno  (sic)  por  el  Protoíiotario  Luis  Mexii,  gíofoie  y  declaróle  Fnui- 
cifco  Cervantes. 

«  Dialogo  de  la  dignidad  del  hombre  empezado  por  el  Maejlro 
Oliva:  quem  aiiftor  perfecit. 

« La  Introducción  o  Camino  para  la  fabiduria^  de  Luis  Vives. 
Compluti  ex  ofíicina  Joannis  Brocar  anno  1546.  4.  Ambrofius 
quidem  Morales,  vir  judicio  undequaque  ac  prasfertim  rcbus  in 
noílris  gravilfimo,  multa  ex  his  quae  Cervantes  edidit  talia  eíTe  ait, 
in  quibus  difciplinarum  diíEciles  plerique  loci  prccter  fpem  fie 
perlpicue  atque  apte  tractantur,  ut  nec  veneres  jucunditatemquc 
fermonis  deíiderare  quifquam  pofsit.  Ipsum  videfis,  in  opufculo, 
quod  Difcurfum  vernacule  indigitavit;>;-¿?  lingua  Hispánica. 

«Anonymus  de  Cervantes,  fcripfit  hiíloriam  Indiarum,  cujus 
exemplum  fuit  in  bibliotheca  Olivarieníi,  uti  ex  ejus  constat  ca- 
talogo, fie  infcriptum,  in  folio: 

«  Crónica  de  Cervantes  de  las  Indias,  w 

(Nic.  Antonii  Bibliotheca  Hispana  Nova  y  Roma?,  1672.  Editio  altera, 
Matrid,  1783-1788,  2  tomos  en  folio,  vol.  I,  pág.  414;  vol.  II,  pág.  340.) 

X. 

«Dean  Cervantes.  Pónele  Antonio  de  Herrera  entre  los  hif- 
toriadores  de  Indias,  de  lo  que  efcrivio  no  hallo  memoria.)) 

(Antonio  de  León,  Ep'nomt  de  la  Biblioteca  Oriental  y  Occidental  Náutica  y 
Geográfica^  Madrid,  1629,  i  tomo  en  4?  )  ' 

((DocT.  Cervantes,  Cathedratico  de  la  Univerfidad  de  Mé- 
xico: Chronica  de  las  Indias,  M.  S.  4.  eílaba  en  la  Librería  de 
Barcia  con'  444.  ojas,  aunque  falta  al  fin,  con  la  firma  de  L.  Val- 
derrama,  quien  parece  fer  el  Vijltador  de  la  Audiencia  de  México; 
fuera  eílaba  rotulada:  Chronica  del Maejiro  Cervantes-.  Es  la  Hif- 
toria  de  Nueva  España,  i  fu  Conquifta,  i  alguno  que  intento  apli- 
carfela,  entrerrenglono  las  partes  donde  el  Autor  hablava  de  si,  en 
primera  perfona,  poniéndolas  en  -tercera,  D.  Nicolás  Antonio, 
tom.  z.fol.  275.  dice  eílaba  en  la  Librería  del  Conde  Duque,  fol. 
eftá  en  la  del  Rei,  en  4.))  (Col.  599.) 

«DocT.  Cervantes,  descrivió  la  ciudad  de  México,  en  fu  Chro- 
nica de  las  Indias,  lib.  3.  i  fe  remite  á  los  Diálogos  que  anadio  á 
Luis  Vives,  con  eftas  Palabras:  Defcrivile  interior,  i  exteriormente 
en  Latin,  en  vnos  Diálogos  que  añadí  a  los  de  Luis  Vives,  por  pa- 
recer me  que  era  ra^on,  que  pues  To  era  Morador  de  ejla  insigne  Ciu- 
dad, i  Catedrático  de  fu  Vniverfidad,  fupiesen  de  m\,  ante  que  de 
otro  la  Grandeva  y  Magejiad  fuia ;  eílas,  i  otras  palabras  tenia 
borradas,  el  que  trató  de  aplicarfe  eíla  obra,  como  fe  ha  advertido, 
i  al  margen  pufo  en  fu  lugar :  Efcrivelo  mui  bien  el  DoSl.  Ccrvan- 

d 


XXXII  APÉNDICE. 

tcsy  CiUiojiigo  de  México,  en  vnos  Diálogos  que  rJiadio  a  Luis  Vi- 
ves,)-^ (Col.  698.) 

-  ((Dean  Cervantes,  poncle  Anío?iio  de  Herrcr¿¡  entre  los  Hif- 
toriadores  de  Indias:  de  lo  que  efcrivio  no  hallo  memoria,  parece 
el  mismo  que  el  Do5t^  Cervantes,  que  queda  pueño  Tit.  IF  de 
ejia  Bibliotheca.  )>  (Col.  911.) 

(Antonio  de  León  Pinelo  ( y  Andrés  González  de  Barcia),  Epitome  de 
la  Biblioteca  Oriental  y  Occidental^  Náutica  y  Geográfica^  Madrid,  17  37-17  38, 
3  tomos  en  tbl.) 

XI. 

((Nüíbtros  tampoco  hemos  podido  averiguar  mas  circunílancias 
que  las  que  refiere  el  maeílro  Alexio  de  Venegas  en  lu  prologo 
que  precede  al  Dialogo  de  Labricio  Portundo :  a  faber,  que  Cer- 
vantes fue  fu  difcipulo,  que  publicó  eftas  obras  en  Romance, 
aunque  tenia  muy  fácil  eílilo  en  Latin,  de  edad  de  xxv.  años, 
defpues  de  aver  eílado  en  Flandes  con  el  Lie.  Girón,  i  converfado 
por  allá  con  muchos  varones  doctos;  i  que  a  fu  vuelta  fe  empleó 
en  fervicio  del  Cardenal  Don  Gareia  de  Loaisa,  Arzobifpo  de  Se- 
villa, fu  patrono.  El  mifmo  nos  aífegura  que  era  de  las  familias 
nobles  i  antiguas  de  Cervantes  i  Salazares,  i  que  tenia  efcritas 
otras  obras  que  faldrian  a  luz,  quando  las  prefentes  les  hicieílen 
camino.  No  fabemos  ni  el  paradero  de  ellas,  ni  los  progreñbs  que 
haria  aquel  ingenio  fazonado  y  juiciofo  ya  defde  fu  edad  juvenil; 
o  fi  faltó  luego,  como  lo  perfuade  el  que  no  facó  a  luz  los  traba- 
jos que  ya  tenia  períicionados.  Lo  cierto  es  que  de  alli  a  mui  poco 
falleció  fu  Mecenas  Don  Fr.  Garda  de  Loaisa,  natural  de  Tala- 
vera  de  la  Reina,  de  la  orden  de  fanto  Domingo,  Obifpo  que  fue 
de  Ofma  i  Siguenza,  Arzobifpo  de  Sevilla,  Comiílario  General  de 
Cruzada,  Inquifidor  general,  i  Cardenal  con  el  titulo  de  Santa  Su- 
fana.  Murió  en  Madrid  á  22.  de  Abril  de  m.  d.  xlvi.;) 

(Francisco  Cerda  y  Rico,  en  las  Advertencias  á  la  nueva  impresión  de  las 
Obras  de  Cervantes  Salazar,  Madrid,  1772,  i  tomo  en  4?,  pág.  XV.) 

XII. 

«  CERrJNTES  SALAZAR  {D.  Francisco)  digno  de  que  la 
Biblioteca  Americana  eternice  su  nombre,  consagrándole  los  elo- 
gios, que  no  logró  en  la  Hispana  de  D.  Nicolás  Antonio.  Nació 
en  Toledo  á  principios  del  siglo  16.  Fué  discípulo  muy  querido 
del  inmortal  Valenciano  Juan  Luis  Vives,  y  enseñó  la  Retórica  en 
la  Universidad  de  Osuna,  después  de  haber  sido  profesor  en  la  de 
Alcalá.  Cerca  del  año  1550  pasó  á  Mégico,  ó  bien  convidado  del 
invicto  Conquistador  Cortés,  á  quien  habia  dedicado  uno  de  sus 
Libros  del  año  de  i  546.  ó  llamado  acaso  de  su  pariente  el  Dr.  Ra- 


APIiNDICE.  \X\III 

íael  Cervantes,  Tesorero  de  la  Mctropolicana.  A  la  sazón  se  pro- 
vcian  las  Cátedras  de  la  nueva  Universidad  literaria,  y  se  le  ad- 
judico la  de  Retórica  á  nuestro  Cervantes,  quien  se  dedicó  al 
mismo  tiempo  al  estudio  de  la  Teologia,  hasta  recibir  la  borla  de 
Doctor.  Fué  después  nombrado  Rector  de  dicha  Academia,  y 
provisto  Canónigo  en  1566.  Este  varón  docto,  que  habia  sido 
bien  conocido  y  estimado  en  Europa,  con  su  viaje  á  la  América 
se  eclipsó  tanto  á  los  ojos  de  los  posteriores  eruditos,  que  D-.  Ni- 
colás Antonio,  hablando  de  él  en  su  Bibliotccay  se  explica  así : 
Franciscüs  Cervantes ^  nescio  quis,  aut  linde  oriundus^  inscripsit  se 

Auctnrem  ei  Libro ,  quem  vulgus  tcrit,  ncnipCy  &c Mas  justo 

y  avisado  anduvo  el  Cl.  D.  Gregorio  Mayans  en  la  Vida  de  Luis 
Vives,  donde  tratando  de  las  diferentes  ediciones  de  aquella  exce- 
lente Obra  de  su  paisano:   Introductio  ad  Supientiam,  dice:   Sed 
pracipue  debet  haber  i  in  prcctio  Editio  Biirgensis  anno  1544  quam 
sequtitus  fuH  Franciscüs  Cervantes  S alazar  in  translatione  hispana. 
Y  haciendo  relación  de  ésta  y  otras  traducciones  castellanas  de 
aquel  libro,  añade:  Primus  provinciam  hanc  aggressus  fuit  Fran- 
ciscüs Cervantes  S  a  lazar,  utilibtis  additionibus  ad  rem  facientibus, 
Compluti  et  Officina  Joannis  de  Brocar  1546  ?nense  Maio:  et  ob 
Libri  raritatem  et  prastantiam prodiit  iteriim  Madridi  1772  apud 
Antonium  Sancha  in  4.   Pero  aun  á  este  eruditísimo  Valenciano  se 
escondieron  todas  las  Obras  de  Cervantes  relativas  á  las  de  Vives, 
pues  no  hace  mención  en  la  noticia  que  dá  de  sus  Escritos  en  la 
Vida  de  aquel  extendida  con  nimia  escrupulosidad,  de  la  Ilustra- 
ción que  nuestro  Autor  hizo  á  los  Diálogos  ó  Latinee  Lingual  Excr- 
citationes.  Solo  Ambrosio  de  Morales  hizo  cabal  justicia  á  la  me- 
moria de  Cervantes  en  el  discurso  sobre  la  Lengua  Castellana  que 
se  halla  en  el  Tom.  2.  de  la  nueva  edición  de  sus  Opúsculos,  donde 
dice  así:  «Pues  Francisco  Cervantes  Salazar  imprimió  muchas 
«  cosas  en  castellano  de  la  buena  Filosofía,  sin  otras  muy  buenas  de 
«diversas  disciplinas,  clara  y  agraciadamente  dichas,  que  no  cre- 
«yera  nadie  de  ellas,  que  pudieran  estar  bien  en  nuestra  Lengua.» 
Gloríese  enhorabuena  la  Universidad  de  Alcalá  de  haber  educado 
un  hijo,  que  pasando  á  este  otro  lado  de  los  mares,  fué  el  padre 
de  una  generación  ilustre  y  dilatada  de  Oradores  y  Profesores  de 
las  bellas  letras:  y  la  Universidad  de  Mégico  reconozca,  que  el 
primer  Maestro  que  enseñó  en  sus  Aulas  la  Latinidad  y  la  Elo- 
cuencia fué  un  discípulo  del  gran  Luis  Vives,  que  los  Diálogos  de 
éste  aumentados  por  Cervantes  fueron  las  primeras  lecciones  que 
aprendieron  sus  escolares.    Escribió  pues  el  Dr.  Francisco  Cer- 
vantes, en  primer  lugar  aquel  Libro,  que  D.  Nicolás  Antonio  dice 
con  tono  de  desprecio,  que  andaba  entre  los  pies  del  vulgo:  quem 
vulgus  terit.  ¡Ojalá  y  jamás  hubiese  tomado  cl  vulgo  otros  en  sus 
manos!  Véanse  los  Tratados  que  contiene: 


APÉNDICE. 


((  I .  Apólogo  de  la  ociosidad  ^  del  trabajo^  intitulado :  Labricio 
Fortuno  (sic)  escrito  por  el  Protonotario  Luis  Megia  y  glosado  y 
declarado  por  Francisco  Cervantes. 

((  2.  Diálogo  de  la  dignidad  del  hombre  empezado  por  el  Maes- 
tro Olivay  y  concluido  por  Francisco  Cervantes. 

«3.  La  introducción  ó  camino  para  la  Sabiduría^  escrito  en  latin 
por  "Juan  Luis  Vives  y  traducido  al  castellano  por  Francisco  Cer- 
vantes.  Imp.  todo  en  Alcalá  por  Juan  Brocar,  1546.  4. 

«Las  siguientes  Obras  no  llegaron  á  noticia  del  Bibliotecario 
Español: 

((  Commentaria  in  Ludovici  Vives  excrcitationes  Lingucs  Latinee. 
Mexici  apud  Joannem  Paulum  Brisensem.  1554.  ^* 

(( Por  ser  tan  raro  este  libro,  y  para  ilustración  de  este  Artículo, 
quiero  copiar  aquí  la  dedicatoria.   (Véase  en  la  pág.  XIX.) 

^iFrancisci  Cervantes  Salazarii,  Toletani,  ad  Ludovici  Vives 
Valentini  exercitationem  aliquot  Dialogi.   Mexici  1554.  8. 

«  Estos  Diálogos  originales  de  nuestro  Cervantes,  añadidos  á  los 
de  Vives,  son  siete,  y  sus  títulos  los  siguientes.  I.  Saltusy  inter- 
locutores Morales  et  Mata.  II.  Ludus  Sphera  per  annulum  fer- 
reum:  interlocutores.  Carees  et  Mota.  III.  Obeliscorum,  seu  li- 
gnearum  pyramidularum  ludus:  interlocutores,  Marin,  Alcázar  et 
Villicus.  IV.  Filie  palmarles  ludus:  interlocutores,  Gaitan,  Vi- 
veroy  Manrique^  Mendoza,  et  Ludimagister.  V.  (este  y  los  siguien- 
tes son  compuestos  en  Mégico)  Academia  Mexicana,  interlocu- 
tores Mesa  et  Guterrius.  VI.  Civitas  Mexicus  interior:  interlo- 
cutores Cuaco,  Zamora  et  Al/aro.  VII.  Mexicus  exterior:  inter- 
locutores Zamora,  Cuaco  et  Al/aro.  Ni  temo  parecer  molesto  si 
doy  aquí  una  muestra  de  estos  Diálogos:  sea  del  Diálogo  V. 
Academia  Mexicana,  en  que  describiendo  las  Aulas  de  la  Univer- 
sidad, dice  Mesa:  «Hoc  quod  est  ad  dexteram,  enarrands  SacríE 
«Theologiss  gymnasium  dicatum  est;  in  quo  á  secunda  ad  tertiam 
«horam  vespertinam  Magister  Cervantes  mulíis  ipsum  c^terarum 
(ídisciplinarum  candidatis  et  eloquentias  studiosis  audientibus, 
«quod  ad  ipsas  sit  ornamentum,  Rhetoricam  profitetur.  Guter- 
«Rius.  Is  est,  ni  fallor,  quem  etiam  Orsunensis  Academia  habuit 

«Artis  dicendi  prasceptorem.   Mesa.  Ipsemct.»  Cet 

(íAl  principio  de  la  Dialéctica  del  P.  Mtro.  Fr.  Alonso  de  la 
Veracruz  se  halla 

((Epístola  Francisci  Cervantes  Salazarii  in  commendationem 
(( Magistri  sui  Fr.  Alfonsi  á  Veracruce,  Augustinensis,  Doctoris 
«Mexicani.   Mexici  1554« »  (i) 

I  Beristain  no  podía,  en  ningún  caso,  prescindir  de  la  manía  de  al- 
terar los  títulos.  El  de  esta  Epístola  es  como  sigue :  Francisais  Cei-van- 
tes  Salazarus  Toletamis;  Bojiantm  Afiium  Candidatns,  et  in  calcbri  No- 


APÉNDICE.  XXXV 

Otra  semejante  se  lee  al  principio  de  la  Obra  ¿c  dicho  Mtro. 
Vera  Cruz;  Speculum  Corijugiorum. 
«  También  escribió: 

«  Crónica  de  las  Indias  y  ó  Historia  de  la  N.  E.  n 
«Esta  Obra,  de  la  que  no  se  encuentran  ni  vestigios  en  Mégico, 
fué  muy  conocida  en  España;  y  es  la  misma  que  exlstia,  (según 
Jos  Adicionadores  de  Pinelo)  en  la  Librería  del  Sr.  Barcia,  y  cons- 
taba de  444  foxas  en  fol.  y  estaba  firmada  del  Lie.  Valderrama, 
Visitador  que  fué  de  Mégico.  Este  Manuscrito  se  notaba  mali- 
ciosamente enmendado  por  el  plagiario  que  quiso  vestirse  con  las 
plumas  de  nuestro  Cervantes;  pues  donde  el  autor  habla  en  pri- 
mera persona,  como  testigo  de  vista  de  lo  que  refiere,  sustituyo 
Valderrama  la  tercera,  citándolo  así:  «De  esto  escribió  el  Canó- 
«nigo  Cervantes  en  los  Diálogos,  que  añadió  á  los  de  Luis  Vi- 
«  ves. ))  D.  Nicolás  Antonio  en  su  Apéndice  de  Anónimos  dice  que 
en  la  Biblioteca  del  Conde  de  Olivares  estaba  una  Historia  inti- 
tulada: «Crónica  de  Cervantes  de  las  Indias.))  El  cronista  Her- 
«rera  alaba  la  Historia  de  Cervantes;  y  el  Jesuíta  Clavijero  hace 
mención  de  ella. 

«Por  último,  y  para  confirmar  el  trato  íntimo  que  el  Dr.  Cer- 
vantes tuvo  con  el  famoso  Luis  Vives,  y  afirmar  mas  la  gloria  de 
los  Megicanos  españoles  de  estar  nutridos  en  las  Letras  humanas 
y  en  la  Filosofía  con  la  leche  doctrinal  de  aquel  gran  Maestro  de 
la  Europa,  concluyo  con  lo  que  nuestro  Autor  escribe  en  el  Pró- 
logo á  la  «ilustración  de  los  Diálogos  de  Vives,»  en  que  después 
de  ponderar  la  incomparable  erudición  de  éste  en  la  Filosofía, 
Teología,  Historia,  Antigüedades  y  Lenguas,  añade  :  « Id  autem 
«nulli  mirum  accedet,  qui  acérrimo  eum  ingenio,  et  maturo  judi- 
ado, firmissimaque  memoria  fuisse  ex  me  sciverit.  Mihi  enim  ut 
«gratificaretur,  Dictatorum,  Consulum,  Censorum,  Przetorum,  et 
«aliorum  qui  c^eteros  magistratus  Romoí  gesserunt,  nomina  cum 
«agnominibus,  praenominibus  et  cognominibus,  et  quid  singuli, 
«quibusve  locis  príeclarum  fecerit,  quasi  eo  tempere  vixisset,  et 
«familiarissime  cum  illis  egisset  memoriter  recensuit.» 

«D.  Francisco  Cerda  y  Rico,  erudito  Valenciano,  bien  conocido 
entre  los  literatos,  hizo  en  1772  en  Madrid,  en  la  Imprenta  de 
Sancha  una  Edición  de  los  primeros  Opúsculos  de  Cervantes,  que 
no  he  podido  ahora  haber  á  las  manos. 

«Por  último  escribió  Cervantes: 


va:  Hispanta  Academia  Mexicana  Rhctorice  Professor  candido  Icctori.  S. 
—  La  del  Specidum  Conjtigiorian,%&  encabeza  así:  Franciscus  Cervantes 
Salazariis  artiu7}i  magistcr,  inris  pontificci  ¿^  sacra:  Theologia:  Candida- 
tus  in  Academia  Mexicana  Rhetoriac  professor,  candido  Icctori.  S. 


XX^CVI  APÉNDICE. 

«  túmulo  Imperial.  Imp.  en  Mégico  por  Antonio  Espinosa 
1560.  4. 

«Es  una  Descripción  de  las  magníficas  Honras  fúnebres  que 
celebró  Mégico  al  Emperador  Carlos  Quinto:  papel  raro  y  digno 
de  reimprimirse  por  la  grandiosa  idea  que  da  de  la  Lealtad  y  ri- 
queza Megicana.» 

(Doctor  D.  José  Mariano  Beristain  de  Souza.  Biblktzca  H'upano-Amt- 
rica  Septentrional j  México,  18 16-21,  3  tomos  en  fol.) 

XIII. 

«Francisco  Cervantes  de  Salazar,  a  man  of  learning,  completed 
the  Dialogue  of  Oliva  on  the  Dignity  of  Man,  which  had  been 
lefc  unfinished,  and,  dedicating  it  to  Fernando  Cortés,  published 
it  in  1546,  together  with  a  long  prese  fable  by  Luis  Mexia  on 
Idleness  and  Labor,  writen  in  a  puré  and  somevvhat  elevated  style, 
but  too  much  indebted  to  the  «Vision»  of  the  Bachiller  de  la 
Torre. » 

(G.TiCKNOR,  History  of  Spar/ish  L'turaturt^  Boston,  1849,  Period  II,  ch.  V.) 


CORRECCIONES. 


EN  EIv  CASTELLANO. 

Pág.  Lili. 

VIII  42  dice  indudablea  léase  indiulablc- 

,,  43  dice  patri-  léase  patria 

12  25  dice  1854  ¡éase  1 584 

,,  34  dice  estara  un  ¡éase  estar  aun 

49  21  í/?Ví^  algunas  léase  cada  una 

57       4  de  las  notas,  ¿//¿-i.'" dominicos /tw^  dominicos 
5S  Al  fin  de  la  nota  i^  añádase  Es  noticia  tomada  de  Villaseñor, 

Teatro  Americano,  tom.  II,  pág.  26. 

60  20  íi'/r^  regulares  /t'íw¿'  seculares 

61  última  de  la  nota,  suprímase  la  coma  después  de  caso 

65  después  de  la  linca  28  añádase  Está  impresa  en  la  Crónica  de 

Michoacan,  del  P.  Beaumont,  lib.  II,  cap.  27. 

93  16  póngase  7ina  cotna  después  de  ves 

105  18  dice  venia  léase  venia 

214  36  sobra  el  ir  con  que  empieza  la  línea. 

228  15  de  las  notas,  dice  al  poniente  de  la  misma  léase  de  la  mismo, 

que  mira  al  poniente 

236  -¿'S  sobra  la  co?na  después  de  calles 

246  7  dice  Netzahualcotl  léase  Netzahualcóyotl 

»  -11  de  las  xíoíZk.'s,;  póngase  una  coma  después  de  palabra 

250  34  dice  Nazanero  léase  Nazareno 

279  3  dice  perecieron  millares /t^^rít'  perecieron  innumerables  millares 

293  32  dice  ahora  léase  hora 

303  30  la  llamada  de  la  nota  es  I  y  no  9,  y  lo  mismo  en  la  nota 
311       I  dice  Cómo  léase  Como 

320  22  dice  hacienda  léase  hacienda 

EN  EL  latín. 

2       3  dice  TEOLOGLE  léase  THEOLOGEE 

4       2  dice  adictus  léase  addictus 
24  últ.  dice  adolescentuim  léase  adolescentium 
30     23  dice  Pontificeum  léase  Pontiñcium 

50  13  /(?  mismo. 

124  19  dice  Genitricen  léase  (Jenitricem 

276  penúlt.  dice  fanniniquc  léase  fceminccquc 

„  ,,        dice  idolíes  léase  idolis 

290       8  dice  que  léase  nui 


*jT^k^^l(^\*^^l^k^^l^k^^*J^^^V9k 


SUPLEMENTO 


-©5«- 


ONCLUiDA  la  impresión  de  este  volumen,  he  tenido  opor- 
tunidad de  examinar  la  preciosa  colección  de  libros  y  ma- 
nuscritos que  ha  reunido  el  Sr.  D.José  de  Agreda,  quien 
tuvo  la  bondad  de  ponerlos  á  mi  disposición,  añadiendo  á  este 
favor,  el  de  ocuparse  en  buscar  y  recoger  noticias  concernientes 
á  la  biografía  de  Cervantes  Salazar. 

Entre  los  manuscritos  del  Sr.  Agreda  hay  un  extracto  que  el 
P.  Pichardo,  del  Oratorio  de  San  Felipe  Neri,  hizo  de  la  Cró- 
nica de  la  Universidad,  escrita  por  Plaza;  obra  de  que  varias  ve- 
ces he  hecho  mención,  considerándola  como  perdida.  En  ese 
manuscrito  se  encuentran,  como  era  de  esperarse,  noticias  de  los 
primeros  catedráticos  de  la  Universidad,  y  por  consiguiente  de 
nuestro  Cervantes. 

Hallé  también  entre  los  impresos,  el  que  tanto  deseaba  y  por 
tanto  tiempo  habia  buscado  en  vano:  el  «Túmulo  Imperial»  ó 
relación  escrita  por  Cervantes,  de  las  exequias  hechas  en  México, 
en  1559,  al  Emperador  Carlos  V.  Desgraciadamente  el  ejemplar 
está  incompleto,  como  diré  más  adelante. 

No  era  ya  tiempo  de  incorporaren  mi  trabajo  las  noticias  nue- 
vamente adquiridas,  y  me  resolví  á  reunirías  en  este  Suplemento. 
Pongo  primero  las  que  se  encuentran  en  el  extracto  de  la  Cró- 
7iica  de  Plaza;  viene  luego  lo  que  halló  el  Sr.  Agreda  en  las  Actas 
del  Cabildo  de  nuestra  Iglesia  Metropolitana,  y  por  último  la 
descripción  del  rarísimo  libro  «Túmulo  Imperial»,  con  varios  ex- 
tractos de  él  que  me  parecieron  conducentes  á  mi  propósito. 

Por  estos  nuevos  datos  se  viene  en  conocimiento  de  que  Cer- 
vantes tomó  posesión  de  su  cátedra  de  Retórica  el  12  de  Julio  de 
I  553,  y  la  sirvió  hasta  14  de  Febrero  de  1557,  con  sueldo  de  i5ops. 
anuales,  que  á  la  verdad  era  bien  corto,  y  por  lo  mismo  el  pro- 
fesor no  carecía  de  fundamento  para  quejarse,  en  sus  Diálogos,  de 
la  insuficiencia  de  los  sueldos  asignados  á  los  catedráticos.  Así  lo 
consideraba  también  la  Universidad,  pues  ya  á  fines  de  Diciem- 


XL  SUPLEMENTO. 

bre  de  I553>  pedia  que  se  aumentasen  los  salarlos  de  las  cátedras, 
«haciendo  saber  á  S.  M.  las  costas  de  esta  tierra.)) 

Graduóse  de  licenciado  y  Maestro  en  Artes  á  4  de  Octubre  de 
1553;  y  en  23  de  Julio  del  siguiente  año  1554  se  presentó  á  exa- 
men para  bachiller  en  Cánones.  A  26  de  Noviembre  de  1556 
pidió  ser  examinado  de  bachiller  en  Teología.  En  1560  tenia  el 
empleo  de  Cronista  de  la  ciudad  de  México,  que  tal  vez  se  le  dio 
á  consecuencia  de  la  publicación  de  sus  Diálogos,  y  en  cuyo  des- 
empeño escribiría  la  Crónica  que  he  mencionado  en  su  biografía, 
y  que  parece  haber  sido  compuesta  hacia  ese  tiempo. 

No  están  en  lo  cierto  los  autores  que  dicen  haber  obtenido  Cer- 
vantes la  canongía  en  1 567,  sino  los  que  señalan  la  fecha  de  1 563. 
En  efecto,  consta  que  el  i 6  de  Marzo  de  ese  año,  tomó  posesión 
de  la  canongía,  en  virtud  de  una  merced  de  S.  M.;  pero  no  se 
encuentra  confirmación  de  que  ascendiera  á  la  dignidad  de  deán. 

Con  referencia  á  Beristain  dije  (pág.  xiv)  que  Cervantes  había 
sido  rector  de  la  Universidad,  y  que  la  noticia  era  de  creerse,  por- 
que estaría  tomada  de  la  Crónica  de  Plaza.  Así  es  en  efecto,  y  en 
ese  manuscrito  aparece  que  Cervantes  fué  rector,  no  una  sola  vez, 
sino  dos,  por  lo  menos.  Le  eligieron  por  un  año  el  10  de  No- 
viembre de  1567,  y  después  vemos  que  tenia  el  mismo  cargo  en 
Febrero  de  1573  y  en  Julio  de  1574.  Finalmente,  los  asientos 
de  los  libros  del  Cabildo  Eclesiástico  nos  autorizan  para  fijar  el 
fallecimiento  de  nuestro  autor  en  Septiembre  ú  Octubre  de  1575. 

Las  noticias  últimamente  recogidas,  no  solo  nos  dan  algunos 
datos  nuevos  para  la  biografía  de  Cervantes,  sino  también  para  su 
defensa.  No  es  creíble  que  un  letrado  que  desempeñó  cátedras; 
que  obtuvo  el  cargo  de  cronista  de  la  Imperial  Ciudad  de  Méxi- 
co;  que  ocupó  un  asiento  en  el  coro  de  la  Iglesia  Metropolitana, 
y  que  dos  veces  fué  escogido  por  la  Universidad  para  regirla,  ca- 
reciese de  mérito  y  adoleciera  de  los  defectos  y  aun  vicios  que  le 
atribuye  el  Sr.  Arzobispo  Moya  de  Contreras.  Sin  disminuir  en 
nada  el  respeto  debido  á  este  prelado,  podemos  creer  que,  como 
hombre,  incurrió  en  error.  ¿  Cómo  no  era  Cervantes  persona  para 
encomendarle  negocios,  y  la  Universidad  le  fiaba  por  dos  veces 
el  manejo  de  los  suyos? 

Respecto  á  los  demás  puntos  tocados  en  mis  anotaciones,  y  á 
cuyo  esclarecimiento  pudiera  contribuir  la  Crónica  de  Plaza,  te-r 
nemos,  en  primer  lugar,  que  nada  nuevo  dice  acerca  de  la  funda- 
ción de  la  Universidad,  pues  ya  no  se  encontraban  en  su  archivo 
constancias  auténticas  del  suceso,  y  para  referirle  apela  á  la  Cró- 
nica de  Grijalva,  lo  mismo  que  yo.  Lo  que  se  prueba  por  diver- 
sas menciones  bien  claras  es  que  la  Universidad  ocupaba  en  1586 
una  casa  perteneciente  al  Hospital  de  Jesús,  cuyo  representante  si- 
guió pleito  contra  la  Universidad  para  cobrar  los  arrendamientos. 


SUPLEMENTO.  XLI 


Consta  en  la  Crónica,  que  el  primer  catedrático  de  Prima  de 
Teología,  fué  el  P.  Fr.  Pedro  de  Peña,  como  dije  en  la  pág.  lo, 
y  que  comenzó  á  desempeñarla  el  lunes  5  de  Junio  de  1553.  Ha- 
bia  entonces  dos  cátedras  de  Prima  de  esta  facultad,  iguales  en 
categoría:  tenia  la  una  el  P.  Peña,  y  la  otra  el  P.  Veracruz.  De 
este  habla  Cervantes  y  no  de  aquel;  tal  vez  porque  habría  dejado 
la  cátedra  durante  el  año  que  trascurrió  entre  la  fundación  de  la 
Universidad  y  la  impresión  de  estos  Diálogos. 

El  Dr.  Morones,  primer  catedrático  de  Decretales,  empezó  á 
leer  tn  5  de  Junio  de  i  553,  y  aparece  haber  continuado  hasta  i  556. 
Sucedióle  en  5  de  Diciembre  de  dicho  año  el  Dr.  Arévalo  Sedeño: 
este  era  ya  catedrático  de  Decreto  desde  20  de  Agosto  de  1554: 
hasta  entonces,  desde  5  de  Junio  de  1553,  había  tenido  esa  cátedra 
el  Dr.  Melgarejo.  Así  se  explica  que  Cervantes  no  le  mencione, 
y  todo  confirma  que  estos  Diálogos  se  escribieron  por  Septiembre 
ú  Octubre  de  1554.  La  primera  cátedra  que  se  dio  por  oposición 
en  forma,  fué  esta  de  Decreto,  al  Dr.  D.  Luis  Anguís  el  23  de 
Enero  de  1560:  luego  antes  no  habia  habido  oposiciones,  y  así 
lo  conjeturaba  yo.  (V.  nota  19  del  Diálogo  Primero,  pág.  68.) 
El  Dr.  Frías  y  Albornoz  desempeñó  la  cátedra  de  Instituía 
hasta  el  16  de  Diciembre  de  1564,  y  la  dejó  porque  se  fué  á 
España. 

Del  primer  catedrático  de  Gramática,  Blas  de  Bustamante,  nos 
da  varias  noticias  la  Crónica.  Cuando  obtuvo  esa  cátedra  llevaba 
veinte  años  de  enseñar  gramática  »n  la  ciudad,  es  decir,  desde  1533. 
Se  graduó  de  Maestro  en  Artes  el  26  de  Agosto  de  1553,  y  de 
Doctor  en  Cánones  el  1 1  de  Octubre  de  1 563.  Fué  abogado  de  la 
Real  Audiencia,  opositor  á  las  cátedras  de  Decreto  é  Instituta, 
examinador  de  los  estudiantes  que  habían  de  pasar  á  oír  otra  fa- 
cultad (Abril,  1567)  y  alcalde  ordinario  de  México  en  1569. 

Al  Br.  Diego  Díaz,  que  leia  gramática  fuera  de  la  Universidad, 
le  ordenó  el  claustro  pleno  (no  se  dice  en  qué  fecha)  que  cesase 
en  la  lectura,  ó  que  viniese  á  leer  en  la  Universidad.  Este  es  aquel 
á  quien  yo  llamé  Diego  i)/V2;  (pág.  37),  traduciendo  así  el  latín 
Diecius. 

Los  primeros  matriculados  no  fueron  los  diez  religiosos  agus- 
tinos de  que  hablé  en  la  pág.  1 1,  sino  D.  Luís  de  Castilla,  y  sus 
hermanos  D.  Lope,  D.  Diego  y  D.  Alonso,  hijos  de  D.  Luis  de 
Castilla  y  de  D?-  Juana  de  Sosa,  pertenecientes  por  lo  mismo  á  una 
de  las  principales  familias  de  México,  y  que  en  13  de  Junio  de 
1553  se  matricularon  para  oir  Artes.  Al  día  siguiente  se  matriculó 
Diego  Velazquez,  canónigo,  en  Cánones:  el  5  de  Julio  el  Br.  Blas 
de  Bustamante,  en  la  misma  facultad,  y  aun  otros,  antes  que  los 
diez  agustinos,  asentados  en  8  de  Agosto. 

Hallo  también  que  en   i9  de  Diciembre  de   1553  recibió  el 


XLII  SUPLEMENTO. 

Br.  Damián  de  Torres  el  grado  de  Doctor  en  Medicina,  y  le 
arguyo  Juan  Vázquez  de  Ávila,  Doctor  en  la  misma  ciencia. 

La  mención  de  estos  médicos  nos  lleva  como  por  la  mano  á 
tratar  de  los  dos  doctores  Pedro  López,  que  dieron  motivo  á  la 
nota  45  del  Diálogo  2?,  pág.  204.  La  Crónica  de  Plaza  aumenta 
las  pruebas  de  la  existencia  de  dos  individuos  del  mismo  nombre. 

En  el  cap.  XIII,  n9  1 1 2  leemos :  <(  En  1 2  de  dicho  mes  y  año 
(((Agosto  de  1553)  pidió  por  petición  el  Lie.  Pedro  López  (el 
({fundador  de  San  Lázaro),  que  le  incorporasen  de  Licenciado 
((en  dicha  Universidad,  y  le  señalasen  el  primer  domingo  del  mes 
«de  Septiembre,  para  doctorarse  en  medicina.»  Y  en  otro  lugar 
(cap.  31,  n9  252)  se  lee  lo  siguiente:  ((Antes  de  pasar  adelante 
(( será  bien  dar  noticia  de  las  buenas  prendas  que  tuvo  dicho  Dr.  Pe- 
((dro  López,  que  no  es  digno  de  quedar  en  olvido,  ni  que  con  el 
((tiempo  se  borren  las  buenas  obras.  Fué  nuestro  Doctor  el  pri- 
((mero  que  recibió  el  grado  de  Doctor  en  Medicina,  aunque  como 
«hemos  dicho,  hubo  otro  licenciado  más  antiguo  en  esta  facultad. 
((Fué  graduado  con  toda  pompa  en  la  Santa  Iglesia  Catedral  de 
((esta  ciudad:  fué  varias  veces  electo  por  diputado  de  hacienda  y 
((por  consiliario  de  esta  Real  Universidad,  y  sobre  haber  sido 
((docto  en  su  facultad,  observó  una  de  las  virtudes,  que  es  la  de  la 
«caridad,  instituyendo  y  fundando  el  hospital  de  San  Lázaro,  ex- 
((tramuros  de  esta  ciudad,  donde  se  retiró  con  suma  virtud  á  ocu- 
((parse  solo  en  el  ministerio  y  curación  de  los  enfermos  de  su  hos- 
«pital,  que  fuera  de  ser  obra  de  caridad,  le  seria  de  grande  mérito 
((por  curarse  en  dicho  hospital  la  enfermedad  del  mal  que  comun- 
((■  mente  llaman  de  San  Lázaro,  que  fuera  de  ser  de  suyo  asqueroso 
((el  achaque,  es  muy  contagioso,  y  por  eso  se  cura  en  este  hospi- 
((tal,  y  con  providencia  se  fundó  fuera  de  lo  que  comprende  la 
{( ciudad,  quedando  el  dicho  hospital  medio  en  despoblado,  para  que 
(( por  todas  partes  no  tuviese  vecindad,  y  está  determinado  que  nin- 
((guna  persona  se  cure  de  esta  enfermedad  en  sus  casas,  sino  en  dicho 
((hospital,  por  lo  contagioso  de  tal  enfermedad.  Quedó  el  patro- 
{(nato  de  este  hospital  á  sus  descendientes,  con  que  podemos  decir 
((que  quien  estuvo  en  caridad,  que  obró  tan  buenas  cosas,  habrá 
(f  sido  premiado  de  la  mano  poderosa,  y  que  habrá  recibido  ciento 
((por  uno,  porque  Dios  no  se  olvida  de  premiar  las  buenas  obras.» 

Me  parece  que  tales  noticias  no  pueden  aplicarse  al  Dr.  Pedro 
López,  que  desde  1524  andaba  con  Cortés  en  la  expedición  de 
las  Hibueras,  y  era  protomédico  en  1527.  El  hijo,  pues,  y  no  el 
padre,  fué  el  que  se  graduó  en  i  553.  No  estará  (ie  sobra  advertir 
que  la  piadosa  fundación  del  doctor  desapareció  en  nuestros  dias, 
según  costumbre.  El  hospital  de  San  Lázaro  está  destinado  á  otros 
usos,  y  los  lazarinos  ocupan  un  departamento  del  hospital  de  San 
Pablo. 


SUPLEMENTO.  XLIII 

En  el  ((Túmulo  Imperial,»  lo  que  se  encuentra  más  á  nuestro 
propósito,  es  la  confirmación  de  que  la  primera  iglesia  ÓQ  S.  Fran- 
cisco estaba  en  el  mismo  lugar  que  la  última,  y  la  capilla  de  San 
José  (de  Naturales,  en  (ion(Je  (después  estuvo  la  (de  Servitas;  tO(do 
conforme  lo  (dije  en  las  notas  al  Diálogo  Segundo.  Por  lo  demás, 
no  puede  leerse  ese  pequeño  volumen,  sin  admirar  (da  lealtad  y 
grandeza  mexicana,»  como  dice  Beristain.  Los  extractos  que  en 
seguida  veremos,  darán  una  idea  del  punto  de  grandeza  á  que  ha- 
bia  llegado  México  en  treinta  y  ocho  años,  y  disiparán  las  dudas 
que  acerca  de  esto  pudieran  haber  quedado,  aun  después  de  la  lec- 
tura de  los  Diálogos  de  Cervantes.  El  ((Túmulo  Imperial»  es 
ciertamente  muy  ¿igno  de  una  reimpresión,  y  desde  luego  la  ha- 
ría yo,  si  por  desgracia,  el  único  ejemplar  que  he  hallado  no  es- 
tuviera incompleto  en  parte  interesante.  Como  se  halló  este,  podrá 
tal  vez  hallarse  otro  que  le  complete;  pero  supuesta  esa  buena 
fortuna,  ¿habrá  entonces  quien  conserve  tanto  afecto  á  estas  pre- 
ciosas reliquias  de  la  antigüedad,  que  quiera  emplear  tiempo  y  di- 
nero en  salvarlas  del  olvido? 

I 

((Chronica  de  la  Real  é  Insigne  Universidad  de  México  de  la 
Nueva  España,  en  edades,  desde  el  año  de  1553  hasta  el  de  1687. 
Por  el  Br.  D.  Christóval  Bernardo  de  la  Plaza  y  Jaén,  Secretario 
y  Maestro  de  Ceremonias  de  dicha  Real  Universidad.  Dedicada 
á  Christo  Señor  nuestro  crucificado. »    i  tomo  en  fol.,  MS. 

«  Cap.  III,  n9  9. —  La  razón  que  se  halla  del  primer  inicio  que 
se  tuvo  en  esta  Universidad,  es  una  certificación  de  que  el  año  de 
1553,  á  3  de  Junio,  se  hizo  inicio  de  las  Escuelas  de  esta  Univer- 
sidad en  presencia  del  Illmo.  Sr.  D.  Luis  de  Velasco,  virey,  y 
de  la  Real  Audiencia,  el  cual  hizo  el  Lie.  Cervantes  de  Salazar. 
Y  lunes  siguiente  5  del  dicho  mes,  comenzaron  á  leer  los  catedrá- 
ticos de  Teología,  Cánones  y  Gramática,  y  lo  firmó  por  verdad 
Esteban  del  Portillo,  notario  público. 

((Cap.  X. —  De  la  cátedra  de  Retórica,  y  sus  primeros  cate- 
dráticos. —  No  dejarían  de  concurrir  todos  los  requisitos  de  un 
buen  retórico  en  el  Lie.  D.  Francisco  Cervantes  de  Salazar,  pues 
se  le  entregó  esta  cátedra  en  12  de  Julio  de  1533.  Empezó  á  leerla 
señalado  para  ello  por  el  muy  ilustre  señor  Velasco,  virey,  y  por 
los  Sres.  Presidente  y  Oidores  de  la  Audiencia  de  México,  en 
cumplimiento  de  la  cédula  de  S.  M.  intimando  que  se  instituya 
Universidad,  siendo  testigos  el  Sr.  Dr.  Quesada,  y  el  Sr.  Lie.  Me- 
jía,  oidores.  Parece  haber  leido  esta  cátedra  nuestro  primer  cate- 
drático hasta  14  de  Febrero  de  1557,  que  desde  entonces  no  leyó 
más.   Graduóse  de  Licenciado  y  Maestro  en  la  facultad  de  Artes 


XLIV  SUPLEMENTO. 

miércoles  en  la  tarde  que  se  contaron  4  de  Octubre  de  1553,  en 
las  casas  de  la  Audiencia  Real  de  esta  ciudad,  en  presencia  del 
muy  ilustre  Sr.  D.  Luis  de  Velasco,  virey,  y  de  los  Sres.  Docto- 
res D.  Antonio  Rodríguez  de  Qaesada,  D.  Francisco  de  Herrera, 
D.  Antonio  Mejia,  oidores  de  la  Real  Audiencia  de  México, 
D.  Juan  Negrete,  rector  de  la  Universidad,  D.  Alvaro  Treraiño, 
Maestrescuela,  el  Mtro.  Fr.  Alonso  de  la  Veracruz,  y  el  Mtro. 
Fr.  Pedro  de  la  Peña,  para  cuyo  efecto  leyó  públicamente  una 
lección  de  Lógica  y  otra  de  Filosofía.  Dióle  el  grado  dicho  D.  Al- 
varo, con  las  insignias  doctorales.  Parece  haber  asistido  puntual- 
mente nuestro  catedrático  á  las  funciones  que  se  ofrecieron  en  la 
Universidad.  Tuvo  de  salario  en  cada  un  año,  ciento  cincuenta 
pesos,  según  parece  por  sus  recibos. 

((Núm.  61. —  Por  un  claustro  de  rector  y  consiliarios  de  10  de 
Noviembre  de  1 567,  determinaron  que  por  lo  que  conviene  al  pro 
y  útil  de  la  Universidad,  seria  bien  se  diese  el  cargo  de  rector  á 
persona  que  bien  lo  usase  y  administrase,  y  que  de  la  persona  del 
Dr.  Francisco  Cervantes  de  Salazar,  canónigo  de  la  Santa  Iglesia 
de  esta  ciudad,  estaban  satisfechos  que  usarla  y  ejercerla  el  oficio 
y  cargo  de  rector  como  convenia,  por  concurrir  en  él  todas  las 
calidades  y  requisitos  necesarios,  fueron  de  parecer  que  dicho 
Dr.  Cervantes  fuese  electo  en  esta  Universidad  por  este  año.  En 
cuya  conformidad,  habiendo  votado,  salió  electo  con  todos  los  vo- 
tos por  rector,  y  que  se  le  mandase  dar  noticia  de  la  elección ;  que 
habiéndosele  dado,  aceptó  el  dicho  oficio,  y  lo  ejerció  desde  dicho 
dia  hasta  10  de  Noviembre  del  año  siguiente  de  1568,  asistiendo, 
como  parece,  á  todas  las  funciones  de  la  Universidad.  » 

Del  claustro  que  se  celebró  el  sábado,  último  dia  de  Febrero 
de  1573  para  tratar  de  la  cátedra  de  Decreto,  consta  que  era  rec- 
tor D.  Francisco  Cervantes  de  Salazar,  y  del  celebrado  en  12  de 
Julio  del  siguiente  año  de  74,  consta  que  aun  lo  era. 

En  claustro  de  23  de  Julio  de  1554  ^^  determinó  entre  otras 
cosas,  «que  el  Dr.  Quesada  examine  al  Mtro.  Cervantes  para  ba- 
«chiller  en  Cánones,  y  hallándole  suficiente,  lo  gradué  leyendo 
«diez  lecciones. » 

En  claustro  celebrado  en  26  de  Noviembre  de  1556:  «Ulti- 
« mámente  proveyeron  á  una  petición  del  Mtro.  Cervantes,  que 
«probando  cuatro  años  de  haber  oido,  y  haciendo  las  demás  so- 
«lemnidades,  se  pueda  graduar  de  bachiller  en  Teología.» 

«Cap.  XXV,  núm.  209. —  Se  ha  acostumbrado  y  está  dispuesto 
que  no  pueda,  según  los  Estatutos  de  esta  Universidad,  ser  electo 
por  rector  el  que  el  año  antecedente  á  la  elección  lo  hubiere  si- 
do, por  mucho  ó  poco  tiempo;  que  como  el  Br.  Bartolomé  de  Es- 
trada habia  sido  electo,  según  hemos  visto  en  el  capítulo  antece- 
dente, se  trató  en  10  de  Noviembre  de  1567,  de  elegir  rector;  y 


SUPLEMENTO.  XLV 

en  atención  y  por  io  que  convenia  á  la  utilidad  de  la  Universidad, 
que  se  diese  dicho  cargo  á  persona  de  autoridad  y  utilidad,  y  porque 
en  la  del  Dr.  D.  PVancisco  Cervantes  Salazar,  canónigo  de  la  Santa 
Iglesia  Catedral,  concurrían  las  calidades  que  se  requieren,  todos 
los  electores  unánimes  y  conformes  lo  eligieron  por  rector  de  esta 
Real  Universidad,  sin  perjuicio  de  los  estudiantes  de  ella,  y  por- 
que no  hubo  al  presente  estudiante  tan  bastante  como  se  requiere 
para  dicho  cargo. » 

II 

Del  Libro  29  de  Actas  del  Cabildo  Eclesiástico  de  México, 
que  comienza  en  24  de  Enero  de  1559,  y  concluye  con  el  enca- 
bezamiento de  la  Acta  de  Cabildo  celebrado  el  sábado  7  de  Abril 
de  1576,  he  sacado  lo  que  sigue: 

En  la  acta  del  Cabildo  celebrado  el  martes  16  de  Marzo  de 
1 563,  se  dice  así :  «  En  este  dicho  dia,  mes  y  año,  el  Mtro.  Fran- 
«  cisco  Cervantes  de  Salazar  pareció  en  este  cabildo  de  esta  Santa 
«Iglesia  de  México,  con  una  provisión  real  de  S.  M.  en  que  le 
((hacia  merced  de  una  canongía  de  esta  dicha  iglesia,  á  la  cual 
((obedecieron  los  dichos  señores  deán  y  cabildo,  y  se  le  dio  la  po- 
(( sesión  de  la  canongía,  en  forma,  quieta  y  pacíficamente.  Ante 
((mí:  Gonzalo  Fernandez,  notario  apostólico.))  Al  margen:  ((Pre- 
((sentacion  y  posesión  del  Mtro.  D.  Francisco  Cervantes  de  Sa- 
(( lazar,  de  una  Canongía.» 

Ya  asistió  como  canónigo  al  cabildo  siguiente,  que  fué  el  vier- 
nes 19  del  mismo  Marzo. 

Parece  que  el  último  cabildo  á  que  asistió  fué  al  celebrado  el 
viernes  9  de  Septiembre  de  1 575  ;  á  lo  menos  ya  no  se  le  cuenta 
entre  los  asistentes  en  los  demás  cabildos. 

En  el  celebrado  el  martes  18  de  Noviembre  del  mismo  año  de 
1575,  ((se  proveyó  y  mandó  que  la  capellanía  que  vacó  por  el 
((Dr.  Cervantes  se  áé  al  racionero  Muñoz  para  que  la  sirva;  la 
((Cual  dicha  capellanía  se  ha  de  servir  en  el  hospital,  y  ansí  lo 
((proveyeron  y  mandaron:  la  cual  dicha  capellanía  es  la  que  ins- 
(( tituyó  el  tesorero  Rafael  de  Cervantes.» 

También  he  registrado  el  Libro  39  de  Actas  que  comprende 
algunos  años  desde  el  de  76,  y  no  se  encuentra  en  todo  él  al  ca- 
nónigo Cervantes  entre  los  que  asistían  á  los  cabildos. 

(Este  apunte  me  comunicó  el  Sr.  D.  José  de  Agreda,  de  quien  es  también  el 
que  sigue,  y  que  nos  revela  la  existencia  de  otra  epístola  de  Cervantes,  por  la  cual 
consta  que  fué  catedrático  de  Decreto,  cosa  que  no  he  hallado  en  otra  parte,  y 
al  mismo  tiempo  indica  una  edición  del  siglo  XVI,  que  me  es  desconocida.) 

En  una  hoja  que  vi,  no  recuerdo  dónde,  arrancada  de  algún  li- 
bro, que  parecía  ser  en  89  ó  i  29,  encontré  lo  siguiente: 


XLVI  SUPLEMENTO. 

Por  un  lado  el  escudo  de  armas  de  Martin  de  Yrcio,  cuñado 
del  virey  D.  Antonio  de  Mendoza,  y  suegro  de  D.  Luis  de  Ve- 
lasco,  el  segundo,  y  abajo  del  escudo  un  letrero  en  tres  renglones 
y  medio,  que  decia  así : 

«Al  muy  magnífico  Señor  Martin  dircio,  el  Maestro  Cervan- 
tes de  Salazar,  Lector  de  decretos  y  de  Rhetorica  en  la  vniuer- 
sidad  de  México.  S. »  (signatura  a  ij.) 

Por  el  otro  lado  decia  así :  «  Si  vemos,  como  parece  por  las  hyf- 
«torias,  conferuadoras  de  los  buenos  hechos,  y  maeftras  de  la  vida 
«humana,  q  los  q  o  con  fus  perfonas,  o  con  fus  haziedas  fueron 
«puechofos  o  dieron  horra  a  la  república  dode  biuieron  :  fueron  no 
«íblamente  de  los  fuyos,  pero  de  los  eftraños  muy  eñimados:  tanto 
((que  aüq  por  la  muerte,  deuda  for9ofa,  dexaron  de  parecer  en  fu 
«república  qdaro  immortales:  o  por  lo  q  dellos  otros  fcriuiero, 
«o  por  las  eñatuas  y  otras  horofas  memorias  q  les  puíiero,  por  las 
«qles  fe  dio  el  duido  honor  a  los  muertos,  gloria  a  fus  dfcédietes 
«y  patria,  y  mayor  animo  a  los  varones  generofos  pa  hazerfe  fe- 
«mejátes  a  ellos,  mereciedo  la  immortalidad,  que  por  ningún  otro 
«camino  fe  a]can9a  fino  por  hazer  bien.  Hallo  muy  magnifico 
«feñor,  cotejado  las  obras  de  muchos  dios  panados,  con  las  de 
«vuelfa  merced,  que  las  vnas  fueron  muertas  porq  hechas  por  fola 
«la  gloria  del  mundo,  y  las  otras  biuas,  porque  encaminadas  pa  la 
«uida  fm  muerte.  PaíTo  vuefla  merced  a  eíle  nueuo  miúdo,  como 
«parecerá  por  la  crónica  que  deíla  tierra  efcriuo  :  empleo  fu  hedad 
«y  fuerzas  en  ayudar  q  tan  grandes  reynos » 

III 

TVMVLO  IMPERIAL  1|  de  la  gran  ciudad  de  México. 

Debajo  de  las  dos  líneas  de  este  título  está  un  gran  escudo  de 
armas,  coronado  por  la  cabeza  y  alas  de  una  águila,  y  tiene  abajo 
un  adorno  dentro  del  cual  se  lee: 

EN   MÉXICO.  II  Por  Antonio  de  Efpinofa.  |¡  1560. 

El  libro  es  en  ^9  menor,  y  consta  solamente  de  dos  fojas  sin 
numerar,  i  con  un  grabado,  y  26  numeradas:  todo  en  letra  ro- 
mana pequeña. 

A  la  vuelta  de  la  portada  está  la  licencia  del  virey  D.  Luis  de 
Velasco,  fecha  i9  de  Marzo  de  1560,  en  que  dice  haber  mandado 
formar  la  relación  de  las  honras  que  se  hicieron  al  Emperador 
Carlos  V,  en  la  capilla  de  S.  José  del  monesterio  del  señor  sant 
Francisco  de  la  ciudad  de  México,  y  da  licencia  al  impresor  An- 
tonio de  Espinosa  para  que  pueda  «imprimir  la  relación  de  las 
dichas  honras,  con  los  verfos  y  epitafios,  profas,  letreros,  afi  en 
Latín  como  en  Romance,  como  en  el  dicho  Túmulo  eRaua:  con 
el  debuxo  del.  « 


SUPLEMENTO.  XLVIl 

Allí  mismo  empieza  una  advertencia  del  Doctor  Alonso  de 
Corita,  oidor  de  la  Audiencia  Real  que  reside  en  México,  al  pru- 
dente lector,  en  la  cual,  después  de  haber  hablado  de  los  honores 
que  siempre  ha  sido  costumbre  tributar  á  los  muertos,  concluye 
así,  en  la  página  siguiente:  «Y  porq  todos  (los  monumentos) 
puede  jullamcte  dar  la  ventaja  al  Túmulo  o  Monumcto,  y  a  lo 
demás  q  eñlle  oficio  funerario  de  la.  M.  del  Emperador  nfo  feñor, 
el  Illullrilsimo  vilorrey  della  nueua  Elpaña,  y  ella  infigne  y  muy 
leal  ciudad  de  México  hiziero,  q  cierto  fue  de  tata  popa  y  magellad, 
q  podemos  muy  bien  dezir  q,  Omnis  Ca?fareo  cedat  labor  Am- 
phiteatro.  Y  q,  Vnum  pro  cü¿lis  fama  loquatur  opus.  Pues  ver- 
daderamente en  todo  ello  moílraron  el  amor  y  lealtad  con  q  fiem- 
pre  an  feruido  y  amado  á  fu  rey  y  feñor,  y  q  a  ninguno  otro  con 
mas  razo  se  deuia.  Por  manera  q  ellos  hiziero  lo  q  eran  obligados, 
y  los  naturales  lo  mifmo  a  fu  ymitacio  y  exemplo:  de  mas  q  con 
tan  claras  mueílras  entendiero  la  lealtad  q  atan  gran  feñor  y  mo- 
narcha  se  deuia,  a  li  en  la  muerte  como  en  la  vida,  y  que  la  dis- 
tancia tan  grade  que  ay  deílas  partes  a  Efpaña,  no  es  caufa  para  q 
menos  que  aqllos  reynos  fintiefen  tan  gran  perdida.  Y  porque  el 
maeñro  Ceruantes  de  Salazar  lo  efcriue  con  la  prudencia  &  ynge- 
nio  que  fuele  hazer  lo  demás  [como  por  la  obra  parefce]  ruego  al 
que  eílo  leyere,  no  dexe  de  verlo  haña  el  cabo,  porque  le  hago 
cierto  que  no  le  defagradara.» 

La  vuelta,  ó  sea  4?'  página,  está  ocupada  con  una  epístola  in- 
titulada: 

«Al  Illuílrifsimo  feñor  don  Luys  de  Velafco,  Viforrey  de  la 
nueua  Efpaña,  y  Capitíi  general  della,  Preíidete  del  Audiecia  real 
que  refide  en  México.   El  maeílro  Ceruates  de  Salazar..  S.» 

De  ella  extractamos  el  siguiente  pasaje:  «Y  porq  a£lo  ta  cele- 
bre, manifellador  de  la  fidelidad  y  amor,  q  á  fu  rey  y  feñor  elle 
nueuo  mudo  tiene,  era  razo  q  eñl  antiguo  no  eíluuieíTe  encubierto, 
y  q  la  M.  del  rey  do  Phelipe  nfo  rey  y  feñor  fupieíTe  qn  leal- 
mete  es  feruido,  determine  efcreuir  eñe  libro  y  dirigirle  a  V.  S. 
afsi  por  auer  fido  la  principal  causa  di,  como  porq  la  juílicia  y 
regimiéto  deíla  infigne  ciudad,  cuyo  coroniña  soy,  llamadome  a  fu 
cabildo,  me  mado  q  fcriptas  eíias  obfequias  Imperiales  las  publi- 
cafle  debaxo  del  nobre  de  V.  S.  á  quié  fuplico  tega  e  mas  el  zelo 
y  volütad  co  q  firuo  q  el  trabajo,  pues  co  mucho  no  llega  adode 
deuia,  y  yo  quifiera.  » 

Foja  ia_TVMVLO  IMPERIAL,  A  LAS  OBSEQVI- 1|  as 
del  inui£tifsimo  Cefar  Carlos  quinto.  Hecho  en  la  infi  ||  gne  y  muy 
leal  cibdad  de  México^  por  mandado  del  ||  Illujlrifsimo  Viforre-^j  de 
la  "Nueua  Efpaña. 

Dase  primeramente  noticia  del  fallecimiento  del  Emperador,  y 
prosigue:  «Cuya  muerte  defpues  de  auer  fido  fentida  y  llorada 

/ 


XLVIIl  SUPLEMENTO. 

con  aquel  afeólo  q  íu  vida  fue  amada  por  todo  el  antiguo  mudo, 
luego  q  en  eñe  nueuo  fe  fupo,  por  do  Luys  de  Velafco  fu  antiguo 
criado,  viforrey  y  gouernador  de  la  nueua  Efpaña,  hecho  el  fen- 
timiento  q  era  obligado:  entro  en  acuerdo  con  el  audiencia  real  y 
defpues  co  el  ar9obifpo  juílicia  y  regimiento  de  la  ciudad  de  Mé- 
xico cabera  deíle  nueuo  mudo,  tratando  donde  y  como  fe  cele- 
brarían las  obfequias  Imperiales.  Y  afsi  defpues  de  varios  y  di- 
uerfos  parefceres  q  vuo,  porq  la  ygleña  catredal  de  Pvlexico  era 
pequeña  y  baxa,  y  no  auia  lugar,  dode  el  Túmulo  Imperial  en 
aquella  altura  y  grádeza  q  conuenia  fe  plantafe,  y  la  cafa  real  de 
dode  auia  de  falir  en  procefsion  el  Virrey  y  audiencia  con  toda 
la  ciudad  eílaua  muy  cerca  de  la  ygleña  mayor,  para  q  pudiese  fer 
viña  y  vuieñe  lugar  por  donde  anduuiefle:  y  porque  para  eñe 
efefto  auia  todas  comodidades  que  conue.nian  en  la  capilla  de  fant 
lofeph  y  patio  del  moneñerio  de  fant  Francifco,  fe  determinó  se 
hiziefie  allí. « 

Sigue  refiriendo  que  el  virey  comisionó  á  Claudio  de  Arciniega 
(c  architecto  excelente,  )>  para  que  trazase  y  ordenase  el  túmulo.  Hí- 
zolo  así,  procurando  idear  una  cosa  nueva,  y  «  no  concurrir  con  los 
otros  túmulos.  »  Quedó  encargado  de  correr  con  todo  lo  relativo  á 
la  solem.nidad,  Bernardino  de  Albornoz,  alcaide  de  las  Atarazanas 
y  regidor  de  México.  En  acabar  el  túm.ulo  se  emplearon  tres  me- 
ses, y  porque  una  danza  (  i  )  de  catorce  arcos  de  cantería  muy 
bien  labrada,  estorbaba  la  vista  del  túmulo,  se  mandó  derribar. 
Asimismo  se  mandó  que  en  toda  la  comarca  de  México  se  pin- 
tase gran  cantidad  de  escudos  imperiales  y  reales,  y  otras  muchas 
historias  y  figuras.  Por  la  circunstancia  de  haberse  mandado  hacer 
estas  pinturas,  «en  toda  la  comarca  de  México,»  y  por  no  ser  pro- 
bable que  'hubiese  ya  tantos  pintores  españoles  como  eran  necesa- 
rios, para  hacer  en  poco  tiempo  las  muchas  pinturas  que  en  efecto 
adornaron  el  túmulo,  según  se  ve  por  su  descripción,  es  de  creerse 
que  se  confió  el  trabajo,  á  lo  menos  en  parte,  á  los  pintores  in- 
dios: tal  vez  á  los  que  habían  aprendido  en  la  escuela  que  Fr.  Pe- 
dro de  Gante  tenia  junto  á  la  misma  capilla  de  S.  José. 

Dando  en  seguida  razón  del  lugar  en  que  se  erigió  el  túmulo, 
se  expresa  de  este  modo  nuestro  Cervantes:  «Es  pues  el  patio  de 
fant  Francifco  quadrangular,  mas  largo  que  ancho,  cercado  por 
todas  partes  de  paredes  altas  de  piedra,  entrafe  a  el  por  dos  puer- 
tas, la  vna  que  mira  al  Septentrió  (2)  y  la  otra  al  Occidente  (3): 

1  Esta  palabra  parece  significar  hilera  ó  serie  de  arcos,  y  en  el  mis- 
mo sentido  se  usa  en  el  avalúo  de  las  casas  del  Marques  del  Valle,  como 
puede  verse  en  la  nota  de  la  pág.  164.  Pero  no  hallo  tal  acepción  en 
ningún  diccionario. 

2  La  de  la  calle  de  vS.  Francisco. 

3  La  de  la  calle  de  S.  Juan  de  Letran. 


SUPLEMENTO.  XLIX 

a  cada  vna  de  las  qualcs,  relponde  otra  de  la  yglclia  principal  del 
moneílerio  (i).  Al  derredor  de  las  paredes  va  rodeado  de  altos  y 
copiólos  arboles.  En  el  medio  ella  leuantada  vna  Cruz  de  madera, 
tan  alta  que  de  fuera  de  la  ciudad  se  vee  de  tres  ó  quatro  leguas. 
A  la  mano  yzquierda  por  la  puerta  del  Septentrión  tiene  vna  ca- 
pilla que  fe  llama  de  lime  lofeph  (2),  a  la  qual  fe  fube  por  dos 
gradas,  es  muy  grande,  y  eíla  fundada  fobre  muchas  colunas  que 
hazen  siete  ñaues:  las  quales  para  hermofear  el  architectura  del 
Túmulo  fe  jafpearon.  Cabrán  en  efta  Capilla  y  patio  quarenta 
mili  hombres  (3),  porque  mas  que  ellos  fe  hallaron  de  Efpañoles 
y  Naturales,  quando  las  horas  fe  celebraron.  Hizofe  el  Túmulo 
fuera  de  la  capilla,  pero  cerca  della,  porque  el  officio  funerario  fe 
auia  de  hazer  en  la  capilla,  y  auia  de  eílar  en  ella  toda  la  ciudad, 
y  el  Túmulo  fuera  della  fe  pudieíTe  Icuantar  tan  alto  quanto  con- 
uino,  y  los  que  eiluuieíTen  en  la  capilla  y  eñl  patio  pudieíTen  a 
plazer  gozar  del  Túmulo,  el  qual  era  de  la  forma  siguiente. » 

Sigue  en  efecto  la  descripción  del  túmulo,  acompañada  de  dos 
grabados :  el  uno  de  la  planta,  y  el  otro  de  la  elevación.  Por  ellos 
se  advierte  que  era  un  templete  ó  capilla  abierta,  sostenida  por 
cuatro  columnas  y  con  un  cuerpo  avanzado  en  cada  frente,  lo  cual 
hacia  subir  el  número  de  columnas  á  doce,  todas  de  orden  dórico. 
La  capilla  central  tenia  veinticuatro  pies  en  cuadro,  y  se  subia  á 
ella  por  catorce  gradas.  Los  pedestales  de  las  columnas  eran  de 
ocho  pies  de  alto:  las  columnas  de  veinticuatro,  y  en  todo  treinta 
y  dos.  En  el  centro  de  la  capilla  principal  estaba  la  tumba,  cu- 
bierta con  un  rico  paño  de  brocado  y  encima  una  cruz  de  cristal 
guarnecida  de  oro,  «tan  rica  y  tan  artificiosam.ente  labrada,  que 
era  la  mejor  pieza  que  habia  en  estas  partes. ))  Este  primer  cuerpo 
remataba  en  unos  frontones  triangulares  y  unas  agujas  ú  obeliscos. 
Su  descripción  no  está  com.pleta  en  el  ejemplar  que  tengo  á  la 
vista,  porque  se  interrumpe  en  el  fin  de  la  f?-  3?-,  y  faltan  las  fs.  4?- 
y  5?-  En  la  6?-  aparece  comenzada  ya  la  descripción  y  explicación 
de  las  muchas  pinturas  y  letras  latinas  con  que  se  adornó  este 
cuerpo,  algunas  bastante  ingeniosas. 

La  descripción  del  segundo  cuerpo  es  bien  confusa,  y  no  puede 
aclararse  con  el  auxilio  del  dibujo,  porque  la  hoja  en  que  este  se 
encuentra  está  cortada,  y  ni  aun  se  ven  por  completo  los  remates 
del  primer  cuerpo.  Parece  que  consistía  solamente  en  una  pequeña 
capilla,  y  dentro  de  ella  las  armas  imperiales.   Adornábanla  tam- 

1  Lo  mismo  sucedía  con  la  última  iglesia,  aunque  la  puerta  de  occi- 
dente no  estaba  exactamente  en  línea  con  la  del  atrio  á  ese  viento. 

2  Estas  señas  corresponden  exactamente  al  lugar  que  después  ocupó 
la  capilla  de  los  Servitas, 

3  Téngase  presente  que  entonces  no  existían  las  otras  capillas,  que 
después  ocuparon  una  parte  consíderaljle  del  atrio. 


L  SUPLEMENTO. 

bien  alegorías  y  versos  latinos.  No  se  dice  de  qué  materia  era  la 
fábrica. 

Parece  asimismo  que  todo  el  túmulo  quedaba  debajo  de  una 
como  iglesia  de  siete  naves  correspondientes  á  las  siete  de  la  ca- 
pilla de  S.  José,  sostenida  por  altas  columnas  y  techada  á  dos 
aguas.  Pusiéronse  también  allí  figuras  y  letras  latinas ;  y  en  las  co- 
lumnas de  la  dicha  capilla  de  S.  José  más  cercanas  al  túmulo,  se 
colocaron  igualmente  epitafios  y  versos  latinos  y  castellanos.  Para 
el  dia  de  las  honras  se  cubrió  todo  de  paños  negros,  y  sobre  ellos 
se  pusieron  multitud  de  escudos  imperiales  y  figuras  de  la  muerte. 
((Hizieronfe  de  madera  40  altares  para  quatrocientos  sacerdotes  que 
auian  de  dezir  mifia  el  dia  de  las  obfequias,  dixo  cada  horde  por 
íi  mifia  en  fus  10.  altares,  y  aiTi  lo  hizo  en  los  fuyos  la  Clerezia,  fue 
cofa'  de  ver  que  para  tantos  altares  y  tantos  facerdotes,  q  en  ellos 
auian  de  dezir  miíla,  ouieíTe  ta  buenos  aderemos  y  tantos  miniílros 
que  ayudaíTen  que  parefcia  cada  altar  fer  de  vna  particular  yglefia 
rica.»  La  cera  fué  tanta,  que  se  estimó  en  doscientas  arrobas. 

Veinte  dias  antes  de  las  exequias  se  publicó  el  luto,  y  fué  tan 
general  que  «parecía  imposible  haber  tantos  sastres  en  la  ciudad, 
que  en  tan  breve  tiempo  pudiesen  hacer  tantos  y  tan  suntuosos 
lutos,  porque  hubo  caballero  que  en  ellos  gastó  mas  de  mil  pesos.» 
Concurrió  de  fuera  innumerable  multitud  de  gente,  de  manera 
«que  la  ciudad  de  México  nunca  estuvo  tan  de  ver  como  estuvo 
entonces,  porque  por  las  plazas  y  calles  se  veian  por  horas  gentes 
de  fuera. » 

Siento  no  poder  copiar,  por  ser  muy  extensa,  la  descripción  que 
hace  Cervantes  de  la  solemnísima  procesión  que  se  formó  el  dia 
de  S.  Andrés,  30  de  Noviembre,  para  llevar  á  la  capilla  las  insig- 
nias imperiales  y  cantar  allí  el  oficio  de  la  vigilia.  Iban  en  ella  el 
virey,  audiencia,  arzobispo,  obispos  de  Nueva  Galicia  y  Michoa- 
can,  clérigos,  religiosos,  ayuntamiento,  universidad,  nobles  y 'ca- 
balleros, con  los  gobernadores  de  indios  de  México,  Tacuba, 
Tezcoco  y  Tlaxcala.  Vino  la  procesión  por  la  calle  de  S.  Fran- 
cisco, y  era  tan  numerosa  que  «bien  largo  estaba  la  mitad  ya  en 
el  monesterio,  cuando  la  otra  parte  comenzó  á  salir  de  la  casa  real.» 

Repitióse  al  dia  siguiente  la  procesión  para  la  misa,  que  dijo  el 
obispo  de  Michoacan,  predicando  en  ella  el  arzobispo.  Acabada, 
se  disolvió  la  reunión,  y  de  esta  manera  fueron  celebradas  en  Mé- 
xico el  año  de  1559,  las  honras  del  Emperador  Carlos  V. 

Espero  que  el  lector  me  perdonará  fácilmente,  que  me  haya 
alargado  en  los  extractos  de  este  curiosísimo  libro.  Contra  lo  que 
yo  esperaba,  no  hay  en  él  alarde  de  erudición;  antes  está  escrito  con 
gran  llaneza  y  claridad,  sin  extraviarse  en  digresiones  inoportunas. 


Ekuata. —  Pág.  XVII,  lín.  14,  dice  Lascivia  lóase  Lasciva 


228 


iiii>  o*itaA  fi/Me.-rti  fDroi/'o»ift,rio 


"'J 


Francisci  Cervantis  Salazaris, 

TOLETANI, 

AD  LUDOVICI  vivís,  VALENTINI,  EXERCITATIONEM 

JLI^UOT  DIALOGL 
1554- 

VARIOS  DIÁLOGOS 
AÑADIDOS  A  LOS  DE  LUIS  VIVES,  VALENCIANO, 

POR 

Francisco  Cervantes  Salazar, 

NATURAL  DE  TOLEDO. 

1554- 


f 


Clanssimo   et   eidem   ómnibus 

ANIMI  BONIS  ORNATISSIMO,  SACR^E 
teología  MAGISTRO,  FRATRI  AL- 
PHONSO  A  MONTUFARE,  ARCHI- 
PRiESULI  MEXICANO,  FRANCISCUS 
CERVANTES  SALAZARUS,  S. 

AULO  antequam  in  hanc  provinciam,  optatis- 
simus  certe,  commeasses,  Antistes  praestan- 
Ij  tissime,  Academiae  Mexicanas,  quas  beneficio 
et  liberalitate  Caesaris  erecta  est,  et  in  qua  ipse  di- 
cendi  rationem  regio  stipendio  trado,  Commentaria 
inVivis  Exercitationem  alumnus  matri  dicavi,  quod 
nihil  tam  ex  officio  fore  putarem,  quam  ipsi  a  qua  et 
alitus  et  educatus  sum,  quantum  in  me  positum  es- 
set,  referreparia.  Nunc  autemfelici  tuo  adventu,  qui 
deinde  sequutus  est,  ita  et  eorum  qui  enarrant  et  eo- 
rum  qui  disciplinas  audiunt,  animi  novis  quibus- 
dam  aculéis  incitati  sunt,  ut  novas  vires,  novosque 
spiritus  sumant,  quo  aiacrius  et  propensius,  hi  in 
discendo  et  illi  in  docendo  ulterius  pergant:  brevi 
omnes  tales  evasuri,  ut  Novum  hunc  Orbem,  dia- 
boli  et  infidelium  antehac  sedem,  omni  macula  pur- 
gatum,  Deo  Máximo  et  vero  domicilium  faciant. 
In  his  ego  etiam,  si  meritis  postremus,  non  minus 
animatus  sum,  quam  solent  milites  fortissimo  et 
felici  duce  pugnante;  ut  aliquid  non  omnino  indi- 


Al  muy  ilustre  y  muy  cumplido 

SEÑOR  DON  FRAY  ALONSO  DE 
MONTUFAR,  MAESTRO  EN  SAGRA- 
DA teología  y  ARZOBISPO  DE 
MÉXICO. 


oco  antes  de  vuestro  deseado  arribo  á  esta 
tierra,  Ilustrísimo  Prelado,  dediqué,  como 
hijo  agradecido,  unos  Comentarios  sobre  los 


Diálogos  de  Vives,  ala  Universidad  de  México,  fun- 
dada por  la  merced  y  liberalidad  del  Emperador,  y 
en  la  que  disfruto  sueldo  de  S.  M.  por  enseñar  la 
Retórica;  pues  tuve  por  primera  obligación  corres- 
ponder, en  cuanto  estuviera  de  mi  parte,  á  quien  me 
educa  y  alimenta.  *  Ahora,  con  vuestra  feliz  llegada, 
ocurrida  posteriormente,  así  maestros  como  discípu- 
los han  de  sentirse  animados  con  tan  nuevos  estímu- 
los, que  cobren  mayor  brío  y  fuerza  para  proseguir 
con  mas  empeño  y  gusto,  los  unos  en  la  enseñanza 
y  los  otros  en  el  estudio.  Pronto  llegarán  todos  á  ser 
tales,  que  este  Nuevo  Mundo,  asiento  antes  del  de- 
monio y  de  la  idolatría,  limpio  ya  de  toda  mácula, 
quede  convertido  en  morada  del  Dios  único  y  verda- 
dero. Y  para  escribir  algo  que  no  sea  del  todo  indig- 
no de  la  luz  pública,  yo,  aunque  el  último  en  mérito, 

*     Dice  esto,  porque  al  mismo  tiempo  que  por  enseñar  la  Retórica 
recibia  sueldo  de  la  Universidad,  estudiaba  en  ella  Artes  y  Teología. 


epístola  nuncupatoria. 


gnum  lucepararem.  Quapropter,  tametsi  graviori- 
bus  studiiSjTheologicis  scilicet,  adictus  essem,  dum 
majora  molior,  nihil  antiquius  duxi  quam  Diálogos 
hos  quos  successivis  horis,  institutum  Vivís  sequu- 
tus,  in  rem  studiosse  juventutis  conscripseram,  tibi 
uni  hac  in  regione  studiorum  fautori  et  Msecenati 
consecrare;  non  ut  quicquam  munúsculo  hoc  plañe 
levidensi  dignitati  tuse  addi  posse  arbitrer,  quse  su- 
blimior  est  quam  ut  ipsam  res  adeo  parva  contin- 
gere  possit,  sed  ut  ipse  operi  meo  in  tenebris  deli- 
tescenti,  tuo  nomine  lucem  et  splendorem  aíFeram. 
Quare,  Pater  Reverendissime,  et  nobis  ómnibus 
multis  nominibus  observande,  jam  tuos  (quia  tibi 
nuncupatos)  nostros  labores  sic  fove  et  amplectere, 
ut  ad  multo  majores,  longeque  graviores,  nobis 
spem  facias;  et  ad  uberiorem  linguae  latinas  cogni- 
tionem,  studiosam  juventutem  magis  ac  magis  in- 
cendas  et  inflames. 

Bene  vale,  Mexicanae  Ecclesiae  columen,  Aca- 
demiae  decus  et  Novae  Hispaniae  máximum  orna- 
mentum. 


DEDICATORIA.  ^ 

no  me  siento  con  menor  ánimo  que  el  de  un  soldado 
cuando  pelea  á  las  órdenes  de  un  capitán  valeroso  y 
afortunado.  Por  lo  cual,  aunque  dedicado  á  estudios 
mas  graves,  como  son  los  teológicos,  y  mientras, 
emprendo  cosas  mayores,  en  nada  he  tomado  mas 
empeño  que  en  ofrecer  estos  Diálogos  (escritos  en 
ratos  perdidos  y  á  imitación  de  los  de  Vives,  en  be- 
neficio de  la  juventud  estudiosa)  á  vos,  el  principal 
protector  y  Mecenas  de  los  estudios  en  estas  regio- 
nes; no  porque  piense  yo  que  tan  pequeño  don  pue- 
da añadir  algo  á  vuestra  dignidad,  demasiado  alta 
para  que  llegue  hasta  ella  cosa  tan  insignificante,  si- 
no para  que  vuestro  nombre  dé  lustre  y  esplendor 
á  esta  mi  obra  que  sin  eso  se  pierde  en  la  oscuridad. 
Así,  pues.  Padre  reverendísimo  y  digno  por  mil  tí- 
tulos de  nuestro  respeto,  amparad  y  favoreced  de 
tal  suerte  estos  mis  trabajos  (vuestros  ya,  porque 
os  están  dedicados),  que  me  alentéis  para  otros  mu- 
cho mas  extensos  é  importantes,  y  encendáis  cada 
vez  mas  en  la  juventud  aplicada  el  deseo  de  profun- 
dizar el  estudio  de  la  lengua  latina. 

Dios  os  guarde.  Primado  de  la  Iglesia  Mexicana, 
lustre  de  nuestra  Universidad,  y  principal  ornamen- 
to de  la  Nueva  España. 

Francisco  Cervantes  Salazar. 


Introducción  al  Diálogo  Primero. 


I  hemos  de  dar  crédito  al  cronista  Herrera,  la  primera  dis- 
posición para  fundar  Universidad  data  de  1539.  Refiere 
que  en  ese  año,  á  petición  de  Fr.  Bartolomé  de  las  Casas, 
que  andaba  entonces  en  España,  se  ordenó,  entre  otras  cosas,  al  vi- 
rey  D.  Antonio  de  Mendoza,  que  se  fundase  Universidad  en  Mé- 
xico (i).  Paréceme,  sin  embargo,  dudosa,  por  lo  menos,  la  espe- 
cie, porque  no  es  creíble  que  el  mandato  quedara  tanto  tiempo  sin 
cumplir,  y  porque  en  la  cédula  de  fundación  nada  se  habla  de  otra 
disposición  anterior.  Lo  que  de  su  contexto  se  deduce  es  que  el 
caso  pasó  de  la  manera  que  vamos  á  referirle. 

D.  Antonio  de  Mendoza  habia  ya  fundado  ó  favorecido  diver- 
sos establecimientos  de  enseñanza,  como  el  colegio  de  Tlaltelolco 
para  los  indios,  y  los  de  S.  Juan  de  Letran  y  la  Concepción  para 
los  mestizos  de  uno  y  otro  sexo;  mas  no  contento  con  eso,  á  ins- 
tancias de  la  ciudad,  que  pedia  se  fundase  en  ella  «  una  Universidad 
«de  todas  ciencias,  donde  los  naturales  y  los  hijos  de  los  españo- 
(des  fuesen  industriados  en  las  cosas  de  nuestra  santa  fe  católica  y 
«en  las  demás  facultades,))  señaló  desde  luego  maestros  que  diesen 
lecciones  de  las  ciencias  más  estimadas  entonces,  animándolos  con 
la  esperanza  de  que  se  habia  de  crear  Universidad  con  todas  sus 
cátedras,  y  cediendo,  para  principio  de  la  fundación,  unas  estan- 
cias de  ganado,  que  eran  de  su  propiedad  particular.  Lástima  es 
que  no  tengamos  mayores  noticias  de  esta  primitiva  fundación,  que 
tanto  honra  al  buen  D.  Antonio  de  Mendoza,  pues  no  hallo  men- 


Déc.  VI,  libro  7,  cap.  6. 


8  INTRODUCCIÓN 

cion  de  los  nombres  de  los  profesores,  ni  de  las  materias  que  en- 
señaban, ni  del  lugar  y  época  en  que  comenzaron  las  lecciones. 

Considerando  el  virey  que  aquel  principio  no  podia  llegar  á  per- 
feccionarse sin  la  autorización  y  auxilio  del  soberano,  acudió  á  él 
en  unión  de  la  ciudad,  prelados  y  religiosos,  pidiendo  la  creación 
formal  de  la  Universidad,  con  la  dotación  correspondiente.  Ha- 
lló buena  acogida  la  petición,  como  sucedía  siempre  con  todas  las 
que  tenían  por  objeto  el  bien  y  engrandecimiento  de  las  provin- 
cias conquistadas;  y  aunque  el  favorable  despacho  no  se  verificó 
sino  después  que  D.  Antonio  de  Mendoza  habia  dejado  en  1550 
el  gobierno  de  la  Nueva  España  para  ir  á  tomar  el  del  Perú,  á  él 
corresponde  la  gloria  del  principio  de  la  ejecución:  honra  que  le 
defraudan  comunmente  con  su  silencio  los  que  refieren  la  funda- 
ción de  la  Universidad. 

A  su  sucesor  D.  Luis  de  Velasco,  de  memoria  no  menos  grata, 
cupo  la  satisfacción  de  dar  cima  al  feliz  pensamiento.  En  efecto, 
el  Emperador  Carlos  V,  por  cédulas  despachadas  en  Toro  á  21  de 
Setiembre  de  i  5  5 1 ,  y  firmadas  por  el  príncipe  que  después  fué  Fe- 
lipe II  (i),  ordenó  la  fundación  de  la  Universidad  de  México, 
dotándola  con  mil  pesos  de  oro  de  minas  en  cada  año  (2),  ademas 
de  lo  que  producían  las  estancias  donadas  por  D.  Antonio  de  Men- 
doza (que  no  sabemos  cuánto  era),  y  concediéndole  los  privilegios 
y  franquicias  que  gozaba  la  de  Salamanca,  con  algunas  limitaciones, 
que  después  levantó  el  mismo  Felipe  II,  ya  rey,  por  cédula  dada 
en  Madrid  á  17  de  Octubre  de  1562.  La  Silla  Apostólica,  á  pe- 
tición del  rey,  confirmó  en  1555  la  fundación  y  privilegios,  dis- 
poniendo que  se  rigiese  por  los  estatutos  de  la  de  Salamanca,  y 
disfrutase  las  mismas  gracias.  Concedió  el  patronato  á  los  reyes 
de  España,  como  fundadores,  y  más  adelante  le  dio  el  título  de 
Pontificia.  Tal  fué  el  origen  de  la  Universidad  de  México,  fun- 
dada casi  al  mismo  tiempo  que  la  de  San  Marcos  de  Lima,  por 
aquellos  monarcas  que,  según  quieren  decir  algunos,  solo  pensaban 
en  mantener  á  sus  subditos  de  América  en  el  mayor  embruteci- 
miento, y  en  sacar  de  ellos  la  mayor  suma  posible  de  dineros. 

Hallándose,  pues,  el  virey  D.  Luis  de  Velasco  con  comisión  tan 
de  su  gusto,  trató  desde  luego  de  preparar  un  lugar  á  propósito  para 
los  estudios,  y  al  efecto  eligió  las  casas  que  eran  de  D?-  Catalina 
de  Montejo  (3),  aunque  un  autor  respetable  duda  si  eran  de  Juan 

1  PUGA,  Cedulario,  fol.  137,  138. 

2  Barcia  hizo  decir  á  Herrera  ( Déc,  VIII,  lib.  7,  cap.  13 )  que  la  do- 
tación fué  de  cien  mi¿ pesos,  cantidad  exorbitante  é  increíble;  pero  la  pri- 
mera edición  de  Herrera  (1615)  no  dice  sino  7nil pesos,  como  consta  tam- 
bién de  las  cédulas. 

3  Grijalva,  Crónica,  Edad  II,  cap.  13.  —  El  Sr.  Alamán  {Diserta- 
ciones, tom.  II,  pág.  253)  escribió  por  error  Doña  Catalina  Montaña. 


AL    DIALOGO    PRIMERO.  9 

Martinez  Guerrero  (i).  Fuera  el  dueño  quien  fuese,  consta  que 
estaban  situadas  en  la  esquina  de  las  calles  del  Arzobispado  y  Se- 
minario: los  Diálogos  de  nuestro  Cervantes  no  dejan  duda  de  ello. 
Dispuesto  el  local,  se  procedió  á  la  fundación  el  dia  de  la  Conver- 
sión de  San  Pablo,  25  de  Enero  de  1553,  reuniéndose  al  efecto  el 
virey,  audiencia,  tribunales,  y  religiones  en  el  colegio  de  S.  Pablo 
de  los  religiosos  agustinos.  Así  lo  dicen  dos  padres  de  la  orden, 
que  son  el  Mtro.  Grijalva  en  su  Crónicay  y  el  Dr.  Solís  y  Haro 
en  el  Prólogo  de  los  Estatutos  de  la  Universidad,  y  así  lo  han  re- 
petido otros  después,  sin  mas  examen;  pero  no  puede  ser  cierto, 
porque  el  referido  colegio  no  se  fundó  sino  veintidós  años  después, 
como  consta  por  testimonio  del  mismo  P.  Grijalva  (2).  Notó  ya 
D.  Carlos  de  Sigüenza  el  anacronismo  (3),  y  aun  dudó  si  existia 
entonces  la  iglesia  como  curato  secular,  pues  en  una  memoria  que 
poseía,  escrita  en  mexicano  por  Pedro  Juárez,  indio  sacristán  de 
la  iglesia,  se  apuntaba  el  principio  de  la  fábrica  á  8  de  Mayo  de 
I  563.  En  opinión  de  Sigüenza,  la  procesión  salió  de  la  iglesia  del 
hospital  de  Jesús  Nazareno  (4);  pero  Cabrera  (5)  sostiene  que  de 
la  antigua  iglesia  de  S.  Pablo,  fundada  por  los  religiosos  francisca- 
nos, inmediatamente  después  de  la  conquista  (6).  Observa,  ade- 
mas, que  la  noticia  del  sacristán  de  Sigüenza  no  se  refiere  á  la  fá- 
brica primitiva,  sino  á  una  reedificación.   Pudo  ser  que  la  comitiva 


1  Sigüenza  y  GóngorA,  Piedad  Heroica  de  D.  Fernando  Cortés,  cap. 
10.  — El  motivo  de  la  duda  de  Sigüenza  es  que  en  la  carta  de  donación 
que  hizo  el  Sr.  Zumárraga  de  las  casas  en  que  vivia  (el  palacio  arzobis- 
pal) al  hospital  del  Amor  de  Dios,  donación  que  después  anuló  el  Em- 
perador, se  dice  que  las  casas  donadas  lindaban  con  las  de  Juan  Martinez 
Guerrero.  Pero  allí  consta  también  que  lindaban  por  el  otro  lado  con  las 
de  Juan  de  Cueva,  y  como  no  se  expresa  á  qué  lado  quedaba  cada  uno  de 
estos  colindantes,  la  designación  no  es  del  lodo  clara.  Robustece  la  opi- 
nión de  Sigüenza  la  circunstancia  de  que  en  su  tiempo  poseía  las  casas  de 
la  esquina,  en  vinculo  de  mayorazgo,  D.  Gabriel  Guerrero. 

2  Edad  III,  cap.  32. 

3  Triunfo  Farténico,  fol.  89. 

4  Dícelo  así  dos  veces  Carrillo  y  Pérez  en  su  Aíéxico  Católico,  MS. 
(lib.  II,  cap.  9,  §  3;  líb.  VII,  cap.  i,  ^  i);  pero  sin  citar  la  obra  de  Si- 
güenza en  que  consta. 

5  Escudo  de  Armas,  lib.  III,  cap.  7,  n?  514. 

6  Betancurt  ( Teatro,  Pte.  IV,  trat.  2,  cap.  3,  n?  63)  dice  que  la  igle- 
sia de  S.  Pablo  fué  fundada  por  Fr.  Pedro  de  Gante,  y  luego  la  dio  la  re- 
ligión á  un  clérigo  que  puso  el  Sr.  Arzobispo  Montúfar.  Pero  quien  por- 
menoriza mas  la  fundación  es  Carrillo  y  Pérez,  quien  dice  así :  «  En  los 
«años  inmediatos  á  la  conquista  y  debelación  de  esta  ciudad,  fabricó  á  su 
«costa  la  primera  iglesia  en  este  barrio  un  señor  pariente  muy  inmediato 
«del  emperador  Moctezuma,  á  quien  el  Emperador  Carlos  V  concedió  un 
«  privilegio  de  armas,  y  el  Papa  Clemente  VII  hizo  caballero  de  la  espuela 
«de  S.  Pedro.  Fué  el  primer  gobernador  de  la  parcialidad  de  S.  Juan.» 


lO  INTRODUCCIÓN 

saliese  en  efecto  de  la  iglesia  de  S.  Pablo,  antes  que  aquello  fuera 
colegio  de  los  agustinos,  y  que  por  serlo  ya  cuando  escribieron  los 
padres  Grijalva  y  Solís,  usaran  de  ese  nombre.  No  pudiendo  acla- 
rar satisfactoriamente  este  punto,  proseguiré  mi  narración  diciendo, 
que  desde  luego  se  hicieron  los  nombramientos  de  rector  y  maes- 
trescuelas en  los  oidores  D.  Antonio  Rodríguez  de  Quesada  y  D. 
Gómez  de  Santillana,  y  que  los  primeros  catedráticos  fueron  los 
siguientes:  de  Prima  de  Teología,  el  P.  Fr.  Pedro  de  la  Peña,  do- 
minico (i)  ;  de  Sagrada  Escritura,  Fr/ Alonso  de  la  Veracruz,  agus- 
tino ;  de  Prima  de  Cánones,  con  título  de  cátedra  de  Decretales, 
el  Dr.  Pedro  Morones,  fiscal  de  la  Audiencia;  de  Decreto,  el 
Dr.  Bartolomé  Melgarejo  (2);  de  Instituta,  con  título  de  Cátedra 
de  Leyes  é  Instituta,  el  Lie.  Bartolomé  de  Frias ;  de  Artes,  el  pres- 
bítero Juan  García,  canónigo  de  la  Metropolitana;  de  Retórica, 
nuestro  Cervantes,  y  de  Gramática  el  Br.  Blas  de  Bustamante.  Di- 
cha una  misa  solemne,  se  ordenó  una  lucida  procesión  con  asistencia 
de  todas  las  personas  de  letras  que  habia  en  la  ciudad,  y  de  los  ve- 
cinos de  los  pueblos  comarcanos,  convocados  al  efecto,  dirigién- 
dose todos  á  las  casas  dispuestas  para  asiento  de  la  Universidad,  con 
lo  cual  concluyó  la  ceremonia.   El  3  de  Junio  se  abrieron  los  es- 


1  De  los  catedráticos  que  menciona  Cervantes  daré  en  sus  respectivos 
lugares  las  noticias  que  he  podido  hallar;  mas  como  no  habla  del  P.  Pe- 
ña, diré  aquí  que  fué  natural  de  Covarrúbias,  en  el  obispado  de  Burgos. 
En  esta  ciudad  tomó  el  hábito,  y  profesó  á  3  de  Marzo  de  1540.  Fué  cole- 
gial de  S.  Gregorio  de  Valladolid,  y  discípulo  del  gran  teólogo  español 
Fr,  Domingo  de  Soto.  Pasó  en  1550  á  la  Nueva  España:  en  1553  era 
prior  del  convento  grande,  y  en  1559  provincial.  El  rey  le  presentó  para 
el  obispado  de  la  Verapaz,  y  luego  fué  promovido  al  de  Quito,  en  28  de 
Febrero  de  1563  :  fundó  allí  el  convento  de  la  Concepción.  Murió  en  Li- 
ma á  7  de  Marzo  de  1583,  asistiendo  al  concilio  que  celebró  Santo  Tori- 
bio  de  Mogrovejo.  (  Dávila  Padilla,  Suma  de  los  Capítulos,  al  fin  de 
su  Historia.  —  Gil  González  Dávila,  Teatro  Ecles.  de  Indias,  tom.  I, 
pág.  172;  tom.  II,  fol.  45  vto.  —  Beristain,  tom.  II,  pág.  465.)  Parece 
que  el  lUmo.  Peña  desempeñó  muy  poco  tiempo  la  cátedra  de  la  Univer- 
sidad, ó  acaso  no  llegó  á  servirla,  porque  en  21  de  Julio  del  mismo  año 
se  dio  al  P,  Veracruz,  juntamente  con  la  de  Escritura  que  ya  tenia.  (Pró- 
logo de  los  Estatutos.) 

2  Tampoco  el  Dr.  Melgarejo  hubo  de  desempeñar  mucho  tiempo  la 
cátedra  de  Decreto,  porque  cuando  Cervantes  escribía,  ya  estaba  en  ella 
el  Dr.  Arévalo  Sedeño.  El  Dr.  Melgarejo  era  natural  de  Toledo,  como 
nuestro  autor,  y  doctor  por  Alcalá.  Pasó  á  la  Nueva  España  poco  antes 
de  la  fundación  de  la  Universidad;  y  si  no  es  distinto  del  que  con  igual 
nombre  y  apellido  menciona  D.  Nicolás  Antonio,  tradujo  y  adornó  con 
escolios  las  Sátiras  de  Persio  (  NiC.  Ant.  Bibl.  Hisp.  Nova,  tom.  I,  pág. 
199.  —  Beristain,  tom.  II,  pág.  283).  Fué  oidor,  según  González  Dávi- 
la ( Teat.  Ecles.  de  Indias,  tom.  I,  pág.  32) ;  mas  desconfío  de  la  exactitud 
de  esta  noticia. 


AL   DIÁLOCO    PlíUJERO.  II 

tudios,  inaugurándolos  con  una  oración  latina  nuestro  Cervantes, 
según  dijimos  en  su  Vida.  El  dia  5  comenzó  la  primera  cátedra,  y 
en  los  siguientes  las  otras,  hasta  el  24,  no  habiéndose  abierto  to- 
das á  un  mismo  tiempo,  sino  sucesivamente,  porque  el  virey  y  au- 
diencia quisieron  asistir  á  la  primera  lección  de  cada  una.  Los  pri- 
meros que  se  matricularon,  en  29  de  Agosto,  fueron  diez  religiosos 
agustinos,  entre  ellos  el  lUmo.  D.  Fr.  Pedro  de  Agurto,  mexicano, 
entonces  simple  religioso  sacerdote,  y  después  obispo  de  Zebúen 
Filipinas  (i). 

El  primer  claustro  pleno  de  que  hay  noticia,  es  uno  de  21  de 
Julio  de  1553,  en  que  incorporaron  en  Teología  al  P.  Fr.  Alonso 
de  la  Veracruz,  dándole  la  cátedra  de  Prima  de  esta  facultad,  con 
la  de  Escritura  que  ya  tenia.  Se  incorporó  asimismo  de  maestro 
en  Artes,  D.  Juan  Negrete,  arcediano  de  la  Metropolitana,  y  le 
dieron  el  grado  de  Doctor  en  Teología,  así  como  al  P.  Peña  los 
tres  grados  en  Artes  y  en  Teología,  y  al  presbítero  Juan  García, 
catedrático  de  Artes,  el  de  Maestro  en  dicha  facultad.  Al  dia  si- 
guiente se  verificó,  ya  en  las  casas  de  la  Universidad,  la  primera 
elección  de  rector,  que  recayó  en  el  Dr.  D.  Juan  Negrete;  y  en- 
tre los  consiliarios  que  el  mismo  dia  se  nombraron,  tué  uno  nues- 
tro Cervantes. 

Con  esto  quedó  establecida  definitivamente  la  Universidad.  No 
es  mi  ánimo  referir  por  menor  su  historia.  El  carácter  de  esta  in- 
troducción no  permite  hacer  entrar  en  ella  lo  que  pide  libro  sepa- 
rado, ni  cuento  con  los  elementos  necesarios  para  el  desempeño  de 
tal  trabajo.  Es  de  sentirse  el  descuido  con  que  se  ha  visto  lo  que 
tanto  podia  contribuir  á  enaltecer  las  glorias  patrias.  Entre  los  in- 
numerables é  ilustres  hijos  de  la  Universidad,  no  sé  que  haya  ha- 
bido uno  que  escriba  de  propósito  su  historia.   El  secretario  Cris- 


I  Fr.  Pedro  de  Agurto  era  natural  de  México,  é  hijo  del  escribano  San- 
cho López  de  Agurto.  Aunque  Beristain  dice  que  profesó  en  1560,  vemos 
que  cuando  se  matriculó  en  1553  ya  era  religioso.  Desempeñó  los  princi- 
pales cargos  de  su  orden :  fué  prior  del  convento  de  México,  y  primer  rec- 
tor del  colegio  de  San  Pablo.  En  1584  le  eligieron  provincial,  y  en  15S5 
asistió  al  tercer  concilio  mexicano,  como  teólogo  consultor.  Sirvió  tara- 
bien  la  cátedra  de  Prima  de  Teología,  por  ausencia  del  P.  Fr.  Alonso  de 
la  Veracruz.  En  1595  le  presentó  el  rey  por  primer  obispo  de  Zebú  en  las 
islas  Filipinas,  donde  murió  con  fama  de  santidad  el  14  de  Octubre  de 
1608.  Supo  las  lenguas  mexicana  y  tarasca,  y  era  gran  partidario  de  que 
se  administrase  el  sacramento  de  la  Eucaristía  á  los  indios,  con  cuyo  mo- 
tivo escribió  un  Tratado  de  que  se  deben  admmistrar  los  Sacraineiitos  de  la 
Santa  Eucaristía  y  Extreiuauncion  á  los  indios  de  N'ueva  España,  impreso 
en  México  por  Antonio  de  Espinosa,  1573,  en  8?,  Ict.  got.,  y  reimpreso  en 
Manila,  1606,  en  4?  {  Grijalva,  O'ónica,  Edad  III,  cap.  32;  Edad  IV, 
caps.  II,  27,  28.  —  Beristain,  tom.  I,  pág.  32.  —  Martínez,  Hist.  de  Fi- 
lipinas, cap.  12). 


12  INTRODUCCIÓN 

tóbal  Plaza  formó  una  crónica  que  comprendía  desde  la  fundación 
hasta  1689;  pero  la  obra  quedó  manuscrita,  y  aunque  todavía  la 
disfrutó  Beristain,  hoy  no  se  halla  (i). 

Hay  indicios  vagos  de  que  la  Universidad  ocupaba  en  i  561  una 
casa  perteneciente  al  hospital  de  Jesús.  Si  fué  porque  el  hospital 
habia  adquirido  para  entonces  la  casa  en  que  se  hizo  la  fundación,  ó 
porque  la  Universidad  se  habia  pasado  á  otra  parte,  no  es  posible 
averiguarlo.  Creo  que  ni  uno  ni  otro  es  cierto,  y  á  lo  menos  no  hay 
constancia  de  tal  traslación.  En  i9  de  Junio  de  1574  hizo  el  rey 
merced  á  la  Universidad  del  solar  de  las  casas  de  Alonso  de  Ávi- 
la, confiscadas  y  mandadas  derribar  á  consecuencia  de  la  parte  que 
su  dueño  tomó  en  la  conjuración  del  Marqués  del  Valle  (2);  mas 
no  llegó  á  ocuparlas  la  Universidad  por  no  tener  la  extensión  su- 
ficiente. Los  claustros  plenos  se  celebraron  primero  en  el  palacio 
real,  después  en  la  sala  capitular  de  la  iglesia  catedral,  y  más  ade- 
lante en  las  casas  de  Cabildo,  hasta  tanto  que  la  Universidad  se  es- 
tableció definitivamente  en  el  lugar  en  que  la  conocimos. 

A  24  de  Mayo  de  1584  se  presentó  el  rector  de  la  Universidad 
á  la  Audiencia  pidiendo  se  le  concedieran,  por  su  justo  precio,  los 
cuatro  solares  que  el  Marques  del  Valle  estaba  autorizado  para  ven- 
der, de  los  que  tenia  en  la  plazuela  del  Volador.  No  obstante  la 
oposición  del  apoderado  del  Marques,  la  Audiencia  accedió  á  la  pe- 
tición del  rector,  y  los  solares  fueron  apreciados  á  quinientos  pesos 
cada  uno.  Siguió  el  pleito;  pero  no  impidió  que  con  gran  solem- 
nidad se  pusiese  la  primera  piedra  el  29  de  Junio  de  1 854,  quedan- 
do la  obra  á  cargo  del  maestro  Melchor  de  Ávila.  Pero  habiendo 
obtenido  el  Marques,  en  el  año  siguiente  de  1585, una  cédula  que 
mandaba  llevar  los  autos  al  Consejo  de  Indias,  y  que  las  cosas  que- 
dasen en  el  estado  en  que  se  hallaban,  hubo  de  suspenderse  la  obra. 

Así  permaneció,  hasta  que  habiéndose  caido  en  9  de  Julio  de 
1589  parte  del  edificio  en  que  estaban  las  escuelas,  ocurrió  el  rec- 
tor pidiendo  que  se  providenciase  lo  conveniente,  á  fin  de  que  no 
cesasen  los  estudios.  Por  de  pronto  se  establecieron  en  las  casas  del 
Marques  del  Valle,  en  el  Empedradillo ;  y  á  pesar  de  estara  un  pen- 
diente el  pleito  en  el  Consejo  de  Indias,  mandó  el  virey  Marques  de 
Villamanrique  que  se  prosiguiese  la  obra  comenzada  en  la  plazuela 


1  El  Illmo.  Adame  y  Arriaga,  que  con  el  título  de  Imperialis  Mexi- 
cana Universitas  ilhtstj'ata  imprimió  en  1698  un  difuso  comentario  latino 
á  las  Constitucioites  de  la  Universidad,  habría  empleado  mejor  su  tiempo 
en  escribir  una  historia  de  ella. 

2  Sobre  la  situación  de  estas  casas,  véase  la  nota  51  del  Diálogo  Se- 
gundo. Dio  el  solar  á  censo  la  Universidad,  y  en  1645  le  tenían  los  he- 
rederos de  D)  Ana  Carrillo,  por  172  pesos  que  pagaban  cada  año.  (  Esta- 
hitos,  tít.  32.) 


AL   DIALOGO   PRIMERO. 


del  Volador,  quedando  á  salvo  el  derecho  del  Marques  del  Valle, 
en  cuanto  al  valor  de  los  solares,  que  al  fin  se  fijó  en  ocho  mil  pe- 

Para  la  compra  primitiva  del  terreno  y  principio  de  la  obra,  ha- 
bla prestado  el  Ayuntamiento  una  cantidad  de  doce  mil  pesos:  des- 
pués hizo  otros  dos  préstamos  de  á  cuatro  mil,  uno  de  tres  mil,  y 
franqueó  ademas  quinientos  cahíces  de  cal.  En  i  589,  aun  no  con- 
cluido el  edificio,  se  pasó  á  él  la  Universidad,  y  se  abrieron  las 
cátedras.  Continuó  la  obra,  y  no  vino  á  perfección  sino  hasta  el 
reinado  de  Carlos  III.  Llamaba  principalmente  la  atención  una 
vistosa  portada  de  tres  cuerpos,  con  prolijos  follajes  al  estilo  chur- 
rigueresco, y  adornada  con  las  estatuas  del  Derecho  Civil,  Medi- 
cina, Filosüíla,  Teología  y  Derecho  Canónico,  con  los  bustos  de 
los  tres  Carlos,  y  con  el  escudo  de  las  armas  reales;  pero  «toda 
«  esta  bellísima,  delicada,  vistosa  y  costosa  portada,  se  demolió,  alla- 
«nándose  para  el  adorno  en  la  jura  del  Sr.  D.  Carlos  IV,  quedando 
«solo  uniformemente  de  perspectiva  toda  la  fachada,  pintada  con 
«adornos  del  orden  toscano.  »  (2) 

Las  cátedras  se  fueron  aumentando  sucesivamente,  y  al  comenzar 
el  siglo  actual  había  veinticuatro,  entre  ellas  las  de  idiomas  mexica- 
no y  otomí,  fundadas  en  1 640.  Al  principio  se  rigió  la  Universidad 
por  los  estatutos  provisionales  que  le  dieron  el  virey  y  audiencia, 
modificando  los  de  Salamanca  donde  lo  pedían  las  circunstancias 
particulares  del  país.  Corrigiólos  el  oidor  Farfan  en  1580,  y  en 
1583  hizo  nueva  corrección  el  Sr.  Arzobispo  Moya  de  Contre- 
ras.  Por  último,  habiendo  sido  nombrado  visitador  de  la  Univer- 
sidad el  Illmo.  Sr.  Palafox,  formó  en  1645  nuevos  estatutos,  que 
confirmados  por  el  rey,  quedaron  rigiendo  exclusivamente.  Im- 
primiéronse en  1668,  y  por  segunda  vez  en  1775.  A  esta  fecha 
se  habían  ya  graduado  mil  ciento  sesenta  y  dos  doctores,  y  vein- 
tinueve mil  ochocientos  ochenta  y  dos  bachilleres:  no  hallo  men- 
ción del  número  de  licenciados,  y  eso  que  entre  ellos  hubo  uno 
que  vale  por  muchos:  nuestro  insigne  poeta  dramático  D.  Juan 
Ruiz  de  Alarcon  (3).  Rico  catálogo  pudiera  hacerse  de  los  hijos 
de  esta  escuela  que  subieron  á  las  mas  altas  dignidades  en  el  orden 
civil  y  en  el  eclesiástico,  tanto  en  su  propio  país  como  en  España, 
pues  solamente  los  arzobispos  y  obispos  pasaron  de  ochenta.    No 


1  Alaman,  Disertaciones,  tom.  II,  págs.  216-218. 

2  Carrillo  y  Pérez,  México  Católico,  MS.  lib.  7,  cap.  i,  g  8. 

3  El  expediente  formado  para  conferir  á  Alarcon  el  grado  de  licen- 
ciado en  leyes  se  publicó  por  primera  vez  en  el  tomo  IX  del  Boletin  de 
la  Sociedad  Mexicana  de  Geografía  y  Estadística,  y  luego  le  reimprimió 
el  Sr.  D.  Luis  Fernandez-Guerra  en  los  Apéndices  de  su  extensa  Vida  de 
Alarcon,  que  mas  que  una  biografía  es  el  cuadro  literario  de  la  época. 


14  INTRODUCCIÓN 

siendo  posible  nombrarlos  todos,  no  agraviaré  á  los  demás  men- 
cionando unos  pocos,  y  prefiero  renovar  la  memoria  de  algunos  fe- 
nómenos de  erudición  que  van  cayendo  en  el  olvido. 

El  P.  Dr.  y  Mtro.  Fr.  Marcelino  Solís  y  Haro,  de  la  orden  de 
S.  Agustín,  natural  de  México,  y  autor  de  la  Dedicatoria  á  la  Uni- 
versidad que  precede  á  la  primera  impresión  de  los  Estatutos,  asien- 
ta que  entre  los  bachilleres  graduados  hasta  entonces,  habia  muchos 
(cde  edad  de  doce  á  catorce  años,  y  algunos  en  facultades  mayores, 
«de  la  misma  edad,  con  lecciones  de  veinticuatro  horas,  del  texto 
«  que  se  les  ha  señalado.  Y  asimismo  han  hecho  oposición  muchos, 
«con  admiración,  á  cátedras,  de  quince  y  menos  años  de  edad,  le- 
«yendo  magistralmente.  )>  Pero  ningún  ejemplo  mas  notable  de  la 
proverbial  precocidad  de  los  ingenios  americanos,  que  el  mismo 
P.  Solís  y  Haro.  Oigamos  sus  propias  palabras.  Viene  hablando 
de  los  favores  que  su  familia  debia  á  la  Universidad,  y  luego  pro- 
sigue así:  «Y  confiéselo  á  voces  mi  atención,  pues  de  trece  años 
«de  edad,  pocos  mas  días,  merecí  que  V?-  Señoría  (la  Universi- 
«  dad  )  me  honrase  con  los  grados  de  bachiller  en  cánones  y  leyes; 
«  premio  que  me  dio  el  paso  á  que  de  catorce  me  recibiese  el  Real 
«Acuerdo  por  su  abogado  de  su  Real  Audiencia,  y  luego  me  ocu- 
«  pase  en  el  ejercicio  de  una  vacante  de  relator  en  ella,  y  me  ascen- 
«dió,  de  edad  de  diez  y  seis  y  medio  al  grado  de  licenciado  y  doctor 
«en  la  facultad  de  cánones,  ocupándome  en  muchas  y  diversas  sus- 
«tituciones  de  cátedras,  hasta  subirme  al  último  perfectivo  de  sus 
«honras,  con  elegirme  por  su  rector  en  el  presente  año,  con  el 
«aplauso  que  se  ha  experimentado.))  Este  prodigio  de  precocidad 
es  apenas  conocido  entre  nosotros,  y  completamente  ignorado  de 
los  extraños.  Y  no  hay  fundamento  para  ponerle  en  duda,  porque 
el  P.  Solís  no  habia  de  asentar  una  falsedad  en  documento  tan  se- 
rio y  á  la  faz  de  tantos  testigos  que  podian  desmentirle. 

Aun  mas  asombroso,  si  cabe,  es  el  caso  de  D.  Pedro  de  Paz 
Vasconcelos,  natural  también  de  México,  y  ciego  de  nacimiento, 
que  con  solo  la  asistencia  á  las  cátedras,  y  «costándole  sumo  cau- 
«dal  el  tener  personas  de  letras  que  le  leyesen,  y  otras  que  para 
«la  comprensión  de  lo  leido  le  asistiesen  á  recordarle  noticias,» 
aprendió  perfectamente  gramática,  retórica,  filosofía  y  teología,  cu- 
yos grados  recibió  en  la  Universidad.  No  contento  con  eso,  se  de- 
dicó, en  el  estadio  particular  de  un  abogado,  á  la  jurisprudencia 
teórica  y  práctica,  en  que  hizo  tales  progresos,  «que  no  solo  com- 
«  prendía  prontamente  las  especies,  sino  que  las  vertía  cuando  se 
«ofrecía,  citando  fielmente  los  autores,  lugares  y  páginas  que  le  ha- 
«bian  dictado.  »  Mucho  era  esto,  pero  no  fué  todo.  En  1622,  te- 
niendo diez  y  nueve  años  de  edad,  se  opuso  á  la  cátedra  de  Vísperas 
de  Filosofía,  y  mostró  tal  aptitud,  que  obtuvo  gran  número  de  vo- 
tos, de  manera,  que  si  no  ganó  la  cátedra,  hubo  á  lo  menos  mu- 


AL    DIALOGO    PRIMERO.  I  5 

clios  que  le  juzgaron  digno  de  ella  (i).  La  extraordinaria  memoria 
de  Vasconcelos  no  se  hará  increíble  sabiendo  que  D.  Antonio  Cal- 
derón, alumno  también  de  la  Universidad,  luego  que  leia  un  libro 
le  vendia,  pues  no  volvía  á  necesitar  de  él,  «por  quedarle  tan  fir- 
«mes  las  materias  que  trataba,  que  cuando  se  le  ofrecía,  no  solo 
«tenia  presentes  los  puntos,  sino  que  cit^aba  fielmente  los  lugares, 
«hasta  las  páginas,  de  cuyos  hechos  (añade  el  cronista)  viven  aún 
«(1775)  muchos  testigos.»  (2) 

Acostumbrada  estaba  la  Universidad  de  México  á  presenciar  ha- 
zañas literarias;  pero  algunas  eran  tales,  que  dejaban  especial  me- 
moria. Fueron  de  ellas  las  que  al  principiar  el  segundo  tercio  del 
siglo  XVII  ejecutó  el  dominicano  Fr.  Francisco  Naranjo,  natural 
de  México.  Por  orden  de  su  prelado  se  opuso  en  1635  á  la  cáte- 
dra de  Prima  de  Teología,  y  después  á  la  de  Vísperas  de  la  mis- 
ma facultad,  no  para  ganarlas,  sino  para  manifestar  en  público  la 
gran  sabiduría  de  que  Dios  le  había  dotado.  Después  de  haber  ha- 
blado con  maravillosa  maestría  en  ambas  ocasiones,  preguntó  en  la 
segunda  á  sus  superiores,  qué  demostración  haría  que  pareciese 
grande.  Mandáronle  que  repitiese  en  la  Universidad  lo  que  mu- 
chas veces  ejecutaba  en  su  celda,  esto  es,  dictar  á  un  tiempo  á  tres 
ó  cuatro  escribientes.  Así  lo  verificó  ante  el  numeroso  concurso 
que  acudió  á  presenciar  la  prueba.  Leído  después  lo  que  durante 
una  hora  habia  ido  dictando  alternativamente  á  los  cuatro  escri- 
bientes, sin  detenerse  ni  preguntar  nada,  resultaron  cuatro  diserta- 
ciones perfectas,  cada  una  de  diversa  materia.  La  admiración  del 
concurso  fué  tal,  que  no  faltó  quien  calificase  de  milagroso  el  he- 
cho. El  P.  Naranjo,  que  en  su  juventud  habia  servido  en  la  mi- 
licia, era  un  religioso  humilde  y  recogido,  á  quien  no  desvanecían 
los  aplausos.  Informado  el  rey  de  su  mérito,  le  premió  con  la  mi- 
tra de  Puertoríco;  pero  murió  antes  de  ser  consagrado.  (3) 

Más  conocidos  que  los  del  P.  Naranjo  son  los  actos  literarios 
que  en  los  días  28  de  Mayo,  6  y  1 1  de  Junio  de  1754,  sustentó 
por  mañana  y  tarde  el  Dr.  D.  Antonio  Lorenzo  López  Portillo  y 
Galíndo,  nacido  en  Guadalajara  el  año  de  1730.    Prolijo  sería  re- 


1  Falleció  este  insigne  ciego  á,  i?  de  Noviembre  de  1678.  Debia  con- 
tar setenta  y  cinco  años  de  edad,  si  cuando  se  opuso  en  1622  á  la  cátedra 
tenia  diez  y  nueve.  (  Medina,  Crónica  de  S.  Diego,  fol.  237.) 

2  Constituciones  de  la  Universidad,  prólogo. 

3  Ni  Diez  de  la  Calle  {Memorial,  fol.  18  vto.),  ni  Alcedo  {Dicciona- 
rio, tom.  IV,  pág.  310)  nombran  á  nuestro  Naranjo  entre  los  obispos  de 
Puertoríco,  siendo  así  que  ponen  los  nombres  de  otros  electos  y  no  con- 
sagrados. La  relación  por  menor  de  sus  famosos  actos  literarios,  puede 
verse  en  el  artículo  respectivo  de  la  Biblioteca  de  Beristain,  y  en  el  Pró- 
logo de  las  Constituciones  de  la  Universidad,  donde  se  refieren  también 
los  de  otras  personas. 


l6  INTRODUCCIÓN 

ferir  todo  lo  que  hizo  en  aquellos  seis  actos:  baste  decir  que  los 
desempeñó  con  t*l  lucimiento,  que  la  Universidad  le  concedió  in- 
mediatamente las  cuatro  borlas  de  Maestro  en  Artes  y  de  Doctor 
en  Teología,  Cánones  y  Leyes,  mandando  colocar  su  retrato  en  el 
general  para  estímulo  de  la  juventud  estudiosa.  El  rey  le  nombró  ca- 
nónigo de  México,  y  luego  de  Valencia,  donde  murió  en  1780.  (i) 

Pronosticaba  Cervantes  que  la  Universidad  tendría  biblioteca, 
y  grande:  dos  siglos  fueron  necesarios  para  que  se  cumpliera  su 
pronóstico,  y  no  por  completo.  El  Dr.  D.  Manuel  Ignacio  Beye 
de  Cisneros,  que  era  rector  en  1760,  erigió  la  biblioteca  y  formó 
sus  estatutos,  confirmados  por  el  rey  en  1761.  Llegó  á  tener  mas 
de  diez  mil  volúmenes,  entre  los  cuales  había  bastantes  relativos  á 
nuestra  historia,  muchos  de  ellos  raros  y  preciosos.  Estaba  abierta 
al  público  por  mañana  y  tarde,  á  cuyo  fin  había  dos  bibliotecarios 
doctores. 

Antes  de  desaparecer  definitivamente,  pasó  la  Universidad  por 
muchas  vicísitudes'en  los  tiemposmodernos.  Su  primera  extinción 
fué  obra  del  presidente  Farías  en  1833.  Santa-Anna  derribó  esa 
administración  y  reinstaló  la  Universidad  en  1834,  con  variacio- 
nes en  sus  estatutos.  El  plan  de  estudios  de  18  de  Agosto  de  1843 
hizo  una  muy  notable,  cual  fué  quitar  á  los  estudiantes  de  los  co- 
legios la  obligación  de  asistir  á  las  cátedras  de  la  Universidad.  En 
31  de  Julio  de  1854  el  mismo  Santa-Anna  la  organizó  de  nuevo, 
variando  las  cátedras,  las  cuales  quedaron  únicamente  para  los />tf- 
santes  de  las  diversas  facultades,  confiriendo  el  grado  de  doctor  á 
muchas  personas,  sin  preceder  los  ejercicios  requeridos,  é  intro- 
duciendo multitud  de  reformas  que  no  llegaron  á  establecerse  por 
completo  (2).  El  descrédito  en  que  había  caído  la  Universidad, 
ya  por  la  instabilidad  de  las  leyes  que  la  regían,  ya  por  serle  con- 
traría la  opinión  dominante,  vino  á  ser  causa  de  que  solo  existiese 
de  nombre,  sirviendo  el  edificio  mas  bien  para  elecciones  y  reu- 
niones políticas,  y  aun  para  cuartel,  que  para  la  enseñanza.  El  pre- 
sidente Comonfort  la  extinguió  por  decreto  de  14  de  Septiembre 
de  1857,  el  cual  fué  derogado  por  otro  del  general  Zuloaga,  á  5 
de  Marzo  de  1858.  En  una  orden  de  23  de  Enero  de  1861  dis- 
puso el  presidente  Juárez  que  la  Universidad  volviera  al  estado  en 
que  se  encontraba  antes  del  plan  de  Tacubaya,  esto  es,  que  que- 


1  Escribió  en  latín  su  Vida  el  P.  jesuíta  Maneiro.  El  autor  era  ni- 
ño cuando  Portillo  hizo  su  famoso  alarde  de  erudición,  y  testifica  en  tér- 
minos expresivos  la  fama  que  había  ganado  en  México.  «  Quacicmque 
\f.mgrcderctnr per  vias  urhis  (dice  entre  otras  cosas)  dígito  notabahir,  et 
«hic  Portillus  est,  hic  ille  sapiens,  alter  alteri  repctchant.y\  (  Pág.  14. ) 

2  Diccionario  Universal  de  Historia  y  de  Geografía,  tom.  X, 
690,  691. 


AL  DIALOGO   PRIMERO.  I7 

dará  extinguida,  y  que  el  local,  con  cuanto  le  pertenecía,  fuera  en- 
tregado al  Sr.  D.  José  F.  Ramírez.  Después,  no  sé  si  por  dispo- 
sición especial  de  la  Regencia,  ó  simplemente  por  considerarse  de 
hecho  nula  la  orden  citada,  revivió  la  Universidad  á  mediados  de 
1863,  hasta  que  el  emperador  Maximiliano  la  suprimió  definiti- 
vamente por  su  decreto  de  30  de  Noviembre  de  1 865,  que  declaró 
vigente  el  de  14  de  Setiembre  de  1857  (i).  Con  tal  motivo  fué 
extraída  la  biblioteca  del  lugar  que  ocupaba,  y  quedó  encajonada  : 
hay  quien  diga  haber  desaparecido,  sin  saberse  cómo  (2):  lo  cierto 
es  que  si  aun  existe,  de  nada  sirve  al  público.  En  el  edificio  se  es- 
tableció entonces  el  Ministerio  de  Fomento,  y  hoy  se  halla  con- 
vertido en  Conservatorio  de  Música  y  Declamación. 


1  Diario  del  Imperio,  del  5  de  Diciembre  de  1 865. 

2  Boletin  de  la  Sociedad  Mexicana  de  Geografía  y  Estadística,  2*  épo- 
ca, tom.  I,  pág.  359. 


DIALOGUS  PRIMUS. 
ACADEMIA   MEXICANA. 

Mesa. —  Guterrius. 

■ QPg 

Mesa. 

AUDEo  sane  te  in  hanc  regionem  adventasse, 
quem  accipio  et  in  multis  Hispaniae  gy- 
mnasiis  versatum,  et  quemadmodum  re 
ipsa  manifestas,  novarum  rerum  cupidum, 

ut  cum  te  docuero  quae  non  vidisti,  ediscam  quae 

nosse  voló. 

Guterrius. 

Nihil  homini  tam  naturale,  vel  Aristotele  teste, 
quam  sponte  ferri  et  rapi  in  sapientias  cognitionem, 
quae  cum  multarum  et  maximarum  rerum  notitia 
sit,  varietatedelectat:  quaetiam  gaudet  natura,  quae 
per  momenta  nimium  inter  se  diversa  generat:  gra- 
ta ideo  semper  mortalibus.  Ac,  ut  oculi  diversarum 
rerum  aspectu  detinentur,  ita  semper  animus  in 
nova  et  nunquam  visa  intendit:  ubique  sui  simi- 
lium  taedio  aífectus.  Haec  eo  spectant  omnia,  ut 
scilicet  intelligas,  non  me  quaestus,  quod  plerique 


ctiA  ÍAIA  ctiA  CXyj.  CXU.  eXjJi  CtlA  <t^  ttiX  <ti>.  Ct>>l  Ctl>  ftiA  CtlA  <tlA  CTIA  Ct^J.  <t^  (tjA 


DIÁLOGO  PRIMERO. 

LA  UNIVERSIDAD  DE  MÉXICO. 

Interlocutores.  —  Mesa,  Gutiérrez. 
• ^S 

Mesa. 

LEGRÓME  en  verdad  de  tu  venida  á  esta  tier- 
ra, pues  como  sé  que  conoces  muchos  co- 
legios de  España,  y  según  en  tu  viaje  mis- 
mo lo  manifiestas,  eres  amigo  de  ver  cosas 

nuevas,  al  mostrarte  lo  que  no  has  visto,  aprenderé 

lo  que  deseo  saber. 

Gutiérrez. 

Nada  es  tan  natural  al  hombre,  y  así  lo  dice  Aris- 
tóteles, como  sentir  una  inclinación  innata  é  irresis- 
tible á  adquirir  la  sabiduría,  que  por  abarcar  tantas 
y  tan  elevadas  materias,  nos  encanta  con  su  varie- 
dad. En  esta  se  complace  igualmente  la  naturaleza, 
produciendo  sin  cesar  cosas  tan  diversas,  y  por  lo 
mismo  tan  gratas  á  los  hombres.  Y  como  la  varie- 
dad atrae  y  detiene  la  vista,  así  el  ánimo  se  fija  en 
lo  que  percibe  por  primera  vez,  fastidiándole  infali- 
blemente la  repetición  de  lo  que  ya  conoce.   Dígote 


ZO  DIALOGUS  PRIMUS. 

faciunt,  sed  incomperta  videndigratia,  tam  magnum, 
tanto  cum  periculo  Oceanum  navigasse. 


Mesa. 

Trahit  sua  quemque  voluptas.  Utque  tu  hoc  stu- 
dio,  sic  alii  aliis  ducuntur;  verum  hoc  tuum  magis 
placet. 

GuTERRIUS. 

Sic  SE  res  habet.  Sed  doce  rogo  quod  ex  alio  scire 
nolui:  quae  sit  hsec  domus  quae  altero  membro,  tot 
ac  tantis  supra  subterque  factis  fenestris,  forum,  et 
facle  publicam  viam  respicit,  in  quam  bini  modo, 
modo  terni,  nunc  turmatim,  veluti  magistrum  of- 
ficii  gratia  assectantes,  in  palliis  oblongis  et  quadra- 
tis  piléis,  ad  aures  usque  demissis,  juvenes  ingre- 
diuntur. 


Mesa. 

Academia  est  et  formatorium  adolescentium:  qui 
ingrediuntur  sunt  scholastici,  Minervae  et  Musa- 
rum  amatores. 

GuTERRIUS. 

Locus  est  ullus  sapientias  ubi  imperium  tenet  cu- 
piditas? 

Mesa. 
Vicit  quae  est  potior  et  fortior. 

GuTERRIUS. 

Apud  eos  qui  de  rebus  sic  judicant,  ut  talem 


DIALOGO    PRIMERO.  21 

todo  esto  para  que  entiendas,  que  no  la  codicia,  co- 
mo en  muchos  sucede,  sino  el  deseo  de  ver  cosas 
nuevas,  es  lo  que  me  ha  hecho  atravesar  con  tanto 
nelicrro  el  inmenso  Océano. 


M 


ESA. 


A  cada  uno  arrastra  su  inclinación  (i).  Y  como 
tú  te  dejas  llevar  de  esa,  así  otros  ceden  á  otras;  pero 
en  verdad  que  prefiero  la  tuya. 

Gutiérrez. 

Así  sucede.  Pero  sírvete  informarme  de  lo  que 
no  he  querido  preguntar  á  ningún  otro:  ¿qué  edifi- 
cio es  ese  con  tantas  y  tan  grandes  ventanas  arriba  y 
abajo,  que  por  un  lado  da  á  la  plaza,  y  por  el  frente 
á  la  calle  pública,  en  el  cual  entran  los  jóvenes,  ya 
de  dos  en  dos,  ya  de  tres  en  tres,  luego  en  tropel, 
como  si  fueran  acompañando  á  un  maestro  por  hon- 
rarle, y  llevan  capas  largas  y  bonetes  cuadrados  me- 
tidos hasta  las  orejas? 

Mesa. 

Es  la  Universidad,  donde  se  educa  la  juventud: 
los  que  entran  son  los  alumnos,  amantes  de  Miner- 
va y  de  las  Musas. 

Gutiérrez. 

En  tierra  donde  la  codicia  impera,  ¿queda  acaso 
algún  lugar  para  la  sabiduría? 

Mesa. 
Venció  la  que  vale  y  puede  mas. 

Gutiérrez. 
Sí;  en  aquellos  que  estiman  las  cosas  en  lo  que 


22  DIALOGUS   PRIMUS. 

quamquam  existiment,  qualis  ipsa  est:  neque  vilia 
pro  speciosiSj  neque  speciosa  pro  vilibus  sumentes. 

Mesa. 

Et  hos  principio  debellavit,  ditionisque  suae  fecit 
sapientia.  Alioqui  enim  praepostere  de  rebus  ómni- 
bus judicium  facerent. 

GUTERRIUS. 

Obtinuisti.  Jam  quaeso  introeamus  una.  Am- 
plum  quidem  vestibulum  et  spatiosa  satis  inferna 
deambulacra. 

Mesa. 

Talia  superna  sunt. 

GUTERRIUS. 

Atrium,  pro  frequentia  et  discentium  numero,  sa- 
tis capax,  et  loci  nimium  a  sinistro  hoc  latere,  quar- 
tum  ut  membrum,  dextro  non  inferius,  erigi  possit. 
Verum,  quod  est  potius,  quodque  Academiam  vere 
nobilitat,  quales  habet  institutores? 

Mesa. 
Óptimos. 

GUTERRIUS. 

Non  de  probitate  rogo,  sed  de  doctrina  et  docen- 
di  dexteritate. 

Mesa.    • 

Industrios  et  in  omni  scientia  versatissimos:  vis 
dicam?  minime  vulgares  et  quales  paucos  habet  Hi- 
spania. 


DIALOGO   PRIMERO.  23 

realmente  valen,  y  no  toman  las  viles  por  preciosas, 
ni  al  contrario.  (2) 

Mesa. 

Pues  á  estos  que  así  juzgan,  los  venció  y  dominó 
antes  la  sabiduría;  que  á  no  ser  así,  de  todo  forma- 
ran juicio  errado. 

Gutiérrez. 

Razón  tienes.  Pero  ruégote  que  entremos  juntos. 
Ancho  es,  por  cierto,  el  zaguán,  y  muy  espaciosos 
los  corredores  de  abajo. 

Mesa. 

Iguales  son  los  de  arriba. 

Gutiérrez. 

Para  el  número  y  concurrencia  de  estudiantes  tie- 
ne bastante  amplitud  el  patio;  y  por  este  lado  iz- 
quierdo hay  espacio  sobrado  para  cuadrar  el  edificio, 
igualando  el  lado  derecho.  Pero  dime  lo  que  impor- 
ta mas,  y  que  realmente  ennoblece  á  una  Universi- 
dad, ¿qué  tales  profesores  tiene.? 

Mesa. 

Excelentes. 

Gutiérrez. 

Por  supuesto  que  no  pregunto  de  su  honradez, 
sino  de  su  instrucción  y  práctica  en  la  enseñanza. 

Mesa. 

Son  empeñosos,  y  versadísimos  en  todas  ciencias. 
Y  hasta  te  diré,  nada  vulgares,  y  como  hay  pocos 
en  España. 


24  DIALOGUS  PRIMUS. 

GUTERRIUS. 

Ecquis  fuit  rei  tantae  auctor? 

•  Mesa. 

Caesar,  cujus  auspiciis  et  ductu  multa  sunt  ubique 
terrarum  praeclare  gesta. 

GUTERRIUS. 

Quibus  immunitatibus  et  privilegiis? 

Mesa. 

Maximis  et  multis,  et  in  ómnibus  a  Salmanticen- 
sibus  nihilo  dissimilibus. 

GUTERRIUS. 

Multo  pluribus,  ac  si  fieri  posset,  majoribus  di- 
gni  sunt,  qui  et  tam  procul  a  patria  docent,  et  qui 
in  tanta  opulentia  et  parentum  deliciis  discunt. 

Mesa. 

Quin  potius,  quod  dicere  debuisses,  eo  utrique 
honore  afficiendi  sunt,  quod  Novum  Orbem,  sa- 
pientiae  fulgore,  ignorantiae  nébula  qua  obscurabatur, 
primi  omnium  liberent,  et  indos  in  fide  cultuque 
Dei  sic  connrment  ut  ad  posteros  semper  firmior  de- 
rivetur  integritas. 

GUTERRIUS. 

Rectissime  judicas,  ut  nihil  supra.  Sed  quod  aveo 
scire  jam  expone:  qua  mercede,  quamdiu,  et  qui 
sint  tam  strenui  adolescentuim  formatores. 


DIÁLOGO   PRIMERO.  2$ 

Gutiérrez. 
¿Y  á  quién  se  debe  tan  grande  obra? 

Mesa. 

Al  Emperador,  bajo  cuyos  auspicios  y  gobierno 
se  han  hecho  en  todo  el  orbe  cosas  tan  insignes. 

Gutiérrez. 
¿Cuáles  son  sus  inmunidades  y  privilegios? 

Mesa. 

Muchos  y  grandes;  conformes  en  todo  á  los  de 
Salamanca. 

Gutiérrez. 

Merecen  muchos  mas  y  mayores,  si  posible  fuera, 
así  los  que  enseñan  tan  lejos  de  su  patria,  como  los 
que  estudian  en  medio  de  los  placeres  y  de  la  opu- 
lencia de  sus  familias. 

Mesa. 

Antes  bien  debieras  haber  dicho,  que  á  unos  y 
otros  debe  honrarse  por  haber' de  ser  los  primeros 
que  con  la  luz  de  la  sabiduría  disipen  las  tinieblas 
de  la  ignorancia  que  oscurecían  este  Nuevo  Mundo, 
y  de  tal  modo  confirmen  á  los  indios  en  la  fe  y  culto 
de  Dios,  que  se  trasmita  cada  vez  con  mayor  pureza 
á  la  posteridad. 

Gutiérrez. 

Juzgas  tan  acertadamente,  que  no  hay  mas  que 
añadir.  Pero  dime  ya  lo  que  tanto  ansio  saber:  qué 
emolumentos  gozan,  cuánto  tiempo  enseñan,  y  quié- 
nes son  estos  celosos  maestros  de  la  juventud. 


20  DIALOGUS  PRIMUS. 


Me 


SA. 


Stipendium  non  idem  ómnibus  proponitur;  quí- 
dam ducentis,  alii  tercentis  nummis  aureis,  pro  disci- 
plinarum  dignitate  et  enarrantium  eruditione,  quo- 
tannis  conducuntur.  In  universum  tamen,pensitata 
ipsorum  in  docendo  industria  et  provinciae  caritate, 
tenue  admodum  pretium  est:  nam,  quod  nunquam 
nisi  expertus  credes,  quge  nummo  aeneo,  triente  aut 
quadrante,  in  Hispania  comparas,  hic  argénteo  du- 
plo, ne  dicam  triplo,  neutiquam  vendibilia  reperies. 

GUTERRIUS. 

Habeo  fidem,  qui  invitus  periculum  feci:  nihil 
tam  vile  et  ubique  expositum  emens,  quod  non  ar- 
génteo constiterit.  Nulla  est  minuta  pecunia,  ut  in 
Hispania:  quodque  illic  argenteus,  hic  aureus  num- 
mus  est. 


M 


ESA, 


Oporteret  propterea  eo  salario  profiteri  magistros, 
ut  illud  unum  agerent  quod  agunt,  ad  alia  minime 
distracti,  quo  se  suamque  familiam  mediocriter  ale- 
re  possent:  fieretque  inde  quod  in  óptima  quaque 
schola  contingat  necesse  est:  ut  major  esset  virorum 
sapientium  proventus,  et  majoribus  profectibus,  ali- 
quando  institutores  futuri,  juvenes  ediscerent. 


GUTE 


RRIUS. 


Augebit  praemium  Carolus  id  ubi  edoctus  fuerit: 
facietque  studiosis  ómnibus  quo  indefessi  pergant 
magnos  ánimos,  si,  ut  audio,  ecclesiasticas  dignita- 
tes  et  muñera  reliqua,  eis  duntaxat  obvenire  digna- 


DIALOGO   PRIMERO.  Z'] 


Mes. 


No  á  todos  se  da  el  mismo  sueldo;  á  unos  dos- 
cientos, á  otros  trescientos  pesos  de  oro  al  año  (3), 
según  la  importancia  de  la  facultad  y  la  ciencia  del 
profesor.  Sin  embargo,  considerando  en  general  el 
esmero  con  que  enseñan,  y  la  carestía  de  la  tierra, 
es  bajísima  de  todos  modos  la  asignación.  Porque 
solo  la  propia  experiencia  podrá  hacerte  creer,  que  lo 
que  en  España  compras  con  cualquier  moneda  de 
cobre  (4),  aquí  no  hallas  quien  te  lo  venda,  no  digo 
por  el  duplo,  pero  ni  aun  por  el  triplo  de  plata. 

Gutiérrez. 

Bien  lo  creo,  porque  á  mi  pesar  lo  he  experimen- 
tado :  lo  mas  ordinario  y  común  no  se  consigue  sino 
con  plata;  no  hay  moneda  de  vellón  como  en  Espa- 
ña, y  la  que  allá  es  pieza  de  plata,  aquí  es  de  oro.  (5) 

Mesa. 

Convendria,  por  lo  mismo,  que  á  los  catedráticos 
se  diese  un  sueldo  tal  que  solo  se  ocupasen  en  lo  que 
tienen  á  su  cargo,  sin  distraerse  para  nada  en  otras 
cosas,  y  que  les  bastara  para  sustentar  medianamente 
sus  personas  y  familias.  Resultaria  de  esto  lo  que  es 
preciso  que  suceda  en  cualquier  escuela  bien  orga- 
nizada: que  habría  mayor  concurso  de  sabios,  y  es- 
tudiarían con  mas  ardor  los  jóvenes  que  algún  día 
han  de  llegar  á  ser  maestros. 

Gutiérrez. 

Aumentará  los  honorarios  el  Emperador  luego 
que  sea  de  ello  informado;  y  si,  como  se  dice,  las 
dignidades  eclesiásticas  y  demás  empleos  se  han  de 
reservar  para  los  que  habiendo  dado  pruebas  de  su 


28  DIALOGUS  PRIMUS. 

bitur,  qui  facto  priuseruditionis  periculo,  digniores 
exstiterint. 


Mesa. 

Ita  futurum  magna  spes  est.  Sed  jam,  ut  caetera 
quse  rogas  intelligas,  scias  oportet,  die  toto  qui  fe- 
riatus  non  sit,  mane  a  séptima  usque  ad  undeci- 
mam,  et  meridie  a  secunda  ad  sextam  usque  horam, 
continuatas  haberi  praelectiones  et  auctorum  enar- 
rationes.  Ex  praeceptoribus  quídam  bis,  plerique 
semel  disciplinas  tradunt. 

GUTERRIUS. 

Ita  fit  Salmanticae. 

Mesa. 

Sermotionalium  sive  rationalium  scientiarum, 
quse  ad  cseteras  ducatum  praebent,  tres  sunt  minime 
vulgares  professores. 

GUTERRIUS. 

Cedo,  qui  et  quibus  horis  profiteantur. 

Mesa. 

Ule  quem  vides  inambulantem  per  amplum  illud 
inferius  gymnasium,  in  tanta  scholasticorum  fre- 
quentia,  magister  est  Bustamantius,  qui  matutino 
tempore  ab  octava  ad  nonam,  et  pomeridiano  a  se- 
cunda adtertiam  industrie  pariter  etdiligenterGram- 
maticam  profitetur,  cujus  est  primarius  moderator; 
explicat  auctores  sedulo,  labyrinthos  solvit,  et  quae 
sunt  potiora  docte  satis  observat.  In  Dialéctica  et 
Philosophia,  quarum  est  magister,  non  leviter  ver- 
satus;  et  quiaperannosviginti  sex  indefessus  juven- 


DIÁLOGO    PRIMERO.  29 

erudición  sean  considerados  mas  dignos,  esto  infun- 
dirá grande  ánimo  á  los  escolares  para  proseguir  in- 
cansables en  sus  estudios. 

Mesa. 

Hay  muchas  esperanzas  de  que  así  se  hará.  Mas 
ahora,  para  que  sepas  lo  demás  que  preguntas,  debo 
decirte  que  los  dias  no  feriados  hay  continuas  leccio- 
nes y  explicaciones  de  autores,  de  las  siete  á  las  once 
de  la  mañana,  y  de  dos  á  seis  de  la  tarde.  Algunos 
profesores  dan  cátedra  dos  veces  al  dia,  y  los  mas 
una  sola. 

Gutiérrez. 
Lo  mismo  es  en  Salamanca. 

Mesa. 

De  las  ciencias  concernientes  al  lenguaje  y  al  ra- 
ciocinio, que  guian  á  las  demás,  hay  tres  sobresa- 
lientes profesores. 

Gutiérrez. 
Dime  quiénes  son  y  á  qué  horas  enseñan. 

Mesa. 

El  que  ves  paseando  por  aquella  grande  aula  de 
abajo,  tan  llena  de  discípulos,  es  el  maestro  Busta- 
mante,  que  de  ocho  á  nueve  de  la  mañana,  y  por  la 
tarde  de  dos  á  tres,  enseña  con  tanto  empeño  como 
inteligencia  la  gramática,  de  que  es  primer  profesor. 
Explica  con  cuidado  los  autores,  desata  las  dificul- 
tades, y  señala  con  bastante  inteligencia  las  bellezas. 
No  es  poco  versado  en  Dialéctica  y  Filosofía,  en  las 
cuales  es  maestro:  y  como  hace  veintiséis  años  que 
se  emplea  sin  descanso  en  la  enseñanza  de  la  juven- 


30  DIALOGUS   PRIMUS. 

tutem  mexicanam  instituit,  vix  est  ullus  qui  aut 
concionetur  aut  doceat,  qui  non  ejus  fuerit  disci- 
pulus. 

GuTERRIUS. 

Quam  multos  habebit  nepotes !  si  qui  format  ani- 
man non  minus  quam  qui  corpus  generat,  pater  est. 


Mesa. 

Plañe  quamplurimos,  quos  magnis  compendiis 
docuit,  et  ad  virtutem,  quantum  tulerunt  ipsorum 
ingenia,  feliciter  instruxit.  Jam  sursum  ascendamus, 
nam  in  superiori  loco  reliqua  sunt  auditoria.  Hoc 
quod  est  ad  dexteram,  enarrandae  Sacrae  Theologise 
gymnasium  dicatum  est,  in  quo  a  secunda  ad  tertiam 
Magister  Cervantes,  multis  ipsum  caeterarum  disci- 
plinarum  candidatis  et  eloquentiae  studiosis  audien- 
tibus,  quod  ad  ipsas  sit  ornamentum,  Rhetoricam 
profitetur. 

GuTERRIUS. 

Is  est,  ni  fallor,  quem  etiam  Orsunensis  Acade- 
mia habuic  artis  dicendi  praeceptorem. 


Me 


SA, 


Ipsemet.  In  illo  ángulo,  post  magnificum  illud 
auditorium  in  quo  Jus  Pontificeum  et  Caesareum 
enarratur,  dúo  sunt  cubicula  ampia  satis,  in  quorum 
primo  Joannes  Garcias,  presbyter  et  idem  Artium 
Magister,  Dialecticam  magno  conatu  et  non  minori 
profectu  tradit;  idque  facit  in  die  bis.  Vir  est  et  lit- 
teris  et  probitate  commendandus. 


DIALO(;0    PRIMERO.  JI 

tud  mexicana,  apenas  hay  en  el  dia  predicador  ó  ca- 
tedrático que  no  haya  sido  discípulo  suyo.  (6) 


Gutiérrez. 

¡Cuan  larga  será  su  descendencia!  si  quien  forma 
el  ánimo  no  merece  menos  el  nombre  de  padre,  que 
quien  ha  dado  la  existencia. 

Mesa. 

Ciertamente  muy  dilatada.  A  todos  enseñó  con 
gran  brevedad  y  encaminó  con  buen  éxito  por  la  sen- 
da del  saber,  en  cuanto  permitió  el  ingenio  de  cada 
uno.  Pero  subamos,  que  allá  arriba  están  las  demás 
cátedras.  La  que  se  ve  á  la  derecha  está  destinada  á 
la  lección  de  sagrada  Teología,  y  en  ella,  de  dos  á  tres, 
el  Maestro  Cervantes  enseña  Retórica  á  los  aficiona- 
dos á  la  elocuencia,  que  vienen  á  oirle,  y  á  los  es- 
tudiantes de  las  demás  facultades,  para  que  realce 
el  mérito  de  todas. 

Gutiérrez. 

Este  Cervantes,  si  no  me  engaño,  es  el  que  tam- 
bién fué  catedrático  de  Retórica  en  la  universidad 
de  Osuna.  (7) 

Mesa. 

El  mismo.  En  aquella  esquina,  pasada  la  magní- 
fica clase  en  que  se  lee  Derecho  Civil  y  Canónico,  hay 
dos  salas  bastante  amplias.  En  la  primera,  el  pres- 
bítero y  Maestro  en  Artes,  Juan  García  (8),  enseña 
dos  veces  al  dia  la  Dialéctica,  con  mucho  empeño  y 
no  menor  provecho.  Es  persona  digna  de  aprecio 
por  su  probidad  y  literatura. 


32  DIALOGUS   PRIMUS. 

GUTERRIUS. 

Bone  Deus!  quantis  clamoribus  et  quanta  ma- 
nuum  jactatione  obesus  ille  scholasticus  cum  gracili 
altero  contendit!   Vide  quam  urgeat  et  instiget. 

Mesa. 

Parla  facit,  et  obslstit  contra  vehementissime  al- 
ter:  ambo  tamen,  ut  video,  de  lana  caprina  conten- 
dunt,  cum  de  re  magna  disceptare  videantur. 


GuTERRIUS. 

Quem  tot  agustiniani  monachi,  una  cum  alus 
presbyteris,  audituri,  Theologicum  gymnasium  in- 
grediuntur? 

Mesa. 

Fratrem  Alphonsum  a  Vera  Cruce,  Artium  et 
Theologiae,  si  quem  habet  provincia  nostra,  Magi- 
strum  doctissimum,  primum  sacratissimseac  divinae 
scientiae  interpretem,  variae  et  multijugae  eruditionis 
hominem,  in  quo  virtus  eximia  cum  singular!  et 
admiranda  doctrina  contendit. 

GuTERRIUS. 

Felicissimum  virum  mihi  narras,  et  tanta,  prae- 
ter  caetera,  sicuti  audio,  modestia,  ut  omnes  admi- 
retur,  contemnat  neminem,  modice  semper  de  se 
sentiens. 

Mesa. 

Cañones  sacros  enarraturus,  cathedram  conscendit 
Doctor  Morones,  optime  de  Jurisperitia  meritus, 


DIALOGO   PRIMERO.  33 


UTIERREZ. 


¡Dios  mío!  ¡con  qué  gritos  y  con  qué  manoteo 
disputa  aquel  estudiante  gordo  con  el  otro  flaco! 
Mira  cómo  le  hostiga  y  acosa. 

Mesa. 

Lo  mismo  hace  el  otro,  y  se  defiende  vigorosa- 
mente: sin  embargo,  según  advierto,  ambos  dispu- 
tan por  una  bagatela,  aunque  al  parecer  se  trata  de 
cosa  muy  grave. 

Gutiérrez. 

¿A  quién  van  á  oir  tantos  frailes  agustinos  que 
junto  con  algunos  clérigos  entran  á  la  cátedra  de 
Teología? 

Mesa. 

A  Fray  Alonso  de  la  Veracruz  (9),  el  mas  emi- 
nente Maestro  en  Artes  y  en  Teología  que  haya  en 
esta  tierra,  y  catedrático  de  prima  de  esta  divina  y 
sagrada  facultad :  sugeto  de  mucha  y  varia  erudición, 
en  quien  compite  la  mas  alta  virtud  con  la  mas  ex- 
quisita y  admirable  doctrina. 

Gutiérrez. 

Según  eso  es  un  varón  cabal,  y  he  oido  decir  ade- 
mas que  le  adorna  tan  singular  modestia,  que  esti- 
ma á  todos,  á  nadie  desprecia,  y  siempre  se  tiene  á 
sí  mismo  en  poco. 

Mesa. 

Para  leer  Cánones,  de  que  es  catedrático  de  Prima, 
sube  á  la  cátedra  el  Doctor  Morones,  á  quien  tanto 

5 


34 


DIALOGUS   PRIMUS. 


auditoribus,  quos  habet  multos,  perspicuitate  gra- 
tus:  cujus  partes  in  Canónico  Jure  interpretando 
primae  sunt. 

GüTERRIUS. 

Multi  ipsum  sequuntur. 

Mesa. 

Et  quidcm  mérito.  A  decima  vero  ad  undecimam 
usque,  eodem  loco,  Doctor  Arevalus  Sedenus  Pon- 
tificum  Decreta  sic  exacte  et  absolute  explicat  et  eno- 
dat,  ut  quod  jurisperitissimi  reprehendant  inveniant 
nihil,  quae  autem  admirentur,  tanquam  ab  oráculo 
quodam  profecta,  multa.  Abundans  est  in  argumen- 
to sterili;  concisus  infertili;  promptus  in  citando; 
subtilis  in  inferendo;  laqueos  intendit,  eosdem  sol- 
vit;  nihil  quod  sit  in  Jure  magnum  et  abditum  igno- 
rans,  ac  ut  semel  dicam,  solus  qui  possit  auditores, 
jurisconsultos  reddere. 

GUTERRIUS. 

Audivi  ipsum  Salmanticae,  et  quam  de  se  maxi- 
mam  semper  spectationem  dederat,  in  dies  magis  ac 
magis  auxit. 

Mesa. 

A  meridie  a  tertia  ad  quartam,  Joannes  Negrete, 
Artium  ac  Theologiae  Magister,  qui  superiori  anno 
Academias  Rector  exstitit,  Theologiam  enarrat; 
in  Philosophia  et  Mathematicis  ad  admirationem 
usque  versatus,  et  nequid  ei  deesset  quominus 
disciplinarum  Cyclopaediam  absolveret,  Medicinae 
non  ignarus. 


DIÁLOGO   PRIMERO.  35 

debe  la  Jurisprudencia.    Sus  discípulos,   que  son 
muchos,  le  oyen  con  gusto  por  su  claridad.   (lo) 


Gutiérrez. 
Muchos  le  siguen. 

Mesa. 

Y  con  razón.  De  las  diez  á  las  once,  y  en  la  mis- 
ma cátedra,  el  Doctor  Arévalo  Sedeño  (i  i)  explica  y 
declara  los  Decretos  Pontificios  con  tal  exactitud 
y  perfección,  que  los  mas  doctos  en  Derecho  nada 
encuentran  digno  de  censura,  sino  mucho  que  ad- 
mirar, como  si  fuesen  palabras  de  un  oráculo.  Es 
copioso  en  los  argumentos  estériles,  conciso  en  los 
abundantes,  pronto  en  las  citas,  sutil  en  las  deduc- 
ciones. Presenta  sofismas  y  los  deshace,  nada  ignora 
de  cuanto  hay  mas  oscuro  y  elevado  en  Derecho,  y 
por  decirlo  de  una  vez,  es  el  único  que  puede  hacer 
jurisconsultos  á  sus  discípulos. 

Gutiérrez. 

Le  oí  en  Salamanca,  y  cada  dia  fueron  creciendo 
las  esperanzas  que  siempre  se  tuvieron  de  él. 


M 


ESA. 


Por  la  tarde,  de  tres  á  cuatro,  lee  Teología,  el 
Maestro  en  ella  y  en  Artes,  Juan  Negrete  (12),  que 
el  año  pasado  fué  rector  de  la  Universidad.  Asom- 
bra su  saber  en  Filosofía  y  Matemáticas,  y  porque 
nada  le  falte  para  abrazar  todas  las  ciencias,  tampoco 
ignora  la  Medicina. 


36  DIALOGUS   PRIMUS. 

GUTERRIUS. 

Necessarius  quidem  tanto  gymnasio  vir. 


Me 


SA. 


Eodem  tempore  a  quarta  ad  quintam,  Justiniani 
Institutiones  Doctor  Frías,  et  ídem  Artium  Ma- 
gister,  graece  et  latine  doctissimus,  ingenióse  satis 
exponit:  annos,  quod  mirabere,  nondum  triginta 
quatuor  transgressus. 

GUTERRIUS. 

In  nascente  Academia  magnos  mihi  et  eximios  vi- 
ros  narras,  et  qui  in  confirmatissima  et  aucta,  mul- 
tis  et  opimis  reditibus  jure  suo  singuJi  muñera  sua 
obire  potuissent.  Estne  tamen  alius  Mexici  gram- 
maticus?  nam  unus,  etiamsi  peritissimus,  nescio  an 
possit  esse  satis. 


Mesa. 

Fuerunt  antehac  Puebla,  Vazquius,  Tarragona, 
Martinus  Ferdinandus,  in  Dialecticis  et  Physicis  non 
vulgariter  eruditus,  et  quidam  Cervantes,  in  grasca 
et  latina  litteratura  multorum  testimonio  versatis- 
simus,  aliique  multi  qui  non  infeliciter  instituerunt, 
sed  destituere,  alio  vocante  consilio:  nuper  autem 
venit  ex  Hispania  quidam  Didacus  Diecius,  qui  in 
privata  schola  et  praecepta  etauctores  eméndate  ni- 
mium  exponit,  utilior  semper,  nam  audio  gnaviter 
ipsum  litteris  incumbere,  adolescentibus  futurus. 


DIÁLOGO   PRIMERO.  37 

Gutiérrez. 

Sugeto  como  se  necesitaba  para  tan  insigne  Uni- 
versidad. 

Mesa. 

De  las  cuatro  á  las  cinco  da  cátedra  de  Instituta, 
con  bastante  acierto,  el  Doctor  Frias,  Maestro  tam- 
bién en  Artes,  peritísimo  en  griego  y  latin;  pero  lo 
mas  admirable  es  que  aun  no  ha  cumplido  treinta 
y  cuatro  años.  (13) 

Gutiérrez. 

Según  me  informas,  hay  en  esta  naciente  escuela 
profesores  sabios  é  insignes,  todos  muy  capaces  de 
desempeñar  con  gran  fruto  su  cargo  en  cualquiera 
otra  Universidad  de  las  mas  antiguas  y  famosas. 
¿  Pero  no  hay,  por  ventura,  en  México  otro  gramá- 
tico? Porque  uno  solo,  por  instruido  que  sea,  no 
sé  si  podrá  bastar. 


M 


ESA. 


Tuvimos  antes  á  Puebla,  Vázquez  (14),  Tarra- 
gona, Martin  Fernandez,  de  no  común  erudición  en 
Dialéctica  y  Física,  y  un  tal  Cervantes  (15),  que  se- 
gún decían  muchos,  era  muy  versado  en  letras  grie- 
gas y  latinas:  hubo  ademas  otros  varios  que  enseña- 
ron con  buen  éxito,  pero  no  han  proseguido  en  ello, 
por  haberse  dedicado  á  otras  ocupaciones.  Sin  em- 
bargo, vino  hace  poco  de  España  un  Diego  Diez, 
quien  en  una  escuela  privada  explica  con  todo  es- 
mero las  reglas  y  los  autores;  y  será  cada  día  mas 
útil  á  la  juventud,  porque  él  también  se  dedica  asi- 
duamente al  estudio,  según  me  dicen. 


38  DIALOGUS  PRIMUS. 

GUTERRIUS. 

Recte  quidem:  sed  quis  est  ille  tam  procerus,  in 
veste  talari,  humero  clavam  argenteam  gestans? 


Me 


SA. 


Academiae  clavarius,  quem  hispane  Bedelum  dici- 
mus;  virque,  quod  in  eo  muñere  satis  congruit,  non 
ineruditus. 

GUTERRIUS. 

Ecquid,  capite  detecto,  Theologo  moderatori 
nuntiat? 

Mesa. 

Crastina  die,  quae  ex  Academiae  legibus  feriata  est, 
ei  a  labore  praelegendi  cessandum  esse. 

GUTERRIUS. 

Stata  et  constltuta  est  dies  Jovis,  si  dies  festus  in 
hebdómada  alius  non  inciderit? 

Mesa. 
Sic  habet  Academiae  mos. 

GUTERRIUS. 

Quid  continet  papyrus  illa  januas  fixa? 

Mesa. 

Physicas  et  Theologicas  assertiones,  problemáti- 
cas quasdam,  alias  affirmativas,  negativas  alias,  sicuti 
ibidem  suscriptum  est,  die  tertia,  seu,  ut  academici 
loquuntur,  feria  tertia,  hoc  in  theologico  auditorio 
publice  defendendas  et  impugnandas. 


DIALOGO   PRIMERO.  39 


GUTIÉRREZ. 

Perfectamente.  Pero  ¿quién  es  aquel  hombre  tan 
alto,  con  ropa  talar,  y  una  maza  de  plata  al  hombro? 

Mesa. 

El  macero  de  la  Universidad,  que  en  castellano 
llamamos  Bedel.  Es  hombre  de  estudios,  circuns- 
tancia que  no  sienta  mal  en  tal  empleo.  (i6) 

Gutiérrez. 

¿Y  qué  dice,  con  la  cabeza  descubierta,  al  cate- 
drático de  Teología? 

Mesa. 

Que  mañana  no  ha  de  dar  cátedra,  por  ser  día  fes- 
tivo, según  las  constituciones  de  la  Universidad. 


GUTI 


errez. 


I  Está  señalado  por  tal  el  jueves,  si  no  hay  otro 
dia  de  fiesta  entre  semana? 

Mesa. 
Así  es  costumbre  en  esta  Universidad. 


Gutiérrez. 
¿Qué  contiene  aquel  papel  fijado  en  la  puerta? 


Mesa. 


Conclusiones  físicas  y  teológicas;  unas  problemá- 
ticas, otras  afirmativas,  otras  negativas,  que  según 
allí  mismo  se  expresa,  se  han  de  defender  é  impug- 
nar en  esta  cátedra  de  Teología  el  martes,  ó  la  fe- 
ria tercera,  como  dicen  los  escolares. 


40 


DIALOGUS  PRIMUS. 


GUTERRIUS. 


Acriterne  impetuntur  quicumque  axiomata  tu- 
taturi  palasstram  altercatoriam  ingrediuntur? 

Mesa. 

Acerrime,  et  ea  inter  propugnantem  et  impu- 
gnantem  pugna  committitur,  ad  eumque  modum 
manus  conseritur,  ut  uterque  non  minus  quam  pro 
aris  et  focis  digladiari  videatur.  Sedet  sublimis  li- 
tium  compositor  et  quaestionum  profligator,  certa- 
minis  (ut  ait  Vives)  praeses  et  contentionum  decre- 
tor,  cum  epitogio  et  ephestri  doctorali  insigni  ejus 
ordinis  et  dignitatis,  ex  magistris  cui  secundum  le- 
gem  obtigit. 

GuTERRIUS. 

Nunquid  ex  aequo  fortiter  et  strenue  qui  in  are- 
nara descendunt  decertant  et  contendunt? 

Mesa. 

Minime  vero;  quídam  enim  jugulum  petunt,  et 
ad  recantandum  adigunt  concertatorem;  alii  idem 
conantur,  sed  non  assequuntur.  Nonnulli  gladio 
adoriuntur  plúmbeo,  et  qui  statim  retunditur,  aut 
quia  tyrones  sunt,  certamen  nunquam  ingressi,  aut 
quia  ingenio  non  usque  adeo  sunt  perspicaci. 

GUTERRIUS. 

Datne  manus  aliquando  propugnator? 


Mesa. 

Fere  nunquam,  quod  aut  a  praeside  aut  ab  alio 
ex  veteranis  et  qui  prselio  saepe  interfuerunt,  juva- 
tur:  fitque  nonnunquam  ut  contraria  sentientibus 


DIÁLOGO  PRIMERO.  4I 

Gutiérrez. 

¿Son  acometidos  con  mucho  vigor  los  que  des- 
cienden á  la  palestra  para  defender  las  conclusiones? 

Mesa. 

Terriblemente,  y  es  tal  la  disputa  entre  el  susten- 
tante y  el  arguyente,  y  de  tal  modo  vienen  á  las  ma- 
nos, que  no  parece  sino  que  á  ambos  les  va  la  vida 
en  ello.  En  asiento  elevado  está,  con  muceta  y  ca- 
pirote doctoral,  insignia  de  su  grado  y  dignidad,  uno 
de  los  maestros,  á  quien  tocó  el  puesto  según  las 
constituciones,  y  es  quien  dirige  la  controversia  y 
aclara  las  dudas:  presidente  del  certamen  y  juez  de 
la  disputa,  como  le  llama  Vives. 

Gutiérrez. 

¿  Por  ventura  los  que  bajan  á  la  arena  pelean  siem- 
pre con  el  mismo  brío  y  fortaleza? 

Mesa. 

Nada  de  eso:  unos  descargan  golpes  mortales  y 
hacen  desdecirse  al  adversario:  otros  lo  procuran  y^ 
no  lo  consiguen.  Algunos  pelean  con  malas  armas, 
que  al  punto  se  embotan;  ya  porque  son  princi- 
piantes y  nunca  han  bajado  á  la  palestra,  ya  por  falta 
de  ingenio  suficiente. 

Gutiérrez. 

¿Acontece  alguna  vez  que  el  sustentante  se  dé 
por  vencido? 


Me 


SA. 


Casi  nunca,  porque  no  falta  quien  le  ayude,  bien 
sea  el  presidente  ó  algún  otro  de  los  aguerridos  que 
se  han  hallado  en  muchos  combates:  y  suele  acon- 

6 


42 


DIALOGUS   PRIMUS. 


doctoribus  et  designatis,  vehementior  multo  inter 
ipsos  quam  inter  eum  qui  ictus  excipit  et  infert, 
concertatio  oboriatur. 

GUTERRIUS. 

A  quo  dirimitur  et  componitur? 

Mesa. 

Nocte,  nam  alius  non  adest  Palaemon :  quod 
plerumque  prasfectus  certaminis,  sive  propugnato- 
ris  tutor,  gravius  impugnatur,  quam  pupillus  seu 
cliens  cui  patrocinatur,  vel  quem  tela  excipientem 
et  retorquentem  defendendum  sumpsit. 

GuTERRIUS. 

Estnejam  candidatorum  lectioP 

Mesa. 

Nondum,  quod  in  Dialecticis  primam  bachalau- 
reatus  lauream  nonfuerint  discentes  consequuti:  erit 
tamen  brevi,  nam  id  hactenus  per  temporis  angu- 
stian! non  licult.  Insacris  tamen  Canonibus,  quod 
Salmanticaeipsos  audierunt,  Bernardus  Lupus,  pre- 
sbyter,  inadministrationeAntiquerensisepiscopatus 
secundus  a  Praesule,  vir  eruditionis  non  aspernandas. 
Doctor  Frias  et  Magister  Cervantes  primam  coro- 
nam  accepere. 


GUTERRIUS. 


A  quo? 


Mesa. 
A  Doctore  Quesada,  consiliario  regio,  viro  utSal- 


DIÁLOGO   PRIMERO.  43 

tecer  que  siendo  de  opiniones  contrarias  doctores  y 
licenciados  (17),  se  traba  el  combate  entre  ellos  con 
mucho  mas  calor  que  entre  los  mismos  que  soste- 
nian  antes  la  disputa. 

Gutiérrez. 

¿Quién  pone  término  á  la  cuestión? 

Mesa. 

La  noche,  porque  no  hay  allí  otro  Palemón  (18): 
pues  muchas  veces  el  presidente  del  acto  ó  padrino 
del  sustentante  es  acometido  con  mas  vigor  que  el 
discípulo  ó  ahijado  á  quien  patrocina,  ó  que  algún 
otro  cuya  defensa  tomó  viéndole  metido  en  la  con- 
tienda. 

Gutiérrez; 
¿Ha  habido  ya  lecciones  de  candidatos?   (19) 

Mesa. 

Todavía  no,  porque  los  discípulos  de  Lógica  aun 
no  han  obtenido  el  primer  grado  de  bachiller;  pero 
pronto  las  habrá,  puesto  que  hasta  ahora  por  falta 
de  tiempo  no  se  ha  podido.  Sin  embargo,  ya  reci- 
bieron el  primer  grado  en  sagrados  Cánones,  porque 
los  habían  estudiado  en  Salamanca,  el  presbítero 
Bernardo  López,  provisor  del  obispado  de  Oajaca, 
persona  de  notable  erudición,  el  Doctor  Frias  y  el 
Maestro  Cervantes.  (20) 

Gutiérrez. 
¿Por  quién  fueron  graduados? 

Mesa. 
Por  el  Doctor  Quesada,  oidor  de  la  Real  Audien- 


44 


DIALOGUS  PRIMUS. 


mantica  et  Complutum  testes  sunt,  in  utroque  Jure 
cum  antiquis  conferencio. 

GUTERRIUS. 

Qua  pompa  et  quibus  expensis  imponitur  pileus 
doctoralis? 

Mesa. 

Máxima  sane,  et  eo  pecuniarum  dispendio,  ut 
multo  vilius  constet  Salmanticse. 

GuTERRIUS. 

Quantus  est  doctorum  et  magistrorum  numerus? 

Mesa. 

Ex  his  qui  Mexici  supremam  coronam  sunt  co«- 
sequuti,  et  his  qui  alibi  eadem  donati  sunt,  jam 
Academise  alumni  et  illorum  ordini  adscripti,  tan- 
tus,  ut  vix  major  sit  Salmanticse:  ad  quam  tanti 
gymnasii  felicitatem  hoc  accessit,  ut  Alphonsus  a 
Montufare,  Mexicanus  Archiepiscopus,  in  sacra 
Theologia  eximius  Magister,  in  serie  et  classe  doc- 
torum primus  reponeretur,  sic  in  litteras  et  litteratos 
affectus,  ut  nihil  tam  enixe  curet,  quam  quo  pacto 
majores  semper  in  re  litteraria  progressus  fiant. 


GuTERRIUS. 

Quam  recte  ille: 

Da  mihi  Maecenates,  non  deerunt,  Flacce,  Marones ! 

Qui  designantur  aut  in  Theologicis,  aut  in  Physicis, 
aut  in  Jurisperitia,  quo  periculo  privatum  certamen 
adeunt? 


DIALOGO    PRIMERO.  45 

cia  (21),  sugeto  tan  perito  en  ambos  Derechos,  que 
es  digno  de  ser  comparado  á  los  antiguos,  según  pue- 
den testificarlo  Salamanca  y  Alcalá. 

Gutiérrez. 

¿Con  qué  aparato  se  da  la  borla  y  cuánto  cuesta? 

Mesa. 

Con  grandísima  pompa,  y  con  tal  gasto,  que  mu- 
cho menos  cuesta  en  Salamanca. 

Gutiérrez. 

¿Cuántos  doctores  y  maestros  hay? 

Mesa. 

Entre  los  que  se  han  graduado  en  México,  y  los 
que  alcanzaron  el  título  en  otras  partes,  pero  que 
ahora  son  del  claustro  y  gremio  de  esta  Universidad, 
hay  tantos,  que  apenas  serán  mas  en  Salamanca:  á  lo 
que  se  agrega,  para  mayor  dicha  de  tan  ilustre  Aca- 
demia, que  D.  Fr.  Alonso  de  Montúfar,  Arzobispo 
de  México,  é  insigne  Maestro  en  sagrada  Teología, 
se  cuenta  el  primero  en  el  número  de  sus  docto- 
res (22);  siendo  tan  aficionado  á  las  letras  y  á  los 
literatos,  que  nada  procura  con  tanto  empeño  como 
excogitar  medios  para  que  sean  siempre  mayores  los 
adelantos  de  la  literatura. 

Gutiérrez. 

¡Cuan  cierto  es  aquello  de 

«Dame,  Flaco,  Mecenas,  y  no  faltarán  Marones!»   (23) 

Los  que  desean  graduarse  en  Teología,  Filosofía  ó 
Jurisprudencia,  ¿qué  comprometen  en  el  examen 
privado? 


^6  DIALOGUS  PRIMUS. 

Mesa. 

Máximo,  honoris  scilicet,  qui  apud  plerosque 
vita  potior  habetur:  nemo  enim  adeo  sibi  bene  con- 
scius  est,  qui  eo  in  conflictu  praefigi  sibi  nigrum 
Cita  magnopere  non  vereatur,  cum  alioqui  nullus 
sit  unquam  undequaque  consumatus. 

GUTERRIUS. 

Eaedem  quae  apud  Salmanticenses  probandi  et  im- 
probandi  sunt  litterae,  A  et  R? 

Mesa. 

Eaedem  omnino:  tres  tamen  fuere  apud  antiquos 
inferendis  suffragiis:  C,  quae  condemnabat,  de  qua 
dixit  ille  nigrum  prafigere  cita\  A,  quae  approbabat; 
L  et  N,  quae  non  liquet  significabant. 

GUTERRIUS. 

Bibliothecam  non  habet  schola? 

Mesa. 

Erit  magna  ubi  coaluerit:  interea  tamen  quae  sunt 
in  monasteriis  non  parvae,  haud  leviter  juvabunt 
eos  qui  ipsas  adire  voluerint.  Sed  jam  quaeso,  quan- 
do  quale  sit  gymnasium  mexicanum  accepisti,  quae 
sit  Salmanticensis  descriptio  (quodaudio  in  Hispa- 
nia  celeberrimum),  si  non  est  molestum,  paucis  in- 
dicato. 

GuTERRIUS. 

Rem  adeo  magnam,  quis  possit  paucis  perstrin- 
gere? 


DIÁLOGO   PRIMERO.  47 

Mesa. 

Lo  mayor  de  todo,  es  decir,  la  honra,  que  mu- 
chos estiman  más  que  la  vida;  ninguno  hay  tan  con- 
fiado en  sí  mismo,  que  no  tenga  gran  temor  de  que 
en  aquel  lance  le  pongan  una  negra  C,  porque  nadie 
puede  tener  agotada  una  materia. 

Gutiérrez. 

Para  aprobar  y  reprobar  ¿usan  aquí  las  mismas 
letras  que  en  Salamanca,  es  decir,  la  A  y  la  R? 

Mesa. 

Exactamente  las  mismas;  pero  los  antiguos  usa- 
ban tres  para  votar:  la  C  que  condenaba,  por  lo  cual 
se  á\] o  poner  una  negra  C  (24) ;  la  A  que  aprobaba, 
y  la  L  y  N,  que  significaban  non  liquet,  esto  es,  «no 
está  claro.)) 

Gutiérrez. 
¿No  tiene  biblioteca  esta  Universidad? 

Mesa. 

Será  grande  cuando  llegue  á  formarse.  Entretanto, 
las  no  pequeñas  que  hay  en  los  conventos  servirán 
de  mucho  á  los  que  quieran  frequentarlas.  Mas  ya 
que  te  he  hecho  la  descripción  de  la  Universidad  de 
México,  dime  en  breves  razones,  si  no  te  sirve  de  mo- 
lestia, cómo  es  la  de  Salamanca,  que  se  tiene  por  la 
mas  célebre  de  España. 

Gutiérrez. 

¿  Quién  podrá  compendiar  cosa  tan  grande  en  po- 
cas palabras? 


48  DIALOGUS  PRIMUS. 

Mesa. 

Qui  potest  multis  explicare;  nam  Macrobius  a 
Virgilio  eo  versu 

Et  campos  ubi  Troja  fuit, 
cxhaustam  et  absortam  esse  scribit 

GuTERRIUS. 

Absolvam  igitur  paucioribus  quamforsan  postu- 
lasti.  Dúplex  est  schola:  altera  ab  altera  parum  dis- 
juncta:  superior  altera,  altera  inferior  dicitur.  Su- 
perior multa  et  eadem  amplissima,  inferna  habet 
auditoria,  singula  cum  inscriptionibus  disciplina- 
rum  quas  in  ipsis  traduntur.  Atrium  est  pro  gy- 
mnasiorum  amplitudine  longe  lateque  patens,  por- 
ticibus  capacissimis  cinctum:  sacellum  quoque  in 
inferior!  loco,  ubi  sacrum  celebratur,  ornatissimum: 
horologium  supra  edito  satis  loco  positum,  non  ho- 
ras modo  integras,  sed  partes,  duobus  agnis  mutuo 
in  cymbalum  arietantibus  designans,  videre  est.  An- 
telucano  prope  tempore,  et  sub  noctem,  nulla  fere 
hora  intermissa,  scientiarum  omnium  prselectiones 
sunt,  singularumque  non  dúo  aut  tres,  sed  multi 
doctissimi  prseceptores  exstant;  idemque  non  omnes 
unius  classis,  ñeque  eodem  salario  profitentur;  nam 
quidam  primi,  secundi  alii,  alii  tertii  ordinis  sunt: 
atque  ita  cum  stipendia  sint  diversa,  honor  varius, 
non  eamdem  eruditionem  in  ómnibus  sequitur.  Pri- 
marii  moderatores,  et  qui  Decretum  enarrat,  tan- 
quam  in  bello  duces,  potiori  sunt  in  loco.  Ab  his 
secundi  qui  vespertino  tempore,  a  tertia  scilicet  ad 
quartam,  docent.  Scholasticorum  frequentia  nullibi 
major,  penes  quos  in  tribuendis  cathedris  suffragia 
sunt.    Inferiorem   scholam   multi    versatissimique 


DIÁLOGO   PRIMERO.  49 

Mesa. 

El  que  pueda  describirla  con  muchas,  pues  Ma- 
crobio escribe  que  Virgilio  con  este  verso 

Los  campos  donde  Troya  fué, 

deshizo  y  borró  una  gran  ciudad.   (25) 
Gutiérrez. 

Pues  lo  diré,  acaso  con  más  brevedad  de  la  que 
pedias.  La  Universidad  se  divide  en  dos  escuelas, 
poco  apartadas  entre  sí,  y  que  llaman  mayor  y  me- 
nor. La  mayor  tiene  en  el  piso  bajo  muchas  y  gran- 
dísimas cátedras,  cada  una  con  el  letrero  de  la  facultad 
que  en  ella  se  enseña.  El  patio  es  tan  largo  y  ancho 
como  corresponde  á  la  extensión  de  las  cátedras,  ro- 
deado de  pórticos  amplísimos.  Hay  también  en  el 
piso  bajo  una  capilla  muy  bien  aderezada,  donde  se 
celebran  los  oficios  divinos:  sobre  ella,  y  á  conve- 
niente altura,  es  de  ver  el  reloj,  que  no  solo  da  las 
horas  sino  también  los  cuartos,  por  medio  de  dos 
carneros  que  vienen  á  topar  mutuamente  en  la  cam- 
pana. Casi  desde  que  amanece  hasta  que  anochece 
se  dan  sin  intermisión  lecciones  de  todas  ciencias: 
de  algunas  no  hay  solo  dos  ó  tres  catedráticos,  sino 
muchos  y  muy  doctos,  aunque  no  todos  son  de  la 
misma  categoría,  ni  disfrutan  igual  sueldo.  Los  hay 
de  primera,  segunda  y  tercera  clase;  y  así  como  los 
honores  y  emolumentos  no  son  los  mismos,  tam- 
poco es  igual  en  todos  la  erudición.  Los  catedráti- 
cos de  Prima  y  el  de  Decreto  tienen  el  primer  lugar, 
corno  los  generales  en  un  ejército:  síguense  los  de 
Vísperas.  En  parte  alguna  hay  mayor  concurrencia 
de  estudiantes,  y  á  ellos  toca  votar  para  la  provisión 
de  cátedras.   Ocupan  la  escuela  menor  muchos  gra- 

7 


50 


DIALOGUS   PRIMUS. 


grammatici,  cathedrarum  eodem  ordine  moderato- 
res,  non  uno  et  eodem  praemio  cuncti  profitentes 
occupant.  In  utroque  gymnasio,  prseter  eos  qui  re- 
gia mercede  disciplinas  tradunt,  multi  alii  aeque  docti 
cathedrarum  competitores  et  candidati,  ostentandi 
ingenii  gratia,  et  ut  favorem  et  applausum  schola- 
sticorum  comparent,  etiam  gnaviter  et  strenue  ex- 
plicandis  scientiarum  arcanis  incumbunt.  Missafa- 
cio  collegia  innúmera,  in  quibus  quidam  ad  annum 
septimum  alii  ad  octavum  et  eo  amplius,  alieno 
sumptu  aluntur.  Ex  his  collegiis  nuUus  fere  prodit, 
qui  cathedrse  candidatus,  aut  regio  alicui  praetorio 
adscribi  vel  praefici,  aut  Caesareum  vel  Pontificeum 
munus  obire,  non  dignissime  possit.  In  monaste- 
riis  etiam,  quse  complura  sunt,  privatae  sunt  scho- 
lae  Artium  et  Theologiae.  Variae  quoque,  nequid 
desideres,  litterariae  concertationes.  Vis  dicam?  et  id 
quidem  uno  verbo,  quod  vel  prolixa  oratione  asse- 
qui  non  potero:  non  est  in  Sicilia  tanta  frumenti 
copia,  quantus  est  Salmanticae  doctorum  proventus. 
Vestra  tamen  Academia  in  barbara  et  antehac  in- 
culta regione  posita,  modo  etiam  nascens,  ejusmodi 
est  inchoata  principiis,  ut  brevi  credam  futurum 
Novam  Hispaniam,  ut  hactenus  argenti  copia,  ita 
in  posterum  sapientium  multitudine,  apud  caeteras 
nationes  optime  audituram. 

Mesa. 

Multa  in  quam  paucissima  contulisti;  quae  in  his 
fuerunt  latius  disserenda,  rogabo  alias,  cum  otii  plus 
nacti  erimus.  Nunc  autem,  quoniam  meridies  ap- 
petit,  pransum  abeamus. 


DIÁLOGO   PRIMERO.  5I 

máticos  versadísimos,  que  con  diversos  sueldos  re- 
gentan las  cátedras  de  su  ramo.  En  ambas  escuelas, 
ademas  de  los  profesores  dotados  por  el  rey,  hay 
otros  muchos  igualmente  doctos  que  aspiran  á  ga- 
nar cátedras,  y  que  por  lucir  su  ingenio  ó  captarse 
el  aplauso  y  favor  de  los  escolares,  explican  con  todo 
empeño  y  claridad  los  arcanos  de  las  ciencias.  Omi- 
to hacer  mención  de  los  innumerables  colegios  don- 
de, sin  pagar  nada,  son  mantenidos  algunos  cole- 
giales siete  años,  otros  ocho,  y  aun  mas.  De  estos 
colegios  apenas  sale  quien  no  pueda  ser  oidor  ó  pre- 
sidente de  alguna  audiencia  real,  ú  obtener  cualquier 
otro  empleo  en  el  orden  civil  ó  eclesiástico.  En  los 
conventos,  que  son  muchos,  hay  asimismo  estudios 
particulares  de  Artes  y  Teología.  Y  para  que  nada 
se  eche  menos,  también  hay  certámenes  literarios. 
¿Quieres,  por  último,  que  en  una  sola  palabra  en- 
cierre yo  lo  que  no  cabria  en  un  largo  discurso  ?  No 
hay  en  Sicilia  tanta  abundancia  de  trigo  (26),  como 
en  Salamanca  de  sabios.  Con  todo,  esta  Academia 
vuestra,  fundada  en  región  antes  inculta  y  bárbara, 
apenas  nace  cuando  lleva  ya  talesprincipios,  que  muy 
pronto  hará,  según  creo,  que  si  la  Nueva  España 
ha  sido  célebre  hasta  aquí  entre  las  demás  naciones 
por  la  abundancia  de  plata,  lo  sea  en  lo  sucesivo  por 
la  multitud  de  sabios. 

Mesa. 

Mucho  me  has  dicho  en  brevísimas  razones.  Cuan- 
do estemos  mas  desocupados  te  servirás  explicarme 
algunas  cosas  que  piden  tratarse  con  mas  deteni- 
miento. Por  ahora,  vamos  á  comer,  que  ya  es  cerca 
de  medio  dia. 


i 


yDcrv 


■m. 


^ í c^xí^— 


yas^i 


^ 


Notas  al  Diálogo  Primero. 


Nota  I,  pág.  21. 
Firg.,  Egl.  II,  V.  65. 

Nota  2,  pág.  23. 

Al  escribir  esto  Cervantes,  tenia  sin  duda  en  la  memoria  el  prin- 
cipio de  la  Introducción  y  Camino  para  la  Sabiduría,  de  Luis  Vi- 
ves, que  no  muchos  años  antes  habia  traducido  al  castellano.  ((  Vera 
iisapientia  est  de  rebus  incorrupte  judicare,  ut  talem  unamquamque 
nexistimemus  qualis  ipsa  est,  ne  vilia  sectemur  tamquam  speciosa, 
«  aut  pretiosa  tamquam  vilia  rejiciamus. » 


Nota 


3>  pag.  27. 


Aunque  nummi  auret  deberia  traducirse,  en  rigor,  por  monedas 
de  oroy  como  tal  traducción  no  daria  al  lector  una  idea,  ni  siquiera 
aproximada,  del  sueldo  de  los  catedráticos,  me  pareció  que  la  de- 
signación de  Cervantes  debia  aplicarse  á  \os  pesos  de  oro,  que  era  la 
moneda  común  de  cuenta  en  aquella  época.  Pero  con  esto  no  ade- 
lantamos, en  verdad,  gran  cosa,  porque  habia  varias  especies  de 
pesos  de  oro^  con  valores  muy  diversos.  Ademas  del  llamado  sim- 
plemente peso  de  oro  6  castellano,  hahí^  peso  de  oro  de  minas,  pe  so  de 
oro  ensayado,  peso  de  oro  común,  y  peso  de  oro  de  tepuzque.  Los 


NOTAS  AL   DIALOGO    PRIMERO.  53 

valores  intrínsecos  de  estas  diversas  monedas,  han  sido  fijados  por 
e!  Sr.  Orozco  y  Berra  (i)  en  esta  forma: 

Peso  de  oro 2  ps.  93  es. 

Peso  de  oro  de  minas  y  peso  de  oro  en- 
sayado   2    ,,  64  ,, 

Peso  de  oro  común ^    yy  7 S  >* 

Peso  de  tepuzque i    „  60  ,, 

;  A  cuál  de  estas  monedas  se  refiere  Cervantes?  Ya  ve  el  lector 
que  si  es  á-  los  pesos  Je  oro  ó  castellanosy  el  sueldo  de  los  catedrá- 
ticos equivalía  á  unos  óoo  ó  900  pesos  de  los  actuales;  pero  si  á 
ios  pesos  de  tepuzque ^  se  reduce  á  320  ó  480  pesos  al  año.  Creo 
que  entre  ambos  extremos  está  la  verdad,  y  que  se  trata  de  pesos 
de  oro  de  minas  y  porque  de  estos  se  expresa  que  eran  los  mil  pesos 
de  que  hizo  merced  el  Emperador  para  la  fundación  de  la  Uni- 
versidad; con  la  circunstancia  de  que  repetidas  veces  se  les  llama 
simpl  emente /"¿"j-í^j-  de  oro  y  y  una  ^oXdi  pesos  de  oro  de  minas  y  dándonos 
á  conocer  que  esto  era  lo  que  comunmente  se  entendía  al  decir 
pesos  de  oro.  Y  en  el  título  xxxii  de  los  Estatutos  ^  Constituciones 
de  la  Universidad,  formados  en  1645,  se  expresan  todavía  tn pesos 
de  oro  de  minasy  las  principales  partidas  de  las  rentas  del  estable- 
cimiento. Si,  pues,  estos  eran  los  nummi  aurei  de  Cervantes,  el 
salario  de  los  profesores  era  de  528  á  792  pesos  de  los  actuales. 
Concuerda  bastante  con  esta  graduación  la  nómina  de  salarios  que 
consta  en  los  citados  Estatutos :  allí  vemos  que  los  principales  ca- 
tedráticos, esto  es,  los  de  Prima  de  Teología,  Cánones  y  Leyes, 
tenían  á  700  pesos;  los  de  Vísperas  á  600,  habiendo  otros  de  500, 
400  y  menos,  hasta  de  100  pesos  anuales. 

Resta  otra  cuestión  mas  difícil  todavía,  cual  es  averiguar  el  va- 
lor estimativo  de  aquellos  honorarios,  es  decir,  calcular  las  como- 
didades que  entonces  proporcionaría  tal  renta,  comparadas  con  las 
que  resultarían  de  otra  igual  en  nuestros  tiempos.  Según  las  labo- 
riosas investigaciones  de  Clemencin  (2),  el  valor  estimativo  del 
castellano  ó  peso  de  om  era  en  1497  igual  á  10  ps.  82  es.,  y  con- 
forme á  esta  cuenta,  el  peso  de  minas  equivalía  á  9  ps.  75  es.  En 
tal  supuesto,  la  dotación  de  los  catedráticos  no  podría  llamarse 
mezquina,  pues  seria  de  1950  á  2925  ps.  anuales.  Pero  hemos  de 
considerar  que  los  cálculos  de  Clemencin,  basados  en  el  precio  del 
trigo  en  Españay  durante  el  reinado  de  D?'  Isabel  la  Católica,  no 


1  Diccionario  Universal,  tom.  V,  pág.  911.  —  El  Sr.  D.  José  F.  Ra- 
mírez estima  igualmente  t\  peso  de  oro  en  2  ps.  93  es.  [N'otas  á  la  Hist. 
de  la  Conq.  de  México  por  Prescott,  nota  ']^.) 

2  Elogio  de  la  Reina  Católica  Doña  Isabel,  Ilustración  XX. 


54  NOTAS 

son  aplicables  á  México  y  á  una  época  bastante  posterior.  Más 
luz  puede  darnos  la  comparación  con  otros  salarios.  Al  virey  Men- 
doza se  le  señalaron  seis  mil  ducados,  y  dos  mil  mas  para  su  guar- 
dia (i)  :  estos  no  deben  computarse  como  sueldo,  y  los  seis  mil,  á 
razón  de  375  maravedís  cada  uno,  hacen  ^000  pesos  de  minas ^  de 
á  450  maravedís.  Un  catedrático  de  á  300  ps.,  tenia,  pues,  casi 
-^  del  sueldo  del  virey,  y  no  debía  considerarse  mal  retribuido. 
Los  oidores  trajeron  señalados  seiscientos  mil  maravedís  «que  era 
«competente  salario,»  y  después,  para  que  se  abstuvieran  de  tener 
encomiendas,  se  les  aumentaron  ciento  cincuenta  mil  (2),  de  modo 
que  vinieron  con  1333  pesos  y  tuvieron  luego  hasta  1666.  A  los 
oficiales  reales  se  asignaron,  al  tiempo  de  su  venida,  quinientos  diez 
mil  maravedís  (3),  que  hacen  1133  pesos  de  minas.  Estos  pocos 
ejemplos,  tomados  de  los  empleos  mas  altos  de  la  colonia,  bastan 
para  inclinarnos  á  creer  que  las  quejas  de  Cervantes  son  exagera- 
das, y  que  se  iba  contagiando  algo  de  la  enfermedad  reinante  en 
un  país  ubi  imperium  tenet  cupiditasy  como  antes  dijo.  Lo  cierto 
es  que  en  el  punto  de  la  remuneración  de  los  catedráticos  no  ma- 
nifiesta el  mismo  desprendimiento  y  altivez  que  su  modelo  Vives, 
quien  dice  así  en  uno  de  sus  diálogos  latinos :  (4)  «  Tyron.  ¿  Por 
«cuánto  enseñan?  Spudeo.  Quita  allá  con  esa  pregunta  tan  fea  y 
«tan  importuna:  ¿en  una  cosa  de  tanta  importancia  se  ha  de  pre- 
«guntar  de  la  paga?  Ni  los  mismos  maestros  conciertan  ni  pactan 
«cuánto  les  han  de  dar,  ni  á  los  discípulos  conviene  aun  pensarlo: 
«¿qué  paga  puede  recompensarlo?»  Pero  Vives  lleva  las  cosas  de- 
masiado lejos,  pues  los  catedráticos  no  habían  de  vivir  solo  de  ho- 
nores, ni  era  afrenta  que  recibieran  la  justa  recompensa  de  su  tra- 
bajo, porque  siempre  y  en  todo  caso,  dignus  est  operarius  mercedesua. 

Nota  4,  pág.  27. 

Triens  y  quadrans  eran  entre  los  romanos  la  tercia  y  la  cuarta 
parte  del  as  ó  libra,  y  de  toda  unidad  en  general.  Tengo  por  se- 
guro que  al  usar  Cervantes  estas  palabras  no  las  tomó  como  signos 
de  cantidad  fija,  sino  que  quiso  indicar  unas  monedas  de  poco  va- 
lor, y  por  eso  he  empleado  una  designación  igualmente  vaga.  Era 
también  imposible  estimar  el  valor  actual  del  triens  y  quadrans, 
aunque  solo  fuera  por  las  grandes  variaciones  que  en  diversas  épo- 


1  PUGA,  Cedulario,  fol.  98  vto. 

2  PuGA,  Cedulario,  fol.  38  vto.,  39. 

3  Cai'ta  de  Cortes,  apud  Colección  de  Documentos  pora  la  Historia  de 
México,  tom.  I,  pág.  483. 

4  Schola.  Traducción  del  Dr.  Cristóbal  Coret  y  Peris. 


AL   DIALOGO    PRIMERO.  55 

cas  tuvo  el  valor  del  íis.  Por  lo  demás,  cualquiera  que  sea  el  que 
se  dé  al  triens  y  quadrans  de  Cervantes,  no  se  desfigurará  su  in- 
tención, porque  siempre  permanecerá  la  relación  que  él  señala, 
esto  es,  que  lo  que  en  España  se  compraba  con  tal  cantidad  de 
cobre,  sea  la  que  fuere,  costaba  en  México  doble  ó  triple  canti- 
dad de  plata,  en  lo  cual  hay  evidente  exageración.  Es  cierto  que 
por  ese  mismo  tiempo  aseguraba  el  P.  Motolinia  que  la  tierra  es- 
taba «carísima  y  falta  de  bastimentos»  (l),  y  no  hay  duda  de  que 
debian  ser  por  entonces  muy  caros  los  efectos  que  se  traian  de  Es- 
paña, pues  solo  el  flete  de  Veracruz  á  México  se  tasó  en  1531  á 
peso  de  oro  la  arroba  (2),  y  aun  por  la  carestía  de  la  tierra  se  per- 
mitió que  los  escribanos  y  demás  oficiales  de  audiencia  cobrasen 
aquí  triples  los  derechos  del  arancel  de  Valladolid  (3);  pero  esa 
carestía  estaba  hasta  cierto  punto  compensada  con  la  baratura  de 
los  productos  indígenas,  y  aun  de  los  extrangeros  aclimatados  des- 
pués de  la  conquista.  El  mismo  P.  Motolinia  que  en  1555  se 
quejaba  de  la  carestía,  había  dicho  catorce  años  antes:  «En  prin- 
«cipios  de  este  año  (i  541)  vi  vender  la  fanega  de  trigo  á  real,  que 
«en  esta  tierra  no  se  estima  tanto  un  real  como  en  España  me- 
«dio»  (4).  y  el  conquistador  Andrés  de  Tapia  dice  también: 
«El  año  de  1539  yo  merqué  buen  trigo,  digo  extremado,  á  menos 
«de  real  la  hanega»  (5).  Vemos  aquí  una  muestra  de  la  rapidez 
con  que  abarataba  el  trigo:  en  Agosto  de  1530  decía  el  Cabildo 
que  se  había  cogido  mucho  trigo  y  se  esperaba  coger  mas,  por  lo 
cual  valia  la  hanega  medio  peso ;  y  unos  diez  años  después  se  obte- 
nía por  un  real,  ó  sea  poco  menos  de  real  y  medio  de  nuestra  mo- 
neda (6);  cosa  increíble,  ano  ser  que  entonces  se  entendiera  por 
hanega  una  medida  mucho  menor  que  la  que  hoy  conocemos  con 
ese  nombre  (7),  y  ni  aun  así  se  comprende  tal  baratura.   El  vino 


1  Carta  al  Emperador,  2  de  Enero  de  1555,  apud  Colección  de  Docu- 
mentos para  la  Historia  de  México,  tom.  I,  pág.  271. 

2  Libro  Segundo  de  Cabildo,  27  de  Enero  de  1531. 

3  Cédula  de  12  de  Julio  de  1530.   (  Puga,  Cedtdario,  fol.  50  vto.  ) 

4  Historia  de  los  Indios  de  Nueva  España,  Epístola  Proemial,  apud 
Colección  de  Docujnentos para  la  Historia  de  México,  tom.  I,  pág.  9. 

5  Relación  de  la  Conquista  de  México,  apud  Colección  de  Docianentos 
para  la  Historia  de  México,  tom.  II,  pág.  593. 

6  El  peso  de  oro  se  dividía  en  8  tomines,  y  cada  tomín  en  2  reales. 
Tenia  por  consiguiente  16  reales;  y  valiendo  el  peso  de  oro  2  ps.  93  es., 
tocan  á  cada  real  0,183125.  Los  cálculos  que  siguen  se  fundan  en  el  su- 
puesto, bastante  fundado,  de  que  los  precios  se  refieren  k pesos  de  oro  :  si 
se  tratara  (i^ pesos  de  minas,  tendrían  que  sufrir  una  reducción  de  la  dé- 
cima parte. 

7  Por  \2í  Aritmética  Práctica  y  Especulativa  del  Br.  Juan  Pérez  de  Mo- 
ya, impresa  en  Alcalá,  1569,  8?,  pág.  710,  se  viene  en  conocimiento  de 
que  la  fanega  tenia  entonces  48  cuartillos,  como  ahora,  y  lo  mismo  se  ve 


56  NOTAS 

costaba  en  1528,  3  ps.  la  arroba  (8  ps.  79  es.):  hoy  le  hay  mu- 
cho mas  caro.  La  carne  estaba  en  1531  á  53  mrs.  el  arre  I  Je  de 
carnero  ó  vaca,  y  á  25  el  de  puerco:  como  el  arrelde  era  un  peso 
de  cuatro  libras,  tendremos  que  la  libra  de  carnero  ó  vaca  costaba 
cosa  de  73/  es.  y  la  de  puerco  poco  mas  de  3^^.  En  1525,  una  ga- 
llina de  la  tierra  (^pipila)  «que  no  fuese  polla,»  debiar  darse  en  las 
ventas  por  4  rs.  (731^  es.),  y  un  gallo  grande  {guajolote^  en  6  rs. 
(l  p.  9^  es.)  (i).  Los  víveres  iban  abaratando  de  dia  en  dia,  se- 
gún consta  de  repetidos  pasajes  de  los  Libros  de  Cabildo ;  y  aun 
cuando  en  la  época  en  que  Cervantes  escribia  haya  sobrevenido 
una  alza  (como  lo  indican  las  palabras  de  la  Carta  del  P.  Moto- 
linia),  no  debió  ser  ni  excesiva  ni  permanente. 

Nota  5,  pág.  27. 

Ya  para  entonces  habían  desaparecido  los  doscientos  mil  pesos 
de  moneda  de  cobre  que  mandó  labrar  D.  Antonio  de  Mendoza  en 
1542,  y  que  los  indios  recogieron  y  arrojaron  á  la  laguna.  (2) 

Nota  6,  pág.  31. 

Beristain  copia  las  noticias  de  Cervantes  relativas  á  este  profe- 
sor, y  solo  agrega  que  era  natural  de  Castilla  y  que  enseñó  gramá- 
tica hasta  1560.  Concluye  diciendo:  «Parece,  pues,  justo  dar  á 
«  Bustamante,  entre  tantos  hijos  y  nietos  suyos  literatos,  que  ocupan 
«esta  Bibliotecáy  el  lugar  que  ya  le  dio  en  la  suya  el  Illmo.  Eguia- 
«ra.»  Como  el  catedrático  Bustamante  se  llamaba  Blasy  debiera 
estar  su  artículo  en  el'tomo  impreso  de  la  Biblioteca  de  Eguiara, 
que  comprende  las  letras  A,  B,  C ;  pero  no  se  halla,  y  no  sé  dón- 
de le  veria  Beristain.  Por  benemérito  que  fuera  el  catedrático,  no 
tenia  derecho  á  lugar  en  una  Biblioteca  de  Escritores. 

Por  Dávila  Padilla  sabemos  que  Bustamante  enseñó  la  gramá- 
tica durante  muchos  años  á  los  frailes  dominicos  en  su  convento.  (3) 


en  el  Arte  de  cuenta  castellana,  que  está  al  hn  del  Arte  siibtilissima para 
aprender  á  escribir,  de  Juan  de  Yciar,  1 555,  fol.  82.  Aun  suponiendo  que 
los  cuartillos  fueran  excesivamente  pequeños,  todavía  es  increíble  el  pre- 
cio del  P.  Motolinia,  y  sin  embargo,  Andrés  de  Tapia  aun  le  baja  mas. 
Con  todo,  hay  en  las  tablas  de  Clemencin  un  dato  que  llama  la  atención: 
allí  vemos  que  en  el  año  de  146S,  señalado  como  de  gran  fertilidad,  va- 
lió el  trigo  en  Andalucía  y  Toledo,  2  rs.  21  mrs.  de  vellón  la  fanejja,  ó 
sea  poco  mas  de  13  es.  —  La  actual  fanega  de  trigo  en  España  pesa  de  90 
á  95  It).,  mientras  que  la  nuestra  es  de  175  Ib. 

1  Libros  de  Cabi/do. 

2  ToRQUEMAD.\,  J/onar^uia  Ijidiana,  lib.  V,  cap.  13. 

3  Historia,  lib.  II,  cap.  75. 


AL   DIÁLOGO   PRIMERO.  57 

Entre  los  clérigos  que  había  en  el  Arzobispado  de  México  el 
año  de  1570,  figura  un  bachiller  Blas  de  Bustamante,  que  proba- 
blemente era  hijo  de  nuestro  profesor.  Al  margen  tiene  esta  ano- 
tación: «Canonista  y  virtuoso:  lengua  mexicana.»  (i; 

Nota  7,  pág.  31. 

Ya  habrá  comprendido  el  lector  que  este  Cervantes  no  es  otro 
que  el  autor  de  los  presentes  Diálogos. 

Nota  8,  pág.  31. 

De  este  catedrático  no  puedo  dar  otra  noticia  sino  que  era  ca- 
nónigo de  la  iglesia  de  México. 

Nota  9,  pág.  1,^, 

Fr.  Alonso  de  la  Veracruz,  uno  de  los  hombres  más  notables 
que  pasaron  á  la  Nueva  España  en  los  tiempos  inmediatos  á  la 
conquista,  era  natural  de  Caspueñas,  en  la  diócesis  de  Toledo. 
Nació  hacia  el  año  de  1504.  Sus  padres,  Francisco  Gutiérrez  y 
Leonor  del  mismo  apellido,  eran  bastante  ricos,  y  quisieron  dar  á 
su  hijo  una  educación  esmerada.  Al  efecto  le  enviaron  á  Alcalá, 
donde  aprendió  Gramática  y  Retórica,  pasando  luego  á  estudiar  Ar- 
tes y  Teología  en  Salamanca,  y  allí  tuvo  por  maestro  al  insigne 
dominicano  Fr.  Francisco  de  Victoria  (2).  Graduóse  nuestro 
Fr.  Alonso  en  Teología  y  ordenóse  de  misa.  En  seguida  leyó  un 
curso  de  Artes  en  la  misma  Universidad;  y  habiendo  enviado  el 
duque  del  Infantado  dos  hijos  suyos  á  estudiar  en  ella,  los  puso 
al  cuidado  del  Maestro  Alonso  Gutiérrez,  señalándole  un  decente 
salario. 


1  Descripción  del  Arzobispado  de  Aléxico,  MS. 

2  Este  célebre  teólogo  español  era  natural  de  Vitoria  en  la  provincia 
de  Álava.  Le  llevaron  niño  á  Burgos,  en  cuya  dudad  tomó  el  hábito  de 
los  dominicos.  Estudió  Teología  en  París,  y  fué  rector  del  Colegio  de  S. 
Gregorio  en  Valladolid.  Pasó  á  Salamanca,  donde  enseñó  Teología;  y 
tuvo  por  discípulo  al  insigne  Melchor  Cano.  Falleció  allí  el  12  de  Agosto 
de  1546.  Después  de  su  muerte  se  imprimieron  en  León  (de  Francia)  sus 
Relectiones  Theologicce  XII,  1 557,  en  8?,  reimpresas  después  varias  veces. 
Entre  ellas  hay  dos,  intituladas,  la  una  De  Indis  instdanis,  y  la  otra  De 
Indis,  sive  de  jure  belli  Hispanorum  in  barbaros,  en  que  el  autor  defiende 
la  opinión  de  que  la  circunstancia  de  ser  infieles  los  indios,  no  era  causa 
bastante  para  privarlos  de  su  libertad  y  del  domimo  de  sus  tierras,  SíC 

8 


58  NOTAS 

En  tal  posición  se  hallaba  cuando  en  1535  fué  por  segunda  vez 
á  España  el  P.  Fr.  Francisco  de  la  Cruz,  tan  estimado  en  su  pro- 
vincia de  agustinos  de  la  Nueva  España,  que  no  le  conocían  con 
otro  nombre  que  el  de  «nuestro  padre  venerable.»  Después  de  ha- 
ber reclutado  algunos  frailes  de  su  orden,  quiso  traer  ademas  un 
clérigo  letrado  que  enseñase  Artes  y  Teología  á  los  religiosos:  de- 
terminación extraña,  no  faltando  en  su  propia  orden  sugetos  muy 
aptos  para  tal  ministerio.  Puso  los  ojos  en  el  Maestro  Alonso  Gu- 
tiérrez; y  aunque  parecía  imposible  que  este  consintiera  en  dejar 
su  ventajosa  posición  para  seguir  á  un  hombre  casi  desconocido  que 
le  quería  llevar  á  un  mundo  nuevo,  hízole  sin  embargo  la  propo- 
sición. Negóse  al  principio  cortesmente  el  Maestro;  pero  á  poco 
mudó  de  parecer,  y  se  resolvió  á  seguir  al  religioso.  Embarcáronse, 
y  durante  la  navegación  quiso  Fr.  Francisco  completar  la  obra, 
atrayendo  á  su  orden  un  sacerdote  de  tanto  mérito.  Le  habló  de 
ello,  no  encontró  resistencia,  pero  tampoco  decisión  favorable  por 
entonces.  No  tardó  mucho  en  obtenerla,  y  llegados  á  Veracruz, 
por  Junio  de  1536,  recibió  allí  el  hábito  nuestro  Alonso,  quien 
por  el  nombre  de  la  ciudad  y  por  el  apellido  de  su  nuevo  prelado, 
dejó  el  de  Gutiérrez,  y  tomó  el  nombre  de  Fr.  Alonso  de  la  Ve- 
racruz, con  que  le  conocemos.  Pasó  luego  á  México,  y  cumplido 
el  tiempo  de  su  noviciado,  hizo  su  profesión  solemne. 

Inmediatamente  después  mereció  tan  señalada  distinción  como 
la  de  ser  nombrado  maestro  de  novicios,  cuando  acababa  de  ser 
uno  de  ellos.  A  los  tres  años,  en  el  de  1540,  se  fundó  la  primera 
casa  de  estudios  de  la  Provincia  en  Tiripitío  (Michoacan)  (i),y 
el  P.  Veracruz  fué  enviado  á  ella  por  lector  de  Artes  y  Teología, 
y  también  para  que  aprendiera  la  lengua  tarasca;  porque  aquellos 
primeros  padres  creían  que  no  ganaba  legítimamente  el  sustento 
que  recibía  de  los  indios,  el  que  no  era  su  ministro  y  les  hablaba 
en  su  lengua. 

Andaba  entonces  muy  acalorada  la  cuestión  de  si  debía  ó  no 
administrarse  á  los  indios  el  sacramento  de  la  Eucaristía.  El  P.  Ve- 
racruz sostenía  la  afirmativa,  y  el  óníco  que  le  apoyaba  era  el  cé- 
lebre franciscano  dinamarqués,  Fr.  Jacobo  Dacíano,  misionero 
también  en  aquellas  tierras.  Los  cronistas  de  ambas  religiones  re- 
claman respectivamente  para  su  fraile  la  honra  de  haber  sido  el 
primero  que  administró  ese  sacramento  á  aquellos  indios  (2).  Fue- 


1  Lexarza,  en  su  Estadística  de  Michoacan,  (pág.  109),  dice  que  Ti- 
ripitío se  hizo  famoso  «porque  se  estableció  allí  en  1540  la  primera  Uni- 
uversidad y  casa  de  estudios  de  toda  la  Nueva  España.»  Confundió  la 
provincia  de  los  agustinos  con  el  pais  entero. 

2  Grijalva,  Edad  IV,  cap.  11.  —  Larea,  lib.  I,  cap.  31.  —  Mendie- 
TA,  Historia  Eclesiástica  Indiana,  lib.  IV,  cap.  5. 


AL   DIALOGO   PRIMERO.  59 

se  el  uno  ó  el  otro,  la  opinión  de  dos  varones  tan  sabios  arrastró 
consigo  la  de  los  demás  ministros. 

Ocurrió  poco  después,  en  i  542,  que  el  lllmo.  Sr.  D.  Vasco  de 
Quiroga,  obispo  de  Michoacan,  resolviera  partir  para  Europa,  á 
asistir  al  concilio  Tridentino,  y  con  tal  motivo  eligió  á  nuestro 
Fr.  Alonso  por  gobernador  de  su  obispado.  Aunque  el  Sr.  Qu\- 
roga  llegó  á  embarcarse,  no  tuvo  efecto  por  entonces  su  viaje,  por- 
que el  navio  empezó  á  hacer  agua  de  tal  manera,  que  hubo  de 
volverse  al  puerto,  desde  donde,  por  no  presentarse  otra  ocasión 
de  emprender  la  jornada,  regresó  el  señor  obispo  á  su  diócesis,  des- 
puesdenuevemesesdeausencia  (i).  Mientras  gobernaba  Fr.  Alon- 
so aquel  obispado,  le  fué  ofrecido  el  de  León  de  Nicaragua,  que 
renunció. 

Al  año  siguiente  de  1543  salió  electo  provincial  el  P.  Fr.  Juan 
de  San  Román,  y  definidor  nuestro  Fr.  Alonso.  Esto  era  á  tiem- 
po que  llegaban  á  la  Nueva  España  las  famosas  Nuevas  Leyes  de 
1542,  que  tantas  restricciones  ponian  á  las  encomiendas,  por  lo 
cual  los  españoles  resistieron  la  ejecución,  y  el  virey  D.  Antonio 
de  Mendoza,  de  acuerdo  con  el  visitador  Tello  de  Sandoval,  la 
suspendió,  permitiendo  á  los  quejosos  que  enviasen  á  España  sus 
procuradores  para  pedir  la  revocación.  Nombrados  que  fueron,  se 
agregaron  á  ellos  los  tres  provinciales  de  las  órdenes  de  S.  Fran- 
cisco, Sto.  Domingo  y  S.  Agustín,  quedando  con  este  motivo  Fr. 
Alonso  como  vicario  provincial,  lo  cual  se  le  cuenta  como  primer 
provincialato.  En  el  capítulo  del  año  1545  le  dieron  el  priorato 
de  Tacámbaro,  con  el  encargo  de  leer  allí  un  curso  de  Artes;  mas 
á  petición  suya  se  trasladó  la  casa  de  estudios  á  Atotonilco,  como 
lugar  mas  acomodado,  donde  prosiguió  su  curso  de  Artes  y  Teolo- 
gía, que  duró  dos  años.  Al  terminar  el  segundo,  fué  electo  provincial 
en  1548,  y  como  su  larga  residencia  y  empleos  en  Michoacan  le 
hablan  hecho  cobrar  afición  á  aquel  reino,  procuró  dilatar  en  él 
su  religión,  para  lo  cual  contaba  también  con  el  favor  del  V.  obis- 
po Quiroga.  Fundó  allá,  en  efecto,  muchos  conventos,  entre  ellos 
los  de  Cuitzeo,  Yurirapúndaro,  Cupándaro,  Charo  y  Guayanga- 
reo  (Morelia).  Acabó  su  oficio  en  1551 :  no  sabemos  qué  em- 
pleos desempeñó  en  los  dos  años  siguientes:  el  de  1553  le  vemos 
nombrado  catedrático  de  Escritura  en  la  nueva  Universidad.  Esta 
cátedra  se  volvió  después  de  Teología,  y  la  desempeñó  hasta  que 
hizo  viaje  á  España,  como  luego  veremos.  La  provincia  había  que- 
dado tan  contenta  de  su  gobierno,  que  para  reelegirle  solo  aguar- 
daba el  trascurso  de  los  seis  años  que  deben  pasar  de  una  elección 
á  otra  en  un  mismo  sugeto.    Así  fué  que  en   1557  le  nombraron 


Moreno,  Vida  del  Sr.  Quiroga,  lib.  I,  cap.  13. 


6o  NOTAS 

provincial  por  tercera  vez.  Nada  notable  sabemos  de  su  gobierno 
en  esta  ocasión:  debió  ser  á  satisfacción  de  todos,  porque  mas  ade- 
lante volvieron  todavía  á  elegirle. 

Venia  defendiendo  el  P.  Veracruz  la  opinión  de  que  los  indios 
no  debian  pagar  diezmos  á  las  catedrales,  porque  sustentando,  co- 
mo sustentaban,  las  iglesias  de  los  religiosos,  cumplían  con  la  obli- 
gación en  que  se  funda  el  pago  de  los  diezmos.  Tal  opinión  no 
era  del  agrado  de  los  obispos,  y  habiendo  llegado  el  caso  á  noticia 
del  rey,  despachó  una  cédula  con  fecha  4  de  Agosto  de  1561,  pre- 
viniendo al  virey  diera  orden  á  Fr.  Alonso  para  que  viniese  á  Es- 
paña en  los  primeros  navios.  La  cédula  no  mostraba  disfavor,  pues 
solo  expresaba  que  el  rey  queria  ser  informado  de  cosas  tocantes 
á  su  servicio.  El  viaje  de  Fr.  Alonso  se  verificó,  pero  con  otro 
motivo. 

Desde  los  primeros  años  de  la  conquista  hablan  gozado  en  Mé- 
xico las  órdenes  religiosas  grandes  privilegios  concedidos  por  di- 
versas disposiciones  de  los  Pontífices,  y  ejercían  la  administración 
espiritual  de  los  indios  con  total  independencia  de  los  obispos. 
Aquellos  privilegios  habían  sido  necesarios  en  su  época,  no  solo 
por  la  falta  de  clérigos  regulares,  sino  también  porque  mientras 
se  entendía  en  la  conversión  de  los  indios,  eran  considerados  es- 
tos como  neófitos,  y  no  convenia  mudarles  gobierno  y  administra- 
ción (i)  ;  pero  andando  el  tiempo  y  afirmados  muchos  en  la  fe,  los 
obispos  llevaban  pesadamente  tan  amplías  exenciones,  que  á  la  ver- 
dad eran  un  gran  estorbo  para  el  buen  regimiento  de  sus  diócesis. 
De  ahí  nacían  continuas  competencias  de  jurisdicción  que  agriaban 
los  ánimos;  y  temiendo  los  regulares  que  las  diligencias  de  los 
obispos  en  la  corte  dieran  por  resultado  la  diminución  de  los  pri- 
vilegios de  las  órdenes,  determinaron  enviar  también  sus  represen- 
tantes, que  fueron  nada  menos  que  los  tres  provinciales:  Fr.  Fran- 
cisco de  Bustamante,  de  los  franciscanos,  Fr.  Pedro  de  Peña,  de 
los  dominicos,  y  Fr.  Agustín  de  Coruña,  de  los  agustinos.  Es 
de  notar  que  ninguno  de  los  tres  volvió  á  México,  porque  el  fran- 
ciscano murió  en  Madrid,  el  dominico  fué  por  obispo  á  Quito,  y 
el  agustino  con  la  misma  dignidad  á  Popayan. 

Partieron  de  la  Nueva  España  estos  padres  en  los  primeros  días 
del  año  de  1562  (2).  La  importancia  de  la  comisión  que  lleva- 


1  Parra,  Gobierno  de  los  Regulares  de  Indias,  n?  528. 

2  No  es  fácil  fijar  esta  fecha,  á  causa  de  lo  contradictorio  de  los  da- 
tos en  que  ha  de  fundarse.  Fr.  Gerónimo  de  Mendieta,  en  su  Hisíoria 
Eclesiástica  Indiana  (Lib.  V,  pte.  I?,  cap.  52),  dice  que  el  P.  Bustamante 
«partió  de  acá  el  año  de  1561,  y  murió  en  el  siguiente  de  1562.»  Pero  la 
carta  que  dirigió  al  mismo  P.  Bustamante  en  vísperas  de  la  partida  de 
este,  tiene  la  fecha  de  i?  de  Enero  de  1562.  {Col.  de  Doc. para  la  Ilisí. 


AL   DIÁLOGO   PRIMERO.  6l 

ban,  puede  colegirse  leyendo  la  carta  que  el  franciscano  Fr.  Ge- 
rónimo de  Mendieta  escribía  á  su  provincial  en  vísperas  de  em. 
prender  este  su  viaje.  Sea  que  nuestro  Fr.  Alonso  hubiera  recibido 
ya  la  cédula  que  le  mandaba  ir  h  España,  sea  (y  es  lo  mas  probable) 
que  sin  ese  motivo  los  frailes  quisieran  llevar  consigo  un  auxiliar 
tan  importante,  es  lo  cierto  que  Fr.  Alonso  partió  con  ellos,  y  á  no 
haber  sido  por  esa  compañía,  la  empresa  habría  fracasado  comple- 
tamente. Porque  llegados  á  España,  no  tardó  Fr.  Alonso  en  en- 
contrarse solo,  por  la  muerte  de  uno  de  los  provinciales  y  presenta- 
ción de  los  otros  dos  á  sillas  episcopales,  y  eso  cuando  el  negocio 
que  se  les  había  encomendado  tomaba  un  carácter  nuevo  y  mucho 
mas  difícil,  con  la  publicación,  á  principios  de  i  564,  de  los  decretos 
del  Concilio  Tridentino,  que  restringían  mucho  los  privilegios 
de  los  regulares,  y  señaladamente  disponían  que  estuvieran  sujetos 
al  ordinario,  cuando  ejercieran  ministerio  de  curas.  No  se  arredró 
Fr.  Alonso  con  tamaña  dificultad,  antes  continuando  acertada  y 
enérgicamente  la  negociación,  logró  persuadir  al  rey  que  pidiese 
al  Pontífice  S.  Pío  V  la  revocación  de  esta  parte  del  Concilio,  co- 
mo se  logró  que  lo  ejecutara  por  su  Breve  de   24  de  Marzo  de 


de  México^  tom.  II,  pág.  544.  Véase  también  la  pág.  LXI  del  mismo 
tomo.)  Luego  el  P.  Bustamante  no  partió  en  1561.  Grijalva,  (Edad  II, 
cap.  18),  precisa  mas  el  viaje,  diciendo  que  los  provinciales  salieron  «por 
«Mayo  de  1561,»  Poco  antes  habia  dicho  que  el  provincial  de  S.  Fran- 
cisco «murió  dentro  de  seis  meses  después  de  llegados  á  la  corte.»  Sabe- 
mos por  Mendieta  que  el  dicho  padre  murió  en  1562,  y  lo  confirma  Be- 
tancurt  {Menologio)  fijando  la  fecha  al  i?  de  Noviembre.  Ahora  bien:  si 
el  padre  que  murió  el  i?  de  Noviembre  llevaba  seis  meses  de  residir  en 
la  corte,  habia  llegado  á  ella  hacia  el  i?  de  Mayo  de  1562,  lo  cual  con- 
viene con  la  fecha  de  la  carta  del  P.  Mendieta.  Y  lo  mejor  es  que  el  mismo 
P.  Grijalva  que  nos  mete  en  tales  dificultades,  viene  después  diciéndonos 
(Edad  III,  cap.  26)  que  el  P.  Veracruz,  compañero  de  los  provinciales 
«salió  de  la  Nueva  España  el  año  de  1562.»  La  averiguación  no  es  ociosa, 
porque  de  ella  depende  el  saber  si  el  P.  Veracruz  marchó  á  España  obli- 
gado por  la  cédula  real  que  ya  habia  recibido,  como  parece  indicarlo  el 
P.  Basalenque  (lib.  I,  cap.  8),  ó  si  la  partida  fué  voluntaria,  según  refiere 
Grijalva,  quien  vuelve  aquí  á  embrollar  las  fechas.  Habiendo  dicho  que 
los  provinciales  salieron  por  Mayo  de  61,  agrega  que  «luego  por  Agosto 
del  mismo  año»  llegó  la  flota  en  que  venia  la  cédula  para  el  P.  Veracruz. 
La  cédula  tiene,  en  la  obra  misma  de  Grijalva,  la  fecha  de  4  de  Agosto 
de  1 56 1,  y  dicho  se  está  que  no  pudo  llegar  dentro  del  mismo  mes  en  que 
fué  expedida.  Desaparecen  estas  discrepancias  diciendo  que  el  viaje  de 
los  provinciales  se  verificó  en  los  primeros  dias  de  1 562 ;  que  por  eso  Men- 
dieta, residente  entonces  en  Toluca,  al  hablar  del  suceso  en  su  Historia^ 
se  acordó  mas  del  año  que  acababa  de  pasar,  que  del  que  apenas  comen- 
zaba: que  la  primera  fecha  de  Grijalva  debe  leerse  «Mayo  de  62»  y  no 
«Mayo  de  61,»  y  que  no  es  la  de  la  sahda  de  los  provinciales,  sino  la  de 
su  llegada  á  la  corte.  La  cédula  de  Agosto  de  61  no  es  extraño  que  lle- 
gara en  Agosto  de  62,  en  cuyo  caso,  ya  no  encontró  aquí  al  P.  Veracruz. 


02  NOTAS 

1567  (i),  en  que  mandó  quedaran  las  cosas  en  el  estado  que  te- 
nian  antes  de  la  publicación  de  esos  decretos  del  Concilio.  El 
P.  Veracruz  hizo  imprimir,  autorizar  y  despachar  á  todas  partes 
de  la  América  miles  de  ejemplares  del  Breve  y  de  una  real  cédula 
que  ordenaba  su  publicación,  para  que  viniera  á  conocimiento  de 
los  indios.  Puesto  feliz  término  á  aquella  grande  empresa,  aun  ob- 
tuvo para  los  religiosos  otras  concesiones  de  menor  importancia. 

Durante  su  larga  permanencia  en  la  corte,  fué  conocido  y  apre- 
ciado su  mérito  por  los  principales  personajes  de  ella.  El  Lie.  Juan 
de  Ovando,  presidente  del  Consejo  de  Indias,  le  escogió  por  con- 
fesor, y  le  ofreció  el  obispado  de  Michoacan,  vacante  por  promo- 
ción del  Sr.  Morales  y  Molina  al  de  la  Puebla  de  los  Ángeles. 
Rehusóle  el  padre,  y  creyendo  el  presidente  que  la  renuncia  pro- 
venia de  sentimiento  por  habérsele  preferido  el  obispo  de  Michoa- 
can en  la  promoción  á  la  silla  de  Puebla,  le  ofreció  esta.  Menos 
quiso  aceptarla,  y  como  el  presidente  le  encargase  la  conciencia, 
diciéndole  que  hacia  mal  en  excusarse,  porque  el  rey  necesitaba 
personas  tales  para  regir  los  obispados,  le  contestó  que  no  falta- 
ban, y  que  ahí  tenia  al  P.  Fr.  Diego  de  Chaves,  quien  fué  en 
efecto  nombrado  obispo  de  Michoacan,  aunque  murió  antes  de 
recibir  las  bulas  (2).  Queriendo  entonces  el  presidente  retener  á 
Fr.  Alonso  en  la  corte,  le  propuso  darle  en  ella  el  empleo  de  co- 
misario general  de  su  orden  en  Nueva  España,  Perú  y  Filipinas, 
con  salario  del  rey:  mas  tampoco  quiso  aceptar,  porque  dijo  que 
no  convenia  hubiese  tal  empleo. 

No  hizo  menos  aprecio  de  él  su  propia  orden,  y  le  demostró 
nombrándole  prior  de  Madrid  y  visitador  de  Castilla  la  Nueva. 
Por  último,  próximo  ya  á  regresar  á  la  Nueva  España,  le  nombra- 
ron visitador  de  las  provincias  de  América,  en  el  capítulo  celebrado 
en  1572,  cuyo  nombramiento  aprobó  el  general  de  la  orden,  ha- 
ciéndole ademas  su  vicario  general  en  las  mismas  provincias.  Creía 
el  P.  Veracruz  que  no  convenían  aquellos  envíos  de  visitadores,  y 
nunca  usó  de  sus  poderes,  asegurando  haberlos  aceptado,  solamente 
para  que  no  se  dieran  á  otro  que  viniera  á  perturbar  la  provincia. 

Despachado  ya  del  todo,  y  deseoso  de  continuar  sus  tareas  de 
enseñanza  y  predicación  en  la  Nueva  España,  se  volvió  á  ella  en 
1573,  trayendo  consigo  diez  y  siete  religiosos  y  varias  reliquias, 

1  Traele  á  la  letra  Mendieta  en  el  lib.  IV,  cap.  30  de  su  Jlisf.  Ecl. 
Indiana.  —  Las  bulas  y  la  cédula  se  imprimieron  también  en  México  en 
casa  de  Antonio  de  Espinosa,  1568,  en  4?,  con  este  título:  Bulla  conjir- 
?nationis  et  novce  concessionis  prmilegiortini  oni7iium  ordinum  Mendican- 
tium.  Cwn  certis  Dcclarationibus  Decretis  &"  Inhibitionibtts.  S.  D.  N. 
D.  Pij  PapcB  V.  Motu  proprio.)^  He  visto  esta  edición. 

2  Grijalva,  Edad  III,  cap.  24.  — González  Dávila  {Teatro  Ecl.  de 
Indias,  tom.  I,  pág.  120)  dice  que  no  aceptó. 


AL   DIÁLOGO   PRIMERO.  63 

entre  ellas  una  del  Lignum  Crucis,  de  que  dio  una  parte  á  la  Igle- 
sia Catedral,  donde  hoy  se  venera.  La  orden  aprovechó  la  primera 
oportunidad,  que  fué  la  del  capitulo  de  1575,  para  elegirle  pro- 
vincial por  cuarta  vez,  é  inmediatamente,  por  el  mes  de  Agosto 
del  mismo  año,  fundó  el  colegio  de  S.  Pablo,  en  virtud  de  una  cé- 
dula en  que  el  rey  hacia  merced  de  esa  iglesia  y  de  la  doctrina  de 
los  indios  de  aquel  barrio  á  los  agustinos,  siempre  que  así  pareciese 
al  virey,  al  arzobispo  y  al  provincial.  Aunque  por  parte  del  se- 
gundo hubo  alguna  contradicción,  al  fin  fué  confirmada  por  el  rey 
la  posesión  en  favor  de  los  agustinos.  El  P.  Veracruz,  sin  mas 
auxilio  que  las  limosnas,  levantó  pronto  un  edificio  para  veinte 
colegiales,  y  dejó  compradas  casas  y  solares  para  ampliar  el  esta- 
blecimiento, como  se  verificó  mas  adelante:  nombró  rector  al  P. 
Fr.  Pedro  de  Agurto  (de  quien  ya  dimos  noticia),  formó  las  cons- 
tituciones del  colegio,  y  le  enriqueció  con  una  selecta  librería,  po- 
niendo por  principio  de  ella  sesenta  cajones  de  libros  que  trajo  de 
España,  á  los  cuales  fué  añadiendo  todos  los  que  después  venian 
á  su  noticia  y  no  se  hallaban  en  la  biblioteca.  Puso  ademas  en 
ella  una  colección  de  globos,  mapas  é  instrumentos  científicos.  Se 
le  deben  también  las  bibliotecas  de  los  conventos  de  México,  Ti- 
ripitío  y  Tacámbaro,  siendo  de  notar  que  esas  cuatro  bibliotecas 
daban  testimonio  del  profundo  estudio  de  su  fundador,  pues  ape- 
nas habia  en  ellas  libro  que  no  estuviese  rayado  y  anotado  de  su 
puño  en  todas  las  hojas.  Tenia  por  costumbre  examinar  todos  los 
libros  nuevos  que  llegaban,  y  de  su  contenido  tomaba  materia  pa- 
ra dar  una  lección  extraordinaria  á  sus  discípulos,  ya  después  de 
comer,  ya  en  otra  ocasión  que  se  presentara,  exponiéndoles  los 
puntos  mas  notables  que  habia  encontrado,  especialmente  los  que 
podían  ofrecer  dificultad,  y  las  doctrinas  que  habia  en  contrario. 
Solo  una  vez,  dicen,  que  faltó  á  esa  costumbre,  y  fué  tan  notable 
el  motivo,  que  quiero  referir  el  caso  con  las  palabras  mismas  del 
cronista,  (i) 

(í  Cuando  el  tribunal  de  la  Santa  Inquisición  prendió  al  P.  Mtro. 
«Fr.  Luis  de  León,  por  aquellas  proposiciones  que  tan  mal  sona- 
«ron  en  España,  llegó  acá  la  nueva  con  toda  aquella  ponderación 
«y  sentimiento  que  el  caso  pedia:  escribieron  que  habían  conde- 
«nado  las  proposiciones  todos  los  grandes  hombres  y  todas  las 
«universidades,  no  solo  de  España,  sino  de  Italia  y  de  Francia,  y 
«que  el  P.  Mtro.  Fray  Luis  de  León  estaba  tan  pertinaz,  que  to- 
«davía  quería  defenderlas,  de  que  nuestra  religión  estaba  cuidado- 
«  sísima  y  muy  lastimada.  Y  llegando  á  leer  las  proposiciones,  dijo 
«el  P.  Mtro.  (Veracruz)  sin  alterarse:  Pues  á  la  buena  verdad^ 
«  que  me  pueden  quemar  á  mí  si  á  él  lo  queman^  porque  de  la  mane- 

I     Grijalva,  Edad  IV,  cap.  11. 


64  NOTAS 

« ra  que  él  lo  dice  lo  siento  yo.  Con  todo  eso,  no  quiso  hacer  en 
«esta  ocasión  lo  que  hacia  en  todas  las  demás,  porque  no  habló 
«mas  en  la  materia,  por  el  respeto  que  se  debe  á  aquel  tribunal 
«santo,  hasta  que  últimamente  dio  la  sentencia  tan  honrosa  para 
«el  Mtro.  León,  y  tan  alegre  para  nuestra  religión.))  De  este  no- 
table testimonio  en  favor  de  Fr.  Luis  de  León  no  sé  que  haya  he- 
cho mención  ninguno  de  sus  biógrafos,  tal  vez  por  no  haber  tenido 
á  la  vista  la  rarísima  crónica  en  que  se  encuentra. 

La  enseñanza  de  sus  discípulos,  la  composición  de  las  obras  de 
que  después  hablaremos,  las  respuestas  á  las  innumerables  consul- 
tas que  se  le  dirigian  de  todas  partes,  las  atenciones  del  gobierno, 
aquella  inmensa  lectura,  forman  tal  cúmulo  de  ocupaciones,  que 
es  difícil  comprender  cómo  tenia  tiempo  para  todo.  Pero  solo  dor- 
mía cuatro  horas,  era  enemigo  mortal  de  la  ociosidad  y  las  pláticas 
vanas,  y  no  desperdiciaba  jamás  un  solo  momento.  Continuamente 
repetía:  Habete  rationem  temporis ;  tened  cuenta  con  el  tiempo. 
Por  cierto  que  podía  repetir  con  autoridad  el  precepto,  quien  sa- 
bia tan  bien  ponerle  en  práctica. 

La  influencia  que  tan  justamente  había  adquirido  no  se  limitaba 
á  su  provincia.  Los  agustinos  de  Filipinas,  abrumados  con  el  peso 
de  aquella  conversión,  deseaban  que  ministros  de  otras  órdenes 
fuesen  á  ayudarles.  No  sabiendo  cómo  conseguirlo,  acudieron  á 
nuestro  Fr.  Alonso,  quien  ocurrió  al  virey,  y  por  su  mediación  se 
logró  que  en  1577  pasasen  á  aquellas  islas  diez  y  siete  religiosos 
de  S.  Francisco.  Y  poco  mas  adelante,  con  motivo  de  las  compe- 
tencias de  jurisdicción  que,  como  en  México,  se  habían  suscitado 
allá  entre  los  agustinos  y  el  obispo  de  Manila  D.  Fr.  Domingo  de 
Salazar,  dominicano,  el  obispo  consultó  á  Fr.  Alonso  «como  orá- 
«culo  que  era  de  toda  Nueva  España,))  y  recibió  en  respuesta  una 
carta  tan  docta,  que  bastó  para  templarle  (i).  Los  religiosos  tu- 
vieron en  adelante  aquella  carta  como  regla  de  su  conducta,  y  como 
texto  para  resolver  dificultades. 

A  tanta  doctrina  juntaba  Fr.  Alonso  una  sólida  virtud,  una  ex- 
tremada pobreza,  y  lo  que  es  mas  extraño  en  hombre  tan  sabio  y 
tan  versado  en  negocios  arduos,  un  candor  y  sencillez  admirables, 
en  las  cosas  del  trato  común.  «No  es  tan  fácil  engañar  á  una 
«criatura  de  cinco  años,  como  lo  era  engañar  al  P.  Maestro,))  di- 
ce su  principal  cronista:  indicio  de  ánimo  limpio  y  corazón  sano. 
Dos  años  antes  de  su  muerte  enfermó  de  la  orina,  y  llevó  con  in- 
vencible paciencia  los  atroces  dolores  consiguientes  á  su  mal.  En 
fin,  á  la  edad  de  ochenta  años,  cargado  de  merecimientos  reposó 
en  el  Señor,  á  principios  del  mes  de  Julio  de  1584.  Poco  antes 
de  morir  escribió  una  carta  á  cada  uno  de  los  frailes  de  su  provin- 

I     Martínez,  HisL  de  Filipinas,  cap,  9. 


AL    DIÁLOGO  PRIMERO.  65 

cia,  rogándole  le  encomendase  á  Dios,  y  empeñándole  á  ello  con 
el  recuerdo  de  algún  obsequio  ó  beneficio  que  le  habia  hecho. 
Fué  su  muerte  en  el  colegio  de  S.  Pablo,  y  le  enterraron  con  gran 
solemnidad  en  la  capilla  mayor. 
Dejó  impresas  las  obras  siguientes: 

I.  Recognitio  Summularum.  México,  Juan  Pablos,  1554,  fol. 
Reimp.  Salamanca,  1573  y  1593,  fol.,  según  D.  Nicolás  Antonio. 

II.  Dialéctica  Resolutio  cum  Textu  Arista  te  lis.  México,  Juan 
Pablos,  1554,  fol.  Reimp.  Salamanca,  1573. 

III.  Phisica  (sic)  Speculatio..,.  Accessit  Compendium  Spher¿e 
Campaniad  Complementum  Tractatus  de  Coelo.  México,  Juan  Pa- 
blos, 1557,  fol.   Reimp.  Salamanca,  1573,  fol. 

IV.  Speculum  Conjugiorum.  México,  Juan  Pablos,  1556,  4? 
Reimp.  Salamanca,  1562,  4^,  y  Alcalá,  1572,  49.  —  Publicado 
el  Concilio  de  Trento,  que  hizo  algunas  reformas  en  lo  relativo 
á  matrimonios,  nuestro  autor  formó  y  dio  á  luz,  para  ajustar  su 
obra  á  las  nuevas  decisiones,  un  Appendix  ad  Speculum  Conjugio- 
rum juxt  a  de  finita  in  Sacro  Universali  Concilio  2'rideníino,  circa 
matrimonia  clandestina.  Madrid,  1 571,  49  La  obra  y  el  Apéndice 
se  reimprimieron  en  Milán,  1599,  49 

V.  Constitutiones  Religiosissimi  Collegii  Divi  Apostoli  Pauli  ex 
Ordine  Sancti  Patris  nostri  Augustini,  apud  Grijalva,  Edad  III, 
cap.  32. 

VI.  Avisos  á  los  estudiantes  de  Teología.  Id.,  cap.  33. 

VII.  Carta  al  Illmo.  D.  Fr.  Domingo  de  Salazar^  prelado  de 
Filipinas,  dada  en  México  á  12  de  Febrero  de  1583,  sobre  facul- 
tades y  privilegios  de  los  regulares.  Impresa,  según  Beristain,  en 
las  Crónicas  de  Filipinas^  sin  especificar  en  cuál. 

Tenemos  noticia  de  los  siguientes  MSS: 

I.  Compendium  Privilegiorum  Regularium.  MS.  de  100  fs.  Es 
el  que  Grijalva  (fol.  188  vto.)  dice  que  no  se  imprimió  «por  la 
«forzosa  contradicción  que  habia  de  tener;»  pero  eran  pocos  los 
religiosos  que  no  le  tenian  manuscrito. 

II.  Expositio  Privilegii  Leonis  X  in  favorem  Religiosorum  in 
Indiis  existentium.  En  49 

III.  Declaratio  Clementinay  Religiosi  de  Privilegiis.  En  4? 

IV.  Commentarium  in  secundum  Magistri  Sententiarum  librum* 
Le  vio  Eguiara  MS.  en  la  biblioteca  del  Colegio  de  S.  Pablo. 

V.  Commentaria  in  Epistolas  Sancti  Pauli  in  Univer sítate  Mexi- 
cea  e  Cathedra  dictata.   (Eguiara.) 

VI.  Relectio  de  Libris  Canonicis  super  illud  Pauli  II ad  Titum: 
Omnis  Scriptura  divinitus  inspirata  utilis  est  ad docendum,  t^c.  (Id.) 

VII.  Relectio  de  dominio  infidelium  et  justo  bello,  de  que  habla 
el  autor  mismo  en  su  Speculum  Conjugiorum,  art  32,  al  margen. 
(Pág.  160  de  la  edición  de  México.) 


66  NOTAS 

VIII.  Apología  pro  Religiosis  commorantibus  et  evangelixantibus 
Verbiim  Dei  in  partibus  Maris  Occeani.   MS.  según  Eguiara. 

IX.  Respuesta  al  Sr.  D.  Juan  de  Salce  do  ^  canónigo  de  México, 
sobre  si  los  provinciales  de  Indias  pueden  dispensar  la  edad  en  sus 

frailes  para  ser  ordenados  presbíteros.  En  Tiripitío  á  6  de  Abril 
de  1574.   MS.  según  Beristain. 

Hizo  imprimir  ademas  los  Sermones  de  Sto.  Tomás  de  Villa- 
nueva,  traducidos  de  latin  á  castellano. 

Nota  10,  pág.  2S' 

El  Dr.  Pedro  Morones  era  fiscal  de  la  Real  Audiencia.  Y  no 
sé  de  él  otra  cosa. 

Nota  II,  pág.  35. 

Beristain  (tom.  III,  p.  147)  llama  Mateo  2\  Dr.  Arévalo  Se- 
deño, y  por  el  colofón  de  estos  mismos  Diálogosy  consta  que  ese 
era  su  nombre.  En  el  prólogo  de  los  Estatutos  de  la  Universidad 
una  vez  se  le  llama  Diego  y  otra  Mateo.  Añade  Beristain  que  por 
haberle  bautizado  Eguiara  con  el  nombre  de  Alvaro,  le  colocó  en 
el  tomo  impreso  de  su  Biblioteca.  No  hubo  tal  bautismo.  Eguiara 
ignoró  el  nombre  del  Doctor,  y  le  puso  en  la  pág.  301  con  solo 
el  apellido;  D.  D.  Arevalus  Sedeñus.  ¿Dónde,  pues,  vio  Beris- 
tain t\  Alvaro?  Sin  duda  leyó  con  su  acostumbrada  ligereza,  y 
donde  dice  Arevalus  vio  Alvaro. — El  Dr.  Eguiara  no  alcanzó  de 
él  otras  noticias,  fuera  de  las  que  da  Cervantes  en  el  presente  pa- 
saje, el  cual  copia.  Beristain  le  copió  también,  pero  agregando 
que  el  Dr.  Arévalo  fué  natural  de  Segovia,  y  que  siendo  uno  de 
los  mas  acreditados  doctores  de  Salamanca,  fué  elegido  para  pri- 
mer catedrático  de  Derecho  Canónico  en  la  Universidad  de  Mé- 
xico, adonde  pasó  en  1550.  Dudo  que  viniera  con  ese  motivo: 
lo  primero,  porque  en  ese  año  aun  no  se  decretaba  la  creación  de 
la  Universidad:  lo  segundo,  porque  no  sabemos  que  de  España 
viniera  ningún  catedrático  fundador,  sino  que  se  tomaron  de  los 
letrados  residentes  en  México,  no  indignos,  por  cierto  de  tal  ho- 
nor: lo  tercero,  porque  el  Dr.  Arévalo  no  fué  de  los  catedráticos 
fundadores,  sino  que  sucedió  en  la  cátedra  de  Prima  de  Cánones 
al  Dr.  Morones:  no  a  pocos  días  de  su  erección,  como  se  dice  en 
el  prólogo  de  los  Estatutos,  sino  por  lo  menos  un  año  después, 
porque  según  consta  del  presente  Diálogo  de  Cervantes,  cuando 
le  escribía,  en  Agosto  ó  Setiembre  de  1 554,  aun  tenia  esa  cátedra 
el  Dr.  Morones.  Quien  parece  haber  ocupado  poco  tiempo  la  cá- 
tedra de  Decreto  fué  el  Dr.  Melgarejo,  pues  ya  no  le  menciona 
Cervantes,  sino  que  pone  en  ella  al  Dr.  Arévalo  Sedeño.    Este 


AL  DIÁLOGO  PRIMERO.  6j 

fué  el  primer  catedrático  que  se  jubiló  á  6  de  Junio  de  1572. 
Éralo  todavía  de  Cánones,  y  para  la  jubilación  se  le  admitieron 
«cuatro  años  de  lectura  que  juntamente  con  dicha  cátedra  de  Pri- 
«ma  habia  tenido  en  la  de  Decreto.))  Añade  Beristain,  que  fué 
provisor  del  arzobispado  de  México,  oidor  (y  fiscal)  de  la  Real 
Audiencia,  y  rector  de  la  Universidad  en  1575. 

Nota  12,  pág.  2S' 

El  omniscio  Dr.  Juan  Negrete,  Maestro  en  Artes  por  la  Uni- 
versidad de  Paris,  Doctor  en  Teología  por  la  nuestra,  y  arcediano 
de  la  iglesia  de  México,  fué  el  primer  rector  nombrado  por  la 
Universidad  en  22  de  Julio  de  1556. 

Nota  13,  pág.  37. 

El  Dr.  Bartolomé  Frias  de  Albornoz  era  natural  de  Talayera, 
y  según  los  datos  de  Cervantes  nació  hacia  1520.  Fué  discípulo 
del  gran  jurisconsulto  D.  Diego  Covarrubias,  y  doctor  en  Leyes 
por  la  Universidad  de  Osuna.  Ignoramos  cuando  pasó  á  la  Nue- 
va España.  Tomó  parte  en  la  ruidosa  polémica  suscitada  entre 
Fr.  Bartolomé  de  las  Casas  y  el  Dr.  Sepúlveda,  escribiendo  en 
contra  del  primero  un  Tratado  de  la  conversión  y  debelación  de 
los  Indios^  de  que  solo  nos  queda  el  título,  y  que  fué  recogido  por 
la  Inquisición  «porque  el  estilo  deste  licenciado  para  predicar  el 
«Evangelio  no  es  conforme  al  que  el  Príncipe  déla  Paz  dejó  en- 
«señado  á  sus  apóstoles  en  el  mesmo  Evangelio.»  (i)  Escribió 
ademas  nuestro  autor  un  Arte  de  los  ContratoSy  dedicado  á  su  maes- 
tro D.  Diego  Covarrubias,  é  impreso  en  Valencia,  1573,  fol. 
Otro  tratado  De  los  Linajes  de  España  quedó  MS.,  y  sirvió  á  Argote 
de  Molina  para  su  Nobleza  de  Andalucía.  D.  Nicolás  Antonio 
dice  de  nuestro  catedrático,  que  fué  hombre  de  ingenio  eminente 
y  de  memoria  monstruosa  (2)  ;  y  el  Brócense,  que  ciertamente 
era  voto  en  la  materia,  le  califica  de  «hombre  doctísimo  y  en  to- 
adas lenguas  perfectísimo. »  (3) 

Nota  14,  páy.  37. 

«El  primer  nombrado  para  enseñar  gramática  en  México  fué  el 
«bachiller  Gonzalo  Fazquex  de  Valverde,  y  se  le  dio  su  título  en 

1  DÁviLA  Padilla,  lib.  I,  cap.  103. 

2  Bibl.  Hisp.  Nova,  tom.  I,  pág.  194, 

3  Arte  para  saber  latin^  apud  Opera  Omnia,  tom.  I,  pág.  230. 


68  NOTAS 

«8  de  Octubre  del  año  de  1536,  con  sueldo  de  cincuenta  pe- 
«sos. »  (i)  ¿a  cuál  establecimiento  vino  destinado  este  gramático? 

Nota  15,  pág.  37. 

El  nombre  y  las  señas  convienen  á  nuestro  autor. 

Nota  16,  pág.  29» 

El  primer  ¿ede/  que  hubo  en  la  Universidad  se  llamaba  Juan 
Pérez,  y  es  probablemente  el  mismo  de  que  habla  Cervantes. 

Nota  17,  pág.  43. 

Traduzco  designati ^or  «licenciados,»  con  autoridad  del  mismo 
Cervantes.  Comentando  un  pasaje  de  los  Diálogos  de  Vives,  dice: 
«  Designatiy  licenciados,  sic  nuncupati  quod  ordine  designentur  ad 
m  doctor atus  lauream  consequendam  quce  etiam  doctura  appellatur.yi 

Nota  18,  pág.  43. 

Alusión  á  la  Égloga  III  de  Virgilio.  Palemón  es  allí  el  juez  entre 
Dametas  y  Menalcas,  que  disputaban  la  primacía  en  el  canto. 

Nota  19,  pág.  43. 

nCandidati  dicuntur  Cathedrarum  petitores ,»  dice  Adame 
(n9  1485),  y  según  eso  deberia  yo  haber  traducido  «lecciones  de 
opositores. »  Mas  del  contexto  se  deduce  que  no  se  trata  de  ellos, 
sino  de  los  que  pretendían  grados.  El  corto  tiempo  que  contaba  de 
fundada  la  Universidad,  parece  que  no  daba  lugar  á  preguntar  si 
ya  habia  habido  oposiciones  á  cátedras. 

Nota  20,  pág.  43. 

Este  Cervantes  es  nuestro  autor,  y  parece  que  no  pasó  de  ba- 
chiller en  esa  facultad. 

Nota  2I5  pág.  45. 

El  oidor  D.  Antonio  Rodríguez  de  Quesada  fué,  como  antes 
vimos,  el  primer  rector  de  la  Universidad,  nombrado  por  el  Virey 
y  Audiencia.  Pasó  luego  de  oidor  y  presidente  á  Guatemala.  To- 

I    González  DávilA,  Teatro  Ecl.  de  Indias^  tom.  I,  pág.  7. 


AL   DIÁLOGO   PRIMERO.  69 

mó  posesión  á  14  de  Enero  de  1 555,  y  murió  el  28  de  Noviem- 
bre de  1558. (i) 

Nota  22,  pág.  45. 

El  Sr.  Arzobispo  Montúfar  incorporó  el  grado  de  doctor  en 
Teología  el  8  de  Agosto  de  1554;  y  habiéndose  concluido  la  im- 
presión de  estos  Diálogos  el  6  de  Noviembre  del  mismo  año,  re- 
sulta que  Cervantes  los  escribió,  ó  por  lo  menos  los  retocó  en  ése 
intermedio. 

Nota  23,  pág.  45. 

Este  verso  es  del  Epig.  56,  lib.  VIII,  de  Marcial,  pero  con 
una  variante.  El  texto  de  Marcial  dice  así :  ^ 

«  Sint  Maecenates,  non  deerunt,  Flacce,  Marones. » 

Nota  24,  pág.  47. 
La  cita  es  de  Persio,  Sat.  IV,  v.  13; 

«Et  potis  es  nigrum  vitio  prsefigere  theta.» 

La  e  era  entre  los  griegos  la  letra  que  servia  para  condenar. 
Cuando  los  jueces  votaban  por  la  pena  capital,  escribían  en  la  cé- 
dula la  letra  G,  inicial  de  la  palabra  Qávaroqy  muerte.  Ausonio  dice 
también  (Epig.  128)  : 

«Tuumque  nomen  Gsectilis  signet.» 

Véase  asimismo  Marcial,  Epig.  37,  lib.  VII. 

El  Doctor  Cervantes  aplicó  á  una  letra  latina  lo  que  se  dijo  de 
otra  griega :  mas  ignoro  por  qué  le  dio  el  nombre  de  cita  en  vez 
de  theta.  Acaso  se  atuvo  solo  á  la  pronunciación. 

Nota  25,  pág.  49. 

He  aquí  el  pasaje  de  Macrobio :  «  Vis  audire  illum  (  Virgilium) 
« tanta  br evítate  dicentem,  ut  arctari  magis  et  contrahi  br evitas  ipsa 


I  JuARROS,  ^w/,  de  Guatemala,  trat.  III,  pág.  258.  — NlC.  Ant., 
Bibl.  Hisp.  Nova,  tom.  I,  pág.  156. — Alcedo,  Dice,  de  Amér.ttoxa..  II, 
pág.  306. 


70 


NOTAS  AL  DIALOGO   PRIMERO. 


unonpossitP  Et  campos  ubi  Troja  fuit,  ecce  paucissimis  ver  bis  maxi- 
umam  civitatem  hausit  et  absorpsit:  non  reliquit  illi  nec  ruinam.  » 
Saturn.,  lib.  V,  cap.  i. 

Nota  26,  pág.  51. 

La  Sicilia,  célebre  entre  los  antiguos  por  su  fertilidad,  y  sobre 
todo  por  la  gran  cantidad  de  trigo  que  producia,  era  el  granero 
de  Roma. 


(sJ^cr^<i\ 


'QJ <y> ^^~^~~^ ^' 


Introducción  al  Diálogo  Segundo. 


• — »3& — 


iNGE  Cervantes  en  este  Diálogo,  que  los  dos  vecinos,  Zuazo 
y  Zamora,  tratan  de  obsequiar  al, forastero  Alfaro,  lleván- 
dole á  recorrer  la  principal  parte  de  la  ciudad  de  México. 
Al  efecto,  los  tres  interlocutores  salen  de  la  calle  de  Santa  Clara, 
y  tomando  la  de  Tacuba,  siguen  por  el  Empedradillo,  Portal  de 
Mercaderes,  Diputación,  Portal  de  las  Flores,  frente  de  Palacio, 
Seminario,  i?-  y  2?-  calles  del  Reloj,  Santa  Catalina  de  Sena,  Per- 
petua, Cerca  de  Santo  Domingo,  2?-  y  i?-  de  San  Lorenzo,  la  Con- 
cepción, Santa  Isabel,  San  Juan  de  Letran,  Hospital  Real,  i?-  y 
2?-  de  San  Juan,  Vizcaínas,  Portal  de  Tejada,  2?-  de  Mesones, 
Alfaro,  Arco  de  San  Agustín,  y  Jesús,  hasta  el  Hospital  del  mismo 
nombre,  en  la  entonces  famosa  ca//e  de  Ixtapalapa^  y  de  allí  se 
van  para  la  casa  de  Zuazo,  donde  se  quedan  á  comer,  para  volver 
á  salir  en  la  tarde,  como  lo  verificaron,  yendo  á  Chapultepec,  cuyo 
paseo  da  asunto  al  Diálogo  tercero. 

En  el  presente  tenemos,  pues,  la  descripción  de  la  mejor  parte 
de  la  ciudad  española,  tal  como  se  hallaba  en  1554,  treinta  y  tres 
años  después  de  la  conquista.  Acaso  Cervantes,  por  un  movi- 
miento de  orgullo,  muy  excusable  en  un  español,  exageraba  la 
grandeza  y  hermosura  de  la  nueva  ciudad,  pero  aun  descartando 
las  exclamaciones  é  hipérboles  que  pone  en  boca  de  sus  interlo- 
cutores, queda  siempre  un  fondo  de  verdad  innegable,  porque  no 
podía  describir  calles  y  edificios  que  no  existieran.  En  la  severa 
censura  que  hace  de  la  mezquindad  y  pobreza  de  la  primera  ca- 
tedral, tenemos  un  ejemplo  de  que  no  elogiaba  sin  tasa.  Su  des- 
cripción no  es  tampoco  un  rasgo  poético,  como  la  Grandeza  Mexi- 


72  INTRODUCCIÓN 

canüy  de  Balbuena,  en  que  casi  necesariamente  se  habia  de  abultar 
y  embellecer  la  realidad,  sino  un  diálogo  familiar  en  prosa  para 
ejercicio  de  unos  estudiantes  que  tenian  á  la  vista  la  ciudad  des- 
crita, y  podían  burlarse  á  cada  paso  de  las  exageraciones  de  su 
profesor,  con  grave  mengua  del  respeto  que  le  debian.  Es  cierto 
que  México,  encerrado  en  los  límites  de  la  traza,  no  podia  ser 
mas  que  un  grupo,  relativamente  pequeño,  de  casas  de  españoles, 
entre  las  que  descollaban  algunas  buenas  fábricas.  Las  muchas  ace- 
quias que  cortaban  la  ciudad  no  contribuirían,  por  cierto,  á  su  aseo; 
no  es  creíble  tampoco  que  en  todas  las  calles  estuvieran  ya  com- 
pletas las  dos  hileras  de  edificios  que  las  formaban,  sino  que  se 
verían  interrumpidas  por  solares  vacíos  (i);  los  empedrados  eran 
raros;  la  policía  estaba  en  completo  abandono,  y  sí  hoy  nos  fuera 
dado  tener  á  la  vista  aquella  ciudad,  nos  parecerían  sin  duda  hasta 
risibles  los  encomios  de  Cervantes.  Pero  recordemos  lo  que  eran 
entonces  las  grandes  ciudades  europeas,  que  hoy  sirven  de  término 
de  comparación  para  apocar  la  nuestra,  y  eso  que  llevaban  siglos  de 
fundadas.  Aquellas  se  han  engrandecido  después  de  una  manera 
sorprendente,  mientras  que  México,  víctima  de  las  locuras  de  sus 
hijos,  no  ha  seguido,  con  mucho,  el  mismo  paso.  Mas  en  el  si- 
glo XVI,  cuando  las  famosas  ciudades  de  los  Estados-Unidos  no 
pensaban  en  salir  del  polvo,  México,  con  sus  amplios  y  sólidos 
edificios,  su  universidad,  sus  colegios,  sus  iglesias,  su  población 
mixta,  su  asiento  en  un  gran  valle,  su  antigua  fama,  su  riqueza  y 
su  incomparable  clima,  aventajaba  á  muchas  ciudades  de  Europa, 
y  era,  sin  disputa,  la  primera  de  las  Américas.  Sin  ir  tan  lejos, 
todavía  á  principios  del  presente  siglo  el  Barón  de  Humboldt  de- 
cía: «Por  una  reunión  de  circunstancias  poco  comunes,  he  visto 
«consecutivamente  y  en  un  corto  espacio  de  tiempo,  Lima,  Mé« 
«xico,  Filadelfia,  Washington,  París,  Roma,  Ñapóles,  y  las  ma- 
«yores  ciudades  de  Alemania.  Comparando  unas  con  otras  las 
«impresiones  que  se  suceden  rápidamente  en  nuestros  sentidos,  se 
«puede  llegar  á  rectificar  una  opinión  que  acaso  se  ha  adoptado 
«con  demasiada  ligereza.  En  medio  de  las  varias  comparaciones 
«cuyos  resultados  pueden  ser  menos  favorables  para  la  capital  de 
«México,  debo  confesar  que  esta  ciudad  ha  dejado  en  mí  cierta 
«idea  de  grandeza,  que  atribuyo  principalmente  al  carácter  de 
«grandiosidad  y  la  naturaleza  de  sus  alrededores.»  (2) 


1  A  fines  de  1525  habia  en  México  «casi  ciento  cincuenta  casas  de 
«españoles,»  que  estarían  como  perdidas  en  el  espacio  abarcado  por  la 
traza.  ( Caj'ta  de  Rodrigo  de  Albornoz,  apud  Colección  de  Documentos  para 
la  Historia  de  México,  tom.  I,  pág.  506.)  Es  indudable  que  en  tiempo  de 
Cervantes  el  número  de  edificios  habia  crecido  notablemente. 

2  Ensayo  político  sobre  la  Nueva  España,  lib.  III,  cap.  8,  g  I. 


AI.    DIALOGO   SEGUNDO. 


73 


La  antigua  ciudad  azteca  estuvo  dividida  en  dos,  ó  mejor  dicho, 
se  componia  de  dos  ciudades  contiguas,  pero  distintas,  y  cada  una 
con  sus  reyes  propios.  La  principa!  se  llamaba  Tenochtitlan  Mé- 
xico, y  era  la  residencia  de  los  emperadores  mexicanos:  la  otra 
menor,  llamada  Tlaltelolco,  estaba  situada  al  N.  E.  de  aquella: 
alli  se  hallaba  el  famoso  mercado  común  á  ambas:  dividíalas  una 
simple  zanja.  En  una  guerra  que  Moquihuix,  rey  de  Tlaltelolco, 
emprendió  contra  su  cuñado  Axayacatl,  emperador  de  México, 
fué  vencido  aquel,  y  el  Tlaltelolco  quedó  desde  entonces  unido  á 
la  gran  Tenochtitlan.  Así  las  hallaron  los  españoles. 

El  número  de  los  habitantes  de  la  antigua  México  se  hace  su- 
bir á  trescientos  mil  (i).  Suponiendo  esto  cierto,  y  tomando  en 
consideración  que  una  parte  del  actual  sitio  de  la  ciudad  era  agua, 
que  las  casas,  por  lo  común,  solo  tenían  un  piso;  que  los  palacios 
cogían  una  grande  extensión  de  terreno,  y  que  los  templos,  que 
no  ocupaban  menos,  eran  incontables,  no  puede  quedar  duda  de 
que  la  población  vivía  apiñada  en  las  casas.  Tenía  calles  de  tres 
especies:  unas  enteramente  de  agua,  y  que  por  lo  mismo  no  eran 
transitables  sino  en  canoas;  á  estas  calles  caían  generalmente  las 
puertas  traseras  de  las  casas,  y  por  allí  se  hacia  el  servicio  ordi- 
nario de  ellas:  á  las  orillas  del  agua  tenían  los  vecinos  sus  huertas. 
Otras  calles  había,  y  eran  las  principales,  con  una  acequia  ó 
grueso  caño  de  agua  en  el  centro,  y  dos  tránsitos  de  terreno  fir- 
me á  los  lados.  Otras,  en  fin,  no  tenían  acequia  y  eran  muy  an- 
gostas: servían  para  la  entrada  á  las  casas  por  tierra.  Todo  este 
laberinto  de  acequias  estaba  cruzado,  como  es  de  suponerse,  por 
innumerables  puentes,  que  completaban  el  doble  sistema  de  co- 
municación interior,  por  agua  y  por  tierra.  La  ciudad,  colocada 
en  medio  de  las  aguas  como  otra  Venecia,  se  unía  á  la  tierra  firme 
por  tres  calzadas:  la  de  Guadalupe,  al  norte,  la  de  San  Antonio 
Abad,  al  sur,  y  la  de  Tacuba  al  poniente:  por  la  parte  de  oriente 
no  había  calzada  que  atravesase  el  gran  lago  de  Tezcoco  (2). 
Aunque  los  conquistadores  nos  han  hecho  pomposas  descripciones 
de  la  orgullosa  ciudad  azteca,  se  percibe  á  través  de  ellas,  que  si 
bien  los  templos,  los  palacios  y  algunas  casas  de  los  señores  princi- 


1  Prescott  {Conq.  of  JMcxico,  hook  IV,  ch.  i)  reco})iIó  los  testimonio 
de  diversos  autores  acerca  de  la  población  de  la  antigua  México,  y  dice 
que  ningún  contemporáneo  la  estima  en  menos  de  sesenta  mil  vecinos. 
Torquemada  llega  á  decir  que  tenia  ciento  veinte  mil  casas,  y  más  de 
trescientos  mil  vecinos  !  ( l.ib.  III,  cap.  23.) 

2  Cortés  (Carta  II,  pág.  102)  numera  cuatro  calzadas:  tal  vez  inclu- 
yó en  la  cuenta  el  ramal  que  de  la  calzada  de  Iztapalapa  ( S.  Antonio 
Abad)  iba  á  Cuyoacan,  y  se  desprendía  en  el  punto  donde  estaba  situado 
el  fuerte  de  Xoloc  (Bernai,  Díaz,  cap.  88),  esto  es,  en  la  garita  de 
S.  Antonio  Abad.   (Alaman,  Disert.,  tom.  I,  pág.  130.) 


74 


INTRODUCCIÓN' 


pales  se  hacian  notables  por  su  grande  extensión,  las  habitaciones 
del  común  de  los  vecinos  eran  humildes  y  de  poca  cuantía.  Así 
es  que  el  Dr.  Balbuena,  escribiendo  en  los  primeros  años  del  siglo 
siguiente,  se  creyó  autorizado  para  decir  que  menos  de  cien  años 
atrás,  solo  se  veían  en  México 

«Chozas  humildes,  lamas  y  lagunas.»  (i) 

El  largo  sitio  que  los  españoles  hubieron  de  emprender  para 
ganar  la  ciudad,  y  la  necesidad  en  que  se  vieron  de  demoler  la 
mayor  parte  de  los  edificios  para  atajar  el  daño  que  desde  ellos 
recibían,  y  colmar  con  los  escombros  las  acequias  y  cortaduras, 
que  tanto  entorpecían  el  avance,  y  tan  fatales  les  habian  sido  en 
la  retirada  de  la  Noche  triste^  fueron  causas  reunidas  de  que  la  an- 
tigua ciudad  desapareciera  del  todo,  quedando  en  pié  poco  más  que 
los  grandes  templos,  cuya  solidez  se  prestaba  mal  á  aquella  rápida 
destrucción,  pero  que  después  vinieron  al  suelo  á  impulso  del  celo 
religioso  de  conquistadores  y  misioneros.  Con  esto  se  explica  el 
hecho  de  no  haber  hoy  en  México  ni  una  sola  ruina  del  tiempo 
de  los  aztecas,  y  se  corrobora  la  opinión  de  que  la  generalidad  de 
aquellos  edificios  era  de  adobe  y  de  poca  importancia,  pues  de  otra 
manera  no  era  posible  que  en  breve  tiempo  hubiera  demolido  Cor- 
tés siete  octavas  partes  de  la  ciudad  (2). 

Casi  destruida  y  ganada  del  todo,  en  fin,  la  gran  capital,  quedó 
tan  inficionado  el  lugar  con  los  cadáveres  de  los  innumerables  in- 
dios muertos  durante  el  asedio,  que  los  españoles  hicieron  salir  á 
los  que  quedaban,  y  ellos  mismos  fueron  á  establecerse  en  Cu- 
yoacan.  Allí  tuvo  principio  propiamente  la  fundación  de  la  ciudad, 
pues  allí  se  organizó  el  primer  ayuntamiento  de  México.  (3). 


1  Grandeza  Mexicana,  Epílogo. 

2  Carta  III,  pág.  289.  —  No  solo  han  desaparecido  en  México  todos 
los  edificios  aztecas,  sino  también  los  primitivos  de  los  españoles.  No 
hay  iglesia  que  no  haya  sido  construida  dos  ó  mas  veces,  y  lo  mismo  ha 
sucedido  con  las  casas  particulares.  En  los  principios,  lo  débil  del  suelo 
hacia  que  las  fábricas  pesadas  se  hundieran,  y  como  de  entonces  acá  se 
va  elevando  constantemente  el  piso,  se  entierra  poco  á  poco  toda  la  ciu- 
dad. Con  lo  que  se  ha  gastado  en  México  para  levantar  las  calles  y  se- 
pultar las  fincas,  habría  habido  más  de  lo  necesario  para  poner  el  remedio 
radical,  haciendo  la  obra  del  desagüe  directo  del  lago  de  Tezcoco. 

3  Confieso  no  haber  hallado  datos  para  fijar,  siquiera  aproximada- 
mente, la  fecha  de  la  traslación  del  cabildo  á  México.  Bernal  Diaz 
(cap.  158)  nos  dice  que  Cortés  se  pasó  á  México  después  de  la  llegada 
de  Narvaez  á  Cuyoacan,  y  antes  de  la  salida  del  mismo  Cortés  para  Pa- 
nuco. Esta  expedición  se  verificó  en  1522.  Cortés  escribe  al  emperador 
(Carta  IV,  pág.  377),  que  se  trasladó  á  México  cuando  estuvo  concluida 
la  fortaleza  de  las  Ata7-azanas,  y  por  la  descripción  que  hace  de  ella  se 
comprende  que  fué  obra  larga.    En  otro  autor  encuentro  que  habiendo 


AL   DIALOGO   SEGUNDO.  75 

Tratóse  luego  de  la  reedificación,  y  aunque  hubo  diversas  opi- 
niones acerca  del  lugar  en  que  debia  situarse  la  nueva  ciudad,  pre- 
valeció al  fin  la  de  Cortés  que  deseaba  conservar  el  nombre  y 
asiento  de  metrópoli  tan  insigne  y  tan  famosa  en  toda  la  tierra. 
Quedó,  pues,  resuelto  que  la  nueva  población  ocuparia  el  lugar  de 
la  antigua,  lo  cual  se  observó  con  tal  exactitud  que  la  iglesia  ma- 
yor quedó  colocada  en  el  sitio  mismo  del  gran  templo  de  Huitzi- 
lopochtli.  Más  acertado  consejo  habría  sido  adelantarse  un  poco 
hacia  el  poniente.  Hízose  venir  de  toda  la  comarca  una  multitud 
innumerable  de  indios  para  trabajar  en  los  edificios  de  ios  espa- 
ñoles, que  no  fué  poca  vejación  para  los  vencidos,  como  lo  cono- 
ceremos por  los  sencillos,  pero  enérgicos  términos  con  que  se 
expresa  el  P.  Motolinia  ( i ) :  «La  séptima  plaga  (dice)  fué  la  edi- 
«ficacion  de  la  gran  ciudad  de  México,  en  la  cual  los  primeros  años 
«andaba  mas  gente  que  en  la  edificación  del  templo  de  Jerusalen, 
«porque  era  tanta  la  gente  que  andaba  en  las  obras,  que  apenas 
«podia  hombre  romper  por  algunas  calles  y  calzadas,  aunque  son 
«muy  anchas;  y  en  las  obras,  á  unos  tomaban  las  vigas,  otros  caían 
«  de  alto,  á  otros  tomaban  debajo  los  edificios  que  deshacían  en  una 
«parte  para  hacer  en  otra,  en  especial  cuando  deshicieron  los  tem- 
«plos  principales  del  demonio.  Allí  murieron  muchos  indios,  y 
«tardaron  muchos  años,  hasta  los  arrancar  de  cepa,  de  los  cuales 
«salió  infinidad  de  piedra.»  Aquellos  edificios  primitivos  no  de- 
bieron costar  mucho  á  los  españoles,  porque,  como  dice  el  mismo 
padre:  «Es  la  costumbre  de  esta  tierra  no  la  mejor  del  mundo, 
«porque  los  indios  hacen  las  obras,  y  á  su  costa  buscan  los  mate- 
«  ríales,  y  pagan  los  pedreros  y  carpinteros,  y  si  ellos  mismos  no 
«traen  que  comer,  ayunan.» 

Inmediatamente  después  de  la  ocupación  de  la  ciudad,  mandó 
Cortés  que  los  indios  la  limpiasen,  y  que  reedificasen  sus  casas  en 
la  parte  que  les  señaló,  dejando  libre  la  que  destinaba  á  los  edifi- 
cios de  los  españoles  (2).    Para  proceder  con  orden,  formó  el 

llegado  en  1523  los  PP.  Gante,  Tecto  y  Ayora,  predicaron  primero  en 
Tezcoco,  «por  estar  la  ciudad  de  México  con  la  conquista  destrozada.» 
(Betancurt,  Teatro,  Pte.  IV,  trat.  2,  cap.  3,  n?  104.)  El  libro  mas  an- 
tiguo que  existe  de  las  Actas  del  Ayuntamiento  de  México,  comienza 
en  8  de  Marzo  de  1524. 

1  Historia  de  los  Indios  de  Nueva  España,  trat.  I,  cap.  i. 

2  Bernal  Díaz,  cap.  157.  Cito  con  este  nombre  al  soldado  cronista, 
por  seguir  el  uso  común ;  pero  no  puede  haber  duda  de  que  se  llamaba 
Diez  del  Castillo.  Véase  á  González  Dávila,  Teatro  Ecco.  de  hidias^ 
tom.  I,  págs.  176,  177,  y  el  n?  12,  tomo  I  del  Avierican  Historical 
Record,  Philadelphia,  Dec.  1872,  donde  se  halla  el  retrato  y  facsímile 
de  la  firma  del  conquistador.  El  articulista  americano,  equivocando  el 
patronímico  Diez  con  el  numeral  Diez,  interpreta  seriamente  el  apellido 
Diez  del  Castillo,  por  the  Ten  ofthe  Castle  ! 


76  INTRODUCCIÓN 

Ayuntamiento  un  plano  que  marcaba  los  límites  en  que  debían 
comprenderse  aquellos:  lo  demás  se  dejó  para  los  indios,  quienes 
colocaron  sus  casas  sin  orden,  todo  alrededor,  y  cercaron  la  ciu- 
dad española,  quedando  ellos  á  cargo  de  un  gobernador  de  su  na- 
ción, y  divididos  en  cuatro  barrios:  el  de  S.  Juan,  el  de  Santa 
María,  el  de  S.  Sebastian  y  el  de  S.  Pablo,  conocidos  respectiva- 
mente con  los  nombres  mexicanos  de  Moyotla,  Tlaquechiucan, 
Atzacualco  y  Teopan.  (i) 

El  plano  que  los  españoles  formaron  era  conocido  con  el  nom- 
bre de  lá  traza,  y  se  menciona  con  frecuencia  en  las  Actas  del 
Ayuntamiento,  como  que  á  él  se  referían  muchas  disposiciones, 
en  especial  la  concesión  de  solares  á  los  vecinos.  Este  plano,  que 
tan  útil  seria  para  conocer  la  primitiva  forma  de  la  ciudad,  no 
existe,  y  aun  son  inciertos  los  límites  que  por  él  se  señalaron  á  la 
población  de  españoles.  Según  el  Sr.  Alaman  (2),  gran  investi- 
gador de  estas  antiguallas,  la  traza  «era  un  cuadro  que  abrazaba 
«todo  el  espacio  que  limitan  al  oriente  la  calle  de  la  Santísima  y 
« las  que  le  siguen  en  su  misma  dirección ;  al  sur  la  de  S.  Gerónimo 
«ó  S.  Miguel :  al  norte  la  espalda  de  Sto.  Domingo,  y  al  poniente 
«la  calle  de  Sta.  Isabel.»  Y  en  nota  agrega:  «En  esta  demarca- 
«cion  hago  uso  solamente  del  nombre  de  la  calle  mas  conocida  en 
«cada  rumbo,  debiéndose  entender  que  el  límite  de  la  traza  seguía 
«por  las  que  continúan  en  la  misma  dirección,  hasta  cortarse  unas 
«con  otras  formando  el  cuadro.  »  El  Sr.  Orozco  y  Berra,  persona 
de  no  menor  autoridad  en  tales  materias,  difiere  del  Sr.  Alaman, 
en  cuanto  al  lindero  del  norte,  y  dice  (3),  que  si  por  espalda  de 


1  Betancurt,  Teatro,  Pte.  IV,  trat.  ^,  cap.  3,  n?  63.  —  El  inglés 
Roberto  Tomsoii,  que  estuvo  en  México  en  1556,  dice  que  la  ciudad  no 
tenia  arriba  de  mil  quinientos  vecinos  españoles,  pero  que  los  indios  ave- 
cindados en  los  barrios  pasaban  de  trescientos  mil,  «México  w^as  a  cítie 
«in  my  time  of  not  aboue  1500  housholds  of  Spaniards  inhabiting  there, 
«but  of  Indian  people  in  the  subui'bs  of  the  said  city,  dwelt  aboue  300000 
«as  it  was  thought,  and  many  more.»  Hakluyt,  Voyages,  tom.  III, 
pág.  539.  Ribliqué  una  traducción  castellana  de  esta  relación,  en  el 
Boletín  dé  la  Sociedad  Mexicana  de  Geografía  y  Estadística,  2^  época, 
tom.  I,  págs.  203-213. 

2  Diso-taciones,  tom.  II,  pág.  198.  —  El  autor  dice  que  no  hay  datos 
bastantes  para  fijar  las  dimensiones  de  los  solares  que  se  daban  á  los  ve- 
cinos. Todo  lo  que  en  el  imrticular  he  alcanzado  á  saber  es  que  en  las 
ordenanzas  dadas  en  1601  por  el  conde  de  Monterey  para  establecerlos 
nuevos  vecinos  de  O  rizal)  a,  se  dice:  «El  sitio  que  á  cada  vecino  de  los 

«que  nuevamente  fueren  á  poblar  se  le  podrá  señalar será  un  solar  de 

«los  de  México,  veinticituo  liaras  en  cuadro  &c.))  (  Arroniz, hijo,  Hist. 
de  Orizaba,  pág.  lo. )  La  noticia,  como  se  ve,  es  muy  posterior  á  la 
conquista. 

3  Diccioíiario  Universal,  tom.  V,  pág.  608, 


AL   DIÁLOGO  SEGUNDO.  77 

Sío,  Domingo  se  entiende  la  calle  inclinada  que  corre  desde  la  es- 
palda de  S.  Lorenzo,  Pulquería  de  Celaya  y  el  Apartado,  no  está 
conforme  con  esa  línea,  y  que  á  su  juicio,  «la  verdadera  demarca- 
ación  es  la  que  señala  la  línea  de  las  calles  del  Puente  del  Cuervo, 
«Chiconautla,  Cocheras,  atravesando  por  medio  la  cuadra  de  Sto. 
«Domingo,  la  calle  de  la  Misericordia,  siguiendo  derecho  por 
«sobre  las  casas,  á  la  calle  del  Puente  del  Zacate.»  Las  razones 
en  que  apoya  su  opinión  el  Sr.  Orozco  no  carecen  de  peso;  pero 
por  otra  parte  la  demarcación  del  Sr.  Alaman  tiene  á  su  favor  dos 
circunstancias.  Una  es  la  anchura  de  esa  calle  inclinada  del  Apar- 
tado, y  su  mismo  trazo  irregular,  que  parecen  indicios  claros  de 
haber  corrido  por  allí  una  de  las  primitivas  acequias:  la  otra,  que 
si  prolongamos  el  trozo  de  acequia  que  todavía  llega  á  la  esquina 
de  la  calle  del  Carmen,  viene  á  pasar  precisamente  por  esa  línea 
hasta  juntarse  con  la  acequia  de  Sta.  María  en  la  esquina  del  Puente 
del  Zacate.  En  este  lugar  casi  se  confunden  ambas  demarcaciones; 
pero  como  no  corren  paralelas,  la  discrepancia  va  en  aumento 
hacia  oriente,  hasta  ser  considerable  en  ese  extremo.  Acaso  pu- 
dieran conciliarse  ambas  opiniones,  admitiendo  que  hubo  allí  en 
diversos  tiempos  dos  demarcaciones  distintas,  pues  en  el  Libro  de 
Cabildo  hay  repetidas  constancias  de  que  por  ese  rumbo  se  ensan- 
charon los  límites  de  la  traza  primitiva  ( i ).  Si  la  traza  era  un  cuadro 
perfecto,  sus  ángulos  debían  quedar,  al  N.  O.  en  la  calle  del  Puente 
del  Zacate,  un  poco  atrás  de  la  i?-  calle  de  S.  Lorenzo;  al  N.  E. 
en  la  esquina  de  la  calle  de  los  Plantados  y  callejón  del  Armado; 
al  S.  E.  en  la  esquina  de  la  parroquia  de  S.  Pablo  y  calle  de  Mu- 
ñoz, y  al  S.  O.  en  la  3?-  calle  de  S.  Juan,  esquina  de  la  plazuelg 
de  las  Vizcaínas.  Siendo  esto  así,  el  perímetro  no  corre  constan- 
temente por  calles  actuales,  sino  que  en  varias  partes  tiene  que 
pasar  por  lo  edificado  hoy,  como  fácilmente  puede  notarlo  el  lecr 
tor,  teniendo  á  la  vista  un  plano  de  la  ciudad.  No  debemos  ex- 
trañarlo, porque  es  de  creer  que  el  cuadro,  en  especial  por  norte 
y  oriente,  que  es  donde  mas  se  notan  tales  discordancias,  no  se  cu- 
brió de  edificios  sino  mucho  tiempo  después,  cuando  ya  no  se  ha- 
cia caso  de  la  traza:  si  no  es  que  desde  el  principio  se  acomodó 
la  forma  de  esta  á  la  de  las  acequias  principales,  lo  cual  juzgo  map 
probable,  y  casi  seguro,  pues  no  hay  datos  bastantes  para  afirmar 
que  el  espacio  comprendido  en  dicha  traza  estuviera  cortado  por 
líneas  rectas  y  paralelas. 

Fuera  de  ese  espacio  no  era  permitido  á  los  españoles  edificar, 
porque  lo  demás  quedó  destinado  exclusivamente  á  los  indios,  y 
aun  se  anularon  algunas  concesiones  de  solares  hechas  contra  ese 


I     Véanse  las  actas  de  14  de  Enero  y  22  de  Febrero  de  1527. 


78  INTRODUCCIÓN 

regla.  Hubo,  sin  embargo,  una  excepción.  El  recuerdo  de  la  No- 
che Triste  perseguía  á  los  conquistadores,  quienes  se  veian  mal  se- 
guros en  una  ciudad  rodeada  de  agua,  y  sin  otra  comunicación  con 
la  tierra  firme,  que  unas  calzadas  fáciles  de  cortar.  Quisieron,  pues, 
asegurar  la  salida  en  cualquier  evento  desgraciado,  resguardando 
una  de  las  calzadas,  y  eligieron,  sin  duda  por  mas  corta,  la  de  Ta> 
cuba,  la  misma  que  habia  sido  teatro  de  aquel  desastre.  Al  efecto, 
se  acordó  «que  para  fortificación  de  esta  cibdad  se  den  solares  para 
«hacer  casas  que  vayan  á  casamuro  por  delante  é  por  las  espaldas, 
«para  se  poder  salir  de  esta  cibdad  hasta  la  tierra  firme,  é  que  sea 
«una  acera  de  casas  de  una  parte  é  de  otra  de  la  calzada,  hasta  la 
«alcantarilla  que  llega  á  la  dicha  tierra  firme.»  (i)  Este  fué  el 
origen  de  la  larga  calle  que  corre  desde  la  esquina  del  Puente 
de  la  Maríscala  hasta  la  tlaspana,  saliéndose  de  la  traxa^  y  que 
hasta  el  dia  forma  en  su  mayor  parte  una  prolongación  aislada  ha- 
cia poniente.  Desde  S.  Hipólito  no  tenia  salida  alguna  para  el 
lado  norte,  pues  las  que  existen  han  sido  abiertas  en  estos  últimos 
tiempos. 

Fué  muy  notable,  y  no  ha  sido  explicada  todavía  de  una  ma- 
nera satisfactoria,  la  considerable  y  casi  repentina  diminución  de 
las  aguas  que  rodeaban  la  ciudad.  Todos  saben  que  el  estrago  de  la 
Noche  Triste  fué  ocasionado  por  la  aglomeración  del  ejército  es- 
pañol en  la  calzada,  comparativamente  estrecha,  que  empezaba  en 
el  Puente  de  la  Maríscala,  donde  estaba  la  primera  cortadura,  de 
manera  que  desde  allí  hasta  cerca  de  Popotla  habia  agua  por  am- 
bos lados.  Pocos  años  después  vemos  que  se  conceden  solares  para 
casas  á  uno  y  otro  lado  de  esa  vía,  y  lo  que  es  más,  se  señalan 
huertas,  no  en  una  sino  en  varias  hileras,  unas  á  espaldas  de  otras. 
Por  el  S.  O.  ocupaba  el  agua  casi  todo  el  terreno  desde  el  cerro 
de  Chapultepec  hasta  invadir  una  parte  de  lo  que  ahora  es  la  Ala- 
meda, y  ya  en  tiempo  de  Cervantes  no  se  hace  mención  de  aguas 
por  allí,  sino  de  ejidos  de  la  ciudad  (2).  Según  Torquemada  (3), 
la  diminución  de  las  aguas  comenzó  á  notarse  desde  el  año  de  i  524, 
y  la  atribuye  principalmente  á  haber  atajado  los  españoles,  para 
el  riego  de  sus  sementeras,  los  arroyos  y  ríos  que  entraban  en  las 
lagunas,  y  también  á  haberse  recogido  para  el  consumo  de  la  ciu- 
dad las  aguas  de  Chapultepec  y  Santa  Fé,  que  antes  se  derramaban 


1  No  consta  la  fecha  de  este  acuerdo :  se  habla  de  él,  como  de  cosa 
pasada,  en  el  cabildo  de  3  de  Agosto  de  1528. 

2  Sobre  la  antigua  extensión  de  las  lagunas,  véase  Orozco  y  Berra, 
Memoria  para  la  Carta  Hidrográfica  del  Valle  de  México,  pág.  II2. 

3  Lib.  III,  cap.  28.  —  La  noticia  viene  originalmente  del  P.  Motoli- 
nia,  Hist.  de  los  Indios,  trat.  III,  cap.  8. 


AL   DIALOGO   SECUNDO.  79 

en  los  alrededores.  Mas  ajuicio  de  Henrico  Martincz  (i),  la  causa 
fué,  que  como  los  indios  cultivaban  poco  terreno  en  las  alturas,  y 
no  tenian  caballos  ni  ganados,  ni  araban  la  tierra,  esta  se  mantenía 
dura  y  apretada,  por  lo  cual  los  aguaceros  no  la  arrastraban  á  los 
lugares  bajos.  Lo  contrario  sucedia  después  de  la  venida  de  los  es- 
pañoles, porque  ellos  lo  araban  todo,  inclusas  las  laderas,  y  sus 
ganados  pisaban  y  removían  el  terreno,  de  tal  suerte,  que  las  aguas 
llovedizas  llevaban  mucha  lama  y  tierra  á  las  partes  bajas,  que  por 
lo  mismo  se  iban  elevando,  mientras  los  altos  se  descarnaban  y 
dejaban  descubierto  el  tepetate.  Este  efecto  de  las  aguas  llovedizas 
es  innegable;  pero  no  conduce  á  explicar  la  diminución  de  las  la- 
gunas: el  limo  que  venia  de  los  altos  haria  elevar  el  fondo  y  der- 
ramar las  aguas  sobre  la  ciudad,  como  de  hecho  habria  sucedido,  si 
el  suelo  de  ella  no  se  hubiera  ido  elevando  á  la  par,  como  lo  vemos. 
Concediendo  á  la  labor  de  la  tierra  la  importancia  que  le  da  el 
célebre  autor  del  desagüe,  podria  decirse  que  la  tierra  floja  y  re- 
movida absorvia  una  cantidad  de  agua  mucho  mayor,  y  por  eso 
recogían  menos  las  lagunas.  Las  causas  de  la  rápida  diminución 
de  estas,  después  de  la  conquista,  fueron  sin  duda  varias,  y  algunas 
puramente  transitorias,  pues  de  haber  continuado  obrando  todas 
con  igual  eficacia,  ya  no  quedarla  de  los  lagos  mas  que  la  memoria. 
De  todos  modos  es  notable  que  se  fije  el  año  de  esa  diminución, 
pues  de  ello  se  infiere  que  se  verificó  de  una  manera  repentina  y 
no  gradual.  En  lo  interior  de  la  ciudad  los  españoles  cegaron  la 
mayor  parte  de  las  acequias,  dejando  solo  algunos  ramales  princi- 
pales, como  el  que  corria  por  la  calle  de  la  Acequia  (ó  del  Cole- 
gio de  Santos),  costado  del  Palacio,  Portal  de  las  FÍores  &c.,  é 
iba  á  juntarse  con  otro  que  atravesaba  por  las  calles  de  S.  Juan  de 
Letran,  Sta.  Isabel  y  demás  de  la  misma  línea.  Pasaba  también 
otra  acequia  por  las  calles  de  Jesús,  Arco  de  S.  Agustín,  S.  Felipe 
Nerí  y  Puente  Quebrado,  hasta  juntarse  con  la  anterior  (2).  Es- 
tas acequias  principales  han  ido  desapareciendo  sucesivamente,  y 
las  pocas  que  quedan  están  en  los  suburbios.  Pero  aquellas  deja- 
ron un  recuerdo  de  su  existencia  en  los  muchos  nombres  dít  puentes 
que  aun  tenemos  en  calles  donde  no  hay  ya  ni  señales  de  canal. 
Carecemos  todavía  de  una  historia  particular  de  la  ciudad  de 
México,  en  que  se  refieran  las  variaciones  que  ha  experimentado 
desde  la  conquista.  Verdad  es  que  el  P.  Andrés  Cavo,  jesuíta, 
escribió  en  Roma  una  Historia  Civil  y  Política  de  México,  de  que 
D.  Carlos  M?-  de  Bustamante  hizo  aquí  en  1836  una  impresión, 
tan  descuidada  como  todas  las  suyas,  con  el  título  de  Los  Tres 
Siglos  de  México  durante  el  Gobierno  Español,  hasta  la  entrada  del 

1  Reportorio  de  los  Tiempos,  trat.  IIP,  cap.  15. 

2  SiGüENZA,  Piedad  Heroica,  cap.  3,  n?  22. 


8o  INTRODUCCIÓN 

Ejército  Jrigarante  (i).  Pero  esta  obra,  aunque  dedicada  al  Ayun- 
tamiento de  México,  y  escrita  en  vista  de  los  datos  que  se  sumi- 
nistraron por  su  secretaría,  no  es  propiamente  una  historia  de  la 
ciudad,  pues  fuera  de  la  cansada  enumeración  de  los  alcaldes  y  re- 
gidores que  cada  año  eran  elegidos,  apenas  contiene  noticias  pe- 
culiares á  la  ciudad,  sino  que  se  difunde  en  las  del  país  entero. 
Solo  alcanza  hasta  1767,  fecha  de  la  expulsión  de  los  individuos 
de  la  Compañía  de  Jesús. 

El  Sr.  Alaman,  en  sus  Disertaciones,  fué  el  primero  que  ilustró 
de  propósito  la  materia  con  eruditas  y  laboriosas  investigaciones. 
Las  rectificó  y  amplió  en  parte  el  Sr.  Orozco  y  Berra,  primero 
en  el  artículo  México  del  Diccionario  Universal,  y  luego  en  la 
Memoria  para  el  Plano  de  la  Ciudad  de  México,  que  imprimió  en 
1867.  Pero  ni  uno  ni  otro  escritor  trataron  de  formar  un  cuerpo 
completo  de  historia.  Sus  estimables  trabajos  solo  se  refieren  á  una 
parte  de  la  ciudad,  y  no  han  sido  bastantes  para  fijar  algunos  pun- 
tos capitales.  Todavía  se  disputa  acerca  de  los  verdaderos  límites 
del  gran  templo  de  Huitzilopochtli,  y  no  se  ha  hecho  de  una  ma- 
nera satisfactoria  la  delincación  ó  restauración  gráfica  de  la  plaza 
mayor,  cual  estaba  á  mediados  del  siglo  XVI. 

Mas  no  es  de  extrañar  que  tan  diligentes  escritores  dejasen  va- 
cíos, y  alguna  vez  incurrieran  en  equivocaciones.  La  materia  no 
puede  ser  mas  oscura,  porque  los  datos  para  tratarla  son  suma- 
mente escasos,  y  los  que  hay  se  hallan  esparcidos  en  multitud  de 
obras  y  papeles,  y  como  perdidos  entre  un  cúmulo  de  noticias 
agenas  al  asunto.  Aun  suponieudo  la  posibilidad  de  adquirir  todas 
esas  obras,  muchas  de  ellas  rarísimas,  y  la  paciencia,  tiempo  y  dis- 
cernimiento que  se  necesitan  para  la  coordinación  y  examen  de 
lo  que  en  ellas  se  encuentra,  tampoco  se  habría  logrado  el  objeto, 
porque  no  se  tendría  lo  bastante  para  aclarar  todas  las  dudas.  Mé- 
xico, ya  lo  hemos  dicho,  no  ha  tenido  cronistas  especiales,  que 
preparen  materiales  bien  cordinados:  casi  todo  ha  quedado  en 
noticias  sueltas,  ó  lo  que  es  peor,  encomiCndado  á  la  memoria  de  los 
vecinos.  Las  ciudades  experimentan  continuas  variaciones :  una  ca- 
lle nueva  que  se  abre,  unas  casas  que  se  reedifican,  una  acequia  que  se 
ciega,  una  plaza  que  se  ocupa  con  edificios,  la  menor  variación  en 
el  alineamiento,  pueden  cambiar  totalmente  el  aspecto  de  un  lugar 
de  la  ciudad,  y  meter  en  mil  conjeturas  á  los  pósteros,  que  no  acier- 


I  Son  4  tomos  en  4?  menor:  el  último  es  de  1838.  Los  dos  primeros 
comprenden  la  obra  del  P.  Cavo:  los  otros  dos  el  Suplemento  de  Busta- 
mante.  Todo  se  reimprimió  en  un  volumen  de  letra  menuda  y  pésima, 
(México,  Navarro,  1852),  y  últimamente,  con  mejor  apariencia,  en  otro 
volumen  4?  mayor,  (Jalapa,  Rui^,  1870).  Aun  se  desea  una  buena  edi- 
ción de  esta  obra. 


AL    DIÁLOGO   SEGUNDO.  8l 

tan  á  concordar  lo  que  leen  con  lo  que  están  viendo,  pues  los  pla- 
nos no  están  al  alcance  de  todos,  ni  pueden  marcar  tampoco  ciertos 
pormenores  de  los  lugares.  Los  contemporáneos  se  figuran  que 
por  ser  para  ellos  una  cosa  tan  clara,  lo  mismo  ha  de  suceder  á  los 
que  vengan  después.  No  hay  quien  ignore,  por  ejemplo,  la  fa- 
mosa historia  del  salto  de  Alvarado,  de  cuyo  capitán  se  cuenta  que 
habiendo  llegado  en  la  terrible  retirada  de  la  Noche  Triste  á  la 
tercera  cortadura  de  la  calzada,  y  no  hallando  otro  medio  de  sal- 
var la  vida,  apoyó  su  lanza  en  el  fondo,  y  con  un  desmedido  salto 
logró  pasar  al  otro  lado  del  foso.  Aunque  el  hecho  es  mas  que 
dudoso,  y  parece  inventado  posteriormente,  dio,  sin  embargo, 
nombre  á  la  calle  que  todavía  se  llama  del  Puente  de  Alvarado. 
Allí  se  veía,  no  ha  mucho,  una  zanja  que  indicaba  el  lugar  del  su- 
ceso. Atravesaba  la  calle  precisamente  por  el  zaguán  del  Twoli 
del  Elíseo  y  por  el  jardincito  enverjado  que  queda  enfrente  y  da 
entrada  á  la  casa  n9  5 :  el  puente  se  hallaba  tras  de  los  arcos  del 
acueducto,  es  decir,  contiguo  á  la  acera  que  mira  al  norte;  la  parte 
de  afuera,  al  norte  de  los  arcos,  estaba  empedrada  y  á  nivel.  Hoy 
no  existen  arcos,  ni  cortadura,  ni  puente:  toda  señal  ha  desapa- 
recido, y  cuando  hayamos  desaparecido  también  los  que  hemos 
sido  testigos  de  tal  mudanza,  perecerá  la  memoria  del  lugar  donde 
se  hallaba  el  famoso  Salto  de  Alvarado.  Así  ha  sucedido  y  suce- 
derá con  muchos  lugares  de  nuestra  capital,  unidos  á  recuerdos 
históricos,  porque  nadie  cuida  de  conservarlos  por  medio  de  una 
senoilla  inscripción.  Pero  qué  mucho,  si  las  que  existían  en  varias 
partes  se  han  borrado  ó  destruido,  ya  por  ignorancia,  ya  por  el 
necio  empeño  de  quitar  de  la  vista  todo  recuerdo  de  la  domina- 
ción española;  como  si  áella  no  se  debiera  casi  todo  cuanto  existe 
en  la  capital,  y  algo  mas  de  que  nosotros  hemos  dado  después 
buena  cuenta. 

Los  archivos  de  las  corporaciones  religiosas,  de  algunas  civiles, 
y  de  los  establecimientos  de  caridad,  que  tanta  luz  pudieran  dar- 
nos, han  desaparecido  al  soplo  de  las  revoluciones.  El  general  de 
la  nación  contiene  poquísimos  documentos  del  siglo  XVI,  y  el 
de  la  municipalidad,  probablemente  e)  mas  rico  de  todos  para  nues- 
tro intento,  no  es  accesible  sino  mediante  ciertas  formalidades  á 
que  no  todos  están  dispuestos  á  sujetarse.  Por  fortuna  el  público 
disfruta,  aunque  solo  en  pequeña  parte,  de  uno  de  los  principales 
documentos  para  la  historia  de  las  variaciones  de  la  ciudad,  como 
son  los  Libros  de  Actas  del  Ayuntamiento,  conocidos  con  el  nom* 
bre  de  Libros  de  Cabildoy  y  que  comienzan  en  Marzo  de  1 524  (i). 

I  Corren  varias  copias  manuscritas  de  los  mas  antiguos.  Tengo  una 
del  primero,  que  ocupa  800  páginas  en  folio,  escrita  toda  de  mi  mano, 
cotejada  escrupulosamente  y  adornada  con  facsímiles  de  firmas  y  muestras 


82  INTRODUCCIÓN 

Pero  nos  faltan  los  tres  años  anteriores,  que  son  precisamente  los 
mas  interesantes  para  seguir  los  pasos  de  la  reedificación.  Los  da-, 
tos  que  ofrecen  los  que  existen  son  bastante  confusos,  porque  las 
indicaciones  de  lugares  se  refieren  á  otros  tan  conocidos  entonces 
como  ignorados  hoy.  Las  calles  tomaban  por  lo  común  el  nombre 
del  vecino  principal,  y  al  concederse  un  solar  se  demarca  expre- 
sando los  nombres  de  los  colindantes.  Sin  embargo,  con  perseve- 
rancia y  sagacidad,  pudiera  sacarse  mucho  partido  de  esos  libros. 

Para  las  investigaciones  de  que  estamos  hablando,  nada  seria 
tan  útil  como  la  vista  de  planos  antiguos,  pues  el  mas  tosco  dibujo 
da  en  un  momento  mayor  luz  que  las  descripciones  mas  prolijas. 
Desgraciadamente,  todos  los  planos  de  la  ciudad  que  existen  son 
de  fecha  comparativamente  moderna,  y  de  nada  sirven  para  cono- 
cer lo  que  existia  á  mediados  del  siglo  XVL  De  ese  siglo  hay  á 
la  verdad  algunos;  pero  son  dibujos  de  puro  capricho,  y  es  lo  mis- 
mo que  si  no  los  hubiera.  Los  mas  antiguos  que  menciona  el  Sr. 
Orozco  (i)  son  de  principios  del  siglo  XVIII,  y  por  lo  mismo 
inútiles  para  nuestro  objeto.  El  Sr.  Alaman  emprendió  formar 
uno,  comparando  «el  actual  estado  y  forma  de  la  ciudad  con  la 
«que  se  le  dio  cuando  se  reedificó»  (2);  mas  no  llegó  á  concluir 
su  trabajo,  y  si  algo  existe  de  él,  como  se  asegura,  yo  no  he  lo- 
grado tenerle  á  la  vista,  aunque  lo  he  procurado. 

La  descripción  de  nuestro  Cervantes  ofrece,  sin  duda,  datos  pre- 
ciosos ;  pero  no  es  completa  ni  tan  clara,  que  pueda  comprenderse 
bien  sin  el  auxilio  de  notas  tomadas  de  otras  fuentes.  Conforme 
los  interlocutores  van  hablando  de  los  diversos  lugares  por  donde 
pasan,  he  añadido  algunas  explicaciones  relativas  á  esos  mismos 
lugares.  No  es  mi  ánimo  completar  la  descripción  de  la  ciudad, 
sino  facilitar  la  inteligencia  del  documento  que  presento  para  ayu- 
dar á  formarla.  Pero  sea  porque  realmente  falten  datos,  ó  porque 
yo  no  he  sabido  aprovechar  los  conocidos  y  descubrir  otros  nue- 
vos, es  lo  cierto  que  la  mayor  parte  de  mis  notas  no  sirven  más 
que  para  presentar  dudas,  sin  llegar  á  resolverlas.  No  me  culpe, 
sin  embargo,  por  ello  el  lector;  antes  bien  agradézcame  lo  poco 
que  le  digo,  pues  le  aseguro  que  me  ha  costado  mas  trabajo  que 
el  que  parece  haber  sido  necesario  para  tan  pobres  anotaciones. 
Mas  lo  que  deja  una  verdadera  impresión  de  tristeza,  es  advertir 


de  letra  del  original.  Por  lo  cual  la  prefiero  á  la  impresión  que  moder- 
namente se  ha  hecho  en  el  aBoletin  Municipal,»  tan  fea  como  descui- 
dada. En  iguales  témiinos  se  ha  impreso  el  segundo  libro  y  se  imprime 
el  tercero.  La  publicación  de  nuestros  monumentos  históricos  ha  cami- 
nado con  desgracia :  se  ha  hecho  poco  y  mal. 

1  Memoria  para  el  Plano  de  la  Ciudad  de  México.,  pág.  6. 

2  Disertaciones,  tom.  III,  pág.  XV. 


AL   DIÁLOGO   SEGUNDO.  83 

que  casi  todas  las  que  se  refieren  á  edificios  que  acreditaban  la  pie- 
dad de  los  beneméritos  vecinos  de  la  ciudad  naciente,  terminen 
con  la  noticia  de  su  destrucción  en  nuestros  tiempos  de  ilustración 
y  progreso,  sin  que  me  haya  sido  dable  templar  esa  amargura,  re- 
firiendo la  fundación  de  otros  mas  útiles  y  espléndidos.  Cuando 
aun  no  se  conocia  el  nombre  de  «Establecimientos  de  Beneficen- 
«cia,»  de  hecho  se  levantaban  y  dotaban  ricamente  á  impulsos  de 
la  Caridad;  hoy,  en  nombre  de  no  sé  qué  civilización,  se  han  des- 
truido muchos,  y  si  se  mantienen  otros  que  son  indispensables  pa- 
ra la  vida  de  una  gran  ciudad,  es  con  mil  fatigas,  y  no  á  costa  de 
las  generosas  y  libres  donaciones  de  las  almas  buenas,  sino  á  fuerza 
de  impuestos  onerosos,  que  si  alivian  algunas  miserias,  llevan  en 
cambio  á  muchas  casas  la  desolación  y  la  ruina. 


^.^^^.^^^^^^^^^^^^^^^ 


DIÁLOGOS  SECUNDUS. 

CiviTAs  Mexicus  Interior. 

ZuAZus,  Zamora,  incolje:  Alfarus,  advena. 

e©i 

ZUAZUS. 

)LANE  tempus  est,  Zamora,  ut  Alfarum 
nostrum,  Ulyssem  alterum,  quod  tam 
anxie  appetit,  per  Mexicum  deducamus, 
tantas  urbis  magnltudinem  contemplatu- 
rum.  Fiet  enim  inde,  ut  dum  nos  quae  fuerint  prae- 
stantiora  docemus,  audiamus  alia,  quae  aut  omnino 
sint  nova,  aut  si  vetera,  certiora  fiant. 

Zamora. 

Prudenter  certe,  ut  soles  omnia;  neque  unquam 
majori  commodo  docebimus,  quam  si  alios  instruen- 
do,  ipsi  reddamur  doctiores.  Verum,  utrum  ad  id 
videtur  commodius,  pedestres  an  ut  equestres  ince- 
damus. 

ZUAZUS. 

Id  ipsum  viderit  Alfarus,  cujus  hoc  unum  hodie 
negotium  acturi  sumus. 


T^TtiA  tT»  t^^  «.'bx  cx^  cxiA  exiji.  cTiA  tv>  cti^  ftiA  e^  c^j.  cxu.  ít»  <t«í.  e^  ¿tiA 


DIÁLOGO  SEGUNDO. 

Interior  de  la   Ciudad  de  México. 

Interlocutores: 
ZuAZO  Y  Zamora,  vecinos;  Alfaro,  forastero. 

, £^ 

ZuAZO. 

s  tiempo  ya,  Zamora,  de  que  llevemos  á 
pasear  por  México,  cual  nuevo  Ulíses  (i), 
á  nuestro  amigo  Alfaro,  que  tanto  lo  desea, 
para  que  admire  la  grandeza  de  tan  insigne 
ciudad.  De  este  modo,  mientras  le  vamos  enseñando 
lo  mas  notable,  él  nos  dirá  algo  que  no  sepamos,  ó 
nos  confirmará  lo  que  ya  sabemos. 

Zamora. 

Bien  pensado,  como  siempre  acostumbras,  pues 
nunca  enseñamos  con  tanto  provecho,  como  cuando 
al  instruir  á  los  demás,  aprendemos  algo  nosotros 
mismos.  Mas  dime  cómo  te  parece  que  iremos  me- 
jor: á  pié  ó  á  caballo. 

ZuAZO. 

Como  guste  Alfaro,  á  cuyo  obsequio  hemos  de- 
dicado hoy  el  dia. 


86  DIALOGUS  SECUNDUS. 

Alfarus. 

Prasstabit  equis  ínsidere,  ut  vehentes  sine  lassi- 
tudine  coHoquamur:  descensuri  cum  opus  fuerit 
aut  templa  aut  regiam  ingredi. 

ZUAZUS. 

Quando  ita  vis,  Alfare,  mulam  ascendito,  quae 
te  ex  itinere  defatigatum,  sine  sucussatione  et  pla- 
cidissime  vehet:  nosque  equis  insiliemus;  Zamora 
tibiis  contractis  et  ego  extensis,  nam  ita  sunt  strati. 


Alfarus. 

Cur  non  ambo  eisdem  ephipiis,  fraenis,  oreis  et 
antilenis  constrati  sunt? 

ZUAZUS. 

Quod  ut  non  ómnibus  hominibus  omnia  conve- 
niunt,  ita  non  ómnibus  equis  omnia  congruunt  or- 
namenta: phaleras  enim  alias  generosus  et  magnus 
equus  petit:  alias  mannus  et  gradarius. 

Zamora. 

Prodeamus  tándem,  alias  de  his  loquuturi;  Alfa- 
rique  claudamus  latera,  ut  ex  aequo  ipsius  coUoquio 
frui  possimus. 

Zuazus. 
Cui  insistemus  viae? 

Zamora. 

Tacubensi,  quae  et  celebrior  est,  et  recta  nos  in 
foro  perducet. 


DIÁLOGO  SEGUNDO.  87 

Alfaro. 

Mejor  es  á  caballo,  para  que  vayamos  en  conver- 
sación y  sin  cansarnos:  cuando  fuere  necesario  nos 
apearemos  para  entrar  en  las  iglesias  ó  en  palacio. 

ZUAZO. 

Ya  que  así  lo  prefieres,  y  pues  vendrás  cansado 
del  camino,  monta  en  la  muía,  que  te  llevará  á  paso 
suave  y  sin  maltratarte.  Nosotros  iremos  á  caballo: 
Zamora  con  las  piernas  dobladas,  y  yo  extendidas, 
porque  así  lo  exigen  las  sillas.  (2) 

Alfaro. 

¿Por  qué  no  son  iguales  las  sillas,  frenos,  bridas 
y  pretales? 

ZuAZO. 

Porque  así  como  no  todo  conviene  á  todos  los 
hombres,  así  tampoco  son  propios  para  todos  los  ca- 
ballos los  mismos  jaeces:  de  unos  necesitan  los  gran- 
des y  briosos,  de  otros  los  pequeños  y  de  paso  llano. 

Zamora. 

En  fin  salgamos,  que  de  eso  hablaremos  otra  vez. 
Vaya  enmedio  Alfaro,  con  eso  gozamos  igualmente 
ambos  de  su  conversación. 

ZuAZO. 

¿Qué  calle  tomaremos? 

Zamqra. 

La  de  Tacuba,  que  es  una  de  las  principales,  y 
nos  lleva  en  derechura  á  la  plaza. 


DIALOGUS  SECUNDUS. 


Alfarus. 


Quam  exhilarat  animum  et  vlsum  reficit  viae  hu- 
jus  conspectus!  quam  et  extensa  et  ampia!  quam 
recta!  quanta  ejus  planicies!  et  ne  hiberno  tempore 
lutescat  et  obscena  sit,  tota  lapidibus  strata;  per 
cujus  médium,  quod  etiam  facit  ad  ejus  ornatum  et 
civium  utilitatem,  intra  suum  canalem,  aperta,  ut 
magis  delectet,  aqua  decurrit. 

Zamora. 

De  domibus  quas  habet  utrinque  tanto  ordine  et 
ad  perpendiculum  positas,  ut  nuUa  ab  alia  vel  la- 
tum  unguem  deviet,  quid  judicas? 

Alfarus. 

Superbse  sunt  omnes  et  operosissimae,  et  quales 
opulentissimis  et  nobilissimis  civibus  conveniant: 
singulas  non  aedes,  ita  sunt  bene  materiatae,  sed 
arces  dixeris. 

ZUAZUS. 

Tales  oportuit  principio  fieri  in  tanta  hostium 
multitudine,  cum  cingi  muris  et  turribus  muniri 
civitas  non  posset. 

Alfarus. 

Praesens  consilium,  neque  se,  ut  nihil  desiderare- 
tur,  plus  justo  efferunt:  idque,  ni  fallor,  tum  ut  in 
terraemotibus,  cujusmodi  audio  esse  aliquot  in  hisce 
regionibus,  concussae,  altitudine  sua  non  corruant, 
tum  ut  ex  aequo  omnes  solem  admittant,  alias  aliis 
nequamquan  obumbrantibus. 


DIÁLOGO  SEGUNDO.  89 

Alfaro. 

i  Cómo  se  regocija  el  ánimo  y  recrea  la  vista  con 
el  aspecto  de  esta  calle!  ¡Cuan  larga  y  ancha!  ¡qué 
recta!  ¡qué  plana!  y  toda  empedrada,  para  que  en 
tiempo  de  aguas  no  se  hagan  lodos  y  esté  sucia.  (3) 
Por  enmedio  de  la  calle,  sirviendo  á  esta  de  adorno  y 
al  mismo  tiempo  de  comodidad  á  los  vecinos,  corre 
descubierta  el  agua,  por  su  canal,  para  que  sea  mas 
agradable. 

Zamora. 

¿  Qué  te  parecen  las  casas  que  tiene  á  ambos  lados, 
puestas  con  tanto  orden  y  tan  alineadas,  que  no  se 
desvian  ni  un  ápice? 

Alfaro. 

Todas  son  magníficas  y  hechas  á  gran  costa,  cual 
corresponde  á  vecinos  tan  nobles  y  opulentos.  Se- 
gún su  solidez,  cualquiera  diria  que  no  eran  casas, 
sino  fortalezas. 

ZUAZO. 

Así  convino  hacerlas  al  principio,  cuando  eran 
muchos  los  enemigos,  ya  que  no  se  podia  resguar- 
dar la  ciudad,  ciñéndola  de  torres  y  murallas. 

Alfaro. 

Prudente  determinación;  y  para  que  en  todo  sean 
perfectas,  tampoco  exceden  de  la  altura  debida,  con 
el  fin,  si  no  me  engaño,  de  que  la  demasiada  eleva- 
ción no  les  sea  causa  de  ruina,  con  los  terremotos 
que,  según  oigo  decir,  suele  haber  en  esta  tierra;  y 
también  para  que  todas  reciban  el  sol  por  igual,  sin 
hacerse  sombra  unas  á  otras. 

12 


90 


DIALOGUS  SECUNDUS. 


ZUAZUS. 


Decuit  etiam  et  ea  ratione,  non  solum,  ut  vides, 
amplissimas  et  spatiosas  esse  vias,  sed  domos,  uti 
optinie  judicasti,  non  multum  surgere;  salubrior 
ut  esset  civitas,  non  impedientibus  editissimis  aedi- 
ficiis  flantibus  et  reflantibus  ventis,  qui  una  cum 
sole,  pestíferos  quos  palus,  quae  in  próximo  est,  va- 
pores emittit,  discutiunt  longeQUE  arcent. 

Alfarus. 

iEdium  antepagmenta  non  ex  lateribus  aut  vili 
alia  materia,  sed  ex  magnis  saxis  artificióse  positis 
constructasunt,in  quorum  superliminaribus  insignia 
sunt  dominorum.  Culmina  item  plana  sunt,  pro- 
minentibus  in  viam  ex  subgrundiis  canalibus  ligneis 
et  fictilibus,  pluviam  veluti  evomentibus. 

Zamora. 

Num  aliter  hispanas  teguntur  domus? 

Alfarus. 

Non  eodem  modo  cunctae;  plaeraque  tamen,  in 
utraque  prsesertim  Castella,  nam  in  Betica  varius 
mos  est,  imbricibus  sive  tegulis  incurvis  cooperiun- 
tur,  ita  Ínter  se  connexis,  ut  multis  ceu  tubis  factis, 
imbres  excipiant  et  rejiciant  in  impluvium:  ejus- 
modique  aedificiorum  culmina,  quae  alii  fastigia,  alii 
summitates  appellant,  ab  utroque  lato,  non  trans- 
verso aedificii  pariete,  in  acutum  semper  fastigiant: 
eminentibus  insuper,  ornatus  gratia,  ventorum  Ín- 
dice, turriculis  et  pyramídulis  quibusdam :  quae 
tecta,  quod  in  duas  partes  devexa  sint,  et  pluviam 
receptam  in  utramque  partem  deducant,  a  pectinis 


DIALOGO  SEGUNDO.  9I 


ZUAZO. 


Por  las  mismas  razones  convino,  no  solamente 
que  las  calles  fuesen  anchas  y  desahogadas,  como 
ves,  sino  también  que  las  casas  no  se  hicieran  muy 
altas,  según  discurriste  muy  bien:  es  decir,  para  que 
la  ciudad  fuese  mas  salubre,  no  teniendo  edificios 
elevadísimos  que  impidieran  los  diversos  vientos 
que  con  ayuda  del  sol  disipan  y  alejan  los  miasmas 
pestíferos  de  la  laguna  vecina. 

Alfaro. 

Las  jambas  y  dinteles  no  son  de  ladrillo  ú  otra 
materia  vil,  sino  de  grandes  piedras,  colocadas  con 
arte:  sobre  la  puerta  están  las  armas  de  los  dueños. 
Los  techos  son  planos,  y  en  las  cornisas  (4)  asoman 
unas  canales  de  madera  ó  barro,  por  donde  cae  á  la 
calle  el  agua  llovediza. 

Zamora. 

Pues  qué  ¿en  España  techan  de  otro  modo  las 
casas? 

Alfaro. 

No  todas  del  mismo  modo.  En  ambas  Castillas 
especialmente  (pues  en  Andalucía  es  vario  el  uso),  la 
mayor  parte  de  las  casas  están  cubiertas  de  tejas  cur- 
vas, que  formando  muchas  como  canales,  recogen 
las  aguas  del  cielo  y  las  arrojan  al  patio  (5) ;  de  suerte 
que  la  parte  mas  elevada  del  edificio,  llamada  por 
unos  cubierta  y  por  otros  tejado^  va  subiendo  desde 
ambas  paredes  maestras,  no  desde  las  transversales, 
hasta  terminar  en  caballete:  en  lo  mas  alto  llevan 
por  adorno  veletas,  torrecillas  ó  cualquier  otro  re- 
mate. Tales  techos,  porque  tienen  dos  descensos  y 
reparten  el  agua  á  ambos  lados,  se  llaman  de  dos 


92  DIALOGUS  SECUNDUS. 

simiVitndine  pecíinaía  dicuntur:  quemadmodum  ie- 
studinata  quae  in  partes  quatuor  protenduntur.  Haec 
auteni  vestra  subdialia  pavimenta,  qualia  primum 
Grseci  excogitavere  et  nunc  sunt  in  Campania,  ge- 
nuino vocabulo  nuncupantur.  Sed  quaeso,  quae  est 
hsec  quas  ad  dexteram,  transversa  item  amplissima 
et  máxima  via,  lapidibus  strata,  in  tam  longum, 
altior  et  munitior  caeteris,  tot  infernae  tabernas  ha- 
bens,  domus  protenditur  et  dilatatur? 

Zamora. 

Regiae  membrum  est,  et  ejus  alterum  est  hoc 
quod  respicit  in  alteram  hanc  viam:  utrumque,  quae 
est  in  latere  copulat  turris. 

Alfarus. 
Urbem  alteram  non  palatium  mihl  narras. 

ZUAZUS. 

Ab  hac  via  quae,  uti  vides,  in  latum  Tacubensem 
dividit,  omnis  generis  mechanicarum  et  illiberalium 
artium  operarii  et  artifices,  quales  sunt  fabri  lignarii, 
ferrarii,  claviles,  sutores,  textores,  tonsores,  pisto- 
res,  pictores,  caelatores,  sartores,  caligarii,  armamen- 
tarii,  candelarii,  arcuarii,  spatharii,  pistores  dulcia- 
rii,  caupones,  tornarii  et  reliqui,  ab  utraque  parte  ad 
forum  usque,  nullo  alio  alterius  conditionis  aut  artis 
homine  admisso,  habitant. 

Alfarus. 

Quantus  strepitus  et  quantus  obequitantium  et 
deambulantium  concursus  et  rumor!  dixeris  plane 
non  viam  publicam,  sed  emporium  esse.  Superiora 
hujus  membri,  tam  magnis  fenestris  decorata,  qui 
habent? 


DIALOGO  SEGUNDO.  95 

aguas,  así  como  techos  ¿i  cuatro  vertientes  los  que 
bajan  por  los  cuatro  costados.  (6)  Vuestros  techos 
planos,  inventados  por  los  Griegos,  y  usados  ahora 
enCampania  (7),  tienen  su  nombre  propio.  (8)  Mas 
pregunto:  ¿qué  edificio  es  aquel,  mucho  mas  eleva- 
do y  fuerte  que  los  otros,  y  con  tantas  tiendas  en 
los  bajos,  el  cual  se  extiende  á  mano  derecha,  pasada 
esa  ancha  y  magnífica  calle  empedrada?  (9) 


Zamora. 

Es  un  costado  del  palacio,  y  otro  es  el  que  cae  á 
esta  otra  calle:  ambos  están  unidos  por  la  torre  de 
la  esquina.  (10) 

Alfaro. 
Eso  no  es  palacio,  sino  otra  ciudad. 

ZUAZO. 

Desde  esta  calle  que,  como  ves  atraviesa  la  de 
Tacuba,  ocupan  ambas  aceras,  hasta  la  plaza,  toda 
clase  de  artesanos  y  menestrales,  como  son  carpin- 
teros, herreros,  cerrajeros  (i  i),  zapateros,  tejedores, 
barberos,  panaderos,  pintores,  cinceladores,  sastres, 
borceguineros,  armeros,  veleros  (12),  ballesteros, 
espaderos,  bizcocheros,  pulperos  (13),  torneros  (14), 
&c.,  sin  que  sea  admitido  hombre  alguno  de  otra 
condición  ú  oficio. 

Alfaro. 

¡Qué  ruido  y  qué  bulliciosa  muchedumbre  de 
gente  á  pié  y  á  caballo!  Más  parece  una  gran  feria 
que  una  calle.  ¿  Quiénes  ocupan  este  piso  alto,  ador- 
nado de  tan  grandes  ventanas? 


94  DIALOGUS  SECUNDUS. 


rUAZUS. 


Regii  consiliarii;  et  membrum  aliud  interius, 
quod  magnificentius  est,  Prorex. 

Alfarus. 

Dignum  certe  tantis  viris  domicilium.  Sed  quid 
illa  significant  pondera  ex  demissis  funibus  pen- 
dentia?  Vah!  non  animadverteram;  gubernacula 
sunt  horologii. 

ZUAZUS. 

Recte  ais.  In  editaque  hac  turri  quse  etiam  utrum- 
que  aedium  latus  communit,  eo  est  coUocatum,  ut 
cum  sonuerit,  undequaque  ab  incolis  audiatur. 

Alfarus. 

Prudenter  factum. 

ZuAZUS. 

Jam  adest  forum;  attentus  quasso  intuere  num 
aliud  amplitudine  et  majestate  par  huic  aliquando 
videris. 

Alfarus. 

Equidem  quod  meminerim,  nullum:  nec  censeo 
in  utroque  orbe  sequale  inveniri  posse.  Bone  Deus! 
quam  et  planum  et  capax  est!  quam  hilare!  quam 
undique  ambientibus  superbis  et  magnificis  aediíi- 
ciis  illustratum!  quse  descriptio!  quae  facies!  qui 
positus  et  situs!  Revera,  si  porticus  illae,  quae  nunc 
contra  nos  sunt,  e  medio  tollerentur,  integrum  exer- 
citum  capere  potuisset. 


DIALOGO  SEGUNDO.  OC 

ZUAZO. 

La  Real  Audiencia;  y  la  crujía  interior  (15),  aun 
mas  magnífica,  es  del  virey. 

Alfaro. 

Habitación  digna  ciertamente  de  personajes  tan 
elevados.  ¿  Pero  qué  significan  aquellas  pesas  colga- 
das de  unas  cuerdas  ?  ¡  Ah !  No  habia  caido  en  cuen- 
ta: son  las  del  reloj. 

ZuAZO. 

En  efecto;  y  está  colocado  en  esa  elevada  torre 
que  une  ambos  lados  del  edificio,  para  que  cuando 
dala  hora,  la  oigan  en  todas  partes  los  vecinos.  (16) 

Alfaro. 

Muy  bien  pensado. 

ZuAZO. 

Estamos  ya  en  la  plaza.  Examina  bien  si  has  vis- 
to otra  que  le  iguale  en  grandeza  y  majestad.  (17) 

Alfaro. 

Ciertamente  que  no  recuerdo  ninguna,  ni  creo 
que  en  ambos  mundospueda  encontrarse  igual.  Dios 
mió!  cuan  plana  y  extensa!  qué  alegre!  qué  ador- 
nada de  altos  y  soberbios  edificios,  por  todos  cuatro 
vientos!  qué  regularidad!  qué  belleza!  qué  disposi- 
ción y  asiento!  En  verdad  que  si  se  quitasen  de 
enmedio  aquellos  portales  de  enfrente,  podría  caber 
en  ella  un  ejército  entero. 


96  DIALOGUS  SECUNDUS. 


Z.UAZUS. 

Tanta  fori  amplitudo  in  causa  est,  quominus  in 
aliis  res  venales  aíFerantur.  Nam  quod  Romae  Sua- 
rium,  Olitorium,  Boarium,  Livium,  Julium,  Au- 
relium  et  Cupedinis  erant,  hoc  unum  pro  cunctis 
Mexici  est.  In  hoc  uno  institutse  sunt  nundinse;  in 
hoc  fiunt  auctiones;  in  hoc  qusecumque  sunt  vena- 
lia,  reperies;  et  ad  hoc  totius  provinciae  mercatores 
suas  merces  adferunt  et  important;  in  hocque,  ut 
in  summa  dicam,  quaecumque  sunt  in  Híspanla 
potiora,  confluunt. 

Zamora. 

Haec  est  regalis  aulae  facies  et  tertium  ejus  mem- 
brum. 

Alfarus. 

Etiamsi  non  praedixisses,  id  satis  superque  testan- 
tur  superiora  illa  deambulacra,  tam  multis  et  ma- 
gnis  columnis  speciosa,  regiam  quandam  majestatem 
prae  se  ferentia. 

ZUAZUS. 

Teretes  sunt  columnae,  nam  quadrangulas,  et  in 
his  striatas  et  medianas,  non  perinde  commendat 
Vitruvius. 

Alfarus. 

Quam  convenit  in  ipsis  cum  longitudine  crassi- 
tudo! 

ZuAZUS. 

Epistylia  vide  quam  sint  arte  fabricata. 


DIALOGO   SEGUNDO.  97 


ZUAZO. 

Hízose  así  tan  amplia  para  que  no  sea  preciso 
llevar  á  vender  nada  á  otra  parte;  pues  lo  que  para 
Roma  eran  los  mercados  de  cerdos,  legumbres  y 
bueyes,  y  las  plazas  Livia,  Julia,  Aurelia  (i8)  y  Cu- 
pedinis  (19)  esta  sola  lo  es  para  México.  Aquí  se 
celebran  las  ferias  ó  mercados,  se  hacen  las  almone- 
das, y  se  encuentra  toda  clase  de  mercancías;  aquí 
acuden  los  mercaderes  de  toda  esta  tierra  con  las  su- 
yas, y  en  fin,  á  esta  plaza  viene  cuanto  hay  de  me- 
jor en  España. 

Zamora. 

Esta  es  la  fachada  del  real  palacio,  y  tercer  lado 
de  él.  (20) 

Alfaro. 

Aunque  tú  no  lo  dijeses,  hasta  de  sobra  lo  dan  á 
conocer  aquellos  corredores  altos,  adornados  de  tan- 
tas y  tan  altas  columnas,  que  por  sí  solas  tienen 
cierta  majestad  regia. 

ZuAZO. 

Las  columnas  son  redondas,  porque  Vitruvio  no 
recomienda  mucho  las  cuadradas,  y  menos  si  son 
estriadas  y  aisladas.  (21) 

Alfaro. 

I  Qué  bien  se  guarda  en  ellas  la  proporción  de  la 
altura  con  el  grueso! 

ZuAZO. 

Advierte  con  qué  primor  están  labrados  los  ar- 
quitrabes. 

13 


98    '  DIALOGUS  SECUNDUS. 

Alfarus. 

Spirae  nihilo  inferiores  sunt;  et  qui  reddunt  so- 
larium  seternum,  quique  ipsum  vere  regale  faciunt, 
sunt  arcus  ex  eodem  marmore  artificióse  facti,  tra- 
bium  loco  columnis  impositi,  tectum  ne  unquam 
ruat  sustentantes :  marmorei  sunt  etiam  cancelli, 
ne  quis  cadat  in  praeceps. 

ZUAZUS. 

Tecta  hujusmodi  aperta,  quae  tu  solaría  ab  ex- 
cipiendo  solem,  sive  deamhulacra  a  deambulando 
dicis,  antiqui  ^Ú2iVCifroc estría  dixere.  Fiebant  autem 
aequalibus  columnarum  marmorearum  latericiarum- 
ve  intervallis  patula,  super  quarum  epistylia  arcus 
curvabuntur,  ut  in  his,  speciosior  ut  foret  stru- 
ctura:  arcus  autem  in  hisce  aedificiis  formabatur 
in  hemicyclum,  quemodmodum  et  coelestis,  quem 
Irim  appellant.  Muniebantur,  ne  quis  prolabere- 
tur,  lorica,  aut  ex  marmore  aut  ligno;  ea  in  re 
bellica  sepimentum  fuit,  quo  obsessores  urbes  cin- 
gebant. 

Alfarus. 

Doctequidem  id.  Pérgulas  tamen,  2ipergendo  for- 
tasse,  quibus  consimiles  sunt  patentes  exedrae,  no- 
minatas  audio:  quae  d^vaedium  sive  hortos  et  plateas 
prospectarent,  et  in  quas  sol  ac  luna  suos  radios 
immiterent.  Cancelli,  qui  murierantccenaculorum, 
ora  ab  injuria  lapsus  inibi  incedentis  defendentes, 
nuncupati  sunt,  vel  peribolí,  quos  divus  Hierony- 
mus  septa^  coronas  et  círcuítus  appellat,  vel  lorícul¿e^ 
eadem  metaphora  qua  loríca. 


DIALOGO  SEGUNDO.  99 

Alfaro. 

No  les  ceden  las  basas;  pero  lo  que  hace  solidí- 
simo el  corredor,  y  le  da  una  apariencia  en  verdad 
regia,  son  los  arcos  labrados  primorosamente  de  la 
misma  piedra,  que  puestos  sobre  las  columnas  en 
lugar  de  vigas  sostienen  el  techo  para  que  jamas  se 
derrumbe.  También  hay  balaustradas  de  piedra, 
para  que  nadie  corra  peligro  de  caer. 

ZUAZO. 

A  estas  salas  abiertas,  que  tú  llamas  corredores^ 
porque  sirven  para  pasear,  ó  solanas^  porque  en  ellas 
se  toma  el  sol,  llamaron  también  los  antiguos  ^ro- 
cestria  (22).  Las  hacian  con  columnas  de  piedra  ó 
ladrillo,  colocadas  á  distancias  iguales,  sobre  cuyas 
impostas  se  formaban  los  arcos,  como  aquí,  para  que 
quedase  mas  majestuoso  el  edificio.  Los  arcos  eran 
siempre  de  medio  punto,  á  semejanza  del  que  vemos 
en  el  cielo,  y  llamamos  arco-iris.  Se  ponían  también 
antepechos  de  piedra  ó  madera,  para  evitar  caídas, 
como  las  trincheras  que  usan  en  la  milicia  los  sitia- 
dores para  circunvalar  las  ciudades. 

Alfaro. 

Hablas  doctamente.  Sin  embargo,  también  las 
oigo  \hm3.r  galerías  y  y  por  ese  estilo  son  los  mira- 
dores que  caen  á  los  patíos,  jardines  ó  plazas,  y  re- 
ciben los  rayos  del  sol  y  de  la  luna.  Los  barandales 
con  que  se  rodeaban  las  piezas  altas,  á  ñn  de  evitar 
que  por  los  vanos  cayesen  quienes  andaban  en  ellas, 
eran  llamados  ^m<^¿j//,  ó  como  dice  San  Gerónimo, 
sepia,  corona  y  circuitus;  ó  también  loricul¿e  (pretiles), 
por  la  misma  metáfora  (\\JiQlorica  (parapetos).  (23) 


100  DIALOGUS  SECUNDUS. 

Zamora. 

Nunc  contemplare  quanta  desuper,  quantoque 
cum  ordine  sit  tabernarum  multitudo,  et  ipsas  quam 
referías  pretiosis  mercibus:  quot  adsint  adventores, 
quot  emptores,  quot  venditores,  quantus  juxta  ob- 
equltantium  numerus,  quanta  strepat  negotiantium 
turba;  ut  non  immerito  possis  affirmare,  huc  con- 
fluxisse  quidquid  est  praeclarum  in  orbe  toto. 

Alfarus. 

Qui  est  ille  tantus  hominum  concursus,  in  regia 
pérgula,  contente  modo,  modo  lente  deambulan- 
tium,  subslstentium  nunc,  nunc  festinantium,  cla- 
mantium  et  tacentium  invicem,  ut  furere  videantur? 


ZUAZUS. 

Litigatores  sunt,  negotiorum  gestores,  procura- 
tores,  scribse,  et  alíi  qui  a  praetoribus  urbis  ad  con- 
siliarios regios,  superiores  judices,  provocant. 


Zamora. 

Est  illic  statim  regium  praetorium  quo  illi  conve- 
niunt  litigaturi:  ipsum  autem  si  libet  videre,  ab 
equis  desiliamus,  visuri  etiam  pedites  quae  sunt 
circum  forum  omnia. 

Alfarus. 
Nihil  erit  gratius. 

ZuAZUS. 

Hoc  est  vestibulum ;  deinde  sequitur  atrium ;  sed 
ad  praetorium  hi  ducunt  gradus. 


DIÁLOGO  SEGUNDO.  lOI 


Zamora. 


Observa  ahora  ademas  qué  multitud  de  tiendas  y 
qué  ordenadas,  cuan  provistas  de  valiosas  mercade- 
rías, qué  concurso  de  forasteros,  de  compradores  y 
vendedores.  Y  luego  cuánta  gente  á  caballo,  y  qué 
murmullo  de  la  muchedumbre  de  tratantes.  Con 
razón  se  puede  afirmar  haberse  juntado  aquí  cuanto 
hay  de  notable  en  el  mundo  entero. 

Alfaro. 

¿Qué  son  aquellas  gentes  que  en  tanto  número 
se  juntan  en  los  corredores  del  palacio,  y  que  á  veces 
andan  despacio,  á  veces  aprisa,  ora  se  paran,  luego 
corren,  tan  pronto  gritan  como  se  callan,  de  modo 
que  parecen  locos? 

ZUAZO. 

Son  litigantes,  agentes  de  negocios,  procuradores, 
escribanos  y  demás,  que  apelan  de  los  alcaldes  or- 
dinarios á  la  Real  Audiencia,  que  es  el  tribunal  su- 
perior. (24) 


Zamo 


RA. 


Allí  cerca  está  la  sala  del  real  acuerdo,  adonde  van 
todos  estos  á  litigar.  Si  quieres  verla,  apeémonos, 
para  que  á  pié  veamos  también  todo  el  ámbito  de 
la  plaza. 

Alfaro. 
Nada  me  será  mas  agradable. 

Zuazo. 

El  zaguán  es  este;  sigúese  el  patio,  y  aquella  es- 
calera conduce  al  tribunal. 


102  DIALOGUS  SECUNDUS. 

Zamora. 

Hoc  quod  vides  cubiculum,  tot  mensis,  scabellis 
et  scribis  occupatum,  tabellariorum  praefectus,  vir 
satis  industrius,  possidet.  Hicautem  qui  juxta  est, 
sine  foribus  ingressus,  aditum  prsebet  ad  viceregis 
habitationem,  et  prominet  in  atrium.  In  próximo 
est  praetorium.  Jam  caput  aperi,  et  tacitus  ac  reve- 
renter  ingredere,  et  si  quid  volueris,  submisse  dicito. 

Alfarus. 

Amplum  sane  et  ornatissimum  prastorium,  et 
quod  introeuntibus  nescio  quam  imperet  reveren- 
tiam.  Médium  consiliarii  quatuor  proregem  conti- 
nent,  sublimes  sedent,  et  cujus  est  hac  hebdómada 
decernendi  et  jus  reddendi  munus,  duntaxat  loqui- 
tur;  idque  non  multis  et  raro,  nam  silentium  auget 
gravitatem;  nunquam  caeteri,  nisi  cum  res  est  con- 
trovertissima,  aut  nosse  rectius  quicquam  volunt, 
colloquuntur.  Vilosis  tapetibus  superius  pavimen- 
tum  contectum  est,  et  subselium  holoserica  cortina 
Attalico  texto  circum  ornata,  cui  adherent,  pen- 
dente et  obumbrante  cooperitur. 

ZUAZUS. 

Ex  bombycino  viloso,  cui  insedet  Prorex  pulvi- 
nar  est,  et  ejusdem  telae  est  quoque  suppedaneum. 
Paulo  inferius  ad  utrumque  latus  consident  advo- 
catus  fisci,  praetorii  summus  officialis,  pauperum 
advocatus,  indorum  patronus  et  tutor,  et  reliqui 
jurisconsulti  qui  causas  suscipiunt:  patrici  etiam  et 
urbis  senatores  singuli  pro  muñere  et  dignitate  lo- 
cum  sortiti. 

Zamora. 

Inferna  dúo  latera,  ad  quae  per  gradus  descendí- 


DIÁLOGO   SEGUNDO.  IO3 

Zamora. 

Este  aposento  que  ves,  Heno  de  mesas,  bancos  y 
escribientes,  le  ocupa  el  correo  mayor  (25),  sugeto 
de  conocida  actividad.  Este  pasadizo  sin  puertas, 
que  cae  al  patio,  da  entrada  á  la  habitación  del  virey, 
é  inmediato  está  el  tribunal.  Descúbrete,  pues,  la 
cabeza,  entra  callado  y  con  respeto,  y  si  algo  se  te 
ofrece  hablar,  hazlo  en  voz  baja. 

Alfaro. 

El  salón  es  por  cierto  grande  y  bien  adornado,  é 
infunde  no  sé  qué  respeto  al  entrar.  En  lugar  ele- 
vado, se  sientan  alrededor  del  virey  los  cuatro  oi- 
dores. Solo  habla  el  ministro  semanero,  y  eso  rara 
vez  y  poco,  porque  el  silencio  realza  la  autoridad. 
Los  demás  no  toman  la  palabra  sino  cuando  el 
punto  es  intrincado,  ó  necesitan  pedir  explicaciones 
para  formar  juicio  mas  seguro.  El  estrado  está  cu- 
bierto de  ricas  alfombras,  y  los  asientos  quedan  bajo 
un  dosel  de  damasco  galoneado. 


ZUAZO. 

El  virey  se  sienta  en  un  almohadón  de  terciopelo, 
y  de  lo  mismo  es  el  cojin  que  tiene  á  los  pies.  Po- 
co mas  abajo  están  sentados  á  uno  y  otro  lado  el 
fiscal,  alguacil  mayor,  abogado  de  pobres,  protector 
y  defensor  de  indios,  y  los  demás  letrados  que  tie- 
nen pleitos.  También  la  nobleza  y  los  concejales, 
cada  uno  en  el  lugar  que  le  corresponde,  según  su 
empleo  y  dignidad. 

Zamora. 

En  sitio  inferior,  al  cual  se  baja  por  unas  gradas, 


104  DIALOGUS  SECUNDUS. 

tur,  procuratores  et  scribas  occupant;  et  e  conspectu 
consiliariorum,  scribarum  praefectus  et  causarum 
enarrator  mensae  incumbunt,  decreta  scribens  alter, 
alter  rem,  uti  gesta  est,  referens.  A  tergo  est  ligneus 
clathrus  quo  dividitur  praetorium,  ne  promiscua 
multitudo  et  vulgus  hominum  consideant  cum  reli- 
quis.  Post  clathrum  stant  qui  si  digni  sunt,  sedere 
tamen  nolunt,  et  alii  qui  etiamsi  velint,  sedere  non 
permittuntur,  quod  sint  eo  honore  omnino  indigni. 


Alfarus. 

Qua  reverencia  surgens,  detecto  capíte,  senex  ille 
advocatus,  clienti  suo  patrocinatur! 


Z/UAZUS. 

Animadverte  etiam  ut  e  regione  stans  alter,  non 
minus  canus,  modestissime  prius  venia  petita,  re- 
pugnat  et  contradicit. 

Zamora. 

Jam  utrlque  praetorii  janitor  silentium  indicit, 
quod  sint  plus  satis  altercati.  Discedamus,  ut  quae 
supersunt  videnda  possimus  ante  prandium  Alfaro 
patefacere.  Rursus  operiamus  capita. 

Alfarus. 

Plane,  qui  hoc  vidit  praetorium,  non  est  cur  aut 
Granatense  aut  Vallisoletanum,  quas  longe  gravis- 
sima  in  Hispania  sunt,  adire  cupiat. 

Zamora. 
Palatioet  infernis  ejus  tabernis  continuantur  mox, 


DIALOGO  SEGUNDO.  IO5 

hállanse  á  ambos  lados  escríbanos  y  procuradores: 
frente  á  los  oidores  están  sentados  á  una  mesa  el 
escribano  de  cámara  y  el  relator:  aquel  escribiendo 
los  acuerdos,  y  este  haciendo  relación  de  los  autos. 
Detrás  hay  un  enverjado  de  madera,  que  divide  la 
sala,  á  fin  de  que  la  gente  baja  y  vulgar  no  vaya  á 
sentarse  con  los  demás:  tras  este  enverjado  están  en 
pié,  tanto  los  que  tienen  derecho  de  tomar  asiento, 
pero  no  quieren  tomarle,  como  los  que  aun  cuando 
quisieran  no  podrian,  porque  no  gozan  de  esa  pre- 
eminencia. 

Alfaro. 

i  Con  cuánto  respeto  se  levanta  de  su  asiento,  con 
la  cabeza  descubierta,  aquel  abogado  anciano,  y  de- 
fiende á  su  cliente! 

ZUAZO. 

Mira  también  cómo  se  alza  del  lado  opuesto,  otro 
no  menos  encanecido,  y  pedida  la  venia  con  gran 
respeto,  disiente  y  contradice. 

Zamora. 

Ya  impuso  silencio  á  ambos  el  portero  del  tri- 
bunal, porque  han  disputado  mas  de  lo  suficiente. 
Salgamos,  pues,  para  que  haya  tiempo  de  enseñar  á 
Alfaro,  antes  de  la  comida,  lo  que  aun  nos  falta  que 
ver.  Volvámonos  á  cubrir.  (26) 

Alfaro. 

En  verdad,  que  habiendo  visto  esta  Audiencia, 
no  hay  para  qué  desear  ver  las  de  Granada  y  Valla- 
dolid,  que  son  las  más  insignes  de  España. 

Zamora. 

Al  palacio  y  sus  tiendas  bajas,  se  siguen,  después 
14 


I06  DIALOGUS  SECUNDUS. 

interposita  via  Franciscana,  latissimse  et  longae  por- 
ticus,  celebriores  profecto,  quam  fuere  Romae  Co- 
rinthia,  Pompeia,  Claudia,  Livia. 

Alfarus. 

(c Claudia  diíFusas  ubi  porticus  explicat  umbras.» 

Zamora. 

Ibi  est  medius  Janus,  locus  mercatoribus  et  ne- 
gotiatoribus  designatus,  ut  Hispali  sunt  gradus,  et 
Antuerpise  marsupium,  quibus  locis  praeest  Mer- 
curius. 

Alfarus. 

Supra  porticus  sunt,  ut  reor,  eorum  habitacula 
qui  in  subjectis  tabernis  merces  venditant. 

Zamora. 
Recte  conjectasti. 

Alfarus. 

Quo  pertinet  via  illa  quae  per  lapideum  pontem 
excurrit  ultra  porticus? 

ZUAZUS. 

Ad  Augustinianorum  coenobium. 

Alfarus. 
Nihilo  angustior  est  Tacubensi. 

ZUAZUS. 

Tales  sunt  pleraeque,  si  lapidibus  forentconstratae. 
Sed  considera,  nec  obiter,  porticus  quse  sunt  in  trans- 
verso, orientem  respicientes,  nam  regis  aula  meri- 


DIALOGO   SEGUNDO.  IO7 

de  pasar  la  calle  de  S.  Francisco,  unos  anchos  y  ex- 
tensos portales,  más  concurridosquelofueron  en  Ro- 
ma los  de  Corinto,  Pompeyo,  Claudio  y  Livio.  (27) 

Alfaro. 

((Donde  el  pórtico  Claudio  extiende  su  dilatada 
sombra.»   (28) 

Zamora. 

Este  es  el  medius  Janus  (29),  paraje  destinado  á 
los  mercaderes  y  negociantes,  como  en  Sevilla  las 
gradas  (30),  y  en  Amberes  la  bolsa:  lugares  en  que 
reina  Mercurio.  (31) 

Alfaro. 

Las  habitaciones  que  hay  sobre  el  portal  creo 
que  serán  de  los  dueños  de  las  tiendas  de  abajo. 

Zamora. 

Justamente. 

Alfaro. 

I  Hacia  dónde  va  esa  calle  que  pasa  por  un  puente 
de  piedra,  mas  allá  de  los  portales?   (32) 

ZUAZO. 

Al  convento  de  los  agustinos. 

Alfaro. 
No  es  menos  ancha  que  la  de  Tacuba. 

ZuAZO. 

Otras  muchas  hay  tan  buenas  como  esa,  solo  que 
les  falta  el  empedrado.  Pero  contempla  detenida- 
mente cuánto  adornan  y  enriquecen  la  plaza  los  por- 


I08  DIALOGUS  SECUNDUS. 

diem  versus  est  posita,  quantum  forum  illustrent 
ac  decorent. 

Zamora. 

Sub  ipsis  forum  est  quod  appellant  inferius,  lo- 
cus  in  quo  judicia  exercentur:  ibi  duo  consident 
praetores,  ab  urbis  senatoribus  quotannis  creati,  ne- 
cis  vitaeque  potestatem  habentes. 

Alfarus. 

Fora  tria  judiciaria  fuerunt  Romae:  Mexici  au- 
tem  quot  sint  me  latet. 

Zamora, 

Totidem  sunt,  si  ecclesiasticum  annumeres;  ni- 
mium  tamen  ab  illis  diversa. 

Alfarus. 

Hinc,  ut  arbitror,  emanavit  illud  vulgo  rece- 
iptumiforo  utere, 

Zamora. 

Ita  existimo.  Superius  curia  est,  procestrio,  co- 
lumnis  et  arcubus  ex  lapide  plateam  spectanti,  in- 
signis;  eaque  a  tergo  contigua  est  carceri,  qui  ad 
regii  diíFerentiam  civicus  inscribitur;  post  quem 
statim  adest  macellum. 

ZUAZUS. 

A  facie  mox  continuatur  regii  aerarii  domus,  cu- 
rias majestate  non  disimilis.  Argentarii  intra  eam 
domum,  loco  inferiori  et  spatioso,  argentum  caelant, 
veluti  conclusi;  idem,  ut  fraus  absit,  alibi  faceré 
prohibiti.  Inferius  etiam  sub  porticibus  regiae  fiunt 
auctiones,  et  rude  argentum  a  Caesaris  officialibus 
libratur,  ei  ut  quinta  pars  caedat.  Quas  dominae  Ma- 


DIALOGO  SEGUNDO.  IO9 

tales  que  viendo  al  oriente  quedan  al  lado,  pues  el 
palacio  está  hacia  el  mediodía.  (22) 

Zamora. 

En  ellos  está  el  tribunal  inferior,  donde  adminis- 
tran justicia  dos  alcaldes  que  el  ayuntamiento  nom- 
bra cada  año,  y  tienen  facultad  de  imponer  pena 
capital. 

Alfaro. 

En  Roma  habia  tres  tribunales:  en  México  no 
sé  los  que  habrá. 

Zamora. 

Otros  tantos,  incluyendo  el  eclesiástico;  pero  muy 
diferentes  de  aquellos. 

Alfaro. 

De  aquí  vino  sin  duda  aquella  frase  vu\ga.r:  /oro 
utere.  (34) 

Zamora,  {^s) 

Creo  que  sí.  Arriba  está  la  sala  de  cabildo,  fa- 
mosa por  su  galería  de  columnas  y  arcos  de  piedra 
con  vista  á  la  plaza.  Linda  por  la  espalda  con  la 
cárcel  llamada  de  ciudad,  para  distinguirla  de  la  realy 
y  junto  á  esta  queda  la  carnicería.  [1^6) 

Zuazo. 

Por  el  frente  vemos  en  seguida  la  casa  de  la  fun- 
dición, no  menos  magnífica  que  la  de  cabildo.  En 
un  amplio  local  del  piso  bajo  están  como  encerrados 
los  oficiales  que  sellan  la  plata;  y  para  evitar  frau- 
des tienen  prohibición  de  ejecutarlo  en  otra  parte. 
En  los  portales  bajos  del  palacio  se  hacen  también 
las  almonedas  públicas,  y  los  oficiales  reales  pesan  las 


no  DIALOGUS  SECUNDUS. 


rinae  dicunt,  cum  prominentibus  in  forum  domibus, 
quae  sequuntur  porticus,  alterum  tantae  plateaelatus 
claudunt.  Haecque  tam  pulchra  et  solariorum  et 
porticuum  series,  fossa  incili  quae  in  paludem  influit 
sic  juvatur,  ut  quaecumque  sunt  incoiis  necessaria, 
cavatis  trabibus,  contis  quibusdam,  remorum  vice 
ab  indis  acti,  a  longe  importentur. 


Alfarus. 

Venetias  Ipsas  videra  videor. 

Zamora. 

Hoc  quidquid  est  soli  in  quo  posita  est  civitas, 
olim  totum  aqua  fuit;  inexpugnabilesque,  et  reli- 
quis  ómnibus  indis  superiores,  idcirco  Mexicani 
fuere.  Nam  paludem  inhabitantes,  cavatis  magnis 
lignis,  quibus  pro  cymbis  utebantur,  in  finitimos 
tuto  excursiones  faciebant,  nihil  ab  eisdem  cladis 
accipientes;  in  domos,  veluti  in  munitissima  asyla, 
circundante  aqua  natura  munitas,  se  recipientes. 

Alfarus. 

Qui  fieri  ergo  potuit,  ut  Cortesius  tantam  homi- 
num  multitudinem  loco  palustri,  nec  equitibus  nec 
peditibus  opportuno,  debellare  potuerit? 

ZUAZUS. 

Arte  illusit  artem:  constructis  opera  Martini 
Lupi  navigiolis  ejusmodi,  explorata  prius  aquae  al- 
titudine,  ut  uno  trabes  multas  indorum  et  adoriri 
et  superare  potuisset. 


DIALOGO  SEGUNDO.  111 

barras  de  plata,  para  cobrar  el  quinto  de  S.  M. 
Este  segundo  lado  de  la  gran  plaza  se  cierra  con  las 
casas  llamadas  de  D"!  Marina  (37),  que  siguen  á  los 
portales.  Una  acequia  que  corre  hacia  la  laguna,  es 
de  grandísima  utilidad  á  esta  hermosa  hilera  de  pór- 
ticos y  galerías,  pues  cuanto  necesitan  los  vecinos 
se  trae  por  ella  desde  muy  lejos  en  canoas  goberna- 
das con  varas  largas,  que  los  indios  usan  en  lugar 
de  remos. 

Alfaro. 

Paréceme  ver  la  misma  Venecia. 

Zamora. 

El  terreno  en  que  ahora  está  fundada  la  ciudad, 
todo  era  antes  agua,  y  por  lo  mismo  los  mexicanos 
fueron  inexpugnables  y  superiores  á  todos  los  demás 
indios.  Como  habitaban  en  la  laguna,  hacían  á  man- 
salva excursiones  contra  los  vecinos,  valiéndose  de 
grandes  troncos  ahuecados,  que  usaban  por  barcas. 
Ningún  daño  recibían  de  los  enemigos,  pudiendo 
recogerse  á  sus  casas  como  á  asilo  seguro,  defendido 
por  la  naturaleza. 

Alfaro. 

¿Pues  cómo  pudo  Cortés  ganar  ciudad  tan  po- 
pulosa y  asentada  entre  pantanos,  igualmente  im- 
propios para  infantería  que  para  caballería? 

ZUAZO. 

Con  una  traza  deshizo  otra;  pues  reconocida  pri- 
mero la  profundidad  de  la  laguna,  construyó  con 
ayuda  de  Martin  López  ciertos  navichuelos,  capa- 
ces de  acometer  uno  solo  muchas  canoas  y  vencerlas. 


112  DIALOGUS  SECUNDUS. 


Alfarus. 


o  virum  industrium,  et  praeter  caeteros  animo 
excelso,  et  non  nisi  ad  máxima  natum ! 

Zamora. 

Ejus  aedes  sunt  contra  regiam  positae;  quamque 
non  obscure  auctoris  sui  invictum  et  praestantem 
animum  testentur,  perpende. 

Alfarus. 

Quanta  et  quam  munita  facies !  Ex  calce,  lapide, 
lignisque  cedrini  totae  sunt  structse;  ab  altero  latere 
in  fossam  desinentes;  in  atria  tria,  singula  magnis 
quatuor  membris  decorata,  divisae.  Antepagmentum 
et  vestibulum  reliquo  aedificio  respondent.  Verum, 
a  quo  habitantur?  nam  ipsarum  dominus  agit  in 
Hispania. 

ZUAZUS. 

Ab  ejusdem  gubernatore  Petro  Ahumada,  viro 
et  prudentia  et  fidelitate  claro,  dignissimo  certe  cui 
res  tanta  demandetur. 

Alfarus. 

Sic  accepi  a  multis,  cum  agerem  in  Hispania. 
Quod  est  tamen  templum  illud  in  medio  foro  po- 
situm? 

Zamora. 

Summum,  et  urbis  supremum,  Virgini  Matri 
sacrum. 

Alfarus. 
Quid  ais?  num  in  quo  Archipraesul  una  cum 


DIÁLOGO  SEGUNDO.  IIJ 


Alfaro. 


¡Oh  héroe  ingenioso,  de  ánimo  superior  á  todos, 
y  nacido  solo  para  grandes  empresas! 

Zamora. 

Sus  casas  quedan  enfrente  del  palacio,  y  mira  bien 
cómo  pregonan  la  grandeza  del  ánimo  excelso  de  su 
dueño.  (38) 

Alfaro. 

¡Cuan  extensa  y  fuerte  es  su  fachada!  De  arriba 
á  abajo  son  todas  de  calicanto,  con  viguería  de  ce- 
dro; por  el  otro  lado  dan  á  la  acequia:  divídense  en 
tres  patios,  rodeado  cada  uno  de  cuatro  grandes  cru- 
jías de  piezas:  la  portada  y  el  zaguán  corresponden 
al  resto  del  edificio.  Pero  ¿quién  las  habita?  pues 
el  dueño  está  en  España.  (39) 

ZUAZO. 

Su  gobernador  Pedro  de  Ahumada,  sugeto  no- 
table por  su  fidelidad  y  prudencia;  digno  ciertamente 
de  desempeñar  tan  grave  cargo. 

Alfaro. 

Así  lo  oí  decir  á  muchos  cuando  estaba  yo  en  Es- 
paña. ¿Qué  iglesia  es  esa  que  se  ve  en  medio  de  la 
plaza  ? 

Zamora. 
Es  la  catedral,  dedicada  á  la  Virgen  María. 

Alfaro. 

¿Qué  es  lo  que  dices?  ¿Allí  es  donde  el  arzobispo 
15 


.114  DIALOGUS  SECUNDUS. 

Canonicis,  confluentibusProrege,  consiliaris  et  urbe 
tota,  sacra  peragit? 

ZUAZUS. 

Ipsum,  neque  alibi  melius  Deocultus  exhibetur. 

Alfarus. 

Dolendum  quidem  in  tanta  urbis  celebritate,  cui 
nescio  an  alia  sit  aequalis,  et  in  tanta  civium  opu- 
lentia,  adde  et  in  conspectu  populi  totius,  tam  par- 
vum,  tam  humile  et  tam  parum  ornatum,  erectum 
esse  templum;  cum  in  Hispania  nihil  tam  illustret 
Toletum,  urbem  alioqui  nobilissimam,  quam  ditis- 
simum  juxta  et  speciosissimum  templum.  Hispa- 
lim,  opulentissimam  civitatem,  sublimis  et  longe 
opulentior  sacra  domus  nobilitat.  Quid  dicam?  re- 
liqua  vel  oppidulorum  fana,  tam  sunt  eximia  et 
aedificia  caetera  superantia,  ut  nihil  quam  ipsa  sit 
aeque  visu  dignum. 

Zamora. 

Reditus  quos  habet  pertenues,  in  causa  sunt 
quominus  pro  magnitudine  urbis  templum  stru- 
ctum  fuerit:  ad  quod  accessit  ut  per  hos  proxime 
exactos  quinqué  annos,  pontifice  caruerit:  dato  ta- 
men  nunc  Alphonso  Montufare,  religione  et  litteris 
Pastore  consumatissimo,  magna  spes  est  erectum 
iri  brevissime  quale  par  est  et  ipse  cupis. 

Alfarus. 

Quo  respicit  haec  via  tam  spatiosa,  et  quae  ab  aedi- 
bus  Marchionis  domibus  caret,  et  in  fine  platea  fit? 


DIALOGO   SEGUNDO.  IIJ 

y  el  cabildo  celebran  los  divinos  oficios,  con  asis- 
tencia del  virey,  de  la  audiencia  y  de  todo  el  vecin- 
dario? 

ZUAZO. 

Ciertamente,  y  no  hay  donde  se  tribute  mayor 
culto  á  Dios. 

Alfaro. 

Da  lástima  que  en  una  ciudad  á  cuya  fama  no 
sé  si  llega  la  de  alguna  otra,  y  con  vecindario  tan 
rico,  se  haya  levantado  en  el  lugar  mas  público  un 
templo  tan  pequeño,  humilde  y  pobremente  ador- 
nado; mientras  que  en  España  no  hay  cosa  que  á 
Toledo  (ciudad  por  lo  demás  nobilísima)  ilustre 
tanto  como  su  rica  y  hermosa  catedral.  Sevilla,  ciu- 
dad opulentísima,  es  ennoblecida  por  su  excelso  y 
aun  mucho  mas  rico  templo.  Pero  qué  mucho,  si 
hasta  las  iglesias  de  los  pueblos  son  tan  notables  y 
tan  superiores  á  los  demás  edificios,  que  siempre  es 
lo  mas  digno  de  ver  que  hay  en  cada  lugar. 

Zamora. 

Por  ser  muy  cortas  sus  rentas,  no  ha  podido  edi- 
ficarse un  templo  correspondiente  á  la  grandeza  de 
la  ciudad,  á  lo  que  se  agrega  haber  carecido  de  pre- 
lado en  estos  últimos  cinco  años.  Mas  pues  que  ya 
tiene  á  Fr.  Alonso  de  Montúfar,  pastor  eminente 
en  religión  y  en  letras,  hay  grandes  esperanzas  de 
que  muy  pronto  quedará  hecho  como  se  debe  y  co- 
mo tú  deseas.  (40) 

Alfaro. 

¿Adonde  va  á  dar  esa  calle  tan  ancha,  que  desde 
el  palacio  del  marques  no  tiene  casas,  y  viene  á  aca- 
bar en  plaza? 


lió  DIALOGUS  SECUNDUS. 


ZUAZUS. 


Ad  hospitale  affectorum  morbo  gallico,  aedificium 
quidem,  si  artem  expectes,  non  contemnendum. 

Alfarus. 

Cujus  est  tam  edita  illa  domus  quae  est  ad  sini- 
stram,  antepagmento  eleganti,  et  cujus  suprema  so- 
laria,  multo  editiores  media,  turres  amplectuntur? 

ZuAZUS. 

Archiepiscopi  habitatio  est,  in  qua,  quod  mira- 
bere,  prima  illa  contignatio  seu  compages  ferréis 
clathris  variata,  et  a  solo  procul  distans,  firmo  fixo- 
que  usque  ad  ipsas  fenestras  innititur  fundamento. 

Alfarus. 

Nullis  diruetur  cuniculis.  Jam  in  hac  eadem  se- 
rie, quae  est  illa  postrema  domus,  forum  terminans, 
tot  in  superiori  et  inferiori  ad  occidentem  membro 
fenestris  patentibus  decorata,  ex  quibus,  veluti  cla- 
mantium,  voces  emissas  audio? 

ZuAZUS. 

Minervíe,  Apollinis  et  Musarum  domicilium 
est,  officinaque  in  qua  rudes  adolescentium  animi 
et  ad  virtutem  et  ad  sapientiam  formantur:  qui  vo- 
ciferantur  professores  sunt. 

Alfarus. 

Et  haec  quae  viam  secat,  unde  aquae  canalis? 

ZuAZUS. 

Eadem  quse  per  Tacubensem  viam  defluebat. 
Sed  jam  hinc,   priusquam   equos  conscendamus, 


DIÁLOGO  SEGUNDO.  \  \J 

ZUAZO. 

Al  hospital  de  los  enfermos  del  mal  venéreo,  edi- 
ficio no  despreciable  como  obra  de  arte.  (41) 

Alfaro. 

¿De  quién  es  aquella  elevada  casa  á  la  izquierda, 
con  elegantes  jambajes,  y  cuya  azotea  tiene  á  los  ex- 
tremos dos  torres,  mucho  más  altas  que  la  del  centro? 

ZuAZO. 

Es  el  palacio  arzobispal,  en  el  que  hay  que  ad- 
mirar aquel  primer  piso  adornado  de  rejas  de  hierro, 
que  estando  tan  levantado  del  suelo,  descansa  hasta 
la  altura  de  las  ventanas  sobre  un  cimiento  firme  y 

sólido. 

Alfaro. 

Ni  con  minas  le  derribarán.  Pero  sin  salir  de  es- 
ta misma  acera,  ^qué  es  aquella  casa  última  junto 
á  la  plaza,  adornada  en  ambos  pisos  por  el  lado  del 
poniente,  con  tantas  y  tan  grandes  ventanas,  y  de 
las  que  oigo  salir  voces  como  de  gentes  que  gritan? 

ZuAZO. 

Es  el  santuario  de  Minerva,  Apolo  y  las  Musas: 
la  escuela  donde  se  instruyen  en  ciencias  y  virtudes 
los  ingenios  incultos  de  la  juventud;  los  que  gritan 
son  los  profesores.  (42) 

Alfaro. 

¿Y  de  dónde  viene  esa  acequia  que  corta  la  calle? 

ZuAZO. 

Es  la  misma  que  corria  por  la  de  Tacuba.  Pero 
antes  de  montar  á  caballo,  contempla  desde  aquí 


Il8  DIALOGUS  SECUNDUS. 

quam  amplae,  quamqu^  protensae  sint  duas  istas  viae, 
quae  se  mutuo  dividunt  et  veluti  crucem  faciunt, 
considera.  Tacubensis  haec,  quae  hoc  loco  nomen 
amittit,  recta  ducto  canali  ad  arcem  usque,  quam 
nos  'Tarazarías  dicimus,  deducitur;  adeo  longe  de- 
sinens,  ut  id  nec  lineéis  oculis  videri  possit.  Haec 
altera,  non  minori  amplitudine  nec  minus  longa, 
quae  per  forum  juxta  Academiam  et  Marchionis 
domum,  transmisso  ponte  fornicato,  multo  ulterius 
quam  sit  hospitale  Marchionis  Virgini  Matri  dica- 
tum,  difFertur;  nobilissimis  ornatissimisque  Men- 
dozarum,  Zunnigarum,  Altamiranorum,  Astrada- 
rum,  Avalorum,  Sosarum,  Alvaradorum,  Saya^ 
vedrarum,  Avilarum,  Benavidorum,  Castellarum, 
Villafanarum  et  aliis  quas  non  memini  familiis, 
utrinque  clara  est. 

Alfarus. 

iEdes  omnes  structura  sua  paria  cum  incolarum 
nobilitate  faciunt. 

Zamora. 

Istac  recta  eamus  ad  Dominicanorum  usque  mo- 
nasterium,  transversas  obiter  ornatissimas  vias  in- 
specturi. 

Alfarus. 
Vix  hujus  fines  conspicio,  cum  apertissima  sit. 


ZUAZUS. 

Jam  adest  secunda,  superior!  ñeque  angustior, 
ñeque  brevior;  nam  ad  divi  Dominici,  si  compen- 
dium  non  fit,  tres  sunt. 


DIALOGO   SEGUNDO.  IJQ 

cuan  anchas  y  largas  son  las  dos  calles  que  en  este 
lugar  se  cruzan  (43).  La  de  Tacuba,  que  pierde 
aquí  su  nombre,  va  siguiendo  la  línea  recta  del  ca- 
nal, hasta  la  fortaleza,  que  llamamos  Atarazanas,  y 
tanto  se  alarga  que  ni  con  ojos  de  lince  puede  vér- 
sele el  fin.  Esta  otra,  no  menos  ancha  y  larga,  que 
corre  por  la  plaza,  delante  de  la  Universidad  y  del 
palacio  del  Marques,  y  pasando  por  un  puente  de 
bóveda,  se  prolonga  hasta  mucho  mas  allá  del  hos- 
pital del  Marques,  dedicado  á  la  Virgen,  ostenta  en 
ambas  aceras  las  casas  de  los  nobles  é  ilustres  Men- 
dozas,  Zúñigas,  Altamiranos,  Estradas,  Avalos, 
Sosas,  Alvarados,  Sayavedras,  Avilas,  Benavides, 
Castillas,  Villafañes,  y  otras  familias  que  no  re- 
cuerdo. 


Alfaro. 

La  estructura  de  las  casas  corre  parejas  con  la  no- 
bleza de  sus  moradores. 

Zamora, 

Por  aquí  iremos  en  derechura  al  convento  de 
Santo  Domingo,  viendo  de  paso  las  hermosas  ca- 
lles trasversales. 

Alfaro. 

Apenas  alcanzo  á  ver  el  fin  de  esta,  aunque  es 
muy  ancha. 

.     ZUAZO. 

Llegamos  ya  á  la  segunda,  no  menos  ancha  y  lar- 
ga que  la  primera.  Porque  si  no  se  tuerce  camino, 
hay  que  pasar  tres  calles  para  llegar  á  Santo  Do- 
mingo.   (44) 


20  DIALOGUS  SECUNDUS. 


Alfarus. 


Quem  habent  dominum  aedes  istae  quarum  facles 
tanta  majestate,  quod  in  aliis  non  animadverti,  ex 
secto  marmore  et  ad  perpendiculum  continuato  sur- 
git?  Amplissimum  est  atrium,  et  multis  etiam  ex 
lapide,  quse  ad  latera  porticus  faciunt,  columnis  or- 
natum.  Hortus,  ut  apparet,  satis  amoenus,  hinc 
perspicuas  fit,  januis,  ut  nunc,  apertis. 

Zamora. 

Dominus  fuit  doctor  Lupus,  expertissimus  et 
reipublicae  suse  haud  parum  utilis  medicus.  Nunc 
habitant  liberi  quos  reliquit,  et  multos  et  a  paren- 
tis  probitate  nihil  degenerantes. 

Alfarus. 

Non  erit  igitur  cur  metuat  illud:  (cO  domus  an- 
tiqua,  quam  dispari  domino  dominaris!» 


ZUAZUS. 

Ut  se  aperit  haec  quae  ad  divum  Dominicum  via 
ducit,  ab  altera  parte  aedificio  non  ignobilis! 

Alfarus. 

Ante  introitum  fit  platea,  superbaeque  satis  viam 
terminant  ad  utrumque  latus  aedes. 

ZuAZUS. 

Hic  siste  paululum,  ac  único  intuitu  vías  duas, 
alteram  quae  ad  forum  tendit  et  nomen  habet  a  coe- 
nobio,  omnis  generis  opificibus  refertam,  et  alteram 
quae  ad  vestales  ducit,  contemplare. 


DIALOGO  SEGUNDO.  I  21 


Alfaro. 

¿De  quién  son  esas  casas  cuya  fachada  de  piedra 
labrada  se  eleva  toda  á  plomo,  con  una  majestad 
que  no  he  notado  en  otras?  Hermoso  es  el  patio, 
y  le  adornan  mucho  las  columnas,  también  de  pie- 
dra, que  forman  portales  á  los  lados.  El  jardin  pa- 
rece bastante  ameno,  y  estando  abiertas  las  puertas, 
como  ahora  lo  están,  se  descubre  desde  aquí. 

Zamora. 

Estas  casas  fueron  del  doctor  López,  médico  muy 
hábil  y  útil  á  la  república  (45).  Ahora  las  ocupan 
sus  hijos,  que  son  muchos,  y  no  degeneran  de  la 
honradez  de  su  padre. 

Alfaro. 

No  habrá,  pues,  temor  de  que  se  les  aplique  aque- 
llo de:  «¡Oh  antigua  morada,  y  cuánto  has  perdido 
en  el  cambio  de  dueño ! ))  (46) 

ZUAZO. 

i  Qué  ancha  es  esta  calle  que  va  á  Santo  Domingo, 
hermosa  también  por  sus  buenas  fábricas! 

Alfaro. 

Al  frente  hay  una  plaza,  y  la  calle  acaba  por  am- 
bos lados  en  casas  magníficas. 

ZuAZO. 

Detente  aquí  algo,  y  de  una  mirada  abraza  estas 
dos  calles:  una  que  va  á  la  plaza,  y  tiene  el  nombre 
del  convento,  ocupada  por  artesanos  de  todas  clases, 
y  esta  otra  que  va  al  convento  de  las  monjas. 

16 


122  DIALOGUS  SECUNDUS. 


Alfarus. 

Ubique  civitas  est  Mexicus,  hoc  est,  ubique 
clara  et  insignis,  suburbi  nescia;  sed  modo  libet 
amplitudinem  et  situm  monasterii  attentius  inspi- 
cere.  Positus  aliquantulum  erectus  est  a  vía,  pla- 
nus,  et  in  quo  propterea  quam  sit  multo  altius 
templum,  videtur. 

ZUAZUS. 

Juvatur  loci  natura;  nam  hinc  vel  ad  forum,  vel 
ad  sacras  virgines  declive  semper  solum  est. 


Alfarus. 

Ambitus  monasterii  est  maximus,  et  ante  ipsam 
ecclesiam  quadratae  figurse  spatiosa  valde  platea,  pa- 
rietibus  cincta,  sacellis  sive  larariis  ad  ángulos  con- 
structis;  sed  in  quem  usum  non  satis  intelligo. 

Zamora. 

In  magnum,  ut  scilicet  solemnibus  et  festis  die- 
bus  Christi  Natali,  Morte,  Resurrcctione,  Ascen- 
sione,  Virginis  Matris  Conceptione,  Partu,  Apos- 
tolorum  et  divi  Dominici  festivitate,  religiosi  et 
cives  vota  facientes,  praecedente  cruce  et  sequenti- 
bus  imaginibus,  oraturi,  factis  spatiis  ad  singula  con- 
sistant,  claustro  huc  progressi,  quod  angustius  est 
quam  ut  tot  cives  capere  possit. 

Alfarus. 

Amplissimum  et  sublime  quidem  templum  est; 
oportet  interiora  esse  talia. 


DIALOGO  SEGUNDO.  1  23 

Alfaro. 

Todo  México  es  ciudad,  es  decir,  que  no  tiene 
arrabales,  y  toda  es  bella  y  famosa.  Mas  ahora  solo 
quiero  examinar  atentamente  la  extensión  y  asiento 
del  monasterio.  Está  en  plano,  y  un  poco  mas  alto 
que  la  calle,  por  cuya  causa  el  templo  parece  mucho 
más  elevado  de  lo  que  en  realidad  es. 

ZUAZO. 

Ayuda  á  ello  la  configuración  del  terreno,  que 
desde  aquí  va  siempre  en  descenso,  tanto  hacia  la 
plaza,  como  hacia  el  convento  de  las  monjas. 

Alfaro. 

El  monasterio  es  de  grande  extensión,  y  delante 
de  la  iglesia  hay  una  grandísima  plaza  cuadrada,  ro- 
deada de  tapias,  y  con  capillas  ú  oratorios  en  las 
esquinas,  cuyo  uso  no  comprendo  bien. 

Zamora. 

Tienen  uno  muy  importante,  á  saber,  que  en  las 
fiestas  solemnes,  como  Natividad  de  nuestro  Señor 
Jesucristo,  su  Muerte,  Resurrección  y  Ascensión, 
Concepción  de  la  Virgen  María,  su  Natividad,  dias 
de  los  Apóstoles  y  de  Santo  Domingo,  por  no  ser 
el  claustro  bastante  grande  para  que  quepan  tantos 
vecinos,  salen  rezando  ellos  y  los  religiosos,  prece- 
didos de  la  cruz  y  delante  de  las  imágenes,  y  van 
dando  vuelta  para  detenerse  á  orar  en  cada  capilla. 

Alfaro. 

Por  cierto  es  grande  y  elevado  el  templo;  es  na- 
tural que  el  interior  no  desdiga. 


124  DIALOGUS  SECUNDUS, 


ZUAZUS. 


Hortum,  monachorumque  domicilium  laudasses 
non  minus,  si  modo  daretur  videre. 

Alfarus. 

Per  apertos  intubos  in  hac  etiam  via  quae  ad  mo- 
niales  pertinet,  aqua  deducitur. 

Zamora. 

Occultis  et  subterraneis,  ut  líquida  et  clara  in- 
fluat,  uberior  multo  in  monasterium  derivatur. 

Alfarus. 

Ex  quo  fonte  aquae  tantum? 

Zuazus. 

Ex  Chapultepeco,  indorum  annalibus  et  aquae 
multitudinepraestantissimo;  ad  quem,  si  videbitur, 
ibimus  a  prandio,  ex  promontorio  quod  prope  est, 
exteriorem  Mexicum,  nequid  lateat,  inspecturi. 

Zamora. 

Haec  est  domus  quam  Virgines  inhabitant,  quas 
se  Christo  devoverunt.  Dei  Genitricen  supra  limen 
positam  salutemus:  «Salve,  mortalium  spes  máxi- 
ma, quae  cum  sis  quod  eras,  nec  fuisti  quod  es,  jam 
utrumque  diceris,  Virgo  scilicet  et  Mater;  nos  per 
antiquam  labem  irae  filios,  filio  tuo  Deo  et  homini 
concillare  dignare,  haereditatem  aeternam,  quam 
amissimus,  te  favente,  ut  rursum  addire  mereamur. 
Amen.» 


DIÁLOGO   SEGUNDO.  12$ 

ZUAZO. 

Iguales  elogios  harias  de  la  huerta  y  del  convento 
si  fuera  posible  verlos.  (47) 

Alfaro. 

También  corre  el  agua  por  caño  descubierto  en 
esta  calle  que  va  al  convento  de  las  monjas. 

Zamora. 

Mucha  más  recibe  el  convento  por  otras  cañerías 
ocultas  y  subterráneas,  para  que  llegue  clara  y  limpia. 

Alfaro. 

¿Y  cuál  es  la  fuente  que  produce  tanta  agua? 

ZuAZO. 

La  de  Chapultepec,  lugar  célebre  por  las  histo- 
rias de  los  indios,  y  por  su  abundancia  de  aguas. 
Si  te  pareciere,  iremos  allá  después  de  comer,  para 
que  desde  un  cerro  que  está  inmediato  veamos  per- 
fectamente los  alrededores  de  México. 

Zamora. 

Este  es  el  monasterio  de  las  vírgenes  consagradas 
al  Señor  (48).  Saludemos  la  imagen  de  Nuestra  Se- 
ñora, colocada  sobre  la  puerta:  «Salve,  firme  espe- 
ranza de  los  mortales,  madre  sin  dejar  de  ser  virgen, 
á  quien  con  ambos  títulos  invocamos;  dígnate,  Se- 
ñora, de  alcanzar  de  tu  Hijo  Dios  y  Hombre  el 
perdón  para  nosotros,  convertidos  en  hijos  de  ira 
por  la  culpa  de  nuestros  primeros  padres,  á  fin  de 
que  por  tu  intercesión  recobremos  la  herencia  eter- 
na que  perdimos.  Amén.» 


120  DIALOGUS  SECUNDUS. 

Alfarus. 

Quam  prasstant  structura,  quae  se  mutuo  conspi- 
cientes,  in  próximo  sunt  aedes. 

ZUAZUS. 

Non  minus  speciosae  quam  munitse. 

Alfarus. 

Tales  semper  commendari  audio,  sed  quae  sunt 
ultra  incile,  hortu  quem  habent  intus  et  depictis 
summitatibus  gratae  magis  apparent.  Verum,  quid 
sibi  vult  ülud  ut  supra  aquam  aqua  etiam  imbutae 
indicae  cymbas  natent?  Enigma  quidem  CEdipo  di- 
gnu  m. 

Zamora. 

Davus  solvet,  nedum  CEdipus,  nam  quae  fert 
trabes  aqua,  non  est  potui,  quae  autem  fertur,  ex 
fonte  per  ligneam,  sicuti  continuo  inspicies,  magnam 
canalem  in  subjectas  cymbulas,  ex  alto,  magno  stre- 
pitu  cadit. 

Alfarus. 

Intellexi,  video  quod  admonueras.  Proh  Júpiter! 
quanta  lintrium  copia!  Hunc  autem  vicum,  quem 
jam  ingredimur,  tam  magnis  et  praestantibus  undi- 
que  domibus  conspicuum,  tam  spatiosum,  aqua  du- 
plicí  commendandum,  altera  irrigandis  pavimentis, 
et  altera  potui  satis  congruenti,  cujusmodi  cives 
habitant? 

ZuAZUS. 

Nobiles,  et  quorum  aliqui  ignotam  historiéis 
regionem   Caesaris  imperio   subjecere:    Cervantes, 


DIÁLOGO   SEGUNDO.  127 

Alfaro. 

¡  Cómo  sobresalen  en  su  fábrica  estas  dos  casas 
cercanas,  una  enfrente  de  otra! 

ZUAZO. 

Son  tan  bellas  como  sólidas. 

Alfaro. 

Estas  son  siempre  las  mas  estimadas;  pero  hacen 
mejor  vista  las  del  otro  lado  de  la  acequia  por  sus 
jardines  y  sus  techos  pintados  (49).  ¿  Pero  cómo  es 
eso  que  caminan  sobre  el  agua  unas  canoas  llenas 
también  de  agua?  Enigma  es  digno  de  Edipo. 

Zamora. 

Davo  (50)  le  adivinará,  que  no  es  necesario  Edi- 
po. El  agua  en  que  navegan  las  canoas  no  es  pota- 
ble: la  que  ellas  llevan  sale  de  la  fuente,  y  poruña 
gran  canal  de  madera,  como  pronto  vas  á  verlo,  cae 
de  alto  con  gran  estruendo  sobre  las  canoas  que  se 
ponen  debajo. 

Alfaro. 

Ahora  lo  entiendo,  y  veo  en  efecto  lo  que  dices. 
Dios  mió!  qué  multitud  de  canoas!  ¿Y  quién  ha- 
bita este  barrio  en  que  entramos,  tan  notable  todo 
él  por  sus  grandes  y  elevadas  casas,  tan  extenso,  y 
que  disfruta  de  dos  aguas,  una  para  regar,  y  otra 
buena  para  beber? 

ZuAZO. 

Le  ocupan  vecinos  nobles,  y  entre  ellos  algunos 
de  los  que  sujetaron  al  dominio  del  Emperador  es- 


i  28  DIAL0GU8  SECUNDUS. 

Aguilares,  Villanuevae,  Andradae,  Xaramilli,  Cas- 
teñedae,  Juarei,  et  alii  Avilae,  reliquique  quos  esset 
longum  recensere. 

Alfarus. 

Quam  elegans  deinde  sequitur  platea,  et  quae 
aedes  ad  quas  pertinet,  non  minus  elegantes,  mirum 
in  modum  decoret;  prospectusque  hincper  stratam 
viam  in  agrum  amoenissimus  est. 

Zamora. 

Quinpotius,  quod  non  erit  mlnus  gratum,  ad 
viam  hanc  quae  Franciscana  a  coenobio  denominatur, 
per  cujus  médium  etiam  excurrit  aqua,  editis  et  ma- 
gnificis  aedibus  claram  et  in  forum  tendentem  ocu- 
Jos  converte. 

Alfarus. 

Nihil  est  Mexici  non  magnopere  laudandum; 
sed  haec  via  perplacet,  quod  ad  Tacubensem  quam 
proxime  accedat,  et  eo  amplius  commendatione  di- 
gna, quod  declivior  procedat,  coenum  in  hyeme 
nunquam  admisura. 

ZUAZUS. 

Hac  deflectamus,  ab  altera  porta,  monasterium 
melius  conspecturi. 

Alfarus. 

Quis  possidet  domum  hanc  quae  est  ad  dexteram, 
tam  operosam  et  tam  altis  tabulatis,  viae  et  incili 
eminentibus? 


DIÁLOGO  SEGUNDO.  129 

tas  regiones  desconocidas  á  ios  historiadores:  Cer- 
vantes, Aguilares,  Villanuevas,  Andrades,  Jarami- 
llos,  Castañedas,  Juárez,  otros  Avilas,  y  los  demás 
que  seria  largo  enumerar. 

Alfaro. 

¡Qué  linda  plaza  se  sigue,  y  cómo  embellece  las 
casas  no  menos  lindas !  i  Qué  alegre  vista  de  la  cam- 
piña se  descubre  por  esta  calle  empedrada! 


Zamora. 

Antes  bien,  y  no  te  causará  menos  placer,  dirige 
la  vista  á  esta  otra  calle  que  va  á  la  plaza:  es  notable 
por  sus  altos  y  hermosos  edificios,  y  corre  también 
el  agua  por  medio  de  ella.  Llámase  de  S.  Fran- 
cisco, á  causa  del  convento  del  mismo  nombre.  (51) 

Alfaro. 

Nada  hay  en  México  que  no  sea  digno  de  gran- 
des elogios;  pero  me  agrada  sobre  todo  esta  calle 
por  lo  mucho  que  se  parece  á  la  de  Tacuba,  y  aun 
le  lleva  ventaja,  porque  como  tiene  mayor  declive, 
no  se  hacen  lodazales  en  tiempo  de  lluvias. 

ZUAZO. 

Demos  vuelta  aquí  para  ver  mejor  el  convento 
desde  la  otra  puerta. 

Alfaro. 

¿De  quién  es  esta  casa  que  se  ve  ala  derecha,  la- 
brada á  toda  costa,  y  cuyos  elevados  pisos  miran  á 
la  calle  y  á  la  acequia? 

17 


130  DIALOGUS  SECUNDUS. 

ZUAZUS. 

Castanneda,  unus  ex  provinciae  debellatoribus. 

Alfarus. 

Non  facile  expugnabitur,  muñiente  fossa  supra 
quam  incumbit. 

ZUAZUS.  * 

Ex  hoc  sulco  aquario  per  cuniculos  impositis  ca- 
nalibus,  in  monasterium  et  ejus  hortum,  opposita 
ex  ferro  perforata  lamina,  defecatissima  aqua  dedu- 
citur.  Nunc  consiste,  nam  vector  ex  foribus  paten- 
tibus,  aut  si  mavis  descendens,  atrii  Franciscaniam- 
plitudinem^  et  quae  sunt  potiora,  considerabis. 


Alfarus. 

Planicies  Dominicanae  non  cedit,  sublimisque  in 
ejus  medio  crux  posita  coelum  videtur  attingere: 
oportet  profecto  procerissimas  fuisse  arbores  ex 
quibus  desumpta  fuerit.  Arbores  etiam  circumqua- 
que  tanto  ordine  positse  et  adeo  obumbrantes  non 
minus  oculos  pascunt,  altitudine  cum  cruce  conten- 
dentes.  Lararia  quoque  sunt  in  angulis;  arbitror  in 
eumdem  usum. 

ZUAZUS. 

Rem  acu  tetigisti. 

Alfarus. 

Placet  tamen  omnium  máxime  quod  est  post  cla- 
thros  ligneos  a  fronte  totum  apertum  et  late  patens 
sacellum,  cujus  tectum  longe  certe  a  solo  distans. 


DIÁLOGO  SEGUNDO.  I3I 


ZUAZO. 


De  Castañeda,  uno  de  los  conquistadores  de  esta 
tierra. 

Alfaro. 

No  sería  fácil  entrarla  por  fuerza,  con  ese  foso 
que  la  ciñe. 

ZuAZO. 

De  esta  acequia  se  conduce  agua  muy  limpia  para 
el  convento  y  su  huerta,  por  medio  de  cañerías  sub- 
terráneas, y  á  través  de  una  coladera  de  hierro. 
Pero  detengámonos,  para  que,  bien  sea  desde  á  ca- 
ballo y  mirando  por  las  puertas  abiertas,  ó  bien 
apeándote,  si  mejor  te  parece,  puedas  comtemplar  la 
grandeza  del  atrio  de  San  Francisco,  y  lo  que  tiene 
de  notable. 

Alfaro. 

Es  tan  plano  como  el  de  Santo  Domingo,  y  en 
el  centro  tiene  una  cruz  tan  alta,  que  parece  llega 
al  cielo.  (52)  En  verdad  que  debieron  ser  enormes 
los  troncos  de  que  se  labró.  Todo  alrededor  del 
atrio  hay  árboles  que  en  altura  compiten  con  la  cruz, 
tan  bien  ordenados  y  tan  frondosos,  que  hacen  be- 
llísima vista.  En  las  esquinas  veo  capillas,  cuyo  uso 
pienso  que  será  el  mismo.  (53) 

ZuAZO. 

Diste  en  el  clavo. 

Alfaro. 

Pero  lo  que  más  me  agrada  de  todo  es  la  capilla 
que  está  tras  un  enverjado  de  madera,  con  todo  su 
interior  visible  por  el  frente  descubierto.  Su  elevado 


132  DIALOGUS  SECUNDUS. 

sublimibus  et  se  fastigiantibus  ex  ligno  fabre  qui- 
dem  factis,  et  m  quibus  materiam  opus  commendet, 
columnis  sustentatur. 

Zamora. 

Adde  et  eo  pacto  dispositis,  ut  sacra  facientem 
sacerdotem  undique  indorum  omnis  multitudo, 
quorum  huc  diebus  festis  confluit  máxima,  audire 
et  videre  possit  inofFense. 

Alfarus. 
Templum  non  est  admodum  capax. 

ZUAZUS. 

Concionanti  praesertim  Bustamantio. 

Alfarus. 

Accepi  eximium  hunc  virum  magno  cum  ap- 
plausu  a  mexicanis  audiri. 

ZUAZUS. 

Dignissimus  est  qui  ex  aequo  ab  ómnibus  audia- 
tur,  quod  perspicue  doceat,  magnopere  delectet  et 
vehementer  moveat. 

Alfarus. 

Absolvisti  numeris  ómnibus  oratorem.  Quam 
tamen  se  extendat  hortus,  ex  parietum  longissima 
serie  et  supra  ipsos  prominentibus  arboribus  satis 
quidem  apparet. 

Zuazus. 

E  regione  collegium  est  promiscuorum  puero- 
rum,  utrique  Joanni  consecratum. 


DIÁLOGO   SEGUNDO.  133 

techo  descansa  en  altas  columnas  disminuidas  (54), 
hechas  de  madera  labrada,  y  en  las  que  el  arte  en- 
noblece la  materia. 

Zamora. 

Y  agrega  que  están  dispuestas  de  tal  modo,  que 
mientras  el  sacerdote  celebra  el  divinosacrificio,  pue- 
dan oirle  y  verle  sin  estorbo  los  innumerables  in- 
dios que  se  juntan  aquí  los  dias  festivos. 

Alfaro. 
La  iglesia  no  es  muy  amplia. 

ZUAZO. 

En  especial  para  cuando  Bustamante  predica.  (55) 
Alfaro. 

Sé  que  los  mexicanos  oyen  con  gran  gusto  á  este 
insigne  orador. 

ZuAZO. 

Dignísimo  es  de  que  todos  le  oigan  del  mismo 
modo,  porque  enseña  con  claridad,  deleita  en  gran 
manera,  y  conmueve  profundamente  a  su  auditorio. 

Alfaro. 

Has  definido  completamente  al  orador.  Bien  se 
conoce  la  gran  extensión  de  la  huerta,  por  esa  larguí- 
sima tapia,  y  por  los  árboles  que  sobre  ella  asoman. 

ZuAZO. 

Enfrente  queda  el  colegio  de  los  muchachos  mes- 
tizos, dedicado  á  uno  y  otro  San  Juan.  {^6) 


134  DIALOGUS  SECUNDUS. 

Alfarus. 
Quos  tu  appellas  promiscuos? 

ZUAZUS. 

JHispano-indos. 

Alfarus. 
Dic  explicatius. 

ZUAZUS. 

Orbatos,  qui  nati  sunt  ex  hominibus  hispanis  et 
indicis  feminis. 

Alfarus. 

Quid  ibi  conclusi  agunt? 

Zamora. 

Legunt,  scribunt,  et  quod  est  potius,  in  his  quae 
ad  Dei  cultum  pertinent,  instituuntun  Bini  in  ta- 
laribus  vestibus  incedunt,  plerumque  quaterni,  quia 
pueri. 

Alfarus. 

Quid  acturi  ubi  adoleverint? 

ZUAZUS. 

Liberalibus  qui  ingenio  valent,  cseteri  qui  non 
perinde  mechanicis  et  circumforaneis  artibus  incum- 
bunt,  quo  fit  ut  una  cum  aetate  crescente  virtute, - 
viri  facti,  nisi  inviti  ad  malum  induci  non  possint. 

Alfarus. 

Nunquam  est  reipublicae  tam  bene  consultum, 
quam  cum  sic  formantur  pueri,   ut  virtute  quam 


DIÁLOGO  SEGUNDO.  IJJ. 

Alfaro. 
¿A  quiénes  llamas  mestizos? 

ZUAZO. 

A  los  hispano-indos. 

Alfaro. 
Explícate  mas  claro. 

Zuazo. 

A  los  huérfanos,  nacidos  de  padre  español  y  ma- 
dre india. 

Alfaro. 

¿Qué  hacen  ahí  encerrados? 

Zamora. 

Leen,  escriben,  y  lo  que  importa  más,  se  instru- 
yen en  lo  tocante  al  culto  divino.  Andan  de  dos  en 
dos,  en  traje  talar,  y  muchos  de  cuatro  en  cuatro, 
porque  son  pequeños. 

Alfaro. 

¡A  qué  se  dedicarán  cuando  crezcan? 

ZuAZO. 

Los  dotados  de  ingenio  claro  se  aplican  á  las  ar- 
tes liberales,  y  los  que,  por  el  contrario,  carecen  de 
él,  á  las  serviles  y  mecánicas:  de  modo  que  crecien- 
do la  virtud  con  la  edad,  cuando  lleguen  á  ser  gran- 
des no  se  les  hará  obrar  mal  sino  por  fuerza.  (57) 

Alfaro. 

Nada  es  tan  provechoso  para  la  república,  como 
educar  de  ese  modo  á  sus  hijos,  á  ñn  de  que  nunca 


136  DIALOGUS  SECUNDUS. 

semel  imbiberunt,  confirmati  postea,  nunquam  pos- 
sint  relinquere. 

ZUAZUS. 

Plurimum  refert  vel  ad  felicitatem,  vel  ad  mise- 
riam,  quibus  a  teneris  imbutus  fueris,  et  in  quibus 
obcalueris. 

Zamora. 

Hoc  est  aliud  incile  transversum,  et  cui  adhaere- 
mus,  coenobium  occidentem  versus  ambit. 

ZUAZUS. 

Hinc  redduntur  apertae  indorum  asdiculae,  quas  J 
quia  humiles  sunt  et  humi  serpunt,  intra  nostratia  ^ 
sedificia  obequitantes,  conspicere  non  potuimus. 


Alfarus. 
Sine  ordine. 

ZUAZUS. 

Ita  semper  tulit  ipsorum  consuetud©.  Ad  sini- 
stram  non  est  procul  aliud  promiscuarum  puella- 
rum  collegium,  non  minus  quam  puerorum  celebre. 

Zamora. 

Ibi  diligenter  asservatse,  ubi  muliebres  artes,  con- 
suendi  scilicet,  acupingendi,  edoctae  sunt,  et  in  his 
quge  ad  christianam  pietatem  attinent  instructae,  ad 
annosque  nubiles  pervenere,  maritis  copulantur. 

Alfarus. 

Magnum  sane  utriusque  sexus  remedium  com- 
memoras.  Illud  tamen  quod  est  post  aqueductum, 


DIALOGO  SECUNDO.  I  37 

se  aparten  del  sendero  de  la  virtud  en  que  una  vez 
fueron  puestos  y  después  encaminados. 

ZUAZO. 

Mucho  contribuye  á  nuestra  felicidad  ó  desgra- 
cia la  enseñanza  que  de  niños  recibimos  y  se  arraigó 
en  nosotros  con  los  años. 

Zamora. 

Aquí  atraviesa  otra  acequia,  y  la  que  seguimos 
ciñe  el  convento  por  la  parte  del  poniente.  (58) 

ZuAZO. 

Desde  aquí  se  descubren  las  casuchas  de  los  in- 
dios, que  como  son  tan  humildes  y  apenas  se  alzan 
del  suelo,  no  pudimos  verlas  cuando  andábamos  á 
caballo  entre  nuestros  edificios. 

Alfaro. 
Están  colocadas  sin  orden. 

ZuAZO. 

Así  es  costumbre  antigua  entre  ellos.  A  la  iz- 
quierda queda  muy  cerca  un  colegio  de  niñas  mesti- 
zas, donde  hay  tantas  como  varones  en  el  otro.  (59) 

Zamora. 

Sujetas  allí  á  la  mayor  vigilancia,  aprenden  artes 
mujeriles,  como  coser  y  bordar,  instruyéndose  al 
mismo  tiempo  en  la  religión  cristiana,  y  se  casan 
cuando  llegan  á  edad  competente. 

Alfaro. 

Me  das  noticia  de  dos  asilos  útilísimos  para  jó- 
venes de  uno  y  otro  sexo.   ¿A  qué  santo  está  dedi- 

iS 


138  DIALOGUS   SECUNDUS. 

albicans  et  eminens  templum,  tanta  in  amplitudine 
positum,  cui  ex  divis  nuncupatum  est? 

Zamora. 

Joanni  Baptistae. 

ZUAZUS. 

Jani  superbum  valde  et  elegantissimum,  siquod 
aliud  in  orbe  toto,  asdificium  considera:  nomen  est 
ei  taberna  'Tejada,  ab  usu  et  auctore  nomen  tenens. 


Alfarus. 

Nihil  unquam  vidi  praeclarius.  Triangularis  est 
structionis  figura:  duo  latera  porticus  et  latae  et 
longse  nimium,  columnis  aeque  magnis  distinctae, 
claudunt:  tertium  fossa  redundans  aqua  circuit.  In- 
tra  porticus  tabernse  sic  inter  se  similes  sunt,  ut 
nisi  numero,  nulla  ab  alia  distinguí  possit.  Interiora 
tabernarum  etiam  nihil  invicem  differentia,  tam 
sunt  arte  constructa,  ut,  quod  miror,  in  parvo  solo 
integra  sit  domus,  ut  ñeque  vestibulum,  ñeque 
atrium,  ñeque  stabulum,  ñeque  culinam,  ñeque 
triclinia  et  coenationem,  ñeque  quae  sunt  reliqua, 
desiderare  possis. 

Zamora. 

Supraporticus  superna  sunt  tabernarum  membra, 
quse  solem  et  lucem  magnis  fenestris  in  omnia  pene 
superiora  cubicula  inferunt.  A  tergo  incile  est  ta- 
bernis  ómnibus  commune,  quod  ad  duo  porticuum 
latera  tantopere  ampliatur  düataturque,  parietibus 
undequaque  clausum,  ut  plane  speciem  duorum 
portuum  reddat,  ad  quos  per  gradus  marmóreos 
descensus  est. 


DIALOGO   SEGUNDO.  I  39 

cado  aquel  blanco  y  elevado  templo  que  se  ve  en 
lugar  despejado,  mas  allá  del  acueducto? 

Zamora. 

A  San  Juan  Bautista. 

ZUAZO. 

Mira  ahora  ese  soberbio  y  hermoso  edificio,  co- 
mo habrá  pocos  en  el  mundo,  que  se  llama,  (das 
tiendas  de  Tejada»  (6o),  cuyo  nombre  toma  del 
uso  á  que  está  destinado  y  de  la  persona  que  le  le- 
vantó. 

Alfaro. 

Nunca  vi  cosa  mas  bella.  La  planta  del  edificio 
es  triangular:  forman  dos  de  sus  lados  unos  anchos 
y  extensos  portales,  sostenidos  por  grandes  colum- 
nas equidistantes,  y  al  otro  lado  le  ciñe  un  foso 
lleno  de  agua.  Debajo  de  los  portales  hay  tiendas 
tan  iguales  entre  sí,  que  á  no  ser  por  sus  números, 
no  pudieran  distinguirse  una  de  otra.  La  parte 
interior  de  ellas,  también  igual  en  todas,  está  dis- 
puesta con  tal  arte,  que  admira  ver  cómo  en  tan 
corto  terreno  hay  una  casa  completa,  en  que  no  falta 
zaguán,  patio,  caballeriza,  comedor  (6i),  cocina,  y 
todo  lo  demás. 

Zamora. 

Encima  del  portal  se  ve  el  segundo  piso  de  las 
tiendas,  y  por  esas  grandes  ventanas  reciben  sol  y 
luz  casi  todos  los  aposentos  del  dicho  piso.  A  la 
espalda  corre  la  acequia  común  á  todas  las  tiendas. 
Está  cerrada  con  tapias  por  todas  partes,  y  se  en- 
sancha tanto  á  los  extremos  de  los  portales,  que 
forma  como  dos  pequeños  embarcaderos,  á  los  que 
se  baja  por  escalones  de  piedra. 


140  DIALOGUS  SECUNDUS. 


Alfarus. 


Quanta  est  ibi  lintrium  copia,  quam  multae  one- 
rarise  trabes,  importandisque  mercibus  optimse,  ve- 
netias  ut  non  sit  cur  desideres.  In  próximo,  contra 
tertium  latus,  indorum  est  amplissimum  emporium, 
in  cujus  medio,  edito  loco  positum,  pulsatur  cym- 
balum.  Ad  latus  adest  patibulum,  ad  quod  per  ja- 
nuam  et  gradus  aliquot  introitus  et  ascensus  est;  a 
longe  satis  conspicuum,  quod  a  térra  non  parum 
tollitur.  Quam  multi  omnis  generis  et  omnis  aeta- 
tis  huc  indi  empturi  et  vendituri  confluunt !  Quan- 
tus  est  vendentium  ordo,  et  quam  multa  venduntur, 
quse  ipse  alibi  venalia  nunquam  reperi! 

Zamora. 

Ut  sunt  hominum  diversi  mores  et  linguae,  ita 
terrarum  non  est  idem  ingenium,  nec  eadem  natura. 

Alfarus. 
«Mille  hominum  species,  et  rerum  discolor  usus.» 

Et  illud, 

«India  mittit  ebur,  molles  sua  thura  Sabei.» 

Verum  quas  sunt  ista  quae  sedentes  indi  indaeque 
venditant  ?  nam  specie  apparent  vilia  et  Ínfima 
pleraque. 

ZUAZUS. 

Quse  térra  suggerit,  agi,  frisóles,  aguacates,  gua- 
iavse,  mamei,  zapotes,  camotes,  gicamae,  cacomitae, 
mizquites,  tunse,  gilotes,  xocotes  et  alii  id  genus 
fructus. 


DIÁLOGO   SEGUNDO.  I4I 


Alfaro. 


Es  tal  la  abundancia  de  barcas,  tal  la  de  canoas 
de  carga,  excelentes  para  conducir  mercancías,  que 
no  hay  motivo  de  echar  menos  las  de  Venecia.  Allí 
cerca,  y  frente  al  tercer  lado,  tienen  los  indios  un 
amplísimo  mercado,  en  cuyo  centro  tocan  una  cam- 
pana puesta  en  alto.  Al  lado  está  la  horca,  á  la  que 
se  entra  y  sube  por  una  puerta  con  su  escalera;  y  á 
causa  de  su  elevación  se  descubre  desde  lejos.  ¡  Qué 
gran  número  de  indios  de  todas  clases  y  edades  acude 
aquí  para  comprar  y  vender!  i  Qué  orden  guardan 
los  vendedores,  y  cuántas  cosas  tienen,  que  nunca 
vi  vender  en  otra  parte!  (62) 

Zamora. 

Así  como  los  hombres  varían  tanto  en  idioma  y 
costumbres,  del  mismo  modo  no  todas  las  tierras 
son  de  la  misma  naturaleza  y  calidad. 

Alfaro. 

((Tan  vario  en  rostro  como  en  gusto  el  hombre.»  (63) 

Y  el  otro: 

((La  Inedia  marfil  nos  envia; 
((Su  incienso  el  muelle  Sabeo.»  (64) 

¿Pero  qué  es  lo  que  venden  esos  indios  é  indias 
que  están  ahí  sentados?  Porque  las  más  parecen  á 
la  vista  cosas  de  poco  precio  y  calidad. 

ZUAZO. 

Son  frutos  de  la  tierra:  ají,  frijoles,  aguacates, 
guayabas,  mameyes,  zapotes,  camotes,  gícamas,  ca- 
comites,  mezquites,  tunas,  gilotes,  xocotes  y  otras 
producciones  de  esta  clase.  [6^) 


142 


DIALOGUS  SECUNDUS. 


Alfarus. 


Inaudita  nomina,  ut  nunquam  visi  fructus!   At 
quae  sunt  potiones  illae,  in  magnis  testaceis  vasibus? 


AUAZUS. 

Atole,  chian,  zozol,  ex  seminum  quorundam  fa- 
rinis  confectae. 

Alfarus. 

Peregrina  vocabula. 

ZUAZUS. 

Ut  nostra  ipsis. 

Alfarus. 

Quid  rei  est  ater  ille  liquor,  quo,  ceu  bitumi- 
ne,  crura  obliniuntur,  et  fiunt  magis  nigra  quam 
iEthiopum?  Ejusdem  etiam  coloris,  quid  est  illud 
quo  veluti  coeno  aliquo  capita  illiniuntur  et  quasi 
argilla  incrustantur?  Quorsumque  id  fiat  exponite. 

ZUAZUS. 

Liquamen  indice  apellatur  ogitl^  eoque  utuntur 
indi  adversus  frigus  et  scabiem.  Argilla  vero  ipso- 
rum  linguasive  zoquitlsw^  quahtepuztli  nuncupatur; 
utilis  ad  denigrandos  capillos,  et  pediculos  interi- 
mendos. 

Alfarus. 

Ignota  quidem  Hippocrati,  Avicenae,  Dioscoridi 
et  Galeno  medicamina.  Vermiculorum  etiam  con- 
spicio  venalem  copiam,  et  quidem  magnam:  rogo 
quorsum,  nam  concitor  ad  risum. 


I 


DIALOGO  SEGUNDO.  I43 

Alfaro. 

Nombres  tan  desconocidos  como  los  frutos.  ¿Y 
qué  bebidas  son  las  que  hay  en  esas  grandes  ollas 
de  barro? 

ZUAZO. 

Atole,  chian,  zozol,  hechas  de  harina  de  ciertas 
semillas.  (66) 

Alfaro. 

¡Vaya  unos  nombres  extraños! 

Zuazo. 
Como  los  nuestros  para  los  indios. 

Alfaro. 

Ese  líquido  negro  con  que  se  untan  las  piernas  co- 
mo si  fuera  un  betún,  y  se  las  ponen  más  negras  que 
las  de  un  Etíope,  ¿  qué  es  ?  ¿Y  qué  es  aquella  cosa, 
negra  también,  que  parece  lodo,  con  que  se  untan 
y  embarran  la  cabeza?   Dime  para  qué  hacen  esto. 

Zuazo. 

Al  líquido  llaman  los  indios  ogií/,  y  le  usan  con- 
tra el  frió  y  la  sarna.  Al  barro  llaman  en  su  lengua 
■zoquitl  ó  quahtepuztli,  muy  propio  para  teñir  de  ne- 
gro los  cabellos  y  matar  los  piojos.  (67) 

Alfaro. 

Medicinas  desconocidas  á  Hipócrates,  Avicena, 
Dioscorides  y  Galeno.  Veo  también  de  venta  una 
gran  cantidad  de  gusanos:  deseo  saber  para  qué  sir- 
ven, porque  es  cosa  de  risa. 


144 


DIALOGUS  SECUNDUS. 


Zamora. 


Aquatil.es  sunt,  et  ex  palude  afFeruntur:  indico 
sermone  oquilin  dicuntur:  eisque  et  ipsi  yescuntur 
et  passerculos  suos  alunt. 

Alfarus. 

Mira  narras:  quis  unquam  crederet  hominibus 
obsonium  esse  vermes,  cum  vermibus  sint  homines, 
vita  functi? 

Zamora. 

» Semina  item,  variae  quoque  virtutis,  expósita 
sunt:  qualia  sunt  chia,  guahtli:  herbarumque  et 
radicum  prostrant  mille  genera,  nam  iztacpatli  a 
phlegmate  purgat;  tlalcacaguatl  et  izticpatli  a  febri 
liberant;  culuzizicaztli  capitis  gravedinem  levat; 
ololiuhqui  ulcera  et  latentia  vulnera  sanat:  et  quam 
nos  Mechuacanensem  radicem  appellamus,  indi  pa- 
riter  et  hispani  ad  evacuandos  humores  experti  sunt 
adeo  salutarem,  ut  ruibarbo,  scamoncae  et  cassiae 
pupulae,  quem  medici  benedictam  medicinam  no- 
minant,  non  sit  tantus  usus  et  utilitas. 

Alfarus. 

Genuit  ubique  terrarum  natura,  rerum  parens, 
pro  soli  varietate,*  varia  et  mira,  quae  accolis  suis 
ut  sunt  utilia,  ita  exteris  perniciem  afferunt.  Illa 
tamen  tam  ampia  et  crassa  folia,  quae  utrinque  spi- 
nis  hórrida  sunt  et  in  acum  desinunt,  supra  quae 
tot  herbae,  tot  radices,  et  alia  multa  imponuntur, 
ex  qua  desumpta  sunt  arbore? 


Zamora. 
Ex  ea  quíe  Maguei  a  nostris,  et  ab  indis  Metí 


DIALOGO  SEGUNDO.  I45 

Zamora. 

Son  gusanos  del  agua,  y  los  traen  de  la  laguna. 
Los  indios  les  llaman  oquilin;  ellos  los  comen  y  tam- 
bién los  dan  á  sus  aves.  (68) 

Alfaro. 

Es  cosa  extraña.  ¿Quién  habría  creído  que  ios 
gusanos  habían  de  ser  alimento  á  los  hombres,  cuan- 
do estos,  apenas  fallecen,  sirven  de  pasto  á  aquellos.^ 

Zamora. 

Véndense  también  otras  semillas  de  virtudes  va- 
rias, como  chia,  guahtli,  y  mil  clases  de  yerbas  y  rai- 
ces, como  son  el  iztacpatli,  que  evacúa  las  flemas, 
el  tlalcacahuatl  Y  el  izticpatli  que  quitan  la  calentura, 
el  culuzizicaztli  que  despeja  la  cabeza,  y  el  ololiuhqui 
que  sana  las  llagas  y  heridas  solapadas.  (69)  Tam- 
bién la  raíz  que  llamamos  de  Michoacan  (70),  de 
cuya  virtud  purgativa  tienen  tan  benéfica  experien- 
cia indios  y  españoles,  que  ni  el  ruibarbo,  escamo- 
nea y  casia  púpula,  que  los  médicos  llaman  medicina 
bendita,  son  de  tanto  uso  y  utilidad. 

Alfaro. 

La  naturaleza,  madre  universal,  produce  en  to- 
das partes,  conforme  á  la  diferencia  del  suelo,  cosas 
varías  y  admirables,  tan  provechosas  á  los  indígenas 
como  perjudiciales  á  los  extrangeros.  Mas  aquellas 
hojas  tan  grandes  y  gruesas,  terminadas  en  una  agu- 
da púa,  y  guarnecidas  de  terribles  espinas  en  ambas 
orillas,  sobre  que  ponen  tantas  yerbas,  raíces  y  otras 
muchas  cosas,  ¿de  qué  árbol  son? 

Zamora. 
Del  que  nosotros  llamamos  Maguey,  y  los  indios 


146  DIALOGUS  SECUNDUS. 

nuncupatur,  m  tot  ac  tantos  usus  necessaria,  ut  non 
in  plures  fueritolim  gladius  Delphicus:  ac  nisi  ejus 
tanta  foret  in  indico  solo  copia,  nihil  tam  accederet 
admiratione  dignum. 


Alfarus. 

Consuetudo  pariendi  toUit  admirationem,  cum 
nihil  sit  tam  admirabile;  atque  ita  ea  in  rebus  cae- 
teris  aut  adimit,  aut  minuit  mirationem:  unde  opti- 
me  ille:  «quod  tu  miraris  ridet  alter.» 

ZUAZUS. 

Arbor  est,  ut  eam  primum  tibi  depingam,  quae  se 
nimium  ad  radicem  multis  et  magnis  folüs,  crassis- 
simis  et  acuminatis  a  lateribus  rigentibus  aculéis 
diíFundit:  deinde  recta,  veluti  columna  aut  pinus 
ramis  nudata,  ad  hastae  altitudinem  surgit:  crassior 
fit  in  fine,  et  cum  satis  est  matura,  paludos  mittit 
flores.  Abscisa,  numquam  renascitur;  relicta,  post 
annum  arescit;  sed  exfolio  rursus  sato,  arbor  pro- 
dit  altera. 

Alfarus. 

Ut  ex  combusta  Phoenice  Phcenix.  Sed  jam  ad 
commoda  venito. 

Zamora. 

Ex  foliis  viridibus,  in  aqua  et  supra  saxa  contu- 
sis  et  erasis,  veluti  canabis  fit,  ex  qua  fili,  et  ex  filis 
telae  linteorum  loco,  et  funes,  tam  crassi  quam  te- 
nues; acuum  vice  sunt  spinae,  rigidiores  quam  si 
ferrese  forent,  in  quas  singulas  singula  desinunt  fo- 
lia, quae  pro  tegulis  etiam  imponuntur  domibus  te- 
gendis:  Ínfima  ipsorum  albicant  et  teñera  sunt,  sicque 


DIALOGO   SEGUNDO.  I47 

Metl^  el  cual  sirve  para  tantos  usos  y  tan  impor- 
tantes, que  no  le  igualó  en  esto  la  antigua  espada 
de  Belfos.  (71)  Y  si  no  fuera  porque  es  comuní- 
simo en  Indias,  nada  habria  en  ellas  que  causara  ma- 
yor admiración. 

Alfaro. 

Lo  mas  admirable  deja  de  serlo,  si  cada  día  se 
repite,  y  así  es  que  en  todo  la  frecuencia  quita  ó 
disminuye  la  maravilla;  por  lo  que  con  razón  se  di- 
jo: ((de  lo  que  uno  se  admira,  otro  se  burla.» 

ZUAZO. 

Comenzando  por  describírtele,  te  diré  que  es  un 
árbol  que  desde  la  raiz  arroja  á  todos  lados  muchas 
hojas  grandes,  gruesas  y  puntiagudas,  cercadas  de 
espinas  durísimas:  crece  luego  recto  hasta  la  altura 
de  una  lanza,  á  modo  de  columna  ó  de  pino  sin  ra- 
mas. Es  más  grueso  en  la  punta,  y  cuando  llega  á 
la  madurez,  echa  unas  flores  pajizas.  Si  se  corta, 
vuelve  á  brotar;  si  se  deja,  se  seca  al  cabo  de  un 
año;  pero  sembrando  una  hoja,  renace  un  nuevo 
árbol. 

Alfaro. 

Como  el  Fénix  de  sus  propias  cenizas.  Pero  di- 
me  ahora  para  qué  aprovecha. 

Zamora. 

De  las  hojas  verdes,  machacadas  y  deshebradas 
en  el  agua  sobre  unas  piedras,  se  hace  una  especie 
de  cáñamo,  y  de  él,  hilo  con  el  cual  se  tejen  telas 
que  suplen  por  las  de  lino,  y  se  tuercen  también 
cuerdas  gruesas  y  delgadas.  La  espina,  tan  dura 
como  si  fuera  de  hierro,  en  que  remata  cada  hoja, 
hace  oficio  de  aguja.   Las  hojas  sirven  de  tejas  para 


148  DIALOGUS  SECUNDUS. 

ab  indis  condiuntur,  ut  palato  accedant  gratissima. 
Haec  eadem,  si  arida  sint  combusta,  loco  sunt  acap- 
norum,  ignemque  sine  fumo  edunt  placidissimum. 
Cinis  commendatur  magnopere  ad  varias  utilita- 
tes.  Eradicata  quae  tendit  in  altum  arundo  trabis 
vice  subponitur  sedibus:  eoque  loco  ex  quo  est 
evulsa,  liquoris  fit  receptaculum,  foliis  clausum  un- 
dique;  ex  eoque  liquore  mel  primun,  deinde  vi- 
num,  postremo  acetum  conficitur:  et  ex  durato 
mele,  saccharum,  multoque  alia  plura  (nam  tam 
multa  suntj  ut  contineri  memoria  nequeant)  confi- 
ciuntur,  quae  neque  Plinius,  neque  Aristóteles,  na- 
turae  diligentissimi  indagatores,  vel  somniarunt,  ne- 
dum  tradiderunt. 

Alfarus. 

Nova  certe  et  inaudita  refers,  et  quibus,  nisi  ex- 
pertus,  vix  fidem  habeat;  credibiliaque  hinc  fiunt 
quse  aut  portentosa  aut  fabulosa  arbitramur  anti- 
quos  scripsisse. 


Zamora. 

Quid  tibi  dicam  de  'Tuna^  quam  indi  nochtli 
nominant?  quse  cum  amplissimis  et  spinosis  sine 
ordine  foliis,  latitudine  potius  quam  longitudine 
fructificet,  primum  tunas  saporis  scitissimi,  magnis 
prunis  crassiores,  fert,  et  in  ipsarum  floribus  quos- 
dam  veluti  vermículos  gignit,  qui  ciñere  necati 
coccum  sunt  pretiosissimum,  ut  nullum  aliud  prae- 
stantius;  ejusque  ingens  copia  magno  tamen  pretio 
importatur  in  Hispaniam.  Folium  hujus  arboris 
ubi  ubi  ceciderit,  brevi  fit  arbor  alia;  et  quod  est 
admirandum,    in    tempore   ejusmodi  gumi    haeret 


DIALOGO  SEGUNDO.  1^9 

techar  casas:  las  mas  inmediatas  á  la  tierra  son  blan- 
cas y  tiernas,  y  los  indios  las  aderezan  de  tal  modo, 
que  resultan  gratísimas  al  paladar.  Estando  secas, 
son  leña  que  da  un  fuego  manso  y  sin  humo:  dí- 
cese  que  las  cenizas  son  excelentes  para  varios  usos. 
Arrancado  el  tallo  del  centro,  se  coloca  en  los  te- 
chos en  vez  de  vigas:  en  el  hueco  que  deja,  cercado 
de  hojas,  se  deposita  un  licor  de  que  primero  se  ha- 
ce miel,  luego  vino,  y  por  último  vinagre.  De  la 
miel  cocida  se  hace  azúcar;  y  en  fin  otras  muchas 
cosas  que  por  ser  tantas  no  pueden  retenerse  en  la 
memoria,  y  que  ni  Plinio  ni  Aristóteles  pensaron 
ni  menos  escribieron,  con  haber  sido  tan  diligentes 
escudriñadores  de  Ja  naturaleza. 

Alfaro. 

En  verdad  que  son  cosas  extrañas  é  inauditas  las 
que  me  refieres,  y  con  dificultad  podrá  creerlas  quien 
no  las  vea.  Con  ellas  se  hacen  ya  creibles  las  que 
juzgamos  portentosas  ó  fabulosas,  entre  las  que  los 
antiguos  escribieron. 

Zamora. 

¿Pues  qué  te  diré  de  la  tuna,  que  los  indios  lla- 
man nochtlP.  (72)  Después  de  echar  sin  orden,  y 
mas  bien  en  ancho  que  en  alto,  unas  hojas  grandí- 
simas y  erizadas  de  espinas,  produce  primero  tunas 
de  sabor  exquisito,  mayores  que  muy  grandes  ci- 
ruelas, y  luego  en  las  flores  de  las  mismas  cria  unos 
como  gusanitos,  que  matados  en  el  rescoldo  son 
una  grana  finísima,  la  mejor  que  se  conoce.  A  Es- 
paña se  lleva  una  gran  cantidad  de  ella,  y  á  pesar 
de  eso  se  vende  muy  cara.  Donde  quiera  que  cae 
una  hoja  de  este  árbol,  forma  en  breve  otro  árbol 


I50 


DIALOGUS  SECUNDUS. 


foliis,  quod  nos  alquitira  dicimus,  ut  ejus  in  con- 
cinnandis  ex  saccharo  bellariis  magna  sit  utilitas. 

Alfarus. 

Expertia  fidei  narras.  Sed  quae  sunt  illse  vestes 
tam  albae,  diversis  adeo  coloribus  variatse? 

Zamora. 

Nagüe,  güipiles,  mulierum  indicarum  indumenta, 
et  alia  quae  viris  pro  paliis  sunt;  pleraque  ex  gossy- 
pio,  nam  viliora  texuntur  ex  nequen^  filo  magueio. 


Alfarus. 

Cuneta  sunt  et  nomine  et  re  diversa  et  quae  mérito 
Novo,  in  quo  sunt  nata,  Orbi  respondeant.  Sed 
quaeso,  praeter  hoc,  estne  aliud  Mexici  emporium? 

Zamora. 

Dúo  alia,  alterum  ad  divum  Hyppoiitum,  et  al- 
terum  ad  sanctum  Jacobum,  quod  ab  hoc,  cui  nomen 
est  divus  Joannes,  per  milliare  et  eo  amplius  dis- 
jungitur,  amplitudine  tanta  in  quadratam  figuram, 
ut  construendae  urbi  locus  non  sit  angustus.  Ad 
Septentrionem,  quod  quartum  latus  claudit,  Fran- 
ciscanorum  positum  est  monasterium,  et  in  ipso 
indorum  collegium,  qui  latine  loqui  et  scribere  do- 
centur.  Magistrum  habentejusdem  nationis,  Anto- 
nium  Valerianum,  nostris  grammaticis  nequáquam 
inferiorem,  in  legis  christianae  observatione  satis 
doctum  et  ad  eloquentiam  avidissimum.  E  regione 
eorumdem  gubernatoris  quem  ipsi  cacique  vocant, 
permagnifice  erectae  sunt  aedes,  quibus  adhasret  car- 
cer,  in  quem,  cum  peccant,  detruduntur  indi.   Re- 


DIALOGO  SEGUNDO. 


semejante;  y  lo  admirable  es  que  á  su  tiempo  apa- 
rece pegada  en  las  hojas  una  goma  que  llamamos 
alquitira^  de  que  se  aprovechan  mucho  los  confiteros. 

Alfaro. 

Cosas  increibles  me  refieres.  ¿Qué  vestidos  son 
esos  tan  blancos,  y  con  labores  de  diversos  colores? 

Zamora. 

Enaguas  y  huípiles  (73),  ropas  de  las  indias,  y 
mantas  que  los  hombres  usan  por  capas.  La  mayor 
parte  son  de  algodón,  porque  las  más  ordinarias  se 
hacen  de  nequeUy  ó  hilo  de  maguey. 

Alfaro. 

Todas  son  cosas  tan  peregrinas  como  sus  nom- 
bres, y  así  es  natural  que  suceda,  pues  son  produc- 
ciones de  un  nuevo  mundo.  Pero  deseo  saber  si  hay 
en  México  otros  mercados  además  de  este. 

Zamora. 

Hay  otros  dos:  uno  en  San  Hipólito  y  otro  en 
Santiago  (74),  el  cual  dista  una  milla,  ó  más,  de  es- 
te, llamado  de  San  Juan.  Es  cuadrado,  y  tan  gran- 
de, que  no  faltaria  allí  terreno  para  edificar  una  ciu- 
dad. Ciérrale  por  el  lado  del  norte  un  convento  de 
franciscanos  en  que  hay  un  colegio  donde  los  indios 
aprenden  á  hablar  y  escribir  en  latin.  Tienen  un 
maestro  de  su  propia  nación,  llamado  Antonio  Va- 
leriano, en  nada  inferior  á  nuestros  gramáticos,  muy 
instruido  en  la  fe  cristiana,  y  aficionadísimo  á  la 
elocuencia.  Enfrente  está  el  magnífico  palacio  de 
su  gobernador,  que  ellos  llaman  ¿"¿zr/^^^,  y  contigua 
queda  la  cárcel  para  los  reos  indios.  Los  otros  dos 
lados  son  de  portales  de  poca  apariencia:  en  el  cen- 
tro, á  manera  de  torre,  se  levanta  un  patíbulo  de 


152  DIALOGUS   SECUNDUS. 

Jiqua  latera,  humilibus  porticibus  continuantur;  in 
medio,  ad  turris  instar,  ex  lapide  erigitur  patibulum. 
Ad  hunc  mercatum  ea  confluit  indorum  venden- 
tium  ac  ementium  multitudo,  ut  ad  viginti  millia 
et  eo  amplius  accedant. 

Alfarus. 

Qua  pecunia,  quae,  Aristotele  auctore,  venalium 
rerum  pretium  est,  ante  hispanorum  adventum  ute- 
bantur  indi? 

ZUAZUS. 

Permutatione  rerum,  et  quibusdam  glandibus 
quas  ipsi  cacahuatl  vocant,  fuereque  tune  in  pretio 
magno,  quod  et  numisma  et  potus  cibusque  forent; 
nunc  etiam  eodem  suntin  honore,  locoque  minutae 
pecunias,  assis  scilicet  et  dupondii,  habentur,  argen- 
teisque  nummis  comparantur;  visque  ingens  ipso- 
rum  quotannis  in  potu  et  cibo  absumitur:  incor- 
rupti  non  diu  durant. 

Alfarus. 
Mira  est  in  rerum  natura  varietas. 

Zamora. 

Augustiniani  coenobii,  quod  solum  videndum 
supererat,  quantus  sit  ambitus,  quam  prseclara 
structio,  quantus  ornatus,  et  quanta  altitudo,  ocu- 
latissime  et  vigilantibus  ocuiis  intuere;  nam  máxi- 
mum est  futurum  civitatis  ornamentum. 

Alfarus. 

Oportet  cementa  alta  esse  et  ex  materia  firmissi- 
ma,  quae  molem  tantam,  tantopere  surgentem,  reci- 
pere  supra  se  tuto  possint. 


DIALOGO  SEGUNDO. 


153 


piedra.  Es  tal  la  muchedumbre  de  indios  tratantes 
que  concurren  á  este  mercado,  que  llegan  á  veinte 
mil  y  aun  más. 


Alfaro. 

¿Qué  moneda  usaban  los  indios  antes  de  la  lle- 
gada de  los  españoles?  Porque,  según  Aristóteles, 
la  moneda  representa  el  precio  de  todo  lo  vendible. 

ZUAZO. 

Cambiaban  unas  mercancías  por  otras,  y  además 
se  valian  de  una  especie  de  bellotas,  que  ellos  lla- 
man cacahuatl:  estas  eran  tenidas  entonces  en  mu- 
cha estimación,  porque  no  solo  servían  de  moneda, 
sino  también  de  comida  y  bebida.  Aun  hoy  se  es- 
timan lo  mismo;  sirven  de  moneda  menuda  y  cám- 
bianse  por  las  de  plata.  Consúmese  anualmente  en 
comida  y  bebida  una  cantidad  enorme,  y  no  duran 
mucho  sin  echarse  á  perder.  (75) 

Alfaro. 

[Cuan  admirable  es  en  su  variedad  la  naturaleza! 

Zamora. 

Mira  con  toda  atención  y  cuidado  el  convento  de 
San  Agustín,  único  que  nos  faltaba  que  ver,  y  ha 
de  ser  con  el  tiempo  uno  de  los  mas  bellos  orna- 
mentos de  la  ciudad:  observa  qué  hermosa  fábrica, 
qué  alta  y  adornada.  (76) 

Alfaro.  ' 

Profundos  y  muy  sólidos  debieron  ser  los  ci- 
mientos, para  que  pudiesen  sostener  sin  peligro  tan 
inmensa  y  elevada  mole. 


54 


DIALOGUS  SECUNDUS. 


Zamora. 


Ab  ipsa  aqua,  organis  pneumaticis  exhausta,  calce 
et  magnis  saxis  conjectis,  parietes  quos  vides  lati- 
tudinis  tantae,  ad  hanc  summitatem  deducuntur: 
tecta  omnia,  quod  nullibi  invenies,  camerata  sunt, 
ex  quibus  declivis  est  admodum  in  viam  publicam 
per  stillas  pluvia. 

Alfarus. 

Fastigia  ita  devexa  et  incurva,  modo  uti  conve- 
nit  sint  materiata,  plurimum  gedificia  nobilitant. 

ZUAZUS. 

Concava  tectorum  quibus  templum  et  clauStrum 
teguntur,  ordine  miro  implicatis  et  transversis  inter 
se  lapidéis  arcubus,  opere  testudinato  emblemata 
facientibus,  magnopere  decorantur. 

Alfarus. 

Lacunaria  fornicata,  et  ad  eum  modum  variata, 
caeteris  ómnibus  longe  elegantiora  sunt. 

Zamora. 

Quid  tibí  dicam  de  interioribus  duobus  membris 
quae  religiosi  habitant,  et  ipsi  dormitoria  nominant? 
Quam  sese  extollunt  et  efferunt!  quantis  et  quam 
multis  cellis  ornata  sint!  quam  gratus  ex  earum  fe- 
nestris  prospectus!  quam  longae  lataeque  viae,  lapi- 
déis reticulis,  per  quae  lux  transmittitur,  illustratae! 
In  eisdem  membris  inferiora  superioribus,  fornicato 
etiam  opere,  non  minus  excellunt.  Sacella  in  ipso 
templo  utrinque  construuntur,  Toletanis  praestan- 
tiora,  nobilium  futura  sepulchra.  Ante  ipsum  tem- 


DIALOGO  SEGUNDO.  I55 

Zamora. 

Agotada  primero  el  agua  por  medio  de  bombas, 
se  asentaron  luego  grandes  piedras  con  mezcla,  pa- 
ra levantar  desde  allí  hasta  esa  altura  las  gruesas 
paredes  que  estás  viendo.  Todos  los  techos  (cosa 
que  no  hallarás  en  otra  parte)  son  de  armaduras, 
por  las  cuales  escurre  fácilmente  á  la  calle  el  agua 
llovediza. 

Alfaro. 

Tales  techumbres  curvas  y  abovedadas  ennoble- 
cen mucho  los  edificios,  con  tal  de  que  las  maderas 
estén  labradas  con  arte. 

ZUAZO. 

Ricamente  adornado  de  casetones  está,  en  el  tem- 
plo y  claustro,  el  interior  de  los  techos  que  á  manera 
de  bóvedas  descansan  sobre  arcos  de  piedra,  cruza- 
dos y  entrelazados  con  maravilloso  artificio. 

Alfaro. 

Las  bóvedas  artesonadas  y  matizadas  de  diversos 
colores,  son  mucho  más  elegantes  que  todaslas  otras. 

Zamora. 

¿Qué  te  diré  de  las  dos  crujías  interiores  que 
ocupan  los  religiosos,  y  ellos  llaman  dormitorios? 
¡Cuan  eminentes  y  especiosas!  ¡Cuántas  y  cuan 
grandes  celdas  las  adornan!  ¡Qué  hermosas  vistas 
se  logran  desde  sus  ventanas!  ¡Qué  tránsitos  tan 
largos  y  desahogados,  para  comunicar  la  luz  que 
entra  por  los  calados  de  piedra!  Y  el  piso  bajo,  que 
es  asimismo  abovedado,  en  nada  cede  al  de  arriba. 
Dentro  del  templo  se  construyen  á  ambos  lados  ca- 
pillas, mejores  que  las  de  Toledo,  para  que  sirvan 


156  DIALOGUS  SECUNDUS. 

plum,  hoc  quod  vides  spatii  tantum,  platea  erit,  ad 
quam  per  gradus  aliquot  fiet  ascensus,  et  ab  ea  ad 
templi  aditus  planicies  aequa,  undique  marmoreis 
columnis  justo  spatio  inter  se  disjunctis  claudetur: 
per  superiora,  férrea  magna  catena  copulatis,  lapi- 
déis veluti  servantibus  insuper  leonibus  positis. 


Alfarus. 

His  praestantiora  et  excellentiora  multo  pollicen- 
tur  quae  sunt  inchoata;  eritque,  ni  fallor,  ubi  con- 
sumatum  fuerit  opus  hoc  vere  operosum,  ejus  no- 
minis  ac  dignitatis,  ut  ad  septem  illa,  historicorum 
et  poetarum  testimoniis  celebratissima,  orbis  mira- 
cula,  octavum  jure  óptimo  accederé  possit. 


Zamora. 
«Unum  pro  cunctis  fama  loquetur  opus.» 

ZUAZUS. 

Si  diutius  vixisset  Cortesius,  non  dubito  quod 
tam  superbe  coeptum  reliquit  hospitale  Virgini  Ma- 
tri  consecratum,  aequale  aliis  ejusdem  viri  operibus 
futurum. 

Alfarus. 

Máxima  certe  quae  sunt  coepta  hoc  in  aedificio 
promittunt. 

Zamora. 

Praestabuntur  propediem  ea  pecunia  quae  hacte- 
nus  est  congesta  ex  vectigalibus  quibus  hospitale  in 
dies  augetur. 


DIALOGO   SEGUNDO.  1  57 

de  entierro  á  la  nobleza.  Ese  gran  espacio  que  ves 
delante  de  la  iglesia,  ha  de  ser  una  plaza,  á  la  que 
se  subirá  por  varias  gradas;  y  de  allí  á  la  entrada 
de  la  iglesia  quedará  un  suelo  perfectamente  plano, 
cercado  con  postes  de  piedra  á  distancias  proporcio- 
nadas, y  encima  sus  leones  de  lo  mismo,  á  guisa  de 
guardianes,  unidos  por  una  gruesa  cadena  de  hierro. 

Alfaro. 

Lo  comenzado  promete  cosas  mucho  mayores  y 
más  bellas;  y  si  no  me  equivoco,  cuando  esté  aca- 
bada será  una  obra  verdaderamente  magnífica,  de 
tanto  mérito  y  fama,  que  con  toda  justicia  podrá 
contarse  por  la  octava  maravilla  del  mundo,  aña- 
diéndola á  las  siete  tan  celebradas  por  historiadores 
y  poetas. 

Zamora. 

«Obra  que  la^fama  ensalzará  sobre  todas.»  (77) 

ZUAZO. 

Si  más  hubiera  vivido  Cortés,  no  dudo  que  el 
hospital  dedicado  á  la  Virgen,  que  dejó  tan  sober- 
biamente comenzado,  habría  sido  igual  á  sus  otras 
obras.  (78) 

Alfaro. 

Los  principios  de  este  edificio  anuncian  ya  su 
grandeza. 

Zamora. 

Muy  pronto  se  adelantará  la  obra  con  el  dinero 
que  hay  ya  reunido  de  los  tributos  destinados  al  au- 
mento de  este  hospital. 


158  DIALOGUS  SECUNDUS. 


Alfarus. 


Elegans  profecto  facies,  et  óptima  domus  descri- 
ptio.  Verum,  quod  ad  laudem  operis  magis  facit, 
dicite,  quaeso,  numquid  in  ipso  excipiantur  infirmi, 
quaque  indulgentia  et  industria  curentur? 

ZUAZUS. 

Admittuntur  hispani  omnes  quotquot  correpti 
sunt  febri:  eaque  diligentia  et  humanitate  morbo 
levantur,  ut  non  melius  neque  indulgentius  divites 
domi,  quam  ibi  pauperes  foveantur. 

Alfarus. 

O  terque  quaterque  beatum  Cortesium!  cui  con- 
tigit  in  ea  provincia,  quam  Marte  feroci  sub  Caesa- 
ris  imperium  redegit,  ejusmodi  pietatis  documenta 
relinquere,  quae  ipsum  perire  nunquam  patientur. 
—  At  quorsum  equos  sic  acriter  urgetis? 

Zamora. 

Ut  ad  prandium  veniamus  tempori,  nam  hora 
est  ultra  duodecimam. 

Alfarus. 

Irritasti  desidem  et  semi  exstinctum  appetitum. 
Cujus  tamen  sunt  aedes  istae  quas  cursim  et  veluti 
per  transennam,  tam  magnis  valvis  cum  annulis 
deauratis,  domini  aut  auctoris  facultates  ostentan- 
tes conspicimus? 


Zamora. 

Dominus  et  idem  conditor  est  Alfonsus  Villase- 
ca,  qui  unus  industria  sua  tantam  pecuniae  vim,  sine 


DIÁLOGO   SEGUNDO.  159 

Alfaro. 

Hermosa  es  la  fachada  y  excelente  la  disposición 
del  edificio.  Pero  ruégote  me  informes  de  lo  que 
realmente  constituye  el  mérito  de  tales  fundaciones, 
¿qué  enfermos  se  reciben  y  qué  asistencia  se  les  pro- 
porciona.^ 

ZUAZO. 

Admítese  á  todos  los  españoles  que  tengan  calen- 
tura, y  son  curados  con  tal  caridad  y  esmero,  que 
no  están  asistidos  mejor  ni  con  mas  cariño,  los  ri- 
cos en  su  propia  casa,  que  los  pobres  en  esta. 

Alfaro. 

i  Oh  una  y  mil  veces  dichoso  Cortés !  que  habien- 
do ganado  esta  tierra  para  el  Emperador  a  fuerza  de 
armas,  acertó  á  dejar  en  ella  tales  testimonios  de  su 
piedad,  que  harán  imperecedero  su  nombre. —  Mas 
¿porqué  apresuráis  tanto  el  paso  de  los  caballos? 

Zamora. 

A  ñn  de  llegar  á  tiempo  para  la  comida,  porque 
ya  son  más  de  las  doce. 

Alfaro. 

Has  despertado  con  esto  el  apetito  dormido  y 
medio  apagado.  Dime  por  último  ¿de  quién  son 
esas  casas  que  hemos  visto  á  la  ligera  y  como  de 
paso,  cuyos  grandes  portones  con  argollas  doradas 
atestiguan  la  riqueza  del  dueño  ó  del  que  las  mandó 
edificar? 

Zamora. 

El  dueño  y  quien  las  labró  es  Alonso  de  Villa- 
seca,  que  con  solo  su  industria  y  sin  perjuicio  de 


l6o  DIALOGUS  SECUNDUS. 

cujusque  injuria  (quod  proverbium  negat  posse 
fieri)  comparavit,  ut  m  ditissima  regione  alter  ha- 
beatur  Crassus  aut  Midas. 

Alfarus. 

Is  plane  nihil  erit  quod  ad  veram  et  germanam 
felicitatem  expetere  queat,  si  quam  est  dives  argen- 
to, tam  vixerit  pauper  spiritu. 

ZUAZUS. 

Absolvisti  hominem,  et  etiam  fecisti  obequitandi 
finem:  quapropter  descende  rogo,  nam  hoc  com- 
mune  amicis  meum  domicilium,  unaque  dignare 
nobiscum  prandere:  commodius  ut  hinc  nos  Cha- 
pultepecum  conferamus,  exteriorem  Mexicum  per- 
spicuam  et  apertam  undequaque  conspecturi. 

Alfarus. 

Non  patiar  scindi  mihi  psenulam,  praesertim  ab 
amico  candido  ac  sincero. 

Zamora. 

Jam  accumbe,  conviviumque,  ut  spero,  facito 
nobis  urbanum  pariter  et  fabulosum,  et  in  summa 
quale  petit  Varro. 


DIÁLOGO   SEGUNDO.  l6l 

nadie  (cosa  que  el  adagio  niega  ser  posible)  ha  jun- 
tado tal  caudal,  que  en  tierra  tan  rica  es  tenido  por 
un  Craso  ó  un  Midas.  (79) 

Alfaro. 

Indudablemente  que  nada  podrá  faltarle  de  lo  que 
constituye  la  verdadera  y  efectiva  felicidad,  si  po- 
seyendo tantos  bienes  sabe  vivir  pobre  de  espíritu. 

ZUAZO. 

El  hombre  es  tal  como  le  pintas;  y  con  esto  dio 
fin  nuestro  paseo.  Ruégote,  pues,  que  te  apees, 
porque  esta  es  mi  casa  y  la  de  mis  amigos.  Haznos 
también  el  favor  de  comer  con  nosotros,  para  que 
de  aquí  vayamos  con  más  comodidad  á  Chapulte- 
pec,  y  descubramos  de  allí  sin  estorbo  ni  dificultad 
todos  los  contornos  de  México. 

Alfaro. 

No  me  gusta  hacerme  de  rogar,  y  mucho  menos 
de  un  amigo  fiel  y  verdadero. 

Zamora. 

Ponte,  pues,  á  la  mesa,  y  cuento  con  que  tu  com- 
pañía hará  que  la  comida  sea  tan  cortés  como  ale- 
gre: tal  en  suma  cual  Varron  la  quiere.   (80) 


21 


\S<>--^<iy>^'^--C<U' 


Notas  al   Diálogo   Segundo. 


-&s^- 


Nota  I,  pág.  85. 

Ignoro,  en  verdad,  porqué  Zuazo  compara  á  Alfaro  con  Ulí- 
ses,  como  no  sea  una  alusión  á  las  peregrinaciones  de  este  perso- 
naje, y  al  largo  viaje  que  Alfaro  habia  hecho  de  España  á  México. 

Nota  2,  pág.  87. 

Según  esto,  Zamora  montaba  á  la  jineta  y  Zuazo  á  la  brida,  (i) 
«En  la  brida  se  llevaban  los  estribos  largos,  y  las  piernas  tendi- 
«das:  t\  jinete  parecía  estar  en  pié,  las  camas  del  freno  eran  lar- 
«gas.  En  la  jineta  los  frenos  eran  recogidos,  los  estribos  cortos, 
«el  caballero  parecia  ir  sentado,  y  sus  piernas  no  bajaban  de  la 
«"barriga  del  caballo.»  (2) 

Nota  3,  pág.  89. 

He  tenido  que  dar  á  hiberno  tempore  la  traducción  «tiempo  de 
aguas,))  porque  en  México  no  llueve  en  invierno,  sino  en  verano. 
Realmente  el  hibernus  de  los  latinos  no  solo  significaba  lo  que 
pertenece  al  invierno, sino  también,  por  analogía,  «lluvioso,  tem- 


1  CovARRUBlAS,  TesoTo  de  la  Lengtia  Castellana,  VV,  Brida  y  Ginete. 

2  Clemencin,  Comentario  al  Quijote,  tom.  I,  pág.  34.  Hoy  se  llama 
jinete  á  todo  el  que  monta  á  caballo;  antiguamente  solo  se  daba  ese  nom- 
bre al  que  montaba  á  la  jineta:  el  que  montaba  á  la  brida,  era  llamado 
bridón. 


NOTAS   AL   DIÁLOGO   SEGUNDO.  I63 

(cpestuoso.))  Véase  en  \l0r2ic\0  hibernum  juarCy  que  los  comenta- 
dores explican  tempestatibus  agitatum.  (ij 

Nota  4,  pág.  91. 

Subgrunda  es  el  alero  del  tejado,  que  sobresale  de  las  paredes 
y  las  defiende  de  la  lluvia  (2);  mas  como  no  le  hay  en  las  casas 
de  azotea,  he  usado  el  equivalente  «cornisas,»  que  desempeñan 
oficio  análogo,  y  en  las  cuales  se  encuentran  colocadas  ordinaria- 
mente las  canales. 

Nota  5,  pág.  91. 

Las  casas  de  tejado  en  España  carecen  por  lo  común  de  patio. 
Si  están  aisladas,  como  en  los  pueblos,  las  aguas  caen  al  espacio 
vacante  alrededor  de  cada  casa;  y  si  están  contiguas  unas  á  otras, 
los  derrames  van  á  un  albañal,  situado  generalmente  á  la  espalda. 
El  impluvium  no  era  en  rigor  lo  que  nosotros  entendemos  por  «pa- 
«tio, »  sino  un  receptáculo,  más  bajo  que  el  piso,  colocado  en  el 
centro  del  atriuní^  y  destinado  á  recoger  las  aguas  llovedizas  que 
entraban  por  el  compluvium  ó  abertura  del  techo.  (3)  Mas  como 
el  impluvium  no  tiene  equivalente  en  nuestras  casas  modernas,  he 
preferido  la  traducción  «patio,»  dejando  para  esta  nota  las  expli- 
caciones necesarias.  Lo  cierto  es  que  por  impluvium  debe  enten- 
derse aquí  el  receptáculo  de  las  aguas  llovedizas,  sea  cual  fuere. 

Nota  6,  pág.  93. 

Es  imposible  traducir  al  pié  de  la  letra  el  original  latino,  por- 
que los  nombres  de  los  tejados  y  sus  etimologías  quedarían  inin- 
teligibles. Así  pues,  el  techo  pectinatus,  se  llama  técnicamente 
«techo  de  dos  aguas»  (4),  porque  realmente  reparte  el  agua  á  dos 
lados,  y  ya  se  ve  que  este  nombre  no  puede  derivarse  de  «peine» 
{pectén)  que  es  la  etimología  de  la  denominación  latina.  El  íe- 
studinatusy  ó  techo  de  cuatro  lados,  se  llama  «tejado  á  cuatro  ver- 
« tientes.»  (5)  Las  palabras  testudo  y  testudinatuSy  se  hallan  frecuen- 
temente en  los  autores  latinos,  pero  con  significación  muy  varia. 
Aplícanse  en  general  á  toda  cubierta  cóncava,  sea  de  bóveda  ó  de 
armadura,  y  así  lo  advierte  el  P.  Márquez.   Por  consiguiente,  pu- 

1  Epod.,  XV,  8.  (Edición  de  Didot,  cum  novo  Conunentario  ad  7/10- 
díiffi  Joannis  Bond,  Parisiis,  1855,  12?,  pág.  129,) 

2  Ortiz  y  Sanz,  traducción  de  Vitriivio,  lib.  II,  cap.  9,  pág.  54. 

3  RiCH,  Dict.  des  Antiquités,  V.  Impluvium. 

4  Bails,  Dice,  de  Arquitectura,  pág.  8. 

5  P.  MÁRQUEZ,  Apuntamienios  de  Arquitectura,  MSS.,  VV.  Testu- 
dinatus  y  Testudo. 


164  NOTAS 

do  denotar  Cervantes  con  esta  palabra  todo  tejado  de  cuatro  lados, 
ya  fuese  piramidal,  esto  es,  de  planta  cuadrada  y  terminada  en 
punta,  ó  de  planta  cuadrilonga  y  terminando  en  caballete.  De 
todos  modos  resulta  un  tejado  «á  cuatro  vertientes.» 

Nota  7,  pág.  93. 
Hoy  la  Tierra  de  Labor,  en  el  antiguo  reino  de  Ñapóles. 

Nota  8,  pág.  ^i^. 
No  expresa  Cervantes  qué  nombre  propio  era  este. 

Nota  9,  pág.  (^i^. 

Aquí  llegaban  los  interlocutores  á  la  esquina  de  las  calles  de 
Tacuba  y  S.  José  el  Real;  esta-y  la  de  Manrique  deben  ser  la 
«ancha  y  magnífica  calle  empedrada»  que  atravesaron.  El  gran- 
dísimo edificio  á  mano  derecha  era  el  costado  de  las  casas  de  Cor- 
tés que  formaba  la  acera  de  la  calle  de  Tacuba  que  ve  al  norte. 
Para  la  inteligencia  de  este  pasaje,  y  de  otros  que  se  irán  ofrecien- 
do, no  se  olvide  que  en  aquella  época  eran  palacio  del  gobierno 
las  casas  pertenecientes  á  Cortés  que  ocupaban  la  gran  manzana 
comprendida  entre  las  calles  de  Tacuba,  el  Empedradillo,  i?-  y  2?- 
de  Plateros  y  S.  José  el  Real,  aunque  no  todo  ese  grande  espacio 
estaba  edificado,  sino  que  habia  en  el  interior  varios  corrales,  (i) 
Las  casas  ó  palacio  de  Cortés  eran  el  que  hoy  es  Palacio  Nacio- 
nal, aunque  no  tenia  entonces  la  extensión  que  ahora. 

D.  Antonio  de  Mendoza  habia  entendido  ya  en  empedrar  la 
ciudad.  ((  Ruy  González,  regidor  de  México,  tiene  á  cargo  lo  del 
«empedrado  de  las  calles,  que  es  una  cosa  muy  provechosa  para  el 


I  Tasación  y  Autos  de  las  casas  que  tenia  el  Marques  del  Valle  en  Mé- 
xico y  Nueva  España,  Año  1531,  apud  Doc.  Inéd.  del  Archivo  de  Indias  y 
tom.  XII,  pág,  520.  Este  curioso  avalúo,  que  permanecía  desconocido, 
fué  hecho  en  7  de  Junio  de  1531  por  Francisco  de  Herrera  y  Alonso  de 
Ávila,  en  cumplimiento  de  uno  de  los  capítulos  de  la  instrucción  dada  á 
la  segunda  Audiencia  en  12  de  Julio  de  1530,  por  el  cual  disponía  el  rey 
que  se  tomasen  dichas  casas  para  establecer  en  ellas  la  Audiencia.  (Pu- 
GA,  fol.  37  vto.),  aunque  más  adelante  se  mudó  de  parecer,  y  no  se  com- 
praron esas  casas,  sino  las  nuevas,  ó  sea  el  Palacio.  El  avalúo  subió  á 
48449  pesos,  4  tomines  de  tepuzque,  equivalentes  á  unos  77500  pesos  ac- 
tuales: suma  enorme  para  aquellos  tiempos  y  que  da  idea  de  lo  mucho 
que  estaba  ya  fabricado.  El  famoso  corredor  á  la  plaza,  de  que  habla  Cer- 
vantes, existía  ya,  y  fué  avaluado  en  estos  términos:  «Otrosí:  que  en  el 
«corredor  grande  de  las  danzas  de  arcos  de  piedra  que  cae  sobre  la  pla- 
«za,  está  labrado  de  manos  de  españoles,  de  toda  costa,  con  sus  perfiles 
«  de  claraboyas  de  canterí :  puede  valer  cuatrocientos  é  ochenta  pesos  de 
«lo  que  corre.» 


AL   DIÁLOGO   SEGUNDO.  165 

«remedio  de  los  lodos  y  polvos,  que  es  lo  que  más  fatiga  en  esta 
«ciudad.  V*í-  S?^  mande  que  se  continúe,  porque  el  tiempo  le  mos- 
«trará  lo  que  se  padece  con  ellos:  por  la  orden  que  está  comen- 
«zado,  se  hará  muy  fácilmente  y  muy  en  breve,  w  (i) 

Nota  lOj  pág.  93. 

En  los  cuatro  ángulos  de  la  gran  manzana  ocupada  por  las  ca- 
sas de  Cortés  se  ven  todavía  unas  piezas  más  elevadas  que  el  resto 
del  edificio,  como  recuerdo  de  esas  torres.  Y  digo  recuerdo,  por- 
que las  casas  que  describe  Cervantes  no  son  las  que  hoy  existen, 
habiéndose  quemado  aquellas  en  1636. 

Nota  II,  pág.  93. 

Claviles  es  voz  que  no  encuentro  en  diccionario  alguno,  ni  aun 
en  Ducange.  He  traducido  como  si  el  texto  dijera  clavicarii. 
Consta  que  aun  años  después,  la  calle  de  Tacuba  era  lugar  favo- 
rito de  los  herreros.  El  poeta  González  de  Eslava,  en  su  colo- 
quio de  «Los  cuatro  Doctores»,  entre  las  maldiciones  que  los  pas- 
tores gestión  y  Capilla  echan  al  diablo,  pone  la  siguiente : 

«Y  en  la  calle  de  Tacuba 
«Que  fuelle  en  cas  de  un  heiTero.» 

Eslava  escribía  sus  coloquios  hacia  1580. 

Nota  12,  pág.  93. 

Candelarius  se  encuentra  en  el  Glosario  de  Ducange:  qui facit 
vel  vendit  candelas.   Tal  vez  seria  mejor  traducir  «cerero.» 

Nota  13,  pág.  (^2- 

He  traducido  caupones  por  «pulperos»,  siguiendo  el  parecer  de 
una  persona  muy  competente:  yo  habria  preferido  «taberneros» 
ó  «bodegoneros.»  Cuando  la  palabra  latina  tiene  varias  acepcio- 
nes, no  es  fácil  acertar  con  la  que  eligió  Cervantes. 

«Pulpería»  según  el  Diccionario  de  la  Academia,  es  la  «tien- 
«da,  en  las  Indias,  donde  se  venden  diferentes  géneros  para  el 
«abasto,  como  son  vino,  aguardiente  ó  licores,  y  géneros  perte- 
«necientes  á  droguería,  buhonería,  mercería  y  otros;  pero  no  pa- 
«ños,  lienzos  ni  otros  tejidos.»  De  las  pulperías  se  habla  varias 
«veces  en  las  Leyes  de  Indias  (2),  y  esta  voz,  olvidada  ya  en 

1  Avisos  que  dio  á  D.  Luis  de  Velasco,  apud  Colee,  de  Doc.  Inéd. pa- 
ra la  Hist.  de  España^  tom,  XXVI,  pág.  296. 

2  L.  12,  tít.  8,  lib.  IV;  L.  14,  tít.  18,  lib.  IV,  &c. 


1 66  NOTAS 

México,  es  todavía  de  uso  común  en  Veracruz.  La  etimología 
del  nombre  nos  la  da  el  Inca  Garcilaso,  diciendo :  «  Cada  dia  ha- 
«  bia  muchas  pendencias  singulares,  no  solamente  de  soldados  prin- 
((cipales  y  famosos,  sino  también  de  mercaderes  y  otros  tratantes, 
«hasta  los  que  llaman  Pulperos;  nombre  impuesto  á  los  más  po- 
(cbres  vendedores,  porque  en  la  tienda  de  uno  de  ellos  hallaron 
«vendiéndose  un  pulpo.))  (i) 

Nota  14,  pág.  g^. 

Tornariüs  (equivalente  á  tornator)  es  voz  de  la  baja  latinidad  (2) . 
Parece  imposible  que  en  la  calle  de  Tacuba  se  encontrasen  talle- 
res y  tiendas  de  tantos  oficios  y  tratos,  pues  con  dos  ó  tres  de  cada 
clase  habia  lo  suficiente  para  llenar  la  calle. 

Nota  15,  pág.  95. 

((Crujía))  es  «la  fila  de  muchas  piezas  ó  puertas  que  están  en 
«una  misma  línea  y  piso,  pasándose  de  unas  á  otras  en  derechu- 
«ra.))  (3)  Tenga  á  bien  el  lector  recordar  esta  definición  cuando 
más  adelante  encuentre  la  misma  palabra. 

Nota  16,  pág.  95. 

El  reloj  estaba,  pues,  en  la  torre  ó  pieza  alta  de  la  esquina  de 
las  calles  de  Tacuba  y  el  Empedradillo.  En  las  Ordenanzas  de 
Audiencia,  dadas  en  México  á  23  de  Abril  de  1528  (4),  se  man- 
da que  para  guardar  mejor  y  más  ordenadamente  lo  prevenido  res- 
pecto á  la  asistencia  de  los  oidores  «esté  continuamente  un  reloj 
«en  lugar  conveniente  para  que  lo  puedan  oír.))  Acaso  á  esta  dis- 
posición se  debió  la  colocación  del  reloj  en  la  torre  de  la  esquina. 
Después,  cuando  la  Audiencia  se  trasladó  al  actual  palacio,  pasó 
con  ella  el  reloj,  y  dio  su  nombre  á  seis  calles  de  las  que  corren 
hacia  el  norte  en  la  misma  línea  del  frente  de  palacio. 

Nota  17,  pág.  95. 

Llegados  los  interlocutores  á  la  esquina  de  las  calles  de  Tacuba 
y  el  Empedradillo,  descubrían  ya  la  plaza.  Las  notables  variacio- 
nes que  esta  ha  tenido  desde  la  reedificación  de  la  ciudad  hasta 
nuestros  dias,  darían  asunto  á  una  disertación  bien  curiosa,  si  tu- 

1  Hist.  Gen.  del  Perú,  (2*  parte  de  los  Comeníarios  Reales),  lib.  VI, 
cap.  20. 

2  Maigne  d' Arnis,  Lexicón  Mannale  nd  Scnptoi'es  Media:  et  InfimcB 
Latinitatis,  col.  2205. 

3  Bails,  Dice,  de  Arquitectura,  pág.  30. 

4  PuGA,  Cedulario,  fol.  28  vto.,  58  vto. —  L.  20,  tít.  15,  lib.  II,  Rec. 
de  Ind. 


AL   DIÁLOGO   SEGUNDO.  167 

viéramos  los  materiales  necesarios  para  formarla.  La  descripción 
de  Cervantes  no  es  bastante  pormenorizada,  ni  tan  clara  como  la 
quisiéramos.  El  Sr.  Alaman  trato  de  propósito  esta  materia  en  su 
Disertación  VIII,  y  me  parece  que  incurrió  en  algunas  equivoca- 
ciones, originadas  de  haber  dado  demasiado  crédito  á  las  opinio- 
nes del  P.  Pichardo,  y  de  no  haber  distinguido  las  obras  de  di- 
versos tiempos.  Por  las  noticias  que  da  en  esa  parte  de  su  obra 
se  viene  en  conocimiento  de  que  admitía  la  existencia  de  varios 
grupos  ó  manzanas  de  casas  en  lo  que  ahora  es  plaza,  de  tal  ma- 
nera que  esta  quedaba  dividida  en  dos:  una  frente  á  las  casas  de 
Cortés  en  el  Empedradillo,  y  otra  delante  del  que  ahora  es  Pa- 
lacio Nacional.  En  esta  última,  al  lado  que  ve  al  sur  estaba  for- 
mado «por  la  línea  de  edificios  que  formaba  la  continuación  de  la 
«calle  de  Plateros,  entre  cuyos  edificios  estaba  la  catedral  primi- 
«tiva,  formando  todos  una  manzana,  limitada  al  sur  por  la  línea 
«expresada;  al  oriente  por  la  que  formaba  la  continuación  de  la 
«  calle  del  Seminario,  hasta  cortar  la  "dicha  al  sur :  por  el  norte,  por 
(da  calle  que  seguía  desde  la  del  Arzobispado  hasta  el  callejón  de 
«la  Alcaicería,  y  al  poniente  por  la  calle  del  Empedradillo.» 
(Pág.  231.)  Sigüenza  (i)  afirma  también  la  existencia  de  esa  man- 
zana «en  tiempo  de  Cervantes.»  Según  el  Sr.  Alaman,  había  ade- 
mas otra  en  el  lugar  que  después  ocupó  el  Parían  (pág.  233),  cu- 
ya manzana  no  se  sabe  cuándo  ni  por  qué  motivo  desapareció. 
(Pág.  235).    Por  último,  resume  su  descripción  en  los  términos 

siguientes  (pág.  260):   «Hecha  la  conquista el  terreno  que 

«ocupaba  (el  templo  de  Huitzilopochtlí)  se  repartió  para  casas 
«particulares:  levantáronse  estas,  no  solo  en  el  contorno  de  la  pla- 
«za,  sino  que  ocuparon  también  una  parte  de  ella,  formando  una 
«manzana  en  lo  que  era  el  Parían,  y  otra  más  en  el  centro,  que 
«parece  duró  poco  tiempo,  separada  de  la  del  Parían  por  una  ca- 
«lle  que  correspondía  con  la  de  la  Callejuela.»  Aquí  tenemos 
otra  manzana  más,  y  en  medio  de  tal  cúmulo  de  edificios  en  la 
plaza,  nada  se  nos  dice  acerca  de  lo  que  habia  tras  de  la  manzana 
comprendida  entre  las  líneas  de  la  calle  de  Plateros  y  la  del  Ar- 
quillo de  la  Alcaicería.  Allí  habia  algo  sin  duda,  porque  de  otro 
modo,  la  placeta  del  Marques  resultaría  enorme,  comprendiendo 
el  espacio  entre  el  Empedradillo  y  el  Seminario,  lo  cual  es  inad- 
misible. Lo  más  probable,  como  explico  en  la  nota  40,  es  que 
allí  estaba  la  manzana  formada  por  los  solares  que  en  8  de  Fe- 
brero de  1527  se  repartieron  entre  sí  los  concejales,  y  venia  á  ali- 
near, poco  más  ó  menos,  con  la  calle  del  Arquillo.  Al  sur,  hasta 
la  línea  de  la  calle  de  Plateros,  próximamente,  quedaba  la  man- 
zana de  la  iglesia  mayor  y  edificios  contiguos.   La  que  ocupaba  el 

I     Piedad  Heroica,  cap,  10,  n?  96. 


l68  NOTAS 

lugar  del  Parían  es  dudosa,  aunque  no  cabe  duda  en  que  se  deter- 
minó fabricarla.  En  cabildo  de  7  de  Noviembre  de  1533  (i), 
Gonzalo  Ruiz,  regidor  y  procurador,  dijo,  (cque  por  razón  que 
«esta  ciudad  no  tiene  propios,  se  ha  platicado  algunas  veces  de  to- 
«mar  solares  para  propios  de  esta  ciudad  en  que  se  hagan   tien- 

(ídas é  que  ha  parecido  es  conveniente  que  se  tome  para  lo 

«susodicho,  junto  á  la  plaza  mayor  desta  cibdad  enfrente  de  las 
«tiendas  de  los  portales^  que  son  de  Morales  é  de  Pedro  de  Paz  y 
«de  otros  vecinos,  la  cantidad  que  para  hacer  las  dichas  tiendas 
«  fuere  menester.  »  En  1 1  del  mismo  mes  se  dio  á  Gonzalo  Ruiz, 
en  representación  de  la  ciudad,  la  posesión  del  sitio  para  las  tien- 
das, y  sus  linderos  fueron  («en  la  plaza,  enfrente  de  los  portales  y)^ 
«por  la  una  parte  linderos  los  dichos  portales,  y  que  entremedias 
«quede  y  se  deje  una  calle  muy  ancha,  y  de  la  otra  parte  linde- 
«ros  las  casas  del  Cabildo  é  fundición,  con  que  asimismo  quede 
«calle  entremedias,  é  por  las  espaldas  linderos  como  dice  la  calleja 
«que  sale^íjr  entre  la  fundición  y  casa  de  Francisco  Verdugo,  hacia 
«la  iglesia  mayor,  y  por  la  otra  parte  linderos  la  calle  de  S.  Fran- 
«  cisco,  que  va  á  dar  á  las  casas  del  Marques  del  Valle.  »  La  desig- 
nación conviene  exactamente  á  la  manzana  del  Parlan;  pero  no 
encuentro  datos  suficientes  para  afirmar  que  llegara  á  construirse  el 
edificio  proyectado;  antes  los  hay  para  negarlo.  Llama  desde  luego 
la  atención  que  esta  manzana  desapareciera,  sin  saberse  cuándo  ni 
por  qué  motivo,  como  dice  el  Sr.  Alaman,  quien,  no  habiendo 
hecho  uso  del  Libro  Tercero  de  Cabildo,  donde  se  encuentra  el 
acta  de  posesión,  arriba  citada,  no  pudo  deducir  la  existencia  de 
dicha  manzana,  sino  del  embrollo  que  hizo  el  P.  Pichardo  en  las 
Notas  al  Primer  Libro  de  Cabildo,  por  haberse  empeñado  en 
colocar  allí,  en  la  esquina  nordeste,  la  casa  de  Pedro  González 
de  Trujillo,  que  no  estuvo  sino  en  la  esquina  de  las  calles  del 
Seminario  y  Arzobispado,  según  probaré  en  la  nota  40  (2).  No 
negaré  que  en  el  sitio  en  cuestión,  enfrente  de  las  casas  de  Ca- 

1  Libro  Tercero  de  Cabildo. 

2  Hablando  el  Sr,  Alaman  (pág.  240)  del  proyecto  presentado  en 
1695  por  el  correo  mayor  D.  Pedro  Jiménez  de  los  Cobos  para  la  cons- 
trucción del  Parían,  dice  que  entre  las  razones  en  que  se  fundó  «para  la 
«forma  y  dimensiones  que  propuso  se  diese  al  edificio,  es  de  notar  la  de 
«  que  con  ella  se  consultaba  á  la  hermosura  y  perfección  de  la  plaza  ma- 
«yor,  que  quedaba  con  ciento  setenta  y  seis  varas  por  todos  cuatro  cos- 
«tados,  que  es  la  misma  figtn^a  y  dimensiones  que  en  su  principio  fuvo.n 
Esto  último  haría  alguna  fuerza  para  creer  en  la  existencia  de  la  manzana 
en  cuestión,  pues  Cobos,  como  obrero  mayor  de  la  ciudad,  y  casi  dos  siglos 
más  próximo  que  nosotros  á  la  época  de  la  reedificación  de  ella,  seria  auto- 
ridad de  peso;  pero  el  caso  es  que  no  dijo  tal  cosa,  y  las  palabras  subrayadas 
no  se  hallan  en  su  informe,  el  cual  corre  impreso  en  el  cuaderno  de  Docu- 
mentos of  dales  7-elativos  á  la  construcción  y  demoliciondel  Partan,  pág,  17. 


AL   DIÁLOGO    SEGUNDO.  1 69 

bildo,  hubiera  algunos  edificios,  pero  no  hallo  pruebas  para  admi- 
tir que  llegaran  á  ocupar  todo  el  cuadro  de  que  se  dio  posesión 
á  Ruiz,  y  formaran  una  manzana  regular.  Mucho  menos  admito 
la  existencia  de  la  otra  que  se  supone  al  oriente  de  la  del  Parian, 
porque  á  mi  entender,  no  tiene  otro  fundamento  que  la  nota  6o 
del  P.  Pichardo  al  Primer  Libro  de  Cabildo,  en  la  cual  no  nos 
da  prueba  alguna  de  su  aserto.  La  calle  que  supone  entre  ambas 
manzanas,  no  es  otra  que  la  callejuela  que  atravesaba  entre  los 
solares  de  la  manzana  al  norte  de  la  catedral. 

Como  nuestro  objeto  no  es  historiar  las  variaciones  habidas  en 
la  plaza,  sino  determinar  la  forma  que  tenia  en  tiempo  de  Cer- 
vantes, claro  es  que  debemos  atenernos  principalmente  á  su  des- 
cripción. Nótase  desde  luego  que  él  no  habla  mas  que  de  una 
plaza,  aunque  en  el  acta  de  Cabildo  de  19  de  Febrero  de  1532 
se  mencionan  dos  (í).  Pero  la  noticia  es  veintidós  años  anterior 
á  la  de  Cervantes,  y  no  hay  duda  de  que  si  en  tiempo  de  este  hu- 
biera habido  dos  plazas,  no  habria  dejado  de  distinguirlas. 

Al  llegar  los  interlocutores  á  la  esquina  de  las  calles  de  Tacuba 
y  del  Empedradillo,  dice  Zuazo :  «  Estamos  ya  en  la  plaza,))  y  en 
seguida  se  habla  deJa  muchedumbre  de  tratantes  que  habia  en  ella, 
se  pondera  su  mucha  extensión  y  se  dice  que  si  se  quitaran  los  por- 
tales de  enfrente,  podria  caber  en  la  plaza  un  ejército.  Tales  se- 
ñas no  convienen  á  Va  placeta  del  Marques,  pues  aunque  era  bas- 
tante grande  para  que  pudieran  jugarse  cañas  en  ella  (2),  el  nom- 
bre át  pl/iceta  bien  indica  que  era  la  menor,  y  así  en  el  citado 
cabildo  de  19  de  Febrero  de  1532  se  distinguen  ambas  plazas  con 
los  nombres  de  mayor  y  menor.  ¿  Es  creíble  que  Cervantes  hablara 
tanto  y  con  tantos  elogios  de  la  plaza  menor,  y  no  dijera  palabra  de 
la  mayor  P  Debemos  concluir  de  esto,  que  en  1 554  no  habia  sino 
una  sola.  Conhrman  esta  conclusión  otros  datos.  La  catedral,  se- 
gún Cervantes,  estaba  en  medio  de  la  plaza,  no  entre  las  dos,  como 
dice  el  acta  de  1532.  Los  interlocutores,  al  salir  de  la  Audiencia, 
toman  por  los  portales  de  Mercaderes  hasta  la  esquina  de  la  Mon- 
terilla,  y  allí  encarecen  lo  que  hermosean  la  plaza  los  portales  de 
la  Diputación:  mal  pudieran  hermosearla  si  existiera  la  manzana 
del  Parian,  pues  tendrían  su  frente  á  ella,  no  á  la  plaza.  En  fin, 
dicen  que  el  segundo  lado  de  la  gran  plaza  se  cierra  con  las  casas 
de  D?-  Marina,  al  extremo  oriental  del  Portal  de  las  Flores,  y 
el  primer  lado  no  puede  ser  otro  que  el  del  portal  de  Mercaderes 
por  donde  acaban  de  pasar:  luego  no  habia  manzana  en  el  ángulo 
que  forman  estas  dos  lineas. 

Aquí  nos  conviene  detenernos  para  examinar  un  pasaje  oscuro 

1  Allí  se  dice  que  la  catedral  estaba  «  entre  las  dos  plazas, » 

2  Cabildo  de  8  de  Febrero  de  1527. 


I  yo  NOTAS 

del  Diálogo  i  que  dice  así  (pág.  io6):  v.  Sed  considera  nec  obiter, 
aporíicus  qu¿s  sunt  in  transverso  orientem  respicientes,  nam  regís 
maula  meridiem  ver  sus  est  posita,  quantum  forum  illustrent  ac  de- 
ncorent.-»  El  que  así  se  expresa  estaba  en  el  portal  de  Mercade- 
res, y  probablemente,  cerca  de  la  esquina  de  la  Diputación:  de 
consiguiente,  se  trata  de  otro  portal  que  estaba  in  transverso,  es 
decir,  de  través,  á  un  lado.  La  dificultad  está  en  las  palabras 
orientem  respicientes,  que  pueden  aplicarse  igualmente  á  los  por- 
tales y  á  los  interlocutores:  en  el  primer  caso  la  designación  no 
cuadra  á  los  portales  de  la  Diputación,  que  ven  al  norte  y  no  al 
oriente,  sin  que  haya  otros  á  que  aplicarla;  mientras  que  si  se 
adopta  lo  segundo,  toda  dificultad  desaparece,  porque  estando  los 
tres  amigos  en  el  portal  de  Mercaderes,  veian  en  realidad  á  oriente. 
Lo  que  Cervantes  sigue  diciendo,  no  deja  duda  de  que  los  porta- 
les de  que  habla  son  los  de  la  Diputación. 

La  mayor  dificultad  consiste  en  situar  los  otros  portales  que 
estando  Alfaro  en  la  esquina  del  Empedradillo  quedaban  enfrente 
é  impedian  que  en  la  plaza  cupiese  un  ejército.  Al  doblar  esa  es- 
quina, viniendo  por  la  calle  de  Tacuba,  se  ve  al  sur  y  al  oriente. 
A  este  viento  quedaba  la  manzana  que  llamaremos  de  los  conce- 
jales, y  aunque  es  posible  que  alguna  de  sus  casas  tuviera  portales, 
estos  no  ocupaban  lugar  en  la  plaza,  ni  puede  referirse  á  ellos  lo 
que  dice  Alfaro.  Lo  más  probable  es  que  los  interlocutores  esta- 
ban mirando  hacia  el  sur,  y  que  los  portales  en  cuestión  pertene- 
cían, bien  á  alguna  fábrica  que  habría  delante  de  la  iglesia,  ó  á 
otra  que  se  hubiera  levantado  en  el  terreno  déla  manzana  del  Pa- 
rian,  sin  que  por  eso  sea  necesario  admitir  que  dicha  manzana  lle- 
gara á  edificarse  por  completo. 

Nota  1 8,  pág.  97. 

La  palabra /í?r//;:^  tiene  dos  significaciones  principales:  designa 
la  plaza  en  que  se  venden  las  mercancías,  y  el  lugar  en  que  se 
administra  justicia  ó  se  tratan  negocios.  í(  ^0  conferrent  suas 
(Controversias,  et  qvcs  venderé  vellent  quo  ferrent,  forum  appella- 
arunt.y)  (i)  Cervantes,  en  su  enumeración  de  las  plazas  de  Roma, 
parece  haber  confundido  estas  dos  acepciones.  Las  plazas  ó  mer- 
cados Suarium,  Olitorium  y  Boarium  eran,  como  lo  indican  sus 
nombres,  los  lugares  en  que  se  vendían  los  cerdos,  las  verduras  y 
los  bueyes:  estos  mercados,  y  otros,  se  reunieron  en  uno  solo,  al 
cual  se  dio  el  nombre  de  Macellum  (2)  ó  Macellum  magnum.  (3) 


1  Varron,  De  Lingtia  latina,  V,  145. 

2  Id.,  ib.,  147, 

3  Sexto,  De  Reg.  Urb.  Rom.,  IL 


AL   DIALOGO   SEGUNDO.  I7I 

Los  foros  en  que  se  administraba  la  justicia  eran  tres:  el  llamado 
Forum  Romanum  por  excelencia:  el  de  Augusto  y  el  de  Julio  Ce- 
sar, de  que  habla  Suetonio.  (i)  El  Forum  Livium  de  Cervantes 
será  el  Macellutn  Livianiim  de  Sexto  (2)  El  Forum  Aurelium  era 
un  tribunal  que  estaba  en  el  Forum  Romanum.  (3)  Festo  men- 
ciona también  el  Forum  Julium. 

Nota  19,  pág.  97. 

El  Forum  Cupedinis  se  llamaba  así,  según  Festo  (4),  porque 
en  él  se  vendian  cosas  regaladas  ó  golosinas.  Véase  también  á 
Varron.  (5). 

Nota  20,  pág.  97. 

Al  volver  la  esquina  de  las  calles  de  Tacuba  y  el  Empedradi- 
11o,  vieron  los  interlocutores  la  fachada  del  palacio,  y  la  llaman 
«tercer  lado»  de  él,  porque  ya  hablan  visto  otros  dos:  el  de  la 
calle  de  Tacuba,  y  el  de  la  de  S.  José  el  Real. 

Nota  21,  pág.  97. 

Nuestro  compatriota  el  P.  jesuíta  Márquez  (que  por  cierto  te- 
nia bien  estudiado  el  texto  de  Vitruvio)  dice  que  las  columnce  me- 
diancs  son  las  columnas  aisladas,  en  cualquiera  parte  que  estén,  á 
distinción  de  las  empotradas  en  la  pared,  (ivollendo  signijicare  col- 
ada voce  medianas  quelle  che  sonó  in  mezxo  all^ aria  et  attorniate 
(íd^  aria  da  per  tutto  o  isolate,  perche  colla  voce  mediae  e  chiaro  che 
(.{significa  le  colonne  che  sonno  tramezzo  ad  altre  colonne.  Vitr., 
«Lib.  IV,  c.  3  e  7.W  (6)  Conforme  á  esta  explicación  he  tradu- 
cido el  mediana.  Por  lo  demás,  no  recuerdo  si  Vitruvio  condena 
las  columnas  cuadradas,  ni  la  averiguación  hace  al  caso. 

Nota  22,  pág.  99. 

No  hallo  otra  definición  de  procestria  que  la  de  Festo.  (7) 
(( Procestria  dicuntur  quo  proceditur  in  muro,  ^lius  procestria  edi- 
nficia  dixit  esse  extra  portam ;  Artorius  procestria  qucs  sunt  ante 


1  Ccvs.,  XXVI. 

2  De  Reg.  Urb.  Rom.,  V. 

3  Cicerón, /rí7  Cluenf.,  34. — Ad  Quir.,  5. 

4  V.  Cuppcs. 

5  De  Ling.  Lat.,  V,  146. 

6  Delle  Case  di  Cittá  degli  Antichi  Romani,  pág.  204. 

7  O  mas  bien  de  Paulo  Diácono,  De  Significatione  Verborttm. 


172  NOTAS 

« castra.    Etiam  qui  non  \pabent  castra^  propugnacula,  quibus  pro 
(( castra  utuntur,  ¿edificante  w 

Nota  23,  pág.  99. 

Peribolus  ó  Peribolum  es  voz  puramente  griega  ( 7rí?p/6oZoc ) :  se 
halla  en  la  Vulgata  (i)  in  peribolo  sanctorum,  que  Scio  tradujo  «en 
(da  galería  del  Santuario,))  y  Amat  «  en  el  pórtico  ó  galería  del  tem- 
«plo.»  (V.  también  Ezech.  XLII,  7,  10,  donde  ambos  traductores 
interpretan  «recinto.)))  Otros  \\dLQe.n  i  peribolus  sinónimo  de  sa- 
cellum f  lugar  pequeño  consagrado  á  una  divinidad,  rodeado  de 
pared,  pero  sin  techo.  El  P.  Terreros,  en  su  Diccionarioy  traduce 
«antepecho,  parapeto,))  y  en  ese  sentido,  que  pertenece  á  la  baja 
latinidad,  le  emplea  Cervantes.  —  Septum  significa  «cerca))  en  ge- 
neral, y  en  nuestra  lengua  tenemos  «setO)),  por  cercado  de  palos 
ó  varas  entretejidas.  Especialmente  se  llamaban  septa  unos  cor- 
rales en  que  se  reunían  las  tribus  y  centurias  en  los  comicios  ro- 
manos, antes  de  votar.  —  Se  daba  el  nombre  de  corona  á  los  bor- 
dos de  tierra  que  circundaban  los  campos.  (2)  —  La  voz  circuitus 
ha  pasado  á  nuestro  idioma,  reteniendo  su  significación. 

Nota  24,  pág.  1 01. 

Cualquiera  creerá  de  pronto  que  Cervantes  exajeraba  al  pon- 
derar la  multitud  de  curiales  y  litigantes  que  obstruía  los  corre- 
dores de  la  Audiencia;  pero  le  dará  entero  crédito  cuando  recuerde 
que  los  pleitos  fueron  una  verdadera  plaga  en  aquella  época.  En- 
carécelo con  vehementes  y  sentidas  razones  el  P.  Fr.  Gerónimo 
de  Mendieta  en  la  carta  que  escribió  en  1562  á  su  provincial 
Fr.  Francisco  de  Bustamante:  «Que  no  parece  otra  cosa  el  ejer- 
«cicio  y  tráfago  de  la  Audiencia  de  la  Nueva  España,  sino  imá- 
«gen  y  figura  del  mismo  infierno))  &c.  (3)  Sin  embargo,  en  años 
anteriores  sucedía  lo  contrario,  y  en  cabildo  de  21  de  Julio  de 
1533,  acordó  el  ayuntamiento  que  se  hiciera  saber  á  S.  M.  que 
los  oidores  no  tenían  que  hacer,  porque  no  había  pleito  alguno. 

Nota  25,  pág.  103. 

Tabellariorum  prísfectus  no  puede  significar  mas  que  «gefe  de 
«los  correos))  ó  «correo  mayor. ))  Mas  no  tengo  datos  positivos 
para  afirmar  que  ese  oficio  existiera  ya  en  México  el  año  de  1554. 


1  I  Maccii.,  XIV,  48. 

2  Catón,  De  Re  Riist.,  6. 

3  Col.  de  Doc.  para  la  Ilist.  de  México,  tom.  II,  pág.  533. 


AL   DIALOGO   SEGUNDO. 


«73 


Aunque  el  de  correo  mayor  de  las  Indias  data,  por  lo  menos,  de 
1520  (i),  del  de  México  no  hallo  noticia  anterior  á  1582,  en 
cuyo  año  tuvo  voto  en  el  cabildo  Martin  Olivares  «correo  ma- 
yor.» (2)  No  es,  por  otra  parte,  extraño  cjue  el  correo  mayor 
de  México  tuviera  su  despacho  tan  inmediato  á  la  Audiencia,  pues 
ese  oficio  era  uno  de  los  de  ella.  (3) 

Nota  26,  pág.  105. 

Riirsus  aperiamur  capita^  dice  el  original;  pero  me  parece  er- 
rata evidente  por  operiamury  y  así  he  leido  y  traducido. 

Nota  27,  pág.   107. 

Estos  portales  no  pueden  ser  otros  que  los  de  Mercaderes^  y 
hasta  el  nornbre  que  hoy  conservan  concuerda  con  el  destino  que 
tenian  en  tiempo  de  Cervantes.  El  Sr.  Alaman  asegura  que  se  cons- 
truyeron «á  principios  del  siglo  XVII,  y  por  eso  en  el  plano  de 
(da  manzana  que  fué  palacio  viejo  de  Moctezuma  se  les  llama  /os 
{(.portales  Tiuevos. »  (4)  Para  admitir  la  existencia  de  estos  desde 
el  siglo  anterior  tenemos,  además  del  testimonio  de  Cervantes,  el 
acuerdo  de  15  de  Abril  de  1524,  para  que  (dos  vecinos  que  ovie- 
uren  solares  en  la  redonda  de  la  plaza  pudieran  tomar  veintiún 
(cpiés  delante  de  dichos  solares  para  hacer  soportales.»  El  Sr.  Ala- 
man inserta  este  acuerdo,  pero  añade  que  «  no  parece,  sin  embargo, 
(cque  se  construyesen  mas  que  en  el  costado  del  portal  de  las  Flo- 
(cres.»  ¿Y  por  qué  no  también  en  el  de  Mercaderes  que  estaba 
en  igual  caso?  El  acta  del  cabildo  de  7  de  Noviembre  de  1533, 
que  he  citado  en  la  nota  17,  prueba  sin  réplica  que  ya  existían 
esos  portales,  y  á  mayor  abundamiento  hay  otra  mención  de  ellos 
en  el  cabildo  de  3  de  Enero  de  1536.  Tal  vez  en  el  siglo  XVII 
fueron  reedificados,  como  ha  sucedido  en  varias  épocas  con  todos 
los  edificios  de  México,  y  por  eso  se  les  llama  los  portales  nuevos  j 
dando  esa  obra  ocasión  al  pleito  de  que  habla  en  seguida  el  Sr.  Ala- 
man, movido  entre  ambos  cabildos,  eclesiástico  y  secular,  acerca 
de  la  propiedad  del  terreno  en  que  se  encuentra  dicho  portal; 
aunque  no  alcanzo  qué  derecho  podia  alegar  la  iglesia  á  un  terreno 
tan  distante  de  ella,  y  contiguo  á  casas  particulares. 


1  León  Pinelo,  Tmi.  de  Coiifinn.  Reales,  Pte.  II,  cap.  i.  — V.  tam- 
bién SoLóRZANO,  Pal.  Ind.y  lib.  II,  cap.  14,  n?  25.— Herrera,  Déc.  III, 
lib.  7,  cap.  I. 

2  Cavo,  Tres  Siglos  de  México,  año  1582, 

3  Diez  de  la  Calle,  Memorial  y  N'oticias,  fol.  49  vto.  —  BetAN- 
CURT,  Trat.  de  la  Ciiul.  de  Aléxico,  cap.  V,  n?  142. 

4  Disertaciones,  tom.  II,  pág.  245. 


74 


NOTAS 


En  cabildo  de  lo  de  Enero  de  1530,  el  procurador  Gonzalo 
Ruiz  denunció  la  obra  de  unos  portales  que  el  contador  Albor- 
noz hacia  «en  la  plaza  mayor  de  esta  cibdad,  á  la  entrada  de  la 
calle  de  las  «casas  deste  dicho  cabildo,»  y  que  al  procurador  le 
«parecían  ser  en  perjuicio  é  inconveniente  hacerse,  porque  ocupa 
«la  entrada  de  la  dicha  calle  é  de  la  puente  de  ella  á  la  dicha  plaza, 
«lo  cual  ha  de  estar  exento.  »  Diego  Hernández  de  Proaño,  dando 
su  opinión,  dijo  «que  el  inconveniente  que  se  pone  no  es  ninguno, 
«porque  hecha  la  puente  que  cubre  toda  la  acequia,  como  se  ha 
«de  hacer,  hasta  la  pared  de  la  cárcel,  queda  mucha  entrada  é  sa- 
« lida  é  muy  derecha,  é  antes  le  parece  que  hechos  los  portales 
«que  se  hacen,  queda  la  plaza  con  más  proporción,  é  se  quita  un 
«rincón  que  agora  está  sin  ellos.»  Me  parece  que  las  señas  con- 
vienen al  extremo  sur  del  portal  de  Mercaderes:  el  puente  de  la 
calle  de  las  Casas  de  Cabildo  á  la  plaza,  será  el  de  los  pregoneros 
en  la  esquina  de  la  Monterilla;  y  al  hablarse  del  puente  que  se 
habia  de  hacer  para  cubrir  toda  la  acequia  hasta  la  pared  de  la  cár- 
cel, se  da  á  entender  que  la  acequia  que  pasaba  por  delante  de  las 
Casas  de  Cabildo,  se  habia  de  cubrir  en  toda  la  extensión  del  frente 
de  estas  hasta  la  Callejuela. 

Los  pórticos  Claudio  y  Livio,  en  Roma,  que  menciona  Cer- 
vantes como  distintos,  eran  uno  solo  en  sentir  de  varios  autores. 

Nota  285  pág.  107. 

Este  verso  es  de  Marcial  {Spect.,  2)  :  el  P.  jesuíta  Morrell  (i) 
le  tradujo  así,  con  sobrada  libertad: 

«Donde  el  pórtico  Claudio  se  dilata 
«En  fria  sombra,  al  caminante  grata.» 

Nota  29,  pág.  107. 

"Janus  era  llamado  en  Roma  un  edificio  del  Foro  donde  se  reu- 
nían usureros  y  mercaderes.  Dividíase  en  tres  partes:  summus, 
medius  é  imus.  El  medius  Janus  era  el  lugar  favorito  de  los  usu- 
reros. 

«  Postquam  oimiis  res  mea  Janwn 

II.  Ad  inedhim  fracta  est,  aliena  negotia  ctiro 
(( Exciissiis  propriis. » 

«  Cuando  en  la  Bolsa  me  quedé  perdido 
«Y  mis  propios  negocios  vi  ir  á  menos 
«Me  dediqué  á  cuidar  de  los  ágenos.»  (2) 

1  Poesías  Selectas  de  varios  Autores  Latinos  traducidas  en  verso  cas- 
tellano, pág.  133. 

2  Horacio,  Sat.,  II,  3 ;  trad.  de  Burgos. 


AL   DIALOGO   SEGUNDO.  1/5 

Nota  30,  pág.  107. 

Antes  que  en  1598  construyera  el  célebre  arquitecto  Herrera 
la  grandiosa  Lonja  de  Sevilla  (_hoy  Archivo  de  Indias),  los  mer- 
caderes se  juntaban  para  sus  tratos  en  las  gradas  de  la  Iglesia  ca- 
tedral, y  á  esa  costumbre  alude  Cervantes,  (i) 

Nota  31,  pág.  107. 

Todos  saben  que  Mercurio  era  el  dios  de  los  comerciantes. 

Nota  32,  pág.  107. 

La  calle  de  la  Monterilla.  El  puente  de  piedra  (llamado  «de 
«los  pregoneros»)  era  el  que  daba  paso  sobre  la  acequia  que  venia 
por  frente  de  las  Casas  de  Cabildo  y  seguia  por  la  calle  del  Re- 
fugio. 


Nota 


33,  pag.  109. 


Véase  la  nota  17.  Situados  los  interlocutores  en  el  portal  de 
Mercaderes,  miraban  al  oriente,  y  los  portales  de  que  hablan  son 
los  de  las  Casas  de  Cabildo,  que  efectivamente  están  en  el  lado  sur 
de  la  plaza.  Con  la  descripción  de  Cervantes  se  prueba  que  los 
tenian  las  primitivas  Casas  de  Cabildo  incendiadas  en  1692,  con- 
tra lo  que  dice  el  Sr.  Alaman  en  su  Disertación  VIII,  pág.  230. 

Nota  34,  pág.  109. 

Foro  uti  era  una  locución  proverbial,  derivada  de  lo  que  hacían 
los  mercaderes,  quienes  no  acostubraban  pedir  precio  por  sus  mer- 
cancías sino  hasta  que  llegaban  al  lugar  de  la  feria,  y  tomaban  in- 
formes del  estado  de  los  negocios,  para  resolver  si  debían  vender 
desde  luego  y  á  qué  precio.  (2)  Usábase  también  metafóricamente, 
por  «acomodarse  á  los  tiempos,  obrando  con  precaución  y  cau- 
«tela.))  Así  el  famoso  Pedro  Simón  Abril  tradujo  Scisti  uti  foro, 
por  «hiciste  cuerdamente.»  (3)  Pero  no  comprendo  la  oportuni- 
dad del  proloquio  en  este  lugar,  ni  la  causa  de  haber  cambiado 
Cervantes  el  infinitivo  en  imperativo. 

Nota  3^,  pág.  109. 

El  original  dice  aquí  Zuazo;  pero  es  errata  evidente  por  Za- 
mora, pues  además  de  que  á  este  le  tocaba  responder,  Zuazo  es 

1  ZuÑiGA,  Anales  de  Sevilla. 

2  Erasmo,  Adagia,  Ch.  I,  cent,  i,  ad.  92. 

3  Traducción  de  Terencio,  Fhorm.,  Act.  I,  se.  2. 


176  NOTAS 

quien  habla  en  el  párrafo  siguiente,  y  resultan  dos  juntos  de  un 
mismo  interlocutor. 

Nota  2^,  P%-  109. 

Por  esta  descripción  de  la  antigua  Casa  de  Cabildo  (i)  se  ve  que 
abajo  tenia  portales,  y  arriba  un  corredor  abierto,  ó  mirador,  lo 
mismo  que  el  palacio  de  Cortés  en  el  Empedradillo.  En  la  ree- 
dificación hecha  después  de  1692,  con  motivo  de  haberla  incen- 
diado la  plebe  en  el  tumulto  de  15  de  Enero  de  aquel  año,  se 
conservó  esa  misma  disposición,  como  se  advierte  claramente  en 
el  actual  edificio,  sin  otra  diferencia  que  la  de  haberse  cerrado, 
entonces  ó  después,  los  arcos,  quedando  un  balcón  en  cada  uno. 

Si  la  cárcel  de  ciudad  estaba  á  espaldas  de  la  casa  de  Cabildo, 
venia  á  quedar  poco  mas  ó  menos  donde  hoy  está. —  La  carnice- 
ría, esto  es,  el  despacho  principal  del  obligado  al  abasto,  ó  sea  el 
contratista  que  se  obligaba  á  dar  toda  la  carne  necesaria  para  el  con- 
sumo de  la  ciudad,  estaba  en  la  Callejuela,  donde  hasta  hace  poco 
existió,  como  en  tiempo  de  Cervantes,  junto  á  la  cárcel,  una  gran 
tabla  ó  despacho  de  carnes.  No  omitiré  una  noticia  curiosa,  que 
da  idea  de  los  modestos  principios  de  nuestra  ciudad..  En  cabildo 
de  9  de  Marzo  de  1528,  Alonso  Herrero  y  Bartolomé  de  Mora- 
les hicieron  proposiciones  para  abastecer  de  carne  la  ciudad,  y 
una  de  ellas  fué  la  de  dar  «de  quince  á  quince  dias  un  novillo, 
«é  más  si  fuere  menester.))  —  El  Sr.  Alaman  dice  que  la  fundi- 
ción estaba  en  la  esquina  de  la  i?-  calle  de  la  Monterilla,  y  que 
cuando  se  quitó  de  allí,  compró  el  ayuntamiento  el  lugar  que  ocu- 
paba (2);  pero  la  descripción  de  Cervantes,  y  sobre  todo  el  acta 
del  cabildo  de  7  de  Noviembre  de  1533,  que  se  citó  en  la  nota  17, 
no  dejan  duda  de  que  estaba  al  otro  lado,  en  la  esquina  de  la  Ca- 
llejuela. 

Nota  37,  pág.  III. 

Es  lástima  que  Cervantes  no  exprese  el  apellido  ú  otra  seña  de 
la  D?"  Marina,  para  que  supiéramos  si  estas  casas  eran  de  la  célebre 
india  intérprete  de  Cortés,  ó  de  la  mujer  del  tesorero  Alonso  de 
Estrada,  que  tenia  el  mismo  nombre.  Esta  figuraba  lo  bastante 
para  dar  fundamento  á  la  creencia  de  que  las  casas  fueran  conoci- 
das con  su  nombre,  y  no  con  el  de  su  marido.  Tenemos  el  ejem- 
plo de  que  habiéndose  acordado  en  cabildo  de  22  de  Noviembre 
de  1533,  se  notificara  á  los  dueños  de  molinos,  que  los  pusieran 


1  El  día  10  de  Mayo  de  1532  se  celebró  en  ella  el  primer  cabildo. 

2  Dise7-taciones,  tom.  II,  pág.  228. 


AL    DIALOGO  SEGUNDO.  I77 

en  corriente,  la  notificación  tocante  al  que  poseia  el  tesorero,  se 
hizo  á  su  mujer  D^^  Marina.  También  se  le  nombra  en  el  ////^r- 
r¿7^/';/¿7r/í' de  D.  Antonio  de  Mendoza  (preg.  32).  La  otra  D^  Ma- 
rina, casada  con  Juan  Jaramillo,  tenia  casas  en  otra  calle  de  la 
ciudad.  Sea  lo  que  fuere,  no  estará  por  demás  reunir  aquí  las  no- 
ticias que  hemos  hallado  de  la  vida  de  esta  célebre  india,  tan  co- 
nocida entre  nosotros  con  el  nombre  de  «la  Malinche. » 

Discrepan  los  autores  acerca  del  lugar  de  su  nacimiento.  Según 
Gomara  (i),  «era  de  hacia  Xalisco,  de  un  lugar  dicho  Viluta.» 
Así  se  lee  en  las  ediciones  españolas;  pero  en  la  que  hizo  Busta- 
mante  (2)  está  corregida  la  ortografía  y  añadida  la  interpretación: 
«Era  natural  de  hacia  Jalluco  (3)  ó  Xallisco,  de  un  lugar  llamado 
«Huilotlan,  que  quiere  decir,  lugar  de  tórtolas.»  (O  «junto  á  las 
«tórtolas.)))  Herrera  (4)  dice  que  «era  de  hacia  Xalisco,  al  po- 
«niente  de  México,))  y  lo  mismo  Torquemada  (5).  Mota  Padi- 
lla (6)  sostiene  esa  opinión,  y  su  principal  razón  es  que  cuando 
Herrera  lo  dijo,  sus  fundamentos  tendría  para  ello,  «y  pues  dicho 
«Herrera  lo  afirma,  debo  abrazar  su  opinión,  corno  que  redunda  en 
ü glorias  de  la  Galicia!))  Ixtlilxochitl  (7)  expresa  también  que  era 
de  Huilotlan;  mas  pone  este  pueblo,  no  en  Jalisco,  sino  «en  la 
«provincia  de  Xalacingo,))  que  no  es  poca  diferencia.  Oviedo  (8) 
la  hace  natural  de  la  ciudad  de  México.  Ya  Clavigero  (9),  notó, 
y  con  razón,  la  inverosimilitud  de  que  D?-  Marina  hubiera  veni- 
do á  dar  á  Tabasco  desde  una  provincia  tan  remota  como  Xalis- 
co (10),  y  sigue  á  Bernal  Díaz  (11),  quien  dice  era  de  Painalla, 


1  Crónica  de  Nueva  España,  cap.  26,  apud  Barcia,  Historiadores 
Primitivos,  tom.  II.  En  el  cap,  59  la  llama  Marieta  de  Vihita,  como  si 
fuera  ese  su  apellido.  —  Prefiero  citar  la  edición  de  Barcia,  porque  tiene 
numerados  los  capítulos,  cosa  que  no  sucede  en  las  anteriores  y  posteriores. 

2  México,  1826,  2  toms.  4?;  tom.  I,  pág.  41. 

3  Este  JaUíico  es  sin  duda  errata  por  Jalisco:  la  7i  seria  is  en  el  MS., 
y  no  es  temerario  suponer  que  la  equivalencia  que  sigue  es  añadidura  de 
Bust  amante. 

4  Déc.  II,  lib.  5,  cap.  4. 

5  Lib.  IV,  cap.  16. 

6  Conq.  de  la  N'ueva  Galicia,  cap.  42. 

7  Historia  Chichimeca,  cap.  79,  apud  KlNGSBOROUGH,  tom.  IX., 
pág.  287. 

8  Hist.  Gen.yNat.  de  las  Indias,  lib.  XXXIII,  cap.  i. 

9  Stor.  Ant.  del  Messico,  tom.  III,  pág.  12,  nota. 

10  En  Jalisco  no  encuentro  otro  pueblo  cuyo  nombre  se  asemeje  al  de 
Hziilotlan,  si  no  es  Jilotlan,  en  el  partido  de  Zapotlan  el  Grande,  dis- 
trito de  Sayula.  Es  verdad  que  los  mercaderes  mexicanos  corrían  mucha, 
tierra;  mas  todas  las  circunstancias  de  la  vida  de  D^  Marina  desmienten 
ese  origen  lejano. 

11  Cap.  37. 


178  NOTAS 

en  la  provincia  de  Guazacualco.  Por  último,  D.  Carlos  M.  de  Bus- 
tamante  (i)  nos  informa  de  que  en  Acayucan  decian  que  la  pa- 
tria de  D?-  Marina  era  Xaltipan,  en  aquella  provincia,  y  aun  en- 
señaban su  casa  (2). —  Bernal  Diaz  es  quien  nos  refiere  con  más 
extensión  la  historia  de  D?-  Marina,  y  merece  todo  crédito,  por 
haberla  conocido  bien,  lo  mismo  que  á  su  familia.  Dice  que  era 
hija  de  un  cacique  de  la  provincia  de  Guazacualco,  y  que  siendo 
aun  niña,  perdió  á  su  padre.  La  madre  casó  con  otro  cacique, 
de  quien  tuvo  un  hijo,  y  deseando  ambos  que  este  heredase  el 
señorío,  determinaron  deshacerse  de  la  hija,  como  lo  verificaron, 
haciéndola  pasar  por  muerta,  y  entregándola  á  unos  indios  de 
Xicalanco,  quienes  á  su  vez  la  dieron  ó  vendieron  á  otros  de  Ta- 
basco.  Cuando  llegó  Cortés  á  aquella  provincia,  notando  el  señor 
de  ella  que  no  traia  mujeres  para  aderezar  la  comida  del  ejército, 
le  regaló  veinte  esclavas,  entre  las  cuales  acertó  á  hallarse  D^  Ma- 
rina, nombre  que  después  recibió  en  el  bautismo.  «Como  era  de 
«buen  parecer,  y  entremetida  y  desenvuelta,»  la  dio  Cortés  á 
Alonso  Hernández  Portocarrero,  sin  sospechar  entonces  los  gran- 
des servicios  que  más  adelante  le  habia  de  hacer  aquella  esclava. 
Convienen  todos  en  que  era  de  notable  belleza,  y  Muñoz  Camargo 
refiere  que  cuando  unos  enviados  de  Moctezuma  volvieron  á  dar 
cuenta  de  su  comisión,  dijeron  que  los  españoles  traian  consigo 
una  mujer  «hermosa  como  diosa,  porque  hablaba  la  lengua  me- 
«xicana  y  la  de  los  dioses.»  (3)  Llegado  el  ejército  á  las  playas 
de  Veracruz,  y  mientras  Cortés  luchaba  con  la  dificultad  de  no 
tener  intérprete  para  entenderse  con  aquellas  gentes,  pues  Geró- 
nimo de  Aguilar  que  habia  desempeñado  ese  oficio  en  Tabasco, 
no  entendía  ya  el  idioma  del  nuevo  pueblo,  notaron  algunos  que 
la  D?-  Marina  hablaba  con  los  enviados  de  Moctezuma.  Supo  en- 


1  Teoamoxfli,  carta  i%  pág,  16.  —  Edición  de  GOMARA,  tom.  I, 
pág.  41,  nota. 

2  Mi  estimado  amigo,  el  Sr.  Dr,  D.  C.  H.  Berendt,  me  comunica  la 
curiosa  nota  siguiente,  que  parece  corroborar  la  opinión  de  Bustamante. 
«Todavía  subsiste  esta  tradición  en  aquella  costa.  Hay  un  cerrito  en  la 
«salida  del  pueblo  de  Xaltipan,  que  lleva  el  nombre  de  la  Malinche.  Por 
«lo  físico  y  por  lo  moral  de  las  indias  de  Xaltipan,  bien  podria  la  Ma- 
« linche  ser  de  allá.  Son  nombradas  por  su  belleza,  y  la  fama  las  distin- 
«gue  por  su  ligereza,  en  medio  de  la  inmoralidad  general  del  Istmo.  Un 
«extranjero  se  dirigió  á  una  indita,  en  la  calle  de  Minatitlan,  con  una 
«pregunta  que  mal  interpretada  le  valió  esta  respuesta:  N'o  soy  de  Xal- 
v.tipan,  señor.  ^-^ 

3  Hist.  de  Tlaxcala,  MS.  —  D^  Marina  sabia  las  lenguas  mexicana 
y  maya;  mas  ¿por  qué  los  enviados  mexicanos  hablan  de  llamar  lengua 
de  los  dioses  al  idioma  maya,  que  les  era  casi  desconocido?  Nada  tendría 
de  extraño  la  frase,  aplicándola  al  castellano;  pero  dudo  que  á  esa  fecha 
le  hablara  ya  D*  Marina. 


AL   DIALOGO   SEGUNDO.  I  79 

tonces  el  general  que  la  lengua  nativa  de  aquella  mujer  era  la  me- 
xicana, y  como  durante  su  residencia  en  Tabasco  habia  aprendido 
la  de  esa  provincia,  que  era  la  maya,  podia  hablarla  con  Aguilar, 
que  la  sabia  también,  á  consecuencia  de  su  larga  cautividad  en  Yu- 
catán. Por  aquí  se  halló  el  deseado  medio  de  comunicación,  pues 
Cortés  hablaba  en  castellano  con  Aguilar,  este  en  maya  con  D^>  Ma- 
rina, y  esta  en  mexicano  con  los  indios  de  aquella  costa,  volviendo 
Ja  respuesta  por  el  mismo  camino.  Pero  pronto  pudo  evitarse  tan 
penoso  rodeo,  porque  D?-  Marina  aprendió  en  breve  la  lengua 
castellana.  Poco  después  marchó  Portocarrero  á  España,  comisio- 
nado para  llevar  los  presentes  al  Emperador,  y  desde  entonces 
quedó  D?-  Marina  con  Cortés,  sirviéndole  de  intérprete,  y  tam- 
bién de  dama,  por  desgracia.  De  ella  hubo  el  conquistador  un 
hijo,  llamado  D.  Martin  Cortés.  Durante  toda  la  guerra,  D^  Ma- 
rina acompañó  fielmente  á  Cortés,  con  ánimo  varonil  (i),  ha- 
ciéndole notables  servicios,  entre  ellos  el  de  haberle  dado  aviso 
de  la  conjuración  de  los  cholultecas.  Tuvo  la  fortuna  de  escapar 
del  estrago  de  la  Noche  Triste,  lo  cual  fué  no  poco  satisfactorio 
para  Cortés,  Cuando  este  marchó  á  la  expedición  de  las  Hibue- 
ras  (1524)  llevó  consigo  á  D?-  Marina,  y  en  un  pueblo  inmediato 
á  Orizaba  la  casó  con  Juan  Jaramillo,  estando  borrachoy  agrega  el 
desenfadado  Gomara,  cosa  que  Bernal  Diaz  contradice  indirecta- 
mente. (2)  Siguiendo  adelante,  al  pasar  por  Guazacualco,  hizo 
convocar  Cortés  á  todos  los  caciques  de  la  comarca,  y  entre  ellos 
vinieron  la  madre  y  hermano  de  D?-  Marina:  caso  que  prueba 
bien  que  ella  era  de  aquella  comarca,  y  no  de  Jalisco.  Al  punto 
notaron  todos  la  semejanza  de  D?-  Marina  con  aquellos  caciques: 
siguióse  el  reconocimiento,  y  el  consiguiente  temor  de  que  ella 
aprovechase  su  posición  actual  para  vengar  el  agravio  recibido. 
Mas  no  fué  así,  sino  que  los  tranquilizó,  les  hizo  algunos  regalos, 
y  los  perdonó,  diciéndoles  «que  Dios  le  habia  hecho  mucha  mer- 
«ced  en  quitarla  de  adorar  ídolos,  y  ser  cristiana,  y  tener  un  hijo 


1  «Digamos  cómo  D^  Marina,  con  ser  mujer  de  la  tierra,  qué  es- 
((' fuerzo  tan  vai-onil  tenia,  que  con  oir  cada  dia  que  nos  habían  de  matar 
«y  comer  nuestras  carnes,,  y  habernos  visto  cercados  en  las  batallas  pa- 
«sadas,  y  que  ahora  todos  estábamos  heridos  y  dolientes,  jamas  vimos 
«flaqueza  en  ella,  sino  muy  mayor  esfuerzo  que  de  mujer.»  Bernal 
Díaz,  cap.  66. 

2  Este  suceso  inspiró  á  Salazar  y  Olarte  una  de  sus  mas  estrambóti- 
cas frases:  «En  una  aldea  poco  distante  (de  Orizaba)  celebró  matrimo- 
«nio  D*  Marina,  con  el  capitán  Juan  Xaramillo,  con  consentimiento  de 
«  Hernán  Cortés,  cuya  novedad  dio  á  la  9?nir??niracion,  lo  qite  pudo  qui- 
ntarle á  la  decencia,  n  Lib.  III,  cap.  12.  —  Según  Arróniz  [Ilisí.  de  Dri- 
zaba, pág.  171),  ese  matrimonio  se  verificó  en  el  antiguo  pueblo  de  Os- 
toticpac,  que  estaba  donde  hoy  el  Ingenio. 


1 8o  NOTAS 

nde  su  amo  y  señor  Cortés,  y  ser  casada  con  un  caballero,  como  era 
«su  marido  Juan  Jaramillo;))  con  cuyo  motivo,  y  no  sin  funda- 
mento, recuerda  el  buen  Bernal  Diaz  la  historia  de  José  en  Egipto: 
aunque  es  fuerza  convenir  en  que  hay  gran  diferencia  en  la  casti- 
dad de  los  protagonistas.  El  historiador  Prescott  (i)  dice  que  se 
hizo  merced  de  tierras  á  D?-  Marina  en  su  provincia  nativa,  donde 
probablemente  pasó  el  resto  de  sus  dias,  y  que  desde  entonces 
desaparece  su  nombre  de  la  historia.  Lo  de  las  mercedes  de  tier- 
ras creo  que  es  cierto,  mas  no  que  pasara  allá  el  resto  de  sus  dias, 
pues  en  14  de  Marzo  de  1528  se  hizo  merced  á  ella  y  á  su  ma- 
rido, de  un  terreno  inmediato  á  Chapultepec.  Obtuvo  además  un 
solar  para  huerta  en  la  calzada  de  S.  Cosme,  y  en  20  de  Julio  de 
1528  se  le  dio  una  huerta  que  habia  sido  de  Moctezuma.  Las 
casas  de  su  habitación  estaban  en  la  calle  de  Medinas,  según  las 
investigaciones  del  Sr.  Alaman.  (2)  Después  de  1528  no  encuen- 
tro ya  noticias  de  D?-  Marina,  y  todo  induce  á  creer  que  terminó 
su  vida  en  México,  rica  y  estimada,  pues  su  marido  era  uno  de 
los  principales  vecinos,  y  desempeñó  diversos  cargos  de  impor- 
tancia, como  los  de  regidor,  procurador  y  alférez  real.  Ignoro  si 
D?  Marina  dejó  descendencia  legítima:  en  la  Residencia  de  Cor- 
tés se  hace  mención  de  «una  hija  de  Marina  la  lengua,»  (3)  pero 
sin  hablar  del  padre,  tal  como  si  fuera  ilegítima.  —  Muñoz  Ca- 
margo,  en  su  Historia  de  Tlaxcalay  MS.,  cuenta  de  una  manera 
embrollada  y  muy  singular  la  historia  de  nuestra  D?-  Marina. 
Dice,  entre  otras  cosas,  que  cuando  Gerónimo  de  Aguilar  y  Gar- 


1  Conq.  o/ Jllexico,  book  VII,  ch.  3. 

2  Disertaciones,  tom.  II,  págs,  293,  294.  —  Según  D.  Carlos  de  Si- 
güenza  y  Góngora,  se  dio  á  Juan  Jaramillo  y  á  su  mujer  D^  Marina,  para 
su  habitación,  la  mayor  parte  del  sitio  que  ocupó  después  el  convento  de 
Jesús  María,  lo  cual,  dice,  le  constaba  «por  escrituras  antiguas  y  otras 
«memorias.»  Paraíso  Occidental,  lih.  I,  cap.  Ii.  —  En  el  art.  Alalintzin 
áel  Diccioitario  Universal  de  Historia  y  de  Geografia  (Apéndice,  tom.  II, 
pág.  777),  se  dice  que  obtuvo  terrenos  en  Xilotepec;  pero  desconfio  de 
las  noticias  de  ese  artículo,  porque  contiene  suposiciones  aventuradas, 
y  equivocaciones  evidentes,  como  la  de  llamar  á  la  esposa  de  Cortés 
D^  Juana  Suarez,  confundir  los  dos  hijos  de  Cortés,  el  legítimo  y  el 
bastardo,  porque  ambos  llevaban  el  nombre  de  Martin,  &c.  En  la  His- 
toria de  Drizaba  (pág,  182),  hallo  que  á  Xaramillo  «le  tocó  parte  del  va- 
«lle  comprendido  en  las  tierras  del  Sumidero,  hacia  el  N.  E.  de  Orizaba.» 
El  dato  está  tomado  de  unas  escrituras  de  tierras  del  Sr,  D.  V.  Madrazo, 
donde  se  lee  que  «Moyuapan,  Sumidero  y  el  molino  de  la  puente  que 
«está  cabe  el  camino  que  va  deste  lugar  á  la  Veracruz,  perteneció  al  ca- 
«  pitan  Juan  de  Xaramillo,  marido  de  D?-  Marina  la  lengua. » 

3  Tom,  I,  pág.  123;  tom.  II,  págs,  70,  loi.  —  Las  señas  que  dan  los 
declarantes,  y  que  no  son  para  copiadas,  no  dejan  duda  de  que  se  trata 
de  nuestra  D^í  Marina;  y  es  preciso  admitir  que  esta  hubo  la  hija  antes  de 
entrar  á  poder  de  los  españoles. 


AL  DIÁLOGO  SEGUNDO.  I  8'I 

cía  del  Pilar  (sic!)  (i)  naufragaron  en  las  costas  de  Yucatán,  ya 
estaba  allí  D?-  Marina,  y  el  cacique  la  dio  por  mujer  á  Aguilar. 
A  la  llegada  de  Cortés,  salió  á  su  encuentro  Aguilar  «con  gran 
((muchedumbre  de  canoas,»  y  con  el  carácter  de  embajador  del 
cacique,  en  cuya  ocasión  fueron  recogidos  los  esposos  en  la  armada 
española.  También  Ixtlilxochitl  (2)  casó  á  Aguilar  con  D?-  Ma- 
rina; pero  no  entonces,  sino  ((andando  el  tiempo.»  Inútil  es  im- 
pugnar la  historia  de  tal  casamiento.  Ya  el  P.  Figucroa,  colector 
de  los  MSS.  de  Ixtlilxochitl,  anotó  el  pasaje,  advirtiendo  que 
((Aguilar  era  clérigo  subdiácono,  y  así  no  casó  ni  pudo  casar  con 
((Marina.»  Todos  saben,  por  otra  parte,  las  duras  pruebas  á  que 
puso  el  cacique  de  Tabasco  la  virtud  de  Aguilar,  sin  lograr  ven- 
cerla. 

Quédanos  por  tratar  un  punto  curioso.  Están  contestes  los  au- 
tores en  que  el  nombre  de  MarÍ7ia  fué  impuesto  á  nuestra  india 
en  el  bautismo  (3) ;  este  fué,  pues,  el  nombre  cristiano ;  pero  in- 
dudablemente tuvo  antes  otro  gentil:  ¿cuál  era  este?  El  origen 
del  nombre  Malinche,  con  que  fué  y  es  conocida,  y  que  los  me- 
xicanos aplicaron  también  á  Cortés  (4),  se  atribuye  á  que  por  ca- 
recer de  la  letra  r  el  alfabeto  de  la  lengua  mexicana,  los  indios  la 
sustituyeron  con  la  /,  como  la  mas  análoga,  y  Marina  se  convir- 
tió en  Malina,  á  cuyo  nombre  agregaron  la  terminación  tzin,  que 
denota  cariño  ó  respeto,  resultando  Malintzin,  como  quien  dice 
Marinita  ó  D-?  Marina,  y  corrompido  por  los  españoles,  como 
acostumbraban,  vino  á  quedar  en  Malinche.  (5)  Pero  otros  (6), 
al  parecer  mejor  fundados,  creen  que  el  cambio  del  nombre  siguió 
camino  inverso.  En  la  explicación  de  la  lám.  X  del  Códice  Tel- 
leriano-Remense  (7),  explicación  que  remonta  á  la  época  del  pri- 


1  Qué  tiene  que  ver  en  esto  el  intérprete  é  instrumento  de  las  mal- 
dades de  Nuiío  de  Guzman,  y  de  dónde  sacó  Muñoz  Camargo  tal  má- 
quina de  disparates,  son  cosas  difíciles  de  explicar. 

2  Ubi  supra. 

3  ((Que  así  se  llamó  después  de  vuelta  cristiana.»  Bernal  DiAZ, 
cap.  36. 

4  «La  causa  de  haberle  puesto  aqueste  nombre  (á.  Cortés)  es  que  co- 

«mo  D?  Marina  nuestra  lengua  estaba  siempre  en  su  compañía por 

(( esta  causa  le  llamaban  á.  Cortés  el  capitán  de  Marina,  y  para  más  breve 
(de  llamaban  Malinche;  y  también  se  le  quedó  este  nombre  á  un  Juan 

{(Pérez  de  Arteaga por  causa  que  siempre  andaba  con  D?  Marina  y 

(( con  Gerónimo  de  Aguilar  deprendiendo  la  lengua,  y  á  esta  causa  le  11a- 
((maban  Juan  Pérez  Malinche.»  Pernal  Díaz,  cap.  74. 

5  Alaman,  Disertaciones,  tom.  I,  pág.  59,  nota.  —  ClAVIGERO,  Stor. 
Ant.  del  Mcssico,  tom.  III,  pág.  13,  nota. 

6  El  finado  Sr.  D.  José  F.  Ramírez,  en  nota  manuscrita  que  me  co- 
municó. 

7  Apud  KiNGSBOROüGH,  tom.  V,  pág.  150. 


1 82  NOTAS 

mer  virey  de  México,  se  lee  lo  que  sigue:  «En  este  año  sujetaron 
(dos  mexicanos  á  la  provincia  Coatlastla  (Cuetlaxtla),  que  está 
«veinte  leguas  de  Veracruz,  dejando  sujetos  todos  los  demás  pue- 
(cblos  que  quedan  de  allí  atrás.  Esto  fué  el  año  de  8  casas  y  de 
«1461,  que  es  esta  Guazacualco,  que  es  la  provincia  donde  halla- 
(cron  los  españoles  á  la  india  Malinale,  que  constantemente  llaman 
n  Marina.))  De  aquí  podemos  inferir  que  el  nombre  de  Marina 
se  le  impuso  en  el  bautismo,  tal  vez  por  analogía  con  el  que  an- 
tes llevaba,  y  de  este,  y  no  del  nuevo,  salió  directamente,  sin  sus- 
titución de  letras,  el  de  Malintzin,  con  solo  poner  el  reverencial 
tzin  en  cambio  de  la  terminación,  según  lo  pide  el  genio  de  la 
lengua.  Malinalli  es  el  nombre  ó  símbolo  de  uno  de  los  veinte 
dias  del  mes  mexicano,  y  se  interpreta  por  «retorcedura,»  del 
verbo  malina,  «torcer  cordel  encima  del  muslo.»  (i)  Es  sabido 
que  los  mexicanos  daban  á  los  niños  el  nombre  del  dia  en  que  na- 
cían (2),  y  más  adelante  les  anadian  otro,  sin  quitarles  el  que  ya 
tenian.  (3)  En  el  Gomara  de  Bustamante  leemos  que  «Marina 
«ó  Malintzin  Tenépal,  que  era  su  propia  alcuña,  que  después  se  11a- 
«mó  Marina,  dijo»  &c.  (4)  Vese  aquí  que  el  nombre  de  Marina 
vino  después,  esto  es,  en  el  bautismo,  y  que  su  propia  alcurnia,  ó 
sea  el  nombre  gentil,  era  Malintzin  Tenépal.  El  Malintzin  ó  Ma- 
linalli, seria  el  nombre  primitivo,  tomado  del  dia  del  nacimiento, 
y  el  Tenépal  (cuya  interpretación  no  alcanzo)  el  que  tomó  ó 
agregó  después,  según  la  costumbre  general,  referida  por  el  P.  Mo- 
tolinia. 

Nota  38,  pág.  113. 

Por  cédula  fechada  en  Barcelona  á  6  de  Julio  de  1529,  se  hizo 
merced  á  Cortés  de  las  casas  viejas  y  nuevas  át  Moctezuma.  Aque- 
llas formaban,  como  atrás  queda  explicado,  la  manzana  limitada 
por  las  calles  del  Empedradillo,  Tacuba,  S.  José  el  Real,  i^  y  2^ 
de  Plateros;  y  el  sitio  de  las  nuevas  era  el  que  hoy  ocupa  el  pa- 
lacio nacional,  perteneciéndoles  también  la  plaza  del  Volador  y 
la  manzana  de  la  Universidad  y  casas  contiguas.  (5)  Primero  las 


1  Molina,  Vocabulario.  —  Motolinia,  J/íz^z/jí:;'//!?,  pág.  47,  inter- 
preta «escoba.» 

2  MoTOLlNIA,  Ilisí.  de  los  Indios,  trat.  I,  cap.  5. 

3  El  señor  de  la  provincia  de  Tlachquiauhco,  vencido  y  sacrificado 
por  Moctezuma  I,  se  llamaba  Malinal  ó  Malinalli.  TorquemadA,  Mon. 
Ind.,  lib.  II,  cap,  69.  —  Betancurt,  Teatro  Mexicano,  Pte.  II.  trat.  I, 
cap.  15,  n?  106;  cap.  19,  n?  144. 

4  Ubi  supra.  —  Sigüenza  y  Góngora  le  da  también  el  nombre  de  Te- 
népal. Paraíso  Occidental,  lib.  I,  cap.  II. 

5  Alaman,  Disertaciones,  tom.  II,  pág.  203. 


i 


AL   DIÁLOGO  SEGUNDO.  183 

audiencias  y  luego  los  vireyes,  ocuparon  las  casas  viejas,  que  el  rey 
trató  de  adquirir,  y  aun  dio  alguna  cantidad  en  cuenta  de  ellas. 
Pero  luego  desistió  de  su  proyecto,  y  resolvió  comprar  las  nuevas, 
como  se  verificó,  haciéndose  la  escritura  de  venta  en  Madrid  á  29 
de  Enero  de  1562,  por  precio  de  34000  castellanos,  y  sus  linde- 
ros se  marcan  del  modo  siguiente: 

«De  la  una  parte,  delante  de  la  puerta  principal,  la  dicha  pla- 
«za;  é  por  la  otra  parte  por  el  un  lado,  que  es  el  derecho,  la  calle 
«que  dicen  del  arzobispo,  é  por  la  otra  parte  el  acequia  é  agua 
«que  viene  por  delante  de  la  audiencia  de  los  alcaldes  ordinarios 
«y  casas  de  cabildo  é  fundición,  é  pasa  adelante  por  el  dicho  lado 
«de  las  dichas  casas;  é  por  el  otro  lado  la  calle  real  que  viene  del 
«hospital  de  las  bubas,  que  á  la  esquina  é  remate  de  la  calle  están 
«las  casas  que  solian  ser  de  Domingo  Gómez,  que  agora  son  de 
«Juan  Guerrero  y  tienen  una  torre,  y  en  la  misma  acera  de  dicho 
«Juan  Guerrero  están  las  casas  arzobispales:  de  manera  que  tienen 
«estas  casas  de  suso  nombradas  (^esto  es,  las  vendidas,')  por  linde- 
«ros  la  calle  en  medio,  é  por  las  espaldas  casas  de  vecinos  parti- 
«culares,  calle  en  medio,  de  manera  que  todo  está  en  cuadra,  y  el 
«remate  de  dicha  casa  confina,  esquina  con  esquina,  con  las  casas 
«de  Martin  de  Aranguren,  que  es  lo  que  está  por  labrar  y  edificar 
nde  las  dichas  casas,))  Los  linderos  por  el  frente  y  los  dos  costa- 
dos no  ofrecen  dificultad;  pero  no  sucede  lo  mismo  con  el  otro, 
porque  hallándose  entonces  el  hospital  de  las  bubas  ó  del  Amor 
de  Dios  en  el  sitio  que  hoy  ocupa  la  Academia  de  Bellas  Artes, 
la  calle  que  viene  de  allí  no  puede  ser  lindero  de  la  espalda  de  pa- 
lacio, siendo,  como  es,  perpendicular  á  ella.  Se  dice  también  que 
«á  la  esquina  é  remate  de  dicha  calle w  están  las  casas  «que  agora 
«son  de  Juan  Guerrero,»  cuyas  casas  «están  en  la  misma  acera 
«que  las  casas  arzobispales;»  señas  que  convienen  á  las  casas  de 
Juan  Guerrero  donde  se  fundó  la  Universidad,  en  la  esquina  del 
Arzobispado  y  Seminario,  y  que  primitivamente  fueron  de  Pedro 
González  de  Trujillo.  Tropiézase,  sin  embargo,  con  el  incon- 
veniente de  que  ya  se  mencionó  ese  lindero  al  lado  derecho,  con 
el  nombre  de  «calle  del  Arzobispo,»  y  al  parecer  se  trata  ahora 
del  lindero  por  la  espalda. 

Pero  bien  mirado,  ¿es  seguro  que  ese  lindero  de  «la  calle  real 
«que  viene  del  hospital  de  las  bubas»  sea  en  la  escritura  el  de  la 
espalda  de  las  casas  de  que  se  trata?  Leyendo  atentamente  el  texto, 
notaremos:  i9,  que  después  de  fijar  el  lindero  hacia  el  sur  en  la 
acequia  que  corría  por  allí,  prosigue  diciendo:  i(.é  por  el  otro  lado 
«la  calle  real  que  viene  del  hospital  de  las  bubas:»  no  dice  á  las 
espaldas,  y  la  expresión /'í7r  el  otro  lado  parece  indicar  oposición; 
29,  que  luego  recapitula  la  demarcación,  diciendo,  que  las  dichas 
casas  tienen  por  linderos  «la  calle  en  medio,»  é  inmediatamente 


184  NOTAS 

prosigue  V.Í  por  las  espaldas  casas  de  vecinos  particulares,  calleen 
«medio.))  Obsérvese  que  en  esta  recapitulación  junta  los  tres  lin- 
deros norte,  sur  y  poniente,  diciendo  solo  «la  calle  en  medio,))  y 
distingue  el  de  la  espalda  ú  oriente  expresando  ser  de  casas  de  ve- 
cinos particulares,  también  «calle  en  medio,))  de  manera  que  todo 
está  «encuadra,))  es  decir,  aislado.  No  seria,  pues,  aventurado, 
suponer  que  hay  una  doble  designación  del  lindero  al  norte,  pri- 
mero con  el  nombre  de  «la  calle  que  dicen  del  arzobispo))  y  luego 
con  el  de  «la  calle  real  que  viene  del  hospital  de  las  bubas,))  con 
cuya  suposición  desaparecerla  toda  dificultad,  y  quedarla  claro  que 
las  casas  de  Juan  Guerrero  eran  las  de  la  esquina  del  Arzobispado 
y  Seminario.  Se  exceptuó  expresamente  de  la  venta  lo  que  estaba 
al  otro  lado  de  la  acequia,  es  decir,  la  plaza  del  Volador,  y  el  ter- 
reno de  la  manzana  de  la  Universidad. 

El  Sr.  Alaman  (i)  publicó  la  vista  del  antiguo  palacio,  que  era, 
según  su  dibujo,  una  especie  de  fortaleza,  formada  de  cuatro  gran- 
des patios  rodeados  de  fábricas,  con  cinco  torres,  cuatro  en  las 
esquinas  y  una  en  el  centro.  En  el  entresuelo  no  habla  ventanas, 
sino  aspilleras,  y  los  baluartes  de  las  esquinas  tenian  troneras  para 
artillería.  En  este  dibujo  aparece  el  palacio  con  cuatro  patios: 
Cervantes  solo  habla  de  tres;  probablemente  el  patio  marcado  F 
no  existia  en  tiempo  de  Cervantes,  pues  corresponde  al  ángulo 
N.  E.  que  estaba  por  edificar.  En  todo  caso,  el  primitivo  edificio 
era  mucho  menor  que  el  actual.  El  palacio  fué  reedificado  con 
motivo  del  incendio  de  1692,  y  desde  entonces  no  ha  cesado  de 
sufrir  costosas  variaciones. 

Probablemente  no  existia  en  tiempo  de  Cervantes  la  manzana 
de  casas  limitada  hoy  por  las  calles  de  Santa  Inés,  del  hospital  del 
Amor  de  Dios,  Cerrada  del  Parque  de  la  Moneda,  y  parte  de  la 
del  Puente  del  Correo  mayor,  cuyo  espacio  vacío,  unido  á  lo  que 
allí  estaba  «por  labrar  y  edificar))  de  las  casas  vendidas,  formarla 
una  plaza  no  muy  pequeña.  Esta  suposición  se  corrobora  con  lo 
que  dice  poco  después  Cervantes,  es  á  saber,  que  la  calle  del  Ar- 
zobispado acababa  en  plaza. 

Nota  39,  pág.  113. 

Este  dueño  era  D.  Martin  Cortés,  que  andaba  efectivamente 
en  España  cuando  se  imprimieron  estos  DiálogoSy  y  no  regresó 
sino  hasta  1562. 

Nota  40,  pág.  115. 

Mala  debia  ser,  en  verdad,  la  catedral  primitiva,  cuando  Cer- 
vantes, propenso  siempre  á  elogiar,  la  censuraba  tan  severamente. 

I     Disertaciones,  tom.  II,  pág.  197. 


AL   DIÁLOGO   SEGUNDO.  %$^ 

No  era  más  aventajado  el  juicio  que  por  la  misma  época  formaba 
de  ella  el  P.  Motolinia,  como  adelante  veremos.  El  Sr.  Arzo- 
bispo Montúfar  escribía  por  su  parte  al  Consejo  de  Indias  en  1570 
ó  1 57 1,  lo  siguiente:  «  Dicen  asimismo  importa  mucho  se  entienda 
«en  la  obra  de  esta  santa  iglesia,  por  ser  esta  ciudad  cabeza  de  esta 
«Nueva  España,  donde  hay  muchos  y  muy  suntuosos  templos  en 
«pueblos  de  indios  muy  pequeños,  y  ser  la  iglesia  que  de  presente 
«tiene  muy  pequeña,  y  de  muy  pobres  y  viejos  edificios,  donde 
«no  cabe  la  gente  que  á  ella  concurre  las  fiestas  principales,  y 
«siendo  la  matriz  donde  el  Virey  y  Audiencia  Real  y  gente  prin- 
«cipal  de  esta  ciudad  concurre  casi  todas  las  fiestas  y  domingos 
«del  año.  Y  cerca  de  esto  hemos  escrito  muchas  veces  á  S.  M., 
«refiriendo  estas  y  otras  muchas  razones,  por  ser  cosa  tan  nece- 
«saria  é  importante.»  (1) 

La  investigación  del  origen  de  esta  antigua  catedral,  está  enla- 
zada con  la  de  cuál  fué  la  primera  iglesia  de  México;  punto  muy 
oscuro,  que  hasta  ahora  no  se  ha  resuelto  de  una  manera  satisfac- 
toria. 

Por  primera  iglesia  no  hemos  de  entender  el  lugar  que  al  prin- 
cipio se  dispuso  para  la  celebración  de  los  divinos  oficios,  sino  la 
primera  fábrica  levantada  expresamente  para  ese  objeto.  En  tal 
sentido  usaremos  siempre  la  palabra  iglesia.  Por  Bernal  Diaz  (2) 
sabemos  que  desde  la  primera  llegada  de  los  españoles  á  México 
se  comenzó  á  decir  misa  en  un  altar  formado  con  unas  mesas  que 
concluido  el  sacrificio  se  quitaban,  y  que  después  acordaron  pedir 
albañiles  á  los  mayordomos  de  Moctezuma,  para  que  en  el  cuartel 
se  hiciera  una  iglesia.  Vino  en  ello  Moctezuma,  y  en  tres  dias 
quedó  terminada  la  iglesia,  donde  se  dijo  misa  diariamente  hasta 
que  se  acabó  el  vino :  entonces  se  redujeron  á  rezar  de  rodillas  de- 
lante del  altar  é  imágenes.  El  cortísimo  tiempo  que  se  empleó 
en  hacer  lo  que  Bernal  Diaz  llama  iglesia,  manifiesta  que  la  obra 
se  redujo  á  arreglar  uno  de  los  aposentos  y  construir  el  altar.  Co- 
mo el  edificio  en  que  se  alojaron  los  españoles  á  su  llegada  fué  el 
palacio  de  Axayacatl,  situado  en  la  esquina  de  las  calles  de  Sta.  Te- 
resa y  2?-  del  Indio  Triste,  debemos  admitir  que  en  aquel  lugar 
se  dijo  en  México  la  primera  misa.  Igualmente  es  de  creer  que 
los  mexicanos  destruirían  aquel  oratorio,  al  recobrar  la  posesión  del 
palacio,  después  de  la  salida  y  derrota  de  sus  molestos  huéspedes. 

Vueltos  estos  de  asiento  á  la  ciudad,  después  de  expugnarla,  re- 
pitieron la  instalación  de  un  oratorio,  no  ya  en  sus  cuarteles,  pues 


1  Descripción  del  Arzobispado  de  México^  MS.  —  Tal  vez  esta  carta 
del  Sr.  Montúfar  acabó  de  determinar  la  resolución  de  construir  la  nueva 
catedral,  comenzada  en  1573. 

2  Cap.  93. 

24 


1 86  NOTAS 

no  los  tenían  determinados,  sino  en  una  sala  baja  de  las  casas  del 
capitán.  Así  lo  declaran  unánimes  los  testigos  de  la  Residencia  (i), 
y  algunos  agregan  que  Cortés  hizo  desocupar  después  la  sala,  para 
poner  en  ella  las  armas,  quedando  la  iglesia  debajo  de  un  corre- 
dor que  se  aumentó  con  un  cobertizo  de  paja  para  que  la  gente 
no  estuviera  al  descubierto. 

Ninguno  de  estos  dos  oratorios  ó  capillas  debe  contarse  por  pri- 
mera iglesia  de  México:  necesitamos,  como  al  principio  dijimos, 
buscar  el  primer  edificio  construido  expresamente  para  el  culto 
público. 

El  Sr.  Alaman,  impugnando  la  opinión  de  Torquemada,  quien 
atribuye  la  prioridad  á  la  iglesia  de  S.  Francisco,  se  apoya  prin- 
cipalmente en  la  razón  de  no  ser  «de  ningún  modo  probable  que 
«Cortés,  que  habia  hecho  establecer  una  capilla  para  la  celebra- 
«cion  de  los  divinos  oficios  en  el  templo  de  Huitzilopochtli,  antes 
«de  la  conquista  de  la  ciudad,  dejase  á  esta  por  varios  años  sin 
«iglesia  hasta  la  venida  de  los  franciscanos,»  (2)  y  asegura  que 
antes  de  la  de  estos  hubo  otras  dos:  «la  parroquia  que  se  formó 
«en  la  plaza,»  y  la  iglesia  del  hospital  de  Jesús.  Desde  luego 
haremos  notar  que  la  traslación  del  cabildo,  de  Cuyoacan  á  Mé- 
xico, se  verificó,  cuando  más  temprano,  á  fines  de  1522  ó  princi- 
pios de  1523,  y  como  los  frailes  franciscanos  llegaron  en  Junio 
de  1524,  no  habia  estado  la  ciudad  varios  años  sin  iglesia,  sino 
poco  mas  de  uno.  Verdad  es  que  aun  antes  de  la  traslación  habia 
habido  tiempo  para  hacer  la  grande  obra  de  las  Atarazanas^  y 
pudo  haberle  para  hacer  iglesia;  pero  sin  duda  Cortés  consideró 
mas  urgente  la  construcción  de  una  casa  fuerte,  pues  lo  primero  era 
mantenerse  en  una  tierra  recien  conquistada  y  todavía  mal  segura. 

También  D.  Carlos  de  Sigüenza  y  Góngora  se  empeña  en  sos- 
tener (3)  que  Cortés  hizo  iglesias  en  la  ciudad  de  México  tan 
luego  como  la  hubo  conquistado;  mas  no  aduce  otra  prueba  de  su 
dicho,  que  un  pasaje  del  cap.  162  de  Bernal  Diaz,  en  que  ha- 
blando este  de  la  venida  de  Francisco  de  Garay  á  México,  dice 
que  «yendo  (el  Garay)  una  noche  de  Navidad  del  año  de   1523 

«juntamente  con  Cortés  á  maitines después  de  vueltos  de  la 

í(. iglesia,  almorzaron  con  mucho  regocijo.»  Me  parece  que  este 
pasaje  nada  prueba  al  caso:  la  iglesia  en  cuestión  seríala  sala  baja 
de  la  casa  de  Cortés.  Bernal  Díaz  no  halló  otro  nombre  que  darle, 
y  ya  vimos  que  también  llama  iglesia,  á  lo  que  no  pudo  ser  más  que 
un  oratorio  improvisado  en  el  palacio  de  Axayacatl.   Cuando  más 


1  Tom.  I,  págs.  91,  162,  201,  257,  337;  tom.  II,  págs.  38,  117,  134, 
[58,  197.  Véase  también  MOTOLINIA,  Hist.  de  los  Indios,  trat.  II,  cap.  I. 

2  Disertaciones,  tom.  II,  pág.  90. 

3  Piedad  Heroica,  cap.  i,  núms.  6,  7. 


AL   DIÁLOGO  SEGUNDO.  I  87 

adelante  hubo  ya  verdadera  iglesia,  la  designa  con  el  nombre  de 
iglesia  mayor,  (i) 

Más  fuerza  hace  á  primera  vista  otro  pasaje  del  mismo  autor  (z)^ 
donde  dice  que  Cortés  estaba  siempre  entendiendo  «en  que  en  la 
«población  de  los  españoles  tuviesen  hechas  iglesias  y  hospitales,  m 
Pero  reflexionando  un  poco  se  advierte  que  esta  noticia  se  refiere 
á  los  tiempos  inmediatamente  anteriores  á  la  llegada  de  los  fran- 
ciscanos, y  pues  entonces  estaba  Cortés  entendiendo  en  que  hu- 
biera iglesias,  es  más  bien  una  prueba  de  que  aun  no  las  habia. 

El  cronista  Herrera  (3),  á  quien  han  seguido  otros  autores,  es 
mas  explícito,  pues  asienta  que  fué  Cortés  quien  afundó  la  iglesia 
«mayor,  y  puso  por  basas  de  las  columnas  unos  ídolos  de  piedra 
«que  hoy  se  ven.»  Si  ^^ox fundar  se  ha  de  entender  (f poner  los 
«fundamentos,»  no  negaremos  que  Cortés  echara  los  cimientos 
de  la  catedral  antigua  y  pusiera  en  ellos  los  ídolos  en  cuestión  ;  pero 
que  tuviera  concluida  iglesia  alguna  antes  de  su  salida  para  la  ex- 
pedición de  las  Hibueras  en  Octubre  de  1524,  es  cosa  que  no 
puede  probarse,  porque  ni  las  conjeturas  de  Alaman,  ni  las  razo- 
nes de  Sigüenza,  resisten  á  la  declaración  expresa  de  los  testigos 
de  la  Residencia:  todos  están  contestes  en  que  Cortés  no  hizo  edi- 
ficar iglesia  en  forma;  y  aun  cuando  eran  enemigos  suyos,  no  es 
admisible  que  se  atrevieran  á  mentir  descaradamente,  tratándose 
de  un  hecho  tan  reciente  y  público,  tanto  más  cuanto  que  tenían 
otros  muchos  caminos  más  fáciles  para  perjudicar  al  conquistador. 
Es  ademas  muy  notable  el  silencio  de  este,  pues  en  ninguna  de  sus 
cartas  habla  de  construcción  de  iglesia;  cosa  más  importante  para 
realzar  sus  servicios,  que  otras  de  que  hace  mérito  en  su  corres- 
pondencia con  el  Emperador. 

El  fundamento  que  el  señor  Alaman  tiene  para  suponer,  en  tér- 
minos vagos,  la  existencia  de  una  parroquia  en  la  plaza,  anterior 
á  la  catedral  vieja  (4),  se  reduce  á  que  «cuando  los  franciscanos 
«vinieron  habia  en  esta  capital  una  parroquia  de  que  era  cura  el 
«P.  Pedro  de  Villagran,  al  cual  en  cabildo  de  30  de  Mayo  de  1525 
«se  le  hizo  merced  de  una  suerte  de  tierra  para  una  huerta,  y  en 
«el  acta  en  que  se  asentó  esta  concesión  se  le  intitula  cura  de  la 
aiglesia  de  esta  ciudad,  de  donde  resulta  probado  que  habia  igle- 
«sia  parroquial  antes  de  la  venida  de  los  franciscanos;   que  nece- 


1  Cap.  185. 

2  Cap.  170. 

3  Desc7'ipcion,  cap.  9;  Hist.  Gen.,  Déc.  III,  lib.  4,  cap.  8. 

4  Llamóla  catedral,  porque  lo  fué  después,  y  para  distinguirla  de  la 
otra  iglesia  parroquial  que  se  supone  anterior  á,  ella  y  á  la  venida  de  los 
franciscanos;  pero  no  habiendo  sido  erigida  en  catedral s\no  hasta  1530, 
ya  se  entiende  que  de  1525  á  1530,  solo  fué  iglesia  7nayor  ó  parroquial. 


l88  NOTAS 

(c sanamente  había  en  ella  depósito  (i),  y  que  aquellos  religiosos 
«nunca  administraron  en  esta  capital  como  curas  de  los  españo- 
«les.»  (2)  No  entraré  á  averiguar  si  los  franciscanos  fueron  alguna 
vez  curas  de  los  españoles;  pero  lo  que  no  alcanzo  á  comprender 
es  de  qué  manera  una  merced  hecha  en  Mayo  de  1525  conduzca 
á  probar  que  habia  cura  «antes  de  la  venida  de  los  franciscanos,» 
que  llevaban  un  año  de  estar  en  México.  Por  otra  parte,  la  exis- 
tencia de  un  cura  no  incluye  necesariamente  la  de  una  iglesia  en 
forma  con  depósito:  podia  tener  el  P.  Villagrá  ó  Villagran  el  tí- 
tulo de  cura  y  ejercer  las  funciones  de  tal  con  los  españoles,  usando, 
para  la  administración,  de  la  iglesia  provisional  de  la  casa  de  Cor- 
tés. Por  último,  hacia  la  fecha  de  la  merced  hecha  al  cura,  se 
comenzaba  (como  luego  veremos)  la  construcción  de  la  iglesia 
mayor,  y  no  seria  difícil  que  con  tal  motivo  se  hubiera  dado  el 
nombramiento  de  cura  al  P.  Villagran.  Lo  cierto  es  que  en  vano 
se  buscaría  una  mención  de  iglesia  mayor  ó  parroquia,  antes  de 
Mayo  de  1525;  que  en  ninguna  parte  se  halla  noticia  expresa  de 
ella,  y  que  el  P.  Motolinia,  testigo  irrecusable,  asegura  que  en  el 
primer  año  de  la  llegada  de  los  franciscanos,  los  indios  se  juntaban 
los  domingos  y  fiestas  en  sus  salas  antiguas,  «porque  iglesia  aun 
«no  la  habia,  y  los  españoles  tuvieron  también,  obra  de  tres  años, 
«sus  misas  y  sermones  en  una  sala  de  estas  que  servían  por  iglesia, 
«y  ahora  es  allí  en  la  misma  sala,  la  casa  de  la  moneda;  pero  no 
«se  enterraba  allí  casi  nadie,  sino  en  S.  Francisco  el  viejo,  hasta 
«que  después  se  comenzaron  á  edificar  iglesias. »  (3)   El  testimo- 


1  Como  en  el  Diccionario  de  la  Academia  no  se  encuentra  la  acep- 
ción que  da  á  esta  palabra  el  Sr.  Alaman,  parece  oportuno  advertir  que 
en  México  se  dice  que  hay  depósito  cuando  se  guarda  constantemente  en 
el  sagrario  de  una  iglesia  el  Santísimo  Sacramento,  á  diferencia  de  otras 
en  que  solo  se  celebra  el  sacrificio  de  la  Misa,  consumiendo  el  sacerdote 
la  ofrenda  que  ha  consagrado. 

2  Disertaciones,  tom.  II,  pág.  133.  El  Sr.  Alaman  pudo  haber  citado 
un  cabildo  anterior:  el  del  dia  2  del  mismo  mes  de  Mayo,  en  que  ya  se 
habla  del  cura  Villagran.  —  El  Sr.  Lorenzana  {^Concilios  Primero  y  Se- 
gundo, pág.  9)  afiraia  también  que  habia  iglesia  antes  de  la  venida  de  los 
franciscanos,  y  que  era  cura  de  ella  en  1523  el  P.  Pedro  Villagrá.  En 
comprobación  de  esto  último  cita  los  Libros  de  Cabildo,  el  Teatro  Ecle- 
siástico de  Indias  de  Gil  González  Dávila,  y  la  Vida  del  Sr.  Aguiar  y 
Seixas.  La  primera  cita  no  tiene  lugar,  porque  los  Libros  de  Cabildo 
comienzan  en  1524.  La  segunda  nada  prueba,  porque  González  Dávila 
( tom.  I,  pág.  7 )  solo  dice,  sin  señalar  fecha,  y  equivocando  el  apellido 
del  cura,  que  «  El  primer  cura  de  esta  nueva  Iglesia,  que  la  sirvió  seis 
«años,  fué  el  Br.  Pedro  de  Villagarcia,  sacerdote  clérigo,  de  vida  ejem- 
« piar  y  de  cumplida  virtud. »  La  tercera  se  refiere  al  Prólogo  de  la  Vida 
del  Apóstol  Santiago,  por  el  Lie.  D.  José  de  Lezamis,  autor  muy  posterior 
al  suceso,  y  que  no  apoya  su  dicho  en  ninguna  autoridad  de  peso. 

3  Historia  de  los  Indios,  trat.  II,  cap.  I. 


AL   DIÁLOGO   SEGUNDO.  I89 

nio  no  puede  ser  mas  concluyentc.  Si  contamos  desde  la  conquista 
esos  tres  años,  durante  los  cuales  no  hubo  iglesia,  venimos  á  dar 
á  mediados  de  1524,  que  fué  cuando  debió  de  comenzar  á  levan- 
tarse la  de  S.  Francisco. 

Desechada  la  pretensión  de  esa  parroquia  de  la  plaza,  que  á  mi 
entender  nunca  existió,  pasemos  al  examen  de  los  derechos  que 
se  alegan  en  favor  de  la  iglesia  del  hospital  de  Jesús.  Sigüenza,  en 
su  obra  Piedad  Heroica  de  D.  Fernando  Cortés^  escrita  expresa- 
mente para  dar  la  historia  y  descripción  de  dicho  establecimiento, 
solo  pudo  probar  la  mucha  antigüedad  del  hospital :  no  que  se 
hubiera  fundado  desde  1524.  Esta  fecha  no  tiene  otra  prueba  que 
el  acta  del  cabildo  de  26  de  Agosto  de  dicho  año  en  que  se  hace 
mención  de  un  hospital:  «Este  dia  Hernando  de  Salazar  dio  una 
«petición  por  la  cual  pidió  que  le  recibiesen  por  vecino,  y  le  hicie- 
«sen  merced  de  un  solar  que  es  en  esta  dicha  cibdad,  detrás  de  las 
«casas  de  Alonso  de  Grado,  que  es  al  presente  hospital.))  Tam- 
poco el  Sr.  Alaman,  con  tener  á  su  cargo  el  establecimiento  como 
apoderado  de  los  descendientes  de  Cortés,  disponer  de  su  archivo, 
y  haber  dedicado  una  buena  parte  de  la  Disertación  6?-  á  esa  fun- 
dación piadosa,  pudo  presentar  documento  fehaciente  de  que  da- 
tara de  1524.  Pero  dando  por  hecho  que  así  sea,  no  hay  dato 
alguno  que  nos  convenza  de  que  hubiera  iglesia  en  él  desde  su 
fundación.  El  acta  del  cabildo  no  la  menciona,  ni  tampoco  nues- 
tro Cervantes,  aunque  se  le  ofreció  ocasión  para  ello,  y  lo  más 
que  puede  deducirse  de  la  relación  de  Sigüenza  es  que  las  cere- 
monias del  culto  se  celebraban  en  una  sala  baja.  (:) 

Todos  los  datos  que  hemos  examinado  concurren  á  persuadir 
que  cuando  llegaron  los  franciscanos  en  Junio  de  1524  no  existia 
en  México  edificio  alguno  construido  expresamente  para  servir  de 
iglesia,  y  que  la  primera  que  hubo  fué  la  de  S.  Francisco.  Así  lo 
afirma  Torquemada  (2),  á  quien  impugna  Alaman  (3).  Pudo  este 
desechar  tal  afirmación  por  ser  el  cronista  bastante  posterior  al 
suceso;  pero  indudablemente  habría  pesado  más  en  su  ánimo,  si 
en  su  tiempo  se  hubiera  sabido  que  el  pasaje  no  es  de  Torque- 


1  «  En  la  descripción  de  México  de  Francisco  de  Cervantes  Salazar,  ya 
«citada,  no  se  hace  expresa  mención  de  que  en  su  tiempo  tuviese  iglesia 

«este  hospital Pero  no  obstante,  para  enterrar  los  enfennos  que  allí 

«muriesen,  y  para  que  fácilmente  se  les  administrasen  los  sacramentos 
lureo  que  al  fabricarse  allá  en  sus  principios  este  hospital,  se  le  destinó 
«para  iglesia  el  lugar  mas  decente  y  capaz  que  entonces  hubo,  y  fué  d  qtie 
« hoy  tiente  la  que  llaman  vieja,  y  son  los  bajos  de  la  mayor  parte  de  la 
usala  grande  de  la  enfermería  que  dije  arriba,  n  SiGÜENZA,  Piedad  He- 
roica, cap.  II,  núms.  116  y  117. 

2  Lib.  XV,  cap.  16. 

3  Disertaciones,  tom.  IT,  págs.  90,  133. 


igO  NOTAS 

mada,  sino  de  un  cronista  anterior.  En  efecto,  es  tomado  del  li- 
bro III,  cap.  1 8  de  la  Historia  Eclesiástica  Indiana  de  Fr.  Geró- 
nimo de  Mendieta,  que  vino  á  la  Nueva  España  en  1554.  Pero 
esto  aun  es  poco,  porque  tenemos  el  testimonio  irrefragable  de 
uno  de  los  doce  primeros  predicadores  apostólicos,  llegado  en  1 5  24 
y  que  escribía  hacia  1540.  Este  testigo  contemporáneo  es  el 
P.  Fr.  Toribio  de  Motolinia,  quien,  en  el  tratado  II,  cap.  9,  de 
su  Historia  de  ios  Indios  de  Nueva  España,  dice  en  términos  ex- 
presos: «S.  Francisco  fué  la  primera  iglesia  de  toda  esta  tierra,  y 
«adonde  primero  se  puso  el  Sacramento.))  Si  el  Sr.  Alaman  hu- 
biera conocido  este  pasaje,  su  buena  crítica  le  habría  hecho  admi- 
tirle sin  discusión.  Por  más  que  se  alegue  (como  se  acostumbra 
cuando  un  texto  destruye  una  opinión  preconcebida)  la  parciali- 
dad de  un  religioso  en  favor  de  su  orden,  y  su  empeño  en  darle 
la  primacía  en  todo,  es  imposible  admitir  que  un  escritor  afirme 
una  notoria  falsedad  á  la  faz  de  los  contemporáneos,  aun  sin  to- 
mar en  cuenta  la  virtud  y  gravedad  de  un  varón  tan  ilustre  como 
el  insigne  misionero  Fr.  Toribio  de  Motolinia  (i),  cuyo  testi- 
monio es  para  mí  de  tal  peso,  que  no  vacilaría  en  adherirme  á  él, 
aun  cuando  no  estuviera  apoyado  por  el  resultado  del  examen  que 
hemos  hecho  de  las  opiniones  contrarías. 

Es,  pues,  seguro,  á  mi  entender,  que  la  primera  iglesia  de  Mé- 
xico fué  la  de  los  franciscanos.  Mas  ¿dónde  estuvo  situada?  Aquí 
comienzan  de  nuevo  las  dificultades.  Si  los  primeros  religiosos  se 
establecieron  en  la  plaza  ó  en  la  calle  de  Sta.  Teresa  la  Antigua, 
es  punto  dudoso  que  discutiremos  en  la  nota  51  ;  pero  es  cierto 
que  antes  de  establecerse  en  el  sitio  en  que  permanecieron  hasta 
su  extinción,  habían  ocupado  otro.  Para  nuestro  intento  lo  que 
conviene  indagar  es  si  en  ese  lugar  primitivo  edificaron  iglesia. 
Convento  é  iglesia  son  cosas  muy  distintas,  y  no  hay  que  consi- 
derar inseparable  su  construcción,  á  semejanza  de  lo  que  hizo  Si- 
güenza  tratando  del  hospital  é  iglesia  de  Jesús.  Por  más  que  he 
investigado,  no  encuentro  mención  alguna  específica  de  la  iglesia 
de  S.  Francisco  el  viejo.  El  cronista  Betancurt  (2)  dice  que  «el 
«célebre  convento  mexicano,  dedicado  á  N.  P.  S.  Francisco,  tuvo 
«su  primer  sitio  en  el  lugar  donde  hoy  está  la  iglesia  catedral.)) 
Poco  más  adelante  (n9  34)  dice  que  «luego  que  los  primeros 
«fundadores  llegaron,  trataron  de  hacer  iglesia;  y  con  mucha  bre- 


1  El  P.  Mendieta,  varón  no  menos  respetable,  atestigua  la  veracidad 
del  P.  Fr.  Toribio  de  Motolinia,  en  estos  términos :  «  El  cual  fué  mi  guar- 
«dian,  y  lo  traté  y  conocí  por  santo  varón,  y  por  /lombre  que  por  ninguna 
iuosa  dijera  sino  la  mera  verdad,  covio  la  mis7na  razón  se  lo  dice.y>  Hist. 
Ecl.  Ind.,  lib.  III,  cap.  22. 

2  Teatro  Mexicano,  Pte.  IV,  trat.  2,  cap.  3,  n?  2)3' 


AL   DIÁLOGO  SEGUNDO.  I9I 

«vedad,  por  el  calor  que  puso  el  gobernador  Fernando  Cortés,  se 
«acabó  el  año  de  25,  que  fué  la  primera  iglesia  de  todas  las  Indias.» 
Mendieta(cap.  i8)dicelomismo,  y  señala  la  propia  fecha  de  1525. 
Torquemada  incorpora  en  su  texto  el  de  Mendieta.  Ahora  pues: 
en  el  cabildo  de  2  de  Junio  de  1525  se  hace  la  primera  mención 
de  S.  Francisco  el  tiuevoy  y  p'or  ello  se  viene  en  conocimiento  de 
que  ya  para  esa  fecha  se  hablan  trasladado  los  frailes  á  su  nueva 
habitación,  por  estar  acabada  la  iglesia  construida  allí,  según  consta 
del  testimonio  de  Mendieta,  corroborado  por  Torquemada  y  Be- 
tancurt.  ¿Es  creíble  que  hicieran  iglesia  en  el  lugar  primitivo, 
para  abandonarla  á  poco  tiempo?  Si  la  hubo  allí,  ¿cómo  es  que 
los  cronistas  no  la  señalan  por  primera,  puesto  que  el  honor  re- 
dundaba igualmente  en  favor  de  su  orden?  ¿Cómo  es  que  no  ha- 
blan de  la  construcción  de  dos  iglesias,  sino  de  una  sola?  Es  per- 
mitido, por  lo  mismo,  conjeturar  que  llegados  los  frailes  en  1524 
se  hospedaron  por  de  pronto  en  cualquiera  de  los  edificios  exis- 
tentes, pues  no  habían  de  permanecer  al  raso  mientras  se  cons- 
truían otros,  y  que  acomodaron  algún  aposento  para  la  celebración 
de  los  divinos  oficios,  sin  tratar  de  levantar  iglesia  tal,  sino  hasta 
que  eligieron  sitio  conveniente  para  la  fundación  definitiva.  Esta 
suposición  es  muy  natural,  y  solo  por  su  medio  se  explica  la  falta 
de  mención  de  iglesia  en  la  primitiva  habitación,  y  la  fecha  de 
1525  que  los  escritores  de  la  orden  señalan  á  la  construcción  de 
la  primera. 

Los  principios  de  ella  se  debieron  sin  duda  á  Cortés,  pues  así 
consta  por  testimonio  de  Fr.  Gerónimo  de  Mendieta.  (i)  De  un 
gobernador  que  tan  devoto  se  mostraba  de  los  frailes  y  tanta  honra 
les  hacia,  era  de  esperarse  que  apenas  llegados  tratara  de  edificarles 
templo  en  que  celebrasen  los  divinos  oficios  y  administrasen  los 
sacramentos;  mas  el  corto  tiempo  de  cuatro  meses  que  trascurrió 

I  «  La  primera  iglesia  que  hubo  en  todas  las  Indias,  de  lo  que  se  lla- 
«ma  Nueva  España  y  Pirú,  fué  la  de  San  Francisco  de  México,  la  cual 
use  edificó  el  año  de  mil  y  quinientos  y  veinte  y  cinco  con  mucha  breve- 
«dad,  porque  el  gobernador  D.  Fernando  Cortés  puso  en  la  edificación 
«mucha  calor,  y  por  poca  que  pusiera  bastara,  según  era  la  multitud  de 
«la  gente.  Cubrióse  el  cuerpo  de  la  iglesia  de  madera,  y  la  capilla  mayor 
«de  bóveda,  y  en  ella  pusieron  las  armas  de  Cortés;  no  porque  él  la 
«oviese  edificado  á  su  costa,  (que  en  aquellos  tiempos  ni  muchosaños 
«después,  no  se  les  pagaba  á  los  indios  lo  que  trabajaban  en  edificio  de 
«iglesias,  sino  que  cada  pueblo  hacia  la  suya,  y  aun  á  las  obras  de  Mé- 
«  xico  otros  muchos  pueblos  ayudaron  á  los  principios  sin  paga,  y  cuando 
«mucho  daban  de  comer  en  los  monesterios  á  los  trabajadores);  mas  pu- 
«siéronse  en  aquella  capilla  por  el  mucho  favor  que  daba  á  los  frailes, 
«no  solo  en  aquella  obra,  sino  en  todo  lo  que  se  les  ofrecía,  así  de  nece- 
«sidades  temporales,  como  para  la  conversión  y  ministerio  de  los  indios.» 
Historia  Eclesiástica  Indiana,  lib.  III,  cap.  18. 


92 


NOTAS 


entre  la  llegada  de  los  misioneros  y  la  partida  del  mismo  Cortés 
á  las  Hibueras  no  era  bastante  para  que  la  fábrica  llegara  á  su  tér- 
mino. Esa  circunstancia  aprovechó  sin  duda  Antonio  Serrano  de 
Cardona  para  decir,  declarando  en  la  Residencia  de  Cortés  (i), 
que  el  factor  y  veedor  en  el  tiempo  que  gobernaron,  «ficieron  igle- 
«sia  á  S.  Francisco.))  Lo  que  hicieron  seria  acabar  lo  comenzado 
por  Cortés,  y  no  pudo  ser  de  otro  modo,  pues  ellos  entraron  en  el 
gobierno  á  fines  de  15  24  y  los  frailes  ocuparon  su  nuevo  local  por 
Mayo  de  1525,  tiempo  que  tampoco  bastaba  para  fabricar  la  igle- 
sia por  entero. 

Como  esta  fué  demolida  posteriormente,  no  es  fácil  señalar  el 
lugar  preciso  que  ocupaba  en  el  extenso  terreno  que  poseyeron 
los  franciscanos.  El  deseo  de  aclarar  este  punto  me  hizo  entrar 
en  una  larga  y  prolija  investigación,  que  fué  trabajo  perdido,  por 
no  haberme  conducido  á  una  conclusión  enteramente  satisfactoria. 
En  la  nota  51,  donde  se  discute  cuál  fué  el  sitio  que  primitiva- 
mente ocuparon  los  franciscanos,  expondré  las  razones  de  dudar 
acerca  de  la  ubicación  de  la  primera  iglesia  de  S.  Francisco,  pues 
ahora  nos  hemos  desviado  <lemasiado  del  asunto  principal  de  esta 
nota,  que  es  averiguar  cuándo  y  dónde  se  construyó  la  catedral 
vieja,  y  es  ya  tiempo  de  volver  á  él. 

Bien  podemos  creer  que  Cortés  echó  los  cimientos  del  edificio, 
poniendo  en  ellos  los  ídolos  de  que  habla  Herrera;  pero  la  fecha 
de  su  conclusión,  á  lo  menos  hasta  poderse  celebrar  allí  las  cere- 
monias del  culto,  corresponde  alano  de  1525.  Tenemos,  en  pri- 
mer lugar,  á  nuestro  favor  el  testimonio  de  Fr.  Toribio  de  Mo- 
tolinia,  quien  escribiendo  al  Emperador  Carlos  V,  con  fecha  2 
de  Enero  de  1555,  le  decia :  «Demás  desto,  la  iglesia  mayor  de 
«México,  que  es  la  metropolitana,  está  muy  pobre,  vieja,  arre- 
«mendada,  que  solamente  se  hizo  de  prestado  veinte  é  nueve  años 
(iba:  razón  es  que  V.  M.  mande  que  se  comience  á  edificar  y  la 
«favorezca,  pues  de  todas  las  iglesias  de  la  Nueva  España  es  ca- 
«becera,  madre  y  señora.))  (2)  Si  de  1555,  fecha  de  la  carta, 
restamos  29,  tendremos  1526;  mas  como  el  padre  escribía  en  el 
segundo  dia  de  aquel  año,  es  seguro  que  no  le  incluyó  en  la  cuenta, 
y  entonces  venimos  á  dar  en  1525. 

Confírmase  este  cómputo  con  otros  testimonios  fehacientes. 
Varios  testigos  de  los  que  declararon  en  la  Residencia  de  Cortés 
dijeron  que  los  oficiales  reales  dieron  principio  :\  la  fábrica  del 
templo,  lo  cual  ha  de  entenderse  en  el  sentido  de  que  le  alzaron 


1  Tom.  I,  pág.  192. 

2  Colección  de  Documentos  para  la  Historia  de  México ^  tom.  I,  pág. 
266. —  Colección  de  Varios  Documentos  para  la  Historia  de  la  Florida  y 
Tierras  adyacentes^  tom.  I,  pág.  79. 


AL   DIALOGO   SEGUNDO.  I^^ 

sobre  los  cimientos  echados  por  Cortés;  y  Antonio  Serrano  de 
Cardona  precisa  más  la  fecha,  diciendo,  que  el  factor  y  veedor  «  en 
(reí  tiempo  que  gobernaron,  que  era  ya  ido  ZuazOy  ficieron  iglesias 
«áS.  Francisco,  é  comenzáronla  iglesia  mayor  de  esta  dicha  cibdad, 
uque  antes  no  la  había, y)  (i)  Zuazo  fué  preso  y  desterrado  el  23 
de  Mayo  de  l  525,  y  aquellos  gobernadores  cesaron  el  29  de  Enero 
de  1526.  Así  es  que  en  este  intermedio  se  levantó  la  fábrica,  lo 
cual  conviene  perfectamente  con  la  noticia  del  P.  Motolinia. 

Ya  desde  entonces  son  frecuentes  las  menciones  de  la  iglesia. 
En  ella  se  celebraron  en  1525  las  honras  de  Cortés,  cuando  los 
gobernadores  se  empeñaron  en  hacerle  pasar  por  muerto  (2).  El 
3  I  de  Mayo  de  l  526,  estando  los  concejales  en  la  iglesia  para  salir 
en  la  procesión  del  Corpus,  les  llegó  la  carta  de  Cortés  en  que  les 
avisaba  su  arribo  á  Veracruz;  en  ella  estaban  también  reunidos 
cuando  presentó  Luis  Ponce  sus  provisiones  el  4  de  Julio  (3),  y 
lo  mismo  el  dia  de  su  entierro.  (4) 

No  son  pequeñas  las  dependencias  que  requiere  una  iglesia  ca- 
tedral, por  pobre  que  sea.  Las  agitaciones  de  aquellos  tiempos  no 
daban  lugar  á  ocuparse  en  proseguir  la  fábrica,  ni  tampoco  se  dis- 
tinguían por  su  piedad  los  individuos  de  la  primera  audiencia. 
Así  es  que  el  presidente  de  la  segunda,  D.  Sebastian  Ramírez  de 
Fuenleal,  llegado  en  1530,  tuvo  que  atender  á  la  continuación 
de  la  obra  (5),  la  cual  no  llegó  á  su  término,  según  dicen,  sino 
durante  el  gobierno  del  primer  virey  D.  Antonio  de  Mendoza.  (6) 
Aquella  iglesia  se  consideró  siempre  como  provisional.  Vimos  ya 
que  el  P.  Motolinia  dice  que  se  hizo  de  prestado^  y  en  el  cabildo 
de  19  de  Febrero  de  1532  se  señalaron  para  propios  de  la  ciudad 
unos  solares  inmediatos  á  la  iglesia,  comenzando  el  acuerdo  por 
estas  palabras:  «Por  cuanto  entre  las  plazas  de  esta  dicha  cibdad 
«está  hecha  la  iglesia  mayor  de  ella,  la  cual  se  ha  de  hacer  de 
V.  nuevo,  y) 

Fijada  aproximadamente  la  fecha  de  la  construcción  de  la  ca- 
tedral vieja,  réstanos  averiguar  su  situación.   En  un  manuscrito  de 


1  Residencia  de  Cortés,  tom.  I,  pág.  192.  Las  últimas  palabras  de  la 
cita  constituyen  una  nueva  prueba  de  que  no  existió  la  supuesta  parro- 
quia de  la  plaza. 

2  Bernal  Díaz,  cap.  185. 

3  Libro  Primero  de  Cabildo, 

4  Carta  de  Diego  de  Ücaña,  apud  Col.  de  Doc.para  la  Hist.  de  Mé- 
xico, tom.  I,  pág.  529. 

5  HerreRx\,  Descripción,  cap.  9,  —  Betancurt,  Trat.  de  la  Ciudad 
de  México,  cap.  2,  n?  25. 

6  Sariñana,  Dedicación  de  la  Iglesia  de  México,  fol.  4. 

25 


194 


NOTAS 


D.  Francisco  Sedaño  (i)  se  encuentra  la  singular  noticia  de  que 
para  la  fábrica  de  la  catedral  «se  eligió  el  sitio  que  ahora  es  es- 
« quina  de  provincia  (2)  y  palacio  arzobispal,  y  habiéndose  co- 
cí menzado  los  cimientos,  se  abandonó  el  sitio  en  la  persuasión  de 
((  que  el  peso  de  la  fábrica  se  llevarla  el  palacio  real,  que  ya  es- 
ataba  comenzada  su  fábrica  desde  el  año  1530.»  Tal  especie  no 
está  comprobada  con  autoridad  alguna,  y  ofrece  tantas  dificulta- 
des, que  no  vacilo  en  desecharla.  Yo  no  he  hallado  semejante  cosa 
en  ningún  otro  autor:  el  palacio  real  existia  antes  de  1530,  pero 
lo  labrado  de  él  no  llegaba  á  la  esquina  de  provincia ;  y  estando 
hecha  la  catedral  desde  1525,  mal  podria  haber  habido  temor  de 
que  al  hacerla  se  llevara  el  edificio  que  según  el  mismo  autor  se 
comenzó  en  1530. 

Dejando,  pues,  á  un  lado  la  opinión  de  Sedaño,  lo  indudable 
es  que  la  catedral  estaba  entre  las  dos  plazas,  como  dice  el  Libro 
de  Cabildo,  esto  es,  entre  la  placeta  del  Marquesy  frente  á  las  ca- 
sas de  este  en  el  Empedradillo,  y  la  plaza  mayor,  que  quedaba 
delante  de  las  casas  nuevas,  ó  sea  el  Palacio  Nacional:  de  manera 
que  no  hay  duda  de  que  estaba  en  alguna  parte  del  terreno  que 
hoy  ocupa  la  catedral  con  su  cementerio.  Precisando  mas  la  ubi- 
cación, hallaremos  que  era  en  el  atrio  de  la  actual.  Aquí  me  per- 
mitirá el  lector  una  digresión  necesaria  para  determinar  la  posición 
de  los  solares  que  se  dieron  en  la  plaza,  y  por  ella  la  de  la  igle- 
sia, cuya  investigación  conducirá  también  á  ir  fijando  la  forma  de 


1  Noticias  de  México  recogidas  por  D.  Francisco  Sedaño,  vecino  de 
esta  ciudad,  desde  el  año  de  1756,  coordinadas,  escritas  de  nuevo,  y  ptiestas 
por  orden  alfabético  en  este  año  de  1800.  No  he  visto  este  MS.,  de  que 
tampoco  tuvo  conocimiento  Beristain,  á  pesar  de  haber  sido  amigo  del 
autor,  y  debo  la  comunicación  de  las  noticias  que  uso,  á  mi  estimado  ami- 
go el  Sr.  D.  J.  M.  Andrade,  quien  á  su  vez  las  recibió  del  Sr.  D,  José 
de  Agreda. —  El  autor  no  cita  sus  autoridades,  y  hacen  bastante  falta  para 
comprobar  especies  tan  raras  como  algunas  de  las  que  arriba  menciono,  y 
otras  por  el  estilo  de  las  dos  siguientes,  i^  Que  mientras  ase  daba  pro- 
«  videncia  de  fabricar  catedral,  se  hizo  una  iglesia  parroquial  en  la  plaza, 
«en  el  sitio  que  los  franciscanos  hablan  dejado.»  Ellos,  si  es  que  tuvie- 
ron ese  sitio,  le  dejaron  en  1525,  para  pasarse  al  nuevo,  y  la  catedral  se 
hizo  el  mismo  año,  de  modo  que  no  hay  cabida  para  tal  parroquia.  2^  Que 
se  comenzó  la  fábrica  de  la  primera  «catedral,  á  diligencias  de  D.  Fer- 
«nando  Cortés  y  el  Ven.  Illmo.  Sr,  D.  Fr.  Juan  de  Zumárraga.»  Llegó 
este  en  1528,  y  ya  desde  1526,  por  lo  menos,  se  encuentran  repetidas 
menciones  de  la  iglesia  mayor.  No  tiene  lugar  el  arbitrio  de  suponer  que 
hubo  en  la  plaza  dos  iglesias,  una  después  de  otra,  porque  el  pasaje  antes 
citado  del  P.  Motolinia  en  su  Carta  al  Emperador,  prueba  sin  réplica 
que  la  catedral  que  existia  en  1555  era  la  misma  que  se  labró  en  1525. — 
Todo  esto  me  hace  desconfiar  en  gran  manera  de  las  noticias  de  Sedaño. 

2  Dábase,  y  aun  suele  darse  este  nombre,  á  la  esquina  del  Palacio 
que  mira  á  norte  y  poniente. 


AL  DIÁLOGO  SEGUNDO.  I95 

la  plaza  antigua,  que  ofrece  tantas  dificultades.  Para  mayor  clari- 
dad he  formado  un  ligero  diseño,  que  solo  tiene  por  objeto  pre- 
sentar la  situación  relativa  de  los  solares  y  la  distribución  general 
de  la  antigua  plaza.  El  lector  juzgará  por  sí  mismo,  si  este  borrón 
va  ajustado  á  las  noticias  contenidas  en  estas  notas,  y  á  las  que 
constan  en  el  acta  del  cabildo  de  8  de  Febrero  de  1527,  que  con 
tal  motivo  me  veo  precisado  á  extractar. 

«Los  dichos  señores,))  (siguen  los  nombres  de  los  presentes) 
«dixeron,  que  por  quanto  los  dias  pasados,  al  tiempo  que  el  fator 
((é  veedor  se  llamavan  governadores  de  esta  nueva  España,  dieron 
«ciertos  solares  en  esta  cibdad,  que  son  frontero  del  Uchilobos,)) 
(el  gran  templo  de.Huitzilopochtli)  «los  cuales  á  cabsa  que  des- 
ee pues  de  venido  el  señor  governador,  juntamente  con  el  cabildo 
«de  esta  cibdad,  lo  repusieron  é  dieron  por  ninguno  para  lo  tornar 
«á  repartir,  están  despoblados  é  por  edificar  é  cercar,  é  porque  lo 
«susodicho  es  en  perjuicio  del  noblecimiento  de  esta  cibdad,  é 
«porque  poblándose  estará  mas  noblecida,  hizieron  repartimiento 
«del  dicho  sytio  de  solares,  dexando  primeramente  diez  solares 
«para  la  iglesia,  é  cementerio,  é  para  caseria  (i),  en  esta  manera: 

«  Primeramente  dixeron,  que  señalaban  é  señalaron  por  plaza, 
«demás  de  la  principal  que  está  delante  de  las  casas  nuevas  del  se- 
«ñor  Governador,  el  sytio  é  espacio  que  está  desocupado  delante 
«de  los  corredores  de  las  otras  casas  del  señor  Governador,  donde 
«suelen  jugar  á  las  cañas,  del  mismo  tamaño  que  agora  está. 

«De  pedimento  de  Cristóbal  Flores,  alcalde,  los  dichos  señores 
«le  hizieron  merced  en  el  dicho  sytio  de  un  solar  que  es  en  la  es- 
«  quina,  frontero  de  las  casas  de  Hernando  Alonso  herrero,  é  las 
«calles  reales,  el  qual  dixeron  que  le  davan  é  dieron  por  servido.» 

Siguen  las  demás  mercedes  en  iguales  términos,  á  saber  : 

A  Alonso  de  Villanueva  otro  solar  «linde  con  el  dicho  Cris- 
«tóbal  Flores,  frontero  de  solar  del  padre  Luis  Méndez,  la  calle 
«  real  en  medio.» 

Otro  á  Luis  de  la  Torre,  «linde  con  el  dicho  Alonso  de  Villa- 
« nueva,  é  frontero  de  solar  del  padre  Villagrá,  la  calle  en  medio.» 

Otro  al  escribano  Pedro  del  Castillo  «linde  del  dicho  Cristó- 
«bal  Flores,  frontero  de  casas  de  Pedro  de  Maya,  la  calle  real  que 
«va  á  Iztapalapa  en  medio.» 


I  Esta  frase  no  quiere  decir  que  la  iglesia  estuviera  por  hacer,  sino 
que  se  le  dejaba  ese  terreno  para  que  en  él  se  levantasen  las  oficinas  ne- 
cesarias. Parte  se  destinaba  para  labrar  las  casas  arzobispales,  como  se 
ve  por  el  cabildo  de  3  de  Setiembre  de  1529,  en  que  se  dispuso  «que  si 
«trazado  la  iglesia  mayor  é  casas  del  obispo  en  el  sitio  que  está  señalado 
«  donde  ha  de  ser  lo  susodicho,»  sobrare  algún  solar,  que  se  dé  á  Cristó- 
bal de  Barrios, 


,96 


NOTAS 


Otro  al  Lie.  Marcos  de  Aguilar  «linderos  de el  dicho  es- 

(ccribano,  frontero  de  solar  de  Pedro  González  de  Trujillo.»  (i) 

Otro  á  Juan  de  la  Torre  «linde  con  solar  del  dicho  señor  licen- 
«  ciado,  é  por  delante  el  sitio  de  la  iglesia.» 

Otro  á  Gonzalo  de  Alvarado  « linde  del  dicho  Juan  de  la  Torre, 
«é  por  delante  la  iglesia.» 

Otro  al  Dr.  Hojeda,  «linderos  de  una  parte  con  el  solar  del 
«dicho  Alonso  de  Villanueva,  é  de  la  otra  con  solar  de  Juan  de 
«la  Torre,  é  por  delante  la  calle  nueva.» 

Otro  á  Juan  de  Hinojosa,  «linderos  por  una  parte  solar  de  Luis 
«de  la  Torre,  é  de  la  otra  solar  de  Gonzalo  de  Alvarado.» 

«  E  luego  los  dichos  señores  alcalde  é  regidores  dixeron  que  se- 
«ñalaban  é  señalaron  por  calle  para  salida  é  servicio  de  los  dichos 
«solares,  porque  no  se  estorben  los  unos  á  los  otros,  é  por  ser  mas 
«noblecimiento  de  la  dicha  cibdad,  espacio  de  catorce  pies,  la 
«cual  ha  de  pasar  entre  solar  de  Alonso  de  Villanueva  é  de  Luis 
«de  la  Torre,  é  va  á  salir  al  sytio  de  la  iglesia,  quedando  de  una 
«parte  solar  de  Juan  de  la  Torre,  é  de  la  otra  solar  de  Gonzalo 
«de  Alvarado. 

«Este  dia  los  dichos  señores  de  pedimento  del  procurador  de 
«la  cibdad,  dixeron :  que  por  cuanto  demás  de  los  dichos  solares, 
«sobra  de  la  dicha  traza,  házia  la  placeta  nueva,  quedando  del  ta- 
«maño  qu-e  agora  está,  tres  medios  solares  á  la  larga,  que  son  donde 
«agora  están  las  tendezuelas  de  los  tañedores,  que  estos  tres  dichos 
«medios  solares,  como  están,  señalavan  é  señalaron  para  propios 
«de  la  dicha  cibdad,  por  ser,  como  es,  lo  mejor  é  mas  provechoso 
«de  los  dichos  solares.» 

Del  tenor  de  esta  concesión  se  deduce  que  la  mitad  de  aquel 
sitio  ó  poco  menos  se  dejó  para  la  iglesia,  y  la  otra  mitad  se  la  re- 
partieron entre  si  los  concejales.  Porque  á  la  iglesia  se  destinaron 
diez  solares,  y  los  mercedados  (inclusos  los  tres  medios  aplicados 


I  En  cabildo  de  4  de  Marzo  de  1527,  muerto  ya  Aguilar,  se  dio  este 
mismo  solar  á  Gonzalo  de  Sandoval.  «  Este  dia,  de  pedimento  del  Sr.  Gon- 
ce zalo  "de  Sandoval,  le  hicieron  merced  de  un  solar  que  estaba  dado  al 
«  Lie.  Marcos  de  Aguilar,  difunto,  que  haya  gloria,  que  es  en  el  sitio  que 
«está  tras  de  la  iglesia,  frontero  de  Pedro  González  de  Trujillo.»  «&c. — 
Por  ambas  mercedes  se  ve  claramente  que  la  casa  de  Pedro  González  de 
Trujillo  estaba  en  la  calle  del  Seminario,  esquina  á  la  del  Arzobispado, 
contra  la  opinión  del  P.  Pichardo,  que  en  sus  notas  al  Primer  Libro  de 
Cabildo  la  supone  en  «los  cajones  de  fierro  que  miran  á  Palacio,»  es  decir, 
en  la  manzana  que  luego  fué  el  Parían.  La  merced  hecha  á  Cortés  en 
1529  de  las  casas  nuevas  de  Moctezuma,  ó  sea  el  Palacio,  expresa  que 
uno  de  los  linderos  de  dicho  edificio  era  « la  calle  de  Pedro  González  de 
«Trujillo,»  (Alaman,  Diserí.,  tom.  II,  pág.  204);  cosa  muy  clara  estando, 
como  estaba,  esta  casa  en  la  esquina  del  Arzobispado;  pero  incompren- 
sible si  fuera  cierta  la  ubicación  que  le  da  el  P.  Pichardo. 


AL   DIALOGO  SEGUNDO. 


'97 


Arquillo 


n 


Padre  Villagrá. 


Padre  L.  Méndez. 


Sitio 
para  Tiendas, 

de  que 
se  di6  posesión 

á 
Gonzalo  Ruiz 

en  II 

de  Noviembre 

de  ¡5:S3, 


Casa»  de  Cabildo, 


PLAZA  MAYOE. 


Portal  de  las  Floree. 


Luis 

Ahmso 

Cristóbal 

de  la  Torre. 

de  Viltanutva. 

Flores. 

^i 

2 

1 

1 

tí 

íí 

K 

Juan 

Doctor 

Pedro 

1 

•2 

de  Ilin  ojosa. 

1 

Ilvjeda. 

del  Castillo. 

2 

o 

1 

s: 

Lie.  Marcos 

Gonzalo 
de  Alvarado. 

Juan 
de  la  Torre. 

de  Arrullar, 
y  luego 
Gonzalo 

de  Sanduval. 

Sol 

AEKS  PAKA  LA 

Iglesia. 

1^  -aj 


I! 


íll 


198 


NOTAS 


á  los  propios  de  la  ciudad)  fueron  diexy  medio.  Si  conociéramos 
con  certeza  las  dimensiones  de  lo  que  entonces  se  llamaba  solary 
y  si  estas  hubieran  sido  siempre  las  mismas  en  todos  los  lugares 
de  la  ciudad,  podríamos  resolver  fácilmente  la  cuestión  propuesta 
por  el  Sr.  Alaman  (i),  de  si  la  catedral  quedaba  al  norte  ó  al  sur 
de  la  línea  de  la  calle  del  Arzobispado.  En  otro  lugar  (pág.  76) 
presenté  el  único  dato  que  hasta  entonces  tenia  acerca  de  las  di- 
mensiones de  los  solares,  fijadas  allí  en  veinticinco  varas  en  cuadro. 
Pero  continuando  después  el  examen  de  los  Libros  de  Cabildo, 
encontré  en  el  acta  de  9  de  Febrero  de  1537,  que  tratando  de  re- 
gularizar la  medida  de  los  solares  se  acordó  lo  siguiente:  «Este 
«dia  dijeron  que  por  cuanto  en  los  solares  que  están  edificados  en 
«esta  cibdad,  en  la  mayor  parte  de  ellos  son  de  ciento  é  cincuenta 
<ípiés  en  cuadra,  é  porque  los  solares  que  en  principio  del  funda- 
amento  desta  cibdad  se  mandaron  é  dieron  por  medida  de  solares 
«setenta  pasos  en  cuadra,  según  el  tamaño  é  medida  de  los  dichos 
«solares  edificados,  é  se  midió  cada  paso,  el  primero  tres  pies  é 
«los  demás  á  dos,  que  son  en  los  dichos  setenta  pasos  ciento  é  qua- 
«renta  y  un  pies,  de  la  cual  medida  asimesmo  hay  algunos  de  los 
«dichos  solares  edificados;  é  porque  sobre  las  dichas  medidas  ha 
«habido  é  hay  diferencias,  acordaron  é  mandaron  que  los  solares 
«que  de  aquí  adelante  se  dieren  e  los  que  estuvieren  por  labrar  y 
«edificar  en  ellos  que  se  ovieren  de  medir,  se  den  é  midan  de  ta- 
«maño  de  ciento  é  cincuenta  pies  de  marca  en  cuadra,  é  si  por 
«respeto  de  las  calles  no  oviere  para  dar  el  dicho  tamaño,  que  se 
«dé  lo  que  oviere,  é  que  las  dichas  medidas  se  hagan  comenzando 
«á  medir  de  la  parte  de  hacia  la  plaza  mayor  desta  cibdad  hasta 
«el  solar  que  así  se  midiere;  y  desta  manera  se  midan  los  dichos 
«solares,  sin  que  en  ello  se  haga  perjuicio  á  ninguna  de  las  partes, 
«ni  á  las  calles.))  Estas  medidas  se  confirmaron  después  en  cabildo 
de  20  de  Febrero  de  1 543,  cuya  acta  dice  lo  que  sigue :  «  En  este 
«dia  dijeron  los  dichos  señores  justicia  y  regidores,  que  por  cuanto 
«está  mandado  que  los  solares  que  se  dieren  é  midieren,  é  se  han 
«dado  é  no  están  edificados  se  den  é  midan  en  cantidad  de  á  ciento 
«é  cincuenta  pies,  é  porque  no  haya  diferencia  sobre  el  tamaño 
«de  los  dichos  pies,  mandaron  hacer  é  se  hizo  una  vara  que  tiene 
«diez  pasos  de  á  doce  puntos  escasos,  la  cual  mandaron  que  se  se- 
«ñale  é  selle  con  el  fierro  desta  cibdad,  é  que  esta  sea  medida  para 
«que  se  midan  los  dichos  solares,  los  dados  é  que  se  dieren,  é  que 
«en  cada  uno  haya  é  tenga  por  cabezada  é  por  todas  partes  quince 
«varas  de  la  susodicha,  é  mandaron  que  desta  vara  se  haga  otra 
«medida  del  mismo  tamaño  é  sellada,  que  esté  en  la  casa  del  ca- 
«bildo  desta  cibdad  por  padrón:  tiene  la  dicha  vara  tres  de  medir 

1     Disertaciones,  tom.  II,  pág.  176. 


AL   DIALOGO   SECUNDO.  l.^^ 

(íé  un  dozavo,  de  lo  cual  y^  el  dicho  escribano  doy  fé  que  lo  vi.» 
Hallamos,  pues,  que  la  mayor  parte  de  los  solares  era  de  141  pies 
ó  47  varas  en  cuadro,  y  que  en  lo  sucesivo  hablan  de  ser  de  150 
pies;  y  si  bien  la  medida  que  se  fabricó,  repetida  quince  veces, 
solo  da  14614^  pies,  la  diferencia  pudo  consistir  en  la  diversidad  de 
varas  que  entonces  habia.  Pero  también  vemos  que  no  todos  los 
solares  eran  de  igual  tamaño,  y  que  cuando  por  causa  de' las  calles 
no  alcanzara  el  terreno  para  la  medida  expresada,  se  daria  lo  que 
hubiere.  Así  debió  suceder  con  los  solares  de  la  plaza,  ó  tal  vez 
por  ser  en  lo  mejor  de  la  ciudad  se  señalaron  más  pequeños,  pues 
contando  los  veintiuno  y  medio  solares  á  47  ó  50  varas  en  cuadro, 
no  alcanza  el  terreno.  La  ubicación  relativa  de  los  solares  merce- 
dados,  hace  creer  que  por  el  frente  sur  venian  á  alinear  con  las 
calles  del  Arquillo  y  el  Arzobispado;  y  como  la  distancia  entre 
esta  linea  y  la  de  la  calle  de  S.  Francisco  es  menor,  si  los  solares 
de  la  iglesia  ocupaban  la  misma  área  que  los  otros,  no  hay  más 
remedio  que  aumentarles  de  oriente  á  poniente  lo  que  les  falta  de 
norte  á  sur.  De  esta  manera  queda  bien  formada  y  separada  de  la 
plaza  mayor,  \?i  placeta  del  Marques,  y  se  explica  que  la  propie- 
dad de  la  iglesia  llegue  hasta  cerca  de  la  esquina  de  la  calle  de 
Plateros,  según  asegura  el  Sr.  Alaman.  Como  no  toda  la  exten- 
sión de  los  solares  de  la  iglesia  estaba  cubierta  de  edificios,  bien 
podían  los  interlocutores  de  Cervantes  ver  la  plaza  mayor  desde 
la  esquina  del  Empedradíllo  y  Tacuba,  y  las  dos  plazas  venian  á 
ser  en  realidad  una  sola. 

Hechas  estas  explicaciones,  ya  se  advierte  que  la  iglesia  tenía 
que  quedar  en  el  atrio  de  la  actual,  y  al  sur  de  la  línea  de  la  calle 
del  Arzobispado,  porque  al  norte  no  habia  lugar  para  ella.  Así 
es  que  no  era  necesario  demolerla  para  levantar  la  nueva,  y  si  se 
resolvió  su  destrucción  en  1626,  seria  para  despejar  el  atrio,  y 
porque  estando  ya  acabada  la  nueva  sacristía,  se  juzgó  conveniente 
colocar  el  Santísimo  Sacramento  y  celebrar  las  ceremonias  del 
culto  en  un  edificio  que  según  todos  los  indicios  era  mejor  y  más 
decente  que  la  iglesia  vieja,  (i) 

Parece  indudable  que  esta  estuvo  situada  de  oriente  á  poniente. 
Dícelo  expresamente  Betancurt  (2),  y  Torquemada,  testigo  ocu- 
lar, hablando  de  la  plaza  principal  se  expresa  en  estos  términos: 
«A  la  parte  del  norte  le  corresponde  la  plazuela  del  Marques,  en 
«la  cual  están  sus  casas,  y  sale  la  puerta  del  Perdón  de  la  iglesia 
«mayor.»  (3)    Todos  saben  que  altar  del  Perdón  se  llama  toda- 


1  SariñANA,  op.  cit.^  fol.  7.  —  Alaman,  Disertaciones,  tom.  II, 
261. — MS.  de  Sedaño. 

2  Teatro  Mexicano,  Pte.  IV,  trat.  2,  cap.  3,  n?  37. 

3  Lib.  III,  cap.  26. 


iÓO  NOTAS 

vía  el  de  la  espalda  del  coro,  en  los  pies  de  la  iglesia:  por  tanto, 
esta  tenia  la  puerta  principal  al  poniente,  aunque  tenia  otra  al  cos- 
tado, hacia  la  plaza  mayor,  como  se  acostumbra  en  las  iglesias, 
cuando  la  disposición  del  sitio  lo  permite.  De  ambas  puertas  se 
habla  en  el  cabildo  de  lo  de  Junio  de  1533,  expresándose  que  la 
una  estaba  «á  la  plaza  mayor»  y  la  otra  «hacia  el  corral  de  los 
«toros.»  No  es  la  única  vez  que  se  habla  de  este  corral. 

La  catedral  y  sus  dependencias  no  llenaron,  según  parece,  el 
terreno  que  se  les  habia  destinado,  y  en  derredor  de  ella  queda- 
ron solares  vacíos,  que  el  Ayuntamiento,  en  cabildo  de  19  de  Fe- 
brero de  1532,  señaló  para  proptos  de  la  ciudad.  Sin  duda  se  fa- 
bricó en  ellos  después,  y  con  el  tiempo  vino  á  formarse  un  grupo 
de  edificios  en  que  quedó  incluida  la  iglesia. 

Tan  destituida  de  fundamento  juzgo  la  especie  de  haber  estado 
primero  dedicada  á  Santiago  Apóstol,  que  ni  haria  mención  de 
tal  cosa,  á  no  tener  en  su  apoyo  una  autoridad  de  tanto  peso,  para 
muchos,  como  la  de  D.  Carlos  de  Sigüenza  y  Góngora.  No  se 
halla  esa  opinión  en  ninguno  de  sus  escritos  conocidos,  sino  que 
ha  llegado  á  nosotros  por  medio  de  su  amigo  el  cura  de  la  cate- 
dral. Lie.  D.  José  de  Lezamis.  Este,  en  el  Prólogo  de  su  Vida  d^l 
Apóstol  Santiago  el  Mayor ^  impresa  el  año  de  1699,  uno  antes  de 
lá  muerte  de  Sigüenza,  escribió  lo  que  sigue :  «  También,  tratando 
«de  la  Devoción  que  el  Arzobispo,  mi  Señor,  tenia  al  Apóstol 
«Santiago,  dixe  que  la  Cathedral  de  México  en  su  principio  y 
«origen,  antes  que  fuese  erigida  en  Cathedral,  se  llamó  de  San- 
«tiago;  y  entonces  por  la  brevedad  que  pedia  la  relación  que  iba 
«haciendo,  y  por  no  la  interrumpir  con  digresión  larga,  no  hize 
«más  que  apuntar  la  noticia,  la  cual  me  pareció  el  aclararla  agora 
«algo  más.  Dióme  dicha  noticia  D.  Carlos  de  Sigüenza  y  Gón- 
«gora,  Cathedrático  Jubilado  de  Matemática,  y  Cosmógrafo  ma- 
«yor  del  Reino;  el  cual,  con  la  grande  pericia  que  tiene  de  todas 
«las  historias  y  antigüedades  de  estas  tierras  de  las  Indias,  en  un 
«libro  que  intitula  Tribunal  Histórico,  y  que  se  está  perficio- 
«nando  cuando  esto  se  imprime,  con  autoridades  de  Antonio  de 
«'Herrera,  Fr.  Juan  de  Torquemada,  Fernando  Cortés  en  su  se- 
«gunda  y  tercera  carta,  Bernal  Diaz  del  Castillo  en  su  historia  de 
«la  Conquista,  cap.  92  y  185,  y  de  otros  autores  y  papeles  anti- 
«guos,  prueba  con  mucho  fundamento  que  la  primera  iglesia  que 
«se  erigió  en  México  fué  la  Parroquial  en  el  mismo  sitio  donde 
«hoy  está  el  cimenterio  de  la  Cathedral,  y  qué  se  llamaba  San- 
« tiago.  Deduciendo  esto,  no  solo  de  las  autoridades  dichas,  sino 
«de  varias  razones  y  disposiciones  que  ha  hallado  en  los  primeros 
«libros  de  Cabildo  de  la  Ciudad  de  México,  que  70  llamé  tam- 
«bien  el  Bezerro,  de  donde  también  infiere  celebraban  entonces 
«al  santo  como  Patrón,  juntamente  con  S.  Hipólito Y  esto 


AL  DIALOGO  SECUNDO.  20  1 

«de  llamarse  la  iglesia  de  Santiago,  fué  á  los  principios  de  la  con- 
« quista,  que  después  perdió  el  nombre,  ó  se  acabó  esta  iglesia,  y 
«hizieron  otra  con  título  de  Nuestra  Señora,  que  servia  de  Par- 
«roquia. » 

Dejemos  á  un  lado  lo  relativo  á  si  hubo  ó  no  parroquia  en  la 
plaza  antes  de  la  catedral,  por  ser  punto  discutido  ya,  y  tratemos 
solamente  de  averiguar  si  en  efecto  la  primitiva  iglesia  tuvo  al- 
guna vez  la  advocación  de  Santiago.  Creemos  que  todo  el  funda- 
mento de  esa  opinión  estriba  en  el  cap.  92  de  Bernal  Diaz,  donde 
narra  la  visita  de  Cortés  al  templo  mexicano,  en  compañía  de 
Moctezuma.  Los  historiadores  de  la  conquista  (i),  y  también  Si- 
güenza,  según  se  advierte,  han  entendido  que  esta  visita  fué  al 
templo  mayor  de  México ;  mas  por  la  narración  de  Bernal  Diaz 
se  viene  en  conocimiento  de  que  no  fué  sino  al  templo  de  Tía- 
telolco.  Comienza  diciendo  que  Cortés  quiso  ir  á  la  plaza  mayor 
á  ver  el  gran  adoratorio  de  Huitzilopochtli;  que  al  efecto  pidió 
permiso  á  Moctezuma,  y  que  este  se  ofreció  á  acompañarle,  te- 
meroso de  que  los  extranjeros  cometieran  algún  desacato  contra 
sus  dioses.  Hasta  aquí  parece  que  se  trata  de  la  plaza  mayor  de 
México;  pero  el  historiador  prosigue  refiriendo  que  Moctezuma 
se  adelantó,  y  luego  Cortés,  á  caballo,  con  la  mayor  parte  de  los 
españoles,  fueron  «al  Tatelulco,  w  y  cuando  llegaron  «  á  la  gran 
aplaza  que  se  dice  el  Tatelulco,))  quedaron  admirados  de  lo  que 
vieron  en  ella.  Aquí  describe  largamente  Bernal  Diaz  aquel  fa- 
moso mercado,  y  concluye  diciendo  que  en  un  dia  no  se  podía 
ver  todo,  «y  fuimos  al  gran  cu,  é  ya  que  íbamos  cerca  de  sus gran- 
ndes  patios,  é  antes  de  salir  de  la  misma  plaza,  estaban  otros  mer- 
((caderes,  que  según  dijeron  eran  que  tenian  á  vender  oro  en  gra- 
«nos,  j)  &c.  Sigue  la  descripción  del  templo  y  de  los  ídolos,  y 
añade  que  «desde  que  ganamos  aquella  fuerte  y  gran  ciudad,  y  se 
«repartieron  los  solares,  que  luego  propusimos  que  en  aquel  gran 
«cu  habíamos  de  hacer  la  iglesia  de  nuestro  patrón  y  guiador  San- 
«tiago,  é  cupo  mucha  parte  de  solar  del  alto  cu  para  el  solar  de 

«la  santa  iglesia Dejemos  esto,  y  digamos  de  los  grandes  y 

«suntuosos  patios  que  estaban  delante  del  Huichilobos,  adonde 
zahora  está  el  señor  Santiago,  que  se  dice  el  Taltelulco,  que  así  se 
«solía  llamar.»  Extraño,  como  es,  que  la  primera  visita  del  con- 
quistador fuera  al  templo  de  Tlatelolco  y  no  al  de  México,  que 
era  el  principal  y  estaba  más  cerca,  no  puede  deducirse  otra  cosa 
de  esta  relación  de  un  testigo  ocular.  Mas  sí  se  pretende  que  con 
el  trascurso  del  tiempo  confundió  las  especies,  y  la  visita  no  fué 
al  Tlatelolco,  á  lo  menos  las  últimas  palabras  citadas  son  decisi- 
vas, en  cuanto  á  que  allí  habia  un  templo  con  su  ídolo  Puitzilo- 

I     Prescott,  Conq.  o/ México,  book  IV,  ch.  2. 

26 


202  NOTAS 

pochtli,  y  que  en  su  patio  y  no  en  el  templo  de  México,  se  hizo 
la  iglesia  de  Santiago.  Eso  se  corrobora  con  otro  pasaje  del  ca- 
pítulo 185,  donde  cuenta  Bernal  Diaz,  que  ayendo  un  vecino 
((una  noche  pasada  cerca  del  Taltelulco,  que  es  la  iglesia  del  se- 
«ñor  Santiago,  donde  solia  estar  el  ídolo  mayor,  que  se  decia 
«Huichilobos,  que  vio  en  el  patio,»  &c.  Esto  se  refiere  al  año 
de  1525,  y  de  paso  confirma  que  en  Tlatelolco  hubo  templo  é 
ídolo  de  Huitzilopochtli.  Podría  alegarse  que  Bernal  Diaz  escri- 
bió muchos  años  después,  cuando  ya  existia  en  aquel  lugar  el  con- 
vento é  iglesia  de  los  franciscanos  con  la  misma  advocación  de 
Santiago,  que  aun  conserva,  y  que  á  esa  iglesia  se  referia.  Pero  si 
la  primitiva  estuvo  en  la  plaza  de  México,  ¿  cómo  es  que  nadie  la 
menciona,  ni  se  encuentra  tampoco  la  menor  alusión  á  ella  en  los 
Libros  de  Cabildo?  Debemos  concluir  de  todo,  que  la  iglesia  de 
la  plaza  estuvo  desde  su  origen  consagrada  á  la  Virgen  María, 
como  consta  de  la  Bula  de  su  erección  en  catedral,  dada  en  1530, 
y  que  si  los  conquistadores  tuvieron  intención  de  erigir  allí  su 
iglesia  de  Santiago,  no  la  llevaron  á  efecto.  La  advocación  que 
tomó  el  convento  franciscano  de  Tlatelolco,  es  también  un  indicio 
de  que  á  aquel  lugar  se  referia  el  propósito  de  los  conquistadores. 

Nota  41,  pág.  117. 

Por  cédula  de  29  de  Noviembre  de  1540  admitió  y  declaró  el 
Emperador  por  de  su  patronato  el  hospital  real  del  Amor  de  Dios, 
y  el  Sr.  Zumárraga  hizo  la  fundación  jurídica  á  13  de  Mayo  de 
1 541,  ante  Juan  de  Zarago*za,  siendo  testigos  el  chantre  Diego 
de  Loaysa,  el  Dr.  Rafael  de  Cervantes,  y  los  canónigos  Juan  Juá- 
rez, Diego  Velazquez,  Rodrigo  de  Ávila  y  Francisco  Rodríguez 
Santos.  En  ese  documento  expresa  el  señor  obispo,  que  había 
dispuesto  privadamente  ese  hospital  algunos  años  antes,  porque  no 
recibían  en  el  hospital  que  había  en  México  á  los  bubosos,  ó  sea 
enfermos  del  mal  venéreo  (i).  Para  formar  idea  de  la  necesidad 
de  ese  hospital,  y  de  cuan  benéfica  fué  su  fundación,  conviene  re- 
cordar la  furia  con  que  en  aquellos  tiempos  se  cebaba  ese  mal  en 
todas  las  clases  de  la  sociedad  indistintamente.  Nada  hay  mas  común 
que  leer  de  cualquier  conquistador  que  «estaba  malo  de  bubas. w  (2) 
El  médico  Cárdenas,  que  vino  á  la  Nueva  España  hacia  1577,  é 


1  SiGüENZA,  Piedad  Heroica,  cap'.  2,  n?  10, 

2  «E  luego  nos  bajamos  las  gradas  abajo,  y  como  eran  ciento  y  ca- 
« torce,  é  algunos  de  nuestros  soldados  estaban  malos  de  bubas,  ó  humores, 
«les  dolieuon  los  muslos  de  bajar.»  Bernal  Díaz,  cap.  92.  En  la  enu- 
meración de  los  conquistadores  (cap.  204)  menciona  muchos  enfermos 
de  ese  mal. 


AL   DIALOGO  SEGUNDO.  ZOj 

imprimió  su  obra  en  1591,  nos  hace  ver  que  aun  entonces  con- 
servaba la  enfermedad  mucho  de  su  primitiva  fuerza,  y  entre  otras 
muchas  cosas  dice:  «Esta  enfermedad,  no  poco  infernal,  maligna 
«y  perniciosa....  tan  deveras  aflige,  apremia  y  atormenta  á  los 
«hombres,  sin  hacer  excepción  alguna,  que  ya  se  usa  decir  en  las 
«Indias,  que  no  es  hombre  honrado  el  que  no  tiene  un  cierto 
«ramillo  ó  rastro  deste  achaque;  y  así  es  tan  negro  de  usado  un 
«parche  de  terciopelo  negro  en  el  rostro,  un  chichón  en  una 
«sien,  una  señal  con  falta  de  hueso  en  la  frente,  que  casi  no  se 
«echa  de  ver  en  ello.  »  (i) 

El  hospital  del  Amor  de  Dios  se  refundió  en  el  de  S.  Andrés, 
en  1788,  según  Carrillo  y  Pérez  (2).  Ocupaba  el  sitio  en  que 
hoy  está  la  Academia  de  Nobles  Artes  de  S.  Carlos. 

Nota  42,  pág.  117. 

Este  pasaje  confirma  lo  dicho  en  las  notas  al  Diálogo  anterior, 
es  á  saber,  que  la  Universidad  fué  fundada  en  las  casas  de  la  es- 
quina de  las  calles  del  Arzobispado  y  del  Seminario. 

Nota  43,  pág.  119. 

Estaban  los  interlocutores  en  la  esquina  de  las  calles  de  las  Es- 
calerillas y  el  Seminario,  y  vcian  por  consiguiente  las  calles  de  las 
Atarazanasy  esto  es,  las  de  Sta.  Teresa  la  Antigua,  Hospicio  de 
S.  Nicolás  y  siguientes,  así  como  la  de  Iztapalapan,  ó  sean  las  del 
Seminario,  frente  del  Palacio,  Flamencos,  Bajos  de  Portaceli,  y 
demás  en  la  misma  línea:  el  puente  de  piedra  era  el  que  daba  paso 
sobre  la  acequia  que  venia  cruzando  por  el  costado  del  palacio. 
Esta  calle  de  Iztapalapan  era  entonces  la  principal  de  México,  y 
en  la  que  tenían  sus  casas  los  vecinos  más  notables,  según  dice  des- 
pués Cervantes.  Las  Atarazanas  eran  la  fortaleza  ó  arsenal  que 
Cortés  mandó  construir  inmediatamente  después  de  la  toma  de  la 
ciudad,  para  guardar  los  bergantines.  Descríbela  en  su  Cuarta  Re- 
lación, §  XVI.  Hoy  no  queda  de  ella  ni  rastro  que  ayude  á  fijar 
su  situación :  debió  estar  en  algún  lugar  inmediato  á  la  garita  de 
S.  Lázaro. 

Nota  44,  pág.  119. 

Las  tres  calles  que  había  que  pasar  para  llegar  á  Sto.  Domingo 
eran  la  i^  del  Reloj,  2^  de  id.,  y  Sta.  Catalina  de  Sena;  pero 

1  Primera  Parte  de  los  Problemas  y  Secretos  maravillosos  de  las  In- 
dias, fol.  190.  No  he  logrado  ver  este  libro:  tomo  la  cita  de  un  apunte 

^  MS.  del  Sr.  D.  J.  F.  Ramírez. 

2  México  Católico,  MS.,  lib.  IX,  cap.  2. 


lÓzj.  NOTAS 

propiamente  hablando,  no  bastaba  pasar  aquellas  tres  calles  para 
llegar  á  Sto.  Domingo,  sino  para  ponerse  en  la  misma  línea  que 
el  convento,  pues  para  llegar  á  él  aun  quedaba  por  andar  la  calle 
de  la  Perpetua,  como  en  efecto  la  anduvieron  los  interlocutores. 

Nota  45,  pág.   121. 

Desde  1524  vemos  figurar  al  Dr.  Pedro  López  como  médico 
de  Cortés  en  la  expedición  de  las  Hibueras.  Envióle  este  desde 
Trujillo  á  la  isla  de  Santo  Domingo  en  busca  de  socorros,  y  en  la 
travesía  padeció  naufragio,  de  que  escapó  en  una  tabla  (i).  Hubo 
de  ser  tenido  en  México  por  muerto,  como  todos  los  de  aquella 
expedición,  porque  durante  ella,  el  15  de  Diciembre  de  1525,  su 
mujer,  Ana  de  Castellanos,  pidió  al  cabildo  que  le  diese  por  ser- 
vida una  tierra  para  huerta  que  estaba  dada  á  su  marido,  porque 
«agora  con  necesidad  que  tenia  para  criar  y  sustentar  ciertos  hijos 
«suyos  é  del  dicho  su  marido,  la  había  vendido.  »  Volvió,  sin  em- 
bargo, el  licenciado,  asistió  á  Luis  Ponce  en  su  última  enferme- 
dad (1526),  y  fué  el  primer  protomédico  de  México,  recibido 
por  tal  en  cabildo  de  1 1  de  Enero  de  1527.  Tres  días  después, 
el  14,  se  le  hizo  merced  de  un  solar  en  la  calle  de  la  Perpetua, 
donde  labró  las  casas  de  que  habla  Cervantes.  Ya  desde  27  de 
Abril  del  año  anterior,  antes  de  recibirle  por  protomédico,  se  le 
había  dado  una  huerta  en  la  calzada  de  Chapultepec:  no  sabemos 
si  fué  una  revalidación  de  la  que  se  le  había  concedido  antes,  ó 
una  nueva  merced. 

Aunque  la  cátedra  de  medicina  de  la  Universidad  de  México 
no  se  fundó  sino  hasta  el  zi  de  Junio  de  1578,  el  Líe.  Pedro  Ló- 
pez fué  el  primero  que  se  graduó  de  doctor  en  dicha  facultad  á 
principios  de  Setiembre  de  1553.  Su  muerte  debió  ocurrir  poco 
después,  puesto  que  en  1554,  7^  ocupaban  sus  hijos  la  casa  de  la 
calle  de  la  Perpetua.  Aunque  no  tengo  fundamento  seguro  para 
ello,  creo  cierto  que  entre  esos  hijos  hubo  uno  del  mismo  nom- 
bre y  profesión  del  padre.  Hallo  que  en  el  cabildo  de  4  de  Agosto 
de  1536  fueron  nombrados  protomédicos  y  visitadores  de  boticas, 
el  licenciado  Pedro  López  y  el  doctor  Méndez.  El  otro  Pedro 
López  era  doctor  y  no  licenciadoy  y  había  sido  nombrado  proto- 
médico cerca  de  diez  años  antes.  Fuera  de  esto,  es  imposible  atri- 
buirle lo  que  vamos  á  referir,  sin  suponer  que  muriera  centenario, 
y  sin  desechar  un  testimonio  de  tanto  peso  como  el  de  nuestro 
Cervantes.  El  hijo,  pues,  « tan  docto  como  dado  á  la  caridad,  w  ( 2) 
seria  el  que  fundó  en  1572  el  hospital  de  S.  Lázaro,  y  diez  años 

1  Bkrnal  Díaz,  caps.  174,  183. 

2  Prólogo  de  los  Estatutos  de  la  Universidad. 


AL  DIALOGO  SEGUNDO.  20^ 

después,  en  1582,  el  de  S.  Juan  de  Dios,  con  el  título  de  la  Epi- 
fanía, para  curación  de  mulatos  y  mestizos:  luego  estableció  allí 
mismo  una  casa  de  niños  expósitos,  y  una  cofradía  de  personas 
distinguidas  que  los  recogiesen  y  cuidasen.  Grata  debe  sernos  la 
memoria  del  caritativo  Dr.  Pedro  López,  por  haber  sido  el  pri- 
mero que  fundó  entre  nosotros  un  asilo  para  esos  seres  desvalidos, 
más  de  sesenta  años  antes  de  la  memorable  asamblea  en  que  el  glo- 
rioso S.  Vicente  de  Paul  los  colocó  bajo  la  protección  de  las  pri- 
meras damas  de  París,  y  casi  dos  siglos  antes  de  que  el  lllmo.  Sr. 
Arzobispo  Lorenzana  inmortalizase  su  nombre  con  la  creación  del 
establecimiento  de  que  hoy  goza  la  capital  (i).  Er^tregó  el  hos- 
pital en  1604  el  Dr.  D.  José  López,  hijo  del  fundador,  á  los  re- 
ligiosos de  S.  Juan  de  Dios,  quienes  le  dieron  el  nombre  de  su 
patrono,  y  la  Cuna  permaneció  allí,  por  lo  menos  hasta  1694  (2). 
El  Dr.  López  se  retiró  á  acabar  sus  días  en  el  hospital  de  S.  Lá- 
zaro que  habia  fundado.  Vivía  aun  en  i  596,  año  en  que  otorgó  su 
testamento,  instituyendo  por  sus  herederos  y  patronos  del  hospital 
á  sus  hijos  el  Dr.  D.  José,  cura  del  Sagrario,  el  Dr.  D.  Agustín, 
D.  Nicolás,  D?-  Catarina,  D?-  María  y  D?-  Juana,  habidos  legíti- 
mamente, de  la  Sra.  D'^  Juana  de  León  (3);  nueva  prueba  de  que 
el  médico  de  Cortés,  y  el  autor  de  estas  fundaciones  son  dos  per- 
sonas diversas,  aunque  iguales  en  nombre  y  profesión.  La  mujer 
del  primero  se  llamaba  Ana  de  Castellanos,  y  la  del  fundador  de 
los  hospitales  Juana  de  León;  esto  se  explicaría  á  todo  rigor,  ad- 
mitiendo dos  matrimonios  sucesivos,  aunque  no  deja  de  hacer 
fuerza  en  contra  la  circunstancia  de  que  todos  los  hijos  nombrados 
en  el  testamento  son  de  D?-  Juana,  constando  que  D^^  Ana  los  tuvo 
también;  pero  lo  imposible  de  concordar,  si  no  hubo  mas  que  un 
Dr.  Pedro  López,  es  que  en  1554,  muchos  años  antes  de  que 
fundara  el  hospital  en  que  fué  á  acabar  sus  días,  hable  de  él  Cer- 
vantes en  pretérito,  dando  á  entender  que  ya  era  fallecido:  inter- 
pretación que  se  confirma  con  la  noticia  de  que  sus  hijos  eran  los 
que  entonces  ocupaban  la  casa. 

1  TORQUEMADA,  Moil.  Illd.,  lib.  III,  Cap.    20.  —  OROZCO   Y   BeRRA, 

apud  Dice.  Univ.  de  Hist.  y  de  Geog.,  tom,  V,  págs.  751,  760. 

2  En  un  sermón  intitulado  Tránsito  gloriosisinio  de  la  Virgen  Maria^ 
que  predicó  el  P.  Fr.  Pedro  Antonio  de  Aguirre  en  la  fiesta  de  la  Cofra- 
día del  Tránsito  de  Nuestra  Señora,  en  la  iglesia  de  S.  Juan  de  Dios,  el 
22  de  Agosto  de  1694,  se  halla  una  dedicatoria,  donde  el  mayordomo  de 
la  Cofradía,  Nicolás  de  Navanete,  dice  lo  que  sigue:  «Esta  es  la  coro- 
«nada  feliz  Cofradía  de  el  Tránsito  de  Nuestra  Señora  de  los  Desampa- 
«rados,  que  mas  ha  de  ciento  diez  años,  mas  ha  de  un  siglo  que  florece 

«y  dura Cuidó  desde  su  cuna  la  Ccjfradía  de  los  inocentes  niños,  y  de 

«la  sepultura  de  los  ajusticiados  malhechores.» 

3  Memoria  de  la  Corporación  Municipal  que  funcionó  en  1 85 1, 
pág.  256. 


206  NOTAS 


Nota  46,  pág.  121. 

Cicerón,  De  Officiis,  lib.  I.  —  El  texto  citado  es  á  su  vez  una 
cita  de  Ennio  en  Cicerón.  Dice  así  el  pasaje :  «  Odiosum  est  enim 
(( cum  a  prcetereuntibus  dicitur : 

«  Oh  D0771US  antiqua^  heu  !  quam  dispari 
«  Dominare  domino. 

«  ^od  quidem  his  temporibus  in  multts  licet  dicere : »  cuya  obser- 
vación es  tan  aplicable  hoy  á  muchas  casas  como  en  tiempo  de 
Cicerón.  Se  ve  que  el  Dr.  Cervantes  alteró  algo  las  palabras  del 
texto :  probablemente  citó  de  memoria. 

Nota  47,  pág.  125. 

Discrepan  algún  tanto  los  autores  acerca  de  las  circunstancias 
que  determinaron  el  establecimiento  de  la  orden  de  Predicadores 
en  México.  Su  principal  cronista,  Dávila  Padilla  (i),  dice  que 
habiendo  llegado  á  noticia  del  general  Fr.  Francisco  Silvestre  de 
Ferrara  la  conquista  de  México,  escribió  en  1526  al  provincial 
de  Castilla  mandándole  que  enviase  frailes  á  la  nueva  tierra,  y  que 
se  ofrecieron  voluntariamente  al  viaje  cinco  religiosos,  entre  ellos 
Fr.  Tomás  Ortiz.  El  P.  Remesal  (2)  refiere  que  estaban  en  Es- 
paña á  negocios  graves  de  la  orden,  Fr.  Tomás  Ortiz  y  Fr.  An- 
tonio Montesinos,  del  convento  de  la  isla  Española,  cuando  lle- 
garon en  1522  las  nuevas  de  las  victorias  de  Cortés,  quien  pedia 
religiosos  para  doctrinar  á  los  indios,  y  con  tal  motivo  el  obispo 
de  Osma  D.  Fr.  García  de  Loaysa,  dominico,  que  ya  en  1523 
entendía  en  las  cosas  de  las  Indias,  aunque  no  fué  nombrado  pri- 
mer presidente  del  Consejo  de  ellas  sino  hasta  el  año  siguiente 
de  1524,  determinó  enviar  doce  religiosos  de  su  orden  y  otros 
doce  de  la  de  S.  Francisco.  Nombró  al  P.  Fr.  Tomás  Ortiz  por 
vicario  general  de  los  dominicos;  y  al  P.  Montesinos,  que  se  ha- 
bía de  quedar  en  la  Española,  se  le  dieron  ademas  seis  religiosos 
para  fundar  un  convento  en  Puertorico.  Fr.  Juan  José  de  la  Cruz 
y  Moya  (3),  aunque  generalmente  sigue  á  Remesal,  discrepa  en 
un  punto  importante,  pues  asegura  que  el  prelado  de  la  Española, 
noticioso  de  lo  ocurrido  en  México,  despachó  expresamente  á  los 
PP.  Ortiz  y  Montesinos  para  solicitar  el  envío  de  una  misión  de 
la  orden  á  la  Nueva  España,  y  ellos  lo  consiguieron. 

Fr.  Antonio  Montesinos  y  sus  frailes  se  embarcaron,  y  vinie- 

1  Hist.  de  la  Prov.  de  México,  lib.  I,  cap.  introduct. 

2  Hist.  de  la  Prov.  de  Chiapa,  lib.  I,  caps,  5  y  6. 

3  Hist,  de  la  Prov.  de  Santiago^  MS.,  lib.  I,  cap.  3.  Este  autor  es- 
cribía en  1757. 


AL   DIALOGO  SEGUNDO.  207 

ron  juntos  con  los  franciscanos  hasta  Santo  Domingo.  Estos  prosi- 
guieron luego  su  viaje,  y  los  dominicos  se  quedaron  allí  en  espera 
de  Fr.  Tomás,  detenido  en  España  por  disposición  del  obispo 
Loaysa,  que  queria  consultarle  algunos  asuntos  graves  relativos  á 
Indias,  de  los  muchos  que  entonces  se  ventilaban.  Alargóse  la  de- 
tención más  de  lo  pensado,  y  el  embarque  de  Fr.  Tomás  no  se 
verificó  sino  hasta  el  2  de  Febrero  de  1526,  en  el  mismo  navio 
que  traia  al  Lie.  Luis  Ponce,  encargado  de  tomar  residencia  á 
Cortés.  Vinieron  voluntariamente  con  el  P.  Ortiz  cuatro  religio- 
sos de  la  provincia  de  Castilla,  llamados  Fr.  Vicente  de  Santa 
Ana,  Fr.  Diego  de  Sotomayor,  Fr.  Pedro  de  Santa  María  y  Fr. 
Justo  de  Santo  Domingo.  Al  pasar  por  Andalucía  se  les  agrega- 
ron otros  tres,  que  fueron  Fr.  Pedro  Zambrano,  Fr.  Gonzalo 
Lucero,  diácono,  y  Fr.  Bartolomé  de  Calzadilla,  lego.  No  quiso 
el  vicario  traer  consigo  mas  que  estos  siete,  porque  esperaba  com- 
pletar el  número  de  doce  en  la  isla  de  Sto.  Domingo,  donde  sabia 
que  estaban,  ademas  de  los  que  el  P.  Montesinos  habia  llevado, 
el  célebre  P.  Fr.  Domingo  de  Betanzos  y  otros  discípulos  del  fun- 
dador Fr.  Pedro  de  Córdoba.  Juntáronsele  allí  en  efecto  el  P.  Be- 
tanzos y  los  PP.  Fr.  Diego  Ramírez,  Fr.  Alonso  de  las  Vírgenes 
y  Fr.  Vicente  de  las  Casas,  novicio  (i).  Mas  según  dice  Reme- 
sal  (2),  debieron  venir  en  aquellos  dias  otros  padres,  porque  en 
el  libro  de  las  profesiones  aparecen  por  entonces  las  de  Francisco 
de  Mayorga,  recibido  por  Fr.  Reginaldo  de  Morales;  de  Fr.  Fran- 
cisco de  Santa  María  y  de  Fr.  Bartolomé  de  Santo  Domingo.  Pero 
estos  profesos  pudieron  ser  de  los  vecinos  de  México,  como  lo 
indica  Dávila  Padilla.  (3) 

Este  mismo  cronista  dice  que  llegaron  los  primeros  padres  á 
México  el  23  de  Junio  de  1526,  víspera  del  precursor  S.  Juan, 
lo  cual  contradice  Remesal  con  buenos  fundamentos;  y  sin  fijar 
día,  se  inclina  á  creer  que  fué  uno  de  los  inmediatos  á  la  fiesta  de 
Santiago,  25  de  Julio,  de  donde  vino  que  la  provincia  tomase  por 
patrono  á  este  santo  apóstol  (4).  El  P.  Cruz  y  Moya  es  de  la 
misma  opinión,  y  según  una  nota  que  copia  del  libro  antiguo  de 
profesiones,  la  llegada  á  Veracrux  fué  el  dia  de  S.  Juan  Bautista, 


1  Mendieta  {Hist.  Ecl.  Ind.,  lib  IV,  cap.  i )  llama  Ridz  al  P.  Ra- 
mírez; pone  entre  los  primeros  á  Fr,  Tomás  de  Berlanga,  qne  llegó  des- 
pués; omite  á  Fr.  Alonso  de  las  Vírgenes,  y  cambia  algunos  de  los  que 
vinieron  de  España  por  otros  de  los  agregadpsen  Sto.  Domingo. 

2  Lib.  I,  cap.  7. 

3  Lib.  I,  cap.  15,  al  principio. —  BuRGOA,  Palestra  Historial,  cap.  4, 
fol.  12. 

4  Otros  dicen  que  esta  advocación  vino  de  que  el  P.  Betanzos  llegó 
á  México  el  24  de  Julio  de  1533,  trayendo  la  patente  del  general  para 
erigir  esta  provincia.  Diccionario  Universal,  tom.  V,  pág.  681. 


■208  NOTAS 

habiendo  consistido  el  error  de  Dávila  Padilla  en  haber  tomado 
el  dia  de  la  llegada  á  Veracruz  por  el  de  la  entrada  en  México. 
Concuerdan  bien  estas  fechas  con  las  del  viaje  de  Luis  Ponce, 
pues  habiendo  venido  este  por  la  posta,  á  instigación  de  los  ému- 
los de  Cortés,  que  le  persuadían  ser  muy  necesaria  su  presencia 
en  la  capital  para  evitar  graves  males,  llegó  á  ella  el  2  de  Julio; 
y  los  padres  dominicos,  que  venian  á  pié  y  no  tenían  motivos  para 
apresurarse,  no  es  extraño  que  gastaran  casi  un  mes  en  el  camino: 
tanto  más,  que  es  probable  se  detuvieran  en  algunos  pueblos  para 
descansar  ó  para  ir  tomando  conocimiento  de  la  tierra. 

Llegados  á  México,  se  hospedaron  en  el  convento  de  los  fran- 
ciscanos, donde  permanecieron  tres  meses;  y  por  Octubre  se  pa- 
saron á  habitar  en  una  casa  que  les  donó  la  devota  familia  de 
Guerrero,  y  estaba  en  la  esquina  de  las  calles  de  la  Perpetua  y 
Sepulcros  de  Sto.  Domingo,  en  el  mismo  lugar  donde  después  se 
levantó  el  edificio  de  la  Inquisición^  que  hoy  sirve  de  Escuela  de 
Medicina.  El  clima  probó  tan  mal  á  los  recienvenidos,  que  den- 
tro de  un  año  murieron  cinco,  á  saber,  Fr.  Pedro  de  Santa  María, 
Fr.  Justo  de  Santo  Domingo,  Fr.  Vicente  de  Santa  Ana,  Fr.  Diego 
de  Sotomayor,  y  el  lego  Fr.  Bartolomé  de  Calzadilla.  Otros  ase- 
guran que  el  navio  de  Luis  Ponce  se  apestó,  y  murieron  muchos 
de  los  pasajeros  en  la  travesía,  entre  ellos  dos  de  los  religiosos  do- 
minicos (i),  y  que  desde  entonces  vinieron  contagiados  los  que 
después  murieron  en  México.  Algo  de  ello  pudo  haber,  porque 
no  se  observa  que  el  clima  causara  igual  estrago  en  los  otros  mi- 
sioneros; pues  si  bien,  años  adelante  enfermaron  igualmente  los 
padres  jesuítas  al  llegar  á  México,  y  falleció  el  P.  Bazan,  medió 
también  la  circunstancia  de  haberse  apestado  la  flota  en  que  vi- 
nieron (2).  Viendo  aquello,  determinó  el  vicario  Fr.  Tomás  Or- 
tiz  volverse  á  España,  como  lo  verificó  á  fines  del  mismo  año  de 
1526  (3),  llevándose  consigo  á  Fr.  Pedro  Zambrano,  Fr.  Diego 
Ramírez  y  Fr.  Alonso  de  las  Vírgenes,  y  perdiendo  así  el  glo- 
rioso título  de  fundador  de  la  provincia  mexicana,  adjudicado  por 
unánime  consentimiento  al  P.  Fr.  Domingo  de  Betanzos,  que 
quedó  en  México  solo  con  Fr.  Gonzalo  Lucero  y  Fr.  Vicente 
de  las  Casas,  ya  profeso.  Fr.  Tomás  Ortiz  obtuvo  en  España  el 
obispado  de  Santa  Marta,  y  nunca  volvió  á  México.  No  puede 
menos  de  notarse  la  diferencia  entre  las  misiones  de  franciscanos 
y  de  dominicos,  y  entre  sus  respectivos  prelados.  Bernal  Díaz  nos 


1  Herrera,  Déc.  III,  lib.  9,  cap.  8.  —  Ninguno  de  los  cronistas  de 
la  orden  habla  de  la  muerte  de  estos  religiosos  en  el  mar. 

2  Florencia,  Historia,  lib.  III,  cap.  2, 

3  Los  cronistas  dicen  que  en  1527;  pero  de  carta  de  Cortés,  fechada 
el  12  de  Enero  de  1527,  consta  que  ya  se  había  marchado  el  P.  Ortiz. 


AL  DIALOGO  SEGUNDO. 


209 


refiere  que  todos  los  que  vinieron  con  Fr.  Tomás  Ortiz  decian 
«que  era  mas  desenvuelto  para  entender  en  negocios,  que  para  e'l 
«santo  cargo  que  traia, )>  y  le  atribuye  una  parte  activa,  nada  hon- 
rosa por  cierto,  en  las  negociaciones  entre  Cortés  y  Luis  Ponce  (i). 
Tal  acusación  irritó  sobremanera  al  P.  Cruz  y  Moya  (2),  y  le 
hizo  escribir  denuestos  contra  el  pobre  Bernal  Diaz,  á  quien  trata 
de  rudo  hombre,  codicioso,  ciego,  embustero,  insipientísimo,  &c., 
y  de  paso  se  llevó  de  encuentro  á  su  editor  el  P.  Fr.  Alonso  Re- 
mon,  haciéndole  cargos  por  no  haber  quitado  de  la  obra  aquellas 
cosas  «que  conocidamente  eran  imposturas,  calumnias  y  falseda- 
«  des, ))  así  como  añadió  otras  « según  en  muchos  pasajes  lo  muestra 
«la  variedad  del  estilo.))  Medrados  estábamos  con  que  los  edito- 
res tuvieran  la  facultad  (que  harto  mal  se  arrogan)  de  descartar  á 
su  arbitrio  lo  que  juzgaran  falso;  y  en  el  presente  caso  se  habría 
equivocado  redondamente  el  P.  Remon,  si  hubiera  obrado  con- 
forme á  los  deseos  del  P.  Cruz,  porque  habría  quitado  lo  verda- 
dero y  no  lo  falso.  Intentó  el  P.  Cruz  probar  la  coartada,  fundado 
en  que  los  padres  dominicos  llegaron  á  México  después  de  muerto 
Luis  Ponce,  y  por  lo  mismo  no  pudo  tener  parte  el  vicario  en  las 
pláticas  entre  el  visitador  y  Cortés.  Llevado  del  celo  por  la  honra 
de  su  hábito,  no  reflexionó  el  cronista  que  el  vicario  pudo  venir 
por  la  posta  con  Ponce,  dejando  atrás  los  demás  frailes;  y  por  des- 
gracia para  el  acusado  y  su  defensor,  no  solo  está  probada  con 
documento  irrefragable  la  venida  del  P.  Ortiz  en  compañía  de 
Ponce,  sino  todo  cuanto  dice  de  él  Bernal  Diaz,  y  aun  más.  Véase 
la  carta  que  el  mismo  Hernán  Cortés  dirigió  al  obispo  de  Osma 
desde  Cuernavaca,  con  fecha  12  de  Enero  de  1527  (3),  y  allí  se 
encontrarán  cosas  que  no  quiero  repetir  aquí.  Perdóneseme  esta 
digresión  en  defensa  de  la  veracidad  de  nuestro  inestimable  cronista 
Bernal  Diaz. 

Viéndose  casi  solo  en  México  el  buen  Fr.  Domingo  de  Betan- 
zos,  llegó  á  temer  que  por  su  muerte  acabase  la  fundación,  y  aun 
convino  con  Fr.  Martin  de  Valencia,  superior  de  los  franciscanos, 
que  en  tal  evento  este  recogería  los  frailes  que  quedaban  desampa- 


1  Cap.  191.  —  El  sacudido  Gomara  no  se  detiene  en  decir  que  para 
« religioso  eva escandaloso, «y  añade:  «Quería  el  íVaile  con  esto  (sus  in- 
« trigas  entre  Cortés  y  Ponce)  ganar  con  el  uno  gracias,  y  con  el  otro 
«blancas.»  CVí?«íV<z,  cap.  179. 

2  Lib,  I,  cap.  5. 

3  Esta  carta  está  en  la  Colección  de  Documentos  Inéditos  para  la  His- 
toria de  España,  tom.  I,  pág.  27 ;  en  las  Antiqtdties  of  México  de  KiNGS- 
BOROUGH,  tom.  VIII;  en  la  colección  de  Gayangos,  pág.  493,  y  en  los 
Escritos  sueltos  de  Hernán  Cortés.  —  Véanse  ademas  la  Relación  de  los 
servicios  del\Marqiies  del  Valle,  apud  Colección  de  Docu77ientos  para  la 
Historia  de  México,  tom.  II,  pág.  43,  y  el  pasaje  arriba  citado  de  Gomara. 

27 


2IO  NOTAS 

rados.  Afortunadamente  no  se  realizaron  sus  temores,  y  habiendo 
llegado  Fr.  Vicente  de  Santa  María  con  seis  compañeros,  el  año 
de  1528,  se  sostuvo  la  fundación,  y  fué  creciendo  hasta  formar 
provincia  separada,  erigida  en  1532,  con  título  del  Apóstol  San- 
tiago. 

El  convento  primitivo  era  estrecho  y  desacomodado,  si  bien 
dio  lugar  para  formar,  ademas  de  las  viviendas  de  los  padres,  una 
pequeña  iglesia  y  una  cárcel  segura  para  los  reos  del  Santo  Oficio. 
Deseando  mejorar  la  fundación,  obtuvo  Fr.'  Tomás  Ortiz  (i)  una 
real  cédula  fecha  28  de  Junio  de  1527,  en  que  se  mandaba  que  á 
los  dueños  de  los  solares  donde  se  pretendía  hacer  la  dicha  funda- 
ción se  diesen  otros  equivalentes,  y  que  se  ayudase  á  los  religiosos 
con  mil  quinientos  pesos  para  la  obra  (2);  pero  habiéndose  re- 
tardado la  llegada  de  la  cédula,  poseyeron  los  religiosos  el  sitio, 
no  en  virtud  de  ella,  sino  en  parte  por  compra  de  cuatro  solares 
hecha  en  13  de  Octubre  de  1527  á  Alonso  García,  Blas  Hernán- 
dez, Alonso  y  Francisco  de  Lara;  y  en  parte  por  donación  que 
el  Sr.  obispo  Garcés  hizo  á  su  favor,  de  dos  solares  que  le  dio  la 
ciudad  el  4  de  Abril  de  1528  (3).  Con  eso  completaron  el  cuadro, 
y  tuvieron  también  derecho  ala  plazuela,  que  les  concedió  la  cé- 
dula citada,  prohibiendo  edificar  en  ella,  para  que  el  convento 
quedase  desahogado,  y  se  pudieran  celebrar  con  mayor  pompa  las 
solemnidades  religiosas. 

La  fábrica  del  convento  é  iglesia  se  adelantó  lo  bastante  para 
que  en  1529  se  mudasen  los  religiosos  al  nuevo  local.  La  obra  se 
hizo  á  costa  del  trabajo  de  los  indios,  por  lo  cual  la  reina  repren- 
dió severamente  á  los  religiosos  (4).  A  esta  iglesia  debe  referirse 
la  descripción  de  Cervantes.  Pocos  años  después  amenazaba  ruina, 
y  se  mandó  reedificar  á  costa  de  la  real  hacienda  (5).  Tan  libe- 
ral anduvo  la  corona,  que  solo  Felipe  II  gastó  en  la  obra  mas  de 
ciento  sesenta  mil  pesos,  según  consta  de  una  cédula  de  Felipe  III, 
fecha  29  de  Septiembre  de  1602.  Esta  explicación  concilia  los  dos 
hechos  de  haber  iglesia  en  tiempo  de  Cervantes,  y  de  haberse  de- 
dicado en  1575  y  consagrado  en  1590,  como  se  lee  en  el  Diccio- 
nario Universal  de  Historia  y  de  Geografía  (6)  pues  se  trata  de 


1  P.  Cruz  y  Moya,  lib.  I,  cap.  16. 

2  Herrera,  Déc.  IV,  lib.  2,  cap.  2. 

3  P.  Cruz  y  Moya,  ubi  supra.  —  Libro  Primero  de  Cabildo. 

4  Medina  del  Campo,  á  19  de  Diciembre  de  1531.  PuGA,  Cedulario, 
fol.  73. 

5     «Me  ha  sido  fecha  relación  que  la  iglesia  del  dicho  moneste- 

«rio  se  cae  toda,  y  que  assí  los  religiosos  del  como  el  pueblo,  pasan  cada 
M  dia  gran  peligro,  con  temor  que  se  ha  de  caer  estando  en  ella. »  Madrid, 
á  12  de  Mayo  de  1552.  PuGA,  Cedulario^  fol.  185. 

6  Tom.  V,  pág.  681. 


AL   DIALOGO  SEGUNDO.  211 

dos  iglesias  distintas.  Las  obras  continuaron  en  el  siglo  siguiente; 
pero  á  pesar  del  esmero  que  se  puso  en  afirmar  los  cimientos,  el 
edificio  se  fué  hundiendo  y  llenando  de  agua,  hasta  que  el  6  de  Julio 
de  1 716  llegó  á  anegarse  de  tal  manera,  que  le  fué  preciso  al  pro- 
vincial Fr.  Francisco  Aguirre  pensar  en  hacer  todo  de  nuevo,  como 
lo  ejecutó  con  un  costo  demás  de  doscientos  mil  pesos,  quedando 
sepultada  la  mayor  parte  de  lo  antiguo,  según  lo  dicen  los  cronis- 
tas, y  lo  han  comprobado  las  excavaciones  que  allí  se  han  hecho 
(y  entiendo  se  continúan)  en  busca  de  un  pretendido  tesoro.  La 
magnífica  iglesia  que  hoy  existe  se  dedicó  el  3  de  Agosto  de  1736. 
Los  religiosos  fueron  exclaustrados  en  1861 ;  el  convento  ven- 
dido en  parte,  y  en  parte  derribado  para  abrir  una  sucia,  irregular 
é  inútil  calle  ó  basurero,  que  va  de  la  plazuela  de  Santo  Domingo 
á  la  calle  de  la  Puerta  falsa.  El  templo  escapó  como  por  milagro, 
perdiendo  sus  campanas,  y  hoy  está  abierto  al  culto  católico.  No 
tuvo  igual  fortuna  la  hermosa  y  rica  capilla  del  Rosario,  anexa  al 
templo:  después  de  despojada,  fué  demolida  totalmente  en  1867, 
so  pretexto  de  regularizar  la  malhadada  calleja. 

Nota  48,  pág.  125. 

El  monasterio  de  que  aquí  se  trata  es  el  de  la  Concepción. — 
«El  primer  monasterio  fué  el  de  la  Concepción  Purísima  de  Nues- 
((tra  Señora,  que  tuvo  principio  de  cuatro  doncellas  virtuosas  que 
«recogidas  en  la  casa  de  Andrés  de  Tapia,  capitán  conquistador  á 
«quien  le  cupo  este  sitio,  hicieron  en  manos  del  Sr.  Illmo.  Zu- 
« márraga  los  votos.  El  año  de  1530  el  P.  Fr.  Antonio  de  la  Cruz, 
«del  orden  de  N.  P.  S.  Francisco,  trajo  tres  religiosas  de  la  Con- 
«cepcion,  del  convento  de  Santa  Isabel  de  Salamanca,  que  según 
«está  en  el  libro  de  Archivo  del  convento  fueron  las  Madres  Paula 
«de  Santa  Ana,  Luisa  de  San  Francisco,  y  Francisca  Evangelista. 
«El  Mtro.  Gil  González  dice  fueron  tres,  y  no  mencionando  los 
«nombres  de  las  dos,  dice  que  vino  por  cabeza  de  ellas  Elena  de 
<i  Mediano.  Fué  creciendo  el  número  de  religiosas:  por  acudir  á 
«la  administración  de  los  conventos,  donde  por  la  muerte  de  mu- 
«chos,  necesitaban  de  sugetos  (causa  de  dejar  algunos)  entró  en  la 
«administración  del  ordinario.»  Esto  dice  el  P.  Betancurt  (i). 
La  cita  que  hace  del  Mtro.  Gil  González  Dávila,  es  al  siguiente 
pasaje  de  su  Teatro  Eclesiástico  de  Indias  (2).  «  Las  primeras  mon- 
«jas  que  pasaron  á  la  Nueva  España  fueron  tres  naturales  de  Sa- 
«lamanca.  La  cabeza  de  ellas  se  llamaba  Elena  de  Medrano,  que 
«tomó  el  hábito  en  el  convento  de  Sta.  Isabel  de  su  patria,  y  fué 


1  Tratado  de  la  Ciudad  de  México^  cap.  VIII,  n?  201. 

2  Tom.  I,  pág.  7. 


212  NOTAS 

«en  santidad  y  vida  religiosa  de  lo  mas  estimado  de  aquel  tiempo. 
«Y  el  que  las  llevó  se  llamaba  Fr.  Antonio  de  la  Cruz,  religioso 
((  de  la  orden  de  S.  Francisco ;  y  esto  fué  en  14  de  Enero  de  1530.)) 
El  Sr.  Orozco  y  Berra,  en  su  Memoria  para  el  Plano  de  la  Ciu- 
dad de  M'exicoy  nos  da  noticias  más  detalladas  en  estos  términos : 
«  Parece  que  el  lugar  donde  existió  el  convento  pertenecía  á  An- 
«drés  de  Tapia,  antiguo  conquistador,  y  que  Fr.  Juan  Zumárraga 
«estableció  allí  un  colegio  con  cuatro  doncellas.  Vinieron  des- 
(cpues  de  España,  con  la  marquesa  esposa  de  D.  Hernando,  unas 
«beatas  de  S.  Francisco  y  S.  Agustín,  á  quienes  D.  Sebastian  Ra- 
«mirez  de  Fuenleal  puso  en  recolección  en  aquella  casa.  Dudas 
«hay  acerca  de  estos  hechos;  pero  la  verdad  es  que  desde  1530 
«existe  una  real  cédula  permitiendo  la  fundación  de  un  convento 
«de  monjas.  En  consecuencia  en  1541  Fr.  Antonio  de  la  Cruz, 
«franciscano,  trajo  tres  religiosas  del  convento  de  Santa  Isabel  en 
«Salamanca,  comenzando  con  ellas  el  de  la  Encarnación  {Con- 
acepción?')  :  no  fué  aprobado  por  la  Santa  Sede  hasta  1586.  Fa- 
«bricaron  casa  é  iglesia,  que  arruinadas,  las  sacó  de  cimientos 
«hacia  1644  el  patrono  D.  Tomás  Suaznaba,  y  después  Simón 
«de  Haro  y  D?-  Isabel  Barrera,  su  mujer,  y  con  el  costo  de  dos- 
«  cientos  cincuenta  mil  pesos  llegó  á  dedicarse  el  templo  el  13  de 
«Noviembre  de  1655.  El  convento  fué  creciendo  en  proporción 
«de  la  comunidad  y  del  aumento  de  sus  rentas,  haciéndose  nuevas 
«obras,  una  de  las  cuales  se  concluyó  el  19  de  Octubre  de  1809. 
«La  iglesia  fué  reparada  en  la  obra  material  y  en  los  adornos  in- 
«teriores,  bendiciéndose  por  el  Sr.  Arzobispo  el  5  de  Diciembre 
«de  1854.» 

En  la  Descripción  del  Arzobispado  de  México,  MS.,  hecha  hacia 
1570,  se  dice  que  el  fundador  habia  sido  Fr.  Juan  de  Zumárraga 
treinta  años  antes,  lo  cual  nos  hace  retroceder  al  año  1540,  que 
es  próximamente  la  fecha  que  el  Sr.  Orozco  asigna  á  la  venida  de 
Fr.  Antonio  de  la  Cruz.  Se  expresa  que  hacia  veintiocho  años  que 
hablan  comenzado  las  profesiones:  que  dio  una  cantidad  en  nom- 
bre de  dote  un  fulano  Islas,  ya  difunto,  cuyo  nombre  de  bautismo . 
nadie  sabia  cuál  fué:  que  tenian  la  casa  é  iglesia  por  hacer;  que 
eran  setenta  y  siete  religiosas,  y  que  «han  pasado  hasta  el  pre- 
« senté  gran  penuria  é  inopia.»  Deben  tenerse  por  seguros  estos 
datos,  pues  los  enviaba  al  rey  el  Sr.  Montúfar,  sucesor  inmediato 
del  Sr.  Zumárraga  en  el  arzobispado. 

Las  beatas  de  que  habla  el  Sr.  Orozco,  no  hay  duda  de  que 
vinieron  en  1530,  y  con  ellas  Fr.  Antonio  de  la  Cruz,  como  ve- 
remos en  la  nota  59;  de  modo  que  si  este  mismo  padre  vino  en 
1540  ó  41  con  las  monjas  fundadoras,  es  evidente  que  hizo  otro 
viaje. 

Las  religiosas  de  la  Concepción  fueron  trasladadas  al  convento 


AL   DIALOGO   SEGUNDO.  2I3 

de  Regina  el  13  de  Febrero  de  1861  :  el  suyo  fue  en  parte  demo- 
lido, abriéndose  dos  calles  al  través  de  él:  lo  demás  fué  dividido 
en  lotes.  Luego  fueron  exclaustradas  las  monjas  el  8  de  Marzo 
de  1863.  Vivieron  en  casas  particulares  hasta  el  2  de  Agosto  del 
mismo  año,  que  volvieron  á  ocupar  una  parte  de  su  convento. 
En  Junio  de  1867  tuvieron  que  abandonarle  en  virtud  del  triunfo 
de  la  Reformay  y  quedó  consumada  la  destrucción  del  monasterio. 
El  templo  permanece  abierto  al  culto  católico. 

Nota  49,  pág.  127. 

No  es  fácil  declarar  con  certeza  el  significado  de  las  palabras 
depictee  summitates.  Siendo  planos  los  techos  en  México,  no  hay 
para  qué  pintarlos,  y  en  efecto  no  lo  están,  ni  aunque  lo  estuvie- 
ran, podrían  verse  desde  la  calle.  Tal  vez  las  casas  que  quedaban 
en  los  suburbios,  ultra  inciley  no  serian  de  azoteas  como  las  del 
centro,  sino  de  tejado,  á  uso  de  España,  lo  cual  convenia  mejor 
para  casitas  de  campo  con  jardines,  y  por  eso  diria  Alfaro  que  las 
otras  (de  azotea)  eran  más  estimadas;  pero  estas  (de  tejado)  más 
agradables  á  la  vista. 

Nota  50,  pág.  127. 

Davo  era  nombre  común  de  esclavos,  en  la  comedia  latina. 
Edipo  como  todos  saben,  adivinó  el  enigma  de  la  Esfinge,  cuya 
fácil  hazaña,  le  ha  creado  una  reputación  de  agudeza.  Por  eso  se 
contraponían  los  nombres  de  ambos  personajes  en  el  dicho,  vulgar 
que  trae  Cervantes.  En  Terencio  (i)  el  esclavo  Davo  dice  al  viejo 
Simón:  «En  verdad  que  no  te  entiendo,»  y  Simón  le  pregunta: 
((¿•Que  no?  Eh!»  «No,  replica  el  esclavo,  i<que  soy  Davo  y  no 
Edipo.))  —  En  cuanto  al  modo  de  conducir  el  agua  en  las  canoas, 
hállase  referido  también  en  la  Segunda  Carta  de  Cortés,  §  32. 

Nota  51,  pág.  129. 

Aunque  doy  breve  noticia  de  la  fundación  en  México  de  las 
otras  órdenes  religiosas  cuyos  conventos  vieron  nuestros  interlo- 
cutores, no  haré  lo  mismo  tratándose  de  la  de  los  franciscanos, 
por  ser  tan  conocida.  Me  limitaré  á  formar  un  resumen  de  la  dis- 
cusión relativa  al  sitio  antiguo  del  convento,  y  al  de  la  primera 
iglesia  del  nuevo. 

Comenzaremos  por  un  pasaje  de  Torquemada  (2),  que  con= 


2 


Andria,  Act.  I,  se.  2,  traducción  de  Abril. 
MoJiarquia  Indiana,  lib.  XV,  cap.  16. 


214 


NOTAS 


viene  copiar  á  la  letra:  «El  primer  sitio  que  tomaron  nuestros 
«frailes  para  la  edificación  de  su  casa  é  iglesia,  no  fué  el  que  ahora 
«tienen,  sino  otro,  en  el  cual  está  ahora  edificada  la  iglesia  mayor 
«de  esta  ciudad,  el  cual  se  les  dio  por  estar  junto  á  las  casas  del 
«Marques,  que  entonces  eran  las  que  ahora  son  reales,  y  también 
«porque  las  del  Emperador  Moctezuma  estaban  allí  junto  de  este 
«sitio,  y  au7i  cogia  parte  de  ellas ^  que  esta  fué  costumbre  de  los 
«primeros  evangelizadores  del  Santo  Evangelio  en  estas  Indias, 
«poner  sus  iglesias  y  casas  junto  de  las  de  los  señores  y  caciques, 
«para  tener  más  entrada  con  ellos  en  las  cosas  de  la  conversión. 
«Pero  pareciéndoles  á  nuestros  frailes  que  aquel  lugar  estaba  muy 
«metido  en  la  ciudad  que  ahora  es  de  españoles,  y  que  los  indios 
«estaban  á  trasmano,  para  doctrinarlos  con  más  facilidad  (que  era 
«el  pió  que  sus  benditas  ánimas  tenian)  lo  dejaron  y  se  pasaron 
«al  que  ahora  tienen,  en  cuyo  contorno  estaba  el  mayor  gentío 
«de  ios  naturales,  y  el  sitio  primero  se  vendió  por  el  síndico  del 
«  convento  en  cuarenta  pesos,  no  porque  los  religiosos  quisieran  que 
ase  vendiera,  sino  porque  el  que  se  lo  apropió  no  se  aseguraba  en 
«su  posesión  hasta  que  por  algún  precio  lo  conociese  por  suyo. 
«Y  así  dio  cuarenta  pesos  por  él  (que  si  ahora  se  comprara  no 
«tenia  precio),  y  el  recaudo  de  este  traspaso  y  venta  he  tenido  en 
«  mi  poder,  w 

Más  de  treinta  años  después  repetía  Betancurt  (i)  lo  mismo 
con  diversas  palabras,  y  al  hablar  de  la  escritura  de  venta  del  sitio, 
decía:  «Vendió  el  síndico  el  primer  sitio  donde  está  la  catedral, 
«en  cuarenta  pesos,  no  porque  los  religiosos  quisieron  venderlo, 
«sino  porque  quisieron  asegurar  la  propiedad  con  algún  precio  y 
«escritura,  la  cual  dice  el  P.  Torquemada  tuvo  en  sus  manos, 
«y  ámí  me  dijo  el  Sr.  Dean  D.  Juan  de  Poblete  estar  en  el  archivo 
«de  la  iglesia.»  Y  añade  en  seguida,  en  apoyo  de  haber  sido  de 
los  frailes  el  sitio  de  la  catedral:  «Algunos  años  se  cantó  la  misa 
«y  predicó  domingo  de  capítulo  en  la  catedral,  porque  por  haber 
«sido  de  la  religión  aqUel  sitio,  cortesanamente  daban  el  altar  y 
«pulpito  á  los  frailes;  y  por  causa  de  la  inundación  y  ser  molestia 
«desde  el  convento  en  procesión,  se  dejó  de  ir  á  la  celebración 
«ir  del  capítulo  á  la  catedral,  si  bien  el  dia  de  S.  Felipe  de  Jesús 
«en  que  va  á  vísperas  y  á  misa  el  convento,  dan  las  sillas  del  coro 
«á  los  religiosos,  y  lugar  entre  los  señores  prebendados  á  los  pre- 
« lados,  y  el  pulpito  á  la  religión.)) 

Parecería  que  visto  el  testimonio  de  dos  historiadores  célebres, 
individuos  de  la  orden,  no  debía  quedar  duda  de  que  la  primitiva 
fundación  de  S.  Francisco  se  hizo  en  el  lugar  de  la  plaza  que  des- 


I      Teatro,  Pte.  IV,  trat.  2,  cap.  3, 


AL   DIALOGO  SEGUNDO.  2I5 

pues  ocupó  la  catedral  vieja,  (i)  En  efecto,  muchos  escritores  de 
los  tiempos  siguientes,  hasta  nuestros  dias,  han  dado  por  induda- 
ble el  hecho  de  que  los  franciscanos  edificaron  su  primer  convento 
é  iglesia  de  la  plaza,  sin  tener  en  cuenta  las  dificultades  que  ofrece 
la  confrontación  de  ese  hecho  con  los  datos  que  suministran  otros 
documentos,  y  sin  advertir  tampoco  que  el  texto  de  Torquemada 
no  es  tan  concluyente  como  á  primera  vista  parece. 

Aunque  en  las  Actas  del  Cabildo  no  se  halla  la  concesión  de 
aquel  sitio  á  los  franciscanos,  no  haremos  mérito  de  tal  omisión, 
porque  tampoco  consta  la  del  nuevo  sitio  de  la  calle  de  S.  Fran- 
cisco; pero  es  notable  que  en  las  mercedes  de  solares  en  la  plaza 
no  se  haga  mención  alguna  del  convento,  siendo  costumbre  mar- 
car la  ubicación  de  los  solares  con  referencias  á  los  edificios  más 
notables  de  las  inmediaciones.  Convenimos  en  que  este  argumento 
negativo  no  es  de  gran  peso,  aunque  tiene  alguno;  pero  hallare- 
mos otros  en  las  circunstancias  de  la  venida  de  los  misioneros. 

A  su  llegada  á  México  fueron  recibidos  con  grande  honra  por 
Cortés  y  los  demás  españoles,  y  una  vez  a  aposentados  los  nuevos 
«huéspedes»  (2),  el  gobernador  dirigió  una  alocución  á  los  caci- 
ques é  indios  principales,  recomendándoles  que  tuvieran  ((mucha 
((estima  y  reverencia»  á  aquellos  mensajeros  del  muy  Alto  Señor. 
Aquí  vemos  confirmado  lo  que  en  otra  parte  dijimos,  es  á  saber, 
que  los  frailes,  como  era  natural,  fueron  á  posar  desde  luego  en 
alguno  de  los  edificios  ya  construidos.  Esto  pasaba  en  Junio  de 
1524.  Y  ((habiendo  estado  en  México  por  espacio  de  quince  dias 
«  después  que  llegaron,  ocupados  dia  y  noche  en  oración  y  contem- 
(.(.piacion  (3)»,  se  reunieron  en  capítulo  el  dia  de  la  Visitación  de 
Nuestra  Señora  (2  de  Julio),  para  nombrar  custodio.  Electo  el 
P.  Valencia,  dispuso  inmediatamente  que  los  religiosos  se  repar- 
tieran por  las  provincias  inmediatas,  quedándose  él  en  México 
con  cuatro.  Nadie  creerá  que  en  los  quince  dias  que  precedieron 
al  capítulo,  y  fueron  empleados  dia  y  noche  en  oración,  se  ocupa- 
sen los  frailes  en  fabricar  convento,  ni  menos  que  los  cinco  que 
quedaron  en  México  se  pusieran  apresuradamente  á  esa  tarea,  an- 
tes de  tomar  conocimiento  de  la  ciudad  y  sus  moradores,  á  fin  de 
elegir  con  buen  acuerdo  el  sitio  mas  conveniente  para  la  funda- 
ción. Lo  más  que  harían,  como  tenemos  dicho,  seria  arreglar  al- 
guno de  los  aposentos  para  celebrar  en  él  los  divinos  oficios.  Once 
meses  pasaron  desde  su  llegada  hasta  su  traslación  al  nuevo  local: 


1  Creo  haber  demostrado  en  la  nota  40  que  esa  iglesia  estuvo  en  el 
atrio  de  la  actual,  y  con  eso  tenemos  ya  precisado  el  sitio  en  que  se  dice 
estuvo  el  primer  convento  de  S.  Francisco.^ 

2  Mendieta,  Historia  Eclesiástica  Indiana,  lib.  III,  cap.  12. 

3  Id.,  op,  cit.  lib.  III,  cap.  14. 


2l6  NOTAS 

algún  tiempo  tardarían  en  levantar  allí  el  convento  é  iglesia,  por 
pobres  que  fuesen,  y  como  tampoco  hablan  de  haber  hecho  en 
un  dia  el  convento  que  se  supone  primitivo,  vendremos  á  tener 
que  apenas  acabado  este,  comenzaban  ya  á  levantar  el  otro  que 
habia  de  sustituirle. 

Es  también  muy  creíble  que  su  primer  intento  fuera  estable- 
cerse en  la  plaza  mayor,  para  estar  en  el  centro  del  vecindario,  y 
poder  desempeñar  con  más  facilidad  las  funciones  de  su  ministerio. 
Tampoco  tiene  nada  de  extraño  que  se  les  concediera  el  sitio,  si 
le  pidieron,  vista  la  estimación  "y  respeto  de  que  gozaban ;  pero 
que  fuera  el  mismo  de  la  catedral  vieja,  ofrece  ya  dificultades. 
Ellos  llegaron  bien  entrado  Junio:  Cortés  salió  para  las  Hibueras 
á  mediados  de  Octubre,  y  hay,  por  lo  menos,  fundadas  presun- 
ciones de  que  para  entonces  habia  echado  ya  los  cimientos  de  la 
iglesia  mayor.  ¿Cómo  pudo  darse  el  mismo  terreno  á  los  francis- 
canos, y  estos  edificar  en  él?  ¿Cómo  pudieron  estar  allí  hasta 
Mayo  de  i  525,  cuando  poco  después  estaba  ya  hecha  la  catedral? 

Pero  si  examinamos  bien  el  texto  de  Torquemada,  hallaremos 
que  no  autoriza  á  suponer  la  existencia  de  un  convento  en  el  sitio 
de  la  catedral.  Dice  simplemente  que  el  primer  sitio  (cque  torna- 
virón los  frailes  para  la  edificación  de  su  casa  e  iglesias  fué  el  de  la 
plaza,  y  que  por  parecerles  que  estaba  muy  metido  en  la  ciudad 
de  los  españoles  «lo  dejaron,  y  se  fueron  al  que  ahora  tienen.» 
Nada  dice  de  haber  edificado  en  el  otro,  sino  que  (do  tomaron» 
para  edificar,  (i)  Me  parece,  pues,  que  el  sentido  de  las  palabras 
de  Torquemada  es  que  los  frailes,  ocupando  todavía  los  aposentos 
en  que  habían  ido  á  alojarse  al  llegar,  eligieron  «para  la  edifica- 
ación  de  su  casa  é  iglesia»  un  terreno  en  la  plaza  mayor;  pero 
habiendo  reflexionado  que  allí  estarían  metidos  entre  el  bullicio 
de  los  españoles,  y  que  les  convenia  mucho  más  quedar  cerca  de 
los  indios,  cuya  conversión  era  el  objeto  de  su  venida,  cambiaron 
de  dictamen,  y  antes  de  edificar  nada  en  la  plaza,  se  fijaron  en  el 
sitio  de  la  calle  de  S.  Francisco,  que  en  efecto  está  inmediato  al 
barrio  principal  de  los  indios,  que  era  el  de  S.  Juan,  y  allí  cons- 


I  En  19  de  Enero  de  1530,  ^Segundo  Libro  de  Cabildo,  pág.  33),  el 
oidor  Matienzo  renunció  un  solar  que  se  le  habia  dado  « que  es  en  los 
iisolzx&s  que  primero  se  to7)iaro}i  para  hacer  el  monasterio  de  S.  Fran- 
«  cisco,  el  de  la  esquina  de  la  calle  de  Francisco  Dávila.»  Casi  tenemos 
aquí  las  palabras  mismas  de  Torquemada.  —  El  Sr,  Alaman  censura  se- 
veramente á  este  autor,  por  todo  lo  que  refiere  acerca  de  la  fundación 
de  los  franciscanos,  y  concluye  por  asentar  a  que  en  toda  esta  parte  de  su 
«historia  hay  muy  graves  equivocaciones.»  En  otro  libro  he  censurado 
yo  con  mayor  severidad  todavía  á  Torquemada,  hasta  capitularle  de  pla- 
giario; pero  creo  que  el  cargo  del  Sr.  Alaman  es  infundado,  y  que  Tor- 
quemada pudiera  devolvérsele. 


AL   DIALOGO   SEGUNDO.  217 

triiyeron  su  primer  convento  é  iglesia,  (i)  Ni  Motolinia,  ni 
Menciieta,  ni  Torquemada  nos  dan  la  más  ligera  idea  del  otro 
convento  de  la  plaza,  ni  aun  siquiera  presentan  una  frase  por  donde 
conste  de  un  modo  positivo  su  existencia:  antes  bien,  alguno  de 
ellos  llama  primera  iglesia  de  S.  Francisco  á  la  de  la  calle  del 
mismo  nombre.  (2) 

Mas  en  el  Primer  Libro  de  Cabildo  se  habla  varias  veces  de 
«  S.  Francisco  el  viejo  »  y  de  « los  solares  donde  solia  estar  S.  Fran- 
(( cisco.))  Si  esto  prueba  la  existencia  de  un  convento,  ó  debe  en- 
tenderse de  las  casas  que  ocuparon  los  frailes  á  su  llegada,  juzgúelo 
el  lector. 

La  elección  que  los  frailes  hablan  hecho  del  sitio  de  la  plaza, 
y  más  si  intervino  merced  en  forma,  les  daba  derecho  á  él,  y  por 
lo  mismo  el  que  adquirió  después  la  propiedad  hizo  bien  en  que- 
rer asegurarla  por  medio  de  una  compra.  ¿Pero  á  quién  fué  hecha 
esa  venta?  Torquemada  no  lo  dice:  el  Sr.  Alaman  (aunque  con 
otro  fin,  y  tratando  de  otro  terreno,  según  luego  veremos)  opina 
que  la  venta  se  hizo  al  contador  Albornoz,  cuando  este  tenia  mano 
en  el  gobierno  por  la  ausencia  de  Cortés  á  las  Hibueras.  A  la 
verdad,  decir  Torquemada  que  los  religiosos  no  quisieran  que  se 
vendiera,  y  que  ce  el  que  se  lo  apropió  no  se  aseguraba  en  su  posesión, 
«hasta  que  por  algún  precio  lo  conociese  por  suyo,))  produce 
vehemente  presunción  de  que  se  trata  de  una  venta  forzada,  hecha 
á  un  usurpador,  bastante  poderoso  para  mantener  por  entonces 
su  posesión,  pero  que  temeroso  de  las  consecuencias  ulteriores, 
trata  de  ponerse  á  cubierto  de  ellas,  á  costa  de  una  cantidad  mi- 
serable. No  debemos  suponer  que  la  iglesia  catedral  se  encontraba 
en  tal  caso.  En  esta  parte  de  la  relación  de  Torquemada  se  nota 
cierto  misterio,  pues  no  dice  á  quién  ni  cuándo  se  hizo  la  venta, 
aunque  lo  sabia  bien,  por  haber  tenido  en  sus  manos  la  escritura. 
Si  esta  paraba  en  el  archivo  de  la  catedral,  como  dijo  el  deán  Po- 
blete  á  Betancurt,  solo  probaria  lo  dicho,  es  á  saber,  que  algún 
derecho  tuvieron  los  franciscanos  á  terreno  en  la  plaza;  mas  no 
que  levantaran  en  él  su  primer  monasterio.  El  hallazgo  de  este 
famoso  documento  disiparla  probablemente  las  dudas;  pero  no  he 
logrado  registrar  el  archivo  de  la  iglesia,  y  aun  dudo  que  haya  es- 

1  En  la  nota  52,  al  hablar  de  la  cruz  que  estaba  en  el  atrio  de  S.  Fran- 
cisco el  nuevo,  verá  el  lector  otro  pasaje  de  Torquemada,  con  el  cual  se 
confirma  que  aquella  casa  fué  la  primera  de  los  religiosos,  pues  dice  que 
luego  qtie  enirarojt  y  ttivieron  casa,  levantaron  aquella  cruz.  Es  decir 
que  antes  no  habían  tenido  otra  casa, 

2  «  En  México  hizo  edificar  ( Fr.  Pedro  de  Gante)  la  suntuosa  y  so- 
« lemne  capilla  de  S.  José,  á  las  espaldas  de  la  humilde  y  pequeña  iglesia 
^.primera  de  S.  Francisco,»  dice  el  P.  Mendieta,  {Hist.  Ecl.  Ind.,  lib.  V, 
pte.  I,  cap.  18) ;  y  nadie  ha  pensado  que  esa  capilla  estuviera  en  la  plaza. 

28 


21 8  NOTAS 

capado  al  vandalismo  que  ha  destruido  nuestros  depósitos  litera- 
rios, y  hecho  pasar  al  extrangero  sus  más  preciosos  y  venerables 
documentos.  Lo  demás  que  añade  Betancurt  sobre  los  obsequios 
que  el  cabildo  eclesiástico  hacia  en  los  primeros  tiempos  á  los 
franciscanos,  puede  explicarse  sin  necesidad  de  atribuirlo  á  la  fri- 
vola circunstancia  de  «haber  sido  de  la  religión  aquel  sitio,» 
recordando  el  grande  y  debido  influjo  que  entonces  gozaban  las 
órdenes  monásticas,  especialmente  la  franciscana,  como  primera 
en  la  conquista  evangélica,  gue  aquellas  distinciones  continuaran 
hasta  la  época  de  Betancurt,  en  la  fiesta  de  S.  Felipe  de  Jesús, 
nada  tiene  de  extraño,  por  tratarse  de  un  santo  mexicano  indi- 
viduo de  la  orden. 

El  P.  Pichardo  primero,  y  el  Sr.  Alaman  después  (i),  admi- 
tiendo la  existencia  de  dos  conventos  de  S.  Francisco,  negaron, 
sin  embargo,  que  el  antiguo  hubiera  estado  en  la  plaza,  y  sostu- 
vieron que  se  fundó  en  la  calle  de  Sta.  Teresa  la  Antigua,  acera 
que  "mira  al  sur,  en  el  terreno  ocupado  por  la  casa  n9  17  y  parte 
de  las  contiguas.  Extractaré  brevemente  las  razones  del  segundo  de 
los  autores  citados,  que  comprenden  también  las  del  otro.  Por 
el  cabildo  de  2  de  Mayo  de  1525  aparece  que  se  dio  á  Alonso  de 
Ávila  un  solar  que  estaba  entre  su  casa  y  el  monesterio  de  Señor 
S.  Francisco  de  esta  ciudad.  La  casa  de  Alonso  de  Ávila  estaba 
en  la  i?-  calle  del  Reloj,  esquina  á  la  de  Sta.  Teresa  la  Antigua, 
y  «consta  ser  la  misma  que  se  mandó  derribar  y  sembrar  de  sal, 
«poniendo  en  ella  un  padrón  de  infamia,  cuando  fueron  conde- 
« nados  á  la  pena  capital  los  hijos  de  Alonso  de  Ávila,  por  com- 
«plicidad  en  la  conspiración  atribuida  á  D.  Martin  Cortés.»  El 
sitio  de  estas  casas  fué  dado  después  por  el  rey  á  la  Universidad, 
para  fundar  allí  las  escuelas,  y  no  habiendo  tenido  efecto,  le  ven- 
dió la  Universidad  al  convento  de  Sta.  Isabel,  que  hasta  estos  úl- 
timos tiempos  poseyó  las  casas  núms.  i  y  2  de  la  calle  del  Reloj, 
construidas  en  aquel  terreno.  Por  los  títulos  que  examinó  el 
P.  Pichardo,  de  una  casa  que  el  convento  de  S.  Gerónimo  tenia 
en  la  calle  de  Montealegre,  aparece  que  Bernardino  de  Albornoz, 
«hijo,  sin  duda,  del  contador  Albornoz»  (2),  era  dueño  de  las  ca- 
sas que  seguían  á  la  de  Alonso  de  Ávila,  en  la  calle  de  Sta.  Teresa ; 
y  en  el  acta  del  cabildo  de  3 1  de  Enero  de  1 529  se  ve  «  que  esa  casa 
«de  Albornoz  se  construyó  en  el  terreno  en  que  estuvo  S.  Fran- 
« cisco  el  viejo,»  y  del  cual,  á  falta  de  título  legítimo  del  poseedor. 


1  P.  Pichardo,  Noias  al  Primer  Libro  de  Cabildo.  —  Alaman,  Di- 
sertaciones, tom.  II,  pág.  142. 

2  Por  la  pregunta  258  del  Interrogatorio  de  la  Visita  de  D.  Antonio 
de  Mendoza,  consta  que  este  Bernardino  de  Albornoz  era  sobrino  del 
contador.  {Col.  de Doc. para  la  Hist.  de  México,  tom.  II,  pág.  133.) 


.AL   DIALOGO   SEGUNDO.  .  Zig 

se  creia  autorizado  el  Ayuntamiento  á  disponer,  como  baldío, 
trasladado  ya  el  convento.  «  Los  dichos  señores  (dice  el  acta)  man- 
«daron  notificar  al  contador  Rodrigo  de  Albornoz,  que  para  el  pri- 
«mer  cabildo  traiga  é  presente  en  el  cabildo  el  título  que  tiene  á 
(dos  solares  donde  solía  estar  S.  Francisco,  para  que  la  ciudad  lo 
«vea,  con  apercibimiento  que  no  lo  mostrando,  proveerá  de  ellos 
«como  de  vacos. w  Juzga  Álaman,  como  arriba  apuntamos,  que 
la  venta  fué  hecha  á  Albornoz  cuando  gobernaba,  y  por  eso  el 
Ayuntamiento  no  tenia  constancia  del  título  en  virtud  del  cual 
poseía  el  contador  aquel  terreno. 

Las  razones  del  Sr.  Alaman  son  plausibles,  pero  no  concluyen- 
tes.  Conviene,  ante  todo,  distinguir  los  tiempos :  distingue  témpora. 
La  merced  á  Alonso  de  Ávila  fué  hecha  en  2  de  Mayo  de  1525, 
y  está  concebida  en  estos  términos :«  Este  día  Alonso  de  Avila, 
«vecino  de  esta  cibdad,  pidió  por  su  petición  á  los  dichos  seño- 
«res  un  pedazo  de  solar  que  dijo  estar  entre  su  casa  y  el  mones- 
«terio  de  Señor  S.  Francisco  de  esta  dicha  cibdad.  Los  dichos 
«señores  se  lo  mandaron  dar  sin  perjuicio,  y  con  tanto  que  no  tome 
« de  la  parte  del  agua  hacia  el  dicho  monesterio. »  Nótase  desde 
luego  que  no  se  expresa  de  cuál  monasterio  se  trataba,  si  del  nuevo 
ó  del  viejo.  Un  mes  después  y  el  2  de  Junio,  se  nombra  por  pri- 
mera vez  á  S.  Francisco  el  nuevo,  y  es  evidente  que  cuando  se 
hizo  la  merced  á  Ávila,  ya  estaba  ese  convento,  si  no  del  todo 
concluido,  que  es  lo  mas  probable,  á  lo  menos  muy  adelantado. 
El  22  de  Mayo  de  1524,  casi  un  año  antes,  se  había  dado  á  Be- 
nito de  Bejer  «un  solar  que  está  en  la  calle  que  va  de  la  plaza 
«desta  cibdad  hacia  el  tianguis  de  la  casa  de  Juan  Velazquez,  que 
«es  que  alinda  con  solar  de  Alonso  de  Ávila,  la  calle  real  en  me- 
«dio. ))  Es  sabido  que  el  tianguis  de  Juan  Velazquez  quedaba 
donde  ahora  la  Alameda,  y  por  lo  mismo  la  calle  que  iba  de  la 
plaza  al  dicho  tianguis  no  puede  ser  otra  que  la  de  S.  Francfsco, 
la  cual  no  tenia  entonces  tal  nombre,  pues  ni  aun  habían  llegado 
los  franciscanos.  Luego  Alonso  de  Ávila  tenia  solar  en  esa  calle 
frontero  al  de  Bejer. 

De  otro  solar  de  Alonso  de  Ávila  se  habla  cuatro  días  después, 
el  26  de  Mayo  de  1524;  pero  como  estaba  «en  la  calzada  de 
«Atacuba,  el  postrero  de  la  traza,»  no  hace  al  caso  en  esta  ave- 
riguación. Parece  ademas  que  ese  solar  no  era  ya  de  Ávila,  pues 
se  dice  «que  fué  dado  á  Alonso  de  Ávila.» 

En  26  de  Agosto  del  mismo  año  de  24  se  dio  á  Martin  Tiem- 
blo «un  solar  que  es  en  esta  dicha  cibdad  en  la  acera  de  Alonso  de 
«Ávila,  que  alinda  con  solar  de  Hernando  de  Xeres,  é  con  la  ca- 
«lle  del  agua  que  sale  á  la  casa  del  contador.»  La  merced  á  Xeres 
no  se  halla,  pero  en  15  de  Abril  de  1524  se  presentó  pidiendo 
se  le  permitiera  disponer  de  un  solar  que  se  le  había  dado  «que 


220  NOTAS 

«ha  por  linderos  de  la  una  parte  solar  de  Juan  Navarro,  y  de  la 
{(Otra  la  calle  del  agua.))  En  todas  estas  mercedes,  inclusa  la  del 
mismo  Alonso  de  Ávila,  vemos  que  se^^^habla  de  agua,  y  de  calle 
del aguüy  expresándose  en  la  de  Tiemblo,  que  esa  calle  era  (( la  que 
(ísale  á  la  casa  del  contador.))  Que  cerca  del  convento  nuevo  ha- 
bla agua,  ademas  de  la  acequia  que  pasaba  por  la  calle  de  S.  Juan 
de  Letran,  se  ve  por  la  merced  que  el  2  de  Junio  de  1525  (pre- 
cisamente en  el  mismo  cabildo  en  que  por  primera  vez  se  nom- 
bra á  S.  Francisco  el  nuevo)  se  hizo  al  comendador  Leonel  de 
Cervantes,  de  «un  sokr  que  es  en  la  laguna ,  hacia  S.  Francisco;)) 
y  según  el  P.  Pichardo,  este  solar  es  el  mismo  que  hoy  ocupa  la 
casa  n9  9  de  la  i?-  calle  de  S.  Francisco;  casa  que  en  nuestros  dias 
reedificó  el  Conde  de  Santiago,  descendiente  de  los  Cervantes,  y 
actualmente  posee  el  Sr.  Barron.  Por  este  mismo  Diálogo  de  Cer- 
vantes se  prueba  también  que  la  calle  de  S.  Francisco  era  de  agua: 
{(.per  cujus  médium  etiam  excurrit  aqua ;  )>  y  solo  nos  falta  saber  si 
«salia  á  la  casa  del  contador,))  lo  cual  se  prueba  con  el  cabildo  de 
28  de  Noviembre  de  1525,  donde  se  ve  que  el  contador  tenia  so- 
lar «en  la  esquina  donde  estaba  la  plaza,  frontero  de  las  casas  del 
(f señor  gobernador.)) 

De  lo  expuesto  me  parece  resultar  fundamento  bastante  para 
creer  que  la  merced  hecha  á  Alonso  de  Ávila  del  pedazo  de  solar 
entre  su  casa  y  el  convento  de  S.  Francisco,  más  bien  debe  refe- 
rirse al  convento  nuevo  que  al  viejo,  con  lo  cual  pierde  su  fuerza 
la  primera  razón  del  Sr.  Alaman. 

La  identidad  que  se  establece  entre  las  casas  del  conquistador 
Alonso  de  Ávila  y  las  derribadas  á  consecuencia  de  la  «Conjura- 
ación  del  Marques  del  Valle))  no  está  bien  comprobada.  Los 
Avilas  ajusticiados  el  3  de  Agosto  de  1566,  no  eran  hijos  de  aquel 
conquistador,  sino  sobrinos,  hijos  de  su  hermano  Gil  González  (i). 
A  este,  en  cabildo  de  22  de  Febrero  de  1527,  se  dio  un  solar 
«que  pidió  por  su  petición,  el  cual  es  en  esta  cibdad,  linderos  con 
«solar  é  casas  de  Alonso  de  Ávila,  su  hermano,  que  es  en  la  ter- 
«cia  parte  donde  estaba  el  Uchilobos.))  El  Sr.  Alaman  declara 
no  saber  «qué  origen  tiene  esa  repartición  del  templo  en  tres  par- 
«tes  que  parece  indicada  con  esta  expresión.))  (2)  Eso  no  obs- 
tante, afirma  que  el  solar  de  Gil  González  de  Benavides  estaba  en 
la  I?-  calle  del  Reloj,  porque  las  casas  de  Alonso  de  Ávila,  «queda 

1  Orozco  y  Berra,  Conjuración  del  Marques  del  Valle,  pág.  -¡t,  de 
los  Documentos. 

2  Alaman,  Disert.,  tom.  II,  pág.  247. — A  mi  entender  esto  no  quiere 
decir  que  el  Uchilobos  estuviera  dividido  en  tres  partes;  sino  que  des- 
pués de  destruido,  quedó  el  terreno  dividido  de  esa  manera,  y  se  quiso 
precisar  más  la  ubicación  del  solar,  expresando  en  qué  parte  quedaba: 
pero  no  sabemos  cuál  era  lo  que  llamaban  tercia. 


AL   DIALOGO  SEGUNDO.  221 

(i  demostrado  en  la  séptima  disertación  que  eran  las  dos  primeras 

«de  la  !?•  calle  del  Reloj,  dando  vuelta  á  la  de  Sta.  Teresa 

«y  por  esta  seguia  la  casa  del  contador  Albornoz.»  Como  el  tem- 
plo de  Huitzilopochtli  abrazaba  una  grande  extensión  de  terreno, 
es  aventurado  asegurar  que  esa  tercia  parte  (denominación  cuyo 
origen  se  confiesa  ignorar)  venia  á  corresponder  á  las  calles  i?-  del 
Reloj  y  de  vSta.  Teresa.  La  opinión  de  que  las  casas  de  Alonso 
de  Ávila  estaban  en  la  esquina  de  esas  calles,  solo  descansa,  que 
yo  sepa,  en  la  aseveración  del  P.  Pichardo,  quien  dice  constar  así 
por  los  títulos  de  Jas  dichas  casas  que  paraban  en  el  archivo  de 
Sta.  Isabel.  Como  no  he  visto  esos  títulos,  no  puedo  juzgar  de  su 
valor  en  el  presente  caso.  El  solar  que  dejaron  las  casas,  después 
de  derribadas  se  dio  á  la  Universidad;  pero  ni  en  la  cédula  de 
concesión,  ni-en  las  diligencias  practicadas  para  ejecutarla,  se  ha- 
bla palabra  de  la  ubicación  de  él.  Asegura  el  Sr.  Alaman  que  la 
Universidad  le  vendió  á  censo  enfitéutico  al  convento  de  Sta.  Isa- 
bel :  lo  que  yo  encuentro  es  que  en  1645  le  tenia  á  censo  D?-  Ana 
Carrillo  por  ciento  setenta  y  dos  pesos  anuales,  (i) 

Mas  demos  por  cierto  que  las  casas  de  Alonso  de  Ávila  eran 
las  que  se  dicen:  ¿-es  del  todo  seguro  que  después  de  los  treinta  y 
nueve  años  corridos  desde  1527,  data  de  la  merced  hecha  á  Gil 
González,  hasta  1566  en  que  fueron  ajusticiados  sus  hijos,  ocu- 
paba todavía  el  uno  la  primitiva  casa  de  su  padre,  y  el  otro  la  del 
tio?  ¿Es  seguro  que  la  casa  que  Alonso  el  conquistador  tenia  en 
1525  junto  á  S.  Francisco  fuera  la  misma  que  habitaba  su  sobrino 
en  I  566  ?  i  Es  seguro  ademas  que  el  S.  Francisco  de  que  se  habla 
en  aquella  merced  fuera  el  viejo  y  no  el  nuevo?  Me  parece  que 
nadie  se  atreverá  á  contestar  afirmativamente  á  tales  preguntas,  y 
que  los  argumentos  sacados  de  la  situación  de  las  casas  de  Alonso 
de  Ávila,  no  son  bastantes  para  probar  que  S.  Francisco  el  viejo 
estuvo  en  la  calle  de  Sta.  Teresa. 

De  mayor  peso  son  los  títulos  de  la  casa  que  el  convento  de 
S.  Gerónimo  tenia  en  la  calle  de  Montealegre,  y  por  los  cuales 
constaba  (según  el  P.  Pichardo)  que  las  casas  que  seguían  á  las  de 
Ávila  en  la  calle  de  Sta.  Teresa  eran  de  un  Albornoz,  pues  no 
cabe  duda  de  que  el  contador  poseyó  alguna  vez  el  sitio  de  S.  Fran- 
cisco el  viejo,  según  el  cabildo  de  31  de  Enero  de  1529.  Pero  de 
estos  títulos  digo  lo  mismo  que  de  los  otros:  no  los  he  visto,  y 
no  puedo  examinar  los  datos  que  presten.  No  siendo  Bernardino 
de  Albornoz  hijo  sino  sobrino  del  contador,  hay  menos  razón  para 
afirmar  que  precisamente  habia  de  ser  dueño  de  un  terreno  que 
fué  de  su  tio.   Tampoco  se  nos  da  la  fecha  en  que  Je  poseía.  ¿No 


Véase  arriba,  pág.  12,  nota  2. 


222  NOTAS 

pudo  el  sobrino,  que  era  persona  principal,  y  casado  con  sobrina 
de  un  conquistador  tan  distinguido  como  Bernardino  Vázquez  de 
Tapia,  á  quien  este  dotó,  tener  casa  por  si?  Es  cierto  que  tam- 
bién el  tio  Albornoz  dotó  al  sobrino  (i)  y  en  este  dote  pudo  en- 
trar la  casa  en  cuestión.  No  niego,  pues :,  solo  expreso  los  funda- 
mentos de  dudar,  porque  á  pesar  del  respeto  que  por  su  carácter 
y  literatura  me  merece  el  P.  Pichardo,  no  dejaré  de  notar  que 
escribía  con  alguna  ligereza,  y  que  en  el  punto  mismo  que  se  dis- 
cute no  habia  fijado  su  juicio.  En  la  nota  34  al  Primer  Libro  de 
Cabildo  (2)  habia  dicho  esto:  «S.  Francisco  el  nuevo,  esto  es, 
«el  que  se  hizo  donde  ahora  existe  S.  Francisco.  El  viejo  es  lia- 
amado  en  otra  parte  el  que  estuvo  en  la  p laxa.  Vinieron  los  frai- 
«les,  según  Torquemada,  en  Junio  de  1524,  y  en  Mayo  de  1525 
«ya  los  hubo  en  su  convento  nuevo;  luego  vivieron  once  meses  en 
(da  plaza  y  mientras  que  hicieron  su  convento,  y  el  de  la  plaza 
«fué  casa  ó  convento  interino.»  Pues  si  los  frailes  vivieron  en  la 
plaza  once  meses,  que  fueron  los  trascurridos  entre  su  llegada  y 
su  traslación  al  convento  nuevo  ¿-cuándo  estuvieron  en  la  calle  de 
Santa  Teresa?  Sin  embargo,  en  la  nota  113  asegura  que  el  con- 
vento estuvo  en  esa  calle  «y  no  en  la  plaza',  luego  es  falso  que  el 
«sitio  en  que  está  ahora  la  catedral  se  vendió  por  el  síndico,  co- 
«mo  dice  Torquemada.  Más:  en  todos  los  solares  de  plaza  no 
«hay  la  mas  leve  mención  del  monasterio  de  S.  Francisco.»  Hasta 
aquí  el  P.  Pichardo,  y  no  hallo  cómo  concordar  sus  dos  opiniones. 
La  del  Sr.  D.  José  F.  Ramírez  seria  de  gran  peso  en  nuestro 
caso,  si  la  tuviéramos  expresada  con  claridad.  En  sus  Notas  á 
Prescott  (3)  dice,  refiriéndose  á  lo  asentado  por  el  Sr.  Alaman: 
«He  examinado  sus  pruebas,  y  me  parecen  concluyentes  é  irre- 


1  Interrogatorio  de  D.  Antonio  de  Mendoza,  preg.  244. 

2  Estas  notas,  impresas  últimamente  con  el  Libro,  no  son  todas  del 
P.  Pichardo,  sino  que  están  mezcladas,  sin  distinción  alguna,  con  otras 
del  Lie.  Bustamante  y  del  Lie.  D.  Ignacio  López  Rayón,  oficial  mayor 
que  fué  del  Archivo  General.  Estoy  seguro  de  ello,  porque  vi  en  poder 
del  Sr,  D.  J.  M.  Andrade  un  extracto  MS.  del  Libro  con  las  notas  ori- 
ginales del  P.  Pichardo,  quien  firmó  y  rubricó  la  154.  Son  de  Busta- 
mante las  siguientes:  la  35  desde  las  palabras  «En  esta  casa»  hasta  el 
fin:  las  69,  95,  106,  142,  146,  y  la  84  desde  el  principio  hasta  «Tepeaca.» 
De  Rayón  hay  la  55  desde  «memorable»  hasta  el  fin:  las  73,  82,  89,  91, 
96,  98,  104,  107,  108,  114  (desde  el  principio  hasta  «Ponce  de  León»), 
118  (solo  las  palabras  «enfrente  del  Portal  de  Mercaderes  y  la  Diputa- 
«cion»),  125,  126,  130,  131,  133,  135  (las  palabras  «este  licenciado  fué 
«apoderado  de  Cortés  en  la  residencia  que  se  le  tomó,  y  según  parece» ), 
138,  145,  147,  151,  159,  i66yi67.  Lo  mas  singular  es  que  hay  una  mia, 
que  no  adivino  cómo  pasó  de  mi  copia  manuscrita  al  impreso:  (la  155, 
desde  «No  lo  creo»  hasta  el  fin.)  Todo  corre  ahora  anónimo. 

3  Tom.  II,  pág.  104  del  Apéndice. 


AL  DIALOGO  SEGUNDO.  22$ 

«cusables;»  pero  añade  en  seguida:  «mas  no  juzgo  incompatible 
«este  hecho  con  el  aseverado  por  el  P.  Torquemada.w  No  ex- 
presa el  Sr.  Ramirez  en  qué  razones  fundaba  ese  juicio.  ¿"Creeria, 
como  yo,  que  el  texto  de  Torquemada  no  prueba  que  los  fran- 
ciscanos tuvieran  convento  en  la  plaza,  sino  únicamente  que  ha- 
bian  pensado  edificarle  alli?  No  lo  sé;  pero  de  los  datos  que  en 
seguida  presenta,  sin  sacar  de  ellos  consecuencia  alguna,  se  deduce 
que  admitia  la  existencia  del  convento  de  la  plaza.  Siendo  así  no 
se  comprende  cómo  calificaba  de  «concluyentes  é  irrecusables» 
las  pruebas  del  Sr.  Alaman.  Veamos  los  datos  del  Sr.  Ramirez. 

En  el  acta  del  cabildo  de  9  de  Abril  de  1529  se  dice  lo  si- 
guiente :  «  Los  dichos  señores  dijeron,  que  mandaban  é  mandaron 
«que  se  pregone  públicamente  que  todas  las  personas  que  tienen 
«derecho  ó  título  á  los  solares  que  están  en  la  plaza  é  sitio  donde 
ií  solía  estar  el  rnonesterio  de  S.  Francisco,  que  para  el  cabildo  que 
«se  hará  el  viernes  los  traigan  é  muestren  &c. »  «A  esto  podría 
«contestarse  (habla  el  Sr.  Ramirez),  que  siendo  sinónimos  en  el 
«lenguaje  antiguo  sitio  y  plaza,  y  muy  común  en  aquel  tiempo  la 
«sinonimia,  seria  dudoso,  cuando  menos,  que  por  la  segunda  se 
«hubiera  querido  designar  la  plaza  de  la  ciudad,))  Para  destruir 
esa  interpretación,  aduce  el  mismo  autor  el  acta  de  10  de  Mayo 
siguiente,  en  que  se  dice:  «Los  dichos  señores,  á  pedimento  del 
«Sr.  Lie.  Diego  Delgadillo,  le  hicieron  merced  de  un  solar,  que 
Vi  es  en  los  solares  donde  so  lia  estar  el  rnonesterio  de  S.  Francisco, 
«que  es  junto  é  linde  del  solar  de  Juan  Pelaez  de  Berrio,  hermano 
«de  dicho  licenciado,  é  la  calle  real  por  delante,  é  le  mandaron 
«dar  título  en  forma:  é  la  dicha  calle  es  la  que  va  hacia  la  casa  de 
«  García  Olguín. » 

«Siguiendo  estas  indicaciones  (prosigue  el  Sr.  Ramirez)  para 
«fijar  el  asiento  de  S.  Francisco  tenemos,  como  punto  de  partida, 
«el  solar  del  oidor  Delgadillo;  como  rumbo  de  dirección  la  calle 
«real  que  corria  por  su  frente,  y  como  punto  de  término  la  casa  de 
«García  Olguin,  que  quedaba  en  la  misma  línea.  Ahora  bien: 
«por  las  actas  de  los  dias  8  de  Marzo  y  3  de  Abril  de  1527,  y 
«  i9  de  Enero  de  1528  consta  que  la  casa  de  Olguin  estaba  cerca 
a  del  monasterio  de  Sto.  Domingo:  luego  la  del  Lie.  Delgadillo  y 
«solares  de  S.  Francisco  estaban  en  el  punto  opuesto  de  la  misma 
«línea  ó  calle,  y  este  no  podía  ser  otro,  según  las  tradiciones,  sino 
«el  de  la  plaza.  Así  lo  confirma  el  acta  de  22  de  Febrero  de  1527, 
«donde  se  encuentra  una  merced  hecha  á  Pedro  de  Meneses  de 
«un  solar  en  los  que  se  añadieron  en  la  traza  hacia  el  monesterio 
i<  que  se  hace  de  Sto.  Domingo,  el  cual  es  el  quinto  solar  contando 
«desde  la  esquina  de  la  calle  que  va  de  S.  Francisco  al  Tatilulco, 
«en  la  calle  que  va  desde  allí  á  Sto.  Domingo,  en  la  misma  acera 
((del  dicho  monesterio.))  «Esta  misma  redacción,  sin  otras  difcren- 


224 


NOTAS 


«cías  que  las  de  sustituir  cabe  por  háciay  y  sexto  por  quinto,  se  usó 
«en  la  merced  de  Bernardino  de  Santa  Clara,  que  sigue  á  continua- 
«cion,  añadiéndose  que  su  solar  lindaba  con  el  de  Meneses.  De 
«esta  conformidad  de  contexto  y  de  sus  términos,  deduzco  la  con- 
«ñrmacion  relativa  al  punto  de  la  ubicación,  que  me  parece  muy 
((claramente  denotado  por  las  preposiciones  de  y  desde  que  deno- 
((tan  simultáneamente  un  punto  de  partida  y  una  línea  de  direc- 
((cion,  que  solo  pueden  adaptarse  al  terreno  de  la  plaza,  y  no  al 
((antiguo  ni  al  nuevo  asiento  de  S.  Francisco.)) 

Las  citas  del  Sr.  Ramírez  demandan  alguna  rectificación.  La 
del  acta  del  cabildo  de  8  de  Marzo  de  1527  está  equivocada:  es 
la  del  11:  en  esta  consta  efectivamente  que  se  dio  á  Pedro  del 

Castillo  un  solar  ((cerca  del  monesterio  de  Sto.  Domingo 

(( linderos  de  la  una  parte  solar  de  García  Olguin,  é  de  la  otra  parte 
((solar  que  se  dio  á  Alonso  de  Peñaranda.»  En  la  de  3  de  Abril 
del  mismo  año  no  se  dice  que  el  solar  de  García  Olguin  estuviera 
cerca  de  Sto.  Domingo,  sino  que  se  dio  á  Alonso  Lúeas  un  solar 
((linderos  de  García  Olguin,  é  las  calles  reales  por  delante  é  al 
(dado  :  »  luego  quedaba  en  esquina.  En  el  cabildo  de  i9  de  Enero 
de  1528  no  hay  nada  relativo  al  asunto,  y  ni  aun  se  nombra  á  Ol- 
guin. El  último  dato  que  presenta  el  Sr.  Ramírez,  tomado  del 
cabildo  de  22  de  Febrero  de  1 5  27,  y  que  parece  decidir  su  opinión, 
no  tiene  importancia  alguna:  los  solares  dados  á  Meneses  y  á  Santa 
Clara  estaban  en  la  calle  de  S.  Lorenzo,  acera  que  ve  al  sur,  como 
lo  dice  el  P.  Pichardo.  El  S.  Francisco  de  que  se  habla  es  el  nuevo, 
y  la  calle  qae  va  de  allí  el  Tatilulco,  es  la  de  Sta.  Isabel  con  las 
siguientes,  rumbo  al  norte,  hasta  la  esquina  de  la  Concepción, 
donde  se  da  vuelta  para  ir  á  Sto.  Domingo.  Hay  otra  mención 
del  solar  del  Lie.  Delgadillo.  En  cabildo  de  12  de  Julio  de  1529 
se  dio  á  Andrés  de  Barrios  un  solar  en  los  solares  que  solía  tener 
S.  Francisco  el  viejo,  lindero  del  Líe.  Delgadillo  y  de  Diego  de 
Soria. 

Si  pudiéramos  averiguar  á  punto  fijo  dónde  estaba  la  casa  de 
García  Olguin,  algo  habríamos  avanzado;  pero  no  lo  he  conse- 
guido. Hemos  visto  que  en  3  de  Abril  de  1527  se  dio  á  Alonso 
Lúeas  un  solar,  en  esquina,  contiguo  al  de  Olguin ;  y  al  año  justo, 
en  4  de  Abril  de  1528,  se  concedieron  al  Sr.  Garcés,  obispo  de 
Tlaxcala,  dos  solares  ((junto  al  monesterio  de  Sto.  Domingo,  que 
((era  el  uno  de  Alonso  Lúeas.))  Sí  este  no  tenia  varios  solares  en 
diversas  partes  de  la  ciudad,  como  sucedía  con  otros  vecinos,  el 
de  Olguin,  contiguo  al  mercedado  en  1527,  estaba  en  la  manzana 
misma  de  Sto.  Domingo.  Porque  los  del  Sr.  obispo  de  Tlaxcala, 
según  dice  el  P.  Cruz  y  Moya  (i),  (c corren  desde  el  noviciado 

I     Cap.  16. 


Ai-    DIALOGO   SEGUNDO.  225 

«hasta  la  esquina  frontera  á  la  Inquisición,  y  de  esta  iiasta  el 
«puente  que  llaman  de  Sto.  Domingo,»  es  decir,  que  quedaban 
en  la  calle  de  los  Sepulcros  (ó  3^^)  de  Sto.  Domingo,  y  en  ella  la 
casa  de  Olguin.  La  calle  real  que  iba  hacia  esta  casa  y  pasaba  de- 
lante del  solar  del  oidor  Delgadillo,  ó  sea  del  antiguo  S.  Francisco, 
tiene  que  ser  la  del  Empedradillo  y  siguientes  hacia  el  norte,  y 
S.  Francisco  quedaba  en  la  plaza,  frontero  á  las  casas  del  Mar- 
ques; pero  entonces  ¿á  qué  marcar  la  ubicación  del  solar  con  la 
designación  de  un  punto  tan  lejano  como  la  casa  de  Olguin,  te- 
niendo á  mano  otra  señal  tan  notable,  como  la  de  estar  enfrente 
de  las  casas  del  Marques?  Por  otra  parte,  desde  el  8  de  Febrero  se 
habían  repartido  los  solares  que  quedaban  enfrente  de  esas  casas: 
dos  años  después,  9  de  Abril  de  1529,  el  ayuntamiento  exigia  la 
presentación  de  los  títulos  de  los  solares  «  donde  solia  estar  S.  Fran- 
cisco el  viejo,))  y  un  mes  después  daba  uno  de  ellos  al  oidor  Del- 
gadillo. Componga  estos  datos  quien  pueda,  y  solo  añadiré  que 
en  los  libros  de  Actas  he  hallado  otras  dos  menciones  de  S.  Fran- 
cisco el  viejo.  La  una  es  del  16  de  Marzo  de  1527,  en  cuyo  dia 
se  hizo  merced  á  Antonio  de  Villagomez  «de  un  solar  que  dijo  le 
({fué  dado  por  el  Sr.  Gobernador,  el  cual  es  en  el  sitio  de  S.  Fran- 
(( cisco  el  viejo,  linderos  de  una  parte  solar  de  Alvaro  Maldonado,  é 
«  de  la  otra  parte  solar  de  Francisco  Maldonado. ))  La  otra  mención 
es  la  del  solar,  que  estaba  también  allí,  y  que  renunció  el  oidor 
Matienzo,  del  cual  se  habló  ya  en  la  nota  de  la  pág,  216.    (i) 

El  lector  dirá,  y  con  justicia,  que  he  gastado  mucho  papel  para 
embrollar  más  la  cuestión,  dejándola  al  fin  indecisa.  No  es  culpa 
mia  no  haber  alcanzado  á  resolverla.  He  querido,  á  lo  menos, 
presentar  reunidos  los  datos  que  conozco,  para  que  no  siga  cor- 
riendo como  averiguado  lo  que  no  lo  está,  y  también  para  faci- 
litar el  trabajo  al  que  emprenda  de  nuevo  una  investigación  tan 
interesante  como  es  la  de  saber  en  qué  punto  de  esta  capital  co- 
menzó á  brillar  para  los  indígenas  la  luz  de  la  verdadera  fe. 

Aquí  doy  fin  á  la  primera  parte  de  esta  larga  nota,  y  entro  en 
la  segunda  que  tiene  por  objeto  determinar  la  situación  de  la  pri- 
mera iglesia  de  S.  Francisco  el  nuevo,  que  á  mi  juicio  fué  también 
la  primera  de  México,  según  expuse  en  la  nota  40. 

Debemos  distinguir  en  S.  Francisco  tres  iglesias:  la  primitiva. 


I  Para  salvar  las  dificultades  que  presenta  esta  investigación  y  con- 
tentar á  todos,  han  apelado  algunos  al  arbitrio  de  suponer  que  hubo  dos 
conventos  de  S.  Francisco,  antes  del  último:  pero  esto  no  disipa  las  con- 
tradicciones, ni  se  aviene  con  los  datos  conocidos.  Relación  descriptiva 
de  la  Fioidacion  de  las  Iglesias  y  Conventos  de  México,  pág.  65,  nota. — 
Ramírez  Aparicio,  Los  Conventos  suprimidos  en  México,  pág.  197. — 
V.  también  Diccionario  Universal,  tom.  V,  pág.  6S0. 

29 


220  NOTAS 

que  fué  demolida  pronto,  pues  el  P.  Mendieta  habla  de  ella  como 
de  cosa  pasada;  la  que  la  sustituyó,  y  la  que  aun  existe,  hecha  en 
el  siglo  pasado.  Betancurt,  cronista  de  la  orden,  y  que  tuvo  á  su 
disposición  los  archivos  de  ella,  confiesa  ignorar  dónde  estuvo  la 
primera.  «El  sitio  donde  se  hizo  esta  primera  iglesia  con  las  ar- 
omas del  Marques,  no  se  ha  podido  averiguar  cuál  sea :  unos  pien- 
((san  que  fué  la  iglesia  vieja  de  la  catedral,  por  estar  en  la  forma 
«que  se  dice  de  oriente  á  poniente,  como  acostumbran  á  fabricar 
«los  religiosos;  pero  según  más  ligitimo  discurso,  seria  el  sitio 
«donde  está  hoy  la  capilla  de  S.  José  de  Españoles,  porque  estaba 
«junta  y  contigua  con  el  convento  primero,  que  fué  la  enfermería 
«vieja,  que  llamaban,  donde  habia  un  claustro  pequeño  con  celdas 
«y  pila,  que  todos  conocimos.»  (i) 

Si  Betancurt,  con  las  ventajas  que  derivaba  de  su  profesión  en 
la  orden  y  su  carácter  de  cronista  de  ella,  no  acertaba  en  1690  á 
fijar  el  sitio  de  la  primera  iglesia,  presunción  seria  atreverme  á  de- 
cidir magistralmente  la  duda,  cerca  de  dos  siglos  después,  y  sin 
los  documentos  que  él  pudo  tener  á  la  vista.  Añadiré  solamente 
algunas  observaciones. 

La  capilla  de  S.  José  de  Españoles  á  que  se  refiere,  y  que  no 
conviene  equivocar  con  la  famosa  parroquia  de  S.  José  de  los  Na- 
turales,  edificada  por  Fr.  Pedro  de  Gante,  ocupaba  el  lugar  de  la 
que  después  se  llamó  de  El  señor  de  Burgos  (2)  en  la  calle  de 
S.  Juan  de  Letran:  hoy  se  han  fabricado  allí  casas  particulares, 
y  no  quedan  ni  vestigios  de  la  capilla.  Si  esta  fué  la  primera  iglesia, 
no  llenaba  la  condición  común  de  las  iglesias  franciscanas,  que  es 
la  de  estar  situadas  de  oriente  á  poniente,  pues  quedaba  de  norte 
á  sur.  Esta  condición  parecía  tan  necesaria,  que,  según  dice  Be- 
tancurt, la  razón  en  que  algunos  se  fundaban  para  opinar  que  la 
catedral  antigua  había  sido  de  los  franciscanos,  era  que  corría  de 
oriente  á  poniente. 

El  P.  Mendieta  (3)  nos  suministra  un  dato  importante,  di- 
ciendo que  el  P.  Gante  «hizo  edificar  la  suntuosa  y  solemne  capi- 
«11a  de  S.  José,  á  las  espaldas  de  la  humilde  y  pequeña  iglesia  de 
«S.  Francisco.»  Si,  pues,  supiéramos  á  punto  fijo  donde  estuvo  esa 
capilla,  sabríamos  también  hacia  donde  quedaban  las  espaldas  de 
la  primera  iglesia,  pero  es  cosa  singular  que  siendo  aquella  tan  fa- 
mosa, estemos  todavía  averiguando  su  ubicación.  El  Sr.  Couto  (4) 
asienta  que  estaba  «á  la  banda  de  oriente  del  atrio  actual,  hacíala 
«parte  que  ocupa  ahora  la  capilla  de  Servitas, »  y  cita  en  apoyo 


1  Teatro,  Pte.  IV,  trat.  2,  cap.  3,  n?  37. 

2  Carrillo  y  Pérez,  México  Católico,  MS.,  lib.  III,  cap.  i,  ^  8. 

3  Historia  Eclesiástica  Indiana,  lib.  V,  pte.  i*,  cap.  18. 

4  Diálogo  sobre  la  Iíisto7'ia  de  la  Pintura  en  México,  pág.  17. 


AL   DIALOGO   SEGUNDO.  227 

de  ello  á  Betancurt,  Teatro  Mexicano^  Pte.  IV,  trat.  2,  cap.  3, 
n9  6^.  Del  pasaje  citado  no  se  deduce  en  verdad  tal  ubicación; 
pero  por  otros  datos,  creo  fundado  el  sentir  del  Sr.  Couto. 

Ocurramos  de  nuevo  al  P.  Mendieta.  En  el  lib.  IV,  cap.  20, 
de  su  Historia  Eclesiástica  Indiana,  nos  ha  dejado  de  esa  capilla 
las  noticias  siguientes:  «El  convento  de  S.  Francisco  de  México 
«tiene  edificada  en  las  espaldas  de  la  iglesia,  á  la  parte  del  norte, 
«una  solemne  capilla  dedicada  á  la  vocación  del  glorioso  S.  José.... 
«Es  la  capilla  de  siete  naves,  y  conforme  á  ellas  tiene  siete  alta- 
«res,  todos  al  oriente,  el  mayor,  á  do  suben  por  escalera,  en  medio, 
«y  tres  á  cada  lado.»  Betancurt  nos  completa  esta  descripción: 
«Hizo  (el  P.  Gante)  de  muchas  naves,  á  modo  de  pórtico  sin 
«puertas,  una  iglesia,  para  que  aunque  fuese  el  concurso  grande, 
«pudieran  desde  lejos  gozar  con  la  vista  el  sacrificio.  Tenia  en  su 
«primera  fundación  muchas  naves,  porque  era  la  gente  mucha: 

«con  el  tiempo  se  redujo  á  cinco  naves y  se  le  echaron  cua- 

«tro  puertas  grandes.»   (i) 


I  En  la  ciudad  de  México,  renovada  variíis  veces,  no  queda  ya  mo- 
numento que  nos  dé  idea  de  las  construcciones  del  siglo  XVI ;  pero  en 
otras  partes  se  encuentran  todavía.  En  Cholula,  por  ejemplo,  existe  y  he 
visto  la  que  llaman  Capilla  real,  y  es  exactamente  igual,  en  forma  y  si- 
tuación á  la  de  S.  José  de  Naturales,  de  México.  Está  en  el  fondo  del 
inmenso  atrio  de  la  iglesia  de  S.  Francisco,  y  en  la  misma  situación  res- 
pecto á  ella,  que  la  capilla  de  los  Servitas  respecto  á  la  iglesia  principal 
de  México.  Tiene  por  el  frente  siete  naves,  y  nueve  por  el  costado,  for- 
mando como  un  bosque  de  columnas,  detestablemente  embadurnadas,  lo 
mismo  que  todo  el  interior  del  edificio.  Por  el  lado  que  da  al  atrio  se 
conoce  perfectamente  que  estaban  abiertos  los  arcos,  siendo  los  muros 
que  hoy  los  cierran,  una  añadidura  posterior,  que  amenaza  ruina.  Aun 
se  ven  los  altares  en  el  frente  opuesto,  alguno  de  ellos  muy  notable,  y  el 
mayor  con  su  gradería,  como  en  S.  José.  Busqué  alguna  fecha  que  ates- 
tiguara la  antigüedad  de  la  fábrica  y  no  la  hallé;  pero  todo  ello,  atrio  é 
iglesias,  aparece  representado,  tal  como  hoy  existe,  en  el  plano  que  acom- 
paña á  la  descripción  de  Cholula  hecha  en  1581  por  su  corregidor  Ga- 
briel de  Rojas,  que  se  halla  original  en  mi  colección  de  MSS.  Acabada 
de  hacer  la  bóveda  de  esa  capilla,  vino  al  suelo,  según  consta  de  la  des- 
cripción del  corregidor,  de  la  cual  (por  ser  desconocida)  me  perdonará 
el  lector  que  copie  el  siguiente  párrafo: 

«36.  Hay  en  esta  ciudad  un  monesterio  de  la  orden  del  señor  sant 
«Francisco  muy  sumptuoso  y  bien  alzado,  assi  la  iglesia  del  como  la  casa 
«y  claustros  de  los  religiosos.  Tienen  un  hernioso  retablo  principal  (sin 
«cuatro  colaterales  buenos)  que  costó  mas  de  diez  mil  pesos.  Residen 
«ordinariamente  en  él  veinte  religiosos,  porque  hay  estudio  de  gramática, 
«Aquí  administran  los  sacramentos  á  los  indios  y  españoles,  porque  no 
«hay  otra  perroquia  ni  iglesia  en  esta  ciudad.  Este  monesterio  se  fundó 
«luego  que  se  descubrió  esta  tierra,  y  porque  el  gran  concurso  de  los  na- 
«turales  no  cabia  en  esta  iglesia,  hicieron  junto  á  ella,  dentro  de  su  mes- 
«mo  circuito,  una  capilla  grande  casi  en  cuadra,  con  dos  torres  á  los  la- 
«  dos,  fundada  sobre  muchos  arcos,  y  estando  ya  acabada  de  bóveda,  para 


228  NOTAS 

De  esta  descripción  se  deduce  claramente:  i9  que  el  atrio  ó 
patio  de  S.  Francisco  quedaba  dela?ite  de  la  capilla,  pues  así  era 
necesario  para  que  la  gente  reunida  en  él  viera  los  oficios  divinos: 
29  que  estando  los  altares  al  oriente  y  á  este  viento  quedaba  la  ca- 
pilla, respecto  al  atrio ;  circunstancias  que  concurren  puntualmente 
en  el  lugar  ocupado  después  por  la  capilla  de  los  Servitas  (i),  y 
se  confirman  con  la  descripción  de  nuestro  Cervantes,  pues  en- 
trados los  interlocutores  en  el  atrio  vieron  desde  allí  la  capilla 
abierta,  tal  como  la  pinta  Betancurt. 

El  rumbo  que  señala  el  P.  Mendieta,  diciendo  que  la  capilla 
estaba  á  las  espaldas  de  la  iglesia ,  al  ñor  te  ^  no  debe  tomarse  al  pié 
de  la  letra,  pues  seria  necesario  suponer  que  la  iglesia  tenia  la 
puerta  al  sur,  cosa  inadmisible,  porque  entonces  resultaba  la  es- 
palda á  la  calle  principal  que  tomó  el  nombre  del  convento;  pero 
consúltese  cualquier  plano  antiguo  de  la  ciudad,  (el  de  García 
Conde,  por  ejemplo),  y  se  verá,  que  estando  la  iglesia  primera 
en  el  mismo  lugar  en  que  estuvo  la  última,  y  la  capilla  de  S.  José 
en  los  Servitas,  esta  resulta  á  la  espalda  de  la  iglesia,  al  nordeste; 
aproximación  que  me  parece  bastante  satisfactoria. 

De  todo  deduzco,  que  la  primera  iglesia  de  los  franciscanos  y 
primera  de  México  estuvo  (tal  vez  con  corta  diferencia)  en  el 
mismo  lugar  que  ocupa  la  que  hoy  existe  desmantelada.  Aquella 
habia  desaparecido  antes  de  terminar  el  siglo  XVI,  como  se  com- 
prende por  los  términos  en  que  habla  de  ella  Mendieta:  la  se- 
gunda, techada  de  artesón  y  plomo,  está  descrita  en  el  Teatro 
Mexicano  de  Betancurt  (2):  por  haberse  hundido  el  terreno, 
hubo  que  fabricar  la  tercera,  que  se  dedicó  el  8  de  Diciembre 
de  1716.  (3) 

El  convento  de  S.  Francisco  fué  desapareciendo  poco  á  poco. 


«celebrar  una  fiesta  solene  en  ella  le  quitaron  las  cimbrias  de  los  arcos 
«y  bóvedas,  y  aquella  noche,  después  de  celebrada  la  fiesta,  como  la  obra 
«estaba  tierna,  dio  en  el  suelo  toda  la  bóveda,  sin  quedar  mas  que  las 
«paredes,  que  fué  milagro  que  Dios  obró  en  que  cayese  de  noche,  que  á 
«ser  el  dia  antes  hiciera  estrago  notable,  por  haber  Días  de  cuatro  mil 
^^personas  dentro.  Estas  ruinas  se  han  quedado  así,  porque  como  los  in- 
udios  van  en  diminución,  no  la  tornan  á  reedificar.  Esta  fábrica  era  la 
«mas  sumptuosa  que  en  estas  partes  entre  los  naturales  se  habia  edifi- 
(( cado. ))  Ignoro  cuándo  y  por  quién  se  reedificó  en  la  misma  forma. 

1  Esta  capilla,  dedicada  en  12  y  13  de  Noviembre  de  1791,  era  de 
tres  naves,  con  techos  de  viguería  sostenidos  por  columnas,  y  se  subia  á 
ella  por  una  escalinata  bastante  amplia  y  elevada.  Fué  derribada  en  1861 
para  abrir  la  calle  de  Gante.  Una  parte  del  terreno  que  ocupaba  queda 
en  esta  calle:  la  otra,  donde  estaba  el  altar  mayor,  en  las  casas  que  for- 
man la  acera  al  poniente  de  la  misma. 

2  Pte.  IV,  trat.  2,  cap.  3,  n?  34. 

3  Orozco,  Memoria  para  el  Plano  de  la  Ciudad  de  México,  pág.  ro2. 


AL   DIALOGO   SEGUNDO.  229 

En  Setiembre  de  1856  se  prolongó  al  través  de  una  parte  de  el 
la  calle  cerrada  llamada  callejón  de  Dolores  o  de  las  Diligencias, 
hasta  salir  á  la  calle  de  S.  Juan  de  Letran:  la  nueva  se  llamó  de 
la  Independencia,  y  con  su  apertura  quedó  el  convento  dividido 
en  dos  partes.  Desde  entonces  fué  extinguida  la  comunidad,  y 
restablecida  después  (Febrero  de  1857),  fueron  de  nuevo  exclaus- 
trados definitivamente  los  religiosos  á  fines  de  1860.  En  Abril 
de  1 86 1  fué  desmantelada  la  iglesia,  derribándose  otra  parte  del 
convento  y  la  capilla  de  Servitas,  para  abrir  de  norte  á  sur  la  nueva 
calle  de  Gante;  poco  después  se  comenzaron  á  fabricar  casas  par- 
ticulares en  el  terreno  ocupado  por  las  capillas  del  atrio,  de  las 
que  solo  queda  la  de  Aranzazu,  al  norte,  convertida  en  taller  de 
cobrería.  La  hermosa  iglesia  mayor  permanece  todavía  en  pié, 
aunque  destrozada:  sirvió  algún  tiempo  de  caballeriza,  y  en  parte 
de  ella  (capilla  de  Balvanera)  está  hoy  un  templo  protéstame:  allí 
donde  enseñaron  y  predicaron  un  Gante,  un  Motolinia  y  un  Sa- 
hagun ! 

Nota  52,  pág.  131. 

Encontramos  la  historia  de  esta  célebre  cruz  enTorquemada.  (i) 
((Estaba  en  el  patio  de  este  convento....  una  cruz,  más  alta  que 
<(la  más  alta  torre  de  la  ciudad,  y  se  divisaba  antes  de  entrar  en 
.(ella,  por  todos  los  caminos  y  alrededores,  y  era  grande  alivio 
((para  los  caminantes  verla  tan  alta  y  levantada:  la  cual  se  hizo  de 
((un  muy  alto  y  crecido  ciprés  que  se  habia  criado  en  el  bosque 

«de  Chapultepec y  luego  que  entraron  los  religiosos  y  tuvieron 

(.(.casa^  cortaron  el  dicho  ciprés,  y  levantáronlo  en  cruz  en  medio 
((del  atrio.))  Los  que  conozcan  los  sabinos  de  Chapultepec,  no 
tendrán  á  exageración  lo  que  dice  Torquemada  del  tamaño  de  la 
cruz.  Era  natural  que  habiendo  levantacdo  los  franciscanos  tantas 
cruces,  quisieran  tener  en  su  convento  principal  la  más  procer  y 
singular  de  todas. 

Refiere  en  seguida  que  cuando  se  trató  de  levantarla,  el  diablo 
lo  estorbaba,  y  concluye  diciendo:  ((Derribáronla,  después  de  he- 
((cha  la  iglesia  nueva,  porque  decían  los  maestros  que  declinaba 
(( sobre  ella,  y  llevaban  por  reliquia  sus  astillas.)) 

Nota  S3^  P%-  131- 

Es  decir,  ((será  el  mismo  que  el  de  las  que  vimos  en  Sto.  Do- 
mingo. )) 

I     Monarq.  Ind.^  lib.  IIT,  cap.  26. 


230 


Nota  54,  pág.  133. 


Columnas  disminuidas  son  aquellas  que  van  en  diminución  de 
abajo  arriba,  como  el  tronco  de  un  árbol,  (i)  El  P.  Márquez  (2) 
las  llama  columnas  cónicas.  El  ser  hechas  de  madera  las  mencio- 
nadas en  el  texto,  y  la  expresión  se  fastigiantesy  me  hace  creer 
que  se  trata  de  esa  clase  de  columnas.  Ya  se  entiende  que  la  ca- 
pilla á  que  pertenecian  era  la  de  S.  José  de  los  Naturales. 

Nota  c^c^,  pág.  133. 

Fr.  Francisco  de  Bustamante  era  natural  de  Toledo,  y  recibió 
el  hábito  en  la  provincia  de  Castilla.  Vino  á  la  Nueva  España 
en  1542:  fué  dos  veces  Comisario  General  de  Indias,  en  1547  y 
1 56 1,  y  dos  veces  provincial  de  la  provincia  del  Sto.  Evangelio 
de  México,  en  1555  y  1560.  En  principios  de  1562  volvió  á 
España,  y  falleció  en  Madrid  el  i9  de  Noviembre  del  mismo 
año.  (3)  «Era  buen  poeta  latino»  dice  el  P.  Mendieta,  «y  exce- 
« lente  y  acepto  predicador.» 

Nota  c^G,  pág.  133. 

Este  colegio  «  dedicado  á  uno  y  otro  San  Juan, »  es  decir,  el  Bau- 
tista y  el  Evangelista,  llevaba,  desde  1567,  por  lo  menos,  el 
nombre  de  «S".  Juan  de  Letran  con  que  fué  conocido  hasta  su  des- 
trucción: así  consta  de  un  libro  de  acuerdos  de  la  audiencia,  que 
está  en  el  Archivo  General.  Tal  vez  la  circunstancia  de  estarde- 
dicada  también  á  ambos  santos  la  célebre  basílica  de  S.  Juan  de 
Letran  en  Roma,  hizo  que  el  nombre  pasara  al  colegio. 

El  primer  origen  del  establecimiento  consta  en  el  siguiente 
acuerdo  que  está  en  el  segundo  Libro  de  Cabildo :  En  este  dia  (12 
«de  Julio  de  1529)  los  dichos  señores  á  pedimento  é  suplicación 
«del  guardián  é  convento  del  monesterio  de  señor  San  Francisco 
«de  esta  cibdad,  le  hicieron  merced  de  un  sitio  que  está  cerca  de 
«la  dicha  casa  de  señor  S.  Francisco,  de  la  otra  parte  del  agua, 
«donde  se  solia  hacer  un  tianguis,  para  en  que  estén  é  residan  é 
«sean  curados  los  mochachos  naturales  de  esta  tierra  que  están  en 
«el  dicho  monesterio  é  vinieren  á  él  para  ser  dotrinados  y  enseña- 
«dos  en  las  cosas  de  nuestra  santa  fe  católica,  en  el  cual  dicho 


1  Bails,  Dice,  de  ATijuitcctura.  —  Cortina,  Dice,  Manual  de  Voces 
técnicas  de  Bellas  Artes. 

2  Apnntatnientos  &c.,  MS. 

3  Mendieta,  Hist.  Ecles,  Ind.  lib.  IV  q?^.  42;  lib.  V,  pie.  ^^  cap. 
52.— Betancurt,  Menologio. 


I 


AL   DIALOGO  SEGUNDO.  23  1 

«sitio  puedan  hacer  alguna  casa  donde  estén  c  sean  recibidos  los 
«dichos  mochachos  enfermos,  la  cual  ellos  tienen  comenzada  á 
«hacer;  é  dieron  licencia  para  que  se  pueda  hacer  é  acabar  la  di- 
«cha  casa  de  enfermería  que  está  comenzada:  é  mandaron  dar  al 
((dicho  monesterio  título  de  ello  en  forma.»  Como  corría  una  ace- 
quia por  la  calle  de  S.  Juan  de  Letran,  el  sitio  para  el  colegio  que- 
daba en  efecto  de  la  otra  parte  del  agua,  respecto  á  S.  Francisco. 

Apenas  llegados  á  México  los  franciscanos,  trataron  de  enseñar 
la  doctrina  cristiana  y  las  primeras  letras  á  los  niños  indios,  y  al 
efecto  hicieron  levantar  junto  á  cada  convento  un  edificio  á  pro- 
pósito para  escuela,  con  una  gran  sala  baja  en  que  se  juntasen  y 
viviesen  los  hijos  de  los  principales.  Pidiéronlos  con  tal  objeto  á 
sus  padres;  pero  muchos  de  estos,  no  queriendo  entregarlos  ni 
osando  tampoco  desobedecer  á  los  frailes,  apelaron  al  arbitrio  de 
enviar,  en  lugar  de  sus  propios  hijos,  y  como  si  fueran  ellos,  otros 
muchachos  hijos  de  sus  criados  ó  vasallos.  ((Y  quiso  Dios,  dice 
((el  P.  Mendieta,  que  queriendo  engañar,  quedaron  ellos  enga- 
«  nados  y  burlados,  porque  aquellos  hijos  de  gente  plebeya,  siendo 
((allí  doctrinados  en  la  ley  de  Dios  y  en  saber  leer  y  escribir,  sa- 
(dieron  hombres  hábiles,  y  vinieron  después  á  ser  alcaldes  y  go- 
((bernadores  y  mandar  á  sus  señores.))  (i)  Ejemplo  bien  notable 
de  las  ventajas  de  una  buena  educación.  De  esas  escuelas,  la  más 
famosa  fué  la  de  la  capilla  de  S.  José  de  Naturales  de  México, 
donde  el  inmortal  lego  y  padre  de  los  indios,  Fr.  Pedro  de  Gan- 
te, no  solo  enseñó  la  religión  y  las  letras,  sino  también  las  artes 
y  oficios. 

Según  el  contexto  de  la  merced  de  1529,  el  sitio  de  S.  Juan  de 
Letran  se  concedió  para  enfermería  de  los  niños  indios  recogidos 
en  el  monasterio.  Por  entonces,  estando  tan  reciente  la  conquista, 
aun  no  se  resentían  mucho  los  males  originados  del  abandono  en 
que  se  encontraba  una  generación  nueva,  cual  era  la  de  los  mes- 
tizos, 6  hijos  ilegítimos  de  español  é  india,  que  á  poco  fueron  lle- 
nando la  tierra,  y  como  dice  una  real  cédula,  ((andan  perdidos 
((entre  los  indios,  y  muchos  de  ellos  por  mal  recaudo  se  mueren 
((y  los  sacrifican.))  (2)  El  mal  fué  en  tal  aumento,  que  llamó  al 
fin  la  atención  del  gobierno  de  la  metrópoli,  y  por  esa  misma  cé- 
dula, fecha  en  Monzón  á  3  de  Octubre  de  1533,  (3)  dirigida  á  la 
segunda  audiencia,  se  mandó  que  los  mestizos  se  recogieran  en 
lugares  á  propósito,  juntamente  con  las  madres;  y  que  si  los  pa- 


1  Historia  Eclesiástica  Indiana^  lib.  III,  cap.  15. 

2  El  Sr.  D.  Vasco  de  Quiroga  en  su  testamento,  MS.,  dice  que  las 
madres  mataban  á  sus  hijos  mestizos  porque  su  extremada  pobreza  no  les 
permitía  criarlos. 

3  PüGA,  Cédula  rio,  fol.  ^S,. 


232 


NOTAS 


dres  eran  conocidos,  fueran  obligados  á  recoger  y  sustentar  á  sus 
hijos.  Igual  orden  se  repitió  muchas  veces  al  virey  D.  Antonio 
de  Mendoza,  quien  la  ejecutó,  instituyendo  «un  colegio  de  niños 
«donde  se  recogen,  no  solo  los  perdidos;  mas  otros  muchos  que 
«tienen  padres  los  ponen  á  deprender  la  doctrina  cristiana  y  á  leer 
«y  escribir,  y  á  tomar  buenas  costumbres.))  (i)  Con  este  motivo 
se  trasformó  sin  duda  Letran  en  colegio  de  mestizos,  cuyo  destino 
tenia  en  tiempo  de  Cervantes.  Corrió  al  principio  á  cargo  del 
Dr.  Quesada,  y  el  rey  le  hizo  varias  mercedes.  Por  cédula  dada 
en  Valladolid  á  i9  de  Octubre  de  1548,  le  cedió  por  diez  años 
la  mitad  de  todo  el  ganado  mostrenco,  mayor  y  menor,  que  se 
hallara  en  la  Nueva  España;  cuya  donación  prorogó  y  amplió 
en  cédula  de  4  de  Diciembre  de  1552.  En  el  intermedio,  por 
otra  de  20  de  Noviembre  del  mismo  año,  le  habia  señalado  una 
renta  anual  de  seiscientos  pesos  de  minas  (2);  asignación  consi- 
derable, si  se  compara  con  la  de  mil  pesos  hecha  por  entonces  á 
la  Universidad.  En  8  de  Setiembre  de  1557  repetía  Felipe  II  las 
aprobaciones  y  recomendaciones  del  colegio,  el  cual,  según  la  mis- 
ma cédula,  no  se  limitaba  ya  á  ser  una  escuela  para  los  huérfanos, 
sino  que  se  esperaba  que  los  educandos  formados  en  él  salieran  á 
fundar  otros  colegios  en  la  Nueva  España,  dándosele  así  el  carác- 
ter de  una  escuela  normal.  Al  mismo  tiempo  se  le  dieron  cons- 
tituciones, confirmadas  por  la  L.  14,  tít.  23,  lib.  i9  de  la  Rec. 
de  Indias. 

A  principios  del  siglo  actual  habia  venido  el  colegio  á  tal  deca- 
dencia, que  fué  preciso  reunirle  con  el  de  S.  Ramón,  igualmente 
decaído,  formando  de  ambos  uno  solo.  Así  continuó  hasta  hace 
pocos  años,  que  fué  en  gran  parte  demolido  para  abrir  una  calle, 
y  el  resto  se  vendió  á  particulares,  que  han  comenzado  á  labrar 
allí  casas. 

Nota  57,  pág.  135. 

Esta  es  otra  reminiscencia  de  la  Introducción  ;^  Camino  para  la 
Sabiduría,  de  Luis  Vives :  «  Ut  non  possit,  nisi  coactus  et  reluctans, 
i(.ad  male  agendum  pertrahi.))  (§  VIII.)  Y  poco  mas  abajo  otra: 
aJota  reliqua  vita  ex  hac  puerili  educatione  pendet.))  —  Cervantes 
llama  huérfanos  á  los  mestizos,  porque  siendo  casi  en  su  totalidad 
ilegítimos,  sus  padres  los  abandonaban.  La  división  de  los  niños 
en  dos  clases,  para  que  según  su  capacidad  tomasen  diversas  car- 
reras, fué  después  mandada  expresamente  en  las  constituciones 

de  1557-  (3) 

1  Mendoza,  Avisos,  pág.  289. 

2  PuGA,  Cedtilario,  fs.  143  vto.,  144,  145. 

3  Diccionario  Univeisal,  tom.  II,  pág.  369. 


AL   DIALOGO   SECUNDO. 


Nota  58,  pág.  137, 


233 


Esta  acequia  atravesada  era  la  que  corría  por  el  costado  de  Pa- 
lacio, Portal  de  las  Flores,  Scc,  á  juntarse  con  la  que  seguían  los 
interlocutores  en  la  calle  de  S.  Juan  de  Letran. 

Nota  59,  pág.  137. 

Desde  el  tiempo  de  la  gentilidad  estaban  sujetas  las  hijas  de  los 
indios  principales  á  una  disciplina  tan  severa,  que  destruía  los  víncu- 
los de  la  familia,  y  debía  hacerles  casi  insoportable  la  vida,  (i) 
Los  frailes  franciscanos  las  recogieron  igualmente,  y  las  pusieron 
á  aprender  la  doctrina  en  los  patios,  fuera  de  las  iglesias.  Divi- 
díanlas en  grupos,  y  para  cada  uno  de  ellos  salía  un  niño  de  los 
que  ya  sabian  la  doctrina,  á  enseñarla,  hasta  que  hubo  entre  ellas 
mismas  algunas  que  la  aprendieron,  y  estas  enseñaban  á  las  de- 
mas.  Informada  la  Emperatriz  D^  Isabel  por  el  venerable  obispo 
Sr.  Zumárraga,  de  las  buenas  disposiciones  de  los  naturales,  de- 
terminó enviar  mujeres  devotas  y  recogidas  que  sirvieran  de  maes- 
tras á  las  niñas,  no  solo  de  doctrina  y  de  ejercicios  cristianos,  sino 
también  de  labores  mujeriles.  En  las  instrucciones  dadas  á  la  se- 
gunda audiencia  (12  de  Julio  de  1530)  (2)  hay  al  efecto  un  capí- 
tulo que  dice  así :  «  Porque  como  veréis,  deseando  que  los  naturales 
((de  la  dicha  tierra,  ansí  hombres  como  mujeres,  sean  instruidos 
((en  las  cosas  de  nuestra  sancta  fee  católica,  por  todas  las  formas 
((que  para  ello  se  pudieren  hallar,  y  ha  pareci(do  que  será  cosa  con- 
(( viniente  que  aya  casa  de  mujeres  beatas,  para  que  con  ellas  se 
((rijan  las  niñas  y  doncellas  que  tuvieren  voluntad  para  ello;  y 
((Como  veréis  van  al  presente  seis  beatas,  las  cuales  habemos  hecho 
((algunas  limosnas,  ansí  para  sustentamiento  como  para  las  casas 
((en  que  han  de  morar.  Por  ende,  yo  vos  mando  que  tengáis  cui- 
«dado  cómo  sean  bien  tratadas  é  favorecidas,  y  que  veáis  cómo  la 
((casa  en  que  hubieren  de  estar,  sea  lo  más  cerca  que  ser  pueda 
((de  la  iglesia  mayor  de  México,  y  encomendareis  la  filiación  de 
((ellas  al  diocesano,  porque  pues  al  presente  no  han  de  ser  profe- 
((sas  ni  encerradas,  no  han  de  estar  subjectas  á  ningunas  de  las  re- 
«ligiones.» 

Las  beatas  vinieron  con  Fr.  Antonio  de  la  Cruz,  quien  el  10 
de  Julio  de  1531  pidió  á  nombre  de  ellas  ((cierto  pedazo  de  solar 
((que  está  junto  á  la  casa  de  Gaspar  de  Ávila  que  está  tomada  para 
((hacer  un  m.onesterio  para  las  dichas  beatas.»    Dividiéronse  los 


1  Mendieta,  //isí.  Ed.  Indiana,  lib.  II,  cap.  23. 

2  PUGA,  Cédula  rio,  fol.  42. 


234- 


xNOTAS 


pareceres  de  los  capitulares,  y  no  llegó  á  resolverse  nada  acerca 
de  la  petición;  mas  por  la  discusión  á  que  dio  lugar,  aparece  que 
el  sitio  en  cuestión  venia  á  quedar  por  la  calle  de  S.  José  el  Real. 
La  enseñanza  de  las  beatas  no  duró'  mas  que  unos  diez  años,  es 
decir,  hasta  1540,  poco  mas  ó  menos,  pues  el  P.  Motolinia,  que 
escribió  hacia  esa  fecha,  habla  de  ello  como  de  cosa  pasada,  di- 
ciendo, que  como  las  niñas  solo  se  educaban  para  ser  casadas,  no 
pudo  durar  esa  clausura,  (i)  Mas  esas  niñas,  salidas  de  allí  para 
tomar  estado,  sirvieron  para  enseñar  á  otras,  y  algunas  continua- 
ron viviendo  á  manera  de  beatas,  dedicadas  á  la  enseñanza  y  al 
servicio  de  los  templos.  (2) 

Es  de  considerarse  también  que  si  las  niñas  indias  exigían  en 
los  principios  ese  cuidado  para  su  instrucción,  no  fué  ya  tan  ne- 
cesario luego  que  adelantó  la  conversión  de  los  naturales,  pues  te- 
niendo ellas  familia,  podían  ser  enseñadas  en  sus  propias  casas,  al 
cuidado  de  sus  padres,  ya  convertidos.  Las  mestizas  fueron  las  que 
entonces  llamaron  la  atención,  pues  sí  de  la  multitud  de  varones 
abandonados  resultaban  tantos  inconvenientes  como  arriba  hemos 
dicho,  mayores  debían  ser  y  eran  los  del  desamparo  de  las  niñas. 
Por  eso  D.  Antonio  de  Mendoza  fundó  otro  asilo  para  ellas,  se- 
mejante al  de  los  varones,  y  le  puso  á  cargo  del  benéfico  Lie.  Te- 
jada. (3)  Que  D.  Antonio  de  Mendoza  fué  autor  de  esta  funda- 
ción, consta  de  la  cédula  de  18  de  Diciembre  de  1552,  así  como 
que  servia  no  solo  para  las  mestizas  sino  también  para  las  españo- 
las (4),  «que  andaban  perdidas  por  la  tierra,»  las  cuales  «se  re- 
acogieron  y  pusieron  con  ellas  una  ó  dos  mujeres  españolas  vir- 


1  Hist.  de  los  Ind.  de  /V.  E.,  trat.  III,  cap.  15.  —  También  Mendie- 
lA,  Hist.  EcL  Ind.,  lib.  III,  cap.  52. 

2  Mendieta,  Op.  cit.,  lib.  IV,  caps.  16,  29. 

3  Avisos,  pág,  289. 

4  PUGA,  Ccdulario,  fol.  145.  Dos  errores  materiales  hay  en  esta  ce- 
dula.  El  pi-imero  citarse  al  principio  otra  de  i?  de  Octubre  de  1558,  de- 
biendo ser  1548.  El  segundo  decirse  en  seguida  que  en  esa  cédula  se 
habia  hecho  merced  de  la  mitad  del  ganado  mostrenco  al  colegio  de  las 
¡liñas  de  la  doctrina,  siendo  claro  que  debe  leerse,  de  los  niños. 

Tan  necesario  era  recojer  las  españolas  como  las  mestizas,  porque  ya 
debia  empezarse  á  sentir  entonces  el  mal  que  más  adelante  (1561)  la- 
mentaba el  P.  Mendieta  en  estas  sentidas  frases:  «Cuanto  más  que  de 
«venir  de  España  tanta  gente  hay  grandísimos  inconvenientes  y  males, 
«como  es  haber  en  jMéxico  (según  estotro  dia  me  dijeron)  diez  ú  once 
«mil  doncellas  hijas  de  españoles,  si  no  me  engaño,  por  cuenta,  que  cuasi 
«todas  no  tienen  con  que  se  casar,  ni  se  sabe  cómo  podellas  remediar;  y 
«sabe  Dios  lo  que  así  doncellas  como  casadas  hai'án,  por  no  tener  un  pan 
«que  comer;  y  los  varones  habrán  necesariamente  de  venir  á  robar  y 
«saltear  púl)licamente  los  caminos.»  Carta  al  P.  Busiamanfc,  ap.  Col. 
de  Doe.  para  la  Hist.  de  Mé.xico,  tom.  II,  pág.  541. 


AL    DIALOUO   SEGUiNDO.  235 

«tuosas  para  que  las  enseñasen  en  todas  las  cosas  de  virtudes  ne- 
«cesarias. ))  La  casa  se  sostenía  de  limosnas,  y  no  eran  tantas,  que 
las  niñas  no  pasasen  «mucha  necesidad,»  por  lo  cual  se  les  hizo 
merced  de  la  mitad  del  ganado  mostrenco  que  se  hallase,  así  como 
se  había  concedido  la  otra  mitad  al  colegio  de  los  niños.  Por  otra 
cédula  de  la  misma  fecha  se  recomendó  mucho  á  D.  Luis  de  Ve- 
lasco  el  cuidado  de  la  casa  de  las  niñas,  ordenándosele  que  la  vi- 
sitaran alternativamente,  un  año  el  virey  mismo,  y  otro  el  oidor 
que  él  nombrara,  así  como  que  continuara  favoreciendo  con  dinero 
ó  empleos  á  los  que  quisieran  casarse  con  alguna  de  aquellas  niñas, 
según  lo  acostumbraba  su  predecesor  D.  Antonio  de  Mendoza. 

De  estos  datos  se  deduce  que  en  1548  llevaba  ya  algún  tiempo 
de  fundado  el  colegio,  y  aun  consta  que  existía  en  1542,  porque 
entre  las  instrucciones  que  en  ese  año  se  dieron  al  visitador  Tello 
de  Sandoval  está  la  de  «que  procurase  que  la  buena  obra  de  la 
«casa  que  se  hizo  para  el  recogimiento  de  las  niñas  mestizas,  se 
«conservase  y  llevase  adelante.»  (i) 

Según  el  Sr.  Orozco  y  Berra,  el  asilo  que  hemos  conocido  con 
el  nombre  de  Colegio  de  Niñas  fué  fundado  en  1548  por  la  archi- 
cofradía  del  Santísimo  Sacramento  (2),  y  en  la  Descripción  del 
Arzobispado  de  México,  MS.,  leemos:  «Hay  otro  colegio  de  don- 
« celias  huérfanas  cuya  administración  tiene  la  cofradía  de  la  Ca- 
«ridad,  y  se  intitula  de  la  Concepción  de  Nuestra  Señora:  fundóse 
«este  colegio  por  la  dicha  cofradía,  y  por  personas  que  ayudaron 
«con  sus  limosnas.»  Esto  se  escribía  en  1570.  Parece  que  estas 
noticias  se  refieren  al  establecimiento  fundado  por  D.  Antonio  de 
Mendoza  hacia  1540:  tal  vez  en  1548  le  puso  á  cargo  de  la  ar- 
chícofradía  del  Santísimo  Sacramento,  y  de  ahí  viene  que  á  esta 
se  atribuya  la  fundación  en  dicho  año.  Pero  por  otra  parte,  cuando 
en  1550  dejaba  Mendoza  los  Avisos  á  su  sucesor,  todavía  habla 
de  estar  el  colegio  encargado  al  oidor  Tejada,  y  recomienda  que 
se  le  deje  en  el  puesto. 

Torquemada  (3)  atribuye  la  fundación  de  este  colegio,  así  co- 
mo la  del  de  los  niños,  á  los  religiosos  de  su  orden.  «Hay  (dice) 
«otras  iglesias,  y  entre  ellas  el  colegio  de  los  niños  de  S.  Juan  de 
«Letran,  donde  al  principio  se  criaban  niños  pobres  y  otras  gen- 
«tes  hijos  de  españoles  habidos  en  indias. ...  los  cuales  todos  se 
«recogían  con  mucho  cuidado  en  este  colegio Hay  otro  que 


1  Herrera,  Déc.  VII,  lib.  6,  cap.  7. 

2  Memoria  para  el  Plano  de  la  Ciudad  de  México,  \)i\g.  190.  igual 
noticia  da  Carrillo  y  Pérez  en  su  México  Católico,  MS.,  añadiendo  que  la 
citada  archicofradía  fué  fundada  en  la  Iglesia  Metropolitana,  con  auto- 
ridad apostólica,  el  año  de  1538. 

3  Monarquía  Indiana,  lib.  III,  cap.  26. 


236  NOTAS 

«llaman  de  las  niñas,  que  se  fundó  con  el  mismo  intento, y  ahora 
«hay  recogidas  en  él  muchas  doncellas  y  nobles,  y  de  allí  las  sacan 
«para  casarlas  y  darlas  estado.  Estos  dos  colegios  cogen  en  medio 
«á  S.  Francisco:  el  de  los  niños  á  la  parte  del  poniente,  y  el  de 
«niñas  á  la  del  oriente,  y  están  espaldas  con  espaldas,  y  es  la  ra- 
«zon,  porque  por  orden  de  los  frailes  de  esta  orden  fueron  edifi- 
«cados  é  instituidos,  y  aun  al  principio  administrados.» 

Las  señas  de  Cervantes  corresponden  bastante  bien  al  s-itiodel 
Colegio  de  Niñas  (que  estaba  en  la  misma  manzana  que  S.  Fran- 
cisco), y  lo  mismo  las  de  Torquemada,  salvo  que  los  dos  colegios 
no  estaban  espalda  co?i  espalda:  para  esto  seria  preciso  que  el  de 
Letran  estuviera  al  revés,  con  la  fachada  al  poniente.  Que  Tor- 
quemada atribuya  la  fundación  de  ambos  á  los  frailes  de  su  orden, 
nada  tiene  de  extraño.  Respecto  al  de  Letran,  tiene  razón,  y  tal 
vez  consideraba  el  otro  como  una  continuación  del  de  las  niñas 
indias,  que  también  debia  su  origen  á  los  franciscanos.  Sea  como 
fuere,  el  Colegio  de  Niñas  cambió  de  destino  con  el  tiempo.  En 
el  de  Betancurc  estaba  destinado  á  veinticuatro  españolas^  con  dote 
de  á  quinientos  pesos.  El  colegio  se  conservó  hasta  1861,  en  que 
despojado  por  el  gobierno  de  casi  todos  sus  cuantiosos  bienes,  no 
pudo  ya  sostenerse,  y  las  colegialas  pasaron  al  de  S.  Ignacio,  ó  de 
las  Vixcainas.  El  grandioso  edificio  que  ocupaban  fué  vendido,  y 
aunque  se  comenzó  en  él  una  grande  obra  para  trasformarle  en 
hotel,  hace  muchos  años  que  está  suspensa,  y  todo  abandonado. 
La  iglesia,  despojada  hasta  del  coro,  continúa  abierta  al  culto 
católico. 

Nota  60,  pág.  139. 

El  Tejada  de  que  habla  Cervantes,  debe  ser  el  licenciado  Lo- 
renzo de  Tejada,  oidor  de  la  Audiencia  de  México,  á  quien 
D.  Antonio  de  Mendoza  llama  «  buen  republicano  y  labrador,»  (i) 
que  poseia  terrenos  en  varios  puntos  de  las  inmediaciones  de  la 
ciudad,  abrió  acequias,  construyó  puentes  y  molinos,  &c.  Cono- 
cido su  carácter  emprendedor,  es  natural  suponer  que  él  fuera 
quien  fabricó  las  casas  de  que  habla  Cervantes,  y  que  han  conser- 
vado hasta  el  dia  la  memoria  de  su  dueño.  Aun  existe  la  calle 
con  el  nombre  de  Portal  de  Tejada,  bien  que  ya  no  hay  en  ella 
portal  alguno;  pero  se  nota  que  el  alineamiento  de  su  frente  al 
sur  avanza  respecto  al  de  las  dos  calles,  de  uno  y  otro  lado  en  la 
misma  acera  (calle  de  las  Vizcaínas  y  2?-  de  Mesones),  por  donde 
se  conoce  que  el  portal  estaba  avanzado,  como  hay  todavía  otros 
en  la  linea  del  de  Agustinos,  y  que  al  edificar  de  nuevo  (pues  la 

I      Intervoí^aforio  de  la   Visita,  ]'>reg-.  209. 


.\r.   DIÁLOGO  SEGUNDO.  237 

actual  fábrica  no  es  la  misma  del  tiempo  de  Cervantes)  se  tomó 
también  el  terreno  que  ocupaba  el  portal.  De  la  forma  triangular 
de  la  planta  no  hay  ya  señales,  pues  la  manzana  es  cuadrada  co- 
mo las  demás;  pero  de  la  acequia  que  corria  por  la  espalda  queda 
memoria  en  el  nombre  de  «calle  del  Puente  Quebrado,))  que  con- 
serva la  que  se  halla  á  la  espalda  del  «portal  de  Tejada.» 

Nota  61,  púg.  139. 

TrUlifíium  y  ccenaüo  eran  dos  especies  de  comedores:  el  pri- 
mero estaba  siempre  situado  en  el  piso  bajo,  y  el  segundo  ordi- 
nariamente en  la  parte  alta  de  la  casa.  El  Lie.  Gerónimo  de  la 
Huerta  (i)  traduce  ccenatio  por  cenadero »  voz  ya  desusada,  y  el 
Lie.  Folgueras  Sion  (2)  por  comedor.  No  sé  que  correspondencia 
castellana  daria  el  mismo  Cervantes  á  estas  dos  voces,  si  hubiera 
de  traducirlas,  cuando  ni  aun  está  bien  clara  la  diferencia  entre 
ellas.  Dudo  que  en  las  casas  del  Portal  de  Tejada  hubiera  el  lujo 
de  dos  comedores,  aunque,  según  la  hipérbole  de  Cervantes,  fuera 
un  edificio  siquod  aliud  in  orbe  toto. 

Nota  62,  pág.  141. 

Los  mercados  de  los  indios  eran  tres:  el  de  Santiago,  el  de  San 
Juan  y  el  de  San  Hipólito,  ó  de  Juan  Felazquez,  de  que  se  ha- 
bla en  el  Diálogo  siguiente.  Parece  que  la  iglesia  dedicada  á  S.  Juan 
Bautista  estaba  en  el  mismo  lugar  que  ahora  la  de  S.  Juan  de  la 
Penitencia.   (3) 

Nota  61,,  pag.  141. 

Persio,  Sat.  V,  V.  52. 

Nota  64,  pág.  141. 

Virgilio,  Georg.,  I,  57.  Los  Sábeos,  (vasallos,  según  dicen, 
de  la  reina  de  Sabá)  habitaban  en  la  Arabia  Feliz.  Comerciaban 
en  aromas,  y  especialmente  en  incienso.  Vives  habia  ya  citado 
estos  versos  en  su  diálogo  Convhium. 

Nota  6c^^  pág.  141. 

ví^ATzesvozdelas  islas:  los  mexicanos  le  llamaban  ri'////,  de  donde 
viene  el  nombre  chile  que  tiene  entre  nosotros:  le  hay  de  varias 

1  Traducción  de  Plinio,  Historia  iVatural,  lib.  XXXVI,  cap.  7. 

2  Traducción  de  las  Sátiras  de  JuvenAL,  Sát.  VII,  v.  181. 

3  Betancurt,  Teatro,  Pte.  TV,  trat.  4,  cap.  2,  n?  17. 


238  NOTAS 

especies  {capsicunf). — Los  frijoles  ójudías,  en  mexicano  <?//  (^pha- . 
seolus  vulgaris^y  con  el  chile  y  las  tortillas  de  maiz,  tlaxcalli, 
forman  todavía  el  principal  alimento  del  pueblo  bajo,  y  se  sirven 
como  plato  final  en  todas  las  mesas. —  El  aguacate,  ahuacatl,  es  el 
fruto  ^qS.  persea  gratissima. — La  guayaba,  xalxocotly  lo  es  áú  psi- 
áium  pommiferum.  —  Mamey  es  también  nombre  isleño:  en  me- 
xicano se  llama  tetzonízapotl  ó  tetzapotl  {^lúcuma  mammosa). — 
Del  zapote,  tzapotl,  hay  muchas  variedades:  el  blanco,  amarillo, 
prieto  (^dyospiroSy  nigra?'):  entre  ellas  se  cuentan  también  el  ma- 
mey y  el  chicozapote  ó  zapotillo  {zapota  achras').  —  El  camote, 
ca?notlj  no  es  mas  que  la  batata  europea  {corwohulus  battatas'). — 
Gícama,  xicama,  catzotl,  {doUchus  tuberosus')  es  un  tubérculo  se- 
mejante al  nabo,  de  sabor  dulce,  casi  insípido.  —  Cacomite  es 
nombre  mexicano,  cacomitl  {tigriáia  cacomite')  :  produce  una  flor 
bellísima,  y  la  raiz  ó  tubérculo  se  come.  —  También  el  nombre 
del  mezquite  es  mexicano,  mitzquitly  {inga  circinalis)  ;  produce 
este  árbol  unas  bayas  comestibles,  y  una  goma  que  sustituye  á  la 
arábiga  en  la  medicina  y  en  las  artes.  —  Tunas,  voz  de  las  islas, 
son  los  higos  chumbos;  el  nombre  mexicano  es  nochtUy  como  más 
abajo  lo  expresa  Cervantes  {cactus  opuntia). — Xilotes,  ó  %z2,xilotly 
son  las  mazorcas  tiernas  del  maiz.  El  P.  Motolinia  (i)  distingue 
perfectamente  los  nombres  que  los  indios  daban  á  este  grano,  según 
sus  diversos  esrndos.  «  En  esta  lengua  (mexicana)  cuando  el  pan 
«se  coge  y  todo  el  tiempo  que  está  en  mazorca,  que  así  se  con- 
(c  serva  mejor  y  más  tiempo,  llámanle  centli:  después  de  desgranado 
(íllámanle  tlaulli:  cuando  lo  siembran,  desde  nacido  hasta  que  está 
«de  una  braza,  llámanle  tloctli:  una  espiguilla  que  echa  antes  de 
«la  mazorca  en  alto  llámanla  miyauatl:  esta  comen  los  pobres,  y 
«en  año  falto  todos.»  Y  luego  añade:  «Cuando  la  mazorca  está 
«pequeñita  en  leche,  muy  tierna,  Wimanh  xilotl:  cocidas,  las  dan 
«como  fruta  á  los  señores.  Cuando  ya  está  formada  la  mazorca 
«con  sus  granos  tiernos  y  es  de  comer,  ahora  sea  cruda,  ahora  asa- 
«da,  que  es  mejor,  llámase  elotl  {2).  Cuando  está  dura,  bien  ma- 
«dura,  llámanla  centli,  y  este  es  el  nombre  más  general  del  pan  de 
«esta  tierra.  Los  españoles  tomaron  el  nombre  de  las  islas,  y  llá- 
«manle  maiz.)) — Los  xocotes,  xocotl  {spondias  purpurea')  son  unas 
ciruelas  silvestres,  rojas  ó  amarillas,  de  un  sabor  agridulce :  tienen 
muy  poco  que  comer,  porque  casi  todo  es  hueso.  Oviedo  (3)  da 
una  curiosa  descripción  de  este  árbol,  y  cuenta  una  estupenda 
virtud  curativa  de  su  albura. 


1  Alamiscrito,  pág.  410. 

2  Nuestros  elotes,  de  que  tanto  consumo  se  hace. 

3  Ilist.  Gen.  y  Nat.  de  las  Indias,  lib.  VIH,  cap.  21. 


AI.    DIALOGO   SECUNDO.  239 

Nota  GG,  pág.  143. 

Atole,  titolli  ó  atul/iy  preparación  de  harina  de  maiz  desleída 
en  agua  y  hervida,  á  manera  de  puches,  ó  7naxamorray  como  dicen 
los  antiguos  cronistas.  Es  el  desayuno  ordinario  de  la  gente  pobre, 
y  el  alimento  de  los  enfermos.  Se  hace  asimismo  con  leche,  y  de 
ese  modo  es  muy  agradable. —  De  la  chia,  chiariy  {jahia  chiati) 
hay  dos  variedades:  una  negra  y  pequeña,  de  que  se  saca  un  aceite 
excelente  para  la  pintura:  otra  blanca,  más  gruesa,  que  puesta  á 
infundir  en  agua  endulzada  forma  una  bebida  mucilaginosa,  muy 
usada  como  refrigerante. —  No  conozco  el  zozoly  tal  vez  será  el 
chiantzotxolatolli  de  que  habla  Clavigero  (i),  bebida  compuesta 
de  chia  y  maiz.  Hernández  (2)  distingue  la  semilla  de  chian  de 
la  de  chiantzotzolli,  y  de  esta  dice  lo  que  Clavigero  de  aquella. 

Nota  67,  pág.  143. 

«  Oxitly  ungüento  hecho  de  trementina,»  (^Foc.  de  Molina.) 
Según  Herrera  (3),  los  indios  se  untaban  las  piernas  con  aceite 
de  chia  para  que  no  les  dañase  el  agua.  Lo  mismo  dicen  Tor- 
quemada  y  Betancurt.  (4)  «  ZoquHly  barro  ó  lodo.»  {Voc.  de  Mo- 
lina.)—  Ignoro  la  significación  de  la  palabra  quahtepuztli. — 
«  Crian  las  mujeres  largo  el  cabello  (dice  Gomara),  hácenlo  negro 
((Con  tierra  por  gentileza,  y  porque  les  mate  los  piojos.»  (5) 

Nota  68,  pág.  145. 

((  Ocuilifiy  gusano  generalmente,  ó  cebo  para  pescar.»  (^Foc.  de 
Molina.)  A  estos  gusanos  dedicó  el  Dr.  Hernández  un  capítulo 
que  nos  ha  conservado  Recchi  en  su  extracto:  «De  OcuiliztaCy 
«ó  gusanos  blancos. — Así  acostumbran  llamar  los  mexicanos  á 
«ciertos  gusanos  que  se  crian  en  las  lagunas  de  Tenochtitlan,  no 
«muy  desemejantes  á  los  que  produce  la  putrefacción  de  las  car- 
«nes.  Crudos  son  negros:  pero  tostados  en  cazuelas  ó  comales, 
«al  punto  se  ponen  blancos.  Cómenlos  con  sal  los  naturales,  y 
«dicen  ser  de  tan  buen  sabor,  que  compite  con  el  de  nuestras  al- 
«mendras.  Todos  los  años,  en  cierto  tiempo,  tienen  gran  cosecha 
«de  tales  gusanos,  y  especialmente  cuando  son  más  copiosas  las 


1  Lib.  Vil,  \  64. 

2  Opera,  tom.  I,  pág.  135, 

3  Déc.  II,  lib.  7,  cap.  ló. 

4  Monavijiiia  Indiana,  \\h.  XIV,  cap.  14. —  7\'atro  Mexicano,  V\Q. 
II,  trat.  3,  cap.  16,  n?  117. 

5  Cap.  209,  cd.  líarcia. 


2A.0  NOTAS 

«lluvias.  Son  de  mal  sabor,  y  deben  contarse  entre  los  platos  as- 
(íquerosos  y  viles,  por  lo  cual  no  se  ven  en  las  mesas  de  los  hom- 
«bres  acomodados  y  cultos,  sino  en  las  de  aquellos  que  no  tienen 
(fotra  cosa  mejor  ó  más  grata  de  que  alimentarse,  ó  para  cuyo  pa- 
(dadar  nada  es  de  perder,  por  repugnante  y  asqueroso  que  sea, 
«con  tal  de  que  tenga  sabor.  Entre  los  que  aborrecen  tal  comida, 
(cno  faltan  quienes  la  den  abundantemente  á  las  aves  de  corral  que 
«engordan,  como  ánades,  pollos  y  ánsares.»  (i) 

Nota  69,  pág.  145. 

Guabtli,  parece  corrupción  de  huauhtUt  que  en  el  Vocabulario 
de  Molina  se  traduce  bledos.  —  aHuautii  es  una  semilleja  como 
«ajonjolí:  dase  morada  y  amarilla,  de  unas  matas  á  manera  de  ar- 
« bolillos,  con  la  hoja  como  la  lengua  de  vaca:  da  en  el  pendón 
«de  arriba,  que  llaman  quaulzontliy  como  un  plumaje  de  semilleja 
«muy  junta:  de  ellas  se  hacen  unos  tamalillos  que  llaman  tzoales, 
«que  son  para  los  naturales  de  regalo.»  (2)  —  Iztacpatli,  ó  me- 
dicina blanca.  V.  Hernández,  lib.  X,  caps.  59,61-65,  68,  71, 
72,  74,  76,  130-146;  XiMENEz  (Fr.  Francisco),  Pte.  i?-  del 
lib.  II,  caps.  24-26,  Pte.  2?- del  lib.  II,  cap.  28. —  Tlalcacahuatly 
es  el  cacahuate  ó  avellana  americana  (arachis  hypog¿ea).  V.  Her- 
nández, lib.  VI,  caps.  89-93;  XiMENEz,  Pte.  2?-  del  lib.  III, 
cap.  30.  —  Izhcpatli,  medicina  fria.  V.  Hernández,  lib.  III, 
cap.  12;  XiMF.rvEz,  Pte.  III  del  lib.  I,  cap.  21. — Coloízitzicaztli 
seu  Única  scorpionis.  V.  Hernández,  lib.  III,  caps.  86,  87. — 
Ololiuqui.  V.  Hernández,  lib.  XIV,  cap.  i ;  Ximenez,  Pte.  i'> 
del  lib.  II,  cap.  14;  Betancurt,  Teatro,  Pte.  I,  trat.  2,  cap.  11, 
n9  210;  Sahagun,  Hist.  Gen.,  (ed  Bust.),  tom.  III,  pág.  241. 

Nota  70,  pág.  145. 

La  raiz  de  Michoacan  {convohulus  Mechoacana)  es  un  pur- 
gante que  después  de  haber  disfrutado  de  gran  reputación,  ya  casi 
no  tiene  uso  en  la  medicina.  Es  semejante  á  la  raiz  de  Jalapa.  De 
la  de  Michoacan  trata  largamente  y  con  grande  elogio  el  Dr.  Mo- 
nardes  (3).  Los  mexicanos  la  llamaban  TlalantlacacuitlapilH. 
V.  Hernández,  lib.  XVII,  cap.  28. — Entre  las  muchas  espe- 
cies de  cassia  no  encuentro  la  cassia  pupula,  de  Cervantes,  y  he 
preferido  dejar  el  nombre  sin  alteración  en  ambas  lenguas. 


1  Thesaurns,  Lib.  de  Animalib.,  tr.  V,  cap.  12,  pág.  79. 

2  Betancurt,  Tealro  Mex.,  Pte.  I,  tr.  2,  cap,  8,  n?  151.   í.os  huan- 
sontles  se  comen  hoy  en  diversas  salsas. 

3  Historia  Medicinal  y  Pte.  T. 


AL   DIALOGO   SEGUNDO. 


241 


Nota  71,  pág.  147. 

(( Ae?.(}>iKbv  ^í<l>or,  id  est,  Dclphiciis  gladiuSy  de  re  dicebntur  ad  di- 
li versos  usus  accornodabili.yí  «Se  da  el  nombre  de  Espada  de  Del- 
«fos  á  una  cosa  que  puede  aplicarse  á  varios  usos,»  dice  Erasmo, 
y  prosigue:  aporque  la  espada  de  Delfos  estaba  fabricada  de  tal 
«modo  que  serviu  igualmente  para  inmolar  las  víctimas  y  para  ajus- 
«ticiar  á  los  criminales»  (i).  —  Es  tanto  lo  que  se  ha  escrito  acerca 
del  maguey  y  de  sus  usos,  que  juzgo  inútil  hablar  más  de  ello. 

Nota  72,  pág.  149. 

Siete  especies  de  tunas  ó  vochtli  cuenta  Hernández  (2).  Nochtli 
es  el  nombre  del  fruto  :  el  del  árbol  es  nopalli.  La  grana  ó  cochinilla 
que  se  cria  en  las  hojas  (y  no  en  las  flores  como  dice  Cervantes) 
se  llama  en  mexicano  Nocheztli,  palabra  compuesta  de  nochtli, 
fruto  del  riopalli,  y  de  ezí/i,  que  significa  (f  sangre, »  como  parece 
en  efecto  la  mancha  roja  que  deja  la  cochinilla  estrujándola  entre 
los  dedos.  De  la  goma  de  nopal  hablan  Hernández  y  Ximenez  (3). 
Este  dice:  «Echa  de  sí  esta  planta  una  goma  que  templa  el  calor 
«de  los  ríñones.  Llámanla  los  españoles  alquitira  de  la  tierra.))  (4) 

Ya  que  de  gomas  se  trata,  no  dejaré  de  copiar,  aunque  no  venga 
muy  á  cuento,  un  curioso  pasaje  de  Betancurt  (5),  del  cual  consta 
que  por  lo  menos  desde  1690  se  empleaba  en  México  la  goma 
elástica  (^óllin  ó  úllin  de  los  mexicanos)  para  hacer  telas  imper- 
meables. «De  él  usan  los  nuestros  para  encerar  las  capas  que  re- 
«sisten  los  aguaceros,  pero  no  para  el  sol,  porque  á  su  calor  se 
«  derrite. » 

Nota  73,  pág.  151. 

El  huipil  ó  hueipilli  es  una  especie  de  camisa  de  colores  sin 
mangas,  que  todavía  usan  las  indias.  Los  hombres  llevaban  las 
mantas  á  la  espalda,  sujetándolas  con  un  nudo  sobre  el  pecho.  Las 
habia  muy  finas  y  valiosas. 


1  Adagia,  oh.  II,  cent.  4,  ad.  93. 

2  Lib.  VI,  cap.  106. 

3  Ubi  supra.  —  Pte.  '¿\  del  lib.  I,  cap.  44. 

4  Sustituye  á  la  goma  tragacanto  ó  alquitira  en  las  boticas.  {^Ensayo 
para  la  Mafcria  Médica  Mexicana,  pág.  43.)  Ya  no  se  hace  uso  de  ella 
en  la  confitería. 

5  Teatro,  Pte.  I,  trat.  2,  cap.  10,  n?  182. 

31 


242 


Nota  74,  pág.  151. 

En  muchos  autores  antiguos,  empezando  por  las  Relaciones  de 
Cortés,  se  encuentran  largas  descripciones  del  mercado  de  San- 
tiago Tlatelolco,  y  no  hay  para  qué  repetirlas. 

El  célebre  indio  D.  Antonio  Valeriano,  fué  natural  de  Azca- 
potzalco,  hijo  de  caciques  nobles  y  pariente  de  Moctezuma.  No 
se  sabe  el  año  de  su  nacimiento.  Cuando  en  i  537  fundó  D.  Anto- 
nio de  Mendoza  el  colegio  de  Santiago  Tlatelolco  (i),  Valeriano 
fué  uno  de  los  primeros  colegiales,  y  estudió  con  tal  aprovecha- 
miento, que  sucedió  á  sus  maestros  en  la  cátedra  de  gramática  (2). 
El  padre  Fr.  Juan  Bautista,  en  el  Prólogo  de  su  SermonariOy  trae 
una  carta  suya  en  latin,  y  asegura  que  era  uno  de  los  mejores  la- 
tinos y  retóricos,  y  que  «hablaba  ex  tempore  con  tanta  propiedad 
«y  elegancia,  que  parecía  un  Cicerón  ó  Quintiliano, »  Torque- 
mada,  que  le  tuvo  por  maestro  de  lengua  mexicana,  dice  que  era 
«buen  latino,  lógico  y  filósofo,»  y  que  tuvo  el  rey  noticia  de  él 
y  le  escribió  una  carta  muy  favorable,  haciéndole  en  ella  mucha 
merced.  Fué  gobernador  de  los  indios  de  México  por  espacio 
de  treinta  y  cinco  ó  cuarenta  años,  y  murió  de  edad  avanzada 
en  Agosto  de  1605.  A  su  discípulo  Torquemada  dejó  varios 
manuscritos,  entre  ellos  el  Catón  cristiano,  traducido  en  lengua 
mexicana. 

Nota  75,  pág.  153. 

El  cacao,  de  que  tanto  consumo  se  hace  hoy  en  ambos  mun- 
dos, fué  desconocido  en  el  antiguo  hasta  el  descubrimiento  del 

1  Al  hablar  de  esta  fundación  el  Sr,  Alaman  {Disert.^  tom.  II,  pág. 
157),  incurrió  en  la  equivocación  de  decir  que  en  la  apertura  se  predi- 
caron tres  sermones,  «uno  de  ellos  por  el  célebre  Dr.  D.  Francisco  Cer- 
«vántes  Salazar,  primer  catedrático  de  Retórica  de  esta  Universidad,  y 
«autor  de  varias  obras  muy  importantes  para  la  historia  nacional,  de  mu- 
«chas  de  las  cuales  no  nos  queda  más  que  la  noticia  de  sus  títulos.» 
Nuestro  Cervantes  no  habia  llegado  todavía  á  México.  Torquemada  solo 
dice  que  predicó  uno  délos  sermones  «el  doctor  Cervantes»  [Mon.  Ind., 
lib.  XV,  cap.  43),  noticia  que  tomó  de  Mendieta  [Hisi.  EcL  Ind.,  lib.  IV, 
cap.  15),  quien  tampoco  menciona  el  nombre  del  doctor.  Fué  probable- 
mente el  Dr.  Rafael  Cervantes,  tesorero  de  la  Metropolitana,  y  pariente 
de  nuestro  autor,  según  Beristain. 

2  Rectificaremos  de  paso  un  error  de  Beristain.  Dice  que  Valeriano 
enseñó  la  lengua  mexicana  á  Fr.  Juan  Bautista  y  á  Fr.  Juan  de  Torque- 
mada. Respecto  á  este  último,  es  cierto;  pero  no  respecto  á  Fr.  Juan 
Bautista.  Este,  en  su  citado  Prólogo  menciona  á  sus  maestros  Fr.  Fran- 
cisco Gómez,  Fr.  Miguel  de  Zarate  y  Fr.  Gerónimo  de  Mendieta,  De 
Valeriano  solo  dice  que  le  ayudó  en  la  composición  de  sus  obras. 


AL   DIALOGO  SEGUNDO. 


243 


nuevo.  Cógese  principalmente  en  las  regiones  de  la  América  Cen- 
tral, y  aun  se  encuentra  silvestre  en  ciertos  lugares  (i).  El  de 
nuestro  pais  se  cosecha  en  los  Estados  de  Tabasco  y  Chiapas, 
siendo  reputado  el  de  Soconusco  por  el  mejor  de  cuantos  se  co- 
nocen. En  tiempo  de  la  conquista  sobresalía  por  su  riqueza  en 
cacao  la  provincia  de  Izalcos  en  la  costa  de  Guatemala,  donde, 
según  dice  el  Lie.  Diego  García  del  Palacio  (2),  ocupaban  dos 
leguas  cuadradas  los  plantíos  de  ese  árbol,  y  producían  cincuenta 
mil  cargas  de  fruto,  que  valían  quinientos  mil  pesos  de  oro  de 
minas.    En  el  día  ha  decaído  allí  mucho  la  producción. 

El  árbol  de  cacao  se  siembra  en  tierras  muy  fértiles,  y  como 
suele  agostarse  con  el  calor  excesivo,  plantan  previamente  al  lado 
otro  árbol  más  alto,  conocido,  por  su  especie,  con  el  nombre  de 
atlinaTiy  y  por  el  oficio,  con  el  de  cacahuanantli^  ó  «madre  del  ca- 
«cao,»  porque  tales  árboles  sirven  para  preservarle  del  ardor  del 
sol  con  su  follaje,  y  al  efecto  cortan  las  ramas  bajas,  de  manera 
que  no  estorben  al  cacao,  y  dejan  las  altas  para  que  den  la  sombra 
requerida.  Como  esos  árboles  pierden  las  hojas  en  invierno,  de- 
jan penetrar  entonces  los  rayos  del  sol,  y  cubriéndose  de  follaje 
en  verano,  los  interceptan.  En  Nicaragua  sembraban  con  este  ob- 
jeto un  árbol  Uamado  y¿?guaguíí,  muy  estimado  por  su  madera  os- 
cura, recia  é  incorruptible  (3).  El  fruto  del  cacao  aparece  en  el 
tronco,  casi  desde  el  suelo,  y  en  las  ramas.  Es  una  especie  de  ma- 
zorca ó  cápsula,  verde  rojiza,  en  figura  de  melón,  señalados  los 
gajos,  y  contiene  de  veinte  á  treinta  granos  envueltos  en  una  sus- 


1  HUMBOLDT,  V¿í7je  á  las  Regiones  Eipiinocciales,  lib.  V,  cap.  16. — 
También  en  Cotasta,  según  el  P.  Álzate,  Gaceta  de  Literatura,  19  de 
Noviembre  de  1789. 

2  Descripción  de  Guate7?iala,  por  el  Lio.  PALACIO,  1576.  El  MS.,  ori- 
ginal)'Jirí/iado,  de  esta  curiosísima  relación  existe  en  mi  poder.  Mr.  Ter- 
naux-Compans  insertó  una  traducción  francesa  de  él  en  su  Recneil  de 
Docu??ienis  et  Mévioires  originaiix  sur  Vhistoire  des  Possessions  Espagno- 
les  de  r Amériqne  á  diverses  époqiies  de  la  Conquéte  (Paris,  1840,  8?  Este 
volumen  no  forma  parte  de  la  conocida  Colección  de  dicho  autor  en  20 
volúmenes.)  Publicó  el  texto  español,  con  traducción  inglesa  al  frente, 
notas  y  un  mapa,  Mr.  E.  G.  Squier  (N.  York,  1860,  4?  mcn.)  en  un  vo- 
lumen primorosamente  impreso  al  estilo  antiguo,  que  es  el  primero  (y 
hasta  ahora  el  único)  de  una  Collection  of  rare  and  original  Dociunejits 
and  Relations  concernhig  the  Discovery  and  Conqtiest  of  A7ne7-ica,  chiefly 
from  the  Spanish  Archives.  Es  lástima  que  la  corrección  del  texto  no 

corresponda  á  la  belleza  de  la  impresión.  —  El  mismo  Lie.  Palacio,  tan 
letrado  como  guerrero,  siendo  después  oidor  de  México  (donde  recibió 
el  grado  de  doctor  el  24  de  Enero  de  1581)  publicó  unos  Diálogos  Mi- 
litares (México,  P.  Ocharte,  1583,  4?)  y  una  Instrucción  A'áutica  para 
el  buen  uso  y  regimie7ito  de  las  Naos  (Ib.,  id.,  1 587,  4?);  libros  suma- 
mente raros,  que  he  visto. 

3  Oviedo,  lib.  VIH,  cap.  30. 


244  NOTAS 

tancia  blanca  y  dulce  que  también  se  come  (i).  Hácense  dos  co- 
sechas: una  por  Junio,  que  es  la  principal,  y  otra  por  Diciembre. 
Sacados  los  granos,  puestos  algún  tiempo  á  fermentar,  y  secados 
luego  al  sol,  pasan  al  comercio. 

Los  mexicanos  llamaban  al  cacao  cacahuatr{jz),  y  según  Her- 
nández (3),  conocían  cuatro  especies,  que  enumera  por  orden  de 
tamaño,  á  saber:  el  quauhcacahuatly  el  mecacacahualt,  el  xochica- 
cahuatly  y  el  tlalcacahuatly  ó  «cacao  humilde))  el  mas  pequeño  de 
todos.  Tenían  ademas  otro  árbol  llamado  quauhpatlachtli,  de  gé- 
nero semejante,  que  á  veces  sembraban  en  las  huertas  de  cacao: 
daba  un  fruto  parecido,  aunque  de  inferior  calidad,  que  los  in- 
dios solían  mezclar  con  el  cacao  verdadero,  y  también  se  comia 
confitado.  Todos  los  cacaos  tenían  las  mismas  propiedades  y  usos; 
pero  para  la  bebida  empleaban  de  preferencia  el  tlalca<:ahuath 
Los  otros  servían  de  moneda  que  corría  generalmente  en  la  tierra, 
no  solo  en  el  imperio  mexicano,  sino  también  en  los  países  veci- 
nos. De  lo  mismo  servía  el  fruto  del  quauhpatlachtliy  y  se  daba 
de  limosna  á  los  pobres:  llamábase  <jízzq2íO  paila chtli.y)  (4)  Con- 
forme al  sistema  numeral  de  los  mexicanos,  la  base  para  contar 
los  cacaos  era  el  número  20:  así,  400  cacaos  (20X20)  form.aban 
un  xontle  (5):  veinte  zontles,  ó  sean  8000,  un  xiqíñpilliy  y  tres 
xiquipilli  una  carga,  la  cual,  por  consiguiente,  tenía  24000  granos. 
Como  esta  cuenta  era  difícil  y  daría  lugar  á  abusos,  se  prohibió 
en  cabildo  de  28  de  Enero  de  1527  «vender  cacao  por  cuenta, 
«salvo  por  medida  sellada  con  el  sello  de  la  ciudad,  é  colmada;)) 
aunque  años  después  prevaleció  otra  opinión  y  en  24  de  Octubre 
de  1536  se  mandó  vender  contado  «é  no  de  otra  manera.))  Los 
indios  falsificaban  esa  moneda,  llenando  las  cascaras  vacías  con 
greda,  y  en  1537  enviaba  D.  Antonio  de  Mendoza  al  rey,  mues- 
tras de  esa  falsificación.  (6) 


1  ToRQUEMADA,  lib,  XIV,  cap.  42.  —  Era  lo  único  que  los  indios  del 

Orinoco  aprovechaban  del  cacao  silvestre.  «Quest'indiani non  ne 

«fanno  altro  uso  que  sugarne,  quand'  é  matura,  1'  esterna  saporitissima 
«carne.  La  mandorla,  non  curata  per  nulla  da  essi,  giacea....  per  térra.» 
GiLLij,  Saggio  di  Storia  Americana,  tom.  I,  lib.  IV,  cap.  4. 

2  No  hay  que  equivocar  el  cacao  con  el  cacahuate  (el  maní  de  las 
islas),  cosa  fácil  por  la  semejania  de  los  nombres,  y  más  porque  al  ca- 
cahuate llamaban  tlalcacaJuiatl,  cuyo  nombre  daban  también  á  una  de  las 
especies  de  cacao.  Hernández  (lib.  VI,  cap.  89)  los  distingue  bien. — 
Véase  Ximenez,  fol.  162  vto. 

3  Lib.  VI,  cap.  87. 

4  Betancurt,  Teatro,  Pte.  I,  tr.  2,  cap.  10,  n?  165. 

5  Zc;?/// quiere  decir  en  mexicano  «cuatrocientos,»  y  hasta  hoy  es 
costumbre  vender  en  Mézico  la  leña  por  zontles  de  cuatrocientas  rajas. 

6  Carla  de  D.  Antonio  de  Mendoza,  10  Diciembre  1537,  apud  Colec- 
ción de  Varios  Documentos  para  la  Ilist.  de  la  T'lorida,  tom.  I,  pág.  1 28, 


AL    DIÁLOGO   SEGUNDO.  245" 

No  es  posible  asignar  valor  á  esa  moneda  de  cacao,  porque  los 
autores  discrepan  mucho  en  su  estimación,  y  realmente  no  le  te- 
nia fijo,  en  razón  á  que  el  precio  de  la  carga  variaba  mucho,  según 
la  abundancia  ó  escasez  de  la  cosecha,  y  conforme  á  la  distancia 
del  lugar  en  que  se  cogia.  (i)  Dicha  moneda  no  solo  servia  para 
comprar  las  cosas  menudas,  sino  aun  paralas  de  precio,  como  los 
esclavos;  y  en  cantidades  pequeñas  se  ha  usado  casi  hasta  nuestros 
tiempos.  Aunque  corruptible  é  incómoda,  tenia  á  lo  menos  la 
ventaja  de  poder  servir  de  alimento.  Por  eso  Pedro  Mártir  de  An- 
gleria  exclama:  «¡Dichosa  moneda,  que  proporciona  al  hombre 
(cuna  bebida  agradable  y  provechosa,  y  á  sus  poseedores  preserva 
«de  la  peste  infernal  de  la  avaricia,  porque  no  pueden  enterrarla 
«ni  guardarla  mucho  tiempo!))  (2) 

El  doble  uso  del  cacao  hacia  que  fuese  considerado  entre  los 
mexicanos  como  una  de  las  principales  riquezas.   En  los  tiempos 


y  Doc.  Inéd.  del  Arch.  de  Ind.,  tom.  II,  pág.  1 79.  (Hay  traducción 
francesa  en  el  tomo  XVI  de  la  colección  de  Ternaux-Compans.)  Habla 
también  en  esta  carta  de  dos  tostones  (piezas  de  cuatro  reales)  falsos, 
hechos  por  los  indios,  añadiendo  que  habían  sido  vanas  todas  sus  diligen- 
cias para  descubrir  el  falsificador. 

1  El  Conquistador  anónimo  (pág.  381)  dice  que  cada  grano  valia 
medio  marchetío.  Según  su  traductor  francés,  Ternaux-Compans,  elmar- 
chetto  valia  2  céntimos  de  franco:  siendo  esto  así,  cada  grano  equivalía 
á  I  céntimo,  y  salen  á  535  por  uno  de  nuestros  pesos,  ó  sea  á  44  ps.  85  es. 
la  carga.  El  Lie.  Palacios  dice  que  200  almendras  valían  un  real,  y  la 
carga  de  24000,  «diez  pesos  de  minas»  (26  ps.  40  es.)  El  P.  Motolinia 
(tr.  III,  cap.  8)  expresa  que  «adonde  se  coge  vale  la  carga  cinco  ó  seis 
«pesos  de  oro.»  Oviedo  (lib.  VIII,  cap.  30)  estima  en  100 almendras  el 
valor  de  un  esclavo;  estimación  inadmisible  porque  equivaldría á  dar  240 
esclavos  por  una  carga  de  cacao,  y  cada  uno  de  ellos  solo  valdría  medio 
real,  puesto  que  según  el  Líe.  Palacios,  el  precio  de  200  almendras  era 
un  real.  Herrera  dice  primero  (Déc.  II,  lib.  9,  cap.  3)  que  la  carga  va- 
lía 40  castellanos;  y  luego  incorpora  en  su  texto  la  relación  de  Palacio, 
con  su  estimación  de  200  almendras  por  un  real:  verdad  es  que  este  pre- 
cio era  el  del  lugar  de  la  producción  (Izalcos),  y  el  otro  el  de  México. 
Torquemada  (lib.  XIV,  cap.  42)  dice  así :  «  A  los  principios  solía  valer 
«donde  se  coge  cuatro  ó  cinco  pesos  la  carga:  en  México  y  lo  demás  de 
« la  tierra,  diez  y  doce.  Después  ha  subido  por  allá  á  quince,  y  por  acá  á 
«veinticinco  ó  treinta:  en  los  tiempos  presentes  no  baja  de  cincuenta,  y 
«años  hay  que  pasa  de  sesenta. »  Lo  mismo,  en  sustancia,  había  dicho  el 
P.  Motolínia,  V.  también  Relación  de  algunas  cosas  que  sucedieron  al 
P.  Fr.  Alonso  Fonce,  tom.  I,  pág.  295.  EÍ  P.  Ximenez  (fol.  23)  "os  da 
una  singular  evaluación  del  cacao.  «Como  en  toda  la  Galicia  y  Guada- 
«lajara  usaron  una  moneda  de  unos  trapos  de  red  que  cada  uno  valia  diez 
«  cacaos,  que  llamaban  tapatio. » 

2  «/  Ofaliccjii  monetam,  qiuv  suavcnt,  tttilemque  prcabet  humano  ge- 
uneripoíuvi,  ct  a  tartárea  peste  avariíice  suos  immuncs  serval  possessores, 
nquod  suffodi  aut  din  servari  ncqjceat!))  De  Orbe  Novo,  Déc.  V,  cap.  4. 
—  Id.,  Déc.  VIII,  cap.  4. 


246  NOTAS 

antiguos  solo  los  señores  y  principales  le  consumian  en  bebida, 
porque,  como  observa  Oviedo  (1),  «la  gente  común  no  osa  ni 
«puede  usar  con  su  gula  ó  paladar  tal  brevaje,  porque  no  es  mas 
(fque  empobrecer  adrede  é  tragarse  la  moneda  é  echalla  en  donde 
«se  pierde.  »  Los  pueblos  que  cogían  cacao  pagaban  tributo  de  él, 
y  los  reyes  gastaban  cantidades  enormes.  Cuenta  Torquemada  (2) 
que  en  el  palacio  del  célebre  rey  de  Tezcuco,  Netzahualcotl,  se 
gastaban  anualmente  2.744,000  fanegas  de  cacao:  lo  cual  no  es 
creíble,  por  mas  que  diga  haber  visto  los  libros  del  gasto  autori- 
zados por  un  nieto  de  aquel  rey.  El  mismo  Torquemada  (3)  y 
el  cronista  Herrera  (4)  refieren  que  los  indios  auxiliares  de  Cor- 
tés robaron  una  troje  de  cacao  perteneciente  á  Moctezuma,  donde 
habia  más  de  cuarenta  mil  cargas;  estaba  guardado  en  cestos  de 
mimbres,  tan  grandes  que  seis  hombres  no  podian  abarcarlos.  El 
robo  fué  de  seiscientas  cargas,  y  no  se  vaciaron  más  que  seis  va- 
sijas, lo  cual  quiere  decir  que  en  cada  una  cabian  cien  cargas. 

El  chocolate^  tal  como  ahora  le  usamos,  no  era  conocido  de  los 
indios  (5) :  lo  que  ellos  tomaban  venia  á  ser  lo  que  hoy  llamamos 
«cacao  frio))  ó  «espuma  de  cacao,))  y  que  aun  se  vende  en  los 
tianguis  ó  mercados  de  los  pueblos.  Mezclaban  con  el  cacao  va- 
rias yerbas,  especias,  chile,  miel,  agua  rosada,  granos  del  pochotl 
ó  ceiba,  y  especialmente  maiz.  Conocían  varios  métodos  para 
preparar  la  bebida;  pero  siempre  en  frio,  y  así  se  tomaba.  Lo 
general  era  moler  el  cacao  y  demás  semillas,  desleír  la  pasta  en 
agua,  separar  una  parte  y  ponerla  en  mayor  cantidad  de  agua,  ba- 
tir el  líquido  y  pasarle  varias  veces  de  un  vaso  á  otro,  dejándole 
caer  desde  alto,  para  que  formase  espuma.  Las  opiniones  acerca 
del  mérito  de  tal  brevaje  estuvieron  al  principio  divididas.  Pedro 
Mártir  le  llama  «bebida  digna  de  un  rey))  (6),  y  en  otro  lugar, 
«bebida  de  ricos  y  nobles))   (7);  pero  el  P.  Acosta  dice  «que 


1  Ubi  supra. 

2  Lib.  II,  cap.  53. 

3  Lib.  IV,  cap.  57. 

4  Déc.  II,  lib.  9,  cap.  3. 

5  El  famoso  Tomás  Gage,  fué,  á  lo  que  entiendo,  el  inventor  de  la 
singular  etimología  del  nombre  chocolate,  que  dice  es  compuesto  de  la 
palabra  mexicana  atl,  agua,  y  de  una  onomatopeya  del  ruido  que  hace 
el  líquido  cuando  se  bate  con  el  molinillo,  y  parece  que  repite  choco, 
choco.  (  Viages,  tom.  I,  pág.  355.)  Mayans  [Orige7ies  de  la  Lengtia  cas- 
tellana, n?  108)  dice  que  chocolate,  viene  de  cacahitqitahiiitl,  y  no  da  la 
traducción  de  esta  palabra  que  parece  ser  «árbol  de  cacao.»  —  V.  Men- 
doza, Apuntes  para  un  Catálogo,  &c.,  pág.  26,  donde  se  apunta  la  eti- 
mología más  probable  de  xocoatl,  («  agua  fermentada,  picante  »)  que  según 
Molina  es  «cierta  bebida  de  maiz.» 

6  v^Poctihtm  rege  digmtm.y^   Déc.  V,  cap.  4, 

7  íiPociilufn  divitiitn  ac  nobilium.))  Déc.  VIII,  cap.  4. 


AL   DIALOGO   SEGUNDO.  247 

«cierto  es  menester  mucho  crédito  para  pasar  por  ello,))  y  que 
(dos  españoles  y  más  las  españolas  hechas  á  la  tierra,  se  mueren 
«por  el  negro  chocolate;  pero  los  que  no  se  han  criado  con  esta 
((  opinión,  no  le  apetecen. ))  (i)  Más  explícito  es  el  italiano  Ben- 
zoni,  quien  le  caliñca  de  bebida  más  propia  de  cerdos  que  de  hom- 
bres. (2)  Los  médicos  tampoco  le  eran  favorables:  ajuicio  del 
Dr.  Farfan  es  «una  bebida  hecha  de  muchas  cosas  entre  sí  muy 
«contrarias,  gruesas  y  malas  de  digerir.))  (3)  Pero  es  cierto  que 
los  españoles  se  acostumbraron  muy  pronto  al  uso  del  chocolate, 
y  hoy  en  dia  ellos  y  sus  descendientes  consumen  una  cantidad  in- 
comparablemente mayor  que  los  indígenas  puros,  que  rara  vez 
le  usan. 

Gomara  asegura  que  los  mexicanos  hacían  del  cacao,  vino,  «y 
«es  mejor  y  no  emborracha.))  (4)  De  su  contexto  se  deduce  que 
da  tal  nombre  á  la  espuma  del  cacao;  pero  Pedro  Mártir  avanza 
más,  pues  asegura  que  embriaga  (5),  propiedad  que  no  sé  que 
ningún  otro  escritor  atribuya  al  chocolate,  ó  á  alguna  otra  prepa- 
ración del  cacao. 

Por  Gonzalo  Fernandez  de  Oviedo  sabemos  de  un  extraño  uso 
que  los  de  Nicaragua  hacían  de  este  fruto.  Después  de  molido 
con  bija  ó  achiote,  para  darle  un  color  rojo,  embarrábanse  con 
aquella  pasta  carrillos,  barba  y  nariz:  «é  después  que  lo  han  así 
«tendido  ellos  é  las  mujeres,  aquel  piensa  que  va  mas  galán,  que 
«mas  embarrado  va,  é  así  se  van  al  mercado  ó  á  hacer  lo  que  les 
«conviene,  é  de  rato  en  rato  chúpanse  aquel  su  aceite,  tomándolo 
«poco  á  poco  con  el  dedo.  Ello  á  la  vista  de  los  cristianos,  pa- 
«rece  y  es  mucha  suciedad;  mas  á  aquellas  gentes  ni  les  parece 
«asqueroso  ni  mal  fecho,  ni  cosa  inútil,  porque  con  aquello  se 
«sostienen  mucho,  é  les  quita  la  sed  é  la  hambre,  é  los  guarda  del 
«sol  é  del  aire  la  tez  é  la  cara.))  (6) 

Produce  el  cacao  un  aceite  que  se  cuaja  naturalmente,  y  es  co- 
nocido con  el  nombre  de  «manteca  de  cacao,))  por  su  semejanza 
con  la  manteca  de  leche  (mantequilla).  Antiguamente  gozaba  de 
gran  reputación  para  curar  las  heridas,  y  aun  se  empleaba  para 


1  Hisi.  Nat.y  Mor.  de  las  Indias',  lib.  IV,  cap.  22. 

2  V.  II  quale  pin  pare  beveraggio  da  porci  che  da  /ucomini.i)  Ilist.  del 
Mondo  Nuovo,  lib.  II,  fol.  103  vto. 

3  Tradado  breve  de  Medicina,  lib.  I,  cap.  6. 

4  Conq.  de  México,  cap.  230.  —  Lo  mismo  dice  Herrera,  Dcscrip., 
cap.  10. 

5  «  Poius  cst  suavis  nec  mitltum  inebrians,  licet  qiii  intemperanter  bi- 
iiberit  seusns  eum  turbare  percipiant,  til  famosa  nostra  vina. »  Déc.  VIII, 
cap.  4. 

6  Ubi  supra. 


24.8  NOTAS 

guisar  (i).  Hoy  se  usa  en  la  medicina  como  remedio  de  grietas, 
quemaduras,  &:c.,  y  en  la  perfumería  para  la  confección  de  poma- 
das y  cosméticos.  (2) 

Nota  76,  pág.  153. 

Los  frailes  agustinos  fueron  los  terceros,  en  orden  de  llegada  á 
la  Nueva  España,  y  á  esta  causa  no  eran  al  principio  tenidos  en 
tanta  estima  como  los  franciscanos  y  dominicos,  sus  predeceso- 
res (3).  En  número  de  siete,  y  regidos  por  Fr.  Francisco  de  la 
Cruz,  entraron  á  México  el  7  de  Junio  de  1533.  Se  hospedaron 
primero  en  el  convento  de  Sto.  Domingo,  y  luego  en  una  casa  de 
la  calle  de  Tacuba.  El  16  del  mismo  mes  nombró  el  Ayunta- 
miento una  comisión  que  fuera  á  hablarles,  y  á  saber  dónde  que- 
rían «hacer  su  vivienda:))  el  30  se  presentaron  dos  de  los  frailes 
en  el  cabildo  con  varios  vecinos,  y  pidieron  se  les  señalara  sitio 
conveniente  para  edificar,  y  los  ayudaran  con  limosnas.  Se  dio 
parte  á  la  audiencik  de  la  petición,  y  respondió  que  la  ciudad  pro- 
veyera como  le  pareciera.  No  consta  la  resolución:  mas  es  de  su- 
ponerse que  entonces  se  les  dio  el  terreno  que  aun  ocupan  la  iglesia 
y  el  convento  (4),  y  era  llamado  por  los  indios  Zoqulpan,  que 
quiere  decir  «en  el  lodo,))  porque  á  causa  de  un  manantial  estaba 
aquello  siempre  cenagoso.  Dieron  principio  á  la  obra  el  28  de 
Agosto  de  I  54 1,  y  como  hablan  obtenido  cédula  del  rey  en  que 
mandaba  darles  la  renta  de  un  pueblo  para  ayuda  de  la  fábrica,  el 
virey  D.  Antonio  de  Mendoza  designó  el  pueblo  de  Tezcoco 
«para  que  acudiese  con  sus  tributos  al  convento  de  S.  Agustín,  y 
«con  peones  para  la  obra,  señalando  de  jornal  de  seis  dias  de  tra- 
«bajo  dos  reales,  que  era  el  jornal  que  entonces  corria  comun- 
« mente.))  (5)   Después  obtuvieron  del  rey  que  tomara  ásu  cargo 


1  Oviedo,  ubi  supra.  —  Es  de  notar  que  en  las  dos  ediciones  anti- 
guas de  la  primera  parte  de  la  Histo7-ia  de  Oviedo  (Sevilla,  1535,  y  Sa- 
lamanca, 1547,  fol.  got. )  no  se  hace  mención  de  una  planta  tan  impor- 
tante como  el  cacao.  El  largo  capitulo  en  que  se  trata  de  él,  solo  se 
encuentra  en  la  magnífica  edición  completa"  de  la  Real  Academia  de  la 
Historia. 

2  D'Orbigny,  Did.  Univ.  d^ Hist.  N'at.,  tom.  III,  pág.  4. 

3  «Ya  V.  S?  sabe  cómo  la  orden  de  S.  Agustin  no  es  tan  tenida  en 
(da  Nueva  España  como  las  de  Santo  Domingo  é  S.  Fi-ancisco:  los  i'eli- 
(ígiosos  de  esta  orden ....  han  aprobado  y  aprueban  bien,  y  tenido  gran 
«cuidado  en  la  conversión  y  doctrina  de  los  indios,  tanto  como  las  de- 
«mas,  y  en  ellos  no  ha  habido  falta.»  MENDOZA,  Avisos,  pág.  306. 

4  Otros  dicen  que  le  compraron  con  las  limosnas  de  los  vecinos. 
(Mendieta,  Hist.  Edes.  Ind.,  lib.  IV,  cap,  2.) 

5  La  mezquindad  de  este  jornal  se  hace  difícil  de  creer;  pero  se  en- 
cuentra confirmada  por  un  pasaje  de  los  Avisos  que  D.  Antonio  de  Men- 


AL   DIÁLOGO   SEGUNDO.  249 

el  costo,  y  aseguran  que  gastó  en  la  obra  162,000  pesos.  El 
convento  quedó  acabado  en  1587,  y  aunque  para  asegurarlos 
cimientos  se  tomaron  las  precauciones  que  refiere  Cervantes,  pa- 
rece que  no  surtieron  el  efecto  deseado,  porque  el  P.  Mendieta, 
escribiendo  algunos  años  después,  decia  que  por  ser  lugar  bajo 
«se  les  ha  hundido  por  veces  lo  que  tenian  curiosa  y  costosa- 
(( mente  edificado  (cosa  de  grandísima  lástima)  ;  mas  con  todo  esto 
«tienen  allí  muy  suntuosa  iglesia  y  monesterio.  »  Según  la  des- 
cripción de  Cervantes,  la  iglesia  estaba  techada  de  armadura  y  no 
de  bóveda,  lo  mismo  que  una  parte,  á  lo  menos,  del  convento,  sin 
duda  para  disminuir  el  peso  que  cargaba  sobre  terreno  tan  débil. 
El  cronista  Grijalva  ofreció  dar  una  extensa  descripción  de  la 
iglesia  y  convento  en  la  Quinta  Parte  de  su  obra;  mas  como  no 
llegó  á  publicarla,  no  tenemos  documento  con  que  comprobar  las 
noticias  de  Cervantes,  ni  tampoco  existe  nada  de  la  fábrica  anti- 
gua. La  noche  del  11  de  Diciembre  de  1676  fué  consumida  la 
iglesia  por  un  incendio.  Duró  el  fuego  tres  dias,  y  el  estrago  que 
causó,  así  como  el  haber  comenzado  «por  la  plomada  del  reloj,» 
comprueba  que  los  techos  eran  de  madera.  El  lunes  siguiente  sa- 
lieron los  frailes  á  recoger  limosnas  para  la  reedificación,  y  en 
ese  dia  reunieron  cuarenta  mil  pesos.  Eso  les  sirvió  para  comen- 
zar los  trabajos,  y  los  prosiguieron  con  tal  actividad,  que  estre- 
naron su  nueva  iglesia  el  14  de  Diciembre  de  1692.  En  la  nueva 
construcción  no  siguieron  el  estilo  de  la  antigua,  porque  es  toda 
de  bóveda,  y  el  conjunto  de  convento,  iglesia  y  capillas  constituye 
una  de  las  fábricas  mas  extensas,  sólidas  y  pesadas  de  la  ciudad. 


doza  dejó  a  su  sucesor,  «A  los  indios  que  entienden  en  desherbar  y  otras 
«cosas  de  heredades  se  les  tasó  de  jornal  por  cada  un  dia  ten  aiartillo  de 
uplaia  á  (jada  indio.  Agora  S,  M.  tiene  mandado  que  se  les  crezca  el 
«jornal,  porque  le  parece  que  es  poco.  Cuando  ello  se  hizo,  y  aun  al  pre- 
«sente,  según  la  calidad  de  los  indios  é  lo  poco  que  trabajan,  bastaba  el 
«cuartillo;  pero  porque  han  crecido  entre  ellos  los  mantenimientos,  si 
«le  pareciere  á  V.  S'.S  les  podrá  acrecentar  el  jornal  á  diez  maravedís,  j 
use  les  da  demasía  do.  i^  (  Pág.  315.) 

La  orden  del  rey  á  que  Mendoza  se  refiere,  ha  de  ser  la  cédula  de  22 
de  Febrero  de  1549,  repetida  á  D,  Luis  de  Velasco  el  28  de  Febrero  de 
1551,  en  la  cual  se  trata  de  la  tasación  de  los  tributos,  y  entre  otras  co- 
sas se  dice  que  la  causa  de  que  los  indios  no  se  presentaran  á  trabajar 
voluntariamente  era  porque  no  se  les  pagaba  por  jornal  mas  que  ocho  y 
medio  maravedís  (que  hacen  el  cuartillo  de  que  habla  Mendoza),  de  los 
cuales  habían  de  comer,  «y  esto  parece  tan  poca  paga,  que  difiere  poco 
«de  trabajar  de  balde.»  En  consecuencia  se  manda  que  se  les  tase  «un 
«competente  jornal  de  que  puedan  sustentarse  é  ahorrar  para  otras  sus 
«necesidades,»  (  Puga,  Cedulario,io\.  123  vto.)  A  razón  del  aiartillo, 
los  peones  de  S.  Agustín  debían  ganar  real  y  medio  á  la  semana;  tal  vez 
se  les  aumentó  algo  por  trabajar  fuera  de  su  casa. 


250 


NOTAS 


Aquella  mole  parece  más  bien  una  fortaleza.  Pero  la  poca  firmeza 
del  suelo  no  pudo  sufrir  tan  gran  peso,  y  la  iglesia  está  notable- 
mente inclinada  al  poniente.  No  contentos  los  religiosos  con  ha- 
ber ocupado  toda  una  manzana  bien  extensa,  tomaron  ademas  para 
noviciado  una  casa  á  la  espalda;  y  para  atravesar  cómodamente  la 
calle,  sin  bajar  á  ella,  construyeron  sobre  un  arco  un  pasadizo 
cubierto,  al  nivel  del  primer  piso.  El  arco  fué  demolido  en  1821, 
pero  aun  queda  el  nombre  de  «Calle  del  Arco  de  San  Agustín.» 
Largo  tiempo  hace  que  la  orden  comenzó  á  vender  lo  que  ya  no 
necesitaba  del  convento,  y  se  construyeron  allí  varias  casas  parti- 
culares. Por  último,  las  leyes  de  Reforma  acabaron  por  exclaus- 
trar los  religiosos,  y  vender  lo  que  restaba  del  edificio.  La  iglesia 
fué  también  vendida,  y  recobrada  después  por  m.edio  de  una  con- 
fiscación. Se  ha  gastado  en  ella  una  suma  enorme  á  fin  de  conver- 
tirla en  Biblioteca  Nacional,  para  cuyo  destino  será  siempre  im- 
propia. La  obra  dista  todavía  mucho  de  su  conclusión,  y  si  llega 
á  ella,  recibirá  entonces  lo  que  reste  de  los  libros  de  los  conventos 
suprimidos,  de  las  bibliotecas  de  la  Catedral  y  la  Universidad,  y 
de  una  rica  biblioteca  de  un  sabio  sacerdote,  confiscada  también. 
Lo  más  notable  que  habia  en  la  iglesia  de  S.  Agustín  era  la  si- 
llería del  coro,  que  dicen  existe,  aunque  incompleta,  en  el  Mu- 
seo Nacional,  (i) 

Nota  77,  pág.  157. 

Marcial,  De  Spect.,  I.  —  Las  mejores  ediciones  \ttxi  pr¿s  en 
vez  de  pro^  y  todas  loquatur  en  vez  de  loquetur.  Supongo  que 
nuestro  autor  hizo  intencionalmente  el  cambio  del  tiempo  del 
verbo,  porque  hablaba  de  una  obra  no  concluida,  y  Marcial  de 
otra  ya  acabada. 

Nota  78,  pág.  157. 

El  Sr.  Alaman,  en  su  Disertación  VI,  trae  por  menor  la  his- 
toria y  descripción  de  este  establecimiento,  fundado  por  Cortés, 
y  que  aun  corre  á  cargo  de  sus  descendientes.  Tuvo  al  principio 
la  advocación  de  la  Purísima  Concepción;  pero  hace  tiempo  que 
es  conocido  con  la  de  Jesús  Nazanero. 


I  Mendieta,  Hist.  Ed.  Ind.,  lib.  IV,  cap.  2. —  Grijalva,  Crónica, 
Edad  I,  caps.  6,  7,  30;  Edad  II,  cap.  3. —  Torquemada,  Mon.  Ind., 
lib.  XV,  cap.  26. —  González  Dávila,  Tcat.  Ecles.  de  Ind.,  tom.  I, 
pág.  24. —  Betancurt,  Trat.  déla  Ciud.  de  México,  cap.  7. —  Diario 
de  Robles,  apud  Doc.  para  la  Hist.  de  México,  i*?  Ser.,  tom.  II,  págs, 
225,  226. —  Carrillo  y  Pérez,  México  Católico,  MS.,  lib.  III,  cap.  6. 


AL   DIALOGO   SEGUNDO.  25I 


Nota  79,  pág.  161. 

Comunmente  se  elige  para  modelo  de  hombres  ricos,  al  rey  de 
Lidia,  Creso;  pero  Cervantes  prefirió  tomar  á  Marco  Licinio 
Craso,  el  más  opulento  de  los  romanos  de  su  tiempo.  Solia  decir 
que  no  era  rico  el  que  no  podia  sostener  un  ejército,  y  pereció  al 
fin  á  manos  de  los  Partos  el  año  699  A.  C. 

Las  casas  de  D.  Alonso  de  Villaseca  que  vieron  los  interlocu- 
tores serian  algunas  de  las  muchas  que  poseia  en  México,  pues 
las  principales  de  su  habitación  estaban  cerca  del  colegio  de  S.  Gre- 
gorio. Fué  D.  Alonso  de  Villaseca  el  vecino  más  notable  de 
aquella  época  por  sus  grandes  riquezas  é  insignes  liberalidades. 
Era  natural  de  Arcícola,  lugar  pequeño  de  la  diócesis  de  Toledo, 
é  hijo  de  Andrés  de  Villaseca  y  de  Teresa  Gutiérrez  de  Toranzo, 
hidalgos.  No  se  sabe  de  fijo  el  año  de  su  venida  á  la  Nueva  Es- 
paña; pero  fué  antes  de  1540.  Casó  aquí  con  D?  Francisca  Mo- 
rón, hija  de  padres  tan  ricos,  que  entre  las  varias  haciendas  que 
poseian  habia  una  en  que  se  marcaban  anualmente  veinte  mil  crias 
de  ganado  mayor.  D.  Alonso  llegó  á  ser  el  rico  de  la  Nueva  Es- 
paña por  excelencia,  y  para  ponderar  la  riqueza  de  alguno  se  decia 
«es  un  Villaseca.»  No  aumentó  su  caudal  con  el  comercio,  ni 
hacia  gran  diligencia  para  sacar  producto  de  sus  bienes:  sus  ma- 
yordomos le  daban  lo  que  querían,  y  él  tomaba  lo  que  ellos  le 
daban.  Poseia  haciendas  de  labor  y  de  ganado  mayor  y  menor, 
muchas  casas  en  México,  y  ricas  minas  en  Pachuca  é  Ixmiquilpan: 
los  esclavos  eran  tantos,  que  no  los  conocía,  y  solia  preguntarles 
de  quién  eran.  Su  caudal  se  estimaba  en  millón  y  medio  de  pesos, 
y  las  rentas  en  ciento  cincuenta  mil  ducados:  cantidades  muy  cre- 
cidas, si  se  considera  el  mayor  valor  de  la  moneda  en  aquella 
época.  Era  de  carácter  desapacible  :  ((gustaba  de  dar,  pero  su  sem- 
«blante  no  mostraba  mucho  gusto  en  que  le  pidiesen,  y  menos  en 
«que  le  diesen  gracias  por  algún  beneficio  recibido.»  Huía  del 
trato  y  amistad  con  los  grandes  y  personas  distinguidas,  viviendo 
casi  siempre  retirado  en  su  hacienda  de  minas  de  Ixmiquilpan, 
donde  al  fin  le  sorprendió  la  muerte  el  8  de  Setiembre  de  1580. 
Embalsamado  el  cadáver,  se  trajo  á  México,  y  estuvo  depositado 
tres  días  en  la  iglesia  de  Ntra.  Sra.  de  Guadalupe,  mientras  se 
disponía  el  entierro,  que  fué  solemnísimo,  con  asistencia  del  vírey, 
audiencia,  tribunales,  arzobispo  y  ambos  cabildos,  eclesiástico  y 
secular.  Al  salir  el  entierro,  se  presentaron  para  cargar  el  cuerpo 
los  principales  padres  jesuítas,  y  por  otra  parte  acudieron  al  mis- 
mo tiempo,  con  igual  pretensión,  los  oidores  de  la  real  audien- 
cia: acción  bien  extraordinaria,  dice  con  razón  un  cronista.  Los 
jesuítas  alegaban  los  beneficios  que  debían  al  finado,  y  la  audíen- 


252  NOTAS 

cía  el  gran  servicio  que  el  mismo  habia  hecho  al  rey,  «cuando 
«estando  en  una  ocasión  que  gobernaba  la  real  audiencia,  ame- 
«nazando  un  alzamiento  ó  tumulto  á  la  ciudad  de  México,  Alonso 
«de  Villaseca  apareció  de  repente  en  la  plaza  á  vista  del  palacio, 
«con  un  escuadrón  de  á  caballo  de  doscientas  lanzas,  de  sus  fa- 
« miliares  y  criados  españoles  de  sus  haciendas,  todos  muy  pre- 
« venidos  de  armas,  pagados  y  sustentados  á  sus  expensas;  y  capi- 
« taneándolos  él,  armado  de  todas  armas,  se  ofreció  con  toda  aquella 
«gente  por  entonces  y  siempre  que  S.  M.  se  quisiese  servir  de  él.» 
Decidió  el  virey  la  contienda  en  favor  de  los  jesuítas,  quienes  to- 
maron el  cadáver  y  le  condujeron  con  gran  pompa  á  su  primitiva 
iglesia  de  Xacalteopají^  fabricada  por  los  indios  de  Tacuba,  en  el 
lugar  que  habia  donado  Villaseca,  y  era  donde  ahora  está  el  co- 
legio de  S.  Gregorio.  Allí  estuvo  el  cuerpo,  hasta  que  habiéndose 
concluido  en  1603  la  nueva  iglesia  de  la  Compañía,  (llamada  hoy 
de  Ntra.  Sra.  de  Loreto),  fué  trasladado  á  ella,  y  se  le  erigió,  por 
su  yerno  Agustín  Guerrero,  un  suntuoso  sepulcro  de  mármol 
blanco,  coronado  con  el  escudo  de  sus  armas.  Este  monumento 
ha  desaparecido,  como  todos  los  de  aquella  época. 

Los  jesuítas  fueron  quienes  más  experimentaron  la  liberalidad 
de  Villaseca.  Fué  el  primero  que  pensó  establecerlos  en  México, 
y  al  efecto  envió  fondos  é  instrucciones  á  España;  pero  en  el  in- 
termedio vinieron  á  costa  del  rey.  Llegados  aquí,  los  socorrió 
con  cien  pesos,  siendo  esta  la  primera  limosna  que  recibieron,  y 
á  poco  les  cedió  para  su  fundación  los  solares  de  que  hemos  ha- 
blado, agregando  sucesivamente  otros  auxilios  de  materiales  y  di- 
nero para  la  obra,  ó  de  ornamentos  y  vasos  sagrados  para  el  culto. 
Pero  no  acababa  de  decidirse  á  formalizar  la  fundación  del  cole- 
gio, como  esperaban  los  Padres.  «Siempre  austero,  y  al  parecer 
«intratable,  vendía  muy  cara  á  los  padres  la  confianza  que  habian 
«concebido  de  su  piedad,  despedidos  siempre  con  dureza,  bien 
«que  luego  les  mandaba  mucho  más  de  lo  que  habian  tenido  la 
«mortificación  de  pedirle.»  En  fin,  por  escritura  otorgada  en  Ix- 
miquílpan  á  29  de  Agosto  de  i  576,  les  hizo  donación  de  cuarenta 
mil  pesos  de  oro  común,  para  la  fundación  del  Colegio  Máximo  de 
S.  Pedro  y  S.  Pablo.  Después  envió  cuatro  muías  cargadas  con 
veinticuatro  mil  pesos:  los  diez  y  seis  mil  destinados  para  la  obra 
del  colegio,  y  los  ocho  mil  restantes  para  hospitales  y  obras  pías. 
Más  adelante  regaló  unos  magníficos  relicarios  de  plata  para  las 
reliquias  que  los  jesuítas  habian  recibido  de  Roma.  Finalmente, 
en  su  última  enfermedad  hizo  donación  de  dos  escrituras:  una  de 
ocho  mil  pesos  para  el  colegio,  y  otra  de  veintidós  mil  ciento 
once,  de  los  cuales  destinaba  cuatro  mil  al  Hospital  Real,  dos  mil 
al  del  Marques  (hoy  de  Jesús),  tres  mil  á  las  Recogidas,  dos  mil 
ochocientos  á  varias  personas  pobres  y  doncellas  para  tomar  es- 


AL   DIALOGO   SECUNIDO.  253 

tado,  y  el  resto  á  disposición  del  rector,  para  los  objetos  que  le 
tenia  comunicados.  Lo  que  en  todo  dio  al  colegio  pasó  de  ciento 
cuarenta  mil  pesos.  A  la  iglesia  de  Ntra.  Sra.  de  Guadalupe  re- 
galó una  imagen  de  plata  vaciada,  con  peso  de  treinta  y  nueve 
marcos,  una  colgadura  de  terciopelo  de  Granada,  y  otras  cosas. 
El  fué  quien  trajo  á  México  la  famosa  imagen  conocida  con  el 
nombre  de  «Señor  de  Santa  Teresa.;)  En  la  Universidad  dotó 
una  cátedra  de  Escritura,  con  quinientos  pesos  anuales.  Sü  libe- 
ralidad no  se  limitó  á  la  Nueva  España,  sino  que  pasando  los  ma- 
res llevó  cerca  de  cuarenta  mil  pesos  á  los  pobres  y  parroquia  de 
su  patria;  más  de  otro  tanto  dio  á  los  Santos  Lugares  de  Jerusa- 
len,  y  excedió  de  diez  mil  pesos  lo  que  destinó  á  la  redención  de 
cautivos.  Después  de  su  muerte  se  halló  entre  sus  papeles  una 
carta  del  Papa  S.  Pió  V,  en  que  le  agradecía  una  limosna  de  ciento 
cincuenta  mil  pesos  hecha  á  la  iglesia  de  S.  Pedro  de  Roma,  y  á 
los  pobres  de  aquella  ciudad;  así  como  también  se  hallaron  otras 
del  Gran  Maestre  de  la  orden  de  S.  Juan  en  que  le  daba  las  gra- 
cias por  más  de  sesenta  mil  pesos  que  le  habia  remitido  para  re- 
parar los  daños  causados  por  los  turcos  en  el  largo  sitio  de  Malta. 

Tuvo  D.  Alonso  de  Villaseca  una  hija  única,  llamada  D?-  Ma- 
riana, que  fué  pretendida  por  los  principales  señores  de  México. 
Su  padre  la  dejó  en  libertad  de  elegir,  «presentándole  al  efecto 
«los  retratos  de  todos  sus  pretendientes.))  El  escogido  fué  Agus- 
tín Guerrero,  hijo  de  Juan  Guerrero  de  Luna,  vecino  muy  rico 
también.  D.  Alonso  fundó  en  favor  de  su  hija  un  mayorazgo  que 
valia  más  de  un  millón  de  pesos;  pero  ese  caudal,  enorme  para 
aquellos  tiempos,  fué  decayendo  tan  rápidamente,  que  en  1692 
decia  el  cronista  de  los  jesuítas:  «Aquella  poderosa  parte  de  ha- 
«cienda,  apenas  y  con  mucha  escasez,  sustenta  ya  una  sola  familia 
«de  marido,  mujer  y  tres  criaturas.))  Hoy  no  queda  ni  memoria 
de  ella. 

El  hijo  primogénito  de  D?-  Mariana,  D.  Alonso  Guerrero  y 
Villaseca,  nació  en  1576.  Heredero  del  opulento  mayorazgo  de 
su  abuelo,  que  ya  administraba,  y  de  una  gran  parte  de  los  bienes 
de  su  padre:  perito  en  las  tres  lenguas,  latina,  griega  y  hebrea, 
así  como  en  las  matemáticas:  estimado  generalmente,  no  solo  por 
su  caudal,  sino  por  su  gallardía,  erudición  y  bellas  prendas,  re- 
nunció al  brillante  porvenir  que  le  ofrecía  el  mundo,  y  entró  en 
la  Compañía  de  Jesús  á  la  edad  de  treinta  y  cinco  años,  el  i9  de 
Febrero  de  161 1.  Profesó  de  cuarto  voto  el  17  de  Octubre  de  1621 
en  el  colegio  de  S.  Pedro  y  S.  Pablo  de  México,  donde  desem- 
peñó por  tres  años  las  cátedras  de  Filosofía  y  Escritura.  Falleció 
el  18  de  Marzo  de  1639,  con  fama  de  santidad.  (l) 

1     Grijalva,  Edad  III,  cap.  19.  —  Florencia,  Ilist.  de  ¡a  Comp.  de 


254  NOTAS  AL   DIALOGO   SEGUNDO. 

Nota  8o,  pág.  i6i. 

Esta  alusión  de  Cervantes  parece  referirse  al  pasaje  que  nos  ha 
conservado  Aulio  Gelio  (i),  de  las  Sátiras  Menipeas  ó  Cínicas, 
obra  perdida  de  Varron.  Allí  no  se  expresa  que  el  convite  ha  de 
ser  fabulosum.  «  Nec  loquaces  autem  convivas,  nec  muios  legere 
aoportet,))  es  lo  que  Varron  dice  á  este  respecto.  Si  Cervantes  se 
refirió  á  otro  lugar,  yo  no  le  he  hallado.  'EXfabulosus  de  que  usó, 
derivándole  acaso  de  fabulor,  denota  según  el  contexto,  que  el 
convite  debia  ser  alegre,  regocijado,  amenizado  con  una  conver- 
sación agradable;  pero  no  veo  tal  acepción  en  la  latinidad. 


Jesiis,  núms.  70,  120,  304-335. —  Alegre,  Hist.  de  la  Coinp.  de  Jesús, 
toni.  I,  págs.  61,  70,  113,  144,  145;  tom.  II,  pág.  24. 
I     NocLA(í.,X.lll,  11. 


\S^  K3^- 


Introduccion  al  Diálogo  Tercero, 


-=íí=- 


L  itinerario  de  este  Diálogo  es  el  siguiente.  Los  interlo- 
cutores, después  de  comer,  salieron  de  la  casa  de  Zuazo, 
situada,  según  parece,  en  la  calle  de  Santa  Clara,  y  ca- 
minaron en  línea  recta  hasta  el  que  ahora  es  y  se  llama  Cemen- 
terio de  los  Ingleses,  en  la  Tlaxpana.  Torcieron  á  la  izquierda, 
por  la  calzada  de  la  Verónicay  y  llegaron  á  Chapultepec:  visitaron 
la  albercüy  subieron  al  cerro,  y  volvieron  á  la  ciudad  por  otro  ca- 
mino, que  no  se  especifica,  pero  que  fué,  probablemente,  la  cal- 
zada de  los  Arcos  de  Belén-,  aunque  por  otra  parte  dudo  si  para 
entonces  estaba  ya  hecha  esa  calzada.  Desde  que  salen  de  Cha- 
pultepec, ya  no  mencionan  ningún  punto  del  tránsito,  sino  que 
entretenidos  los  interlocutores  con  la  descripción  de  la  Nueva 
España,  que  hace  Zamora,  y  con  la  relación  de  las  antigüedades 
de  los  indios,  que  el  autor  pone  en  boca  de  Zuazo,  llegan  á  un 
lugar,  no  determinado,  donde  Zuazo  se  despide,  para  irse  de  allí 
á  su  casa. 

El  cerro  y  bosque  de  Chapultepec,  punto  adonde  los  interlo- 
cutores dirigieron  su  paseo,  se  halla  á  menos  de  una  legua  al  S.  O. 
de  la  capital,  y  es  lugar  notable  por  sus  manantiales  de  excelente 
agua,  que  abastecen  una  parte  de  la  ciudad;  por  su  cerro  aislado, 
desde  cuya  cima  se  goza  una  magnífica  vista  de  todo  el  valle  de 
México,  y  por  los  enormes  y  venerables  sabinos  que  se  encuen- 
tran en  el  bosque,  alrededor  del  cerro.  Es  también  célebre  en  las 
historias  de  les  indios,  por  la  larga  mansión  que  hicieron  allí  á  su 
llegada  al  valle.  Fortificaron  desde  luego  el  cerro  con  «muchas 
«albarradas  de  piedra,  las  cuales  á  trechos  iban  subiendo  unas  tras 


256  INTRODUCCIÓN 

«Otras,  á  manera  de  escalones  anchos,  de  un  estado  de  ancho,  los 
«cuales  en  la  cumbre  venían  á  hacer  un  espacioso  patio  donde 
«todos  se  recogieron  y  fortalecieron.  »  (i)  Fué  prudente  medida, 
porque  no  tardaron  en  atacarlos  allí  sus  enemigos.  Parece  que 
estas  albarradas  ó  escalones  se  conservaron  hasta  después  de  la 
conquista,  y  que  los  emperadores  aztecas  los  habían  llenado  de 
tierra,  convirtiéndolos  en  jardines,  por  no  tener  ya  objeto  como 
obras  de  fortificación.  A  lo  menos,  se  habla  de  una  cosa  análoga 
en  la  descripción  de  Cervantes.  Sin  duda  con  el  tiempo,  las  cer- 
cas, que  serían  de  piedra  seca,  se  fueron  derrumbando,  y  las  aguas 
arrastraron  piedras  y  tierra  al  pié  del  cerro;  el  caso  es  que  hoy  no 
queda  rastro  de  semejante  obra. 

Establecidos  después  los  mexicanos  en  las  lagunas  y  fundada  la 
ciudad  de  México,  quedó  Chapultepec  como  lugar  de  recreación 
de  los  Emperadores,  quienes  tenían  allí  una  casa  ó  palacio  al  pié 
del  cerro,  y  probablemente  inmediata  á  la  alberca.  En  lo  alto  del 
cerro  había  un  pequeño  adoratorio  de  ídolos  (2),  y  los  indios 
cuidaron  siempre  con  esmero  aquel  bosque,  teniéndole  por  cosa 
sagrada.  (3) 

Moctezuma  I,  viendo  cercano  el  término  de  sus  días,  quiso  de- 
jar de  sí  una  memoria  perpetua,  mandando  esculpir  su  efigie  y  la 
de  su  hermano  ó  tío  Tlacaelel,  en  una  de  las  rocas  del  cerro  que 
ven  al  oriente,  y  en  efecto  fueron  ejecutadas  ambas  en  brevísimo 
tiempo  (4).  El  emperador  Ahuitzotl  dispuso  lo  mismo  (5);  y 
según  Gama,  también  se  esculpió  la  de  Axayacatl,  y  aun  las  de 
otros  reyes  de  México.  Unas  de  estas  figuras  fueron  destruidas  á 
principios  del  siglo  XVII,  otra  se  conservó  hasta  el  principio  del 
XVIIl,  y  la  de  Moctezuma  desapareció  por  los  años  de  1753  ó 
54.  (6). 

Hecha  la  conquista,  se  puso  en  Chapultepec  un  pequeño  des- 
tacamento de  tlaxcaltecas  que  custodiasen  el  punto;  y  Chapul- 
tepec sirvió  desde  luego,  como  hasta  el  día,  para  lugar  de  paseo 
y  desahogo  de  las  familias  de  México,  que  suelen  ir  á  almorzar  ó 
merendar  al  bosque.  En  5  de  Junio  de  1528  el  cabildo  dio  licen- 


1  Duran,  Hist.  de  las  Lidias  de  iV.  España,  cap.  3. 

2  Panes,  Cronol.  de  los  Vinyes  de  México,  MS.;  gobierno  de  D.  B.  de 
Galvez. 

3  TORQUEMADA,  Mou.  lud.,  lib.  III,  cap.  26. 

4  Tezozomoc,  Crónica,  MS.,  cap.  102.    DuRÁN,  cap.  31.  —  En  la 
lám.  9  de  la  imparte  están  representados  los  maestros  indios  esculpiendo 

<"  la  figura  de  Moctezuma.  Entiendo  que  este  dibujo  es  la  única  represen- 
..tacion  que  nos  queda  de  esa  estatua,  que  por  cierto  no  está  conforme  con 
r  la  descripción  que  hace  de  ella  Tezozomoc. 

5  DuRÁN,  cap.  50. 

6  Gama,  Descripción  de  las  dos  Piedras,  Pte.  II,  pág.  80. 


AL   DIALOGO  TERCERO.  257 

cia  á  Juan  Diaz  del  Real,  para  que  pudiera  «vender  allí  á  los  que 
«fueran  á  holgar,  pan  c  vino  é  otros  mantenimientos.))  Los  vi- 
reyes,  siguiendo  el  ejemplo  de  los  emperadores  mexicanos,  eli- 
gieron á  Chapultepec  para  sitio  de  recreo  (í)  :  se  edilico  una  casa 
en  el  mismo  lugar  que  ocupaba  el  antiguo  palacio,  cuya  casa  pa- 
rece ser  la  que  describe  Cervantes,  con  su  corredor  á  la  albcrca,  y 
el  adoratorio  del  cerro  se  convirtió  en  una  ermita  dedicada  á  San 
Francisco  Javier  (2).  Por  este  Diálogo  vemos  que  D.  Luis  de 
Velasco  dedicó  el  bosque  al  Emperador  Carlos  V.  El  misrpo  vi- 
rey  puso  allí  dos  perros  lebreles  que  trajo  de  España  el  Sr.  Ar- 
zobispo Montúfar,  y  se  multiplicaron  de  tal  modo,  que  se  extendió 
la  raza  por  todo  el  vireinato.  Puso  también  dos  soldados  que  cui- 
dasen de  los  lebreles;  pero  uno  de  ellos  amaneció  ahorcado  en 
uno  de  los  árboles  más  corpulentos,  y  creyéndose  que  habia  sido 
asesinado  por  su  compañero,  fué  este  reducido  á  prisión.  Ya  ha- 
bia comenzado  á  sufrir  el  tormento,  cuando  se  encontró  una  carta 
del  difunto  en  que  constaba  que  se  habia  suicidado  por  desdenes 
de  una  señora  Francisca  Padilla,  con  lo  cual  el  presunto  .reo  fué 
puesto  en  libertad.  (3) 

Veinte  años  después  se  destinó  el  antiguo  palacio  para  una  fá- 
brica de  pólvora,  bajo  la  dirección  del  perito  Esteban  Pruneda.  (4) 
Esta  fábrica,  que  habia  sufrido  ya  varios  incendios,  se  voló  el  19 
de  Noviembre  de  1784,  con  pérdida  de  cuarenta  y  siete  vidas.  (5) 
La  casa  del  bosque  se  reediíicó  en  tiempo  del  virey  Duque  de 
Alburquerque.  Durante  el  gobierno  del  Marques  de  Croix  estaba 
inhabitable,  y  creyéndose  poder  reedificarla  con  el  costo  de  doce 
mil  pesos,  se  hizo  presente  á  la  corte,  y  efectivamente  el  rey 
mandó  que  supuesto  el  costo  referido  se  procediese  á  la  obra. 
Esta  real  orden  vino  cuando  ya  gobernaba  el  Sr.  Bucareli,  quien 
viendo  lo  deteriorado  que  estaba  el  edificio,  y  considerando  seria 
mucho  mayor  el  costo  de  repararle,  determinó  con  prudencia  que 
se  suspendiera,  y  así  quedó  hasta  la  época  del  virey  D.  Matías  de 
Calvez.    Este  propuso  de  nuevo  al  rey  la  restauración  de  todo. 


1  TORQUEMADA,  Monarq.  Ind.,  lib.  I,  cnp.  19. 

2  Panes,  ubi  supra 

3  Calendario  de  Galvan  para  1838.  —  Hay  en  él  una  curiosa  noticia 
de  Chapultepec,  formada,  según  se  dice,  por  D.  Ignacio  Cubas,  director 
del  Archivo  General,  en  vista  de  los  documentos  del  mismoi  Bien  me- 
recía una  reimpresión  integra  en  algún  volumen  de  más  duración  que 
un  Calendario. 

4  Calendario  citado. 

5  Bustamante,  Suplemento  á  los  Tres  Siglos  de  México  del  P.  Cavo, 
tom.  III,  pág.  54.  —  Gacela  de  México  del  i?  de  Diciembre  de  1784,  su- 
plemento. 


258  INTRODUCCIÓN 

para  lo  cual  contribuía  el  Consulado  con  veinte  mil  pesos,  en  el 
supuesto  de  que  allí  se  verificaría  en  lo  sucesivo  el  recibimiento 
y  entrega  del  bastón  á  los  vireyes,  y  no  en  S.  Cristóbal  Ecatepec 
como  estaba  mandado.  El  rey  consintió  en  la  reedificación,  acep- 
tando el  auxilio  del  Consulado,  y  señalando  para  cubrir  el  resto 
del  costo  algunos  arbitrios  que  resultaron  impracticables;  pero 
negó  la  petición  de  que  se  verificase  allí  la  entrega  del  bastón  á 
los  vireyes.  Con  tal  motivo  el  Consulado  manifestó  no  estar  en 
el  caso  de  cumplir  lo  ofrecido,  puesto  que  se  veía  precisado  á  em- 
plear el  dinero  en  construir  una  casa  en  S.  Cristóbal,  para  dicha 
ceremonia.  Entonces  el  virey,  que  lo  era  ya  D.  Bernardo  de  Gal- 
vez,  tomó  la  arriesgada  resolución  de  prescindir  de  la  reparación 
del  palacio  antiguo,  y  levantar  uno  de  nuevo  en  la  cima  del  cerro, 
tomando  al  efecto,  en  calidad  de  suplemento,  los  fondos  de  las 
cajas  reales  (i):  determinación  que  le  acarreó  muchos  disgustos 
en  la  corte,  donde  llegó  á  sospecharse  de  su  fidelidad,  por  la  dis- 
posición que  se  dio  al  edificio,  semejante  á  la  de  una  fortaleza. 
La  obra  duró  muchos  años,  y  quedó  sin  concluir  casi  hasta  nues- 
tros dias.  (2) 

Después  de  la  independencia  continuaron  las  obras  en  Chapul- 
tepec.  Se  formó  al  pié  del  cerro  un  jardín  botánico  (1826)  y  se 
agregó  al  palacio  un  observatorio  astronómico;  pero  ni  jardín  ni 
observatorio  llegaron  nunca  á  su  conclusión.  Por  fin  se  estableció 
en  el  palacio  el  Colegio  Militar,  destino  que  tuvo  por  muchos 
años,  y  que  aun  tenia  cuando  el  ejército  americano  le  bombardeó 


1  BUSTAMANTE,  Op.  cit.,  págS.  48,  59. 

2  Es  imposible  hablar  de  Chapultepec,  sin  mencionar  el  famoso  su- 
ceso de  la  loba  que  en  el  año  de  1824  se  introdujo  al  bosque,  sin  saberse 
de  dónde  vino.  El  guarda  la  descubrió  al  pié  de  la  subida  al  palacio,  y 
corrió  tras  ella  al  oir  los  gritos  de  su  familia.  Al  llegar  se  le  presentó 
el  horrible  espectáculo  de  las  víctimas  de  la  fiera.  Le  disparó  un  tiro, 
que  por  desgracia  no  le  acertó,  y  la  loba  se  arrojó  sobre  él.  Entablóse 
una  lucha  cuerpo  á  cuerpo:  la  loba,  parada  sobre  los  pies  traseros,  aco- 
metía al  rostro,  y  el  hombre,  por  defenderle,  presentaba  los  brazos,  en 
que  recibió  terribles  heridas.  Hubiera  sucumbido,  si  una  hermana  suya 
no  se  le  hubiera  acercado  á  darle  una  navaja,  con  la  que  al  fin  consiguió 
degollar  la  loba.  En  el  acto  ó  á  resultas  de  las  heridas,  fueron  víctimas 
de  aquella  tragedia  una  anciana  de  setenta  años,  un  hombre  de  treinta 
y  seis,  una  joven  de  veintiséis,  y  tres  niños  de  once,  seis  y  cinco  años. 
El  guardabosque  Ignacio  González  sobrevivió  á  sus  heridas,  después  de 
haberse  visto  á  orillas  del  sepulcro.  Alguna  vez  le  oímos  referir  esta  his- 
toria, cuando  ya  anciano  y  enfermo,  cuidaba  todavía  del  bosque,  y  agre- 
gaba, que  aunque  todos  llenaron  de  elogios  al  impávido  guardabosque, 
por  su  arrojo,  nadie  se  movió  á  darle  un  socorro  para  su  curación,  si  no 
fueron  tmos  ingleses  que  estuvieron  á  visitarle,  le  hicieron  referir  el  su- 
ceso, y  le  dejaron  un  auxilio  de  veinticinco  pesos. 


AL   DIALOGO  TERCERO, 


259 


y  tomó  por  asalto  el  13  de  Setiembre  de  1847.  Años  adelante, 
Chapultepec  fué  la  residencia  favorita  del  Emperador  Maximi- 
liano, quien  gastó  sumas  considerables  en  restaurar  y  embellecer 
palacio  y  bosque,  habiendo  hecho,  entre  otras  muchas  cosas,  una 
nueva  subida  á  la  cima  del  cerro.  A  la  caida  de  este  infortunado 
príncipe,  desaparecieron  las  obras  de  embellecimiento  del  bosque; 
y  los  presidentes  de  la  república,  que  como  todos  sus  predeceso- 
res, tienen  por  lugar  de  recreo  á  Chapultepec,  continúan  disfru- 
tando del  palacio. 


ckiA.  eXiJí  ct^  CvM.  CtlA  ttíA  ctL*.  ¿tlA  ctlA  ctlA  cttJ.  CW.  ¿t^  ctvA  ¿tlA  ctíA  ct^  Ct^  ctiA 


DIALOGUS  TERTÍUS. 


MEXICUS    EXTERIOR. 


Zamora.  —  Zuazus.  —  Alfaí 


-5^^ 


Alfarus. 

ION  apud  Zuazum,  sed  apud  Lucullum,  et 
•'quidem  ad  Apollinem,   prandio  excepti 
sumus. 

Zamora. 


Quanto  ipse  id  verius  dixisses,   si  paulo  post- 
quam  est  provincia  debellata  adventasses! 

Alfarus. 

Num  supra  summum  aliud  est  incrementum? 

Zuazus. 

Non  Sybariticíe  ñeque  Syracusance  splendidiores 
fuere  coense. 

Alfarus. 

O  igitur  coenae  noctesque  deorum  ! 


<XíÁ  ftiA  ctu.  ct>A  Ct^  CXiJ.  CXjA,  Ct^  ctLA  <t^  CtiA  <tíA  CtlA  CtiA  <\1A  CXíX  CX>M  CZiA  CtlA 


DIALOGO  TERCERO. 

ALREDEDORES  DE  MÉXICO, 

Interlocutores.  —  Zamora,  Zuazo,  Alfaro. 

^® 


Alfaro. 

EMos  comido,  no  en  la  casa  de  Zuazo,  si- 
no en  la  de  Lúculo,  y  aun  en  la  sala  de 


1^1  Apolo,  (i) 

Zamora. 

Con  cuánta  mas  razón  hablarías  así,  si  hubieras 
llegado  poco  después  de  conquistada  esta  tierra.  (2) 

Alfaro. 

Pues  qué  ¿en  lo  sumo  cabe  todavía  aumento? 

Zuazo. 

No  fueron  mas  suntuosas  las  cenas  de  los  Siba- 
ritas ni  las  de  Siracusa.  (3) 

Alfaro. 

¡Oh  cenas  y  noches  divinas!  (4) 


202  DIALOGUS  TERTIUS. 


ZUAZ 


us. 


De  his  plus  satis.  Jam  exeamus,  nam  et  a  meri- 
die  sonuit  secunda,  et  videnda  multa  supersunt 
Alfaro. 

Alfarus. 

Optime  mones.  Egrediamur  tamen,  si  placet,  ea 
parte  quae  amoeniores  habeat  secessus:  quibus  plu- 
rimum  óptima  quaeque  urbs  commendari  solet. 

Zamora. 

Ita  fiet,  nam  Chapultepecum  usque  juxta  aquae- 
ductum,  obiter  multa  considerantes,  iter  faciemus. 

ZUAZUS. 

Jam  omnia  diligenter  observa,  non  hac  postea 
rediturus. 


Qua  igitur? 


Alfarus. 


Zamora. 


Alia  non  minus  grata  via.  Huc  usque  a  fonte 
individua  pene  defluit  aqua;  sed  mox,  uti  vides, 
in  partes  tres  distribuitur,  a  lateribus  et  recta,  neu- 
tiquam  exigua  profluens. 

Alfarus. 
Hodie  mane,  ni  fallor,  istac  deambulavimus. 

Zamora. 
Vera  praedicas.  Nunc  vide  quanta  sit  stratse  viae 


DIÁLOGO   TERCERO.  263 

ZUAZO. 

Demasiado  hemos  hablado  de  esto.  Salgamos  ya, 
porque  han  dado  las  dos  de  la  tarde,  y  aun  tiene 
Alfaro  mucho  que  ver. 

Alfaro. 

Muy  bien  pensado.  Pero  vamos,  si  te  parece, 
por  el  rumbo  en  que  haya  sitios  más  amenos,  que 
son  los  que  mayor  realce  suelen  dar  á  una  gran 
ciudad. 

Zamora. 

Así  será,  porque  iremos  á  Chapultepec,  siguiendo 
el  acueducto,  para  ver  de  camino  otras  muchas  cosas. 

ZuAZO. 

Y  mira  todo  con  cuidado,  porque  no  has  de  vol- 
ver por  aquí. 

Alfaro. 

¿Pues  por  dónde? 

Zamora. 

Por  otro  camino  igualmente  agradable.  Desde  la 
fuente  hasta  aquí,  viene  el  agua  casi  toda  reunida; 
pero  mas  adelante  se  divide,  como  ves,  en  tres  par- 
tes, una  en  el  centro  y  dos  á  los  lados:  todas  de  no 
escaso  caudal. 

Alfaro. 

Si  no  me  engaño,  esta  mañana  anduvimos  por 
aquí. 

Zamora. 

Dices  verdad.  Nota  ahora  cuan  ancha  es  esta  cal- 


264  DIALOGUS  TERTIUS. 

hujus  amplitudo,   ita  ut  aquceductu  per  médium 
secata,  utravis  pars  contrarios  capere  currus  possit. 

Alfarus. 

Non  adeo  celebris  fuit  Appia,  cujus  pro  Milone 
honorificam  Cicero  multis  locis  nientionem  facit. 
Tolliturque  intervallo  justo  ab  agris,  ne  hybernis 
imbribus  una  cum  ipsis  inundetur.  Ad  dexteram 
posita  sunt  duo  templa,  non  parvo  spatio  ad  invi- 
cem  distantia.  Ad  sinistram  indorum  est  mercatus, 
et  quidem  mercibus  et  hominibus  refertissimus. 

ZUAZUS. 

Postremum  fanum  Sancto  Hyppolito  sacrum, 
quotannis  ejus  die,  magna  cum  pompa  et  celebritate 
ab  urbe  tota  frequentatur,  quod  eo  die  a  Cortesio 
et  ejus  commilitonibus  Mexicus  expugnata  fuerit. 
Vexillum  in  ea  pompa  unus  ex  curiae  et  urbis  sena- 
toribus  eques  et  armatus  defert,  prseeunte  magna 
civium  obequitantium  turba,  tanti  triumphi  ut  po- 
steris  memoria  refricetur,  et  Hyppolito  gratia  ha- 
beatur,  quod  in  expugnatione  hispanis  adjumento 
fuerit:  a  cujus  templo  indorum  emporium,  quia  in 
conspectu  est,  nomen  accepit.  Sequuntur  statim, 
qui  vise  subjecti  sunt,  agri  compascui,  perpetua  vi- 
riditate  gratissimi,  et  multis  pecorum  millibus  satis. 


Alfarus. 

Quam  sunt  spatiosi  et  amoeni!  quamque  oculos 
reficiunt,  et  animum  exhilarant! 

ZuAZUS. 

Planicies  illa  quíe  est  inter  prasdia  urbana,  locus 


DIÁLOGO   TERCERO.  265 

zada,  que  con  dividirla  por  medio  el  acueducto, 
todavía  á  cada  lado  queda  paso  para  dos  carruajes 
encontrados. 

Alfaro. 

No  fué  tan  concurrida  laVia  Apia,  de  que  Cice- 
rón hace  honorífica  memoria  en  varios  lugares  de 
su  defensa  de  Milon.  (5)  Tiene  suficiente  altura 
sobre  los  campos,  para  que  en  tiempo  de  aguas  no 
se  inunde  al  par  de  ellos.  A  la  derecha  hay  dos 
iglesias,  no  poco  distantes  una  de  otra.  A  la  iz- 
quierda está  el  tianguis  de  los  indios,  y  henchido, 
por  cierto,  de  gentes  y  mercaderías. 

ZUAZO. 

En  el  templo  mas  distante,  dedicado  á  S.  Hipó- 
lito, cada  año,  el  dia  de  la  fiesta  titular,  se  juntan 
todos  los  vecinos  con  gran  pompa  y  regocijo,  por- 
que ese  dia  fué  ganada  México  por  Cortés  y  sus 
compañeros.  Con  la  misma  pompa  lleva  el  estan- 
darte uno  de  los  regidores,  á  caballo  y  armado,  pre- 
cedido de  una  multitud  de  vecinos,  también  á  ca- 
ballo, para  que  la  posteridad  conserve  la  memoria 
de  tan  insigne  triunfo,  y  se  den  gracias  á  S.  Hipó- 
lito por  el  auxilio  que  prestó  á  los  españoles  en  la 
conquista.  (6)  Del  templo  tomó  nombre  el  mer- 
cado de  los  indios  que  está  delante.  Síguense  luego, 
abajo  del  camino,  los  egidos  de  la  ciudad,  muy  agra- 
dables por  su  perpetuo  verdor,  y  suficientes  para 
muchos  miles  de  cabezas  de  ganado. 

Alfaro. 
¡Cuan  extensos  son  y  amenos!    ¡Cómo  recrean 
la  vista  y  alegran  el  ánimo! 

ZuAZO. 

Aquel  llano  que  está  entre  las  casas  de  campo  es 

34 


206  DIALOGUS  TERTIUS. 

est  in  quo  equites,  qui  agilítate  et  obequitandi  pe- 
ritia  caeteros  omnes  reliquarum  provinciarum  longe 
superant,  ad  Trojanorum  ludum  exercentur,  et  fi- 
ctam  pugnam,  ut  cum  serio  res  poposcerit  strenui 
sint,  meditantur.  Potreadero  appellant  nostri,  quod 
etiam  ibidem  pulli  equi  sive  equini  a  sessoribus 
domantur.  Nam^(?/r^^r  verbum  hispanum  est  ídem 
quod  latine  juniorem  equum  currendi  et  parandi 
freno  expertem  ac  rudem  sic  formare  et  docere  agi- 
tando, ut  quod  dixit  Horatius :  (kequo  freyíato  sit 
ikauris  in  ore.y> 

Alfarus. 

Deus  optime!  quaní  magna,  quamque  magnifica 
structura,  et  quam  multa  ab  utraque  stratas  viae 
parte  surgunt  urbana  prsedia,  in  maximis  et  amoe- 
nissimis  hortis  ex  aquaeductu  per  canales  irrigatis! 
Quod  est  in  Hispania  spectaculum,  quod  cum  hoc 
aut  asquari  aut  comparari  possit?  Ad  amplissimas 
sedes  has  via  secatur  in  duas  alias,  ambas  quidem 
umbrosas. 

Zamora. 

Altera  ad  Tacubam,  altera  ad  Chapultepecum 
ducit,  et  hujus  tam  magnificse  domus,  dominus  est 
Cortesius. 

Alfarus. 

Nihil  sane  vir  heroicus  asdificavit,  quod  non  ani- 
mi  ejus  magnitudinem  posteris  quam  testatissimam 
faceret.  Aquastamen  tubus,  sive  euripus,  quo  aqua 
derivatur  in  urbem,  opere  camerato,  apertis  insuper 
per  intervalla  fenestris,  ut  ventus  et  sol  admittan- 
tur,  contectus  hactenus  fuit:  jamque  hinc  ad  fon- 
tem  usque  detectus  et  subdialis  durat. 


DIÁLOGO  TERCERO.  267 

el  lugar  en  que  los  caballeros,  que  en  agilidad  y 
maestría  en  la  equitación  aventajan  mucho  á  los  de 
todas  las  demás  provincias,  se  adiestran  en  ejerci- 
cios ecuestres,  y  se  ensayan  en  combates  simulados, 
para  estar  listos  cuando  se  ofrezcan  los  verdaderos. 
Entre  nosotros  se  llama  Potreadero  (7),  porque  los 
picadores  (8)  doman  allí  los  potros;  pues  el  verbo 
español  potrear  significa  amansar  y  adestrar  de  tal 
modo  en  los  movimientos  á  los  potros  brutos  y  no 
enseñados  al  freno,  que  como  dice  Horacio:  el  ca- 
ballo enfrenado  tenga  el  oido  en  la  boca.  (9) 

Alfaro. 

¡Gran  Dios!  cuántas,  qué  grandes  y  qué  magní- 
ficas casas  de  campo  adornan  ambos  lados  de  la 
calzada,  en  extensas  y  amenísimas  huertas  regadas 
por  caños  sacados  del  acueducto!  ¿Qué  vista  hay 
en  España  que  pueda  igualarse  ó  compararse  con 
esta?  En  esta  gran  casa  se  parte  el  camino  en  dos, 
y  bien  umbrosos  ambos.  (10) 

Zamora. 

Uno  va  á  Tacuba  y  otro  á  Chapultepec;  y  esa 
casa  tan  magnífica  pertenece  á  Cortés. 


Alfaro. 

Nada  edificó  este  heroico  varón  que  no  diese  á 
la  posteridad  amplio  testimonio  de  la  grandeza  de 
su  ánimo.  Pero  el  canal  ó  acueducto  que  lleva  el 
agua  á  la  ciudad  habia  sido  hasta  aquí  de  bóveda, 
con  lumbreras  á  intervalos  en  la  parte  superior,  para 
dar  entrada  al  sol  y  al  airo;  y  ahora,  de  aquí  á  la 
fuente,  va  todo  descubierto. 


208  DIALOGUS  TERTIUS. 

Zamora. 

Id  ita  factum  est  duplici  ex  causa:  et  quod  hac 
minus  sit  turbae,  et  quod  defecatior,  vento  et  sole 
ferientibus,  intra  fornicem  aqua  ducitur. 

Alfarus. 

Prudenter  judicas.  Sed  jam  rursus  ab  utraque 
vise  parte  compascui  agri  se  quam  latissime  aperiunt 
et  diffundunt,  armentis  multis  hinc  inde  pascenti- 
bus  referti.  Oppositl  sunt  colles  feracissimi,  sege- 
tibus  et  sylvis  placidissimi,  in  quibus  conspiciendis 
oculi  non  sine  voluptate  conquiescunt. 

ZUAZUS. 

Versus  Cujacanum  via  strata,  planitie  et  agrorum 
amcEnitate  nobilis,  excurrit.  Hoc  est  nemus,  et  in 
ipso  fons,  ex  quo  in  euripum  aqua  influit:  pro- 
peque  fontem  surgit,  ut  vides,  altitudine  magna 
promontorium,  a  quo  perspicuus  est  in  Mexicum 
prospectus. 

Alfarus. 

Quorsum  tamen  circumquaque  altis  adeo  muris 
septum  est  nemus,  ñeque  ad  ipsum  nisi  perpaucis 
aditus  patet? 

ZuAzus. 

Ne  et  fons  conturbetur,  confluentibus  indis;  et 
damae,  cervi,  cuniculi  et  lepores,  quibus  abundat, 
venatoribus  insequentibus,  aut  interimantur  aut 
fugiant. 

Alfarus. 

Quod  est  lema  super  liminaribus  januae  lapidi- 
bus  scultum  ? 


DIÁLOGO  TERCERO.  269 

Zamora. 

Se  hizo  así  por  dos  razones:  porque  desde  aquí 
no  es  ya  tanta  la  gente  que  transita,  y  para  que  re- 
cibiendo antes  de  lleno  el  sol  y  el  aire,  camine  mas 
purificada  el  agua  dentro  de  la  bóveda. 

Alfaro. 

Juzgas  con  acierto.  Mas  ya  desde  aquí  vuelven 
á  descubrirse  hasta  muy  lejos  por  ambos  lados  del 
camino  los  egidos,  llenos  de  ganado  que  pace  á  una 
y  otra  parte.  Enfrente  quedan  unas  lomas  feracísi- 
mas, muy  agradables  por  sus  bosques  y  sementeras, 
en  que  descansa  la  vista  con  deleite. 

ZUAZO. 

Corre  para  Cuyoacan  (ii)  una  calzada,  notable 
por  ser  tan  llana,  y  por  la  amenidad  de  su  campiña. 
Este  es  el  bosque  (12),  y  en  él  se  halla  la  fuente 
que  provee  de  agua  al  acueducto.  Cerca  de  ella  se 
levanta,  como  ves,  un  cerro  muy  alto,  desde  donde 
se  otea  perfectamente  la  ciudad  de  México. 

Alfaro. 

¿Con  qué  objeto  está  el  bosque  cercado  de  tapias 
tan  altas,  y  solo  á  muy  pocos  se  permite  la  entrada 
áél? 

Zuazo. 

Para  que  no  ensucien  el  agua  los  indios  que  pa- 
san, y  para  que  los  cazadores  no  maten  ó  ahuyenten 
la  mucha  caza  que  hay  de  gamos,  ciervos,  conejos 
y  liebres. 

Alfaro. 

¿Qué  inscripción  es  la  que  está  en  una  lápida  so- 
bre la  puerta? 


270  DIALOGUS  TERTIUS. 

Zamora. 

NEMVS 

/edificio.  et.  amcenitate.  pylchrvm 

delitias.  popvli 

lvdovicvs.  velascvs 

hvjvs.  rrovinci^.  prorex 

Cví:sari.  svo.  consecrat. 

Alfarus. 

Sapit  antiquitatem,  et  quod  ipsum  commendat, 
verum  est.   Ecquis  tamen  fuit  auctor? 

ZUAZUS. 

Sicuti  accepi,  Cervantes  Salazarus,  institutor  no- 
ster,  qui  quantum  consequi  potest  dat  operam  ut 
adolescentes  mexicani  diserti  facundique  evadant, 
et  clarissima  provincia  nostra,  scriptorum  inopia, 
quibus  hactenus  caruit,  non  sit  in  obscuro. 

Alfarus. 

Plurimum  certe  ipsi  debetis  qui  vos,  quod  est 
omnium  máximum,  a  mortalitate  et  interitu  ven- 
dicare  conetur. 

Zamora. 

Proceris  et  patulis  arboribus  ad  fontem  introitus 
opacus  est:  unaque  duntaxat  ad  ipsam  aquam  ja- 
nua  patet.  Ac  ne  lapides  et  saxa,  immundities  ac 
sordes  in  fontem  ex  promontorio  quod  proximum 
est  relabantur,  editis  parietibus  circunscribitur. 
Jam  ingrediere,  et  in  podio  sede,  cuneta  melius  con- 
templaturus. 

Alfarus. 
Nihil  unquam,  etsi  multa  vidi,  perinde  vlsu  di- 


DIALOGO  TERCERO.  lyi 

Zamora. 

DON  LUIS  DE  VELASCO 

VIREY  DE  ESTA  NUEVA  ESPASA 

DEDICA  A  SU  SOBERANO 

ESTE  BOSQUE 

LUGAR  DE  RECREO  PÚCLICO 

HERMOSO  POR  SU  FRONDOSIDAD  Y  FABRICAS.  (13) 

Alfaro. 

Tiene  sabor  antiguo,  y  lo  mejor  es  que  dice  la 
verdad.  ¿Quién  la  compuso? 

ZUAZO. 

Según  he  sabido,  Cervantes  Salazar'^(i4),  uno  de 
nuestros  profesores,  que  en  cuanto  puede  procura 
que  los  jóvenes  mexicanos  salgan  eruditos  y  elo- 
cuentes, para  que  nuestra  ilustre  tierra  no  quede  en 
la  oscuridad,  por  falta  de  escritores,  de  que  hasta 
ahora  habia  carecido. 

Alfaro. 

Mucho  debéis  al  que  procura  lo  principal  de 
todo,  que  es  libraros  de  quedar  sepultados  en  el 
olvido. 

Zamora. 

Una  sola  puerta  da  paso  á  la  fuente,  y  árboles 
altos  y  copados  sombrean  la  entrada.  Y  para  que 
no  caigan  dentro  las  piedras  y  peñascos,  las  basuras 
é  inmundicias  que  puedan  bajar  del  cerro  cercano, 
está  el  manantial  rodeado  de  una  alta  tapia.  Entra, 
y  siéntate  en  el  poyo,  para  que  examines  mejor  todo. 

Alfaro. 
Aunque  he  visto  mucho,  jamás  hallé  cosa  tan 


272 


DIALOGUS  TERTIUS. 


gnum  quam  hunc  fontem  vidi.  In  ipso  nanique 
ingressUj  continuo  et  oculos  et  animum  mira  qua- 
dam  et  prope  incredibili  voluptate  pavit,  recreavit 
et  refecit.  Quam  est  magna  et  late  diffusa  fontis 
amplitudo!  quanta  ejusdem  altitudo,  ut  multis  lo- 
éis solum  desit!  Plane  et  capere  et  sustinere  one- 
rariam  navim  potest.  Adde  aspectu  quam  sit  aqua 
translúcida,  ut  hinc  facile  possis  in  tanta  profundi- 
tate  scrupulos  inspicere.  Potu  non  est  minus  suavis. 


Zamora. 

Mille  trahit  varios  feriente  solé  et  inumbrantibus 
arboribus  colores;  ac  quoniam  non  eadem  est  ubi- 
que aquEe  altitudo,  lucente  solé  multae  miraeque  in- 
tus  species  rerum  eduntur,  quibus  magis  quam  Iris 
variatur. 

ZUAZUS. 

Sedilibus  ex  lapide  et  calce  ad  parietes  undequa- 
que  ambitur:  a  fontisque  margine  ad  ipsa  usque 
spatia  sequa  interjacent,  per  quas  bini  aut  terni  ho- 
mines  deambulare  possint. 

Alfarus. 

Illud  ut  congruat  óptima  navigatio  juxta  terram, 
et  óptima  deambulatio  juxta  mare.  Occidentem 
versus,  aut  prope,  primum  porticus  est  ex  marmore, 
non  procul  a  fontis  margine:  deinde  supra  ipsum 
incumbit  solarium,  cubiculis  elegantissimis,  conti- 
guum,  ex  quibus  in  fontem  suavissimus  est  con- 
spcctus.  Denique,  sic  natura  et  arte  fons  commen- 
datur,  ut  ñeque  Chabura,  ñeque  CiíFusa,  ñeque 
Aganippe,   aut  Clitorius  fontes  scriptorum  testi- 


DIALOGO   TERCERO.  273 

digna  de  verse  como  cst;i  fuente.  Apenas  se  acerca 
uno  á  ella,  cuando  ya  admira,  recrea  y  conforta  la 
vista  y  el  ánimo  con  extraño  y  casi  increible  deleite. 
¡Cuan  grande  y  dilatada  es  la  extensión  de  la  al- 
berca!  ¡Cuánta  su  profundidad,  y  tal  que  en  mu- 
chas partes  no  se  descubre  el  fondo!  Cierto  que 
tiene  ámbito  y  hondura  suficientes  para  una  nave 
de  carga.  Añádase  ser  el  agua  tan  clara,  que  á  pesar 
de  ser  tanta  su  profundidad,  pueden  verse  desde 
aquí  las  piedrecillas  del  fondo.  Y  para  beber  no  es 
menos  agradable. 


Za 


MORA. 


Los  rayos  del  sol  y  la  sombra  de  los  árboles  la 
tiñen  de  mil  colores,  y  como  la  profundidad  no  es 
igual  en  todas  partes,  se  reflejan  dentro,  cuando 
luce  el  sol,  muchas  y  admirables  figuras,  con  mas 
colores  que  el  arco-iris. 

ZUAZO. 

Todo  alrededor  de  la  tapia  hay  asientos  de  mam- 
postería,  y  entre  ellos  y  la  orilla  de  la  alberca  queda 
espacio  bastante  para  que  puedan  pasear  dos  ó  tres 
personas  de  frente. 

Alfaro. 

Así  se  combina  la  mejor  navegación,  que  es  la  de 
junto  á  la  tierra,  y  el  mejor  paseo  que  es  el  de  junto 
al  mar.  Al  poniente,  ó  casi,  y  no  lejos  del  agua, 
está  primero  un. pórtico  de  piedra,  y  encima  una  ga- 
lería de  bellísimos  aposentos,  desde  donde  se  goza 
muy  agradable  vista  de  la  alberca.  En  fin,  tanto  mé- 
rito dan  á  esta  fuente  la  naturaleza  y  el  arte,  que 
ya  sea  que  atiendas  al  caudal  y  utilidad  de  sus  aguas, 
ya  á  su  limpieza  y  situación,  no  pueden  serle  com- 

35 


274 


DIALOGUS  TERTIUS. 


moniis  celeberrimi,  cum  ipso,  modo  aquae  magnitu- 
dinem  et  utilitatem,  modo  perspicultatem  et  posi- 
tum  consideres,  conferri  possint. 

Zamora. 

Si  óptima  est  aqua  quae  sit  aeri  perquam  similli- 
ma,  quaeque  calefiat  et  refrigeretur  celerius,  quae  de- 
cocta  vasis  crustas  non  relinquit,  quse  legumina 
citius  percoquit,  et  demun  quae  levior  est,  ut  sentiré 
videntur  Avicennas  et  Hyppocrates,  nulla  praestan- 
tior  hac  nostra. 

Alfarus. 

Plinius  ad  stateraejudicium  perraro  aliquam  dicit 
leviorem  inveniri;  fontanam  tamen  aquam,  qualis 
haec  vestra  est,  caeteris  salubriorem,  et  maxin^e  terrae 
liberse,  Avicennas  testatur.  Laudatur  ea  máxime, 
quse  nullum  saporem,  odoremve  ad  cibos  condien- 
dos  habeat. 

ZUAZUS. 

Quas  sine  colore  sit,  etiam  laude  sua  non  caret, 

Alfarus. 

Qua  est  ad  promontorium  ascensus?  nam  dudum 
est  quod  animus  prurit  Mexicum  totam  oculis  ex- 
positam  conspicere. 

Zamora. 

Hac  ascendemus  equites,  nam  pedites  delassa- 
bimur. 

Alfarus. 

Quinimo,  si  videtur,  pedimus  consccndamus, 
sessuri  cum  libuerit;  nam  descensus,  si  equis  veha- 
mur,  non  perinde  tutus  erit. 


DIÁLOGO    TERCERO.  275 

paradas  las  fuentes  Cabura,  Cifusa,  Agapine,  6  Cli- 
toria,  tan  celebradas  por  los  escritores.  (15) 


Zamora. 

Si  como  parecen  pensarlo  Avicena  é  Flipócrates, 
la  mejor  agua  es  la  que  más  se  asemeja  al  aire;  la 
que  más  presto  se  calienta  y  se  enfria;  la  que  cocida 
no  deja  costras  en  las  vasijas;  la  que  cuece  en  menos 
tiempo  las  legumbres,  y  en  fin,  la  más  ligera,  en- 
tonces no  hay  ninguna  preferible  á  esta  nuestra. 

Alfaro. 

Plinio  dice  (16)  que  pesando  las  aguas  es  muy 
raro  que  una  sea  más  ligera  que  otra;  pero  según 
afirma  Avicena  el  agua  de  fuente,  como  esta,  es  la 
más  saludable,  sobre  todo,  la  de  lugares  despejados. 
La  que  no  tiene  olor  ni  sabor  alguno  es  la  más  es- 
timada para  guisar. 

ZUAZO. 

Tampoco  carece  de  mérito  la  que  no  tiene  color. 

Alfaro. 

¿  Por  dónde  está  la  subida  al  cerro?  Porque  hace 
ya  rato  que  estoy  impaciente  por  tener  á  la  vista 
toda  la  ciudad  de  México. 

Zamora. 

Por  aquí  subiremos  á  caballo,  pues  á  pié  nos 
cansariamos. 

Alfaro. 

Antes  bien,  si  te  parece,  subamos  á  pié,  sentán- 
donos cuando  nos  agrade;  porque  si  vamos  á  ca- 
ballo, la  bajada  no  será  igualmente  segura. 


276  DIAL0GU3  TERTIUS. 

ZUAZUS. 

Consuíis  prudenter;  tradamus  igitur  servis  pen- 
nulaSj  expeditiores  ut  ad  acclivia  simus. 


Alfarus. 

Ouorsum  tam  lati  et  ampli  gradus  ad  monticuli 
summitatem,  qui  fere  ipsum  totum  ambiunt? 

Zamora. 

In  his  ceu  in  hortis  Motezuma  arbores  conseve- 
rat,  ad  eundenique  modum  in  procursu  et  descensu 
alibi  multos  id  genus  videbis  hortos;  nam  acclivi- 
bus  magis  quam  plañís  indi  gaudebant. 

Alfarus. 
Pensiles,  ut  video,  struere  voluerunt. 

Zamora. 
Propemodum. 

Alfarus. 
Ouam  fastigiatur  ad  aediculam  usque  promonto- 


rium : 


Zu 


AZUS. 


Ita  oportuit,  ut  quas  sunt  subjecta  oculis  latera 
nequeant.  Scias  tamen,  quod  et  cognitu  non  minus 
dignum  est,  montículo  hoc  multo  sublímíora  ma- 
nufacta  promontoria  assurgere,  quorum  ad  hoc 
temporís  exstant  aliquot;  ad  eorumque  fastigia,  quss 
in  planíciem  desinebant,  per  scalas  lapídeas  ascen- 
sus  erat;  supra  quae,  non  secus  quam  in  macello 
pécora,  homines  foeminique  idolaes  sacrificati  pro 
hostiis,  evulsis  primum  cordibus,  offerebantur.  Id- 


DIÁLOGO  TERCERO.  277 

ZUAZO. 

Es  prudente  consejo.  Dejemos,  pues,  nuestras 
capas  á  los  criados,  para  ir  mas  desembarazados  en 
la  subida. 

Alfaro. 

¿Para  qué  son  estas  gradas  tan  anchas  y  largas, 
que  llegan  hasta  arriba,  y  rodean  casi  todo  el  cerro? 

Zamora. 

Aquí  cultivaba  Moteczuma  árboles  como  en  un 
jardin:  y  asimismo  mas  adelante  y  en  la  bajada  verás 
por  otras  partes  muchos  huertos  semejantes,  por- 
que los  indios  preferían  las  cuestas  á  los  llanos. 

Alfaro. 
Parece  que  quisieron  hacer  unos  pensiles. 

Zamora. 
Una  cosa  así. 

Alfaro. 

¡Cómo  se  va  adelgazando  el  cerro  hasta  la  ermi- 
ta! (17) 

ZuAZO. 

Así  vino  bien  para  que  se  pudiera  ver  todo  lo 
que  está  abajo.  Has  de  saber,  sin  embargo,  otra 
cosa  no  menos  digna  de  ser  sabida,  y  es  que  habia 
otros  cerros  mucho  más  altos  que  este,  hechos  á 
mano,  y  de  que  aun  existen  algunos.  Subíase  por 
escalones  de  piedra  hasta  el  remate,  que  era  una  pla- 
ceta; y  en  ella,  como  reses  en  un  rastro,  sacrificaban 
y  ofrecian  á  los  ídolos  víctimas  humanas,  sacándo- 
les primero  el  corazón.    Y  esto  es  notorio  que  no 


278  DIALOGUS  TERTIUS. 

quenon singulis  annis  modo, sed  prope  singulis  men- 
sibus  fieri  celebre  fuit,  quo  sacrificii  genere,  quod 
vix  fidem  capiat,  innúmera  hominum  millia  periere. 

Alfarus. 

O  modo  beatissimos  hispanorum  adventu  indos, 
qui  ex  summa  illa  miseria  ad  prassentem  felicitatem, 
et  ex  pristina  servitute  ad  hanc  veram  libertatem 
translati  sunt!  O  millies  etiam  fortunatum  Caesa- 
rem,  cujus  setate  et  auspiciis  novus  orbis  antehac 
incompertus,  innúmera  diis  falsis  tanta  cum  perni- 
cie  et  strage  obsequium  prsestantium  hominum 
multitudine  pullulans,  et  debellatus  et  ad  christia- 
nam  religionem  conversus  fuerit! 

Zamora. 

Jam  circunspice  ac  undequaque  patentem  Mexi- 
cum  contemplare. 

Alfarus. 

O  Deum  immortalem!  quam  bellum,  quam  gra- 
tum  et  oculis  et  animo,  quantaque  varietate  jucun- 
dum  se  hinc  spectaculum  exhibet!  ut  summa  cum 
ratione  affirmare  ausim  orbem  utrumque  hoc  loco 
circumscriptum  et  circumductum  esse;  et  quod  de 
homine  gr^ci  tradunt,  Microcosmon^  id  esf,  parvum 
mundum,  ipsum  appellantes,  idem  de  México  dici 
posse.  Loco  plano  et  latissimo  tota  posita  est,  et 
omnis  undequaque  visui  objecta.  Hispanorum  asdi- 
ficia  superba  et  sublimia,  et  quas  magnam  soli  par- 
tem  occupant,  altissimis  turribus  et  surgentibus 
templis  praestantissima,  indorum  domicilia  subur- 
biorum  loco,  confusa  et  minime  ordine  distributa, 
e  quibus  magnifica  structura  non  minus  prsestantia 
fana  emergunt,  undequaque  continent  et  claudunt. 


DIALOGO  TERCERO.  2/9 

acostumbraban  hacerlo  solamente  cada  año,  sino  casi 
cada  mes;  en  cuyo  género  de  sacrificio,  cosa  apenas 
creíble,  perecieron  millares  de  hombres.  (i8) 

Alfaro. 

¡Oh  y  cuan  grande  fortuna  ha  sido  para  los  in- 
dios la  venida  de  los  españoles,  pues  han  pasado 
de  aquella  desdicha  á  su  actual  felicidad,  y  de  la  an- 
tigua servidumbre  á  esta  verdadera  libertad!  Y 
también  ¡mil  veces  dichoso  el  soberano  en  cuyo  si- 
glo y  en  cuyo  nombre  se  conquistó  y  convirtió  á  la 
fe  cristiana  este  Nuevo  Mundo,  antes  desconocido, 
y  poblado  de  innumerables  gentes  que  con  tal  es- 
trago y  matanza  rendian  obsequios  á  sus  mentidos 
dioses! 

Zamora. 

Tiende  ahora  la  vista,  y  abarcarás  por  entero  la 
ciudad  de  México. 

Alfaro. 

i  Dios  mió !  qué  espectáculo  descubro  desde  aquí; 
tan  grato  á  los  ojos  y  al  ánimo,  y  tan  hermosamente 
variado,  que  con  toda  razón  me  atrevo  á  afirmar 
que  ambos  mundos  se  hallan  aquí  reducidos  y  com- 
pendiados, y  que  puede  decirse  de  México  lo  que 
los  griegos  dicen  del  hombre,  W^mindole  Mkrocos- 
mos  (19),  ó  mundo  pequeño.  Está  la  ciudad  toda 
asentada  en  un  lugar  plano  y  amplísimo,  sin  que 
nada  la  oculte  á  la  vista  por  ningún  lado.  Los  so- 
berbios y  elevados  edificios  de  los  españoles,  que 
ocupan  una  gran  parte  del  terreno,  y  se  ennoblecen 
con  altísimas  torres  y  excelsos  templos,  están  por 
todas  partes  ceñidos  y  rodeados  de  las  casas  de  los 
indios,  humildes  y  colocadas  sin  orden  alguno,  que 
hacen  veces  de  suburbios,  entre  las  que  también  so- 


28o  DIALOGUS  TERTIUS. 

Ad  eamque  amplitudinem  et  hispanorum  et  indo- 
rum  habitatio  se  explicat  et  extendit,  ut  circuí  nul- 
lismuris  queat.  Ambitur  deinde  montibus,  collibus 
et  jugis  non  pariter  declivibus:  quorum  quidam 
sylvis  horridi  et  materiae  abundantes,  alii  ferendis 
segetibus  producendisque  fructibus  feracissimi  sunt; 
in  ómnibus  prsedia  rustica  apparent  multa,  urbem 
et  circumadjacentes  agros  mirum  in  modum  deco- 
rantia. 

Zamora. 

A  collibus  ad  civitatem,  quod  etiam  plus  ipsam 
commendat,  interjacentes  agri  irriguis  aquis,  fossis, 
fluminibus  et  fontibus  rigati,  undique  per  triginta 
et  eo  amplius  milliaria  paient,  in  quibus  indorum 
máxima  oppida,  qualiasuntTezcucus,  Tlacuba,  Te- 
peaquilla,  Escapuzalcus,  Cujacanus,  Istapalapa,  et 
alia  multa  posita  sunt,  quorum  albicantia  sunt  illa 
quse  Mexicum  prospectant  templa. 

ZUAZUS. 

Ex  agris,  qui  proxime  urbem  accedunt,  quidam 
compascui  sunt,  pecoribus,  jumentis  et  armentis 
herbam  multam  ferentes:  alii  fecundi  frugiferarum, 
arborum  et  omnis  culturas  sic  patientes,  ut,  praster 
vites,  quascumque  seruntur,  incredibile  cum  foenore 
aucta  ferant.  In  his  et  rustica  et  urbana  praedia, 
singula  tanta  elegantia  et  feracitate,  ut  ánimos  pa- 
riter reficiant,  et  familias  abunde  satis  alant. 

Alfarus. 

Nequid  deesset  quo  spectaculum  foret  omnium 
gratissimum,  piscosissima,  ut  intelligo,  palus  ex 
montium  radicibus  ab  Oriente  versus  Meridiem  et 


DIÁLOGO  TKRCERO.  28  I 

bresalen  iglesias  de  tan  magnífica  construcción  como 
las  otras.  Y  es  tanto  el  terreno  que  ocupan  las  ha- 
bitaciones de  indios  y  españoles,  que  no  es  asequi- 
ble cercarle  con  muros.  Más  lejos  rodean  la  ciudad 
lomas,  collados  y  montes  de  desigual  altura,  unos 
naturalmente  selvosos  y  abundantes  de  madera, 
otros  cultivados  y  fértilísimos.  En  todos  se  ven 
muchas  haciendas  que  embellecen  admirablemente 
la  ciudad  y  los  campos. circunvecinos. 

Zamora. 

Desde  las  lomas  hasta  la  ciudad  (cosa  que  realza 
su  mérito),  hay  por  cualquier  lado  diez  leguas,  y 
aun  más,  de  campos  de  regadío,  bañados  por  las 
aguas  de  acequias,  ríos  y  manantiales.  En  ellos  tie- 
nen asiento  grandes  ciudades  de  indios  como  Tetz- 
coco,  Tlacopan,  Tepeaquilla,  Azcapotzalco,  Cuyoa- 
can,  Iztapalapan  y  otras  muchas.  (20)  De  ellas  son 
esas  iglesias  blanqueadas,  desde  las  cuales  se  dis- 
fruta la  vista  de  México. 

ZUAZO. 

De  los  campos  más  cercanos  á  la  ciudad,  unos  son 
ejidos  de  abundantes  pastoá  para  el  ganado  lanar, 
caballar  y  vacuno:  otros  son  de  árboles  frutales,  y 
tan  propios  para  cualquier  cultivo,  que  á  excepción 
de  la  viña,  cuanto  allí  se  siembra  produce  cosechas 
increíbles.  En  ellos  hay  haciendas  y  casas  de  campo, 
tan  bellas  todas  y  feraces,  que  al  mismo  tiempo  que 
esparcen  el  ánimo,  mantienen  decentemente  á  mu- 
chas familias. 

Alfaro. 

Y  porque  no  falte  cosa  para  que  este  cuadro  ex- 
ceda á  todos  en  belleza,  entiendo  que  es  muy  abun- 
dante de  pesca  la  laguna  que  desde  el  pié  de  los 

36 


282  DIALOGUS  TERTIUS. 

Occidentem  longe  lateque  patens  diftunditur,  indica 
navigiola  cum  retibus  ad  capiendos  pisces,  multa 
ferens.  In  ea,  promontoria  duo  inter  Occidentem  et 
Meridiem,  ambitu  et  altitudine  prsestantissima  na- 
scuntur. 

Zamora. 

In  altero  quod  proprius  accedit  ad  Orientem, 
fons  est  perpetuo  calidus,  perpulchro  et  eodem  ca- 
merato  sedificio  contectus,  salubre  infirmis  balneum. 
In  altero  quod  ad  meridiem  vergit,  leporum,  cuni- 
culorum,  cervorum  et  agrestium  anserum  mira  est 
copia.  Assurgunt  in  ipso,  quo  sit  commendatius, 
Marchionis  Cortesi  sedes  praestantissimse. 

ZUAZUS. 

Caeterum,  quod  veré  munit  et  proinde  urbem  no- 
bilitat,  animadverte  ut  ambiente  et  campos  alluente 
palude,  Mexicus  difficilem  habet  oppugnationem: 
nam  ad  ipsum  nisi  per  vias  stratas,  quas  multas,  am- 
plissimíe  et  ab  adjacentibus  campis  elatse  sunt,  in- 
gressus  neutiquam  patet;  cum  campi  qui  ad  ipsas 
pertinent,  fossis  multis  dividantur,  et  hiberno  tem- 
pore  toti  pene  sic  inundentur,  ut  non  paludis  sed 
maris  speciem  prsebeant.  Prope  plerasque  vias  quae 
aditum  ad  urbem  prasstant,  fossae  seu  rivuli  ex  ma- 
gnis  fluminibus  in  urbem  longissime  derivantur; 
egressiquepaludem  intrant:  unde  fit  utnec  saeviente 
canícula  ab  integritate  sua  discedat. 


Alfarus. 
Montes  et  juga  sunt  qui  incolant? 


DIÁLOGO  TERCERO.  283 

montes  se  extiende  y  dilata  mucho  de  oriente  hacia 
el  poniente  y  sur,  cubierta  de  embarcaciones  de  in- 
dios con  sus  redes  de  pescar.  Dentro  de  ella  nacen, 
entre  oriente  y  sur,  dos  cerros  bien  gruesos  y  ele- 
vados. (21) 

Zamora. 

En  el  de  oriente,  que  es  el  más  próximo,  hay  un 
manantial  siempre  caliente,  encerrado  dentro  de  un 
primoroso  edificio  abovedado,  y  es  un  saludable 
baño  para  los  enfermos.  En  el  otro,  que  queda  al 
sur,  hay  maravillosa  cantidad  de  liebres,  conejos, 
ciervos  y  patos  cimarrones;  y  le  adorna  un  magní- 
fico palacio  del  marques. 

ZUAZO. 

Observa,  fuera  de  eso,  una  cosa  que  ciertamente 
sirve  de  defensa  á  la  ciudad,  y  por  lo  mismo  le  da 
mérito,  y  es  que  no  puede  fácilmente  ser  tomada 
por  fuerza,  á  causa  de  la  laguna  que  rodea  y  baña 
sus  campos.  Porque  no  es  posible  llegar  á  la  ciudad 
sino  por  las  calzadas,  que  son  varias,  muy  anchas, 
y  elevadas  sobre  el  resto  del  terreno,  estando  todos 
los  campos  inmediatos  á  ellas  cortados  por  muchas 
zanjas,  de  manera  que  en  tiempo  de  aguas  se  inun- 
dan de  tal  modo,  que  aquello  no  parece  laguna,  sino 
mar.  Junto  á  algunas  de  las  calzadas  que  conducen 
á  la  ciudad,  vienen  de  muy  lejos  hasta  el  interior 
de  ella  acequias  ó  arroyos  sacados  de  los  rios  ma- 
yores, y  al  volver  á  salir  entran  en  la  laguna,  de  lo 
cual  resulta  que  nunca  bajan  sus  aguas,  ni  aun  en 
el  mayor  rigor  de  la  canícula. 

Alfaro. 

¿Hay  habitantes  en  las  lomas  y  montañas.^ 


284  DIALOGUS  TERTIUS. 


Zam 


ORA. 


Indi  quamplurimi,  ínter  quos  sunt  villae  hispa- 
norum  multae,  stancias  apellant  mexicani;  pleraeque 
sic  feraces  ut  et  pécora  nutriant,  et  tritricum  alia- 
que  semina  abunde  ferant.  Rura  locis  inferioribus 
irriguis  aquis  coluntur  et  óptima  fiunt. — Nosti  pie- 
raque,  Alfare:  jam  descendamus,  alia  via  Mexicurn 
reversuri. 

Alfarus. 

Recte  mones:  quod  tamen  cognoscendum  mihi 
supremum  et  ultimum  restat,  dum  alio  iter  fací- 
mus,  de  Novse  Hispaniae,  cujus  primatum  tenet 
Mexicus,  temperie  et  ingenio,  deque  indorum  mo- 
ribus  et  vita,  quando  locus  est,  nisi  aliud  vultís, 
me  docete. 

ZUAZUS. 

Experieris  nos  íii  ómnibus  obsequentes,  hacque 
incedentes  via,  quse  recta  Mexicum  vergit,  pauca 
(nam  multa  qui  poterimus?)  de  Nova  Hispania 
et  ejus  incolis  colloquemur:  ac  primum  de  solo 
et  coelo.  Est  igitur  Nova  Hispania,  ex  sententía 
Joannoti  Durani,  magnse  Hispanise  pars.  Certa 
figura  caret,  nam  ñeque  quadrata,  ñeque  quadran- 
gularis,  ñeque  triangularis,  ñeque  rotunda,  lon- 
gior  tamen  quam  latior  est,  quod  in  longitudine  a 
portu  Nativitatis  ad  Soconuscum,  ducentes  et  ví- 
ginti  leucis,  et  a  Septentrione  per  Zacatecas  ad  flu- 
mem  Cupilci  centum  et  quinquaginta  pateat.  La- 
titudinis  vero  ab  amne  Palmarum  ad  mare  Merí- 
dianum  id  habet,  ut  centum  et  sexaginta  leucis  paulo 
minus  terminetur.  Deinde  paulatim  ad  eam  angu- 
stiam  perstringitur  et  coarctatur,  ut  ad  Guazacual- 
cum  per  quadraginta  duntaxat  lencas  protendatur. 


DIÁLOGO  TERCERO.  28^ 


Zamora. 


Muchísimos  indios,  y  entre  ellos  gran  número 
de  granjas  de  españoles,  llamadas  estancias  por  los 
mexicanos;  varias  de  ellas  tan  productivas,  que  man- 
tienen ganados,  y  dan  con  abundancia  trigo  y  otras 
semillas.  Las  tierras  bajas  gozan  de  riego,  que  las 
fertiliza.  —  Tehedicjio  ya  casi  todo:  bajemos  ahora 
para  regresar  á  México  por  otro  camino. 

Alfaro. 

Dices  bien.  Mas  puesto  que  hay  ocasión,  mien- 
tras vamos  por  ese  otro  camino,  informadme,  si  os 
parece,  de  lo  último  que  me  resta  saber,  esto  es, 
del  clima  y  naturaleza  de  la  Nueva  España,  cuya 
cabeza  es  México,  así  como  de  la  vida  y  costum- 
bres de  los  indios. 

ZUAZO.     (22) 

En  todo  nos  hallarás  dispuestos  á  complacerte. 
Yendo  por  este  camino,  que  va  en  derechura  á  Mé- 
xico, trataremos  brevemente  (pues  por  extenso  no 
seria  posible)  de  la  Nueva  España  y  sus  habitantes, 
y  primeramente  de  la  tierra  y  del  clima.  Es,  pues, 
la  Nueva  España,  según  dice  Juanoto  Duran  (23), 
una  parte  de  la  gran  España.  (24)  No  tiene  figura 
determinada,  porque  ni  es  cuadrada,  ni  cuadrilonga, 
ni  triangular,  ni  redonda;  pero  sí  mas  larga  que  an- 
cha, pues  tiene  de  largo  desde  el  puerto  de  la  Na- 
vidad á  Soconusco  doscientas  veinte  leguas;  y  desde 
el  Norte  por  los  Zacatecas  al  rio  Cupilco  (25),  hay 
ciento  cincuenta.  La  anchura,  desde  el  rio  de  las 
Palmas  hasta  el  Mar  del  Sur,  es  poco  menos  de 
ciento  sesenta  leguas.  Desde  allí  se  va  angostando 
y  recogiendo  tanto,  que  en  Guazacualco  no  llega  á 
cuarenta.  Tiene  por  límite  al  norte  la  provincia  de 


286  '  DIALOGUS  TERTIUS. 

A  Septentrione  provincia  Guachachilum  termina- 
tur:  ad  Meridiem  mari  ulterioris  Oceani  alluitur: 
orientaleque  ejus  litus  mari  Novse  Hispanias  clau- 
ditur,  et  ab  Oriente  Guatemala  provincia  contine- 
tur:  ejusdem  Occidentem  partem  Compostellae  re- 
gnum  finit.  Ac  praeter  casteras  provincias  quas  in 
se  Nova  Hispania  continet,  Taxcala  praecipue,  Me- 
chuacane  et  Guaxaca  clariores.  Multis  locis  mon- 
tuosa, sed  non  infrugífera:  casteris  planicie  máxima, 
perennibus  fontibus  et  fluminibus,  non  tamen  maxi- 
mis,  frequens  est:  populosa  valde:  auro  et  argento, 
aliisque  metallis  ditissima.  Bonam  soli  partem 
otiosam  et  incultam  habet,  quod  indi  terrae  mul- 
tum  occupent  et  parum  colant:  iidem  irriguis  aquis 
plurimum  utuntur.  In  universum,  solum  est  fera- 
cissimum,  et  quod  multis  suis  partibus  messem 
longe  auctissimam  mittat;  quodque  vix  fiet  ulli 
credibile,  ad  Angelorum  civitatem  centena  segete 
redundet  toto  indifferenter  anno;  ita  ut  hic  fru- 
mentum  pullulet;  proxime  aliud  paulo  ante  satum, 
spicas  producat;  aliud  quod  justo  tempore  prseces- 
sit  reliquum,  maturum  et  falci  opportunum  sit. 
Indicis  pariter  et  hispanis  fructibus  abundat,  etiamsi 
vini  et  olei  sterilis.  Lana,  gossypio,  coceo,  saccharo, 
melle,  pecoribus  et  armentis,  exquibus  coria  multa 
transvehuntur  in  Hispaniam,  plus  satis  fertilis. 
Omnis  generis  venationis  sic  affluit,  ut  non  aucu- 
pantibus  et  venantibus  aquilas,  ardeae,  albardeolae, 
anseres  sylvestres;  et  in  quadrupedibus  lepores, 
cuniculi,  damas,  cervi,  ursi,  leones  et  tigres  se  pas- 
sim  oíFerant;  nam  sylvis  et  nemoribus  tota  fere 
regio  amoena  est.  Ac  ne  plura  dicam,  quod  de  Asia 
scripsit  Cicero,  de  Nova  Hispania  scriptum  putato, 
nam  ut  ille  dixit,  et  ubertate  agrorum,  et  varietate 
fructuum,  et  magnitudinepastionis,  et  multitudine 
earum  rerum  quse  exportantur,  facile  ómnibus  ter- 


DIÁLOGO  TERCERO.  287 

los  Guachichiles  (26) :  báñanla  al  sur  las  aguas  del 
océano  ulterior  (27),  y  ciñe  sus  costas  occidentales 
el  mar  de  la  Nueva  España.  La  provincia  de  Gua- 
temala forma  el  límite  al  oriente,  y  por  el  occidente 
termina  el  reino  en  Compostela.  Entre  las  provin- 
cias que  comprende  la  Nueva  España,  las  mas  fa- 
mosas son  Michoacan,  Oajaca,  y  principalmente 
Tlaxcala.  (28)  Es  montuosa  la  Nueva  España  en 
muchos  lugares,  aunque  no  infructífera:  lo  demás 
es  un  gran  llano.  Tiene  muchos  manantiales  pe- 
rennes y  rios,  aunque  no  muy  grandes.  Está  muy 
poblada,  y  es  riquísima  de  oro,  plata  y  otros  me- 
tales. Una  buena  parte  del  terreno  está  erial  é  in- 
culto, porque  los  indios  ocupan  mucha  tierra  y  cul- 
tivan poca;  aprovéchanse  mucho  de  las  aguas  de 
riego.  En  general  el  suelo  es  feracísimo,  y  tal  que 
en  muchas  partes  produce  cosechas  desmedidas. 
Apenas  es  creíble  que  cerca  de  Puebla  las  mieses 
rindan  ciento  por  uno  en  cualquier  tiempo  del  año; 
de  manera  que  aquí  brota  la  planta;  más  allá  es- 
piga la  que  se  sembró  un  poco  íintes;  y  ¡a  otra 
que  le  precedió  el  tiempo  necesario,  está  ya  ma- 
dura y  á  propósito  para  la  siega.  (29)  Es  fértil  en 
frutas  (30),  tanto  indígenas  como  de  España,  y  solo 
es  pobre  de  vino  y  aceite.  Pero  produce  con  abun- 
dancia lana,  algodón,  grana,  azúcar,  miel,  ganado 
menor  y  mayor,  del  que  se  lleva  á  España  gran  can- 
tidad de  cueros.  (31)  Es  tan  abundante  de  caza,  que 
aun  los  que  no  lá  buscan  ni  son  cazadores,  encuen- 
tran á  cada  paso  águilas,  garzas  reales,  garzotas  (32) 
y  ánsares  salvajes;  ó  bien  liebres,  conejos,  gamos, 
ciervos,  osos,  leones  y  tigres,  porque  lo  más  de  esta 
tierra  es  muy  frondosa  de  bosques  y  selvas.  En  una 
palabra:  considera  dicho  de  la  Nueva  España  lo 
que  Cicerón  escribió  del  Asia  {3^),  pues  como  él 
dijo,  aventaja  sin  disputa  á  todas  las  naciones  del 


288  DIALOCUS  TERTIUS. 

ris  antecellit:  digna  denique  quse  una  cum  Fortu- 
natis  insulis,  ob  aeris  miram  temperiem,  coelique 
clementiaiTi,  Fortunata  appelletur;  quae  etsi  callidior 
alibi,  alibi  frigidior  sit,  modum  tamen  nunquam 
excedit.  Mexicus  vero  ea  est  temperie,  et  quaecum- 
que  ipsi  adjacent  oppida,  ut  ex  asquo  hieme  vereque 
eadem  veste  et  eodem  cubiculo  uti  possis.  Ad  Me- 
choacanensem  provinciam  paludes  habet,  et  magni- 
tudinis  et  altitudinis  rarae,  in  quibus  non  secus 
quam  in  Océano  tempestates  oboriantur:  praeter 
fidem  piscosae  sunt.  In  toto,  praster  castera,  Novae 
Hispanise  solo  equi  nascuntur  generosissimi,  per- 
nicitatis  mirae,  et  qui  nunquam  pene  aut  cursu  aut 
gradiendo  defatigentur:  in  summa  elegantioresquam 
sint  in  Hispania.  Unum  tamen  ad  integram  pro- 
vinciae  felicitatem  deest. 


Alfarus. 
Ecquid?  nam  vinum  et  oleum  solum  desidero. 

Zamora. 

Ut  scilicet  Florida,  ad  quam  per  mare  facilis  et 
brevissima  navigatio,  térra  vero  ñeque  longum  ñe- 
que difficile  iter  est,  ab  hispanis  debellaretur,  domi- 
numque  C^sareni  agnosceret. 

Alfarus. 

Quid  ea  ex  re  provincia  vestra  commodi  et  emo- 
lumenti  caperet? 

Zamora. 

Plurimuní;  nam  quaecumque  habet  vetus  Hispa- 


DIÁLOGO  TERCERO.  289 

mundo  en  la  fertilidad  de  su  suelo,  en  la  variedad 
de  sus  productos,  en  la  extensión  de  sus  pastos,  y  en 
el  gran  número  de  géneros  de  contratación:  digna 
en  fin  de  que  por  la  admirable  templanza  del  clima 
se  le  llame  también  la  Afortunada^  como  á  las  islas 
de  este  nombre  (34) ;  pues  aunque  en  partes  es  algo 
caliente,  y  en  otras  algo  fria,  nunca  excede  de  lími- 
tes moderados.  Es  tal  la  temperatura  de  México  y 
de  los  lugares  vecinos,  que  así  en  invierno  como  en 
verano  puede  usarse  la  misma  ropa  en  la  persona  y 
en  la  cama.  En  la  provincia  de  Michoacan  hay  la- 
gunas de  gran  extensión  y  profundidad,  en  las  cua- 
les se  levantan  tempestades  como  pudiera  en  el  mar, 
y  producen  pescado  con  increíble  abundancia.  Fuera 
de  lo  demás,  críanse  en  toda  la  Nueva  España  ca- 
ballos excelentes,  de  admirable  agilidad,  y  que  casi 
nunca  se  cansan  de  correr  ó  andar:  son,  en  suma, 
más  hermosos  que  los  de  España.  —  Una  sola  cosa 
falta  para  completar  la  felicidad  de  esta  provincia. 

Alfaro. 

¿Y  cuál  es?  Porque  solo  echo  menos  el  vino  y 
el  aceite. 

Zamora. 

Que  los  españoles  conquisten  y  pongan  bajo  el 
dominio  del  Emperador  la  Florida,  á  la  cual  se  va 
pronto  y  fácilmente  por  mar,  y  por  tierra  tampoco 
es  difícil  el  camino. 

Alfaro. 

Y  de  ello,  ¿qué  comodidades  y  riquezas  pueden 
venirle  á  esta  provincia? 

Zamora. 

Muchas;  porque  todo  cuanto  produce  la  antigua 

37 


•90 


DIALOGUS    TERTIUS. 


nia  in  orbe  altero  posita,  ex  qua  in  nostram  tanto 
temporCj  et  tanta  cum  difficultate  merces  importan- 
tur,  ea  omnia  abundantius  multo,  quae  nobis  confinis 
est.  Florida  prseberet. 

Alfarus. 

Fiet  id  spero  aliquando. 

Zamora. 

Fiet  cum  primum  visum  fuerit  Csssari,  que  nun- 
quam  solet  magna  sine  magno  etiam  consilio  ag- 
gredi.  Csetera  vero  quae  ad  coelum  solumque  Novae 
Hispanise  pertinent,  quoniam  non  nisi  multis  ex- 
plicari  possuntj  latius  ac  melius  ex  Novi  hujus  Or- 
bis  Geographia,  quse  auctore  Joannote  Durano, 
viro  ea  in  re  absolutissimo,  brevissime  prodibit  in 
lucem,  intelliges  et  cognosces.  De  moribus  autem 
et  institutis  indorum,  quantum  temporis  angustia 
patietur,  nam  et  advesperascit  et  prope  est  civitas, 
Zuazus,  qui  tamdiu  tacuit,  et  diligens  est  rerum 
indagator,  ut  semper  facit,  et  eleganter  et  vere  dis- 
seret. 

Alfarus. 
Id  te  rogo,  Zuaze,  facias 

( Desiderantur  paginoe  duce.) 
[ZUAZUS.] 

otiosus  viveret,  omnium  máxime  curabant 

principes:  intelligentes  nimirum  non  posse  non 
male  agere  qui  otiosus  fuerit.  Magnatum  etregum 
superba  nimium  palatia,  plebis  contra  depressa  et 
humilia  erant  domicilia;  pleraque  ex  crudis  lateri- 
bus,  ut  nunc,  procul  inter  se  posita  et  absque  ulla 
serie.  Metu  magis  quam  amore  eos  parere,  dixit 
ssepe  Moteczuma;  quod  esse  verum  experientia  de- 
clarat.  Jumentorum  nullus  illis  usus  fuit:  humeris 


DIALOGO   TERCERO.  29  I 

España,  situada  en  el  viejo  continente,  de  donde 
nos  vienen  las  mercancías  con  tanto  retardo  y  difi- 
cultad, se  traeria  de  la  Florida,  confinante  con   no- 
sotros, donde  todo  abunda  mucho  más. 
Alfaro. 

Confío  en  que  así  se  verificará  algún  dia. 
Zamora. 

Será  tan  pronto  como  lo  determine  el  Emperador, 
que  no  acostumbra  acometer  las  grandes  empresas 
sin  madura  reflexión.  Lo  demás  que  toca  al  clima 
y  suelo  de  la  Nueva  España,  y  de  que  no  seria  po- 
sible dar  noticia  sin  alargarse  demasiado,  lo  puedes 
ver  mejor  y  con  más  extensión  en  la  Geografía  de 
este  Nuevo  Mundo  que  muy  pronto  dará  á  luz 
Juanoto  Duran,  persona  versadísima  en  ello.  De 
las  costumbres  y  leyes  de  los  indios,  Zuazo,  que 
hasta  ahora  ha  callado,  y  es  diligente  investigador 
de  esas  cosas,  podrá  informarte  con  verdad  y  ele- 
gancia, como  acostumbra,  aunque  con  la  brevedad 
que  pide  la  escasez  de  tiempo,  pues  comienza  á  ano- 
checer y  estamos  cerca  de  la  ciudad. 

Alfaro. 

Ruégote,  Zuazo,  que  así  lo  hagas 

(Faltan  dos  páginas  del  original.) 
[ZuAZO.] 

Los  reyes  cuidaban  sobre  todo  de  que  [nadie]  es- 
tuviese ocioso,  sabiendo  que  era  imposible  dejase 
de  obrar  mal  el  que  viviese  en  la  ociosidad.  Los  pa- 
lacios de  los  reyes  y  principales  eran  sumamente 
magníficos,  y  por  el  contrario  humildes  y  bajas  las 
casas  de  los  pobres,  apartadas  como  ahora,  y  sin 
orden  alguno.  Muchas  veces  dijo  Moteczuma  que 
obedecían  más  por  temor  que  por  amor,  lo  cual  ha 
confirmado  la  experiencia.   No  conocían  las  bestias 


292  DIALOGUS  TERTIUS. 

ac  tergo,  ex  plebe  viri  foeminaeque  a  capite  penden- 
tia  pondera  deferebant,  quo  in  usu  ateneris  assue- 
vere.  Uxores  habebant  quas  possent  alere,  sed  in 
ipsis  unam  praecipuam,  ex  qua,  veluti  ex  justis  nu- 
ptiisj  liberi  legitimi  et  haeredes  nascebantur.  Calidis- 
simis,  pipere  quodam,  quod  axl  dicitur,  conditis, 
cibis  vescebantur:  vinum  ipsis,  quod  vehementius 
quam  nostrum  inebriat,  ex  radicibus  Maguey  fuit, 
quo  e  potu  mente  capti,  nefanda  quaeque  tentabant. 
Pedibus  pugnabant,  nam  equos  numquam  viderunt: 
ratique  sunt,  cum  primum  hispanos  equites  con- 
spexere,  nt  sederent  ita  natos  esse:  cibosque  postea 
eosdem  quos  insedentibus,  equis  porrigebant.  Pro 
ensibus  macanis  ex  ligno  gladiis,  utrinque  ad  cuspi- 
dem  insertis  novaculis,  utebantur:  clypeis  se  prote- 
gentes,  ictus  excipiebant:  nudi  decertabant.  Mon- 
ticulis,  aut  nativis  aut  manufactis,  pro  arcibus  et 
castellis  se  adversus  hostes  muniebant:  in  bello 
morí  magniücum  ducentes.  Litterarum  loco,  ani- 
malium  figuras,  papyris  quibusdam  exaratas,  -^gy- 
ptios  imitati,  ad  absentesmissitabant.  Aperto  capite, 
sine  calcéis  et  nudatis  tibiis,  nisi  primarii  viri  fo- 
rent,  cuncti  incedebant.  Quominus  autem  quemad- 
niodum  coepi  in  reliquis  pergam,  quse  sermonem 
dirimit  nox  impedit.  Quare  dabis  veniam,  potius 
temporis  brevitati  quam  animo  in  te  meo,  et  quae 
sunt  alia,  dum  expectas  in  crastinum,  cum  Zamora 
felix  abi:  nam  istac  mihi  domum  eundum  est. 


Alfarus. 
Bene  igitur  vale. 


DIALOGO  TERCERO. 


293 


de  carga:   los  hombres  y  mujeres  del  pueblo  lleva- 
ban las  cargas  sobre  la  espalda,  pendientes  de  la  ca- 
beza, á  lo  cual  se  acostumbraban  desde  pequeños. 
Tenian  cuantas  mujeres  podían  mantener;  pero  en- 
tre ellas  una  era  la  principal,  cuyos  hijos  eran   los 
legítimos  y  herederos,  como  si  nacieran  de  matri- 
monio.  Usaban  alimentos  muy  cálidos,  condimen- 
tados con  una  especie  de  pimienta  que  llaman  ají. 
De  las  raices  del  maguey  sacaban  un  vino  que  em- 
briaga más  que  el  nuestro;  y  trastornados  con  esa 
bebida,  intentaban  toda  suerte  de  crímenes.    Pelea- 
ban á  pié,  porque  no  conocieron  los  caballos.  Cuan- 
do vieron   por  primera  vez  los  jinetes  españoles, 
pensaron  que  eran  así  por  naturaleza,  de  suerte  que 
luego  ofrecieron  á  los  caballos  la  misma  comida  queá 
los  jinetes.    En  vez  de  espadas  usaban  macanas  de 
madera,  con  navajas  de  pedernal  encajadas  por  am- 
bos lados  hasta  la  punta,  y  se  servían  de  rodelas  para 
resguardarse:  peleaban  desnudos.  Para  hacerse  fuer- 
tes contra  los  enemigos,  aprovechábanse  de  cerros 
naturales  ó  hechos  á  mano,  como  de  fortalezas  ó  cas- 
tillos, teniendo  á  gran  honra  morir  en  la  guerra.  Se 
comunicaban  con  los  ausentes,  no  por  medio  de  le- 
tras, sino  de  figuras  de  animales  pintadas  en  ciertos 
papeles,  á  imitación  de  los  Egipcios.  Todos,  excepto 
los  principales,  andaban  con  la  cabeza  descubierta, 
y  descalzos  de  pié  y  pierna. —  La  noche,  que  corta 
nuestra  conversación,  me  impide  continuar  como 
había  comenzado.  Así  pues,  me  harás  favor  de  ex- 
cusarme, más  por  falta  de  tiempo,  que  de  buena 
voluntad;  y  mientras  aguardas  á  mañana  para  lo 
que  resta,  ve  con  Zamora  en  ahora  buena,  pues  desde 
aquí  tengo  que  irme  á  casa. 

Alfaro. 
Pues  que  te  vaya  bien. 


ítlA  C\ÍA<tiA  CZíÁ.  ftlACtiA  CtiA  CtiA  CtiA  CtiA  ft^  ctiA  ítiA  ítiA  ctiA  ftlA  CtiA  ctiA  ct^ 


ALFONSUS  GUMEZIUS  ALFARUS 
FRANCISCI    CERVANTIS   SALAZARI    DISCIPULUS, 

LECTORI    SALUTEM. 

Daninabit  aliquis  scio,  candide  Lector,  praece- 
ptorem  minime  poenitendum  Cervantem  Salazarum, 
quod  aut  non  elegantioribus  characteribus,  aut  cor- 
rectlori  ortographia,  ampliorique  forma  hoc  suum 
opus  evulgari  passus  fuerit.  Cur  culpam  omnino 
deprecemur  non  invenio,  cum  purgatius  prodire  in 
médium  potuisset;  eamdem  confiteri  prorsus,  cum 
elevari  possit,  inhumanum  etiam  existimo.  Noverit 
igitur  quicumque  morderé  voluerit,  meliores  cha- 
racteres  non  fuisse  datos,  et  Cervantem  Salazarum 
theologicis  studiis,  quibus  modo  incumbit,  et  tra- 
denda  Rhetorica,  cujus  est  professor,  scribendisque 
alus  multo  gravioribus  operibus  distractum,  chal- 
cographicam  officinam  nunquam  fuisse  ingressum; 
dictantem  pleraque  successivis  horis  quae  ad  Vivem 
reperies  addita,  quae  cum  praeter  opinionem  cresce- 
rent,  justo  crassiusfactum  est  volumen.  Responsum 
est  ad  omnia,  et  quidem  veré,  ita  me  Deus  amet. 
Tu  jam  qui  hactenus  institutorem  culpasti,  una  me- 
cum  in  posterum  defende;  nam  qui  idem  quod  ipse 
subscripsi  asserant  sunt  ejus  discipuli,  et  qui  cum 
eo  familiariter  egerunt:  sunt  autem  plurimi  et  lo- 
cupletissimi  testes.   Bene  vale. 


ÍXÍA  ftiA  CXtt-  kVlA  ÍVlá  ítiA  CviA  t'tlA  ftiA  CvlX  ftí>fc  CVU.  ítlA  ttiA  ttiA  CtiA  itiA  ftiA  ítiA 


ALFONSO  GÓMEZ  ALFARO, 

discípulo  de  FRxVNCISCO  CERVANTES  SALAZAR, 

AL    LECTOR. 

Sé,  amigo  Lector,  que  no  faltará  quien  censure  á 
un  profesor  distinguido,  como  Cervantes  Salazar, 
por  no  haber  estorbado  que  esta  obra  suya  viera  la 
luz  pública,  á  no  ser  impresa  con  caracteres  mas  ele- 
gantes, con  mejor  ortografía  y  en  tamaño  mayor. 
No  me  parece  que  debemos  pretender  la  total  abso- 
lución del  cargo,  pues  pudo  el  libro  salir  á  luz  más 
castigado;  pero  tampoco  hallo  justo  que  se  acepte 
toda  la  culpa,  pudiendo  ser  atenuada.  Sepan,  pues, 
los  que  pretendan  censurarle,  que  mejores  caracteres 
no  los  hubo,  y  que  Cervantes  Salazar  jamás  entró 
á  la  imprenta,  hallándose  ocupado  en  los  estudios 
teológicos  á  que  ahora  se  dedica;  en  enseñar  la  re- 
tórica, de  que  es  catedrático,  y  en  escribir  otras  obras 
de  mucha  mayor  importancia.  Escribiendo  de  or- 
dinario en  horas  sueltas  lo  que  ves  añadido  á  Vives, 
vino  á  alargarse  más  de  lo  que  se  figuraba,  y  resultó 
un  volumen  más  grueso  de  lo  que  debiera.  He  sa- 
tisfecho á  todo,  y  á  fe  que  con  verdad.  Tú  que  antes 
culpabas  al  profesor,  únete  á  mí  desde  ahora  para 
defenderle;  pues  los  que  atestiguan  lo  dicho  son 
discípulos  suyos  que  le  han  tratado  familiarmente, 
y  por  lo  mismo  hay  de  ello  testigos  numerosos  é 
irrecusables.  Adiós. 


<tlA  ítiA  eXU.  ctiA  ctlA  ftiA  ÍXiA  ÍAiA  <tlA  CtiA  ítiA  CtlA  CtiA  CViA  fvlA  ftlA  ctiA  ftlA  ctlA 


JOANES  PAULUS  BRISSENSIS 

TIPOGRAPHUS, 

LECTORI  SALUTEM. 

Cutn  nihii  perinde  optarem,  candide  Lector,  au- 
spicio et  expensis  Cassaris  Mexici  Academia  erecta, 
quam  ut  ex  chalcographica  oficina  nostra  aliquid 
prodiret  quo  et  humaniores  litteras,  quse  in  dies 
magnis  prefecto  accesibus  florent,  juvarem,  et  opti- 
me  proinde  de  scholasticis  mererer,  votis  multo 
quidem  melior  accessit.  Cervantes  Salazarus,  vir,  ut 
caetera  omittam  quse  non  epistolam  sed  librum  pe- 
tunt,  eloquentia  singulari  et  extemporalitate  haud 
temeré  credibili;  qui  non  solum  doctissimis  et  eo 
nomine  dignissimis  suis  Elucidationibus,  quibus 
anfractus,  ambages  in  via  perplexa  et  innaccessafe- 
liciter  explicuit,  solvit  et  superávit,  Vivem  illustra- 
tum  excudendum  nobis  tradidit;  verum  quam 
proxime  ad  ipsum  accedens,  ejusdem  consilium  se- 
quutus,  septem  adjecit  Diálogos,  quibus  ludosquos- 
dam  qui  Vivi  deerant,  et  internam  externamque  - 
Mexicum  docte  adeo  et  facunde  conscripsit,  ut  non 
dicere,  sed  rem  ob  oculos  possuisse  videatur.  Quas 
tu  omnia,  quoniam  sat  scio  expertus,  majora  esse 
longe  quam  dixerim  comperies,  verbum  non  am- 
plius  addam.  Illud  tamen  omissum  nolo,  laboribus 
ut  alienis  fruaris,  non  invideas,  et  conatus  nostros, 
qui  semper  in  rem  tuam  inclinant,  ne  unquam  con- 
temnas.   Bene  vale. 


i 


ktlA  Ctií.  ftlA  t'^  ctiA  CtiA  i^  <ÍiA  4Íi;k  ítlA  ttlA  tTiA  ftiA  <tlA  C^  ct>>  ftiA  CTlA  ctlA 


KL   IMPRESOR 


JUAN   PABLOS,   DE   BRESCIA, 

AL    LECTOR. 

Cuando,  fundada  ya  en  México  la  Universidad, 
bajo  los  auspicios  y  á  expensas  del  Emperador,  nada 
deseaba  yo  tanto,  lector  amigo,  como  que  saliese  de 
nuestra  oficina  tipográfica  algo  que  por  ser  de  pro- 
vecho para  las  buenas  letras,  que  cada  día  florecen 
con  tan  grandes  aumentos,  fuese  también  útilá  los 
escolares,  se  cumplió  con  exceso  mi  deseo.  Porque 
Cervantes  Salazar,  persona  de  rara  elocuencia,  y  do- 
tada de  tal  habilidad  para  improvisar,  que  es  teme- 
ridad creerlo  (dejando  aparte  sus  demás  prendas, 
que  no  pedirian  una  epístola  sino  un  libro),  no  solo 
nos  trajo  á  imprimir  un  Vives  con  comentarios  doc- 
tísimos y  muy  dignos  del  autor,  en  que  explica, 
aclara  y  resuelve  los  pasajes  difíciles  y  equívocos  en 
materia  intrincada  é  inculta,  sino  que  para  acercarse 
más  al  modelo,  y  siguiendo  el  mismo  plan,  añadió 
siete  Diálogos  en  que  trató  de  ciertos  juegos  que 
faltan  en  Vives,  y  deécribió  tan  erudita  y  copiosa- 
mente la  ciudad  de  México  y  sus  alrededores,  que 
no  parece  que  describe,  sino  que  pone  las  cosas  á  la 
vista.  Y  porque  estoy  cierto  por  experiencia,  de 
que  la  obra  es  mucho  mejor  de  lo  que  digo,  no 
quiero  añadir  una  palabra  más.  No  dejaré,  sin  em- 
bargo, de  decir  una  cosa,  y  es  que  para  gozar  de  los 
trabajos  ajenos,  no  has  de  verlos  de  mal  ojo,  y  que 
nunca  desprecies  nuestras  fatigas,  enderezadas  siem- 
pre á  tu  provecho.   Adiós. 

3S 


f 


Impositus  est  finis  huic  operi,  anno  ab  asserto  m 
libertem  genere  humano  millesimo  quingentésimo 
quinquagesimo  quarto.  Die  vero  sexta  mensis  No- 
vembris. 

Ex  commissione  Proregis  et  Archiepiscopi  Mexi- 
cani  probatum  est  opus  Doctori  Matheo  Sedeño 
Arevalo,  Decretorum  Interpreti,  et  Magistro  Al- 
fonso a  Vera  Cruce,  Theologias  primario  Modera- 
torij  Mexicij  anno,  mense  et  die  ut  supra. 


I 


f 


Acabóse  la  presente  obra  el  dia  seis  de  Noviem- 
bre del  año  de  la  Redención  humana  de  mil  quinien- 
tos cincuenta  y  cuatro. 

Por  comisión  del  Virey  y  del  Arzobispo  de  Mé- 
xico fué  aprobada  esta  obra  por  el  Dr.  Mateo  Se- 
deño Arévalo,  Catedrático  de  Decreto,  y  por  el 
Maestro  Fr.  Alonso  de  la  Veracruz,  Catedrático  de 
Prima  de  Teología.  —  En  México,  dicho  dia,  mes 
y  año. 


I 


J¿^^0-^--^^^— ^o^-^^l^-^ 


"^^-f^-KS^^^X^-^^-^"^^ 


Notas  al  Diálogo  Tercero. 


Nota  I,  pág.  261. 

Bien  famosas  son  las  cenas  del  romano  Lúculo,  y  es  sabido  que 
el  gasto  de  ellas  se  regulaba  conforme  al  aposento  ó  comedor  en 
que  se  servían.  La  sala  de  Apolo  era  la  que  requería  mayor  sun- 
tuosidad en  la  cena;  y  á  este  propósito  refiere  Plutarco  en  la  FiJ¿2 
de  Lúculo  y  la  siguiente  anécdota: 

((Viéndole  un  dia  desocupado  en  la  plaza,  se  le  llegaron  Cice- 
«ron  y  Pompeyo:  aquel  era  uno  de  sus  mayores  y  más  íntimos 
(( amigos ;  y  aunque  con  Pompeyo  había  tenido  alguna  desazón  con 
«motivo  del  mando  del  ejército,  solían,  sin  embargo,  hablarse  y 
«tratarse  con  afabilidad.  Saludándole,  pues.  Cicerón,  le  preguntó: 
«;sí  podían  tener  un  rato  de  conversación?  y  contestándole  que 
«sí,  con  instancias  para  ello;  pues  nosotros,  le  dijo,  queremos  ce- 
«nar  hoy  en  tu  compañía,  nada  mas  que  con  lo  que  tengas  dis- 
«puesto.  Procuró  Lúculo  excusarse,  rogándoles  que  fuese  en  otro 
«día:  pero  le  dijeron  que  no  venían  en  ello,  ni  le  permitirían  ha- 
«blar  á  ninguno  de  sus  criados,  para  que  no  diera  la  orden  de  que 
«se  hiciera  mayor  prevención;  y  solo  á  su  ruego  condescendieron 
«con  que  dijese  en  su  presencia  á  uno  de  aquellos:  hoy  se  ha  de 
«cenar  en  Apolo,  que  era  el  nombre  de  uno  de  los  más  ricos  sa- 
« Iones  de  la  casa  :  en  lo  que  no  echaron  de  ver  que  los  chasqueaba; 
«porque,  según  parece,  cada  cenador  tenía  arreglado  su  particular 
«gasto  en  manjares,  en  música  y  en  todas  las  demás  prevenciones, 
«y  así  con  solo  oír  los  criados  donde  quería  cenar,  sabían  ya  qué 


NOTAS   AL    UIALÜGO   TERCCRÜ.  30I 

«era  lo  que  hablan  de  prevenir;  y  con  qué  orden  y  apáralo  se 
«habla  de  disponer  la  cena;  y  en  Apolo  la  tasa  del  gasto  era  cin- 
«  cuenta  mil  dracmas.  Concluida  la  cena,  se  quedó  pasmado  Pom- 
«peyo  de  que  en  tan  breve  tiempo  se  hubiera  podido  disponer  un 
«banquete  tan  costoso.»  (l) 

Según  Letronne  (2)  la  dracma  ática  valia  92  céntimos  de  fran- 
co, de  manera  que  el  gasto  de  las  cincuenta  mil  era  igual  á  cua- 
renta y  seis  mil  francos,  ó  sea  unos  nueve  mil  pesos  de  nuestra 
moneda.  Otros  autores  asignan  un  valor  algo  mayor  á  la  drac- 
ma ática.  Por  lo  demás,  las  cenas  de  los  romanos  eran  más  bien 
comidas,  pues  comenzaban  ordinariamente  antes  de  las  cuatro  de 
la  tarde.  (3) 

Nota  2,  pág.  261.' 

Según  se  expresa  Zamora,  los  convites  eran  todavía  más  sun- 
tuosos en  los  años  inmediatos  á  la  conquista,  lo  cual  parece  ex- 
traño, porque  los  españoles  no  habían  de  usar  para  tales  fiestas 
los  alimentos  propios  del  pais,  y  los  que  se  traían  de  España,  co- 
mo el  vino,  debían  ser  entonces  más  escasos  y  caros.  Tal  vez  la 
licencia  y  prodigalidad  propias  de  la  gente  de  guerra,  hacían  que 
no  se  reparase  en  el  gasto;  pero  después,  los  vecinos  ya  estable- 
cidos y  que  trataban  de  hacer  caudal,  vivían  con  más  economía. 

Nota  3,  pág.  261. 

Los  sibaritas,  habitantes  de  Sybaris,  ciudad  situada  en  el  golfo 
de  Tarento,  cerca  del  rio  Gratis  (hoy  Crati),  y  de  la  cual  solo 
queda  la  memoria,  fueron  famosos  en  la  antigüedad  por  su  lujo  y 
afeminación,  así  como  por  su  refinamiento  en  las  comidas.  Su 
nombre  ha  venido  á  ser  un  apodo  injurioso.  «Tratar  de  frugalí- 
«dad  entre  los  sibaritas,  no  seria  bien  admitido,))  dice  Quintilia- 
no.  (4)  El  tipo  de  esos  afeminados  es  Mindíridas,  quien  viendo 
á  un  hombre  que  al  cavar  la  tierra  levantaba  demasiado  el  azadón, 
le  mandó  suspender  el  trabajo,  porque  la  sola  vista  de  él  le  cau- 
saba fatiga.  El  mismo  solía  quejarse  de  tener  el  cuerpo  acardena- 
lado por  haberse  acostado  sobre  hojas  de  rosa  dobladas.  (5) 

A  las  cenas  siracusanas  alude  Cicerón,  diciendo  :  «  Encuéntrese 


1  Traducción  de  Ranz  Romanillos,  tom.  III,  pág,  1S2. 

2  Kclaircisscmenis  historiqíics  faisant  sititc  aiix  QLuvrcs  de  KoUiu^ 
tom.  XXX,  pág,  20. 

3  Dezobry,  Rome  ati  Siécie  d^Augtisie,  tom.  I,  pág.  335. 

4  ^^Frugalitas  apiid Syharitas,forsitan  odioforef.))  Lib.  III,  cap.  7. 

5  Séneca,  De  Ira,  lil).  IT,  cap.  25. 


302  NOTAS 

«en  buena  hora  igual  deleite  en  comer  aquel  mastuerzo  de  que, 
«según  dice  Xenofonte,  acostumbraban  alimentarse  los  persas, 
«que  en  las  mesas  siracusanas,  censuradas  por  Platón  con  tanta 
«vehemencia. »  (i) 

Nota  4j  pág.  261. 

«O  7ioctes  ccenaque  Deüm,))  Horat.,  Sat.  6,  lib.  II. 

Nota  5,  pág.  265. 

La  Fia  Apia,  llamada  así  por  haberla  comenzado  el  censor  Apio 
Claudio  312  años  antes  de  Jesucristo,  era  la  más  célebre  de  las 
grandes  calzadas  de  los  romanos.  Dábasele  también  el  nombre  de 
Regina  Viarum.  Comenzaba  en  la  puerta  Capena  é  iba  á  termi- 
nar á  Brindis,  distante  558  kilómetros.  A  ambos  lados  de  ella,  á 
la  salida  de  la  ciudad,  estaban  los  sepulcros  de  las  principales  fa- 
milias de  Roma.  En  la  Via  Apia  fué  donde  Milon  dio  muerte  al 
detestable  tribuno  Clodio,  y  por  eso  la  nombra  Cicerón  con  fre- 
cuencia en  la  defensa  que  hizo  de  aquel. 

Aquí  salían  ya  los  interlocutores  de  los  límites  de  la  traza  ó 
recinto  primitivo  de  la  antigua  ciudad,  que  por  este  rumbo  ter- 
minaba en  la  calle  de  Santa  Isabel.  Desde  allí  comenzaba  la  cal- 
zada conocida  con  el  nombre  de  Tacuba,  y  eran  muy  pocos  los 
edificios  que  había  á  ambos  lados,  si  es  que  había  alguno  á  la  iz- 
quierda. De  las  dos  iglesias  que  quedaban  á  la  derecha,  la  primera 
era  la  Santa  Veracruz,  muy  antigua,  pues  en  1526  ya  existia.  Fué 
erigida  en  parroquia  el  5  de  Diciembre  de  1568,  y  reedificada 
en  1730.  La  otra  era  la  de  San  Hipólito:  primeramente  fué  una 
ermita  levantada  en  el  lugar  donde  murió  mayor  número  de  espar 
ñoles  en  la  desastrosa  retirada  de  la  Noche  triste.  Atribuyese  ge- 
neralmente su  construcción  al  portero  del  cabildo  Juan  Garrido,  y 
aun  llevó  al  principio  su  nombre  :  pero  Bernal  Díaz  (2),  hablando 
de  ella  dice:  «una  iglesia  que  nosotros  hicimos.))  Probablemente 
Juan  Garrido  fué  el  promovedor  de  la  obra,  y  contribuyeron  á 
ella  los  demás  conquistadores.  Después  se  llamó  de  los  Mártires, 
aplicando  gratuitamente  ese  nombre  á  los  que  allí  perecieron, 
aunque,  como  dice  Betancurt,  «mal  les  vino  el  título  de  mártires 
«á  los  que  por  la  codicia  faltaron  al  valor,))  (3)  aludiendo  á  ha- 


1  (( Sit  voluptas  non  minor  in  nastiirtio  illo,  quo  vesci  Persas  esse  soli- 
v.tos  scribit  Xcnop/ioJt,  qtiam  in  Syracusanis  mensis  qucr  a  Platonc  gravi- 
uter  vitupcraiitur.n  De  Finibus,  lib.  II,  cap.  28. 

2  Cap.  155. 

3  Teatro,  Pte.  III,  tnxt.  i,  cap.  15,  n?  133. 


M,    DIAI-ÜC.Ü   'I'HRCliRO.  305 

ber  quedado  allí  los  que  se  carg^.ron  con  el  oro  que  Cortés  no 
pudo  llevar.  Al  último  tomo  aquella  iglesia  la  advocación  de  San 
Hipólito,  que  hasta  el  dia  conserva.  Junto  á  ella  fundó  en  1567 
el  V.  Bernardino  Alvarez  un  hospital,  que  hoy  es  casa  de  locos. 
Habiéndose  arruinado  la  ermita,  se  trasladó  el  culto  á  una  sala 
baja  del  hospital,  donde  estuvo  mucho  tiempo,  hasta  que  á  costa 
de  la  ciudad  se  fabricó  la  nueva  iglesia,  que  fué  dedicada  en  1739. 
Ni  la  manzana  de  casas  en  que  está  la  que  fué  iglesia  de  Santa 
Isabel,  ni  la  Alameda,  existían  en  tiempo  de  Cervantes.  Ese  ter- 
reno vacío  era  conocido  con  el  nombre  de  «tianguis  de  Juan  Ve- 
(ílazquez, ))  y  después  con  el  de  tianguis  ó  mercado  de  S.  Hipólito. 

Nota  6,  pág.  265. 

La  primera  disposición  para  solemnizar  la  fiesta  data  del  31  de 
Julio  de  1528.  En  cabildo  de  ese  dia  se  acordó  «que  las  fiestas 
«de  S.  Juan  é  Santiago  é  Santo  Plipólito,  é  Ntra.  Sra.  de  Agosto 
«se  solemnice  mucho,  é  que  corran  toros,  é  que  jueguen  cañas,  6 
«que  todos  cabalguen,  los  que  tovieren  bestias,  so  pena  de  diez 
«pesos  de  oro.»  A  14  de  Agosto  del  mismo  año  se  mandaron 
«librar  é  pagar  cuarenta  pesos  é  cinco  tomines  de  oro,  que  se  gas- 
«taron  en  el  pendón  y  en  la  colación  del  dia  de  S.  Hipólito,  en 
«esta  manera:  cinco  pesos  é  cuatro  tomines  á  Juan  Franco  de 
«cierto  tafetán  colorado:  á  Juan  de  la  Torre  seis  pesos  de  cierto 
«tafetán  blanco:  á  Pedro  Jiménez,  de  la  hechura  del  pendón  é 
«franjas,  é  hechura,  é  cordones  é  sirgo  (seda),  siete  pesos  é  cinco 
«tomines:  de  dos  arrobas  de  vino  á  Diego  de  Aguilar,  seis  pesos: 
«á  Alonso  Sánchez  de  una  arroba  de  confite,  doce  pesos  y  medio: 
«á  Martin  Sánchez,  tres  pesos  de  melones.»  Por  este  acuerdo  se 
viene  en  conocimiento  de  que  el  Pendón  que  se  sacaba  en  el  pa- 
seo, no  era  el  que  liabia  traído  Cortés,  como  generalmente  se  cree, 
sino  otro  nuevamente  hecho,  cuyos  colores  eran  rojo  y  blanco.  (9) 
Aquí  no  se  habla  todavía  del  paseo,  aunque  es  de  suponerse  que 
para  él  se  hizo  el  Pendón;  pero  al  año  siguiente  de   1529  se  fijó 


9  Parece  que  en  esto  de  los  colores  del  Pendón  no  había  determina- 
ción fija.  En  el  acta  de  18  de  Junio  de  1540  se  lee  lo  que  sigue;  «Este 
«dia  acordaron  que  se  haga  un  Pendón  para  esta  cibdad,  que  sea  de  da- 
« masco  verde  ó  colorado  con  sus  armas  de  la  cibdad,  porque  el  Pendón 
«que  tiene  al  presente,  de  leonado  é  pardo,  se  hizo  porque  no  se  hallaron 
«otros  colores,  é  mandaron  que  se  venda  el  dicho  Pendón  viejo,  ó  se 
«aproveche  lo  mejor  que  se  pueda,  y  lo  que  más  valiere  el  nuevo  que  se 
«oviere  de  hacer  se  pague  de  los  propios  de  esta  cibdad;  é  mandaron 
«  que  la  letra  de  la  orladura  del  Pendón  nuevo  sea :  Ávn  in  innititudine 
v.exercitiis  consistit  victoria,  sed  in  volúntate  Dei.n  La  leyenda  se  tomó, 
en  parte,  del  Primer  libro  de  los  Macabeos,  cap,  III,  v.  19. 


^04  NOTAS 

ya  el  orden  que  con  corta  diferencia  se  siguió  observando  en  lo 
sucesivo.  He  aquí  lo  que  se  dispuso  en  el  cabildo  de  1 1  de  Agos- 
to: «Los  dichos  señores  ordenaron  y  mandaron  que  de  aquí  ade- 
«lante  todos  los  años,  por  honra  de  la  fiesta  de  Señor  Santo  Hi- 
«pólito,  en  cuyo  dia  se  ganó  esta  ciudad,  se  corran  siete  toros,  é 
«que  dellos  se  maten  dos,  y  se  den  por  amor  de  Dios  á  los  mo- 
«nasterios  é  hospitales,  y  que  la  víspera  de  la  dicha  fiesta  se  saque 
«el  Pendón  de  esta  ciudad  de  la  Casa  del  Cabildo,  y  que  se  lleve 
«con  toda  la  gente  que  pudiere  ir  á  caballo  acompañándole  hasta 
«la.  iglesia  de  S.  Hipólito,  y  allí  se  digan  sus  vísperas  solemnes, 
«y  se  torne  á  traer  dicho  Pendón  á  la  dicha  Casa  del  Cabildo,  é 
«otro  dia  se  torne  á  llevar  el  dicho  Pendón  en  procesión  á  pié 
«hasta  la  dicha  Iglesia  de  S.  Hipólito,  é  llegada  allí  toda  la  gente 
«y  dicha  su  misa  mayor,  se  torne  á  traer  el  dicho  Pendón  á  la 
«Casa  del  Cabildo,  á  caballo,  en  la  cual  dicha  Casa  del  Cabildo 
«esté  guardado  el  dicho  Pendón,  é  no  salga  de  él;  é  en  cada  ün 
«año  elija  é  nombre  el  dicho  cabildo  una  persona,  cual  le  pare- 
«ciere,  para  que  saque  el  dicho  Pendón,  asi  para  el  dicho  dia  de 
«S.  Hipólito,  como  para  otra  cosa  que  se  ofreciere.»  (i)  Y  el 
dia  27  del  mismo  mes  se  mandaron  «librar  é  pagar  á  los  trom- 
« petas  doce  pesos  de  oro,  por  lo  que  tañeron  é  trabajaron  el  dia 
«de  Santo  Hipólito.))  Este  año,  tal  vez  por  estreno,  fueron  lar- 
gamente recompensados  los  trompetas;  pero  lo  desquitaron  al  si- 
guiente, porque  en  cabildo  de  28  de  Agosto  de  1530  se  acordó 
«que  no  se  les  diese  cosa  ninguna.)) 

Esta  ceremonia  del  Paseo  del  Pendón  se  verificaba  también  en 
otras  ciudades  de  las  Indias,  y  señaladamente  en  Lima  el  dia  de 
la  Epifanía.  El  orden  que  debia  guardarse  en  el  paseo  fué  materia 
de  varias  disposiciones  de  la  Corte,  con  las  cuales  se  formó  una  de 
las  leyes  de  Indias.  (2)  Veamos  cómo  se  practicaba  en  México, 
según  refiere  un  antiguo  libro:  (3)  «Tiene  ya  esta  fiesta  tan  gran 
«descaecimiento  (1651)  como  otras  muchas  cosas  insignes  que  ha- 
«bia  en  México,  y  aunque  uno  ú  otro  año,  por  la  diligencia  y 
«industria  del  regidor  que  saca  el  estandarte  real,  se  adelante  mu- 
«cho,  en  ninguna  manera  puede  llegar  á  lo  que  fué  antiguamente, 
«aunque  se  pudieran  nombrar  algunos  regidores  que  en  esta  era 
«han  gastado  más  de  veintidós  ??iil  pesos  en  adelantar  y  celebrar 


1  Libros  !?_;'  2?  de  Cabildo. 

2  Es  la  56  del  tít.  XV,  lib.  III. 

3  Lib7'o  PrimcTo  (segundo,  tercero  y  cuarlo)  del  Próximo  Evangélico 

cxe7nplificado  en  la  Vida  del  V.  Bernardino  Alvarez Comp7testo  por 

D.  Juan  Diaz  de  Arce.  (México,  1 65 1,  en  4?)  lib.  I,  cap.  40, —  La  reim- 
presión hecha  en  1762  está  abreviada.  Entre  lo  suprimido  se  cuenta  lo 
relativo  al  Pendón. 


AL   DIALOGO   TERCERO.  305 

(cpor  su  parte  esta  festividad.  Mas  para  que  se  crea  lo  que  fue 
«cuando  se  vea  lo  que  es  al  presente,  será  bien  traer  á  la  memoria 
«algo  de  la  descripción  que  á  lo  retórico  hizo  el  P.  Fr.  Diego  de 
«Valadés  en  la  parte  IV,  capítulo  23  de  su  Retórica  Cristiana^ 
«que  vio  en  México  lo  que  algunos  años  después  escribió  en  Ro- 
«ma  en  latin,  año  de  1578.  (1)  Dice  lo  siguiente:  En  el  año  de 
«nuestra  Redención  humana  de  1521,  el  mismo  dia  de  S.  Hipó- 
«lito,  13  de  Agosto,  fué  rendida  la  ciudad  de  México,  y  en  me- 
«moria  de  esta  hazaña  feliz  y  grande  victoria,  los  ciudadanos  ce- 
«lebran  fiesta  y  rogativa  aniversaria  en  la  cual  llevan  el  pendón 
«con  que  se  ganó  la  ciudad.  (2)  Sale  esta  procesión  de  la  Casa 
«del  Cabildo  hasta  un  lucido  templo  que  está  fuera  de  los  muros 
«de  la  ciudad  de  México,  cerca  de  las  huertas,  edificado  en  honra 
«del  dicho  santo,  adonde  se  está  agora  edificando  un  hospital. 
«En  aquel  dia  son  tantos  los  espectáculos  festivos  y  los  juegos,  que 
«no  hay  cosa  que  allí  llegue  {id  nihil  suprd):  juéganse  toros,  ca- 
«ñas,  alcancías,  en  que  hacen  entradas  y  escaramuzas  todos  los 
«nobles  mexicanos:  sacan  sus  libreas  y  vestidos,  que  en  riqueza  y 
«gala  son  de  todo  el  mundo  preciosísimos,  así  en  cuantoson  adornos 
«de  hombres  y  mujeres,  como  en  cuanto  doseles  y  toda  diferen- 
«  cía  de  colgaduras  y  alfombras  con  que  se  adornan  las  casas  y  calles. 
«Cuanto  á  lo  primero,  le  cabe  á  uno  de  los  regidores  cada  año 
«  sacar  el  Pendón  en  nombre  del  regimiento  y  ciudad,  á  cuyo  cargo 
«está  el  disponer  las  cosas.  Este  alférez  real  va  en  medio  del  vi- 
«  rey,  que  lleva  la  diestra,  y  del  presidente,  que  va  á  la  mano  si- 
«niestra.  Van  por  su  orden  los  oidores,  regidores  y  alguaciles,  y 
«casi  todos  los  nobles  y  hombres  buenos.  Va  el  alférez  armado 
«de  punta  en  blanco,  y  su  caballo  á  guisa  de  guerra,  con  armas 
«resplandecientes.  Todo  este  acompañamiento  de  caballería,  os- 
« tentando  lo  primoroso  de  sus  riquezas  y  galas  costosísimas,  llega 
«á  S.  Hipólito,  donde  el  arzobispo  y  su  cabildo  con  preciosos  or- 
«namentos  empieza  las  vísperas  y  las  prosiguen  los  cantores  en 
«canto  de  órgano,  con  trompetas,  chirimías,  sacabuches  y  todo 
«género  de  instrumentos  de  música.  Acabadas,  se  vuelve,  en  la 
«forma  que  vino,  el  acompañamiento  á  la  ciudad,  y  dejado  el  vi- 
«rey  en  su  palacio,  se  deja  el  Pendón  en  la  Casa  de  Cabildo.  Van 


1  El  libro  citado  es  este :  Rhctorica  Christiana  ad  concíonandi  et 
orandi  usiim  accoinodata,  iitrhisqiie  facidtatis  cxemplis  stio  loco  msertis, 
qucc  quidem  ex  Indortini  máxime  dep7'ompta  sicnt  Historiis,  taide  pi'íxter 
doctrinam,  sianina  qtioqiie  dclcctatio  co7iiparabiíur.  En  4?,  con  muchas 
láminas.  Impreso  primero  en  Perusia,  1579,  luego  luego  allí  mismo,  1583, 
y  por  tercera  vez  en  Roma,  1587.  En  el  pasaje  citado  por  el  Dr.  Arce 
conservo  su  traducción,  aunque  no  es  siempre  clara  ni  absolutamente  fiel. 

2  Ya  hemos  visto  que  no  era  este. 

39 


306  NOTAS 

«á  dejar  el  alférez  á  su  casa,  en  la  cual  los  del  acompañamiento 
«son  abundante  y  exquisitamente  servidos  de  conservas,  colacio- 
«nes,  y  de  los  exquisitos  regalos  de  la  tierra,  abundantísima  de 
«comidas  y  bebidas,  cada  uno  á  su  voluntad.  El  dia  siguiente,  con 
«el  orden  de  la  víspera,  vuelve  el  acompañamiento  y  caballería  á 
«la  dicha  iglesia,  donde  el  arzobispo  mexicano  celebra  de  ponti- 
«fical  la  misa.  Allí  se  predica  el  sermón  y  oración  laudatoria  con 
«que  se  exhorta  al  pueblo  cristiano  á  dar  gracias  á  Dios,  pues  en 
«aquel  lugar  donde  murieron  mil  españoles,  ubi  millia  virorum 
i{decubuere,  donde  fué  tanta  sangre  derramada,  allí  quiso  dar  la 
«victoria.  Vuelve  el  Pendón  y  caballería,  como  la  víspera  ante- 
«cedente.  Y  en  casa  del  alférez  se  quedan  á  comer  los  caballeros 
«que  quieren.  Y  todo  el  dia  se  festeja  con  banquetes,  toros  y 
«otros  entretenimientos.  Hasta  aquí  Valadés. 

«En  la  víspera  y  dia  de  S.  Hipólito  se  adornaban  las  plazas  y 
«calles  desde  el  palacio  hasta  S.  Hipólito,  por  la  calle  de  Tacuba 
«para  la  ida,  y  por  las  calles  de  San  Francisco  para  la  vuelta,  de 
«arcos  triunfales  de  ramos  y  flores,  muchos  sencillos  y  muchos 
«con  tablados  y  capiteles  con  altares  y  imágenes,  capillas  de  can- 
«tores  y  ministriles.  Sacábanse  alas  ventanas  las  más  vistosas,  ri- 
«cas  y  majestuosas  colgaduras,  asomándose  á  ellas  las  nobles  ma- 
«tronas,  rica  y  exquisitamente  aderezadas.  Para  el  paseo,  la  no- 
«bleza  y  caballería  sacaba  hermosísimos  caballos,  bien  impuestos 
«y  costosísimamente  enjaezados:  entre  los  más  lozanos  (que  en- 
«tonces  no  por  centenares,  sí  por  millares  de  pesos  se  apreciaban) 
«salían  otros  no  menos  vistos,  aunque  por  lo  acecinado  pudieran 
«ser  osamenta  y  desecho  de  las  aves,  aunque  se  sustentaban  á 
«fuerza  de  industria  contra  naturaleza,  que  comían  de  la  real  caja 
«sueldos  reales  por  conquistadores,  cuyos  dueños,  por  salir  aquel 
«dia  aventajados  (por  retener  el  uso  del  Pendón  antiguo)  sacaban 
«también  sus  armas,  tanto  más  reverendas  por  viejas  y  abolladas, 
«que  pudieran  ser  por  nuevas,  bien  forjadas  y  resplandecientes. 
«Ostentaban  multitud  de  lacayos,  galas  y  libreas.  Clarines,  chiri- 
«mias  y  trompetas  endulzaban  el  aire.  El  repique  de  todas  las 
«campanas  de  las  iglesias,  que  seguían  las  de  la  Catedral,  hacían 
«regocijo  y  concertada  armonía.)) 

Como  esa  solemnidad  se  verificaba  en  lo  más  fuerte  de  la  esta- 
ción de  las  lluvias,  sucedía  á  veces  que  la  comitiva,  sorprendida 
por  el  agua,  se  refugiaba  en  los  primeros  zaguanes  que  encontraba 
abiertos,  hasta  que  pasada  la  tormenta,  continuaba  su  camino.  Sa- 
bido por  el  rey,  despachó  una  cédula  en  términos  muy  apremian- 
tes, prohibiendo  que  tal  cosa  se  hiciera,  sino  que  á  pesar  de  la 
lluvia  continuase  adelante  la  procesión,  y  así  se  cumplió. 

Por  ser  muy  grandes  los  gastos  que  la  fiesta  ocasionaba  al  regi- 
dor encargado  de  llevar  el  Pendón,  la  ciudad  le  ayudaba  con  tres 


AL    DIÁLOGO   TERCERO.  307 

mil  pesos  de  sus  propios,  (i)  Andando  el  tiempo  decayó  tanto  el 
brillo  de  esa  conmemoración  anual  de  la  conquista,  que  en  1745 
el  virey,  por  orden  de  la  corte,  hubo  de  imponer  una  multa  de 
quinientos  pesos  á  todo  caballero  que  siendo  convidado  dejase  de 
concurrir  sin  causa  justa.  La  ceremonia,  que  en  sus  principios  fué 
muy  lucida,  vino  después  á  ser  ridicula,  cuando  el  pasco  se  hacia 
ya  en  coches,  y  no  á  caballo,  y  el  Pendón  iba  asomando  por  una 
de  las  portezuelas  del  coche  del  virey.  Las  Cortes  de  España  la 
abolieron  por  decreto  de  7  de  Enero  de  181  2,  y  la  fiesta  de  San 
Hipólito  se  redujo  á  que  el  virey,  audiencia  y  autoridades  asistie- 
ran á  la  iglesia,  como  en  cualquiera  otra  función  ordinaria.  (2) 
Inútil  es  decir  que  hasta  esto  cesó  con  la  independe/icia. 

Nota  7,  pág.  267. 

Las  ^2L\dhr&s  potreadero  y  potrear  usaáíis  ya  en  México  en  tiempo 
de  Cervantes  Salazar,  no  han  pasado  todavía  á  España,  ni  hallado 
cabida  en  el  Diccionario  de  la  Academia.  Potrear  se  usa  hoy  en 
México,  no  solo  en  el  sentido  recto,  sino  también  en  el  figurado  de 
«fatigar  y  aburrir  á  alguno  con  repetidas  dilaciones  y  dificultades.» 

Nota  8,  pág.  267. 

El  original  dice  assesoribus  domantury  lo  cual  me  ha  parecido 
error  evidente  por  a  sessoribus  domantur,  y  así  he  corregido. 

Nota  9,  pág.  267. 

HoRAT.,  Epist.  15,  lib.  L 

Nota  10,  pág.  267. 

Los  dos  caminos  que  aquí  se  apartaban  son  la  calzada  cede  la 
«Verónica,»  que  va  á  Chapultepec,  siguiendo  la  dirección  del 
acueducto,  y  la  de  S.  Antonio  de  las  Huertas  que  continúa  en 
línea  casi  recta  hasta  Tacuba.  Se  hallaban,  pues,  los  interlocuto- 
res, en  la  esquina  de  «la  Tlaxpana.»  La  gran  casa  de  Cortés  es- 
taba sin  duda  donde  ahora  el  «  cementerio  de  los  ingleses,  n  Cuándo 
desapareció,  no  lo  sé.  De  estos  terrenos  se  hizo  merced  á  Cortés 
por  cédula  dada  en  Barcelona  á  6  (23  ó  27)  de  Julio  de  1 529.  (3) 
El  rancho  «de  Tepetates»  cuyos  terrenos  llegaban  á  las  calzadas 


1  De  muy  antiguo  venia  dar  una  ayuda  de  costa  al  regidor.  En  28 
de  Julio  de  1533  se  mandaron  dar  veinticinco  pesos  de  oro  de  minas  á 
Bernardino  Vázquez  de  Tapia  para  ayuda  de  gastos  de  sacar  el  Pendón. 

2  Alaman,  Historia  de  México,  tom.  III,  pág.  266. 

3  Colcccio7i  de  Documentos  para  la  Ilist.  de  México,  tom.  II,  pág.  28, 


308  NOTAS 

de  la  Verónica  y  S.  Antonio  de  las  Huertas  perteneció  hasta  es- 
tos últimos  tiempos  á  sus  descendientes;  mas  no  he  podido  cer- 
ciorarme de  si  comprendian  la  parte  ocupada  por  el  cementerio. 

Nota  1I5  pág.  269. 

La  calzada  que  «corre  para  Cuyoacan»  será  tal  vez  el  camino 
que  de  Chapultepec  va  para  aquel  punto,  pasando  por  Tacubaya. 
En  los  Libros  de  Cabildo  se  menciona  con  frecuencia  la  calzada 
de  Chapultepec  á  Cuyoacan. 

Nota  12,  pág.  269. 

Antes  de  la  conquista,  los  manantiales  de  Chapultepec  surtian 
de  agua  potable  á  la  ciudad  de  México.  «Por  la  una  calzada  que 
«á  esta  gran  ciudad  entran,  vienen  dos  caños  de  argamasa,  tan  an- 
ee chos  como  dos  pasos  cada  uno,  y  tan  altos  casi  como  un  estado, 
«y  por  el  uño  de  ellos  viene  un  golpe  de  agua  dulce  muy  buena, 
«del  gordor  de  un  cuerpo  de  hombre,  que  va  á  dar  al  cuerpo  de 
«la  ciudad,  de  que  se  sirven  y  beben  todos.  El  otro  que  va  vacío 
«es  para  cuando  quieren  limpiar  el  otro  caño,  porque  echan  por 
«allí  el  agua  en  tanto  que  se  limpia;  y  porque  el  agua  ha  de  pasar 
«por  las  puentes,  á  causa  de  las  quebradas  por  do  atraviesa  el  agua 
«salada,  echan  la  dulce  por  unas  canales  tan  gruesas  como  un  buey, 
«que  son  de  la  longura  de  las  dichas  puentes,  y  así  se  sirve  toda 
«la  ciudad.  »  (i)  Este  acueducto  habia  sido  reedificado  por  Moc- 
tezuma II  (2),  y  parece  que  traia  el  mismo  camino  que  los  arcos 
de  S.  Cosme.  Luego  que  Cortés  puso  cerco  á  México  trató  ante 
todo  de  quitar  el  agua  á  los  sitiados,  como  lo  verificó,  á  costa  de- 
una  reñida  escaramuza,  de  suerte  que  no  volvió  á  entrar  el  agua  á 
la  ciudad  hasta  que  fué  ganada  por  los  españoles.  Entonces  Cor- 
tés dio  orden  de  que  los  indios  volvieran  á  poner  en  corriente  el 
acueducto  que  se  les  habia  cortado.  (3) 

Sea  que  los  caños  de  los  indios  hubiesen  quedado  muy  maltra- 
tados con  la  destrucción  casi  general  que  se  hizo  de  la  ciudad  para 
tomarla,  ó  que  los  españoles  no  los  considerasen  suficientes  para  su 
objeto,  el  caso  es  que  desde  los  principios  de  la  nueva  población 
se  trataba  ya  en  el  cabildo  de  las  obras  para  traer  el  agua  á  la 
ciudad.  Así  se  ve  en  el  acta  del  13  de  Enero  de  1525,  en  que  se 
dio  comisión  para  ello  al  Lie.  Zuazo  y  al  factor  Salazar.  En  16 
de  Junio  se  mandó  pagar  á  Rodrigo  de  Paz  el  importe  de  las  man- 


1  Cortés,  Carta  Segunda,  ?¿  32. 

2  Betancurt,  Teatro,  Pte.  Ü,  trat.  I,  cnp.  19,  n?  15 1. 

3  Bernal  Díaz,  caps.  150,  157. 


AL   DIÁLOGO  TERCERO.  3O9 

tas  y  maiz  que  habia  dado  á  ciertos  indios  de  ¡Vléxico  (cque  han 
«guardado  la  dicha  acequia  hasta  el  dia  que  se  comenzó  á  labrar 
«la  dicha  acequia,  é  Jejo  de  venir  el  agua  á  esta  cibdad.y)  De 
aquí  se  infiere  que  el  nuevo  caño  era  una  reposición  o  recons- 
trucción del  antiguo,  pues  de  ser  distinto,  no  habria  sido  necesaria 
esa  interrupción  del  agua.  Un  mes  después,  el  21  de  Julio,  pidió 
Jorge  de  Xexas  que  se  le  pagara  el  resto  de  la  cantidad  en  que 
habia  contratado  la  conducción  del  agua,  y  ademas  las  albricias 
que  se  le  habian  prometido  «haciendo  venir  el  agua,  como  habia 
«  venido,  w  El  resto  del  importe  de  la  obra  se  mandó  pagar,  y  que 
las  albricias  quedaran  «para  adelante.))  Diremos  de  paso  que  el 
famoso  acuerdo  para  cortar  los  árboles  de  la  fuente  de  Chapulte- 
pec  «porque  quitaban  el  sol,))  y  las  hojas  que  caian  en  el  agua  «la 
«tiñen  é  dañan,  á  cuya  cabsa  es  doliente  é  no  tan  sana  como  si 
«los  dichos  árboles  se  cortasen,))  lleva  la  fecha  de  28  de  Enero 
de  1527. 

Consta  por  varias  noticias,  que  este  primer  acueducto  de  los  es- 
pañoles que  solo  era  una  atarjea  baja,  venia  por  las  calzadas  de  la 
Verónica  y  S.  Cosme,  lo  mismo  que  la  arquería  actual.  Hasta 
la  esquina  de  la  Tlaxpana  estaba  descubierto,  y  desde  allí  á  la 
ciudad  tenia  una  bóveda  con  sus  lumbreras:  así  lo  dice  Cervantes. 
Parece  que  á  los  principios  no  pasaba  de  la  esquina  de  la  calle  de 
Sta.  Isabel,  donde  comenzaba  la  traza,  pues  el  6  de  Setiembre 
de  1527  se  sacaba  á  remate  «la  hechura  del  rollo,  é  fuente,  é  pi- 
«lar  que  se  ha  de  hacer  en  la  plaza  de  esta  dicha  cibdad,  é  la  tráe- 
te dura  del  agua  de  la  fuente  de  Chapultepec  á  la  dicha  plaza.))  La 
obra  aun  no  estaba  terminada  el  5  de  Febrero  de  1529. 

En  el  cabildo  de  14  de  Marzo  de  1530  se  habla  de  un  caño 
nuevo  «que  agora  se  hace,))  y  en  12  de  Agosto  se  dio  licencia  al 
monasterio  de  S.  Francisco  para  que  tomase  agua  del  caño  viejo 
«hasta  tanto  que  llega  el  caño  nuevo,))  y  en  2  de  Enero  del  año 
siguiente  se  repitió  la  merced,  casi  en  iguales  términos.  Confieso 
ignorar  cuál  era  ese  caño  nuevo,  asi  como  lo  que  significa  la  di- 
visión de  la  agua  en  tres  partes,  que  se  verificaba  en  la  esquina  de 
Sta.  Isabel,  según  dice  Cervantes. 

Hasta  aquí  solo  se  trata  del  agua  de  Chapultepec.  El  aumento 
de  la  ciudad  hizo  que  esa  agua  fuera  ya  insuficiente,  y  el  Marques 
de  Falces  (i  566-1  568)  intentó  traer  las  de  la  fuente  de  Acue- 
cuexcad,  inmediata  á  Cuyoacan;  pero  aunque  se  hicieron  gastos 
considerables,  no  pudo  llevarse  á  cabo  el  proyecto.  Su  sucesor 
D.  Martin  Enriquez  (i  568-1  580)  habia  ya  traído  en  I  576  la  de 
Sta.  Fe  (i),  no  sabemos  de  qué  m.anera.    La  arquería  que  hoy 


I     Saiiagun,  Ilist.  Gen.,  lili.  XI,  cap.  12,  \  2. 


3IO  NOTAS 

conocemos  fué  empezada  por  el  Marques  de  Montesclaros  (1603- 
1607),  y  concluida  por  el  de  Guadalcázar  en  1620.  Se  componía 
de  cerca  de  mil  arcos,  y  para  acabarla  se  gastaron  más  de  ciento 
cincuenta  mil  pesos.  Terminaba  primitivamente  en  la  esquina 
de  la  calle  de  Santa  Isabel;  pero  en  1851-52  fueron  derribados 
los  arcos  hasta  S.  Fernando,  y  en  1871  hasta  la  garita  de  S.  Cos- 
me, tratándose  ahora  de  continuar  la  demolición  hasta  la  Tlax- 
pana  ó  sea  al  principio  de  la  calzada  de  la  Verónica  (i).  La 
parte  derribada  ha  sido  sustituida  con  caños  subterráneos.  Esta 
arquería  es  doble:  por  la  parte  superior  corre  el  agua  de  Sta.  Fe, 
llamada  agua  delgada,  que  en  tiempo  de  lluvias  viene  muy  entur- 
biada:  por  la  atarjea  inferior  hpmos  visto  pasar  el  agua  gorda  de 
una  délas  fuentes  de  Chapultepec:  hace  muchos  años  que  dejó 
de  correr,  y  no  sabemos  qué  se  hizo. 

México  tiene  ademas  otro  acueducto:  el  que  trae  el  agua  gorda 
de  los  manantiales  de  Chapultepec,  limpia  en  todo  tiempo.  Co- 
mienza en  aquel  lugar,  recorre  la  calzada  de  Belén  y  termina  en 
la  fuente  del  Salto  del  Agua.  Consta  de  904  arcos,  menos  eleva- 
dos que  los  de  San  Cosme.  No  hemos  hallado  noticia  de  la  época 
de  su  construcción:  solo  consta  que  en  tiempo  de  Betancurt  (1690) 
ya  existia,  y  por  una  inscripción  puesta  cerca  de  la  fuente,  sabe- 
mos que  la  obra  de  la  arquería  y  caja  se  acabó  el  20  de  Marzo 
de  1779. 

El  que  desee  más  noticias  de  los  acueductos  de  México  las  ha- 
llará en  la  interesantísima  Memoria  para  la  Carta  Hidrográfica 
del  Valle  de  México  y  escrita  por  el  Sr.  D.  Manuel  Orozco  y  Berra, 
pág.  81  y  sig. 

Nota  13,  pág.  271. 

Esta  inscripción  no  existe,  y  sin  la  noticia  de  Cervantes,  hasta 
ignoraríamos  que  alguna  vez  existió.  Es  lamentable  nuestra  ne- 
gligencia en  conservar  unos  monumentos  históricos  de  tanta  im- 
portancia, y  no  solo  ha  habido  negligencia,  que  seria  hasta  cierto 
punto  perdonable,  como  simple  pecado  de  omisioriy  sino  empeño 
pueril  de  los  partidos  políticos  en  destruir  las  memorias  de  sus 


I  En  el  último  de  los  arcos  que  hoy  existen  se  lee  esta  inscripción, 
próxima  sin  duda  á  desaparecer : 

«Reynando  en  las  Españas  la  Catholica  Mag.  del  Rey  ntro.  Señor 
D.  Phelipe  V.  el  animoso  que  Dios  guarde.  Governando  esta  Nueba  Es- 
paña el  Exnio,  S.  Conde  de  Fuenclara.  siendo  Superintendente  Juez 
COservador  de  los  propios  de  la  Novilissima  Ciudad  de  México  el 
Sr.  D.  Domingo  Trespalacios  y  Escandon,  Cavall?  del  Ordé  de  Santiago, 
seredificaron  estos  setenta  y  siete  Arcos,  los  quarenta  y  dos  al  Oriéte  y 
los  treinta  y  sinco  al  Poniste.  Año  de  1745. 


AL   DIALOGO  TliRCERO.  3II 

adversarios.  ¡  Cómo  si  fuera  posible  borrar  la  liistoria!  En  el  mis- 
mo Chapultepec,  en  la  nueva  subida  al  cerro  por  el  lado  del  norte, 
hubo  una  inscripción  que  ha  sido  quitada,  y  que  por  eso  y  no  ca- 
recer de  mérito,  quiero  copiar  aquí: 

MAXIM1LL\NVS.  IMl*. 

FRACTO.    MONTE.    CLIVVM 

APERVIT.  MVNIVIT 

MDCCCLXIV. 

Por  la  misma  razón  de  haber  desaparecido,  copiaré  las  inscrip- 
ciones que  adornaban  el  pedestal  de  la  estatua  de  Morelos  en  la 
plazuela  de  Guardiola,  (hoy  en  la  de  S.  Juan  de  Dios),  arranca- 
das de  su  lugar  el  13  de  Julio  de  1867. 

ínclito,  dvci.  i.  m.  morelos 

aris.  erepto.  ad.  prcelia.  et.  trivmphos 

mortemqve.  pro.  patrlí:.  libértate 

maximilianvs.  imperator 

mdccclxv. 

2?- 

Al  íf.clito  Morelos 

Que  dejó  el  altar 

Para  combatir,  vencer  y  morir 

Por  la  libertad  de  su  patria 

Maximiliano  Emperador. 

Año  de  MDCCCLXV. 

3^ 

José  María  Morelos 

nació  en  Valladolid 

El  30  de  Setiembre  de  1765 

Murió  por  la  patria  en  Ecatepec 

á  22  de  Diciembre  de  181 5. 

4^ 

Maximiliano  Emperador 

á  Morelos 

En  el  centesimo  aniversario 

de  su  nacimiento. 

MDCCCLXV. 


312  NOTAS 

He  aquí  otra  inscripción  grabada  con  destino  á  la  Casa  de  Ma- 
ternidad, que  no  llegó  á  ser  colocada  en  su  lugar : 

MAXIM,  ET.  CAROL.  IMPERAT. 
MEXICANORVM.   VOTIS.   ADNVENTES 

Pío.  ERGA.  POPVLVM,  DESIDERIO 

HOC.     MATERNITATIS,     HGSPITn'M 

QVOD.    DEVS.    IN.    PERPETVVM.    FOVF.AT 

INSTRVXERVXT.    ANNO 

MDCCCLXVI. 

Nota  14,  pág.  271. 

Ya  comprenderá  el  lector,  que  este  Cervantes  Salazar  no  es  otro 
que  el  autor  de  estos  Diálogos,  que  gustaba  de  aprovechar  las  oca- 
siones de  recomendar  sus  servicios. 

Nota  15,  pág.  275. 

De  la  fuente  Cabura  hace  mención  Plinio.  (i)  k  IJnus  in  tota 
Vi  orbe  traditur  fons  aqu^e  jucunde  olentis  in  Mesopotamia,  Chabura, 
v.Fabul¿e  rationem  afferunt  quoniam  eo  Juno  per/usa  sit.  w  «  En  todo 
«el  mundo  se  dice  haber  una  fuente  de  agua  que  huele  agradable- 
(cmente,  y  está  en  Mesopotamia,  en  Cabura.  Traen  por  causa  de 
«esto  una  fábula,  y  es  porque  en  ella  se  bañó  Juno.» 

La  fuente  Aganipe,  situada  al  pié  del  monte  Helicón,  en  la  Beo- 
cia,  estaba  consagrada  á  las  Musas  é  inspiraba  á  los  poetas.  Aonie 
Aganippe,  dice  Virgilio  (2),  porque  la  Beocia  se  llamaba  también 
Aonia, 

La  Clitoria  estaba  cerca  de  Clitorium  ó  Clitor,  ciudad  de  la 
Arcadia  (3).  Ovidio  (4)  dice  de  ella: 

«  Clitorio  qtdcnmque  sitiin  de  fo7itc  Icvarii 
«  Vina  fiigit,  gandetqiie  vicris  abstemius  iindis.n 
«El  que  las  aguas  de  Clitoria  bebe, 
(( Huye  del  vino  y  busca  el  agua  pura, » 

porque  se  creía  que  las  de  esta  fuente  tenían  la  propiedad  de  ha- 
cer aborrecer  el  vino  á  los  que  las  bebían. 

De  la  fuente  Cifusa  no  tengo  noticia:  hallo  solo  la  Cefisía,  tam- 
bién en  la  Arcadia.    (5) 

1  Ilist.  Nat.,  lib.  XXXI,  cap.  22;  trad.  de  Huerta. 

2  Ecl.  X,  V.  12. 

3  T.  Livio,  lib.  XXXIX,  cap.  35. 

4  Metamoph.,  lib.  XV,  v.  322,  —  Plinio,  Hisi.  AT?/.,  lib.  XXXI, 
cap.  13. 

5  Plinto,  Hist.  Kaf.,  lib.  IV,  cap.  11. 


AL    DIALOGO  TLRCI'RO.  3I3 

Nota  16,  pág.  275. 

n^:iJi¡m  statcra  judicant  de  salubritate  (^aquarum,)  fnistnintc 
ixdiligcntiay  quando  perrarum  est  ut  levior  sit  aliqua.))  «Algunos 
«juzgan  de  su  salubridad  pesándolas  con  peso,  siendo  diligencia 
«impertinente  y  sin  provecho,  porque  es  cosa  muy  rara  que  haya 
«alguna  más  liviana  que  otra.»  (i) 

Nota  17,  pág.  277. 

jEdicuIíi  significa  igualmente  casita  y  capilla.  Se  toma  aquí  en 
la  segunda  acepción,  por  constar  que  en  la  cumbre  del  cerro  ha- 
bia  una  ermita,  según  se  dijo  en  la  Introducción  á  este  Diálogo. 

,  Nota  18,  pág.  279. 

A  juzgar  por  las  noticias  que  da  Cervantes  de  la  forma  y  uso 
de  estos  promontorios  artificiales,  más  altos  que  el  cerro  de  Cha- 
pultepec,  no  habla  solamente  de  las  pirámides  de  Teotihuacan  y 
Cholula,  sino  de  los  templos  ó  ieocalUs  de  los  mexicanos  en  gene- 
ral. Averiguar  el  número  de  víctimas  humanas  que  los  mexicanos 
sacrificaban  anualmente  á  sus  dioses,  ha  sido  objeto  de  grandes 
discusiones,  y  continuará  siéndolo,  porque  no  hay  datos  seguros 
en  que  fijarse.  Pero  basta  con  saber  que  las  fiestas  eran  muy  fre- 
cuentes, y  que  no  habia  fiesta  sin  sacrificio  humano,  amen  de  las 
matanzas  extraordinarias  en  las  grandes  ocasiones,  como  la  dedi- 
cación del  templo  mayor  de  México.  Los  panegiristas  de  la  ci- 
vilización de  los  aztecas  no  pueden  hacer  más  que  rebajar  algunos 
millares;  pero  por  más  que  quiten,  aun  resta  sobrado  para  confe- 
sar que  los  males  de  la  conquista  quedaron  largamente  compen- 
sados con  la  supresión  de  aquella  bárbara  costumbre.  La  facilidad 
con  que  los  mexicanos  se  sometieron  á  la  dominación  española, 
una  vez  tomada  la  capital,  y  la  prontitud  con  que  abrazaron  la 
nueva  religión  que  se  les  predicaba,  pueden  explicarse,  en  mucha 
parte,  por  el  alivio  que  sentían  al  verse  libres  de  aquella  horrible 
contribución  de  sangre  que  pesaba  exclusivamente  sobre  el  pueblo. 

Nota  19,  pág.  279. 

Microcosmos,  mundo  en  pequeño,  de  ¡uKpu-,  pequeño,  y  kóú/w-, 
mundo.  Este  nombre  dieron  muchos  médicos  y  filósofos  antiguos 
al  hombre,  considerándole  como  un  compendio  del  universo. 
Parece  que  Aristóteles  fué  el  primero  que  empleó  este  término. 

I     Id.,  i¿>.,  lib.  XXXT,  cap.  23,  Irad.  de  Huerta. 

40 


3H 


NOTAS 


Nota  20,  pág.  281. 


Las  grandes  ciudades  que  menciona  Cervantes,  son  hoy  pueblos 
miserables,  excepto  Tetzcoco,  que  si  bien  no  conserva  ni  sombra 
de  su  pasada  grandeza,  mantiene  algún  comercio,  y  cuenta  con 
mayor  vecindario. 

Nota  21,  pág.  283. 

Estos  Peñoles  son  dos  cerros  aislados  y  bien  distantes  entre  sí. 
Hállase  el  uno  cerca  de  la  garita  de  S.  Lázaro,  y  se  llama  el  Pe- 
ñol de  ¡os  Baños  (en  mexicano  Acopilcó),  á  causa  de  sus  fuentes 
termales,  de  que  hacen  mucho  uso  los  vecinos  de  México.  El 
otro,  en  el  camino  de  Puebla  y  Veracruz,  á  unas  tres  leguas  de  la 
capital,  es  conocido  con  el  nombre  de  El  Peñol  del  Marques^  y 
más  comunmente  por  El  Peñón,  á  secas.  De  este  peñol  y  de  otro 
situado  en  una  isleta  del  lago  de  Chalco,  se  hizo  merced  á  Cortés 
por  cédula  dada  en  Barcelona  á  ó  de  Julio  de  1529.  (l)  Allí  se 
expresa  que  se  llamaban  Tepetpules  (Tepepulco)  y  Xico,  y  que 
habia  en  ellos  «caza  de  venados  y  conejos,  y  otras  cosas  de  re- 
« creación,»  lo  cual  confirma  Cervantes,  á  lo  menos  respecto  al 
Peñol  del  Marques,  agregando  que  habia  en  él  un  magnífico  pa- 
lacio de  Cortés.  La  caza  ha  quedado  reducida  á  las  aves  acuáticas 
de  la  laguna  inmediata,  y  el  palacio  de  Cortés  está  sustituido  por 
un  miserable  mesón,  frente  al  cerro.  Lo  único  que  da  alguna  im- 
portancia á  aquel  triste  lugar,  casi. desierto,  son  las  canteras  de 
piedra  tetzontliy  excelente  para  edificar. 

Nota  22,  pág.  285. 

De  lo  que  precede  y  sigue,  se  deduce  que  este  interlocutor  no 
es  Zuazo  sino  Zamora.  Este,  y  no  el  otro,  es  el  que  venia  ha- 
blando, y  el  que  continúa  respondiendo  á  las  preguntas  de  Alfaro. 
Al  concluir  dice:  «Zuazo,  que  hasta  ahora  ha  callado»  &c.,  lo 
cual  no  diria  si  este  hubiera  hecho  la  larga  descripción  de  la 
Nueva  España,  que  precede. 

Nota  23,  pág.  285. 

Son  escasísimas  las  noticias  que  nos  quedan  de  este  Duran  y 
de  su  obra.   La  más  antigua  que  hallamos,  después  de  la  de  Cer- 


I     Doc.  Inéd.  del  Archivo  de  Indias,  tom.  XTI,  pág.  38c. 


AL  DIALOGO   TERCHRÜ.  3  I  5 

vántcs,  es  la  de  Lcon  Pinclo.  (i)  D.  Nicolás  Antonio  (2)  solo 
dice  de  él  lo  siguiente:  «loannotus  Di\'-an,  scripsisse  refcrtur: 
(i  Geografía  de  toda  la  Nueva  España.  Cum  XVI II  tabulis  Geo- 
«grapliicis,  MSS.  ad  hoc  tempus.»  Y  Barcia,  al  reimprimir  el 
Epítome  de  León  Pinelo,  copió  el  artículo  de  aquel,  añadiendo:  (3) 
«Refiérele  Cervantes  en  su  Chronica  de  las  Indias^  cap.  i,  lib.  i. 
«D.  NícolÍ2s  Antonio  en  su  Biblioteca  Española.y>  En  ninguna  otra 
parte  he  hallado  noticia  de  ese  geógrafo,  pues  no  cuento  por  tal 
la  de  Beristain,  quien  le  llama  el  «primer  geógrafo  de  México.» 
Su  obra  parece  haber  sido  escrita  en  México,  donde  la  veria  Cer- 
vantes, y  por  otro  pasaje  de  este  mismo  Diálogo^  se  sabe  que  se 
trataba  de  publicarla,  lo  cual  no  tuvo  efecto.  Juzgo  que  ni  An- 
tonio ni  Barcia  la  vieron,  y  que  las  noticias  que  dan  son  tomadas 
de  la  Crónica  de  nuestro  Cervantes. 

Nota  24,  pág.  285. 

Acaso  fuera  mejor  traducir:  «Una  parte  de  Ja  gran  monarquía 
«española.» 

Nota  25,  pág.  285. 

Al  hacer  el  autor  esta  descripción  de  la  Nueva  España,  tendría 
acaso  á  la  vista  los  mapas  del  geógrafo  Duran,  á  cuya  obra  acaba 
de  referirse.  Parece  que  quiso  marcar  la  extensión  de  la  Nueva 
España  por  una  y  otra  costa.  Señala  primero  en  la  de  poniente 
la  distancia  del  puerto  de  la  Navidad  (en  la  costa  de  Jalisco)  á 
Soconusco;  pero  no  adivino  por  qué  tomó  aquel  puerto  como 
punto  de  partida,  pues  en  la  fecha  de  la  impresión  de  estos  Diá- 
logosy  ya  las  expediciones  de  Ñuño  de  Guzman  y  sus  tenientes 
habían  dado  á  conocer  la  tierra  adelante.  Probablemente  copió  á 
su  geógrafo  Duran,  quien,  por  haber  escrito  antes,  no  alcanzó  ma- 
yores noticias.  Y  en  efecto,  pone  luego  Cervantes  en  Compostela 
los  límites  del  reino.  En  seguida  marca  la  extensión  por  la  costa 
oriental  «desde  el  norte  por  los  Zacatecas  hasta  el  rio  Cupilco» 
(uno  de  los  de  Tabasco).  La  expresión  a  Septentriones  puede 
significar  también  «por  la  parte  del  norte,»  siguiendo  las  deno- 
minaciones impropias  de  «Mar  del  Norte»  y  «Mar  del  Sur,» 
aunque  por  no  ser  Zacatecas  provincia  marítima,  parece  no  con- 


1  «Juanole  Duran  Gcoo-rafia  de  toda  la  Nueva  España,  con  diez  i 
ocho  tablas  Geográficas.  MS.,  fol.»  Por  el  índice  de  los  autores,  se  ve 
que  estaba  en  íatin.  —  Epitome  de  la  Bibl.  Oriental,  &c.,  Madrid,  1629, 
pág.  172. 

2  Bibl.  Ilisp.  Nova,  tom.  I,  pág.  800. 

3  Tom.  Til,  col.  1333. 


3l6  NOTAS 

venir  esta  interpretación.  Pero  debe  tenerse  presente  que  eran 
entonces  muy  vagas  las  noticias  que  se  tenian  de  los  pueblos  del 
norte,  y  bajo  la  denominación  de  uno  de  ellos  solian  compren- 
derse regiones  muy  extensas,  que  conforme  se  iban  conociendo 
mejor,  se  fueron  subdividiendo  y  señalando  con  diversos  nombres. 
Así,  por  ejemplo,  en  los  primeros  tiempos  siguientes  á  la  con- 
quista, se  daba  el  nombre  común  de  Chichimecos  á  los  muchos 
pueblos  ó  tribus  que  poblaban  de  Querétaro  para  el  norte  y  oeste. 
—  El  Rio  de  las  Palmas  parece  ser  el  de  Soto  la  Marina,  (i^ 

Nota  26,  pág.  287. 

Guachichiles  o  Cuach'ichiles:  indios  de  los  Estados  de  S.  Luis, 
Coahuila,  Nuevo  León,  Zacatecas  y  Jalisco, 

Nota  27,  pág.  287. 

Océano  ulterior  ó  del  otro  lado,  se  toma  aquí  sin  duda  por  el 
Mar  del  Sur. 

Nota  28,  pág.  287. 

El  original  dice  literalmente:  «Tlaxcala  precipue,  Mechacane 
<(&  Guaxaca  clariore,))  y  aquí  termina  la  línea.  La  abreviatura 
de  la  tilde  sobre  la  vocal  indica  ordinariamente  en  las  ediciones 
antiguas,  la  supresión  de  una  m  ó  n ;  pero  agregando  aquí  la  my 
¿á  quién  aplicamos  el  acusativo  singular  que  resulta?  Tal  vez  el 
cajista,  urgido  por  la  falta  de  espacio  (que  en  efecto  no  le  hay), 
suprimió  la  última  letra,  é  indicó  la  supresión  con  la  tildey  sin 
cuidarse  de  lo  que  esta  iba  á  representar.  En  el  Diálogo  primero 
hay  ejemplo  de  e  por  est.  Me  parece  que  con  haber  añadido  la/ 
queda  corriente  el  sentido,  supliendo  el  verbo  sunt,  que  con  tanta 
frecuencia  se  omite  en  latín. 

Nota  29,  pág.  287. 

Aunque  el  autor  diga  en  gtwtxzX  frumentum,  creo  que  sus  no- 
ticias se  refieren  al  trigo  y  no  al  maíz;  lo  primero,  porque /ta;- 
mentuniy  si  bien  comprende  todos  los  cereales,  se  aplica  especial- 
mente al  trigo,  y  así  lo  hizo  el  autor  mismo,  diciendo  al  fin  del 
Diálogo  primero:  (.iNon  est  in  Sicilia  tanta  frumenti  copia.))  &c. 
Lo  segundo,  porque  escribiendo  un  español,  era  más  natural  que 
se  fijara  en  la  semilla  que  servia  de  alimento  á  los  de  su  raza.  Lo 


I     Orozco  y  Berra,  Apuntes  para  la  Historia  de  la  Geografía  en 
A/éxico,  publicados  en  el  periódico  <iZ(7  Enseñanza,))  Año  3?,  n?  35. 


AL   DIALOGO  Tf.RCERO.  3  I/ 

tercero,  porque  la  ponderación  del  producto  del  ciento  por  uno, 
seria  ridicula  refiriéndola  al  niaiz,  que  da  eso  en  cualquiera  parte, 
y  muchas  veces  doble  y  triple.  Si  lioy  se  nos  liace  increible  lo 
que  dice  Cervantes  del  producto  del  trigo,  asi  como  de  la  conti- 
nua sucesión  de  sus  cosechas,  debemos  considerar  que  entonces 
todas  las  tierras  eran  nuevas  para  esta  semilla,  y  era  natural  que 
produjeran  más,  que  después  de  tres  siglos  largos  de  labor  casi  con- 
tinua. Por  lo  demás,  las  noticias  de  Cervantes  están  confirmadas 
y  aun  aumentadas  por  otros  autores. 

En  la  Nota  4  del  Diálogo  primero  hicimos  notar  la  extraor- 
dinaria baratura  del  trigo  hacia  1540,  lo  cual  demuestra  su  abun- 
dancia. Allí  citamos  al  conquistador  Andrés  de  Tapia,  y  aquí 
nos  conviene  repetir  su  testimonio,  ampliándole  con  la  curiosa 
noticia  del  origen  de  esa  planta  entre  nosotros.  «Al  Marques, 
«acabado  de  ganar  México,  estando  en  Cuyoacan,  le  llevaron  del 
«puerto  un  poco  de  arroz:  iban  entre  ello  tres  granos  de  trigo: 
«mandó  á  un  negro  horro  que  los  sembrase:  salió  el  uno,  y  como 
«los  dos  no  sallan,  buscáronlos  y  estaban  podridos.  El  que  salió 
« llevó  cuarenta  y  siete  espigas  de  trigo.  De  esto  hay  tanta  abun- 
«  dancia,  que  el  año  de  39  yo  merqué  buen  trigo,  digo  extremado, 
«á  menos  de  real  la  hanega,  y  aunque  después  al  Marques  le  lle- 
« varón  trigo,  iba  mareado  y  no  nació.  Deste  grano  es  todo,  y 
«hase  diferenciado  por  las  tierras  do  se  ha  sembrado,  y  uno  pa- 
«rece  lo  de  cada  provincia,  siendo  todo  deste  grano,  (i) 

Gomara  nos  refiere  lo  mismo,  con  corta  diferencia:  «  Un  negro 
«de  Cortés,  que  se  llamaba,  según  pienso,  Juan  Garrido,  sembró 
«en  un  huerto  tres  granos  de  trigo  que  halló  en  un  saco  de  arroz. 
«Nacieron  los  dos,  y  uno  de  ellos  tuvo  ciento  y  ochenta  granos. 
«Tornaron  luego  á  sembrar  aquellos  granos,  y  poco  á  poco  hay 
«infinito  trigo.  Da  uno  ciento,  y  trescientos  y  aun  más  lo  de  re- 
tí gadío  y  puesto  á  mano  :  siembran  uno,  siegan  otro,  y  otro  está 
«verde,  y  todo  á  un  mesmo  tiempo,  y  asi  hay  muchas  cogidas  por 
«año:  á  un  negro  y  esclavo  se  debe  tanto  bien.»  (2)  En  otro 
lugar,  hablando  del  reino  de  Michoacan,  dice:  «  Españoles  han 
«puesto  morales  para  seda,  sembrado  trigo  y  criado  ganados,  y 
« todo  se  da  muy  bien  :  que  Francisco  de  Terrazas  cogió  seiscien- 
«tas  hanegas  de  trigo  de  cuatro  que  sembró.»   (3) 

Tenemos  también  el  testimonio  de  nuestro  célebre  historiador 
Torquemada:  «En  tierras  donde  se  ejercita  la  labranza  del  trigo, 
«se  ven  en  todo  el  tiempo  del  año,  un  trigo  que  lo  están  segando. 


1  Relación  de  la  Co?iq.  de  México,  apud  Coi.  de  Doc.  para  Ja  Hist, 
de  México,  tom.  II,  págs.  592,  593. 

2  Crónica,  cap.  231,  ed.  de  Barcia. 

3  Id.,  ih.,  cap.  147. 


31»  NOTAS 

«y  otro  que  va  madurando,  y  otro  más  verde,  y  otro  que  acaba 
«de  nacer,  y  otro  que  van  sembrando,  y  ahora,  que  es  por  el  mes 
«de  Noviembre,  se  verifica  esta  verdad  en  el  trigo  que  se  está  se- 
« gando  de  temporal,  y  el  que  va  creciendo  de  riego  en  el  valle 
«de  Atrisco,  y  otras  partes,  y  otro  que  se  va  sembrando :  cosa  que 
«podria  causar  admiración,  viendo  tanta  fertilidad  de  tierra.  »  (l) 
El  P.  Motolinia  pondera  también  el  rendimiento  del  trigo  ;  pero 
limita  á  las  tierras  templadas  del  valle  de  Atlixco  la  sucesión  con- 
tinua de  las  cosechas.    (2) 

De  todos  modos  es  extraño  que  hablando  tanto  Cervantes  de 
la  fertilidad  de  la  tierra  y  de  sus  producciones,  pase  en  silencio 
el  maiz,  que  era,  y  aun  es,  la  principal  de  todas. 

Nota  30,  pág.  287. 

El  \^ún  fructusy  es  común  á  los  frutos  en  general,  y  á  \z  fruta 
en  particular.  Esta  no  tiene,  que  yo  sepa,  nombre  especial,  y  lo 
mismo  sucede  en  los  principales  idiomas  modernos.  El  latin  ^¿?- 
mtim  no  es  tan  general  como  el  castellano /}"¿//^.  Habiendo  men- 
cionado el  autor  w?iños  frutos  de  la  tierra,  parece  que  no  habia 
para  qué  repetir  «  es  fértil  en  frutos  de  Indias  y  de  España, ))  siendo 
así  que  nada  habia  dicho  de  \diS  frutas,  parte  tan  principal  de  los 
productos  de  la  tierra,  y  que  tanto  abundan  en  México.  Por  eso 
he  traducido /;7//rfj. 

Nota  31,  pág.  287. 

La  asombrosa  multiplicación  del  ganado  vacuno  en  América 
seria  increíble,  si  no  estuviera  perfectamente  comprobada  con  el 
testimonio  de  muchos  autores  y  documentos  irrecusables.  Desde 
los  primeros  tiempos  siguientes  á  la  conquista,  los  indios,  poco 
acostumbrados  á  la  vista  y  vecindad  del  ganado,  padecian  á  causa  de 
él  mucho  daño  en  sus  personas  y  sementeras,  lo  cual  dio  lugar  á  re- 
petidas disposiciones  de  la  corte,  que  vacilaba  entre  la  conveniencia 
de  que  los  ganados  se  aumentasen,  y  el  deseo,  que  en  ella  era  cons- 
tante, de  procurar  el  bien  de  los  indios.  Entre  esas  disposiciones 
es  notable  la  relativa  á  la  gran  cerca  que  se  labró  en  el  valle  de 
Toluca  para  encerrar  el  ganado  de  los  españoles.  Consta  en  la 
cédula  real  de  3  de  Junio  de  1555,  que  por  su  interés  histórico, 
y  por  hallarse  únicamente  en  un  libro  rarísimo  (3),  me  resuelvo 
á  copiar,  apesar  de  su  mucha  extensión.  Dice  así : 


1  Mo7iarq.  Ind.,  líb.  I,  cap.  4. 

2  Hist.  de  los  Ind.  de  N.  España,  trat.  III,  cap.  18,  págs.  237  y  241. 
53  vto. 


AL   DIALOGO  TERCERO.  3I9 

«El  Rey.  —  Nuestro  Presidente  é  Oidores  de  la  Audiencia 
«Real  de  la  Nueva  España.  A  Nos  se  ha  hecho  relación  que 
«  D.  Luis  de  Velasco,  nuestro  visorey  de  esa  tierra,  salió  á  visitar 
«el  valle  de  Matalcingo,  que  está  doce  leguas  desa  ciudad  de  Mé- 
«xico,  cerca  de  un  lugar  que  se  llama  Toluca,  que  es  en  la  cabe- 
acera  del  valle,  é  que  tiene  el  dicho  valle  quince  leguas  de  largo, 
«é  tres  y  cuatro  y  cinco  de  ancho  en  partes,  y  por  medio  una 
«ribera,  y  que  hay  en  él  más  de  sesenta  estancias  de  ganados,  en 
«  que  diz  que  hay  más  de  ciento  y  cincuenta  ?nill  cabezas  de  vacas 
((.'e  yeguas  y  y  que  los  indios  le  pidieron  que  hiciese  sacar  el  dicho 
«ganado  del  valle,  porque  recibían  grandes  daños  en  sus  tierras  y 
«sementeras  y  haciendas,  y  que  no  las  osaban  labrar,  ni  salir  de  sus 
«casas,  porque  los  toros  los  corrían  y  mataban,  y  que  los  espa- 
«ñoles  dueños  de  las  estancias,  y  el  cabildo  de  la  Iglesia  mayor 
«  desa  ciudad,  por  otra,  le  pidieron  que  no  se  sacase  el  ganado  de  la 
«Iglesia,  que  perdia  lo  más  sustancial  de  sus  diezmos,  y  á  los  oi- 
'( dores  y  á  la  ciudad  que  se  les  quitaba  de  su  provisión  y  entreteni- 
«  miento  lo  más  y  lo  mejor  que  tenian.  E  que  visto  lo  que  los  unos 
«y  los  otros  decían,  y  mirada  y  tanteada  toda  la  dicha  tierra,  y 
«comunicado  con  ciertos  religiosos  y  con  los  dichos  indios  prin- 
«cipales  naturales  del  dicho  valle  y  todas  sus  comarcas,  trató  que 
«se  hiciese  una  cerca  que  dividiese  las  tierras  de  los  indios  de  las 
«  de  esas  estancias,  cada  una  conforme  á  la  cantidad  de  ganado  que 
«tuviese,  que  la  cerca  se  tasase  por  buenos  hombres,  y  que  la  di- 
«cha  cerca  se  hizo,  la  cual  tiene  más  de  diez  leguas,  medidas  por 
«cordel,  y  que  los  indios  tienen  por  bien  que  del  precio  della  se 
«compre  censo  para  tenerla  reparada  siempre,  por  estar  seguros 
«  de  los  daños  de  los  ganados,  y  que  se  tasó  la  cerca  en  diez  y  siete 
«mili  y  tantos  pesos  de  oro  común,  y  que  al  tiempo  del  pedir  la 
«paga  á  los  dueños  de  las  estancias,  apelaron  para  esa  Audiencia 
«de  mandarles  el  dicho  visorey  pagar,  y  que  han  hecho  el  negocio 
«pleito,  con  fin  de  dilatarlo  todo  lo  más  que  pudieren,  porque  los 
«indios  no  sean  pagados,  ni  la  cerca  no  se  conserve,  que  es  lo  que 
«pretenden,  y  que  convernia  mandásemos  que  los  que  tienen  ga- 
«nado  en  el  valle  pagasen  la  cerca  ó  sacasen  los  ganados,  porque 
«con  ello  se  contentarían  los  indios,  aunque  lo  más  conviniente 
«para  el  sustento  y  conservación  de  la  una  república  y  de  la  otra 
«era  que  la  cerca  se  pagase,  porque  el  ganado  se  conservase  sin 
«daño  de  los  naturales.  E  visto  todo  lo  susodicho,  y  entendido 
«que  es  cosa  conviniente  que  la  dicha  cerca  se  conserve,  envío  á 
«mandar  al  dicho  visorey,  que  en  lo  del  pagar  la  dicha  cerca  los 
«españoles,  ejecute  luego  lo  que  en  ello  tiene  ordenado.  Por  ende, 
«yo  vos  mando  que  vosotros  ayudéis  c  favorezcáis  á  la  ejecución 
«de  ello,  sin  que  pongáis  estorbo  alguno:  é  si  los  dichos  españo- 
«les  ó  alguno  dellos  se  agraviare,  mandamos  que  se  ejecute  el  dicho 


320 


NOTAS 


«repartimiento  sin  embargo  dello,  é  vosotros  veréis  los  agravios, 
«y  haréis  sobre  ello,  llamadas  é  oidas  las  partes  á  quien  tocare, 
«brevemente  justicia,  y  avisarnos  heis  de  lo  que  en  ello  se  hiciere. 
«Fecha  en  la  villa  de  Valladolid,  á  tres  dias  del  mes  de  Junio  de 
«mili  é  quinientos  é  cincuenta  é  cinco  años.  —  La  Princesa. — 
«Por  mandado  de  su  Majestad,  su  Alteza  en  su  nombre,  Francisco 
nde  Ledesma,  w 

De  esta  grande  obra  nada  queda,  y  entre  las  circunstancias  que 
la  hacen  notable  es  una  la  rapidez  con  que  fué  ejecutada,  pues  ha- 
biendo entrado  D.  Luis  de  Velasco  al  gobierno  en  1550,  bastaron 
cinco  años  para  hacer  la  visita,  practicar  las  averiguaciones  nece- 
sarias, determinar  la  obra,  ejecutarla,  dar  aviso  á  la  corte,  y  reci- 
bir la  resolución  de  esta. 

Los  datos  para  probar  la  rápida  multiplicación  de  los  ganados, 
abundan  en  los  documentos  de  la  época.  En  la  nota  56  del  Diá- 
logo segundo  se  ha  hecho  mención  de  la  cédula  de  1548  que  con- 
cedió la  mitad  del  ganado  mostrenco  á  los  niños  del  colegio. 
Mucha  seria  la  abundancia  de  las  reses,  para  que  ya  se  encontraran 
sin  dueño,  y  en  tal  número  que  la  mitad  fuera  bastante  para  ser 
materia  de  una  merced  real.  En  la  nota  79  del  mismo  Diálogo^ 
vimos  que  D.  Alonso  de  Villaseca  casó  con  una  señora  que  le  llevó 
en  dote  una  hacienda  en  que  anualmente  se  marcaban  veinte  mil 
crias  de  ganado  mayor.  Este  dato  se  refiere  próximamente  á  la 
época  en  que  Cervantes  escribía. 

En  las  Tablas  Cronológicas  del  P.  Claudio  Clemente  (i)  se 
encuentra  esta  noticia:  «Han  multiplicado  tanto  las  vacas  en  las 
«Indias,  adonde  llevaron  algunas  de  España  (que  antes  no  las  ha- 
«bia),  que  en  la  flota  del  año  1587  trajeron  de  Sto.  Domingo 
«35,444  cueros,  y  de  la  Nueva  España  aquel  mismo  año  74,350 
«cueros  vacunos,  que  por  todos  son  99,794.;) 

Hablando  el  P.  Torquemada  (2)  de  las  limosnas  que  se  hacían 
al  convento  de  S.  Francisco  de  México,  dice:  «Y  entre  los  que 
«más  se  aventajaron  por  más  de  treinta  ó  treinta  y  cinco  años,  fué 
«Juan  Nieto,  que  ha  sido  mucho  tiempo  obligado  (3)  y  tenido  á 
«cargo  el  abasto  de  las  carnicerías  de  esta  ciudad,  el  cual  daba  al 
«convento  la  carne  de  todo  el  año,  donde  eran  entonces  los  reli- 
«giosos  más  de  setenta  y  ochenta,  sin  los  huéspedes  ordinarios.  Y 
«después,  porque  fué  teniendo  muchas  pérdidas,  dio  la  mitad,  ha- 
« hiendo  crecido  también  el  número  de  los  religiosos  que  son  los 
«ordinarios  á  ciento,  y  de  aquí  para  arriba.   Pero  como  las  cosas 


1  Tág.  188. 

2  Monarq.  Ind.,  lib,  XVIÍ,  cap.  4, 

3  Dábase  este  título  al  que  se  obligaba  á,  dar  la  carne  necesaria  para 
el  abasto,  de  la  ciudad. 


AL  DIÁLOGO  TERCERO.  321 

«de  la  vida  no  tienen  permanencia,  tuvo  este  buen  hombre,  en  solo 
«un  tumbo  de  mar,  de  pérdida  gran  suma  de  hacienda,  que  en- 
te viando  á  España  ochenta  mil  cueros  de  vaca,  que  allá  valian  á  cua- 
(( tro  ducados,  los  perdió  todos,  sin  lograr  uno  solo,  y  por  acá 
«muchos  menoscabos  en  gruesísimas  haciendas  que  tenia,  así  de 
«labor  como  de  ganados  mayor  y  menor,  y  quedó  adeudado  en 
«  muchos  dineros,  y  á  su  mucha  vejez  retraído  su  cuerpo  en  S.  Fran- 
«  cisco  hasta  componer  sus  deudas,  y  allí  se  le  administra  una  ra- 
«cion  de  carnero,  de  las  muchas  que  él  antes  dio  á  todos,  y  se  la 
«dan  con  tan  buena  voluntad  como  él  las  daba,  w 

El  buen  Nieto  habría  evitado  el  golpe  que  consumó  su  ruina, 
si  hubiera  asegurado  sus  ochenta  mil  cueros ;  género  de  contrato 
que  á  la  verdad  n?  se  conocía  aun  en  México  (i),  pero  que  en  Es- 
paña estaba  hacia  tiempo  en  uso  (2),  especialmente  respecto  á  los 
navios,  y  á  cuya  sombra  se  cometían  los  mismos  abusos  y  críme- 
nes que  hoy  se  lamentan,  como  puede  verse  por  un  curioso  pasaje 
del  cap.  49  de  la  Relación  que  en  1570  envió  al  Visitador  Ovando 
el  arzobispo  de  México  D.  Fr.  Alonso  de  Montúfar  (3),  y  dice 
así:  «En  el  cuarto  capítulo  que  trata  de  oficios  y  oficiales  de  ca- 
«pitanes  generales,  almirantes,  tenientes  de  capitanes  de  flotas  y 
«de  armadas  de  mar  y  tierra;  en  este  y  en  el  sexto,  que  trata  de 
«navegación,  se  entiende  haber  descuido  en  la  provisión  de  los  ofi- 
«cios  de  la  mar,  especialmente  en  pilotos  y  maestres,  porque  se 
«dice  que  muchos  dellos  no  son  hábiles  ni  experimentados,  sino 
«que  ó  por  favor  ó  por  ahorrar  del  estipendio  que  se  debe  dar  á 
«los  que  son  bastantes,  los  proveen  de  poca  espiriencia  y  aun  con- 
«  ciencia,  y  que  muchos  traen  los  navios  acensuados,  y  con  cambios 
«y  recambios  _v  aseguras ,  y  que  de  malicia  podrían,  como  se  pre- 
«sume  y  entiende  que  lo  han  hecho  muchos,  dar  con  los  navios 
«al  través,  salvando  ellos  sus  haciendas,  con  gran  pérdida  y  riesgo 
«de  las  vidas  de  los  pasajeros  y  haciendas  que  traen,  porque  con 
«la  pérdida  del  navio  quedan  libres  de  los  cambios  y  censos,  y 
«  pagando  lo  que  prometieron  por  el  aseguro  del  navio,  cobran  por 
«entero  el  tal  aseguro,  y  así,  viendo  que  está  cascado,  y  que  ha- 
«  ciendo  aquel  viaje  que  viene  asegurado,  no  se  podrían  aprovechar 


1  Ordenanzas  del  Consulado  de  la  N.  España  (1597),  pág.  20. 

2  En  una  carta  de  D.  Antonio  de  Mendoza,  fechada  en  1537  se  ha- 
bla de  un  piloto  que  por  traer  asegurada  su  nao,  que  hacia  agua,  no  quiso 
sui-gir  junto  á  la  tierra.  {Col.  de  Doc.para  la  Ilist.  de  la  Florida,  tom.  I, 
pág.  125.  Está  también  en  la  Colección  de  Doc.  del  Archivo  de  Indias, 
tom.  II,  pág.  189.)  De  los  seguros  trata  el  lít,  39  del  Lib.  IX  de  la  Rec. 
de  Indias,  que  comprende  las  ordenanzas  hechas  en  Valladolid  á  14  de 
Julio  de  1556. 

3  Está  en  mi  poder,  original  y  firmada  por  su  autor.  Forma  parte  de 
la  Descripcio7i  del  Arzobispado  de  México,  MS. 

41 


322  NOTAS  AL  DIALOGO  TERCERO. 

«de  é],  procuran  de  dar  con  él  al  través,  por  no  perder  lo  que  el 
((navio  les  costó,  y  salir  de  las  deudas  que  trujesen  sobre  él;  y  que 
«cerca  desto  se  debe  poner  gran  diligencia  en  saber  la  verdad,  y 
«rigor  en  el  castigo.» 

Esto  explica  en  mucha  parte  la  frecuencia  de  naufragios  en  la 
carrera  de  Indias. 

Nota  32,  pág.  287. 

Albardeola,  Tal  nombre  de  ave  no  se  halla  ni  en  Valbuena,  ni 
en  Quicherat,  ni  en  Forcellini,  ni  en  Freund,  ni  en  Maigne  d'Ar- 
nis.  Vine  á  encontrarle  en  el  tom.  IV  del  Diccionario  del  P.  Ter- 
reros, con  la  interpretación  de  «  cierta  garza  blanca.» —  El  nombre 
árdea  es  el  genérico  de  las  innumerables  especies  de  garzas.  Re- 
solví traducir  «garzas  reales  y  garzotas,»  porque  son  las  aves  que 
entre  otras  menciona  el  P.  Motolinia  en  su  descripción  del  «  Es- 
« tanque  de  Dios.»  (i) 

Nota  1,2^  pág.  287. 

«  Asia  vero  tam  óptima  est  et  fertilisy  ut  et  ubertate  agror um  et 
«  varietate  fructuum  et  magnitudine  pastionisy  et  multitudine  earum 
«  rerum  qu¿e  exportantury  facilé  ómnibus  terris  antecellat,  »  Cice- 
rón,/rí?  Lege  Manilla  y  VI. 

Nota  34,  pág.  289. 
Las  islas  Canarias. 


Hist.  de  los  indios  de  N'iieva  España,  trat.  III,  cap.  II. 


bibliografía 


AUTORES    Y    EDICIONES    QUE    SE    CITAN    EN    LA 

INTRODUCCIÓN  Y  NOTAS. 

^-g* 


(  Las  obras  marcadas  con  *  no  se  hallan  en  mi  poder.) 

Acosta  (P.  José  de).— Historia  Natural  y  Moral  de  las  Indias. 
Sevilla,  Juan  de  León,  1590.   i  tomo  en  49 

*Adame  y  Arriaga  (Josephus).  —  Imperialis  Mexicana  Vni- 
versitas  Illustrata  ipsius  per  Constitutionum  Scholia,  Académico 
Generaü  Commentario,  Theorico  Practico,  Fundationis,  Patro- 
natus,  Instituti,  Privilegiorum,  Exemptionum,  Consuetudinum, 
Pontificii  ac  Cassarei  Universi  Juris  Studia  concernentes,  et  rerum 
ejus  insignium.  Hispali,  Ex  Typographia  Hasredum  Thom<e 
López  de  Haro,  1698.    i  tomo  en  fol. 

Aguirre  (Fr.  Pedro  Antonio  de).  —  Tránsito  gloriosísimo  de 
Ntra.  Sra.  la  Santísima  Virgen  María.  (Sermón  predicado  en  la 
iglesia  del  Hospital  de  San  Juan  de  Dios  el  22  de  Agosto  de  1694.) 
México,  Guillena  Carrascoso,  s.  a.  1  tomo  en  4? 

Alaman  (D.  Lúeas).  —  Disertaciones  sobre  la  Historia  de  la 
República  Megicana,  desde  la  época  de  la  Conquista  que  los  Es- 
pañoles hicieron  á  fines  del  siglo  xv  y  principios  del  xvi,  de  las 
Islas  y  Continente  americano,  hasta  la  independencia.  México, 
Lara,  1 844-1 849.  3  tomos  en  4? 

—  Historia  de  Méjico,  desde  los  primeros  movimientos  que 
prepararon  su  Independencia  en  el  año  de  1808,  hasta  la  época 
presente.    México,  Lara,  1849-1852.   5  tomos  en  4? 


3H 


BIBLIOGRAFÍA. 


Albornoz  (Rodrigo  de). —  Carta  al  Emperador,  en  la  «  Colec- 
«cion  de  Documentos  para  la  Historia  de  México,»  tomo  I. 

Alcedo  (Ant.  de). —  Diccionario  Geográfico-Histórico  de  las 
Indias  Occidentales  ó  América:  es  á  saber:  de  los  Reynos  del 
Perú,  Nueva  España,  Tierra  Firme,  Chile,  y  Nuevo  Reyno  de 
Granada.   Madrid,  Cano,  1 786-1 789.   5  tomos  en  49 

Traducido  al  inglés  con  adiciones  por  G.  A.  Thompson,  Londres,  1812- 
181 5.  5  tomos  4?  gr.  y  Atlas. 

Alegre  (P.  Freo.  Javier). —  Historia  de  la  Compañía  de  Jesús 
en  Nueva  España....  Publícala....  C.  M.  de  Bustamante.  México, 
Lara,  1 841-1842.    3  tomos  en  49 

Álzate  (P.  José  Ant.)  —  Gazeta  de  Literatura  de  México.  15 
de  Enero  de  1783  á  22  de  Octubre  de  1795.    3  tomos  en  49 

Reimpresas  en  Puebla,  183 1.  4  tomos  en  4? 

American  Historical  Record  (The)  and  Repertory  of  Notes 
and  Queries  concerning  the  History  and  Antiquities  of  America 
and  Biographies  of  Americans.  Edited  by  Benson  J.  Lossing, 
LL.D.  Phiiadelphia,  Chase  &  Town.   En  49 

Angleria.  —  DE  ORBE  NOuo -pctrf  IDartfrísabanglcria  11)c- 
»iolancnll0  •protonotaríj  Ccfariú  fcnatorí0  Dccanea.  /:omplutí  apu^ 
iPícljaclé  í5  ^guía.  auno  23).jD.fíí. — i  tomo  en  fol. 

Id.  opus. — Labore  &  industria  Richardi  Haklvyti.  Parisiis,  G.  Auvray,  1587. 
I  tomo  en  8? 

Arce.  —  Libro  Primero  (Segundo,  Tercero  y  Cuarto)  del 
Próximo  Evangélico,  exemplificado  en  la  Vida  del  Venerable 
Bernardino  Alvares,  Español,  Patriarca  de  la  Orden  de  la  Cari- 
dad, instituida  en  su  Hospital  General,  que  fundo  en  S.  Hypolito 

de  México Compuesto  por  D.  luán  Dias  de  Arce,  Doctor 

Theologo  Mexicano....  México,  luán  Ruiz,  1651;  Hipólito  de 
Ribera,  1652.   2  tomos  en  49 

Antonio  (D.  Nicolás). — Bibliotheca  Hispana  Nova  sive  Hi- 
spanorum  Scriptorum  qui  ab  Anno  md.  ad  mdclxxxiv  floruere 
Notitia.    Matriti,  Ibarra,  1 783-1 788.   2  tomos  en  fol.  mr. 

La  primera  edición  es  de  Roma,  1672,  s  tomos  en  fol. 

Arróniz,  hijo  (Joaq.)  —  Ensayo  de  una  Historia  de  Orizaba. 
(Orizaba),  J.  B.  Aburto,  1867.  i  tomo  en  89  mr.,  est.  y  plano 
de  la  ciudad,  que  se  halla  en  pocos  ejemplares. 

Ausonio.  —  GEuvres  completes  d'Ausone.  Traduction  nouvelle 
(avec  texte)  par  E.-F.  Corpet.  Paris,  Panckouche,  1842.  2 
tomos  en  89  mr. 

Bails.  —  Diccionario  de  Arquitectura  Civil.  Obra  postuma  de 
D.  Benito  Bails.   Madrid,  Viuda  de  Ibarra,  1 802.  i  tomo  en  49 


BIBLIOGRAFÍA.  325 

Balbucna  (Dr.  Bernardo  de).  —  Grandeza  Mejicana.  Cuarta 
edición.   Madrid,  Burgos,  1837.    i  tomo  en  i69 

Reimpresa  varias  veces.  He  aquí  la  portada  de  la  rzrh'ima  eJitio  princeps : 
"Grandeza  Mexicana  del  Bachiller  Bernardo  de  Balbucna.  Dirigida  al  Ilustrif- 
simo  y  Reuerendifsimo  Don  Fr.  Garcia  de  Mendoza  y  Zuñiga  Ar^obifpo  de  Mé- 
xico. Del  cülejo  de  su  Magellad.  «I*  Con  Previlegio.  En  México.  Por  Mel- 
chior  Ocharte.  Año  De  1604."  i  tomo  en  8? 

Barcia. — Historiadores  primitivos  de  las  Indias  Occidentales, 
que  junto,  traduxo  en  parte,  y  saco  á  luz,  ilustrados  con  eruditas 
Notas,  y  copiosos  índices,  el  Ilustrissimo  Señor  D.  Andrés  Gon- 
zález Barcia,  del  Consejo  y  Cámara  de  S.  M.  Madrid,  Año 
MDCCXLix.  3  tomos  en  fol. 

Esta  Colección,  muy  rara  hoy,  se  formó  con  los  diversos  autores  que  separa- 
damente habia  hecho  imprimir  Barcia,  y  se  les  pusieron  portadas  en  1 749,  seis 
años  después  de  la  muerte  del  editor.  Véase  una  curiosa  noticia  de  esta  obra  en 
RiCH,  Bibliothcca  Americana  Nova  (London,  1846),  tom.  I,  pág,  95. 

Basalenque  (Fr.  Diego). —  Historia  de  la  Provincia  de  S.  Ni- 
colás de  Tolentino  de  Michoacan  del  Orden  de  N.  P.  S.  Augus- 
tin.    México,  Viuda  de  Bernardo  Calderón,  1673.    i  tomo  en  4? 

Bautista. — A  lesu  Christo  S.  N.  ofrece  este  Sermonario  en 
Lengua  Mexicana.  Su  indigno  fieruo  Ff.  lo.in  Baptiíla  de  la  Or- 
den del  Seraphico  Padre  Sanct  Francifco  de  la  Prouincia  del 
Sanólo  Euangelio.  Primera  parte  (única  publicada).  México, 
Diego  López  Daualos,  1606.    i  tomo  en  49 

Beaumont(Fr.  Pablo). —  Crónica  de  la  Provincia  de  los  Santos 
Apóstoles  S.  Pedro  y  S.  Pablo  de  Michoacan  de  la  Regular  Ob- 
servancia de  N.  P.  S.  Francisco.  México,  I.  Escalante,  1873- 
1874.  5  tomos  en  89 

Primera  edición  completa.  —  Forma  los  tomos  XV  á  XIX  de  la  Biblioteca 
Histórica  de  la  Iberia. 

Benzoni.  —  La  Historia  del  Mondo  Nuovo  di  M.  Girolamo 
Benzoni,  Milanese.  Venezia,  Tini,  fratelli,  1572.    i  tomo  en  129 

Beristain  de  Souza  (Dr.  D.  J.  Mariano). — Biblioteca  Hispano- 
Americana  Septentrional,  ó  Catálogo  y  Noticia  de  los  Literatos 
que  ó  nacidos,  ó  educados,  ó  florecientes  en  la  América  Septen- 
trional Española,  han  dado  á  luz  algún  escrito,  ó  lo  han  dejado 
preparado  para  la  prensa.  México,  Calle  de  Sto.  Domingo  y  Es- 
quina de  Tacuba,  18 16;  Oñcina  de  D.  Alexandro  Valdés,  18 19, 
1821.   3  tomos  en  fol. 

*Bermudo. — Zlrrc  Xrípij.irí.i.    Osuna,  Juan  de  León,    1550.    i 
tomo  en  49  qoi. 

Betancurt. — Teatro  Mexicano.  Descripción  Breve  de  los  Su- 
cessos  Exemplares,  Históricos,  Políticos,  Militares  y  Religiosos 
del  nuevo  mundo  Occidental  de  las  Indias.  México,  D?-  María 
de  Benavides,  1698. —  Chronica  de  la  Provincia  del  Santo  Evan- 

41* 


326  BIBLIOGRAFÍA. 

gelio  de  México.  Quarta  parte  del  Teatro  Mexicano  de  los  Su- 
cessos  Religiosos.  Ib.,  id.,  1697. —  Menologio  Franciscano  de 
los  Varones  mas  señalados,  que  con  sus  vidas  exemplares,  perfec- 
ción Religiosa,  ciencia,  predicación  Evangélica,  en  su  vida,  y 
muerte  ilustraron  la  Provincia  del  Santo  Evangelio  de  México. 
(Absque  nota.) — Tratado  de  la  Ciudad  de  México  y  las  gran- 
dezas que  la  ilustran  después  que  la  fundaron  Españoles. — Tra- 
tado de  la  Ciudad  de  la  Puebla  de  los  Angeles  y  grandezas  que  la 
ilustran.  Id.    i  tomo  en  fol. 

Reimpreso  todo  (con  muchas  erratas)  en  México,  I.  Escalante  y  C^,  1870- 
1871,  4  tomos  en  8?,  que  forman  los  tomos  7  á  10  de  la  Biblioteca  Histórica 
de  la  Iberia. — El  padre  de  nuestro  autor  era  originario  de  Tenerife  (  Teatro^ 
Pte.  I,  trat.  2,  n?  103).  ¿No  seria  descendiente  de  algún  individuo  de  la  fami- 
lia del  famoso  Juan  de  Béthencourt  ó  Béthancourt,  conquistador  de  las  Canarias  ? 
Del  conquistador  mismo  no  pudo  ser,  porque  este  murió  sin  dejar  sucesión. 

Boletín  de  la  Sociedad  Mexicana  de  Geografía  y  Estadística. 
México,  1850-1873.  La  colección  consta  ya  de  17  voK,  á  saber: 
!?•  Época,  12  vol.  (el  12?  se  compone  solamente  de  2  cuadernos, 
y  quedó  trunco.) — 2?-  Época,  4  vol. — 3?-  Época,  tomo  i9 

*Bravo. —  Opera  Medicinalia,  in  qbus  c^  plurima  extant  fcitu 
medico  neceíTaria  in  4.  li.  digeíla,  qu^  pagina  versa  cotinentur, 
Authore  Francifco  Brauo  Orfunenfi  doctore,  ac  Mexicano  me- 
dico. ^  Mexici,  apud  Petrum  Ocharte.  Cum  priuilegio,  1 570  (?). 
1  tomo  en  89,  texto  en  Icr.  qox. 

Brócense. — Francisci  Sanctii  Brocensis Opera  Omnia,  una 

cum  ejusdem  scriptoris  Vita,  auctore  Gregorio  Maiansio,  Gene- 
vae,  apud  Fratres  de  Tournes,  1766.  4  tomos  en  89  mr.  —  Mi- 
nerva, seu  de  Causis  Linguce  Latinas  Commentarius.  Lugduni, 
apud  Piestre  et  Delamolliére,  1789.    i  tomo  en  89  mr. 

Burgoa  (Fr.  Francisco  de). —  Palestra  Historial  de  Virtudes  y 
Exemplares  Apostólicos.  Fundada  del  zelo  de  insignes  Héroes 
de  la  Sagrada  Orden  de  Predicadores  en  este  Nuevo  Mundo  de 
la  América  en  las  Indias  Occidentales.  México,  Juan  Ruiz,  1670. 
I  tomo  en  fol. 

Bustamante  (C.  M.) — Crónica  Mexicana,  Teoamóxtli,  ó  Li- 
bro que  contiene  todo  lo  interesante  á  usos,  costumbres,  religión, 
política  y  literatura  de  los  antiguos  Indios  Tultecas  y  Mexicanos. 
México,  1821-1822.  12  cartas  ó  números  en  49  La  Carta  13?- 
existe  manuscrita  en  mi  poder. 

Cabrera  y  Quintero  (D.  Cayetano). — Escudo  de  Armas  de  Mé- 
xico. Celestial  protección  de  esta  Nobilísima  Ciudad,  de  la  Nueva 
España,  y  de  casi  todo  el  Nuevo  Mundo,  María  Santissima  en  su 
Portentosa  Imagen  del  Mexicano  Guadalupe,  milagrosamente  ap- 
parecida  en  el  Palacio  Arzobispal  el  Año  de  1531,  y  jurada  su 
principal  Patrona  el  passado  de '1737,  en  la  angustia  que  ocasiono 


bibliografía.  327 

la  Pestilencia,  que  cebada  con  mayor  rigor  en  los  Indios,  mitigo 
sus  ardores  al  abrigo  de  tanta  sombra.  México,  Viuda  de  Hogal, 
1746.    I  tomo  en  íol. 

Es  la  historia  de  la  gran  peste  del  Matla-zahuatl.  Libro  que  contiene  noticias 
curiosas;  pero  insufrible  por  su  enmarañado  estilo.  Su  publicación  dio  motivo  á 
un  juicio  centra  el  autor,  que  terminó  con  una  orden  del  virey  para  que  se  re- 
cogieran y  quemaran  los  800  ejemplares  impresos:  orden  que  sin  duda  no  se 
llevó  á  efecto,  pues  el  libro  no  es  raro. 

Calendario  de  Calvan  para  el  año'de  1838,  arreglado  al  Me- 
ridiano de  México.  En  1 29 

Camargo  (  Diego  Muñoz).  —  Historia  de  Tlaxcalla.    MS.  fol. 
^Cárdenas.  —  Primera  parte  de  los  Problemas  y  Secretos  mara- 
villosos de  las  Indias.   Compuestos  por  el  Dr.  Juan  de  Cárdenas, 
Médico.    México,  P.  Ocharte,  1591.    i  tomo  en  89 

^Carrillo  y  Pérez  (Ignacio). — México  Católico.  MS.  en  fol. 
de  219  fojas. 

D,  Ignacio  Carrillo  y  Pérez,  marcador  de  la  Casa  de  Moneda,  autor  de  va- 
rias obras  impresas,  escribió  á  principios  de  este  siglo  una  historia  y  descripción 
completa  de  la  Ciudad  de  México,  que  por  falta  de  medios  no  llegó  á  imprimir. 
Dividíase  en  tres  partes :  México  Gentil^  México  Católico  y  México  Sagrado.  Solo 
he  logrado  ver,  en  poder  del  Sr.  D.  J.  M.  Andrade,  el  México  Gentil^  y  el  to- 
mo I,  de  los  dos  que  formaban  el  México  Católico.  Beristain  da  razón  de  toda 
la  obra. 

Catalogus  Librorum  Doctoris  D.  loach.  Gómez  de  la  Cortina, 
March.  de  Morante,  qui  in  aedibus  suis  exstant.  Matriti,  Aguado, 
1854-1862.   8  tomos  en  4? 

Catón.  —  En  la  Colección  de  Autores  Latinos  de  Nisard. 

Cavo  (P.  Andrés).  —  Los  Tres  Siglos  de  México  durante 
el  Gobierno  Español,  hasta  la  entrada  del  Ejército  Trigarante. 
Obra  escrita  en  Roma  por  el  P.  Andrés  Cavo,  de  la  Compañía 
de  Jesús.  Publícala  con  Notas  y  Suplemento,  el  Lie.  Carlos  Ma- 
ría de  Bustamante,  México,  L.  Abadiano  y  Valdés,  1 836-1 838. 
4  tomos  en  4? 

Cervantes. —  Obras  que  Francisco  Cervantes  de  Salazar,  ha  he- 
cho, glossado  y  traducido.    Madrid,  Sancha,  1772.  i  tomo  en  4? 

Cicerón. —  En  la  Colección  de  Autores  Latinos  de  Nisard. 

Clavigero  (  P.  Feo.  J.) — Storia  Antica  del  Messico,  cavata  da* 
migliori  Storici  Spagnuoli,  e  da'  manoscritti,  e  dalle  pitture  an- 
tiche  degl'  Indiani.   Cesena,  Biasini,  1780-1781.  4  tomos  en  4? 

Clemencin  (D.Diego).  —  Elogio  de  la  Reina  Católica  D^  Isa- 
bel, leído  en  la  Junta  Pública  que  celebró  la  Real  Academia  de 
la  Historia,  el  dia  31  de  Julio  de  1807. 

Ocupa  todo  el  tomo  VI  de  las  Memorias  de  la  Real  Academia  de  la  Historia^ 
Madrid,  Sancha,  1821,  4?  mr.,  y  se  imprimió  también  por  separado. 

Clemencin. —  El  ingenioso  Hidalgo  D.  Quijote  de  la  Mancha, 


328  BIBLIOGRAFÍA. 

compuesto  por  Miguel  de  Cervantes  Saavedra,  y  comentado  por 
D.  Diego  Clemencin.  Madrid,  Burgos,  1833 -1839.  6  tomos 
en  4? 

Clemente  (P.  Claudio). — Tablas  Cronológicas.  Valencia,  Bor- 
dazar,  1689.    i  tomo  en  4? 

Colección  de  Documentos  Inéditos  para  la  Historia  de  España, 
por  D.  Martin  Fernandez  Navarrete,  D.  Miguel  Salva  y  D.  Pedro 
Sainz  de  Baranda  (y  después  por  otros).  Madrid,  Viuda  de  Ca- 
lero, 1842-1872.   58  tomos  en  4? 

Contiene  documentos  relativos  á  la  América,  Continúa  publicándose,  á  razón 
de  dos  tomos  anuales. 

Colección  de  Documentos  Oficiales,  relativos  á  la  construcción 
y  demolición  del  Parlan,  y  á  la  propiedad  reconocida  é  incontes- 
table que  tuvo  el  Excmo.  Ayuntamiento  de  México  en  aquel  edi- 
ficio.   México,  Cumplido,  1843.    i  cuaderno  en  8?  mr. 

Colección  de  Documentos  para  la  Historia  de  México,  publi- 
cada por  Joaquín  García  Icazbalceta.  México,  1858-1866.  2 
tomos  en  4?  mr. 

Colección  de  Documentos  relativos  al  Descubrimiento,  Con- 
quista y  Colonización  de  las  Posesiones  Españolas  en  América  y 
Oceanía,  sacados,  en  su  mayor  parte,  del  Real  Archivo  de  Indias. 
Madrid,  1 864-1 871.    15  tomos  en  4? 

Esta  colección  contiene  documentos  de  importancia,  en  parte  desconocidos 
antes;  pero  impresos  con  sumo  descuido.   Se  continúa. 

Colección  de  Varios  Documentos  para  la  Historia  de  la  Flo- 
rida y  Tierras  adyacentes.  Tomo  i.  Se  han  tirado  500  ejem- 
plares por  José  Rodríguez.  Madrid,  Año  de  1857.  i  tomo  en 
4?  mr. 

Publicó  este  volumen  el  finado  Sr.  Buckingham  Smith,  y  no  continuó.  Bajo 
la  denominación  de  Florida  y  Tierras  adyacentes^  comprendió  á  México. 

Concilios  Provinciales  Primero  y  Segundo  celebrados  en  la 
Muy  Noble  y  Muy  Leal  Ciudad  de  México,  presidiendo  el 
Illmo.  y  Rmo.  Sr.  D.  Fr.  Alonso  de  Montúfar  en  los  años  de 
1555  y  1565.  Dalos  á  luz  el  Illmo.  Sr.  D.  Francisco  Antonio 
Lorenzana,  Arzobispo  de  esta  Santa  Metropolitana  Iglesia.  Mé- 
xico, J.  A.  de  Hogal,  1769.   I  tomo  en  fol. 

Apéndice  á  los  Concilios  Primero  y  Segundo  Mexicanos  (Abs- 
que  nota).   2  fs.  y  53  pp.  en  fol. 

Este  interesante  Apéndice^  que  contiene  una  Carta  de  los  Obispos  sobre  la  ida 
al  Concilio  General  &c.,  y  las  Actas  de  la  Junta  celebrada  en  1539,  se  encuen- 
tra en  muy  pocos  ejemplares. 

Conquistador  anónimo  (El). — Relación  de  algunas  cosas  de  la 
Nueva  España  y  de  la  gran  Ciudad  de  Temextitán  México.   Es- 


I 


BIBLIOGRAFÍA.  •  329 

crita  por  un  compañero  de  Hernán  Cortés,  apud  (f  Colección  de 
Documentos  para  la  Historia  de  México,»  tomo  I,  pág.  368. 

Constituciones  de  la  Universidad  de  México. — Véase  Estatutos. 

Cortés. —  Historia  de  Nueva  España,  escrita  por  su  esclarecido 
Conquistador  Hernán  Cortés,  aumentada  con  otros  Documentos 
y  Notas,  por  el  Illmo.  Sr.  D.  Francisco  Antonio  Lorenzana,  Ar- 
zobispo de  México.  México,  J.  A.  de  Hogal,  1770.  i  tomo 
en  4  ?  mr. 

Cortés. —  Cartas  y  Relaciones  de  Hernán  Cortés  al  Empera- 
dor Carlos  V.  Colegidas  é  ilustradas  por  D.  Pascual  de  Gayan- 
gos.  Paris,  imp.  central  de  los  ferrocarriles,  1866.  i  tomo  en 
4.°   mr. 

Cortés. —  Escritos  sueltos  de  Hernán  Cortés.  Colección  for- 
mada para  servir  de  complemento  á  las  «Cartas  de  Relación» 
publicadas  en  el  tomo  I  de  la  Biblioteca.  México,  I.  Escalante 
y  C^,  1 87 1.    I  tomo  en  8? 

Biblioteca  Histórica  de  la  Iberia,  tom.  XII. —  Esta  es  la  única  colección  que 
tenemos  de  los  Escritos  de  Cortés,  exclusive  de  las  Cartas  de  Relación.  Faltan 
algunos,  publicados  en  el  tomo  XII  de  la  "Colección  de  Documentos  del  Ar- 
chivo de  Indias." 

Cortina.  —  Diccionario  Manual  de  Voces  Técnicas  de  Bellas 
Artes.  Por  el  Conde  de  la  Cortina  y  de  Castro  (D.  Joaquín  Gó- 
mez de  la  Cortina).  México,  V.  G.  Torres,  1848.  i  tomo  en 
89  menor. 

Couto  (D.  José  Bern.) — Diálogo  sobre  la  Historia  de  la  Pin- 
tura en  México.  México,  I,  Escalante  y  C^,  1872.  i  tomo  en 
89  mr. 

Obra  postuma  del  autor,  publicada  por  su  Sra.  Viuda.  Libro  interesante,  y 
bella  edición,  de  que  se  tiraron  muy  pocos  ejemplares,  y  ninguno  se  puso  en 
venta. 

Covarrúbias  (Seb.) — Tesoro  de  la  Lengua  Castellana  ó  Espa- 
ñola. Añadido  por  el  P.  Benito  Remigio  Noydens.  Madrid,  M. 
Sánchez,  1674-1673.    2  partes  en  i  tomo  en  fol. 

Cruz  y  Moya  (  Fr.  Juan  José  de  la).  —  Historia  de  la  Santa  y 
Apostólica  Provincia  de  Santiago  de  Predicadores  de  México  en 
la  Nueva  España.  Ilustrada  con  la  Vida  y  Apostólicos  trabajos 
de  los  Varones  insignes  que  en  ella  han  florecido  en  santidad  y 
doctrina,  1757.   MS. 

La  copia  que  tengo  y  perteneció  á  D.  C.  M.  de  Bustamante,  no  está  completa. 

Cueto  (Excmo.  Sr.  D.  Leopoldo  Augusto  de)  —  Bosquejo 
Histórico-Crítico  de  la  Poesía  Castellana  en  el  Siglo  xviii.  AI 
frente  del  tomo  61  de  la  «Biblioteca  de  Autores  Españoles  desde 
(da  formación  del  Lenguaje  hasta  nuestros  dias.w  Madrid,  Riva- 
deneyra,  1869.   En  49  mr. 

42 


330 


BIBLIOGRAFÍA. 


Dávila  Padilla  (Fr.  Agustín).  —  Historia  de  la  Fundación  y 
Discurso  de  la  Provincia  de  Santiago  de  México,  de  la  Orden  de 
Predicadores,  por  las  Vidas  de  sus  Varones  insignes  y  casos  no- 
tables de  Nueva  España.  Madrid,  Madrigal,  1596.  I  tomo  en  fol. 

Reimpresa,  Bruselas,  Meerbeque,  1625.  en  fol. ;  y  Valladolid,  1634,  en  fol,, 
con  el  titulo  de  "Varia  Historia  de  la  Nueva  España  y  Florida."  &c. 

Descripción  del  Arzobispado  de  México. — Informaciones  he- 
chas en  1570  de  orden  de  S.  M.  por  el  Sr.  Arzobispo  de  Mé- 
xico D.  Fr.  Alonso  de  Montúfar,  con  la  Descripción  del  Arzo- 
bispado, fundaciones,  censos,  diezmos,  &c.  MS.  original  de  201 
fojas  en  fol. 

Pertenece  á  mi  colección  de  MSS. 

Dezobry.  —  Rome  au  Siécle  d'Auguste.  Paris,  1846-1847.  4 
tomos  en  89  mr. 

Diario  del  Imperio.  i9  de  Enero  de  1865,  á  19  de  Junio  de 
1867.    5  tomos  en  fol. 

Diaz  del  Castillo  (Bernal).  —  Historia  Verdadera  de  la  Con- 
quista de  Nueva  España.  Escrita  por  el  capitán  Bernal  Diaz  del 
Castillo,  uno  de  sus  conquistadores.  Sacada  á  luz  por  el  P.  M.  Fr. 
Alonso  Remon.  Madrid,  en  la  imprenta  del  Reyno,  1632.  i  to- 
mo en  fol. 

Primera  edición. 

Diccionario  de  la  Lengua  Castellana  en  que  se  explica  el  ver- 
dadero sentido  de  las  Voces,  su  naturaleza  y  calidad,  con  las  Phra- 
ses  ó  modos  de  hablar,  los  Proverbios  ó  Refranes  y  otras  cosas 
convenientes  al  uso  de  la  Lengua.  Compuesto  por  la  Real  Aca- 
demia Española.  Madrid,  Francisco  del  Hierro,  1726- 1739. 
6  tomos  en  fol. 

El  mismo.   Undécima  Edición.   Madrid,  Rivadeneyra,  1869.    l  tomo  en  fol. 

Diccionario  Universal  de  Historia  y  de  Geografía Obra 

dada  á  luz  en  España  por  una  Sociedad  de  Literatos  distinguidos, 
y  aumentada  considerablemente  para  su  publicación  en  México 
con  noticias  históricas,  geográficas,  estadísticas  y  biográficas  sobre 
las  Américas  en  general,  y  especialmente  sobre  la  República  Me- 
xicana, &c.  México,  Andrade,  1853-1855.  7  tomos.  Apéndice, 
1855-1856.  3  tomos.  Total,  10  tomos  en  4?  mr. 
*Diez  de  la  Calle  (Juan).  —  Memorial  y  Noticias  Sacras  y 
Reales  del  Imperio  de  las  Indias  Occidentales....  Comprende  lo 
Eclesiástico,  Secular,  Político  y  Militar  que  por  su  Secretaría  de 
la  Nueva  España  se  provee:  Presidios,  gente  y  costas,  valor  de  las 
Encomiendas  de  Indios,  y  otras  cosas  curiosas,  necesarias  y  dignas 
de  saberse.    Escribíale  por  el  año  de  1646. —  I  .tomo  4? 


BIBLIOGRAFÍA.  33I 

Documentos  para  la  Historia  de  México,  i^  Serie.  México, 
Navarro  Scc,  i  853-1  854.  7  tomos  en  89  mr.  —  2'>  Serie.  Méxi- 
co, Escalante  y  Cumplitio,  1854-1855.  5  tomos  en  89  mr. —  3?- 
Serie.  México,  V.  G.  Torres,  1856.  1  tomo  en  fol. —  4?  Serie. 
México,  V.  G.  Torres,  1856-1857.  7  tomos  en  4?  men.  Total, 
20  temos,  diversos  tamaños. 

Colección  rarísima,  publicada,  con  gran  descuido,  en  el  folletín  del  "Diario 
Oficial."  El  tomo  5?  de  la  2'^  serie  quedó  cortado  en  la  pág.  228. 

*Ducange. —  Glossarium  ad  Scriptores  Mediae  et  ínfimas  Lati- 
nitatis.    Parisiis,  1733.   6  tomos  en  fol. 

Duran.  —  Historia  de  las  Indias  de  Nueva  España  y  Islas  de 
Tierra  Firme,  por  el  P.  Fr.  Diego  Duran,  religioso  de  la  Orden 
de  Predicadores  (escritor  del  Siglo  xvi ).  La  publica  con  un  Atlas 
de  Estampas,  Notas  é  Ilustraciones,  José  F.  Ramírez.  Tomo  I. 
México,  Andrade  y  Escalante,  1867.     i  tomo  en  4?  mr.,  láms. 

La  continuación  de  esta  obra  importante  permanece  inédita.  Se  imprimieron 
todas  las  láminas;  mas  parece  que  se  han  extraviado  algunas. 

Eguiara.  —  Bibliotheca  Mexicana,  sive  Eruditorum  Historia 
Virorum  qui  in  America  Boreali  nati,  vel  alibi  geniti,  in  ipsam 
Domicilio  aut  Studiis  asciti,  quavis  linguá  scripto  aliquid  tradide- 
runt.  Authore  D.  Joanne  Josepho  de  Eguiara  et  Eguren.  Tomus 
Primus.  Exhibens  Litteras  A.  B.  C.  Mexici,  Ex  nova  Typogra- 
phiá  in  ^dibus  Authoris  editioni  ejusdem  Bibliotheca  destinatá, 
1755.    I  tomo  en  fol. 

No  se  imprimió  más.  Los  borradores  del  autor,  que  llegaban  á  la  letra  J,  se 
conservaron  en  la  biblioteca  de  esta  Catedral  hasta  que  desapareció. 

Ensayo  para  la  Materia  Médica  Mexicana,  arreglado  por  una 
Comisión  nombrada  por  la  Academia  Médico-Quirúrgica  de  esta 
Capital,  quien  ha  dispuesto  se  imprima  por  considerarlo  útil. 
Puebla,  imprenta  del  Hospital  de  S.  Pedro,  1832.    i  tomo  en  4? 

Enseñanza  (La). — 1 872-1 874.   2  tomos  en  fol. 

Periódico  que  continúa  publicándose. 

*Erasmus. — Adagia.   Parisiis,  1579.    i  tomo  en  fol. 

Estatutos  y  Constituciones  Reales  de  la  Imperial  y  Regia  Uni- 
versidad de  México.  México,  Viuda  de  B.  Calderón,  1688.  i 
tomo  en  fol. 

Constituciones  de  la  Real  y  Pontificia  Universidad.  Segunda  edi- 
ción.   México,  F.  de  Zúñiga  y  Ontiveros,  1775.    i  tomo  en  fol. 

En  esta  segunda  edición  se  omitió  la  reseña  histórica  de  la  Universidad,  es- 
crita por  el  Dr.  Fr.  Marcelino  de  Solis  y  Haro,  que  está  al  principio  de  la  pri- 
mera. En  su  lugar  se  puso  la  continuación  de  la  misma  reseña,  y  una  descrip- 
ción del  edificio.  Para  mayor  claridad  y  brevedad,  cito  la  primera  Edición  con 
el  nombre  de  Estatutos,  y  la  segunda  con  el  de  Constituciones. 


332  BIBLIOGRAFÍA. 

Farfán  (Fr.  Agustín). — Tractado  breve  de  Medicina  y  de  to- 
das las  enfermedades.   México,  P.  Ocharte,  1592.    i  tomo  en  4? 

La  primera  ed-.'on  es  de  1579.  Reimpreso  1604  y  1610.  Todas  las  edicio- 
nes son  en  4? 

Fernandez-Guerra  y  Orbe  (L.)  —  Don  Juan  Ruiz  de  Alarcon 
y  Mendoza.  Obra  premiada  en  público  certamen  de  la  Real  Aca- 
demia Española,  y  publicada  á  sus  expensas.  Madrid,  Rivade- 
neyra,  1871.    i  tomo  en  4?  mr. 

Festo. —  En  la  Colección  de  Autores  Latinos  de  Nisard.    , 

Florencia  (P.  Franc.  de). — Historia  de  la  Provincia  de  la  Com- 
pañía de  Jesús  de  Nueva  España.  Tomo  primero  (y  único).  Mé- 
xico, Guillena  Carrascoso,  1694.    I  tomo  en  fol. 

Forcellini. — Totius  Latinitatis  Lexicón,  consilio  et  cura  Ja- 
cobi  Facciolati,  opera  et  studio  ^gidij  Forcellini,  alumni  Semi- 
narii  Patavini  lucubratum.  Secundum  tertiam  Editionem  cujus 
curam  gessit  Josephus  Furlanetto,  alumnus  ejusdem  Seminarii. 
Correctum  et  auctum  labore  variorum.  Editio  in  Germania  pri- 
ma. Schneebergas,  Schumann,  1831-1839.  4  tomos  en  fol. 

Freund. —  Grand  Dictionnaire  de  la  Langue  Latine,  sur  un 
nouveau  plan,  par  le  Dr.  Guill.  Freund,  traduit  en  franjáis  par 
N.  Theil.    Paris,  Didot,  1858-1865.    3  tomos  en  fol. 

Gage.  —  Nueva  Relación  que  contiene  los  Viajes  de  Tomás 
Gageen  la  Nueva  España.   Paris,  Rosa,  1838.    2  tomos  en  89 

Gama  (D.  Antonio  de  León  y).  —  Descripción  Histórica  y 
Cronológica  de  las  dos  Piedras  que  con  ocasión  del  nuevo  empe- 
drado que  se  está  formando  en  la  plaza  principal  de  México,  se 
hallaron  en  ella  el  año  de  1790.  Dala  á  luz  Carlos  M?-  de  Bus- 
tamante.  Segunda  edición.  México,  A.  Valdés,  1832.  i  tomo  en  4? 

Garcilaso  de  la  Vega.  —  Primera  Parte  de  los  Commentarios 
Reales  que  tratan  del  origen  de  los  Yncas,  Reyes  que  fueron  del 
Perú,  &c.  Lisboa,  Crasbeeck,  1609, — Historia  General  del  Perú. 
Trata  del  Descubrimiento  del,  y  cómo  le  ganaron  los  Españoles. 
Las  guerras  civiles  que  hubo  entre  Pi^arros  y  Almagros  sobre  la 
partija  de  la  tierra,  &c.  Córdoba,  viuda  de  A.  Barrera,  16 17.  2 
tomos  en  fol.    i?-  edición. 

Gayangos. — Véase  Cortés. 

Gazetas  de  México,  Compendio  de  Noticias  de  Nueva  Espa- 
ña, desde  principios  del  año  de  1784.  Por  D.  Manuel  Antonio 
Valdés. 

Principian  en  14  de  Enero  de  1784  y  concluyen  en  29  de  Septiembre  de  l8ai. 
Se  encuadernan  comunmente  en  40  tomos  en  4? 

Gilij  (  P.  Filippo  Salvadore). —  Saggio  di  Storia  Americana,  o 
sia  Storia  Naturale,  Civile,  e  Sacra  de'  Regni,  e  delle  Provincie 
Spagnuole  di  Terra-ferma  nelT  America  Meridionale.  Roma, 
eredc  Salvioni,  1780-1784.   4  tomos  en  89  mr. 


BIBLIOGRAFÍA.  333 

Gomara  (Fraiic.  López  de). —  Crónica  de  la  Nueva  España, 
apud  Barcia  «Historiadores  Primitivos,»  tom  II. —  Id.  Medina 
de]  Campo,  Millis,  1553.  i  tomo  en  fol.,  Ict.  got. — Historia  de 
las  Conquistas  de  Hernando  Cortés,  escrita  en  español  por  Fran- 
cisco López  de  Gomara,  traducida  al  mexicano  y  aprobada  por 
verdadera  por  D.  Juan  Bautista  de  San  Antón  Muñón  Chimal- 
pain  Quauhtlehuanitzin,  indio  Mexicano.  Publícala  para  instruc- 
ción de  la  juventud  nacional,  con  varias  notas  y  adiciones,  Carlos 
M?-  de  Busiamante.  México,  testamentaría  de  Ontiveros,  1826. 
2  tomos  en  ^9 

González  Dávila  (Gil). — Teatro  Eclasiástico  de  la  Primitiva 
Iglesia  de  las  Indias  Occidentales.  Vidas  de  sus  Arzobispos,  Obis- 
pos, y  cosas  memorables  de  sus  Sedes.  Madrid,  Diego  Diaz  de  la 
Carrera,  1649-1655.  2  tomos  en  fol.  Mapa  del  obispado  de  Mi- 
choacan. 

^'González  de  Eslava. —  Coloquios  Espirituales  y  Sacramentales 
y  Canciones  Diuinas,  compuestas  por  el  Diuino  poeta  Fernán 
González  de  Eslaua  Clérigo  Presbítero.  Recopiladas  por  el  R.  P. 
Fr.  Fernando  Vello  de  Bustamante,  de  la  orden  de  S.  Austin. 
México,  Diego  López  Dávalos,  1610.    i  tomo  en  4? 

Grijalva  (Fr.  Juan  de). —  Crónica  de  la  orden  de  N.  P.  S.  Au- 
gustin  en  las  prouincias  de  la  Nueua  España.  En  quatro  edades 
desde  el  año  de  1533,  hasta  el  de  1592.  México,  Juan  Ruíz, 
1624.    I  tomo  en  fol. 

Hakluyt. —  Collection  of  the  Early  Voyages,  Travels  and  Dis- 
coveries  of  the  English  Nation.  A  new  Edition,  with  Additions. 
London,  Evans,  1809-1812.    5  tomos  en  4?  mr. 

[Harrisse]. — Bibliotheca  Americana  Vetustissima.  A  Descrip- 
tion  of  Works  relating  to  America,  published  between  the  years 
1492  and  1 55 1.  New  York,  Philes,  1866.  —  Additions.  Paris, 
Tross  (imprimé  par  W.  Drugulin  á  Leipzig),  1872.  2  tomos 
en  49 

[Harrisse]. —  D.  Fernando  Colon,  Historiador  de  su  padre. 
Ensayo  Crítico.  Por  el  Autor  de  la  Bibliotheca  Americana  Ve- 
tustissima. Sevilla,  Tarascó,  1871,.   i  tomo  en  49 

— Fernand  Colomb.  Sa  Vie,  ses  CEuvres.  Essai  Critique.  Par 
PAuteur  de  la  Bibliotheca  Americana  Vetustissima.  Paris,  Tross, 
1872.    I  tomo  en  49  mr. 

La  edición  francesa  es  mucho  más  amplia  que  la  española. 

Hernández. — Rerum  Medicarum  Novae  Hispanis  Thesaurus, 
seu  Plantarum,  Animalium,  Mineralium  Mexicanorum  Historia, 

ex  Francisci  Hernández relationibus  in  ipsa  Mexicana  Urbe 

conscriptis,  a  Nardo  Antonio  Reccho collecta  ac  in  ordinc 

digesta.   Romae,  Mascardi,  165 1.    i  tomo  en  fol. 

42^^ 


334 


BIBLIOGRAFÍA. 


Hernández. — Francisci  Hernandi,  Medici  atque  Historici  Phi- 
lippi  II,  Hisp.  et  Indiar.  Regis  et  totius  Novi  Orbis  Archiatri, 
Opera,  cum  edita,  tum  inédita,  ad  Autographi  fidem  et  integrita- 
tem  expressa,  impensa  et  jussu  Regio.  Matriti,  ex  typ.  Ibarrse  He- 
redum,  1790.    3  tomos  en  4?  mr. 

Herrera  (Ant.  de). —  Historia  General  de  los  Hechos  de  los 
Castellanos  en  las  Islas  y  Tierra  y  Firme  del  Mar  Océano.  Ma- 
drid, imp.  real,  1601  ;  Juan  de  la  Cuesta,  161 5.   4  tomos  en  fol. 

Reimpresa  por  D.Andrés  González  Barcia  (Madrid,  Rodriguez  Franco,  1730, 
4  tomos  en  fol.),  con  una  excelente  Tabla  Alfabética;  pero  sin  las  notas,  que 
copiándose  unos  á  otros,  han  dado  en  atribuirle  los  bibliógrafos  y  redactores  de 
catálogos,  empezando  por  el  "Manuel  du  Libraire." 

Horacio.' — CEuvres  completes  (latin-fran^ais).  En  la  Colec- 
ción de  Nisard.   Paris,  1850.    i  tomo  en  49  mr. 

—  Quinti  Horatii  Flacci  Opera  cum  novo  Commentario  ad 
modum  Joannis  Bond.    Parisiis,  Didot,  1855.    i  tomo  en  i89 

— Las  Poesías  de  Horacio,  traducidas  en  versos  castellanos,  con 
notas  y  observaciones  críticas,  por  D.  Javier  de  Burgos.  Paris, 
Salva,  1 841.  4  tomos  en  I29 — Segunda  edición,  refundida  y  con- 
siderablemente aumentada.  Madrid,  Cuesta,  1844.   4  tomos  en  49 

Humboldt  y  Bonpland.  —  Viaje  á  las  Regiones  Equinocciales 
del  Nuevo  Continente,  hecho  en  1799  hasta  1804.  Paris,  Rosa, 
1826.    5  tomos  en  89  mr. 

Humboldt  (Al.de).  —  Ensayo  Político  sobre  Nueva  España. 
Traducido  al  castellano  por  D.  Vicente  González  Arnao.  Paris, 
Lecointe,  1836.    5  tomos  en  89  mr. 

Ixtlilxochitl.  —  Historia  Chichimeca.  En  el  tomo  IX  de  las 
{( Antiquities  of  México»  de  Kingsborough. 

Juarros.  —  Compendio  de  la  Historia  de  la  ciudad  de  Guate- 
mala. Escrito  por  el  Br.  D.  Domingo  Juarros,  Presbítero  Secular  de 
este  Arzobispado.  Guatemala,  Beteta,  1808-18 18.  2  tomos  en  49 

La  obra  está  dividida  en  seis  tratados:  tres  en  cada  tomo,  cada  uno  con  su 
portada.  Traducida  al  inglés  por  J.  Baily,  Londres,  1823,  8? 

Juvenal. —  En  la  Colección  de  Nisard. 

— Sátiras  de  Juvenal,  traducidas  en  verso  por  el  Illmo.  Monse- 
ñor Lie.  D.  LuisFolgueras  Sion.  Madrid,  D?- C.  Piñuela,  1817. 
I  tomo  en  49 

Kingsborough  (Lord). — Antiquities  of  México,  comprising 
facsimiies  of  the  Ancient  Mexican  Paintings  and  Hieroglyphics 
&c.  London,  1 830-1 848.  9  tomos  en  fol.  máx. 

Hay  diferencias  en  las  portadas  de  los  ejemplares. 

La  Rea. —  Chronica  de  la  Orden  de  N.  Seraphico  P.  S.  Fran- 
cisco, Prouincia  de  S.  Pedro  y  S.  Pablo  de  Mechoacan  en  la  Nueva 
España.   México,  Viuda  de  B.  Calderón,  1643.    i  tomo  en  49 


BIBLIOGRAFÍA.  335 

Lexarza. —  Análisis  Estadístico  de  la  Provincia  de  Michuacan 
en  1822.  Por  J.  J.  L.  México,  imprenta  nacional,  1824.  i  to- 
mo en  49 

D.  Juan  José  de  Lejarza  nació  en  Morclia  el  año  de  1785,  y  murió  (en  Mé- 
xico?) el  iV  de  Setiembre  de  1824.  Una  breve  biografía  suya  se  encuentra  al 
frente  del  Fasciculus  II,  de  la  obra  que  empezó  á  publicar  en  compañía  del 
Dr.  D.  Pablo  de  la  Llave,  intitulada:  "Novorum  Vegetabilium  Descriptiones. 
In  lucem  prodeunt  opera  Paulli  de  la  Llave.et  Joannis  Lexarza.  Reip.  Mexic. 
Clv.  Mexici:  apud  Martinum  Riveram,  Ann.  Dom.  1825."  En 4?  prolongado. 
Solo  tengo  dos  cuadernos,  bien  difíciles  de  hallar. 

Lezamis  (Lie.  D.  José  de). — Vida  del  Apóstol  Santiago  el  Ma- 
yor, uno  de  los  tres  mas  amados  y  familiares  de  Jesu-Christo, 
único  y  singular  Patrón  de  España,  con  algunas  antigüedades,  y 
excelencias  de  España,  especialmente  de  Vizcaya.  México,  Do- 
ña María  de  Benavides,  1699.    i  tomo  en  49 

Muy  raro  y  curioso. 

Libros  de  Cabildo. — Traducción  paleográfíca  del  Primer  Li- 
bro de  Actas  de  Cabildo  de  la  Ciudad  de  México,  publicadas  por 
acuerdo  de  fecha  27  de  Diciembre  de  1870.  México,  imp.  y  lit. 
del  Colegio  del  Tecpan  de  Santiago,  1871.  i  tomo  en  fol.  (219 
págs.) 

Segundo  Libro.    1871.   207  págs. 

Tercer  Libro.    1873.    136  págs. 

Cuarto  Libro.  1874.   En  publicación. 

Aunque  de  impresión  tan  reciente  (y  muy  mala)  estos  libros  son  muy  difíci- 
les de  hallar,  por  haberse  publicado  como/o//íí/n  del  "Boletín  Municipal." 

*Lobera  de  Ávila. — Vergel  de  Sanidad,  ó  banquete  de  caballe- 
ros y  orden  de  vivir.   Alcalá,  J.  Brocar,  1542.    I  tomo  en  fol. 

Macrobio. — En  la  Colección  de  Autores  Latinos,  de  Nisard. 

Maigne  d'Arnis  (W.-H.)  —  Lexicón  Manuale  ad  Scriptores 

Mediae  et  Infimse  Latinitatis ou  Recueil  de  Mots  de  la  Basse 

Latinité,  dressé  pour  servir  á  l'intelligence  des  Auteurs,  soit  sa- 
cres, soit  profanes,  du  Moyen  Age.  París,  Migne,  1858.  i  tomo 
en  49 

Maneiri  (Joannis  Aloysii),  De  Vita  Antonii  Lopezii  Portilli, 
Mexici  prinium,  deinde  Valentías  Canoníci.  Bononiae,  ex  typo- 
graphia  Laelii  a  Vulpe,  1791. —  En  89,  56  pp. 

Marcial. —  En  la  Colección  de  Autores  Latinos,  de  Nisard. 
*Marquez  (  P.)  —  Delle  Case  di  Cittá  degli  Antichi  Romani, 
secondo  la  dottrina  di  Vitruvio.    Roma,  Salomoni,  1795.    i  to- 
mo en  49 

—  Apuntamientos  por  orden  alfabético  pertenecientes  á  la  Ar- 
quitectura, donde  se  exponen  varias  doctrinas  de  M.  Vitruvio  Po- 
llón. Obra  compilada  por  D.  Pedro  Joseph  Márquez  (de  laComp. 


336  BIBLIOGRAFÍA. 

Jesús.)  Se  coordinó  en  Roma  del  1784  al  1800.  MS.  original. 
3  tomos  en  fol. 

Martinez  (Enrico). —  Repertorio  de  los  tiempos,  y  Historia 
Natural  desta  Nueva  España.  México,  en  la  emprenta  del  mesmo 
autor,  año  de  1606.    i  tomo  en  4? 

Martinez. — Historia  de  las  Islas  Philipinas,  compuesta  por  el 
P.  Lector  Fr.  Joaquín   Martinez  de  Zúñiga,  del  Orden  de  San 

Agustín Impreso  en  Sampaloc,  por  Fr.  Pedro  Arguelles  de 

la  Concepción,  religioso  francisco,  1803.    i  tomo  en  49 

Traducida  al  inglés  por  J.  Mayer,  Londres,  18 14,  2  tomos  en  8? 

Mayans  y  Sisear  (D.  Gregorio). — Orígenes  de  la  Lengua  Es- 
pañola. Madrid,  1737.  2  tomos  en  89  —  Segunda  edición,  Ma- 
drid, 1873.    ^  tomo  en  49 

Medina  (Fr.  Baltasar  de).  —  Chronica  de  la  Santa  Provincia 
de  San  Diego  de  México  de  Religiosos  Descalzos  de  N.  S.  P.  S. 
Francisco  en  la  Nueva  España;  Vidas  de  ilustres  y  Venerables 
Varones  que  la  han  edificado  con  excelentes  virtudes.  México, 
Juan  de  Ribera,  1682.    i  tomo  en  fol.:   frontis  grabado  y  mapa. 

Memoria  de  la  Corporación  Municipal  que  funcionó  en  el  año 
de  1851.  México,  V.  G.  Torres,  1852.    i  tomo  en  49 

Mendieta  (Fr.  Gerónimo  de  Mendieta). —  Carta  (al  Provin- 
cial Fr.  Francisco  de  Bustamante,  i9  de  Enero  de  1562.)  En  el 
tomo  II  de  la  «Colección  de  Documentos  para  la  Historia  de 
México»  (1866). 

• — Historia  Eclesiástica  Indiana.  La  publica  por,  primera  vez, 
Joaquín  García  Icazbalceta.  México,  Díaz  de  León  y  White, 
1870.   I  tomo  en  49 

Mendoza.  —  Fragmento  de  la  Visita  hecha  á  D.  Antonio  de 
Mendoza.  Interrogatorio  por  el  cual  han  de  ser  examinados  los 
testigos  que  presente  por  su  parte  D.  Antonio  de  Mendoza.  En 
el  tomo  II  de  la  «Colección  de  Documentos  para  la  Historia  de 
de  México»  (1866). 

—  Relación,  Apuntamientos  y  Avisos  que  por  mandado  de  S. 
M.  di  al  Señor  D.  Luis  de  Velasco,  visorey,  y  gobernador  y  ca- 
pitán general  desta  Nueva  España.  En  el  tomo  XXVI  de  la 
«  Colección  de  Documentos  Inéditos  para  la  Historia  de  España.  » 

Mendoza  (Eufemio).  —  Apuntes  para  un  Catálogo  razonado 
de  las  Palabras  Mexicanas  introducidas  al  Castellano.  México, 
imp.  del  Gobierno,  1872.    i  tomo  en  49  mr. 

Molina. — Vocabulario  en  Lengua  Castellana  y  Mexicana,  com- 
puesto por  el  muy  Reverendo  Padre  Fray  Alonso  de  Molina,  de 
la  Orden  del  bienauenturado  nuestro  Padre  Sant  Francisco. — Vo- 
cabulario en  Lengua  Mexicana  y  Castellana,  compuesto  &c.  Mé- 
xico, Antonio  de  Spinosa,  1571.   2  tomos  en  i,  en  fol. 


BIBLIOGRAFÍA.  337 

Monardes.  —  Primera  y  Segunda  y  Tercera  Partes  de  la  His- 
toria Medicinal  de  las  cosas  que  se  traen  de  nuestras  Indias  Oc- 
cidentales que  sirven  en  Medicina por  el  Doctor  Monardes, 

Médico  de  Sevilla.  Sevilla,  Alonso  Escribano,  1 574.  i  tomo  en  49 

Moreno  (Lie.  D.  Juan  José). — Fragmentos  de  la  Vida  y  Vir- 
tudes del  V.  Illmo.  Rmo.  Sr.  Dr.  D.  Vasco  de  Quiroga,  Primer 
Obispo  de  la  Santa  Iglesia  Cathedral  de  Michoacan.  México, 
imp.  del  Colegio  de  S.  Ildefonso,  1766.    i  tomo  en  4^ 

Morrell  (  P.  José). — Poesías  Selectas  de  Varios  Autores  Lati- 
nos, traducidas  en  Verso  Castellano,  é  ilustradas  con  Notas  de  la 
Erudición  que  encierran.  Tarragona,  José  Soler,  1684.  i  tomo 
en  49 

Mota  Padilla. —  Historia  de  la  Conquista  de  la  Provincia  de  la 
Nueva  Galicia,  escrita  por  el  Lie.  D.  Matías  de  la  Mota  Padilla 
en  1742.  Publicada  por  la  Sociedad  Mexicana  de  Geografía  y 
Estadística.   México,  imp.  del  Gobierno,  1870.   i  tomo  en  49  mr. 

Motolinia  (Fr.  Toribio  de). — Historia  de  los  Indios  de  Nue- 
va España.  En  el  tomo  I  de  la  «Colección  de  Documentos  para 
la  Historia  de  México.»  (1858.) 

— Carta  al  Emperador  Carlos  V.  Enero  2  de  1555.  En  el 
mismo  tomo. 

— Manuscrito. 

Con  este  nombre  designo  el  códice  sin  titulo  de  que  di  noticia  en  la  introduc- 
ción á  la  "Historia  Eclesiástica  Indiana"  de  Fr.  Gerónimo  de  Mendieta,  pág. 
XXVIII,  nota. 

Moya. — Arithmética  práctica  y  Speculatiua  del  bachiller  Juan 
Pérez  de  Moya.  Agora  nueuamente  corregida  &c.  Alcalá,  A.  Án- 
gulo, 1569.    I  tomo  en  89 

El  privilegio  es  de  1562,  en  cuyo  año  se  hizo  la  primera  edición. 

Noticia  Crítica  de  varios  Libros  Curiosos  impresos  por  D.  An- 
tonio de  Sancha,  Mercader  de  Libros  é  Impresor  en  esta  Corte. 
Al  fin  del  tomo  I  de  las  «Obras  Poéticas  de  D.  Vicente  García 
de  la  Huerta.»  Madrid,  Sancha,  1778.   En  89,  40  pp. 

Ocaña  (Diego  de). — Carta.  En  la  «  Colección  de  Documentos 
parala  Historia  de  México,»  tomo  I.  (1858.) 

Oliva.  —  Las  Obras  del  Maestro  Fernán  Pérez  de  Oliva,  na- 
tural de  Córdoba.  Madrid,  Cano,  1787.    2  tomos  en  89 

Orbigny  (Ch.  d').  —  Dictionnaire  Universel  d'Histoire  Na- 
turelle.   París,  1 841-1849.    16  tomos  en  49 

Ordenan9as  del  Consulado  de  la  Vniversidad  de  los  Mercade- 
res de  esta  Nueva  España.  México,  Viuda  de  B.  Calderón,  1652. 
I  tomo  en  fol. 

Estas  Ordenanzas  fueron  hechas  en  2  de  Octubre  de  1597. 

Orozco  y  Berra  (M.) — Noticia  Histórica  de  la  Conjuración 

43 


338  BIBLIOGRAFÍA. 

del  Marques  del  Valle.  Años  de   1 565-1 568.    México,  R.  Ra- 
fael, 1853.   ^  tomo  en  49 

—  Memoria  para  la  Carta  Hidrográfica  del  Valle  de  México, 
formada  por  acuerdo  de  la  Sociedad  Mexicana  de  Geografía  y  Es- 
tadística.  México,  A.  Boix,  1864.    i  tomo  en  4?,  mapas. 

Hállase  también  en  el  tomo  IX,  i^  época,  del  "Boletín"  de  la  Sociedad. 

— Memoria  para  el  Plano  de  la  Ciudad  de  México,  formada 
de  orden  del  Ministerio  de  Fomento.  México,  White,  1867.  i 
tomo  en  89 

— Apuntes  para  la  Historia  de  la  Geografía  en  México.  En  el 
periódico  «La  Enseñanza.» 

Ortiz  y  Zúñiga  (D.) — Anales  Eclesiásticos  y  Seculares  de  la 
Ciudad  de  Sevilla.   Madrid,  1677.   i  tomo  en  fol. 

Ovidio. —  En  la  Colección  de  Autores  Latinos  de  M.  Nisard. 

Oviedo. —  Historia  General  y  Natural  de  las  Indias,  Islas  y 
Tierra-firme  del  Mar  Océano,  por  el  Capitán  Gonzalo  Fernan- 
dez de  Oviedo  y  Valdés,  primer  cronista  del  Nuevo  Mundo. 
Madrid,  imp.  de  la  Real  Academia  de  la  Historia,  185 1-1855. 
4  tomos  en  fol. 

Bella  edición,  única  completa. 

— Lamisma.  Sevilla,  1535,  y  Salamanca,  1547.  i  tomo  en  fol. 

Palacio  (Lie.)  —  Descripción  de  la  Provincia  de  Guatemala, 
enviada  al  Rey  en  8  de  Marzo  de  1574.   MS.  original,  en  fol. 

Panes. —  Cronología  de  los  Vireyes  que  han  gobernado  esta 
Nueva  España.  Con  noticias  particulares  de  los  sucesos  acaecidos 
en  sus  tiempos.  Desde  el  invicto  Conquistador  D.  Fernando  Cor- 
tés, hasta  el  que  al  presente  Gobierna  (1787).  Obra  dedicada  al 
Rey  N.  S.  Don  Carlos  IV.  Compúsola  D.  Diego  Panes  y  Abe- 
llan,  teniente  coronel  de  Infantería,  y  Capitán  del  Real  Cuerpo 
de  Artillería.  MS.  en  fol. 

Parras  (Fr.  Pedro  José). —  Gobierno  de  los  Regulares  de  la 
América.   Madrid,  Ibarra,  1783.   2  tomos  en  49 

Persio. — En  la  Colección  de  Autores  Latinos  de  Nisard. 
*Pinelo. — Epítome  de  la  Biblioteca  Oriental  i  Occidental,  Náu- 
tica y  Geográfica.   Por  el  Lie.  Antonio  de  León,  Relator  del  Su- 
premo i  Real  Consejo  de  las  Indias.   Madrid,  J.  González,  1629. 
I  tomo  en  49 

—  Epítome  de  la  Bibliotheca  Oriental  y  Occidental,  Náutica 
y  Geográfica,  de  D.  Antonio  de  León  Pinelo añadido  y  en- 
mendado nuevamente.  Madrid,  Martínez  Abad,  1737-1738.  3 
tomos  en  fol. 

Barcia  hizo  esta  edición,  y  es  el  autor  de  las  Adiciones. 

• — Tratado  de  Confirmaciones  Reales  de  Encomiendas,  Oficios, 


BIBLIOGRAFÍA.  339 

y  casos  en  que  se  requieren  para  las  Indias  Occidentales.  Madrid, 
J.  González,  1630.    i  tomo  en  49 

El  autor  no  usaba  su  segundo  apellido  Pinelo^  con  que  hoy  es  universalmente 
conocido  y  citado. 

Plinio. —  En  la  Colección  de  Autores  Latinos  de  Nisard. 

—  Historia  Natural  de  Cayo  Plinio  Segundo.  Traducida  por 
el  Lie.  Gerónimo  de  Huerta,  Médico  y  familiar  del  Santo  Oficio 
de  la  Inquisición.  Madrid,  Sánchez,  1624-1629.   2  tomos  en  fol. 

Plutarco. — Las  Vidas  paralelas  de  Plutarco,  traducidas  del  ori- 
ginal griego  en  lengua  castellana  por  el  Consejero  de  Estado  D.  An- 
tonio Ranz  Romanillos.  Madrid,  imp.  nacional  (y  real),  1821- 
1830.   5  tomos  en  89 

Prescott  (W.  H.)  —  History  ofthe  Conquest  of  México,  with 
a  preliminary  Vievv  of  the  Ancient  Mexican  Civilization,  and 
the  Life  ofthe  Conqueror  Hernando  Cortes.  New  York,  Harper, 
1847.   3  tomos  en  49 

— La  misma,  traducida  al  Español  por  Joaquín  Navarro.  Mé- 
xico, Cumplido,  1 844-1 846.  3  tomos  en  49  Al  fin  del  29  se 
hallan  las  «Notas  y  Esclarecimientos  á  la  Historia  de  la  Con- 
quista de  México,  del  Sr.  W.  Prescott,  por  José  F.  Ramírez, 
Ciudadano  Mexicano,  w 

Puga. —  C  •prouiíióc0  cctmlaí?  5nftnicionc3  í)c  fu  üJagcrtiit) :  orfecná- 
ca0  í5  oífúto0  f  ¡auoiccia,  ^a  la  buena  cj:pe&ící5  De  \oo  ncQocios^  f  aími- 
iiiftració  í5  juftícía:  f  goueruació  íJfta  nucua  ^fpaña:  f  ^a  el  bué  trata- 
míéto  f  pfcruací5íJlo0yuoío0,í)cn&c  el  auo  1525  llalla  eílcprefcnte&c.  63. 
EN  MÉXICO  EN  CASA  De  Pedro  Ocharte  M.D.LXIII. 
I  tomo  en  fol.,  Ict.  got. 

Este  libro  es  conocido  generalmente  con  el  nombre  de  "Cedulario  de  Puga," 
por  haberle  compilado  el  oidor  D.  Vasco  de  Puga,  de  orden  del  Virey  D.  Luis 
de  Velasco.  Es  rarísimo,  y  aunque  hace  pocos  años  se  pensó  en  reimprimirle, 
como  lo  merece,  no  se  llevó  á  cabo  el  proyecto. 

Quíntiliano. — Instituciones  Oratorias  del  célebre  Español  M. 

Fabio  Quíntiliano.   Traducidas  al  castellano  y  anotadas por 

el  P***  de  las  Escuelas  Pías.   Madrid,  imp.  de  la  Administra- 
ción del  Real  Arbitrio  de  Beneficencia,  1799.    ^  tomos  en  49 

*Quiroga  (Illmo.  Sr.  D.  Vasco  de).  — Su  Testamento.  MS. 
en  fol. 

Ramírez  (J.  F.)  —  Notas  y  Esclarecimientos  á  la  Historia  de 
la  Conquista  de  México  del  Sr.  W.  Prescott.  —  Hállanse  al  fin 
del  tomo  II  de  la  traducción  española  de  dicha  obra,  hecha  por 
Joaquín  Navarro.  México,  Cumplido,  1844-1846.  3  tomos  en  49 

Ramírez  Aparicio  (M.)  —  Los  Conventos  suprimidos  en  Mé- 
xico. Estudios  biográficos,  históricos  y  arqueológicos.  México, 
J.  M.  Aguilar  y  C^^  1861.    i  tomo  en  49 

Recopilación  de  las  Leyes  de  los  Reynos  de  Indias,  mandadas 


34° 


bibliografía. 


imprimir  y  publicar  por  la  Majestad  Católica  del  Rey  D.  Carlos 
II.  Tercera  Edición.  Madrid,  Andrés  Ortega,  1774;  Antonio 
Pérez  de  Soto,  id. ;  Andrés  Ortega,  id. ;  Barí.  Ulloa,  id.  4  tomos 
en  fol. 

Relación  breve  y  verdadera  de  algunas  cosas  de  las  muchas  que 
sucedieron  al  Padre  Fray  Alonso  Ponce  en  las  Provincias  de  la 

Nueva  España,  siendo  Comisario  General  de  aquellas  partes 

Escrita  por  dos  religiosos  sus  compañeros.  Ahora  por  primera 
vez  impresa.   Madrid,  Viuda  de  Calero,  1873.   2  tomos  en  49 

Se  refiere  esta  Relación  al  año  1584  y  siguientes.  Forma  los  tomos  57  y  58 
de  la  "  Colección  de  Documentos  Inéditos  para  la  Historia  de  España,"  y  se  pu- 
blicó también  por  separado. 

'''Relación  de  los  Clérigos  que  hay  en  el  Arzobispado  de  Mé- 
xico, por  el  Arzobispo  D.  Pedro  Moya  de  Contreras,  dirigida  á 
S.  M.,  y  por  su  mandado  hecha  reservadamente,  á  24  de  Marzo 
de  1575. —  MS. 

Relación  descriptiva  de  la  Fundación,  Dedicación  &c.  de  las 
Iglesias  y  Conventos  de  México.  Con  una  reseña  de  las  variacio- 
nes que  han  sufrido  durante  el  gobierno  de  D.  Benito  Juárez. 
México,  Villanueva,  1863.  i  tomo  en  49 

Remesal  (Fr.  Antonio  de). — Historia  de  la  Provincia  de  S.  Vi- 
cente de  Chiapa  y  Guatemala,  de  la  Orden  de  Nuestro  Glorioso 
Padre  Santo  Domingo.    Madrid,  Ángulo,  1619.    i  tomo  en  fol. 

Residencia  (Sumario  de  la)  tomada  á  D.  Fernando  Cortés, 
Gobernador  y  Capitán  General  de  la  N.  E.,  y  á  otros  Goberna- 
dores y  Oficiales  de  la  misma.  Paleografiado  del  original  por  el 
Lie.  Ignacio  López  Rayón.  Forma  los  tomos  i  y  2  del  «Archivo 
Mexicano.  Documentos  para  la  Historia  de  México. »  México, 
García  Torres,  1 852-1 853.    2  tomos  en  49 

Rich.  —  Dictionnaire  des  Antiquités  Romaines  et  Grecques, 
accompagné  de  2000  gravures  d'aprés  l'antique.  Par  Anthony 
Rich.  Traduit  de  l'Anglais  sous  la  direction  de  M.  Chéruel.  Pa- 
rís, Didot,  1859.    I  tomo  en  I29 

Robles.  —  Diario  de  Sucesos  Notables,  escrito  por  el  Lie.  D. 
Antonio  de  Robles,  y  comprende  los  años  de  1665  á  1703. — 
Forma  los  tomos  2  y  3  de  la  i?-  Serie  de  los  «Documentos  para 
la  Historia  de  México.» 

Rojas. —  Descripción  de  Cholula,  hecha  en  1581  por  Gabriel 
de  Rojas.   MS.  original.  10  fs.  en  fol.  y  mapa. 

Rollin.  —  GEuvres  completes,  nouvelle  édition,  accompagnée 
d'observations  et  d'éclaircissements  historiques  par  M.  Letronne. 
Paris,  Didot,  1821-1825.   30  tomos  en  89  y  atlas. 

Sahagun. —  Historia  general  de  las  cosas  de  Nueva  España 

Dala  á  luz  con  Notas  y  Suplementos,  C.  M.  Bustamante.  Mé- 
xico, Valdés,  1 829-1 830.   3  tomos  en  49 


nini-ioGRAFÍA.  341 

—  Historia  de  la  Conquista  de  México  (Lib.  X\l  de  la  His- 
toria). Publícala  por  separado C.  M.  de  Bustamante.  Mé- 
xico, Galvan,  1829.    I  cuaderno  en  4*? 

—  La  Aparición  de  Nuestra  Señora  de  Guadalupe  de  México. 
(Segunda  redacción  del  Libro  XII  de  la  Historia  del  P.  Sahagun). 
México,  Cumplido,  1840.    I  cuaderno  en  49 

La  Histori.i  del  P.  Sihagun  se  encuentra  también  en  los  tomos  5  y  7  de  la 
grande  obra  de  Kingsborough. 

Salazar.  —  Historia  de  la  Conquista  de  México,  población  y 
progresos  de  la  América  Septentrional,  conocida  por  el  nombre 
de  Nueva  España.  Segunda  Parte.  Escrivíala  D.  Ignacio  de  Sa- 
lazar y  Olarte.    Córdoba,  Serrano,  1743.    I  tomo  en  fol. 

Intitúlase  "Segunda  Parte,"  por  ser  continuación  de  la  Historia  de  Solís,  cu- 
yo mismo  titulo  lleva. 

Sariñana  (  Dr.  Isidro). —  Noticia  breve  de  la  Solemne,  desea- 
da, última  Dedicación  del  Templo  Metropolitano  de  México.... 
edificado  por  la  religiosa  magnificencia  de  los  Reyes  Catholicos 
de  España,  nuestros  Señores,  celebrada  en  22  de  Diciembre  de 
1667.    México,  Rodriguez  Lupercio,  1668.    I  tomo  en  4? 

*Sedano.  —  Noticiasde  México,  recogidas  porD.  Francisco  Seda- 
no,  vecino  de  esta  ciudad,  desde  el  año  de  1756,  coordinadas,  escritas 
de  nuevo,  y  puestas  en  orden  alfabético  en  este  año  de  1 800.   MS. 

Séneca. — En  la  Colección  de  Autores  Latinos  de  Nisard. 

Sepúlveda. — Joannis  Genesii  Sepulvedse  Cordubensis,  Opera 
cum  edita,  tum  inédita,  accurante  Regia  Historiae  Academia.  Ma- 
triti,  ex  typographia  Regia  de  la  Gazeta,  1 780.   4  tomos  en  4?  mr. 

Entre  las  Obras  de  este  acérrimo  impugnador  de  Fr.  Bartolomé  de  las  Casas 
se  encuentran  las  siguientes  relativas  á  América: 

"De  Rebus  Hispanorum  gestis  ad  Novum  Orbem  Mexicumque  libri  VII. 
"Apología  pro  libro  de  justis  belli  causis  suscepti  contra  Indos." 

Sexto  Rufo. —  En  la  Colección  de  Autores  Latinos  de  Nisard. 

Sigüenza  y  Góngora  (  D.  Carlos  de). — Triumpho  Parthenico 
que  en  glorias  de  María  Santissima  immaculadamente  concebida, 
celebró  la  Pontificia,  Imperial  y  Regia  Academia  Mexicana.  Mé- 
xico, Juan  de  Ribera,  1683.    I  tomo  en  4? 

— Parayso  Occidental,  plantado  y  cultivado  por  la  liberal  be- 
néfica mano  de  los  muy  Catholicos  y  poderosos  Reyes  de  España, 
Nuestros  Señores,  en  su  magnífico  Real  Convento  de  Jesús  María 
de  México.    México,  Juan  de  Ribera,  1684.    i  tomo  en  49  mr. 

— Piedad  Heroica  de  D.  Fernando  Cortés,  Marques  del  Valle. 

Libro  tan  raro,  que  Beristain  solo  le  cita  con  referencia  á  Cabrera  (  Escudo 
de  Armas,  n?  663).  Yo  tjmpoco  le  he  hallado  nunca.  El  Sr.  Alaman  no  pudo 
haber  á  las  manos  más  que  un  ejemplar  muy  incompleto,  que  perteneció  á  la 
librería  de  la  Profesa,  del  cual  se  sacó  la  copia  MS.  de  que  me  he  servido.  Trata 
de  la  fundación  del  Hospital  de  Jesús,  su  descripción  &c. 


43 


342 


BIBLIOGRAFÍA. 


Solórzano  y  Pereira  (D.  Juan). —  Política  Indiana.  Corregida 
é  ilustrada  con  notas  por  D.  Francisco  Ramiro  Valenzuela.  Ma- 
drid, imp.  real  de  la  Gazeta,  1 776.    2  tomos  en  fol.  mr. 

Squier  (  E.  G.)  —  Collection  of  rare  and  original  Documents 
and  Relations  concerning  the  Discovery  and  Conquest  of  Amer- 
ica ,  chieflv  from  the  Spanish  Archives.  New  York,  Ch.  B. 
Norton,  1860.    I  tomo  en  49  men.,  cuadrado. 

Suetonio. —  En  la  Colección  de  Autores  Latinos  de  Nisard. 

Tapia. —  Relación  hecha  por  el  Sr.  Andrés  de  Tapia  sobre  la 
Conquista  de  México.  En  el  tomo  II  de  la  «Colección  de  Do- 
cumentos para  la  Historia  de  México.»  (1866). 

Terencio.  —  En  la  Colección   de  Autores  Latinos  de  Nisard. 

— Las  seys  Comedias  de  Terencio,  conforme  a  la  edición  de 
Faerno,  impresas  en  latin  y  traduzidas  en  castellano,  por  Pedro 
Simón  Abril,  natural  de  Alcaráz.  Barcelona,  Cendrat,  1599. 
I  tomo  en  89 

Ternaux-Compans  (H.) — Voyages,  Relations  et  Mémoires 
Originaux  pour  servir  á  l'Histoire  de  la  Découverte  de  l'Améri- 
que.    Paris,  Arthus  Bertrand,  1837-184.I.  20  tomos  en  89 

— Recueil  de  Documents  et  Mémoires  Originaux  sur  l'His- 
toire des  Possessions  Espagnoles  dans  l'Amérique  Méridionale, 
á  diverses  époques  de  la  Conquéte.  Paris,  Gide,  1840.  I  tomo 
en  89 

Terreros  (P.  Esteban). —  Diccionario  Castellano  con  las  voces 
de  Ciencias  y  Artes,  y  sus  correspondientes  en  las  tres  lenguas 
francesa,  latina  é  italiana.  Madrid,  Viuda  de  Ibarra,  1786-1787; 
Cano,  1793.   4  tomos  en  fol. 

Tezozomoc. —  Crónica  Mexicana.    MS.  en  fol. 

Hállase  impresa  en  el  tomo  9  de  la  Colección  de  Kingsborough,  y  M.  Ter- 
naux-Compans la  tradujo  al  francés,  Paris,  1847-1849.   a  tomos  en  8? 

Ticknor  (G.)  —  History  of  Spanish  Literature.  Boston,  1849. 
3  tomos  en  49 

—  Historia  de  la  Literatura  Española,  por  Mr.  G.  Ticknor, 
traducida  al  castellano  con  Adiciones  y  notas  críticas,  por  D.  Pas- 
cual de  Gayangos  y  D.  Enrique  de  Vedia.  Madrid,  Rivadeneyra, 
1851-1856.   4  tomos  en  49 

Tito  Livio. —  En  la  Colección  de  Autores  Latinos  de  Nisard. 

Torquemada. — Primera  (segunda  y  tercera)  parte  de  los  veinte 
i  un  Libros  Rituales  y  Monarquía  Indiana,  con  el  Origen  y  Guer- 
ras de  los  Indios  Occidentales,  desús  PobIa9ones,  Descubrimiento, 
Conquista,  Conversión,  y  otras  cosas  maravillosas  de  la  mesma 
tierra,  distribuidos  en  tres  tomos.  Compuesta  por  Fr.  Juan  de 
Torquemada.  Madrid,  Rodríguez  Franco,  1723.  3  tomos  en 
folio. 

La  primera  edición  es  de  Sevilla,  161 5,  también  en  3  tomos  en  fol. 


BIBLIOGRAFÍA. 


343 


Valades. — Rhctorica  Christiana  ad  concionandi  ct  orandi  usum 
accomniodata,  utriusque  faculcatis  exemplis  siio  loco  insertis;  quac 
quidem  ex  Indorum  máxime  deprompta  suiít  Historiis,  unde  prze- 
ter  doctrinam,  summa  quoque  delectatio  comparabitur.  Auctore 
Rdo.  admodum  P.  F.  Didaco  Valades,  tocius  ordinis  .Fratrum 
Minorum  Regularis  Observ.:ntiae  olim  Procuratore  Generali  in 
Romana  Curia.  Perusiac,  apud  Pretumiacobum  Petrutium,  1579. 
I  tomo  en  ^.9,  láms. 

Varron. — En  la  Colección  de  Autores  Latinos  de  Nisard. 

Veiiegas. —  c  agonía  ticl  tráfitocc  la  muerte  có  loo  auifoo  y  confiic- 
IO0  que  cerca  oclla  fon  prouccl?ofo0 :  fcríptJ  por  el  zDacílro  aicpio  Uc- 
ncigao.   Toledo,  Juan  de  Ayala,  1547.    l  tomo  en  4.9,  ict.  got. 

Dije  en  la  nota  de  la  pág.  IX  que  la  edición  de  1547  era,  á  mi  juicio,  la  pri- 
mera de  este  libro.  Después  he  visto  en  el  Boletín  de  la  Librería  de  Murillo 
(Madrid,  Noviembre  de  1874)  el  anuncio  de  otra  edición  anterior,  hecha  en 
Zaragoza,  por  G.  Cocí,  1 544,  en  4? 

*Veracruz.  —  Dialéctica  Resolutio  cum  textu  Aristctelis  edita 
per  Reverendum  Patrem  Alphonsum  a  vera  cruce.  México,  Juan 
Pablos,  1554.    I  tomo  en  folio. 

— Speculum  Coniugiorum  aeditum  per  R.  P.  Illephonsum  a 
Vera-cruce.    México,  Juan  Pablos,  1556.    l  tomo  en  49 

Victoria. —  Reverendi  Patris  F,  Francisci  de  Victoria,  ordinis 
Prasdicatorü,  sacríe  Theologi^  in  Salmanticensi  Academia  quon- 
dam  primarii  Professoris,  Relectiones  Theologicae  XjI.  in  dúos 
tomos  diuisce:  quarum  seriem  uersa  pagella  indicabit.  Lugduni, 
apud  Jacobum  Boyerium,  1557.    2  tomos  en  i  29 

Las  relecciones  "  De  Indis  prior  "  y  "  De  Indis  posterior  "  están  en  el  tomo  I. 
Reimpresas  en  Salamanca,  1565,  8Vj  Ingoldstadt,  iS^^i  8?;  León,  1587;  Am- 
beres,  1604,  12?,  y  Venecia,  1626. 

Villaseñor  (  D.  J.  A.) — Theatro  Americano.  Descripción  ge- 
neral de  los  Reynos,  y  Provincias  de  la  Nueva-España,  y  sus 
Jurisdicciones.  México,  Viuda  de  Hogal,  1746-1748.  2  tomos 
en  folio. 

Virgilio. — En  la  Colección  de  Autores  Latinos  de  Nisard. 

Vitruvio.  —  Los  diez  Libros  de  Archítectura  de  M.  Vitruvio 
Folión.  Traducidos  del  Latin  y  comentados  por  D.  Joseph  Ortiz 
y  Saenz,  Presbítero.  Madrid,  imp.  real,  1787.  i  tomo  en  fol. 
mr.,  láms. 

Magnifica  edición. 

Vives.  —  Diálogos  de  Juan  Luis  Vives,  traducidos  en  lengua 
castellana,  por  el  Doctor  Cristóbal  Coret  y  Peris.  Décima  edi- 
ción.   Madrid,  1817.    I  tomo  en  89 

Ximenez  (Fr.  Francisco). — Quatro  Libros  de  la  Naturaleza  y 
virtudes  de  las  Plantas  y  Animales  que  están  receuidos  en  el  uso 


344 


BIBLIOGRAFÍA. 


de  la  Medicina  en  la  Nueua  España,  y  la  Methodo,  y  corrección 
y  preparación,  que  para  administrailas  se  requiere,  con  lo  que  el 
Doctor  Francisco  Hernández  escriuió  en  lengua  latina.  México, 
Viuda  de  Diego  López  Dávalos,  1615.    I  tomo  en  4? 

Yciar. —  Arte  subtilissima,  por  la  qual  se  enseña  á  escreuir  per- 
fectamente. Hecho  y  experimentado  por  Juan  de  Yciar  Vizcay- 
ro.  Arte  breve  y  provechoso  de  cueta  Castellana  y  arithmetica 
donde  se  muestra  las  cinco  reglas  de  guarismo  por  la  cueta  caste- 
llana, y  reglas  de  memoria.  Zaragoza,  Miguel  de  papila,  1555. 
I  tomo  en  4? 

Libro  rarísimo  y  curinso,  lleno  de  muestras  de  letras  y  alfabetos  historiados, 
uno  de  los  cuales  representa  la  Danza  de  la  Muerte.  La  primera  edición  es  de  1 550. 


O.  S.  C.  S.  M.  E.  C.  A.  R. 


/ 


'^^y:p 


^-K^=S«r^^íít:,g;^.,-.-v 


M><c 


2^^«^ 


^^i 


w^ 


:'*^^■ 


*p^ 


'^^i^c 


■-x% 


S-ny 


Dale  Due 


:u^-^r^''i^H 


f